273 9 20MB
Spanish Pages [484]
^^a^0>^s0^^-
w %
\A
6
HISTORIA DE LA
POESÍA CASTELLANA EN LA EDAD MEDIA POR EL DOCTOK
DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO EDICIÓN ORDENADA Y ANOTADA
DON ADOLFO BONILLA Y SAN MARTIN
TOMO
111
MA ÜRID LIBRERÍA GENERAL DE VICTORIANO SUÁREZ Calle de Preciados, 4S 1
g
1
Digitized by the Internet Archive in
2009
with funding from
University of Toronto
http://www.archive.org/details/obrascompletas06men
OBRAS COMPLETAS DON MARCELINO MENENDEZ Y PELAYO
HISTORIA DE LA
POESÍA CASTELLANA EN LA EDAD MEDIA
n5^Z7
\
OW*S>
Covr^l«Ta$,
danter en diversas partes del reino».
»(dice el cronista) »diz, el
que
el
vuestra
duque de Medina con
el
merced sabe
Marqués de Cá-
conde de Cabra con Don Alonso de Aguilar, tienen cargo
»de destruir toda aquella tierra de Andalucía, é meter moros »
cuando alguna parte destas se viere en aprieto. Estos siempre
»nen entre
sí
»con robos, que se facen unos á otros cada »guas por tres meses, porque diesen lugar »laba toda
»por
la
tie-
las discordias vivas é crudas, é crecen con muertes é
la tierra,
guerra,
parte por
la
al
día.
esterilidad del
que no daba lugar á
la
Agora tienen
tre-
sembrar; que se aso-
año pasado, parte
labranza del campo... Del
»reino de Murcia os puedo bien jurar, señor, que tan ajeno lo repu-
»tamos ya de nuestra naturaleza como »carta, mensajero,
procurador
el
reino de Navarra; porque
ni cuestor, ni
viene de
allí
ni
va de
»acá más ha de cinco años. La provincia de León tiene cargo de »deslruir el clavero
(1)
que
D. Alonso de Monroy.
se
llama maestre de Alcántara
(i),
con
O
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
I
»
algunos alcaides é parientes que quedaron sucesores en
tad »con
la
enemis-
del maestre muerto. El clavero sive maestre, siempre
duerme
la
lanza en la
¿Qué
cientas... » cibdad »
mano, veces con cient
diré,
pues,
señor,
lanzas, veces
seis-
cuerpo de aquella noble
del
de Toledo, alcázar de emperadores, donde grandes y me-
ñores todos viven una vida bien triste por cierto
^Levantóse
al
^Ribera que tenía
conde de Fuensalida é á sus é á todos
el alcázar,
los del
»Los de fuera echados han fecho guerra á »bien á los de fuera: é
sidores de
y desaventurada?
pueblo con don Juan de Morales é prior de Aroche,
el
»y echaron fuera
la fe,
como
la
fijos,
Diego de
é á
señor maestre
cibdad,
la
dad qué herejías
Guadamur y otros lugares la fe, quemaron muchas
fallaron en los bienes de los labra-
robaron é quemaron, é robaron
la
Los de
(2).
»de
fuera,
con este mismo celo
casas de Burguillos, é ficieron tanta
»guerra á los de dentro, que llegó á valer en Toledo sólo
»de un pan un maravedí por
de
falta
leña...
de Castronuño
»duque de Alba para
Hase levantado contra
(3).
lo cercar;
cocer
el
Medina, Valladolid,
»Toro, Zamora, Salamanca, y eso por ahí está debajo de »cia del alcaide
(i).
cibdad tam-
aquellos cibdadanos son grandes inqui-
»dores de Fuensalida, que toda »á
con
y no creo que podrá, por
la
cobdi-
él el la
señor
ruin dis-
»posición del reino, é también porque aquel alcaide... allega cada vez
»que quiere quinientas ó seiscientas »conél, porque dé seguridad para »naturales son las asonadas, é no
Andan agora en tratos que no robe ni mate. En Campos lanzas.
mengua nada
su costumbre por la
»indisposición del reino. Las guerras de Galicia de que nos solíamos
immo
»espeluznar, ya las reputamos ceviles é tolerables,
^condestable,
el
conde de Treviño, con esos caballeros de
lícitas.
las
El
Monta-
»ñas, se trabajan asaz por asolar toda aquella tierra hasta Fuenterra»bía.
Creo que salgan con
»Castilla;
si
no,
ello,
más guerras
según
habría...
»guna imagen de provisión, porque
»contamos
las
priesa le dan.
No hay más
Habernos dejado ya de facer ni se
obedesce
ni se
El de Santiago, D. Juan Pacheco.
(2)
Alude á
(3)
Pedro de Mendaña, uno de
los
la
desmanes contra
mayor parte de
como
los conversos.
los
las
al-
cumple, y
roturas é casos que acaescen en nuestra Castilla,
(1)
Puso á rescate
la
mayores facinerosos de aquel tiempo. ciudades de Castilla
la Vieja.
CAPITULO XXI
II
acaesciesen en Boloña, ó en reinos do
»si
s>no
alcanzase...
»los
jueces
no ahorcan hoy un hombre por
»gún crimen que cometa en toda »que
lo
merescen,
ticia...
nuestra jurisdicción
señor, que podría bien afirmar que
Certificóos,
como
Castilla,
justicia
que fueron llamados
»años ha, gastados é cansados ya de
»más por alguna reformación de
faciendas que por conser-
sus
»
merced,
la
el
se lo
coman,
solo
que se
de ciento é tantos cuentos uno
^pudiese haber para ȇ vuestra
monedas:
é
que
bien repartido por caballeros é tiranos hallará
tres
andar acá tanto tiempo,
vación de sus consciencias, otorgaron pedido s>qual
ella asaz
quier que algunos se ahorcan por injus-
Los procuradores del reino,
»bien se
por nin-
habiendo en
despensa del Rey. Puedo bien certificar
que estos procuradores muchas é muchas
veces se trabajaron en entender e dar orden en alguna reforma-
»ción del reino, é para esto ficieron juntas generales dos ó tres »veces: é mirad
quán crudo
está
aún este humor é quan rebelde,
»que nunca hallaron medicina para
le curar;
de manera que, deses-
»perados ya de remedio, se han dejado dello. Los perlados eso mis-
»mo acordaron de
se juntar, para remediar algunas tiranías
»entran su poco á poco en
que
se
destotro temporal;
la iglesia, resultantes
»é para esto el señor arzobispo de Toledo, é otros algunos obispos,
Menos
»se han juntado en Aranda.
rá
presume que aprovecha-
se
esto.»
Basta este cuadro, cuyas tintas (conforme sericordioso de Pulgar) son
comprender
el
al
más bien atenuadas que
caos de que sacó á Castilla
Reina Católica, asistida por
genio blando y mi-
el
la
excesivas, para
fuerte
genio político y
mano de
la
la bizarría militar
de su consorte. El mal exigía remedios heroicos, y por eso fué aplicado sin misericordia el cauterio. Ninguno de los más ardientes panegiristas de la
Reina Católica
(¿y
quién puede dejar de serlo?) ha
contado entre sus excelsas cualidades
la
tolerancia y
bre excesivas, que, cuando hacen torcer
han de llamarse virtudes, sino
vicios.
vienen en que fué más inclinada á seguir la piedad; s>la
«y esto
facía
vara de
la
Todos, por la
el
la
mansedum-
la justicia,
no
contrario, con-
vía del rigor que la de
(añade su cronista Pulgar) por remediar á
gran corrupción de crímenes que
falló
en
el
reino cuando sub-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
12
»cedió en él»
(i).
Más de I.500 robadores y homicidas desaparecie-
ron de Galicia en espacio de tres meses, ante dos jueces pesquisidores que
los
seis fortalezas
ticiados riscal
la
fueron derribadas entonces, y veinte más tarde: ajus-
como
principales malhechores Pedro de Miranda
Pero Pardo. Cuando en 1477
alcázar
de
terror infundido por
el
Reina envió en 1481: cuarenta y
«fueron sus justicias (según
Sevilla,
y
el
ma-
Reina puso su tribunal en
la
el
el
dicho de Andrés
»Bernáldez) tan concertadas, tan temidas, tan executivas, tan es-
»pantosas á los malos», que más de cuatro mil personas huyeron
de
la
ciudad, unos á Portugal, otros á tierra de moros. Aquietados
bandos de Ponces y Guzmanes; convertido en héroe épico y en Aquiles de la cruzada granadina el más terrible de los banderizos
los
andaluces; allanada en Mérida, en Medellín
y en Montánchez
la
de-
sesperada resistencia del feudalismo extremeño, sostenido en los
hombros hercúleos organizada en
las
del clavero de Alcántara D.
hermandades
la resistencia
y salteadores, pudo ponerse mano en reino,
empresa harto más
que
difícil
la
lo
Alonso de Monroy;
popular contra tiranos
restauración interior del
había sido
la
de vengar
la
afrenta de Aljubarrota en los llanos de Toro, y depositar los trofeos de aquella retribución sobre la
No
tumba
bastaba decapitar materialmente
llas terríficas
lobos, sino
y
que era preciso cortarla
Y
las raíces
el
Dr. Villa-
para impedirla reto-
entonces se levantó con formidable imperio
potestad regia, nunca más acatada y
porque nunca, desde
los
I.
anarquía mediante aque-
espantables anatomías de que habla
ñar en adelante.
blo,
la
del malogrado D. Juan
la
más amada de nuestro pue-
tiempos de Alfonso XI, habían tenido
nuestros reyes tan plena conciencia de su deber, y nunca había
hecho tanta el oficio
(1)
falta lo
de rey.
Y
que enérgicamente llamaban nuestros mayores
con este
«En tiempos de
los
oficio
Reyes
cumplieron
los
Reyes
Católicos, de gloriosa
Católicos,
memoria
no
(dice el
»Dr. Villalobos en el metro 38 de sus Problemas morales) había tanta severi-
dad •>que
en los jueces, que ya parecía crueldad, y era entonces necesaria, poraún no estaban apaciguados del todo estos reinos, ni acabados de do-
»mar en
ellos los soberbios
y tiranos que había, y por eso se hacían muchas
>carnecerías de hombres, y se cortaban pies y *sin
perdonar
ni disimular el rigor
de
manos
la justicia.»
y espaldas y cabezas,
CAPITULO XXI
13
ciertamente á sabor de los que hoy reniegan de sieran amoldarla á sus peculiares antojos, pero
con
de nuestra civilización y con
las leyes
el
ó qui-
la tradición, sí
en consonancia
impulso general de
las
monarquías del Renacimiento. Puede decirse que en aquel momento
solemne quedó
fijada nuestra constitución histórica.
La reforma de
y mercedes de 1480, verdadera reconquista
juros
del patrimonio real, torpemente enajenado por D. Enrique IV; la
incorporación de los maestrazgos á
imposible
corona, con lo cual vino á ser
la
existencia de un estado dentro de otro estado; la pro-
la
y allanamiento de muchas tiranía señorial se derrumbó
hibición de levantar nuevas fortalezas,
de
con cuyos muros
las antiguas,
para siempre;
la centralización del
nueva planta dada
á los tribunales, facilitando la
pedita administración de justicia;
de los tico,
legistas; la
la
poder mediante
anulación de
no como fuerza
el
social; las tentativas
men
directa
la
municipal,
y
porque quizá
hondamente degenerado por
lo exigía
si
pesos y medidas,
al
entonces
la
la
la
que por
á Europa;
y en otro orden de
ración de
la
la
la
anarquía del siglo
la
1
492;
mismo pensamiento el
resadamente
y
del comercio
transformación de
ejército siglo
cosas,
la
las
bandas
moderno, con su invenci-
y medio había de dar
muy
reforma de
revolución religiosa del siglo
la
in-
régi-
simplificación de monedas,
la ley
diverso, la cruenta depu-
los regulares claustrales
observantes, que, realizada á tiempo y con
A
el
raza mediante el formidable instrumento del Santo Ofi-
edicto de
para todo
pero no
corona en
defensa del trabajo nacional, son
ganadería;
Edad Media en
ble nervio, la infantería,
la
sin duda, la
desarrollo de la industria naval
fomento de
guerreras de
el
polí-
pecan de prohibitivas con exceso,
dignas de alabanza en lo que toca á
y
de
eficaz intervención
rables pragmáticas, las cuales,
cio
como elemento
nuevo sistema económico que se desarrolló en innume-
anterior; el
interior, al
más pronta y ex-
de codificación del doctor
Montalvo y de Lorenzo Galíndez, prematuras fecundas;
la
predominio cada día creciente
aristocracia
la
Consejos;
los
político,
xvi...
mano
y
firme, nos ahorró
son aspectos diversos de un
cuya unidad y grandeza son
visibles
que, libre de las pasiones actuales, contemple desinteel
espectáculo de
robustez de
la
la historia.
organización interior; á
la
enérgica disciplina
I
HISTORIA DE LA P02SIA CASTELLANA
\.
que, respetando ter nacional,
y vigorizando
la
genuina espontaneidad del carác-
supo encauzar para grandes empresas sus indomables
bríos, gastados hasta
entonces míseramente en destrozarse dentro
de casa, correspondió inmediatamente una expansión de fuerza juy avasalladora, una primavera de glorias y de
venil
triunfos,
conciencia del propio valer, una alegría y soberbia de
la vida,
una que
La fory como que
hizo á los españoles capaces de todo, hasta de lo imposible.
tuna parecía haberse puesto resueltamente de su lado,
abrumar su
se complaciese en
historia
de sucesos
felices
y aun de
portentos y maravillas. Las generaciones nuevas crecían oyéndolas,
y se disponían á cosas cada vez mayores. Un siglo entero y dos mundos, apenas fueron lecho bastante amplio para aquella desbordada corriente. ¿Qué empresa humana ó sobrehumana había de
y nietos de los que en el breve término de cuay cinco años habían visto la unión de Aragón y Castilla, la victoria sobre Portugal, la epopeya de Granada y la total extirpaarredrar á los hijos renta
ción de
Navarra,
la la
morisma,
el
recobro del Rosellón,
reconquista de Ñapóles,
cés en Italia y en el Pirineo, la
Europa, iniciada en Oran
mar de Occidente
islas
la
el
la
incorporación de
abatimiento del poder fran-
heguemonía española triunfante en
conquista de África, y surgiendo del
que eran leve promesa de
incógnitas,
mensos continentes nunca soñados, como latación del genio de nuestra raza,
si
faltase tierra
y para que en todos
para
in-
la di-
los confines
del orbe resonasen las palabras de nuestra lengua?
A
tan prodigioso alarde de fuerza
y poderío; á tanta extensión de imperio, no podía menos de acompañar un desarrollo de cultura
más ó menos proporcionado á ríodo.
Y
así fué,
la
grandeza histórica de aquel pe-
en efecto, aunque no con
todos los órdenes de
la
la
misma intensidad en
actividad intelectual, porque no
todos los frutos á un tiempo, ni
las
maduran
peculiares evoluciones del arte
se ajustan siempre con estricto rigor á la cronología política, por
más que remota ella.
En
é indirectamente
nunca dejen de enlazarse con
aquel período están los gérmenes de cuanto floreció en
nuestro siglo de oro, pero casi nunca son más que gérmenes.
En
aquel reinado nacieron, y en parte se educaron, los grandes refor-
madores de
la
poesía y de la prosa castellana en tiempo del
Empe-
CAPITULO XXI
15
rador Carlos Y, los Boscán, los Garcilaso, los Mendoza, los Villalobos, los Guevara, los Valdés, los Oliva, pero sus triunfos pertenecen
á
generación siguiente. Salvo
la
tiempo de
la literatura del
bien á
la
Edad Media que
maravilla de
la
la Celestina,
todavía
Reyes Católicos corresponde más
los
período clásico, aunque de mil modos
al
anuncia y prepara. El teatro se emancipa y seculariza, pero sin todavía de sus formas elementales, églogas, farsas, representa-
le
salir
ciones, de tosquísimo artificio. fusión,
no avanza un paso sobre
historia, ni
crónica.
en Pulgar mismo,
el
arte
como
el
II.
En
es espíritu
nos en tiempo de
tro siglo.
los
Reyes
Es evidente que
vista,
Católicos.
la
el
Un fenómeno
la literatura del
no-
siglo,
se echa
de
faltar
me-
idéntico, pero
primer tercio de nues-
romanticismo, sobre todo en Francia,
Revolución y de
más
bargo, nada
que más
parece que debía
germinó en imaginaciones excitadas desde tumulto de
lo
la
refundi-
de novedad, audacia para lanzarse por rumbos
observamos en
general,
los del
toda esta literatura de fin de
desconocidos; lo que, á primera
más
forma de
la
Los monumentos más importantes de
por otra parte tan digna de consideración,
menos
abandonar
se atreve á
Amadís de Garci Ordóñez de Montalvo, son
ciones de libros anteriores.
in-
campo de la imitación de los Menas y Santillanas. el
Los moralistas más originales parecen un eco de
reinado de D. Juan vela,
remoza en parte por
lírica se
de elementos populares, pero, en
erudita,
La
La
las
la
cuna por
el
grandioso
guerras del Imperio; y sin em-
lejano del romanticismo
que
la
tímida,
acompasa-
da y académica literatura de
la
Revolución y del Imperio.
No pretendemos extremar
la
comparación entre cosas tan diver-
sas,
mucho más cuando, estudiando atentamente
postrimerías del siglo xv, descubrimos en
que indican un vigor
ella
la literatura
de
las
esperanzas y prome-
y explican y preparan la magnífica eflorescencia del tiempo del Emperador. Pero no hay duda que
sas
latente,
aquella edad fué de transición en todas las esferas del arte,
en ninguna llegó á crear una forma propia y cinde de
la
excepción
definitiva,
si
y que
se pres-
solitaria antes indicada.
¡Pero qué lujo de detalles, qué exuberancia de fantasía, qué
pom-
pa y suntuosidad en algunas de estas formas de transición, especialmente en
las
maravillas de decoración que entonces produjo la
6
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
1
arquitectura! Parece que el arte ojival, en este postrer período, su-
cumbe ahogado bajo una en Toledo. La ligereza, la
esbeltez
dan en segundo término, ante ción. Diríase
de
lluvia
flores
y
la
en Burgos, en Valladolid,
elegancia de las líneas, que-
y el lujo de la ornamentaconstruye más que para decorar, para hala-
que no se
la
riqueza
gar los ojos con visiones espléndidas, trabajando labor de encajes, convirtiendo las fachadas
y
la
los patios
de orfebrería, pidiendo á una fauna y á una
rates
piedra
como
en escapa-
flora fantásticas
motivos incesantemente renovados por una imaginación caprichosa é inagotable.
Es condición de toda forma de coexistir con la
que
la
arte sobrevivirse á
sucede. Por
sí
misma, y
más de sesenta años siguieron
levantándose en España fábricas ojivales, más ó menos floridas, lado de los primeros edificios del Renacimiento.
Y
lejos
al
de ser vio-
lento el choque entre los dos estilos, ni poder tirarse bien en los
primeros momentos una línea divisoria, vemos que reció tímidamente
con
él
y
casi á la
el
segundo apa-
sombra del primero, combinándose
en diversas proporciones, de donde resultó un conjunto abi-
garrado, pero no falto de originalidad: un estilo de transición que
en
Castilla
llamamos plateresco, profuso en menudísimas labores.
Poco á poco do
al
más
las
bóvedas
semicircular,
altas
de
lo
si
se rebajaban, el arco
apuntado iba cedien-
bien las columnas greco-romanas aparecían
que tolera Vitrubio, y
el
frontón se aguzaba hasta
cerrarse en pirámide; la invasión de los nuevos elementos era, con
mucho
todo eso, indudable, por
trabajo que á veces cueste reco-
nocerlos: ¡tan desfigurados están!
ejecución salvan de ciosa,
la
tacha de
Los primores incomparables de
falta
de armonía esta manera licen-
pero elegante, que se personifica en
el
gran nombre de Enri-
que Egas. Al mismo tiempo, Fr. Juan de Escobedo, educado sólo en las prácticas ojivales,
se arroja
de un monumento de
la
nada menos que á
la
restauración
antigüedad, y casi por instinto levanta los
arcos derruidos del acueducto de Segovia. El predominio de á
medida que
Los Egas,
los
Bustamante,
la
arquitectura romana iba creciendo por días,
los españoles dilataban su
Fernán Ruiz, los
los
paseo
Diego de Riaño,
triunfal los
por
Italia.
Covarrubias, los
Juan de Badajoz, son ya arquitectos de pleno Re-
CAPITULO XXI nacimiento, en las obras de los cuales,
nes antiguas no andan
muy
17 las
si
medidas y proporcio-
exactamente observadas,
tendencia
la
que en sus
á sujetarse á ellas es innegable, siquiera la regularidad
pomposa, alegre y lozana vegetación que campea en sus portadas, y que hace el efecto de una
obras buscan, yazga oprimida por
la
Los acce-
selva encantada del Ariosto ó de los libros de caballerías.
ahogan
sorios
conjunto y sin duda lo enervan; pero son tales los
el
de menudísima escultura,
detalles
frontones
y
frisos,
que
el
crítico
belleza de los medallones,
tal la
más severo no puede. menos de
darse por vencido ante un arte que de
modo busca
tal
el
placer de
y lamentar de todo corazón la triste, seca y maciza regularidad que después vino á agostar todas aquellas flores, á ahuyentar
los ojos,
de sus nidos á aquellos pájaros y á interrumpir aquella perpetua fiesta
mo
que
tal
impresión de regocijo y bienestar produce en
áni-
el
no preocupado por teorías exclusivas é inexorables.
