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HISTORIA DE LA
POESÍA CASTELLANA EN LA EDAD MEDIA POR EL DOCTOR
DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO EDICIÓN ORDENADA Y ANOTADA
DON ADOLFO BONILLA Y SAN MARTIN
TOMO
11
MADRID LIBRERÍA GENERAL DE VICTORIANO SUÁKEZ Calle de Preciados, 48
1914
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2009
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University of Toronto
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OBRAS COMPLETAS DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO
HISTORIA DE LA
POESÍA CASTELLANA EN LA EDAD MEDIA
US
HISTORIA DE LA
POESÍA CASTELLANA EN LA EDAD MEDIA POR EL DOCTOR
DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO EDICIÓN ORDENADA Y ANOTADA
DON ADOLFO BONILLA Y SAN MARTIN
TOMO
II
MADRID LIBRERÍA GENERAL DE VICTORIANO SUÁREZ Calle de Preciados, 48
1914
.3 «3
3:
ES PROPIEDAD
Madrid.
— Establecimiento tipográfico de Fortanet, Libertad, 29. — Teléfono 991.
CAPITULO OCTAVO [NOTAS CARACTERÍSTICAS DE LA ÉPOCA DE DON JUAN POLÍTICA Y LAS COSTUMBRES.
II
DE CASTILLA.— LA RESTOS DE
LA INFLUENCIA ITALIANA.
OTRAS INFLUENCIAS EXTRANJERAS.
—-CAMBIO
POESÍA CORTESANA Y SUS FUENTES.
DE RUMBO LITERARIO.
LA
POESÍA DIDÁCTICA Y ALEGÓRICA.
LOS
POETAS DE ESTA ÉPOCa]
De 1419
á
1454 se extiende
período capitalísimo en
Edad Media,
si
la
el
reinado de D. Juan
historia
ya no preferimos ver en
II
de
Castilla:
y literaria de nuestra un anticipado ensayo
política él
de vida moderna y como una especie de pórtico de nuestro Renacimiento.
Una
tonces todas
zo partido con
no por
agitación desordenada, cuanto fecunda, invade en-
las esferas
de
soberano, sino por
las flacas fuerzas del
firmeza de un verdadero
bido en
la lucha,
anarquía señorial lucha á bra-
la vida: la
prestigio de la institución monárquica, sostenido,
el
el
talento
y
la
heroica
hombre de Estado, que, de no haber sucum-
hubiera realizado con medio siglo de anticipación
una gran parte del pensamiento político de los Reyes Católicos. Dése
nombre que en
á esta primera mitad del siglo, no el
dinástica le corresponde, sino
y quien siga
al
el
registre los ordenamientos
mismo tiempo en
las
la
cronología
de reinado de D. Alvaro de Luna;
de Cortes de aquel tiempo, y la cadena de los sucesos, no
crónicas
tendrá reparo en contar aquel larguísimo reinado, de tan infausta apariencia (en que no
hubo
día sin revueltas, conspiraciones, ligas,
quebrantamientos de
la fe
de
las crisis
las tierras),
postre
más
entre
jurada,
beneficiosas, por
venganzas feroces y desolaciones
más
decisivas
que ha pasado
y
la
violentas, pero á la
vida social de nues-
tro pueblo. Las tablas ensangrentadas del cadalso de Valladolid, fue-
ron
el
pedestal de
la gloria
de D. Alvaro: aparente y
logrado por inicuas artes, resultó
el triunfo
sin fruto,
como
de sus adversarios; su
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
8
pensamiento
le
del martirio,
la
que totalmente
sobrevivió engrandecido y glorificado por
y
si
en
el
de sangre y de cieno,
iba á hundirse entre oleadas
resurgió triunfante con
aureo-
la
vergonzoso reinado de Enrique IV pareció
la
Reina Católica, para levantar
nación á un grado de majestad y concordia
ni
el
trono y
la
antes ni después- al-
canzado.
De
misma
la
suerte que en lo político, es este reinado época de
transición entre la
á
la literatura
y á
Edad Media y
las
Renacimiento por
el
que toca
lo
costumbres. El espíritu caballeresco subsiste,
pero transformado ó degenerado, cada vez más destituido de ideal cada vez más apartado de
serio,
menos heroico que
brillante
y
neos, justas y pasos de armas
cultivando
la
llaneza
la
frivolo,
y gravedad
antiguas,
complaciéndose en los tor-
más que en
verdaderas,
las batallas
galantería y la discreta conversación sobre toda otra
virtud social. Sin humanizarse en
fondo
el
las
y en me-
costumbres,
dio de continuas recrudescencias de barbarie, se van limando, no obstante, las asperezas del trato ticos
toman carácter de
dorosa ferocidad del siglo
de
los legistas, hábiles
del derecho,
de ller
la
y por
el
el
los
crímenes polí-
diverso de la can-
Crece por una parte
el
ascendiente
en colorear con sus apotegmas toda violación
hervor de
No la
y
de que hemos visto en
los políticos,
primer modelo.
ciega temeridad, los, el
xiv.
muy
otra comienza á aguzarse el ingenio
nueva casta de
Ayala
común, y hasta
perfidia cortesana,
es
ya
el
sangre,
sutileza
canci-
el
impulso desordenado,
la fortaleza
de
la
múscu-
los
apetito de lucha ó de rapiña lo que decide de los negocios
públicos, sino las hábiles combinaciones del entendimiento, la per-
severancia sagaz,
de los
los
el
discernimiento de las condiciones y flaquezas
hombres. Rara vez se pelea por
la
grande empresa nacional;
moros parecen olvidados, porque no son ya temibles;
continua,
la
única que apasiona los ánimos, es
la interna,
la
en
lucha
la cual
rara vez se confiesan los verdaderos motivos que impelen á cada
uno de cial lo
los contendientes.
Un
velo de hipocresía y de mentira
cubre todo. Los mejores y de más altos pensamientos,
D. Alvaro, aspiran á
más que
la realización
de un
ofi-
como
ideal político, sin confe-
y aun quizá sin plena conciencia de él, movidos y obligados en gran manera por las circunstancias. Los
sarlo
á medias,
CAPITULO OCTAVO
Q,
y de
restantes, so color del bien del reino
la libertad del
Rey, se
juntan, se separan, juran y perjuran, se engañan mutuamente, y,
más que
de su
los intereses
medros y
clase, celan sus personales
acrecentamientos, dilapidando
el
tesoro real con escandalosas con-
y los campos como nube de langostas. Todos los lazos de la organización social de la Edad Media parecen flojos y próximos á desatarse. Aun el
cesiones de mercedes, ó cayendo sobre los pueblos
fervor religioso parece entibiarse por
por
el
nales
menoscabo de
la disciplina,
la
por
soltura de las costumbres,
abuso de prelacias nomi-
el
y de beneficios comendatarios, por
intrusión de rapaces
la
extranjeros que devoraban in curia los frutos de nuestras iglesias, sin conocerlas ni el
aun de
y como si todo esto no bastara, por Cisma y de las tumultuosas sesiones de
vista;
reciente espectáculo del
Constanza y Basilea. Es cierto que no se llega á
como en Bohemia, ysi de
Osma
ó
las
de
los sectarios
enmudecen en medio de encontrar, en poetas
una
cierta licencia
y
la
protesta herética
la
se levantan voces aisladas
como
con
cabala,
los
más afamados,
y no retrocede ante las artes
el
la
las delicias
de un harén
magia, de
estudio
y práctica de
asiático,
traje,
y
es
el
de
saber posi-
la astrología
non cumplideras de
rodea de judíos y de moros, viste su
en
difícil
indicios
de pensar, y más aún, de extravagante irreve-
sueños y delirios de
nes vedadas y de
de Pedro
reprobación general; pero no es
prosistas de los
rencia en la expresión. D. Enrique de Villena junta tivo
la
de Durango, pronto son ahogadas ó
y de
la
las supersticio-
Enrique IV se
leer.
languidece
y
se afemina
acusado por los procura-
dores de sus reinos de tener entre sus familiares y privados «cristianos por
nombre
sólo,
muy
creen é afirman que otro bestias».
La narración
sospechosos en
mundo no hay
tan ingenua
y veraz
la fe,
en especial que
sino nacer del viajero
y morir como León de Ros-
mithal confirma plenamente esta disolución moral, que tenía que ir
en aumento con
la
conversión
falsa
ó simulada de innumerables
judíos, á quienes el terror de las matanzas, el sórdido anhelo de ga-
nancia ó
la
ambición desapoderada, llevaba á mezclarse con
el
pue-
blo cristiano, invadiendo, no sólo los alcázares regios, para los cuales
tenían áurea llave, aun sin renegar de su antigua drales
y
los monasterios,
donde su presencia
fe,
sino las cate-
fué elemento continuo
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
10
de
discordia, hasta
menzó
feroz reacción de sangre
que una
á depurarlos.
No
se niega
nuevos conversos de buena
fe,
como ambos Santa
apologistas,
se engañaba en su bárbara
número de
y
y de
raza co-
los cristianos
y aun grandes obispos y elocuentes Marías; pero el instinto popular no el
mayor
amargo
é into-
fanática oposición contra
hasta cuando
ellos,
que hubiese entre
más
gala hacían de
lerante celo contra sus antiguos correligionarios. Ni cristianos n¡
judíos eran ya la
mayor parte de
los conversos,
y toda
la falacia
y
doblez de que se acusa á los pueblos semitas, no bastaba para encu-
muy
Tal levadura era
brirlo.
bastante para traer inquieta
la Iglesia
y perturbadas las conciencias. Resultado de toda esta perturbación, nacida de causas tan heterogéneas
(á las
cuales quizá convendría agregar
la
influencia del
escolasticismo nominalista de los últimos tiempos, las reliquias del
primeros atisbos de
averroísmo y
los
un estado de
positiva decadencia del espíritu religioso, la cual se
manifiesta ya por
dos ó
tres
la
muy
la historia
hacen de
las
señaladas, pero todavía
general de
ya por
particular de España); ralistas
incredulidad italiana), fué
penuria de grandes escritores teológicos (con
excepciones
influyentes en
la
el
la Iglesia
más célebres é
del siglo
xv que en
frecuente uso y abuso que los
sentencias de
la
sabiduría pagana, al igual,
y máximas de
la
mosi
ya no con preferencia, á
los textos
Santos Padres; ya por
irreverentes parodias de la Liturgia, que
las
es tan frecuente encontrar en los Cancioneros: siete
la
Escritura
y
Misa de Amor., Los
Gozos de Amor, Vigilia de la enamorada muerta, Lecciones de
Job aplicadas al amor profano, y otras no menos absurdas y escandalosas, si bien en muchos casos no prueban otra cosa que el detestable gusto de sus autores, ni
y no se como
alcance que éste. Pero sea
las cosas santas es
tual,
ya por
sí
sola
les
debe dar más trascendencia
fuere, la profanación habitual
un síntoma de relajación
de todo punto incompatible con los periodos de
fe
de
espiri-
profunda,
sean bárbaros ó cultos.
Mucho más menoscabado que el Con una sola excepción,
del trono.
Enrique
III,
voluntad,
la
prestigio de la Iglesia, andaba la
del efímero reinado de
tan doliente y flaco de cuerpo, dinastía
de
los
como
el
don
entero y robusto de
Trastamaras, fundada por un aventurero
CAPITULO OCTAVO afortunado y sin escrúpulos, que para sostenerse en
pado
tuvo que hartar
la
codicia
no produjo más que príncipes
rios,
el
poder usur-
de sus valedores y mercenadébiles,
cuya
inercia, incapa-
cidad y abandono, va en progresión creciente desde los sueños de
grandeza de D. Juan D. Juan
II,
el
bien y hábil para discernirle
bre de entendimiento claro y liz
deD. Enrique IV.
hasta las nefandas torpezas
I
nacido para
amena
cultura, tuvo á lo
inspiración de buscar en una voluntad enérgica
roso
la fortaleza
así logró
que faltaban á su voluntad y
sobreponerse
al
sas abdicaciones de
la
á su brazo, pero ni
la
su reino.
A
tan vergonzo-
dignidad regia, á tan patentes muestras de
iniquidad y flaqueza, todo en uno, respondía cada vez
y alborotada
la tiranía del
motín
A
la
más rugiente
nobiliario, exigiendo todos los días
nuevas concesiones y repartiéndose púrpura regia.
aun
y al cabo firmó su sentencia de muerte de su único
hombre más grande de
del
leal,
la fe-
y un brazo vigo-
torrente de la anarquía,
perenne deshonra con firmar servidor
como hommenos
arrogancia de
los
las
desgarrados pedazos de
obras acompañaba
el
la
desen-
Nunca se habló á nuestros reyes tan insolente como el que osaron emplear contra Enrique IVr
freno de las palabras.
y
cínico lenguaje
ricos-hombres, prelados, procuradores de las ciudades, todo do, en suma, condenándole en
ción peor que
blando
el
documentos públicos
del cadalso de Avila.
la
tono de
las
Y
fundamentos de
la
taban para teorías,
mun-
no había sido mucho más
recriminaciones de los Infantes de
de sus parciales en tiempo de su padre.
el
á una degrada-
Si
no solían
Aragón y
discutirse los
potestad monárquica, porque los tiempos no eslo
que es en
la
discusión de los negocios políti-
cos del momento, se llegó á un grado de libertad ó de licencia, que
pasmaría aun en tiempos revolucionarios.
que pensaba, ya en prosa, ya en cada uno de lencia,
los
Todo
el
mundo
decía lo
verso; había cronistas á sueldo
de
bandos, y Mosón Diego de Valera, Alonso de Pa-
Hernando
del Pulgar, y los autores de las Coplas del Pro-
Panadera y de Mingo Revulgo, ejercían una función enteramente análoga á la del periodismo moderno, ya grave y docvincial, de la
trinal,
ya venenoso, chocarrero y desmandado.
Para aguzar los espíritus no era esta mala escuela, pero en cambio producía una
fermentación mal sana, agriaba los corazones y
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
12
agravaba,
si
era posible, el malestar del reino, cuya gangrena reque-
cauterios
ría
tolas
más enérgicos que
el
de pasquines vergonzosos ó
sembradas de lugares comunes de
moral.
filosofía
De
epís-
hecho,
y
salvo los intervalos en que D. Alvaro de
Luna tuvo firmes
das del gobierno,
sobre todo después de su
la Castilla del siglo xv,
muerte, no vivió bajo
la tutela
monárquica, sino en estado de per-
descomposición
fecta anarquía y
las rien-
social,
de que
las
mismas crónicas
generales no informan bastante, y que hay que estudiar en otras
más
historias
locales,
en genealogías y libros de
de Vasco de Aponte
liario
linajes,
en
Fortunas de Lope García de Salazar para
la
del
la
más
casa de Niebla para Andalucía.
fuerte: se lidió
Nobi-
No hubo
apenas se conoció otra justicia que
la
más ó menos
las cróni-
otra ley
de torre á torre y de casa á casa;
se vieron infestados de malhechores,
y
Montaña y Vizcaya,
en los Hechos del Clavero Monroy para Extremadura, en cas de
el
para Galicia, en las Bienandanzas
los
que
la
caminos
aristocráticos,
y
que cada cual se administraba
por su propia mano.
Pero
tales
dicio de
movimientos convulsivos y desordenados no eran
empobrecimiento de
exuberancia de
ella.
Toda
la
sangre, sino
más bien de
in-
plétora y
aquelia vitalidad miserablemente perdida
en contiendas insensatas y puesta al servicio de la fiera ley de la venganza privada, era la misma que pocos años después iba á llegar con irresistible empuje hasta Granada, desarraigar definitiva-
mente
la
rientes
morisma
campiñas
del pueblo español, dilatarse
italianas y,
vencedora por
no cabiendo en Europa, lanzarse
tenebroso y ensanchar los límites del mundo. Para dar
tal
al
las
mar
empleo
á
y desordenada, bastó ahorcar á unos cuantos banderizos; bastó que los reyes volviesen á serlo, y que la cuchilla vengadora de Alfonso XI pasase á las manos de la
esa fuerza, hasta entonces maléfica
Reina Católica, para nivelar en una misma
justicia á
Ponces y Guz-
manes, Monroyes y Solises, Uñadnos y Gamboinos, Giles y Negretes, Pardos y Andrades. Esta época tan llena de sombras en magnífica en
ña en
las
el
lo político, fué brillante
y
alarde de la vida exterior, y fecunda, activa y risue-
manifestaciones artísticas.
A ella
pertenecen los primores
del gótico florido, tan lejano de la gravedad primitiva, pero tan rico
CAPITULO OCTAVO
de caprichosas hermosuras; cajes la
con que se muestra
se
unen dichosamente
bles fábricas mudejares en
y minuciosa labor como de en-
escultura en los sepulcros de Miraflores;
eflorescencia de la arquitectura
donde
la
la prolija
la
T$
que
civil
en alcázares y fortalezas,
robustez y
la
alarifes
la gallardía;
moros ó
cristianos
innumeraconservan
tradición del viejo estilo y llevan á la perfección el único tipo de
construcciones peculiarmente español; y, finalmente, nuestra iniciación en la pintura por obra de artistas flamencos ó italianos.
No
vive
pequeño, y por eso nunca antes de la primera mitad del siglo xvi, en que todos los elementos de nuestra vida na-
el
grande arte
sin el
cional se determinaron con su propio
notable
como en
suntuarias ciones,
Las
y
siglo
el
decorativas,
y hasta
los
xv la
el
y grandioso carácter, fué tan
esplendor de
refinamientos del lujo en
fiestas caballerescas
las artes industriales,
esplendidez de trajes, armas y habita-
eran
como
en
el
la
cámara y en
de Quiñones, se describen. Se comía conforme á del Arte Cisoria, de D.
la
mesa.
Paso de anuas, de Suero las
prescripciones
Enrique de Villena, cuyos menudos precep-
y sutiles advertencias pueden dar envidia al gourmet de paladar más fino y escrupuloso. Los trajes y afeites de las mujeres eran ta-
tos
como minuciosamente
les
te
los describe
en su Corbacho
el
Archipres-
de Talavera. Que moralmente hubiera en todo esto peligro y aun
daño notorio, es cosa evidente de suyo; pero que toda
esta vida ale-
y pintoresca, que llevaban, no ya sólo los grandes señores y ricos-hombres, sino hasta acaudalados mercaderes de Toledo, de Segovia, de Medina ó de Sevilla, en trato y relación con los de
gre, fastuosa
Gante, Brujas ó Lieja, con los de Genova y Florencia, fuese, á
la
vez
que un respiro y un rayo de sol en medio de tantos desastres, un estímulo y un regalo para la fantasía, y una atmósfera adecuada para cierto género de cultura, tampoco puede negarse. arte y de la ciencia comenzaban á venir de ItaLa antigua heguemonía literaria de Francia sobre los demás pueblos de la Edad Media, estaba definitivamente perdida desde el
Los modelos del
lia.
siglo xiv. Dante, Petrarca
mente
y Boccaccio habían destronado completa-
á los troveros franceses
excluir aquellos
y á los trovadores provenzales, sin que en algún modo podían considerarse como
maestros suyos. El genio francés, que tanto creó en aquellas eda-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
14
no había acertado á perfeccionar nada
des,
to personal en sus obras.
mente
á la calidad,
ni á
poner
estilo ni
acen-
La cantidad había ahogado monstruosa-
en aquellas selvas inextricables de canciones de
gesta, de fablianx, de leyendas devotas y de misterios dramáticos.
En
aquella masa informe estaban contenidos casi todos los elemen-
tos
de
el
la literatura
moderna, pero rudos y
en
los
don de adaptar y perfeccionar
y por
nos,
modo
el
todo, tenía en la el
esperando
sin desbastar,
y la obra del genio individual: Francia, que tiempos modernos se ha distinguido principalmente por el
trabajo de selección
don de
las
invenciones y pensamientos aje-
y agradable de
Edad Media
el
moderno no
de
la
mesura. Por eso
la
fué la francesa, sino la italiana, la
pareció reanudar
la
este influjo.
visto
de
la
la
más
tardía en su
que desde
el
primer
tradición clásica, en parte conocida,
en parte adivinada por secreto
Ya hemos
el
primera literatura de carác-
aparición de todas las literaturas vulgares,
momento
y exponerlo
presentarlo
cualidades absolutamente contrarias:
invención enorme, facilísima y atropellada, no
la
perfección ni ter
fácil
influjo
de
raza.
cuándo y cómo empezó á sentirse entre nosotros
Micer Imperial y sus discípulos introducen en
fines del siglo xiv, el estudio
y
Sevilla, á
culto de la Divina Comedia., que
el
muy pronto se extiende y propaga en la corte castellana. Tras de Dante entraron Petrarca y Boccaccio, y con ellos el Renacimiento de
la
antigüedad
Italia
cia
en
latina.
Comunicaciones cada día más frecuentes con
aceleraron este movimiento,
Roma de
Iglesia á la ida ó á la vuelta
lea
al
cual no fué extraña la asisten-
algunos prelados y otros doctos varones de nuestra
de
los concilios
de Constanza y Basi-
(1414-1431), sobresaliendo entre ellos D. Diego
Fuensalida, obispo de Zamora,
el
Gómez de
arcediano de Briviesca D. Gon-
zalo García
de Santa María, D. Alvaro de Isorna, obispo de Cuenca,
y más que
todos aquel memorable converso D. Alonso de Carta-
gena, obispo de Burgos, cuyo
toda empresa de cultura durante
nombre el
cuentan que dijo Eugenio IV: «Si
se encuentra
reinado de D.Juan el
mezclado en II,
y de quien
obispo de Burgos en nuestra
corte viene, con gran vergüenza nos asentaremos en
la silla ele
San
Pedro.» D. Alonso de Cartagena, que en Basilea había sostenido los
derechos de
la
Sede apostólica con no menos brío que
la
preceden-
5
CAPITULO OCTAVO cia
de su rey sobre
Eneas
Silvio,
de Inglaterra, entró
el
una de
las
más simpáticas
1
allí
en trato familiar con
Renacimiento
figuras del
antes y después de su pontificado; y ovo dulce comercio por epístolas
con Leonardo Aretino, entrando en discusión con traducción de
él
obispo burgense no era enteramente peregrino en ga.
De
Juan
este
mismo Leonardo Aretino
tan admirador de su doctrina
II,
sobre su nueva
Etica de Aristóteles, lo cual da á entender que
la
el
lengua grie-
la
don
recibía cartas filosóficas
y tan penetrado de
la
nobleza
y excelencia del saber, que tratando como á príncipe al modesto humanista de Florencia, le enviaba embajadores que le hablaban de rodillas. Si á este infantil
manas
se
medio de
añade
la
y candoroso entusiasmo por
antigua comunicación de
las escuelas
de Bolonia y Padua, siempre
das de españoles, y más después de
tas
y
muy
frecuenta-
fundación del Colegio Albor-
qué punto comenzaban á ser estrechos
noziano, se verá hasta lazos del espíritu entre
la
hu-
las letras
ciencia jurídica por
la
España
é Italia.
prosistas castellanos del siglo
Fueron ya no pocos
xv que en
Italia
los
los poe-
recibieron su
educación en todo ó en parte: Juan de Mena, Juan de Lucena y Alonso de Palencia descuellan sobre todos, siendo más visible y
marcada en
ellos
que en otros escritores
la
tendencia
al
latinismo
de dicción y de pensamiento. Finalmente, la obra definitiva del Renacimiento se cumple por un humanista de purísima educación italiana,
Antonio deNebrija,
el
gran reformador de
la disciplina
gra-
matical.
Pero antes que Nebrija, con
que habían de conservar en el
el
concurso de Arias Barbosa, diese
el
á los estudios de humanidades
la
forma y organización
definitiva
glorioso siglo xvi, fué menester
Renacimiento español, rezagado en medio
que
siglo respecto del ita-
por un período de vulgarización y de dilettantismo más y cortesano que gramatical y erudito, período de traducciones y adaptaciones, en que se procuraba coger el seso real según común estilo de intérpretes. «Si se carece de las formas, posealiano, pasase
aristocrático
mos
al
menos
las materias», decía el
bastante noticioso de
la
lengua
Marqués de
latina,
su propio hijo, D. Pero González de Mendoza,
Gran Cardenal de España. Crecía
Santillana, que,
no
empleaba como traductor á el
que fué después
la afición á los libros,
que venían
6
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
1
en su mayor parte de
Italia,
y comenzaban
á formarse suntuosas
más apasionados
colecciones de códices, descollando entre los bliófilos
D. Iñigo López de Mendoza y
el
Luis Núñez de Guzmán. Rarísimo aún
como no
lo había sido
lo supo,
en
en
Italia
y Boccaccio
sólo
sus postreros años; lo poco siglo x\ r á la nuestra, venía
como
es
de ver en
la
el
puesto que
pudo alcanzar alguna que de aquella
las homilías
y por
lo
el
Plutarco y
estilo
pedantesco, con afectada imitación ó
A
Fe don y
el
Josefo de
el
los latinos se los tradu-
fidelidad literal,
más
sobremanera revesado y
más
bien grosero calco del
hipérbaton del original. Prototipo de tales versiones es
D. Enrique de Villena, con
el
latinos,
de San Juan Crisóstomo y otras
común con extrema
que con discreción de sentido, en
que
Petrarca
pasó en
literatura
Iliada de Juan de Mena, en el
Alonso de Palencia, en
el
tintura de él en
por intermedio de los traductores
obras de Padres y Doctores eclesiásticos. cía directamente,
conocimiento del griego
el siglo xiv,
Axioco de Pedro Díaz de Toledo, en
bi-
Maestre de Calatrava don
las prolijas glosas
que
la
la
Eneida de
acompañan, en
vierte el traductor toda la copia de su saber enciclopédico é in-
digesto. El gusto no estaba
maduro aún para que entrasen en
la
moderna Horacio y los elegiacos, cuyas bellezas requieren más hondo conocimiento de la lengua y civilización greco-romana y literatura
más refinado tivo,
y
gusto; pero se traducían las obras de carácter narra-
así el futuro
estudiante en (
Gran Cardenal Mendoza ocupaba sus ocios de
facilitar á
su padre
Hidio, gran repertorio de
entonces
la
lectura de las Metamorfosis de
la
fábulas mitológicas, al cual llamaban
Biblia de los Poetas, porque de
él
principalmente se
sacaban argumentos y comparaciones, y todo género de alardes de erudición profana. Simultáneamente,
y muy estimados en su calidad
de españoles, pasaban á nuestra lengua Lucano y Séneca Era
la
excepción en contrario,
en
ella se
lo cual se
atendía únicamente á
la
trágico.
tendían; y así á
Lucano
de historiador de
la
explica bien, considerando que
materia y de ningún
caracteres del estilo poético, que ni
ca,
el
prosa forma única de estas versiones, sin que haya una sola
el
se le traducía,
guerra
civil
modo
á los
traductor ni sus lectores en-
no en concepto de épico, sino
Pompeyo, y á Sénemáximas y sentencias
entre César y
no como poeta dramático, sino por
las
CAPITULO OCTAVO
17
morales que en sus tragedias se encuentran. La afición á
había sido de nuestra primera
Edad Media,
como
lo
salvo que entonces eran
preferidos aquellos libros orientales que suelen revestir
amenas formas
lectura de
la
de este período,
los moralistas era carácter especialísimo
la
enseñanza
del cuento
y del apólogo, y ahora, por el contrario, se daba mayor estimación á la forma directa con que apa-
con
las
rece
la
éstos,
doctrina en los libros de los moralistas clásicos;
más que
rotundidad de
la
los
y aun entre
períodos ciceronianos (cuya
plena imitación no se logró hasta
el siglo xvi), agradaba el vivo y y su manera cortada y vibrante. Intérmismo de Marco Tulio que del filósofo de Córdoba, pero
ardiente decir de Séneca
prete lo
mostrando predilección por estos moralistas
el
su grande amigo
Séneca,
y por
el
el
segundo, aparecía á
la
cabeza de
obispo Cartagena, seguido á corta distancia por
el
señor de Batres, que se decía
el Lucilo
de aquel
doctor Pedro Díaz de Toledo, que dilató sus estu-
dios hasta Platón,
y conserva reminiscencias de sus diálogos en su
propio Razonamiento sobre la muerte del Marqués de Santillana.
Ni estaban olvidados
la
Livio;
serie había abierto el
Vasco de Guzmán hacía
primera traducción de Salustio; otros vulgarizaban á Julio César,
á Orosio
á Quinto Curdo, ya de sus originales, ya de versiones
y
anteriores toscanas
sagrada con la
cuya
los historiadores,
Ayala trasladando á Tito
canciller
Biblia
no sólo
Y
dándose
se traía
de
la la
mano
la
antigüedad
verdad hebraica toda la
Maestre de Calatrava, sino que
los
y
alto espíritu del
más fundamentales de San Agustín, San Gregorio
y San Bernardo, Clímaco y gine,
catalanas.
por obra de judíos y cristianos, con alto honor de
munificencia libros
y
la gentílica,
y
el
otras
los
Magno
el
dos famosos tratados ascéticos de San Juan
monje Casiano,
la
Leyenda Áurea de Jacobo de Vorá-
muchas producciones de
la literatura eclesiástica
los diversos siglos, transportadas al habla vulgar, alternaban
nacientes bibliotecas señoriales con las producciones del clásico, sirviendo
como de
lazo de concordia entre unas
saber enciclopédico de San Isidoro, perenne institutor de ñas,
y
en
de las
mundo otras el
Espa-
las
de cuyas Etimologías, nunca olvidadas, se hacía por este tiempo
curiosísima traducción,
De
Italia
muy
nos había venido
Menéndez t FelayO. —Poesía
digna de la luz
castellana.
II.
la
estampa.
del Renacimiento,
y no podían 2
8
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
1
quedar olvidados en este movimiento de traducciones humanistas
en
la
lengua clásica, ó bien en una
A todos
mente acontecía. el Alighieri, el
los poetas
y
hubiesen escrito en su lengua nativa, ora
italianos, ora
precedió,
maestro de
y en otra, como más como era natural que
frecuentesucediese,
nueva poesía alegórica, cuya Divina
la
comedia era trasladada en I427 por D. Enrique de Villena, «á preces de Iñigo López de Mendoza», coincidiendo casi con la traduc-
Andreu Febrer, terminada
ción catalana de
había llegado en Castilla trarca; pero en
cambio
de
más
los autores
la
época de
la
Petrarca humanista y moralista era uno
el
y más frecuentemente
leídos
representado por gran número de códices en
qués de Santillana terminar las
y corrían ya, vertidos
,
el siglo, los
Flores c Sentencias de la Vida solitaria,
c parlero,
y
las
el
De vhis illustriDenuestos contra
c
y entonces obscuro
al
número y
el
bachiller,
de
los patriarcas
calidad de versiones
que fué traducido
casi
y obras de recreación, como el DecaFiameta, El Corbacho y el Ninfal de Admeto, ya en los las
novelas
que llevan
de montes, ríos
y
muy
los títulos
selvas,
útiles,
de mitología,
de Genealogía de
Tratado de mujeres
caídas de los Principes. Cada una de cio,
de
adversa fortuna,
más afortunado de
en cuanto
repertorios, para su tiempo
geografía,
y
el libro
se hicieron, fué Boccaccio,
por entero, ya en tnerone, la
Mar-
castellano, antes
al
obra en que entendió cuando joven
Hernando de Talavera. Pero la literatura italiana,
citados; estaba
Biblioteca del
Reprehensiones
futuro primer Arzobispo de Granada,
que de sus obras
la
Remedios contra próspera
bus, parte de las Epístolas,
un médico rudo
No
setenta días antes.
dominación poética del Pe-
ilustres
las principales
forma escuela dentro de nuestra literatura del
historia
los Dioses,
y
Libro
y Libro de
las
obras de Boccacsiglo xv, á
excep-
ción del Decamcroue, cuya semilla no germina hasta los grandes
narradores de
la
Edad de Oro. Pero de
tamente El siervo
libre de
la
'Fiameta nacen inmedia-
amor, de Juan Rodríguez del Padrón, y
Cárcel de amor, de Diego de San Pedro, primeras muestras de
novela sentimental; y taldo en loor
y en
los
la
la
dos opuestos libros del escritor de Cer-
vituperio del sexo femenino, tienen larguísima
progenie, que alcanza desde el Libro de las virtuosas et claras mujeres,
de D. Alvaro de Luna, hasta
el
deleitoso
y regocijado Corbacho,
9
CAPITULO OCTAVO
1
mu-
del Archipreste de Talavera, quefabla de los vicios de ¡as malas jeres et de las compasiones de los ornes (i).
centaba con nuevos materiales plos,
y desde
1
42 5
la
el
antigua serie de apólogos y ejem-
la
Libro de Isopeie ystoriado, junto á
las fábulas
antigüedad y á los cuentos de nuestro Pedro Alfonso.
Al mismo tiempo que crece y del
italiano,
abundaron en rias,
se acre-
picantísimas facecias de Poggio Bracciolini
las
lograban entrada en
de
Al mismo tiempo
el
número de traducciones
van haciéndose rarísimas
las del
francés,
Todavía, sin embargo,
el siglo xiv.
de Fernán Pérez de Guzmán, y
el
Mar
el
del latín
que tanto de Histo-
Árbol de Batallas, nos dan
razón de esta antigua influencia, y no son las únicas, aunque
más importantes que pueden inglesa,
citarse.
¿Qué más? Hasta de
sí las
la literatura
que debía suponerse tan peregrina y apartada de nuestro
conocimiento, vino primero
poema de
tanta curiosidad
portugués y luego
al
como
castellano un
al
Confesión del Amante, de Gower,
la
por diligencia de un Roberto Payno (Robert Payne), canónigo de Lisboa, dándonos indicio de que no había sido enteramente inútil
para
la
comunicación intelectual de ingleses y españoles
miento de
Con
de Lancáster con
la casa
ser tan considerable el
la
el
cruza-
sangre de nuestros reyes.
número de versiones y
tan varios sus
orígenes, todavía no bastan para dar razón cabal del predominio
que lograba
la
cultura clásica en Castilla. Otras se perdieron, sin
duda, y es cierto, además, que muchos libros no se tradujeron, sino
que
se leían en latín ó en italiano. El catáiogo de la biblioteca del
Marqués de
Santillana, tal
como
le
restauró
Amador
teniendo en cuenta los preciosos restos que de nuestros días y
indicaciones
las
que
•obras,
prueba que no faltaban en
cio, ni
un Juvenal,
(1)
ni
el
ella ni
un Ouintiliano,
mismo procer hace en un Terencio,
ni
ni la Historia Natural
sus
un Hora-
de
Plinio,
Véanse, sobre estos extremos, los trabajos de Arturo Farinelli: Ap-
punti su Dante in hpagna 1905); Sulla fortuna del
Note sul Boccaccio
in
?iell'
Eia Media
Petrarca
in
(Gior/i. stor. delta letter. italiana,
Ispagna nel Quatirocento (ídem,
lspagna mil' Eta Media (en
el Arcliiv
der neue/en Sprachen und Literaturen, Braunschweig, 1906 land: Boccaccio la
de los Ríos,
han llegado á
ella
and
the
Revue Hispaniquc de
-Deca/ueron» in Casiilian 1905,
t.
;
y
el
and Catalán
xu, págs. 1-232). (A. B.)
id.,
1904);
für das Studium de C.
B.
Bour-
Liierature (en
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
20 ni otro
alguno de los principales autores de
cubiertos hasta entonces
latinidad clásica des-
la
(i).
Trascendentales hubieron de ser, pero no en todo beneficiosos,
de esta inundación de nuevos textos. Por de pronto,
los efectos
cambio de rumbo de
la
ció
mayor parte de
que
la
abandono y aun
trajo consigo el los
el
el
menosprecio
géneros cultivados hasta entonces, y pare-
tradición literaria iba á cortarse bruscamente, con todos
y por lo común xv por el prestigio de
los peligros inherentes á tales excisiones violentas, estériles.
Deslumhrados
los ingenios del siglo
muy
una cultura superior, aunque
menzaron
á
imperfectamente conocida, co-
mirar con desdeñosa compasión
las
antiguas produc-
ciones del arte nacional, que en breve tiempo pasaron por informes
y
bárbaras. El mester de clerecía
Avala. Sobre
con
el canciller
lar,
cayó con todo
del
Marqués de
regla,
orden
el
y
el
verso alejandrino habían muerto
los cantares
de gesta y
peso de su autoridad
el
la
Santillana: «ínfimos son aquellos poetas que, sin
ni cuento, facen aquellos cantares et
gente de baja et
romances de que
condición se alegra». Cuando de este
servil
se acentúa el funesto divorcio entre el arte popular
sucede fatalmente que
y
var; caía
el
erudito,
alta
y genuinamente española,
la
que
regalo de grandes
y pequeños, elaborada emigraba de los castillos y de las
por todos y por todos sentida, moradas señoriales para refugiarse en
de
y
la
modo
popular degenera en vulgar, y lo erudito
lo
en pedantesco. La poesía más había sido patrimonio
cribía
poesía popu-
formidable anatema
los Cancioneros;
la
plaza pública. Se la pros-
no se hablaba de
ella
en
las artes
en vilipendio y en cierto género de infamia
la
de tro-
profesión
de juglar, y cuando poetas, salidos no ya del pueblo, sino de
la
hez
y ropavejeros, mozos de muías y judihuelos mal convertidos, lograban penetrar en las cortes poéticas y aun en
del populacho, truhanes
los alcázares regios
por
las artes
de su ingenio ó por
vergüenza, lejos de llevar á
la
del genio popular, viciaban
y corrompían
trasladando (i)
al
Consúltese
llane; Paris, 1905; cieta
el libro la
de M.
la savia la otra,
Schiff:
La
Bibliothéque
recensión de Arturo Farinelli en
Dantesca italiana (N.
S., vol.
de su des-
una cosa por
la
palacio el tono de la taberna
y
las
poesía culta y aristocrática
xm,
270-277). (A. B.)
y de
la
mancebía,
du marquis de Sanliel
BuUetino delta So-
CAPITULO OCTAVO
mismo tiempo
al
que, con sandios alardes de una cultura indigesta,
Y
borraban de sus cantares todo rasgo de ingenuidad y frescura.
como
propio tiempo
al
olvidado de
espíritu nacional anduviese decaído
que principalmente
lo
importaba, y
le
las
y
muy
contiendas
en que míseramente gastaba sus bríos no diesen noble mate-
civiles ria
el
para
canto, faltó el estímulo de
el
la
producción épica, y á
los
antiguos relatos heroicos sustituyeron sátiras personales y ferocísi-
mas. Cierto es que el
muy próxima
ella;
á
todos los romances que llamamos viejos
casi
adquirieron en
xv
siglo
la
forma en que hoy
los
vemos, ó una
pero es rarísimo, especialmente entre los his-
y lo más caracque no tenga orígenes mucho más remotos y
tóricos (que son el nervio de nuestra poesía popular
de
terístico
ella), el
pueda suponerse compuesto entonces por primera se olvidó de
refundía; pero apenas acrecentó su la
guerra nacional,
romances
Aun punto Norte,
ella
ni siquiera
quedasen muchos
Ya
número
viene
la
hasta que se reanuda
corona de nuestra musa popular.
no imperaban
el
cambiado de todo
Oriente, ni la Francia del
Provenza y Galicia, aunque de su tradición rastros, sino Italia,
y por medio de
pero
tiana,
ella
elementos contenía adaptables á
misma no
en su último refugio, en
era ya ni
el
sombra de
lírica
Italia la anti-
güedad. La cultura semítica nos había transmitido desde al xiv cuantos
la
riquísima vegetación de los
sabia y erudita habían
la literatura
modelos.
los
y con
fronterizos, última
en
no
vez. El vulgo
proseguía cantándolos, é insensiblemente los
ellos;
el siglo
xn
la civilización cris-
lo
que había
sido,
y
reino de Granada, abigarrado conjunto
de berberiscos y renegados, parecía haber dicho su última palabra con el historiador Ebn-Aljatib, y nada podía comunicarnos ya que nos importara. Los estudios entre
los judíos
yacían también en
notable decadencia: no había ya Maimónides, ni Aben-Ezras entre
La
ellos.
bajo la
el
ruina de las principales aljamas, las conversiones en masa
terror del hierro
y
del fuego, la mezcla cada día
población cristiana, iban arruinando
Sinagoga, y producían
co y
el cristiano.
pasado
como
el
al
el
doble resultado de bastardear
Los hombres más inteligentes
gremio de
la Iglesia,
mayor con
la tradición literaria el
de
la
tipo judai-
del judaismo habían
y hombre de tan pura
obispo D. Alonso de Cartagena, figuraba
al
estirpe hebrea
frente del
Rena-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
22
cimiento clásico y no juraba sino por Cicerón y por Séneca. Hábil será quien llegue á descubrir ningún toque de orientalismo en sus
Quizá
escritos.
y hebreos,
el
de
ta influencia
último escritor en quien puede reconocerse direccultura científica, ya que no del estilo, de árabes
la
es D.
Enrique de Villena, especialmente en su tratado
de Astrologia y en cas que de ningún liar
del aojamiento ó fasciuologia, obras excéntri-
el
modo
reflejan el gusto
dirección de espíritu del fantástico
dominante, sino
la
pecu-
y estudioso procer que
vivió
en todo fuera de su tiempo, ó por rezagado ó por adelantado en .demasía. El auto de
damiento de D. Juan
que
fe
se hizo
con sus
rasgo aislado
II,
en una época que no se distinguía por
cia
rígida, sino antes bien
por
costumbres, prueban que
lo suelta
por expreso man-
libros
y aun
casi
único de intoleran-
lo fervorosa
y desmandada en
los arabistas
y
los
por lo
ni
ideas y en
hebrayquistas (como
D. Enrique decía) no estaban ya en buen crédito con los letrados ni
con
fonso
la
el
gente piadosa, ó que quería parecerlo.
Sabio ó de D. Sancho
habrían
sido
quemados,
ni
el
En tiempo
de Al-
Bravo, ni los libros de D. Enrique
hubiera podido formarse su singular
leyenda.
Abandonado, pues,
el
estudio de las fuentes orientales que habían
dado tan peregrino sabor á nuestra primitiva prosa, apareció,
me
infor-
aún y embrionario, un nuevo tipo de dicción artificiosamente
latinizada,
medar
la
en que, con raras dislocaciones de
construcción hiperbática,
frase, se
pretendía re-
y con retumbantes neologismos
se aspiraba á enriquecer el vocabulario so pretexto «de non fallar equivalentes vocablos en la romancial texedura, en el rudo y desierto
romance, para exprimir los angélicos concebimientos virgilianos*. aspiración era generosa, pero evidentemente prematura,
expuesta, por ende, á descaminos pedantescos que en
Juan de Mena y en
la del
la
La
y muy
prosa de
último período de D. Enrique de Aragón
llegaron á un extremo casi risible. Pero en medio de todo esto hay
que reconocer que
los ingenios del siglo
intentaron poner en nuestra prosa
que tuvieron por
ellos
en
el
el instinto
xv fueron
los
número y armonía,
primeros que los
del ritmo prosaico, adivinado
primeros
vagamente
cadencioso período latino.
Xi puede decirse que tedos cayeran en
el
vituperable extremo
CAPITULO OCTAVO
que dejamos señalado. de Guzmán, histórica
á
la
A
los salvó su
que
trataron,
invasión de
más próxima á
turbia y
la
como
unos,
buen gusto
tiempos corría. Cabalmente,
23
la
realidad
amanerada
retórica
la
dio esta edad en
literarias, la
que en
Pequeño volumen ocuparían
poesía.
la
erudito
de
ni
que pueden ser
las
que alcan-
lo
mucho más
prosa
la
materia
y menos expuesta que por aquellos
verdadera medida de
zaban sus fuerzas
los Cancioneros,
Fernán Pérez
á Cartagena y á
instintivo; á otros, la
composiciones de
leídas sin enfado por quien
no sea
historiador de oficio, y en cambio tenemos de esta mitad
ocho
siglo hasta siete ú
mayor
libros
en prosa que aun
mero
el
aficio-
y que son joyas de la literatura patria: la elocuente y apasionada Crónica de D. Alvaro de Luna, la bizarra y pintoresca del Conde de Buelna D. Pedro Niño, que excede en amenidad al más interesante y peregrino de los libros de nado
lee
con
el
deleite,
caballerías; las Generaciones
y Semblanzas
de nuestro Plutarco, Fer-
nán Pérez de Guzmán, en cuyas páginas reviven
xv con
siglo
los
mismos cuerpos y almas que
los
hombres
del
tuvieron; el picante
y
sazonadísimo Corbacho del Archiprestede Talavera, tan rico de idiotismos populares, tan salpimentado de gracejo netamente castizo,
digno precursor de
la
lengua de
la
y aun de
Celestina
vantes; la Visión Dclectable de Alfonso de la Torre, en
culación científica se viste con los colores de
produciendo un ensayo nada grave y robusto á
Lucena, poco
la
infeliz
original, sin duda,
con pluma digna del
siglo xvi,
la
de Cerla
espe-
la fantasía alegórica,
de novela
par que brillante;
la
que
filosófica,
en
estilo
Vita Beata de Juan de
pero escrita, ó más bien, traducida
en algunos pasajes. Hasta en los ensa-
yos de novela, especialmente en la Cárcel de Amor, de Diego de San Pedro, hay tentativas no enteramente frustradas de elocuencia sentimental,
si
bien
el
fárrago retórico y
siones clásicas suelen ahogar
prosa de
la
el
pedantería de las alu-
la
limpio lenguaje de
la
pasión.
La
primera mitad del siglo xv, sin ser tipo de perfección
en nada, es un tipo tan enérgicamente caracterizado, tan simpático
y
genial,
que no sólo nos deleita en sus monumentos legítimos, sino
hasta en la ingeniosa falsificación del Centón Epistolario.
La
más
poesía, sin
embargo, continuaba siendo
cultivado de todos, y
compensaba con
la
el
género predilecto y
extraordinaria abun-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
24
dancia y con
la
destreza técnica lo
de intención formal
solía faltarla.
mucho que de
valor intrínseco
La corte de D. Juan
palmente una corte poética, y este aspecto suyo es
y no
menos
el
no sea
el
Juan de Mena y
relación histórica
la
de más positivo valor
distinciones:
en su
interesante en
estético.
el
V
más conocido
el
y
y
fué princi-
II
aunque
social,
aun aquí conviene hacer
Marqués de
Santillana, cada cual
son verdaderos poetas; y aun los que no llegan á tanto,
línea,
momentos muy felices. Además, en el arte de versifihubo indudable progreso y aun cierto género de perfección relativa, y no fué estéril ni mucho menos la reforma que Juan de suelen tener car
Mena, principalmente, quiso introducir en
poético, mos-
el dialecto
trando en esto más cordura y gusto que en
las
innovaciones que
hizo en la prosa.
Conservaba esta escuela poética muchas de de
las escuelas
propias
las prácticas
de trovadores, cuya tradición había heredado de
los
poetas del Cancionero de Baena, herederos á su vez de la escuela gallega,
como
ésta
de
la
provenzal. Después de tantas vicisitudes
y
transformaciones, poco ó nada podía quedar del espíritu de una poesía
lírica
y medio
No
que en su país de origen había dejado de
antes, desapareciendo
con
el
estado social que
había, pues, ni podía haber imitación directa
de Aquitania, arcaicos y oscurísimos en siones á personas
y casos que ya no
la
de
lengua,
lada Breviari la
que
la
d amor. Lo
tradición métrica,
dio vida.
y
llenos
se entendían. El
más obra de
enciclopedia de Matfre d'Ermengaud,
que se conservaba de
los
y Juan Alonso de Baena
titu-
provenzales era
de Tolosa. D. Enrique de Villena
taba en su Arte de Tro-jar, las
de alu-
Marqués de
más ó menos degenerada, en manos de
tadistas del Consistorio
cho de haber leído
la
los trovadores
Santillana no poseía ningún cancionero provenzal, ni
aquella literatura
existir siglo
los tra-
los imi-
se preciaba
cadencias logicales de los limosines.
mu-
Con Ca-
mucha hermandad literaria, como lo prueban los eloMarch y el poemita de la Coronación de Mosen Jordi; pero Jordi y Ausias March eran poetas enteramente
taluña había
gios de Santillana á Ausias
italianizados.
Tampoco creemos, gre,
que
la
á pesar
de
la
respetable opinión de Puymai-
Francia del Xorte pueda reclamar gran cosa en
el
mo-
CAPITULO OCTAVO
vimiento poético de
corte de D. Juan
la
25
Es
II.
cierto
que
Mar-
el
qués de Santularia parece más versado en aquella literatura que en provenzal; poseyó un hermoso códice del
la
Román
de la Rose,
y
con oportunidad y exactitud algunas composiciones de Alain
cita
Chartier. Pero todo esto era para él materia de erudición, no de imitación: sus verdaderos
modelos están en otra parte
(i).
Quedan, pues, como únicas fuentes indisputables de cortesana de este reinado:
l.°, la
la
poesía
tradición lírica de los cancioneros
gallegos, visible en las serranillas, en los villancicos, en las esparsas,
en
las
ras
y
canciones, en los motes, y en general, en todas las poesías ligecantables;
2.°, la
forma alegórica de Dante, combinada á veces
con reminiscencias del Petrarca, especialmente en de algún otro poeta
munes
filosóficos,
derivado de
los Triunfos,
y
,
un fondo doctrinal de lugares co-
la
frecuente lectura de los moralistas
italiano; 3.
antiguos, especialmente de Séneca.
Además, y por excepción, suemás cultos, deliberadas
len encontrarse en algunos poetas, de los
imitaciones de algún poeta latino: Juan de
y de
Virgilio,
y
el
Mena
las tiene
Pero este caso es poco frecuente. En realidad, erudita,
como
de Lucano
Marqués de Santillana una bellísima de Horacio.
lo había sido á su
manera
el
la
escuela no era
antiguo viester de clere-
poesía de corte y de salón, y aunque alternasen en ella hombres verdaderamente doctos, que la trataban con miras graves cía: era
y procuraban enderezarla al provecho común de la república, la mayor parte de sus cultivadores eran meros aficionados, grandes el arte de trovar un nuevo modo de gala y que hoy llamaríamos una rama del sport más refinado,
señores que veían en gentileza, lo
y
lo
mismo combinaban
rompían lanzas en res, lo
mismo que
rimas, que acosaban jabalíes en el
los torneos. la
La cultura
literaria
monte ó
de estos proce-
de los poetas de humilde origen, paniaguados
y favoritos suyos, era con frecuencia
muy
superficial,
y se reducía
conocimiento de aquella parte elemental del tecnicismo prosó-
al
dico indispensable para
(
1)
la
práctica.
Con
esto,
Consúltese á Frederick Bliss Luquiens, The
y con Román
la lectura
de
al-
de la Rose and me-
dieval Castilian literature (en Romanische Forschuvgen, vol. xx, págs. 284-320),
Román
cuya conclusión es que
el
nuestra literatura de
Edad Media.
la
de la Rose no ejerció influencia capital en (A. B.)
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
26
gunas crónicas y libros de sin deslucimiento
Hay, pues, en
caballerías: había bastante para
en los géneros más los Cancioneros
ensayarse
fáciles.
una muchedumbre incontable de
poesías breves y fugitivas; algunas de ellas fáciles, frescas sas; otras, discretas, sutiles
frase
de
y
en
triviales
el
y alambicadas;
y
gracio-
más, insulsas en
las
la
concepto, sin nada que realce y distinga unas
Pero, para ser enteramente justos, hay que poner esta
otras.
y hacernos cargo de que los contempocomo nosotros en las rancias páginas de un có-
poesía en su marco propio,
ráneos no la vieron dice
donde se ha tornado
nífica
y
letra muerta, sino
que podían ofrecer
prestigios
rodeada de todos los
y saraos de una corte magpoesías no se leían, sino que se can-
las fiestas
ostentosa, en que estas
taban, salvando, sin duda, lo gracioso del tono la insignificancia de la letra.
Al lado de abunda, y en sibles
de
los
que
esta poesía, la
es,
desgraciadamente,
la
que más
cual parecen apuradas todas las combinaciones po-
metros de arte menor (por
lo cual
ser inútil su estudio para el versificador
hoy mismo no puede
más
hábil
ejercitado»,
y
hay, y no en pequeño número, poemas didácticos de moral y política, y visiones alegóricas de vicios y virtudes. No se excluyen de esta poesía grave ferirse la estancia
casílabos. Estos
y sentenciosa los metros cortos, pero suele prede arte mayor, compuesta de ocho versos dode-
poemas no son largos en
los del mester de clerecía
miento;
el
cias (i), es
mismo Labyríntko de Juan de de extensión
general,
comparados con
ó con los poemas clásicos del Renaci-
muy
Aleña, con sus
moderada, aunque á
los
300 estan-
contemporá-
neos pareció un grande é inusitado esfuerzo. Pero, aunque materialmente no puedan llamarse prolijos, suelen ser de lectura por la erudición impertinente de
de interés narrativo, por los
lo vulgar,
documentos morales, y por
la
(1)
En
embargo, con muchas y
Mena y
falta
muy
á Santillana no los
parte.
rigor, las tres últimas
la
aunque bien intencionado, de
notables salvedades, y, desde luego, á
más que en
cansada
plaga de alegorías monótonas é
incoloras. Esto ha de entenderse, sin
alcanza
muy
que rebosan, por
no pertenecen á Mena.
[A. B.)
CAPITULO OCTAVO
27
El número de poetas de este reinado es verdaderamente asombroso, aun descartando de
él,
genios del tiempo de Enrique
como debe descartarse, á grandes inIV y de la Reina Católica (los Man-
que con manifiesto olvido y trastorno de la él. Pero con esta exclu-
riques, por ejemplo),
cronología literaria han sido incluidos en sión y todo,
José
y ateniéndonos
Amador de
1865 formó don
catálogo que en
al
Ríos (catálogo que hoy podría aumentarse un
los
tanto con hallazgos posteriores), resulta para un período de cuarenta y siete años la formidable cifra de doscientos diez
y
ocho poe-
de quienes, pocas ó muchas, han llegado á nosotros composi-
tas,
menos noticia segura de que existieron. Hay entre mucha gente obscura; pero otros son personajes de la mayor notoriedad, que suelen tener una biografía mucho más poética é interesante que sus versos, como sucedió también entre los
ciones, ó á lo estos poetas
provenzales y en todas
tiempo están
más
los
ilustres
de
las
escuelas de trovadores. Las crónicas del
de sus hechos, y apenas
llenas
Aragón y
Castilla,
falta apellido
alguno de
Portugal; por lo cual,
el
estu-
dio de los Nobiliarios tiene que ser inseparable del estudio histórico
de
los
Cancioneros,
y
á cada paso se ve obligado
terario á recurrir á las páginas
Castro, para identificar los
Centro de esta escuela
Juan
que
II,
le
nombres de
li-
propia persona del rey don
aventajado discípulo del canciller D. Pablo de Santa María, había iniciado en «la moral philosophia é lengua latina é
de
la
de Mosén Diego de Valera. «Sabía
música, cantaba y tañía bien... oía
dezyres rimados et conocía los vicios de bros é historias»;
tal
nos
le
retrata
carácter indolente y aniñado, que se
investigador
los poetas.
literaria fué la
arte oratoria é poética», al decir del arte
el
de Argote, de Haro ó de Salazar de
acomodaba muy bien á
los
muy
de grado
ellos... plazíanle
mucho
los li-
Fernán Pérez de Guzmán. Su
le
hizo vivir en perpetua tutela,
juegos del espíritu, pero no
le
dejaba
pasar de un frivolo pasatiempo. Los poquísimos versos suyos que
quedan, nada importan sino por
puede decirse de
los
el
nombre de
su autor,
y
otro tanto
de D. Alvaro de Luna, que tan aventajadas
condiciones de prosista natural y abundante mostró en su libro las Claras et Virtuosas Mujeres. Si algo curioso
como muestra
del tono falso
De
hay en sus rimas,
y convencional en que
solían expre-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
28
de
sarse los afectos, es la extravagancia
que no
las
hipérboles amorosas,
se detiene ni ante el sacrilegio.
por cosa baladí pueden dejarse á un lado
Si
poetas, por otra razón
dro de
la literatura
guna de
muy
ellas
los
versos de estos
no menos atendible conviene sacar del cua-
del reinado de D. Juan
II las
notable, que suelen atribuirse
so de Cartagena. Sin negar
la
composiciones, al
al-
obispo D. Alon-
posibilidad, ni aun la verisimilitud
como lo hacía todo el mundo en su tiempo, y como parece indicarlo Fernán Pérez de Guzmán cuando elogia su amor á la sotil poesía, es lo cierto que no de que cultivase
el arte
de
los trovadores,
hay ningún dato positivo para afirmarlo. El Cancionero general no reconoce más poetas Cartagenas que uno, y como éste hizo versos á la Reina Católica,
no puede ser
el
obispo de Burgos, que no
canzó, ni con mucho, su felicísimo reinado. Separar lo que el cionero presenta unido, mas,
puede
y
al-
Can-
repartirlo arbitrariamente entre dos poe-
no de buena
ser procedimiento ingenioso, pero
crítica.
Ni hay que empeñarse en añadir nombres á un catálogo en que tantos sobran.
espanto
mar llo,
al
La cosecha poética en
investigador
este tiempo fué
más paciente y
aguerrido.
esta
se
Hernando
idea de ella por el Cancionero general de
que para
tal,
No
que pone
puede
for-
del Casti-
época es pobrísimo, y apenas contiene muestras
de unos veintinueve trovadores que realmente perteneciesen á
ella.
Las verdaderas colecciones poéticas para este reinado son otros Cancioneros,
dos de
la
la
mayor
parte manuscritos:
el
llamado de Gallardo,
Biblioteca de Palacio, el de Stúñiga en parte,
varios de la Biblioteca de París, sin olvidar, para los
gueses que ya comenzaban á escribir en castellano, bien conocido Cancionero de Resende, del cual
el
de Ixar,
muchos portuel
copioso y
debemos esmerada
reimpresión á los bibliófilos de Stuttgard.
Nadie puede exigir de nosotros, y
sería,
por otra parte, tarea im-
propia de este lugar y fastidiosísima por todo extremo, individual de
mayor número. Los Cancioneros tico,
bibliográfico,
aunque
muy
el
examen
tantos versificadores, adocenados é insípidos en su
están reclamando un trabajo crí-
filológico é histórico,
desparramados,
excelentes
para
el
cual existen ya,
materiales.
Convendría
hacer un catálogo general de todos estos poetas, con nota exacta de
CAPITULO OCTAVO las diversas
y con cuantas
lecciones,
noticias pudieran
el
utilidad,
cual sólo
allegarse acerca
muchos conceptos
personas. Pero este trabajo, que por
mayor
2o
composiciones suyas registradas en cada una de
nada tiene que ver con
el
juicio
de sus
sería
puramente
co-
las
de
la
literario,
debe recaer sobre aquellos versos que son realmente
y que, muy escasos siempre y en todas partes, por fuerza han de serlo más en escuelas tan artificiosas como la del siglo xv, poesía,
que principalmente estimaba
la
mas ó como ostentación de una los cuatro anteriores,
poesía
como
falsa ciencia.
hemos procurado
pueril gimnasia
En
este
de
ri-
volumen y en
reunir cuanto en los cancio-
neros puede interesar á una persona de gusto que no haga de historia del siglo
hoy
esta poesía,
xv objeto especial de sus estudios
debemos
ser fieles
al
mismo
criterio
nó en nuestra selección, y detenernos sólo ante
(i).
la
Al juzgar
que predomi-
las figuras
culmi-
nantes.
Tres poetas compendian
la literatura
del tiempo de D. Juan
II,
y
son también los únicos cuyas obras merecieron conservarse íntegras
ser coleccionadas aparte. Este
y
homenaje indirecto que
les
prestaron sus contemporáneos, ha venido á ser confirmado por juicio
mán,
de el
la
el
posteridad. Estos tres poetas son Fernán Pérez de Guz-
Marqués de Santillana y Juan de Mena. Ellos darán
pal asunto á nuestro estudio, pero antes conviene decir algo
princi-
de un
extraño personaje de quien no se conserva un solo verso, pero á
quien es imposible omitir en una historia de nuestra poesía, porque fué autor
de
la
primera Poética castellana.
Claro es que este párrafo, perteneciente
Prólogo del tomo v de
la
Antología de poetas líricos castellanos, alude á las composiciones incluidas
al
(1)
final
de
los
volúmenes de
esta colección,
al
que aquí no se reproducen.
(A. B.)
CAPITULO
IX
—
—
EL RASGOS BIOGRÁFICOS. [DON ENRIQUE DZ VILLENA (I384-I434). EXPURGO DE SUS LIBROS, MANDADO HACER POR DON JUAN II. SUS OBRAS. LA LEYENDA DE DON ENRIQUE. ANÁLISIS DE SUS ESCRITOS]
La vida y
escritos
de D. Enrique de Villena (1384-1434) exigen
que no ha sido
aún
Todo
interesa en su perso-
un
libro
na,
y hay todavía muchos enigmas que resolver en
escrito
(i).
su historia.
Su
propio carácter aparece envuelto en nieblas y contradicciones; su sabiduría, grande á los ojos de unos, resulta para otros misteriosa
problemática.
pero aun
los
íntegramente todo
que quedan distan mucho de haber sido estudiados ni
de haber entregado á
conocimiento de
el
tante entre
ó más que
la historia
lo
y
sus libros han perecido, sin duda,
que realmente contienen de
lo
y para
La mayor parte de
y
verdadero.
la
útil
las ideas
la
para
curiosidad del erudito la
biografía de su autor
de su tiempo. Personaje
leyenda, lo fabuloso importa en
Ha
llegado á
la
él
flo-
tanto
categoría de símbolo: es
popular de todas veras: en su leyenda había
el
germen de un Fausto
español, á quien sólo ha faltado un Goethe que le desenvolviese. El siglo
ve
xv personificó en
las
él la
espaldas á Dios y
adquirir
la
al
inquieta curiosidad científica
mundo, y entrega su alma
al
que vuel-
diablo para
posesión de las artes mágicas y non cumplideras de
Su vida no
justifica
en rigor su leyenda, pero ofrece
mico y lamentable contraste entre
la
el
más
leer.
có-
grandeza de sus estudios y as-
y la flaqueza y poquedad de su carácter. No fué D. Enhombre puramente intelectual, como ahora dicen, no vivió
piraciones
rique un (1)
Sabemos que pronto verá
la luz
pública un extenso estudio biográfico
y crítico de D. Enrique, debido á la docta pluma del joven y erudito investigador D. Emiüo Cotarelo. 'Se publicó en 1896. con el título de Don Enrique de Villena. (A. B.)]
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
32
absorto siempre en sus exóticas lucubraciones: bicioso, altanero, despilfarrador
déla acción constante y
viril le faltó
siempre;
ingénita aversión que sentía á las artes de
capaz de resistir
condiciones de
las
caer rendido y maltrecho en
la
la
la
y
estudiosos
la
pobreza,
vida de su tiempo,
menos
diminutio ó de pertenecía.
No hubo
y aun
valer dentro
de
le hizo
en objeto de
lucha, le convirtió
aislamiento
al
y por
guerra, le tornó in-
compasión desdeñosa, y acabó por condenarle, en edad, á
am-
resorte
el
molicie de su ca-
la
rácter, acrecentada por sus hábitos sedentarios la
contrario, fué
al
y un tanto epicúreo; pero
el
vigor de su
á cierto género de capitis la
clase privilegiada á
cosa en que pusiese mano, que no
que
le resultase
mal: cualquiera diría que alguno de aquellos espíritus traviesos
burlones que los hilos tesca.
de
él
la
evocaba según
trama de su
Nacido en
las
terna de la casa de
ser
al
y
leyenda, se complacía en enredar
vida, haciéndola
degenerar en farsa gro-
gradas de un trono, descendiente por línea pa-
Aragón y por
hubiera debido ser rico
de alquimista
la
línea
materna de
y poderoso, y todo
cabo, se
le
la
su tesoro,
convirtió en carbones.
de
Castilla,
como
Nunca
tesoro llegó á
Marqués de Villena y Condestable de Castilla como su abuelo, condado de Cangas de Tineo, aunque don
ni siquiera á disfrutar del
Enrique
III
nominalmente
do empeño en
llegar á
cándalo de un divorcio
se le otorgase; ni á pesar
Maestre de Calatrava, ni la
de su desatina-
sin arredrarle el es-
infamia de una declaración de impo-
tencia (doblemente vergonzosa por ser falsa
y amañada), pasó su
maestrazgo de cisma efímero, aunque bastante duración tuvo para
y deshonrarle perpetuamente. En 1414 todo se había ido ya en humo: marquesado, condado y maestrazgo; bien dice Fernán Pérez de Guzmán (digno sobrino del Canciller Avala) que «este caarruinarle
ballero,
aunque fué tan grand
letrado,
supo
muy
poco en
lo
que
le
Evidente y probada á los ojos de todos la ineptitud de D. Enrique para los «negocios curiales é ceviles», y aun para el buen
compila-».
regimiento de su casa y hacienda, nadie volvió á tomarle en serio,
y sus únicos triunfos fueron ya de certamen literario. Cuando fué al reino de Aragón en la comitiva del Infante de Antequera, se convirtió
en un presidente de juegos florales y organizador de justas y
mascaradas poéticas en Zaragoza y Barcelona, y es de ver con qué
CAPÍTULO IX
candorosa satisfacción Arte de trovar
el
33
y cuan poseído de su papel nos cuenta en
ceremonial de aquellas
de
fiestas
remedo, todavía mis pedantesco y degenerado, de
muy
y ha sido
torio de Tolosa. El pasaje es largo
Ciencia,
las del
Consis-
citado; pero es
tan entretenido y jiejtan ta c uriosidad histórica, que no
menos de
«E
transcribirle, aquí,
llegado
el
trovadores en
nadamente con é
el
como en
los
donde yo
mantenedores é
estaba; 6 dallí partíamos orde-
vergueros delant, é
E
registro de los mantenedores.
el
podemos
su lugar propio:
día prefijado, congregávanse los
palacio
el
Gaya
la
los libros del arte
llegados
que
traían,
dicho Capítol, que
al
ya estaba aparejado é emparamentado de paños de pared alrededor é fecho un asiento de frente con gradas, en
en medio é
los
donde estaba don Enrique
mantenedores de cada parte, é á nuestros pies
escribanos del Consistorio, é los vergueros
más baxo,
bierto de tapicería é fechos dos circuitos de asientos
los
é el suelo co-
donde estavan
los
Trovadores, é en medio un bastimento quadrado, tan alto
un
altar,
como
cobierto de paños de oro, é encima puestos los libros del
man derecha
Arte é
la
que
veces era presente, é otra mucha gente que se ende allegava.
las
s>E
Joya; é á
la
fecho silencio, levantávase
uno de
los
mantenedores, é
sus alegaciones é loores de
el
la silla alta
para
el
Rey,
Maestro en Teología, que era
una presuposición con su tema é
facía la
estava
gaya
sciencia, é
de aquella materia
que se avía de tractar en aquel consistorio, é tornávase á asentar.
E
luego uno de los vergueros decía que los trovadores
gados espandiesen é publicasen
las
materia á ellos asinada; é luego levanlávase cada uno, é
que tenía fecha en voz
con
colores,
congre-
letras
leía la
la
obra
escriptas en papeles
inteligible, é traíanlas
damasquinos de diversos
allí
obras que tenían fechas de
de oro é de plata é
illuminaduras preciosas, lo mejor que cada uno podía, é desque to-
das eran publicadas, cada uno
la
presentava
al
escribano del Con-
sistorio.
«Teníanse después dos Consistorios, uno secreto é otro público.
En
el
secreto facían todos juramento de juzgar derechamente, sin
parcialidad alguna, según las reglas del arte, cuál era mejor de las
obras
uno
allí
examinadas é
leídas
puntualmente por
el
escrivano.
Cada
dellos apuntava los vicios en ella contenidos, é señalávanse en Menéndez y Pklayo. —Ptwía
castellana. II.
3
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
34
márgenes de fuera.
las
sin vicios
ó á
la
E
todas asy requeridas, á
que tenía menos, era juzgada
la
la
que era hallada
Joya por votos del
Consfstorio.
>En
público congregávanse los mantenedores é trovadores en
el
palacio: é D.
el
para cio,
Enrique partía dende con
como
ellos,
está dicho,
capítulo de los fraires predicadores, é colocados é fecho silen-
el
yo
les facía
una Presuposición loando
las
obras que ellos havían
fecho, é declarando en especial qual dellas merescía la Joya, é aque-
ya
trahía
lla
el
escrivano del Consistorio en pergamino, bien ¡Ilumi-
nada, é encima puesta pie, é
corona de oro, é firmábanlo D. Enrique
la
luego los mantenedores, é sellávanla
pendiente del Consistorio, é trahía
que
el
fizo aquella obra,
memoria,
la
la
Joya ante D. Enrique,
entregávale
qual era asentada en
el
escribano con
el
Joya é
la
é
al
el sello
llamado
obra coronada por
la
Registro del Consistorio, dando
autoridad é licencia para que se pudiese cantar é en público decir. »E, acabado esto, tornávamos dallí
entre dos Mantenedores
delante les
la
Joya con
el
al
que ganó
Palacio en ordenanza, é yva
la
Joya, é llevávale un
mozo
ministriles é trompetas, é llegados á Palacio facía-
dar confites é vino, é luego partían dende los mantenedores é tro-
vadores con los ministriles é Joya, acompañando
al
que
la
ganó
fasta
su posada, é mostrávase aquel aventaje que Dios é natura ficieron
entre los claros ingenios é los obscuros: é non se atrevían los idiotas.»
Fué aquella breve temporada de 1414 que pudo saborear plenamente gloria literaria, tal
como
él la
única en que
la
los infantiles placeres
entendía
y
la
el
Honesto en Zaragoza, compuso
ó farsa alegórica, en que eran interlocutores la
Paz y
(1)
En
la
el
Enri-
vana
la
coronación de don
cierta representación la Justicia, la
Verdad,
Misericordia (i).
texto de
la
Crónica de Alvar García de Santa María, copiado
por Ustarroz en sus adiciones á
las
Coronaciones de Blancas, no se dice que
fuera D. Enrique el autor de esta representación,
por todos sobre
la fe
como
se viene repitiendo
de D. Blas Nasarre, que quizá encontraría
misma Crónica. Lo que allí representación estaba en catalán, y que el mismo
alguna otra copia de la
la
entienden muchos. En-
tonces fué también cuando, para solemnizar
Fernando
I).
de
la
tornó en palabras castellanas.
se da á
la
noticia en
entender es que
cronista Alvar García
la
CAPITULO IX
35
Pero aquella aurora de favor fué tan rápida como fante de
Antequera por
paso del In-
el
trono de Aragón. Estaba escrito que las
el
dichas del de Villena habían de ser siempre efímeras y fantasmagó-
como cosa de
ricas,
brujería
y tesoro de duendes. Apagáronse
los
ecos de las alegres músicas, enmudecieron juglares y ministriles,
en vez de
y de
las ruidosas cabalgatas,
de
los consistorios
gaya
la
ciencia, vióse reducido
de su pobre señorío de
tristes soledades
más recreación que
rralba, sin
entreverados con
el
comenzó
allí
semblanza que de
la
amor no contribuyeron poco
mayor el
él
1
5
de Diciembre de
trazó
Fernán Pérez
los placeres
de
la
mesa
á acortar sus días, tan laborio-
embargo, y fecundos en tantas obras diversas.
sos, sin
son muchas, sin embargo,
las
que han llegado á nosotros,
vadas del expurgo que de sus libros hizo, por mandato del
Juan
la
padecer en pies y manos
á
de Guzmán, que su desmedida inclinación á
No
el astrolabio,
gota, que antes de los cincuenta años le condujo al
la
I434. Puede inferirse de
del
las
de To-
la villa
horno químico y
sepulcro, hallándose casualmente en Madrid, á
y
D. Enrique á
ó de
Iniesta,
culto de la gastronomía. Allí escribió
parte de sus obras, y
tormento de
el
y y de
los carros alegóricos,
II, el
sal-
Rey don
obispo de Segovia, Fr. Lope Barrientos, reservando unos
y conde nand£LQtros-á las llamas. La historia de este auto de fe, en que el Rey parece haber tenido más culpa que Fr. Lope, al revés
de
lo
que afirma
que en el
el siglo
mentiroso relato del ingeniosísimo falsificador
el
xvn
forjó el
mismo Barrientos en
donde,
al tratar
su
famoso
del
Centón Epistolario, está consignada por
Tratado de las especies de adivinanza, libro
mágico del Ángel Raziel, escribe:
«Este libro es aquel que después de Villena, tú, fechura,
que
como lo
la
muerte de D. Enrique de
rey christianísimo, mandaste á mí, tu siervo et
quemasse
á vuelta de otros
muchos,
lo cual
yo puse
en ejecución en presencia de algunos tus servidores... é puesto que aquesto fué et es de es
pero por otro respecto en alguna manera
loar,
bueno de guardar
los
dichos libros, tanto que estuviessen en
guarda é poder de buenas personas dellos, salvo
que
los
guardassen
fiables,
al fin
tales
que non usassen
que en algund tiempo, po-
drían aprovechar á los sabios».
Queda, pues, reducida
á sus justos límites la fábula
de
las
«dos ca-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
36
de
rretas cargadas
libros»,
Fr. Lope, sin verlos
más «que
los
el
de
los cuales «fizo
«más que
quemar más de ciento»
Rey de Marroecos»,
el
Dean de Cidá-Rodrigo», con todas
cunstancias novelescas que en
modo
divulgó y adobó á su
principal propagandista
de
demás
cir-
y que
apócrifo Centón se contienen
el
la
entender-
ni
las
enciclopédica pluma del P. Feijóo,
esta conseja.
adivinar cuántos eran los libros, ni
Ni sabemos
mucho menos
ni
podemos
cuáles fueron
Ios-
quemados, puesto que sólo del Raziel consta en términos expresos.
Lo más seguro
es atenerse á la Crónica de D.
Lope miró
sencillamente que «Fr.
Y ciertamente que
é los otros quedaron en su poder-».
quemó
eran por
amargamente
la
el estilo
del
Juan II, la cual dice quemar algunos^
los libros é fizo
Ángel
si
todos los que
Raziel, no es para llorada tan
pérdida. Véase el contenido del
tal libro,
según le
compendia Barrientos: «Después que
Adam
conosció su vejez é
envió uno de sus
fijos al
parayso terrenal para que demandase
gel guardador del
la
brevedat de su vida,
parayso alguna cosa del árbol de
la
que, comiendo de aquello, reparase su flaquesa é impotencia.
do
el fijo al
que después se
tro Salvador.
la
yen-
vida, el
fiso del la
crus en que fué crucificado nues-
la
E demás
desto, disen los auctores desta sciencia real fijo
de
Adam
esta arte mágica,
qual podiesse é sopiesse llamar los buenos ángeles para bien
faser, é los
malos para mal obrar.
uvo nascimiento aquel
van
así al
fijo
de
libro
que
E de aquesta
doctrina afirman
que
se llama Rasiel, por quanto llama-
ángel guardador del parayso que esta arte enseñó
Adam
al
dicha
»
Que D. Enrique de sitiva, es
mos
E
mandado Adam, dióle el ángel qual ramo plantó Adam é cresciá
probada, quel dicho ángel enseñó
por
án-
ángel, segund le avia
un ramo del árbol de tanto,
al
vida, para
Villena cultivase
cosa que de ningún
la
ciencia verdadera
modo puede
todavía cuáles fueron sus adelantos en
Juan de Mena, sonando á través de
las
ella.
edades
La generosa voz de
como
protesta de la
cultura castellana contra la destrucción de sus libros (fuese
de ó en mínima parte), bastaría para atestiguarlo: Aquel que tú vees estar contemplando
En
el
movimiento de tantas
y posi-
dudarse, aunque ignora-
estrellas,
engran-
CAPITULO IX La
fuerza,
Que mide
E
la
los
orden,
37
forma daquellas,
cursos de
cómo
é de quando;
uvo noticia filosofando
Del movedor é
De
E
la
los
conmovidos;
fuego, de rayos, de son de tronidos,
supo
causas del
las
mundo
velando;
Aquel claro padre, aquel dulce fuente, Aquel que en
el
Cástalo
monte resuena,
Es D. Enrique, señor de Villena,
Onra de España
é del siglo presente.
muy sciente!
¡Oh ínclyto sabio, auctor
Otra é aun otra vegada yo lloro
Porque
No
Castilla perdió tal tesoro
conoscido delante
E como
A
al
ávido fuego,
otros sin orden no bien repartidos.
mayor abundamiento,
ha aparecido y en
la
el libro
de Astrologfa que recientemente
y que si macompaginado con su doc-
Biblioteca Nacional se custodia,
terialmente no es suyo, á trina,
sin ser conoscidos,
en exequias te fueron ya luego
Unos metidos
E
gente.
la
Perdió los tus libros
podría confirmar
el
lo
menos
está
crédito de su saber matemático
mico, puesto que nada se encuentra en
pura
y astronóque no pertenezca á la
ciencia.
Pero
la
ciencia falsa
mezclada con píritu
él
la
y supersticiosa andaba en
ciencia real
y
positiva,
y
era,
la
Edad Media
por otra parte,
de D. Enrique (como en todos sus libros se manifiesta) tan
nimiamente c rédulo tan puerilmejit e curios o, tan ávido de ,
t
tan
el es-
lo ex-
raordinario y sob renatural, y. por decirlo todo en una palabra, tan
indisc¡plinado_y__yagabundo, que forzosamente habían de tener en él
un adepto fervoroso todas
las ciencias ocultas,
indagación consumió gran parte de sus mártir de
la
libertad científica,
vigilias.
estéril
cuya desgracia única consistió en
adelantarse á su tiempo, es un concepto falso
puede menos de hacer
en cuya
Convertirle en un
reir á los
que hayan
y anacrónico que no leído,
por ejemplo,
el
Ü'&ítJ3ÁQjidjwja>ii¡ento o jascinolfigía. Tales luc ubraci ones debieron fie
parecer estrafalarias á sus mismos contemporáneos, entre quie-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
38
nes no faltaban espíritus escépticos y burlones. El mismo se queja
en su revesado cos
fallo
estilo del
que de
las
poco caso que
se hacía de sus libros: «Po-
mías se paguen obras».
Y
leído
el
Aojamien-
no hay modo de negar crédito
al
severo y juicioso Fernán Pérez
de Guzmán, cuando reconociendo
la
loable aplicación de D. Enrique
to,
á otros estudios límites
más
racionales, deplora
que no se contuviese en
los
de «las ciencias aprobadas y católicas», y se abatiese á ra-
heces interpretaciones
de sueños
y
estornudos y otras curiosidades
y menos
á
tuvieron en poca estimación
y
.vanas y sin-pcjyecho, que no convenían á un príncipe,
un católico
cristiano,
por
lo cual le
reverencia los caballeros de su tiempo.
Puede decirse que
la
leyenda de D. Enrique mágico empezó á
formarse en vida suya, aunque con
el
desapareciendo ó amenguándose
parte cómica que tanto daba en
ojos á los contemporáneos,
transcurso de los tiempos íué
y creciendo
niestro, acrecentado, sin duda,
por
el
el
prestigio misterioso
recuerdo de
la
y siquema de sus
El desarrollo de esta leyenda puede dar asunto á uno de los
libros.
más
la
curiosos capítulos del folk-lorc peninsular.
Pocos años después de
la
muerte del Señor de
Iniesta,
ya comen-
zaron á apoderarse de su nombre los alquimistas y otros iluminados ó embaucadores, y á inventar libros apócrifos con su
nombre ó que
se suponían hallados entre los de su famosa biblioteca. fué
el
libro del Tesoro
mayor bio.
ta
se quiso achacar á la gloriosa
memoria de Alfonso
Pero aún es más curiosa y significativa en este respecto
que se supone
rique de Villena.
escrita
En
por
los veinte sabios cordobeses á
documento
tan estupendo
entre otras facultades maravillosas,
la
(i) se le
de embermejecer
piedra keliotropia, adivinar lo porvenir por medio de
llover á su guisa
éstos
el la
Sacar-
D. En-
atribuyen,
el sol
con
la
la chelonites r
la
ayuda de
la
con
el ba.villo
de arambre, y congelar en forma
hacerse invisible con
y
Uno de
ó del Candado, que por otra falsedad todavía
esférica el aire, valiéndose para ello
hierba andrómcna, hacer tronar
de
la
hierba yelopia.
En
la res-
puesta, D. Enrique refiere á sus discípulos un sueño alegórico, en
{1)
Publicado por D. José
en España.
Ramón de Luanco en
su libro sobre
La Alquimia
capitulo ix
que se
39
aparece Hermes Trimegisto, maestro universal de
le
las cien-
montado sobre un pavón, para comunicarle una pluma, una
cias,
bla con figuras geométricas, la llave
mente,
el
de su encantado palacio,
ta-
y, final-
arqueta de las cuatro llaves, donde se encerraba
el
gran
misterio alquímico.
