Comedias burlescas del Siglo de Oro: Tomo I, El rey don Alfonso, el de la mano horadada (Anónimo) 9783865279132

Rigurosa edición crítica de un texto arquetípico del género de la comedia burlesca, muy significativo en el reinado de F

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Spanish; Castilian Pages 252 [256] Year 2019

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ÍNDICE
CAPÍTULO I. EL MARCO GENERAL: ALGUNAS OBSERVACIONES ELEMENTALES SOBRE EL GÉNERO DE LA COMEDIA BURLESCA
CAPÍTULO II. EL REY DON ALFONSO Y LA COMEDIA BURLESCA
CAPÍTULO III. BIBLIOGRAFÍA Y ABREVIATURAS
CAPÍTULO IV. TEXTO CRÍTICO DE LA COMEDIA
CAPÍTULO V. LISTA DE VARIANTES
CAPÍTULO VI. ÍNDICE DE NOTAS
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Comedias burlescas del Siglo de Oro: Tomo I, El rey don Alfonso, el de la mano horadada (Anónimo)
 9783865279132

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A mis padres, Amancio y Andresa A mis hermanos, Mary Carmen, José Javier (t) y Kike A mi sobrina, Aintzane

BIBLIOTECA ÁUREA HISPÁNICA

Dirección de Ignacio Arellano. Con la colaboración de Christoph Strosetzki y Marc Vitse.

Vol. 3

EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA ANÓNIMO

COMEDIAS B U R L E S C A S D E L SIGLO D E ORO TOMOI

CARLOS M A T A INDURÁIN

Universidad de Navarra • Iberoamericana • Vervuert • 1998

Comedias Burlescas del Siglo de Oro. Tomo I. El rey don Alfonso, el de la mano horadada. Anónimo/ Universidad de Navarra. Carlos Mata Induráin Madrid : Iberoamericana ; Frankfurt am Main : Vervuert, 1998 (Biblioteca Áurea Hispánica ; Vol. 3) ISBN: 3-89354-393-7 (Vervuert) ISBN : 978-84-95107-05-3 Dep. Legal: SE-7026-2009 €> Iberoamericana, Madrid 1998 © Vervuert 1998 Reservados todos los derechos Impreso en España por Publidisa

ÍNDICE CAPÍTULO I EL MARCO GENERAL: ALGUNAS OBSERVACIONES ELEMENTALES SOBRE EL GÉNERO DE LA COMEDIA BURLESCA

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1 Función paródica

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2 Inversión de los valores serios y ruptura del decoro

12

3 La comicidad escénica

13

4 La comicidad verbal

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C A P Í T U L O II EL REY DON ALFONSO Y L A COMEDIA BURLESCA

17

1 Datos externos, texto y autoría

17

2 La versión paródica y sus modelos serios

19

2.1 Resumen de la acción de El rey don Alfonso

20

2.2 Resumen de la acción de El hijo por engaño

26

2.3 Comparación estructural entre El rey don Alfonso y El hijo por engaño 2.4 El rey don Alfonso y el Romancero

31 39

2.5 El rey don Alfonso y la segunda parte de Las mocedades del Cid 2.6 Resumen de la acción de El hermano de su hermana

43 44

2.7 Comparación estructural entre El rey don Alfonso y El hermano de su hermana 3 El repertorio burlesco de El rey don Alfonso 3.1 Comicidad de situación: el universo degradado

47 53 53

3.1.1 Parodia de temas y situaciones

53

3.1.2 Escatología y suciedad

62

3.1.3 Comida y bebida

63

3.1.4 Animalización y cosificación

64

3.1.5 El «lenguaje de la plaza pública»

65

3.1.6 Elementos satíricos y motivos folklóricos

66

3.1.7 Comicidad gestual. Vestidos y accesorios

67

3.1.8 Canciones, música y baile. Intertextualidad

69

3.2 Comicidad verbal: modalidades de la jocosidad disparatada

70

3.2.1 Maldiciones y juramentos burlescos

70

3.2.2 El banquete grotesco

71

3.2.3 Enumeración de «imposibilia»

71

3.2.4 Diálogo de equívocos

72

3.2.5 Intercambio de remoquetes

72

3.2.6 Pronóstico burlesco

72

3.2.7 Enumeración de regalos y reliquias grotescas...

72

3.2.8 Reto paródico

73

3.2.9 Empleo humorístico de elementos religiosos ....

73

3.2.10 Tautologías y otros disparates

74

4 Otros aspectos

75

4.1 Tiempo y espacio

75

4.2 Recursos retóricos

76

4.3 Aspectos métricos

78

4.3.1 Esquema de la versificación y porcentajes

78

4.3.2 Comentario acerca de la métrica

80

5 Conclusión

81

6 Nota textual y criterios editoriales

82

CAPÍTULO

III

BIBLIOGRAFÍA Y ABREVIATURAS

85

1 Testimonios de El rey don Alfonso

85

2 Ediciones modernas de comedias burlescas

86

3 Bibliografía sobre la comedia burlesca

86

4 Bibliografía general

88

5 Abreviaturas

94

CAPÍTULO

IV

TEXTO CRÍTICO DE LA COMEDIA CAPÍTULO

V

LISTA DE VARIANTES CAPÍTULO

99

225

VI

ÍNDICE DE NOTAS

239

CAPÍTULO I EL MARCO GENERAL: ALGUNAS OBSERVACIONES ELEMENTALES SOBRE EL GÉNERO DE L A COMEDIA BURLESCA 1

La comedia burlesca del Siglo de Oro es un género dramático al que la crítica, hasta ahora, no ha prestado excesiva atención. Por el momento, los estudios más completo sobre este corpus, que sigo de cerca en esta introducción al género, son el trabajo de Frédéric Serralta «La comedia burlesca, datos y orientaciones» y nuestra propia presentación de La ventura sin buscarla, Serralta ofrece además un catálogo de las comedias burlescas conocidas, con localización de testimonios, suficiente punto de partida para iniciar sistemáticamente la edición e investigación, todavía muy incompleta , de este repertorio. La comedia burlesca constituye en el XVII un corpus reducido de obras -unas cincuenta conocidas- que se suelen denominar en su época «comedias burlescas», «de disparates», «de chanzas» o «de chistes». Situadas en el extremo opuesto a la tragedia, forman un conjunto peculiar, insertado en el auge de las modalidades de la literatura jocosa que se aprecia en el mismo romancero nuevo -abundante en composiciones satíricas y burlescas-, en las parodias poéticas que llevan a su cima Góngora y Quevedo, en la eclosión de diálogos jocosos o entremeses y en otras manifestaciones de índole cómica como los vejámenes, las pullas o las fiestas de locos . 2

3

Esta parte dedicada al estudio general de la comedia burlesca reproduce, con algunas modificaciones, las pp. 15-27 déla introducción di La ventura sin buscarla, en la edición del GRISO dirigida por I. Arellano (Pamplona, EUNSA, 1994), en la que participé. La redacción básica de esas páginas la realizó Ignacio Arellano, y coinciden parcialmente con las que dedica al género en su Historia del teatro español del siglo XVII, Madrid, Cátedra, 1995, 641-59. También a García Lorenzo y a García Valdés debemos otros estudios esclarecedores del género y de algunas comedias en concreto. Para los datos específicos de estos y otros trabajos que se irán citando, véase la Bibliografía. Para el marco de modalidades literarias burlescas en que se sitúa la comedia de disparates, cfr. García Valdés, ed. de Olmedo, 33-40. Conviene también consultar el

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EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

La mayoría de las conocidas, a juzgar por los pocos datos que tenemos de sus representaciones, parecen corresponder a los años del reinado de Felipe IV , y se suelen representar en Carnestolendas y en el palacio real : son parte de las fiestas cortesanas de carnaval o San Juan. Más de la mitad de las conservadas son anónimas. La temática de las comedias burlescas es variada: asuntos mitológicos y de leyendas grecolatinas (Céfalo y Pocris), sacados del Romancero (Los siete infantes de Lara -Cáncer y otros-, Las mocedades del Cid -Cáncer-, Durandarte y Belerma -autor incierto-), etc. A menudo son parodias de otras comedias serias , aunque no se trate de parodias completas y sistemáticas, sino de detalles significativos que se hacen tópicos en la construcción de los géneros serios. Un ejemplo de este tipo de parodia de obra concreta que sigue a menudo la trama del modelo sería La ventura sin buscarla; otras burlescas se atienen a parodias de estructuras o funciones características de otro género o subgénero; o, como ocurre con El rey don Alfonso, la base es todo un tema más amplio, con diversos episodios. En cuanto a su extensión, frente a los 3000 versos aproximadamente de que consta una comedia típica, la burlesca tiene un promedio de 1800, un poco más de la mitad , brevedad explicable, como sugiere Serralta, por la dificultad de mantener la risa del espectador durante mucho tiempo. Los rasgos que definen la composición de la comedia burlesca los ha resumido excelentemente Serralta en su artículo citado: para empezar, la estructura se basa en la incoherencia cómica (muertos que reviven, inver4

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7

magnífico libro de M . Chevalier, Quevedo y su tiempo: la agudeza verbal, Barcelona, Critica, 1992. El caballero de Olmedo de Monteser se representó en 1651; La renegada de Valladolid, de Monteser, Solís y Silva, en 1655. Así, por ejemplo, la comedia del Escarramán, atribuida a Moreto, El caballero de Olmedo de Monteser, Céfalo y Pocris, atribuida a Calderón, Las mocedades del Cid de Cáncer, etc. Sobre la función de las formas carnavalescas en la comedia de disparates, véanse los trabajos de González y Holgueras citados en la Bibliografía. Integran el comentario de esta carnaval ización en el sentido ético-critico posible de la comedia burlesca; cfr. infra la discusión sobre esto a propósito de las posturas de García Lorenzo y Serralta. En lo que sigue hablo de «comedias serias» para referirme a las comedias «normales», que incluyen tanto las comedias verdaderamente serias y trágicas, como las comedias cómicas (de capa y espada, etc.). En este estudio utilizo el término, pues, simplemente como oposición al de «comedia burlesca». Creo que el contexto deja suficientemente claro el sentido. Hay piezas, como Céfalo o Darlo todo, que pasan de los 2000 versos, pero no son infrecuentes otras mucho más breves: 970 tiene, por ejemplo, Ventura.

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EL MARCO GENERAL: LA COMEDIA BURLESCA

siones del decoro, alegrías por las deshonras, venganzas grotescas...), aunque se mantiene un hilo tenue de intriga capaz de enhebrar las situaciones jocosas, hilo que consiste fundamentalmente en la condición paródica, característica necesaria del género, «ya que la historia parodiada es la única e indispensable columna vertebral de la comedia burlesca» . Buena parte de las modalidades de la risa que explota son comunes a otros géneros poéticos y escénicos; veamos algunas, que volveremos a mencionar en algún caso a propósito de El rey don Alfonso, cuyo comentario ocupará el segundo capítulo de este estudio preliminar. 8

1 Función paródica Tiende, como es lógico, a añadir a las parodias de motivos líricos las de los motivos y estructuras propiamente dramáticos. Buen ejemplo de su funcionamiento es la parodia de las prendas amorosas que aparece en Céfalo y Pocris en el discurso del príncipe Rosicler, apoyado en un recurso escénico; saca un zapato muy grande y declama: t

esta es la concha de aquesta perla; advertid cómo la perla será cuando la concha es así, y si así huele el zapato cómo olerá el escarpín (vv. 1831-36)

En esta misma comedia se abre la acción con la doble parodia de sendos motivos tópicos en las comedias serias: el del caballo desbocado que despeña a su jinete (La vida es sueño) y el del naufragio (numerosas comedias caballerescas o mitológicas); aquí será un borrico desbocado el que despeñe a Rosicler, y Céfalo naufraga no sabemos bien si yendo en un bergantín o en un bergante. Encuentran luego un castillo de gigantes, y se aterrorizan con la situación. La princesa Aura es arrojada del castillo Serralta, «La comedia burlesca», 103. No obstante, la parodia no tiene necesariamente que referirse a una acción: puede referirse a escenas tópicas o motivos característicos, de tal modo que la acción burlesca puede efectivamente resultar muy incoherente: véase por ejemplo el Escarramán atribuido a Moreto, o El cerco de Tagarete de Bernardo de Quirós. Otras comedias, como la anónima de La ventura sin buscarla, mantienen un cierto hilo argumentai, que de todos modos no es lo más importante de esas piezas: funciona a manera de mero excipiente para las diversas modalidades de la comicidad grotesca.

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EL REY DON ALFONSO, EL DELA MANO HORADADA

para evitar que el principe Pollo de oro (o sea, Polidoro) la ame, y sale volando por la tramoya. Céfalo se enamora de Filis cuando la ve despiojándose. El mismo Céfalo mata con una ballesta en el desenlace grotesco a Pocris, hermana de Filis, al descubrirla espiando. El rey celebra entonces con una mojiganga la muerte de su hija... En El caballero de Olmedo de Monteser se parodian numerosos motivos de las comedias no burlescas como el esconderse el galán, el galanteo a la reja o el duelo de honor, resolviéndose siempre a lo burlesco, con inversiones cómicas, modificaciones absurdas o aplicaciones literales de ciertos motivos y expresiones: se sugiere que se esconda el padre en vez del galán, don Alonso se enamora a tiento (ya que por la oscuridad de la noche no puede ver a la dama), don Alonso y don Rodrigo acaban riñendo por no hacerse desaire... 2 Inversión de los valores serios y ruptura del decoro Frente a los padres y hermanos defensores del honor, los personajes de estas comedias se alegran y divierten con las deshonras: al don Pedro de Los amantes de Teruel (Suárez de Deza) no le importa mucho que gocen a su hija: Eso, sobrina, di que no me ofende; gócela pues, que a fe que es buena moza, y llévela después a Zaragoza (cit. por Serralta, 105)

Caballeros cobardes, reyes grotescos que bailan, gritan, cantan en escena (Céfalo y Pocris, de Calderón); un Cid que pide dinero a su padre para vengarlo de su deshonra (Las mocedades del Cid, Cáncer)... son los protagonistas de estas acciones que se divierten poniendo al revés el sistema aceptado: a esta técnica precisamente del «mundo al revés» obedecen en buena parte las piezas de este género. Semejantes inversiones se han interpretado en relación con el valor satírico o solamente lúdico de la comedia burlesca. Mientras Serralta se inclina por una interpretación eminentemente jocosa, García Lorenzo defiende un valor crítico; en realidad, si la presentación ridicula de los valores que cimentan la sociedad barroca, la burla de reyes, del honor y los chistes con motivos religiosos implican una actitud y una proyección crítica contra ellos, no parece en todo caso excesivamente llamativa. Las circunstancias de su representación palaciega son muy significativas en este

EL MARCO GENERAL: LA COMEDIA BURLESCA

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sentido; el momento de carnaval les presta esa dimensión ambigua de crítica permitida dentro de unos límites muy definidos, y en gran parte bastante convencionales. En realidad, más que verdadera crítica social, política o ideológica, destaca el distanciamiento burlesco respecto de los mecanismos literarios y teatrales de los géneros serios; en este sentido, la comedia burlesca comparte la misma esfera de connotaciones que las parodias de los temas mitológicos o pastoriles en la poesía. 3 La comicidad escénica Las comedias burlescas suelen insistir en el vestido ridículo y en la gestualidad exagerada y grotesca. Las acotaciones del tipo «Siéntanse en el suelo y los demás en asientos lo más ridículos que se puedan», «sale Diógenes vestido ridiculamente» se repiten con frecuencia. Algunos accesorios (el zapato de Céfalo citado antes, o la pata de vaca que saca Montesinos como si fuera el corazón de Durandarte en Durandarte y Belerma), y movimientos (choques de personajes, danzas descompuestas, aspavientos de horror y sorpresa) completan este tipo de recursos. El grado más elaborado está representado por la danza de matachines con que termina Céfalo y Pocris, o los gestos y accesorios carnavalescos como la vejiga con la que Vellido Dolfos mata a don Sancho en El hermano de su hermana, de Quirós (vv. 1019-25): Cantan y bailan los dos esto. Que si no tiene saya Marigandí, que si no, que si sí, que si no, que si sí, que qué, que qué se me da a mí.

Dale con una vejiga. SANCHO

¿Matásteme? Sí, señor.

VELLIDO SANCHO

Debe de ser de secreto porque yo no lo he sentido...

Cáese.

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EL REY DON ALFONSO, EL DELA MANO HORADADA

4 La comicidad verbal Es la más abundante y muestra todas las clases de recursos verbales jocosos : acumulaciones de refranes, cuentecillos tradicionales, juegos de palabras, series de disparates, alusiones escatológicas y obscenas, imposibilidades lógicas, invectivas y motes, interpretaciones literales, metáforas cómicas, perogrulladas... Algunos ejemplos sacados de la pieza de Bernardo de Quirós Comedia famosa del hermano de su hermana bastarán como ilustración: 9

ALFONSO

Déjame amarte este rato pues que de mí estás preñada.

ZORAIDA

¿Tú cuándo me has visto, ingrato?

ALFONSO

Y o nunca (vv. 26-29)

ZORAIDA

[...] y en pariendo diez perailes de ser monja tengo intento en un convento de frailes (vv. 48-50)

ALMANZOR

¿Dónde vive esta mujer?

ALFONSO

Vive en Argel, junto a Atocha (vv. 149-50)

ALMANZOR

Conmigo puede venir vuestra alteza y le enseñaré el ombligo.

ALFONSO

Gran señor, esa grandeza te convierte en cabrahigo (vv. 169-73)

Más ejemplos en Serralta, «La comedia burlesca», 108 y ss.; para los disparates, véase Blanca Periñán, Poeta ludens. Disparate, perqué y chiste en los siglos XVI y XVII, Pisa, Giardini, 1979; Arellano estudia las modalidades del juego de palabras con bibliografía correspondiente en Poesía satírico burlesca de Quevedo, Pamplona, EUNSA, 1984, 268 y ss. Véase también Maxime Chevalier, Quevedo y su tiempo: la agudeza verbal, Barcelona, Crítica, 1992.

EL MARCO GENERAL: LA COMEDIA BURLESCA URRACA

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Moro tarraez, moro muza, moro alcaide, moro diablo, moro de sastre, morillo de chimenea, morabito (vv. 638-41)

Si queremos examinar de manera más sintética el esquema paródico del género, podría tomarse el ejemplo de El caballero de Olmedo de Monteser, representada en 1651 ante Felipe IV. Es quizá la comedia burlesca más conocida, y cuenta con edición moderna de García Valdés. Menéndez Pelayo la consideraba la mejor comedia de disparates del teatro español (probablemente la mejor sea Céfalo y Pocris), y en todo caso su relación con la famosísima original que parodia le ha dado cierta relevancia en el panorama crítico del género. El argumento de El caballero de Olmedo es una mera excusa para hilar situaciones jocosas, que recuerdan, en ocasiones de cerca y a veces más de lejos, algunas escenas de la obra lopiana. Don Alonso no es un caballero, sino un toreador que se dirige a los toros de Medina, con su lacayo Tello, y se pierden en el camino, en la oscuridad de la noche. Como apunta certeramente García Lorenzo , la obra se mueve en el esquema de un juego al escondite, absurdo y grotesco («y como es de noche, el día / con la oscuridad no veo», vv. 27-28). En el encuentro con la dama, doña Elvira va a contar su lamentable historia, y don Alonso la obliga a que lo haga a voz en grito: «hablad recio, / que como hace tan oscuro / lo más de la voz no veo» (vv. 112-14 ). La burla de los comportamientos convencionales de galanes y damas continúa con la parodia de las escenas de escondites y de venganzas de honor: los que se esconden avisan al que llega («aguardad, que / nos estamos escondiendo», vv. 321-22) y el otro espera cortésmente a que acaben de hacerlo («¿Están ya escondidos?», v. 345). La serie de parodias (del motivo del retrato, del billete amoroso, del desafío...) culmina en la del desenlace que caracteriza a la versión trágica del Caballero de Lope: en la comedia de Monteser don Alonso se descuida entretenido en los toros, y don Rodrigo, su rival, tiene que recordarle su deber: 10

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«De la tragedia a la parodia». En El hermano, algunos personajes hablan al oído de otro, pero en voz muy alta: «A la oreja y recio», «Háblele al oído y recio» (acotaciones tras los vv. 299 y 935).

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EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

RODRIGO

¿Aquí os estáis, don Alonso, cuando yo y diez compañeros a mataros esperamos en el camino de Olmedo?

ALONSO

Perdonad, no lo sabía (vv. 1547-51 )

Los diálogos se someten a la manipulación literal absurda, a la imposibilidad racional o al juego de manos con los imperativos de la lógica; si un personaje intenta encarnar el punto de honra, la respuesta se traslada al nivel paródico: DON PEDRO

Sobre mi honra vengo a hablaros.

DON ALONSO

Pues bajaos de ella (vv. 1274-75)

Moune analiza con cierto detalle la transposición al plano burlesco de los elementos proporcionados a Monteser por las obras anteriores que trataban la historia del caballero de Olmedo. Destaca la explotación burlesca de los temas sugeridos por el romance popular (la noche, la muerte, la figura del caballero, el desenlace feliz atribuido a que «quizá estará caducando / el romance, que es muy viejo»). Estudia también la utilización de aspectos sacados de la estructura de la comedia tradicional: Monteser explota motivos como el retrato de la amada, la declaración de amor, que aquí aburre a la dama («acabad de enamoraros, / que se hace tarde»), el billete amoroso y el duelo, el desmayo, etc. Este juego de despropósitos no puede terminar en tragedia: don Alonso revive y él mismo sale a pedir justicia al rey, y como al final la comedia «en bodas ha de parar», don Alonso se casa con doña Elvira. 12

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«El caballero de Olmedo de F. A. de Monteser».

CAPÍTULO II EL REY DON ALFONSO Y L A COMEDIA BURLESCA 1 Datos externos, texto y autoría La Comedia famosa de disparates del rey don Alfonso, el de la mano horadada fue impresa en Madrid en 1662 en la Parte diez y ocho de Comedias nuevas, escogidas de los mejores Ingenios de España (ejemplar sign. R 22.671 de la Biblioteca Nacional de Madrid); se conservan otros tres testimonios, el ms. 15.853 de la Biblioteca Nacional de Madrid , una suelta de la Biblioteca Vaticana (sign. Race Gen. Lett. Est, IV, 311) y una copia manuscrita de la Biblioteca March de Madrid (en un volumen de Comedias varias, sign. 19 / 5 / 15 ). Para mi edición tomaré como base el texto de la de 1662 (véanse infra los «Criterios editoriales»). En cuanto a la autoría, El rey don Alfonso, el de la mano horadada podría ser de Luis Vélez de Guevara. En la edición de la Parte 18 figura al comienzo del texto como «De un ingenio desta corte», pero en la tabla se dice que es de Vélez, y alguien, siguiendo esa indicación, escribió a la pluma debajo del título, en el ejemplar que manejo, «Luis Vélez de 1

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Descrito por A. Paz y Mélia, Catálogo de las piezas de teatro que se conservan en el Departamento de manuscritos de la Biblioteca Nacional, 2. ed., Madrid, Blass S. A. Tipográfica, 1934, I, 476: «59 hojas, 4.°, 1. del s. XVIII, hol. , núm. 15.853». E. Cotarelo y Mori, «Luis Vélez de Guevara y sus obras dramáticas», BRAE, IV, 1917, 415-16, habla de dos sueltas, una de Madrid, por doña Teresa de Guzmán, sin año, en 20 pp. en 4.°; y otra reimpresión suelta, sin lugar ni año (de mediados del XVIII) «exactamente igual» a la edición de 1662. Agradezco a mi colega y amigo Abraham Madroñal el dato para la localización de este último testimonio. El volumen incluye, además de la copia manuscrita de El rey don Alfonso (se indica en el índice que es copia manuscrita del siglo XVIII), que figura en primer lugar, ff. lr-47v, copia manuscrita de la loa y el texto de la comedia burlesca de El mariscal de Virón, de don Juan de Maldonado; ediciones impresas de las burlescas La traición en propia sangre, y siete infantes de Lara, de «Un ingenio de esta corte», y Las Mocedades del Cid, de Cáncer, y una edición de El hijo de los leones, de Lope de Vega. a

a

2

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EL REY DON ALFONSO,

EL DE LA MANO

HORADADA

Guevara» . Entre las obras de Vélez de Guevara la incluyen los catálagos de La Barrera y Paz y Mélia, y otros autores como Cotarelo y Morí, Menéndez Pelayo, Crespo Matellán o, más recientemente, Peale . Sin embargo, Mesonero Romanos la atribuyó a Mira de Amescua, y de esa atribución se hace eco A. Navarro . Serralta y Arellano , que le sigue en esto, ponen entre interrogantes la atribución a Luis Vélez. No dispongo, por mi parte, de otros datos que puedan confirmar esa autoría y, en cualquier caso, no es mi objetivo resolver este problema (que me limito a mencionar), sino ofrecer el texto de esta interesante y divertida comedia burlesca con la anotación que me parece pertinente, sin preocuparme por establecer hipótesis de autoría hoy por hoy indemostrables, en el estado actual de la investigación. No dispongo tampoco de datos acerca de su representación, aunque por un par de alusiones dentro del texto a la fiesta de San Juan (vv. 130 y 664) podría quizá aventurarse que se representó, o compuso al menos, 4

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Para la producción teatral de Vélez de Guevara, cfr. F. E. Spencer, y R. Schevill, The Dramatics Works of Luis Vélez de Guevara: Their Plots, Sources and Bibliography, Berkeley, 1937; M . G. Hauer, Luis Vélez de Guevara: A Critical Bibliography, Chapel Hill, University, 1975; C. G. Peale et ai (eds.), Antigüedad y actualidad de Luis Vélez de Guevara, Amsterdam-Philadelphia, John Benjamins Publishing Company, 1983. C. A. de la Barrera y Leirado, Catálogo bibliográfico y biográfico del teatro antiguo español, desde sus orígenes hasta mediados del siglo XVIII, Madrid, Imprenta y Estereotipia de M . Rivadeneyra, 1860. Paz y Mélia, Catálogo de las piezas..., I, 476. Cotarelo, «Luis Vélez de Guevara y sus obras dramáticas», 415-16. Menéndez Pelayo en los preliminares de El hijo por engaño, B A E 197, Madrid, Atlas, 1966, 29, al tiempo que destaca su interés al afirmar que «es de las más chistosas dentro del género al que pertenece». S. Crespo Matellán, La parodia dramática en la literatura española, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1979, 26. C. G. Peale planea publicar todo el teatro de Vélez de Guevara, y en el plan de edición que esboza en «Novedades editoriales y críticas en la historia de la comedia española: el teatro de Luis Vélez de Guevara», en Y. Campbell (ed.), El escritor y la escena III. Estudios en honor de Francisco Ruiz Ramón, Ciudad Juárez, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1995, 39 incluye Disparates del Rey don Alfonso, el de la mano horadada, con el núm. 15, en el grupo III de «Comedias de moros y cristianos en España y África». Mesonero Romanos, Dramáticos posteriores a Lope de Vega, Madrid, Rivadeneyra, 1859, BAE 49, tomo II, p. XII, donde la clasificaba entre las burlescas que inventan «acciones inconexas» y las tratan en escenas y diálogos «extravagantes». Navarro, en su ed. de Calderón, Céfalo y Pocris, Salamanca, Almar, 1979, pp. XIV y X X V nota, donde habla de ella como una de las burlescas que presentan reyes ridículos en escena. «La comedia burlesca: datos y orientaciones», 120. En la ed. por él dirigida de La ventura sin buscarla, Pamplona, EUNSA, 1994, 28 y en su Historia del teatro español del siglo XVII, Madrid, Cátedra, 1995, 659.

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EL REY DON ALFONSO Y L A C O M E D I A B U R L E S C A

para estrenarse en esa fecha (de un año indeterminado), en la que, al igual que durante las Carnestolendas, solían presentarse estas comedias burlescas. En cualquier caso, se imprimió en 1662 bajo el epígrafe de Comedia famosa, aplicado a las comedias ya estrenadas. En los apartados siguientes abordo la comparación de esta comedia burlesca con sus modelos serios y analizo su rico repertorio burlesco. 2 La versión paródica y sus modelos serios El viejo tema épico del cerco de Zamora y la muerte a traición del rey don Sancho a manos de Bellido Dolfos, con el posterior reto de don Diego Ordóñez de Lara a los zamoranos como cómplices del asesinato, ha sido tratado abundantemente en la literatura española, desde los cantares de gesta y sus prosificaciones en las crónicas históricas hasta la leyenda «El cerco de Zamora» de Arólas, desde el Romancero hasta el poema del mismo título, en octavas heroicas, de Joaquín I. Meneos Manso de Zúñiga . También el teatro lo ha acogido, y está ya presente en Juan de la Cueva y su Comedia de la Muerte del rey don Sancho, y reto de Zamora por don Diego Ordóñez , o en La diadema en tres hermanos, el mayor el más tirano y la hermana más amante, de José de la Concha, de fines del XVIII. Y , por supuesto, el tema halla amplia acogida durante el Romanticismo, en obras dramáticas como Arias Gonzalo, del Duque de Rivas (y otra del mismo título de Emilio de Santos), Bellido Dolfos, de Bretón de los Herreros, La jura de Santa Gadea, de Hartzenbusch, etc. Además, temas como éste del reto o motivos como el de la mano horadada de don Alfonso se convirtieron en tópicos muchas veces repetidos . 9

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Cfr. J. Puyol Alonso, El cantar de don Sancho II de Castilla, Madrid, 1912; C. Reig, El cantar de Sancho II y el cerco de Zamora, Madrid, 1947; J. Fradejas Lebrero, Estudios épicos: el cerco de Zamora, Ceuta, Instituto Nacional de Enseñanza Media, 1963; y también R. Menéndez Pidal, La epopeya castellana a través de la literatura española, 2. ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1959, 54-67. Para la base histórica, puede consultarse Menéndez Pidal, La España del Cid, 7. ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1969, 165-92. Esta obra ganó en 1832 un certamen de la RAE con el tema «El cerco de Zamora por el rey de Castilla don Sancho», convocado ya el año anterior, pero que había quedado desierto. Puede leerse en Comedias y tragedias, ed. F. A. de Icaza, Madrid, S.B.E., 1917, vol. I, 11-53. Para el reto múltiple, cfr. Quijote, II, 27; Avellaneda, I, 134-35; Lope, Dorotea, 136; Santiago el Verde, 580b; Sin secreto no hay amor, II, 155a; Quevedo, PSB, a

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El rey don Alfonso no sigue en su parodia la estructura de una sola obra seria, que sería El hijo por engaño, de Lope de Vega , sino que toma algunos elementos de ella y otros de diversa procedencia, especialmente del Romancero. Por este motivo, me parece que será más útil exponer primero el resumen de la acción de la comedia burlesca, y señalar después los puntos de contacto con los diferentes modelos sobre los que pudo operar la versión paródica. Así pues, además de con El hijo por engaño y el Romancero, estudiaré su relación con Mocedades II, de Guillén de Castro, y El hermano de su hermana (burlesca de Quirós, muy similar en tema y personajes, y con la que presenta incluso muchas coincidencias textuales). Es posible que existan más comedias serias de otros autores que, al abordar el mismo tema, pudieran considerarse también como modelos más o menos cercanos, pero creo que será suficiente el establecer la relación con los textos ya mencionados pues, como he señalado, El rey don Alfonso parodia más bien todo un tema épico que una sola obra concreta. 13

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2.1 Resumen de la acción de El rey don Alfonso Jornada I Bloque 1: Celimo y sus cuitas amorosas a) vv. 1-116. Celimo y Zoraida. Celimo, celoso porque Zara le desdeña, ofrece a Zoraida, que escucha sus quejas, una disparatada definición de los celos. Le duele la actitud desdeñosa de su «ingrata enemiga», que

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247...; al rey don Alfonso el de la mano horadada se le menciona todavía, por ejemplo, en el Fray Gerundio de Campazas, ed. R. P. Sebold, Madrid, EspasaCalpe, 1992, II, 87, etc. Puede verse un acercamiento a las obras que tratan el tema en el Siglo de Oro y el Neoclasicismo y Romanticismo en C. Reig, El cantar de Sancho / / . . . , 157-207. La atribución a Lope es dudosa, según Menéndez Pelayo, que la edita; cfr. infra. En cambio, la defiende D. Castillejo, «El hijo por engaño de Lope de Vega», BRAE, L X V , 1985, 143-76. Por ejemplo, la que trae La Barrera: «Rey don Alfonso el de la mano horadada, y conquista de Toledo. Seria. Citada por Fajardo. ¿Es La conquista de Toledo, y Rey don Alfonso el Sexto, de ocho ingenios?»; esta obra fue compuesta en tres horas (cfr. Paz y Mélia, I, 118, que cita el catálogo de Durán). O las comedias de Juan de Matos Fragoso y de Juan Bautista Diamante, tituladas ambas El cerco de Zamora.

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además ama al castellano Alfonso. Pero antes se ha lamentado del hambre que pasa. b) vv. 117-131. Zoraida sola. Maldición burlesca contra Zara, «mora desacordada», que no desea ser amada por «un moro tan galán» como es Celimo. Bloque 2: don Alfonso en Toledo a) vv. 132-255. El rey Almanzor y el moro Tarfe. Tras una serie de disparates y perogrulladas, el alcaide Tarfe, que por su edad pasa por consejero del monarca de Toledo, le cuenta que Alfonso sueña con ser rey amparándose en ciertos agüeros. Para evitarlo, traza un plan que consistirá en que Almanzor lo invite a su palacio a comer y, después de empapuzarlo con grotescas viandas, le tomará juramento de que no saldrá de Toledo sin que antes él se lo permita expresamente por tres veces. b) vv. 256-69. Almanzor solo. Soneto burlesco basado en la enumeración de cosas imposibles. c) vv. 270-358. Alfonso, Tarfe, Celimo y Almanzor. Tarfe dice a Alfonso que el rey Almanzor requiere su presencia; Celimo le comenta que se someta a sus deseos para no enojarlo. El rey, para halagar a Alfonso, le concede varios títulos y cargos de Palacio y le invita a que coma en su casa desde el día siguiente. Los apartes de Tarfe y Celimo (o las conversaciones entre estos dos) aclaran que todo es un plan para engañar al desprevenido Alfonso. Bloque 3: amores de Celimo a) vv. 358 -74. Celimo solo. Se queja primero de su hambre y, solo después, de desamor y desdén. Maldice a la mora renegada que ama a un cristiano y cierra su parlamento con los versos de una cancioncilla. b) vv. 375-404. Zara y Zoraida. Zoraida cuenta que Celimo está celoso. Zara, que le desama, le pregunta por quien en realidad se interesa, el infante don Alfonso; Zoraida responde que se ha ido a espulgar a las eras y elogia lo bien que canta el cristiano. c) vv. 405-18. Soneto de Celimo: pide a los elementos de la naturaleza que, si ven a Zara, le manifiestan su pena, pero -añade humorísticamente al final- si no la ven, no pasa absolutamente nada. d) vv. 419-79. Tras una breve transición en que el galán descubre a las dos moras y ellas a él (vv. 419-33), Celimo declara su amor y sus celos y 15

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El v. 358 está partido en dos réplicas, perteneciente cada una a una escena distinta, y esa es la razón por la que aparece repetido en esta división.