Pero este arte tan español, tan halagüeño y tan gracioso, llevaba en
propio
sí
miembros de
el
germen de
su ruina.
Al
crestería de la antigua iglesia gótica
como
miento, se procedía
pendiente de
la
vestir la
arquitectura romana, lo
la
con
construcción. Las artes, que en la
ron auxiliares de
arquitectura
la
y
se confundieron
unidad del templo, se sobreponían
al
sí
los
al sustituir la
los relieves del
ornato tuviese por
si el
desnudez de
mismo que
Renaci-
un valor inde-
Edad Media en
fue-
la
grandiosa
arte principal, le
ahogaban
con sus abrazos, y le quitaban robustez y virilidad á fuerza de abrumarle de galas. La escultura, que ya se levantaba pujante y transformada, encontraba en esto sus ventajas, acelerándose
el
instante
de su emancipación. El cincel lozanísimo de Gil de Siloe apuraba en los sepulcros de
la
Cartuja de Miraflores todos los primores y
delicadezas del arte ojival en sus postrimerías, convirtiendo
bastro en sutilísima tela labrada
como
á punta de aguja.
el ala-
La antigua
imaginería, próxima á caer envuelta en las ruinas del templo gótico, hacía el derroche
y alarde más ostentoso de sus riquezas en
los
colosales retablos de varios cuerpos, en los nichos con doseletes,
en
las
en
los
portadas de
las iglesias
monumentos
y de
los palacios; pero, sobre todo,
funerales, tan risueños á veces,
imaginados para hacer apacible Mknkndkz t Pela yo. — Poesía
la idea
castellana.
111.
de
la
muerte.
que parecen
No hay ¿
acci-
8
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
1
dente del
que no
traje
se reproduzca en la piedra
con tanta minu-
como mismo tiempo que Damián Forment, en cuyas obras
ciosidad
bordara en seda ó en terciopelo.
si el artista
y de
del aliento
la fiereza
de Donatello, inunda
y
manejo, según
de los entalladores; sillerías
las
las
medidas
directa en
de Andino en
clasicas.
artífice el
los
de Sevilla. Pero en
la
de
los
en
estilo:
el
mausoleos de
iniciación pura
la
escultura de
la
los pri-
sepulcro del arzobispo la
Cartuja de las Cuevas
Capilla Real de Granada, enterramiento
doña Juana y D. Felipe, quizá florentino Domenico Fancelli quedó vencido por el del
Reyes Católicos y de sus
hijos
español Bartolomé Ordóñez, aunque favores,
una
español procuró regirse por
momento de
y genoveses dieron en Andalucía
Hurtado de Mendoza; en
la fortuna,
avara con
haya mantenido hasta nuestros tiempos en
su nombre,
burga-
el
sepulcrales antes que en ningún otro género de
meros ejemplares del nuevo
el cincel del
las
lo era
del Condestable,
la capilla
gusto italiano, y ésta se verificó en
el
monumentos
los
de
la reja
Era llegado
obras. Artífices toscanos
de
(que entonces
herreros, se adelanta con firme paso
y
primeras obras en que
de
los
los rejeros
el arte
apogeo en
llega á su
el arte
Renacimiento, inmortalizando su nombre
las vías del
Íes Cristóbal
y
madera
trabajo en
de coro de Felipe de Borgoña; y
y maravilloso) de en
el
terrible
expresión de Jusepe Martínez,
la
al
de Ara-
las iglesias
gón con sus figuras de magnífica grandeza esculpidas con resolución
Y
se siente algo
el
más digno de
de siglo mostraba
de sus
obscuridad
ser citado entre los predecesores de
Berruguete, que en 1520 volvía de
de Miguel Ángel. Al lado de
la
él
la
la escultura,
Italia,
trayendo en triunfo
el arte
enérgica vitalidad que en aquel
produciendo obras que
ni
fin
antes ni
después han sido igualadas en nuestro suelo, parecen pobre cosa los
primeros conatos de
arte
germánico y
Aragón que en los
la
la
pintura, oscilante entre los ejemplos del
los del italiano,
de
Castilla,
y más
como
Conselhres, de Luis Dalmau,
lo
floreciente en la corona de
prueba
la
famosa Virgen de
memorable ensayo de imitación
del
primitivo naturalismo flamenco. Pero fuera de ésta
oxcepción
muy
señalada, las tablas que nos
y alguna otra quedan del siglo xv,
interesantísimas para el estudio del arqueólogo, y no bien clasifica-
das aún, dicen poco
al
puro sentimiento estético, y
los
nombres de
CAPITULO XXI
Fernando Gallegos, Juan Sánchez de Castro,
sus obscuros autores
Juan Núñez, Antonio eco ninguno de
del Rincón,
gloria. Sin
notable progreso en
Pedro de Aponte, no despiertan
embargo,
evidente; ya Alejo Fernández
y decorativa tiene
19
rompe
progreso de unos á otros es
el
la rigidez hierática
Y, por otra parte,
la técnica.
en
alta representación
las
tiene caracteres propios
y
refleja el
y
sabia imitación italiana, que cubre
un
pintura mural
la
único que
el
alma naturalista de
siglo
realiza
obras de Juan de Bor-
goña. El arte pictórico español, propiamente dicho,
ha nacido aún; tardará todavía un
y
en nacer, un
y disimula
el
no
la raza,
de tímida
siglo
volcán próximo á
estallar.
También reinado,
y
música asoció su voz á los triunfos y pompas de este
la
vio cumplirse durante él notables evoluciones en su par-
á
te especulativa,
los
la
vez que en
la
práctica
empezaban á ampliarse
términos de su dominio. Los Reyes mismos daban
ejemplo
el
de protegerla: más de cuarenta cantores fueron asalariados por Reina
Isabel, tan
más de
famosos algunos
como Anchieta y
la
Peñalosa, ade-
de órgano, clavicordio, laúd y otros instru-
los tañedores
mentos. El Libro de la
Cámara
del Príncipe
D. Juan, que compuso
Gonzalo Fernández de Oviedo, nos muestra cuánta importancia se concedió á
«Era
el
la
música en
principe
la
educación del primogénito de
Don Joan mi Señor
^inclinado á la música, é entendíala
»era
tal
como
él
(dice
muy
la
corona.
Oviedo) naturalmente
bien,
aunque su voz no
En
su cámara avía un
era porfiado en cantar...
>claviórgano, é órganos, é clavecímbanos, é clavicordio, é vihuela de
j>mano é vihuelas de arco é
flautas, é
en todos estos instrumentos
»sabía poner las manos. Tenia músicos de tamborino é salterio é ^dulzainas et de harpa, é
un rebelico muy precioso que
tañía
un
»Madrid, natural de Caramanchel, de donde salen mejores labrado-
res que músicos, pero
»muy jas
éste lo fué
muy
bueno. Tenia
el
Principe
gentiles menistriles, altos de sacabuche é cheremías é corne-
é trompetas bastardas, é cinco ó seys pares
>unos é los otros eran
lían para
muy
el servicio é
Existía, pues,
la
los
como conve-
casa de tan alto principe.»
además de
cuyas relaciones con
de atabales: é
hábiles en sus oficios, é
la
música
religiosa,
un arte cortesano,
música popular son evidentes en algunos
O
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
2
cantarcillos
villancicos
y
mente con
la letra,
de Juan del Encina, cuyos tonos, junta-
nos ha conservado
el
de
inestimable Cancionero
Y
auny publicado por Barbieri. compositores profanos de este tiempo no hubiesen los todavía que biblioteca de Palacio, transcrito
la
alcanzado á emanciparse de los visible
en
música á
Igual
la letra.
campo de
deseo de acomodar
la
fenómeno acontecía simultáneamente en
el
el
mismos hombres,
á veces por virtud de los
y
poesía,
la
ya es
del contrapunto,
artificios
tendencia expresiva y
ellos la
puesto que Juan del Encina (por ejemplo) era á un tiempo músico poeta. Los temas del arte popular pasaban
y
fano
y
al
arte erudito, lo pro-
compenetraban estrechamente, y la labor inde los artistas se reforzaba con las audacias de
lo religioso se
consciente
genial
y
los preceptistas
mero, y que
si
y escritores técnicos, que eran ya en bastante núbien en los fundamentos especulativos suelen per-
manecer aferrados á
la
doctrina de Boecio,
la
modifican y atenúan
con originales interpretaciones, arrojándose algunos cipios
para
á
sentar prin-
notablemente revolucionarios y de no pequeña trascendencia musical. Autorizado
la estética
Música y su puesto entre
el
carácter matemático de la
las disciplinas liberales
por Casiodoro, por
Boecio, por San Isidoro, por todos los grandes institutores de
Edad Media, había logrado temprano en
más famosas la
mazonería
el
universidades, ni el
de
la
monásticas, y luego en las
y donde nunca tuvieron asiento
la
el
arte de
imaginería, á pesar de los portentos que
cada día creaban. El Bachiller Alfonso de térprete de
muy
arte del sonido penetrar desde
escuelas episcopales
las
la
la
ciencia oficial del siglo xv,
Torre, autorizado in-
expone bellamente en
ble, la
y enciclopédica que llamó Visión Delectaelevada noción que entre sus contemporáneos prevalecía so-
bre
Música y sus
aquella novela alegórica
la
efectos.
á la propia Música),
que
»ciplina perfetamente.
«Tanta es
mí no
sin
Aun
la
necesidad mía (hace decir
se sabría alguna sciencia
la esfera
voluble de todo
el
ó
dis-
universo
»por una armonía de sones es traída, et yo soy refeción et nudri»
mentó singular
del alma, del corazón et de los sentidos, et por
»se excitan et despiertan los corazones en »et provocan á causas arduas
levados
los
y
fuertes;
corazones penosos de
la
las batallas,
y
se
por mí son librados
tristura,
y
se olvidan
mí
animan et re-
de las
CAPITULO XXI
acongojas acostumbradas.
Y
21
por mí son excitadas
devociones
las
»et afecciones buenas para alabar á Dios supremo et glorioso, et
»por mí se levanta
la fuerza intellectual á
pensar transcendiendo
las
»cosas espirituales, bienaventuradas y eternas.»
Este concepto científico de sobre sus hermanas consigo
el peligro,
la
Música,
las otras artes,
muy
si
que
es cierto
realzaba
la
injustamente desheredadas, traía
Música misma, de ver
sensible para la
olvi-
dada y sacrificada su verdadera importancia estética en aras de fantásticos idealismos ó de un vano y pedantesco aparato geoméPor fortuna y como reacción y contrapeso á esta tendencia estéril, los cantores y músicos prácticos, los organis-
trico.
dogmática y
y maestros de
tas
capilla,
comenzaron
á imprimir ciertos
epítomes
ó cuadernos puramente prácticos, sumas de canto llano y canto de órgano. Guillermo Despuig, uno de los más antiguos, declaraba
francamente en 1495 que
la institución
musical de Boecio, aunque
singular y divina, «era casi enteramente inútil para tar».
Y
todavía fué
más
allá
el
de can-
arte
Gonzalo Martínez de Bizcargui (1511),
acusado por su adversario Juan de Espinoa «de enseñar
á
poner
en escripto herejías formales en Música, contradiciendo á Boecio... é á todos cuantos autores antes dellos desta mathemática». Pero
que
ces, el
tardase
la historia
más de
el
et
en su tiempo han escripto
gran revolucionario musical de enton-
general del arte no ha olvidado, por
cien años en fructificar su reforma, adoptada y des-
arrollada luego por Zarlino, fué el andaluz Bartolomé Pareja,
más que
que desde 1482 se había hecho famoso en
la
Ramos de
Universidad de
Bolonia con su doctrina del temperamento, que inició nueva tonali-
dad y levantó nueva escala contra niendo necesariamente alteradas tas
en
los
el
las
hexacordo
razones de
tradicional, supo-
las
cuartas y quin-
instrumentos estables.
Trazado rápidamente, y no otra cosa permiten
los límites
de esta
digresión, el cuadro de la vida nacional en aquellos órdenes que
más ó menos inmediatamente tras indagaciones, literatura,
se ligan
con
el
que es objeto de nues-
procede ya concentrar nuestra atención en
haciéndonos cargo ante todo de
que aceleraron su progreso durante
este
los
la
dos grandes hechos
reinado y abrieron
puertas de una nueva era. Estos dos hechos son
la
las
influencia triun-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
22
fante de los humanistas,
y
la
introducción de
la
imprenta en nues-
tro suelo.
La cultura clásica, que de un modo imperfecto y á veces de segunda mano, había penetrado en la corte de D. Juan II, y que con más severa
disciplina habían recibido algunos españoles
en
corte
la
napolitana de Alfonso V, triunfa en tiempo de los Reyes Católicos,,
merced á
combinados de humanistas
los esfuerzos
italianos residen-
en España y de humanistas españoles educados en
tes
unos
y compensa, que no nacían de vano
Italia.
y estímulo
regia protección
ni á otros faltó altísima
y
narcas estaban de cumplir así una misión civilizadora.
lo
mucho de
Católico distase
persuade
el
cipal
la
lengua
y protegió exclamar letras:
al
«La
el
Aunque el como
ser ajeno á las buenas letras,
el
maestro Francisco Vidal de Nova,
y más directa y eficaz iniciativa Isabel, que ya en edad madura
des de
mo-
hecho de haber sido educado clásicamente por un
traductor de Salustio,
Reina
re-
dilettantismo, ni de efímero ca-
pricho de la moda, sino del convencimiento en que nuestros
Rey
Ni á
latina,
bajo
el
la prin-
en este orden pertenece á
magisterio de
Doña
estudio de las humanidades con
tal
Beatriz Galindo,
ahinco, que hizo
protonotario Lucena, en su Epístola exhortatoria d
muy
clara
la
llegó á superar las dificulta-
ninpha Carmenta letras latinas nos
las-
dio: per-
adidas en nuestra Castilla, esta Diana serena las anda buscando;
»quien sepa de >cir
las letras latinas
que perdió
»mienzan aprehender, mirando su
»bueno ó malo, todos ensayamos de »cer á nos mesmos:
no sólo estudiaba
la
véngalo á de-
bueno, por apla-
la
Jugaba
el
rey,
Reina, somos agora estudiantes.»
Reina, sino las Infantas, sus
bradas todas cuatro por Luis Vives cluir á la infeliz
lo facer: si es
es malo, por aplacer á ellos.
si
»eran todos tahúres: estudia
Y
Castilla,
¿Non vedes quantos corealeza?... Lo que los reyes fasen
á su dueño, é avrá buen hallazgo...
Doña Juana, que
como mujeres
hijas, cele-
eruditas, sin ex-
contestaba de improviso en lengua
latina á los discursos gratulatorios
que
la dirigían
en
las
ciudades de
Flandes. Del príncipe D. Juan refiere su criado Gonzalo Fernández de
Oviedo, que «salió buen latino é » lio
que á su
tas latinas
real
muy
bien entendido en todo aque-
persona convenía saber». Todavía tenemos car-
suyas entre
las
de Marineo Sículo; y Juan del Encina,
al
CAPITULO XXI
23
dedicarle su traducción de las Bucólicas de Virgilio, dice de «favorescía maravillosamente la sciencia, »
él
que
andando acompañado de
tantos é tan doctísimos varones».
El ejemplo de
la
casa real fué prontamente seguido por los pro-
ceres castellanos, que en todo aquel siglo venían ya distinguiéndose
más ó menos
por
la afición
res.
El Almirante D. Fadrique Enríquez hizo venir en I484 á Lu-
cio
Marineo Sículo;
trajo
el
ilustrada á las letras
Conde de
mentar en Salamanca
embajador en Roma,
Tendilla,
en 1487 á Pedro Mártir de Anglería,
el
empezó por co-
cual
de Juvenal, con
las sátiras
á sus cultivado-
y
tal
aplauso y con-
curso de gentes, que tenía que entrar en clase llevado en hombros
de sus discípulos.
A
estos dos principales educadores de la nobleza castellana,
que añadir los nombres, literariamente
menos famosos, de
los
hay dos
hermanos Antonio y Alejandro Geraldino, encargado el primero de enseñanza de la Infanta Doña Isabel, y el segundo de la de sus
la
hermanas. tores: del
Uno y otro dejaron más fama de pedagogos que de escrihermano mayor sólo se citan unas Bucólicas Sagradas;
del menor, que fué protonotario apostólico
mamente obispo de toria al
sido
la isla
y poeta laureado, y
Papa Inocencio VIII. Tiene, no obstante,
uno de
los
últi-
de Santo Domingo, una oración gratulael
mérito de haber
primeros que empezaron á recoger lápidas é ins-
cripciones romanas en España.
Mucho mayor sólo
por
el
es la importancia del
lombardo Pedro Mártir, no
gran número de discípulos que tuvo en Valladolid y en
Zaragoza, 'figurando entre ellos los primeros nombres de cracia castellana, sino por
la aristo-
originalidad de su persona, por su
la
talento nada vulgar de escritor,
de sus
libros,
considerados
y por el grande interés histórico como fuente histórica, abundantísima,
aunque no siempre segura, para
cos
y de sus sucesores desde 1488
cortesana en rra había la
las
cosas de su tiempo. Pedro Már-
de Anglería ó Anghiera, andante en corte de
tir
las artes liberales;
tomado parte y
á
del primitivo
Reyes
Católi-
á 1526; preceptor de la juventud
canónigo de Granada, en cuya gue-
cuya conquista
asistió;
Jamaica, donde no residió nunca; embajador
miembro
los
al
primer abad de
sultán del Cairo:
Consejo de Indias; corresponsal asiduo de
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
24
Papas, Cardenales, Príncipes, magnates y hombres de letras, ofrece
en su persona uno de
zaban en renovar toga y día,
clásicos tipos
la historia
á los héroes contemporáneos,
muy
en una latinidad
de
abigarrada
y
él
y
vestir
con
dando con todo
oía,
la
escribía día por
pintoresca, llena de chis-
mur-
tosos neologismos, cuanto pasaba á su lado, cuantos chismes y
muraciones
que
lo
noticiero. Mientras otros latinistas se esfor-
formas clásicas de
las
el laticlavio
más antiguos y
los
hoy diríamos periodismo
incesante pasto á su propia
ello
curiosidad siempre despierta, y á la de sus amigos italianos y espa-
Tenía para su oñcio
ñoles.
y no tomar excesivo
gran cualidad de interesarse por todo
la
interés por ninguna cosa,
con
podía
lo cual
pasar sin esfuerzo de un asunto á otro, y dictar dos cartas mientras le
preparaban
el
almuerzo. Acostumbrado á tomar
la
vida
como un
espectáculo curioso, gozó ampliamente de cuantos portentos
brindaba aquella edad, colocado en
las
sin igual
en
historia;
la
mejores condiciones para verlo y comprenderlo
todo, desde la guerra de
Granada hasta
la
revuelta de las
dades. Su espíritu, generalmente recto, propendía
que á
lencia
la
más á
raba honores y mercedes que contentasen su vanidad,
larga
la
Comunibenevo-
censura, sobre todo con aquellos de quienes espe-
de punto, aunque inofensiva, y su dades y á
le
y estuvo siempre
las riquezas,
que
la
muy positivo amor
fortuna
mano. Hombre de ingenio
fino
le
y
muy
á las
subida
comodi-
concedió ciertamente con
sutil, italiano
hasta las uñas,
quizá presumía demasiado de su capacidad diplomática; pero, á lo
menos, poseyó en
alto
grado
el
don de observación moral,
cono-
el
cimiento de los hombres. Sus juicios no han de tomarse por definitivos;
pero reflejan viva y sinceramente
El mismo,
paso y
como todos
sin violencia
los escritores
alguna
la
impresión del momento.
de su género,
cada
rectifica á
que en cartas anteriores había consig-
lo
nado. El Opus Epistolarum es un periódico de noticias en forma epistolar, dividido
juzgado. novo,
que fueron un
la historia
pa.
en 812 números, y no de otro
Más aparato
La
histórico tienen
libro
de revelación,
del descubrimiento de
latinidad no era
este defecto,
muy
el
ser
primer libro por donde
América vino
clásica
modo debe
sus ocho Dccadcs de Orbe
á difundirse en
Euro-
que digamos; pero á pesar de
que en aquellos tiempos difícilmente se perdonaba,
CAPITULO XXI
todo
público letrado de
el
dando ejemplo de
ello el
mesa
y
á su sobrina
Italia
devoró ávidamente
mismo Papa León X, que
peculiar instinto, había elegido lo
más pintoresco y divertido de
estas
Decadas,
las leía
de sobre-
Pedro Mártir, siguiendo su
los Cardenales.
á
25
más ameno,
más
lo
exótico, lo
aquella materia novísima, detenién-
dose, no poco, en las rarezas de historia natural, en los detalles antropológicos, y en notar maligna y curiosamente los ritos, las cos-
tumbres y supersticiones de
en aquello en que más
los indígenas,
contrastaban con los hábitos del Viejo Mundo. Esta especie de cu-
además
riosidad científica realza sobremanera su libro,
de su pero
estilo,
muy
del agrado
incorrectísimo ciertamente y á veces casi bárbaro,
suelto, chispeante é ingenioso.