A la sombra de cobrando crédito
estas patrañas simbólicas de los alquimistas, fué
la
opinión vulgar que atribuía
rique á pacto expreso ó tácito con
en
el
siglo xvi
en
las
cronista de las tres
el
el
saber de D. En-
demonio, llegando á penetrar
obras de graves historiadores, tales militares Fr. Francisco de
Ordenes
drada, quien reconociendo que
como
el
Rades y An-
de Villena «fué grandísimo letrado
el
en sciencias de humanidad, es á saber: en logia, astronomía, geometría, aritmética
y
las artes liberales, astro-
otras semejantes»,
añade
y necromancia supo tanto, que se dizen y leen cosas maravillosas que hazía, con tanta admiración de las gentes, que juzgaron tener pacto con el demonio: compuso muchos libros que «de
la
judiciaria
destas sciencias, en las quales, aunque avía
ingenio y artificio útiles á
la
muchas cosas de gran
República, avía otras de mal exemplo
y sospechosas de que su autor tenía el dicho pactos. Pero las más fantásticas leyendas relativas á la magia de D. Enrique, no tomaron cuerpo hasta
de
ia
sombra perdida, con
pacto que con
él
tenía
ca,
en
engañó
Me
al
hecho (asunto análogo
Chamisso, Pedro Schlemihl); y á las ciencias ocultas
siglo xvn.
el
cual
la
la
la
refiero á la conseja
diablo, burlándose del al
del lindo cuento de
de su aprendizaje y enseñanza de
famosa cueva de San Ciprián de Salaman-
modo de
«nefandísimo gimnasio á
haber encontrado vestigios
el
bueno
cripta», del cual todavía dice
del P. Martín del Río. El tea-
novela se apoderaron ávidamente de tales invenciones, y La Cueva de Salamanca, de Alarcón, Lo que quería ver el Marqués de Villena, de Rojas, y La Visita de los chistes, de Quevedo, hasta La Redoma encantada, de Hartzenbusch, y el ingenioso cuento de Bremón La hierba de fuego, D. Enrique ha sido protago-
tro
y
la
desde
nista obligado
de comedias de magia y narraciones fantásticas,
prosigue en su redoma hecho jigote
nuamente y
servir
de solaz
y
picadillo,
á las futuras generaciones
Este es un género de inmortalidad
y
para renacer conti-
literaria tan positivo
infantiles.
como
otro
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
40
y probablemente se la debe D. Enrique á Fr. Lope BaNadie lee hoy sus libros; pero para_ pasar por un grande
cualquiera, rrientes.
hombre y un nigromante
prodigioso, bastóle que un fraile quemase
una parte de su biblioteca después de muerto.
De ¿1
,
las
obras suyas que nos restan, inéditas ó impresas y nunca
reunidas en colección, tos,
muy
pocas se refieren á sus estudios favori-
porque éstas hubieron de ser
las
que principalmente fueron
destruidas. Prescindiendo del Tratado de Astrología,
cidad no está comprobada ni
cuya autenti-
mucho menos, y que en
actual pertenece indisputablemente á
su redacción
un Andrés Rodríguez que dice
haber trabajado sobre manuscritos que D. Enrique envió D. Alonso de Cartagena, nos queda
la
al
extraña carta sobre
obispo el aoja-
miento ó mal de ojo, publicada modernamente, aunque en forma harto incorrecta, por
uña copia de
la
En
colección Florañés.
los trata-
dos de Fr.'Lope Barrientes, de las especies de adevinanza, del caso et
fortuna, del dormir
mucho de cas
et
despertar et del soñar, se puede inducir
que pensó y escribió D. Enrique sobre las artes máginon cumplideras de leer: es más, creemos que dichos libros
et
lo
los
suyos, aunque dándoles dis-
sentido, para
que fuesen como refutación
fueron compaginados á expensas de tinto ó tácita
más bien opuesto
de
ellos.
No añaden muchos prueben
@
el
mucho
quilates á la
fama de D. Enrique, aunque
estudio que había hecliode las Sagrada s Esc ritu.-
ras^de sus_j!X£Oj3Ítojra3_yjieJoj^
l
a -explicación el
Trac-
de como está en la s vestiduras e paredes,
com-
de algunos versículos del salmo Ouoniamvidcbo. cúdüs tuos; tado de la lepra
y
puesto á ruegos del famoso médico Maestre Alfonso de Cuenca;
y
la
Consolatoria, en
extremo retóc ira, pedantea y^arrjin^jni^ad^,
que diri^jg g_Jujn Fernández rl£_^fjWa caballero de su 1
había perdido
la
mayor
parte de su familia en
la
casa,
que
peste de Cuenca
de 1422.
Más
consideración merecen y han obtenido de la crítica Losjioze
trabajos de Hercules
y
el
Arte Cisoria^^m.czs, obras importantes de
D. Enrique que hasta ahora han logrado los honores de Sin ser libros de primer orden, son agradables de el
leer,
la
imprenta.
especialmente
segundo, que contiene bastantes curiosidades de costumbres de
CAPÍTULO IX la
41.
Edad Media, y es el mas anlignoJjhiro_de rocina, urbanidad y la mesa qu e tene mos en nuestra lengua. _/
eti-
queta de
Ambas
obras, á pesar del aparato didáctico con que el autor las
más que á
presenta, ^pertenecen, en rigor, á la literatura recreativa
Ja científi ca, y Los trabajos de Hercules casi pueden considerarse
como
u na tentativ a de
novela alegórico-mitológica: construcción
uitíosj^jiunque endeble, de_un
muchos
pocp_ maduro, con
r enacimiento
uno de
vestigios medioevales. Este libro,
de D. Enrique, fué escrito primitivamente por
él
los
más antiguos
en lengua catalana
á preces é instancia del virtuoso caballero Mosen Pero Pardo, y ter-
en Valencia en Abril de 14 1J:
.NL-^rninado
único texto que
hoy poseemos,
la
traducción castellana,
hízola el autor
bre de aquel año, «en la su villa de Torralva
Johan Ferrdndes de Valera nos pasos
ct
el
lo
á suplicación de alongando en algu-
mozo, su criado
en otros acortando, segunt
mismo en Septiem-
los
primeros años de su vida
mediador entre
cirlo así, la
Central;
como cumplía
de Aragón y Jaime
II.
se ufanaba
de
la
el
menos en
literaria, escritor bilingüe, y,
las literaturas
por
requería la obra
trocamiento de las lenguas*. Eué, pues, D. Enrique, á lo
por de-
España Oriental y de
á quien llevaba el apellido de
casa
la real
de ser descendiente directo del rey don
Esta representación, en que no se ha reparado bastante, á
pesar de hechos tan significativos
como
la
presidencia que D. Enri-
que tuvo del Consistorio de Barcelona y el carácter puramente provenzal de su Poética, es de los rasgos que engrandecen y realzan la fisonomía literaria del de Villena, mostrándole activos precursores de
la
como uno de
los
más
futura unidad intelectual de la Península,
ya preparada desde principios del
siglo
xv por relaciones de
muy
varia índole.
Es observación acertada grafo
y
del Sr. Benicio Navarro, discreto bió-
panegirista de D. Enrique de Villena, que el estilo en esta
primera obra suya es mucho más sus libros posteriores, y dista
fácil,
suelto
mucho de
aquella ridícula^y bárbara sintaxis con que
y ameno que
el
llegar á los excesos
más tarde
se
de
de
empeñó en
descoyuntar nuestra lengua, por temeraria imitación del hipérbaton latino 1
ierto
.
La prosa d élos Trábalos de Hércules conserva en sabor de siglo xiv, y prescindiendo de
la
efecto
armazón mitológica,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
42
en que se ve bien claro
mucho, en cuanto
al
el
paso á una escuela
no
distinta,
difiere-
fondo djdáctico y sentencioso, de los libros
semimorales, seminovelescos de Raimundo Lulio y de D. Juan Manuel, tales
como
Libro de los Estados ó
el
cudero. Quería D. Enrique
gloriosos caballeros en
que su
armada
del Caballero el del Es-
el
libro fuese «espejo actual á los
moviendo
caballería,
corazón de
el
aquéllos á non dubdar los ásperos fechos de las armas et aprehen-
der grandes et onrados partidos, enderezándose á sostener
común, por cuya rrasón
dat de los monstruosos actos, en tanto que
'
En
cava-
la
dominando
la feroci-
materia presente
más
qu e trágica ». puede verse alguna reminiscencia dan-
estas últimas palabras
tesca, así co
jjufL.de
bien
el la
lumbre é presentará buenas costumbres, por sus
Hería moral dará
señales desfaciendo la texedura de los vicios é
es sátira
non menos á
caballería fué fallada: é
mo
la
parte alegórica d gJa_obra__dese."hre
D ivina Comedia,
1"
y aun de
al
lec tor_asi-
Triunfos del Petrarca.
los
«Será este tractado en doze capítulos partido, é puesto en cada uno dellos un trabajo de los del dicho Ércoles, por la ystoriales é poetas los
é luego
al
la aplicación
los criminosos
moral fi
la
los estados del
es
el «cuchillo
6 por
Nemea
la
la
representa
la
soberbia «enemiga de
maza con que Hércules
la
potestad eclesiástica de los prelados, más piadosa que
de
justicia temporal».
Las arpías de Fineo son
la codi-
males y peste del noble estado de los caballeros: manzanas de oro simbolizan el don de la ciencia, en cuya per-
cia, raíz
las
mundo,
da espejo e lumbre al estado de los
todas virtudes é buenas costumbres», y
doma
los
destrucción de los Centauros simboliza
y malfeckores, y
príncipes; el león de
le
manera que
exposición alegórica,
uno de aquellos trabajos».
Siguiendo este plan,
de
la
verda t de aquella ystoria, según realmente contesció, é
la
dende seguirse ha
enxemplo
han puesto; é después
de todos
los
secución deben afanarse especialmente los religiosos:
vencido es símbolo del don de seguir, pero tan apetecible al
Diomedes da enseñanza á guarden de
ilícitas
la paz, tan
el
Cancerbero
duro y trabajoso de con-
buen ciudadano. El castigo del
feroz
y mercaderes para que se ganancias. La hidra de Lerna es ejemplo para
los labradores, la historia
los tratantes
de Archeloo para
los menestrales:
Anteo,
CAPITULO IX
de
hijo
de Calidonia, de
rancia; el jabalí
mente,
puede ser sino
el cielo
ijiás^ están
por
traídas
igno-
sobre los hombros, ¿qué
al cielo?
coma^eje^ngeniosas, pero
jdegorias-son,
la s
la
práctica de las virtudes, que requieren
la
hombros robustos para remontarse Algunas de
y de
sensualidad grosera, y, final-
la
gran trabajo de sostener
el
otra cosa
los cabellos.
y puede compararse con una
go,
43
Tierra, es personificación de la brutalidad
la
las
El conjunto agrada, sin embar-
de tapices en que
vieja colección
estuviesen representados y moralizados los trabajos de Hércules.
Fué de todas la
las
obras de D. Enrique
primera que mereció
mo
siglo
fica
que de
xv
Es
(i).
ella
los
la
impresión á fines del mis-
en
la
reproducción fotolitográ-
fácil disfrutarla
ha hecho D. José Sancho Rayón.
Mucho más ameno, y más en
la
que más veces se copió, y
la
honores de
Edad Media,
útil
para
de
la historia
de'Jarava,
mente
Cisoria.
se conoce con el titulo
menos, existen de
mía
y
él:
particular.
uno, falto de una hoja, en
la
misma exactitud y la
de El
rigor, al
esmerada y curiosísimamente
bibliófilo
códice escurialense:
Real Biblioteca de San Lorenzo, y ilustrada
Navarro, en Barcelona, 1879, una de
de
la biblioteca
completo y no menos antiguo y estimable, en la Dos son también las ediciones, ajustadas ambas,
de 1766, publicada por
muy
de Arte
qur
otro,
aunque no con la
costumbres
y que ordinariaDos códices, por lo
ordenó D. Enrique d preces de Sancho
Escorial,
las
es el Tractado del arte de cortar del cuchillo,
las
más
lindas publicaciones
que en estos últimos años se han hecho.
Quien emprenda formalmente
el
estudio de
la
vida familiar
cortesana de los tiempos medjos^ no puede pres cindir de éste otros libros análogos.
y precisamente
lo
que
La
historia
no está solamente en
las crónicas dejan
su propio sulta rios
(t)
al relato histórico,
y adecuado
solamente de
y en
los
colorido.
y y
las crónicas;
en olvido, por ser notorio
á los contemporáneos, es lo que para nosotros puede dar
de realidad
la
de D. Felipe Benicio
más sabor
contemplándole y realzándole con
La fisonomía de una época no re-
los textos históricos:
más
viva está en los litera-
que pudiéramos decir técnicos. Más que con abstrac-
La primera es de
1483,
Zamora, por Antón de Centenera.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
44
ciones y vaguedades de historia filosófica, se penetra vivir de nuestros padres en los siglos xiv y xv leyendo
modo de
el
los cantares
del Archipreste de Hita, los libros de venación
dados, juegos et tablas, na, de Chirino, tales,
el
el
Arte Cisoria,
el
y cetrería, el de los Menor daño de la Medici-
Corbacho, del Archipreste de Talavera, y otros
cada uno de los cuales nos revela un aspecto de
exactitud pasmosa. El gran cuadro social resultaría de
ción de todos
ellos;
fácil ejecutarlo,
pero hasta ahora nadie
porque con ser tantos
con mucho, para disipar todas
Aunque res,
el libro
combina-
ha intentado,
le
los testimonios,
ni es
no bastan,
ni
obscuridades.
de D. Enrique sea principalmente un tratado del
de cortar _6_ trinchar en
a^te_
las
vida con
la
la
las
mesas de
los reyes
y grandes seño-
viene á resultar, por natural conexión de los asuntos, un ver-
dadero arte de cocina,
el
más antiguo que tenemos,
de_jii£dio__5Jgh2_ JaiJaraQS£L_Zt /i¿z-£? de
Comienza D. Enrique por declarar que pertenescen uñas-fft&rrdada s á
al
anterior en
más
guisados de Ruperto de Ñola. «las
condiciones é costum bres
cortador de cuchillo», exigiéndole «barba_raida,
menudo
manos », encomen-
é bie n lava do rostro é
dándole irmeh& que se-^uarde__«d^Jraer_^^sJjiia^wmente nuevas, aforrad ura que hu ele_m al
'^"«guarnidas sus manos de ras valientes contra
al
adobo» y que no se olvide de llevar que tengan piedras ó engastadu,
sortijas
ponzoña é ayre
infecto, asy
como
rubí, é dia-
mante, é girgonza, é esmeralda, é coral, é olicornio, é serpentina, é besuhar, é
veneno
pirofiles: la ,
que
se fase del corazón del orne
é siquier endurecida ó lapidificada
te».
No
que-
no han de
olvida, por
de contado,
las
muerto con
en fuego reverberan-
lúgs ó guantes de buen, olor,
gamo,
ser de raposQjii_de_gatg,. sino «de cuero de
ya_traydas, é de paño de escarlata, fechas de aguja». Particular-
mente
insiste
en
lo cual
fojas
de limón é
tes
La
limpieza y pulcritud de
la
boca y del
aliento,
han de usarse «lignáloe y almástiga, cortesas de
para
flores
de romero», mondando y fregando
cidra,
los dien-
«con coral molido, alum, clavos, canela y otras'especias, revuel-
y condidas con miel espumada». Con la misma exquisita pulcritud y
tas
*
atildamiento
cribe «las diversas fechuras de los cuchillos» y
necesarios
al
cortador, tales
como
las
enumera y des-
demás instrumentos
brocas ó tenedores, los pere-
CAPITULO IX ros y los
45
pan ganes », encomendando mucho que lodos
todien en una arqueta con cerradura, «poniendo en olores, así
como madera de
savina, é de ciprés, é
el
ellos se cus-
arca buenos
rama de romero
,
•porque toma del buen olor é suave».
«En
tanto que esto se fase, la vianda llega» (prosigue D. Enri-
Y
que).
aquí comienza un monstruoso catálogo de «aves, animalias
de cuatro
pescados, frutas y yerbas, que se
pies,
comen por man-
tenimiento é plaser de sus sabores», sin pasar en silencio otras chas y
muy
carne del orne para quitar
el
las
quebraduras
espanto é temor del corazón, carne de
tar la sarna, la la
que «se comen por melesina,
inauditas,
la
mucomo la
así
la
carne del tasugo viejo por
la
carne de milano por qui-
abubilla para agusar el entendimiento,
carne del caballo para faser orne esforzado,
la
carne del león para
ser el orne temido».
Allende de estas cosas simples hay «otras compuestas, ansí
empanadas, pasteles, quesos, albóndigas co adobado, nisas,
como
rellenas, el vientre del puer-
cabeza de puerco, tripas rellenas, morsillas, longa-
la
sopas doradas, fojaldres, panes de figos é otras muchas que
se cuentan
en
arte del cosinar.
el
obleas, letuarios, é tales cosas
engenio de
los epicurios falló é
Demás
que
la
desto, turrones mielgados,
curiosidat de los príncipes et
introduxo en uso de
las gentes».
Conducidos por D. Enrique, penetramos en este nuevo banquete el
modo, de
regias: «la cola puesta
en rueda,
de Trimalchión, aprendiendo peregrinas cosas sobre presentar
el
pavón en
con mantellina
las
al cuello,
mesas
de paño de oro de tercenel, en
armas del rey son pintadas»; sobre grandes; sobre
preparación de
la
el tajo del obispillo
las perdices,
que
el
de
las
las
aves
en que con extra-
ordinaria fruición se dilata; sobre los enciclopédicos manjares
que
llevaban los nombres de mirrauste, capirotada, pipotea, cabeza de turco,
figuras é maldades; y aun sobre refinamientos tan sibaríticos
y tan
fantásticos
y el
socarrar
la
como
«el sacar el tuétano
de carnero» y
el
gañivete pequeño las espinas quemadas, quede patente
dula ó nervio que pasa los ñudos,
Con
tostar
espina de trucha gruesa, de suerte que, quitadas «con
tales noticias
el
qual es de
no queda muy bien parada
la
la
mé-
comer sabroso». decantada sobrie-
dad de nuestros antepasados, pues no hemos de creer que D. En-
.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
46
estudioso, aunque de aficiones
hombre pobre y
rique,
un nuevo Apicio, sino que, por
en
la
corte de D. Juan
carnero y aun á
las
II
de
un tanto
un nuevo Vitelio ó
sensuales, fuese una excepción en su tiempo, el contrario,
debían de abundar
como él á las turmas de que ahora comúnmente llamamos
los aficionados
tierra,
trufas.
í
Se ha dicho que D. Enrique de
Villena, considerado
como
escri-
no tiene ninguna cualidad relevante, y carece enteramente de
Y
tor,
/
color
y de
nervio.
Verdad
gi nas
de otros
será, tratándose
de éste del Arte Cisorja, en
quc-salvo
el
libros;
pero no
afán de latinizar, hay pá-
des criptivas que, poreljjrimor y riquez a de los detalles, hon-
ran grandemente
la
lengua castellana del siglo xv. D. Enrique, que
en otras materias es un compilador indigesto y farragoso, resultó escritor
am eno y
Y
que voluptas.
pintoresco tratando de cocina: trahit sua quem-
por Fernán Pérez de
Guzmán sabemos que D. En-
rique comió mucho. Hasta la cómica gravedad c on que expone su doctrina,
como
si
se trat ase de la ciencia
m ás__axdna
El servicio
á
é uriportante,
y sabrosa la le ctura Hf i-an pere grino ibro.V^ más positivo que el de Villena parece haber prestado
hac&-d«leitable
l
la cultura nacional,
en medio de tantas lucubraciones absurdas y de hoy sea n inestimables)
frivolas (aunq ue para nuestra cur iosidad
fué traducir por jjrimer a vez al _c_aste llano el
de Dan¿e. La traducción de erran rn ériro
que antes
de
s er la
la
poema de
Virgilio
y
el
Eneida que tiene probablemente
el
,
más antigua pn ningun a lengu a vulgar puesto
sólo existían
(
compen dios, y D^_Enrique_sg^refiere
catalán y á otro italiano, que será, sin duda,
el titulado
á uno
Fatti tf Enea)
ha llegado á nosotros íntegraa_si_bien dividjda_en_ txes_distifttos_códices,
de Madrid, de Sevilla y de
París.
Fué comenzada, según
claración del autor, eru?8 de Septiembrejie
1
de-
427, y terminad a un
-a¿o y ¿oce_jdtas-dea pués, en IO de Octubre de 1428: celeridad
cier-
tamente inaudita, y que raya en lo maravilloso si damos crédito á todo lo que de sí propio nos refiere el traductor en la glosa 22:
«mayormente mezclándose en nos
como de
que durante á
ella
otras ocupaciones en este
tiempo
muchos
destorbos, assí de cami-
que
complía de entender
le
fiso la traslación
preces de Iñigo López de Mendoza, é
la
de
la
Comedia de Dante,
Rhetórica de Tulio míe-
CAPITULO IX
va
para algunos que en vulgar
(i)
47 querían aprender; é otras
la
obras menores de epístolas é arengas é proposiciones é principios
en
la
lengua Latina, de que fué rogado por diversas personas, to-
mando
esto por solas, en compensación del trabajo
da pasaba, trabajo de
por abtificar
é la
entonces, y después de Aragón, D.Juan
sando que de
Eneyda
la
dicha Eneyda,
bien instruido en
Navarra
la
la
avía
tomado
la
é fué
leer la
á Virgilio, confe-
doctrina para
ella, é fiso
movido
el
él
non era
dicho rey de
por su carta afincadamente á D. Enrique,
Eneyda-».
esta versión,
aun hecha con tanto atropellamiento, que
D. Enrique^gaxa su tiempo,
bastante
s abía
como ya
algQ_dg¿er humanista de profesión,
muy
Eney-
Rey de Navarra,
en romance, porque
la fallaría
si
lengua latina
á enviar desir
que trasladase Prueba
la
principal
que «fasiéndose
II,
Comedia de Dante, reparó en que alababa mucho
la
el
dicha Eneyda-».
Esta traducción fué emprendida á ruegos del
buscar
que en
entendimiento, é disponer
el
lat ín^^aunque
los había
en
distase Italia,
y
pronto iba á haberlos en España. Tradujo á libro abierto y sin
pararse en barras, valiéndose del primer códice que halló á mano,
y que seguramente no era muy bueno, pero por eso mismo es de maravillar que no sean todavía más frecuentes y mis groseros sus errores.
Lo
i
nsufrible en esta versión es el estilo, la
hueca é hincha-
d^_j^qs^_£oéUcaJ_Jlejia-jle_Jxansposiciones extravagantes y descoyuntaduras d e dicción,_ con que D. Enrique pretende remedar la
po mpa sonora de
la
del
metro jatino. Recuerda exactamente
rana ahuecando
el estilo resulte todavía
ductor
la infeliz
hacen_c aer á cada
.(i)
las
el
apólogo
buey. Para que
más a bigarrado y peda ntesco, tuvo el trael texto mismo una porción
momento de
Son
las
que
él
parecieron necesarias, y que le zancos en_ gue temerariamente
le
los
llama «expresiones subinttllcctas,
siquier imprícitas ó escuro-puestas,
ambas
al
¡dea de intercalaren
de paréntes is y aclaraciones que se había subido.
para remedar
los carrillos
Así se llamaba en
la
Edad Media
la
el
que
original
con
segund claramente verá
lenguas latina é vulgar sopiere é oviere Retórica
el
á Herewiio (tenida hoy por
obra anterior á Cicerón, y probablemente de Cornificio) para distinguirla de los dos libros De Inventione, que llamaban la Retórica Vieja.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
48
comparado. Esto
treslación
esta
meior entendido
é con
menos
porque sea más tractable é
fise
estudio é trabajo».
Pero D. Enrique no daba grande importancia traducción, con ser éste tan
y
útil
loable.
De
lo
trabajo dé su
al
que estaba
satisfe-
cho y enamorado, era de las pedantescas y enciclopédicas glosas con que la había abrumado, y que, aunque sean de todo punto inpara
útiles
del texto virgiliano, son de gran impor-
la inteligencia
tancia para el conocimiento de las ideas
y educación
p. Enrique, de su erudición caudalosa y
varia, sin duda,
científica
de
pero tan
confusa, tan destartalada, tan desprovist a de espí ritu crítico y aun \
de bu en
A
ses o.
pesar de
mucho que D. Enrique encarece
lo
y que rechacen como una mala
sas,
ó los copistas no
más
á los futuros co-
de su Eneida que por ningún caso dejen de trasladar
pistas
obedecieron, ó
le
creíble) se cansó
las glo-
tentación el prescindir de ellas,
mismo D. Enrique
el
(y esto es
de glosar y de amontonar fárrago, puesto que
gloaas_cpjaoxida¿ recaen únicamente sobre los tres^priniexGs
las
ühro g Todas, ó alguna parte de texto, considerándolas, sin duda,
sas cuestiones,
y
así están
ellas, se
copiaron aparte y
como un centón ó
silva
sin el
de diver-
en un códice del cabildo de Toledo y en
otro que yo poseo.
De
lajtraducción d e
que
el
Eneida
(i).
En cuanto
Infierno, contenida
larga glosa
la
Divin a Comedia nada sabemos fuera de
mismo D. Enrique da en
noticia
á la traducción
la
ya transcr it a glos a de
la
la
anónima del primer canto~3el
en un códice escurialense, acompañada de una
y de algunas observaciones
muy
curiosas sobre la escri-
tura y pronunciación de la lengua italiana, nos inclinamos á creer,
con
el Sr.
Amador de
que
los Ríos,
ni
por
el estilo,
que no
es el
bien conocido y característico de D. Enrique en su segunda mane-
por
ra; ni
tro
la
toria á
por
italiana; ni
Consérvase hoy mes de Octubre de
esta versión 1427.
1,
pág. 269 y
sigs.) (A.
de
la
(Véase á M.
pagnole de la Divine Comedie, en 1899;
ausencia de todo proemio ó dedica-
la
D. Iñigo López de Mendoza, á preces del cual se hizo
(1)
del
que parece de un pedagogo ó maes-
índole del trabajo,
de lengua
B.)
el
la tra-
Divina Comedia, terminada antes Schiff:
La
premiere traduciion
es-
Homenaje á Mene'ndez y Pelayo; Madrid,
CAPITULO IX ducción del de Villena, según
él
49
propio declara;
finalmente, por
ni,
circunstancia de no pasar del primer canto, desistiendo
la
tor formalmente de su
con
empresa
versión de D. Enrique, que
la
traduc-
el
terminarle, puede identificarse
al
hubo de
ser completa, tuviese
glosas ó no. Ni parece nada inverisímil que de libro tan famoso
divulgado
como
el
especie de breviario traducciones,
y
de Dante, que era por entonces en España una
como
lo
poético, se hiciesen simultáneamente varias
prueba
es precisamente de este
catalana de
la
Andreu Febrer, que
mismo año de I428.
D. Enrique de Villena hizo versos, sin duda, pero no creemos
que fuese
muy
fecundo
ni
¿cómo
se explicaría el raro
tantas
y tan
muy
aplaudido poeta.
De
diversas obras en prosa,
y no conservarse un
tanta medianía, sino á tanto poetastro
y coplero
franca hospitalidad? Porque recurrir aquí
al
los libros,
me
II,
no ya á
insulso dieron
expediente de
parece absurdo. Ni D. Juan
él
sólo ver-
so suyo en los innumerables cancioneros del siglo xv, que
de
modo,
otro
fenómeno de habernos quedado de
trovador
la él
quema mismo
y grandísimo protector de la gaya ciencia, ni hombre tan culto como Fr. Lope Barrientos hubieran entregado á las llamas obras inofensivas y puramente poéticas, que eran las que más se apreciaban en aquella época. Lo más verisímil es que D. Enrique de Villena no hizo versos más que en su juventud, y éstos quizá en catalán más bien que en castellano, y luego abandonó definitivamente poesía para dedicarse á otras erudiciones. Sólo así se explica su total ausencia del
En cuanto la
Biblioteca
este
las
Fazañas de
en
Breóles, insertas
que de sus propias obras formó D. José Pellicer de Salas
y Tobar, basta siglo xvii,
pobladísimo parnaso de los Cancioneros.
á las dos coplas de
leerlas para ver
en
ellas la
probablemente del mismo
mano de un
Pellicer, bien
falsario del
abonado para
género de fazañas.
Pero
si
no hay versos de D. Enrique, tenemos á
lo
menos
los
curiosísimo s fragmentos de la_P_oética ó Arte de Trovar, que dirigió J.
D. Iñigo López de Mendoza, en 1433, salvados por^Táyahs en sus
Orígenes de la lengua española. La pérdida del libro entero será para
siem pre lamentable. Al pare cer, todavía existía en
poseyó
el
el siglo
gran D. Francisco de Quevedo, que se refiere á
MkNÉNDEZ Y Pelato.— Poesía
castellana. II.
xvn, él 4
y
le
en su
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
50
prólogo á
las
Poesías de Fr. Luis de León.
tenemos no bastan para adivinar pero
sí
el
L as
reliquias
para determinar su genuino carácter de imitación de
poéticas provenzales y catalanas, que comienzan en
de Besalú, y de
preceptista, D.
interesante
Enrique es un eco
en que se describe
celona,
y
las
Vidal
el
Considerado como
(i).
Lo más
del Consistorio de_Tolosa.
que esos fragmentos contienen
citado,
Ramón
hace D. Enrique una especie de enume-
las cuales
ración no exenta de errores cronológicos
y
que hoy
plan y contenido del tratado,
..es^eLlrozoJaistóriG©- ya
aparato de las justas. poéticas de Bar-
ciertas curiosísimas observaciones sobre la pronunciación
escritura
de
las letras,
importantes por
fenorneoos fonéticos de
los
que nos dan testimonio, y doblemente venerables por ser, sin duda, el primer ensayo de una prosodia y de una ortografía castellanas. /\
aprendemos, verbigracia, que
Allí tes
apretados sisilando; que la
c,
la c
se pronunciaba con los dien-
puesta entre vocales, se consideraba
como de agro son, y que por templarla la sustituían cor. una /, pronunciándola como c con muelle son; que la h se aspiraba fuertemente (facía aspiración abundosa) en era
muda en
en principio de dicción «retraía
y
la
nombres propios cuando
los
otras curiosidades por el
no nos dan toda
la luz
el
son de
oquedad del paladar, pero precedía una
la s,
pero
le facía
c;
que
más
la
x
lleno»;
mismo orden, aunque desgraciadamente
que quisiéramos, por
lo
incompleto de estos
fragmentos y por las libertades que seguramente se permitió Mayans al imprimirlos. Así y todo, cada letra de este pequeño retazo merece ser pesada
(i)
y considerada atentamente.
Los autores que
cita,
además de Ramón
Vidal, son: Jofre
/>Berenguer de Troya, Guillermo Vedel de Mallorca
y Fr.
Ramón
de Foxá,
Cornet.
CAPITULO X [fernán pérez de guzmán.
— su
vida y sus aficiones literarias.
— sus
NO LE PERTENECE LA «CRÓNICA DE PON JUAN II». LAS «GENERACIONES Y SEMBLANZAS». POESÍAS DE PÉREZ DE GUZMÁN. LAS «LOORES DE LOS CLAROS VARONES DE ESPAÑA»] SU VOCACIÓN HISTÓRICA.
OBRAS.
—
Personaje de otra cuenta que D. Enrique de Villena en
de
las letras españolas es el
mán,
el
la historia
señor de Batres, Fernán Pérez de Guz-
cual reclama la atención de
la crítica
bajo
el triple
de historiador, moralista y poeta. Este último aspecto ahora más directamente nos atañe; pero rarle
de
los
como
dos primeros, puesto que su poesía no es más que una
algo hay que decir de su persona y de
y
que
es imposible sepa-
forma inferior de su doctrina moral y de su experiencia de
ideas
carácter
es el
la
la vida,
dirección general de sus
estudios.
Sobrino del Canciller Avala y
hereda Fernán Pérez de
y
siglo xiv,
de guerra,
las
Guzmán
transmite íntegras
político sagaz
al
tío
del
las
Marqués de
tradiciones
Santillana,
xv. Moralista, cronista,
y desengañado, amante de
del
didácticas
la
hombre
antigüedad y
prosista de tendencias clásicas, los principales rasgos de la fisonomía
de Ayala reaparecen en también
al
tiempos eran diversos y espíritu doctrinal
posición directa á tistas,
la
suya. El fondo de su poesía es idéntico
fondo ético de El Rimado de Palacio; pero
no intenta
los recursos del arte
de Fernán Pérez, aun prefiriendo la
la
la
los
la
el
forma de ex-
forma alegórica en que se complacían
los
dan-
renovación, ya imposible, del metro
cedimientos. del mestcr de clerecía, y sigue,
y severo,
como
habían cambiado,
las corrientes
de
la
literatura
y los proaunque con rumbo grave
de su tiempo, formulando
enseñanza moral en composiciones relativamente breves y bas-
tante
líricas, á lo
menos en
sus formas métricas.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
52
De
poeta tenía realmente poco, aunque de su sangre había de
nacer uno tan grande
como
Garcilaso de
austera del moralista,
el fin
inmediato de sus predicaciones,
Vega. La preocupación
la
notonía de los lugares comunes en que se explaya, con
propio de aquellos tiempos, en que
las
el
el
manto de Séneca ó de Boecio, cortan
que tampoco parece haber sido
tasía,
hacen en extremo árida las cuales,
no obstante,
muy
viva ni
muy
luminosa,
pueden entresacar de vez en cuando
zos notables por la energía sentenciosa de la expresión,
por
la
amenidad y
los
los
grandes prosistas del
primeros analistas y observadores de
que, mediante esta observación, renovaron
pasar del estado de crónica
mente ha tenido en
y de
tro-
ya que
no-
floridez del lenguaje.
Fué, en desquite, uno de de
y prote-
las alas á su fan-
lectura seguida de sus obras poéticas,
la
se
mo-
mayores vulgaridades pare-
cían profundos conceptos, siempre que viniesen cubiertas
gidas por
la
candor
los
al
la
siglo xv,
y uno
naturaleza moral,
haciéndola
la historia,
de estudio psicológico que principal-
tiempos modernos. La verdadera gloria del
señor de Batres en esto consiste, y bien ha podido decirse del pe-
queño volumen de sus Generaciones y Semblanzas, no menos que de los Claros
Varones de su imitador y émulo Hernando del Pulgar,
que enseñan á conocer á historias juntas.
En
los
hombres más que
casi todas nuestras
esos retratos tan breves, de corte tan moderno,
compuestos con tanta habilidad y con tan disimulado
artificio, sin
omitir ni rasgo fisionómico ni cualidad moral relevante en naje,
pero sin que aparezca demasiado á
agruparlos para viosa, tan
el efecto;
las claras el
en esa prosa tan
rígidamente ceñida
al
viril,
un arte nuevo. Merced á
la
Juan
II
tan sobria, tan ner-
empapada de
de vida, Fernán Pérez es no solamente un iniciador de
perso-
asunto, tan remota de todo vesti-
gio de pedantería y de mala retórica, tan
jor la corte de D.
el
propósito de
él
y
clásico, sino
á Pulgar,
ó de D. Enrique IV, que
realidad
y
poderoso
conocemos mela
de Felipe
V
ó
de Carlos IV, que son de ayer y que casi tocamos con la mano. La vida de Fernán Pérez de Guzmán le había preparado admira-
blemente para este dole primero
go en
al
oficio
de pintar y juzgar á los hombres, llevánbatalla y al Consejo, y encerrándole lue-
campo de
el filosófico retiro
de su señorío de Batres. Conoció, y no de
CAPITULO X oídas, el tumulto de
la
acción y
la
53
supo esquivarle á
lucha; pero
tiempo, domar los impulsos de la ambición y aun del justo encono, perfeccionar y ennoblecer su naturaleza moral, y lograr en vida
lar-
guísima sosiego de ánimo y desinterés bastante para ser espectador
y juez, no indiferente y desdeñoso, sino sereno y aun caritativo, como cumple á quien va á dar testimonio perenne de los actos de una generación entera. Hijo de Pedro Suárez de
Guzmán y de Doña
llamado por su nacimiento á
las
más
embajador en Aragón en tiempo deD. Enrique los mejores auspicios su carrera política,
el
guera.
En
la
ria,
ello,
tuvo
el
pronto,
batalla de la Hi-
Guzmán
había hecho
Hita; pero, lejos de obtener
merced alguna
disgusto de ver que otro quería apropiarse su glo-
suscitándose en presencia del rey un fuerte altercado, de resul-
tas del cual
Fernán Pérez de Guzmán
tonces en disfavor con D. Juan
que sobre
la fidelidad del
parentesco con los
la
vida á Pero Meléndez de Valdés, capitán de la
mesnada del señor de por
muy
afiliarse
por su proceder después de
aquella jornada, Fernán Pérez de
proezas salvando
Estado,
comenzaba con
Condestable D. Alvaro
de Luna, entre cuyos adversarios hubo de él
III,
cuando súbitamente vino
á entorpecerla su enemistad declarada con
descontento con
Elvira de Ayala,
altas funciones del
el
II.
fué preso, y quedó desde enAñadiéndose á esto las sospechas
señor de Batres hacía pesar su cercano
arzobispo de Toledo D. Gutierre Gómez, uno de
más arrojados y temibles partidarios de los infantes de Aragón, más peligrosa y difícil la posición de Fer-
fué haciéndose cada día
nán Pérez en aquella corte, donde sólo reinaban, según cia
de alcanzar
falsos
é ganar, engaños, malicias,
«cobdi-
él,
poca verdad,
cautelas,
sacramentos é contratos, é otras muchas é diversas astucias é
malas artes».
Y
como
á estos desengaños se juntasen la indepen-
dencia nativa y algo áspera del genio de Fernán Pérez, sus inclinaciones estudiosas, su rectitud moral intachable
desde
muy
y
la
tendencia que
joven había mostrado (como por sus más antiguas poe-
sías aparece) á la
desprecio de
las
meditación
vanidades de
humanos y
al
nadie puede admirarse de
la
filosófica la vida,
de
los casos
resolución que formó, en edad todavía robusta para siglo (á los cincuenta
y
seis años),
de
hombre de aquel
retirarse á su señorío
de Ba-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
54 tres,
de donde apenas volvió á
salir
se prolongó hasta los ochenta
durante
el resto
años, según
y dos
de su vida, que la
opinión más
probable.
Ciertamente que aquel largo retiro no fué desaprovechado,
ni
para
mejora del espíritu de Fernán Pérez, que entonces se labró y
acri-
soló con el trato familiar de los principales moralistas clásicos
y de
la
más egregios doctores de
los
patrias, serie
que debieron á este
al
como
no todos de
tampoco para
más voluntario que
de libros en prosa y verso, morales é
originales,
ción,
la Iglesia, ni
ocio,
las letras
forzado, una
históricos, traducidos
y
igual precio, pero todos dignos de considera-
mismo
inspirados por un
nobilísimo pensamiento, que
principio se encierra en los límites de
la
moral humana y
si
filosó-
el mismo humano trasciende». cada vez más serenas y lu-
acaba por tomar un tinte ascético, pasando (como
fica,
autor dice) «á lo divino é devoto que á todo lo
En
esta ascensión gradual á regiones
minosas, tuvo constantemente Fernán Pérez
el
aquél á quien llamaba su Séneca, llamándose á
aquél de cuyos labios manaban,
como de
apoyo y consejo de sí
propio Lucilo; de
fuente perenne,
«La moral sabiduría,
Las leyes y los decretos, Los naturales secretos Del
alta philosophía,
La sacra
theología,
La dulce arte oratoria, Toda veríssima historia, Toda sotil poesía»; del
que aun después de muerto tuvo
la
virtud de inspirarle sus
jores versos: «La yedra so cuyas ramas
Yo
tanto
me
delectava;
El laurel que aquellas flamas
Ardientes del sol temprava,
A
cuya sombra yo estava;
La fontana
Donde yo
De
clara
la
y
fría
gran sed mía
preguntar
saclava...
¡Oh severa y cruel muerte!
me-
CAPITULO X
En una
Secaste todo
vergel,
el
Tornando en amarga El dulzor de
Era, en suma,
55
escura mañana
hiél
fontana».
la
obispo de Burgos, D. Alonso de Cartagena,
el
maestro y consultor del señor de Batres, que parece haber sostenido con
él
larga correspondencia, ascética, filosófica
las consultas
de Fernán Pérez respondía á veces
verso en lengua latina, que
él
modestamente
ticamente compuesta'»; pero todavía con
dole con espada et manto,
armada
cavallería
la
paración que en
el
literaria.
de «flaca é rús-
suelen ofrescerse los cavalleros de
obispo bien revela el
A
frecuencia, «acorrién-
á sus amigos á quien quieren valer»
de Caballeros), prefería
mos
como
califica
más
y
docto judío con-
el
empleo de
la
al
(com-
compilador del Doctrinal
lengua vulgar «que llama-
porque en
materna, syn mixtura de eloquentes palabras
lugar de sciencia sirva lo llano con buena é sana intención explicado,
en lugar de eloqüencia, venga á servir
et
manera de
fablar é sea
la cotidiana et
En
benignamente aceptada».
mance, pues, «en que fablan asy cavalleros como ornes de asy scientificos
como
más importante de
el
los
que poco ó nada sabemos»
está
pie, et
compuesto
que Cartagena escribió para
los tratados
ins-
llamado Oracional de Fernand Peres, que
trucción de su amigo,
el
es respuesta á ciertas
dudas y cuestiones que
le
y devota oración. Pero aunque en este manual piadoso mostrase
sobre
común
nuestro ro-
había propuesto
la fiel
cierto
empeño
el
y piadoso obispo de Burgos en esquivar «aquel estilo de fablar antiguo, gentil et pagano», prefiriendo «la suave et sana elosabio
qüencia de los sanctos doctores» triunfaban en
fielmente
de
le
él
,
todavía en
seguía su Lucilo, que pasó
las Epístolas del filósofo
del latín (que
más de un
pasaje
sus arraigadas aficiones senequistas, en las cuales al
castellano una gran parte
de Córdoba, aunque no directamente
nunca parece haber dominado por completo, á
lo
me-
nos en los textos clásicos), sino de una versión toscana de Ricardo
Pedro, ciudadano de Florencia.
más ó menos el
Y
no sólo con versiones propias,
afortunadas, contribuía
pensamiento de
la
antigüedad
el
señor de Batres á difundir
clásica, sino
también promoviendo
56
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
y patrocinando
otras,
como
la
que de
hizo, á ruego et afincamiento suyo, su
Vasco de Guzmán, que de
tes castellanos
la
duda,
es, sin
y de
Catilinaria
dejaron de influir en
la
las
dos Historias de Salustio
primo
el
arcediano de Toledo,
más antiguo de
el
los intérpre-
Yttgnrtkina, libros que no
la
prosa histórica de Fernán Pérez.
Consecuencia de estas aficiones y estudios en
los moralistas é
historiadores latinos, fué aquella especie de ramillete de sentencias
que con de
el título
Guzmán
por
sí
(i),
de Floresta de
los
Philósophos compiló Fernán Pérez
extractando gran parte de
los libros
de Séneca (que
y añadiendo otros apo-
sólo se lleva la mitad del volumen),
tegmas y máximas provechosas tomadas de
Quinto Curcio,
Salustio,
Cicerón, Boecio, San Bernardo, y del Tesoro de Brunetto Latini.
Pero estos centones, tan del gusto de sen salvado á Fernán Pérez de
Guzmán
la
Edad Media, no
del olvido en
hubie-
que yace toda
esta insípida,
aunque bien intencionada,
literatura
sentencias,
una profunda é
vocación histórica no
si
hubiese hecho pasar de
irresistible
de aforismos y
abstracción de los lugares
la fría
éticos á la contemplación directa
y personal de
la vida.
A
le
comunes ella lle-
vaba, además de una gran perspicacia y una experiencia no leve de los altibajos
libre
y vaivenes de
fortuna,
la
un
espíritu recto,
de preocupaciones, en cuanto puede estarlo
poráneo. Era, sobre todo, celosísimo de searla á sabiendas
como
la
el
honrado y
de un contem-
verdad, é incapaz de
los cronistas asalariados,
fal-
que no dejaban de
abundar en su tiempo. Sus ideas sobre este punto están bellamente expuestas en
el
prólogo de
veces acaesce que
las
Generaciones y semblanzas: «Muchas
las
coránicas é historias que fablan de los podero-
sos reyes é notables príncipes é grandes cibdades, son ávidas por
sospechosas é inciertas, é
les es
dada poca
fe
é autoridad: lo qual,
entre otras causas, acaece é viene por dos. La primera, porque
gunos que se entremeten de escrebir
hombres de poca vergüenza;
é
más
é notar las antigüedades,
les
al-
son
place relatar cosas extrañas
é maravillosas, que verdaderas é ciertas, creyendo que no será ávida
por notable
de
la historia
creer; ansí
(1)
Véase
la
que no contare cosas
muy
grandes y graves fe... Si, por
que sean más dignas de maravilla que de
Rroue Hispanique,
xi, 5. (A. B.)
CAPITULO X
57
un contrato de pequeña cuantía de moneda, merece
falsar
bano gran pena, ¿cuánto más
el
coronista que
el
los notables
falsifica
é memorables hechos, dando fama y renombre á los que no recieron, é tirándola á los
los quales
linaje,
ovo muchos que más
porque su fama é nombre quedase claro é glorioso en
que por
la utilidad
que grande
fuese;
yere, que ovo tables el
é provecho
y
que de
ello se le
título
las historias,
ansi lo hallará quien las historias
ni
hicieron
lo hicieron
podría seguir, aun-
muchos príncipes romanos que de
hechos no demandaron premio,
renombre ó
me-
é servicio de
y expensas de sus haciendas, en defensión de su ley
De
lo
que con grandes peligros de sus personas
su rey, é auctoridad de su república é honor de su notables hechos?
escri-
romanas
le-
sus grandes é no-
galardón, ni riquezas, salvo
de aquella provincia que vencían é conquista-
como tres Cipfones é dos Mételos, é otros muchos. Pues como estos que non querían sino fama, la cual se conserva é
ban, ansí tales
guarda en
las letras,
si
estas letras son mentirosas
y
falsas
¿qué
aprovechó á aquellos nobles é valientes hombres todo su trabajo, pues quedaron frustrados é vacíos de su buen deseo, y privados del fin de sus merecimientos, que es la fama?... Pues la buena fama, cuanto
al
mundo,
es
verdadero premio é galardón de los que viven
y virtuosamente por
ella trabajan; si esta
fama
demás trabaxan
é mentirosa, en vano é por
se escribe corrupta
los magníficos
reyes é
y en ser justicieros é libehace más nobles é dignos de
príncipes en hacer guerras é conquistas,
y clementes, que por ventura los fama y gloria que las victorias é conquistas; ansimismo los valientes é virtuosos caballeros que todo su estudio es exercitarse en leal-
rales
tad de sus reyes, en defensión de
la patria
é
buena amistad de sus
amigos, é para esto non dubdan los gastos ni temen las muertes; é otrosí los grandes sabios
ordenan é componen para acrecentar
la fe
y
letrados,
que con gran cura é diligencia
libros, ansí para
impunar
los herejes,
en los cristianos, é para exercitar
como
la justicia,
é
dan buenas doctrinas morales: todos estos ¿qué fruto reportarían de tantos trabaxos, haciendo tan virtuosos autos y tan república, si la fama fuese á ellos negada y atribuida á gentes, á los inútiles y viles, según toriadores,
mas
trufadores?»
el
útiles á la
los negli-
alvedrío de los tales, no his-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
58
Grandes novedades se encerraban en estas palabras, no tanto por lo
que toca
al
concepto mismo de
la
veracidad de
la historia, el cual
teóricamente no ha sido impugnado por nadie, aunque tantos historiadores distan de serle
Fernán Pérez fama y de
le
fieles;
enteramente moderna que
de
no ya sólo á
historia,
ros
el
los
«.los
diligencia ordenan
primera vez
el
grante de
Pérez de
pendiar en verso
fué
fiel
Guzmán Juan
II,
se
una de
atribución,
Era declarar por
á formar parte inte-
y veremos que por su parte Fernán cuando intentó com-
de España.
ha venido atribuyendo á Fernán Pérez de
más copiosas y
las
libros-».
redacción ú ordenación de
la definitiva
sujeto
á este principio, hasta
la historia
Por mucho tiempo
atención
grandes sabios y letrados que con
¿componen
la historia literaria
general,
la historia
Guzmán
la
como
grandes capitanes, esforzados caballe-
gran cura é
derecho de
y por
señor de Batres concede
reyes prudentes, sino á
y
la
(que parece bebida en los preámbulos de Sa-
la gloria
historiador predilecto de Fernán Pérez)
lustio,
que
sino por las razones morales en
apoya, y sobre todo por esa noción clásica de
que descansaba
sólo en
Crónica de
la
Don
cabales que tenemos. Pero
tal
dicho del primer editor de
el
la
Crónica, Lorenzo Galíndez de Carvajal (15 17), es de todo punto insostenible conocido el prólogo de las Generaciones, en que
de Batres, ya de edad avanzadísima (era por lejos
non
los sucesos
sabría, et
mado de la
el
señor
años de 1455 6 56),
de manifestar propósito alguno de escribir en forma y manera
de crónica se
los
si
como
los fechos
sospecha de que
hubiese dicho
la
de su tiempo, declaraba que «aunque quisies-
sopiesse non estava ansy instruydo nin enfor-
y aun insinuaba
era necesario á tal acto»,
el cronista oficial,
cuyo trabajo
él
verdad en toda su pureza, «segunt
que en este tiempo hay». Quizá eran excesivos nán Pérez, puesto que
la
Crónica de D.
los
no conocía, no las
ambiciones
temores de Fer-
Juan II resultó un
libro
por
todo extremo fidedigno, cuyo testimonio en nada esencial contradice á lo que resulta de los literarias, tales
llas
y
negar
como
las
documentos diplomáticos y de
mismas Generaciones,
el
las fuentes
Seguro de Tordesi-
la
Crónica de D. Alvaro de Luna. Pero aunque no se pueda
al
cronista, ó
más bien
á los diversos cronistas
compilación intervinieron (siendo
el
que en esta
más antiguo Alvar García de
CAPITULO X
Santa María sólo
juicio,
que historió
,
primeros años del reinado), no
los trece
lauro de la veracidad, sino
el
59
de
el
la
y buen
discreción, orden
todo lector de gusto echará de menos en esta Crónica, obra
de tantas manos y tantas veces retocada y refundida hasta llegar al modernizado texto de Galíndez, aquel carácter eminentemente per-
y de estilo, aquel cuño que tanto avalora y realza la prosa histórica de Fernán Pérez de Guzmán. La Crónica de D. Juan II es un libro bien
sonal, aquella originalidad de pensamiento
nuevo de
escrito, tiva;
la frase
con claridad y llaneza, y aun con cierta animación narra-
pero nada hay en
como
él
que indique
mano de un
la
vigoroso autor de
sin disputa lo era el
las
aquella manera suya, cruda y rápida, penetrante parte, ¡qué diferencia entre
adulatorio, pero
y
el
sí
complaciente y
y
oficial
que en
la
Crónica domina,
inexorable y justiciero espíritu de las Generaciones
zas! ¡Cuánto dista idealizado,
D. Juan
el
II
de
de aquel otro D. Juan
terrible profundidad le diseca
por decir de
él
que
ni
y
Semblan-
Crónica, tan simpáticamente
la II,
remiso y extrañamente enajenado de
Por otra
severa.
no ciertamente mendaz ni
espíritu,
el
escritor genial,
Semblanzas, en
la
pusilánime, flaco,
voltario,
voluntad propia, según con
y anatomiza Fernán Pérez, acabando la muerte del Condesta-
antes ni después de
ble «hizo auto alguno de virtud
y
fortaleza en
que mostrase ser
hombre!»
Hay, pues, que separar del catálogo de Crónica de D.
Juan
II,
autor ni á leer siquiera, y excluir también ción de dichos
las
obras de
que probablemente no
y hechos memorables que
la
Guzmán
la
llegó su supuesto
muy
curiosa recopila-
de Valerio
lleva el título
de las historias escolásticas, y es conocidamente obra de Diego Rodrí-
guez de Almela, familiar y discípulo de D. Alonso de Cartagena.
Lo que realmente pertenece
al
señor de Batres, es otra compila-
ción histórica, en parte traducida, en parte original, que con
de
Mar
(1)
de Historias
Véase
la
(i) se
imprimió en Valladolid en
edición publicada en
la
1
el título
5 12.
Revue Hispanique (xxvm, 442 y
Tres sigs,);
R. Foulché-Delbosc: Elude bibliographique sur Fernán Pérez de Guzmán (Revue Hisp., xvi, 26 y
sigs.);
neros (en las Transactions
lumen xv,
y H. R. Lang: Communications
from Spauish
of the Connecticut Academy of Arts and
Julio de 1909). (A. B.)
Cancio-
Sciences,
vo-
6o
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
partes
componen:
la
vidas, é
de
primera trata «de
la
emperadores, é de sus
los
segunda, «de los
los príncipes gentiles é católicos»; la
sanctos é sabios é de sus vidas é de los libros que ficieron»;
la ter-
cera, finalmente, son «las semblanzas y obras de los excelentes reyes
de España D. Enrique
é
III
D. Juan
dos é notables caballeros que en
los
y de los venerables prela-
el II,
tiempos destos nobles reyes fue-
ron». Esta tercera parte, única original del libro, es
de Generaciones y Semblanzas desglosó
tulo
añadirla á su edición de
la
II,
del
Mar
solo,
el tí-
habiendo corrido
desde entonces como libro independiente. Lo es en
ha ganado con campear
que con
doctor Galíndez, para
Juan
Crónica de D.
la
el
rigor,
en vez de yacer perdido en
y mucho el
fárrago
de Historias, entre las hazañas de Alejandro Magno,
Sila,
César, Octaviano, Carlomagno, Godofredo de Bullón, y las fabulo-
Rey Artús y
sas aventuras del
las cuales manifiesta, sin
los caballeros del
Santo Grial, sobre
embargo, nuestro autor, alguna sospecha:
«cuanto quier que esta historia sea delectable de leer é dulce, em-
pero por muchas cosas extrañas que en ser dada poca fe».
del
Mar
La
cuentan, asaz devele
ella se
fuente principal de estas dos primeras partes
de Historias parece haber sido
el
Mare Histotiarnm de
Giovanni de Colonna, ó más bien alguna compilación francesa deri-
vada de sin
él.
Lo
duda de ,
llante,
que
el estilo,
mejor del
caudaloso y bri-
sobre todo en
magno, que
Guzmán es muy animado,
único que pertenece á
lo
cita
y
las
siglo xv,
es,
descripciones y en los retratos. El de Carlo-
elogia
muy
encarecidamente Amador, es mera
(i), y de seguro no tomado directaMagni, sino de la misma compilación latina
transcripción del de Eginhardo
mente de
6
la
Vita Karoli
francesa que sirvió de fondo á todo
el
Mar
de Historias, excepto
su última parte.
Esta no sólo es original,
mera
galería biográfica
que
como dicho queda, las literaturas
sino
que fué
ner á los grandes modelos que en esta línea nos dejó tigüedad. ni
Y
sin
¡a pri-
modernas pudieron opo-
embargo, no hay imitación
la clásica
directa, ni
an-
de Plutarco
de Suetonio, ni de otro alguno; más bien recuerda Fernán Pérez
en algunos rasgos
(i)
Puymaigre
la
fué el
manera seca y
rígida de Salustio, á quien tenía
primero que hizo esta observación.
1
CAPÍTULO X
muy
como
estudiado, así
6
en otros adivina la amarga profundidad
de Tácito, á quien no podía conocer. Pero no necesitaba modelos ni inspiración ajena
escalpelo hasta
quien trabajaba sobre
carne viva y hundía
la
el
fondo del alma de sus contemporáneos, con una
el
especie de poder adivinatorio sólo concedido á los grandes mora-
y á los grandes historiadores. Todo
listas
serva para nosotros
de
llama de
la
las relaciones entre lo tísico
y en
vinó,
flaquezas,
sus cuadros vive
el
y
lo
el
Nadie
le
estilo tocó,
enseñó
la
con-
teoría
moral, pero su instinto las adi-
hombre
entero, con sus dolencias
con su austeridad ó con sus
nuestros ojos D. Enrique
que su
lo
la vida.
y
Así van desfilando á
vicios.
Doliente, dañada la complexión y afeado
semblante de muchas y graves enfermedades: «muy grave de ver é de muy áspera conversación, ansí que la mayor parte del tiempo el
estaba solo é malenconioso»
«muy fermoso de
muy
católico
;
su hermano
el infante
gesto, sosegado é benigno,
y devoto
cristiano: la habla
de Antequera,
casto et honesto,
vagarosa é floxa, é aun en
todos sus autos era tardío é vagaroso: tanto paciente é sofrido, que parecía que no avía en
él
turbación de saña
ni
de
ira»; el
buen Con-
destable Ruiz López Dávalos «venido de pequeño estado:
de buen cuerpo
é
de buen gesto,
gable conversación: rras: asaz
atentada:
muy
el
la
como en
gue-
mundo no
el
no fué franco, y apiádale mucho
oir astrólo-
Maestre de Calatrava D. Gonzalo Núñez de Guzmán «mu-
cho disoluto acerca de mujeres, hombre de corto de razones, el
las
razón breve é corta, pero buena é
sofrido é sin sospecha, mas,
sin tacha,
hombre
alegre é gracioso é de ami-
esforzado y de gran trabaxo en
cuerdo é discreto:
hay hombre gos»;
muy
muy
muy
alegre é de gran
muy
grandes fuerzas,
compañía con
los suyos»;
Conde de Xiebla D. Juan Alonso de Guzmán «mucho acogedor
de los buenos, no entrometido en
las cortes ni
reyes: tanto llano é igual á todos, que
mucho amado de pués del Señorío
la
en
los palacios
gente común: en Sevilla y en su
real,
de
amenguaba su estado en
no conocían á otro sino á
Santiago D. Lorenzo Suárez de Figueroa,
«muy
él»; el
tierra,
los
ello:
des-
Maestre de
callado,
de pocas
palabras, pero de buen seso é buen entendimiento, é de gran regi-
miento é regla en su casa é hacienda: de su esfuerzo nunca
que en
las
oí,
salvo
guerras era diligente é de buena ordenanza, lo qual no
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
62
podía ser esfuerzo»;
el
Gran Canciller Ayala, cuya semblanza cono-
y menguado D. Enrique de Villena «pequeño de cuerpo é grueso, el rostro blanco é colorado: comió mucho y era muy inclinado al amor de las mujeres: algunos, burlándose
cemos
de
él,
ya; el sabio
decían que sabía
y remoto
mucho
á los negocios del
é hacienda tanto inhábile é
«de tan
é alto ingenio,
sotil
del cielo é
mundo, y inepto, que
poco de
al
era gran maravilla», pero
que ligeramente aprendía cualquier
ciencia ó arte á que se daba: ansí que bien parescía natura»;
reina
la
Doña
ajeno
la tierra:
regimiento de su casa
que
lo
había á
Catalina de Lancaster, inglesa grande de
cuerpo, blanca y colorada, nada sobria
y finalmente paralítica; el «amó mucho á sus
arzobispo de Toledo D. Sancho de Rojas, que parientes»;
el
Adelantado mayor de
Castilla
Gómez Manrique, hom-
bre de grandes narices, cetrino y calvo, que había sido moro y contaba portentosas historias del tiempo en que anduvo perdido en
Granada;
de
la
el
engreído advenedizo Fernán Alonso de Robles, favorito
Reina Doñi Catalina, «hombre de escuro é baxo
diana altura, espeso de cuerpo,
el
linaje,
color del gesto cetrino,
de me-
nado á aspereza ción: los
muy
é malicia
más que
viso
el
turbado é corto, asaz bien razonado y de gran ingenio, pero
incli-
á nobleza ni dulzura de condi-
osado é presuntuoso á mandar, que es propio vicio de
hombres baxos, cuando alcanzan
estado,
que no
se saben tener
dentro de límites é términos».
Lo mismo que Saint-Simón, con quien
algún crítico francés
comparado, Fernán Pérez de Guzmán tenía en bia patricia
y
el orgullo
de
raza, y,
alto
siempre que hiere esta
«No pequeña confusión para Castilla mismo Robles) que los grandes, prelados
sulta elocuente:
tando del
grado
utilidad é
le
ha
sober-
fibra, re-
(escribe traé caballeros,
cuyos antecesores á magníficos é nobles Reyes pusieron
pachando sus desordenadas voluntades con buena
la
freno,
em-
é justa osadía por
provecho del reyno é por guarda de sus libertades, que á
un hombre de tan baxa condición como
éste así se sometiesen.
Y
aun por mayor reprehensión é increpación dellos digo que no sólo á este simple hombre, mas á una liviana é pobre mujer, ansí
Leonor López,
é á
como
un pequeño é raez hombre, Hernán López de
Saldaña, ansí se sometían é inclinaban, que otro tiempo á un señor
CAPÍTULO X
de Lara ó de Vizcaya non
lo
63
hacían ansí los pasados. Por causa de
brevedad no se expresan aquí muchas maneras é palabras desdeñosas, é
aun
buenos:
que con
dellos avían,
ganan-
los intereses é
no pudiendo templar
la
consentían mandar é regir á tales que poco por linajes é
por virtud la
susodichos dijeron á muchos grandes é
del presente tiempo;
que por intercesión
dicia,
los
qual es cierta prueba é claro argumento de poca virtud é
mucha cobdicia cias
que
injuriosas,
lo
lo
enseñorea
interesse, lanzando della la virtud é
muy
Este pasaje es
hoy
Ca, en conclusión, á Castilla posee
merecían el
adecuado para mostrarnos
el
cob-
menos é
humanidad.» verdadero fondo
Fernán Pérez de Guzmán y reducir á su justo valor pomposos aforismos sobre la igualdad nativa de los hombres,
del alma de ciertos
que en sus poesías morales suelen encontrarse, y que no son más que reminiscencias de sus lecturas clásicas, y no verdadera expresión de su sentir propio ni del estado social de Castilla en su tiempo.
Lo que predomina
en
Generaciones y Semblanzas es un pesi-
las
mismo muy hondo, pero no
acerbo, iracundo
y vengativo como
el
de Saint-Simón, sino templado por cierta especie de resignación filosófica,
que hace á Fernán Pérez poner su ideal de felicidad ne-
y obscura vida, pacífica y sosegada muerte de un Diego Hernández de Quiñones, caballero leonés, que nunca hizo
gativa en la quieta
cosa notable, pero tampoco sintió nunca adversidad de
«porque según laciones,
la
vida de los
hombres
es llena
no hay alguno, especialmente
el
la
fortuna,
de trabaxos é tribu-
que mucho vive, que no
vea muchas cosas adversas é contrarias».
Tenía Fernán Pérez sus animadversiones, partido, le
y nunca perdonó
había puesto, ni
la
á D.
como
Alvaro de Luna,
obscuridad en que
le
todo hombre de
ni la prisión
en que
dejó vegetar. Se le puede
acusar de no haber comprendido
la
alteza
Condestable, á quien miraba por
el
prisma de su vanidad aristocrá-
tica,
la
misión política del
ofendida y humillada de que fuese arbitro del Reino «un caba-
llero sin parientes
y con tan pobre comienzo
poderosos caballeros avía». rar,
de
Aun
donde tantos
é tan
en su muerte encontraba qué repa-
tachándola de más esforzada que devota: «Ca los autos que aquel
día hizo é las
palabras que dixo,
más pertenescían
á
fama que á
devoción». Pero ni aun este odio reconcentrado que sentía contra
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
64
D. Alvaro,
ni
tampoco
y apocada condición
el
profundo menosprecio en que tenía
la flaca
del rey, basta á anublar su clarísimo juicio ni
á torcer su inexorable justicia en los magníficos retratos que hace del
monarca y del Condestable, recargando,
pero poniendo también de bulto
las
es cierto, las sombras,
simpáticas cualidades del pri-
mero y las espléndidas del segundo, que resulta varón verdaderamente grande hasta bajo la pluma de su enemigo. Las numerosas poesías de Fernán Pérez de Guzmán todavía no han sido reunidas en colección, aunque propósito de hacerlo. Las
D. Enrique de ser
ni
III,
y están en
con mucho todas
nán Pérez de Guzmán, mi
Marqués de entre
más antiguas
Santillana),
las otras
Amador de se
los
remontan
al
Ríos tuvo
el
reinado de
Cancionero de Baena; pero no deben
el
que en su mocedad compuso. «Fer-
las
dota en toda buena doctrina (dice
tío,
el
ha compuesto muchas cosas metrificadas, é
aquel epitafio de
la
sepoltura de mi Señor
el
Almi-
rante D. Diego Furtado, que comienca
Ombre que
vienes aquí de presente.
Fizo muchos otros decires é cantigas de amores.»
De
que notoriamente seguía Fernán Pé-
esta primera época, en
rez la tradición de los trovadores gallegos,
versos
muy
pueden
servir de tipo los
suaves y graciosamente amanerados de El gentil niño Narciso
En una ó
el
fuente gayado...
diálogo del poeta con un papagayo. Era entonces señora de sus
pensamientos una doña Leonor de los Paños, de quien con bizarría
y desenfado
juvenil cantaba:
Sepa
el
rey é sepan cuantos
Nobles son en su compaña,
Que de
cuantas en España
Se tocan
Yo amo
é cubren mantos, la
más
garrida,
Por cuya salud é vida
Ruego á las santas y santos. La reyna é todas ellas Por cibdades é por
villas,
:
CAPÍTULO X Sepan
et
65
ayan cosquillas,
Pues de dueñas y donsellas
My
muy
señora
loada
Ansí es aventajada,
Como
de
el sol
las stellas.
Encerradas et abiertas
Religiosas cuantas son,
Sepan
et sean bien ciertas
Que mi señora dormiendo,
Hay también en
vale,
Oue
todas ellas despiertas.
florentin,
lo
entiendo,
Cancionero de Baeua «reqüestas» de Fernán
el
Pérez á Yillasandino y sentía por
yo asy
Más
á Imperial,
manifestando
ambos maestros, especialmente por
el
la
admiración que
discípulo del buen
de cuyos cantos dice «que relumbraban más que cen-
tellas >.
Pero aun en medio de estos devaneos amorosos y poéticos decomenzaba á mostrarse la tendencia grave y meditabunda
portes,
del moralista, la cual iba á triunfar de todo punto en las obras
su edad madura.
acentos sobre
licos
do ocasión de de
Muy mozo
la
la
la
instabilidad de las grandezas
caída del
humanas, toman-
buen Condestable Ruy López Davalos,
privanza del Cardenal D. Pedro de Frías, ó de
poderoso Almirante de
de
cuando ya filosofaba con melancó-
era,
la
muerte del
D. Diego Hurtado de Mendoza, deudo
Castilla
cercano suyo y padre del Marqués de Santillana. Si en la parte métrica de esta composición, en que abundan los endecasílabos acentuados
que
el
vivos
al modo sáfico, y aun en el artificio de visión alegórica, en mismo Almirante se levanta del féretro para amonestar á los
y
declararles los misterios
de
fluencia dantesca traída á Sevilla
fondo de
la
la
muerte, se ve de bulto
la in-
por Micer Francisco Imperial,
composición, grave, sombrío,
lector asiduo del Libro de Job, á quien
y aun
el
ascético, revela al
debe sus más grandiosos
pensamientos: iFuissem quasi non essem, de útero translatus ad tu-
mulum Non
fué nascer,
Del vientre tÍKHBHDEZ T Pelato.— Poesía
al
mas
fué transladar
sepulcro...»
castellana. II.
;
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
66
muy
Esta elegía es
muy
desigual y
comunes,
llena de lugares
pero tiene rasgos de grande energía, verbigracia, cuando
«Una braza de
rante exclama:
pone
el
sayal de
me
tierra
San Francisco sobre
la
púrpura de
manos y sobre las grandezas de Alejandro. Quien á los veintiséis años escribía y pensaba de zado tenía
rumbo que
el
desengaños
le
llevasen
religiosa. El
al
obra assaz
Los
Rimas
cuando
sola
(dice)
c bien
á conocerlas todas.
Proverbios de grandes sentencias,
compuesta de
aunque
Inéditas del siglo
1
muy imperfectamente por Ochoa
XV,
plas redondillas, bastante prosaicas,
más las
c otra
Quatro Virtudes cardinales *.
las
mucho más
están
correctos en
gran Cancionero que fué de Gallardo, y se componen de
das en su
los
y la continua meditación moral acenexcepción, todas las poesías de Fernán
Cancionero de Baena son de materia moral ó
Proverbios., publicados
en sus el
i'itil
esta suerte, tra-
su inspiración había de seguir
Marqués de Santillana no alcanzó
«Poco ha escribió
Césares ro-
los
al retiro
Con una
drase su alma.
Pérez posteriores
Almi-
el
sea bastante», ó cuando
02 co-
1
que contienen sentencias toma-
mayor parte de Séneca y de aunque no mucho, es el
poético,
los libros sapienciales.
tratado de
la
Algo
Coronación de
Quatro Virtudes, composición alegórica «en lengua materna y no muy ornada de flores y metáforas de Tulio, sino rústica y
llana,
aldeana», que Santillana,
el
señor de Batres dedicó á su sobrino
dose modestamente con que su obra «pasara entre sus clavellinas, Si los versos seto
de espinas,
dan en
Hay la
como nacen
espinas entre
Marqués de
lirios
la
hermosura de
y verduras».
morales de Fernán Pérez no son enteramente un
como
dijo Clarus,
ellos las flores,
aunque
el
hay que confesar que no abun-
fruto sea ciertamente útil
excepciones, sin embargo, y por
bella
Que
el
cuya superioridad de buen grado reconocía, contentán-
composición que en
las virtudes son
el
tal
y
sano.
tengo algunas estrofas de
Cancionero de Gallardo lleva por título
buenas de invocar é malas de platicar. Es uno
de los rarísimos casos en que
Fernán Pérez sentía por
el
el
entusiasmo que
ducirse en forma verdaderamente
lírica:
Las virtudes son graciosas
Y muy
el
alma estoica de
triunfo de la fortaleza moral, llega á tra-
dulces de nombrar,
CAPÍTULO X
67
Pero son de platicar Ásperas y trabajosas:
No quieren camas de rosas Con muy suaves olores, Nin mesas
llenas de flores
Con viandas muy
preciosas.
Verdes prados nin
verjeles,
Nin cantos de ruyseñores, Nin sombra de
los laureles,
Nin canciones de amores, Nin acordes, nin tenores,
Nin contras, nin fabordón,
Menos
la
dissolución
De motes de trufadores. No bastan ricos brocados, Nin ropas de
fina seda,
Nin gran suma de moneda,
Nin joyeles muy presciados,
No
palacios arreados,
Nin baxillas esmaltadas,
Nin
En
loar
enamoradas
versos metrificados.
El varón muy esforzado Que la fortuna combate Hoy un jaque, eras un mate
Como
piedras á tablado,
Firme aunque denodado, Turbado mas no vencido,
Meneado y
sacudido,
Pero nunca derribado
En
(1).
fuego resplandece
el
El oro puro y cendrado, El grano limpio parece
Del trigo cuando es
trillado:
El sueño que es quebrantado
Por fuerza de
No por
la
flauta ni
trompeta, museta,
Aquél debe ser loado. Virtud y delectación
Recuerda
el
•minae, de Horacio.
Justum
et
lenacem propositi virum... impaoidum ferient
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
68
Nunca entran
mismo
so un
techo;
Poca participación
Han honestad Temperancia
y provecho; y. ambición
Nunca posan en un
lecho;
La voluntad y ra2Ón
Non caben en poco El brazo que
Y
el
después ardió en
Dexando
trecho.
golpe erró flama,
la
loable fama,
La su cibdad descercó; La sangre que derramó
La mano muy Fizo á
Y
Roma
delicada, libertada
la castidad honró...
Pero rara vez vuelve á encontrarse un trozo poético de tanta color tuoso.,
y
tanto brío
en
ni
como
éste, ni
siguiendo las huellas de su libro
de
las
en
el
tratado de ocio vicioso ¿vir-
Rimada que Fernán Pérez compuso-
Confesión
la
tío el
Canciller Ayala, ni en
el
extenso
Diversas virtudes é loores divinos que dirigió á Alvar
García de Santa María; todo
puede contarse entre pos medios, tan
la
fértiles
más
lo cual, sin trivial
y
grave cargo de conciencia,
fastidiosa poesía
de los tiem-
en este insulso género didáctico, que nunca,
según creemos, ha enseñado
ni
moralizado á nadie. La principal
curiosidad del libro de las Diversas virtudes, llamado también de vicios
y
virtudes (que sirve de principal fondo á
mada por tas*),
los editores del siglo xvi
con
compilación for-
de «Las Setecien-
consiste en ser una especie de muestrario de los diversos
metros usados en tiempo de Pérez de Guzmán, casílabos,
tancia
la
el título
sin excluir los
ende-
ya sáneos, ya anapésticos, rarísima vez yámbicos, circuns-
que también se nota en Micer Francisco Imperial y en
Marqués de
el
Santillana.
Al Tratado de
vicios
ción de los lugares
y
virtudes (cuyo título excusa la enumera-
comunes sobre que versa) acompañan
ciertos
«himnos é oraciones por suave metrificatura, é otras composiciones pertenescientes á consideración del culto divino». Bajo esta
genérica indicación, dada por D. Alonso de Cartagena en
logo del Oracional, se comprenden
las
Cieut Triadas y los
el
pró-
Himnos
CAPITULO X
d
loor de
todas
las
og
Nuestra Señora. Si consideramos formando un cuerpo principales poesías de
Fernán Pérez,
tal
como en
puede ser más evidente
glo xvi se imprimieron, no
za que en su conjunto ofrecen con
Rimado de
el
la
el si-
semejan-
Palacio.
Confe-
hay en Ayala y confesión en el señor de Batres; el libro de vicios y virtudes responde á la parte didáctica del Rimado, y los sión
himnos á parte
más
la
lírica,
Virgen acaban de completar este paralelismo en
la
que, sin ser de primer orden, es sin disputa bastante
agradable, suelta y
que
fácil
los largos
sermones que
ceden. Véase alguna muestra:
Alma
mía,
Noche y Loa á
la
día,
Virgen María;
Esta adora,
Esta honora,
Desta su favor implora. Esta llama,
A
esta ama,
Que sobre
todos derrama
Beneficios
Sin servicios,
Et nos
libra
de
los vicios.
Esta rosa Gloriosa
E
clara piedra preciosa:
Esta estrella
Es aquella La qual virgen
é donsella
Concibió, Parió é crió
Al gran rey que nos salvó.
Concebida,
Non
De
tañida
culpa,
mas exemida
Del malvado
Et gran pecado
Quel mundo ha contaminado.
Con
su viso,
Gozo
Da
et riso,
á todos parayso.
.
la
pre-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
70
Hay una composición
excepcional entre las de Fernán Pérez, que
de intento hemos reservado para
que su asunto
la
separa de todo
de este
el final
lo restante
juicio,
no sólo por-
de sus obras en verso,,
sino porque indisputablemente las vence á todas con exceso notable.
Casi íntegra va en esta colección
conocimiento de
Me
ella.
Loores de
ceptuando, gos) mostró
si
el
y fácil será á cualquiera tomar compendio de historia de Espa-
(i), al
nueve octavas de arte menor, que
ña, en cuatrocientas título
refiero
acaso, la bella elegía á
de
En ninguna
varones de España.
los claros
la
muerte
Guzmán un entusiasmo mucho sobre
ocasión, levantándole
escribía. El
ni bastante lírico, ni bastante
octavillas
que
á
Guzmán
por
del obispo
de Bur-
poético tan sostenido.
ferviente patriotismo, su talento de historiador,
que ordinariamente
lleva
parte (ex-
el nivel
de
Su
le
salvaron en esta
las
prosas rimadas
metro es embarazoso y monótono,,
adecuado
á la narración:
hay pocas
hayan resultado enteramente buenas;
le
pero no hay página en que no se encuentre un verso
feliz,
una sen-
tencia grave, un relámpago de poesía histórica:
España nunca da oro
Con que
los
suyos se riendan:
Fierro et fuego es
Que
dice hablando de Numancia,
¡Abaje
Por
De
tesoro
y reprende de paso
siendo español, olvidó celebrar
Que
el
da con que se defiendan...
faze la
la
el
rueda
la
á Lucano, porque,
heroísmo de sus conterráneos:
Roma
como pavón
gran gloria que toma
muerte de Catón;
Mire aquel grande montón
De
E
los fuertes
numantinos
feroces saguntinos,
Fechos ceniza é carbón!
No
era
Fernán Pérez de Guzmán un espíritu poético: ya hemos
tenido ocasión de advertirlo. aplicar á él con
(i)
Nueva
más
justicia:
Lo que
él dijo
de su patria, se
non daba flores, mas fmeto
le
puede
útil é
sano.
alusión á la Antología de que formaba parte este capítulo. (A. B.,
CAPITULO X El arte puro
le
71
importaba poco, y aun mostraba cierto género de
desdén respecto de
los
puros
Encontraba que
artistas.
magnificar á Eneas, había hecho «proceso
inútil é
Virgilio, al
vano»,
La poca ú pobre sustancia Con verbosidad ornando.
Deploraba que Ovidio, en sus Metamorfosis, Vaya sus
trufas contando,
Ornando materias
Con invenciones Su bajo
Y
viles,
sutiles
estilo elevando.
resumía todos sus cargos contra
lo
que
él
tenía por
vano y
mente, en estos versos que parecen
volo ejercicio de
la
sión del vulgar,
aunque honrado sentido de
la
la
fri-
expre-
plebe castellana en
todos tiempos: Aquestas obras baldías Parescen
al
Fallara oro,
que soñando despertando,
et,
manos vacías; Asaz emplea sus días En oficio infructuoso Siente sus
Quien sólo en Muestra sus
La poesía única que en
los
fablar
fermoso
filosofías...
metros de Fernán Pérez cabía,
una parte, su propia emoción ante
los
era,
por
grandes hechos históricos,
por otra parte, su enérgico sentimiento de
la
cerrado aquí en vaga abstracción, sino animado y robustecido contacto de
la
materia histórica. Así
registro cronológico para entonar
de
la
empresa
le
vemos interrumpir
un himno
casi religioso
del libertador Pelayo: Señor, tú rieres é sanas,
Tú Tú
adoleces é tú curas,
das
las claras
mañanas
Después de noches escuras;
Tú
en
el
gran fuego apuras
Los metales más
E
preciados,-
purgas nuestros pecados
Con tribulaciones
duras...
y,
grandeza moral, no en-
el
al
seco
en honor
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
72
No menos
brío
y entusiasmo
tiene el elogio de Alfonso el Ca-
tólico:
¡Quantas gentes revocadas
Del captiverio
salidas!
¡Quántas batallas vencidas! ¡Quántas cibdades ganadas! ¡Las iglesias profanadas
A
la fe
restituidas;
Las Escripturas perdidas
Con Su
E
diligencia falladas!
fin
bienaventurada
muerte ante Dios preciosa,
De
su vida gloriosa
Es señal
cierta é probada.
Ouando su alma llevada Fué de la presente vida, La siguiente prosa oída
En
Aun
bajo
el
el aire
fué cantada...
aspecto meramente histórico, tiene curiosidad este
poema. Sus fuentes principales fueron drigo (á quien varias veces se cita) y
sin
la
duda
el
Arzobispo D. Ro-
Crónica general, pero con-
tiene pormenores que no figuran en ninguno de entrambos textos, y
que demuestran que llevaban
y
la
mucha
los estudios.
lectura de
Fernán Pérez, y
Hay muchos
el
nuevo rumbo
rasgos de erudición clásica
patrística. El autor desea para las glorias
de España «un tan
alto
pregonero:
Como En Cita á Plutarco, á
la
fué de Grecia
famosa
Iliada
San Jerónimo,
á
Homero ...
San Agustín, á Orosio y
la
Historia Tripartita. Se dilata en los elogios de los emperadores es-
pañoles Trajano y Teodosio, y en los de nuestros clásicos hispanolatinos Séneca,
Lucano y Quintiliano, dando no menor importancia que á la fortaleza bélica. La historia de Wam-
al cultivo del espíritu
ba aparece exornada con
el
cuento de
las abejas,
General, pero que luego encontramos en
En
cambio, Fernán Pérez pasa
el
como sobre
que no
está en la
Valerio de las Historias.
ascuas por
el
reinado de
D. Rodrigo, y no dice palabra de
la
Cava, y eso que su leyenda ha-
bía ya alcanzado en aquel tiempo
el
monstruoso desarrollo con que
CAPITULO X
vemos en
la
Guzmán, en
Crónica Sarracina de Pedro del Corral, que nuestro
la
el
73
prólogo de
las
Generaciones y Semblanzas, llamó truja
ó mentira paladina, y á su autor vano é mentiroso hombre. Los hechos enaltecidos por
común
los
antigua epopeya nacional, no son por lo
la
que prefiere
el
señor de Batres, cuya dirección es esen-
cialmente erudita. El espíritu crítico se insinúa en
él
con dudas
sobre Roncesvalles: Si
non mienten
Si
no nos han engañado
las estorias,
Nuestras antiguas memorias...
