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HISTORIA DE LA

POESÍA CASTELLANA EN LA EDAD MEDIA POR EL DOCTOR

DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO EDICIÓN ORDENADA Y ANOTADA

DON ADOLFO BONILLA Y SAN MARTIN

TOMO

11

MADRID LIBRERÍA GENERAL DE VICTORIANO SUÁKEZ Calle de Preciados, 48

1914

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by the Internet Archive

2009

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University of Toronto

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OBRAS COMPLETAS DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO

HISTORIA DE LA

POESÍA CASTELLANA EN LA EDAD MEDIA

US

HISTORIA DE LA

POESÍA CASTELLANA EN LA EDAD MEDIA POR EL DOCTOR

DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO EDICIÓN ORDENADA Y ANOTADA

DON ADOLFO BONILLA Y SAN MARTIN

TOMO

II

MADRID LIBRERÍA GENERAL DE VICTORIANO SUÁREZ Calle de Preciados, 48

1914

.3 «3

3:

ES PROPIEDAD

Madrid.

— Establecimiento tipográfico de Fortanet, Libertad, 29. — Teléfono 991.

CAPITULO OCTAVO [NOTAS CARACTERÍSTICAS DE LA ÉPOCA DE DON JUAN POLÍTICA Y LAS COSTUMBRES.

II

DE CASTILLA.— LA RESTOS DE

LA INFLUENCIA ITALIANA.

OTRAS INFLUENCIAS EXTRANJERAS.

—-CAMBIO

POESÍA CORTESANA Y SUS FUENTES.

DE RUMBO LITERARIO.

LA

POESÍA DIDÁCTICA Y ALEGÓRICA.

LOS

POETAS DE ESTA ÉPOCa]

De 1419

á

1454 se extiende

período capitalísimo en

Edad Media,

si

la

el

reinado de D. Juan

historia

ya no preferimos ver en

II

de

Castilla:

y literaria de nuestra un anticipado ensayo

política él

de vida moderna y como una especie de pórtico de nuestro Renacimiento.

Una

tonces todas

zo partido con

no por

agitación desordenada, cuanto fecunda, invade en-

las esferas

de

soberano, sino por

las flacas fuerzas del

firmeza de un verdadero

bido en

la lucha,

anarquía señorial lucha á bra-

la vida: la

prestigio de la institución monárquica, sostenido,

el

el

talento

y

la

heroica

hombre de Estado, que, de no haber sucum-

hubiera realizado con medio siglo de anticipación

una gran parte del pensamiento político de los Reyes Católicos. Dése

nombre que en

á esta primera mitad del siglo, no el

dinástica le corresponde, sino

y quien siga

al

el

registre los ordenamientos

mismo tiempo en

las

la

cronología

de reinado de D. Alvaro de Luna;

de Cortes de aquel tiempo, y la cadena de los sucesos, no

crónicas

tendrá reparo en contar aquel larguísimo reinado, de tan infausta apariencia (en que no

hubo

día sin revueltas, conspiraciones, ligas,

quebrantamientos de

la fe

de

las crisis

las tierras),

postre

más

entre

jurada,

beneficiosas, por

venganzas feroces y desolaciones

más

decisivas

que ha pasado

y

la

violentas, pero á la

vida social de nues-

tro pueblo. Las tablas ensangrentadas del cadalso de Valladolid, fue-

ron

el

pedestal de

la gloria

de D. Alvaro: aparente y

logrado por inicuas artes, resultó

el triunfo

sin fruto,

como

de sus adversarios; su

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

8

pensamiento

le

del martirio,

la

que totalmente

sobrevivió engrandecido y glorificado por

y

si

en

el

de sangre y de cieno,

iba á hundirse entre oleadas

resurgió triunfante con

aureo-

la

vergonzoso reinado de Enrique IV pareció

la

Reina Católica, para levantar

nación á un grado de majestad y concordia

ni

el

trono y

la

antes ni después- al-

canzado.

De

misma

la

suerte que en lo político, es este reinado época de

transición entre la

á

la literatura

y á

Edad Media y

las

Renacimiento por

el

que toca

lo

costumbres. El espíritu caballeresco subsiste,

pero transformado ó degenerado, cada vez más destituido de ideal cada vez más apartado de

serio,

menos heroico que

brillante

y

neos, justas y pasos de armas

cultivando

la

llaneza

la

frivolo,

y gravedad

antiguas,

complaciéndose en los tor-

más que en

verdaderas,

las batallas

galantería y la discreta conversación sobre toda otra

virtud social. Sin humanizarse en

fondo

el

las

y en me-

costumbres,

dio de continuas recrudescencias de barbarie, se van limando, no obstante, las asperezas del trato ticos

toman carácter de

dorosa ferocidad del siglo

de

los legistas, hábiles

del derecho,

de ller

la

y por

el

el

los

crímenes polí-

diverso de la can-

Crece por una parte

el

ascendiente

en colorear con sus apotegmas toda violación

hervor de

No la

y

de que hemos visto en

los políticos,

primer modelo.

ciega temeridad, los, el

xiv.

muy

otra comienza á aguzarse el ingenio

nueva casta de

Ayala

común, y hasta

perfidia cortesana,

es

ya

el

sangre,

sutileza

canci-

el

impulso desordenado,

la fortaleza

de

la

múscu-

los

apetito de lucha ó de rapiña lo que decide de los negocios

públicos, sino las hábiles combinaciones del entendimiento, la per-

severancia sagaz,

de los

los

el

discernimiento de las condiciones y flaquezas

hombres. Rara vez se pelea por

la

grande empresa nacional;

moros parecen olvidados, porque no son ya temibles;

continua,

la

única que apasiona los ánimos, es

la interna,

la

en

lucha

la cual

rara vez se confiesan los verdaderos motivos que impelen á cada

uno de cial lo

los contendientes.

Un

velo de hipocresía y de mentira

cubre todo. Los mejores y de más altos pensamientos,

D. Alvaro, aspiran á

más que

la realización

de un

ofi-

como

ideal político, sin confe-

y aun quizá sin plena conciencia de él, movidos y obligados en gran manera por las circunstancias. Los

sarlo

á medias,

CAPITULO OCTAVO

Q,

y de

restantes, so color del bien del reino

la libertad del

Rey, se

juntan, se separan, juran y perjuran, se engañan mutuamente, y,

más que

de su

los intereses

medros y

clase, celan sus personales

acrecentamientos, dilapidando

el

tesoro real con escandalosas con-

y los campos como nube de langostas. Todos los lazos de la organización social de la Edad Media parecen flojos y próximos á desatarse. Aun el

cesiones de mercedes, ó cayendo sobre los pueblos

fervor religioso parece entibiarse por

por

el

nales

menoscabo de

la disciplina,

la

por

soltura de las costumbres,

abuso de prelacias nomi-

el

y de beneficios comendatarios, por

intrusión de rapaces

la

extranjeros que devoraban in curia los frutos de nuestras iglesias, sin conocerlas ni el

aun de

y como si todo esto no bastara, por Cisma y de las tumultuosas sesiones de

vista;

reciente espectáculo del

Constanza y Basilea. Es cierto que no se llega á

como en Bohemia, ysi de

Osma

ó

las

de

los sectarios

enmudecen en medio de encontrar, en poetas

una

cierta licencia

y

la

protesta herética

la

se levantan voces aisladas

como

con

cabala,

los

más afamados,

y no retrocede ante las artes

el

la

las delicias

de un harén

magia, de

estudio

y práctica de

asiático,

traje,

y

es

el

de

saber posi-

la astrología

non cumplideras de

rodea de judíos y de moros, viste su

en

difícil

indicios

de pensar, y más aún, de extravagante irreve-

sueños y delirios de

nes vedadas y de

de Pedro

reprobación general; pero no es

prosistas de los

rencia en la expresión. D. Enrique de Villena junta tivo

la

de Durango, pronto son ahogadas ó

y de

la

las supersticio-

Enrique IV se

leer.

languidece

y

se afemina

acusado por los procura-

dores de sus reinos de tener entre sus familiares y privados «cristianos por

nombre

sólo,

muy

creen é afirman que otro bestias».

La narración

sospechosos en

mundo no hay

tan ingenua

y veraz

la fe,

en especial que

sino nacer del viajero

y morir como León de Ros-

mithal confirma plenamente esta disolución moral, que tenía que ir

en aumento con

la

conversión

falsa

ó simulada de innumerables

judíos, á quienes el terror de las matanzas, el sórdido anhelo de ga-

nancia ó

la

ambición desapoderada, llevaba á mezclarse con

el

pue-

blo cristiano, invadiendo, no sólo los alcázares regios, para los cuales

tenían áurea llave, aun sin renegar de su antigua drales

y

los monasterios,

donde su presencia

fe,

sino las cate-

fué elemento continuo

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

10

de

discordia, hasta

menzó

feroz reacción de sangre

que una

á depurarlos.

No

se niega

nuevos conversos de buena

fe,

como ambos Santa

apologistas,

se engañaba en su bárbara

número de

y

y de

raza co-

los cristianos

y aun grandes obispos y elocuentes Marías; pero el instinto popular no el

mayor

amargo

é into-

fanática oposición contra

hasta cuando

ellos,

que hubiese entre

más

gala hacían de

lerante celo contra sus antiguos correligionarios. Ni cristianos n¡

judíos eran ya la

mayor parte de

los conversos,

y toda

la falacia

y

doblez de que se acusa á los pueblos semitas, no bastaba para encu-

muy

Tal levadura era

brirlo.

bastante para traer inquieta

la Iglesia

y perturbadas las conciencias. Resultado de toda esta perturbación, nacida de causas tan heterogéneas

(á las

cuales quizá convendría agregar

la

influencia del

escolasticismo nominalista de los últimos tiempos, las reliquias del

primeros atisbos de

averroísmo y

los

un estado de

positiva decadencia del espíritu religioso, la cual se

manifiesta ya por

dos ó

tres

la

muy

la historia

hacen de

las

señaladas, pero todavía

general de

ya por

particular de España); ralistas

incredulidad italiana), fué

penuria de grandes escritores teológicos (con

excepciones

influyentes en

la

el

la Iglesia

más célebres é

del siglo

xv que en

frecuente uso y abuso que los

sentencias de

la

sabiduría pagana, al igual,

y máximas de

la

mosi

ya no con preferencia, á

los textos

Santos Padres; ya por

irreverentes parodias de la Liturgia, que

las

es tan frecuente encontrar en los Cancioneros: siete

la

Escritura

y

Misa de Amor., Los

Gozos de Amor, Vigilia de la enamorada muerta, Lecciones de

Job aplicadas al amor profano, y otras no menos absurdas y escandalosas, si bien en muchos casos no prueban otra cosa que el detestable gusto de sus autores, ni

y no se como

alcance que éste. Pero sea

las cosas santas es

tual,

ya por



sola

les

debe dar más trascendencia

fuere, la profanación habitual

un síntoma de relajación

de todo punto incompatible con los periodos de

fe

de

espiri-

profunda,

sean bárbaros ó cultos.

Mucho más menoscabado que el Con una sola excepción,

del trono.

Enrique

III,

voluntad,

la

prestigio de la Iglesia, andaba la

del efímero reinado de

tan doliente y flaco de cuerpo, dinastía

de

los

como

el

don

entero y robusto de

Trastamaras, fundada por un aventurero

CAPITULO OCTAVO afortunado y sin escrúpulos, que para sostenerse en

pado

tuvo que hartar

la

codicia

no produjo más que príncipes

rios,

el

poder usur-

de sus valedores y mercenadébiles,

cuya

inercia, incapa-

cidad y abandono, va en progresión creciente desde los sueños de

grandeza de D. Juan D. Juan

II,

el

bien y hábil para discernirle

bre de entendimiento claro y liz

deD. Enrique IV.

hasta las nefandas torpezas

I

nacido para

amena

cultura, tuvo á lo

inspiración de buscar en una voluntad enérgica

roso

la fortaleza

así logró

que faltaban á su voluntad y

sobreponerse

al

sas abdicaciones de

la

á su brazo, pero ni

la

su reino.

A

tan vergonzo-

dignidad regia, á tan patentes muestras de

iniquidad y flaqueza, todo en uno, respondía cada vez

y alborotada

la tiranía del

motín

A

la

más rugiente

nobiliario, exigiendo todos los días

nuevas concesiones y repartiéndose púrpura regia.

aun

y al cabo firmó su sentencia de muerte de su único

hombre más grande de

del

leal,

la fe-

y un brazo vigo-

torrente de la anarquía,

perenne deshonra con firmar servidor

como hommenos

arrogancia de

los

las

desgarrados pedazos de

obras acompañaba

el

la

desen-

Nunca se habló á nuestros reyes tan insolente como el que osaron emplear contra Enrique IVr

freno de las palabras.

y

cínico lenguaje

ricos-hombres, prelados, procuradores de las ciudades, todo do, en suma, condenándole en

ción peor que

blando

el

documentos públicos

del cadalso de Avila.

la

tono de

las

Y

fundamentos de

la

taban para teorías,

mun-

no había sido mucho más

recriminaciones de los Infantes de

de sus parciales en tiempo de su padre.

el

á una degrada-

Si

no solían

Aragón y

discutirse los

potestad monárquica, porque los tiempos no eslo

que es en

la

discusión de los negocios políti-

cos del momento, se llegó á un grado de libertad ó de licencia, que

pasmaría aun en tiempos revolucionarios.

que pensaba, ya en prosa, ya en cada uno de lencia,

los

Todo

el

mundo

decía lo

verso; había cronistas á sueldo

de

bandos, y Mosón Diego de Valera, Alonso de Pa-

Hernando

del Pulgar, y los autores de las Coplas del Pro-

Panadera y de Mingo Revulgo, ejercían una función enteramente análoga á la del periodismo moderno, ya grave y docvincial, de la

trinal,

ya venenoso, chocarrero y desmandado.

Para aguzar los espíritus no era esta mala escuela, pero en cambio producía una

fermentación mal sana, agriaba los corazones y

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

12

agravaba,

si

era posible, el malestar del reino, cuya gangrena reque-

cauterios

ría

tolas

más enérgicos que

el

de pasquines vergonzosos ó

sembradas de lugares comunes de

moral.

filosofía

De

epís-

hecho,

y

salvo los intervalos en que D. Alvaro de

Luna tuvo firmes

das del gobierno,

sobre todo después de su

la Castilla del siglo xv,

muerte, no vivió bajo

la tutela

monárquica, sino en estado de per-

descomposición

fecta anarquía y

las rien-

social,

de que

las

mismas crónicas

generales no informan bastante, y que hay que estudiar en otras

más

historias

locales,

en genealogías y libros de

de Vasco de Aponte

liario

linajes,

en

Fortunas de Lope García de Salazar para

la

del

la

más

casa de Niebla para Andalucía.

fuerte: se lidió

Nobi-

No hubo

apenas se conoció otra justicia que

la

más ó menos

las cróni-

otra ley

de torre á torre y de casa á casa;

se vieron infestados de malhechores,

y

Montaña y Vizcaya,

en los Hechos del Clavero Monroy para Extremadura, en cas de

el

para Galicia, en las Bienandanzas

los

que

la

caminos

aristocráticos,

y

que cada cual se administraba

por su propia mano.

Pero

tales

dicio de

movimientos convulsivos y desordenados no eran

empobrecimiento de

exuberancia de

ella.

Toda

la

sangre, sino

más bien de

in-

plétora y

aquelia vitalidad miserablemente perdida

en contiendas insensatas y puesta al servicio de la fiera ley de la venganza privada, era la misma que pocos años después iba á llegar con irresistible empuje hasta Granada, desarraigar definitiva-

mente

la

rientes

morisma

campiñas

del pueblo español, dilatarse

italianas y,

vencedora por

no cabiendo en Europa, lanzarse

tenebroso y ensanchar los límites del mundo. Para dar

tal

al

las

mar

empleo

á

y desordenada, bastó ahorcar á unos cuantos banderizos; bastó que los reyes volviesen á serlo, y que la cuchilla vengadora de Alfonso XI pasase á las manos de la

esa fuerza, hasta entonces maléfica

Reina Católica, para nivelar en una misma

justicia á

Ponces y Guz-

manes, Monroyes y Solises, Uñadnos y Gamboinos, Giles y Negretes, Pardos y Andrades. Esta época tan llena de sombras en magnífica en

ña en

las

el

lo político, fué brillante

y

alarde de la vida exterior, y fecunda, activa y risue-

manifestaciones artísticas.

A ella

pertenecen los primores

del gótico florido, tan lejano de la gravedad primitiva, pero tan rico

CAPITULO OCTAVO

de caprichosas hermosuras; cajes la

con que se muestra

se

unen dichosamente

bles fábricas mudejares en

y minuciosa labor como de en-

escultura en los sepulcros de Miraflores;

eflorescencia de la arquitectura

donde

la

la prolija

la

T$

que

civil

en alcázares y fortalezas,

robustez y

la

alarifes

la gallardía;

moros ó

cristianos

innumeraconservan

tradición del viejo estilo y llevan á la perfección el único tipo de

construcciones peculiarmente español; y, finalmente, nuestra iniciación en la pintura por obra de artistas flamencos ó italianos.

No

vive

pequeño, y por eso nunca antes de la primera mitad del siglo xvi, en que todos los elementos de nuestra vida na-

el

grande arte

sin el

cional se determinaron con su propio

notable

como en

suntuarias ciones,

Las

y

siglo

el

decorativas,

y hasta

los

xv la

el

y grandioso carácter, fué tan

esplendor de

refinamientos del lujo en

fiestas caballerescas

las artes industriales,

esplendidez de trajes, armas y habita-

eran

como

en

el

la

cámara y en

de Quiñones, se describen. Se comía conforme á del Arte Cisoria, de D.

la

mesa.

Paso de anuas, de Suero las

prescripciones

Enrique de Villena, cuyos menudos precep-

y sutiles advertencias pueden dar envidia al gourmet de paladar más fino y escrupuloso. Los trajes y afeites de las mujeres eran ta-

tos

como minuciosamente

les

te

los describe

en su Corbacho

el

Archipres-

de Talavera. Que moralmente hubiera en todo esto peligro y aun

daño notorio, es cosa evidente de suyo; pero que toda

esta vida ale-

y pintoresca, que llevaban, no ya sólo los grandes señores y ricos-hombres, sino hasta acaudalados mercaderes de Toledo, de Segovia, de Medina ó de Sevilla, en trato y relación con los de

gre, fastuosa

Gante, Brujas ó Lieja, con los de Genova y Florencia, fuese, á

la

vez

que un respiro y un rayo de sol en medio de tantos desastres, un estímulo y un regalo para la fantasía, y una atmósfera adecuada para cierto género de cultura, tampoco puede negarse. arte y de la ciencia comenzaban á venir de ItaLa antigua heguemonía literaria de Francia sobre los demás pueblos de la Edad Media, estaba definitivamente perdida desde el

Los modelos del

lia.

siglo xiv. Dante, Petrarca

mente

y Boccaccio habían destronado completa-

á los troveros franceses

excluir aquellos

y á los trovadores provenzales, sin que en algún modo podían considerarse como

maestros suyos. El genio francés, que tanto creó en aquellas eda-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

14

no había acertado á perfeccionar nada

des,

to personal en sus obras.

mente

á la calidad,

ni á

poner

estilo ni

acen-

La cantidad había ahogado monstruosa-

en aquellas selvas inextricables de canciones de

gesta, de fablianx, de leyendas devotas y de misterios dramáticos.

En

aquella masa informe estaban contenidos casi todos los elemen-

tos

de

el

la literatura

moderna, pero rudos y

en

los

don de adaptar y perfeccionar

y por

nos,

modo

el

todo, tenía en la el

esperando

sin desbastar,

y la obra del genio individual: Francia, que tiempos modernos se ha distinguido principalmente por el

trabajo de selección

don de

las

invenciones y pensamientos aje-

y agradable de

Edad Media

el

moderno no

de

la

mesura. Por eso

la

fué la francesa, sino la italiana, la

pareció reanudar

la

este influjo.

visto

de

la

la

más

tardía en su

que desde

el

primer

tradición clásica, en parte conocida,

en parte adivinada por secreto

Ya hemos

el

primera literatura de carác-

aparición de todas las literaturas vulgares,

momento

y exponerlo

presentarlo

cualidades absolutamente contrarias:

invención enorme, facilísima y atropellada, no

la

perfección ni ter

fácil

influjo

de

raza.

cuándo y cómo empezó á sentirse entre nosotros

Micer Imperial y sus discípulos introducen en

fines del siglo xiv, el estudio

y

Sevilla, á

culto de la Divina Comedia., que

el

muy pronto se extiende y propaga en la corte castellana. Tras de Dante entraron Petrarca y Boccaccio, y con ellos el Renacimiento de

la

antigüedad

Italia

cia

en

latina.

Comunicaciones cada día más frecuentes con

aceleraron este movimiento,

Roma de

Iglesia á la ida ó á la vuelta

lea

al

cual no fué extraña la asisten-

algunos prelados y otros doctos varones de nuestra

de

los concilios

de Constanza y Basi-

(1414-1431), sobresaliendo entre ellos D. Diego

Fuensalida, obispo de Zamora,

el

Gómez de

arcediano de Briviesca D. Gon-

zalo García

de Santa María, D. Alvaro de Isorna, obispo de Cuenca,

y más que

todos aquel memorable converso D. Alonso de Carta-

gena, obispo de Burgos, cuyo

toda empresa de cultura durante

nombre el

cuentan que dijo Eugenio IV: «Si

se encuentra

reinado de D.Juan el

mezclado en II,

y de quien

obispo de Burgos en nuestra

corte viene, con gran vergüenza nos asentaremos en

la silla ele

San

Pedro.» D. Alonso de Cartagena, que en Basilea había sostenido los

derechos de

la

Sede apostólica con no menos brío que

la

preceden-

5

CAPITULO OCTAVO cia

de su rey sobre

Eneas

Silvio,

de Inglaterra, entró

el

una de

las

más simpáticas

1

allí

en trato familiar con

Renacimiento

figuras del

antes y después de su pontificado; y ovo dulce comercio por epístolas

con Leonardo Aretino, entrando en discusión con traducción de

él

obispo burgense no era enteramente peregrino en ga.

De

Juan

este

mismo Leonardo Aretino

tan admirador de su doctrina

II,

sobre su nueva

Etica de Aristóteles, lo cual da á entender que

la

el

lengua grie-

la

don

recibía cartas filosóficas

y tan penetrado de

la

nobleza

y excelencia del saber, que tratando como á príncipe al modesto humanista de Florencia, le enviaba embajadores que le hablaban de rodillas. Si á este infantil

manas

se

medio de

añade

la

y candoroso entusiasmo por

antigua comunicación de

las escuelas

de Bolonia y Padua, siempre

das de españoles, y más después de

tas

y

muy

frecuenta-

fundación del Colegio Albor-

qué punto comenzaban á ser estrechos

noziano, se verá hasta lazos del espíritu entre

la

hu-

las letras

ciencia jurídica por

la

España

é Italia.

prosistas castellanos del siglo

Fueron ya no pocos

xv que en

Italia

los

los poe-

recibieron su

educación en todo ó en parte: Juan de Mena, Juan de Lucena y Alonso de Palencia descuellan sobre todos, siendo más visible y

marcada en

ellos

que en otros escritores

la

tendencia

al

latinismo

de dicción y de pensamiento. Finalmente, la obra definitiva del Renacimiento se cumple por un humanista de purísima educación italiana,

Antonio deNebrija,

el

gran reformador de

la disciplina

gra-

matical.

Pero antes que Nebrija, con

que habían de conservar en el

el

concurso de Arias Barbosa, diese

el

á los estudios de humanidades

la

forma y organización

definitiva

glorioso siglo xvi, fué menester

Renacimiento español, rezagado en medio

que

siglo respecto del ita-

por un período de vulgarización y de dilettantismo más y cortesano que gramatical y erudito, período de traducciones y adaptaciones, en que se procuraba coger el seso real según común estilo de intérpretes. «Si se carece de las formas, posealiano, pasase

aristocrático

mos

al

menos

las materias», decía el

bastante noticioso de

la

lengua

Marqués de

latina,

su propio hijo, D. Pero González de Mendoza,

Gran Cardenal de España. Crecía

Santillana, que,

no

empleaba como traductor á el

que fué después

la afición á los libros,

que venían

6

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

1

en su mayor parte de

Italia,

y comenzaban

á formarse suntuosas

más apasionados

colecciones de códices, descollando entre los bliófilos

D. Iñigo López de Mendoza y

el

Luis Núñez de Guzmán. Rarísimo aún

como no

lo había sido

lo supo,

en

en

Italia

y Boccaccio

sólo

sus postreros años; lo poco siglo x\ r á la nuestra, venía

como

es

de ver en

la

el

puesto que

pudo alcanzar alguna que de aquella

las homilías

y por

lo

el

Plutarco y

estilo

pedantesco, con afectada imitación ó

A

Fe don y

el

Josefo de

el

los latinos se los tradu-

fidelidad literal,

más

sobremanera revesado y

más

bien grosero calco del

hipérbaton del original. Prototipo de tales versiones es

D. Enrique de Villena, con

el

latinos,

de San Juan Crisóstomo y otras

común con extrema

que con discreción de sentido, en

que

Petrarca

pasó en

literatura

Iliada de Juan de Mena, en el

Alonso de Palencia, en

el

tintura de él en

por intermedio de los traductores

obras de Padres y Doctores eclesiásticos. cía directamente,

conocimiento del griego

el siglo xiv,

Axioco de Pedro Díaz de Toledo, en

bi-

Maestre de Calatrava don

las prolijas glosas

que

la

la

Eneida de

acompañan, en

vierte el traductor toda la copia de su saber enciclopédico é in-

digesto. El gusto no estaba

maduro aún para que entrasen en

la

moderna Horacio y los elegiacos, cuyas bellezas requieren más hondo conocimiento de la lengua y civilización greco-romana y literatura

más refinado tivo,

y

gusto; pero se traducían las obras de carácter narra-

así el futuro

estudiante en (

Gran Cardenal Mendoza ocupaba sus ocios de

facilitar á

su padre

Hidio, gran repertorio de

entonces

la

lectura de las Metamorfosis de

la

fábulas mitológicas, al cual llamaban

Biblia de los Poetas, porque de

él

principalmente se

sacaban argumentos y comparaciones, y todo género de alardes de erudición profana. Simultáneamente,

y muy estimados en su calidad

de españoles, pasaban á nuestra lengua Lucano y Séneca Era

la

excepción en contrario,

en

ella se

lo cual se

atendía únicamente á

la

trágico.

tendían; y así á

Lucano

de historiador de

la

explica bien, considerando que

materia y de ningún

caracteres del estilo poético, que ni

ca,

el

prosa forma única de estas versiones, sin que haya una sola

el

se le traducía,

guerra

civil

modo

á los

traductor ni sus lectores en-

no en concepto de épico, sino

Pompeyo, y á Sénemáximas y sentencias

entre César y

no como poeta dramático, sino por

las

CAPITULO OCTAVO

17

morales que en sus tragedias se encuentran. La afición á

había sido de nuestra primera

Edad Media,

como

lo

salvo que entonces eran

preferidos aquellos libros orientales que suelen revestir

amenas formas

lectura de

la

de este período,

los moralistas era carácter especialísimo

la

enseñanza

del cuento

y del apólogo, y ahora, por el contrario, se daba mayor estimación á la forma directa con que apa-

con

las

rece

la

éstos,

doctrina en los libros de los moralistas clásicos;

más que

rotundidad de

la

los

y aun entre

períodos ciceronianos (cuya

plena imitación no se logró hasta

el siglo xvi), agradaba el vivo y y su manera cortada y vibrante. Intérmismo de Marco Tulio que del filósofo de Córdoba, pero

ardiente decir de Séneca

prete lo

mostrando predilección por estos moralistas

el

su grande amigo

Séneca,

y por

el

el

segundo, aparecía á

la

cabeza de

obispo Cartagena, seguido á corta distancia por

el

señor de Batres, que se decía

el Lucilo

de aquel

doctor Pedro Díaz de Toledo, que dilató sus estu-

dios hasta Platón,

y conserva reminiscencias de sus diálogos en su

propio Razonamiento sobre la muerte del Marqués de Santillana.

Ni estaban olvidados

la

Livio;

serie había abierto el

Vasco de Guzmán hacía

primera traducción de Salustio; otros vulgarizaban á Julio César,

á Orosio

á Quinto Curdo, ya de sus originales, ya de versiones

y

anteriores toscanas

sagrada con la

cuya

los historiadores,

Ayala trasladando á Tito

canciller

Biblia

no sólo

Y

dándose

se traía

de

la la

mano

la

antigüedad

verdad hebraica toda la

Maestre de Calatrava, sino que

los

y

alto espíritu del

más fundamentales de San Agustín, San Gregorio

y San Bernardo, Clímaco y gine,

catalanas.

por obra de judíos y cristianos, con alto honor de

munificencia libros

y

la gentílica,

y

el

otras

los

Magno

el

dos famosos tratados ascéticos de San Juan

monje Casiano,

la

Leyenda Áurea de Jacobo de Vorá-

muchas producciones de

la literatura eclesiástica

los diversos siglos, transportadas al habla vulgar, alternaban

nacientes bibliotecas señoriales con las producciones del clásico, sirviendo

como de

lazo de concordia entre unas

saber enciclopédico de San Isidoro, perenne institutor de ñas,

y

en

de las

mundo otras el

Espa-

las

de cuyas Etimologías, nunca olvidadas, se hacía por este tiempo

curiosísima traducción,

De

Italia

muy

nos había venido

Menéndez t FelayO. —Poesía

digna de la luz

castellana.

II.

la

estampa.

del Renacimiento,

y no podían 2

8

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

1

quedar olvidados en este movimiento de traducciones humanistas

en

la

lengua clásica, ó bien en una

A todos

mente acontecía. el Alighieri, el

los poetas

y

hubiesen escrito en su lengua nativa, ora

italianos, ora

precedió,

maestro de

y en otra, como más como era natural que

frecuentesucediese,

nueva poesía alegórica, cuya Divina

la

comedia era trasladada en I427 por D. Enrique de Villena, «á preces de Iñigo López de Mendoza», coincidiendo casi con la traduc-

Andreu Febrer, terminada

ción catalana de

había llegado en Castilla trarca; pero en

cambio

de

más

los autores

la

época de

la

Petrarca humanista y moralista era uno

el

y más frecuentemente

leídos

representado por gran número de códices en

qués de Santillana terminar las

y corrían ya, vertidos

,

el siglo, los

Flores c Sentencias de la Vida solitaria,

c parlero,

y

las

el

De vhis illustriDenuestos contra

c

y entonces obscuro

al

número y

el

bachiller,

de

los patriarcas

calidad de versiones

que fué traducido

casi

y obras de recreación, como el DecaFiameta, El Corbacho y el Ninfal de Admeto, ya en los las

novelas

que llevan

de montes, ríos

y

muy

los títulos

selvas,

útiles,

de mitología,

de Genealogía de

Tratado de mujeres

caídas de los Principes. Cada una de cio,

de

adversa fortuna,

más afortunado de

en cuanto

repertorios, para su tiempo

geografía,

y

el libro

se hicieron, fué Boccaccio,

por entero, ya en tnerone, la

Mar-

castellano, antes

al

obra en que entendió cuando joven

Hernando de Talavera. Pero la literatura italiana,

citados; estaba

Biblioteca del

Reprehensiones

futuro primer Arzobispo de Granada,

que de sus obras

la

Remedios contra próspera

bus, parte de las Epístolas,

un médico rudo

No

setenta días antes.

dominación poética del Pe-

ilustres

las principales

forma escuela dentro de nuestra literatura del

historia

los Dioses,

y

Libro

y Libro de

las

obras de Boccacsiglo xv, á

excep-

ción del Decamcroue, cuya semilla no germina hasta los grandes

narradores de

la

Edad de Oro. Pero de

tamente El siervo

libre de

la

'Fiameta nacen inmedia-

amor, de Juan Rodríguez del Padrón, y

Cárcel de amor, de Diego de San Pedro, primeras muestras de

novela sentimental; y taldo en loor

y en

los

la

la

dos opuestos libros del escritor de Cer-

vituperio del sexo femenino, tienen larguísima

progenie, que alcanza desde el Libro de las virtuosas et claras mujeres,

de D. Alvaro de Luna, hasta

el

deleitoso

y regocijado Corbacho,

9

CAPITULO OCTAVO

1

mu-

del Archipreste de Talavera, quefabla de los vicios de ¡as malas jeres et de las compasiones de los ornes (i).

centaba con nuevos materiales plos,

y desde

1

42 5

la

el

antigua serie de apólogos y ejem-

la

Libro de Isopeie ystoriado, junto á

las fábulas

antigüedad y á los cuentos de nuestro Pedro Alfonso.

Al mismo tiempo que crece y del

italiano,

abundaron en rias,

se acre-

picantísimas facecias de Poggio Bracciolini

las

lograban entrada en

de

Al mismo tiempo

el

número de traducciones

van haciéndose rarísimas

las del

francés,

Todavía, sin embargo,

el siglo xiv.

de Fernán Pérez de Guzmán, y

el

Mar

el

del latín

que tanto de Histo-

Árbol de Batallas, nos dan

razón de esta antigua influencia, y no son las únicas, aunque

más importantes que pueden inglesa,

citarse.

¿Qué más? Hasta de

sí las

la literatura

que debía suponerse tan peregrina y apartada de nuestro

conocimiento, vino primero

poema de

tanta curiosidad

portugués y luego

al

como

castellano un

al

Confesión del Amante, de Gower,

la

por diligencia de un Roberto Payno (Robert Payne), canónigo de Lisboa, dándonos indicio de que no había sido enteramente inútil

para

la

comunicación intelectual de ingleses y españoles

miento de

Con

de Lancáster con

la casa

ser tan considerable el

la

el

cruza-

sangre de nuestros reyes.

número de versiones y

tan varios sus

orígenes, todavía no bastan para dar razón cabal del predominio

que lograba

la

cultura clásica en Castilla. Otras se perdieron, sin

duda, y es cierto, además, que muchos libros no se tradujeron, sino

que

se leían en latín ó en italiano. El catáiogo de la biblioteca del

Marqués de

Santillana, tal

como

le

restauró

Amador

teniendo en cuenta los preciosos restos que de nuestros días y

indicaciones

las

que

•obras,

prueba que no faltaban en

cio, ni

un Juvenal,

(1)

ni

el

ella ni

un Ouintiliano,

mismo procer hace en un Terencio,

ni

ni la Historia Natural

sus

un Hora-

de

Plinio,

Véanse, sobre estos extremos, los trabajos de Arturo Farinelli: Ap-

punti su Dante in hpagna 1905); Sulla fortuna del

Note sul Boccaccio

in

?iell'

Eia Media

Petrarca

in

(Gior/i. stor. delta letter. italiana,

Ispagna nel Quatirocento (ídem,

lspagna mil' Eta Media (en

el Arcliiv

der neue/en Sprachen und Literaturen, Braunschweig, 1906 land: Boccaccio la

de los Ríos,

han llegado á

ella

and

the

Revue Hispaniquc de

-Deca/ueron» in Casiilian 1905,

t.

;

y

el

and Catalán

xu, págs. 1-232). (A. B.)

id.,

1904);

für das Studium de C.

B.

Bour-

Liierature (en

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

20 ni otro

alguno de los principales autores de

cubiertos hasta entonces

latinidad clásica des-

la

(i).

Trascendentales hubieron de ser, pero no en todo beneficiosos,

de esta inundación de nuevos textos. Por de pronto,

los efectos

cambio de rumbo de

la

ció

mayor parte de

que

la

abandono y aun

trajo consigo el los

el

el

menosprecio

géneros cultivados hasta entonces, y pare-

tradición literaria iba á cortarse bruscamente, con todos

y por lo común xv por el prestigio de

los peligros inherentes á tales excisiones violentas, estériles.

Deslumhrados

los ingenios del siglo

muy

una cultura superior, aunque

menzaron

á

imperfectamente conocida, co-

mirar con desdeñosa compasión

las

antiguas produc-

ciones del arte nacional, que en breve tiempo pasaron por informes

y

bárbaras. El mester de clerecía

Avala. Sobre

con

el canciller

lar,

cayó con todo

del

Marqués de

regla,

orden

el

y

el

verso alejandrino habían muerto

los cantares

de gesta y

peso de su autoridad

el

la

Santillana: «ínfimos son aquellos poetas que, sin

ni cuento, facen aquellos cantares et

gente de baja et

romances de que

condición se alegra». Cuando de este

servil

se acentúa el funesto divorcio entre el arte popular

sucede fatalmente que

y

var; caía

el

erudito,

alta

y genuinamente española,

la

que

regalo de grandes

y pequeños, elaborada emigraba de los castillos y de las

por todos y por todos sentida, moradas señoriales para refugiarse en

de

y

la

modo

popular degenera en vulgar, y lo erudito

lo

en pedantesco. La poesía más había sido patrimonio

cribía

poesía popu-

formidable anatema

los Cancioneros;

la

plaza pública. Se la pros-

no se hablaba de

ella

en

las artes

en vilipendio y en cierto género de infamia

la

de tro-

profesión

de juglar, y cuando poetas, salidos no ya del pueblo, sino de

la

hez

y ropavejeros, mozos de muías y judihuelos mal convertidos, lograban penetrar en las cortes poéticas y aun en

del populacho, truhanes

los alcázares regios

por

las artes

de su ingenio ó por

vergüenza, lejos de llevar á

la

del genio popular, viciaban

y corrompían

trasladando (i)

al

Consúltese

llane; Paris, 1905; cieta

el libro la

de M.

la savia la otra,

Schiff:

La

Bibliothéque

recensión de Arturo Farinelli en

Dantesca italiana (N.

S., vol.

de su des-

una cosa por

la

palacio el tono de la taberna

y

las

poesía culta y aristocrática

xm,

270-277). (A. B.)

y de

la

mancebía,

du marquis de Sanliel

BuUetino delta So-

CAPITULO OCTAVO

mismo tiempo

al

que, con sandios alardes de una cultura indigesta,

Y

borraban de sus cantares todo rasgo de ingenuidad y frescura.

como

propio tiempo

al

olvidado de

espíritu nacional anduviese decaído

que principalmente

lo

importaba, y

le

las

y

muy

contiendas

en que míseramente gastaba sus bríos no diesen noble mate-

civiles ria

el

para

canto, faltó el estímulo de

el

la

producción épica, y á

los

antiguos relatos heroicos sustituyeron sátiras personales y ferocísi-

mas. Cierto es que el

muy próxima

ella;

á

todos los romances que llamamos viejos

casi

adquirieron en

xv

siglo

la

forma en que hoy

los

vemos, ó una

pero es rarísimo, especialmente entre los his-

y lo más caracque no tenga orígenes mucho más remotos y

tóricos (que son el nervio de nuestra poesía popular

de

terístico

ella), el

pueda suponerse compuesto entonces por primera se olvidó de

refundía; pero apenas acrecentó su la

guerra nacional,

romances

Aun punto Norte,

ella

ni siquiera

quedasen muchos

Ya

número

viene

la

hasta que se reanuda

corona de nuestra musa popular.

no imperaban

el

cambiado de todo

Oriente, ni la Francia del

Provenza y Galicia, aunque de su tradición rastros, sino Italia,

y por medio de

pero

tiana,

ella

elementos contenía adaptables á

misma no

en su último refugio, en

era ya ni

el

sombra de

lírica

Italia la anti-

güedad. La cultura semítica nos había transmitido desde al xiv cuantos

la

riquísima vegetación de los

sabia y erudita habían

la literatura

modelos.

los

y con

fronterizos, última

en

no

vez. El vulgo

proseguía cantándolos, é insensiblemente los

ellos;

el siglo

xn

la civilización cris-

lo

que había

sido,

y

reino de Granada, abigarrado conjunto

de berberiscos y renegados, parecía haber dicho su última palabra con el historiador Ebn-Aljatib, y nada podía comunicarnos ya que nos importara. Los estudios entre

los judíos

yacían también en

notable decadencia: no había ya Maimónides, ni Aben-Ezras entre

La

ellos.

bajo la

el

ruina de las principales aljamas, las conversiones en masa

terror del hierro

y

del fuego, la mezcla cada día

población cristiana, iban arruinando

Sinagoga, y producían

co y

el cristiano.

pasado

como

el

al

el

doble resultado de bastardear

Los hombres más inteligentes

gremio de

la Iglesia,

mayor con

la tradición literaria el

de

la

tipo judai-

del judaismo habían

y hombre de tan pura

obispo D. Alonso de Cartagena, figuraba

al

estirpe hebrea

frente del

Rena-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

22

cimiento clásico y no juraba sino por Cicerón y por Séneca. Hábil será quien llegue á descubrir ningún toque de orientalismo en sus

Quizá

escritos.

y hebreos,

el

de

ta influencia

último escritor en quien puede reconocerse direccultura científica, ya que no del estilo, de árabes

la

es D.

Enrique de Villena, especialmente en su tratado

de Astrologia y en cas que de ningún liar

del aojamiento ó fasciuologia, obras excéntri-

el

modo

reflejan el gusto

dirección de espíritu del fantástico

dominante, sino

la

pecu-

y estudioso procer que

vivió

en todo fuera de su tiempo, ó por rezagado ó por adelantado en .demasía. El auto de

damiento de D. Juan

que

fe

se hizo

con sus

rasgo aislado

II,

en una época que no se distinguía por

cia

rígida, sino antes bien

por

costumbres, prueban que

lo suelta

por expreso man-

libros

y aun

casi

único de intoleran-

lo fervorosa

y desmandada en

los arabistas

y

los

por lo

ni

ideas y en

hebrayquistas (como

D. Enrique decía) no estaban ya en buen crédito con los letrados ni

con

fonso

la

el

gente piadosa, ó que quería parecerlo.

Sabio ó de D. Sancho

habrían

sido

quemados,

ni

el

En tiempo

de Al-

Bravo, ni los libros de D. Enrique

hubiera podido formarse su singular

leyenda.

Abandonado, pues,

el

estudio de las fuentes orientales que habían

dado tan peregrino sabor á nuestra primitiva prosa, apareció,

me

infor-

aún y embrionario, un nuevo tipo de dicción artificiosamente

latinizada,

medar

la

en que, con raras dislocaciones de

construcción hiperbática,

frase, se

pretendía re-

y con retumbantes neologismos

se aspiraba á enriquecer el vocabulario so pretexto «de non fallar equivalentes vocablos en la romancial texedura, en el rudo y desierto

romance, para exprimir los angélicos concebimientos virgilianos*. aspiración era generosa, pero evidentemente prematura,

expuesta, por ende, á descaminos pedantescos que en

Juan de Mena y en

la del

la

La

y muy

prosa de

último período de D. Enrique de Aragón

llegaron á un extremo casi risible. Pero en medio de todo esto hay

que reconocer que

los ingenios del siglo

intentaron poner en nuestra prosa

que tuvieron por

ellos

en

el

el instinto

xv fueron

los

número y armonía,

primeros que los

del ritmo prosaico, adivinado

primeros

vagamente

cadencioso período latino.

Xi puede decirse que tedos cayeran en

el

vituperable extremo

CAPITULO OCTAVO

que dejamos señalado. de Guzmán, histórica

á

la

A

los salvó su

que

trataron,

invasión de

más próxima á

turbia y

la

como

unos,

buen gusto

tiempos corría. Cabalmente,

23

la

realidad

amanerada

retórica

la

dio esta edad en

literarias, la

que en

Pequeño volumen ocuparían

poesía.

la

erudito

de

ni

que pueden ser

las

que alcan-

lo

mucho más

prosa

la

materia

y menos expuesta que por aquellos

verdadera medida de

zaban sus fuerzas

los Cancioneros,

Fernán Pérez

á Cartagena y á

instintivo; á otros, la

composiciones de

leídas sin enfado por quien

no sea

historiador de oficio, y en cambio tenemos de esta mitad

ocho

siglo hasta siete ú

mayor

libros

en prosa que aun

mero

el

aficio-

y que son joyas de la literatura patria: la elocuente y apasionada Crónica de D. Alvaro de Luna, la bizarra y pintoresca del Conde de Buelna D. Pedro Niño, que excede en amenidad al más interesante y peregrino de los libros de nado

lee

con

el

deleite,

caballerías; las Generaciones

y Semblanzas

de nuestro Plutarco, Fer-

nán Pérez de Guzmán, en cuyas páginas reviven

xv con

siglo

los

mismos cuerpos y almas que

los

hombres

del

tuvieron; el picante

y

sazonadísimo Corbacho del Archiprestede Talavera, tan rico de idiotismos populares, tan salpimentado de gracejo netamente castizo,

digno precursor de

la

lengua de

la

y aun de

Celestina

vantes; la Visión Dclectable de Alfonso de la Torre, en

culación científica se viste con los colores de

produciendo un ensayo nada grave y robusto á

Lucena, poco

la

infeliz

original, sin duda,

con pluma digna del

siglo xvi,

la

de Cerla

espe-

la fantasía alegórica,

de novela

par que brillante;

la

que

filosófica,

en

estilo

Vita Beata de Juan de

pero escrita, ó más bien, traducida

en algunos pasajes. Hasta en los ensa-

yos de novela, especialmente en la Cárcel de Amor, de Diego de San Pedro, hay tentativas no enteramente frustradas de elocuencia sentimental,

si

bien

el

fárrago retórico y

siones clásicas suelen ahogar

prosa de

la

el

pedantería de las alu-

la

limpio lenguaje de

la

pasión.

La

primera mitad del siglo xv, sin ser tipo de perfección

en nada, es un tipo tan enérgicamente caracterizado, tan simpático

y

genial,

que no sólo nos deleita en sus monumentos legítimos, sino

hasta en la ingeniosa falsificación del Centón Epistolario.

La

más

poesía, sin

embargo, continuaba siendo

cultivado de todos, y

compensaba con

la

el

género predilecto y

extraordinaria abun-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

24

dancia y con

la

destreza técnica lo

de intención formal

solía faltarla.

mucho que de

valor intrínseco

La corte de D. Juan

palmente una corte poética, y este aspecto suyo es

y no

menos

el

no sea

el

Juan de Mena y

relación histórica

la

de más positivo valor

distinciones:

en su

interesante en

estético.

el

V

más conocido

el

y

y

fué princi-

II

aunque

social,

aun aquí conviene hacer

Marqués de

Santillana, cada cual

son verdaderos poetas; y aun los que no llegan á tanto,

línea,

momentos muy felices. Además, en el arte de versifihubo indudable progreso y aun cierto género de perfección relativa, y no fué estéril ni mucho menos la reforma que Juan de suelen tener car

Mena, principalmente, quiso introducir en

poético, mos-

el dialecto

trando en esto más cordura y gusto que en

las

innovaciones que

hizo en la prosa.

Conservaba esta escuela poética muchas de de

las escuelas

propias

las prácticas

de trovadores, cuya tradición había heredado de

los

poetas del Cancionero de Baena, herederos á su vez de la escuela gallega,

como

ésta

de

la

provenzal. Después de tantas vicisitudes

y

transformaciones, poco ó nada podía quedar del espíritu de una poesía

lírica

y medio

No

que en su país de origen había dejado de

antes, desapareciendo

con

el

estado social que

había, pues, ni podía haber imitación directa

de Aquitania, arcaicos y oscurísimos en siones á personas

y casos que ya no

la

de

lengua,

lada Breviari la

que

la

d amor. Lo

tradición métrica,

dio vida.

y

llenos

se entendían. El

más obra de

enciclopedia de Matfre d'Ermengaud,

que se conservaba de

los

y Juan Alonso de Baena

titu-

provenzales era

de Tolosa. D. Enrique de Villena

taba en su Arte de Tro-jar, las

de alu-

Marqués de

más ó menos degenerada, en manos de

tadistas del Consistorio

cho de haber leído

la

los trovadores

Santillana no poseía ningún cancionero provenzal, ni

aquella literatura

existir siglo

los tra-

los imi-

se preciaba

cadencias logicales de los limosines.

mu-

Con Ca-

mucha hermandad literaria, como lo prueban los eloMarch y el poemita de la Coronación de Mosen Jordi; pero Jordi y Ausias March eran poetas enteramente

taluña había

gios de Santillana á Ausias

italianizados.

Tampoco creemos, gre,

que

la

á pesar

de

la

respetable opinión de Puymai-

Francia del Xorte pueda reclamar gran cosa en

el

mo-

CAPITULO OCTAVO

vimiento poético de

corte de D. Juan

la

25

Es

II.

cierto

que

Mar-

el

qués de Santularia parece más versado en aquella literatura que en provenzal; poseyó un hermoso códice del

la

Román

de la Rose,

y

con oportunidad y exactitud algunas composiciones de Alain

cita

Chartier. Pero todo esto era para él materia de erudición, no de imitación: sus verdaderos

modelos están en otra parte

(i).

Quedan, pues, como únicas fuentes indisputables de cortesana de este reinado:

l.°, la

la

poesía

tradición lírica de los cancioneros

gallegos, visible en las serranillas, en los villancicos, en las esparsas,

en

las

ras

y

canciones, en los motes, y en general, en todas las poesías ligecantables;

2.°, la

forma alegórica de Dante, combinada á veces

con reminiscencias del Petrarca, especialmente en de algún otro poeta

munes

filosóficos,

derivado de

los Triunfos,

y

,

un fondo doctrinal de lugares co-

la

frecuente lectura de los moralistas

italiano; 3.

antiguos, especialmente de Séneca.

Además, y por excepción, suemás cultos, deliberadas

len encontrarse en algunos poetas, de los

imitaciones de algún poeta latino: Juan de

y de

Virgilio,

y

el

Mena

las tiene

Pero este caso es poco frecuente. En realidad, erudita,

como

de Lucano

Marqués de Santillana una bellísima de Horacio.

lo había sido á su

manera

el

la

escuela no era

antiguo viester de clere-

poesía de corte y de salón, y aunque alternasen en ella hombres verdaderamente doctos, que la trataban con miras graves cía: era

y procuraban enderezarla al provecho común de la república, la mayor parte de sus cultivadores eran meros aficionados, grandes el arte de trovar un nuevo modo de gala y que hoy llamaríamos una rama del sport más refinado,

señores que veían en gentileza, lo

y

lo

mismo combinaban

rompían lanzas en res, lo

mismo que

rimas, que acosaban jabalíes en el

los torneos. la

La cultura

literaria

monte ó

de estos proce-

de los poetas de humilde origen, paniaguados

y favoritos suyos, era con frecuencia

muy

superficial,

y se reducía

conocimiento de aquella parte elemental del tecnicismo prosó-

al

dico indispensable para

(

1)

la

práctica.

Con

esto,

Consúltese á Frederick Bliss Luquiens, The

y con Román

la lectura

de

al-

de la Rose and me-

dieval Castilian literature (en Romanische Forschuvgen, vol. xx, págs. 284-320),

Román

cuya conclusión es que

el

nuestra literatura de

Edad Media.

la

de la Rose no ejerció influencia capital en (A. B.)

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

26

gunas crónicas y libros de sin deslucimiento

Hay, pues, en

caballerías: había bastante para

en los géneros más los Cancioneros

ensayarse

fáciles.

una muchedumbre incontable de

poesías breves y fugitivas; algunas de ellas fáciles, frescas sas; otras, discretas, sutiles

frase

de

y

en

triviales

el

y alambicadas;

y

gracio-

más, insulsas en

las

la

concepto, sin nada que realce y distinga unas

Pero, para ser enteramente justos, hay que poner esta

otras.

y hacernos cargo de que los contempocomo nosotros en las rancias páginas de un có-

poesía en su marco propio,

ráneos no la vieron dice

donde se ha tornado

nífica

y

letra muerta, sino

que podían ofrecer

prestigios

rodeada de todos los

y saraos de una corte magpoesías no se leían, sino que se can-

las fiestas

ostentosa, en que estas

taban, salvando, sin duda, lo gracioso del tono la insignificancia de la letra.

Al lado de abunda, y en sibles

de

los

que

esta poesía, la

es,

desgraciadamente,

la

que más

cual parecen apuradas todas las combinaciones po-

metros de arte menor (por

lo cual

ser inútil su estudio para el versificador

hoy mismo no puede

más

hábil

ejercitado»,

y

hay, y no en pequeño número, poemas didácticos de moral y política, y visiones alegóricas de vicios y virtudes. No se excluyen de esta poesía grave ferirse la estancia

casílabos. Estos

y sentenciosa los metros cortos, pero suele prede arte mayor, compuesta de ocho versos dode-

poemas no son largos en

los del mester de clerecía

miento;

el

cias (i), es

mismo Labyríntko de Juan de de extensión

general,

comparados con

ó con los poemas clásicos del Renaci-

muy

Aleña, con sus

moderada, aunque á

los

300 estan-

contemporá-

neos pareció un grande é inusitado esfuerzo. Pero, aunque materialmente no puedan llamarse prolijos, suelen ser de lectura por la erudición impertinente de

de interés narrativo, por los

lo vulgar,

documentos morales, y por

la

(1)

En

embargo, con muchas y

Mena y

falta

muy

á Santillana no los

parte.

rigor, las tres últimas

la

aunque bien intencionado, de

notables salvedades, y, desde luego, á

más que en

cansada

plaga de alegorías monótonas é

incoloras. Esto ha de entenderse, sin

alcanza

muy

que rebosan, por

no pertenecen á Mena.

[A. B.)

CAPITULO OCTAVO

27

El número de poetas de este reinado es verdaderamente asombroso, aun descartando de

él,

genios del tiempo de Enrique

como debe descartarse, á grandes inIV y de la Reina Católica (los Man-

que con manifiesto olvido y trastorno de la él. Pero con esta exclu-

riques, por ejemplo),

cronología literaria han sido incluidos en sión y todo,

José

y ateniéndonos

Amador de

1865 formó don

catálogo que en

al

Ríos (catálogo que hoy podría aumentarse un

los

tanto con hallazgos posteriores), resulta para un período de cuarenta y siete años la formidable cifra de doscientos diez

y

ocho poe-

de quienes, pocas ó muchas, han llegado á nosotros composi-

tas,

menos noticia segura de que existieron. Hay entre mucha gente obscura; pero otros son personajes de la mayor notoriedad, que suelen tener una biografía mucho más poética é interesante que sus versos, como sucedió también entre los

ciones, ó á lo estos poetas

provenzales y en todas

tiempo están

más

los

ilustres

de

las

escuelas de trovadores. Las crónicas del

de sus hechos, y apenas

llenas

Aragón y

Castilla,

falta apellido

alguno de

Portugal; por lo cual,

el

estu-

dio de los Nobiliarios tiene que ser inseparable del estudio histórico

de

los

Cancioneros,

y

á cada paso se ve obligado

terario á recurrir á las páginas

Castro, para identificar los

Centro de esta escuela

Juan

que

II,

le

nombres de

li-

propia persona del rey don

aventajado discípulo del canciller D. Pablo de Santa María, había iniciado en «la moral philosophia é lengua latina é

de

la

de Mosén Diego de Valera. «Sabía

música, cantaba y tañía bien... oía

dezyres rimados et conocía los vicios de bros é historias»;

tal

nos

le

retrata

carácter indolente y aniñado, que se

investigador

los poetas.

literaria fué la

arte oratoria é poética», al decir del arte

el

de Argote, de Haro ó de Salazar de

acomodaba muy bien á

los

muy

de grado

ellos... plazíanle

mucho

los li-

Fernán Pérez de Guzmán. Su

le

hizo vivir en perpetua tutela,

juegos del espíritu, pero no

le

dejaba

pasar de un frivolo pasatiempo. Los poquísimos versos suyos que

quedan, nada importan sino por

puede decirse de

los

el

nombre de

su autor,

y

otro tanto

de D. Alvaro de Luna, que tan aventajadas

condiciones de prosista natural y abundante mostró en su libro las Claras et Virtuosas Mujeres. Si algo curioso

como muestra

del tono falso

De

hay en sus rimas,

y convencional en que

solían expre-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

28

de

sarse los afectos, es la extravagancia

que no

las

hipérboles amorosas,

se detiene ni ante el sacrilegio.

por cosa baladí pueden dejarse á un lado

Si

poetas, por otra razón

dro de

la literatura

guna de

muy

ellas

los

versos de estos

no menos atendible conviene sacar del cua-

del reinado de D. Juan

II las

notable, que suelen atribuirse

so de Cartagena. Sin negar

la

composiciones, al

al-

obispo D. Alon-

posibilidad, ni aun la verisimilitud

como lo hacía todo el mundo en su tiempo, y como parece indicarlo Fernán Pérez de Guzmán cuando elogia su amor á la sotil poesía, es lo cierto que no de que cultivase

el arte

de

los trovadores,

hay ningún dato positivo para afirmarlo. El Cancionero general no reconoce más poetas Cartagenas que uno, y como éste hizo versos á la Reina Católica,

no puede ser

el

obispo de Burgos, que no

canzó, ni con mucho, su felicísimo reinado. Separar lo que el cionero presenta unido, mas,

puede

y

al-

Can-

repartirlo arbitrariamente entre dos poe-

no de buena

ser procedimiento ingenioso, pero

crítica.

Ni hay que empeñarse en añadir nombres á un catálogo en que tantos sobran.

espanto

mar llo,

al

La cosecha poética en

investigador

este tiempo fué

más paciente y

aguerrido.

esta

se

Hernando

idea de ella por el Cancionero general de

que para

tal,

No

que pone

puede

for-

del Casti-

época es pobrísimo, y apenas contiene muestras

de unos veintinueve trovadores que realmente perteneciesen á

ella.

Las verdaderas colecciones poéticas para este reinado son otros Cancioneros,

dos de

la

la

mayor

parte manuscritos:

el

llamado de Gallardo,

Biblioteca de Palacio, el de Stúñiga en parte,

varios de la Biblioteca de París, sin olvidar, para los

gueses que ya comenzaban á escribir en castellano, bien conocido Cancionero de Resende, del cual

el

de Ixar,

muchos portuel

copioso y

debemos esmerada

reimpresión á los bibliófilos de Stuttgard.

Nadie puede exigir de nosotros, y

sería,

por otra parte, tarea im-

propia de este lugar y fastidiosísima por todo extremo, individual de

mayor número. Los Cancioneros tico,

bibliográfico,

aunque

muy

el

examen

tantos versificadores, adocenados é insípidos en su

están reclamando un trabajo crí-

filológico é histórico,

desparramados,

excelentes

para

el

cual existen ya,

materiales.

Convendría

hacer un catálogo general de todos estos poetas, con nota exacta de

CAPITULO OCTAVO las diversas

y con cuantas

lecciones,

noticias pudieran

el

utilidad,

cual sólo

allegarse acerca

muchos conceptos

personas. Pero este trabajo, que por

mayor

2o

composiciones suyas registradas en cada una de

nada tiene que ver con

el

juicio

de sus

sería

puramente

co-

las

de

la

literario,

debe recaer sobre aquellos versos que son realmente

y que, muy escasos siempre y en todas partes, por fuerza han de serlo más en escuelas tan artificiosas como la del siglo xv, poesía,

que principalmente estimaba

la

mas ó como ostentación de una los cuatro anteriores,

poesía

como

falsa ciencia.

hemos procurado

pueril gimnasia

En

este

de

ri-

volumen y en

reunir cuanto en los cancio-

neros puede interesar á una persona de gusto que no haga de historia del siglo

hoy

esta poesía,

xv objeto especial de sus estudios

debemos

ser fieles

al

mismo

criterio

nó en nuestra selección, y detenernos sólo ante

(i).

la

Al juzgar

que predomi-

las figuras

culmi-

nantes.

Tres poetas compendian

la literatura

del tiempo de D. Juan

II,

y

son también los únicos cuyas obras merecieron conservarse íntegras

ser coleccionadas aparte. Este

y

homenaje indirecto que

les

prestaron sus contemporáneos, ha venido á ser confirmado por juicio

mán,

de el

la

el

posteridad. Estos tres poetas son Fernán Pérez de Guz-

Marqués de Santillana y Juan de Mena. Ellos darán

pal asunto á nuestro estudio, pero antes conviene decir algo

princi-

de un

extraño personaje de quien no se conserva un solo verso, pero á

quien es imposible omitir en una historia de nuestra poesía, porque fué autor

de

la

primera Poética castellana.

Claro es que este párrafo, perteneciente

Prólogo del tomo v de

la

Antología de poetas líricos castellanos, alude á las composiciones incluidas

al

(1)

final

de

los

volúmenes de

esta colección,

al

que aquí no se reproducen.

(A. B.)

CAPITULO

IX





EL RASGOS BIOGRÁFICOS. [DON ENRIQUE DZ VILLENA (I384-I434). EXPURGO DE SUS LIBROS, MANDADO HACER POR DON JUAN II. SUS OBRAS. LA LEYENDA DE DON ENRIQUE. ANÁLISIS DE SUS ESCRITOS]

La vida y

escritos

de D. Enrique de Villena (1384-1434) exigen

que no ha sido

aún

Todo

interesa en su perso-

un

libro

na,

y hay todavía muchos enigmas que resolver en

escrito

(i).

su historia.

Su

propio carácter aparece envuelto en nieblas y contradicciones; su sabiduría, grande á los ojos de unos, resulta para otros misteriosa

problemática.

pero aun

los

íntegramente todo

que quedan distan mucho de haber sido estudiados ni

de haber entregado á

conocimiento de

el

tante entre

ó más que

la historia

lo

y

sus libros han perecido, sin duda,

que realmente contienen de

lo

y para

La mayor parte de

y

verdadero.

la

útil

las ideas

la

para

curiosidad del erudito la

biografía de su autor

de su tiempo. Personaje

leyenda, lo fabuloso importa en

Ha

llegado á

la

él

flo-

tanto

categoría de símbolo: es

popular de todas veras: en su leyenda había

el

germen de un Fausto

español, á quien sólo ha faltado un Goethe que le desenvolviese. El siglo

ve

xv personificó en

las

él la

espaldas á Dios y

adquirir

la

al

inquieta curiosidad científica

mundo, y entrega su alma

al

que vuel-

diablo para

posesión de las artes mágicas y non cumplideras de

Su vida no

justifica

en rigor su leyenda, pero ofrece

mico y lamentable contraste entre

la

el

más

leer.

có-

grandeza de sus estudios y as-

y la flaqueza y poquedad de su carácter. No fué D. Enhombre puramente intelectual, como ahora dicen, no vivió

piraciones

rique un (1)

Sabemos que pronto verá

la luz

pública un extenso estudio biográfico

y crítico de D. Enrique, debido á la docta pluma del joven y erudito investigador D. Emiüo Cotarelo. 'Se publicó en 1896. con el título de Don Enrique de Villena. (A. B.)]

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

32

absorto siempre en sus exóticas lucubraciones: bicioso, altanero, despilfarrador

déla acción constante y

viril le faltó

siempre;

ingénita aversión que sentía á las artes de

capaz de resistir

condiciones de

las

caer rendido y maltrecho en

la

la

la

y

estudiosos

la

pobreza,

vida de su tiempo,

menos

diminutio ó de pertenecía.

No hubo

y aun

valer dentro

de

le hizo

en objeto de

lucha, le convirtió

aislamiento

al

y por

guerra, le tornó in-

compasión desdeñosa, y acabó por condenarle, en edad, á

am-

resorte

el

molicie de su ca-

la

rácter, acrecentada por sus hábitos sedentarios la

contrario, fué

al

y un tanto epicúreo; pero

el

vigor de su

á cierto género de capitis la

clase privilegiada á

cosa en que pusiese mano, que no

que

le resultase

mal: cualquiera diría que alguno de aquellos espíritus traviesos

burlones que los hilos tesca.

de

él

la

evocaba según

trama de su

Nacido en

las

terna de la casa de

ser

al

y

leyenda, se complacía en enredar

vida, haciéndola

degenerar en farsa gro-

gradas de un trono, descendiente por línea pa-

Aragón y por

hubiera debido ser rico

de alquimista

la

línea

materna de

y poderoso, y todo

cabo, se

le

la

su tesoro,

convirtió en carbones.

de

Castilla,

como

Nunca

tesoro llegó á

Marqués de Villena y Condestable de Castilla como su abuelo, condado de Cangas de Tineo, aunque don

ni siquiera á disfrutar del

Enrique

III

nominalmente

do empeño en

llegar á

cándalo de un divorcio

se le otorgase; ni á pesar

Maestre de Calatrava, ni la

de su desatina-

sin arredrarle el es-

infamia de una declaración de impo-

tencia (doblemente vergonzosa por ser falsa

y amañada), pasó su

maestrazgo de cisma efímero, aunque bastante duración tuvo para

y deshonrarle perpetuamente. En 1414 todo se había ido ya en humo: marquesado, condado y maestrazgo; bien dice Fernán Pérez de Guzmán (digno sobrino del Canciller Avala) que «este caarruinarle

ballero,

aunque fué tan grand

letrado,

supo

muy

poco en

lo

que

le

Evidente y probada á los ojos de todos la ineptitud de D. Enrique para los «negocios curiales é ceviles», y aun para el buen

compila-».

regimiento de su casa y hacienda, nadie volvió á tomarle en serio,

y sus únicos triunfos fueron ya de certamen literario. Cuando fué al reino de Aragón en la comitiva del Infante de Antequera, se convirtió

en un presidente de juegos florales y organizador de justas y

mascaradas poéticas en Zaragoza y Barcelona, y es de ver con qué

CAPÍTULO IX

candorosa satisfacción Arte de trovar

el

33

y cuan poseído de su papel nos cuenta en

ceremonial de aquellas

de

fiestas

remedo, todavía mis pedantesco y degenerado, de

muy

y ha sido

torio de Tolosa. El pasaje es largo

Ciencia,

las del

Consis-

citado; pero es

tan entretenido y jiejtan ta c uriosidad histórica, que no

menos de

«E

transcribirle, aquí,

llegado

el

trovadores en

nadamente con é

el

como en

los

donde yo

mantenedores é

estaba; 6 dallí partíamos orde-

vergueros delant, é

E

registro de los mantenedores.

el

podemos

su lugar propio:

día prefijado, congregávanse los

palacio

el

Gaya

la

los libros del arte

llegados

que

traían,

dicho Capítol, que

al

ya estaba aparejado é emparamentado de paños de pared alrededor é fecho un asiento de frente con gradas, en

en medio é

los

donde estaba don Enrique

mantenedores de cada parte, é á nuestros pies

escribanos del Consistorio, é los vergueros

más baxo,

bierto de tapicería é fechos dos circuitos de asientos

los

é el suelo co-

donde estavan

los

Trovadores, é en medio un bastimento quadrado, tan alto

un

altar,

como

cobierto de paños de oro, é encima puestos los libros del

man derecha

Arte é

la

que

veces era presente, é otra mucha gente que se ende allegava.

las

s>E

Joya; é á

la

fecho silencio, levantávase

uno de

los

mantenedores, é

sus alegaciones é loores de

el

la silla alta

para

el

Rey,

Maestro en Teología, que era

una presuposición con su tema é

facía la

estava

gaya

sciencia, é

de aquella materia

que se avía de tractar en aquel consistorio, é tornávase á asentar.

E

luego uno de los vergueros decía que los trovadores

gados espandiesen é publicasen

las

materia á ellos asinada; é luego levanlávase cada uno, é

que tenía fecha en voz

con

colores,

congre-

letras

leía la

la

obra

escriptas en papeles

inteligible, é traíanlas

damasquinos de diversos

allí

obras que tenían fechas de

de oro é de plata é

illuminaduras preciosas, lo mejor que cada uno podía, é desque to-

das eran publicadas, cada uno

la

presentava

al

escribano del Con-

sistorio.

«Teníanse después dos Consistorios, uno secreto é otro público.

En

el

secreto facían todos juramento de juzgar derechamente, sin

parcialidad alguna, según las reglas del arte, cuál era mejor de las

obras

uno

allí

examinadas é

leídas

puntualmente por

el

escrivano.

Cada

dellos apuntava los vicios en ella contenidos, é señalávanse en Menéndez y Pklayo. —Ptwía

castellana. II.

3

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

34

márgenes de fuera.

las

sin vicios

ó á

la

E

todas asy requeridas, á

que tenía menos, era juzgada

la

la

que era hallada

Joya por votos del

Consfstorio.

>En

público congregávanse los mantenedores é trovadores en

el

palacio: é D.

el

para cio,

Enrique partía dende con

como

ellos,

está dicho,

capítulo de los fraires predicadores, é colocados é fecho silen-

el

yo

les facía

una Presuposición loando

las

obras que ellos havían

fecho, é declarando en especial qual dellas merescía la Joya, é aque-

ya

trahía

lla

el

escrivano del Consistorio en pergamino, bien ¡Ilumi-

nada, é encima puesta pie, é

corona de oro, é firmábanlo D. Enrique

la

luego los mantenedores, é sellávanla

pendiente del Consistorio, é trahía

que

el

fizo aquella obra,

memoria,

la

la

Joya ante D. Enrique,

entregávale

qual era asentada en

el

escribano con

el

Joya é

la

é

al

el sello

llamado

obra coronada por

la

Registro del Consistorio, dando

autoridad é licencia para que se pudiese cantar é en público decir. »E, acabado esto, tornávamos dallí

entre dos Mantenedores

delante les

la

Joya con

el

al

que ganó

Palacio en ordenanza, é yva

la

Joya, é llevávale un

mozo

ministriles é trompetas, é llegados á Palacio facía-

dar confites é vino, é luego partían dende los mantenedores é tro-

vadores con los ministriles é Joya, acompañando

al

que

la

ganó

fasta

su posada, é mostrávase aquel aventaje que Dios é natura ficieron

entre los claros ingenios é los obscuros: é non se atrevían los idiotas.»

Fué aquella breve temporada de 1414 que pudo saborear plenamente gloria literaria, tal

como

él la

única en que

la

los infantiles placeres

entendía

y

la

el

Honesto en Zaragoza, compuso

ó farsa alegórica, en que eran interlocutores la

Paz y

(1)

En

la

el

Enri-

vana

la

coronación de don

cierta representación la Justicia, la

Verdad,

Misericordia (i).

texto de

la

Crónica de Alvar García de Santa María, copiado

por Ustarroz en sus adiciones á

las

Coronaciones de Blancas, no se dice que

fuera D. Enrique el autor de esta representación,

por todos sobre

la fe

como

se viene repitiendo

de D. Blas Nasarre, que quizá encontraría

misma Crónica. Lo que allí representación estaba en catalán, y que el mismo

alguna otra copia de la

la

entienden muchos. En-

tonces fué también cuando, para solemnizar

Fernando

I).

de

la

tornó en palabras castellanas.

se da á

la

noticia en

entender es que

cronista Alvar García

la

CAPITULO IX

35

Pero aquella aurora de favor fué tan rápida como fante de

Antequera por

paso del In-

el

trono de Aragón. Estaba escrito que las

el

dichas del de Villena habían de ser siempre efímeras y fantasmagó-

como cosa de

ricas,

brujería

y tesoro de duendes. Apagáronse

los

ecos de las alegres músicas, enmudecieron juglares y ministriles,

en vez de

y de

las ruidosas cabalgatas,

de

los consistorios

gaya

la

ciencia, vióse reducido

de su pobre señorío de

tristes soledades

más recreación que

rralba, sin

entreverados con

el

comenzó

allí

semblanza que de

la

amor no contribuyeron poco

mayor el

él

1

5

de Diciembre de

trazó

Fernán Pérez

los placeres

de

la

mesa

á acortar sus días, tan laborio-

embargo, y fecundos en tantas obras diversas.

sos, sin

son muchas, sin embargo,

las

que han llegado á nosotros,

vadas del expurgo que de sus libros hizo, por mandato del

Juan

la

padecer en pies y manos

á

de Guzmán, que su desmedida inclinación á

No

el astrolabio,

gota, que antes de los cincuenta años le condujo al

la

I434. Puede inferirse de

del

las

de To-

la villa

horno químico y

sepulcro, hallándose casualmente en Madrid, á

y

D. Enrique á

ó de

Iniesta,

culto de la gastronomía. Allí escribió

parte de sus obras, y

tormento de

el

y y de

los carros alegóricos,

II, el

sal-

Rey don

obispo de Segovia, Fr. Lope Barrientos, reservando unos

y conde nand£LQtros-á las llamas. La historia de este auto de fe, en que el Rey parece haber tenido más culpa que Fr. Lope, al revés

de

lo

que afirma

que en el

el siglo

mentiroso relato del ingeniosísimo falsificador

el

xvn

forjó el

mismo Barrientos en

donde,

al tratar

su

famoso

del

Centón Epistolario, está consignada por

Tratado de las especies de adivinanza, libro

mágico del Ángel Raziel, escribe:

«Este libro es aquel que después de Villena, tú, fechura,

que

como lo

la

muerte de D. Enrique de

rey christianísimo, mandaste á mí, tu siervo et

quemasse

á vuelta de otros

muchos,

lo cual

yo puse

en ejecución en presencia de algunos tus servidores... é puesto que aquesto fué et es de es

pero por otro respecto en alguna manera

loar,

bueno de guardar

los

dichos libros, tanto que estuviessen en

guarda é poder de buenas personas dellos, salvo

que

los

guardassen

fiables,

al fin

tales

que non usassen

que en algund tiempo, po-

drían aprovechar á los sabios».

Queda, pues, reducida

á sus justos límites la fábula

de

las

«dos ca-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

36

de

rretas cargadas

libros»,

Fr. Lope, sin verlos

más «que

los

el

de

los cuales «fizo

«más que

quemar más de ciento»

Rey de Marroecos»,

el

Dean de Cidá-Rodrigo», con todas

cunstancias novelescas que en

modo

divulgó y adobó á su

principal propagandista

de

demás

cir-

y que

apócrifo Centón se contienen

el

la

entender-

ni

las

enciclopédica pluma del P. Feijóo,

esta conseja.

adivinar cuántos eran los libros, ni

Ni sabemos

mucho menos

ni

podemos

cuáles fueron

Ios-

quemados, puesto que sólo del Raziel consta en términos expresos.

Lo más seguro

es atenerse á la Crónica de D.

Lope miró

sencillamente que «Fr.

Y ciertamente que

é los otros quedaron en su poder-».

quemó

eran por

amargamente

la

el estilo

del

Juan II, la cual dice quemar algunos^

los libros é fizo

Ángel

si

todos los que

Raziel, no es para llorada tan

pérdida. Véase el contenido del

tal libro,

según le

compendia Barrientos: «Después que

Adam

conosció su vejez é

envió uno de sus

fijos al

parayso terrenal para que demandase

gel guardador del

la

brevedat de su vida,

parayso alguna cosa del árbol de

la

que, comiendo de aquello, reparase su flaquesa é impotencia.

do

el fijo al

que después se

tro Salvador.

la

yen-

vida, el

fiso del la

crus en que fué crucificado nues-

la

E demás

desto, disen los auctores desta sciencia real fijo

de

Adam

esta arte mágica,

qual podiesse é sopiesse llamar los buenos ángeles para bien

faser, é los

malos para mal obrar.

uvo nascimiento aquel

van

así al

fijo

de

libro

que

E de aquesta

doctrina afirman

que

se llama Rasiel, por quanto llama-

ángel guardador del parayso que esta arte enseñó

Adam

al

dicha

»

Que D. Enrique de sitiva, es

mos

E

mandado Adam, dióle el ángel qual ramo plantó Adam é cresciá

probada, quel dicho ángel enseñó

por

án-

ángel, segund le avia

un ramo del árbol de tanto,

al

vida, para

Villena cultivase

cosa que de ningún

la

ciencia verdadera

modo puede

todavía cuáles fueron sus adelantos en

Juan de Mena, sonando á través de

las

ella.

edades

La generosa voz de

como

protesta de la

cultura castellana contra la destrucción de sus libros (fuese

de ó en mínima parte), bastaría para atestiguarlo: Aquel que tú vees estar contemplando

En

el

movimiento de tantas

y posi-

dudarse, aunque ignora-

estrellas,

engran-

CAPITULO IX La

fuerza,

Que mide

E

la

los

orden,

37

forma daquellas,

cursos de

cómo

é de quando;

uvo noticia filosofando

Del movedor é

De

E

la

los

conmovidos;

fuego, de rayos, de son de tronidos,

supo

causas del

las

mundo

velando;

Aquel claro padre, aquel dulce fuente, Aquel que en

el

Cástalo

monte resuena,

Es D. Enrique, señor de Villena,

Onra de España

é del siglo presente.

muy sciente!

¡Oh ínclyto sabio, auctor

Otra é aun otra vegada yo lloro

Porque

No

Castilla perdió tal tesoro

conoscido delante

E como

A

al

ávido fuego,

otros sin orden no bien repartidos.

mayor abundamiento,

ha aparecido y en

la

el libro

de Astrologfa que recientemente

y que si macompaginado con su doc-

Biblioteca Nacional se custodia,

terialmente no es suyo, á trina,

sin ser conoscidos,

en exequias te fueron ya luego

Unos metidos

E

gente.

la

Perdió los tus libros

podría confirmar

el

lo

menos

está

crédito de su saber matemático

mico, puesto que nada se encuentra en

pura

y astronóque no pertenezca á la

ciencia.

Pero

la

ciencia falsa

mezclada con píritu

él

la

y supersticiosa andaba en

ciencia real

y

positiva,

y

era,

la

Edad Media

por otra parte,

de D. Enrique (como en todos sus libros se manifiesta) tan

nimiamente c rédulo tan puerilmejit e curios o, tan ávido de ,

t

tan

el es-

lo ex-

raordinario y sob renatural, y. por decirlo todo en una palabra, tan

indisc¡plinado_y__yagabundo, que forzosamente habían de tener en él

un adepto fervoroso todas

las ciencias ocultas,

indagación consumió gran parte de sus mártir de

la

libertad científica,

vigilias.

estéril

cuya desgracia única consistió en

adelantarse á su tiempo, es un concepto falso

puede menos de hacer

en cuya

Convertirle en un

reir á los

que hayan

y anacrónico que no leído,

por ejemplo,

el

Ü'&ítJ3ÁQjidjwja>ii¡ento o jascinolfigía. Tales luc ubraci ones debieron fie

parecer estrafalarias á sus mismos contemporáneos, entre quie-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

38

nes no faltaban espíritus escépticos y burlones. El mismo se queja

en su revesado cos

fallo

estilo del

que de

las

poco caso que

se hacía de sus libros: «Po-

mías se paguen obras».

Y

leído

el

Aojamien-

no hay modo de negar crédito

al

severo y juicioso Fernán Pérez

de Guzmán, cuando reconociendo

la

loable aplicación de D. Enrique

to,

á otros estudios límites

más

racionales, deplora

que no se contuviese en

los

de «las ciencias aprobadas y católicas», y se abatiese á ra-

heces interpretaciones

de sueños

y

estornudos y otras curiosidades

y menos

á

tuvieron en poca estimación

y

.vanas y sin-pcjyecho, que no convenían á un príncipe,

un católico

cristiano,

por

lo cual le

reverencia los caballeros de su tiempo.

Puede decirse que

la

leyenda de D. Enrique mágico empezó á

formarse en vida suya, aunque con

el

desapareciendo ó amenguándose

parte cómica que tanto daba en

ojos á los contemporáneos,

transcurso de los tiempos íué

y creciendo

niestro, acrecentado, sin duda,

por

el

el

prestigio misterioso

recuerdo de

la

y siquema de sus

El desarrollo de esta leyenda puede dar asunto á uno de los

libros.

más

la

curiosos capítulos del folk-lorc peninsular.

Pocos años después de

la

muerte del Señor de

Iniesta,

ya comen-

zaron á apoderarse de su nombre los alquimistas y otros iluminados ó embaucadores, y á inventar libros apócrifos con su

nombre ó que

se suponían hallados entre los de su famosa biblioteca. fué

el

libro del Tesoro

mayor bio.

ta

se quiso achacar á la gloriosa

memoria de Alfonso

Pero aún es más curiosa y significativa en este respecto

que se supone

rique de Villena.

escrita

En

por

los veinte sabios cordobeses á

documento

tan estupendo

entre otras facultades maravillosas,

la

(i) se le

de embermejecer

piedra keliotropia, adivinar lo porvenir por medio de

llover á su guisa

éstos

el la

Sacar-

D. En-

atribuyen,

el sol

con

la

la chelonites r

la

ayuda de

la

con

el ba.villo

de arambre, y congelar en forma

hacerse invisible con

y

Uno de

ó del Candado, que por otra falsedad todavía

esférica el aire, valiéndose para ello

hierba andrómcna, hacer tronar

de

la

hierba yelopia.

En

la res-

puesta, D. Enrique refiere á sus discípulos un sueño alegórico, en

{1)

Publicado por D. José

en España.

Ramón de Luanco en

su libro sobre

La Alquimia

capitulo ix

que se

39

aparece Hermes Trimegisto, maestro universal de

le

las cien-

montado sobre un pavón, para comunicarle una pluma, una

cias,

bla con figuras geométricas, la llave

mente,

el

de su encantado palacio,

ta-

y, final-

arqueta de las cuatro llaves, donde se encerraba

el

gran

misterio alquímico.