Tiene Pedro Mártir,
como
preceptor y gramático, su importante representación en la historia humanismo español, y pudo escribir sin mucha nota de jactan-
del
cia,
aunque en
mamado
la
frases
de pedantesco y depravado gusto, que habían
leche de su doctrina casi todos los proceres de Castilla
(suxerunt mea
litteraria
ubera principes Castellae fere omnes), pero
cuál fuese la calidad de esta leche, no poco desemejante de
la láctea
están pregonando á voces los
mismos
libertas
de Tito Livio,
escritos
de Mártir; y ciertamente que
maestros indígenas, ras,
de
lo
como
no hubiese llevado
y
De hizo á
Núñez y Verga-
barroca, que viene á ser
emulado
ni
clásica del siglo xvi los esplendores
de
fraseología moderna, no hubiera
España
severa disciplina de otros
gusto por senderos más clásicos que los
el
esta latinidad viciada
si la
los Nebrijas, Barbosas,
todos modos, es harto evidente
el
calco de una
menos excedido la Italia
el servicio
que Pedro Mártir
de nuestro más glorioso reinado, para que por
la historia
defectos de forma
hayamos de
regatearle sus méritos de observa-
dor incansable y curioso, no menos que de narrador sensato y do.
Más modestos, aunque no menos
prestó
el siciliano
la
del siglo xv.
positivos,
lúci-
fueron los que
la
Lucio Marineo, discípulo de Pomponio Leto, y
profesor en Salamanca de Elocuencia y Poesía latina desde 1484 aula regia,
acom-
Católico en su viaje á Ñapóles (l5°7)
como
hasta 1496, en que pasó á ejercer su ministerio
pañando luego
al
Rey
mismo que
capellán suyo.
Su
mucho dentro
del reinado de Carlos V, y
vida, lo
la
al
de Pedro Mártir, se prolongó lo
permitió dejar varios
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
26
enteramente consagrados á
libros
la ilustración
de nuestras cosas,
con espíritu sobremanera encomiástico, y quizá adulatorio en algún caso. Su correspondencia familiar en diez y siete libros, menos explotada hasta ahora que
de Mártir, abunda en noticias singu-
la
para nuestra historia política y
lares
de Aragón, especialmente en de
los primeros;
el
literaria.
En
ilustrar los anales
período próximo á su tiempo, fué
será consultada con utilidad, aunque no
y siempre
sin cautela, la vasta enciclopedia histórico-geográfica
que
De
tituló
rebus Hispanice memorabilibús, cuyos primeros libros, por su traza
y por
la
variedad de especies que en ellos se mezclan, tienen
parecido con los modernos libros de viajes,
pertenecen enteramente á para
la ilustración
Reyes El
de
la
así
como
narración histórica, y conducen
de D.Juan
los reinados
II
mucho
los últimos
mucho
de Aragón y de los
Católicos.
mismo Marineo
Sículo,
en una oración dirigida á Carlos V,
nos dejó curiosa conmemoración de los eruditos españoles de su tiempo, contando entre ellos á sus propios discípulos
Pedro Mártir, muchos de
á los de
nada dejaron impreso, pero
los cuales
cuyo ejemplo influyó mucho por
y
prosapia de los que
alta
la
le
daban. El Arzobispo de Zaragoza, D. Alfonso de Aragón, hijo bastardo del
Rey
Católico; el Arzobispo de Granada,
Herrera; los Obispos de Salamanca Bovadilla
y D. Gómez de Toledo;
el
y
Plasencia,
D. Francisco de I).
Francisco de
futuro Arzobispo de Sevilla é
Inquisidor general, D. Alonso Manrique, que en su juventud había
enseñado griego en Alcalá, grande amigo y protector de Erasmo; el Cardenal de Monreal, D. Enrique de Cardona, y su hermano don Luis,
Obispo de Barcelona;
ríquez, á quien califica
de
Osma
el
Abad de
Marineo de
Valladolid, D. Alfonso
liitcratissimits juveuis; el
Cabrero, concionator egregias;
el
muy
natural de Plinio; el
el
gimnasio de Sala-
joven, las epístolas de Ovidio y
Marqués de
los
Obispo
Condestable D. Pedro
de Velasco, á quien Marineo oyó explicar en
manca, siendo
En-
la
Historia
Vélez, D. Pedro Fajardo;
Duque de Arcos, D. Rodrigo Ponce de León;
el
el
Marqués de Denia,
D. Bernardo de Rojas y Sandoval, que emprendió sexagenario
el
estudio de
el
la
gramática
latina,
y
llegó á
ser
eminente en
doctísimo Conde de Oliva, D. Serafín Centelles;
el
ella;
Conde de Ten-
CAPITULO XXI D. Iñigo López de Mendoza, «vir sapiens
dilla, el
27 exctdtuss>;
et litteris
Marqués de Tarifa y Adelantado de Andalucía, D. Fadrique En-
ríquez de Rivera, gran conocedor de
la historia
de una dinastía de Mecenas y de cultivadores de
y vastago
antigua,
las letras
y de
las
Rodrigo Tous de Monsalve, patricio hispalense, lomni genere
artes;
doctrinae doctissimus»... Si á todos estos nombres aristocráticos,
recordados en
discurso de Marineo, se añaden los de sus pro-
el
pios corresponsales
y
los
de Pedro Mártir,
tales
como
el
Duque
de Braganza y Guimaraens, D. Juan de Portugal, D. Alonso de Silva, D. Diego de Acevedo, Conde de Monterrós, D. García de Toledo y D. Pedro Girón, no podrá menos de formarse
muy
ven-
tajosa idea del ardor desplegado por la nobleza española para iniciarse
en
la
nueva
secundando
cultura,
el
ejemplo de los Reyes
Católicos.
Pero
ni
Pedro Mártir,
aristocráticos, cia,
y en
ni
Lucio Marineo,
más ó menos
tureros literarios
brillantes,
hombres harto medianos de carácter y de
los cuales se
inteligen-
trasluce siempre algo del advenedizo
podido extender
parásito, hubieran
aven-
ni los Geraldinos,
preceptores meramente
ra del recinto cortesano,
si
no
les
la
y
del
acción del Renacimiento fue-
hubiese secundado, y en parte pre-
cedido, una legión de humanistas españoles, que con
mayor
celo
y y con más espíritu didáctico, trabajaron por difundir en escuelas de España la noción clásica que habían recogido en Ita-
desinterés las lia.
Lo primero
dono de
los
era la reforma de los
antiguos
ros vocabularios, original,
y
métodos gramaticales,
y bárbaros textos, la
difusión
de
los
la
formación de
de Palencia, que haber vivido en
pueden disputar si
la
la
aban-
prime-
autores clásicos, ya en su
ya en versiones más ó menos ajustadas.
esta parte pocos
el
los
Y es
cierto
que en
prioridad de tiempo á Alonso
no llegó á poseer
la
lengua griega
(á
pesar de
domesticidad del Cardenal Bessarion y de haber
tenido familiar trato con Jorge de Trebisonda y otros doctos bizantinos),
y de
por
y revesadas traducciones de Plutarco poco aprecio, mereció bien de las huma-
lo cual sus infieles
Josefo lograron
muy
nidades latinas por trabajos estrictamente filológicos, que son los
más antiguos de tenía
su genero en Castilla:
ya terminado en 1472, y
el
el
Opus sinonimorum, que
Universal Vocabulario en latín
y
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
28
romance, trabajo de su vejez, emprendido por orden de
y dado á
Isabel,
tonio de Nebrija, que le lleva grandes ventajas
mente
sepultó en
le
más bien
gentes
las
Reina
la
en 1490, un año antes del Diccionario de An-
luz
Hoy
olvido.
el
y que inmediatala memoria de
vive Palencia en
á título de cronista
que de lexicógrafo, por más
vigorosa y pintoresca á veces, aunque crespa y enmarañada, de sus Décadas, bien se trasluzcan los esfuerzos de su
que en
la latinidad,
autor para dominar la prosa clásica, cuyo estudio
sanchar los lindes de
que muestra tado de
Pero
la
nuestra hasta
Batalla de los lobos
la
el
y perros, y más
Perfección del triunfo militar
la
los trabajos
de Palencia,
humanista, no fueron
más que
Tormes
del
>Nebrija,
Arias Barbosa) (2).
las
todavía
el
tra-
(1).
meramente como
si
se le considera
el
preludio de los de Antonio de
Nebrija, el extirpador de la barbarie, el el helenista
para en-
le sirvió
grado de relativa perfección
que mezcló (como cantaba
sagradas aguas del Permeso con
«Fué aquella mi doctrina tan noble
con justo aunque poco disimulado
(decía el
orgullo),
las
mismo
que aun por
»testimonio de los envidiosos y confesión de mis enemigos, todo »
aquesto se
me
otorga:
que yo
fui el
primero que abrí tienda de
»lengua latina y osé poner pendón para nuevos preceptos
»ya
casi
de todo punto desarraigué de toda España
»los Peros Elias
y
otros
los Doctrinales,
nombres aun más duros, como
»los Ebrardos, Pastranas
y otros no
la
y que
los Gaiteros,
qué apostizos y contrahechos Y que si cerca de
sé
»gramáticos, no merecedores de ser nombrados. »los
hombres de nuestra nación alguna cosa
se habla
de
latín,
»aquello se ha de referir á mí. Es, por cierto, tan grande
(1)
tin
[Consúltense: G. Cirot: Les Decades
hispanique (1909),
tomo
xi, págs.
d' Alfonso
425-437. — A
el
de Palencia, en
el
todo
galarBulle-
Paz y Mélia: El cronista
Alonso de Palencia; Madrid, 1914. {A. B.)\ ^
Miscuit lúe sacris Tormi/i Permessidos uncus,
/
Barbaricum nostro
Primus
Non
et
rep///it
orbe genus:
in palriam Phoebum, doctasqut sórores
tdli tacta detulit ante dio:
Pegasidumque ausus puro defonte sacerdos Nostra per ausonios orgia ferré choros. (Esta elegía de Arias Barbosa anda al principio
guas de
la
Gramática de Nebrija.)
de muchas ediciones anti-
CAPITULO XXI
»dón deste mi »se
trabajo,
puede pensar»
29
que en este género de
mayor no
letras otro
(i).
Nebrija, en efecto, que tornaba de Italia en 1473, después de una
residencia de diez años,
y muchos
antes que Pedro Mártir ni Lucio
Marineo pensasen en venir á nuestro
suelo, traía
como
pojo de su largo viaje, é iba á difundir por medio de
primero en
Sevilla,
después en Salamanca
calá, la última palabra
método pírico
racional
y
de
(2)
de Lorenzo Valla, contrapuesto
opúsculos,
Su
y condensada
Gramática (cuya primera edición sobre las ruinas del alcázar de
munal certamen. Su nombre
y desde
el siglo
enseñanza,
de entonces, es decir,
la filología clásica
filosófico
mada en innumerables
la
y finalmente en Al-
rutinario de los gramáticos anteriores.
y
triunfal des-
al
el
em-
doctrina, derra-
en su extensa
al fin
de 1481), se alzó triunfante
es
la barbarie,
por
él
abatido en desco-
en sinónimo de gramático,
se convirtió
xvi hasta nuestros días, los artes para enseñar
la
lengua latina siguieron intitulándose con su nombre, aunque poco conservasen de su doctrina,
ni
menos
del
generoso espíritu de
cultura que la informaba. Casi nadie, por ejemplo Abril,
y
muy
éste
alta
Simón
(salvo
tardíamente), le siguió en lo que constituía la se-
gunda parte de su método, en
lo
que implicaba un apartamiento de
tendencia escolástica, una dirección popular. Si en su volumino-
la
sa Gramática, escrita para uso de los maestros, había seguido la cos-
tumbre, universal entonces, de exponer tina,
no por eso cayó en
el
los
preceptos en lengua
absurdo (triunfante hasta
el siglo
la-
pasa-
do) de creer que fuera cosa conveniente, ni siquiera posible, iniciar á nadie en los rudimentos de una lengua, valiéndose de la
lengua que
el
principiante ignoraba. Por eso, siguiendo
piración de la Reina Católica, escribió, en
romance contrapuesto
al latín,
sus Introducciones «para que con facilidad
» todos,
y principalmente
»á Dios».
De
sus obras de
(1) v
2/
este
la
las religiosas
modo (como
sombra y
él
y
puedan aprender
otras mujeres consagradas
decía) «sacaba
la
tinieblas escolásticas á la luz
Prefación de su Vocabulario. Spectatrix aderat tota Salmantica nutro...
Cum
misma
la alta ins-
veni, vidi, vid... listóla i
I'
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
34 edición es de
1
516.
Erasmo y
tera independencia, y
perjudicar
el
A
al del otro.
los
complutenses trabajaron con en-
merecimiento de decir verdad,
los
ambos
unos en nada debe
de
textos adolecen
no leves defectos, como fundados en códices relativamente moder-
y todos de
nos,
la familia bizantina.
¿Quién ha de pedir á aquellas
ediciones del siglo xvi, primeros vagidos de la ciencia filológica, la
exactitud
y
esmero que en nuestros
el
ha podido dar á
días
las su-
yas Tischendorf, sobre todo después del hallazgo del códice Sinaí-
Erasmo tuvo que
tico?
valerse de algunos códices de Basilea
medianos; muchas veces corrigió su texto por -
en
la cuarta,
quinta
miendas tomadas de
y
el
de
muy
Vulgata,
la
y
sexta de sus ediciones, introdujo algunas en-
la
Complutense.
Pocos príncipes han igualado á Cisneros en esplendidez como Me-
y como
cenas
protector del arte tipográfico.
publicó á sus expensas
ta,
el
Misal y
taurando en parte aquella antigua Catalina de Sena, del Cartujano,
y
la
otros
todas del Tostado;
Además de
muchos
liturgia; las
el
mucha
libros
la Políglo-
Breviario Mozárabes, resEpístolas de Santa-
Escala de San Juan Clímaco,
conventos de monjas;
los
el
Meditaciones
las
de devoción, que repartió por
Tostado sobre Ensebio, y luego
parte de las de
Raimundo
las
obras
Lulio, á
cuya
doctrina tenía especial afición, interviniendo en las ediciones los
mosos
lulianos Nicolás de Paz
y Alonso de Proaza;
de Gabriel Alonso de Herrera, que repartió entre las
la
fa-
Agricultura
los labradores,
y
obras de Medicina de Avicena. Tenía, finalmente, pensado hacer
una edición greco-latina esmeradísima de todas teles,
las
obras de Aristó-
empresa tan monumental en su género como
la
Políglota,
pero murió antes de ver acabados los trabajos. Parte de especial los de
Juan de Vergara, todavía se conservan entre
ciosas reliquias
de
la
en
las pre-
Biblioteca Complutense.
Pero no es del caso detenernos á sa escuela,
ellos,
que además, por
lo
tejer los anales
de aquella famo-
que toca á su período más
fueron dignamente ilustrados por Alvar
Gómez de
brillante,
Castro en su
y por Alfonso García Matamoros en su clásica oración Pro adserenda hispanorum eruditionc. Por otra parte, vida latina del Cardenal,
sería á la
ya traspasar
los límites cronológicos
de este reinado
el asistir
formación del grupo erasmista, cuyo corifeo en Alcalá fué
el
CAPITULO XXI
abad Pedro de Lerma;
35
menos enumerar
ni
los elegantes
con que ya en prosa, ya en verso, comenzaban dia del antiguo Lacio
Alvar Gómez, señor de
escritos
á renovar la facun-
Pioz,
Juan Sobrarías,
Juan Pérez, que latinizó su apellido llamándose Petreyo, Juan Maldonado, y otros muchos humanistas, cuyos mejores trabajos perte-
necen
al
reinado siguiente. Baste decir que, en
no se encerraba ya en
siglo xvi, la cultura greco-latina
universitarios, sino
eminentes,
la
difundían por todas las ciudades
y Andalucía; en
de Andrés Laguna; en Soria,
censor de
los centros
que muchos profesores privados, algunos de
consideración de Castilla tro
primer tercio del
el
las ficciones
el
y
ellos
de alguna
villas
Segovia, Juan Oteo, maes-
Bachiller Pedro de Rúa, ingenioso
de Fr. Antonio de Guevara; en Valladolid y
en Olmedo, Cristóbal de Villalón; en Toledo, Alfonso Cedillo, maestro de Alejo de Venegas; en Calahorra, dilla;
en Santo Domingo de
el
Bachiller de la Pra-
Calzada, Pedro Lastra; en Sevilla,
la
Diego de Lora y Cristóbal de Escobar, dignos precursores de los Malaras, Medinas y Girones; en Granada, Pedro Mota; en Écija, un cierto
Andrés, á quien por excelencia llamaron
El estudio de femenil rineo,
más
y en
las
aristocrática
el
el
Griego. ¿Qué más?
humanidades formó parte integrante de
y
exquisita;
y en
las cartas
la
cultura
de Lucio Ma-
Gynecaeiun Hispanae Miuervae, que compiló D. Ni-
colás Antonio, viven, juntamente con
el
nombre de La Latina,
los
de Doña Juana Contreras, Isabel de Vergara, Antonia de Xebrija, la
Condesa de Monteagudo, Doña María Pacheco, Doña Mencía de
Mendoza, marquesa de Zenete, y otras doctas hembras, de una de por lo menos (Doña Lucía de Medrano), consta, por re-
las cuales,
lación de Marineo, el cual habla
tedra pública en
la
planación de los clásicos latinos.
educación de
la
como
civilización alcanzado
A esta rápida
Y
-cos.
el
no hay duda que
el indicio
más seguro
la
cá-
ex-
grado de
y
del punto
por un pueblo.
la
manera
la
imprenta, que precisamente entró en Es-
mismo año en que comenzaron á imperar
De 1474
el
difusión del saber contribuyó en gran
prodigiosa invención de
paña
que tuvo
mujer, cuando es verdadero cultivo del espíritu
no pedantesca ostentación, suele ser de
testigo ocular,
Universidad de Salamanca, dedicándose á
á 1475 datan las
los
Reyes
Católi-
más antiguas impresiones de Valen-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
36
Certamen poetich,
cia (el
que tiene
como en
el
Comprehensorintn,
de haber precedido á todas
la gloria
diatamente
de España, en ésta
dos capitales de
las otras
la
inme-
Corona de Aragón, Barce-
entre las ciudades de los dominios castellanos
y
en 14/6; Salamanca, en I480; Zamora, en 1482; Toledo,
Sevilla,
En
en 1483; Burgos, en 1485; Murcia, en 1487.
menos
siglo, la
tipografía hebrea, desde 1485.
imprenta se extiende, no sólo á
nasterios de
Durante las
Lisboa existía por resto de aquel
el
ciudades de Lérida, Ge-
Pamplona, Valladolid y Granada, sino á
rona, Tarragona,
y
las
ciudad
otras manifestaciones de la cultura (i). Siguiéronla
lona y Zaragoza,
lo
el Salustio...),
los
mo-
Miramar en Mallorca (1485) y Monserraten Cataluña,, Monterrey en Galicia. Pasman el número y variedad
á la villa de
de impresiones de estos veintiséis años, didez de
muchas de
vulgar, alternando
de este reinado, publicación
la
con
monumentos de
son
ellas, la
la
primor y aun
la
esplen-
Y
las latinas, así clásicas
como
sabiduría legislativa
del generoso espíritu
las varias
y venta de
Carta-orden de 25
el
abundancia relativa de obras en lengua
y
escolásticas.
disposiciones encaminadas á favorecer
comenzando por
libros,
la
memorable
de Diciembre de 1477, dirigida á
la
ciudad
de Murcia, mandando que Teodorico Alemán, impresor de libros de molde en estos reinos, sea franco de pagar alcabalas, almojarifazgo ni otros derechos, por ser
y factores del arte de hacer muchos peligros de la mar, por res
con
uno de libros
los principales invento-
de molde, y exponerse á
traerlos á
España y ennoblecer
En 24 de Diciembre de 1489 vemos al librero Antón Cortés Florentín, y en
ellos las librerías.
gada (1)
igual franquicia
El opúsculo barcelonés que lleva
el título
otor-
12 de
de Pro condenáis orationi-
fecha de 1468, no es un libro apócrifo, pero es evidentemente un
bus y
la
libro
que tiene
la
fecha equivocada por lo
menos en veinte
años,
como
lo
persuaden todas sus circunstancias tipográficas. Es lástima que un patriotis-
mo
local
mal entendido, eternice este error y otros en la historia de nuestra como acontece con los libros impresos en Tolosa, que indisputa-
Tipografía,
blemente son de Tolosa de Francia, y no de del mismo nombre.
la
modesta
villa
guipuzcoana
[Según cierto documento hallado por D. M. Serrano y Sanz (Arte Español, tomo 1, años 1914 — 19 15), los primeros libros españoles salieron de
revista, las
prensas zaragozanas. (A. £.)].
CAPITULO XXI
37
Diciembre de 1502 á Melchor Garricio de Novara, librero de Toledo.
