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ITALIA-ESPAÑA

EX-LIBRIS BUCHANAN

AI. A.

»ir«^«ss?~'

T^sf-?^

PRESENTED TO

THE LIBRARY BY A.

BUCHANAN

ITAI.IAX

AND SPANISH

PROFESSOR MILTON OF THE

DEPARTMENT OF

1906-1946

/

ENSAYOS DE

CRÍTICA FILOSÓFICA POR

El.

DOCTOR

DON MARCELINO MENÉNÜEZ Y PELAYO

EDICIÓN ORDENADA Y ANOTADA

DON ADOLFO BONILLA Y SAN MARTLM

MADRID LIBRERÍA GENERAL DE VICTORIANO SUÁREZ CALLE DE PRECIADOS. 48

1918

OBRAS COMPLETAS DEL EXCMO. SEÑOR

DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELA YO

ENSAYOS DE

CRÍTICA FILOSÓFICA

Digitized by the Internet Archive in

2009

with funding from

University of Toronto

http://www.archive.org/details/obrascompletas09men

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ENSAYOS DE

CRÍTICA FILOSÓFICA POR EL DOCTOR

DON MARCELINO MENÉNÜEZ Y PELAYO

EDICIÓN ORDENADA Y ANOTADA

DON ADOLFO BONILLA Y SAN MARTIN

MADRID LIBRERÍA GENERAL DE VICTORIANO SUÁREZ CALLE DE PRECIADOS, 48

1918

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«Y por

este estilo

quemante (añade Gallardo) prosigue hablando de

los

frailes.

«Esta oración, aunque tiene trozos sueltos llenos de primor y sentido, peca

mortalmente contra curso,

la

unidad de pensamiento... Ya cerca del

cuando va atando cabos

t Porro

sapientia

banam habet

el

orador, deduce las

máximas

et stuUitiae et insaniae

final

de su

dis-

siguientes:

partem. Sapieniiam vero

ei stultitiae affinem et insaniae cofijiatctam esse necessitudine facile cuivis patehit...

Sapientia vel paululum citra insantam sita

jacei

No

catifinia.^

diría

más Lombroso en

V Uomo di genio.

est,

vel in ipso

male sani

capiiis

DE LOS orígenes DEL CRITICISMO Y DEL ESCEPTICISMO

demás disentían unos de otros, inclinándose ya al al atomismo gassendista, ya al baconismo y á su diente

el

legítimo descen-

sensualismo lockista, direcciones todas extrañas

miento dominante en

la filosofía crítica.

211

cartesianismo, ya

al

pensa-

Cuando Martín Martínez

llamaba esccptica á su Filosofía y á su Medicina, no quería mas que

hacer constar su posición independiente respecto de Aristóteles y respecto de Galeno y reivindicar el principio del libre examen en todas

las

cuestiones opinables. El P. Feijóo, con mejor acuerdo, no

gustó de llamarse esccptico, sino «ciudadano libre de

la

república de

las letras».

El renacimiento del criticismo en España ha sido obra del siglo presente, revistiendo,

como no podía menos,

forma kantiana. Por todo

comprendido que

la

más

su forma moderna, la

expuesto en este discurso se habrá

lo

original

y

la

más

influyente de las tres

Críticas no carecía de precedentes en España, siendo los de Luis

Vives tan obvios y manifiestos, que sólo á la escasa lectura de sus obras inmortales puede atribuirse el que ningún español haya reparado en ellos hasta ahora. Por lo tocante á Práctica, podíamos decir los españoles:

que

moral

la

tiene

estoica, tal

como

a

la Critica

de la Razón

ycrve prittcipiuvi, puesto

nuestro Séneca la entiende y explica,

más puntos de contacto y semejanza con

que ninguna otra concepción

ética

la

moral kantiana,

de cuantas se han sucedido en

transcurso de los siglos. Hasta tiene Séneca su imperativo categó-

el

rico.,

no

ligera

ria insistencia:

y vagamente formulado, sino reproducido con notoLo honesto por lo honesto, apetecible por si mismo y

por su propia virtud; en suma, una especie de moral desinteresada,

en que premio

la virtud es

ni á la pena.

recompensa de



misma,

Otro punto capital de

la

fuerza lógica desarrolla

gía Natural (i)

del

argumentos que con más extensión y catalán Raimundo Sabunde en su Teolo-

los el

(i).

Esta semejanza ha sido advertida ya por

el

abate Reulet, por Fr. Ce-

ferino González, y por otros. Para convencerse de ello basta pítulo 82 del Liber Creaiurarum, con el párrafo

de

Critica, es á

como fundamento

saber, el postulado de la existencia de Dios

orden moral, es uno de

sin consideración al

segunda

la Critica de la

Razón Práctica.

5.°,

cap.

comparar

2.°, lib. n,

el ca-

parte

1.

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

212

Aun

más extraordinaria

es

ciertos principios estéticos,

semejanza que se advierte entre

la

que son sobremanera fundamentales en

Critica de la facultad del juicio {Kritik der Urtheilskraft), y los que sobre idéntica materia sostuvieron un gran número de teólogos

la

españoles de los más ilustres, en los dos siglos xvi y

xvii,

por

mu-

cho que estos recuerdos alarmen y mortifiquen á ciertos escolásticos modernos, cuya estética, un tanto sentimental suele

ir

muy

por otros

diversos senderos.

No

y

asustadiza,

conve-

es posible ni

niente detenernos aquí en materia ya extensamente tratada en otros escritos míos,

de

\z.

y

así,

me

limitaré á recordar

que

la

hermosa fórmula

finalidad sin fin está contenida en germen en

la filosofía

esco-

y especialmente en la de nuestros españoles del buen tiempo, que tanto ahondaron y tanto insistieron en esta distinción racional

lástica,

entre lo bueno y lo bello. ¿Qué otra cosa, por ejemplo, nos enseña

frayjuan de Santo Tomás, sino

el

subjetivismo de la estética kantia-

cuando con tanta repetición inculca que

na,

mas que

la

regulación

y

«la

forma del arte no es

conformación con la idea del

artífice-»;

que

«/a disposición artificiosa es del todo independiente de la rectitud e

y

intención de la voluntad,

porque

contraria, sino

de la ley del recto vivirá, no porque sea

«el arte,

en cuanto

arte,

no depende de

voluntad»; «que

la

es ó no es en

realidad, sino por el fin del arte

facto que

la

ha de

verdad en

(i)

no se ha de regular por

mismo y

lo

la

que

del arte-

y finalmente, que «el Arte, formalmente aunque por razón de su materia sea falible

hacerse-»,

considerado, es infalible,

y contingente»

el arte

(i).

Y

si

Tsíae virtutes (artes)

Kant nos enseña que

arte

el

nunca de-

non versantur circa veritatem necessariam

llibilem ispeculative^, et prout

mensuratur per ipsum

esse vel

non

et infa-

esse rei,

circa Deritatem infallibilcm tpracticey, id est secundum conformitatem

ad

sed

ipsas

regulas quibus res practica dirigifur... Alia est auiem mensura actionis liberae

ut libera, alia rei ut

artificiosae et factibilis...

Ex parte formae differunt (ars

et

prudentia) quia forma prudentiae... est regulaiio moralis in ordine ad debi-

tum finetn... At vero forma cis...

est

Sed tamem

artis est regulatio et conformiias

ista regulatio artis differi

secundum legem imposiíam aciibus

agendum:

ad ideam

ariifi-

a regulatione morali, quia moralis

liberis et j'uxía dispositionem

artificiosa vero disposiiio objecti est

ad rede

omnino independens a rectitudine

et intentione voluntatis, aut a lege recta vivendi, sed solum

rem ipsam

intelli-

2I3

DE LOS orígenes DEL CRITICISMO Y DEL ESCEPTICISMO

pende de conceptos propiamente intelectuales, ya

el sutil

y arro-

jadísimo jesuíta Rodrigo de Arriaga nos había dicho, casi en igua-

que

les términos,

«el arte

y que en

científicamente»,

cierta facultad imaginativa

nunca

se guía

por principios discutidos

cosas de arte tiene

las

que procede

el

aunque

cual no obsta (son palabras de Rodrigo de Arriaga,

mo

principal lugar

sin discurso ni ciencia.

Lo

lo mis-

pudieran ser de Kant) para que las artes tengan ciertos princi-

pios generales que parecen razones a priori.

¿Qué más? Los Padres

Carmelitas Salmanticenses, en su famoso Curso Teológico, hacen consistir la

bondad ó

belleza de la obra artificial,

objetiva ó teleológica, sino en

é intención del

artífice,

la

conformidad de

no en la

la

finalidad

obra con

finalidad peculiar del arte

la

idea

mismo. Bueno

fuera que los novísimos filósofos ultra-escolásticos (de quienes bien

pudiéramos

comparándolos con

decir,

lasticiores), antes

á sus ojos lleva

los antiguos, scholasticis scho-

de lanzar atropellados anatemas sobre todo

el

signum

repaso de vez en cuando á

bestiae del espíritu

lo

que

moderno, diesen un

obras de nuestros clásicos Doctores,

las

donde ciertamente no temerán encontrar dicho

signo. Pero es cosa

que creemos, respetamos y amamos de todas que creyó, respetó y amó la España antigua, ver que hasta

tristísima para los

veras lo

el catolicismo

polémico que hoy se gasta parece género de impor-

tación extranjera, resultando

muchos de

tólicos traducidos del francés,

gendam

vel cognoscendam vel

opcrandam

ut rectificetur arbitrium operantis...

quod procedat

ai-tifex

cum

sus brillantes adalides, ca-

ó católicos traducidos del

iii

Ad

italiano.

se reclificans juxia finem artis,

debitum

modum

non

artis non requiritur

recta intentione vel eligens operam propter ipsam

honestatem... sed solum requiritur

quod

sciens seu iníelligens operetur...

Ars

vero non dependet in suis regulis ex rectitudine moralis bonitatis: sic rectitudi-

nem

operis respicit, non boniíatem operaníis... Dicimus artem liberalem ess*

reciam rationem agibilium, non quatenus moralia sunt aut bonum redduni operatem, sed quatenus opus ipsum redduni bonum bonitate

operis...

Unde non

res-

picit bonitatem operantis, nec curat de malitia, sed solum bonitatem seu rectiiu-

dinem operis in gici in

se.

{R. P. Joannis a Sto. T/iomo, Ord. Praed...

Primam Partem D. Thomae.

Cursus

Tlieolo-

To/nus Primus, pág. 194, edición de Lyón,

1663.)

Otras muchas

citas

semejantes pueden leerse en

tra Historia de las Ideas Estéticas en Estaña.

el

segundo tomo de nues-

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

214

Pero esto no es del caso,

ni

parece adecuada

Hoy

para estériles lamentaciones.

sólo, trato

la

ocasión presente

de arqueología

filosó-

materia desinteresada de toda controversia y único refugio

fica,

compara

del espíritu que

el

esplendor y

la

grandeza de

la

especu-

lación española de otros días, con el abatimiento presente.

Creo

haber demostrado que en ninguna de sus partes integrantes era criticismo

novedad enteramente peregrina en España, cuando

el

muy

y tímidamente comenzó á insinuársela doctrina kanmás remota de lo que generalmen-

lenta, obscura

tiana en nuestras aulas, en fecha te se cree,

y en

terra

si

bien posterior á

Francia,

inferioridad en

época de su introducción en Ingla-

que habíamos caído y

de nuestros estudios durante disturbios civiles

todo,

la

como no podía menos de

que

la

Toribio Núñez, daba á

serlo, á lo

un

libro,

la

guerra de

inmediatamente

casi

ya en 1820, un profesor de

ciencia social,

la casi

la

la

Independencia y los siguieron

Así y

(l).

Universidad de Salamanca, don

estampa, con

hoy

la

suceder, dada la

completa suspensión

el título

de Sistema de la

olvidado, pero no enteramente digno de

menos como objeto de

curiosidad, puesto

que

el

autor,

como todos los liberales de su tiempo, de la teoría de Bentham en ciencias morales y políticas, rechaza, no

secuaz ardoroso, utilitaria

obstante, por deficiente

y

anticuada, la ideología sensualista en que

apoyaba, y proclama las excelencias de de Kant como base de toda metafísica futura (2).

el utilitarismo se

(i) el P.

la crítica

Prescindiendo de algunos escritores de fines del siglo pasado (como Ceballos) que hablan

el filósofo

mucho de un

de Koenisberg, sino

el

tal

Cando, que á mi entender, no es

teólogo y filósofo wolfiano Israel Canz,

la pri-

mera mención de Kant que encuentro en España está en una oda publicada en 1807 por el entonces Conde de Haro y luego Duque de Frías, D. Bernardino Fernández de Velasco, en alabanza del método pedagógico de Pestalozzi.

después de un pomposo elogio de lord Bacón, se

Allí,

lee:

Newton, Lock, Condillac, el ardua senda También hollaron con gloriosa planta; Y Vives, Herder, Kant, y aquel que Sabio Cual ninguno, en la Helvecia se levanta, Al mortal ignorante Le enseñan á pensar...

«Apreciando sólo del sistema de Locke cuanto dice relación coa

(2)

análisis

el

y mecanismo del lenguaje, es menester abandonar su sensualismo, y

DE LOS orígenes DEL CRITICISMO Y DEL ESCEPTICISMO Tal recomendación se perdió por entonces entre

el

215

tumulto de

pasiones políticas, ferozmente exaltadas; pero andando los tiem-

las

restablecida en algún

y

pos,

nombre de Kant, y

modo

la disciplina

académica, volvió á

no puede decirse que su influencia

sonar

el

en

pensamiento español contemporáneo haya sido tan grande

el

como

que

la

ejerció

si

por algún tiempo

el

más

eclecticismo francés, y

idealismo alemán en sus formas hegeliana

y krausista; como todos estos sistemas presuponen en mayor ó menor grado el conocimiento previo de la analítica kantiana, algo y aun mucho adelante

el

de ésta ha andado y anda revoloteando por

que pensadores

cátedras, sin contar con cierta entidad,

si

el

recinto de nuestras

aislados,

y aun grupos de

bien de corta duración, han profesado ya

el

kan-

tismo tradicional y puro, ya el kantismo mitigado de los últimos escoceses, ya el neokantismo de algunos semipositivistas alemanes.

En medio

de

la

inmensa anarquía que caracteriza nuestra produc-

ción filosófica de este siglo, no dejan de notarse en ella ciertas direcciones, en las que,

modo

bien de un

si

como que

todavía percibimos rasgos

rizaron

triunfante

des.

Y

al

no me

refiero

y

tibio é indeciso,

y matices de

los

parece

que caracte-

glorioso pensamiento español de otras eda-

en esto sólo á

restauración escolástica, que

la

ya empieza á tomar color español en algunos de sus maestros, pecialmente en los que pertenecen á el

amor

á

tradición ha sido siempre

la

filosofía cristiana

Y así como más aúa

el

las

el

órdenes

más

independiente, y aun en

innegable, aunque

no

muy

religiosas,

vivo, sino en la

filosofía

la

es-

donde

misma

heterodoxa.

merecido, favor que por

de Condillac y Destutt-Tracy. Por el sistema de estos sabios pocomo se han indagado aceleradamente y sin tropiezo alguno,

drá indagarse,

de

las leyes

pular,

la ciencia

trasar,

los

cuerpos

físicos,

en una palabra, todo

y aun de

la

economía popular ó industria po-

saber objetivo; pero aplicado aquel sistema á

del hombre, es decir, á su saber subjetivo, no

como ha

retrasado,

rales,

de

de

piedra de toque que

la

el

los

la

pudo menos de re-

averiguación del origen de nuestras ideas mo-

fundamentos en que todas se apoyan y de que todas se deducen, las distingue y que las califica, y del grado de exac-

titud y evidencia de que eran susceptibles. El sistema de Kant conduce más seguramente en esta investigación.» {Sistema de la Ciencia Social.) Salamanca, 1820 (pág. 139).

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

2l6

muchos años obtuvo

el

armonismo

muy

otros sistemas alemanes de

krausista, con detrimento

de

superior potencia metafísica, quizá

pueda explicarse por aquella tendencia armónica del genio español

que ya apunta en

lo

poco que de metafísica

escribió Séneca,

y

luego se dilata vigorosa en Ben-Gabírol, Raimundo Lulio, Sabunde,

León Hebreo, Fox

Morcillo

tendencia crítica

to, así la

de nuestra

historia

y todos

y

filosofía, la

Renacimien-

los platónicos del

menos

psicológica, no

esencial en la

de Luis Vives, Gómez Pereíra y

Francisco Sánchez, parece que en nuestro siglo ha favorecido

aunque particulares y fugaces, apariciones de kantiana, ya en la forma escocesa de Hamilton y Mansel diversas,

(i)

nes,

la

las

doctrina

(l), ys.

con-

Esta escuela está principalmente representada por pensadores catala-

como Martí de

De

Eixalá y Llorens.

las ideas del

primero, que apenas

alcanzó los trabajos de Hamilton, pero que puede decirse que los adivinó en

gran parte, es

adquirir conocimiento por sus publicaciones, aunque des-

fácil

graciadamente no son muchas

ni

muy

extensas. Llorens nada imprimió fuera

de su discurso inaugural de 1854, y no ha dejado mas que apuntes y extractos de sus lecciones; pero fué un poderoso educador de inteligencias, cuya influencia, ritus

como

de Sócrates, no quedó archivada en libros, sino en espí-

la

humanos. Con más celo que discreción algunos discípulos suyos han ,

querido concederle

tiempos

el

honor postumo de haberse inclinado en sus últimos

neo -escolasticismo. Ni mis recuerdos personales,

al

aprendido de quienes más íntimamente

me

le trataron,

cosa, ni Llorens lo necesita para que nadie

ni

lo

que he

permiten afirmar

tal

dude hoy (como nadie dudó en

vida suya) de su perfecta ortodoxia. Es cierto que en sus últimos años pareció

conceder más atención á

la

metafísica escolástica, y leyó con agrado

aun recomendó algunos expositores de

ella,

y

principalmente á Sanseverino,

pero no sé que de aquí pasara nunca. Es cierto que

la lógica

de Aristóteles

mereció siempre extraordinario aprecio y formaba parte integrante de su enseñanza, pero no aconsejaba que se estudiase en los intérpretes escolás-

le

en Trendelemburg principalmente.

ticos, sino

No

creo que de este género

de aristotelismo pasase nunca. El formalismo escolástico, como todo formalismo exterior é impuesto, era incompatible con interna que desde rens. Para

el

primero hasta

el

el

método de observación

último día de curso preconizaba Llo-

imponer una doctrina cerrada hubiera tenido que convertirse en

otro hombre. Confiaba demasiado en

la

espontaneidad racional, para que

fuera á repetir el crimen del tirano Mezencio, encadenando

sin

al

muerto con

el

y murió en la escuela de Hamilton, libremente interpretada, y rechazar nunca el poderoso elemento de la analítica kantiana, que la sir-

vivo. Vivió

DE LOS ORÍGENES DEL CRITICISMO Y DEL ESCEPTICISMO

como

cretada á ciencias particulares, cas (l)

y

la

Estética

ya en

(2),

la

prosperado más todas estas direcciones, sobre cortesía literaria,

debo suspender aquí todo

tantes hubieran cuidado

(como

tro inolvidable para mí)

de soldar

Matemáti-

las

forma del criticismo de Renou-

neokantismo de Kuno Fischer

vier (3) 6 del

de

la Filosofía

217

fallo, si

sé que lo intentó el

Quizá hubieran

(4).

las cuales,

criticismo

en buena

sus represen-

uno de

ellos,

moderno con

maesan-

el

y buscar en nuestros libros del siglo xvi el germen de vida que todavía contienen. Algo de eso he intentado realizar en el pretiguo,

como

sente estudio, que,

todos los míos, no se propone inculcar

doctrina alguna, sino presentar

de todas

¿Y quién sófica

?

y exponer lealmente

genealogía

la

ellas.

se atreve á dogmatizar en

La Metafísica nada

medio de

la actual crisis filo-

tiene de ciencia exacta,

ve de indispensable preámbulo.

De

la Critica de la

y en

Razón Pura no

ni el idealismo ni el materialismo, sino aquel tertium quid

Edimburgo:

el

realismo natural,

la

este punto.

de

infería él

la escuela

distinción entre el sujeto y el objeto,

de la

afirmación de lo contingente y condicionado, y la revelación de lo absoluto é incondicionado, no en

la

esfera del conocimiento, sino en

creencia, y todo ello envuelto en el acto primitivo Si acertaba

ó erraba en

esto,

otra cosa ninguna, y esto (1)

no es del caso

discutirlo;

la

la

esfera de la

íntegra conciencia.

pero esto pensó y no

mismo había pensado Luis Vives.

La Teoría trascendental

del malogrado

de

Rey y Heredia,

de ¡as cantidades imaginarias {Madiid, 1865), es, sin

duda,

la

obra más original que

el

mo-

vimiento kantiano ha producido en España. Véanse también su Lógica y su jÉtica.

Véase la Este'tica de Núñez Arenas, y hasta cierto punto la Estética (2) de Milá y Fontanals. También hay tendencias marcadamente kantianas en los Prolegóme?ios de algunos catedráticos de Derecho. (3)

Esta tendencia parece predominar en

las

numerosas publicaciones

filosóficas del Dr.

Nieto y Serrano {Bosquejo de la ciencia

raleza, el Espíritu

y

de la Naturaleza. (4) lla

el

viviente.

— La Natu— Filosofía

Hombre, programas de enciclopedia filosófica.

— Biología del Pensamiento, etc.,

etc.)

El malogrado é ingeniosísimo critico literario D. Manuel de

la

Revi-

siguió por algún tiempo esta dirección, importada á

del Perojo, traductor de la Critica

España por D. José de la Razón Pura con los prolegómenos

de Kuno Fischer, y autor de unos Ensayos Alemania.

sobre el movimiento intelectual de

2l8

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

queriéndolo ó sin quererlo, todos somos más ó menos escépticos,

por supuesto, en

mente

el

buen sentido de

la

palabra.

¿Qué ha de enseñar

no enseña á ignorar á tiempo y á confesar razonada-

la Filosofía, si

esta docta ignorancia?

Por eso

el

gran filósofo de Valencia

la

definía ars nesciendi.

Pero también este arte es sobremanera resbaladizo, y hay modos

de ignorar que no son profesiones de modestia, sino disimulaciones de

la

soberbia. El agnosticismo

más

radical,

condensado en

la céle-

bre fórmula ^Ignorabimus-», envuelve una afirmación categórica,

como

tan temeraria

más temerarias afirmaciones dogmáticas.

las

Las fronteras del extremo idealismo de Berkeley y del extremo nominalismo de Hume, se tocan por muchos lados. El primer producto de

En

el

la crítica

kantiana fué

mismo período

crítico

elemento materialista

no es siquiera

el

el

sistema de

la

universal identidad.

que actualmente atravesamos, no

que domina, como vulgarmente

el

elemento

es el

se cree;

positivista: es el nihilismo ideológico,

Ravaisson llama enérgicamente «la doctrina de

la

que

disolución uni-

La materia y la. fuerza han ido á acompañar en su panteón demás entidades metafísicas. ¿Ni por qué habían de tener me-

versal».

á las

jor suerte? El tiples

mundo de

los agnósticos es el

Por rara

las apariencias sensibles.

vagar en

el

país de las

cer

como

existente, sino lo

manos, envolviendo en

y toda

teología

los

fatalidad,

hijos

de

fenómenos múl-

fantasmagórico de

parecen condenados á

sombras aquellos mismos

mayor arrogancia en llamarse

su

de

mundo

difusos, sin unidad ni enlace, el

y

filósofos

la tierra,

que

cifran

y en no recono-

que ven con sus ojos y palpan con sus

la

desdeñosa calificación de misticismo toda

filosofía,

desde los Vedas hasta Plotino, y desde

Plotino hasta Hegel.

Pero en vano se intenta extirpar del entendimiento humano raíz

de

la

siquiera para negar la Metafísica. Las abstracciones

más dura y

resistente

que

Stuart-Mill, después de haber

absoluta

y

relativa, dialéctica

las relaciones

quitado á

la

aspiración trascendental. Sin Metafísica no se piensa, ni

la

las

más duras

tienen

realidades. El

vida

mismo

negado en su Lógica toda necesidad

y moral; después de haber

de dependencia con

las

sustituido

de concomitancia, y de haber

inducción misma todo fundamento racional, dejándola

DE LOS orígenes DEL CRITICISMO Y DEL ESCEPTICISMO

aig

reducida á operación de puro instinto que enlaza mecánicamente

hechos análogos 6 semejantes; después de haber arruinado, en

suma, no ya la

sistema de

el

misma noción de

certidumbre

el

dio,

los principios

principio de causalidad con

Y

antecedente incondicional. keclio,

causas teológicas ó escolásticas, sino

que legitiman

tuvo que restablecer, aunque de un

científica,

vergonzante,

las

y todos

ley,

la

modo

extraño nombre de

el

un

este antecedente incondicional de

antecedente que no deja lugar para ningún hecho interme-

¿qué otra cosa puede ser sino una causa necesaria, con necesidad

y metafísica? Nunca la mera sucesión ó yuxtaposición de los fenómenos bastará á justificar la. previsión científica. Aun el empí-

lógica

rico

más

como

que admitir como implícito

intolerante tiene

te incondicional,

y hay quienes (y

posible á lo menos,

el

anteceden-

Stuart-Mill es de ellos) aceptan,

y no reñido con el modo de pensar aunque se le conciba, al modo

tivo, el antecedente universal,

como

ritualista,

y conservadora

creadora

inteligencia pura,

posi-

espidel

mundo. Por otra parte, es imposible desconocer algunas de fico.

En vano

se

clama sin cesar: ^.pensar

nocemos nada que no sea

relativo».

y de

lo

del positivismo cientí-

es condicionar i),

Y entretanto, el

Spencer reconoce que sólo podemos decir idea de lo absoluto

carácter metafísico de

el

más elevadas manifestaciones

las

relativo

«no co-

mismo Herbert

en oposición á

incondicionado, que podrá

ser-

todo

la

lo

obscura, misteriosa é incognoscible que se quiera, pero que no

deja de ser

el

fondo mismo de nuestra inteligencia, y

dida que tenemos para estimar, entender

y

y

la

única

lo relativo.

Aquella misma abstracción que Taine reconoce y ensalza,

mándola «facultad magnífica, intérprete de las religiones al

me-

clasificar las relaciones

hombre

|jqué otra

y de

la filosofía,

del bruto

y

al

las causas?

la

hombres de

cosa puede ser en último término sino

conforme

como

naturaleza,

al

axioma de

ciencia,

como

llama Renán,

los la

principio de causalidad, ó

la

lla-

madre de

única distinción verdadera que separa

á los grandes

funcionando conforme

dora de la

la

Llámese

ley

pequeños»,

razón misma, si

suprema

se quiere,

y genera-

llama Taine; llámese hipótesis necesaria,

la tesis

metafísica entrará siempre por algún

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

220 resquicio,

de

ya como

la ciencia

ya como

tesis,

en

hipótesis, hasta

los

catecismos

experimental, donde no se hablará de causas

pero se hablará, como cierta idea orgánica

y

el

mismo Claudio Bernard

creadora, de

un

tipo

finales,

habla, de una

armónico, de una

finali-

dad, en suma, sin la cual, á despecho de todos los determinismos del

mundo, no

se explica el

Si es verdad,

según

fenómeno de

la

la vida.

profunda sentencia de Leibniz, que «los

principios generales entran en todos nuestros pensamientos, aun-

que

poseamos

los

sin saberlo»,

firmemente hemos de creer que

el

momento de crisis y desgarramiento filosófico ha de terminar, como terminaron sus similares en la historia, por una nueva y más completa síntesis especulativa, que levantándose so-

actual angustioso

bre el

combinaciones geométricas, mecánicas y químicas, y sobre la explicación de lo supe-

las

determinismo puro, en vez de intentar

rior por

lo Í7iferior

(tentativa

que

vana é infructuosa), convierta refleja

y dispersa no es

mismo Augusto Comte

el

los ojos al ideal eterno, sin

inteligible siquiera el

mundo de

declaró

cuya

luz

la realidad.

Sólo entonces podremos arrancar de nuestras carnes esta ardiente

Kant imprimió sobre

túnica de Nesso que

no ciertamente por ción no

por

el

camino de

menos donosa que

la

la

ellas.

Sólo entonces,

y

Metafísica experimental (inven-

del Dios ateo de cierto poeta), sino

ancho y triunfal camino del idealismo realista, idéntico en sustancia al que recorrió el genio semidivino de Aristóteles, poel

dremos

llegar á aquella libre síntesis del espíritu, presentida é invo-

cada hasta por

el

neokantiano Lange en su Historia del materia-

lismo.

Entonces y sólo entonces cesará viven

la

especulación

y

la

el triste

experiencia,

divorcio en que

hoy

y podremos penetrar

inoffenso pede en los templos serenos de la antigua sabiduría, sin

y abrumadora preocupación que hoy embarga el ániY entretanto que acaban de disiparse las nieque todavía nos encubren el sol de la Metafísica futura, seamos

aquella triste

mo menos blas

pesimista.

prudentes, y no pequemos

ni

por exceso de timidez

de confianza. Guardémonos mucho de añadir

al

ni

ciencia nada que en él no esté virtualmente contenido.

nos también de cercenar cosa alguna de lo que

por exceso

testimonio de con-

él

Guardémo-

contenga, ni de

DE LOS orígenes DEL CRITICISMO Y DEL ESCEPTICISMO aislar

221

uno cualquiera de sus elementos y considerarle como en deslos restantes. Practiquemos en todo aquel

acuerdo y hostilidad con

programa tan modesto, pero tan

comprendió William Hamilton en

sabio,

de higiene intelectual que

tres palabras

de inmenso sentido,

nunca más dignas de recordarse que en épocas de dura transición

como

la

presente: parsimonia, integridad, armonía.

He

dicho.

III

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRB

FRANCISCO DE VITORIA Y LOS ORÍGENES DEL

DERECHO DE GENTES

CONTESTACIÓN AL DISCURSO DE ENTRADA

DE

D.

EDUARDO DE HINOJOSA EN LA REAL ACADEMIA DE LA EL

I

O DE MARZO DE I88O

fflSTORIA,

Señores:

Son

Academias congregaciones de hombres

las

tuidas para algún

cerradas siempre á

vanidad endiosada,

la

ción y de aventura,

en medio de sus

no es

título

No

de su

salir

honras académicas van por

continuarlas.

y

temerario, suelen

mérito positivo y modesto, que

al

veces ni aun necesita

quizá,

de improvisa-

al espíritu

histrionismo ostentador

al

abrirse de par en par las

estudiosos, insti-

de pública y superior enseñanza. Sus puertas,

fin



el

de jerarquía nobiliaria, puesto que no

pueden desempeñar

de académico; la

sólo

hay en

y

la re-

oficio,

que

y capaces. Para empresas y hasociedad otros premios más apeteci-

los doctos

zañas de otro género tiene dos,

Las

dándole nuevo aliento para

de alarde y vanagloria

pública de las letras: es, ante todo, título de función sólo

más de

mismas á buscarle, á sorprenderle

útiles vigilias,

es título

las

retiro para llamar á ellas.

la

más envidiados y más brillantes; al hombre literato y estudioso le quedan las palmas que del estudio nacen y con el estudio

crecen. Así lo ha pensado nuestra

do á su seno á uno de dores de los estudios

Academia de

la Historia,

llaman-

más proñindos y más modestos cultivahistóricos en España, al Sr. D. Eduardo de los

Hinojosa, cuyo erudito y meditado discurso acabáis de oír con visibles

muestras de aprobación y respeto.