A la sombra de cobrando crédito

estas patrañas simbólicas de los alquimistas, fué

la

opinión vulgar que atribuía

rique á pacto expreso ó tácito con

en

el

siglo xvi

en

las

cronista de las tres

el

el

saber de D. En-

demonio, llegando á penetrar

obras de graves historiadores, tales militares Fr. Francisco de

Ordenes

drada, quien reconociendo que

como

el

Rades y An-

de Villena «fué grandísimo letrado

el

en sciencias de humanidad, es á saber: en logia, astronomía, geometría, aritmética

y

las artes liberales, astro-

otras semejantes»,

añade

y necromancia supo tanto, que se dizen y leen cosas maravillosas que hazía, con tanta admiración de las gentes, que juzgaron tener pacto con el demonio: compuso muchos libros que «de

la

judiciaria

destas sciencias, en las quales, aunque avía

ingenio y artificio útiles á

la

muchas cosas de gran

República, avía otras de mal exemplo

y sospechosas de que su autor tenía el dicho pactos. Pero las más fantásticas leyendas relativas á la magia de D. Enrique, no tomaron cuerpo hasta

de

ia

sombra perdida, con

pacto que con

él

tenía

ca,

en

engañó

Me

al

hecho (asunto análogo

Chamisso, Pedro Schlemihl); y á las ciencias ocultas

siglo xvn.

el

cual

la

la

la

refiero á la conseja

diablo, burlándose del al

del lindo cuento de

de su aprendizaje y enseñanza de

famosa cueva de San Ciprián de Salaman-

modo de

«nefandísimo gimnasio á

haber encontrado vestigios

el

bueno

cripta», del cual todavía dice

del P. Martín del Río. El tea-

novela se apoderaron ávidamente de tales invenciones, y La Cueva de Salamanca, de Alarcón, Lo que quería ver el Marqués de Villena, de Rojas, y La Visita de los chistes, de Quevedo, hasta La Redoma encantada, de Hartzenbusch, y el ingenioso cuento de Bremón La hierba de fuego, D. Enrique ha sido protago-

tro

y

la

desde

nista obligado

de comedias de magia y narraciones fantásticas,

prosigue en su redoma hecho jigote

nuamente y

servir

de solaz

y

picadillo,

á las futuras generaciones

Este es un género de inmortalidad

y

para renacer conti-

literaria tan positivo

infantiles.

como

otro

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

40

y probablemente se la debe D. Enrique á Fr. Lope BaNadie lee hoy sus libros; pero para_ pasar por un grande

cualquiera, rrientes.

hombre y un nigromante

prodigioso, bastóle que un fraile quemase

una parte de su biblioteca después de muerto.

De ¿1

,

las

obras suyas que nos restan, inéditas ó impresas y nunca

reunidas en colección, tos,

muy

pocas se refieren á sus estudios favori-

porque éstas hubieron de ser

las

que principalmente fueron

destruidas. Prescindiendo del Tratado de Astrología,

cidad no está comprobada ni

cuya autenti-

mucho menos, y que en

actual pertenece indisputablemente á

su redacción

un Andrés Rodríguez que dice

haber trabajado sobre manuscritos que D. Enrique envió D. Alonso de Cartagena, nos queda

la

al

extraña carta sobre

obispo el aoja-

miento ó mal de ojo, publicada modernamente, aunque en forma harto incorrecta, por

uña copia de

la

En

colección Florañés.

los trata-

dos de Fr.'Lope Barrientes, de las especies de adevinanza, del caso et

fortuna, del dormir

mucho de cas

et

despertar et del soñar, se puede inducir

que pensó y escribió D. Enrique sobre las artes máginon cumplideras de leer: es más, creemos que dichos libros

et

lo

los

suyos, aunque dándoles dis-

sentido, para

que fuesen como refutación

fueron compaginados á expensas de tinto ó tácita

más bien opuesto

de

ellos.

No añaden muchos prueben

@

el

mucho

quilates á la

fama de D. Enrique, aunque

estudio que había hecliode las Sagrada s Esc ritu.-

ras^de sus_j!X£Oj3Ítojra3_yjieJoj^

l

a -explicación el

Trac-

de como está en la s vestiduras e paredes,

com-

de algunos versículos del salmo Ouoniamvidcbo. cúdüs tuos; tado de la lepra

y

puesto á ruegos del famoso médico Maestre Alfonso de Cuenca;

y

la

Consolatoria, en

extremo retóc ira, pedantea y^arrjin^jni^ad^,

que diri^jg g_Jujn Fernández rl£_^fjWa caballero de su 1

había perdido

la

mayor

parte de su familia en

la

casa,

que

peste de Cuenca

de 1422.

Más

consideración merecen y han obtenido de la crítica Losjioze

trabajos de Hercules

y

el

Arte Cisoria^^m.czs, obras importantes de

D. Enrique que hasta ahora han logrado los honores de Sin ser libros de primer orden, son agradables de el

leer,

la

imprenta.

especialmente

segundo, que contiene bastantes curiosidades de costumbres de

CAPÍTULO IX la

41.

Edad Media, y es el mas anlignoJjhiro_de rocina, urbanidad y la mesa qu e tene mos en nuestra lengua. _/

eti-

queta de

Ambas

obras, á pesar del aparato didáctico con que el autor las

más que á

presenta, ^pertenecen, en rigor, á la literatura recreativa

Ja científi ca, y Los trabajos de Hercules casi pueden considerarse

como

u na tentativ a de

novela alegórico-mitológica: construcción

uitíosj^jiunque endeble, de_un

muchos

pocp_ maduro, con

r enacimiento

uno de

vestigios medioevales. Este libro,

de D. Enrique, fué escrito primitivamente por

él

los

más antiguos

en lengua catalana

á preces é instancia del virtuoso caballero Mosen Pero Pardo, y ter-

en Valencia en Abril de 14 1J:

.NL-^rninado

único texto que

hoy poseemos,

la

traducción castellana,

hízola el autor

bre de aquel año, «en la su villa de Torralva

Johan Ferrdndes de Valera nos pasos

ct

el

lo

á suplicación de alongando en algu-

mozo, su criado

en otros acortando, segunt

mismo en Septiem-

los

primeros años de su vida

mediador entre

cirlo así, la

Central;

como cumplía

de Aragón y Jaime

II.

se ufanaba

de

la

el

menos en

literaria, escritor bilingüe, y,

las literaturas

por

requería la obra

trocamiento de las lenguas*. Eué, pues, D. Enrique, á lo

por de-

España Oriental y de

á quien llevaba el apellido de

casa

la real

de ser descendiente directo del rey don

Esta representación, en que no se ha reparado bastante, á

pesar de hechos tan significativos

como

la

presidencia que D. Enri-

que tuvo del Consistorio de Barcelona y el carácter puramente provenzal de su Poética, es de los rasgos que engrandecen y realzan la fisonomía literaria del de Villena, mostrándole activos precursores de

la

como uno de

los

más

futura unidad intelectual de la Península,

ya preparada desde principios del

siglo

xv por relaciones de

muy

varia índole.

Es observación acertada grafo

y

del Sr. Benicio Navarro, discreto bió-

panegirista de D. Enrique de Villena, que el estilo en esta

primera obra suya es mucho más sus libros posteriores, y dista

fácil,

suelto

mucho de

aquella ridícula^y bárbara sintaxis con que

y ameno que

el

llegar á los excesos

más tarde

se

de

de

empeñó en

descoyuntar nuestra lengua, por temeraria imitación del hipérbaton latino 1

ierto

.

La prosa d élos Trábalos de Hércules conserva en sabor de siglo xiv, y prescindiendo de

la

efecto

armazón mitológica,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

42

en que se ve bien claro

mucho, en cuanto

al

el

paso á una escuela

no

distinta,

difiere-

fondo djdáctico y sentencioso, de los libros

semimorales, seminovelescos de Raimundo Lulio y de D. Juan Manuel, tales

como

Libro de los Estados ó

el

cudero. Quería D. Enrique

gloriosos caballeros en

que su

armada

del Caballero el del Es-

el

libro fuese «espejo actual á los

moviendo

caballería,

corazón de

el

aquéllos á non dubdar los ásperos fechos de las armas et aprehen-

der grandes et onrados partidos, enderezándose á sostener

común, por cuya rrasón

dat de los monstruosos actos, en tanto que

'

En

cava-

la

dominando

la feroci-

materia presente

más

qu e trágica ». puede verse alguna reminiscencia dan-

estas últimas palabras

tesca, así co

jjufL.de

bien

el la

lumbre é presentará buenas costumbres, por sus

Hería moral dará

señales desfaciendo la texedura de los vicios é

es sátira

non menos á

caballería fué fallada: é

mo

la

parte alegórica d gJa_obra__dese."hre

D ivina Comedia,

1"

y aun de

al

lec tor_asi-

Triunfos del Petrarca.

los

«Será este tractado en doze capítulos partido, é puesto en cada uno dellos un trabajo de los del dicho Ércoles, por la ystoriales é poetas los

é luego

al

la aplicación

los criminosos

moral fi

la

los estados del

es

el «cuchillo

6 por

Nemea

la

la

representa

la

soberbia «enemiga de

maza con que Hércules

la

potestad eclesiástica de los prelados, más piadosa que

de

justicia temporal».

Las arpías de Fineo son

la codi-

males y peste del noble estado de los caballeros: manzanas de oro simbolizan el don de la ciencia, en cuya per-

cia, raíz

las

mundo,

da espejo e lumbre al estado de los

todas virtudes é buenas costumbres», y

doma

los

destrucción de los Centauros simboliza

y malfeckores, y

príncipes; el león de

le

manera que

exposición alegórica,

uno de aquellos trabajos».

Siguiendo este plan,

de

la

verda t de aquella ystoria, según realmente contesció, é

la

dende seguirse ha

enxemplo

han puesto; é después

de todos

los

secución deben afanarse especialmente los religiosos:

vencido es símbolo del don de seguir, pero tan apetecible al

Diomedes da enseñanza á guarden de

ilícitas

la paz, tan

el

Cancerbero

duro y trabajoso de con-

buen ciudadano. El castigo del

feroz

y mercaderes para que se ganancias. La hidra de Lerna es ejemplo para

los labradores, la historia

los tratantes

de Archeloo para

los menestrales:

Anteo,

CAPITULO IX

de

hijo

de Calidonia, de

rancia; el jabalí

mente,

puede ser sino

el cielo

ijiás^ están

por

traídas

igno-

sobre los hombros, ¿qué

al cielo?

coma^eje^ngeniosas, pero

jdegorias-son,

la s

la

práctica de las virtudes, que requieren

la

hombros robustos para remontarse Algunas de

y de

sensualidad grosera, y, final-

la

gran trabajo de sostener

el

otra cosa

los cabellos.

y puede compararse con una

go,

43

Tierra, es personificación de la brutalidad

la

las

El conjunto agrada, sin embar-

de tapices en que

vieja colección

estuviesen representados y moralizados los trabajos de Hércules.

Fué de todas la

las

obras de D. Enrique

primera que mereció

mo

siglo

fica

que de

xv

Es

(i).

ella

los

la

impresión á fines del mis-

en

la

reproducción fotolitográ-

fácil disfrutarla

ha hecho D. José Sancho Rayón.

Mucho más ameno, y más en

la

que más veces se copió, y

la

honores de

Edad Media,

útil

para

de

la historia

de'Jarava,

mente

Cisoria.

se conoce con el titulo

menos, existen de

mía

y

él:

particular.

uno, falto de una hoja, en

la

misma exactitud y la

de El

rigor, al

esmerada y curiosísimamente

bibliófilo

códice escurialense:

Real Biblioteca de San Lorenzo, y ilustrada

Navarro, en Barcelona, 1879, una de

de

la biblioteca

completo y no menos antiguo y estimable, en la Dos son también las ediciones, ajustadas ambas,

de 1766, publicada por

muy

de Arte

qur

otro,

aunque no con la

costumbres

y que ordinariaDos códices, por lo

ordenó D. Enrique d preces de Sancho

Escorial,

las

es el Tractado del arte de cortar del cuchillo,

las

más

lindas publicaciones

que en estos últimos años se han hecho.

Quien emprenda formalmente

el

estudio de

la

vida familiar

cortesana de los tiempos medjos^ no puede pres cindir de éste otros libros análogos.

y precisamente

lo

que

La

historia

no está solamente en

las crónicas dejan

su propio sulta rios

(t)

al relato histórico,

y adecuado

solamente de

y en

los

colorido.

y y

las crónicas;

en olvido, por ser notorio

á los contemporáneos, es lo que para nosotros puede dar

de realidad

la

de D. Felipe Benicio

más sabor

contemplándole y realzándole con

La fisonomía de una época no re-

los textos históricos:

más

viva está en los litera-

que pudiéramos decir técnicos. Más que con abstrac-

La primera es de

1483,

Zamora, por Antón de Centenera.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

44

ciones y vaguedades de historia filosófica, se penetra vivir de nuestros padres en los siglos xiv y xv leyendo

modo de

el

los cantares

del Archipreste de Hita, los libros de venación

dados, juegos et tablas, na, de Chirino, tales,

el

el

Arte Cisoria,

el

y cetrería, el de los Menor daño de la Medici-

Corbacho, del Archipreste de Talavera, y otros

cada uno de los cuales nos revela un aspecto de

exactitud pasmosa. El gran cuadro social resultaría de

ción de todos

ellos;

fácil ejecutarlo,

pero hasta ahora nadie

porque con ser tantos

con mucho, para disipar todas

Aunque res,

el libro

combina-

ha intentado,

le

los testimonios,

ni es

no bastan,

ni

obscuridades.

de D. Enrique sea principalmente un tratado del

de cortar _6_ trinchar en

a^te_

las

vida con

la

la

las

mesas de

los reyes

y grandes seño-

viene á resultar, por natural conexión de los asuntos, un ver-

dadero arte de cocina,

el

más antiguo que tenemos,

de_jii£dio__5Jgh2_ JaiJaraQS£L_Zt /i¿z-£? de

Comienza D. Enrique por declarar que pertenescen uñas-fft&rrdada s á

al

anterior en

más

guisados de Ruperto de Ñola. «las

condiciones é costum bres

cortador de cuchillo», exigiéndole «barba_raida,

menudo

manos », encomen-

é bie n lava do rostro é

dándole irmeh& que se-^uarde__«d^Jraer_^^sJjiia^wmente nuevas, aforrad ura que hu ele_m al

'^"«guarnidas sus manos de ras valientes contra

al

adobo» y que no se olvide de llevar que tengan piedras ó engastadu,

sortijas

ponzoña é ayre

infecto, asy

como

rubí, é dia-

mante, é girgonza, é esmeralda, é coral, é olicornio, é serpentina, é besuhar, é

veneno

pirofiles: la ,

que

se fase del corazón del orne

é siquier endurecida ó lapidificada

te».

No

que-

no han de

olvida, por

de contado,

las

muerto con

en fuego reverberan-

lúgs ó guantes de buen, olor,

gamo,

ser de raposQjii_de_gatg,. sino «de cuero de

ya_traydas, é de paño de escarlata, fechas de aguja». Particular-

mente

insiste

en

lo cual

fojas

de limón é

tes

La

limpieza y pulcritud de

la

boca y del

aliento,

han de usarse «lignáloe y almástiga, cortesas de

para

flores

de romero», mondando y fregando

cidra,

los dien-

«con coral molido, alum, clavos, canela y otras'especias, revuel-

y condidas con miel espumada». Con la misma exquisita pulcritud y

tas

*

atildamiento

cribe «las diversas fechuras de los cuchillos» y

necesarios

al

cortador, tales

como

las

enumera y des-

demás instrumentos

brocas ó tenedores, los pere-

CAPITULO IX ros y los

45

pan ganes », encomendando mucho que lodos

todien en una arqueta con cerradura, «poniendo en olores, así

como madera de

savina, é de ciprés, é

el

ellos se cus-

arca buenos

rama de romero

,

•porque toma del buen olor é suave».

«En

tanto que esto se fase, la vianda llega» (prosigue D. Enri-

Y

que).

aquí comienza un monstruoso catálogo de «aves, animalias

de cuatro

pescados, frutas y yerbas, que se

pies,

comen por man-

tenimiento é plaser de sus sabores», sin pasar en silencio otras chas y

muy

carne del orne para quitar

el

las

quebraduras

espanto é temor del corazón, carne de

tar la sarna, la la

que «se comen por melesina,

inauditas,

la

mucomo la

así

la

carne del tasugo viejo por

la

carne de milano por qui-

abubilla para agusar el entendimiento,

carne del caballo para faser orne esforzado,

la

carne del león para

ser el orne temido».

Allende de estas cosas simples hay «otras compuestas, ansí

empanadas, pasteles, quesos, albóndigas co adobado, nisas,

como

rellenas, el vientre del puer-

cabeza de puerco, tripas rellenas, morsillas, longa-

la

sopas doradas, fojaldres, panes de figos é otras muchas que

se cuentan

en

arte del cosinar.

el

obleas, letuarios, é tales cosas

engenio de

los epicurios falló é

Demás

que

la

desto, turrones mielgados,

curiosidat de los príncipes et

introduxo en uso de

las gentes».

Conducidos por D. Enrique, penetramos en este nuevo banquete el

modo, de

regias: «la cola puesta

en rueda,

de Trimalchión, aprendiendo peregrinas cosas sobre presentar

el

pavón en

con mantellina

las

al cuello,

mesas

de paño de oro de tercenel, en

armas del rey son pintadas»; sobre grandes; sobre

preparación de

la

el tajo del obispillo

las perdices,

que

el

de

las

las

aves

en que con extra-

ordinaria fruición se dilata; sobre los enciclopédicos manjares

que

llevaban los nombres de mirrauste, capirotada, pipotea, cabeza de turco,

figuras é maldades; y aun sobre refinamientos tan sibaríticos

y tan

fantásticos

y el

socarrar

la

como

«el sacar el tuétano

de carnero» y

el

gañivete pequeño las espinas quemadas, quede patente

dula ó nervio que pasa los ñudos,

Con

tostar

espina de trucha gruesa, de suerte que, quitadas «con

tales noticias

el

qual es de

no queda muy bien parada

la

la

mé-

comer sabroso». decantada sobrie-

dad de nuestros antepasados, pues no hemos de creer que D. En-

.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

46

estudioso, aunque de aficiones

hombre pobre y

rique,

un nuevo Apicio, sino que, por

en

la

corte de D. Juan

carnero y aun á

las

II

de

un tanto

un nuevo Vitelio ó

sensuales, fuese una excepción en su tiempo, el contrario,

debían de abundar

como él á las turmas de que ahora comúnmente llamamos

los aficionados

tierra,

trufas.

í

Se ha dicho que D. Enrique de

Villena, considerado

como

escri-

no tiene ninguna cualidad relevante, y carece enteramente de

Y

tor,

/

color

y de

nervio.

Verdad

gi nas

de otros

será, tratándose

de éste del Arte Cisorja, en

quc-salvo

el

libros;

pero no

afán de latinizar, hay pá-

des criptivas que, poreljjrimor y riquez a de los detalles, hon-

ran grandemente

la

lengua castellana del siglo xv. D. Enrique, que

en otras materias es un compilador indigesto y farragoso, resultó escritor

am eno y

Y

que voluptas.

pintoresco tratando de cocina: trahit sua quem-

por Fernán Pérez de

Guzmán sabemos que D. En-

rique comió mucho. Hasta la cómica gravedad c on que expone su doctrina,

como

si

se trat ase de la ciencia

m ás__axdna

El servicio

á

é uriportante,

y sabrosa la le ctura Hf i-an pere grino ibro.V^ más positivo que el de Villena parece haber prestado

hac&-d«leitable

l

la cultura nacional,

en medio de tantas lucubraciones absurdas y de hoy sea n inestimables)

frivolas (aunq ue para nuestra cur iosidad

fué traducir por jjrimer a vez al _c_aste llano el

de Dan¿e. La traducción de erran rn ériro

que antes

de

s er la

la

poema de

Virgilio

y

el

Eneida que tiene probablemente

el

,

más antigua pn ningun a lengu a vulgar puesto

sólo existían

(

compen dios, y D^_Enrique_sg^refiere

catalán y á otro italiano, que será, sin duda,

el titulado

á uno

Fatti tf Enea)

ha llegado á nosotros íntegraa_si_bien dividjda_en_ txes_distifttos_códices,

de Madrid, de Sevilla y de

París.

Fué comenzada, según

claración del autor, eru?8 de Septiembrejie

1

de-

427, y terminad a un

-a¿o y ¿oce_jdtas-dea pués, en IO de Octubre de 1428: celeridad

cier-

tamente inaudita, y que raya en lo maravilloso si damos crédito á todo lo que de sí propio nos refiere el traductor en la glosa 22:

«mayormente mezclándose en nos

como de

que durante á

ella

otras ocupaciones en este

tiempo

muchos

destorbos, assí de cami-

que

complía de entender

le

fiso la traslación

preces de Iñigo López de Mendoza, é

la

de

la

Comedia de Dante,

Rhetórica de Tulio míe-

CAPITULO IX

va

para algunos que en vulgar

(i)

47 querían aprender; é otras

la

obras menores de epístolas é arengas é proposiciones é principios

en

la

lengua Latina, de que fué rogado por diversas personas, to-

mando

esto por solas, en compensación del trabajo

da pasaba, trabajo de

por abtificar

é la

entonces, y después de Aragón, D.Juan

sando que de

Eneyda

la

dicha Eneyda,

bien instruido en

Navarra

la

la

avía

tomado

la

é fué

leer la

á Virgilio, confe-

doctrina para

ella, é fiso

movido

el

él

non era

dicho rey de

por su carta afincadamente á D. Enrique,

Eneyda-».

esta versión,

aun hecha con tanto atropellamiento, que

D. Enrique^gaxa su tiempo,

bastante

s abía

como ya

algQ_dg¿er humanista de profesión,

muy

Eney-

Rey de Navarra,

en romance, porque

la fallaría

si

lengua latina

á enviar desir

que trasladase Prueba

la

principal

que «fasiéndose

II,

Comedia de Dante, reparó en que alababa mucho

la

el

dicha Eneyda-».

Esta traducción fué emprendida á ruegos del

buscar

que en

entendimiento, é disponer

el

lat ín^^aunque

los había

en

distase Italia,

y

pronto iba á haberlos en España. Tradujo á libro abierto y sin

pararse en barras, valiéndose del primer códice que halló á mano,

y que seguramente no era muy bueno, pero por eso mismo es de maravillar que no sean todavía más frecuentes y mis groseros sus errores.

Lo

i

nsufrible en esta versión es el estilo, la

hueca é hincha-

d^_j^qs^_£oéUcaJ_Jlejia-jle_Jxansposiciones extravagantes y descoyuntaduras d e dicción,_ con que D. Enrique pretende remedar la

po mpa sonora de

la

del

metro jatino. Recuerda exactamente

rana ahuecando

el estilo resulte todavía

ductor

la infeliz

hacen_c aer á cada

.(i)

las

el

apólogo

buey. Para que

más a bigarrado y peda ntesco, tuvo el trael texto mismo una porción

momento de

Son

las

que

él

parecieron necesarias, y que le zancos en_ gue temerariamente

le

los

llama «expresiones subinttllcctas,

siquier imprícitas ó escuro-puestas,

ambas

al

¡dea de intercalaren

de paréntes is y aclaraciones que se había subido.

para remedar

los carrillos

Así se llamaba en

la

Edad Media

la

el

que

original

con

segund claramente verá

lenguas latina é vulgar sopiere é oviere Retórica

el

á Herewiio (tenida hoy por

obra anterior á Cicerón, y probablemente de Cornificio) para distinguirla de los dos libros De Inventione, que llamaban la Retórica Vieja.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

48

comparado. Esto

treslación

esta

meior entendido

é con

menos

porque sea más tractable é

fise

estudio é trabajo».

Pero D. Enrique no daba grande importancia traducción, con ser éste tan

y

útil

loable.

De

lo

trabajo dé su

al

que estaba

satisfe-

cho y enamorado, era de las pedantescas y enciclopédicas glosas con que la había abrumado, y que, aunque sean de todo punto inpara

útiles

del texto virgiliano, son de gran impor-

la inteligencia

tancia para el conocimiento de las ideas

y educación

p. Enrique, de su erudición caudalosa y

varia, sin duda,

científica

de

pero tan

confusa, tan destartalada, tan desprovist a de espí ritu crítico y aun \

de bu en

A

ses o.

pesar de

mucho que D. Enrique encarece

lo

y que rechacen como una mala

sas,

ó los copistas no

más

á los futuros co-

de su Eneida que por ningún caso dejen de trasladar

pistas

obedecieron, ó

le

creíble) se cansó

las glo-

tentación el prescindir de ellas,

mismo D. Enrique

el

(y esto es

de glosar y de amontonar fárrago, puesto que

gloaas_cpjaoxida¿ recaen únicamente sobre los tres^priniexGs

las

ühro g Todas, ó alguna parte de texto, considerándolas, sin duda,

sas cuestiones,

y

así están

ellas, se

copiaron aparte y

como un centón ó

silva

sin el

de diver-

en un códice del cabildo de Toledo y en

otro que yo poseo.

De

lajtraducción d e

que

el

Eneida

(i).

En cuanto

Infierno, contenida

larga glosa

la

Divin a Comedia nada sabemos fuera de

mismo D. Enrique da en

noticia

á la traducción

la

ya transcr it a glos a de

la

la

anónima del primer canto~3el

en un códice escurialense, acompañada de una

y de algunas observaciones

muy

curiosas sobre la escri-

tura y pronunciación de la lengua italiana, nos inclinamos á creer,

con

el Sr.

Amador de

que

los Ríos,

ni

por

el estilo,

que no

es el

bien conocido y característico de D. Enrique en su segunda mane-

por

ra; ni

tro

la

toria á

por

italiana; ni

Consérvase hoy mes de Octubre de

esta versión 1427.

1,

pág. 269 y

sigs.) (A.

de

la

(Véase á M.

pagnole de la Divine Comedie, en 1899;

ausencia de todo proemio ó dedica-

la

D. Iñigo López de Mendoza, á preces del cual se hizo

(1)

del

que parece de un pedagogo ó maes-

índole del trabajo,

de lengua

B.)

el

la tra-

Divina Comedia, terminada antes Schiff:

La

premiere traduciion

es-

Homenaje á Mene'ndez y Pelayo; Madrid,

CAPITULO IX ducción del de Villena, según

él

49

propio declara;

finalmente, por

ni,

circunstancia de no pasar del primer canto, desistiendo

la

tor formalmente de su

con

empresa

versión de D. Enrique, que

la

traduc-

el

terminarle, puede identificarse

al

hubo de

ser completa, tuviese

glosas ó no. Ni parece nada inverisímil que de libro tan famoso

divulgado

como

el

especie de breviario traducciones,

y

de Dante, que era por entonces en España una

como

lo

poético, se hiciesen simultáneamente varias

prueba

es precisamente de este

catalana de

la

Andreu Febrer, que

mismo año de I428.

D. Enrique de Villena hizo versos, sin duda, pero no creemos

que fuese

muy

fecundo

ni

¿cómo

se explicaría el raro

tantas

y tan

muy

aplaudido poeta.

De

diversas obras en prosa,

y no conservarse un

tanta medianía, sino á tanto poetastro

y coplero

franca hospitalidad? Porque recurrir aquí

al

los libros,

me

II,

no ya á

insulso dieron

expediente de

parece absurdo. Ni D. Juan

él

sólo ver-

so suyo en los innumerables cancioneros del siglo xv, que

de

modo,

otro

fenómeno de habernos quedado de

trovador

la él

quema mismo

y grandísimo protector de la gaya ciencia, ni hombre tan culto como Fr. Lope Barrientos hubieran entregado á las llamas obras inofensivas y puramente poéticas, que eran las que más se apreciaban en aquella época. Lo más verisímil es que D. Enrique de Villena no hizo versos más que en su juventud, y éstos quizá en catalán más bien que en castellano, y luego abandonó definitivamente poesía para dedicarse á otras erudiciones. Sólo así se explica su total ausencia del

En cuanto la

Biblioteca

este

las

Fazañas de

en

Breóles, insertas

que de sus propias obras formó D. José Pellicer de Salas

y Tobar, basta siglo xvii,

pobladísimo parnaso de los Cancioneros.

á las dos coplas de

leerlas para ver

en

ellas la

probablemente del mismo

mano de un

Pellicer, bien

falsario del

abonado para

género de fazañas.

Pero

si

no hay versos de D. Enrique, tenemos á

lo

menos

los

curiosísimo s fragmentos de la_P_oética ó Arte de Trovar, que dirigió J.

D. Iñigo López de Mendoza, en 1433, salvados por^Táyahs en sus

Orígenes de la lengua española. La pérdida del libro entero será para

siem pre lamentable. Al pare cer, todavía existía en

poseyó

el

el siglo

gran D. Francisco de Quevedo, que se refiere á

MkNÉNDEZ Y Pelato.— Poesía

castellana. II.

xvn, él 4

y

le

en su

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

50

prólogo á

las

Poesías de Fr. Luis de León.

tenemos no bastan para adivinar pero



el

L as

reliquias

para determinar su genuino carácter de imitación de

poéticas provenzales y catalanas, que comienzan en

de Besalú, y de

preceptista, D.

interesante

Enrique es un eco

en que se describe

celona,

y

las

Vidal

el

Considerado como

(i).

Lo más

del Consistorio de_Tolosa.

que esos fragmentos contienen

citado,

Ramón

hace D. Enrique una especie de enume-

las cuales

ración no exenta de errores cronológicos

y

que hoy

plan y contenido del tratado,

..es^eLlrozoJaistóriG©- ya

aparato de las justas. poéticas de Bar-

ciertas curiosísimas observaciones sobre la pronunciación

escritura

de

las letras,

importantes por

fenorneoos fonéticos de

los

que nos dan testimonio, y doblemente venerables por ser, sin duda, el primer ensayo de una prosodia y de una ortografía castellanas. /\

aprendemos, verbigracia, que

Allí tes

apretados sisilando; que la

c,

la c

se pronunciaba con los dien-

puesta entre vocales, se consideraba

como de agro son, y que por templarla la sustituían cor. una /, pronunciándola como c con muelle son; que la h se aspiraba fuertemente (facía aspiración abundosa) en era

muda en

en principio de dicción «retraía

y

la

nombres propios cuando

los

otras curiosidades por el

no nos dan toda

la luz

el

son de

oquedad del paladar, pero precedía una

la s,

pero

le facía

c;

que

más

la

x

lleno»;

mismo orden, aunque desgraciadamente

que quisiéramos, por

lo

incompleto de estos

fragmentos y por las libertades que seguramente se permitió Mayans al imprimirlos. Así y todo, cada letra de este pequeño retazo merece ser pesada

(i)

y considerada atentamente.

Los autores que

cita,

además de Ramón

Vidal, son: Jofre

/>Berenguer de Troya, Guillermo Vedel de Mallorca

y Fr.

Ramón

de Foxá,

Cornet.

CAPITULO X [fernán pérez de guzmán.

— su

vida y sus aficiones literarias.

— sus

NO LE PERTENECE LA «CRÓNICA DE PON JUAN II». LAS «GENERACIONES Y SEMBLANZAS». POESÍAS DE PÉREZ DE GUZMÁN. LAS «LOORES DE LOS CLAROS VARONES DE ESPAÑA»] SU VOCACIÓN HISTÓRICA.

OBRAS.



Personaje de otra cuenta que D. Enrique de Villena en

de

las letras españolas es el

mán,

el

la historia

señor de Batres, Fernán Pérez de Guz-

cual reclama la atención de

la crítica

bajo

el triple

de historiador, moralista y poeta. Este último aspecto ahora más directamente nos atañe; pero rarle

de

los

como

dos primeros, puesto que su poesía no es más que una

algo hay que decir de su persona y de

y

que

es imposible sepa-

forma inferior de su doctrina moral y de su experiencia de

ideas

carácter

es el

la

la vida,

dirección general de sus

estudios.

Sobrino del Canciller Avala y

hereda Fernán Pérez de

y

siglo xiv,

de guerra,

las

Guzmán

transmite íntegras

político sagaz

al

tío

del

las

Marqués de

tradiciones

Santillana,

xv. Moralista, cronista,

y desengañado, amante de

del

didácticas

la

hombre

antigüedad y

prosista de tendencias clásicas, los principales rasgos de la fisonomía

de Ayala reaparecen en también

al

tiempos eran diversos y espíritu doctrinal

posición directa á tistas,

la

suya. El fondo de su poesía es idéntico

fondo ético de El Rimado de Palacio; pero

no intenta

los recursos del arte

de Fernán Pérez, aun prefiriendo la

la

la

los

la

el

forma de ex-

forma alegórica en que se complacían

los

dan-

renovación, ya imposible, del metro

cedimientos. del mestcr de clerecía, y sigue,

y severo,

como

habían cambiado,

las corrientes

de

la

literatura

y los proaunque con rumbo grave

de su tiempo, formulando

enseñanza moral en composiciones relativamente breves y bas-

tante

líricas, á lo

menos en

sus formas métricas.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

52

De

poeta tenía realmente poco, aunque de su sangre había de

nacer uno tan grande

como

Garcilaso de

austera del moralista,

el fin

inmediato de sus predicaciones,

Vega. La preocupación

la

notonía de los lugares comunes en que se explaya, con

propio de aquellos tiempos, en que

las

el

el

manto de Séneca ó de Boecio, cortan

que tampoco parece haber sido

tasía,

hacen en extremo árida las cuales,

no obstante,

muy

viva ni

muy

luminosa,

pueden entresacar de vez en cuando

zos notables por la energía sentenciosa de la expresión,

por

la

amenidad y

los

los

grandes prosistas del

primeros analistas y observadores de

que, mediante esta observación, renovaron

pasar del estado de crónica

mente ha tenido en

y de

tro-

ya que

no-

floridez del lenguaje.

Fué, en desquite, uno de de

y prote-

las alas á su fan-

lectura seguida de sus obras poéticas,

la

se

mo-

mayores vulgaridades pare-

cían profundos conceptos, siempre que viniesen cubiertas

gidas por

la

candor

los

al

la

siglo xv,

y uno

naturaleza moral,

haciéndola

la historia,

de estudio psicológico que principal-

tiempos modernos. La verdadera gloria del

señor de Batres en esto consiste, y bien ha podido decirse del pe-

queño volumen de sus Generaciones y Semblanzas, no menos que de los Claros

Varones de su imitador y émulo Hernando del Pulgar,

que enseñan á conocer á historias juntas.

En

los

hombres más que

casi todas nuestras

esos retratos tan breves, de corte tan moderno,

compuestos con tanta habilidad y con tan disimulado

artificio, sin

omitir ni rasgo fisionómico ni cualidad moral relevante en naje,

pero sin que aparezca demasiado á

agruparlos para viosa, tan

el efecto;

las claras el

en esa prosa tan

rígidamente ceñida

al

viril,

un arte nuevo. Merced á

la

Juan

II

tan sobria, tan ner-

empapada de

de vida, Fernán Pérez es no solamente un iniciador de

perso-

asunto, tan remota de todo vesti-

gio de pedantería y de mala retórica, tan

jor la corte de D.

el

propósito de

él

y

clásico, sino

á Pulgar,

ó de D. Enrique IV, que

realidad

y

poderoso

conocemos mela

de Felipe

V

ó

de Carlos IV, que son de ayer y que casi tocamos con la mano. La vida de Fernán Pérez de Guzmán le había preparado admira-

blemente para este dole primero

go en

al

oficio

de pintar y juzgar á los hombres, llevánbatalla y al Consejo, y encerrándole lue-

campo de

el filosófico retiro

de su señorío de Batres. Conoció, y no de

CAPITULO X oídas, el tumulto de

la

acción y

la

53

supo esquivarle á

lucha; pero

tiempo, domar los impulsos de la ambición y aun del justo encono, perfeccionar y ennoblecer su naturaleza moral, y lograr en vida

lar-

guísima sosiego de ánimo y desinterés bastante para ser espectador

y juez, no indiferente y desdeñoso, sino sereno y aun caritativo, como cumple á quien va á dar testimonio perenne de los actos de una generación entera. Hijo de Pedro Suárez de

Guzmán y de Doña

llamado por su nacimiento á

las

más

embajador en Aragón en tiempo deD. Enrique los mejores auspicios su carrera política,

el

guera.

En

la

ria,

ello,

tuvo

el

pronto,

batalla de la Hi-

Guzmán

había hecho

Hita; pero, lejos de obtener

merced alguna

disgusto de ver que otro quería apropiarse su glo-

suscitándose en presencia del rey un fuerte altercado, de resul-

tas del cual

Fernán Pérez de Guzmán

tonces en disfavor con D. Juan

que sobre

la fidelidad del

parentesco con los

la

vida á Pero Meléndez de Valdés, capitán de la

mesnada del señor de por

muy

afiliarse

por su proceder después de

aquella jornada, Fernán Pérez de

proezas salvando

Estado,

comenzaba con

Condestable D. Alvaro

de Luna, entre cuyos adversarios hubo de él

III,

cuando súbitamente vino

á entorpecerla su enemistad declarada con

descontento con

Elvira de Ayala,

altas funciones del

el

II.

fué preso, y quedó desde enAñadiéndose á esto las sospechas

señor de Batres hacía pesar su cercano

arzobispo de Toledo D. Gutierre Gómez, uno de

más arrojados y temibles partidarios de los infantes de Aragón, más peligrosa y difícil la posición de Fer-

fué haciéndose cada día

nán Pérez en aquella corte, donde sólo reinaban, según cia

de alcanzar

falsos

é ganar, engaños, malicias,

«cobdi-

él,

poca verdad,

cautelas,

sacramentos é contratos, é otras muchas é diversas astucias é

malas artes».

Y

como

á estos desengaños se juntasen la indepen-

dencia nativa y algo áspera del genio de Fernán Pérez, sus inclinaciones estudiosas, su rectitud moral intachable

desde

muy

y

la

tendencia que

joven había mostrado (como por sus más antiguas poe-

sías aparece) á la

desprecio de

las

meditación

vanidades de

humanos y

al

nadie puede admirarse de

la

filosófica la vida,

de

los casos

resolución que formó, en edad todavía robusta para siglo (á los cincuenta

y

seis años),

de

hombre de aquel

retirarse á su señorío

de Ba-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

54 tres,

de donde apenas volvió á

salir

se prolongó hasta los ochenta

durante

el resto

años, según

y dos

de su vida, que la

opinión más

probable.

Ciertamente que aquel largo retiro no fué desaprovechado,

ni

para

mejora del espíritu de Fernán Pérez, que entonces se labró y

acri-

soló con el trato familiar de los principales moralistas clásicos

y de

la

más egregios doctores de

los

patrias, serie

que debieron á este

al

como

no todos de

tampoco para

más voluntario que

de libros en prosa y verso, morales é

originales,

ción,

la Iglesia, ni

ocio,

las letras

forzado, una

históricos, traducidos

y

igual precio, pero todos dignos de considera-

mismo

inspirados por un

nobilísimo pensamiento, que

principio se encierra en los límites de

la

moral humana y

si

filosó-

el mismo humano trasciende». cada vez más serenas y lu-

acaba por tomar un tinte ascético, pasando (como

fica,

autor dice) «á lo divino é devoto que á todo lo

En

esta ascensión gradual á regiones

minosas, tuvo constantemente Fernán Pérez

el

aquél á quien llamaba su Séneca, llamándose á

aquél de cuyos labios manaban,

como de

apoyo y consejo de sí

propio Lucilo; de

fuente perenne,

«La moral sabiduría,

Las leyes y los decretos, Los naturales secretos Del

alta philosophía,

La sacra

theología,

La dulce arte oratoria, Toda veríssima historia, Toda sotil poesía»; del

que aun después de muerto tuvo

la

virtud de inspirarle sus

jores versos: «La yedra so cuyas ramas

Yo

tanto

me

delectava;

El laurel que aquellas flamas

Ardientes del sol temprava,

A

cuya sombra yo estava;

La fontana

Donde yo

De

clara

la

y

fría

gran sed mía

preguntar

saclava...

¡Oh severa y cruel muerte!

me-

CAPITULO X

En una

Secaste todo

vergel,

el

Tornando en amarga El dulzor de

Era, en suma,

55

escura mañana

hiél

fontana».

la

obispo de Burgos, D. Alonso de Cartagena,

el

maestro y consultor del señor de Batres, que parece haber sostenido con

él

larga correspondencia, ascética, filosófica

las consultas

de Fernán Pérez respondía á veces

verso en lengua latina, que

él

modestamente

ticamente compuesta'»; pero todavía con

dole con espada et manto,

armada

cavallería

la

paración que en

el

literaria.

de «flaca é rús-

suelen ofrescerse los cavalleros de

obispo bien revela el

A

frecuencia, «acorrién-

á sus amigos á quien quieren valer»

de Caballeros), prefería

mos

como

califica

más

y

docto judío con-

el

empleo de

la

al

(com-

compilador del Doctrinal

lengua vulgar «que llama-

porque en

materna, syn mixtura de eloquentes palabras

lugar de sciencia sirva lo llano con buena é sana intención explicado,

en lugar de eloqüencia, venga á servir

et

manera de

fablar é sea

la cotidiana et

En

benignamente aceptada».

mance, pues, «en que fablan asy cavalleros como ornes de asy scientificos

como

más importante de

el

los

que poco ó nada sabemos»

está

pie, et

compuesto

que Cartagena escribió para

los tratados

ins-

llamado Oracional de Fernand Peres, que

trucción de su amigo,

el

es respuesta á ciertas

dudas y cuestiones que

le

y devota oración. Pero aunque en este manual piadoso mostrase

sobre

común

nuestro ro-

había propuesto

la fiel

cierto

empeño

el

y piadoso obispo de Burgos en esquivar «aquel estilo de fablar antiguo, gentil et pagano», prefiriendo «la suave et sana elosabio

qüencia de los sanctos doctores» triunfaban en

fielmente

de

le

él

,

todavía en

seguía su Lucilo, que pasó

las Epístolas del filósofo

del latín (que

más de un

pasaje

sus arraigadas aficiones senequistas, en las cuales al

castellano una gran parte

de Córdoba, aunque no directamente

nunca parece haber dominado por completo, á

lo

me-

nos en los textos clásicos), sino de una versión toscana de Ricardo

Pedro, ciudadano de Florencia.

más ó menos el

Y

no sólo con versiones propias,

afortunadas, contribuía

pensamiento de

la

antigüedad

el

señor de Batres á difundir

clásica, sino

también promoviendo

56

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

y patrocinando

otras,

como

la

que de

hizo, á ruego et afincamiento suyo, su

Vasco de Guzmán, que de

tes castellanos

la

duda,

es, sin

y de

Catilinaria

dejaron de influir en

la

las

dos Historias de Salustio

primo

el

arcediano de Toledo,

más antiguo de

el

los intérpre-

Yttgnrtkina, libros que no

la

prosa histórica de Fernán Pérez.

Consecuencia de estas aficiones y estudios en

los moralistas é

historiadores latinos, fué aquella especie de ramillete de sentencias

que con de

el título

Guzmán

por



(i),

de Floresta de

los

Philósophos compiló Fernán Pérez

extractando gran parte de

los libros

de Séneca (que

y añadiendo otros apo-

sólo se lleva la mitad del volumen),

tegmas y máximas provechosas tomadas de

Quinto Curcio,

Salustio,

Cicerón, Boecio, San Bernardo, y del Tesoro de Brunetto Latini.

Pero estos centones, tan del gusto de sen salvado á Fernán Pérez de

Guzmán

la

Edad Media, no

del olvido en

hubie-

que yace toda

esta insípida,

aunque bien intencionada,

literatura

sentencias,

una profunda é

vocación histórica no

si

hubiese hecho pasar de

irresistible

de aforismos y

abstracción de los lugares

la fría

éticos á la contemplación directa

y personal de

la vida.

A

le

comunes ella lle-

vaba, además de una gran perspicacia y una experiencia no leve de los altibajos

libre

y vaivenes de

fortuna,

la

un

espíritu recto,

de preocupaciones, en cuanto puede estarlo

poráneo. Era, sobre todo, celosísimo de searla á sabiendas

como

la

el

honrado y

de un contem-

verdad, é incapaz de

los cronistas asalariados,

fal-

que no dejaban de

abundar en su tiempo. Sus ideas sobre este punto están bellamente expuestas en

el

prólogo de

veces acaesce que

las

Generaciones y semblanzas: «Muchas

las

coránicas é historias que fablan de los podero-

sos reyes é notables príncipes é grandes cibdades, son ávidas por

sospechosas é inciertas, é

les es

dada poca

fe

é autoridad: lo qual,

entre otras causas, acaece é viene por dos. La primera, porque

gunos que se entremeten de escrebir

hombres de poca vergüenza;

é

más

é notar las antigüedades,

les

al-

son

place relatar cosas extrañas

é maravillosas, que verdaderas é ciertas, creyendo que no será ávida

por notable

de

la historia

creer; ansí

(1)

Véase

la

que no contare cosas

muy

grandes y graves fe... Si, por

que sean más dignas de maravilla que de

Rroue Hispanique,

xi, 5. (A. B.)

CAPITULO X

57

un contrato de pequeña cuantía de moneda, merece

falsar

bano gran pena, ¿cuánto más

el

coronista que

el

los notables

falsifica

é memorables hechos, dando fama y renombre á los que no recieron, é tirándola á los

los quales

linaje,

ovo muchos que más

porque su fama é nombre quedase claro é glorioso en

que por

la utilidad

que grande

fuese;

yere, que ovo tables el

é provecho

y

que de

ello se le

título

las historias,

ansi lo hallará quien las historias

ni

hicieron

lo hicieron

podría seguir, aun-

muchos príncipes romanos que de

hechos no demandaron premio,

renombre ó

me-

é servicio de

y expensas de sus haciendas, en defensión de su ley

De

lo

que con grandes peligros de sus personas

su rey, é auctoridad de su república é honor de su notables hechos?

escri-

romanas

le-

sus grandes é no-

galardón, ni riquezas, salvo

de aquella provincia que vencían é conquista-

como tres Cipfones é dos Mételos, é otros muchos. Pues como estos que non querían sino fama, la cual se conserva é

ban, ansí tales

guarda en

las letras,

si

estas letras son mentirosas

y

falsas

¿qué

aprovechó á aquellos nobles é valientes hombres todo su trabajo, pues quedaron frustrados é vacíos de su buen deseo, y privados del fin de sus merecimientos, que es la fama?... Pues la buena fama, cuanto

al

mundo,

es

verdadero premio é galardón de los que viven

y virtuosamente por

ella trabajan; si esta

fama

demás trabaxan

é mentirosa, en vano é por

se escribe corrupta

los magníficos

reyes é

y en ser justicieros é libehace más nobles é dignos de

príncipes en hacer guerras é conquistas,

y clementes, que por ventura los fama y gloria que las victorias é conquistas; ansimismo los valientes é virtuosos caballeros que todo su estudio es exercitarse en leal-

rales

tad de sus reyes, en defensión de

la patria

é

buena amistad de sus

amigos, é para esto non dubdan los gastos ni temen las muertes; é otrosí los grandes sabios

ordenan é componen para acrecentar

la fe

y

letrados,

que con gran cura é diligencia

libros, ansí para

impunar

los herejes,

en los cristianos, é para exercitar

como

la justicia,

é

dan buenas doctrinas morales: todos estos ¿qué fruto reportarían de tantos trabaxos, haciendo tan virtuosos autos y tan república, si la fama fuese á ellos negada y atribuida á gentes, á los inútiles y viles, según toriadores,

mas

trufadores?»

el

útiles á la

los negli-

alvedrío de los tales, no his-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

58

Grandes novedades se encerraban en estas palabras, no tanto por lo

que toca

al

concepto mismo de

la

veracidad de

la historia, el cual

teóricamente no ha sido impugnado por nadie, aunque tantos historiadores distan de serle

Fernán Pérez fama y de

le

fieles;

enteramente moderna que

de

no ya sólo á

historia,

ros

el

los

«.los

diligencia ordenan

primera vez

el

grante de

Pérez de

pendiar en verso

fué

fiel

Guzmán Juan

II,

se

una de

atribución,

Era declarar por

á formar parte inte-

y veremos que por su parte Fernán cuando intentó com-

de España.

ha venido atribuyendo á Fernán Pérez de

más copiosas y

las

libros-».

redacción ú ordenación de

la definitiva

sujeto

á este principio, hasta

la historia

Por mucho tiempo

atención

grandes sabios y letrados que con

¿componen

la historia literaria

general,

la historia

Guzmán

la

como

grandes capitanes, esforzados caballe-

gran cura é

derecho de

y por

señor de Batres concede

reyes prudentes, sino á

y

la

(que parece bebida en los preámbulos de Sa-

la gloria

historiador predilecto de Fernán Pérez)

lustio,

que

sino por las razones morales en

apoya, y sobre todo por esa noción clásica de

que descansaba

sólo en

Crónica de

la

Don

cabales que tenemos. Pero

tal

dicho del primer editor de

el

la

Crónica, Lorenzo Galíndez de Carvajal (15 17), es de todo punto insostenible conocido el prólogo de las Generaciones, en que

de Batres, ya de edad avanzadísima (era por lejos

non

los sucesos

sabría, et

mado de la

el

señor

años de 1455 6 56),

de manifestar propósito alguno de escribir en forma y manera

de crónica se

los

si

como

los fechos

sospecha de que

hubiese dicho

la

de su tiempo, declaraba que «aunque quisies-

sopiesse non estava ansy instruydo nin enfor-

y aun insinuaba

era necesario á tal acto»,

el cronista oficial,

cuyo trabajo

él

verdad en toda su pureza, «segunt

que en este tiempo hay». Quizá eran excesivos nán Pérez, puesto que

la

Crónica de D.

los

no conocía, no las

ambiciones

temores de Fer-

Juan II resultó un

libro

por

todo extremo fidedigno, cuyo testimonio en nada esencial contradice á lo que resulta de los literarias, tales

llas

y

negar

como

las

documentos diplomáticos y de

mismas Generaciones,

el

las fuentes

Seguro de Tordesi-

la

Crónica de D. Alvaro de Luna. Pero aunque no se pueda

al

cronista, ó

más bien

á los diversos cronistas

compilación intervinieron (siendo

el

que en esta

más antiguo Alvar García de

CAPITULO X

Santa María sólo

juicio,

que historió

,

primeros años del reinado), no

los trece

lauro de la veracidad, sino

el

59

de

el

la

y buen

discreción, orden

todo lector de gusto echará de menos en esta Crónica, obra

de tantas manos y tantas veces retocada y refundida hasta llegar al modernizado texto de Galíndez, aquel carácter eminentemente per-

y de estilo, aquel cuño que tanto avalora y realza la prosa histórica de Fernán Pérez de Guzmán. La Crónica de D. Juan II es un libro bien

sonal, aquella originalidad de pensamiento

nuevo de

escrito, tiva;

la frase

con claridad y llaneza, y aun con cierta animación narra-

pero nada hay en

como

él

que indique

mano de un

la

vigoroso autor de

sin disputa lo era el

las

aquella manera suya, cruda y rápida, penetrante parte, ¡qué diferencia entre

adulatorio, pero

y

el



complaciente y

y

oficial

que en

la

Crónica domina,

inexorable y justiciero espíritu de las Generaciones

zas! ¡Cuánto dista idealizado,

D. Juan

el

II

de

de aquel otro D. Juan

terrible profundidad le diseca

por decir de

él

que

ni

y

Semblan-

Crónica, tan simpáticamente

la II,

remiso y extrañamente enajenado de

Por otra

severa.

no ciertamente mendaz ni

espíritu,

el

escritor genial,

Semblanzas, en

la

pusilánime, flaco,

voltario,

voluntad propia, según con

y anatomiza Fernán Pérez, acabando la muerte del Condesta-

antes ni después de

ble «hizo auto alguno de virtud

y

fortaleza en

que mostrase ser

hombre!»

Hay, pues, que separar del catálogo de Crónica de D.

Juan

II,

autor ni á leer siquiera, y excluir también ción de dichos

las

obras de

que probablemente no

y hechos memorables que

la

Guzmán

la

llegó su supuesto

muy

curiosa recopila-

de Valerio

lleva el título

de las historias escolásticas, y es conocidamente obra de Diego Rodrí-

guez de Almela, familiar y discípulo de D. Alonso de Cartagena.

Lo que realmente pertenece

al

señor de Batres, es otra compila-

ción histórica, en parte traducida, en parte original, que con

de

Mar

(1)

de Historias

Véase

la

(i) se

imprimió en Valladolid en

edición publicada en

la

1

el título

5 12.

Revue Hispanique (xxvm, 442 y

Tres sigs,);

R. Foulché-Delbosc: Elude bibliographique sur Fernán Pérez de Guzmán (Revue Hisp., xvi, 26 y

sigs.);

neros (en las Transactions

lumen xv,

y H. R. Lang: Communications

from Spauish

of the Connecticut Academy of Arts and

Julio de 1909). (A. B.)

Cancio-

Sciences,

vo-

6o

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

partes

componen:

la

vidas, é

de

primera trata «de

la

emperadores, é de sus

los

segunda, «de los

los príncipes gentiles é católicos»; la

sanctos é sabios é de sus vidas é de los libros que ficieron»;

la ter-

cera, finalmente, son «las semblanzas y obras de los excelentes reyes

de España D. Enrique

é

III

D. Juan

dos é notables caballeros que en

los

y de los venerables prela-

el II,

tiempos destos nobles reyes fue-

ron». Esta tercera parte, única original del libro, es

de Generaciones y Semblanzas desglosó

tulo

añadirla á su edición de

la

II,

del

Mar

solo,

el tí-

habiendo corrido

desde entonces como libro independiente. Lo es en

ha ganado con campear

que con

doctor Galíndez, para

Juan

Crónica de D.

la

el

rigor,

en vez de yacer perdido en

y mucho el

fárrago

de Historias, entre las hazañas de Alejandro Magno,

Sila,

César, Octaviano, Carlomagno, Godofredo de Bullón, y las fabulo-

Rey Artús y

sas aventuras del

las cuales manifiesta, sin

los caballeros del

Santo Grial, sobre

embargo, nuestro autor, alguna sospecha:

«cuanto quier que esta historia sea delectable de leer é dulce, em-

pero por muchas cosas extrañas que en ser dada poca fe».

del

Mar

La

cuentan, asaz devele

ella se

fuente principal de estas dos primeras partes

de Historias parece haber sido

el

Mare Histotiarnm de

Giovanni de Colonna, ó más bien alguna compilación francesa deri-

vada de sin

él.

Lo

duda de ,

llante,

que

el estilo,

mejor del

caudaloso y bri-

sobre todo en

magno, que

Guzmán es muy animado,

único que pertenece á

lo

cita

y

las

siglo xv,

es,

descripciones y en los retratos. El de Carlo-

elogia

muy

encarecidamente Amador, es mera

(i), y de seguro no tomado directaMagni, sino de la misma compilación latina

transcripción del de Eginhardo

mente de

6

la

Vita Karoli

francesa que sirvió de fondo á todo

el

Mar

de Historias, excepto

su última parte.

Esta no sólo es original,

mera

galería biográfica

que

como dicho queda, las literaturas

sino

que fué

ner á los grandes modelos que en esta línea nos dejó tigüedad. ni

Y

sin

¡a pri-

modernas pudieron opo-

embargo, no hay imitación

la clásica

directa, ni

an-

de Plutarco

de Suetonio, ni de otro alguno; más bien recuerda Fernán Pérez

en algunos rasgos

(i)

Puymaigre

la

fué el

manera seca y

rígida de Salustio, á quien tenía

primero que hizo esta observación.

1

CAPÍTULO X

muy

como

estudiado, así

6

en otros adivina la amarga profundidad

de Tácito, á quien no podía conocer. Pero no necesitaba modelos ni inspiración ajena

escalpelo hasta

quien trabajaba sobre

carne viva y hundía

la

el

fondo del alma de sus contemporáneos, con una

el

especie de poder adivinatorio sólo concedido á los grandes mora-

y á los grandes historiadores. Todo

listas

serva para nosotros

de

llama de

la

las relaciones entre lo tísico

y en

vinó,

flaquezas,

sus cuadros vive

el

y

lo

el

Nadie

le

estilo tocó,

enseñó

la

con-

teoría

moral, pero su instinto las adi-

hombre

entero, con sus dolencias

con su austeridad ó con sus

nuestros ojos D. Enrique

que su

lo

la vida.

y

Así van desfilando á

vicios.

Doliente, dañada la complexión y afeado

semblante de muchas y graves enfermedades: «muy grave de ver é de muy áspera conversación, ansí que la mayor parte del tiempo el

estaba solo é malenconioso»

«muy fermoso de

muy

católico

;

su hermano

el infante

gesto, sosegado é benigno,

y devoto

cristiano: la habla

de Antequera,

casto et honesto,

vagarosa é floxa, é aun en

todos sus autos era tardío é vagaroso: tanto paciente é sofrido, que parecía que no avía en

él

turbación de saña

ni

de

ira»; el

buen Con-

destable Ruiz López Dávalos «venido de pequeño estado:

de buen cuerpo

é

de buen gesto,

gable conversación: rras: asaz

atentada:

muy

el

la

como en

gue-

mundo no

el

no fué franco, y apiádale mucho

oir astrólo-

Maestre de Calatrava D. Gonzalo Núñez de Guzmán «mu-

cho disoluto acerca de mujeres, hombre de corto de razones, el

las

razón breve é corta, pero buena é

sofrido é sin sospecha, mas,

sin tacha,

hombre

alegre é gracioso é de ami-

esforzado y de gran trabaxo en

cuerdo é discreto:

hay hombre gos»;

muy

muy

muy

alegre é de gran

muy

grandes fuerzas,

compañía con

los suyos»;

Conde de Xiebla D. Juan Alonso de Guzmán «mucho acogedor

de los buenos, no entrometido en

las cortes ni

reyes: tanto llano é igual á todos, que

mucho amado de pués del Señorío

la

en

los palacios

gente común: en Sevilla y en su

real,

de

amenguaba su estado en

no conocían á otro sino á

Santiago D. Lorenzo Suárez de Figueroa,

«muy

él»; el

tierra,

los

ello:

des-

Maestre de

callado,

de pocas

palabras, pero de buen seso é buen entendimiento, é de gran regi-

miento é regla en su casa é hacienda: de su esfuerzo nunca

que en

las

oí,

salvo

guerras era diligente é de buena ordenanza, lo qual no

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

62

podía ser esfuerzo»;

el

Gran Canciller Ayala, cuya semblanza cono-

y menguado D. Enrique de Villena «pequeño de cuerpo é grueso, el rostro blanco é colorado: comió mucho y era muy inclinado al amor de las mujeres: algunos, burlándose

cemos

de

él,

ya; el sabio

decían que sabía

y remoto

mucho

á los negocios del

é hacienda tanto inhábile é

«de tan

é alto ingenio,

sotil

del cielo é

mundo, y inepto, que

poco de

al

era gran maravilla», pero

que ligeramente aprendía cualquier

ciencia ó arte á que se daba: ansí que bien parescía natura»;

reina

la

Doña

ajeno

la tierra:

regimiento de su casa

que

lo

había á

Catalina de Lancaster, inglesa grande de

cuerpo, blanca y colorada, nada sobria

y finalmente paralítica; el «amó mucho á sus

arzobispo de Toledo D. Sancho de Rojas, que parientes»;

el

Adelantado mayor de

Castilla

Gómez Manrique, hom-

bre de grandes narices, cetrino y calvo, que había sido moro y contaba portentosas historias del tiempo en que anduvo perdido en

Granada;

de

la

el

engreído advenedizo Fernán Alonso de Robles, favorito

Reina Doñi Catalina, «hombre de escuro é baxo

diana altura, espeso de cuerpo,

el

linaje,

color del gesto cetrino,

de me-

nado á aspereza ción: los

muy

é malicia

más que

viso

el

turbado é corto, asaz bien razonado y de gran ingenio, pero

incli-

á nobleza ni dulzura de condi-

osado é presuntuoso á mandar, que es propio vicio de

hombres baxos, cuando alcanzan

estado,

que no

se saben tener

dentro de límites é términos».

Lo mismo que Saint-Simón, con quien

algún crítico francés

comparado, Fernán Pérez de Guzmán tenía en bia patricia

y

el orgullo

de

raza, y,

alto

siempre que hiere esta

«No pequeña confusión para Castilla mismo Robles) que los grandes, prelados

sulta elocuente:

tando del

grado

utilidad é

le

ha

sober-

fibra, re-

(escribe traé caballeros,

cuyos antecesores á magníficos é nobles Reyes pusieron

pachando sus desordenadas voluntades con buena

la

freno,

em-

é justa osadía por

provecho del reyno é por guarda de sus libertades, que á

un hombre de tan baxa condición como

éste así se sometiesen.

Y

aun por mayor reprehensión é increpación dellos digo que no sólo á este simple hombre, mas á una liviana é pobre mujer, ansí

Leonor López,

é á

como

un pequeño é raez hombre, Hernán López de

Saldaña, ansí se sometían é inclinaban, que otro tiempo á un señor

CAPÍTULO X

de Lara ó de Vizcaya non

lo

63

hacían ansí los pasados. Por causa de

brevedad no se expresan aquí muchas maneras é palabras desdeñosas, é

aun

buenos:

que con

dellos avían,

ganan-

los intereses é

no pudiendo templar

la

consentían mandar é regir á tales que poco por linajes é

por virtud la

susodichos dijeron á muchos grandes é

del presente tiempo;

que por intercesión

dicia,

los

qual es cierta prueba é claro argumento de poca virtud é

mucha cobdicia cias

que

injuriosas,

lo

lo

enseñorea

interesse, lanzando della la virtud é

muy

Este pasaje es

hoy

Ca, en conclusión, á Castilla posee

merecían el

adecuado para mostrarnos

el

cob-

menos é

humanidad.» verdadero fondo

Fernán Pérez de Guzmán y reducir á su justo valor pomposos aforismos sobre la igualdad nativa de los hombres,

del alma de ciertos

que en sus poesías morales suelen encontrarse, y que no son más que reminiscencias de sus lecturas clásicas, y no verdadera expresión de su sentir propio ni del estado social de Castilla en su tiempo.

Lo que predomina

en

Generaciones y Semblanzas es un pesi-

las

mismo muy hondo, pero no

acerbo, iracundo

y vengativo como

el

de Saint-Simón, sino templado por cierta especie de resignación filosófica,

que hace á Fernán Pérez poner su ideal de felicidad ne-

y obscura vida, pacífica y sosegada muerte de un Diego Hernández de Quiñones, caballero leonés, que nunca hizo

gativa en la quieta

cosa notable, pero tampoco sintió nunca adversidad de

«porque según laciones,

la

vida de los

hombres

es llena

no hay alguno, especialmente

el

la

fortuna,

de trabaxos é tribu-

que mucho vive, que no

vea muchas cosas adversas é contrarias».

Tenía Fernán Pérez sus animadversiones, partido, le

y nunca perdonó

había puesto, ni

la

á D.

como

Alvaro de Luna,

obscuridad en que

le

todo hombre de

ni la prisión

en que

dejó vegetar. Se le puede

acusar de no haber comprendido

la

alteza

Condestable, á quien miraba por

el

prisma de su vanidad aristocrá-

tica,

la

misión política del

ofendida y humillada de que fuese arbitro del Reino «un caba-

llero sin parientes

y con tan pobre comienzo

poderosos caballeros avía». rar,

de

Aun

donde tantos

é tan

en su muerte encontraba qué repa-

tachándola de más esforzada que devota: «Ca los autos que aquel

día hizo é las

palabras que dixo,

más pertenescían

á

fama que á

devoción». Pero ni aun este odio reconcentrado que sentía contra

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

64

D. Alvaro,

ni

tampoco

y apocada condición

el

profundo menosprecio en que tenía

la flaca

del rey, basta á anublar su clarísimo juicio ni

á torcer su inexorable justicia en los magníficos retratos que hace del

monarca y del Condestable, recargando,

pero poniendo también de bulto

las

es cierto, las sombras,

simpáticas cualidades del pri-

mero y las espléndidas del segundo, que resulta varón verdaderamente grande hasta bajo la pluma de su enemigo. Las numerosas poesías de Fernán Pérez de Guzmán todavía no han sido reunidas en colección, aunque propósito de hacerlo. Las

D. Enrique de ser

ni

III,

y están en

con mucho todas

nán Pérez de Guzmán, mi

Marqués de entre

más antiguas

Santillana),

las otras

Amador de se

los

remontan

al

Ríos tuvo

el

reinado de

Cancionero de Baena; pero no deben

el

que en su mocedad compuso. «Fer-

las

dota en toda buena doctrina (dice

tío,

el

ha compuesto muchas cosas metrificadas, é

aquel epitafio de

la

sepoltura de mi Señor

el

Almi-

rante D. Diego Furtado, que comienca

Ombre que

vienes aquí de presente.

Fizo muchos otros decires é cantigas de amores.»

De

que notoriamente seguía Fernán Pé-

esta primera época, en

rez la tradición de los trovadores gallegos,

versos

muy

pueden

servir de tipo los

suaves y graciosamente amanerados de El gentil niño Narciso

En una ó

el

fuente gayado...

diálogo del poeta con un papagayo. Era entonces señora de sus

pensamientos una doña Leonor de los Paños, de quien con bizarría

y desenfado

juvenil cantaba:

Sepa

el

rey é sepan cuantos

Nobles son en su compaña,

Que de

cuantas en España

Se tocan

Yo amo

é cubren mantos, la

más

garrida,

Por cuya salud é vida

Ruego á las santas y santos. La reyna é todas ellas Por cibdades é por

villas,

:

CAPÍTULO X Sepan

et

65

ayan cosquillas,

Pues de dueñas y donsellas

My

muy

señora

loada

Ansí es aventajada,

Como

de

el sol

las stellas.

Encerradas et abiertas

Religiosas cuantas son,

Sepan

et sean bien ciertas

Que mi señora dormiendo,

Hay también en

vale,

Oue

todas ellas despiertas.

florentin,

lo

entiendo,

Cancionero de Baeua «reqüestas» de Fernán

el

Pérez á Yillasandino y sentía por

yo asy

Más

á Imperial,

manifestando

ambos maestros, especialmente por

el

la

admiración que

discípulo del buen

de cuyos cantos dice «que relumbraban más que cen-

tellas >.

Pero aun en medio de estos devaneos amorosos y poéticos decomenzaba á mostrarse la tendencia grave y meditabunda

portes,

del moralista, la cual iba á triunfar de todo punto en las obras

su edad madura.

acentos sobre

licos

do ocasión de de

Muy mozo

la

la

la

instabilidad de las grandezas

caída del

humanas, toman-

buen Condestable Ruy López Davalos,

privanza del Cardenal D. Pedro de Frías, ó de

poderoso Almirante de

de

cuando ya filosofaba con melancó-

era,

la

muerte del

D. Diego Hurtado de Mendoza, deudo

Castilla

cercano suyo y padre del Marqués de Santillana. Si en la parte métrica de esta composición, en que abundan los endecasílabos acentuados

que

el

vivos

al modo sáfico, y aun en el artificio de visión alegórica, en mismo Almirante se levanta del féretro para amonestar á los

y

declararles los misterios

de

fluencia dantesca traída á Sevilla

fondo de

la

la

muerte, se ve de bulto

la in-

por Micer Francisco Imperial,

composición, grave, sombrío,

lector asiduo del Libro de Job, á quien

y aun

el

ascético, revela al

debe sus más grandiosos

pensamientos: iFuissem quasi non essem, de útero translatus ad tu-

mulum Non

fué nascer,

Del vientre tÍKHBHDEZ T Pelato.— Poesía

al

mas

fué transladar

sepulcro...»

castellana. II.

;

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

66

muy

Esta elegía es

muy

desigual y

comunes,

llena de lugares

pero tiene rasgos de grande energía, verbigracia, cuando

«Una braza de

rante exclama:

pone

el

sayal de

me

tierra

San Francisco sobre

la

púrpura de

manos y sobre las grandezas de Alejandro. Quien á los veintiséis años escribía y pensaba de zado tenía

rumbo que

el

desengaños

le

llevasen

religiosa. El

al

obra assaz

Los

Rimas

cuando

sola

(dice)

c bien

á conocerlas todas.

Proverbios de grandes sentencias,

compuesta de

aunque

Inéditas del siglo

1

muy imperfectamente por Ochoa

XV,

plas redondillas, bastante prosaicas,

más las

c otra

Quatro Virtudes cardinales *.

las

mucho más

están

correctos en

gran Cancionero que fué de Gallardo, y se componen de

das en su

los

y la continua meditación moral acenexcepción, todas las poesías de Fernán

Cancionero de Baena son de materia moral ó

Proverbios., publicados

en sus el

i'itil

esta suerte, tra-

su inspiración había de seguir

Marqués de Santillana no alcanzó

«Poco ha escribió

Césares ro-

los

al retiro

Con una

drase su alma.

Pérez posteriores

Almi-

el

sea bastante», ó cuando

02 co-

1

que contienen sentencias toma-

mayor parte de Séneca y de aunque no mucho, es el

poético,

los libros sapienciales.

tratado de

la

Algo

Coronación de

Quatro Virtudes, composición alegórica «en lengua materna y no muy ornada de flores y metáforas de Tulio, sino rústica y

llana,

aldeana», que Santillana,

el

señor de Batres dedicó á su sobrino

dose modestamente con que su obra «pasara entre sus clavellinas, Si los versos seto

de espinas,

dan en

Hay la

como nacen

espinas entre

Marqués de

lirios

la

hermosura de

y verduras».

morales de Fernán Pérez no son enteramente un

como

dijo Clarus,

ellos las flores,

aunque

el

hay que confesar que no abun-

fruto sea ciertamente útil

excepciones, sin embargo, y por

bella

Que

el

cuya superioridad de buen grado reconocía, contentán-

composición que en

las virtudes son

el

tal

y

sano.

tengo algunas estrofas de

Cancionero de Gallardo lleva por título

buenas de invocar é malas de platicar. Es uno

de los rarísimos casos en que

Fernán Pérez sentía por

el

el

entusiasmo que

ducirse en forma verdaderamente

lírica:

Las virtudes son graciosas

Y muy

el

alma estoica de

triunfo de la fortaleza moral, llega á tra-

dulces de nombrar,

CAPÍTULO X

67

Pero son de platicar Ásperas y trabajosas:

No quieren camas de rosas Con muy suaves olores, Nin mesas

llenas de flores

Con viandas muy

preciosas.

Verdes prados nin

verjeles,

Nin cantos de ruyseñores, Nin sombra de

los laureles,

Nin canciones de amores, Nin acordes, nin tenores,

Nin contras, nin fabordón,

Menos

la

dissolución

De motes de trufadores. No bastan ricos brocados, Nin ropas de

fina seda,

Nin gran suma de moneda,

Nin joyeles muy presciados,

No

palacios arreados,

Nin baxillas esmaltadas,

Nin

En

loar

enamoradas

versos metrificados.

El varón muy esforzado Que la fortuna combate Hoy un jaque, eras un mate

Como

piedras á tablado,

Firme aunque denodado, Turbado mas no vencido,

Meneado y

sacudido,

Pero nunca derribado

En

(1).

fuego resplandece

el

El oro puro y cendrado, El grano limpio parece

Del trigo cuando es

trillado:

El sueño que es quebrantado

Por fuerza de

No por

la

flauta ni

trompeta, museta,

Aquél debe ser loado. Virtud y delectación

Recuerda

el

•minae, de Horacio.

Justum

et

lenacem propositi virum... impaoidum ferient

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

68

Nunca entran

mismo

so un

techo;

Poca participación

Han honestad Temperancia

y provecho; y. ambición

Nunca posan en un

lecho;

La voluntad y ra2Ón

Non caben en poco El brazo que

Y

el

después ardió en

Dexando

trecho.

golpe erró flama,

la

loable fama,

La su cibdad descercó; La sangre que derramó

La mano muy Fizo á

Y

Roma

delicada, libertada

la castidad honró...

Pero rara vez vuelve á encontrarse un trozo poético de tanta color tuoso.,

y

tanto brío

en

ni

como

éste, ni

siguiendo las huellas de su libro

de

las

en

el

tratado de ocio vicioso ¿vir-

Rimada que Fernán Pérez compuso-

Confesión

la

tío el

Canciller Ayala, ni en

el

extenso

Diversas virtudes é loores divinos que dirigió á Alvar

García de Santa María; todo

puede contarse entre pos medios, tan

la

fértiles

más

lo cual, sin trivial

y

grave cargo de conciencia,

fastidiosa poesía

de los tiem-

en este insulso género didáctico, que nunca,

según creemos, ha enseñado

ni

moralizado á nadie. La principal

curiosidad del libro de las Diversas virtudes, llamado también de vicios

y

virtudes (que sirve de principal fondo á

mada por tas*),

los editores del siglo xvi

con

compilación for-

de «Las Setecien-

consiste en ser una especie de muestrario de los diversos

metros usados en tiempo de Pérez de Guzmán, casílabos,

tancia

la

el título

sin excluir los

ende-

ya sáneos, ya anapésticos, rarísima vez yámbicos, circuns-

que también se nota en Micer Francisco Imperial y en

Marqués de

el

Santillana.

Al Tratado de

vicios

ción de los lugares

y

virtudes (cuyo título excusa la enumera-

comunes sobre que versa) acompañan

ciertos

«himnos é oraciones por suave metrificatura, é otras composiciones pertenescientes á consideración del culto divino». Bajo esta

genérica indicación, dada por D. Alonso de Cartagena en

logo del Oracional, se comprenden

las

Cieut Triadas y los

el

pró-

Himnos

CAPITULO X

d

loor de

todas

las

og

Nuestra Señora. Si consideramos formando un cuerpo principales poesías de

Fernán Pérez,

tal

como en

puede ser más evidente

glo xvi se imprimieron, no

za que en su conjunto ofrecen con

Rimado de

el

la

el si-

semejan-

Palacio.

Confe-

hay en Ayala y confesión en el señor de Batres; el libro de vicios y virtudes responde á la parte didáctica del Rimado, y los sión

himnos á parte

más

la

lírica,

Virgen acaban de completar este paralelismo en

la

que, sin ser de primer orden, es sin disputa bastante

agradable, suelta y

que

fácil

los largos

sermones que

ceden. Véase alguna muestra:

Alma

mía,

Noche y Loa á

la

día,

Virgen María;

Esta adora,

Esta honora,

Desta su favor implora. Esta llama,

A

esta ama,

Que sobre

todos derrama

Beneficios

Sin servicios,

Et nos

libra

de

los vicios.

Esta rosa Gloriosa

E

clara piedra preciosa:

Esta estrella

Es aquella La qual virgen

é donsella

Concibió, Parió é crió

Al gran rey que nos salvó.

Concebida,

Non

De

tañida

culpa,

mas exemida

Del malvado

Et gran pecado

Quel mundo ha contaminado.

Con

su viso,

Gozo

Da

et riso,

á todos parayso.

.

la

pre-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

70

Hay una composición

excepcional entre las de Fernán Pérez, que

de intento hemos reservado para

que su asunto

la

separa de todo

de este

el final

lo restante

juicio,

no sólo por-

de sus obras en verso,,

sino porque indisputablemente las vence á todas con exceso notable.

Casi íntegra va en esta colección

conocimiento de

Me

ella.

Loores de

ceptuando, gos) mostró

si

el

y fácil será á cualquiera tomar compendio de historia de Espa-

(i), al

nueve octavas de arte menor, que

ña, en cuatrocientas título

refiero

acaso, la bella elegía á

de

En ninguna

varones de España.

los claros

la

muerte

Guzmán un entusiasmo mucho sobre

ocasión, levantándole

escribía. El

ni bastante lírico, ni bastante

octavillas

que

á

Guzmán

por

del obispo

de Bur-

poético tan sostenido.

ferviente patriotismo, su talento de historiador,

que ordinariamente

lleva

parte (ex-

el nivel

de

Su

le

salvaron en esta

las

prosas rimadas

metro es embarazoso y monótono,,

adecuado

á la narración:

hay pocas

hayan resultado enteramente buenas;

le

pero no hay página en que no se encuentre un verso

feliz,

una sen-

tencia grave, un relámpago de poesía histórica:

España nunca da oro

Con que

los

suyos se riendan:

Fierro et fuego es

Que

dice hablando de Numancia,

¡Abaje

Por

De

tesoro

y reprende de paso

siendo español, olvidó celebrar

Que

el

da con que se defiendan...

faze la

la

el

rueda

la

á Lucano, porque,

heroísmo de sus conterráneos:

Roma

como pavón

gran gloria que toma

muerte de Catón;

Mire aquel grande montón

De

E

los fuertes

numantinos

feroces saguntinos,

Fechos ceniza é carbón!

No

era

Fernán Pérez de Guzmán un espíritu poético: ya hemos

tenido ocasión de advertirlo. aplicar á él con

(i)

Nueva

más

justicia:

Lo que

él dijo

de su patria, se

non daba flores, mas fmeto

le

puede

útil é

sano.

alusión á la Antología de que formaba parte este capítulo. (A. B.,

CAPITULO X El arte puro

le

71

importaba poco, y aun mostraba cierto género de

desdén respecto de

los

puros

Encontraba que

artistas.

magnificar á Eneas, había hecho «proceso

inútil é

Virgilio, al

vano»,

La poca ú pobre sustancia Con verbosidad ornando.

Deploraba que Ovidio, en sus Metamorfosis, Vaya sus

trufas contando,

Ornando materias

Con invenciones Su bajo

Y

viles,

sutiles

estilo elevando.

resumía todos sus cargos contra

lo

que

él

tenía por

vano y

mente, en estos versos que parecen

volo ejercicio de

la

sión del vulgar,

aunque honrado sentido de

la

la

fri-

expre-

plebe castellana en

todos tiempos: Aquestas obras baldías Parescen

al

Fallara oro,

que soñando despertando,

et,

manos vacías; Asaz emplea sus días En oficio infructuoso Siente sus

Quien sólo en Muestra sus

La poesía única que en

los

fablar

fermoso

filosofías...

metros de Fernán Pérez cabía,

una parte, su propia emoción ante

los

era,

por

grandes hechos históricos,

por otra parte, su enérgico sentimiento de

la

cerrado aquí en vaga abstracción, sino animado y robustecido contacto de

la

materia histórica. Así

registro cronológico para entonar

de

la

empresa

le

vemos interrumpir

un himno

casi religioso

del libertador Pelayo: Señor, tú rieres é sanas,

Tú Tú

adoleces é tú curas,

das

las claras

mañanas

Después de noches escuras;



en

el

gran fuego apuras

Los metales más

E

preciados,-

purgas nuestros pecados

Con tribulaciones

duras...

y,

grandeza moral, no en-

el

al

seco

en honor

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

72

No menos

brío

y entusiasmo

tiene el elogio de Alfonso el Ca-

tólico:

¡Quantas gentes revocadas

Del captiverio

salidas!

¡Quántas batallas vencidas! ¡Quántas cibdades ganadas! ¡Las iglesias profanadas

A

la fe

restituidas;

Las Escripturas perdidas

Con Su

E

diligencia falladas!

fin

bienaventurada

muerte ante Dios preciosa,

De

su vida gloriosa

Es señal

cierta é probada.

Ouando su alma llevada Fué de la presente vida, La siguiente prosa oída

En

Aun

bajo

el

el aire

fué cantada...

aspecto meramente histórico, tiene curiosidad este

poema. Sus fuentes principales fueron drigo (á quien varias veces se cita) y

sin

la

duda

el

Arzobispo D. Ro-

Crónica general, pero con-

tiene pormenores que no figuran en ninguno de entrambos textos, y

que demuestran que llevaban

y

la

mucha

los estudios.

lectura de

Fernán Pérez, y

Hay muchos

el

nuevo rumbo

rasgos de erudición clásica

patrística. El autor desea para las glorias

de España «un tan

alto

pregonero:

Como En Cita á Plutarco, á

la

fué de Grecia

famosa

Iliada

San Jerónimo,

á

Homero ...

San Agustín, á Orosio y

la

Historia Tripartita. Se dilata en los elogios de los emperadores es-

pañoles Trajano y Teodosio, y en los de nuestros clásicos hispanolatinos Séneca,

Lucano y Quintiliano, dando no menor importancia que á la fortaleza bélica. La historia de Wam-

al cultivo del espíritu

ba aparece exornada con

el

cuento de

las abejas,

General, pero que luego encontramos en

En

cambio, Fernán Pérez pasa

el

como sobre

que no

está en la

Valerio de las Historias.

ascuas por

el

reinado de

D. Rodrigo, y no dice palabra de

la

Cava, y eso que su leyenda ha-

bía ya alcanzado en aquel tiempo

el

monstruoso desarrollo con que

CAPITULO X

vemos en

la

Guzmán, en

Crónica Sarracina de Pedro del Corral, que nuestro

la

el

73

prólogo de

las

Generaciones y Semblanzas, llamó truja

ó mentira paladina, y á su autor vano é mentiroso hombre. Los hechos enaltecidos por

común

los

antigua epopeya nacional, no son por lo

la

que prefiere

el

señor de Batres, cuya dirección es esen-

cialmente erudita. El espíritu crítico se insinúa en

él

con dudas

sobre Roncesvalles: Si

non mienten

Si

no nos han engañado

las estorias,

Nuestras antiguas memorias...