En cambio un carácter
la
muy
leyenda de
los
Jueces de
acentuado de democracia
Castilla, se
presenta con
clásica:
Aflitos é molestados
De
los reyes
Como
de León,
toros mal
domados
Sacudieron de
sí el
Tanto libertad
les
yugo;
plugo,
Que, unidos é concordados,
Non
de los
É más Mas
más poderos os
altos eligieron,
de los
más
vi! tilosos
Dos Príncipes escogieron, Los quales constituyeron Por Cónsules soberanos, Así
como
los
Romanos
Contra Tarquino ficieron. Del uno destos Prefectos* Cónsules ó Dietadores,
Al
tal
De
la patria defensores,
Así
La
principado electos,
como
entre las flores
rosa nunca se esconde,
Don Ferrán
González, conde,
Floresció entre los mejores.
El concepto de España se agranda en Fernán Pérez sobre la
los
el
de
General; y los reconquistadores del Pirineo, los reyes de Navarra,
«vascongados medio mudos, pero hardidos y fuertes», aparecen
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
74
mezclados con lla.
los reyes de Asturias y León y los condes de CastiSancho Abarca, sobre todo, obtiene un espléndido elogio, que
parece indirecta censura á
molicie de
la
la
corte de D. Juan
II
:
Los Príncipes delicados, Blandos é deliciosos,
E
de ungüentos olorosos
Ungidos é rociados,
E E
de rosas coronados, de púrpura vestidos,
Non de
virtudes guarnidos,
Nin de bondades honrados,
Miren
Rey montañés
al
De cueros crudos
E
de
calzado,
espeluznado,
frío
Sin polido saldo arnés,
Llenos de hielo
los pies;
Pero descercó á Pamplona,
Porque digno
De
Aquel
es
de corona
de ciprés.
laurel é
infeliz é vil
Rodrigo inafortunado,
En un
E
lecho de marfil,
de perlas coronado,
Perdió
el
grande principado
De España, et Sancho Abarca, Que por cendrado se marca, Triunfó muy mal arropado. Sería
muy
dado poema. nando
el
capítulo
prolijo referir todo lo notable
Bella
y solemne es
Magno, tomada de que
la
la
la
cita
olvi-
muerte de D. Fer-
muy poco
sabor épico, pero
de una Estaría compuesta por
Gil Díaz, escribano del Campeador, y al
la
Crónica del Monje de Silos. El breve
se dedica al Cid, conserva
encierra dos cosas notables:
que contiene este
escena de
la
nueva patria que se asigna
héroe: Este varón tan notable
En Río de Ovierna La partición de amonestación
los reinos
política,
nasció...
por Fernando
I,
inspira al poeta una
que hoy mismo no parece indigna de ser con-
siderada y meditada por los regionalistas:
CAPITULO X Son pequeños
menudo
Del flaco et
75
los estados
imperio;
Reyecillos son llamados,
Que
es gran gorja et vituperio:
Pueden poco conquistar,
En breve
son conquistados;
Nunca pueden
E siempre ¿Quién
sojuzgar,
son sojuzgados.
falló
grandes venados
En pequeño monte ó breña? En agua baxa et pequeña, Non mueven grandes pescados.
En
lozana descripción de Sevilla, en
la
San Fernando, y en de
fluencia
De
el
cuadro de
la
muerte de
otros innumerables trozos, se ve patente. la in-
Crónica general. Puede creerse también que
la
el
libro
Prccconiis Hispanice de Fr. Juan Gil de Zamora, sugirió á Fernán
Pérez (que más de una vez
cita
D. Sancho IV)
tendencia apologética del suyo, donde
predomina
el
¡dea
la
y
la
al
erudito franciscano, maestro
generoso intento de celebrar juntas todas
españolas. Así,
al
dr>
las glorias
lado de San Fernando, aparece D. Jaime
el
Con-
quistador; en pos de los reyes, vienen personas del eclesiástico bando,
como
Antipapa Luna y
el
tas
y hombres de
rio
y
el
Cardenal Albornoz,
mezclados
y, finalmente,
sin distinción
poe-
de tiempos: Vale-
Liciniano, Iuvenco, Prudencio, Osio, Pedro Alfonso, Diego de
Campos, Luna,
letras,
Arzobispo D. Rodrigo. Al tratar de Albornoz y del Papa
el
abandonando
el autor,
forma casi dantesca, evoca dirige la palabra
las
el hilo
de
la
narración, adopta una
sombras de ambos personajes, y
les
es contestado por ellos. Para él es cosa indubi-
y
tada que Benedicto XIII, á quien, siendo niño, había conocido en
Aviñón, fué verdadero papa. Este pasaje, escrito con singular efusión, es
de
los
más
bellos del
poema, y un testimonio más de
la
grandeza indomable del carácter de D. Pedro de Luna y del entusiasmo de los partidarios que en Aragón y en Castilla conserv'» hasta los
el fin,
aun después de abandonado por
los
Cardenales y por
Reyes.
En resumen,
el
poema de
los
Claros Varones, malamente desde-
ñado por nuestros colectores, y confundido por muchos eruditos con
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
76 el libro
en prosa de
Generaciones, no sólo es de interesante y
las
apacible lectura por razón de su contenido, sino que prueba venta-
josamente
lo
que Fernán Pérez de Guzmán hubiera
sido capaz de
hacer, abandonando las empalagosas y pedestres moralidades en
que tanto
y dedicándose
se complacía,
única para
rica,
al
cultivo de la poesía histó-
cual parece haber nacido
la
(i).
Las poesías del señor de Batres andan dispersas en
(1)
casi
todos
los
Can-
cioneros manuscritos é impresos del siglo xv, especialmente en los de Baena, Ixar, Gallardo, en tres
Ochoa para publicar via
de
sus
la
Biblioteca Nacional de París (que sirvieron á
Rimas
inéditas del siglo
(donde se imprimió por primera vez
finalmente, en el General de Castillo,
el
XV), en
el
Ramón de Lla-
de
tratado de vicios
y
virtudes), y.
que contiene muy pocas. Hay, además.
los cuales merece la prefeDuques de Gor, en Granada, escrito por un Conde de Alba, «é acavóse de escrevir primero
Cancioneros especiales de Fernán Pérez, entre rencia
el
de
la
Biblioteca de los
Antón de Ferrera, criado
del
No
día de Marzo del Señor de mili é quatrocientos é cinquenta é dos años».
contiene más que
pero es
rones,
En
la
Confesión Rimada, los Vicios y Virtudes, y los Claros Va-
muy buen
texto.
Lisboa, [512, y en Sevilla, 15
16,
por Jacobo Cromberger (bella y rarí-
sima edición que posee nuestro amigo ros),
Sieiecientas del docto el les
el
Marqués de Jerez de
muy
noble cavallero
título:
Fernán Pérez de Guzmán:
son bien scicntificas y de grandes el diversas materias et
¿as quales qualquier
hombre puede tomar regla
et
doctrina
Estas Setecientas se compaginaron reuniendo la
los Caballe-
apareció un libro, reimpreso luego varias veces, que lleva por
muy provechosas: por
y exemplo
el libro
Las
las gua-
de bien vivir.
de diversas virtudes,
Confesión Rimada, los himnos y alguna otra cosa, hasta completar el nú-
mero de 700
estrofas,
con que se quiso remedar
las
Trescientas de Juan de
Mena. Los Proverbios y los Claros Varones fueron impresos por primera vez en las Rimas inéditas de Ochoa (París, 1814), pero así estas piezas, como las restantes, exigen escrupulosa revisión.
[En
la
Revue Hispanique, xxn, 64S, ha publicado Miss C.
B.
Bourland
dotrina que dieron a Sarra, poema de Pérez de Guzmán. Véase también, en
misma
revista, el Éliate bibliographique sur F. P. de G.,
La la
por R. Foulché-Del-
bosc, xvi, 26, y las citadas Communications, de H. R. Lang.] (A. B.)
CAPITULO XI [don
íñigo
rasgos biográficos.
sus aficiones y lecturas.
opúsculos en prosa.
fama.
marqués de santillana
primer
Mendoza,
de
lópez
(1398-1458).
— sus
poesías,
— las
la «comed1eta de
consideración especial de las «serranillas».
bios».
Quien desee
como
— los
sonetos «al itálico modo».]
en un solo nombre
cifrar
época de D. Juan
ponda
los «prover-
el «dialogo de bias contra fortuna».
pon7.a».
cultura literaria de la
la
difícilmente hallará ninguno
II,
que tan bien
pueda servir de personificación tan adecuada,
Don
López de Mendoza, primer Marqués de San-
de
el
Su
mas de
Iñigo
talento flexible y
la literatura
ameno
recorrió todos los géneros y for-
poética de su tiempo;
y
si
en
el
de sus obras no se encuentra quizá ninguna que en de
la
concepción y en
gonarse con
menos en tica
y
el
el
de
rígida, ora crespa
impresión á
inspiración en
el
la
los defectos
y campanuda, con que la
lengua y con
el
ló-
el
poeta cordobés,
metro, daba imper-
tersa.
A
falta
que nacen de
de condiciones de orden su-
la
destreza técnica, nunca re-
impulso de su fantasía viva y lozana, que pasa
esfuerzo de lo grave
y
doctrinal á lo galante
y
fugitivo.
en poesía, como en todas sus cosas, muestra en su tivo
(á
de aquella manera, ora enfá-
innegable grandeza de sus pensamientos. La
perior, tiene todas las al
trascenden-
vigor de algunos detalles pueda paran-
de Santillana corre por cauce menos profundo,
pero es más apacible y
belde
largo catálogo lo
Labyrintho de Juan de Mena, tampoco adolece
igual grado)
lidiando á brazo partido con fecta
res-
á su intento, ni
tillana.
tal
su
obras de amores:
desembarazo é ingénita
bizarría, sin
sin el
menor
Gran señor
estilo cierto
que baste
na-
ni siquiera el
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
78
peso de
la
erudición pedantesca de su siglo para entorpecer y des-
figurar la elegancia no forzada ni aprendida de los movimientos de
En
su musa.
la
finitivamente en
poesía ligera es gran maestro: por
Parnaso castellano
el
predecesores dentro de su propia familia,
en
lo
demás, toda
la
fama de
los
él
como
tuvo
si
como
se llevó en esto,
Mendozas, según
descendiente suyo. El Archipreste de Hita, era, había parodiado algo
se aclimató de-
él
serranilla gallega:
la
dicho de un
el
franco realista que
brutalmente este delicado género entre
popular y trovadoresco. El ¡Marqués de Santillana, ingenio menos
y más femenino que
vigoroso
más
sensible
que
llas florecillas
él
cente malicia.
Archipreste, pero por lo
de
mismo
recogió aque-
la belleza lírica,
agrestes, y, sin hacerlas perder su nativo perfume, les
más penetrante y
dio otro
el
á los halagos
refinado, poniendo en
La Vaquera
una gota de ino-
él
como
de la Finojosa quedó
tipo eterno
con su misma pulcritud y gentileza (que hace que tan fácilmente se pegue al oído) á la justa fama que
del género, perjudicando quizá
merecían compartir con
y sabrosas. Heredero de
ella otras
las tradiciones doctrinales
de Guzmán (con quienes cado con
y de
hermanas suyas no menos
la lectura
los moralistas
le
unían hasta
de Avala y Fernán Pérez
los lazos
de
sangre); edu-
la
asidua de los libros sapienciales de
de
antigüedad
la
frescas
la
Escritura
clásica, escribe Santillana
Pro-
y avisos y remedios contra adversa fortuna; pero como era poeta, no procede con el árido dogmatismo del Ri-
verbios
y
Doctrinales,
mado de Palacio ó de Las rápido sóficos,
y
Setecientas, sino
pintoresco, comunica
grabándolos en
la
amenidad
de
filosofía
filo-
la
sentencia.
A
una obra poé-
moral debió precisamente una buena parte de su
tama popular, nunca extinguida; y Margues de llamaba todavía en del siglo xvi,
comunes
memoria con adecuadas imágenes que
visten y hermosean la austeridad de tica
que con su decir vivo,
á los lugares
la tierra
cuando
solariega de su
los valles
los
madre
Proverbios se allá
le
por los fines
de Cantabria litigaban contra
el se-
ñorío de los descendientes de D. Iñigo.
Con Juan de Mena comparte
el
Marqués
cuela alegórica, derivada de Dante .Micer Francisco Imperial.
No
el
principado de
y naturalizada en
es la Comedíela de
la es-
Castilla
Poma obra
por
de tanto
CAPITULO XI
empeño
ni
de tan vasto plan como
el
79
Labyrintho. Circunscrita á un
suceso contemporáneo y reflejando fielmente
la
impresión del mo-
la mayor parte de poema de Juan de Mena, no hay ningu-
mento, debe á su carácter de actualidad histórica sus bellezas. Pero, fuera del
na de
innumerables visiones que en aquel siglo se escribieron,
las
que aventaje
aun se
á ésta ni
la
acerque,
y maduro de
cación, ni en lo grave
intercalación del diálogo, ni en el boato
gunos
ni
en
brío de la versifi-
el
las sentencias, ni
en
la
hábil
y pompa descriptiva de
al-
trozos.
Fué gran uno de
los
discípulo de los italianos el
más
Marqués de
de Boscán.
calificados precursores
Dante altísimos pensamientos, sino que á veces mente;
v. gr.:
nessun maggior
No le
Santillana,
sólo
y
tomó de
tradujo literal-
dolore...
La mayor cuyta, que aver Puede ningún amador. Es membrarse del placer
En
el
tiempo del
dolor...
¡Infierno de los Enamorados.)
Y no
sólo de Dante, sino de Petrarca
y Boccaccio fué admirador
fervoroso y continuo lector. Al segundo
personaje en su fantasía alegórica de tación del primero,
posee
la
compuso
la
le
como
introdujo
Comedíela de Ponza.
sonetos, los
más antiguos
lengua castellana. La introducción de
tal
sin
capital
A
imi-
duda que
forma métrica,
aunque fuese de un modo imperfecto y algo rudo, bastaría para dar a! Marqués de Santillana un puesto entre los poetas españoles del Renacimiento,
al cual
ya en rigor pertenece por su gusto, educación
y tendencias. Dignas son de repetirse á este propósito las arrogantes palabras con que reconoce esta deuda el divino Herrera en su comentario á Garcilaso, hablando de
la
versificación toscana
tiempo en que se introdujo entre nosotros: «No en cán,
como
porque
el
la
y del
edad de Bos-
piensan algunos; que más antigua es en nuestra lengua,
Marqués de
Santillana, gran capitán español
cavallero, tentó primero
y fortísimo
con singular osadía, y se arrojó venturosa-
mente en aquel mar no conocido, y volvió á su nación con
los des-
pojos de las riquezas peregrinas. Testimonio desto son los sonetos
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
8o
la grandeza del que los hizo, y por sombra y confusión de aquel tiempo.» que sólo con gran trabajo podía abordar el Marqués los
suyos, dinos de veneración por la luz
Es
que tuvieron en cierto
la
textos latinos en su original, y de ningún
generoso entusiasmo por táculos, y, ya
que no podía poseer
cerse señor de las materias. faltaba á su educación,
de una verdadera corte
modo
los griegos;
pero su
en parte de estos obs-
las letras triunfó
las formas, logró á lo
Su condición de Mecenas
menos ha-
suplió lo
que
que no había sido de humanista. Rodeado literaria,
encargó á
los
que tenía por más
doctos traducciones de los libros que más excitaban su curiosidad y más podían aprovecharle en sus estudios. «A ruego é instancia mía,
primero que de otro alguno (dice este
reyno algunos poemas,
mayor de
Aneo
las
así
él
mismo), se han vulgarizado en
como
la
Eneyda de
Transjormaáones de Ovidio,
las
Séneca, é muchas otras cosas en que yo
fasta este
tiempo é
me
deleyto, é son asy
á las vexaciones é trabaxos
que
el
Virgilio, el libro
Tragedias de Lucio
me
como un
he deleytado
singular reposo
mundo continuamente
trahe,
ma-
yormente en estos nuestros reynos.» Por industria de un capellán suyo, Pedro Díaz de Toledo, penetró también en estas partes de
España
el
divino Platón, representado por
diálogos,
el
de 1450
(i).
el
más admirable de sus
Phedon, que ya se podía leer en nuestra lengua antes Tarde, sin duda, é imperfectamente llegó
trabar conocimiento con
Homero, no ya en
el
el
Marqués
á
diminuto compendio
de Juan de Mena, sino en versiones derivadas de
la latina del
mita-
nes Pedro Cándido Decimbre. Valióse para obtenerlas de su propio protonotario D. Pedro González de Mendoza, que con el
hijo, el
tiempo había de ser gran Cardenal de España, y andaba entonces en
el
estudio de Salamanca.
humanismo
En
carta inestimable para la historia del
español, decía D. Iñigo á su hijo: «Algunos libros...
he
rescebido, este otro día, por un pariente é amigo mío, que nueva-
mente (1)
es venido de Italia
(2), los
quales asy por Leonardo de Are-
Véase, sobre esta versión: Ion, diálogo platónico, traducido del griego
por Afanto Ucalego (Adolfo Bonilla); Madrid, 1901; págs. ix-xxx. (A. B.) Probablemente Ñuño de Guzmán, gran bibliófilo, que estaba en rela(2) ciones con los humanistas de Florencia. [Véase á M. Schiff:
Marquis
La
Bibliothique du
de Santi/lane; Paris, Bouillon, 1905; pág. 449 y sigs. (A. B.Y\
CAPITULO XI
como por Pedro Cándido,
cío tas,
Homero,
é de
milanés, d'aquel príncipe de los poe-
troyana que
historia
la
01
lliadc intituló, traducidos del
griego á
la
él
compuso, á
qual
la
lengua latina, creo ser
E
primero, segundo, tercero é quarto, é parte del décimo libro.
como
Guydo de Columna,
quier que por
ciones de Ditis, griego, é Dares, asaz plenaria é extensamente
frigio, é
ayamos
é informados de las rela-
de otros muchos auctores,
noticia d'aquellas, agradable
cosa será á mí ver obra de tan alto varón é quassi soberano prínci-
pe de
mayormente de un
los poetas,
litigio militar
yor é más antiguo que se cree aver seydo en
el
ó guerra,
mundo. E
el
maya
assy,
sea que non vos fallescan trabajos de vuestros estudios, por conso-
mía é de
lación é utilidad
é pues
que ya
mayor
el
otros,
vos ruego mucho vos dispongades;
puerto, é creo de
passaron aquellos dos prestantes varones,
que es de
do,
passedes vos
común
lengua latina en nuestro
la
No sabemos
mayores fragosidades, lo
el
lo
segun-
idioma.»
D. Pedro González de Mendoza llegó á cumplir
si
deseo de su padre, tan vivamente manifestado. Pero
el
sabemos que
sí
Volmoller acaba de descubrir una traducción, en prosa castellana, de los cinco primeros libros de
Pedro Cándido, dedicada protonotario?
y
(i).
De
lecturas, el
carta
el
texto latino de
¿Será ésta la
la literatura
la
misma
del
misma época, española.
de su espíritu y de sus
Marqués de Santillana no rompió bruscamente con
manecía aún unido á lo
Homero en
clásico en la dirección general
tradiciones de la poesía de
ba
II.
todos modos, corresponde á
es la primera aparición de
Aunque
según
la llíada,
Rey D. Juan
al
la
la
Edad Media. Por muchos
escuela de los trovadores. Bien lo comprue-
que pudiéramos llamar su poética,
que envió
al
las
lazos per-
el
memorable prohemio ó
Condestable D. Pedro de Portugal con
el
Can-
cionero de sus obras. Este documento, tan traído y llevado por la
desde que
crítica
íntegro
el
le
dio á conocer
bibliotecario D.
el P.
Sarmiento y
Tomás Antonio
le
imprimió
Sánchez, con notas de
erudición caudalosísima para su tiempo, es medio preceptivo, dio histórico, y en
(i)
La conjetura
uno y otro sentido
ríe
muy
Menéndez y Pelayo parece
súltese el citado libro de M. SchifF, pág. Menknt>E2 y Pelayo.— Poesía
castellana. II.
i
y
me-
digno de atenta consi-
ser la
sigs.). (A.
más atinada (con-
B.) 6
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
02 deración.
No
como
es,
los
fragmentos del Arte de trovar de D. En-
mera imitación de
rique de Villena,
que ciertamente arguye que
aun-
las poéticas provenzales,
á Santillana le eran familiares.
Más
ele-
vados y trascendentales son sus propósitos, más alto su concepto
de
«fingimiento de cosas
la poesía:
muy ferinosa
útiles,
cubiertas ó veladas con
cobertura, compuestas, distinguidas el scandidas por
y medida». Aqui hay ya una noción estética, y vagamente formulada, en la cual entran como ele-
cierto cuento, peso
aunque
ligera
mentos esenciales
el
concepto de
ficción ó creación poética
por donde viene
no sólo una
la
forma (fermosa cobertura),
la
(fingimiento)
y
el
el
de
de utilidad doctrinal,
poesía á ser á los ojos del Marqués de Santillana,
ciencia, sino la
«más
prestante,
más noble ó más dina
del hombre... cá las escuridades et cerramientos de las sciencias,
¿quién las abre, quién las esclaresce, quién las demuestra é face patentes, sinon
eloquencia dulce é fermosa
la
fabla,
sea metro, sea
prbsa?» Es, pues,
posía ;de
se trae lo
como
sombra, é
la
dice,
que
flor sale é se
quebranta é fuye, se-
nunca en un ser permanesce... En
maneras é diversas veces yo he recebido de vos
é diversas
» muchos é agradables plaseres é »la
que Job en otro lugar
mujer, esse poco tiempo que vive, está lleno
miserias, é asy
gund que fuye muchas
la
buenas obras, é por poner
me
buena voluntad é amor que siempre
^Nuestro Señor que vos fallásedes aquí
me
Ȏ allende de lo que yo
ovistes,
sello á
ha plasido á
tiempo de mi passamientp;
al
trabajaba por
me
esforzar é rescebir la
smuerte syn turbación é con tranquilidad é reposo, hame provoca-
ndo á
lo
asy faser
»E ya veo en mí salma á Dios que
do
dulce é suave é scientífico rasonar vuestro.
señales que la
la
vida se acaba: encomiendo mi
crió é redimió, é fago fin
lágrimas de mis ojos, é gimiendo
»é piedad, é con
»dos á (i;
el
ti
el
la
primera vez
D. Antonio Paz y Mélia, en
y XVI, que formó para dice de
la
á Dios misericordia
rey David digo: «Confieso mi injusticia é pecca-
Dios mío, é tú perdonarás
Publicóle por
de mi vida derraman-
demando
la
el
la
impiedad é maldad mía.»
el erudito,
modesto y juicioso escritor
tomo de Opúsculos
literarios de los siglos
Sociedad de Bibliófilos Españoles.
Biblioteca Nacional (antes de la de Osuna),
«ilición, existe
E
que
Además
del
XV Có-
sirvió para esta
una buena copia del siglo xvi en mi biblioteca particular.
CAPITULO XI >suplícote que pongas
la tu
107
passion entre mi y
rando digo: Domine Jesús, suscipe spiritum 'Domine,
Tal fué
el juicio
tuyo, é expi-
mcum inmanibus
cionados para que se vea cuánto excedió, aun moralmente, ordinario de los
de
hombres de su
siglo.
No hemos
En
Marqués de
el
Santillana,
como en D. Juan Manuel, como en
el nivel
disimulado ninguna
sombras de su vida. ¡Dichoso quien entonces no
las
mayores!
tuis...
commendo spiritum tneum.* este varón insigne, que no necesita panegíricos incondi-
tibí
como en
el
las
tuvo
Canciller Ayala,
otros proceres moralistas de los
tiempos medios, no siempre hubo perfecta armonía y consecuencia entre lo rígido y austero de '
la
doctrina ética
y su
vida pública. Pero siempre se les ha de agradecer
aplicación á la
el
haber mante-
aunque fuese de una manera doctrinal y especulativa, un ideal de justicia en medio de las prevaricaciones de aquella edad de hienido,
rro.
Y
aun puede decirse que
ideal ético, derivado
parte
mayor de
las
la
en parte de
frecuente contemplación de este la filosoiía
de
la
enseñanzas cristianas, amansó
antigüedad, la
y en
nativa fiereza
de sus ánimos, y no sólo los hizo cultos, sino magnánimos y generosos, ajenos casi siempre á las torpes violencias á que el desenfreno
de
las
luchas civiles, en tiempos en que todo se fiaba
al
esfuerzo del
propio brazo, precipitaba aun á hombres de tan relevantes y superiores
condiciones
como D. Alvaro de Luna. Nada semejante
asesinato de Alonso Pérez de Vivero puede encontrarse en
rada biografía del Marqués de Santillana; y aun en su nizada cierto
la
misma
al
hon-
encar-
y perseverante lucha contra el poderío del Maestre, si es que pecó algunas veces de disimulación y cautela, así como
de ensañamiento postumo, no hubo
á lo
menos sombra de
alevosía
de perfidia; y quizá no eran enteramente retóricos los pretextos de celo por el bien público con que así él como los demás adversani
rios del
Condestable procuraban dar color de honestidad política á
sus incesantes ligas
y conjuras, que ahora llamaríamos pronuncia-
mientos.
La simpatía personal que durante toda su vida había acompañado al
Marqués de
Santillana,
no hizo más que acrecentarse después de
su muerte, conforme iban borrándose ú olvidándose los defectos y las flaquezas
inherentes á
la
condición humana. Su gloria
literaria
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
Iü8 lo
cubrió todo, y
se
que hubo una
Ya
moria.
circundó de una aureola luminosa. Puede decir-
le
literatura entera
en vida
consagrada á enaltecer su me-
había decretado los honores de
le
Juan de Mena en su Coronación; después gos en
Triunfo del Marques, y
el
la mucrtt del
poema así
en
Gómez Manrique en
Marqués de Santillana. Era
el
apoteosis-
la
hicieron Diego de Bur-
sus Coplas
metro como en
que
el
substancia,
la
secretario del
Poma,
y fundado en un sueño ó
Marqués declaraba bajo juramento haber
tenido realmente: «Estando yo en Burgos
al
tiempo de su passa-
miento, una noche antes ó después, ó por ventura á
daquel día en que
mer sentimiento de
ver á vuestra merced
la
el pri-
enfermedad suya, á mí parescía en sueños
la
leí
segundo Marqués de Santillana D. Diego)
cubierto de paños de luto fasta los pies, en rote de
mesma
la
señor de bienaventurada memoria tuvo
el
á
Triunfo del Marqués un
alegórico, notoriamente imitado de la Comedieta de el
visión
lo
la
cabeza un grand capi-
misma manera, firmando vuestra mano en unas
preheminente é ynsine
título suyo, del
persona es decorada é noblescida,
la
actas é
el
qual oy vuestra manífica
qual visión claramente daba á
entender, á quien á los sueños alguna fée diera, su gloriosa partida»
(i).
Todos
los
toriadores, filósofos
grandes hombres de
la
antigüedad, poetas, his-
se levantan de
y guerreros,
la
tumba para
ensal-
zar al Marqués, cerrando esta procesión de sombras algunos castellanos, tales el
como
D. Enrique de Villena, D. Alonso de Cartagena,
Tostado, Juan de Mena,
mártir de Aljubarrota Pero González
el
de Mendoza, y aquel Garcilaso de tallando contra infieles cantó
la
Vega cuya
heroica muerte ba-
Gómez Manrique con
robustísimos
acentos.
Este
mismo
feliz
ingenio,
más obligado que
moria del Marqués, á quien debía su educación
otro alguno á literaria,
la
me-
lamentó en
prosa y en metro «la inrreparable pérdida que este nuestro regno »facía,
que bien se puede decir que perdió en
él
otro Fabio para
»sus consejos, otro César para sus conquistas, otro Camilo para sus ^defensas, otro Livio para sus memorias. Este seyendo
(i)
Publicado este poema en
el
el
primero
Cancionero genera/ de iji i, pero sin
prólogo, que está en uno de los Cancioneros manuscritos de Palacio.
el
iog
CAPITULO XI
»de semblante prosapia é grandeza de estado que en nuestros tiem»pos congregó
ciencia con
la
caballería é la loriga
la
con
la
toga;
>que yo recuerdo aver pocos, é aun verdad fablando, ninguno de >los tales (i) •>non
que á
las letras se diese; é
procuraban más que
«caballero
si
se daba
las
como
estudio,
al
»saber bien encontrar con
la
non solamente digo que
las
aborrescían, reprehendiendo á algund si
en
oficio militar sólo
el
lanza é ferir con la espada consistiese.
>La qual errada opinión este varón magnífico arrancó de nuestra >patria,
reprobándola por theórica, é faciéndola incierta por
ca; en
la
-ninguno de
Marcelo en
los
ordenar, c un Castino en
el
»sus caballeros,
como Mario por
>compañero en
los peligros.
•
pláti-
mayor alegranza escribiendo que passados; en las guerras mostrándose un Marco
paz prosas é metros de
sí
acometer, seyendo á
el
decía, consejero en los fechos é
Este de los enemigos visibles no se
vencía, ni de los invisibles se sojuzgaba. Finalmente, este fué tanto
»en perfección bueno é provechoso para esta región, que bien sin
>dubda
ella
como
viuda
puede
neral dapno, »en
él
con Geremías, que es quedada
decir, é
sin él
señora de gentes. Pues tras este grandíssimo é ge-
la
el
particular é
muy
intolerable
otro padre, de quien verdadero
me
mío
sentí:
reputaba
que yo perdí
fijo,
segund
las
>honrras é acatamientos, é bien puedo decir mercedes que de su
»merced
rescibía: perdí
señor é pariente de quien
»más que de ninguno de «alegraba é acataba
tud
é estado
ogund bien,
si
mío
más
los restantes amado...
é
mucho más que
á
la
me
cuidaba ser
Ca en presencia me pobreza de
la
requería: pues, en absencia, pregonero era
vir-
de
al-
en mí había, publicándolo con grande instancia, acre-
centándolo con non fingidas violencias, é actorisándolo con su >grandíssima abtoridad... El en »nó,
non en verdad en
lo tal
el
componer en metro me aprego-
seyendo yo digno, como dixo San
>Juan, de desatar las correas de su zapato: que todos los materiales
que
la
merced suya por
familiares tenía, es á saber, viva é pronta
»d¡screción, gracia gratis dada, profunda sciencia, grandeza
(i)
el
En
esto no está eu lo justo
furor apologético.
siglos xiv y
Gómez Manrique,
Precisamente en nuestra
xv sobran ejemplos de
lo
contrario.
de
es-
arrastrado sin duda por
historia
literaria
de
los
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
lio
stado que
bueno face mejor, eran é son ágenos de mí, más como
lo
yo me
^quiera...
esforcé algunos metros componer, los quales por
»aquel noble señor mío tanto fueron aprobados, que del todo tiró á i
mí
el
Fué
velo de el
vergüenza...»
la
Marqués de
Santillana personaje obligado en los diálogos
Dr. Pedro Díaz de Toledo puso en su
filosóficos del siglo xv. El
boca
altas
moralidades sobre
inmortalidad
la
y
la
vida futura: Juan
de Lucena (traduciendo libremente á Bartolomé Fazzio)
le
hizo di-
sumo bien y la vita beata. Sus máximas y sentencias fueron glosadas como las de un moralista clásico: los Proverbios, sertar sobre el
especialmente, que por su índole aforística lograron
dad que ningún otro
libro del
Marqués,
lo
más populari-
fueron en prosa por
Dr. Pedro Díaz de Toledo (más adelante obispo de Málaga),
versos nada desapacibles, del
mismo metro que
Luis de Aranda, poeta del siglo xvi fué respetado
más
clásicas:
el
nombre
recuérdese
del la
(i).
Aun
el
y en
los del original,
por
en pleno Renacimiento
Marqués de Santillana en
veneración con que
las escuelas
nombran siempre
le
Herrera y Argote de Molina. Sus preceptos de sabiduría práctica
nunca perdieron estimación, y todavía en pleno da á cada momento Días:
el P.
Nieremberg en
siglo
el libro
manual de señores y principes. Finalmente,
tillana es
xvn
los recuer-
que llamó Obras y
el
Marqués de San-
popular hoy mismo en aquel grado y medida en que pue-
de serlo un autor de
la
Edad Media:
que sólo
es cierto
los
doctos leen
sus obras completas, pero aun el vulgo literario sabe de
La
vaquera de
la
Finojosa y tiene noticia de
Son pocos, aunque
la
poesía,
memoria
Querella de amor.
interesantes, los opúsculos en prosa del
qués de Santillana. Entre orígenes de
la
de
ellos sobresale la la
cual ya
Mar-
famosa carta sobre los
hemos razonado
bastante. Pero
tampoco deben caer en olvido
la dirigida á
D. Pedro sobre
las traducciones, ni las glosas
la utilidad
de
puso á sus mismos Proverbios,
Alonso de Cartagena sobre (i)
su hijo
el oficio
de
el título
modo de conducirse en
presa en i7Si en
-tomo v del Caxon de Sastre de Nipho.
que
obispo don
la caballería, ni
Esta glosa se imprimió en Granada en 1575. Con
el
protonotario
ni la consulta dirigida al
sentenciosos sobre el
edición del siglo pasado [xvra].
el
el trato civil de la gente,
menos
el
de Avisos fué reim-
Hay alguna
otra
CAPITULO XI
II r
curioso ensayo de elocuencia declamatoria: Lamentación en prophecía
de la segunda destntyción de España, que parece un reflejo de aquel
famoso trozo de
la
Crónica general conocido con
Llanto de España. Nadie
empeñaba en
grina manera se enfáticas, fuera el
jas tras
que
diría
mismo que
el
nombre de
el
noble procer que de tan pere-
latinizar su estilo
en estas páginas
recopiló los refranes que dizen las vie-
Esta colección paremiológica (repetidas veces im-
el fuego.
presa después de 1508) es probablemente
la
más antigua que posee
ninguna lengua vulgar; y, por raro caso, quien juntó estas venerables de
reliquias
la
menospreciar vil
un hombre que hacía alarde de
tradición popular, fué los
cantos del pueblo «de que
condición se alegra».
De
naturaleza humana, y es raro, aun entre los
de
prestigio
la
la
gente baja é de ser-
tales contradicciones está
erudición, el que tarde ó
plagada la
más dominados por
temprano no vuelve
el
los
amor á las memorias de su infancia (1). Tenemos la buena suerte de poseer íntegro, ó poco menos,
ojos con
muy
el
copioso repertorio poético del Marqués de Santillana. La im-
portancia social del personaje hizo que se multiplicasen
copias
las
de sus versos y que se solicitasen ávidamente los ejemplares de su Cancionero, como sabemos que lo hicieron el Condestable de Portugal
y Gómez Manrique. Alguno de
nuestros días, hasta con principales se valió
mente muy limpia y
la
los códices
que han llegado á
firma del poeta está autorizado.
Amador de correcta,
los
De
los
Ríos para su edición, cierta-
y digna de exceptuarse de
la
general
censura que
los eruditos extranjeros suelen
rio desaliño
y precipitación con que aquí hemos solido imprimir
los textos
(1)
La
formular sobre
el
noto-
de nuestra Edad Media.
atribución de los Refranes
al
Marqués es dudosa, pero no tanto
que carezca de fundamento. La edición de 1508, lleva el nombre de D. Iñigo, y aun otra, verisímilmente anterior, lo lleva también, siendo probable, como suele acontecer en estas ediciones de principios del siglo xvi, que se impri-
miera con arreglo á un códice antiguo. Los únicos argumentos (no sivos) en contra, son: el
sión (en
que indica Menéndez y Pelayo, y
que incurre, por ejemplo,
el
la
muy deci-
posible confu-
norteamericano Ticknor, según hace
notar Ríos en su edición, pág. cxxx) entre los Proverbios y los Refranes.
Véase
la
edición de U. Cronan, en
la
Revue Hispanique, tomo xxv.
(A. B.)
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
112
En
Amador
cinco grupos clasificó
las
poesías del Marqués de
Santillana: obras doctrinales é históricas, sonetos Jechos al itálico modo,
No hay
obras devotas, obras de recreación y obras de amores.
incon-
veniente en aceptar los términos de esta clasificación; pero, en
obsequio
al
orden cronológico, debe empezarse
obras del Marqués por
más
las
antiguas,
las
lectura
la
de
las
poesías amorosas, que generalmente son
con excepción de alguna que
más bien
otra,
galante que amorosa, que pertenece sin duda á edad más avanzada.
Los
más valederos de
títulos
Santillana a la gloria poética, están
en esta sección de sus obras. En
la
poesía ligera nadie le niega
primacía sobre todos los ingenios de su
la
y aun no la pierde en cotejo con lo más delicado y gracioso que puede encontrarse en las escuelas trovadorescas de otras partes. «Es autor (dice Puymaigre) de canciones más graciosas que pastorelas
más
que
las
de Teobaldo de Champagne, de
de Giraldo Riquier.
las
«Dulce melanco-
>
profunda verdad poética (dice Clarus) hallo en
lía,
poeta la
el
el
poema que
de Querella de amor, en que se aparece en sueños
lleva el título
de
lindas
siglo,
enamorado Macías, traspasado por cruda
pérdida de su amada.
esta deliciosa composición
Tiene razón
s>
saeta,
al
quejándose
docto alemán: hay en
el
un misterio, una vaguedad
lírica,
un
género de sentimiento que pudiéramos decir musical é indefinido, rarísimo en la poesía de
la
Edad Media, y de que
sólo en los can-
cioneros gallegos pueden encontrarse anteriores ejemplos. Por contrario, el Planto que fizo Pantasilea, reina de las
ma
evidentemente inspirado en
gancia y brío,
y en
las
la
el
Amazonas, poe-
Crónica Troyana, rebosa de arro-
quejas que arranca a
la
enamorada reina
la
muerte de Héctor, hay arranques de pasión tan elocuentes y hermosos,
que cualquier gran poeta dramático pudiera honrarse con
En cuanto
que carecen de las canciones
con que
el
la
ingenuidad primitiva de los cantos de ledino y de
de amigo, pero quizá no vale menos
la
pastora.
V
blanda ironía
como
el
la
el
cate-
del encuentro del caballero
esto sin caer en los excesos de feo realismo en
veces se complace ¡os límites
la
Marqués renueva un tema que había entrado en
goría de los lugares comunes,
y
ellos.
á las serranillas, toda alabanza parece agotada. Es cierto
que á
Archipreste de Hita, sino conteniéndose en
de una regocijada malicia, que se
satisface
con hacer aso-
CAPITULO XI
mar pre
la
sonrisa á los labios.
mismo,
el
el
Y
Marqués
estos cuadritos, gracias á
II3
obsérvese cómo, siendo
el
tema siem-
acierta á diversificarle en cada
que varía
habilidad con
la
el
uno de
paisaje y re-
une aquellas circunstancias topográficas é indumentarias que dan color de realidad á lo que, sin duda, en
mayor
la
es
mera
til
donaire del metro, prendas comunes á todas
La gracia de
ficción poética.
parte de los casos
expresión,
la
pulcro y gen-
el
las
composiciones
cortas del
Marqués de
Santillana, llegan á la perfección en estas se-
rranillas,
de
unas parece que exhalan
de
las cuales
campos de
los
la
races, orean nuestra frente
transportan á
Ninguno entre el
Italia,
la brisa
ellos
ni Carvajal,
puede hacerse,
género en
Santillana,
y
el
la
que siguieron digna-
La misma
frescura, el
mismo primor y
hay en algunas canciones,
Marqués de
salido muy La Vaquera
Puymaigre ha
empresa de poner en verso francés
donde
es
rara todavía.
este
que transportó
Marqués de
al
y
huellas. Clarus declara intraducibies á cualquier lengua
estas composiciones, pero
nillas,
ditícil
que cultivaron
Bocanegra,
pudieron aventajar
mayor alabanza que de mente sus
la
con
los excelentes poetas
siglo xv, ni el atildado
género á
aroma de tomillo
hoces lebaniegas. El paisaje no está des-
las tajadas
pero está líricamente sentido, cosa más
crito,
el
más agrestes y montasutil del Moncayo, ó nos
Alcarria, mientras otras,
decires
gentileza
airosamente de de la Finojosa.
que en
las serra-
y otras poesías breves del
Santillana, especialmente en el villancico á sus hijas,
se intercalan hábilmente varios cantarcillos populares:
La niña que amores
ha,
Sola ¿cómo dormirá?
Suspirando yva
la
niña,
Et non por mí,
Que yo
bien se
lo entendí...
Algunos de estos juguetes deben toda su gracia á cillez
de
la
expresión, á su
misma carencia de
la infantil
que empiezan: Si tú deseas á mí,
Yo non
lo sé;
Pero yo deseo á
En buena T.Iknkndez 1
Pelayo.— Poesía
ti
fe...
castellana. II.
sen-
arte, verbigracia, los-
k
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
114
De En
vos bien servir toda sazón,
El mi corazón
Non
se sá partir...
Quien de vos merced espera Señora, nin bien atiende,
¡Ay que poco se
entiende!
le
Recuérdate de mi vida,
Pues que viste
Mi
partir é despedida
Ser tan
triste.
Recuérdate que padesco
E
padescí
Las penas que non meresco,
Desque
vi
La respuesta non debida
Que me Por
Fué
Hay una tal
diste,
mi despedida
lo cual
tan
canción en gallego,
triste...
y
es sin
duda de
las
últimas que en
lengua fueron compuestas por trovador castellano: Por amar non sabyamente, Mays como louco sirvente, Hey servido á quen non senté
Meu Entre
los decires,
estribillo ni
pinta con fugitiva,
tema
mucha
de
muy
cuidado...
que se distinguen de
inicial,
merece
la
las canelones
palma
el
por no tener
siguiente, en
que se
gracia de expresión un encuentro, una aparición
diverso género que las de
Yo mirando una
las serranil/as:
ribera,
Vi venir por un gran llano
Un
orne que cortesano
Parescia en su manera: Vestía ropa extranjera,
Fecha
al
modo de
Bravante,
Bordada, bien rozagante,
Pasante de
la estribera.
CAPITULO XI Traía
II5
su diestro lado
al
Una muy hermosa dama,
De En Un
A A
que toca
las
!a
lama
superlativo grado:
capirote charpado,
manera bien extraña, fuer del alta
Donosamente
De
Alimaña ligado.
gentil seda amarilla
Eran aquestas dos hopas, Tales que nunca
Tan
vi
ropas
lindas á maravilla:
El guarnimiento é
la silla
D'aquesta linda señora, Certas, después nin agora,
Non
los vi tal
en
Castilla.
Por música é maestría Cantaba esta canción,
Que
fizo á
Perder
En
E
el
tiempo del dolor;
ya sea que
el
ardor
Del fuego nos atormenta,
Mayor dolor nos aumenta Esta tristeza é langor.
»Ca sabe que nos tractamos
De
E
que perdimos que passamos
los bienes
del gozo
Mientra en
el
mundo
vivimos,
Fasta tanto que venimos
A arder Do non Nin de
»E
si
en aquesta flama, se curan de
las glorias
fama
que ovimos.
por ventura quieres
Saber por qué soy penado, Pláceme, porque
si
fuere
Al tu siglo transportado,
Digas que fuy condepnado
127
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
128
Por seguir d'Amor sus
E
vías:
finalmente Macías
En España
fuy llamado.»
El Marqués de Santularia no aplicó sólo á asuntos de amores este cuadro, harto cómodo, de visión alegórica. llorar la dcjunssion de
Me
vi
Le empleó también para
D. Enrique de Villeua:
todo solo
pie de un collado
al
Selvático, espesso, lexano á poblado,
Agreste, desierto é tan espantable...
Vi
fieras difformes é animalias brutas
Salir
de unas cuevas, cavernas c grutas,
Faciendo señales de gran tribulanza.
Asy conseguimos
aquella carrera
Fasta que llegamos en somo del monte,
Non menos cansados que Dante do se passa
Allí
E como
yo fuesse en
Asy como en
fiesta
la
De
E
delantera,
la
Candelaria,
vi tal
luminaria,
selva toda mostraba qual era.
Fendiendo
Unas
la
de
D'antorchas é cirios
Que
á Acheronte,
la triste ribera.
la
lumbre, yo
fui
discerniendo
ricas andas é lecho guarnido,
filo
d'Arabia labrado é texido,
nueve doncellas en torno plañendo.
Los cabellos sueltos, las faces rompiendo, Asy como fijas de padre muy caro. Diciendo: «¡Cuytadas!... Ya nuestro reparo Del todo á pedazos va desfallesciendo.»
Ya Por
se entiende
lo
muy
que estas nueve doncellas eran
demás, este poemita (que
ni siquiera
las
nueve musas.
parece completo) vale
poco; no contiene más que elogios vagos y una retahila de
nombres de sabios y poetas, con los cuales muy inoportunamente se compara á D. Enrique, sin nada que de un modo peculiar se refiera á su persona.
que
le
¡Cuánto más viva ¡dea dan de
consagró Juan de Mena!
él las
dos estancias
CAPITULO XI Persiste di,
en
género dantesco en
el
Planto de la Reyna
el
129
Coronación de Mosén Jor-
la linda
Doña Margarida, en
poemita á
el
la
canonización de San Vicente Ferrer y del Maestro Pedro de Villacreces (en que hay algunas reminiscencias del Paraíso) y en
que
sión de las tres virtudes Firmeza, Lealtad y Castidad,
dente remedo de
la
la
Vi-
canción que principia
Tre donne
Pero
la
es evi-
in
torno
al
cor mi son venute...
obra más importante del Marqués de Santillana en este
género, así por su extensión material, que alcanza á ciento veinte
mayor, como por
estancias de arte
las bellezas
que indudablemente
contiene, es la Comedíela de Ponza. El título descaminó á antiguos eruditos, haciéndoles creer
mática.
No
repararon que
y que
á Dante,
la
que
el
tal
obra debía de tener algo de dra-
Marqués, hasta en
razón verdadera de
de
es aquella curiosa é infantil clasificación
que en
el
prohemio ó carta á
la
quiso imitar
el título
imposición de
la
los
tal
nombre,
géneros literarios
Condesa de Módica y de Cabrera,
doña Violante de Prades, claramente
se especifica:
«E
intitúlela
»deste nombre, por quanto los poetas fallaron tres maneras de
nom-
»bre á aquellas cosas de que fablaron, es á saber: tragedia, sátyra,
acomedía. Tragedia es aquella que contiene en »des reyes é príncipes, asy
como de
sí
caydas de gran-
Hércoles, Príamo é
Agamenón
sé otros átales, cuyos nascimientos é vidas alegremente se comenszaron, é grand tiempo se continuaron, é después tristemente caye»ron.
E
del fablar destos usó
sSéneca, en
las
sus
«
Séneca
el
mancebo, sobrino
Tragedias»; é Johán Boccaccio en
del otro
el libro
De
»casidus virorum illustrium. Sátyra es aquella manera de fablar que
»tovo un poeta que se llamó Sátyro,
el
qual reprehendió
muy mucho
»los vicios é loó las virtudes; é desta manera, después del, usó Ora»cio, é
aun por esto dixo Dante: iL' all.ro é Oracio sátiro, che vene.
»Comedia »pués
el
es dicha aquella
medio é
fin
cuyos comienzos son trabajosos, é des-
de sus días alegre, gozoso é bienaventurado; é
sdesta usó Terencio Peno, é Dante en
el
su libro,
donde primero
»dice haber visto los dolores é penas infernales, é después el Pur-
gatorio, é después alegre é bienaventuradamente Menéndez t
Pei.ayo.
— Poesía
castellana. II.
el
Paraíso.» o
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
I30
Algo hay,
embargo, que remotamente se enlaza con
sin
el
dramático en esta composición, puesto que mucha parte de
compone de
arte
ella se
largos razonamientos puestos en boca de diversas per-
sonas, á quienes sucesivamente va introduciendo
el
autor en
la
escena ideal de una visión alegórica. Dio asunto á este memorable
poema
sangrienta jornada naval ganada por los genoveses en
la
aguas de
la isla
de Ponza, cerca de Gaeta, en 1425, sobre
del rey Alfonso
V
con sus hermanos
de Aragón, que el
la
armada
cayó prisionero juntamente
allí
rey de Navarra D. Juan y
infante D. Enri-
el
que. El poeta, después de algunas estancias de invocación, y una
muy pomposa
sobre
de
las vicisitudes
la
Fortuna, finge que vio en
sueños Quatro donas,
Cuyo aspecto é fabla muy bien denotaví Ser quasi deesas ó magnas personas. Vestían de negro, y fácilmente declaraban su alcurnia por
són de sus armas, entalladas en csendas las cuales
Aragón,
apoyaban
la
manos. Eran, pues,
de Navarra Doña Blanca,
de D. Enrique, y
de
las
reina viuda de
la
Cerca de
los tres infantes.
ellas
de
tarjas la
rica valía»,
el bla-
sobre
Reina Doña Alaría de
Doña
la infanta
Catalina,
mujer
Aragón Doña Leonor, madre estaba un varón de aspecto ve-
nerable:
En
E
hábito honesto, más bien arreado,
non se ignoraba
la
su perfíectión,
Ca de verde lauro era coronado.
Xo poco
sorprenderá
al lector
Juan Boccaccio, que, según parece
y
el
la
moderno saber que
consolador menos apropiado para damas de tan
el le
solamente en
res
como
latinas,
el
aflictivas.
Decamcrone, sino en todas sus obras,
que
le
así
vulga-
acreditaban no solamente de poeta, sino de
humanista y escritor enciclopédico.
Una
había entre
sidas iiirorum illustrium, que corría traducida título
alta guisa
xv Boccaccio era mucho mejor conocido que ahora, y no se
leía
la
varón era
Pero en
severa honestidad, y en circunstancias tan
siglo
tal
vulgar idea que de su literatura se tiene,
de Caída de Príncipes, y á
Comedieta de Ponza con
el
la
al
ellas, la
de ca-
castellano con el
cual debió su autor el figurar en
singular carácter que en ella se le asigna:
CAPITULO XI ¿Eres
tú,
De tantas materias, Que otro poeta á ti ¿Eres
tú,
ca yo
Boccaccio,
el
que copiló
ella
Aragón y de
mundano?
cuatro señoras, los consuelos de Boccac-
de
los copistas), la relación
antes de
siglo
mayor propiedad, habla en
cio, que, para
por
las
non entiendo
se igualó?
Los casos perversos del
Las lamentaciones de
I3I
Boccaccio, aquel que tracto
tuvo
la
batalla
Reina doña Leonor,
la
sus hermanos,
italiano
y el
aparición de
la
(muy estropeado
del sueño fatídico
panegírico del
que
Rey de
Fortuna, que viene á
la
consolar á las Reinas, anunciándoles que no solamente saldrán de cautiverio sus maridos, sino que dominarán ellos
grandes imperios y extendidas regiones, llenan
sus sucesores
y
cuadro de este
el
poema, un tanto abigarrado y henchido de alusiones pedantescas y retahilas de nombres clásicos, pero en el cual abundan trozos notaya por
bilísimos; tas
en boca de
como en
la
el brío
de
la
sentencia,
Fortuna; ya por
la
el
como en
las
palabras pues-
fuego y animación del relato,
descripción de la batalla, que compite con lo mejor de
Juan de Mena en este orden de poesía épico-histórica; ya por
como en
belle-
zas genuinamente
líricas,
ana
y armoniosa paráfrasis del Beatas Ule de Horacio,
bella, sentida
y son
digno por todas razones del honor que
rrera, citándole
forma, lo que predomina en
duce en
el el
la
Marqués de
largos del
La descripción de rada en
le
concedió He-
en sus comentarios á Garcilaso. Salvo esta reminis-
cencia directamente clásica, aunque más en
poemas
que contienen
más antiguo trozo de poesía horaciana en nues-
sin disputa el
tra lengua,
las tres estancias
la
Comedíete,
el
espíritu
como en
poema, sino que
Santillana, es la imitación de Dante.
las
A Boccaccio,
Reinas
le
no sólo se
«E como Fiameta con
la triste
nueva
del pelegrino le fué reportada,
Segunt
la
tu
mano
le intro-
hablan de su Fiameta, y
aun puede creerse que aluden á sus cien novelas:
Asy
la
Fortuna, por ejemplo, está 'visiblemente inspi-
canto VII del Infierno.
Que
que en
casi todos los
registra é aprueba...
fatigada, turbada é cuydosa,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
I32
Temiendo
A
¡os fados é su
poderío,
una arboleda de frondes sombrosa,
La qual circundaba un fermoso
Me fuy por De muchas
río,
deporte, con grand atavío
señoras é dueñas notables...
Pablaban noveüas é placientes cuentos,
E non
olvidaban
Mucho más dramático en el
las
el
antiguas gestas...»
que
estilo
la
Comedieta de Poma, es
Diálogo de Blas contra Fortuna, por más que no haya en
dadera acción, nudo
doctrinal entre un personaje histórico
Bías
y
común de
lugar
y otro
la filosofía estoica:
ver-
alegórico, el filósofo
Fortuna, defendiendo victoriosamente
la
él
meramente una controversia
ni desenlace, sino
que
la
el
primero aquel
constancia del sabio
es.
superior á todas las mudanzas de las cosas humanas, y que no hay entre ellas ninguna que pueda invadir conciencia, ni turbar
punto su
la
libertad. Este
de arte menor, es
el
inviolable recinto de su
tranquilidad de su alma, ni menoscabar un
poema
filosófico,
que consta de 180 coplas
obra maestra del Marqués de San-
sin disputa la
poesía elevada. Los pocos defectos
que
tiene (derivados casi todos del falso concepto de la erudición
que
en
tillana
el
género de
predominaba en
la
siglo xv)
el
desaparecen ante
la luz
de sus innu-
merables bellezas. Es imposible exponer con más gracia una doctrina
más
severa.
Y
esta gracia
de expresión, dote característica
de Hita, no empece aquí
del señor
el
nervio de
bien se combina armoniosamente con
él,
sentencia, antes
la
templando
la
gravedad
amenidad y viveza de las descripciones y el giro suelto y flexible del diálogo, en donde no sin fundamento reconoce Amador de los Ríos algo que anuncia «el pintoresco estoica
con
la
decir de nuestros grandes dramáticos».
de Puymaigre) que
los versos
armoniosos, algunas realmente el
diálogo,
cortado
feliz
«Hay que
bellos,
y hábilmente,
y que en muchos trozos energía que
tiene aquella
Corneille imitó de los dramaturgos españoles.
dadero poeta, dominado por na.»
En
el
confesar (aña-
de este poema son muchas veces
entusiasmo de
Es la
la
obra de un ver-
antigüedad paga-
confirmación de estos juicios, no hay sino recordar la
CAPITULO XI
admirarse aun después de conocida
la
I33
Campos
serena y luminosa descripción de los
de
Elíseos,
que puede movi-
Virgilio, ó el rápido
miento interrogativo con que Bías encarece
de
la instabilidad
cosas humanas. Los que rutinariamente afirman que en
el
no se hicieron más versos dignos de ser leídos que
de
los
las
siglo
xv
las
Co-
plas de Jorge Manrique, nada perderían con dar una ojeada á este
poema y
otros más, tan semejantes á aquél en su fondo
y en su
forma, y entonces quizá saldrían de su error, y no disimularían ya su incuria con
Aunque
el
nocida con
y
el
manto de un buen gusto,
Bías contra Fortuna y
el título
de Doctrinal de Privados (sobre cuyo carácter
mérito ya se ha indicado algo), sean, á mi
Marqués de
tales del
y desdeñoso.
ligero
confesión de D. Alvaro, co-
la
juicio, las
obras capi-
Santillana, todavía es cierto que, por haber es-
tado olvidadas, ya que no desconocidas, hasta estos últimos tiempos, no han logrado tan general notoriedad
como
gloriosa dotrina é fructuosa enseñanza, que
compuso para
los
Proverbios de la
educa-
Su propósito y sus fuentes están demismo Marqués en el prólogo: viedo:
Dichosa Tordelaguna,
Que
(1)
Es
(parte n,
la
tienes á Johán de Mena,
que apadrina Gonzalo Fernández de Oviedo en las Quincuagenas tDe su muerte hay diversas opiniones, é los más concluyen
est. 13):
que una muía Torrelaguna. >
le arrastró, é
cayó della de
tal
manera, que murió en
la villa
de
CAPITULO
XII
147
Cuya fama tanto suena Sin semejante ninguna.
El dejó tanta memoria
En el verso castellano, Que todos le dan la mano. ¡Dios
Aunque Juan de Mena fundamento sólido para D. Juan
II.
dé á
le
el
tuviese
su gloria!
el título oficial
atribuirle
de cronista, no hay
ninguna parte en
la
Crónica de
Pero no por eso dejó de cultivar en alguna manera
los
y genealógicos, si realmente son suyos los apuntamientos que en el Códice K-161 de nuestra Biblioteca Nacional
estudios históricos
se le atribuyen con
de Memorias de algunos linajes anti-
el título
guos é nobles de Castilla que va escribiendo Juan de Mena, coronista
de S. A.
Rey de
el
muy sereníssimo é muy
Castilla ¿ de León,
D. Juan
esclarecido principe
por mandado del muy
varo de Luna, Condestable de Castilla, que Dios mantenga.
el II,
D. Al-
ilustre señor
De
este
manuscrito, horriblemente mutilado por algún genealogista ó rey -de armas,
apenas
si
que no
es posible formar juicio, puesto
dan más que 20 hojas de más de loo que hubo de
le
que-
tener.
Fuera de estas Memorias, generalmente no tomadas en cuenta
por sus biógrafos, sólo dos muestras nos quedan de
de Mena, que
pendio
muy
de
más
la
prosa de Juan
y pedantesco de su tiempo: el comentario á su propio poema de la Coronación, y la llíada en romance, que no es traducción, como vulgarmente se dice, sino comes
breve,
lo
al
enfático
cual sirvieron de base las Periochae ó argu-
mentos de Ausonio, teniendo á
la vista
do-Píndaro tebano, y quizá Decimbre. Seis códices, por
versión íntegra de!Pedro Cándido
•que
además
la
lo
además
el
epítome del seu-
menos, existen de esta llíada
llegó á ser impresa en Valladolid por
Arnao
(i),
Guillen de
Brocar en 1519, á solicitud del licenciado Alvaro Rodríguez de Tu•dela,
que
la
envió
al
ilustre
y
Enríquez para que leyeran en citarse «en la disciplina
y
muy
magnífico señor D. Hernando
ella sus hijos, los
arte militar».
No
que habían de
es indiferente
de haber sido Juan de Mena quien por primera vez
(t)
Cinco en
la
Biblioteca Nacional y uno en
la
el
ejer-
hecho
trajese a nues-
mía particular.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
I48 tra lengua á
Homero, tan mutilado y desfigurado,
caminos tan indirectos y tortuosos. Pero
como
abreviado á su modo, prueba, literaria
es cierto, y por
haberle traducido ó
el
si
tantos otros rasgos de
de Juan de Mena, cierta aspiración generosa á
y á
en que
lo realizó
la
más
la
vida
más
alta
clásica belleza, el estilo
y manera
no puede ser más remoto de todo gusto
helénico,,
posesión de
cultura
la
la
y á duras penas puede encontrarse en toda
pedantesca literatura
la
del siglo xv, aun incluidos los libros de D. Enrique de Villena,
mo-
numento de hinchazón y ampulosidad que iguale á esta versión, y, sobre todo, á su proemio ó dedicatoria á D.Juan II. Véanse algunas cláusulas, que cualquiera diría que Cervantes tuvo presentes para su parodia en á D. Quijote
«E aun
le
la
enumeración de
manadas de carneros que
las
parecieron poderosos ejércitos:
esta virtuosa ocasión,
Rey muy poderoso,
trae á la vues-
»tra rreal casa todavía las gentes extranjeras con diversos presencies s>y
y dones. Vienen
los
vagabundos
aforros,
que con
casas movedizas se cobijan, desde los fines de
sdexando
á sus espaldas el
monte Athlante, á vos presentar leones
siracundos. Vienen los de Garamanta
y
pobres areyes, concor-
los
»des en color con los etíopes, por ser vecinos de »
la
del bicorne
monte Urontio y acechan
y muy
adusta
Vienen
caliente zona, á vos ofrecer las tigres odoríferas.
amoran cerca
nopales
los
arenosa Libia,
la
los
los
que
quemados
aspiráculos de las bocas Cirreas, polvorientas de las cenizas de Phi-
pensando saber
stón,
cada Thebas,
los secretos
de
las trípodas
y
»alteza los orientales indios los elefantes mansos,
»de oro, y cargados de
sTraen vos estos mesmos
mana
los
de piedras, los quales
aquella tierra
más bruñen y
samarilla de escodreñar
sbio,
y
los fríos setentrionales
y aun
el
helado Reno,
las argollas
de
los
qua-
y somueve.
los nubíferos
y otros diversos
lina-
circundanza de los solares rrayos en clarifican.
el tibar,
«presentar lo que excavan
sRey,
la
destirpa
relumbrantes piropos,
sacates, los duros diamantes, los claros rrubís
í
con
lináloes, los quales la cresciente
stro ríos por grandes aluviones de allá do
sjes
fuellar la deso-
á vos traer esfinges quistionantes. Traen á vuestra
Vienen
que es
trabajan.
que beven
los
de
Siria,
gente
fino oro en polvo, á vos
Traen vos, las
muy
excellente
aguas del ancho Danu-
y sienten primero
el
boreal viento quan-
CAPITULO
»do se comienza de mover,
I49
XII
los blancos
armiños y
»y otras pieles de bestias diversas, las quales
«cidad de
Vengo
más espeso y mejor pelo puebla y y natural, á vuestra de-
yo, vuestro umill siervo
sinencia benigna, non de Etiopía con relumbrantes piedras, «Asiría con oro polvo, »ras,
mas de
martas,
discreta saga-
naturaleza, por guardarlas de la grant intemperanza de
la
»frigor de aquellas partes, de
«provee.
las finas
muy
la
non de África con
non de
bestias monstruosas
aquella vuestra caballerosa Córdova.
E como
y
fie-
quier que
»de Córdova aquellos dones nin semblantes de aquellos que
los raa-
«yores y más antiguos padres de aquella á los gloriosos príncipes
vuestros antecesores y á
los
que agora son y aun después serán, como sy dixessemos de Séneca el
«bastaron ofrescer y presentar: »
moral, de Lucano su sobrino, de Abenrruys, de Avicenna y otros
»non pocos... Ca
éstos,
Rey muy magnífico, presentavan lo que suyo manava y nascie, bien como fazen los
sera y de los sus ingenios
«gusanos, que
«entrañas
»por
la
seda que ofrescen á los que los crían, de las sus
la
sacan y atraen. Pero yo á vuestra alteza sirvo agora
ca presento lo que mío non es.» hombre ha podido suponérsele autor de
el contrario,
¡Y á
tal
la
prosa del pri-
mer acto de La Celestina! Una sola cosa hay digna de alabanza en este prematuro intento de naturalizar á Homero en Castilla: el respeto, la veneración cuasi religiosa con que habla Juan de Mena de la obra en que se atreve á poner
las
instinto
manos, y cuya grandeza adivina confusamente, con aquel
de
la
por culpa de
gran poesía que tuvo en los
el
fondo de su alma, aunque
tiempos no llegara á desarrollarse plenamente. Juan
de Mena era digno de haber entendido
al
que llama monarcha de la
universal poesía, y de haber contemplado belleza.
Por eso en su admiración
tica tristeza,
de
la
como de quien
suprema deidad
clásica,
la
Riada en su
se mezcla cierto
se encuentra á las puertas del alcázar
mas bien presentida y amada que
nocida, pero carece de llave para penetrar en
él.
«es (dice) traducir una santa é seráphica obra
«Omero, de griego sacada en «castellana lengua... la
«aun elocuencia
latina
prístina
género de simpá-
co-
«Osadía temerosa
como
la
/liada de
y de latín en nuestra materna y qual obra pudo apenas toda la gramática y comprehender y en sí rescebir los heroicos latín,
HISTORIA PE LA POESÍA CASTELLANA
150 »
cantares del vaticinante poeta Omero. ¿Pues cuánto
y¡
rudo y desierto romance? Acaescerá por esta causa á
s>
llíada
ȇ
como
á las dulces
y sabrosas
primera agua se dañan y á
la
la
roso
¡a
E
intento de le dar.
la
fará eT
omérica
frutas en la fin del verano,
segunda se pierden.
»obra recibirá dos aguaceros. El uno en •»más dañoso y mayor en
más
por esta razón,
assí
que esta
traducción latina, y el
la
interpretación
Y
romance, que presu-
al
muy
prepotente señor,
»
dispuse de no interpretar de veinte y cuatro libros que son en el
»
volumen de
la
sumas brevemente: no como
llíada, salvo las
»ro palabra por palabra
lo canta, ni
Ome-
con aquellas poéticas invencio-
nes y ornación de materias, ca si ansí oviessede escrivir, muy masyor volumen y compendio se ficiera. E más escribió Omero en las»
escripturas solas y varias figuras que eran en el escudo de Achules, »que hay en todo aqueste volumen, é déjelo de fazer por no dannar
»
»ni ofender del todo su alta cbra, trayendo gela en
la
humilde
y
»baxa lengua del romance, mayormente no habiendo para esto vues-
Y
»tro regio mandato. x
como
las
»
ansy,
Rey muy
aunque sean
de muestras a
vuestra alteza estas sumas,
á
que quisieren en
los
excelente, estará en
la
finos
vuestra real
paños acertar,
mano y man-
sdamiento, vistas aquellas sumas ó muestras, mandar ó vedar, toda »la otra plenaria ó intensa interpretación, traducir ó dejar en su es» tilo
primero.»
l'n reciente descubrimiento de Yollmóller, prueba
animó á procurar y mandar hacer
se
interpretación de
esta
más
que D. Juan
II
cabal ó plenaria
la llíada.
Las obras poéticas de Juan de Mena, todavía no han sido reunidas en un sólo cuerpo.
A
suelen
algunas poesías sueltas, pero éstas son
intercalarse
pequeña parte de en
el
el
sin esfuerzo
Cancionero de Baena, en
En
(i),
en
el
el
de Stúñiga, en
que
muy
alguno pueden encontrarse el
que perteneció
fué de Gallardo, en el
el
tomo
1
ñ
de Casti-
este Cancionero, del cual publicó la parte inédita D. Pascual
Gayangos en con
que
las
Herberay des Essarts (1)
continuación de sus tres poemas mayores,
de
del Ensayo de Gallardo, hay una docena de poesías
nombre de Juan de Mena; pero como á continuación de una de ellas nombre de autor ni más encabezamiento que
se añaden otras veintitrés sin
Otra, pudiera creerse que también le pertenecen.
A
esto hay
que objetar>
CAPÍTULO lio,
XII
I^I
en suma, en todos los Cancioneros impresos y manuscritos
y,
del siglo xv y primeros años del xvi ligeros y fugitivos
Si sólo
(i).
hubiéramos de juzgar
al
podríamos diferenciarle del vulgo de
tancial
tiempo.
En
la
poesía cortesana y en
por estos versos
poeta, en nada subs-
trovadores de su
los
discreteo de amores, tie-
el
ne á veces gracia y gentileza, pero nunca tanta
como
el
Marqués
de Santillana, que en esta línea aventajó á todos sus contemporáneos
(2).
Véase alguna muestra de
que su amigo
lo
el
poeta cor-
dobés llegó á hacer en este género, tan poco apropiado á su índole:
ellas está como de Francisco Bocanegra en el Canque fué de Gallardo, y otra es conocidamente de Juan Rodríguez del Padrón, cuyo estilo cree descubrir en muchas de las restantes el diligente sin
embargo, que una de
cionero
Don A. Paz y Melia. En el Cancionero de Stúñiga, está atribuido á Juan de Mena el Triumphete de Amor del Marqués de Santillana, con esta disparatada variante. Había dicho el Marqués, muy á su intento: editor de sus obras, (1)
Vi lo que persona humana Tengo que jamás non vio,
Nin Petrarca, que escribió
De
triumphal gloria mundana;
y el copista del Cancionero de Stúñiga sustituyó estos dos versos:
Nin Valerio, que
La grand
La más
(2)
quizá
la
cientas,
graciosa y elegante
siguiente,
escribió
Historia romana.
de
las poesías ligeras
de Juan de Mena,
es.
que se halla en algunas ediciones antiguas de Las Tres-
y lleva por título Canción que hizo Juan de
Donde yago en esta cama, La mayor pena de mí, Es pensar quando
De
partí
entre brazos de
mi dama.
A vueltas del mal que siento De mi partida, par Dios, Tantas veces me arrepiento, Quantas me miembro de vos; Tanto que me hazen fama Que de
aquella adolescí,
Los que saben que
partí
De
mi dama.
entre brazos de
Aunque padezco
y
me
callo
Mena
estando mal:
'5 2
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA es el Norte firmeza
Como
las estrellas,
Sobre todas
Assi vuestra gentileza Nos es norte de belleza
Sobre quantas nascen bellas. Solamente con cantar Diz que enganna
la
serena,
Mas yo no puedo pensar Qual manera d'engañar vos no vos venga buena.
A
Si antes oviérades sydo,
Fiziera razón humana,
gesto garrido,
Segund
el
Vos
madre de Cupido
Y
ser
gozar de
Mas
manzana.
la
Páris conosciera
si
tan famosa señora Por nascer aun estoviera,
Que
Para vos,
si lo
supiera,
La guardara fasta agora. Quanto más bella se pasa las estrellas la luna,
De
Tanto vuestra linda cara
Se nos muestra perla Sobre
las
Qual
En
el
clara
fermosas una.
el fénis fizo
mundo,
sola
Dios
un ave,
Así quiso qu'entre nos Sola tal fuésedes vos
De fermosura Mas teneys
la llave.
otros errores,
Ó
yo soy del todo loco; Que de remediar amores,
Por esso mis
No menos Que
tristes
quexas,
cerca los fallo
vuestros bienes de lexos.
Si la fin es que
me
llama,
¡Oh, qué muerte que perdí
En De
vivir
quando
partí
entre brazos de
mi
dauía!
CAPITULO
I53
XII
Según t muestran mis dolores,
Vos sabeys, señora, poco. Ya, por Dios, este pensar
No
vos trayga
assi
engañada,
Mas quered considerar
Qué
deleite es dessear,
Quanto más ser desseada.
Yo vos suplico y vos ruego Me libredes desta pena, muero en
Ca
si
No
quizá fallaréys luego
Cada
este fuego,
unjnhán de Mena.
día
(Núm. 62
A
del Cancionero general.)
deshora aparece en estas composiciones alguna sentencia clá-
sica
que da testimonio de
que
del carácter ficticio
nerado y
falso, el
los estudios favoritos del poeta,
sentimiento y
Dad ya
fin
Pues salud á
Es non
La gracia
del
metro es
expresión:
la
á mis gemidos. los vencidos
esperar salud
lo
(
1
),
único que puede hacer tolerables algu-
nas de estas insulsas galanterías rimadas:
Muy más
clara
que
la
luna,
Solo una
En
el
Tan
mundo
gentil,
vos
nacisteis,
que non ovistes
Nin tovistes
Competidora ninguna.
Desde niñez en
la
cuna
Cobraste fama, beldad,
Con
tanta graciosidad
Que vos dotó la fortuna. Que assi vos organizó
Y i¡)
Una
sa/us
no menos
de sus lamentaciones, donde todo es ama-
formó
viclis, rtullam
sperare salulcm.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
154
La composición humana, Que vos soys la más lozana Soberana
Que
natura crió.
la
¿Quién
De
sin
vos no meresció
virtudes ser monarcha:
Quanto bien dixo Petrarcha, Por voe
lo prophetizó.
(Núm. 57
La hipérbole amorosa con
la
Cancionero general.)
como en D. Alvaro de Luna,
irreverencia y aun con el sacrilegio. Las coplas que siguen,
poco tienen que envidiar loor de
á veces,
frisa
ciel
la
famosas de Antón de Montoro en
á las
Reina Católica: Mas dubdo
si el
Soberano
Se pusiesse con su mano,
Con quanto poder alcanza, este siglo mundano
En
Fazer vuestra semejanza.
Yo me callo quien dezia, Aun jurándolo por Dios, Que nascer ya non podría, Después de Virgen María, Ninguna
En
tal
Donde
como
vos.
coro angelical
el
vive Sant Miguel,
Noten por muy especial Aqueste reino
real,
Porque nascistes en
Y Á
él.
los ángeles del cielo,
quien Dios mismo formó,
Truecan
lo
blanco por duelo.
Porque no son en
Á
miraros
como
el
suelo
yo.
Vivo poco temeroso,
Pues que hablo
la
verdad:
Digo que Dios glorioso Se
En
falla
muy poderoso
hazer vuestra beldad.
CAPITULO XII
Y
las
Que
155
hermosas passadas
fueron ya desta vida,
Son contentas y pagadas Porque fueron enterradas Primero que vos nascida; Y,
A
Si su
Á É
que viven agora,
las
quien vos hazeys
guerra,
la
beldad no mejora,
vos tengan por señora, sé
É
pongan so los
la tierra.
defuntos passados,
Por mucho santos que fuessen,
En
son penados,
la gloria
Descontentos, no pagados,
Por morir
Y
sin
que vos
viessen;
donde son agora, Esta es su mayor pena, Creedme, gentil señora, Por no ver sola una hora allá
Vuestra gracia y beldad buena.
(Núm. 60
Puymaigre, á quien tanto debe D. Juan
II,
dantescas. ción,
el
del Cancionero general.)
estudio de la corte poética de
ha notado en esta extraña composición reminiscencias
En
efecto, basta pasar los ojos
primera de
las incluidas
por aquella hermosa can-
y comentadas en
la
Vita
Nuova, que
empieza
Donne
ch'avete intelletto d'amore...
y tropezaremos con estos versos, cuyo parentesco con tro poeta es indudable:
Angelo clama
E
dice: Sire, n'el
in divino intelletto,
mondo
si
vede
Maraviglia nell'atto, che procede
Da un'anima, che fin quassü risplende. Lo cielo, che non have altro difetto Che d'aver lei, al suo signor la chiede, E ciascun santo ne grida mercede... Madonna
¿ disiala in l'alto cielo...
los
de nues-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
X56
Dice
Amor: Cosa mortale
di lei
Com'esser puó Poi
adorna e
si
pura?
si
riguarda, e fra sé stesso giura
la
Che Dio ne i'ntende Otros ejemplos podrían
Dante épico, sino también
di farcosa nova.
evidenciando que, no sólo
citarse,
Dante
el
lírico,
la
poesía castellana, aunque desgraciadamente no se tomase de
lo
más profundo y
de
la
poesía erótica, todos los géneros
la
corte andaban en boga, sin desdeñar
respuestas, en
las
poniéndole á
que alternó con
el
verdad cuestiones no
la
él
substancial de su arte.
Cultivó Juan de Mena, aun en
que en
el
dominaban entonces en
el infantil
ejercicio
¡Marqués de Santillana, pro-
difíciles,
como
el
enigma de
Kdipo:
Mostradme quál
Que luego
se
es aquel animal
mueve en
los cuatro pies,
Después se sostiene en solos Después en
los
los tres,
muy más
dos va
igual...
(Núm. 686 del Cancionero
genera!.)
Y, ciertamente, que para descifrar tan candoroso acertijo, no era preciso ser tan perfecto aviador del dulce saber discretos,
como
lo era
ciertamente
do por Juan de Mena con Hizo además de
las coplas
el
y
Marqués de
caudillo
y versos de donaire. La paternidad litigio, pero suyas ó no,
de la Panadera está aun en
indudable modelo á
Panadera no se
las coplas del Provincial; si
trata
la
jornada de Olmedo, de
los caballeros
la cual se
que de todo tiene menos de
épica.
sirvió
los
pocos ó
la
mu-
que combatieron
hace una picante descrip-
La manera
asaz familiar
aun plebeya de este donoso rasgo, parece que contradice
dominante en
de
bien en las de la
de torpezas nefandas, sino de
chos bríos que mostró cada uno de
ción,
lus de
tales epítetos.
sátiras políticas
son un pasquín curiosísimo, lleno de nombres propios, que
en
y
Santillana, honra-
poesía de Juan de Mena; pero quizá esta
y
el estilo
misma
afectada llaneza tenía por objeto asegurar el éxito popular de
la sá-
los adversarios.
Por
otra parte, nadie niega la autenticidad de los versos de donaire
que
tira
y herir con más derechura en
el
corazón de
Juan de Mena compuso sobre un macho que compró de un archipres-
CAPITULO te,
y en estas coplas, ciertamente
XII
157
fáciles
y chistosas, tampoco aso-
ma por ninguna parte la grave fisonomía del autor como no sea en la cáustica mordacidad con que
del Labyrintko,
convierte aquel
caso de burlas en sátira general contra los bigardos faltreros que
roban
el santo templo
y
maba en
mal
nos da.i tan
mismos de quienes con
ejemplo,
y eran aquellos
libertad dantesca y varonil espíritu excla-
su gran poema: ¿Quién asimesmo deciros podría
De cómo
Y
las
cosas sagradas se venden,
los viles usos
en que se dispenden
Los diezmos ofertos de Santa María:
Con buenos colores de
la
clerecía
Disipan los malos, los justos sudores
De
simples y pobres, y de labradores, la santa cathólica vía?
Cegando
Entre
poesías sueltas de Juan de Mena, merece citarse tam-
las
aunque sólo sea
bién,
á título de capricho métrico, la peregrina
composición que lleva por
título
Lo
y comienza:
claro escuro-,
El sol clarescía los montes Acayos...
Lo
claro de estas coplas
curo es
no
que compite con
tal,
mucho, pero en cambio
se ve
lo
más enigmático de
las
lo es-
Soledades de
Góngora. Son versos sin sentido, hechos de propósito para entretener
oído con palabras huecas
el
trafalarios vates centes.
Mena
En
este
repitió
y
sonoras, al
el hijo
muy
claro de Hyperión...
hay además una polimetría sistemática, no
mente
A
los es-
en otra composición suya
Ya
mánticos.
modo de
que ahora llaman en Francia decadentes y delicuesraro ejemplar de nihilismo poético, que Juan de
libre
como
la
de los ro-
cada estancia de arte mayor corresponde simétrica-
otra de versos cortos, combinación ingeniosa
y que parece
calculada para algún efecto musical.
Pero todos la gloria
fragio
de
los versos hasta aquí recordados, ni
poética de Juan de la
Mena,
ni se
poesía de los Cancioneros,
si
pesan nada para
hubieran salvado del nau-
no
les
amparase
el
nom-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
158
bre del autor de
muy
y una
los otros
dos poemas de rela-
han solido imprimirse, no pasan de una
ellas
Apenas hay paciencia que baste para
regular medianía.
cincuenta
las
Aun
las Trescientas.
que con
tiva extensión
La
de
quintillas dobles
bién se llama pedantescamente Calamicleos, «componiendo
cablo (dice ria,
y de
el
cieos,
ge arrebatado
que en griego quiere decir al
la
latino
que
más excelsos
mayor parte
los
Marqués de
al
esto,
que debía de ser
y de
su asunto principal, sino «de la miseria de los malos
de
vo-
vates, en gran cadira de honor;
poema no habla de
del
el
significa mise-
gloria». El poeta se fin-
monte Parnaso, donde ve coronar
Santillana entre los
pero
nombre
autor) de calamitas,
leer
Coronación, que tam-
la
gloria
buenos, porque un contrario puesto cabe otro, más reluzga»,
todo por
el trillado
camino de perderse
hasta llegar á las riberas del
tormentos de
los
mal concertada
damnados
-> .
visión, llena
hondo Del
de
el
poeta en selva bravia,
río del infierno,
estilo
dominante en
donde ve
tíos
esta insípida
y rimbombantes y descabefábula y á la astronomía, puede
perífrasis
lladas alusiones á la historia, á la
juzgarse por las primeras estrofas:
Después que
el
pintor del
mundo
Paró nuestra vida ufana,
Mostraron rostro jocundo
Fondón
del polo segundo
Las tres caras de Diana;
E
las
cunas claresciera
Donde
Júpiter naciera
Aquel
hijo
de Latona,
En un tachón de Que ciñe toda la
la
zona
esfera.
Del qual en forma de toro
Eran sus puntas y gonces Del copioso tesoro Crinado de febras de oro,
Do Febo moraba entonces...
Como
el
á comentar
poeta había remontado tanto él
mismo
el
vuelo, se creyó obligado
los tres sentidos literal, alegórico
de su obra, que, según
él,
pertenecía
al
porque empezando, como Dante, con
género cómico la
y anagógico
y satírico
descripción de
las
(!),
penas
)
capitulo xn del infierno, acababa por
naso y de
placentero espectáculo del monte Par-
el
coronación del Marqués. Nada supera
la
Coronación infunde,
como no
y notas pueriles que
los
el
lerable,
La
al hastío
que
la
sean los prólogos, exordios, preámbuautor acumula sobre cada estrofa, tra-
tando á sus pacientes lectores discípulos.