Desde gustó

los

el Sr.

primeros años de su aprovechada y brillante carrera, Hinojosa de seguir rumbo

muy

nosotros priva, dirigiendo su actividad, no á tan fáciles las

como

efímeros, sino

al

su inclinación

históricas

le llevase

y jurídicas, á

Meskndbz

y Pelayü.

las

que entre

conquista de lauros

conocimiento directo y formal de

fuentes del saber, conforme á un

como

distinto del la

muy

método exacto y

desde

el

que estudian y trazan

—Ensayos de critica filosóftca.

riguroso.

Y

principio á las ciencias el

progresivo des15

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

226

de

arrollo

y en

la

la

noción del derecho en

conciencia de las naciones,

conciencia de los individuos

la

comenzó por hacer

familiares

suyas aquellas lenguas que por excelencia llamamos clásicas, y en

de un

las cuales

modo más

gunas se han revelado

Dueño ya de

Arte. el

las

y soberano que en

exquisito

numen de

el

lenguas griega y

latina,

estado actual de los estudios no bastaba

de

otras al-

y el numen del comprendió que en

la Justicia

mera interpretación

la

para llegar á su cabal y perfecto sentido, en las múltiples relaciones que el conocimiento histórico abraza; y llevó á

literal

los textos

término, con vigor verdaderamente digno de imitación y ejemplo, otro trabajo aun

más

lento

y más arduo,

de ponerse

el

y ahinco

especial predilección

de

al nivel

general europea en aquellos conocimientos que

la cultura

él

con

cultivaba. Aprendió, pues, el Sr. Hi-

nojosa, entre otras lenguas extranjeras, la lengua alemana, funda-

mental instrumento de cultura para todo hombre científico de nues-

y con

tros días;

auxilio

tal

dióse

al

estudio de cuantos trabajos

arqueológicos, epigráficos, numismáticos, geográficos y jurídicos nos

brinda en abundancia

En

germánicas.

mento

el

exuberante producción de

atractivo de la novedad:

vanas teorías sobre tro antes

la

las

Academias

exploración, no le sedujo ni por un solo

tal

lo

que

mo-

no se apresuró á dogmatizar con no pretendió ser maes-

iba aprendiendo:

que discípulo completamente formado: no concedió á

temeraria conjetura

el

lugar sólo debido á

una y otra vez probada en

el crisol

de

la

la

investigación prudente,

la

experiencia histórica: no

prestó oído á los cantos de sirena con que

la

imaginación, disfra-

zada de razón sintética y discursiva, suele arrastrar y fascinar á los

hombres de nuestra de

la

raza;

no

sacrificó

ciencia á preocupaciones del

partido

y de

nunca

la

augusta integridad

momento, á vanas tramoyas de

escuela, á exhibiciones oratorias, á juegos de artificio,

que, aprovechando poco para la vida de las sociedades presentes,

convierten en vilísimo juego una cosa tan digna de respeto vida de las sociedades que fueron, y que por tar enterradas tienen

derecho plenísimo á

la

el

como

mero hecho de

la

es-

serena imparcialidad

del juicio desinteresado, único que en rigor puede llamarse histórico.

No

fué,

por consiguiente,

el Sr.

Hinojosa historiador de los que

se llaman populares; pero consiguió agradar á los pocos que

aman

la

ALGUNAS CONSIUERACIONES SOBRE FRANCISCO DE VITORIA historia ella se

por

2

27

misma, independientemente de

la aplicación que de hace 6 puede hacerse en periódicos 6 en Congresos. Fué sí

poco leído, pero le leyeron todos los que podían y debían leerle. Hizo muchas monografías, que andan esparcidas en revistas y en colecciones eruditas, é hizo, sobre todo, dos libros, cuyos solos tulos bastan para indicar las altas aspiraciones toria del

Derecho

Romano conforme á

de su autor,

el

primero y más

romana y

primitiva, á la

difícil

la

estos estudios ha-

donde pasaba por

siglo;

ro-

que en su juventud había decorado á Heinecy á Vinnio; donde todavía suelen alcanzar nombre y considerael

ción de jurisconsultos gentes para quienes no existe

romano que

el

contenido en

las

de estas mismas comprendan

que de estas leyes

ni el

medio

ni nada,

ni

en suma, de

lo

modo de

el

formación

de otras algunas penetren

que nacieron,

histórico en

más Derecho

compilaciones justinianeas, sin que

ni

el

ni el espíritu;

la

razón

fundamento

que legitima ó explica

el

cho romano

como

si

se tratase de

que una

de aspirar

pueblo muerto, costumbres,

ni

sin

al título

conocer

instituel

Dere-

un Código abstracto y cerrado,

y no de una construcción lentamente elaborada por tra ese dislate

social,

filosófico,

ción nazca ó muera. Contra esa absurda rutina de enseñar

lo

va

época

de una Historia del Derecho

bían sufrido un retroceso casi de medio

sin

la

á la visigótica.

Romano; gravísima sobre todo en España, donde

cio

cual

la

volumen, concerniente á

Grave empresa en todas partes

manista profundo

tí-

His-

las últimas investigaciones, la

Historia del Derecho Español, obra de vastísimo plan, de

publicado

la

de interpretes de

los siglos; las

con-

leyes de un

su historia, ni su arqueología, ni sus

ni

su literatura, ni su ciencia, ni nada, finalmente, de

que pensaban y sentían

los

hombres que hicieron y aplicaron la tradición española; pero no en

esas leyes, había eficaz remedio en la tradición

degenerada y corrompida, de rábulas y leguleyos, que la gran tradición de la cultura

nuestros padres alcanzaron, sino en

española del siglo xvi, en los Agustines, Goveas y Covarrubias, y en la tradición del siglo xvii, más olvidada todavía, aunque no me-

nos gloriosa, puesto que vive, para quien sabe

de D. Francisco de dez de Retes y

Amaya y

Ramos

del

leerlos,

en

los libros'

de Melchor de Valencia, de Fernán-

Manzano, de Nicolás Antonio y de Al-

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

228

tamirano Vázquez. Así lo entendieron nuestros grandes jurisconsultos del siglo pasado,

manas, peritos en

que fueron á

las

la

como Mayáns, como Dou.

que

]Ojalá

vez doctísimos en letras hu-

arqueológicas,

disciplinas

como

Finestres,

admirable carta latina con

la

que Mayáns encabezó en 1757 el Hermogeniano de Finestres, hubiera sido hasta hoy el programa de nuestros jurisconsultos y de nuestros historiadores del Derecho! Pero no sé qué mala fortuna ó

qué

preocupación ha separado entre nosotros dos ramas

siniestra

de estudios que debieran permanecer eternamente unidas; y al mismo paso que es frecuente encontrar en los historiadores, en los humanistas, en los críticos literarios, total ignorancia de jurídica,

que

ciones pasadas, es no tir,

en

los

menos frecuente y no menos doloroso adver-

que han hecho

oficio

ó profesión del estudio de

un absoluto desconocimiento de todavía más, de las ideas

gramente Así

lo

la historia

tanta luz da para penetrar en la vida de las genera-

historia externa

la

la historia intelectual é interna,

de

la

las leyes,

política,

y

historia

y de

morales, científicas y artísticas, únicas que explican íntela

elaboración del hecho jurídico.

ha entendido

el

docto compañero á quien tengo hoy

honor de saludar en nombre déla Academia.

Y

por eso sus

el

libros,

difundidos por toda Europa, han alcanzado aplausos, á que están bastante desacostumbrados los oídos españoles en nuestro tiempo.

Por eso su Historia del Derecho Romano,

síntesis paciente

y

feliz

del

estado actual de estos conocimientos, libro de apariencia modesta

y de mucho

jugo, mereció que el eminente Flach, profesor de la

Escuela de Ciencias Políticas de París, y sucesor de Eduardo La-

boulaye en

la

cátedra de Legislación

Francia, dijera de ella, se

Derecho romano

la calificó

(i).

en proclamar desde

Derecho en las

la

del Colegio de

la

la

enseñanza

Revue genérale de ciencia;

y Mis-

Universidad de París, no dudó

columnas de

d'Histoire et de Littérature, que

Nouvdle

Por eso

de aiadro fiel del estado actual de la

poulet, profesor de

(i)

Comparada

obra de nuestro compatriota, que, mediante

inauguraba en España una nueva época para

histórica del

Droit

la

la

el libro

severísima Revue Critique del Sr. Hinojosa era obra

Rei'ue Historiqíic de Droit, 1880.

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE FRANCISCO DE VITORIA seria (es decir, sólida

grave), felicitando

iniciativa,

y y deseándole todo

cienzuda.

A

al

229

autor por su inteligente

éxito que merece labor tan con-

el

estos aplausos unió los suyos Rivier, profesor de

Universidad de Bruselas, y notable autor de una Crestomatía

Hinojosa era «brillante

dica, á los ojos del cual, la obra del Sr.

muestra del Renacimiento de Hüffer, profesor de

dición del autor

en España»

los estudios jurídicos

Universidad de Bonn, elogió

la

la

jurí-

(l).

«copiosa eru-

la

y su habilidad para ordenar metódicamente las maprofesor en la Academia Histórico-Jurídica de

terias» (2). Gatti,

Roma, considera su Historia como «Manual necesario y guía guro para quien se dedique á estudios formales sobre

cho» josa,

(3).

en

Y Zocco

la

Rosa decía recientemente del

se-

Dere-

el

libro del Sr.

Hino-

Rivista Italiana di Scienze Giuridiche (1887), que «me-

rece todo aprecio, así por

el

orden de

la

conocimiento generalm'ente profundo de

exposición,

la

como por

el

materia».

Sería tarea interminable reproducir á la letra, ni siquiera en ex-

que ha merecido á doctos romanis-

tracto, los juicios laudatorios

Manual del

tas extranjeros el

Sr. Hinojosa.

Unos

le elogian,

porque

siendo en apariencia parco de citas y de textos, para no distraer

con vano aparato

la

atención del estudioso, recoge

en breve suma cuanto es indispensable para

Derecho romano,

historia externa del

alegando en

la

los doctos, é

autor.

mayor

parte de

las

así

el

público

que abarca todo

el

el

plan amplio

conjunto de

mismo tiempo

como

la

privado,

cuestiones los varios pareceres de

indicando con sabio criterio cuál es

Ponderan otros

al

conocimiento de

las

y

el

que prefiere

el

racional de este compendio,

antigüedades políticas de Roma,

con excelentes indicaciones bibliográficas en todo

lo

que pertenece

á las ciencias auxiliares. Otros le conceden el mérito, nada vulgar,

de haber explanado con detenimiento ciertas partes del Derecho, casi olvidadas ó

abandonadas hasta hoy, mostrándose dondequiera

profundo conocedor de los trabajos

las ricas

fuentes de la erudición alemana, de

de Kuntze, de Schurer, de Corres, de Waitz, de Dahn,

de Kaufmann, de Arnold. (1)

Revue de Droit International áe tSSo.

(2)

Litterarische Centralbtatt de 1881.

(3)

Sttidi e documenti di Storia e Diritto di

Roma,

18S0.

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

230

Mayores

y más de

la

cual

ardua

felogios

más vigor de entendimiento

alcanzó todavía, y

riqueza de doctrina muestra la Historia del Derecho Español.,

la

Hinojosa ha publicado

el Sr.

tarea de resumir en dos

el

primer volumen. Con ser

tomos de pocas páginas

la

Histo-

Romano, aun había manuales y crestomatías extranque podían abrir camino al autor. Pero, ¿cómo buscarlas en la

ria del Derecho jeras

Historia de nuestro Derecho.' Nadie ha intentado exponerla cientí-

ficamente; y

den

si la

instintivo

miramos en su conjunto, adolece de aquel desor-

y fecundo que preside á

legislaciones dignas de tal

y en

fluido en la vida

caz

y perenne,

la

cálculos de la previsión

y

elaboración de todas las las

únicas que han in-

conciencia de los pueblos de un

mismo que no

que, por lo

evidente del decreto

la

nombre, por ser

humana,

modo

efi-

está sujeto á los vulgares

y prueba más

es la manifestación

ley providencial que preside en la His-

toria.

Es, por tanto,

de toda nuestra

la

Historia del Derecho Español,

caltura, congregación

como

la historia

de mil arroyuelos dispersos,

mezcla de razas y civilizaciones distintas, algo, en suma, que exige y conocimientos tan disímiles, como la arqueología

lleva consigo

romana y

la

de

los antiguos

islamita, la legislación foral

del

Derecho romano y

pueblos germánicos,

de

los

las tentativas

hebraica y

la

tiempos medios,

el

de codificación moderna.

Para abarcar tan largo y magnífico estudio, apenas parece ciente

el

mencionan) grande por sería respetable el silencio

y

la

él:



nadie, entre nosotros, lo haya intentado? citar (fuera

de

los \ivos

que aquí no se

mismo, grande por su valor intrínseco, que

en todo país y todo tiempo; grande todavía más por obscuridad que

rición magnífica,

le

rodea antes y después de su apa-

que solamente en Portugal

suscitó

un discípulo

Martínez Marina, en suma, gloria altísima de esta Aca-

demia, y verdadero fundador de

como en

sufi-

alma de un Savigny, de un Thierry ó de un Alommsen.

¿Cómo admirarnos de que Un solo nombre hay que

digno de

la

renacimiento

la historia interna

de

la

Península,

sus últimos días tuvo á gloria confesarlo Alejandro Hercu-

lano; Martínez Marina, de quien ha podido decirse, con

más ó me-

nos fundamento, que en otras producciones suyas tentó ajusfar violentamente

al

molde de sus preocupaciones

políticas la historia

1

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE FRANCISCO DE VITORIA

que

conocía tan bien, y que por

él



23

mismo, con tan perseverante

estudio y tan desinteresada afición, había indagado en sus años juveniles,

pero á quien nadie negará

y hasta

la

fecha

el

lauro de haber sido

único autor de un Ensayo histórico

el

primero,

el

critico

sobre

nuestra legislación de los tiempos medios, libro de poco volumen,

pero en

el

cual reunió su autor tesoros de inagotable enseñanza; libro

que hoy podrá

calificarse

de anticuado en algunas partes, de defi-

ciente en otras, pero libro que algo debe valer, cuando la genera-

ción presente, después de medio siglo de investigaciones, todavía

no ha encontrado otro mejor con que

Honremos, señores,

como

como Académicos,

sino

que

Teoría de las

se

forme de

la

sustituirle.

nombre de Martínez Marina, no solamente

el

españoles; y sea cualquiera Cortes-,

de

recogerse grandes enseñanzas, en medio de tido

que su autor

fica,

tan austera y tan grave;

sayo sobre

la

la

arcano de

el

forma de

veneremos siempre

la

y

fueros,

de

las

las ilusiones

y de

autor del En-

primero

al

formación de nuestros Códigos; el

de una generación enamorada de

y de

las

pergaminos viejos

el

al

laberinto de los al

fun-

que participando de todas

historia municipal; al

abstracta

la justicia

declaraciones de derecho valede-

ras para toda la eternidad, tuvo la

y

al

cartas-pueblas y de los cuadernos de Cortes;

los pactos sociales,

abstractos,

de par-

libro

leonesa;

primero que osó internarse con planta segura en

dador de nuestra

juicio

pueden

contraviniendo á su propia índole cientí-

le dio,

antigua legislación castellana

que penetró en

el

cual todavía

la

inspiración de buscar en

feliz

fundamento histórico de esos mismos derechos

y de comprender que

la libertad

misma, con ser tan

alta

nobilísima condición de la persona humana, parece un huésped

extraño en

la

casa del ciudadano cuando no viene protegida por

acierta á salir de la

y complicidad de

durísimo sedimento de

no

es

verdad

mismo de cer

la

ni

la

tradición,

las

que hasta cuando por



misma

mentira, no es error ni es acierto, lleva en el hecho

su duración una fuerza contra

la

cual no

pueden prevale-

protesta individual ni el hecho violento; porque á su

misma duración de un estado social cuya sombra han vivido larga y gloriosa

esta

la

costumbres, y que nunca esfera ideológica mientras no asienta su pie en el

inconsciente sanción

es

una forma de

vida

modo

justicia, á

muchas generaciones.

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

232

cuya

vida, por herencia

mucho más

fuerte

que

la

herencia

física,

es

todavía la nuestra.

Así

comprendió Martínez Marina, y por eso cuando teólogos le tachaban de jansenista y de hereje,

lo

mal aconsejados de su tiempo él

buscar en nuestros grandes teólogos y canonistas del

iba á

siglo XVI,

en Suárez,

en Domingo de Soto y en Melchor Cano, en Vázquez y el fundamento y la justificación de sus teorías de Dere-

cho público; y

así,

cuando

bien en los ejemplos de

la

reforma constitucional, inspirada más

Constituyente francesa que en tradicio-

la

nes españolas, alarmaba y escandalizaba á muchos espíritus, sistía,

per-

él

con empeño quimérico cuanto se quiera, pero generoso

al

cabo, en aliar las nuevas doctrinas con la tradicional libertad caste-

y ponía toda su enorme erudición al servicio de la nueva cauno porque fuese la de Rousseau y Condorcet, sino porque él, en

llana, sa,

un extraño espejismo, había llegado á creer que sus conclusiones convenían con cierta doctrina implícita transmitida de

de Toledo

al

de León y

la tierra

había resistido á centralizador

las

Car-

especialmente en aquellas que ordenaban los buenos

tas municipales,

hombres de

los Concilios

de Coyanza, formulada luego en

al

la

con una especie de democracia instintiva que

romano y

invasión del Derecho

y absolutista

al

movimiento

del siglo xvi.

De esta tendencia de Martínez Marina podrá decirse cuanto se quiera,

y á

las rectificaciones

verdaderamente

científicas

mos que oponer, aunque pluguiera á Dios que son algunos, los que por

el

nada tendre-

fuesen muchos,

estudio directo de \os

en aptitud de rectificarle ó completarle. Pero sea cualquiera

el

de estas rectificaciones y enmiendas, y aun concediendo (de estamos

muy

como

documentos están

distantes) toda la razón á sus censores,

valor

lo

que

siempre habrá

que reconocer (y esta es la verdadera gloria de Martínez Marina) que hasta sus errores fueron fecundos, y que sin él no existiría la historia del

Pero

ni

Derecho español. Martínez Marina, encerrado en

Media, y compendiando voluntariamente

lo

los límites

que tan

de

la

Edad

á fondo sabía;

proponiéndose, en suma, hacer, más bien que un libro, un largo discurso preliminar á nuestra edición académica de ni

Sempere y Guarinos,

escritor

de juicio y

estilo

Las Partidas;

muy

vulgares.

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE FRANCISCO DE VITORIA pero inteligente y benemérito rebuscador de noticias varias,

que después de

233

ni otros

han venido, y que por ser contemporáneos no la posteridad dé á cada cual de ellos el ga-

él

citamos, esperando que

lardón debido, bastan hoy para satisfacer

curiosidad del estudioso,

la

jurisconsulto ó no, que va á buscar á una historia del Derecho algo

más que

resoluciones de casos prácticos,

y

más que argumen-

algo

tos en pro de una tesis política.

El Sr. Hinojosa, que no es abogado de profesión, y que de la vida ha abstenido cuerdamente siempre; el Sr. Hinojosa, que

política se

en

del

la historia

Derecho no ve otra cosa que

Derecho mismo,

el

más compleja manifestación de la vida nacional, y que por esto le ama y le estudia con amor puramente histórico,

es decir, la

sólo

desinteresado y retrospectivo, incompatible con cualquier otro

que no sea vacío,

santa caridad de

la

la

amor

patria, ha aspirado á llenar este

no con uno de esos indignos manuales que son

el

oprobio de

nuestra enseñanza universitaria, y que nos hacen aparecer á los ojos de los extranjeros cincuenta años más atrasados de lo que realmente

estamos, sino con un trabajo de primera mano, bebido en

mas

las

mis-

fuentes, sobrio

y sustancioso en la doctrina, tan libre de temeridades sistemáticas como de rutinarios apocamientos. Del valor de esta obra

de

la

tomada en conjunto habló dignamente Tardif, profesor

Escuela de Cartas de París, en un artículo publicado en

Noiivelle

Revue Historique de Droit Frangais

Marzo de l88o): «El plan de este

muy

claro; la exposición llena

tulos

acompaña una copiosa

recientes

de lucidez, y á

bibliografía

Étranger

el

la

(.Abril

y

muy

completo y cada uno de los capíes

que indica

los trabajos

más

y estimables sobre cada cuestión publicados en toda

Europa sabia

Abarca

libro, dice,

et

la

>.

único volumen impreso hasta ahora las instituciones

España primitiva, las de la España romana y visigóno completa esta última parte, puesto que debe empezar el segundo tomo con la definitiva redacción del Fuero Juzgo. La obra

jurídicas de la tica,

es

modelo de manuales, y su originalidad

teorías extravagantes, sino en agrupar

hechos averiguados, para que

mente, revelen todo

el

ellos

consiste,

no en aventurar

con destreza y método

los

mismos, apoyándose mutua-

sentido que en



encierran,

y que estará

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

234

siempre velado para quien aisladamente

que

libro,

pañol de leyes,

Con

este

de todo estudiante es-

será penetrar en el estudio de los trabajos de

fácil

Mommsen, de Hübner, de la epigrafía jurídica

de

eminentes, no sé yo

si

superiores

los considere.

ojalá llegue á ser el vade-viecum

nuestro doctísimo Berlanga, á quien debe

Península servicios que, en fuerza de ser

la

han sido bastante agradecidos, quizá por ser

de nuestra cultura.

al nivel

Algo semejante puede decirse

del libro del Sr. Hinojosa;

eso yo, aunque con íntima tristeza, auguro

y por

autor que tarde ó

al

nunca llegará á hacerse popular en nuestras facultades de Derecho; lo cual

acelere

la

terminación de su obra; no para satisfacción de

que suelen

tas,

en

no debe ser obstáculo, sino antes bien estímulo, para que

de

la historia

de todos

ser,

las leyes,

los

los legis-

ciudadanos, los menos interesados

cuando no son vigentes y de aplicación

onerosa ó lucrativa, sino para instrucción de todos aquellos que

aman que

la historia

por

suele sacarse de

misma y no por la aplicación trivial y para quienes el Derecho viene á ser, no

la historia ella,

un conjunto árido é irracional de fórmulas curialescas, sino un magnífico

poema donde

ciencia el sentir

y

la

el

se refleja de igual

en

menos vigor y

las tablas

pie entre cielo

y

los

ilustres

de

la fortaleza la

el

y en

arte

la

que en

las estrofas

los

y traducida en las mármoles respiran-

que danzan con rítmico

Hinojosa es

Sr.

el dis-

monografía completa y llena de datos los

varón insigne por

que

eficacia

granados estudios del oir,

nuevos acerca de uno de

nos que por

en

tierra.

Ultimo fruto de

;

espíritu, concretada

animadas y en

curso que acabáis de

siglo XVI

modo que

pensar de los que nos transmitieron su sangre

más pura esencia de su

leyes con no tes,

y

el

pensadores más

ilustres

entendimiento y

la

de nuestro

doctrina no

de carácter; teólogo singular entre

los

me-

más

Orden de Santo Domingo ha producido; restaurador

la Escolástica,

en pleno Renacimiento, ó más bien padre y crea-

dor de una nueva ciencia teológica acomodada

al

gusto y á

las nece-

sidades de los tiempos nuevos; verdadero Sócrates de la Teología,

como

sus discípulos le apellidaron, acordándose no sólo de su espí-

y de la eficacia y virtud generadora de su palabra, que tanto contrastaba con su parquedad en escribir, sino más aún. ritu filosófico

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE FRANCISCO DE VITORIA

de

las

nuevas é inmediatas aplicaciones que realizó de

la

235 ciencia

divina que enseñaba, haciéndola descender de los cielos para tomar parte en las contiendas de

la tierra,

no de otro modo que

el hijo

de

Sofronisco convirtió en ciencia ética, en ciencia de los deberes y de los afectos

humanos,

los jónicos

y de

no

que se

es

que hasta entonces había sido en manos de

lo

los eleáticos, ciencia física

de rebajar en

trate aquí

lo

ó esgrima dialéctica.

más mínimo

especulación metafísica pura, desinteresada é

el

Y

valor de la

inútil, á la cual preci-

samente por esta noble condición de desinterés é inutilidad rendi-

mos de

más alto y contemplación

fervoroso culto, creyendo firmemente que no hay

generoso empleo del entendimiento humano, que la

verdad por

verdad misma:

la

ejercicio

la

verdaderamente divino,

en que se revela y manifiesta más que en ningún otro esfuerzo natural la participación

de

lumbre increada. Pero

la

así

como

es gra-

vísima aberración, indigna de un espíritu científico, tratar con des-

dén

las

llamadas sutilezas de filósofos y teólogos, no es yerro me-

nos grave, y en ciertas épocas ha sido funestísimo, práctica

la

de

la

especulación, y

de

los empíricos, á la rutina

nos el

y

falaz

de

los

Derecho y

No

lo

entendía

en esto consiste su gloria mayor y padre de una ciencia nueva

No

fué moralista

y

,

divorcio entre

la

arbitrariedad

los leguleyos, al instinto

hombres de acción, cosas tan

la Política.

el

dejar entregadas á

el

el

así

altas

más ó me-

como

la

Moral,

Francisco de Vitoria; y

que merezca ser apellidado

fecunda en portentosas aplicaciones.

jurisconsulto,

á pesar de ser teólogo, sino que

alcanzan á todas las grandes cuestiones sociales,

y

el

fundamento de

la

potestad eclesiástica y la

el

origen del poder

soberanía, los límites y relaciones entre la civil, los

derechos de

la

lo

que

fué precisamente por su teología, deduciendo de ella corolarios

paz y de

la

la guerrai

y la conquista. Era Vitoria discípulo de Santo Tomás y escolástico de

esclavitud, la colonización

pero

como

volas

que

ceptuar

al fin vivió

hostiles

al

con

en los

mismo Erasmo,

participó

ventud alcanzó en

la

ampliamente del

espíritu

de

Renacimiento trajo consigo; y degenerados nominalistas, que en su ju-

generosa y libre indagación que

en vez de parecerse á los

raza;

y en relaciones antes benégrandes humanistas de su tiempo, sin exel siglo xvi,

el

Universidad de París, y cuyas semblanzas du-

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

236 ran en

enérgica invectiva de Juan Luis Vives In Pseudo Dialéc-

la

sus libros de causis corruptarum artium, tuvo á mérito

ticos

y en

gala,

no sólo

el

dernos, cierta elegancia de exposición, y aun cierto

orato-

artificio

sobre todo en los proemios de sus Relectiones, exorna-

rio, visible

dos sobriamente con los recuerdos de

con

y

emplear cierto método y lucidez enteramente mo-

la

y aun

antigua sabiduría

que puso todo su empeño y maespesos muros que circundaban la pales-

las flores del arte clásico, sino

yor conato en romper

los

maestros á todo rumor de

tra escolástica, sordos sus

la vida, atra-

sados voluntariamente en dos siglos, y ociosamente ocupados en

de araña. Con Vitoria penetró á torrentes

tejer interminables telas la luz

en

y un óleo nuevo

estadio antes inaccesible,

el

raudales los miembros y

espíritu

el

de

los

toria data la

verdadera restauración de

España, y

importancia soberana que

él

la

las

De

los estudios teológicos

la

Vi-

en

Teología, convertida por

en ciencia universal, que abarcaba desde

hasta

vigorizó á

nuevos púgiles.

los atributos divinos

últimas ramificaciones del derecho público y privado,

lle-

gó á ejercer en nuestra vida nacional, haciendo de España un pueblo de teólogos. En su escuela se formaron los más grandes del si-

Domingo de

glo xvi: un discípulo suyo,

más célebre tratado De chor Cano, trazó, en

Soto, escribió

digno de Marco Tulio,

estilo

enciclopedia teológica, remontándose

al análisis

tades de conocer, y buscando en ellas

el

merced

ciplina, que,

científico

y

para toda la

que

él

primero y Mel-

el

plan de una

de nuestras facul-

organon para

la

á sus esfuerzos, alcanzó carácter

positivo antes

[la]

el

Justitia et Jure; otro discípulo suyo,

que ninguna otra

ciencia.