En cambio un carácter

la

muy

leyenda de

los

Jueces de

acentuado de democracia

Castilla, se

presenta con

clásica:

Aflitos é molestados

De

los reyes

Como

de León,

toros mal

domados

Sacudieron de

sí el

Tanto libertad

les

yugo;

plugo,

Que, unidos é concordados,

Non

de los

É más Mas

más poderos os

altos eligieron,

de los

más

vi! tilosos

Dos Príncipes escogieron, Los quales constituyeron Por Cónsules soberanos, Así

como

los

Romanos

Contra Tarquino ficieron. Del uno destos Prefectos* Cónsules ó Dietadores,

Al

tal

De

la patria defensores,

Así

La

principado electos,

como

entre las flores

rosa nunca se esconde,

Don Ferrán

González, conde,

Floresció entre los mejores.

El concepto de España se agranda en Fernán Pérez sobre la

los

el

de

General; y los reconquistadores del Pirineo, los reyes de Navarra,

«vascongados medio mudos, pero hardidos y fuertes», aparecen

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

74

mezclados con lla.

los reyes de Asturias y León y los condes de CastiSancho Abarca, sobre todo, obtiene un espléndido elogio, que

parece indirecta censura á

molicie de

la

la

corte de D. Juan

II

:

Los Príncipes delicados, Blandos é deliciosos,

E

de ungüentos olorosos

Ungidos é rociados,

E E

de rosas coronados, de púrpura vestidos,

Non de

virtudes guarnidos,

Nin de bondades honrados,

Miren

Rey montañés

al

De cueros crudos

E

de

calzado,

espeluznado,

frío

Sin polido saldo arnés,

Llenos de hielo

los pies;

Pero descercó á Pamplona,

Porque digno

De

Aquel

es

de corona

de ciprés.

laurel é

infeliz é vil

Rodrigo inafortunado,

En un

E

lecho de marfil,

de perlas coronado,

Perdió

el

grande principado

De España, et Sancho Abarca, Que por cendrado se marca, Triunfó muy mal arropado. Sería

muy

dado poema. nando

el

capítulo

prolijo referir todo lo notable

Bella

y solemne es

Magno, tomada de que

la

la

la

cita

olvi-

muerte de D. Fer-

muy poco

sabor épico, pero

de una Estaría compuesta por

Gil Díaz, escribano del Campeador, y al

la

Crónica del Monje de Silos. El breve

se dedica al Cid, conserva

encierra dos cosas notables:

que contiene este

escena de

la

nueva patria que se asigna

héroe: Este varón tan notable

En Río de Ovierna La partición de amonestación

los reinos

política,

nasció...

por Fernando

I,

inspira al poeta una

que hoy mismo no parece indigna de ser con-

siderada y meditada por los regionalistas:

CAPITULO X Son pequeños

menudo

Del flaco et

75

los estados

imperio;

Reyecillos son llamados,

Que

es gran gorja et vituperio:

Pueden poco conquistar,

En breve

son conquistados;

Nunca pueden

E siempre ¿Quién

sojuzgar,

son sojuzgados.

falló

grandes venados

En pequeño monte ó breña? En agua baxa et pequeña, Non mueven grandes pescados.

En

lozana descripción de Sevilla, en

la

San Fernando, y en de

fluencia

De

el

cuadro de

la

muerte de

otros innumerables trozos, se ve patente. la in-

Crónica general. Puede creerse también que

la

el

libro

Prccconiis Hispanice de Fr. Juan Gil de Zamora, sugirió á Fernán

Pérez (que más de una vez

cita

D. Sancho IV)

tendencia apologética del suyo, donde

predomina

el

¡dea

la

y

la

al

erudito franciscano, maestro

generoso intento de celebrar juntas todas

españolas. Así,

al

dr>

las glorias

lado de San Fernando, aparece D. Jaime

el

Con-

quistador; en pos de los reyes, vienen personas del eclesiástico bando,

como

Antipapa Luna y

el

tas

y hombres de

rio

y

el

Cardenal Albornoz,

mezclados

y, finalmente,

sin distinción

poe-

de tiempos: Vale-

Liciniano, Iuvenco, Prudencio, Osio, Pedro Alfonso, Diego de

Campos, Luna,

letras,

Arzobispo D. Rodrigo. Al tratar de Albornoz y del Papa

el

abandonando

el autor,

forma casi dantesca, evoca dirige la palabra

las

el hilo

de

la

narración, adopta una

sombras de ambos personajes, y

les

es contestado por ellos. Para él es cosa indubi-

y

tada que Benedicto XIII, á quien, siendo niño, había conocido en

Aviñón, fué verdadero papa. Este pasaje, escrito con singular efusión, es

de

los

más

bellos del

poema, y un testimonio más de

la

grandeza indomable del carácter de D. Pedro de Luna y del entusiasmo de los partidarios que en Aragón y en Castilla conserv'» hasta los

el fin,

aun después de abandonado por

los

Cardenales y por

Reyes.

En resumen,

el

poema de

los

Claros Varones, malamente desde-

ñado por nuestros colectores, y confundido por muchos eruditos con

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

76 el libro

en prosa de

Generaciones, no sólo es de interesante y

las

apacible lectura por razón de su contenido, sino que prueba venta-

josamente

lo

que Fernán Pérez de Guzmán hubiera

sido capaz de

hacer, abandonando las empalagosas y pedestres moralidades en

que tanto

y dedicándose

se complacía,

única para

rica,

al

cultivo de la poesía histó-

cual parece haber nacido

la

(i).

Las poesías del señor de Batres andan dispersas en

(1)

casi

todos

los

Can-

cioneros manuscritos é impresos del siglo xv, especialmente en los de Baena, Ixar, Gallardo, en tres

Ochoa para publicar via

de

sus

la

Biblioteca Nacional de París (que sirvieron á

Rimas

inéditas del siglo

(donde se imprimió por primera vez

finalmente, en el General de Castillo,

el

XV), en

el

Ramón de Lla-

de

tratado de vicios

y

virtudes), y.

que contiene muy pocas. Hay, además.

los cuales merece la prefeDuques de Gor, en Granada, escrito por un Conde de Alba, «é acavóse de escrevir primero

Cancioneros especiales de Fernán Pérez, entre rencia

el

de

la

Biblioteca de los

Antón de Ferrera, criado

del

No

día de Marzo del Señor de mili é quatrocientos é cinquenta é dos años».

contiene más que

pero es

rones,

En

la

Confesión Rimada, los Vicios y Virtudes, y los Claros Va-

muy buen

texto.

Lisboa, [512, y en Sevilla, 15

16,

por Jacobo Cromberger (bella y rarí-

sima edición que posee nuestro amigo ros),

Sieiecientas del docto el les

el

Marqués de Jerez de

muy

noble cavallero

título:

Fernán Pérez de Guzmán:

son bien scicntificas y de grandes el diversas materias et

¿as quales qualquier

hombre puede tomar regla

et

doctrina

Estas Setecientas se compaginaron reuniendo la

los Caballe-

apareció un libro, reimpreso luego varias veces, que lleva por

muy provechosas: por

y exemplo

el libro

Las

las gua-

de bien vivir.

de diversas virtudes,

Confesión Rimada, los himnos y alguna otra cosa, hasta completar el nú-

mero de 700

estrofas,

con que se quiso remedar

las

Trescientas de Juan de

Mena. Los Proverbios y los Claros Varones fueron impresos por primera vez en las Rimas inéditas de Ochoa (París, 1814), pero así estas piezas, como las restantes, exigen escrupulosa revisión.

[En

la

Revue Hispanique, xxn, 64S, ha publicado Miss C.

B.

Bourland

dotrina que dieron a Sarra, poema de Pérez de Guzmán. Véase también, en

misma

revista, el Éliate bibliographique sur F. P. de G.,

La la

por R. Foulché-Del-

bosc, xvi, 26, y las citadas Communications, de H. R. Lang.] (A. B.)

CAPITULO XI [don

íñigo

rasgos biográficos.

sus aficiones y lecturas.

opúsculos en prosa.

fama.

marqués de santillana

primer

Mendoza,

de

lópez

(1398-1458).

— sus

poesías,

— las

la «comed1eta de

consideración especial de las «serranillas».

bios».

Quien desee

como

— los

sonetos «al itálico modo».]

en un solo nombre

cifrar

época de D. Juan

ponda

los «prover-

el «dialogo de bias contra fortuna».

pon7.a».

cultura literaria de la

la

difícilmente hallará ninguno

II,

que tan bien

pueda servir de personificación tan adecuada,

Don

López de Mendoza, primer Marqués de San-

de

el

Su

mas de

Iñigo

talento flexible y

la literatura

ameno

recorrió todos los géneros y for-

poética de su tiempo;

y

si

en

el

de sus obras no se encuentra quizá ninguna que en de

la

concepción y en

gonarse con

menos en tica

y

el

el

de

rígida, ora crespa

impresión á

inspiración en

el

la

los defectos

y campanuda, con que la

lengua y con

el

ló-

el

poeta cordobés,

metro, daba imper-

tersa.

A

falta

que nacen de

de condiciones de orden su-

la

destreza técnica, nunca re-

impulso de su fantasía viva y lozana, que pasa

esfuerzo de lo grave

y

doctrinal á lo galante

y

fugitivo.

en poesía, como en todas sus cosas, muestra en su tivo



de aquella manera, ora enfá-

innegable grandeza de sus pensamientos. La

perior, tiene todas las al

trascenden-

vigor de algunos detalles pueda paran-

de Santillana corre por cauce menos profundo,

pero es más apacible y

belde

largo catálogo lo

Labyrintho de Juan de Mena, tampoco adolece

igual grado)

lidiando á brazo partido con fecta

res-

á su intento, ni

tillana.

tal

su

obras de amores:

desembarazo é ingénita

bizarría, sin

sin el

menor

Gran señor

estilo cierto

que baste

na-

ni siquiera el

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

78

peso de

la

erudición pedantesca de su siglo para entorpecer y des-

figurar la elegancia no forzada ni aprendida de los movimientos de

En

su musa.

la

finitivamente en

poesía ligera es gran maestro: por

Parnaso castellano

el

predecesores dentro de su propia familia,

en

lo

demás, toda

la

fama de

los

él

como

tuvo

si

como

se llevó en esto,

Mendozas, según

descendiente suyo. El Archipreste de Hita, era, había parodiado algo

se aclimató de-

él

serranilla gallega:

la

dicho de un

el

franco realista que

brutalmente este delicado género entre

popular y trovadoresco. El ¡Marqués de Santillana, ingenio menos

y más femenino que

vigoroso

más

sensible

que

llas florecillas

él

cente malicia.

Archipreste, pero por lo

de

mismo

recogió aque-

la belleza lírica,

agrestes, y, sin hacerlas perder su nativo perfume, les

más penetrante y

dio otro

el

á los halagos

refinado, poniendo en

La Vaquera

una gota de ino-

él

como

de la Finojosa quedó

tipo eterno

con su misma pulcritud y gentileza (que hace que tan fácilmente se pegue al oído) á la justa fama que

del género, perjudicando quizá

merecían compartir con

y sabrosas. Heredero de

ella otras

las tradiciones doctrinales

de Guzmán (con quienes cado con

y de

hermanas suyas no menos

la lectura

los moralistas

le

unían hasta

de Avala y Fernán Pérez

los lazos

de

sangre); edu-

la

asidua de los libros sapienciales de

de

antigüedad

la

frescas

la

Escritura

clásica, escribe Santillana

Pro-

y avisos y remedios contra adversa fortuna; pero como era poeta, no procede con el árido dogmatismo del Ri-

verbios

y

Doctrinales,

mado de Palacio ó de Las rápido sóficos,

y

Setecientas, sino

pintoresco, comunica

grabándolos en

la

amenidad

de

filosofía

filo-

la

sentencia.

A

una obra poé-

moral debió precisamente una buena parte de su

tama popular, nunca extinguida; y Margues de llamaba todavía en del siglo xvi,

comunes

memoria con adecuadas imágenes que

visten y hermosean la austeridad de tica

que con su decir vivo,

á los lugares

la tierra

cuando

solariega de su

los valles

los

madre

Proverbios se allá

le

por los fines

de Cantabria litigaban contra

el se-

ñorío de los descendientes de D. Iñigo.

Con Juan de Mena comparte

el

Marqués

cuela alegórica, derivada de Dante .Micer Francisco Imperial.

No

el

principado de

y naturalizada en

es la Comedíela de

la es-

Castilla

Poma obra

por

de tanto

CAPITULO XI

empeño

ni

de tan vasto plan como

el

79

Labyrintho. Circunscrita á un

suceso contemporáneo y reflejando fielmente

la

impresión del mo-

la mayor parte de poema de Juan de Mena, no hay ningu-

mento, debe á su carácter de actualidad histórica sus bellezas. Pero, fuera del

na de

innumerables visiones que en aquel siglo se escribieron,

las

que aventaje

aun se

á ésta ni

la

acerque,

y maduro de

cación, ni en lo grave

intercalación del diálogo, ni en el boato

gunos

ni

en

brío de la versifi-

el

las sentencias, ni

en

la

hábil

y pompa descriptiva de

al-

trozos.

Fué gran uno de

los

discípulo de los italianos el

más

Marqués de

de Boscán.

calificados precursores

Dante altísimos pensamientos, sino que á veces mente;

v. gr.:

nessun maggior

No le

Santillana,

sólo

y

tomó de

tradujo literal-

dolore...

La mayor cuyta, que aver Puede ningún amador. Es membrarse del placer

En

el

tiempo del

dolor...

¡Infierno de los Enamorados.)

Y no

sólo de Dante, sino de Petrarca

y Boccaccio fué admirador

fervoroso y continuo lector. Al segundo

personaje en su fantasía alegórica de tación del primero,

posee

la

compuso

la

le

como

introdujo

Comedíela de Ponza.

sonetos, los

más antiguos

lengua castellana. La introducción de

tal

sin

capital

A

imi-

duda que

forma métrica,

aunque fuese de un modo imperfecto y algo rudo, bastaría para dar a! Marqués de Santillana un puesto entre los poetas españoles del Renacimiento,

al cual

ya en rigor pertenece por su gusto, educación

y tendencias. Dignas son de repetirse á este propósito las arrogantes palabras con que reconoce esta deuda el divino Herrera en su comentario á Garcilaso, hablando de

la

versificación toscana

tiempo en que se introdujo entre nosotros: «No en cán,

como

porque

el

la

y del

edad de Bos-

piensan algunos; que más antigua es en nuestra lengua,

Marqués de

Santillana, gran capitán español

cavallero, tentó primero

y fortísimo

con singular osadía, y se arrojó venturosa-

mente en aquel mar no conocido, y volvió á su nación con

los des-

pojos de las riquezas peregrinas. Testimonio desto son los sonetos

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

8o

la grandeza del que los hizo, y por sombra y confusión de aquel tiempo.» que sólo con gran trabajo podía abordar el Marqués los

suyos, dinos de veneración por la luz

Es

que tuvieron en cierto

la

textos latinos en su original, y de ningún

generoso entusiasmo por táculos, y, ya

que no podía poseer

cerse señor de las materias. faltaba á su educación,

de una verdadera corte

modo

los griegos;

pero su

en parte de estos obs-

las letras triunfó

las formas, logró á lo

Su condición de Mecenas

menos ha-

suplió lo

que

que no había sido de humanista. Rodeado literaria,

encargó á

los

que tenía por más

doctos traducciones de los libros que más excitaban su curiosidad y más podían aprovecharle en sus estudios. «A ruego é instancia mía,

primero que de otro alguno (dice este

reyno algunos poemas,

mayor de

Aneo

las

así

él

mismo), se han vulgarizado en

como

la

Eneyda de

Transjormaáones de Ovidio,

las

Séneca, é muchas otras cosas en que yo

fasta este

tiempo é

me

deleyto, é son asy

á las vexaciones é trabaxos

que

el

Virgilio, el libro

Tragedias de Lucio

me

como un

he deleytado

singular reposo

mundo continuamente

trahe,

ma-

yormente en estos nuestros reynos.» Por industria de un capellán suyo, Pedro Díaz de Toledo, penetró también en estas partes de

España

el

divino Platón, representado por

diálogos,

el

de 1450

(i).

el

más admirable de sus

Phedon, que ya se podía leer en nuestra lengua antes Tarde, sin duda, é imperfectamente llegó

trabar conocimiento con

Homero, no ya en

el

el

Marqués

á

diminuto compendio

de Juan de Mena, sino en versiones derivadas de

la latina del

mita-

nes Pedro Cándido Decimbre. Valióse para obtenerlas de su propio protonotario D. Pedro González de Mendoza, que con el

hijo, el

tiempo había de ser gran Cardenal de España, y andaba entonces en

el

estudio de Salamanca.

humanismo

En

carta inestimable para la historia del

español, decía D. Iñigo á su hijo: «Algunos libros...

he

rescebido, este otro día, por un pariente é amigo mío, que nueva-

mente (1)

es venido de Italia

(2), los

quales asy por Leonardo de Are-

Véase, sobre esta versión: Ion, diálogo platónico, traducido del griego

por Afanto Ucalego (Adolfo Bonilla); Madrid, 1901; págs. ix-xxx. (A. B.) Probablemente Ñuño de Guzmán, gran bibliófilo, que estaba en rela(2) ciones con los humanistas de Florencia. [Véase á M. Schiff:

Marquis

La

Bibliothique du

de Santi/lane; Paris, Bouillon, 1905; pág. 449 y sigs. (A. B.Y\

CAPITULO XI

como por Pedro Cándido,

cío tas,

Homero,

é de

milanés, d'aquel príncipe de los poe-

troyana que

historia

la

01

lliadc intituló, traducidos del

griego á

la

él

compuso, á

qual

la

lengua latina, creo ser

E

primero, segundo, tercero é quarto, é parte del décimo libro.

como

Guydo de Columna,

quier que por

ciones de Ditis, griego, é Dares, asaz plenaria é extensamente

frigio, é

ayamos

é informados de las rela-

de otros muchos auctores,

noticia d'aquellas, agradable

cosa será á mí ver obra de tan alto varón é quassi soberano prínci-

pe de

mayormente de un

los poetas,

litigio militar

yor é más antiguo que se cree aver seydo en

el

ó guerra,

mundo. E

el

maya

assy,

sea que non vos fallescan trabajos de vuestros estudios, por conso-

mía é de

lación é utilidad

é pues

que ya

mayor

el

otros,

vos ruego mucho vos dispongades;

puerto, é creo de

passaron aquellos dos prestantes varones,

que es de

do,

passedes vos

común

lengua latina en nuestro

la

No sabemos

mayores fragosidades, lo

el

lo

segun-

idioma.»

D. Pedro González de Mendoza llegó á cumplir

si

deseo de su padre, tan vivamente manifestado. Pero

el

sabemos que



Volmoller acaba de descubrir una traducción, en prosa castellana, de los cinco primeros libros de

Pedro Cándido, dedicada protonotario?

y

(i).

De

lecturas, el

carta

el

texto latino de

¿Será ésta la

la literatura

la

misma

del

misma época, española.

de su espíritu y de sus

Marqués de Santillana no rompió bruscamente con

manecía aún unido á lo

Homero en

clásico en la dirección general

tradiciones de la poesía de

ba

II.

todos modos, corresponde á

es la primera aparición de

Aunque

según

la llíada,

Rey D. Juan

al

la

la

Edad Media. Por muchos

escuela de los trovadores. Bien lo comprue-

que pudiéramos llamar su poética,

que envió

al

las

lazos per-

el

memorable prohemio ó

Condestable D. Pedro de Portugal con

el

Can-

cionero de sus obras. Este documento, tan traído y llevado por la

desde que

crítica

íntegro

el

le

dio á conocer

bibliotecario D.

el P.

Sarmiento y

Tomás Antonio

le

imprimió

Sánchez, con notas de

erudición caudalosísima para su tiempo, es medio preceptivo, dio histórico, y en

(i)

La conjetura

uno y otro sentido

ríe

muy

Menéndez y Pelayo parece

súltese el citado libro de M. SchifF, pág. Menknt>E2 y Pelayo.— Poesía

castellana. II.

i

y

me-

digno de atenta consi-

ser la

sigs.). (A.

más atinada (con-

B.) 6

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

02 deración.

No

como

es,

los

fragmentos del Arte de trovar de D. En-

mera imitación de

rique de Villena,

que ciertamente arguye que

aun-

las poéticas provenzales,

á Santillana le eran familiares.

Más

ele-

vados y trascendentales son sus propósitos, más alto su concepto

de

«fingimiento de cosas

la poesía:

muy ferinosa

útiles,

cubiertas ó veladas con

cobertura, compuestas, distinguidas el scandidas por

y medida». Aqui hay ya una noción estética, y vagamente formulada, en la cual entran como ele-

cierto cuento, peso

aunque

ligera

mentos esenciales

el

concepto de

ficción ó creación poética

por donde viene

no sólo una

la

forma (fermosa cobertura),

la

(fingimiento)

y

el

el

de

de utilidad doctrinal,

poesía á ser á los ojos del Marqués de Santillana,

ciencia, sino la

«más

prestante,

más noble ó más dina

del hombre... cá las escuridades et cerramientos de las sciencias,

¿quién las abre, quién las esclaresce, quién las demuestra é face patentes, sinon

eloquencia dulce é fermosa

la

fabla,

sea metro, sea

prbsa?» Es, pues,

posía ;de

se trae lo

como

sombra, é

la

dice,

que

flor sale é se

quebranta é fuye, se-

nunca en un ser permanesce... En

maneras é diversas veces yo he recebido de vos

é diversas

» muchos é agradables plaseres é »la

que Job en otro lugar

mujer, esse poco tiempo que vive, está lleno

miserias, é asy

gund que fuye muchas

la

buenas obras, é por poner

me

buena voluntad é amor que siempre

^Nuestro Señor que vos fallásedes aquí

me

Ȏ allende de lo que yo

ovistes,

sello á

ha plasido á

tiempo de mi passamientp;

al

trabajaba por

me

esforzar é rescebir la

smuerte syn turbación é con tranquilidad é reposo, hame provoca-

ndo á

lo

asy faser

»E ya veo en mí salma á Dios que

do

dulce é suave é scientífico rasonar vuestro.

señales que la

la

vida se acaba: encomiendo mi

crió é redimió, é fago fin

lágrimas de mis ojos, é gimiendo

»é piedad, é con

»dos á (i;

el

ti

el

la

primera vez

D. Antonio Paz y Mélia, en

y XVI, que formó para dice de

la

á Dios misericordia

rey David digo: «Confieso mi injusticia é pecca-

Dios mío, é tú perdonarás

Publicóle por

de mi vida derraman-

demando

la

el

la

impiedad é maldad mía.»

el erudito,

modesto y juicioso escritor

tomo de Opúsculos

literarios de los siglos

Sociedad de Bibliófilos Españoles.

Biblioteca Nacional (antes de la de Osuna),

«ilición, existe

E

que

Además

del

XV Có-

sirvió para esta

una buena copia del siglo xvi en mi biblioteca particular.

CAPITULO XI >suplícote que pongas

la tu

107

passion entre mi y

rando digo: Domine Jesús, suscipe spiritum 'Domine,

Tal fué

el juicio

tuyo, é expi-

mcum inmanibus

cionados para que se vea cuánto excedió, aun moralmente, ordinario de los

de

hombres de su

siglo.

No hemos

En

Marqués de

el

Santillana,

como en D. Juan Manuel, como en

el nivel

disimulado ninguna

sombras de su vida. ¡Dichoso quien entonces no

las

mayores!

tuis...

commendo spiritum tneum.* este varón insigne, que no necesita panegíricos incondi-

tibí

como en

el

las

tuvo

Canciller Ayala,

otros proceres moralistas de los

tiempos medios, no siempre hubo perfecta armonía y consecuencia entre lo rígido y austero de '

la

doctrina ética

y su

vida pública. Pero siempre se les ha de agradecer

aplicación á la

el

haber mante-

aunque fuese de una manera doctrinal y especulativa, un ideal de justicia en medio de las prevaricaciones de aquella edad de hienido,

rro.

Y

aun puede decirse que

ideal ético, derivado

parte

mayor de

las

la

en parte de

frecuente contemplación de este la filosoiía

de

la

enseñanzas cristianas, amansó

antigüedad, la

y en

nativa fiereza

de sus ánimos, y no sólo los hizo cultos, sino magnánimos y generosos, ajenos casi siempre á las torpes violencias á que el desenfreno

de

las

luchas civiles, en tiempos en que todo se fiaba

al

esfuerzo del

propio brazo, precipitaba aun á hombres de tan relevantes y superiores

condiciones

como D. Alvaro de Luna. Nada semejante

asesinato de Alonso Pérez de Vivero puede encontrarse en

rada biografía del Marqués de Santillana; y aun en su nizada cierto

la

misma

al

hon-

encar-

y perseverante lucha contra el poderío del Maestre, si es que pecó algunas veces de disimulación y cautela, así como

de ensañamiento postumo, no hubo

á lo

menos sombra de

alevosía

de perfidia; y quizá no eran enteramente retóricos los pretextos de celo por el bien público con que así él como los demás adversani

rios del

Condestable procuraban dar color de honestidad política á

sus incesantes ligas

y conjuras, que ahora llamaríamos pronuncia-

mientos.

La simpatía personal que durante toda su vida había acompañado al

Marqués de

Santillana,

no hizo más que acrecentarse después de

su muerte, conforme iban borrándose ú olvidándose los defectos y las flaquezas

inherentes á

la

condición humana. Su gloria

literaria

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

Iü8 lo

cubrió todo, y

se

que hubo una

Ya

moria.

circundó de una aureola luminosa. Puede decir-

le

literatura entera

en vida

consagrada á enaltecer su me-

había decretado los honores de

le

Juan de Mena en su Coronación; después gos en

Triunfo del Marques, y

el

la mucrtt del

poema así

en

Gómez Manrique en

Marqués de Santillana. Era

el

apoteosis-

la

hicieron Diego de Bur-

sus Coplas

metro como en

que

el

substancia,

la

secretario del

Poma,

y fundado en un sueño ó

Marqués declaraba bajo juramento haber

tenido realmente: «Estando yo en Burgos

al

tiempo de su passa-

miento, una noche antes ó después, ó por ventura á

daquel día en que

mer sentimiento de

ver á vuestra merced

la

el pri-

enfermedad suya, á mí parescía en sueños

la

leí

segundo Marqués de Santillana D. Diego)

cubierto de paños de luto fasta los pies, en rote de

mesma

la

señor de bienaventurada memoria tuvo

el

á

Triunfo del Marqués un

alegórico, notoriamente imitado de la Comedieta de el

visión

lo

la

cabeza un grand capi-

misma manera, firmando vuestra mano en unas

preheminente é ynsine

título suyo, del

persona es decorada é noblescida,

la

actas é

el

qual oy vuestra manífica

qual visión claramente daba á

entender, á quien á los sueños alguna fée diera, su gloriosa partida»

(i).

Todos

los

toriadores, filósofos

grandes hombres de

la

antigüedad, poetas, his-

se levantan de

y guerreros,

la

tumba para

ensal-

zar al Marqués, cerrando esta procesión de sombras algunos castellanos, tales el

como

D. Enrique de Villena, D. Alonso de Cartagena,

Tostado, Juan de Mena,

mártir de Aljubarrota Pero González

el

de Mendoza, y aquel Garcilaso de tallando contra infieles cantó

la

Vega cuya

heroica muerte ba-

Gómez Manrique con

robustísimos

acentos.

Este

mismo

feliz

ingenio,

más obligado que

moria del Marqués, á quien debía su educación

otro alguno á literaria,

la

me-

lamentó en

prosa y en metro «la inrreparable pérdida que este nuestro regno »facía,

que bien se puede decir que perdió en

él

otro Fabio para

»sus consejos, otro César para sus conquistas, otro Camilo para sus ^defensas, otro Livio para sus memorias. Este seyendo

(i)

Publicado este poema en

el

el

primero

Cancionero genera/ de iji i, pero sin

prólogo, que está en uno de los Cancioneros manuscritos de Palacio.

el

iog

CAPITULO XI

»de semblante prosapia é grandeza de estado que en nuestros tiem»pos congregó

ciencia con

la

caballería é la loriga

la

con

la

toga;

>que yo recuerdo aver pocos, é aun verdad fablando, ninguno de >los tales (i) •>non

que á

las letras se diese; é

procuraban más que

«caballero

si

se daba

las

como

estudio,

al

»saber bien encontrar con

la

non solamente digo que

las

aborrescían, reprehendiendo á algund si

en

oficio militar sólo

el

lanza é ferir con la espada consistiese.

>La qual errada opinión este varón magnífico arrancó de nuestra >patria,

reprobándola por theórica, é faciéndola incierta por

ca; en

la

-ninguno de

Marcelo en

los

ordenar, c un Castino en

el

»sus caballeros,

como Mario por

>compañero en

los peligros.



pláti-

mayor alegranza escribiendo que passados; en las guerras mostrándose un Marco

paz prosas é metros de



acometer, seyendo á

el

decía, consejero en los fechos é

Este de los enemigos visibles no se

vencía, ni de los invisibles se sojuzgaba. Finalmente, este fué tanto

»en perfección bueno é provechoso para esta región, que bien sin

>dubda

ella

como

viuda

puede

neral dapno, »en

él

con Geremías, que es quedada

decir, é

sin él

señora de gentes. Pues tras este grandíssimo é ge-

la

el

particular é

muy

intolerable

otro padre, de quien verdadero

me

mío

sentí:

reputaba

que yo perdí

fijo,

segund

las

>honrras é acatamientos, é bien puedo decir mercedes que de su

»merced

rescibía: perdí

señor é pariente de quien

»más que de ninguno de «alegraba é acataba

tud

é estado

ogund bien,

si

mío

más

los restantes amado...

é

mucho más que

á

la

me

cuidaba ser

Ca en presencia me pobreza de

la

requería: pues, en absencia, pregonero era

vir-

de

al-

en mí había, publicándolo con grande instancia, acre-

centándolo con non fingidas violencias, é actorisándolo con su >grandíssima abtoridad... El en »nó,

non en verdad en

lo tal

el

componer en metro me aprego-

seyendo yo digno, como dixo San

>Juan, de desatar las correas de su zapato: que todos los materiales

que

la

merced suya por

familiares tenía, es á saber, viva é pronta

»d¡screción, gracia gratis dada, profunda sciencia, grandeza

(i)

el

En

esto no está eu lo justo

furor apologético.

siglos xiv y

Gómez Manrique,

Precisamente en nuestra

xv sobran ejemplos de

lo

contrario.

de

es-

arrastrado sin duda por

historia

literaria

de

los

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

lio

stado que

bueno face mejor, eran é son ágenos de mí, más como

lo

yo me

^quiera...

esforcé algunos metros componer, los quales por

»aquel noble señor mío tanto fueron aprobados, que del todo tiró á i



el

Fué

velo de el

vergüenza...»

la

Marqués de

Santillana personaje obligado en los diálogos

Dr. Pedro Díaz de Toledo puso en su

filosóficos del siglo xv. El

boca

altas

moralidades sobre

inmortalidad

la

y

la

vida futura: Juan

de Lucena (traduciendo libremente á Bartolomé Fazzio)

le

hizo di-

sumo bien y la vita beata. Sus máximas y sentencias fueron glosadas como las de un moralista clásico: los Proverbios, sertar sobre el

especialmente, que por su índole aforística lograron

dad que ningún otro

libro del

Marqués,

lo

más populari-

fueron en prosa por

Dr. Pedro Díaz de Toledo (más adelante obispo de Málaga),

versos nada desapacibles, del

mismo metro que

Luis de Aranda, poeta del siglo xvi fué respetado

más

clásicas:

el

nombre

recuérdese

del la

(i).

Aun

el

y en

los del original,

por

en pleno Renacimiento

Marqués de Santillana en

veneración con que

las escuelas

nombran siempre

le

Herrera y Argote de Molina. Sus preceptos de sabiduría práctica

nunca perdieron estimación, y todavía en pleno da á cada momento Días:

el P.

Nieremberg en

siglo

el libro

manual de señores y principes. Finalmente,

tillana es

xvn

los recuer-

que llamó Obras y

el

Marqués de San-

popular hoy mismo en aquel grado y medida en que pue-

de serlo un autor de

la

Edad Media:

que sólo

es cierto

los

doctos leen

sus obras completas, pero aun el vulgo literario sabe de

La

vaquera de

la

Finojosa y tiene noticia de

Son pocos, aunque

la

poesía,

memoria

Querella de amor.

interesantes, los opúsculos en prosa del

qués de Santillana. Entre orígenes de

la

de

ellos sobresale la la

cual ya

Mar-

famosa carta sobre los

hemos razonado

bastante. Pero

tampoco deben caer en olvido

la dirigida á

D. Pedro sobre

las traducciones, ni las glosas

la utilidad

de

puso á sus mismos Proverbios,

Alonso de Cartagena sobre (i)

su hijo

el oficio

de

el título

modo de conducirse en

presa en i7Si en

-tomo v del Caxon de Sastre de Nipho.

que

obispo don

la caballería, ni

Esta glosa se imprimió en Granada en 1575. Con

el

protonotario

ni la consulta dirigida al

sentenciosos sobre el

edición del siglo pasado [xvra].

el

el trato civil de la gente,

menos

el

de Avisos fué reim-

Hay alguna

otra

CAPITULO XI

II r

curioso ensayo de elocuencia declamatoria: Lamentación en prophecía

de la segunda destntyción de España, que parece un reflejo de aquel

famoso trozo de

la

Crónica general conocido con

Llanto de España. Nadie

empeñaba en

grina manera se enfáticas, fuera el

jas tras

que

diría

mismo que

el

nombre de

el

noble procer que de tan pere-

latinizar su estilo

en estas páginas

recopiló los refranes que dizen las vie-

Esta colección paremiológica (repetidas veces im-

el fuego.

presa después de 1508) es probablemente

la

más antigua que posee

ninguna lengua vulgar; y, por raro caso, quien juntó estas venerables de

reliquias

la

menospreciar vil

un hombre que hacía alarde de

tradición popular, fué los

cantos del pueblo «de que

condición se alegra».

De

naturaleza humana, y es raro, aun entre los

de

prestigio

la

la

gente baja é de ser-

tales contradicciones está

erudición, el que tarde ó

plagada la

más dominados por

temprano no vuelve

el

los

amor á las memorias de su infancia (1). Tenemos la buena suerte de poseer íntegro, ó poco menos,

ojos con

muy

el

copioso repertorio poético del Marqués de Santillana. La im-

portancia social del personaje hizo que se multiplicasen

copias

las

de sus versos y que se solicitasen ávidamente los ejemplares de su Cancionero, como sabemos que lo hicieron el Condestable de Portugal

y Gómez Manrique. Alguno de

nuestros días, hasta con principales se valió

mente muy limpia y

la

los códices

que han llegado á

firma del poeta está autorizado.

Amador de correcta,

los

De

los

Ríos para su edición, cierta-

y digna de exceptuarse de

la

general

censura que

los eruditos extranjeros suelen

rio desaliño

y precipitación con que aquí hemos solido imprimir

los textos

(1)

La

formular sobre

el

noto-

de nuestra Edad Media.

atribución de los Refranes

al

Marqués es dudosa, pero no tanto

que carezca de fundamento. La edición de 1508, lleva el nombre de D. Iñigo, y aun otra, verisímilmente anterior, lo lleva también, siendo probable, como suele acontecer en estas ediciones de principios del siglo xvi, que se impri-

miera con arreglo á un códice antiguo. Los únicos argumentos (no sivos) en contra, son: el

sión (en

que indica Menéndez y Pelayo, y

que incurre, por ejemplo,

el

la

muy deci-

posible confu-

norteamericano Ticknor, según hace

notar Ríos en su edición, pág. cxxx) entre los Proverbios y los Refranes.

Véase

la

edición de U. Cronan, en

la

Revue Hispanique, tomo xxv.

(A. B.)

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

112

En

Amador

cinco grupos clasificó

las

poesías del Marqués de

Santillana: obras doctrinales é históricas, sonetos Jechos al itálico modo,

No hay

obras devotas, obras de recreación y obras de amores.

incon-

veniente en aceptar los términos de esta clasificación; pero, en

obsequio

al

orden cronológico, debe empezarse

obras del Marqués por

más

las

antiguas,

las

lectura

la

de

las

poesías amorosas, que generalmente son

con excepción de alguna que

más bien

otra,

galante que amorosa, que pertenece sin duda á edad más avanzada.

Los

más valederos de

títulos

Santillana a la gloria poética, están

en esta sección de sus obras. En

la

poesía ligera nadie le niega

primacía sobre todos los ingenios de su

la

y aun no la pierde en cotejo con lo más delicado y gracioso que puede encontrarse en las escuelas trovadorescas de otras partes. «Es autor (dice Puymaigre) de canciones más graciosas que pastorelas

más

que

las

de Teobaldo de Champagne, de

de Giraldo Riquier.

las

«Dulce melanco-

>

profunda verdad poética (dice Clarus) hallo en

lía,

poeta la

el

el

poema que

de Querella de amor, en que se aparece en sueños

lleva el título

de

lindas

siglo,

enamorado Macías, traspasado por cruda

pérdida de su amada.

esta deliciosa composición

Tiene razón

s>

saeta,

al

quejándose

docto alemán: hay en

el

un misterio, una vaguedad

lírica,

un

género de sentimiento que pudiéramos decir musical é indefinido, rarísimo en la poesía de

la

Edad Media, y de que

sólo en los can-

cioneros gallegos pueden encontrarse anteriores ejemplos. Por contrario, el Planto que fizo Pantasilea, reina de las

ma

evidentemente inspirado en

gancia y brío,

y en

las

la

el

Amazonas, poe-

Crónica Troyana, rebosa de arro-

quejas que arranca a

la

enamorada reina

la

muerte de Héctor, hay arranques de pasión tan elocuentes y hermosos,

que cualquier gran poeta dramático pudiera honrarse con

En cuanto

que carecen de las canciones

con que

el

la

ingenuidad primitiva de los cantos de ledino y de

de amigo, pero quizá no vale menos

la

pastora.

V

blanda ironía

como

el

la

el

cate-

del encuentro del caballero

esto sin caer en los excesos de feo realismo en

veces se complace ¡os límites

la

Marqués renueva un tema que había entrado en

goría de los lugares comunes,

y

ellos.

á las serranillas, toda alabanza parece agotada. Es cierto

que á

Archipreste de Hita, sino conteniéndose en

de una regocijada malicia, que se

satisface

con hacer aso-

CAPITULO XI

mar pre

la

sonrisa á los labios.

mismo,

el

el

Y

Marqués

estos cuadritos, gracias á

II3

obsérvese cómo, siendo

el

tema siem-

acierta á diversificarle en cada

que varía

habilidad con

la

el

uno de

paisaje y re-

une aquellas circunstancias topográficas é indumentarias que dan color de realidad á lo que, sin duda, en

mayor

la

es

mera

til

donaire del metro, prendas comunes á todas

La gracia de

ficción poética.

parte de los casos

expresión,

la

pulcro y gen-

el

las

composiciones

cortas del

Marqués de

Santillana, llegan á la perfección en estas se-

rranillas,

de

unas parece que exhalan

de

las cuales

campos de

los

la

races, orean nuestra frente

transportan á

Ninguno entre el

Italia,

la brisa

ellos

ni Carvajal,

puede hacerse,

género en

Santillana,

y

el

la

que siguieron digna-

La misma

frescura, el

mismo primor y

hay en algunas canciones,

Marqués de

salido muy La Vaquera

Puymaigre ha

empresa de poner en verso francés

donde

es

rara todavía.

este

que transportó

Marqués de

al

y

huellas. Clarus declara intraducibies á cualquier lengua

estas composiciones, pero

nillas,

ditícil

que cultivaron

Bocanegra,

pudieron aventajar

mayor alabanza que de mente sus

la

con

los excelentes poetas

siglo xv, ni el atildado

género á

aroma de tomillo

hoces lebaniegas. El paisaje no está des-

las tajadas

pero está líricamente sentido, cosa más

crito,

el

más agrestes y montasutil del Moncayo, ó nos

Alcarria, mientras otras,

decires

gentileza

airosamente de de la Finojosa.

que en

las serra-

y otras poesías breves del

Santillana, especialmente en el villancico á sus hijas,

se intercalan hábilmente varios cantarcillos populares:

La niña que amores

ha,

Sola ¿cómo dormirá?

Suspirando yva

la

niña,

Et non por mí,

Que yo

bien se

lo entendí...

Algunos de estos juguetes deben toda su gracia á cillez

de

la

expresión, á su

misma carencia de

la infantil

que empiezan: Si tú deseas á mí,

Yo non

lo sé;

Pero yo deseo á

En buena T.Iknkndez 1

Pelayo.— Poesía

ti

fe...

castellana. II.

sen-

arte, verbigracia, los-

k

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

114

De En

vos bien servir toda sazón,

El mi corazón

Non

se sá partir...

Quien de vos merced espera Señora, nin bien atiende,

¡Ay que poco se

entiende!

le

Recuérdate de mi vida,

Pues que viste

Mi

partir é despedida

Ser tan

triste.

Recuérdate que padesco

E

padescí

Las penas que non meresco,

Desque

vi

La respuesta non debida

Que me Por

Fué

Hay una tal

diste,

mi despedida

lo cual

tan

canción en gallego,

triste...

y

es sin

duda de

las

últimas que en

lengua fueron compuestas por trovador castellano: Por amar non sabyamente, Mays como louco sirvente, Hey servido á quen non senté

Meu Entre

los decires,

estribillo ni

pinta con fugitiva,

tema

mucha

de

muy

cuidado...

que se distinguen de

inicial,

merece

la

las canelones

palma

el

por no tener

siguiente, en

que se

gracia de expresión un encuentro, una aparición

diverso género que las de

Yo mirando una

las serranil/as:

ribera,

Vi venir por un gran llano

Un

orne que cortesano

Parescia en su manera: Vestía ropa extranjera,

Fecha

al

modo de

Bravante,

Bordada, bien rozagante,

Pasante de

la estribera.

CAPITULO XI Traía

II5

su diestro lado

al

Una muy hermosa dama,

De En Un

A A

que toca

las

!a

lama

superlativo grado:

capirote charpado,

manera bien extraña, fuer del alta

Donosamente

De

Alimaña ligado.

gentil seda amarilla

Eran aquestas dos hopas, Tales que nunca

Tan

vi

ropas

lindas á maravilla:

El guarnimiento é

la silla

D'aquesta linda señora, Certas, después nin agora,

Non

los vi tal

en

Castilla.

Por música é maestría Cantaba esta canción,

Que

fizo á

Perder

En

E

el

tiempo del dolor;

ya sea que

el

ardor

Del fuego nos atormenta,

Mayor dolor nos aumenta Esta tristeza é langor.

»Ca sabe que nos tractamos

De

E

que perdimos que passamos

los bienes

del gozo

Mientra en

el

mundo

vivimos,

Fasta tanto que venimos

A arder Do non Nin de

»E

si

en aquesta flama, se curan de

las glorias

fama

que ovimos.

por ventura quieres

Saber por qué soy penado, Pláceme, porque

si

fuere

Al tu siglo transportado,

Digas que fuy condepnado

127

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

128

Por seguir d'Amor sus

E

vías:

finalmente Macías

En España

fuy llamado.»

El Marqués de Santularia no aplicó sólo á asuntos de amores este cuadro, harto cómodo, de visión alegórica. llorar la dcjunssion de

Me

vi

Le empleó también para

D. Enrique de Villeua:

todo solo

pie de un collado

al

Selvático, espesso, lexano á poblado,

Agreste, desierto é tan espantable...

Vi

fieras difformes é animalias brutas

Salir

de unas cuevas, cavernas c grutas,

Faciendo señales de gran tribulanza.

Asy conseguimos

aquella carrera

Fasta que llegamos en somo del monte,

Non menos cansados que Dante do se passa

Allí

E como

yo fuesse en

Asy como en

fiesta

la

De

E

delantera,

la

Candelaria,

vi tal

luminaria,

selva toda mostraba qual era.

Fendiendo

Unas

la

de

D'antorchas é cirios

Que

á Acheronte,

la triste ribera.

la

lumbre, yo

fui

discerniendo

ricas andas é lecho guarnido,

filo

d'Arabia labrado é texido,

nueve doncellas en torno plañendo.

Los cabellos sueltos, las faces rompiendo, Asy como fijas de padre muy caro. Diciendo: «¡Cuytadas!... Ya nuestro reparo Del todo á pedazos va desfallesciendo.»

Ya Por

se entiende

lo

muy

que estas nueve doncellas eran

demás, este poemita (que

ni siquiera

las

nueve musas.

parece completo) vale

poco; no contiene más que elogios vagos y una retahila de

nombres de sabios y poetas, con los cuales muy inoportunamente se compara á D. Enrique, sin nada que de un modo peculiar se refiera á su persona.

que

le

¡Cuánto más viva ¡dea dan de

consagró Juan de Mena!

él las

dos estancias

CAPITULO XI Persiste di,

en

género dantesco en

el

Planto de la Reyna

el

129

Coronación de Mosén Jor-

la linda

Doña Margarida, en

poemita á

el

la

canonización de San Vicente Ferrer y del Maestro Pedro de Villacreces (en que hay algunas reminiscencias del Paraíso) y en

que

sión de las tres virtudes Firmeza, Lealtad y Castidad,

dente remedo de

la

la

Vi-

canción que principia

Tre donne

Pero

la

es evi-

in

torno

al

cor mi son venute...

obra más importante del Marqués de Santillana en este

género, así por su extensión material, que alcanza á ciento veinte

mayor, como por

estancias de arte

las bellezas

que indudablemente

contiene, es la Comedíela de Ponza. El título descaminó á antiguos eruditos, haciéndoles creer

mática.

No

repararon que

y que

á Dante,

la

que

el

tal

obra debía de tener algo de dra-

Marqués, hasta en

razón verdadera de

de

es aquella curiosa é infantil clasificación

que en

el

prohemio ó carta á

la

quiso imitar

el título

imposición de

la

los

tal

nombre,

géneros literarios

Condesa de Módica y de Cabrera,

doña Violante de Prades, claramente

se especifica:

«E

intitúlela

»deste nombre, por quanto los poetas fallaron tres maneras de

nom-

»bre á aquellas cosas de que fablaron, es á saber: tragedia, sátyra,

acomedía. Tragedia es aquella que contiene en »des reyes é príncipes, asy

como de



caydas de gran-

Hércoles, Príamo é

Agamenón

sé otros átales, cuyos nascimientos é vidas alegremente se comenszaron, é grand tiempo se continuaron, é después tristemente caye»ron.

E

del fablar destos usó

sSéneca, en

las

sus

«

Séneca

el

mancebo, sobrino

Tragedias»; é Johán Boccaccio en

del otro

el libro

De

»casidus virorum illustrium. Sátyra es aquella manera de fablar que

»tovo un poeta que se llamó Sátyro,

el

qual reprehendió

muy mucho

»los vicios é loó las virtudes; é desta manera, después del, usó Ora»cio, é

aun por esto dixo Dante: iL' all.ro é Oracio sátiro, che vene.

»Comedia »pués

el

es dicha aquella

medio é

fin

cuyos comienzos son trabajosos, é des-

de sus días alegre, gozoso é bienaventurado; é

sdesta usó Terencio Peno, é Dante en

el

su libro,

donde primero

»dice haber visto los dolores é penas infernales, é después el Pur-

gatorio, é después alegre é bienaventuradamente Menéndez t

Pei.ayo.

— Poesía

castellana. II.

el

Paraíso.» o

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

I30

Algo hay,

embargo, que remotamente se enlaza con

sin

el

dramático en esta composición, puesto que mucha parte de

compone de

arte

ella se

largos razonamientos puestos en boca de diversas per-

sonas, á quienes sucesivamente va introduciendo

el

autor en

la

escena ideal de una visión alegórica. Dio asunto á este memorable

poema

sangrienta jornada naval ganada por los genoveses en

la

aguas de

la isla

de Ponza, cerca de Gaeta, en 1425, sobre

del rey Alfonso

V

con sus hermanos

de Aragón, que el

la

armada

cayó prisionero juntamente

allí

rey de Navarra D. Juan y

infante D. Enri-

el

que. El poeta, después de algunas estancias de invocación, y una

muy pomposa

sobre

de

las vicisitudes

la

Fortuna, finge que vio en

sueños Quatro donas,

Cuyo aspecto é fabla muy bien denotaví Ser quasi deesas ó magnas personas. Vestían de negro, y fácilmente declaraban su alcurnia por

són de sus armas, entalladas en csendas las cuales

Aragón,

apoyaban

la

manos. Eran, pues,

de Navarra Doña Blanca,

de D. Enrique, y

de

las

reina viuda de

la

Cerca de

los tres infantes.

ellas

de

tarjas la

rica valía»,

el bla-

sobre

Reina Doña Alaría de

Doña

la infanta

Catalina,

mujer

Aragón Doña Leonor, madre estaba un varón de aspecto ve-

nerable:

En

E

hábito honesto, más bien arreado,

non se ignoraba

la

su perfíectión,

Ca de verde lauro era coronado.

Xo poco

sorprenderá

al lector

Juan Boccaccio, que, según parece

y

el

la

moderno saber que

consolador menos apropiado para damas de tan

el le

solamente en

res

como

latinas,

el

aflictivas.

Decamcrone, sino en todas sus obras,

que

le

así

vulga-

acreditaban no solamente de poeta, sino de

humanista y escritor enciclopédico.

Una

había entre

sidas iiirorum illustrium, que corría traducida título

alta guisa

xv Boccaccio era mucho mejor conocido que ahora, y no se

leía

la

varón era

Pero en

severa honestidad, y en circunstancias tan

siglo

tal

vulgar idea que de su literatura se tiene,

de Caída de Príncipes, y á

Comedieta de Ponza con

el

la

al

ellas, la

de ca-

castellano con el

cual debió su autor el figurar en

singular carácter que en ella se le asigna:

CAPITULO XI ¿Eres

tú,

De tantas materias, Que otro poeta á ti ¿Eres

tú,

ca yo

Boccaccio,

el

que copiló

ella

Aragón y de

mundano?

cuatro señoras, los consuelos de Boccac-

de

los copistas), la relación

antes de

siglo

mayor propiedad, habla en

cio, que, para

por

las

non entiendo

se igualó?

Los casos perversos del

Las lamentaciones de

I3I

Boccaccio, aquel que tracto

tuvo

la

batalla

Reina doña Leonor,

la

sus hermanos,

italiano

y el

aparición de

la

(muy estropeado

del sueño fatídico

panegírico del

que

Rey de

Fortuna, que viene á

la

consolar á las Reinas, anunciándoles que no solamente saldrán de cautiverio sus maridos, sino que dominarán ellos

grandes imperios y extendidas regiones, llenan

sus sucesores

y

cuadro de este

el

poema, un tanto abigarrado y henchido de alusiones pedantescas y retahilas de nombres clásicos, pero en el cual abundan trozos notaya por

bilísimos; tas

en boca de

como en

la

el brío

de

la

sentencia,

Fortuna; ya por

la

el

como en

las

palabras pues-

fuego y animación del relato,

descripción de la batalla, que compite con lo mejor de

Juan de Mena en este orden de poesía épico-histórica; ya por

como en

belle-

zas genuinamente

líricas,

ana

y armoniosa paráfrasis del Beatas Ule de Horacio,

bella, sentida

y son

digno por todas razones del honor que

rrera, citándole

forma, lo que predomina en

duce en

el el

la

Marqués de

largos del

La descripción de rada en

le

concedió He-

en sus comentarios á Garcilaso. Salvo esta reminis-

cencia directamente clásica, aunque más en

poemas

que contienen

más antiguo trozo de poesía horaciana en nues-

sin disputa el

tra lengua,

las tres estancias

la

Comedíete,

el

espíritu

como en

poema, sino que

Santillana, es la imitación de Dante.

las

A Boccaccio,

Reinas

le

no sólo se

«E como Fiameta con

la triste

nueva

del pelegrino le fué reportada,

Segunt

la

tu

mano

le intro-

hablan de su Fiameta, y

aun puede creerse que aluden á sus cien novelas:

Asy

la

Fortuna, por ejemplo, está 'visiblemente inspi-

canto VII del Infierno.

Que

que en

casi todos los

registra é aprueba...

fatigada, turbada é cuydosa,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

I32

Temiendo

A

¡os fados é su

poderío,

una arboleda de frondes sombrosa,

La qual circundaba un fermoso

Me fuy por De muchas

río,

deporte, con grand atavío

señoras é dueñas notables...

Pablaban noveüas é placientes cuentos,

E non

olvidaban

Mucho más dramático en el

las

el

antiguas gestas...»

que

estilo

la

Comedieta de Poma, es

Diálogo de Blas contra Fortuna, por más que no haya en

dadera acción, nudo

doctrinal entre un personaje histórico

Bías

y

común de

lugar

y otro

la filosofía estoica:

ver-

alegórico, el filósofo

Fortuna, defendiendo victoriosamente

la

él

meramente una controversia

ni desenlace, sino

que

la

el

primero aquel

constancia del sabio

es.

superior á todas las mudanzas de las cosas humanas, y que no hay entre ellas ninguna que pueda invadir conciencia, ni turbar

punto su

la

libertad. Este

de arte menor, es

el

inviolable recinto de su

tranquilidad de su alma, ni menoscabar un

poema

filosófico,

que consta de 180 coplas

obra maestra del Marqués de San-

sin disputa la

poesía elevada. Los pocos defectos

que

tiene (derivados casi todos del falso concepto de la erudición

que

en

tillana

el

género de

predominaba en

la

siglo xv)

el

desaparecen ante

la luz

de sus innu-

merables bellezas. Es imposible exponer con más gracia una doctrina

más

severa.

Y

esta gracia

de expresión, dote característica

de Hita, no empece aquí

del señor

el

nervio de

bien se combina armoniosamente con

él,

sentencia, antes

la

templando

la

gravedad

amenidad y viveza de las descripciones y el giro suelto y flexible del diálogo, en donde no sin fundamento reconoce Amador de los Ríos algo que anuncia «el pintoresco estoica

con

la

decir de nuestros grandes dramáticos».

de Puymaigre) que

los versos

armoniosos, algunas realmente el

diálogo,

cortado

feliz

«Hay que

bellos,

y hábilmente,

y que en muchos trozos energía que

tiene aquella

Corneille imitó de los dramaturgos españoles.

dadero poeta, dominado por na.»

En

el

confesar (aña-

de este poema son muchas veces

entusiasmo de

Es la

la

obra de un ver-

antigüedad paga-

confirmación de estos juicios, no hay sino recordar la

CAPITULO XI

admirarse aun después de conocida

la

I33

Campos

serena y luminosa descripción de los

de

Elíseos,

que puede movi-

Virgilio, ó el rápido

miento interrogativo con que Bías encarece

de

la instabilidad

cosas humanas. Los que rutinariamente afirman que en

el

no se hicieron más versos dignos de ser leídos que

de

los

las

siglo

xv

las

Co-

plas de Jorge Manrique, nada perderían con dar una ojeada á este

poema y

otros más, tan semejantes á aquél en su fondo

y en su

forma, y entonces quizá saldrían de su error, y no disimularían ya su incuria con

Aunque

el

nocida con

y

el

manto de un buen gusto,

Bías contra Fortuna y

el título

de Doctrinal de Privados (sobre cuyo carácter

mérito ya se ha indicado algo), sean, á mi

Marqués de

tales del

y desdeñoso.

ligero

confesión de D. Alvaro, co-

la

juicio, las

obras capi-

Santillana, todavía es cierto que, por haber es-

tado olvidadas, ya que no desconocidas, hasta estos últimos tiempos, no han logrado tan general notoriedad

como

gloriosa dotrina é fructuosa enseñanza, que

compuso para

los

Proverbios de la

educa-

Su propósito y sus fuentes están demismo Marqués en el prólogo: viedo:

Dichosa Tordelaguna,

Que

(1)

Es

(parte n,

la

tienes á Johán de Mena,

que apadrina Gonzalo Fernández de Oviedo en las Quincuagenas tDe su muerte hay diversas opiniones, é los más concluyen

est. 13):

que una muía Torrelaguna. >

le arrastró, é

cayó della de

tal

manera, que murió en

la villa

de

CAPITULO

XII

147

Cuya fama tanto suena Sin semejante ninguna.

El dejó tanta memoria

En el verso castellano, Que todos le dan la mano. ¡Dios

Aunque Juan de Mena fundamento sólido para D. Juan

II.

dé á

le

el

tuviese

su gloria!

el título oficial

atribuirle

de cronista, no hay

ninguna parte en

la

Crónica de

Pero no por eso dejó de cultivar en alguna manera

los

y genealógicos, si realmente son suyos los apuntamientos que en el Códice K-161 de nuestra Biblioteca Nacional

estudios históricos

se le atribuyen con

de Memorias de algunos linajes anti-

el título

guos é nobles de Castilla que va escribiendo Juan de Mena, coronista

de S. A.

Rey de

el

muy sereníssimo é muy

Castilla ¿ de León,

D. Juan

esclarecido principe

por mandado del muy

varo de Luna, Condestable de Castilla, que Dios mantenga.

el II,

D. Al-

ilustre señor

De

este

manuscrito, horriblemente mutilado por algún genealogista ó rey -de armas,

apenas

si

que no

es posible formar juicio, puesto

dan más que 20 hojas de más de loo que hubo de

le

que-

tener.

Fuera de estas Memorias, generalmente no tomadas en cuenta

por sus biógrafos, sólo dos muestras nos quedan de

de Mena, que

pendio

muy

de

más

la

prosa de Juan

y pedantesco de su tiempo: el comentario á su propio poema de la Coronación, y la llíada en romance, que no es traducción, como vulgarmente se dice, sino comes

breve,

lo

al

enfático

cual sirvieron de base las Periochae ó argu-

mentos de Ausonio, teniendo á

la vista

do-Píndaro tebano, y quizá Decimbre. Seis códices, por

versión íntegra de!Pedro Cándido

•que

además

la

lo

además

el

epítome del seu-

menos, existen de esta llíada

llegó á ser impresa en Valladolid por

Arnao

(i),

Guillen de

Brocar en 1519, á solicitud del licenciado Alvaro Rodríguez de Tu•dela,

que

la

envió

al

ilustre

y

Enríquez para que leyeran en citarse «en la disciplina

y

muy

magnífico señor D. Hernando

ella sus hijos, los

arte militar».

No

que habían de

es indiferente

de haber sido Juan de Mena quien por primera vez

(t)

Cinco en

la

Biblioteca Nacional y uno en

la

el

ejer-

hecho

trajese a nues-

mía particular.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

I48 tra lengua á

Homero, tan mutilado y desfigurado,

caminos tan indirectos y tortuosos. Pero

como

abreviado á su modo, prueba, literaria

es cierto, y por

haberle traducido ó

el

si

tantos otros rasgos de

de Juan de Mena, cierta aspiración generosa á

y á

en que

lo realizó

la

más

la

vida

más

alta

clásica belleza, el estilo

y manera

no puede ser más remoto de todo gusto

helénico,,

posesión de

cultura

la

la

y á duras penas puede encontrarse en toda

pedantesca literatura

la

del siglo xv, aun incluidos los libros de D. Enrique de Villena,

mo-

numento de hinchazón y ampulosidad que iguale á esta versión, y, sobre todo, á su proemio ó dedicatoria á D.Juan II. Véanse algunas cláusulas, que cualquiera diría que Cervantes tuvo presentes para su parodia en á D. Quijote

«E aun

le

la

enumeración de

manadas de carneros que

las

parecieron poderosos ejércitos:

esta virtuosa ocasión,

Rey muy poderoso,

trae á la vues-

»tra rreal casa todavía las gentes extranjeras con diversos presencies s>y

y dones. Vienen

los

vagabundos

aforros,

que con

casas movedizas se cobijan, desde los fines de

sdexando

á sus espaldas el

monte Athlante, á vos presentar leones

siracundos. Vienen los de Garamanta

y

pobres areyes, concor-

los

»des en color con los etíopes, por ser vecinos de »

la

del bicorne

monte Urontio y acechan

y muy

adusta

Vienen

caliente zona, á vos ofrecer las tigres odoríferas.

amoran cerca

nopales

los

arenosa Libia,

la

los

los

que

quemados

aspiráculos de las bocas Cirreas, polvorientas de las cenizas de Phi-

pensando saber

stón,

cada Thebas,

los secretos

de

las trípodas

y

»alteza los orientales indios los elefantes mansos,

»de oro, y cargados de

sTraen vos estos mesmos

mana

los

de piedras, los quales

aquella tierra

más bruñen y

samarilla de escodreñar

sbio,

y

los fríos setentrionales

y aun

el

helado Reno,

las argollas

de

los

qua-

y somueve.

los nubíferos

y otros diversos

lina-

circundanza de los solares rrayos en clarifican.

el tibar,

«presentar lo que excavan

sRey,

la

destirpa

relumbrantes piropos,

sacates, los duros diamantes, los claros rrubís

í

con

lináloes, los quales la cresciente

stro ríos por grandes aluviones de allá do

sjes

fuellar la deso-

á vos traer esfinges quistionantes. Traen á vuestra

Vienen

que es

trabajan.

que beven

los

de

Siria,

gente

fino oro en polvo, á vos

Traen vos, las

muy

excellente

aguas del ancho Danu-

y sienten primero

el

boreal viento quan-

CAPITULO

»do se comienza de mover,

I49

XII

los blancos

armiños y

»y otras pieles de bestias diversas, las quales

«cidad de

Vengo

más espeso y mejor pelo puebla y y natural, á vuestra de-

yo, vuestro umill siervo

sinencia benigna, non de Etiopía con relumbrantes piedras, «Asiría con oro polvo, »ras,

mas de

martas,

discreta saga-

naturaleza, por guardarlas de la grant intemperanza de

la

»frigor de aquellas partes, de

«provee.

las finas

muy

la

non de África con

non de

bestias monstruosas

aquella vuestra caballerosa Córdova.

E como

y

fie-

quier que

»de Córdova aquellos dones nin semblantes de aquellos que

los raa-

«yores y más antiguos padres de aquella á los gloriosos príncipes

vuestros antecesores y á

los

que agora son y aun después serán, como sy dixessemos de Séneca el

«bastaron ofrescer y presentar: »

moral, de Lucano su sobrino, de Abenrruys, de Avicenna y otros

»non pocos... Ca

éstos,

Rey muy magnífico, presentavan lo que suyo manava y nascie, bien como fazen los

sera y de los sus ingenios

«gusanos, que

«entrañas

»por

la

seda que ofrescen á los que los crían, de las sus

la

sacan y atraen. Pero yo á vuestra alteza sirvo agora

ca presento lo que mío non es.» hombre ha podido suponérsele autor de

el contrario,

¡Y á

tal

la

prosa del pri-

mer acto de La Celestina! Una sola cosa hay digna de alabanza en este prematuro intento de naturalizar á Homero en Castilla: el respeto, la veneración cuasi religiosa con que habla Juan de Mena de la obra en que se atreve á poner

las

instinto

manos, y cuya grandeza adivina confusamente, con aquel

de

la

por culpa de

gran poesía que tuvo en los

el

fondo de su alma, aunque

tiempos no llegara á desarrollarse plenamente. Juan

de Mena era digno de haber entendido

al

que llama monarcha de la

universal poesía, y de haber contemplado belleza.

Por eso en su admiración

tica tristeza,

de

la

como de quien

suprema deidad

clásica,

la

Riada en su

se mezcla cierto

se encuentra á las puertas del alcázar

mas bien presentida y amada que

nocida, pero carece de llave para penetrar en

él.

«es (dice) traducir una santa é seráphica obra

«Omero, de griego sacada en «castellana lengua... la

«aun elocuencia

latina

prístina

género de simpá-

co-

«Osadía temerosa

como

la

/liada de

y de latín en nuestra materna y qual obra pudo apenas toda la gramática y comprehender y en sí rescebir los heroicos latín,

HISTORIA PE LA POESÍA CASTELLANA

150 »

cantares del vaticinante poeta Omero. ¿Pues cuánto



rudo y desierto romance? Acaescerá por esta causa á

s>

llíada

ȇ

como

á las dulces

y sabrosas

primera agua se dañan y á

la

la

roso

¡a

E

intento de le dar.

la

fará eT

omérica

frutas en la fin del verano,

segunda se pierden.

»obra recibirá dos aguaceros. El uno en •»más dañoso y mayor en

más

por esta razón,

assí

que esta

traducción latina, y el

la

interpretación

Y

romance, que presu-

al

muy

prepotente señor,

»

dispuse de no interpretar de veinte y cuatro libros que son en el

»

volumen de

la

sumas brevemente: no como

llíada, salvo las

»ro palabra por palabra

lo canta, ni

Ome-

con aquellas poéticas invencio-

nes y ornación de materias, ca si ansí oviessede escrivir, muy masyor volumen y compendio se ficiera. E más escribió Omero en las»

escripturas solas y varias figuras que eran en el escudo de Achules, »que hay en todo aqueste volumen, é déjelo de fazer por no dannar

»

»ni ofender del todo su alta cbra, trayendo gela en

la

humilde

y

»baxa lengua del romance, mayormente no habiendo para esto vues-

Y

»tro regio mandato. x

como

las

»

ansy,

Rey muy

aunque sean

de muestras a

vuestra alteza estas sumas,

á

que quisieren en

los

excelente, estará en

la

finos

vuestra real

paños acertar,

mano y man-

sdamiento, vistas aquellas sumas ó muestras, mandar ó vedar, toda »la otra plenaria ó intensa interpretación, traducir ó dejar en su es» tilo

primero.»

l'n reciente descubrimiento de Yollmóller, prueba

animó á procurar y mandar hacer

se

interpretación de

esta

más

que D. Juan

II

cabal ó plenaria

la llíada.

Las obras poéticas de Juan de Mena, todavía no han sido reunidas en un sólo cuerpo.

A

suelen

algunas poesías sueltas, pero éstas son

intercalarse

pequeña parte de en

el

el

sin esfuerzo

Cancionero de Baena, en

En

(i),

en

el

el

de Stúñiga, en

que

muy

alguno pueden encontrarse el

que perteneció

fué de Gallardo, en el

el

tomo

1

ñ

de Casti-

este Cancionero, del cual publicó la parte inédita D. Pascual

Gayangos en con

que

las

Herberay des Essarts (1)

continuación de sus tres poemas mayores,

de

del Ensayo de Gallardo, hay una docena de poesías

nombre de Juan de Mena; pero como á continuación de una de ellas nombre de autor ni más encabezamiento que

se añaden otras veintitrés sin

Otra, pudiera creerse que también le pertenecen.

A

esto hay

que objetar>

CAPÍTULO lio,

XII

I^I

en suma, en todos los Cancioneros impresos y manuscritos

y,

del siglo xv y primeros años del xvi ligeros y fugitivos

Si sólo

(i).

hubiéramos de juzgar

al

podríamos diferenciarle del vulgo de

tancial

tiempo.

En

la

poesía cortesana y en

por estos versos

poeta, en nada subs-

trovadores de su

los

discreteo de amores, tie-

el

ne á veces gracia y gentileza, pero nunca tanta

como

el

Marqués

de Santillana, que en esta línea aventajó á todos sus contemporáneos

(2).

Véase alguna muestra de

que su amigo

lo

el

poeta cor-

dobés llegó á hacer en este género, tan poco apropiado á su índole:

ellas está como de Francisco Bocanegra en el Canque fué de Gallardo, y otra es conocidamente de Juan Rodríguez del Padrón, cuyo estilo cree descubrir en muchas de las restantes el diligente sin

embargo, que una de

cionero

Don A. Paz y Melia. En el Cancionero de Stúñiga, está atribuido á Juan de Mena el Triumphete de Amor del Marqués de Santillana, con esta disparatada variante. Había dicho el Marqués, muy á su intento: editor de sus obras, (1)

Vi lo que persona humana Tengo que jamás non vio,

Nin Petrarca, que escribió

De

triumphal gloria mundana;

y el copista del Cancionero de Stúñiga sustituyó estos dos versos:

Nin Valerio, que

La grand

La más

(2)

quizá

la

cientas,

graciosa y elegante

siguiente,

escribió

Historia romana.

de

las poesías ligeras

de Juan de Mena,

es.

que se halla en algunas ediciones antiguas de Las Tres-

y lleva por título Canción que hizo Juan de

Donde yago en esta cama, La mayor pena de mí, Es pensar quando

De

partí

entre brazos de

mi dama.

A vueltas del mal que siento De mi partida, par Dios, Tantas veces me arrepiento, Quantas me miembro de vos; Tanto que me hazen fama Que de

aquella adolescí,

Los que saben que

partí

De

mi dama.

entre brazos de

Aunque padezco

y

me

callo

Mena

estando mal:

'5 2

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA es el Norte firmeza

Como

las estrellas,

Sobre todas

Assi vuestra gentileza Nos es norte de belleza

Sobre quantas nascen bellas. Solamente con cantar Diz que enganna

la

serena,

Mas yo no puedo pensar Qual manera d'engañar vos no vos venga buena.

A

Si antes oviérades sydo,

Fiziera razón humana,

gesto garrido,

Segund

el

Vos

madre de Cupido

Y

ser

gozar de

Mas

manzana.

la

Páris conosciera

si

tan famosa señora Por nascer aun estoviera,

Que

Para vos,

si lo

supiera,

La guardara fasta agora. Quanto más bella se pasa las estrellas la luna,

De

Tanto vuestra linda cara

Se nos muestra perla Sobre

las

Qual

En

el

clara

fermosas una.

el fénis fizo

mundo,

sola

Dios

un ave,

Así quiso qu'entre nos Sola tal fuésedes vos

De fermosura Mas teneys

la llave.

otros errores,

Ó

yo soy del todo loco; Que de remediar amores,

Por esso mis

No menos Que

tristes

quexas,

cerca los fallo

vuestros bienes de lexos.

Si la fin es que

me

llama,

¡Oh, qué muerte que perdí

En De

vivir

quando

partí

entre brazos de

mi

dauía!

CAPITULO

I53

XII

Según t muestran mis dolores,

Vos sabeys, señora, poco. Ya, por Dios, este pensar

No

vos trayga

assi

engañada,

Mas quered considerar

Qué

deleite es dessear,

Quanto más ser desseada.

Yo vos suplico y vos ruego Me libredes desta pena, muero en

Ca

si

No

quizá fallaréys luego

Cada

este fuego,

unjnhán de Mena.

día

(Núm. 62

A

del Cancionero general.)

deshora aparece en estas composiciones alguna sentencia clá-

sica

que da testimonio de

que

del carácter ficticio

nerado y

falso, el

los estudios favoritos del poeta,

sentimiento y

Dad ya

fin

Pues salud á

Es non

La gracia

del

metro es

expresión:

la

á mis gemidos. los vencidos

esperar salud

lo

(

1

),

único que puede hacer tolerables algu-

nas de estas insulsas galanterías rimadas:

Muy más

clara

que

la

luna,

Solo una

En

el

Tan

mundo

gentil,

vos

nacisteis,

que non ovistes

Nin tovistes

Competidora ninguna.

Desde niñez en

la

cuna

Cobraste fama, beldad,

Con

tanta graciosidad

Que vos dotó la fortuna. Que assi vos organizó

Y i¡)

Una

sa/us

no menos

de sus lamentaciones, donde todo es ama-

formó

viclis, rtullam

sperare salulcm.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

154

La composición humana, Que vos soys la más lozana Soberana

Que

natura crió.

la

¿Quién

De

sin

vos no meresció

virtudes ser monarcha:

Quanto bien dixo Petrarcha, Por voe

lo prophetizó.

(Núm. 57

La hipérbole amorosa con

la

Cancionero general.)

como en D. Alvaro de Luna,

irreverencia y aun con el sacrilegio. Las coplas que siguen,

poco tienen que envidiar loor de

á veces,

frisa

ciel

la

famosas de Antón de Montoro en

á las

Reina Católica: Mas dubdo

si el

Soberano

Se pusiesse con su mano,

Con quanto poder alcanza, este siglo mundano

En

Fazer vuestra semejanza.

Yo me callo quien dezia, Aun jurándolo por Dios, Que nascer ya non podría, Después de Virgen María, Ninguna

En

tal

Donde

como

vos.

coro angelical

el

vive Sant Miguel,

Noten por muy especial Aqueste reino

real,

Porque nascistes en

Y Á

él.

los ángeles del cielo,

quien Dios mismo formó,

Truecan

lo

blanco por duelo.

Porque no son en

Á

miraros

como

el

suelo

yo.

Vivo poco temeroso,

Pues que hablo

la

verdad:

Digo que Dios glorioso Se

En

falla

muy poderoso

hazer vuestra beldad.

CAPITULO XII

Y

las

Que

155

hermosas passadas

fueron ya desta vida,

Son contentas y pagadas Porque fueron enterradas Primero que vos nascida; Y,

A

Si su

Á É

que viven agora,

las

quien vos hazeys

guerra,

la

beldad no mejora,

vos tengan por señora, sé

É

pongan so los

la tierra.

defuntos passados,

Por mucho santos que fuessen,

En

son penados,

la gloria

Descontentos, no pagados,

Por morir

Y

sin

que vos

viessen;

donde son agora, Esta es su mayor pena, Creedme, gentil señora, Por no ver sola una hora allá

Vuestra gracia y beldad buena.

(Núm. 60

Puymaigre, á quien tanto debe D. Juan

II,

dantescas. ción,

el

del Cancionero general.)

estudio de la corte poética de

ha notado en esta extraña composición reminiscencias

En

efecto, basta pasar los ojos

primera de

las incluidas

por aquella hermosa can-

y comentadas en

la

Vita

Nuova, que

empieza

Donne

ch'avete intelletto d'amore...

y tropezaremos con estos versos, cuyo parentesco con tro poeta es indudable:

Angelo clama

E

dice: Sire, n'el

in divino intelletto,

mondo

si

vede

Maraviglia nell'atto, che procede

Da un'anima, che fin quassü risplende. Lo cielo, che non have altro difetto Che d'aver lei, al suo signor la chiede, E ciascun santo ne grida mercede... Madonna

¿ disiala in l'alto cielo...

los

de nues-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

X56

Dice

Amor: Cosa mortale

di lei

Com'esser puó Poi

adorna e

si

pura?

si

riguarda, e fra sé stesso giura

la

Che Dio ne i'ntende Otros ejemplos podrían

Dante épico, sino también

di farcosa nova.

evidenciando que, no sólo

citarse,

Dante

el

lírico,

la

poesía castellana, aunque desgraciadamente no se tomase de

lo

más profundo y

de

la

poesía erótica, todos los géneros

la

corte andaban en boga, sin desdeñar

respuestas, en

las

poniéndole á

que alternó con

el

verdad cuestiones no

la

él

substancial de su arte.

Cultivó Juan de Mena, aun en

que en

el

dominaban entonces en

el infantil

ejercicio

¡Marqués de Santillana, pro-

difíciles,

como

el

enigma de

Kdipo:

Mostradme quál

Que luego

se

es aquel animal

mueve en

los cuatro pies,

Después se sostiene en solos Después en

los

los tres,

muy más

dos va

igual...

(Núm. 686 del Cancionero

genera!.)

Y, ciertamente, que para descifrar tan candoroso acertijo, no era preciso ser tan perfecto aviador del dulce saber discretos,

como

lo era

ciertamente

do por Juan de Mena con Hizo además de

las coplas

el

y

Marqués de

caudillo

y versos de donaire. La paternidad litigio, pero suyas ó no,

de la Panadera está aun en

indudable modelo á

Panadera no se

las coplas del Provincial; si

trata

la

jornada de Olmedo, de

los caballeros

la cual se

que de todo tiene menos de

épica.

sirvió

los

pocos ó

la

mu-

que combatieron

hace una picante descrip-

La manera

asaz familiar

aun plebeya de este donoso rasgo, parece que contradice

dominante en

de

bien en las de la

de torpezas nefandas, sino de

chos bríos que mostró cada uno de

ción,

lus de

tales epítetos.

sátiras políticas

son un pasquín curiosísimo, lleno de nombres propios, que

en

y

Santillana, honra-

poesía de Juan de Mena; pero quizá esta

y

el estilo

misma

afectada llaneza tenía por objeto asegurar el éxito popular de

la sá-

los adversarios.

Por

otra parte, nadie niega la autenticidad de los versos de donaire

que

tira

y herir con más derechura en

el

corazón de

Juan de Mena compuso sobre un macho que compró de un archipres-

CAPITULO te,

y en estas coplas, ciertamente

XII

157

fáciles

y chistosas, tampoco aso-

ma por ninguna parte la grave fisonomía del autor como no sea en la cáustica mordacidad con que

del Labyrintko,

convierte aquel

caso de burlas en sátira general contra los bigardos faltreros que

roban

el santo templo

y

maba en

mal

nos da.i tan

mismos de quienes con

ejemplo,

y eran aquellos

libertad dantesca y varonil espíritu excla-

su gran poema: ¿Quién asimesmo deciros podría

De cómo

Y

las

cosas sagradas se venden,

los viles usos

en que se dispenden

Los diezmos ofertos de Santa María:

Con buenos colores de

la

clerecía

Disipan los malos, los justos sudores

De

simples y pobres, y de labradores, la santa cathólica vía?

Cegando

Entre

poesías sueltas de Juan de Mena, merece citarse tam-

las

aunque sólo sea

bién,

á título de capricho métrico, la peregrina

composición que lleva por

título

Lo

y comienza:

claro escuro-,

El sol clarescía los montes Acayos...

Lo

claro de estas coplas

curo es

no

que compite con

tal,

mucho, pero en cambio

se ve

lo

más enigmático de

las

lo es-

Soledades de

Góngora. Son versos sin sentido, hechos de propósito para entretener

oído con palabras huecas

el

trafalarios vates centes.

Mena

En

este

repitió

y

sonoras, al

el hijo

muy

claro de Hyperión...

hay además una polimetría sistemática, no

mente

A

los es-

en otra composición suya

Ya

mánticos.

modo de

que ahora llaman en Francia decadentes y delicuesraro ejemplar de nihilismo poético, que Juan de

libre

como

la

de los ro-

cada estancia de arte mayor corresponde simétrica-

otra de versos cortos, combinación ingeniosa

y que parece

calculada para algún efecto musical.

Pero todos la gloria

fragio

de

los versos hasta aquí recordados, ni

poética de Juan de la

Mena,

ni se

poesía de los Cancioneros,

si

pesan nada para

hubieran salvado del nau-

no

les

amparase

el

nom-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

158

bre del autor de

muy

y una

los otros

dos poemas de rela-

han solido imprimirse, no pasan de una

ellas

Apenas hay paciencia que baste para

regular medianía.

cincuenta

las

Aun

las Trescientas.

que con

tiva extensión

La

de

quintillas dobles

bién se llama pedantescamente Calamicleos, «componiendo

cablo (dice ria,

y de

el

cieos,

ge arrebatado

que en griego quiere decir al

la

latino

que

más excelsos

mayor parte

los

Marqués de

al

esto,

que debía de ser

y de

su asunto principal, sino «de la miseria de los malos

de

vo-

vates, en gran cadira de honor;

poema no habla de

del

el

significa mise-

gloria». El poeta se fin-

monte Parnaso, donde ve coronar

Santillana entre los

pero

nombre

autor) de calamitas,

leer

Coronación, que tam-

la

gloria

buenos, porque un contrario puesto cabe otro, más reluzga»,

todo por

el trillado

camino de perderse

hasta llegar á las riberas del

tormentos de

los

mal concertada

damnados

-> .

visión, llena

hondo Del

de

el

poeta en selva bravia,

río del infierno,

estilo

dominante en

donde ve

tíos

esta insípida

y rimbombantes y descabefábula y á la astronomía, puede

perífrasis

lladas alusiones á la historia, á la

juzgarse por las primeras estrofas:

Después que

el

pintor del

mundo

Paró nuestra vida ufana,

Mostraron rostro jocundo

Fondón

del polo segundo

Las tres caras de Diana;

E

las

cunas claresciera

Donde

Júpiter naciera

Aquel

hijo

de Latona,

En un tachón de Que ciñe toda la

la

zona

esfera.

Del qual en forma de toro

Eran sus puntas y gonces Del copioso tesoro Crinado de febras de oro,

Do Febo moraba entonces...

Como

el

á comentar

poeta había remontado tanto él

mismo

el

vuelo, se creyó obligado

los tres sentidos literal, alegórico

de su obra, que, según

él,

pertenecía

al

porque empezando, como Dante, con

género cómico la

y anagógico

y satírico

descripción de

las

(!),

penas

)

capitulo xn del infierno, acababa por

naso y de

placentero espectáculo del monte Par-

el

coronación del Marqués. Nada supera

la

Coronación infunde,

como no

y notas pueriles que

los

el

lerable,

La

al hastío

que

la

sean los prólogos, exordios, preámbuautor acumula sobre cada estrofa, tra-

tando á sus pacientes lectores discípulos.