159
como un pedagogo
á sus infelices
versificación corre con soltura, pero el estilo es into-
porque en ninguna parte hizo Juan de Mena tanto abuso de
como
latinismos crudos, tales
luco, inope, caligo,
con
cltra (traído para concertar
mitra de Anfiarao, á quien de augur convierte en obispo
(i),
la
noverca,
pruína, oasis, comus,fulgescer, circuncigir, y otros
no menos exóticos. Apenas he encontrado en
la
Coronación más que
cinco versos dignos de un poeta: Los sus bultos virginales
De
aquestas doncellas nueve.
Se mostraban bien átales
Como
de rosales
flores
Mezcladas con blanca
La
de nacionales y extranjeros, que ha sido harto indul-
crítica
gente con
poema de
la
mejor, ó
si
Coronación, se ha ensañado, por
los siete
los códices
Debate de la Razón contra se quiere,
es
la
tales debates
seguramente
la
con
el
Que
en todas
tú,
la
austera
christiana musa, civil batalla
entre voluntad se halla
razón que nos acusa.
Huid ó
Que
en
al
cual no
hay que
la
las literaturas
de
la
Los primeros versos parecen un adiós
La más que
Y
Voluntad), que es algo
última producción de su autor, que
poesía profana, y una invocación á Canta
1
contrario,
Psycomaquia de Prudencio, cuando tan
ni siquiera llegó á terminarla. la
la
menos malo. Este poema,
á mano están ejemplos de
Edad Media,
el
pecados tnortales (llamado con más propiedad en
buscar remoto origen en
á
nieve...
callad, serenas,
mi edad pasada
E vimos
arder la mitra
Del obispo AnBarae...
musa de
la
verdad:
,60
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA Tal dulzura emponzoñada
Derramnstes por mis venas. Mis entrañas, que eran llenas perverso fundamento,
De
Quiera
el divinal aliento
malas hacer ya buenas.
De
Venid, lisonjeras canas. tardáis demasiado:
Que
Del tiempo tan mal gastado Tirad presunciones vanas.
La vida pasada es parte
De
Y
muerte advenidera,
la
por esta arte
es pasado
Lo que por
venir se espera.
¿Quién no muere antes que muera?
Que
la
muerte no es morir,
Mas consiste en el vivir, Porque es fin de la carrera. Amarillo hace
el
oro
Al que sigue su minero,
Y temblador el
tesoro
Del azogado venero. Pues si del bien verdadero
Tenemos Huyamos
Como
la
alguna brizna, lo
que nos
fragua
al
tizna
herrero.
Cese nuestra habla
falsa
De dulce razón cubierta, Que es ansí como la salsa Que
el
apetito despierta.
Aunque muestre
Á
las
ingratitud
dulces poesías,
Las sus
tales niñerías
Vayan con la juventud, Remedio de tal salud Enconada por el vicio.
Es darnos en sacrificio Nos mismos á la virtud.
CAPÍTULO
l6l
XII
Y
luego, usando de una
comparación de San
•su
célebre homilía sobre
la
übros de
los gentiles,
utilidad
qu
»
Basilio el
Magno en
se saca de la lectura
añade:
de
los
*
Usemos de los poemas Tomando dellos lo bueno, Mas huyan de nuestro seno Los sus fabulosos temas. Sus ficciones y problemas
Desechemos como Por haber
las
Rompamos
espinas;
cosas dinas
todos sus nemas.
Primero siendo cortadas Las uñas y los cabellos, Podían casar entre ellos Sus captivas ahorradas
Los
judíos, y limpiadas
Hacerlas
Israelitas,
Puras, limpias y benditas,
Á
la su ley
consagradas.
De la esclava poesía Lo superfluo así tirado, Lo dañoso desechado, Seguiré su compañía,
A
la católica vía
Reduciéndola por modo,
Que
valga
más que su todo
La parte que fago mía.
Avínole bien á Juan de Mena en haber prescindido por •de
esta vez
aquel repertorio suyo de erudición impertinente, de «las dos cum-
bres del Parnaso» y «los siete brazos del Nilo», de «la fortaleza de
Tideo» y de
«la castidad
de Lucrecia». Su decir, aunque no
poético, resulta en esta ocasión grave, sencillo, teria, '1
y
libre
-scripción
de
de
las
falsas flores
los siete
acomodado
á la
muy ma-
de un latinismo extravagante. La
pecados capitales está hecha con pocos, pero
enérgicos rasgos, y tampoco carece de vigor y ruda franqueza de estilo
la
invectiva de la
Razón contra
la
Lujuria:
Tú te bruñes y te alucias: Tú haces con los tus males Que los limpios corporales Mr.\ímdiz t Pslato. — Poesía
castellana.
II,
n
t62
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
'
'
Tracten manos mucho sucias.
'
Muchos lechos maritales
.'
De agenas
Y
pisadas huellas,
siembras grandes querellas
En deudos muy Das
principales.
á las gentes ultrajes:
De muerte no las reservas: Tú hallas las tristes yerbas, Tú los crueles potajes. Por
ti
los limpios linajes
Son bastardos y no puros:
De
Y
claros haces escuros
de varones
salvajes.
Tú haces hijos mezquinos De ajena casa herederos: Pones
En
los adulterinos
lugar de verdaderos.
Haces con
tus viles fueros
Que, por culpa de
Muchos
las
madres,
hijos á sus padres
Saluden por extranjeros.
La fuerza Los
tú
la
destruyes:
días tú los acortas:
Quanto más tú Tanto más
te deportas.
tu vida huyes.
Los sentidos disminuyes
Y
los ingenios ofuscas:
La beldad que tanto buscas,
Con
tu causa la destruyes.
¿Qué
diré
de tus maldades,
Sino que por
ti
perdidos
Son reynos y destruidos, Sumidas grandes ciudades, Deshechas comunidades, El vicio hecho costumbre,
Y
dadas en servidumbre
Muchas Seco, el
realista,
autor de
las
francas libertades!
inameno, adusto, pero
muy
castellano en
el
Coplas de los pecados mortales parece seguir
fondo,, las
pi-
sadas de Fernán Pérez de Guzmán, dando á veces notable entonación
y
brío
al
verso corto:
CAPÍTULO
Xll
163
Nin espero yo asonadas
De muy
dorados paveses,
Ni acicalados arneses,
Ni tiendas
mucho
pintadas;
Capacetes ni celadas
Con timbres
muy
Ni
En cabezas
Xo
ni mil
empachos,
lucientes penachos engalladas...
poema doctrinal, ó más bien, sermón rimado, de que le continuasen, como en certamen, tan buenos ingenios como Gómez Manrique, Pero Guillen de Segovia y fray Jefué indigno, pues, este
rónimo de Olivares, de
dencia
Envidia y Pereza, y
la
las
sentencia de
disputas la
Pru-
ÍI).
Pero
'•'
Orden de Alcántara, añadiendo
del
los tres vicios Gula,
la
'mente en
verdadera gloria poética de Juan de el
Labyrintho,
poema cuya
Mena
estriba única-
fecha consta en
el
inestimable
Cancionero que fué de Gallardo, y también en otro códice que yo 'poseo: •í.Fchíscc este tractado fecho 'al rey
D. Juan
'de febrero,
por Juan de Mena
c! II, nuestro señor, en
et
presentado
Tordesillas á veynte
año del Señor de mili é cuatrocientos
c
é dos días
quarenta é quatro
años.» Trescientas estancias tenía entonces, y trescientas son las
que constituyen
mandamiento
el
verdadero poema:
regio,
añadidas por
las veinticuatro
son una composición aparte, aunque del mismo
(2). Es tradición antigua, consigComendador Hernán Núñez, que D.Juan II tuvo empeño en que el número de las estancias del poema igualase al de los
metro, estilo é intención política
nada por
el
días del año.
•
(1)
La continuación de Olivares
ciones de Juan de Mena: las de
es la
que ha solido imprimirse en
Gómez Manrique y Pero
las edi-
Guillen de Segovia,
están en sus respectivos Cancioneros, inédito el segundo. (2}
de
Bastarían á probar su autenticidad, estos dos versos que, por
la sentencia,
e!
nervio
son dignos de Lucano:
Hoy los derechos están en la lanza Y toda la culpa sobre los vencidos...
Xa tesis
contraria á
la
autenticidad de las veintisiete últimas estrofas del
poema, ha sido sostenida por R. Foulché-Delbosc: Elude sur de
Juan
de
Mena
(en Revite Hisbanique-, de 1902,
ix,
75-138^.
le
Laberinto»
'A. R-.) ••
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
164
Como para
la
que en
quiera que sea de este
número
simbólico, lo cierto es
el
uso vulgar ha sustituido
cosas hay que considerar en este
primitivo del poema. Cuatro
al
monumento de
siglo xv: el plan, los episodios, la versificación
El Labyrintho es un sencilla,
poema
aunque un poco
nuestra poesía del el estilo.
alegórico, de concepción abstracta.
y
fría
y
Es
la
Divina Comedia nos transporta, es
noble y
desventaja de todos
mundo
imitadores de Dante respecto de su modelo. El
los
que
integridad del Labyrintho nada falta con las trescientas, título
de
visible á los ojos
á
que
la
imagina-
la
y de la fe; no está poblado de sombras metafísicas, sino de reahumanas ó sobrenaturales, pero igualmente vivas y concre-
ción
lidades tas;
toda una mitología popular, creada antes del poeta, responde de
sus
más audaces invenciones; una
filosofía
que en sus últimas con-
clusiones había llegado á ser popular también, se viste en sus versos
de músculos y de sangre; su infierno es trasunto de escuelas adquieren no sé
los
fantasmas de
los
asemeja á colosos cuya frente se esconde en
las
cuyos pies jamás abandonan superioridad del genio,
la
el suelo.
la tierra,
qué vigor
los
Triunfos del Petrarca
de
la
Amor,
Fama y
del
los loores
condenados, ascendido á
por
las esferas del Paraíso.
ba, Antíoco
y
montaña
la
De
la
triunfales
frío al lector,
ilusión
las
que
que
ánimas de
del Purgatorio ó discurrido
misma suerte Massinisa y
las tcrzine
son personajes que nos interesen
de ni
Casella, Farínata, Ugolino, Sordello el
tierra.
Sofonis-
Stratónica, los amantes celebrados por la mitología
demás sombras que por
de
pompas
antigua, los filósofos y poetas de Grecia
la historia
Laura, en
Castidad, las
de haber conversado con
ta
y
ingeniosa habilidad del poeta.
la la
cielo
degeneración del arte ale-
y en nadie producirán
la fantasía
pueda equipararse con los
de
la
Tiempo, son visiones que dejan
nada representan á
la
superioridad del argumento, que es á un
górico es visible, á pesar de toda
El carro del
nubes, pero
las
Tuvo Dante, además de
tiempo humano y divinOi obra en que pusieron mano Pero ya en
y hasta que
plástico
los
y Roma, y
y
las
Triunfos van pasando, no
conmuevan, como Francesca,
y Cacciaguida: hasta
la
misma
Trionfo della Morte, parece un trasunto tibio y apagado
Beatriz.
Juan de Mena que, en cuanto
al estilo,
no sufre comparación con
CAPITULO
XII
el arte
exquisito del Petrarca, tenía, sin embargo, alma
ca que
él
y que
eminente
y en
po,
la
mayor
la
más dantes-
parte de sus imitadores. Sentía en grado
poesía histórica, en especial
más próxima
la
esta parte se parece á Dante, sin imitarle
á su tiem-
de propósito en
ningún episodio, sino por cierta oculta analogía de naturaleza. Otras partes del genio de Dante
que
le
fueron de todo punto negadas, y no hay
aplastarle bajo el peso de
Aun
una comparación que
producen mejor ciertas excelencias del modelo: en gica,
ción le
sería insensata.
entre los poetas castellanos de su escuela, hay algunos que re-
por ejemplo,
muy
el
verdadera, y
no merece
si
el
el
lo
con
inspira-
puede decirse (y no es
humilde monje cartujo) que es uno de
más transcendental
é inaccesible
discreción en Juan de
los
que alguna vez hacen
raros imitadores del gran poeta florentino,
Fué rasgo de
poesía teoló-
nombre de Dante español que
dio su apasionado editor de Londres, bien
pequeña alabanza para
pensar en
la
sevillano Juan de Padilla se levanta
de
la
poesía dantesca.
Mena no empeñarse, como
Micer Imperial y tantos otros, en una imitación directa, y hasta evien
tar
lo posible
tenidas en
la
todo encuentro con palabras ó historias de
además, con
tintos materiales;
pues, del Paradiso
la
á
la
de Dante se mezclaban en
influjo
distinta índole.
á los personajes ilustres
influencia
las
ruedas de
la
Fortuna parece
Los dragones que tiran
le
la
á las veces el águila suelta le
Allí se levantaba el cristalino palacio la
alegoría
hacen descender en medio de una de-
La presa que bien no
toda
esta-
Luna,
y no carece de belleza. madre Belona, arrebatan al
sierta llanura
Como
la
la
original,
carro de
el
poeta en su rápido curso y
Y
Tomó,
que habían
de cada signo, por este orden:
Mercurio, Venus, Febo, Mars, Júpiter y Saturno. Pero
de
con-
idea general de los círculos de los siete plane-
poniendo en cada uno
do sometidos
el
menos poderosos y de
su educación otros no
tas,
las
Divina Comedia. Quería hacer obra nueva y con dis-
hinche
de
la
la
mano...
Fortuna:
otra vecina planura
Estaba cercada de nítido muro, Así transparente,
clarífico,
puro,
Que mármol de Paro semeja en
albura...
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
l66
Una nube muy grande y
oscura ciega por un
momento
del contemplador, pero pronto se resuelve en vapores,
y
los ojos-
sale
de su
centro una hermosa doncella.
Era
la
>
Providencia, gobernadora
y
medianera del mundo, princi-
pesa y disponedora
De Hyerarquías y todos estados, De paces y guerras y suertes y hados, Sobre señores muy grande señora. Guiado por
penetra en
ella,
gran
la
>
donde ve toda
casa,
la
má-
quina mundana; pretexto para una larga y ampulosa digresión geográfica,
que
la
Providencia interrumpe á tiempo, llamando
la
aten-
ción del poeta hacia otro lado: Volviendo
los ojos á
muy
Vi más adentro
me
do
mandaba,
grandes tres ruedas;
Las dos eran firmes, inmortas y quedas,
Mas la de enmedio volar no cesaba: Vi que debaxo de todas estaba Caída por tierra gente
Que
había en
El nombre y
ia
la
La primera rueda inmóvil
suerte por donde pasaba.
la del
contiene
formas ó simulacros
tiempo presente, y
De gente que
al
mundo
Por eso cubierta de
Su
tiempo pasado,
es la del
movimiento las
infinita,
frente cada qual escrita
faz,
tal
la tercera,
la
rueda del
inmóvil también,
será venidera;
velo era
aunque formas tuviesen de hombres,
Porque sus vidas aun
ni sus
nombres
Saberse por seso mortal no pudiera.
En
cada rueda hay siete círculos:
De
orbes setenios
vi
toda texida
La su redondez por orden debida, Mas no por
industria de mortales manos.
Estos círculos planetarios son
determinan
como
las siete divisiones
los
que
el
autor llama ordenes, y
ó cantos de su poema, que
había empezado, con las alabanzas de D.Juan
naciente disipa
la fantástica visión:
II.
La
finaliza,
luz del sol
CAPÍTULO Sus crines doradas
Que
167
XII
así levantaba,
todas las selvas con sus arboledas,
Cumbres y montes, y
altas
roquedas,
De nueva lumbre
los iluminaba.
Mas
la
la
imagen de
Providencia
Fallé de
mh
Y
vi
lo alto su clara subida.
Y
yo, deseando con gran reverencia
por
ojos ser evanecida,
Tener abrazados sus miembros garridos, Fallé con mis brazos mis hombros ceñidos,
Y
todo
lo visto
Como Veyendo Tienden
huyó mi presencia.
los niños los las
y los ignorantes
átomos
ir
por
la
lumbre,
manos por su muchedumbre,
Mas húyenles ellos sus tactos negantes, Por modos átales ó por semejantes La mi guiadora huyó de mis manos, Huyeron las ruedas y cuerpos humanos,
Y
fueron sus causas á mí latitanies.
La flaca barquilla de mis pensamientos, Veyendo mudanza de tiempos escuros, Cansada ya toma los puertos seguros, Ca teme mudanza de los elementos;
Gimen las ondas y luchan los vientos, Cansa mi mano con el gobernalle,
me mandan que calle: me demandan mis largos tormentos.
Las nueve Musas
Fin
La
cultura clásica de Juan de
Mena ha dejado muchas
huellas en
y no sólo en forma de pedantescas enumeraciones. Algo mejor que esto supo sacar de sus libros. Parecen reminiscen-
el Labyrintho,
cia de
una sublime respuesta de Héctor á Polidamante en
bro
de
de
xii
la Ilíacia,
los presagios
de
Y
aquellas palabras del
la
tempestad, referidos por
el
mundo podrá
los agüeros, los
ser alguna,
hechos sigamos...
el
li-
Niebla, después
el piloto:
pues una empresa tan santa llevamos
Cual otra en
Nó
Conde de
l68
HISTORIA
Más gilio.
frecuentes
El llanto de
LA POESÍA CASTELLANA
liE
y también más felices son las imitaciones de Virla madre de Lorenzo Páyalos está manifiesta,
mente inspirado por
de
el
madre de Eurialo en
la
el libro ix
Eneida. Quintana, cuyo tacto crítico y delicado sentido de
dan singular precio á todas sus observaciones de razón, que
si
la
la
del latino.
muy
alma), no así en
duda
Una mujer
dados, y desolándose
pintoresca.
la
«Un
el
cabeza de su hijo llevada én una
la
campo, no produciría en un lienzo
efecto que aquel cuerpo sangriento, tendido en las andas, y
vista
matrona saliendo
del
desmayo que
boca
fría
de su
y besando
la
y comunicarle su siglo xv el poder
aliento.»
No
es
hijo,
pequeña
principio
al
como
demasiado espacio en
el
gloria para
el
vene-
causa su
para llamarle á
la
la
vida
un poeta del
tempestad, que ocupan
bello episodio de la
Niebla, proceden del libro
I
de
muerte
del
las Geórgicas:
lpse Pater statuit quid menstrua Luna moneret...
Continuo, ventis surgentibus, aut íreta ponti Incipiuut agítala tumescere, et aridus altis
Montibus audiri fragor; aut resonantia lnnge Litora misceri, et
Quum medio
nemorum
increbescere murmur.
céleres revolant ex sequore mergi,
Clamoremque
ferunt ad litora;
In sicco ludunt fúlica:;
quumque
marinae
notasque paludes
Deserit et e pastu
decedens agmine magno
Corvorum increpuit densis exercitus alis. Iam varias pelagi volucres, et qua; Asia circum Dulcibus
in stagnis
rimantur prata Caystri.
cornix plena pluviam vocat improba voce,
Et sola
le
la
suscitar tales comparaciones.
Parte de las señales y pronósticos de
Tum
artista
composición del escritor castellano-
la
anciana en una muralla, rodeada de sol-
ver
al
pica por los enemigos en
rable
con
inferior ai
parte dramática (sin duda porque tenía menos-
y ternura de
inteligente preferiría sin
á
detalle, nota,
Juan de Mena en este episodio queda
poeta latino en sensibilidad
de 1» poesía
la
in sicca secuin spatiatur, arena.
Conde de.
capítulo
169
xii
Cuatro versos hay, de lánguida y misteriosa armonía, en que, á mi
Mena
entender, Juan de
triunfa de Virgilio:
Ni baten
las alas
ya los alciones,
Ni tientan jugando de se rociar,
Los quales amansan
Con Kl
la furia
mar
del
sus cantares y lánguidos sones...
mantuano había dicho sencillamente: Non tepidum ad solem pennas
in littore
pandunt
Dilecto Thetidi alciones
No
imita
poética
de este
modo
quien no tiene alma profundamente
(1).
Pero, entre todos los antiguos,
el
predilecto de Juan de
hasta por razones de paisanaje, fué
Lu cano Sobre
el
.
Mena,
escaño del
autor del Labyriního, debió de haber siempre un códice de la^Far-
entrambos de
sajia al lado de otro de la Divina Comedia, traídos Italia
y bellamente
Mena
historiados. Si Juan de
se
empeña en
creación de una lengua poética insólita y distinta de
principalmente porque
(1)
Hay
la
pompa y
el
énfasis
de Lucano
la
le
la
prosa; es
han
fas-
imitaciones incidentales de otros pactas latinos. Por ejemplo,
esta curiosa estancia sobre los hechizos
Repuso riendo
la
«Ni causan amores, Las
telas del hijo
de amor:
mi compañera: ni
guardan su tregua
que pare
la
yegua,
Ni menos agujas hincadas en cera,
Ni
hilos de arambre, ni el
agua primera
De Mayo bebida con vaso de
yedra,
Ni fuerza de yerbas,
de piedra,
ni virtud
Ni vanas palabras del encantadera...»
procede evidentemente de Ovidio, libro Fallitur
Haemonias
Datque quod
Non
II
del Arte Amatoria:
ad
siquis decurrit
facient ut vivat
amor Medeides
herbaí,
Mixtaque cum magicis Marsa venena
Las definiciones de
las
artes
á teneii fronte revellit equi:
sonis.
virtudes están tomadas de
conservan su forma escolástica.
la
Ética aristotélica, y
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
170
y porque aspira á remedar aquel tipo de dicción. Muchas imita y otras casi le traduce. En esta misma descripción de presagios de la tormenta, pertenece á Lucano (libro V de la
cinado,
veces los
le
Pharsalia) todo
que no es de
lo
Virgilio:
Multa quidera prohibent nocturno credere ponto;
Nam
sol
non
rutilas
Concordesque
Lunaque non
tulit
deduxit
in
xquora nubes
radios
cornu
gracili surrexit lucida
Aut orbis medii puros exesa recessus, Nec duxit recto tenuata cacumina cornu, Ventorumque nota rubuit Sed mihi nec motus nemorum, nec
litoris ictus,
Nec placet incertus, qui provocat aequora, delphin: Aut siccum quod mergus amat Ouodque caput spargens undis, velut ocupet imbrem Instabile gressu metitur litora cornix.
Aquí Lucano, aunque en muy
diverso estilo, imita manifiesta-
y Juan de Mena funde ambas descripciones, usando de un procedimiento que pudiéramos llamar de imitación com-
mente á
Virgilio,
puesta. Pero otras veces los versos
menos
campea
valientes ni
que pidió prestados
al
sólo el arte de Lucano,
menos
felices
de Juan de
gran poeta cordobés de
la
antigua
Cá he visto, dize, señor, nuevos yerros La noche pasada hazer los planetas,
Con crines tendidas arder los cometas, Dar nueva lumbre las armas y hierros, Ladrar
sin herida los
canes é perros,
Triste presagio hacer de pelea
Las aves nocturnas y
Por
las
las alturas, collados
funéreas y cerros
Superique minaces Prodigüs térras implerunt, aethera, pontum. Ignota obscurae viderunt sidera noctes,
Ardentemque polum flammis, cocloque volantes Úbiiquas per inanefaces, crine mque timendi Si .,' •
.
ti tei ris
mutantem tegua cometen. (Libro 2.)
y no son
Mena Roma:
los
CAPITULO
XII
171
Aquella lamosa sentencia, tan oportunamente recordada por Ccr-, vantes:
¡Oh vida segura
la
mansa pobreza,
Dádiva santa desagradecida: Rica se llama, no pobre
Del que se contenta
el
vida
Lucano
es trasunto de una exclamación de
va á interrumpir
la
vivir sin riqueza!...
(libro
tranquilo sueño del barquero
V), cuando César
Amidas en
su po-
bre choza:
O Pauperis, angustique lares!
vitae tuta facultas
O
muñera nondum
Divum
Intellecta
Tienen también su origen en versos de ses aisladas de Juan de Aleña:
^Ematios plus quam
la
Farsalia muchas
fra-
civil batalla (bella
per
la
más que
civilia campos), la discordia civil
donde no gana
ninguno corona (Bella gcri placuit millos habitara triumphos.) Pero
la
imitación
un episodio entero^ salia:
uno de
arte, tan
la literatura el
de
maga de Teel
españoles del Imperio, y aun en toda
los
antigua pueden encontrarse. Comienza esta terrorífica
verso 420 del libro VI de
magno
erat,
Sexto Pompeyo, pues,
la
la
Farsalia:
proles indigna párente...
víspera de la batalla, va á consultar á
llamada Erictho, que anima
tésala
responder á
la
cuadros más lúgubres y espeluznantes que en
los
Sextus
una maga
é importante es la
de los hórridos conjuros de
romántico ya, de
escena en
.
más extensa, deliberada el
preguntas de
las
sagrada á los funéreos reciente, inocula
ritos,
los vivos.
coloca
la
los
En una
cadáveres y les hace hórrida gruta, con-
hechicera un muerto en
lid
nueva sangre en sus venas, hace un formidable
hechizo en que entran
la
espuma
del perro rabioso, las visceras del
lince, la
médula del ciervo mordido por
la
serpiente, los ojos del
dragón,
la
serpiente voladora de Arabia,
el
echino que detiene
naves, la piel de
chas en
el
mar
la
cerasta de Libia, la víbora
Rojo.
Y
que guarda
las
las
con-
después, con voz más potente que todos los
conjuros, voz que tenía algo del ladrido del perro y del aullar del lobo, del subido
de
la
serpiente y del lamento del buho nocturno,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
172
del doliente ruido (planetas) de
ola sacudida en los peñascos,
y
del fragor del trueno, dirige tremenda plegaria á las Euménides,
al
Caos, á (dice)
la Stigia,
á Proserpina
la
y
barquero.
al infernal
una alma que esté oculta en
el
«No
os pido
Tártaro y avezada ya á las
sombras, sino un muerto reciente, que aún duda y se detiene en los
umbrales del Orco.» Párete precanti:
Non in Tartáreo latitantem poscimus antro, Adsuetumque din tenebris: modo luce fugata Descendentem animam: primo
pallentis hiatu
Haeret adhuc Orci
Aparece de súbito una leve sombra: resiste
y no quiere volver á
la
es
el
alma del difunto, que
vida porque
extremum... mortis munus inique Eripilur,
La hechicera
non posse morí
de
se enoja
la
tardanza, azota
al
á Tesifone, á Megera, á Plutón, con hacer entrar
nes infernales. Entonces lidia
los
por algunos momentos
y á
desastre de
la
en
las regio-
sangre del muerto comienza á hervir:
la
la
miembros, vase levantando
los ojos,
cadáver, amenaza la luz
vida con el
interrogación de
la
muerte;
al fin
palpitan
cadáver, abre desmesuradamente la
maga
Pompeyo, causa de dolor en
el
contesta prediciendo
el
Elíseo para los Decios,
Camilos, Curcios y Escipiones; ocasión de alegría en los infiernos
para Catilina, Mario, los Cetegos, Druso y aquellos tribunos tan
enérgicamente caracterizados por
el
poeta:
Legihus inmódicos, amosque ingenua Gracchos.
Dada
la
respuesta,
bras, y Erictho le
De
passa morh.
que Lucano res,
que en
ya en
las
se la
el
muerto quiere volver
quema
vivo,
al
esta especie es lo maravilloso
complace;
reino de las som-
condescendiendo á sus deseos: «jaw
la religión
y sobrenatural en
misteriosa de augurios y terro-
Farsalia viene á sustituir á
la
religión clásica,
muerta
conciencias de los romanos del Imperio; y no puede ne-
garse que en buscar esta nueva fuente de emoción y de interés
procedió
como gran
poeta,
y que pocas cosas infunden
terror tan
CAPITULO
verdadero como ese tránsito de á
la
la
XII
173
muerte á
la
vida y de
la
vida
muerte, descrito con tan sombría expresión y vivísimo co-
lorido.
La
fantasía
de Juan de Mena, ardiente y algo
Lucano, se enamoró de este episodio y la historia el detalle
le
tétrica
trasplantó
como
la
de su tiempo. ¿Había en esto verdadero anacronismo? pero de ningún
sí,
modo en
el
fondo.
de
audazmente á
Nunca
la
En
lepra de
y vedadas cundió en Castilla tanto como en y xv, que fueron de gran relajación y anarquía moral. cada momento se repetían los ordenamientos legales contra los
las artes supersticiosas
los siglos xiv
A
que usan de agüeros de aves
man
cristal, /ie
c'
de estornudos, é de palabras que lla-
^.proverbios* , é de suertes é de hechizos,
ó en espada ó en
metal
c
espejo,
y
catan en agua ó en
ó en otra cosa luzia, é fazen hechizos
de otra cosa cualquier de adevinanza de cabeza de hombre
muerto ó de bestia ó de palma de niño á de mujer virgen, ó de encantamientos,
ó de
cercos,
ó de desligamientos de casados, ó cortan la
rosa del monte... c otras cosas de estas semejantes, por haber salud
¿por haber las cosas temporales que cobdician (i). Fernán Pérez de Guzmán, en su Confesión Rimada, condena como superstición corriente la de los
que procuran
Favor del diablo por
E
invocaciones,
quien de adivinos toma avisaciones
Por saber qué
Aquel
á Dios
Non cura de
tal
sea su ventura.
ama que
del escantar
viejas, nin sus necias artes
Aquel á üios ama que de
las cartillas
Que ponen al cuello por las calenturas Non cura, nin usa de las palabrillas De los monifrates, nin de las locuras De aquel mal christiano que con grandes En el huesso blanco de! espalda rala.
\\)
Pragmática del Infaute de Antequera y de
la
curas
Reina Doña Catalina,
gobernadores del Reino, dada en Córdoba en 9 de Abril de inéditos para la histoi ia de España, tomo xix, pág. 78 ). 1
1410.
(DoCumrntos
HISTORIA DÉ LA POESÍA CASTELLANA
."1'74
•
Poreste camino
abo-
se había llegado á los últimos límites
de
la
minación sacrilega. Oigamos á Fray Lope Barrientos en
su-
curioso
Tractado de las especies de adivinanza: «Non sea osado ningún sacerdote de celebrar missa de difuntos por los vivos que mal quie-
mueran en breve, nin fagan cama en medio de
ren, porque
de muertos porque
sia é oficios
May másf rosamente
la
los tales
la
ygle-
mueran ayna.»
misma consulta poetizada por Juan de Mena, es rigusegún el grave testimonio del Comendador
histórica,
Griego, que en su infancia se lo había oído contar á un viejo de Lie-
Tena. Los proceres de Castilla, enemigos de D. Alvaro de Luna, ;
acudieron á una hechicera que moraba en Yalladolid, para saber,
mediante sus
artes, el destino
que aguardaba
tiempo,
partidarios del
Condestable
los
al
privado; y,
'consulta á un fraile de la Mejorada, cerca de
Olmedo,
reputación de gran
nigromantePCombinando, pues,
fantástico, lo original
y
lo imitado, las supersticiones
'con las supersticiones del
mismo
cual tenía
el
lo real
y
lo
de su tiempo
mundo pagano, compuso Juan de Mena
cuadro de sombría entonación, donde resultó profeta sin que-
"éste
antigüedad llamó vates á sus poetasJCuan-
rerlo:
que no en 'vano
do
Labyrintho fué terminado y presentado á D. Juan
el
vivía D. Alvaro, sino
ridad,
la
que estaba todavía en
y todavía podía decirse de Éste cabalga sobre
Y doma Pero no sé qué
con
él
la
el
cumbre de
la
II,
no -sólo
la
prospe-
poeta:
fortuna
su cuello con ásperas riendas...
fatídica
Mena, volaba ya sobre tre
al
acudieron con idéntica
la
sombra,
visible á los ojos
cabeza del que
muy
de Juan de
pronto iba á ser Maes-
de Santiago. Derrocado y roto en pedazos por orden del Infante
D. Enrique colocar en
el
el
busto ó efigie de D. Alvaro, que éste había
suntuoso sepulcro que para
este hecho á espíritus soñadores
sí
mandado
labró en Toledo, daba
y melancólicos un vago presenti-
miento de mayores desastres. ¿Tendría, por ventura, cumplimiento aquella horrenda catástrofe que profetizó
la
bruja cncantadera de
Yalladolid •
•
"
Por vanas palabras de hembra mostrada,
En cercos
y suertes de arte vedada?
••«
'
CAPITULO
Es de suponer que Juan de Mena da ni el
ñudo más
175
bruja no tuviese tan á
tal
la
XII
la
mano, como
entender traduciendo á tucano, pulmón de
á
fuerte de la hyeua, ni
membranas de cerasta
muchísimo menos ceniza del ave fénix,
lince.,
lybica, ni
ni
Huesos de alas de dragos que vuelan, ni
piedra con que forucce su nido
la
el águila, ni
una parte del
eckino, El qual, aunque sea
Detiene
las fustas
muy pequeño
pez,
que van su camino...
Pero aunque su laboratorio no estuviese provisto de tan singular farmacopea para resucitar muertos, bien pudo tener, aunque con trabajo, otros ingredientes algo
más
caseros, v. gr.:
Medula de ciervo que tanto envejece,
Y y tampoco
ojos de lobo después
le faltarían,
que encanece...
gracias á los buenos
oficios
de alguno de
aquellos prestes sacrilegos que celebraban misa de difuntos por los vivos, Piezas de ara que por gran alteza
Son dedicadas
Lo
cierto es que,
al
culto divino...
con sus diabólicas artes y nefandas
pitonisa de Valladolid conglutinó su
baratijas, la
mixtura en agtias que hierven
de suyo Por venas sulfúreas haciendo pasada... Asi que cualquiera cuerpo ya muerto
.Ungido con
Dar á El trozo de [i.
pudiera despierto
evocación es de los más briosos que en toda
la
obra de Juan de
ella
los vivos respuesta hadada.
Mena pueden
Y
busca
Un cuerpo Le
la
encontrarse:
Maga ya hasta que halla que por aventura
tan malo,
fuera negado aver sepultura,
Por aver muerto en no justa
Y
j
cuando de'noche
la
batalla;
gente más
calla,
la
LA POESÍA CASTELLANA
HISTORIA. DE
I76
Pónelo ésta en medio de un cerco,
Y Y
desque
allí
dentro, conjura
Huerco,"
al
todas las furias ultrices que halla.
Ya comenzaba la invocación Con triste murmurio su dísono Fingiendo
las
Que meten
canto,
voces con aquel espanto
las fieras
con su
triste son,
Oras silvando bien como dragón,
O
como
tigre faciendo stridores,
Oras formando ahullidos mayores
Que forman
los
canes que sin dueño son.
Tornándose contra el cuerpo mezquino, Desque su forma vido ser inmota,
Con
viva culebra lo hiere y azota
Porque
el espíritu traiga
malino;
El qual quizá teme de entrar, aunque vino,
En
O
las
si
entrañas heladas sin vida,
es el
ánima que del fué partida,
Quizá se detarda más en
el
camino.
Los miembros ya tiemblan del cuerpo muy oir el canto segundo:
fríos,
Medrosos de
Ya forma las voces el pecho iracundo, Temiendo la Maga y sus poderíos, La qual se le llega con sones impíos, Y hace preguntas por modo callado, Al cuerpo ya vivo después de
finado...
Con una manera de voces extrañas El cuerpo comienza palabras átales
Y
lo
que
el
cadáver profetiza es que
el
Condestable
Será retraído del sublime trono, Y,
Nunca
el
al fin
de todo, del todo deshecho
romanticismo de tumba y hachero produjo
fantasía
¡Qué hallazgo para un poeta de 1835! lasta el metro, largo y monótono, pero al mismo tiempo agitado como por interna calentura, tiene no sé qué movimiento y tra¿a de
más negra y
horripilante.
1
conjuro, que va bien con
el
prestigio lúgubre de la escena.
CAPÍTULO
La de
XI)
"
177
parte histórica del Labyrintho ha merecido unánimes elogios
la crítica.
Es, en efecto,
poema
carácter de
parte
la
nacional.
ardía viva, intensa, devoradora en
dobés, es
la
más robusta del
La llama
la
como
cantan á
saberlo,
la patria sin
de
el
y
sentimiento no era pri-
crean
al
mismo tiempo que
cantan, sino reflexivo, razonado, clásico, en una palabra,
con cierto género de
da
que
genuinos poetas épicos que
los
la
le
hace prorrumpir en magnífi-
Y este
cas explosiones de júbilo ó do duelo.
mitivo é inconsciente
que
grande espíritu del poeta cor-
el
que mueve su lengua y
libro, la
del sentimiento patriótico,
filosofía política,
la
y enlazado
que rara vez se encuentra
Fué Juan de Mena de los primeros que tuEspaña una, entera, gloriosa, tal como salió
antes del Renacimiento.
vieron la visión de del crisol
romano,
la tal
como
nuestro imperio del siglo xvi volvió á
integrarla:
Vi '
de España poniente,
]as provincias
La de Tarraco y
la Celtiberia,
Mostróse Vandalia
la
Y
la
toda la tierra de
La brava
Donde
Galicia con
bien paresciente, Lusitania, la'
Tingitania,
se cría feroce la gente.
Puso sus sueños, sueños de poeta D. Juan ca voz
II;
al
en
al fin,
el
débil
y pusilánime
pero aun en esto ¿qué hacía sino adelantarse con
fatídi-
curso de los tiempos, esperando del padre lo que había de
realizar la hija?
Pues
Y Y Y
si
los dichos
de grandes profetas
los
que demuestran
las
entrañas de los animales,
todo misterio
Y vaticinios
sotil
las
veras señales,
de planetas,
de artes secretas
Nos profetizan
el
triunfo de vos,
Faced verdaderas ¡señor
rey! por Dios,
Las profecías que no son perfetas.
Faced verdadera á
De mi La
la
providencia
guiadora en este camino,
cual vos ministra por
modo
divino
Fuerza, coraje, valor y prudencia; Porque la vuestra real excelencia Mehkndez y Pelayo. — Poesía
castellana. II.
'^
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
178
Haya de moros pujante
Y
de
Que
Con
todos os hagan, señor, reverencia.
de patria y de gloria siempre delante de
este ideal
Mena
generosa musa de Juan de
la
fantástico,
victoria,
los vuestros así dulce gloria,
crea un D. Juan
II
los ojos,
poético y
y se complace en circundarle con todo género de pompas de majestad y de
triunfales y aparato
El nuestro rey
gloria:
magno bienaveuturado
Digno de reyno mayor que
Castilla
Velloso león á sus pies por estrado
Ebúrneo cetro mandaba su
Y
rica
corona á
mano
la
Más prefulgente que
diestra,
siniestra,
el cielo estrellado.
Tal lo fallaron los einbaxadores
En
la
su
Cuando
villa
De bárbaros
Y
de fuego cercada
vino
le
la
reyes y grandes señores...
cuando un relámpago de
nada y
el
(t),
grande embajada
gloria, la invasión
de
la
vega de Gra-
triunfo de la Higuera, atraviesa las tinieblas de aquel
reinado y hace reverdecer las marchitas esperanzas de próxima y total extirpación
sobre tes
el
de
clamor de
la
morisma,
el
canto de Juan de
como no volveremos
á oírlos
Con dos quaientenas
y
más de millares
Le vimos de gentes armadas á punto, Sin otro
más pueblo inerme
Entrar por
Tomando
la
allí
junto,
vega talando olivares,
castillos,
ganando lugares,
Haciendo con miedo de
tanta
mesnada
Con toda su tierra temblar á Granada, Temblar las arenas, fondón de los mares.
(1)
Madrid.
Mena
se levanta
con sones tan robustos y potenen todo el siglo xv:
los vencedores,
CAPITULO
XII
179
¡Oh virtuosa, magnífica guerra;
En En
ti
las
querellas volverse debrían,
ti
do
los nuestros
Por gloria en
En
muriendo
vivían,
y fama en
los cielos
la tierra;
do
la
lanza cruel nunca yerra,
Ni teme
la
sangre verter de parientes:
ti
Revoca concordes á
De
nuestras gentes,
ti
tanta discordia y tanta desferra!
¡Grande y magnifica poesía, en verdad, que surge toda de una pieza,
armada con
de
Milanesesl
los
el
hierro del combate, recién salido de las fraguas
¿Habría leído verdaderamente
Labyriutho, ó sería capaz de
el
entenderle Ticknor, que no acertó á ver en
él
otra cosa que «una
galería confusa de retratos mitológicos é históricos, generalmente
de poco mérito, colocados, como en orden de
Paraíso de Dante, por
el
el
los siete planetas»?
También
se ha tildado á
Juan de Mena de adulador y de poeta
cortesano. El sentido de sus alabanzas á D. Juan
II
(cuando no son
que va indicado; y Quintana, que entendía algo de independencia y entereza de carácter,
de pura fórmula) no puede ser otro que
le
el
lo noble y recto de sus pensamientos, por y honesto de sus miras. Espíritu más enamorado de la clásica, no le hubo en el siglo xv. No se le caen de la pluma
alaba precisamente por
lo
justo
libertad los
Codros, Decios, Manlios, Torcuatos y Fabricios.
el suicidio
de Catón, como
el
No
sólo absuelve
autor del Purgatorio, sino que hace
la
apoteosis del segundo Bruto, á quien por tiranicida é ingrato había
relegado Dante
al
fondo del Infierno:
Dos vengadores de
la
servidumbre
Muy animosos estaban los Brutos, De sangre tirana sus gestos polillos. No permitiendo mudar su costumbre: Están
los
Catones encima
El buen Uticense con
el
la
cumbre,
Censorino,
Los quales se dieron martirio Por no ver
Y
aunque en
mente en
esto
la
cuita
de
tal
tan diño
muchedumbre.
pueda haber algo de
retórica,
no
la
hay cierta-
otras cosas: en pedir justicia igual para grandes
y peque-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
l80
comparar
ños; en
á los flacos
y
leyes con las telas de araña, que sólo prenden
las
hierro candente sobre
la piel
y de
brutos salvajes,
los
menos en
viles animales; ni
cuales llega á decir que,
de
los
si
con ocasión de
los
hubiese en Castilla un terremoto, no pa-
la iglesia
permaneció inmota y
sino que,
al
revés,
anatemas impresos con
los clérigos simoníacos,
que en Cesárea, en que todo
saría lo
los
grandes que vencen en vicio á
el
el
pueblo fué destruido y sólo
prelado y
la
clerecía en salvo,
quedaría salva y se hundiría la clerecía con
la villa
todo su templo.
De
todos los poemas eruditos compuestos en Europa antes de
Os Lusiadas, quizá no hay ninguno más mente nacional que fuerza de su
no que
misma grandeza, todavía y florentino, con
italiano
más profundapoema de Dante, en más humano y sobrehuma-
histórico ni
éste de las Trescientas. El
serlo
es
muchísimo. Pertenece á toda
y marca el punto culminante de la civilización de la Edad Media. Lo que contiene de histórico, de personal, de político, la cristiandad,
queda en segundo término. En Juan de Mena, por
el
contrario, esto
es lo principal, casi lo único: la alegoría apenas tiene valor por sola.
sí
El Labyrintho no se lee más que por los episodios. Dadas las
condiciones de
genioso á
la
la
escuela de su tiempo, que prefería
de tener Camoens (singular en esto entre miento),
el
narración directa, no tuvo Juan de Mena,
y como en
la
símbolo
como
los épicos del
antigüedad había tenido Virgilio,
in-
había
Renaci-
el arte
de
agrupar en torno de una acción capital, histórica ó fabulosa (viaje
de
los
portugueses á
selecto de las
poéticas tos,
la India,
memorias
orígenes troyanos de Roma), lo
patrias, los lances
más
heroicos, las
y conmovedoras leyendas, valiéndose ya de largos
ya de visiones de
lladuras en
el
lo futuro
más más rela-
en los Campos Elíseos, ya de enta-
escudo de Eneas, ya de vaticinios de
los dioses in-
mortales. Pero, á su modo, algo de esto intentó hacer, aunque fuese con
el
tosco artificio de sus tres ruedas;
ejemplo, poner en metro
como Camoens
la
y
así le
vemos, por
genealogía de los reyes de Castilla,
había de poner la de los de Portugal; y entretejer
hábilmente recuerdos de los Pelayos, Alfonsos y Fernandos, trofeos
de la
las
Navas, del Salado, de Algeciras y de todos
Reconquista:
los triunfos
de
CAPITULO
Ibl
XII
Escultas las Navas están de Tolosa,
Triunfo de tanto misterio divino.
Con
la
morisma que de África vino
Pidiendo por armas
la
muerte sañosa:
Están por memoria también gloriosa Pintadas en uno las dos Algeciras;
Están por cuchillo domadas
De Albohazén, que Pero
los episodios
cunstancias
mas
fué
las iras
mayor
detallados; los
cosa.
que
se
adornan con
cir-
más dramáticas, son siempre de sucesos y personajes
próximos á su tiempo, ó enteramente contemporáneos, y por eso mucha más vida que si hubiesen sido arrancados de las frías
tienen
Mena no puede
páginas de una crónica. Juan de .historia escrita, ni
con
tradición épica,
la
luchar, ni
que conocía,
sin
con
la
embargo,
y que probablemente estimaba, á pesar de su condición de poeta él sabemos que ya en su tiempo se cantaba, pro-
erudito. Gracias á
bablemente en romances,
el suplicio
de los Carvajales y
el
empla-
zamiento de D. Fernando IV, Según dicen
rústicos deste cantando.
(Estancia 287.)
Pero
él
por su parte va á cantar
figuras que,
lo
no cantado, va á levantar nuevas
aun surgiendo en edad tardía, algo conservan del pres-
toque franco y vigoroso del poeta. Entre estas hay de todo género: un trovador como Macías, en cuya
tigio épico, gracias al
figuras las
boca pone Juan de Mena versos mucho mejores que los que
en su
vida:
una mártir de
la
castidad
Es notable y
(1)
de
como doña María
la
quema de
de D. Enrique de Villena y sus libros, siga una condenación ex-
las ciencias ocultas:
Fondón
destos cercos vi derribados
Los que escudriñan
las
dañadas
artes,
Magos, sortílegos mucho dañados...
Los matemáticos Astrólogos.
*,
(i):
Coronel,
significativo que, al elogio
enérgica lamentación por plícita
él hizo,
un hombre de ciencia como D. Enrique de Villena
que malamente
1
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
82
La muy
dueña de manos crueles,
casta
Digna corona de
Que Pero
la
ios Coroneles,
quiso con fuego vencer sus fogueras
mayor parte de
las
sombras que pueblan
..
el Elíseo
de Juan
de Mena, son de mártires militares que sucumbieron, ya en
la
vir-
tuosa y magnifica guerra contra moros, ya víctimas inculpables de la furia
de
las discordias civiles,
tantas veces abominadas por
poeta. Descuella entre todas estas muertes heroicas,
tuosa encina entre árboles menores,
la
del
el
«como majes-
Conde de Niebla don
Enrique de Guzmán, delante de Gibraltar, en Agosto de 1436, cuan-
do con
de su vida quiso comprar
el sacrificio
compañeros de armas, y episodio, el más largo y dignamente
la clásica
fué arrastrado por la el
más
la
salvación de sus.
marea creciente. Este
bello de las Trescientas, encabeza
colección de Quintana, que reconoce en él
animado, vivo y poético, según lo permitía la infancia del y un número y fuerza en los versos, no conocidos antes». El Conde de Puymaigre, que ha puesto este trozo en verso francés «estilo
arte,
con tanta
fidelidad
como
elegancia, critica con razón ciertas pesa-
deces, especialmente en el razonamiento del piloto, y algunos ras-
gos enfáticos de
la
escuela de Lucano; pero añade que «hay octa-
vas llenas de movimiento, versos de grande
estilo,
comparaciones
que no hubiera desdeñado Dante, y sincera inspiración en
el
patriótica
conjuntos.
El brillo de este gran fragmento, que basta para dar cabal idea de las
cualidades y de los defectos de Juan de Mena, puede perjudicar
Tientan objetos á nos devedados.
A
vos,
Hacer
poderoso gran Rey, pertenece
destruir los falsos saberes,
Por donde
los
hombres
y
malas mujeres
Ensayan un daño mayor que parece:
Una gran gente de
la
Muere secreto por
arte malvada...
que perece,
Parece, en efecto, que eran frecuentes los envenenamientos so color dehechizos, y el poeta execra á las nuevas
Que matan
la
Medeas y
Publicias,
gente con poca vianda.
CAPÍTULO
XII
183
y ha perjudicado sin duda á otros análogos de su poema. Pudiéra-
mos
decir,
con que
el
usando de
magnífica comparación, de cuño dantesco,
la
episodio comienza:
Y
que
los
le
cercan poi
derredor,
el
Maguer fuessen todos magníficos hombres, Los
todos de sus claros nombres
títulos
nombre
El
los
cubre de aquel su señor...
Arlanza, Pisuerga y aun Carrión
Gozan
nombre de
el
ríos,
empero
Después de juntados llamárnosles Duero: Hacemos de muchos una relación...
Fácilmente hubiera caído en
monotonía Juan de Mena dedi-
la
cando tanto espacio á cada uno de
como sublimados al apariciones de las necrópolis; gía.
los
héroes á quienes
conmemora
muy
rápidas las
trono Mavorcio. Hizo, pues,
demás sombras ensangrentadas que vagan por su
ganando con
Así van pasando:
el
esta sobriedad
un grado notable de ener-
mancebillo Lorenzo Dávalos, de dos desho-
nestas feridas llagado, conducido en andas ante su triste madre; el
ánima fresca del santo
clavero
Don Hernando de
bendito
Don
tido
rostro por un hacha de armas;
él
'Juan
Padilla; el
conde
Mayorga, de v/ano feroce, potente, famosa, par-
¡le
el
adelantado Rodrigo de
Perea, de gesto sañudo,
Que
preso y herido demuestra que pudo
Antes matarlo pesar que dolor;
Pedro de Narváez,
el
hijo del Alcaide
de Antequera, mancebo de
sangre ferviente.
Que muestra Par en
Con
el
el
las
su cuerpo sin íorma ninguna,
ánimo, no en
la
fortuna,
virtudes del padre valiente;
caballero andante Juan de Merlo, que, después de haber sostenido
innumerables pasos de armas, venciendo en
Enrique Ramestien y
al
lid
campal
al
alemán
francés M. de Charny, vino á morir obscu-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
184
ramente en
Castilla á
manos de un
vil
peón;
y, finalmente, el
lantado Diego de Ribera, aquel por quien canta la bien cercada,
tú.
que estás á par del
Á
rio.
el
ade-
romance: Alora
esta canción alude sin'
duda Juan de Mena: Aquel que
tú ves con la saetada
Que nunca más hace mudanza
del gesto,
Mas por virtud del morir tan honesto Dexa su sangre tan bien derramada, Sobre
la villa
no poco cantada,
El Adelantado Diego de Ribera, el que hizo la nuestra frontera Tender las sus faldas más contra Granada.
Es
Tú
adelantaste virtud con estado,
Tomando la muerte por la santa ley; Tú adelantaste los reynos al Rey, Seyéndole siervo,
En
justa batalla
Ved
el
y criado;
adelantaste tu fama afinado,
Pues quien de
Tal es
leal
Tú
muriendo como hombre:
tal
guisa adelanta su nombre,
merece ser Adelantado!
si
plan y contenido de las Trescientas:
sus condiciones intrínsecas. Las de lengua rían por sí solas estudio aparte.
Mena
y
tal
su espíritu: tales
versificación
merece-
Todos convienen en que Juan de
fué el primer poeta español
que tuvo formal y deliberado la prosa, aunque
propósito de crear una lengua poética distinta de sobre
el
cordes
mérito y consecuencias de esta innovación anden
las opiniones,
como
lo están
sobre
las
muy
dis-
tentativas análogas de
Herrera y Góngora.
Es
cierto, sin
embargo, que
la
obra de Juan de Mena, en esta
parte, ni fué exclusivamente personal suya, ni arbitraria,
puede
calificarse
de
en cuyo caso hubiera sido una pedantería sin conse-
cuencias. El latinismo de dicción y de construcción tenía fatalmente el
A
que dominar en tipo de
la
los versos,
prosa, que es
puesto que ya había translormado
más rebelde siempre á
tales violencias.
que usaban Villena y el mismo Juan de Mena, tenía que corresponder una poesía igualmente latinizada una
sintaxis
como
la
CAPÍTULO
y
y
artificiosa;
lo
185
XII
que hay que decir en esta
que
parte, es
autor
el
del Labyrintlw, aun usando el lenguaje de las musas, que parecía
convidarle á mayores desmanes, no llegó á los extremos de hin-
chazón á que llegaron
y en verso manifestó
prosistas,
los
siempre más juicio y cordura que en prosa, salvo en
donde extremó su sistema, y que de
es sin
duda de
lo
casi
Coronación,
la
peor que pue-
leerse.
La necesidad
del lenguaje culto
y remontado en una poesía esen-
como era la de los imitadores de Dante, debió de sentirse en el momento mismo en que tal poesía apareció en Andalucía y en Castilla. Va en Alicer Francisco Imperial y en otros poe-' cialmente erudita
Cancionero de Baena se observa esta tendencia, aunque no
tas del
sistemática, á la posesión de
un dialecto
literario aristocrático é in-
itaüanismo se desborda. Juan de Mena, pues,
sólito,
y desde luego
como
todos los innovadores, encontró los gérmenes de su innova-
ción en
el
atmósfera, y vino á dar forma á
la
aunque siguiese
todos,
amante de
ingenio,
como de todo
lo
mismo tiempo
al
la
vaga aspiración de
las tendencias
pompa, sonoridad y boato de
la
extraordinario y magnífico.
Y
de su propio
la
expresión,
aquí conviene citar
más
otra vez á Quintana, porque nadie ha apreciado esto con
aun
sin la luz
que hoy nos da
el
estudio comparativo de los
tino,
demás
poetas del siglo xv, especialmente del Marqués de Santillana, en
quien
el
itaüanismo es mayor que en Juan de Mena, aunque sea
más sobrio
«La lengua en sus manos
el latinismo.
es una esclava
que tiene que obedecerle y seguir de grado ó por fuerza
que
le
da
el
poeta.
Xinguno ha manifestado en
más
osadía ni pretensiones
frase á su arbitrio, alarga
gua no
halla las voces
buscarlos en
el latín,
ó
de
la
estas licencias,
lengua poética,
escritor y
si
suprime
sílabas,
mayor
modifica
la
¡as palabras,
el francés,
Aun no acabado de formar dad para
él
impulsi
y cuando en su lenmodos de decir que necesita, acude á
ó acorta los
en
altas:
el
esta parte
el
en
el italiano,
en donde puede.
idioma, prestaba ocasión y oportuni-
que se hubieran convertido en
privilegios
hubieran sido mayores los talentos de aquel
más permanente su
crédito.
Los poetas de
la
edad
si-
guiente, puliendo la rudeza de la dicción, haciendo una innovación
en los metros y en los asuntos de sus composiciones, no conocie-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
l86
ron
noble libertad y
la
las
adquisiciones que en favor de
habían hecho sus predecesores.
Si
lenguaje castellano, y sobre todo
el
en esto
los
la
lengua
hubieran seguido,
el
lenguaje poético, tan numeroso,
tan vario, tan majestuoso y elegante, no envidiaría flexibilidad y riqueza á otro ninguno.
Al hablar de
los poetas
de
la
edad siguiente, claro es que alude
Quintana á Garcilaso y sus discípulos, no á Herrera y
mucho menos
á
los suyos, ni
Góngora, de cuyas innovaciones formales, no todas
descabelladas, se ha incorporado en
caudal de nuestra lengua
el
y aun prosaica y familiar, una parte mucho más considerable de lo que generalmente se cree. Aun de los mismos neologispoética,
mos de Juan de Mena, ¡cuántos son hoy de uso corriente, sin la menor nota de pedantería; v. gr.: diáfano, nítido, confluir, ofuscar, inopia! ¡Y cuántos otros
han tenido y tienen uso frecuente en cierto
género de poesías y en ciertas escuelas
compuestos
clarífico, los adjetivos corusco, crinado,
ma que
por ejemplo, los
literarias,
latinos bel'gcro, armígero, penatifero, nubífero, evieterno,
otras
superno, túrbido!
Y
es lásti-
no hayan prevalecido contra necias burlas, porque son
nobles, pintorescas, expresivas y de buen abolengo: así los verbos subvertir, fruir, truádar, insuflar y prestigiar; los participios esculto por esculpido
vos flagelo y
y
exilio,
que, hojeando
el
sciente
por
sabio, el verbal ultriz, los sustanti-
los adjetivos tábido
y funéreo, y otros muchos
Labyrintho, á cada paso se encuentran. Claro es
que, acumulados, resultan insoportables, y Lope de
Vega
hizo bien
en
tal estilo,
en reírse de este verso: El
Si
sería
todo
poema de
el
muy
amor
es ficto, vaniloct :. pigro...
las Trescientas estuviese escrito
que abundan en
él
hemos
que no
es así, y
trozos de expresión severa y castiza.
Lo más como
detestable poema; pero ya
visto
digno de censura, aunque no sea tan frecuente el
latinismo de palabras, es
hipérbaton
la
ni
imitación torpe y desgarbada del
latino; v. gr.:
Las maritales tragando
A
la
cenizas...
moderna volviéndome rueda,
Fondón
con mucho
del Cyllénico cerco segundo...
aHiulo
(
De
otras malogrados, resulta
porque
de ningún otro poeta de su tiempo, no
el
sea una excepción en el siglo xv, sino porque pre-
tal estilo
mayor grado de
senta en su
intensidad los caracteres de aquella
revolución lingüística, prematura á
impresión general que
puede
y
Mena, que
peculiar estilo de Juan de
el
es imposible confundir con
ble ni
'87
xii
todos estos atrevimientos y bizarrías, unas veces felices
tales
verdad, pero infecunda.
la
metros dejan en
serlo: se siente
en cada verso
el
la
oído,
no
La
es agrada-
lucha, el esfuerzo,
la
contradicción interna del poeta, que habla de una manera y quiere escribir
de otra,
obrero,
el
la
resistencia del material, el sudor
descontento de
la victoria
y
la fatiga del
conseguida á medias y de
!n
aspiración incompletamente satisfecha. Por raro caso salen buenos
todos los versos de una estancia: renglones triviales de prosa rimada, sin
número
ni cadencia, alternan
antítesis ambiciosas.
una
frase viva
como un
De
con rimbombancias enigmáticas y
vez en cuando una comparación grandiosa,
rápida, un verso de los
y
que no se olvidan, cruje
y anuncia de nuevo la presencia del poeta, dándonos aliento para proseguir en su compañía el fatigoso viaje. Por-
que
latigazo
no hay duda en
fatigoso es:
ello;
y
que
el
meramente por
lea
hemos ido Comendador Hernán
recreo, hará bien en atenerse á los trozos selectos que
indicando, y huir, sobre todo, de N'úñez,
la
que disipa en verdad todas
glosa del
las nieblas del original,
pon*
á
cuánta costa de nuestra paciencia!
La monotonía hubiera dicho
del
metro de arte mayor,
Tomé
el fiero
taratántara que
de Burguillos, contribuye á que
parezca más largo de lo que realmente alejandrino del mester de
clerecía.,
con
No
es.
sé
yo
si
el
el
poema mismo
martilleo de sus cuatro
el
consonantes, resulta más tolerable en una narración larga: su ritmo lento
y pausado
invita á veces al sueño,
tan continuo y desaforado estrépito
pero no hiere
como
el
el
oído con
ritmo demasiado
fijo
y
fuertemente acentuado del dodecasílabo, que es en realidad un verso compuesto de 6-\sílaba
6,
con acento obligatorio en
de cada hemistiquio. El movimiento
lírico
trocaico de este verso, parece que contradice á
sosiego de un extenso
aunque parezca
poema
singular,
que
la
quinta
y marcadamente la
gravedad y
al
doctrinal é histórico. Pero es cierto, las
Trescientas se cantaban:
lo atesti-
1
H1ST0KIA DE LA POESÍA CASTELLANA
88
gua nuestro gran
da
la
(i),
que
mé-
tricamente
tratadista musical Francisco
como compuesto de
de aquel modo se mozo, tido
de Salinas
notación del primer verso, después de haberle transcrito
al
(2),
muy
patria, Burgos, siendo
Y
noble caballero Gonzalo Franco.
agudamente Morel-Fatio
deben
cuatro anfibraquios, y añade que
oyó cantar en su
lo
como ha
quizá,
á estas exigencias de
la
adver-
música se
métricas de Juan de Mena, los nume-
las extrañas libertades
rosos versos acentuados en cuarta sílaba,
Dar nueva lumbre
las
v. gr.:
armas y
hierros...
Triste presagio hacer de peleas...
Dame Mira
licencia,
la
mudable
fortuna...
grande constancia del Norte-
disonancias que reaparecen de un
modo
estrofa. Estos dodecasílabos mutilados
casi
constante en cada
no son en rigor sino endeca-
sílabos anapésticos (vulgarmente llamados de gaita gallega),
y Milá
conjetura, que para hacerlos pasar por versos de arte mayor, se pro-
nunciaban con cierta lentitud bos.
los
Lo que nos persuade que
primeros hemistiquios pentasíla-
algo de intencionado hubo en
el
y que con la interpolación de estos versos, á los cuales tenía acostumbrado el oído con la lectura de Micer Francisco Imperial poeta,
y otros tal
italianistas imitadores
frecuencia,
de Dante (quienes
que muchas veces se puede dudar
los si
emplean con
quieren escribir
en verso de ortce ó de doce sílabas), pretendió buscar más varia
armonía en sus octavas, es pésticos,
la
abundancia misma de
versificador tan laborioso, tan ejercitado faltaba, pues,
famosa
los tales
ana-
que no puede haber nacido de pereza ó descuido en un
y
á veces tan
feliz.
No
le
alguna razón á Cristóbal de Castillejo para decir en su
sátira contra los petrarquistas:
Juan de Mena, como oyó
La nueva troba pulida, Contentamiento mostró,
1;
De Música,
c.Mc-m adolescens
quam ^2)
pág. ¿29:
B urgís,
Ad hunc
enim taodum illud cantantcm audiví,
status el generis claritaie pollenttm.
L'Art Aíajeur
et
/'
dum
Gonsalum Francum nobilem virum, non minus canias Hoidécasyllabe... (Romanía,
tomo
xxui, 1S94.)
CAPÍTULO
l8g
XII
Chso que se sonrió
Como de
Y
dijo:
Once
cosa sabida.
«según
sílabas
No haya
la
por
prueba, pie.
causa por qué
Se tenga por cosa nueva, Pues yo también
Ningún poeta del veces las
siglo
xv ha
las u^c.
comentado tantas
sido impreso y
como Juan de Mena. Xo pretendemos apurar
catálogo de
el
ediciones de las Trescientas, unidas por lo general á la Corona-
ción,
y á
las
Coplas de los
siete
(1)
De La
En
pecados mortales.
Brunet y en Salva podrá encontrarse noticia de
Gallardo, en
las principales (i).
Coronación suelta, con su glosa, hay una rarísima edición góti-
No
ca del siglo xv, sin lugar ni fecha.
habiéndola visto, ignoro
tancias materiales permitirán referirla á la
Pegnizer de Nuremberga y
misma
si
Magno y Thomas, compañeros
las
Coplas de los
siete
la
mayor
rareza
de «Joanes
alemanes-» que en
1499 estamparon por primera vez el Labyrintho con la glosa del
Hernán Núñez de Toledo. Es también de
sus circuns-
oficina sevillana
la
Comendador
edición suelta de
pecados mortales (Salamanca, 1500).
El número total de ediciones catalogadas hasta ahora por los bibliógrafos pasa de 24, con los diversos títulos de
Las
Trescientas, Capitación de todas las
obras delfamosísimo poeta Juan de Mena, Todas las obras de etcétera.
Algunas de
el texto,
recuerdo
ellas tienen figuras
de
las
Sevilla, 1512, 1528
Toledo, 1547 (todas góticas), y
las
Juan
en madera. Además de
y
de A
las citadas
en
1534; Valladolid, 1536 y 1540:
cómodas y bastante frecuentes de Ambe-
por Martín Nució y Juan Steelsio; Alcalá, 1566, por Juan de Villanueva y Pedro de Robles; Amberes, 1582. Todas las anteriores al Brócense tienen la glosa del Comendador; pero no las posteriores, que son muy pocas res, 1552,
y reproducen
las
breves notas del Maestro Sánchez:
así la
de Ginebra, 1766
de Madrid, 1804, por Repullés, y la de 1840, por Aguado: esta última en tamaño grande y bastante lujosa. Lo mismo las tres ediciones zaragozanas de Coci (1506, 1509 y 1515), que la de
(en el
tomo
ív
de
las
Obras del Brócense),
la
Alcalá de 1566, contienen muchas y largas composiciones de otros autores, y pueden considerarse como Cancioneros de Juan de Mena y otros. Además de la
continuación de los
plas
siete pecados,
por Gómez Manrique, se leen
de Fr. Juan de Ciudad Rodrigo, de
mandamientos, de
la
orden de
los siete pecados mortales, de las siete
la
,
los diez
obras de misericordia es-
pirituales, de las siete obras de misericordia temporales>, la
contra la Sensualidad?
las co-
allí:
Merced, 'De
«
hecha por Fr. Iñigo de Mendoza,
Justa de
la
Razón
el Desprecio de la
—
HISTORIA DE LA PuESIA CASTELLANA
it)'-»
Para estudio bastan
seis
en
villana,
que contiene, no sólo
sin glosa: la
glosa del
la
De
tado suyo, que luego se suprimió, tención que
le
movió á
no era necesario
y
y
escrevir,
de 1505, «enmendada por
primera y rarísima de 1496, por
rigor: la
Juan Thomás Favario de Lunelo,
el
de 1499, también se-
Comendador,
sino un tra-
vida del autor y de la in-
la
del título de la obra: la de Granada
mismo Comendador quitando
el latín
añadiendo algunos dichos de poetas en
muy provechosos para
entender las coplas»;
la
que
el comento
de Zaragoza, de Jorge
Coci, de 1509, en que por primera vez aparecieron las 24 coplas
añadidas á las Trescientas., con
de Crómberger, de I5l/i
'la,
sueltas; la
de Salamanca,
1
glosa de un anónimo;
la
m ás
que
la
de Sevi-
las anteriores
en poesías
582, con notas del Brócense.
Ya queda
rica
indicado que ninguna de ellas puede estimarse completa, y hay que añadir que en todas
el
texto está
más ó menos
alterado ó moderni-
zado, por lo cual la base de una edición crítica deben ser los anti-
guos códices, y especialmente
A
ción de su nombre,
mentos de
los
modos
cual de mil
(i).
las artes
respeto con que su
el
de trovar. En
más ejemplos que
es el poeta por antonomasia:
Juan de Mena-» (Gramática
se manifiesta, ya en las
otros poetas, ya en las glosas y co-
humanistas, ya en
pronunciado en se alegan
la
y adiciones de
continuaciones
is
Cancionero que fué de Gallardo
el
esta universal difusión de sus obras correspondió la venera-
nombre
es
de Juan del Enzina ape-
la
Para Antonio de Nebrija
los suyos.
«por el poda entendemos Virgilio e
castellana, lib. iv, cap. vn). Castillejo
ortuna de Diego de San Pedro, y unas Coplas ordenadas por Fernán Pérez de
?
Guzmán por
contemplación de los emperadores, reyes y principes y grandes señores
que la muerte cruel llevó desie mundo, y como ninguno es relevado de las
ediciones posteriores á 1499, á excepción de
vadas,
que da sólo
tinuación de
el
la del
ella.
texto de Juan de Mena, reproducen, en vez de
Gómez Manrique,
la
cho del trabajo del primer continuador la
la
con-
de Fr. Jerónimo de Olivares, caballero de
orden de Alcántara, que en su prólogo manifiesta no haber quedado añade que en
Todas
Brócense con sus deri-
ni del
la
satisfe-
de Pero Guillen de Segovia, y
obra de Juan de Mena «emendó
el estilo del consonar,
que en
quince partes estaba errado*. i)
Véanse: R. Foulchc Delbosc: El Laberinto de Fortuna, Macón,
ídem: Cancionero castellano del pañoles,
tomo
siglo
XV,
xix; págs. 120-221. (A. B.)
1,
Nueva
Biblioteca
1904.
de Autores Es-
CAPITULO
igi
XII
invoca su autoridad contra los petrarquistas; y sólo entonces, en fervor de
la
lucha entre los partidarios de
medida
Ias
y,
innovadores poéticos llegan á tratarle con cierta
verencia. Así D. Diego de Mendoza, en
que «hizo
el
y
caen de rechazo algunos golpes sobre Juan de
vieja,
Mena, ídolo de
imitación italiana
la
con un
tiro
las
de ballesta.»
poeta tudclano Jerónimo de Arbolanches
maestro en artes D. Melchor Enrico, que
precede á su extraño poema de Las Habidas (1566):
No
sé
yo hacer, como hizo Joan de Mena,
Coplas que se han de leerá descansadas, El cual,
como
tenía preñada vena,
Trescientas dellas nos dejó preñadas..
chiste
(si lo
es)
que hizo suyo
el
portugués Miguel Sánchez de Lima
en su Poética (1587). Pero, los
al
paso que los poetas de profesión aparentaban desdeñarle,
más grandes humanistas
enamorados de clásicos, toria,
y
las
le
habían tomado bajo su protección,
frecuentes imitaciones que hace de los poetas
del saber,
muy
notable para su
siglo,
que muestra en
mitología y filosofía moral y política; porque,
atinadamente Quintana: «El Laberinto,
lejos
»de coplas frivolas é insignificantes, donde á -atender es
•como
la
al artificio del
estilo
y de
como
el
dijo
lo
más que hay que
los versos,
debe ser mirado la
extensión que
depósito de todo lo que se sabía
entonces.» Este carácter de enciclopedia poética, en que se propuso emular á
Dante y á
los
his-
muy
de ser una colección
producción de un hombre docto en toda
aquel tiempo permitía, y
como
autores de
La
el
autor
Cerba, del
Qua-
drireggio y dei Dittamnndo, convidaba á que los comentadores hi-
1
1)
Carta de dudosa autenticidad, atribuida
al
Capitán Salazar. (A. B.)
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
I92
eiesen gala de su doctrina explanando
y declarando los conceptos, y enmarañados, y las recónditas alusiones
á veces bastante turbios
V quien
del poeta.
primero se arrojó á
aquel gran varón,
ello fué
y uno de los iniciapor senderos harto más ásperos
patriarca de los estudios helénicos en España,
dores de
que
la filosofía verbal, la cual,
humanismo
los del florido
había de llegar á una
italiano,
más
íntegra posesión de la letra de los antiguos textos, hasta dejarlos
como hoy
depurados,
No
los
vemos, y restituidos aun en sus ápices.
hacía poco honor á Juan de
pendía por algún tiempo
la
Mena
el
Pomponio Mela, para emboscarse en Núñez, como
Roma que
casi todos los humanistas, vivía
ájuan de Mena,
suprimido en
la
Ni
la latina.
comen-
el
recoger los refranes castellanos, lo hizo
el
ni
más que como pasatiempo, y con
la
más en Grecia ó en
en su casa propia, y nunca sus trabajos en lengua vulgar
los sabios, sino á los
en
y de Hernán
su Labyrintho. Pero
compitieron con sus sabias disquisiciones en tar
que sus-
insigne gramático,
recensión de Séneca, de Plinio
su glosa no pretendía dirigirse á
rudos é ignorantes,
segunda edición todos
como
lo
los latines
prueba
el
haber
que había puesto
primera. Esta glosa, prolija, difusa, atestada de fárrago incon-
gruente, merece disculpa
como un manual de
se la considera
como un
cuyos rudimentos quería
rias artes
y
mente de
los lectores del
disciplinas,-
interesantes noticias
si
mitología, de geografía antigua ir
libro popular,
y de
otras va-
insinuando en
la
poema. Agradézcasele su buen deseo, y las históricas que de paso nos dio, aunque no tan-
como á nuestra curiosidad importaría. Más de medio siglo había pasado, cuando otro humanista de la escuela salmantina, si no más docto que Hernán Núñez, mucho más original, de más espíritu crítico, de más independencia filosófica y tas
de mejor gusto,
el
Brócense, en suma, padre
mática General, tomó á
Juan de Mena
y fundador de
la
Gra-
en las manos, y pareciéndole
que no era tan malo como algunos piensan, determinó que anduviese en marca pequeña
como
el
Garcilaso que antes había comentado,
para que se pudiesen encuadernar juntos. »cribía á su
amigo
el
«Ya
corrector de libros Juan
sen g de Septiembre de
1
le
tengo acabado (es-
Vázquez
del
Mármol,
579)> haciendo breves declaraciones á las
acoplas que lo requieren, y las otras van
como
se estaban.
También
CAPITULO »hice
smento
md.: en poner toda
v.
muy
añadía: «Sólo en
opinión de aquel señor amigo
la
Mena
glosa de Juan de
la
porque allende de ser
•Dción),
193
En 20 de Mayo de 1580
le hizo el autor».
»una cosa no podré venir en »de
XII
Coronación, habiendo lástima de cuan prolijo y pesado co-
la
(á la
Corona-
malísimo romance
prolija, tiene
y no pocas boberías (que ansí se han de llamar): más valdría que el mundo, porque parece imposible que tan
snunca pareciesen en
»buenas coplas fuesen hechas por tan avieso entendimiento.
Mucho
vuelvo por su honra en que no hobiese mención de que »había comentado. »
Acá he habido después
Comendador, donde qué pudo ser
»dice),
está la vida del poeta,
^determino de ponerla como srece»
No pero
no
sé,
(como
causa por que en estas nuevas
la
está,
allí
si
á
v.
md.
md.
v.
falte:
yo
ansí le pa-
(1).
apareció sí
tal
vida
un prólogo suyo
miración por
el
al
frente del Juan de
muy
poeta: «Si,
notable, en
como
Mena
del Brócense,
que expresa su franca ad-
dice Horacio, aquellos ingenios
«deben ser preferidos que mezclaron dulzura con sen nuestra lengua (y aun por ventura en
utilidad,
las otras)
que
trata es
una
filosofía
moral y un dechado de
no sé yo
quién con rala
mate-
vida
huma-
»zón se pueda anteponer á nuestro Juan de Mena. Porque aría
se
él
primer impresión del
la
la
de historias antiguas y modery elegancia. Dicen algunos que »es poeta muy pesado y lleno de antiguallas; y dicen esto con tanta agravedad, que, sí no les creemos, parece que les hacemos injuria, y
ana, ilustrada con diversos ejemplos »nas,
donde
se halla doctrina, saber
»no advierten que una poesía heroica como »tiene necesidad
apara levantar
el
esta,
para su gravedad,
de usar de palabras y sentencias graves y antiguas estilo. Y, al fin, los que hallan este poeta por pe-
asado, son unos ingenios que ponen todo su estudio en hacer un
ssoneto ó canción de amores, que para entenderlos es menester »
primero preguntar á
»poeta sea tenido en acornó
(1)
es,
por ser
el
ellos
si
mucha
lo entendieron.
estima,
Es muy bien que
primero que sepamos que haya ilustrado
Epistolario Español de la Biblioteca de Rivadeneyra,
nas 32 y
tomo
11,
33.
Menékdez y
Pf,i,ayo.
este
aunque no fuera tan bueno
— Poesía
casttllatta.
II.
13
la
pági-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
194
»lengua castellana
(i).
»y otros de aquel
Aunque en Roma
siglo,
y Horacio
salió Virgilio
nunca Ennio y Lucrecio, y
muy
los
anti-
guos, dexaron de ser tenidos en gran veneración. Ansí que no
hay
»razón de desechar á Juan de Mena, porque en nuestra edad hayan
de
>salido otros
atenido en
estilo
muy
mucho, porque
Antes este poeta ha de ser
diferente.
le
pueden
leer todas las edades
y
calida-
»des de personas, por ser casto, limpio y provechoso, donde las acostumbres no recibirán mal resabio, lo qual no se puede asegusrar de los otros poetas, á lo
menos de algunos. Yo espero que
le-
syéndose esta poeta con más claridad y menos pesadumbre que
mi trabajo bien recibido, principalmente de aquellos
»antes, será
»que están hartos de
y amorosas.»
leer cosas lascivas
Las notas del Maestro Sánchez, pocas, pero nas, bastan para la inteligencia del texto
sencillas
garon un poco tarde. El gusto iba por otros rumbos, estaba á
las puertas,
y
si
en todo
Garcilaso quien pusiese en
en
el
el
y oportu-
de Juan de Mena, pero
xvn
el siglo
el
lle-
culteranismo
sólo dos veces tuvo
molde sus versos, no
que
es maravilla
largo espacio de dos siglos no encontrara nuevo editor Juan
de Mena. Pero siempre
le
fueron fieles los amigos de
de
los curiosos investigadores
maban gremio
más
las cosas
de
la
la
erudición nacional,
Edad Media, que
for-
aparte de los humanistas y de los poetas, aunque
relación tuviesen con los primeros que con los segundos.
opinión era
la
que Argote de Molina había expuesto en
sobre la poesía castellana, que
acompaña
Su
el
Discurso
á su edición de
El Conde
Lucanor (I575) «Llaman versos mayores á este género de poesía, :
que fué
muy
usada en
la
memoria de nuestros padres, por
que en aquellos tiempos agradaron quales,
las
lo
mucho
obras de Juan de Mena,
las
aunque ahora tengan tan poca reputación cerca de hombres
doctos, pero quien considerase la poca noticia que en España avía
de todo género de (i)
Como
letras,
y que nuestro andaluz abrió
no podemos suponer
al
el
camino y
Brócense tan ayuno de noticias que no
conociera poeta castellano anterior á Juan de Mena, claro es que esto se refiere á la particular ilustración
ó nuevo estilo poético que trajo Juan de Mena
á nuestra lengua. La comparación que luego hace con Ennio y Lucrecio, confirma esto
más y más.
CAPÍTULO
XII
195
alentó á los no cultivados ingenios de aquella edad con sus buenos
muy
con
trabajos, hallará que,
justa causa,
España ha dado
el
nom-
bre y autoridad á sus obras que han tenido, y es razón que siempre tengan, acerca de los ingenios bien agradecidos. Este género de poesía,
aunque ha declinado en España después que
bida
que llamamos
la
está tan resce-
pero no hay duda sino que tiene mu-
italiana;
cha gracia y buen orden, y es capaz de cualquier cosa que en
•ció
él
se
antiguo y propio castellano, y no sé por qué meresser tan olvidado, siendo de número tan suave y fácil.»
y
tractare,
Y
algo faltara á la consagración de
si
como
es.
la gloria
de Juan de
nuestro poeta nacional del siglo xv, vendrían á poner
Mena
el sello
le llama aquel gran poeta cordobés (i), y Mariana que, ingiriendo, según tenía por costumbre, oportunos
Miguel de Cervantes, que el P.
recuerdos literarios (2) en
no quiso omitir
el
rió el jovencillo
el tejido
hecho, en
sí
nervioso y
pequeño, de
viril
de su Historia^
refriega en
la
que mu-
Lorenzo Dávalos, sólo para tener ocasión de añadir
que «cantó aquel desastre en versos
llorosos
y elegantes
el
poeta
cordobés Juan de Mena, persona en este tiempo de mucha erudición,
y muy famoso por
vulgar:
el
gante, apacible
sepulcro se
-su
-en
y rimas que compuso en lengua
tho en su integridad él
era, el
ingenio ele-
xxi, cap. xvr.)
acertó en su vaticinio
versos de
poesías
y acomodado á las orejas y gusto de aquella edad: ve hoy en Tordelaguna...: su memoria dura y durará
España». (Libro
Y
las
metro es grosero como de aquella
el P.
Mariana, puesto que
no es leído más que por
viven en boca de todo
como
autor, considerado
jefe
el
si el
Labyrinalgunos
los eruditos,
mundo, y
el
nombre de
su
de escuela, ha sobrenadado en medio
del naufragio de casi toda la literatura del siglo xv, y hasta los in-
doctos saben ó presumen que ese nombre marca una era de sía castellana: la era ele transición entre la
cimiento.
Y
si la
(1)
Segunda parte del
(2.)
Por ejemplo,
-que dice de los y
el
la
poe-
Rena-
importancia histórica de un autor ha de estimarse,
atendiendo á sus obras propias, sino á todas
ban...
Desde
la
e
por amor alcanzar
hora que vi
la
ssólo pensar en ella
scuanto más
me
me
lo inducía,
mí
ál
symple
nombre
me
el
más digno de
los
yo de mí me
non
^hermosura é desigualdad de estado sde mí, porque
(de cuyo
te
dirá
primera vista contra mi, que en
fué mirar, por
juzgaba... ca de
me
que mayores de mi desea-
condenaba, é
miraba, mi simpleza más y más confirmaba:
^pensamiento á creer
me
me
lo
gran señora
»la su epístola), quiso enderezar su
í sabio
el
firme resolución de no decirlo todo, por pavor y vergüenza.
sentía,
la fazía
corría,
si
algún
y menos
salvo que la grand
venir en acatamiento
dos contrarios más claro luciese
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
-206
»
en
por consiguiente,
vista del otro, é,
dignidat suya en grand
la
más
»desprecio y menoscabo de mí, que quanto »tado, tanto
más me
della
tenía por despreciado, é quanto
me daba
spor menospreciado, más
me
veía aca-
más me
tenía
maginando con
á la gran soledat,
» tristeza...»