Un

nueva

dis-

plenamente abismo se-

teología española anterior á Francisco de Vitoria, de

enseñó y profesaba; y los maestros que después de él viniemás ó menos en cuanto se acercan ó se alejan de sus

ron, valen

Todo

ejemplos y de su doctrina.

el

asombroso florecimiento

teoló-

gico de nuestro siglo xvi, todo ese interminable catálogo de doctores egregios

que abruma

las

de Hurter, convirtiéndole contenido en germen en cia está

páginas del Nomenclátor Litlerarius,

casi

la

en una bibliografía española, estaba

doctrina del Sócrates alavés. Su influen-

en todas partes; y sin que neguemos á insignes Maestros de

otras órdenes el lauro

que de

justicia se les

debe como iniciadores ó

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE FRANCISCO DE VITORIA colaboradores en

el

renacimiento teológico; aunque pronunciemos

con respeto profundísimo

de

los

nombres de

Fr. Alfonso de Castro, timbres de la

tino Fr.

por un momento que

Seráfica; del

y

Agus-

Luis Vives, y de su carta

al

y Lainez; y aunque no olvidemos inicial de toda esta reforma de

impulso

el

los estudios eclesiásticos

•de

Fr. Luis de Carvajal

Orden

Lorenzo de Villavicencio; del Benedictino Fr. Alfonso de

Virués; de los Jesuítas Salmerón ni

237

partió

de

los

De

libros

de

Disciplinis,

algunos opúsculos de Erasmo, especialmente

Elector de Maguncia, oportunamente recordada por

nuestro compañero, siempre habrá que reconocer que

tenden-

las

cias erasmianas, por venir mezcladas de elementos sospechosos,

no

arraigaron ni fructificaron mucho, antes fueron miradas con cierta

prevención y hostilidad más ó menos violentas. teólogos españoles que acabamos de

citar,

Y en

cuanto á los

y cuyo ardiente

catoli-

cismo y pura ortodoxia son bien notorios, ninguno de ellos, á pesar de su mérito excepcional, logró extender su acción pedagógica á

un círculo tan amplio como

el

de Francisco de Vitoria, y nunca

graron en nuestras escuelas

ni

en

libro

De

las restantes

de

la

Cristiandad

De informando

Restituía Theologia, de Carvajal, ni el

dio theologico, de Villavicencio, aquel puesto verdaderan-

aquella reputación de obra magistral el

momento de

y

clásica,

las

¡deas

y

interpretados por un espíritu

el

stu-

e único;

que disfrutó desde

su aparición la obra inmortal de Melchor

sunto fidelísimo de

lo-

-

.no, tra-

método de Francisco de Vitoria, todavía más vasto, más genial, más del

y audaz que el suyo, y dotado además de un poder y una magnificencia de estilo didáctico que su maestro parece haber

inquisitivo

presentido y deseado más bien que poseído. Inéditos aún sus comentarios á fluencia

por

de Vitoria en

los libros

la

la

Suma de

los

la in-

más bien

de sus discípulos que por los suyos propios: hay que

buscarla, confesada ó no, en toda la pléyade

en

Santo Tomás,

teología dogmática se prueba

de teólogos dominicos,

dos Sotos, en Bartolomé de Medina, en Carranza, en Báñez,

en Fr. Pedro de Herrera; dignamente continuados dentro del glo XVII por los grandes atletas de las controversias de auxilüs,

si-

Fray

Diego Álvarez y Fr. Tomás de Lemos, y por el perspicuo, valiente y profundísimo comentador Fr. Juan de Santo Tomás, uno de los

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

238

más copiosos y seguros intérpretes de la doctrina del Ángel de Escuelas. Los cuadernos de Vitoria, sus lecturas, amorosamente

y piadosamente conservadas por

piadas

que pudieron

los

las

co-

oirle,

constituyeron una especie de fondo común, una doctrina tradicio-

de su Orden,

nal dentro

de

los

á

cuyo fondo

nuevos profesores, durante todo

fué

acumulándose

tiempo que

el

la

la

labor

teología es-

pañola conservó alientos de renovación y bríos de juventud y esfuerzo racional sacado de sus propias entrañas. Así pudo, durante

dos

siglos, la

logos á los

Orden de Predicadores exponer con

la terrible

competencia con

Maldonados y Fonsecas, con

orgullo sus teó-

Salmerones y Toledos, con Molinas y los Vázquez, con los

los

los

Suárez, Valencias y x\rriagas, con los Ripaldas y Montoyas; y

para gloria de nuestra ciencia quedó indecisa ble certamen, y no vía

pudo

hubo en

rigor ni vencedores ni vencidos, toda-

lo

nes Theologicae, que es en fecha la

muy buena casuistas,

patente

el

autor de las Relectiolos

grandes moralis-

Escuela produjo durante su edad de oro, puede reclamar parte,

y sobriedad de ra, los

que

primero de

el

el

dogmático, sino también en lo

positivo é histórico; á lo cual se añade

que

si

palma de tan no-

escuela de Francisco de Vitoria reivindicar

la

derecho de prioridad, no sólo en

tas

la

no en

juicio),

los extravíos (bien ajenos

pero



de su templanza

en los aciertos de aquella legión de

ayer tan denigrados y cuya rehabilitación comienza aho-

cuales apuraron hasta los últimos ápices la disección de los

actos humanos, de sus ocultos móviles, de sus extremas consecuencias,

de

forme á

que

los accidentes las

leyes de

los modifican,

y de

su calificación con-

la ética cristiana.

Pero una cosa hay que confesar, aunque con dolor se confiese.

Por entibiamento de

desdén hacia

que conocer

la

la fe,

por ligereza de espíritu, por insensato

tradición nacional,

á fondo, el

que

es

mucho más

del siglo XVI, tan vivo, tan animado, tan pintoresco tico

fácil

negar

movimiento de nuestras escuelas teológicas

y hasta dramá-

en ocasiones, yace generalmente olvidado, y aun los mismos

que más suelen

traer en boca los

más alarde hacen de

nombres de nuestros doctores, y

seguirlos, suelen fijar

bien intencionada,

ción (curiosa

y

modos; pero

al fin

exclusivamente su aten-

y digna de agradecerse de todos

curiosidad de profano

y de

dilettante superficial)

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE FRANCISCO DE VITORIA ciertas aplicaciones particulares

en

una gota de agua en profesaron Santo

la

vasto océano de

el

Tomás y

sus

239

que, con valer mucho, parecen

más

en verdad que parece rara ironía de

la

ciencia de Dios, tal

ilustres

y

suerte el que dure

la

como

fieles discípulos.

Y

nommás de

bre de Francisco de Vitoria; no por haber dado tres siglos

el

vida gloriosa á una tradición que parecía completamente agotada;

no por haber reconciliado haberse remontado á

el

Renacimiento con de

la crítica

la

Teología; no por

las fuentes positivas

de demostra-

ción teológica; no por haber enterrado definitivamente las sutilezas

de

los nominalistas

sobre

la

tros teólogos

carse

y terministas ; no por su admirable doctrina

potestad del Papa y del Concilio, que fué bandera de nues-

en Trento; no por su doctrina

más bien que en en

tiones-,

el

difuso

las sobrias

política,

que suele bus-

nerviosas páginas de las Relec-

y

comentario que de

ellas hizo Fr.

Soto, libro ciertamente de gran valor, pero todavía de na,

conforme

scit

Sotum,

flictos

totum; no por lo que escribió de las relaciones y con-

entre la Iglesia

el cual,

y

el

Estado

,

adelantándose á Melchor Cano,

en su Parecer famoso, no dejó bastantes veces de sacar

cosas de quicio, cediendo la

fortu-

sabido latinajo de nuestras escuelas, qui

lo acredita el

scií

Domingo de mayor

al

calor de

la

las

polémica contemporánea y á

natural extremosidad é intemperancia de su carácter, que tanto

contrastaba con

la

plácida moderación científica de su maestro; no

por ninguna de estas cosas, digo, sino por una circunstancia que parece meramente fortuita; es, á saber, por rada erudición de Grocio, et pacis (que

en

la

el cual,

la

buena

en su famoso tratado

fe

y

la

hon-

De jure belli

con apariencias de meramente erudito fué un progreso

humano y contribuyó más que otro social, de mansedumbre y de tole-

vida moral del género

alguno á difundir ideas de piedad rancia, por todo lo cual

merece ser eternamente bendecido por

todos los aborrecedores del brutal prestigio de gala contar á Vitoria entre los

humanitaria, citando con verdadero Indis y

De jure

la fuerza),

más egregios precursores de

amor

las

tuvo á su obra

dos Relectiones

.,

De

belli.

Tal noticia, transmitida de Grocio á sus numerosos compendiadores é imitadores, despertó

la

atención de

la crítica

moderna en

cuanto se intentó formar una Historia del Derecho de gentes, y en-

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

240

tonces vióse á Mackintosh afirmar en

la

Revista de

Edimburgo

(l),

Derecho natural, del Derecho público y del Derecho internacional deben buscarse en la filosofía escolástica, _y

que

«los orígenes del

sobre todo en los filósojos españoles del siglo xvi, que estaban anima-

dos de un espíritu mucho más independiente que lásticos,

merced a

los

nuestras escuelas».

Y

progresos que añadía

paña, por haber sido en

el

el

los antiguos esco-

Renacimiento había traído á

el

célebre publicista escocés que Es-

siglo xvi la

primera potencia militar y

de Europa, y haber sostenido grandes ejércitos y guerras continuas, hubo de sentir antes que otro país alguno la necesidad política

de asentar sobre bases

sólidas el

fué la patria de Vitoria

y de

Derecho de

la

Baltasar de Ayala.

guerra, y por eso

Más

adelante escri-

bió Mackintosh su célebre Historia de los progresos de la Etica {Pro-

como

gress of ethical pkilosopky), y

á él no le detuvo ni podía dete-

nerle la mala vergüenza que solemos sentir los españoles para elo-

giar nuestras cosas, «la

rar

no

se hartó de llamar a la

España

del siglo xvi

más poderosa y magnífica de las naciones europeas>, y decladignos de memoria eterna á Francisco de Vitoria, «por haber

expuesto

el

primero

las

doctrinas de

escuela en

la

la

lengua del siglo

de León X», y á Domingo de Soto, por haber sentado el gran principio de que «el Derecho de gentes es el mismo para todos los humanos, ut reor,

sin distinción

de cristianos é

est Ínter christianos et infideles,

gentibiis aequale est; principio

que

infieles»:

ñeque discrepantia,

quoniam jas gentium cunctis

sirvió á

Domingo de Soto para

de negros, y había servido á Francisco de Vitoria y á Fr. Bartolomé de las Casas para condenar la esclavitud de los indios. «Apenas acierta un hombre de nuestros tiempos, añade

condenar

la trata

Mackintosh, á tributar todos los elogios que merecen estos excelentes religiosos,

que defendieron

habían visto, contra

las

los

derechos de hombres que jamás

preocupaciones de su Orden,

el

supuesto

interés de la religión, la ambición de su gobierno, la avaricia

orgullo de sus compatriotas

y

las

y

el

opiniones dominantes en su

tiempo.»

Siguiendo

(i)

las huellas

Septiembre de 1816,

de Mackintosh, Wheaton,

vol.

xxn.

el

historiador

1

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE FRANCISCO DE VITORIA norteamericano de

los

en América, extractó cuidadosamente en

y 6/ de no

Vitoria,

sin advertir

dujeron en

y

el

tratado

De

previamente que

el siglo

xvi

24

progresos del Derecho de gentes en Europa

pire «las

1846

belli,

las Relectiones

y

5."

de Baltasar de Ayala,

Universidades españolas pro-

una multitud de escritores notables que culla moral que enseña las leyes de la jus-

tivaron aquella parte de ticia ».

Y [tras

de Wheaton vinieron á repetir algo idéntico Rivier y

Nys, y todos los autores de monografías sobre el Derecho de gentes, y últimamente coronó este concierto de elogios en tan solemne

como la del centenario de Alberico Gentili (1876), el profePadua A. de Giorgi, saludando á Francisco de Vitoria, no

ocasión sor de

sólo

como

inspirador y precursor de Gentili, sino

padre de la

ciencia del

como verdadero

Derecho internacional.

He

llEnillDU T

PbUTO.— £«jayoj

di critica filosófica.

dicho.

IV

APUNTAMIENTOS

BIOGRÁFICOS Y BIBLIOGRÁFICOS DE

PEDRO DE VALENCIA(*)

Publicados en

(*)

ros 9 y nota:

10; págs.

la Revista histórica latina

de Barcelona (año 1875, núme-

247 á 254, y 302 á 305). El primer artículo lleva

cForma parte

este artículo

de

la

Biblioteca de Traductores

la

siguiente

que tiene en

preparación nuestro amigo y colaboradoi D. Marcelino Menéndez y Pelayo.. (A. B.)

En

el

año de

Sevilla Arias

1

598, á los setenta

Montano,

sabio humanista,

el

gran

el

y uno de

filósofo, el

su edad, espiraba en

eminente escriturario,

el

dulcísimo poeta, colosal figura en aquel siglo

de gigantes, que vio morir á Erasmo y á Luis Vives. Fatigado en vida por

la

envidia

y

las

persecuciones, envuelto en dilatados pro-

cesos, acusado ora ante la Corte

Inquisición

de Roma, ora en

Suprema, por émulos como

el

Tribunal de

el

la

maestro León de Castro,

mejor helenista que hebraizante, ciego y descaminado perseguidor los varones más ilustres de su tiempo, consiguió, por fin, Arias

de

Montano poner

á salvo

de

Amberes. Pero, muerto

ataques

tales

él,

la

contrastada Polyglota de

volvieron á levantarse sus enemigos,

el brillo de su nombre y dar al traste con la monumento imperecedero de su gloria. A dicha, vino

intentando obscurecer Biblia Regia,

á defenderla de tan enconada persecución un discípulo de Arias

Montano, educado por el

él

en

las letras

hebreas y en

Brócense. Retirado primero con su maestro en

cena,

las griegas

la

por

peña de Ara-

más tarde en un lugar de Estremadura, pasó Pedro de Vamás floridos años de su edad entregado á la soledad, al

lencia los

estudio

y

á la contemplación de la Naturaleza.

grandes modelos de gico

y

conciso,

la

Amamantado en

los

antigüedad, era su estilo vivo, rápido, enér-

más bien que periódico y cadencioso, en

la

lengua

latina,

un tanto incorrecto y desaliñado en

común

á casi todos los humanistas de su tiempo, acostumbrados á

la castellana,

pensar y á escribir en una lengua estraña. Despreciador de tación

y

los

irresistible

vanos adornos, su

estilo llevaba

achaque

la

afec-

siempre una fuerza

de lógica. Su erudición era inmensa, había leído repetidas

veces casi todos los autores griegos y latinos, conocía poco menos

que de memoria

el

texto hebreo de la Biblia; entre los libros de su

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

246

tiempo, rarísimo era

el

á tales cualidades un

que no había pasado por sus manos. Reunía

amor

la

verdad y un aliento

los

males del reino, clamó

á

irresistible

generoso para proclamarla. Conocedor de

repetidas veces contra las pesadas imposiciones, pechos

que oprimían moneda;

la

pueblo; combatió la tasa del pan y

al

vio en la ociosidad el origen

escribió sobre el acrecentamiento

caída después de

mente que en

de

la

de

los

labor de

y

gabelas,

alteración de

la

males de España; la tierra,

tan de-

expulsión de los moriscos, y solicitó ahincada-

la

se adoptasen ciertas disposiciones de policía sanitaria

los lugares atacados

por

En un discurso

la peste.

dirigido al Car-

denal Arzobispo de Toledo, inquisidor general de España, clamó contra

la

absurda y bárbara preocupación, que conducía á

la

ho-

guera infinidad de pobres mujeres, acusadas de brujas y hechiceras.

Fué

el

azote de todas las supersticiones,

embaidores, descubrió piana y de

las

la

el

terror de los falsarios

impostura del pergamino de

la

torre

y

Tur-

láminas de plomo del Sacromonte de Granada, y á

haber vivido más tiempo, terrible contrario hubieran encontrado

en

él

Román de

nicones

Higuera y

la

y antigüedades

los

demás

forjadores

de

falsos

cro-

Defensor de los fueros de la

supuestas.

lengua castellana y del buen gusto

literario

en

la

poesía y en la

prosa, fué el primero en dar el grito de alarma contra las audaces

innovaciones de D. Luis de Góngora. Porque Pedro de Valencia era teólogo, escriturario, jurisperito

(l),

economista, historiador,

filó-

logo y hasta entendido en achaques de Medicina, pero era sobre

todo y más que todo

crítico. Crítico

en

filosofía, crítico

en antigiie-

dades, crítico en moral y en política, crítico en literatura, crítico

en todo. Adornado con

tales dotes, lanzóse á la

defensa de Arias

Montano, á quien respetuosamente llamaba , y opúsose á la impresión de la paráfrasis caldea del P. Andrés de León,

que altaneramente pretendía menoscabar tro.

Apoyado en

ñoles, discípulos ó

la

reputación de su maes-

esta lucha por casi todos los hebraizantes espa-

amigos de Arias Montano, obtuvo

completo y señalado, sacando

ilesa del

combate

el

la gloria

triunfo

más

de su señor,

cuyo nombre honró por cuantos medios estuvieron en su mano,

(i)

En

el original: «perisperito». (A. B.)

APUNTAMIENTOS DE" PEDRO DE VALENCIA

nombrándole con veneración en todas hermoso Por eso

epitafio latino,

nombre

al

del

que

sus

se esculpió sobre la losa

maestro

siempre unido

irá

247

obras y componiendo un

de su sepulcro.

el

de su piadoso

Fué Pedro de Valencia una verdadera autoridad

discípulo.

en su tiempo; sus obras, todavía no bien quilatadas por

literaria

la crítica

y

desconocidas en su mayor parte, proporcionan hartos motivos de

y admiración á hoy ¿quién

alabanza

lección, pero

la

posteridad. Útil sería recogerlas en co-

nombre? ¿quién conoce

se acuerda de su

sus escritos? Y, sin embargo, la única obra suya que se ha dado á la

estampa, su admirable tratado Académica sive de judicio erga verum,

ha corrido

tando

Europa, repetida en multitud de ediciones, desper-

la

admiración de los sabios franceses, ingleses y alemanes,

la

que han desesperado de

igualarla,

cuanto más de excederla.

España, nadie se acordaba del tratado José Olivet, colector de

la

edición de

Marco Tulio ad usutn Del-

phini, tuvo la suerte de haberle á las manos,

que era

el

mejor comentario á

más acabado resumen de

las

En

de su autor, hasta que

ni

y con admiración

vio

de Cicerón y el diversas doctrinas sostenidas por los los libros filosóficos

filósofos griegos sobre la cuestión capital

de

de nuestros conocimientos,

verdad. Pasmóse de que

el criterio

de

la

la Lógica,

estuviera tan desconocido, reprodújole íntegro

la

certeza

en su regia impre-

sión francesa de las obras del príncipe de la elocuencia,

y desde

entonces acompañó á casi todas las ediciones completas de Cicerón,

hechas en

el siglo

pasado.

En España, donde

tanto entusiasmo se

mismo siglo, por nuestras glorias filosóficas, reprodújose dos veces y ambas con notable esmero. Hoy, ¿cuántos despertó, á fines del

han leído

las

Academias de Pedro de Valencia, cuántos

las

conocen

siquiera de oídas?

Triste sería la contestación. El

como grafos

el

y

de tantos críticos

Exceptuamos,

sin

nombre de

otros, está olvidado

en su

este español insigne,

patria.

Nuestros biblió-

apenas hacen mención de su persona y obras.

embargo, á Nicolás Antonio, que en su copiosí-

sima Bibliotheca hispana-nova nos da bastantes noticias de tos

de Pedro de Valencia, pero

muy

los escri-

pocas respecto á su vida, sin

duda, porque en su tiempo era de todos conocida. Nosotros hemos tenido

la

suerte de hallar una biografía del sabio discípulo de Arias

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

24°

Montano,

muy

duda por persona

escrita sin

allegada á

él

y cono-

cedora de los sucesos de su vida. Existe entre los curiosísimos papeles que forman el códice R.

— 87

de

Biblioteca Nacional, pa-

la

peles que pertenecieron antes á D. Juan de Fonseca sumiller de cortina del

Rey

y Figueroa,

Felipe IV. Por encargo suyo y contes-

tando á un interrogatorio, se extendieron las siguientes noticias

Pedro de Valencia, desgraciadamente incompletas.

biográficas de

Comienzan en permanecido

página 135 del referido códice. Hasta hoy han

la

inéditas.

«Pedro de Valencia nació en Zafra (según otros, en Córdoba, de

una

familia oriunda

corrobora

la

de Zafra;

se llama siempre Zafrensis, lo cual

él

afirmación de su biógrafo), en

el

año de 1555, cerca

Melchor de Valencia y doña Vázquez; su padre fué de Córdoba y su madre de Segura de

del fin del año; fueron sus padres

Ana

León. Crióse en Zafra y aprendió

latinidad de

allí la

Antonio Már-

y allí, siendo de muy corta edad, Compañía y emprendió la Teología

quez. Volvióse su padre á Córdoba

oyó

las artes

en

el

colegio de

la

con grande admiración de su ingenio; sus padres, por no tener otro hijo,

no quisieron que pasase adelante con

estudiase Leyes,

y así no perdiendo nunca

porque desde

le enviarcjn la

póse desde sus primeros años en res,

y

ros,

cuyas

así era

muy conocido

librerías él

estos estudios,

y

así,

Teología, sino que

donde

las estudió,

afición é inclinación á las sagradas letras,

pidió algunas veces

allí

la

á Salamanca, en

la

entre los

le

dejasen oir Teología. Ocu-

lección de todos buenos auto-

demás

estudiantes,

y

los libre-

frecuentaba mucho, conocían su afición á

habiéndole venido á Cornelio Bonardo, entre

otros libros, los Poetas heroicos griegos., en un tomo, que imprimió

Henrico Estéfano agradó tanto del

el

año 1566,

libro,

le dijo

que se

que saliendo de

allí

lo comprase, y él se y encontrándose luego

con el maestro Francisco Sánchez (de

las

saber griego, por comprar aquel libro.

Compró también en

po

los Psaltnos,

mucho y

en verso

se aficionó á su autor.

no quiso

traerle

y

este tiem-

de Arias Montano y agradándole Estando en Salamanca murió su padre,

latino,

se volvió á Zafra su madre, la cual,

hijo,

Brozas), le dijo que quisiera

aunque no

le

quedaba otro

tenerle consigo, sino que prosiguiese sus es-

tudios hasta graduarse en Leyes,

como

lo hizo.

Vuelto á Zafra,

APUNTAMIENTOS DE PEDRO DE VALENCIA

como

muy

se hallaba con hacienda

radamente,

quiso ocuparse en abogacía



249

bastante para poder pasar honni divertirse

á pretensio-

nes, sino dióse á la lección de todos autores antiguos, latinos

y grieporque en ocasiones de importancia, por

gos, sin olvidar las leyes,

amistad ú otros respectos, daba su parecer, con grande erudición é ingenio. Salió la Biblia Regia,

Arias Montano y afición á

y

él,

por

la

que

noticia

las letras sagradas, pidió al

tenía

de

Dr. Sebastián

Pérez (Obispo que fué después de Osma), que estaba entonces en Lisboa, por medio de un amigo suyo, que se la comprase, y se

compró y

envió; pasando después de Lisboa á

Madrid

el

bastián Pérez, salieron á un pueblo cerca de Zafra á verle,

agradeciéndole

cuidado,

pidió le diese á conocer á Arias

le

y allí, Mon-

que era amigo suyo. Escribióle luego Arias Montano desde

tano, la

el

la

Dr. Se-

Peña

(de Aracena),

tano en

la

y

él

fué luego allá; introdújole Arias

lección de la Sagrada Escritura

y

enseñóle

la

Mon-

lengua

hebrea.»

Continúa esta noticia, contestando á

¿Cuántos hijos

y con quién ¿Qué

oficio le

«Ya de

preguntas:

se casó

trató? ¿Cuántos años vivió?

dieron y en qué

está dicho

que nació

87, por Octubre, de

y dos

las siguientes

y qué año, nombre y padres de su mujer? tuvo? ¿Cómo se llamaron? ¿Qué amigos tuvo de letras

¿De qué edad

años; su mujer,

le

el

¿Qué año vino á Madrid?

ocuparon mientras estuvo aquí?

año de 55

donde se

infiere

doña Inés de

del año, casó el

al fi"

que era entonces de

Ballesteros, hija

treinta

de Gonzalo Mo-

reno y doña Beatriz Vázquez, hermana de doña Ana Vázquez, madre de dicho Pedro de Valencia, y así eran primos hermanos y casaron con dispensación, la cual se trajo de Roma, por orden de Arias

Montano, y fué sino

sin causa

ninguna y

sin venir

cometida

que Su Santidad decía que por cuanto fulano y

hermanos, se quieren

casar,

Su Santidad

lo tenía

al

ordinario,

fulana,

primos

por bien y quería

que se casasen y dispensaba con ellos, de manera que llevándola por buen respeto á D. Diego Gómez de Lamadrid, que era Obispo de Badajoz entonces, se espantó y dijo que nada, que ya todo venía hecho de los cuatro

varones y una hembra:

drático de

Leyes de

la

él

no tenía de hacer

Roma. Tuvo y dejó cinco el

hijos,

Dr. Melchor de Valencia, cate-

Universidad de Salamanca; doña Beatriz de

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

250

Valencia, Benito Frías de Valencia, graduado en Cánones y Leyes,

D. Juan de Valencia, gentilhombre del excelentísimo señor duque

de Feria; Pedro de Valencia, estudiante de Cánones y Leyes. El amigo fué el Dr. Benito Arias Montano, como ya hemos

principal

más

dicho. El

antiguo,

y cuya amistad siempre

se continuó desde

estudiantes en Salamanca, fué el licenciado Fernando Machado, oidor

de presente en Indias, en Chile, persona de muchas

y como

á tal le

ha cometido

y ahora ha venido

tancia

la Cancillería

el

Lima

á

la

y

virtud,

á visitar algunos del Consejo

de aquel reino. Tuvo

muy

y de

grande amistad con

el

de Prado, del Consejo, y después de

licenciado Alonso Ramírez

muerto

letras

Consejo negocios de grande impor-

continuó con su hijo D. Lorenzo Ramírez de Prado,

á quien había sacado de

pila.

Con

el

licenciado Francisco

Machado,

doctísimo teólogo, y Juan Alonso Machado,

muy

mano

licenciado Pedro Bení-

del dicho

Fernando Machado; con

el

docto

jesuíta, her-

Marchena, gobernador del estado de Feria, y con los licenciados Hernán Rodríguez de Mesa, Diego Duran y Tomás Núñez Mal-

tez

donado, todos clérigos y doctos en su profesión de cánones y leyes. Con éstos solía comunicar, y á las tardes, después de haber estudiado, salíanse á pasear por el campo y con el licenciado Juan Moreno Ramírez, su cuñado, que estuvo en casa y compañía de Arias Montano nueve años, hasta el de 1598, que fué en el que

murió

el

Dr. Arias Montano, á 6 de Julio, teólogo

estudio de

Sagrada Escritura, y sabe

y que

trata del

y así como si fuesen hermanos, habitaron juntos en una casa, y en suma hermandad y amistad con el trato se comunicaban de ordinario sus estudios. Tuvo otros muchos amigos que le veneraron grandemente: el

la

lenguas antiguas,

maestro Juan Alonso Curiel, Catedrático de Escritura en Sa-

lamanca;

el P.

F. José de Sigüenza, de la

que murió prior del

el

Orden de San Jerónimo,

Escorial; el Dr. Terrones, predicador

Majestad, Obispo de León; grón;

las

el

Arcediano de

Dr. Sirrón de Tovar

y

el

Sevilla,

Padre Francisco Sánchez de

Oropesa, insignes médicos, los cuales, y otros,

mente y por

la

ron en

se

admiraban de

lo

de Su

Luciano de Ne-

mucho que

le

estimaban grande-

sabía de aquella facultad

lección que tenía de todos los autores griegos que escribieella.

Los maestros Fr. Gregorio de Pedrosa, Fr. Hortensio

APUNTAMIENTOS DE PEDRO DE VALENCIA

25!

Ma-

Félix Paravicino, Fr. Francisco de Jesús, predicadores de Su jestad;

De

Juan Bautista Lavaña.

los príncipes, el

Cardenal de To-

y Rojas, el Duque de Conde de Lemos, D. Juan de Idiaquez,

ledo D. Bernardo de Sandoval

Feria,

destable, el

el

Velada,

etc., etc.

Vivió sesenta y cuatro años, con

el

Con-

Marqués de

muy buena

salud,

hasta un año antes de morir, que fué enflaqueciendo

y melancolizando de manera que pasaba con desconsuelo y desaliento, que fué creciendo hasta que murió (en el año 1619).» Hasta aquí

llega la

anónima

biografía de

Pedro de Valencia,

fal-

como se ve, la relación de los últimos años de su vida. No obstante, podemos llenar este vacío con las noticias que nos da Nitando,

colás Antonio.

Según

refiere este

eminente

bibliógrafo, Felipe III

llamó á su corte á Pedro de Valencia, dándole

el

cargo de cronista

suyo, sin otro objeto que tenerle á su lado. El autor de

Hispana pone

su muerte en el año 1620.

cípulo de Arias de

pasando después

al

Los

la

Bibliotheca

escritos del sabio dis-

Montano quedaron en poder de su

hijo

Melchor,

de su hermano Juan, gentilhombre del duque

de Feria y autor de la comedia Nineusis seu de divite epidone. tiempo de Nicolás Antonio, conservaba una gran parte de los

En

papeles de Pedro de Valencia

el

Marqués de Agrópoli y después

de Mondéjar, D. Gaspar Ibáñez de Segovia, tan conocido por sus obras históricas y cronológicas.

Tranquilo y respetado por su virtud y sus Valencia los últimos años de su vida, sin que tos ni persecuciones sus ideas políticas

expuestas en varios escritos presentados

pugnación de

me

las brujas

y de

contra los falsarios de

la

letras, le

pasó Pedro de

acarreasen disgus-

y económicas, audazmente al

Rey,

los duendes, ni su

ni su atrevida

im-

desenfadado infor-

Alcazaba de Granada. Fué respetada

siempre su autoridad como sabio; mantúvose en su mano vigorosa el

cetro que había

dencia de fué rápida

empuñado Arias Montano. Muerto

la crítica histórica

y patente.

quien conociese

la

A

y del estudio de

fines del siglo xvii

y recordemos

el

la

deca-

la vista

de tiempo tan

nuestra edad de oro, ilustra-

da por tantos y tan egregios varones, entre ocupar

él,

lenguas orientales

apenas había en España

lengua hebrea. Apartemos

infausto para las letras

las

los cuales

no merece

lugar postrero Pedro de Valencia. Bien conoció

el abis-

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

252

mo

en donde iba á precipitarse nuestra

mal gusto

en

literario

apenas vio que

el

la

patria;

por eso combatía el

persona del más grande de sus apóstoles,

príncipe de

la luz

se convertía en príncipe de las

tinieblas.

Las obras de Pedro de Valencia en su mayor parte permanecen inéditas; algunas se

han perdido;

muy

pocas han logrado los hono-

impresión en diversos tiempos; unas están en

res

de

en

castellano;

la

muchas

que hemos podido

latín,

otras

Las

originales, algunas traducidas del griego.

ver,

y algunas más de que tenemos

son

noticia,

las siguientes:

Manuscritos existentes en

Aa, 216: Obras

la Biblioteca

varias, copia

hecha en

Nacional. el siglo

Carta á Fr. Diego Mardones, confesor del Zafra, 25

pasado.

Rey

nuestro Señor.

de Enero de 1606. Sirve de dedicatoria

al

tratado

si-

guiente:

«Acerca de

los

moriscos de España.

Tratado de Pedro de Valencia.» Al

fin

de este tratado se lee

nota siguiente: Está sacado y trasladado este tratado de

la

la

copia del él,

en

Avila, á 3 de Diciembre de 1613. Pág. 162: Discurso de P. de

V.

y firmado de Pedro de Valencia, autor de

original, escrito

sobre

el

precio del trigo,

al

Rey N.

S.

En

Zafra, 25

de Julio de 1605.

Pág. 239: Discurso de Pedro de Valencia acerca de

la

moneda de

vellón.

Pág. 275: Respuesta á algunas réplicas qué se han hecho contra el

discurso del precio del pan, para el reverendísimo confesor

de

S. M., el P.

M. Diego de Mardones. En

Avila, á 3I de

Diciem-

bre de 161 3. Pedro de Valencia.

La copia Códice Aa,

está 52:

hecha en Madrid, á

l.°

de Noviembre de 1777-

Papeles varios. Contiene de nuestro autor:

«Discurso de Pedro de Valencia acerca de los cuentos de jas

y cosas tocantes

á magia, dirigido al limo.

Sr.

las

bru-

D. Bernardo

de Sandoval y Rojas, Cardenal-Arzobispo de Toledo, Inquisidor general de España. > En él se inserta un largo trozo de las Bacantes, de Eurípides, traducido en verso castellano.

En

la

pág. 276 se lee: «Este papel no se

tenderse bien

el

de donde se sacaba».

pudo acabar por no en-

APUNTAMIENTOS DE PEDRO DE VALENCIA

Al

253

principio tiene este códice unas hojas con trazas de original,

que contienen parte

del discurso referido; otro papel contra la ocio-

firmado por Pedro de Valencia, en Madrid, 6 de Enero

sidad,

de 1608 años; otro que virtudes

(la

sión de querer Arias

más contiene una libro

de

se titulaba: «Descripción

prudencia)» y otro, «descripción de

las

primera de

las leyes del

dedicatoria á la Reina

De

intitulado:

Montano comentar

la

la justicia

Doña

las

en oca^

Reino». Ade-

un

Margarita, de

enfermedades de niños, y una descripción ó

Pintura de las virtudes.