159

como un pedagogo

á sus infelices

versificación corre con soltura, pero el estilo es into-

porque en ninguna parte hizo Juan de Mena tanto abuso de

como

latinismos crudos, tales

luco, inope, caligo,

con

cltra (traído para concertar

mitra de Anfiarao, á quien de augur convierte en obispo

(i),

la

noverca,

pruína, oasis, comus,fulgescer, circuncigir, y otros

no menos exóticos. Apenas he encontrado en

la

Coronación más que

cinco versos dignos de un poeta: Los sus bultos virginales

De

aquestas doncellas nueve.

Se mostraban bien átales

Como

de rosales

flores

Mezcladas con blanca

La

de nacionales y extranjeros, que ha sido harto indul-

crítica

gente con

poema de

la

mejor, ó

si

Coronación, se ha ensañado, por

los siete

los códices

Debate de la Razón contra se quiere,

es

la

tales debates

seguramente

la

con

el

Que

en todas

tú,

la

austera

christiana musa, civil batalla

entre voluntad se halla

razón que nos acusa.

Huid ó

Que

en

al

cual no

hay que

la

las literaturas

de

la

Los primeros versos parecen un adiós

La más que

Y

Voluntad), que es algo

última producción de su autor, que

poesía profana, y una invocación á Canta

1

contrario,

Psycomaquia de Prudencio, cuando tan

ni siquiera llegó á terminarla. la

la

menos malo. Este poema,

á mano están ejemplos de

Edad Media,

el

pecados tnortales (llamado con más propiedad en

buscar remoto origen en

á

nieve...

callad, serenas,

mi edad pasada

E vimos

arder la mitra

Del obispo AnBarae...

musa de

la

verdad:

,60

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA Tal dulzura emponzoñada

Derramnstes por mis venas. Mis entrañas, que eran llenas perverso fundamento,

De

Quiera

el divinal aliento

malas hacer ya buenas.

De

Venid, lisonjeras canas. tardáis demasiado:

Que

Del tiempo tan mal gastado Tirad presunciones vanas.

La vida pasada es parte

De

Y

muerte advenidera,

la

por esta arte

es pasado

Lo que por

venir se espera.

¿Quién no muere antes que muera?

Que

la

muerte no es morir,

Mas consiste en el vivir, Porque es fin de la carrera. Amarillo hace

el

oro

Al que sigue su minero,

Y temblador el

tesoro

Del azogado venero. Pues si del bien verdadero

Tenemos Huyamos

Como

la

alguna brizna, lo

que nos

fragua

al

tizna

herrero.

Cese nuestra habla

falsa

De dulce razón cubierta, Que es ansí como la salsa Que

el

apetito despierta.

Aunque muestre

Á

las

ingratitud

dulces poesías,

Las sus

tales niñerías

Vayan con la juventud, Remedio de tal salud Enconada por el vicio.

Es darnos en sacrificio Nos mismos á la virtud.

CAPÍTULO

l6l

XII

Y

luego, usando de una

comparación de San

•su

célebre homilía sobre

la

übros de

los gentiles,

utilidad

qu

»

Basilio el

Magno en

se saca de la lectura

añade:

de

los

*

Usemos de los poemas Tomando dellos lo bueno, Mas huyan de nuestro seno Los sus fabulosos temas. Sus ficciones y problemas

Desechemos como Por haber

las

Rompamos

espinas;

cosas dinas

todos sus nemas.

Primero siendo cortadas Las uñas y los cabellos, Podían casar entre ellos Sus captivas ahorradas

Los

judíos, y limpiadas

Hacerlas

Israelitas,

Puras, limpias y benditas,

Á

la su ley

consagradas.

De la esclava poesía Lo superfluo así tirado, Lo dañoso desechado, Seguiré su compañía,

A

la católica vía

Reduciéndola por modo,

Que

valga

más que su todo

La parte que fago mía.

Avínole bien á Juan de Mena en haber prescindido por •de

esta vez

aquel repertorio suyo de erudición impertinente, de «las dos cum-

bres del Parnaso» y «los siete brazos del Nilo», de «la fortaleza de

Tideo» y de

«la castidad

de Lucrecia». Su decir, aunque no

poético, resulta en esta ocasión grave, sencillo, teria, '1

y

libre

-scripción

de

de

las

falsas flores

los siete

acomodado

á la

muy ma-

de un latinismo extravagante. La

pecados capitales está hecha con pocos, pero

enérgicos rasgos, y tampoco carece de vigor y ruda franqueza de estilo

la

invectiva de la

Razón contra

la

Lujuria:

Tú te bruñes y te alucias: Tú haces con los tus males Que los limpios corporales Mr.\ímdiz t Pslato. — Poesía

castellana.

II,

n

t62

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

'

'

Tracten manos mucho sucias.

'

Muchos lechos maritales

.'

De agenas

Y

pisadas huellas,

siembras grandes querellas

En deudos muy Das

principales.

á las gentes ultrajes:

De muerte no las reservas: Tú hallas las tristes yerbas, Tú los crueles potajes. Por

ti

los limpios linajes

Son bastardos y no puros:

De

Y

claros haces escuros

de varones

salvajes.

Tú haces hijos mezquinos De ajena casa herederos: Pones

En

los adulterinos

lugar de verdaderos.

Haces con

tus viles fueros

Que, por culpa de

Muchos

las

madres,

hijos á sus padres

Saluden por extranjeros.

La fuerza Los



la

destruyes:

días tú los acortas:

Quanto más tú Tanto más

te deportas.

tu vida huyes.

Los sentidos disminuyes

Y

los ingenios ofuscas:

La beldad que tanto buscas,

Con

tu causa la destruyes.

¿Qué

diré

de tus maldades,

Sino que por

ti

perdidos

Son reynos y destruidos, Sumidas grandes ciudades, Deshechas comunidades, El vicio hecho costumbre,

Y

dadas en servidumbre

Muchas Seco, el

realista,

autor de

las

francas libertades!

inameno, adusto, pero

muy

castellano en

el

Coplas de los pecados mortales parece seguir

fondo,, las

pi-

sadas de Fernán Pérez de Guzmán, dando á veces notable entonación

y

brío

al

verso corto:

CAPÍTULO

Xll

163

Nin espero yo asonadas

De muy

dorados paveses,

Ni acicalados arneses,

Ni tiendas

mucho

pintadas;

Capacetes ni celadas

Con timbres

muy

Ni

En cabezas

Xo

ni mil

empachos,

lucientes penachos engalladas...

poema doctrinal, ó más bien, sermón rimado, de que le continuasen, como en certamen, tan buenos ingenios como Gómez Manrique, Pero Guillen de Segovia y fray Jefué indigno, pues, este

rónimo de Olivares, de

dencia

Envidia y Pereza, y

la

las

sentencia de

disputas la

Pru-

ÍI).

Pero

'•'

Orden de Alcántara, añadiendo

del

los tres vicios Gula,

la

'mente en

verdadera gloria poética de Juan de el

Labyrintho,

poema cuya

Mena

estriba única-

fecha consta en

el

inestimable

Cancionero que fué de Gallardo, y también en otro códice que yo 'poseo: •í.Fchíscc este tractado fecho 'al rey

D. Juan

'de febrero,

por Juan de Mena

c! II, nuestro señor, en

et

presentado

Tordesillas á veynte

año del Señor de mili é cuatrocientos

c

é dos días

quarenta é quatro

años.» Trescientas estancias tenía entonces, y trescientas son las

que constituyen

mandamiento

el

verdadero poema:

regio,

añadidas por

las veinticuatro

son una composición aparte, aunque del mismo

(2). Es tradición antigua, consigComendador Hernán Núñez, que D.Juan II tuvo empeño en que el número de las estancias del poema igualase al de los

metro, estilo é intención política

nada por

el

días del año.



(1)

La continuación de Olivares

ciones de Juan de Mena: las de

es la

que ha solido imprimirse en

Gómez Manrique y Pero

las edi-

Guillen de Segovia,

están en sus respectivos Cancioneros, inédito el segundo. (2}

de

Bastarían á probar su autenticidad, estos dos versos que, por

la sentencia,

e!

nervio

son dignos de Lucano:

Hoy los derechos están en la lanza Y toda la culpa sobre los vencidos...

Xa tesis

contraria á

la

autenticidad de las veintisiete últimas estrofas del

poema, ha sido sostenida por R. Foulché-Delbosc: Elude sur de

Juan

de

Mena

(en Revite Hisbanique-, de 1902,

ix,

75-138^.

le

Laberinto»

'A. R-.) ••

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

164

Como para

la

que en

quiera que sea de este

número

simbólico, lo cierto es

el

uso vulgar ha sustituido

cosas hay que considerar en este

primitivo del poema. Cuatro

al

monumento de

siglo xv: el plan, los episodios, la versificación

El Labyrintho es un sencilla,

poema

aunque un poco

nuestra poesía del el estilo.

alegórico, de concepción abstracta.

y

fría

y

Es

la

Divina Comedia nos transporta, es

noble y

desventaja de todos

mundo

imitadores de Dante respecto de su modelo. El

los

que

integridad del Labyrintho nada falta con las trescientas, título

de

visible á los ojos

á

que

la

imagina-

la

y de la fe; no está poblado de sombras metafísicas, sino de reahumanas ó sobrenaturales, pero igualmente vivas y concre-

ción

lidades tas;

toda una mitología popular, creada antes del poeta, responde de

sus

más audaces invenciones; una

filosofía

que en sus últimas con-

clusiones había llegado á ser popular también, se viste en sus versos

de músculos y de sangre; su infierno es trasunto de escuelas adquieren no sé

los

fantasmas de

los

asemeja á colosos cuya frente se esconde en

las

cuyos pies jamás abandonan superioridad del genio,

la

el suelo.

la tierra,

qué vigor

los

Triunfos del Petrarca

de

la

Amor,

Fama y

del

los loores

condenados, ascendido á

por

las esferas del Paraíso.

ba, Antíoco

y

montaña

la

De

la

triunfales

frío al lector,

ilusión

las

que

que

ánimas de

del Purgatorio ó discurrido

misma suerte Massinisa y

las tcrzine

son personajes que nos interesen

de ni

Casella, Farínata, Ugolino, Sordello el

tierra.

Sofonis-

Stratónica, los amantes celebrados por la mitología

demás sombras que por

de

pompas

antigua, los filósofos y poetas de Grecia

la historia

Laura, en

Castidad, las

de haber conversado con

ta

y

ingeniosa habilidad del poeta.

la la

cielo

degeneración del arte ale-

y en nadie producirán

la fantasía

pueda equipararse con los

de

la

Tiempo, son visiones que dejan

nada representan á

la

superioridad del argumento, que es á un

górico es visible, á pesar de toda

El carro del

nubes, pero

las

Tuvo Dante, además de

tiempo humano y divinOi obra en que pusieron mano Pero ya en

y hasta que

plástico

los

y Roma, y

y

las

Triunfos van pasando, no

conmuevan, como Francesca,

y Cacciaguida: hasta

la

misma

Trionfo della Morte, parece un trasunto tibio y apagado

Beatriz.

Juan de Mena que, en cuanto

al estilo,

no sufre comparación con

CAPITULO

XII

el arte

exquisito del Petrarca, tenía, sin embargo, alma

ca que

él

y que

eminente

y en

po,

la

mayor

la

más dantes-

parte de sus imitadores. Sentía en grado

poesía histórica, en especial

más próxima

la

esta parte se parece á Dante, sin imitarle

á su tiem-

de propósito en

ningún episodio, sino por cierta oculta analogía de naturaleza. Otras partes del genio de Dante

que

le

fueron de todo punto negadas, y no hay

aplastarle bajo el peso de

Aun

una comparación que

producen mejor ciertas excelencias del modelo: en gica,

ción le

sería insensata.

entre los poetas castellanos de su escuela, hay algunos que re-

por ejemplo,

muy

el

verdadera, y

no merece

si

el

el

lo

con

inspira-

puede decirse (y no es

humilde monje cartujo) que es uno de

más transcendental

é inaccesible

discreción en Juan de

los

que alguna vez hacen

raros imitadores del gran poeta florentino,

Fué rasgo de

poesía teoló-

nombre de Dante español que

dio su apasionado editor de Londres, bien

pequeña alabanza para

pensar en

la

sevillano Juan de Padilla se levanta

de

la

poesía dantesca.

Mena no empeñarse, como

Micer Imperial y tantos otros, en una imitación directa, y hasta evien

tar

lo posible

tenidas en

la

todo encuentro con palabras ó historias de

además, con

tintos materiales;

pues, del Paradiso

la

á

la

de Dante se mezclaban en

influjo

distinta índole.

á los personajes ilustres

influencia

las

ruedas de

la

Fortuna parece

Los dragones que tiran

le

la

á las veces el águila suelta le

Allí se levantaba el cristalino palacio la

alegoría

hacen descender en medio de una de-

La presa que bien no

toda

esta-

Luna,

y no carece de belleza. madre Belona, arrebatan al

sierta llanura

Como

la

la

original,

carro de

el

poeta en su rápido curso y

Y

Tomó,

que habían

de cada signo, por este orden:

Mercurio, Venus, Febo, Mars, Júpiter y Saturno. Pero

de

con-

idea general de los círculos de los siete plane-

poniendo en cada uno

do sometidos

el

menos poderosos y de

su educación otros no

tas,

las

Divina Comedia. Quería hacer obra nueva y con dis-

hinche

de

la

la

mano...

Fortuna:

otra vecina planura

Estaba cercada de nítido muro, Así transparente,

clarífico,

puro,

Que mármol de Paro semeja en

albura...

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

l66

Una nube muy grande y

oscura ciega por un

momento

del contemplador, pero pronto se resuelve en vapores,

y

los ojos-

sale

de su

centro una hermosa doncella.

Era

la

>

Providencia, gobernadora

y

medianera del mundo, princi-

pesa y disponedora

De Hyerarquías y todos estados, De paces y guerras y suertes y hados, Sobre señores muy grande señora. Guiado por

penetra en

ella,

gran

la

>

donde ve toda

casa,

la

má-

quina mundana; pretexto para una larga y ampulosa digresión geográfica,

que

la

Providencia interrumpe á tiempo, llamando

la

aten-

ción del poeta hacia otro lado: Volviendo

los ojos á

muy

Vi más adentro

me

do

mandaba,

grandes tres ruedas;

Las dos eran firmes, inmortas y quedas,

Mas la de enmedio volar no cesaba: Vi que debaxo de todas estaba Caída por tierra gente

Que

había en

El nombre y

ia

la

La primera rueda inmóvil

suerte por donde pasaba.

la del

contiene

formas ó simulacros

tiempo presente, y

De gente que

al

mundo

Por eso cubierta de

Su

tiempo pasado,

es la del

movimiento las

infinita,

frente cada qual escrita

faz,

tal

la tercera,

la

rueda del

inmóvil también,

será venidera;

velo era

aunque formas tuviesen de hombres,

Porque sus vidas aun

ni sus

nombres

Saberse por seso mortal no pudiera.

En

cada rueda hay siete círculos:

De

orbes setenios

vi

toda texida

La su redondez por orden debida, Mas no por

industria de mortales manos.

Estos círculos planetarios son

determinan

como

las siete divisiones

los

que

el

autor llama ordenes, y

ó cantos de su poema, que

había empezado, con las alabanzas de D.Juan

naciente disipa

la fantástica visión:

II.

La

finaliza,

luz del sol

CAPÍTULO Sus crines doradas

Que

167

XII

así levantaba,

todas las selvas con sus arboledas,

Cumbres y montes, y

altas

roquedas,

De nueva lumbre

los iluminaba.

Mas

la

la

imagen de

Providencia

Fallé de

mh

Y

vi

lo alto su clara subida.

Y

yo, deseando con gran reverencia

por

ojos ser evanecida,

Tener abrazados sus miembros garridos, Fallé con mis brazos mis hombros ceñidos,

Y

todo

lo visto

Como Veyendo Tienden

huyó mi presencia.

los niños los las

y los ignorantes

átomos

ir

por

la

lumbre,

manos por su muchedumbre,

Mas húyenles ellos sus tactos negantes, Por modos átales ó por semejantes La mi guiadora huyó de mis manos, Huyeron las ruedas y cuerpos humanos,

Y

fueron sus causas á mí latitanies.

La flaca barquilla de mis pensamientos, Veyendo mudanza de tiempos escuros, Cansada ya toma los puertos seguros, Ca teme mudanza de los elementos;

Gimen las ondas y luchan los vientos, Cansa mi mano con el gobernalle,

me mandan que calle: me demandan mis largos tormentos.

Las nueve Musas

Fin

La

cultura clásica de Juan de

Mena ha dejado muchas

huellas en

y no sólo en forma de pedantescas enumeraciones. Algo mejor que esto supo sacar de sus libros. Parecen reminiscen-

el Labyrintho,

cia de

una sublime respuesta de Héctor á Polidamante en

bro

de

de

xii

la Ilíacia,

los presagios

de

Y

aquellas palabras del

la

tempestad, referidos por

el

mundo podrá

los agüeros, los

ser alguna,

hechos sigamos...

el

li-

Niebla, después

el piloto:

pues una empresa tan santa llevamos

Cual otra en



Conde de

l68

HISTORIA

Más gilio.

frecuentes

El llanto de

LA POESÍA CASTELLANA

liE

y también más felices son las imitaciones de Virla madre de Lorenzo Páyalos está manifiesta,

mente inspirado por

de

el

madre de Eurialo en

la

el libro ix

Eneida. Quintana, cuyo tacto crítico y delicado sentido de

dan singular precio á todas sus observaciones de razón, que

si

la

la

del latino.

muy

alma), no así en

duda

Una mujer

dados, y desolándose

pintoresca.

la

«Un

el

cabeza de su hijo llevada én una

la

campo, no produciría en un lienzo

efecto que aquel cuerpo sangriento, tendido en las andas, y

vista

matrona saliendo

del

desmayo que

boca

fría

de su

y besando

la

y comunicarle su siglo xv el poder

aliento.»

No

es

hijo,

pequeña

principio

al

como

demasiado espacio en

el

gloria para

el

vene-

causa su

para llamarle á

la

la

vida

un poeta del

tempestad, que ocupan

bello episodio de la

Niebla, proceden del libro

I

de

muerte

del

las Geórgicas:

lpse Pater statuit quid menstrua Luna moneret...

Continuo, ventis surgentibus, aut íreta ponti Incipiuut agítala tumescere, et aridus altis

Montibus audiri fragor; aut resonantia lnnge Litora misceri, et

Quum medio

nemorum

increbescere murmur.

céleres revolant ex sequore mergi,

Clamoremque

ferunt ad litora;

In sicco ludunt fúlica:;

quumque

marinae

notasque paludes

Deserit et e pastu

decedens agmine magno

Corvorum increpuit densis exercitus alis. Iam varias pelagi volucres, et qua; Asia circum Dulcibus

in stagnis

rimantur prata Caystri.

cornix plena pluviam vocat improba voce,

Et sola

le

la

suscitar tales comparaciones.

Parte de las señales y pronósticos de

Tum

artista

composición del escritor castellano-

la

anciana en una muralla, rodeada de sol-

ver

al

pica por los enemigos en

rable

con

inferior ai

parte dramática (sin duda porque tenía menos-

y ternura de

inteligente preferiría sin

á

detalle, nota,

Juan de Mena en este episodio queda

poeta latino en sensibilidad

de 1» poesía

la

in sicca secuin spatiatur, arena.

Conde de.

capítulo

169

xii

Cuatro versos hay, de lánguida y misteriosa armonía, en que, á mi

Mena

entender, Juan de

triunfa de Virgilio:

Ni baten

las alas

ya los alciones,

Ni tientan jugando de se rociar,

Los quales amansan

Con Kl

la furia

mar

del

sus cantares y lánguidos sones...

mantuano había dicho sencillamente: Non tepidum ad solem pennas

in littore

pandunt

Dilecto Thetidi alciones

No

imita

poética

de este

modo

quien no tiene alma profundamente

(1).

Pero, entre todos los antiguos,

el

predilecto de Juan de

hasta por razones de paisanaje, fué

Lu cano Sobre

el

.

Mena,

escaño del

autor del Labyriního, debió de haber siempre un códice de la^Far-

entrambos de

sajia al lado de otro de la Divina Comedia, traídos Italia

y bellamente

Mena

historiados. Si Juan de

se

empeña en

creación de una lengua poética insólita y distinta de

principalmente porque

(1)

Hay

la

pompa y

el

énfasis

de Lucano

la

le

la

prosa; es

han

fas-

imitaciones incidentales de otros pactas latinos. Por ejemplo,

esta curiosa estancia sobre los hechizos

Repuso riendo

la

«Ni causan amores, Las

telas del hijo

de amor:

mi compañera: ni

guardan su tregua

que pare

la

yegua,

Ni menos agujas hincadas en cera,

Ni

hilos de arambre, ni el

agua primera

De Mayo bebida con vaso de

yedra,

Ni fuerza de yerbas,

de piedra,

ni virtud

Ni vanas palabras del encantadera...»

procede evidentemente de Ovidio, libro Fallitur

Haemonias

Datque quod

Non

II

del Arte Amatoria:

ad

siquis decurrit

facient ut vivat

amor Medeides

herbaí,

Mixtaque cum magicis Marsa venena

Las definiciones de

las

artes

á teneii fronte revellit equi:

sonis.

virtudes están tomadas de

conservan su forma escolástica.

la

Ética aristotélica, y

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

170

y porque aspira á remedar aquel tipo de dicción. Muchas imita y otras casi le traduce. En esta misma descripción de presagios de la tormenta, pertenece á Lucano (libro V de la

cinado,

veces los

le

Pharsalia) todo

que no es de

lo

Virgilio:

Multa quidera prohibent nocturno credere ponto;

Nam

sol

non

rutilas

Concordesque

Lunaque non

tulit

deduxit

in

xquora nubes

radios

cornu

gracili surrexit lucida

Aut orbis medii puros exesa recessus, Nec duxit recto tenuata cacumina cornu, Ventorumque nota rubuit Sed mihi nec motus nemorum, nec

litoris ictus,

Nec placet incertus, qui provocat aequora, delphin: Aut siccum quod mergus amat Ouodque caput spargens undis, velut ocupet imbrem Instabile gressu metitur litora cornix.

Aquí Lucano, aunque en muy

diverso estilo, imita manifiesta-

y Juan de Mena funde ambas descripciones, usando de un procedimiento que pudiéramos llamar de imitación com-

mente á

Virgilio,

puesta. Pero otras veces los versos

menos

campea

valientes ni

que pidió prestados

al

sólo el arte de Lucano,

menos

felices

de Juan de

gran poeta cordobés de

la

antigua

Cá he visto, dize, señor, nuevos yerros La noche pasada hazer los planetas,

Con crines tendidas arder los cometas, Dar nueva lumbre las armas y hierros, Ladrar

sin herida los

canes é perros,

Triste presagio hacer de pelea

Las aves nocturnas y

Por

las

las alturas, collados

funéreas y cerros

Superique minaces Prodigüs térras implerunt, aethera, pontum. Ignota obscurae viderunt sidera noctes,

Ardentemque polum flammis, cocloque volantes Úbiiquas per inanefaces, crine mque timendi Si .,' •

.

ti tei ris

mutantem tegua cometen. (Libro 2.)

y no son

Mena Roma:

los

CAPITULO

XII

171

Aquella lamosa sentencia, tan oportunamente recordada por Ccr-, vantes:

¡Oh vida segura

la

mansa pobreza,

Dádiva santa desagradecida: Rica se llama, no pobre

Del que se contenta

el

vida

Lucano

es trasunto de una exclamación de

va á interrumpir

la

vivir sin riqueza!...

(libro

tranquilo sueño del barquero

V), cuando César

Amidas en

su po-

bre choza:

O Pauperis, angustique lares!

vitae tuta facultas

O

muñera nondum

Divum

Intellecta

Tienen también su origen en versos de ses aisladas de Juan de Aleña:

^Ematios plus quam

la

Farsalia muchas

fra-

civil batalla (bella

per

la

más que

civilia campos), la discordia civil

donde no gana

ninguno corona (Bella gcri placuit millos habitara triumphos.) Pero

la

imitación

un episodio entero^ salia:

uno de

arte, tan

la literatura el

de

maga de Teel

españoles del Imperio, y aun en toda

los

antigua pueden encontrarse. Comienza esta terrorífica

verso 420 del libro VI de

magno

erat,

Sexto Pompeyo, pues,

la

la

Farsalia:

proles indigna párente...

víspera de la batalla, va á consultar á

llamada Erictho, que anima

tésala

responder á

la

cuadros más lúgubres y espeluznantes que en

los

Sextus

una maga

é importante es la

de los hórridos conjuros de

romántico ya, de

escena en

.

más extensa, deliberada el

preguntas de

las

sagrada á los funéreos reciente, inocula

ritos,

los vivos.

coloca

la

los

En una

cadáveres y les hace hórrida gruta, con-

hechicera un muerto en

lid

nueva sangre en sus venas, hace un formidable

hechizo en que entran

la

espuma

del perro rabioso, las visceras del

lince, la

médula del ciervo mordido por

la

serpiente, los ojos del

dragón,

la

serpiente voladora de Arabia,

el

echino que detiene

naves, la piel de

chas en

el

mar

la

cerasta de Libia, la víbora

Rojo.

Y

que guarda

las

las

con-

después, con voz más potente que todos los

conjuros, voz que tenía algo del ladrido del perro y del aullar del lobo, del subido

de

la

serpiente y del lamento del buho nocturno,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

172

del doliente ruido (planetas) de

ola sacudida en los peñascos,

y

del fragor del trueno, dirige tremenda plegaria á las Euménides,

al

Caos, á (dice)

la Stigia,

á Proserpina

la

y

barquero.

al infernal

una alma que esté oculta en

el

«No

os pido

Tártaro y avezada ya á las

sombras, sino un muerto reciente, que aún duda y se detiene en los

umbrales del Orco.» Párete precanti:

Non in Tartáreo latitantem poscimus antro, Adsuetumque din tenebris: modo luce fugata Descendentem animam: primo

pallentis hiatu

Haeret adhuc Orci

Aparece de súbito una leve sombra: resiste

y no quiere volver á

la

es

el

alma del difunto, que

vida porque

extremum... mortis munus inique Eripilur,

La hechicera

non posse morí

de

se enoja

la

tardanza, azota

al

á Tesifone, á Megera, á Plutón, con hacer entrar

nes infernales. Entonces lidia

los

por algunos momentos

y á

desastre de

la

en

las regio-

sangre del muerto comienza á hervir:

la

la

miembros, vase levantando

los ojos,

cadáver, amenaza la luz

vida con el

interrogación de

la

muerte;

al fin

palpitan

cadáver, abre desmesuradamente la

maga

Pompeyo, causa de dolor en

el

contesta prediciendo

el

Elíseo para los Decios,

Camilos, Curcios y Escipiones; ocasión de alegría en los infiernos

para Catilina, Mario, los Cetegos, Druso y aquellos tribunos tan

enérgicamente caracterizados por

el

poeta:

Legihus inmódicos, amosque ingenua Gracchos.

Dada

la

respuesta,

bras, y Erictho le

De

passa morh.

que Lucano res,

que en

ya en

las

se la

el

muerto quiere volver

quema

vivo,

al

esta especie es lo maravilloso

complace;

reino de las som-

condescendiendo á sus deseos: «jaw

la religión

y sobrenatural en

misteriosa de augurios y terro-

Farsalia viene á sustituir á

la

religión clásica,

muerta

conciencias de los romanos del Imperio; y no puede ne-

garse que en buscar esta nueva fuente de emoción y de interés

procedió

como gran

poeta,

y que pocas cosas infunden

terror tan

CAPITULO

verdadero como ese tránsito de á

la

la

XII

173

muerte á

la

vida y de

la

vida

muerte, descrito con tan sombría expresión y vivísimo co-

lorido.

La

fantasía

de Juan de Mena, ardiente y algo

Lucano, se enamoró de este episodio y la historia el detalle

le

tétrica

trasplantó

como

la

de su tiempo. ¿Había en esto verdadero anacronismo? pero de ningún

sí,

modo en

el

fondo.

de

audazmente á

Nunca

la

En

lepra de

y vedadas cundió en Castilla tanto como en y xv, que fueron de gran relajación y anarquía moral. cada momento se repetían los ordenamientos legales contra los

las artes supersticiosas

los siglos xiv

A

que usan de agüeros de aves

man

cristal, /ie

c'

de estornudos, é de palabras que lla-

^.proverbios* , é de suertes é de hechizos,

ó en espada ó en

metal

c

espejo,

y

catan en agua ó en

ó en otra cosa luzia, é fazen hechizos

de otra cosa cualquier de adevinanza de cabeza de hombre

muerto ó de bestia ó de palma de niño á de mujer virgen, ó de encantamientos,

ó de

cercos,

ó de desligamientos de casados, ó cortan la

rosa del monte... c otras cosas de estas semejantes, por haber salud

¿por haber las cosas temporales que cobdician (i). Fernán Pérez de Guzmán, en su Confesión Rimada, condena como superstición corriente la de los

que procuran

Favor del diablo por

E

invocaciones,

quien de adivinos toma avisaciones

Por saber qué

Aquel

á Dios

Non cura de

tal

sea su ventura.

ama que

del escantar

viejas, nin sus necias artes

Aquel á üios ama que de

las cartillas

Que ponen al cuello por las calenturas Non cura, nin usa de las palabrillas De los monifrates, nin de las locuras De aquel mal christiano que con grandes En el huesso blanco de! espalda rala.

\\)

Pragmática del Infaute de Antequera y de

la

curas

Reina Doña Catalina,

gobernadores del Reino, dada en Córdoba en 9 de Abril de inéditos para la histoi ia de España, tomo xix, pág. 78 ). 1

1410.

(DoCumrntos

HISTORIA DÉ LA POESÍA CASTELLANA

."1'74



Poreste camino

abo-

se había llegado á los últimos límites

de

la

minación sacrilega. Oigamos á Fray Lope Barrientos en

su-

curioso

Tractado de las especies de adivinanza: «Non sea osado ningún sacerdote de celebrar missa de difuntos por los vivos que mal quie-

mueran en breve, nin fagan cama en medio de

ren, porque

de muertos porque

sia é oficios

May másf rosamente

la

los tales

la

ygle-

mueran ayna.»

misma consulta poetizada por Juan de Mena, es rigusegún el grave testimonio del Comendador

histórica,

Griego, que en su infancia se lo había oído contar á un viejo de Lie-

Tena. Los proceres de Castilla, enemigos de D. Alvaro de Luna, ;

acudieron á una hechicera que moraba en Yalladolid, para saber,

mediante sus

artes, el destino

que aguardaba

tiempo,

partidarios del

Condestable

los

al

privado; y,

'consulta á un fraile de la Mejorada, cerca de

Olmedo,

reputación de gran

nigromantePCombinando, pues,

fantástico, lo original

y

lo imitado, las supersticiones

'con las supersticiones del

mismo

cual tenía

el

lo real

y

lo

de su tiempo

mundo pagano, compuso Juan de Mena

cuadro de sombría entonación, donde resultó profeta sin que-

"éste

antigüedad llamó vates á sus poetasJCuan-

rerlo:

que no en 'vano

do

Labyrintho fué terminado y presentado á D. Juan

el

vivía D. Alvaro, sino

ridad,

la

que estaba todavía en

y todavía podía decirse de Éste cabalga sobre

Y doma Pero no sé qué

con

él

la

el

cumbre de

la

II,

no -sólo

la

prospe-

poeta:

fortuna

su cuello con ásperas riendas...

fatídica

Mena, volaba ya sobre tre

al

acudieron con idéntica

la

sombra,

visible á los ojos

cabeza del que

muy

de Juan de

pronto iba á ser Maes-

de Santiago. Derrocado y roto en pedazos por orden del Infante

D. Enrique colocar en

el

el

busto ó efigie de D. Alvaro, que éste había

suntuoso sepulcro que para

este hecho á espíritus soñadores



mandado

labró en Toledo, daba

y melancólicos un vago presenti-

miento de mayores desastres. ¿Tendría, por ventura, cumplimiento aquella horrenda catástrofe que profetizó

la

bruja cncantadera de

Yalladolid •



"

Por vanas palabras de hembra mostrada,

En cercos

y suertes de arte vedada?

••«

'

CAPITULO

Es de suponer que Juan de Mena da ni el

ñudo más

175

bruja no tuviese tan á

tal

la

XII

la

mano, como

entender traduciendo á tucano, pulmón de

á

fuerte de la hyeua, ni

membranas de cerasta

muchísimo menos ceniza del ave fénix,

lince.,

lybica, ni

ni

Huesos de alas de dragos que vuelan, ni

piedra con que forucce su nido

la

el águila, ni

una parte del

eckino, El qual, aunque sea

Detiene

las fustas

muy pequeño

pez,

que van su camino...

Pero aunque su laboratorio no estuviese provisto de tan singular farmacopea para resucitar muertos, bien pudo tener, aunque con trabajo, otros ingredientes algo

más

caseros, v. gr.:

Medula de ciervo que tanto envejece,

Y y tampoco

ojos de lobo después

le faltarían,

que encanece...

gracias á los buenos

oficios

de alguno de

aquellos prestes sacrilegos que celebraban misa de difuntos por los vivos, Piezas de ara que por gran alteza

Son dedicadas

Lo

cierto es que,

al

culto divino...

con sus diabólicas artes y nefandas

pitonisa de Valladolid conglutinó su

baratijas, la

mixtura en agtias que hierven

de suyo Por venas sulfúreas haciendo pasada... Asi que cualquiera cuerpo ya muerto

.Ungido con

Dar á El trozo de [i.

pudiera despierto

evocación es de los más briosos que en toda

la

obra de Juan de

ella

los vivos respuesta hadada.

Mena pueden

Y

busca

Un cuerpo Le

la

encontrarse:

Maga ya hasta que halla que por aventura

tan malo,

fuera negado aver sepultura,

Por aver muerto en no justa

Y

j

cuando de'noche

la

batalla;

gente más

calla,

la

LA POESÍA CASTELLANA

HISTORIA. DE

I76

Pónelo ésta en medio de un cerco,

Y Y

desque

allí

dentro, conjura

Huerco,"

al

todas las furias ultrices que halla.

Ya comenzaba la invocación Con triste murmurio su dísono Fingiendo

las

Que meten

canto,

voces con aquel espanto

las fieras

con su

triste son,

Oras silvando bien como dragón,

O

como

tigre faciendo stridores,

Oras formando ahullidos mayores

Que forman

los

canes que sin dueño son.

Tornándose contra el cuerpo mezquino, Desque su forma vido ser inmota,

Con

viva culebra lo hiere y azota

Porque

el espíritu traiga

malino;

El qual quizá teme de entrar, aunque vino,

En

O

las

si

entrañas heladas sin vida,

es el

ánima que del fué partida,

Quizá se detarda más en

el

camino.

Los miembros ya tiemblan del cuerpo muy oir el canto segundo:

fríos,

Medrosos de

Ya forma las voces el pecho iracundo, Temiendo la Maga y sus poderíos, La qual se le llega con sones impíos, Y hace preguntas por modo callado, Al cuerpo ya vivo después de

finado...

Con una manera de voces extrañas El cuerpo comienza palabras átales

Y

lo

que

el

cadáver profetiza es que

el

Condestable

Será retraído del sublime trono, Y,

Nunca

el

al fin

de todo, del todo deshecho

romanticismo de tumba y hachero produjo

fantasía

¡Qué hallazgo para un poeta de 1835! lasta el metro, largo y monótono, pero al mismo tiempo agitado como por interna calentura, tiene no sé qué movimiento y tra¿a de

más negra y

horripilante.

1

conjuro, que va bien con

el

prestigio lúgubre de la escena.

CAPÍTULO

La de

XI)

"

177

parte histórica del Labyrintho ha merecido unánimes elogios

la crítica.

Es, en efecto,

poema

carácter de

parte

la

nacional.

ardía viva, intensa, devoradora en

dobés, es

la

más robusta del

La llama

la

como

cantan á

saberlo,

la patria sin

de

el

y

sentimiento no era pri-

crean

al

mismo tiempo que

cantan, sino reflexivo, razonado, clásico, en una palabra,

con cierto género de

da

que

genuinos poetas épicos que

los

la

le

hace prorrumpir en magnífi-

Y este

cas explosiones de júbilo ó do duelo.

mitivo é inconsciente

que

grande espíritu del poeta cor-

el

que mueve su lengua y

libro, la

del sentimiento patriótico,

filosofía política,

la

y enlazado

que rara vez se encuentra

Fué Juan de Mena de los primeros que tuEspaña una, entera, gloriosa, tal como salió

antes del Renacimiento.

vieron la visión de del crisol

romano,

la tal

como

nuestro imperio del siglo xvi volvió á

integrarla:

Vi '

de España poniente,

]as provincias

La de Tarraco y

la Celtiberia,

Mostróse Vandalia

la

Y

la

toda la tierra de

La brava

Donde

Galicia con

bien paresciente, Lusitania, la'

Tingitania,

se cría feroce la gente.

Puso sus sueños, sueños de poeta D. Juan ca voz

II;

al

en

al fin,

el

débil

y pusilánime

pero aun en esto ¿qué hacía sino adelantarse con

fatídi-

curso de los tiempos, esperando del padre lo que había de

realizar la hija?

Pues

Y Y Y

si

los dichos

de grandes profetas

los

que demuestran

las

entrañas de los animales,

todo misterio

Y vaticinios

sotil

las

veras señales,

de planetas,

de artes secretas

Nos profetizan

el

triunfo de vos,

Faced verdaderas ¡señor

rey! por Dios,

Las profecías que no son perfetas.

Faced verdadera á

De mi La

la

providencia

guiadora en este camino,

cual vos ministra por

modo

divino

Fuerza, coraje, valor y prudencia; Porque la vuestra real excelencia Mehkndez y Pelayo. — Poesía

castellana. II.

'^

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

178

Haya de moros pujante

Y

de

Que

Con

todos os hagan, señor, reverencia.

de patria y de gloria siempre delante de

este ideal

Mena

generosa musa de Juan de

la

fantástico,

victoria,

los vuestros así dulce gloria,

crea un D. Juan

II

los ojos,

poético y

y se complace en circundarle con todo género de pompas de majestad y de

triunfales y aparato

El nuestro rey

gloria:

magno bienaveuturado

Digno de reyno mayor que

Castilla

Velloso león á sus pies por estrado

Ebúrneo cetro mandaba su

Y

rica

corona á

mano

la

Más prefulgente que

diestra,

siniestra,

el cielo estrellado.

Tal lo fallaron los einbaxadores

En

la

su

Cuando

villa

De bárbaros

Y

de fuego cercada

vino

le

la

reyes y grandes señores...

cuando un relámpago de

nada y

el

(t),

grande embajada

gloria, la invasión

de

la

vega de Gra-

triunfo de la Higuera, atraviesa las tinieblas de aquel

reinado y hace reverdecer las marchitas esperanzas de próxima y total extirpación

sobre tes

el

de

clamor de

la

morisma,

el

canto de Juan de

como no volveremos

á oírlos

Con dos quaientenas

y

más de millares

Le vimos de gentes armadas á punto, Sin otro

más pueblo inerme

Entrar por

Tomando

la

allí

junto,

vega talando olivares,

castillos,

ganando lugares,

Haciendo con miedo de

tanta

mesnada

Con toda su tierra temblar á Granada, Temblar las arenas, fondón de los mares.

(1)

Madrid.

Mena

se levanta

con sones tan robustos y potenen todo el siglo xv:

los vencedores,

CAPITULO

XII

179

¡Oh virtuosa, magnífica guerra;

En En

ti

las

querellas volverse debrían,

ti

do

los nuestros

Por gloria en

En

muriendo

vivían,

y fama en

los cielos

la tierra;

do

la

lanza cruel nunca yerra,

Ni teme

la

sangre verter de parientes:

ti

Revoca concordes á

De

nuestras gentes,

ti

tanta discordia y tanta desferra!

¡Grande y magnifica poesía, en verdad, que surge toda de una pieza,

armada con

de

Milanesesl

los

el

hierro del combate, recién salido de las fraguas

¿Habría leído verdaderamente

Labyriutho, ó sería capaz de

el

entenderle Ticknor, que no acertó á ver en

él

otra cosa que «una

galería confusa de retratos mitológicos é históricos, generalmente

de poco mérito, colocados, como en orden de

Paraíso de Dante, por

el

el

los siete planetas»?

También

se ha tildado á

Juan de Mena de adulador y de poeta

cortesano. El sentido de sus alabanzas á D. Juan

II

(cuando no son

que va indicado; y Quintana, que entendía algo de independencia y entereza de carácter,

de pura fórmula) no puede ser otro que

le

el

lo noble y recto de sus pensamientos, por y honesto de sus miras. Espíritu más enamorado de la clásica, no le hubo en el siglo xv. No se le caen de la pluma

alaba precisamente por

lo

justo

libertad los

Codros, Decios, Manlios, Torcuatos y Fabricios.

el suicidio

de Catón, como

el

No

sólo absuelve

autor del Purgatorio, sino que hace

la

apoteosis del segundo Bruto, á quien por tiranicida é ingrato había

relegado Dante

al

fondo del Infierno:

Dos vengadores de

la

servidumbre

Muy animosos estaban los Brutos, De sangre tirana sus gestos polillos. No permitiendo mudar su costumbre: Están

los

Catones encima

El buen Uticense con

el

la

cumbre,

Censorino,

Los quales se dieron martirio Por no ver

Y

aunque en

mente en

esto

la

cuita

de

tal

tan diño

muchedumbre.

pueda haber algo de

retórica,

no

la

hay cierta-

otras cosas: en pedir justicia igual para grandes

y peque-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

l80

comparar

ños; en

á los flacos

y

leyes con las telas de araña, que sólo prenden

las

hierro candente sobre

la piel

y de

brutos salvajes,

los

menos en

viles animales; ni

cuales llega á decir que,

de

los

si

con ocasión de

los

hubiese en Castilla un terremoto, no pa-

la iglesia

permaneció inmota y

sino que,

al

revés,

anatemas impresos con

los clérigos simoníacos,

que en Cesárea, en que todo

saría lo

los

grandes que vencen en vicio á

el

el

pueblo fué destruido y sólo

prelado y

la

clerecía en salvo,

quedaría salva y se hundiría la clerecía con

la villa

todo su templo.

De

todos los poemas eruditos compuestos en Europa antes de

Os Lusiadas, quizá no hay ninguno más mente nacional que fuerza de su

no que

misma grandeza, todavía y florentino, con

italiano

más profundapoema de Dante, en más humano y sobrehuma-

histórico ni

éste de las Trescientas. El

serlo

es

muchísimo. Pertenece á toda

y marca el punto culminante de la civilización de la Edad Media. Lo que contiene de histórico, de personal, de político, la cristiandad,

queda en segundo término. En Juan de Mena, por

el

contrario, esto

es lo principal, casi lo único: la alegoría apenas tiene valor por sola.



El Labyrintho no se lee más que por los episodios. Dadas las

condiciones de

genioso á

la

la

escuela de su tiempo, que prefería

de tener Camoens (singular en esto entre miento),

el

narración directa, no tuvo Juan de Mena,

y como en

la

símbolo

como

los épicos del

antigüedad había tenido Virgilio,

in-

había

Renaci-

el arte

de

agrupar en torno de una acción capital, histórica ó fabulosa (viaje

de

los

portugueses á

selecto de las

poéticas tos,

la India,

memorias

orígenes troyanos de Roma), lo

patrias, los lances

más

heroicos, las

y conmovedoras leyendas, valiéndose ya de largos

ya de visiones de

lladuras en

el

lo futuro

más más rela-

en los Campos Elíseos, ya de enta-

escudo de Eneas, ya de vaticinios de

los dioses in-

mortales. Pero, á su modo, algo de esto intentó hacer, aunque fuese con

el

tosco artificio de sus tres ruedas;

ejemplo, poner en metro

como Camoens

la

y

así le

vemos, por

genealogía de los reyes de Castilla,

había de poner la de los de Portugal; y entretejer

hábilmente recuerdos de los Pelayos, Alfonsos y Fernandos, trofeos

de la

las

Navas, del Salado, de Algeciras y de todos

Reconquista:

los triunfos

de

CAPITULO

Ibl

XII

Escultas las Navas están de Tolosa,

Triunfo de tanto misterio divino.

Con

la

morisma que de África vino

Pidiendo por armas

la

muerte sañosa:

Están por memoria también gloriosa Pintadas en uno las dos Algeciras;

Están por cuchillo domadas

De Albohazén, que Pero

los episodios

cunstancias

mas

fué

las iras

mayor

detallados; los

cosa.

que

se

adornan con

cir-

más dramáticas, son siempre de sucesos y personajes

próximos á su tiempo, ó enteramente contemporáneos, y por eso mucha más vida que si hubiesen sido arrancados de las frías

tienen

Mena no puede

páginas de una crónica. Juan de .historia escrita, ni

con

tradición épica,

la

luchar, ni

que conocía,

sin

con

la

embargo,

y que probablemente estimaba, á pesar de su condición de poeta él sabemos que ya en su tiempo se cantaba, pro-

erudito. Gracias á

bablemente en romances,

el suplicio

de los Carvajales y

el

empla-

zamiento de D. Fernando IV, Según dicen

rústicos deste cantando.

(Estancia 287.)

Pero

él

por su parte va á cantar

figuras que,

lo

no cantado, va á levantar nuevas

aun surgiendo en edad tardía, algo conservan del pres-

toque franco y vigoroso del poeta. Entre estas hay de todo género: un trovador como Macías, en cuya

tigio épico, gracias al

figuras las

boca pone Juan de Mena versos mucho mejores que los que

en su

vida:

una mártir de

la

castidad

Es notable y

(1)

de

como doña María

la

quema de

de D. Enrique de Villena y sus libros, siga una condenación ex-

las ciencias ocultas:

Fondón

destos cercos vi derribados

Los que escudriñan

las

dañadas

artes,

Magos, sortílegos mucho dañados...

Los matemáticos Astrólogos.

*,

(i):

Coronel,

significativo que, al elogio

enérgica lamentación por plícita

él hizo,

un hombre de ciencia como D. Enrique de Villena

que malamente

1

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

82

La muy

dueña de manos crueles,

casta

Digna corona de

Que Pero

la

ios Coroneles,

quiso con fuego vencer sus fogueras

mayor parte de

las

sombras que pueblan

..

el Elíseo

de Juan

de Mena, son de mártires militares que sucumbieron, ya en

la

vir-

tuosa y magnifica guerra contra moros, ya víctimas inculpables de la furia

de

las discordias civiles,

tantas veces abominadas por

poeta. Descuella entre todas estas muertes heroicas,

tuosa encina entre árboles menores,

la

del

el

«como majes-

Conde de Niebla don

Enrique de Guzmán, delante de Gibraltar, en Agosto de 1436, cuan-

do con

de su vida quiso comprar

el sacrificio

compañeros de armas, y episodio, el más largo y dignamente

la clásica

fué arrastrado por la el

más

la

salvación de sus.

marea creciente. Este

bello de las Trescientas, encabeza

colección de Quintana, que reconoce en él

animado, vivo y poético, según lo permitía la infancia del y un número y fuerza en los versos, no conocidos antes». El Conde de Puymaigre, que ha puesto este trozo en verso francés «estilo

arte,

con tanta

fidelidad

como

elegancia, critica con razón ciertas pesa-

deces, especialmente en el razonamiento del piloto, y algunos ras-

gos enfáticos de

la

escuela de Lucano; pero añade que «hay octa-

vas llenas de movimiento, versos de grande

estilo,

comparaciones

que no hubiera desdeñado Dante, y sincera inspiración en

el

patriótica

conjuntos.

El brillo de este gran fragmento, que basta para dar cabal idea de las

cualidades y de los defectos de Juan de Mena, puede perjudicar

Tientan objetos á nos devedados.

A

vos,

Hacer

poderoso gran Rey, pertenece

destruir los falsos saberes,

Por donde

los

hombres

y

malas mujeres

Ensayan un daño mayor que parece:

Una gran gente de

la

Muere secreto por

arte malvada...

que perece,

Parece, en efecto, que eran frecuentes los envenenamientos so color dehechizos, y el poeta execra á las nuevas

Que matan

la

Medeas y

Publicias,

gente con poca vianda.

CAPÍTULO

XII

183

y ha perjudicado sin duda á otros análogos de su poema. Pudiéra-

mos

decir,

con que

el

usando de

magnífica comparación, de cuño dantesco,

la

episodio comienza:

Y

que

los

le

cercan poi

derredor,

el

Maguer fuessen todos magníficos hombres, Los

todos de sus claros nombres

títulos

nombre

El

los

cubre de aquel su señor...

Arlanza, Pisuerga y aun Carrión

Gozan

nombre de

el

ríos,

empero

Después de juntados llamárnosles Duero: Hacemos de muchos una relación...

Fácilmente hubiera caído en

monotonía Juan de Mena dedi-

la

cando tanto espacio á cada uno de

como sublimados al apariciones de las necrópolis; gía.

los

héroes á quienes

conmemora

muy

rápidas las

trono Mavorcio. Hizo, pues,

demás sombras ensangrentadas que vagan por su

ganando con

Así van pasando:

el

esta sobriedad

un grado notable de ener-

mancebillo Lorenzo Dávalos, de dos desho-

nestas feridas llagado, conducido en andas ante su triste madre; el

ánima fresca del santo

clavero

Don Hernando de

bendito

Don

tido

rostro por un hacha de armas;

él

'Juan

Padilla; el

conde

Mayorga, de v/ano feroce, potente, famosa, par-

¡le

el

adelantado Rodrigo de

Perea, de gesto sañudo,

Que

preso y herido demuestra que pudo

Antes matarlo pesar que dolor;

Pedro de Narváez,

el

hijo del Alcaide

de Antequera, mancebo de

sangre ferviente.

Que muestra Par en

Con

el

el

las

su cuerpo sin íorma ninguna,

ánimo, no en

la

fortuna,

virtudes del padre valiente;

caballero andante Juan de Merlo, que, después de haber sostenido

innumerables pasos de armas, venciendo en

Enrique Ramestien y

al

lid

campal

al

alemán

francés M. de Charny, vino á morir obscu-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

184

ramente en

Castilla á

manos de un

vil

peón;

y, finalmente, el

lantado Diego de Ribera, aquel por quien canta la bien cercada,

tú.

que estás á par del

Á

rio.

el

ade-

romance: Alora

esta canción alude sin'

duda Juan de Mena: Aquel que

tú ves con la saetada

Que nunca más hace mudanza

del gesto,

Mas por virtud del morir tan honesto Dexa su sangre tan bien derramada, Sobre

la villa

no poco cantada,

El Adelantado Diego de Ribera, el que hizo la nuestra frontera Tender las sus faldas más contra Granada.

Es



adelantaste virtud con estado,

Tomando la muerte por la santa ley; Tú adelantaste los reynos al Rey, Seyéndole siervo,

En

justa batalla

Ved

el

y criado;

adelantaste tu fama afinado,

Pues quien de

Tal es

leal



muriendo como hombre:

tal

guisa adelanta su nombre,

merece ser Adelantado!

si

plan y contenido de las Trescientas:

sus condiciones intrínsecas. Las de lengua rían por sí solas estudio aparte.

Mena

y

tal

su espíritu: tales

versificación

merece-

Todos convienen en que Juan de

fué el primer poeta español

que tuvo formal y deliberado la prosa, aunque

propósito de crear una lengua poética distinta de sobre

el

cordes

mérito y consecuencias de esta innovación anden

las opiniones,

como

lo están

sobre

las

muy

dis-

tentativas análogas de

Herrera y Góngora.

Es

cierto, sin

embargo, que

la

obra de Juan de Mena, en esta

parte, ni fué exclusivamente personal suya, ni arbitraria,

puede

calificarse

de

en cuyo caso hubiera sido una pedantería sin conse-

cuencias. El latinismo de dicción y de construcción tenía fatalmente el

A

que dominar en tipo de

la

los versos,

prosa, que es

puesto que ya había translormado

más rebelde siempre á

tales violencias.

que usaban Villena y el mismo Juan de Mena, tenía que corresponder una poesía igualmente latinizada una

sintaxis

como

la

CAPÍTULO

y

y

artificiosa;

lo

185

XII

que hay que decir en esta

que

parte, es

autor

el

del Labyrintlw, aun usando el lenguaje de las musas, que parecía

convidarle á mayores desmanes, no llegó á los extremos de hin-

chazón á que llegaron

y en verso manifestó

prosistas,

los

siempre más juicio y cordura que en prosa, salvo en

donde extremó su sistema, y que de

es sin

duda de

lo

casi

Coronación,

la

peor que pue-

leerse.

La necesidad

del lenguaje culto

y remontado en una poesía esen-

como era la de los imitadores de Dante, debió de sentirse en el momento mismo en que tal poesía apareció en Andalucía y en Castilla. Va en Alicer Francisco Imperial y en otros poe-' cialmente erudita

Cancionero de Baena se observa esta tendencia, aunque no

tas del

sistemática, á la posesión de

un dialecto

literario aristocrático é in-

itaüanismo se desborda. Juan de Mena, pues,

sólito,

y desde luego

como

todos los innovadores, encontró los gérmenes de su innova-

ción en

el

atmósfera, y vino á dar forma á

la

aunque siguiese

todos,

amante de

ingenio,

como de todo

lo

mismo tiempo

al

la

vaga aspiración de

las tendencias

pompa, sonoridad y boato de

la

extraordinario y magnífico.

Y

de su propio

la

expresión,

aquí conviene citar

más

otra vez á Quintana, porque nadie ha apreciado esto con

aun

sin la luz

que hoy nos da

el

estudio comparativo de los

tino,

demás

poetas del siglo xv, especialmente del Marqués de Santillana, en

quien

el

itaüanismo es mayor que en Juan de Mena, aunque sea

más sobrio

«La lengua en sus manos

el latinismo.

es una esclava

que tiene que obedecerle y seguir de grado ó por fuerza

que

le

da

el

poeta.

Xinguno ha manifestado en

más

osadía ni pretensiones

frase á su arbitrio, alarga

gua no

halla las voces

buscarlos en

el latín,

ó

de

la

estas licencias,

lengua poética,

escritor y

si

suprime

sílabas,

mayor

modifica

la

¡as palabras,

el francés,

Aun no acabado de formar dad para

él

impulsi

y cuando en su lenmodos de decir que necesita, acude á

ó acorta los

en

altas:

el

esta parte

el

en

el italiano,

en donde puede.

idioma, prestaba ocasión y oportuni-

que se hubieran convertido en

privilegios

hubieran sido mayores los talentos de aquel

más permanente su

crédito.

Los poetas de

la

edad

si-

guiente, puliendo la rudeza de la dicción, haciendo una innovación

en los metros y en los asuntos de sus composiciones, no conocie-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

l86

ron

noble libertad y

la

las

adquisiciones que en favor de

habían hecho sus predecesores.

Si

lenguaje castellano, y sobre todo

el

en esto

los

la

lengua

hubieran seguido,

el

lenguaje poético, tan numeroso,

tan vario, tan majestuoso y elegante, no envidiaría flexibilidad y riqueza á otro ninguno.

Al hablar de

los poetas

de

la

edad siguiente, claro es que alude

Quintana á Garcilaso y sus discípulos, no á Herrera y

mucho menos

á

los suyos, ni

Góngora, de cuyas innovaciones formales, no todas

descabelladas, se ha incorporado en

caudal de nuestra lengua

el

y aun prosaica y familiar, una parte mucho más considerable de lo que generalmente se cree. Aun de los mismos neologispoética,

mos de Juan de Mena, ¡cuántos son hoy de uso corriente, sin la menor nota de pedantería; v. gr.: diáfano, nítido, confluir, ofuscar, inopia! ¡Y cuántos otros

han tenido y tienen uso frecuente en cierto

género de poesías y en ciertas escuelas

compuestos

clarífico, los adjetivos corusco, crinado,

ma que

por ejemplo, los

literarias,

latinos bel'gcro, armígero, penatifero, nubífero, evieterno,

otras

superno, túrbido!

Y

es lásti-

no hayan prevalecido contra necias burlas, porque son

nobles, pintorescas, expresivas y de buen abolengo: así los verbos subvertir, fruir, truádar, insuflar y prestigiar; los participios esculto por esculpido

vos flagelo y

y

exilio,

que, hojeando

el

sciente

por

sabio, el verbal ultriz, los sustanti-

los adjetivos tábido

y funéreo, y otros muchos

Labyrintho, á cada paso se encuentran. Claro es

que, acumulados, resultan insoportables, y Lope de

Vega

hizo bien

en

tal estilo,

en reírse de este verso: El

Si

sería

todo

poema de

el

muy

amor

es ficto, vaniloct :. pigro...

las Trescientas estuviese escrito

que abundan en

él

hemos

que no

es así, y

trozos de expresión severa y castiza.

Lo más como

detestable poema; pero ya

visto

digno de censura, aunque no sea tan frecuente el

latinismo de palabras, es

hipérbaton

la

ni

imitación torpe y desgarbada del

latino; v. gr.:

Las maritales tragando

A

la

cenizas...

moderna volviéndome rueda,

Fondón

con mucho

del Cyllénico cerco segundo...

aHiulo

(

De

otras malogrados, resulta

porque

de ningún otro poeta de su tiempo, no

el

sea una excepción en el siglo xv, sino porque pre-

tal estilo

mayor grado de

senta en su

intensidad los caracteres de aquella

revolución lingüística, prematura á

impresión general que

puede

y

Mena, que

peculiar estilo de Juan de

el

es imposible confundir con

ble ni

'87

xii

todos estos atrevimientos y bizarrías, unas veces felices

tales

verdad, pero infecunda.

la

metros dejan en

serlo: se siente

en cada verso

el

la

oído,

no

La

es agrada-

lucha, el esfuerzo,

la

contradicción interna del poeta, que habla de una manera y quiere escribir

de otra,

obrero,

el

la

resistencia del material, el sudor

descontento de

la victoria

y

la fatiga del

conseguida á medias y de

!n

aspiración incompletamente satisfecha. Por raro caso salen buenos

todos los versos de una estancia: renglones triviales de prosa rimada, sin

número

ni cadencia, alternan

antítesis ambiciosas.

una

frase viva

como un

De

con rimbombancias enigmáticas y

vez en cuando una comparación grandiosa,

rápida, un verso de los

y

que no se olvidan, cruje

y anuncia de nuevo la presencia del poeta, dándonos aliento para proseguir en su compañía el fatigoso viaje. Por-

que

latigazo

no hay duda en

fatigoso es:

ello;

y

que

el

meramente por

lea

hemos ido Comendador Hernán

recreo, hará bien en atenerse á los trozos selectos que

indicando, y huir, sobre todo, de N'úñez,

la

que disipa en verdad todas

glosa del

las nieblas del original,

pon*

á

cuánta costa de nuestra paciencia!

La monotonía hubiera dicho

del

metro de arte mayor,

Tomé

el fiero

taratántara que

de Burguillos, contribuye á que

parezca más largo de lo que realmente alejandrino del mester de

clerecía.,

con

No

es.



yo

si

el

el

poema mismo

martilleo de sus cuatro

el

consonantes, resulta más tolerable en una narración larga: su ritmo lento

y pausado

invita á veces al sueño,

tan continuo y desaforado estrépito

pero no hiere

como

el

el

oído con

ritmo demasiado

fijo

y

fuertemente acentuado del dodecasílabo, que es en realidad un verso compuesto de 6-\sílaba

6,

con acento obligatorio en

de cada hemistiquio. El movimiento

lírico

trocaico de este verso, parece que contradice á

sosiego de un extenso

aunque parezca

poema

singular,

que

la

quinta

y marcadamente la

gravedad y

al

doctrinal é histórico. Pero es cierto, las

Trescientas se cantaban:

lo atesti-

1

H1ST0KIA DE LA POESÍA CASTELLANA

88

gua nuestro gran

da

la

(i),

que

mé-

tricamente

tratadista musical Francisco

como compuesto de

de aquel modo se mozo, tido

de Salinas

notación del primer verso, después de haberle transcrito

al

(2),

muy

patria, Burgos, siendo

Y

noble caballero Gonzalo Franco.

agudamente Morel-Fatio

deben

cuatro anfibraquios, y añade que

oyó cantar en su

lo

como ha

quizá,

á estas exigencias de

la

adver-

música se

métricas de Juan de Mena, los nume-

las extrañas libertades

rosos versos acentuados en cuarta sílaba,

Dar nueva lumbre

las

v. gr.:

armas y

hierros...

Triste presagio hacer de peleas...

Dame Mira

licencia,

la

mudable

fortuna...

grande constancia del Norte-

disonancias que reaparecen de un

modo

estrofa. Estos dodecasílabos mutilados

casi

constante en cada

no son en rigor sino endeca-

sílabos anapésticos (vulgarmente llamados de gaita gallega),

y Milá

conjetura, que para hacerlos pasar por versos de arte mayor, se pro-

nunciaban con cierta lentitud bos.

los

Lo que nos persuade que

primeros hemistiquios pentasíla-

algo de intencionado hubo en

el

y que con la interpolación de estos versos, á los cuales tenía acostumbrado el oído con la lectura de Micer Francisco Imperial poeta,

y otros tal

italianistas imitadores

frecuencia,

de Dante (quienes

que muchas veces se puede dudar

los si

emplean con

quieren escribir

en verso de ortce ó de doce sílabas), pretendió buscar más varia

armonía en sus octavas, es pésticos,

la

abundancia misma de

versificador tan laborioso, tan ejercitado faltaba, pues,

famosa

los tales

ana-

que no puede haber nacido de pereza ó descuido en un

y

á veces tan

feliz.

No

le

alguna razón á Cristóbal de Castillejo para decir en su

sátira contra los petrarquistas:

Juan de Mena, como oyó

La nueva troba pulida, Contentamiento mostró,

1;

De Música,

c.Mc-m adolescens

quam ^2)

pág. ¿29:

B urgís,

Ad hunc

enim taodum illud cantantcm audiví,

status el generis claritaie pollenttm.

L'Art Aíajeur

et

/'

dum

Gonsalum Francum nobilem virum, non minus canias Hoidécasyllabe... (Romanía,

tomo

xxui, 1S94.)

CAPÍTULO

l8g

XII

Chso que se sonrió

Como de

Y

dijo:

Once

cosa sabida.

«según

sílabas

No haya

la

por

prueba, pie.

causa por qué

Se tenga por cosa nueva, Pues yo también

Ningún poeta del veces las

siglo

xv ha

las u^c.

comentado tantas

sido impreso y

como Juan de Mena. Xo pretendemos apurar

catálogo de

el

ediciones de las Trescientas, unidas por lo general á la Corona-

ción,

y á

las

Coplas de los

siete

(1)

De La

En

pecados mortales.

Brunet y en Salva podrá encontrarse noticia de

Gallardo, en

las principales (i).

Coronación suelta, con su glosa, hay una rarísima edición góti-

No

ca del siglo xv, sin lugar ni fecha.

habiéndola visto, ignoro

tancias materiales permitirán referirla á la

Pegnizer de Nuremberga y

misma

si

Magno y Thomas, compañeros

las

Coplas de los

siete

la

mayor

rareza

de «Joanes

alemanes-» que en

1499 estamparon por primera vez el Labyrintho con la glosa del

Hernán Núñez de Toledo. Es también de

sus circuns-

oficina sevillana

la

Comendador

edición suelta de

pecados mortales (Salamanca, 1500).

El número total de ediciones catalogadas hasta ahora por los bibliógrafos pasa de 24, con los diversos títulos de

Las

Trescientas, Capitación de todas las

obras delfamosísimo poeta Juan de Mena, Todas las obras de etcétera.

Algunas de

el texto,

recuerdo

ellas tienen figuras

de

las

Sevilla, 1512, 1528

Toledo, 1547 (todas góticas), y

las

Juan

en madera. Además de

y

de A

las citadas

en

1534; Valladolid, 1536 y 1540:

cómodas y bastante frecuentes de Ambe-

por Martín Nució y Juan Steelsio; Alcalá, 1566, por Juan de Villanueva y Pedro de Robles; Amberes, 1582. Todas las anteriores al Brócense tienen la glosa del Comendador; pero no las posteriores, que son muy pocas res, 1552,

y reproducen

las

breves notas del Maestro Sánchez:

así la

de Ginebra, 1766

de Madrid, 1804, por Repullés, y la de 1840, por Aguado: esta última en tamaño grande y bastante lujosa. Lo mismo las tres ediciones zaragozanas de Coci (1506, 1509 y 1515), que la de

(en el

tomo

ív

de

las

Obras del Brócense),

la

Alcalá de 1566, contienen muchas y largas composiciones de otros autores, y pueden considerarse como Cancioneros de Juan de Mena y otros. Además de la

continuación de los

plas

siete pecados,

por Gómez Manrique, se leen

de Fr. Juan de Ciudad Rodrigo, de

mandamientos, de

la

orden de

los siete pecados mortales, de las siete

la

,

los diez

obras de misericordia es-

pirituales, de las siete obras de misericordia temporales>, la

contra la Sensualidad?

las co-

allí:

Merced, 'De

«

hecha por Fr. Iñigo de Mendoza,

Justa de

la

Razón

el Desprecio de la



HISTORIA DE LA PuESIA CASTELLANA

it)'-»

Para estudio bastan

seis

en

villana,

que contiene, no sólo

sin glosa: la

glosa del

la

De

tado suyo, que luego se suprimió, tención que

le

movió á

no era necesario

y

y

escrevir,

de 1505, «enmendada por

primera y rarísima de 1496, por

rigor: la

Juan Thomás Favario de Lunelo,

el

de 1499, también se-

Comendador,

sino un tra-

vida del autor y de la in-

la

del título de la obra: la de Granada

mismo Comendador quitando

el latín

añadiendo algunos dichos de poetas en

muy provechosos para

entender las coplas»;

la

que

el comento

de Zaragoza, de Jorge

Coci, de 1509, en que por primera vez aparecieron las 24 coplas

añadidas á las Trescientas., con

de Crómberger, de I5l/i

'la,

sueltas; la

de Salamanca,

1

glosa de un anónimo;

la

m ás

que

la

de Sevi-

las anteriores

en poesías

582, con notas del Brócense.

Ya queda

rica

indicado que ninguna de ellas puede estimarse completa, y hay que añadir que en todas

el

texto está

más ó menos

alterado ó moderni-

zado, por lo cual la base de una edición crítica deben ser los anti-

guos códices, y especialmente

A

ción de su nombre,

mentos de

los

modos

cual de mil

(i).

las artes

respeto con que su

el

de trovar. En

más ejemplos que

es el poeta por antonomasia:

Juan de Mena-» (Gramática

se manifiesta, ya en las

otros poetas, ya en las glosas y co-

humanistas, ya en

pronunciado en se alegan

la

y adiciones de

continuaciones

is

Cancionero que fué de Gallardo

el

esta universal difusión de sus obras correspondió la venera-

nombre

es

de Juan del Enzina ape-

la

Para Antonio de Nebrija

los suyos.

«por el poda entendemos Virgilio e

castellana, lib. iv, cap. vn). Castillejo

ortuna de Diego de San Pedro, y unas Coplas ordenadas por Fernán Pérez de

?

Guzmán por

contemplación de los emperadores, reyes y principes y grandes señores

que la muerte cruel llevó desie mundo, y como ninguno es relevado de las

ediciones posteriores á 1499, á excepción de

vadas,

que da sólo

tinuación de

el

la del

ella.

texto de Juan de Mena, reproducen, en vez de

Gómez Manrique,

la

cho del trabajo del primer continuador la

la

con-

de Fr. Jerónimo de Olivares, caballero de

orden de Alcántara, que en su prólogo manifiesta no haber quedado añade que en

Todas

Brócense con sus deri-

ni del

la

satisfe-

de Pero Guillen de Segovia, y

obra de Juan de Mena «emendó

el estilo del consonar,

que en

quince partes estaba errado*. i)

Véanse: R. Foulchc Delbosc: El Laberinto de Fortuna, Macón,

ídem: Cancionero castellano del pañoles,

tomo

siglo

XV,

xix; págs. 120-221. (A. B.)

1,

Nueva

Biblioteca

1904.

de Autores Es-

CAPITULO

igi

XII

invoca su autoridad contra los petrarquistas; y sólo entonces, en fervor de

la

lucha entre los partidarios de

medida

Ias

y,

innovadores poéticos llegan á tratarle con cierta

verencia. Así D. Diego de Mendoza, en

que «hizo

el

y

caen de rechazo algunos golpes sobre Juan de

vieja,

Mena, ídolo de

imitación italiana

la

con un

tiro

las

de ballesta.»

poeta tudclano Jerónimo de Arbolanches

maestro en artes D. Melchor Enrico, que

precede á su extraño poema de Las Habidas (1566):

No



yo hacer, como hizo Joan de Mena,

Coplas que se han de leerá descansadas, El cual,

como

tenía preñada vena,

Trescientas dellas nos dejó preñadas..

chiste

(si lo

es)

que hizo suyo

el

portugués Miguel Sánchez de Lima

en su Poética (1587). Pero, los

al

paso que los poetas de profesión aparentaban desdeñarle,

más grandes humanistas

enamorados de clásicos, toria,

y

las

le

habían tomado bajo su protección,

frecuentes imitaciones que hace de los poetas

del saber,

muy

notable para su

siglo,

que muestra en

mitología y filosofía moral y política; porque,

atinadamente Quintana: «El Laberinto,

lejos

»de coplas frivolas é insignificantes, donde á -atender es

•como

la

al artificio del

estilo

y de

como

el

dijo

lo

más que hay que

los versos,

debe ser mirado la

extensión que

depósito de todo lo que se sabía

entonces.» Este carácter de enciclopedia poética, en que se propuso emular á

Dante y á

los

his-

muy

de ser una colección

producción de un hombre docto en toda

aquel tiempo permitía, y

como

autores de

La

el

autor

Cerba, del

Qua-

drireggio y dei Dittamnndo, convidaba á que los comentadores hi-

1

1)

Carta de dudosa autenticidad, atribuida

al

Capitán Salazar. (A. B.)

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

I92

eiesen gala de su doctrina explanando

y declarando los conceptos, y enmarañados, y las recónditas alusiones

á veces bastante turbios

V quien

del poeta.

primero se arrojó á

aquel gran varón,

ello fué

y uno de los iniciapor senderos harto más ásperos

patriarca de los estudios helénicos en España,

dores de

que

la filosofía verbal, la cual,

humanismo

los del florido

había de llegar á una

italiano,

más

íntegra posesión de la letra de los antiguos textos, hasta dejarlos

como hoy

depurados,

No

los

vemos, y restituidos aun en sus ápices.

hacía poco honor á Juan de

pendía por algún tiempo

la

Mena

el

Pomponio Mela, para emboscarse en Núñez, como

Roma que

casi todos los humanistas, vivía

ájuan de Mena,

suprimido en

la

Ni

la latina.

comen-

el

recoger los refranes castellanos, lo hizo

el

ni

más que como pasatiempo, y con

la

más en Grecia ó en

en su casa propia, y nunca sus trabajos en lengua vulgar

los sabios, sino á los

en

y de Hernán

su Labyrintho. Pero

compitieron con sus sabias disquisiciones en tar

que sus-

insigne gramático,

recensión de Séneca, de Plinio

su glosa no pretendía dirigirse á

rudos é ignorantes,

segunda edición todos

como

lo

los latines

prueba

el

haber

que había puesto

primera. Esta glosa, prolija, difusa, atestada de fárrago incon-

gruente, merece disculpa

como un manual de

se la considera

como un

cuyos rudimentos quería

rias artes

y

mente de

los lectores del

disciplinas,-

interesantes noticias

si

mitología, de geografía antigua ir

libro popular,

y de

otras va-

insinuando en

la

poema. Agradézcasele su buen deseo, y las históricas que de paso nos dio, aunque no tan-

como á nuestra curiosidad importaría. Más de medio siglo había pasado, cuando otro humanista de la escuela salmantina, si no más docto que Hernán Núñez, mucho más original, de más espíritu crítico, de más independencia filosófica y tas

de mejor gusto,

el

Brócense, en suma, padre

mática General, tomó á

Juan de Mena

y fundador de

la

Gra-

en las manos, y pareciéndole

que no era tan malo como algunos piensan, determinó que anduviese en marca pequeña

como

el

Garcilaso que antes había comentado,

para que se pudiesen encuadernar juntos. »cribía á su

amigo

el

«Ya

corrector de libros Juan

sen g de Septiembre de

1

le

tengo acabado (es-

Vázquez

del

Mármol,

579)> haciendo breves declaraciones á las

acoplas que lo requieren, y las otras van

como

se estaban.

También

CAPITULO »hice

smento

md.: en poner toda

v.

muy

añadía: «Sólo en

opinión de aquel señor amigo

la

Mena

glosa de Juan de

la

porque allende de ser

•Dción),

193

En 20 de Mayo de 1580

le hizo el autor».

»una cosa no podré venir en »de

XII

Coronación, habiendo lástima de cuan prolijo y pesado co-

la

(á la

Corona-

malísimo romance

prolija, tiene

y no pocas boberías (que ansí se han de llamar): más valdría que el mundo, porque parece imposible que tan

snunca pareciesen en

»buenas coplas fuesen hechas por tan avieso entendimiento.

Mucho

vuelvo por su honra en que no hobiese mención de que »había comentado. »

Acá he habido después

Comendador, donde qué pudo ser

»dice),

está la vida del poeta,

^determino de ponerla como srece»

No pero

no

sé,

(como

causa por que en estas nuevas

la

está,

allí

si

á

v.

md.

md.

v.

falte:

yo

ansí le pa-

(1).

apareció sí

tal

vida

un prólogo suyo

miración por

el

al

frente del Juan de

muy

poeta: «Si,

notable, en

como

Mena

del Brócense,

que expresa su franca ad-

dice Horacio, aquellos ingenios

«deben ser preferidos que mezclaron dulzura con sen nuestra lengua (y aun por ventura en

utilidad,

las otras)

que

trata es

una

filosofía

moral y un dechado de

no sé yo

quién con rala

mate-

vida

huma-

»zón se pueda anteponer á nuestro Juan de Mena. Porque aría

se

él

primer impresión del

la

la

de historias antiguas y modery elegancia. Dicen algunos que »es poeta muy pesado y lleno de antiguallas; y dicen esto con tanta agravedad, que, sí no les creemos, parece que les hacemos injuria, y

ana, ilustrada con diversos ejemplos »nas,

donde

se halla doctrina, saber

»no advierten que una poesía heroica como »tiene necesidad

apara levantar

el

esta,

para su gravedad,

de usar de palabras y sentencias graves y antiguas estilo. Y, al fin, los que hallan este poeta por pe-

asado, son unos ingenios que ponen todo su estudio en hacer un

ssoneto ó canción de amores, que para entenderlos es menester »

primero preguntar á

»poeta sea tenido en acornó

(1)

es,

por ser

el

ellos

si

mucha

lo entendieron.

estima,

Es muy bien que

primero que sepamos que haya ilustrado

Epistolario Español de la Biblioteca de Rivadeneyra,

nas 32 y

tomo

11,

33.

Menékdez y

Pf,i,ayo.

este

aunque no fuera tan bueno

— Poesía

casttllatta.

II.

13

la

pági-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

194

»lengua castellana

(i).

»y otros de aquel

Aunque en Roma

siglo,

y Horacio

salió Virgilio

nunca Ennio y Lucrecio, y

muy

los

anti-

guos, dexaron de ser tenidos en gran veneración. Ansí que no

hay

»razón de desechar á Juan de Mena, porque en nuestra edad hayan

de

>salido otros

atenido en

estilo

muy

mucho, porque

Antes este poeta ha de ser

diferente.

le

pueden

leer todas las edades

y

calida-

»des de personas, por ser casto, limpio y provechoso, donde las acostumbres no recibirán mal resabio, lo qual no se puede asegusrar de los otros poetas, á lo

menos de algunos. Yo espero que

le-

syéndose esta poeta con más claridad y menos pesadumbre que

mi trabajo bien recibido, principalmente de aquellos

»antes, será

»que están hartos de

y amorosas.»

leer cosas lascivas

Las notas del Maestro Sánchez, pocas, pero nas, bastan para la inteligencia del texto

sencillas

garon un poco tarde. El gusto iba por otros rumbos, estaba á

las puertas,

y

si

en todo

Garcilaso quien pusiese en

en

el

el

y oportu-

de Juan de Mena, pero

xvn

el siglo

el

lle-

culteranismo

sólo dos veces tuvo

molde sus versos, no

que

es maravilla

largo espacio de dos siglos no encontrara nuevo editor Juan

de Mena. Pero siempre

le

fueron fieles los amigos de

de

los curiosos investigadores

maban gremio

más

las cosas

de

la

la

erudición nacional,

Edad Media, que

for-

aparte de los humanistas y de los poetas, aunque

relación tuviesen con los primeros que con los segundos.

opinión era

la

que Argote de Molina había expuesto en

sobre la poesía castellana, que

acompaña

Su

el

Discurso

á su edición de

El Conde

Lucanor (I575) «Llaman versos mayores á este género de poesía, :

que fué

muy

usada en

la

memoria de nuestros padres, por

que en aquellos tiempos agradaron quales,

las

lo

mucho

obras de Juan de Mena,

las

aunque ahora tengan tan poca reputación cerca de hombres

doctos, pero quien considerase la poca noticia que en España avía

de todo género de (i)

Como

letras,

y que nuestro andaluz abrió

no podemos suponer

al

el

camino y

Brócense tan ayuno de noticias que no

conociera poeta castellano anterior á Juan de Mena, claro es que esto se refiere á la particular ilustración

ó nuevo estilo poético que trajo Juan de Mena

á nuestra lengua. La comparación que luego hace con Ennio y Lucrecio, confirma esto

más y más.

CAPÍTULO

XII

195

alentó á los no cultivados ingenios de aquella edad con sus buenos

muy

con

trabajos, hallará que,

justa causa,

España ha dado

el

nom-

bre y autoridad á sus obras que han tenido, y es razón que siempre tengan, acerca de los ingenios bien agradecidos. Este género de poesía,

aunque ha declinado en España después que

bida

que llamamos

la

está tan resce-

pero no hay duda sino que tiene mu-

italiana;

cha gracia y buen orden, y es capaz de cualquier cosa que en

•ció

él

se

antiguo y propio castellano, y no sé por qué meresser tan olvidado, siendo de número tan suave y fácil.»

y

tractare,

Y

algo faltara á la consagración de

si

como

es.

la gloria

de Juan de

nuestro poeta nacional del siglo xv, vendrían á poner

Mena

el sello

le llama aquel gran poeta cordobés (i), y Mariana que, ingiriendo, según tenía por costumbre, oportunos

Miguel de Cervantes, que el P.

recuerdos literarios (2) en

no quiso omitir

el

rió el jovencillo

el tejido

hecho, en



nervioso y

pequeño, de

viril

de su Historia^

refriega en

la

que mu-

Lorenzo Dávalos, sólo para tener ocasión de añadir

que «cantó aquel desastre en versos

llorosos

y elegantes

el

poeta

cordobés Juan de Mena, persona en este tiempo de mucha erudición,

y muy famoso por

vulgar:

el

gante, apacible

sepulcro se

-su

-en

y rimas que compuso en lengua

tho en su integridad él

era, el

ingenio ele-

xxi, cap. xvr.)

acertó en su vaticinio

versos de

poesías

y acomodado á las orejas y gusto de aquella edad: ve hoy en Tordelaguna...: su memoria dura y durará

España». (Libro

Y

las

metro es grosero como de aquella

el P.

Mariana, puesto que

no es leído más que por

viven en boca de todo

como

autor, considerado

jefe

el

si el

Labyrinalgunos

los eruditos,

mundo, y

el

nombre de

su

de escuela, ha sobrenadado en medio

del naufragio de casi toda la literatura del siglo xv, y hasta los in-

doctos saben ó presumen que ese nombre marca una era de sía castellana: la era ele transición entre la

cimiento.

Y

si la

(1)

Segunda parte del

(2.)

Por ejemplo,

-que dice de los y

el

la

poe-

Rena-

importancia histórica de un autor ha de estimarse,

atendiendo á sus obras propias, sino á todas

ban...

Desde

la

e

por amor alcanzar

hora que vi

la

ssólo pensar en ella

scuanto más

me

me

lo inducía,



ál

symple

nombre

me

el

más digno de

los

yo de mí me

non

^hermosura é desigualdad de estado sde mí, porque

(de cuyo

te

dirá

primera vista contra mi, que en

fué mirar, por

juzgaba... ca de

me

que mayores de mi desea-

condenaba, é

miraba, mi simpleza más y más confirmaba:

^pensamiento á creer

me

me

lo

gran señora

»la su epístola), quiso enderezar su

í sabio

el

firme resolución de no decirlo todo, por pavor y vergüenza.

sentía,

la fazía

corría,

si

algún

y menos

salvo que la grand

venir en acatamiento

dos contrarios más claro luciese

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

-206

»

en

por consiguiente,

vista del otro, é,

dignidat suya en grand

la

más

»desprecio y menoscabo de mí, que quanto »tado, tanto

más me

della

tenía por despreciado, é quanto

me daba

spor menospreciado, más

me

veía aca-

más me

tenía

maginando con

á la gran soledat,

» tristeza...»