A
través de este revesado estilo, bien se deja entender que la
iniciativa partió
y
de
la
señora, avezada sin duda á tales ardimientos,
que Juan Rodríguez, haciendo
incierto
y dudoso
al
el
papel del vergonzoso cu palacio,
principio de que fuese verdad tanta dicha, acabó
por dejarse querer, como vulgarmente se dice, y «la prendió por señora
y
juró su servidumbre».
mostraba más ledo semblante. »
La muy generosa señora cada día le E quanto más mis servicios la contN
miaba, más contenta de mí se mostraba,^
nsuras y actos que pasaba en el logar de
»daba que me
E yo
respondiesse...
¡i
era á
todas las señales, me-
labia, el
la la
Amor
le
man-
sazón quien de placer
^entendía de los amadores ser más alegre y bien afortunado ama»dor,
y de los menores siervos de amor, más bien galardonado ser*Cuando en tal punto andaban las cosas, y creía que se le
»vidor.»
iban á abrir las puertas de aquel encantado paraíso
para aquel tiempo no
como
muy
sin
le
gran malicia puede sospecharse), perdióle
suelto de lengua,
(si
es
que ya
habían sido franqueadas de par en par, al
poeta
el
ser
y hacer confianza de un amigo suyo, que
al
principio no quiso creer palabra de lo que le contaba, y luego aca-
bó por darle un mal consejo. «El qual, syn venir en ría,
denegóme
la
sloores de mí, por saber
aseñora,
yo amar, y
amonestándome por
»dar instante »dia,
ni
cierta sabidu-
creencia, é desque prometida, vino en grandes
la
sentir
yo ser amado de tan
alta
ley de amistat consagrada, no tar-
hora enviarle una de mis epístolas en son de come-
de oración, petición ó suplicación, aclaradora de mi voluntad...
Por cuya amonestación yo
me
di luego á la
»tardanza, al día siguiente, primero de año, » trenas la presente,
le
contemplación, é sin envié ofrecer por es-
en romance vulgar firmada: Recebid alegremente
Mi señora, por estrenas La presente.
La Dresente canción mía,
'
CAPÍTULO
207
XIII
Vos envía logar de España,
En vuestro
A
vos y á vuestra compaña
I
Alegría,
E
por más ser obediente,
Mi corazón en cadenas Por presente.
E
pues yo hice largueza
Sin promesa de los bienes
Que
poseía,
Plega á vuestra señoría
En
día
tal
Estrenar vuestro sirviente,
Librándole de
Que hoy
En
las
penas
siente.»
contestación á estas estrenas ó aguinaldo, recibió un ledo men-
saje por el cual le fué
prometido logar á
la fabla
y
merced al servi-
Es tan malo y estragado el único texto que poseemos de la novela, que apenas se puede adivinar cómo acabó la aventura, ni en qué consistió la deslealtad de que acusa al amigo. Lo que reeio.
sulta claro es
que
la
muy
galán había quebrantado
excelente señora llegó á entender
secreto de sus amores,
el
cho contra Juan Rodríguez: «no me atreguando él,
lleno
y
que su
se indignó
la vida».
mu-
Entonces
de temor y de vergüenza, se retrajo al templo de la gran compañía de la triste amargura, sacerdotisa de aquélla, y
soledat, en
desahogó sus
tristezas
citado, haciendo
tenebrós en
rezando
la
al
en
la
prosa y versos del libro tantas veces
mismo tiempo
la furia
de amor á
las
tañeros, é burlaban de mí; á »dían; á los auseles asilencio, é
tan duras penitencias
como
Bel-
Peña Pobre ó D. Quijote en Sierra Morena. «Endecosas mudas, preguntaba á los los
fieros salvajes,
que dulcemente cantaban,
quanto mas
los
mon-
y no me respon-
é luego
entraban en
aquexaba, más se esquivaban de mi».
Entonces compuso aquella canción: Aunque me vedes
asy
.
Cativo, libre nací...
y
aquella otra
mucho más de amor
lo pedía la locura
poética,
y en variedad de metros, como
del poeta,
y
lo
romántico de sus afectos:
208
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
Cerca
En
quando están
el alba,
paz segura
Las aves cantando
el
verne.
Pasando con grand afán
A
la
ventura
Por una ribera verde. Oí loar con mesura
Un gayo dentre
las flores,
Calandrias y ruiseñores,
Por essa
E en
mesma
figura.
son de alabanza
Decía un discor: Servid
al
Señor,
Pobres de andanza;
Y
yo por
locui.-i,
Canté por amores,
Pobre de favores,
Mas no de tristura. por más que decía
Y
No me respondía: No pude sofrir De no les decir Mi gran turbación Por esta canción.
E por nos más atraher A me querer responder, En
señal
de
alegría,
Cantaba con grande afán
La antigua canción mía: Catyvo de mi tristura.
No
sé
qué postrimería
Ayan buena los mis días, Quando el gentil Marías Priso muerte por
tal vía.
Por ende, en remembranza Cantaré con amargura:
Cuy dados y maginanza, Catvvo de mi
tristura...
Así anduvo errando por las malezas, hasta que se falló ribera del
grand mar,
en vista de
una grand urca de armada, obrada en guisa
de la alta Alemana, cuyas velas... escalas ¿cuerdas eran escuras de
CAPITULO
de negro, acompañada de reconoce á
una dueña anciana, vestida
al
en quienes fácilmente se
siete doncellas,
las siete virtudes.
recoge
resis,
20g
XIII
esquivo negror. Allí venía por mestressa
Una de
ellas, la
muy avisada Syndé-
poeta en su esquife, y es de suponer que
le devol-
viera el juicio perdido, porque aquí acaba la novela, en la cual indu-
dablemente Si
falta algo. el velo alegórico y prescindimos de obscuridades que aquí se acrecientan por el mal estado de la copia,
levantamos
calculadas,
apenas se puede dudar de que
el
samente autobiográfico. De
que no es
de
lo
fondo de
narración sea riguro-
la
convencerse, á pesar
fácil
protestas del poeta, es de lo platónico de tales amores. El
las
temor de
muerte pavorosa, que amaga
la
de Macías;
al
poeta con
que procura envolver todos
trágico fin
el
el
misterio en
del drama;
y
la
que
le
supone desnaturado del rcyno á consecuencia de estos
honor,
antigua tradición, consignada
devaneos, son indicios de una pasión tera, el
como
de
la
Cadira de
y probablemente
solían serlo los amoríos trovadorescos.
siglo xvi,
leído
ilícita
al fin
los accidentes
adúl-
Así se creía en
cuando un autor ingenioso, y que seguramente había libre de amor, forjó sobre los amores de Juan Rodrí-
El Siervo
guez una deleitable y sabrosa, aunque algo liviana, novela, del corte de los mejores cuentos nita querida de
en
italianos,
la
cual se supone que
la
incóg-
Juan Rodríguez del Padrón era nada menos que
la
doña Juana, mujer de Enrique IV y madre de la Ciertamente que el nombre de esta señora anda tan
reina de Castilla,
Beltraneja
(i).
infamado en nuestras
historias,
se le atribuya una aventura
anacronismos y errores del
que nada tiene que perder porque
más ó menos; pero que
relato,
tórico.
Ni Juan Rodríguez era aragonés,
llego;
ni sus
(1)
le
como
aventuras pudieron ser en
basta fijarse en los
quitan todo carácter his-
la
allí
se dice, sino ga-
corte de Enrique IV,
Esta entretenida narración, que se halla en un códice de
la
Biblioteca
Nacional, y que, á juzgar por su principio, debió de formar parte de una colección de biografías ó cuentos de trovadores, en que también se hablaba de
Garci Sánchez de Badajoz, fué publicada por D. Pedro José Pidal en vista de
Madrid (Noviembre de
1839),
reproducida en
cionero de Bacna, y últimamente en los apéndices
de
las
las
— Paesia
castellana.
I!.
Re-
Obras de Juan Ro-
dríguez del Padrón, Pf.layo.
la
notas del Can-
14
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
210
puesto que El Siervo libre de amor, principal documento que tene-
mos sobre ni
no contiene ninguna alusión á fecha posterior á 1439,
ellas,
puede sacarse del tiempo en que Gonzalo de Medina era juez de
Mondoñedo, que
el
es decir, por los años inmediatos á 1430.
Y
sabido es
primer matrimonio del príncipe D. Enrique, no con Doña
Juana de Portugal, sino con Doña Blanca de Navarra, no se efectuó hasta 1440. Sin embargo,
la
leyenda de
amores regios de Juan Ro-
los
dríguez tiene todavía un hábil sustentador, que cree resuelta cultad con cambiar
Doña
na,
poco
el
nombre de
la reina,
y
leer,
Isabel de Portugal, segunda mujer de
la difi-
en vez de Doña Jua-
D.Juan
Pero tam-
II.
segundas bodas del rey D. Juan fueron hasta 144", y ya el Cancionero de Baena, compuesto en general de obras de trovadores
muy
las
antiguos,
el colector
María y
y compilado seguramente antes de 1445, puesto que el prólogo que quiere agradar á la reina Doña
declara en
á las dueñas y doncellas de su casa, contiene (núm. 470) la
famosa canción: Vive
con
la rúbrica
qnando
leda,
podrás...
si
de haberla compuesto «'Juan Rodrigues del Padrón
sse fué meter fray re
á
Jerusalén..., en despedimiento de su se-
ñora.» Fuera en Jerusalén ó en otra parte donde se hizo
en esto pudo equivocarse Baena),
lo
importante es
ya en aquel tiempo había entrado en
religión.
edad bástate madura que debemos suponer
á
la
Ni
fraile
noticia de
tal
la reina, ni
colgar
tal
mediados del
siglo
madre de
postumo merece. Verdad
novela anónima no se paró en barras,
la
á Juan Rodríguez amante de al
claustro, sino á la corte
»moza y hermosa s>
Reina de
que
el
la
Reina
autor de
y no contento con hacer
Castilla, le lleva luego,
de Francia, donde
comenzó á poner
es
«la Reina,
los ojos
en
él,
que
no
muy
y aficionán-
dosele favorecello, de manera que los amores vinieron á ser enten-
» didos,
pasando en
>tar preñada..., »
era,
la
xv
la fá-
milagro por leves con-
jeturas á aquella pobre señora que, siquiera por Católica, algún respeto
que
estado, ni la
en quien había sido amigo de Macías, permiten dar asenso á bula de sus amores con
(que
y
ellos
cosas notables, de manera que vino á es-
á él le fué forzoso irse para Inglaterra, donde,
antes de ¡legar á Cales para embarcarse... fué muerto por unos ca-
balleros franceses».
CAPITULO
211
XIII
E! hecho de inventarse tan absurdos cuentos sobre su persona,
prueba que la
el
trovador gallego quedó viviendo como tipo poético en
imaginación popular y en
Macías, único superior á
que penaban en
el
Fué
la tradición literaria.
entre los llagados de
él
la
el
segundo
flecha
de amor,
simbólico infierno de Guevara y Garci Sánchez
de Badajoz. Este último
dice:
Vi también á Juan Rodríguez Del Padrón, decir penando:
'Amor, ¿por qué me persigues? ¿No basta ser desterrado?
¿Aún
alcance
el
me
sigues?
Este estaba un poco atrás,
Pero no mucho compás
De
Macías padeciendo,
Su misma canción diciendo: s
Su
trágica
más y más
Vive leda, si podrás.* (\).
muerte debió de ser inventada también para asimilar
su leyenda á
de Macías,
la
el cual,
más que su amigo,
fué su ídolo poético, el único de sus días á quien creía merescedor de las frondas de Dafne. Pero
si
no muerte sangrienta, destierro y ex-
trañamiento largo parecen haber sido Rodríguez, hasta que en edificar
la
pena de
los
claustro de Herbón,
amores de Juan
que contribuyó á
con sus bienes patrimoniales, encontró refugio contra
mundo y
tempestades del
seguros acerca de ella;
el
la fecha
pero algo vale
consignada por
la
de su profesión, y aun algunos dudan de
constante creencia de
el analista
las
de su alma. Es cierto que no hay datos
Wadingo
(2),
la
orden franciscana,
y robustecida por
la tradi-
ción local.
Las obras de Juan Rodríguez del Padrón llenan un tomo de ciedad-de Bibliófilos Españoles, ordenado con
(1)
Es
la
misma
vela anónima,
que
inserta en el Cancionero de Baena, la
Juan de Valdés con (2)
y recordada en
llama tan celebrada entre nosotros. Grande honra
citarla
en
el
la
So-
mucho esmero y docla la
nodio
Diálogo de la lengua.
Minorum subiit institutum in patria, ubi, concessis faculta tibus coenobio mtam duxit religiosissimant. Floruit sub annum /45o. (Scriptores
construendo,
Ordinis Minorum, en
el artículo
Fray Juan de Herbón.)
212
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
tas ilustraciones
por D. Antonio Paz y Melia, uno de
los
más bene-
méritos investigadores de nuestras antigüedades literarias, que cada día va enriqueciendo
con
la
publicación de nuevos textos.
como
tan célebre Juan Rodríguez
Con
ser
trovador, no pasan de diez y siete
composiciones suyas de probada autenticidad que han podido
las
reunirse,
y por lo general son muy breves. Seis de ellas están interEl Siervo libre de amor: las restantes se han tomado del
caladas en
Cancionero general, del de Baena, del de Stúñiga, del que fué de
Herberay des Essarts, y de dos de la Biblioteca de Palacio. Las principales quedan citados ya, como páginas que son de la vida apasionada de su autor. Todas se refieren á sus amores, excepto última canción,
y
la
más
bella
es el canto de su conversión. irreverencia que en su título, siete
gozos de
la
de todas, Flama del divino rayo, que
Con
ella
quiso reparar sin duda
más que en
Amor y Los mandamientos
su contexto, tienen
la
Los
de amor, superados luego
por otras profanaciones más graves de Mosén Diego de Valera,
Suero de Ribera y Garci Sánchez de Badajoz. Por
lo
demás, los
Gozos de que se trata son espirituales y platónicos, y nada hay de escandaloso en ellos más que la extravagante idea de parodiar
Siete
los
gozos de
la
Virgen:
Ante
Do
las
recibe
puertas del templo, el sacrificio
Amor, en cuyo
servicio
Noches y días contemplo, La tu caridad demando,
Obedescido Señor,
Aqueste ciego amador, El qual te dirá cantando, Si del te
Los
Los
diez
mueve, dolor,
siete gozos d'amor...
mandamientos de amor empiezan con una visión
górica:
La primera hora passada
De
la
noche tenebrosa,
Al tiempo que toda cosa
Es segura y reposada,
En
el
ayre
vi estar.
ale-
CAPITULO Cerca de
Un
213
XIII
nubes puesto,
las
estrado bien compuesto.
Agradable de mirar.
En medio El
Amor
del qual vi luego
con dos espadas
Mortales, emponzoñadas,
Ardiendo todas en fuego, Para dar penas crueles
A
vosotros los amantes,
Porque no
le
Servidores, ni
Amor
El
soys constantes fieles...
promulga su ley por medio del verdadero amante Juan
Rodríguez, y en su galante decálogo enumera las condiciones que
ha de reunir
el
perfecto cortesano:
lealtad,
desinterés,
esfuerzo,
franqueza ó esplendidez, mesura, ser estudioso en obras de gentileza, sin olvidar los traeres
Que
el
apuestos y cumplidos;
amor con
pobreza
la
Mal se puede mantener...
La extraña
fantasía romántica en
en perro rabioso:
fasta
lealtat, gentileza
«fe,
^tristeza, peligro
y
la
y de
prue-
lealtad;
y grand fermosura... Pero sólo
por más que pugnaban, avían por gloria,
afán,
grand cuento de años quel buen Macías... nacido en
las jal-
adas dessa agrá montaña, viniendo en conquista del primer
segundo
y entrando en
»dió franco paso
al
sel encanto,
secreta cámara fué conquistada»
No
y
la
albergue...
son novelas, pero corresponden más bien
vo que
al
didáctico,
y tienen algo de
al
aloje,
la cárcel,
cesó
(i).
género recreati-
de
alegoría, otros dos libros
Juan Rodríguez del Padrón, confundidos ó citados inexactamente por algunos bibliógrafos, y aun atribuido uno de
de Villena. Son
el
Triunfo de las donas y
enlazadas entre
sí
de
introducción de
ria: la
primera
la
el
modo, que
tal
como
la
la
ellos á
D. Enrique
Cadira del Honor, obras
primera puede considerarse
la
segunda, pero tratan
elogio de las mujeres,
muy
segunda
la
el
diversa mate-
panegírico de
nobleza hereditaria. El Triunfo de las donas no es obra solitaria en
siglo xv, sino perteneciente á
compuestos, ya en
un grupo
pirados todos evidentemente por dos
muy
los últimos días
leído en todas sus obras, latinas
como ahora
Decameronc,
literatura del
de libros
ya en vituperio del sexo femenino, é
loor,
Juan Boccaccio, que en
la
muy numeroso
ins-
distintas producciones
de
la
Edad Media
era
de
muy
y vulgares, y no solamente en
el
acontece. Estos dos libros eran // Corbaccio
ó Laberinto d! Amo re, sátira ferocísima ó más bien libelo grosero contra todas las mujeres, para vengarse de
(i)
las
esquiveces de una
Es lástima que libro tan peregrino haya llegado á nuestros días en una
sola é incorrectísima copia, la contenida en el códice Q. 224 de la Biblioteca
Nacional. bras.
De
En ella
algunas partes apenas hace sentido, y parece que faltan pala-
proceden
las
dos ediciones que se han hecho de esta novela,
primera por D. Manuel Murguía en su no terminado Diccionario de gallegos (Vigo, 1862), y la
lección de las drid, 1884).
segunda por
el Sr.
la
escritores
Paz y Mélia en su ya elogiada cola Cámara ó del Padrón (Ma-
Obras de Juan Rodríguez de
CAPÍTULO
De daris
sola; y el tratado
219
XIII
primera colección
mulieribus, que es la
de biografías exclusivamente femeninas que registra
Tan extremado anduvo Boccaccio en
raria.
este
la historia lite-
segundo
libro res-
pecto de encomios (aunque mezclados siempre con alguna insinua-
como extremada
ción satírica),
Uno y
mero.
había sido
la
denigración en
alcanzaron imitadores entre los ingenios de
lla,
literaria
dad,
la
el pri-
otro tratado, recibidos con grandes aplausos en Casti-
de D. Juan
la brillante
dividiéndolos en opuestos bandos.
II,
palma del ingenio y de
gracia
la
A
corte
la
ver-
más bien correspondió á
los
detractores que á los apologistas de las mujeres, puesto que nin-
guna de
las
defensas del sexo femenino, incluso
Alvaro de Luna (que es para mi gusto
la
la
misma de don
mejor de todas), puede
competir en riqueza de lenguaje, en observación de costumbres, en abundancia de sales cómicas, con bación del
más
tínez, el al
amor mundano
autor de
De
genial, pintoresco
la
donosísimo Corbacho ó Repro-
el
del Arcipreste de Talayera, Alfonso
Mar-
los prosistas anteriores
y cáustico de
maravillosa Celestina.
los tratados escritos
han perdido, como
para vindicar á
las
mujeres, algunos se
de D. Alonso de Cartagena
el
;
otros se conser-
como este Triunfo de las donas de Juan Rodríguez del Padrón, como el Libro de las virtuosas et claras mujeres del Condestable don Alvaro, como la Defensa de virtuosas mujeres de Mosén Diego de
van,
hicieron, así del libro latino de Boccaccio,
al mismo propósito se como del Carro de las
Donas
La misma abundancia
Valera
de
,
sin
contar con
las
traducciones que
del catalán Fr. Francisco Eximenis.
tales panegíricos,
prueba que
los detractores
eran numerosos
y
temibles, llegando á formar una especie de secta que tuvo por ban-
dera
el
Corbaccio,
y más adelante
las
coplas de Torrellas, á que
replicaron Suero de Ribera y Juan del Enzina. estos libros
dando por
y
la
animación de
frutos,
tal
de una parte,
el
Todos
el
fabricación de el siglo xvi,
Diálogo de las condiciones de las
mujeres de Cristóbal de Castillejo; de
de Espinosa y
La
polémica persisten en
la
otra el Gynctxepenos de
Juan
Tratado en laude de mujeres de Cristóbal de Acosta.
estos libros sirven para la historia de las ideas
tumbres: algunos,
como
el
diálogo de Castillejo
y
el
y de
las cos-
Llibre de les
dones de Jaume Roig, tienen, además, alto y positivo valor poético.
2ÍO
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
No puede
decirse otro tanto del Triunfo de las donas que nuestro
Juan Rodríguez dedicó á
y
la
reinas de España., con
el
Reina doña María, la más digna, virtuosa
muy enseñada et perfecta...
noble de las vivientes, la
vano intento de refutar
soberana de las «maldiciente et
el
vituperoso Corvacko» de cuyo autor ó componedor tel non menos lleno
de vicios que de años, Boceado* dice que «había perdido su fama
por aver parlado más del convenible, é aver fingido novelas
loable,
torpes é deshonestas». Si el
prueba por cincuenta razones justas
lástica,
sobre
hombre. Véanse algunas:
el
de todas
en
de el
da», los
y no como
el
en vuestro alto Consejo, é
»
mera
estos caballeros, así los
que por sus procuradores paresciesen
los presos,
shallare que por la
á Vuestra Real Majestad pluguiese, se-
mandase llamar todos
»ría cosa razonable
la
causa
justicia les
se ventilase.
E
quando se
podríades tomar
lo
suyo, que-
allí
daría que Vuestra Alteza usase de lo que
más
le pluguiese, es
ssaber: de la clemencia, ó del rigor de la justicia: en lo qual á •
á
mi
ver se guardarían dos cosas: Primera, que se guardarían las leyes,
»que quieren que ninguno sea condenado
sin ser oído é vencido.
¿Segunda, que no se pudiese por vos, señor, decir
*to,
y
esto es
quando
que Séneca
lo
que muchas veces acaesce la sentencia ser justa y
-¿dice:
el juez injus-
se da sin la parte ser oída.» Tal defensa
los eternos fueros de la justicia, honra y acredita
de Diego de Valera, aunque
la
mucho
la
de
entereza
emplease con un monarca tan
débil.
El rey oyó esta peroración con gesto alegre, pero Fernando de
Rivadeneyra, que después fué Mariscal, «ovo tan grande enojo de lo
dicho por
Mosén Diego, que
vos os arrepintáis de •é
Y
lo
á Dios, Diego de Valera,
dixo: Voto
que habéis dicho: de
lo qual el
rey ovo enojo,
dixo á Fernando de Rivadeneyra con gesto turbado que callase. el
rey no esperó más habla de los otros procuradores, é partióse
para Tordesillas». Allí le siguió,
ocho
días después,
que servía de complemento
sar de encabezarse con el texto
más que de exhortación hoguera de
la
discordia
una larga carta de Mosén Diego,
á su oración parlamentaria,
Dapacem, Domine,
á la paz, tenía civil.
y que, á pe-
in diebus nostris,
de combustible lanzado á
Manifiestamente se proponía
imitar las dos famosas epístolas que forjó el canciller
el
la
autor
Ayala en nom-
bre del sabidor moro granadino Benahatín, y, á vueltas de muchas
máximas saludables y de algunas pedanterías excusadas, emprendía el
proceso político del rey en términos sobremanera acerbos y des-
comedidos: «E aunque no quede persona alguna á quien gran parte »del daño no toque, á vos, señor, toca
jcomo
la
güenza
pérdida entera sea vuestra, y
á vuestra real
mucho mas que á todos: la mayor infamia y ver-
persona redunde... Pues debéis, señor, acatar
CAPITULO
»quanto es grande carga sobliga, é quál es
la
que
233
XIII
tenéis, é á
que
dignidad vos
la real
Juez que vos ha de juzgar, á quien ninguna cosa
el
»se asconde, cuyo poder y querer son iguales... E si agora, señor, ívos pensáis por hierro ó rigor vuestros reinos pacificar, esto es muy
»duro á mí de creer; que ya es sel
Guarda que
Y
si
testigo...
Ya
»,jqué otra cosa salió salvo
miento de cibdades é es,
como Benahatín
probastes
rey D. Pedro
muertes de
sel príncipe vindicativo
no
el reino,
»jPor qué Koboan,
fijo
infinitos
fe?...
la
expe-
hierro é rigor, de lo qual
el
hombres, despobla-
fuerzas é robos, é lo
villas, rebeliones,
grandes errores en nuestra
»por qué perdió
al
vuestros subditos han osado decir é hacer,
rosarán hacer, é
»peor
vergüenza rompido y
en tanto crecida, que no
tus pueblos no osen decir, que si osasen decir,
riencia es dello
»
la
el avaricia
»se contenta ni harta ninguno. »decia:
velo de
el
temor de Dios olvidado, y
E
según sentencia de
que
Isaías,
es digno de haber señorío... ¿El rey Saúl
seyendo ungido por mandado de Dios?
del rey
Salomón? ¿Porqué Ezequías, rey de
sjerusalén? ;Por qué infinitos otros de quien las historias hacen
smención?
E
sin
dubda, señor, bienaventurado es aquel á quien los
"ajenos peligros hacen sabio. Pues para dar tranquilidad é sosiego
»é paz perpetua en vuestros reynos, según mi opinión, quatro co»sas son necesarias... conviene saber, entera concordia de vos
y
»del príncipe, restitución de los caballeros ausentes, delibración de >los presos, de los culpados general perdón... ¡Oh, señor!, pues
»muévase agora » mirad
con
el
ánimo vuestro
los ojos del
á
compasión de tan duros males:
entendimiento
las
muy
vivas llamas en
que
consumen y queman: acatad con recto juicio estado en que los tomastes, é quál es el punto en que los tenéis,
^vuestros reynos se »el
qué
>é
tales
zos: é si
quedarán adelante,
van
si
las cosas
según
los
comien-
de nosotros no habéis compasión, habedla, siquiera, señor,
»de vos; que mucho es cruel quien menosprecia su fama.»
La los la
carta incendiaria de
Mosén Diego causó
enemigos del Maestre de Santiago,
al
indecible placer entre
paso que éste y los suyos
graduaban de intolerable y sedicioso desacato. «Vista por
»esta carta (prosigue la Crónica),
mandó
el
rey
llamar á Alonso Pérez de
Vivero, é á Fernando de Rivadeneyra, é mandóles que en su pressencia
la
tornasen á
leer,
y
leída la llevasen al Maestre:
el
qual
la
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
234 shizo leer ante
ovo
é
sí,
muy
grande enojo de
E
la ver.
que
le
»menos
non fuesse librado ninguna cosa que lo
que
se le debía
de
la
del rey había (i), ni
E como
procuración.
á causa
mandado
sdesta carta, Alosen Diego estuvo en gran peligro, é fué
desta carta se
tomasen diversos traslados, llevaron uno á D. Pedro Destúñiga, s>conde de Plasencia,
íMosén Diego,
al
é quiso
qual tanto plugo de
que envió por
la ver,
que fuese suyo, é dióle
el
cargo de
la
crian-
»za de D. Pedro de Estúñiga, su nieto.»
Puesto entonces
al servicio
de uno de
los
más encarnizados ene-
migos del Condestable, Valera, «partícipe de sus miras, cómplice en
no
sus proyectos y por ventura instigador de sus pasiones,
que menos contribuyó se
vengó á su sabor
al
gran trueco que iban á tener
del arrogante valido».
tana en su excelente Vida de D. Alvaro,
elegante encierra
más substancia que todo
fué el
las cosas,
y
Son palabras de Quinla
cual en su brevedad
el prolijo
y
retórico libro
de Rizzo y Ramírez.
Fué
atroz realmente la venganza de
hicieron pleito
de Plasencia, Benavente y Haro y quien llevó ga,
el
cargo de
la
cuando caminó á Burgos
mucho que
la carta
que
el
tal
el
á
rey que fesión
literario
redacción de
el
y
suplicio del condestable.
oficial,
parece un libelo grosero
condestable, sino contra
de su nulidad y apocamiento.
Y
allí
el
aquí conviene oir de nuevo
de D. Alvaro:
la justicia
en
las
«
Cuando Valera defendía
los
dere-
Cortes de Yalladolid, era un ciudadano
honrado y un procurador A Cortes entero y respetable; mas
(1)
mísero
hace vergonzosa con-
voz de Quintana, que ciertamente no ha sido de los pa-
negiristas ciegos
chos de
la
rey envió á las ciudades y villas de su señorío, ha-
autorizaba con su firma, y que
la justiciera
Condes
y, finalmente,
buen nombre moral y
atribución fuese incierta)
no solamente contra le
manos
sus los
Santillana. Él fué
prender á D. Alvaro,
Esta pieza, más que un documento feroz,
Maestre
Marqués de
ciéndoles saber las causas de la prisión
y
al
gente de armas de D. Alvaro de Estúñi-
se le atribuyó entonces (y para su
importaría
Mosén Diego: en
homenaje de prender ó matar
al
ex-
Hasta entonces había sido criado ó camarero suyo: i yo que servía en-
tonces el plato, dice en su Crónica Abrezu'ada, capítulo cxxv.
CAPITULO
235
XIII
tender este manifiesto es un escritor absurdo y fastidioso, infamador
de su rey, cegado por
animosidad, hombre que se complace vil-
la
mente en dar estocadas en un muerto.»
Lo único que puede decirse en favor de Mosén Diego es que, si como el que más á hacer rodar en el cadalso la noble
contribuyó
cabeza del Maestre, no por eso fué cómplice,
ni siquiera
espectador
impasible de los escándalos del reinado siguiente, á pesar del natural afecto
que debía de profesar
al
Príncipe en cuyo servicio había
encanecido. Así nos lo persuade, no sólo su voluntario alejamiento
de
corte de Enrique IV, no obstante
la
en ella
el
cargo de maestresala que
tenía, sino la carta que, siendo corregidor
de Palencia en 1462,
denunciando con suelta y ardiente lengua el abandono en que tenía «los fechos tocantes á la guerra y gobernación de
escribió al rey
sus reinos»;
la
forma en
el
dar
las
dignidades, así eclesiásticas
hombres indignos, «no mirando
seculares, á
najes, ciencias, ni otra cosa alguna, salvo
peor
es,
que muchos afirman que
se
por sola voluntad, é
dan por dineros»;
tamiento del monarca, que no dejaba llegar hasta
en
vasallos; la infidelidad
libros
de su cámara;
el
pago de
las
y, finalmente, otro
él las
el
la fallen
en
la tierra
que
los
más de
obligaciones escritas en los
vuestra, é dicen
que hoy
los
li-
que
gran apar-
mal mayor, «que todos
que como
tales oficios
los
como
los corregido-
uno
res son ordenados para facer justicia é dar á cada es,
lo
quejas de sus
pueblos á vos subjectos reclaman á Dios demandando justicia,
non
como
servicios, virtudes,
lo
que suyo
exercen son hombres
imprudentes, escandalosos, robadores é cohechadores, é tales que vuestra justicia ni vuestro, é
venden públicamente por dinero, syn temor de Dios
aun de
que más blasfeman es que, en algunas cibda-
lo
des é villas de vuestros reinos, vos, señor, mandays poner corregi-
dores no los aviendo menester nin syendo por ellos demandados, lo qual es contra
las
leyes de vuestros reinos».
Xo sabemos qué
efecto haría esta carta en el
turbado del rey, que,
prender
la
lidad física
si
no estaba
falto
ánimo confuso y
de entendimiento para com-
gravedad de sus enormes culpas, carecía de toda viriy moral para remediarlas. Valera parece haber abando-
nado de todo punto su
servicio, trocándole por el
favorecedores los Estúñigas, y luego por
el
de
la
de sus antiguos casa de Niebla,
HISTORIA DE
236
LA.
POESÍA CASTELLANA
cuando D. Pedro de Estúñiga casó con Doña Teresa de Guzmán, hija del
Duque de Medinasidonia. Desde entonces
fué Andalucía su
residencia habitual: en Sevilla fué espectador de los sangrientos
bandos de Ponces y Guzmanes que en su Crónica castillo del
Puerto de Santa María fecha
timas cartas, por del
feliz
la
mayor
sabemos que no
las cuales
y en
refiere;
el
parte de sus úl-
sólo alcanzó la aurora
imperio de los Reyes Católicos, sino que
les asistió
con su
consejo y con todos aquellos servicios que su robusta ancianidad toleraba. Así le
vemos
dirigirse á
de I476, reclamando contra
mandado
se había
Fernando
Católico en Agosto
el
pedido é monedas» que nuevamente
«el
con notable descontento de
repartir
los pueblos,
y proponiendo como mejor arbitrio «una general ymposición en todas las cosas de comer é mercaderías». Aquel mismo año y mes le escribe las
nuevas de
de Santa María por su aliado
el
la batalla
los
En
de Francia.
naval ganada en aguas del cabo
genoveses contra otras epístolas
Rey de
el
Portugal y
propone reformas en
administración de justicia, reducción del oro y
la
la
plata á su justo
valor, uniformidad en el sistema monetario, escala franca c sea libre
comercio para
amigos «que puedan sacar de vues-
los extranjeros
tros reynos todas las cosas acostumbradas... levándolas en navios
de vuestros naturales
.
En Febrero de
1482, después de
de Zahara, remite un plan de campaña para especialmente para el éxito
de
la
el
la
la
sorpresa
guerra de Granada y
cerco de Málaga, de cuya posesión dependía
guerra. Al
mes
siguiente envía
«otro Cid en nuestros tiempos nacido»
el
al
marqués de Cádiz
parabién de
toma de
la
Alhama. Después del descalabro de Loja y del desastre de la Axarquía, vuelve a insistir en la necesidad de apoderarse de los puertos de
la
mar y no
rrerías.
obstinarse en el antiguo sistema de las talas
Propone
el
plan de una armada para guardar
Aconseja en 1485, después de
la
los
reyes
las
De 1486
y
co-
Estrecho.
toma de Ronda, «comer en barro
é desfacer las baxillas é vender las joyas, é tomar nasterios é iglesias».
el
es su última carta, en
la plata
de mo-
que comunica á
nuevas de Inglaterra que habían traído algunos merca-
III y el advenimiento de Enrique VII. No tenemos posterior noticia de Mosén Diego: todo induce
deres: la muerte del tirano Ricardo
á creer que no alcanzó á ver rendida á Granada,
ni á
Málaga
siquiera.
CAPITULO Si todas estas cartas acreditan en
237
gran manera
la
sagacidad polí-
el claro y recto juiy de gobierno, y sobre todo su y elocuencia sincera, no es menor prueba .de
experiencia bélica,
tica, la
XIII
pericia marinera,
la
cio de Valera en cosas de hacienda
patriotismo ferviente
peso de los años,
su recia fibra, no entorpecida por
el
mado
tiempo de
á su costa dos carabelas en
lanzándose á empresas de corso en su hijo, Charles de Várela, asaltó
portuguesa llamada
La
la
la
el
haber ar-
guerra de Portugal,
costa de Guinea.
y puso fuego
á
Con
ellas,
una nao grande
Borralla, «cargada de arneses de Milán, é
cubiertas, é brocados, é sedas de gran valer»;
y luego barajó
trece
y prendió al capitán que el Rey de Portugal tenía y trajo por botín cuatrocientos esclavos. No parece, sin
islas de Guinea,
en
ellas,
embargo, que puesto que á
empresas piráticas
tales
menudo
enriqueciesen mucho,
le
mucho
de sus pagas, del
se queja del atraso
dinero que había invertido en balde, y del escaso galardón que los reyes daban á sus tan cacareados servicios. El caudal literario de
entender
el
más fecundos de
tores
pusiese
la
Mosén Diego, no
es tan exiguo
mano. Su
su siglo, y apenas
uno de
estilo es
los
una
la
hubo género en que no fáciles y agradables de hubo dos líneas de pro-
pedantesca y latinizada, que empieza en D. Enrique
de Villena y termina en Alonso de Falencia; otra robusta prosa política que se dilata desde
blanzas de Fernán Pérez de
Hernando
Guzmán
del Pulgar.
A
ele
tos de
Mosén Diego de Valera, y en
las enviadas en diversos tiempos e la
las
la sana,
jugosa
Generaciones
y
hasta los Claros varones
y
sem-
y
las
esta última pertenecen los escri-
Letras
disputa,
á
los escri-
más
aquella centuria, en que puede decirse que sistas:
como da
conde de Puymaigre. Al contrario, fué uno de
especial sus veintisiete Epísto-
á diversas personas, que son,
mejor de sus obras, y uno de
los
sin
documentos más pre-
ciosos de la lengua del siglo xv. Sin ser propiamente cartas familiares, sino
más bien memoriales,
disertaciones
y arengas
políticas dis-
frazadas en forma epistolar, participan, no obstante, de la soltura
animación propias de casi
las
siempre natural y á
correspondencias auténticas, y las
transportarnos en medio de blan
allí
el
y
estilo,
veces enérgico y apasionado, parece
las
con más viveza que en
luchas políticas del siglo xv, que halas
páginas de ninguna historia.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
238
Sigue en mérito y en interés á
hazañas
las cartas el
que más propiamente debiera
(i),
rique IV, y coincide en todo
la
Memorial de diversas
substancial con lo
que vulgarmente
se llama Crónica castellana de Alonso de Falencia, sin
mento que
tomada en parte de
estar
Décadas
las
En-
titularse Crónica de
más fundade aquel
latinas
historiógrafo.
Pero no es
el
Memorial
La más popular, de doce) durante
la
que
obra histórica más conocida de Valera.
xv y
los siglos
autor fué designada con lación,
la
que se reprodujo en numerosas ediciones (más
el título
lleva los títulos
xvi, la
que por
el
de Valeriana, es
la
nombre de
su
gruesa compi-
de Coránica de España y Coránica Abre-
viada, dirigida á la Reina Católica, é impresa en Sevilla en 1482
por Alonso del Puerto.
Y
encarecimientos que
autor hace del arte de
el
son de notar en
la
advertencia la
los
final
imprenta, inven-
tado en sus días, y por virtud del cual alcanzaba á ver multiplicado uno de sus libros. «Agora de nuevo, serenísima princesa, de singu»lar ingenio adornada,
dimiento manual,
de toda dotrina alumbrada, de claro enten-
así
como en
socorro puestos ocurren con tan
maravillosa arte de escrevir do tornamos en las edades áureas, resstituyendonas
por multiplicados
códices en conocimiento de
^presente e futuro, tanto quanto
ypor nación alemanes
muy
ingenio
lo
pasado,
humano conseguir puede,
expertos é continuos inventores en esta arte
»de impremir, que sin error divina dezir se puede: de los quales ale»
manes
»na,
es
muy
uno Michael Dachaver, de maravilloso ingenio é
dotri-
esperto, de copiosa memoria, familiar de Yuestra Alteza,
»á espensas del qual é de García del Castillo, vecino de Medina del
Campo, tesorero de
la
hermandad de
la
cibdad de Sevilla,
la
pré-
nsente Historia Genei'al en multiplicada copia por
mandado de
sYuestra Alteza... fué impresa por Alonso del Puerto,
etc. etc.»
El hecho de haber sido pública,
primera Crónica general que vio
no contribuyó poco á
obtuvo este
libro.
compendio de
(1)
la
Venía á
la historia
la
llenar la necesidad
nacional,
la luz
boga, bastante inmerecida, que
y
sirvió
Le publicó por primera vez D. Cayetano
apremiante de un
por medio siglo á
Rosell, en el
tomo
nicas de los Reyes de Castilla, de la Biblioteca de Rivadeneyra.
m de
falta
Cró-
CAPÍTULO
239
XIII
de otro mejor. Fué base de esta compilación, como de todas
de
las
su género, que tanto abundan en nuestra literatura de los siglos xiv
mandada
antigua Crónica general
y xv,
la
Sabio
(i);
pero Mosén Diego de Valera,
escribir
muy dado
por Alfonso
el
de
á todo género
patrañas é historias fabulosas, y tan falto de .toda luz crítica respecto
de
las
cosas pasadas y remotas,
como prudente y
avisado en
pró-
las
ximas y presentes, procuró enriquecer su obra con ficciones tomadas de muy distintos originales, intercalando sin discreción todo lo
que había
leído en otros centones históricos franceses
y
latinos,
y
cuanto había oído en sus peregrinaciones por Europa. La primera parte de su Crónica, que es una especie de cosmografía, puede alternar con los viajes de Mandeville, de los cuales en parte está sacada. Valera admite
en el
hombros y
los
la
existencia de
hombres
acéfalos,
con ojos
narices en los pechos: diserta largamente sobre
Preste Juan y su corte: nos enseña que en Inglaterra hay hojas de
árboles que se convierten en pescados,
otras en aves marinas pa-
y
recidas á las gaviotas. Las partes segunda
respectivamente en
y aun
árabes,
la
la
mayor parte de
sino para estudiar
ria real,
y
tercera,
invasión de los godos y en
el
la cuarta, sirven
la
que terminan
invasión de los
no para
la histo-
desarrollo de la historia poética,
que
tanto en las ficciones enlazadas con la pérdida de España (cueva de
como en
Toledo, aventuras de
la
Fernán González y
Cid, aparece engalanada
nores, en
el
Cava),
que se ha de ver
caballerías
como
la
el reflejo,
las
leyendas de Bernardo,
con nuevos porme-
ya de verdaderos libros de
Crónica Sarracina de Pedro del Corral, ya de
cantares de gesta degenerados y de última hora,
como
el
de
las
mo-
cedades de Rodrigo, quizá no conocidos tampoco originalmente, sino por virtud de compilaciones históricas intermedias entre la Ge-
neral y
la
termina
el
í
\iieriana.
con bastante exactitud de D. Juan
Desde
la
muerte de San Fernando, en que
texto atribuido á Alonso el Sabio,
II
(límite
las crónicas regias;
Mosén Diego al llegar al
este reinado,
muy
Más bien, según parece, tomó Valera por base
general,
de 1344.
(A. B.)
sigue
reinado
de su obra) escribe por cuenta propia, y nos
da en rigor una nueva Crónica de
dí)
pero
la
digna de aten-
segunda Crónica
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
240 ción
como de con
tantes,
la
ya entonces
testigo presencial
existía,
pues aunque muchas veces se
cuya cámara
reina, en
muy
y aun actor en casos
impor-
circunstancia de no haberse valido de la Crónica,
nunca consiguió
estaba,
que
pidió á la
la
y tuvo que
leerla,
muy poderosa prinque me acordare é sé que
contentarse con sus personales recuerdos: «Así,
cesa, escribiré como á tiento aquello de >pasó en verdad desde que
fui
en edad de quince años, en que á su
»servicio vine, hasta su fallescimiento
(el
reina,
del rey D.
como
pesar de tan terminante declaración, que,
excluye toda sospecha de falsedad, es
ciertos capítulos
de
la
crónica y
faltado quienes acusasen á
pura vanagloria, en
la
el
texto de
la
Juan
es creer
intercalado, por
lugares en que se
II, los
que
tal
y proceso de D. Alvaro de Luna. Pero interpolación fué hecha después de
quiera que había leído
la
sidad añadir sus noticias á las de
La Genealogía de la
1
482 por cual-
la
Crónica de
los reyes
las
Don Juan
II,
que
de Galíndez de Carvajal.
de Francia, tomada en su
mayor
parte
Crónica Martiuiana; un breve tratado sobre los Orígenes de
Roma y
Troya; un Tratado de
los linajes nobles
de España, y algún
otro opúsculo de materia genealógica, inéditos hasta
completan
De
el rela-
lo verisímil
Crónica abreviada y juzgó de gran curio-
pasó por tantas manos antes de llegar á
de
A
misma
Valeriana, que no han
habla de su persona, sus dos primeras cartas políticas y todo to de la prisión
II).»
semejanza entre
tal la
Mosén Diego de haber
Crónica de D.
Juan
dirigida á la
la serie
interés también
el
presente,
de obras históricas de Mosén Diego de Yalera.
puramente histórico para nosotros son
Tratado de las armas, más comúnmente llamado de safíos, del cual existen
dos rarísimas ediciones
sin
el
célebre
los rieptos
año
¿de-
ni lugar
de
impresión: breve, exacto y elegante compendio de las leyes y prácticas caballerescas
observadas en Francia, Inglaterra, Alemania y
España, digno, en suma, de quien tantas lanzas había roto en justas
y torneos y de
las
á tantos pasos de
armas había llevado su empresa;
Preeminencias y cargos de
no sólo
los
se quiere
el
los Oficiales de
llamados reyes, sino los farautes y persevantes; y aun
Ceremonial de Príncipes, que declara
las
de emperadores, reyes, duques, marqueses, condes,
buve además una traducción
del
Árbol de
el
armas, incluyendo si
prerrogativas
etc.
Se
le atri-
las batallas, libro francés
CAPITULO
do Honorato Bonet; pero
la
hemos
única que
Marqués de
Zorita, criado del
241
XIII
de Antón de
visto es
para quien
Santillana,
hizo en
la
1441(1).
Entre de
que pudiéramos decir doctrinales, de moral ó
los tratados
política, sección
merecen
muy
abundante en
obras de Mosén Diego,
las
especial aprecio el de Providencia contra Fortuna,
veces impreso
y reproducido
muchas
de los Proverbios del Marqués de Santillana,
al final
Capmany como
por
casi íntegro
mejor
tipo de la
prosa del siglo xv, aunque no sea más que un tejido de lugares co-
munes;
Breviloquio de Virtudes;
el
dito todavía
mente á
trata
la paz,
D. Juan ile
de
que
II;
aunque
(2),
las diferencias
entre
y, finalmente, la
curiosos,
rey y
porque principal-
el tirano; la
Exhortación
dos cartas que dirigió á
las
Defensa de virtuosas mujeres y
Espejo
el
verdadera nobleza, libros que tienen punto por punto los mismos
temas que
Triunj'o de las
el
Rodríguez del Padrón, con
donas y
diferencia todavía
es por lo
común
mayor
la
Cadira del honor de Juan
diferencia de dar Valera
la
á los ejemplos históricos que á la
el
una paráfrasis de
es casi
Doctrinal de Príncipes, iné-
el
más
es de los
la
argumentación
del estilo,
llano, apacible
que en
y ameno,
al
el
más espacio y con
escolástica,
cronista de
paso que en
Cuenca trova-
el
dor gallego peca constantemente de alegórico, redundante, emblemático, y
(1)
si
se quiere poético, pero con mala
Así el Tratado de las armas,
como
el
manera de
lirismo (3).
Ceremonial de Príncipes,
el
de
las
Preeminencias, el Espejo de verdadera nobleza, y el Tratado en defensa de virtuosas mujeres, figuran en el ñoles, te
en 1878, con
el título
tomo publicado por
la
Sociedad de
de Epístolas de Afosen Diego de
bibliófilos
espa-
Valera... juntamen-
con otros cinco tratados del mismo autor. Cuidó de esta edición D. José
An-
tonio de Balenchana.
[Además de castellano, la
(2)
so,
Gallardo
(iv,
Valencia,
de
ti,
Es curiosa
la
la
Pelayo, existe,
amor
er>
conservan dos manuscritos
de Madrid.
(A.
B.)\
impre-
biblioteca Medinaceli. (A. B.)
diatriba
Juan Boccaccio, que en
idas llamas de
Menéndez y
la cual se
870) describe, sin embargo, un rarísimo ejemplar
que se custodiaba en
(3)
>
versión de Zorita que cita
S-81 y el Bb-152) en la Biblioteca Nacional
(el
>á
la
de Diego de
que contra Boccaccio los
se lee en este libro: «Pues
postrimeros días de tu vida las amortigua-
revi vastes, por las quales tueste constreñido tus loables
fechos con poquillas letras manzillar, ¿tú eres aquel que escreviste libro Mewkkdez t Pei.ayo.— Poesía
castellana.
II.
10
HISTORIA DE
242
Sólo
la
POESÍA CASTELLANA
l.A
importancia del personaje presta alguna curiosidad á las
Mosén Diego de Yalera que nos han servido de pretexto
poesías de
para dar esta breve razón de su persona. Estos versos, pocos y malos,
se encuentran dispersos en varios Cancioneros impresos
nuscritos:
en
el
que
hay cinco composiciones en de Gallardo, en
fué
en uno de
la
de
los
la
el
y ma-
de Stúñiga, y otras varias
Biblioteca Nacional de París,
Biblioteca de Palacio. Las únicas que suelen citarse,
no por otra cosa que por
son
lo disparatadas é irreverentes,
pa-
las
rodias eróticas (inéditas todavía, según creo) de los siete Salmos penitenciales liar
y de
la
Letanía, donde, entre otros santos de su pecu-
calendario, invoca á Tarquino,
el
forzador de Lucrecia. Escribió
Valera alguna que otra poesía política, entre del suplicio
ellas
una con ocasión
de D. Alvaro, pero sus letanías y sus salmos son
hicieron escuela. Pronto
le
imitaron
como
á porfía
que
los
Juan de Dueñas
y Suero de Ribera en sus respectivas Misas de Amor (i), donde se leen los más absurdos sacrilegios, traduciendo, v. gr., el Agnus Dei: ^Cordero de Dios de Venus», y
el
Denm
Credo in untan
Creo, Amor, que tú eres
Cuidado do placer yace,
Que
faces á quien te place
Rescebidor de
•
placeres...
de Claras mujeres, onde con gran trabajo ayuntaste
adas,
recontando
las
condiciones de
la
que escriviendo
«virginidad de muchas? ¿Tú eres aquel las
castidad c perpetua
el tu libro
mujeres no buenas,
de
dixiste:
las
Cay-
no quiera
»Dios que yo diga por todas; que en ellas hay muchas santas, é castas, é
vir-
tuosas, las quales con grant reverencia son de acatar; é después, olvidada la
vergüenza de
ti,
escreviste en el tu Corvacho lo que mi lengua debe callar?
¡Oh, vergonzosa cosa,
no solamente para
Y
ti,
más aun para
hombre
el
del
•
mundo que menos
•
cuando Juan Boccaccio escrevió este iibro Corvacho, era enamorado de una dueña florentina, é como fuese el en edat aborrescible para ser amado, ella burlaba
•
mucho
supiese!...-
del, é
en nota añade: «Decía yo
amaba á un otro mancebo
Boccaccio en este Corvacho, dize que
-muchas veses burlando
del, desía:
mucho indignado Juan Boccaccio, generalmente de todas (1)
Publicada
la
«
la
esto,
florentino; y el
porque
mesmo Juan
dueña, estando con aquel mancebo
Ves allí al enamorado mío*, de lo qual
escribió en este libro
muchas fealdades
las mujeres.'-
de Ribera por Ochoa, Rimas fnidilas del siglo XV, pág. 38^.
La de Juan de Dueñas
está en el Cancionero inédito
que fué de Gallardo
CAPITULO
Ya veremos cómo
XIII
243
á todos les arrebató ia
palma en tan detesta-
ble género aquel energúmeno de Qarci Sánchez de Badajoz, que
compuso punto, al
si
Lecciones de Job alegorizadas al
las
locura no
la
mismo tono
atajara (dice D.
le
todas
homilías y oraciones».
las
como
todo esto con tanta cristiandad
pasase
que á
lo
imágenes de
Creemos
inútil,
tejer el inventario
D. Juan
mos por
de puro quitarlas
el
la
reverencia á las
como
Con
estudio de los ingenios culminantes.
el
mundo
el
cantidad, y también
la
hizo versos, bien
decir que en
puede
inferirse
sos.
los
Poco
valen, por ejemplo, los
blemente fueron
el
biogra-
de Suero de Quiñones; pero para
dirigidos á aquella
fierro, hasta
misma dama por cuyo amor, y
rompidas por
asta
el
vidad del Apóstol. del notario
Es
con
Aquí
fierros
la
de Milán), en
Ilustres poetas
argumento, que entre el
los
caso, en
Puente de Órbigo,
triunfa
en su segundo período,
y
festi-
testi-
de toda ficción
frivola,
mundana y más pró-
sus quimeras, cuanto
modernos,
Paso Honroso, Maury en Esvero
duda porque
la
y quince después de la prosa de un documento oficial, el
más deslumbradora en
xima á su ocaso.
una cade-
días antes
Pedro Rodríguez de Lena,
la caballería
galante, tanto
los jueves al cuello
que concertó su rescate en «trescientas lanzas
camino de Santiago, quince
monio
la
saber que los compuso, y que proba-
en señal de esclavitud, llevaba todos
posible.
y
poetas suple muchas veces las deficiencias de sus ver-
nadie puede ser indiferente
na de
la
calidad, de semejante producción. El aspec-
to social es lo único que suele interesar en esta poesía,
de
presente,
el
innumerables versificadores del tiempo de
los
puesto que nada nuevo podrían añadir á lo que conoce-
II,
aquella corte todo
fía
compagina
polvo.
en trabajo tan compendioso
de
se
puede que á estos poetas
que pierden
los sacristanes,
los santos
Cómo
dicen que había en tiempos
antiguos, no seré yo quien lo determine: les
Amor, «y estaba en
Diego de Mendoza) de hacer
el
Duque de Rivas en
contemporáneos no inspiró versos,
medio de su estrañeza,
fuera de ella, especialmente en
la
el
Almedora, han renovado este
corte de los
tenía en
sin
España y
Duques de Borgoña,
hartos ejemplos.
Más que
las querellas
de amor, y
las
divisas
y
trovadores aristocráticos del siglo xv, sirven para
los la
motes de
los
historia las cí-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
244 nicas los
y desvergonzadas lucubraciones de sus protegidos ó
parásitos,
poetas semipopulares ó más bien plebeyos, de que ya
hemos
Cancionero de Baena, empezando por
visto tantas muestras en el
su propio colector, que es uno de los
más desaforados, maldicientes
y pedigüeños. Este género de sátira procaz, licenciosa y callejera, abunda en tiempo de D. Juan II, pero menos que en los dos reinados posteriores. El poeta que principalmente
la
personifica, así
como por
la
torpeza habitual de
espontáneo y acerado del
lo
su empleo,
Antón de Montoro,
principal
y digno
teatro de su
corte de Enrique IV;
Montoro, que
en
re
el
el
siglo
allí
por
Ropero de Córdoba, empezó á es-
en este período; pero alcanzó
cribir
tro, á
chiste,
de
al
musa
los
Reyes
facinerosa
¡remos á buscar,
como en
rey de
fué, sin disputa, el
xv. Juan de Valladolid,
el
Católicos,
y desalmada
los
y
el
fué la
su propio cen-
poetas de donai-
llamado Juan
Poeta.,
su
émulo en truhanería y desfachatez, ya que no en ingenio, pasó por corte napolitana de Alfonso Y,
la
Micer Marín glar,
el
como
Tañedor, que,
músico y poeta
al
á ella pertenece su estudio.
y
apodo
su
haber sido poeta bilingüe: nacido quizá en
componía versos indiferentemente en
A mi más me Guando
lo indica, era
propio tiempo, tiene el
la
un ju-
singularidad
reino de
de
Aragón,
castellano y en catalán:
place oyr á Martín,
canta é tañe alegres vegadas
Sus cantigas dulces Así en castellano
muy
bien concordadas,
como en
lymosin.
(Núm. 97 del Cancionero de Baena.)
Tuvo un hermano llamado Diego, tañedor como que por sus propias canciones, por una lanzó
Antón de Montoro, diciendo entre
(de
Medina Sidonia)
jer.
En
el
y
el
más conocida que contra
él
otras lindezas que el Duque
Maestre de Santiago dormían con su mu-
Cancionero de burlas hay también algunas coplas, poco
picantes ni chistosas, de un
de
él,
sátira feroz
Maese Juan
el
Trepador, guarnicionero
estos copleros,
y algo separados de ellos los reyes de armas
oficio.
En mejor compañía que
también por su condición y estado, deben andar
Toledo y Moxica, y
el
honrado escudero Pedro de
la Caltraviesa.
CAPÍTULO
De
245
XIII
Toledo, que era un mediano poeta erótico, escribió Antón de
Montoro en uno de sus epigramas: ¿Cuál quisiérades vos más:
Que
se perdiera la
O
planta de Noé?
la
fe,
Fernán Moxica tiene diálogos con su dama
muy
fáciles
y dono-
de cortesano y apacible discreteo, y versificados con tanta soltura, que parecen de la época de Castillejo. Muestra pretensiones
sos,
bastante justificadas de poeta culto: después de la batalla de guera, celebró á ü. Juan
II
como maestros á D. Enrique de
seguir
la
Hi-
en un poema alegórico, haciendo gala de Villena y
al
Marqués de San-
lillana:
Mas Enrique de Villena, Con el barón de la Vega, Alumbren mi mano ciega, Faciendo conclusión
De Pedro de largo
gún género de íresco
y
la
y enérgico
llana.
que
reticencias
y desembarazado de
la
se pinta
Amador de
los
Ríos un
con vivos colores y
sin nin-
Caltraviesa dio á conocer
decir en
situación moral de Casulla. El estilo
esta pieza, conserva cierto sabor popular
patriótico:
Después de muertos
Que Non
los godos,
se ganó el Portogal,
sabían decir todos:
Guardabrazos nin brazal, Placas, almete, gorjal.
Tales nombres nin oyeron,
Mas
la batalla
vencieron
Del Puerto de Muradal.
De penachos non Con temor
usaron,
del vendaval,
Los que por fuerza ganaron
A
Jahén et Rabanal.
Faca extraña nin chival
Los que digo non decían,
Empero
bien defendían
Sus capas et su portal. Lorigas et brafoneras,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
246
Grand
jaez et correal,
Capellinas con baveras,
Bacinetes de casual, Tiracolas con ramal, Faldas, moscaques, panceras,
Quexotes
et canilleras,
Mazas de medio quintal, Caballos de Zacatena, Cofia, dagas et frontal, Sillas fuertes
con cadena,
Graves estoques,
puñal...
Esta guarnición atal
Usaron
los castellanos,
Et vencieron por sus manos
Mucha
La
catástrofe de D.
batalla campal...
Alvaro de Luna, quien todavía dio mayores
pruebas de grandeza humana sobre cadalso que en
la
cumbre
mensa resonancia en á gran
número de
la
Mendoza en
y de
ensangrentadas del
prosperidad, tuvo in-
la
alma de sus contemporáneos, y dio materia
poesías,
vengativo canto que Iñigo de
el
las tablas
del poder
si
bien ninguna aventajó
al
iracundo y
nobleza castellana levantó por boca de don el
día de su triunfo.
Hay composiciones de
Mosén Diego de Valera, de Juan Poeta, de Fernando de (el
la
Torre
Testamento del Maestre), de Juan Agraz, de Pero Guillen de Se-
govia, y hasta de un catalán, Berenguer de Masdovelles, que los
compuso en su lengua la
nativa. Casi todos estos versos son hostiles á
memoria de D. Alvaro, como obra de enemigos suyos ó de
vadores asalariados por sus enemigos, y en
casi
todos domina
de que sólo desde aquel día empezaba a ser rey D. Juan Agora eres tú
el
la
tro-
idea
II:
rey
Magnifico é soberano:
Agora cumples Bésente todos
le
decía Juan de Valladolid.
la ley... la
mano,
Y añadía Juan Agraz, poeta de Albacete,
con más libertad y elevación
política:
Rey que siempre deseaste Buen
faser é
buen
vevir,
CAPITULO
247
XIII
Pues del sueño despertastes,
Non vos tornes á dormir... Que Dios quiere consentir
Que
vuestra real persona
Presto pueda redemir
Lo que cumple á Así
como
al
la
corona.
rey Asuero,
Incitado por Ester,
El Bien
Sumo verdadero
Alumbró vuestro poder,
No ympidades el poder Que vos dio la dignidad, Nin tornes á someter Vuestra excelsa potestad...
Una
sola poesía
embozadas:
el
hay de tendencias apologéticas, aunque un tanto
dezir de Pedro Guillen de Segovia, notable poeta cu-
yas principales obras pertenecen
La impresión que
deja
el
al
reinado siguiente
(i).
espectáculo de esta abigarrada muche-
y á veces de ínvemos converso por añadidura, como Antón
dumbre de copleros de pobre y obscura
condición,
fimo origen, tiene algo de extraña y contradictoria. Cuando á un sastre remendón, y judío
de Montoro, alternar en correspondencia poética con
el
marqués de
y á Juan de Valladolid, hijo de un pregonero ó de un verdugo, recorrer festejado, no sólo todas las cortes de nuestra Pe-
Santillana;
nínsula, sino las italianas
mera
vista
que
el
de Ñapóles, Mantua y Milán, parece á
especie de democracia. Pero considerándolo ilusión
pri-
ingenio allanaba todas las distancias, creando una
más atentamente, tal la mayor
comienza á desvanecerse, y hay que contesar que
parte de estos juglares degenerados hicieron todo lo posible por
deshonrar su arte y deshonrarse á
sí
propios, no sin
que en
esta de-
De la poesía política en tiempo de D. Alvaro de Luna hizo especial estuAmador de los Ríos, en dos artículos publicados en la Revista de España (1872). El mismo Amador, en el tomo vi (capítulo m), de su Historia Crítica, (1)
dio
y D.
Pedro José Pidal en
mente sobre portancia
el
prólogo
los poetas eruditos
como
fuente histórica.
al
Ca?icionero de Baena, discurren larga-
populares del siglo xv, y hacen notar su im-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
240
gradación moral tuviese mucha parte se les otorgaba, no
muy
diversa de
la
el
género de protección que
que recaía en
los
truhanes y
mozos de pasatiempo. Es de suponer, por ejemplo, que á
los ojos
de Alfonso V, Juan Poeta valiese todavía menos que aquel Mosén Borra, miles gloriosus, que había trocado
por los cascabeles del bufón, y á quien nar de oro las faltriqueras y cido bajo
el
peso de
toda delicadeza
las
la
el
la
toga del jurisconsulto
rey se complacía en
escarcela, hasta
que cayese
monedas. Faltos, pues, de todo
lle-
desfalle-
ideal
y de
divorciados del pueblo é infieles á su ori-
artística;
gen; faltos también de positiva cultura y de paladar moral, entrega-
dos alternativamente á profanadores de todo tanto
maledicencia grosera ó á
la
lo
la
lisonja vil;
sagrado y caballeresco; sabandijas de corte,
más despreciadas y
vilipendiadas, cuanto
fuerzos que hacían para sobreponerse á sus
mayores eran
los es-
compañeros de domes-
ticidad en aquella lucha de pasquines soeces, presentan el repug-
nante espectáculo de una jauría de canes hambrientos disputándose los despojos
de
la
mesa de su señor. El Cancionero de oirás de bur-
las provocantes á risa es
remos
á
él:
el libro
de oro de esta escuela; ya volve-
parece escrito en una mancebía por una reunión de ru-
fianes ebrios. Pero no se ha de negar
un
cierto género de vida, grosera
con los
lo
amanerado y
fastidioso
de
que
la
sin duda,
que contrasta
y alegórica de importa mucho más que ésta,
poesía amatoria
Cancioneros, y para el historiador la historia recoge en todas partes
porque
esta bárbara poesía tiene
y material
las palpitaciones
de
la
vida,
y puede descender á todos los lodazales sin mancharse. Muchos poetas de la corte de D. Juan II, tales como Lope de Estúñiga, Juan de Dueñas, Juan de Tapia, Suero de Ribera, pasaron
á Ñapóles con Alfonso V, y ya es tiempo de buscarlos en este nuevo teatro abierto á las musas castellanas.
CAPITULO XIV [
ALFONSO V DE ARAGÓN EN ÑAPÓLES.
ANTES DE ESTA ÉPOCA.
RELACIONES ENTRE ESPAÑA
ESPAÑOLISMO DE ALFONSO
V.
É ITALIA
— PERSONAJES DE SU
CORTE: ESPAÑOLES É ITALIANOS.
LOS HUMANISTAS PROTEGIDOS POR ALFERRANDO VALENTÍ Y SUS ENSAYOS CLÁSICOS. OTROS HUMANISIAS LEVANTINOS. MOSÉN PERE TORRELLAS JUAN RIBELLES. LOS POETAS
FONSO
V.
—
¡
DEL «CANCIONERO DE STÚÑIGA»: CARVAJAL Ó CARVAJALES! LOPE DE STÚÑIGA Y OTROS POETAS DE AQUEL «CANCIONERO».
ÚLTIMOS ACENTOS DE LA POESÍA
CASTELLANA EN HONRA DEL MONARCA ARAGONÉS.]
En 26 de Febrero de la
1
443 entró Alfonso Y, rey de Aragón, en
conquistada Ñapóles, con
do de
laurel,
siniestra,
con
el
cetro en
en carro tirado por cuatro caballos blancos, mostrando á
sus pies encadenado ricos la ticia.
Fortuna y
Un
pompa de triunfador romano: coronala mano diestra y el globo áureo en la
Mundo. Precedíanle en
el
las
í
otros carros alegó-
irtudes, entre las cuales descollaba la
arco inmenso, para
el
brazas de muralla, dio ingreso en
la
ciudad á aquella espléndida y
abigarrada comitiva, en que por primera vez se mezclaban
Italia
y
Edad Media y el Renacimiento. Mientras en una parte mancebos venidos de Toscana representaban, vestidos de
España, y sesenta
Jus-
cual se habían derribado cuarenta
la
púrpura y grana, los juegos florentinos, en otro lado numerosa cohorte de aragoneses y catalanes, unos en caballos mecánicos, otros a pie, vestidos de persas
y de
asirios,
con lanzas y cimitarras, eje-
cutaron una danza bélica, seguida de un simulacro de batalla, en-
tonando
al
par cantos de victoria en su lengua nativa, es decir, los
unos en catalán y los otros en castellano de Aragón, según recer
más probable. Concitato sensim cantu,
ipsi pariter
el
pa-
inflamma-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
25O
batittir, prccliiDiique
la
Torre de
En
desnuda.
Paz,
la
misceóant, dice el Panormita. Cerraba
el
séquito
cuya puerta guardaba un ángel con
la
espada
pompa medio
la
medio
bárbara,
con que se
clásica,
solemnizaba aquel día de gloria, aparecía de resalto
el
carácter de
que iba á tener aquel reinado. «Entonces fué reve-
iniciación artística
lado á los españoles (dice un crítico reciente) (i)
nuevo aspecto de
el
y poco después empezaron á conocer los italianos la nueva vida española». La corte de Alfonso V es el pórtico de nues-
la
vida italiana,
tro Renacimiento,
primera escuela de
la
humanistas españoles.
los
Hasta entonces nuestras relaciones con
habían sido pura-
Italia
mente guerreras y comerciales; la dominación de la Casa aragonesa no había llegado todavía al continente, pero era inevitable que lle-
La grandeza y prosperidad comercial de Barcelona,
gase.
breve tiempo los
derechos de
pués de á
rival
las
recoger
de
lenta
la
de
repúblicas marítimas de
sangre y
el
voto popular de
Italia.
en
la hizo
Y
cuando
los sicilianos, des-
sangrientas vísperas de Palermo, movieron á D. Pedro
la
herencia de Corradino y á ocupar
las islas italianas,
conducidos á
lianos,
las
bien puede decirse que catalanes y
la victoria
la
sici-
por Roger de Lauria, formaron un
solo pueblo durante aquella edad heroica en que
aragonés que, según
111
más grande y opu-
la
gran monarca
el
expresión de Dante,
D'ogni valor portó cinta
y á quien hizo Boccaccio héroe de
la
la corda...
más
delicada y exquisita de
sus novelas, resucitó las muertas esperanzas de los gibelinos de toda Italia.
Xi un punto se interrumpe durante
ternidad entre vasallos
de
la
Edad Media
que D. Fadrique de Aragón, y
Sicilia
la
lana que pasó á Oriente, llevaba por primer jefe á Brindis), sica,
que vino á
(1)
influencia
B. Croce,
La
un
italiano (de
Flor.
participó de los generales destinos de
lumen xxrv de
sus
compañía cata-
De tal modo se catalanizó aquella isla cláquedar como segregada del continente, y apenas
Roger de
todavía con
esta fra-
ambos pueblos; no hubo príncipe más querido de
Corte Spagnuola di Alfonso
los Atíi delta
Italia.
más honda, presenta
a"
Igual fenómeno, la
isla
Aragona a
Academia Ponianiana di Napoli).
y de Cerdeña,
tYafo/i,
1894 (vo-
CAPITULO XIV cedida á D. Jaime
II
de Aragón por
el
251
Papa Bonifacio VIII en 1297,
y definitivamente conquistada de los písanos en 1326 por los catalanes, que establecieron allí una colonia y comunicaron su lengua, la cual persiste en Alguer, tercera población de la isla. Aparte de estas conquistas, los catalanes intervienen activamente en la historia
de
Italia,
ya
como soldados mercenarios, ya como
traficantes.
Los
comercial.
Ya en
siglos xiv
y xv marcan
el
piratas,
ya como
apogeo de su
gloria
1307 tenían dos cónsules de su nación en Ñapóles,
y sus mercaderes ocupaban una
calle entera.
En
Pisa tenían, des-
de 1379, no sólo cónsul, sino lonja ó casa de contratación, libertad absoluta de comercio, exención de todas forasteros,
ban,
como
y otra porción de privilegios
muy
ahora, por
las
gabelas impuestas á los
útiles
y
honoríficos. Pasa-
y sagaces: homines Benvenuto de Imola. «Guár-
industriosos, ladinos
cordati et sagaces ínter Hispanos, dice
date de pláticas y tratos con catalanes», exclama un personaje de novela 40 de Massuccio Salernitano.
non
accipere, es consejo
Tenían
cathalano mercatore
la
mutuum
de Pontano.
muy
los italianos
A
vaga y confusa idea del centro de Es-
paña. Sólo por excepción habían conocido algún ejemplar de los
españoles de Castilla, de los semi-barbari
et efferati
homines de que
habla Boccaccio. Del tratado Devulgari eloquio se infiere que Dante
no sabía siquiera con
el
Roma,
la
existencia de nuestro romance, ó
le
confundía
provenzal. Existían, sin embargo, las relaciones religiosas con las relaciones jurídicas
los estudios
con
los decretalistas
de Bolonia y Padua. Alfonso
emperador por
iniciativa
de
los písanos,
el
que
y glosadores de
Sabio había sido elegido le
llamaban excelsiorem
unquam temporibus recolendis. en 1260 como embajador de los giielfos
super omnes reges qui sunt vel fuerunt
Brunetto Latini vino á
de Florencia, y
al
encarecimientos de
él
principio de su libro del Tesoretto hace grandes la
persona de nuestro sabio rey, hasta decir que
Sotto
la
luna
Non si truova persona Che per gentil lingnagio Né per alto barnagio Tanto degno ne
Com'
fosse
esto re Nanfosse.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
252
Un
infante de Castilla, hijo de D. Fernando, el famoso aventurero
D. Enrique, llamado naje inquieto
el
Senador por haberlo sido de Roma, perso-
y revolvedor,
á
quien no pueden negarse
ni esfuerzo
bélico ni ciertas dotes de político, lidió bizarramente en Tagliacozzo,
como
ñoles, y,
si
de Corradino,
auxiliar
se perdió
sino por haber cejado al
la
800 caballeros espa-
frente de
al
no fué ciertamente por su culpa,
la batalla,
hueste de los alemanes que acompañaban
desventurado príncipe gibelino. Mejor y más duradera memoria
dejó en los
la
centuria siguiente
cardenal Gil de Albornoz (uno de
el
más grandes hombres que nuestra nación ha producido, y en
talento político quizá el primero de todos), reconquistando
palmo
el
oprimían y devastaban, y abriendo nueva era en
de
Italia
y aun en
la historia
de
derecho público de
el
español, sin excluir
en
al
Italia,
ron, no quitan al rey la
según
la
cristiandad.
la
como meramente
de Aragón
rama española en
Italia,
la
personales que fue-
para que
allí
el pri-
reinase largo tiempo,
expresión de Paulo Giovio: Qui prinms Hispánica: sangui-
ñolización de
la Italia
siglo á la del resto
de
En
él
comienza
meridional, que se adelantó en
la
espa-
más de medio
Italia.
claro es que aquí no se trata del
sino de relaciones
mero hecho de
más íntimas que después de
contacto, no hostil, sino familiar, entre
importancia del caso
el
ella
la
conquista,
nacieron; de un
ambos pueblos; de un co-
mercio de ideas, de costumbres y de productos la
Ningún otro
de haber ingertado
gloria
nis stirpeni, ut din regnaret, Italia inseruit.
Y
le
estado político
el
mismo Alfonso V, ha pesado tanto como él aun en aquello que esta historia tiene de más
universal. Pero sus acciones,
mero
palmo á
patrimonio de San Pedro, aniquilando á los tiranos que
literarios.
Aumenta
haber coincidido precisamente los tiem-
pos del magnánimo Alfonso (á quien nuestra historia patria no ha
consagrado todavía un monumento digno de su gloria) con
el
pe-
y de la cultura de los enseñoreó del ánimo de aquel gran
ríodo culminante del Renacimiento clásico
humanistas,
la
cual totalmente se
monarca, y no sólo encontró en magníficos patronos, á le
la
él
uno de sus más espléndidos y
vez que un discípulo ferviente, sino que
movió á difundirla entre sus subditos españoles,
si
no con gran
resultado inmediato (porque ninguna cosa aparece perfecta desde
CAPITULO XIV
'
253
sus principios), á lo
menos con loables y eficaces esfuerzos
preparan y anuncian
las glorias
De Alfonso V, Italia
y en
la historia
de
qm
centuria siguiente.
la
guerrero y conquistador, se ha escrito bastante en
otras partes, por ser sus hechos de los
Poco
del siglo xv.
capitales en
Corona de Aragón apenas han añadido
vísimos historiadores de
la
cosa de substancia á
exacta
la
más
ha hecho en España, donde los no-
se
y copiosa narración de
Zurita. Pero-
el
aspecto literario que, tratándose de Alfonso V, no es por ventu-
ra
menos interesante que
y de
investigación
otro alguno
la
la
Amador de
cerse á D. José
político,
el
nuestros eruditos antes que
de
ha llamado
los extranjeros,
la
atención de
y ha de recono-
los Ríos, entre tantos otros méritos
crítica, el
especial importancia de este asunto, dedicándole dos
tomo
largos capítulos, de los mejores del
vi
de su Historia de
Literatura Española, en que discurre ampliamente sobre
general de las letras bajo los
de
de haber comprendido primero que
el
reinado de Alfonso
V de
el
la
carácter
Aragón, y sobre
poetas latinos, castellanos y catalanes de su corte.
En
todos
los
ensayos de historia general del humanismo intenta-
dos hasta ahora en Alemania (entre los cuales descuella
el
de Voigt)
hay algo que más ó menos atañe á Alfonso V, considerado como
Mecenas Silvio,
del Panormita, de Philelpho, de
Lorenzo Valla, de Eneas
de Juan de Aurispa, de Jorge de Trebisonda,
sólo descuidan tales autores
afirmando,
como
especial carácter
día de Italia,
lo
que
el
etc.
Pero no
punto de vista español, sino que aun
hace Burckhardt en su admirable libro la
dominación española imprimió en
no entran á explicar
las
causas
el
(i), el
Medio-
y condiciones de
este
mutua transformación de aragoneses y napolitanos hasta refundirse casi en una misma sociedad. El primero que ha llafenómeno,
mado
la
ni la
atención sobre este nuevo
y curioso tema, es Gothein en su Sur de Italia (Breslau,
obra sobre el desarrollo de la cultura en el 1886), los
en cuyos capítulos
iv
y
vi,
y con ocasión de
estudiar,
ya
elementos extraños que en aquella cultura se mezclaron, ya las
relaciones entre los humanistas y sus protectores, trae algunas indi-
caciones críticas
(1)
La
muy
luminosas y de alto precio. Pero
Cultura Italiana en tiempo del Renacimie?ite.
el
trabajo
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
254
más
reciente sobre esta materia es
que, aun en
ha encontrado lugar para muchos detalles curiosos,
ginas,
además
el
mérito de llamar
Amador,
ni
del joven napolitano Croce,
el
breve espacio de una Memoria académica de 30 pá-
el
la
y
tiene
atención sobre ciertos puntos en que
Gothein, ni otro alguno que yo tenga presente, ha-
ni
bían reparado.
Una de
las
cosas que
debemos, es
le
la
reivindicación del carácter
español de Alfonso V, que nunca fué anulado ó desvirtuado en
él
por su carácter de príncipe del Renacimiento. La opinión vulgar,
V se
sobre todo en España, de que Alfonso
aragonés
ni
tes causas.
por completo
italianizó
de Ñapóles, y no volvió á acordarse
ati (Bolonia,
1S93.cn
la
X V»,
el
retrata al AlCastilla,
más
en términos expresos: latina.'
él:
acento
riveduíe sui manoscritti da Luda-
Collezionc di opere inedile o rare).
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
2¿6
Producto c correto...
Oyó
Habrá
de philosophía
los secretos
E
los fuertes passos
E
profundamente vio
de naturaleza
la
poesía.
hipérbole que se quiera, pero tales cosas no pudieron
la
escribirse de quien
ya en aquella fecha no hubiese dado pruebas
amor
relevantes de su
á
la
cultura clásica, en aquel grado cierta-
mente pequeño en que á principios Castilla
y en Aragón",
suficiente, sin
píritu á aquella especie
tusiasmo por lia,
y que
la luz
de
xv podía adquirirse en
embargo, para preparar su es-
de embriaguez generosa, de magnánimo enla
antigüedad, que se apoderó de
encadenó para
allí le
del siglo
el
él
en
Ita-
resto de su vida, convirtiéndole
en cautivo voluntario de los mismos de quienes había triunfado. Entonces empieza
el
segundo Alfonso V,
Alfonso de los humanis-
el
que es complemento y desarrollo, no negación ni contradicción, del primero; el que con aquella misma furia de conquista, con tas,
aquel irresistible ímpetu bélico con que había expugnado Marsella y los libros
la
de
la
opulenta
deleitable Parténope, se lanza encarnizadamente sobre los clásicos;
y
sirve
por su propia
mano
la
copa de ge-
neroso vino á los gramáticos; y los arma caballeros; y los corona de laurel;
y
los
colma de dinero y de honores; y hace á Jorge de Trela Historia Natural de Aristóteles; y á Poggio la
bisonda traducir
Ciropcdia de Xenophonte; y convierte en breviario suyo los Comentarios
de Julio César; y declara deber
lud á
la
lectura de Quinto Curcio;
el
restablecimiento de su sa-
y concede
la
paz á
Cosme de
Médicis á trueque de un códice de Tito Livio; y ni siquiera se cui-
da de espantar tras
mosca que
la
oye arengar
se posa media hora en su nariz mien-
á Giannozzo Manetti.
Es
el
Alfonso
V
que, pre-
ciado de orador, exhorta á los príncipes de Italia á la cruzada contra los turcos, ó dicta su
memorial de agravios contra
nos en períodos de retórica
materna de
las Epístolas
clásica;
de Séneca, y
el el
los florenti-
traductor en su lengua
más antiguo
coleccionista
de medallas después del Petrarca.
Con Alfonso
V
pasaron á Ñapóles una multitud de españoles, no
CAPITULO XIV sólo subditos suyos, aragoneses
pequeño número,
castellanos,
reino habían seguido
el
de
y
257
catalanes, sino también,
los
que en
y en no
las discordias civiles del
partido de los Infantes de
Aragón contra
D. Alvaro de Luna. Ocuparon los oficios palatinos, los más altos grados de
«No
la
milicia,
de
magistratura, de la jerarquía eclesiástica.
la
fué una invasión pasajera (dice el Sr. Croce); fué
plantación de familias enteras
Da
la
Madre Et da
Re, con
li
1'
Hercole Aragonio
bellicosa intima Hesperia,
Verran mille Di cui
una trans-
reino:
feconda e gloriosa Iberia
di
la
al
altri
heroi nel regno Ausonio,
gesti e le virtü notorie
Faran del nobil sangue testimonio.»
Así cantaba no muchos años después deu,
que tradujo hasta su
Ckariíeo,
aunque lo
y precedió
sin
el
poeta italo-catalán Cari-
apellido, haciéndose llamar clásicamente
á Boscán en el abandono de la lengua nativa,
perder por eso
el
recuerdo y
el
amor de
su patria,
como
declaran aquellos versos suyos: Pianga Barcino, antica patria
Entre
las principales familias
mia...
españolas que se arraigaron en
reino de Ñapóles inmediatamente después de su conquista, hay
contar en primer término á los dos Ávalos (Iñigo
y
el
que
Alfonso), hijos
buen Condestable Ruiz López, y á sus hermanos de madre los dos Guevaras (Iñigo y Fernando). De estos cuatro hermanos dice del
Chariteo: Frutto d'un sol terren, da due radici
Due
Avelli e
due Guevara, antique genti
Bellicosi e terror degli inimici... Fratelli in sangue, e piü fratelli in fede...