En

el

índice se dice existir en

tos sobre la labor de la tierra-,

el

mismo códice unos Apuntamien-

pero nosotros no hemos podido enconhojas que los contenían,

trarlos.

Quizá hayan sido arrancadas

bien

códice no presenta señales de mutilación alguna.

el

las

si

Del discurso acerca de las brujas poseía copia Nicolás Antonio; otra tuvimos ocasión de examinar en poder de un librero en Barcelona,

y

culares.

otras

muchas

se conservan en bibliotecas públicas

Dio ocasión á

éste escrito el

ño, celebrado en 1610.

famoso auto de

bían sido condenadas por

el

y

al

personas

tres

y reflexionando que en

como de

asunto de los brujos había tanto de necedad pidió licencia

parti-

con lástima que ha-

Santo Oficio cincuenta y

bastante imbéciles para confesarse hechiceras,

ría,

y

de Logro-

Con escándalo y horror leyó Pedro de Va-

lencia la relación de aquel suceso: vio con ira

el

fe

bellaque-

inquisidor general para exponer su sentir en la

materia. Regía entonces

el

Consejo de

la

Suprema D. Bernardo de

Sandoval y Rojas, Cardenal Arzobispo de Toledo; nombre caro á las letras españolas por la protección que dispensó á Cervantes. El sabio

y piadoso prelado, honra de la Iglesia española de su Pedro de Valencia la merced que solicitaba,

sólo otorgó á le

mandó extender por

siglo,

sino

no

que

escrito su dictamen. Manifestó el discípulo

de Arias Montano que no juzgaba conveniente

la

publicación de los

procesos y sentencias inquisitoriales por honor del mismo Tribunal,

y

para evitar

cían.

el

escándalo y mal ejemplo que en

Bosqueja con erudición copiosísima

ticiones

en

los

afirma, [que]

posibles

á

el

la

multitud produ-

origen de tales supers-

pueblos del Oriente, y más tarde en Grecia y Roma;

aunque

ciertos prodigios

los ángeles caídos, es lícito,

y

transformaciones no son im-

prudente y debido examinar cada

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

254

caso en particular, debiéndose presumir siempre que ka sido por vía natural,

á

humana y

ordinaria, no habiendo forzosa necesidad de acudir

tnilagro que altere el curso natural y

ungüento de que usan

y

cerlos

están en su juicio, ó

han salido de opina que se

él.

les

si,

porque el

se debe

examinar

las brujas)

antes que

primero

lo

si los reos

por demoniacos, melancólicos ó desesperados,

Parécenle

los

brujos

más mentecatos que herejes, y mas no con infamias

debe curar con azotes y palos,

ni sambenitos. Puede ser, añade, que

y

las cosas,

exaltar su imaginación hasta el grado de contar sus sueños

como realidades. Opina que

jos

común de

que se tienen por hechiceros puede adorme-

los

y

lo cierto.

el

pacto sea entre

que estén de acuerdo en confesar

En

ellos (los

bru-

tales disparates

su opinión, los tales hechiceros no son otra

cosa que gentes de mal

vivir,

que buscaban

soledad

la

y

el

misterio

para ocultar sus maleficios. Concluye rogando que se examinen las causas despacio y que se trate con blandura á los reos, en lugar

de exasperarlos para que confiesen desatinos y necedades. Nunca se ha impreso este tratado,

y ciertamente que

lo

con gran despreocupación y libertad de ánimo, era tivo

que entonces podía oponerse á

merecía. Escrito el

mejor correc-

las Disquisiciones

mágicas, del

y otros libros ejusdem fúrfuris, que han costado humanidad que todas [las] invasiones de los bár-

P. Martín del Río,

más sangre

á la

baros.

Dd,

30: Contiene

de nuestro autor:

«Advertencias para declaración de una gran parte de apostólica en los actos cia,

varón doctísimo y en todo género de letras

ne 95

folios,

y siguen de

Quedan en blanco Esta era

la

la

Historia

y Epístola ad Calatas, por Pedro de Valenla

los folios

misma desde

muy eminente.»

letra cuatro

el

98

al

epigramas

Tie-

latinos.

138.

obra predilecta del autor, según se deduce de sus

cartas.

A, 80: Tiene 829

folios.

«Observaciones sobre

En

la

folio.

Sagrada Escritura, del

P.

Andrés de

León».

A,

la

Si: Tiene 581 folios.

En

folio.

«Advertencias de Pedro de Valencia y Juan Ramírez acerca de impresión de la paráfrasis caldaica del P. Andrés de León, de la

Orden de

los Clérigos

menores. >

APUNTAMIENTOS DE PEDRO DE VALENCIA

255

Pág. 59: Respuesta del licenciado Juan Moreno Ramírez á jeciones que

el

Andrés de León ha puesto á

P.

los

ob-

las

censores que re-

probaron su obra. Pág. 68: Respuesta á las objeciones hechas á

la

censura del

maestro Alonso Sánchez. Pág. y y. Respuesta á

las

objeciones hechas á

ídem á

tro Francisco de Espinosa.

las

la

censura del maes-

objeciones hechas á

la

cen-

sura del Dr. Gante. Pág. 80: Respuesta del licenciado Juan

censuras que aprobaron

Contiene

el

la

Ms.

Hay muchas

y no pocas de Pedro de citados

á las

códice una multitud de documentos originales relati-

vos á tan ruidoso negocio. mírez,

Moreno Ramírez

obra del P. Andrés de León.

contestaciones de Juan Ra-

Valencia.

por Nicolás Antonio, como

existentes en la Biblioteca

Marqués de Mondéjar.

del

Paulum V. Pont. Max.

«Dissertatio ad

clessia constituatur.» Existe

en

ut festum Sti. Pauli in Ec-

la Biblioteca

Nacional, códice B,

129, página 155-

«Censura sobre

los

comentarios de Jerónimo de Prado y Juan

Bautista Villalpando sobre Ezequiel.»

«Expositio primi capitis Céneseos.» la

Con

este título se conserva en

Biblioteca Nacional un tratadito contenido en un códice marcado

con

la

colás

signatura A, 165, pág. 184. Quizá sea

Antonio con

el título

el

que menciona Ni-

de

«Respuesta á Arias Montano sobre unos lugares del Génesis.» «Discurso sobre

el

acrecentamiento de

dice existir en la B. N., cód. O, 52, pero

la

labor de

la tierra.»

yo no he podido

«Discurso sobre instruir á un grande de España en

la

Se

hallarle.

materia de

estado.»

«Discurso sobre que deben comunicar los pobres á los ricos los datos de

la

doctrina y entendimiento.»

«Discurso contra

Yago

el

Cardenal Baronio, sobre

la

venida de Sant-

á España.»

«Discurso á S. M. para que no cargue tanto á los reinos con imposiciones.»

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

256

«Discurso para

el

gobierno público de los lugares de España en

donde hay peste.» «Discurso sobre materias de guerra y estado, compuesto palabras

de

de Demóstenes, juntas y traducidas del

sentencias

y

Griego.»

«Defensa de

memoria de Arias Montano.»

la

«Respuesta á los argumentos que se oponen acerca de gio de

la

al

parecer del autor

admisión de colegiales naturales y forasteros del cole-

San Bernardo de Oropesa.»

«Juicio sobre las Soledades

Después hablaremos de

y

el

Polifemo de D. Luis de Góngora.»

este tratado.

Colección de cartas:

Al Dr. Francisco Sánchez de Oropesa, sobre

la

interpretación de

unos lugares de Hipócrates.

Al Dr. Terrones, en alabanza de Arias Montano. Sobre

la

im-

presión de sus obras.

A D. la

Pedro García de Galarza, sobre una voz griega que

se lee

en

oración dominical. Galarza era entonces Obispo de Coria.

A Fr. Joseph de Sigüenza,

sobre un lugar del cap. 53 de

Isaías.

Otra carta miscelánea.

Al Mtro.

Fr. Martín de Peraza, catedrático de Escritura en Sa-

lamanca.

A D. Pedro González de Acevedo, Obispo de Plasencia, sobre unos lugares de San Juan Crisóstomo

Philippenses:

«Non rapinam

celebración de

la

y sobre un

de

Baruch: sobre

los el

San Pablo ad

Pascua.

Al Dr. Fernando Boan, Canónigo de cio crítico

lugar de

arbitratus est, etc.». Sobrejel día de la

Badajoz; en ella hace un jui-

Anales del Cardenal Baronio.

—Sobre un lugar de

cual escribió el Padre Martín de

Roa en

el libro 3.°

Singular, cap. ix et x.

Al Mtro.

Curiel.

Al Mtro. Francisco de Medina, Canónigo de

Sevilla,

cultad de^interpretar el Apocalipsis: dos cartas.

En

sobre

la difi-

alabanza de los

versos de D. Juan de Arguijo, poeta sevillano.

Al licenciado Montero, Cura de Monasterio, sobre que no son

profetisas.

las Sibilas

APUNTAMIENTOS DE PEDRO DE VALENCIA

A de

257

Miguel Ferrer, Secretario del Duque de Béjar, sobre

la

lección

la Historia.

Al

P. Luis

de Alcázar, cuatro cartas sobre

la interpretación del

Apocalipsis.

Al racionero Pablo de Céspedes, sobre etcétera, etc.

En

la

Syrios y los Ármeos,

los

Biblioteca Nacional se conservan algunas cartas,

dirigidas á persona desconocida,

que parece

ser el P. Sigüenza.

de estas cartas han sido incluidas por D. E. de Ochoa en de su Epistolario Español, que forma parte de

Dos

tomo

el

la Biblioteca

2."

de Riva-

deneyra.

Ms. que vio Vázquez

Siruela.

«Explicación de dos lugares de S. Pablo.»

«Observaciones sobre

la escritura,

dirigidas al Cardenal- Arzobispo

de Toledo D. Bernardo de Sandoval y Rojas.» Las cita D. Martín de Herce Jiménez en su libro titulado «Predicación de St. Yayo en España», y afirma qne se conservan en

«De la

la

Biblioteca del Escorial.

vita Christi», en lengua castellana. Dividido

en cuatro partes;

primera se titulaba «Preámbulos del Evangelio» y

la

cuarta «Fru-

tos del Evangelio». Poseía este manuscrito, según Nicolás Antonio, el

Arcediano Dormer, que

le atribuía,

no sabemos con qué funda-

mento, á Pedro de Valencia.

«Tratado del drigo

linaje

Méndez de

de

los Sepúlvedas.»

Silva en su

Desconocido. Le

«Memorial de

de este genealogista merece poquísima

los

fe,

cita

Ro-

Sepúlvedas». El dicho

puesto que á renglón

seguido añade que Pedro de Valencia fué cronista de Felipe IL

«Tratado del odio de cristiana.» Desconocido.

en una de sus cartas Ms. existente en

agregada á

la

los

al P. la

pueblos hebreo y gentil,

Le menciona

el

y de la paz mismo Pedro de Valencia

Sigüenza.

Biblioteca del

Marqués de

la

Romana, hoy

Nacional.

«Informe sobre

el

pergamino y láminas de Granada. Para

el ilus-

trísimo Sr. Cardenal Arzobispo de Toledo, D. Bernardo de Sandoval

y Rojas. Madrid, 26 de Noviembre de 1607.» Sobre este asunto véase la erudita «Historia de los falsos cronicones», escrita por el señor

Godoy Alcántara y premiada por la Academia de r Pelaio. — Ensayos de crítica filosojica.

Meskndez

la

Histo17

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

25? ria.

Pedro de Valencia, en su informe briosamente

ta los

graves daños que á

vención de

la Iglesia

falsas reliquias

y

escrito, manifies-

española había de acarrear

la in-

libros supuestos.

Obras traducidas: Ms. existente en que

cristiana,

es lo

la

Biblioteca Nacional, Códice E.

que todos

los discípulos



33. Lección

de Christo comúnmente

deben saber y cada uno por su parte guardar, coUgido y brevemente recopilado de la doctrina y reglas del Maestro, por el condiscípulo Benito Arias

Montano, para instrucción de

la

pequeña grey. Traducido

del latín. Porfiad á entrar por la puerta estrecha.

Después corrigió este

sustituyó:

y

título

«La lección Christiana ó

obligaciones

las

comunes y

particulares

de todos los discípulos de Christo, coligidos de los preceptos y reglas del maestro

de

la

y reducidas á un breve sumario para

pequeña grey, por

Porfiad á entrar por

la

el

puerta estrecha. Traducido del

Tampoco le gustó este título y volvió al levísima alteración.

la

Antepuso

instrucción

condiscípulo Benito Arias Montano.

las

latín.»

primero, haciendo sólo una

palabras «para instrucción de la pe-

queña grey» y pospuso «por el condiscípulo Benito Arias Montano». Prelación de Arias Montano, al christiano lector. Esta versión, escrita de puño y letra del mismo Pedro de Valencia, tiene

muchas correcciones marginales de su mano. El Dictatum

Christianum, de Arias Montano, se imprimió en Amberes, 7 de Octubre de

1

574 años. Siguen

cidas igualmente

al

las

aprobaciones de

la

edición latina, tradu-

castellano. Fué publicada esta versión

«Oración ó discurso de Dion Chrisóstomo que se

porMayáns. intitula peri

anachoretas, esto es, «el retiramiento», traducida del griego. Publi-

cado por Mayáns,

al fin

de sus Ensayos oratorios.^

«Christophori Plantini Epitaphium.»

«Petrus de Valentía lectoribus

|

Prefación á los Salmos de Arias

Montano.» «Borrador de carta que escribió

cuando fué proveído

fiscal

«Apología de Lysias sobre del griego.»

No

al

licenciado Alonso Ramírez,

de Hacienda.» la

muerte de Eratóstenes. Traducida

está completa.

«Copia de un capítulo de carta del duque mi señor.»

APUNTAMIENTOS DE PEDRO DE VALENCIA

259

«Ad

orationem doniinicam illam: Pater noster qui es in coeüs symbola.»

«De

la tristeza,

según Dios y según

hombres. Consideración

los

sobre un lugar de San Pablo.»

«Sobre

«De

autores de los libros sagrados y del tiempo en que se es-

Memorial sacado por

cribieron.» los

guerras deFlandes, de Jerónimo Franchi Conestaggio.»

las

los

«Relación de cia

mayor

la

parte de Sisto Senes y de

Anales del Cardenal César Baronio. la

traza de las virtudes,

hecha por Pedro de Valen-

y Juan Bautista Lavaña.»

«Ejemplos de príncipes, prelados y otros varones dejaron oficios

y dignidades y

«De hebraeorum choro expensa quedam

y gusto

La

vianijestación de

con que he sido recibido de esta ciudad,

ladamente de zm., me certifican iodos, con

que

et utilia.»

«Otro papel ó carta acéfala, que comienza: contento

ilustres

se retiraron.»

y

y más

seña-

aseguran de las voluntades de

que se acrecientan mis deseos

y

vengo á servir y aprovechar á esta corona,

las obligaciones con

que

etc., etc.»

Eruditísima carta de Pedro de Valencia á D. Luis de Góngora, fecha en Madrid. Junio de 1613. Es una censura del Polifemo

Soledades, escrita á ruegos del

mismo Góngora. Posee

el

y

las

original

don Aureliano Fernández Guerra. Carta á persona desconocida, ládese este papelean cuidado,

al

principio de

y si pudiere

la

cual se lee: Tras-

ser póngase el latín en letra

redonda; y adviértese que se haga párrafo aparte y distinción, donde está aquí en esta plana á la margen.

«Discurso sobre

texto: «Et posuerunt

el

corde suo dicentes: Quis, putas, puer mini erat

cum

«Discurso dirigido á

«Otro discurso á

«Oda la

sáfica

misma

la

rationis

que sea de nuestro

De

qui adierant in

Et enim manus do-

illo».

«Apuntes sobre algunos

«Humanae

omnes

iste erit:

la

edificios

reina

misma

y templos famosos.»

Doña

Margarita.»

reina.»

exempla

illustriora»

|

de diversa

en alabanza de Arias Montano. Epigrama

letra.

letra:

dudo

autor. al

mismo.»

.

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

26o

Las últimas hojas, en deplorable estado de conservación, contienen

una traducción

San Epifanio, sobre

del tratado griego de

las

doce

piedras del racional del sacerdote hebreo.

Por no desmembrar para este lugar

la

la

descripción de este códice, he reservado

enumeración de

los tratados originales

que com-

prende. R.

— 213.

Comienza

tamquam

«Refutantur

cuaderno con un opúsculo titulado

este

apochriphi aliqui reges antiqui Hispaniae a

Joanne Annio Viterbiensi introducti, quem quuti sunt, per

aliqui recentiores se-

M. fratrem Franciscum de Cabrera. Augustinianum.

Antiquarensem » «Theophrasti de igne liber singularis.» Al

355-

fin se lee: Zafra,

Junii 2, id est Pentecoste anni I59I-

Faltan desde

el folio

29

Faltan desde

el folio

370

Thucydidis Olori

filii

al

354. al

439, en que comienza:

Historia sui temporis liber primas.

Estas dos versionas parecen de puño y letra del

mismo Pedro de

Valencia.

Al

principio de este códice se lee: «Tiene

blas».

En

mas que á 358).

Acaba con un tratado de medicina en

54-

Le han

que contenía

como

tancia,

sido arrancados por

además de

restantes,

475

folios sin las ta-

estado desastroso en que hoy se encuentra, no tiene

el

la tabla.

latín (folios

354

violenta los 42 1 folios

Ni aun podemos saber los tratados

este precioso códice, lo indican los

mano

que debieron ser de grande impor-

mutilados restos que de

él

se conservan.

Afirma nuestro autor en una de sus cartas haber traducido del griego:

«8 homilías de San Macario»,

y haber corregido

varias interpretaciones latinas de diversos au-

tores.

Obras impresas.

Académica

|

opera

|

tibus,

si ve

Petri

|

de indicio erga verum Valentiae

|

Zafrensis in

|

ex

ipsis

primis fon-

extrema Baetica

. |

I

Antuerpiae

Moretum

|

|

1

ex officina Plantiniana 596.

|

apud viduam

et

Joannem

APUNTAMIENTOS DE PEDRO DE VALENCIA Está dedicada á

Don

261

García de Figueroa, Camarero de Felipe

III.

Zafra, 1596. Este precioso tratado tiene por objeto ilus-

Fecha en

que de

trar las mutiladas reliquias

«Académicos» de Cicerón

los

han llegado á nuestras manos. Discútese principalmente en ellos la certeza de nuestros conocimientos, ó sea el criterio de la verdad: judicium erga verum. Comienza Pedro de Valencia exponiendo teoría de Platón sobre te

el

juicio

de

la

la

verdad, seguida religiosamen-

por sus discípulos, Espeusipo y Jenócrates; bosqueja el trastorno las doctrinas platónicas por Arcesilao, fundador de

introducido en la

segunda Academia; coteja su sentir con

el

de Zenón; estudia

el

parecer de los escépticos ó pirrónicos; hace un bellísimo análisis de la

opinión estoica; habla de Carneades

y de

Nueva Academia;

la

indica las alteraciones introducidas por los sucesores de Carneades

en

la

doctrina de su maestro, y termina hablando de los cirenaicos

de

la

escuela epicúrea, no sin advertir de pasada el nacimiento de

la

escuela ecléctica representada en

es hallar

tanta

libro

el

alejandrino Potamón. Difícil

que en tan reducido número de páginas contenga

y tan sabrosa

La obra llevó

un

y

doctrina,

tomada siempre de

está materialmente erizada

de

las

mismas

citas griegas,

y á

fuentes.

tal

grado

Pedro de Valencia su escrupulosidad en este punto, que jamás

quiso valerse del testimonio de Sexto Empírico, sólo porque en su

tiempo no se había publicado aún

el

texto griego de este filósofo,

y

nuestro autor se fiaba poquísimo de los traductores latinos. Bosquejo

acabadísimo de una historia de

más á

en París

el

el

manifiesta bien claro se hubiera dedicado

prefacio á las obras de Cicerón, publicadas por

año 1746, escribe

ral de Córdoba., hombre los

si

este linaje de estudios.

José Olivet, en él

la filosofía,

que hubiera hecho Pedro de Valencia

lo

arcanos de

lo siguiente:

Pedro de

Valencia-,

natu-

muy docto y quizáel que mejor ha penetrado

la filosofía griega^ de tal suerte ilustró

separados escolios, sino con un extenso razonamiento,

en

no con breves y los

mutilados y

obscuros restos que de los «Académicos de Ciceróni> nos quedan, que

me parece

haberlos entendido él sólo. Esta obra rarísima y casi desco-

nocida se publicó en Amberes, el año i^gó.

Consecuente con este

juicio, insertó el tratado

lencia á continuación de los

de Pedro de Va-

«Académicos» y del «Lúculo».

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

202

La edición «ad usum Delphini» reprodújose en Ginebra, en Padua y en Amsterdam. En todas estas impresiones se añadieron los «Académicos» de nuestro

autor.

Mr. Durand, hombre erudito, se propuso dar á

completa de

obras filosóficas de Cicerón, en

las

añadiendo los mejores comentarios.

tomo

cluido en el leído en

15.°

de

la

En un

luz

latín

una colección

y en

francés,

artículo prospecto in-

Biblioteca Británica, dice: «Habiendo

un proyecto impreso en París un elogio notable de

demias de Pedro de Valencia, verdadero comentario de

las

las

Aca-

de Ci-

cerón, entré en grandes deseos de ver este libro; no habiéndole en-

contrado en Londres, acudi á

que

estaba,

y

allí

tuve

el

Biblioteca de Oxford,

la

donde sabía

placer de copiarle. Conocí que Olivet no

había sido bastante exacto en su edición, y con este auxiliar pude

comprender un

el espíritu del original».

Alpoco tiempo publicó Durand

libro titulado:

Acadéiniques de Cicerón avec

ge et des remarques ley et le

el

latin de Fédition de

commentaire philosophique de Valentie.

de la Société Royale.

En

le texte

noiivelles otiíre les conjecturesde

— A Londres, 1^40.

prefacio dice

editor, tratando

el

Par un

de

la

Cambrid-

Davies et de Bentdes metnbres

obscuridad de los

«Académicos»: «Esto era el cual

Lleva

lo

que tanto

he hallado el

título

la

me

mayor

hacía desear el libro de Valencia, en

parte de las ilustraciones que necesitaba.

de Academias de Pedro de Valencia, que se dice

«Zafrensis, in extrema Baetica»,

aunque Olivet

Nuestros diccionarios históricos no hablan de asegura ser jurisconsulto, y ves ocupaciones en

sobre

la

cribirle,

cosas

en

al fin del

el ejercicio

le

él.

hace de Córdoba.

En

su dedicatoria

comentario habla de sus gra-

de su profesión. Promete un tratado

moral de los Stoicos. ¡Lástima grande que no llegase á espues con su profundidad y claro

más

útiles,

que

las

los diálogos «definibus», hasta

ra que sea, el libro

cesario para

nos hubiera revelado

hoy tan obscuros! Mas, como

que nos ha dejado

comprender

á Cicerón

fragmentos. Parece inclinarse renta mantener en

estilo

luchas entre ambas Academias, sobre todo

el fiel la

al

es escelente

en



quie-

mismo, ne-

y particularmente

estos dos

lado de los escépticos, aunque apa-

balanza.

Comienza

este tratado señalan-

APUNTAMIENTOS DE PEDRO DE VALENCIA

do un origen singular á

que llama

la filosofía,

la paz;

hace en seguida un gran elogio de

de

á los principios

allí

principalmente en á

de Platón y

el espíritu, sin

la

263

y de

hija del placer

doctrina socrática; pasa

al criterio

de

la

verdad, que

fija

excluir los sentidos. Llega por fin

gran disputa entre Zenón y Arcesilao, y examina, siguiendo á

la

mayor ambos combatientes. Las

sutilezas

tiempo, y éste es quizá

trozo

Cicerón, pero con

el

estensión

profijndidad, las armas de

y

Pórtico le ocupan

del

más acabado de su

mucho

De

libro.

aquí

pasa á Pirrón, á Antioco, á Crisipo, á Carneades, á Filón, tan poco conocido,

con un solo rasgo. Acaba por

los caracteriza á todos

y

Epicuro, cuyo verdadero sistema sobre

desenvuelve con

mucho más

la

misma

testimonio de los sentidos

un aspecto

favorable que Cicerón. Véase en general el contenido del

de Valencia, que

libro

el

habilidad, presentándole bajo

me

ha sido de no poco auxilio para dar á mi

traducción y á mis escolios cierto grado de claridad que acaso los libre del olvido.

En reconocimiento por

dar á los curiosos, he reimpreso rara

y digna

el

del asunto, acordándome

más

to de Plinio: «no hay cosa

libro

más digna de

falten autores

modo.» ¡He aquí cómo habla un

agra-

con una exactitud

muchas veces de aquel precep-

bella ni

un hombre honrado, que confesar ingenuamente de sus adelantos», aunque no

y para

qstos servicios,

mismo

modestia de

la

á quien es

deudor

que obren de diverso

sabio estranjero de nuestro Pedro

de Valencia!

Los redactores de

la

cuidadoso extracto de

un largo y Academias de Pedro de Valencia y una tomada de Nicolás Antonio. Manifiestan

Biblioteca Británica nos dieron

las

breve noticia de su vida,

esperanza de que algún día se publiquen en colección

las

obras de

varón tan eminente. Hasta ahora en esperanza se ha quedado. Trató de realizarla D. Francisco Cerda y Rico, incluyéndolas en su colección de opúsculos selectos y raros de españoles blicó

el

primer tomo en

1

ilustres.

78 1, pero desgraciadamente

continuó. El primer volumen contiene

las

la

Academias. Lleva

Pu-

obra no el título

siguiente:

«Clarorum hispanorum ilustrata

ca,

|

|

opuscula selecta et rariora

a Francisco Cerdano Rico

academiae historiae socio

|

et

|

Valentino

|

|

Collecta et

Regi a Bibliothe-

causarum patrono apud. Reg.

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

264

Consilium

Volumen

|

de Sancha

|

prius

]

Matriti,

in platea vulgo de la

hecha. Las Academias llenan desde

Reimprimióse además en

«M. Tulii

Ciceronis

la

1

78 1

|

apud Antonium

vieja.^ Edición

página 157 á

la

la

muy

bien

252.

siguiente colección:

Opera.

|

anno

aduana

Tomus duodecimus. Anno

1

797-*

I

Bellísima edición, tan buena ta

como

las

mejores extranjeras. Cons-

En la pág. 443 del Academias de Valencia, que llenan lo res-

de 14 tomos. Matriti ex typographia regia.

tomo

12.°

comienzan

las

tante del tomo.

«Lección cristiana de Arias Montano, traducida

al

español por

Pedro de Valencia.» Madrid, 1739, por Juan de Zúñiga. Reimpresa, más tarde, en Valencia. Cuidó de esta edición D. Gregorio Mayáns de quien son todos

los

documentos que acompañan á

«Ensayos oratorios de D. Gregorio Mayáns y la

la

Sisear.

obra.

Va

oración de Dion Crisóstomo «del retiramiento», traducida

ñol por Pedro de Valencia. Madrid,

1

Cerda y Rico poseía originales ó copias de

(i)

He

transcrito los dos artículos las citadas

al

espa-

739.» Reimpresa en Valencia. casi todos los escritos

de Pedro de Valencia, citados por Nicolás Antonio

encuentran en

añadida

(l).

de Menéndez y Pelayo,

tal

y

como

se

páginas de la Revista histórica latina. Ahora deben

consultarse además, acerca de Pedro de Valencia, á M. Serrano Sanz: Pedro de Valencia: estudio biográfico

tomo

III,

págs.

144-176,

y

critico,

en

190-312, 321-334

Bibliografía madrileña, parte

iii,

la

Revista de Archivos (1S99),

y 392-416, y á C. Pérez Pastor:

págs. 489-491. (A. B.)

V

RAIMUNDO LULIO PRÓLOGO DE LA EDICIÓN DEL

«

BL ANQU ER N A »

,

DE LULIO,

PUBLICADA EN MADRID, EN IS83,

POR LA BIBLIOTECA DE LA «REVISTA DE MADRID»



I.

Noticias del autor y de sus libros

Pasaron, á Dios gracias, los tiempos de inaudita ligereza cientí-

en que

fica

el

nombre

del iluminado Doctor sonaba

como nombre

de menosprecio, en que su Arte 7nagna era calificada de arte deceptoria,

máquina de pensar, jerga

ciencia de nombres, etc. ¡Cuánto

método de impostura,

cabalística,

daño hicieron Bacón y nuestro Pa-

dre Feijóo con sus magistrales sentencias sobre Lulio, cuyas obras declaraban enteramente vanas, sin haberlas leído! Es verdad que los lulianos,

como

nunca extinguidos en España, se defendieron bien; pero pasado gustaba más de decidir que de examinar, dio

el siglo

razón á Feijóo, y por lo que toca á España, sus escritos se convirtieron en oráculo. Hoy ha venido, por dicha, una reacción luliana, la

gracias á los doctos trabajos é investigaciones de Helfferich, Reselló,

Canalejas,

Weyler y Laviña, Luanco,

etc.,

no todos parciales 6

apologistas de Lulio, pero conformes en estudiarle por lo serio antes

de hablar de ó,

él (l).

Ya

no se tiene á

Ramón

Lull por un visionario,

á lo sumo, por inventor de nue\'as fórmulas lógicas, sino por pen(i)

Vid. Helfferich:

Raymond Lull und

die

Anfange der catalanischen Lite-

ratur (Berlín, 1858).— Reselló: Obras rimadas de Lull (Palma, 1859), y Biblioteca Luliana (inédita). — Canalejas: Las doctrinas del doctor iluminado R. Lulio

— Weyler y Laviña: Raymundo Lulio juz— Luanco: Raymundo Lulio considerado como

(Madrid, 1870), y otros opúsculos.

gado por

si

mismo (Palma, 1867)

alquimista (Barcelona, 1870). [Acerca de Lulio véanse

dez y Pelayo, incluido por

él

en

La

el

discurso de

Menén-

ciencia española (3.^ edición), la Historia

(2.^ edición, tomo iii, págs. 257-289) y el opúsculo de D. Antonio Rubio y Lluch: Ramón Lull (Barcelona, 191 1). Los dos primeros capítulos del presente estudio son reproducción de los dos primeros pá-

de los heterodoxos españoles

rrafos del capítulo v, libro

111

de

los Heterodoxos. (A. B.)]







268

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

sador profundo y original, que buscó

Lógica y

identificar la

mo

la unidad de la ciencia y quiso fundando una especie de realis-

la Metafísica,

racional; por verdadero enciclopedista; por observador sagaz

la naturaleza,

aunque sus

químicos sean

títulos

por egregio poeta y novelista, sin lanes de la forma didáctica

texto

y de

y modelo de lengua en

sigue venerándole

como

rival entre los cultivadores catala

simbólica, y, finalmente, por

á mártir de

la fe católica: la Iglesia

bado este culto inmemorial, y

se

antiguas acusaciones contra

ortodoxia luliana.