A

través de este revesado estilo, bien se deja entender que la

iniciativa partió

y

de

la

señora, avezada sin duda á tales ardimientos,

que Juan Rodríguez, haciendo

incierto

y dudoso

al

el

papel del vergonzoso cu palacio,

principio de que fuese verdad tanta dicha, acabó

por dejarse querer, como vulgarmente se dice, y «la prendió por señora

y

juró su servidumbre».

mostraba más ledo semblante. »

La muy generosa señora cada día le E quanto más mis servicios la contN

miaba, más contenta de mí se mostraba,^

nsuras y actos que pasaba en el logar de

»daba que me

E yo

respondiesse...

¡i

era á

todas las señales, me-

labia, el

la la

Amor

le

man-

sazón quien de placer

^entendía de los amadores ser más alegre y bien afortunado ama»dor,

y de los menores siervos de amor, más bien galardonado ser*Cuando en tal punto andaban las cosas, y creía que se le

»vidor.»

iban á abrir las puertas de aquel encantado paraíso

para aquel tiempo no

como

muy

sin

le

gran malicia puede sospecharse), perdióle

suelto de lengua,

(si

es

que ya

habían sido franqueadas de par en par, al

poeta

el

ser

y hacer confianza de un amigo suyo, que

al

principio no quiso creer palabra de lo que le contaba, y luego aca-

bó por darle un mal consejo. «El qual, syn venir en ría,

denegóme

la

sloores de mí, por saber

aseñora,

yo amar, y

amonestándome por

»dar instante »dia,

ni

cierta sabidu-

creencia, é desque prometida, vino en grandes

la

sentir

yo ser amado de tan

alta

ley de amistat consagrada, no tar-

hora enviarle una de mis epístolas en son de come-

de oración, petición ó suplicación, aclaradora de mi voluntad...

Por cuya amonestación yo

me

di luego á la

»tardanza, al día siguiente, primero de año, » trenas la presente,

le

contemplación, é sin envié ofrecer por es-

en romance vulgar firmada: Recebid alegremente

Mi señora, por estrenas La presente.

La Dresente canción mía,

'

CAPÍTULO

207

XIII

Vos envía logar de España,

En vuestro

A

vos y á vuestra compaña

I

Alegría,

E

por más ser obediente,

Mi corazón en cadenas Por presente.

E

pues yo hice largueza

Sin promesa de los bienes

Que

poseía,

Plega á vuestra señoría

En

día

tal

Estrenar vuestro sirviente,

Librándole de

Que hoy

En

las

penas

siente.»

contestación á estas estrenas ó aguinaldo, recibió un ledo men-

saje por el cual le fué

prometido logar á

la fabla

y

merced al servi-

Es tan malo y estragado el único texto que poseemos de la novela, que apenas se puede adivinar cómo acabó la aventura, ni en qué consistió la deslealtad de que acusa al amigo. Lo que reeio.

sulta claro es

que

la

muy

galán había quebrantado

excelente señora llegó á entender

secreto de sus amores,

el

cho contra Juan Rodríguez: «no me atreguando él,

lleno

y

que su

se indignó

la vida».

mu-

Entonces

de temor y de vergüenza, se retrajo al templo de la gran compañía de la triste amargura, sacerdotisa de aquélla, y

soledat, en

desahogó sus

tristezas

citado, haciendo

tenebrós en

rezando

la

al

en

la

prosa y versos del libro tantas veces

mismo tiempo

la furia

de amor á

las

tañeros, é burlaban de mí; á »dían; á los auseles asilencio, é

tan duras penitencias

como

Bel-

Peña Pobre ó D. Quijote en Sierra Morena. «Endecosas mudas, preguntaba á los los

fieros salvajes,

que dulcemente cantaban,

quanto mas

los

mon-

y no me respon-

é luego

entraban en

aquexaba, más se esquivaban de mi».

Entonces compuso aquella canción: Aunque me vedes

asy

.

Cativo, libre nací...

y

aquella otra

mucho más de amor

lo pedía la locura

poética,

y en variedad de metros, como

del poeta,

y

lo

romántico de sus afectos:

208

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

Cerca

En

quando están

el alba,

paz segura

Las aves cantando

el

verne.

Pasando con grand afán

A

la

ventura

Por una ribera verde. Oí loar con mesura

Un gayo dentre

las flores,

Calandrias y ruiseñores,

Por essa

E en

mesma

figura.

son de alabanza

Decía un discor: Servid

al

Señor,

Pobres de andanza;

Y

yo por

locui.-i,

Canté por amores,

Pobre de favores,

Mas no de tristura. por más que decía

Y

No me respondía: No pude sofrir De no les decir Mi gran turbación Por esta canción.

E por nos más atraher A me querer responder, En

señal

de

alegría,

Cantaba con grande afán

La antigua canción mía: Catyvo de mi tristura.

No



qué postrimería

Ayan buena los mis días, Quando el gentil Marías Priso muerte por

tal vía.

Por ende, en remembranza Cantaré con amargura:

Cuy dados y maginanza, Catvvo de mi

tristura...

Así anduvo errando por las malezas, hasta que se falló ribera del

grand mar,

en vista de

una grand urca de armada, obrada en guisa

de la alta Alemana, cuyas velas... escalas ¿cuerdas eran escuras de

CAPITULO

de negro, acompañada de reconoce á

una dueña anciana, vestida

al

en quienes fácilmente se

siete doncellas,

las siete virtudes.

recoge

resis,

20g

XIII

esquivo negror. Allí venía por mestressa

Una de

ellas, la

muy avisada Syndé-

poeta en su esquife, y es de suponer que

le devol-

viera el juicio perdido, porque aquí acaba la novela, en la cual indu-

dablemente Si

falta algo. el velo alegórico y prescindimos de obscuridades que aquí se acrecientan por el mal estado de la copia,

levantamos

calculadas,

apenas se puede dudar de que

el

samente autobiográfico. De

que no es

de

lo

fondo de

narración sea riguro-

la

convencerse, á pesar

fácil

protestas del poeta, es de lo platónico de tales amores. El

las

temor de

muerte pavorosa, que amaga

la

de Macías;

al

poeta con

que procura envolver todos

trágico fin

el

el

misterio en

del drama;

y

la

que

le

supone desnaturado del rcyno á consecuencia de estos

honor,

antigua tradición, consignada

devaneos, son indicios de una pasión tera, el

como

de

la

Cadira de

y probablemente

solían serlo los amoríos trovadorescos.

siglo xvi,

leído

ilícita

al fin

los accidentes

adúl-

Así se creía en

cuando un autor ingenioso, y que seguramente había libre de amor, forjó sobre los amores de Juan Rodrí-

El Siervo

guez una deleitable y sabrosa, aunque algo liviana, novela, del corte de los mejores cuentos nita querida de

en

italianos,

la

cual se supone que

la

incóg-

Juan Rodríguez del Padrón era nada menos que

la

doña Juana, mujer de Enrique IV y madre de la Ciertamente que el nombre de esta señora anda tan

reina de Castilla,

Beltraneja

(i).

infamado en nuestras

historias,

se le atribuya una aventura

anacronismos y errores del

que nada tiene que perder porque

más ó menos; pero que

relato,

tórico.

Ni Juan Rodríguez era aragonés,

llego;

ni sus

(1)

le

como

aventuras pudieron ser en

basta fijarse en los

quitan todo carácter his-

la

allí

se dice, sino ga-

corte de Enrique IV,

Esta entretenida narración, que se halla en un códice de

la

Biblioteca

Nacional, y que, á juzgar por su principio, debió de formar parte de una colección de biografías ó cuentos de trovadores, en que también se hablaba de

Garci Sánchez de Badajoz, fué publicada por D. Pedro José Pidal en vista de

Madrid (Noviembre de

1839),

reproducida en

cionero de Bacna, y últimamente en los apéndices

de

las

las

— Paesia

castellana.

I!.

Re-

Obras de Juan Ro-

dríguez del Padrón, Pf.layo.

la

notas del Can-

14

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

210

puesto que El Siervo libre de amor, principal documento que tene-

mos sobre ni

no contiene ninguna alusión á fecha posterior á 1439,

ellas,

puede sacarse del tiempo en que Gonzalo de Medina era juez de

Mondoñedo, que

el

es decir, por los años inmediatos á 1430.

Y

sabido es

primer matrimonio del príncipe D. Enrique, no con Doña

Juana de Portugal, sino con Doña Blanca de Navarra, no se efectuó hasta 1440. Sin embargo,

la

leyenda de

amores regios de Juan Ro-

los

dríguez tiene todavía un hábil sustentador, que cree resuelta cultad con cambiar

Doña

na,

poco

el

nombre de

la reina,

y

leer,

Isabel de Portugal, segunda mujer de

la difi-

en vez de Doña Jua-

D.Juan

Pero tam-

II.

segundas bodas del rey D. Juan fueron hasta 144", y ya el Cancionero de Baena, compuesto en general de obras de trovadores

muy

las

antiguos,

el colector

María y

y compilado seguramente antes de 1445, puesto que el prólogo que quiere agradar á la reina Doña

declara en

á las dueñas y doncellas de su casa, contiene (núm. 470) la

famosa canción: Vive

con

la rúbrica

qnando

leda,

podrás...

si

de haberla compuesto «'Juan Rodrigues del Padrón

sse fué meter fray re

á

Jerusalén..., en despedimiento de su se-

ñora.» Fuera en Jerusalén ó en otra parte donde se hizo

en esto pudo equivocarse Baena),

lo

importante es

ya en aquel tiempo había entrado en

religión.

edad bástate madura que debemos suponer

á

la

Ni

fraile

noticia de

tal

la reina, ni

colgar

tal

mediados del

siglo

madre de

postumo merece. Verdad

novela anónima no se paró en barras,

la

á Juan Rodríguez amante de al

claustro, sino á la corte

»moza y hermosa s>

Reina de

que

el

la

Reina

autor de

y no contento con hacer

Castilla, le lleva luego,

de Francia, donde

comenzó á poner

es

«la Reina,

los ojos

en

él,

que

no

muy

y aficionán-

dosele favorecello, de manera que los amores vinieron á ser enten-

» didos,

pasando en

>tar preñada..., »

era,

la

xv

la fá-

milagro por leves con-

jeturas á aquella pobre señora que, siquiera por Católica, algún respeto

que

estado, ni la

en quien había sido amigo de Macías, permiten dar asenso á bula de sus amores con

(que

y

ellos

cosas notables, de manera que vino á es-

á él le fué forzoso irse para Inglaterra, donde,

antes de ¡legar á Cales para embarcarse... fué muerto por unos ca-

balleros franceses».

CAPITULO

211

XIII

E! hecho de inventarse tan absurdos cuentos sobre su persona,

prueba que la

el

trovador gallego quedó viviendo como tipo poético en

imaginación popular y en

Macías, único superior á

que penaban en

el

Fué

la tradición literaria.

entre los llagados de

él

la

el

segundo

flecha

de amor,

simbólico infierno de Guevara y Garci Sánchez

de Badajoz. Este último

dice:

Vi también á Juan Rodríguez Del Padrón, decir penando:

'Amor, ¿por qué me persigues? ¿No basta ser desterrado?

¿Aún

alcance

el

me

sigues?

Este estaba un poco atrás,

Pero no mucho compás

De

Macías padeciendo,

Su misma canción diciendo: s

Su

trágica

más y más

Vive leda, si podrás.* (\).

muerte debió de ser inventada también para asimilar

su leyenda á

de Macías,

la

el cual,

más que su amigo,

fué su ídolo poético, el único de sus días á quien creía merescedor de las frondas de Dafne. Pero

si

no muerte sangrienta, destierro y ex-

trañamiento largo parecen haber sido Rodríguez, hasta que en edificar

la

pena de

los

claustro de Herbón,

amores de Juan

que contribuyó á

con sus bienes patrimoniales, encontró refugio contra

mundo y

tempestades del

seguros acerca de ella;

el

la fecha

pero algo vale

consignada por

la

de su profesión, y aun algunos dudan de

constante creencia de

el analista

las

de su alma. Es cierto que no hay datos

Wadingo

(2),

la

orden franciscana,

y robustecida por

la tradi-

ción local.

Las obras de Juan Rodríguez del Padrón llenan un tomo de ciedad-de Bibliófilos Españoles, ordenado con

(1)

Es

la

misma

vela anónima,

que

inserta en el Cancionero de Baena, la

Juan de Valdés con (2)

y recordada en

llama tan celebrada entre nosotros. Grande honra

citarla

en

el

la

So-

mucho esmero y docla la

nodio

Diálogo de la lengua.

Minorum subiit institutum in patria, ubi, concessis faculta tibus coenobio mtam duxit religiosissimant. Floruit sub annum /45o. (Scriptores

construendo,

Ordinis Minorum, en

el artículo

Fray Juan de Herbón.)

212

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

tas ilustraciones

por D. Antonio Paz y Melia, uno de

los

más bene-

méritos investigadores de nuestras antigüedades literarias, que cada día va enriqueciendo

con

la

publicación de nuevos textos.

como

tan célebre Juan Rodríguez

Con

ser

trovador, no pasan de diez y siete

composiciones suyas de probada autenticidad que han podido

las

reunirse,

y por lo general son muy breves. Seis de ellas están interEl Siervo libre de amor: las restantes se han tomado del

caladas en

Cancionero general, del de Baena, del de Stúñiga, del que fué de

Herberay des Essarts, y de dos de la Biblioteca de Palacio. Las principales quedan citados ya, como páginas que son de la vida apasionada de su autor. Todas se refieren á sus amores, excepto última canción,

y

la

más

bella

es el canto de su conversión. irreverencia que en su título, siete

gozos de

la

de todas, Flama del divino rayo, que

Con

ella

quiso reparar sin duda

más que en

Amor y Los mandamientos

su contexto, tienen

la

Los

de amor, superados luego

por otras profanaciones más graves de Mosén Diego de Valera,

Suero de Ribera y Garci Sánchez de Badajoz. Por

lo

demás, los

Gozos de que se trata son espirituales y platónicos, y nada hay de escandaloso en ellos más que la extravagante idea de parodiar

Siete

los

gozos de

la

Virgen:

Ante

Do

las

recibe

puertas del templo, el sacrificio

Amor, en cuyo

servicio

Noches y días contemplo, La tu caridad demando,

Obedescido Señor,

Aqueste ciego amador, El qual te dirá cantando, Si del te

Los

Los

diez

mueve, dolor,

siete gozos d'amor...

mandamientos de amor empiezan con una visión

górica:

La primera hora passada

De

la

noche tenebrosa,

Al tiempo que toda cosa

Es segura y reposada,

En

el

ayre

vi estar.

ale-

CAPITULO Cerca de

Un

213

XIII

nubes puesto,

las

estrado bien compuesto.

Agradable de mirar.

En medio El

Amor

del qual vi luego

con dos espadas

Mortales, emponzoñadas,

Ardiendo todas en fuego, Para dar penas crueles

A

vosotros los amantes,

Porque no

le

Servidores, ni

Amor

El

soys constantes fieles...

promulga su ley por medio del verdadero amante Juan

Rodríguez, y en su galante decálogo enumera las condiciones que

ha de reunir

el

perfecto cortesano:

lealtad,

desinterés,

esfuerzo,

franqueza ó esplendidez, mesura, ser estudioso en obras de gentileza, sin olvidar los traeres

Que

el

apuestos y cumplidos;

amor con

pobreza

la

Mal se puede mantener...

La extraña

fantasía romántica en

en perro rabioso:

fasta

lealtat, gentileza

«fe,

^tristeza, peligro

y

la

y de

prue-

lealtad;

y grand fermosura... Pero sólo

por más que pugnaban, avían por gloria,

afán,

grand cuento de años quel buen Macías... nacido en

las jal-

adas dessa agrá montaña, viniendo en conquista del primer

segundo

y entrando en

»dió franco paso

al

sel encanto,

secreta cámara fué conquistada»

No

y

la

albergue...

son novelas, pero corresponden más bien

vo que

al

didáctico,

y tienen algo de

al

aloje,

la cárcel,

cesó

(i).

género recreati-

de

alegoría, otros dos libros

Juan Rodríguez del Padrón, confundidos ó citados inexactamente por algunos bibliógrafos, y aun atribuido uno de

de Villena. Son

el

Triunfo de las donas y

enlazadas entre



de

introducción de

ria: la

primera

la

el

modo, que

tal

como

la

la

ellos á

D. Enrique

Cadira del Honor, obras

primera puede considerarse

la

segunda, pero tratan

elogio de las mujeres,

muy

segunda

la

el

diversa mate-

panegírico de

nobleza hereditaria. El Triunfo de las donas no es obra solitaria en

siglo xv, sino perteneciente á

compuestos, ya en

un grupo

pirados todos evidentemente por dos

muy

los últimos días

leído en todas sus obras, latinas

como ahora

Decameronc,

literatura del

de libros

ya en vituperio del sexo femenino, é

loor,

Juan Boccaccio, que en

la

muy numeroso

ins-

distintas producciones

de

la

Edad Media

era

de

muy

y vulgares, y no solamente en

el

acontece. Estos dos libros eran // Corbaccio

ó Laberinto d! Amo re, sátira ferocísima ó más bien libelo grosero contra todas las mujeres, para vengarse de

(i)

las

esquiveces de una

Es lástima que libro tan peregrino haya llegado á nuestros días en una

sola é incorrectísima copia, la contenida en el códice Q. 224 de la Biblioteca

Nacional. bras.

De

En ella

algunas partes apenas hace sentido, y parece que faltan pala-

proceden

las

dos ediciones que se han hecho de esta novela,

primera por D. Manuel Murguía en su no terminado Diccionario de gallegos (Vigo, 1862), y la

lección de las drid, 1884).

segunda por

el Sr.

la

escritores

Paz y Mélia en su ya elogiada cola Cámara ó del Padrón (Ma-

Obras de Juan Rodríguez de

CAPÍTULO

De daris

sola; y el tratado

219

XIII

primera colección

mulieribus, que es la

de biografías exclusivamente femeninas que registra

Tan extremado anduvo Boccaccio en

raria.

este

la historia lite-

segundo

libro res-

pecto de encomios (aunque mezclados siempre con alguna insinua-

como extremada

ción satírica),

Uno y

mero.

había sido

la

denigración en

alcanzaron imitadores entre los ingenios de

lla,

literaria

dad,

la

el pri-

otro tratado, recibidos con grandes aplausos en Casti-

de D. Juan

la brillante

dividiéndolos en opuestos bandos.

II,

palma del ingenio y de

gracia

la

A

corte

la

ver-

más bien correspondió á

los

detractores que á los apologistas de las mujeres, puesto que nin-

guna de

las

defensas del sexo femenino, incluso

Alvaro de Luna (que es para mi gusto

la

la

misma de don

mejor de todas), puede

competir en riqueza de lenguaje, en observación de costumbres, en abundancia de sales cómicas, con bación del

más

tínez, el al

amor mundano

autor de

De

genial, pintoresco

la

donosísimo Corbacho ó Repro-

el

del Arcipreste de Talayera, Alfonso

Mar-

los prosistas anteriores

y cáustico de

maravillosa Celestina.

los tratados escritos

han perdido, como

para vindicar á

las

mujeres, algunos se

de D. Alonso de Cartagena

el

;

otros se conser-

como este Triunfo de las donas de Juan Rodríguez del Padrón, como el Libro de las virtuosas et claras mujeres del Condestable don Alvaro, como la Defensa de virtuosas mujeres de Mosén Diego de

van,

hicieron, así del libro latino de Boccaccio,

al mismo propósito se como del Carro de las

Donas

La misma abundancia

Valera

de

,

sin

contar con

las

traducciones que

del catalán Fr. Francisco Eximenis.

tales panegíricos,

prueba que

los detractores

eran numerosos

y

temibles, llegando á formar una especie de secta que tuvo por ban-

dera

el

Corbaccio,

y más adelante

las

coplas de Torrellas, á que

replicaron Suero de Ribera y Juan del Enzina. estos libros

dando por

y

la

animación de

frutos,

tal

de una parte,

el

Todos

el

fabricación de el siglo xvi,

Diálogo de las condiciones de las

mujeres de Cristóbal de Castillejo; de

de Espinosa y

La

polémica persisten en

la

otra el Gynctxepenos de

Juan

Tratado en laude de mujeres de Cristóbal de Acosta.

estos libros sirven para la historia de las ideas

tumbres: algunos,

como

el

diálogo de Castillejo

y

el

y de

las cos-

Llibre de les

dones de Jaume Roig, tienen, además, alto y positivo valor poético.

2ÍO

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

No puede

decirse otro tanto del Triunfo de las donas que nuestro

Juan Rodríguez dedicó á

y

la

reinas de España., con

el

Reina doña María, la más digna, virtuosa

muy enseñada et perfecta...

noble de las vivientes, la

vano intento de refutar

soberana de las «maldiciente et

el

vituperoso Corvacko» de cuyo autor ó componedor tel non menos lleno

de vicios que de años, Boceado* dice que «había perdido su fama

por aver parlado más del convenible, é aver fingido novelas

loable,

torpes é deshonestas». Si el

prueba por cincuenta razones justas

lástica,

sobre

hombre. Véanse algunas:

el

de todas

en

de el

da», los

y no como

el


en vuestro alto Consejo, é

»

mera

estos caballeros, así los

que por sus procuradores paresciesen

los presos,

shallare que por la

á Vuestra Real Majestad pluguiese, se-

mandase llamar todos

»ría cosa razonable

la

causa

justicia les

se ventilase.

E

quando se

podríades tomar

lo

suyo, que-

allí

daría que Vuestra Alteza usase de lo que

más

le pluguiese, es

ssaber: de la clemencia, ó del rigor de la justicia: en lo qual á •

á

mi

ver se guardarían dos cosas: Primera, que se guardarían las leyes,

»que quieren que ninguno sea condenado

sin ser oído é vencido.

¿Segunda, que no se pudiese por vos, señor, decir

*to,

y

esto es

quando

que Séneca

lo

que muchas veces acaesce la sentencia ser justa y

-¿dice:

el juez injus-

se da sin la parte ser oída.» Tal defensa

los eternos fueros de la justicia, honra y acredita

de Diego de Valera, aunque

la

mucho

la

de

entereza

emplease con un monarca tan

débil.

El rey oyó esta peroración con gesto alegre, pero Fernando de

Rivadeneyra, que después fué Mariscal, «ovo tan grande enojo de lo

dicho por

Mosén Diego, que

vos os arrepintáis de •é

Y

lo

á Dios, Diego de Valera,

dixo: Voto

que habéis dicho: de

lo qual el

rey ovo enojo,

dixo á Fernando de Rivadeneyra con gesto turbado que callase. el

rey no esperó más habla de los otros procuradores, é partióse

para Tordesillas». Allí le siguió,

ocho

días después,

que servía de complemento

sar de encabezarse con el texto

más que de exhortación hoguera de

la

discordia

una larga carta de Mosén Diego,

á su oración parlamentaria,

Dapacem, Domine,

á la paz, tenía civil.

y que, á pe-

in diebus nostris,

de combustible lanzado á

Manifiestamente se proponía

imitar las dos famosas epístolas que forjó el canciller

el

la

autor

Ayala en nom-

bre del sabidor moro granadino Benahatín, y, á vueltas de muchas

máximas saludables y de algunas pedanterías excusadas, emprendía el

proceso político del rey en términos sobremanera acerbos y des-

comedidos: «E aunque no quede persona alguna á quien gran parte »del daño no toque, á vos, señor, toca

jcomo

la

güenza

pérdida entera sea vuestra, y

á vuestra real

mucho mas que á todos: la mayor infamia y ver-

persona redunde... Pues debéis, señor, acatar

CAPITULO

»quanto es grande carga sobliga, é quál es

la

que

233

XIII

tenéis, é á

que

dignidad vos

la real

Juez que vos ha de juzgar, á quien ninguna cosa

el

»se asconde, cuyo poder y querer son iguales... E si agora, señor, ívos pensáis por hierro ó rigor vuestros reinos pacificar, esto es muy

»duro á mí de creer; que ya es sel

Guarda que

Y

si

testigo...

Ya

»,jqué otra cosa salió salvo

miento de cibdades é es,

como Benahatín

probastes

rey D. Pedro

muertes de

sel príncipe vindicativo

no

el reino,

»jPor qué Koboan,

fijo

infinitos

fe?...

la

expe-

hierro é rigor, de lo qual

el

hombres, despobla-

fuerzas é robos, é lo

villas, rebeliones,

grandes errores en nuestra

»por qué perdió

al

vuestros subditos han osado decir é hacer,

rosarán hacer, é

»peor

vergüenza rompido y

en tanto crecida, que no

tus pueblos no osen decir, que si osasen decir,

riencia es dello

»

la

el avaricia

»se contenta ni harta ninguno. »decia:

velo de

el

temor de Dios olvidado, y

E

según sentencia de

que

Isaías,

es digno de haber señorío... ¿El rey Saúl

seyendo ungido por mandado de Dios?

del rey

Salomón? ¿Porqué Ezequías, rey de

sjerusalén? ;Por qué infinitos otros de quien las historias hacen

smención?

E

sin

dubda, señor, bienaventurado es aquel á quien los

"ajenos peligros hacen sabio. Pues para dar tranquilidad é sosiego

»é paz perpetua en vuestros reynos, según mi opinión, quatro co»sas son necesarias... conviene saber, entera concordia de vos

y

»del príncipe, restitución de los caballeros ausentes, delibración de >los presos, de los culpados general perdón... ¡Oh, señor!, pues

»muévase agora » mirad

con

el

ánimo vuestro

los ojos del

á

compasión de tan duros males:

entendimiento

las

muy

vivas llamas en

que

consumen y queman: acatad con recto juicio estado en que los tomastes, é quál es el punto en que los tenéis,

^vuestros reynos se »el

qué



tales

zos: é si

quedarán adelante,

van

si

las cosas

según

los

comien-

de nosotros no habéis compasión, habedla, siquiera, señor,

»de vos; que mucho es cruel quien menosprecia su fama.»

La los la

carta incendiaria de

Mosén Diego causó

enemigos del Maestre de Santiago,

al

indecible placer entre

paso que éste y los suyos

graduaban de intolerable y sedicioso desacato. «Vista por

»esta carta (prosigue la Crónica),

mandó

el

rey

llamar á Alonso Pérez de

Vivero, é á Fernando de Rivadeneyra, é mandóles que en su pressencia

la

tornasen á

leer,

y

leída la llevasen al Maestre:

el

qual

la

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

234 shizo leer ante

ovo

é

sí,

muy

grande enojo de

E

la ver.

que

le

»menos

non fuesse librado ninguna cosa que lo

que

se le debía

de

la

del rey había (i), ni

E como

procuración.

á causa

mandado

sdesta carta, Alosen Diego estuvo en gran peligro, é fué

desta carta se

tomasen diversos traslados, llevaron uno á D. Pedro Destúñiga, s>conde de Plasencia,

íMosén Diego,

al

é quiso

qual tanto plugo de

que envió por

la ver,

que fuese suyo, é dióle

el

cargo de

la

crian-

»za de D. Pedro de Estúñiga, su nieto.»

Puesto entonces

al servicio

de uno de

los

más encarnizados ene-

migos del Condestable, Valera, «partícipe de sus miras, cómplice en

no

sus proyectos y por ventura instigador de sus pasiones,

que menos contribuyó se

vengó á su sabor

al

gran trueco que iban á tener

del arrogante valido».

tana en su excelente Vida de D. Alvaro,

elegante encierra

más substancia que todo

fué el

las cosas,

y

Son palabras de Quinla

cual en su brevedad

el prolijo

y

retórico libro

de Rizzo y Ramírez.

Fué

atroz realmente la venganza de

hicieron pleito

de Plasencia, Benavente y Haro y quien llevó ga,

el

cargo de

la

cuando caminó á Burgos

mucho que

la carta

que

el

tal

el

á

rey que fesión

literario

redacción de

el

y

suplicio del condestable.

oficial,

parece un libelo grosero

condestable, sino contra

de su nulidad y apocamiento.

Y

allí

el

aquí conviene oir de nuevo

de D. Alvaro:

la justicia

en

las

«

Cuando Valera defendía

los

dere-

Cortes de Yalladolid, era un ciudadano

honrado y un procurador A Cortes entero y respetable; mas

(1)

mísero

hace vergonzosa con-

voz de Quintana, que ciertamente no ha sido de los pa-

negiristas ciegos

chos de

la

rey envió á las ciudades y villas de su señorío, ha-

autorizaba con su firma, y que

la justiciera

Condes

y, finalmente,

buen nombre moral y

atribución fuese incierta)

no solamente contra le

manos

sus los

Santillana. Él fué

prender á D. Alvaro,

Esta pieza, más que un documento feroz,

Maestre

Marqués de

ciéndoles saber las causas de la prisión

y

al

gente de armas de D. Alvaro de Estúñi-

se le atribuyó entonces (y para su

importaría

Mosén Diego: en

homenaje de prender ó matar

al

ex-

Hasta entonces había sido criado ó camarero suyo: i yo que servía en-

tonces el plato, dice en su Crónica Abrezu'ada, capítulo cxxv.

CAPITULO

235

XIII

tender este manifiesto es un escritor absurdo y fastidioso, infamador

de su rey, cegado por

animosidad, hombre que se complace vil-

la

mente en dar estocadas en un muerto.»

Lo único que puede decirse en favor de Mosén Diego es que, si como el que más á hacer rodar en el cadalso la noble

contribuyó

cabeza del Maestre, no por eso fué cómplice,

ni siquiera

espectador

impasible de los escándalos del reinado siguiente, á pesar del natural afecto

que debía de profesar

al

Príncipe en cuyo servicio había

encanecido. Así nos lo persuade, no sólo su voluntario alejamiento

de

corte de Enrique IV, no obstante

la

en ella

el

cargo de maestresala que

tenía, sino la carta que, siendo corregidor

de Palencia en 1462,

denunciando con suelta y ardiente lengua el abandono en que tenía «los fechos tocantes á la guerra y gobernación de

escribió al rey

sus reinos»;

la

forma en

el

dar

las

dignidades, así eclesiásticas

hombres indignos, «no mirando

seculares, á

najes, ciencias, ni otra cosa alguna, salvo

peor

es,

que muchos afirman que

se

por sola voluntad, é

dan por dineros»;

tamiento del monarca, que no dejaba llegar hasta

en

vasallos; la infidelidad

libros

de su cámara;

el

pago de

las

y, finalmente, otro

él las

el

la fallen

en

la tierra

que

los

más de

obligaciones escritas en los

vuestra, é dicen

que hoy

los

li-

que

gran apar-

mal mayor, «que todos

que como

tales oficios

los

como

los corregido-

uno

res son ordenados para facer justicia é dar á cada es,

lo

quejas de sus

pueblos á vos subjectos reclaman á Dios demandando justicia,

non

como

servicios, virtudes,

lo

que suyo

exercen son hombres

imprudentes, escandalosos, robadores é cohechadores, é tales que vuestra justicia ni vuestro, é

venden públicamente por dinero, syn temor de Dios

aun de

que más blasfeman es que, en algunas cibda-

lo

des é villas de vuestros reinos, vos, señor, mandays poner corregi-

dores no los aviendo menester nin syendo por ellos demandados, lo qual es contra

las

leyes de vuestros reinos».

Xo sabemos qué

efecto haría esta carta en el

turbado del rey, que,

prender

la

lidad física

si

no estaba

falto

ánimo confuso y

de entendimiento para com-

gravedad de sus enormes culpas, carecía de toda viriy moral para remediarlas. Valera parece haber abando-

nado de todo punto su

servicio, trocándole por el

favorecedores los Estúñigas, y luego por

el

de

la

de sus antiguos casa de Niebla,

HISTORIA DE

236

LA.

POESÍA CASTELLANA

cuando D. Pedro de Estúñiga casó con Doña Teresa de Guzmán, hija del

Duque de Medinasidonia. Desde entonces

fué Andalucía su

residencia habitual: en Sevilla fué espectador de los sangrientos

bandos de Ponces y Guzmanes que en su Crónica castillo del

Puerto de Santa María fecha

timas cartas, por del

feliz

la

mayor

sabemos que no

las cuales

y en

refiere;

el

parte de sus úl-

sólo alcanzó la aurora

imperio de los Reyes Católicos, sino que

les asistió

con su

consejo y con todos aquellos servicios que su robusta ancianidad toleraba. Así le

vemos

dirigirse á

de I476, reclamando contra

mandado

se había

Fernando

Católico en Agosto

el

pedido é monedas» que nuevamente

«el

con notable descontento de

repartir

los pueblos,

y proponiendo como mejor arbitrio «una general ymposición en todas las cosas de comer é mercaderías». Aquel mismo año y mes le escribe las

nuevas de

de Santa María por su aliado

el

la batalla

los

En

de Francia.

naval ganada en aguas del cabo

genoveses contra otras epístolas

Rey de

el

Portugal y

propone reformas en

administración de justicia, reducción del oro y

la

la

plata á su justo

valor, uniformidad en el sistema monetario, escala franca c sea libre

comercio para

amigos «que puedan sacar de vues-

los extranjeros

tros reynos todas las cosas acostumbradas... levándolas en navios

de vuestros naturales

.

En Febrero de

1482, después de

de Zahara, remite un plan de campaña para especialmente para el éxito

de

la

el

la

la

sorpresa

guerra de Granada y

cerco de Málaga, de cuya posesión dependía

guerra. Al

mes

siguiente envía

«otro Cid en nuestros tiempos nacido»

el

al

marqués de Cádiz

parabién de

toma de

la

Alhama. Después del descalabro de Loja y del desastre de la Axarquía, vuelve a insistir en la necesidad de apoderarse de los puertos de

la

mar y no

rrerías.

obstinarse en el antiguo sistema de las talas

Propone

el

plan de una armada para guardar

Aconseja en 1485, después de

la

los

reyes

las

De 1486

y

co-

Estrecho.

toma de Ronda, «comer en barro

é desfacer las baxillas é vender las joyas, é tomar nasterios é iglesias».

el

es su última carta, en

la plata

de mo-

que comunica á

nuevas de Inglaterra que habían traído algunos merca-

III y el advenimiento de Enrique VII. No tenemos posterior noticia de Mosén Diego: todo induce

deres: la muerte del tirano Ricardo

á creer que no alcanzó á ver rendida á Granada,

ni á

Málaga

siquiera.

CAPITULO Si todas estas cartas acreditan en

237

gran manera

la

sagacidad polí-

el claro y recto juiy de gobierno, y sobre todo su y elocuencia sincera, no es menor prueba .de

experiencia bélica,

tica, la

XIII

pericia marinera,

la

cio de Valera en cosas de hacienda

patriotismo ferviente

peso de los años,

su recia fibra, no entorpecida por

el

mado

tiempo de

á su costa dos carabelas en

lanzándose á empresas de corso en su hijo, Charles de Várela, asaltó

portuguesa llamada

La

la

la

el

haber ar-

guerra de Portugal,

costa de Guinea.

y puso fuego

á

Con

ellas,

una nao grande

Borralla, «cargada de arneses de Milán, é

cubiertas, é brocados, é sedas de gran valer»;

y luego barajó

trece

y prendió al capitán que el Rey de Portugal tenía y trajo por botín cuatrocientos esclavos. No parece, sin

islas de Guinea,

en

ellas,

embargo, que puesto que á

empresas piráticas

tales

menudo

enriqueciesen mucho,

le

mucho

de sus pagas, del

se queja del atraso

dinero que había invertido en balde, y del escaso galardón que los reyes daban á sus tan cacareados servicios. El caudal literario de

entender

el

más fecundos de

tores

pusiese

la

Mosén Diego, no

es tan exiguo

mano. Su

su siglo, y apenas

uno de

estilo es

los

una

la

hubo género en que no fáciles y agradables de hubo dos líneas de pro-

pedantesca y latinizada, que empieza en D. Enrique

de Villena y termina en Alonso de Falencia; otra robusta prosa política que se dilata desde

blanzas de Fernán Pérez de

Hernando

Guzmán

del Pulgar.

A

ele

tos de

Mosén Diego de Valera, y en

las enviadas en diversos tiempos e la

las

la sana,

jugosa

Generaciones

y

hasta los Claros varones

y

sem-

y

las

esta última pertenecen los escri-

Letras

disputa,

á

los escri-

más

aquella centuria, en que puede decirse que sistas:

como da

conde de Puymaigre. Al contrario, fué uno de

especial sus veintisiete Epísto-

á diversas personas, que son,

mejor de sus obras, y uno de

los

sin

documentos más pre-

ciosos de la lengua del siglo xv. Sin ser propiamente cartas familiares, sino

más bien memoriales,

disertaciones

y arengas

políticas dis-

frazadas en forma epistolar, participan, no obstante, de la soltura

animación propias de casi

las

siempre natural y á

correspondencias auténticas, y las

transportarnos en medio de blan

allí

el

y

estilo,

veces enérgico y apasionado, parece

las

con más viveza que en

luchas políticas del siglo xv, que halas

páginas de ninguna historia.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

238

Sigue en mérito y en interés á

hazañas

las cartas el

que más propiamente debiera

(i),

rique IV, y coincide en todo

la

Memorial de diversas

substancial con lo

que vulgarmente

se llama Crónica castellana de Alonso de Falencia, sin

mento que

tomada en parte de

estar

Décadas

las

En-

titularse Crónica de

más fundade aquel

latinas

historiógrafo.

Pero no es

el

Memorial

La más popular, de doce) durante

la

que

obra histórica más conocida de Valera.

xv y

los siglos

autor fué designada con lación,

la

que se reprodujo en numerosas ediciones (más

el título

lleva los títulos

xvi, la

que por

el

de Valeriana, es

la

nombre de

su

gruesa compi-

de Coránica de España y Coránica Abre-

viada, dirigida á la Reina Católica, é impresa en Sevilla en 1482

por Alonso del Puerto.

Y

encarecimientos que

autor hace del arte de

el

son de notar en

la

advertencia la

los

final

imprenta, inven-

tado en sus días, y por virtud del cual alcanzaba á ver multiplicado uno de sus libros. «Agora de nuevo, serenísima princesa, de singu»lar ingenio adornada,

dimiento manual,

de toda dotrina alumbrada, de claro enten-

así

como en

socorro puestos ocurren con tan

maravillosa arte de escrevir do tornamos en las edades áureas, resstituyendonas

por multiplicados

códices en conocimiento de

^presente e futuro, tanto quanto

ypor nación alemanes

muy

ingenio

lo

pasado,

humano conseguir puede,

expertos é continuos inventores en esta arte

»de impremir, que sin error divina dezir se puede: de los quales ale»

manes

»na,

es

muy

uno Michael Dachaver, de maravilloso ingenio é

dotri-

esperto, de copiosa memoria, familiar de Yuestra Alteza,

»á espensas del qual é de García del Castillo, vecino de Medina del

Campo, tesorero de

la

hermandad de

la

cibdad de Sevilla,

la

pré-

nsente Historia Genei'al en multiplicada copia por

mandado de

sYuestra Alteza... fué impresa por Alonso del Puerto,

etc. etc.»

El hecho de haber sido pública,

primera Crónica general que vio

no contribuyó poco á

obtuvo este

libro.

compendio de

(1)

la

Venía á

la historia

la

llenar la necesidad

nacional,

la luz

boga, bastante inmerecida, que

y

sirvió

Le publicó por primera vez D. Cayetano

apremiante de un

por medio siglo á

Rosell, en el

tomo

nicas de los Reyes de Castilla, de la Biblioteca de Rivadeneyra.

m de

falta

Cró-

CAPÍTULO

239

XIII

de otro mejor. Fué base de esta compilación, como de todas

de

las

su género, que tanto abundan en nuestra literatura de los siglos xiv

mandada

antigua Crónica general

y xv,

la

Sabio

(i);

pero Mosén Diego de Valera,

escribir

muy dado

por Alfonso

el

de

á todo género

patrañas é historias fabulosas, y tan falto de .toda luz crítica respecto

de

las

cosas pasadas y remotas,

como prudente y

avisado en

pró-

las

ximas y presentes, procuró enriquecer su obra con ficciones tomadas de muy distintos originales, intercalando sin discreción todo lo

que había

leído en otros centones históricos franceses

y

latinos,

y

cuanto había oído en sus peregrinaciones por Europa. La primera parte de su Crónica, que es una especie de cosmografía, puede alternar con los viajes de Mandeville, de los cuales en parte está sacada. Valera admite

en el

hombros y

los

la

existencia de

hombres

acéfalos,

con ojos

narices en los pechos: diserta largamente sobre

Preste Juan y su corte: nos enseña que en Inglaterra hay hojas de

árboles que se convierten en pescados,

otras en aves marinas pa-

y

recidas á las gaviotas. Las partes segunda

respectivamente en

y aun

árabes,

la

la

mayor parte de

sino para estudiar

ria real,

y

tercera,

invasión de los godos y en

el

la cuarta, sirven

la

que terminan

invasión de los

no para

la histo-

desarrollo de la historia poética,

que

tanto en las ficciones enlazadas con la pérdida de España (cueva de

como en

Toledo, aventuras de

la

Fernán González y

Cid, aparece engalanada

nores, en

el

Cava),

que se ha de ver

caballerías

como

la

el reflejo,

las

leyendas de Bernardo,

con nuevos porme-

ya de verdaderos libros de

Crónica Sarracina de Pedro del Corral, ya de

cantares de gesta degenerados y de última hora,

como

el

de

las

mo-

cedades de Rodrigo, quizá no conocidos tampoco originalmente, sino por virtud de compilaciones históricas intermedias entre la Ge-

neral y

la

termina

el

í

\iieriana.

con bastante exactitud de D. Juan

Desde

la

muerte de San Fernando, en que

texto atribuido á Alonso el Sabio,

II

(límite

las crónicas regias;

Mosén Diego al llegar al

este reinado,

muy

Más bien, según parece, tomó Valera por base

general,

de 1344.

(A. B.)

sigue

reinado

de su obra) escribe por cuenta propia, y nos

da en rigor una nueva Crónica de

dí)

pero

la

digna de aten-

segunda Crónica

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

240 ción

como de con

tantes,

la

ya entonces

testigo presencial

existía,

pues aunque muchas veces se

cuya cámara

reina, en

muy

y aun actor en casos

impor-

circunstancia de no haberse valido de la Crónica,

nunca consiguió

estaba,

que

pidió á la

la

y tuvo que

leerla,

muy poderosa prinque me acordare é sé que

contentarse con sus personales recuerdos: «Así,

cesa, escribiré como á tiento aquello de >pasó en verdad desde que

fui

en edad de quince años, en que á su

»servicio vine, hasta su fallescimiento

(el

reina,

del rey D.

como

pesar de tan terminante declaración, que,

excluye toda sospecha de falsedad, es

ciertos capítulos

de

la

crónica y

faltado quienes acusasen á

pura vanagloria, en

la

el

texto de

la

Juan

es creer

intercalado, por

lugares en que se

II, los

que

tal

y proceso de D. Alvaro de Luna. Pero interpolación fué hecha después de

quiera que había leído

la

sidad añadir sus noticias á las de

La Genealogía de la

1

482 por cual-

la

Crónica de

los reyes

las

Don Juan

II,

que

de Galíndez de Carvajal.

de Francia, tomada en su

mayor

parte

Crónica Martiuiana; un breve tratado sobre los Orígenes de

Roma y

Troya; un Tratado de

los linajes nobles

de España, y algún

otro opúsculo de materia genealógica, inéditos hasta

completan

De

el rela-

lo verisímil

Crónica abreviada y juzgó de gran curio-

pasó por tantas manos antes de llegar á

de

A

misma

Valeriana, que no han

habla de su persona, sus dos primeras cartas políticas y todo to de la prisión

II).»

semejanza entre

tal la

Mosén Diego de haber

Crónica de D.

Juan

dirigida á la

la serie

interés también

el

presente,

de obras históricas de Mosén Diego de Yalera.

puramente histórico para nosotros son

Tratado de las armas, más comúnmente llamado de safíos, del cual existen

dos rarísimas ediciones

sin

el

célebre

los rieptos

año

¿de-

ni lugar

de

impresión: breve, exacto y elegante compendio de las leyes y prácticas caballerescas

observadas en Francia, Inglaterra, Alemania y

España, digno, en suma, de quien tantas lanzas había roto en justas

y torneos y de

las

á tantos pasos de

armas había llevado su empresa;

Preeminencias y cargos de

no sólo

los

se quiere

el

los Oficiales de

llamados reyes, sino los farautes y persevantes; y aun

Ceremonial de Príncipes, que declara

las

de emperadores, reyes, duques, marqueses, condes,

buve además una traducción

del

Árbol de

el

armas, incluyendo si

prerrogativas

etc.

Se

le atri-

las batallas, libro francés

CAPITULO

do Honorato Bonet; pero

la

hemos

única que

Marqués de

Zorita, criado del

241

XIII

de Antón de

visto es

para quien

Santillana,

hizo en

la

1441(1).

Entre de

que pudiéramos decir doctrinales, de moral ó

los tratados

política, sección

merecen

muy

abundante en

obras de Mosén Diego,

las

especial aprecio el de Providencia contra Fortuna,

veces impreso

y reproducido

muchas

de los Proverbios del Marqués de Santillana,

al final

Capmany como

por

casi íntegro

mejor

tipo de la

prosa del siglo xv, aunque no sea más que un tejido de lugares co-

munes;

Breviloquio de Virtudes;

el

dito todavía

mente á

trata

la paz,

D. Juan ile

de

que

II;

aunque

(2),

las diferencias

entre

y, finalmente, la

curiosos,

rey y

porque principal-

el tirano; la

Exhortación

dos cartas que dirigió á

las

Defensa de virtuosas mujeres y

Espejo

el

verdadera nobleza, libros que tienen punto por punto los mismos

temas que

Triunj'o de las

el

Rodríguez del Padrón, con

donas y

diferencia todavía

es por lo

común

mayor

la

Cadira del honor de Juan

diferencia de dar Valera

la

á los ejemplos históricos que á la

el

una paráfrasis de

es casi

Doctrinal de Príncipes, iné-

el

más

es de los

la

argumentación

del estilo,

llano, apacible

que en

y ameno,

al

el

más espacio y con

escolástica,

cronista de

paso que en

Cuenca trova-

el

dor gallego peca constantemente de alegórico, redundante, emblemático, y

(1)

si

se quiere poético, pero con mala

Así el Tratado de las armas,

como

el

manera de

lirismo (3).

Ceremonial de Príncipes,

el

de

las

Preeminencias, el Espejo de verdadera nobleza, y el Tratado en defensa de virtuosas mujeres, figuran en el ñoles, te

en 1878, con

el título

tomo publicado por

la

Sociedad de

de Epístolas de Afosen Diego de

bibliófilos

espa-

Valera... juntamen-

con otros cinco tratados del mismo autor. Cuidó de esta edición D. José

An-

tonio de Balenchana.

[Además de castellano, la

(2)

so,

Gallardo

(iv,

Valencia,

de

ti,

Es curiosa

la

la

Pelayo, existe,

amor

er>

conservan dos manuscritos

de Madrid.

(A.

B.)\

impre-

biblioteca Medinaceli. (A. B.)

diatriba

Juan Boccaccio, que en

idas llamas de

Menéndez y

la cual se

870) describe, sin embargo, un rarísimo ejemplar

que se custodiaba en

(3)

>

versión de Zorita que cita

S-81 y el Bb-152) en la Biblioteca Nacional

(el



la

de Diego de

que contra Boccaccio los

se lee en este libro: «Pues

postrimeros días de tu vida las amortigua-

revi vastes, por las quales tueste constreñido tus loables

fechos con poquillas letras manzillar, ¿tú eres aquel que escreviste libro Mewkkdez t Pei.ayo.— Poesía

castellana.

II.

10

HISTORIA DE

242

Sólo

la

POESÍA CASTELLANA

l.A

importancia del personaje presta alguna curiosidad á las

Mosén Diego de Yalera que nos han servido de pretexto

poesías de

para dar esta breve razón de su persona. Estos versos, pocos y malos,

se encuentran dispersos en varios Cancioneros impresos

nuscritos:

en

el

que

hay cinco composiciones en de Gallardo, en

fué

en uno de

la

de

los

la

el

y ma-

de Stúñiga, y otras varias

Biblioteca Nacional de París,

Biblioteca de Palacio. Las únicas que suelen citarse,

no por otra cosa que por

son

lo disparatadas é irreverentes,

pa-

las

rodias eróticas (inéditas todavía, según creo) de los siete Salmos penitenciales liar

y de

la

Letanía, donde, entre otros santos de su pecu-

calendario, invoca á Tarquino,

el

forzador de Lucrecia. Escribió

Valera alguna que otra poesía política, entre del suplicio

ellas

una con ocasión

de D. Alvaro, pero sus letanías y sus salmos son

hicieron escuela. Pronto

le

imitaron

como

á porfía

que

los

Juan de Dueñas

y Suero de Ribera en sus respectivas Misas de Amor (i), donde se leen los más absurdos sacrilegios, traduciendo, v. gr., el Agnus Dei: ^Cordero de Dios de Venus», y

el

Denm

Credo in untan

Creo, Amor, que tú eres

Cuidado do placer yace,

Que

faces á quien te place

Rescebidor de



placeres...

de Claras mujeres, onde con gran trabajo ayuntaste

adas,

recontando

las

condiciones de

la

que escriviendo

«virginidad de muchas? ¿Tú eres aquel las

castidad c perpetua

el tu libro

mujeres no buenas,

de

dixiste:

las

Cay-

no quiera

»Dios que yo diga por todas; que en ellas hay muchas santas, é castas, é

vir-

tuosas, las quales con grant reverencia son de acatar; é después, olvidada la

vergüenza de

ti,

escreviste en el tu Corvacho lo que mi lengua debe callar?

¡Oh, vergonzosa cosa,

no solamente para

Y

ti,

más aun para

hombre

el

del



mundo que menos



cuando Juan Boccaccio escrevió este iibro Corvacho, era enamorado de una dueña florentina, é como fuese el en edat aborrescible para ser amado, ella burlaba



mucho

supiese!...-

del, é

en nota añade: «Decía yo

amaba á un otro mancebo

Boccaccio en este Corvacho, dize que

-muchas veses burlando

del, desía:

mucho indignado Juan Boccaccio, generalmente de todas (1)

Publicada

la

«

la

esto,

florentino; y el

porque

mesmo Juan

dueña, estando con aquel mancebo

Ves allí al enamorado mío*, de lo qual

escribió en este libro

muchas fealdades

las mujeres.'-

de Ribera por Ochoa, Rimas fnidilas del siglo XV, pág. 38^.

La de Juan de Dueñas

está en el Cancionero inédito

que fué de Gallardo

CAPITULO

Ya veremos cómo

XIII

243

á todos les arrebató ia

palma en tan detesta-

ble género aquel energúmeno de Qarci Sánchez de Badajoz, que

compuso punto, al

si

Lecciones de Job alegorizadas al

las

locura no

la

mismo tono

atajara (dice D.

le

todas

homilías y oraciones».

las

como

todo esto con tanta cristiandad

pasase

que á

lo

imágenes de

Creemos

inútil,

tejer el inventario

D. Juan

mos por

de puro quitarlas

el

la

reverencia á las

como

Con

estudio de los ingenios culminantes.

el

mundo

el

cantidad, y también

la

hizo versos, bien

decir que en

puede

inferirse

sos.

los

Poco

valen, por ejemplo, los

blemente fueron

el

biogra-

de Suero de Quiñones; pero para

dirigidos á aquella

fierro, hasta

misma dama por cuyo amor, y

rompidas por

asta

el

vidad del Apóstol. del notario

Es

con

Aquí

fierros

la

de Milán), en

Ilustres poetas

argumento, que entre el

los

caso, en

Puente de Órbigo,

triunfa

en su segundo período,

y

festi-

testi-

de toda ficción

frivola,

mundana y más pró-

sus quimeras, cuanto

modernos,

Paso Honroso, Maury en Esvero

duda porque

la

y quince después de la prosa de un documento oficial, el

más deslumbradora en

xima á su ocaso.

una cade-

días antes

Pedro Rodríguez de Lena,

la caballería

galante, tanto

los jueves al cuello

que concertó su rescate en «trescientas lanzas

camino de Santiago, quince

monio

la

saber que los compuso, y que proba-

en señal de esclavitud, llevaba todos

posible.

y

poetas suple muchas veces las deficiencias de sus ver-

nadie puede ser indiferente

na de

la

calidad, de semejante producción. El aspec-

to social es lo único que suele interesar en esta poesía,

de

presente,

el

innumerables versificadores del tiempo de

los

puesto que nada nuevo podrían añadir á lo que conoce-

II,

aquella corte todo

fía

compagina

polvo.

en trabajo tan compendioso

de

se

puede que á estos poetas

que pierden

los sacristanes,

los santos

Cómo

dicen que había en tiempos

antiguos, no seré yo quien lo determine: les

Amor, «y estaba en

Diego de Mendoza) de hacer

el

Duque de Rivas en

contemporáneos no inspiró versos,

medio de su estrañeza,

fuera de ella, especialmente en

la

el

Almedora, han renovado este

corte de los

tenía en

sin

España y

Duques de Borgoña,

hartos ejemplos.

Más que

las querellas

de amor, y

las

divisas

y

trovadores aristocráticos del siglo xv, sirven para

los la

motes de

los

historia las cí-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

244 nicas los

y desvergonzadas lucubraciones de sus protegidos ó

parásitos,

poetas semipopulares ó más bien plebeyos, de que ya

hemos

Cancionero de Baena, empezando por

visto tantas muestras en el

su propio colector, que es uno de los

más desaforados, maldicientes

y pedigüeños. Este género de sátira procaz, licenciosa y callejera, abunda en tiempo de D. Juan II, pero menos que en los dos reinados posteriores. El poeta que principalmente

la

personifica, así

como por

la

torpeza habitual de

espontáneo y acerado del

lo

su empleo,

Antón de Montoro,

principal

y digno

teatro de su

corte de Enrique IV;

Montoro, que

en

re

el

el

siglo

allí

por

Ropero de Córdoba, empezó á es-

en este período; pero alcanzó

cribir

tro, á

chiste,

de

al

musa

los

Reyes

facinerosa

¡remos á buscar,

como en

rey de

fué, sin disputa, el

xv. Juan de Valladolid,

el

Católicos,

y desalmada

los

y

el

fué la

su propio cen-

poetas de donai-

llamado Juan

Poeta.,

su

émulo en truhanería y desfachatez, ya que no en ingenio, pasó por corte napolitana de Alfonso Y,

la

Micer Marín glar,

el

como

Tañedor, que,

músico y poeta

al

á ella pertenece su estudio.

y

apodo

su

haber sido poeta bilingüe: nacido quizá en

componía versos indiferentemente en

A mi más me Guando

lo indica, era

propio tiempo, tiene el

la

un ju-

singularidad

reino de

de

Aragón,

castellano y en catalán:

place oyr á Martín,

canta é tañe alegres vegadas

Sus cantigas dulces Así en castellano

muy

bien concordadas,

como en

lymosin.

(Núm. 97 del Cancionero de Baena.)

Tuvo un hermano llamado Diego, tañedor como que por sus propias canciones, por una lanzó

Antón de Montoro, diciendo entre

(de

Medina Sidonia)

jer.

En

el

y

el

más conocida que contra

él

otras lindezas que el Duque

Maestre de Santiago dormían con su mu-

Cancionero de burlas hay también algunas coplas, poco

picantes ni chistosas, de un

de

él,

sátira feroz

Maese Juan

el

Trepador, guarnicionero

estos copleros,

y algo separados de ellos los reyes de armas

oficio.

En mejor compañía que

también por su condición y estado, deben andar

Toledo y Moxica, y

el

honrado escudero Pedro de

la Caltraviesa.

CAPÍTULO

De

245

XIII

Toledo, que era un mediano poeta erótico, escribió Antón de

Montoro en uno de sus epigramas: ¿Cuál quisiérades vos más:

Que

se perdiera la

O

planta de Noé?

la

fe,

Fernán Moxica tiene diálogos con su dama

muy

fáciles

y dono-

de cortesano y apacible discreteo, y versificados con tanta soltura, que parecen de la época de Castillejo. Muestra pretensiones

sos,

bastante justificadas de poeta culto: después de la batalla de guera, celebró á ü. Juan

II

como maestros á D. Enrique de

seguir

la

Hi-

en un poema alegórico, haciendo gala de Villena y

al

Marqués de San-

lillana:

Mas Enrique de Villena, Con el barón de la Vega, Alumbren mi mano ciega, Faciendo conclusión

De Pedro de largo

gún género de íresco

y

la

y enérgico

llana.

que

reticencias

y desembarazado de

la

se pinta

Amador de

los

Ríos un

con vivos colores y

sin nin-

Caltraviesa dio á conocer

decir en

situación moral de Casulla. El estilo

esta pieza, conserva cierto sabor popular

patriótico:

Después de muertos

Que Non

los godos,

se ganó el Portogal,

sabían decir todos:

Guardabrazos nin brazal, Placas, almete, gorjal.

Tales nombres nin oyeron,

Mas

la batalla

vencieron

Del Puerto de Muradal.

De penachos non Con temor

usaron,

del vendaval,

Los que por fuerza ganaron

A

Jahén et Rabanal.

Faca extraña nin chival

Los que digo non decían,

Empero

bien defendían

Sus capas et su portal. Lorigas et brafoneras,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

246

Grand

jaez et correal,

Capellinas con baveras,

Bacinetes de casual, Tiracolas con ramal, Faldas, moscaques, panceras,

Quexotes

et canilleras,

Mazas de medio quintal, Caballos de Zacatena, Cofia, dagas et frontal, Sillas fuertes

con cadena,

Graves estoques,

puñal...

Esta guarnición atal

Usaron

los castellanos,

Et vencieron por sus manos

Mucha

La

catástrofe de D.

batalla campal...

Alvaro de Luna, quien todavía dio mayores

pruebas de grandeza humana sobre cadalso que en

la

cumbre

mensa resonancia en á gran

número de

la

Mendoza en

y de

ensangrentadas del

prosperidad, tuvo in-

la

alma de sus contemporáneos, y dio materia

poesías,

vengativo canto que Iñigo de

el

las tablas

del poder

si

bien ninguna aventajó

al

iracundo y

nobleza castellana levantó por boca de don el

día de su triunfo.

Hay composiciones de

Mosén Diego de Valera, de Juan Poeta, de Fernando de (el

la

Torre

Testamento del Maestre), de Juan Agraz, de Pero Guillen de Se-

govia, y hasta de un catalán, Berenguer de Masdovelles, que los

compuso en su lengua la

nativa. Casi todos estos versos son hostiles á

memoria de D. Alvaro, como obra de enemigos suyos ó de

vadores asalariados por sus enemigos, y en

casi

todos domina

de que sólo desde aquel día empezaba a ser rey D. Juan Agora eres tú

el

la

tro-

idea

II:

rey

Magnifico é soberano:

Agora cumples Bésente todos

le

decía Juan de Valladolid.

la ley... la

mano,

Y añadía Juan Agraz, poeta de Albacete,

con más libertad y elevación

política:

Rey que siempre deseaste Buen

faser é

buen

vevir,

CAPITULO

247

XIII

Pues del sueño despertastes,

Non vos tornes á dormir... Que Dios quiere consentir

Que

vuestra real persona

Presto pueda redemir

Lo que cumple á Así

como

al

la

corona.

rey Asuero,

Incitado por Ester,

El Bien

Sumo verdadero

Alumbró vuestro poder,

No ympidades el poder Que vos dio la dignidad, Nin tornes á someter Vuestra excelsa potestad...

Una

sola poesía

embozadas:

el

hay de tendencias apologéticas, aunque un tanto

dezir de Pedro Guillen de Segovia, notable poeta cu-

yas principales obras pertenecen

La impresión que

deja

el

al

reinado siguiente

(i).

espectáculo de esta abigarrada muche-

y á veces de ínvemos converso por añadidura, como Antón

dumbre de copleros de pobre y obscura

condición,

fimo origen, tiene algo de extraña y contradictoria. Cuando á un sastre remendón, y judío

de Montoro, alternar en correspondencia poética con

el

marqués de

y á Juan de Valladolid, hijo de un pregonero ó de un verdugo, recorrer festejado, no sólo todas las cortes de nuestra Pe-

Santillana;

nínsula, sino las italianas

mera

vista

que

el

de Ñapóles, Mantua y Milán, parece á

especie de democracia. Pero considerándolo ilusión

pri-

ingenio allanaba todas las distancias, creando una

más atentamente, tal la mayor

comienza á desvanecerse, y hay que contesar que

parte de estos juglares degenerados hicieron todo lo posible por

deshonrar su arte y deshonrarse á



propios, no sin

que en

esta de-

De la poesía política en tiempo de D. Alvaro de Luna hizo especial estuAmador de los Ríos, en dos artículos publicados en la Revista de España (1872). El mismo Amador, en el tomo vi (capítulo m), de su Historia Crítica, (1)

dio

y D.

Pedro José Pidal en

mente sobre portancia

el

prólogo

los poetas eruditos

como

fuente histórica.

al

Ca?icionero de Baena, discurren larga-

populares del siglo xv, y hacen notar su im-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

240

gradación moral tuviese mucha parte se les otorgaba, no

muy

diversa de

la

el

género de protección que

que recaía en

los

truhanes y

mozos de pasatiempo. Es de suponer, por ejemplo, que á

los ojos

de Alfonso V, Juan Poeta valiese todavía menos que aquel Mosén Borra, miles gloriosus, que había trocado

por los cascabeles del bufón, y á quien nar de oro las faltriqueras y cido bajo

el

peso de

toda delicadeza

las

la

el

la

toga del jurisconsulto

rey se complacía en

escarcela, hasta

que cayese

monedas. Faltos, pues, de todo

lle-

desfalle-

ideal

y de

divorciados del pueblo é infieles á su ori-

artística;

gen; faltos también de positiva cultura y de paladar moral, entrega-

dos alternativamente á profanadores de todo tanto

maledicencia grosera ó á

la

lo

la

lisonja vil;

sagrado y caballeresco; sabandijas de corte,

más despreciadas y

vilipendiadas, cuanto

fuerzos que hacían para sobreponerse á sus

mayores eran

los es-

compañeros de domes-

ticidad en aquella lucha de pasquines soeces, presentan el repug-

nante espectáculo de una jauría de canes hambrientos disputándose los despojos

de

la

mesa de su señor. El Cancionero de oirás de bur-

las provocantes á risa es

remos

á

él:

el libro

de oro de esta escuela; ya volve-

parece escrito en una mancebía por una reunión de ru-

fianes ebrios. Pero no se ha de negar

un

cierto género de vida, grosera

con los

lo

amanerado y

fastidioso

de

que

la

sin duda,

que contrasta

y alegórica de importa mucho más que ésta,

poesía amatoria

Cancioneros, y para el historiador la historia recoge en todas partes

porque

esta bárbara poesía tiene

y material

las palpitaciones

de

la

vida,

y puede descender á todos los lodazales sin mancharse. Muchos poetas de la corte de D. Juan II, tales como Lope de Estúñiga, Juan de Dueñas, Juan de Tapia, Suero de Ribera, pasaron

á Ñapóles con Alfonso V, y ya es tiempo de buscarlos en este nuevo teatro abierto á las musas castellanas.

CAPITULO XIV [

ALFONSO V DE ARAGÓN EN ÑAPÓLES.

ANTES DE ESTA ÉPOCA.

RELACIONES ENTRE ESPAÑA

ESPAÑOLISMO DE ALFONSO

V.

É ITALIA

— PERSONAJES DE SU

CORTE: ESPAÑOLES É ITALIANOS.

LOS HUMANISTAS PROTEGIDOS POR ALFERRANDO VALENTÍ Y SUS ENSAYOS CLÁSICOS. OTROS HUMANISIAS LEVANTINOS. MOSÉN PERE TORRELLAS JUAN RIBELLES. LOS POETAS

FONSO

V.



¡

DEL «CANCIONERO DE STÚÑIGA»: CARVAJAL Ó CARVAJALES! LOPE DE STÚÑIGA Y OTROS POETAS DE AQUEL «CANCIONERO».

ÚLTIMOS ACENTOS DE LA POESÍA

CASTELLANA EN HONRA DEL MONARCA ARAGONÉS.]

En 26 de Febrero de la

1

443 entró Alfonso Y, rey de Aragón, en

conquistada Ñapóles, con

do de

laurel,

siniestra,

con

el

cetro en

en carro tirado por cuatro caballos blancos, mostrando á

sus pies encadenado ricos la ticia.

Fortuna y

Un

pompa de triunfador romano: coronala mano diestra y el globo áureo en la

Mundo. Precedíanle en

el

las

í

otros carros alegó-

irtudes, entre las cuales descollaba la

arco inmenso, para

el

brazas de muralla, dio ingreso en

la

ciudad á aquella espléndida y

abigarrada comitiva, en que por primera vez se mezclaban

Italia

y

Edad Media y el Renacimiento. Mientras en una parte mancebos venidos de Toscana representaban, vestidos de

España, y sesenta

Jus-

cual se habían derribado cuarenta

la

púrpura y grana, los juegos florentinos, en otro lado numerosa cohorte de aragoneses y catalanes, unos en caballos mecánicos, otros a pie, vestidos de persas

y de

asirios,

con lanzas y cimitarras, eje-

cutaron una danza bélica, seguida de un simulacro de batalla, en-

tonando

al

par cantos de victoria en su lengua nativa, es decir, los

unos en catalán y los otros en castellano de Aragón, según recer

más probable. Concitato sensim cantu,

ipsi pariter

el

pa-

inflamma-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

25O

batittir, prccliiDiique

la

Torre de

En

desnuda.

Paz,

la

misceóant, dice el Panormita. Cerraba

el

séquito

cuya puerta guardaba un ángel con

la

espada

pompa medio

la

medio

bárbara,

con que se

clásica,

solemnizaba aquel día de gloria, aparecía de resalto

el

carácter de

que iba á tener aquel reinado. «Entonces fué reve-

iniciación artística

lado á los españoles (dice un crítico reciente) (i)

nuevo aspecto de

el

y poco después empezaron á conocer los italianos la nueva vida española». La corte de Alfonso V es el pórtico de nues-

la

vida italiana,

tro Renacimiento,

primera escuela de

la

humanistas españoles.

los

Hasta entonces nuestras relaciones con

habían sido pura-

Italia

mente guerreras y comerciales; la dominación de la Casa aragonesa no había llegado todavía al continente, pero era inevitable que lle-

La grandeza y prosperidad comercial de Barcelona,

gase.

breve tiempo los

derechos de

pués de á

rival

las

recoger

de

lenta

la

de

repúblicas marítimas de

sangre y

el

voto popular de

Italia.

en

la hizo

Y

cuando

los sicilianos, des-

sangrientas vísperas de Palermo, movieron á D. Pedro

la

herencia de Corradino y á ocupar

las islas italianas,

conducidos á

lianos,

las

bien puede decirse que catalanes y

la victoria

la

sici-

por Roger de Lauria, formaron un

solo pueblo durante aquella edad heroica en que

aragonés que, según

111

más grande y opu-

la

gran monarca

el

expresión de Dante,

D'ogni valor portó cinta

y á quien hizo Boccaccio héroe de

la

la corda...

más

delicada y exquisita de

sus novelas, resucitó las muertas esperanzas de los gibelinos de toda Italia.

Xi un punto se interrumpe durante

ternidad entre vasallos

de

la

Edad Media

que D. Fadrique de Aragón, y

Sicilia

la

lana que pasó á Oriente, llevaba por primer jefe á Brindis), sica,

que vino á

(1)

influencia

B. Croce,

La

un

italiano (de

Flor.

participó de los generales destinos de

lumen xxrv de

sus

compañía cata-

De tal modo se catalanizó aquella isla cláquedar como segregada del continente, y apenas

Roger de

todavía con

esta fra-

ambos pueblos; no hubo príncipe más querido de

Corte Spagnuola di Alfonso

los Atíi delta

Italia.

más honda, presenta

a"

Igual fenómeno, la

isla

Aragona a

Academia Ponianiana di Napoli).

y de Cerdeña,

tYafo/i,

1894 (vo-

CAPITULO XIV cedida á D. Jaime

II

de Aragón por

el

251

Papa Bonifacio VIII en 1297,

y definitivamente conquistada de los písanos en 1326 por los catalanes, que establecieron allí una colonia y comunicaron su lengua, la cual persiste en Alguer, tercera población de la isla. Aparte de estas conquistas, los catalanes intervienen activamente en la historia

de

Italia,

ya

como soldados mercenarios, ya como

traficantes.

Los

comercial.

Ya en

siglos xiv

y xv marcan

el

piratas,

ya como

apogeo de su

gloria

1307 tenían dos cónsules de su nación en Ñapóles,

y sus mercaderes ocupaban una

calle entera.

En

Pisa tenían, des-

de 1379, no sólo cónsul, sino lonja ó casa de contratación, libertad absoluta de comercio, exención de todas forasteros,

ban,

como

y otra porción de privilegios

muy

ahora, por

las

gabelas impuestas á los

útiles

y

honoríficos. Pasa-

y sagaces: homines Benvenuto de Imola. «Guár-

industriosos, ladinos

cordati et sagaces ínter Hispanos, dice

date de pláticas y tratos con catalanes», exclama un personaje de novela 40 de Massuccio Salernitano.

non

accipere, es consejo

Tenían

cathalano mercatore

la

mutuum

de Pontano.

muy

los italianos

A

vaga y confusa idea del centro de Es-

paña. Sólo por excepción habían conocido algún ejemplar de los

españoles de Castilla, de los semi-barbari

et efferati

homines de que

habla Boccaccio. Del tratado Devulgari eloquio se infiere que Dante

no sabía siquiera con

el

Roma,

la

existencia de nuestro romance, ó

le

confundía

provenzal. Existían, sin embargo, las relaciones religiosas con las relaciones jurídicas

los estudios

con

los decretalistas

de Bolonia y Padua. Alfonso

emperador por

iniciativa

de

los písanos,

el

que

y glosadores de

Sabio había sido elegido le

llamaban excelsiorem

unquam temporibus recolendis. en 1260 como embajador de los giielfos

super omnes reges qui sunt vel fuerunt

Brunetto Latini vino á

de Florencia, y

al

encarecimientos de

él

principio de su libro del Tesoretto hace grandes la

persona de nuestro sabio rey, hasta decir que

Sotto

la

luna

Non si truova persona Che per gentil lingnagio Né per alto barnagio Tanto degno ne

Com'

fosse

esto re Nanfosse.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

252

Un

infante de Castilla, hijo de D. Fernando, el famoso aventurero

D. Enrique, llamado naje inquieto

el

Senador por haberlo sido de Roma, perso-

y revolvedor,

á

quien no pueden negarse

ni esfuerzo

bélico ni ciertas dotes de político, lidió bizarramente en Tagliacozzo,

como

ñoles, y,

si

de Corradino,

auxiliar

se perdió

sino por haber cejado al

la

800 caballeros espa-

frente de

al

no fué ciertamente por su culpa,

la batalla,

hueste de los alemanes que acompañaban

desventurado príncipe gibelino. Mejor y más duradera memoria

dejó en los

la

centuria siguiente

cardenal Gil de Albornoz (uno de

el

más grandes hombres que nuestra nación ha producido, y en

talento político quizá el primero de todos), reconquistando

palmo

el

oprimían y devastaban, y abriendo nueva era en

de

Italia

y aun en

la historia

de

derecho público de

el

español, sin excluir

en

al

Italia,

ron, no quitan al rey la

según

la

cristiandad.

la

como meramente

de Aragón

rama española en

Italia,

la

personales que fue-

para que

allí

el pri-

reinase largo tiempo,

expresión de Paulo Giovio: Qui prinms Hispánica: sangui-

ñolización de

la Italia

siglo á la del resto

de

En

él

comienza

meridional, que se adelantó en

la

espa-

más de medio

Italia.

claro es que aquí no se trata del

sino de relaciones

mero hecho de

más íntimas que después de

contacto, no hostil, sino familiar, entre

importancia del caso

el

ella

la

conquista,

nacieron; de un

ambos pueblos; de un co-

mercio de ideas, de costumbres y de productos la

Ningún otro

de haber ingertado

gloria

nis stirpeni, ut din regnaret, Italia inseruit.

Y

le

estado político

el

mismo Alfonso V, ha pesado tanto como él aun en aquello que esta historia tiene de más

universal. Pero sus acciones,

mero

palmo á

patrimonio de San Pedro, aniquilando á los tiranos que

literarios.

Aumenta

haber coincidido precisamente los tiem-

pos del magnánimo Alfonso (á quien nuestra historia patria no ha

consagrado todavía un monumento digno de su gloria) con

el

pe-

y de la cultura de los enseñoreó del ánimo de aquel gran

ríodo culminante del Renacimiento clásico

humanistas,

la

cual totalmente se

monarca, y no sólo encontró en magníficos patronos, á le

la

él

uno de sus más espléndidos y

vez que un discípulo ferviente, sino que

movió á difundirla entre sus subditos españoles,

si

no con gran

resultado inmediato (porque ninguna cosa aparece perfecta desde

CAPITULO XIV

'

253

sus principios), á lo

menos con loables y eficaces esfuerzos

preparan y anuncian

las glorias

De Alfonso V, Italia

y en

la historia

de

qm

centuria siguiente.

la

guerrero y conquistador, se ha escrito bastante en

otras partes, por ser sus hechos de los

Poco

del siglo xv.

capitales en

Corona de Aragón apenas han añadido

vísimos historiadores de

la

cosa de substancia á

exacta

la

más

ha hecho en España, donde los no-

se

y copiosa narración de

Zurita. Pero-

el

aspecto literario que, tratándose de Alfonso V, no es por ventu-

ra

menos interesante que

y de

investigación

otro alguno

la

la

Amador de

cerse á D. José

político,

el

nuestros eruditos antes que

de

ha llamado

los extranjeros,

la

atención de

y ha de recono-

los Ríos, entre tantos otros méritos

crítica, el

especial importancia de este asunto, dedicándole dos

tomo

largos capítulos, de los mejores del

vi

de su Historia de

Literatura Española, en que discurre ampliamente sobre

general de las letras bajo los

de

de haber comprendido primero que

el

reinado de Alfonso

V de

el

la

carácter

Aragón, y sobre

poetas latinos, castellanos y catalanes de su corte.

En

todos

los

ensayos de historia general del humanismo intenta-

dos hasta ahora en Alemania (entre los cuales descuella

el

de Voigt)

hay algo que más ó menos atañe á Alfonso V, considerado como

Mecenas Silvio,

del Panormita, de Philelpho, de

Lorenzo Valla, de Eneas

de Juan de Aurispa, de Jorge de Trebisonda,

sólo descuidan tales autores

afirmando,

como

especial carácter

día de Italia,

lo

que

el

etc.

Pero no

punto de vista español, sino que aun

hace Burckhardt en su admirable libro la

dominación española imprimió en

no entran á explicar

las

causas

el

(i), el

Medio-

y condiciones de

este

mutua transformación de aragoneses y napolitanos hasta refundirse casi en una misma sociedad. El primero que ha llafenómeno,

mado

la

ni la

atención sobre este nuevo

y curioso tema, es Gothein en su Sur de Italia (Breslau,

obra sobre el desarrollo de la cultura en el 1886), los

en cuyos capítulos

iv

y

vi,

y con ocasión de

estudiar,

ya

elementos extraños que en aquella cultura se mezclaron, ya las

relaciones entre los humanistas y sus protectores, trae algunas indi-

caciones críticas

(1)

La

muy

luminosas y de alto precio. Pero

Cultura Italiana en tiempo del Renacimie?ite.

el

trabajo

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

254

más

reciente sobre esta materia es

que, aun en

ha encontrado lugar para muchos detalles curiosos,

ginas,

además

el

mérito de llamar

Amador,

ni

del joven napolitano Croce,

el

breve espacio de una Memoria académica de 30 pá-

el

la

y

tiene

atención sobre ciertos puntos en que

Gothein, ni otro alguno que yo tenga presente, ha-

ni

bían reparado.

Una de

las

cosas que

debemos, es

le

la

reivindicación del carácter

español de Alfonso V, que nunca fué anulado ó desvirtuado en

él

por su carácter de príncipe del Renacimiento. La opinión vulgar,

V se

sobre todo en España, de que Alfonso

aragonés

ni

tes causas.

por completo

italianizó

de Ñapóles, y no volvió á acordarse

ati (Bolonia,

1S93.cn

la

X V»,

el

retrata al AlCastilla,

más

en términos expresos: latina.'

él:

acento

riveduíe sui manoscritti da Luda-

Collezionc di opere inedile o rare).

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

2¿6

Producto c correto...

Oyó

Habrá

de philosophía

los secretos

E

los fuertes passos

E

profundamente vio

de naturaleza

la

poesía.

hipérbole que se quiera, pero tales cosas no pudieron

la

escribirse de quien

ya en aquella fecha no hubiese dado pruebas

amor

relevantes de su

á

la

cultura clásica, en aquel grado cierta-

mente pequeño en que á principios Castilla

y en Aragón",

suficiente, sin

píritu á aquella especie

tusiasmo por lia,

y que

la luz

de

xv podía adquirirse en

embargo, para preparar su es-

de embriaguez generosa, de magnánimo enla

antigüedad, que se apoderó de

encadenó para

allí le

del siglo

el

él

en

Ita-

resto de su vida, convirtiéndole

en cautivo voluntario de los mismos de quienes había triunfado. Entonces empieza

el

segundo Alfonso V,

Alfonso de los humanis-

el

que es complemento y desarrollo, no negación ni contradicción, del primero; el que con aquella misma furia de conquista, con tas,

aquel irresistible ímpetu bélico con que había expugnado Marsella y los libros

la

de

la

opulenta

deleitable Parténope, se lanza encarnizadamente sobre los clásicos;

y

sirve

por su propia

mano

la

copa de ge-

neroso vino á los gramáticos; y los arma caballeros; y los corona de laurel;

y

los

colma de dinero y de honores; y hace á Jorge de Trela Historia Natural de Aristóteles; y á Poggio la

bisonda traducir

Ciropcdia de Xenophonte; y convierte en breviario suyo los Comentarios

de Julio César; y declara deber

lud á

la

lectura de Quinto Curcio;

el

restablecimiento de su sa-

y concede

la

paz á

Cosme de

Médicis á trueque de un códice de Tito Livio; y ni siquiera se cui-

da de espantar tras

mosca que

la

oye arengar

se posa media hora en su nariz mien-

á Giannozzo Manetti.

Es

el

Alfonso

V

que, pre-

ciado de orador, exhorta á los príncipes de Italia á la cruzada contra los turcos, ó dicta su

memorial de agravios contra

nos en períodos de retórica

materna de

las Epístolas

clásica;

de Séneca, y

el el

los florenti-

traductor en su lengua

más antiguo

coleccionista

de medallas después del Petrarca.

Con Alfonso

V

pasaron á Ñapóles una multitud de españoles, no

CAPITULO XIV sólo subditos suyos, aragoneses

pequeño número,

castellanos,

reino habían seguido

el

de

y

257

catalanes, sino también,

los

que en

y en no

las discordias civiles del

partido de los Infantes de

Aragón contra

D. Alvaro de Luna. Ocuparon los oficios palatinos, los más altos grados de

«No

la

milicia,

de

magistratura, de la jerarquía eclesiástica.

la

fué una invasión pasajera (dice el Sr. Croce); fué

plantación de familias enteras

Da

la

Madre Et da

Re, con

li

1'

Hercole Aragonio

bellicosa intima Hesperia,

Verran mille Di cui

una trans-

reino:

feconda e gloriosa Iberia

di

la

al

altri

heroi nel regno Ausonio,

gesti e le virtü notorie

Faran del nobil sangue testimonio.»

Así cantaba no muchos años después deu,

que tradujo hasta su

Ckariíeo,

aunque lo

y precedió

sin

el

poeta italo-catalán Cari-

apellido, haciéndose llamar clásicamente

á Boscán en el abandono de la lengua nativa,

perder por eso

el

recuerdo y

el

amor de

su patria,

como

declaran aquellos versos suyos: Pianga Barcino, antica patria

Entre

las principales familias

mia...

españolas que se arraigaron en

reino de Ñapóles inmediatamente después de su conquista, hay

contar en primer término á los dos Ávalos (Iñigo

y

el

que

Alfonso), hijos

buen Condestable Ruiz López, y á sus hermanos de madre los dos Guevaras (Iñigo y Fernando). De estos cuatro hermanos dice del

Chariteo: Frutto d'un sol terren, da due radici

Due

Avelli e

due Guevara, antique genti

Bellicosi e terror degli inimici... Fratelli in sangue, e piü fratelli in fede...