Iñigo de Avalos,
comúnmente llamado
el
Conde Camarlengo,
fué
marqués de Pescara; Iñigo de Guevara, mayordomo y gran senescal de Alfonso V, fué marqués del Vasto; títulos que habían de inmortalizarse en nuestra historia militar del siglo xvi.
Otros muchos españoles formaron parte de Mehkndez y Pelayo.— Poesía
castellana. II.
la
corte de Alfonso 17
V,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
25S
y suenan
cada paso en
á
las historias
de aquel tiempo:
virrey del Abruzo; Bernardo Villamarí,
Lope Ximénez de Urrea, que
y
los
genoveses;
Ramón de
Ramón Boyl, Don
grande almirante;
el
ajustó la paz entre el rey de
Ortal, caballero catalán
Aragón
que mandaba
la
hueste enviada por Alfonso en socorro de Scanderberg; Fr. Luis
Despuig, clavero de Montesa; Alfonso de Borja, primer presidente del Consejo Real de Ñapóles;
Mateo
el
famoso jurisconsulto mallorquín
y otros muchos, insignes en las artes de ¡a paz ó en ¡ás de la guerra, y con ellos razonable número de prelados y teólogos como el maestro Cabanes, Luis de Cardona, Juan Soler, obispo Malferit,
de Barcelona, Juan García, célebre por
con Lorenzo
Valla,
controversia que sostuvo
la
y finalmente aquel portento de sabiduría que
llamó Fernando de Córdoba, á quien en tuvieron por
Anticristo.
el
la
se
Universidad de París
También pasó por aquella corte
la
noble
y melancólica figura del Príncipe de Viana, y allí, por mandamiento de su tío, emprendió la versión de ¡as Eticas de Aristóteles, sobre la de Leonardo de Arezzo.
latina
Es en
claro
que
el
las inferiores,
sentimiento general,
no podía ser
mento español que
al
así
se había enseñoreado
en
las clases altas
muy
principio
benévolo con
de Ñapóles. Aparte de
aversión natural y justa en todo pueblo á
la
la
conquista extranjera,
quedaban muchos partidarios de Renato de Anjou y de ses; y,
como el ele-
los france-
por otra parte, los españoles del séquito de Alfonso afectaban
tratar á los italianos con altanería é insolencia,
como
lo
prueba
el
menosprecio que D. Iñigo Dávalos hizo de Juan Antonio Caldora, teniéndole por indigno de cruzar las armas con un caballero limpio
como los
él.
A esta
animadversión no es maravilla que respondiesen
barones del reino de Ñapóles con odio profundo, que estalló en
conjuración y guerra en tiempo del rey Ferrante, sucesor de AlfonPero lentamente iba mitigándose este odio, ya por los frecuen-
so.
tes enlaces de familia
que mezclaron en breve tiempo
sangre del reino de Ñapóles con
que había
iniciado Alfonso
la
la
española (conforme á
V, estableciendo en
la isla
mas noble la política
de Ischia una
colonia de catalanes, para que fueran uniéndose en matrimonio con
mujeres del •
país):
ya por
la
docilidad con que los españoles, tan
luros é intratables en otras relaciones de la vida, aceptaron el
ma-
CAPITULO XIV gisterio de los italianos en
siasmo que Gothein compara con
demás eslavos por
el
manistas paniaguados de Alfonso V,
renzo Valla, Eneas Silvio
francesa. el
Y
los rusos
como
así
Panormita,
(i) llegaron á escribir
De
Laureniii Vallensis,
(1)
con un ardor y entu-
que suelen sentir
moderna cultura
la
259
la cultura clásica
los
Lo-
Fazzio,
el
y
hu-
de cosas de Espa-
rebus gestis a Ferdinando Aragonum rege,
li-
bri Til. Valla había andado ea servicio de Alfonso desde 1435 ^ '443. y se jactaba de haber
tomado parte en todas sus campañas
Perseguido luego en
Ruma
terrestres y navales.
por su famosa disertación contra
dona-
las falsas
ciones de Constantino (Declamado de falso
crédito, et ementita Constantini do-
amparo
del rey de Aragón, primero en
natione), volvió á refugiarse bajo el
Barcelona y luego en Ñapóles, donde abrió una cátedra de elocuencia griega
y le
Alfonso no sólo
latina.
honró con un diploma
le
muy
honorífico, sino
que
sacó triunfante de sus innumerables querellas con los teólogos, á quienes
provocaba de continuo. Su Historia de Fernando, que no es más que una composición retórica,
le valió
una polémica brutal con
el
genovés Bartolomé
Fazzio, que, con ayuda del Panormita, había sustraído de la cámara del
Rey
manuscrito de Valla, y pretendía haber encontrado en él más de quinientos solecismos. Esta ridicula cuestión se litigó delante del mismo Alfonso, que
el
tenía el mal gusto de enzarzar á sus eruditos, divirtiéndose
Nada menos que cuatro
grosería é intemperancia.
mucho con su
invectivas (el título indica
ya lo que pueden ser, pero no da idea de todo lo que son) se cruzaron de una
parte y otra, hasta que
consiguió volver á
el
Rey
Roma en
intervino para separar á los gladiadores. Valla el
pontificado de Nicolás V, y prosiguió infa-
mándose en atroces polémicas con Poggio
Bracciolini,
ayudándole en una de
un joven catalán discípulo suyo y de Gaspar de Verona, que estaba muy resentido con Poggio por haber dicho éste que dos catalanes no son ávidos
ellas
de mármoles esculpidos, sino de oro y esclavos para el armamento de sus galeras». Quién fuera este catalán, autor de unas notas críticas á las Epístolas
de Poggio, no he podido
En
averiguarlo.
sus últimos años Valla hizo varios viajes á Ñapóles, y emprendió, á ins-
tancias de Alfonso, la traducción de Herodoto, de la cual llegó á leerle varios
Murió en
trozos.
poco antes que su Mecenas. Su Historia de Fernando I
1457,
puede consultarse en Véase
la
Lettres,
el
tomo
1,
libri quatuor.
de 1646 ces
al
1
de
la
Hispania Illustrata de Andrés Scotto.
R ¿publique
des
páginas 195 á 304.
Anlonii Panhormitae, lis,
tomo
biografía de Valla en Nisard. I,es Gladiaieurs de la
De
diclis el /aclis Alphonsi,
(Abundan
lleva el título
las
Regís Aragonum
ediciones de este curioso libro:
de Speculum boni
Principis.)
catalán y al castellano, una de rilas por
el
la
et
Neapo-
elzeviriana
Fué traducido repetidas vejurisconsulto Fortun García
2ÓO ña,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
contando
hechos y dichos, no sólo del mismo
los
Rey
Alfonso,
número de
sino de su padre el Infante de Antequera; así un cierto
españoles, discípulos ó corresponsales de estos humanistas, se es-
de Ercilla, padre del poeta de ralmente conocida es
Rey D.
liechos del
No
la
La Araucana; pero
la
más gene-
versión
del bachiller Juan de Molina {Libro de los dichos
Alonso...
y
Valencia, 1527; Burgos, 1530; Zaragoza, 1552).
es propiamente una historia de Alfonso V, sino una colección de anéc-
muy
dotas que pintan
al
vivo su carácter y su corte. Sobre
Panormita-
el
(célebre con infame celebridad por su Hermaphroditus), véase especialmente
Ramorino, Contribuii
mo,
alia storia biográfica e critica di A. Beccadelli (Paler-
1883). le muesEmperador
Los cinco libros de sus Epístolas y Oraciones (Venecia, 1553) nos tran embajador de Alfonso á los genoveses, á los venecianos,
Federico
III
y á otros príncipes. La
misma protección obtuvo
Ñapóles D. Fernando hasta su muerte, acaecida en versos escandalosos le han dado licitud
que mostró en recoger
la
al
[47:.
del
Rey de
Mejor fama que sus
Academia que fundó en Ñapóles y la sovender la única he-
libros antiguos, llegando á
redad que poseía para comprar un códice de Tito Livio. Pontano consagró á su
memoria
diálogo titulado Antonias, y á
el
él
debió su mayor celebridad
dicha Academia, llamada en honra suya Pontaniana. El Panormita es interlo-
cutor también, defendiendo
Lorenzo
De
Valla:
la
causa del epicureismo, en el célebre diálogo
voluptate ac vero bono libri 111,
de
que es una reivindicación
brutal de los derechos de la carne.
Unido
De
al
de Eneas
dictis factisque del
Silvio,
nombre de
Pío
(Basilea, 1571),
presentes:
la
II.
Panormita, va casi siempre
Obispo de Siena cuando
Puede verse también en
en que hay muchas que
el
el
Commentarius
y luego Papa con el Colección general de sus obras
le escribió, la
historiador de Alfonso
V debe
tener
dedicatoria que hizo á este monarca de su Historia Bohémica; la
Historia rerum ubique gestarum (en
la
parte de Europa, capítulos
xux y
lxv),
y también sus Oraciones y su correspondencia. Pero se echan de menos en ella, y conviene consultar sobre todo los Commeniarii rerum memorabilium quae temporibus suis contigerunt
(Roma, 1584), especie de memorias suyas que
abarcan desde 1405 á 1463.
En cuanto
á las Orationes,
la
mejor colección es
la
de Mansi (Luca, 1755 á 1759, en tres volúmenes). La obra monumental de Voigt (Enea Silvio de' Piccolomini ais Pape Pius der Zweite und sein Zeitalter, Berlin, 1856-1858), da cuantas noticias
una de
las
más dulces y simpáticas
Bartholomei Facii,
commentariorum siglo xvi se
libri
De
la
la
este Papa,
rebus gestis ab Alphonso primo, Neapoliianorum rege,
decem (Lyon, 1560).
guarda en
novés, pero pasó
pueden desearse acerca de
figuras del Renacimiento.
Academia de
Una traducción
la
castellana inédita de)
Historia. Bartolomé Fazzio era ge-
mayor parte de su vida en
la
corte de Alfonso.
Su diá-
CAPÍTULO XIV
26[
forzaban por seguir sus huellas en epístolas, descripciones, razonamientos, arengas, versos latinos y otros ensayos de colegio, de los cuales todavía existen algunos (especialmente en un precioso manuslogo
De humanae
ducido
dedicado á nuestro Rey, fué libremente tra-
Lucena
como ha probado recientemente
Beata,
para
vitae felicítate,
castellano por Juan de
al
estudio de
el
la
(familiar
de Eneas
Silvio)
en su Vita
Paz y Melia. Es curioso también corte literaria de Alfonso V el de viris illtistribus de el Sr.
Fazzio.
Entre
los principales humanistas favorecidos por Alfonso V, debe contarse griego Jorge Trapezuncio (Jorge de Trebisonda), célebre por su controver-
a]
sia
con
el
Cardenal Bessarion sobre
de Platón y Aristóteles. Dedicó Teodoro de Gaza, in pervcrsionem pToblematum Aristotelü a quodam Tlieodoro Gazae edita. Pero honra mucho más á él y á su Mecenas el haber ordenado el uno llevado á
ad divum Alphonsum Regem, una de
término
el
la filosofía
sus invectivas contra
y otro una nueva versión latina de los libros de Historia Natural de
Aristóteles,
por no agradar
barbarie de
la
al Rey (según escribe el Panormita) la aspereza y versión antigua, propier asperitatem barbariemque orationis harcd
satis probabantu?-.
Francisco Filelfo dedicó á Alfonso en 1451 cien sátiras contra
contra todo
el
Cosme de
la
espantosa colección desús
Médicis, Niccolo Niccoli, Poggio, ó
más bien
género humano, en más de diez mil versos. La calidad de
obra no fué obstáculo para que
el
Rey aceptase
la
tal
dedicatoria y llamase á su
corte á Filelfo, á quien
armó Caballero é hizo coronar con el laurel del Pede su corte y de su ejército. Poggio, su triunfante émulo en desvergüenzas, no parece haber sido tan favorecido, pero consta por testimonio del Panormita y por el de los códices mismos, que su traducción de la trarca, en presencia
Cyropedla fué hecha para
el
Rey de Aragón, y no para
el
Papa Nicolás V, como
muchos han supuesto. Leonardo Aretino, detenido en Toscana por su edad por sus dolencias, y no visitó la corte de Alfonso; pero tuvo correspondencia frecuente con él. De los restantes humanistas,
apenas hay ninguno que dejase de pasar por ella ó de su protección: Teodoro Gaza, Bessarion, Pedro Cándido Decembrio, Giannozzo Manetti, Nicolás Sagundino (que era de la isla de Negroponto, y no de Murviedro, como quiso hacerle el abate Lampirecibir alguna muestra
nas), Nicolás
de Sulmona, Juan Aurispa, Jacopo Cario, á quien mandó hacer las comedias de Terencio, etc. etc.
un vocabulario para Para
la
recta apreciación
de todo este movimiento de
acción protectora de Alfonso
y con
la
V
llega á
competir con
del Papa Nicolás V, es obra capital
la
la
cultura, en
que
la
de Cosme de Médicis
de Voigt, Die Wiederbclebung
des classischen Alterthums oder das erste Jahrhundert des edición adicionada por Max Lehnerdt, 1893).
Humanismus
(tercera
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
2Ó2 crito
de
la
Academia de
la
Historia)
y
noticia
de muchos más en
De viris illustribus
curioso opúsculo de Pedro Miguel Carbonell:
el
ca-
talanis sitae tcmpestatis.
Lo primero que hay que hacer fonso
V
que en
notar, es
el
reinado de Al-
florecieron simultáneamente dos literaturas de todo
independientes entre
una
sí,
de
la
los
cípulos españoles, escrita siempre en lengua latina; otra
poetas cortesanos, escrita catalán.
Lo que puede
las
más veces en en
la
la
de los
y algunas en entonces en Ña-
castellano,
decirse que apenas existía
póles, era literatura italiana, ni
punto
humanistas italianos y sus dis-
lengua común, ni en
dialecto
el
Los pocos y obscuros rimadores napolitanos de entonces, rebosan de españolismos, y en cambio los trovadores castellanos del del país.
frases, giros, y aun versos más fecundo y notable de todos llegó á escribir por lo menos dos
Cancionero de Estúñiga están llenos de enteros en italiano, los poetas
y
Carvajal, el
de aquella antología,
composiciones enteras en aquella lengua.
La
literatura
de los humanistas no nos incumbe directamente,
mucho en
puesto que no parece haber influido ni poco ni vulgar. Era, no obstante,
personalmente Alfonso las
la principal, si
V
(i),
no es suyo
la
única,
la
poesía
que alentaba
ya con obras propias como
y oraciones que recogieron
en cuanto
no
'as
epísto-
Panormita y Marineo Sículo (pues libro De castri stabiümento, creemos firmemente que
al
ni
el
de su tiempo, sino anterior en un siglo por lo menos),
ya con los diarios ejercicios y concertaciones que se tenían en su
por
palacio, convertido
él
en una perenne Academia, no sólo de
gramáticos y teólogos, sino de consultos; sin saciar la sed cas,
que
de ciencia del Rey, que iba á pie á
las escuelas públi
por lejanas que estuviesen, y se sentaba entre
oyentes. «Fué peritísimo en
(i)
médicos, músicos y juris-
filósofos,
esta instrucción doméstica bastase todavía para
'No
obstante,
si
el
los
arte de Gramática (dice
hemos de dar crédito
al
-
humildes el
Papa
testimonio del colector del
Cancionero que fué de Herberay des Essarts, habrá que contar á Alfonso
V
entre los poetas castellanos, puesto que trae una canción de! Rey de Aragón á Lucrecia Alania, que comienza Si dezis
que vos ofende
Lo que más mi
sesso piensa...
CAPÍTULO XIV Pío
263
aunque no gustaba mucho de hacer discursos en público;
II),
tuvo curiosidad de todas
supo cuanto dijeron los poe-
las historias;
tas y los oradores; resolvía fácilmente los laberintos
de
la Dialéctica;
ninguna cosa de Filosofía de
tigó todos los secretos
mente de
la
la
más intrincados
desconocida; inves-
le fué
Teología; supo razonar gentil
y docta-
esencia de Dios, del libre albedrío del hombre, de la
Encarnación del Yerbo, del Sacramento del Altar, y de otras
locución, blando
y
ni
tendían pasar
que
el
amor
la
terso.»
Con una modestia muy su mérito,
difi-
y oportuno; en
cilísimas cuestiones; en sus respuestas era breve
Alfonso
justificada,
ni los
más que por
pero que ciertamente realza
humanistas españoles de su corte preestudiantes,
y
pueda pretender otra
patrio
esto eran en verdad, sin cosa.
La misma timidez
con que se dirigen á sus maestros, y que tanto contrasta con su superioridad política y militar, que manifestaban á veces con harta jactancia, es candorosa si aliquid dulce fuerit,
mea
ac dura
y simpática: «Nec videas mea barbara; quuve tuum est et non rneum; cetera inculta, rugosa*
sunt», decía Ferrando Valentí
al
Panormita. Locura
hubiera sido pretender que estos principiantes, nutridos además
con tan mala leche como suele serlo
estilo
el
pedantesco, redun-
dante y estrafalario de los gramáticos italianos de del siglo
xv (muy dignos de consideración por
que prestaron á
la
los
la
primera mitad
grandes servicios
erudición filológica desenterrando textos, pero
indignos de ser propuestos
como modelos de
latinidad moderna, la
cual sólo empieza á brillar con su prístina belleza en los escritores artistas
de
fines
de aquella centuria, en
los Policianos
y Poníanos)
hubiera podido hacer otra cosa que calcos serviles de una literatura
ya hueca y viciosa de suyo. Peto aunque ciertamente sus nombres no son para añadidos
al
De
catálogo
Hispanis purioris latini-
que con tan buen gusto formó Cerda y Rico, el historiador literario no puede cometer la insensatez de exigirles que tatis cultoribus,
hubiesen escrito
como un Sepúlveda, un Alvar Gómez de
Castro
ó
un Mariana. Hasta
muy
lo
breve y fugitivo de sus opúsculos, prueban que no iban
lejos las pretensiones literarias
La mayor parte son
epístolas
de los familiares de Alfonso.
más de
cortesía y de
ceremonia que
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
264.
de erudición
ni
de substancia,
que exploraban
que eran
to,
Uno
de
la
Parnomita,
el
por decirlo
y,
así,
temas epistolares con
benevolencia de los arbitros y dictadores del gus-
los principales
Poggio, Gaspar Arangerio.
Filelfo, Valla,
en este pequeño grupo de aficionados á
la
cultura clásica, parece haber sido el mallorquín Ferrando Valentí, á
quien Tiraboschi, Valencia.
él
(como
curiosas
líticas
Amador de
Quedan de
la
que
cartas, sino algunas oraciones
dirigió al rey Ferrante,
en pomposas razones á emular padre)
las virtudes
y también una oda en versos Turba doctorum
que es
duda uno de
sin
los
y otros llaman Fernando de
los Ríos
no sólo
y
altos
po-
exhortándole
hechos de su
sáficos,
docilis magistra...
primeros ensayos métricos de autor es-
pañol con deliberada imitación clásica. Ferrando Valentí era legisejerció el cargo
y
ta,
preferido
al
de jurado en su
isla natal;
pero parece haber
estudio de las leyes el de las humanidades, en que ha-
bía tenido por guía á
Leonardo Aretino, á quien llama padre y pre-
ceptor suyo. Sus primeros estudios debió de hacerlos, por consi-
guiente, en Florencia,
con
y «era ya adulto cuando entró en
humanistas de Ñapóles. Ni se
los
dor de su lengua nativa, puesto que resta de
él
una traducción ca-
talana de las Paradojas de Cicerón, con un prólogo
para
la historia literaria,
ductores.
Fué
el
por
relaciones
puede tener por desprecia-
le
las noticias
muy
interesante
que contiene de otros
verdadero patriarca del Renacimiento en
dorada, donde parece que tuvo escuela pública. Carbonell
tra-
la isla
llama
le
y muy caro á Alfonde Tortosa». Su entusiasmo clásico
«príncipe de los declamadores de su tiempo,
so V»,
y añade que
llegaba hasta
ma el el
el
fué «prior
extremo de llamar á
la
Virgen ¿clarísima y
santísi-
y comparar el descenso de Jesucristo á los infiernos con de Eneas. Puso por nombre Teseo á un hijo suyo, que, andando Sibila»,
tiempo, fué notable jurisconsulto en
En
el
el
estudio de Bolonia
nes de su tiempo (compuesto á imitación de! de
(1)
En
(i).
curioso opúsculo de Carbonell sobre los humanistas catala-
el
z'iris illustribus
Museo Balear de Palma de Mallorca (segunda época, núm.
una noticia de Ferrando Valentí, escrita por D. Gabriel Llabrés.
2)
de
hay
CAPÍTULO XIV
aunque con lamentable brevedad,
Fazzio), se dan,
nos otros propagadores de
la
cultura clásica;
consta expresamente que visitasen
impulso dado por
la
y
las
de algu-
noticias
bien no de todos
si
todos participaron del
Italia,
merced
corte aragonesa de Ñapóles,
Renacimiento latino en
el
265
á la cual
comarcas del Levante de España se
adelantó en medio siglo respecto de Castilla. Entre estos obreros de
primera hora figuran
la
Colomer (Lucianas
rosellonés Luciano
el
Colominius), que profesó letras
humanas en Valencia, en
Játiva
y
últimamente en Mallorca, donde murió enteramente ciego en 1460. Escribió en verso latino cuatro libros de gramática, y uno del caso
La mayor
V fortuna.
parte de estos humanistas eran
po jurisconsultos, como
lo
tiguos poetas italianos, de los cuales basta citar para
da
Pistoia.
No
cho romano
en balde había precedido de
al
las
demás ramas de
el
menos celebrado por
la
la
picuo y breve de su dicción
que dice Carbonell
tas,
(i).
latina,
caso á Ciño
el
ccesarei,
ameno, pers-
brevis, elegans,
Ramón
el
no fué
gran volumen de
lo elegante,
jucundus,
Así, Juan
el
erudición clásica. Así,
agudeza que mostró en
derecho imperial, que por
al
tiem-
Renacimiento del dere-
barcelonés Jaime Pau, á quien llamaron gloria juris
sus apostillas
mismo
al
habían sido en no pequeña parte los an-
venus-
Ferrer, sin perjuicio
de compilar un vocabulario de su profesión, que llamó Semita juris canonici,
sima y
la
exámetro leno,
no sólo cantó en verso heroico
los
en ocho mil y quinientos versos. Así,
Corona de Aragón, descansaba de
tocolos, transcribiendo de propia
yerros rios,
el
de María Santí-
texto de Terencio.
que eran á
la
No
la
la
(1)
gón.
yugo del
el
notario ó tabelión
custodia del Archivo de
la tarea
de sus registros y pro-
mano y procurando
antigüedad:
limpiar de
faltaba entre estos legistas
y nota-
par dilettantes en humanidades, quien uniese
cultivo de la poética nativa ó importada de Tolosa
de
al
Aforismos de Hipócrates con los comentarios de Ga-
Jaime García, antecesor de Carbonell en la
los loores
vida de Cristo, sino que se atrevió á reducir
así
con
el
el
estudio
Jaime Ripoll, de quien dice Carbonell que co-
Colección de documentos inéditos del Archivo General de la Corona de Ara-
Tomo
Manuel
xxviii
(segundo de
los Opúsculos
de Carbonell, publicados por don
Bofarull. Barcelona, 1865, páginas 237-248).
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
266
mentó
Leys d'amor:
las
editis percallentissime
«
Tolosanos Flores in maternis rhytmis jan:
conmentatus
est.s>
versos latinos, de que sólo conocemos
de Chipre, que mandó esculpir
Pero más fama
el epitafio
de
dieron sus
le
la reina
Leonor
mismo Carbonell cuando reparó
el
sepulcro de aquella princesa en San Francisco de Barcelona.
el
Apenas hay uno de
memorados por
los personajes
diligente
el
archivero, cuya profesión no fuesen las leyes ó la custodia de la fe pública; ni
uno solo tampoco de quien no añada que
eximio» ó que se distinguió en tente del
rumbo que
Jerónimo Pau,
hijo
llevaban. Jurisconsulto también,
los estudios
pero más propiamente
literato
fué «gramático
«facultad oratoria»; prueba pa-
la
que ninguno de
los anteriores, fué
de Jaime y discípulo del Panormita. El círculo
bastante amplio de sus estudios abrazaba no sólo las letras latinas,
y no sólo la gramática, sino la arqueología clásica, nueva dirección del Renacimiento, que tiene en él su primer represino las griegas,
sentante español en dioso de
la
la esfera
de
meros ensayos en tan ardua materia: tibus utriusque Hesperia,
y
el
opúsculos que andan insertos en
Fué
los estudios históricos.
geografía antigua de España,
de la
y
estu-
á él se debieron los pri-
el libro
De fluminibtis
et
mon-
antigüedades de Barcelona;
las
Hispania lllustraia de Scotto, y
que, aunque poca luz puedan dar hoy, alguna tuvieron en medio de las
sombras y confusión de aquellos tiempos, cuando
Gerundense
el
lograba acreditar sus portentosas fábulas, que tan desacordadamente se ha intentado rehabilitar en nuestros días. Pero Jerónimo Pau,
que
alcanzó los últimos años del siglo xv, y fué familiar del segundo Papa
humanismo, y sus versos eleTriumphus de Cupidine, verbi
Borja, pertenece á un grado superior del
gantes, sentenciosos y nutridos, su gracia, difieren en gran
manera de
la
tosquedad de
los
ensayos de
Ferrando Valentí y sus contemporáneos. Por entonces ya
el
movi-
miento clásico había arraigado definitivamente, llegando
al
punto
de madurez que manifiesta Columbeto,
(i)
De
la epístola del
mismo Pau
viris ilhcstribus Hispania- ti).
Gran parte de
las poesías latinas
de Jerónimo Pau se han conservado
en un códice misceláneo recopilado por Carbonell, que está en !a
Catedral de Gerona, donde le vio
el
á Jerónimo
La aparición de un
el
Archivo de
Padre Villanueva (Viaje Literario,
CAPÍTULO XIV
como
helenista
267
Pau, á quien parece que hay que reconocer priori-
dad cronológica sobre todos
incluso
los nuestros,
mismo Arias
el
Barbosa (por más que su acción pedagógica no pudiese ser tan pro-
como
funda
que
de
la
éste),
marca
el
que no sólo se extendió por
ción,
punto culminante de esta evolulos países
de lengua catalana, sino
aunque más tibiamente, por algunos aragoneses,
fué secundada,
entre los cuales sobresale por sus cartas latinas á Filelfo mita, el virrey de Calabria D.
Juan Fernández de
y
al
Panor-
llamado
Híjar,
el
orador, de quien dijo Lorenzo Valla que á ningún otro español era
humanas: «/«
inferior en las letras
literis
hnmanitatis ex omni Hís-
panla nulli secundum».
No
es del caso apurar, ni necesario tampoco, puesto
ya magistralmente tratado modificó en
el siglo
perfección á
la
xv
(i),
que es punto
hasta qué punto esta corriente clásica
la literatura
catalana vulgar, dando rápida
prosa en manos de Cañáis, de Bernat Metge, de
Francisco Alegre; coloreando en algún
modo
la
abstracta poesía de
Ausias March; dictando á Corella sus lamentaciones de Mirra, de Narciso y de Tisbe, sus historias de Biblis
los
y
Caldesa,
exquisito de sus versos sueltos, que cuando se
el arte
que en castellano quiso hacer Boscán medio
y sobre todo comparan con
siglo después, pare-
cen una maravilla.
Pero
si
no nos incumbe aquí
á quienes con
en
(el
rey y á
rigor cronológico se coloca
la reina
doña María,
tales
como
Jordi,
al
magnáni-
Andreu y Febrer
traductor de Dante), Francesch Ferrer, Leonardo de Sors, Juan
tomo
xii,
servan en ria.
estudio de los ingenios catalanes
corte napolitana de Alfonso V, ó que celebraron
la
mo
el
más ó menos propiedad y
págs. el
1
1
i-i 15).
tomo
m
Las composiciones copiadas por Villanueva, se con-
de su Colección manuscrita en
La más extensa es un poema que
el
la
Academia de
!a
Histo-
autor llama himno d San Agustín, en
más de gías,
trescientos exámetros; hay también bastantes odas y epigramas, eleapólogos y epístolas, todo ello digno de publicarse, porque quizá nin-
gún otro español anterior á cación
latina, salvo
la
Juan Pardo,
era de Nebrija el
anduvo tan
feliz
en
la versifi-
amigo de Pontano.
los orígenes de El Renacimiento clásico en la literatura catalana, de sólida erudición y doctas consideraciones el de mi querido amigo y compañero D. Antonio Rubio y Lluch (Barcelona, 18S9). (1)
Sobre
es trabajo
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
268
de Fogassot, Bernat Miquel, no de
la
etc.,
debemos notar
primera aparición de poetas bilingües.
el
En
curioso fenómeel
mismo punto
y hora en que la lengua catalana había llegado á su mayor alteza, comenzaba á insinuarse el germen de su ruina. Los primeros poetas catalanes que trovaron en lengua castellana, pertenecen á este grupo;
y de este modo
la
corte de Alfonso Y, teatro de tantas transforma-
ciones intelectuales, lazo de unión moral entre
ambas penínsulas
hespéricas, lo fué también de una estrecha hermandad, no conocida
hasta entonces, entre las letras del Centro
y bien puede decirse trata
sin
del Oriente de España,
y
género alguno de pasión (puesto que se
de inevitables consecuencias históricas que ya en
Caspe venían envueltas) que entonces comenzó tellana, bajo los auspicios
origen.
En
el
la
su indisputable talento de prosista y de poeta,
Antes que
yordomo
él lo
voto de
lengua materna, no hay que dar á
la
que realmente tuvo, aunque
tunidad de su innovación,
el
heguemonía cas-
de un príncipe que nunca pudo olvidar su
abandono de
Boscán más parte de
la
diesen
le
había hecho
más
del Príncipe de Viana),
de
la
opor-
y fama que á
otros.
Torrellas ó Torroella (ma-
que aun en sus propios versos
catalanes, por ejemplo en el Desconort
otros poetas, que comienza
crédito
Mosén Pere
el prestigio
y sobre todo
Tant ¡non
,
compuesto de retazos de
voler,
había mostrado sus ten-
dencias eclécticas y su afición á nuestra poesía, invocando
la
auto-
y á veces las coplas mismas de Yillasandino, Santillana, Juan de Mena, Macías, Juan de Dueñas y Santafé, revueltos con poetas catalanes, provenzales y franceses, de donde resulta un extravaridad,
gante baturrillo. Muchas fueron, y por burlas, las poesías le
lo general picantes y de puramente castellanas de Torrellas; pero ninguna
dio tanta notoriedad, haciéndole pasar por un
infamador sistemático de
las
mujeres,
dades de las donas, insertas en
el
como
nuevo Boccaccio,
sus Coplas de las cali-
Cancionero de Stúñi^a, en
el
Ge-
neral y en otros muchos, impugnadas por diversos trovadores, entre ellos
Suero de Ribera y Juan del Encina; glosadas y recordadas á los maldicientes del sexo femenino, y sobre
cada momento por todos las cuales llegó á
irritadas
con
inventarse
los vituperios
extraña leyenda de que
la
de Torrellas,
manos cruelísima muerte. Toda
le
las
mujeres,
habían dado por sus
esta historia se cuenta en el rarísimo
269
CAPÍTULO XIV
y Mirabella, compuesto por Juan de Flores d su está muy á la larga el proceso sobre la respectiva
Tractado de Grisel
amiga
(1). Allí
malicia de
hombres y mujeres, que
entre «una
dama llamada Brasayda, de
»en saber y en desenvoltura y en iformes,
se litigó ante
las
las
el
rey de Escocia
más prudentes
mundo
del
otras cosas á graciosidad con-
por su gran merecer se había visto en muchas bata-
la cual
llas de amor y en casos dignos de memoria, y un caballero de los
sreynos de España,
»en
al
qual llamaban Torrellas, un especial
conocimiento de
el
samor
mucho
é
Triunfó
manos, y dejando,
gracioso,
abogado de
el
suya, que
las
muy
como por
sus obras bien se prueba».
osado en
él, le
como
se verá,
poco que hacer
haber coqueteado un tanto cuanto con
el
la
triste
squexar no se pudiesse, c desnudo fué á un
Estando
»le despedazaron.
»en su pena, no
damas
sus
cando
las
E
se fueron
maldades
assi
pilar bien atado, é allí
dar tormento; y tales ovo
con uñas y dientes raviosamente medio muerto, por crecer más pena
de nuevo viniessen; é después
cansadas de atormentarle, de gran reparo
cobras... dezían mil
ndaba. ..
fué
quisieron de una vez matar; porque las crudas é
lo
assi
«E
boca porque
la
et otras
assí
»fieras llagas se le resfriassen é otras
»que fueron
le
de Torrellas por
lengua castellana:
»luego despojado de sus vestidos, é atapáronle
»cada una traía nueva invención para
y
suplicios,
á los fervientes catalanistas
en
ejercitar sus iras
»que con tenazas ardientes,
de
ataron de pies
atormentaron con todo género de espantables
le
que hoy quisieran
3>é
los tratos
hombres; pero con tan mala ventura
los
y sus damas asieron de
la reina
hombre
mujeres, é
allí
del,
cerca del porque las viesse, é
la
allí
reina plati-
é trayendo d la memoria sus maliciosas
maneras de tormentos, cada qual como
vino á sofrir tanta pena de las palabras
sobras, é después
que fueron alzadas
»amarga cena á
Torrellas...
E
las
le
agra-
como de
las
mesas, fueron juntas á dar
después que no dexaron ninguna
»carne en los huesos, fueron quemados, de su ceniza guardando
»cada cual una buxeta por reliquias de su enemigo. j>que
(1)
por joyel en
Sevilla,
el cuello la traían,
E
algunas ovo
porque trayendo más
á
me-
Cromberger, 1529. (Reproducido foto-Htográficametite por
D. José Sancho Rayón.)
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
ZJO
mayor placer
moria su venganza,
oviesen.» Esta escena trágico-
grotesca vale bastante más que las coplas satíricas de Torrellas, á las
cuales confieso que nunca he podido encontrar gracia, ni
menos
malignidad, que mereciera tan cruento y espeluznante castigo.
puede darse invectiva más sosa é inocente, dades, puesto que
llena
además de
No
salve-
poeta no sólo exceptúa taxativamente á su
el
amiga, sino que declara inculpables á
las
demás por
vicio
de natu-
raleza:
Mujer
Que
es
un animal
hombre imperfecto,
disen
Procreado en
el
defecto
Del buen calor natural;
Aquí se incluyen sus males,
E la falta del bien suyo, E pues le son naturales, Cuando
Que
se demuestran tales,
son sin culpa concluyo
(t).
Catalán era también, y todavía más enamorado de Castilla que Torrellas, aquel la batalla
Mosén Juan
de Ponza,
el
Ribelles, prisionero
con Alfonso
V
en
cual cantaba de nuestra tierra, respondiendo
á Villalpando y á Juan de Dueñas:
En
Castilla es proesa,
Franquesa, verdat, mesura,
En los sennores larguesa, En donas grand fermosura... Pero
el
mayor golpe de poetas que entonces metrificaban en Ña-
póles, eran naturalmente aragoneses,
todo tiempo
los versos rara vez aparecen;
dos de
cuya lengua nacional fué en
hablado con variantes de dialecto que en
el castellano
Castilla, partidarios
y en mayor número todavía de
los infantes
de Aragón.
parte de esta producción poética se contiene,
como
Cancionero de Stiíuiga, publicado en 1S72 por
(1)
Además de
gran
es sabido, en
los Sres.
el
Fuensanta
sus famosas coplas, llamadas por el Cancionero General «de
maldezir de mujeres », hay en
de Torrellas (números ñoles).
refugia-
Una
173,
el
mismo Cancionero
otras tres composiciones
175 y S56 de la edición de los Bibliófilos Espa-
CAPITULO XIV
Sancho Rayón en su
del Valle y
y
curiosos.
(M
—
48),
otro en
la
Además
que
Colección de libros españoles raros
códice de
del
271
sirvió para esta linda
nuestra Biblioteca Nacional
y bien anotada edición, existe
Roma
Biblioteca Casanatense de
(ideático al de Madrid,
que recuerdo), y otro en la Marciana de Venecia, descrito ya por el profesor Mussafia en un trabajo suyo sobre bibliografía de por
lo
Cancioneros
los
(i).
Esta colección fué formada probablemente en
Ñapóles, pero de seguro después de
que contiene unos versos á alusiones posteriores.
no
En
la
muerte de Alfonso V, puesto
la
divisa del Rey D. Ferrante,
se conserva colección alguna
dices de poesías españolas que guarda
la
siete
có-
Biblioteca Nacional de Pa-
y en Ñapóles fueron compuestos asimismo muchos de
rís;
otras
de poesías que se remonte á esta
indudablemente de procedencia napolitana
fecha, pero son
y
Ñapóles, contra lo que pudiera esperarse,
los ver-
sos catalanes del Cancionero de la Universidad de Zaragoza. Otros
Cancioneros deben agregarse para este estudio, siendo los más copiosos en versos de esta procedencia italo-hispana,
des Essarts, y
Aunque en
la corte
que
ella
el
de
de D. Juan
la
el
por
el
de Herberay
Historia (antes de Gallardo). la
floreció
el
II,
modo
la
distinguen.
Ya Wolf
advirtió en sus
Cancionero de Stúüiga tiene más carácter
de Baena, siendo en general mucho más breves
siciones,
que
y por caso singular parezca menos influida Renacimiento clásico, tiene ciertos caracteres secun-
Studien (2) que el
Academia de
esta poesía no difiera substancialmente de
darios que en algún
que
la
y dándose entrada á
las
ciertas formas populares, tales
los villancetes, los motes, las glosas,
y sobre todo
los
circunstancia de contener dos, entrambos de un
llamado Carvajal ó Carvajales, no es una de
las
lírico
compo-
como
romances. La
mismo
poeta,
el
menores singulari-
dades de este Cancionero, puesto que no hay ninguno anterior en
que tan
castiza
son populares
forma aparezca. Claro está que estos romances no
ni narrativos, sino
« Terrible duelo ¡acia-»,
(1)
meramente
y de consolación
Ein Beitrag zar Bibliographie do
bliothek in Venedig (Sitzb. d.phil. hist. Cl. (2)
Página 212.
el
líricos:
otro á
la
«Cancioneros
LIV
Bd.
I
Hft.).
>
amatorio
el
uno,
Reina Doña Ma-
a as der Marcusbi-
HISTORIA DE LA TOESIA CASTELLAKA
272 ría
de Aragón por
poso; pero tales
eterna ausencia y manifiesto desvío de su es-
la
como
son,
da staba
no
los
hay más antiguos de trovador y
y en ambos, especialmente en
fecha conocida (1442);
la reyna», á vueltas
de reminiscencias
el
clásicas,
de «seguir d Mars, dios de
plo de Diana-»
y
advierte que
empleo del metro popular, comunicando
el
lo
de
'¡.Retraí-
como
«tem-
la Caballería-», se
autor los
al
hábitos propios del género, le ha prestado una sencillez de expresión
y de sentimiento que contrasta con el énfasis retórico de la la reina que precede al romance. No se trata de
supuesta carta de
un canto popular refundido, pero es cierto que en ta culto
zumbaban ecos de
viejos
romances de
los oídos del
muy diverso
poe-
asunto.
Sin este fondo de poesía tradicional é inconsciente, no hubiera lo-
grado versos como estos: Vestida estaba de blanco,
Un parche de
oro cennía...
Paicr noster en sus manos,
Corona de Maldigo
Que
palmería...
mi fortuna
la
tanto
me
perseguís;
Para ser tan mal fadada,
Muriera cuando
nacía...
El Cancionero de Stáüiga está lleno de recuerdos históricos,
guiendo atentamente
la
y si-
cadena de estas composiciones, podría tra-
zarse un cuadro de la vida guerrera to Alfonso.
y cortesana en tiempo del quinLos trances principales de la conquista del reino, el de-
sastre naval de Ponza, las prisiones
y
triunfo
de Genova y de Milán,
de Ñapóles, pasan ante nuestros ojos en
la
entrada
las poesías
de Juan
de Tapia y Pedro de Santafé. El primero, cautivo en aquella jornada, canta á
la hija
del
Duque de
Milán, Philipo Visconti, á quien, de
encarnizado adversario, convirtió su prisionero
el
político
rey de
y amigo. El mismo Tapia, y además Juan de Andújar, Fernando de la Torre, Suero de Ribera, cantan nominal-
Aragón en
auxiliar
mente á todas
las
nubes de incienso á
damas de la
gón, hija natural del rey, nio, su
la corte,
envolviendo sobre todo en
princesa de Rossano,
y
á
la
Doña Leonor de Ara-
famosa Lucrecia Alagnia ó de Ala-
querida predilecta, cuya honesta resistencia pondera Eneas
CAPITULO XIV Silvio, si bien, el
Rey
273
según otra versión menos optimista, hubo de triunfar
«cogliendo dal giardino di quella
il
primo frutto d'amoret>.
Sin tomar parte en esta disputa, no menos ardua é inextricable que la del
amancebamiento de
la reina
Madásima con aquel bellacón
maestro Elisabad, no hay duda que Alfonso
V
del
debía de remunerar
largamente los versos que se escribiesen en loor de Lucrecia, á juzgar por
la
especie de certamen que entablan los poetas del Cancio-
nero, aludiendo sin
ambages
á la pasión del rey. Así cantaba
Juan
de Tapia: Vos
fuistes la
Que venció Vos
fuistes
al
combatida
vencedor;
quien por amor
Jamás nunca fué vencida;
Vos pasays
tan adelante
Et con tanta crueldat Faseys
A
la guerra,
quien
fa
temblar
Desde Poniente
Pero literario
el
poeta áulico de Alfonso V,
de sus flaquezas, fué
bien, con previsión laudable,
sos encomiásticos
la tierra
á Levante.
el
más complaciente
servidor
ya citado Carvajal ó Carvajales,
el
si
no dejaba por eso de componer ver-
y consolatorios á
la
desdeñada y moralmente
divorciada reina María.
Este Carvajal es no sólo
el
ingenio
más fecundo de
cionero de Síúuiga, en el cual tiene hasta cuarenta siciones, sino el
más notable y afortunado de todos
los del
Can-
y cinco compo-
ellos, casi el úni-
co que acierta alguna vez con rasgos de poesía agradable y ligera,
con cierto dejo candoroso y popular, que es muy raro en los trovadores de esta escuela. A veces glosa letras conocidamente populares,
como
la
de «laninna
lozana-»:
Lavando
á la fontana,
Las manos sobre
En
el
género de
las serranillas
la trenza...
especialmente, tiene
mucha
facili-
dad y mucha gracia, y se le debe contar entre los mejores discípulos del marqués de Santillana. A veces, sin embargo, propende ala parodia realista,
como
el
Menkhdez t Pelayo. — Poesía
Arcipreste de Hita: castellana. II.
18
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
274
Andando perdido, de noche ya Por una montanna
era,
desierta, fragosa,
Fallé una villana feroce, espantosa,
Armada
Muchas de
mano con
su
estas serranillas disfrazan aventuras
cuentros de gentiles damas tenidos por Italia,
el
en
porquera-
lanza
la vía
el
de Siena á Florencia, en
camino de Aversa, y
la
campiña de Roma, en
heroína suele decir algunas palabras en
la
italiano:
¿Dónde
soys, gentil galana?
Respondió mansa
et sin pressa:
— Mia matre é d' Aversa, Yo, Micer, napolitana.
Entre Sessa et Cintura
Cazando por
la traviessa,
Topé dama que deesa Parescía en fermosura...
¿Soys
humana
criatura?
Dixe, et dixo non con priessa:
— Sí, señor, et principesca De Rossano por Passando por
ventura.
la
Toscana,
Et entre Sena et Florencia, Vi dama gentil galana,
Digna de grand reverencia. Tenía cara de romana,
Tocadura portuguesa, El ayre de castellana,
Vestida
como
senesa...
Viniendo de
Que
ya
el sol
Vi pastora
Que
el
la
Campanna,
se retraía,
muy
lozana
ganado recogía.
Cabellos rubios pintados, I.os
amorosas y en-
poeta en varias partes de
bezos gordos, bermeios,
Ojos verdes et rasgados. Dientes blancos et pareios.
CAPITULO XIV
Fué además lo
prueban
Carvajal
primer poeta bilingüe ¡talo-hispano, como
el
dos canciones que empiezan:
las
Tempo
sarebbe ora mai...
Non credo che
Aunque
275
piu grand doglia...
cultivase principalmente
cortesanos, no
le
como
bles hechos de armas,
Jaumot Torres sobre
arte de los versos frivolos
el
más robustos acentos para
faltaron
la
y
celebrar nota-
muerte del capitán de ballesteros
cubo de Ceriñola, en aquella especie de
el
marcha fúnebre y solemne que
principia:
Las trompas sonaban á punto del día-
muy
Pero
rara vez suenan acentos bélicos en
el
Cancionero de
Stúñiga, obra de vencedores firmemente asentados en su conquista,
descansando de
de
la
las fatigas
de
la
guerra en
el
sirena del golfo partenopeo. Las diversiones
remedaban en gran manera
lla corte,
las
regazo enervador
y
fiestas
de aque-
de España. Una canción
napolitana de entonces habla con admiración de Li balli maravigliusi Tratti da Catalani;
momos
munti ó
•de sus
(representaciones pantomímicas) que decla-
ra tan gentili et soprani, añadiendo
que se aventajaban en gran ma-
danzas moriscas, y de otras muchas galas é invenciones llevadas por los nuestros, muy dados en aquella ale-
nera á
las
de
gre edad á
V
Alfonso
hubo un el Sr.
las
pompa y
la
baile
que sobre ellos venía por todas partes á socorrer los moros, é tar•
dar
el
socorro que esperaban de los christianos,
»que desamparase >hora »
la
la
cibdad, é no encomendase á
vida suya, é de aquellas gentes, juntamente con
sario, é no » el
el
la
honra
temor que
el
consejo nece-
que agora tenía voluntario. Visto por este caballero los
muchedumbre de
suyos mostraban: Xo, dixo los
moros
al
»cresce cresciendo su esfuerzo: é
él,
suele vencer
la
esfuerzo de los christianos cuando
sson buenos, aunque no son tantos:
»
amonestaron
fortuna de una
ganada en su edad pasada: é requeríanle que, pues tenía tiempo
»para se proveer, no esperase hora en que tomase
»
le
la
si
la
buena fortuna del caballero
á estos moros que vienen cumple
socorrer á su infortunio, á nosotros conviene permanescer en nues-
» tra victoria fasta la
acabar ó morir; porque
si el
miedo de
los
mo-
»ros nos ficiese desamparar esta cibdad ganada ya con tanta sangre, justa culpa nos pornian los christianos por
no haber esperado su
•socorro, y es mejor que sean ellos culpados por no venir, que nos-
potros por no esperar.
De una
cosa, dixo
él,
sed ciertos, que entre-
capitulo xvín 3>
tanto que Dios
jque tengo
tal
me diere
fizo
nunca
el
moro me porná miedo: por-
y en vuestras
confianza en Dios
veyendo vuestro capitán
sllescerán peleando,
»duró, é
vida,
349
durar á los suyos combatiendo á
»
cercados, é resistiendo á los
j>
ció de dos días, hasta
moros que
que vino
los
leza. Ganada aquella cibdad, é dexado en
hermano Gómez Manrique, ganó
En que
esta escuela de heroísmo se
tes
ella
como todos
virtud de
el fruto
la forta-
por capitán á un su
comarca.»
la
los
En
dejasen poca ocasión de
tiempo
las discordias del
de su casa,
voz de los infan-
la
de Aragón, y militó siempre entre los adversarios de D. Alvaro
de Luna. Fué uno de
los
quince elegidos por su parcialidad para
que entrasen en Tordcsillas cuando
se dio
el
famoso Seguro de 1439.
El buen conde de Haro expresa con puntualidad los
tenía
educó Gómez Manrique, por más
las turbulencias interiores del reino le
II siguió,
la
otras fortalezas en
ejercitarse en guerra contra moros.
de D. Juan
moros que
socorro que esperaba, é dio
el
fa-
tenían cercado, por espa-
le
»que suelen aver aquellos que permanecen en
»
que no
fuerzas,
pelear. Este caballero
que acompañaban
rique,
el
Almirante,
el
comendador mayor de Sabido es que la
guerra
lo
civil
Castilla, el
que
y
allí
otros
menos conocidos hoy.
se capituló
infante D. Enrique fué rechazado de los
gente del Condestable, -y
fué ende
muy
quedó roto
pronto,
y
continuó cada vez más enconada. Cuando en I44I
la
grande esfuerzo
D. En-
Gómez de Be-
señor de Frómista
el
res,
nombres de todos
conde de Benavente, D. Gabriel Manrique,
navides, Lorenzo Dívalos
que
los
á nuestro poeta: entre ellos el infante
fcrido, á su
Gómez Manrique
dice
la
Crónica de D. Juan
hermano en
Santiago que traía contra
el
muros de Maqueda por estaba entre los sitiado-
la
Sirvió con
II.
pretensión del Maestrazgo de
Condestable (1446), derrotando y po-
niendo en fuga, con sólo cien hombres de armas,
al
Mariscal don
Diego Fernández de Córdoba, señor de Baena, que
le
había atacado
por sorpresa en
la villa
de Hornos. Duraron estas hostilidades dos
años, hasta que en 26 de Abril de 1448,
Cartagena,
el
Adelantado de Murcia y
los
el
Mariscal,
el
Obispo de
demás capitanes
del
Rey
por aquella parte, otorgaron en Murcia escritura de tregua con Maestre y con sus dos hermanos Gómez Manrique y
Amayuelas.
el
el
señor de las
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
350
Quien sólo considere á nuestro poeta en este primer período de su vida,
le
hallará de los
mucho más cuando
le
más turbulentos y desaforados banderizos,
vea
el
martes de Carnaval de 1449 embestir
ciudad de Cuenca, y pelear tres días seguidos, aunque sin fruto, para arrojar de ella al Obispo Fr. Lope Barrientos,
furiosamente
la
que
en nombre del Condestable. Pero en
la tenía
precedieron á este asalto frustrado,
que
los tratos
Gómez Manrique no obraba por
cuenta propia, sino instigado por su suegro Diego Hurtado de Mendoza, que había prometido entregar á Alfonso
ciudad á cambio del señorío de Cañete para •de
Cinca para su yerno.
En
esta ocasión,
Manrique cedió con excesiva docilidad
V de
Aragón aquella
y la villa de Alcolea como en otras, Gómez sí,
compromisos de fami-
á los
y á las sugestiones de la sangre, especialmente mientras hermano el de Paredes, cuyo indomable carácter ejercía lia
fascinación
demás
lo
y dominio sobre
el
vivió su
natural
ánimo de Gómez Manrique, que por
era de suyo blando y pacífico,
como
lo
prueba
el
hecho de
De otro lado, muy holgada, le
haber sido elegido tantas veces componedor y arbitro. su fortuna, entonces escasa
y que nunca
llegó á ser
colocaba en cierto género de dependencia respecto de sus hermanos, por
de
más que
Castilla,
su padre, cumpliendo el deseo de doña
que parece haberle preferido entre sus
favorecerle lo más que pudo, en
el
fundándole un mayorazgo con
los bienes
León, con
siete lanzas
de merced
(i).
(1)
A
que tenía
«Como
que poseía en
muy poderosos
tierra
de
del Rey, y con 9.000 maravedís
su relativa pobreza alude noblemente
yo,
Leonor
procurase
testamento que otorgó en I440,
Gómez Manrique en
iiemio del Regimiento de Prúictpes, dirigiéndose á los
señores, decienda de
»lynajes destos reynos, aunque
hijos,
el
Pro-
Reyes Católicos:
uno de
non aya subcedido en
los
los
más antiguos
grandes estados de
«mis antecesores, no quedé deseredado de algunos de aquellos bienes que
non pudieron dar nin tirar en sus testamentos, y entre aquellos, del «amor natural que mis pasados tuvieron á esta patria donde honrradamente
«ellos
vivieron y acabaron y están sepultados.»
Hablando con el contador Diego Arias de Avila, que le pedía versos antes de despacharle una libranza, le decía donosamente: «Que si del solo oficio »de trobar é de las tierras é mercedes que tengo en los libros del muy pode-
roso
rey, nuestro
soberano señor,
me
oviese de mantener, entiendo por
CAPITULO XVIII
351
Los albores del reinado de Enrique IV trajeron para ques un
transitorio período
de
favor, en
que
les
los
Manri-
fueron restituidos y
acrecentados los bienes suyos que habían sufrido confiscación en turbulencias anteriores.
las
esperanza,
de
la
Gómez Manrique
abrió su pecho á la
pidió delicados sones á su lira para ensalzar la belleza
y
nueva Reina doña Juana de Portugal, á cuyas bodas
Córdoba
asistió
en
(1):
Muy poderosa
señora,
Fija de reyes é nieta;
Reyna
gentil é discreta,
En virtudes más perfeta Que cuantas reynan agora. Vuestras faciones polidas,
Reyna de las castellanas, Tan perfetas son é sanas,
Que no parecen humanas, Mas
del cielo defendidas:
Tanto que Escurece
Como
la
las
su beldad
más
bellas,
faze las estrellas
El sol con su claridad.
El son de vuestro tablar,
En los oydos que suena, No pone, mas quita pena,
que
cierto »
sería
muy mal
mantenido, segund yo trobo, é vos, señor,
me
libráis.»
Ha de
decirse en obsequio de
quien tan fielmente
sirvió,
la
verdad que
no anduvo con
él
muy
la
misma Reina
Católica, á
generosa. El corregimiento
y alcaidía de Toledo fueron bien corto premio para sus merecimientos, y en la
minoración de juros de 1480 se
le
rebajaron 30.000 maravedís de los 140.000
que disfrutaba en Ubeda, Aranda y otros esto una queja delicada en
lugares. Parece
que hay de todo
su testamento, cuando ruega á la Reina
que
«por sus servicios y de su mujer quiera ser principal tutora y curadora »de sus nietas, haciendo por ellas lo que por otras huérfanas, especialmente «siendo criadas en su real casa, y satisfaciendo con este cuidado «podría tener su real conciencia de
lo
el
cargo que
que él y su mujer la habían servido y de-
aseado servir*. (
1
)
lla. (C.
Loor á
la
muy
excelente señora
de G. M., tomo
1,
pág. 180.)
doña
yuaná,
reina de los reynos de Casti-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
35 2
Como Con
faze )a serena
dulce cantar.
el su
El mirar de vuestros ojos,
Los quales se vuelven tarde, Al fuerte íaze cobarde,
Y
al
muy
triste sin enojos.
Por desgraciaba nueva princesa, aunque por su fermosura mereciese la
manzana del
muy
lejos
juicio
más por
poeta, engañado
el
vanamente
lación,
de
Páris,
según Gómez ¡Manrique, anduvo
de ser tan amiga de cordura e contraria de soltura,
encender de nuevo el
la
de
tea
la
la discordia.
principio entre los descontentos. Él
muy
próximo, Garcilaso de
Santillana,
sucumbió en
disolución del reino y
y
la
los
con los
la
Cuando un pariente
Vega, sobrino
hazaña de Horacio Cocles en
la fe
y
del
puente Sublicia del Tíber,
la
los pies del
Rey
pidiéndole para
honor caballeresco
da de Montizón, que Garcilaso tenía. Excusóse al
otro día dio
la
salud de los
la
heroico que Hernando del Pulgar compara
sacrificio
de aquel mártir de
Marqués de
del
frontera de Granada, herido en el cuello
la
Manriques se echaron á
hijo
figuró
de su casa tenían
por una saeta enherbolada, «ofresciendo su vida por suyos» con un
como
de adu-
Gómez Manrique
particulares motivos de enojo contra el Rey.
suyo
espíritu
profetizaba. Fueron, por el contrario, sus livian-
dades causa principalísima para acelerar
desde
que por
su buen deseo
el
Rey
entonces, Miguel Lucas de Iranzo. Pero vicios,
si
único
fríamente,
encomienda á un hermano de su gran
de su poquedad y de sus
el
encomien-
la
y de
favorito
D. Enrique IV, esclavo
no supo honrar
la
memoria
del
gran caballero á quien perdía, no faltaron á Garcilaso exequias más
que reales en
el
canto de
de su primo,
el
que
rivalizó
con
lo
Gómez Manrique, que
«fazía sangre antes
más excelso
de
la
del Labyrintho
Conde de
episodio de la muerte del
al llorar la
que otro en
los
dcfiuizión
enemigos»,
de Juan de Mena, con
el
Niebla, con las lamentaciones
madre de Lorenzo Dávalos.
Pasaron estas cosas en
1
458,
y ya dos años después D. Rodrigo el Rey de
Manrique y sus hermanos rompían definitivamente con Castilla, que los había tratado con manifiesta hostilidad en
y bandos que
traían
con
el
Conde de Miranda sobre
el
los pleitos
condado de
capitulo xvih
y hacían
Treviiio,
con
liga
recíprocos pactos y juramentos; tentativa de avenencia entre
353
Rey de Aragón, confirmándola con
el
bien en 1461 concurrieron á una
si
ambas
coronas, haciendo pleito
manos de Gómez Manrique, por
naje en
la
home-
parte de Castilla, el
Marqués de Villena, y el Comendador Juan Fernández Galindo, por la de Aragón, y en nombre de los proceres rebeldes que se habían desnaturado del reino, Castilla
y
el
Arzobispo de Toledo,
Esta concordia se frustró, cia arbitral
Almirante de
como
todas las precedentes. La senten-
de Madrid de 21 de Marzo de 1462, que autoriza Gómez
Manrique como primer
no fué acatada por nadie, y la liga el abandono y ceguedad
testigo,
cobrando fuerzas cada día con
aristocrática,
del
el
Conde de Paredes.
el
Monarca, acabó por escandalizar
reino con el
el
auto de aquellos tiempos, es decir, con
el
más
criminoso
afrentoso destronamiento
de Enrique IV en público cadalso levantado en
la
ciudad de Ávila.
Entre los grandes y caballeros que organizaron aquel desacato, no cita
Diego Enríquez del
hermanos Coria.
Y
de
ción, sustentando, en
le sirvieron
nombre
del
sí
á sus
Iñigo Manrique, Obispo de
primeros que tomaron
los
que más fielmente
los
Gómez Manrique, pero
aunque materialmente no concurriese
sición, fué
y de
Castillo á
Conde de Paredes y D.
el
Rey
la
al
acto de la depo-
voz del infante D. Alonso
durante su efímera usurpaintruso, la fortaleza
y cim-
borrio de Ávila, principal baluarte de los insurrectos, y dilatando
desde
allí
sus correrías á otras partes de Castilla. Asi se halló en la
ocupación de Segovia, y tuvo para
la
mayor
la
causa del Infante, vadeando
dando de súbito sobre
la
gente que
el
el
parte en ganar á Valladolid
Duero en noche obscura, y
Rey
tenía en Tudela, la cual
cayó prisionera en su mayor parte.
Muerto
el
Infante D. Alonso,
Gómez Manrique,
paces con
el
Rey como muchos
otros, siguió el partido
Isabel, la cial
suyo
entregó al
el
alcázar
y cimborrio de
juramento y concordia de
lejos
de hacer las de
Ávila, asistió los
la
Infanta
como
par-
Toros de Guisando
mamanos
en 19 de Setiembre de 146S, y contribuyó eficazmente á su trimonio con
el
Príncipe de Aragón, D. Fernando, que en
de Gómez Manrique prestó en Cervera pleito homenaje de guardar inviolablemente los capítulos concertados por Mxkéhdez y
Peí. ato.
—Poesía castellana,
11.
el
Arzobispo de Toai
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
354
Almirante y
ledo, el
res
de
la Princesa.
casa de los Manriques, principales defenso-
la
El futuro
entró disfrazado en
Rey
Católico se allanó á todo,
Gómez Manrique, con
cien lanzas del Arzobispo Carrillo, fué escol-
tándole desde Berlanga
y Burgo de Osma,
hasta ponerle en seguri-
dad dentro de Dueñas. Las promesas hechas ratificadas
en Valladolid
el
y
el
Almirante.
Princesa (dice este notable documento),
la
é cada uno de nos por
sí,
é homenaje en manos de
Manriques fueron
en manos de nuestro
los Príncipes
poeta, siendo fiadores el Arzobispo
é yo
á los
4 de Diciembre de 1469, mediante nuevo
homenaje prestado por
pleito
y cuando
para hacer sus bodas,
el territorio castellano
damos nuestras
fees, é
Gómez Manrique,
«Yo
el
Príncipe
ambos juntamente, hacemos pleyto
caballero, é orne fijo-
dalgo, una é dos é tres veces... según fuero é costumbre de España,
ponemos nuestras manos, de
é juramos á Dios é á esta cruz en que
cumplir é guardar é tener todo
De
sobredicho.»
lo
esta escritura salieron por fiadores el
bispo de Toledo, unidos entonces en
no tardó
el
toledano,
hombre de
trarse receloso del natural favor
abuelo quez.
el
Almirante y todos
Gómez Manrique,
aun tuvo
la
pales, sin
que á de
la
la
Arzo-
el
pero
política;
que con D. Fernando lograban su
los allegados á la familia
de
los
Enrí-
gran concertador de voluntades, procuró
al terrible
y mientras vivió D. Enrique IV, el partido de la Infanta y
prelado en
precaución de aceptar
duda para
Almirante y
misma causa
índole brava é inquieta, de mos-
atajar los peligros de esta división,
consiguió mantener
la
mando de
el
las fuerzas arzobis-
evitar todo peligro de defección
sazón su espíritu estaba
muy
«como
quier
aflegido por el fallescimiento
Condesa de Castro su hermana, y su presona mal dispuesta de las armas». Y tanto ahinco puso en ello, que pro-
salud para tomar
metió que «cuando á caballo non pudiese azémila». Y, con efecto, todavía en
en
las
ir,
se faría levar
Noviembre de 1474.
en un
es decir,
postrimerías del reinado de Enrique IV, cercaba y tomaba
con quinientas lanzas de lombardas,
la
la
gente del Arzobispo y dos elígenos y dos
fortaleza de Canales, del
modo que largamente refiere
el panegirista
de D. Alonso Carrillo (Pero Guillen de Segovia),
minando con
este expresivo elogio de
llama «primo y
mayordomo mayor de
Gómez Manrique, la
ter-
á quien
casa del Arzobispo»:
«Y
xvm
capitulo quel dicho capitán
» fallarás
355
Gómez Manrique
nunca comió nin cenó desarmado nin se desnudó.
»
rante este
»
Tanto tenía que
•
ros
•
hueste había de levar é asentar é asimismo
sitio
de pólvora,
facer al
comienzo en asentar
los quales
con
>ocho de gente á pie
La muerte
las
é
al
madera para
la
fazer
las
esto,
non
tenía rae-
dichas estanzas, que eran
una de á caballo.» á separar definitivamente
Arzobispo y á
ayuda que había prestado
tión del
los ti-
y
que con otra gente non se pudiera
guardas de
Rey vino
del
bandos diversos la
las estanzas
principales caballeros de la
buenamente; é después de asentado todo
»nos trabajo en poner
por
más
los
»los reparos, por ser en lugares » fazer
trabajó tanto, que du-
los
y á lanzar en
Manriques, agriados ya con
Marqués de Villena en
al
Maestrazgo de Santiago, que para
sí
pretendía
el
la
él
cues-
Conde de
Paredes. El Arzobispo, que se jactaba de haber hecho reina á Isabel
pensó que con
la Católica,
la
misma
facilidad podría deshacerla,
y
comenzó á patrocinar descubiertamente las pretensiones de la Beltraneja, amparadas por Alfonso V de Portugal. Declarada la guerra entre
las
dos coronas,
D. Fernando para
Rey de
ir
Gómez Manrique
á desafiar en
fué
Toro
el
el
caballero elegido por
20 de
Julio de 14/5 a '
Portugal, que (dicho sea de paso) era antiguo favorecedor
de nuestro poeta, y había
solicitado
cionero de sus obras, excusándose modestia. Cumpliendo, pues,
la
de
él,
aunque en vano,
Gómez Manrique con
el
can-
su genial
voluntad de su Rey, entró en
dad, de donde los portugueses no daban muestra de querer
la ciusalir,
y
para provocarlos á batalla campal hizo un requerimiento del tenor siguiente,
que
Católicos de
está transcrito á la letra en la Crónica de los Reyes
Hernando
del Pulgar (cap. xxui):
Rey de Castilla é de León, é de Sicilia é Portugal, » Príncipe de Aragón nuestro Señor, os envía á decir que yasabedes >como Ruy de Sosa, caballero de vuestra casa que enviastes á él é »á la Reina nuestra señora Doña Isabel su muger, les requirió de «Señor,
el
»
vuestra parte que saliesen destos reynos que decís pertenecer á
»
doña Juana vuestra sobrina,
»posa. »
Con
el
á quien afirmáis haber
tomado por
es-
qual vos respondieron que se maravillaban de vos
siendo príncipe dotado de tantas virtudes enviar
demanda
Ȏ despertar materia escandalosa sobre fundamento tan
tan agrá,
incierto, é
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
356 í
tomar empresa do tantas muertes é incendios se pueden seguir en
»
estos sus reynos
s
que quisiésedes dexar
y en
el
E
reyno de Portugal.
la vía
de
la
por excusar los inconvenientes que de
íticia,
os enviaron rogar
fuerza é tomar la vía de la jusla
guerra proceden:
»lo cual no vos plogo aceptar, antes habéis entrado j
en sus reynos, é
scado que j>
do quier que
los falláredes para los
lanzar dellos. Cerca de lo qual les parece
que habéis escogido á
los venís á buscar
j>D¡os por juez, é á las *
mano armada
habéis usurpado su título real, é habéis publi-
les
Agora, señor,
el
Rey
armas por ejecutores de aquesta demanda. nuestro Señor os envía decir que á
»del juez é de los executores que habéis escogido; é que
»á buscar, »
á la
3>ó
él
traéis, é os requerir
contra toda justicia queréis usurpar; é
j>
sobrina decís que tiene á el
Sumo
venís
que
fagáis
una de
tres cosas:
ellos,
á
él
si
algún derecho esa vuestra
place que se vea é determine
Pontífice sin rigor de armas, ó salgáis luego
»con vuestras gentes á
la batalla
al
dad de
»de gentes
lo
uno
es tan
»des venir con »
muestre en estas que tenéis en
las cosas, lo
»por ventura
él
ni lo otro
grande y
el
las
le
ver-
la
manos, 6
si
vos place aceptar, porque su poderío vuestro tan pequeño, que no podria-
en batalla campal; por escusar derramamiento de
tanta sangre, vos envía decir que por
> vuestra,
campo
que publicastes que veníades á
sdar: porque por batalla do suele Dios mostrar su voluntad á 5
que
salgáis destos sus reynos, é dexeis el título dellos
s
>por
place
le
es venido á la puerta desta su cibdad á vos responder
demanda que
que luego
él
si
mediante
el
combate de su persona
ayuda de Dios, vos
fará
conocer que traéis
á la in-
justa demanda.» Recibido por Alfonso
V
este cartel de desafío
sentó firmado de su nombre, y sellado con ques, envió
la
las
que D. Gómez pre-
armas de
los
Manri-
respuesta con un caballero de su casa que decían Al-
fonso de Herrera, reclamando de nuevo su derecho, prometiendo allegar sus gentes la
que tenía repartidas en diversos lugares, y salir á tampoco el combate de persona á per-
batalla campal, sin rehuir
sona, siempre
que se diese seguridad
procamente en rehenes
las
al
personas de
campo, entregándose
las
recí-
dos princesas competido-
ras en la sucesión del trono de Castilla.
No
satisfizo al
Rey
Católico esta respuesta, pareciéndole evasiva
capitulo xvui
y
cautelosa,
miento, conservado también en
«Señor,
357
y envió por medio de Gómez Manrique nuevo requeri-
el
Rey de
Crónica de Pulgar:
la
que no
Castilla vos envía á decir:
vaquí á platicar por palabra
es venido
derecho destos reynos, salvo por
el
las
»
armas que vos quesistes mover; e que
»
alegaciones de derecho, pues aquí no tenéis juez que las oya é de-
le
parecen superfluas estas
termine... Pero pues que no hay aquí juez que
»de
y
justicia,
es necesario venir á la vía
»tes, envióos á decir
como
que por cuanto para tan
reyes
»
á facer estas armas, con é
>
le
» Castellanos s>
brados por
» dar,
que vos convida de su persona
aun porque buscar
por ende
altos é tan
poderosos
vosotros sois, no se fallaría reyno seguro do fuerédes
»
* tra,
oiga por la vía
lo
de fuerza que vos escogis-
á la vues-
seguridad sería dilación casi
tal
infinita;
parece que se deben nombrar cuatro caballeros, dos
nombrados por vuestra la
su Alteza
parte, é dos Portugueses
nom-
suya: é porque ninguna dilación en esto se pueda
nombra luego de
los Portugueses al
duque de Guique vos nom-
ítnarans, é al conde de Yillareal que están con vos; é
para que estos
»
brés otros dos Castellanos de los que están con
»
cuatro con cada ciento ó doscientas lanzas, con grandes juramen-
» tos
»
é fidelidades que fagan, tengan
armas seguro como debe ser en
el
tal
él,
campo donde
caso.
E
ficiéredes las
que esta negociación
»se concluya dentro de tercero día, porque no es honesto á tan al»
tos Príncipes la dilación
E
en semejante materia.
»henes que enviastes á nombrar de
la
acerca de los re-
Reina nuestra Señora, é de
»la señora vuestra sobrina: á esto vos envía decir que estos rehei>
nes no llevan ninguna proporción de igualdad, la qual desigualdad
;>es
muy
notoria á todo
el
mundo, é no menos á Vuestra Señoría:
»por ende que non conviene
fablar
»é porque no parezca que por ¡¡éste trance, á él
place de dar
en
falta la
ello.
Pero por vos
satisfazer,
de seguridad queda por facer
Princesa su
fija,
é todas las otras
«seguridades é rehenes que sean necesarias para seguridad que i
vencedor consiga efeto de su
vitoria: é si
«aceptar, luego se porná en obra vuestro trance; »
el
en esta forma vos place
placerá á Vuestra Alteza añadir ó menguar, no
donde
me
es
otra cosa
dado
repli-
»car más.» Insistió el
Rey de
Portugal en
la
entrega de
la
que afectaba Ha-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
358
mar Reina
de Sicilia, y los tratos del desafío quedaron en
do, hasta que el trance de las armas vino á decidir
favor de Castilla,
tardío desquite, de el
año siguiente, en
al
Gómez Manrique
tió
de Aljubarrota. Los Reyes
la
corregimiento de Toledo y
puentes; todo
esta-
glorioso,
asis-
aunque
habían confiado
le
tenencia de su alcázar, puertas
la
cual tenía que defender contra
lo
tal
contienda en
campos de Toro. No
los
memorable jornada,
á aquella
la
y
desapoderada
la
ambición del Arzobispo Carrillo, que faltando por tercera vez á sus
juramentos de
dad á sus
la ciu-
reunía para ayudarles gente de armas en
y
de Alcalá de Henares y Talavera.
villas
«Aquel »
continuamente maquinaba entregar
fidelidad,
los portugueses,
Gómez Manrique
caballero
(dice Pulgar),
que sabía
el
trato del Arzobispo, tenía continuos trabajos en guardar la cibdad,
»
no tanto de
»
mos moradores, que por
» allí
los contrarios,
cuanto de
mayor
la
parte de sus mes-
ser gentes de diversos pueblos venidas
á morar por la gran franqueza que gozan los que
allí
viven,
«deseaban escándalos por se acrecentar con robos en cibdad turba»da...
E
agora incitados é atraídos con promesas é dádivas del Ar-
szobispo de Toledo, ficieron una conjuración secreta de matar »
aquel caballero que tenía
a»
al
Rey de
»que pensaban »de
la
la
guarda de
la
cibdad, é tomar por
ser
cibdad se
s>de las faciendas
más
les
fuertes al escándalo,
que mudando
el
de
los
mercaderes é cibdadanos ricos como otras
veces habían habido, é grandes dádivas é mercedes del
»
Portogal,
»
Algunos cibdadanos
si
tomasen armas, é pusiesen pacíficos é
acaballero que basteciese »
cibdad, ansí de armas
»
donde
el
la
de buen deseo requirieron á aquel
como de mantenimientos
se pudiesen retraer
les
cibdad era fortaleza, y el
el
el
él
pueblo, porque
pueblo de Toledo era
pueblo era conforme á
haber en
fasta
respondió que no entendía retraer-
la
el
Alcayde,
rebelión, ninguna defensa
spodía haber: pero aunque conocía estar alborotado »te, creía
é gentes, para
en tiempo de extrema necesidad
»se ni conocía lugar fuerte para se defender contra
Ȏ quando
Rey de
cibdad en su obediencia.
alcázar é algunas torres é puertas de la
»que fuese socorrido. El qual
la
estado
mudaría su fortuna é habrían grandes intereses
¡>
stoda
Rey
Portogal: é daban á entender en sus fablas secretas á los
dos mil homes que fuesen
la
mayor
leales, é lo
par-
que en-
capitulo »
tendía facer era ponerse con
»
aquellos leales que se allegaran
»
pelear por las calles de
s>
desleales.
Al
fin,
el al
xvm
359
pendón
real
pendón
real había deliberado
ración, prendió á algunos
fizo dellos justicia; otros
no pudieron ser habidos: é ansí
jción de
justicia,
la
que en
conju-
ella fue-
fuyeron á lugares do
cibdad de aquel infortunio
presente
que
Y
el
la
mayor
parte del
conjuración; pero porque
la
ellos
execu-
dificile é peligrosa,
hora de disimular, é con algunas reprehensiones é
la
pueblo, no
al
nombrando
á ninguno, por-
secreto diese causa al arrepentimiento, é dixoles ansí.»
aquí intercala Pulgar un largo, y á trechos elocuente, discurso
político, del cual,
darse
la
en los muchos pensó ser
la justicia
acordó en
«amonestaciones corregir »
libró la
los
pueblo en su congregación, aunque sabía haber algunos entre
2 de los que habían seydo en
»
verdad de
la
que pudo haber de
»que recelaba. Fecha aquelia »
de
por algunas formas que discretamente este ca-
sron participantes, é i
é con
la plaza,
cibdad contra los otros alborotadores é
la
ballero sopo tener en aquel peligro, sabida »
en
si
es
como de
otros insertos en su Crónica, puede du-
composición retórica del propio historiador imitando las
arengas de los antiguos, y dando á conocer de paso su pensamiento político; ó
si
fué realmente pronunciada en aquella ocasión por
corregidor de Toledo, que alcanzaba entre sus contemporáneos
el
fama de orador
muy
persuasivo: orador ante guien todos son grillos
llamaba Alvarez Gato. Pero
le
la
circunstancia de encontrarse
com-
prendido este razonamiento entre los restos de un precioso códice
de
fines del siglo
decimoquinto que posee
la
Academia de
la
diversas personas en los primeros años del reinado de Isabel tólica,
de
los cuales
no todos fueron
cia; sin
que
el
menos en
la
substan-
excesivo aparato de retórica ciceroniana que en ellos
se advierte, imprimiéndoles cierto sello uniforme, creencia, sabiéndose,
como
gran Cardenal Mendoza,
el
Rodrigo Maldonado,
el
(1)
Ca-
la
utilizados por el cronista Pul-
gar, nos induce á tenerlos por verídicos, á lo
tor
Histo-
juntamente con otros discursos políticos pronunciados por
ria (i),
Colección Abella.
se sabe,
contraríe esta
que todos estos oradores
tesorero Alonso de Quintanilla,
el
(el
doc-
obispo de Cádiz, D. Gutierre de Cárde-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
360 ñas, el
mayordomo Andrés de
Cabrera,
Conde de Alba de
el
etcétera) eran personas de cultura clásica,
bían de parecerse en su manera oratoria, por haber recibido
mo
género de educación y aspirar á
imitación de los
la
Liste,
y que forzosamente hamis-
el
mismos
modelos.
Por otra parte,
de este razonamiento
ni las ¡deas ni el estilo
suenan en modo alguno de do, ni del carácter de
la
Gómez Manrique,
ni del
fondo moral y
que en sus principales composiciones se advierte. Por
tico
insistimos en creer que
mente
mismo
él
puso por
toria
y
la
con aquellas dife-
escrito,
rencias (claro es) que siempre median entre
la
polí-
lo cual
y que probable-
discurso es obra suya,
tal
fué quien le
di-
ocasión en que se supone pronuncia-
improvisación ora-
transcripción que de ella hace su propio autor, limando
y desaliños, y dando al conjunto y majestad. Copiar aquí todo este razonamiento sería
asperezas, cercenando repeticiones
mayor
eficacia
prolijo
y nos
alejaría
de nuestro principal asunto: copiar algunas
de
cláusulas parece necesario, siquiera para dar idea del talento
Gómez Manrique
en aquella relación en que principalmente
salzaron sus contemporáneos; y para presentar á
que era en
muestra de
lo
nero de
oratoria profana,
la
las postrimerías
española que posteriormente
de
la
la
lo fué, hasta
en-
vez alguna
Edad Media
menos raro entonces en
le
el
gé-
la literatura
nuestro propio
siglo:
«Si yo, cibdadanos, no conociese que los buenos é discretos de
que debéis á vuestro Rey y
»
vosotros deseáis guardar
•
estado pacífico de vuestra cibdad, mi fabla, por cierto, é mis amo-
la
lealtad
>nestaciones serían supérfluas: porque vana es
la
el
amonestación á
muchos cuando todos obstinados siguen el consejo peor. Pero aporque veo entre vosotros algunos que desean vivir pacíficamen-
» los
» te,
veo ansimesmo otros mancebos engañados con promesas y vencidos del pecado de la cobdicia, cre-
» esperanzas inciertas, otros »
yendo enriquecer en cibdad turbada con robos
»en »
este
ayuntamiento de os amonestar
porque conocida
» pocos.
»que no
No
la
é fuerzas; acordé
que á todos conviene,
verdad, no padezcan muchos por engaño de
se turbe ninguno ni se altere,
le place:
lo
si
por ventura oyere
lo
porque yo en verdad bien os querría complacer,
»pero más os deseo salvar. Toda honra ganada é toda franqueza
CAPÍTULO XVIII a>
361
habida, se conserva continuando los leales é virtuosos trabajos con
»que
al
principio se adquirió, é se pierde usando lo contrario.
Los
>
primeros moradores desta cibdad seyendo obedientes é leales á los
»
Reyes, firmes é no variables en sus propósitos, caritativos é no
»
crueles á sus cibdadanos, acrecentaron señorío é ganaron honra é
»
franqueza para
»los que agora »
E
é para vosotros.
sí
según nos parece, algunos de
moran, con fazañas de crueldad, deslealtad é
la
inobediencia, trabajan por la perder, en gran peligro suyo é gene-
» ral
perdición de todos vosotros. Los servicios que los primeros
»
caballeros é cibdadanos de Toledo ficieron á los Reyes de Espa-
la
ña é
la lealtad
que
les
guardaron, porque merecieron
la
franqueza
»é libertad que hoy tenéis, no conviene aquí repetir, porque fue-
»ron muchos y en diversos tiempos fechos, é aun porque las gran»des franquezas é libertades de que esta cibdad más que ninguna »otra de España goza, ;>
muestran bien ser
é
leales
muy
seña-
lados...»
Recuerda brevemente
las
y continúa: «Agora querría saber qué
turbulencias de los dos reinados ante-
riores,
» recebis,
causa, qué razón tenéis, ó qué fuerzas
ó receláis recebir, porque contra Dios, é contra vuestra
y especialmente contra
» lealtad,
juramento que poco há
el
fezistes,
»dais orejas á los escandalizadores é alborotadores del pueblo, que »
propuesto su interese é vuestro daño, ponen veneno de división en
»
vuestra cibdad, é no cansan de vos inducir é traer á los robos é
»
incendios que han acostumbrado, é vos engañan que toméis armas,
»
é pongáis esta cibdad en obediencia del
Rey de
Portugal, con
daño
»é destruición de todos vosotros. ¿No habría alguna consideración sal
temor de Dios,
ni
»
siquiera no habríades
»
mos saber qué
es lo
vos pungiría
la
compasión de
vergüenza de
la tierra
las gentes,
ó
que moráis? ¿Podría-
que queréis ó cuándo habrán
fin
vuestras re-
beliones, é variedades, ó podría ser que esta cibdad sea una den-
tro de una
cerca, é no sea tantas ni
que en
»
sabéis
»
quiere obedecer?
»
mando,
el
mandada por
tantos?
¿No
pueblo do muchos quieren mandar, ninguno
Yo
siempre
oí
decir que propio es á los reyes el
é á los subditos la obediencia: é
«pervierte, ni hay cibdad
que dure
ni
cuando esta orden se
reyno que permanezca.