Merced
á este desarrollo de la imprenta, se salvó en su
mayor
parte la producción literaria de este tiempo, que quizá por eso pa-
rece -ella,
más considerable que
Abundan en
de épocas anteriores.
la
como habían abundado en
la
corte literaria de D. Juan
II,
las
traducciones de libros clásicos, predominando entre ellos los de historia: el Plutarco y el Josefo, de Alonso de Palencia; el Apiano, de Alonso Maldonado, y el de Juan de Molina; el Julio César, de Diego López de Toledo; el Salustio, de Vidal de Noya; el Tito Livio,
de Fr. Pedro de Vega;
el
Castañeda;
el
•,
Francisco Alegre, y
al
las
castellano por
Juan del Enzina, que fué
el
De
Metamorfosis de Ovidio,
Cardenal Mendoza;
la del
la
poetas de
la
catalán, por
al
un anónimo, cuya versión es las
Bucólicas de Virgilio, por
primero en abandonar
mente usada hasta entonces para
el
de Gabriel de
el castellano
Frontino, de Diego Guillen de Avila.
antigüedad, se tradujeron
diversa de
de Hernando de Flores;
Herodiano
Quinto Curdo, catalán, de Fenollet, y
la
prosa mala-
interpretación de los poetas;
algunas sátiras de Juvenal, por D. Jerónimo de Villegas, prior de
Covarrubias.
Y
nuestra lengua
entre otras obras de pasatiempo
cediano de Sevilla.
oro,
de Apuleyo, castellanizado con mu-
por Diego López de Cortegana, ar-
No hay
para qué proseguir un catálogo que en
este lugar resultaría indigesto. Pero no
dominio de el siguiente,
á
estilo
El asno de
cho donaire y viveza de
y amenidad, pasó
la literatura italiana,
podemos
se manifiesta en obras tales
traducido en coplas de arte
omitir que
el
pre-
tan vivo en todo aquel siglo y en
como
mayor por
el
el Infierno,
de Dante,
arcediano de Burgos
Pedro Fernández de Villegas; un Decamerone de intérprete anóni-
mo, pero
muy
digno de que su nombre se supiera; y varias ver-
siones totales ó parciales de los Triunfos del Petrarca, por Alvar
Gómez de Ciudad
Antonio de Obregón y otros, aunque ninatreva todavía á remedar el metro del original, y Real,
guno de
ellos se
prosigan
fieles á la
También
entre
antigua versificación castellana.
las
producciones originales se aventajan en nú-
mero, y por lo común en calidad, las históricas, que habían sido el nervio de nuestra literatura durante todo aquel siglo. á la vez que
Y
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
38
en algunos narradores
de sucesos contemporáneos y bió-
oficiales
escuela
como Hernando del Pulgar, formado en la de Fernán Pérez de Guzmán y del Canciller Ayala, es pa-
tente
tendencia á
grafos de claros varones,
la
la
observación moral, y junto con
ximación á los modelos tercalando en
que
clásicos,
el
ella la
autor procura remedar in-
proceso de su relación largas epístolas y arengas,
el
que indirectamente revelan su pensamiento
político;
en otros más
apartados de esta dirección erudita, persiste en lo esencial ter
de
la historiografía
de
los
Palacios, el cual, así
timo de nuestros cronistas, propiamente
más ameno y sabroso de todos
ellos,
rés cuasi novelesco de las cosas
cuanto por haber sabido unir á
todo y ner
de
Con yen á
la
ilustrarla
de
indirectas,
como
fué el úl-
vino á resultar el
tales,
tanto por la grandeza é inte-
los antiguos narradores cierta lucidez, cierto
que
la historia
carác-
que registra y que en parte vió r amable ingenuidad y á la brillan-
espíritu de curiosa indagación
la materia,
el
tiempos medios, como es de ver en
Andrés Bernáldez, cura de Los
tez pintoresca
apro-
ellos
no
y
mé-
de distribuir y compo-
arte
solían tener.
de aquellos tiempos se dan
mano, y contribu-
la
en gran manera, ciertas manifestaciones, directas
ó
elocuencia política, ya en razonamientos que
á
la
como
veces no tienen traza de invención retórica,
de Gómez:
el
de Alonso de Quintanilla pro-
Manrique
al
pueblo de Toledo, ó
poniendo
el
establecimiento de las Hermandades; ya en opúsculos
el
de circunstancias, escritos á veces con tan
libre espíritu
tan democrático como
los
bles.,
za
y
llamado Libro de
que viene á ser dura acusación contra la
torio
y
podremos
incluir,
sentido
pensamientos varia-
las tiranías
de
la
opresión de los labradores. Ni en otro género que en
recitados nunca, la tiz,
el
nobleel
ora-
aunque no conste que fuesen públicamente
mayor parte de
los tratados del Dr.
Alonso Or-
que en medio del aparato escolar y á veces pedantesco, tiene
arranques sublimes de sentimiento patriótico en toria dirigida á los
nada.
De
Fr.
res sagrados,
Reyes Católicos después de
Hernando de Talavera, como de queda más bien
el
la
la
oración gratula-
conquista de Gra-
otros grandes orado-
recuerdo de sus obras vivas que de
sus palabras muertas; pero todavía sus libros de moral doméstica
conservan algún
reflejo
del alma de aquel
apostólico varón, al
CAPITULO XXI
mismo tiempo que aprovechan para
39
estudio de las costumbres
el
de su tiempo.
En rias
lo didáctico, la
más
lengua comenzaba á ser aplicada á
mate-
las
diversas. Villalobos, inspirándose en el Cántico de Avice-
exponía en romance trovado, llana y popularmente, el compendio de los conocimientos médicos de su edad, y abría nuevos rumna,
bos á
la
ciencia en
la
sección que trata de las pestíferas bubas,
monografía ponderada como dechado de observación por grafos
más
vulgar
el
recientes.
Hernán Alonso de Herrera lanzaba en idioma
primer grito de rebelión contra Aristóteles, y un deudo
suyo ennoblecía
labores del campo, exponiéndolas por
las
elegantísimo, que hubiera puesto envidia
Las si
los sifilió-
flores
de
la
al
modo
tan
mismo Columela.
imaginación engalanaron este robusto tronco, y la novela española, ni entonces llegó tampoco
no nació entonces
á su apogeo, todavía hay que contar entre los timbres literarios de este período la redacción
definitiva del
Amadís de Gaula;
cepción sentimental y casi wertheriana de
Diego de San Pedro; de Amor; y
ma y
allá
la
la
con-
Cárcel de Amor, de
tentativa histórico-novelesca de la Cuestión
á lo lejos, no
la novela, sino
la
como forma intermedia
como obra esencialmente
entre
el
dra-
dramática, que anun-
y prepara un arte nuevo, la Tragicomedia de Calisto y Melibea, con su serenidad de mármol clásico, levantado como piedra miliacia
ria entre la
Edad Media y
Antes de exponer
lo
el
que
Renacimiento. la
poesía
lírica fué
zoso era dar razón del ambiente moral vivieron.
de
los
No
hombres en tan corto número de años,
poderosa.
Y
en que los poetas
de estremecerse
al
ni es posible
como deslumhrados por
que por todas partes
les
que
la
contacto de una realidad tan
aunque en general pueda decirse que
aquella generación, luz
en este reinado, for-
literario
pasan en vano tantas y tales cosas delante de los ojos
fibra poética deje
de
y
aquella
los
poetas de
misma
efusión
penetraba, no acertaron sino rara
vez á expresar digna y adecuadamente lo que sentían, dejando re-
servada esta tarea para sus inmediatos sucesores; todavía importa saber en qué grado y medida concurrieron
dor que bajo la
el
cetro de
la
introducción necesaria á
al
movimiento
civiliza-
Reina Católica se desarrolla, y que es grandezas del siglo xvi. Vivían aún
las
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
4-0
en este reinado y durante
él
escribieron algunas de sus
princi-
pales composiciones, la may-or parte de los poetas del reinado anterior,
Antón de Montoro, Alvarez Gato, Pero
govia, los dos
Guillen de Se-
Manriques, cuyas obras conocemos ya. Pertene-
cen más peculiarmente á esta época los franciscanos Fr. Iñigo de Mendoza y Fr. Ambrosio Montesino,
el
cartujano D. Juan de
músico y poeta Juan del Enzina, el procer aragonés don Pedro Manuel de Urrea, el panegirista de la Reina Católica Diego Padilla, el
Guillen de Avila; innumerables versificadores del Cancionero General, entre los cuales
logran
mayor nombradía Cartagena, Garci-
Sánchez de Badajoz, Rodrigo de Cota y Diego de San Pedro; un
grupo numeroso de ingenios portugueses del Cancionero de Reséñele,
que cultivan indiferentemente
algunos catalanes gües.
En
el
y examen
la
analítico
la castellana,
que vamos á hacer de toda
y confusa producción poética, en primer orden, notaremos de
lengua patria y
y
valencianos que también comienzan á ser bilin-
la
cual
la persistencia
la literatura del siglo xv:
el
esta varia
hay muy pocas cosas de
de ciertos rasgos propios
imperio de
la alegoría
dantesca, la
tendencia moral didáctica y sentenciosa; y advertiremos
al
propio
tiempo síntomas de novedad y de transformación, si no en los metros, en el espíritu; maridaje frecuente de lo vulgar con lo erudito, desarrollo visible
de
los
elementos musicales del lenguaje, y un
lento infiltrarse de la canción popular en la lírica cortesana, que hasta entonces
la
había desdeñado.
.
CAPITULO
XXII
[LA POESÍA RELIGIOSA EN TIEMPO DE LOS REYES CATÓLICOS.
FRAY IÑIGO
DE MENDOZA: SU VIDA Y SUS OBRAS LA Vita Ckristi\ ROMANCES Y villancicos; escenas dramáticas del poema; COMPOSICIONES políticas DE FRAY ÍÑIGO.- FRAY AMBROSIO MONTESINO; SUS OBRAS EL CdílCtOnero de montesino; influencia en él de la tradición franciscana y especialmente del beato jacopone de todi; transfusión de la poesía popular en la artística. el Cancionero de juan de luzón. FRAY HERNANDO DE TALAYERA] J
—
;
—
La
—
poesía religiosa, en tiempo de los Reyes Católicos, está repre-
sentada especialmente por dos franciscanos, Fr. Iñigo de Mendoza
y
Fr.
lla.
Ambrosio Montesino, y por un monje
cional de su orden, fluencia así
en
de
la
y en
el
Marqués de
unido con
la
la sátira
la
Su
la in-
como en
lo
can-
moral.
vida de Fr. Iñigo de
Santillana.
poesía tradi-
la
Beato Jacopone de Todi,
expresión popular de los afectos místicos,
Poco sabemos de
Juan de Padi-
segundo, sobre todo, es visible
los Cánticos Espirituales del
doroso y enérgico de
del
cartujo,
Los dos primeros conservan muchos rasgos de
Mendoza
(i),
apellido induce á creer
homónimo que estaba
casa del Infantado por algún género de parentesco le-
gítimo ó ilegítimo, ó meramente por adopción en
bautismo, y deudo espiritual. Quizá fuera judío converso y habría tomado al bautizarse llos
nombre de su padrino, como
era costumbre en aque-
tiempos. Las noticias que tenemos de este fraile
presentan
(i)
el
el
como muy
López de Mendoza
cuentro
el
rígido observante, sino
le
llaman
López en ninguna de
las
Amador de
menor no
le
más bien como uno de
los Ríos y otros,
pero no en-
ediciones antiguas de su Cancionero.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
42
aquellos conventuales aseglarados á quienes tuvo que reformar, con tanta contradicción
muy
lucha, el gran Cisneros.
y
Vemos
al
Fr. Iñigo
introducido en palacio, festejado de los cortesanos por su ta-
y envuelto al parecer en galanteos, muy ocasionados y pecaminosos. Dos largas composiciones hay en el Cancionero General (núms. 814 y 815)) destinadas únicamente á zaherirle por su gala y atildamiento, impropios de un religioso, y por su afición á lento poético,
los placeres
mundanos.
Un
obscuro trovador, llamado Vázquez de
Palencia, endereza ciertas coplas á su la obra de « Vita Christh,
que
era,
amiga porque
como
sólido
fundamento de
cha
ocasión para decir del fray le revolvedor
la
la
le
envió á pedir
adelante veremos,
el
más
reputación poética de Fr. Iñigo; y aprove-
res, las siguientes lindezas,
y
y afortunado en amo-
que por brevedad omito:
otras
Este religioso santo,
Metido en vanos plazeres,
Es un lobo en pardo manto: ¿Cómo entiende y sabe tanto Del tracto de Tiene
Con muy
Y
las
mujeres?
los ojos
por suelo
falsa ypocresía,
con esto haze vuelo:
Que todo viene al señuelo De su gentil fantasía. Que no penséys por Mas antes dentro en
las ramas,
el bayle,
Vi de sus perversas ramas,
En
afeytes de las
Quál
el diablo
damas
puso
al fraile.
Otro galán, descontento también del lindo frayle de palacio, increpa en estos términos, con acusaciones todavía directas:
Discreto Frayle, señor,
Ya
callar esto
no puedo,
Porque amores dan dolor
Á
vos que serie mejor
Cantar bajo vuestro Credo...
le
más graves y
CAPITULO XXII
Que
el
amor
del
43
como
vos,
Frayle profeso y benigno,
Todo deve estar con Dios, No querelle traer en pos
De quien tuerce tal camino. Amor de ser el primero
A
vuestras oras venir
Mucho
Amor
presto y muy ligero; de ser postrimero
Del monesterio
No C071
sallir;
el primero de los
damas que dan
moles
deseo,
Envidar, tener sus cotes;
Las razones sin dar botes Rechazarlas de boleo.
Amor de traer cilicio, Amor de gran abstinencia, Amor de hazer servicio Al señor del beneficio,
Amor de buena Amor
conciencia.
en siempre rezar
Las horas devotamente;
Amor
de
muy
bien guardar
Vuestra regla sin errar;
Amor de ser obediente: No guardar mirar por
dónde
Hablares la dama vuestra...
No por
gracia el cecear
Contrahaciendo
el galán;
No el reyr, no el burlar, No de muy contino estar
Do amores
vienen y van.
No pedir favor á damas, No servirlas con canciones, No encenderos en sus flamas, Que
son peligrosas llamas
Para sanar los perdones.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
44
No
con risueño mirar,
Viendo gracia en la mujer, Desealla festejar,
Y dalle
bien
á mostrar
Que cartas layrdn á
Xo
las
ver.
monjas requsrir
Alachas veces á mentido. A. tal distancia
de tiempo, es imposible determinar
que pueda
lo
haber de cierto en estas detracciones, nacidas acaso de
de
que disfrutaba Fr.
los cortesanos contra el favor
la
envidia
y quizá rasgos satíricos en que
más de la libertad y franqueza de los abundan sus composiciones, sin exceptuar las
todavía
Iñigo;
ascéticas,
bieron de granjearle más de un enemigo. Pero
si
y que de-
sus costumbres
hubiesen sido tan livianas como se da á entender en los versos transcritos,
jamás
la
severidad de
su corte á tan relajado
la
fraile,
reina Isabel hubiera consentido en
aun antes de
la
reforma de
los regu-
en que tanto empeño mostró aquella heroica hembra. Por
lares,
otra parte, en los
muchos versos que tenemos de
cosa alguna que desdiga de su profesión religiosa,
muchas que
la libertad cristiana
de su espí-
la
ritu
ferviente piedad de su corazón.
y
la
hay
sí
prueban
entereza de su carácter,
Fr. Iñigo, no
y
Estas obras, hoy demasiado olvidadas, pero que fueron en su
tiempo de
las
honores de Ch?'isti,
món
más populares, y de
la
tuperio de las
armas
Dechado de
la sensualidad, los las
el
poema de
del rey
D. Fernando,
el
la reina
Isabel, la
la
las
discí-
la
Pasión del Redentor,
Lamentación á
la quinta angustia, (i).
obras poéticas de Fr. Iñigo de Mendo-
más raros de la tipografía del siglo xv; y como fecha, no es fácil determinar su orden cronológi-
za se cuentan entre los libros
algunas de ellas no llevan
las
vi-
Coplas en
guando Nuestra Señora tenía á Nuestro Señor en sus brazos Las primitivas ediciones de
Ser-
Justa de la razón contra
Gozos de Nuestra Señora,
Coplas al Espíritu Santo, y
(i)
el
Cena que Nuestro Señor fizo á sus
Doña
Vita
Dictado en
malas mujeres y alabanza de las buenas,
loor de los Reyes Católicos, la el
primeras que merecieron los
compuesto á petición de Doña Juana de Cartagena;
trovado sobre las
pulos,
las
imprenta, son principalmente
CAPITULO XXII
La más extensa de
y
estas obras,
la
45
que en su tiempo fué más
célebre, es el Vita Christi, que, con ser
muy
del estado de fragmento, pues no alcanza
co.
De
las
más antiguas
es, sin
duda,
no pasó nunca
más que hasta
que posee
la
larga,
la
degolla-
Biblioteca Escurialense,
la
libro gótico, sin lugar ni año, ni foliatura ni reclamos; pero con signaturas
á ocho hojas. Contiene el Vita xpi fecho por coplas... dpetició de la
de
muy virtuosa
señora doña Juana de Cartagena; el Sermón trobado que fizo frey yñigo demédoza
al muy alto y muy poderoso príncipe rey y señor el rey do femado rey de Castilla y de aragon sobre el yugo y coyundas que su alteza traite por devisa; el Dezir de D. Jorge Manrique por la muerte de su padre, y el Regimiento de Principes de
Gómez Manrique, con
la
dedicatoria en prosa.
Las poesías de Fr. Iñigo de Mendoza fueron cancioneros, que son indisputablemente los
Hay uno
fondo principal de varios
el
más antiguos que
pero que á juzgar por
se publicaron
de Antón de Centenera, impresor de Zamora. Comienza con el Vita Christi, al cual siguen el Sermón trobado, las Coplas en vituperio de las malas hembras y en loor de las buenas; otras en que declara cómo por el advenimiento de los Reen España.
sin lugar ni año,
los tipos, es
yes Católicos es reparada nuestra Castilla; el Dechado de la Reina Católica; la
Justa de la razón contra la sensualidad; los Gozos;
Pasión de nuestro Redentor; coplas á tación de la quinta angustia.
Manrique,
las
Ocupan
la
la
Verónica y
lo restante del
de Juan de Mena sobre
los
de Sancho de Rojas á un aragonés sobre
Cena de Nuestro Señor; al Espíritu
tomo
las
Santo;
coplas de Jorge
pecados mortales, y una pregunta el
amor.
Centenera reimprimió en Zamora «á 25 de Enero, año de 1482» ti
y
el
Sermón
trobado,
de Príncipes de
Amador de
los
los
Regimiento
Ríos menciona otra edición de Toledo, en casa de Juan
Centenera, y además
la
la
primitiva de
Pasión de Cristo del Comendador Román. Juan Váz-
quez imprimía ya en 1486, la
al
pocos ejemplares que se conservan.
Vázquez, sin año, que contiene todos los tratados incluidos en
anterior á
Vita Chris-
el
que se encuentran constantemente unidos
Gómez Manrique, en
la
Lamen-
y,
por consiguiente, esta edición suya puede ser
de Zaragoza, «por industria y expensas de Paulo Hurtas de Cons-
tancia alemán», 1492,
que
de la Cena có la pasió
y
lleva por encabezamiento Coplas de Vita Chrislz\
de la Verónica có la resurrecció de nuestro redentor.
É las siete angustias ¿siete gozos de Nuestra Señora, vechosas. Este rarísimo cancionero
reproduce
la
con otras obras mucho pro-
mayor parte de
las
obras de
y también las Coplas de Jorge Manripecados mortales, y añade otras varias
Fr. Iñigo contenidas en los anteriores,
que, y las de Juan de
Mena sobre los tales como las «Coplas
de diversos trovadores,
de la pasión» y las «de las siete
angustias de Nuestra Señora» por Diego de St. Pedro; unas «Coplas en loor de
Nuestra Señora, fechas por Ervías»;
María
la
del Pilar de Zaragoza, fechas por
Hystoria de
la
Sacratissima Virgen
Medina (que quizá sea
la
más antigua
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
46
ción de los inocentes. Otras partes de
la
vida del Redentor trató
Fr. Iñigo en las coplas de la Cena, en las de la Pasión, etc., pero
no
es seguro
que
que tienen unidad propia, y
estas composiciones,
poesía sobre este argumento"; la Obra de la Resurrección de Nuestro Redentor,
por Pero Ximénez; un Dezir gracioso y sotil de la muerte, por Fernán Pérez de Guzmán; la Obra de los diez mandamientos é de los siete pecados mortales con sus
y las catorce obras de misericordia temporales y por Fr. Juan de Ciudad Rodrigo.
virtudes contrarias
espirituales,
El Cancionero de Ramón de Llavia, impreso también en Zaragoza, y
al
pare-
cer algunos años antes de éste, trae de Fr. Iñigo dos composiciones no más: el
Dechado y regimiento de prÍ7i:ipes y
Coplas á las mujeres en loor de las vir-
las
tuosas y reprehensión de las que no son tales. Las
demás poesías son de Fernán
Pérez de Guzmán, Juan de Mena, Jorge Manrique, Juan Álvarez Gato, D. Gó-
mez Manrique, Gonzalo Martínez de Medina, Fernán Sánchez Talavera y Fr. Gauberte Fabricio de Vagad: todas ellas más ó menos ascéticas. D. Fernando Colón, en
Registrum de su biblioteca, anota otra edición de
el
las Coplas de Vita Christi (al
parecer
solas),
lumnas y con láminas. Los Cancioneros generales contienen
de Valencia, líneas.