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se queja de la ingratitud de Zara; la mora le responde que no le importa nada de lo que él diga, haga o piense. e) vv. 480-94 Celimo solo. Nuevas quejas amorosas, rematadas también con los versos de una canción. Bloque 4: la muerte de don Sancho a) vv. 495-533. El infante don Alfonso y un criado van de caza y hablan de la merienda que les espera (pantagruélica para el rey, espartana para el cazador). b) vv. 534-668. Los mismos y un correo que viene de Zamora a Toledo para comunicar a don Alfonso que ha muerto su hermano el rey don Sancho y que, por consiguiente, él es el nuevo monarca. Relato por parte del correo de la ridicula muerte del soberano a manos de Bellido Dolfos en el cerco de Zamora. Alfonso debe partir a tomar posesión de la corona y evitar así nuevas desgracias, pero le retiene el juramento que ha hecho de no salir de Toledo sin permiso de Almanzor. En cualquier caso, ideará alguna industria para poder marchar a Zamora sin romperlo. Jornada II Bloque 1 : la mano horadada a) vv. 669-98. El rey don Alfonso solo. Aunque ya hace treinta días que llegó el correo por vez primera, después no ha vuelto a tener nuevas noticias. Se oculta al oír que viene Almanzor con los suyos. b) vv. 699-823. Almanzor, Celimo y Tarfe (y Alfonso aparte, escondido). Los moros elogian las defensas de Toledo, que es prácticamente inexpugnable. Descubren a don Alfonso, que se hace el dormido. Para probar que no está fingiendo y que no ha oído la conversación secreta sobre las condiciones defensivas de la ciudad, arrojan plomo derretido sobre su mano derecha. Don Alfonso hace como que despierta en ese instante y supera así la prueba, con lo que dispone de la información necesaria para tomar la ciudad. Sin embargo, Almanzor se muestra seguro de que nadie le expulsará de su trono. Bloque 2: el triángulo amoroso a) vv. 824-44. Zara sola. Se queja de la ausencia de Alfonso, ocupado con las cosas de Zamora. Está esperando un hijo de él. b) vv. 845-972. Zara y don Alfonso. Más quejas de Zara, esta vez en presencia de su amado. Él le jura amor, aunque por lo bajo reniega de

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ella. El infante pide que caigan sobre él una serie de maldiciones burlescas (en el fondo, bendiciones) si no la ama. Ella también encarece su amor con otra serie de maldiciones burlescas si deja de amarle. En fin, sigue una nueva tirada de bendiciones de Alfonso «contra» su propia persona. c) vv. 973-1012. Los mismos y Celimo, que viene a buscar un desengaño; y lo encuentra, en efecto, al observar escondido a Zara y don Alfonso hablando cariñosamente e intercambiando burlescos arrumacos. Para interrumpir la conversación, finge que la reina Zoraida llama a Zara y ésta se marcha. Alfonso maldice a la dama por la persecución amorosa a que le somete, ya que a título de amor le da guerra. Bloque 3: plan para escapar de Toledo a) vv. 1013-1194. Celimo y Alfonso. Quejas de Celimo ante su supuesto rival: antes de conocer a Alfonso, Zara le amaba a él y le entregaba numerosos favores. Para hacer que Alfonso renuncie a ella, Celimo saca cuantas tachas y defectos ve en Zara: es una mora infame por su familia y por su comportamiento, que deja mucho que desear, y no puede casarse con él, que es de linaje ilustre y nada menos que pariente del Cid. Alfonso, convencido por estas razones (y por lo mucho que la mora le importuna), le promete que le hará poseer a Zara, pidiéndole que a cambio le guarde un secreto. Alfonso cuenta los vaticinios que circularon cuando nació (en forma de pronóstico burlesco), que se resumen en que ganaría a Toledo. Sin embargo, ha prometido no salir de allí sin permiso de Almanzor. Celimo jura que le ayudará, organizando una partida de ajedrez en la que participe el rey. b) vv. 1195-1251. Don Alfonso, solo, lamenta la tardanza en el regreso del zamorano correo. Llega al fin con una carta de su hermana, la infanta doña Urraca, y unos rocines que le envía para que vaya presto a Zamora. Don Alfonso ordena al correo que los tenga preparados (y herrados al revés), mientras él va al palacio de Almanzor a desligarse del juramento. Bloque 4: el juramento cumplido a) vv. 1252-1301. Almanzor y Tarfe están jugando al ajedrez. En esto llega don Alfonso con una guitarra y se pone a cantar. El rey moro, que va perdiendo la partida, se enfada por las sucesivas interrupciones de don Alfonso, que no le dejan concentrarse en el juego, y lo despacha en tres ocasiones. El infante cumple así su juramento de no salir de Toledo sin que el rey se lo mandase por tres veces y puede ya partir.

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b) vv. 1302-1331. Los dos moros siguen jugando hasta que llegan voces de que Alfonso se marcha. Zoraida cuenta que ha huido con el correo y Celimo tras descolgarse por el muro en un capacho. Tarfe manda echar en su persecución un sacre y una perra y el rey ordena tocar alarma y hacer aprestos de guerra, aunque reconoce que la risa le vuelve loco: lo que más le apena de la huida es que el castellano se fue sin echarle unas soletas. Jornada III Bloque 1 : planto en Zamora a) vv. 1332-1419. La infanta doña Urraca, Arias Gonzalo y el Cid. Llanto y otras señales de duelo de doña Urraca por la muerte de su hermano don Sancho. Don Arias trata de consolarla recordándole que su hermana doña Elvira, en lugar de dolerse, está en Toro comiendo guindas tan plácidamente, pero no consigue apaciguar su dolor. El Cid le pide que traten de la boda, y con esto sí se calma. A continuación, ella da al Cid un par de recetas para que se cure de los diviesos que le atormentan. b) vv. 1420-99. En ese momento llega el correo y cuenta que han conseguido escapar de Toledo y que don Alfonso está el llegar. Doña Urraca dispone el debido recibimiento. El Cid se va «a hacer su menester». Bloque 2: plan de venganza de Zara a) vv. 1500-47. Celimo y Zara. El moro galán insiste en declarar su amor y ella en desdeñarle. No obstante, la convence para marchar juntos a la corte cristiana. Como don Alfonso no le hace ahora ningún caso, Zara planea vengar el agravio que cometió al robarle su honra y dejarla embarazada. Promete a Celimo que se casarán, si la ayuda a ejecutar su plan. Deciden ir juntos a la corte disfrazados de cristianos. Bloque 3: reto, «desreto» y final feliz a) vv. 1548-95. Don Alfonso y doña Urraca. El nuevo rey cuenta noticias de su estancia en Toledo y enumera una serie de reliquias grotescas que ha conseguido allí. b) vv. 1596-1747. Llega Zara disfrazada de varón y reta a don Alfonso, como burlador de doncellas (reto paródico del de don Diego Ordóñez de Lara, con una exhaustiva enumeración de elementos retados). El Cid, saliendo por su rey, «desreta» todo lo retado por quien cree un «morillo arrogante», pero Zara se descubre y todos ven que es una mujer.

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Tras su sorpresa inicial, don Alfonso explica que ahora, como rey, ni quiere ni puede responsabilizarse de los actos que llevó a cabo cuando era un simple infante. En cualquier caso, ofrece a Celimo y Zara una renta para que pongan tienda de buñuelos y pasas en su reino, con la condición de que se bauticen. Celimo acepta convertirse al cristianismo en nombre suyo y en el de Zara. El rey los recompensa con varias villas y otros regalos, ridículos, para que se casen. Premia igualmente al zamorano correo, que tan bien le ha servido y con el que ha compartido fatigas en el viaje desde Toledo, nombrándolo alcaide de sus montes y huertas. Con ridículos deseos de larga vida al nuevo rey, acaba la comedia. Ofrezco ahora un breve comentario sobre la estructura de la comedia. En la Jornada I, he señalado cuatro bloques, en los que van alternando los temas correspondientes a Celimo (amor por Zara, que le desdeña) y don Alfonso (refugiado en la corte mora de Toledo y pronósticos sobre su conquista, secuencia más «histórica» a la que llamaré «acción política»). El bloque 1 de la Jornada II conecta con el final de la anterior (prueba del plomo derretido). En el bloque 2 se imbrican las dos acciones amorosas (Zara-Alfonso, Celimo-Zara), al coincidir en escena los tres personajes. A su vez, en la escena a) del bloque siguiente se produce la unión de la doble intriga amorosa con la «acción política», al llegar a un acuerdo amistoso los dos rivales y convertirse Celimo en cómplice de Alfonso en su plan de fuga de Toledo. Las dos primeras jornadas se han desarrollado en Toledo. La tercera, salvo el bloque 2 (una sola escena, muy breve, entre Celimo y Zara), transcurre íntegramente en Zamora, pero hay que destacar que la comedia no versa sobre el cerco de la ciudad; es más, la muerte de don Sancho no se escenifica, sino que solo se menciona (en el anterior relato del correo y ahora, en el planto de la infanta); el reto de don Diego Ordóñez a la ciudad queda sustituido por un reto particular, de Zara a Alfonso, por una venganza de honor y un «desreto» del Cid, igualmente ridículo; don Diego ni siquiera figura como personaje y la intervención de Arias Gonzalo es meramente episódica (sin tener que ver con la aceptación del reto por parte de sus hijos). Toda la acción de la comedia ha sido llevada por el desarrollo de los dos procesos amorosos planteados, que hallan su culminación en la conversión y boda de los personajes moros. Es más, la acción que he denominado «política» (Alfonso planea conquistar Toledo) queda al final en suspenso (en la Jornada III ya no aparece el rey moro ni la cuestión de los

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pronósticos, con cierta importancia en las dos jornadas anteriores), mientras que en otras obras, como veremos, la acción prosigue hasta producirse la toma de la ciudad. 2.2 Resumen de la acción de El hijo por engaño^ Jornada Primera Bloque 1 a) Don Alfonso, hecho prisionero por don Sancho, le reprocha que le despoje del reino de León (como a los demás hermanos de los otros territorios) contra lo señalado en el testamento del rey don Fernando. Don Sancho contesta que su padre no dispuso bien, ya que todo le debía haber correspondido a él, como primogénito. Don Alfonso le maldice: «¡Traidores te maten a puñaladas!», «¡Un hombre particular / te eche a lanzadas del mundo!» (358a). El rey propone que don Alfonso y su mujer, que está embarazada, profesen en sendos monasterios. Nuevas maldiciones contra don Sancho: «¡déle la muerte un traidor!» (359a). Don Alfonso se preocupa por la suerte de sus hijos (uno que tiene y el que espera su mujer), pero al final, acepta el hábito y bendice a su hermano, al que ruega asista a su familia. b) Don Alfonso se va llorando. Se dan gritos de «León por don Sancho», pero éste tiembla por las duras maldiciones que le ha lanzado su hermano: «¿Si me han de matar traidores? / Mas ¿si moriré a traición?» (361b). Reconoce que cumplió mal la voluntad de su padre y decide matar al hijo de don Alfonso cuando nazca (el otro es un pobre bastardillo). El conde Fernando Ansúrez, que le ha escuchado, se propone avisar a

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El hijo por engaño y toma de Toledo. Comedia famosa de Lope de Vega Carpió, BAE 197, Obras de Lope de Vega, vol. XVIII, Crónicas y leyendas dramáticas de España, ed. de M . Menéndez Pelayo, Madrid, Atlas, 1966, 355-412, quien niega la autoría de Lope («es un aborto tan informe y disparatado que se nos hace muy duro atribuírselo a Lope ni aun delirando», p. 25) y se ocupa de la parte histórica de la obra en las pp. 26-31, recogiendo el texto de la Crónica General que trata de los asuntos en que se basa. Fechada por Morley y Bruerton entre 1596 y 1600, se publicó en una Segunda Parte «extravagante» de Barcelona, 1630, Doce comedias nuevas de Lope de Vega Carpió y otros autores. Se conserva copia en el Ms. 15.339 de la Biblioteca Nacional de Madrid (cfr. Paz y Mélia, I, 251, que lo menciona bajo el triple título de El hijo por engaño, Cerco de Toledo y Rey don Alfonso de la mano horadada).

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doña Constanza para que eso no ocurra. Don Sancho reparte el botín entre sus soldados y ordena a las tropas que marchen a cercar Zamora. c) Llega García, hijo de don Alfonso; reta a don Sancho y refuerza las maldiciones lanzadas por su padre: «con tus mismas armas mueras, / falsos amigos te maten» (363b). Bloque 2 a) García se acerca a las tapias del convento de Santa Clara, donde está recluida la esposa de don Alfonso, doña Constanza, y ésta le hace llegar en una canasta la niña que acaba de nacer para que la entregue a una aldeana que la críe. b) Izén y Zulemán, que vienen acompañando a un embajador del rey moro de Toledo, capturan a García, aunque le permiten dar a criar al bebé, según pide. Bloque 3 a) Don Alfonso, vistiendo ya el hábito de San Bernardo, tiene entre sueños unas visiones y oye gritos de: «¡Toledo por don Alfonso! / ¡Viva Toledo, Toledo!» (368a). Le habla la Virgen y le pide que gane «Toledo, la inexpugnable». Reclama sus armas, promete al abad del monasterio hacerlo Arzobispo de la ciudad, y decide marchar a esa corte mora, donde cree que el rey Aldemón le recibirá amistosamente. Jornada Segunda Bloque 1 a) E l rey Aldemón da tormento al cautivo García; al principio no reniega de su fe, pero tras varias amenazas cede su resistencia y acepta convertirse con el nombre de Dragud. b) Hablan Aldemón y Audalla acerca de un vaticinio que anuncia la pérdida de Toledo a manos de un rey desposeído que viene a servirle. No se puede evitar la catástrofe, aunque sí retrasarla. Para ello, debe conseguir que el visitante no falte nunca de Toledo, regalándolo como a su mejor amigo, porque la ciudad solo se puede ganar por cerco, y si lo tiene siempre en su presencia no podrá ir a reclutar los hombres necesarios: «con no dejarle salir / se asegura nuestro miedo» (374b). No sirve de nada matarlo cuando llegue, «que ha de ser Rey de Toledo / o el cielo se ha de hundir». Todo consiste en hacerle jurar que no saldrá de la ciudad sin su permiso, porque se sabe que ningún castellano ha roto jamás su palabra.

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c) Llega don Alfonso con su lacayo Valdivia y va a besar los pies del rey moro, pero éste le abraza y ordena que lo agasajen. Dice que viene a servirle y que desea morar en su casa; entonces Aldemón le concede para alimento diez mil doblas de Castilla, pero a cambio le pide que no salga sin su licencia. Tras dudar unos instantes, don Alfonso jura por Dios y por la Virgen no salir de Toledo antes de que él así se lo pida por tres veces, y al momento se reprocha el haberse atado con ese juramento. En esto se oyen gritos: es la celebración del pueblo porque ha renegado un cristiano y además noble. Don Alfonso manda a Valdivia que averigüe de quién se trata, pues sospecha que es su hijo García. Bloque 2 a) Llega el conde Fernando Ansúrez con nuevas para don Alfonso: le trae una carta de su esposa en la que cuenta que dio a luz una hija; además, el conde relata que ha muerto doña Juliana, madre de García, habiendo confesado que el muchacho no es hijo de don Alfonso, sino de Aldemón, que la forzó cuando ella estuvo cautiva en Toledo. Se explica ahora el título de la comedia: «Por engaño tuve un hijo, / por engaño le quería; / pero hijo por engaño / no será hijo en mi vida» (384a). b) García ha renegado del cristianismo, pero se niega a rechazar la pureza de María (señal de que no se ha perdido del todo). Don Alfonso, cuando lo ve, no quiere reconocerlo: «Don García no es mi hijo, / que era hijo por engaño» (385a). Se le aparece una ilusión que le muestra a García colgado por los cabellos. c) Aldemón pasea con García por la Huerta del Rey. Don Alfonso rechaza de nuevo al renegado: «¡No soy tu padre, traidor, / que eras hijo por engaño!» (388b). Aldemón recuerda que tuvo una esclava que huyó estando embarazada; el hijo sería de la misma edad que García. Bloque 3 a) Don Alfonso se echa a dormir. Aldemón conversa con Zuleimán, Izén y Audalla acerca de las defensas de Toledo: se puede ganar gracias a una cautela, quemando por tres veces el campo que la circunda. Alfonso los escucha fingiéndose dormido. Pero Aldemón lo descubre y, como sospechan que ha podido oírlos, ordena que Izén haga ademán de herirlo con la espada para ver si se inmuta, mas don Alfonso no se aparta; entonces le echan plomo hirviente y hace como que despierta en ese instante, quejándose de que le llamarán «el de la mano horadada», aunque no por ser liberal. El castellano entrega al rey el proceso con la información de

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que García es su hijo. Los moros se marchan convencidos de que no sabrá cómo atacar la ciudad. b) E l conde Ansúrez trae a don Alfonso la noticia de la muerte de don Sancho: se le espera en Zamora para ser reconocido como nuevo rey. Pero él no se irá, según ha jurado, sin la oportuna licencia, obtenida por tres veces; espera que Aldemón se la dará por las buenas, y si no la obtendrá con algún ardid. Jornada Tercera Bloque 1 a) Sale García con una soga al cuello, desesperado porque ha ofendido a su padre, pero oye una voz que le pide se acuerde de «la Virginidad»: Dios sabe que negó su nombre apurado por el duro tormento. b) García ve acercarse a Aldemón con los suyos, feliz porque conoce ya que el nuevo moro es hijo suyo. El renegado maldice su suerte y decide que, si ha sido hijo por engaño de don Alfonso, sus obras le harán hijo adoptivo de Dios. El rey moro lo reconoce públicamente por hijo y heredero. Bloque 2 a) Salen don Alfonso y Valdivia. Sigue atado al juramento, «porque la palabra es ley, / y parece mal rompida» (397b). García, con lágrimas, le pide perdón: afirma que será hijo suyo «en el respeto» y pide le admita como criado. Alfonso, enternecido, dice que lo sigue estimando por hijo y le recuerda que debe honrar «la Virginidad». «Padre serás de dolor, / pues fui hijo por engaño», comenta García, y ambos se abrazan. Aldemón, al verlos juntos, piensa que don Alfonso está importunando a su hijo y le indica por tres veces que se vaya. García dice que ya no quiere saber nada con los moros, y se va. Aldemón, furioso, va a matarlo, pero Alfonso se interpone. b) Don Alfonso ha cumplido su palabra, lo que sirve para no salir perjuro al escapar. Sin embargo, el rey puede capturarlos en su huida, y por eso pide a Valdivia que hierre los caballos al revés. Avisan a Fernando Ansúrez para que se una a ellos saliendo de la ciudad como quien va a paseo. Don Alfonso se dirige a Dios: ganará Toledo para la Cristiandad.

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Bloque 3 a) Doña Constanza viene acompañada del rey de Navarra para liberar a su esposo. Recompensa con una cadena a Simón, el campesino que la ha alojado en su casa, y éste hace salir a Urraca, a la que ha criado como hija suya, aunque no lo es. La reina otorga una carta de franqueza a aquel lugar. Bloque 4 a) Aldemón comenta con Audalla y Zuleimán que don Alfonso ha roto el juramento al huir de Toledo y se arrepiente de no haberlo matado. Han marchado en su seguimiento numerosos espías. Llega Izén sorprendido porque no hay huellas recientes de salida de la ciudad, aunque sí de entrada. Los moros temen la pérdida de Toledo. b) Sale García, que quiere perseverar en la primera ley en que se educó y viene dispuesto al sacrificio: como nuevo Isaac, trae en sus manos el cuchillo y la leña. Hace profesión de fe cristiana y habla despectivamente del falso Mahoma, despreciando además su Alcorán, lleno de mentiras. Audalla advierte al rey que, si permite esa blasfemia, perderá la ciudad, porque es ley que muera el blasfemo. García ofrece el cuchillo a Aldemón para que ejecute la sentencia. Bloque 5 a) El rey don Alfonso se ha reunido con su esposa doña Constanza (que sospecha que la labradora es hija suya) y el rey de Navarra. Juntos deciden tomar Toledo y ordenan dar fuego a los olivares y campos de trigo. Valdivia anuncia a los moros que les cerca «Alfonso, el de la mano horadada» (407b). El rey castellano proclama que talar el campo fue consejo que oyó a Audalla mientras se fingía dormido, y que conquista la ciudad en venganza de la mano que le estropearon. Audalla reconoce que así lo ordenan los cielos. b) Sacan a García herido, y dice que será hijo de Alfonso por amor, como lo fue por engaño. Reconoce a Simón como el labrador al que dio a criar la niña: Urraca es la hija de los reyes, infanta por tanto de Castilla. García muere feliz en la ley cristiana: «Como católico muero, / porque la secta maldita / del engañoso Mahoma / nunca la seguí en mi vida» (409b), y don Alfonso lo reconoce por hijo y por mártir. c) Mientras tanto ha muerto en Toledo el rey Aldemón. Los moros entregan la ciudad con algunas condiciones: que puedan salir libres con sus haciendas los que quieran y que los que permanezcan puedan seguir en

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su religión y tener juez propio. Alfonso las concede liberal («que doy al fin como Rey / que tiene mano horadada», 411a). Se dan vivas a Alfonso vencedor, quien nombra Arzobispo al abad de San Bernardo. E l rey de Navarra pide la mano de Urraca y le es concedida. Ambos reyes llevan a hombros el cuerpo de García. 2.3. Comparación estructural entre El rey don Alfonso y El hijo por engaño Como podemos apreciar comparando ambos argumentos, El rey don Alfonso difiere de El hijo por engaño en muchos puntos, y no se puede considerar que esta obra sea el modelo único, ni mucho menos, para la parodia, aunque es cierto también que coinciden en bastantes elementos, que luego mencionaré. Las diferencias saltan a la vista al comparar las dramatis personae, en las que solo coinciden los personajes de don Alfonso, el rey moro de Toledo (Aldemón / Almanzor), sus consejeros (Audalla, Zulemán e Izén, reducidos a Tarfe en la burlesca) y el correo y el conde Fernando Ansúrez (que vienen a cumplir la misma función de mensajeros). En la burlesca se elimina todo el episodio relativo a García (central en la obra seria, hasta el punto de darle título ), y, claro está, todos los personajes con él relacionados: doña Constanza y su hija Urraca, el rey de Navarra, el abad, etc. A su vez, a la burlesca se incorporan otros: Zara, Celimo y Zoraida, que sustentan la trama de amor y celos inexistente en El hijo por engaño, y la infanta doña Urraca, el Cid y Arias Gonzalo, necesarios para el asunto del cerco de Zamora (en la seria, solo aludido). El rey don Alfonso no incluye (salvo menciones muy puntuales) el tema del testamento de don Fernando, que tiene cierta importancia en el arranque de El hijo por engaño (aparece don Sancho en escena y es maldecido por don Alfonso y García por no respetarlo). Elimina también, como ya apunté, la conquista de Toledo (que en la obra seria figura desde el subtítulo: y Toma de Toledo, y se desarrolla en la parte final). Como vemos, existían alrededor del personaje de Alfonso VI una serie de episodios más o menos relacionados y, en cada comedia, el tratamiento prioritario de uno de ellos suponía tener que marginar los otros, que no 17

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La invención de este hijo natural de Alfonso VI era episodio que molestaba a Menéndez Pelayo; Castillejo, «El hijo por engaño...», lo interpreta en clave personal, biográfica y emotiva, de Lope.

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por eso desaparecen del todo, sino que son aludidos de forma breve o, aunque no se mencionen explícitamente, quedan cuando menos sugeridos. El núcleo de acción en que coinciden es el siguiente: Alfonso está cautivo o refugiado en Toledo y, casualmente, escucha haciéndose el dormido el modo de conquistar la ciudad (que consiste en talar el campo y vencer por hambre a la ciudad sitiada); los moros, al descubrirlo, lo someten a la prueba del plomo derretido, y la supera. En ambas piezas se alude además a la existencia de un pronóstico sobre la pérdida de Toledo. Pero para que don Alfonso pueda poner en ejecución su plan, tiene que cumplir antes el juramento que ha hecho de no salir de la ciudad sin que el rey se lo pida en tres ocasiones (valiéndose de una industria en la burlesca, fruto de la casualidad y de la furia del rey moro en la seria). Consigue al final que el rey le despache, pero aun así tiene que escapar disimuladamente (eludiendo la vigilancia de las puertas y haciendo herrar las cabalgaduras al revés). Comentaré ahora con más detalle aquellas escenas en las que las coincidencias estructurales son muy claras: 1) Toda la escena en que don Alfonso escucha lo relativo a la defensa de Toledo, le derraman el plomo, etc. es estructuralmente muy semejante en ambas piezas, aunque con distinto tratamiento. Pero además hay coincidencias concretas, como en el vaticinio sobre la pérdida de Toledo: coinciden en el detalle de que no se puede evitar la pérdida de la ciudad, porque está pronosticada, aunque sí retrasarla. Compárense estos pasajes: Es mal perdido: quiere el cielo que esto sea, y es fuerte su voluntad [...]. Has de pensar que jamás lo que es verdad no se muda, mas dilatarlo podrás (374a) Impedirlo es imposible, que así lo ordenan los cielos, pero podrás dilatarlo y ordenar que el mal sea menos (vv. 210-13)

2) E l rey moro recibe el consejo de que agasaje a don Alfonso para poder retenerlo en su palacio por parte de Audalla (374a) o de Tarfe (vv. 216-247, con la invitación al banquete grotesco), y así lo pone en ejecu-

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ción (376b-377a / vv. 285 y ss.). Cuando llega el castellano, se arrodilla ante él («Dame tus pies a besar» / «Dame tus pies soberanos»), pero Aldemón / Almanzor le ordena levantar: «Alza, rey, que no conviene / que ocupes ese lugar; / alza del suelo, leonés, / ofendido por tu hermano; / que no te debo los pies, sino un abrazo, y la mano / de amigo» (376b); en la burlesca, «Alzaos Conde de Alcorcón», «Don Alfonso, levantaos», «Alzaos», «Alzaos Duque de Hortaleza». Aldemón le invita a sentarse junto a él en un cojín, le agasaja con regalos de bienvenida , pide que venga la reina para honrar a su huésped y le concede una renta para su sustento, todo lo cual equivale a la concesión de títulos en El rey don Alfonso (las «nefandas mercedes» de conde, marqués, duque, Almirante y Chanciller Mayor). En la seria, ese espléndido trato es resaltado por el lacayo Valdivia: «¿Hay tan gran magnificencia?» (de la misma forma que lo hacen, aunque protestando por ello, Tarfe y Celimo en sus apartes de la burlesca); y también por el propio don Alfonso: «Con tantas demostraciones / de franqueza, ya en las nubes, / de honor y gloria, me pones»; y en la burlesca: «mi ser levantas», «no mandes pase adelante / tan excesivo favor», «tanto mi ser abonas», «¿Tanta merced?» En fin, hay un personaje moro (Audalla / Tarfe) que explica que todo es un truco para retener a don Alfonso en su daño: «¡Oh, qué bien le perseveras!» / «Pobre mozo, que te venden / con este fingido halago». 3) En la comedia seria se da una explicación para el hambre de don Alfonso; el hecho de tener que aceptar una pensión alimenticia se debe a que lo acaba de perder todo al ser derrotado por su hermano, como señala Valdivia: «No pienses que es amistad, / Mahoma, que ¡vive Dios! / que es pura necesidad» (378a). El estado lastimoso del castellano es subrayado también en una réplica de Aldemón: «Y ¡que viendo mi franqueza / y su miseria, repare!» (379b). En cambio, en la burlesca será rasgo explotado satíricamente (tópico de los hidalgos pobres y hambrientos; cfr. infra). 4) La escena del juramento es importante en El hijo por engaño (379b-380a). Don Alfonso, agradecido por el trato de favor, exclama: «Perpetuo en tu casa quedo». Aldemón sugiere: «En fin, que de mi ciudad / no saldrás sin que yo quiera». Afirma el castellano, pero el moro le pide 18

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«Una silla de escarlata, / ¡hola!, al Rey aparejad; / pongan blandones de plata, / ardan pebetes por velas, / traigan el manto y mis armas, / las bordadas escarcelas; / quítenle el arnés las damas, / los hidalgos las espuelas; / traigan toallas de lino, / cajas de azúcar y miel, / agua rosada por vino» (377a). En la burlesca ya se había dicho que le trata como a un hijo (v. 184). Menéndez Pidal, La España del Cid, 176, dice: «Mamún recibió honoríficamente al rey vencido, mediante juramentos previos de seguridad, y le dio casa en el mismo alcázar real».

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que lo jure como caballero, y también por Dios y su madre la Virgen, y así lo hace: «Asistiré y serviréte, / hasta que tu misma boca / me diga tres veces: "Vete."» (380a). En la comedia burlesca, esa cláusula del juramento es mencionada por Tarfe al urdir con el rey el plan del banquete grotesco: «Y después de haber comido / tomarásle juramento / que no saldrá de tu casa / sin que tres veces primero / tú le hayas dado licencia» (vv. 248-52), aunque luego, en la escena ya comentada, no se explicita, sino que aparece otra fórmula de sumisión: «me tienes a tu servicio / cautivo y preso entre redes» (vv. 316-17), y Tarfe añade: «Tú jurarás en tu daño» (v. 355). Después, don Alfonso recuerda que juró por tres veces en los vv. 1173-78, ante Celimo. 5) E l conde Fernando Ansúrez cumple la misma función que «el zamorano correo», pues también actúa como mensajero, en dos ocasiones: primero trae a don Alfonso noticias de su esposa y una carta en que cuenta el nacimiento de su hija; después le comunica la muerte de don Sancho y que los nobles reclaman su presencia para coronarlo rey (en la burlesca, siguiendo el proceso de reducción lógico, ambas embajadas se reducen a una sola; la primera, además, no hace al caso, pues ya he señalado que se elimina lo relativo a García). Es más, la diferencia social entre uno y otro se salva porque en la burlesca se dice que el correo es en realidad «un su primo» (de don Alfonso) «en figura de correo» (vv. 1322-23). Más tarde escapan de Toledo juntos, en las dos piezas. 6) También es muy similar toda la escena del horadar de la mano (390b-393b / vv. 699-822). En primer lugar, los moros comentan satisfechos la calidad de las defensas de Toledo. Dice Izén: «Parece cosa imposible / el perderla Vuestra Alteza, / porque es su muro terrible, / natural su fortaleza, / y su sitio inaccesible» (390b-391a). La defiende además la naturaleza: el Tajo y los montes que la rodean. En la burlesca comenta el rey: «Terrible es la fortaleza / desta famosa ciudad» (vv. 699-700), aunque luego se explica grotescamente que su «diamantino muro» se compone de «muros de requesón» y «torres de mantequilla». En ambos casos, don Alfonso oye interesado la conversación : «Sueño, espera; oiré si puedo», 19

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Menéndez Pidal, La España del Cid, 177: «Una vieja y sabida anécdota nos dice que Alfonso concibió el propósito de recobrar para la cristiandad la antigua capital goda un día que, reposando medio dormido bajo un árbol en la Huerta del Rey Mamún, sorprendió imprudentes conversaciones de los nobles musulmanes acerca de cómo Toledo podía ser rendida por hambre. Otra historieta (esta huele a origen árabe) nos habla de amenazadores pronósticos que los moros descubren en la alborotada cabellera del rey cristiano, por lo que aconsejan a Mamún que mate a su peli-

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«No duermas, Alfonso: esfuerza, / que estos la ciudad te dan», y luego: «Buen consejo; ya le oí: / quiérome fingir dormido», frente a: «Gente suena, el rey es; entre estos rábanos / echarme quiero y escuchar las pláticas» (vv. 696-97). Sin embargo, hay una posibilidad de ganarla; Audalla dice: «Si tres veces abrasaren, / los que a Toledo cercaren, / huerta, olivares y trigo, / llámame, rey, tu enemigo, / si luego no la ganaren» (391b ); y en la burlesca, Tarfe: «Dame tú que el enemigo / pusiese cerco cruel / y talando vino y trigo / hiciese otro río de miel / y un muro de pasa e higo» (vv. 724-28), con otros elementos ridículos que siguen. El rey moro y sus acompañantes (Audalla, Izén, Zulemán / Tarfe y Celimo) descubren al castellano, temen que les haya oído y deciden hacer la prueba del plomo hirviente (en El hijo por engaño se acude antes a otra prueba, la de la espada, para ver si el infante se inmuta); la acción ocurre en la Huerta del Rey y se recurre al jardinero para que lo proporcione, así como la lumbre para derretirlo, mientras que en la burlesca Celimo dice que lo tiene «para hacer los perdigones» (v. 778). Alfonso, que lo oye todo, se anima para resistir: «¡Ánimo, paciencia mía!» (392a) / «Ello una mano me cuesta, / mas yo mostraré quién soy» (vv. 787-88). La reacción de Alfonso fingiendo sorpresa difiere: en un caso, protesta por el atropello, pero de forma comedida y decorosa: «¿Quién me ha muerto?» (392b); en otro, se va jurando y haciendo grandes aspavientos. Allí se ata la mano con un lenzuelo; aquí sale luego con ella «revuelta de trapos» (acotación tras v. 844). En ambas obras, al final de la escena, las palabras de los moros indican que han quedado satisfechos con la prueba realizada, sin sospechar que don Alfonso se ha enterado de la conversación secreta. Además de en esta escena, el motivo de la mano horadada figura en la burlesca en el título, aunque apenas en el texto (solo en el pronóstico burlesco, vv. 1168-69: «una mano / que me abrasarían con fuego»); en El hijo por engaño sí se reitera, como cuando Valdivia anuncia que cerca Toledo «Alfonso, el de la mano horadada» (407b). Cfr. también: 20

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groso huésped; pero el rey toledano, fiel a la amistad y al seguro concedido, se contenta con exigir a Alfonso un juramento de alianza por toda la vida de entrambos». Y al poner en ejecución el plan: «¡Arda el campo de Toledo!», «Arda la verde arboleda, / hasta aquí del fuego exenta, / hasta el moral que sustenta / el gusano de la seda; / ardan las mieses del trigo, / los montes de claro en claro; / que este es el consejo caro / que me vendió mi enemigo» (407a).

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Mas tu crueldad demasiada, ganancia fue para mí; no me quejaré de nada, pues me llamarán por ti el de la mano horadada (393a) Quemaré sus campos verdes: sus moros me lo aconsejan, y esta mano horadada por momentos me lo acuerda (394b) Dirásle a ese rey tirano que ésta es venganza que tomo de aquellas gotas de plomo que Izén me vertió en la mano; y que aquel consejo fiel que tú me diste tan claro, pues que me costó tan caro, quiero aprovecharme de él (408a) Si él me culpa de esa suerte, mano que horadada estás, tú me disculpa con él (409a ) 21

7) Don Alfonso no romperá su juramento, no se irá sin tener la licencia del rey. En la burlesca declara al correo: «con juramento juré / no me ir, si no me vieren, / y se ha de cumplir mi fe, y venga lo que viniere» (vv. 650¬ 53; y lo recuerda de nuevo ante Celimo, vv. 1173-78: «que di la palabra al rey / [ . . . ] / de no salir de Toledo / sin que él me haya mandado / que me 21

A veces se juega con el sentido de manirroto 'liberal': «Barrenóme el plomo a gotas / la mano, mas no me pesa; / que yo la haré turquesa / de balas y de pelotas. / Bien la sentí barrenar / mas no quise defendella, / porque os pienso dar por ella / lo que os pretendo ganar. / Antes estimo la herida, / porque mi franqueza quiere / que si por medida diere, / que esté rota la medida» (393a); «¿Cómo no he de hacer franquezas / si me tienes manirroto?» (398a); «De esta suerte he de cobrar / la ciudad tiranizada; / pues me dio mano horadada, / déme Toledo que dan> (407a); «que doy al fin como Rey / que tiene mano horadada» (41 la). Menéndez Pelayo, en los preliminares de El hijo por engaño, p. 29, indica que no está en la Crónica General ni en sus fuentes «el cuentecillo, no muy antiguo, pero vulgarísimo, del plomo derretido y de la mano horadada», y aduce la opinión del P. Mariana, IX, VIII, para quien es «invención y hablilla de viejas». Castillejo, «El hijo por engaño de Lope de Vega», 161-62 ofrece una interpretación metafórica (el «plomo alquímico») de este motivo.

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vaya, esto tres veces, / y así estoy juramentado»). En la seria, dice al conde Ansúrez, refiriéndose a los nobles que le aguardan: Conviene que no me vean; visitadles de mi parte y pedidles que se vuelvan; que aunque me espera Castilla, y aunque León me obedezca, no he de salir de Toledo si el rey no me da licencia; si no me dice tres veces: «Vete, Alfonso», nadie crea que romperé mi palabra aunque mis reinos se pierdan (394ab)

Interviene el Conde diciendo que «El Rey la dará al momento»; y replica don Alfonso: «Yo procuraré tenella, / si no fuere llanamente, / a lo menos con cautela». En la burlesca se insiste en el carácter de industria ingeniosa que tiene el plan para cumplir el juramento («traza», «enredo», «intento»): el infante entra cantando con su guitarra, interrumpiendo al rey, que juega al ajedrez, y éste le despacha tras cada canto, en tres ocasiones (cfr. vv. 1179-82 y 1273-1301). En la seria, Aldemón lo rechaza de su casa por creer que está molestando a su hijo García-Dragud, recién convertido al Islam: ALDEMÓN

Vete, Alfonso, vete presto.

DON ALFONSO

Valdivia, dos veces son.

ALDEMÓN

Vete.

DON ALFONSO

Tres son; no hay traición, mi fe se cumplió con esto; pero aún quiero que confirme más esta licencia mía; que hoy es el dichoso día, Valdivia, en que tengo de irme. ¿Qué hay en mí, que te inquietas? ¿Tres veces me mandas ir?

ALDEMÓN

Tres veces y ciento, vete, que tú a mi hijo me inquietas (399b-400a)

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8) Se ha cumplido, pues, el juramento. Pero todavía queda salir de la ciudad sin ser sentidos; don Alfonso tiene una idea y manda al correo herrar los caballos al revés (v. 1246); en la seria es a su lacayo Valdivia: DON ALFONSO

Hierra un caballo al revés.

VALDIVIA

¡Brava estratagema!

DON ALFONSO

Es mía. De ésta me voy, y me quedo; que por la huella el infiel, ha de pensar que entro en él, cuando salga de Toledo (400b-401a)

En El hijo por engaño, tras la fuga del infante, salen en su seguimiento numerosos espías; en la burlesca, Tarfe suelta tras él un sacre y una perra, para perseguirlo como si se tratara de una pieza de caza (insistiendo en la visión degradada, animalizada, del personaje de don Alfonso). Además de estas escenas comentadas, las dos obras coinciden en otros aspectos que, sin ser exactamente iguales, son bastante similares o equivalentes desde el punto de vista estructural, aunque no haya necesariamente una relación de dependencia directa entre ambos textos: se trata de unos mismos recursos, pero utilizados en cada caso con diferente motivación o finalidad, según las circunstancias. Veamos: 9) El juramento de don Sancho y el de Celimo (vv. 1105-17) incluyen varios elementos por los que se jura, serios en un caso, ridículos en otro. 10) La maldición de don Alfonso contra don Sancho , similar a la maldición de Zoraida contra Zara (vv. 117-31). 11) Doña Constanza hace descender a su hija en una canasta para darla a don García (364b-365a) y don Alfonso desciende de los muros de Toledo en un cestón (vv. 1318-19 y 1472-75). 22

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«¡Venga el abad! ¡Por el mismo / Dios, cuya verdad profeso, / por aquel eterno abismo, / por el carácter impreso / en el agua del bautismo; / por la eternidad que aguardo, / por la unción que recibí, / por el amor en que ardo, / que has de ser muerto por mí, / o fraile de San Bernardo!» (359b). «Pues fuerzas mi voluntad, / el mismo Dios te lo pida, / y a vista de una ciudad / tuya, te quiten la vida / con título de amistad. / La grana que vestir sueles / hallen los tuyos sangrienta; / dardos te arroje crueles / un hombre de poca cuenta / para que no te receles. / Y si alguna noble espada / hiciere retos, a usanza / de Castilla, en la estacada / porque no alcances venganza, / venza la verdad retada» (359b-360a).