É
vos-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
362 »
otros no sois superiores, é queréis mandar; sois inferiores, é no
s
sabéis obedecer:
s>
vecinos; pecados á vosotros, é destruición
»los otros.
do
se sigue rebelión á los Reyes, males á vuestros
Muchos piensan
»
somos mandados por
»
muy
s>
rotadores que vos
s
tro y
de varones! Sois obedientes á
mandan robar
si
cada uno de vosotros toviese á
sDios por principal, estos que llamáis principales,
s
ni serían creídos
n
como
fiadores serían apartados,
ido; pues tienen
Dios los retrae,
» sa, ni la
con
principales: antes
ni
como
temían autoriindinos é da-
no solamente del pueblo, mas
intenciones tan dañadas, que ni
las
ni el del
vergüenza
É
los albo-
é rebelar, é sois rebeldes á vues-
quiere pacificar é guardar.
...Verdaderamente creed que
»dad,
á los unos é á
que nos guían. ¡Oh digna é
los principales
suficiente excusación
Rey que vos
común
ser relevados destas culpas, diciendo:
los
Rey
el
del
mun-
temor de
los enfrena, ni la conciencia los acu-
impide, ni la razón los manda, ni
ley los
la
sed rabiosa que tienen de alcanzar en los pue-
j>
sojuzga.
»
blos honras é riquezas, careciendo del
»
daderas se alcanzan, despiertan alborotos, éprocuran divisiones para
» las adquirir, ¡>
la
buen saber por do
pecando é faciendo pecar
al
las
ver-
pueblo. El qual no puede
tener por cierto, quieto ni próspero estado cuando lo que estos
«sediciosos piensan dicen, é lo que dicen pueden, é lo que pueden
sosan, é lo que osan ponen en obra, é ninguno de vosotros ge lo » resiste... »
Allende de
de vosotros, qué riqueza, qué
ésto, querría saber
sbertades ó qué acrecentamientos de honra habéis habido délas
li-
al-
í>
teraciones é rebeliones pasadas. ¿Dan por ventura ó reparten estos
»
alborotadores algunos bienes é oficios entre vosotros, ó
jgún bien en vuestras casas de >
alguno decir que poseéis algo de
»
antes
vemos
dad.
É
los
robos pasados?
puede
No por cierto:
sus faciendas crecidas é las vuestras menguadas; é con
» vuestras fuerzas é peligros í
falláis al-
sus palabras ó engaños, ó
vemos, que
al fin
haber
ellos
de todas
las
poderes é oficios de iniquirebeliones é discrimines en
»
que vos ponen, vosotros quedáis siempre pueblo engañado,
»
provecho, sin honra, sin autoridad, é con disfamia, peligro é po-
¡¡breza: é lo
que peor
é
más grave
es,
sin
mostráis os rebeldes á vues-
»tro Rey, destruidores de vuestra tierra, subjetos á los malos que
CAPÍTULO XVIII »
crían la guerra dentro de la
»
ánimo fuera
della,
363
cibdad do es prohibida, é no tienen
do es necesaria.»
Hácese cargo luego de
la
que llama «principal causa de
cándalos», es á saber, de
la
indignación que sentían algunos toleda-
los es-
nos por ver en honras y oficios de gobernación á gente que juzga-
ban no ser de
linaje, es decir, á judíos
conversos y otros advenedizos
de origen obscuro; y levantándose sobre tiempo, no extinguidas cultos, «
Oh
muy
antigua, no
aun por nuestros pecados en
ramas de confusión que ciegan que afligen
dañado é tan mortal que crió é
»que en
el
mundo
que habéis de
» error:
el
con
los
cierto, el
é
mundo
primeros ho-
los entendimientos, é las
pensamiento, é su fruto tan
mayor
cría la
parte de los males
pasan, é han pasado, los que habéis oido, é los
oir.
Mirad agora cuánto yerra
el
apasionado deste
porque dexando de decir cómo yerra contra
»ra, pues todos
más
igualdad humana:
fenecida, cuyas raíces son hondas, nacidas
«flores secas é amarillas
»
otros que pasan por
cibdadanos de Toledo, pleyto viejo tomáis por
5>mes, é sus
j>
la
preocupaciones de su
las
mucho menos en
hace esta valiente defensa de
«querella :>
ni
somos nacidos de un padre
é de
la
ley de natu-
una masa, é ovi-
j>mos un principio noble, yerra especialmente contra aquella clara >
virtud déla caridad que nos alumbra
i
verdadera... »
Vemos
el
camino de
la
felicidad
por experiencia algunos homes destos que juzgamos na-
»cidos de baja sangre, forzarlos su natural inclinación á dexar los »
oficios
baxos de sus padres, é aprender sciencia, é ser grandes
»
trados.
Vemos
le-
otros que tienen inclinación natural á las armas,
»
otros á la agricultura, otros á administrar é regir, é á otras artes
»
diversas, é tener en ellas habilidad singular
j>ción natural. Otrosí
multitud de los homes,
»
solamente entre
»
manos nacidos de un padre
» el s>
la
que
les
da su
é
mas aun entre
de una madre:
el
mano,
el
seriado desde su niñez en el
el
sabio,
un her-
otro avariento; uno dado á algunas artes, otro á ningunas.
esta cibdad pocos días ha
»bio en
los her-
uno vemos
otro ignorante; uno cobarde, otro esforzado; liberal
»En
inclina-
vemos diversidad grande de condiciones, no
arte
de
vimos un home perayle, nacido é
el oficio
la astrología
y
de adobar paños, el
el
movimiento de
cual era salas estrellas,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
364
»sin haber abierto libro de
»hay entre »de
pero
los cielos;
ello.
Mirad agora cuan gran diferencia
de adobar paños, é
el oficio
la
»
por do ovo en
»
quitar á estos la inclinación natural
»
esta honra »
la
que
sciencia del movimiento
la
fuerza de su constelación le llevó á aquello,
cibdad honra ó reputación. ¿Podréis por ventura
que
tienen,
do
les
procede
poseen?...
También vemos los fijos é descendientes de muchos reyes é nohomes escuros é olvidados, per ser inhábiles é de baxa con-
» tables »
dición.
Fagamos agora que sean
Rey
» del linaje del >
mos
»
fué el
más
sabio.
>pues que no » linaje.
O
dad riquezas y estados grandes á
É
lo tienen, é
mundo
el
si
Rey
Castilla, é del
Rey
el
» los
é honores en aquellos
á vosotros parece que no las deben tener, é carecer dellas a
que por
linaje pensáis
que
las
merecen, porque esto procede
de una ordenación divina que no se puede reparar en
» sino »
D. Enrique de treinta
linaje...
»Ansí que no hayáis molesto ver riquezas
»
los del linaje
D. Dionis de Portugal,
vos parece que lo deben tener por ser de
años á esta parte dio á homes de baxo
»que
faga-
queréis enmendar, quitad las grandes digni-
»dades, vasallos é rentas é oficios, que »
O
sabios á todos los descendientes de Salomón, porque su padre
Rey D. Pedro de
»del
esforzados todos los que vienen
porque su padre fué esforzado.
Pirro,
con destruicion de
homes, é no
fizo linajes
»su nacimiento; »sus manos
la
la vileza
la tierra.
É
en que escogiesen. de
la
la tierra,
habéis de creer que Dios fizo
A todos fizo nobles en
sangre é obscuridad del linaje con
toma aquel que, dexando
el
camino de
»tud, se inclina á los vicios del camino errado.
É
la
eterna vir-
pues á ninguno
¡>
dieron elección de linaje cuando nació, é á todos se dio elección de
»
costumbres cuando viven, imposible
s>no »
privado de honra,
hayan
tenido...
ni el
sería
Donde podemos claramente
»que opinamos, ninguna fuerza natural »
según razón, ser
tiene
cer de unos en otros, sino permaneciendo
la
ver,
que
la
faga
permane-
nobleza da. Habernos ansimesmo de considerar que ansí cielo
un momento no está firme
ni
quedo, ansí
»rra no pueden estar en un estado: todas el
amor de
Dios, é
la
las
la
virtud que la propia
»
muda. Sólo
bue-
que esta nobleza
»
»
el
malo tenerla, aunque sus primeros
las
muda
como
cosas de el
el
la tie-
que nunca se
caridad del próximo es lo que
CAPÍTULO XVIII i
permanece:
Ȏ
le
la
cual
da gracia para
engendra en las
el
cristiano
365
buenos pensamientos,
buenas obras que facen
la
verdadera
fidal-
sguía, é para acabar bien esta vida, é ser del linaje de los santos en »la otra...»
Oídas
las razones
de Gómez Manrique, disipóse aquel nublado,
quedando desbaratadas
tramas del Arzobispo,
las
cual, á
el
poco
tiempo, viéndose sin dinero y entregado á sus propias fuerzas, puesto
que ninguno de
los
grandes quería venir en su auxilio, se redujo
á la obediencia de los Reyes, »
entregó sus fortalezas
«
é
dende en
adelante vivió pacíficamente, sin dar á su espíritu inquietud, é
sReyno de
No
fué ésta la única ocasión en
generoso denuedo á la Inquisición,
andaluces, y
que Gómez Manrique
defensa de los conversos.
la
al
En
salió
con
I484, cuando
recién nacida, extremaba sus rigores con los neófitos
el
cura de los Palacios podía escribir aquellas tremen-
das palabras: «El fuego está encendido
scabo
al
Castilla escándalos».
seco de
la
leña»,
el
y quemará
fasta
que
falle
corregidor de Toledo salvó á los de
aquella ciudad, intercediendo por ellos con la reina Isabel para
que
de su vida y creencias.
se aplazase el hacer inquisición
Otras memorias quedan de su corregimiento:
puente de Alcántara en 1484, y
la
la
reedificación del
labor en todo ó en parte de las
antiguas casas consistoriales, en cuya escalera hizo colocar aquella sentenciosa inscripción, que es
el
mejor programa de gobierno mu-
nicipal:
«Nobles, discretos varones
Que gobernáis á Toledo, En aquestos escalones Desechad
las aficiones,
amor y miedo. Por los comunes provechos Dexad los particulares: Codicias,
Pues vos
De
fizo
Dios pilares
tan riquísimos techos,
Estad firmes y derechos.»
En
aquel honroso oficio de justicia y regimiento pasó tranquila-
mente sus últimos años. Se ignora pero por
la
la
fecha precisa de su muerte;
copia legalizada de su testamento, hecha en 16 de Fe-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
366
brero de 1491, consta que ya para entonces había pasado de esta vida.
En dicho testamento, otorgado en Toledo el 31 de Mayo de 1490, Gómez Manrique, señor de Villazopeque, Belbimbre, Cordovilla, Matanza y heredamiento de Cambrillos, manda sepultarse en nasterio de Santa Clara de Calabazanos, «lo
más cerca que
mo-
el
ser pu-
diese de la grada de las monjas», haciéndose dos sepulcros de ala-
uno para él y otro para su mujer doña Juana de Mendoza, cada uno con sus armas y epitafio: «y en los lados, y en la delanbastro,
*
tera
y en
la
y en algunas
zaga,
su divisa y unas letras
partes,
«grandes que digan: Aquí yaze Gómez Manrique, > »
hijo quinto del
Adelantado Pero Manrique, y de doña Leonor, su mujer, fundadora deste nionesterio, en el qual él y doña Juana de Mendoza, su
«mujer, ficieron
el refitorio
y dormitorio desta casa». Deja
al
Mo-
nasterio 7.000 maravedís de juro para dos misas cantadas cada se-
mana por
sus almas,
deudas y criados, y
y responsos sobre sus sepulturas. Manda pagar no alcanzasen sus bienes, que se vendan ro-
si
pas, armas, caballos, acémilas,
muías y preseas, reservando sólo para
su sucesor unas armas enteras de su persona, y la celada guarnecida
de oro que
le
había dado
el
Rey D. Fernando, y que quería que quela mano de tan bien-
dase siempre en su casa «por serme dada de
aventurado príncipe». Instituye por universal heredera de sus bienes
y estados á su nieta doña Ana Manrique, en cuyo favor establece mayorazgo. Hace especial recomendación de sus criados y esclavos negros, especialmente de tres niños que criaba en bajo de su mesa.
Sirve de curiosa ilustración á este testamento
el
inventario de los
Gómez Manrique, descubierto y conservado por D. Bartolomé Gallardo (i). En él se enumeran con mucha puntualidad las
bienes de
armas,
la plata, las
bestias, las
monedas,
las joyas, los
paños guar-
necidos y los libros que poseía. Entre los tapices figuran «un paño francés grande, de ras, de la estaría de Carlos
Magno» y
otro de
la
Estoria d'Ettor. Los libros no pasan de 39, incluyendo entre ellos el
Cancionero de su merced. Los castellanos están en gran mayoría
sobre los latinos, y aun de algunos de éstos,
(i)
Cancionero de Gómez Manrique,
tomo
11,
como La primera
págs. 336 y siguientes.
déca-
.
1
CAPÍTULO XVIII
da de
Tito Livio, las Epístolas de Séneca
no, el Salustio, el libro
de
los
el
Trogo Pompeyo
367
á
Lucilo, el Boecio Severi-
(ó sea su
compendiador
tenía en su original sino en lengua vulgar,
Aunque poco numerosa, la
la biblioteca
Edad Media, por ejemplo,
de Troya»), Sabio,
el
castellana 6 italiana.
era escogida. Juntamente con
que pueden considerarse como de fondo en
los libros
de
Justino),
Metamorfóseos de Ovidio, puede suponerse que no los
la
las bibliotecas
Crónica Troyana («la destruyción
la
General Estoria y
la
Rey
Crónica de España del
Regimiento de Principes de Egidio Romano,
enseñamientos é castigos de Aristótiles á Ale.vandre,
el la
Libro de
Suma
los
de las
crónicas, están las principales producciones del siglo xv: el Cancio-
nero del Marqués de Santillana, layera, la Visión Deleytabh
el
Corvadlo del Arcipreste de Ta-
de Alíonso de
la
Torre, los Trabajos de
Ercoles de D. Enrique de Villena, un Compendio de Medicina,
debe de ser
de Chirino,
el
Mosén Diego de puede ser
la
la
Valera, una Declaración de las paradojas,
del Tostado,
y un
libro
identificar
miración que hizo
Juan Rodríguez». Caso
un Petrarca:
la
que
de Juan Rodríguez del Padrón,
que no es posible
ni
que
Crónica Valeriana y otros tratados de
con ninguno de
los conocidos: cía
singular:
ad-
no hay un Dante
literatura italiana está representada exclusiva-
mente por Juan Boccaccio, aunque no se expresa cuál de sus obras poseía nuestro magnate. Aunque" este inventario es de 1490, se nota
ausencia de todo libro impreso, á no ser que
en
él la
la
Valeriana lo estuviera.
el
ejemplar de
Basta este sucinto catálogo de su librería para comprender que
Gómez Manrique no era bibliófilo de profesión como el Marqués de Santillana ó como su primo Ñuño de Guzmán, el amigo de los humanistas de Florencia. Sus estudios no traspasaron
y
riadores
y algunos
cipal
de
lo
moralistas de la antigüedad eran el fondo prin-
de su cultura: con esto y su natural ingenio y extraordinaria
facilidad, »
el límite
corriente entre los proceres de su tiempo: algunos histo-
habitual
puesto que
él
mismo
dice
que «solía hacer en un día
quince ó veinte trovas sin perder sueño,
»na cosa de
las
ni
dejar de hacer ningu-
que tenía en cargo», pudo recorrer con lucimiento
todos los géneros, aventajando en casi todos
al resto
de sus con-
temporáneos, y sosteniendo la cumbre de la sciencia poética, como
le
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
368
decía Pero Guillen.
Ha de
añadirse qus era
de algo se preciaba no era de
la
demás de
modestia misma, y
si
de armas: «porque del
letras, sino
mamado
v
primero destos dos
5*
oí
»
maestros que ovo en otros tiempos, que fué mi señor é mi herma-
oficios,
desde mi mocedad en
lo
aver
escuela de uno de los
la
en
la
leche,
más famosos
»no D. Rodrigo Manrique, maestre de Santiago, digno de
loable
»
memoria:
»
juntamente.. .y ésto no podré decir que aya feclw en el estudio de
allí
aprendí á sofrir peligros é trabajos y necesidades
»
¡as sciencias, ni arte de lo poesía,
»
nin tove maestro que
>
verdadero testimonio.»
me
porque yo éstas nunca aprendí,
las mostrase, de lo
qual las obras mías dan
Era, no obstante, grandísimo aficionado á las letras,
con
ellas
el
mismo generoso entusiasmo que
Santillana, á quien
«E como »leer s>
su
y hablaba de
tío el
Marqués de
indudablemente se había propuesto por modelo:
quiera que algunos haraganes digan ser cosa sobrada
y saber
como
á los caballeros,
tua rudeza condenada,
si
la caballería fuera á
yo soy de muy
ȇ estos digo yo ser complidero
el leer
el
perpé-
contraria opinión, porque
é saber las leyes é fueros é
»
regimientos é gobernaciones de los pasados que bien rigieron é
»
gobernaron sus
s*
muchos famosos varones que
>
acabaron...
tierras é gentes, é las fazañas é vidas é
que
las sciencias
muerte de
vida virtuosa vivieron, é virilmente
non facen perder
el filo á las
espadas,
enflaquecen los brazos nin los corazones de los caballeros... y acallando los otros testigos que temía..., con el muy magnífico y
s>
»
ni
sabio
s>qués
y
fuerte
de
varón D. Iñigo López de Mendoza, primero mar-
Santillana,
de loable memoria, mi señor é mi
sbien aprobar ésta mi opinión, como vuestra merced
tio,
(el
puedo
Conde de
s>Benavente á quien esta carta se dirige) bien sabe, pues lo conosció s>y
vio sus altas obras en
que manifestaba su grand prudencia y
xduría, no sin grandes vigilias adquerida, é »
algunas de
s>
las cuales se
»en »
ellas
el crisol;
oyó sus grandes
más de esfuerzo que de ventura acompañadas, en
conosce
la
verdadera fortaleza y se afina
como
Esto
el
oro
porque como quiera que en algunos casos sus gentes
fuesen sobradas (i) nunca su gran corazón fué vencido.»
(1)
sabi-
fazañas,
es, vencidas,
superadas.
—
CAPÍTULO
XVIII
369
Tan poca estimación hacía de sus obras el señor de Villazopeque, que quizá debemos tan sólo la conservación de su Cancionero al
empeño de
loable
de Benavcnte.
su
Aun
amigo y deudo D. Rodrigo Pimentel, conde excusó cuanto pudo, como lo había hecho
así se
antes en ocasiones análogas.
«
Bien puede creer vuestra merced que
debate que conmigo
mesmo
»
no ha seydo pequeño
»
sobre complir ó negar este vuestro mandamiento...
s>el
tiempo pasado tove, é
»otra semblante » el
el
me
el
he tenido
qual debate
duró tanto, que nunca ovo efecto
demanda que en
tiempo de su
el
me
felicidad
fizo
serenísimo señor D. Alfonso, rey de Portugal, que Dios aya,
»asy por letras á mí enbiadas,
como por
i
magnífico señor conde D. Enrrique, mi
s>
vista la dilación
que yo daba, á
acibdad de Avila, donde sesta
»to, fize buscar j>allí
por
como
estavan
tanto
E
mía.
la
me
muy
me
ovo de enbiar á
aquexó, que de vergüeña suya
de mis arcas algunas obras mías que
mal conoscedores de aquellas, que
»
comencé á
»
magnífico, con gran razón
una copilación
las tenían
dellas...
en mejor lugar.
Mas de
E asy muy
vos, señor
me puedo
é devo maravillar, porque
como de mi poco
saber conosce, aya podido
»
pensar nin creer que de
s>
pueda
salir
»
señor
muy
oficial
que con tan botos destrales
labra,
ninguna obra prima nin limada... Mas con todo virtuoso...,
yo he deliberado de amenguar
esto,
á mí por
sconplazer á vos y conplir vuestro mandamiento; cunpliendo squal
le
scopilada:
la qual,
me
ha pedido, que estuviera mejor ronpida que
por mal que vaya escrita é ornada,
»yrá mejor que ordenada mentó,
»es
el
el
enbío con este mi criado esta copilación de mis obras que
¡>con tantos afíneos
>
la
merescían, 6 procuré de a ver otras de otros,
s
»conosciendo tanto
al
deliberando de complir su mandamien-
los suelos
ellas
facer
postre
que enbió
con tanto afinco que,
sazón estava, un secretario suyo con
á la
mesma demanda, y
sove de posponer
la
otras tío,
tal
ni
compuesta, porque
cual lo verá, avrán fecho
componedor...
más
como
sotiles ministrales
A vuestra señoría suplico que,
pues
le
lo va,
y orna-
la escritura
que
lo
obedez-
»co é cunplo, quiera mandar tener este libro cerrado en su cámara: »que de cosas hay que mejor es estar con la esperanca que con el
sconpümiento »en aver
della;
estas obras,
MeNÉNDBZ 7
PttLATO.
y asy vuestra señoría avrá conseguido su fin y su componedor, que queda á vuestro serviPoesía casi, llana, II.
34
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
370
>cio, quedará en la »
buena posesyón en que es tenido de aquellos á
quien sus obras son ygnotas.»
Este códice, lores
y
y
oro,
así
ornado é historiado con primorosas orlas de co-
repetida entre sus follajes
la divisa
de
Gómez Manri-
que, que era una cabeza de laúd ó viola con seis clavijas y esta le-
«No puede templar cordura lo que destempla ventura», puede mismo que, falto de las últimas hojas, se conserva hoy en la Biblioteca particular de S. M. El de la Biblioteca Nacional (v 236) parece más antiguo, pero carece de gran número de folios, si bien tra:
ser el
—
contiene catorce poesías que no están en
de Palacio. Otros frag-
el
mentos y copias de menor importancia quedan en diversas colecciones, y con ayuda de todos ellos, como también de los Cancioneros impresos, ha depurado so
y simpático poeta. El número total de
Paz y Melia
el Sr.
el
texto de este ingenio-
sus composiciones asciende á 108,
y perteneAntes de ha-
cen,
como queda
blar
de aquel en que más particularmente se distinguió, conviene
dicho, á los géneros
decir algo de los restantes.
Antes de
más
diversos.
'
ser poeta didáctico, fué
Gómez Manrique un
atildado
y amores. Amador de los Ríos no le concede gran ternura de sentimiento, pero la misma censura podría versificador de galanterías
extenderse á todos los trovadores de su época, puesto que en todos ellos el
amor
es puro discreteo, sin liga de afecto sensual, ni
co de contemplación mística. todos
ellos,
en
el
Gómez Manrique
tampo-
se ejercitó,
como
pueril ejercicio de las preguntas ó reqiiestas, alter-
nando con Francisco Bocanegra, Juan de Mazuela, Diego de Benavides, Francisco de Miranda,
Diego de Saldaña, Pero Guillen de
Segovia, Pedro de Mendoza, Guevara, Alvarez Gato,
el
Clavero don
Garci López de Padilla, y otros ingenios cortesanos. Las cuestiones debatidas solían ser por este
estilo:
«Pregunto, pues, amador: ;Cuál es, á vuestro entender,
Destas cosas
la
mejor,
Siendo vos enamorado
De dama muy virtuosa, En extremidad fermosa,
CAPITULO XVIII
371
Por quien fuésedes penado: Kablalla sin esperar
De nunca jamás
O verla En
la
ver,
poder
sin la
vuestra vida fablar?>
Otra vez preguntaba á su sobrino D. Diego de Rojas:
me
Por ende, vos
direys:
;Quál destas dos tomareys
Aviendo de ser forzado: Fea, graciosa, y discreta
En muy gran estremidad,
O mal
graciosa, indiscreta.
En fermosura
perfeta,
Complida de necedad?
Y el
sobrino contesta con notable desenfado:
Yo
quiero fermosa y neta;
Esta es mi calidad;
Á
la fea
mal de teta
Mate, y mala saeta;
Reniego de su bondad.
Al mismo género de coplas de pasatiempo pertenecen •Gómez Manrique hizo contestando á
las
de Torrellas contra
jeres: la Batalla de amores, alegoría bastante ingeniosa,
á su dama
el
nombre de Bresayda,
Crónica Troyana: res, la
el
Lamentación,
piezas fugitivas.
Apartamiento, los
Todas
días de
los
pertenecen á el
en
que
las
mu-
la
que da
duda por reminiscencia de
la Stiplicación, la
Clamores para ellas
provenzal: en una de ellas teme rió Macías:
sin
las
la
la
la
Carta de amo-
semana, y otras
antigua escuela galaico-
autor morir del mal de que
mu-
en otra, glosa versos suyos y de Juan Rodríguez del Pa-
drón; y hasta escribe una vez en portugués (caso ya inusitado en su
A
falta
de otro mérito,
luce en todos estos juguetes una versificación
muy
esmerada, á
tiempo), contestando á Alvaro de Brito
vez que
muy
suelta, y
.paraciones:
_.
no
Que
faltan .
(i).
,
todas mis amarguras
Derrama vuestro donayre,
,
1)
Página 92, tomo
11
la
tampoco graciosas imágenes y com
del Cancionero.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
372
Como
escuras
las nieblas
Se derraman en
el aire.
Ansí mis ansias secretas,
Viendo Bien
vos, luyen
como
las
de mí;
cuervas prietas
Perseguidas del neblí.
grupo de poesías á
Fácil es la transición desde este
mente
otras, igual-
pero de índole doméstica: felicitaciones á sus parien-
ligeras,
estrenas y aguinaldos («.aguilandos») á su mujer doña Juana de Mendoza, á su tía la Condesa de Castañeda, á su hermano D. Rotes;
drigo Manrique, á su cuñada
de Toledo,
al
Pueden agregarse á
Gómez Manrique nen poca
la
Condesa de Paredes,
al
Arzobispo
Obispo de Burgos.
más endeble
esta parte
del
sus versos jocosos ó de burlas,
Cancionero de
que en general
tie-
y son por todo extremo inferiores á los del Ropero, á quien quiso imitar hasta en los asuntos: ¿quejas de una muía-», ¿razonamiento de un rocín d su paje». Da pena ver á tal hombre exprimir
mano
el el
gracia,
magín buscando
insulsos chistes contra
un truhán de su her-
Conde de Treviño, ó motejando de judío
Poeta «quando
le
captivaron los moros de allendes: «Poeta, vos sois novicio,
Que quiere decir confeso; Yo soy antiguo profeso, Fidalgo desde abeniqo.
Pero téngoos amor
Y
amistad,
Porque
sois
en
la
verdad
Trovador,
Trovador
sin capirote,
mayor de los hebreos, Aunque no trováis boleos, El
Salvo
trovas de bote.
las
Son con
destral desbastadas
Vuestras rimas,
Y
no con
sotiles limas
Bien limadas.
Y
porque son de almacén
Vuestras trovas
como
digo,
al
famoso Juan
capitulo
No
xviii
Mas antes vos quiero
bien.
Ca non
daño
Á
373
vos he por enemigo,
fazen ningund
mías,
las
Porque son gruesas y
Y
d'estaño.
Y
los
frías
sentimientos míos
Fueran mezclados con
lloros
Sy bien como fueron moros
Vos cativaran
judíos;
Porque como zahareño, ¡Qué donayre! Conociérades
De pequeño Hasta aquí
el
el aire
(i).
coplero de sociedad y de ocasión: ahora comienza
poeta noble y elevado, rico de graves enseñanzas morales; que
el
sólo tuvo en su tiempo un rival,
La continua
y ese dentro de su propia
cuente de grandes catástrofes y súbitas mudanzas de fortuna, nerosa indignación de los espíritus selectos contra
orden
el vicio
y
ge-
la el
des-
triunfantes, la natural tendencia del ingenio nacional á cierta
vida que en todas nuestras épocas
lite-
por medio de elocuentes lugares comunes
filo-
austera consideración de rarias se manifiesta
sóficos
(i)
casa.
lectura de los filósofos moralistas, el espectáculo fre-
y penetrantes
En
otras coplas
la
sentencias,
mucho más
cuya forma aguda y aunque
violentas,
sutil
excede
escritas al parecer
por
pura broma, con motivo de una cacería á que había asistido Juan de Valladolid
en
los
montes de Aragón,
le llama,
entre otros mil denuestos:
Poeta no mantuano, Sabio sin forma ni modo,
No
judío ni cristiano,
Mas
excelente marrano
Fecho de piedra
No
ciertamente no necesitaba de
tomó
é de lodo...
contento con injuriarle por su cuenta, prestó sus metros
el
tal auxilio.
al
Ropero, que
Estas coplas en que G. Manrique
nombre de Antón de Montoro, para
dirigirse al
Marqués de
protector de Juan Poeta, no desmienten en verdad
el
á quien quiso prohijarlas. Lo que dice de
madre de Juan
puede transcribirse
aquí.
la infeliz
Villena,
cínico estilo del poeta Poeta,
no
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
374
muchas veces glo xv
un
á su contenido, habían conservado durante todo el si-
ideal
de poesía
ética, del cual
mayores ingenios de esa centuria, aun
mucho de
distaban
Tal poesía fué
la
fueron fieles intérpretes los
que en
los
vida práctica
la
ser constantemente fieles ásus rígidos aforismos.
de Gómez Manrique, llamado á
dad moral, por su alejamiento de todo inclinado de suyo á escribir consejos
interés
ella
por su integri-
y de toda
«más saludables
adulación",
é provechosos
que dulces nin lisongeros, como ombre despojado de esperanza é temor, de que los verdaderos consejeros han de carescer», y alec-
cionado además por
estudio familiar
el
poetas del reinado anterior,
el
y asiduo de
los
dos mayores
marqués de Santillana y Juan de
Mena, de quienes principalmente heredó esta tendencia ético-política, así
como también procuró
remedarles en los metros y en
las
formas artísticas.
Sabemos ya mente á su
la
tío el
admiración que á uno y otro profesaba, especialseñor de Hita y Buitrago, á quien saludaba en
estos términos, pidiéndole
el
Cancionero de sus obras:
«¡Oh fuente manante de sabiduría
Por quien s'ennoblescen
Vos soys de
E
de
los
los
los sabios el
revaos d'España...!
más excelente,
poetas mayor que Lucano.
De vuestras fazañas non sé qué más No porque dellas me falte que diga, no que nascistés por
Si
De
cuente,
ansia é fatiga
los coronistas del siglo presente.
Estrema cobdicia de algo saber
En esta discreta é tan gentil arte. En que yo tengo tan poca de parte
Como en parayso tiene Lucifer, Me face vergüenza, señor, posponer, E fablar sin ella, seyendo ynorante, Con vos qu'enmendays las obras del Dante E aun otras más altas sabeys componer.»
Mas que
discípulo ni pariente,
espiritual de D. Iñigo,
presencia
le
Gómez Manrique
se reputaba Jijo
de quien con tierna efusión refiere que «en
acataba más é
mucho más que
é estado mío requería», lo cual bien se
la
pobreza de
la
virtud
comprueba por aquellos
xvm
capitulo versos en que, alentándole
e!
Marques
375 trato de las musas,
al
para á su sobrino «humano, gracioso, afable, plaziente» con
de Noruega, «que en todo muestra su fidalgufa». Cuando
qués de Santillana pasó de esta vida en
458,
1
com-
el el
azor
Mar-
Gómez Manrique
tri-
butó á su memoria digno homenaje en una de sus más extensas composiciones, El Planto de las Virtudes é Poesía, por señor D. íñigo López de Mendoza, dedicado
al
el
Magnífico
entonces Obispo de
Calahorra y luego gran Cardenal de España D. Pedro González de
Mendoza. Inserta esta poesía en todos
más conocida que
suerte de ser
tuvo
la
diste
mucho de
los
Caucioneros impresos,
otras de su autor,
dantesco, conforme
al
camino de
trillado
las visiones
abusaron nuestros poetas del siglo xv; pero
mienda por
un
aunque
ser de las mejores. El artificio de ella es alegórico
detalles
valle tenebroso,
muy
la
y
de que tanto
ejecución se reco-
agradables. El autor se supone perdido en
cuya ferocidat describe en
estas fáciles quin-
tillas:
Non jazmines con
sus flores
Había, nin praderías;
Nin por sus
altos alcores
Ressonavan ruyseñores, Ni sus dulces melodías.
Texos eran sus
E
frutales,
sus prados pedernales,
E buhos
los
que cantavan,
Cuyas bozes denotavan
Los advenideros males.
No ninguno
vi
venado,
Corzos, ni ligeros gamos,
Non
soto bien arbolado
Dó reposase A la sombra
cuytado
de sus ramos;
Mas áspides ponzoñosos
De
los sirtes arenosos
Habitaban
las
veredas;
Sus mejores arboledas
Enebros eran nudosos... Allí le
sorprenden
las tinieblas
y su angustia con ladro de los monstruos: terror
de
la
noche, acrecentándose su
los espantables ruidos del torrente
y
el
ba-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
376
E
como quien camina
bien
Por ventas en invernada,
Cuando Por
la
tarde declina.
muy más
Aguija
fallar cierta
ayna,
posada,
Iba yo cuanto podía;
Pero
la
lumbre del día
Del todo
E la
me
fallesció,
tiniebla cubrió
Quando menos me
A
complía.
ora mis sentidos
la
Fueron del todo turbados;
Que
los tales alaridos
Turbaran
los
Cuánto más
E
no movidos,
los alterados.
con estas turbaciones
Circundado de passiones, Las piedras fueron mi cama,
La cubierta seca rama, La cena lamentaciones.
E En
ondas que batían
las
ios terrenos cimientos,
Las serpientes que gemían, Los árboles que cruxían
Con
la
fuerza de los vientos,
Los sus tumultos cessaron,
E
tan
de golpe callaron,
Que las que sentí passiones En sus doloridos sones, Con
Con
la luz
de
la
el callar se
doblaron.
mañana emprende
fortaleza situada en tierra espantable
E
lánceme por
La qual
fallé
la
su viaje, hasta que llega á una
y deshabitada: puerta,
bien abierta
É por ningUDO guardada, É vi toda la morada De moradores desierta. Non
sus palacios cercados
Fallé de tapicería,
capitulo xvni
377
Nin de doseres brocados,
Nin puestas por
los estrados
Alfombras de
la
Turquía.
Non ressonavan
cantores,
Nin
los altos tañedores,
Nin vi damas bien vestidas,
Nin
las vaxillas febridas
En
ricos aparadores.
Mas vi cercada de duelo Una sala muncho larga, Las paredes con
É
el cielo,
su ladrillado suelo
Todo
£
cubierto de marga.
por orden sentadas
vi
Siete donzellas cuytadas
mesmo paño
Del
vestidas,
Sus lindas caras carpidas
É
De
las
cabezas messadas.
estas siete doncellas,
ó sea
des, las tres primeras,
que por de contado eran las teologales, llevaban,
cruces de Jerusalén, y las otras cuatro, esto tarjas
con
de Mendoza y de
los blasones
la
es, las
Vega:
La primera bien pintada
De verde me
parecía,
Por esquina travessada
Una banda Segúud
el
colorada,
Cid
La segunda
De
la traía.
plateada,
aspas de oro cercada,
Dos lobos en
De Oro
el
la tercia
escudo...
se mostraba
fino su color;
Un mote me ressemblava De letras la circundava Azules en derredor.
E
sentí dezir en él
Lo que dixo
A
la
Gabriel
Virgen que parió,
Al punto que concibió Al nuestro Dios Emanuel.
las siete virtu-
en sus
diestras,
morales, sendas
HISTORIA DE LA
378
En
P>
CASTELLANA
ESÍA
quarta tarja vi
la
Quince jaqueles pintados, Los
siete d'un
Muy más
É
carmesy
que
fino
rubí,
los restantes dorados...
Las Virtudes, después de deplorar
la
pérdida, reciente también,
Burgos D. Alonso de Cartagena, y
del obispo de
van haciendo, una
nombrarle. Tras ellas comparece otra virgen, te
manto
azul
y blanco, con De
É
Jas
la
Tostado
(i),
sin
Poesía, con rozagan-
la
que usó siempre D.
divisa
Iñigo:
celadas bordado
de letras salteado
En que Dios
Y
en
Un
La
del
Marqués, aunque
tras otra, el panegírico del
la
é vos dezía;
su diestra tenía
rico libro cerrado.
Poesía, que lloraba,
además de
la
pérdida del Marqués,
la
muy
poco anterior de Juan de Mena y del aragonés D. Juan de Ixar, llamado el Orador, exhorta ¡X fijo del Adelantado Manrique á hacer en metros ó en prosa
panegírico de su
el
destreza de su péñola,
de Toledo
á
y aconseja á
la
tío.
Él se excusa con
Poesía que acuda en
un caballero prudente, á «un noble
viejo,
la el
poca reino
fuente de
grande elocuencia», cuyo nombre propio es Fernán Pérez de Guz-
mán, única persona digna de tomar á su cargo rece
el
fantasma de la Poesía, suena de nuevo
las siete virtudes;
Castilla,
tal
el
y con una lamentación sobre
empresa. Desapa-
clamor doloroso de el
estado moral de
huérfana de discretos y virtuosos, termina esta larga y algo
pedantesca visión. Si en ella es deliberada
Poma, de Marqués de
la
la
imitación de la Comedieta de
Santillana; en las bellas Coplas para el
Arias de Avila, en
(1)
y patente
Coronación de Mosén Jordi y de otros poemas del
Es curioso por
la
lo
Exclamación
candido
Pues
el final
la Brivia
y
de su elogio:
toda entera,
Si por fazer estoviera,
De nuevo
la
Contador
Dugo
querella de la gobernación, y
compornía...
capitulo xvni
en
el
379
Regimiento de Principes, que son los tres más notables ensayos
mengua
didácticos del señor de Yillazopeque, hay, sin
del estro pro-
una continua aunque más velada influencia del numen poético
pio,
que dictó
los Proverbios, el
Diálogo de Bías contra Fortuna,
nal de Privados, y en general todos
Los Consejos
á
los versos políticos del
Diego Arias de Avila, uno de
el
Doctri-
Marqués. de En-
los favoritos
rique IV, exhortándole á usar del poder con moderación y templanza, y á cumplir con grandes y pequeños las leyes de la justicia,
pueden considerarse como una
sátira política indirecta,
un desahogo del alma del poeta, lacerada por el
Contador
queja en
la
le
había hecho víctima,
la
mo
sobre
filosófica lección
grandezas humanas, sobre
de
grarse cuando no se pone
la
más que
instabilidad de las
vanidad del mundo, sobre los peligros
la
la
amor en
el
mis-
cosas mortales y perecederas. la
obra maestra de su au-
presentan tan extraña analogía en conceptos los
al
paz del alma, que sólo puede lo-
Estos sabios Consejos, que son, sin duda,
con algunos trozos de
de que
blandamente se
privanza y lo inconstante del favor de los príncipes, y
tiempo una exhortación á
tor,
las cuales
carta dedicatoria de este tratado: pero son algo
son una noble y
esto:
y de
y aun como
las injusticias
más celebrados en
las
y aun en
frases
Coplas de su sobri-
no, que es imposible dejar de admitir de parte de éste una imita-
ción directa. Pero reservando este punto para citar
como muestra de
cilla,
algunos versos del
final,
Pues
Y
si
son perecederos
tales bienes
mundanos,
Procura los soberanos Para siempre duraderos;
Que
so los grandes estados
É riquezas, Fartas fallarás tristezas
É
cuydados.
Que
Y
las
adelante, baste la
que resumen su sentido:
tan caducos y vanos
Los
más
solemne y á
esta poesía, tan
vestiduras netas
ricamente bordadas,
Sabe que son enforradas
De congoxas estremadas
par tan sen-
380
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
É de pasiones secretas; Y con las tazas febridas De
bestiones,
Amargas tribulaciones Son bebidas. Mira los Emperadores,
Los Reyes y Padres Santos; So los riquísimos mantos Trabajos tienen y tantos
Como
los cultivadores;
Pues no
fies
en
los
onbres
Que padecen,
Y
con sus vidas perecen
Sus renombres.
Los favoridos privados Destos Príncipes potentes,
A
quales van
los
Con
las
gentes
servicios y presentes
Como piedras á tablados, En las sábanas d'Olanda Más sospiran
Que los remantes que De la banda.
tiran
Que fartos te vienen días De congoxas tan sobradas, Que las tus ricas moradas Por
las
chozas ó ramadas
De los pobres trocarías: Que so los techos polidos
Y
dorados,
Se dan
los vuelcos
mesclados
Con gemidos. Si
miras los mercadores
Que ricos tratan brocados, No son menos de cuydados Que de joyas abastados Ellos y sus fazedores;
Pues no pueden reposar
Noche ninguna, Recelando
De
la
mar.
la
fortuna
CAPÍTULO ,
XVIII
381
¡Cuánta felicidad de expresión! ¡Cuan graciosa
de cada
finales
¡Qué perfecta parece ya
estrofa!
digar postizos arreos que desfiguren su nativa
la
caída de los
la
lengua, sin
men-
y decorosa majestad!
¡Qué mezcla tan simpática de serenidad de pensamiento y de viva imaginación! Se dirá que todos estos conceptos son lugares comunes, pero de estos lugares
comunes están
llenas las odas
y
las epís-
morales de Horacio, y nada pierden por eso. ¿Qué son, por
tolas
ejemplo,
el rectius vives, el ot'uim 11011
gemmis ñeque purpura venale
ñeque auro, y aquella estrofa que remotamente creeríamos imitada
Gómez Manrique,
por
mayor:
su cultura clásica hubiese sido
si
Non enim gazae, ñeque consularis Submovet lictor miseros tumultus Mentís, el curas laqueata circum
Tecta volantes.
Con
mi
á
ser.
la
Consejos
juicio, estos
Manrique, y una de
las
mejores de su
la
mejor poesía de Gómez
siglo,
no parece haber sido
que sus contemporáneos estimaron en más. Cupo
tal
preferencia
á las
que tradicionalmente se llaman Coplas del mal gobierno de To-
ledo,
y cuyo verdadero titulo es Exclamación e querella de la Goberpoema que alcanzó la honra de ser largamente glosado en
nación:
prosa por
el
doctor Pedro Díaz de Toledo
(i) al igual
de
los llama-
dos Proverbios de Séneca y de los del Marqués de Santillana. Algo
hay en
estas coplas
que particularmente pudo aplicarse
municipal de una ciudad determinada, que para do;
y
sin
duda por eso hubo, sobre
opiniones» en
la
la
manera de reprehensión; plas contenido, é cierto
que
la
régimen
y entre sus
servidores:
sentencia é palabras... á no sana parte en
otros,
afirmando ser verdad lo en
non aver cosa que calupniar en
mayor
al
caso sería Tole-
este dezir, «fablas de diversas
casa del Arzobispo Carrillo
«algunos, interpretando
el
ellas».
las co-
Pero es
parte de las sentencias son tan generales,
más bien deben entenderse
del estado
de todo
el
que
reino en los días
calamitosos de Enrique IV. Escritas en foi;ma casi popular, y en
tono
(1)
como de
refranes,
exornadas con imágenes y comparaciones
Esta glosa puede leerse en
que, págs. 230 y siguientes.
el
tomo
11
del Cancionero de
Gómez Manri-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
382
tomadas de para llegar
la al
vida
común, tenían todas
alma de
las
muchedumbre y
la
condiciones necesarias
ser aprendidas de
memo-
y no hay duda que lo fueron. Sus enseñanzas no podían ser más honradas y saludables, aunque no fuesen muy profundas. En
ria;
este género de magisterio político,
samiento de su paisano
Hemos
el rabí
Gómez Manrique
que no
ces el nervio de la sentencia, ya
la tétrica
igualaba á ve-
gravedad de pen-
de Carrión.
con cuánto júbilo saludó nuestro poeta
visto
la
aurora del
imperio de los Reyes Católicos, y cuan resueltamente abrazó tido de la Princesa, cuando era todavía
muy dudoso
el
par-
su triunfo. Per-
suadido de que «los metros se asientan mejor é duran más en »
memoria que
miento
al
las
la
prosas», les dirigió poco después de su adveni-
trono (seguramente antes de 1478, puesto que los llama
todavía reyes de Sicilia y no de Aragón) un largo doctrinal de buen gobierno, importante y curioso por los príncipes á quien fué dedicado, por
la
ocasión en que se escribió, por la noble franqueza é
hidalguía que su autor manifiesta
bueno para que
que
la
y apocamiento
(2):
aconsejar lo que estima recto y
poema digno de
«Que cuanto más grandes fueron
to dieron (2)
al
poder regio no degenere en
tiránico (i)
y para
devoción, esmalte de monarcas católicos, no degenere en
beatería
(1)
el
mayores caídas», dice en
el
los
poderes tiránicos, tanto más pres-
prohemio.
El rezar de los salterios, El decir bien de las horas,
Dexad á
las
oradoras
Qu'están en los monesterios:
Vos, señora, por regir Vuestros pueblos é rigioDes.
Por
fazerlos bien vevir,
Cá non vos demandarán Cuenta de
Ni
si
lo
que
rezays;
vos discipünays,
No
vos lo preguntarán;
De
justicia si fezistes
Despojada de pasión, Si los
O
culpados punistes
malos enxemplos
Desto será
consideración además
distes,
la quistión.
CAPÍTULO
por
la
XVIII
elegante sencillez del estilo y
383
fácil
el
movimiento del metro.
Otros poemas de esta clase se escribieron por aquellos
dudoso que ninguno de
ellos,
días,
pero es
siquiera el DecJiado de la reina
ni
Pona Isabel, del franciscano Fr. Iñigo de Mendoza, compita con éste. Hemos visto ya que Gómez Manrique, aunque formado principalmente en
completo con
de Debate de
título
conocido por coplas de añadida por
los siete
la
el
le
natural ten-
los
que toma-
poema que aquél
dejó in-
razón contra la voluntad, más
pecados ¡noriales. La Prosecución
Gómez Manrique, y que comprende y pereza, no desdice
tres vicios, gula, envidia
la
primero de
el
empresa de continuar
sí la
única poesía histórico
conforme á
lo didáctico,
dencia de su espíritu: así es que fué
ron sobre
la
nos queda. Pero todavía más que lo épico
él
en Juan de Mena
atraía
Santillana, acertó á rivalizar
mejor de Juan de Mena, en
lo
que de
narrativa
Marqués de
escuela del
la
también con
la
reprensión de
del original, así en
buena y cristiana doctrina como en trivialidades y prosaísmos, pero mucho sobre él en la elocuente exhortación final puesta
se levanta
en labios de
la
Prudencia, que endereza sujabla á todos
los
estados
mundo.
del
Fué Gómez Manrique no bién poeta dramático en
Y
raba.
como
el
el
sólo poeta lírico
y
didáctico, sino
modo y forma en que
tam-
su tiempo lo tole-
no se trata aquí de meros diálogos de contextura dramática del
Amor y un
viejo,
de Rodrigo de Cota, de
los cuales
puede dudarse que fuesen representados nunca; sino de una verdadera Representación duda, nos,
como hecha
donde era
Su asunto es
el
(así la
llama
el
Cancionero), sencillísima sin
para un monasterio de monjas,
vicaria
nacimiento de Nuestro Señor y
pastores, tratado
el
de Calabaza-
Doña María Manrique, hermana
con toda
la sencillez
la
drama
del antiguo
del poeta.
adoración de los litúrgico
y
irreverencias que afean los misterios franceses.
sin
ninguna de
La
bella idea
las
donas que envió
las
que en
el siglo
xvi sirve de fondo
Adán d Nuestra Señora
al
con
patético
Auto de
San Lázaro, apa-
rece ya en esta representación, en que los ángeles van presentando al
niño Dios los instrumentos de
es tan
que
la
Pasión. El estilo de esta pieza
candoroso é ingenuo como convenía
se destinaba.
al virginal
auditorio á
Termina con un canto de cuna («Canción para
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
384
compuesto sobre
callar al niño»), jijo
mió
chiquitos).
De
su
tono de otro popular:
el
mismo contexto
cantado en coro por todas
se infiere
*
Callad,
que debió de
ser
las religiosas:
Callad vos, Señor,
Nuestro redentor;
Que
vuestro dolor
Durará poquito. Ángeles de!
cielo,
Venid dar consuelo
A
este
mozuelo
Jhesús tan bonito.
Este fué reparo,
Aunque
él
costó caro,
D'aquel pueblo amaro Cativo en Egito.
Este Santo diño,
Niño
tan benino,
Por redemir vino El linaje
afiito.
Cantemos gozosas, Hermanas graciosas, Pues somos esposas Del Jesús bendito.
Aunque no
llevan título de Representación, ni consta
representadas, nos parecen del sas Lamentaciones fechas para,
entre Nuestra Señora, San Juan y
Sin tener,
como
la
Magdalena.
las anteriores, afectos
dadero diálogo, se enlazan,
sin
que fuesen
mismo género las bellas y afectuoSanana Santa, que son un diálogo dramáticos
embargo, con
dos poesías profanas de G. Manrique,
ni
tampoco ver-
la historia del teatro,
las cuales
seguramente
for-
maron parte de festejos domésticos ó palacianos. Una y otra llevan el nombre de momos: en la primera concurren las siete virtudes al nacimiento de un sobrino del poeta, otorgándole cada una sus dones.
En
fanta
mano
la
doña el
segunda, compuesta en 1467 por mandamiento de Isabel,
intruso
para honrar en
Rey D.
nueve musas anuncian
No
había aquí fábula
al
ni
el
día de su
la
In-
cumpleaños á su her-
Alfonso, que se hallaba en Arévalo, las Infante sus fados.
tampoco diálogo, pero
sí
verdadera repre-
.
CAPITULO
XVIII
misma
385
senlación, en
que tomaron parte
Mencía de
Torre, doña Elvira de Castro, doña Beatriz de Sosa,
la
Isabel Castaña, la
la
Infanta
y sus damas doña
doña Juana de Valencia, doña Leonor de Luxán y Marquesa de Moya. Las ocho damas iban vesti-
Bobadilla, futura
das de «fennosas p/umas», y
la
Infanta de unas vedijas de Mánchete.
Pero de este género de espectáculos cortesanos se hablará más por extenso cuando lleguemos á tratar de
la historia del teatro,
en
cuyos orígenes hay que dar un puesto, sobre todo por su Representación de
Navidad, á Gómez Manrique, predecesor bastante inme-
diato de Juan del Encina.
Miníxdez t Pila to. — Patita
castellana, 11
CAPITULO XIX [jorge manrique.
su
vida y sus obras.
las
«coplas por
la
muerte de su padre»: su calificación literaria; hasta qué punto son originales; lugares comunes que en ellas se encuentran; su relación con los «consejos á diego arias de ávila», de gómez Manrique; su valor estético; elogios y glosas de las mismas; principales traducciones que de las «coplas» se han hecho. ]
hay en
Si
que hayan
la literatura
del siglo xv
un nombre y una composición
cambio de gusto y vivan en la memoria doctos é indoctos, son sin duda el nombre de Jorge Manrique y
-de
las Coplas
resistido á todo
que compuso á
la
muerte de su padre. Explicar y razo-
nar esta universal celebridad, ha de ser nuestro principal objeto en •este capítulo,
pero no podemos menos de apuntar antes
pales hechos de
de
las noticias
la
los princi-
brevísima vida de su autor, valiéndonos para ello
que recogió con su acostumbrada puntualidad y diy Castro en su Historia de ¡a Casa de
ligencia D. Luis de Salazar
Lara
(lib. x,
cap. xv).
Jorge Manrique, señor de Belmontejo, cuarto hijo del Conde de
Paredes D. Rodrigo y de su primera mujer doña Mencía de Figuefoa, nació probablemente en la villa de Paredes de
del señorío de su padre, por los años de
vida en medio de •de
las discordias civiles,
y
Nava, cabeza
440. Abrió los ojos á ni
la
un momento dejaron
acompañarle durante su breve peregrinación por este mundo.
Partidario,
como todos
los
llamaban Rey, recibió de Villafruela
con
1
de su casa, del Infante D. Alonso, á quien él,
entre otras mercedes, las tercias de
y otros lugares de Campos,
siete lanzas
de
la
corona y
14.000 maravedises de acostamiento, y por último la encomienda de Montizón en la orden de Santiago. Como tal Comenellas
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
300
dador favoresció maravillosamente (según dice llano
de
Crónica de Alonso de Falencia)
la
el
traductor caste-
parte de D. Alvaro
la
Estúñiga su primo, en los bandos que traía sobre
el
de
de
priorato
San Juan con D. Juan de Valenzuela, á quien derrotó y puso en huida nuestro D. Jorge cerca de Ajofrín, con muerte ó prisión de
muchos de
los suyos,
recuperando para
de Estúñiga
el
priorato
el
de que había querido desposeerle D. Enrique IV.
En 1474
concurría en Uclés á
la
elección de Maestre de Santiago
que algunos caballeros de aquella milicia hicieron en favor del Conde su padre, y obtenía á su vez uno de
Con
tal
los trecenazgos
de
orden.
la
y mostrándose siempre acérrimo partidario de defendió en 1475 contra el Marqués de Villena
dignidad,
Reina Católica,
campo de
Calatrava,
la fortaleza
y en I476 sostuvo con
de Uclés contra
su padre
reunidas del
las fuerzas
Pacheco y del Arzobispo de Toledo D. Alonso
el
la el
asedio de
mismo D. Juan
Carrillo,
molestando
á los contrarios con bravas escaramuzas que acabaron por hacerles
levantar el campo,
Como lla,
quedando
el castillo
capitán de una compañía de
á
merced
del Maestre.
hombres de armas de Casti-
tuvo á su cargo en 1478, juntamente con Pedro Ruiz de Alar-
cón, señor de Valverde, la
que desde sus
fortalezas
campaña contra
el
Marqués de Villena,
de Chinchilla, Belmonte, Alarcón y Garci-
Muñoz, proseguía desafiando
el
poder
real.
Aquella mezquina lucha
había de ser funesta para nuestro poeta. Los encuentros con la
gente del Marqués eran casi diarios; y en uno de
ellos,
según
la
na-
rración de Pulgar, «el capitán D. Jorge Manrique se metió con tanta
osadía entre los enemigos, que por no ser visto de los suyos para
que fuera socorrido,
le firieron
de muchos golpes, y murió peleando
cerca de las puertas del Castillo de Garci-Muñoz, donde acaesció aquella pelea.» El P. Mariana confunde este encuentro con otro anterior, el el
en que Jorge Manrique fué desbaratado por Pedro de Baeza en
Cañábate, tomándoles
la
cabalgada que llevaba de
sobre cualquier otro en lo que toca te
la Motilla. Pero-
testimonio de Pulgar, que es contemporáneo, debe prevalecer
de Jorge Manrique en
consecuencia de
Fué
llevado
el
la
las heridas,
al sitio
de
la batalla,
yá
muer-
la
pelea misma, y no después de ella y á
como dan á entender Garibay y
cuerpo de D. Jorge á
la iglesia vieja del
Zurita.
Convento
CAPÍTULO XIX
de ra
Uclés,
y
de un hermano y un
las
rios le hallaron
en
el
hijo suyo,
Andrada que
negras. Dice Rades de
tra el
mundo». Estas
samiento capital es
fila,
cubiertas de piedras
de paños mortuo-
no impresas, que yo sepa, hasta
coplas,
el
su
y su pencélebre elegía, cuya
parece un presagio de
tristeza,
la
el
537, son dos nada más,
1
mismo que domina en
aunque resignada
fortuna que amenazaba
en
en
al revestirlo
seno unas coplas que comenzaba á hacer «con-
Cancionero general de Sevilla de
íntima,
389
donde todavía en tiempo de Garibay se veían su sepultu-
la
negra
cabeza de su autor, y que iba á tronchar
tan breve tiempo tantas esperanzas: ¡Oh mundo! pues que nos matas,
Fuera
vida que distes
la
Toda
vida;
Mas según acá nos
tratas,
Lo mejor y menos
triste
Es
De De
la
partida
tu vida, tan cubierta tristezas,
Muy
y dolores
poblada;
De De
los bienes tan desierta,
Es
tu
Tu
salida
placeres y dulzores
Despojada.
comienzo
Y
lloroso;
siempre amarga
nunca buena,
Lo de en medio
Yá
Le das
pena.
Assí los bienes
Y
trabajoso,
quien das vida más larga
muriendo
con sudor se procuran,
Y
los das;
Los males vienen corriendo; Después de venidos, turan
Mucho más
(1)
De
estas coplas hizo
(1).
una continuación bastante apreciable Rodrigo
Osorio. Véanse algunas estrofas:
Son las glorias y deleytes Que en este siglo prestado Más aplazen,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
39
Memorial que
hizo él
ni ni arrepiento...
mismo á su corazón, que parle al desconocimiento
de su amiga donde él llene lodos sus sentidos: Allá verán mis sentidos. 13.
llame tan bien
defendido...
14.
«Otras suyas:
15.
«Otras suyas, porque estando
Es una
llaga mortal.
Vos cometistes 16.
él
durmiendo
rOtras suyas á una prima suya que
la, Silva,
los linajes
de
le
temprár
«Otra obra suya, en que pone
nombrados
le
besó su amiga:
trayción...
(¿llanto el bien
17.
d' Amor:
«Otra obra suya, llamada Castillo
el
estorbaba unos amores:
londerta...
nombre de
los cuatro costados della,
su esposa y asimismo
que son: Castañeda, Aya-
Meneses: Según
iS.
«Otras suyas:
iq.
«Esparsa suya:
20.
«Otras suyas á
21.
»
22.
«Otras suyas:
el
mal me
siguió...
Los fuegos qu'en mi
/
la
Qué amador
encendieron...
tan desdichado...
Fortuna:
Fortuna, no m'amenazes...
Otras suyas:
Mi
temor
Mi
vivir quiere que viva...
lia sido tal...
(Sigue la nula.)
capitulo xix la poesía,
interesan á
sano. Sin
la
de
la historia
las
curiosidad que las presta
nas habría quien reparase en
23.
tOtras suyas:
24.
>Otras suyas:
25.
¡-Canción:
26.
^Canción:
27.
«Otra canción:
395
costumbres y del trato corteel
nombre de
su autor, ape-
Pero aunque no pasen de una
ellas.
Acordaos por Dios, señora.
Ved qué congo xa
la mía...
Quien no estuviere en presencia...
No
sé por
qué me fatigo...
Justa fué mi perdición... 28.
«Otra de D. Jorge:
29.
lOtra de D. Jorge:
30.
»Otra suya:
Quien tanto veros
Es una muerte
dessea...
escondida...
Quanto más pienso 31.
serviros...
.«Invenciones y letras de justadores. D. Jorge M. sacó por cimera una
anoria con sus arcaduces llenos, y dixo: Estos y mis enojos... 32.
sGlosa á este mote \Sin Dios y sin vos y mi*:
33.
»Mote de D.
Yo soy quien J.
libre
me
vi...
Manrique «Siempre amar y amor
seguir*.
Glosa suyn:
Quiero, pues quiere razón... 34.
«Pregunta de D.
J.
Manrique:
Entre dos fuegos lanzado...
»(A esta pregunta respondió un galán.) 35.
«Otra pregunta de D.Jorge: Entre bien y mal
doblado...
«(Respondió Guevara.) 36.
-«Pregunta de D.
J.
Manrique:
Después qu'el 37.
sesso s'e fuerza...
'Pregunta de D. Jorge á Guevara: Porque me
»(Con
la
hiere
un
dolor...
respuesta de Guevara, y á continuación una pregunta de éste á
D. Jorge «porque sabía que estaba herido de un trueno».)
(Sigue la nota.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
396
y
discreta medianía, se dejan leer sin fastidio, ellas
que para
biografía de
la
algo se deduce de
su autor importa. Acreditan, por
ejemplo, su ternura conyugal algunos de estos versos de amores
38.
«Respuesta de D. Jorge á Guevara:
39.
>Canción de D. Jorge:
Los malts que son menores...
Cotí dolorido cuidado...
>(Con una glosa de Pinar.) 40.
«Canción de D.Jorge, glosada por Mosén Gazull:
41.
«Un convite que hizo D. Jorge Manrique á su madrastra:
No
sé por
Señora
qué me fatigo...
muy
acabada...
>(Se reprodujo en el Cancionero de Burlas.) 42.
«Coplas que hizo á una beuda
taberna:
Hánme
(sic)
que
tenía
empeñado un
brial
en
la
dicho que se atreve...
«(Está también en el Cancionero de Burlas.) 43.
te
En
el
Cancionero de Sevilla de 1535 se añadieron
las
Coplas á
la
muer-
de su padre, y además las siguientes: Adición hecha por Rodrigo Osorio sobre dos coplas que hallaron 44. :
Sr. D.
Jorge Manrique en
el
seno quando
lo
¡Oh mundo!, pues que nos 45.
del
y contra
la
desordenada codicia: Corazón
triste, reposa...
«Otras suyas (;de Manrique ó de Osorio?) sobre
En En
matas...
«Otras suyas (¿de Manrique ó de Osorio?) hechas en menosprecio
mundo
46.
al
mataron:
el
este siglo
la
desorden del mundo:
mundano...
Cancionero de Toledo de 1527 y en todos los posteriores:
47.
«Canción de D. Jorge:
4S.
«Otra suya:
49.
«Otra suya:
Cada vez que mi memoria...
Nú
tardes, muerte,
Por
vuestro gran merecer.
que muero...
El registro de los Cancioneros manuscritos no arroja ninguna composición
nueva que añadir á este catálogo. [Recientemente se han publicado reunidas en
el
tomo
López. (A.
las Poesías
de jorge Manrique,
114 de la Colección Diamante, editada en Barcelona por Antonio B.)]
CAPITULO XIX
que presentan en forma de acróstico en copla
nombre y
el
397 las
primeras letras de cada
apellidos de su legítima mujer
doña Guiomar de
Castañeda, Ayala, Silva y Meneses. Otras composiciones de sencillo artificio
Amor,
la
como la Profesión que hizo en la Orden de Amor y el Castillo de Amor, muestran en el ga-
alegórico,
Escala de
lante trovador al caballero, del Maestre D. Rodrigo,
Trece de Santiago,
al
al
belicoso hijo
continuamente ocupado en cercos de for-
y trances de armas, cuyas imágenes, presentes de continuo
talezas
á su espíritu, tenían que reflejarse, sin afectación alguna, hasta en sus coplas de amores. trofas del Castillo de
Cuando leemos, por ejemplo,
las gallardas es-
amor: La
fortaleza
nombrada
Está en los altos alcores
De una
cuesta
Sobre una peña tajada, Maciza toda d'amores,
Muy muro
El
bien puesta.
tiene d'amor,
Las almenas de
lealtad;
La barrera, Cual nunca tuvo amador Ni menos
De En
la
la
tal
voluntad
manera.
torre de
homenaje
Está puesta toda ora
Un
estandarte,
(Jue muestra por vasallaje
El
nombre de una señora
A no nos parece flotar la
cada parte-
estar en presencia
de un
castillo alegórico, sino
bandera del Comendador de Montizón sobre
las torres
ver de
su encomienda.
En llez
alguna de estas piezas fugitivas se nota también una senci-
de expresión
sutileza
muy
agradable, que contrasta con
y alambicamiento de
Así, por ejemplo,
el
final
de
la
la
general
escuela á que el autor pertenecía.
los versos
que compuso á su amiga
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
398
porque
como
besó estando dormido,
le
Reina de Francia á Alain
la
Chartier:
•
¡Quien durmiendo tanto gana,
Nunca debe despertar!
Algunas de
mucho y Mosén
Gazull.
su bello dilla
estas esparzas, canciones
y motes
se popularizaron
como Pinar y Duque deRivas abrió
fueron glosados por otros trovadores, tales
Todavía en nuestros tiempos
y simpático drama de
el
Morisca de Alajuár con una redon-
la
de Jorge Manrique ligeramente alterada:
No
tenga
fe ni
esperanza
Quien no estuviere en presencia, Pues son olvido y mudanza Las condiciones de ausencia.
No
sin sorpresa se
ven figurar en
como
poeta tan pulcro y delicado
de
que son á
burlas,
la
verdad
el
corto bagaje literario de un
Jorge Manrique, algunos versos
más
los
inofensivos del Cancionero
en que se hallan, pero no se recomiendan mucho por
ni
y
la cortesía.
Disuena, por ejemplo, ver
meditaciones sobre
filosóficas
burlesco para su madrastra
que
tenía
empeñado
Es forzoso
(i)
la
al
ni
por
el
muerte, disponiendo
el
su brial en la taberna.
decirlo: las llamadas
poéticas que llevan su
número con
codicia»,
y
por justa excelencia Coplas de
nombre, á no
que
ser
rúbricas del la
otras dos composiciones («contra
mismo
obras
la
desordenada
y que
muy
tar-
á juzgar por las
Caucionero, que las trae inmediatamente después
adición que Rodrigo Osorio hizo á las dos coplas «que halla-
ron á D. Jorge Manrique en
más bien han de
(1)
las
se quiera acrecentar
«sobre la desorden del mundo»), que en edición
día del Caucionero general se estamparon,
de
convita
ó invectivando á una vieja borracha
Jorge Manrique, aparecen como un fenómeno aislado entre
su
gracejo
autor de las graves
No sabemos
cuál
veces: la segunda con tercera,
el
seno cuando
le
mataron», parece que
atribuirse á este otro poeta leonés, imitador
de
ellas,
porque
el
Conde de Paredes
doña Beatriz de Mendoza,
con doña Elvira de Castañeda,
hija del
hija del
nada
fué casado tres
señor de Cañete;
señor de Fuensaldaña.
la
capitulo xix infeliz
del nuestro así en los pensamientos
siempre con
la
flojedad
que á
399
como en
el estilo,
imitación demasiado servil
la
pero
acom-
paña; verbigracia: Qu'estos bienes de fortuna, Este negro tuyo y mío,
Tras quien va nuestro albedrío,
Son
En
como
assí
O como el
rocío,
agua de laguna
tiempo del
Dando, pues, de mano, ya á ticidad,
estío...
estas repeticiones,
de dudosa auten-
ya á otros versos de poca monta que nada interesarían
nombre de
su autor, fijemos exclusivamente
poesía que inmortalizó
la
sin el
atención en aquella
nombre de Jorge Manrique juntamente con
el
de su padre, y que ha sido siempre, aun á los ojos de los críticos más severos con las producciones de la Edad Media, «el trozo de
el
poesía
más regular y más puramente
Generalmente elegía (2),
Y
la
escrito
de aquel tiempo»
composición con
se designa esta
y ante todo habría que entenderse sobre
cuestión no es tan
fútil
como
(i).
nombre de
el
este nombre.
á primera vista pudiera parecer
á los que tienen injustificada aversión á las antiguas clasificaciones retóricas, puesto
que de
parte determinados celencia
(1)
y
la
solución que se
carácter propio
belleza de estas coplas,
Palabras de Quintana (pág.
castellanas, edición (2)
el
Ya
de
dé resultarán en gran la
mayor ex-
que arrancando del dolor indivi-
xx de
tomo
1829,
la
y sustantivo y
su introducción á las Poesías selectas
1.)
se la daba este título en el siglo xvi. Así, Alonso de Calleja, en el
prólogo que puso á
la
Glosa de Fray Rodrigo de Valdepeñas:
'¡Diré,
por ser
más se sentirán las utilidades de esta Elegía en el pecho de quien la lea, que se puedan con artificio declarar». Y el mismo Cartujo glosador, en el epigrama latino que pone al frente de
'breve, que
su trabajo, usa el
nombre de
elegía,
Quid valeant mundi
que luego interpreta por endecha: fastus:
Forma, voluptates, stemmata, Vita, salus, vires, sit
Parca severa,
tui,
quid sceptra, secures, divitiae,
quanta potentia regni.
blanda Eligía canil.
En esta breve endecha está engastado De vida un vivo espejo y de la muerte.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
4-00
humano en
dual, se levantan á la consideración del dolor
amplitud y trascendencia. Por
cuerdo y atinado por
lo
lo cual
común en
toda su
juzgamos que Quintana, tan
sus juicios literarios, no acertó
del todo en la censura de esta pieza, que parece haber mirado con cierto desvío.
Y
por
que era á
poeta,
por todo
mundo, y
el
emprender una
al
lo
mismo que
la
autoridad crítica de este gran
vez consumado humanista, debe ser respetada
la
de un
lo es
modo
especial por nosotros,
que
hemos tenido más
fre-
tarea semejante á la suya
cuente ocasión de reconocer los aciertos de su buen gusto, convie-
ne
sobre este parecer suyo, que es uno de los pocos que
insistir
la
posteridad no ha confirmado.
«Al ver
de esta obra
el título
timientos y
la
(dice Quintana), se esperan los sen-
como
intención de una elegía, tal
»de un padre debía inspirar á su
Pero
hijo.
las
el
fallecimiento
coplas de
J.
Manri-
»que son una declamación, ó más bien un sermón funeral sobre »
nada de
las
cosas del mundo, sobre
poderío de
j>bre el
la
desprecio de
el
la
vida
y
la
so-
muerte.»
Coplas de Jorge Manrique por la muerte de su padre se titulan, en efecto,
desde
las
más antiguas
cumplen con su
título,
que son
de
el total
la
fúnebre del Maestre;
Quintana
(1)
(2), ni
[El Sr.
en
ediciones;
puesto que de
y no puede negarse que
cuarenta
y
tres coplas (i),
composición, diez y siete se contraen
como puede
las
las
verse, no en
la
muchas que servilmente
Foulché-Delbosc ha reproducido
las
al elogio
mutilada edición de
le
han copiado, pero
cuarenta auténticas Co-
plas de Jorge Manrique, en las siguientes ediciones, algunas de ellas pri-
morosas: a)
En
el
tomo
xi (sin fecha,
pero
salió á luz
en 1902) de
la Biblioikeca
Hispánica. b)
Macón,
c)
En
sin fecha (1902);
la Biblioíeca
Oropesa,
en letras de oro.
tomo
11
(1905).
d)
Barcelona, 1907. Texto castellano sólo.
e)
1907.
Texto
castellano, con la traducción
f)
Barcelona, 1912. Espléndida edición en
g)
Madrid, 1912; imprenta de Fortanet.
(2)
Apenas hay centón de poesías para
de Longfellow.
folio,
con tipos góticos.
(A. B.)\ la
enseñanza, ni tratado de Retó-
y Poética, en que no salgan á relucir las famosas Coplas, pero mutiladas siempre. ¡Qué grande es el poder de la inercia entre nosotros! rica
CAPITULO XIX sí
en todas
no sé to,
si
las
antiguas y en
la
muy
401
estimable de 1/79- Quintana,
por esforzar su razonamiento, ó por una deficiencia de gus-
impropia de
precisamente
tal
las
varón, suprimió todas esas estrofas, que son
que contienen
los sentimientos de dolor
filial
que
echa de menos, y que Jorge Manrique expresa allí, no con sensibilidad afeminada, impropia de su raza y de su tiempo, sino el crítico
con entusiasmo
viril
y austero, que Quintana debía haber compren-
dido mejor que nadie, reconociendo en
él
algunos rasgos de su pro-
pia musa:
No dexó grandes
tesoros,
Ni alcanzó grandes riquezas, Ni vaxillas;
Mas hizo guerra á los moros, Ganando sus fortalezas
Y Y
sus villas.
sus villas y sus tierras.
Ocupadas de tiranos Las
Y Y
falló;
por cercos y por guerras por fuerza de sus manos
Las cobró.
Después de puesta
la
vida
Tantas vezes por su ley Al tablero;
Después de tan bien seruida
La corona de su rey Verdadero;
Después de tanta fazaña
Á
que no puede bastar Cuenta
En
la
Vino
gierta,
su villa de la
Ocaña
muerte á llamar
A
su puerta.
El biuir que es perdurable,
No
se gana con estados
Mundanales; Ni con vida delectable,
En que moran
los
Infernales. Minkjtoez T Pelayo.
— Poesía castilla.
pecados
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
402
Mas
los
buenos religiosos
Gánanlo con oraciones
Y
con
lloros:
Los caballeros famosos,
Con
trabajos y aflicciones
Contra moros.
Se gía;
dirá
que esto es un himno, un canto de triunfo y no una ele-
y puede que tengan razón
pura rarísima vez suena en
los
que
La
lo digan.
nota elegiaca
poesía castellana, y aun puede decir-
la
se que en toda la literatura española, salvo la de Portugal.
traré á discutir cierto es
si
No
en-
esto es superioridad ó inferioridad de la raza: lo
que somos poco sentimentales, y aun si se quiere duros y género de sentimiento que parece que va envuelto
secos. Ni aquel
en
la
za; ni
misma sensación
y que en algún modo
física
la
depura y
real-
aquella otra aspiración inefable que se pierde en vagos ensue-
ños y cavilaciones para acabar piritual
las
en vez de espiritualizar
más veces por
lo sensible, tienen
sensibilizar lo es-
cuna
ni
progenie
musa de Tibulo y Propercio, ni mucho menos la de Lamartine, son las nuestras. Aquí la llama de amor viva la han
en España. Ni
la
tenido los místicos:
el
sublime amor de Dios ha triunfado en nues-
amores terrenos, y la expresión del dolor individual ha parecido pequeña cosa ante el misterio de la muerte. Si tro arte de todos los
por sentimiento elegiaco se entiende tan sólo aflige al poeta, secundario es sin
rique; pero la
duda en
misma sobriedad con que
aquella especie de pudor filosófico
y
el
el
que personalmente
coplas de Jorge
las
Man-
autor hirió esta cuerda;
con que reprime sus
señoril
humano (ssunt
lágrimas y anega su propio dolor en
el
mae rerum»), ¿no
belleza de la composición? ¿no
es quizá la
mayor
dolor
lachry-
pertenece á un género superior de elegía? ¿no es lo que da eternidad á estas coplas y
¿Qué
es lo
cuyo recuerdo cortesano,
las
convierte en un doctrinal de cristiana filosofía?
que más se admira en
las
Oraciones fúnebres de Bossuet,
es imposible evitar aquí: el rendimiento
más ó menos deslumhrado por
ñores, ó las lecciones del
las
postumo
del
grandezas de sus se-
obispo enfrente de
las
tumbas entre-
abiertas?
Digno, dignísimo era de cualquier lamentación elegiaca, y prin-
CAPITULO XIX •cipalmente de
la
de su
403
en cuyo corazón debió de dejar tan gran
hijo,
soledad con su ausencia, aquel Maestre D. Rodrigo Manrique, ven-
cedor en veinticuatro
batallas,
y para cuyo panegírico no es menesque el historiador de
ter acudir á las cuarenta páginas en folio en la
casa de Lara recopiló sus altos hechos, bastando para
la
breve y elegante semblanza que en sus Claros varones
Hernando gos,
y de
del Pulgar,
como
la
caso con
el
dedica
le
cual conviene trasladar algunos ras-
necesaria ilustración histórica de los versos de su hijo:
«D. Rodrigo Manrique, Conde de Paredes é Maestre de Santiago,
segundo de Pedro Manrique, Adelantado mayor del reino de
»fijo
hombre de mediana
•>León, fué
¿compostura de sus miembros;
»poco
larga...
-inclinado
En
los actos
al oficio
que
facía
la Caballería.
Tomó
la tierra
»dos singulares virtudes: de
la
viene que sepa
»de
la fortaleza;
el
de
»
»de
las
que en
guerra con-
la
como por
los
mas
lo son;
muchos
así
actos que fizo en
que se deleytaba cuando
le
los
por su buena com-
armas, asentó tan perfectamente en su ánimo
la fortaleza,
la virtud
no por aquellas vías en que se muestran fuertes
posición natural,
de
Este varón gozó de
los moros...
buen capitán. Fué asimesmo dotado de
»que fingida é no verdaderamente
»cicio
de
prudencia, conosciendo los tiempos,
idos lugares, las personas é las otras cosas »
hábito é orden de San-
es cercana á la tierra
frontero en aquella su encomienda, fizo
y estando por
»muchas entradas en
la
un
en su menor edad, paresció ser
Comendador de Segura, que
stiago, é fué
»los moros;
de
proporcionado en
estatura, bien
los cabellos tenía rojos, é la nariz
exer-
el
el
hábito
ocurría lugar en que
la
»
debiese exercitar. Esperaba con buen esfuerzo los peligros, é aco-
•»
metía
Ȏl ni
las
fazañas con grande osadía, é ningún trabajo de guerra á
á los suyos era nuevo. Preciábase
»sen dispuestos para
las
mucho que
sus criados fue-
armas. Su plática con ellos era
»del defender é del ofender
al
enemigo, é
ni se
la
manera
decía ni facía en su
»casa acto ninguno de nobleza, enemiga del oficio de las armas.
sQuería que todos >exercicio, é
los
de su compañía fuesen escogidos para aquel
no convenía á ninguno dexar en su casa
»conoscido punto de cobardía: é «dispuesto para -veía
el
en los otros,
si
alguno venía á
uso de las armas, le facía
el
si
en
él
fuese
que no fuese
ella
grand exercicio que avía
hábile é diestro en
ellas.
En
é
las batallas,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
404
muchos encuentros que ovo con Moros
té
«Caballero fué
jprimero en
que mostrando
el
é con Christianos, este
granel esfuerzo á los suyos, feria
gentes de su compaña, visto
los contrarios: é las
el
es-
»fuerzo de este su capitán, todos lo seguían é cobraban osadía de »pelear.
Tenia tan grand conoscimiento de
^proveíalas en
manera, que donde fué
tal
él
campo,
las cosas del
é
principal capitán, nun-
»ca puso su gente en lugar dó se oviese de retraer: porque volver »Ias espaldas al
enemigo era tan ageno de su ánimo, que
muerte peleando que salvar
srescibir la
eno de Granada, ȇ los
el
moros gran
»que con í trabajó
nombre de Rodrigo Manrique terror...
número de
el
Venció más con
Toda
su gente...
í
la
el
fué
Usaba de tanta
»le bastara
si
liberalidad,
muy
En el revmucho tiempo
esfuerzo de su ánimo
mayor
en guerras y en fechos de armas. Pablaba
íleytábase en recontar los casos que
elegía antes
vida huyendo...
la
parte de su vida
muy
acaescían en
le
bien, é de-
las guerras.
que no bastaba su renta á sus
gastos; ni
grandes rentas é tesoros toviera, según
guación que tovo en
las guerras.
Era varón de
conti-
la
altos pensamientos,
»é inclinado á cometer grandes é peligrosas fazañas, é no podía suj>frir
cosa que
le
paresciese no sufridera, é desta condición se
le si-
sguieron grandes peligros é molestias.»
Tal fué
el
héroe que con su muerte dio ocasión á
poesía del Parnaso Castellano de
la
Edad Media.
la
más
bella
Y decimos ocasión
y no argumento, porque como advierte discretamente uno de sus glosadores en
el siglo
sferida á otro fin
más
»desta vida, caducas
xvi
(i), «la
principal,
y
breves,
vida y muerte del Maestre está re-
que el
es el
menosprecio de
amor de
las celestiales,
upara siempre duraderas. Aplica á este propósito, qué es
»y
vida humana, qué son los deleytes
la
»ras,
y
las cosas
firmes el
y
mundo
placeres: pinta las hon-
hermosura, fuerzas, riquezas, estados, nobleza y todos los de-
s>más bienes, así de naturaleza
jsubjetos á
la
mudanza y
fin
de
como de
fortuna, coligiendo estar
las cosas.
Todo
esto
debuxado con
y Grandes Señode nuestra vida y todas las más cosas
^evidentes comparaciones y exemplos de Reyes íres...
(i)
Fr.
En
dibuxar
el
discurso
Vid. el prólogo de Alonso de Calleja
Rodrigo de Valdepeñas.
al
frente de la glosa del Cartujo
CAPITULO XIX
405
»con tanta brevedad y tan descubierta demostración, parece cierto » haber excedido muy mucho el retablo de la vida humana, que hizo »aquel excelente varón Cebes. ¿Qué diré de
las figuras
y exorna-
ciones, que como piedras preciosas resplandecen en todas
¿Qué
»coplas?
del género de troba tan
conforme á
las
materia y tan
la
ssüave?»
Pero esta poesía tan unánimemente admirada, este amplio y majestuoso desarrollo de los grandes y eternamente eficaces lugares
muerte, ¿hasta qué punto puede ser considerada
comunes sobre
la
como
La cuestión
original?
más compleja de
es
lo
que á primera
y no es de las que pueden resolverse fácilmente palabra. Es claro que la originalidad no puede refe-
vista se imaginaría,
y con una rirse
aquí
sola al
fondo de
la
composición, que por ser tan verdadero y
tan universal y tan humano, no es de los que pertenecen á ningún
autor particular.
Que
las
grandezas mundanas son caducas y frági-
muerte iguala á grandes y pequeños, que la vida corre tan á prisa como un sueño, son verdades inconcusas, que están al les,
que
la
alcance de todo
manera de
el
digan. Se trata
acepción más
el
sólo
pueden valer en poesía por
la
y por la intensidad de sentimiento con que se aquí puramente de la forma artística, tomada en su
lata,
encadenamiento de
que
mundo, y que
decirlas
esto es, abarcando las sentencias,
y
el
las
plan de
composición,
la
imágenes y
los colores
el
con
poeta ha acertado á revestir estos conceptos elementales de
filosofía
Lo que importa
moral.
ginal Jorge ¡Manrique en cada
Ante
todo,
es precisar hasta
uno de estos
comencemos por
qué punto fué
ori-
particulares.
descartar una brillante paradoja que
con su grande ingenio y autoridad quiso acreditar D. Juan Valera traducir bellísimamente
la
obra de Schack sobre
árabes andaluces. Tratando, pues, de
la
elegía
la
al
poesía de los
que Abul-Beka,
poeta rondeño, compuso en tiempo de San Fernando y de D.Jaime el
Conquistador para deplorar
lencia
y Murcia,
el Sr.
la
pérdida de Córdoba y Sevilla,
Valera advierte
tal
Va-
semejanza entre muchos
rasgos y pensamientos de esta composición y las coplas de Jorge Manrique, que en su sentir no puede ser esto mera coincidencia.