La
1511, sólo
otra es
muy
hecha en
Sevilla, 1506, á
dos co-
pocas poesías de Fr. Iñigo.
hay dos brevísimas: una de
ellas es
una canción, que reproduzco, por ser
la
En
el
un mote de cuatro única poesía pro-
fana y amatoria que nos queda de nuestro autor: Para jamás olvidaros
Ni jamás á mí olvidarme, Para yo desesperarme
Y
vos nunca apiadaros,
¡Ay que mal hize en miraros!
No pueden mis ojos veros me causen sospiros,
Sin que
Mi forzado requeriros, Mi nunca poder venceros. Para siempre conquistaros
Y vos
siempre desdeñarme,
Para yo desesperarme,
Y
vos nunca apiadaros,
¡Ay qué mal hize en miraros!
En
la
Biblioteca del Escorial
(III.
crito de las principales poesías
K.
de Fr.
7) se
conserva un cancionero manus-
Iñigo,
que ofrece muchas variantes
respecto de los textos impresos.
Además de
sus poesías, hay de Fr. Iñigo un libro rarísimo en prosa,
Gallardo describe en estos términos:
que
CAPITULO XXII
como
-que siempre se imprimieron
47
piezas distintas, fuesen destina-
das por su autor á entrar en su obra capital; ni están tampoco en
mismo metro.
el
El Vita Christi resulta tan dilatado, merced á
morales y aun satíricas con que á cada autor su narración. dobles,
La mayor parte
comenzando con
del
las digresiones
momento interrumpe el poema está en quintillas
esta cristiana invocación:
Aclara, sol divinal,
La cerrada
Que en Por
la
niebla oscura
el linaje
humanal
culpa paternal
Desde
el
comienzo nos dura;
Despierta
la
voluntad,
Endereza
la
memoria,
Porque syn contrariedad
A
tu alta majestad
Se cante divina
Vienen á continuación dos con una picante
mas
del tiempo
vocó
las iras
toria
de
la
los loores
sátira
sobre los devaneos y flaquezas de
la
la
en
presentación de Jesús en
el
cuadro de
narración hay
la
la
lo
sComietifa un tratado breve y
el
el
Encarnación, la
las
da-
pasaje que prola his-
adoración de los
templo, llenan lo res-
queda interrumpido, como ya se
degollación de los inocentes.
mucha
parte satírica; pero
la
duda
Circuncisión del Señor,
tante del libro, que bruscamente
la
sin
de sus censores). El misterio de
Reyes Magos,
En
de Nuestra Señora, entrevera-
de Fr. Iñigo (y éste fué
Natividad,
ha dicho, en
gloria...
fluidez
y
gracia; notable
desembarazo
que principalmente recomienda
muy bueno de
el
poema
las cerimonias de la missa có sus
contéplaciones compuesto por frav Iñigo de medoca.-»
(Al
En
fin): « Acabóse este presente tratado...
el
Impresso por tres alemanes cópañeros.
año del nascimiento de nuestro señor de Mil
VII días
del
CCCC y XCIX
mes de Junio.* Cuarto gótico, sin reclamos
ni foliatura,
años,
d
pero con
signaturas.
Este tratado, dividido en doce capítulos, está dedicado á Doña Juana de Mendoza, mujer de Gómez Manrique, y precedido de una carta al maestro en Teología Gómez de Santa Gadea, sometiendo á su juicio y corrección el libro.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
48
y le da carácter popular, es la presencia de elementos líricos, himnos, romances y villancicos. La aparición de los romances, sobre todo, es
muy digna
de tenerse en cuenta, y veremos que se repite en
cionero de Fr.
Ambrosio Montesino.
Fr. Iñigo de
Mendoza
el
Can-
intercala
en su Vita Christi uno que pone en boca de los serafines, y comienza: Gozó muestran en
Y en
el
la tierra,
limbo alegría;
Fiestas fagan en el cielo
Por
Todavía
es
más
que trovado á
parto de María...
tiempo y de
característico del
resca semi-popular en esta desfecha de
el
que no dudamos
afiliar
la
escuela trovado-
á nuestro franciscano,
un villancico que parece de Juan del Enzina, aun-
lo divino:
Eres niño y has amor: farás cuando mayor?
¿Qué
A
la
Christi
vez que estos accesorios líricos, encontramos en
una escena
casi dramática, la aparición del
tores para anunciarles la Natividad:
representación, escrita en
á
riso-»
el
el
el
Vita
á los pas-
una especie de égloga,
mismo lenguaje
de que se había valido
Ángel
farsa
ó
villanesco «provocante
autor de las Coplas de
Mingo Re-
vulgo, é iba á valerse el ilustre músico salmantino, patriarca de nuestra escena. Fr. Iñigo prepara
se
de este
modo
el episodio,
disculpándo-
de mezclar cosas de donaire y honesta alegría en tema tan sagrado: Porque non pueden
En un
estar
rigor toda vía
Los arcos para
tirar,
Suélenlos desempulgar
Alguna pieza del
día.
Pues razón fué de mezclar Estas chufas de pastores
Para poder recrear,
Despertar y renovar La gana de los lectores. Si se
todo
lo
exceptúan algunos versos de relato en que habla
demás
es
el
autor,
un diálogo perfectamente representable, entre los
CAPITULO XXII pastores Juan
y Mingo y
el
49
Ángel. Véase alguna muestra, ya que
esta pieza ha sido enteramente olvidada por los los orígenes
de nuestra escena: Cata, cata, Juan Pastor,
Mingo.
Yo juro á mí pecador Un hombre vien volando. Juan.
¡Sí,
Y
para Sant Julián!
allega
Purraca
somo el
la
peña.
zurrón del pan,
Acogerme he á Sant Milián, Que se me eriza la greña... ¿Tú eres
Mingo.
hi
de Pascual,
El del huerte corazón?
Torna, torna en
zagal;
ti,
Sé que no nos hará mal
Tan adornado garzón. Pónteme aquí á la pareja, Y venga lo que viniere;
Que la mi perra Bermeja Le sobará la peleja
A
quien algo nos quisiere.
Y
Juan.
si
nos habla bien luego
Faremos presto del fuego Para guisalle un tasajo;
Que no puedo
imaginar,
Hablando, Mingo, de veras,
Qué hombre sepa Si
Que Ángel.
volar
no es Johan escolar, sabe de encantaderas...
¡O pobrecillos pastores,
Todo el mundo alegre sea; Que el Señor de los Señores Por salvar los pecadores
Es nacido en vuestra aldea! Es ya vuestra humanidad Por este
fijo
de Dios
Libre de catividad.
Y
es fuera la enemistad
De
entre nosotros y vos:
Menéndez t Pelayo. — Poesía
castellana. III.
•
que han tratado de
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
5°
Y
vuestra muerte primera
Con su muerte
Y
Sabe que
Á
será muerta,
luego que aqueste muera, el cielo os
espera
todos á puerta abierta.
No
Y os
curéis de titubar
daré cierta señal:
do suelen atar
Id á
Los que vienen á comprar Sus bestias en el portal;
Do
Ó
sin
más
pontifical,
varones sin engaños,
Veréis en carne mortal
La persona divinal
Empañada en pobres
paños.
Minguillo, daca, levanta,
Juan.
No me
muestres más empacho,
Que, según éste nos canta,
Alguna cosa
Debe Mingo.
muy
santa
ser este mochacho.
Para sa-caso te digo
Que puedes asmar de tanto, Que si no fueses mi amigo, Allá no fuese contigo,
Según que tengo
el
espanto:
Que hoy á pocas estaba De caer muerto en el suelo, Cuando el hombre que volaba Oiste que nos cantaba
Que
era Dios este mozuelo.
Mas no quiero
De
lo
que
tú,
estorcijar
Juan, has gana;
Pues que tú huiste á baylar
huy á rogar
Cuando
te lo
Para
bodas de Juana.
Mas
las
lleva allá el caramiello,
Los albogues y el rabé, Con que hagas al chiquiello
Un
huerte son agudiello,
Que
quizá yo bailaré.
Pues luego de mañanilla
CAPÍTULO XXII
Tomemos
Y
5
nuestro endiliño,
lieva tú en la cestilla
Puesta alguna mantequilla
Para
Y
si
la
madre
Como
es día
Harás
tú,
Que
Y
del niño.
están ahí garzones,
de Domingo,
Juan, de los sones
sabes de saltajones:
verás cuál anda Mingo.
Llamemos
á Pascualejo,
El hi de Juan de Trascalle,
Para que mire sobejo
Aquel ciaron tan bermejo
Que relumbra
todo
el valle.
¡Cuan claro que está
Yo
el otero!
te juro á Sant Pelayo
Para ser cabo
enero
el
Nunca vi tal relumbrero, Ni aunque fuese por el mayo. ¡Ó, bien
Que
de mí, qué donzella
canta cabo el chiquito!
Mira qué voz delgadiella:
Mal año para Juaniella,
Aunque
canta voz en grito.
qué gasajo
¡Oh, hi de Dios,
Habrás, Mingo,
si
lo escuchasl
Ni aun comer sopas en
ajo,
Ni borregos en tasajo,
Ni sopar huerte
las
puchas.
¿No sientes huerte pracer
En
oir aquel cantar?
¡Ó,
cuerpo de su poder!
No me puedo contener Que no vaya á lo mirar. Mira cuánto gran lucillo
En
Belén
el aldeyuella:
Llama, llama á Terrebillo:
Tañerá su caramillo
Y
yo
la
mi churumbella.
Yo tañeré mi rabé
Que tengo en
la
mi hatera,
1
52
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA El que viste que labré,
me
Después que
Andando en
desposé
el encinera...
La misma animación y regocijo, y el mismo alegre y saludable realismo, hay en la relación del pastor, que cuenta todo lo que había visto en el portal
de Belén: El uno dijo en concejo:
de Mingo,
¡Ó, si vieras, hi
Nieto de Pascual
el viejo,
En un pobre portalejo Lo que vimos
el
domingo!
Vi salir por el collado
Claridad relampaguera,
Aunque estaba enzamarrado, Durmiendo con mi ganado En esa verde pradera. Los zagales con
la
dueña
Cantaban tan hnertemente,
Que derramé
só
La leche de mi
la
peña
terrena,
Por mejor para-llo miente.
Y
más
te digo
Que aun
de veras,
antes rodeando
Las ovejas parideras,
De somo Vi
los
las
conejeras
Ángeles cantando.
El tempero ventiscaba
De cabo de
regañón,
El cierzo asmo que helaba,
El gallego lloveznaba
Por todo mi zamarrón.
Mas viendo cantar de vero
Con la gayta los garzones, Desnuyé la piel de cuero, Por correr
Á
notar
así ligero
las sus
Vilos claros
Y Á
canciones.
como
el
rayo,
al
ruedo de sus cantares,
la
hé dejé mi sayo,
CAPÍTULO XXII
Y
53
baylé sin capisayo
Por somo
Y tomé
los escolares,
tanta alegría
Con su linda cantadera, Que á sobejo parecía Que panar se revertía Por
Hemos
la
mi gargomillera...
indicado antes
el
parentesco literario que media entre
autor del Vita Ckristi y
el
de
las
Coplas de Mingo Revulgo. Esta
y aun el mismo parte del poema en que,
derivación es principalmente visible, declara la
y
confiesa,
mala guarda de la
Fr. Iñigo la al tratar
de
rompe bien inesperadamente en una
Circuncisión del Señor,
sátira política,
de
en aquella
el
exhortando á
los castellanos
dormir de
la Justicia, el
Prudencia y los cohechos de
Y circunscide
la
á
que circunciden
Templanza,
la
la
ceguedad
la Fortaleza: Castilla
El atreverse del vulgo
Contra
Que
Perra
la
en
vistes
Jtistilla
la trailla
Del pastor Mingo Revulgo. Sino que
Que no
han barruntado
si
está
la
perra suelta,
Los veréis como priado,
Nunca medrará
Y
el
el
ganado
pastor con ella á vuelta.
Justillo,
no
sale íuera.
¡Ay que guay de nuestro hato,
Porque mala muerte muera
Duerme
la
otra tetnpera
Perra de Gil Arr ib atol
¡Ó negligente pastor!
Ve circuncidar el Que en el día del Hasta
el
dolor
cordero menor
Te hará pagar
Y
sueño;
acaba remitiéndose, para
el
su dueño.
remedio de
los
jaquel pastoral escripto de las Coplas Aldeanas*.
males del reino, á
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
54
Estas alusiones políticas hacen creer que pertenezca
el
Vita
Christi á los primeros días de este reinado, en que tanto el fraile
Mendoza como Gómez Manrique, Antón de Montoro y otros trovadores nobles y plebeyos, pusieron dignamente su musa al servicio de
la
causa de
la justicia
desconcierto de que, con Católica.
Tres
Iñigo:
mano
durísima, iba triunfando la Reina
enteramente
composiciones
largas
quedan de Fr.
del orden social contra el anárquico
y
el
Dechado de
la
reina
suele también llamarse Regimiento de Príncipes,
Manrique),
Sermón trovado
el
Fernando «sobre divisa» (i)
y
las
muy la
entonces príncipe de Sicilia don
reparada nuestra Castilla»
altos señores es
más ingeniosa y bien
alegórico peca de
hay en
de sonar en
Doña Isabel (que como el de Gómez
yugo y coyundas que su alteza trahe por «coplas en que declara como por el adveni-
miento destos
valentía
excesivamente
sutil.
de
la
aunque
muy
soberano,
Nuestro natural señor, Contraste de lo tirano,
De
lo
sano castellano
Mucho amado
A
y amador,
quien de drecho y razón
Vestieron ropa de estado
De
Castilla y de
León
Bordada con Aragón... (2)
Inc.
¡Oh divina Caridad,
Quien limpia nuestras mancillas,
Tú que siguiendo verdad Con tu santa santidad Haces siempre
Tú que
maravillas:
vives, tú
que duras,
Sólo bien que no se daña;
Tú que
en tus santas alturas
Soldaste las quebraduras
De
(2).
artificio
¡Pero cuánta sinceridad
poeta,
Comienzan: Príncipe
el
y cuan bien debieron Reina Católica, por lo mismo que
los consejos del
los oídos
escrita,
iban limpios de toda mancha de adulación é interés!
(r)
nos
el
El Dechado es
y
al
políticas
nuestros reinos de España...!
capitulo
xxn
Pues, reyna nuestra señora,
Lo que dora Los
leales gobernalles,
Es que ande por las Fecha dalles
calles
Vuestra espada matadora;
Que
si la
gente traydora,
Robadora,
Anda
A
suelta sin castigo,
Dios pongo por testigo,
Ved que os digo, Que veres el mal de agora Cómo siempre se empeora. Pues
si
non queréys perder
Y ver
caher,
Más de quanto
está caydo,
Vuestro reyno dolorido,
Tan perdido,
Que
es dolor
de
lo ver,
Emplead vuestro poder
En
facer
mucho complidas; Que matando pocas vidas
Justicias
Corrompidas,
Todo
el
reyno, á mi creer,
Salvaréys de perecer.
En
el real
corazón
Nunca pasión Debe turbar la esperanza: Su
real lanza y balanza
Sin
mudanza
Se muestre siempre en un son; Que, segund
la
presunción
Desta nación, Si le sienten cobardía,
Vos veréis la tiranía, Cada día Sembrará más destruyción En toda nuestra región.
55
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
56
A
los alanos crescidos
Los ladridos
De los pequeños Non da temor el Ni
perrillos oillos
el sentillos
Alrededor tan ardidos,
Pues
así los alaridos
Desabridos
A
los reyes
de vasallos
Non deben nada mudallos Nin turballos, Pues se
En
este
ficados (y
sermón puede
poético,
subidos
fallan tan
Que deben de
ser temidos.
que tiene trozos
muy
gentilmente versi-
leerse íntegro en el texto de nuestra Antología)
compitió Fr. Iñigo de Mendoza con
mostrándose aventajado discípulo
lo
así
mejor de Gómez Manrique, en
modo, y convirtiendo, á imitación suya,
como en
substancia
la
la sátira política
el
en severo
magisterio y función social generosa, en vez del carácter agresivo é iracundo
que había tenido en
afrentosos tiempos de Enri-
los
que IV. Para conocer por entero á este simpático
que
leer
y fecundo poeta, hay composiciones alegóricas, como la Justa y di-
además sus
ferencia que hay entre la razón
y
la
sensualidad sobre la felicidad y
bienaventuranza humana, donde manifiestamente sigue
de Juan de Mena en
Coplas de
las
los siete
meramente didáctico-morales con punta
las huellas
pecados mortales; y
satírica,
especialmente
las el
Dictado en vituperio de las malas hembras, que no pueden las tales ser dichas mujeres...
y en
loor de las
buenas mujeres que mucho tritm-
fo de honor merecen. Pero, en general, sus versos sagrados valen más
que
los profanos, á
pesar de las malignas insinuaciones de sus ad-
versarios.
Sólo en materias piadosas ejercitó
de Menores, en Fr.
el
pluma otro
fraile
de
la
orden
convento de San Juan de los Reyes de Toledo,
Ambrosio Montesino,
sista
la
natural de Huete, obispo de Cerdeña, pro-
de grave, castizo y abundante
mucha ingenuidad y sentimiento
estilo,
piadoso.
poeta de rica vena, de
Fué
su principal trabajo,
CAPITULO XXII
emprendido por mandamiento de
comúnmente llamado
conforme
al
Reyes
los
Católicos, la traducción
monje cartujo de Strasburgo Landulfo de Sajo-
del Vita Christi del rna,
57
el
Cartujano; extensa vida del Redentor
texto de los Evangelios, dilatado con meditaciones
y
comentarios, donde caudalosamente vierte su autor, famoso en los
tiempos medios,
La
Iglesia.
y
es
más
lo
selecto de
doctrina de los Padres de
la
traducción, que está hecha en noble
una de
las
mejores muestras de
y robusto
la
lenguaje,
prosa de aquel tiempo, me-
la
reció la honra de servir de lectura espiritual al Beato Juan de Avila
y
á Santa Teresa de Jesús,
y durante todo
el
de
siglo xvi fué libro
uso frecuente entre los predicadores, para quienes había dispuesto el
traductor una Tabla metódica á
modo de
él
inauguró dignamente
de cuatro hermosos volúmenes en
folio,
completo en ninguna biblioteca. Al
fin
«Aquí
se
acaba
iissimo seraphico Frácisco el rey
\
y horrado
primer tomo, se
primera parte del
por mádamiento de
Stanislao
apenas existe juego
muy
noble villa de Alcalá
d
1
lee:
vita
y
¡
a
Es-
ipmido por idusiria y arte del
d Polonia varó precipuo del muy noble varón henares
xpi cartuxano,
la ordé del sanc-
los xpristianissimos reyes de
Isabel...
impremiose á costa ei expensas del virtuoso é en la
Retocó,
de Alcalá. Consta
la tipografía
los cuales
fray Ambrosio mótesino de
do Fernando y la rei?ia doña
igenioso
de
del
el primero volutnen de la
interpretado del latín en romáce por
muy
(i).
Este Vita Christi del Cartujano fué magníficamente impreso á costa
(i)
de Cisneros, que con
paña
repertorio
XX
r J
ij
arle impssoria: e
garcía de rueda
j
días del mes de Hebrero del
año de nra reparación de mili y quinientos y tres.-» El segundo y tercer tomo tienen la misma fecha, pero
el
cuarto lleva
la
de 1502 en algunos ejemplares, y como no es de suponer que se imprimiese antes que los otros, parece necesario admitir la existencia de dos ediciones del
mismo impresor, una más
lujosa
que
otra.
(Vid. Catalina García,
Ensayo
de tina Tipografía Complutense, Madrid, 1889.)
De á
la
las
notas finales de estos volúmenes, se infiere que Fr. Ambrosio «diose
interpretación en la noble cibdad de
turaleza,
XXIX días
del
quatrocientos y noventa
año en
la villa
Huepte cibdad de su nacimiento
mes de noviembre año de
y nueve
años», y terminó
e'
na-
la natividad del señor de mil la
y
primera parte aquel mismo
de Cifuentes.
Ya en 1446 había
sido traducida al portugués
la
misma obra por
Fr.
Ber-
nardo de Alcobaza, cisterciense, por encargo de su abad D. Esteban de Aguiar.
Creemos que
esta traducción era diversa
después fué impresa también en cuatro tomos en
de
la
que cincuenta años
en Lisboa, 1495, P or Nicolás de Sajonia y Valentín de Moravia, compañeros, pues en ésta se dice folio,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
¿8
Rey
además, Fr. Ambrosio, por orden del versión de las Epístolas
y
trinas
y
Orador Ckristiano,
la
traductor fué
el
el
Abad
Doña
la infanta
el
año con sus doc-
que Mayans, en su
tal suerte,
llama, con razón,
que fué mandada hacer por que
Evangelios para todo
sermones, mejorándola de
una antigua
Católico,
«un monumento del
len-
duquesa de Coimbra, y
Isabel,
del Monasterio de San Pablo, cuyo trabajo fué
revisado y corregido por los padres franciscanos observantes de Enxobregas.
También aquí terior
al
se da la rareza de aparecer el cuarto
tomo con
fecha algo an-
tercero (éste en Noviembre, aquél en Marzo).