Iñigo de Avalos,

comúnmente llamado

el

Conde Camarlengo,

fué

marqués de Pescara; Iñigo de Guevara, mayordomo y gran senescal de Alfonso V, fué marqués del Vasto; títulos que habían de inmortalizarse en nuestra historia militar del siglo xvi.

Otros muchos españoles formaron parte de Mehkndez y Pelayo.— Poesía

castellana. II.

la

corte de Alfonso 17

V,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

25S

y suenan

cada paso en

á

las historias

de aquel tiempo:

virrey del Abruzo; Bernardo Villamarí,

Lope Ximénez de Urrea, que

y

los

genoveses;

Ramón de

Ramón Boyl, Don

grande almirante;

el

ajustó la paz entre el rey de

Ortal, caballero catalán

Aragón

que mandaba

la

hueste enviada por Alfonso en socorro de Scanderberg; Fr. Luis

Despuig, clavero de Montesa; Alfonso de Borja, primer presidente del Consejo Real de Ñapóles;

Mateo

el

famoso jurisconsulto mallorquín

y otros muchos, insignes en las artes de ¡a paz ó en ¡ás de la guerra, y con ellos razonable número de prelados y teólogos como el maestro Cabanes, Luis de Cardona, Juan Soler, obispo Malferit,

de Barcelona, Juan García, célebre por

con Lorenzo

Valla,

controversia que sostuvo

la

y finalmente aquel portento de sabiduría que

llamó Fernando de Córdoba, á quien en tuvieron por

Anticristo.

el

la

se

Universidad de París

También pasó por aquella corte

la

noble

y melancólica figura del Príncipe de Viana, y allí, por mandamiento de su tío, emprendió la versión de ¡as Eticas de Aristóteles, sobre la de Leonardo de Arezzo.

latina

Es en

claro

que

el

las inferiores,

sentimiento general,

no podía ser

mento español que

al

así

se había enseñoreado

en

las clases altas

muy

principio

benévolo con

de Ñapóles. Aparte de

aversión natural y justa en todo pueblo á

la

la

conquista extranjera,

quedaban muchos partidarios de Renato de Anjou y de ses; y,

como el ele-

los france-

por otra parte, los españoles del séquito de Alfonso afectaban

tratar á los italianos con altanería é insolencia,

como

lo

prueba

el

menosprecio que D. Iñigo Dávalos hizo de Juan Antonio Caldora, teniéndole por indigno de cruzar las armas con un caballero limpio

como los

él.

A esta

animadversión no es maravilla que respondiesen

barones del reino de Ñapóles con odio profundo, que estalló en

conjuración y guerra en tiempo del rey Ferrante, sucesor de AlfonPero lentamente iba mitigándose este odio, ya por los frecuen-

so.

tes enlaces de familia

que mezclaron en breve tiempo

sangre del reino de Ñapóles con

que había

iniciado Alfonso

la

la

española (conforme á

V, estableciendo en

la isla

mas noble la política

de Ischia una

colonia de catalanes, para que fueran uniéndose en matrimonio con

mujeres del •

país):

ya por

la

docilidad con que los españoles, tan

luros é intratables en otras relaciones de la vida, aceptaron el

ma-

CAPITULO XIV gisterio de los italianos en

siasmo que Gothein compara con

demás eslavos por

el

manistas paniaguados de Alfonso V,

renzo Valla, Eneas Silvio

francesa. el

Y

los rusos

como

así

Panormita,

(i) llegaron á escribir

De

Laureniii Vallensis,

(1)

con un ardor y entu-

que suelen sentir

moderna cultura

la

259

la cultura clásica

los

Lo-

Fazzio,

el

y

hu-

de cosas de Espa-

rebus gestis a Ferdinando Aragonum rege,

li-

bri Til. Valla había andado ea servicio de Alfonso desde 1435 ^ '443. y se jactaba de haber

tomado parte en todas sus campañas

Perseguido luego en

Ruma

terrestres y navales.

por su famosa disertación contra

dona-

las falsas

ciones de Constantino (Declamado de falso

crédito, et ementita Constantini do-

amparo

del rey de Aragón, primero en

natione), volvió á refugiarse bajo el

Barcelona y luego en Ñapóles, donde abrió una cátedra de elocuencia griega

y le

Alfonso no sólo

latina.

honró con un diploma

le

muy

honorífico, sino

que

sacó triunfante de sus innumerables querellas con los teólogos, á quienes

provocaba de continuo. Su Historia de Fernando, que no es más que una composición retórica,

le valió

una polémica brutal con

el

genovés Bartolomé

Fazzio, que, con ayuda del Panormita, había sustraído de la cámara del

Rey

manuscrito de Valla, y pretendía haber encontrado en él más de quinientos solecismos. Esta ridicula cuestión se litigó delante del mismo Alfonso, que

el

tenía el mal gusto de enzarzar á sus eruditos, divirtiéndose

Nada menos que cuatro

grosería é intemperancia.

mucho con su

invectivas (el título indica

ya lo que pueden ser, pero no da idea de todo lo que son) se cruzaron de una

parte y otra, hasta que

consiguió volver á

el

Rey

Roma en

intervino para separar á los gladiadores. Valla el

pontificado de Nicolás V, y prosiguió infa-

mándose en atroces polémicas con Poggio

Bracciolini,

ayudándole en una de

un joven catalán discípulo suyo y de Gaspar de Verona, que estaba muy resentido con Poggio por haber dicho éste que dos catalanes no son ávidos

ellas

de mármoles esculpidos, sino de oro y esclavos para el armamento de sus galeras». Quién fuera este catalán, autor de unas notas críticas á las Epístolas

de Poggio, no he podido

En

averiguarlo.

sus últimos años Valla hizo varios viajes á Ñapóles, y emprendió, á ins-

tancias de Alfonso, la traducción de Herodoto, de la cual llegó á leerle varios

Murió en

trozos.

poco antes que su Mecenas. Su Historia de Fernando I

1457,

puede consultarse en Véase

la

Lettres,

el

tomo

1,

libri quatuor.

de 1646 ces

al

1

de

la

Hispania Illustrata de Andrés Scotto.

R ¿publique

des

páginas 195 á 304.

Anlonii Panhormitae, lis,

tomo

biografía de Valla en Nisard. I,es Gladiaieurs de la

De

diclis el /aclis Alphonsi,

(Abundan

lleva el título

las

Regís Aragonum

ediciones de este curioso libro:

de Speculum boni

Principis.)

catalán y al castellano, una de rilas por

el

la

et

Neapo-

elzeviriana

Fué traducido repetidas vejurisconsulto Fortun García

2ÓO ña,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

contando

hechos y dichos, no sólo del mismo

los

Rey

Alfonso,

número de

sino de su padre el Infante de Antequera; así un cierto

españoles, discípulos ó corresponsales de estos humanistas, se es-

de Ercilla, padre del poeta de ralmente conocida es

Rey D.

liechos del

No

la

La Araucana; pero

la

más gene-

versión

del bachiller Juan de Molina {Libro de los dichos

Alonso...

y

Valencia, 1527; Burgos, 1530; Zaragoza, 1552).

es propiamente una historia de Alfonso V, sino una colección de anéc-

muy

dotas que pintan

al

vivo su carácter y su corte. Sobre

Panormita-

el

(célebre con infame celebridad por su Hermaphroditus), véase especialmente

Ramorino, Contribuii

mo,

alia storia biográfica e critica di A. Beccadelli (Paler-

1883). le muesEmperador

Los cinco libros de sus Epístolas y Oraciones (Venecia, 1553) nos tran embajador de Alfonso á los genoveses, á los venecianos,

Federico

III

y á otros príncipes. La

misma protección obtuvo

Ñapóles D. Fernando hasta su muerte, acaecida en versos escandalosos le han dado licitud

que mostró en recoger

la

al

[47:.

del

Rey de

Mejor fama que sus

Academia que fundó en Ñapóles y la sovender la única he-

libros antiguos, llegando á

redad que poseía para comprar un códice de Tito Livio. Pontano consagró á su

memoria

diálogo titulado Antonias, y á

el

él

debió su mayor celebridad

dicha Academia, llamada en honra suya Pontaniana. El Panormita es interlo-

cutor también, defendiendo

Lorenzo

De

Valla:

la

causa del epicureismo, en el célebre diálogo

voluptate ac vero bono libri 111,

de

que es una reivindicación

brutal de los derechos de la carne.

Unido

De

al

de Eneas

dictis factisque del

Silvio,

nombre de

Pío

(Basilea, 1571),

presentes:

la

II.

Panormita, va casi siempre

Obispo de Siena cuando

Puede verse también en

en que hay muchas que

el

el

Commentarius

y luego Papa con el Colección general de sus obras

le escribió, la

historiador de Alfonso

V debe

tener

dedicatoria que hizo á este monarca de su Historia Bohémica; la

Historia rerum ubique gestarum (en

la

parte de Europa, capítulos

xux y

lxv),

y también sus Oraciones y su correspondencia. Pero se echan de menos en ella, y conviene consultar sobre todo los Commeniarii rerum memorabilium quae temporibus suis contigerunt

(Roma, 1584), especie de memorias suyas que

abarcan desde 1405 á 1463.

En cuanto

á las Orationes,

la

mejor colección es

la

de Mansi (Luca, 1755 á 1759, en tres volúmenes). La obra monumental de Voigt (Enea Silvio de' Piccolomini ais Pape Pius der Zweite und sein Zeitalter, Berlin, 1856-1858), da cuantas noticias

una de

las

más dulces y simpáticas

Bartholomei Facii,

commentariorum siglo xvi se

libri

De

la

la

este Papa,

rebus gestis ab Alphonso primo, Neapoliianorum rege,

decem (Lyon, 1560).

guarda en

novés, pero pasó

pueden desearse acerca de

figuras del Renacimiento.

Academia de

Una traducción

la

castellana inédita de)

Historia. Bartolomé Fazzio era ge-

mayor parte de su vida en

la

corte de Alfonso.

Su diá-

CAPÍTULO XIV

26[

forzaban por seguir sus huellas en epístolas, descripciones, razonamientos, arengas, versos latinos y otros ensayos de colegio, de los cuales todavía existen algunos (especialmente en un precioso manuslogo

De humanae

ducido

dedicado á nuestro Rey, fué libremente tra-

Lucena

como ha probado recientemente

Beata,

para

vitae felicítate,

castellano por Juan de

al

estudio de

el

la

(familiar

de Eneas

Silvio)

en su Vita

Paz y Melia. Es curioso también corte literaria de Alfonso V el de viris illtistribus de el Sr.

Fazzio.

Entre

los principales humanistas favorecidos por Alfonso V, debe contarse griego Jorge Trapezuncio (Jorge de Trebisonda), célebre por su controver-

a]

sia

con

el

Cardenal Bessarion sobre

de Platón y Aristóteles. Dedicó Teodoro de Gaza, in pervcrsionem pToblematum Aristotelü a quodam Tlieodoro Gazae edita. Pero honra mucho más á él y á su Mecenas el haber ordenado el uno llevado á

ad divum Alphonsum Regem, una de

término

el

la filosofía

sus invectivas contra

y otro una nueva versión latina de los libros de Historia Natural de

Aristóteles,

por no agradar

barbarie de

la

al Rey (según escribe el Panormita) la aspereza y versión antigua, propier asperitatem barbariemque orationis harcd

satis probabantu?-.

Francisco Filelfo dedicó á Alfonso en 1451 cien sátiras contra

contra todo

el

Cosme de

la

espantosa colección desús

Médicis, Niccolo Niccoli, Poggio, ó

más bien

género humano, en más de diez mil versos. La calidad de

obra no fué obstáculo para que

el

Rey aceptase

la

tal

dedicatoria y llamase á su

corte á Filelfo, á quien

armó Caballero é hizo coronar con el laurel del Pede su corte y de su ejército. Poggio, su triunfante émulo en desvergüenzas, no parece haber sido tan favorecido, pero consta por testimonio del Panormita y por el de los códices mismos, que su traducción de la trarca, en presencia

Cyropedla fué hecha para

el

Rey de Aragón, y no para

el

Papa Nicolás V, como

muchos han supuesto. Leonardo Aretino, detenido en Toscana por su edad por sus dolencias, y no visitó la corte de Alfonso; pero tuvo correspondencia frecuente con él. De los restantes humanistas,

apenas hay ninguno que dejase de pasar por ella ó de su protección: Teodoro Gaza, Bessarion, Pedro Cándido Decembrio, Giannozzo Manetti, Nicolás Sagundino (que era de la isla de Negroponto, y no de Murviedro, como quiso hacerle el abate Lampirecibir alguna muestra

nas), Nicolás

de Sulmona, Juan Aurispa, Jacopo Cario, á quien mandó hacer las comedias de Terencio, etc. etc.

un vocabulario para Para

la

recta apreciación

de todo este movimiento de

acción protectora de Alfonso

y con

la

V

llega á

competir con

del Papa Nicolás V, es obra capital

la

la

cultura, en

que

la

de Cosme de Médicis

de Voigt, Die Wiederbclebung

des classischen Alterthums oder das erste Jahrhundert des edición adicionada por Max Lehnerdt, 1893).

Humanismus

(tercera

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

2Ó2 crito

de

la

Academia de

la

Historia)

y

noticia

de muchos más en

De viris illustribus

curioso opúsculo de Pedro Miguel Carbonell:

el

ca-

talanis sitae tcmpestatis.

Lo primero que hay que hacer fonso

V

que en

notar, es

el

reinado de Al-

florecieron simultáneamente dos literaturas de todo

independientes entre

una

sí,

de

la

los

cípulos españoles, escrita siempre en lengua latina; otra

poetas cortesanos, escrita catalán.

Lo que puede

las

más veces en en

la

la

de los

y algunas en entonces en Ña-

castellano,

decirse que apenas existía

póles, era literatura italiana, ni

punto

humanistas italianos y sus dis-

lengua común, ni en

dialecto

el

Los pocos y obscuros rimadores napolitanos de entonces, rebosan de españolismos, y en cambio los trovadores castellanos del del país.

frases, giros, y aun versos más fecundo y notable de todos llegó á escribir por lo menos dos

Cancionero de Estúñiga están llenos de enteros en italiano, los poetas

y

Carvajal, el

de aquella antología,

composiciones enteras en aquella lengua.

La

literatura

de los humanistas no nos incumbe directamente,

mucho en

puesto que no parece haber influido ni poco ni vulgar. Era, no obstante,

personalmente Alfonso las

la principal, si

V

(i),

no es suyo

la

única,

la

poesía

que alentaba

ya con obras propias como

y oraciones que recogieron

en cuanto

no

'as

epísto-

Panormita y Marineo Sículo (pues libro De castri stabiümento, creemos firmemente que

al

ni

el

de su tiempo, sino anterior en un siglo por lo menos),

ya con los diarios ejercicios y concertaciones que se tenían en su

por

palacio, convertido

él

en una perenne Academia, no sólo de

gramáticos y teólogos, sino de consultos; sin saciar la sed cas,

que

de ciencia del Rey, que iba á pie á

las escuelas públi

por lejanas que estuviesen, y se sentaba entre

oyentes. «Fué peritísimo en

(i)

médicos, músicos y juris-

filósofos,

esta instrucción doméstica bastase todavía para

'No

obstante,

si

el

los

arte de Gramática (dice

hemos de dar crédito

al

-

humildes el

Papa

testimonio del colector del

Cancionero que fué de Herberay des Essarts, habrá que contar á Alfonso

V

entre los poetas castellanos, puesto que trae una canción de! Rey de Aragón á Lucrecia Alania, que comienza Si dezis

que vos ofende

Lo que más mi

sesso piensa...

CAPÍTULO XIV Pío

263

aunque no gustaba mucho de hacer discursos en público;

II),

tuvo curiosidad de todas

supo cuanto dijeron los poe-

las historias;

tas y los oradores; resolvía fácilmente los laberintos

de

la Dialéctica;

ninguna cosa de Filosofía de

tigó todos los secretos

mente de

la

la

más intrincados

desconocida; inves-

le fué

Teología; supo razonar gentil

y docta-

esencia de Dios, del libre albedrío del hombre, de la

Encarnación del Yerbo, del Sacramento del Altar, y de otras

locución, blando

y

ni

tendían pasar

que

el

amor

la

terso.»

Con una modestia muy su mérito,

difi-

y oportuno; en

cilísimas cuestiones; en sus respuestas era breve

Alfonso

justificada,

ni los

más que por

pero que ciertamente realza

humanistas españoles de su corte preestudiantes,

y

pueda pretender otra

patrio

esto eran en verdad, sin cosa.

La misma timidez

con que se dirigen á sus maestros, y que tanto contrasta con su superioridad política y militar, que manifestaban á veces con harta jactancia, es candorosa si aliquid dulce fuerit,

mea

ac dura

y simpática: «Nec videas mea barbara; quuve tuum est et non rneum; cetera inculta, rugosa*

sunt», decía Ferrando Valentí

al

Panormita. Locura

hubiera sido pretender que estos principiantes, nutridos además

con tan mala leche como suele serlo

estilo

el

pedantesco, redun-

dante y estrafalario de los gramáticos italianos de del siglo

xv (muy dignos de consideración por

que prestaron á

la

los

la

primera mitad

grandes servicios

erudición filológica desenterrando textos, pero

indignos de ser propuestos

como modelos de

latinidad moderna, la

cual sólo empieza á brillar con su prístina belleza en los escritores artistas

de

fines

de aquella centuria, en

los Policianos

y Poníanos)

hubiera podido hacer otra cosa que calcos serviles de una literatura

ya hueca y viciosa de suyo. Peto aunque ciertamente sus nombres no son para añadidos

al

De

catálogo

Hispanis purioris latini-

que con tan buen gusto formó Cerda y Rico, el historiador literario no puede cometer la insensatez de exigirles que tatis cultoribus,

hubiesen escrito

como un Sepúlveda, un Alvar Gómez de

Castro

ó

un Mariana. Hasta

muy

lo

breve y fugitivo de sus opúsculos, prueban que no iban

lejos las pretensiones literarias

La mayor parte son

epístolas

de los familiares de Alfonso.

más de

cortesía y de

ceremonia que

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

264.

de erudición

ni

de substancia,

que exploraban

que eran

to,

Uno

de

la

Parnomita,

el

por decirlo

y,

así,

temas epistolares con

benevolencia de los arbitros y dictadores del gus-

los principales

Poggio, Gaspar Arangerio.

Filelfo, Valla,

en este pequeño grupo de aficionados á

la

cultura clásica, parece haber sido el mallorquín Ferrando Valentí, á

quien Tiraboschi, Valencia.

él

(como

curiosas

líticas

Amador de

Quedan de

la

que

cartas, sino algunas oraciones

dirigió al rey Ferrante,

en pomposas razones á emular padre)

las virtudes

y también una oda en versos Turba doctorum

que es

duda uno de

sin

los

y otros llaman Fernando de

los Ríos

no sólo

y

altos

po-

exhortándole

hechos de su

sáficos,

docilis magistra...

primeros ensayos métricos de autor es-

pañol con deliberada imitación clásica. Ferrando Valentí era legisejerció el cargo

y

ta,

preferido

al

de jurado en su

isla natal;

pero parece haber

estudio de las leyes el de las humanidades, en que ha-

bía tenido por guía á

Leonardo Aretino, á quien llama padre y pre-

ceptor suyo. Sus primeros estudios debió de hacerlos, por consi-

guiente, en Florencia,

con

y «era ya adulto cuando entró en

humanistas de Ñapóles. Ni se

los

dor de su lengua nativa, puesto que resta de

él

una traducción ca-

talana de las Paradojas de Cicerón, con un prólogo

para

la historia literaria,

ductores.

Fué

el

por

relaciones

puede tener por desprecia-

le

las noticias

muy

interesante

que contiene de otros

verdadero patriarca del Renacimiento en

dorada, donde parece que tuvo escuela pública. Carbonell

tra-

la isla

llama

le

y muy caro á Alfonde Tortosa». Su entusiasmo clásico

«príncipe de los declamadores de su tiempo,

so V»,

y añade que

llegaba hasta

ma el el

el

fué «prior

extremo de llamar á

la

Virgen ¿clarísima y

santísi-

y comparar el descenso de Jesucristo á los infiernos con de Eneas. Puso por nombre Teseo á un hijo suyo, que, andando Sibila»,

tiempo, fué notable jurisconsulto en

En

el

el

estudio de Bolonia

nes de su tiempo (compuesto á imitación de! de

(1)

En

(i).

curioso opúsculo de Carbonell sobre los humanistas catala-

el

z'iris illustribus

Museo Balear de Palma de Mallorca (segunda época, núm.

una noticia de Ferrando Valentí, escrita por D. Gabriel Llabrés.

2)

de

hay

CAPÍTULO XIV

aunque con lamentable brevedad,

Fazzio), se dan,

nos otros propagadores de

la

cultura clásica;

consta expresamente que visitasen

impulso dado por

la

y

las

de algu-

noticias

bien no de todos

si

todos participaron del

Italia,

merced

corte aragonesa de Ñapóles,

Renacimiento latino en

el

265

á la cual

comarcas del Levante de España se

adelantó en medio siglo respecto de Castilla. Entre estos obreros de

primera hora figuran

la

Colomer (Lucianas

rosellonés Luciano

el

Colominius), que profesó letras

humanas en Valencia, en

Játiva

y

últimamente en Mallorca, donde murió enteramente ciego en 1460. Escribió en verso latino cuatro libros de gramática, y uno del caso

La mayor

V fortuna.

parte de estos humanistas eran

po jurisconsultos, como

lo

tiguos poetas italianos, de los cuales basta citar para

da

Pistoia.

No

cho romano

en balde había precedido de

al

las

demás ramas de

el

menos celebrado por

la

la

picuo y breve de su dicción

que dice Carbonell

tas,

(i).

latina,

caso á Ciño

el

ccesarei,

ameno, pers-

brevis, elegans,

Ramón

el

no fué

gran volumen de

lo elegante,

jucundus,

Así, Juan

el

erudición clásica. Así,

agudeza que mostró en

derecho imperial, que por

al

tiem-

Renacimiento del dere-

barcelonés Jaime Pau, á quien llamaron gloria juris

sus apostillas

mismo

al

habían sido en no pequeña parte los an-

venus-

Ferrer, sin perjuicio

de compilar un vocabulario de su profesión, que llamó Semita juris canonici,

sima y

la

exámetro leno,

no sólo cantó en verso heroico

los

en ocho mil y quinientos versos. Así,

Corona de Aragón, descansaba de

tocolos, transcribiendo de propia

yerros rios,

el

de María Santí-

texto de Terencio.

que eran á

la

No

la

la

(1)

gón.

yugo del

el

notario ó tabelión

custodia del Archivo de

la tarea

de sus registros y pro-

mano y procurando

antigüedad:

limpiar de

faltaba entre estos legistas

y nota-

par dilettantes en humanidades, quien uniese

cultivo de la poética nativa ó importada de Tolosa

de

al

Aforismos de Hipócrates con los comentarios de Ga-

Jaime García, antecesor de Carbonell en la

los loores

vida de Cristo, sino que se atrevió á reducir

así

con

el

el

estudio

Jaime Ripoll, de quien dice Carbonell que co-

Colección de documentos inéditos del Archivo General de la Corona de Ara-

Tomo

Manuel

xxviii

(segundo de

los Opúsculos

de Carbonell, publicados por don

Bofarull. Barcelona, 1865, páginas 237-248).

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

266

mentó

Leys d'amor:

las

editis percallentissime

«

Tolosanos Flores in maternis rhytmis jan:

conmentatus

est.s>

versos latinos, de que sólo conocemos

de Chipre, que mandó esculpir

Pero más fama

el epitafio

de

dieron sus

le

la reina

Leonor

mismo Carbonell cuando reparó

el

sepulcro de aquella princesa en San Francisco de Barcelona.

el

Apenas hay uno de

memorados por

los personajes

diligente

el

archivero, cuya profesión no fuesen las leyes ó la custodia de la fe pública; ni

uno solo tampoco de quien no añada que

eximio» ó que se distinguió en tente del

rumbo que

Jerónimo Pau,

hijo

llevaban. Jurisconsulto también,

los estudios

pero más propiamente

literato

fué «gramático

«facultad oratoria»; prueba pa-

la

que ninguno de

los anteriores, fué

de Jaime y discípulo del Panormita. El círculo

bastante amplio de sus estudios abrazaba no sólo las letras latinas,

y no sólo la gramática, sino la arqueología clásica, nueva dirección del Renacimiento, que tiene en él su primer represino las griegas,

sentante español en dioso de

la

la esfera

de

meros ensayos en tan ardua materia: tibus utriusque Hesperia,

y

el

opúsculos que andan insertos en

Fué

los estudios históricos.

geografía antigua de España,

de la

y

estu-

á él se debieron los pri-

el libro

De fluminibtis

et

mon-

antigüedades de Barcelona;

las

Hispania lllustraia de Scotto, y

que, aunque poca luz puedan dar hoy, alguna tuvieron en medio de las

sombras y confusión de aquellos tiempos, cuando

Gerundense

el

lograba acreditar sus portentosas fábulas, que tan desacordadamente se ha intentado rehabilitar en nuestros días. Pero Jerónimo Pau,

que

alcanzó los últimos años del siglo xv, y fué familiar del segundo Papa

humanismo, y sus versos eleTriumphus de Cupidine, verbi

Borja, pertenece á un grado superior del

gantes, sentenciosos y nutridos, su gracia, difieren en gran

manera de

la

tosquedad de

los

ensayos de

Ferrando Valentí y sus contemporáneos. Por entonces ya

el

movi-

miento clásico había arraigado definitivamente, llegando

al

punto

de madurez que manifiesta Columbeto,

(i)

De

la epístola del

mismo Pau

viris ilhcstribus Hispania- ti).

Gran parte de

las poesías latinas

de Jerónimo Pau se han conservado

en un códice misceláneo recopilado por Carbonell, que está en !a

Catedral de Gerona, donde le vio

el

á Jerónimo

La aparición de un

el

Archivo de

Padre Villanueva (Viaje Literario,

CAPÍTULO XIV

como

helenista

267

Pau, á quien parece que hay que reconocer priori-

dad cronológica sobre todos

incluso

los nuestros,

mismo Arias

el

Barbosa (por más que su acción pedagógica no pudiese ser tan pro-

como

funda

que

de

la

éste),

marca

el

que no sólo se extendió por

ción,

punto culminante de esta evolulos países

de lengua catalana, sino

aunque más tibiamente, por algunos aragoneses,

fué secundada,

entre los cuales sobresale por sus cartas latinas á Filelfo mita, el virrey de Calabria D.

Juan Fernández de

y

al

Panor-

llamado

Híjar,

el

orador, de quien dijo Lorenzo Valla que á ningún otro español era

humanas: «/«

inferior en las letras

literis

hnmanitatis ex omni Hís-

panla nulli secundum».

No

es del caso apurar, ni necesario tampoco, puesto

ya magistralmente tratado modificó en

el siglo

perfección á

la

xv

(i),

que es punto

hasta qué punto esta corriente clásica

la literatura

catalana vulgar, dando rápida

prosa en manos de Cañáis, de Bernat Metge, de

Francisco Alegre; coloreando en algún

modo

la

abstracta poesía de

Ausias March; dictando á Corella sus lamentaciones de Mirra, de Narciso y de Tisbe, sus historias de Biblis

los

y

Caldesa,

exquisito de sus versos sueltos, que cuando se

el arte

que en castellano quiso hacer Boscán medio

y sobre todo comparan con

siglo después, pare-

cen una maravilla.

Pero

si

no nos incumbe aquí

á quienes con

en

(el

rey y á

rigor cronológico se coloca

la reina

doña María,

tales

como

Jordi,

al

magnáni-

Andreu y Febrer

traductor de Dante), Francesch Ferrer, Leonardo de Sors, Juan

tomo

xii,

servan en ria.

estudio de los ingenios catalanes

corte napolitana de Alfonso V, ó que celebraron

la

mo

el

más ó menos propiedad y

págs. el

1

1

i-i 15).

tomo

m

Las composiciones copiadas por Villanueva, se con-

de su Colección manuscrita en

La más extensa es un poema que

el

la

Academia de

!a

Histo-

autor llama himno d San Agustín, en

más de gías,

trescientos exámetros; hay también bastantes odas y epigramas, eleapólogos y epístolas, todo ello digno de publicarse, porque quizá nin-

gún otro español anterior á cación

latina, salvo

la

Juan Pardo,

era de Nebrija el

anduvo tan

feliz

en

la versifi-

amigo de Pontano.

los orígenes de El Renacimiento clásico en la literatura catalana, de sólida erudición y doctas consideraciones el de mi querido amigo y compañero D. Antonio Rubio y Lluch (Barcelona, 18S9). (1)

Sobre

es trabajo

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

268

de Fogassot, Bernat Miquel, no de

la

etc.,

debemos notar

primera aparición de poetas bilingües.

el

En

curioso fenómeel

mismo punto

y hora en que la lengua catalana había llegado á su mayor alteza, comenzaba á insinuarse el germen de su ruina. Los primeros poetas catalanes que trovaron en lengua castellana, pertenecen á este grupo;

y de este modo

la

corte de Alfonso Y, teatro de tantas transforma-

ciones intelectuales, lazo de unión moral entre

ambas penínsulas

hespéricas, lo fué también de una estrecha hermandad, no conocida

hasta entonces, entre las letras del Centro

y bien puede decirse trata

sin

del Oriente de España,

y

género alguno de pasión (puesto que se

de inevitables consecuencias históricas que ya en

Caspe venían envueltas) que entonces comenzó tellana, bajo los auspicios

origen.

En

el

la

su indisputable talento de prosista y de poeta,

Antes que

yordomo

él lo

voto de

lengua materna, no hay que dar á

la

que realmente tuvo, aunque

tunidad de su innovación,

el

heguemonía cas-

de un príncipe que nunca pudo olvidar su

abandono de

Boscán más parte de

la

diesen

le

había hecho

más

del Príncipe de Viana),

de

la

opor-

y fama que á

otros.

Torrellas ó Torroella (ma-

que aun en sus propios versos

catalanes, por ejemplo en el Desconort

otros poetas, que comienza

crédito

Mosén Pere

el prestigio

y sobre todo

Tant ¡non

,

compuesto de retazos de

voler,

había mostrado sus ten-

dencias eclécticas y su afición á nuestra poesía, invocando

la

auto-

y á veces las coplas mismas de Yillasandino, Santillana, Juan de Mena, Macías, Juan de Dueñas y Santafé, revueltos con poetas catalanes, provenzales y franceses, de donde resulta un extravaridad,

gante baturrillo. Muchas fueron, y por burlas, las poesías le

lo general picantes y de puramente castellanas de Torrellas; pero ninguna

dio tanta notoriedad, haciéndole pasar por un

infamador sistemático de

las

mujeres,

dades de las donas, insertas en

el

como

nuevo Boccaccio,

sus Coplas de las cali-

Cancionero de Stúñi^a, en

el

Ge-

neral y en otros muchos, impugnadas por diversos trovadores, entre ellos

Suero de Ribera y Juan del Encina; glosadas y recordadas á los maldicientes del sexo femenino, y sobre

cada momento por todos las cuales llegó á

irritadas

con

inventarse

los vituperios

extraña leyenda de que

la

de Torrellas,

manos cruelísima muerte. Toda

le

las

mujeres,

habían dado por sus

esta historia se cuenta en el rarísimo

269

CAPÍTULO XIV

y Mirabella, compuesto por Juan de Flores d su está muy á la larga el proceso sobre la respectiva

Tractado de Grisel

amiga

(1). Allí

malicia de

hombres y mujeres, que

entre «una

dama llamada Brasayda, de

»en saber y en desenvoltura y en iformes,

se litigó ante

las

las

el

rey de Escocia

más prudentes

mundo

del

otras cosas á graciosidad con-

por su gran merecer se había visto en muchas bata-

la cual

llas de amor y en casos dignos de memoria, y un caballero de los

sreynos de España,

»en

al

qual llamaban Torrellas, un especial

conocimiento de

el

samor

mucho

é

Triunfó

manos, y dejando,

gracioso,

abogado de

el

suya, que

las

muy

como por

sus obras bien se prueba».

osado en

él, le

como

se verá,

poco que hacer

haber coqueteado un tanto cuanto con

el

la

triste

squexar no se pudiesse, c desnudo fué á un

Estando

»le despedazaron.

»en su pena, no

damas

sus

cando

las

E

se fueron

maldades

assi

pilar bien atado, é allí

dar tormento; y tales ovo

con uñas y dientes raviosamente medio muerto, por crecer más pena

de nuevo viniessen; é después

cansadas de atormentarle, de gran reparo

cobras... dezían mil

ndaba. ..

fué

quisieron de una vez matar; porque las crudas é

lo

assi

«E

boca porque

la

et otras

assí

»fieras llagas se le resfriassen é otras

»que fueron

le

de Torrellas por

lengua castellana:

»luego despojado de sus vestidos, é atapáronle

»cada una traía nueva invención para

y

suplicios,

á los fervientes catalanistas

en

ejercitar sus iras

»que con tenazas ardientes,

de

ataron de pies

atormentaron con todo género de espantables

le

que hoy quisieran

3>é

los tratos

hombres; pero con tan mala ventura

los

y sus damas asieron de

la reina

hombre

mujeres, é

allí

del,

cerca del porque las viesse, é

la

allí

reina plati-

é trayendo d la memoria sus maliciosas

maneras de tormentos, cada qual como

vino á sofrir tanta pena de las palabras

sobras, é después

que fueron alzadas

»amarga cena á

Torrellas...

E

las

le

agra-

como de

las

mesas, fueron juntas á dar

después que no dexaron ninguna

»carne en los huesos, fueron quemados, de su ceniza guardando

»cada cual una buxeta por reliquias de su enemigo. j>que

(1)

por joyel en

Sevilla,

el cuello la traían,

E

algunas ovo

porque trayendo más

á

me-

Cromberger, 1529. (Reproducido foto-Htográficametite por

D. José Sancho Rayón.)

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

ZJO

mayor placer

moria su venganza,

oviesen.» Esta escena trágico-

grotesca vale bastante más que las coplas satíricas de Torrellas, á las

cuales confieso que nunca he podido encontrar gracia, ni

menos

malignidad, que mereciera tan cruento y espeluznante castigo.

puede darse invectiva más sosa é inocente, dades, puesto que

llena

además de

No

salve-

poeta no sólo exceptúa taxativamente á su

el

amiga, sino que declara inculpables á

las

demás por

vicio

de natu-

raleza:

Mujer

Que

es

un animal

hombre imperfecto,

disen

Procreado en

el

defecto

Del buen calor natural;

Aquí se incluyen sus males,

E la falta del bien suyo, E pues le son naturales, Cuando

Que

se demuestran tales,

son sin culpa concluyo

(t).

Catalán era también, y todavía más enamorado de Castilla que Torrellas, aquel la batalla

Mosén Juan

de Ponza,

el

Ribelles, prisionero

con Alfonso

V

en

cual cantaba de nuestra tierra, respondiendo

á Villalpando y á Juan de Dueñas:

En

Castilla es proesa,

Franquesa, verdat, mesura,

En los sennores larguesa, En donas grand fermosura... Pero

el

mayor golpe de poetas que entonces metrificaban en Ña-

póles, eran naturalmente aragoneses,

todo tiempo

los versos rara vez aparecen;

dos de

cuya lengua nacional fué en

hablado con variantes de dialecto que en

el castellano

Castilla, partidarios

y en mayor número todavía de

los infantes

de Aragón.

parte de esta producción poética se contiene,

como

Cancionero de Stiíuiga, publicado en 1S72 por

(1)

Además de

gran

es sabido, en

los Sres.

el

Fuensanta

sus famosas coplas, llamadas por el Cancionero General «de

maldezir de mujeres », hay en

de Torrellas (números ñoles).

refugia-

Una

173,

el

mismo Cancionero

otras tres composiciones

175 y S56 de la edición de los Bibliófilos Espa-

CAPITULO XIV

Sancho Rayón en su

del Valle y

y

curiosos.

(M



48),

otro en

la

Además

que

Colección de libros españoles raros

códice de

del

271

sirvió para esta linda

nuestra Biblioteca Nacional

y bien anotada edición, existe

Roma

Biblioteca Casanatense de

(ideático al de Madrid,

que recuerdo), y otro en la Marciana de Venecia, descrito ya por el profesor Mussafia en un trabajo suyo sobre bibliografía de por

lo

Cancioneros

los

(i).

Esta colección fué formada probablemente en

Ñapóles, pero de seguro después de

que contiene unos versos á alusiones posteriores.

no

En

la

muerte de Alfonso V, puesto

la

divisa del Rey D. Ferrante,

se conserva colección alguna

dices de poesías españolas que guarda

la

siete

có-

Biblioteca Nacional de Pa-

y en Ñapóles fueron compuestos asimismo muchos de

rís;

otras

de poesías que se remonte á esta

indudablemente de procedencia napolitana

fecha, pero son

y

Ñapóles, contra lo que pudiera esperarse,

los ver-

sos catalanes del Cancionero de la Universidad de Zaragoza. Otros

Cancioneros deben agregarse para este estudio, siendo los más copiosos en versos de esta procedencia italo-hispana,

des Essarts, y

Aunque en

la corte

que

ella

el

de

de D. Juan

la

el

por

el

de Herberay

Historia (antes de Gallardo). la

floreció

el

II,

modo

la

distinguen.

Ya Wolf

advirtió en sus

Cancionero de Stúüiga tiene más carácter

de Baena, siendo en general mucho más breves

siciones,

que

y por caso singular parezca menos influida Renacimiento clásico, tiene ciertos caracteres secun-

Studien (2) que el

Academia de

esta poesía no difiera substancialmente de

darios que en algún

que

la

y dándose entrada á

las

ciertas formas populares, tales

los villancetes, los motes, las glosas,

y sobre todo

los

circunstancia de contener dos, entrambos de un

llamado Carvajal ó Carvajales, no es una de

las

lírico

compo-

como

romances. La

mismo

poeta,

el

menores singulari-

dades de este Cancionero, puesto que no hay ninguno anterior en

que tan

castiza

son populares

forma aparezca. Claro está que estos romances no

ni narrativos, sino

« Terrible duelo ¡acia-»,

(1)

meramente

y de consolación

Ein Beitrag zar Bibliographie do

bliothek in Venedig (Sitzb. d.phil. hist. Cl. (2)

Página 212.

el

líricos:

otro á

la

«Cancioneros

LIV

Bd.

I

Hft.).

>

amatorio

el

uno,

Reina Doña Ma-

a as der Marcusbi-

HISTORIA DE LA TOESIA CASTELLAKA

272 ría

de Aragón por

poso; pero tales

eterna ausencia y manifiesto desvío de su es-

la

como

son,

da staba

no

los

hay más antiguos de trovador y

y en ambos, especialmente en

fecha conocida (1442);

la reyna», á vueltas

de reminiscencias

el

clásicas,

de «seguir d Mars, dios de

plo de Diana-»

y

advierte que

empleo del metro popular, comunicando

el

lo

de

'¡.Retraí-

como

«tem-

la Caballería-», se

autor los

al

hábitos propios del género, le ha prestado una sencillez de expresión

y de sentimiento que contrasta con el énfasis retórico de la la reina que precede al romance. No se trata de

supuesta carta de

un canto popular refundido, pero es cierto que en ta culto

zumbaban ecos de

viejos

romances de

los oídos del

muy diverso

poe-

asunto.

Sin este fondo de poesía tradicional é inconsciente, no hubiera lo-

grado versos como estos: Vestida estaba de blanco,

Un parche de

oro cennía...

Paicr noster en sus manos,

Corona de Maldigo

Que

palmería...

mi fortuna

la

tanto

me

perseguís;

Para ser tan mal fadada,

Muriera cuando

nacía...

El Cancionero de Stáüiga está lleno de recuerdos históricos,

guiendo atentamente

la

y si-

cadena de estas composiciones, podría tra-

zarse un cuadro de la vida guerrera to Alfonso.

y cortesana en tiempo del quinLos trances principales de la conquista del reino, el de-

sastre naval de Ponza, las prisiones

y

triunfo

de Genova y de Milán,

de Ñapóles, pasan ante nuestros ojos en

la

entrada

las poesías

de Juan

de Tapia y Pedro de Santafé. El primero, cautivo en aquella jornada, canta á

la hija

del

Duque de

Milán, Philipo Visconti, á quien, de

encarnizado adversario, convirtió su prisionero

el

político

rey de

y amigo. El mismo Tapia, y además Juan de Andújar, Fernando de la Torre, Suero de Ribera, cantan nominal-

Aragón en

auxiliar

mente á todas

las

nubes de incienso á

damas de la

gón, hija natural del rey, nio, su

la corte,

envolviendo sobre todo en

princesa de Rossano,

y

á

la

Doña Leonor de Ara-

famosa Lucrecia Alagnia ó de Ala-

querida predilecta, cuya honesta resistencia pondera Eneas

CAPITULO XIV Silvio, si bien, el

Rey

273

según otra versión menos optimista, hubo de triunfar

«cogliendo dal giardino di quella

il

primo frutto d'amoret>.

Sin tomar parte en esta disputa, no menos ardua é inextricable que la del

amancebamiento de

la reina

Madásima con aquel bellacón

maestro Elisabad, no hay duda que Alfonso

V

del

debía de remunerar

largamente los versos que se escribiesen en loor de Lucrecia, á juzgar por

la

especie de certamen que entablan los poetas del Cancio-

nero, aludiendo sin

ambages

á la pasión del rey. Así cantaba

Juan

de Tapia: Vos

fuistes la

Que venció Vos

fuistes

al

combatida

vencedor;

quien por amor

Jamás nunca fué vencida;

Vos pasays

tan adelante

Et con tanta crueldat Faseys

A

la guerra,

quien

fa

temblar

Desde Poniente

Pero literario

el

poeta áulico de Alfonso V,

de sus flaquezas, fué

bien, con previsión laudable,

sos encomiásticos

la tierra

á Levante.

el

más complaciente

servidor

ya citado Carvajal ó Carvajales,

el

si

no dejaba por eso de componer ver-

y consolatorios á

la

desdeñada y moralmente

divorciada reina María.

Este Carvajal es no sólo

el

ingenio

más fecundo de

cionero de Síúuiga, en el cual tiene hasta cuarenta siciones, sino el

más notable y afortunado de todos

los del

Can-

y cinco compo-

ellos, casi el úni-

co que acierta alguna vez con rasgos de poesía agradable y ligera,

con cierto dejo candoroso y popular, que es muy raro en los trovadores de esta escuela. A veces glosa letras conocidamente populares,

como

la

de «laninna

lozana-»:

Lavando

á la fontana,

Las manos sobre

En

el

género de

las serranillas

la trenza...

especialmente, tiene

mucha

facili-

dad y mucha gracia, y se le debe contar entre los mejores discípulos del marqués de Santillana. A veces, sin embargo, propende ala parodia realista,

como

el

Menkhdez t Pelayo. — Poesía

Arcipreste de Hita: castellana. II.

18

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

274

Andando perdido, de noche ya Por una montanna

era,

desierta, fragosa,

Fallé una villana feroce, espantosa,

Armada

Muchas de

mano con

su

estas serranillas disfrazan aventuras

cuentros de gentiles damas tenidos por Italia,

el

en

porquera-

lanza

la vía

el

de Siena á Florencia, en

camino de Aversa, y

la

campiña de Roma, en

heroína suele decir algunas palabras en

la

italiano:

¿Dónde

soys, gentil galana?

Respondió mansa

et sin pressa:

— Mia matre é d' Aversa, Yo, Micer, napolitana.

Entre Sessa et Cintura

Cazando por

la traviessa,

Topé dama que deesa Parescía en fermosura...

¿Soys

humana

criatura?

Dixe, et dixo non con priessa:

— Sí, señor, et principesca De Rossano por Passando por

ventura.

la

Toscana,

Et entre Sena et Florencia, Vi dama gentil galana,

Digna de grand reverencia. Tenía cara de romana,

Tocadura portuguesa, El ayre de castellana,

Vestida

como

senesa...

Viniendo de

Que

ya

el sol

Vi pastora

Que

el

la

Campanna,

se retraía,

muy

lozana

ganado recogía.

Cabellos rubios pintados, I.os

amorosas y en-

poeta en varias partes de

bezos gordos, bermeios,

Ojos verdes et rasgados. Dientes blancos et pareios.

CAPITULO XIV

Fué además lo

prueban

Carvajal

primer poeta bilingüe ¡talo-hispano, como

el

dos canciones que empiezan:

las

Tempo

sarebbe ora mai...

Non credo che

Aunque

275

piu grand doglia...

cultivase principalmente

cortesanos, no

le

como

bles hechos de armas,

Jaumot Torres sobre

arte de los versos frivolos

el

más robustos acentos para

faltaron

la

y

celebrar nota-

muerte del capitán de ballesteros

cubo de Ceriñola, en aquella especie de

el

marcha fúnebre y solemne que

principia:

Las trompas sonaban á punto del día-

muy

Pero

rara vez suenan acentos bélicos en

el

Cancionero de

Stúñiga, obra de vencedores firmemente asentados en su conquista,

descansando de

de

la

las fatigas

de

la

guerra en

el

sirena del golfo partenopeo. Las diversiones

remedaban en gran manera

lla corte,

las

regazo enervador

y

fiestas

de aque-

de España. Una canción

napolitana de entonces habla con admiración de Li balli maravigliusi Tratti da Catalani;

momos

munti ó

•de sus

(representaciones pantomímicas) que decla-

ra tan gentili et soprani, añadiendo

que se aventajaban en gran ma-

danzas moriscas, y de otras muchas galas é invenciones llevadas por los nuestros, muy dados en aquella ale-

nera á

las

de

gre edad á

V

Alfonso

hubo un el Sr.

las

pompa y

la

baile

que sobre ellos venía por todas partes á socorrer los moros, é tar•

dar

el

socorro que esperaban de los christianos,

»que desamparase >hora »

la

la

cibdad, é no encomendase á

vida suya, é de aquellas gentes, juntamente con

sario, é no » el

el

la

honra

temor que

el

consejo nece-

que agora tenía voluntario. Visto por este caballero los

muchedumbre de

suyos mostraban: Xo, dixo los

moros

al

»cresce cresciendo su esfuerzo: é

él,

suele vencer

la

esfuerzo de los christianos cuando

sson buenos, aunque no son tantos:

»

amonestaron

fortuna de una

ganada en su edad pasada: é requeríanle que, pues tenía tiempo

»para se proveer, no esperase hora en que tomase

»

le

la

si

la

buena fortuna del caballero

á estos moros que vienen cumple

socorrer á su infortunio, á nosotros conviene permanescer en nues-

» tra victoria fasta la

acabar ó morir; porque

si el

miedo de

los

mo-

»ros nos ficiese desamparar esta cibdad ganada ya con tanta sangre, justa culpa nos pornian los christianos por

no haber esperado su

•socorro, y es mejor que sean ellos culpados por no venir, que nos-

potros por no esperar.

De una

cosa, dixo

él,

sed ciertos, que entre-

capitulo xvín 3>

tanto que Dios

jque tengo

tal

me diere

fizo

nunca

el

moro me porná miedo: por-

y en vuestras

confianza en Dios

veyendo vuestro capitán

sllescerán peleando,

»duró, é

vida,

349

durar á los suyos combatiendo á

»

cercados, é resistiendo á los

j>

ció de dos días, hasta

moros que

que vino

los

leza. Ganada aquella cibdad, é dexado en

hermano Gómez Manrique, ganó

En que

esta escuela de heroísmo se

tes

ella

como todos

virtud de

el fruto

la forta-

por capitán á un su

comarca.»

la

los

En

dejasen poca ocasión de

tiempo

las discordias del

de su casa,

voz de los infan-

la

de Aragón, y militó siempre entre los adversarios de D. Alvaro

de Luna. Fué uno de

los

quince elegidos por su parcialidad para

que entrasen en Tordcsillas cuando

se dio

el

famoso Seguro de 1439.

El buen conde de Haro expresa con puntualidad los

tenía

educó Gómez Manrique, por más

las turbulencias interiores del reino le

II siguió,

la

otras fortalezas en

ejercitarse en guerra contra moros.

de D. Juan

moros que

socorro que esperaba, é dio

el

fa-

tenían cercado, por espa-

le

»que suelen aver aquellos que permanecen en

»

que no

fuerzas,

pelear. Este caballero

que acompañaban

rique,

el

Almirante,

el

comendador mayor de Sabido es que la

guerra

lo

civil

Castilla, el

que

y

allí

otros

menos conocidos hoy.

se capituló

infante D. Enrique fué rechazado de los

gente del Condestable, -y

fué ende

muy

quedó roto

pronto,

y

continuó cada vez más enconada. Cuando en I44I

la

grande esfuerzo

D. En-

Gómez de Be-

señor de Frómista

el

res,

nombres de todos

conde de Benavente, D. Gabriel Manrique,

navides, Lorenzo Dívalos

que

los

á nuestro poeta: entre ellos el infante

fcrido, á su

Gómez Manrique

dice

la

Crónica de D. Juan

hermano en

Santiago que traía contra

el

muros de Maqueda por estaba entre los sitiado-

la

Sirvió con

II.

pretensión del Maestrazgo de

Condestable (1446), derrotando y po-

niendo en fuga, con sólo cien hombres de armas,

al

Mariscal don

Diego Fernández de Córdoba, señor de Baena, que

le

había atacado

por sorpresa en

la villa

de Hornos. Duraron estas hostilidades dos

años, hasta que en 26 de Abril de 1448,

Cartagena,

el

Adelantado de Murcia y

los

el

Mariscal,

el

Obispo de

demás capitanes

del

Rey

por aquella parte, otorgaron en Murcia escritura de tregua con Maestre y con sus dos hermanos Gómez Manrique y

Amayuelas.

el

el

señor de las

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

350

Quien sólo considere á nuestro poeta en este primer período de su vida,

le

hallará de los

mucho más cuando

le

más turbulentos y desaforados banderizos,

vea

el

martes de Carnaval de 1449 embestir

ciudad de Cuenca, y pelear tres días seguidos, aunque sin fruto, para arrojar de ella al Obispo Fr. Lope Barrientos,

furiosamente

la

que

en nombre del Condestable. Pero en

la tenía

precedieron á este asalto frustrado,

que

los tratos

Gómez Manrique no obraba por

cuenta propia, sino instigado por su suegro Diego Hurtado de Mendoza, que había prometido entregar á Alfonso

ciudad á cambio del señorío de Cañete para •de

Cinca para su yerno.

En

esta ocasión,

Manrique cedió con excesiva docilidad

V de

Aragón aquella

y la villa de Alcolea como en otras, Gómez sí,

compromisos de fami-

á los

y á las sugestiones de la sangre, especialmente mientras hermano el de Paredes, cuyo indomable carácter ejercía lia

fascinación

demás

lo

y dominio sobre

el

vivió su

natural

ánimo de Gómez Manrique, que por

era de suyo blando y pacífico,

como

lo

prueba

el

hecho de

De otro lado, muy holgada, le

haber sido elegido tantas veces componedor y arbitro. su fortuna, entonces escasa

y que nunca

llegó á ser

colocaba en cierto género de dependencia respecto de sus hermanos, por

de

más que

Castilla,

su padre, cumpliendo el deseo de doña

que parece haberle preferido entre sus

favorecerle lo más que pudo, en

el

fundándole un mayorazgo con

los bienes

León, con

siete lanzas

de merced

(i).

(1)

A

que tenía

«Como

que poseía en

muy poderosos

tierra

de

del Rey, y con 9.000 maravedís

su relativa pobreza alude noblemente

yo,

Leonor

procurase

testamento que otorgó en I440,

Gómez Manrique en

iiemio del Regimiento de Prúictpes, dirigiéndose á los

señores, decienda de

»lynajes destos reynos, aunque

hijos,

el

Pro-

Reyes Católicos:

uno de

non aya subcedido en

los

los

más antiguos

grandes estados de

«mis antecesores, no quedé deseredado de algunos de aquellos bienes que

non pudieron dar nin tirar en sus testamentos, y entre aquellos, del «amor natural que mis pasados tuvieron á esta patria donde honrradamente

«ellos

vivieron y acabaron y están sepultados.»

Hablando con el contador Diego Arias de Avila, que le pedía versos antes de despacharle una libranza, le decía donosamente: «Que si del solo oficio »de trobar é de las tierras é mercedes que tengo en los libros del muy pode-

roso

rey, nuestro

soberano señor,

me

oviese de mantener, entiendo por

CAPITULO XVIII

351

Los albores del reinado de Enrique IV trajeron para ques un

transitorio período

de

favor, en

que

les

los

Manri-

fueron restituidos y

acrecentados los bienes suyos que habían sufrido confiscación en turbulencias anteriores.

las

esperanza,

de

la

Gómez Manrique

abrió su pecho á la

pidió delicados sones á su lira para ensalzar la belleza

y

nueva Reina doña Juana de Portugal, á cuyas bodas

Córdoba

asistió

en

(1):

Muy poderosa

señora,

Fija de reyes é nieta;

Reyna

gentil é discreta,

En virtudes más perfeta Que cuantas reynan agora. Vuestras faciones polidas,

Reyna de las castellanas, Tan perfetas son é sanas,

Que no parecen humanas, Mas

del cielo defendidas:

Tanto que Escurece

Como

la

las

su beldad

más

bellas,

faze las estrellas

El sol con su claridad.

El son de vuestro tablar,

En los oydos que suena, No pone, mas quita pena,

que

cierto »

sería

muy mal

mantenido, segund yo trobo, é vos, señor,

me

libráis.»

Ha de

decirse en obsequio de

quien tan fielmente

sirvió,

la

verdad que

no anduvo con

él

muy

la

misma Reina

Católica, á

generosa. El corregimiento

y alcaidía de Toledo fueron bien corto premio para sus merecimientos, y en la

minoración de juros de 1480 se

le

rebajaron 30.000 maravedís de los 140.000

que disfrutaba en Ubeda, Aranda y otros esto una queja delicada en

lugares. Parece

que hay de todo

su testamento, cuando ruega á la Reina

que

«por sus servicios y de su mujer quiera ser principal tutora y curadora »de sus nietas, haciendo por ellas lo que por otras huérfanas, especialmente «siendo criadas en su real casa, y satisfaciendo con este cuidado «podría tener su real conciencia de

lo

el

cargo que

que él y su mujer la habían servido y de-

aseado servir*. (

1

)

lla. (C.

Loor á

la

muy

excelente señora

de G. M., tomo

1,

pág. 180.)

doña

yuaná,

reina de los reynos de Casti-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

35 2

Como Con

faze )a serena

dulce cantar.

el su

El mirar de vuestros ojos,

Los quales se vuelven tarde, Al fuerte íaze cobarde,

Y

al

muy

triste sin enojos.

Por desgraciaba nueva princesa, aunque por su fermosura mereciese la

manzana del

muy

lejos

juicio

más por

poeta, engañado

el

vanamente

lación,

de

Páris,

según Gómez ¡Manrique, anduvo

de ser tan amiga de cordura e contraria de soltura,

encender de nuevo el

la

de

tea

la

la discordia.

principio entre los descontentos. Él

muy

próximo, Garcilaso de

Santillana,

sucumbió en

disolución del reino y

y

la

los

con los

la

Cuando un pariente

Vega, sobrino

hazaña de Horacio Cocles en

la fe

y

del

puente Sublicia del Tíber,

la

los pies del

Rey

pidiéndole para

honor caballeresco

da de Montizón, que Garcilaso tenía. Excusóse al

otro día dio

la

salud de los

la

heroico que Hernando del Pulgar compara

sacrificio

de aquel mártir de

Marqués de

del

frontera de Granada, herido en el cuello

la

Manriques se echaron á

hijo

figuró

de su casa tenían

por una saeta enherbolada, «ofresciendo su vida por suyos» con un

como

de adu-

Gómez Manrique

particulares motivos de enojo contra el Rey.

suyo

espíritu

profetizaba. Fueron, por el contrario, sus livian-

dades causa principalísima para acelerar

desde

que por

su buen deseo

el

Rey

entonces, Miguel Lucas de Iranzo. Pero vicios,

si

único

fríamente,

encomienda á un hermano de su gran

de su poquedad y de sus

el

encomien-

la

y de

favorito

D. Enrique IV, esclavo

no supo honrar

la

memoria

del

gran caballero á quien perdía, no faltaron á Garcilaso exequias más

que reales en

el

canto de

de su primo,

el

que

rivalizó

con

lo

Gómez Manrique, que

«fazía sangre antes

más excelso

de

la

del Labyrintho

Conde de

episodio de la muerte del

al llorar la

que otro en

los

dcfiuizión

enemigos»,

de Juan de Mena, con

el

Niebla, con las lamentaciones

madre de Lorenzo Dávalos.

Pasaron estas cosas en

1

458,

y ya dos años después D. Rodrigo el Rey de

Manrique y sus hermanos rompían definitivamente con Castilla, que los había tratado con manifiesta hostilidad en

y bandos que

traían

con

el

Conde de Miranda sobre

el

los pleitos

condado de

capitulo xvih

y hacían

Treviiio,

con

liga

recíprocos pactos y juramentos; tentativa de avenencia entre

353

Rey de Aragón, confirmándola con

el

bien en 1461 concurrieron á una

si

ambas

coronas, haciendo pleito

manos de Gómez Manrique, por

naje en

la

home-

parte de Castilla, el

Marqués de Villena, y el Comendador Juan Fernández Galindo, por la de Aragón, y en nombre de los proceres rebeldes que se habían desnaturado del reino, Castilla

y

el

Arzobispo de Toledo,

Esta concordia se frustró, cia arbitral

Almirante de

como

todas las precedentes. La senten-

de Madrid de 21 de Marzo de 1462, que autoriza Gómez

Manrique como primer

no fué acatada por nadie, y la liga el abandono y ceguedad

testigo,

cobrando fuerzas cada día con

aristocrática,

del

el

Conde de Paredes.

el

Monarca, acabó por escandalizar

reino con el

el

auto de aquellos tiempos, es decir, con

el

más

criminoso

afrentoso destronamiento

de Enrique IV en público cadalso levantado en

la

ciudad de Ávila.

Entre los grandes y caballeros que organizaron aquel desacato, no cita

Diego Enríquez del

hermanos Coria.

Y

de

ción, sustentando, en

le sirvieron

nombre

del



á sus

Iñigo Manrique, Obispo de

primeros que tomaron

los

que más fielmente

los

Gómez Manrique, pero

aunque materialmente no concurriese

sición, fué

y de

Castillo á

Conde de Paredes y D.

el

Rey

la

al

acto de la depo-

voz del infante D. Alonso

durante su efímera usurpaintruso, la fortaleza

y cim-

borrio de Ávila, principal baluarte de los insurrectos, y dilatando

desde

allí

sus correrías á otras partes de Castilla. Asi se halló en la

ocupación de Segovia, y tuvo para

la

mayor

la

causa del Infante, vadeando

dando de súbito sobre

la

gente que

el

el

parte en ganar á Valladolid

Duero en noche obscura, y

Rey

tenía en Tudela, la cual

cayó prisionera en su mayor parte.

Muerto

el

Infante D. Alonso,

Gómez Manrique,

paces con

el

Rey como muchos

otros, siguió el partido

Isabel, la cial

suyo

entregó al

el

alcázar

y cimborrio de

juramento y concordia de

lejos

de hacer las de

Ávila, asistió los

la

Infanta

como

par-

Toros de Guisando

mamanos

en 19 de Setiembre de 146S, y contribuyó eficazmente á su trimonio con

el

Príncipe de Aragón, D. Fernando, que en

de Gómez Manrique prestó en Cervera pleito homenaje de guardar inviolablemente los capítulos concertados por Mxkéhdez y

Peí. ato.

—Poesía castellana,

11.

el

Arzobispo de Toai

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

354

Almirante y

ledo, el

res

de

la Princesa.

casa de los Manriques, principales defenso-

la

El futuro

entró disfrazado en

Rey

Católico se allanó á todo,

Gómez Manrique, con

cien lanzas del Arzobispo Carrillo, fué escol-

tándole desde Berlanga

y Burgo de Osma,

hasta ponerle en seguri-

dad dentro de Dueñas. Las promesas hechas ratificadas

en Valladolid

el

y

el

Almirante.

Princesa (dice este notable documento),

la

é cada uno de nos por

sí,

é homenaje en manos de

Manriques fueron

en manos de nuestro

los Príncipes

poeta, siendo fiadores el Arzobispo

é yo

á los

4 de Diciembre de 1469, mediante nuevo

homenaje prestado por

pleito

y cuando

para hacer sus bodas,

el territorio castellano

damos nuestras

fees, é

Gómez Manrique,

«Yo

el

Príncipe

ambos juntamente, hacemos pleyto

caballero, é orne fijo-

dalgo, una é dos é tres veces... según fuero é costumbre de España,

ponemos nuestras manos, de

é juramos á Dios é á esta cruz en que

cumplir é guardar é tener todo

De

sobredicho.»

lo

esta escritura salieron por fiadores el

bispo de Toledo, unidos entonces en

no tardó

el

toledano,

hombre de

trarse receloso del natural favor

abuelo quez.

el

Almirante y todos

Gómez Manrique,

aun tuvo

la

pales, sin

que á de

la

la

Arzo-

el

pero

política;

que con D. Fernando lograban su

los allegados á la familia

de

los

Enrí-

gran concertador de voluntades, procuró

al terrible

y mientras vivió D. Enrique IV, el partido de la Infanta y

prelado en

precaución de aceptar

duda para

Almirante y

misma causa

índole brava é inquieta, de mos-

atajar los peligros de esta división,

consiguió mantener

la

mando de

el

las fuerzas arzobis-

evitar todo peligro de defección

sazón su espíritu estaba

muy

«como

quier

aflegido por el fallescimiento

Condesa de Castro su hermana, y su presona mal dispuesta de las armas». Y tanto ahinco puso en ello, que pro-

salud para tomar

metió que «cuando á caballo non pudiese azémila». Y, con efecto, todavía en

en

las

ir,

se faría levar

Noviembre de 1474.

en un

es decir,

postrimerías del reinado de Enrique IV, cercaba y tomaba

con quinientas lanzas de lombardas,

la

la

gente del Arzobispo y dos elígenos y dos

fortaleza de Canales, del

modo que largamente refiere

el panegirista

de D. Alonso Carrillo (Pero Guillen de Segovia),

minando con

este expresivo elogio de

llama «primo y

mayordomo mayor de

Gómez Manrique, la

ter-

á quien

casa del Arzobispo»:

«Y

xvm

capitulo quel dicho capitán

» fallarás

355

Gómez Manrique

nunca comió nin cenó desarmado nin se desnudó.

»

rante este

»

Tanto tenía que



ros



hueste había de levar é asentar é asimismo

sitio

de pólvora,

facer al

comienzo en asentar

los quales

con

>ocho de gente á pie

La muerte

las

é

al

madera para

la

fazer

las

esto,

non

tenía rae-

dichas estanzas, que eran

una de á caballo.» á separar definitivamente

Arzobispo y á

ayuda que había prestado

tión del

los ti-

y

que con otra gente non se pudiera

guardas de

Rey vino

del

bandos diversos la

las estanzas

principales caballeros de la

buenamente; é después de asentado todo

»nos trabajo en poner

por

más

los

»los reparos, por ser en lugares » fazer

trabajó tanto, que du-

los

y á lanzar en

Manriques, agriados ya con

Marqués de Villena en

al

Maestrazgo de Santiago, que para



pretendía

el

la

él

cues-

Conde de

Paredes. El Arzobispo, que se jactaba de haber hecho reina á Isabel

pensó que con

la Católica,

la

misma

facilidad podría deshacerla,

y

comenzó á patrocinar descubiertamente las pretensiones de la Beltraneja, amparadas por Alfonso V de Portugal. Declarada la guerra entre

las

dos coronas,

D. Fernando para

Rey de

ir

Gómez Manrique

á desafiar en

fué

Toro

el

el

caballero elegido por

20 de

Julio de 14/5 a '

Portugal, que (dicho sea de paso) era antiguo favorecedor

de nuestro poeta, y había

solicitado

cionero de sus obras, excusándose modestia. Cumpliendo, pues,

la

de

él,

aunque en vano,

Gómez Manrique con

el

can-

su genial

voluntad de su Rey, entró en

dad, de donde los portugueses no daban muestra de querer

la ciusalir,

y

para provocarlos á batalla campal hizo un requerimiento del tenor siguiente,

que

Católicos de

está transcrito á la letra en la Crónica de los Reyes

Hernando

del Pulgar (cap. xxui):

Rey de Castilla é de León, é de Sicilia é Portugal, » Príncipe de Aragón nuestro Señor, os envía á decir que yasabedes >como Ruy de Sosa, caballero de vuestra casa que enviastes á él é »á la Reina nuestra señora Doña Isabel su muger, les requirió de «Señor,

el

»

vuestra parte que saliesen destos reynos que decís pertenecer á

»

doña Juana vuestra sobrina,

»posa. »

Con

el

á quien afirmáis haber

tomado por

es-

qual vos respondieron que se maravillaban de vos

siendo príncipe dotado de tantas virtudes enviar

demanda

Ȏ despertar materia escandalosa sobre fundamento tan

tan agrá,

incierto, é

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

356 í

tomar empresa do tantas muertes é incendios se pueden seguir en

»

estos sus reynos

s

que quisiésedes dexar

y en

el

E

reyno de Portugal.

la vía

de

la

por excusar los inconvenientes que de

íticia,

os enviaron rogar

fuerza é tomar la vía de la jusla

guerra proceden:

»lo cual no vos plogo aceptar, antes habéis entrado j

en sus reynos, é

scado que j>

do quier que

los falláredes para los

lanzar dellos. Cerca de lo qual les parece

que habéis escogido á

los venís á buscar

j>D¡os por juez, é á las *

mano armada

habéis usurpado su título real, é habéis publi-

les

Agora, señor,

el

Rey

armas por ejecutores de aquesta demanda. nuestro Señor os envía decir que á

»del juez é de los executores que habéis escogido; é que

»á buscar, »

á la

3>ó

él

traéis, é os requerir

contra toda justicia queréis usurpar; é

j>

sobrina decís que tiene á el

Sumo

venís

que

fagáis

una de

tres cosas:

ellos,

á

él

si

algún derecho esa vuestra

place que se vea é determine

Pontífice sin rigor de armas, ó salgáis luego

»con vuestras gentes á

la batalla

al

dad de

»de gentes

lo

uno

es tan

»des venir con »

muestre en estas que tenéis en

las cosas, lo

»por ventura

él

ni lo otro

grande y

el

las

le

ver-

la

manos, 6

si

vos place aceptar, porque su poderío vuestro tan pequeño, que no podria-

en batalla campal; por escusar derramamiento de

tanta sangre, vos envía decir que por

> vuestra,

campo

que publicastes que veníades á

sdar: porque por batalla do suele Dios mostrar su voluntad á 5

que

salgáis destos sus reynos, é dexeis el título dellos

s

>por

place

le

es venido á la puerta desta su cibdad á vos responder

demanda que

que luego

él

si

mediante

el

combate de su persona

ayuda de Dios, vos

fará

conocer que traéis

á la in-

justa demanda.» Recibido por Alfonso

V

este cartel de desafío

sentó firmado de su nombre, y sellado con ques, envió

la

las

que D. Gómez pre-

armas de

los

Manri-

respuesta con un caballero de su casa que decían Al-

fonso de Herrera, reclamando de nuevo su derecho, prometiendo allegar sus gentes la

que tenía repartidas en diversos lugares, y salir á tampoco el combate de persona á per-

batalla campal, sin rehuir

sona, siempre

que se diese seguridad

procamente en rehenes

las

al

personas de

campo, entregándose

las

recí-

dos princesas competido-

ras en la sucesión del trono de Castilla.

No

satisfizo al

Rey

Católico esta respuesta, pareciéndole evasiva

capitulo xvui

y

cautelosa,

miento, conservado también en

«Señor,

357

y envió por medio de Gómez Manrique nuevo requeri-

el

Rey de

Crónica de Pulgar:

la

que no

Castilla vos envía á decir:

vaquí á platicar por palabra

es venido

derecho destos reynos, salvo por

el

las

»

armas que vos quesistes mover; e que

»

alegaciones de derecho, pues aquí no tenéis juez que las oya é de-

le

parecen superfluas estas

termine... Pero pues que no hay aquí juez que

»de

y

justicia,

es necesario venir á la vía

»tes, envióos á decir

como

que por cuanto para tan

reyes

»

á facer estas armas, con é

>

le

» Castellanos s>

brados por

» dar,

que vos convida de su persona

aun porque buscar

por ende

altos é tan

poderosos

vosotros sois, no se fallaría reyno seguro do fuerédes

»

* tra,

oiga por la vía

lo

de fuerza que vos escogis-

á la vues-

seguridad sería dilación casi

tal

infinita;

parece que se deben nombrar cuatro caballeros, dos

nombrados por vuestra la

su Alteza

parte, é dos Portugueses

nom-

suya: é porque ninguna dilación en esto se pueda

nombra luego de

los Portugueses al

duque de Guique vos nom-

ítnarans, é al conde de Yillareal que están con vos; é

para que estos

»

brés otros dos Castellanos de los que están con

»

cuatro con cada ciento ó doscientas lanzas, con grandes juramen-

» tos

»

é fidelidades que fagan, tengan

armas seguro como debe ser en

el

tal

él,

campo donde

caso.

E

ficiéredes las

que esta negociación

»se concluya dentro de tercero día, porque no es honesto á tan al»

tos Príncipes la dilación

E

en semejante materia.

»henes que enviastes á nombrar de

la

acerca de los re-

Reina nuestra Señora, é de

»la señora vuestra sobrina: á esto vos envía decir que estos rehei>

nes no llevan ninguna proporción de igualdad, la qual desigualdad

;>es

muy

notoria á todo

el

mundo, é no menos á Vuestra Señoría:

»por ende que non conviene

fablar

»é porque no parezca que por ¡¡éste trance, á él

place de dar

en

falta la

ello.

Pero por vos

satisfazer,

de seguridad queda por facer

Princesa su

fija,

é todas las otras

«seguridades é rehenes que sean necesarias para seguridad que i

vencedor consiga efeto de su

vitoria: é si

«aceptar, luego se porná en obra vuestro trance; »

el

en esta forma vos place

placerá á Vuestra Alteza añadir ó menguar, no

donde

me

es

otra cosa

dado

repli-

»car más.» Insistió el

Rey de

Portugal en

la

entrega de

la

que afectaba Ha-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

358

mar Reina

de Sicilia, y los tratos del desafío quedaron en

do, hasta que el trance de las armas vino á decidir

favor de Castilla,

tardío desquite, de el

año siguiente, en

al

Gómez Manrique

tió

de Aljubarrota. Los Reyes

la

corregimiento de Toledo y

puentes; todo

esta-

glorioso,

asis-

aunque

habían confiado

le

tenencia de su alcázar, puertas

la

cual tenía que defender contra

lo

tal

contienda en

campos de Toro. No

los

memorable jornada,

á aquella

la

y

desapoderada

la

ambición del Arzobispo Carrillo, que faltando por tercera vez á sus

juramentos de

dad á sus

la ciu-

reunía para ayudarles gente de armas en

y

de Alcalá de Henares y Talavera.

villas

«Aquel »

continuamente maquinaba entregar

fidelidad,

los portugueses,

Gómez Manrique

caballero

(dice Pulgar),

que sabía

el

trato del Arzobispo, tenía continuos trabajos en guardar la cibdad,

»

no tanto de

»

mos moradores, que por

» allí

los contrarios,

cuanto de

mayor

la

parte de sus mes-

ser gentes de diversos pueblos venidas

á morar por la gran franqueza que gozan los que

allí

viven,

«deseaban escándalos por se acrecentar con robos en cibdad turba»da...

E

agora incitados é atraídos con promesas é dádivas del Ar-

szobispo de Toledo, ficieron una conjuración secreta de matar »

aquel caballero que tenía



al

Rey de

»que pensaban »de

la

la

guarda de

la

cibdad, é tomar por

ser

cibdad se

s>de las faciendas

más

les

fuertes al escándalo,

que mudando

el

de

los

mercaderes é cibdadanos ricos como otras

veces habían habido, é grandes dádivas é mercedes del

»

Portogal,

»

Algunos cibdadanos

si

tomasen armas, é pusiesen pacíficos é

acaballero que basteciese »

cibdad, ansí de armas

»

donde

el

la

de buen deseo requirieron á aquel

como de mantenimientos

se pudiesen retraer

les

cibdad era fortaleza, y el

el

el

él

pueblo, porque

pueblo de Toledo era

pueblo era conforme á

haber en

fasta

respondió que no entendía retraer-

la

el

Alcayde,

rebelión, ninguna defensa

spodía haber: pero aunque conocía estar alborotado »te, creía

é gentes, para

en tiempo de extrema necesidad

»se ni conocía lugar fuerte para se defender contra

Ȏ quando

Rey de

cibdad en su obediencia.

alcázar é algunas torres é puertas de la

»que fuese socorrido. El qual

la

estado

mudaría su fortuna é habrían grandes intereses

¡>

stoda

Rey

Portogal: é daban á entender en sus fablas secretas á los

dos mil homes que fuesen

la

mayor

leales, é lo

par-

que en-

capitulo »

tendía facer era ponerse con

»

aquellos leales que se allegaran

»

pelear por las calles de

s>

desleales.

Al

fin,

el al

xvm

359

pendón

real

pendón

real había deliberado

ración, prendió á algunos

fizo dellos justicia; otros

no pudieron ser habidos: é ansí

jción de

justicia,

la

que en

conju-

ella fue-

fuyeron á lugares do

cibdad de aquel infortunio

presente

que

Y

el

la

mayor

parte del

conjuración; pero porque

la

ellos

execu-

dificile é peligrosa,

hora de disimular, é con algunas reprehensiones é

la

pueblo, no

al

nombrando

á ninguno, por-

secreto diese causa al arrepentimiento, é dixoles ansí.»

aquí intercala Pulgar un largo, y á trechos elocuente, discurso

político, del cual,

darse

la

en los muchos pensó ser

la justicia

acordó en

«amonestaciones corregir »

libró la

los

pueblo en su congregación, aunque sabía haber algunos entre

2 de los que habían seydo en

»

verdad de

la

que pudo haber de

»que recelaba. Fecha aquelia »

de

por algunas formas que discretamente este ca-

sron participantes, é i

é con

la plaza,

cibdad contra los otros alborotadores é

la

ballero sopo tener en aquel peligro, sabida »

en

si

es

como de

otros insertos en su Crónica, puede du-

composición retórica del propio historiador imitando las

arengas de los antiguos, y dando á conocer de paso su pensamiento político; ó

si

fué realmente pronunciada en aquella ocasión por

corregidor de Toledo, que alcanzaba entre sus contemporáneos

el

fama de orador

muy

persuasivo: orador ante guien todos son grillos

llamaba Alvarez Gato. Pero

le

la

circunstancia de encontrarse

com-

prendido este razonamiento entre los restos de un precioso códice

de

fines del siglo

decimoquinto que posee

la

Academia de

la

diversas personas en los primeros años del reinado de Isabel tólica,

de

los cuales

no todos fueron

cia; sin

que

el

menos en

la

substan-

excesivo aparato de retórica ciceroniana que en ellos

se advierte, imprimiéndoles cierto sello uniforme, creencia, sabiéndose,

como

gran Cardenal Mendoza,

el

Rodrigo Maldonado,

el

(1)

Ca-

la

utilizados por el cronista Pul-

gar, nos induce á tenerlos por verídicos, á lo

tor

Histo-

juntamente con otros discursos políticos pronunciados por

ria (i),

Colección Abella.

se sabe,

contraríe esta

que todos estos oradores

tesorero Alonso de Quintanilla,

el

(el

doc-

obispo de Cádiz, D. Gutierre de Cárde-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

360 ñas, el

mayordomo Andrés de

Cabrera,

Conde de Alba de

el

etcétera) eran personas de cultura clásica,

bían de parecerse en su manera oratoria, por haber recibido

mo

género de educación y aspirar á

imitación de los

la

Liste,

y que forzosamente hamis-

el

mismos

modelos.

Por otra parte,

de este razonamiento

ni las ¡deas ni el estilo

suenan en modo alguno de do, ni del carácter de

la

Gómez Manrique,

ni del

fondo moral y

que en sus principales composiciones se advierte. Por

tico

insistimos en creer que

mente

mismo

él

puso por

toria

y

la

con aquellas dife-

escrito,

rencias (claro es) que siempre median entre

la

polí-

lo cual

y que probable-

discurso es obra suya,

tal

fué quien le

di-

ocasión en que se supone pronuncia-

improvisación ora-

transcripción que de ella hace su propio autor, limando

y desaliños, y dando al conjunto y majestad. Copiar aquí todo este razonamiento sería

asperezas, cercenando repeticiones

mayor

eficacia

prolijo

y nos

alejaría

de nuestro principal asunto: copiar algunas

de

cláusulas parece necesario, siquiera para dar idea del talento

Gómez Manrique

en aquella relación en que principalmente

salzaron sus contemporáneos; y para presentar á

que era en

muestra de

lo

nero de

oratoria profana,

la

las postrimerías

española que posteriormente

de

la

la

lo fué, hasta

en-

vez alguna

Edad Media

menos raro entonces en

le

el

gé-

la literatura

nuestro propio

siglo:

«Si yo, cibdadanos, no conociese que los buenos é discretos de

que debéis á vuestro Rey y

»

vosotros deseáis guardar



estado pacífico de vuestra cibdad, mi fabla, por cierto, é mis amo-

la

lealtad

>nestaciones serían supérfluas: porque vana es

la

el

amonestación á

muchos cuando todos obstinados siguen el consejo peor. Pero aporque veo entre vosotros algunos que desean vivir pacíficamen-

» los

» te,

veo ansimesmo otros mancebos engañados con promesas y vencidos del pecado de la cobdicia, cre-

» esperanzas inciertas, otros »

yendo enriquecer en cibdad turbada con robos

»en »

este

ayuntamiento de os amonestar

porque conocida

» pocos.

»que no

No

la

é fuerzas; acordé

que á todos conviene,

verdad, no padezcan muchos por engaño de

se turbe ninguno ni se altere,

le place:

lo

si

por ventura oyere

lo

porque yo en verdad bien os querría complacer,

»pero más os deseo salvar. Toda honra ganada é toda franqueza

CAPÍTULO XVIII a>

361

habida, se conserva continuando los leales é virtuosos trabajos con

»que

al

principio se adquirió, é se pierde usando lo contrario.

Los

>

primeros moradores desta cibdad seyendo obedientes é leales á los

»

Reyes, firmes é no variables en sus propósitos, caritativos é no

»

crueles á sus cibdadanos, acrecentaron señorío é ganaron honra é

»

franqueza para

»los que agora »

E

é para vosotros.



según nos parece, algunos de

moran, con fazañas de crueldad, deslealtad é

la

inobediencia, trabajan por la perder, en gran peligro suyo é gene-

» ral

perdición de todos vosotros. Los servicios que los primeros

»

caballeros é cibdadanos de Toledo ficieron á los Reyes de Espa-

la

ña é

la lealtad

que

les

guardaron, porque merecieron

la

franqueza

»é libertad que hoy tenéis, no conviene aquí repetir, porque fue-

»ron muchos y en diversos tiempos fechos, é aun porque las gran»des franquezas é libertades de que esta cibdad más que ninguna »otra de España goza, ;>

muestran bien ser

é

leales

muy

seña-

lados...»

Recuerda brevemente

las

y continúa: «Agora querría saber qué

turbulencias de los dos reinados ante-

riores,

» recebis,

causa, qué razón tenéis, ó qué fuerzas

ó receláis recebir, porque contra Dios, é contra vuestra

y especialmente contra

» lealtad,

juramento que poco há

el

fezistes,

»dais orejas á los escandalizadores é alborotadores del pueblo, que »

propuesto su interese é vuestro daño, ponen veneno de división en

»

vuestra cibdad, é no cansan de vos inducir é traer á los robos é

»

incendios que han acostumbrado, é vos engañan que toméis armas,

»

é pongáis esta cibdad en obediencia del

Rey de

Portugal, con

daño

»é destruición de todos vosotros. ¿No habría alguna consideración sal

temor de Dios,

ni

»

siquiera no habríades

»

mos saber qué

es lo

vos pungiría

la

compasión de

vergüenza de

la tierra

las gentes,

ó

que moráis? ¿Podría-

que queréis ó cuándo habrán

fin

vuestras re-

beliones, é variedades, ó podría ser que esta cibdad sea una den-

tro de una

cerca, é no sea tantas ni

que en

»

sabéis

»

quiere obedecer?

»

mando,

el

mandada por

tantos?

¿No

pueblo do muchos quieren mandar, ninguno

Yo

siempre



decir que propio es á los reyes el

é á los subditos la obediencia: é

«pervierte, ni hay cibdad

que dure

ni

cuando esta orden se

reyno que permanezca.