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12) E l reto de don García a don Sancho. No se trata del reto de don Diego Ordóñez, parodiado en El rey don Alfonso en el reto de Zara a Alfonso (vv. 1600-41), pero también se enumeran diversos elementos retados, alguno de ellos, si no ridículo, por lo menos curioso . 13) Otro detalle es la conversión final de personajes moros a la religión cristiana (García, 409b / Celimo y Zara, vv. 1720-27), con coincidencias léxicas, aunque quizá casuales: «seta maldita» / «falsa seta»; «fementido Mahoma» / «engañoso Mahoma». 14) Ultílogo con mención del título de la comedia; en la seria, en boca de doña Constanza, es: «Con esta joya cristiana / no temo futuro daño; / y aquí El hijo por engaño I muere, y Toledo se gana». En El rey don Alfonso la referencia es a El juramento cumplido, título con que también aparece recogida en los catálogos esta comedia de disparates. 24

2.4 El rey don Alfonso y el Romancero Muchos de los elementos que figuran en ambas comedias, El rey don Alfonso y El hijo por engaño, estaban ya en el Romancero. Trataré de señalarlos a continuación, agrupando las referencias en dos segmentos: don Alfonso en Toledo y el cerco de Zamora . Los romances núms. 764 y ss. recogen el enfrentamiento de don Sancho y don Alfonso. Derrotado éste, doña Urraca consigue que el vencedor le perdone la vida, y huye a Toledo evitando la muerte al ofrecer paz y amistad al rey moro Alimaimón. Para nuestro asunto, es muy importante el núm. 767 que empieza «En Toledo estaba Alfonso, / hijo del rey don Fernando», pues contiene en germen buena parte de lo ya comentado; el rey moro Alimaimón habla con los suyos: Toledo no será 25

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«Reto al cruel don Sancho, / a todos sus capitanes, / a sus villanos jinetes, / a sus peones infames, / las arrogantes banderas, / los pendones arrogantes, / el tirirín de las trompas, / y el tararán de los parches; / y digo que el rey don Sancho / es un mentiroso infame, / quebrantador de preceptos, / violador de libertades, / merecedor, por sus obras, / de que los muertos que yacen / cubiertos negros doseles, / en sepulturas reales, / del sueño eterno despierten, / y al juicio de Dios le llamen, / como perjuro que rompe / sus últimas voluntades» (363ab). Las referencias remiten a la numeración de A. Durán, Romancero general o Colección de romances anteriores al siglo XVIII, B A E 10 y 16, Madrid, Atlas, 1945. Los romances relativos a Zamora fueron publicados en volumen aparte por C. Fernández Duro en 1880, y más recientemente por E. Fernández-Prieto Domínguez, Romancero de Zamora, Zamora, Publicaciones de la Excma. Diputación Provincial de Zamora, 1972.

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tomada si no se tala su campo durante siete años; entonces, en la octava campaña, será conquistada: «Don Alfonso que lo oyó / finge que durmiendo ha estado». Es descubierto y los moros ven que se le eriza el cabello de la cabeza; los sabios interpretan ese hecho como presagio de que reinará en Toledo. Piden al rey que lo mate, pero no lo hace. En el núm. 768 se encarece la fortaleza de Zamora: «Los muros tiene muy fuertes, / torres ha en gran demasía, / Duero la cercaba al pie, / fuerte es a maravilla». El tema de las cartas y mensajeros enviados por doña Urraca a don Alfonso para darle cuenta de la muerte de su hermano se verá en los núms. 807 y 808. Es más importante el primero, «Doña Urraca, aquesa infanta»: los mensajeros son interceptados por unos espías, pero Peranzures les toma el mensaje y consigue entregarlo. El rey moro no da licencia a don Alfonso para marchar. Entonces se sientan a jugar al ajedrez: Sentáronse en una mesa y el ajedrez han tomado: juega tanto don Alfonso que el rey estaba enojado. Tres veces le dijo: -Vete, vete, y salte del palacio. Don Alfonso muy contento fuese a su casa de grado, fuese con él Peranzures que d'esto mucho se ha holgado. Toma sogas y maromas por salvar el muro abajo, afuera caballos tienen, todos están en el campo

Como vemos, en la burlesca se conserva el juego del ajedrez como desencadenante de la marcha, pero es Tarfe quien juega con el rey y lo que le enfada son las interrupciones jocosas de Alfonso cantando. Además, se menciona la escapada descolgándose por la muralla (en la burlesca, grotescamente, dentro de un capacho , vv. 1318-19 y 1472-75). 26

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Para la salida de don Alfonso de Toledo, cfr. Menéndez Pidal, La España del Cid, 189-90, quien indica que en realidad no huyó, sino que expuso la situación tras la muerte de don Sancho al rey moro Mamún y éste le permitió marchar. En nota indica que la Crónica Silense apunta que don Alfonso huyó con ciertos pretextos; según la Najerense, con la excusa de una montería y según el Tudense, se fugó descolgándose de noche por las murallas.

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El núm. 808, «En Toledo estaba Alfonso, / que non cuidaba reinar», cuenta la llegada de los mensajeros, el truco de las herraduras (que aquí no es idea de don Alfonso: «El conde don Peranzures / un consejo le fue a dar, / que caballos bien herrados / al revés habían de herrar») y el descenso por la muralla: «Descuélganse por el muro, / sálense de la ciudad». En cambio, Durán no recoge ningún romance con la prueba del plomo derretido, pero sí se hace eco de ello el núm. 911: «Ese buen rey don Alfonso / el de la mano horadada» . Paso ya a lo relativo al cerco de Zamora. A l testamento del rey don Fernando aluden los núms. 760 y 761; en el primero, se olvida de dejar algo a sus hijas y doña Urraca se lo reprocha; en el segundo rectifica: «Por tuya dejo a Zamora / bien guarnida y torreada / que para tus desvarios / conviene fuertes murallas». Para la fortaleza de los muros de Zamora, aludida en los vv. 563-64 de la burlesca («altivos muros»), cfr. además el núm. 763: «Zamora había por nombre, / Zamora la bien cercada». Veamos la muerte del rey don Sancho. Varios romances incluyen el motivo de las necesidades fisiológicas (vv. 595-601 de la burlesca): así, el 777: «Desque el rey lo ha rodeado / saliérase cabe el río / do se hubo de apear / por necesidad que ha habido»; el 779: «Alejados del real, / el buen rey se había apartado / con voluntad de facer / lo que a nadie es excusado»; y el 806: «y el rey con necesidad / del caballo es apeado». Como en el Romancero, don Sancho entrega voluntariamente el venablo a Bellido Dolfos (vv. 602-603); el relato del correo añade dos notas más, la fuerza con que es arrojado el dardo y el hecho de atravesarle el cuerpo: «Pasóle de parte a parte» (vv. 606-13); cfr. núm. 777: «pasóle por las espaldas»; núm. 779: «Diérale por las espaldas / y a los pechos le ha pasado»; y núm. 780, en el que Bellido lanza el venablo «con furor y fuerza extraña» y «de parte a parte le pasa». Los vv. 614-17 de la burlesca «Diéronle voces al rey / desde un andamio», etc. responden, claro, al aviso del buen viejo Arias Gonzalo: «Rey don Sancho, rey don Sancho, / no digas que no te aviso...» (núm. 777), y a estos vv. del núm. 780: «Danle voces de Zamora / de la traición ordenada; / mas, aunque le dan aviso, / en su esfuerzo confiaba», con la salvedad de que en la comedia burlesca la advertencia llega, ridiculamente, después de haber sido ya herido el rey. El 781 insiste en la imagen visual 27

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Cfr. también los versos del romance «Después que el Cid Campeador»: «El rey don Alfonso el Bravo, / aquel que con gran denuedo / al foradar de la mano / tuvo siempre el brazo quedo» (Romancero del Cid, 222).

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del campo cubierto de sangre (cfr. vv. 618-19: «Quedó bañado en su sangre, / cubrióse el campo de luto»). En fin, en el 784 leemos: «Muy aciago fue aquel día / que tú cercaste a Zamora», y en la burlesca: «puso ejército cruel / sobre los altivos muros / de la ciudad de Zamora / un martes después de julio» (vv. 562-65), y ya sabemos que el martes era considerado día aciago . Del reto a Zamora y la lucha de don Diego Ordóñez con los hijos de Arias Gonzalo se ocupan los romances 784-806. Para el reto a diversos elementos, parodiado en los vv. 1600-45, nos interesan especialmente los núms. 787 («Ya Diego Ordóñez se parte»), 790 («Ya se sale Diego Ordóñez») y 791 («Ya cabalga Diego Ordóñez»); copio del primero: 28

Y o vos repto, zamoranos, por traidores fementidos; repto los chicos y grandes, y a los muertos y a los vivos, repto las yerbas del campo, también los peces del río, réptoos el pan y la carne, también el agua y el v i n o 29

Este modelo de reto se inspira «en la solidaridad penal considerada por el derecho germánico» : en efecto, la exhaustividad de don Diego Ordóñez responde a que desea incluir todo aquello que haya podido ayudar, directa o indirectamente, a llevar a cabo la traición. Eso favorece la acumulación de elementos en la versión paródica (vv. 1610-40), en la 30

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Menéndez Pidal da sin embargo como fecha de la muerte de don Sancho el día 7 de octubre de 1072, domingo. Los otros dos, muy semejantes: «Yo os riepto, zamoranos, / por traidores conoscidos; / matastes al rey Don Sancho, / y en la villa fue acogido / el traidor, que hizo este mal, / y traidores habéis sido. / Sobre esto riepto a los muertos, / sobre esto riepto a los vivos, / sobre esto riepto a los hombres / y también riepto a los niños. / Sobre esto riepto las yerbas / y las aguas de los ríos»; «Yo os repto, los zamoranos, / por traidores fementidos, / repto a todos los muertos, / y con ellos a los vivos; / repto hombres y mujeres, / los por nacer y nascidos; / repto a todos los grandes, / a los grandes y a los chicos, / a las carnes y pescados, / y a las aguas de los ríos». A. Montaner Frutos, Política, historia y drama en el cerco de Zamora. La comedia segunda de las «Mocedades del Cid» de Guillén de Castro, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, 1989, 149, quien analiza a continuación (pp. 149-153) diversas cuestiones legales muy técnicas relativas a la validez jurídica de este reto. Cfr. también Menéndez Pidal, La epopeya castellana, cit., 62-63.

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que el retador es la mora Zara (disfradada de varón) y el retado don Alfonso. En la versión tradicional (Romancero y Mocedades II), don Diego Ordóñez entra en la estacada con varios hijos de Arias Gonzalo (porque el que reta a consejo a de batirse con cinco), y mata a tres de ellos; el último, sin embargo, logra que el caballo de don Diego lo saque del campo: los jueces dan por vencedor al retador, pero también por libre de la acusación de traición a la ciudad de Zamora. En El rey don Alfonso todo esto es sustituido por el «desreto», también jocoso, del Cid (vv. 1654¬ 89). 2.5 El rey don Alfonso y la segunda parte de Las mocedades del Cid El rey don Alfonso coincide en algunos puntos concretos con esta obra de Guillén de Castro . No voy a resumir la acción, que va desde la inicial derrota de don Alfonso ante don Sancho en Golpejera hasta que el nuevo rey destierra al Cid por el fuerte juramento que le toma (jura de Santa Gadea) de no haber tenido parte alguna en la muerte de su hermano. Comentaré solo aquellos pasajes relacionados directamente con la burlesca que edito. Me parece importante, sobre todo, por incluir los amores de don Alfonso con una mujer mora (en la burlesca es la relación entre Zara y Alfonso), aspecto que no aparecía en El hijo por engaño. En efecto, don Alfonso ha huido a Toledo, con el rey que aquí recibe el nombre de Alimaimón, de cuya sobrina Zaida se enamora; ella también le ama, pero son conscientes de que les separa la religión (Acto I, 214a216a). En el Acto II, hay una escena en que don Alfonso pide a Zaida que se haga cristiana. Entonces llega Alimaimón con sus morabitos y él se finge dormido tras un arrayán. Los moros comentan que Toledo es fuerte , pero existe el presagio de que se perderá; la mejor forma de conquistarla 31

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Manejo la ed. de Las mocedades del Cid. Comedia segunda de don Guillén de Castro, en Obras de don Guillén de Castro y Bellvis, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos-RAE, 1926, vol. II, 209-50. «-Bella es Toledo. -Es famosa. / A tener tan buena estrella / como es fuerte y como es bella, / no estuviera peligrosa» (235a); «¿No está Toledo fundada / en lugar tan eminente? / ¿No hacen su muro y su gente / inexpugnable su entrada? / ¿No es fuerte la menor torre / de su alcázar?» (235a-235b).

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es someterla a un cerco prolongado . Alfonso lo oye interesado: «Esta plática en que asisto / podrá importarme después», «No es malo estar advertido», dice en sendos apartes (235b). Los moros descubren su presencia y, recelando que haya escuchado la conversación, aconsejan al rey que lo mate, pero Alimaimón se niega porque le juró protección y hospitalidad. Miran si tiene húmeda la parte cercana a la boca, para comprobar si está dormido (detalle novedoso). A don Alfonso se le eriza el cabello y los morabitos interpretan el pelo alzado como señal de una corona (como en el Romancero; cfr. Durán, 767). Alimaimón le alisa el pelo, pero se vuelve a levantar. Le advierten que debe acabar con su vida: «Si haces yerro en no matallo / verá Toledo algún día» (237a). Pero Zaida les interrumpe saliendo en defensa de don Alfonso y el rey no consiente en matarlo a traición. Esta circunstancia sustituye a la prueba del plomo, que no se menciona. Después llega Peransules con unas cartas en las que se le comunica que ha muerto don Sancho, y don Alfonso determina partir de Toledo, aunque no sabe de qué forma: «Y ¿cómo en tal confusión / podré escaparme de aquí?». Zaida le responde: «Fiando, Alfonso de mí, / la industria y la prevención» (v. 237b). Como podemos apreciar, se trata de un bloque escénico de cierta extensión (234a-237b) con coincidencias muy notables respecto a El rey don Alfonso. En el Acto III, don Alfonso, que ha escapado, llega ante Zamora: «Notable industria, / huyó con Peransules, ayudado / de la famosa Zaida, y ella viene / con el gran don Alonso a ser cristiana / y aun pienso que su esposa» (248a). Coincide con la burlesca, El hijo por engaño y el Romancero en presentar la marcha de Alfonso como fruto de un plan ingenioso, aunque no se menciona ni el juramento ni la forma de cumplirlo y escapar. En fin, Zaida se bautiza con el nombre de María y se casa con don Alfonso. 33

2.6 Resumen de la acción de El hermano de su hermana La segunda parte de Las Mocedades del Cid podría haber servido de modelo para la relación amorosa de don Alfonso y la mora Zara. Pero aun así faltaría el modelo para el celoso moro Celimo. Pues bien, he de33

«Aunque es Toledo invencible, / tiene el socorro imposible / de bastimento y de gente; / y así, a la larga, cercada, / por hambre se ha de perder, / que más cruel suele ser / que la lanza y que la espada» (235b).

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jado para el final el comentario de otra comedia burlesca, El hermano de su hermana de Francisco Bernardo de Quirós , de tema, personajes y situaciones muy similares a El rey don Alfonso, y que según Celsa Carmen García Valdés es parodia de la obra de Guillén de Castro recién comentada. Pero lo más importante e interesante de todo es que la burlesca de Quirós y El rey don Alfonso presentan muchos pasajes, algunos de ellos bastante extensos, en los que coinciden al pie de la letra. Este hecho supone que hubo un aprovechamiento textual notable por parte de uno de los dos autores, y esta es la razón por la que voy a resumir con cierto detalle, por «bloques escénicos», la acción de El hermano de su hermana. 34

Jornada Primera 1) Alfonso, de cautivo, y Zoraida, reina mora. Él elogia la hermosura y la esquivez de la dama: «Déjame amarte este rato, / pues que de mí estás preñada» (vv. 26-27), aunque no se han visto nunca, se dice. Ella quiere ser monja en un convento de frailes. Sale Zelimo, «moro galán», celoso: «Sigui[e]ndo vengo esta mora, / que me da terribles celos / con el Infante que adora» (vv. 51-53). Asiste a la escena amorosa y les escucha escondido desde detrás de una cantimplora. Se descubre y les amenaza con contarlo todo al rey Almanzor, esposo de Zoraida. Ésta teme que el rey la mate; queda con Alfonso para verse al día siguiente en misa. Se insiste en que está embarazada en el diálogo entre Almanzor y Zelimo: «-¿Que a mi esposa habla el Infante? / -Sí, señor, y está preñada» (vv. 100-101). El rey los ve juntos y decide matarlos, pero antes pide a Alfonso que se esconda. De nuevo se insiste en su estado de gravidez: «Advierte, esposo, que estoy / de don Alfonso preñada» (vv. 141-42), pero al rey no le importa que la ultrajase: «Peor fuera que intentara / querer estruparme a mí» (vv. 158-59), e invita a ir de caza al castellano. 2) Don Sancho y Diego Ordóñez. Esperan a la infanta Urraca, a la que está vistiendo el Cid. E l rey afirma que tomará Zamora si no se la da de grado. El Cid dice que no la entregará, pues le corresponde según el testamento de su padre, que murió «de achaque de comer berros» (v. 219). El Cid, que está casado con Ximena, pero también con Urraca, advierte que la defenderá. A l ser desterrado por don Sancho, se refugia en Zamora.

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En Francisco Bernardo de Quirós, Obras de... y Aventuras de don Fruela, ed. Celsa Carmen García Valdés, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1984, 324-84.

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3) Almanzor y Zoraida. E l rey define los celos (pasaje muy similar al de El rey don Alfonso). Su esposa reconoce que Alfonso le dijo amores, cantando (vv. 382-84). Le entrega una carta, para que la dé a su rival, en la que le pide que se venga a holgar con ella. Zelimo insiste ante Almanzor en que Alfonso ama a su mujer y menciona la existencia de unos agüeros por los cuales se sueña rey. La solución para evitarlo es que le invite a comer (el mismo banquete grotesco) y después le toma juramento de no salir de su casa sino vestido de negro (variante respecto a la otra burlesca). Llega, en efecto, Alfonso, y el rey moro le colma de mercedes y le invita a cenar en su palacio. Jornada Segunda 1) Don Sancho y don Diego Ordóñez comentando la marcha del Cid. Llega Lope, su escudero, con una carta en la que Rodrigo explica que no puede irse porque tiene el traje de camino empeñado. Llega el moro Fulano de Tal y reta a todos los cristianos, pero el Cid y don Diego se niegan a batirse. Pide entonces que salga Urraca armada de punta en blanco, y aparece la Infanta ridicula en un pollino con jamugas. El reto consiste en salir al campo... para merendar. Intercambian como gajes del desafío un guante de ámbar y un rosario, y ella le invita a beber. Viene Arias Gonzalo con una guitarra y Urraca le pide que toque mientras pelean, pero el moro se va. 2) E l Cid y Lope. El escudero cuenta que entregó la carta a don Sancho. Rodrigo pide su caballo Babieca y se lamenta del destierro. Llega Urraca y le propone jugar con espadas negras. 3) Se entrevistan don Sancho y Vellido de Olfos, que le quiere contar algo. Piden caballos para alejarse. 4) Zelimo y Zoraida. Elogia aquél la belleza de la mora y expresa los celos que siente por el cristiano Alfonso. La invita a ir al Retiro a comer unas lechugas, pero ella, le dice, no puede quererle, y se marcha. Nuevas quejas de Zelimo. 5) Vellido y don Sancho. Pide el rey le cuente el secreto que le ha prometido. Vellido le ruega que ordene por decreto que le mate, y le indica que escoja el tipo de muerte que desea. El rey manda a unos soldados que apresen a Vellido porque no quiere matarlo; sí lo hará, protesta, pero solo con una orden real firmada por un alcalde. Envía don Sancho a buscarla y Vellido, tras cantar y bailar un rato juntos, le da con una vejiga. Don Sancho comenta que se muere «de risa». Salen don Diego y el Cid. El rey

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hace testamento y juegan todos al filderecho. Arias Gonzalo canta desde la muralla el aviso de que ha salido un traidor de Zamora (después de que ya ha sido muerto el rey). Jornada Tercera 1) Urraca de luto y el Cid, que trata de consolarla. La infanta pide al Cid que quede con el rey muerto para verse «en la comedia o el Prado» (v. 1131). Se oyen las chirimías que acompañan el entierro y se procede a la lectura del ridículo testamento del rey. En esto entra don Sancho, muerto, aprovechando que pasaba por allí su entierro y se queda con Urraca a merendar almendrucos. Dice que se siente «con achaques de preñado» (v. 1199) y pide la mano a su hermana. 2) Llega don Diego en una nave y pronuncia el reto paródico contra Zamora (vv. 1240 y ss.). Sancho le pide que desrete todo lo que ha retado (vv. 1254 y ss.), y entonces le reta a él por falso muerto. Se va la nave y el rey la maldice y afirma que saldrá en su persecución. E l Cid comenta el abordaje de la nave. 3) Se reúnen todas las figuras. Se va a celebrar la boda de Urraca y Sancho, y Almanzor, «como Arzobispo inglés», dispensa el parentesco y los bendice. También Almanzor desea ser esposo de Urraca. En un largo relato, Sancho cuenta cómo casó con doña Clara de Huevo, y describe las bodas y los festejos. Mientras él habla, Almanzor ha aprovechado para casarse con Urraca. Almanzor dice que él se hará cristiano y ella mora. Urraca quiere casar con todos: con Sancho, con Almanzor y también con Alfonso, que no rechaza la oferta. Urraca propone que Zoraida sea fraile. Sancho vuelve al ataúd y la comedia acaba con la tópica disculpa de los «yerros por amores». 2.7 Comparación estructural entre El rey don Alfonso y El hermano de su hermana Ambas comedias burlescas coinciden en varios personajes: don Alfonso, el rey Almanzor, el celoso Celimo (con variante meramente gráfica, Zelimo), Zoraida, doña Urraca, el Cid, Arias Gonzalo; en El hermano intervienen don Sancho, Vellido de Olfos, don Diego Ordóñez y Fulano de Tal, no presentes en El rey don Alfonso. En cambio, en ésta hay dos damas moras, Zoraida y Zara, en vez de una sola, siendo más complicada

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la peripecia amorosa: el triángulo amoroso es aquí Alfonso-Zara-Celimo, mientras que en la otra es Alfonso-Zoraida-Zelimo. En ambos casos, Alfonso ha dejado embarazada a la mora amada. En El rey don Alfonso el reto de don Diego Ordóñez es sustituido por otro en función precisamente de la intriga amorosa, mientras que en El hermano se mantiene como reto a Zamora. Como ya he apuntado, hay algunos pasajes estructuralmente muy similares y en algunos casos se trata, sencillamente, del mismo texto, con las ligeras modificaciones lógicas al atribuirlo a otro personaje o adaptarlo a otra circunstancia. Estos casos de aprovechamiento textual son muy llamativos, pero por tratarse de pasajes extensos no los puedo reproducir, sino que habré de limitarme a señalar su localización. Veamos : 1) Vv. 350-69 / vv. 1-20. Definición de los celos, puesta en boca de Almanzor o de Celimo, esto más adecuado, porque es el personaje que se caracteriza como celoso ridículo. 2) Vv. 410-88 / vv. 132-255. Entrevista de Almanzor con un consejero (Zelimo / Tarfe), que le sugiere invitar a Alfonso a un banquete grotesco, para conseguir que jure no salir de su casa sino vestido de negro, o bien, antes de que el rey se lo permita por tres veces. 3) Vv. 489-533 / vv. 270-358. Llegada de Alfonso, al que Almanzor colma de honores (con algunas variantes: lo nombra «Maestre de Santiago» y «Sacristán de Jaén» / conde, marqués, duque, Almirante; Alfonso es «mal cristiano» / «un tirano»; «tan columbino favor» / «tan encumbrado favor»; «Capellán mayor» / «Chanciller Mayor»; «Ya escampa y llovía ladrillos» / «Ya escampa», etc.). Desde el v. 515 de El hermano las modificaciones son ya mucho más significativas, aunque se conserva la invitación a comer en su casa: «Venid, que conmigo quiero / que cenéis en mi palacio» vs. «Después de mañana quiero / que comáis en mi palacio». 4) Vv. 769-72 / vv. 1384-91. Conversación entre el Cid y la infanta doña Urraca: «-¿Cómo estáis, fuerte Rodrigo? / - A servicio de mi abuela, / y con aceite y canela / ahora me unté el ombrigo», que se puede comparar con la receta que da Urraca al Cid para que se unte «con aceite de corchetes» los diviesos, algunos de los cuales están, precisamente, «debajo del ombligo». 5) Vv. 843-82 / vv. 434-64. Entrevista entre Zelimo / Celimo y su amada desdeñosa (Zoraida / Zara), con las quejas amorosas del galán. Hay 35

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En lo que sigue, menciono siempre primero la versión o los versos de El hermano de su hermana.

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coincidencias exactas y frases distintas (más elaboradas y extensas en El rey don Alfonso). Transcribo aquí la versión de El hermano: Mora más bella que yo, más que una manteca dura, mora hermosa como un Cid, más pegajosa que alcuza, más alta que un arancel, más alegre que aleluya, más pedigüeña que un sastre, más desdeñosa que un Fúcar, ¿cuando te verás brasero donde esta alma se chamusca, y el agua con que mis ojos son la barra de San Lúcar? ¿Por qué me dejas, señora, por el Infante a la luna, y tú le pones al sol como si fuera tortuga? ¿La mano das a un cristiano con cara de quinta angustia, ratificando mis celos? ¿Qué dirán de ti las chulas, sino que por don Alonso te has convertido en lechuza?

6) Vv. 883-92 / vv. 480-94. Nuevas quejas del galán solo, tras la marcha de la dama, rematadas en ambos casos con una cancioncilla: «Kirie, y más Kirie, Kirie eleison» vs. «Yo me era Perito de Utrera, / yo me era Perito de Utrón». 7) Vv. 1108-1125 / vv. 1332-48 (se trata en ambas obras de la escena inicial de la tercera jornada). Planto de doña Urraca por la muerte de don Sancho e intento de consolarla por parte del Cid (del Cid y de Arias Gonzalo en el segundo caso). En los versos posteriores sigue la conversación con los mismos interlocutores, pero ya por distintos derroteros. En todos estos pasajes había coincidencias literales muy extensas. En otros son más puntuales, pero me parece interesante consignarlas todas: 8) V. 117 / vv. 918 y 1009. Almanzor llama «perra braca» a su esposa Zoraida / don Alfonso llama perra a su amada Zara. 9) V. 147 / v. 1008. Alfonso dice a Almanzor: «Mahoma te dé placer» / Alfonso dice a Zara: «Mahoma sea de tu bando».

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10) Vv. 222-25 / vv. 172-75. Palabras del Cid a don Sancho: «Cada día que amanece / si a darla voy el almuerzo, / por falta de escoba mira / sus barbas en un caldero». Muy parecidas a otras de Tarfe al rey Almanzor: «Cada día que amanece / (que el amanecer no es nuevo) / por falta de espejo miro / mis barbas en un caldero». 11) Vv. 236-38 / vv. 185-87. Los mismos personajes. En El hermano: «¿No sabes que en este tiempo / no se presenta morcilla / a aquel que no mata puerco?» vs. «sin mirar que en este tiempo / no se presenta morcilla / a aquel que no mata puerco». 12) Vv. 256-57 / vv. 3-5. «¿Piensas tú / que mi valor es buñuelo?» vs. «¿Piensas tú que son mochuelos / [ . . . ] / a manera de buñuelos?» 13) Vv. 337-38 / vv. 1001-1002. Palabras amorosas entre Urraca y don Sancho, o entre Zara y Alfonso. 14) Vv. 339-40 / 378-79. Doña Urraca pide luto a don Sancho / Zara y Zoraida tendrían luto si muriese Celimo. 15) Vv. 258-61 / 200-203. El Cid dice a don Sancho: «No des ocasión que digan / los pájaros en el viento, / que de puro enamorado, / comes rábanos de Olmedo». Y Tarfe a Almanzor: «No des ocasión que diga / el mundo, de envidia lleno, / que de puro enamorado / enfermaste de diviesos». 16) Vv. 1627-30 / vv. 1412-15. «El cielo te dé deleite, / Rey don Sancho, di a tu hermana / que envíe a casa mañana / por una arroba de aceite». Son palabras de Almanzor, muy similares a estas otras del Cid a doña Urraca: «El cielo te dé deleite, / bella infanta soberana; / envía a mi casa mañana / por una criba de aceite». En fin, hay otros pasajes en los que las coincidencias son funcionales, más vagas, aunque no textuales: 17) Vv. 71-75 / vv. 1047-54. Alfonso no sabe que Zelimo estaba enamorado de Zoraida antes / Celimo cuenta a Alfonso que, antes de conocerle a él, Zara le hacía grandes favores. 18) Vv. 86-90 / vv. 1716-19. Zelimo piensa que el rey Almanzor le dará renta si le avisa de que Zoraida le engaña con Alfonso / el rey Alfonso da renta a Celimo y Zoraida. 19) Vv. 312-16 / vv. 466-79. Esquema «¿Habéis visto?» + una serie de elementos + respuesta negativa del interrogado + réplica humorística del primero, similar al soneto burlesco de Zara a Celimo, que presenta la misma estructura:

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Decid, señora, ¿habéis visto la máscara y las libreas de la boda de Calixto, ni habéis comido lampreas?

URRACA

No.

SANCHO

Pues loado sea Cristo

20) Vv. 1160-1171 / vv. 1566-75. Testamento burlesco de don Sancho (objetos que lega a Urraca) / regalos traídos por don Alonso a su hermana Urraca. 21) Vv. 1228-53 / 1600-89. Reto de don Diego Ordóñez de Lara a Zamora / reto de Zara a Alfonso y «desreto» del Cid. Copio el pasaje de El hermano: Vengo a retar a Zamora y a su reina; y para dar la batalla, vengo por mar en carreta. Traidores los de Zamora, temblad de escuchar que os reta don Diego Ordóñez de Lara, Embajador, con despensa, porque al traidor de Bellido abristes ventana o brecha, para matar a Sanchico, que a San grande no pudieran. Reto el pan, reto la carne, nabos, cebollas y berzas, arroz con grasa, alcuzcuz, los nabos de Somosierra, los diamantes de Ceilán, los zafiros de esa esfera, sideral piel estrellada, que once hojas se encuadernan. Reto los signos celestes, la caterva de planetas. Reto sastres, boticarios, alfareros, estafetas, los médicos y organistas, y cuanto cifra el etcétera

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El rey don Sancho interviene entonces: «Desreta lo que has retado, / aguarda, don Diego, espera, / que yo soy el muerto rey». Así pues, coinciden ambas obras en la creación léxica desretar. Siguiendo con El hermano, al enterarse don Diego de que don Sancho está muerto, añade: «Pues rétote a ti también, / a doña Urraca y sus dueñas, / sus damas y sus meninas» . 22) Vv. 1286-97 / vv. 925-32. Empleo de maldiciones burlescas. Don Sancho maldice la nave en que ha huido don Diego Ordóñez de Lara / maldición de don Alfonso contra sí mismo. 36

i Plegué a Dios, fábrica vil de lino, pez y madera, cuba de hombres preñada, que el mar tu comadre sea! ¡Plegué a Dios que en un bajío encalles en las arenas, donde entre son lamentable hecha pedazos te veas, y que a caballo ni en coche, llegue a la piadosa tierra viva persona que cuente tu lastimosa tragedia!

23) Vv. 1609-18 / vv. 1708-15. Zoraida pide cuentas a don Alfonso, que le dio palabra de matrimonio, pero éste se desentiende / Zara, tras retar a don Alfonso por burlador de doncellas (reto paródico), le pide que le devuelva la honra, pero Alfonso no se hace responsable, ahora que es rey, de sus actos de cuando era un pobre infante. 24) En fin, coinciden ambas obras en la inclusión de algunos estribillos o versos cantados, rematando ciertos pasajes, y una carta en prosa. A falta de datos precisos sobre la datación de ambas comedias , la comparación de todos estos pasajes me inclina a pensar que es El rey don 37

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Ya antes encontrábamos otro reto paródico (vv. 610-13), el de Fulano de Tal, que aparece con su alfanje corvo diciendo: «y con él reto a los doce / Pares, y a los veinticuatro, / reto a los cuarenta y ocho, / y reto a todos los diablos». A continuación, tras rehusar la pelea el Cid y Arias Gonzalo, el moro añadía: «Salgan los Comendadores / de Calatrava y Santiago, / de Alcántara y San Juan» (vv. 622-24); y, en fin, terminaba pidiendo que acudiese la infanta Urraca «armada de punta en blanco» (vv. 634-37). Sabemos que El hermano de su hermana se imprimió, con las Obras de Quirós, en 1656; El rey don Alfonso, en la Parte 18 de Comedias nuevas escogidas, en 1662.

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Alfonso la comedia que aprovecha el texto de El hermano de su hermana, y no al revés. La comedia que edito da la impresión de ser más completa y redondeada, más compleja si se quiere, pues presenta una elaboración bastante amplia, como se comprobará en la parte siguiente del estudio y en la anotación. M i opinión es que el autor de El rey don Alfonso, fuese Vélez de Guevara u otro autor ingenioso, aprovechó diversos elementos de diferente procedencia (sobre todo de El hijo por engaño y el Romancero) junto a fragmentos literales de El hermano de su hermana, y consiguió articularlos todos ellos de forma bastante coherente y acabada, en una pieza rebosante de comicidad. 3 El repertorio burlesco de El rey don Alfonso En los apartados siguientes se estudiará la comicidad de situación y la comicidad verbal en El rey don Alfonso: en primer lugar, todos aquellos aspectos (parodia de situaciones, motivos carnavalescos como la comida, la bebida y la escatología, gestualidad ridicula, etc.) que conforman el universo degradado de esta comedia burlesca; después, los elementos cómicos presentes en el tejido verbal de la misma, con el análisis de las diferentes modalidades de la jocosidad disparatada. 3.1 Comicidad de situación: el universo degradado La comedia de El rey don Alfonso, el de la mano horadada nos presenta un universo degradado en cuanto a temas, motivos, situaciones y personajes. Ya señalé que la acción se sustenta fundamentalmente en las dos tramas amorosas (Celimo-Zara, Zara-Alfonso), y aquí me detendré fundamentalmente en la parodia de temas y situaciones de ese sentimiento amoroso (tópicos del amor cortés, lenguaje galante, celos, etc.). Otros aspectos se añadirán al hablar de los motivos carnavalescos como la comida y la escatología, al estudiar otros motivos folklóricos y satíricos, y luego al tratar de las modalidades de la jocosidad disparatada. 3.1.1 Parodia de temas y situaciones La comedia comienza con una burlesca definición de los celos (vv. 1¬ 20), puesta en boca del celoso Celimo, parodia de otras definiciones simi-

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lares de sentimientos como el amor, los celos o la ausencia en «quintillas cultas» que encontramos en comedias serias o, en general, en la lírica amorosa. En algunas obras los celos aparecen caracterizados como un sentimiento vil, impropio de pechos nobles, frente al amor, que solo puede ser conocido por espíritus elevados. Pero también es frecuente presentar los celos como hijos bastardos del amor, y también como la piedra de toque del verdadero amante, de forma tal que no puede existir amor sin celos; recordemos los famosos versos calderonianos: «No hay criatura sin amor, / ni amor sin celos perfecto...» . Aquí, nada de eso queda; los celos se comparan con términos ridículos: mochuelos, buñuelos, almohaza, sabañón (con un chiste tópico: los dos comen 'causan desazón'), mostaza, argamasa, juego de pasa pasa y humo de leña verde. Siguen las quejas de Celimo, y aquí comienza la degradación del amante moro: antes de quejarse del desdén de Zara, se lamenta del hambre que pasa (vv. 84-91); y solo después de declarar a Zoraida que sus tripas están vacías, se lanza a protestar contra su «ingrata enemiga» que no se duele de sus daños (vv. 92-100). El léxico del amor cortés, de la lírica amorosa en general, se ve inmediatamente rebajado por el empleo de los distintos términos de comparación elegidos para describir a la bella mora: muía roma, herrero, zarabanda, mentira, espejo y, sobre todo, mondongo. Se la compara además con una «moza gallega» (de ínfima reputación) y se dice que «no sufre cosquillas», frase con doble sentido, el figurado: 'tiene mal genio', pero también el literal: 'no acepta las caricias amorosas de Celimo'. Aparece a continuación el tópico de los billetes amorosos (vv. 104¬ 107): Zara no hace ningún caso de los suyos, en tanto que envía mil mensajeros al infante don Alfonso, causante de los celos de Celimo. En fin, el pasaje culmina con una amenaza ridicula que sigue rebajando la categoría del galán: si no le hace caso, se dejará morir de hambre y se echará una melecina (vv. 108-111); además, se dedicará a las actividades agrícolas propias de los moriscos: en lugar de protagonizar bellos amoríos, volverá a majar esparto y a vender cominos y alcarabea (vv. 114-15), como haría un morisco en la realidad, frente a los idealizados por la maurofilia literaria. Tras la marcha de Celimo, este bloque de acción se remata con una maldición burlesca de Zoraida contra la mora desdeñosa (vv. 117-31), que luego se comentará. Siguen la escena de Tarfe y Almanzor con el plan del convite grotesco (vv. 132-255), un soneto del rey moro (vv. 256-59) y la presentación de 38

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Véanse abundantes testimonios en Arco y Garay, LSEODLV, 388-99.