Traduce, pues,
la elegía
de Abul-Beka en
queño, para hacer resaltar más
la
el
propio metro manri-
semejanza, y resueltamente afirma
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
4-06
que «Jorge Manrique hubo de conocerlos versos del poeta arábigos-
La coincidencia
es realmente pasmosa, sobre todo
Abul-Beka en
gía de
los
hermosos versos en que
la
si
ñor Yalera; porque en otras traducciones en prosa más
Hay que
semejanza parece más remota.
mucho que contribuye la
á la ilusión el
se lee la ele-
interpreta
el
se-
literal (i), la
descontar, por supuesto,
lo-
empleo de un mismo metro, y
opinión previa del traductor, que, sin querer, se ha visto impul-
sado á acentuar aquellos pasos en que
las
dos elegías se pare-
cen más: Cuanto sube hasta
la
cima,
Desciende pronto abatido Al profundo.
¡Ay de aquel que en algo estima El bien caduco y mentido
De En
mundo!
este
todo terreno ser
Sólo permanece y dura El mudar.
Lo que hoy es dicha ó placer, Será mañana amargura
Y Es
la
pesar.
vida transitoria,
Un caminar
sin
reposo
Al olvido; Plazo breve á toda gloria
Tiene
el
tiempo presuroso
Concedido.
¿Con sus cortes tan lucidas
Del
Yemen
los claros reyes
Dónde ¿En dónde
están?
los Sasanidas,
Que dieron
tan sabias leyes
Al Irán? ¿Los tesoros hacinados
Por Karún
el orgulloso
Dónde han (i)
En
ido?
prosa francesa por Mr. Grangeret de
la
Grange en 1828, y en
prosa castellana por D. León Carbonero y Sol, catedrático que fué de Ára-
be en
la
Schack.
Universidad de Sevilla; y aun en los mismos versos alemanes de
(
I'ITVLO XIX
.-.
407
¡De Ad y Temud afamados El imperio poderoso
Dó se
Y
ha hundido?
pasaron
los imperios
Cual una imagen ligera
En
De
el
sueño;
Cosroes se allanaron
Lo; alcázares, do era
De
Asia dueño.
Desdeñado y sin corona Cayó el soberbio Darío Muerto en tierra. ¿A quién
la
¿Del tiempo
muerte perdona?
El resto de esta elegía,
que
andar impío
el
Qué no
aterra?...
como
las Coplas., difiere bastante;
to interrogativo,
inspirada por
muy
diverso motivo
pero todavía se repite
el
movimien-
que es tan característico de Jorge Manrique: ¿Qué es de Valencia y sus puertos? ¿Y Murcia y Játiva hermosas,
Y
A
Jaén?
pesar de lo deslumbradora que puede parecer esta confronta-
ción,
eremos firmemente que
hecho de
la
se trata
de una semejanza casual. El
imitación de una poesía arábiga artística por un poeta
mismo tan
con-
castellano de
fin
tradice de
suerte todo lo que sabemos del desarrollo de nuestra
lírica,
tal
del siglo xv, es en
que sólo podría admitirse en
la elegía
sí
el
inverisímil,
caso de suponer que sólo en
de Abul-Beka pudo encontrar Jorge Manrique
los pensa-
mientos y formas de expresión en que uno y otro poeta coinciden.
Pues bien; puede demostrarse matemáticamente que no hay en toda
composición de Jorge Manrique idea, sentencia, imagen ó
la
giro que no procedan de las fuentes ción,
de los libros que todo
mundo
más leía
naturales de su inspira-
en
el siglo
xv, de la Es-
Santos Padres, de los moralistas y poetas clásicos, y de los trovadores castellanos, entre los cuales el que más inmedia-
critura,
de
el
tamente
los
sirvió
de modelo á Jorge Manrique fué su propio
tío
don
HISTORIA DE LA TOESÍA CASTELLANA
408
Gómez. Nó
necesitó, por consiguiente, buscar fuera
que dentro de
Y
ella tenía
comenzando por
apurarlas),
de su casa
lo
en tanta abundancia. reminiscencias de
las
la
Biblia (sin pretender
no hay duda que un versículo del Eclesiastes
(vil,
II):
«Ne dicas: quid putas causae est quod et priora témpora meliora fuere quam nunc sunt?» es el origen de aquellos sabidos versos: Cómo, á nuestro
...
parescer,
Qualquiera tiempo passado
Fué mejor.
De
Isaías (xi.iu,
1
8)
procede este otro pensamiento:
No- curemos de saber
Lo de aquel tienpo passado Qué fué dello.
«Ne
memineritis priorum,
La famosa
et
antiqua ne intueamini.*
interrogación, sobre
en Baruch (m, 16-20)
la
cual
volveremos luego, está ya
(i).
Nuestro poeta no sólo aparece versado en gradas Escrituras, sino también en algunos
do
muy poco
escribía,
cursados; á lo
de
la
los
la
lección de las Sa-
Santos Padres, aún de
menos en nuestros tiempos. Cuan-
por ejemplo: Si fuese
Tornar
la
en nuestro poder cara fermosa
Corporal,
Como podemos
fazer
El ánima gloriosa Angelical,
¡Que diligencia tau bina
Touiéramos toda hora
Y
(
1
)
«
Ubi sunt principes gentium,
per terram, qui quo confidunt cant et »
et
qui dominantur super bestias quee sunt su-
in avibus coeli ludunt, qui
¡tomines, et
solliciti sunt,
non
argentum thesaurizant
est finís acquisitionis
et
aurum
in
eorum? Qui argentum fabri-
nec est inventio opet uní illorttm?
Exterminan sunt,
xeruni.»
tan presta!...
et
ad
inferas descenderuni , et alii loco eorum surri-
CAPITULO XIX
409
un
tenía á la vista, sin género de duda, esle lugar de
atribuido á San
de vita contemplativa
Quanta
«
ope
ad
ad
ca quae
tde/onuitatemque tollcndas 1
At
cuneta succederentr...
vbus cura? quae solertia
cierto tratado
Próspero de Aquitania:
corporis speciem spectant et totis
ad
molestias
ad votum
nisibus anhelaremus si
vero si libera csset potcstas: quae in omniet
industria? qui tam in rebits ornandis et
>componendis iniquus esset labor:'»
Pero leído
el
libro
de
moral que Jorge Manrique parece haber
filosofía
con más ahinco, y
el
que dejó más huella en sus versos, es
uno que ya hemos encontrado en
la
biblioteca
de su
tío
Gómez
Manrique, y que no faltaba en ninguna de las de la Edad Media, existiendo ya antes de fines del siglo xv tres traducciones caste«Boecio Severino
De Con-
solatione Pliilosop/iiae», el libro de las visiones alegóricas
con que
llanas
y una catalana por romano poblaba
el último
lo
las
menos:
el
soledades de su cárcel de Pavía, en
tiempo del rey ostrogodo Teodorico. Esta obra, y especialmente ios metros ó poesías intercalados en ella, que son el último eco de lírica
la
horaciana,
donde su
noticia
y
haber sido objeto de poeta.
Hay en
el
la
aunque indirecto camino por
principal,
transmitió á
se
los
tiempos medios,
parecen
constante y asidua meditación de nuestro
Coplas algunos pensamientos de los más comu-
las
nes en las odas morales de Horacio, pero no creo que vengan de allí
directamente, sino á través de
ejemplo, ni del
el
Omnes una manet mors:
metro 7°,
la
imitación de Boecio. Por
allegados son iguales... no procede del Paluda mors,
libro a
calcanda semel via
letho,
sino del
de Boecio, donde también se encuentra
la inte-
et
rrogación famosa: Mors spernit altam gloriam: Involvit humile pariter et celsum caput,
Equatque summis
Ínfima.
Ubi nunc fideüs ossa Fabricii mapentf
Quid Brutus aut rigidus Cato?
(1)
Pueden añadirse
otras
(1).
muchas reminiscencias de Boecio masó menos
importantes:
-Haec nostra
vis est:
hunc continuum ludum ludimus, rolam
SamllS.t (Libro U, prosa H.)
volubili orbe ver(Sigue
U nata.)
4
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
1
Y aun
dejando aparte estos precedentes
rique dentro de
una en
serie
de precursores que se van eslabonando con
¡os detalles,
que es imposible considerar
un producto maravilloso y ción solitaria de un arte
una tradición siglos
Cuando
el
Jorge Man-
última y
la
al fin
rigor hasta
más
el
deriva-
nuestro ningún
perfecta forma de
que venía repitiendo á través de
tópicos predilectos de
los
Canciller Ayala,
tal
famosa elegía como
que no tuvo con
literaria antiquísima,
uno de
la
mucho menos como
fortuito, ni
lírico
género de contacto; sino como
los
latinos, tiene
propia literatura castellana de los siglos xiv y xv
la
la
oratoria sagrada.
de su Rimado de Palacio, recopila
y glosa algunas sentencias de los Morales de San Gregorio Magno sobre Job, no olvida esta consideración de la vanidad de la existencia
mundana, y exclama con verdadera elocuencia: ¿Dó están Las
las
heredades et
Las cabanas de ovejas,
¿Dó
los nobles vestidos
¿Do
las
de paño
Este mismo lugar común es
Un
la
muy
Fr. Migir,
capellán del obispo de Segovia
doradas?
las sillas
copas et vasos de metal
Cancionero de Baena.
grandes posadas,
almenadas,
vacas muchiguadas,
las
Los caballos soberbios de
que compuso á
las
villas et castillos, las torres
muy honrado? muy presciado?...
frecuente en los poetas del
de
orden de San Jerónimo,
la
D.Juan de
muerte de Enrique
III,
Tordesillas, en el dczir
pregunta, después de ha-
cer larga enumeración de personajes históricos y fabulosos:
E
de sus imperios, riquezas, poderes,
Reinados, conquistas é cavallerías,
Sus vicios é onrras é otros plazeres,
Que bienes son de Fortuna Que rebuelue con su rueda Presurosa.
«De/unetumque
leves
non comitantur
ofes.-»
(Libro va,
Pero digo que acompañen
Y
alleguen hasta la huessa
Con
su dueño.
!
tulo xix
¡
i
411
Sus fechos, fazañas é sus osadías,
¿A dó los saberes é sus maestrías? ¿A dó sus palacios, á dó =u cimento?
Con
inspiración
mucho más
valiente repite los
lúgubres Fernán Sánchez Talavera, deplorando
Díaz de Mendoza, hijo del Pues ¿dó
los imperios, é
los orgullos, las
dó
las
¿A dó ¿A dó
A
dó
A A
dó dó
A dó A dó
los poderes,
famas é bríos,
empresas, á dó los traheres?
las sciencias, á
maestros de
los
los
dó la
los saberes,
poetría?
rrymares de grant maestría,
los cantares, á
¿A dó
dó
los señoríos,
dó
A dó
dó
los tañeres?
los thesoros, vasallos, servientes,
los fyrmalles, las piedras preciosas, el aljófar,
possadas costosas,
el algalia é
aguas olientes,
pannos de oro, cadenas
lusientes,
A dó
los collares, las jarreteras,
A A
las sonajas
dó pennas
dó
muerte de Rui
mayordomo Juan Furtado:
Reynos, rrentas é
A A
mismos acentos
la
¿A dó
grises, á
dó pennas veras,
que van
los convites,
retiñientes?
cenas é ayantares,
A dó las justas, á dó los torneos, A dó nuevos trajes, extraños meneos, A dó las artes de los danzadores, A dó los comeres, á dó los manjares, A dó la Iranquesa, á dó el espender, A dó los rrysos, á dó el plaser, A dó menestriles, á dó los juglares? Ideas y giros análogos sobre
manas, se encuentran en tillana á
la
la
caducidad de
las
grandezas hu-
Pregunta de Nobles del Marqués de San-
D. Enrique de Villena, y también en su bello diálogo es-
toico de Bías contra Jortuna: ¿Essas edefficaciones,
Ricos templos, torres, muros,
Serán ó fueron seguros
De
las tus
persecuciones?
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
413
¿Qué es de Nínivc, Fortuna? ¿Qué es de
de Athenas?
Thébas?... ¿qué es
¿De sus murallas é almenas, Que non paresce ninguna?... ¿Qué es de Tyro
E
¿Qué Ca si
Pero de todos familiar á Jorge to,
imitó
c de Sidón
Babilonia? fué de Lacedemonia?
non
fueron, ya
son.
los poetas del siglo xv,
ninguno debía de ser tan
Manrique como su propio
tío;
más de cerca en pensamientos y
y á ninguno, en
estilo.
efec-
Los Consejos á
Diego Arias de Avila, composición de pobre argumento, pero de tan brillante ejecución,
que eleva y
dignifica lo
parecer nacido de vulgar despecho contra
rasgado
la
en
las
que en
ella
pudiera
Contador que había
libranza enviada por el poeta, parece escrita con la mis-
ma pluma que tafio del
el
había de servir
á
Conde de Paredes. Tal
comparaciones y en
Que
el
D. Jorge para trazar es el aire
honores
procuras,
Pásanse como frescuras
De En
esta
las flores.
mar alterada
Por do todos navegamos,
Los deportes que pasamos, Si bien lo consideramos.
No duran más ¡Oh, pues, tú,
que rociada.
hombre
mortal,
Mira, mira,
La rueda cuan presto
gira
Mundanal! Si desto quieres enxiemplos,
Mira
la
Tebas
grand Babilonia, y
inmortal epi-
metro. Oigamos á D. Gómez:
vicios, bienes,
Que
el
de familia que tienen hasta
Lacedemonia,
El gran pueblo de Sidonia,
Cuyas murallas y templos, Son en grandes valladares Transformados,
CAPITULO XIX
E
413
sus triunfos tornados
En sobres. Pues sy pasas tas ystorias
De los
vai ones romanos.
De De
los griegos
No
fallarás al
y troyanos,
godos y peruanos, Dinos de grandes memorias, los
Syno flama
De Si
presente
transitoria
aguardiente.
quieres que más acerca
Fable de nuestras regiones,
Mira
Que En En
las
persecuciones
fiíieion á
montones
la
su fermosa cerca;
la
qua) aun fallarás
Grandes mellas: ¡Quiera Dios, cerrando aquéllas,
No dar más! Que tú mermo viste muchos En estos tiempos pasados,
De
grandísimos estados
Fácilmente derrocados
Con pequeños aguaduchos;
Que
el
ventoso poderío
Temporal,
Es un muy
feble metal
De ved río. De los que vas por las En torno todo cercado, Con cirimonias tratado,
calles
No serás más aguardado De quanlo lengas que dalles: Que lo-í que por intereses Te siguían, En pro ito te dexarían Si
cayeses.
Bien ansí
comodexaroa
Al pujante Condestable...
Que
todas son emprestadas
)
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
4I4
Estas cosas,
E
no duran más que rosas Con heladas.
Pues
Con
tú no pongas las
amor
personas mortales,
N!n con bienes temporales,
Que más presto
que rosales
Pierden la fresca verdor;
E
non son sus crecimientos Sino juego,
Menos
Análogos símiles usa
(1)
que hizo de
las
turable que fuego
De
sarmientos...
el
mismo Gómez Manrique en la continuación Mena sobre los pecados mortales:
1
Coplas de Juan de
Aunque
las glorias
mundanas,
Fablando verdad contigo,
Más presto pasan,
amigo.
Que flores de las mañanas.
Que el deporte que más En esta vida mezquina,
dura
podrece tan ayna
.Sí
Como manzana madura.
Y
de
la
vida dice:
La
qual pasa
como
E como sombra
sueño,
fallesce...
El origen primero de todas estas comparaciones ha de buscarse en
la Bi-
y especialmente en el libro de Job y en los libros sapienciales, en los profetas y en los salmos: Transierunt omnia illa tanquam umbra. Fugit velut
blia,
umbra
et
nunquam
in
eodem
Quoniam tamquam foenum cito decideni.
Me
siatit
permanet. Omnis gloria ejut quasi flos agri.
velociter arescent, et
Laedetur quasi vinea
in
quemadmodum
primo flore botrus
he limitado con toda intención á
olera herbarum
eius.
citar aquellos textos
que segura ó ve-
risímilmente hubo de conocer Jorge Manrique. Por lo demás, en las poesías latinas
de
logo
de
al
la
Edad Media
es
muy
frecuente un movimiento interrogativo aná-
las Coplas:
Ubi nunc imago rerum? Ubi sunt opes potentum?
decía ya Tiro Próspero, poeta del siglo
En un
cántico sobre
Anthologie, se hace
la
la
v.
muerte, publicado por
pregunta en esta forma:
Rambach en
su Christliche
CAPITULO XIX
415
Conocidos estos precedentes, cuya enumeración podría ampliarse á poca costa, no faltará quien pregunte en qué consiste la origina-
que no hay en su elegía cosa
lidad de Jorge Manrique, puesto
Ubi
al-
Plato, ubi Porphyriusí
Ubi Tullías aut
Virgilius?
Ubi Thales? Ubi Empedocles
Aut egregius
Aristóteles?
Alexander ubi rex maximus?
Ubi Héctor Trojae fortissimus? Ubi David, rex doctissimus?
Ubi Salomón prudentissimus?
Ubi Helena Parisque roseus? Ceciderunt in profundum ut lapides.
Quis
El mismo pensamiento y
scil,
uno en ritmo
tentu mundi: el
an detur
eis requies?
misma forma domina en dos poemas De comp-
la
dactilico,
ha sido atribuido á San Bernardo,
pero más bien parece ser de Bernardo de Morley; por Wright entre
el otro
ha sido publicado
que comúnmente llevan
los versos latinos
el
nombre de
Gualtero Mapes: Est ubi gloria nunc, Babilonia? Sunt ubi dirus
a)
Nabuchodonozor
et Darii vigor, illeque
Cyrus?
Nunc ubi cura, pompaque Julia? Caesar, obisti, Te truculentior, orbe potentior ipse fuisti. Nunc ubi Marius atque Fabricius inscius auri? Mors
ubi nobilis et memorabilis actio Pori?
Diva
philippica,
vox ubi coelica nunc Ciceronis?
Pax ubi civibus atque rebellibus
Nunc
Stat rosa prístina nomine,
Vel Samson ubi
est
dux
Remus?
nomina nuda tenemus.
Dic ubi Salomón olim tan
Ir)
ira Catonis?
ubi Regulus, aut ubi Romulus, aut ubi
nobilis;
invincibilis,
Vel pulcher Absalon vultu mirabilis; Vel dulcís Jonathas multum amabili¡>>
Quo Caesar
abit, celsus
imperio?
Dic ubi Tullius, clarus eloquio Vel Aristóteles summus ingenio. Vid. para estas comparaciones:
Age
(Paris,
1847), pág.
126,
Du
Méril, Puc'sies populaires latines du
y F. Clément, Carmina
é
Mayen
Poetis Christianis ex-
cerpta (Paris, 1854), pág. 67.
Ticknor (edición de 1863) recuerda ses sobre
Eduardo
al
mismo propósito unos versos
IV, atribuidos á Skelton, y
magistrados. Se supone
que habla
el
rey
que se hallan en
mismo desde
el
su túmulo:
ingle-
Espejo para
6
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
41
gima que no hubiera sido dicha antes de misterio ó lo la
el
él.
Este es cabalmente
prestigio de la forma: expresar el poeta
como
ei
nadie,
que ha pensado y sentido todo el mundo. Por todo el cauce de venía rodando un inagotable lugar común sobre la
Edad Media
muerte.
A
todas horas resonaba en los pulpitos; era repetido en
Where is now my conquest and victory? Where is my riches and Royal array? Where be my coursers and my horses hye? Where is my myrth, my solace, and my play?
Pero en
canto mayor consiste en
el estribillo
¡Víais oii
Si
creyéramos en
la forma más bella y más célebre de de Villon Des dames du temps jadis, cuyo en-
extranjeras
las literaturas
esta interrogación es la balada
verdaderamente poético é inspirado:
sont les neiges d'antan?
autenticidad de los versos aztecas del rey de Tezcuco,
la
Netzahualcóyotl, que, según dicen, floreció en
dríamos repetido este tema hasta en tales versos tienen toda la traza
en
el
la
el siglo
de haber sido inventados en
xvn por algún ingenioso misionero ó algún
diana, conocedor de
nuestro objeto, en
la
xv de nuestra
era, ten-
poesía indígena de América; pero los
neófito
el
siglo xvi
ó
de noble estirpe in-
poesía española. Dicen así los que más importan á
la
traducción ó imitación de D. Joaquín Pesado:
¿Dónde están
los clarísimos varones
Que extendieron
su inmenso señorío
la vasta extensión
Por
Con
leyes justas
¿Dónde yace
Que
y
guerrero poderoso
el
los Tultecas
de este hemisferio
sagrado imperio?
gobernó
el
primero?
¿Dónde Necax, adorador piadoso
De
las
deidades, con
¿Dónde
¿Do
el postrer rey
Nada ¿En qué
De
amor
sincero?
la reina Xiul, bella y
amada?
de Tula desdichada?
bajo los cielos hay estable. sitio los restos se
reservan
Xoiotl, tronco nuestro venerable?
¿Do
los
De mi
de tantos reyes se conservan?
padre
¿Quj lugar
la frígida ceniza,
la distingue y eterniza?
Y por este camiDO sigue moralizando el supuesto poeta azteca sobre la muerte y la inconstancia de la dicha humana, en un tono muy semejante al de las coplas manriqueñas, las cuales probablemente conocía el que inventó los versos.
CAPITULO XIX
prosa y en verso, en
dramática en
latín
danzas de
las
la muerte
humana con
vida
el
las
y forma
el
meditaciones. Se comparaba sin cesar
la
sueño, con
la
la
sombra, con
chita apenas nacida, con el leve rastro
con
que deja
que
se
mar-
nave en
el
mar,
la flor la
corriente de los ríos que van á morir en el Océano.
la fugitiva
Se hacía
gráfica en los frescos
imaginación de todos y era
del cementerio de Pisa; asediaba
tema perpetuo de todas
417
y en lengua vulgar; recibía forma casi
procesiones de reyes, príncipes y la Sagrada Escri-
desfilar interminables
emperadores, de héroes y sabios, de personajes de
y de personajes de
tura
la fábula,
de damas y caballeros, de reinas y
de bellezas famosas, y se preguntaba
¿Dónde
está Jonatás?
¿Dónde
está Héctor?
Llegó, por
fin,
¿Dónde ¿Dónde
sin cesar:
está César?
está Elena?
¿Dónde
¿Dónde
¿Dónde
Salomón?
está
está Aristóteles?
está el rey Artus?
un día en que toda esta materia de meditación
moral, que en rigor ya no pertenecía á nadie, y que á fuerza de
rodar por todas
las
manos había
de su grandeza, se condensó en sacó de filial,
la
llegado á vulgarizarse con los versos
mengua
de un gran poeta, que
la
abstracción, que la renovó con los acentos de su ternura
y con un no sé qué de grave y melancólico, y de gracioso y que era la esencia de su genio. Los pensamientos
fresco á la vez,
eran de suyo altos y generosos, y puede decirse que en breve espacio abarcaban un concepto general de la vida y del destino humano: lo cual da á la composición una trascendencia que de ningún
modo
alcanza
la
ejemplo. Cuando otros,
Pregunta de Nobles, del Marqués de Santillana, por el
«qué fué del
Telamón,
Pirro,
Marqués pregunta fríamente, después de tantos fijo
Ayax de
de Aurora, y de Aquiles, Ulises,
Diomedes, Agamenón», no hace más que repetir
por centésima vez un lugar común,
nombres mismos de
los
al
cual quitan todo valor los
personajes remotos y fabulosos por los cua-
y que sólo en ficción erudita podían interesar al Cuando Jorge Manrique, dejándose de griegos y troyanos, evoca los recuerdos de su juventud, ó más bien lo que oyó contar
les se interroga,
autor.
á su padre sobre los esplendores
D. Juan
y de
y magnificencias de
de Aragón, y sus alegres
la
corte de
y las justas y torneos, y aquel danzar y aquellas ropas chapadas que traían, habla de algo vivo, algo que todavía conmueve las fibras de su alma. II
los Infantes
Mexésdez t Pelayo. — Poesía
castellana, II
fiestas
27
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
418
La ejecución el elogio del
no sólo brillante y franca y natural, sino
es
pueden
perfecta: apenas
tacharse, en la última parte
casi
que contiene
el
Maestre, dos estrofas pedantescas y llenas de nombres
propios:
En ventura
Octauíano,
Julio César en vencer
Y Pero
lo
batallar, etc.
más admirable, como ya queda
tración del dolor universal con
del conjunto,
y
el
indicado, es
propio dolor,
el
la
compene-
la
serena melancolía
la algazara y bullicio de pompas mundanas, y de aquellas
bellísimo contraste entre
aquellas estrofas que recuerdan otras en que parece
que van espesándose sobre
sombras de
viejo guerrero las
sumisa frente del
la
muerte, rotas de súbito por
la
los
primeros rayos de una nueva é indeficiente aurora. El metro que Quintana, con extraña
falta
de gusto, llama «tan cansado, tan poco
armonioso, tan ocasionado á aguzar los pensamientos en concepto ó
en epigrama» to, sino
es,
por el contrario, no sólo armonioso,
admirablemente acomodado
y suel-
flexible
género de sentimiento que
al
dictó esta lamentación. Ticknor, que sólo por rara excepción muestra
en todo
el
discurso de su obra verdadero sentido del arte ni de
la belleza poética,
ha expresado, sin embargo,
el
peculiar efecto de
y muy feliz: «Son versos (dice) que llegan hasta nuestro corazón, que le afectan y le conmueven, á la manera que hiere nuestros oídos el compasado son estas Coplas, con una comparación
muy
original
de una gran campana tañida por mano
gentil
y con golpes mesura-
más
tristes
y lúgubres, hasta que
dos, produciendo cada vez sonidos
por
fin,
sus últimos ecos llegan á nosotros
do lamento de algún perdido
objeto de nuestro
Digamos, pues, con I.ongfellow tores de esta elegía
ma
es
como por
el
(i)
Thepoem
is
a model it,
fueran
más excelente de
línea, así
por
lo
apaga-
el
cariño». los
traduc-
este poe-
solemne y bello de
la
noble reposo, dignidad y majestad del
que guarda perfecta armonía con
in accordancc with
(el
si
amor y
que conocemos en lengua alguna), que
un modelo en su
cepción,
como
el
fondo
y apliquémosle
sin
sohmn and beaatiful, and majestic.
and,
(i);
in its kind. lts conception is
ifie style
con-
estilo,
¡noves on-calm, dígníped,
CAPITULO XIX
temor
las
Beuve
(i) á
menos fundamento
palabras que quizá con
propósito de
419 escribió Sainte
balada de las damas de Villón,
la
no deja de tener cierto remoto parentesco con algo de esta «Feliz
situación inmortal
Un
poeta
y siempre renovada en
que ha proferido
lo
menos, como
este grito de genio
serán recordados
siempre que se
como
trate
de
más
los
el
naturaleza humana.
como
la
nación y
la
humanidad lengua en
la
y de sentimiento. Sus versos
naturales
y
más verdaderos,
los
rapidez con que pasan las generaciones
la
hombres, semejantes, como dice Homero, á
árboles: siempre que se medite sobre
bre
la
tiene probabilidad de vivir tanto
así
misma: vivirá tanto, por
los
elegía:
que acertó á encontrar un acento como éste para expresar
el
una
de
cual
la
corto término concedido á los
las
brevedad de
hojas de los
la
vida y so-
más nobles y más
triunfantes
la
•destinos: Stat sua cuique dies, breve et irreparabile
Ómnibus
Mucho, y con razón, Manrique
la
ha ponderado en
se
perfección de
diáfana pureza del
tempus
est vitae...»
estilo,
la
en que
al
Coplas de Jorge
las
lengua que ya en
él
parece
cabo de cuatro
fijada,
siglos
y
la
apenas se
encuentra expresión que haya envejecido. Pero no conviene exagerar las cosas,
rancia de
la
como
hasta ahora se ha hecho por olvido ó por igno-
cronología,
en gran parte
es propio
atribuir
y
exclusivamente
por virtud de una estrofa que constantemente se su lugar y mal entendida),
la
la
Santillana, de si
lo
que
donde
pusiéramos en
repite, sacada
corte de D. Juan
ponerle contemporáneo y hasta amigo de Juan de
gante como
poeta
de
vulgar preocupación de considerar á
Jorge Manrique como un trovador de
qués de
al
de su tiempo. Reina, no sé por qué (quizá
resulta la
Mena y
II,
del
y suMar-
un anacronismo tan extrava-
misma época
literaria,
y en íntimas
relaciones de amistad, á D. Leandro Fernández de Moratín
y á don Manuel Tamayo. Jorge Manrique, que murió muy joven, pertenece
como
poeta á
las
postrimerías del siglo xv, á los últimos años
Enrique IV ó más bien á cribe en
(1)
la
los
primeros de
los
Reyes Católicos, y
admirable lengua de su tiempo, como
Causeries du Lundi, xiv.
la
de-
es-
escribían en
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
420 prosa
autor de
el
La
dóñez de Montalvo, la
Celestina,
el
que dio
y Hernando
al
Amadis
del Pulgar,
escribían en verso, para no hablar de otros
drigo de Cota en sus églogas
el
Diálogo del amor y un
y en sus
villancicos,
y Garci Or-
su definitiva forma;
menos
viejo,
y como Ro-
señalados,
Juan del Encina en
Gómez Manrique en
sus composi-
ciones doctrinales y políticas, Garci Sánchez de Badajoz, Guevara
y
otros en sus versos amatorios. Si las Coplas de Jorge Manrique va-
que valen y
len lo
se levantan tanto sobre el nivel ordinario
de
la
de su tiempo, es por otras virtudes poéticas más íntimas y recónditas, que ya hemos procurado manifestar; y no por el estilo, lírica
que en su amable y culta naturalidad, es sencillamente
el
buen
estilo
de su tiempo, con aquella nota personal que pone en sus creaciones todo poeta digno de este nombre. Ni
elogio hace falta para
tal
la
gloria
de estas coplas, no olvida-
das nunca de nuestro pueblo, y honradas en todos tiempos con
más
sufragio de los ellas
claros ingenios españoles.
que merecían estar
escritas
poéticas,
y
ricos esmaltes
muy
elegantes, en
que
de ingenio, y sentencias gra-
como puede
sentimiento y eficacia de expresión, libros técnicos del siglo xvi,
fra nueva para
por ejemplo, en
el
verse en algunos
titulado Libro de ci-
harpa y vihuela, compuesto por Luis Venegas
tecla,
de Henestrosa (Alcalá, 1577). Fué traducida en dísticos
honra que pocas composiciones vulgares alcanzaban en
Renacimiento (1)
el
de
manera de endecha». Fueron puestas en música, con gran
ves, á
sa»,
dijo
con letras de oro. El grave histo-
riador Juan de Mariana las califica de «trovas
hay virtudes
Lope de Vega
Da
(i).
noticia
D. Bartolomé
con este
título:
latinos,
los días del
de esta versión, calificándola de «franca, valiente y nerviomanuscrita en la Biblioteca del Escorial J. Gallardo. Existe
Hispana Georgü Manrici Carmina.
.
in
Latinum Carmen nupe-
rrime conversa. El códice, escrito con singular primor de letra en 43 hojas
en
S.°,
que
el
vitela,
Felipe
que contienen
el
traductor (cuyo
texto castellano y latino, parece haber sido
nombre
se ignora,
por haber sido arrancada
que debió de servir de portada), presentó II.
La versión comienza
al
desipiscat hebes, alto experrecta sopore.
Contemplata quidem
vita
haec
mismo hoja en
Príncipe, luego Rey,
así:
Evigilet sternens animus, tenebrisque relictis,
Mens
el la
ut praeterit instans,
don
CAPITULO XIX
Formar catálogo de añadidas á
421
sus innumerables ediciones, ya sueltas, ya
las glosas, sería tarea larga é
tando por otra parte descritas
las
impropia de este lugar, es-
más notables en
de bibliografía española, especialmente en
rales
va. Parece ser la
mado de Fr.
más antigua
el
gene-
los libros
Catálogo de Sal-
que forma parte del Cancionero
la
lla-
Iñigo de Mendoza, por empezar con el Vita Christi de
y ser suyas la mayor parte de las poesías que contiene: volumen sin año ni lugar, pero que parece impreso en Za-
este fraile
rarísimo
mora, por Centenera, hacia tenido son
el
año de 1480.
el
Muy
análogos en su con-
Cancionero de Zaragoza, impreso por Paulo Hurus,
alemán de Constanza, á 27 días de Noviembre de 1492, con
de Coplas de Vita
año
ni lugar,
y
Christi,
Cancionero de
el
Ramón
pero indisputablemente del siglo xv, y
Uno y
tipógrafo zaragozano.
al
parecer de
otro incluyen las famosas coplas,
tos tres primitivos textos son los
más puros y autorizados de
Nicolás Antonio habla de una edición suelta de 1494: no
cemos. El Cancionero general de
muy
no
1 5 1 1
las incluyó, sin
la
En
el
es-
cono-
menos
de 1535-
los Cancioneros, las Coplas
ción extraña, pero narlas
y
ellas.
duda por
sabidas, pero fueron añadidas en los posteriores, á lo
desde
título
de Llavia, sin
cuando
ca que en
como
se las
aparecen limpias de toda agrega-
pequeño volumen convidaba
su
imprimía sueltas, y
ellas se trata se
la
á adicio-
materia moral y
filosófi-
prestaba á interminables desarrollos,
más
ó menos
poéticos é ingeniosos, no fueron pocos los que se dedica-
ron á
empresa. Siete glosas, por
tal
lo
menos, se hicieron en verso
y una en prosa. Daremos alguna razón de ellas, porque en realidad deben considerarse como obras de la escuela de Jorge Manrique y son un nuevo testimonio de
que alcanzó su
Parece haber sido
Ut
la
popularidad, no interrumpida nunca,
elegía. el
más antiguo de
tacite obrepit
Utque recordanti
mors, sit
quam
cito
estos glosadores un legista,
gaudia migrent.
urgens causa doloris,
Ut melius semper quod
praeterit, esse
[Cons. Fr. Guillermo Antolín: Sobre
el
Jorge Manrique (en Revue Hispanique, xiv,
putemus.
traductor latino de las ¡Coplas* de 22). (A. £.)]
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
422
Licenciado Alonso de Cervantes, Corregidor que había sido en la
el
villa
de Burguillos, de donde por cruel sentencia (según
refiere
él
en su prólogo)
salió
do, por ágenos
y extraños yerros y excesos, de todos los bienes que peregrinación desta trabajosa vida no constituye».
Fortuna para
En
el
mismo metro
reino de Portugal «despoja-
buscando algún consuelo, escribió su
del original, procurando,
acierto, entretejer sus
y
el
la
situación de ánimo, y
tal
glosa en arte
desterrado para
pensamientos con
que, cuyos versos se destacan de
tal
modo
de su imitador, que hacen imposible
los
momento. Dedicó ñiga,
su trabajo al
la
Duque de
los
sobre
de Jorge Manrila
1501
burda
equivocación
tela
de
por un
ni
Béjar D. Alvaro de Stú-
con unas coplas en alabanza de sus armas, y
Lisboa, por Valentín Fernández,
bien con poco-
si
le
imprimió en
Son veinte hojas en
(i).
cuarto gótico, que fueron reimpresas varias veces, sin lugar ni año,
siempre con rece ser
la
el
rótulo de Glosa famosísima.
Siguió á este glosador, y
desgraciado en su prosa que
Fué los
éste Luis de
años de
fón, sino
La última edición pa-
de Cuenca, por Juan de Canova, I55 2
en
1 5
el
otro no
menos
Licenciado Cervantes en sus versos.
Aranda, vecino de
la
ciudad de Ubeda,
52 (fecha que consta no en
el privilegio)
-
como en competencia,
la
el
portada, ni en
cual el
por
colo-
hizo salir de las prensas de Valladoüd una
obra larga y pedantesca que al parecer tenía compuesta mucho tiempo antes (2), con título de Glosa de Moral Sentido á las famo-
(1)
Brunet describe esta rarísima ediciÓD, que, de no existir
la
de Sevilla,
por Meynardo Ungut y Stanislao Polono, pudiera tenerse por princeps de las Coplas en opúsculo independiente de los Cancioneros: 1494,
Glosa famosissima sobre
/ai
la ediiio
Coplas de dó Jorge manrique. (Col.) Acabóse la
y enmendada por el mismo autor. E imprimida en la... por Valentyn fernáJes, de la provincia de Moravia. Año...
présenle obra corregida
cybdad de Lisbona...
de myl quinientos y uno año, a diez dias del mes de Abril.
Folio (2)
gót.,
á dos columnas, con figuras en madera.
Así parece que hemos de inferirlo de este pasaje de
la
dedicatoria
al
Secretario Juan Vázquez de Molina, puesto que en él se alude manifiesta-
mente á la glosa del Licenciado Cervantes: «Muchos días son pasados que la 5 glosa que se intitula famosísima, hecha á las Coplas de D. Jorge Manrique, • salió á luz: en cuyo tiempo yo tenia hecha otra d las tnesmas, que pensaba sa» car: y así vemos que no está en balde dicho que sabe poco el que piensa
CAPITULO XIX sas y
muy
423
D. Jorge Manrique. Las sentencias de
excelentes coplas de
Jorge Manrique están ahogadas en diez y sulso. libro
El
nombre y
el
lugar de
la
seis pliegos
de fárrago
impresión se declaran
al fin
in-
del
en esta extravagante manera: Aquí
Que
se acaba la glosa
es de sentido moral,
Hecha en elegante
muy
Útil y
Con
privilegio real.
En
A
prosa,
provechosa,
Valladolí imprimida
su costa del autor,
Por él mesmo corregida, De la offecina salida De Córdova el impressor.
Tenía Luis de Aranda
el
furor de glosarlo todo, para lucir sus
las demás obras suyas que conomismo género: «.Glosa intitulada Segunda de Moral sentido, á los muy singulares Proverbios del Marqués de Santularia. Contiéncsse más en este libro otra Glosa d XXIV coplas de
impertinentes moralidades. Todas
cemos son de
las
este
300 de Juan de Mena (Granada, 1575)»
(i);
«.Obra nuevamente
hecha, intitulada Glosa Peregrina, porque va glosando pies de diversos romances.
Va repartida
en cinco Cánticos.
El primero de
la
Cayda
de Lucifer. El segundo de la desobediencia de Adán. El tercero de
la-
Encarnación de nuestro Redemptor. El quarto de su muerte y pasión.
El
quinto y último, de su Resurrección (Sevilla, Alonso de
ra,
1577)».
la
El más conocido de los glosadores de Jorge Manrique, y
mayor número de ediciones obtuvo,
-se >
lo
que
él
no
glosalla
la
poesía
que de éti-
me hurtó la bendición el que que yo pensaba hacer, quise dexalle el
piensa. Pues visto que
me anticipó primero, haciendo
lugar, y
el
fué el capitán Francisco
Guzmán, incansable y bien intencionado cultivador de
>que nadie piensa
Barre-
lo
en metro, como otros muchos han hecho, por no ace-
challe al carcañal.» (1)
Reimpresa con
el título
cirse en el trato civil de la gente,
Está en verso.
de Avisos sentenciosos sobre en
el
tomo v
el
modo de condu-
del Caxón de Sastre, de Nipho.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
424
sentenciosa y paremiológica, como lo acreditan sus Triunfos Mora/es (1565); su Flor de sentencias de sabios (1 557)> refundida
ca,
después con (1576).
les
de Decreto de Sabios; y sus Sentencias genera-
el título
Aunque
capitán
el
Guzmán mereció de
muy
benevolencia de Cervantes un elogio
Caliope por «haber puesto tan en su punto
la cristiana
inagotable
la
expresivo en
el
Canto de
poesía», tiene
razón Gallardo en decir que sus versos son generalmente una prosa rimada, árida y seca, sus conceptos y sentencias comunes y trivia-
Pero hay una excepción que poner á
les.
que Guzmán dejó;
muy
diestra
Maurrique á
á
la
muy
lo
esto.
que puede pasar por un
Lo más acendrado
ejercicio
D. Gcorge
fácil,
la
muerte del Maestre de Santiago... su padre, dirigida
alta
y muy
y
esclarescida
christianíssima Princesa
Leonor Reyna de Francia. El nombre del glosador se coplas acrósticas de arte mayor, que van
tumbre
de imitación
es su Glosa sobre la obra que hizo
y
La primera y
del tiempo.
infiere
al principio,
Doña
de unas
según cos-
rarísima edición, en 4.
gótico de
16 hojas, es de León de Francia, sin año. Luego fué reimpresa varias
veces en Amberes por Martín Nució (1558, tes,
de
unida por Santillana.
lo
Todavía
Acertado anduvo así
por
el estilo
1
598...)
y en
otras par-
general á los Proverbios ó Centiloquio del Marqués
el
en una impresión de Madrid de
lo está
I
"99-
editor del siglo pasado en elogiar esta glosa,
como por
la
abundancia de sentencias graves y pro-
vechosas, y sobre todo por la entereza con que engasta en los suyos los versos de
Manrique.
Y
como
estas glosas
no son hoy
nadie, conviene poner alguna muestra:
No os fiéis, damas hermosas, En beldad ni fermosura Que en vos haya, Porque sois como las rosas, Que muy presto su frescura Se desmaya. La cosa de que más cura Tenéis en
Y
El color y Cuando
la
jovenez
tanto cara: la blancura.
viene la vejez,
Cuál
se
para?
leídas
por
CAPITULO XIX Los deleytes y dulzores Que en la fresca edad tuvieres, Si mirares,
Todos se tornan dolores, Cuando á la vejez vinieres
Y
pesares:
Piérdese
la fortaleza
Deste cuerpo terrenal
Y
la virtud,
Las mañas y
Y la fuerza
ligereza,
corporal
De juventud. Pues aquellos tan preciados,
Los Nueve que tanta fama Consiguieron,
Tan
valientes y esforzados.
Como una
encendida llama
Fenescieron:
Ya son muertos
Y
su
éstos todos,
poder y grandeza Perescida,
¿
Pues
la sangre de los godos,
Y el linaje y Tan
Como Que
el
la noéleza
crecida?
cauto pescador,
á pescar gana su vida
Con
caña,
la
Es este mundo
Que con
Y
Y
nos engaña;
los deleites
Con que
traidor,
deleites convida
que
él
da
tanto nos holgamos
Son mortales, }' los
tormentos de allá,
Que por
ellos
esperamos,
Eternales.
¿De Alexandro Ni
el
el
gran poder,
saber de Salomón,
Qué
les sirvió?
425
426
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA Pues no pudieron hacer Contra muerte defensión,
Que La
los venció:
cual á todos subvierte
Sin ser grandes ni menores
Reservados;
Asi que no hay cosa fuerte
A papas,
ni emperadores,
Ni perlados. ¿Qué fué
Que tuvo
A
rey don Enrique
su obediencia?
¿Qué se hizo
De
llora
en se acordar
aquellas cosas pasadas
Que ¿
Almirante
su elocuencia?
¿Quién no
De
el
don Fadrique,
Castilla,
Y
Marqués pujante,
del
al
solían?
Qué. se hizo aquel ¿rodar,
Las músicas acordadas Que tañían? ¿Qué fué de las invenciones
De
aquel tiempo y atavíos
Tan bordados? ¿Los motes y las canciones,
Los fingidos desafíos
Y
estacados?
¿Dónde iremos
á buscar
Las damas tan arreadas
Que ¡¡
Que
se hizo
servían?
aquel danzar,
Aquellas ropas chapadas
Que
traillan}
Tomad exemplo, privados, En don Alvaro de Luna, Condestable:
Vivid siempre moderados;
Que
esta loca
Es
de fortuna
variable.
CAPITULO XIX Sesenta
427
villas cercadas,
Fuera del gran Maestrazgo, Poseía,
De mercedes
y compradas,
Cuando pagó aquel portazgo
Que Nunca
debía...
se vio tal poder
De hombre que
rey no fuese
Coronado;
Pero yéndolo á prender,
No
halló quien se pusiese
A ;Dó
su costado.
correr cañas y toros
el
Por donde
iba,
y los juglares
Al entrar,
Sus
irifinitos ihesoros,
Sus
villas y sus lugares
Y mandar? Aquél que más de treinta años El reyno
como
le
plugo
Gobernó, Fortuna con sus engaños
En
manos de un verdugo
las
Lo
entregó:
Tanta plata y tantos oros Al tiempo que los pulgares
Le ,-Que
le
fué atar,
fueron sino lloros?
¿fruéronle sino pesares
Al dexar?
Ciertamente que hay algo de sodia; pero se
bellezas de lo
Tampoco ria,
la
pía
ve que, por
lo
servil
y aun de
pueril en esta rap-
menos, comprendía
el
imitador
las
que imitaba.
carece de mérito, aunque es
y devota glosa de un monje
más
ascética
que
litera-
cartujo, D. Rodrigo de
Valdepeñas, prior del Paular, repetidas veces impresa en unión
con otros opúsculos, ya de materia piadosa como «í/ caso memorable de la conversión de tina dama», ya de más profano asunto,
como
las
Coplas de Mingo Revulgo,
el
Diálogo entre
el
amor y un
— HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
428
de Rodrigo de Cota, y
viejo,
Garay
Cartas en refranes, de Blasco de
las
(i).
Menos celebrada y menos reimpresa que tillo,
las
glosas anteriores fué
Protonotario Luis Pérez, natural y vecino de
la del
la villa
poema sobre y todavía más por su
cerca de Valladolid, conocido por un
de Túnez y otros versos
mado
latinos,
Del can y del
lógico-recreativo
la
de Por-
conquista
tratado zoo-
caballo (Valladolid, 1568), tan esti-
entre nuestros coleccionistas de libros de caza, equitación y
veterinaria (2). Luis Pérez es hablista abundante
glosa valdría
mucho más
hubiese ahogado
el
texto bajo
el
peso de
las citas
chas veces impertinentes, que sobrecargan
gunas todavía son
y
castizo,
pero su
por hacer alarde de su vasta lectura, no
sí,
las
y autoridades, mu-
márgenes,
si
bien al-
y nos han puesto en camino para buscar verdaderas fuentes de la elegía de Jorge Manrique (3).
(1)
Hay
útiles
ediciones de Alcalá, 1564,
15S4; Madrid, 1614 y 1632.
En
1570 y 1588; Sevilla,
1577;
las
Huesca,
esta última se añadió la Doctrina del Esloy-
co Filósofo Epicteto, traducida del griego
por
el
Maestro Sánchez de
las
Brozas. (2)
Lindamente reimpreso en
Sevilla, 1888,
por diligencia de D.José Ma-
de Hoyos y Hurtado (tirada de 50 ejemplares). Glosa famosa sobre las Coplas de D. Jorge Manrique, compuesta por (3)
ría
el
Protonotario Luys Pérez... Valladolid, en casa de Sebastián Martínez. Acabóse
á
doze días de (sicj
impresor.
mes de Abril de 1561,
Medina
Además de
4.
— Valladolid,
1564, por el
mismo
del Campo, 1574.
la Glosa,
contienen estas ediciones una larga y apreciable com-
posición del Protonotario Pérez en coplas manriqueñas, titulada Loores de
Nuestra Señora, unas coplas de arte mayor y unos dísticos latinos en alabanza
de Jorge Manrique y de su obra. Protulit
Qui posse calamum
Hunc
A
ella
pertenecen estos versos:
haud ullum, Manrique, Hispania nostra vel superare tuum.
relegant reges textum, dignissima monstrat
Lectu, et
quam
Non Venus
facili
tempore regna cadant.
hic resonat, lasciva aut verba reportat,
Nec Metamorphoses
Iliacasve rates.
Non Non
canit,
silvas,
non rura
non
belliger arma,
figmenta sonat: turpia nulla leges.
Dogmata concentu resonat suavissima Quae nos assidue pagina sacra docet.
sancto,
CAPITULO XIX Estas fueron
las
429
cuatro glosas que llegaron á conocimiento de
Cerda y Rico, á quien se debe
el
buen
servicio
de haberlas
re-
impreso juntas en 1779. Pero se ocultaron á su diligencia otras
siglo xvi,
el
muy
debidas á dos de los preclaros ingenios, que,
tres,
conservaron con más fidelidad
escuela poética del siglo anterior: Jorge de
De
rio Silvestre.
las
entrado
tradiciones de la
Montemayor y Grego-
Jorge de Montemayor hay dos glosas distintas:
una de carácter doctrinal, bastante árida y prosaica, que está en Amberes, 1 5 54> y también en un pliego
sus Obras, edición de suelto de Valencia,
1576, por Juan Navarro
(cada una de
las
ma una nueva
cuales da
de singular rareza, que no se
halla,
la
la
otra glosa,
transcribe
el
muerte de
Rey D. Juan
III.
y
la
for-
Prin-
Es pieza
según creemos, en ninguna de
ediciones del Cancionero de su autor, y
pliego suelto que existe en cual
La
imitador materia para cuatro)
al
lamentación elegiaca sobre
cesa de Portugal, doña María, hija del
las
(1).
por cierto, poética y sentida, es sólo de diez coplas
bellísima
sí
sólo en un rarísimo
Biblioteca Nacional de Lisboa, del
la
erudito autor del
Catálogo razonado de los
autores portugueses que escribieron en castellano, D.
Domingo Gar-
cía Peres.
La
glosa de Gregorio Silvestre, que tengo por superior á todas
en brío y arranque poético, está en todas desde
primera de Granada de
la
1
ediciones de sus Obras,
las
582. Pero así ésta
da de Montemayor han de formar parte de
mos de
los versos
la
como
la
segun-
selección que haga-
de estos poetas, y entonces habremos de
insistir
en mostrar su valor propio, que es independiente del texto que
comentan, aunque de
puede decirse de
las
él
reciban
la
inspiración primera.
Lo mismo
Coplas castellanas imitando á las de Jorge
Manrique, que trae en su Jardín Espiritual
(i
585)
el
excelente
poeta carmelita Fray Pedro de Padilla.
(1)
de
De
esta
primera glosa ha hecho una reimpresión
los Caballeros (Sevilla,
grafía la forma
Esta glosa es
imprenta de E. Rasco,
que Gallardo llamaba de la
18S3),
los Astetes viejos.
que empieza: Despierte Estar
el
alma que osa
comino durmiendo...
el
Marqués de Jerez
imitando en
la
tipo-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
430
Para completar
la historia literaria
de esta elegía, conviene aña-
dir dos palabras sobre las principales traducciones
han hecho. Queda ya mencionada
ducción inglesa fragmentaria apareció en
go
el
la
ella se
Una
tra-
Revista de Edimbur-
la
año 1824, en un artículo sobre literatura española, que se
atribuye á Richard Ford.
en
que de
del siglo xvi.
la latina
Pero quien verdaderamente aclimató
poesía inglesa esta composición, haciendo de ella una ver-
y fidelísima, fué el autor de Evangelina, el más célemás simpático de los poetas norteamericanos de nues-
sión magistral
bre y
el
tro siglo,
Henry YVadsworth Longfellow
mayor perfección naje,
y quizá
más
el
Es imposible
(i).
arte de traducir en verso.
el
glorioso, á la
Como
llevar á
último home-
memoria de Jorge Manrique,
transcribiremos algunas estrofas, escogiendo las que en
el original
son más célebres:
Where
is
the King
Don
Juan?
Each royal prince, and noble
Where
heir
Of Aragón? Where are the courtly gallantries? The deeds of love and high emprise, In battle done?
Tourney, and joust, that charmed the eye,
And
scarf,
and gorgeus panoply,
And nodding
plurne;
What were they but a pageant scene? What but the garlands gay and green, That deck the tomb?
Where Their gay
are the high born dames, and attire,
and jewelled
where
hair,
And odours sweet? Where are the gentle knights, that carne To kneel, and breathe love's ardent Same,
Low
at their feet?
Where is the song of Troubadour? Where are the lute and gay tambour
(1) tor}'
Coplas de J. Manrique. Translated from the spanish: with an introduc-
essay on the moral
and devotional poetry
of Spain... Boston, 1833.
Esta traducción se ha reproducido después en todas las ediciones de las
obras poéticas de Longfellow.
—
—
CAPITULO XIX
They loved of yore? Where is the mazy dance of
431
oíd,
The flowing robes, inwrought with gold The dancers wore?
The countless gifts-the stately The royal palaces, and halls
walls,
All filled with gold; Píate,
with arraorial bearings wrought,
Chambers with ampie treasures fraught Of wealth untold; The noble steeds, and harness bright,
And
gallant lord, and stalwart knight,
In rich array,
Where
shall
we seek them now?
Like the bright
dew— drops
They passed away
1
No
sé
que
el
las dificultades
Un
que ofrece
la
Maury, en L'Es-
Conde de Puymaigre
ducido algunas estrofas, procurando remedar
de
grass,
fi).
exista versión francesa completa. Nuestro
pagne Poétiqae (1826), y más adelante
ceñidas.
Alas!
on the
el
metro del
(1873),
han
original, á
tra-
pesar
lengua poética francesa para versiones tan
solo ejemplo mostrará la ventaja del
segundo traductor sobre
el
primero.
MAURY Qu'on
fait
Ieurs jeux héroiques?
Pour ees tournois magnifiques Tant d'appréts?
Eux
et leur faste
superbe
Qu'ont-ils été plus que l'herbe
Des
guéréts?
PUYMAIGRE
Oú
sont tournois, joítes sans nombre,
Habits par les joyaux caches, Cimiers
fiottants?
Tout a disparu comme une ombre... C'élaient des feuillages séchés
Tombés du Es de presumir que
temps!
los alemanes,
que
lo
han traducido todo, tengan no
una, sino varias versiones de estas coplas; pero hasta ahora no han llegado á
mi
noticia.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
432
¡Dichoso poeta
los
el
que después de cuatro
siglos
puede renacer de
y dichoso Jorge Manrique entre nuestros, puesto que á través de los siglos su pensamiento cris-
modo en
este
tiano
y
labios de otro poeta,
filosófico
continúa haciendo bien
,
y cuando entre españoles
se trata de muerte y de inmortalidad, sus versos son siempre de los
primeros que ocurren á rio
y
la
memoria, como elocuentísimo comenta-
desarrollo del Surge qui dormís, et exurge, de
San Pablo!
CAPITULO XX [pEDRO GUILLEN
DF,
DATOS BIOGRÁFICOS.
SEGOVIA.
— SUS
POESÍAS.-
SU DICCIONARIO RÍTMICO «LA GAYA DE SEGOVIA».]
Pedro Guillen de Segovia
(i)
no tiene ciertamente
poética de los Manriques, ni siquiera
pués de
ellos,
me
parece
Sus contemporáneos
de
los
le
el
la
la
importancia
de Alvarez Gato; pero, des-
mejor poeta del reinado de Enrique IV.
llamaron gran trovador, y fué seguramente
más fecundos, aunque
sus producciones, puesto
la
imprenta fuese avara en divulgar
que sólo una de
ellas
fué incluida en la
primera edición del Caucionero general, desapareciendo en todas posteriores con bien poca justicia, puesto que se trata nada
que del primer ensayo de traducción de llano.
rio
de
los
Salmos en verso caste-
la
de haber sido Pero Gui-
Así por esta singularidad, como por
llen preceptista la
las
menos
además de poeta, y autor
del
más antiguo
dicciona-
rima castellana, merece que de su persona y obras se dé
alguna noticia. (i)
halla
del
La más completa monografía acerca de Pedro Guillen de Segovia, donde menos pudiera esperarse: en
Salmo
L
de
el libro
David i Miserere mei Deus» y
se
titulado Traducción en verso
noticia de versiones poéticas que
de dicho Salmo se han hecho en lengua castellana y de sus autores, trabajo
erudito y curioso de mi difunto amigo D. Fernando de
la
Vera é
muy
Fernán-
Isla
dez. (Madrid, 1879, págs. 104-133.)
[Véanse, acerca de Pero Guillen: H. R. Lang, Contributions rature,\\\ (Revue Hispan/que,
t.
xvi, 1907);
ídem
id.,
de Pero Guillen de Segovia» (Revue Hispanique,
La Gaya
t.
to
Spanish Lite-
The So-called «Cancionero xix, 1908); O.
Tallgren,
J.
o Consonantes de P. G. de S. (en las JSIémoires de la Société ne'o-philo-
logique de Helsingfors,
'
t.
iv, 1906,
Meséhdez r Pulí yo.— Poesía
págs. 1-49). (A.
casletlaita, II.
B.)'\
28
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
434 le
ha llamado indistintamente Guillen de Segovia y Guillen de
Sevilla,
pero toda discusión sobre su patria queda cortada por su
Se
propio testimonio. Nació en Sevilla
el
año 14 1 3, según
él
mismo
declara con toda precisión en estas coplas, que pone en boca de
la
Filosofía:
Un
día nebuloso, que
Naciste en Sevilla.
manso
el
Dos horas y
A
llovía,
..
año de trece.
tercia pasadas del día,
ocho de Virgo;
el día
era martes:
El orbe terreno por todas sus partes Señales contrarias del curso
De Segovia
facía.
fué únicamente vecino, en el tiempo de sus adversi-
dades: Ventura y fortuna mostrando el revés, Fálleme en Segovia con sobra de enojos.
Antes ó después residió también en un pueblo de cano á Pedraza, de donde algunos equivocadamente natural. Infiérese
de estos versos suyos, dirigidos
la le
al
Sierra, cer-
han supuesto
Arzobispo Ca-
rrillo:
Si vuesa prudencia querrá saber quien
Es este que yase de palmas en
En
esta
tierra,
Mandad preguntar por Pero
Guillen,
Allende Pedrasa, bien cerca
la sierra...
misma composición,
á la cual antecede
prosa, nos da las principales noticias de su vida.
un prólogo en
Fué
su juventud
próspera y holgada, con bienes de fortuna en suficiente copia: Mostróme fortuna su próspera cara, el tiempo de mi juventud,
Seyendo, en
Fermosa, riente, alegre,
Dándome Estos días
felices
y no
es
govia obtuvo
el
Juan
II;
uno de
los
muy
clara,
bienes en gran multitud...
de su vida coincidieron con
muy
el
reinado de don
aventurado suponer que Pero Guillen de Se-
patrocinio de D. Alvaro de Luna.
Fué
á lo
menos
pocos trovadores que después del suplicio del Maestre
xx
CAPITULO tuvieron
el
435
valor de llorar su muerte y tomar la defensa de su
modo
moria, aunque de un
me-
tímido é indirecto. El dezir que fizo Pero
Guillen sobre la muerte de D. Alvaro de Luna, tiene indudable tendencia apologética. El poeta se hace cargo de los tres principales capítulos
de acusación contra
ñoría del rey,
Yo
crueza, tiranía
el ¡Maestre:
y con más ó menos
y usurpar la
se-
habilidad procura contestar á ellos:
digo que quien regía
Tantas gentes en tropel,
De
fuerza le convenía
Ser algund tanto cruel.
mostró gran
Si
E
tiranía
codicia singular,
Por
los
grandes que tenía
Tan prestos á
le dañar;
Presumo, syn más mirar, Que, celando grand ofensa,
En sólo
tener que dar
Procuraba su defensa.
En Ser
En
público se
lo
rey
al
muy
falla
obidiente:
regir cualquier batalla
Esforzado é diligente.
Yo no
modos
sé por quáles
Se encendió aquesta brasa: Justicia
queremos
todos;
Pero non por nuestra
De
esta apología se
va elevando
morales sobre la instabilidad de
las
el
casa.
autor á ciertas consideraciones
grandezas humanas y los misterio-
sos decretos de la Providencia, visibles en
Volvamos
De
esa
al
la
catástrofe de D. Alvaro:
vituperio
muerte tan mezquina,
Celebrado por misterio
De
la
potencia divina.
Todo quanto aquí revelo En esto sólo se encierra: Que,
lo
que viene del
Secución habrá en
cielo,
la tierra.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
436
Por súbitos reveses de fortuna, que en ninguna parte pero en los cuales debieron de
y pocos años más adelante
la
de Juan de Mena, que eran de Pero Guillen treñido por
la
i),
(
influir algo la caída del
muerte del Marqués de Santillana y
los principales maestros
vióse este despojado
dura ley de
la
explica',
Condestable,
y protectores
de todo su haber, y cons-
necesidad á hacerse copista de escri-
turas ajenas, oficio en que gastó diez años de su vida y perdió casi del todo la vista. Así lo refiere en la Suplicación que ordenó para
Arzobispo s>en
Carrillo:
«Xo hay mayor
pobreza, que haber primero conocido
>yo...
en mi juventud hobiese habido de
»con que segund mi estado, podiera,
»y sustentar
la
misma
al
los
viene
estado próspero. Et
como
temporales bienes, tantos
sin pedir, conservar
sen tanta baxeza de estado, que, dexando
me
la
mi honra
tiempos en
vida... la fortuna trocó los
»mino, á que destruidos los bienes que prestado
scasi
el
homme que
infortunio al
me
había,
tal tér-
me puso
diferencia de los grados,
quiso igualar en la caída con aquel Dionisio... que de ser
sgrand señor vino á tener escuela de vezar niños. Ca yo por sem-
blante manera,
sin tener
penula nin discreción por
me E
spudiera, ha diez años que escribo escripturas ajenas. »fortuna,
sostener la
non contenta de aquesto, por me más apremiar, quitóme
smayor parte de
la vista;
si
malvada la
de guisa que ya por efecto de aquella non
sfazo mi obra como debía; así que aun aquello que del trabajo había >me quitó. Lo cual con poca paciencia mirado, ya non tanto en respecto mío, como de los fijos menudos y cargo de casa, á quien
»valer no puedo,
me
sesperación que
al
En
sojuzgaron pensamientos más cercanos á de-
católico propósito.»
sus coplas expresa enérgicamente esta situación de espíritu:
Mirando mi mengua se doblan mis penas, En tal grado vivo que es muerte mi vida, Veo mis hijos por casas ajenas,
Mi honrra y mi fama
(i)
Buscando
del todo perdida.
las cabsas
Fortuna malvada
Por dondí más dapnos cansar me Quitó
al
po.iria.
Marques, llevó á Juan de Mena,
Maestros fundados de quien aprendía.
capitulo xx
437
En fin, cuando estaba á punto de matarse (aberración rara en un hombre del siglo xv), tuvo la suerte de hablar en confesión con un «de buena y honesta vida»,
religioso observante,
melecina espiritual con que
el
remedio temporal de una carta comendatoria para
Carrillo.
además de
el cual,
apartó de su mal propósito,
la
le
el
le
dio
Arzobispo
Pedro Guillen, acordándose de que era poeta, juntó á para hacerla
misiva del
fraile,
cincuenta
y ocho
más
eficaz,
que Gallardo y otros
estancias de arte mayor,
llaman diálogo entre
el
autor y
un memorial disfrazado en
la
una larga composición en
pero que es realmente
la Filosofía,
habitual forma alegórica, no sin alguna
la
reminiscencia de los razonamientos que Boecio, en su libro de la Consolación, pone en labios de la Filosofía. Pero Guillen se supone
transportado
de
los
al
Monte Parnaso, en presencia de
Poetas y Sabidores, de
las
Prudencia y de
la
Nueve Musas,
la Filosofía, á los
cuales propone sus dudas sobre esta fundamental cuestión:
¿Porqué contrariados de adversa fortuna Padescen
los
buenos grand pena
Es,
como
misma
se ve, la
neca: «¿Qtiare bo?iis viris
Aparte de lo transitorio
paz de
la
busque
el
los sabidos,
y
falaz
de
terrible,
alta coluna?
Los malos subidos en
tesis del tratado
mala accidant cum
De Providentia de Sésit
Providentia?»
pero siempre provechosos tópicos sobre
las
prosperidades de los malos y sobre
conciencia del justo,
Filosofía aconseja
la
amparo de un Mecenas
tal
como
el
Arzobispo
quien hace este rimbombante elogio:
Tu
A
One
Y
patria sostiene un claro varón
quien
la
fortuna vencida se omilla,
tiene en el cielo eterna mansión
aquí con nosotros bruñida su
Aqueste es espejo de toda
silla.
Castilla,
Timbre del mundo, primado de España, Aqueste merece la sylla romana.
Pues pártete luego, no tardes, aguija,
Y
aquesto que digo ternas en memoria;
Por quien sojuzga
la
al
fuerte Torija
la
poeta que Carrillo,
de
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
43§
preguntando camino de Soria:
Irás
Fallarlo has armado, vestido de gloria,
En
acto de gloria sirviendo su rey,
Con ánimo puro guardando Por dar á
Estos últimos versos tenece sin duda
al
Castilla
fecha de
fijan la
año 14/3, en que
co de Torija y formó parte de
ley
la
de Francia
la
Vitoria.
composición,
la
cual per-
Arzobispo concurrió
el
al
cer-
expedición castellana enviada á
la
Perpiñán en auxilio del rey D. Juan
II
de Aragón contra los fran-
ceses.
Acogió
Carrillo
(que no llevó
él
de buen talante
la
suplicación de Pero Guillen
en persona por no ponerse bermejo), y desde en-
tonces cambió de aspecto
la
fortuna del poeta, que entrando en la
casa del Arzobispo llegó á ser su Contador y obtuvo de
muchas mercedes, á
las cuales
él
panegírica de sus hechos en el proemio de
la
Gaya. Fué, pues, no
sólo el poeta áulico, sino el cronista oficial, del Arzobispo.
sabemos de sus últimos años. Era ya de
los
otras
correspondió tejiendo una historia
muy
anciano
al
Nada
advenimiento
Reyes Católicos, y no hay en sus poesías alusión alguna De su hijo Diego Guillen de Avila, canó-
posterior á aquella fecha.
nigo de Palencia, traductor de negirista
de
la
las
Estratagemas de Frontino y pa-
Reina Católica en un largo poema, se hablará más
adelante.
Las poesías de Pero Guillen de Segovia se han conservado en dos códices que difieren
mucho en
su contenido,
uno déla Biblioteca de
Palacio (signatura vn-D-4 antigua y 2-F-5 moderna)
y
otro de la
Biblioteca de la Catedral de Sevilla, del cual existe copia del siglo
pasado en
la
Biblioteca Nacional (manuscrito 241)
(i).
Son muy po-
cos y de poca monta los versos de amores, sin duda porque tor,
el
au-
cuando formó su Cancionero, se había despedido ya de estas
locuras juveniles,
como
lo indica su
Dezir sobre
el
Amor, fecho en
el
Val de Paraíso, estando en las Salinas de Atienza: visión dantesca en que, atravesando Pero Guillen los montes Pirineos, Apeninos y Rifeos, conducido por la Fortuna,
(1)
El Sr. Vera é
Isla
oye
los consejos del sabio Salo-
presenta el índice completo de ambas colecciones.
capitulo
xx
439
món, que, como tan experimentado en que todo es vanidad de vanidades y
Abundan, por
de espíritu.
aflicción
contrario, las composiciones morales
el
más propias de
y sagra-
edad y circunstancias del poeta, y quizá de tendencias de su ingenio. Hay también algunas políticas y de
das, las
materia, le persuade de
la
circunstancias,
la
como
el
Dezir que fizo d Enrique
IV
en
ros días de su reinado, cuando, hechas las paces con
Navarra, parecía abrirse para
los
prime-
Aragón y
reino un período de tranquilidad
el
y
bienandanza, que, por desgracia, fué tan efímero. Pero en este gé-
nero
lo
más notable que compuso,
timiento que en ella campea, es
sobre
la
menos por
á lo
el
generoso sen-
Lamentación, que ya conocemos,
muerte de D. Alvaro.
la
Aunque muy admirador de Gómez Manrique, de quien saba no
rival,
poéticas;
sino discípulo (i), sostuvo con
y ya para adular
al
Arzobispo
él
se profe-
repetidas contiendas
Carrillo
y
al
Contador Die-
go Arias, como algunos sospechan, ya por mera emulación de ver-
y ejercicio de estilo sobre un mismo tema, mismo metro á la Querella de la Gobernación, y á los
sificador
ningún género de acrimonia á
verdad, pero
quedando muy por bajo
lugares comunes,
imitar ó refutar.
la
Tampoco
Juan de Mena sobre
la
Consejos, sin
con profusión de
sí
del original
que quería
continuación que hizo del poemita de
¿os siete
Gómez Manrique, aunque
replicó en el
pecados mortales compite con
es mejor
que
la
la
de
de Fr. Jerónimo de
Olivares.
Con más cires,
originalidad y
especialmente en
el
más
brío de estilo procede en otros de-
y en
del día del juicio,
el
que hizo contra
de cuyos efectos y calidades tenía tan profundo y triste conocimiento. Pero su obra mejor en esta línea es, sin duda, el
la pobreza,
Discurso de social, al
los doce estados del
modo de
las
mundo, que
Danzas de
la Muerte.
tiene
mucho de
sátira
Los doce estados de que
sucesivamente trata en treinta y dos coplas son los de príncipe, pre-
(i)
Que guarde
la
vida del sabio Manrrique,
Pues desta sciencia sostiene
la
Porque mis ojos non queden
Y
cumbre;
sin
lumbre,
á buenos conceptos mis obras aplique. (Suplicación al Arzobispo Carrillo.)
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
44°
ciudadano, mercader, labrador, menes-
lado, caballero, religioso, tral,
maestro, discípulo, solitario y mujer,
La áspera
valentía
dos, siguiendo el ejemplo del Canciller
de
tiempos medios, prueba
los
Arzobispo
del familiar del
así
dueña como doncella.
y franqueza con que habla de
no todos, algunos de
el
carácter recto é
Carrillo, sobre el cual
dardos de esta
los
malos prela-
los
Ayala y de otros moralistas independiente
podían recaer,
si
sátira:
Si eres perlado, enciendes el fuego
Con muchas é orribles bestiales costumbres, Dexando tu pueblo andar casi ciego, A quien tú de fuerza conviene que alumbres. Si tú fueras
bueno, con tus oraciones
Podrías á muchos librar de tormento,
Redrar de
tu
pueblo
las
Seyendo constante en Et
muy
piadoso en
el
persecuciones,
las
moniciones,
regimiento.
No sabemos que el Arzobispo, á quien servía Pero Guillen, se mucho de esto; por todo elogio de su piedad dice su bió-
cuidara
grafo que rezaba bien sus /¡oras; pero en cambio era «gran trabaja-
»dor en
las
cosas de
la
guerra, placíale tener continuamente gente
»de armas... procuraba siempre haber grandes y
mucho en el arte de la alquimia» (i). Forman parte integrante de este Discurso
diez mandamientos, y algunas coplas
la
tesoros,
y gastaba
declaración de los
más que Pero Guillen llama
Reglas de salvación. Su musa tiene evidente parentesco con Setecientas de
y
deleitable
Hay que
Fernán Pérez de Guzmán, y no
que
es
la
de
las
mucho más amena
ella.
hacer una excepción, sin embargo, en favor de Los
Siete
Salmos penitenciales trovados, única composición de Pero Gui-
llen
que entró en
mandó
borrarla en
el el
Cancionero general, de donde
la
Inquisición
período en que fué implacable con
las tra-
ducciones de los sagrados libros en lengua vulgar. Estos Salmos de
Pero Guillen están compuestos en bios del
(t)
Marqués de
Santillana,
el
y son
mismo metro que casi el único
Así Hernando del Pulgar en los Claros Varones.
los
Prover-
ensayo de poe-
CAPITULO sía bíblica directa
Media,
Hay en
441
que encontramos en nuestra
como por
así
XX
el
literatura
contrario, en el siglo xvi
tentativa de este obscuro trovador (tan
la
de
la
abundaron
Edad tanto.
mediano en sus
poesías originales, pero esta vez tan inspirado por el texto que interpretaba), notable fuerza de expresión, ardor poético insólito en
contrición íntima
él,
zada por fácil
y
fervorosa, gran vehemencia de afectos, real-
noble sencillez de
la
y rápido movimiento
menos
elevado, y á primera vista el
una versión de
expresión y no contrariada por
la
No
los Salmos.
es el
el
con ser éste más gracioso que
del metro,
á propósito para ensayar en él
menor mérito de Pero Guillen
el
haber salvado esta dificultad de adaptación, siempre con decoro
y
casi
siempre sin violencia.
Además de de rimas,
el
sus poesías, nos
queda de
este ingenio un diccionario
más antiguo que tenemos en
castellano,
compuesto á
y catalanas del mismo género, especialmente del Libre de concordances, derims ¿de concordans apellat Diccionario de Jaime March, y del Torcimany de Luis de Averimitación de las obras provenzales
Tal es
só.
que
el
carácter del libro inestimable para nuestra prosodia,
lleva por título
La Gaya
de Segovia ó Silva copiosísima de con-
sonantes para alivio de trovadores autores de esta clase de obras,
(i).
Contra
la
costumbre de
los
menor
in-
proemio no contiene
el
la
dicación teórica, no ya de preceptiva literaria, sino ni de gramática.
Es
cierto, sin
del códice,
embargo, que
y que en
ellas
echamos de menos; pero
meramente una
es
muy No la
faltan algunas hojas al principio
pudo
la
historia
estar la doctrina general
parte que tenemos de
la
y
al fin
que hoy
introducción
encomiástica del Arzobispo Carrillo,
digna de ser consultada á pesar de su evidente parcialidad.
fué Pero Guillen el único escritor de aquellos
extraña,
y para
la
posteridad
muy
tiempos que tuvo
oportuna, idea de convertir
dedicatoria de un libro en crónica del personaje á quien
taba dedicado. Gracias á eso gozamos
la
la
el libro es-
interesante relación de los
Hechos del Clavero de Alcántara D. Alonso de Monroy, puesta por
(1)
Pertenece este manuscrito á
la
actualmente se halla depositado en tracto
muy
incompleto formado por
la
Biblioteca del Cabildo de Toledo, pero
Nacional,
donde también hay un ex-
el P. Burriel.
442
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
Alonso Maldonado
al
frente
de una traducción de Apiano; y en
dedicatoria de otra versión del
Juan de Molina
los
tumultos de
mismo Apiano narró la
el
la
Bachiller
Germanía de Valencia.
El diccionario rítmico de Pero Guillen, que es realmente
muy
co-
y debía publicarse íntegro en beneficio de nuestra lengua, empieza con los principios y raíces de los consonantes, y sigue con la lista de éstos, precedida de una tabla que facilita su busca y manejo. pioso
FIN DEL
TOMO SEGUNDO
—
ÍNDICE Págs.
Capítulo VIII. Castilla.
— [Notas características de
— La
política
y
las
la
época de
Don Juan
II
de
— La influencia italiana. — Cambio de rumbo litera-
costumbres.
Restos de otras influencias extranjeras.
rio.— La poesía cortesana y sus fuentes.— Poesía didáctica y alegórica.
— Los poetas de
esta época]
7
Capítulo IX.— [Don Enrique de Villena (1384-1434).
— Rasgos
biográ-
— expurgo de sus libros, mandado hacer por Donjuán — La leyenda de Don Enrique.— Análisis de sus escritos]. Capítulo X. — [Fernán Pérez de Guzmán. — Su vida y sus aficiones terarias. — Sus obras. — Su vocación histórica. — No le pertenece Crónica de Don Juan II. — Las Generaciones y semblanzas. — Poesías de Pérez de Guzmán. — Las Loores de los claros varones de España].. Capítulo XI. — [Don íñigo López de Mendoza, primer Marqués de Santillana (1398-1458). — Sus aficiones y lecturas. — Rasgos biográficos. — Su fama. — Opúsculos en prosa. — Sus Poesías. — Las obras de amores: consideración especial de las serranillas. — La Comedíela de Ponza. — El Diálogo de Bias contra Fortuna. — Los Proverbios. — Los ficos.
— El
II.
'Sus obras.
31
li-
la
sonetos al
itálico
modo]
51
77
— [Juan de Mena (1411-1456). — Noticias biográficas. — Su Iliada en romance. — Sus poesías galantes. — Sus versos satíricos. — La Coronación. — El Labyrintho: Asunto y carácter de este poema; Imitaciones clásicas; Espíritu nacional de la composición. — Editores y
Capítulo XII.
comentaristas de Las trescientas]
141
Capítulo XIII.— [Ingenios de segundo orden de
la
época de D. Juan
II.
— Datos biográficos. — La historia de sus — Sus versos eróticos. — Su novela: El siervo libre de amor. — El Triunfo de las donas. — La Cadira del honor. — La versión de las Heroidas de Ovidio. — Influencia literaria de Rodríguez del Padrón. Mosén Diego de Valera en 14 — Su vida política. — Su caudal
Juan Rodríguez del Padrón. amores.
(n.
literario: las Epístolas;
12).
El Memorial de diversas hazañas; La Coroni-
—
444
ca abreviada; Otros escritos; Las poesías.
— Los
poetas plebeyos de
aquel tiempo]
Capítulo XIV.
España é
99
— [Alfonso V de
Italia
antes de esta
—Relaciones entre época. — Españolismo de Alfonso V. — Aragón en Ñapóles.
Personajes de su corte: españoles é italianos. tegidos por Alfonso V.
Otros humanistas levantinos.
— Los
lles.
—
y sus ensayos clásicos. Mosén Pere Torrellas: Juan Ribe-
poetas del Cancionero de Slúñiga: Carvajal ó Carvajales;
Lope de Stúñiga y otros poetas de aquel tos
de
— Los humanistas pro-
— Ferrando, Valentí
Cancionero.
— Últimos
acen-
Poesía castellana en honra del monarca aragonés]
la
249
— [Decadencia política bajo el reinado de Enrique IV. — Las letras en tiempo de este monarca. — Las Coplas del provincial,
Capítulo XV.
pasquín infamatorio: su texto; su fecha probable; hipótesis acerca
de su autor; no fueron obra de un solo poeta. Revulgo:
Su carácter grave y
Personajes satirizados en
Capítulo XVI.
doctrinal;
ellas;
Glosas;
— [Antón de Montoro,
sona y condición.
— Sus poesías
El
— Las
Coplas de Mingo
Su argumento; Su bucolismo;
Forma métrica de
289
las coplas].
ropero de Córdoba.— Su per-
jocosas y satíricas. — Sus versos se-
— Valor moral de su carácter] Capítulo XVII. — [Juan Álvarez Gato. — Noticias bibliográficas. — Su Cancionero. — Poesías amorosas. — Las obras de devoción.— El capi-
307
rios.
tán
Hernán Mexía, veinticuatro de Jaén]
Capítulo XVIII.
—
r
oratorias; nero, á
327
Gómez Manrique. — Noticias
vención en los sucesos políticos de
Su testamento y
la
biblioteca.
biográficas;
Su
inter-
época; Muestras de sus dotes
— Compilación
ruego del Conde de Benavente.
— Coplas
de su Cancio-
de pasatiempo.
— Sus Representaciones] — [Jorge Manrique. — Su vida
Poesías morales.
la
34 5
—
y sus obras. Las Coplas muerte de su padre: Su calificación literaria; Hasta qué punto
Capítulo XIX.
por
.
son originales; Lugares comunes que en ella se encuentran; Su relación con los Consejos a Diego Arias de Avila, de
Su valor
ducciones que de
Capítulo
Gómez Manrique.
y glosas de las mismas; Principales traCoplae se han hecho]
estético; Elogios las
XX. — [Pedro
Guillen de Segovia.— Datos biográficos.
poesías.— Su diccionario rítmico
La Gaya
de Segovia']
387
— Sus 433
De
la
presente edición de las «Obras
completas» del Excmo. Sr. D. Marcelino
Menéndez y Pelayo,
se
imprimen
25 ejemplares en papel japonés, y IOO en papel de hilo, con filigrana propia.
No se venderán por separado los tomos de ninguna de estas ediciones especiales. La persona que adquiera el tomo de una de ellas, se entiende comprometida para los siguientes, hasta que se dé por terminada la publicación de todas las 1
obras.
OBRAS COMPLETAS DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO TOA/OS PUBLICADOS (EDICIÓN DEFINITIVA, REVISADA POR EL AUTOR)
Tomo »
I.
II.
— Historia de los Heterodoxos españoles. Tomo — Historia de
la Poesía
hispano-americana
I.
Madrid,
Tomo
.
I.
— Historia de la Poesía hispano-americana Tomo IV. — Historia de la Poesía castellana en la Edad Media,
III.
drid »
V.
II.
.
,
191
1.
Madrid, 191
1.
Madrid, 1913.
Tumo
I.
Ma-
II.
Ma-
191 1-1913.
— Historia de la Poesía
castellana en la
Edad
Media.
Tomo
drid, 1914.
EX PRENSA Historia de la Poesía castellana en la
Edad Media. Tomi>
III
y último.