É

vos-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

362 »

otros no sois superiores, é queréis mandar; sois inferiores, é no

s

sabéis obedecer:

s>

vecinos; pecados á vosotros, é destruición

»los otros.

do

se sigue rebelión á los Reyes, males á vuestros

Muchos piensan

»

somos mandados por

»

muy

s>

rotadores que vos

s

tro y

de varones! Sois obedientes á

mandan robar

si

cada uno de vosotros toviese á

sDios por principal, estos que llamáis principales,

s

ni serían creídos

n

como

fiadores serían apartados,

ido; pues tienen

Dios los retrae,

» sa, ni la

con

principales: antes

ni

como

temían autoriindinos é da-

no solamente del pueblo, mas

intenciones tan dañadas, que ni

las

ni el del

vergüenza

É

los albo-

é rebelar, é sois rebeldes á vues-

quiere pacificar é guardar.

...Verdaderamente creed que

»dad,

á los unos é á

que nos guían. ¡Oh digna é

los principales

suficiente excusación

Rey que vos

común

ser relevados destas culpas, diciendo:

los

Rey

el

del

mun-

temor de

los enfrena, ni la conciencia los acu-

impide, ni la razón los manda, ni

ley los

la

sed rabiosa que tienen de alcanzar en los pue-

j>

sojuzga.

»

blos honras é riquezas, careciendo del

»

daderas se alcanzan, despiertan alborotos, éprocuran divisiones para

» las adquirir, ¡>

la

buen saber por do

pecando é faciendo pecar

al

las

ver-

pueblo. El qual no puede

tener por cierto, quieto ni próspero estado cuando lo que estos

«sediciosos piensan dicen, é lo que dicen pueden, é lo que pueden

sosan, é lo que osan ponen en obra, é ninguno de vosotros ge lo » resiste... »

Allende de

de vosotros, qué riqueza, qué

ésto, querría saber

sbertades ó qué acrecentamientos de honra habéis habido délas

li-

al-

í>

teraciones é rebeliones pasadas. ¿Dan por ventura ó reparten estos

»

alborotadores algunos bienes é oficios entre vosotros, ó

jgún bien en vuestras casas de >

alguno decir que poseéis algo de

»

antes

vemos

dad.

É

los

robos pasados?

puede

No por cierto:

sus faciendas crecidas é las vuestras menguadas; é con

» vuestras fuerzas é peligros í

falláis al-

sus palabras ó engaños, ó

vemos, que

al fin

haber

ellos

de todas

las

poderes é oficios de iniquirebeliones é discrimines en

»

que vos ponen, vosotros quedáis siempre pueblo engañado,

»

provecho, sin honra, sin autoridad, é con disfamia, peligro é po-

¡¡breza: é lo

que peor

é

más grave

es,

sin

mostráis os rebeldes á vues-

»tro Rey, destruidores de vuestra tierra, subjetos á los malos que

CAPÍTULO XVIII »

crían la guerra dentro de la

»

ánimo fuera

della,

363

cibdad do es prohibida, é no tienen

do es necesaria.»

Hácese cargo luego de

la

que llama «principal causa de

cándalos», es á saber, de

la

indignación que sentían algunos toleda-

los es-

nos por ver en honras y oficios de gobernación á gente que juzga-

ban no ser de

linaje, es decir, á judíos

conversos y otros advenedizos

de origen obscuro; y levantándose sobre tiempo, no extinguidas cultos, «

Oh

muy

antigua, no

aun por nuestros pecados en

ramas de confusión que ciegan que afligen

dañado é tan mortal que crió é

»que en

el

mundo

que habéis de

» error:

el

con

los

cierto, el

é

mundo

primeros ho-

los entendimientos, é las

pensamiento, é su fruto tan

mayor

cría la

parte de los males

pasan, é han pasado, los que habéis oido, é los

oir.

Mirad agora cuánto yerra

el

apasionado deste

porque dexando de decir cómo yerra contra

»ra, pues todos

más

igualdad humana:

fenecida, cuyas raíces son hondas, nacidas

«flores secas é amarillas

»

otros que pasan por

cibdadanos de Toledo, pleyto viejo tomáis por

5>mes, é sus

j>

la

preocupaciones de su

las

mucho menos en

hace esta valiente defensa de

«querella :>

ni

somos nacidos de un padre

é de

la

ley de natu-

una masa, é ovi-

j>mos un principio noble, yerra especialmente contra aquella clara >

virtud déla caridad que nos alumbra

i

verdadera... »

Vemos

el

camino de

la

felicidad

por experiencia algunos homes destos que juzgamos na-

»cidos de baja sangre, forzarlos su natural inclinación á dexar los »

oficios

baxos de sus padres, é aprender sciencia, é ser grandes

»

trados.

Vemos

le-

otros que tienen inclinación natural á las armas,

»

otros á la agricultura, otros á administrar é regir, é á otras artes

»

diversas, é tener en ellas habilidad singular

j>ción natural. Otrosí

multitud de los homes,

»

solamente entre

»

manos nacidos de un padre

» el s>

la

que

les

da su

é

mas aun entre

de una madre:

el

mano,

el

seriado desde su niñez en el

el

sabio,

un her-

otro avariento; uno dado á algunas artes, otro á ningunas.

esta cibdad pocos días ha

»bio en

los her-

uno vemos

otro ignorante; uno cobarde, otro esforzado; liberal

»En

inclina-

vemos diversidad grande de condiciones, no

arte

de

vimos un home perayle, nacido é

el oficio

la astrología

y

de adobar paños, el

el

movimiento de

cual era salas estrellas,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

364

»sin haber abierto libro de

»hay entre »de

pero

los cielos;

ello.

Mirad agora cuan gran diferencia

de adobar paños, é

el oficio

la

»

por do ovo en

»

quitar á estos la inclinación natural

»

esta honra »

la

que

sciencia del movimiento

la

fuerza de su constelación le llevó á aquello,

cibdad honra ó reputación. ¿Podréis por ventura

que

tienen,

do

les

procede

poseen?...

También vemos los fijos é descendientes de muchos reyes é nohomes escuros é olvidados, per ser inhábiles é de baxa con-

» tables »

dición.

Fagamos agora que sean

Rey

» del linaje del >

mos

»

fué el

más

sabio.

>pues que no » linaje.

O

dad riquezas y estados grandes á

É

lo tienen, é

mundo

el

si

Rey

Castilla, é del

Rey

el

» los

é honores en aquellos

á vosotros parece que no las deben tener, é carecer dellas a

que por

linaje pensáis

que

las

merecen, porque esto procede

de una ordenación divina que no se puede reparar en

» sino »

D. Enrique de treinta

linaje...

»Ansí que no hayáis molesto ver riquezas

»

los del linaje

D. Dionis de Portugal,

vos parece que lo deben tener por ser de

años á esta parte dio á homes de baxo

»que

faga-

queréis enmendar, quitad las grandes digni-

»dades, vasallos é rentas é oficios, que »

O

sabios á todos los descendientes de Salomón, porque su padre

Rey D. Pedro de

»del

esforzados todos los que vienen

porque su padre fué esforzado.

Pirro,

con destruicion de

homes, é no

fizo linajes

»su nacimiento; »sus manos

la

la vileza

la tierra.

É

en que escogiesen. de

la

la tierra,

habéis de creer que Dios fizo

A todos fizo nobles en

sangre é obscuridad del linaje con

toma aquel que, dexando

el

camino de

»tud, se inclina á los vicios del camino errado.

É

la

eterna vir-

pues á ninguno

¡>

dieron elección de linaje cuando nació, é á todos se dio elección de

»

costumbres cuando viven, imposible

s>no »

privado de honra,

hayan

tenido...

ni el

sería

Donde podemos claramente

»que opinamos, ninguna fuerza natural »

según razón, ser

tiene

cer de unos en otros, sino permaneciendo

la

ver,

que

la

faga

permane-

nobleza da. Habernos ansimesmo de considerar que ansí cielo

un momento no está firme

ni

quedo, ansí

»rra no pueden estar en un estado: todas el

amor de

Dios, é

la

las

la

virtud que la propia

»

muda. Sólo

bue-

que esta nobleza

»

»

el

malo tenerla, aunque sus primeros

las

muda

como

cosas de el

el

la tie-

que nunca se

caridad del próximo es lo que

CAPÍTULO XVIII i

permanece:

Ȏ

le

la

cual

da gracia para

engendra en las

el

cristiano

365

buenos pensamientos,

buenas obras que facen

la

verdadera

fidal-

sguía, é para acabar bien esta vida, é ser del linaje de los santos en »la otra...»

Oídas

las razones

de Gómez Manrique, disipóse aquel nublado,

quedando desbaratadas

tramas del Arzobispo,

las

cual, á

el

poco

tiempo, viéndose sin dinero y entregado á sus propias fuerzas, puesto

que ninguno de

los

grandes quería venir en su auxilio, se redujo

á la obediencia de los Reyes, »

entregó sus fortalezas

«

é

dende en

adelante vivió pacíficamente, sin dar á su espíritu inquietud, é

sReyno de

No

fué ésta la única ocasión en

generoso denuedo á la Inquisición,

andaluces, y

que Gómez Manrique

defensa de los conversos.

la

al

En

salió

con

I484, cuando

recién nacida, extremaba sus rigores con los neófitos

el

cura de los Palacios podía escribir aquellas tremen-

das palabras: «El fuego está encendido

scabo

al

Castilla escándalos».

seco de

la

leña»,

el

y quemará

fasta

que

falle

corregidor de Toledo salvó á los de

aquella ciudad, intercediendo por ellos con la reina Isabel para

que

de su vida y creencias.

se aplazase el hacer inquisición

Otras memorias quedan de su corregimiento:

puente de Alcántara en 1484, y

la

la

reedificación del

labor en todo ó en parte de las

antiguas casas consistoriales, en cuya escalera hizo colocar aquella sentenciosa inscripción, que es

el

mejor programa de gobierno mu-

nicipal:

«Nobles, discretos varones

Que gobernáis á Toledo, En aquestos escalones Desechad

las aficiones,

amor y miedo. Por los comunes provechos Dexad los particulares: Codicias,

Pues vos

De

fizo

Dios pilares

tan riquísimos techos,

Estad firmes y derechos.»

En

aquel honroso oficio de justicia y regimiento pasó tranquila-

mente sus últimos años. Se ignora pero por

la

la

fecha precisa de su muerte;

copia legalizada de su testamento, hecha en 16 de Fe-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

366

brero de 1491, consta que ya para entonces había pasado de esta vida.

En dicho testamento, otorgado en Toledo el 31 de Mayo de 1490, Gómez Manrique, señor de Villazopeque, Belbimbre, Cordovilla, Matanza y heredamiento de Cambrillos, manda sepultarse en nasterio de Santa Clara de Calabazanos, «lo

más cerca que

mo-

el

ser pu-

diese de la grada de las monjas», haciéndose dos sepulcros de ala-

uno para él y otro para su mujer doña Juana de Mendoza, cada uno con sus armas y epitafio: «y en los lados, y en la delanbastro,

*

tera

y en

la

y en algunas

zaga,

su divisa y unas letras

partes,

«grandes que digan: Aquí yaze Gómez Manrique, > »

hijo quinto del

Adelantado Pero Manrique, y de doña Leonor, su mujer, fundadora deste nionesterio, en el qual él y doña Juana de Mendoza, su

«mujer, ficieron

el refitorio

y dormitorio desta casa». Deja

al

Mo-

nasterio 7.000 maravedís de juro para dos misas cantadas cada se-

mana por

sus almas,

deudas y criados, y

y responsos sobre sus sepulturas. Manda pagar no alcanzasen sus bienes, que se vendan ro-

si

pas, armas, caballos, acémilas,

muías y preseas, reservando sólo para

su sucesor unas armas enteras de su persona, y la celada guarnecida

de oro que

le

había dado

el

Rey D. Fernando, y que quería que quela mano de tan bien-

dase siempre en su casa «por serme dada de

aventurado príncipe». Instituye por universal heredera de sus bienes

y estados á su nieta doña Ana Manrique, en cuyo favor establece mayorazgo. Hace especial recomendación de sus criados y esclavos negros, especialmente de tres niños que criaba en bajo de su mesa.

Sirve de curiosa ilustración á este testamento

el

inventario de los

Gómez Manrique, descubierto y conservado por D. Bartolomé Gallardo (i). En él se enumeran con mucha puntualidad las

bienes de

armas,

la plata, las

bestias, las

monedas,

las joyas, los

paños guar-

necidos y los libros que poseía. Entre los tapices figuran «un paño francés grande, de ras, de la estaría de Carlos

Magno» y

otro de

la

Estoria d'Ettor. Los libros no pasan de 39, incluyendo entre ellos el

Cancionero de su merced. Los castellanos están en gran mayoría

sobre los latinos, y aun de algunos de éstos,

(i)

Cancionero de Gómez Manrique,

tomo

11,

como La primera

págs. 336 y siguientes.

déca-

.

1

CAPÍTULO XVIII

da de

Tito Livio, las Epístolas de Séneca

no, el Salustio, el libro

de

los

el

Trogo Pompeyo

367

á

Lucilo, el Boecio Severi-

(ó sea su

compendiador

tenía en su original sino en lengua vulgar,

Aunque poco numerosa, la

la biblioteca

Edad Media, por ejemplo,

de Troya»), Sabio,

el

castellana 6 italiana.

era escogida. Juntamente con

que pueden considerarse como de fondo en

los libros

de

Justino),

Metamorfóseos de Ovidio, puede suponerse que no los

la

las bibliotecas

Crónica Troyana («la destruyción

la

General Estoria y

la

Rey

Crónica de España del

Regimiento de Principes de Egidio Romano,

enseñamientos é castigos de Aristótiles á Ale.vandre,

el la

Libro de

Suma

los

de las

crónicas, están las principales producciones del siglo xv: el Cancio-

nero del Marqués de Santillana, layera, la Visión Deleytabh

el

Corvadlo del Arcipreste de Ta-

de Alíonso de

la

Torre, los Trabajos de

Ercoles de D. Enrique de Villena, un Compendio de Medicina,

debe de ser

de Chirino,

el

Mosén Diego de puede ser

la

la

Valera, una Declaración de las paradojas,

del Tostado,

y un

libro

identificar

miración que hizo

Juan Rodríguez». Caso

un Petrarca:

la

que

de Juan Rodríguez del Padrón,

que no es posible

ni

que

Crónica Valeriana y otros tratados de

con ninguno de

los conocidos: cía

singular:

ad-

no hay un Dante

literatura italiana está representada exclusiva-

mente por Juan Boccaccio, aunque no se expresa cuál de sus obras poseía nuestro magnate. Aunque" este inventario es de 1490, se nota

ausencia de todo libro impreso, á no ser que

en

él la

la

Valeriana lo estuviera.

el

ejemplar de

Basta este sucinto catálogo de su librería para comprender que

Gómez Manrique no era bibliófilo de profesión como el Marqués de Santillana ó como su primo Ñuño de Guzmán, el amigo de los humanistas de Florencia. Sus estudios no traspasaron

y

riadores

y algunos

cipal

de

lo

moralistas de la antigüedad eran el fondo prin-

de su cultura: con esto y su natural ingenio y extraordinaria

facilidad, »

el límite

corriente entre los proceres de su tiempo: algunos histo-

habitual

puesto que

él

mismo

dice

que «solía hacer en un día

quince ó veinte trovas sin perder sueño,

»na cosa de

las

ni

dejar de hacer ningu-

que tenía en cargo», pudo recorrer con lucimiento

todos los géneros, aventajando en casi todos

al resto

de sus con-

temporáneos, y sosteniendo la cumbre de la sciencia poética, como

le

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

368

decía Pero Guillen.

Ha de

añadirse qus era

de algo se preciaba no era de

la

demás de

modestia misma, y

si

de armas: «porque del

letras, sino

mamado

v

primero destos dos

5*



»

maestros que ovo en otros tiempos, que fué mi señor é mi herma-

oficios,

desde mi mocedad en

lo

aver

escuela de uno de los

la

en

la

leche,

más famosos

»no D. Rodrigo Manrique, maestre de Santiago, digno de

loable

»

memoria:

»

juntamente.. .y ésto no podré decir que aya feclw en el estudio de

allí

aprendí á sofrir peligros é trabajos y necesidades

»

¡as sciencias, ni arte de lo poesía,

»

nin tove maestro que

>

verdadero testimonio.»

me

porque yo éstas nunca aprendí,

las mostrase, de lo

qual las obras mías dan

Era, no obstante, grandísimo aficionado á las letras,

con

ellas

el

mismo generoso entusiasmo que

Santillana, á quien

«E como »leer s>

su

y hablaba de

tío el

Marqués de

indudablemente se había propuesto por modelo:

quiera que algunos haraganes digan ser cosa sobrada

y saber

como

á los caballeros,

tua rudeza condenada,

si

la caballería fuera á

yo soy de muy

ȇ estos digo yo ser complidero

el leer

el

perpé-

contraria opinión, porque

é saber las leyes é fueros é

»

regimientos é gobernaciones de los pasados que bien rigieron é

»

gobernaron sus

s*

muchos famosos varones que

>

acabaron...

tierras é gentes, é las fazañas é vidas é

que

las sciencias

muerte de

vida virtuosa vivieron, é virilmente

non facen perder

el filo á las

espadas,

enflaquecen los brazos nin los corazones de los caballeros... y acallando los otros testigos que temía..., con el muy magnífico y

s>

»

ni

sabio

s>qués

y

fuerte

de

varón D. Iñigo López de Mendoza, primero mar-

Santillana,

de loable memoria, mi señor é mi

sbien aprobar ésta mi opinión, como vuestra merced

tio,

(el

puedo

Conde de

s>Benavente á quien esta carta se dirige) bien sabe, pues lo conosció s>y

vio sus altas obras en

que manifestaba su grand prudencia y

xduría, no sin grandes vigilias adquerida, é »

algunas de

s>

las cuales se

»en »

ellas

el crisol;

oyó sus grandes

más de esfuerzo que de ventura acompañadas, en

conosce

la

verdadera fortaleza y se afina

como

Esto

el

oro

porque como quiera que en algunos casos sus gentes

fuesen sobradas (i) nunca su gran corazón fué vencido.»

(1)

sabi-

fazañas,

es, vencidas,

superadas.



CAPÍTULO

XVIII

369

Tan poca estimación hacía de sus obras el señor de Villazopeque, que quizá debemos tan sólo la conservación de su Cancionero al

empeño de

loable

de Benavcnte.

su

Aun

amigo y deudo D. Rodrigo Pimentel, conde excusó cuanto pudo, como lo había hecho

así se

antes en ocasiones análogas.

«

Bien puede creer vuestra merced que

debate que conmigo

mesmo

»

no ha seydo pequeño

»

sobre complir ó negar este vuestro mandamiento...

s>el

tiempo pasado tove, é

»otra semblante » el

el

me

el

he tenido

qual debate

duró tanto, que nunca ovo efecto

demanda que en

tiempo de su

el

me

felicidad

fizo

serenísimo señor D. Alfonso, rey de Portugal, que Dios aya,

»asy por letras á mí enbiadas,

como por

i

magnífico señor conde D. Enrrique, mi

s>

vista la dilación

que yo daba, á

acibdad de Avila, donde sesta

»to, fize buscar j>allí

por

como

estavan

tanto

E

mía.

la

me

muy

me

ovo de enbiar á

aquexó, que de vergüeña suya

de mis arcas algunas obras mías que

mal conoscedores de aquellas, que

»

comencé á

»

magnífico, con gran razón

una copilación

las tenían

dellas...

en mejor lugar.

Mas de

E asy muy

vos, señor

me puedo

é devo maravillar, porque

como de mi poco

saber conosce, aya podido

»

pensar nin creer que de

s>

pueda

salir

»

señor

muy

oficial

que con tan botos destrales

labra,

ninguna obra prima nin limada... Mas con todo virtuoso...,

yo he deliberado de amenguar

esto,

á mí por

sconplazer á vos y conplir vuestro mandamiento; cunpliendo squal

le

scopilada:

la qual,

me

ha pedido, que estuviera mejor ronpida que

por mal que vaya escrita é ornada,

»yrá mejor que ordenada mentó,

»es

el

el

enbío con este mi criado esta copilación de mis obras que

¡>con tantos afíneos

>

la

merescían, 6 procuré de a ver otras de otros,

s

»conosciendo tanto

al

deliberando de complir su mandamien-

los suelos

ellas

facer

postre

que enbió

con tanto afinco que,

sazón estava, un secretario suyo con

á la

mesma demanda, y

sove de posponer

la

otras tío,

tal

ni

compuesta, porque

cual lo verá, avrán fecho

componedor...

más

como

sotiles ministrales

A vuestra señoría suplico que,

pues

le

lo va,

y orna-

la escritura

que

lo

obedez-

»co é cunplo, quiera mandar tener este libro cerrado en su cámara: »que de cosas hay que mejor es estar con la esperanca que con el

sconpümiento »en aver

della;

estas obras,

MeNÉNDBZ 7

PttLATO.

y asy vuestra señoría avrá conseguido su fin y su componedor, que queda á vuestro serviPoesía casi, llana, II.

34

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

370

>cio, quedará en la »

buena posesyón en que es tenido de aquellos á

quien sus obras son ygnotas.»

Este códice, lores

y

y

oro,

así

ornado é historiado con primorosas orlas de co-

repetida entre sus follajes

la divisa

de

Gómez Manri-

que, que era una cabeza de laúd ó viola con seis clavijas y esta le-

«No puede templar cordura lo que destempla ventura», puede mismo que, falto de las últimas hojas, se conserva hoy en la Biblioteca particular de S. M. El de la Biblioteca Nacional (v 236) parece más antiguo, pero carece de gran número de folios, si bien tra:

ser el



contiene catorce poesías que no están en

de Palacio. Otros frag-

el

mentos y copias de menor importancia quedan en diversas colecciones, y con ayuda de todos ellos, como también de los Cancioneros impresos, ha depurado so

y simpático poeta. El número total de

Paz y Melia

el Sr.

el

texto de este ingenio-

sus composiciones asciende á 108,

y perteneAntes de ha-

cen,

como queda

blar

de aquel en que más particularmente se distinguió, conviene

dicho, á los géneros

decir algo de los restantes.

Antes de

más

diversos.

'

ser poeta didáctico, fué

Gómez Manrique un

atildado

y amores. Amador de los Ríos no le concede gran ternura de sentimiento, pero la misma censura podría versificador de galanterías

extenderse á todos los trovadores de su época, puesto que en todos ellos el

amor

es puro discreteo, sin liga de afecto sensual, ni

co de contemplación mística. todos

ellos,

en

el

Gómez Manrique

tampo-

se ejercitó,

como

pueril ejercicio de las preguntas ó reqiiestas, alter-

nando con Francisco Bocanegra, Juan de Mazuela, Diego de Benavides, Francisco de Miranda,

Diego de Saldaña, Pero Guillen de

Segovia, Pedro de Mendoza, Guevara, Alvarez Gato,

el

Clavero don

Garci López de Padilla, y otros ingenios cortesanos. Las cuestiones debatidas solían ser por este

estilo:

«Pregunto, pues, amador: ;Cuál es, á vuestro entender,

Destas cosas

la

mejor,

Siendo vos enamorado

De dama muy virtuosa, En extremidad fermosa,

CAPITULO XVIII

371

Por quien fuésedes penado: Kablalla sin esperar

De nunca jamás

O verla En

la

ver,

poder

sin la

vuestra vida fablar?>

Otra vez preguntaba á su sobrino D. Diego de Rojas:

me

Por ende, vos

direys:

;Quál destas dos tomareys

Aviendo de ser forzado: Fea, graciosa, y discreta

En muy gran estremidad,

O mal

graciosa, indiscreta.

En fermosura

perfeta,

Complida de necedad?

Y el

sobrino contesta con notable desenfado:

Yo

quiero fermosa y neta;

Esta es mi calidad;

Á

la fea

mal de teta

Mate, y mala saeta;

Reniego de su bondad.

Al mismo género de coplas de pasatiempo pertenecen •Gómez Manrique hizo contestando á

las

de Torrellas contra

jeres: la Batalla de amores, alegoría bastante ingeniosa,

á su dama

el

nombre de Bresayda,

Crónica Troyana: res, la

el

Lamentación,

piezas fugitivas.

Apartamiento, los

Todas

días de

los

pertenecen á el

en

que

las

mu-

la

que da

duda por reminiscencia de

la Stiplicación, la

Clamores para ellas

provenzal: en una de ellas teme rió Macías:

sin

las

la

la

la

Carta de amo-

semana, y otras

antigua escuela galaico-

autor morir del mal de que

mu-

en otra, glosa versos suyos y de Juan Rodríguez del Pa-

drón; y hasta escribe una vez en portugués (caso ya inusitado en su

A

falta

de otro mérito,

luce en todos estos juguetes una versificación

muy

esmerada, á

tiempo), contestando á Alvaro de Brito

vez que

muy

suelta, y

.paraciones:

_.

no

Que

faltan .

(i).

,

todas mis amarguras

Derrama vuestro donayre,

,

1)

Página 92, tomo

11

la

tampoco graciosas imágenes y com

del Cancionero.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

372

Como

escuras

las nieblas

Se derraman en

el aire.

Ansí mis ansias secretas,

Viendo Bien

vos, luyen

como

las

de mí;

cuervas prietas

Perseguidas del neblí.

grupo de poesías á

Fácil es la transición desde este

mente

otras, igual-

pero de índole doméstica: felicitaciones á sus parien-

ligeras,

estrenas y aguinaldos («.aguilandos») á su mujer doña Juana de Mendoza, á su tía la Condesa de Castañeda, á su hermano D. Rotes;

drigo Manrique, á su cuñada

de Toledo,

al

Pueden agregarse á

Gómez Manrique nen poca

la

Condesa de Paredes,

al

Arzobispo

Obispo de Burgos.

más endeble

esta parte

del

sus versos jocosos ó de burlas,

Cancionero de

que en general

tie-

y son por todo extremo inferiores á los del Ropero, á quien quiso imitar hasta en los asuntos: ¿quejas de una muía-», ¿razonamiento de un rocín d su paje». Da pena ver á tal hombre exprimir

mano

el el

gracia,

magín buscando

insulsos chistes contra

un truhán de su her-

Conde de Treviño, ó motejando de judío

Poeta «quando

le

captivaron los moros de allendes: «Poeta, vos sois novicio,

Que quiere decir confeso; Yo soy antiguo profeso, Fidalgo desde abeniqo.

Pero téngoos amor

Y

amistad,

Porque

sois

en

la

verdad

Trovador,

Trovador

sin capirote,

mayor de los hebreos, Aunque no trováis boleos, El

Salvo

trovas de bote.

las

Son con

destral desbastadas

Vuestras rimas,

Y

no con

sotiles limas

Bien limadas.

Y

porque son de almacén

Vuestras trovas

como

digo,

al

famoso Juan

capitulo

No

xviii

Mas antes vos quiero

bien.

Ca non

daño

Á

373

vos he por enemigo,

fazen ningund

mías,

las

Porque son gruesas y

Y

d'estaño.

Y

los

frías

sentimientos míos

Fueran mezclados con

lloros

Sy bien como fueron moros

Vos cativaran

judíos;

Porque como zahareño, ¡Qué donayre! Conociérades

De pequeño Hasta aquí

el

el aire

(i).

coplero de sociedad y de ocasión: ahora comienza

poeta noble y elevado, rico de graves enseñanzas morales; que

el

sólo tuvo en su tiempo un rival,

La continua

y ese dentro de su propia

cuente de grandes catástrofes y súbitas mudanzas de fortuna, nerosa indignación de los espíritus selectos contra

orden

el vicio

y

ge-

la el

des-

triunfantes, la natural tendencia del ingenio nacional á cierta

vida que en todas nuestras épocas

lite-

por medio de elocuentes lugares comunes

filo-

austera consideración de rarias se manifiesta

sóficos

(i)

casa.

lectura de los filósofos moralistas, el espectáculo fre-

y penetrantes

En

otras coplas

la

sentencias,

mucho más

cuya forma aguda y aunque

violentas,

sutil

excede

escritas al parecer

por

pura broma, con motivo de una cacería á que había asistido Juan de Valladolid

en

los

montes de Aragón,

le llama,

entre otros mil denuestos:

Poeta no mantuano, Sabio sin forma ni modo,

No

judío ni cristiano,

Mas

excelente marrano

Fecho de piedra

No

ciertamente no necesitaba de

tomó

é de lodo...

contento con injuriarle por su cuenta, prestó sus metros

el

tal auxilio.

al

Ropero, que

Estas coplas en que G. Manrique

nombre de Antón de Montoro, para

dirigirse al

Marqués de

protector de Juan Poeta, no desmienten en verdad

el

á quien quiso prohijarlas. Lo que dice de

madre de Juan

puede transcribirse

aquí.

la infeliz

Villena,

cínico estilo del poeta Poeta,

no

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

374

muchas veces glo xv

un

á su contenido, habían conservado durante todo el si-

ideal

de poesía

ética, del cual

mayores ingenios de esa centuria, aun

mucho de

distaban

Tal poesía fué

la

fueron fieles intérpretes los

que en

los

vida práctica

la

ser constantemente fieles ásus rígidos aforismos.

de Gómez Manrique, llamado á

dad moral, por su alejamiento de todo inclinado de suyo á escribir consejos

interés

ella

por su integri-

y de toda

«más saludables

adulación",

é provechosos

que dulces nin lisongeros, como ombre despojado de esperanza é temor, de que los verdaderos consejeros han de carescer», y alec-

cionado además por

estudio familiar

el

poetas del reinado anterior,

el

y asiduo de

los

dos mayores

marqués de Santillana y Juan de

Mena, de quienes principalmente heredó esta tendencia ético-política, así

como también procuró

remedarles en los metros y en

las

formas artísticas.

Sabemos ya mente á su

la

tío el

admiración que á uno y otro profesaba, especialseñor de Hita y Buitrago, á quien saludaba en

estos términos, pidiéndole

el

Cancionero de sus obras:

«¡Oh fuente manante de sabiduría

Por quien s'ennoblescen

Vos soys de

E

de

los

los

los sabios el

revaos d'España...!

más excelente,

poetas mayor que Lucano.

De vuestras fazañas non sé qué más No porque dellas me falte que diga, no que nascistés por

Si

De

cuente,

ansia é fatiga

los coronistas del siglo presente.

Estrema cobdicia de algo saber

En esta discreta é tan gentil arte. En que yo tengo tan poca de parte

Como en parayso tiene Lucifer, Me face vergüenza, señor, posponer, E fablar sin ella, seyendo ynorante, Con vos qu'enmendays las obras del Dante E aun otras más altas sabeys componer.»

Mas que

discípulo ni pariente,

espiritual de D. Iñigo,

presencia

le

Gómez Manrique

se reputaba Jijo

de quien con tierna efusión refiere que «en

acataba más é

mucho más que

é estado mío requería», lo cual bien se

la

pobreza de

la

virtud

comprueba por aquellos

xvm

capitulo versos en que, alentándole

e!

Marques

375 trato de las musas,

al

para á su sobrino «humano, gracioso, afable, plaziente» con

de Noruega, «que en todo muestra su fidalgufa». Cuando

qués de Santillana pasó de esta vida en

458,

1

com-

el el

azor

Mar-

Gómez Manrique

tri-

butó á su memoria digno homenaje en una de sus más extensas composiciones, El Planto de las Virtudes é Poesía, por señor D. íñigo López de Mendoza, dedicado

al

el

Magnífico

entonces Obispo de

Calahorra y luego gran Cardenal de España D. Pedro González de

Mendoza. Inserta esta poesía en todos

más conocida que

suerte de ser

tuvo

la

diste

mucho de

los

Caucioneros impresos,

otras de su autor,

dantesco, conforme

al

camino de

trillado

las visiones

abusaron nuestros poetas del siglo xv; pero

mienda por

un

aunque

ser de las mejores. El artificio de ella es alegórico

detalles

valle tenebroso,

muy

la

y

de que tanto

ejecución se reco-

agradables. El autor se supone perdido en

cuya ferocidat describe en

estas fáciles quin-

tillas:

Non jazmines con

sus flores

Había, nin praderías;

Nin por sus

altos alcores

Ressonavan ruyseñores, Ni sus dulces melodías.

Texos eran sus

E

frutales,

sus prados pedernales,

E buhos

los

que cantavan,

Cuyas bozes denotavan

Los advenideros males.

No ninguno

vi

venado,

Corzos, ni ligeros gamos,

Non

soto bien arbolado

Dó reposase A la sombra

cuytado

de sus ramos;

Mas áspides ponzoñosos

De

los sirtes arenosos

Habitaban

las

veredas;

Sus mejores arboledas

Enebros eran nudosos... Allí le

sorprenden

las tinieblas

y su angustia con ladro de los monstruos: terror

de

la

noche, acrecentándose su

los espantables ruidos del torrente

y

el

ba-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

376

E

como quien camina

bien

Por ventas en invernada,

Cuando Por

la

tarde declina.

muy más

Aguija

fallar cierta

ayna,

posada,

Iba yo cuanto podía;

Pero

la

lumbre del día

Del todo

E la

me

fallesció,

tiniebla cubrió

Quando menos me

A

complía.

ora mis sentidos

la

Fueron del todo turbados;

Que

los tales alaridos

Turbaran

los

Cuánto más

E

no movidos,

los alterados.

con estas turbaciones

Circundado de passiones, Las piedras fueron mi cama,

La cubierta seca rama, La cena lamentaciones.

E En

ondas que batían

las

ios terrenos cimientos,

Las serpientes que gemían, Los árboles que cruxían

Con

la

fuerza de los vientos,

Los sus tumultos cessaron,

E

tan

de golpe callaron,

Que las que sentí passiones En sus doloridos sones, Con

Con

la luz

de

la

el callar se

doblaron.

mañana emprende

fortaleza situada en tierra espantable

E

lánceme por

La qual

fallé

la

su viaje, hasta que llega á una

y deshabitada: puerta,

bien abierta

É por ningUDO guardada, É vi toda la morada De moradores desierta. Non

sus palacios cercados

Fallé de tapicería,

capitulo xvni

377

Nin de doseres brocados,

Nin puestas por

los estrados

Alfombras de

la

Turquía.

Non ressonavan

cantores,

Nin

los altos tañedores,

Nin vi damas bien vestidas,

Nin

las vaxillas febridas

En

ricos aparadores.

Mas vi cercada de duelo Una sala muncho larga, Las paredes con

É

el cielo,

su ladrillado suelo

Todo

£

cubierto de marga.

por orden sentadas

vi

Siete donzellas cuytadas

mesmo paño

Del

vestidas,

Sus lindas caras carpidas

É

De

las

cabezas messadas.

estas siete doncellas,

ó sea

des, las tres primeras,

que por de contado eran las teologales, llevaban,

cruces de Jerusalén, y las otras cuatro, esto tarjas

con

de Mendoza y de

los blasones

la

es, las

Vega:

La primera bien pintada

De verde me

parecía,

Por esquina travessada

Una banda Segúud

el

colorada,

Cid

La segunda

De

la traía.

plateada,

aspas de oro cercada,

Dos lobos en

De Oro

el

la tercia

escudo...

se mostraba

fino su color;

Un mote me ressemblava De letras la circundava Azules en derredor.

E

sentí dezir en él

Lo que dixo

A

la

Gabriel

Virgen que parió,

Al punto que concibió Al nuestro Dios Emanuel.

las siete virtu-

en sus

diestras,

morales, sendas

HISTORIA DE LA

378

En

P>

CASTELLANA

ESÍA

quarta tarja vi

la

Quince jaqueles pintados, Los

siete d'un

Muy más

É

carmesy

que

fino

rubí,

los restantes dorados...

Las Virtudes, después de deplorar

la

pérdida, reciente también,

Burgos D. Alonso de Cartagena, y

del obispo de

van haciendo, una

nombrarle. Tras ellas comparece otra virgen, te

manto

azul

y blanco, con De

É

Jas

la

Tostado

(i),

sin

Poesía, con rozagan-

la

que usó siempre D.

divisa

Iñigo:

celadas bordado

de letras salteado

En que Dios

Y

en

Un

La

del

Marqués, aunque

tras otra, el panegírico del

la

é vos dezía;

su diestra tenía

rico libro cerrado.

Poesía, que lloraba,

además de

la

pérdida del Marqués,

la

muy

poco anterior de Juan de Mena y del aragonés D. Juan de Ixar, llamado el Orador, exhorta ¡X fijo del Adelantado Manrique á hacer en metros ó en prosa

panegírico de su

el

destreza de su péñola,

de Toledo

á

y aconseja á

la

tío.

Él se excusa con

Poesía que acuda en

un caballero prudente, á «un noble

viejo,

la el

poca reino

fuente de

grande elocuencia», cuyo nombre propio es Fernán Pérez de Guz-

mán, única persona digna de tomar á su cargo rece

el

fantasma de la Poesía, suena de nuevo

las siete virtudes;

Castilla,

tal

el

y con una lamentación sobre

empresa. Desapa-

clamor doloroso de el

estado moral de

huérfana de discretos y virtuosos, termina esta larga y algo

pedantesca visión. Si en ella es deliberada

Poma, de Marqués de

la

la

imitación de la Comedieta de

Santillana; en las bellas Coplas para el

Arias de Avila, en

(1)

y patente

Coronación de Mosén Jordi y de otros poemas del

Es curioso por

la

lo

Exclamación

candido

Pues

el final

la Brivia

y

de su elogio:

toda entera,

Si por fazer estoviera,

De nuevo

la

Contador

Dugo

querella de la gobernación, y

compornía...

capitulo xvni

en

el

379

Regimiento de Principes, que son los tres más notables ensayos

mengua

didácticos del señor de Yillazopeque, hay, sin

del estro pro-

una continua aunque más velada influencia del numen poético

pio,

que dictó

los Proverbios, el

Diálogo de Bías contra Fortuna,

nal de Privados, y en general todos

Los Consejos

á

los versos políticos del

Diego Arias de Avila, uno de

el

Doctri-

Marqués. de En-

los favoritos

rique IV, exhortándole á usar del poder con moderación y templanza, y á cumplir con grandes y pequeños las leyes de la justicia,

pueden considerarse como una

sátira política indirecta,

un desahogo del alma del poeta, lacerada por el

Contador

queja en

la

le

había hecho víctima,

la

mo

sobre

filosófica lección

grandezas humanas, sobre

de

grarse cuando no se pone

la

más que

instabilidad de las

vanidad del mundo, sobre los peligros

la

la

amor en

el

mis-

cosas mortales y perecederas. la

obra maestra de su au-

presentan tan extraña analogía en conceptos los

al

paz del alma, que sólo puede lo-

Estos sabios Consejos, que son, sin duda,

con algunos trozos de

de que

blandamente se

privanza y lo inconstante del favor de los príncipes, y

tiempo una exhortación á

tor,

las cuales

carta dedicatoria de este tratado: pero son algo

son una noble y

esto:

y de

y aun como

las injusticias

más celebrados en

las

y aun en

frases

Coplas de su sobri-

no, que es imposible dejar de admitir de parte de éste una imita-

ción directa. Pero reservando este punto para citar

como muestra de

cilla,

algunos versos del

final,

Pues

Y

si

son perecederos

tales bienes

mundanos,

Procura los soberanos Para siempre duraderos;

Que

so los grandes estados

É riquezas, Fartas fallarás tristezas

É

cuydados.

Que

Y

las

adelante, baste la

que resumen su sentido:

tan caducos y vanos

Los

más

solemne y á

esta poesía, tan

vestiduras netas

ricamente bordadas,

Sabe que son enforradas

De congoxas estremadas

par tan sen-

380

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

É de pasiones secretas; Y con las tazas febridas De

bestiones,

Amargas tribulaciones Son bebidas. Mira los Emperadores,

Los Reyes y Padres Santos; So los riquísimos mantos Trabajos tienen y tantos

Como

los cultivadores;

Pues no

fies

en

los

onbres

Que padecen,

Y

con sus vidas perecen

Sus renombres.

Los favoridos privados Destos Príncipes potentes,

A

quales van

los

Con

las

gentes

servicios y presentes

Como piedras á tablados, En las sábanas d'Olanda Más sospiran

Que los remantes que De la banda.

tiran

Que fartos te vienen días De congoxas tan sobradas, Que las tus ricas moradas Por

las

chozas ó ramadas

De los pobres trocarías: Que so los techos polidos

Y

dorados,

Se dan

los vuelcos

mesclados

Con gemidos. Si

miras los mercadores

Que ricos tratan brocados, No son menos de cuydados Que de joyas abastados Ellos y sus fazedores;

Pues no pueden reposar

Noche ninguna, Recelando

De

la

mar.

la

fortuna

CAPÍTULO ,

XVIII

381

¡Cuánta felicidad de expresión! ¡Cuan graciosa

de cada

finales

¡Qué perfecta parece ya

estrofa!

digar postizos arreos que desfiguren su nativa

la

caída de los

la

lengua, sin

men-

y decorosa majestad!

¡Qué mezcla tan simpática de serenidad de pensamiento y de viva imaginación! Se dirá que todos estos conceptos son lugares comunes, pero de estos lugares

comunes están

llenas las odas

y

las epís-

morales de Horacio, y nada pierden por eso. ¿Qué son, por

tolas

ejemplo,

el rectius vives, el ot'uim 11011

gemmis ñeque purpura venale

ñeque auro, y aquella estrofa que remotamente creeríamos imitada

Gómez Manrique,

por

mayor:

su cultura clásica hubiese sido

si

Non enim gazae, ñeque consularis Submovet lictor miseros tumultus Mentís, el curas laqueata circum

Tecta volantes.

Con

mi

á

ser.

la

Consejos

juicio, estos

Manrique, y una de

las

mejores de su

la

mejor poesía de Gómez

siglo,

no parece haber sido

que sus contemporáneos estimaron en más. Cupo

tal

preferencia

á las

que tradicionalmente se llaman Coplas del mal gobierno de To-

ledo,

y cuyo verdadero titulo es Exclamación e querella de la Goberpoema que alcanzó la honra de ser largamente glosado en

nación:

prosa por

el

doctor Pedro Díaz de Toledo

(i) al igual

de

los llama-

dos Proverbios de Séneca y de los del Marqués de Santillana. Algo

hay en

estas coplas

que particularmente pudo aplicarse

municipal de una ciudad determinada, que para do;

y

sin

duda por eso hubo, sobre

opiniones» en

la

la

manera de reprehensión; plas contenido, é cierto

que

la

régimen

y entre sus

servidores:

sentencia é palabras... á no sana parte en

otros,

afirmando ser verdad lo en

non aver cosa que calupniar en

mayor

al

caso sería Tole-

este dezir, «fablas de diversas

casa del Arzobispo Carrillo

«algunos, interpretando

el

ellas».

las co-

Pero es

parte de las sentencias son tan generales,

más bien deben entenderse

del estado

de todo

el

que

reino en los días

calamitosos de Enrique IV. Escritas en foi;ma casi popular, y en

tono

(1)

como de

refranes,

exornadas con imágenes y comparaciones

Esta glosa puede leerse en

que, págs. 230 y siguientes.

el

tomo

11

del Cancionero de

Gómez Manri-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

382

tomadas de para llegar

la al

vida

común, tenían todas

alma de

las

muchedumbre y

la

condiciones necesarias

ser aprendidas de

memo-

y no hay duda que lo fueron. Sus enseñanzas no podían ser más honradas y saludables, aunque no fuesen muy profundas. En

ria;

este género de magisterio político,

samiento de su paisano

Hemos

el rabí

Gómez Manrique

que no

ces el nervio de la sentencia, ya

la tétrica

igualaba á ve-

gravedad de pen-

de Carrión.

con cuánto júbilo saludó nuestro poeta

visto

la

aurora del

imperio de los Reyes Católicos, y cuan resueltamente abrazó tido de la Princesa, cuando era todavía

muy dudoso

el

par-

su triunfo. Per-

suadido de que «los metros se asientan mejor é duran más en »

memoria que

miento

al

las

la

prosas», les dirigió poco después de su adveni-

trono (seguramente antes de 1478, puesto que los llama

todavía reyes de Sicilia y no de Aragón) un largo doctrinal de buen gobierno, importante y curioso por los príncipes á quien fué dedicado, por

la

ocasión en que se escribió, por la noble franqueza é

hidalguía que su autor manifiesta

bueno para que

que

la

y apocamiento

(2):

aconsejar lo que estima recto y

poema digno de

«Que cuanto más grandes fueron

to dieron (2)

al

poder regio no degenere en

tiránico (i)

y para

devoción, esmalte de monarcas católicos, no degenere en

beatería

(1)

el

mayores caídas», dice en

el

los

poderes tiránicos, tanto más pres-

prohemio.

El rezar de los salterios, El decir bien de las horas,

Dexad á

las

oradoras

Qu'están en los monesterios:

Vos, señora, por regir Vuestros pueblos é rigioDes.

Por

fazerlos bien vevir,

Cá non vos demandarán Cuenta de

Ni

si

lo

que

rezays;

vos discipünays,

No

vos lo preguntarán;

De

justicia si fezistes

Despojada de pasión, Si los

O

culpados punistes

malos enxemplos

Desto será

consideración además

distes,

la quistión.

CAPÍTULO

por

la

XVIII

elegante sencillez del estilo y

383

fácil

el

movimiento del metro.

Otros poemas de esta clase se escribieron por aquellos

dudoso que ninguno de

ellos,

días,

pero es

siquiera el DecJiado de la reina

ni

Pona Isabel, del franciscano Fr. Iñigo de Mendoza, compita con éste. Hemos visto ya que Gómez Manrique, aunque formado principalmente en

completo con

de Debate de

título

conocido por coplas de añadida por

los siete

la

el

le

natural ten-

los

que toma-

poema que aquél

dejó in-

razón contra la voluntad, más

pecados ¡noriales. La Prosecución

Gómez Manrique, y que comprende y pereza, no desdice

tres vicios, gula, envidia

la

primero de

el

empresa de continuar

sí la

única poesía histórico

conforme á

lo didáctico,

dencia de su espíritu: así es que fué

ron sobre

la

nos queda. Pero todavía más que lo épico

él

en Juan de Mena

atraía

Santillana, acertó á rivalizar

mejor de Juan de Mena, en

lo

que de

narrativa

Marqués de

escuela del

la

también con

la

reprensión de

del original, así en

buena y cristiana doctrina como en trivialidades y prosaísmos, pero mucho sobre él en la elocuente exhortación final puesta

se levanta

en labios de

la

Prudencia, que endereza sujabla á todos

los

estados

mundo.

del

Fué Gómez Manrique no bién poeta dramático en

Y

raba.

como

el

el

sólo poeta lírico

y

didáctico, sino

modo y forma en que

tam-

su tiempo lo tole-

no se trata aquí de meros diálogos de contextura dramática del

Amor y un

viejo,

de Rodrigo de Cota, de

los cuales

puede dudarse que fuesen representados nunca; sino de una verdadera Representación duda, nos,

como hecha

donde era

Su asunto es

el

(así la

llama

el

Cancionero), sencillísima sin

para un monasterio de monjas,

vicaria

nacimiento de Nuestro Señor y

pastores, tratado

el

de Calabaza-

Doña María Manrique, hermana

con toda

la sencillez

la

drama

del antiguo

del poeta.

adoración de los litúrgico

y

irreverencias que afean los misterios franceses.

sin

ninguna de

La

bella idea

las

donas que envió

las

que en

el siglo

xvi sirve de fondo

Adán d Nuestra Señora

al

con

patético

Auto de

San Lázaro, apa-

rece ya en esta representación, en que los ángeles van presentando al

niño Dios los instrumentos de

es tan

que

la

Pasión. El estilo de esta pieza

candoroso é ingenuo como convenía

se destinaba.

al virginal

auditorio á

Termina con un canto de cuna («Canción para

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

384

compuesto sobre

callar al niño»), jijo

mió

chiquitos).

De

su

tono de otro popular:

el

mismo contexto

cantado en coro por todas

se infiere

*

Callad,

que debió de

ser

las religiosas:

Callad vos, Señor,

Nuestro redentor;

Que

vuestro dolor

Durará poquito. Ángeles de!

cielo,

Venid dar consuelo

A

este

mozuelo

Jhesús tan bonito.

Este fué reparo,

Aunque

él

costó caro,

D'aquel pueblo amaro Cativo en Egito.

Este Santo diño,

Niño

tan benino,

Por redemir vino El linaje

afiito.

Cantemos gozosas, Hermanas graciosas, Pues somos esposas Del Jesús bendito.

Aunque no

llevan título de Representación, ni consta

representadas, nos parecen del sas Lamentaciones fechas para,

entre Nuestra Señora, San Juan y

Sin tener,

como

la

Magdalena.

las anteriores, afectos

dadero diálogo, se enlazan,

sin

que fuesen

mismo género las bellas y afectuoSanana Santa, que son un diálogo dramáticos

embargo, con

dos poesías profanas de G. Manrique,

ni

tampoco ver-

la historia del teatro,

las cuales

seguramente

for-

maron parte de festejos domésticos ó palacianos. Una y otra llevan el nombre de momos: en la primera concurren las siete virtudes al nacimiento de un sobrino del poeta, otorgándole cada una sus dones.

En

fanta

mano

la

doña el

segunda, compuesta en 1467 por mandamiento de Isabel,

intruso

para honrar en

Rey D.

nueve musas anuncian

No

había aquí fábula

al

ni

el

día de su

la

In-

cumpleaños á su her-

Alfonso, que se hallaba en Arévalo, las Infante sus fados.

tampoco diálogo, pero



verdadera repre-

.

CAPITULO

XVIII

misma

385

senlación, en

que tomaron parte

Mencía de

Torre, doña Elvira de Castro, doña Beatriz de Sosa,

la

Isabel Castaña, la

la

Infanta

y sus damas doña

doña Juana de Valencia, doña Leonor de Luxán y Marquesa de Moya. Las ocho damas iban vesti-

Bobadilla, futura

das de «fennosas p/umas», y

la

Infanta de unas vedijas de Mánchete.

Pero de este género de espectáculos cortesanos se hablará más por extenso cuando lleguemos á tratar de

la historia del teatro,

en

cuyos orígenes hay que dar un puesto, sobre todo por su Representación de

Navidad, á Gómez Manrique, predecesor bastante inme-

diato de Juan del Encina.

Miníxdez t Pila to. — Patita

castellana, 11

CAPITULO XIX [jorge manrique.

su

vida y sus obras.

las

«coplas por

la

muerte de su padre»: su calificación literaria; hasta qué punto son originales; lugares comunes que en ellas se encuentran; su relación con los «consejos á diego arias de ávila», de gómez Manrique; su valor estético; elogios y glosas de las mismas; principales traducciones que de las «coplas» se han hecho. ]

hay en

Si

que hayan

la literatura

del siglo xv

un nombre y una composición

cambio de gusto y vivan en la memoria doctos é indoctos, son sin duda el nombre de Jorge Manrique y

-de

las Coplas

resistido á todo

que compuso á

la

muerte de su padre. Explicar y razo-

nar esta universal celebridad, ha de ser nuestro principal objeto en •este capítulo,

pero no podemos menos de apuntar antes

pales hechos de

de

las noticias

la

los princi-

brevísima vida de su autor, valiéndonos para ello

que recogió con su acostumbrada puntualidad y diy Castro en su Historia de ¡a Casa de

ligencia D. Luis de Salazar

Lara

(lib. x,

cap. xv).

Jorge Manrique, señor de Belmontejo, cuarto hijo del Conde de

Paredes D. Rodrigo y de su primera mujer doña Mencía de Figuefoa, nació probablemente en la villa de Paredes de

del señorío de su padre, por los años de

vida en medio de •de

las discordias civiles,

y

Nava, cabeza

440. Abrió los ojos á ni

la

un momento dejaron

acompañarle durante su breve peregrinación por este mundo.

Partidario,

como todos

los

llamaban Rey, recibió de Villafruela

con

1

de su casa, del Infante D. Alonso, á quien él,

entre otras mercedes, las tercias de

y otros lugares de Campos,

siete lanzas

de

la

corona y

14.000 maravedises de acostamiento, y por último la encomienda de Montizón en la orden de Santiago. Como tal Comenellas

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

300

dador favoresció maravillosamente (según dice llano

de

Crónica de Alonso de Falencia)

la

el

traductor caste-

parte de D. Alvaro

la

Estúñiga su primo, en los bandos que traía sobre

el

de

de

priorato

San Juan con D. Juan de Valenzuela, á quien derrotó y puso en huida nuestro D. Jorge cerca de Ajofrín, con muerte ó prisión de

muchos de

los suyos,

recuperando para

de Estúñiga

el

priorato

el

de que había querido desposeerle D. Enrique IV.

En 1474

concurría en Uclés á

la

elección de Maestre de Santiago

que algunos caballeros de aquella milicia hicieron en favor del Conde su padre, y obtenía á su vez uno de

Con

tal

los trecenazgos

de

orden.

la

y mostrándose siempre acérrimo partidario de defendió en 1475 contra el Marqués de Villena

dignidad,

Reina Católica,

campo de

Calatrava,

la fortaleza

y en I476 sostuvo con

de Uclés contra

su padre

reunidas del

las fuerzas

Pacheco y del Arzobispo de Toledo D. Alonso

el

la el

asedio de

mismo D. Juan

Carrillo,

molestando

á los contrarios con bravas escaramuzas que acabaron por hacerles

levantar el campo,

Como lla,

quedando

el castillo

capitán de una compañía de

á

merced

del Maestre.

hombres de armas de Casti-

tuvo á su cargo en 1478, juntamente con Pedro Ruiz de Alar-

cón, señor de Valverde, la

que desde sus

fortalezas

campaña contra

el

Marqués de Villena,

de Chinchilla, Belmonte, Alarcón y Garci-

Muñoz, proseguía desafiando

el

poder

real.

Aquella mezquina lucha

había de ser funesta para nuestro poeta. Los encuentros con la

gente del Marqués eran casi diarios; y en uno de

ellos,

según

la

na-

rración de Pulgar, «el capitán D. Jorge Manrique se metió con tanta

osadía entre los enemigos, que por no ser visto de los suyos para

que fuera socorrido,

le firieron

de muchos golpes, y murió peleando

cerca de las puertas del Castillo de Garci-Muñoz, donde acaesció aquella pelea.» El P. Mariana confunde este encuentro con otro anterior, el el

en que Jorge Manrique fué desbaratado por Pedro de Baeza en

Cañábate, tomándoles

la

cabalgada que llevaba de

sobre cualquier otro en lo que toca te

la Motilla. Pero-

testimonio de Pulgar, que es contemporáneo, debe prevalecer

de Jorge Manrique en

consecuencia de

Fué

llevado

el

la

las heridas,

al sitio

de

la batalla,



muer-

la

pelea misma, y no después de ella y á

como dan á entender Garibay y

cuerpo de D. Jorge á

la iglesia vieja del

Zurita.

Convento

CAPÍTULO XIX

de ra

Uclés,

y

de un hermano y un

las

rios le hallaron

en

el

hijo suyo,

Andrada que

negras. Dice Rades de

tra el

mundo». Estas

samiento capital es

fila,

cubiertas de piedras

de paños mortuo-

no impresas, que yo sepa, hasta

coplas,

el

su

y su pencélebre elegía, cuya

parece un presagio de

tristeza,

la

el

537, son dos nada más,

1

mismo que domina en

aunque resignada

fortuna que amenazaba

en

en

al revestirlo

seno unas coplas que comenzaba á hacer «con-

Cancionero general de Sevilla de

íntima,

389

donde todavía en tiempo de Garibay se veían su sepultu-

la

negra

cabeza de su autor, y que iba á tronchar

tan breve tiempo tantas esperanzas: ¡Oh mundo! pues que nos matas,

Fuera

vida que distes

la

Toda

vida;

Mas según acá nos

tratas,

Lo mejor y menos

triste

Es

De De

la

partida

tu vida, tan cubierta tristezas,

Muy

y dolores

poblada;

De De

los bienes tan desierta,

Es

tu

Tu

salida

placeres y dulzores

Despojada.

comienzo

Y

lloroso;

siempre amarga

nunca buena,

Lo de en medio



Le das

pena.

Assí los bienes

Y

trabajoso,

quien das vida más larga

muriendo

con sudor se procuran,

Y

los das;

Los males vienen corriendo; Después de venidos, turan

Mucho más

(1)

De

estas coplas hizo

(1).

una continuación bastante apreciable Rodrigo

Osorio. Véanse algunas estrofas:

Son las glorias y deleytes Que en este siglo prestado Más aplazen,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

39

Memorial que

hizo él

ni ni arrepiento...

mismo á su corazón, que parle al desconocimiento

de su amiga donde él llene lodos sus sentidos: Allá verán mis sentidos. 13.

llame tan bien

defendido...

14.

«Otras suyas:

15.

«Otras suyas, porque estando

Es una

llaga mortal.

Vos cometistes 16.

él

durmiendo

rOtras suyas á una prima suya que

la, Silva,

los linajes

de

le

temprár

«Otra obra suya, en que pone

nombrados

le

besó su amiga:

trayción...

(¿llanto el bien

17.

d' Amor:

«Otra obra suya, llamada Castillo

el

estorbaba unos amores:

londerta...

nombre de

los cuatro costados della,

su esposa y asimismo

que son: Castañeda, Aya-

Meneses: Según

iS.

«Otras suyas:

iq.

«Esparsa suya:

20.

«Otras suyas á

21.

»

22.

«Otras suyas:

el

mal me

siguió...

Los fuegos qu'en mi

/

la

Qué amador

encendieron...

tan desdichado...

Fortuna:

Fortuna, no m'amenazes...

Otras suyas:

Mi

temor

Mi

vivir quiere que viva...

lia sido tal...

(Sigue la nula.)

capitulo xix la poesía,

interesan á

sano. Sin

la

de

la historia

las

curiosidad que las presta

nas habría quien reparase en

23.

tOtras suyas:

24.

>Otras suyas:

25.

¡-Canción:

26.

^Canción:

27.

«Otra canción:

395

costumbres y del trato corteel

nombre de

su autor, ape-

Pero aunque no pasen de una

ellas.

Acordaos por Dios, señora.

Ved qué congo xa

la mía...

Quien no estuviere en presencia...

No

sé por

qué me fatigo...

Justa fué mi perdición... 28.

«Otra de D. Jorge:

29.

lOtra de D. Jorge:

30.

»Otra suya:

Quien tanto veros

Es una muerte

dessea...

escondida...

Quanto más pienso 31.

serviros...

.«Invenciones y letras de justadores. D. Jorge M. sacó por cimera una

anoria con sus arcaduces llenos, y dixo: Estos y mis enojos... 32.

sGlosa á este mote \Sin Dios y sin vos y mi*:

33.

»Mote de D.

Yo soy quien J.

libre

me

vi...

Manrique «Siempre amar y amor

seguir*.

Glosa suyn:

Quiero, pues quiere razón... 34.

«Pregunta de D.

J.

Manrique:

Entre dos fuegos lanzado...

»(A esta pregunta respondió un galán.) 35.

«Otra pregunta de D.Jorge: Entre bien y mal

doblado...

«(Respondió Guevara.) 36.

-«Pregunta de D.

J.

Manrique:

Después qu'el 37.

sesso s'e fuerza...

'Pregunta de D. Jorge á Guevara: Porque me

»(Con

la

hiere

un

dolor...

respuesta de Guevara, y á continuación una pregunta de éste á

D. Jorge «porque sabía que estaba herido de un trueno».)

(Sigue la nota.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

396

y

discreta medianía, se dejan leer sin fastidio, ellas

que para

biografía de

la

algo se deduce de

su autor importa. Acreditan, por

ejemplo, su ternura conyugal algunos de estos versos de amores

38.

«Respuesta de D. Jorge á Guevara:

39.

>Canción de D. Jorge:

Los malts que son menores...

Cotí dolorido cuidado...

>(Con una glosa de Pinar.) 40.

«Canción de D.Jorge, glosada por Mosén Gazull:

41.

«Un convite que hizo D. Jorge Manrique á su madrastra:

No

sé por

Señora

qué me fatigo...

muy

acabada...

>(Se reprodujo en el Cancionero de Burlas.) 42.

«Coplas que hizo á una beuda

taberna:

Hánme

(sic)

que

tenía

empeñado un

brial

en

la

dicho que se atreve...

«(Está también en el Cancionero de Burlas.) 43.

te

En

el

Cancionero de Sevilla de 1535 se añadieron

las

Coplas á

la

muer-

de su padre, y además las siguientes: Adición hecha por Rodrigo Osorio sobre dos coplas que hallaron 44. :

Sr. D.

Jorge Manrique en

el

seno quando

lo

¡Oh mundo!, pues que nos 45.

del

y contra

la

desordenada codicia: Corazón

triste, reposa...

«Otras suyas (;de Manrique ó de Osorio?) sobre

En En

matas...

«Otras suyas (¿de Manrique ó de Osorio?) hechas en menosprecio

mundo

46.

al

mataron:

el

este siglo

la

desorden del mundo:

mundano...

Cancionero de Toledo de 1527 y en todos los posteriores:

47.

«Canción de D. Jorge:

4S.

«Otra suya:

49.

«Otra suya:

Cada vez que mi memoria...



tardes, muerte,

Por

vuestro gran merecer.

que muero...

El registro de los Cancioneros manuscritos no arroja ninguna composición

nueva que añadir á este catálogo. [Recientemente se han publicado reunidas en

el

tomo

López. (A.

las Poesías

de jorge Manrique,

114 de la Colección Diamante, editada en Barcelona por Antonio B.)]

CAPITULO XIX

que presentan en forma de acróstico en copla

nombre y

el

397 las

primeras letras de cada

apellidos de su legítima mujer

doña Guiomar de

Castañeda, Ayala, Silva y Meneses. Otras composiciones de sencillo artificio

Amor,

la

como la Profesión que hizo en la Orden de Amor y el Castillo de Amor, muestran en el ga-

alegórico,

Escala de

lante trovador al caballero, del Maestre D. Rodrigo,

Trece de Santiago,

al

al

belicoso hijo

continuamente ocupado en cercos de for-

y trances de armas, cuyas imágenes, presentes de continuo

talezas

á su espíritu, tenían que reflejarse, sin afectación alguna, hasta en sus coplas de amores. trofas del Castillo de

Cuando leemos, por ejemplo,

las gallardas es-

amor: La

fortaleza

nombrada

Está en los altos alcores

De una

cuesta

Sobre una peña tajada, Maciza toda d'amores,

Muy muro

El

bien puesta.

tiene d'amor,

Las almenas de

lealtad;

La barrera, Cual nunca tuvo amador Ni menos

De En

la

la

tal

voluntad

manera.

torre de

homenaje

Está puesta toda ora

Un

estandarte,

(Jue muestra por vasallaje

El

nombre de una señora

A no nos parece flotar la

cada parte-

estar en presencia

de un

castillo alegórico, sino

bandera del Comendador de Montizón sobre

las torres

ver de

su encomienda.

En llez

alguna de estas piezas fugitivas se nota también una senci-

de expresión

sutileza

muy

agradable, que contrasta con

y alambicamiento de

Así, por ejemplo,

el

final

de

la

la

general

escuela á que el autor pertenecía.

los versos

que compuso á su amiga

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

398

porque

como

besó estando dormido,

le

Reina de Francia á Alain

la

Chartier:



¡Quien durmiendo tanto gana,

Nunca debe despertar!

Algunas de

mucho y Mosén

Gazull.

su bello dilla

estas esparzas, canciones

y motes

se popularizaron

como Pinar y Duque deRivas abrió

fueron glosados por otros trovadores, tales

Todavía en nuestros tiempos

y simpático drama de

el

Morisca de Alajuár con una redon-

la

de Jorge Manrique ligeramente alterada:

No

tenga

fe ni

esperanza

Quien no estuviere en presencia, Pues son olvido y mudanza Las condiciones de ausencia.

No

sin sorpresa se

ven figurar en

como

poeta tan pulcro y delicado

de

que son á

burlas,

la

verdad

el

corto bagaje literario de un

Jorge Manrique, algunos versos

más

los

inofensivos del Cancionero

en que se hallan, pero no se recomiendan mucho por

ni

y

la cortesía.

Disuena, por ejemplo, ver

meditaciones sobre

filosóficas

burlesco para su madrastra

que

tenía

empeñado

Es forzoso

(i)

la

al

ni

por

el

muerte, disponiendo

el

su brial en la taberna.

decirlo: las llamadas

poéticas que llevan su

número con

codicia»,

y

por justa excelencia Coplas de

nombre, á no

que

ser

rúbricas del la

otras dos composiciones («contra

mismo

obras

la

desordenada

y que

muy

tar-

á juzgar por las

Caucionero, que las trae inmediatamente después

adición que Rodrigo Osorio hizo á las dos coplas «que halla-

ron á D. Jorge Manrique en

más bien han de

(1)

las

se quiera acrecentar

«sobre la desorden del mundo»), que en edición

día del Caucionero general se estamparon,

de

convita

ó invectivando á una vieja borracha

Jorge Manrique, aparecen como un fenómeno aislado entre

su

gracejo

autor de las graves

No sabemos

cuál

veces: la segunda con tercera,

el

seno cuando

le

mataron», parece que

atribuirse á este otro poeta leonés, imitador

de

ellas,

porque

el

Conde de Paredes

doña Beatriz de Mendoza,

con doña Elvira de Castañeda,

hija del

hija del

nada

fué casado tres

señor de Cañete;

señor de Fuensaldaña.

la

capitulo xix infeliz

del nuestro así en los pensamientos

siempre con

la

flojedad

que á

399

como en

el estilo,

imitación demasiado servil

la

pero

acom-

paña; verbigracia: Qu'estos bienes de fortuna, Este negro tuyo y mío,

Tras quien va nuestro albedrío,

Son

En

como

assí

O como el

rocío,

agua de laguna

tiempo del

Dando, pues, de mano, ya á ticidad,

estío...

estas repeticiones,

de dudosa auten-

ya á otros versos de poca monta que nada interesarían

nombre de

su autor, fijemos exclusivamente

poesía que inmortalizó

la

sin el

atención en aquella

nombre de Jorge Manrique juntamente con

el

de su padre, y que ha sido siempre, aun á los ojos de los críticos más severos con las producciones de la Edad Media, «el trozo de

el

poesía

más regular y más puramente

Generalmente elegía (2),

Y

la

escrito

de aquel tiempo»

composición con

se designa esta

y ante todo habría que entenderse sobre

cuestión no es tan

fútil

como

(i).

nombre de

el

este nombre.

á primera vista pudiera parecer

á los que tienen injustificada aversión á las antiguas clasificaciones retóricas, puesto

que de

parte determinados celencia

(1)

y

la

solución que se

carácter propio

belleza de estas coplas,

Palabras de Quintana (pág.

castellanas, edición (2)

el

Ya

de

dé resultarán en gran la

mayor ex-

que arrancando del dolor indivi-

xx de

tomo

1829,

la

y sustantivo y

su introducción á las Poesías selectas

1.)

se la daba este título en el siglo xvi. Así, Alonso de Calleja, en el

prólogo que puso á

la

Glosa de Fray Rodrigo de Valdepeñas:

'¡Diré,

por ser

más se sentirán las utilidades de esta Elegía en el pecho de quien la lea, que se puedan con artificio declarar». Y el mismo Cartujo glosador, en el epigrama latino que pone al frente de

'breve, que

su trabajo, usa el

nombre de

elegía,

Quid valeant mundi

que luego interpreta por endecha: fastus:

Forma, voluptates, stemmata, Vita, salus, vires, sit

Parca severa,

tui,

quid sceptra, secures, divitiae,

quanta potentia regni.

blanda Eligía canil.

En esta breve endecha está engastado De vida un vivo espejo y de la muerte.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

4-00

humano en

dual, se levantan á la consideración del dolor

amplitud y trascendencia. Por

cuerdo y atinado por

lo

lo cual

común en

toda su

juzgamos que Quintana, tan

sus juicios literarios, no acertó

del todo en la censura de esta pieza, que parece haber mirado con cierto desvío.

Y

por

que era á

poeta,

por todo

mundo, y

el

emprender una

al

lo

mismo que

la

autoridad crítica de este gran

vez consumado humanista, debe ser respetada

la

de un

lo es

modo

especial por nosotros,

que

hemos tenido más

fre-

tarea semejante á la suya

cuente ocasión de reconocer los aciertos de su buen gusto, convie-

ne

sobre este parecer suyo, que es uno de los pocos que

insistir

la

posteridad no ha confirmado.

«Al ver

de esta obra

el título

timientos y

la

(dice Quintana), se esperan los sen-

como

intención de una elegía, tal

»de un padre debía inspirar á su

Pero

hijo.

las

el

fallecimiento

coplas de

J.

Manri-

»que son una declamación, ó más bien un sermón funeral sobre »

nada de

las

cosas del mundo, sobre

poderío de

j>bre el

la

desprecio de

el

la

vida

y

la

so-

muerte.»

Coplas de Jorge Manrique por la muerte de su padre se titulan, en efecto,

desde

las

más antiguas

cumplen con su

título,

que son

de

el total

la

fúnebre del Maestre;

Quintana

(1)

(2), ni

[El Sr.

en

ediciones;

puesto que de

y no puede negarse que

cuarenta

y

tres coplas (i),

composición, diez y siete se contraen

como puede

las

las

verse, no en

la

muchas que servilmente

Foulché-Delbosc ha reproducido

las

al elogio

mutilada edición de

le

han copiado, pero

cuarenta auténticas Co-

plas de Jorge Manrique, en las siguientes ediciones, algunas de ellas pri-

morosas: a)

En

el

tomo

xi (sin fecha,

pero

salió á luz

en 1902) de

la Biblioikeca

Hispánica. b)

Macón,

c)

En

sin fecha (1902);

la Biblioíeca

Oropesa,

en letras de oro.

tomo

11

(1905).

d)

Barcelona, 1907. Texto castellano sólo.

e)

1907.

Texto

castellano, con la traducción

f)

Barcelona, 1912. Espléndida edición en

g)

Madrid, 1912; imprenta de Fortanet.

(2)

Apenas hay centón de poesías para

de Longfellow.

folio,

con tipos góticos.

(A. B.)\ la

enseñanza, ni tratado de Retó-

y Poética, en que no salgan á relucir las famosas Coplas, pero mutiladas siempre. ¡Qué grande es el poder de la inercia entre nosotros! rica

CAPITULO XIX sí

en todas

no sé to,

si

las

antiguas y en

la

muy

401

estimable de 1/79- Quintana,

por esforzar su razonamiento, ó por una deficiencia de gus-

impropia de

precisamente

tal

las

varón, suprimió todas esas estrofas, que son

que contienen

los sentimientos de dolor

filial

que

echa de menos, y que Jorge Manrique expresa allí, no con sensibilidad afeminada, impropia de su raza y de su tiempo, sino el crítico

con entusiasmo

viril

y austero, que Quintana debía haber compren-

dido mejor que nadie, reconociendo en

él

algunos rasgos de su pro-

pia musa:

No dexó grandes

tesoros,

Ni alcanzó grandes riquezas, Ni vaxillas;

Mas hizo guerra á los moros, Ganando sus fortalezas

Y Y

sus villas.

sus villas y sus tierras.

Ocupadas de tiranos Las

Y Y

falló;

por cercos y por guerras por fuerza de sus manos

Las cobró.

Después de puesta

la

vida

Tantas vezes por su ley Al tablero;

Después de tan bien seruida

La corona de su rey Verdadero;

Después de tanta fazaña

Á

que no puede bastar Cuenta

En

la

Vino

gierta,

su villa de la

Ocaña

muerte á llamar

A

su puerta.

El biuir que es perdurable,

No

se gana con estados

Mundanales; Ni con vida delectable,

En que moran

los

Infernales. Minkjtoez T Pelayo.

— Poesía castilla.

pecados

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

402

Mas

los

buenos religiosos

Gánanlo con oraciones

Y

con

lloros:

Los caballeros famosos,

Con

trabajos y aflicciones

Contra moros.

Se gía;

dirá

que esto es un himno, un canto de triunfo y no una ele-

y puede que tengan razón

pura rarísima vez suena en

los

que

La

lo digan.

nota elegiaca

poesía castellana, y aun puede decir-

la

se que en toda la literatura española, salvo la de Portugal.

traré á discutir cierto es

si

No

en-

esto es superioridad ó inferioridad de la raza: lo

que somos poco sentimentales, y aun si se quiere duros y género de sentimiento que parece que va envuelto

secos. Ni aquel

en

la

za; ni

misma sensación

y que en algún modo

física

la

depura y

real-

aquella otra aspiración inefable que se pierde en vagos ensue-

ños y cavilaciones para acabar piritual

las

en vez de espiritualizar

más veces por

lo sensible, tienen

sensibilizar lo es-

cuna

ni

progenie

musa de Tibulo y Propercio, ni mucho menos la de Lamartine, son las nuestras. Aquí la llama de amor viva la han

en España. Ni

la

tenido los místicos:

el

sublime amor de Dios ha triunfado en nues-

amores terrenos, y la expresión del dolor individual ha parecido pequeña cosa ante el misterio de la muerte. Si tro arte de todos los

por sentimiento elegiaco se entiende tan sólo aflige al poeta, secundario es sin

rique; pero la

duda en

misma sobriedad con que

aquella especie de pudor filosófico

y

el

el

que personalmente

coplas de Jorge

las

Man-

autor hirió esta cuerda;

con que reprime sus

señoril

humano (ssunt

lágrimas y anega su propio dolor en

el

mae rerum»), ¿no

belleza de la composición? ¿no

es quizá la

mayor

dolor

lachry-

pertenece á un género superior de elegía? ¿no es lo que da eternidad á estas coplas y

¿Qué

es lo

cuyo recuerdo cortesano,

las

convierte en un doctrinal de cristiana filosofía?

que más se admira en

las

Oraciones fúnebres de Bossuet,

es imposible evitar aquí: el rendimiento

más ó menos deslumhrado por

ñores, ó las lecciones del

las

postumo

del

grandezas de sus se-

obispo enfrente de

las

tumbas entre-

abiertas?

Digno, dignísimo era de cualquier lamentación elegiaca, y prin-

CAPITULO XIX •cipalmente de

la

de su

403

en cuyo corazón debió de dejar tan gran

hijo,

soledad con su ausencia, aquel Maestre D. Rodrigo Manrique, ven-

cedor en veinticuatro

batallas,

y para cuyo panegírico no es menesque el historiador de

ter acudir á las cuarenta páginas en folio en la

casa de Lara recopiló sus altos hechos, bastando para

la

breve y elegante semblanza que en sus Claros varones

Hernando gos,

y de

del Pulgar,

como

la

caso con

el

dedica

le

cual conviene trasladar algunos ras-

necesaria ilustración histórica de los versos de su hijo:

«D. Rodrigo Manrique, Conde de Paredes é Maestre de Santiago,

segundo de Pedro Manrique, Adelantado mayor del reino de

»fijo

hombre de mediana

•>León, fué

¿compostura de sus miembros;

»poco

larga...

-inclinado

En

los actos

al oficio

que

facía

la Caballería.

Tomó

la tierra

»dos singulares virtudes: de

la

viene que sepa

»de

la fortaleza;

el

de

»

»de

las

que en

guerra con-

la

como por

los

mas

lo son;

muchos

así

actos que fizo en

que se deleytaba cuando

le

los

por su buena com-

armas, asentó tan perfectamente en su ánimo

la fortaleza,

la virtud

no por aquellas vías en que se muestran fuertes

posición natural,

de

Este varón gozó de

los moros...

buen capitán. Fué asimesmo dotado de

»que fingida é no verdaderamente

»cicio

de

prudencia, conosciendo los tiempos,

idos lugares, las personas é las otras cosas »

hábito é orden de San-

es cercana á la tierra

frontero en aquella su encomienda, fizo

y estando por

»muchas entradas en

la

un

en su menor edad, paresció ser

Comendador de Segura, que

stiago, é fué

»los moros;

de

proporcionado en

estatura, bien

los cabellos tenía rojos, é la nariz

exer-

el

el

hábito

ocurría lugar en que

la

»

debiese exercitar. Esperaba con buen esfuerzo los peligros, é aco-

•»

metía

Ȏl ni

las

fazañas con grande osadía, é ningún trabajo de guerra á

á los suyos era nuevo. Preciábase

»sen dispuestos para

las

mucho que

sus criados fue-

armas. Su plática con ellos era

»del defender é del ofender

al

enemigo, é

ni se

la

manera

decía ni facía en su

»casa acto ninguno de nobleza, enemiga del oficio de las armas.

sQuería que todos >exercicio, é

los

de su compañía fuesen escogidos para aquel

no convenía á ninguno dexar en su casa

»conoscido punto de cobardía: é «dispuesto para -veía

el

en los otros,

si

alguno venía á

uso de las armas, le facía

el

si

en

él

fuese

que no fuese

ella

grand exercicio que avía

hábile é diestro en

ellas.

En

é

las batallas,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

404

muchos encuentros que ovo con Moros



«Caballero fué

jprimero en

que mostrando

el

é con Christianos, este

granel esfuerzo á los suyos, feria

gentes de su compaña, visto

los contrarios: é las

el

es-

»fuerzo de este su capitán, todos lo seguían é cobraban osadía de »pelear.

Tenia tan grand conoscimiento de

^proveíalas en

manera, que donde fué

tal

él

campo,

las cosas del

é

principal capitán, nun-

»ca puso su gente en lugar dó se oviese de retraer: porque volver »Ias espaldas al

enemigo era tan ageno de su ánimo, que

muerte peleando que salvar

srescibir la

eno de Granada, ȇ los

el

moros gran

»que con í trabajó

nombre de Rodrigo Manrique terror...

número de

el

Venció más con

Toda

su gente...

í

la

el

fué

Usaba de tanta

»le bastara

si

liberalidad,

muy

En el revmucho tiempo

esfuerzo de su ánimo

mayor

en guerras y en fechos de armas. Pablaba

íleytábase en recontar los casos que

elegía antes

vida huyendo...

la

parte de su vida

muy

acaescían en

le

bien, é de-

las guerras.

que no bastaba su renta á sus

gastos; ni

grandes rentas é tesoros toviera, según

guación que tovo en

las guerras.

Era varón de

conti-

la

altos pensamientos,

»é inclinado á cometer grandes é peligrosas fazañas, é no podía suj>frir

cosa que

le

paresciese no sufridera, é desta condición se

le si-

sguieron grandes peligros é molestias.»

Tal fué

el

héroe que con su muerte dio ocasión á

poesía del Parnaso Castellano de

la

Edad Media.

la

más

bella

Y decimos ocasión

y no argumento, porque como advierte discretamente uno de sus glosadores en

el siglo

sferida á otro fin

más

»desta vida, caducas

xvi

(i), «la

principal,

y

breves,

vida y muerte del Maestre está re-

que el

es el

menosprecio de

amor de

las celestiales,

upara siempre duraderas. Aplica á este propósito, qué es

»y

vida humana, qué son los deleytes

la

»ras,

y

las cosas

firmes el

y

mundo

placeres: pinta las hon-

hermosura, fuerzas, riquezas, estados, nobleza y todos los de-

s>más bienes, así de naturaleza

jsubjetos á

la

mudanza y

fin

de

como de

fortuna, coligiendo estar

las cosas.

Todo

esto

debuxado con

y Grandes Señode nuestra vida y todas las más cosas

^evidentes comparaciones y exemplos de Reyes íres...

(i)

Fr.

En

dibuxar

el

discurso

Vid. el prólogo de Alonso de Calleja

Rodrigo de Valdepeñas.

al

frente de la glosa del Cartujo

CAPITULO XIX

405

»con tanta brevedad y tan descubierta demostración, parece cierto » haber excedido muy mucho el retablo de la vida humana, que hizo »aquel excelente varón Cebes. ¿Qué diré de

las figuras

y exorna-

ciones, que como piedras preciosas resplandecen en todas

¿Qué

»coplas?

del género de troba tan

conforme á

las

materia y tan

la

ssüave?»

Pero esta poesía tan unánimemente admirada, este amplio y majestuoso desarrollo de los grandes y eternamente eficaces lugares

muerte, ¿hasta qué punto puede ser considerada

comunes sobre

la

como

La cuestión

original?

más compleja de

es

lo

que á primera

y no es de las que pueden resolverse fácilmente palabra. Es claro que la originalidad no puede refe-

vista se imaginaría,

y con una rirse

aquí

sola al

fondo de

la

composición, que por ser tan verdadero y

tan universal y tan humano, no es de los que pertenecen á ningún

autor particular.

Que

las

grandezas mundanas son caducas y frági-

muerte iguala á grandes y pequeños, que la vida corre tan á prisa como un sueño, son verdades inconcusas, que están al les,

que

la

alcance de todo

manera de

el

digan. Se trata

acepción más

el

sólo

pueden valer en poesía por

la

y por la intensidad de sentimiento con que se aquí puramente de la forma artística, tomada en su

lata,

encadenamiento de

que

mundo, y que

decirlas

esto es, abarcando las sentencias,

y

el

las

plan de

composición,

la

imágenes y

los colores

el

con

poeta ha acertado á revestir estos conceptos elementales de

filosofía

Lo que importa

moral.

ginal Jorge ¡Manrique en cada

Ante

todo,

es precisar hasta

uno de estos

comencemos por

qué punto fué

ori-

particulares.

descartar una brillante paradoja que

con su grande ingenio y autoridad quiso acreditar D. Juan Valera traducir bellísimamente

la

obra de Schack sobre

árabes andaluces. Tratando, pues, de

la

elegía

la

al

poesía de los

que Abul-Beka,

poeta rondeño, compuso en tiempo de San Fernando y de D.Jaime el

Conquistador para deplorar

lencia

y Murcia,

el Sr.

la

pérdida de Córdoba y Sevilla,

Valera advierte

tal

Va-

semejanza entre muchos

rasgos y pensamientos de esta composición y las coplas de Jorge Manrique, que en su sentir no puede ser esto mera coincidencia.