No menos
apreciable que las traducciones castellana y portuguesa, bajo
aspecto del lenguaje, y todavía más rara que ninguna de
el
ellas,
es la
catalana que hizo el famoso poeta valenciano Juan Roiz de Corella, maestro
en Sagrada Teología; á ruegos del magnífico caballero Fr. Jayme del Bosch,
de
orden de Montesa. Son también cuatro espléndidos volúmenes en
la
folio,
que es
casi
imposible ver juntos. El primer tomo (Lo primer del
Cartoxa) aparece impreso en 1496,
el
segundo en 1500,
el tercero
no tiene
lugar ni año, y el cuarto (Lo quart del Cartoxa), por una singularidad biblio-
que se repite aquí por tercera vez en impresiones de este
gráfica
llévala fecha de 1495, y fué reimpreso en 1513. Oracio'ti
de Corella, que es uno de
Termina con
mejores trozos de
los
la
la
libro,
magnífica
poesía catalana
del siglo xv.
El Vita Christi del Cartujano no debe confundirse con otras obras del mis-
mo
título
y asunto que por entonces estuvieron muy en boga, tales como de Elna, la cual hizo traducir
del catalán Fr. Francisco Eximenis, obispo
la al
Hernando de Talavera, y pasa impreso en Granada, siendo por otra parte uno de los
castellano, corrigiéndola y adicionándola, Fr.
por
el
más
primer libro
bellos
que en todo aquel
siglo se
imprimieron en cualquier parte de
Europa. (Primer volumen de Vita Xpi de Fr. Francisco Xymenes, corregido y añadido por el arzobispo áe Granada: y hizole imprimir porque es muy provechoso.
Contiene quasi iodos los evangelios del año...
grande
e
nóbrada cibdad de Granada en
del Señor de mili
el
CCCC XC Vj, por Afevnardo
manes); y el rarísimo Vita Christi de Yillena (en el siglo
la
la
Vngut
abadesa de
Doña Leonor Manuel de
marqués D. Enrique), dado á
Fué acabado y
empresso... en la
postrimero dia del mes de Abril. e
Jhoánes de noréberga
la
Año ale-
Trinidad, Sor Isabel de
Villena, hija natural del famoso
estampa en Valencia, 1497, por Lope de Roca,
alemán.
Los diversos volúmenes del Cartujano de Montesino fueron varias veces por Juan Cromberger, 1537, 1543, ( 53 pero son raras todas estas ediciones, y las más veces se encuentran descabaladas, por el gran consumo que se hacía de ellas. La última que
reimpresos, casi siempre en Sevilla •544. '55'--)¡
Nicolás Antonio cita es de 1627.
1
1
,
CAPITULO XXII
59
guaje castizo español». Por algún tiempo sufrió todas
versiones totales ó parciales de
las
lengua vulgar, siendo recogida según hasta que volvió á imprimirla en
tuvo
el
1
Román de
lenguaje
el
de obras de piedad hizo Fr. Ambrosio, entre
La primera edición de
(1)
No
1512.
hemos
la
de 1535: Epístolas Según
i evágelios. /
Por
Castilla:
lud de las animas de fin):
Aquí
que
ellas
las
Meditaciones
segunda, también de Toledo, que es
todo el año có sus do trinas
y ser/nones. ¡ fray Ambrosio mon-
Muy li / mada y reducida a la very a la propiedad de los vo- / cabios del roobra muy catholicay de gran provecho y devoción para la sa- /
Por mandado
dadera intelligencia de
mdce de
Vallecillo,
Otras versiones
(i).
la reformación ¿interpretación que / desta obra hizo
tesino. [
(Al
sí la
expurgatorio,
y Evangelios se hizo en Toledo,
las Epístolas
pero
visto,
á
Sagrada Escritura en
las reglas del
585 Fr.
mal acuerdo de modernizar
la
común
suerte
la
se
del rey nuestro señor. las sentencias:
¡
los fieles
da fin á
dejesu christo. lmpressas Año
la interpretación
y
II.
D.XXXV.
declaración de las Epístolas
y
Evágelios de todo el año: según que la seta, madre yglesia los evágeliza por diversas partes del mudo: en iodos los domingos riales: assi del
y
fiestas:
y en
iodos los otros dias fe-
santo advenimiento del señor como de la quaresma
otros dias q tiene eplas y evágelios propios.
fuñios: có todos
los
y de
La
qual interpretado fué reformada y restau-
rada có grá diligencia y reduzida a la verdadera ppiedad del estilo, y de
E a la verdade? a y propia inlelligécia
todo este libro se cótiene: q eslava cia del auctor o
por
vicio
los
muy corruptas y
el
O
disformes.
por inadverten-
La qual reformado
reverendo señor padre fray Ambrosio montesino de la
fraxles menores: en el moneslerio de sant Juan de los Reyes de la
dicha orden en la imperial ciudad de Toledo. Por
muy poderoso Rey don Fernando nuestro veynte y siete dias de Otubre.
años.
los voca-
de las sentencias que en
defecto de los diversos impressores.
y
y correcció y emieda hizo orden de
de
sermones principales: catholicos: morales y muy devotos q a
cada domingo y fiesta pertenecen... blos castellanos.
todos los
Y del comñ de los santos: y de los
Fue impressa en
Año
mandado
señor...
del señor de mil
del
Acabóse
y quinientos
la imperial cibdad de Toledo en casa de
mas
catholico e
la presente
obra a
y treyntay cinco
Juan de
Villaqui-
rán y Juan de Ayala. Fol.
En la epístola prohemial dice Fr. Ambrosio: «La cual obra vuestra Alteza »mandó á mí su más leal y antiguo predicador y siervo reformar, restaurar y »reduzir á la verdadera interpretación é integridad della según el romance »
de
Castilla,
porque estaba muy corrompida, confusa é disforme:
así
por
la
impropiedad y torpedad de los vocablos que tenía, como por la confusión »y escuridad de las sentencias. La qual en algunos passos más parecía escrip»
>
tura de bárbaros
que de
»del autor, y parte por
la
fieles.
Lo qual pudo
ser parte por inadvertencia
negligencia y error de los impressores...
Yo he
HISTORIA DE
6o
U
POESÍA CASTELLANA
de
San Agustín, que quedaron
la
Inmaculada Concepción, para uso de
inéditas;
y compiló un Breviario de las religiosas
de su orden,
semana y algunos himnos. Sus obras poéticas están recogidas en un Cancionero, de que hay
con lecciones para todos
por
menos cuatro
lo
de 1508
»
mucho
(i).
los días
la
ediciones, todas ellas de Toledo, la primera
La mayor parte de
trabajado por
de
las
obras incluidas en esta colección,
quitándole todos los defectos que tenía, con
la limar,
»gran vigilancia y diligencia.» Yerran, pues, Jos que con Mayans creen trabajo exclusivo y personal de Ambrosio esta versión, de la cual fué corrector y no autor, como bien
Fr.
claramente se infiere de
Recogido
el libro
lo transcrito.
á consecuencia del índice Expurgatorio de Valdés de
no volvió á imprimirse hasta
1586,
índice de Quiroga. (Epístolas
y
después de alzada
Evangelios... Compuesto
Ambrosio Montesino... Agora nuevamente orde?i
y
estilo del missal,
R. P. fray Román de Officio en la villa de
La traducción la
rezo
Romano
Vallezillo,
Medina
por Francisco del Canto, Biblioteca de
y
visto
y
la
por
corregido,
de nuestro
muy
S.
1
559,
prohibición por el
el
muy R. P. fray
y puesto conforme al Por el muy
P. Pío V.
de la orden de San Benito y conmissario del Sto.
del
Campo y su
partido...
En Medina
Campo,
del
folio.)
inédita de las Meditaciones de San Agustín, se conserva en la
Historia (colección Salazar).
Cancionero de diversas obras de nuevo trobadas: todas compuestas: hechas y / dre fray Ambrosio Montesino de / la orden de los menores.
(1)
corregidas por el pa (Al
fin):
Aquí acaba
padre fray mismo reformé y corngié: estando ¡presente
el cancionero de todas las coplas del rever édo
Ambrosio montesino... Las guales
él
á
en la imperial ciudad de Tole-
esta impression que
fué fecha
mes de junio del año de nuestra reparado de Mili
— Toledo, por Juan cinco dias del
v
¡
do
de Villaquirán, impressor de libros. Acabosse
mes de Mayo, ano de mil
et quinientos
á XVJ
del
quinientos v ocho años.
y
á
veynte
y
veinte años.
— Toledo, en casa de Miguel de Eguia. Año de mily quinientos y veinte e — Toledo, por Juan de Ayala. Año de mil y quinientos y treyntay
siete años.
siete.
D. Justo Sancha hizo antología que con la Biblioteca
En
el
el
buen servicio de reimprimir esta obra en
título
de Rivadeneyra (tomo
el Bulle tin
la
curiosa
de Romancero y Cancionero Sagrados formó para 35).
du Bibliophile de Techener
(Paris, 1844, pp.
1157a 1161)
publicó A. Jubinal una noticia bibliográfica del Cancionero de Montesino (ed.
de
1527) y
de otros dos rarísimos
libros españoles conservados
blioteca-museo de Fabre (Montpellier). Notó acertadamente cias
las
en
de canciones populares, y íué el primero que transcribió íntegro la muerte del príncipe de Portugal.
mance de
la
Bi-
reminiscenel
ro-
CAPÍTULO XXII
6
I
fueron compuestas á instancias de los príncipes y de los más en-
cumbrados magnates de su tiempo, y ostentan en su principio
nombres de
la
Reina Católica, del rey D. Fernando, de
la
los
reina de
Doña María Pimentel, de
Portugal, de la duquesa del Infantado,
la
Condesa de Coruña, de Doña Guiomar de Castro, duquesa de Xájera,
de
los cardenales
Mendoza y Jiménez, de
de Doña Juana de Peralta,
la
marquesa de Moya,
Condestable de Navarra; de
hija del
la
condesa de Osorno, de Doña Mariana de Guevara, del prior de San Juan D. Alvaro de Zúñiga, de Doña Marina de Mendoza, y también
de algunas personas más humildes,
Todo ello prueba como autor de versos
la
sas.
predicador.
fueran »
Y
»
espirituales
que
ejercitados en el gusto
alta
que
autor alcanzaba
el
la
que tenía como
merecía, aunque sus propósitos literarios.
Escribía en verso «por-
las cosas divinas á los
que no están
y dulzor dellas, cuando se les da
debajo de alguna elegancia de prosa ó de metro de suave
»que cuando »tas
los participan
palabras». Sus
teológicas, fe
menos
la
que muchas veces saben mejor
»muy
monjas y damas piado-
general reputación que
devotos, no
en verdad que
más bien
frailes,
y de
más extensos poemas son exposiciones
aunque en
los
estilo,
por comunidad é llaneza de incompues-
estilo
muy
liso
y
llano,
de
los misterios
casi
de
la
pasos de mayor edificación en ambos Testamentos:
tractado del Santísimo Sacramento de la hostia consagrada: coplas
del misterio de la santa visitación que la Reina del Cielo hizo á Santa Isabel: de la
llevó
á
la
columna del Señor: tractado de
cumbre del Gólgota, que
es el
la vía
y penas que
Cristo
Monte Calvario: coplas del
árbol de la Cruz. Fr. Antonio Montesino no es propiamente un
poeta místico, sino un orador sagrado en forma poética, un expositor popular del
su ciencia tico, sino
al
dogma y de
alcance de las
la
moral
cristiana,
un teólogo que pone
muchedumbres con un
fin
no escolás-
de edificación práctica, valiéndose de aquellos símiles y
razonamientos que más derechamente podían herir
la inteligencia
enfervorizar la voluntad de sus oyentes. Por eso cae
y muchas veces
en prolijidad, y otras en familiaridad desmayada, y dejándose llevar
de su
fácil
vena, olvida
muchas veces dar color poético á sus
que corren con cierta
fluidez insípida.
no tiene
el
la elevación,
nervio y
el
versos,
Es indudable que esta poesía decoro que mostró luego
la
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
62
musa
religiosa en el siglo xvi; pero se
recomienda por su propia
y candorosa, por la ausencia de todo artificio y de toda reminiscencia literaria, por la absoluta y plena sinceridad de sentimiento que en ella rebosa. Aunque venido en época tan simplicidad agradable
adelantada y culta, Fr. Ambrosio Montesino parece un eco de los franciscanos del siglo
xm, y especialmente del Beato Jacopone de
Todi, cuyos Cantos Espirituales conocía seguramente se parece, sobre todo, en el enérgico realismo cas.
Así
le
vemos
(i),
y
intercalar en las Coplas de la Visitación de
Señora una doctrina y reprehensión de
las
á quien
de sus pinturas
satíri-
Nuestra
mujeres en sus tres estados
de doncellas, casadas y viudas, donde se leen rasgos tan expresivos
como
éstos:
E De
las
negras devociones
misas, ermitas, velas,
¿Qué son más sino ocasiones
De torpes delectaciones, Que es fruto de sus cautelas? Si hablasen los rincones,
Bien darían señas expresas,
Por dó van
Y
del
fin
Y Mas
devociones;
los
perdones
promesas.
la
Que por
A
las
de
viuda cejihecha calles se
derrama,
perderse va derecha,
Porque á todos da sospecha
De
Y
la
muerte de su fama.
Traen guantes engrasados perfumes encendidos,
Mas no cabellos mesados,
A
los
maridos pasados
Bien debidos. Otras hay de torzalejos
(i)
Sin duda en su original, puesto
que no fueron traducidos
al
castellano
hasta 1586:
Cantos Morales, Spirituales y Contemplativos. Compuestos por el Beato F. Jacopone de Jode, Frayle menor. Traduzidos nuevamente de vulgar Italiano en
//español (Lisboa, en casa de Francisco Correa, 1586).
CAPÍTULO XXII
Y
63
de tocas azufradas,
Que por
libros leen espejos,
Por curar defectos viejos
De
sus caras estragadas.
¡Qué deseos tan sobrados
Dar color á
los carrillos,
Que, después de arrebolados, Parecen perros asados,
Bermejuelos y
amarillos!...
Versos que involuntariamente traen á
món
memoria
el
célebre ser-
Umbría:
del penitente de la
O A
la
femine, guárdate
le mortal ferute,
Nelle vostre vedute Basilisco pórtate..,
La misma semejanza tumbres de las
monjas
con
la
y
el
y
fausto
menos
propia de un
fraile
pobreza:
Mas la
¡ay!
santa
que algunos prelados fe cristiana,
Tienen ya cuasi olvidados Estos puntos señalados
De
la
cruz que mejor sana;
Miremos
esta cadira
Entre nuestras presunciones,
Y
al
Señor que en
Sin rancores é sin
Entre
No
las cos-
á los prelados
opulencia mundana, y á quienes increpa
la cristiana libertad
De
de
regulares, sin perdonar á
lisonjeras, de entrincados apetitos, ni
que viven en con toda
se advierte en la reprehensión
los eclesiásticos seculares
ella expira, ira,
los tristes ladrones.
tienen guantes ni anillo
Las manos que nos formaron,
Mas clavos que con
martillo,
Que es lástima de decillo, En ti, árbol, se enclavaron.
menor, desposado
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
6+
Siguiendo, aunque de
de su maestro en
lejos, las huellas
la bellí-
sima canción, Dolce amor di povertade,
Quanto
hace Fr. Ambrosio
ti
deggiamo
la glorificación
amare!...
de
la
pobreza:
Pobreza es tesoro puro
Y gran
bien no conocido;
Es del Evangelio muro,
Y
recambio
Que da
Pero donde
la
más afortunada, tos
muy
seguro
reino prometido.
imitación de Jacopone es es
más
visible,
y también
en los pequeños diálogos de Navidad, compues-
probablemente para ser recitados ó cantados en conventos de
como sabemos que
monjas,
estas sencillas
él
en
la
metros del poeta
expresión infantil
italiano,
y pura
su alma: María.
;Si
dormís, esposo,
De mí más amado? Josef.
No, que de tu gloria Esto desvelado.
¿Quién puede dormir,
Oh
Reina del
cielo,
Viendo ya venir Angeles en vuelo ¡Ay! á te servir
Tendidos por suelo? María.
¿Qué habedes sentido
En noche Josef.
tan
fría?
Señora, sonido
De
Y
dulce armonía,
el aire
Gómez Manrique. En del pesebre, Fr. Ambro-
alguno de
lo fué
y afectuosas representaciones
sio imita hasta los
con
el
vestido
De tan claro día, Que hasta los abismos Se han alumbrado.
y
á veces se confunde
del regocijo
que inunda
CAPÍTULO XXII
A
María.
65
mi parescer,
Esposo
leal,
Ya quiere nascer El rey eternal;
Así debe
ser,
Pues que este portal Claro paraíso
Se nos ha tornado.
Fr.
Ambrosio Montesino, no
sólo participa
mucho
del carácter
de su orden y por la imitación deliberada que hace de los poetas franciscanos de Italia, sino por el gran popular por
las tradiciones
número de elementos, genuinamente
españoles, que
toma de
la
y música de nuestro pueblo. Y ésta es precisamente la parte más curiosa de su Cancionero. Casi todas las poesías breves que en poesía
él se hallan, se
nas,
escribieron para ser cantadas al son de otras profa-
que corrían entonces en boca de todo
del Nacimiento, hechas por
bían cantarse con
mandado de
mismo tono de
el
el
mundo. Las coplas
marquesa de Moya, de-
la
este villancico:
¿Quién os ha mal enojado,
Mi buen amor? ¿Quién os ha mal enojado?...
La lamentación sobre
Cristo atado á la columna:
¡Oh coluna de El dolor que en
Pilato! ti
sentí
Ha medio muerto á mi Madre, Que no tiene más de á mí... es
una trova ó parodia de este cantar, que también glosó Juan del
«.,.„*„ de Montanches,
Encina:
¡Oh
castillo
Por mi mal te conocí! ¡Cuitada de
Que no Por encargo de Juan Evangelista,
la
la
tiene
mi madre,
más de
á mí!
Reina Católica, compuso unas coplas de San
para cantar al son de
«
Aquel pastorrico, madre,
que no viene». Las del nacimiento de Cristo, compuestas por manMknbndkz t Pelayo. — Poesía
castellana. III.
5
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
66
damiento del provincial de San Francisco en losa, se
cantaban
al
tono de
La
con
el gallo
Zangorromango...
y otras que fuera
(i)
prolijo apuntar, repetían los sones
A la
Juan de To-
extravagante canción que principia:
la
zorrilla
Castilla, Fr.
de
puerta está Pelayo,
Y llora... Ya cantan los gallos, Buen Amor, y vete; Cata que amanece...
Nuevas Carillo,
(2)
te traigo,
de tu mal.
— Dámelas
hora, Pascual.
más celebrados de Juan del Encina. Cumplíase, pues, en las obras de Fr. Ambrosio Montesino aquel
este último
fenómeno
uno de
literario
los
que ya hemos reconocido como uno de
los prin-
cipales caracteres de la lírica de este tiempo: la transfusión de la
poesía popular en la artística.
nos
la
Y
más comprobación quisiéramos,
si
daría el hecho de figurar en
el
Cancionero del predicador
(1)
Núm. 442
(2)
Esta linda canción se encuentra íntegra en el Cancionero Musical de
del Cancionero Musical de Barbieri.
Barbieri (núm. 413) con
el
nombre
del músico Vilches,
tro voces el villancico popular:
Ya
cantan los gallos,
Buen Amor, y
vete:
Cata que amanece.
— Que canten los gallos, Yo ¿cómo me
iría,
Pues tengo en mis brazos
Lo que más
querría?
Antes moriría
Que de aquí me fuese, Aunque amaneciese.
— Deja
tal porfía,
Mi dulce amador, Que viene el albor, Esclarece
Pues
el
el día;
alegría
que armonizó
á cua-
CAPÍTULO XXII
de
los
largas,
67
Reyes Católicos, hasta ocho romances impresos en
como
forma: todos (á excepción de uno) de materia espiritual, del
lo
es el resto
la
poesía heroica
cisión enérgica, tón,
como
Cancionero; pero llenos de reminiscencias de
y saturados todavía de su espíritu. Por la conmás parece romance caballeresco del ciclo bre-
ó carolingio, que romance de
patriarca de su cisco,
líneas
versos de diez y seis sílabas, que fué su primitiva
Orden,
fraile,
compuesto en loor del
que Fr. Ambrosio hizo
el
por mandato del Cardenal Cisneros: Andábase San Francisco Por
montes apartado.
los
Usaba de duras peñas Por blanda cama y estrado.
De No
espinas y duras guijas
defendió calzado;
le
Sayal áspero vestía
Junto
cuerpo remendado.
al
Su oratorio fué
el
sereno,
El hielo más destemplado;
Y
sumirse por
la
nieve
Desnudo y aprisionado.
Por poco fenece, Cata que amanece.
— ¿Qué mejor Vitoria Darme puede amor, Que el bien y la gloria
Me
llame
al albor?
¡Dichoso amador
Quien no
se partiese
Aunque amaneciese! ¿Piensas, mi señor,
—
Que
só yo contenta?
¡Dios sabe
Que
el
dolor
se m'acrecienta!
Pues
la tal afrenta
A
se
mí
¡Vete,
me
ofrece,
que amanece!
á
San Fran-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
68
Silencio fué su lenguaje
Y
los
yermos su poblado;
Estregaba en
los zarzales
Su cuerpo muy delicado, Por tener dentro en
la
carne
Espíritu libertado.