La vida de

de

ó dudosos;

suya nativa. El pueblo mallorquín

la

la

falsos

han desvanecido

ha apro-

casi del

todo

las

Lulio, el catálogo de sus libros ó la exposición de su

sistema sería materia, no de breves páginas, sino de muchos y abultados volúmenes, sobre los ya existentes, que por

una cumplida

La

y

biografía de Lulio es una novela: pocas ofrecen

peripecias (l). Nacido en

de 1235,

hijo

de uno de

Palma de Mallorca

los caballeros catalanes

Don Jaime

en

muy joven

en palacio, adonde

la

conquista de

mayor de

la le

llamaba

viana fué su juventud, pasada entre risas torpes amoríos. Ni del

Rey de

el alto

Mallorca, ni

el

Raimundo con

la

(otros la llaman Leonor),

el

más variedad 25 de Enero

que siguieron á

las Baleares,

lo ilustre

entró desde

de su cuna. Li-

y devaneos, cuando no en la corte

matrimonio que por orden del monarca al

buen camino. La tradición

piradora de muchos poetas) ha conservado res de

forman

solos

cargo de Senescal que tenía en

contrajo, fueron parte á traerle

el

(ins-

recuerdo de los amo-

hermosa genovesa Ambrosia del Castello en cuyo seguimiento penetró una vez á

Vid. entre otros biógrafos de Lull: Doct. Petri Bennazar almae sedis

(1)

Maioricartim

caitonici.

Breve ac compendiosum rescriptum, nativitaíem,

R. Lulli compleclens (Mallorca, 16S8). Rai. Pasqtial (Aviñón,

món



biblioteca.

1

77S).

— Vindiciae

por D. Vicente Mut (todo

tir de Cristo

vitam...

D. Ani.

— Vida y hechos del admirable Doctor y mártir Ra-

Lull, por el Dr. Juan Seguí (Palma, 1606).

llorca,

Lullianae... Anctore

el libro III).—

Historia del reino de

Vida admirable del

ínclito

Mamár-

B. Raimundo Lulio, por Fr. Damián Cornejo (Madrid, 1686).

Disertaciones históricas del culto inmemorial de R. Lulio, por la Universidad luliana (1700).

Acta B. R. L. Maioricensis, por Juan B. Soler (1708).

ding: Anales, etc. [Cons. también á

Beat Ramón

— Wad-

Mossen Joan Avinyó: El terciar ifrancescá

Llull; Igualada, 1912. (A. B.)]

RAIMUNDO LULIO

269

caballo por la iglesia de Santa Eulalia, con escándalo los fieles

que

que

pudo

sólo

asistían á los la

dama

Divinos Oficios.

vanidad de

él la

hermosura mundana; abandonó su

la

tregóse á las

amores:

la

más duras

Religión y

añade

tradición

la

contenerlo mostrándole su seno devorado

por un cáncer. Entonces comprendió

y de

Y

y horror de

casa,

los deleites

mujer é

hijos;

en-

y sólo tuvo desde entonces dos Ciencia, que en su entendimiento venían á

penitencias,

la

En

hacerse una cosa misma.

el

Desconort, su

poema más

notable,

recuerda melancólicamente los extravíos de su juventud: Quant fui grans,

e

senii del

Comencey d far mal:

Oblidam

lo

Tres pensamientos

mon sa vanUat,

e enirey en peccat;

ver Deiis: seguení canmliiat, etc.

le

dominaron desde

el

tiempo de su conver-

sión: la cruzada á Tierra Santa, la predicación del Evangelio á ju-

díos

y musulmanes, un método y una

demostrar racionalmente

las

cer á los que viven fuera de

cuanto trabajó,

viajó

Para eso aprende

y

el

ella.

da á entender en

llorca,

en 1275,

la

la

Aquí

nueva que pudiese

Religión, para conven-

está la clave de su vida:

escribió se refiere á este objeto

árabe,

y

retraído en

su Arte universal, que tuvo de buena así lo

ciencia

verdades de

el

fe

el

supremo.

monte Randa, imagina

por inspiración divina, y Don Jaime II de Ma-

Desconort. Logra de

creación de un colegio de lenguas orientales en

Miramar, para que

los religiosos

Menores

allí

educados salgan á

convertir á los sarracenos: fundación que aprueba Juan

XXI

en

el

año primero de su pontificado. ¡Qué vida tal

á

como

la

la

él la

de Raimundo en Miramar y en Randa! Leyéndola

describe en su Blanqnerna, se cree uno transportado

Tebaida, y parece que tenemos á

la vista la

venerable figura de

algún padre del yermo. Pero Dios no había hecho á Raimundo para la

contemplación aislada y

solitaria:

era

hombre de acción y de

lucha, predicador, misionero, maestro, dotado de

persuasiva, que llevaba tras rigirse á

giosos de

mismo

Roma

III la

le

vemos

misión de tres

di-

reli-

y el permiso de ir á predicar él y emprende luego su peregrinación

á Tartaria,

á los musulmanes,

una elocuencia

muchedumbres. Así

para impetrar de Nicolás

San Francisco

la fe

sí las

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

270

por

Palestina, Egipto, Etiopía, Mauritania, etc. (l), dispu-

Siria,

tando en Bona con cincuenta doctores árabes, no sin exponerse á populacho, que

las iras del

según

bas,

Vuelto

él

mismo

escarneció, golpeó

le

Europa, dedícase en Montpelier á

á

Arte\ logra del Papa Honorio

IV

la

aprendiendo gramática y enseñando

IV para que llame

lás

tiró

de

las

bar-

enseñanza de su

la

creación de otra escuela de len-

guas orientales en Roma; permanece dos años en París,

y

dice.

la

Universidad de Nico-

insta á

filosofía;

á los pueblos cristianos á una cruzada; se

embarca para Túnez, donde á duras penas logra salvar

vida

la

entre los infieles, amotinados por sus predicaciones; acude á Boni-

con nuevos proyectos de cruzada, y en Chipre, en

facio VIII

Armenia, en Rodas, en Malta, predica y escribe, lengua ni á

la

Nuevos

la

viajes á Italia

oídos con desdén por

misión en

la

Rey de Aragón y por Clemente V; donde se

costa de África,

salva casi

negociaciones con písanos y genoveses,

35.000

florines

para ayudar á

la

guerra santa...

versidad de París

le

doctrina, verdadera

autoriza en

1

otra

de milagro en

que

(2).

apro\echó, y otra vez se frustraron sus planes.

le ofrecen

Nada de

En cambio,

esto le la

Uni-

309 para enseñar públicamente su

máquina de guerra contra

los averroístas,

que

dominaban.

En

131

1

se presenta

peticiones: fundación las

dar reposo á

y á Provenza; más proyectos de cruzadas,

el

Bugía;

allí

'sin

pluma.

Ordenes

Raimundo

al

Concilio de

Viena con varias

de colegios de lenguas semíticas; reducción de

militares á una sola; guerra santa, ó por lo

fensa y reparo á los cristianos de

menos de-

Armenia y Santos Lugares; pro-

y enseñanza de su arte en todas las UniverLa primera proposición le fué concedida: de las otras se

hibición del averroísmo sidades.

hizo poca cuenta.

Perdida por Lulio toda esperanza de que rosos de

la tierra,

aunque

el

Rey de

le

Sicilia,

ayudasen

Don

los

pode-

Fadrique, se le

mostraba propicio, y determinado á trabajar por su cuenta en (i)

Algunos tienen este primer

viaje

por fabuloso; pero

el Sr.

afirma. (2)

la

Roselló le

Algunos niegan este hecho, que realmente es poco probable.

RAIMUNDO LULIO

27

conversión de los mahometanos, se embarcó en Palma

Agosto de

1

3 14

con rumbo á Bugía, y

veses

1

I

4 de

corona del

la

Dos mercaderes geno-

recogieron espirante, y trasladaron su cuerpo á Mallorca,

le

donde

alcanzó

allí

martirio, siendo apedreado por los infieles.

el

fué recibido

con veneración religiosa por

los

jurados de

la

San Francisco

ciudad, y sepultado en la sacristía del convento de

de Asís.

La

fecha precisa de la muerte de

Raimundo

es

30 de Junio

el

de I315. El culto á la memoria del mártir comenzó

que en su sepulcro

se

obraban milagros, y

la

llorquines al doctor iluminado fué autorizada, rial,

por Clemente XIII y Pío VI.

tado

el

to,

y hace pocos años qu

culto, le

como

le

el

pronto: decíase

como

II

Sumo

los

ma-

inmemo-

culto

ha inten-

varias ocasiones se

proceso de canonización. Felipe

lograrla;

do su

En

muy

veneración de

puso grande empeño en

Pontífice Pío IX, ratifican-

concedió Misa y rezo propios, y los honores de Bea-

llamaron siempre los habitantes de Mallorca.

Este hombre extraordinario halló tiempo, á pesar de los devaneos

de su mocedad, y de

las

incesantes peregrinaciones

edad madura, para componer más de quinientos

y

fatigas

libros,

de su

algunos de

no pequeño volumen, cuáles poéticos, cuáles prosaicos, unos en latín,

otros en su materna lengua catalana. El hacer aquí catálogo de

inoportuno y superfluo: vea el curioso los que formaron Alonso de Proaza (reproducido en la Bibliotheca, de N. Antonio); ellos sería

el

doctor Dimas (manuscrito en

la

Biblioteca Nacional),

y

el

doctor

Arias de Loyola (manuscrito escurialense). Falta una edición completa; la

abraza

de ]\Iaguncia (1731 y siguientes), en diez tomos

ni la

mitad de los escritos lulianos.

Ha

folio,

no

de advertirse, sin em-

bargo, que algunos tratados suenan con dos ó tres rótulos diversos,

y que otros son meras repeticiones. Entre los libros que pertenecen al Arte 6 gunos de descuella (i)

los cuales el

Ars jnagna generalis

Raymundi

Lulli,

lógica luliana (de al-

hay colección impresa en Strasburgo, 1609) et

ultima

(l), ¡lustrada

Opera ea quae ad inventam ab

ipso

por

el

Ars

artem universalem,

scieniiarum, artiumque omnium... pertinent. Argeniinae, sumptibus Lazari Ztlz-

neri (i¡gg).

Con

los

comentarios de Cornelio Agripa y de Jordano Bruno.

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

272

demostrativas y expositi-

las diversas artes inventivas,

y por

brevis

vas. Igual objeto llevan el

De

ascensu

descensu intellectus,

et

bida generalis ad omnes scientias applicabilis, empezada en

Túnez

to de

el

15 de Setiembre de 1292 y, sobre todo, el

obra de

scientiae,

las

más extensas y

Tá-

puer-

Arbor

curiosas de Lulio, que usó en

forma didáctica simbólica, ilustrando con apólogos

ella la

la

el

el

árbol

ejempUfical.

Entre tatio

los opúsculos

de polémica

filosófica descuella la

místico, su

grande obra es

racional, el

De

sarracenos.

Numerosos tratados de

el

articulis fidei,

además de sus

De

Orden de

la caballería,

Estados y en

los

también en parte la

Como

la

el

teólogo

disputas con los

\-arias

lógica, retórica, metafísica, de-

enciclopedia luliana.

la

Libros de moral práctica, en forma novelesca, son del

como

Liber contemplationis;

y matemáticas completan

recho, medicina

el

Lamen-

duodecim principioriim philosophiae contra Averroistas.

el

Blanquerna y

imitados por D. Juan Manuel en

Del Caballero y

el

del Escudero. Novelesca es

forma del Llibre de maravelles, que contiene

única redacción española conocida del apólogo de Renart. Las

poesías de Lull, coleccionadas por

Roselló (que es de sentir

el Sr.

admitiese algunas, á todas luces apócrifas,

mia y

la

como

curioso de nuestros días), son: ya didácticas,

Vart general, cas,

las Cobles

de

alqui-

Conquista de Mallorca, forjada indudablemente por algún

como

el

la

Medicina del Peccat y

el

como

ü Aplicado de

Dictat de Ramón; ya

líri-

Plant de nostra dona Santa María, Lo cant de Ramón,

y dos canciones intercaladas en el Blanquerna; ya lírico-didácticas, como el hermoso poema del Desconort, y hasta cierto punto Els cent

Moms de Deu, donde

dad de

(i)

las

la

fórmulas lulianas

Debemos mencionar

efusión

lírica

está

ahogada por

la

seque-

(l).

algunas de

las

ediciones

más

asequibles de los

tratados antedichos. Buena parte de los filosóficos se hallará en la colección intitulada:

Beati Raymundi lutis

Domini

Lulli, doctoris illuminati et

MDCCXXI.

marfyris Operum... Anno sa-

Maguniiae, ex o/ficina typographica Mayeriana per

Joantiem Gregorium Hajfuer (con interesantes prolegómenos de Salzinger).

Diez tomos en

folio.

Nunca, ó rarísima vez, se hallará ejemplar íntegro.

B. Raymndi Lulli... Liber de ascensu

et

descensu iniellecius.

Valentiae im-



RAIMUNDO LULIO

Dos caracteres distinguen Otro interno: es popular dito:

como

dumbres de

de

de Lulio una

los escritos

cita;

infuso y revelado. Para herir el alma de las

todo

muche-

se vale el filósofo mallorquín del simbolismo., de los scke-

mas (como ahora ría,

y armónica. Prescinde de todo aparato eru-

apenas se encontrará en

aparece

275

uno externo y

á la doctrina luliana,

se dice) ó representaciones gráficas, de la alego-

narración novelesca

la

del ritmo: hasta metrifica las reglas

y

la lógica.

Construye Lulio su sistema sobre ciencia: toda ciencia particular, casillas

de su Arte, que es á

R. Lulio pasa sin cesar de

me

Pero no

de

oro

el

prestís

mundo de anno 1512

Cerda...,

ei

1744.

la

el

y de

la

y

reglas, ni

materia y

el del espíritu,

Hay una traducción

8.".

al

la

las

símbolo.

juego

de aquel

Árbol de la Ciencia engarza con

siste-

hilo

de

procediendo alterna-

nunc Palmae Alajoricarum anno 1744.

En

idea

la lógica luliana. ni del

los términos, definiciones, condiciones

prodigioso que en

en

atributo, entra

vez lógico y metafísico, porque á lo ideal

pertenece hablar aquí de

ma

lis

la

lo real

principio de unidad de

el

como todo

Ex

Michae-

typis

castellana del siglo

pasado

muchas obras de Lulio). La edición de Zetzner, ya mencionada, no contiene mas que el Ars brevis, el De (en

el

cual se reimprimieron y tradujeron

auditu Kabbalistico, Lamenlalio contra Averroistas, Lógica, Tractatus de conversione subjecti et p.raedicati.

De

venatione medii, Rhetorica,

Ars Magna y De

articulis fidei.

Árbol de la ciencia, del iluminado maestro Raimundo Lulio, nuevamente traducido y explicado por D. Alonso de Cepeda

y Andrada.

Bruselas, 1664. (Dio

ocasión á un notable opúsculo del judío Isaac Orobio de Castro contra los

Luüanos.)

B. Raymundi

Lulli...

Líber magnus contemplationis. (Palmae, 1746).

El Blanquerna se imprimió en Valencia (1521) por Juan Jotre, traducido al valenciano, es decir,

remozado en

el estilo,

por mossén Juan Bonlabii.

una traducción castellana: Blanquerna. maestro de los esíadus ca...

Con

tuvo á

de matrimonio, religión, prelacia, apostólico señorio

licencia.

la vista

Año

En

1749.

y vida

un antiguo manuscrito catalán. De otro semejante ha presen*

Blanquerna {Romanía, tomo

segundo de estos

nisches Thierepos von

MxsBHDKZ r PsLATO.

la

Z.a//

el

de

De

Biblioteca catalana de D. Mariano Aguiló.

libros véase el opúsculo

Ramón

Roñan

El libro del Orden de la caballería y

v\).

maravillas están en prensa para el

eremíti-

Mallorca, por la viuda de Frau. El traductor

tado extractos mi amigo A. Morel-Fatio en su curioso artículo Le

Sobre

Hay

la perfección cristiana en

(München,

de Hofmann: Ein Katala-

1872).

Bn-ayos de critica jilosójica.

18

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

274

tivamente por síntesis y cias

y resolver

las

análisis,

tendiendo á reducir

chediimbre de las diferencias (como dijo lianos),

venzay

como

sino

triunfe y

ponga su

silla,

más elegante de

el

no como unidad

panteística,

última razón de todo, aquella generación infinita, aque-

en quien

vez,

luz

la

á

la

esencia y la existencia se compenetran, fuente de

foco de sabiduría

y

mu-

los lu-

espiración cumplida, eterna e infinitamente pasiva ji activa

lla

teodicea luliana, en

la

las discordan-

antinomias, para que, reducida á unidad la

y de grandeza. Esto me la cual

trae á los lindes

debo entrar, ya que

de

audaces no-

las

vedades del ermitaño mallorquín fueron calificadas por Eymerich y otros de manifiestas herejías, punto que conviene poner en claro.

II.

— Teología

racional de Lulio.

— Sus

controversias

CON LOS AVERROÍSTAS

Para no extraviarnos en todo

la

expone Santo Tomás. En

la tes

conviene tener presente ante

el juicio

doctrina de las relaciones entre

leemos

capítulo

la fe

de

iii

y

la ciencia, tal

la

Summa

«Hay dos órdenes de verdades en

(l):

afirma: unas

el

que exceden toda facultad

que de Dios se

del entendimiento

verbigracia, que Dios es trino y uno; otras

razón, por ejemplo, que Dios existe

lo

y que

Teológica (part.

tículos de la fe, sino

no está contra Santo Tomás

la

i.^,

q.

ii,

preámbulos a

art.

ii)

La

fe,

trada, porque trasciende el

humano

la fe

nis

«Est autem in his quae de

excedunt ut

en

Deo

la

por

lo tanto,

y

no puede ser demos-

entendimiento,

y que en

cusiones contra infieles no se ha de atender á probar (i)

Y

añade: «iVb son estos ar-

los artículos^.

expresamente, que

la

demos-

es uno, lo cual

razón, sino sobre la razón. Infiérese de aquí,

lo dice

Quaedam namque...

humano,

que puede alcanzar

traron los filósofos guiados por la sola razón natural».

Suma

como

contra gen-

la fe,

las dis-

sino á

confitemur, dúplex veritatis modus.

humanae ratiounum. Quaedam vero sunt, ad quae

sunt de Deo, quae omnetn facultatem

Deum

esse trinum et

etiam ratio naturalis pertingere potest, sicut est

Deum

esse:

quae etiam phi-

losophi demostrative proba verunt, ducti naturalis lumioe rationis>.

RAIMUNDO LULIO

que

defenderla. Yerran, pues, los

mente

se obstinan en

probar racional-

Trinidad y otros misterios, en vez de contentarse con de-

la

mostrar que no encierran imposibilidad

^Fué

275

ni

Ramón

á estos principios

fiel

repugnancia.

LulI? Forzoso es decir

aunque tiene alguna disculpa. Encontróse con

no,

que disimulaban su incredulidad diciendo: «La

y

fe

la

razón son

dos campos distintos: una cosa puede ser verdadera segün

según

falsa

bar por

la

razón».

la

razón todos

convencer á

el

Lulio juzgó que

la fe,

y

mejor respuesta era pro-

la

dogmas, y que no había otro camino de

los

los infieles.

terodoxia) explicar

No

pretende Lulio (que aquí estaría

misterio,

la he-

que es por su naturaleza incompren-

suprarracional, ni analizar exegética é impíamente los dog-

y

sible

Y

que

los averroístas,

mas, sino dar algunas razones que aun en

humano convenzan de

lo

su certeza. La tentativa es arriesgada, está á dos pasos del error, y error gravísimo, que en manos menos piadosas que las de Lulio hubiera acabado por hacer racional la teología., es decir, por destruir-

Tiene, además, una doctrina sobre

la.

la fe propedéutica.,

verdade-

ramente digna de censura, aunque profunda é ingeniosa. En

Lxm

capítulo

del Arte

Magna leemos

he citado antes de ahora: «La el

es: el filósofo

sube con cia.

No

como

entiende que Dios

la intelección á

es.

Con

la fe,

añadiésemos agua en

para

entendimiento,

amar

el al

como

primer objeto. La

lección del ser primero.

hace subir

Cuando

la fe le dispone para otro,

y

así

inteligencia del primer objeto

entendimientos jante á un

.

el

ella el aceite.

el pie

de

la fe

de

la

es

le

ayu-

preparación

voluntad para

entendimiento á

la inte-

entendimiento está en un grado,

reposar en

llegar á la

identificándose fe

él,

— dice en otra parte —

hombre que sube con dos el pie

el

y

de grado en grado hasta

y

«El entendimiento

primer escalón pone

cuando

caridad dispone á

la

fe

creen-

la

un grado más,

sino que sube

y entiende mucho más. La fe dispone

la fe

que

esto el entendimiento

El entendimiento alcanza naturalmente muchas cosas. Dios

da con

como

es filósofo cree

vaso subiría sobre

el

el

que ya

entendimiento,

el

aquel grado en que estaba por

por esto se destruye

si

sobre

hombre que no

aceite sobre el agua... El

Dios

fe está

este curioso pasaje,

la fe,

una

pies por

y luego

está en el segundo,

y

el

así

y

es seme-

escalera.

En

el

del entendimiento

va ascendiendo. El

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

276

entendimiento no es creer, sino entender, pero se sirve de

fin del

como de

la fe

instrumento. La

mayor

Dios. Cuanto

y

sea la

son contrarios entendimiento y

un pie

otro»

al

es

fe

fe,

medio entre

más crecerá fe,

como

al

entendimiento

el

entendimiento.

el

No

andar no es contrario

(l).

Cabe, sin embargo, dar sentido ortodoxo á muchas de estas proposiciones, aun de las que parecen

Raimundo

á la

hombre rudo por

fe

existencia y

Cuando llama

temerarias.

d entendimiento,

é indocto, en quien la fe ha

que toca á

lo

más

preparación para

de suplir á

se refiere al

la razón,

verdades racionalmente demostrables;

las

aun

v. gr., la

unidad de Dios. Pero no ha de negarse que esa escala y fe y de la razón,

esos grados tienden á confundir las esferas de la

aunque

Lulio, fervoroso creyente, afirma á cada paso

superiiis et intellectus inferías. Él

común d

cipio

que en

i//a

el

¡ex

la fe

y

comprendía que

En

el

sit per Jidem,

est

es prin-

ijpodría culpar

oporíet qiiod sit vera, erraba

el principio.

Desconort dice: «Ermitaño,

fe,

qiwd fides

verdad

al entendimiento-, y empeñado en demostrar

quaecumque

método, aunque acertase en

bar su

la

si

hombre no pudiese pro-

el

Dios á los cristianos,

|no la

si

mostrasen

á los infieles? Los infieles se podrían quejar justamente de Dios,

porque no permita que el

la

mayor verdad

entendimiento ayudase á amar

Et

(1)

sic fides ascendit

la

fuese probada, para que

Trinidad,

Encarnación»,

super intellectum, sicut oleum ascendit super

aquam... Et tune inteilectus ascendit ad illum

gradum

erat credendo... Sicut charitas disponit voluntatem ad

primum,

la

fides disponit intellectum

intelligendo, in

quo

amandum objectum

ad intelligendum... Et quando intellectus

est in aliquo gradu intelligendo, fides disponit illum in illo gradu credendo, ut ascendat in alium

gradum

intelligendo, et sic

de gradu

in

gradum, quous-

primum objectum et in ipso quiescit intelligendo... Fides est médium cum quo intellectus acquirit meritum, et ascendit ad primum objectum, quod quidem influit intellectui fidem, ut ipsa sit intellectui unus pes ad ascendendum. Et intellectus habet alium pedem de sua natura, videlicet intelligere: sicut homo ascendens scalam cum duobus pedibus. que

intellectus ascendit ad

Et in primo scalone ponitur pes

dendum tamen

gradatim... Credere

fides est

Deum»,

etc.

non

fidei.

Et

in illomet

pes intellectus, ascen-

est finis intellectus, sed intelligere,

suum instrumentum...

verum-

fides consistit inter intellectum et

RAIMUNDO LÜLIO etcétera.

(l).

Y

demostrar nuestra

perdería

fe,

comprender

nito ha de

que

la

En idea:

la

aquello que

le

Y ¿cómo

ella?

lo cual

lo infi-

como

contesta

pueda probar, no se sigue

se

fe

cosa creada contenga ni abarque él

A

hombre pudiese

¿si el

mérito de

el

lo finito?» (2).

puede Raimundo: «De que nuestra entiende de

277

«Ramón,

replica el ermitaño:

ente increado, sino que

al

es concedido» (3\

introdución á los Artículos de ¡a fe (4) explana

«Dicen algunos que no tiene mérito

la fe

misma

la

probada por

la

razón,

y por esto aconsejan que no se pruebe la fe, para que no se pierda el mérito... En lo cual manifiestamente yerran. Porque ó entienden más probable que improbable, ó al contrario. Si más improbable que probable, nadie estaría obligado á admi-

decir que la fe es fuera tirla.

Si dicen

que

es improbable en

pero que se puede probar

sí,

su origen divino, sigúese que es probable, porque viene de Dios,

verdadera y necesaria, por ser Él

iNermitá,

(i)

si la fe

Donch Deus

no

la

suma verdad y

hom no pogués

ais christians

Si á los infaels

la

y

sabiduría (5).

provar,

no pográ encolpar,

volon mostrar;

Els infaels se pogren de Deus per dret clamar;

Car major veritat no lax argumentar; Perqué l'entendiment Cora mays

«Ramón,

(2)

Hom

am si

ajut á nostra amar,

trinitat é

de Deus l'encarnat>,

hom pogués demostrar

nostra

etc.

fe,

perderá merit

Encara qu'el huma entendre no conté

Tota

virtut

de Deu qu'infinida es man é

Tant, que causa finida tota (3)

ella

no

té».

«E si bé's pot provar, ao's segueix que creat Contengua é comprena trestot l'ens incre?t,

Mas qu'en entén

aytant,

com en

eyl s'en es dat>.

[Obras rimadas, págs. 331 á (4)

333.)

Articuli fidei sacrosanctae ac salutiferae legis christiattae

perpulchra introductione:

qtíos illuminatus

cum eorumdem

Doctor Magister Raymiindus Lullius

rationibus necessariis demostrative probai. (Págs. 941 y siguientes de la edición

de Strasburgo.) (5)

«Dicunt etiam quod

fides

non habet meritum cui humana

bet experimentura, et ideo dicunt, quod non est

ratio

bonum probare

prae-

fidem ut

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

278

El decir que por razones naturales puede desatarse cualquiera objeción contra

la fe,

pero que

pruebas directas de

las

pueden

ella

también destruirse racionalmente, implicaría contradicción. El que afirma, v. gr.,

y prueba por razones necesarias que en Dios no hay y prueba que hay genei'ación» (l).

corrupción, afirma

Repito que

el

error de Lulio es de método:

plicaciones racionales de los misterios: lo positiva la argumentación

las

demostraciones matemáticas.

Roma

artículis fidei, escrito en

Después de probar en

virtud

y uno en

taja

de dejar intacto

en 1296

magnum,

esencia,

en estas razones, profundas,

non amittatur meritum... Ostendunt

(3):

se

encamina

potisimas

y

sit

De

el libro

existencia del

la

eteino, infinito en potestad,

dogma de

el

y que además «Si la bondad

la

Trinidad

tienen la venfinita es

razón

Quia aut

se manifestissime ignorantes.

intendunt dicere quod ipsa fides in se

en

(2).

apoya

sin duda,

misterio

el

es convertir

más necesarias

él

A eso

primeros capítulos

los

ente suinme boniiin, infinite

sumo en

no intenta dar ex-

Ahora conviene dar alguna

negativa.

muestra de esas demostraciones, para

que

él

que hace

magis improbabilis quam probabi-

Aut intendunt dicere quod ipsa fides in se est magis improbabilis quam quod sit a Deo. Et in hoc casu si probabile est quod sit a Deo, sequitur quod ipsa est probabilis, et si est verum quod sit a

lis...

probabilis, sed probabile est

Deo, ipsa

est vera et necessaria.>

Si quis

(i)

autem dixerit quod objectiones quae possunt

fieri

contra fidem,

possunt solví per rationes necessarias, et probationes quae possunt

fieri

pro

quod implicat contra-

ñde possunt

frangí per rationes necessarias, dicimus

dictionem...

Qui autem intendit improbare per necessarias rationes quod

corruptio non est in Deo, et ipsum oportet tenere quod generatio est in

Deoí,

etc.

cFactus fuitiste tractatus

(2) to, et

completus ibidem in

Romae anno Domini MCC nonagésimo

vigilia Beati

sex-

Johannis Baptistae...» (Así acaba el

libro.) (3)

«Sed bonitas

de se bonum

finita est ratio

ducat naturaliter et ex se nita,

bono

finito,

quod producat naturaliter et bono infinito, quod pro-

finitum: ergo bonitas infinita erit ratio

bonum

infinitum: ergo

cum

in

Deo

sit

bonitas

producet bonum infinitum. Nihil autem aliud a Deo potest esse

tum, sed solus Deus, ut probatura

producet

bonum

infinitum, et per

tate essentiae et naturae... ínter

est:

ergo Deus,

cum

consequens idem

producens

et

sit

bonum

infi-

infini-

infinitum,

et aequale sibi in boni-

productum oportet esse

dis-

RAIMUNDO LULIO para producir naturalmente y de ta será razón

que produzca de

es infinita bondad: luego

279

bien

sí el

naturalmente



bondad

finito, la

bien

el

producirá

el

bien

bondad, esencia y naturaleza. Entre

el

que produce y

infini-

infinito:

infinito, igual

lo

Dios

á El en

producido

debe haber distinción de supuestos, porque nada se produce á

mismo.

A estos supuestos Wa-mamos personas...

é infinito, obra eterna é infinitamente lo eterno

lo infinito: sólo

y

Dios es acto puro: luego obra eterna é infinitamente El acto es

infinito...

más noble que

la

potencia

y

lo

eterno

y

privación,

la

Dios es acto puro y ente nobilísimo: luego obra eternamente perfecto

y

A la

absoluto...



El acto puro, eterno

lo

y lo

persona que produce llamamos Padre,

á la producida Hijo... Resta probar la tercera persona, es decir, el

Espíritu Santo. Así natural en el Hijo

y

como

amar

perfecto, requiere de necesidad

ble es

que

el

amor

en

es natural

sea un accidente en

es simplicísima: luego

el

Padre engendrar,

así es

Todo amor verdadero, actual amante., amado y amar... Imposi-

al Padre...

el

la

esencia divina, porque ésta

amor de Padre

actual y fecundo es en Dios

amar como

el

camino sigue especulando sobre

Hijo es persona.

é el

engendrara.

número

el

ternario,

Tan

Y por este

sin

que

las

cum ídem non

possitse ipsum producere... Utrumquod est purus actas, aeternus et infinitus, agit aeterne et infinite et aeternum et infinitum: alias non esset purus actus aeternus et infinitus: sed Deus est purus actus aeternus et infinitus: ergo agit

tinctionem suppositorum,

que dicimus

personara...

Omne

id

aeternaliter et infinite et aeternum et infinitum... ergo

Nobilius est illud ens quod

bonum

est et

bonum

facit,

Deus producit Deum... infinitum est et infini-

tum facit, aeternum est et aeternum facit, perfectum est et perfectum facit quam illud quod non facit, alias potentia et privatio essent nobiliora quam sit

actus», etc.