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Alfonso ante el rey toledano, que le concede una serie de títulos ridículos, le invita a comer en su casa y obtiene el juramento (vv. 270-358). En los vv. 358-74 asistimos a las nuevas quejas de Celimo, ahora solo. Como la vez anterior, se queja primero del hambre (vv. 358-59: de puro podrido, apenas siente el redaño) y más tarde maldice a la mora que hace más caso a un cristiano que a un galán de su propia religión. E l tono exclamativo refuerza la función enfática; y el pasaje se remata con una cancioncilla jocosa que rompe el clima serio que la escena pudiera tener. A l mismo bloque de acción pertenecen las escenas siguientes. Primero, una breve conversación entre Zara y Zoraida (vv. 375-404). Después, el soneto de Celimo (vv. 405-18) en que hace partícipes de sus cuitas amorosas a los elementos de la naturaleza; se trata de un tópico habitual en la poesía bucólica y la novela pastoril, pero aquí se ridiculiza con la conclusión de los dos últimos versos: si las hojas, el mar, el cielo y la luna ven a Zara, deben manifestarle su pena, pero si no la ven no pasa nada, salida inesperada que rompe el tono pseudo-lírico anterior. Entonces descubre a la amada, y se debate tópicamente entre el temor, que le dicta callar, y el amor, que le impulsa a hablar con ella (v. 426, «temor y amor me han cercado»); pero finalmente se decide a dirigirse a la mora («quiero atreverme», v. 429). Los vv. 434-65 constituyen un pasaje muy logrado. Celimo, por primera vez en presencia de Zara, elogia su hermosura; como ocurre siempre, el primer elemento elegido es serio y positivo («mora más bella que el cielo»), pero inmediatamente se produce el quiebro humorístico («mora más dura que un huevo»); se describen las facciones de la amada según el canon de belleza occidental (piel blanca y cabello rubio, comparados ridiculamente con la clara y la yema del huevo duro; véanse más detalles al respecto en la anotación); es además dulce como la mentira e importuna como el sueño, e intratable a sus quejas como concha de tortuga, reminiscencia del verso de Garcilaso: «Oh más dura que mármol a mis quejas»; pero la dureza 'esquivez, actitud desdeñosa' de la bella ingrata no se compara ya con un material noble, como es el mármol, sino con algo ridículo como el caparazón de una tortuga (también en el romancero morisco existían esquemas similares; por ejemplo, en el bello romance «Sale la estrella de Venus», Durán, núm. 33, Gazul dice de Zaida que es «más dura e inexorable / que las entrañas de un monte»). Todavía se añaden otros elementos de comparación grotescos: dix, alcuza, chapitel, chinela.

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Sigue la parodia de otros dos tópicos amorosos: la llama de la pasión aparece aquí degradada como un brasero en que se chamusca el alma de Celimo (es decir, se conservan los mismos semas 'arder, fuego, calor', pero rebajados, vv. 446-47). Y el llanto exagerado del amante, que acrecienta el caudal de los ríos, es aquí tan abundante que equivale al agua de la barra de Sanlúcar (vv. 448-49). Pero aun hay más: en los vv. 450-65 Celimo se refiere a sí mismo; alude a sus grandes narices de morisco (tan largas como el pico de una grulla); habla de su turbación y de su «virginal verecundia» (sentimientos que parecerían más adecuados en una dama); y parodia otro síntoma del enamoramiento, la palidez de la piel, que en él adquiere un aspecto amarillento similar al de la gamuza. Del tono lírico serio solo queda la metáfora ya lexicalizada (y por tanto menos lírica) de soles para designar los 'ojos'. En conjunto, toda esta intervención de Celimo desde el v. 434 es de las más destacables por acumular en pocos versos un buen número de motivos amorosos parodiados. Sigue un soneto de Zara (vv. 466-79) que, en cierto modo, es réplica del anterior de Celimo, con la diferencia de que aquél era en ausencia del amado y éste se declama en su presencia; la estructura, además, es similar en ambos, pues se construyen con fórmulas paralelísticas y anáforas, con ruptura al final del tono mantenido en los doce primeros versos. A Zara le trae sin cuidado lo que haga Celimo, y se marcha. Siguen más quejas del enamorado moro, una serie de apóstrofes exclamativos iniciada como siempre con elementos serios (señora, bien, ojos), pero rematada con otros ridículos (bote, almario, palafrén). Se califica a sí mismo de «pobre don Quijote» (aquí como prototipo de caballero perpetuamente desdeñado por su amada) y califica a Zara de «mujer escurridiza» (como si dijera «mujer esquiva», pero con un cambio del adjetivo que indica la cualidad moral por la física). La idealización de la dama se niega además por la afirmación del galán de que Zara le haría más caso si él fuera una longaniza (es decir, predomina lo corporal-nutritivo sobre lo espiritual-amoroso). En fin, como el anterior pasaje de quejas, éste se remata también festivamente con un par de versos de cancioncilla. Viene a continuación la escena entre Alfonso y el cazador (vv. 495¬ 533), que sirve fundamentalmente para caracterizar como glotón al infante, que tiene hambre de ganapán; y la llegada del correo y su relato informativo de la ridicula muerte del rey don Sancho (vv. 534-668). La 39

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Cfr. Escarramán, 359a: «Pasó Costanza y miróme / con más de doscientos rayos; / abrasóme el corazón / y aún lo tengo chamuscado».

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primera jornada se remata con otra cancioncilla, un pareado de eneasílabos. La segunda se abre con un pasaje de endecasílabos esdrújulos (vv. 669¬ 98) que, si en la lírica seria puede pasar por ejercicio de virtuosismo y habilidad versificadora, aquí tiene clara intención ridicula. El rey don Alfonso se dirige en apostrofe a los elementos de la naturaleza para comunicarles sus sentimientos (aunque no se trata de cuitas amorosas, sino de la situación tras la muerte de su hermano). Para escuchar la conversación de los moros, que llegan en ese momento, se esconde, no detrás de un árbol o un arrayán, sino entre unos rábanos. Lo que sigue es la larga escena que culminará con el episodio de la mano horadada (vv. 699-823): don Alfonso tiene la posibilidad de mostrar su superioridad moral de godo 'noble' (el «soy quien soy», al que él mismo alude en el v. 788); pero en lugar de soportar estoicamente el dolor, como haría un nuevo Mucio Scévola, él se queja desaforadamente («Yo a quejarme me acomodo», v. 801), lanza terribles juramentos y se marcha haciendo ridículos -por lo exagerados- gestos de dolor. Asistimos ahora a las quejas de Zara (vv. 824-44), que se lamenta como «otra triste Dido» de la ausencia de su amado, entretenido con los asuntos de Zamora; nos enteramos, además, de que está embarazada de don Alfonso. Se utiliza un lenguaje serio (sospechas mal nacidas, temores tristes, mortal daño), roto por la irrupción jocosa de una fabulilla («no me matéis hogaño»), el empleo de términos groseros (redaño) y la comparación de la amargura de su pena amorosa con la de unas aceitunas verdes. A l descubrir que llega el infante, pide albricias a su alma y manifiesta la alegría que siente deseando bailar la zarabanda y el guineo (bailes caracterizados por sus movimientos desenfadados y obscenos). Los vv. 845-1008 los ocupa una larga escena amorosa entre don Alfonso y Zara (es la primera vez que coinciden juntos sobre las tablas), a la que asistirá escondido Celimo desde el v. 973. Como tantas veces, los personajes comienzan sus parlamentos empleando la típica fraseología amorosa de las comedias serias: «Oh, centro de mi deseo», dice la mora; «Oh, Zara bella y gallarda», le responde Alfonso. Tras interesarse por el estado de su mano, que lleva revuelta de trapos, ella le espeta una frase que rompe nuestro horizonte de expectación, pues sabemos que ama al cristiano: «Sabe el cielo que quisiera / veros colgado de un palo» (vv. 851¬ 52), detalle que don Alfonso agradece profundamente. Zara le reprocha su ausencia, le pregunta si quiere darle celos y afirma que morirá de amor. Siguen las protestas amorosas de ambos, manifestadas en forma de

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maldiciones burlescas si uno deja de amar al otro (se comentan en otro lugar). Tras esta demostración amorosa, Zara rompe a llorar y don Alfonso trata de consolarla, aunque por lo bajo reniega de ella («¡Válgate el diablo por perra!», v. 918, aparte que invalida por completo sus anteriores palabras, supuestamente cariñosas). El infante parodia las promesas de «amor eterno», al afirmar que el suyo será tan firme... como la cera frente al fuego (vv. 921-22). Poco después se produce la llegada de Celimo, que viene «desesperado y celoso» en busca de un desengaño. Sus apartes comentan ridiculamente las ternezas y carantoñas de los otros dos: Alfonso sigue usando un lenguaje galante (rostro hermoso, eclipsar tus dos luceros, luz, alma, adorar, añublar el claro cielo, beldad), con brusca transición al plano ridículo en el v. 980 al usar la metáfora «huevos güeros» para los ojos. La escena culmina con el intercambio de apodos ridículos (vv. 992-1000), en la que solo los primeros elementos son adecuados, y la interrupción de Celimo fingiendo que la reina Zoraida llama a Zara. Alfonso despide amorosamente a Zara, pero en cuanto se marcha expresa en cuatro versos demoledores lo que siente en realidad: la persecución de la mora y sus continuas atenciones ya le van cargando (a título de amor le da guerra), y no sabe qué hacer para conseguir apartarla de su lado (vv. 1009-12). A l quedar solos ambos rivales (supuestos rivales, pues ya vemos que don Alfonso no ama a la mora), Celimo aprovecha para echar una reprimenda al infante por hacerle la competencia (vv. 1013-94): antes de que viniese a Toledo, Zara le amaba a él; se había prendado de sus barbas, como él de sus ojos (vv. 1025-30, que recuerdan, aunque ridiculamente, la importancia de la mirada en la teoría neoplatónica del amor, que entra por una especie de espíritus, a través de los ojos, etc.). Se parodia otro motivo muy repetido, el de los favores entregados por las damas a sus galanes (aquí lo ridículo está en la mera exageración, pues se trata de cien mil cintas y más de medio celemín de cabellos, vv. 1048-50). En lo que sigue la degradación es total: en lugar de encarecer idealmente la belleza y bondad de la dama amada, el enamorado moro la denigra y arrastra su reputación por el suelo: su ascendencia es infame; es hija de un morisco buñolero, nieta de un alguacil, bisnieta de un corchete, tataranieta de un vil; la catadura moral de su madre deja también mucho que desear, pues Zara fue «engendrada en un rastrojo, / hecha en un zaquizamí» (vv. 1069¬ 70, forma perifrástica de decir que era una prostituta); ella misma es bastante liviana (siempre «amanece en ayunas», «aunque duerme sin escupin>; véase la anotación a los vv. 1071-72) y sucia («le huele mal un ojo»).

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No es necesario decir que estas menciones escatológicas y sexuales acaban con cualquier resto de tratamiento decoroso que pudiera quedar. En fin, don Alfonso, agradecido por el aviso, promete que le hará «gozar» a su «dueño importuno» (v. 1102) si a cambio le ayuda a escapar (la dama se convierte en mera pieza de cambio en el juego de intereses del infante, quien está dispuesto a cederla para que Celimo satisfaga con ella sus deseos puramente carnales). Sigue el relato del pronóstico burlesco (vv. 1119-70) y la traza del plan para cumplir el juramento. Tras la llegada del correo con la carta y los rocines que le envía doña Urraca (vv. 1195-1251), la jornada acaba con la escena grotesca en que don Alfonso pone en ejecución su industria: mientras Almanzor y Tarfe juegan al ajedrez ( j g ° principio noble, pero del que gustaban en el XVII barberos y boticarios), entra con una guitarra (objeto característico de los barberos), les interrumpe y es despedido por tres veces, para huir a continuación descolgándose ridiculamente de la muralla dentro de un capacho. La tercera jornada se abre con el planto de doña Urraca (vv. 1332¬ 1419), salpicado de arcaísmos que caracterizarán la fabla de todos los personajes zamoranos. Los consuelos del buen viejo Arias Gonzalo no sirven de nada (en sus palabras hay una breve descriptio puellae, al referirse a las trenzas de oro y las mejillas de grana de la infanta), ni siquiera el ejemplo de su hermana Elvira, que come guindas en Toro, totalmente despreocupada. En cambio, sí que la tranquilizan las palabras del Cid al pedirle que traten de la boda (reminiscencia del Romancero y las Mocedades, que nos presentan a doña Urraca enamorada de don Rodrigo, en rivalidad amorosa con doña Jimena, la hija del Conde Lozano). Tras un par de alusiones contemporáneas, anacronismos que despertarían la risa de los espectadores del XVII (el Paseo del Prado, los lodos de Madrid , vv. 1370 y 1383), sigue una escena grotesca en la que doña Urraca da al Cid un par de recetas ridiculas para que se cure los diviesos (vv. 1384-1419). La degradación es nuevamente total: el héroe épico queda reducido a sufridor de una incómoda enfermedad. Tras la llegada del correo y su relato (vv. 1428-91), en el que se reitera que don Alfonso ha escapado dentro de un cestón grande, doña Urraca ue

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En Céfalo, 90, el rey pide que le traigan una guitarra para iniciar una mojiganga, ya que él debe dar ejemplo. A lo largo de la comedia hay otras: referencias a la fuente de Leganitos, el Rastro, Nápoles, las premáticas, la venalidad de los agentes de la justicia, los engaños de una moza en Illescas... mucho más cercanas para los espectadores de entonces.

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dispone los preparativos necesarios para recibirlo adecuadamente , pues vendrá escocido de tanto correr. En consecuencia, el Cid se va «a hacer su menester» (juego dilógico que entraña una mención escatológica nuevamente degradatoria del personaje heroico). La escena entre Celimo y Zara y su plan de venganza (vv. 1500-47) es parodia de la situación, repetida en incontables comedias, en que una dama deshonrada decide perseguir, disfrazada de varón, a quien la ha ultrajado hasta conseguir que repare la ofensa. Celimo, como otro Durandarte (otro prototipo de constante y leal amador), insiste en sus pretensiones amorosas, con términos ridículos para designar a su amada (berenjena, que connota 'morisco', mariposa, vv. 1502-1503), pero Zara solo desea «dar al infante un bocado en la barriga» (en referencia bastante clara al acto sexual, vv. 1514-15). No obstante, Celimo consiente en dar palabra de esposo y promete que la ayudará a vengarse, si a cambio ella acepta ser mondonguera en la corte, que es «oficio ganancioso» (aunque no muy decoroso para una dama de altas prendas). En sus preparativos de viaje, no se olvidan de incluir para el camino pan para hacer migas. Ha llegado, por fin, don Alfonso a Zamora, y de lo primero que habla con doña Urraca es también, cómo no, de comida (vv. 1548-95: le apetecen unas turmas de tierra), para a continuación enumerar los objetos ridículos que se ha traído. Sigue la llegada de Zara, el reto y el «desreto» paródicos. Frente a la actitud justa y prudente que sería de esperar en un rey, don Alfonso no se hace responsable de sus actos de cuando era un «pobre infante», como si fueran calaveradas juveniles (vv. 1712-15), pero ofrece a Celimo y Zara una renta para que pongan tienda «de buñuelos, miel y pasas». La comedia finaliza con varios tópicos: la conversión al cristianismo de personajes moros; las bodas (aunque no se dice explícitamente, suponemos que Celimo y Zara se casan); y las recompensas del rey a los vasallos que le han ayudado fielmente: por un lado, da a Zara y Celimo cuarenta ciudades (recordemos que es un «manirroto»); pero esa liberalidad alejandrina contrasta con el regalo ridículo que hace a continuación: ofrece a Zara unas calzas viejas para que se haga un faldellín (ya antes, v. 1094, había hecho otro similar a Celimo, un jergón de medias calzas). Nombra al correo alcaide y juez de sus huertas y montes, en recompensa del azaroso viaje desde Toledo (en el que no faltó el ser engañados por una moza en Illescas, quizá en una venta). Y así, con deseos de larga vida al 42

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Para el recibimiento de la infanta Urraca a don Alfonso, cfr. Menéndez Pidal, La España del Cid, 190-91.

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nuevo rey (también habituales, aunque aquí exageradamente ridículos) acaba la comedia. En definitiva, El rey don Alfonso nos presenta un universo totalmente degradado, en el que lo material predomina sobre lo espiritual. En efecto, encontramos un infante don Alfonso, que es la principal figura ridicula, borracho, glotón y burlador de doncellas; un Celimo ridiculamente celoso ; un rey don Sancho con pujo que muere cuando se aparta a hacer aguas mayores; una infanta doña Urraca, con jaqueca, sutil y delgada como una estaca; un Cid pendenciero y bravucón, con diviesos, que se va a hacer su menester; hidalgos rotos y muertos de hambre; amantes ridículos que se quejan de sus tripas vacías antes que del desdén de sus amadas; damas que, en justa correspondencia, se preocupan antes de la comida que de las atenciones amorosas de sus galanes; un amante que invita a su rival a gozar la dama en disputa; etc., etc. La ruptura del decoro es completa y la idealización de las obras serias deja paso a la más rotunda degradación de motivos, temas, personajes y situaciones. Los valores como el amor (con su lenguaje cortés y sus tópicos) o el honor y sus convenciones, la belleza idealizada de las damas, la valentía de los galanes, la prudencia y magnanimidad de los reyes, aspectos fundamentales de las comedias serias, aparecen aquí rebajados de su categoría, o invertidos en su significación: si algo queda de ellos, es tan solo su presentación en una vertiente ridicula o incluso grotesca. En el «mundo al revés» de la comedia burlesca todo vale con tal de procurar la hilaridad (la pura carcajada mejor que la risa) del espectador. En ese juego desmitificador y degradante desempeñan un papel fundamental las continuas alusiones escatológicas y las referencias a otras dimensiones de la corporalidad y materialidad grosera, como la comida y 43

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Para el concepto de figura como personaje ridículo, véase Asensio, Itinerario, 11¬ 86 y los artículos de Melchora Romanos citados en la Bibliografía. Nótese que se trata de un caso de onomástica elocuente. Por lo demás, poco puede decirse de los nombres de los personajes: algunos vienen impuestos (don Alfonso, don Sancho, doña Urraca, Arias Gonzalo, el Cid) y otros, los de los moros, son tópicos (Almanzor, Tarfe, Zara, Zoraida). El rey moro de Toledo que acogió a don Alfonso tras su derrota en Golpejera en enero de 1072 se llamaba en realidad Mamún, de los Beni-Di-l-Nun. No se juega con el nombre de doña Urraca, como sí se hace en El hermano: «-Quedemos solos, Urraca. / -Vencejo, solos quedemos» (vv. 290-91); «¿Quién me mete con Urracas / que en el volátil Palacio / de las aves son las dueñas / y rodrigones los grajos?» (vv. 658-61).

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la bebida . Las recojo en los apartados siguientes para completar el panorama del universo degradado de El rey don Alfonso. 45

3.1.2 Escatología y suciedad Bajo este epígrafe incluyo las alusiones a necesidades fisiológicas, las relativas a actividades sexuales y otros aspectos groseros como la mención de parásitos. Veamos: Celimo amenaza ridiculamente con ir a echarse una melecina 'purga, lavativa' si Zara no le ama (v. 111) y más tarde se dice de él que va «hecho un puto» (v. 377, con interpretación literal de la frase hecha); Zoraida incluye en su maldición contra Zara que «malas pulgas» le den guerra (v. 118), y después el infante Alfonso se va a espulgar a las eras (v. 391); Celimo habla de echar un remiendo por vergonzoso lugar (y. 372); sus narices estornudan de celos (vv. 450-51); él mismo alude a su sudor (vv. 462-64); en el relato del correo se menciona la invitación de Bellido Dolfos al rey don Sancho para darle entrada por un portillo, aunque sucio (vv. 588-89, con doble sentido: el literal y la sugerencia de una práctica sodomita); don Sancho tiene pujo y se aparta del camino a hacer aguas mayores (vv. 595-98); Bellido no despidió el estornudo hasta entonces (v. 605, claro sustituto jocoso de 'ventosidad'); la bella Zara no sirve para hacerles el perejil a los pajes (v. 1058, expresión con claro significado sexual merced a la dilogía de perejil, que además de 'condimento culinario' es 'vello púbico'); además, amanece en ayunas aunque duerme sin escupir (vv. 1071-73, con posible significado sexual que explico en nota) y le huele mal un ojo 'ano' (v. 1074); Alfonso promete a Celimo que podrá «gozar» a la mora (v. 1102); se mencionan los «mocos de mona» como ingrediente de una receta para curar los diviesos del Cid (v. 1393); Zara desea dar un bocado en la barriga a don Alfonso (vv. 1514-15, también con claro sentido sexual), etc. Creo que no precisan mayor comentario este tipo de alusiones degradantes de los personajes.

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Para estos motivos relacionados con la comicidad grotesca del carnaval, cfr. M . Bajtín, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de François Rabelais, Barcelona, Barrai, 1974; y, en el ámbito hispánico, J. Caro Baroja, El Carnaval, Madrid, Taurus, 1965 y J. Huerta Calvo, Formas carnavalescas en el arte y la literatura, Barcelona, Serbal, 1989. Como se indica en la introducción a Ventura, p. 61, «se trata de referencias de bajo estilo y baja axiología (exactamente según el concepto de lo burlesco como turpitudo et deformitas, expresado en frase de Cicerón)».

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3.1.3 Comida y bebida Son también muy frecuentes en la comedia las menciones de comidas, cuyo listado incluiría: buñuelos (v. 5), mondongo (v. 99), cominos y alcarabea (v. 116), nabos (v. 122), pimienta y clavos (v. 124), mondongas (v. 125), menudillos de pavos (v. 126), morcilla (v. 186), puerco (v. 187), azúcar cande (v. 279), hinojo (v. 283), perejil (v. 286), fruta de sartén (v. 304), llantas (v. 312), cohombros (v. 313), truchas (v. 344), frutilla de sartén (v. 364), longaniza (v. 489), pan (vv. 496 y 498), un elefante fiambre en pan (vv. 506-507), cabrito (v. 510), nabos crudos (v. 597), rábanos y pan (vv. 665-66), requesón (v. 707), mantequilla (v. 708), longaniza (v. 713), morcilla de buey (v. 723), miel (v. 727), pasa e higo (v. 728), rosquillas y canelones (v. 733), berenjenas (v. 898), espárragos y uvas (v. 901), zanahoria (v. 909), higos y brevas (v. 956), sustancias (v. 944), ajenjolíiy. 1030), buñuelos de viento (v. 1198), ca/Zos ¿fe mondongada (vv. 1247-49), azafrán (v. 1392), hongos (v. 1400), pan para Ziacer m/gas (v. 1538), caracoles (v. 1543), turmas de tierra (v. 1551), caldillo (v. 1555), ajenjolí (v. 1563) y buñuelos, miel y pasas (v. 1718). Como podemos apreciar, en buen número de casos se trata de comidas «groseras», propias de gente rustica o del carnaval (derivados de cerdo, productos grasos, embutidos, migas ...); otros alimentos como las hortalizas, los higos y pasas o los buñuelos y la miel se mencionan por su connotación de 'morisco'. A todos los señalados hay que añadir los que se articulan en forma de «banquete grotesco» (vv. 216-47), en cuatro series de aves, otras carnes, pescados y frutas, y los que se mencionan en el reto y «desreto» (vv. 1610-85). Esa proliferación de comidas contrasta notablemente con el hambre que pasan don Alfonso, Celimo, los nobles zamoranos y los pajes. La preocupación por el sustento material llega, como ya se indicó, hasta la propia Zara, de la que se dice que amaría más a Celimo si fuera una longaniza. Es más, cuando ambos amantes moros se reconcilian y deciden marchar a Zamora para vengarse de Alfonso, no se olvidan de procurarse algunos alimentos para el viaje, «por amor de las barrigas» (v. 1537). Por el contrario, las alusiones a la bebida escasean: las borracheras de Alfonso («infante de monas» lo llama el rey en el v. 337 y «medio borracho» el correo en el 1209; Tarfe comenta que «lo bebe puro», v. 1321), el 46

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En El amor más verdadero, 428a se indica que el propio emperador Carlomagno come esta comida típicamente pastoril.

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detalle de que el vino gusta a los viejos (v. 891) o la «gentil botica» 'cuba' que regala Alfonso a Urraca para la vendimia (vv. 1566-67). 3.1.4 Animalización y cosificación La elección de términos de comparación ridículos o grotescos, de animales y cosas, o la pura animalización y cosificación de los personajes, son otros recursos para su presentación degradada. Haré un rápido recuento: Alfonso es más astuto que una mona (v. 182); el rey Almanzor brama (v. 272); el infante se reconoce por cuartago del rey (v. 352); el celoso Celimo está más bravo que un buey con sarna (v. 381); el cazador es comparado con un galgo (v. 519) y Alfonso ventea lo que va a suceder como haría el mejor perro de caza (le da el viento, v. 531); la voz del correo, al que se oye cantar, es comparada con los gritos de un lechón al morir y el rebuzno de un jumento (vv. 532-33); don Sancho es un avechucho (v. 593) y un rey de manteca (v. 612); Bellido Dolfos arroja el venablo con la fuerza de un bruto (v. 607); además, el regicidio es comparado con la acción de poner a un asno el pretal o de dar de comer a un buey (vv. 632-34); Alfonso ronca como una puerca parida (vv. 767-68); los cristianos tienen más mañas que la raposa (v. 773); el talle de don Alfonso se compara ridiculamente con un costal de paja (vv. 879-81); él y Zara se reconocen respectivamente por mico y mona (v. 1007); al infante no le importa quedar por renacuajo (v. 1192); doña Urraca está delgada y sutil como una estaca (vv. 1215-18); Almanzor reconoce que es un asno y que merece que le echen un albardón bien grande (vv. 1271-72); Tarfe suelta tras Alfonso un sacre y una perra, para perseguirlo en su huida como si fuera una pieza de caza (vv. 1326-27); el correo anda hecho un palafrén (v. 1453); y se desea al nuevo rey Alfonso que viva más que una becerra (v. 1731). A ello habría que añadir los remoquetes ridículos que intercambian Alfonso y Zara en los vv. 992-1000. En sentido similar, llaman también la atención las numerosas menciones de enfermedades, muchas de ellas propias de animales (caballos y bestias del campo), pero aplicadas aquí con frecuencia a las personas: arestín (v. 884), diviesos (vv. 203, 884, 1301, 1379), dolor de costado (v. 885), dolor de renes (v. 147), lamparones (v. 883), perlesía (v. 636), pujo (v. 595), rabia (vv. 25, 867), sabañones (vv. 14, 871, 882), sarna (vv. 381, 866, 882), secas (v. 885), tifia (v. 884), tolanos (v. 287), torzón (v. 815), tos (v. 864) y viruelas (v. 883). Algunas se agrupan en las maldiciones de Alfonso (vv. 865-68) y Zara (vv. 882-85).

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3.1.5 El «lenguaje de la plaza pública» Empleo este epígrafe, acuñado por Bajtín, para referirme a aquellos aspectos en los que la comedia se acerca al lenguaje coloquial más bajo (insultos, maldiciones, imprecaciones, juramentos, etc.). Los insultos, por ejemplo, son abundantes: así, en el pasaje de la maldición de Zoraida, llama a Zara «mora desacordada» (v. 117); el rey a Alfonso «infante de monas», o sea, 'borracho' (v. 337), Alfonso al cazador «pandero» y «alma de gavilucho» (vv. 523 y 547), y éste le responde con un «escosido Alfonso» (v. 554); Celimo califica a Zara de «mora infame» (v. 1067, y añade una lista de defectos en los versos siguientes); el correo insulta a Alfonso diciéndole «medio borracho» (v. 1209); el infante llama también «pandero» al correo (v. 1248); el Cid a Zara «zamarro» y «morillo arrogante» (vv. 1597 y 1650); ésta descalifica a Alfonso con la retahila desleal, perjuro, atrevido, burlador de doncellas, engañoso, artero, lindo, y, en suma, «el peor de los hombres» (vv. 1600-1606); en fin, Celimo llama «perra» a Zara (v. 1705). Don Alfonso es el personaje que más jura: «¡Cuerpo de Dios con mi agüela! / ¡Por Jesucristo!...» (vv. 794-95), «Válgame Dios» (v. 845), «Válgate el diablo por perra!» (v. 918, similar en 1009); pero también Celimo lanza un «¡Vive Dios!» (v. 981). Además de las maldiciones largas de Zoraida, Alfonso y Zara (reseñadas en otro lugar), encontramos expresiones como «mal haya mora casada», etc. (vv. 365-69), «mal haya quien trata engaños» (v. 1147), «¡mal haya quien fía en mujer!» (v. 1471). Me parece interesante el empleo de palabras «bajas» (barriga, buz, reniegos, tripas, mondongo, podrido, redaño, corajudos, endoblegar) y otras que resultan jocosas por su significado o su fonética, o por ambos aspectos a la vez (mochuelos, avechucho, machucho, aguaducho, acebuche, desbuchar, renacuajo, quis vel qui). También como un resabio del lenguaje coloquial se podrían considerar las frases hechas y expresiones formulísticas: comer cual sabañón (v. 14), hacer el buz (v. 28), juro a Dios y a esta cruz (v. 29), arderse la casa (vv. 32 y 1312), no sufrir cosquillas (v. 103), alzarse a mayores (v. 188), a fe/ a fe de caballero, de tu amante (vv. 229, 269, 487, 860), echar mantas (v. 314), ir a la mano (y. 320), ya escampa (v. 330), echar un remiendo (v. 372), ir hecho un puto (v. 377), dar luto (v. 379), dejar con la palabra en la boca (vv. 385-86), tomar de coro (y. 388), asir la ocasión por el copete (vv. 419-20), pedir confesión (v. 423), no dijera más un galgo (v. 519),

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dar el viento 'sospechar, intuir' (v. 531), caerse de su estado (v. 546), tenerlas tiesas (v. 570, y expresión similar, estarse tiesos, en v. 1387), no decir bu ni ba (v. 604), ir pian pian (v. 644), venga lo que viniere (v. 653), sacar el pie del lodo (v. 661), hablar como un enano (v. 722), no decir esta boca es mía (vv. 1116-17), estar manco (v. 1172), echar S y clavo (v. 1188), tener lo más del camino andado (v. 1210), venir algo muy a cuento (v. 1235), en mi conciencia (v. 1242), cantar mal y porfiar (v. 1285), dar bocados en un cerrojo (v. 1353), andar hecho un palafrén (v. 1453), mirar en puntos (v. 1505), ser negocio escusado (v. 1513), por amor de (v. 1537), pedir campo (v. 1646), echar de ver (v. 1703), nacer en las malvas (v. 1732). 3.1.6 Elementos satíricos y motivos folklóricos En El rey don Alfonso encontramos un amplio repertorio de personajes y motivos satíricos, aunque no siempre se trate de una alusión plenamente desarrollada, sino meramente sugerida. Incluiría los siguientes elementos: roperos engañadores (v. 60); cazadores mentirosos (v. 61); hidalgos hambrientos (vv. 62, 218-19, 498-99, 574-75) y pobres (v. 1380); mujeres falsas, infieles, mudables (vv. 76-77, 140-41, 1471); maridos cornudos e industriosos y sátira del matrimonio (vv. 78-79, 138, 151-61, 228-29); gallegos 'baja condición social' (vv. 102, 579); buñolero (v. 143, trabaja con miel); pajes hambrientos (v. 144); viejo que quiere ser mancebo (vv. 169-72); santeros barbudos (v. 177); venteros astutos (v. 183); enamorados que enferman (vv. 202-203) o palidecen (vv. 458-61) de amor; suegras (v. 333); zurdos (vv. 613, 1033); viejos y sus achaques (vv. 886-92); boticarios (vv. 996, 1152); buñolero 'morisco' (v. 1074); alguacil (v. 1075); corchete (v. 1076); bodegoneros (v. 1159); sacristán tuerto (v. 1434); pelirrojos (v. 1450); y calvos (vv. 1490-91). Habría que añadir las continuas alusiones a frutos y hortalizas que conforman el tópico del morisco hortelano (vv. 115-16, 728, 1502, 1718). Como vemos, se trata de un catálogo bastante completo. Además de estas alusiones tópicas en el género burlesco, hay un par de pasajes en los que podría hablarse de cierta sátira social más profunda: «Murmuren los labradores / de quien el reino gobierna, / que por no haber zanahorias / cayó su perro en la alberca» (vv. 907-10); «Mas después que ella te vio / no hace más caso de mí / que el Papa de un labrador / y el rey de un maravedí» (vv. 1051-54). Ya he indicado que, según Serralta , el 47

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«La comedia burlesca: datos y orientaciones», 105-107.

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alcance de este tipo de alusiones es muy limitado, y no cree en el valor propiamente satírico del género burlesco, en tanto que, para García Lorenzo , la parodia lleva implícita la sátira. Ignoro hasta qué punto es realmente operante la sátira social en esos dos pasajes, razón por la que me limito a señalarlos. En nuestro texto aparecen mencionados algunos personajes folklóricos: Pedro Urdimalas (v. 38), Marisabidilla (v. 39), el Rey que rabió (v. 44), el Preste Juan de las Indias (vv. 81 y 905), Bustillo el Montañés (v. 1423). Hay otros que, sin ser propiamente folklóricos, se asemejan a los de esa categoría por su tratamiento literario: la bella malmaridada (v. 121), la Cava (vv. 129 y 1107), Juan Bocacio (v. 347), Mahoma (vv. 370 y 1109), Antonio Roca (v. 389, personaje histórico, pero con visos de leyenda), Dido (v. 831), Orlando (v. 1106), el caballo de Troya (v. 1112), Aníbal (v. 1114), Galván (v. 1301), Durandarte (v. 1518), la burra de Balán (v. 1581), Adán (v. 1582), Abel y Caín (v. 1585). Se menciona un par de veces la fiesta de San Juan (vv. 130 y 664; quizá la comedia se representó por esas fechas), se alude a los motivos de la tierra de Jauja (vv. 707-708 y 727-28), se incluye una anécdota de tipo folklórico (la de los rocines flacos por estar enamorados, en la carta en prosa entre los vv. 1234-35) y el eco de una fabulilla (vv. 827-28). 48

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3.1.7 Comicidad gestual. Vestidos y accesorios El rey don Alfonso es un texto muy parco en lo que respecta a las acotaciones escénicas, que se limitan prácticamente a indicar las entradas y salidas de los personajes y algún otro movimiento, como el arrodillarse o levantarse. A veces la acotación escénica se infiere del propio diálogo, como en los vv. 1203-1204, al decir Alfonso del correo: «¿Pero no es aquel que viene / con su lancilla y alforja?», que además nos informa de los complementos que sirven para identificar su función de mensajero. Por consiguiente, todo lo relativo a comicidad gestual, a movimientos y vestidos ridículos debemos deducirlo del texto dramático y de la propia situación escénica, en cada caso. Por ejemplo, es seguro que el actor, al pronunciar los vv. 228-29 de Tarfe: «darásle un buey y un cabrón / (que a fe 48

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«El hermano de su hermana...», 8-10. Por su parte, I. Arellano, en A A . V V . , Historia de la literatura española, vol. II, Renacimiento y barroco, Madrid, Everest, 1993, 493 adopta una posición conciliadora, al afirmar que la comedia burlesca «implica una actitud y una proyección crítica» pero que «no parece en todo caso excesivamente llamativa». Motivos jaujescos también en Ventura, 281-96.