Hay, además, un romance de carácter no devoto, sino históen este Cancionero: el de la muerte del príncipe de Por-
rico,
tugal
D. Alfonso, esposo de
sucumbió á
Católicos, el cual
una caída de
caballo,
cerca
hija
la
los diez
primogénita de los Reyes
y
seis
no es popular, merece serlo (y por eso en su colección), es el que comienza: si
Hablando estaba
En
años, en 1491, de
de Almeirín. Este romance, que
la
dio entrada
le
Duran
Reina
cosas bien de notar...
La rúbrica de este romance dice expresamente que le hizo Fray Ambrosio Montesino; pero un descubrimiento de estos últimos años puede hacer dudar que sea enteramente suyo. El eminente Gastón París publicó en el número tercero de la Romanía, tomándola de un manuscrito francés de
nima sobre ir
el
acompañada de
fin del siglo
xv, una canción anó-
asunto, que difiere en ser
mismo
estribillo;
pero en
la
mucho más breve
é
cual se conservan todos los
rasgos poéticos y populares del romance de Fr. Ambrosio, en general con las mismas palabras. He aquí la canción: ¡Ay, ay, ay,
qué fuertes penas!
¡Ay, ay, ay,
qué fuerte mal!
Hablando estaba
la
reina
-en
su palacio real
de Castilla,— princesa de Portugal; con grandes lloros llorar: Allí vino un caballero «Nuevas te traigo, señora, dolorosas de contar.
Con
la infanta
—
—
—
¡Ay!
no son de reino extraño;— de aquí son, de Portugal:
Vuestro príncipe, señora,— vuestro príncipe real Es caído de un caballo,— y Taima quiere á Dios dar; Si lo
queredes ver vivo— non querades de tardar. rey su padre— que quiere desesperar;
Allí está el
Lloran todas
las
mujeres— casadas y por
casar.
CAPÍTULO XXII
Cotejando este romance con
69
de Fr. Ambrosio (que va en
el
el
cuerpo de nuestra Antología), puede creerse, como creyó Gastón
que Montesino refundió y amplió
París,
la
canción popular, aña-
diendo ciertos pormenores históricos; ó bien preferir Milá,
del
que supone que algún juglar ó cantor del vulgo se apoderó
romance
zones,
si
y conservando tan sólo lo que otro sentir hay buenas ra-
del fraile, abreviándole
más popular. Para uno y
ofrecía carácter
más
opinión de
la
bien yo, salvo
respeto debido á mi maestro, encuentro
el
verisímil en este caso la opinión de Gastón París
(i).
Ni sólo por razones arqueológicas y de genealogía
recomendable
el
literaria es
Cancionero de Montesino, sino también por su
in-
trínseco valor poético, el cual no se manifiesta, á la verdad, en nin-
guna composición entera, como no sea de reluce á cada felices
que
carías,
y
el
momento en
se hallan en
las
versos y expresiones
muchas de
ellas.
más
breves; pero
y comparaciones
Se aparece
el
ángel á Za-
poeta escribe con íntima delicadeza:
Fué su voz tan pavorida, Que turbaba los oídos, Tan delgada y recogida, Cual no oyeron en su vida
Los (1)
En
el
nacidos...
mismo arTambién se han conservado popular portuguesa, como lo prueban estos
Cancionero de Resende hay varias poesías sobre este
gumento, entre
ellas
una de Alvaro de
vestigios de él en la tradición
Brito.
versos de un romance de las Islas Azores, publicados por Th. Braga:
Vosso marido e morto
Rebentou o
que corresponden
fel
no corpo
|
|
caiu
no
areal,
en duvida de escapar,
á los del romance:
Que cayó
de un mal caballo,
Corriendo en un arenal,
Do
yace casi defunto
Sin remedio de sanar.
(Vid. Cantos Populares do Archipelago Aforiano, publicados e annotados por
Theophilo Braga, Porto, 1869, pp. 328-331.)
Jorge Ferreira de Vasconcellos compuso un romance erudito sobre
mismo
asunto,
que
está en su
donda, cap. xlvi, y reproducido en (1869), págs. 49 á 53.
el
Memorial das Proesas da Segunda Tavola Rela
Pío/ esta de varios romances
de T. Braga
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
JO
Xo
intentaré ciertamente comparar
el
himno de
I\Ianzoni,
Tacita un giorno á no só qual pendice...
con
las
coplas de San Juan Bautista que hizo nuestro Fr. Ambrosio,
Con pasos
Pero á
la
Por
los valles
y
collados...
falta del arte exquisito
y
del admirable poder de conden-
sación lírica
guo
acelerados
Virgen preciosa
Iba
que
tiene el poeta
moderno, no puede negarse
cierto candoroso sentimiento
de
la situación,
cido por su lenguaje, que aquí no sólo es puro
jado y lozano:
La luz eterna más clara La esforzaba por de dentro. ¡Oh, bendito el Si
en
tal
que
hallara,
hora caminara,
Tal encuentro! ¡Oh, quién fuera pastorcico,
Que
te viera
y preguntara:
— -;Dónde vas, tesoro rico? Dímelo, yo te suplico.
Con
tan gloriosa cara!
¡Oh,
si la
Tú mi
vieras cuál iba,
alma, esta princesa
Por aquel recuesto Vieras en
ella
arriba!...
colores
Diversas en fermosura,
Y
del
mucho andar
Más que bálsamo
De
sudores,
ni flores
frescura...
Hacíala Dios un viento
Que entre los cedros rugía, Que le puso pensamiento No ser aire de elemento, Según su dulce armonía.
y
al anti-
fielmente tradu-
terso, sino regoci-
CAPITULO XXII
Fué
Fr.
Ambrosio Montesino
lica,
y por encargo suyo
leer
en su vida
simpático su
de
los
pular;
(i).
y
poeta favorito de
el
la
escribió los últimos versos
Reina Cató-
que
pudo
ella
Esta razón, sin tantas otras, bastaría para hacer
nombre en
de
la historia
primeros en infundir si
71
la literatura castellana.
sentimiento místico en
el
pecó á veces por excesiva llaneza
aventajaron luego en perfección técnica, pocos
miento fresco y en ingenuidad primitiva
(2).
la
familiar, le
Fué
poesía po-
y muchos
ganaron en
le
senti-
Ni dejó de poner en
sus versos, con ser de materia tan ascética, algún recuerdo de la
vida de su tiempo, que interesa más por
(1) bel,
lo
inesperado.
No
sólo
Estas coplas hizo fray Ambrosio Montesino, por mandado de la reina Isa-
estando su Alteza en el fin de su enfermedad.
(2)
Véase
esta risueña tabla del Nacimiento,
restaurar, suprimiendo
muchos versos Su velo
le
que levemente me permito
inútiles para el sentido:
puso encima
Al Niño por ornamento,
Y
á los pechos se le arrima,
Abrigándose del viento,
Y
quedó
De
la
el
cabello exento
Virgen
muy
Al sereno está
Con
No
se lava ni se peina,
Como
hizo Dios otra
Mas
Virgen, madre prudente,
No
sabe
como como
A Y Y
engastado-
ella es
de verlo diferente,
de otros niños mudable,
La
O
tal:
perla oriental
Dios en
Si
Reina
aire todo real;
Mas no
Y
dorado...
la
los
cómo
le hable,
á Dios perdurable, á niño empañado.
mares embravece,
turbaba todo Kgipto, está aquí que
no parece
Sino armiño ó corderilo,
La teta mirando en hito, Mas tal leche había probadoDe coronas muda sillas, Mil reinos tiene en su seno,
Y
apenas tiene mantillas,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
72
menciona, como era justo,
San Juan de
los
ros claustrales, sino
á los que Indias,
fundación del glorioso monasterio de
la
Reyes, «.obra decora», en que
que alude con
comenzaban
él
fué
uno de
los
prime-
vaguedad y misterio
lírico
á volver de las tierras incógnitas halladas en
y nos da razón de
bridores.
cierta
curiosidad con que se recibía álos descu-
la
l os hombres que navegando muy remotas,
Hallan tierras
Cuando vuelven, que
es ya
cuando
Los estamos esperando
En el puerto con sus flotas, Que nos digan les pedimos Las novedades que vieron;
Y si algo nuevo oímos, Más velamos que dormimos Por saber lo que supieron...
No
fueron éstos los únicos cultivadores de
la
poesía religiosa en
Al mismo género pertenece
el
Cancionero de Juan
aquel reinado
(i).
Y
por oro viste heno:
Yo
quisiera, Infante bueno,
Ser
el
barro de tu estrado.
Con
cien mil greñas aliña
Cuando
despierta del sueño;
Jaspe ni dorada pina
Con
él
son valor pequeño,
Según que lindo y risueño Está en los pechos turbado...
Ya
los toma,
ya los deja
Los pechos con gestos
bellos;
Ya se ase á la madeja Que su madre ha de cabellos; Gorjea y
estira dellos
Como ruiseñor en pradoComo recrea el abeja En frutal bordado en flores, Que de mil formas volteja Por hacer miel y dulzores, El Niño destos temores
Con (i)
Por
el
nombre de
la teta está ocupado...
su autor, que fué uno de los
más
insignes hebrai-
zantes del siglo xvi, y uno de los principales colaboradores de
la
Poliglo-
CAPITULO XXII
de Luzón, impreso en Zaragoza,
1
73
508. Era su autor criado de
Doña
Juana de Aragón, duquesa de Frías y condesa de Haro: es cuanto
sabemos de su persona. Su apellido induce á tenerle por madrileño; pero Gallardo nota en sus versos algunos galicismos, que más bien
parecen catalanismos, por ejemplo realme. Ocupa del
que
volumen un largo poema el
la
didáctico, en coplas de arte mayor,
autor llama Epilogación de la
virtudes cardinales, contra los vicios
Moral Philosophía sobre
y
quinta de
la
de
la
Prudencia,
la
las
pecados, dividido en cinco
partes: la primera trata de la virtud en general, la Justicia, la tercera
mayor parte
cuarta de
segunda de
la
la
Fortaleza, la
Temperancia ó Templanza. Ca'da copla va seguida de
un difuso comentario en prosa que nada de particular enseña, aunque algunas veces alude á personajes y sucesos contemporáneos, la conquista de Ñapóles por el Gran Capitán. Completan el
como
volumen
que están trovadas
varias coplas de arte menor, en
contemplaciones de San Bernardo sobre salmos Miserere y
De profundis,
hizo el Obispo de Valencia;
el
la
conforme á
cántico
las
Pasión: paráfrasis de los la
glosa que sobre
¡Oh gloriosa domina! y
ellos
otros
versos de devoción, entre ellos los Gozos del nacimiento de San
Juan Bautista: en todo 397 coplas de arte mayor, y 225 de arte menor. En el Miserere y el De Profundis, va engastado en la glosa castellana el texto latino del Salmo, en esta forma:
ta,
debe hacerse mención del Tratado de
loor de virtudes en metro castellano,
compuesto por Alfonso de Zamora, regente en la Universidad de Alcalá (Alcalá
de Henares, por Miguel de Eguía, á XXIII días de Enero de mil y quinientos y XXV), un tomito en 12. de 83 hojas sin foliar. Hay también una edición ,
del año anterior, la cual se describe en el Registrum
de D. Fernando Colón.
Está escrito en versos cortos, y dividido en tres partes, de las cuales la primera trata de la brevedad de la vida y desús trabajos, y de los provechos
de
la ciencia; la
segunda de
los siete
pecados mortales, y
la
tercera de doc-
trinas generales.
A
este libro (que recuerda
refiere
mucho
los Consejos del
Rabí Don
Sem Tob)
Gonzalo Fernández de Oviedo en sus Quincuagenas, cuando
dice:
se
«Un
mundo impreso de sentencias y doctrinas de la Sagrada breve y que cuesta pocos dineros, y de mucho provecho y utilidad »cathólica, el qual está en versos castellanos, y le compuso el docto maestro
»librico anda por ese «escritura,
»
Alouso de Zamora, rigente en
la
Universidad de Alcalá de Henares.»
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
74
Miserere mel, Dios mío,
me
Pues
por tuyo,
criaste
Y aunque
de
lejos
huyo,
ti
Perdona mi desvarío, Perdona mi gran pecado,
Perdona mis malas obras, Perdona en males mis sobras,
Y en bienes lo que he faltado... De profundís anegado En el hondo de los males, De los pecados mortales
Y
no de
Porque
los veniales,
se pasan á nado,
Clamavi he suplicado,
Ad te
sólo en quien espero...
Luzón era ingenio de poca ó ninguna fantasía, y escribió más por ejercicio de piedad que de literatura. Sus propósitos de moralista cristiano los declara
»que más
conozca y
lea,
se
»marla en romance »
mismo en
él
use
la
y trobarla por metro, porque memoria, como quier quel arte de tro-
»bar está ya tan disfamado por
mal usan
»
nidos
»
viveza»
(i)
pero también
por locos,
sdellos es
mala intención de
la
que no solamente todos
della,
«Por-
quise su
filosofía)
castellano...
mejor se guarde en
»
la dedicatoria:
moral
(la
los
misma
la
ya profanada, siendo de suyo
que
los
trovadores son te-
por
arte
culpa
la
de mucho ingenio y
(i).
Cancionero de
Iuá de Luzon.
¡
\
Epilogación de la
Moral Philosophia:
\
sobre las virtudes cardinales: contra los vicios y pecados mortales: proveída có
razones y auctoridades divinas glosada en
lo necessario:
san Bernardo riosa do-
(Al
/
fin):
so-
/
y humanas y
có exemplos anli-
aprovada por muchos theologos: có
bre la pasión: el
Salmo Mise-
'
j
rere, de
guosy psentes:
las cóteplaciones de
profun-
¡
dis, o glo~
mina...
Acabada fue toda
la psente
obra
el postrero día d'l
mil quinientos y seys años: en la ciudad de Burende los muy altos
muy
\
mes
¡
de Julio: de
gos cabe c a de Castilla.
poderosos y esclarecidos Principes, reyes y
señor rey don Felipe y la señora rey na doña Juana nuestros seño-
/
/
Estando
señores el res.
/
Y fué
hecha y glosada por luán de luzón, criado d la muy ¡ excelcte y muy catholica señora la señora doña Juana Daragon, duquesa de Frías, condesa de hato... -1
Y fue
imprimida
¡
por industria de Jorge Cocí Alemán en la muy noble
ciu-
CAPITULO XXII
Quizá debamos añadir
tiempo
el
al
75
catálogo de poetas espirituales de este
nombre venerable
del primer arzobispo de Granada, va-
rón verdaderamente apostólico, Fr. Hernando de Talavera,
como
suya,
afirma Fr. Juan de Pineda en su libro de
la
a
parte, diálogo trigésimoprimo, Salamanca,
cierta obra docta
devota sobre la salutación angélica, que
ra Cristiana
inserta,
y
(2.
y
y también en
otro libro del
mismo
excelencias maravillosas del glorioso
se
Vida
Baptista (Barce-
de este piadoso fragmento no
lona, 1596). El estilo
1589)» allí
P. Pineda, titulado
San Juan
es
si
Agricultu-
difiere
mucho
Ambrosio Montesino, y pertenece manifiestamente á la época de Talavera, del cual sabemos, por su más antiguo biógra-
del de Fr.
que «en lugar de responsos, hazia cantar algunas coplas de-
fo (i),
»votissimas, correspondientes á las liciones.
»santo varón á
gente á los maytines
la
De
como
esta
manera
á la misa. Otras veces
»fazia hazer algunas devotas representaciones, tan devotas,
»más duros que piedras
No
faltó
los
atraía el
que eran
que no echavan lágrimas de devoción.»
quien dijese que esto era «mudar
la
universal costumbre de
y que era cosa nueva decirse én la iglesia cosa en lengua y murmuraban dello fasta decir que era cosa supersticiosa»; pero aquel santo varón, que veía el fruto que por tales me-
»la Iglesia,
^castellana;
dios iba logrando cada día en la conversión
de judíos y moros,
«tuvo estos ladridos por picaduras de moscas y por saetas echadas »por manos de niños» (2).
dad
i
ntetos
de Carago ca:
y
última, (1)
ocho. 4.
y
acabóse
á xij días
del mes de Octubre del
¡
año d' mili qui-
gótico con signaturas a-n, todas de ocho hojas,
menos
la
que tiene cuatro. El autor de
la
Breve suma de la santa vida del reverendísimo y bienaven-
turado don Fr. Hernando de Talavera, contenida en el
Academia de
la
Historia
donde están
los versos
mismo códice de
la
de Álvarez Gato.
¿Tendrá algo que ver con estas coplas y representaciones devotas, (2) compuestas ó mandadas componer por Fr. Hernando de Talavera, el rarísimo libro siguiente, que sólo conocemos por las sucintas noticias que dan de él
Salva y los traductores de Ticknor?
— Cancionero Espiritual,
en el qual se tratan muchas y
muy
excelentes obras
sobre la concepción de la glorio sis sima Virgen nuestra señora Sánela A/aria y de ¿as tetras de su nombre, con
y assi mesmo
se tratan
un passo del
muy
nascimiento,
y otras muchas cosas en su
loor.
excelentes maravillas de la pasión de xpto.y del com-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
j6
bale del corazón espiritual
Hecho por (Al la
muy
u?i religioso
fin):
Fué
del ansia del
y
villosos dichos y canciones del
mundo
vueltas
amor de á
Y oíros
Dios.
lo divino, todo
muy mara-
en metros diferentes.
de la orden del bienaventurado Satit Hieronimo.
impressa la presente obra intitulada Cancionero espiritual, en
noble villa de Valladolid, en casa del honrrado varón
Juan
de Villaquirán,
impressor d costa y tnissió?i del auctor. Acabóse d quatro días de hebrero de mil quinientos y
XLIX años.
Parece que
la
composición más larga del tomo es una disputa alegórica, en
quintillas dobles,
con este
título:
introduzen seys capitanes que
le
dado, Te?nor, Dolor y Passion.
Nacimiento, todo ello en del xvi,
y
gótico, á dos columnas, 56 hojas.
4.
el
Obra llamada combate
del corazón, en que se
guerrean y fatigan, que son Ansia, Tristeza, Cui-
Hay también
villancicos,
y un paso ó égloga
al
gusto de fines del siglo xv ó de los primeros años
más bien que de la fecha bastante adelantada en que se imprimió el linombre por esta consideración que en el prólogo expo-
bro. El autor ocultó su ne:
«Porque
casi los
más de los que han cursado
>á motivos profanos y
amores no
castos,
este arte se han
encaminado
y aun también porque viendo
las
per-
»sonas nobles y de calidad (que tan aficionadas fueron antes á metrificar) que >cada persona baxa se ponia á hacer coplas, y muchas de ellas torpes, las de-
»xaron ellos de hacer, paresciéndoles derogarse su autoridad; y
assi les
ha
»acaescido á este exercicio lo que algún tiempo acaesció á los trajes, que »
viendo
los señores ataviarse
de sedas
los
muy baxos populares, comenzaron
y de poco precio.» No afirmaré que este monje Jerónimo, de quien nada dice Fr. José de Sigüenza en la Historia de su orden, sea el mismo Fr. Hernando de Talavera, sellos á se vestir
pero á
lo
de paños
viles
menos debe tenérsele por imitador suyo.
xxm
capitulo
poemas dantescos y alegóricos durante el reinado de los
[los
JUAN DE PADILLA (n. I468); SUS OBRAS; EL RetaVida de Cristo; Los doce triunfos de los doce apóstoles;
REYES CATÓLICOS. blo de la
COMPLICADA URDIMBRE DE ESTE POEMA) LA IMITACIÓN DE DANTE; CA-
RÁCTER NACIONAL DE LA OBRA LA DICCIÓN POÉTICA DE PADILLA; IMI(el autor del Libro de la Celestial Jerarquía). ;
TADORES de éste
JUAN DE- NARVÁEZ.
DIEGO GUILLEN DE ÁVILA.
— histórico. —
LA Historia Pat'tke-
nopea del sevillano alonso Hernández; su interés
otros versificadores de asuntos históricos].
Continuaron en este reinado escribiéndose largos poemas dantescos
y
alegóricos,
fano, en el
ya de materia sagrada, ya de tema
metro y
estilo
de
historial pro-
de Juan de Mena. El
las Trescientas,
poeta que á todos se aventajó en este orden, llegando á colocarse entre los
más
felices
Padilla, nacido ría
^
de
las
imitadores de Dante, fué
en 1468, monje profeso en
Cuevas
(i),
el sevillano
sentía tan
el
embebecido
Mirando sus cosas de gran maravilla,
Como
en
el
templo de nuestra Sevilla
El rústico simple que nunca
O como
la vido;
cualquiera de Francia venido
Mirando en Las Cuevas
la
nave ya
surta,
De sobre las torres y mesa de murta, Donde yo hice primero mi nido. (Retablo de la vida de Cristo, cántico
¿No sabes, Señor,
A
lo
Juan de
Cartuja de Santa
y generalmente conocido por
Yo me
'
la
que tengo ofrecido
Christo de quien la su vida preciosa
.•.";
Ma-
sobrenombre
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
78
que usa en sus
del Cartujano, único
escritos,
si
bien, al fin del
Retablo de la vida de Cristo, pone en un acróstico su nombre
y
apellido en esta forma:
Don
religioso la regla rae puso,
Jurado con voto canónico puro; ^4«te su vista
De
la
me
hallo seguro
mundo
tormenta del
confuso.