«Probato quod

sit in

Deo persona

Patris et Filii, restat probare, tertiam

personara, scilicet Spiritum Sanctum... Sicut ergo naturale est patri filium

generare,

amor

ita

naturale est et filium amare, cura

et amare, sed in

Deo

est

amor

infinite

cum

simplicissima et nobilissima, sed

amor

Omnis amatum

bonus...

verus, actualis et perfectus... Impossibile est

in divinis esse aliquod accidens,

esset

sit

verus, actualis et perfectus requirit de necessitate amantera,

si

essentia divina, ut probatura est, sit

amor

patris et

filii

non

esset persona,

amorem esse personara. TanDeo sicut generare, sed per ge-

accidentalis: ergo necesse est illum

tae actualitatis et fecunditatis est amare in

nerare exit persona de persona, ergo de amore patria et

filii

exit persona.»

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

28o

que usa de

frases

magnificans,

boniíicaiis^ bonificatum, bonificare^

magnijicatum, magnificare puedan torcerse en sentido heterodoxo

y

como

antitrinitario,

pretendía Nicolás Eymerich, á pesar de las

repetidas declaraciones de Lulio.

Largo

exponer

sería

las

pruebas que alega éste de

Creación,

la

del pecado original, de la Encarnación, de la Resurrección,

Ascensión, del Juicio otras traídas

mente

muy

de

final, etc.,

pruebas demasiado

más conocido,

Sabunde, que en muchas partes

le copia.

Explanó LuU sus enseñanzas teológicas en muchos

y

Mays val un hom

Al adoptar que hasta tos,

el

la

y has-

Trinidad,

Encarnación; porque

la

Que mil

milía

esta forma, quería

mons

deificar crear...

duda

sin

el

filósofo

mallorquín

pueblo y los niños tomasen de memoria sus argumen-

y supiesen contestar á

«Raymundo el

libros,

en un poemita, Lo dictat de Ramón, donde prueba visto,

Raimundo

Teología Natural de

la

como ya hemos

la

pero casi siempre ingeniosas y hábil-

lejos,

entretejidas. Si este precioso tratado fuese

quizá no lograría tanto aplauso

ta

de

sutiles á veces,

los infieles (l).

Lulio fué (dice Renán)

averroísmo»

\i). Solicitó

en

el

el

héroe de

la

Concilio de V^iena

cruzada contra

que

los pesti-

jeros escritos del comentador se prohibiesen en todos los gimnasios cristianos. nio, etc.,

En

los catálogos

Liber de efficiente

et effectii. (París,

Disputalio Rayinundi

(i)

de Alonso de Proaza, Nicolás Anto-

constan los siguientes tratados antiaverroístas:

et

Marzo de 1310.)

Averroystae de quinqué quaestionibus.

Obras rimadas, págs. 370 á 3S2. Acaba:

«A honor del Sanct Sprit Comenzá é finí son escrít Ramón, en vinent de Paris El comaná á Sanct Loys

E

al

noble rey d'Aragó

Jacme, en l'encarnació

De (2)

Averrois

et

I'

Christ

M.CC.XC

Averroisme, págs. 225.

nou...»

1

28

RAIMUNDO LULIO Líber contradictionis ínter

tum

Otro

libro del

Ravmundum

mismo argumento.

Averroystam, de cen-

et

mystcrium Trinitatis.

syllogisints circa

(París,

(Montpelier,

1 1

310.)

304.)

Liber utrum fiddis possit solvere et destruere omnes

quas

infideles

Agosto de 131

rís,

objection.es

possunt faceré contra sanctam fidem catholicam. (Pa1.)

Líber dispuíatíonis

intellectas

et fidei.

Octubre

(Montpelier,

de 1303.) Líber de conveníentia qiiam habent fides Liber de existentia

Dedaratio Ray.

et intellectns

in objecto.

agentia Dei contra Averroem. (París, 1311-)

et

Lililí

per

modmn

CCXVIII

dialogi edita contra

Opiniones erróneas aliquorum phílosophoruní, et

damnatas ab Epísco-

po Parisiensí.

Ars

De

Tkeologiae et philosophiae mysticae contra Averroem.

ente simpliciter per

se,

contra errores Averrois.

Liber de reprobatione errorum Averrois. Liber contra ponentes aeternitatem mundi.

Lamentatio duodecím príncípiortun philosophiae contra Avcrroistas (i). Este es el

más conocido, y

fué escrito en París el año 1310.

Está en forma de diálogo, con estos extraños interlocutores: /¿rw^a, materia, generación, corrupción, vegetación, sentido, imaginación,

movimiento, inteligencia, voluntad y memoria, todos acordes en decir

que

la filosofía est

vera et legalís ancilla Theologiae, lo cual con-

muy en cuenta para evitar errores sobre el racionalisLulio. No pretendía éste que la razón humana pudiera alcan-

viene tener

mo de

zar á descubrir por



las

verdades reveladas, sino que era capaz de

confirmarlas y probarlas. El empeño de Lulio era audaz, peligroso, cuanto se quiera, pero no herético.

De

las

demás proposiciones que

cesario hacer memoria.

á quien cegaba

á éste se achacan,

Unas son meras

el odio; otras

apenas es ne-

cavilaciones de Eymerich,

no están en

los escritos lulianos,

pertenecen á Raimundo de Tárrega, con quien algunos

le

y

han con-

fundido. Ciertas frases, que parecen de sabor panteísta ó quietista, (1) tio

€ Duodecím

principia Philosophiae

M. Raymundi

Lu'Ji,

quae

et

lamenta-

seu exposíulatio Philosophiae contra AverroistaST. (Dedicado á Felipe el Her-

moso.) Págs.

1

17 á 153

de

la

edición de Strasburgo.

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

282

han de interpretarse benignamente mirando

al

resto del sistema,

y

tenerse por exageraciones é impropiedades de lenguaje, disculpables en

la

fogosa imaginación de Lulio

Algunos

De

lo:

ad omnes

auditu Kabbalistico sive

donde define ratiottalis

y de otros místicos. Realmente escribió un opúscu-

tildan á éste de cabalista.

la

scientias iníroductorium,

Cabala superabundans sapientia y kabitus animae

ex recta ratione divinarum rerum cognitivus; pero leído

despacio y sin prevención

no se advierte en

(l),

él huella

de

etna-

natisnio ni grande influjo de la parte metafísica de la Cabala, de la

toma

cual sólo

figuras, etc.,

Cuanto

al

el artificio lógico,

las

combinaciones de nombres y

acomodándolo á una metafísica más sana. monoteísmo, que fundía los rasgos capitales del judais-

mo, del viahometismo y del cristianismo, achacado por lejas

y

otros á Lulio, no he encontrado (y

obras del filósofo palmesano jante. Creía

él,

la

menor

como creemos todos

es la ley antigua,

plagió de

el

y que

el

me

el Sr.

huelgo de

ello)

vestigio de aberración

los cristianos,

que

el

la

en

las

seme-

mosaísmo

islamismo tiene de bueno lo que

ley antigua y de

Cana-

Mahoma

nueva: ni más, ni menos. Por eso

intentaba la conversión de judíos y musulmanes, apoyándose en las

verdades que

ellos

admiten.

Lo mismo hacían y hacen todos

predicadores cristianos cuando se dirigen á

infieles, sin

los

que por eso

se les acuse de sacrúegas fusiones.

Terminaré esta vindicación mártir, á quien

veneran

(si

vindicación necesita aquel glorioso

los habitantes

de Mallorca en

los

bienaventurados) repitiendo que los artículos de

en

las

demostraciones de Lulio

el

supuesto, no

la

el

la fe

número de

son siempre

incógnita, de

un

de resolver, y que esas demostraciones no pasan de un procedimiento dialéctico, más ó menos arriesgado,

problema que se

donde

la

trate

Teología da

el

principio,

y

la Filosofía, cotno

humilde

sier-

va, trata de confirmarle por medios naturales (2).

(i)

Páginas 44 á

ibi incipit (2)

116.

Nótese este lugar: UbifhilosophiaPlatonisdesinit,

Kabbala sapientia.

Los franciscanos han defendido siempre

la

ortodoxia de Ramón, y le

tienen por hermano suyo, aunque de la tercera Orden. Es en muchas cosas

semejante á los poetas de aquella religión en entre Lull y Jacopone de Todi.

Italia.

Sería curioso un paralelo

RAIMUNDO LULIO

III.

Sobre

—Del

el libro

283

«blanquerna» y de la edición presente

que de nuevo estampamos, y que figura con justo ó seis principales monumentos de la literatura

título entre los cinco

han discurrido largamente: Helfferich, exponiendo su

catalana,

gumento; Canalejas, mostrando

mundo

Lulio

y

el

de

las

analogías entre

mables, harto más primitivo y correcto que

el

y además no

texto catalán (que ya es hora que se llame

el

llorquín, provenzal ni lemosino,

de

más antiguos y

esti-

impreso de Valencia.

presente edición no se dirige á los filólogos, sino á los estu-

la

diosos de la doctrina del Doctor Iluminado,

pa aquí

ar-

de Rai-

Estados, de D. Juan Manuel; JNIorel-Fatio,

los

describiendo y extractando uno de los códices

Como

el libro

la historia),

como

se estam-

y no ma-

así,

sigue diciéndose á despecho

tenemos que prescindir de todas

tivas á la pureza é integridad del original.

las

cuestiones rela-

Urge una edición

crítica

de esta obra maravillosa, que convendrá acrisolar con presencia de los códices

que aun subsisten en

París,

en Palma de Mallorca y en

Madrid, los cuales, aunque ya algo apartados del tiempo del beato

Ramón, están muy las

impertinentes

de alterar

lejos

y nada

nativo sabor de sus frases con

el

felices alteraciones del editor valenciano,

á quien siguió harto fielmente el traductor, cuya versión reimprimi-

mos á

falta

de otra mejor.

Como

quiera (é importa consignarlo),

no llegan

estas variantes, importantísimas para el filólogo romanista, ni

ta,

tocan á

Fué

el

de

tal

lo esencial

beato

de

obra, sino á su vestidura

la

Ramón una

manera, que

ni

más

naturaleza mixta de pensador

externa.

y de poe-

su arte dejó de ser didáctico nunca, ni

sus ideas se le presentaron, á no ser raras veces, en forma especulativa

y

abstracta, sino de un

colores de la poesía simbólica.

modo

Y

elementos perpetuos y esenciales en

en

la filosofía luliana la alegoría, el

gráficas la

en forma de árboles y de

figurativo

así

como

el

y arreadas con mito

y

la

ironía

la filosofía platónica, así lo

apólogo y

las

los

son son

representaciones

círculos. El carácter

popular de

doctrina contribuye á esto, y bien puede decirse que

el

bien-

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

284

aventurado mártir nunca

mismas

por colores y figuras. Sus

filosofó sino

aficiones cabalísticas

y

las misteriosas virtudes

que parece

reconocer en los números y en los nombres, encierran un elemento

aunque de orden

estético,

inferior:

elemento combinatorio. El

el

árbol de la ciencia es un paso más, y dependientes de aquel vasto,

aunque

sencillo simbolismo,

dos por logo,

general de

lo

aun concebido

más

así,

aparecen ya

un

casi siempre, es verdad, á

difícil el

Libro de maravillas,

el

del Blanqiierna. Contiene

que

virtud silogística

no era

dental y docente, representada en

Lulio por

los apólogos,

el

subordinados

de prueba y de enseñanza, y dota-

fin

Del apó-

vasto conjunto de las obras de

el

el

estética.

tránsito á la novela trascen-

Del orden de

primero, en

la

la caballería

y

el

sección llamada Libro de

las biJSiias, la única forma española conocida hasta ahora de la in-

mensa epopeya tiene el

segundo

cido casi á

de

la gloria

la letra

Blanquerna por das

satírica

la

Edad Media

Román

(el

de Renart),

por D. Juan Manuel; pero á uno y otro vence

grandeza de

las

la

digno predecesor de los encendidos cantos de San Juan de

Es

el

las

Blanquerna una novela utópica, pero no

Tomás Moro, ó

Oceana de Harrington, ó Lulio, tenido rece, en este

la

la

Icaria de Cabet.

Al

ciudades imaginarias.

y fuera

de Platón ó

la

de Campanella, ó

la

contrario,

y

No hay

políticos

Raimundo

que se han dado á

una sola de

pedagógicas ó eclesiásticas propuestas por

y de su

y

Cruz.

comúnmente por entusiasta y aun por fanático, apalibro suyo, hombre mucho más práctico y de más recto

fondo no esté dado en alguna de dia

sol

ia

fantástica

la Repiíblica

Ciudad del

sentido que todos los moralistas

les,

como

condiciones de este mundo,

Utopia de

ficar

el

concepción, y por tener intercalapáginas más bellas que en prosa escribió su autor: el Cántico la

del amigo y del amado, verdadero joyel de nuestra poesía mística,

de

y

de haber sido no ya imitado, sino tradu-

las

edi-

reformas socia-

Ramón LuU, cuyo

las instituciones

de

la

Edad Me-

patria catalana, ninguna de las cuales él intenta destruir,

sino avivarlas por la infusión del espíritu cristiano, activo y civiliza-

que á través de

las peripecias

de

con sus raptos y efusiones místicas y con

la

dor. Cierto

la

novela, y mezclados

exposición popular de

su teodicea, va persiguiendo el beato

Ramón

ocupaciones constantes de su vida:

liberación de Tierra Santa; la

la

los propósitos

y pre-

RAIMUNDO LULIO enseñanza de lenguas orientales;

285

polémica con

la

los averroístas,

querer probar por razones naturales los dogmas de

el

todo esto, que con ser más ó menos aventurado é tenece sin duda á

vidad humana,

de

esfera

la

alta

de

la

y

Pero

irrealizable, per-

especulación y de

en cierto sentido, independiente de

es,

fábula novelesca,

la

más

la fe.

la

la acti-

utopía

y

á decir verdad, está cifrada en los

la cual,

ejemplos de perfección que en sus respectivos estados nos dan

Evast y Aloma, y su

hijo

Blanquerna.

Será bueno que no abra este libro quien busque solamente, en

y pasajero deleite. No le abra tampoco el que y desconozca en absoluto la alta misión del apóstol mallorquín en la historia de la ciencia humana. No se acerque á él, finalmente, quien no tenga el ánimo educado para que

lo

un

lee,

frivolo

se pare sólo en la corteza,

sentir lo primitivo, lo rústico

y

lo

simplicidad de palabras cubriendo

Todo

tidos.

es aquí natural

y

candoroso. Nunca se vio

más

altos

todo plática familiar y cuasi

llano:

desaliñada, en cuyos revueltos giros centellean de vez en las

iluminaciones del genio. Si

todavía algún dejo

mente

la

lengua que

eminentemente popular, no tanto por

como por

jugo y

el

De

las

es,

cuando

autor usa conserva es entera-

con todo

eso, lengua

palabras y por los giros,

sabor villanesco: verdadero estilo de

el

mendicante avezado á morar entre humildes.

el

y resabio de provenzalismo, y no

lengua del pueblo de Cataluña,

la

mayor

y trascendentales sen-

los

fraile

pobres y á consolar á los

aquí cierta ingenuidad infantil y pintoresca, que ver-

daderamente enamora en

el

texto catalán,

y que nunca podría

pasar íntegra á otra lengua, aunque todavía quedan rastros de ella

en

la

Y

traducción que publicamos. era el alma del autor tan hermosa,

y de

tal

modo,

vina Gracia, á

que

nadie,

al

la

de

á pesar

su larga experiencia mundana, había vuelto, por auxilio de

la

Di-

pureza de los párvulos y de los pobres de espíritu,

leer

una buena parte de sus capítulos, recuerda

al

gran filósofo sintético, llamado por alguien con frase audaz el Hegel cristiano de los siglos medios, antes la primera impresión siente es

y

que

tal libro

sin letras, pero

que se

debió brotar del espíritu de un hombre rudo

amantísimo de Dios y encendido en

suprasensibles fervores.

celestiales

y

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

286

Y,

embargo, ¡cuánta doctrina! Pero toda

sin

modada

entendimiento de

al

Aquí

misionero escribía.

ella

popular y aco-

muchedumbres, para quien

las

está el último fruto del

Libro del ascenso y del descenso, pero no en

el

beato

Magna y

Aríe

del

forma aceda conve-

la

niente á paladares escolásticos, sino todo en acción, en movimiento,

Y

en drama.

este

drama

tiene para nosotros otro valor, el valor

como que puede decirse que todo el siglo xiv va desfinuestra vista. Aquí penetramos en el cristiano hogar de

histórico,

lando á

Aloma, y asistimos á

y reposadas

las castas

de

pláticas

los padres

de Blanqiierna y á su conversión á Dios entera y heroica, fecundísima en frutos de buen ejemplo.

de Cana,

la

monja y

la

Aquí en

plendores y sua\ísimas consolaciones

de

sas

Cristo.

Aquí

el

siempre domado por

el

huerto cerrado de las espo-

caballero feudal robador la

voz

y

las parábolas del

Aquí vemos poblarse de anacoretas

taño.

delicadísima figura

la

abadesa, renace con todos sus místicos es-

las

y tirano, aparece monje y del ermi-

benditas soledades de

Miramar y de Randa, y es tal el encanto de realidad contemporánea que el libro tiene, que á ratos nos parece recorrer las plazas de alguna ciudad catalana de

el

y

menestrales,

séquito de los Cardenales por las calles

Consistorio

la

y mezclarnos en el y á ratos acompañar de Roma, y oir en el

los siglos medios,

tráfago de mercaderes, juglares

voz del Papa Blanquerna, repartiendo

las rúbricas del

Gloria in excelsis.

Exhala todo este es venero

libro suavísima fragancia

de consolaciones para

de poesía

los casos desastrosos

enseña á esperar y á no rendirse, y á no separar plativa de la acción,

sublime

que

loco,

como no

síntesis

armónica, en

que en

tales

la vida,

en

la vida;

vida contem-

as separó nunca su autor, aquel

cuya divina insensatez sólo será cumplida

unidad ponga su trono sobre lo ideal y

la

la

cristiana:

de

la ciencia,

hombres no desmiente

la

en

el

día en

lo real, juntos

el arte.

humanidad

en

Ciertamente la

semejanza

divina que en ella está impresa.

Hay

en

el

poético de prosa,

si

garle en

Blanquerna algunos versos intercalados, pero

él es el

Cántico del amigo

bien partida en versículos.

y

lo

más

del amado, que está

Como

en

ya tuve ocasión de juz-

un discurso académico, repito ahora

lo

que entonces

dije,

RAIMUNDO LULIO aspirando á condensar en breves palabras

287

grandeza

la

artística del

bienaventurado apóstol de África.

«Y

cuando llegó

siglo

el

cristiana, á la vez

que

tóteles, purificada

de

á naétodo y forma en

la liga la

y llegaba á

la

visión de

la

dador, que

los

los

áureos tercetos del Paradiso,

divina esencia

mismo Dante, y

gente llevada por

los

que

llena el canto xxviii,

amores profanos en algunas

corría por el

mundo de

mendicantes franciscanos, desde

no es seguro que hiciera versos

si

himno de Frate actos de su vida

de Aris-

Tkeologica, y en la Summa contra ya adulta y capaz de informar un

purificar é idealizar

canciones del

la civilización

la filosofía

Summa

y resplandecía en

arte, centelleaba

edad de oro de

dogmática y

neoplatónica y averroísta, se reducían

gentes^ la inspiración mística,

sobre todo en

la

xiii,

la teología

Solé), fué á lo

el

gente en

santo fun-

(sea ó no

suyo

menos soberano poeta en todos

el

los

y en aquel simpático y penetrante amor suyo á

la

naturaleza, hasta Fr. Pacífico, trovador convertido, llamado en el siglo el tica,

Rey de

aun en

los versos,

los libros

y San Buenaventura, cuya

en prosa, en

el

teología mís-

Breviloqumm, en

Itinera-

el

rium mentís ad Deum, rebosa de lumbres y matices poéticos, no indignos algunos de ellos de que Fr. Luis de León los trasladase á sus odas.

Y en

pos de

ellos,

Fra Giacomino de Verona,

cantor de los gozos de los bienaventurados, Todi, que no

compuso

nadie se parodia á



el

y

el

el

ingenuo

Beato Jacopone da

Stabat, dígase lo que se quiera (porque

mismo), pero que fué en su género

frailesco,

y popular, singularísimo poeta, mezcla de fantasía ardiente, de exaltación mística, de candor pueril y de sátira acerada, que a veces trae á la memoria las recias invectivas de Pedro Cardenal.

beatífico

»iiY á

ciscana,

quién extrañará que enfrente de toda esta literatura fran-

cuyo más

ilustre representante solía

Morar porque no se

al amor, pongamos, sin recelo de quedar vencidos,

peregrino mallorquín que compuso

¡Cuándo llegará

el

el libro

día en que alguien escriba las vidas

Ozanan! Quédese para

el

la tiene

de sabio y de

del

de nuestros

como de

los

de

afortunado ingenio que haya de

trazar esa obra, tejer digna corona de poeta

ya

ama

nombre

Del Amigo y del Amado}

poetas franciscanos con tanto primor y delicadeza Italia

el

filósofo, al

y de

novelista,

como

iluminado doctor y mártir de

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

288

Ramón

Cristo,

hombre en quien

I.ull,

espíritu aventurero, teosófico

con

el

y

saber enciclopédico del siglo

artista hasta la

templación y

médula de

se hizo carne

visionario del siglo xiv, xiii.

En

el

y sangre

el

juntamente

beato mallorquín,

los huesos, la teología, la filosofía, la

con-

vida activ-a se confunden

y unimisman, y todas las especulaciones y ensueños armónicos de su mente toman forma y

plástica

la

viva,

y

se traducen en viajes, en peregrinaciones, en pro-

yectos de cruzada, en novelas ascéticas, en himnos fervorosos, en símbolos y alegorías, en combinaciones cabalísticas, en árboles

y y representaciones gráficas de su doctrina, para que penetrara por los ojos de las muchedumbres, al mismo

círculos concéntricos,

tiempo que por sus oídos, en

la

monótona

cantilena de

metrificada y de la Aplicado de Vart general. pular, el primero

puras y

las

y

catalana,

y

que hace servir

Es

el

la

lengua del vulgo para

la

Lógica

escolástico polas ideaá

abstracciones, el que separa de la lengua provenzal la la

bautiza desde sus orígenes, haciéndola grave, austera

religiosa, casi

inmune de

las eróticas liviandades

y de

las desolla-

doras sátiras de su hermana mayor, ahogada ya para entonces en la

Ramón

sangre de los albigenses.

tico, asceta

Lull fué místico, teórico

y prác-

y contemplativo, desde que en medio de los devaneos

de su juventud

le

la luz del cielo;

pero

circundó de improviso,

como

al

antiguo Saulo,

de su misticismo no hemos de buscarla

la flor

en sus Obras rimadas., que, fuera de algunas de índole elegiaca,

como el Plant de nostra dona Santa Maria^ son casi todas (inclusa mayor parte del DescoHort) exposiciones populares de aquella su

la

teodicea racional, objeto de tan encontrados pareceres exaltada por unos

como

punto menos que de herética, por razones naturales todos los la

Encarnación, todo con

nomia de parar

la

fe

y

y censuras, y tachada por otros empeño de demostrar con

revelación de lo alto,

dogmas el

el

cristianos,

hasta

la

Trinidad

santo propósito de resolver

y

la anti-

razón, bandera de la impiedad averroísta, y de pre-

conversión de judíos y musulmanes, empresa santa que

toda su vida halagó las esperanzas del bienaventurado mártir. !»La

escrita

verdadera mística de

Ramón

Lull se encierra en una obra

en prosa, aunque poética en

Amigo y

del

Amado. El Cántico

está

la

sustancia: el Cántico del

en forma de diálogo, tejido de



RAIMUNDO LULIO

289

ejemplos y parábolas, tantos en número como días tiene el año, y su conjunto forma un verdadero Arte de contemplación. Enseña

Raimundo que

donde

«las sendas por

Amigo busca

el

Amado

á su

son largas y peligrosas, llenas de consideraciones, suspiros y llantos, pero iluminadas de amor.> Parécenle largos estos destierros, durísimas estas prisiones: «¿Cuándo llegará

la

acostumbra á correr hacia abajo, tome

la inclinación

hora en que

agua, que

el

y costumbre de subir hacia arriba?> Entre temor y esperanza hace su morada el varón de deseos, vive por pensamientos y muere por el olvido; y para

es bienaventuranza la tribulación padecida por amor. El

él

entendimiento llega antes que

aunque corran

los

en corazón amante, que

el

relámpago y

viento que hunde las naos en el suspiro,

tando

como de

alba,

al

dan

voluntad á

la

presencia del

la

como en certamen. Más

dos

nieve

la

cerca del

de amores

Amigo, y

el

cimiento es mayor deleite é inefable dulzura. Por

que van por

selvas busca á su amor; á los

y cava en

él,

sobrehaz no hay

y agua el

las ni

entrañas de

por

la tierra

los

hallarle,

Como

vislumbre de devoción.

más que

la

esencia

y

el ser.

está en todas las almas: ¡desdichado del

y derrama

el

pregúntanle

aroma! Corre

las

gentes

si

está

el

La

ha perdido

el

seso,

montes y

las

ya que en

la

mezcla de vino

el

las calles

y

acabar

claridad

la

semilla de este

que rompe

Amigo por

al

este desfalle-

caminos pregunta

los

mezclan sus amores, más inseparables que

se

resplandor,

Amado

entendimiento de amor, y

los pájaros su canto, desfallece

por

el amor y más que el

candor. Los pájaros del vergel, can-

el

al solitario

Tan

mar.

la

trueno,

el

Amado,

viva cosa es

y amor

vaso precioso

de

ciudad,

la

responde que puso

él

en manos del Señor su voluntad y entendimiento, reservando sólo la

memoria para acordarse de

Él.

¥.\

viento que

mueve

las

hojas

le

trae olor de obediencia; en las criaturas ve impresas las huellas del

Amado; todo se anima y habla y responde amor: amor, como le define el poeta, «claro, y

fuerte,

hermoso y espléndido,

antiguos recuerdos»; ó

como en

rico en

á

la

interrogación del

limpio

y

sutil,

sencillo

nuevos pensamientos y en

otra parte dice con frase no

menos

galana: «hervor de osadía sigue) los

y de temor». «V^enid á mi corazón (proamantes que queréis fuego, y encended en él vuestras

lámparas: venid á tomar agua á Mbhéndez t PüLiro.

la

fuente de mis ojos, porque yo

Ensayos de critica jilosójica.

19

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

290

en amor bito.»

nací,

La

y amor me

profundamente como

medio entre creencia extático

y

y de amor vengo, y en el amor haamor místico nadie la ha definido tan mismo Ramón LuU, cuando dijo que «era crió,

naturaleza de este

sublime,

el

é inteligencia, entre fe

el

Amigo y

en esencia, quedando á

la

el

Amado

vez distintos

y

divino erotismo, en que las hermosuras se

congregan en

éste se aniquile la

el

el

y

amor humano, y

la

En

su grado

concordantes. ¡Extraño

y

excelencias del la

y Amado

personalidad de

y traba en uno Amado] ¡Admirable

sólo los junta

eterna del

que junta como en un haz de mirra

especularon sabios y poetas de

y

ciencia».

hacen una actualidad

corazón del Amigo, sin que

y destruya, porque

voluntad vigorosa, infinita

poesía,

y se

la

pura esencia de cuanto

Edad Media sobre

el

amor

divino

y santifica hasta las reminiscencias de mayo y de alborada, de vergeles y pá-

realza

provenzales de canciones

jaros cantores, casando por extraña

con Hugo de San Víctor!»

manera á Giraldo de Borneií

VI

DISCURSO PRONUNCIADO POR

DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO EN LA SESIÓN DEL PRLMEK CONGRESO CATÓLICO NACIONAL ESPAÑOL (mADRId) DEL DÍA

2

DE MAYO DE

I

SSo

Tema: La

Iglesia y las escuelas

teológicas en España.

Emmo. Señor: ExcMos. Señores: Señores:

El grande y trascendental acontecimiento que hoy inunda de júbilo toda alma creyente,

y congrega bajo

de este histórico templo todos

y todas

las

prelados, Iglesia,

augustas bóvedas

esperanzas del catolicismo español, dócil á

y alentado por

requiere y exige

permite levantar to,

las

los esfuerzos, todas las

la

la el

la

voluntades voz de sus

bendición del Supremo Jerarca de

concurso aun de los más humildes, y

la

les

voz por breves instantes en este sagrado recin-

para que nazca de

la

adhesión de todos libremente manifesta-

da un solo pensamiento y una voluntad común. Sin este imperioso

mandato de mis superiores y de mi conciencia, que ha acabado por vencer y disipar todos mis escrúpulos y recelos, nunca me hubiera atrevido a tratar en breve discurso

y en forma que

necesa-

riamente ha de ser superficial, una materia tan ardua, tan grave y tan erizada para mí de peligros y dificultades, como la tesis 32 de nuestro cuestionario, formulada en Iglesia

y

las escuelas teológicas

y

los

términos siguientes: «La

filosóficas

en España».

Materia, señores, no para un discurso que, además, por ser mío,

ha de resultar forzosamente pálido y sin

eficacia,

sino

para una

obra de grandes dimensiones, compuesta por quien tuviese ridad de que yo carezco,

el

profundo saber en

la

letras divinas

auto-

y hu-

manas de que continuamente dan espléndido testimonio tantos príncipes de nuestra Iglesia, y tantos ilustres sacerdotes españoles,

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

294

y también

mesura,

el tacto, la

discreción perfecta con que

la

estos tiempos nuestros, tan agitados

todo lo que puede fomentar

la

en

y confusos, conviene huir de

discordia de los entendimientos

y

entibiar en los corazones el santo fuego de la caridad, tan necesario

para todas

las

obras del espíritu.

Los términos generalísimos en que

tema está redactado

el

impli-

can, á la vez que una excursión por las épocas anteriores de nuestra ciencia para determinar el propio

y peculiar

valor de la tra-

dición española en orden á estos altísimos conocimientos, alguna

consideración sobre

el

estado actual y sobre los medios

ducentes para lograr que recobren por entero

el

canzaron, con gloria nuestra y general provecho de

en otros lejanos, pero inolvidables la índole

del

de este acto

días.

En todo

tema no quede enteramente deslucida por

la

que

al-

Cristiandad,

seré breve,

reclama, y quiera Dios

lo

más con-

esplendor que

la

como

grandeza

cortedad de mi

la

ingenio y de mi doctrina.

Es

la

Teología (según yo alcanzo á comprender, esa ciencia su-

blime, cuyos rayos sólo

organismo

científico

tomando por base Iglesia)

y

muy

de

lejos

han herido mi

un

espíritu),

que, partiendo de las verdades reveladas y (sagrado depósito de

la Escritura, la tradición

la

doctrina de los Santos Padres, concierta todos estos

la

elementos en unidad de método, en sistema de enseñanza, saca de ellos todas sus implícitas consecuencias, y,

ciplina

que impone

al

entendimiento,

es,

mediante

la

rigurosa dis-

á la vez que base, funda-

mento y supuesto de toda ciencia cristiana, altísimo y necesario complemento de todos aquellos saberes que puede lograr el hombre mediante

el

natural esfuerzo de su razón en

esta vida terrena.