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que no hay falta dellos)», subrayaría con un gesto de sus manos la dilogía de cabrón operante desde el momento en que se introduce el paréntesis malicioso de ese segundo verso (lo mismo sucedería con las demás alusiones a maridos cornudos). Una escena que se presta mucho a la comicidad ridicula es aquella en que los moros vierten el plomo sobre la mano de don Alfonso, que finge estar dormido. La acotación tras el v. 793 dice simplemente «levántase», pero las palabras de los personajes nos indican que el infante lo hace con grandes y ridículos aspavientos: Almanzor apunta que se levantó «sin tiento y despavorido» (v. 811) y antes se ha señalado que se marcha «rabiando de dolor» (v. 804). Igual posibilidad cómica tienen otras escenas como la de la concesión de títulos a don Alfonso; aquella en que entra cantando con la guitarra e interrumpe el juego del ajedrez, que culmina con la amenaza de Almanzor de darle con el tablero; el planto de doña Urraca (que podría exagerar ridiculamente las señales de duelo); el airoso reto de Zara; o, en general, todas las escenas amorosas entre los amantes y las de quejas protagonizadas por el celoso Celimo. A falta de indicaciones precisas, todo queda a la libre imaginación del director y los actores o, en nuestro caso, del lector actual. Por lo que respecta a la caracterización física y el vestuario, es muy poco lo que se indica: sabemos que Tarfe y Celimo son muy barbados, que Almanzor y don Alfonso pueden competir en mostachos, que Celimo es moro «galán», que Zara es «bella» y «gallarda», etc. Sabemos también que Zara y Celimo, al trazar su plan contra don Alfonso, piensan presentarse en la corte cristiana «en hábito de españoles», esto es, de cristianos, para lo cual deciden «mudar galas y traje» (vv. 1539-40). Sin embargo, en el momento del desafío, hay una pequeña incongruencia: el Cid no reconoce a Zara, que se ha disfrazado de varón, pero le llama «morillo arrogante» (con lo que podemos suponer que el autor ha olvidado lo antes dicho sobre el cambio de vestidos). En el v. 29 Celimo dice «Juro a Dios y a esta cruz»; aunque se trata de una fórmula fija para el juramento, es muy probable que llevase un crucifijo colgado del cuello o una cruz cosida en el vestido, en contraste ridículo con los signos que esperaríamos dada su fe religiosa (por ejemplo, una medialuna). La única indicación sobre un accesorio ridículo es la que va tras el v. 844, que indica que don Alfonso saca la mano «revuelta de trapos», a manera de vendaje exagerado y quizá no muy limpio. Es posible que, al mismo tiempo que el infante enumera los regalos y reliquias que ha traído

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de Toledo (vv. 1566-95), fuese mostrando objetos ridículos que cumpliesen esa función. 3.1.8 Canciones, música y baile. Intertextualidad A tenor de las indicaciones, el empleo de la música y de las canciones es muy escaso en El rey don Alfonso; los vv. cantados serían los 374-75 («ípile, ópele, yo me entiendo...»), 493-94 («Yo me era Perito de Utrera...»), 525-28 («Jecutor [sic] de la vara...») y 667-68 («Vámonos, que nos pican tábanos...»); solamente 10 de un total de 1747, aunque hay que tener en cuenta que, cuando Alfonso entra con la guitarra, el texto dice tras el v. 1276: «Cante lo que quisiere»; y luego, por dos veces: «Vuelve a cantar», en tanto que en el manuscrito se incluyen los versos cantados (véase la lista de variantes). A todos ellos habría que sumar los pares de versos tomados del Romancero, pero no cantados, sino incrustados en el texto, a veces con ligeras modificaciones para adaptarlos a su nuevo contexto y a la situación dramática: «Arriba, canes, arriba...» (vv. 24-25), «la mañana de San Juan...» (vv. 130-31), «Cada día que amanece...» (v. 172), «Retraída está la infanta...» (vv. 398-99), «en hábito de romero...» (vv. 1300-1301); y otros sueltos: «bien ansí como solían» (v. 59), «la bella mal maridada» (v. 121), «buena sea vuestra llegada» (v. 291), «por vergonzoso lugar» (v. 371), «andando por mis jornadas» (v. 1448). Para todos ellos, remito a las notas correspondientes. En cuanto a la música, dejando aparte los versos cantados y la intervención de don Alfonso con su guitarra para librarse del juramento (vv. 1273-98), solo hallo dos menciones: al finalizar la segunda jornada con la huida de don Alfonso de Toledo, Almanzor exclama: «Toca al arma, guerra, guerra; / tocad aquesas cajas y trompetas» (vv. 1329-30). Y en la tercera jornada, cuando entran en escena los personajes de Urraca, Alfonso y el Cid para la escena final, la acotación tras el v. 1547 indica «tocan alguna música», subrayando la importancia de la presencia regia. No se escenifica ningún baile, aunque sí se mencionan en las réplicas de los personajes la zarabanda (vv. 96, 338 y 844), la chacona (v. 339), el guineo (v. 844) y los matachines (v. 1371), y es posible que los actores, al aludir a ellos, hiciesen algún movimiento por los que se caracterizaban, aunque nada se indica al respecto. El «Ejecutor de la vara», que era baile, se menciona aquí como letra cantada desde dentro por el correo. Véanse también, para todos ellos, las notas al texto.

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En fin, como otros elementos de intertextualidad, aparte de los de tipo folklórico ya mencionados en otro apartado, se pueden señalar un par de reminiscencias garcilasianas de la «Égloga I» en los vv. 440-41 y 674-75, donde también quedan explicadas y comentadas en nota. 3.2 Comicidad verbal: modalidades de la jocosidad disparatada La comedia de El rey don Alfonso nos ofrece en su tejido verbal una amplia gama de recursos «provocantes a risa». Algunos de ellos responden a un esquema fijo, y los estudiaré primero; otros se engloban en la categoría general de los disparates , con los que se va construyendo toda la comedia. Veamos: 50

3.2.1 Maldiciones y juramentos burlescos Existen algunos pasajes en los que los personajes utilizan maldiciones burlescas que son parodia de otras serias que encontramos, por ejemplo, en varios romances moriscos, ya si las formula un amante despechado contra el otro, ya si uno de ellos pide que las desgracias caigan sobre su propia persona si falta al amor jurado . Así, una de esas maldiciones es la que profiere Zoraida contra Zara por no amar a un moro tan galán y atento para con ella como es Celimo (vv. 117-31). Los males que se desean son ridículos: que tenga que sufrir pulgas , que se le estropeen las comidas, que le dé matraca 'burla, chanza' la Cava, etc. Las otras maldiciones burlescas están puestas en boca de Alfonso y Zara: vv. 865-72 (Alfonso desea varios males para sí, si deja de amarla, entre ellos el grotesco de verse cubierto de sabañones «de los pies a las orejas»), vv. 87351

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Para el disparate es fundamental el ya antes citado estudio de B. Periñán, Poeta ludens: disparate, perqué y chiste en los siglos XVI y XVII, Pisa, Giardini Editori, 1979. Para las otras formas, M . Chevalier, Quevedo y su tiempo: la agudeza verbal, Barcelona, Crítica, 1992. Cfr. Durán, núm. 33, «Sale la estrella de Venus» (Gazul, despechado, maldice a Zaida, que le olvida por casarse con el alcaide de Sevilla); Durán, núm. 37, «Por la plaza de Sanlúcan> (Celinda, celosa de Zaida la de Jerez, niega un favor que le pide Gazul y le maldice); Durán, núm. 205, «Por las riberas del Tajo» (el amante moro lanza una maldición contra sí mismo si falta a la fe dada a Zaida la de Toledo). Cfr. también Vélez de Guevara, Cantillana, II, vv. 445-61, II, vv. 759-71 y II, vv. 772¬ 85; Serrana, vv. 737-41; y Periñán, 33. Una maldición burlesca similar en Quevedo, PO, 778, vv. 45-46: «ansí la despiert pulgas / de la noche a la mañana».

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916 (parlamento de Zara basado en varias tautologías) y vv. 921-72 (nuevas maldiciones de don Alfonso contra sí mismo, que en el fondo son bendiciones: que le asalten bandoleros... cuando no lleve dinero, que no encuentre higos en las higueras... si es invierno, que disponga de comida cuando tenga hambre, que no pueda ver el sol de noche, ni las estrellas de día, etc.; en algún caso se da un trueque de elementos: que el prado no lleve agua ni el río hierba). Como juramento burlesco puede calificarse el de Celimo en los vv. 1105-17. Los términos por los que se jura son ridículos: el coleto y las ligas del escudero de Orlando, los huesos de la Cava, el freno y el espaldar del caballo de Troya, la hoya de Aníbal..., rematados con un «por mi madre, por mi abuela» . 53

3.2.2 El banquete grotesco

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Es el que idea Tarfe para agasajar a Alfonso y conseguir que, una vez harto de comida y bebida, jure no salir de Toledo (vv. 216-47). Lo grotesco radica tanto en la exagerada acumulación de alimentos mencionados (en cuatro series de aves, otras carnes, pescados y frutas) como en la escasa adecuación de muchos de ellos, bien por su tamaño desmedido, bien por su escasa calidad como productos comestibles (cuervos, gaviluchos, un camello, un dromedario, una ballena, un delfín...). 3.2.3 Enumeración de «impossibilia» El soneto del rey Almanzor en los vv. 256-69 enumera una serie de sucesos imposibles: el sol se pone por oriente; la luna le presta su luz; la rosa florece, en lugar de marchitarse, con el calor; los elefantes van por el mar y las ballenas por tierra (trueque de características); la perdiz, las liebres y el cordero persiguen respectivamente al elefante, el león y el lobo ; la tierra da vueltas alrededor del sol (disparate éste según la antigua concepción geocéntrica del universo)..., todo ello negado en los dos 55

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Cfr. un juramento burlesco similar en Hamete, 338ab. Cfr. Ventura, 456-59 (se explica que el rey muere «De una cena en que mandó / que le empanasen un buey») y 681-86: «Pues porque comamos hoy / tengo un camello en cecina, / en almíbar un Iechón, / en arrope tengo un gato / y un jigote en conclusión / de una pierna de Lutero». Algo similar en los vv. 40-43, al decirse que Maricastaña consiguió, «a fuerza de hechicerías», que las zorras hablasen con las gallinas.

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últimos versos, pues nadie ha visto todas esas cosas prodigiosas que se enumeran. 3.2.4 Diálogo de equívocos

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Aparece tan solo esbozado en los vv. 641-43, cuando el correo aconseja a don Alfonso que se plante en Zamora de un vuelo y el infante le responde si cree que es una avutarda para ir volando. 3.2.5 Intercambio de remoquetes

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Dos amantes, Zara y Alfonso, van alternando, en réplicas cortas, diversos apodos o calificativos supuestamente cariñosos, parodia de las palabras y metáforas del lenguaje amoroso (vv. 992-1006). Alfonso emplea sol, cielo, gabán, orinal, mar, espetera, almofrej, luminación y ballesta; Zara, por su parte, estrella, almario, alforja, antorcha, boticario, arcaduz, gerifalte, esmalte y arcabuz. Finalmente, don Alfonso termina con un «Soy tu mico» y Zara con «Yo tu mona» (v. 1007). 3.2.6 Pronóstico burlesco

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Es el que hace referencia a que don Alfonso sería famoso por su mano (se juega con distintos significados de esta palabra: de almirez, de reloj, de cabrito), siendo la verdadera interpretación que ganaría Toledo merced a ella (vv. 1119-70), es decir, gracias a su mano horadada. 3.2.7 Enumeración de regalos y reliquias grotescas No encontramos en El rey don Alfonso un testamento burlesco (esquema frecuente en la literatura jocosa de disparates y presente en El hermano, vv. 1160-71), pero sí una enumeración de regalos ridículos (vv. 1566-75: una botica para vendimiar, unas botas destrozadas, una vara de pino, un mico y una enana, una muía de estameña) y reliquias grotescas 56 57 58

Cfr. un esquema semejante en Ventura, vv. 380-99. Cfr. Ventura, vv. 753-58; o la «Matraca entre dos. Él y ella», en Cancionero de poesías varias MP 2803, 199-204. Cfr. las profecías de Perogrullo incluidas por Quevedo en Sueños, 363-70, en PO, vv. 696 («Refiere su nacimiento y las propiedades que le comunicó») y Maluenda, 77-78 (el romance «Pronóstico quiero ser»).

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(vv. 1576-93: la albarda de la burra de Balán, un broquel y una alabarda del abuelo de Adán, la quijada con que -se dice- Abel mató a Caín, un chapín de la Epifanía, una gorra del Levítico, una pluma del ángel que fue a Gomorra ) que ha traído don Alfonso de Toledo, series que vienen a cumplir una función semejante. En fin, otros objetos ridículos mencionados son los regalos que hace Alfonso a Celimo (un jergón de medias calzas, vv. 1093-94) y a Zara (unas calzas viejas para hacerse un faldellín, vv. 1729-30). 59

3.2.8 Reto paródico

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Lo es el de Zara a don Alfonso, parodia del de Diego Ordóñez de Lara a la ciudad de Zamora (vv. 1600-45). La parodia está en primer lugar en que ya no se trata de una acusación colectiva (a Zamora como cómplice de la traición de Bellido), sino de un asunto particular: una mujer, disfrazada de varón, reta al hombre que la ha deshonrado y dejado embarazada. Por otra parte, en su formulación, se exageran los elementos mencionados en el texto original, en siete series de alimentos, partes del cuerpo, vestidos, armas, elementos de la naturaleza, flores y accesorios de cocina, y una octava serie englobadora de todo. Halla su respuesta en el «desreto» del Cid (vv. 1650-89), que sigue el mismo esquema. 3.2.9 Empleo humorístico de elementos religiosos

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Son muy frecuentes, a lo largo de toda la comedia, las alusiones a la religión, a veces utilizadas de forma adecuada (los personajes moros dan gracias a Mahoma, los cristianos a Dios; la expresión «los cielos» la emplean indistintamente unos y otros). Pero mucho más interesantes son aquellos casos en los que se da una inadecuación: Celimo jura a Dios y a 59

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Se emplean objetos de la historia bíblica, del Antiguo Testamento, para destacar la antigüedad de esas reliquias, así como su carácter venerable. Comp. con A. Paz y Mélia, Sales españolas o agudezas del ingenio nacional, Primera serie, Madrid, Tello, 1890, quien recoge con el núm. XXIV, pp. 443-48, una «Nota de las cosas particulares que se hallaron en el anticuario de don Juan Flores», en la que se incluyen: «Media hoja de la higuera con que se cubrió nuestro padre Adán», «Una taba de la pierna izquierda de Mahoma», «El rabo de la burra de Balaam», «Tres muelas y un diente de la quijada que mató a Abel», «Una pluma del ave Fénix»... Otros retos paródicos en comedias burlescas: Traición, 336a; Tagarete, vv. 400¬ 15; y en la jácara de Quevedo «Mojagón, preso, celebra la hermosura de su iza», PO, 860, vv. 57-72. Cfr. Serralta, «La religión en la comedia burlesca del siglo XVII».

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la Cruz (v. 29) y más tarde lanza un «¡Vive Dios!» (v. 981); Tarfe menciona el Adviento (v. 217) y Zara la Cuaresma (v. 1711); el mismo consejero de Almanzor hace voto de no ayunar en verano (vv. 323-24; lo ridículo está en que el voto consiste precisamente en no ayunar; además de reminiscencia del Ramadán, el mes de ayuno de los musulmanes, puede ser eco de otros juramentos presentes en los romances del Marqués de Mantua, de Montesinos o del Conde Dirlos); una mora rapada toma la Bula de la Cruzada (vv. 368-69), etc. En cualquier caso, la comedia acaba con la conversión de Celimo y Zara, que abandonan la «falsa seta» del «fementido Mahoma» y se vuelven a la «santa fe» del cristianismo. 3.2.10 Tautologías y otros disparates Algunos son muy elementales, como decir que el Duero sigue marchando por donde siempre y que, además, va mojado; pensar atacar Toledo por mar; hablar del abuelo de Adán o decir que Abel mató a Caín. Otros responden a incisos ridículos: porque entre hombres de letras no es gordo el que está muy flaco (vv. 1165-66) que el jueves allá en Toledo después del miércoles es (vv. 1463-64)

Los basados en tautologías son los más frecuentes. Con «verdades de Perogrullo» se construyen distintos pasajes: el relato de Celimo a Zara (vv. 36-83), indicando que todo sigue hoy día igual que antes; la misma inmutabilidad de las cosas de hogaño respecto a las de antaño observamos en el parlamento de Tarfe a Almanzor («Todo es viejo, gran señor...», vv. 133 y ss.), con disparates como: Pero dejando esto a un lado, bien sabes, rey, que es muy cierto que el hombre, mientras más vive, tanto va siendo más viejo (vv. 164-67)

Lo mismo en el relato del correo (especialmente en los vv.. 554-73); en las maldiciones de Zara (vv. 873-916: la borra y la lana serán blandas, las piedras duras, los viejos tendrán diversos achaques, hará calor en verano, lloverá en abril...); y en las bendiciones de Alfonso (vv. 921-72: las pie-

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dras no llevarán fruto, no habrá guindas en enero, no se hallará vino en el pozo ni agua en la cueva 'bodega', empezará el otoño en octubre...); en el pronóstico burlesco del rey (vv. 1119-70), por ejemplo: Cuando yo quise nacer, mi madre estaba de parto, que mi padre no paría porque no estaba preñado (vv. 1123-26)

También en el relato del correo (vv. 1428-91), o en la anterior receta de doña Urraca al Cid: Tomaréis al día de aquestos seis arrobas y unos baños, que si los tomáis cien años no vos moriréis tan presto (vv. 1408-11)

4 Otros aspectos Me refiero a continuación a algunas otras cuestiones como la plasmación en la obra del tiempo y del espacio, el empleo de recursos retóricos y la métrica. 4.1 Tiempo y espacio No desempeñan en la comedia burlesca un papel estructural importante. Aunque existen algunas alusiones temporales concretas (por ejemplo, es de madrugada cuando don Alfonso sale de caza y le encuentra el correo, v. 536; hace treinta días que no tiene nuevas de Zamora, v. 683), el tiempo aparece solo tratado ridiculamente: Celimo se enamoró de Zara hace mil años (v. 1025), Alfonso nació hace seiscientos veranos (vv. 1120-21), la carta de Urraca está escrita un martes al mediodía después de cenar... Y todavía hay otros disparates jugando con el tiempo: Con la carta y los rocines que me diste antes de ayer partí habrá cuarenta días a la ciudad de Jaén (vv. 1428-31)

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Partimos a más andar y al punto de amanecer había más de media hora que el reloj daba las diez (vv. 1476-79) Estas menciones temporales no obedecen a un tratamiento cronológico (ni siquiera lógico, como acabamos de ver) de la acción, y esperar otra cosa, en este género, sería pedir gollerías. En cuanto al espacio, las dos primeras jornadas se representan en Toledo (la corte del rey Almanzor: el Alcázar real, quizá la Huerta del Rey), y no faltan a lo largo del texto menciones de topónimos toledanos (Puerta de Bisagra, El Barco, la Vega, el Alcázar, Zocodover) o de los alrededores (Almonacid, Illescas). En cambio, la tercera jornada transcurre en Zamora y sus alrededores, salvo una breve escena de Zara y Celimo que siguen en Toledo (vv. 1508-47). 4.2 Recursos retóricos El rey don Alfonso es una comedia, como vamos viendo, bastante elaborada. También desde el punto de vista retórico, con el empleo frecuente de diversos recursos. Señalaré los más destacados. Abundan, por ejemplo, las estructuras paralelísticas (muy claras en los pasajes de maldiciones de don Alfonso y Zara y en el reto y «desreto», así como en los versos empleados a modo de estribillo, que se mencionarán al hablar de la métrica), subrayadas por la presencia de anáforas: «Son celos» (vv. 6-20), «Más... que» (vv. 94-99), «Mira» (vv. 196-98), «Oh» (vv. 360-62), «mora más... que» (vv. 434-45), «¿Cuándo verás?...» (vv. 446-63), «¿Has visto?...» (vv. 466-77), «Ah» (vv. 480-86), «Plegué al cielo» (vv. 925-32), «Su» + sustantivo (vv. 1075-78), «Por» + sustantivo (juramento de Celimo, vv. 1105-15), «¿Cuándo?...» (vv. 1500-1504), «Traigo» (vv. 1566-75), «Rétote» o «Reto» (vv. 1610-41), «Desreto» (vv. 1658-89), etc. Llaman también la atención los pasajes con correlaciones diseminativas recolectivas (vv. 405-15, 669-82, 815-914 y 921-70). Son muy frecuentes las dilogías: bacías (v. 89, fenómeno de homofonía con vacías, que no aparece en el texto), cuarto 'moneda' y 'parte del cuerpo' (vv. 140-41), 62

62

Esquema repetido con cierta frecuencia: por ejemplo, en Lope, La mayor vitoria, BAE 41, 232b; y en la comedia burlesca, Céfalo, 80-81; El hermano, vv. 312-16 (pasaje ya comentado supra); Castigar, 178v b-179r a (éste en forma de soneto dialogístico entre Esperanza y Astolfo, muy similar al de El rey don Alfonso).

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censo 'renta' y 'padrón' (v. 151), cabrón 'animal' y 'cornudo' (v. 228), perejil 'planta usada como condimento' y 'suciedad' (v. 286) o 'vello púbico' (v. 1058), bretaña 'tela' y 'flor' (v. 1374), untar con aceite 'aplicar un bálsamo' y 'sobornar' (vv. 1390-91), hacer mi menester 'cumplir mi obligación' y 'hacer una necesidad fisiológica', así como fáciles juegos di lógicos en los vv. 96-99. Podemos encontrar algunos casos en los que se juega rompiendo el significado de una frase hecha, interpretando literalmente sus elementos componentes: dar voces (vv. 614-16), ir de un vuelo a Zamora (vv. 641¬ 43), volver y guardar la honra (vv. 1708-11); y otros juegos de palabras: clara / yema (v. 436), mano de almirez, de reloj, de cabrito (vv. 1154-62), callos / callos de herradura (vv. 1247-48). Otros recursos menos frecuentes son la paronomasia (vello / novillo, vv. 273-74), la hipérbole ridicula (vv. 285-89, con la exageración del tamaño de los pies del rey Almanzor; los favores de Zara, vv. 1048-50; o al desear a Alfonso que viva seiscientos mil años, v. 1744), el apostrofe (vv. 405-15, 669-82, 824-39), la perífrasis (en los vv. 543 ó 1033-34, junto a otras más lexicalizadas: «el señor de Délo», «la enemiga del día», «la casta diosa»), las sustituciones jocosas («tiempo enjuto» por «seco», v. 164; «mujer escurridiza» por «esquiva», v. 486) o las creaciones léxicas (inociencia, v. 970; desretar, v. 1656). Se emplea también la enumeración (en el convite grotesco y en el reto y «desreto», en este caso con aliteraciones: «reto las ropas de lana», «los prados, montes y riscos», «los arroyos y los ríos», vv. 1618, 1627, 1629, entre otros que confieren sonoridad a un pasaje ya de por sí pomposo, rimbombante y exagerado). En fin, podemos incluir en este apartado de recursos retóricos, por lo que tiene de artificioso, el empleo de arcaísmos; hay algunos en las dos primeras jornadas: ansí (vv. 25, 59, 350, 399, 1044), guisa (v. 105), dó, do (vv. 112, 857, 1220), finar 'morir' (v. 548), no me ir (v. 651), falcón (v. 868), aquesto, -a (vv. 785, 1089), jugar me deja (v. 1287, para conseguir la rima; y otras posposiciones del pronombre: pedirános, moriréme, vv. 861-62), un su primo (v. 1322), aquesas (v. 1330). Pero es en la tercera jornada donde su aparición es mucho más sistemática para caracterizar, de algún modo, la fabla de los personajes castellanos de Zamora (doña Urraca, el Cid y Arias Gonzalo): maguer que, plañir (v. 1333), el nuestro rey (v. 1337), el vuestro triste planto (v. 1338), la vuestra hermana (v. 1342), yantar (vv. 1343, 1344), cuitada (v. 1345), jablando (v. 1362), non facéis (v. 1367), los coced (v. 1402), hervillos (v. 1405, en posición de rima), aquestos (v. 1408), qué faces (v. 1426), trapos que le

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poner (v. 1489, también para lograr la rima), como fidalgos faced (v. 1493), ansí(vv. 1640, 1654, 1714), la mi honra (v. 1709). 4.3 Aspectos métricos Estudio ahora los aspectos métricos de la comedia, ofreciendo un esquema de la versificación y los porcentajes de las formas estróficas empleadas; a continuación añado un pequeño comentario sobre algunas cuestiones métricas que merecen una somera glosa. 4.3.1 Esquema de la versificación y porcentajes La Jornada I arroja los siguientes datos: Versos 1-35 36-111 112-131 132-163 164-255 256-269 270-404 405-418 419-433 434-465 466-479 480-553 554-629 630-668

63 64 65

Estrofa Núm. de versos 35 Quintillas 76 Romance í-a Quintillas 20 Redondillas 32 92 Romance é-o 14 Soneto 135 Quintillas Soneto 14 15 Quintillas Romance ú-a 32 14 Soneto 74 Quintillas 76 Romance ú-o 39 Quintillas 668 Total vv. de la Jornada I 63

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65

El v. 55 se repite a modo de estribillo en el 63 y, con ligera variante, en el 78. Los vv. 525-28 son una cuarteta asonantada con esquema 7- 6a 7- 6a. Los vv. 640-43 son una redondilla. Además, los dos últimos vv. de la última quintilla, la que cierra la jornada, son eneasílabos (se trata de un estribillo cantado).

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La Jornada II se resume así: 669-698 699-823 824-844 845-872 873-972 973-992 993-1024 1025-1086 1087-1118 1119-1194 1195-1331

Endecasílabos esdrújulos Quintillas Silva Redondillas Romance é-a Quintillas Redondillas Romance í Redondillas Romance á-o Redondillas Total vv. de la Jornada II

30 125 21 28 100 20 32 62 32 76 137 663

Redondillas Romanceé Redondillas Romance í-o Romance é-a Total vv. de la Jornada III

88 80 100 46 102 416

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68

Y la Jornada III: 1332-1419 1420-1499 1500-1599 1600-1645 1646-1747

Estrofas Romance Quintillas Redondillas Soneto 66 67 68

69

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Jornada I 276 318 32 42

Jornada II 238 145 229 —

Jornada III 228 — 188 —

Total 742 463 449 42

Son versos blancos, aunque se aprecian algunas rimas esporádicas, más claras en los vv. 681-82 y 697-98, pareados que rematan sendas series dentro del pasaje. Los vv. 893-94 y 915-16, por un lado, y los vv. 945-46 y 971-72, por otro, forman dos estribillos de endecasílabos, que se repiten cerrando distintas series dentro del romance. Existen en este pasaje tres quintillas intercaladas, en distintos lugares (vv. 1239¬ 43, 1252-56 y 1281-85). Además, los dos últimos versos de esta Jornada II forman un pareado de endecasílabos. A efectos prácticos, considero todo el pasaje como de redondillas. Los vv. 1356-59 son una cuarteta (abab).

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End. esdr. Silva Porcentajes Romance Quintillas Redondillas Soneto End. esdr. Silva

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30 21 Jornada I 41,31% 47,60% 4,79% 6,28%

Jornada II 35,89% 21,87% 34, 53% 4,52% 3,16%

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30 21 Jornada III Total 54,80% 42,47% 26,50% 25,70% 45,19% 2,40% 1,71% 1,20%

4.3.2 Comentario acerca de la métrica Como podemos apreciar, El rey don Alfonso se construye fundamentalmente con versos de arte menor: el romance, las quintillas y las redondillas son las formas estándar que suman 1654 de los 1747 versos de que consta (el 94,67% del total). De estos tres tipos, el romance es el que se mantiene más constante a lo largo de las tres jornadas, en tanto que las quintillas, forma mayoritaria en la Jornada I, disminuyen en la II y desaparecen por completo en la III, en beneficio de las redondillas (de hecho, esa Jornada III consta solo de romance y redondillas; el cansancio del autor parece notarse también en el mero número de versos, que disminuye notablemente hasta quedar en 416, frente a los 668 y 663 de las dos anteriores). Los versos endecasílabos (sonetos y un pasaje de endecasílabos esdrújulos) son solo 72 , lo que hace el 4,12% del total, en tanto que hay un pasaje que mezcla versos de arte mayor y menor (los 21 vv. de silva, el 1,20%). El predominio del octosílabo es total: la polimetría de la comedia nueva no puede mantenerse en la comedia burlesca, donde a la fuerza se producen una serie de reducciones. No obstante, todavía se puede apreciar en las dos primeras jornadas cierto intento de variar los metros (13 cambios estróficos en la Jornada I y 10 en la II, frente a los 4 de la III, en la que además el último cambio lo es únicamente de rima, sin dejar el romance) y cierta adecuación de algunas de esas formas estróficas a una función concreta (así, el empleo de los sonetos y la silva para escenas de quejas amorosas). 70

70

Para ser rigurosamente exactos, habría que sumarles otros 10 versos, los que se repiten como estribillos, mencionados en las notas anteriores.

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Por lo demás, la comedia presenta algunos casos de licencias métricas (sinéresis, hiatos, diéresis, formas reducidas como quiés o do, en lugar de quieres o donde para conseguir la medida...), de rimas defectuosas (asonantes donde deberían ser consonantes) o de versos largos o cortos; los más interesantes quedan anotados al pie del texto. Respecto a las rimas, cabe destacar su empleo jocoso en algunos momentos: el fragmento en ridículos endecasílabos esdrújulos; los pasajes de romance con rima aguda -í, -é; otras rimas jocosas, unas agudas (vv. 1560-63: convalecí / salud / laúd / ajenjolí), otras no (vv. 1-3 y 858-5: celos / mochuelos; vv. 754-58: escuche / desbuche / acebuche; vv. 1215-18: Urraca / jaqueca / seca / estaca). 5 Conclusión La Comedia famosa de disparates del rey don Alfonso, el de la mano horadada constituye, en mi opinión, uno de los ejemplos más logrados del género de la comedia burlesca. A lo largo de sus 1747 versos encontramos toda una amplia gama de recursos para provocar la risa, que van desde los disparates más elementales (sencillas imposibilidades lógicas) a los que se ordenan en modalidades más complejas dentro de la jocosidad disparatada como el banquete grotesco, las maldiciones y pronósticos burlescos o el reto paródico. Dejando aparte el problema de la autoría y la muy interesante relación textual con la burlesca de Quirós El hermano de su hermana, que he tratado de esbozar, importa destacar que El rey don Alfonso pertenece al grupo de comedias que parodian, no tanto una obra concreta (que sería, en nuestro caso, El hijo por engaño, de Lope de Vega), sino todo un tema; o, mejor aquí, todo un ciclo épico con varios temas entrelazados: las disensiones a la muerte del rey don Fernando provocadas por su testamento, el cerco de Zamora, la alevosa muerte de don Sancho, el reto de don Diego Ordóñez de Lara..., que eran de sobra identificables por el espectador dada la popularidad de los mismos merced, sobre todo, al Romancero. Ello permite al autor tomar varios elementos de procedencias diversas, especialmente detalles y motivos que ya estaban en los romances, algunos tan conocidos como el de «Rey don Sancho, rey don Sancho...», y recogidos también en otras obras que se ocupaban de estos asuntos, como la segunda parte de Las mocedades del Cid, de Guillén de Castro.

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La trama final es bastante elaborada, al habérsele añadido además una doble acción de amor, desdén y celos (Celimo-Zara, Zara-don Alfonso), aprovechada para parodiar todo tipo de motivos y situaciones, así como el lenguaje galante, de la tradición del amor cortés, aquí no idealizado sino desfigurado y rebajado ridiculamente, en el contexto general de «mundo al revés» que aparece en la comedia burlesca (ruptura del decoro, universo degradado, personajes que son figuras caricaturescas, etc.). Y , obviando el hecho de que el tema de la conquista de Toledo queda en el aire, el autor logra articular todos esos episodios en una estructura ordenada y sin incoherencias, bastante lineal en su construcción. La elaboración es también palpable, como he tratado de mostrar, desde el punto de vista retórico. El tono cómico no decae en ningún momento, lo que convierte a El rey don Alfonso en una de las comedias burlescas más divertidas, regocijante incluso hoy día, una vez aclarados ciertos juegos de palabras complejos o las alusiones contemporáneas transparentes para los espectadores del XVII. Espero que la edición de este nuevo texto, que ahora se incorpora al corpus de comedias burlescas modernamente publicadas, pueda servir para conocer mejor un género hasta hace poco olvidado e infravalorado, pero que resulta sumamente revelador precisamente por mostrarnos la otra cara, jocosa y disparatada, de la dramaturgia del Siglo de Oro. 6 Nota textual y criterios editoriales Constituye la presente una edición crítica de El rey don Alfonso, el de la mano horadada, para la cual manejo todos los testimonios conocidos de esta comedia burlesca, que son dos ediciones y dos manuscritos. De los cuatro, tomo como texto base el que me parece más fiable, por su cercanía al original, que es el recogido en la Parte diez y ocho de Comedias nuevas, escogidas..., Madrid, 1662 (lo designo como P), si bien corrijo sus erratas e introduzco, señalándolas en nota, las enmiendas que me parecen pertinentes. Así lo hago cuando las lecturas de los otros testimonios (la suelta de la Biblioteca Vaticana, a la que llamo V, y los manuscritos B N , de la Biblioteca Nacional, y M , de la Biblioteca Bartolomé March, de Madrid) son claramente mejores. Respecto a estos otros tres testimonios, V, B N y M , todos derivan directa o indirectamente de P, pero el análisis de variantes no clarifica demasiado el panorama textual. En efecto, apenas existen variantes signifi-

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cativas entre ellos: algunas parecen agrupar a M y V , pero son muy escasas. B N , testimonio que incluye algunos versos más que los otros, formaría la otra rama del stemma, y copiaría un texto perdido, intermedio entre él y P. Estas parecen las hipótesis más probables sobre la filiación; los datos que brinda el cotejo son muy poco reveladores y no permiten demostrarlas de forma segura. En fin, cabría destacar que M es el testimonio que propone mejores soluciones para algunos pasajes que en P resultan problemáticos al estar mal atribuidas las réplicas de los distintos locutores. Todas las incidencias sobre el texto base de P quedan recogidas en las notas al pie. Además, ofrezco al final, en lista aparte tras el texto de la comedia, todas las variantes de los distintos testimonios (los versos que presentan alguna van marcados con un asterisco). En las escasas ocasiones en que ha sido necesario suplir algo, lo añadido se ha indicado entre corchetes. Siguiendo las normas propugnadas por el GRISO (Grupo de Investigación Siglo de Oro de la Universidad de Navarra), modernizo las grafías sin relevancia fonética, ofrezco una puntuación interpretativa del texto y regularizo la acentuación y el empleo de las mayúsculas. La anotación, bastante exhaustiva, trata de explicar todas las dificultades léxicas y morfosintácticas de la lengua del Siglo de Oro, así como las alusiones chistosas, las dilogías, los juegos de palabras... presentes por doquier en esta pieza esencialmente cómica. En la medida de lo posible, he procurado acarrear pasajes paralelos de otras comedias burlescas, aspecto que puede resultar interesante para un futuro estudio en profundidad de este subgénero dramático. En todas las citas y referencias, si no se especifica que se trata de número de poema o de versos, ha de entenderse que las cifras señaladas remiten a números de página. 71

Véanse los criterios consignados en «Observaciones provisionales sobre la edición y anotación de textos del Siglo de Oro», síntesis de las actas de Edición y ano¬ tación de textos del Siglo de Oro, I. Arellano y J. Cañedo (eds.), Pamplona, EUNSA, 1987, 339-55 y en «Edición crítica y anotación filológica en textos del Siglo de Oro. Notas muy sueltas», conclusiones de las actas de Crítica textual y anotación filológica en obras del Siglo de Oro, 1. Arellano y J. Cañedo (eds.), Madrid, Castalia, 1991, 563-86.

CAPÍTULO m BIBLIOGRAFÍA Y ABREVIATURAS 1 Testimonios de El rey don Alfonso P

Comedia famosa / de Disparates, / Del Rey Don Alfonso, el de la mano Horadada. I De un Ingenio desta Corte, en PARTE DIEZ Y OCHO. / DE COMEDIAS NVEVAS, / ESCOGIDAS DE LOS MEJORES INGENIOS DE ESPAÑA. / DEDICADAS / A DON FERNANDO DE SOTO Y BERRIO, CAVA- / llero de la Orden de Santiago, gentilhombre de su Magestad, de la / Iunta del Gouierno, de la Casa Real de Castilla, su Veedor, y / Contador mayor [escudo] Con licencia. En Madrid. Por Gregorio Rodríguez, y à su costa. Año 1662. / Véndese en su Imprenta, en la calle de los Maxaderitos, 65r-76v.

V

Comedia famosa / de Disparates, / Del Rey Don Alfonso, el de la mano Horadada. I De un Ingenio desta Corte. Suelta de la Biblioteca Vaticana, sign. Race Gen. Lett. Est, IV, 311.

BN

Disparates del Rey D. Alfonso el de la mano horadada. / Comedia en tres jornadas, ms. 15.853 de la Biblioteca Nacional de Madrid, ff. 1-60.

M

Comedia famosa de disparates / del Rey don Alfonso, de la mano horadada. De Luis Vélez de Guevara, ms. de la Biblioteca Bartolomé March de Madrid, sign. 19 / 5 / 1 (en un volumen encuadernado con otras obras, manuscritas e impresas), ff. lr-47v.

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2 Ediciones modernas de comedias burlescas ANÓNIMO, El Comendador de Ocaña, ed. M . Artigas, Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo, VII, 1926, 59-83. ANÓNIMO, La ventura sin buscarla. Comedia burlesca parodia de Lope de Vega, ed. del GRISO dirigida por I. Arellano, Pamplona, EUNSA, 1994. CALDERÓN DE LA BARCA, P., ed. A . Navarro, Céfalo y Pocris, Salamanca, Almar, 1979. CÁNCER Y VELASCO, J. de, ed. F. C. Sáinz de Robles, La muerte de Baldovinos, en El teatro español. Historia y antología, vol. IV, Madrid, Aguilar, 1943, 825-70. MATOS FRAGOSO, J. de, DIAMANTE, J. B. y VÉLEZ DE GUEVARA, J., El hidalgo de la Mancha, ed. M . García Martín, Salamanca, Universidad, 1982. MONTESER, F. A. de, El caballero de Olmedo, en C. C. García Valdés, De la tragicomedia a la comedia burlesca: El caballero de Olmedo, Pamplona, EUNSA, 1991, 183-262. MONTESER, F. A. de, SOLÍS, A. de y SILVA, D. de, La renegada de Valladolid, en F. Serralta, La renegada de Valladolid. Une tradition littéraire: «La renegada de Valladolid». Étude et édition critique de la comédie burlesque de Monteser, Solis et Silva, tesis de tercer ciclo presentada en Toulouse, 1968. QUIRÓS, F. B. de, El hermano de su hermana, en Obras de Bernardo de Quirós, ed. C. C. Garcia Valdés, Madrid, Instituto de Estudios Madrileños, 1984, 324-84. —, El cerco de Tagarete, ed. C. C. Garcia Valdés, Criticón, 37, 1987, 77-115. 3 Bibliografía sobre la comedia burlesca ARELLANO, I., «La comedia burlesca», en Historia del teatro español del siglo XVII, Madrid, Cátedra, 1995, 641-59. — et al. (eds.), Anónimo, La ventura sin buscarla. Comedia burlesca parodia de Lope de Vega, ed. del GRISO dirigida por I. Arellano, Pamplona, EUNSA, 1994, 15-83. CRESPO MATELLÁN, S., La parodia dramática en la literatura española, Salamanca, Universidad, 1979.