Traduce, pues,

la elegía

de Abul-Beka en

queño, para hacer resaltar más

la

el

propio metro manri-

semejanza, y resueltamente afirma

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

4-06

que «Jorge Manrique hubo de conocerlos versos del poeta arábigos-

La coincidencia

es realmente pasmosa, sobre todo

Abul-Beka en

gía de

los

hermosos versos en que

la

si

ñor Yalera; porque en otras traducciones en prosa más

Hay que

semejanza parece más remota.

mucho que contribuye la

á la ilusión el

se lee la ele-

interpreta

el

se-

literal (i), la

descontar, por supuesto,

lo-

empleo de un mismo metro, y

opinión previa del traductor, que, sin querer, se ha visto impul-

sado á acentuar aquellos pasos en que

las

dos elegías se pare-

cen más: Cuanto sube hasta

la

cima,

Desciende pronto abatido Al profundo.

¡Ay de aquel que en algo estima El bien caduco y mentido

De En

mundo!

este

todo terreno ser

Sólo permanece y dura El mudar.

Lo que hoy es dicha ó placer, Será mañana amargura

Y Es

la

pesar.

vida transitoria,

Un caminar

sin

reposo

Al olvido; Plazo breve á toda gloria

Tiene

el

tiempo presuroso

Concedido.

¿Con sus cortes tan lucidas

Del

Yemen

los claros reyes

Dónde ¿En dónde

están?

los Sasanidas,

Que dieron

tan sabias leyes

Al Irán? ¿Los tesoros hacinados

Por Karún

el orgulloso

Dónde han (i)

En

ido?

prosa francesa por Mr. Grangeret de

la

Grange en 1828, y en

prosa castellana por D. León Carbonero y Sol, catedrático que fué de Ára-

be en

la

Schack.

Universidad de Sevilla; y aun en los mismos versos alemanes de

(

I'ITVLO XIX

.-.

407

¡De Ad y Temud afamados El imperio poderoso

Dó se

Y

ha hundido?

pasaron

los imperios

Cual una imagen ligera

En

De

el

sueño;

Cosroes se allanaron

Lo; alcázares, do era

De

Asia dueño.

Desdeñado y sin corona Cayó el soberbio Darío Muerto en tierra. ¿A quién

la

¿Del tiempo

muerte perdona?

El resto de esta elegía,

que

andar impío

el

Qué no

aterra?...

como

las Coplas., difiere bastante;

to interrogativo,

inspirada por

muy

diverso motivo

pero todavía se repite

el

movimien-

que es tan característico de Jorge Manrique: ¿Qué es de Valencia y sus puertos? ¿Y Murcia y Játiva hermosas,

Y

A

Jaén?

pesar de lo deslumbradora que puede parecer esta confronta-

ción,

eremos firmemente que

hecho de

la

se trata

de una semejanza casual. El

imitación de una poesía arábiga artística por un poeta

mismo tan

con-

castellano de

fin

tradice de

suerte todo lo que sabemos del desarrollo de nuestra

lírica,

tal

del siglo xv, es en

que sólo podría admitirse en

la elegía



el

inverisímil,

caso de suponer que sólo en

de Abul-Beka pudo encontrar Jorge Manrique

los pensa-

mientos y formas de expresión en que uno y otro poeta coinciden.

Pues bien; puede demostrarse matemáticamente que no hay en toda

composición de Jorge Manrique idea, sentencia, imagen ó

la

giro que no procedan de las fuentes ción,

de los libros que todo

mundo

más leía

naturales de su inspira-

en

el siglo

xv, de la Es-

Santos Padres, de los moralistas y poetas clásicos, y de los trovadores castellanos, entre los cuales el que más inmedia-

critura,

de

el

tamente

los

sirvió

de modelo á Jorge Manrique fué su propio

tío

don

HISTORIA DE LA TOESÍA CASTELLANA

408

Gómez. Nó

necesitó, por consiguiente, buscar fuera

que dentro de

Y

ella tenía

comenzando por

apurarlas),

de su casa

lo

en tanta abundancia. reminiscencias de

las

la

Biblia (sin pretender

no hay duda que un versículo del Eclesiastes

(vil,

II):

«Ne dicas: quid putas causae est quod et priora témpora meliora fuere quam nunc sunt?» es el origen de aquellos sabidos versos: Cómo, á nuestro

...

parescer,

Qualquiera tiempo passado

Fué mejor.

De

Isaías (xi.iu,

1

8)

procede este otro pensamiento:

No- curemos de saber

Lo de aquel tienpo passado Qué fué dello.

«Ne

memineritis priorum,

La famosa

et

antiqua ne intueamini.*

interrogación, sobre

en Baruch (m, 16-20)

la

cual

volveremos luego, está ya

(i).

Nuestro poeta no sólo aparece versado en gradas Escrituras, sino también en algunos

do

muy poco

escribía,

cursados; á lo

de

la

los

la

lección de las Sa-

Santos Padres, aún de

menos en nuestros tiempos. Cuan-

por ejemplo: Si fuese

Tornar

la

en nuestro poder cara fermosa

Corporal,

Como podemos

fazer

El ánima gloriosa Angelical,

¡Que diligencia tau bina

Touiéramos toda hora

Y

(

1

)

«

Ubi sunt principes gentium,

per terram, qui quo confidunt cant et »

et

qui dominantur super bestias quee sunt su-

in avibus coeli ludunt, qui

¡tomines, et

solliciti sunt,

non

argentum thesaurizant

est finís acquisitionis

et

aurum

in

eorum? Qui argentum fabri-

nec est inventio opet uní illorttm?

Exterminan sunt,

xeruni.»

tan presta!...

et

ad

inferas descenderuni , et alii loco eorum surri-

CAPITULO XIX

409

un

tenía á la vista, sin género de duda, esle lugar de

atribuido á San

de vita contemplativa

Quanta

«

ope

ad

ad

ca quae

tde/onuitatemque tollcndas 1

At

cuneta succederentr...

vbus cura? quae solertia

cierto tratado

Próspero de Aquitania:

corporis speciem spectant et totis

ad

molestias

ad votum

nisibus anhelaremus si

vero si libera csset potcstas: quae in omniet

industria? qui tam in rebits ornandis et

>componendis iniquus esset labor:'»

Pero leído

el

libro

de

moral que Jorge Manrique parece haber

filosofía

con más ahinco, y

el

que dejó más huella en sus versos, es

uno que ya hemos encontrado en

la

biblioteca

de su

tío

Gómez

Manrique, y que no faltaba en ninguna de las de la Edad Media, existiendo ya antes de fines del siglo xv tres traducciones caste«Boecio Severino

De Con-

solatione Pliilosop/iiae», el libro de las visiones alegóricas

con que

llanas

y una catalana por romano poblaba

el último

lo

las

menos:

el

soledades de su cárcel de Pavía, en

tiempo del rey ostrogodo Teodorico. Esta obra, y especialmente ios metros ó poesías intercalados en ella, que son el último eco de lírica

la

horaciana,

donde su

noticia

y

haber sido objeto de poeta.

Hay en

el

la

aunque indirecto camino por

principal,

transmitió á

se

los

tiempos medios,

parecen

constante y asidua meditación de nuestro

Coplas algunos pensamientos de los más comu-

las

nes en las odas morales de Horacio, pero no creo que vengan de allí

directamente, sino á través de

ejemplo, ni del

el

Omnes una manet mors:

metro 7°,

la

imitación de Boecio. Por

allegados son iguales... no procede del Paluda mors,

libro a

calcanda semel via

letho,

sino del

de Boecio, donde también se encuentra

la inte-

et

rrogación famosa: Mors spernit altam gloriam: Involvit humile pariter et celsum caput,

Equatque summis

Ínfima.

Ubi nunc fideüs ossa Fabricii mapentf

Quid Brutus aut rigidus Cato?

(1)

Pueden añadirse

otras

(1).

muchas reminiscencias de Boecio masó menos

importantes:

-Haec nostra

vis est:

hunc continuum ludum ludimus, rolam

SamllS.t (Libro U, prosa H.)

volubili orbe ver(Sigue

U nata.)

4

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

1

Y aun

dejando aparte estos precedentes

rique dentro de

una en

serie

de precursores que se van eslabonando con

¡os detalles,

que es imposible considerar

un producto maravilloso y ción solitaria de un arte

una tradición siglos

Cuando

el

Jorge Man-

última y

la

al fin

rigor hasta

más

el

deriva-

nuestro ningún

perfecta forma de

que venía repitiendo á través de

tópicos predilectos de

los

Canciller Ayala,

tal

famosa elegía como

que no tuvo con

literaria antiquísima,

uno de

la

mucho menos como

fortuito, ni

lírico

género de contacto; sino como

los

latinos, tiene

propia literatura castellana de los siglos xiv y xv

la

la

oratoria sagrada.

de su Rimado de Palacio, recopila

y glosa algunas sentencias de los Morales de San Gregorio Magno sobre Job, no olvida esta consideración de la vanidad de la existencia

mundana, y exclama con verdadera elocuencia: ¿Dó están Las

las

heredades et

Las cabanas de ovejas,

¿Dó

los nobles vestidos

¿Do

las

de paño

Este mismo lugar común es

Un

la

muy

Fr. Migir,

capellán del obispo de Segovia

doradas?

las sillas

copas et vasos de metal

Cancionero de Baena.

grandes posadas,

almenadas,

vacas muchiguadas,

las

Los caballos soberbios de

que compuso á

las

villas et castillos, las torres

muy honrado? muy presciado?...

frecuente en los poetas del

de

orden de San Jerónimo,

la

D.Juan de

muerte de Enrique

III,

Tordesillas, en el dczir

pregunta, después de ha-

cer larga enumeración de personajes históricos y fabulosos:

E

de sus imperios, riquezas, poderes,

Reinados, conquistas é cavallerías,

Sus vicios é onrras é otros plazeres,

Que bienes son de Fortuna Que rebuelue con su rueda Presurosa.

«De/unetumque

leves

non comitantur

ofes.-»

(Libro va,

Pero digo que acompañen

Y

alleguen hasta la huessa

Con

su dueño.

!

tulo xix

¡

i

411

Sus fechos, fazañas é sus osadías,

¿A dó los saberes é sus maestrías? ¿A dó sus palacios, á dó =u cimento?

Con

inspiración

mucho más

valiente repite los

lúgubres Fernán Sánchez Talavera, deplorando

Díaz de Mendoza, hijo del Pues ¿dó

los imperios, é

los orgullos, las



las

¿A dó ¿A dó

A



A A

dó dó

A dó A dó

los poderes,

famas é bríos,

empresas, á dó los traheres?

las sciencias, á

maestros de

los

los

dó la

los saberes,

poetría?

rrymares de grant maestría,

los cantares, á

¿A dó



los señoríos,



A dó



los tañeres?

los thesoros, vasallos, servientes,

los fyrmalles, las piedras preciosas, el aljófar,

possadas costosas,

el algalia é

aguas olientes,

pannos de oro, cadenas

lusientes,

A dó

los collares, las jarreteras,

A A

las sonajas

dó pennas



muerte de Rui

mayordomo Juan Furtado:

Reynos, rrentas é

A A

mismos acentos

la

¿A dó

grises, á

dó pennas veras,

que van

los convites,

retiñientes?

cenas é ayantares,

A dó las justas, á dó los torneos, A dó nuevos trajes, extraños meneos, A dó las artes de los danzadores, A dó los comeres, á dó los manjares, A dó la Iranquesa, á dó el espender, A dó los rrysos, á dó el plaser, A dó menestriles, á dó los juglares? Ideas y giros análogos sobre

manas, se encuentran en tillana á

la

la

caducidad de

las

grandezas hu-

Pregunta de Nobles del Marqués de San-

D. Enrique de Villena, y también en su bello diálogo es-

toico de Bías contra Jortuna: ¿Essas edefficaciones,

Ricos templos, torres, muros,

Serán ó fueron seguros

De

las tus

persecuciones?

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

413

¿Qué es de Nínivc, Fortuna? ¿Qué es de

de Athenas?

Thébas?... ¿qué es

¿De sus murallas é almenas, Que non paresce ninguna?... ¿Qué es de Tyro

E

¿Qué Ca si

Pero de todos familiar á Jorge to,

imitó

c de Sidón

Babilonia? fué de Lacedemonia?

non

fueron, ya

son.

los poetas del siglo xv,

ninguno debía de ser tan

Manrique como su propio

tío;

más de cerca en pensamientos y

y á ninguno, en

estilo.

efec-

Los Consejos á

Diego Arias de Avila, composición de pobre argumento, pero de tan brillante ejecución,

que eleva y

dignifica lo

parecer nacido de vulgar despecho contra

rasgado

la

en

las

que en

ella

pudiera

Contador que había

libranza enviada por el poeta, parece escrita con la mis-

ma pluma que tafio del

el

había de servir

á

Conde de Paredes. Tal

comparaciones y en

Que

el

D. Jorge para trazar es el aire

honores

procuras,

Pásanse como frescuras

De En

esta

las flores.

mar alterada

Por do todos navegamos,

Los deportes que pasamos, Si bien lo consideramos.

No duran más ¡Oh, pues, tú,

que rociada.

hombre

mortal,

Mira, mira,

La rueda cuan presto

gira

Mundanal! Si desto quieres enxiemplos,

Mira

la

Tebas

grand Babilonia, y

inmortal epi-

metro. Oigamos á D. Gómez:

vicios, bienes,

Que

el

de familia que tienen hasta

Lacedemonia,

El gran pueblo de Sidonia,

Cuyas murallas y templos, Son en grandes valladares Transformados,

CAPITULO XIX

E

413

sus triunfos tornados

En sobres. Pues sy pasas tas ystorias

De los

vai ones romanos.

De De

los griegos

No

fallarás al

y troyanos,

godos y peruanos, Dinos de grandes memorias, los

Syno flama

De Si

presente

transitoria

aguardiente.

quieres que más acerca

Fable de nuestras regiones,

Mira

Que En En

las

persecuciones

fiíieion á

montones

la

su fermosa cerca;

la

qua) aun fallarás

Grandes mellas: ¡Quiera Dios, cerrando aquéllas,

No dar más! Que tú mermo viste muchos En estos tiempos pasados,

De

grandísimos estados

Fácilmente derrocados

Con pequeños aguaduchos;

Que

el

ventoso poderío

Temporal,

Es un muy

feble metal

De ved río. De los que vas por las En torno todo cercado, Con cirimonias tratado,

calles

No serás más aguardado De quanlo lengas que dalles: Que lo-í que por intereses Te siguían, En pro ito te dexarían Si

cayeses.

Bien ansí

comodexaroa

Al pujante Condestable...

Que

todas son emprestadas

)

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

4I4

Estas cosas,

E

no duran más que rosas Con heladas.

Pues

Con

tú no pongas las

amor

personas mortales,

N!n con bienes temporales,

Que más presto

que rosales

Pierden la fresca verdor;

E

non son sus crecimientos Sino juego,

Menos

Análogos símiles usa

(1)

que hizo de

las

turable que fuego

De

sarmientos...

el

mismo Gómez Manrique en la continuación Mena sobre los pecados mortales:

1

Coplas de Juan de

Aunque

las glorias

mundanas,

Fablando verdad contigo,

Más presto pasan,

amigo.

Que flores de las mañanas.

Que el deporte que más En esta vida mezquina,

dura

podrece tan ayna

.Sí

Como manzana madura.

Y

de

la

vida dice:

La

qual pasa

como

E como sombra

sueño,

fallesce...

El origen primero de todas estas comparaciones ha de buscarse en

la Bi-

y especialmente en el libro de Job y en los libros sapienciales, en los profetas y en los salmos: Transierunt omnia illa tanquam umbra. Fugit velut

blia,

umbra

et

nunquam

in

eodem

Quoniam tamquam foenum cito decideni.

Me

siatit

permanet. Omnis gloria ejut quasi flos agri.

velociter arescent, et

Laedetur quasi vinea

in

quemadmodum

primo flore botrus

he limitado con toda intención á

olera herbarum

eius.

citar aquellos textos

que segura ó ve-

risímilmente hubo de conocer Jorge Manrique. Por lo demás, en las poesías latinas

de

logo

de

al

la

Edad Media

es

muy

frecuente un movimiento interrogativo aná-

las Coplas:

Ubi nunc imago rerum? Ubi sunt opes potentum?

decía ya Tiro Próspero, poeta del siglo

En un

cántico sobre

Anthologie, se hace

la

la

v.

muerte, publicado por

pregunta en esta forma:

Rambach en

su Christliche

CAPITULO XIX

415

Conocidos estos precedentes, cuya enumeración podría ampliarse á poca costa, no faltará quien pregunte en qué consiste la origina-

que no hay en su elegía cosa

lidad de Jorge Manrique, puesto

Ubi

al-

Plato, ubi Porphyriusí

Ubi Tullías aut

Virgilius?

Ubi Thales? Ubi Empedocles

Aut egregius

Aristóteles?

Alexander ubi rex maximus?

Ubi Héctor Trojae fortissimus? Ubi David, rex doctissimus?

Ubi Salomón prudentissimus?

Ubi Helena Parisque roseus? Ceciderunt in profundum ut lapides.

Quis

El mismo pensamiento y

scil,

uno en ritmo

tentu mundi: el

an detur

eis requies?

misma forma domina en dos poemas De comp-

la

dactilico,

ha sido atribuido á San Bernardo,

pero más bien parece ser de Bernardo de Morley; por Wright entre

el otro

ha sido publicado

que comúnmente llevan

los versos latinos

el

nombre de

Gualtero Mapes: Est ubi gloria nunc, Babilonia? Sunt ubi dirus

a)

Nabuchodonozor

et Darii vigor, illeque

Cyrus?

Nunc ubi cura, pompaque Julia? Caesar, obisti, Te truculentior, orbe potentior ipse fuisti. Nunc ubi Marius atque Fabricius inscius auri? Mors

ubi nobilis et memorabilis actio Pori?

Diva

philippica,

vox ubi coelica nunc Ciceronis?

Pax ubi civibus atque rebellibus

Nunc

Stat rosa prístina nomine,

Vel Samson ubi

est

dux

Remus?

nomina nuda tenemus.

Dic ubi Salomón olim tan

Ir)

ira Catonis?

ubi Regulus, aut ubi Romulus, aut ubi

nobilis;

invincibilis,

Vel pulcher Absalon vultu mirabilis; Vel dulcís Jonathas multum amabili¡>>

Quo Caesar

abit, celsus

imperio?

Dic ubi Tullius, clarus eloquio Vel Aristóteles summus ingenio. Vid. para estas comparaciones:

Age

(Paris,

1847), pág.

126,

Du

Méril, Puc'sies populaires latines du

y F. Clément, Carmina

é

Mayen

Poetis Christianis ex-

cerpta (Paris, 1854), pág. 67.

Ticknor (edición de 1863) recuerda ses sobre

Eduardo

al

mismo propósito unos versos

IV, atribuidos á Skelton, y

magistrados. Se supone

que habla

el

rey

que se hallan en

mismo desde

el

su túmulo:

ingle-

Espejo para

6

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

41

gima que no hubiera sido dicha antes de misterio ó lo la

el

él.

Este es cabalmente

prestigio de la forma: expresar el poeta

como

ei

nadie,

que ha pensado y sentido todo el mundo. Por todo el cauce de venía rodando un inagotable lugar común sobre la

Edad Media

muerte.

A

todas horas resonaba en los pulpitos; era repetido en

Where is now my conquest and victory? Where is my riches and Royal array? Where be my coursers and my horses hye? Where is my myrth, my solace, and my play?

Pero en

canto mayor consiste en

el estribillo

¡Víais oii

Si

creyéramos en

la forma más bella y más célebre de de Villon Des dames du temps jadis, cuyo en-

extranjeras

las literaturas

esta interrogación es la balada

verdaderamente poético é inspirado:

sont les neiges d'antan?

autenticidad de los versos aztecas del rey de Tezcuco,

la

Netzahualcóyotl, que, según dicen, floreció en

dríamos repetido este tema hasta en tales versos tienen toda la traza

en

el

la

el siglo

de haber sido inventados en

xvn por algún ingenioso misionero ó algún

diana, conocedor de

nuestro objeto, en

la

xv de nuestra

era, ten-

poesía indígena de América; pero los

neófito

el

siglo xvi

ó

de noble estirpe in-

poesía española. Dicen así los que más importan á

la

traducción ó imitación de D. Joaquín Pesado:

¿Dónde están

los clarísimos varones

Que extendieron

su inmenso señorío

la vasta extensión

Por

Con

leyes justas

¿Dónde yace

Que

y

guerrero poderoso

el

los Tultecas

de este hemisferio

sagrado imperio?

gobernó

el

primero?

¿Dónde Necax, adorador piadoso

De

las

deidades, con

¿Dónde

¿Do

el postrer rey

Nada ¿En qué

De

amor

sincero?

la reina Xiul, bella y

amada?

de Tula desdichada?

bajo los cielos hay estable. sitio los restos se

reservan

Xoiotl, tronco nuestro venerable?

¿Do

los

De mi

de tantos reyes se conservan?

padre

¿Quj lugar

la frígida ceniza,

la distingue y eterniza?

Y por este camiDO sigue moralizando el supuesto poeta azteca sobre la muerte y la inconstancia de la dicha humana, en un tono muy semejante al de las coplas manriqueñas, las cuales probablemente conocía el que inventó los versos.

CAPITULO XIX

prosa y en verso, en

dramática en

latín

danzas de

las

la muerte

humana con

vida

el

las

y forma

el

meditaciones. Se comparaba sin cesar

la

sueño, con

la

la

sombra, con

chita apenas nacida, con el leve rastro

con

que deja

que

se

mar-

nave en

el

mar,

la flor la

corriente de los ríos que van á morir en el Océano.

la fugitiva

Se hacía

gráfica en los frescos

imaginación de todos y era

del cementerio de Pisa; asediaba

tema perpetuo de todas

417

y en lengua vulgar; recibía forma casi

procesiones de reyes, príncipes y la Sagrada Escri-

desfilar interminables

emperadores, de héroes y sabios, de personajes de

y de personajes de

tura

la fábula,

de damas y caballeros, de reinas y

de bellezas famosas, y se preguntaba

¿Dónde

está Jonatás?

¿Dónde

está Héctor?

Llegó, por

fin,

¿Dónde ¿Dónde

sin cesar:

está César?

está Elena?

¿Dónde

¿Dónde

¿Dónde

Salomón?

está

está Aristóteles?

está el rey Artus?

un día en que toda esta materia de meditación

moral, que en rigor ya no pertenecía á nadie, y que á fuerza de

rodar por todas

las

manos había

de su grandeza, se condensó en sacó de filial,

la

llegado á vulgarizarse con los versos

mengua

de un gran poeta, que

la

abstracción, que la renovó con los acentos de su ternura

y con un no sé qué de grave y melancólico, y de gracioso y que era la esencia de su genio. Los pensamientos

fresco á la vez,

eran de suyo altos y generosos, y puede decirse que en breve espacio abarcaban un concepto general de la vida y del destino humano: lo cual da á la composición una trascendencia que de ningún

modo

alcanza

la

ejemplo. Cuando otros,

Pregunta de Nobles, del Marqués de Santillana, por el

«qué fué del

Telamón,

Pirro,

Marqués pregunta fríamente, después de tantos fijo

Ayax de

de Aurora, y de Aquiles, Ulises,

Diomedes, Agamenón», no hace más que repetir

por centésima vez un lugar común,

nombres mismos de

los

al

cual quitan todo valor los

personajes remotos y fabulosos por los cua-

y que sólo en ficción erudita podían interesar al Cuando Jorge Manrique, dejándose de griegos y troyanos, evoca los recuerdos de su juventud, ó más bien lo que oyó contar

les se interroga,

autor.

á su padre sobre los esplendores

D. Juan

y de

y magnificencias de

de Aragón, y sus alegres

la

corte de

y las justas y torneos, y aquel danzar y aquellas ropas chapadas que traían, habla de algo vivo, algo que todavía conmueve las fibras de su alma. II

los Infantes

Mexésdez t Pelayo. — Poesía

castellana, II

fiestas

27

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

418

La ejecución el elogio del

no sólo brillante y franca y natural, sino

es

pueden

perfecta: apenas

tacharse, en la última parte

casi

que contiene

el

Maestre, dos estrofas pedantescas y llenas de nombres

propios:

En ventura

Octauíano,

Julio César en vencer

Y Pero

lo

batallar, etc.

más admirable, como ya queda

tración del dolor universal con

del conjunto,

y

el

indicado, es

propio dolor,

el

la

compene-

la

serena melancolía

la algazara y bullicio de pompas mundanas, y de aquellas

bellísimo contraste entre

aquellas estrofas que recuerdan otras en que parece

que van espesándose sobre

sombras de

viejo guerrero las

sumisa frente del

la

muerte, rotas de súbito por

la

los

primeros rayos de una nueva é indeficiente aurora. El metro que Quintana, con extraña

falta

de gusto, llama «tan cansado, tan poco

armonioso, tan ocasionado á aguzar los pensamientos en concepto ó

en epigrama» to, sino

es,

por el contrario, no sólo armonioso,

admirablemente acomodado

y suel-

flexible

género de sentimiento que

al

dictó esta lamentación. Ticknor, que sólo por rara excepción muestra

en todo

el

discurso de su obra verdadero sentido del arte ni de

la belleza poética,

ha expresado, sin embargo,

el

peculiar efecto de

y muy feliz: «Son versos (dice) que llegan hasta nuestro corazón, que le afectan y le conmueven, á la manera que hiere nuestros oídos el compasado son estas Coplas, con una comparación

muy

original

de una gran campana tañida por mano

gentil

y con golpes mesura-

más

tristes

y lúgubres, hasta que

dos, produciendo cada vez sonidos

por

fin,

sus últimos ecos llegan á nosotros

do lamento de algún perdido

objeto de nuestro

Digamos, pues, con I.ongfellow tores de esta elegía

ma

es

como por

el

(i)

Thepoem

is

a model it,

fueran

más excelente de

línea, así

por

lo

apaga-

el

cariño». los

traduc-

este poe-

solemne y bello de

la

noble reposo, dignidad y majestad del

que guarda perfecta armonía con

in accordancc with

(el

si

amor y

que conocemos en lengua alguna), que

un modelo en su

cepción,

como

el

fondo

y apliquémosle

sin

sohmn and beaatiful, and majestic.

and,

(i);

in its kind. lts conception is

ifie style

con-

estilo,

¡noves on-calm, dígníped,

CAPITULO XIX

temor

las

Beuve

(i) á

menos fundamento

palabras que quizá con

propósito de

419 escribió Sainte

balada de las damas de Villón,

la

no deja de tener cierto remoto parentesco con algo de esta «Feliz

situación inmortal

Un

poeta

y siempre renovada en

que ha proferido

lo

menos, como

este grito de genio

serán recordados

siempre que se

como

trate

de

más

los

el

naturaleza humana.

como

la

nación y

la

humanidad lengua en

la

y de sentimiento. Sus versos

naturales

y

más verdaderos,

los

rapidez con que pasan las generaciones

la

hombres, semejantes, como dice Homero, á

árboles: siempre que se medite sobre

bre

la

tiene probabilidad de vivir tanto

así

misma: vivirá tanto, por

los

elegía:

que acertó á encontrar un acento como éste para expresar

el

una

de

cual

la

corto término concedido á los

las

brevedad de

hojas de los

la

vida y so-

más nobles y más

triunfantes

la

•destinos: Stat sua cuique dies, breve et irreparabile

Ómnibus

Mucho, y con razón, Manrique

la

ha ponderado en

se

perfección de

diáfana pureza del

tempus

est vitae...»

estilo,

la

en que

al

Coplas de Jorge

las

lengua que ya en

él

parece

cabo de cuatro

fijada,

siglos

y

la

apenas se

encuentra expresión que haya envejecido. Pero no conviene exagerar las cosas,

rancia de

la

como

hasta ahora se ha hecho por olvido ó por igno-

cronología,

en gran parte

es propio

atribuir

y

exclusivamente

por virtud de una estrofa que constantemente se su lugar y mal entendida),

la

la

Santillana, de si

lo

que

donde

pusiéramos en

repite, sacada

corte de D. Juan

ponerle contemporáneo y hasta amigo de Juan de

gante como

poeta

de

vulgar preocupación de considerar á

Jorge Manrique como un trovador de

qués de

al

de su tiempo. Reina, no sé por qué (quizá

resulta la

Mena y

II,

del

y suMar-

un anacronismo tan extrava-

misma época

literaria,

y en íntimas

relaciones de amistad, á D. Leandro Fernández de Moratín

y á don Manuel Tamayo. Jorge Manrique, que murió muy joven, pertenece

como

poeta á

las

postrimerías del siglo xv, á los últimos años

Enrique IV ó más bien á cribe en

(1)

la

los

primeros de

los

Reyes Católicos, y

admirable lengua de su tiempo, como

Causeries du Lundi, xiv.

la

de-

es-

escribían en

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

420 prosa

autor de

el

La

dóñez de Montalvo, la

Celestina,

el

que dio

y Hernando

al

Amadis

del Pulgar,

escribían en verso, para no hablar de otros

drigo de Cota en sus églogas

el

Diálogo del amor y un

y en sus

villancicos,

y Garci Or-

su definitiva forma;

menos

viejo,

y como Ro-

señalados,

Juan del Encina en

Gómez Manrique en

sus composi-

ciones doctrinales y políticas, Garci Sánchez de Badajoz, Guevara

y

otros en sus versos amatorios. Si las Coplas de Jorge Manrique va-

que valen y

len lo

se levantan tanto sobre el nivel ordinario

de

la

de su tiempo, es por otras virtudes poéticas más íntimas y recónditas, que ya hemos procurado manifestar; y no por el estilo, lírica

que en su amable y culta naturalidad, es sencillamente

el

buen

estilo

de su tiempo, con aquella nota personal que pone en sus creaciones todo poeta digno de este nombre. Ni

elogio hace falta para

tal

la

gloria

de estas coplas, no olvida-

das nunca de nuestro pueblo, y honradas en todos tiempos con

más

sufragio de los ellas

claros ingenios españoles.

que merecían estar

escritas

poéticas,

y

ricos esmaltes

muy

elegantes, en

que

de ingenio, y sentencias gra-

como puede

sentimiento y eficacia de expresión, libros técnicos del siglo xvi,

fra nueva para

por ejemplo, en

el

verse en algunos

titulado Libro de ci-

harpa y vihuela, compuesto por Luis Venegas

tecla,

de Henestrosa (Alcalá, 1577). Fué traducida en dísticos

honra que pocas composiciones vulgares alcanzaban en

Renacimiento (1)

el

de

manera de endecha». Fueron puestas en música, con gran

ves, á

sa»,

dijo

con letras de oro. El grave histo-

riador Juan de Mariana las califica de «trovas

hay virtudes

Lope de Vega

Da

(i).

noticia

D. Bartolomé

con este

título:

latinos,

los días del

de esta versión, calificándola de «franca, valiente y nerviomanuscrita en la Biblioteca del Escorial J. Gallardo. Existe

Hispana Georgü Manrici Carmina.

.

in

Latinum Carmen nupe-

rrime conversa. El códice, escrito con singular primor de letra en 43 hojas

en

S.°,

que

el

vitela,

Felipe

que contienen

el

traductor (cuyo

texto castellano y latino, parece haber sido

nombre

se ignora,

por haber sido arrancada

que debió de servir de portada), presentó II.

La versión comienza

al

desipiscat hebes, alto experrecta sopore.

Contemplata quidem

vita

haec

mismo hoja en

Príncipe, luego Rey,

así:

Evigilet sternens animus, tenebrisque relictis,

Mens

el la

ut praeterit instans,

don

CAPITULO XIX

Formar catálogo de añadidas á

421

sus innumerables ediciones, ya sueltas, ya

las glosas, sería tarea larga é

tando por otra parte descritas

las

impropia de este lugar, es-

más notables en

de bibliografía española, especialmente en

rales

va. Parece ser la

mado de Fr.

más antigua

el

gene-

los libros

Catálogo de Sal-

que forma parte del Cancionero

la

lla-

Iñigo de Mendoza, por empezar con el Vita Christi de

y ser suyas la mayor parte de las poesías que contiene: volumen sin año ni lugar, pero que parece impreso en Za-

este fraile

rarísimo

mora, por Centenera, hacia tenido son

el

año de 1480.

el

Muy

análogos en su con-

Cancionero de Zaragoza, impreso por Paulo Hurus,

alemán de Constanza, á 27 días de Noviembre de 1492, con

de Coplas de Vita

año

ni lugar,

y

Christi,

Cancionero de

el

Ramón

pero indisputablemente del siglo xv, y

Uno y

tipógrafo zaragozano.

al

parecer de

otro incluyen las famosas coplas,

tos tres primitivos textos son los

más puros y autorizados de

Nicolás Antonio habla de una edición suelta de 1494: no

cemos. El Cancionero general de

muy

no

1 5 1 1

las incluyó, sin

la

En

el

es-

cono-

menos

de 1535-

los Cancioneros, las Coplas

ción extraña, pero narlas

y

ellas.

duda por

sabidas, pero fueron añadidas en los posteriores, á lo

desde

título

de Llavia, sin

cuando

ca que en

como

se las

aparecen limpias de toda agrega-

pequeño volumen convidaba

su

imprimía sueltas, y

ellas se trata se

la

á adicio-

materia moral y

filosófi-

prestaba á interminables desarrollos,

más

ó menos

poéticos é ingeniosos, no fueron pocos los que se dedica-

ron á

empresa. Siete glosas, por

tal

lo

menos, se hicieron en verso

y una en prosa. Daremos alguna razón de ellas, porque en realidad deben considerarse como obras de la escuela de Jorge Manrique y son un nuevo testimonio de

que alcanzó su

Parece haber sido

Ut

la

popularidad, no interrumpida nunca,

elegía. el

más antiguo de

tacite obrepit

Utque recordanti

mors, sit

quam

cito

estos glosadores un legista,

gaudia migrent.

urgens causa doloris,

Ut melius semper quod

praeterit, esse

[Cons. Fr. Guillermo Antolín: Sobre

el

Jorge Manrique (en Revue Hispanique, xiv,

putemus.

traductor latino de las ¡Coplas* de 22). (A. £.)]

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

422

Licenciado Alonso de Cervantes, Corregidor que había sido en la

el

villa

de Burguillos, de donde por cruel sentencia (según

refiere

él

en su prólogo)

salió

do, por ágenos

y extraños yerros y excesos, de todos los bienes que peregrinación desta trabajosa vida no constituye».

Fortuna para

En

el

mismo metro

reino de Portugal «despoja-

buscando algún consuelo, escribió su

del original, procurando,

acierto, entretejer sus

y

el

la

situación de ánimo, y

tal

glosa en arte

desterrado para

pensamientos con

que, cuyos versos se destacan de

tal

modo

de su imitador, que hacen imposible

los

momento. Dedicó ñiga,

su trabajo al

la

Duque de

los

sobre

de Jorge Manrila

1501

burda

equivocación

tela

de

por un

ni

Béjar D. Alvaro de Stú-

con unas coplas en alabanza de sus armas, y

Lisboa, por Valentín Fernández,

bien con poco-

si

le

imprimió en

Son veinte hojas en

(i).

cuarto gótico, que fueron reimpresas varias veces, sin lugar ni año,

siempre con rece ser

la

el

rótulo de Glosa famosísima.

Siguió á este glosador, y

desgraciado en su prosa que

Fué los

éste Luis de

años de

fón, sino

La última edición pa-

de Cuenca, por Juan de Canova, I55 2

en

1 5

el

otro no

menos

Licenciado Cervantes en sus versos.

Aranda, vecino de

la

ciudad de Ubeda,

52 (fecha que consta no en

el privilegio)

-

como en competencia,

la

el

portada, ni en

cual el

por

colo-

hizo salir de las prensas de Valladoüd una

obra larga y pedantesca que al parecer tenía compuesta mucho tiempo antes (2), con título de Glosa de Moral Sentido á las famo-

(1)

Brunet describe esta rarísima ediciÓD, que, de no existir

la

de Sevilla,

por Meynardo Ungut y Stanislao Polono, pudiera tenerse por princeps de las Coplas en opúsculo independiente de los Cancioneros: 1494,

Glosa famosissima sobre

/ai

la ediiio

Coplas de dó Jorge manrique. (Col.) Acabóse la

y enmendada por el mismo autor. E imprimida en la... por Valentyn fernáJes, de la provincia de Moravia. Año...

présenle obra corregida

cybdad de Lisbona...

de myl quinientos y uno año, a diez dias del mes de Abril.

Folio (2)

gót.,

á dos columnas, con figuras en madera.

Así parece que hemos de inferirlo de este pasaje de

la

dedicatoria

al

Secretario Juan Vázquez de Molina, puesto que en él se alude manifiesta-

mente á la glosa del Licenciado Cervantes: «Muchos días son pasados que la 5 glosa que se intitula famosísima, hecha á las Coplas de D. Jorge Manrique, • salió á luz: en cuyo tiempo yo tenia hecha otra d las tnesmas, que pensaba sa» car: y así vemos que no está en balde dicho que sabe poco el que piensa

CAPITULO XIX sas y

muy

423

D. Jorge Manrique. Las sentencias de

excelentes coplas de

Jorge Manrique están ahogadas en diez y sulso. libro

El

nombre y

el

lugar de

la

seis pliegos

de fárrago

impresión se declaran

al fin

in-

del

en esta extravagante manera: Aquí

Que

se acaba la glosa

es de sentido moral,

Hecha en elegante

muy

Útil y

Con

privilegio real.

En

A

prosa,

provechosa,

Valladolí imprimida

su costa del autor,

Por él mesmo corregida, De la offecina salida De Córdova el impressor.

Tenía Luis de Aranda

el

furor de glosarlo todo, para lucir sus

las demás obras suyas que conomismo género: «.Glosa intitulada Segunda de Moral sentido, á los muy singulares Proverbios del Marqués de Santularia. Contiéncsse más en este libro otra Glosa d XXIV coplas de

impertinentes moralidades. Todas

cemos son de

las

este

300 de Juan de Mena (Granada, 1575)»

(i);

«.Obra nuevamente

hecha, intitulada Glosa Peregrina, porque va glosando pies de diversos romances.

Va repartida

en cinco Cánticos.

El primero de

la

Cayda

de Lucifer. El segundo de la desobediencia de Adán. El tercero de

la-

Encarnación de nuestro Redemptor. El quarto de su muerte y pasión.

El

quinto y último, de su Resurrección (Sevilla, Alonso de

ra,

1577)».

la

El más conocido de los glosadores de Jorge Manrique, y

mayor número de ediciones obtuvo,

-se >

lo

que

él

no

glosalla

la

poesía

que de éti-

me hurtó la bendición el que que yo pensaba hacer, quise dexalle el

piensa. Pues visto que

me anticipó primero, haciendo

lugar, y

el

fué el capitán Francisco

Guzmán, incansable y bien intencionado cultivador de

>que nadie piensa

Barre-

lo

en metro, como otros muchos han hecho, por no ace-

challe al carcañal.» (1)

Reimpresa con

el título

cirse en el trato civil de la gente,

Está en verso.

de Avisos sentenciosos sobre en

el

tomo v

el

modo de condu-

del Caxón de Sastre, de Nipho.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

424

sentenciosa y paremiológica, como lo acreditan sus Triunfos Mora/es (1565); su Flor de sentencias de sabios (1 557)> refundida

ca,

después con (1576).

les

de Decreto de Sabios; y sus Sentencias genera-

el título

Aunque

capitán

el

Guzmán mereció de

muy

benevolencia de Cervantes un elogio

Caliope por «haber puesto tan en su punto

la cristiana

inagotable

la

expresivo en

el

Canto de

poesía», tiene

razón Gallardo en decir que sus versos son generalmente una prosa rimada, árida y seca, sus conceptos y sentencias comunes y trivia-

Pero hay una excepción que poner á

les.

que Guzmán dejó;

muy

diestra

Maurrique á

á

la

muy

lo

esto.

que puede pasar por un

Lo más acendrado

ejercicio

D. Gcorge

fácil,

la

muerte del Maestre de Santiago... su padre, dirigida

alta

y muy

y

esclarescida

christianíssima Princesa

Leonor Reyna de Francia. El nombre del glosador se coplas acrósticas de arte mayor, que van

tumbre

de imitación

es su Glosa sobre la obra que hizo

y

La primera y

del tiempo.

infiere

al principio,

Doña

de unas

según cos-

rarísima edición, en 4.

gótico de

16 hojas, es de León de Francia, sin año. Luego fué reimpresa varias

veces en Amberes por Martín Nució (1558, tes,

de

unida por Santillana.

lo

Todavía

Acertado anduvo así

por

el estilo

1

598...)

y en

otras par-

general á los Proverbios ó Centiloquio del Marqués

el

en una impresión de Madrid de

lo está

I

"99-

editor del siglo pasado en elogiar esta glosa,

como por

la

abundancia de sentencias graves y pro-

vechosas, y sobre todo por la entereza con que engasta en los suyos los versos de

Manrique.

Y

como

estas glosas

no son hoy

nadie, conviene poner alguna muestra:

No os fiéis, damas hermosas, En beldad ni fermosura Que en vos haya, Porque sois como las rosas, Que muy presto su frescura Se desmaya. La cosa de que más cura Tenéis en

Y

El color y Cuando

la

jovenez

tanto cara: la blancura.

viene la vejez,

Cuál

se

para?

leídas

por

CAPITULO XIX Los deleytes y dulzores Que en la fresca edad tuvieres, Si mirares,

Todos se tornan dolores, Cuando á la vejez vinieres

Y

pesares:

Piérdese

la fortaleza

Deste cuerpo terrenal

Y

la virtud,

Las mañas y

Y la fuerza

ligereza,

corporal

De juventud. Pues aquellos tan preciados,

Los Nueve que tanta fama Consiguieron,

Tan

valientes y esforzados.

Como una

encendida llama

Fenescieron:

Ya son muertos

Y

su

éstos todos,

poder y grandeza Perescida,

¿

Pues

la sangre de los godos,

Y el linaje y Tan

Como Que

el

la noéleza

crecida?

cauto pescador,

á pescar gana su vida

Con

caña,

la

Es este mundo

Que con

Y

Y

nos engaña;

los deleites

Con que

traidor,

deleites convida

que

él

da

tanto nos holgamos

Son mortales, }' los

tormentos de allá,

Que por

ellos

esperamos,

Eternales.

¿De Alexandro Ni

el

el

gran poder,

saber de Salomón,

Qué

les sirvió?

425

426

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA Pues no pudieron hacer Contra muerte defensión,

Que La

los venció:

cual á todos subvierte

Sin ser grandes ni menores

Reservados;

Asi que no hay cosa fuerte

A papas,

ni emperadores,

Ni perlados. ¿Qué fué

Que tuvo

A

rey don Enrique

su obediencia?

¿Qué se hizo

De

llora

en se acordar

aquellas cosas pasadas

Que ¿

Almirante

su elocuencia?

¿Quién no

De

el

don Fadrique,

Castilla,

Y

Marqués pujante,

del

al

solían?

Qué. se hizo aquel ¿rodar,

Las músicas acordadas Que tañían? ¿Qué fué de las invenciones

De

aquel tiempo y atavíos

Tan bordados? ¿Los motes y las canciones,

Los fingidos desafíos

Y

estacados?

¿Dónde iremos

á buscar

Las damas tan arreadas

Que ¡¡

Que

se hizo

servían?

aquel danzar,

Aquellas ropas chapadas

Que

traillan}

Tomad exemplo, privados, En don Alvaro de Luna, Condestable:

Vivid siempre moderados;

Que

esta loca

Es

de fortuna

variable.

CAPITULO XIX Sesenta

427

villas cercadas,

Fuera del gran Maestrazgo, Poseía,

De mercedes

y compradas,

Cuando pagó aquel portazgo

Que Nunca

debía...

se vio tal poder

De hombre que

rey no fuese

Coronado;

Pero yéndolo á prender,

No

halló quien se pusiese

A ;Dó

su costado.

correr cañas y toros

el

Por donde

iba,

y los juglares

Al entrar,

Sus

irifinitos ihesoros,

Sus

villas y sus lugares

Y mandar? Aquél que más de treinta años El reyno

como

le

plugo

Gobernó, Fortuna con sus engaños

En

manos de un verdugo

las

Lo

entregó:

Tanta plata y tantos oros Al tiempo que los pulgares

Le ,-Que

le

fué atar,

fueron sino lloros?

¿fruéronle sino pesares

Al dexar?

Ciertamente que hay algo de sodia; pero se

bellezas de lo

Tampoco ria,

la

pía

ve que, por

lo

servil

y aun de

pueril en esta rap-

menos, comprendía

el

imitador

las

que imitaba.

carece de mérito, aunque es

y devota glosa de un monje

más

ascética

que

litera-

cartujo, D. Rodrigo de

Valdepeñas, prior del Paular, repetidas veces impresa en unión

con otros opúsculos, ya de materia piadosa como «í/ caso memorable de la conversión de tina dama», ya de más profano asunto,

como

las

Coplas de Mingo Revulgo,

el

Diálogo entre

el

amor y un

— HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

428

de Rodrigo de Cota, y

viejo,

Garay

Cartas en refranes, de Blasco de

las

(i).

Menos celebrada y menos reimpresa que tillo,

las

glosas anteriores fué

Protonotario Luis Pérez, natural y vecino de

la del

la villa

poema sobre y todavía más por su

cerca de Valladolid, conocido por un

de Túnez y otros versos

mado

latinos,

Del can y del

lógico-recreativo

la

de Por-

conquista

tratado zoo-

caballo (Valladolid, 1568), tan esti-

entre nuestros coleccionistas de libros de caza, equitación y

veterinaria (2). Luis Pérez es hablista abundante

glosa valdría

mucho más

hubiese ahogado

el

texto bajo

el

peso de

las citas

chas veces impertinentes, que sobrecargan

gunas todavía son

y

castizo,

pero su

por hacer alarde de su vasta lectura, no

sí,

las

y autoridades, mu-

márgenes,

si

bien al-

y nos han puesto en camino para buscar verdaderas fuentes de la elegía de Jorge Manrique (3).

(1)

Hay

útiles

ediciones de Alcalá, 1564,

15S4; Madrid, 1614 y 1632.

En

1570 y 1588; Sevilla,

1577;

las

Huesca,

esta última se añadió la Doctrina del Esloy-

co Filósofo Epicteto, traducida del griego

por

el

Maestro Sánchez de

las

Brozas. (2)

Lindamente reimpreso en

Sevilla, 1888,

por diligencia de D.José Ma-

de Hoyos y Hurtado (tirada de 50 ejemplares). Glosa famosa sobre las Coplas de D. Jorge Manrique, compuesta por (3)

ría

el

Protonotario Luys Pérez... Valladolid, en casa de Sebastián Martínez. Acabóse

á

doze días de (sicj

impresor.

mes de Abril de 1561,

Medina

Además de

4.

— Valladolid,

1564, por el

mismo

del Campo, 1574.

la Glosa,

contienen estas ediciones una larga y apreciable com-

posición del Protonotario Pérez en coplas manriqueñas, titulada Loores de

Nuestra Señora, unas coplas de arte mayor y unos dísticos latinos en alabanza

de Jorge Manrique y de su obra. Protulit

Qui posse calamum

Hunc

A

ella

pertenecen estos versos:

haud ullum, Manrique, Hispania nostra vel superare tuum.

relegant reges textum, dignissima monstrat

Lectu, et

quam

Non Venus

facili

tempore regna cadant.

hic resonat, lasciva aut verba reportat,

Nec Metamorphoses

Iliacasve rates.

Non Non

canit,

silvas,

non rura

non

belliger arma,

figmenta sonat: turpia nulla leges.

Dogmata concentu resonat suavissima Quae nos assidue pagina sacra docet.

sancto,

CAPITULO XIX Estas fueron

las

429

cuatro glosas que llegaron á conocimiento de

Cerda y Rico, á quien se debe

el

buen

servicio

de haberlas

re-

impreso juntas en 1779. Pero se ocultaron á su diligencia otras

siglo xvi,

el

muy

debidas á dos de los preclaros ingenios, que,

tres,

conservaron con más fidelidad

escuela poética del siglo anterior: Jorge de

De

rio Silvestre.

las

entrado

tradiciones de la

Montemayor y Grego-

Jorge de Montemayor hay dos glosas distintas:

una de carácter doctrinal, bastante árida y prosaica, que está en Amberes, 1 5 54> y también en un pliego

sus Obras, edición de suelto de Valencia,

1576, por Juan Navarro

(cada una de

las

ma una nueva

cuales da

de singular rareza, que no se

halla,

la

la

otra glosa,

transcribe

el

muerte de

Rey D. Juan

III.

y

la

for-

Prin-

Es pieza

según creemos, en ninguna de

ediciones del Cancionero de su autor, y

pliego suelto que existe en cual

La

imitador materia para cuatro)

al

lamentación elegiaca sobre

cesa de Portugal, doña María, hija del

las

(1).

por cierto, poética y sentida, es sólo de diez coplas

bellísima



sólo en un rarísimo

Biblioteca Nacional de Lisboa, del

la

erudito autor del

Catálogo razonado de los

autores portugueses que escribieron en castellano, D.

Domingo Gar-

cía Peres.

La

glosa de Gregorio Silvestre, que tengo por superior á todas

en brío y arranque poético, está en todas desde

primera de Granada de

la

1

ediciones de sus Obras,

las

582. Pero así ésta

da de Montemayor han de formar parte de

mos de

los versos

la

como

la

segun-

selección que haga-

de estos poetas, y entonces habremos de

insistir

en mostrar su valor propio, que es independiente del texto que

comentan, aunque de

puede decirse de

las

él

reciban

la

inspiración primera.

Lo mismo

Coplas castellanas imitando á las de Jorge

Manrique, que trae en su Jardín Espiritual

(i

585)

el

excelente

poeta carmelita Fray Pedro de Padilla.

(1)

de

De

esta

primera glosa ha hecho una reimpresión

los Caballeros (Sevilla,

grafía la forma

Esta glosa es

imprenta de E. Rasco,

que Gallardo llamaba de la

18S3),

los Astetes viejos.

que empieza: Despierte Estar

el

alma que osa

comino durmiendo...

el

Marqués de Jerez

imitando en

la

tipo-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

430

Para completar

la historia literaria

de esta elegía, conviene aña-

dir dos palabras sobre las principales traducciones

han hecho. Queda ya mencionada

ducción inglesa fragmentaria apareció en

go

el

la

ella se

Una

tra-

Revista de Edimbur-

la

año 1824, en un artículo sobre literatura española, que se

atribuye á Richard Ford.

en

que de

del siglo xvi.

la latina

Pero quien verdaderamente aclimató

poesía inglesa esta composición, haciendo de ella una ver-

y fidelísima, fué el autor de Evangelina, el más célemás simpático de los poetas norteamericanos de nues-

sión magistral

bre y

el

tro siglo,

Henry YVadsworth Longfellow

mayor perfección naje,

y quizá

más

el

Es imposible

(i).

arte de traducir en verso.

el

glorioso, á la

Como

llevar á

último home-

memoria de Jorge Manrique,

transcribiremos algunas estrofas, escogiendo las que en

el original

son más célebres:

Where

is

the King

Don

Juan?

Each royal prince, and noble

Where

heir

Of Aragón? Where are the courtly gallantries? The deeds of love and high emprise, In battle done?

Tourney, and joust, that charmed the eye,

And

scarf,

and gorgeus panoply,

And nodding

plurne;

What were they but a pageant scene? What but the garlands gay and green, That deck the tomb?

Where Their gay

are the high born dames, and attire,

and jewelled

where

hair,

And odours sweet? Where are the gentle knights, that carne To kneel, and breathe love's ardent Same,

Low

at their feet?

Where is the song of Troubadour? Where are the lute and gay tambour

(1) tor}'

Coplas de J. Manrique. Translated from the spanish: with an introduc-

essay on the moral

and devotional poetry

of Spain... Boston, 1833.

Esta traducción se ha reproducido después en todas las ediciones de las

obras poéticas de Longfellow.





CAPITULO XIX

They loved of yore? Where is the mazy dance of

431

oíd,

The flowing robes, inwrought with gold The dancers wore?

The countless gifts-the stately The royal palaces, and halls

walls,

All filled with gold; Píate,

with arraorial bearings wrought,

Chambers with ampie treasures fraught Of wealth untold; The noble steeds, and harness bright,

And

gallant lord, and stalwart knight,

In rich array,

Where

shall

we seek them now?

Like the bright

dew— drops

They passed away

1

No



que

el

las dificultades

Un

que ofrece

la

Maury, en L'Es-

Conde de Puymaigre

ducido algunas estrofas, procurando remedar

de

grass,

fi).

exista versión francesa completa. Nuestro

pagne Poétiqae (1826), y más adelante

ceñidas.

Alas!

on the

el

metro del

(1873),

han

original, á

tra-

pesar

lengua poética francesa para versiones tan

solo ejemplo mostrará la ventaja del

segundo traductor sobre

el

primero.

MAURY Qu'on

fait

Ieurs jeux héroiques?

Pour ees tournois magnifiques Tant d'appréts?

Eux

et leur faste

superbe

Qu'ont-ils été plus que l'herbe

Des

guéréts?

PUYMAIGRE



sont tournois, joítes sans nombre,

Habits par les joyaux caches, Cimiers

fiottants?

Tout a disparu comme une ombre... C'élaient des feuillages séchés

Tombés du Es de presumir que

temps!

los alemanes,

que

lo

han traducido todo, tengan no

una, sino varias versiones de estas coplas; pero hasta ahora no han llegado á

mi

noticia.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

432

¡Dichoso poeta

los

el

que después de cuatro

siglos

puede renacer de

y dichoso Jorge Manrique entre nuestros, puesto que á través de los siglos su pensamiento cris-

modo en

este

tiano

y

labios de otro poeta,

filosófico

continúa haciendo bien

,

y cuando entre españoles

se trata de muerte y de inmortalidad, sus versos son siempre de los

primeros que ocurren á rio

y

la

memoria, como elocuentísimo comenta-

desarrollo del Surge qui dormís, et exurge, de

San Pablo!

CAPITULO XX [pEDRO GUILLEN

DF,

DATOS BIOGRÁFICOS.

SEGOVIA.

— SUS

POESÍAS.-

SU DICCIONARIO RÍTMICO «LA GAYA DE SEGOVIA».]

Pedro Guillen de Segovia

(i)

no tiene ciertamente

poética de los Manriques, ni siquiera

pués de

ellos,

me

parece

Sus contemporáneos

de

los

le

el

la

la

importancia

de Alvarez Gato; pero, des-

mejor poeta del reinado de Enrique IV.

llamaron gran trovador, y fué seguramente

más fecundos, aunque

sus producciones, puesto

la

imprenta fuese avara en divulgar

que sólo una de

ellas

fué incluida en la

primera edición del Caucionero general, desapareciendo en todas posteriores con bien poca justicia, puesto que se trata nada

que del primer ensayo de traducción de llano.

rio

de

los

Salmos en verso caste-

la

de haber sido Pero Gui-

Así por esta singularidad, como por

llen preceptista la

las

menos

además de poeta, y autor

del

más antiguo

dicciona-

rima castellana, merece que de su persona y obras se dé

alguna noticia. (i)

halla

del

La más completa monografía acerca de Pedro Guillen de Segovia, donde menos pudiera esperarse: en

Salmo

L

de

el libro

David i Miserere mei Deus» y

se

titulado Traducción en verso

noticia de versiones poéticas que

de dicho Salmo se han hecho en lengua castellana y de sus autores, trabajo

erudito y curioso de mi difunto amigo D. Fernando de

la

Vera é

muy

Fernán-

Isla

dez. (Madrid, 1879, págs. 104-133.)

[Véanse, acerca de Pero Guillen: H. R. Lang, Contributions rature,\\\ (Revue Hispan/que,

t.

xvi, 1907);

ídem

id.,

de Pero Guillen de Segovia» (Revue Hispanique,

La Gaya

t.

to

Spanish Lite-

The So-called «Cancionero xix, 1908); O.

Tallgren,

J.

o Consonantes de P. G. de S. (en las JSIémoires de la Société ne'o-philo-

logique de Helsingfors,

'

t.

iv, 1906,

Meséhdez r Pulí yo.— Poesía

págs. 1-49). (A.

casletlaita, II.

B.)'\

28

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

434 le

ha llamado indistintamente Guillen de Segovia y Guillen de

Sevilla,

pero toda discusión sobre su patria queda cortada por su

Se

propio testimonio. Nació en Sevilla

el

año 14 1 3, según

él

mismo

declara con toda precisión en estas coplas, que pone en boca de

la

Filosofía:

Un

día nebuloso, que

Naciste en Sevilla.

manso

el

Dos horas y

A

llovía,

..

año de trece.

tercia pasadas del día,

ocho de Virgo;

el día

era martes:

El orbe terreno por todas sus partes Señales contrarias del curso

De Segovia

facía.

fué únicamente vecino, en el tiempo de sus adversi-

dades: Ventura y fortuna mostrando el revés, Fálleme en Segovia con sobra de enojos.

Antes ó después residió también en un pueblo de cano á Pedraza, de donde algunos equivocadamente natural. Infiérese

de estos versos suyos, dirigidos

la le

al

Sierra, cer-

han supuesto

Arzobispo Ca-

rrillo:

Si vuesa prudencia querrá saber quien

Es este que yase de palmas en

En

esta

tierra,

Mandad preguntar por Pero

Guillen,

Allende Pedrasa, bien cerca

la sierra...

misma composición,

á la cual antecede

prosa, nos da las principales noticias de su vida.

un prólogo en

Fué

su juventud

próspera y holgada, con bienes de fortuna en suficiente copia: Mostróme fortuna su próspera cara, el tiempo de mi juventud,

Seyendo, en

Fermosa, riente, alegre,

Dándome Estos días

felices

y no

es

govia obtuvo

el

Juan

II;

uno de

los

muy

clara,

bienes en gran multitud...

de su vida coincidieron con

muy

el

reinado de don

aventurado suponer que Pero Guillen de Se-

patrocinio de D. Alvaro de Luna.

Fué

á lo

menos

pocos trovadores que después del suplicio del Maestre

xx

CAPITULO tuvieron

el

435

valor de llorar su muerte y tomar la defensa de su

modo

moria, aunque de un

me-

tímido é indirecto. El dezir que fizo Pero

Guillen sobre la muerte de D. Alvaro de Luna, tiene indudable tendencia apologética. El poeta se hace cargo de los tres principales capítulos

de acusación contra

ñoría del rey,

Yo

crueza, tiranía

el ¡Maestre:

y con más ó menos

y usurpar la

se-

habilidad procura contestar á ellos:

digo que quien regía

Tantas gentes en tropel,

De

fuerza le convenía

Ser algund tanto cruel.

mostró gran

Si

E

tiranía

codicia singular,

Por

los

grandes que tenía

Tan prestos á

le dañar;

Presumo, syn más mirar, Que, celando grand ofensa,

En sólo

tener que dar

Procuraba su defensa.

En Ser

En

público se

lo

rey

al

muy

falla

obidiente:

regir cualquier batalla

Esforzado é diligente.

Yo no

modos

sé por quáles

Se encendió aquesta brasa: Justicia

queremos

todos;

Pero non por nuestra

De

esta apología se

va elevando

morales sobre la instabilidad de

las

el

casa.

autor á ciertas consideraciones

grandezas humanas y los misterio-

sos decretos de la Providencia, visibles en

Volvamos

De

esa

al

la

catástrofe de D. Alvaro:

vituperio

muerte tan mezquina,

Celebrado por misterio

De

la

potencia divina.

Todo quanto aquí revelo En esto sólo se encierra: Que,

lo

que viene del

Secución habrá en

cielo,

la tierra.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

436

Por súbitos reveses de fortuna, que en ninguna parte pero en los cuales debieron de

y pocos años más adelante

la

de Juan de Mena, que eran de Pero Guillen treñido por

la

i),

(

influir algo la caída del

muerte del Marqués de Santillana y

los principales maestros

vióse este despojado

dura ley de

la

explica',

Condestable,

y protectores

de todo su haber, y cons-

necesidad á hacerse copista de escri-

turas ajenas, oficio en que gastó diez años de su vida y perdió casi del todo la vista. Así lo refiere en la Suplicación que ordenó para

Arzobispo s>en

Carrillo:

«Xo hay mayor

pobreza, que haber primero conocido

>yo...

en mi juventud hobiese habido de

»con que segund mi estado, podiera,

»y sustentar

la

misma

al

los

viene

estado próspero. Et

como

temporales bienes, tantos

sin pedir, conservar

sen tanta baxeza de estado, que, dexando

me

la

mi honra

tiempos en

vida... la fortuna trocó los

»mino, á que destruidos los bienes que prestado

scasi

el

homme que

infortunio al

me

había,

tal tér-

me puso

diferencia de los grados,

quiso igualar en la caída con aquel Dionisio... que de ser

sgrand señor vino á tener escuela de vezar niños. Ca yo por sem-

blante manera,

sin tener

penula nin discreción por

me E

spudiera, ha diez años que escribo escripturas ajenas. »fortuna,

sostener la

non contenta de aquesto, por me más apremiar, quitóme

smayor parte de

la vista;

si

malvada la

de guisa que ya por efecto de aquella non

sfazo mi obra como debía; así que aun aquello que del trabajo había >me quitó. Lo cual con poca paciencia mirado, ya non tanto en respecto mío, como de los fijos menudos y cargo de casa, á quien

»valer no puedo,

me

sesperación que

al

En

sojuzgaron pensamientos más cercanos á de-

católico propósito.»

sus coplas expresa enérgicamente esta situación de espíritu:

Mirando mi mengua se doblan mis penas, En tal grado vivo que es muerte mi vida, Veo mis hijos por casas ajenas,

Mi honrra y mi fama

(i)

Buscando

del todo perdida.

las cabsas

Fortuna malvada

Por dondí más dapnos cansar me Quitó

al

po.iria.

Marques, llevó á Juan de Mena,

Maestros fundados de quien aprendía.

capitulo xx

437

En fin, cuando estaba á punto de matarse (aberración rara en un hombre del siglo xv), tuvo la suerte de hablar en confesión con un «de buena y honesta vida»,

religioso observante,

melecina espiritual con que

el

remedio temporal de una carta comendatoria para

Carrillo.

además de

el cual,

apartó de su mal propósito,

la

le

el

le

dio

Arzobispo

Pedro Guillen, acordándose de que era poeta, juntó á para hacerla

misiva del

fraile,

cincuenta

y ocho

más

eficaz,

que Gallardo y otros

estancias de arte mayor,

llaman diálogo entre

el

autor y

un memorial disfrazado en

la

una larga composición en

pero que es realmente

la Filosofía,

habitual forma alegórica, no sin alguna

la

reminiscencia de los razonamientos que Boecio, en su libro de la Consolación, pone en labios de la Filosofía. Pero Guillen se supone

transportado

de

los

al

Monte Parnaso, en presencia de

Poetas y Sabidores, de

las

Prudencia y de

la

Nueve Musas,

la Filosofía, á los

cuales propone sus dudas sobre esta fundamental cuestión:

¿Porqué contrariados de adversa fortuna Padescen

los

buenos grand pena

Es,

como

misma

se ve, la

neca: «¿Qtiare bo?iis viris

Aparte de lo transitorio

paz de

la

busque

el

los sabidos,

y

falaz

de

terrible,

alta coluna?

Los malos subidos en

tesis del tratado

mala accidant cum

De Providentia de Sésit

Providentia?»

pero siempre provechosos tópicos sobre

las

prosperidades de los malos y sobre

conciencia del justo,

Filosofía aconseja

la

amparo de un Mecenas

tal

como

el

Arzobispo

quien hace este rimbombante elogio:

Tu

A

One

Y

patria sostiene un claro varón

quien

la

fortuna vencida se omilla,

tiene en el cielo eterna mansión

aquí con nosotros bruñida su

Aqueste es espejo de toda

silla.

Castilla,

Timbre del mundo, primado de España, Aqueste merece la sylla romana.

Pues pártete luego, no tardes, aguija,

Y

aquesto que digo ternas en memoria;

Por quien sojuzga

la

al

fuerte Torija

la

poeta que Carrillo,

de

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

43§

preguntando camino de Soria:

Irás

Fallarlo has armado, vestido de gloria,

En

acto de gloria sirviendo su rey,

Con ánimo puro guardando Por dar á

Estos últimos versos tenece sin duda

al

Castilla

fecha de

fijan la

año 14/3, en que

co de Torija y formó parte de

ley

la

de Francia

la

Vitoria.

composición,

la

cual per-

Arzobispo concurrió

el

al

cer-

expedición castellana enviada á

la

Perpiñán en auxilio del rey D. Juan

II

de Aragón contra los fran-

ceses.

Acogió

Carrillo

(que no llevó

él

de buen talante

la

suplicación de Pero Guillen

en persona por no ponerse bermejo), y desde en-

tonces cambió de aspecto

la

fortuna del poeta, que entrando en la

casa del Arzobispo llegó á ser su Contador y obtuvo de

muchas mercedes, á

las cuales

él

panegírica de sus hechos en el proemio de

la

Gaya. Fué, pues, no

sólo el poeta áulico, sino el cronista oficial, del Arzobispo.

sabemos de sus últimos años. Era ya de

los

otras

correspondió tejiendo una historia

muy

anciano

al

Nada

advenimiento

Reyes Católicos, y no hay en sus poesías alusión alguna De su hijo Diego Guillen de Avila, canó-

posterior á aquella fecha.

nigo de Palencia, traductor de negirista

de

la

las

Estratagemas de Frontino y pa-

Reina Católica en un largo poema, se hablará más

adelante.

Las poesías de Pero Guillen de Segovia se han conservado en dos códices que difieren

mucho en

su contenido,

uno déla Biblioteca de

Palacio (signatura vn-D-4 antigua y 2-F-5 moderna)

y

otro de la

Biblioteca de la Catedral de Sevilla, del cual existe copia del siglo

pasado en

la

Biblioteca Nacional (manuscrito 241)

(i).

Son muy po-

cos y de poca monta los versos de amores, sin duda porque tor,

el

au-

cuando formó su Cancionero, se había despedido ya de estas

locuras juveniles,

como

lo indica su

Dezir sobre

el

Amor, fecho en

el

Val de Paraíso, estando en las Salinas de Atienza: visión dantesca en que, atravesando Pero Guillen los montes Pirineos, Apeninos y Rifeos, conducido por la Fortuna,

(1)

El Sr. Vera é

Isla

oye

los consejos del sabio Salo-

presenta el índice completo de ambas colecciones.

capitulo

xx

439

món, que, como tan experimentado en que todo es vanidad de vanidades y

Abundan, por

de espíritu.

aflicción

contrario, las composiciones morales

el

más propias de

y sagra-

edad y circunstancias del poeta, y quizá de tendencias de su ingenio. Hay también algunas políticas y de

das, las

materia, le persuade de

la

circunstancias,

la

como

el

Dezir que fizo d Enrique

IV

en

ros días de su reinado, cuando, hechas las paces con

Navarra, parecía abrirse para

los

prime-

Aragón y

reino un período de tranquilidad

el

y

bienandanza, que, por desgracia, fué tan efímero. Pero en este gé-

nero

lo

más notable que compuso,

timiento que en ella campea, es

sobre

la

menos por

á lo

el

generoso sen-

Lamentación, que ya conocemos,

muerte de D. Alvaro.

la

Aunque muy admirador de Gómez Manrique, de quien saba no

rival,

poéticas;

sino discípulo (i), sostuvo con

y ya para adular

al

Arzobispo

él

se profe-

repetidas contiendas

Carrillo

y

al

Contador Die-

go Arias, como algunos sospechan, ya por mera emulación de ver-

y ejercicio de estilo sobre un mismo tema, mismo metro á la Querella de la Gobernación, y á los

sificador

ningún género de acrimonia á

verdad, pero

quedando muy por bajo

lugares comunes,

imitar ó refutar.

la

Tampoco

Juan de Mena sobre

la

Consejos, sin

con profusión de



del original

que quería

continuación que hizo del poemita de

¿os siete

Gómez Manrique, aunque

replicó en el

pecados mortales compite con

es mejor

que

la

la

de

de Fr. Jerónimo de

Olivares.

Con más cires,

originalidad y

especialmente en

el

más

brío de estilo procede en otros de-

y en

del día del juicio,

el

que hizo contra

de cuyos efectos y calidades tenía tan profundo y triste conocimiento. Pero su obra mejor en esta línea es, sin duda, el

la pobreza,

Discurso de social, al

los doce estados del

modo de

las

mundo, que

Danzas de

la Muerte.

tiene

mucho de

sátira

Los doce estados de que

sucesivamente trata en treinta y dos coplas son los de príncipe, pre-

(i)

Que guarde

la

vida del sabio Manrrique,

Pues desta sciencia sostiene

la

Porque mis ojos non queden

Y

cumbre;

sin

lumbre,

á buenos conceptos mis obras aplique. (Suplicación al Arzobispo Carrillo.)

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

44°

ciudadano, mercader, labrador, menes-

lado, caballero, religioso, tral,

maestro, discípulo, solitario y mujer,

La áspera

valentía

dos, siguiendo el ejemplo del Canciller

de

tiempos medios, prueba

los

Arzobispo

del familiar del

así

dueña como doncella.

y franqueza con que habla de

no todos, algunos de

el

carácter recto é

Carrillo, sobre el cual

dardos de esta

los

malos prela-

los

Ayala y de otros moralistas independiente

podían recaer,

si

sátira:

Si eres perlado, enciendes el fuego

Con muchas é orribles bestiales costumbres, Dexando tu pueblo andar casi ciego, A quien tú de fuerza conviene que alumbres. Si tú fueras

bueno, con tus oraciones

Podrías á muchos librar de tormento,

Redrar de

tu

pueblo

las

Seyendo constante en Et

muy

piadoso en

el

persecuciones,

las

moniciones,

regimiento.

No sabemos que el Arzobispo, á quien servía Pero Guillen, se mucho de esto; por todo elogio de su piedad dice su bió-

cuidara

grafo que rezaba bien sus /¡oras; pero en cambio era «gran trabaja-

»dor en

las

cosas de

la

guerra, placíale tener continuamente gente

»de armas... procuraba siempre haber grandes y

mucho en el arte de la alquimia» (i). Forman parte integrante de este Discurso

diez mandamientos, y algunas coplas

la

tesoros,

y gastaba

declaración de los

más que Pero Guillen llama

Reglas de salvación. Su musa tiene evidente parentesco con Setecientas de

y

deleitable

Hay que

Fernán Pérez de Guzmán, y no

que

es

la

de

las

mucho más amena

ella.

hacer una excepción, sin embargo, en favor de Los

Siete

Salmos penitenciales trovados, única composición de Pero Gui-

llen

que entró en

mandó

borrarla en

el el

Cancionero general, de donde

la

Inquisición

período en que fué implacable con

las tra-

ducciones de los sagrados libros en lengua vulgar. Estos Salmos de

Pero Guillen están compuestos en bios del

(t)

Marqués de

Santillana,

el

y son

mismo metro que casi el único

Así Hernando del Pulgar en los Claros Varones.

los

Prover-

ensayo de poe-

CAPITULO sía bíblica directa

Media,

Hay en

441

que encontramos en nuestra

como por

así

XX

el

literatura

contrario, en el siglo xvi

tentativa de este obscuro trovador (tan

la

de

la

abundaron

Edad tanto.

mediano en sus

poesías originales, pero esta vez tan inspirado por el texto que interpretaba), notable fuerza de expresión, ardor poético insólito en

contrición íntima

él,

zada por fácil

y

fervorosa, gran vehemencia de afectos, real-

noble sencillez de

la

y rápido movimiento

menos

elevado, y á primera vista el

una versión de

expresión y no contrariada por

la

No

los Salmos.

es el

el

con ser éste más gracioso que

del metro,

á propósito para ensayar en él

menor mérito de Pero Guillen

el

haber salvado esta dificultad de adaptación, siempre con decoro

y

casi

siempre sin violencia.

Además de de rimas,

el

sus poesías, nos

queda de

este ingenio un diccionario

más antiguo que tenemos en

castellano,

compuesto á

y catalanas del mismo género, especialmente del Libre de concordances, derims ¿de concordans apellat Diccionario de Jaime March, y del Torcimany de Luis de Averimitación de las obras provenzales

Tal es

só.

que

el

carácter del libro inestimable para nuestra prosodia,

lleva por título

La Gaya

de Segovia ó Silva copiosísima de con-

sonantes para alivio de trovadores autores de esta clase de obras,

(i).

Contra

la

costumbre de

los

menor

in-

proemio no contiene

el

la

dicación teórica, no ya de preceptiva literaria, sino ni de gramática.

Es

cierto, sin

del códice,

embargo, que

y que en

ellas

echamos de menos; pero

meramente una

es

muy No la

faltan algunas hojas al principio

pudo

la

historia

estar la doctrina general

parte que tenemos de

la

y

al fin

que hoy

introducción

encomiástica del Arzobispo Carrillo,

digna de ser consultada á pesar de su evidente parcialidad.

fué Pero Guillen el único escritor de aquellos

extraña,

y para

la

posteridad

muy

tiempos que tuvo

oportuna, idea de convertir

dedicatoria de un libro en crónica del personaje á quien

taba dedicado. Gracias á eso gozamos

la

la

el libro es-

interesante relación de los

Hechos del Clavero de Alcántara D. Alonso de Monroy, puesta por

(1)

Pertenece este manuscrito á

la

actualmente se halla depositado en tracto

muy

incompleto formado por

la

Biblioteca del Cabildo de Toledo, pero

Nacional,

donde también hay un ex-

el P. Burriel.

442

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

Alonso Maldonado

al

frente

de una traducción de Apiano; y en

dedicatoria de otra versión del

Juan de Molina

los

tumultos de

mismo Apiano narró la

el

la

Bachiller

Germanía de Valencia.

El diccionario rítmico de Pero Guillen, que es realmente

muy

co-

y debía publicarse íntegro en beneficio de nuestra lengua, empieza con los principios y raíces de los consonantes, y sigue con la lista de éstos, precedida de una tabla que facilita su busca y manejo. pioso

FIN DEL

TOMO SEGUNDO



ÍNDICE Págs.

Capítulo VIII. Castilla.

— [Notas características de

— La

política

y

las

la

época de

Don Juan

II

de

— La influencia italiana. — Cambio de rumbo litera-

costumbres.

Restos de otras influencias extranjeras.

rio.— La poesía cortesana y sus fuentes.— Poesía didáctica y alegórica.

— Los poetas de

esta época]

7

Capítulo IX.— [Don Enrique de Villena (1384-1434).

— Rasgos

biográ-

— expurgo de sus libros, mandado hacer por Donjuán — La leyenda de Don Enrique.— Análisis de sus escritos]. Capítulo X. — [Fernán Pérez de Guzmán. — Su vida y sus aficiones terarias. — Sus obras. — Su vocación histórica. — No le pertenece Crónica de Don Juan II. — Las Generaciones y semblanzas. — Poesías de Pérez de Guzmán. — Las Loores de los claros varones de España].. Capítulo XI. — [Don íñigo López de Mendoza, primer Marqués de Santillana (1398-1458). — Sus aficiones y lecturas. — Rasgos biográficos. — Su fama. — Opúsculos en prosa. — Sus Poesías. — Las obras de amores: consideración especial de las serranillas. — La Comedíela de Ponza. — El Diálogo de Bias contra Fortuna. — Los Proverbios. — Los ficos.

— El

II.

'Sus obras.

31

li-

la

sonetos al

itálico

modo]

51

77

— [Juan de Mena (1411-1456). — Noticias biográficas. — Su Iliada en romance. — Sus poesías galantes. — Sus versos satíricos. — La Coronación. — El Labyrintho: Asunto y carácter de este poema; Imitaciones clásicas; Espíritu nacional de la composición. — Editores y

Capítulo XII.

comentaristas de Las trescientas]

141

Capítulo XIII.— [Ingenios de segundo orden de

la

época de D. Juan

II.

— Datos biográficos. — La historia de sus — Sus versos eróticos. — Su novela: El siervo libre de amor. — El Triunfo de las donas. — La Cadira del honor. — La versión de las Heroidas de Ovidio. — Influencia literaria de Rodríguez del Padrón. Mosén Diego de Valera en 14 — Su vida política. — Su caudal

Juan Rodríguez del Padrón. amores.

(n.

literario: las Epístolas;

12).

El Memorial de diversas hazañas; La Coroni-



444

ca abreviada; Otros escritos; Las poesías.

— Los

poetas plebeyos de

aquel tiempo]

Capítulo XIV.

España é

99

— [Alfonso V de

Italia

antes de esta

—Relaciones entre época. — Españolismo de Alfonso V. — Aragón en Ñapóles.

Personajes de su corte: españoles é italianos. tegidos por Alfonso V.

Otros humanistas levantinos.

— Los

lles.



y sus ensayos clásicos. Mosén Pere Torrellas: Juan Ribe-

poetas del Cancionero de Slúñiga: Carvajal ó Carvajales;

Lope de Stúñiga y otros poetas de aquel tos

de

— Los humanistas pro-

— Ferrando, Valentí

Cancionero.

— Últimos

acen-

Poesía castellana en honra del monarca aragonés]

la

249

— [Decadencia política bajo el reinado de Enrique IV. — Las letras en tiempo de este monarca. — Las Coplas del provincial,

Capítulo XV.

pasquín infamatorio: su texto; su fecha probable; hipótesis acerca

de su autor; no fueron obra de un solo poeta. Revulgo:

Su carácter grave y

Personajes satirizados en

Capítulo XVI.

doctrinal;

ellas;

Glosas;

— [Antón de Montoro,

sona y condición.

— Sus poesías

El

— Las

Coplas de Mingo

Su argumento; Su bucolismo;

Forma métrica de

289

las coplas].

ropero de Córdoba.— Su per-

jocosas y satíricas. — Sus versos se-

— Valor moral de su carácter] Capítulo XVII. — [Juan Álvarez Gato. — Noticias bibliográficas. — Su Cancionero. — Poesías amorosas. — Las obras de devoción.— El capi-

307

rios.

tán

Hernán Mexía, veinticuatro de Jaén]

Capítulo XVIII.



r

oratorias; nero, á

327

Gómez Manrique. — Noticias

vención en los sucesos políticos de

Su testamento y

la

biblioteca.

biográficas;

Su

inter-

época; Muestras de sus dotes

— Compilación

ruego del Conde de Benavente.

— Coplas

de su Cancio-

de pasatiempo.

— Sus Representaciones] — [Jorge Manrique. — Su vida

Poesías morales.

la

34 5



y sus obras. Las Coplas muerte de su padre: Su calificación literaria; Hasta qué punto

Capítulo XIX.

por

.

son originales; Lugares comunes que en ella se encuentran; Su relación con los Consejos a Diego Arias de Avila, de

Su valor

ducciones que de

Capítulo

Gómez Manrique.

y glosas de las mismas; Principales traCoplae se han hecho]

estético; Elogios las

XX. — [Pedro

Guillen de Segovia.— Datos biográficos.

poesías.— Su diccionario rítmico

La Gaya

de Segovia']

387

— Sus 433

De

la

presente edición de las «Obras

completas» del Excmo. Sr. D. Marcelino

Menéndez y Pelayo,

se

imprimen

25 ejemplares en papel japonés, y IOO en papel de hilo, con filigrana propia.

No se venderán por separado los tomos de ninguna de estas ediciones especiales. La persona que adquiera el tomo de una de ellas, se entiende comprometida para los siguientes, hasta que se dé por terminada la publicación de todas las 1

obras.

OBRAS COMPLETAS DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO TOA/OS PUBLICADOS (EDICIÓN DEFINITIVA, REVISADA POR EL AUTOR)

Tomo »

I.

II.

— Historia de los Heterodoxos españoles. Tomo — Historia de

la Poesía

hispano-americana

I.

Madrid,

Tomo

.

I.

— Historia de la Poesía hispano-americana Tomo IV. — Historia de la Poesía castellana en la Edad Media,

III.

drid »

V.

II.

.

,

191

1.

Madrid, 191

1.

Madrid, 1913.

Tumo

I.

Ma-

II.

Ma-

191 1-1913.

— Historia de la Poesía

castellana en la

Edad

Media.

Tomo

drid, 1914.

EX PRENSA Historia de la Poesía castellana en la

Edad Media. Tomi>

III

y último.