(Aplatisos.)

De donde ciones

más

se infiere que, así

altas,

implica

teológica que pone en

el

la

como

umbral de

ttana, así la Metafísica, llegada al

reconoce

la

y aclare sus sible tantos

de

la

razón,

la

Metafísica, en sus especula-

Teodicea, y con la fe el

ella

una preparación

alma naturaliter chris-

término de su carrera, siente y

necesidad de otra ciencia más alta que llene sus vacíos deficiencias, é ilumine

y

tantos puntos

como

con

los rayos del sol suprasen-

deja á oscuras esta débil lucecilla

que suele andar tan amortiguada en nosotros por

las

LA IGLESIA Y LAS ESCUELAS TEOLÓGICAS

cual

de

295

mundo derramó el primer pecado, pero de la no podemos decir mucho mal, puesto que al fin es «impresión que en

nieblas

el

razones eternas, participación de

las

la

lumbre increada,

simili-

tud déla verdad eterna que resalta en nosotros», y (para decirlo

modo

todo con una palabra de Santo Tomás), «potencia en cierto

para todo

infinita

Que

lo inteligible!. [Aplaicsos.)

tan alta han puesto siempre

católicos,

y

la

razón

nombre de racionalismo no

si el

por execrable abuso,

lícito

humana

doctores

los

estuviera ya profanado

nos sería afirmar, como quien afirma un

lugar común, que la filosofía racionalista por excelencia es la filosofía cristiana,

única que nos presenta

mutilado, única que abarca lo

mismo que

temas que

la

jase en todo

de

la

el

orden racional íntegro y no

totalidad de la conciencia,

y que, por

concibe en su integridad, rechaza esos pobres

niegan capacidad para lo absoluto,

momento

fuente de

la

la

la

la

como

si

no

la

manan

inextinguible sed de las aguas que

vida, únicas

sis-

aque-

que dan entendimiento de verdad y

de hermosura. [Aplausos.) Si por

una torcida, aunque bien intencionada, dirección de

tos apologistas cristianos, se ha presentado alguna vez en el

de

la

sino

cier-

campo

Teología (y casi nunca en manos de verdaderos teólogos,

más bien como

doctrina popular

dera que quiso poner

la fe

en

guardia del escepticismo en

el

el

recreativa) la extraña ban-

y

orden sobrenatural bajo

orden natural,

la Iglesia

la salva-

ha rechazado

constantemente tan extraño maridaje, y hoy, después de

las

solem-

nes declaraciones del Concilio Vaticano y de la admirable Encíclica

de nuestro Beatísimo Padre sobre decirse que

el

las católicas, la

razón y

y que

es

la fe (fides

des días de

ya indisoluble

nidad en S'into

En

el

pacto y

quaerens intellectum),

la filosofía escolástica,

catequética de Alejandría, en

Orígenes, y

los estudios filosóficos,

puede

tradicionalismo ha muerto para siempre en las escue-

como

manos de

lo

la

concordia entre

lo fué

en los gran-

había sido en

los Pantenos,

como vive y resplandece para

las páginas inmortales

como

el

la

escuela

Clementes y

tiempo y para

la eter-

de San Agustín, San Anselmo y

Tomás. (Grandes aplausos.) la

creación

netrado por

el

y

desarrollo de este organismo filosófico,

compe-

dogma, tuvo nuestra raza papel gloriosísimo desde

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

•296

los

primeros siglos de nuestra

muy

españolas,

que

y

Iglesia,

que entre

tai,

pocas pueden envanecernos tanto

las glorias

como

separe entre

los cuales

conexión que

más que en

la



larguísimo espacio de tiempo, sin otra

otra alguna de las

ibérico, brilla

mismo

nuestro

vigorosa unidad

la

arte, ni nuestra literatura, ni nuestra

pueden

menos en su razón más honda, que fué por

sin la llave

espíritu.

duda

lo es,

mada

esta palabra en su acepción

el

que

maestra de nuestra Teo-

al

Y aunque

vastísimo cuadro de

más

y

contrario,

manto yá todas

todas las abrigó amorosamente bajo su

que en

ca-

la

misión pro-

ciencia universal

la

pédica, no porque anulase á las restantes, sino,

con su generoso y fecundo

y

tales,

ser enteramente comprendidos, á lo

en España

siglos

ella,

manifestaciones del pensamiento

y aparece de manifiesto

videncial en la historia

logía,

por-

identidad de sangre y de patria, sino que en

dena nunca rota de nuestro genio nacional, en términos ni

ésta,

Teología española no es una galería de nombres aislados, á

la

las

sea cierto,

la filosofía

lata, es decir,

enciclo-

porque á informó

como

como

el

con-

junto de las nociones metafísicas, conocidas ó elaboradas por

pensamiento español desde tro pueblo,

la

quedan fuera del radio de

como

gnosticismo de los priscilianistas,

lectualista

de Averroes,

el

el

ciencia teológico-cristiana

la

la

moral estoica de Séneca,

panteísmo ideológico ó inte-

panteísmo emanatista de Avicebrón,

concordia mosaico-peripatética de Alaimónides, tista

de Tofail

ciales, las

las otras

el

que

estas tendencias

unas por ser anteriores á

la

por haberse desarrollado en

el

de Miguel

y desviaciones par-

verdadera historia de España, el

seno de razas que, con ha-

berse españolizado mucho, nunca llegaron

algunas gotas de sangre semítica

la

misticismo quie-

y, finalmente, la cristología panteística

Servet; también es cierto

el

primera aparición histórica de nues-

manifestaciones tan importantes el

sin

española, to-

más que

á salpicar con

torrente circulatorio de nuestra

aria, y los otras por ser aberracionos y descarríos parciales, que por su mismo carácter de excepción confirman más y más la

sangre

regla general, ofrecen,

sí,

grande interés histórico, pero son diso-

nancias que acaban por perderse, y apenas se disciernen en la grandiosa armonía

final,

en

el

siitsum corda que toda

ñola levanta en honor del Dios personal

y

vivo.

la

ciencia espa-

Y

hasta puede

LA IGLESIA Y LAS ESCUELAS TEOLÓGICAS afirmarse que reflejos

de

la

el

297

estoicismo de Séneca, iluminado ya por lejanos

doctrina nueva que en parte

le

quitan

áspero é in-

el

humano carácter que había tenido en manos de Zenón y de Oleantes, es como vago crepúsculo que anuncia el sol que va á alzarse disipando

las nieblas

Y

y ceguedades del paganismo.

en

las doctri-

nas de procedencia oriental, ya árabe, ya hebrea, todavía, á des-

pecho de

la

levadura panteística, se descubren generosos, aunque

infructíferos esfuerzos, para salvar del naufragio

de

la

emanación

la

conciencia individual, cuyo sentimiento ha sido siempre tan enérgico en nuestra raza, así

como tampoco puede

ocultarse á

ojos

atentos cierto sentido armónico, cierta aspiración á conciliar los dos capitales términos del

problema metafísico, conciliación que, bus-

cada por recto ó torcido sendero, racterísticas

desde el

Keter Malknth y

el

Árbol de

es, sin

de nuestra ciencia, y una de

la Ciencia

y

el

duda, una de las notas ca-

que más

las

Makor Hayim

hasta

de Fernando de Córdoba, hasta

dialéctico aristotélica

la

determinan,

Arte Magna, y Libro de las Criaturas; desde el artificio

el

la

el

concordia platónico-

de Fox Morcillo. (Aplausos.)

Pero todavía más que armónica, mática aun dentro de

la

ciencia española ha sido dog-

y por eso ha encontrado y la forma más adecuada á su interno desenvolvimiento, forma que de

en

el

las escuelas críticas,

dogmatismo teológico

las escuelas

pasó á

de España, en

los

la

el

campo

natural de sus triunfos

acción y penetró en

la

vida, llegando á hacer

dos siglos más influyentes de su

historia, algo

que

después ha vuelto á verse en

el

mundo,

nación de teólogos armados. Nunca, desde

el

tiempo de Judas Maca-

ni antes ni

es decir,

beo, hubo un pueblo que con tanta razón pudiera creerse

escogido para ser

la

espada y

brazo de Dios.

el

el

una

pueblo

{Estrepitosos

aplausos.)

Toda

su historia le preparaba para

tal

misión.

La

Iglesia nos ha-

educado á sus pechos con sus mártires y confesores, con sus Padres, con el régimen admirable de sus Concilios. Por ella fuimos bía

nación y gran nación, en vez de muchedumbre de gentes colectinacidas para presa de la tenaz porfía de cualquier vecino codi-

cias,

cioso.

No

elaboraron nuestra unidad

sabiduría de los legisladores;

la

el

hierro de

la

conquista ni

la

hicieron los dos Apóstoles y los sie-

ENSAYOS de crítica filosófica

agS

te varones Apostólicos; la regaron con su sangre el diácono zo, los atletas del circo

de Tarragona,

las

innumerables legiones de mártires cesaraugustanos;

cia, las

bieron en su draconiano Código los Padres de

cea y en Sardis sobre

de San Dámaso; triunfó del

de la

de

los

la

frente

Loren-

vírgenes Eulalia y Engrala escri-

Ilíberis; brilló

Roma

deHosio, y en

sobre

en Ni-

la

frente

cantó Prudencio en versos de hierro celtibérico:

la

maniqueísmo y

del gnosticismo oriental, del arrianismo

bárbaros y del donatismo africano; civilizó á los suevos por

voz de San Martín Dumiense, verdadero Séneca los visigodos la

Etimologías

cristiano;

primera enciclopedia; inundó de escuelas

la

de nuestros templos; comenzó á levantar entre antigua doctrina

el

hizo

primera nación del Occidente; escribió en

alcázar

de

los

la ciencia escolástica,

las

los atrios

despojos de

la

por manos de

Liciniano, de Tajón y de San Isidoro; dio el jugo de sus pechos que infunden eterna y santa fortaleza á los restauradores del Norte y á los mártires del Mediodía, á San Eulogio y Alvaro Cordobés,

mandó

á Pelayo y á Omar-ben-Hafsun;

Prudencio Galindo á

civilizar la

á Teodulfo, á Claudio, á

Francia carolingia; dio maestros á

Gerberto, y por ellos difundió las ciencias matemáticas en Europa; amparó bajo el manto prelaticio del Arzobispo D. Raimundo, y bajo

la

púrpura del Emperador Alfonso VII,

la

ciencia semítico-

y como portentosa conjunción de todos los esfuerzos armónicos de nuestra raza, engendró á fines del siglo xiii el Lulismo,

española;

es decir, la teodicea popular, la escolástica en la lengua del vulgo,

saliendo de las cátedras para difundirse por los caminos zas, la metafísica realista é identificada

símbolo,

la

cabala cristiana que predicaba á

bienaventurado mártir, aventurero de

de

con

la filosofía,

la

la

muchedumbre aquel

y caballero andante y misionero, en quien

toda concepción del entendimiento se calentó con

y coloreó con

fantasía. (Inmensos

y ruidosos

las

las pla-

imperio del

idea

asceta y trovador, novelista

pasión y se vistió

y por

la lógica, el

imágenes y

los

fuego de

la

matices de

la

el

aplausos. Aplausos prolongados y uná-

niynes en la tribuna de la prensa.)

No

España hasta

los anales

de

por una cadena interrumpida de doctores, como

los

está representada

la escolástica

que ennoblecieron

las aulas

de

París;

el

pero

siglo xvi

las

en

veces que en

la

Edad

LA IGLESIA Y LAS ESCUELAS TEOLÓGICAS

Media suena

299

voz de sus teólogos es siempre para grandes y sin-

la

gulares esfuerzos. Así tenemos, de trecho á trecho, á tos luminosos: en el siglo

vii,

modo de pun-

fárdente spiro d'hidoro y

con más razón histórica que á Pedro Lombardo; en Prudencio Galindo, vindicando la

de

el

á

ellas,

siglo ix á

doctrina de la predestinación y

la

personalidad divina contra Scoto Eriúgena; en

la

Domingo Gundisalvo y

Sen-

las

pudiéramos llamar «maestro» de

tencias de Tajón, á quien

el siglo xii, á

Juan Hispalense, intérpretes de todo

saber filosófico de los orientales; en

nunca igualada erudición rabínica del dominico Ramón Martí,

hoy mismo confiesan

cual

nacidos fuera de

los

damente

la

del

más doctos que ninguno de

los judíos

Sinagoga ha llegado á penetrar tan hon-

arcanos de

los

el

portentosa y

el siglo xiii, la

la

ciencia

talmúdica

como

el

autor del

Pugio Fidel, que no fué sólo incomparable hebraizante y

arabista,

sino profundo autor de teodicea, que inspiró á Pascal una gran parte

de sus celebrados Pensamientos.

Y

todavía en

cuyo imperio losa

el

último y decadente período de

se dividían místicos

de Francia un profesor barcelonés, que,

guna de

generales en

antes puesta

las escuelas,

escolástica,

sin

pertenecer á nin-

al

método y forma

banderías militantes, ni ajustarse

las

la

y nominalistas, apareció en To-

la

mira en

la

reforma del

método y de toda enseñanza, como si respondiera á la voz del Renacimiento, que comenzaba á enseñorearse de la ciencia al mismo tiempo que del

arte, concibió la traza

en autoridades divinas doctor llevase á vación y en

la

cual dentro de

la

ni

libro único,

no fundado

sin alegar textos

mismo

y sobre todo en

{nulla

autem

la

experiencia de cada

certior cognitio

quam per

máxime per experientiam cujuslibet intra trazando sobre esta base, que hoy diríamos cartesiana,

perientiam

et

una Teología natural, donde cual los

si

lidad,

la

estuviesen escritos en

dogmas

de ningún

inteligencia de todos; libro fundado en la obser-

experiencia, sí

de un

humanas, que

ex-

se ipsum), el

plan de

razón fuese demostrando y leyendo, el

gran libro de

las criaturas

todos

del espiritualismo cristiano. Libro que, por rara casua-

hubo de caer sesenta años después en manos de un caballero

gascón, antítesis viva del piadoso catedrático del siglo xv,

el

cual

caballero se entretuvo en verter de la Teología natural en encan-

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

30O

tadora prosa francesa, que aquel escéptico alcalde de Burdeos hablaba y escribía hablar,

y no

bunde para

como pocos

ó ninguno

han vuelto á

la

escribir

y

con traducirle, tomó pie del libro de Sa-

satisfecho

con más agudeza de ingenio que piadosa in-

escribir,

más extenso y curioso ensayo, que, con título de Apo(aunque de todo tiene más que de esto), anda desde entonces

tención, su logía

en manos de todos enfados de

Pero

ni

los aficionados á ingeniosas filosofías

y á des-

estilo.

Sabunde

otro ninguno de los doctores del siglo xv,

ni

al

cual dio inmarcesible gloria una legión de teólogos, escriturarios

y

canonistas, famosos algunos en la Iglesia universal, no ya sólo en

la

de España; San Vicente Ferrer, águila de

á quien el

la

elocuencia cristiana,

asombro de sus contemporáneos apellidó

del Apocalipsis;

el

la

trompeta

insigne converso Pablo de Santa María, autor

del Scrutinium Scripturartim; su hijo, D.

Alonso de Cartagena, á

quien llama Eneas Silvio decus praelatorum, y de quien dijo Eugenio IV: «Si el Obispo de Burgos en nuestra corte viene,

vergüenza nos asentaremos en

la Silla

de San Pedro>;

el

con gran Tostado,

cuyo nombre basta; su digno adversario Juan de Torquemada; Juan de Segovia, lumbrera del Concilio de Basilea; Fr. Alonso de Espina, martillo

de

los judíos

en su Fortalitium Fidel; Fr. Alonso de Oro-

pesa, defensor de la causa de los conversos, en su

rtvelationem gcntimn;

como los

prodigio, hasta

doctores de

hombre que

la

Lumen Dei ad

Fernando de Córdoba, cuya sabiduría el

se

miró

punto de haberse reunido en conciliábulo

Universidad de París para decidir que aquel

se sabía

de memoria

la

Biblia

y todos

los escritos

de

Alberto Magno, Santo Tomás, Alejandro de Hales, Scoto y San

Buenaventura, y

el

cuerpo del Derecho

los textos

recho canónico, y pócrates,

y hablaba con

caldeo,

griego y

el

todos y nadie cristo ó

le

civil

y

el

cuerpo del De-

de medicina de Avicena, Galeno é Hi-

singular facilidad el hebreo, el árabe, el

el latín,

y en

convencía á

las

él,

disputas públicas convencía á

no podía menos de ser

el

Anti-

alguno de sus secuaces...; ninguno de estos doctores, digo,

con ser tantos en número y tan en rigor no tuvo hasta

el

ilustres,

siglo xvi:

pudo dar á España

lo

que

una escuela propia y floreciente

de Teología, entendida esta palabra como

la

entendieron los gran-

LA IGLESIA Y LAS ESCUELAS TEOLÓGICAS

como una

des maestros de aquella centuria; es decir,

que abarcaba desde

versal,

301 ciencia uni-

doctrina de los atributos divinos

la

hasta las últimas ramificaciones del Derecho público privado. Esta gloriosa y última etapa de la Teología española fué favorecida de un modo eficaz por el renacimiento de las letras clásicas, y que

influyó en

las fuentes,

y de

en

así

que toca

lo

más antiguas

sus

como en

erudición sagrada tanto, por lo menos,

la

profana, llevando la atención de los doctos al

la

estudio y crítica de

al

texto de las Sagradas Escrituras

como en

interpretaciones,

perteneciente

lo

á las obras de los Santos Padres y apologistas cristianos, así grie-

gos

como

latinos, los cuales

nunca se vieron en mayor grado que

entonces ilustrados, comentados y defendidos.

Y

si

que no anduvo

es verdad

de temeridades (como no

libre

suele estarlo ninguna ciencia nueva) esta labor helenistas

y

y

esfuerzos de los

hebraizantes, también es cierto que, después de la in-

mensa alharaca que

los teólogos

puramente dogmáticos y

cos promovieron contra los que venían á despertar á del largo sopor en

que desde

infusión de sangre científica, á

la

escolásti-

escolástica

el siglo

xiv había caído, esa nueva

la larga,

llegó á constituir la

Teología positiva que hoy conocemos, y en

la

que

al

hermosa

antiguo ele-

mento especulativo y metafísico, en el cual fueron águilas los docla Edad Media, y especialmente el Ángel de las Escuelas, vino á aiíadirse un elemento histórico, ya escriturario, ya patrístico: tores de

que da nervio y de

católica

las

fortaleza

No hay duda que la les,

participa de

dogmática todo

el

la

á la teología

Teología, en cuanto á sus principios esencia-

inmutabilidad y

religiosa,

fijeza

adamantina propias de

la

que por esto mismo aparece levantada sobre

fragor y tumulto de las opiniones humanas; pero también

es cierto que

y

y verdadera originalidad

escuelas modernas.

el

dogma mismo, en cuanto

al

modo de

ser entendido

desarrollado metódicamente en forma de disciplina ó enseñanza

científica, las artes

obedece á

y

San Justino no es nes, ni la

misma

la

ley de progreso

ciencias hacia su perfección, la

de Tertuliano,

de Orígenes

de San Anselmo,

ni

la la

ni la

que empuja

á todas

y por eso la Teología de de Tertuliano la de Oríge-

de San Agustín,

de San Anselmo

ni la la

de San Agustín

la

de Santo Tomas; no

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

302

porque

objeto de esta ciencia divina, que son

el

ladas, cambie, sino

enseña, y que

hoy

porque cambia un

es

mo, mañana un retórico

sujeto

el

filósofo platónico

la

extremosidad en todo; otro día un

la

zado todas

\-erdades reve-

las

entiende y las

convertido

al

declamación,

cristianis-

al énfasis,

el

y

que ha agu-

sutil dialéctico,

de su espíritu en

las fuerzas

las

africano, á quien todo el fuego de las cal-

cinadas arenas en que nació arrastra á

á

que

juego de esgrima de

Porque es excelencia y privilegio divino de la doctrina católica, que por eso se llama así y ostenta como primera nota suya la de universalidad, acomodarse á todos los gra-

Aristóteles

y de

dos y esferas de

mo

para

Porfirio.

la

cultura humana,

los sencillos

y

ser manjar

de

vida,

mis-

lo

de corazón y humildes de entendimiento, que

para aquellas inteligencias privilegiadas donde más de resalto aparece

la

impresión y

dades son ejercitan y, sin

las

la

el reflejo

que deletrea

de

la

lumbre divina. Las mismas ver-

rústico en su Catecismo

el

sagacidad del teólogo en

embargo, ¡cuan diferente es

exigen, cuan patente

el

la

Summa

la

que

las

que

de Santo Tomás;

capacidad que ambos libros

carácter científico del segundo

y

el

carácter

popular del primero! Nadie se escandalice, pues, cuando oye hablar

de progreso y de desarrollo en

Teolog^ía. ¡Tal escándelo sólo pro-

baría su ignorancia!

La Teología

tiene su

historia

como

todas

ciencias, y quien y mudable. Donde

las

dice historia, dice algo de relativo, transitorio

hay un organismo de verdades y un entendimiento que le comprenda, queda siempre la posibilidad de una comprensión más alta. Y si

esto es verdad de la Teología, cuyas premisas trascienden del

orden natural, y están dadas por una revelación superior, ¡cuánto

más no ha de

serlo

de

la filosofía,

entregada eternamente á las

dis-

putas de los hombres! Ciencia absoluta, ciencia eterna, ciencia in-

mutable, ciencia única, que resuelva en una ley general todos los casos particulares, sólo en

empeño

la

mente de Dios

existe,

y fuera vano

buscarla en esta pobre sabiduría humana, que

de grande, no

es tanto lo

que posee cuanto

el

si

algo tiene

estímulo creciente de

perfección que Dios puso en sus entrañas. Mientras prosigan na-

ciendo seres racionales, nadie podrá decir que tencia metafísica está agotada. ¿Quién sabe

si el

la virtualidad

infante

ó po-

que hoy

llora

LA IGLESIA Y LAS ESCUELAS TEOLÓGICAS

en

cuna podrá llevar estampado sobre su mente

la

á Aristóteles privilegiado entre

los

3O3

que aquellos oyentes de Sócrates, que solemos llamar socráticos^ creían

más

trina

de buena

que

alta

fe

que no era posible en

del hijo de Sofronisco, y,

la

que hizo

el sello

de los hombres?

hijos

sin

el

De

fijo

pequeños

los

mundo doc-

embargo, des-

pués de Sócrates vino Platón, y después de Platón Aristóteles, y la filosofía cristiana, que los depuró y los concordó hasta

luego

cierto punto.

que

Y

la infinita

al

hombre capaz de todo

más pesada que

de

som-

la

muerte.

inacción, todavía

lo

entendieron nuestros teólogos del siglo xvi, y por eso,

Así

la

siendo fidelísimos á ciencia. Original

tradición, resultó,

la

en

la

la

no obstante, tan

original su

método, que comenzaron á reformar Fran-

el

de Vitoria, Fr. Luis de Carvajal y Fr. Lorenzo de Villavicen-

cisco cio,

Dios, que hizo

no puede consentir que caiga sobre su espíritu

inteligible,

bra de

puede estar agotada, por-

esta filosofía ni está ni

bondad de

aprovechando

ritu crítico,

profundo

progresos de

los

empresa que

análisis

de

llevó á

feliz

humanas y

las letras

del espí-

término Melchor Cano con su

fuentes del conocimiento teológico, verda-

las

dero organon ó aparato enciclopédico, que puede servir para los tópicos de otras

muchas

las ciencias derivadas,

en

ciencias. las

Original en las aplicaciones, en

nuevas ramas que brotaron como por

encanto del tronco teológico que parecía tan marchito á ñnes del siglo xv; el

derecho penal con Alfonso de Castro,

nacional con Francisco de \'¡toria,

el

con Domingo de Soto, con

Vitoria,

finalmente, dentro de to alcance

como

la

la

el

de Gabriel Vázquez sobre

el

de

las

dos contrapuestas de Molina y Báñez sobre

la

gracia

de

sofía

la

ley puesto en la razón de Dios,

el libre arbitrio,

inter-

mismo tan-

fundamento meta-

y no en su voluntad; la

concordia entre

doctrinas que trascienden á toda

la filo-

voluntad, materia predilecta de nuestros teólogos y ca-

que apuraron hasta

suistas,

el

eximio Suárez. Original,

físico

y

derecho

más severa ortodoxia, en doctrinas de

y

la

el

derecho público con

los

últimos ápices

la

disección de los

actos humanos, de sus ocultos móviles, de sus extremas consecuencias,

de

forme á

Ya

los accidentes las leyes

lo

de

que

los

modifican y de su calificación con-

la ética cristiana.

he dicho en otra parte: apenas hay memoria de hombre

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

304

que baste á recordar

á todos, ni siquiera á

más preclaros de

los

aquella invicta legión. Pero, ¿cómo olvidar que Fr. Alonso de Castro recopiló

en su grande obra De haeresibus cuantos argumentos

se habían formulado hasta entonces contra todo linaje de errores, disputó con tanta sabiduría teológica

como

Domingo de Soto

ticorum punitione; que

testantes de la justificación,

y

jurídica de justa haere-

trituró las doctrinas pro-

en su obra De natura

et gratia;

que

el

Cardenal Toledo impugnó más profundamente que ningún otro teólogo

interpretación que los luteranos dan á la epístola á los ro-

la

manos; que Fr. Pedro de Soto, reformador de Dillingen

con

la

enseñanza, para volver

subditos de

al

Reina María; que

la

doctrinas cesaristas del

que

Iglesia anglicana;

el

gremio de el

pluma y

Iglesia á los rebeldes

eximio Suárez redujo á polvo

Rey Jacobo y libro

la

el

alemanes por

la

las

torpe fundamento de

de Gregorio de Valencia,

Jidei hoc tempore coiiíroversis, fué asombro de los tes

Universidades de

las

Ingolstadt, hizo increíbles esfuerzos, con la

y de

abrumadora copia de

De

la

rebus

mismos protestan-

ciencia

y por

argu-

la

mentación sobria y potente, hasta el punto de aclamar á su autor scriptor aeternitate dignissimus; que D. Martín Pérez de Ayala vindicó sabiamente

de

naturali,

mas

y

el

valor que en la Iglesia tiene

que Martínez de Ripalda, en

la tradición;

derramó á torrentes

la luz

timos términos

la

sagrado depósito

De etite

stiper-

sobre los más obscuros proble-

ontológicos; que Rodrigo de Arriaga,

paradójico, nacido para los

el

el libro

hombre de ingenio

más delicados

libertad de discusión,

sutil

análisis, llevó á los úl-

osando apartarse del mismo

Santo Tomás y de Suárez; que Diego Ruiz de Montoya organizó, ó

poco menos,

Teología positiva, adelantándose á Petavio y á Tho-

la

masino; y, finalmente, que todo este asombroso florecimiento de

dogmática y de

nuevas

alas al

la

vuelo extático del misticismo español, de cuya en-

cendida fragua de afectos

y tampoco detuvo,

na,

salió

sino

más

acrisolado el oro de

que favoreció y estimuló

el

la

doctri-

arranque

general de los pensadores, críticos é independientes, tales Vives, te

de

cés,

y

Gómez la

Pereira

armonismo

como

y Fox Morcillo, precursores respectivamen-

inducción baconiana, del psicologismo cartesiano

del

la

controversia no estorbó, sino que antes bien dio

idealista?

Y

así

como

y

esco-

fuera del recinto de la

LA IGLESIA Y LAS ESCUELAS TEOLÓGICAS

305

escuela se disputó libremente de todo lo opinable, así también den-

más ó menos

tro de ella coexistieron

todos

la

pacíficamente, tejiendo entre

variadísima trama de nuestra ciencia, los tomistas puros

los molinistas

y «congruistas»,

y y los lulianos, y logramismo San Anselmo que San Bue-

los escotistas

y comentadores, lo y Enrique de Gante y el Doctor «Resolutísimo», Juan Bacón, y hasta los mismos nominalistas. ron secuaces naventura,

Seguir

decadencia de estos estudios desde

la

momento

el

actual,

que ciertamente no

es

xvm

el siglo

hasta

de apogeo, aunque co-

miencen á advertirse señales de mejora, daría materia á una larga disertación, en

hora.

que es imposible entrar,

A la sabiduría de los

poner oportuno remedio á

visto lo

avanzado de

la

Prelados asistentes á este Congreso toca

males que todos deploramos, vol-

los

viendo á nuestra enseñanza teológica

el

carácter nacional,

el sello

que nunca debió perder, y que en nada se opone á la unidad doctrina. Vuelvan á andar en manos de nuestros aspirantes al

castizo

de

la

sacerdocio los grandes

monumentos de

la ciencia católica

tros padres; cese ese aluvión de superficiales

jeros que desde

el siglo

pasado

(l)

y Seminarios,

sin ventaja alguna ni

recíbase,

bueno de todas

sí,

sin olvidar

lo

de nues-

compendios extran-

inundó nuestras Universidades

de

la

piedad

de

ni

que nuestra Teología fué por

siglos la

doctrina;

la

con discreción,

partes, pero recíbase

primera del mun-

y que en la dogmática, en la moral y en la controversia todavía podemos vivir de sus inagotables riquezas; difijndase, mediante la

do,

fundación de una Biblioteca de teólogos españoles (pensamiento ciado muchos años hace por

en

la

el

sabio Dominico que

cátedra metropolitana de San Isidro)

libros,

muchos de

ellos rarísimos

apoyo moral y material de

ya

el

hoy

conocimiento de esos

é inasequibles; ábranse,

los católicos, concursos

grandes figuras de nuestra ciencia, cuya difusión al triunfo

de

la

(1)

y

verdad

los profanos;

todas las

el

católica;

de critica filosófica,

y

funesto di-

y ya que en

El xvm. (A. B.)

Meníhdsz y Pblato. — Ensayos

el

y ensalzamiento

finalmente (y esto es más importante que todo), cese vorcio entre los estudios sagrados

con

y certámenes

para estudiar críticamente, en forma de monografías,

no puede menos de contribuir

ini-

se sienta

30

el

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

306

actual estado de la enseñanza enteramente laica

nos sea

soñar siquiera con

lícito ni

Reina de todos

la

la

y secularizada no

esperanza de ver de nuevo á

los saberes penetrar triunfante

versidades para ser otra vez

el eje

en nuestras Uni-

de oro de nuestra

ciencia, traba-

jemos á una clérigos y laicos, en cualquier grado de la enseñanza donde la voluntad de Dios nos haya puesto, para que la savia del espíritu teológico vigorice

nacional;

así será

y

de nuevo

nuestra

fe

el

entendimiento y

e!

carácter

y no femenil

racional obsequio

sen-

timentalismo, ni cálculo social, ni pesimismo desalentado, ni alarde

de un momento,

Busquemos,

odio á

ni

sí,

razón disfrazado con máscara de piedad.

la

de

la libertad

pero busquémosla por

la ciencia,

aquel camino que ya nos marcó, con ser gentil,

más antiguo de

el

nuestros filósofos: Parere Deo libertas. El que obedece á Dios, ¿qué

ha de temer?