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a

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CAPÍTULO IV TEXTO CRÍTICO DE L A COMEDIA

* COMEDIA FAMOSA DE DISPARATES DEL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA. De un ingenio desta Corte.

* PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA. El rey don Alfonso. El rey Almanzor. Celimo. Tarfe. Zara.

Zoraida. Arias Gonzalo. Doña Urraca. El Cid. Un correo. [Un cazador.]

Salen Celimo y Zoraida. CELIMO

Si sabes lo qué son celos, Zoraida, no me respondas; ¿piensas tu que son mochuelos o algunas cosas redondas * a manera de buñuelos? Son celos un no sé qué,

5

Título. El adjetivo famosa se aplicaba a las comedias que habían sido ya representadas; para la expresión «de disparates» y la autoría, véase el estudio preliminar. 59.

vv. 1-5 mochuelos: la misma rima celos I mochuelos se repite luego, vv. 858¬

vv. 6-20 Las definiciones de diversos sentimientos son tópicas en la lírica seria; así, Lope, Rimas, soneto 61, «Ir y quedarse, y con quedar partirse» (OP, 55-56; definición de ausencia); Rimas, soneto 126, «Desmayarse, atreverse, estar furioso»

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EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

nacidos de no sé dónde y vienen no sé por qué, éntranse no sé por dónde, sin porqué ni para qué. Son celos una almohaza que lastima el corazón, y son de tan mala traza que comen cual sabañón y hacen llorar cual mostaza.

10

15

(OP, 91; de amor); Quevedo, PO, núm. 375, «Es hielo abrasador, es fuego helado» («Soneto amoroso difiniendo el Amor»). Podemos calibrar su carácter de ejercicio poético a tenor de este pasaje de Sueños, 148: «Hay poeta que tiene mil años de infierno y aún no acaba de leer unas endechillas a los celos». Para los vv. 6-10, cfr. «Amor es un no sé qué / que viene de no sé dónde, / y hiere no sé por dónde / y mata con no sé qué», canción glosada en el Cancionero de poesías varias MP 2803, 259¬ 60; íñiguez de Medrano, La silva curiosa (París, 1608): «Amor es un no sé qué / y nace no sé de dónde» (apud José M . Alín, El cancionero español de tipo tradicional, Madrid, Taurus, 1968, 259); un no sé qué: cfr. Quevedo, PO, núm. 854, vv. 53-54: «El no sé qué de su cara / me tiene a mí no sé cómo»; Vélez de Guevara, Serrana, vv. 2038-39: «del no sé qué que se dice / que se alcanza por ventura»; El hermano, vv. 322-24: «Chocolate no le como, / porque tiene un no sé qué, / que a mi sastre le hizo romo», e infra v. 1552; sin porqué ni para qué: cfr. Céfalo, 25: «que a mi jardín ha venido / tan sin qué ni para qué». Todo el pasaje de la definición de los celos, muy similar en El hermano, vv. 350-69. a

v. 11 almohaza: «Instrumento de hierro con que se estriegan los caballos y muías para limpiarles la caspa que crían entre el pelo» (Aut). Cfr. Vélez de Guevara, Serrana, vv. 1325-26: «[que eres] rocín / en querer ser tu almohaza»; Amor verdadero, A22di\ «Salieron veinte ratones / en el suelo de un candil, / unos haciendo almohazas / y los otros menjuí»; Tagarete, vv. 173-74: «Traigan cuarenta almohazas / para empezar la batalla». v. 14 comen cual sabañón: sabañón es «Porción de sangre requemada y estancada, que se congela por lo común en las extremidades del cuerpo» (Aut); cfr. Sueños, 190: «salió a responder un diablo zambo, con espolones y grietas, lleno de sabañones»; e infra vv. 871 y 881. Comer como un sabañón: «Frase familiar que comúnmente se aplica al que come mucho, porque el sabañón pica mucho, y al picar llamamos comer» (Aut; también recogida en DRAE: «Comer mucho y con ansia»), aunque aquí no se refiere a la comida, sino a la desazón que causan los celos. E l mismo juego de comer 'desazonar' lo encontramos aplicado al amor, Sueños, 228: «No hay quien este amor no dome / sin justicia o con razón, / que es sarna y no afición / amor que se pega y come». E l juego dilógico basado en comer 'ingerir comida' y 'picar' es bastante frecuente; cfr. Sueños, 282-83 y 399. v. 15 hacen llorar cual mostaza: porque las semillas de la mostaza son «de gusto muy acre y picante» (Aut).

TEXTO DE L A COMEDIA

ZORAIDA

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Son celos una argamasa que, no asida bien, se pierde; es juego de pasa pasa y es humo de leña verde que echa a su dueño de casa. Siendo así, Zoraida altiva, cuando amor tan mal me trate, cantaré con voz esquiva: * «Arriba, canes, arriba, ansí mala rabia os mate.» * ¿Tal dice un moro andaluz, hijo de padres gallegos, a quien Toledo hace el buz?

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25

v. 18 juego de pasa pasa: «Juego de masecoral, o de pasapasa y de masegicomar. Todos estos nombres tiene el embaidor que nos hace, como dicen, del cielo cebolla, por la liberalidad que tiene en trocar las cosas, y así el juego se dice también juego de manos. Y entre otros traen el de los cubiletes, adonde meten ciertas pelotillas, que a nuestro parecer quedan dentro, y al asentar el cubilete las saca y las pone en otro que nos muestra para ponerle cerca del vacío, y con un palillo da ciertos golpes y dice ciertas palabras repitiendo el pasapasa, de donde tomó el nombre el juego» (Cov.). «Se llama asimismo la habilidad o agilidad de manos, con que los titiriteros engañan y burlan la vista, las varias suertes de entretenimientos, con que hacen creer una cosa por otra. Llámase también de Maesecoral u de pasa pasa» (Aut). Cfr. Arco y Garay, LSEOC, 694-95, que remite a nota de Amezúa en El coloquio de los perros, 481. vv. 19-20 humo ... que echa a su dueño de casa: Correas, 248 recoge el refrán «Humo y gotera, y mujer brava, echan al hombre de su casa», y otros similares. vv. 24-25 Arriba, canes, arriba, / ansí mala rabia os mate: versos del romance de «Moriana y Galván»: «¡Arriba, canes, arriba! / ¡Que mala rabia os mate! / En jueves matáis el puerco / y en viernes coméis la carne» (Durán, núm. 8); ansí: forma que por arcaísmo se repite varias veces: vv. 59, 350, 399, 1044, 1640, 1654, 1714 (en cambio, B N presenta la mayoría de las veces la forma as si); cfr. Vélez de Guevara, Barbuda (comedia «en fabla»), vv. 152-54: «Fáceme mesura a mí / que a las fembras es usado / acatar reyes ansí»; rabia: infra, v. 867, «rabia me maten los perros». vv. 26-28 moro andaluz ... padres gallegos: nótese la contraposición de elementos, pues gallego significa aquí 'cristiano' (con connotaciones negativas aparece en vv. 102 y 578). Además, en la réplica siguiente (vv. 29-30) Celimo, moro, jura por Dios y la cruz; hace el buz: «Hacer uno a otro el buz, reverenciarle, respetarle con humildad y sumisión» (Cov.); buz es «Cierto gesto halagüeño hecho con los labios o los hocicos, los cuales, porque se llaman buces, dieron lugar a esta dicción, [...] mostrar un género de rendimiento o una afectación estudiosa de agradar, con

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EL REY DON ALFONSO, EL DELA MANO HORADADA

CELIMO ZORAIDA CELIMO ZORAIDA CELIMO

* Y aun juro a Dios y a esta cruz que estoy por echar reniegos. ¿Reniegos? ¿Quién dice tal? Yo, que siento arder mi casa * desde el techo al albañal. Pues ¿quién causa tanto mal? * Oye, y sabrás lo que pasa. En el tiempo de los godos, que no había rey en Castilla, antes de Pedro Urdimalas

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algún modo de adulación» (Aut). Cfr. Quevedo, PO, núm. 583, v. 12: «es mona que a los jarros hace el buz» (PSB, 472); Darlo todo, 464: «Y si gustas así que te haga el buz, / zape, no digas a mi cariño miz, / y gozarte permite, y no des coz»; Constante, 232r: «que pues fui la primera / que te hice el buz, antes que Carlos muera, / se han de llenar sobre estas losas frías, / con sangre de mis venas diez bacías»; Amor, ingenio, 205v b: «Aqueso es hacerme el buz»; Céfalo, 59: «Esa república hermosa, / de estrellas patria común, / obediente a mis preceptos, / hace a mis líneas el buz». v. 29 juro a Dios y a esta cruz: forma fija para los juramentos; cfr. Avellaneda, II, 73: «Juro a Dios y a esta cruz, que merecía el muy grandísimo bellaco más palos que pelos tiene mi rucio»; ibidem, III, 156: «jurara a Dios y a esta cruz que era v. m. ella propia»; Céfalo, 62: «-¿Jurado a Dios? - Y a esta cruz»; Baldovinos, 833: «Pues juro a Dios y a esta cruz / que no eres arroyo ni acá»; Sueños, 297: «que jure a Dios y a la cruz decir verdad en lo que les fuere preguntado».

vv. 32-33 arder mi casa: cfr. nota al v. 1312. albañal: «El desaguadero, canal

o conducto que hay en las casas, ciudades y pueblos para expeler y limpiar las inmundicias» (Aut). Cfr. Sueños, 359: «y son narices de las naciones y el albañar de las monarquías».

vv. 38-44 Listado de personajillos folklóricos, empleados aquí todos ellos para indicar 'antigüedad muy remota'. Pedro Urdimalas: prototipo de personaje astuto; «Pedro de Urdimalas. Así llaman a un tretero; de Pedro de Urdimalas andan cuentos por el vulgo de que hizo muchas tretas y burlas a sus amos y a otros» (Correas, 388, que añade el refrán «Pedro de Urdimalas, o todo el monte o nonada»; cfr. también 583 y 628); Tirso, Don Gil, vv. 1017-18: «No sé a quién te comparar: / Pedro de Urdemalas eres»; Sueños, 396: «Yo quedé confuso, cuando se llegaron a mí Perico de los Palotes y Pateta, Joan de las Calzas Blancas, Pedro Pordemás, el Bobo de Coria, Pedro de Urdemales». Anota Arellano: «Figura extendidísima es la de Pedro de Urdemalas. [...] Sale en Juan del Encina, Lucas Fernández, Lozana Andaluza, es figura central en el Viaje de Turquía, en una comedia de Cervantes, en Salas Barbadillo, etc. Ver Iglesias Ovejero, «Figuración proverbial [e inversión en los nombres propios del refranero antiguo: figurillas populares», Criticón, 35, 1968, 5-98], espec. 54-58». Hay una comedia atribuida a Lope de Vega (Acad. N . , VIII)

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y de Marisabidilla; antes que Maricastaña, a fuerza de hechicerías, hiciese hablar en las selvas las zorras con las gallinas; antes del Rey que rabió por verse corto de vista, casi eran todas las cosas como las de ahora mismas. Iba Tajo por Toledo, Guadalquivir por Sevilla, Duero regaba a Zamora, Júcar a Cuenca la fría, Guadiana en Badajoz criaba peces y anguilas, Tormes truchas en el Barco, y lo mismo hacen hoy día.

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titulada Pedro de Urdemalas. Véase también Arco y Garay, LSEOC, 631 y Montoto, II, 268-69. Marisabidilla: cfr. Montoto, II, 164-65: «La Marisabida, nunca falta quien de ella diga», «Mujer presumida de sabia»; en II, 162-63 recoge el refrán «Los hijos de Mari-Rabadilla o Mari-Sabidilla, cada uno en su escudilla». Maricastaña: cfr. Montoto, II, 145-46; Avellaneda, I, 216: «jCuerpo de quien la parió a la muy puta vieja del tiempo de Mari Castaña!»; ibidem, III, 83: «yo pensé que lo que contó denantes a su criado era algún cuento de Mari Castaña». El Rey que rabió: «Acordarse o ser del tiempo del rey que rabió: frase con que se da a entender que una cosa es muy antigua» (Aut); cfr. Quevedo, PO, núm. 512, v. 8: «y el rey que dicen que rabió, es hogaño»; y núm. 707, vv. 65-68; Sueños, 204: «A todo decís que se acuerda del Rey que rabió, y en habiendo un paredón viejo, un muro caído, una gorra calva, un ferreruelo lampiño, [...] una mujer manida de años y rellena de siglos, luego decís que se acuerda del Rey que rabió»; ibidem, 343: «Yo soy - d i j o el Rey que rabió. Y si no me conocéis, por lo menos no podéis dejar de acordaros de mí, porque sois los vivos tan endiablados que a todo decís que se acuerda del Rey que rabió» (y sigue su protesta varias líneas más). Montoto trata de él en II, 322-23, y en II, 146-47 recoge «En tiempos del rey que rabió por gachas». v. 43 las zorras con las gallinas: ejemplo prototípico de animales enfrentados en toda la tradición fabulística; cfr. Vélez de Guevara, Serrana, vv. 2697-2701: «[Dicen] Que eres Lucifer / saltabardales, machorra, / el coco de las consejas, / el lobo de sus ovejas, / de sus gallinas la zorra». v. 51 Cuenca la fría: cfr. Garcilaso, «Égloga I», vv. 189-92: «¿No sabes que sin cuento / buscan en el estío / mis ovejas el frío / de la sierra de Cuenca?» v. 54 el Barco: aquí se refiere a E l Barco de Ávila, municipio de esa provincia regado por el Tormes y famoso por sus hortalizas; más abajo se menciona otro topónimo E l Barco, en la ciudad de Toledo (v. 1455).

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Solo los hombres barbaban por bajo de las mejillas, y las mujeres, Zoraida, * bien ansí como solían. Engañaban los roperos, los cazadores mentían, ayunaban los hidalgos,

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v. 59 ansí: cfr. nota a los vv. 24-25; el arcaísmo y la expresión «como solían» (que parece formulística: cfr. Durán, núm. 295: «A cazar va el caballero, / a cazar como solía») dan apariencia romanceril a este verso. vv. 60-62 Tres tópicos satíricos. Engañaban los roperos: la calle de la Ropería de Madrid estaba junto a la Plaza Mayor, y los dueños de sus tiendas tenían fama de engañadores; cfr. Sueños, 366: «No trato de los pasteleros y sastres, ni de los roperos, que son sastres a Dios y a la ventura y ladrones a diablos y desgracia»; Guzmán, II, 40 dice de ellos que «todos engañan y mienten»; parte de esa mala fama se debía a la proverbial oscuridad de sus tiendas (véase nota de Arellano en Sueños, 196); Darlo todo, 472b: «a los roperos de viejo / vaya a buscar otra maula»; Virón, 248r a: «Fue bailando con despejo / hoy a ver al de Virón / degollar desde un balcón / de los roperos de viejo»; Lope, L a Gatomaquia, silva I, vv. 95-96: «introducción de sastres y roperos, / doctos maestros en sacar dineros» (OP, 1343). Otros testimonios sobre los roperos en Lope, La más prudente venganza, 179; Avellaneda, III, 195; y nota de Montesinos en Barlaan y Josafat, 268; los cazadores mentían: en todos los tiempos han sido dados a exagerar sus hazañas cinegéticas; cfr. Quirós, Entremés de mentiras de cazadores y toreadores, vv. 130-31: «¡Ay, qué embuste! A cazadores, / no hay gusto como escucharlos» {Obras, 114); ayunaban los hidalgos: la figura del hidalgo hambriento y pobre es muy repetida; cfr. Cervantes, La gran sultana, jornada III: «Hidalgo, pero no rico, / maldición del siglo nuestro, / que parece que el ser pobre / al ser hidalgo está anexo»; Viaje del Parnaso, Rivad., 680b: «Adiós, hambre sutil de algún hidalgo; / que por no verme ante tus puertas muerto, / hoy de mi patria y de mí mismo salgo» (apud Arco y Garay, LSEOC, 22; véanse también las pp. 368-70 de este libro); Estebanillo, I, 38: «Tenía una desdicha que nos alcanzó a todos sus hijos, como herencia del pecado original, que fue ser hijodalgo, que es lo mismo que ser poeta; pues son pocos los que se escapan de una pobreza eterna o de una hambre perdurable»; Sueños, 199-200: «Muere de hambre un caballero pobre, no tiene con qué vestirse, ándase roto y remendado, o da en ladrón y no lo pide, porque dice que tiene honra, ni quiere servir porque dice que es deshonra»; Quijote, II, 3: «¡Miserable del biennacido que va dando pistos a su honra, comiendo mal y a puerta cerrada, haciendo hipócrita al palillo de dientes con que sale a la calle después de no haber comido cosa que le obligue a limpiárselos! ¡Miserable de aquel, digo, que tiene la honra espantadiza, y piensa que desde una legua se le descubre el remiendo del zapato, el trasudor del sombrero, la hilaza del herreruelo y la hambre de su estómago»; Criticón, II, 21 y nota de Romera Navarro. Recuérdese además el escudero al que sirve Lazarillo de Tormes (tratado III). Vid. infra vv. 218-19, 498-99, 574-75 y 1380.

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y lo mismo hacen hoy día. Vivía Roma en Italia, Valladolid en Castilla, * Londres en Ingalaterra y Monterrey en Galicia; Zaragoza en Aragón, Jaén en Andalucía, en África Fez y Argel, y lo mismo hacen hoy día. Hubo sucesos notables * que con los ojos se vían, * mil cosas que en estos tiempos se alcanzaron con la vista. Eran falsas las mujeres como cadenas de alquimia y los casados celosos, lo que no hacen hoy día.

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v. 66 Ingalaterra: en todos los testimonios, Inglaterra; añado la -a- epentética para conseguir el octosílabo. L o mismo en el v. 497. v. 67 Monterrey: municipio de la provincia de Orense. v. 70 Fez y Argel: ciudades norteafricanas bien documentadas en textos auriseculares; de la primera eran famosas las armas, especialmente las adargas (cfr. el famoso romance de Lope, «Ensíllenme el potro rucio / del alcaide de los Vélez; / denme el adarga de Fez / y la jacerina fuerte»; F. Buttin, «Les adargues de Fès», Hespéris Tamuda, I, Rabat, 1960, 411-55); la otra pasó a significar 'prisión, cautiverio': Lope, OP, 1148: «Y ¿que en el dulce Argel de la hermosura / esta ilustre potencia esté cautiva?» v. 73 vían: forma habitual por 'veían' en el XVII. vv. 76-77 Eran falsas las mujeres / como cadenas de alquimia: 'de escaso valor, de baja calidad'; alquimia: «Arte de purificar y transmutar los metales», especialmente en oro; «se llama también el azófar, latón u otro metal dorado, trabajado con el arte de la alquimia» (Aut). Cfr. Lope, Sufrimiento, vv. 2327-28: «¡Ay, si hablara la cadena, / qué descubriera de alquimia!»; Quijote, II, 6: «No todos los que se llaman caballeros lo son de todo en todo, que unos son de oro, otros de alquimia, y todos parecen caballeros, pero no todos pueden estar al toque de la piedra de la verdad»; otros testimonios de cadenas de alquimia en Manzanares, 165 y Quevedo, Hora, 94. Para la alquimia en general, cfr. Sueños, 237-42, y notas de Arellano. Aquí ha de entenderse falsas como 'inconstantes, mudables' y, por extensión, 'infieles, poco dadas a guardar fe'. E l carácter mudable de la mujer (comparado con el de la luna, el viento, el mar, la fortuna...) es tópico repetido hasta la saciedad en la literatura aurisecular. Cfr. v. 1471. v. 79 lo que no hacen hoy día: variante maliciosa del estribillo «y lo mismo

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Mas ¿para qué te doy cuenta del Preste Juan de las Indias?, pues puedes mal conocer a quien no viste en tu vida. Vengamos a lo que importa; * digo, amiga, ¡ay! ¿Qué? Mis tripas. * ¿Qué tienen?

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Que las mayores quieren comerse a las chicas; en cas de un barbero pueden pasar plaza de bacías,

hacen hoy día» que se había repetido en los vv. 55, 62 y 71. Se refiere a la existencia de maridos consentidores, pacientes o industriosos, figuras satíricas, sobre todo en Quevedo: cfr. PSB, 66-72; Sueños, 154-55, 401-404 y 366-67: «¿Pensáis que todos los casados son maridos? Pues mentís, que hay muchos casados solteros y muchos solteros maridos, y hay hombre que se casa para morir doncel y doncella que se casa para morir virgen de su marido», y atinadas notas de Arellano a esos pasajes, que remiten a Mas, Caricature, 114-120; Nolting-Hauff, Visión, 168, etc. Véase además Asensio, Itinerario, 204-205 y su artículo «Hallazgo de Diego Moreno». Nuevas alusiones a los maridillos en vv. 151-61. v. 81 Preste Juan de las Indias: Preste Juan es el «Título que se da al Emperador de los abisinios. Es voz compuesta de Preste y Juan, que en su lengua vale rey» (Aut). «Emperador de Etiopía. Este nombre está corrompido de precioso Juan» (Cov.). Es frecuente su mención para ponderar riqueza y poder. Cfr. Quevedo, PO, núm, 610, vv. 1-4: «La voz del ojo, que llamamos pedo / (ruiseñor de los putos), detenida, / da muerte a la salud más presumida, / y el propio Preste Juan le tiene miedo»; Avellaneda, I, 55: «¡mal año para la muía del preste Juan!»; ibidem, II, 226: «¿no sabe, ¡cuerpo non de Dios!, cómo vengo de pasar una de las más terriblísimas aventuras que el preste Juan de las Indias ni el rey Cuco de Antiopia [...] pueden haber pasado?»; Ventura, vv. 706-707: «Este [alazán] me dio el Preste Juan / por solo un plato de callos». Habla de él Montoto, II, 67-68, y aquí se le menciona de nuevo en v. 905. v. 85 L a réplica «¿Qué?» está atribuida en V a Zara (que ni siquiera está presente en este diálogo), por simple errata: Zar. en vez de Zor. L o mismo sucede en los vv. 112-13 y 117-31. vv. 86-87 las mayores / quieren comerse a las chicas: posible reminiscencia del refrán «El pez grande se come al chico». Celimo se refiere a que sus tripas le andan «espoleando el vientre de hambre» (como dice Sancho en Avellaneda, II, 41). vv. 88-89 Chiste basado en la homofonía bacías I [vacías]; bacía «Se llama

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* que al más diestro cazador le sirvieran de pretina. Mas no me diera esto pena si aquella ingrata enemiga, más falsa que muía roma y más que un herrero linda, más dura que zarabanda, más compuesta que mentira, más mirada que un espejo

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también la [vasija] que usan los barberos para bañar la barba cuando afeitan a alguno» (Aut). Así pues, Celimo se queja de sus tripas, que están vacías; cas: era forma frecuente en vez de casa (cfr. Quevedo, PO, núm. 851, v. 27: «En cas del padre nos fuimos»); aquí la variante proporciona una sílaba menos al verso, que de otra forma sería largo. v. 91 pretina: «Cierta especie de correa, con sus hierros para acortarla o alargarla y su muelle para cerrarla y atarla a la cintura encima de la ropilla» (Aut); cfr. Avellaneda, III, 188: «yo le aseguro [...] de hacerle con esta pretina que se acuerde mientras viva del nombre suyo». Celimo sigue insistiendo en su hambre: entiendo que sus tripas vacías son tan delgadas que podrían servir de pretina a un cazador, a modo de cuerda anudada a su cintura (también podría interpretarse: 'me gustaría que mis tripas alojasen mucha comida, como la pretina de un buen cazador, de la que cuelgan las piezas cobradas'). v. 93 ingrata enemiga: esta expresión fija, como otras similares («bella ingrata» o «amada enemiga»), es designación tópica dentro del código del amor cortés y neoplatónico para la amada desdeñosa. Cfr., por ejemplo, Quijote, I, 25, carta de don Quijote a Dulcinea desde Sierra Morena: «¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!»; Avellaneda, I, 42: «aquella bella ingrata y dulcísima Dulcinea, robadora de mi voluntad». E l lugar común queda aquí degradado en los versos siguientes. vv. 94-99 Descripción degradante de la amada, por los términos de comparación elegidos; muía roma: «Romo. Llaman al macho o muía hijo de caballo y burra» (Aut); zarabanda: «Tañido y danza viva y alegre que se hace con repetidos movimientos del cuerpo poco modestos» (Aut). «Es [baile] alegre y lascivo, porque se hace con meneos del cuerpo descompuestos» (Cov.); cfr. Cotarelo, Colección, pp. C C L X V - C C L X X I ; Guzmán, I, 419: «pues las seguidillas arrinconaron a la zarabanda y otros [bailes] vendrán que las destruyan y caigan». Arco y Garay, LSEOC, 541, recoge el parecer del P. Mariana, Tratado contra los juegos públicos, cap. XII, «Del baile y cantar llamado la zarabanda»: «Era baile y cantar tan lascivo en las palabras, tan feo en los meneos, que basta para pegar fuego a las personas muy honestas». Otras alusiones a la zarabanda en vv. 338 y 844. Algunas de estas comparaciones juegan con fáciles dilogías adquiriendo la apariencia de frases hechas: más compuesta que mentira ('adornada' y 'concertada'), más mirada que un espejo ('observada' y 'presumida'), más que un mondongo limpia ('aseada' y el sentido existente en la frase limpiar los mondongos, 'lavarlos, prepararlos para ser

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y más que un mondongo limpia, se doliera de mis daños. * Pues ¿qué, no te hace caricias? No hay moza gallega alguna que menos sufra cosquillas. No responde a mis billetes, mírame de mala guisa, y a ese castellano Alfonso * mil mensajeros envía. Mas yo tomaré venganza, si no se muere mi tía, con irme a morir de hambre * y echarme una melecina.

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utilizados como comida'). Las alusiones a los mondongos se repiten a lo largo de la obra (vv. 125-26, 1249 y 1527), entre otras referencias a comidas groseras. Juegos dilógicos similares en Sueños, 499: «Aquella mujer, allí fuera estaba más compuesta que copla, más serena que la mar»; PO, núm. 646, vv. 25-26 y 791, 33-42. vv. 102-103 moza gallega: Correas, 318 registra el refrán «Moza galleza, nalgas y tetas». E l tipo del gallego responde a uno de los tópicos satíricos: la servidumbre de Madrid provenía mayoritariamente de Galicia, de ahí que la palabra indicara la pertenencia a la clase social baja. Cfr. Ventura, v. 754, y nota, con este testimonio de Quiñones de Benavente: «No salen tantas flores en diez mayos / como en Galicia mozas y lacayos»; Herrero, Ideas, 202-25. En el v. 578, «traidor gallego». No sufrir o tener malas cosquillas es «Ser poco sufrido o delicado de genio». Pero la frase admite interpretación literal: Zara, arisca y tosca como una moza gallega, no acepta sus cosquillas 'caricias, carantoñas amorosas' (mencionadas en el verso anterior); cfr. Quevedo, PO, núm. 869, vv. 159-70: «Siempre ha tenido Morales / cosquillas en el jugar; / mas la señora Jusepa / no las consintió jamás. / [ . . . ] / Para lo que se ofreciere, / advierta todo mortal / que no sufrimos cosquillas, / y las hacemos saltar»; y varios ejemplos de cosquillas con connotaciones sexuales en Poesía erótica, núm. 36, v. 27; núm. 52, v. 37; núm. 66, v. 17; núm. 70, v. 69; núm. 131, v. 6, y núm. 135, v. 4. v. 104 billetes: 'papeles con mensajes amorosos'; cfr. Avellaneda, II, 125: «admitiendo sus presentes, billetes y recados la dama»; Olmedo, vv. 550-54: «Porque le encargué el secreto, / dio en pensar que era juguete, / con que el papel no tomó / hasta que le dije yo / cómo era el papel billete». v. 111 echarme una melecina: las menciones escatológicas son frecuentes en este género de la comedia burlesca; melecina: «Un lavatorio de tripas que se recibe por el sieso ['ano'] y el mismo instrumento con que se echa se llama melecina» (Cov.); «Significa también lo mismo que clister o ayuda» (Aut), es decir, 'lavativa, enema'. Cfr. Quevedo, PO, núm. 570, vv. 13-14: «dame, ya que la gula me dispensas, / el postre en calas, purga y melecinas» (PSB, 454); Sueños, 132-33: «un médico

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[Hace como que se va.] ZORAIDA* CELIMO

¿Dó vas, Celimo? ¡Ce, espera! Pues sin Zara, ¿qué has de hacer? Sentado en una zalea, majar esparto y vender cominos y alcarabea.

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Vase. ZORAIDA*

¡Oh, mora desacordada! Malas pulgas te den guerra;

penando en un orinal y un boticario en una melecina» (y nota de Arellano con más testimonios); Vélez de Guevara, Serrana, vv. 917-18: «Voy huyendo, que me ha echado / el toro una melezina»; Quirós, Obras, 206: «sacó por la ventana su trasero y desde enfrente [...] la vecina alargó los brazos con una jeringa de latón y le echó desde allí una melecina»; El hermano, vv. 167-68: «Y sólo para ir a caza / me he echado una melecina». Acot. tras v. 111. No figura en P ni en V . vv. 112-13 Réplica atribuida a Zar. en V , simple equivocación: Zar. en vez de Zor., igual que sucede en los vv. 85 y 117-31. Ce: «Voz con que se llama a alguna persona, se la hace detener o se la pide atención» (Aut). Cfr. Lope, Membrilla, v. 2078: «Leonor.- Llama a Tomé. Félis.- ¡Tomé, cé!»; Vélez de Guevara, Cantillana, vv. 687-89: «Esperanza.- ¡Ce! García.- N i he imaginado en vano, / que te ha hecho señas ahora / para que llegues»; Céfalo (burlesca), 27: « - C e . -¿Quién llama?»; ibidem, 81-82: « - C e , caballero. -Ceceóme / allí una mujer tapada»; Olmedo (burlesca), vv. 426-27: «-¡Ce! ¡Ce! -Oíd; ¿qué es aquello?» v. 114 zalea: «La piel del carnero seca con lana y sin curtir» (Aut). vv. 115-16 majar esparto y vender / cominos y alcarabea: actividades propias de los moriscos, que destacaban en los trabajos agrícolas; cfr. vv. 1712-15, cuando el rey Alfonso ofrece una renta a Zara y Celimo para que pongan una tienda «de buñuelos, miel y pasas» y nota al v. 1502; alcarabea: «Planta de una sola raíz, blanca o amarilla. [...] Tiene la raíz la figura y el gusto semejante a la zanahoria» (Aut). Cfr. Constante, 220r a: «Y no he dejado vasija / que no haya quebrado en ella, / hasta un vasar en que estaban / cominos, alcarabea, / mastuerzo, azafrán, cilantro». vv. 117-31 Réplica atribuida a Zar. en V (cfr. vv. 85 y 112-13). E l pasaje es una maldición burlesca, parodia de otras en serio que figuran con cierta frecuencia en los romances moriscos. Cfr. una maldición burlesca similar en Vélez de Guevara, Cantillana, II, vv. 449-55: «Plegué a Dios que cuando laves / el jabón y el estropajo / que a toda sobra te falte. / Plegué a Dios que cuanto guises / se te caiga del alnafe, / y cuando tengas más gusto / te yerre un vestido un sastre». v. 117 mora desacordada: 'necia, que no está en su tino'; desacordar es «Destemplar el instrumento» (Aut). Cfr. Céfalo, 8: «Otra vez vuelvo a templaros, /

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y pues estás opilada llámete toda la tierra la bella mal maridada;

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desacordado instrumento». En El hermano, v. 58, Zelimo llama a Zoraida «mora indigesta». v. 118 pulgas: entre otras realidades groseras, son muy comunes en la comedia burlesca las menciones de parásitos (pulgas, piojos, chinches, liendres...); cfr. Ventura, vv. 341-43: «que allí sospecho que estaba / matando anoche las pulgas / y rascándose una nalga»; Tagarete, vv. 135-37: «¿Cómo no me pongo antojos, / o me voy a Badajoz / a cubrirme de piojos?»; infra, v. 391, «a espulgar se fue a las eras». v. 119 opilada: opilar es «Obstruir, tapar y cerrar los conductos del cuerpo humano, de suerte que no corran libremente los espíritus. Úsase de este verbo más comúnmente en pasiva» (Aut), y habitualmente se refiere a la supresión del flujo menstrual en las mujeres. Cfr. Sueños, 165-66: «El otro día llevé yo una [mujer] de setenta años que comía barro y hacía ejercicio para remediar las opilaciones»; copio de la nota de Arellano: «las opilaciones se curaban tomando el acero (agua ferruginosa, obtenida generalmente con la inmersión de un hierro rusiente) y haciendo ejercicio, sobre todo paseos matutinos; indica Cov. que es "enfermedad ordinaria y particular de doncellas y de gente que hace poco ejercicio". En numerosos textos la opilación es una excusa para disimular un embarazo, o bien una excusa para salir a dejarse galantear de un pretendiente». Además de los testimonios que ahí se mencionan, cfr. Marcos de Obregón, I: «los pueblos circunvecinos acuden a mí con criaturas enfermas de mal de ojo, con doncellas opiladas o con heridas de cabeza y de otras partes del cuerpo, y con diez mil enfermedades»; Vida de Don Gregorio Guadaña, I: «Mi padre daba remedios para fingir opilaciones, y mi madre a los nueve meses desopilaba a todas»; Darlo todo, 458a: «¿Pues querías / que holgazana me estuviera / opilándome el gusto / sin que yo ejercicio hiciera»; ibidem, 471b: «y de no andar mi codicia / recibiendo, está opilada, / pues toma de mi furor / el acero de esta daga»; Dorotea, 85: «¿Qué yerba no conoce? ¿Qué opilación no quita? ¿A qué partos secretos no la llaman?», y nota de Morby, quien señala que un síntoma de la opilación era la palidez, a veces buscada adrede comiendo barro, siendo el remedio, según Lope, El acero de Madrid, III, 379c, 380b «el jarabe, / el paseo, el acero», el «apio y otras yerbas». Aquí la indicación de «opilada» se debe a que Zara está, en efecto, embarazada de Alfonso (cfr. vv. 833-34 y nota). v. 121 la bella mal mandada: popularidad inmensa alcanzó el romance que empieza: «La bella malmaridada / de las lindas que yo vi, / véote triste, enojada, / la verdad dila tú a mí» (Débax, 362-63, con comentario sobre distintas glosas y versiones; Durán, núm. 1459). Puede leerse también en D . Alonso y J. M . Blecua, Antología de la poesía española. Lírica de tipo tradicional, 2. ed. corregida, Madrid, Gredos, 1969, 14, con nota en p. 232: «Versión del Cancionero de Juan de Molina, Salamanca, 1527 [...]. Los cuatro primeros versos de este romance se convirtieron en la canción más glosada durante el siglo X V I , hasta el punto de poder afirmar Barbieri que era fácil escribir todo un libro. Llegó a convertirse a lo divino (Ocaña, Cancionero, en Gallardo, Ensayo, III, col. 1009) y hasta Lope de a

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* no se te cuezan los nabos por presto que la olla pongas; fáltete pimienta y clavos; no se ahiten tus mondongas de menudillos de pavos. Pues de un moro tan galán no deseas ser esclava, * déte matraca la Cava

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Vega escribiría su comedia de La bella malmaridada. En el Cancionero General (núm. 287 del Apéndice, ed. de Amberes), se encuentra ya una protesta contra los numerosos glosadores: "¡Oh bella malmaridada, / a qué manos has venido, / mal casada y mal trobada, / de los poetas tratada / peor que de tu marido!" (Otro texto del mismo romance en Durán, Romancero, II, 450, núm. 1459, posterior al de Molina)». Cfr. las «Coplas del deán de Placiencia a la bella malmaridada» en Cancionero de poesías varias, Ms. 3902, 76-79 y el Cancionero de poesías varias, ms. 617, 234-35. E l DRAE recoge la forma fusionada malmaridada con significado de 'malcasada, mujer que se lleva mal con su marido'. vv. 125-26 no se ahiten tus mondongas: ahitar es 'llenar'; para las mondongas, vid. vv. 99, 1249 y 1527; menudillos: «Interior de las aves» (DRAE); cfr. El hermano, vv. 759-60: «De matarme tiene gana / con menudillos de buey». Este tipo de comidas «groseras» (intestinos, derivados del cerdo, etc.) se repiten en contextos festivos: cfr. Quevedo, PO, núm. 550, v. 1: «Yo me voy a nadar con un morcón» (PSB, 426); Quirós, Obras, 29: «...visión de réquiem, relleno de mandinga y morcón de monicongo»; Avellaneda, II, 189: «salían de sus manos unas morcillas verdinegras, que era gloria mirallas», y nota al v. 99. v. 129 la Cava: P lee «la casa», que enmiendo, por la rima y los demás testimonios. Según la tradición, hija del conde don Julián de Ceuta, violentada por el rey don Rodrigo; su padre, para vengarse, abrió a los musulmanes la puerta de la Península facilitándoles el cruce del Estrecho de Gibraltar, siendo estos amoríos la causa de la pérdida de España. En Flor Nueva, 43-47, pueden leerse tres romances alusivos: «De una torre de palacio», «Amores trata Rodrigo» y «Bañado en sudor y llanto». Cfr. Avellaneda, II, 199: «...España, perdida por la alevosía del conde Julián, en venganza de Rodrigo y de su incontinencia, y en desagravio de su hija Florinda, llamada la Cava...»; Vélez, Serrana, vv. 2704-2705: «los viejos dicen que así / fue la Caba de Rodrigo»; Olmedo, vv. 1373-76: «-Todo a mi cuidado estaba, / y ya el estrado he buscado / y una cama de brocado. / -¿Para quién? -Para la Cava»; Constante, 224r: «perdióse don Rodrigo por la Cava»; Castigar, 182r b: «No dio la Caba a Rodrigo / (mas, qué digo, Rodrigón), / no le dio tanta ocasión / como Lisardo mi amigo». Se alude a ella de nuevo en el v. 1107. Matraca es «Cierto instrumento de madera con unas aldabas o mazos, con que se forma un ruido grande y desapacible. [...] Significa también burla y chasco que se da a uno, zahiriéndole y reprehendiéndole alguna cosa que ha hecho» (Aut). Cfr. Avellaneda, III, 68: «no quisieron entrar acompañados de compañía tan ocasionada para bayas, fisgas y matracas, como la de don Quixote»; Amor verdadero, 426a: «Ea, no quiero

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EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

la mañana de San Juan, al tiempo que alboreaba.