Y

¿qué importan

los

mayores arrojos de

ción en labios de quien empieza por doblar infalible

y eterna? No apoquemos

no cabe en

los cielos ni

en

lo

la tierra.

la frente

que de suyo

la

ante

es tan

especulala

verdad

grande que

Trabajemos con limpia volun-

y entendimiento sereno, puestos los ojos en la realidad viva, sin temor pueril, sin apresuramiento engañoso, abriendo cada día motad

destamente de

partida

y rogando

el surco,

Y

los cielos.

al

respetar

á Dios

que mande sobre

tradición,

la

y de arranque, no olvidemos que

al

él el

rocío

tomarla por punto de

la

ciencia es progresiva

por su índole misma, y que de esta ley no se exime ninguna cienaunque quisiéracia: Patet ómnibus ventas: nondum est ocaipata.

Y

mos detenernos

sería

empeño

imposible, porque la impiedad no se

detiene y cada día levanta nuevas máquinas de guerra contra la

ciudad espiritual en que nacimos. Las exigencias de ligiosa la

son ya

muy

otras

que en

el siglo xvi.

la

polémica re-

Entonces aun era rara

negación escueta del orden sobrenatural: hoy esa negación se

le-

vanta por todas partes brutal y amenazadora, amagando con los

mismos golpes negado, desde

á la religión el

y á

la Metafísica.

Todo

se niega ó se ha

principio de identidad hasta el principio de causa;

todas las nociones primeras de nuestro entendimiento andan hoy

en

Y

tela

de

juicio.

¿cómo no

si

Hasta

ateísmo empieza á parecer anticuado.

el

a los ojos de

un agnóstico

el

ateísmo no puede ser

otra cosa que una tesis teológica vuelta del revés?

Y

entretanto

la

LA IGLESIA Y LAS ESCUELAS TEOLÓGICAS

concepción monista, desbordándose del campo de turales, invade la ciencia social, allana los

antropología, socava

la

307

las

ciencias na-

fundamentos de

la vieja

noción del derecho, se impone á los legisla-

dores y á los jueces y proclama la ruina del la preocupación teológica.

dogma

moral, último

respeto de

¡Y entretanto

los católicos

españoles (doloroso es decirio, pero

estos son días de grandes verdades), distraídos en cuestiones estúpidas, en

mayor

amargas recriminaciones personales, vemos avanzar con

indiferencia

la

marea de

las

cada día un alma joven, y no acudimos abierta de

la

la

impiedades sabias y corromper

brecha cada día más

ni á la

Metafísica, ni á la de la exégesis bíblica, ni á la

de

las

ciencias naturales, ni á la de las ciencias históricas, ni á ninguno de los

campos donde

neroso de

de estas

las

siquiera se dilatan los

grandes

tinieblas,

y

batallas!

los

Un

pulmones con

más próximos

al

desaliento

renacer nuestros bríos viendo en este Congreso

nueva era para

el

catolicismo español

y para

la

el

El

Sr.

Menénd£z y Pelayo

es

aire ge-

hemos sentido

principio de una

ciencia española, in-

separable del catolicismo. (Ruidosísimos aplausos y dos.

el

rayo de luz ha brillado en medio

ymiy felicitado.)

muy

continua-

VII

EXAMEN

CRÍTICO

DE

LA

MORAL

NATURALISTA

CONTESTACIÓN AL DISCURSO DE RECEPCIÓN DEL EXCELENTÍSIMO SEÑOR DON ANTONIO DE MENA Y ZORRILLA, LEÍDA EN LA REAL ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS, EL DOMINGO

1 1

DE DICIEMBRE DE

1

892

Señores:

Grave responsabilidad pesa sobre mí por haber dilatado tanto el cumplimiento del honroso encargo que recibí de esta

tiempo

Academia, retardando con

Mena y

en

Zorrilla

ello la fructuosa

las tareas

colaboración del señor

propias de nuestro Instituto. Vanas

serían cuantas excusas pudiera

yo alegar en

esta parte, reducidas

abrumadora carga de varios y desemejantes trabajos que pesa en España sobre cuantos nos dedicamos

en rigor á una

sola,

que es

á la vida de la enseñanza testarse,

la

y de

Á

las letras.

todas ellas podría con-

con razón, que debí renunciar en tiempo oportuno

cargo, dejándolo á persona

que no debí aceptarlo,

si

más

es

diligente ó

que no

me

menos

el

en-

atareada; ó bien

consideraba capaz de

lle-

varlo á término dentro del plazo acostumbrado. Pero otra razón

más

fuerte

que

bastantes años

ésta,

me

clinar en otro señor

poración en

de

y

las aulas,

el día

un deber personal de

liga

con

el Sr.

Académico

la

Mena y

gratitud,

que desde hace

Zorrilla,

me

honra de llevar

la

impedía de-

voz de

la

Cor-

de su entrada en este recinto. Apenas salido yo

enteramente obscuro y desconocido, debí

Zorrilla, Director

entonces de Instrucción Pública,

al Sr.

la

Mena

protección

y los medios indispensables para ampliar mis estudios y conmi educación literaria en las universidades y bibliotecas extranjeras. Al Sr. Mena y Zorrilla, pues, y al eficaz concurso de la

oñcial

tinuar

Diputación y del Ayuntamiento de Santander, se debieron

de aquel quien

viaje,

le llevó á

exiguos sin duda para

la

los frutos

general cultura, por ser

cabo, pero trascendentales en grado

sumo para

yo la

formación de mis ideas y para mi personal instrucción. La exquisita modestia del Sr. Mena y Zorrilla no ha de impedir que yo reconozca

y proclame aquí

lo

mucho que

le

debo, ya que

él

mismo parece

haberse olvidado del beneficio. Por eso, aun á riesgo de molestaros

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

312

con este recuerdo enteramente personal, quería yo contestar

Mena y

ñor

Patentes son los méritos del nuevo Académico sagración, no sólo á las ciencias sociales, sino á

que

y madre de

es raíz

forense

y de

la

todas

ellas.

y de

Sevilla,

por

los

las

pura,

al cultivo

de

Matemáticas. Despertóse su vocación en

la

vida

la

vida política nunca han sido para entibiar en

sus

él

Metafí-

las aulas

de

formando parte de aquel grupo juvenil y alentado que, años de 1840, iniciaba, ya en Academias privadas, ya en la

enseñanza universitaria, sóficas: el

mírez.

y su asidua conla Filosofía

Las arduas tareas de

primeras aficiones, dirigidas especialmente sica

al se-

Zorrilla.

el

estudio de las modernas direcciones

kantismo con Rivero,

Su acendrada ortodoxia

el

filo-

hegelianismo con Contero y Ra-

salvó

al Sr.

Mena y

Zorrilla

de

los

escollos inseparables de tales especulaciones, haciéndole detenerse

en

con sentido análogo

los límites del esplritualismo cristiano,

al

que por entonces difundían en aquella misma ciudad D. Alberto Lista el

y

sus discípulos,

que gradualmente habían ido pasando, desde

sensualismo mitigado de Laromiguiére, hasta

el

eclecticismo cou-

siniano, procurando depurarle de la levadura panteísta, de que

estaba exento en su primitiva forma. Sr. lla

Mena un curso de Estética, que como preliminar al de Oratoria

especiales dotes de su talento

y

En

por

modelos

forense, asunto adecuado á las

á la afición fructuosa

clásicos; afición fortalecida

en

él,

y perseve-

trato familiar

al

como en

con

tantos otros,

y consejo del venerable Lista y de aquel de sus que más fielmente conservó el tesoro de su doctrina, el

inolvidable Rector

y sabio humanista D. Antonio Martín

Aquella fructuosa alianza de

buen gusto

literario

que

caminos de

maestro en

la

de

la Filosofía,

Lista, á

practicó siempre, llevó

los

el

la disciplina

discípulos

y

no

dio en la Universidad de Sevi-

rante que siempre mostró á las buenas letras y los

enseñanzas basó

tales

ejemplo de

muy temprano

las

los antiguos,

á nuestro

las ciencias del cálculo,

Villa.

Matemáticas y del

recomendó

compañero por

llegando á sustituir á su

cátedra de Mecánica Racional, que explicó durante

un curso entero. Su carrera

universitaria,

aunque prematuramente

cortada por atenciones de otra índole, fué en extremo laboriosa,

abarcando materias tan diversas como los Cálculos Diferencial é

EXAMEN CRITICO DE LA MORAL NATURALISTA Integral

y

Derecho Penal, cuya cátedra desempeñó también doS

el

años seguidos. La dura ley de abstracto

el culto

3X3

luchas del foro

y puro de

la

vida

le

hizo abandonar

la ciencia,

y muy pronto

muy

pronto

lanzándole primero á

á las agitaciones

de

las

en que

la política,

que más cuadraba á su índole templada y y firmeza de sus principios conservadores. razonador y diserto, como formado en excelente

siguió aquella tendencia

sesuda y á

la

rectitud

Orador pulcro, tradición

escuela, ha logrado, durante su larga carrera forense

y

y

parlamentaria, verdaderos triunfos, cuyo recuerdo se conserva aún,

á pesar de siones.

lo

rápidamente que hoy pasan y se borran

Su defensa

impre-

tales

del célebre periódico Padre Cobos, que por vez

primera logró absolución bajo discurso pronunciado en

el

el

patrocinio de

Congreso sobre

la

abogado, y

tal

cuestión de

Italia

el

en

Marzo de 1 86 1, fueron en su tiempo acontecimientos muy ruidosos, la justa fama que el Sr. Mena traía

que consolidaron en Madrid de

Sevilla.

Varios escritos suyos, pequeños en volumen, pero no

en doctrina, entre los cuales recuerdo extradición, prueban lo que el Sr.

como

jurisconsulto filósofo,

sobre tantos otros,

Nuevo en

él

si

el relativo

Mena y

no hubiese pesado sobre

testimonio de la cultura de su espíritu y del interés que

despiertan los graves problemas de la Ética especulativa, sin

leyes,

tenemos en

grado

al

el brillante

examen y

refutación del

método experimental en todos

el

los

del creciente descrédito en

antiguas hipótesis metafísicas, avanza

la

campo de

la ciencia

como

abstracta

órdenes de

cienlas

torrente aselador, no ya

y desinteresada, sino por

moral y quitando á la ley su sanción más alta. En pos de la crisis ideológica ha venido la

crisis

la

del subjetivismo kantiano, habían inmolado

como

el

conciencia

moral;

se habían aterrado ante ningún abismo, los que,

y quimeras

la

que van cayendo

vida del Derecho, minando los fundamentos de

que no

las

consa-

moderno epicurismo, ó dígase días, merced á la

invasión del

de

oir,

que remozado en nuestros

utilitario-,

y prevalido

de

la ciencia

discurso que acabáis de

sensualismo

por

como

él,

dura tiranía del papel sellado.

la

cuyo apoyo fácilmente degenera en empirismo

cia,

á los delitos de

Zorrilla hubiera valido

y

los

en aras

fantasmagorías

todas las entidades metafísicas, lanzan ahora gritos de

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

314 angustia

al

encontrarse

de

al fin

la

jornada con que no bastan los

generosos é inconsecuentes postulados é imperativos de

la

razón

práctica para salvar del inminente naufragio la noción de bien, la

noción de

justicia,

encargado de sacar perpetrado por

noción de derecho y de responsabilidad

la

moral; porque otros

más

y más temerarios que

lógicos

consecuencias del

las últimas

idealismo alemán;

el

y renegando de

después que ésta había ya renegado de

ellos se

estéril

han

suicidio

la Metafísica,

misma, han retrogradado,



con los varios nombres de evolucionistas, monistas y positivistas, el atomismo de Leucipo y Demócrito en Filosofía natural,

hasta hasta

el

hedonismo de

clamados

la

utilidad, el

placer, la

criterio

escuela cirenaica en Filosofía moral;

interés,

y

el

sensación han vuelto á ser pro-

la

y base de toda certidumbre como en los afrentoD'Holbach y La Mettrie. Hay ciertamente

sos días de Helvetius,

profundas diferencias entre

plebeya

la

del siglo pasado,

filosofía

y en el fondo tan poco experimental, y la que hoy procede armada con todos los recursos que, á manos llenas, le protan superficial

porciona

el

gigantesco desarrollo de las ciencias

ciencias antropológicas; pero ni

sean diversas, ni difiere los

mucho

puede decirse que

y de

las

conclusiones

punto de partida, aunque lleven

el

modernos evidente ventaja en

físicas las

el rigor del

método y en

la

extra-

ordinaria riqueza de los detalles. Centro de este movimiento, por lo

que toca á

la Etica,

ca, es la escuela

no menos que en

lo

perteneciente á

inglesa contemporánea, de

nes más violentas en

de los meridionales,

la

las

expresión,

realmente angustioso para parece que se nos cierra

ideal,

la

Lógi-

cual son derivacio-

como cuadra

al distinto

genio

exposiciones de materialismo práctico que

continuamente aparecen en Francia y en

y empequeñecida con

la

la

Italia.

El

vida del espíritu: por

el cielo;

y

la

esta continua

momento

es

todas partes

dignidad humana, rebajada

y

feroz

campaña contra

lo

apenas encuentra refugio sino en los consuelos de un pseudo-

misticismo vago, sin contenido y sin objeto, ó en las negras cavilaciones del pesimismo,

que comienza

á roer

y en

arrastrando los espíritus sar,

á

la

el

opio enervante del nirvana búddhico,

sordamente al

el

árbol de la civilización europea,

quietismo desesperado,

abdicación de toda actividad

y de

la

al

tedio de pen-

propia conciencia.

EXAMEN CRITICO DE LA MORAL NATURALISTA

Empiezan lista,

3I5

de regeneración

á notarse, es cierto, síntomas

espiritua-

pero ¡tan aislados, tan pálidos, tan fugaces, que más bien pa-

recen los últimos destellos de un sol moribundo, que

Hay

luces de una nue\'a auroral

primeras

las

sed y apetito de creencia,

y

algo

es esto, aunque no sea todo; pero en generaciones desecadas por los crueles abusos del análisis,

de tardar

mucho ha

literatura brutal,

germen místico en romper

el

me-

pervertidas por una concesión

mundo, desfloradas por una

cánica del

la

dura tierra y producir de

nuevo sus rosas inmortales.

Grande Querer

duda

es sin

gravedad de

la

tribulación de los espíritus, pero la

misma

puede darnos alguna esperanza de remedio.

la crisis

vivir sin metafísica es ciertamente

una

ilusión,

de que mu-

chos participan, aunque filosofen sin saberlo y aunque en su mis-

ma

negación vaya envuelto

norma de

moral, sin

puede darse en duradero.

De

vida, es

el

concepto metatísico; pero vivir

que en

individuo, pero

el

sociedad nunca será

la

aquí proceden las innumerables tentativas con que

pensamiento contemporáneo persigue de buena del ideal ético,

una

crítica

arredrarse por

sin

la

construcciones.

Desde

el positivista

que

fe la

el vicio dialéctico

estoico

del^« en

aspiran, de el

desde

hasta

el

si,

el

el

funesto prurito de

pensador estético que identifica

neo-kantiano encastillado en

la

belleza

dogmatismo

la

la

moral en

ciudad metafísica. Generoso es

el esfuer-

otro, á salvar los

Penates de

pero ya impotente y tardío:

el

enemigo está en

desde que se proclamó

la

relatividad del conocimiento

la plaza:

se declaró guerra cruda á todo lo trascendental, se

forzosa consecuencia la relatividad del deber, la

de

el

á despecho de su criticismo fenomenista, todos

un modo ó de

espantoso incendio de

zo,

tales

como medio de

hasta el pesimista que proclama la ley ascética

el bien,

de

se refugia en el altruismo,

emanciparse del universal dolor y aniquilar con

la

ley moral. Si

el

más

el

el interés

la

corazón de

y

imponía como

mera inmanencia

extendido

hedonismo universal, se impone como

elevada: será

el

pensar metafísico es una abstracción vacía,

tienen razón los moralistas utilitarios:

número,

el

determinación

demoledora con que

frialdad

implacable va demostrando

la existencia;

sin

un estado monstruoso é inhumano que

de

los espíritus

nobles

y

al

mayor

la categoría ética

selectos: el resto

de

ENSAYOS DE CRÍTICA FILOSÓFICA

3l6

humanos habrá de contentarse con

los

con

egoísta,

prensión

sima

aplicación aun para los

y

más

como en

prácticas de sus discípulos: en esto,

de epicúreos y lo

otras cosas, la

sabemos que han vivido como ascetas 6 á

manera que de



la

mismo,

verdad constituye ya

la

sirve de preservativo contra

á

en

realizarlas

El ejercicio intelectual por

muchedumbre

aquella delicadeza

la la

casi

muchos

hay dignos de

espiritualistas

y

filósofos estoicos,

no se

secuencias lógicas del sistema, que persisten

gación de

huma-

utilitarios

y

figurar en la piara de Epicuro. Pero aquí

la

es grandí-

dicha de ser muchas veces inconsecuente:

menos como

fuere

que



y

com-

la

gloria

la

Yo

rudos.

relativo fácil

hacer responsable á un sistema de las aberraciones

injusticia

nidad tiene

más

otro interés

hedonismo individual, que es materia de

el

trata sino

de

cuando salen de

desinteresada inda-

y

una virtud, y desde luego ¿quién puede pedir

vicios; pero,

ignara aquel grado de elevación

y refinamiento de sentido

y pureza moral,

interior

como que cobran nueva y más

los labios

con-

vida tengan sus adeptos.

pura

que mediante

larga educación granjea el filósofo? Las teorías inmorales

manitarias parece

las

mismas, sea cual

las

y

antihu-

corrosiva virtud

de un varón probo, austero é intachable,

que desmiente y contradice con sus obras

misma doctrina que

la

predica.

Pero no basta condenar esta doctrina en nombre de sus consecuencias prácticas: para la

verdad que

cierta, habría

como

la

el filósofo

verdad misma:

si

no hay más piedra da toque de doctrina fuera racionalmente

la

que resignarse á sus consecuencias, considerándolas

En

algo transitorio é inherente á la crisis.

mente

racional es

donde ha de darse

declamación, debe concentrar

y

la batalla,

el esplritualismo

el

terreno pura-

allí,

lejos

de toda

sus fuerzas, debilita-

das hoy, es cierto, por las antinomias que han surgido de su propio seno,

más bien que por

Ni Bentham, rios

ni

el

esfuerzo

y empíricos

juntos,

han perturbado tanto

noción moral

quecido tanto

la

los kantianos,

que afectando

noma las,

á la

y pujanza de

la

parte contraria.

Stuart Mili, ni Herbert Spencer, ni todos los

como

el

sustituir

utilita-

las espíritus ni enfla-

inconsecuente formalismo de

una moral inmanente y autó-

moral heterónoma y trascendental de

las antiguas escue-

conservan no obstante, y nada menos que con fuerza apodíctica,

EXAMEN CRITICO DE LA MORAL NATURALISTA todos los postulados de

317

en

la ética tradicional, salvo el dejarlos

el

como introducidos violentamente en el sistema é impuestos de un modo autoritario, que llega á degenerar en simbolismo místico. aire,

Después del degüello de entidades metafísicas perpetrado en Critica de la razón pura,

menos la realidad mas que como un

Kant no podía afirmar

puramente

que á nada

ley

obliga,

que carece de toda

perfección, llámese bien supremo,

extraña inconsecuencia, se

y

tiva

absoluta.

No

le

y á

lógico, de

como todos

tenido ignorado, de origen incognoscible

la

posibilidad ni

concepto de libertad

del deber, ni legitimar el

tipo formal, de valor

ni la

con-

noúmenos:

los

finalidad objetiva, llámese

la cual, sin

embargo, por

atribuyen los caracteres de impera-

desconozco

belleza

la

algunos conceptos kantianos; hasta

el

y elevación moral de mismo que el graa

esfuerzo

dialéctico hace para salvar el instinto moral de los terribles escollos

de

la

contradicción,

me

parece generoso y simpático; pero una

ca puramente formalista, jeto, tiene

el

que resolverse forzosamente en consecuencias negativas.

Para que alcance

el

valor de un ideal positivo que pueda ser

ley de vida, hay que comenzar por un acto de

dura cosa exigir á

de

fe

los lectores

de

la

moral es imposible contestar á

bajo, en algún principio de realidad,

móvil y

can

el

mo

moral a priori

damente,

al

la

ley

de

G^ra

las

los

que bueno ó malo,

operaciones de

la

muy

con actos alto

6

lógicos, bus-

voluntad. El formalis-

la

el

de toda con-

causa más remota, pero quizá

la

angustiosa anarquía de la conciencia filosófica que

deploramos. Vanamente

lidian

los

subordinando

la

la

noción del deber, la

Metafísica

razón pura ó teorética á

la

y funy supe-

razón prácracional

de

de todo punto incompatible con

la

Este recurso desesperado, que recuerda

las escuelas tradicionalistas, es

más hoy

neo-kantianos, especialmente

dar una Ciencia de la moral independiente de

tica.

Y

y no en símbolos

hundirse, ha envuelto en su descrédito

la

norma y

moral, que es

primera Critica.

Renouvier, por deducir racionalmente

rior á ella,

fe

una construcción quimérica que desgracia-

cepción idealista, siendo

honda, de

éti-

querer por el querer, la voluntad sin ob-

el suicidio

y apenas se concibe en hombres cuyo criticismo ha venido á parar en mero fenomenalismo, más próximo á la filo-

filosofía crítica,

sofía

de David

Hume

que á

la

de Kant, Querer imponer después

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

de esto una dogmática moral en nombre del principio supremo de la

razón práctica, y convertir

obligación en un juicio sintético a

la

pricri, de valor universal é incondicionado,

duda

podrá

tradicción monstruosa que basta por



sola para quitar todo valor

racional á la nueva ética, formada de elementos

como

la

lihertaá prob/emática

y

el

cumbir á

para legitimar

la

O

sobra

¿Cómo no ha de

la

su-

de los deterministas una moral que empieza

los golpes

por declarar que

tan inconciliables

imperativo categórico.

metafísica del neo-kantismo, ó sobra su ética.

el

postulado de

la libertad real

no es necesario

existencia de la moralidad? Siquiera para

Kant

términos de libertad y moralidad eran idénticos, é inseparable

los el

satisfacer sin

exigencias del sentimiento moral, pero envuelve una con-

las

concepto de

la

voluntad libre del de

la

razón práctica. El impe-

rativo categórico recayendo sobre una libertad aparente nal, es

una de

las

más grandes aberraciones

ducido este tiempo tan aparente se

la

fértil

metafísicas

en raras invenciones.

imponen deberes

absolutos:

que se abstenga de su cumplimiento. Huyendo de estas dificultades, un

A

y fenome-

que ha pro-

una voluntad

no será gran maravilla

ingenioso

y agudísimo pensa-

dor moderno, Alfredo Fouillée, ha querido fundar una nueva doc-

de su doctrina metafísica de

trina moral dependiente

las ideas-fuer-

concepción original y profunda que puede calificarse de monismo idealista ó de evolucionismo metafisico. Pero en este sistema

zas,

el

fundamento del bien moral queda todavía más vacilante é inde-

fenso que en

nuamente

rectificable,

como

puesto que no se presenta

kantiana,

la analítica

realidad absoluta é imperativa, sino

como un

como un perpetuo

ideal relativo

y

llegar á ser, que

conti-

puede

conciencia subjetiva.

Y en vano se

habla de una conciencia universal que envuelve todas

las particula-

ser

no más que una

ilusión

de

la

res conciencias de los individuos, de

conciencias, porque esta

una sociedad universal de

misma conciencia

colectiva é ideal

ne mas que un valor inmanente y derivado de claro

que de

lo

inmanente y de

sumo, una moral

restrictiva

de

y

la relatividad

y de

lo

no

la experiencia.

las tie-

Y es

empírico puede brotar, á

lo

limitación, fundada en el principio

limitación de nuestro conocer, pero nunca una

moral persuasiva, para

la

cual siempre se requiere

más

sólido fun-

EXAMEN CRÍTICO DE LA MORAL NATURALISTA

damento que que

lo

binar

de una concepción meramente hipotética, no sobre

el

sino lo

es,

que deberá ser

el

reducir á un solo sistema

y

modo

solver de este

la

capacidad y potencia

angustiosa

huir del antiguo

filosófica;

dogmatismo

mundo. La realismo

el

que

los

pero

tentativa para

y

el

idealismo,

comy

re-

presente, es, sin duda, no-

crisis

empeño y demuestra en

bilísimo

3I9

tal

intentan verdadera

lo

empresa será

metafísico, se

estéril

por

si,

va á parar á un idea-

lismo sin consistencia, que ni puede servir de fundamento á una plena y adecuada interpretación de

imperio del bien y de

blecer

el

ciencia

de

la

lo real, ni

presente generación. Si

cosa meramente hipotética;

si

el

el

mucho menos

en

la justicia

resta-

perturbada con-

la

fondo del ser y del bien es

contenido de

la

moral se reduce

quizá á la infinita serie de las evoluciones fenomenales, poco medra la

causa de

la

moral con este nuevo dilettantismo pseudoidealista,

con este romanticismo

ético, tan lleno

de buenos deseos como im-

potente para realizarlos; y no es de extrañar que los espíritus posi-

y no muy avezados á las ingeniosas sutilezas de la pura espemás clara, lógica y consecuente la moral de Herbert Spencer, que á su modo tampoco niega lo incognoscible,

tivos

culación prefieran por

y deja

á salvo todo el fondo hipotético é ideal,

que cada uno puede

fantasear á su arbitrio.

Más bien que sección

seguir á nuestro

nuevo compañero en su hábil

di-

refutación de la moral positivista, he preferido llamar

y

vuestra atención sobre este nuevo aspecto del problema. Lenta-

mente

sin duda,

Hasta tido,

el

mismo positivismo

y quien compare

excluir los el

modo

pero de un

distraídos, se está iniciando

perceptible aun á los ojos

en toda Europa

que más boga alcanzan hoy,

mismos de Spencer, con

la

Lógica de Stuart

los escritos

de

Mili,

Littré,

modernas

filosofías empíricas,

sin

ó con

adver-

desde luego una diferencia profundísima, y descubrirá, no

sorpresa, en la trama de las tos

más

reacción metafísica.

se ha ido transformando en este sen-

los libros

Curso de Augusto Comte, ó con

tirá

la

sin

elemen-

de origen indisputablemente metafísico, reliquias de concepcio-

nes hegelianas, aspiraciones Filosofía

de

gado á caer

la

el

Naturaleza



más ó menos

frustradas á

una nueva

pesar del descrédito en que había

lle-

nombre), una tendencia sintética en casi todos, y

ENSAYOS DE CRITICA FILOSÓFICA

320

¿quién lo diría? hasta reminiscencias leibnizianas. Favorecido por

movimiento de

este

más

los espíritus, tanto

sincero cuanto

espontáneo y menos previsto y calculado, ha levantado

como

idealismo realista, no

el

fórmula

escuela

puede

ser fecunda á condición

y

sino

cerrada,

final

cabeza

ni

menos

de concordia,

como tendencia

como

general, que

de desarrollarse en toda

más

la

la

sólo

variedad

plenitud de su aspiración, sin sujetarse á canon ni á disciplina

escolástica,

que vendrían á reducirla

seco á que llegó

la filosofía crítica

tinuadores de

obra de Kant.

No

se

me

la

embargo, que

oculta, sin

mismo estado de tronco

al

en manos de los impotentes con-

novísima tendencia no es por ahora

más grave

el

mula árida que mecánicamente sea repetida por Los tiempos no son ni

muy

peligro de la

de petrificarse en una fór-

el

los

discípulos.

propicios á ninguna clase de magisterio

de imposición dogmática, y generalmente cuantos hoy filosofan más del método que del término, y el que' y e.\por qué

se preocupan

suelen interesarles

menos que

cómo. El peligro está precisamente

el

en que, por recelo contra los abusos del dogmatismo, se huya

ahí:

de toda determinación dogmática, aun en portan á

ó es

tafísica,

rimental es

un contrasentido, y quien por

regresivo aspire á construir

en aquel sofisma, que de explicar Si

el

la

la

cosas que

más im-

por

el

nuevo procedimiento

primera, caerá de lleno

ciencia

mismo Augusto Comte,

era á los ojos del

lo

lo superior

lo inferior.

procedimiento regresivo no basta, menos bastará una nueva

hipótesis idealista,

de

las

pensamiento y á las leyes de la vida. La Meciencia trascendental, ó no es nada: Metafísica expe-

las leyes del

que por mucho que

ciencia positiva

como

el

con

se disfrace

monismo

el

manto

evolutivo de las ideas-

fuerzas, siempre vendrá á caer dentro de

uno de

los

términos

de este inexorable dilema: ó es una concepción trascendental, en

cuyo caso

se reduce á

una nueva y vergonzante restauración del filosotía de lo

proceso hegeliano, ó es un puro heraclitismo, una

inmanente, ó más bien

la

afirmación neta

ñable de las cosas sin fuente

inmortal ni

y

libre, sin el

Bien

Moral posible. Cambiar

el

y

sin orillas.

infinito

y

y simple del flujo irrestaSin el yo uno, idéntico,

absoluto, no

hay Metafísica

orden del procedimiento y poner como

EXAMEN

MORAL NATURALISTA

CRITICO DE LA

ideal realizable en cada

momento

32I

é imperfectísimo en todos, lo que,

de ser fundamento y causa de toda realidad actual y posible, es crear con el nombre de ideal una pura quimera que en

si

es algo, ha

cada posición y

momento de

la

conciencia se devorará á



misma.

La Ética no puede ser el ideal de hoy ó el de mañana, el de este momento 6 el del otro, negándose y contradiciéndose eternamente como nacida de un monstruoso contubernio entre el determinismo y

la

actividad mental. El problema ético no tiene

luciones: ó el determinismo, ó

la

libertad.

mas que dos so-

Hay que

escoger franca-

mente entre uno y otro, porque no es solución el decir que la idea es ya acción comenzada, y en tal sentido fuerza eficaz y productora aun dentro de las condiciones del determinismo. La idea es una abstracción de si

admitimos

la

la

cual el

método experimental no sabe nada, y la idea, que apenas se concibe

actividad inicial de

sino radicando en sujeto consciente

campo de

Y real

y

libre,

entramos de lleno en

el

psicología tradicional.

la

á él habrá

que volver, aunque no en un

de cualquier dogmatismo,

ni

con

la

día, ni

por

el

camino

aparente rigidez lógica que

á algunos tanto enamora, sino por largos rodeos y tras de muchas experiencias

y desengaños, y seguramente también con algunos la jornada, porque nada ennoblece más el

positivos hallazgos en espíritu

parte de

humano y nada la

es para él tan positiva riqueza

ha conquistado. Tándem bona causa triiimphat, y ha de

como

aquella

verdad, pequeña ó grande, que por su propio esfuerzo

triunfar, ciertamente;

el

esplritualismo

pero en qué forma, sólo podrán decirlo

los venideros.

He

T Pelayo.

— Ensayes de critica

filosóficí

dicho.

VIII

EL FILÓSOFO AUTODIDACTO DE

ABENTOFAIL

(*)

Prólogo de

presa en Zaragoza,

la el