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* Vase. Salen el rey Almanzor y Tarfe, moro. REY TARFE

Pues alcaide, ¿qué hay de nuevo? Todo es viejo, gran señor: tiene el enfermo dolor, sirve amores el mancebo; canta el gallo, ladra el perro, rozna el jumento en el prado, tiene trabajo el casado,

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escarpines, / al arma, busca matracas»; dar matraca: «Lo mismo que dar vaya» (Correas, 553), es decir, 'embromar, molestar' ; cfr. Introducción a La picara Justina: «Sin duda que me quiere dar matraca, por ver que me hago coronista de mi misma vida»; Guzmán, II, 379: «Si quiere dar una música, salir a rotular, a dar una matraca, gritar una cátedra». Véase además Arco y Garay, LSEOC, 708. vv. 130-31 la mañana de San Juan/al tiempo que alboreaba: comienzo del romance «Abindarraez el tío»: «La mañana de San Juan / a punto que alboreaba / grande fiesta hacen los moros / por la vega de Granada» (Durán, núm. 80). Las fiestas de San Juan (la noche y la mañana) fueron muy populares, y se celebraban tanto por los cristianos como por los musulmanes; cfr. Arco y Garay, LSEOC, 748 y ss. y 821-23. Otra alusión en el v. 664 «y pues es ya por San Juan». Acot. tras v. 131 Tarfe: familia de moros granadinos; el personaje Tarfe protagoniza varios romances moriscos (Durán, núms. 70-74); cabe también recordar el caballero Álvaro Tarfe del Quijote cervantino y del de Avellaneda. v. 132 alcaide: «La persona que tiene a su cargo el guardar y defender por el rey o por otro señor alguna villa, ciudad, fortaleza o castillo que se le ha entregado para este fin debajo de juramento y pleito homenaje» (Aut); es voz procedente del árabe caid. Se repite en los vv. 132, 204, 320, 1325 y 1740. v. 133 L a respuesta de Tarfe interpreta literalmente el saludo «¿Qué hay de nuevo?» del rey, respondiendo que todo es viejo, aquí con el sentido de 'habitual, repetido, poco novedoso'. En Castigar, 179r b un personaje pregunta burlescamente: «¿Qué hay de viejo?» v. 135 sirve amores el mancebo: servir es palabra específica del léxico amoroso, pues «Vale también cortejar o festejar á alguna dama, solicitando su favor» (Aut); cfr. Tirso, La lealtad, vv. 1231-32: «que si sirve a la dama de mi prenda, / señor puedes llamarte de mi hacienda». E l servicio a la dama amada es un tópico en la tradición del amor caballeresco. v. 138 tiene trabajo el casado: trabajo es «Cualquiera cosa que trae consigo

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TEXTO DE L A COMEDIA

y de Vizcaya traen hierro. No hay hombre que tenga un cuarto, ni mujer que esté sin él, * ni buñolero sin miel, ni paje de comer harto. Solo yo entre tantos bienes y tantas galas al uso estoy medroso y confuso. REY TARFE REY

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* ¿De qué? De un dolor de renes. ¿Si te haces preñado?

dificultad o necesidad y aflicción de cuerpo y alma» (Cov.); «Vale asimismo penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz» (Aut); cfr. Quevedo, PO, núm. 556, vv. 1¬ 2: «Sólo en ti se mintió justo el pecado, / siendo injusto en trabajos y placeres» (PSB, 435); este es el sentido del término en la novela de Cervantes Los trabajos de Persiles y Sigismundo, y aquí se repite en el v. 361. En muchos textos se satiriza el matrimonio como una carga, una verdadera cruz, y en esta misma comedia son constantes las alusiones a los maridos cornudos (vv. 78-79, 151, 228-29 y 244-45). v. 139 de Vizcaya traen hierro: la región productora de hierro por excelencia. Cfr. Quevedo, PO, núm. 720, vv. 5-8: «Contaros puedo mis culpas, / pero no puedo mis yerros, / que en molde, bolo y cuchillas / a toda Vizcaya tengo»; núm. 866, vv. 61-64: «Un locutorio de monjas / es guarnición de la daga / que en puribus trae al lado, / con más hierro que Vizcaya»; Estebanillo, I, 178: «...con más quilates que hierro de Vizcaya». E l DRAE recoge «Llevar hierro a Vizcaya» como sinónimo de cosa absurda, por superflua. vv. 140-41 Chiste que insiste en la proliferación de maridos engañados, si consideramos que en cuarto funciona la dilogía: ningún hombre tiene ni un cuarto 'moneda de cobre de escaso valor, cuatro maravedís', pero todas las mujeres tienen sus cuartos («Los cuartos traseros de la prostituta; diríamos mejor, los cuartos en torno al coño de la prostituta, instrumento de trabajo», Lex. marg., 244, con varios ejemplos). También podría entenderse en sentido recto (las mujeres tienen cuartos 'dinero'), porque otro de los tópicos en la sátira femenina es el de la mujer pedigüeña, que siempre anda pidiendo y tomando (con infinitos ejemplos en Quevedo), pero prefiero la primera interpretación, que supone una alusión obscena, prostibularia, más elaborada. v. 142 buñolero: sobre los buñuelos, cfr. vv. 5, 1071, 1198 y 1720 (este último para la miel que los acompañaba). v. 147 ren: «Lo mismo que riñón, que es como hoy se dice. Es voz puramente latina» (Aut). Cfr. v. 1617. v. 148 preñado: la supuesta preñez de un personaje masculino es un disparate repetido con cierta frecuencia en la comedia burlesca; cfr. El hermano, vv. 1197-99,

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EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

TARFE

Pienso, gran señor, que ya lo estoy por decirte... ¿Qué? A eso voy: .. .que el ser cornudo es gran censo. No hay molino en Guadiana, ni aceña en el Tajo o Duero que así le gane dinero al hombre tarde y mañana. Tienes razón, y sospecho que sola esa traza queda para que la mujer pueda ser al hombre de provecho y de su parte aliviar las cargas del matrimonio.

REY TARFE

REY

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donde dice el rey don Sancho: «Tengo siete hipocondrías, / y me siento aquestos días / con achaques de preñado». v. 151 censo: «El derecho de percibir cierta pensión anual cargada o impuesta sobre alguna hacienda o bienes raíces que posee otra persona, la cual se obliga por esta razón a pagarla» (Aut); cfr. Sueños, 296: «Estos tienen sus censos sobre azotes y galeras y sus juros sobre la horca». Una mala mujer, según se especifica a continuación, es como un censo para el hombre, ya que le procura señaladas rentas y ganancias. 153 aceña: «Especie de molino, cuya rueda la mueve la corriente del agua, estando perpendicular» (Aut); cfr. Quevedo, PO, núm. 521, v. 9: «Más charló que una azuda y una aceña». vv. 152-55 Las actividades de la mujer al margen del matrimonio son más productivas (le ganan, 'le proporcionan' más dinero) para el hombre, el marido, que lo que rinde un molino o una aceña, desarrollando la idea de censo del v. 151. Cfr. lo dicho en nota a los vv.141-42. v. 161 las cargas del matrimonio: el matrimonio está muy denostado en la literatura satírico-burlesca, como una cruz para los casados, fuente de grandes sinsabores y amarguras sin cuento (recuérdese el v. 138: «tiene trabajo el casado», y cfr. Sueños, 182: «al fin conocí que un mal casado tiene en su mujer toda la herramienta necesaria para mártir»). Se insiste en la misma idea de ataque a la mujer: lo único positivo que el hombre puede sacar del matrimonio es el dinero obtenido por su esposa al venderse.

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TEXTO DE L A COMEDIA

TARFE

O fue traza del demonio * o vino de allende el mar. Pero dejando esto a un lado, bien sabes, rey, que es muy cierto * que el hombre, mientras más vive, tanto va siendo más viejo. Y que yo, que ha setenta años que calzo, que visto y duermo, aunque más quiera lucirme no hay tratar de ser mancebo. Cada día que amanece * (que el amanecer no es nuevo), por falta de espejo miro mis barbas en un caldero; y, viéndome tan barbado que hago ventaja a un santero,

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v. 163 Ignoro si lo que venía de Ultramar tenía mala fama, como parece deducirse del verso (aunque quizá no se refiera a América, sino a que más allá del mar estaban turcos, moros, genoveses, etc., es decir, todos los enemigos de la república, verdaderos «demonios» para los españoles del XVII). Puede ser mero ripio, típico de la comedia burlesca. v. 169 que calzo, que visto y duermo: los dos primeros elementos del verso recuerdan la frase hecha «[Ser uno] el mismo que viste y calza»; existía además la expresión hecha vestido y calzado; cfr. Tirso, La lealtad, v. 1773: «que sol viste y luna calza». v. 171 no hay tratar de ser mancebo: la figura del viejo que intenta aparentar juventud (tiñéndose las canas, aplicándose afeites, etc.) es otra de las favoritas en la sátira literaria. Cfr. Quevedo, PO, núm. 653, vv. 20-27: «El vejete palabrero, / que a poder de letuario, / acostándose jilguero / se nos levanta canario; / su Jordán es el tintero, / y con barbas colorines, / trae bigotes arlequines, / como el arco celestial»; Sueños, 279: «¿No ves los viejos hipócritas de barbas, con las canas envainadas en tinta, querer en todo parecer muchachos?», y nota de Arellano. vv. 172-75 Comp. con El hermano, vv. 222-25: «Cada día que amanece / si a darla voy el almuerzo, / por falta de escoba mira / sus barbas en un caldero». E l verso «Cada día que amanece» pertenece a un romance del ciclo del C i d (Durán, núms. 733 y 734), en el que Jimena pide justicia al rey por la muerte de su padre, el Conde Lozano: «Cada día que amanece / veo quien mató a mi padre / caballero en un caballo / y en su mano un gavilane», pasaje que adaptará luego Guillén de Castro en Las Mocedades del Cid. vv. M6-11 tan barbado / que hago ventaja a un santero: santero es «la persona que pide limosna para el santo de alguna ermita y tiene cuidado de ella» (Aut); la caracterización con largas barbas era tópica, lo mismo que para letrados,

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EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

pienso que es pecado inorme no revelarte un secreto. Sabe, Almanzor poderoso, que ese Alfonso, ese mancebo, más astuto que una mona y más sabio que un ventero; ese que tu llamas hijo sin mirar que en este tiempo no se presenta morcilla

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corregidores, médicos y teólogos; cfr. Quevedo, PO, núm. 851, vv. 67-68: «Mojarrilla acomodó / su barbaza de ermitaño»; Obras satíricas y festivas, ed. Salaverría, 70: «mirando con los letrados, médicos y aun teólogos más en la barba que en el aciencia, ordenamos que todos estos [...] vayan [...] a vivir algún tiempo entre los ermitaños, a graduarse de barbas»; Sueños, 155: «estamos muy sentidos de los potajes que hacéis de nosotros, pintándonos [...] mal barbados siempre, habiendo diablos de nosotros que podemos ser ermitaños y corregidores»; Buscón, ed. Ynduráin, 170: «topamos en un borrico un ermitaño, con una barba tan larga que hacía lodos con ella». v. 178 inorme: forma con vacilación vocálica, bastante habitual; cfr. Tirso, Don Gil, v. 272: «Muchos, pero más inormes / que Lazarillo de Tormes» (los amos a que ha servido Caramanchel); Quevedo, PO, núm. 687, vv. 93-94: «Inormes son mis ofensas / y los delitos que traigo»; Calderón, Médico, vv. 785-86: «y es ilícito contrato / de inorme lesión»; enorme «en lo moral vale perverso, lleno de fealdad y maldad, excesivo y torpemente grave» (Aut). vv. 182-83 más astuto que una mona /y más sabio que un ventero: expresión formulística; cfr. para la primera parte, Ventura, vv. 425-26: «di que es gallarda persona, / que sabe más que una mona», y nota; para los venteros, cfr. Correas, 502: «Venteros y gatos, todos son latros» {gato valía en germanía 'ladrón'); Sueños, 174: «¿Venta aquí, señor, ni mesón? ¿Cómo queréis que le haya, si es el [camino] de la virtud?»; anota Arellano: «Ventas y mesones tenían muy mala fama, de pésimo servicio y grandes rapiñas», y remite al Guzmán de Alfarache, ed. Rico, 256: «Qué de robos, qué de tiranías, cuántas desvergüenzas, qué maldades pasan en ventas y posadas». Cfr. el ejemplo mencionado ^or Aut del maestro don Manuel de León, Obras poéticas, I: «La comida de la venta / como siempre puerca y cara, / porque el ventero era caco / y la ventera era caca»; y Tipos cómicos, 107-12, donde se explica que engañaban dando gato por liebre, macho por carnero, rocín por vaca, grajos por palominos, vino aguado, etc. (así en Sueños, 151: «Llegó un mohatrero tres días ha, y dijo que él se condenaba por haber vendido gato por liebre, y pusímoslo de pies con los venteros, que dan lo mismo»). vv. 185-87 En P falta la preposición a, que podría entenderse embebida con la de aquel, como por otra parte es habitual en textos de la época. Enmiendo según B N , V y M . Comp. con El hermano, vv. 236-38: «¿No sabes que en este tiempo / no se presenta morcilla / a aquel que no mata puerco?»

TEXTO DE L A COMEDIA

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* a aquel que no mata puerco, se quiere alzar a mayores, desvanecido y soberbio, * que el engaño en los pelaires causa desvanecimiento. Dice que se sueña rey, fundado en no sé qué agüero, como si fuera el reinar hacer cuartos un carnero. Mira, Almanzor, por tu vida, mira, señor, por tu reino, mira, rey, por tu corona, * por tus vasallos y deudos. No des ocasión que diga * el mundo, de envidia lleno, que de puro enamorado enfermaste de diviesos.

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v. 188 se quiere alzar a mayores: «Lo mismo que querer ser superior entre iguales, sin haber fundamento para ello» (Aut); cfr. Quevedo, PO, núm. 593, v. 9: «¿Quiere alzarse a mayores con el cuerno?» v. 190 pelaire: «Oficial de la fábrica de los paños» (Aut), con posibles connotaciones negativas (de 'cardador' se pasa a 'gente de la carda, rufianes, jaques'); cfr. El donado hablador, 576: «Determiné de acomodarme en algún oficio adonde luego ganase de comer, y el más a propósito que pude hallar fue el de peraile»; El hermano, vv. 48-50: «y en pariendo diez perailes / de ser monja tengo intento / en un convento de frailes»; ibidem, vv. 1619-22: «Si Zoraida ha de ser fraile, / yo la labraré al momento / de cañamazo un convento, / donde esté como un peraile». v. 193 fundado en no sé qué agüero: el propio don Alfonso lo relata en los vv. 1147 y ss. (lo relativo a Toledo, vv. 1163-70). v. 195 hacer cuartos un carnero: por la mención de agüero, se podría pensar que alude a las artes adivinatorias de los romanos, quienes, entre otros métodos, acudían a la observación de las entrañas de ciertos animales (para lo cual, había que hacer cuartos 'abrir, descuartizar' los mismos). Ahora bien, quizá Tarfe quiera decir sencillamente que la acción de reinar (que supone la condición elevada de quien la ejerce) no se puede comparar con la de descuartizar un carnero (la profesión de matarife, que connota 'baja condición social'); cfr. vv. 632-34 y nota. v. 199 deudo: «Lo mismo que pariente» (Aut);cix. Baldovinos, 857: «que es mi tío, y aun mi deudo»; e, infra, v. 1032. vv. 200-203 Comp. con El hermano, vv. 258-61: «No des ocasión que digan / los pájaros en el viento, / que de puro enamorado / comes rábanos de Olmedo»; diviesos: «Especie de carbunclo, tumor que crece en forma de piña, con dureza, inflamación y dolor ardiente» (Aut). Cfr. Virón, 240r a: «Dios te dé dos mil diviesos /

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EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

REY

No puedo, moderno alcaide, dejar de agradecer esto, que de almas de condenados está poblado el infierno ; mas ¿cómo podré impedir tan recamado suceso? Impedirlo es imposible, que así lo ordenan los cielos, pero podrás dilatarlo y ordenar que el mal sea menos. Supuesto que haya de ser, dime: ¿cómo?

TARFE

REY TARFE

Estáme atento. Convidarásle a comer un miércoles en Adviento, cogiéndole muerto de hambre, que de ordinario anda hambriento. Darásle pavos, perdices, mirlas, tórtolas y cuervos, cernícalos, gaviluchos,

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que te estén como nacidos»; cfr. vv. 884, 1301 y 1379. Parodia del tópico del enamorado que palidece o enferma de amor. v. 204 moderno alcaide: expresión similar en fíamete, 334b: «Alcaide quiero que seas, / y que rijas sus aldeas / como un alcalde moderno», quizá con el significado de 'alcalde de escasa autoridad' (igual que los autores modernos tienen menos autoridad que los antiguos; cfr. Cov.). vv. 206-207 Repárese en la tautología de estos versos, aunque recuerdan también la frase «De buenas intenciones (o de malas lenguas) está empedrado el infierno». v. 209

recamado: «Lo así bordado de realce» (Aut). Cfr. v. 977.

vv. 210-13 En el fondo subyace aquí la teoría según la cual las estrellas inclinan, pero no fuerzan (desarrollada por Calderón en La vida es sueño). Sobre el poder de los astros, cfr. luego vv. 747-48 y Green, II, 239-312 («El libre albedrío») y 313¬ 76 («Fortuna y hado»). En El hijo por engaño queda también claro que existe un agüero según el cual la ciudad de Toledo habría de perderse. vv. 218-19 cogiéndole muerto de hambre, / que de ordinario briento: sobre el hambre de los hidalgos, cfr. vv. 62, 498-99, 575 y 1380.

anda ham-

vv. 220-43 Larga enumeración de alimentos que conforman un banquete grotesco: los primeros elementos de cada serie (de aves, de pescados, de frutas) son adecuados, pero luego se acumulan varias menciones que son meramente ridiculas.

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TEXTO DE L A COMEDIA

* guacamayos y jilgueros; avestruces, gorriones, * grullas, milanos, torchuelos, * calandrias, tordos, cuquillos, * oropéndolas, vencejos. Darásle un buey y un cabrón * (que a fe que no hay falta dellos), un camello, un dromedario, un gamo, un corzo, un ternero. Darásle un delfín, un tollo, una ballena, un cangrejo, un camarón, un atún, un salmón, un congrio entero; una sardina, un lenguado, un albur, un abadejo, * un galápago, una ostra y un besugo de Laredo. Darásle peras, camuesas, castañas, uvas y queso,

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v. 225 torchuelos: lo encuentro registrado bajo la forma torzuelo, «Halcón macho, terzuelo» (DRAE) o bien, «la tercera cría del azor» (Lex. marg.), que por extensión significa iadrón joven'; cfr. Góngora, Romances, núm. 64, vv. 89-92: «a quien se calaron luego / dos o tres torzuelos bravos, / como a Búho tal, y entre ellos / el Abideno bizarro». vv. 228-29 E l paréntesis del segundo verso hace que funcione la dilogía en

buey y en cabrón, 'animales, comida' y 'cornudos'; para este motivo, cfr. vv. 78-79, 151, 244-45 y notas correspondientes; a fe: muletilla para reforzar las aseveraciones que se repite, con variaciones, en los vv. 269,487 y 860.

v. 232 tollo: «Pez parecido enteramente a la lija, y algunos le tienen por el mismo. Llámase por otro nombre gato marino» (Aut). Cfr. Amor verdadero, 420a: «Rabio por desollar tollos». v. 237 albur: «Pescado que se cría en los ríos [...] muy sabroso y sano, y su carne sumamente blanca, de donde tomó el nombre de albur, corrompido de albor» (Aut); cfr. Céfalo, 63: «Señor, mira que este arbur / que salió a tierra del mar / en un delfín o laúd, / es el rey de Trapobana». v. 239 Laredo: población costera de Cantabria, famosa por sus pescados y, en concreto, por los besugos; cfr. Castigar, 173r: «Y mis ojos se ponen de besugo / que viene de Laredo trasnochado». v. 240 camuesa: «especie de manzana fragante y sabrosa» (DRAE). Cfr. la mercancía que pregona un vendedor en Serrana, vv. 579 y 615: «¡Lindas camuesas y peros!»

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REY TARFE

EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

rábanos, melocotones, * ciruelas, guindas y peros. Y que a la postre le sirvan por mondadientes dos cuernos, que un rey, cuando está enojado, puede dar mucho más que esto. Y después de haber comido tomarásle juramento que no saldrá de tu casa sin que tres veces primero tú le hayas dado licencia. Cual tuyo ha sido el consejo; llámale y convidaréle. Yo voy por él al momento.

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Vase. REY

Ponerse el rubio sol en el oriente, * y prestarle su luz la casta diosa, nacer la blanca y encarnada rosa * del fuego altivo en la región caliente;

v. 243 Enmiendo, según M , la lectura guindos que figura en P, V y B N ; pero: «Especie de manzana» (Aut). Cfr. El hermano, vv. 1514-16: «Hubo nueces de ballesta, / manzanas de barrio, y peros / de dificultad»; Sueños, 363: «Yo soy Pedro y no Pero Grullo, que quitándome una d en el nombre me hacéis el santo fruta». v. 245 por mondadientes dos cuernos: dejando aparte la hipérbole grotesca, la expresión es apropiada porque de ese material se fabricaban los palillos; y, en efecto, la mera mención de los mondadientes (o de otros objetos hechos de cuerno: tinteros, linternas, calzadores, etc.; cfr. Cov.) tenía connotaciones negativas y satíricas. Puede verse Quevedo, PO, núm. 601: «A uno que se mudaba cada día por guardar su mujer» (PSB, 494-95); 592, con las protestas del cornudo profeso (PSB, 482-83 y notas de Arellano); 594, que empieza «Casóse la Linterna y el Tintero» (PSB, 485¬ 86); también sobre cornudos Sueños, 154-55 y 401-404. v. 257 la casta diosa: Diana, la Ártemis de los griegos, hija de Zeus y Leto, personificación de la luna, como su hermano Apolo lo era del Sol, aludido en el verso anterior (cfr. Grimai, 53-54 y 136). v. 259 región caliente: Ma del fuego' ; región tiene aquí el significado técnico de «Espacio que, según la filosofía antigua, ocupaba cada uno de los cuatro elementos» (Martín Alonso, Enciclopedia del idioma). Según la visión cosmológica de la época, el universo se componía de la tierra, las regiones del aire y el fuego y los once cielos, de los que el décimo era el Primer Motor y el undécimo el Empíreo; cfr. Green, II, 43-60.

TEXTO DE L A COMEDIA

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* surcar del mar la espalda trasparente * de elefantes la escuadra numerosa, * y ballenas en tropa y voz gozosa la seca arena de la Libia ardiente; dar la perdiz al elefante guerra, las liebres al león hacer agravio, huir el lobo hambriento del cordero; * pararse el sol y dar vueltas la tierra, * hasta aquí no lo has visto, pueblo sabio, * ni yo tampoco, a fe de caballero.

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Salen el rey don Alfonso, Celimo y Tarfe. ALFONSO TARFE ALFONSO

¿Que el rey mi señor me llama? Su Majestad gusta dello. ¿Qué querrá?

270

v. 263 Libia ardiente: mención tópica para connotar 'calor' o 'desierto' ; también aparecía como tierra abundante en serpientes; cfr. Góngora, soneto 75, v. 8: «que la engendró la Libia ponzoñosa» (Ciplijauskaité, 140). v. 267 pararse el sol y dar vueltas la tierra: que la tierra dé vueltas se dice aquí como cosa imposible, en el contexto de este soneto que presenta varios ejemplos de «mundo al revés», aunque negados en la conclusión final. Según la antigua concepción geocéntrica, «autorizada» por la Biblia (Josué deteniendo el sol, Josué, 10, 12-15), el sol se movía alrededor de la tierra; cfr. Green, II, 60-64 sobre «El impacto de la ciencia renacentista» de Galileo y Copérnico. v. 268 pueblo sabio: apostrofe al público. v. 269 a fe de caballero: cfr. Góngora, soneto núm. 105, «Jura Pisuerga a fe de caballero» (Ciplijauskaité, 173); Quevedo, PO, núm. 613, v. 7: «¡Gentil bufón, a fe de caballero!»; Sueños, 127: «y él respondió con grandes cortesías que sí, y que por más señas se llamaba don Fulano, a fe de caballero»; ibidem, 202: «Todo eso se entiende con ese escudero, pero no contigo, a fe de caballero - y tardó a decir caballero tres cuartos de hora». Anota Arellano en el primer pasaje que a fe de es «muletilla al parecer muy usada por los que se hacían pasar por caballeros sin serlo, y de la que se burlan los satíricos a menudo», y añade estos testimonios: «juran a fe de hidalgo, a fe de quien soy» (Prosa, 58); «¿Por qué consentís sea lícito jurar a cada paso a fe de caballero, a fe de hidalgo?» (Pasajero, 389). Cfr. también Avellaneda, II, 121-22: «os juro a fe de caballero de remediaros a ambos en cuanto pudiere»; y en esta comedia, vv. 229,487 (a fe) y 860 (a fe de tu amante).

124

EL REY DON ALFONSO, EL DELA MANO HORADADA

TARFE

Pienso que brama por que le quites el vello a un novillo de Jarama. Para cuanto el rey me mande dispuesto estoy.

ALFONSO CELIMO

ALFONSO

275

Haces bien, que de un monarca tan grande vale más que una sartén diez libras de azúcar cande. Háblale, Alfonso, a su gusto, no contradigas su antojo, que eres galán y robusto, y si no comes hinojo te podrás morir de susto.

280

Dame tus pies soberanos,

285

v. 274 un novillo de Jarama: las orillas de este río eran famosas por los toros que criaban; Tirso, Por la puente, Juana, 273b: «Así toros de Jarama / alzan las frentes celosas, / vierten por la boca espuma, / fuego por los ojos brotan»; Quirós, Entremés del toreador don Babilés, vv. 162-64: «A torear al Retiro salí yo, / mas un fiero torillo de Jarama / me miró, pretendiendo ganar fama» (Obras, 45-46); Lope, OP, 1293: «Malas comidas y peores cenas, / y, como calle, pasear la cama, / súfralo, Amor, un toro de Jarama: / que ya no es tiempo de templar Jimenas»; y nota de Arellano a Marta, v. 733. Su aparición en los textos áureos connota muchas veces 'cuernos'; cfr. Quevedo, PO, núm. 594, vv. 1-2: «Casóse la Linterna y el Tintero, / Jarama y Medellín fueron padrinos»; y otras referencias en núm. 567, vv. 4-5; núm. 645, v. 100; núm. 719, vv. 3-4; núm. 767, vv. 113-14. También se jugaba a veces con novio I novillo (cfr. Maluenda, 68; Quevedo, PO, núm. 650, v. 24 y núm. 715, v. 15), aspectos que no parecen aquí operativos. v. 279 azúcar cande: «Azúcar piedra o cande. E l que se endurece y pone más blanco cociéndole cuatro o cinco veces hasta que quede como cristal» (Aut); cande tiene valor etimológico, del latín candidus, -a, ~um 'blanco': «Es lo mismo que blanco, y especialmente se aplica a el azúcar» (Aut). v. 283 hinojo: planta aromática usada en medicina y como condimento (cfr. Aut, DRAE). vv. 285-89 Nótese la hipérbole desmesurada: los pies del rey son tan grandes que, bien aderezados, podrían servir de comida a diez mil perros; perejil: puede aludir a la suciedad de los pies, pues significaba, entre otras cosas, 'excremento' (véanse las notas a los vv. 1058 y 1383); tolanos: «Enfermedad que les da a las bestias en las encías, causada de la abundancia de sangre, que les levanta el pellejo y no les deja comer» (Aut). Cfr. Lope, Amar sin saber a quién: «O está enferma / de tolanos, o ha sentido / de la posada la ausencia»; El villano en su rincón: «Que vos

125

TEXTO DE L A COMEDIA

De rodillas.

REY

ALFONSO REY

que pueden con perejil, * quitándoles los tolanos, * dar sustento a mil alanos; * corto he quedado, ¡ a diez mil ! ¡Oh, Alfonso, noble infanzón!, buena sea vuestra llegada. ¿Habéis hecho colación? Verte es cena muy sobrada. Alzaos Conde de Alcorcón.

290

venga, plegué a Dios, / muermo, adivas y tolanos»; La octava maravilla: «O aquel parar en las manos / a cada trote un rocín; / ¡malas adivas! ¡mal fin! / M a l muermo, malos tolanos» (ejemplos tomados de Voc. Lope); alanos: «Especie de perros muy corpulentos, bravos y generosos, que sirven en las fiestas de toros para sujetarlos, haciendo presa en sus orejas, y en la montería a los ciervos, jabalíes y otras fieras, como también para guardar las casas y huertas» (Aut); cfr. PO, núm. 639, vv. 172¬ 74: «Ya, por tanto ladrar, me llamas perro; / ya cuelgo, cual alano, de tu oreja»; Estebanillo, II, 78: «dejélo de hacer por que no me desjarretasen o me echasen alanos a la oreja», con más testimonios en la nota de Carreira y Cid. v. 291 buena sea vuestra llegada: verso repetido, con ligeras variantes, en distintos romances: «buena sea tu llegada» en el de la venganza de Mudarra «A cazar va don Rodrigo» (Débax, 190-91); «buena sea tu venida» en el de Lanzarote «Tres hijuelos había el rey» (Débax, 243-44), en el del Duque de Gandía «A veinte y siete de julio» (Débax, 271-74), el del moro de Antequera «De Antequera partió el moro» (Débax, 278-81), etc. Aquí sea hay que pronunciarlo como monosílabo para lograr la medida. v. 292 ¿Habéis hecho colación?: colación es «El agasajo que se da por las tardes para beber, que ordinariamente consta de dulces, y algunas veces se extiende a otras cosas comestibles, como son ensaladas, fiambres, pasteles, etc.» (Aut). Cfr. Darlo todo, 459a: «Di que hago colación, / porque como de pescado, / y así que aguarde acá fuera». vv. 294-306 Títulos ridículos (que, en cualquier caso, pertenecerían a la administración castellana) concedidos por el rey moro; nótese la gradación: conde, marqués, duque (luego Almirante y Chanciller Mayor). Alcorcón era famoso por sus vasijas (véase v. 1547; y Comendador de Ocaña, burlesca: «¿qué importa o no que se hagan / cántaros en Alcorcón?») y Hortaleza por sus verduras; Carabanchel o Caramanchel (forma habitual: así se llama el criado en Don Gil; cfr. vv. 513-14 y nota de Arellano) constituía la entrada a Madrid; cfr. Quirós, Entremés de los viudos al uso, vv. 129-31: «De la laguna Estigia y lago Averno, / que son Caramancheles del infierno, / me envía Lucifer» (Obras, 131).

126

ALFONSO REY Aparte. CELIMO REY ALFONSO REY ALFONSO

EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

Tu Majestad no consienta que yo intente tal desorden. * Con esto lavo mi afrenta: * esto es por ponerlo en orden. ¿Mas que le quiere dar renta? Don Alfonso, levantaos * Marqués de Caramanchel. Yo estoy bien, señor. Alzaos, que los que artillan las naos no hacen fruta de sartén. * No he de alzarme si Su Alteza no lo mira de otro modo.

295

300

305

v. 295 Tu Majestad: nótese h mezcla de tratamientos para d rey (Majestad, Alteza, Señor). Las formas Ib Mijestad, Ib Alteza (hoy Su Majestad, Su Alteza) eran habituales; cfr. Mocedades I, vv.2959-60: «Tu Majestad [al rey] / me dé los pies,-y ti Alteza [al hfante don Sancho]...»; Mocedades II, 218a: «¿descompuesto / t u Mijestad?»; ibidem, 241b: «Ya saludando a tu Alteza /aprieta d peto al arzón»; Ventura, w . 5-7: «Señor, si tinto levanta/ TU Majestad asu hechura /seré muy alta figura»; ibidem, vv.955-56: «Bien puede en aquesta dbarda / sentarse Tu Majestad»; El hermano, w.378-79: «y friera grande mancilla/ hacer a tu Alteza chivo».

v. 299 ¿Mas que le quiere dar renta?: mas que es expresión que suele aparecer en textos áureos con distintos valores; aquí parece significar '¿A que le quiere dar renta?', como en Lope, Dorotea, 110: «¿Mas que piensas que te he burlado?», y nota de Morby; ibidem, 312: «¿Mas que si voy por él, que le quito la capa y le hago sentar aquí, aunque le pese?»; ibidem, 399: «¿mas que me preguntas de dónde vengo?»; Calderón, Médico, vv. 75-76: «¿Mas que con él / a nuestra quinta han llegado?», y nota de Cruickshank. Zugasti, en nota a Tirso, Todo es dar, vv. 637-38 remite para esta construcción a A . Lenz, «Notes de lexicographie, I, Mas que», RH, 11, 1929, 612-28; E . H . Templin, «An additional note on mas que», Híspanla, 12, 1929, 163-70; J. Brooks, «Más que, mas que and mas ¡qué!», Híspanla, 16, 1933, 23-34. Cfr. vv. 690 y 840. vv. 303-304 fruta de sartén: «Pasta de harina a que se suele añadir huevos y azúcar, hecha en diferentes figuras, y frita después en manteca o aceite»; cfr. Ventura, vv. 1-2: «Más que fruta de sartén / codicio andar a tu lado»; Quijote, II, 20: «Luego le aficionaron la voluntad [...] las frutas de sartén»; Quevedo, PO, núm. 550, vv. 9-10: «No me acompaña fruta de sartén, / taza penada o búcaro malsín» (PSB, 426). En el v. 364, frutilla de sartén. Creo que compara la forma de las frutas de sartén con las balas de artillería; cfr. Estebanillo, II, 196: «el enemigo nos enviaba colación de balas sin confitar y peladillas amargas» (balas era 'munición' y 'un confite de azúcar'). L a rima sartén I Caramanchel es imperfecta.

127

TEXTO DE L A COMEDIA

REY CELIMO TARFE ALFONSO

CELIMO

Alzaos, Duque de Hortaleza. Él se lo vendrá a dar todo. Es terrible cuando empieza. Cuanto más mi ser levantas sobre mis humildes hombros, más arrugados que llantas y más tiernos que cohombros, vas, señor, echando mantas. Con tan nefandas mercedes me tienes a tu servicio, cautivo y preso entre redes. O el rey no está en su juicio, o sabes lo que pretendes. Alcaide, vele a la mano, que es el rey un manirroto y este Alfonso es un tirano.

310

315

320

vv. 312-13 llantas: «Cierta especie de berza muy tierna y sabrosa» (Aut); cohombros: «Fruta o legumbre que tiene verde la cáscara como la del pepino, y en el gusto u sabor se le parece algo» (Aut). Términos de comparación burlescos. v. 314 echar mantas: «Jurar, blasfemar, renegar en el sentido moderno» (Lex. marg.). Cfr. Guzmán, I, 336: «Cuando vi que amanecía, lleno de cólera, triste, desesperado y frío, abrí la puerta de la calle y, dejándola emparejada, salí fuera como un loco, echando mantas, y no de lana».

v. 319 L a rima pretendes de este verso es imperfecta con mercedes y redes. v. 320 vele a la mano: 'interrúmpele, deténle'. «Irle a la mano: estorbarle y contradecirle» (Cov.); «resistir a uno, reprimirle y vedarle algunas cosas, y estorbar al punto de hablar o hacer» (Correas, 596); cfr. Avellaneda, II, 167: «No me vaya v. m. a la mano, y verá si digo bien»; Píndaro, I, 120: «y aunque disimuladamente la cauta dama fingía irle a la mano, al fin la abrió»; Sueños, 295: «¡Basta! [...], que si no te van a la mano dirás un día entero». v. 321 manirroto: «Liberal, dadivoso y franco» (Aut). Cfr. Lope, Rimas sacras, romance «Al bajar de la Cruz», vv. 61-64: «Tomad esas manos frías, / y diréis, viendo las palmas, / que un hombre tan manirroto / no es mucho si reinos daba» (OP, 415); Céfalo, 65: «pues ando rotivestido, / andar quiero manirroto / con vos». Manirroto, en sentido literal, lo será luego el rey don Alfonso, al quedar con la mano horadada, aunque no se juega con ello, como sí se hace en El hijo por engaño, 398a, cuando Alfonso dice a Aldemón: «¿Cómo no he de hacer franquezas / si me tienes manirroto?» (más ejemplos en el estudio preliminar).

128

EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

TARFE

Celimo, tengo hecho voto de no ayunar en verano. ¿No os levantáis?

REY ALFONSO

REY CELIMO

Gran señor, * no mandes pase adelante tan excesivo favor. Pues levantaos Almirante y mi Chanciller Mayor. * Ya escampa; mejor le lleve * un ángel de patas negras; ¿has visto a lo qué se atreve? * ¡Quién tuviera aquí mil suegras * para enterrarlas en nieve !

325

330

vv. 323-24 Voto burlesco: lo lógico sería, claro, hacer un voto de ayuno. vv. 328-29 Almirante: «Dignidad y empleo militar que tiene en la mar jurisdición de meromisto imperio, con mando absoluto sobre las armadas, navios y galeras, y como justicia mayor juzga de todo lo que toca a la marina» (Aut). Chanciller Mayor: «Oficio de grande estimación, y segundo oficial en la casa del rey en España. [...] Su autoridad consistía en tener el sello real y en despachar con el rey» (Aut). Se remata la serie de cargos honoríficos otorgados por el rey moro para agasajar a Alfonso. En El hijo por engaño queda más claro que se trata de retenerlo así en palacio, para que no pueda marcharse a recabar ayuda para conquistar Toledo. Cfr. infra las palabras de Tarfe, vv. 353-54: «Pobre mozo, que te venden / con este fingido halago». v. 330 Ya escampa: « Ya escampa, y llovían guijarros. Modo de hablar con que se da a entender la pena que ocasiona el que es pesado y demasiadamente molesto en su conversación. Y también se suele aplicar esta frase cuando sobre un daño recibido se siguen otros mayores» (Aut). Como hemos visto, el rey, en vez de detenerse en la otorgación de favores, añade uno tras otro, y de eso se queja Celimo. Hay en Traición, 309b un pasaje similar en el que el rey va dando varios cargos a otro personaje. Cfr. Amantes, 2v b: «-Este es sin duda el barbero. / - Y a escampa»; Quirós, Entremés de mentiras de cazadores y toreadores, v. 193: «¡Ya escampa y llovían ladrillos» (Obras, 116); Calderón, El escondido, vv. 1118-19: «César.- ¡Vive Dios! Que aún no lo creo / de Celia. Mosquito.- Y o sí; ya escampa». v. 331 un ángel de patas negras: es decir, 'un diablo'; cfr. P. del Río, Disquisitionorum magicarum (apud Arellano, Sueños, 112 nota): «Los demonios se

manifiestan en cuerpos humanos negros, mugrientos, hediondos [...] o por lo menos en cuerpos de rostro oscuro, moreno»; F. J. Flores Arroyuelo, El diablo en España, Madrid, Alianza Editorial, 1985, 35-36.

v. 333 suegras: uno de los principales objetos satíricos y, según Arellano, «lo peor, en la axiología quevediana» (PSB, 373; véanse ahí más testimonios y biblio-

129

TEXTO DE LA COMEDIA

Pues tanto mi ser abonas, quiero hacer lo que me mandas.

ALFONSO

335

Levántase. REY ALFONSO REY ALFONSO REY

Decid, infante de monas, ¿sabéis muchas zarabandas? No, señor, mas sé chaconas. Huelgo dello; ¿sabéis muchas? Con las que sé me entretengo el rato que no me escuchas. Por mejor oficio tengo...

340

grafía); cfr. PO, núm. 518, vv. 13-14; núm. 525, v. 14; núm. 612, v. 5; y núm. 699, vv. 25-33, dedicados a Adán: «Tuviste mujer sin madre, / grande suerte y de envidiar; / gozaste mundo sin viejas, / ni suegrecita inmortal. / Si os quejáis de la serpiente / que os hizo a entrambos mascar, / cuánto es mejor la culebra / que la suegra, preguntad»; Correas recoge refranes como: «A quien tiene suegra, cedo se le muera»; «Suegra, ni de azúcar buena. [...] Suegra, ninguna buena». Cfr. también

Ventura, vv. 665-67 y nota.

v. 337 infante de monas: enmiendo Infantes que traen P y BN, pues el rey se dirige exclusivamente a Alfonso. Mona es 'borrachera'; cfr. Quevedo, PO, núm. 583, v. 12, «Gabacho tendero de zorra continua»: «es mona que a los jarros hace el buz»; núm. 872, vv. 77-78: «resollando mosquitos / y chorreando monas»; Góngora, Romances, núm. 17, vv. 21-22: «Que no hay zorras en ayunas, / y que hay monas en bebiendo». Más tarde el correo le llamará «medio borracho» (v. 1209).

v. 338 zarabandas: cfr. vv. 96 y 844. v. 339 chaconas: «Son o tañido que se toca en varios instrumentos, al cual se baila una danza de cuenta con las castañetas, muy airosa y vistosa» (Aut). Era un

baile populachero y lascivo; cfr. extenso comentario de González Amezúa en su ed. de El coloquio de los perros, Madrid, 1912, 482-91, Cotarelo, Colección, pp. CCXLCCXLII y Arco y Garay, LSEOC, 762-63; Lope, Dorotea, 133: «ya se van olvidando los instrumentos nobles, como las danzas antiguas, con estas acciones gesticulares y movimientos lascivos de las chaconas, en tanta ofensa de la virtud, de la castidad y el decoroso silencio de las damas»; Sueños, 323: «ha de recibir una sangría pasada de chaconas y folias»; Cojuelo, 70: «Yo truje al mundo la zarabanda, el déligo, la chacona, el bullicuzcuz», y extensa nota de Arellano. Era habitual el estribillo «El baile de la chacona / encierra la vida bona» (aparece, por ejemplo, en La ilustre fregona). Este baile es citado con frecuencia en la comedia burlesca: Constante, 224r: «Y así disculpa, anima, galardona, / rije, idolatra, confedera, emprende, / canta, salpica, baila la chacona»; Ventura, vv. 59-60: «Baila, señor, la chacona, / y perderás ese susto»; Tagarete, vv. 130-32: «O ¿cómo en las Siete Zonas / con el gigante Galafre / no voy a bailar chaconas?»

130

EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

ALFONSO REY ALFONSO REY ALFONSO REY

¿Qué, gran señor?

ALFONSO REY ALFONSO TARFE

REY

...comer truchas. Todo es bueno, si hay espacio. Sí, mas mejor lo primero. No quiero ser Juan Bocado. Después de mañana quiero que comáis en mi palacio. * ¿Tanta merced? Ansí pago, Alfonso, a los que pretenden mi gusto. Soy tu cuartago. Pobre mozo, que te venden con este fingido halago. Tú jurarás en tu daño, * y hasta que te veas perdido no entenderás el engaño. * Vamos de aquí.

345

350

355

Vanse todos y queda Celimo solo. CELIMO

De podrido apenas siento el redaño.

v. 347 Juan Bocado: el famoso literato italiano Giovanni Boccaccio, autor del Decamerón; para su fama en la época, véase Herrero, Ideas, 334-35. v. 352 soy tu cuartago: «Caballo pequeño o mal proporcionado en los cuartos, de donde parece se tomó el nombre» (Aut), aunque Cov. da otra etimología, del latín curtus, 'pequeño, corto'. Cfr. Góngora, Romances, núm. 64, vv. 72-76: «llegó en un rocín muyflaco/ el noble Alcaide de Sesto, / y la Alcaidesa en un asno [...],/ doña Hero en un cuartago». Infra, v. 1269, «Soy un asno». v. 356 Ha de leerse veas como monosílabo para la correcta medida del verso. v. 358 La réplica del rey «Vamos de aquí», que falta en BN, pertenece, desde el punto de vista estructural, a la escena anterior, pero desde el métrico completa el primer verso de la siguiente. vv. 358-59 redaño: «Tela que cubre las tripas, en figura de una bolsa, que consta de dos membranas muy delicadas, que en medio dejan un grande espacio» (Aut). Palabra con connotaciones ridiculas, usual en comedias burlescas: Amor verdadero, 420a: «Quiero decir que soy marras, / y que el alma y el redaño / tengo

TEXTO DE L A COMEDIA

131

¡Oh amor! ¡Oh fuego! ¡Oh desdén! * ¡Oh furia! ¡Oh rabia! ¡Oh trabajo! ¡Oh camino de Jaén, quién te sembrara a destajo de frutilla de sartén! Mal haya mora casada que aunque de orgullo se doma * sale a la plaza rapada y, no creyendo en Dios, toma * la Bula de la Cruzada. * A Mahoma os encomiendo: * por vergonzoso lugar

360

365

370

lleno de alcaparras»; ibidem, 423a: «hermanaos, carne de muelle, / que si no tenéis redaño / me quedaré hecho un fuelle / y vos derritiendo estaño»; Tagarete, vv. 73-76: «y vino con tal pujanza / que a diez picones mató / y a otros tantos (¡qué desdicha!) / los redaños les pasó»; ibidem, vv. 150-52: «Pero, ¿por qué, cuándo o cómo / no cierno por un cedazo / los redaños del dios Momo?». Se repite en los vv. 828 y 1615. Según nota de Arellano en Sueños, 546, podrido es 'el que protesta de todo y en todo halla molestias y perturbaciones'. Entiendo aquí que las tripas (el redaño) de Celimo protestan porque están vacías, como supra, vv. 85 y ss.

v. 361 trabajo: cfr. v. 138. v. 364 frutilla de sartén: cfr. supra v. 304. v. 365 mal haya: forma fija para la maldición; cfr. Correas, 287; Céfalo, 5:

«¡Mal haya alcoba que en cortinas fía!»; e infra v. 1471.

v. 367 rapada: puede ser alusión a un tipo de castigo público aplicado a alcahuetas, hechiceras... v. 369 la Bula de la Cruzada: «Bula de la Santa Cruzada. Es la que se publica y se concede a los reinos de España y contiene muchas gracias, indultos y privilegios, siendo entre ellos muy conocido el de poder los que la toman comer huevos y lacticinios en los días de ayuno de la Cuaresma; y esta suele llamarse por antonomasia la bula» (Aut). Cfr. Quevedo, PO, núm. 588, vv. 7-8: «güevos me dan sufragio de la bula, / mas no la bula sin sufragio ajeno»; Darlo todo, 444a: «Sac.- ¿Tenéis bula? Alex.- No la tomo»; ibidem, 458a: «Eso es ser como una piedra, / y yo con bula te quiero, / blanda como una manteca». Véase José Goñi Gaztambide, Historia de la bula de la Santa Cruzada en España, Vitoria, Editorial del Seminario, 1958. v. 371 por vergonzoso lugar: verso muy recordado del romance de las bodas de doña Lambra (que empieza «Ya se salen de Castilla»): «Los hijos de doña Sancha / mal amenazado me han, / que me cortarían las faldas / por vergonzoso lugar», recogido en Flor nueva, 104-109, con nota de Menéndez Pidal en p. 120 sobre su popularidad (es el núm. 665 de Durán, que apunta en la p. 440b: «Ya en siglos anteriores al XIII y X I V se castigaba a las rameras cortándolas las faldas y echándolas públicamente de los pueblos»). Cfr. Guzmán, II, 194: «Y así se iban corridos, viendo

132

EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

a todas eche un remiendo; * ípili, ópele, yo me entiendo, por aquí se ha de trovar. * Vase cantando, y salen Zara y Zoraida. ZARA ZORAIDA ZARA

ZORAIDA

¿Que tan libre y resoluto partió Celimo? Señora, dígote que iba hecho un puto. Si le quemasen ahora, por fuerza nos dañan luto. ¿Que en efeto está celoso? No hay buey con sarna más bravo cuando está llovido el coso.

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380

cortadas las faldas por vergonzoso lugar». L a mención del «vergonzoso lugar» hace que la expresión «echar un remiendo» del verso siguiente pueda adquirir connotaciones sexuales. v. 373 ípili, ópele, yo me entiendo, no encuentro en el corpus de Frenk.

/por aquí se ha de trovar: cancioncilla que

v. 377 ir hecho un puto: 'ir enfadado, fuera de sí'; puto es «El hombre que comete el pecado nefando» (Aut). Cfr. varios testimonios en Lex. marg. Correas, 581 recoge expresiones similares: estar (lo mismo que ir) hecho una botija, una ponzoña,

una víbora, un cesto, un San Lázaro. v. 378 quemasen: porque la hoguera era el castigo para los acusados de sodo-

mía; cfr. Quevedo, PO, núm. 600, v. 11: «y como puto muera yo quemado»; 850, 113-16: «Montúfar se ha entrado a puto / con un mulato rapaz: / que, por lucir más que todos, / se deja el pobre quemar»; núm. 852, vv. 97-100: «A Padurre, mozo tinto / y tenebroso galán, / por traidor de zaragüelles / le mandaron chicharran^ Zara interpreta literalmente la frase de Zoraida.

v. 379 dar luto: cfr. El hermano, vv. 339-40: «Si te mataren ahora, / no dejes

de darme luto»; ojales».

ibidem, 1154-55: «-¿Sabéis si me dejó luto? / - Y para seda y

v. 380 en efeto: las formas con reducción del grupo consonántico culto son habituales, sobre todo en posición de rima. Cfr. Calderón, Médico, vv. 325-27: «tristeza de la caída / que puso con triste efeto / a Castilla en tanto aprieto».

v. 381 sarna: cfr. vv. 866 y 881. v. 382 coso: iugar donde se corren los toros ; cfr. Góngora, Romances, núm. 1

84, vv. 46-49: «las fiestas de San Ginés, / cuando sobre nuestro coso / fulminó rayos Jarama / en relámpagos de toros».

TEXTO DE L A COMEDIA ZARA

ZORAIDA

ZARA

ZORAIDA ZARA ZORAIDA

133

Quisiérame más un clavo que tenerle por esposo. ¿Y qué te dijo? Dejóme con la palabra en la boca, y con desgaire miróme. * Yo haré que de coro tome las quejas de Antonio Roca; ¿has visto a dicha al cristiano? A espulgar se fue a las eras. ¿Y eso es cierto?

385

390

En la una mano le vi llevar las tijeras y el arte de canto llano.

vv. 383-84 Quisiérame más un clavo/que tenerle por esposo: entiendo estos versos así: 'preferiría ser esclava que casarme con Celimo', es decir, con el pronombre -me de quisiérame como forma de dativo ético ('quisiera para m í ' ) y clavo como parte de la expresión habitual «[echar a alguien] S y clavo», anagrama de la palabra esclavo («La s formada en un clavo es cifra de la voz esclavo», Aut; véase infra nota al v. 1188); aunque también podría ser clavo 'especia' y, por extensión, 'algo de poco precio', esto es, que preferiría cualquier cosa antes que ser esposa de Celimo; pero sin descartar tampoco las posibles connotaciones sexuales de clavo 'miembro viril'. O pueden ser simples ripios disparatados. v. 387 desgaire: «Ademán con que se desprecia y desestima a una persona o cosa» (DRAE). v. 388 de coro tome: 'aprenda de memoria'. Coro «Se toma también por memoria. Úsase regularmente de esta voz con las frases saber, decir o tomar de coro» (Aut). v. 389 Antonio Roca: famoso bandido que actuaba por tierras de Cataluña, como el Miñón, el Cadell, el Guiñarte (vid. nota de Romera Navarro, Criticón, II, 94). «Antoni Roca, el primer bandolero de leyenda, estuvo al servicio del noble Galceran de Pinos, en su discordia con los Rocaberti», apunta Ricardo García Cárcel, «El bandolerismo catalán en el siglo XVII», en J. A . Martínez Comeche (ed.), El bandolero y su imagen en el Siglo de Oro, 46. v. 390 a dicha: 'por ventura, por casualidad'. E l cristiano por antonomasia en la corte mora de Toledo es, claro, don Alfonso. v. 391 a espulgar se fue a las eras: cfr. Céfalo, 49: «¿Qué delito es espulgarse / uno, para que le prendan?»; Ventura, vv. 722-23: «Pues vámonos todos juntos / a un corredor a espulgarnos»; y nota al v. 118. Nueva alusión degradante. v. 394 canto llano: «Es aquel cuyas notas o puntos proceden con igual y uni-

EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

134 ZARA ZORAIDA

ZARA ZORAIDA ZARA ZORAIDA

Hanme informado que canta con notable melodía. A mí me cantó este día: «Retraída está la infanta * bien ansí como solía.» ¿Y hácelo bien? Si te place, * que haya su igual dificulto. * ¿Tanto su voz satisface? Digo, Zara, que lo hace como una imagen de bulto.

*

Sale Celimo.

CELIMO

Menudas hojas que del aire leve recibís el continuo movimiento; * mar azul con espalda crespa al viento cuando animoso en soplos se os atreve; cielos cuya gran máquina se mueve forzándole a seguir curso violento;

395

400

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410

forme figura y medida de tiempo. Llámase también música eclesiástica, por ser la que comúnmente se usa en la Iglesia» (Aut). Cfr. Tagarete, vv. 169-70: «Llamadme luego un Téatino / que me enseñe canto llano»; El hermano, vv. 319-21: «y como dijo Cintor, / el arte de canto llano, / con chocolate es mejor»; Tirso, Amazonas, vv. 1140-41: «porque agora no se estiman / discursos en canto llano», y nota de Zugasti.

Otro testimonio en Manzanares, 125. Cfr. v. 1186.

vv. 398-99 Retraída está la infanta / bien ansí como solía: comienzo del romance del Conde Alarcos: «Retraída está la infanta, / bien así como solía, / viviendo muy descontenta / de la vida que tenía» (Débax, 347-59, con nota para sus versiones y popularidad). E l «Romance del Conde Alarcos y de la Infanta Solisa, fecho por Pedro de Riaño» se publicó en pliego suelto hacia 1520. Hay una comedia El Conde Alarcos de Guillén de Castro, y el mismo tema ha sido tratado por Lope, Mira de Amescua... Cfr. L . García Lorenzo, El tema del Conde Alarcos. Del Romancero a Jacinto Grau, Madrid, CSIC, 1972. Correas, 436 recoge: «Retraída está la infanta detrás de la manta, bien ansí como solía sin basquiña. Es imitación en choca moca de un romance viejo». Para la forma ansí, cfr. nota a los vv. 24-25.

que haya su igual dificulto: 'veo difícil que haya alguien que le iguale'. v. 404 imagen de bulto: «La que se hace de piedra, madera u otra materia» v. 401

(DRAE, s. v.figura);cfr. Pedro Mexía, Silva, 250: «Y digamos de la sexta obra mara-

villosa, que era el simulacro o imagen de bulto de Júpiter Olímpico».

TEXTO DE L A COMEDIA

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luna que nos enseñas rostros ciento en el discurso de un espacio breve; claro mar, cielo azul y luna llena, hojas cubiertas de la escarcha helada que le causáis torzón a cualquier potro: si a Zara veis, manifestad mi pena; pero si no la veis, no digáis nada, que eso me va en lo uno que en lo otro.

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Míralas y dice. ¡Oh qué gallarda ocasión!; quiero asirla del copete, * que Zoraida y Zara son.

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v. 411 luna que nos enseñas rostros ciento: la luna se utiliza como símbolo de lo mudable, por las distintas fases por las que atraviesa; cfr. Vélez de Guevara, Serrana, vv. 1209-1210: «¿Pues luna? No es de cristianos, / y es mudable a cada antojo». v. 415 torzón: «Dolor agudo en la barriga, que da a las bestias, semejante al que en los racionales llaman cólico. Procede de los humores que se encierran en las entrañas, ventosedades, supresión de orina u obstrucciones excrementicias» (Aut). Cfr. Serrana, vv. 2177-80: «Nunca yo se lo pidiera [el rocín] / al boticario emprestado, / que no sé en esta ocasión / qué muermo le dio o torzón»; ibidem, vv. 2322-25: «y diole tan gran torzón, / atravesando esta sierra, / que se quedó como espada, / aunque fue espada sin vuelta»; Avellaneda, I, 49: «¡infernal torzón le dé Dios por ello!», y nota de Riquer; Avellaneda, II, 73: «estopilla [...] que debe de causar torzón

a cuantos la comen»; infra v. 865.

v. 418 eso me va: lo mismo que eso se me da 'lo mismo me importa, no me importa nada*. Cfr. en v. 479 una expresión semejante: qué se me da a mí. vv. 419-20 ocasión ... asirla por el copete: «Asir la ocasión por la melena o por los cabellos. Frase que vale usar a su tiempo de la oportunidad que se ofrece delante para hacer o intentar alguna cosa, de que resulta provecho y utilidad y de la omisión mucho daño» (Aut). Los antiguos representaban a la diosa Ocasión calva, pero con un copete de cabellos en la frente. Cfr. Tirso, Marta, vv. 498-500: «Ellas con sus padres vienen, / y ellos también, que previenen / la ocasión por los cabellos», y nota de Arellano que recoge la descripción jocosa de Quevedo al comienzo de La hora de todos; Mocedades II, 221a: «entero el pueblo amotina / contra mí, que a la malina / ocasión asió el copete»; A . de Castillo Solórzano, La fantasma de Valencia: «No en todos tiempos ofrece la ocasión su copete como en ésta» (Nov. amorosas, 188); véase en nota de Evangelina Rodríguez a este pasaje los reflejos emblemáticos de esta expresión; Tirso, Todo es dar, vv. 449-51: «Éste a fuego y a sangre, a saco mete / culpados y inocentes, porque, avaro, / tenía la ocasión de oro del copete», con nota también documentada de Zugasti.

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EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

ZARA

Zoraida, si él arremete, luego pido confesión. En viéndole desmandado mandaré que le destierren. Temor y amor me han cercado; unos dicen que le entierren y otros que no sea enterrado. Ahora bien, quiero atreverme, aunque cuando duerme Zara sé yo que no puede verme; quizá haciendo luna clara habrá ocasión de perderme.

ZORAIDA CELIMO

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Llega. Mora más bella que el cielo, mora más que un huevo dura y más clara que una yema, en pelo y faz blanca y rubia;

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v. 423 luego pido confesión: luego 'inmediatamente, al instante'; pedir confesión es el último recurso cuando un personaje se halla en trance de muerte violenta (recuérdese, por ejemplo, la de Celestina); cfr. Luis de Guevara, Los hermanos amantes: «huyeron presto porque, dando a don Baltasar una pequeña herida, juzgándola él mortal, gritó confesión» (Nov. amorosas, 340); Baldovinos, 851: «No pido / tanto como confesión»; ibidem, 852: «¡Que no me dieran lugar / para pedir confesión!». Entiendo que Zara pedirá confesión porque morirá (de asco, de pena...) si Celimo se le acerca, o porque la «matan» sus desvarios amorosos. v. 424 En viéndole: con valor condicional ('si le veo') o temporal ('en cuanto le vea'). Para estas construcciones de en + gerundio, Keniston, 38,215. Cfr. v. 1362. v. 433 perderme: quizá en el verbo perder estén operando tres significados: 'extraviarme, errar el camino', 'echar todo a perder, tirar todo por la borda' y 'pecar'.

v. 436 más clara que una yema: chiste socorrido, facilitado por la mención de

huevo en el v. anterior; Quevedo, en PO, núm. 696, v. 12, dice que la noche estaba «entre clara y entre yema»; núm. 736, vv. 107-108: «y que es de sangre tan clara / que jamás ha sido yema»; núm. 788, vv. 17-18: «la luna, entre clara y yema, / alumbraba los umbrales»; Ventura, vv. 580-81: «mas la noche fue tan clara / que fue la luna su yema». En El hermano, un personaje casa con doña Clara de Huevo (v. 1425); ibidem, vv. 1491-93: «y por antojo hubo huevos, / que tienen Claras de nombre, / y también yemas de dedos».

v. 437 en pelo y faz blanca y rubia: estos dos rasgos (se entiende que los elementos están cruzados en quiasmo: Zara es blanca por la faz, rubia por el pelo) corresponden al canon de la belleza femenina occidental y, en principio, no parecen

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TEXTO D E L A COMEDIA

mora más que el mentir dulce y más que el sueño importuna, más intratable a mis quejas que una concha de tortuga; mora más linda que un dix, más pegajosa que alcuza, más alta que un chapitel y más que chinelas lucia,

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demasiado adecuados para la descriptio de una mora (piel morena, ojos castaños o negros, cabellos como el azabache...), si bien en el romancero morisco no falta la caracterización de moras como Zaida con «trenzas rubias», «rubios cabellos» que reúnen todo «el oro de Arabia» (Durán, núms. 31, 36, 59...). En cualquier caso, los dos elementos responden a la imagen del huevo duro sugerida en los vv. 435-36: cabellos rubios, esto es, amarillos como la yema del huevo; faz blanca, como la clara del huevo cuajada. v. 438 más que el mentir mentira es dulce».

dulce: cfr. Correas, 503: «La verdad amarga y la

vv. 440-41 más intratable a mis quejas/que una concha de tortuga: creo que operan aquí dos elementos; por un lado, se trata de un claro eco de los conocidos vv. 57-59 de la «Égloga I» de Garcilaso: «¡Oh más dura que mármol a mis quejas, / y al encendido fuego en que me quemo / más helada que nieve, Galatea!», tópico de la amada enemiga, esquiva y desdeñosa, donde el sema 'dureza, inmutabilidad' viene dado por la imagen degradatoria de las conchas de la tortuga, frente al mármol, materia noble (se acaba de decir en el v. 435 que es más dura que un huevo [duro]). Por otra parte, se juega con la frase hecha tener más conchas que una tortuga, «Ser muy reservado, disimulado y astuto» (DRAE). vv. 442-45 Cuatro nuevos elementos burlescos de comparación; dix: los dijes eran «Evangelios, relicarios, chupadores, campanillas y otras bujerías pequeñas de cristal, plata u oro que ponen a los niños en la garganta, hombros u otras partes para preservarlos de algún mal, divertirlos u adornarlos. [...] Por extensión se suelen llamar así las joyas y otros aliños de que usan las mujeres y tal vez los hombres, como también todo género de juguetes que sirven al adorno o al entretenimiento» (Aut). Cfr. Quevedo, Obras satíricas y festivas, ed. Salaverría, 197: «y nosotros, la boca abierta, y el moco tan largo, comprando babadores y dijes»; Sueños, 347: «Toda mi vida lo he oído decir [...] mas tú velo por conversación de la cuna y cuento de entre dijes y babador»; Tirso, Amazonas, vv. 2747-48: «en colonias, alfileres, / guantes, bandas, rosas, dijes»; alcuza: «La vasija en que se tiene el aceite para el gasto ordinario» (Aut); cfr. Lope, Membrilla, vv. 1751-52: «Los búhos y lechuzas / se han vuelto zorras, pero no de alcuzas»; Amor verdadero, 432a: «Pero como el tiempo pasa / ya no hay quien trague una alcuza»; chapitel: «Remate de las torres» (Aut); cfr. Quevedo, PO, núm. 516, v. 5: «Si [eres] chapitel, ¿qué haces acá abajo?»; chinelas: «Calzado cjue cubre el medio pie delantero, que se diferencia del zapato en que no tiene talón. Usase para andar en casa por lo ligero y acomodado» (Aut). Cfr.

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EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

¿cuándo verás el brasero donde esta alma se chamusca, y el agua que dan mis ojos * son la barra de San Lúcar? ¿Cuándo verás mis narices que de celos estornudan y a necesidad pudieran servir de pico a una grulla? ¿Cuándo verás que mi rostro con virginal verecundia a la luz de esos dos soles

450

455

Quevedo, PO, núm. 607, v. 5: «rey sin chinelas, rey con acicates»; núm. 618, vv. 6¬ 7: «afeitáis la caraza de chinela / con diaquilón y humo de la vela»; lucia: 'tersa,

lúcida' (cfr. DRAE).

vv. 446-47 L a tópica imagen de la llama de la pasión amorosa, del amor que arde (no hace falta citar testimonios), aquí degradada en brasero y chamuscar.

vv. 448-49 y el agua que dan mis ojos / son la barra de San Lúcar: barra «El banco de arena o arrecife que a la entrada de algún puerto suele hacerla dificultosa o no deja entrar la embarcación sino estando la mar en creciente. Por cuya razón llaman también barra a los bocas de los ríos que entran en el mar, porque allí se suelen comúnmente hacer estos bancos, como la barra de San Lúcar» (Aut). Cfr. Guzmán, II, 276: «sucedió que, como sus hijos viniesen de las Indias con suma de oro y plata, cuando ya llegaban a la vista de la barra de San Lúcar y, como dicen, dentro de las puertas de su casa, revolvió un temporal, que con viento deshecho [...] dio con el navio encima de unas peñas». Clara parodia de otro tópico amoroso: el llanto abundante del amante desdeñado que hace acrecentar el caudal de los ríos, repetido también ad nauseam en la literatura pastoril (La Galatea, La Arcadia...) y amorosa en general (por ejemplo, Quevedo, PO, núm. 296, vv. 7-8; núm. 299, vv. 5¬ 8; núm. 318, vv. 1-2 y 13-14, etc.).

v. 451 estornudan: cfr. v. 605 «me despidió el estornudo». v. 452

a necesidad: 'en caso de ser necesario'.

v. 453 Las narices de Celimo son tan grandes que podrían equipararse al pico de una grulla, ave que se caracteriza por lo largo del mismo. L a nariz larga era rasgo atribuido a judíos y moros; cfr. el archifamoso soneto de Quevedo «Érase un hombre a una nariz pegado» (PO, núm. 513), y nota de Arellano en Sueños, 104-105. L a relación nariz-pico de grulla resulta pertinente además porque pico es también 'punta, extremo' de la nariz; cfr. Sueños, 375:«y en el pico de la nariz columpiándose una moquita». v. 455 virginal verecundia: verecundia es puro cultismo 'vergüenza', quizá con connotaciones jocosas aquí, no registrado en Aut; esta vergüenza y la turbación del v. 457 parecerían más propias como sentimientos femeninos. v. 456

soles: por 'ojos', metáfora trilladísima en la poesía seria. Más tarde

TEXTO DE L A COMEDIA

139

cual desposado se turba? ¿Cuándo verás que mis piernas el moreno color mudan en amarillo, que a veces pienso que calzo gamuza? ¿Cuándo verás que mi cuerpo por caniculares suda como si fuera verano? ZARA CELIMO ZARA

460

¿Has dicho? Sí. Pues escucha: 465 * ¿Has visto, al tiempo que en el mar esconde sus rubias hebras el señor de Délo, cubrir de luto el cristalino cielo la enemiga del día? Di, responde.

luceros (v. 978).

vv. 459-61 moreno: es color que connota 'moro' (en otros contextos 'negro' o bien 'diablo'). Cfr. Quevedo, PO, núm. 512, v. 3, «La quijada que cuentan los morenos» (PSB, 358 y nota de Arellano). Según Lex. marg., moreno es «Valentón, generalmente de origen árabe o negro»; gamuza: «Piel de la gamuza ['especie de antílope'], que, después de adobada, queda muy flexible, de aspecto aterciopelado y de color amarillo pálido» (DRAE). v. 463 caniculares: «Llámanse así los días que dura la canícula, que se numeran desde la entrada del Sol en el signo de León hasta 24 de agosto, aunque algunos los alargan hasta 2 de septiembre» (Aut). Cfr. Lope, La más prudente venganza, 158: «Hame acontecido reparar en unas yerbas que tengo en un pequeño huerto, que con la furia del sol de los caniculares se desmayan»; Dorotea, 417: «rabiaba como un perro por la canícula»; para más detalles, véase Pedro Mexía, Silva de varia lección, I, X X I I , «De la causa y razón de los días caniculares, y por qué se llaman así». Cfr. vv. 949 y 967. v. 467 señor de Délo: el dios Apolo, hijo de Zeus y Leto, personificación del sol, nacido en Délos «la brillante» (Grimai, 35-38). Cfr. Villamediana, núm. 391, «Fábula de Faetón», I V , vv. 313-14: «El gran palacio del señor de Délo, / sobre asiento lustroso colocado»; Quirós, Obras, 291 \ «Don Apolo por la gracia de su plectro soberano, /[...] Virrey luciente en el cielo, / pues gobierna al cielo cuarto, / Rey de la Cándida Aurora, / Príncipe en Delfos jurado [...]/ y Marqués de los Oráculos, / que hablan en Delfos y en Délo»; Lope, La Circe, I, vv. 285-86: «Temió Circe el furor del rey sarmacio, / llamando al claro Sol que estaba en Délo» (OP, 879). v. 469 la enemiga del día: 'la noche'; recuérdese el comienzo del bello romance de Lope sobre Gazul: «Sale la estrella de Venus / al tiempo que el sol se pone, / y la enemiga del día / su negro manto descoge».

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CELIMO ZARA

EL REY DON ALFONSO, EL DE LA MANO HORADADA

* ¿Has visto que, en el mismo lugar donde 470 bordado estuvo el cristalino velo, * un helado terliz de escarcha y yelo hace que el campo de verdor se monde? ¿Has visto abrasarse el mismo fuego, el monte, el prado, y ser del mismo modo 475 * lo que hay desde el Antártico a Calixto? * ¿Has visto serenarse el tiempo luego? Sí, mi señora, ya lo he visto todo. Pues ¿qué se me da a mí que lo hayas visto? *Vanse las dos.

CELIMO

¡Ah, mi señora! ¡Ah, mi bien! ¡ Ah, mis ojos! ¡ Ah, mi bote, mi almario, mi palafrén!

480

v. 472 P, BN y V traen en este verso bordado, repitiendo la palabra del anterior; enmiendo según M, lectura que mejora el texto; terliz: «Tela de lino u algodón, de colores, y tres lizos» (Aut); cfr. Quevedo, PO, núm. 581, vv. 10-11: «para los gormadores hay capuces; / a los alegres se pondrán terlices» (PSB, 468). v. 473 se monde: 'se pele, se quede sin hierba'. v. 476 desde el Antártico a Calixto: 'de uno a otro polo'. Antártico es «Epíteto que se aplica al polo meridional del orbe, que es opuesto al polo árctico o septentrional» (Aut): Calixto: «Constelación celeste, que vulgarmente llaman Osa mayor [...] y de esta constelación se llama polo de Calixto el Arctico, por estar cerca de él» (Aut). Cfr. Avellaneda, I, 163-64: «Valerosos príncipes y caballeros griegos, cuyo nombre y cuya fama del uno hasta el otro polo, del Ártico al Antártico, del Oriente al Poniente, del setentrión al Mediodía, del blanco alemán hasta el adusto scyta, está esparcida»; Hamete, 326b: «Con esta armada marchando / desde Antártico a Calisto, / nos miró con malos ojos / la puente de Leganitos». Se ha de pronunciar Calisto, en rima con visto. v. 479 qué se me da a mí: 'qué me importa ; no se me da nada es frase usada para explicar «el ningún cuidado que causa una cosa» (Aut). Cfr. v. 418, «eso me va en lo uno que en lo otro». vv. 480-82 En vez de seguir las denominaciones positivas y elogiosas a la dama (señora, bien, ojos) se añaden ahora tres elementos burlescos; bote: entre varias acepciones posibles, la más adecuada parece la de 'vasija en que las mujeres guardan los afeites y aderezos para la cara, manos y garganta (cfr. Aut); almario: lo mismo que armario, «mudando la r en 1, cosa muy usada en nuestra lengua» (Aut); cfr. Tagarete, vv. 335-38: «en saliendo mi contrario / [ . . . ] / le he de arrancar el almario», e infra v. 993; palafrén: «El caballo manso en que solían montar las damas y señoras en las funciones públicas o para la caza y muchas veces los reyes y 1

1

TEXTO DE L A COMEDIA

141

¿Por qué tratas con desdén * a este pobre don Quijote? ¡ Ah, mi bella Zara!, espera. ¡ Ah, mujer escurridiza! * A fee que de otra manera me escuchara y respondiera si yo fuera longaniza. * ¡Vos tan grande sinrazón! ¿Cómo es posible que muera * quien sabe danzar sin son: * «Yo me era Perito de Utrera, * yo me era Perito de Utrón»?

485

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*Vase cantando, y salen el rey don Alfonso y un cazador. ALFONSO CAZADOR ALFONSO

¿Echaste pan a los galgos? Sí, gran señor. ¿Y a la perra * que traje de Ingalaterra?

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(Aut); cfr. v. 1453. v. 484 este pobre don Quijote: la genial creación cervantina fue estimada en

príncipes para hacer sus entradas»

su momento exclusivamente como personaje ridículo (cfr. Quevedo, PO, núm. 733, «Testamento de don Quijote») y utilizada como figura en bailes y mascaradas; vid. Avellaneda, III, 231-33 (Apéndice I, «Fiestas y paseo de los estudiantes»). Aquí se le menciona como prototipo del enamorado perpetuamente desdeñado.

v. 486 mujer escurridiza: por 'mujer esquiva', con un adjetivo cuasi-sinónimo, pero con cambio del rasgo moral al físico. v. 487 afee: fee es forma etimológica, del latínfidem,que alterna con/