Carece por ende mi nombre recluso,
Digno
lector, si lo vas inquiriendo;
Llama,
si
En
sus mocedades,
mi nombre diciendo:
quieres,
Monje Cartujo
la
obra compuso.
y antes de entrar en religión tan austera, hamusas profanas, de lo cual más tarde
bía cultivado el trato de las
mostró arrepentirse en estos versos del Retablo: Deja por ende
De
las falsas ficciones
los antiguos gentiles selvajes,
Las quales son unos mortales potajes Cubiertos con altos y dulces sermones:
Sus fábulas
falsas y sus opiniones Pintamos en tiempo de la juventud;
Agora mirando
la
suma virtud
Conozco que matan á
los corazones.
Consta, en efecto, que en 1493 había dado á luz en Sevilla un
poema de
ciento cincuenta coplas de arte mayor, con el título del
Laberinto del Marqués de Cádiz (seguramente á imitación del Laberinto
de Juan de Mena), obra que, dados
autor y
el
los alientos poéticos del
interés histórico de su héroe, en quien se cifra la
mayor pudo
gloria de la caballería española durante la guerra de Granada, ser de
grande importancia. Pero este poema parece irrevocable-
mente perdido, pues aunque
se
conocen
queda una pequeña descripción de fuerzo de los
más doctos
bibliófilos
la
fecha
y
el
impresor, y
lo material del libro,
todo
Canté con mi lengua mortal y penosa
En una gran Cueva Aunque de
el
es-
para llegar á ver un ejemplar, ha
feroz escondido,
afuera se muestra graciosa? (Los Dcce Triunfos, triunfo primero, cap.
II.)
CAPITULO XXIII resultado hasta ahora infructuoso
poemas
tujano por dos
vida de Cristo
blo de la
Miguel Denis, en
(1)
el
religiosos, (2)
dice:
La?
ciento
muy
de
desigual mérito,
Car-
al el
Reta-
los doce apóstoles.
suplemento á Maitaire, hace de este libro el P.
— El Laberinto del Duque de 2,
Sólo podemos juzgar
(i).
y Los doce triunfos de
guiente descripción, que copia
Pág.
79
la si-
Méndez en su Tipografía Española:
Cádiz D. Rodrigo Po7ice de León.
y cincuenta
del Laberinto, compuestas por
fray Juan
de Padilla, cartuxo, antes que religioso fuese.
Dedicado á Doña Beatriz Pacheco, duquesa de Arcos. (Al
fin):
Aquí
se
acaban las ciento y cincuenta coplas por fray Jua?i de Padilla,
carluxo profeso de las Cuebas de Sevilla. Impresas en Sevilla en quatrocientos e noventa y tres, por 4.°,
Meinardo Ungtd
á dos columnas, 16 hojas en letra de
Del Retablo de
(2)
e
el
año de mili
e
Lanzalao Polono.
tortis.
por
la vida de Cristo hay,
lo
menos,
edi-
las siguientes
ciones:
— Retablo (Al
fin):
d' l
cartuxo sobre la vida
Acabo
se d'
componer
d'
nró redéptór jesu xpó.
el retablo... jueves
a xxiiij dias de deziebre:
lia d' la
natividad de nró Señor: cóplidos los años de mili
bileo de
roma. Fue empmido en la muy noble
Cromberger alemán, a mili y qniétos
y
iiij
muy
e
dias del ?nes de margo.
dezisexs. Folio, á
qnientos.
e
Año
vigi-
delju-
leal cibdad de Sevilla,
Año
por
de nr salvador jesuxpo deó
dos columnas, letra de
tortis,
con grabados
intercalados en el texto, y una lámina grande después del colofón.
Esta es indisputablemente
la
primera edición, y está descrita en
la Tipo-
grafía Hispalense de D. Francisco Escudero y Perosso (Madrid, 1894), nú-
mero 188, con presencia de un ejemplar que existía en — Una de Sevilla, 15 18, citada por Nicolás Antonio.
— Retablo d la vida de christo fecho en metro por 1
ten
la
biblioteca de Uclés.
devoto frayle de la
Car-
tuxa, 1529. (Al
fin):
vicbre, ras.
76
año
Acabosse la presente d'
fojas.
mili
v
Quietos
obra... en
Alcalá de Henares a ocho dias
y XXIX. Folio
(Edición descrita por Brunet
Nacional de París. Falta en
la
d'
no-
gótico, á dos columnas, con figu-
como
Tipografía
existente en
la
Biblioteca
Complutense del Sr. Catalina y
García.)
— Toledo,
por Juan de Ayala, 1565. (Al
fin,
1559.) Descrita
por Gallardo.
— Sevilla,
—
por Juan Várela, 1530. Citada por N. Antonio y Brunet. Retablo de la vida de Christo hecha en metro por el devoto padre don Juan de
Padilla monje Cartuxo. Impresso con licencia en Toledo. Por Francisco Guzmán,
año de 1570. Tiene, como todas
las restantes,
grabados en madera. El ejem-
de 1567, que será la verdadera de la libro no circulase hasta después de 1569, que es la fe-
plar visto por Salva tenía al fin la fecha
impresión, aunque
cha del privilegio.
el
(Sigue la nota.)
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
8o
La fortuna de cada uno de
poemas ha estado en razón inversa
estos
de su valor intrínseco; y mientras
mayor excelen-
Retablo, por la
el
de su asunto, llegaba á ser libro popular y era reproducido en
cia
— Alcalá de Henares, por descrita
Sebastián Martínez, 1577. La tuvo Salva, y está
minuciosamente en su Catálogo.
—Valladolid,
1582, en casa
de Diego Fernández de Córdoba.
—Toledo, por Pedro López de Haro, su Romancero y Cancionero Sagrados.
— Toledo, por Pedro Rodríguez,
por D. Justo Sancha en
1585. Citada
1593.
—Alcalá, por Sebastián Martínez, 1593. — Alcalá de Henares,
en casa de
Edición de aspecto popular, y en
Juan Gradan,
muy
q?¿e
sea en gloria.
Año 1605.
mal papel, con toscas viñetas graba-
das en madera.
— Retrato
de la vida de Cristo. Edición popular del siglo pasado, en
(sic¡
auna Pasión en quin-
Valladolid, casa de la viuda é hijos de Santander; unida
que es
tillas,
de Diego de San Pedro, adicionada por
la
— Edición fragmentaria de Londres, Los Doce Triunfos, que
por
1841,
el
el
Bachiller Burgos.
canónigo Riego,
al fin
de
citaré después.
La
Salva describe un rarísimo librito que lleva por título
Bendita Señora María Virgen, emperatriz de
los cielos,
Vida de Nuestra
en la qual también se con-
y muerte de Nuestro Dios y Salvador Jesu ChrisObra de Julio Pontana, pintor y vezino de la muy noble ciudad de Verona.
tienen el Nascimievto, Passion to...
Con algunos los
versos, hechos parte
por un
devoto cartuxano,
Cerros de Trenio. Sin lugar (¿Venecia?) apud
láminas
muy
bien grabadas
tomados
sos explicativos,
al
la
Lucam
agua fuerte, que llevan en
mayor parte de
y parte por Jusepede
Guarino, 1569. Son 40 la
parte inferior ver-
de nuestro
ellos del Retablo
autor.
Con
esta abundancia de ediciones del Retablo, contrasta
de Los Doce Triunfos, pues sólo se pueden
citar tres; y
la
escasez de
aun una de
las
ellas es
dudosa.
— Los doze sed
María
triüphos de los doze Apostóles: fechos por el cartuxaiio: ffesso en
a" las
Cuevas en
Sevilla.
donde en doce nichos están lorada, lo
mismo que
los
el título.
Có previlegio. El
frontis figura
un retablo,
doce apóstoles con sus nombres en letra coAl dorso
la
cabeza de San Juan Bautista.
Hay
entre las hojas de principios otras dos láminas, una del cielo estrellado y otra del signo de Aries. (Al
fin):
Aquí
se
La obra comienza en
acaba
el iriüpho de
la
séptima hoja.
Sant Mathias
apóstol:
y
postrero de los
doze triüfos. Acabóse la obra de cdponer domingo en xiiij de Febrero de mili y quinientos xviij años d:a de sant Valentino martyr.
Fue impremida en
y muy
V días
leal cibdad de Sevilla,
por Juan Várela a
de nró. Salvador de mili y quintetos y
XXI
d' l
la
muy
noble
mes de Octubre: año
años. Folio gótico, 6 hojas prelimi-
.
CAPITULO XXIII
numerosas ediciones hasta
y aun en tiempos próximos que son incomparablemente superio-
siglo xvn,
el
á nosotros; Los doce triunfos,
quizá no fueron reimpresos
res,
y eran una de
tos años,
las
ni
una vez sola en más de trescien-
mayores rarezas
Homero y Dante cido en
los
que
le
Al
folios.
la crítica
se advierte
fin
lite-
han perjudicado más que favoredesapasionada. Con más acierto
y templanza D. Luis Usoz y Río se limitó á decir nares y 62
de la
sacó del olvido
autor con los disparatados calificativos de
al
español,
estimación de
la
bibliográficas
Riego
ratura española, hasta que el canónigo
en 1842, abrumando
81
que
que «ninguna
(i)
cesta divina y apostólica obra fué
muy
¡>diligentemente vista y aprobada por los reverendos señores Martín Nava-
rro, canónigo en >en
la
Sancta iglesia de Sevilla, y Sebastian Monzón, racionero
la
misma Sancta
iglesia,
»presencia del autor de
— Edición de
dignísimos maestros en artes y sacra theologia, en obra.»
la
La Serna Santander, pero no
1529, citada por
vista
por nin-
gún otro bibliógrafo.
— Los
doze triumphos de los doze Apostóles, fechos por el Cartuxano: professo
en Slá.
María
Dante
español).
por más de
Poema
de las Cuevas en Sevilla.
Lo saca á
heroico cristiano (del
Homero y
luz de las tinieblas del olvido en que estaba sepultado
trescientos años, fiel y
hoy existe en la Librería del
cuidadosamente trasladado de un Exemplar que
Museo Británico: y que antes pertenecióy aun ahora,
debiera pertenecer, á no habérsele privado de él malamente, al Editor de esta Di-
vina y Apostólica obra
Don Miguel
de Oviedo. Londres, im-
del Riego: canónigo
preso por D. Carlos Wood, JS41
El bibliófilo que dirigió esta curiosa reimpresión, y cuyo extraño gusto
bien puede comprenderse po.
la
portada, fué
del Riego, emigrado en Londres,
nocido rió
él
mismo por
en su casa y
Al
fin
le
la
hermano
el
canónigo asturiano D. Miguel
del célebre D. Rafael, y
Hugo
grande amistad que tuvo con
Foseólo,
muy
co-
que mu-
legó sus manuscritos.
de Los Doce Triunfos puso extractos considerables del Retablo de
la
vida de Cristo.
Entre la
los
pocos críticos españoles que han tratado del Cartujano, dándole
estimación debida, figura en primer termino
en su juventud iniciaba
en
la
el
Floresta Andaluza, revista de Sevilla
drid (1844), y en
la
siglo
XV de
(i
En
el
prólogo
Men£ndkz
84
1
á 1842), en
el
tomo
1
R. Foulché-Delbosc (tomo xix de
Autores Españoles). [A. (1)
los Ríos,
que ya
El
Tiempo, de Ma-
Revista Literaria del Español (1845).
[Véanse también Los doze Triumphos en no del
Amador de
estudio de este poeta en varios artículos publicados
al
del Cancionero castellala
Nueva
Biblioteca de
/?.)].
Cancionero de Burlas.
y PbIiAyo.— Poesía castellana.
I
tí.
6
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
82
nación en
1
52 1 puede presentar tan buen discípulo de Dante
es el Cartujanos]
queña
gloria para
Ambos poemas como
las
á nuestro juicio, esta es
y
Juan de Padilla
que esto pueda
de Juan de Mena; pero todos
los versos
que se advierta en
ca, al parecer sistemática,
que hay en
de esta semejanza de forma,
profundamente entre la
verdad,
el
decirse.
mayor
son rigurosamen-
ellos la irregularidad métri-
Pero, fuera
las Trescientas.
Retablo y Los doce triunfos difieren
en todo
sí
como
y no es pe-
están compuestos en estancias de arte
te dodecasílabos, sin
de
el
la
lo
que pertenece
al
plan
y
composición. El del Retablo, obra más piadosa que
es sencillo por todo extremo, rigurosamente narrativo,
artificio
literaria,
sin
mezcla
de alegoría, ni simbolismo. El autor, aludiendo claramente á Juan
de Mena, manifiesta su propósito de no
empleo de
la
mitología y de
la
imitarle, sobre
todo en
el
historia profana:
Aquí no pintamos
las vueltas
humanas,
cómo las vuelve la triste fortuna, Ni cómo se mueven los cielos y luna, Ni
Ni sus influencias enfermas y sanas: Callo las cosas del
Dejo
los
Repruebo
Y las
mundo
los
hechos de Palas y Marte
opiniones de gentes profanas.
Huyan, por ende,
Á
las Estigias
En
livianas,
hechos romanos aparte,
nuestro divino
Las tienen
las
musas dañadas
do reina Plutón;
muy
los santos
alto
por
sermón
muy
reprobadas.
Aquí celebramos las cosas sagradas, La vida de Cristo con su nacimiento, Sus llagas y muerte, pasión y tormento,
Con todas El asunto del
poema
sus cosas
muy
es la vida
los cuatro Evangelios, sin
bien memoradas.
de Cristo, conforme
al
texto de
ninguna especie de adición apócrifa ni
circunstancia que no esté contenida en
el
Sagrado Texto. Así
lo
preámbulo y así se cumple en el libro: «Comienza la »vida de Cristo, compuesta por un religioso monje de la orden de
anuncia
el
»la Cartuja
en versos castellanos, ó coplas de arte mayor, á causa
CAPÍTULO XXHI
»que mejor sea
turalmente »vide toda
»blo de
porque, según
sentencia de Aristóteles, na-
la
hombre en
verso y música. El qual di-
el
obra en quatro Tablas, porque su intención
la
aparece en
leída;
se deleita el
83
segundo cántico de
el
la
no apócrifas
las historias
jare Iglesia alas
las tiene,
y
Y
«salvo por cánticos...
La primera
y
tabla
allí
y ha de venir á juzgar á la
la
santa
no por
hasta
La
ma-
capítulos,
el
domingo "de
tercera hasta
los vivos
«Los lectores paren mientes, quando vieren ó doctor, señalado en
como
comienza del principio has-
»Lázaro, que se llama Dominica in Passione.
afeta,
por orden po-
doctores, que van por
las Tablas,
bautismo de Cristo. La segunda, de
»subió á los Cielos,
así
ni falsas, salvo
los santos profetas
márgenes puestos. Van divididas
»ta el
según
vida de Cristo nuestro Redentor. Las quales quatro ta-
la
ablas corresponden á los quatro Evangelios.
smiendo
es,
primera tabla, hacer un Reta-
y
los
que
muertos.
evangelista, ó pro-
el
margen, porque en derecho del ver-
aso do está señalado, comienza á decir su dicho, hasta que viene aotro siguiente; así van todos por orden.
Quando
el
quiera que algu-
anos doctores no tuvieren señalados sus originales ó libros, hase de
^entender que
lo
dicen sobre
el
texto Evangélico, en exposiciones,
Thomás en su Catemás que otro ninguno
^homilías, sermones ó postillas; así hace Santo aría
áurea, y Lodulpho Cartujano,
«compiló
muy
ael Concilio
altamente
el
qual
vida de Cristo, según fué aprobado en
la
de Basilea. Estos doctores han sido
»autor en esta obra; quando
él
muy
familiares al
pusiese con ellos el cornadillo de su
Y pro-
apobreza, no pone su nombre, salvo este nombre: autor...
testa de no poner historias de gentiles paganos, salvo algunas que
amucho
hiciesen
aponer entre
al
asalvo las verdaderas
«nuevo.
Y
caso y fuesen verdaderas. Cosa temorizada es
las historias
de Cristo historias reprobadas y
y aprobadas que
tiene el
Testamento
nota que no tan solamente aquí se describe
«Cristo, pero la
la
falsas,
viejo
y
vida de
de Nuestra Señora y de San Juan Bautista, padre
agracioso de los Cartujos.»
Esta clarísima exposición hecha por
de
insistir
sobre
el
contenido de
ga serie de poemas sobre
la
la
el
obra,
autor
que es
mismo nos excusa uno más en la lar-
vida del Redentor, iniciada en
por nuestro español Juvenco, á quien se parece
el
el siglo iv
autor del
84
-
HISTORIA' DE LA POESÍA
CASTELLANA
Retablo hasta en haber dividido su obra en cuatro libros, aunque
en Juvenco
ni
en
ni
corresponda cada uno de ellos á
Padilla
un Evangelio, puesto que
narración va seguida y hecha siem-
la
pre con presencia de los cuatro: Así
Y
ele
como
salen del huerto primero
su fontana de gran perfección,
Los quatro conductos Phisón y Gion, Eufrates y Tigris, de curso ligero; Así de
fuente de Dios verdadero
la
Saco mis tablas por cuatro canales,
Que son
los
conductos evangelicales,
Según adelante mejor
La la
parte original del autor, que
nota indicada, es
nes
y
á
tal
muy
lo profiero.
cuida de advertir siempre con
él
pequeña: se reduce á algunas comparacio-
cual sentencia.
Al
de cada uno de
fin
una oración en versos octosílabos, y á veces, en solemnes y dolorosos de sa,
que
la
ticos
momentos más
los
mucho más
de Los Doce Triunfos; son raros en
que dan tan especial color
al estilo
él los
llano
muchos
del segundo de estos poe-
la patética sencillez y la fuerque pueden dar muestra estas
pasajes, de
octavas, tomadas del cuadro de la Crucifixión:
Ya comenzaba Hacer
Señor dolorido
el
las señales del
último punto;
Mostraba su cara color de difunto,
La carne moría, moría
el
sentido;
El pecho sonaba con ronco latido,
Los ojos abiertos,
Llena de sangre
la vista
la
turbada,
boca sagrada,
Fríos los pies, y su pulso perdido.
Luego por medio
Que
estaba en
el
se
rompe aquel
templo delante
Comienza muy recio
la
Por medio se quiebran
Pierden su lumbre El sol
y
la
velo,
el altar;
tierra á temblar, las
piedras del suelo
los signos del cielo,
luna también
y popular
neologismos enfá-
mas, y en cambio se recomienda por za expresiva en
hay
Pasión, intercala lamentaciones en pro-
á manera de sermón. El lenguaje es el
los cánticos,
la
perdieron,
CAPÍTULO XXIII Los cuerpos de santos Cree
el
allí
85.
resurgieron,
Centurio con grave recelo.
El agua
salía, la
sangre brotaba,
La sangre por precio de nuestros pecados.
Y
para que fuesen del todo lavados,
El agua
muy
santa perfecta manaba...
mucho más Los doce triunfos de los doce poema enteramente dantesco en el conjunto y en los por-
Literariamente valen Apóstoles,
menores, aunque
de
trarca,
historia sólo
y en
del Cartujano no es
aparece en
Laberinto.
el
artificio
también tiene alguna reminiscencia. Este
los cuales
gundo poema
de esta
»poner doce
recuerde desde luego los Triunfos del Pe-
el título
Un
sotil
ya
como en
los episodios,
se-
historial, sino alegórico; la la
Divina Comedia
argumento en prosa declara previamente
el
é divina obra: «La intención del autor es com-
triunfos,
en que describe los hechos maravillosos de
van divididos por los doce signos
>los doce Apóstoles; los quales
»del Zodíaco que ciñe toda
Esfera...
la
por los quales
el
Sol y los
^Planetas hacen su curso. Por el Sol se entiende Cristo... y todos >los otros Planetas
y señales del
torial, los trae sutilmente
al
Cielo, allende del seso literal é his-
el
á Santiago sobre el signo de León,
el
»lio
y va hasta mediado Agosto, que entra
sma
del qual se
pone San Bartholomé...
ne
signo que viene: así
qual entra mediado Ju-
signo de Virgo, enci-
describe en diversos lula
Cosmografía, convie-
á saber las partidas, provincias, rey nos y ciudades por
¿los Apóstoles predicaron
>hace de
la
y de
idolatría triunfaron.
la
Y
que
los Sarila tierra
>doce bocas infernales en un hondo >del profundo del infierno;
asigno del Zodíaco, y no las quales
donde
Esto mismo
por semejante, representa en
Astrología, á causa de representar
»tos tienen en el Cielo.
• Por
E
el
el
mucho de
»gares, discurriendo por la obra,
por quan-
autor ha tomado esta in-
tención de poner cada un Apóstol sobre
jcomo
Y
seso moral y alegórico...
>to el año va dividido por sus meses,
á
gloria
valle; las quales dice
y cada qual de
menos
la
ellas
que salen
corresponde A un
cada triunfo de los Apóstoles
doce bocas, se tragan y atormentan doce géneros
>de pecados... que son
las
transgresiones contrarias
finge que habla con algunas ánimas,
y de
apenas, aras
y
les
la tierra
demanda
la
causa de sus
otros que penan en el inñerno... Grandes historias cía-
y obscuras,
é intrincadas materias van por esta contemplativa
»obra...»
Hay que distinguir, pues, en la complicada urdimbre de este poema varios hilos; en primer lugar un simbolismo astrológico, en que el
Sol representa á Cristo, y los signos del Zodíaco á los Apósto-
les (i);
en segundo, una Cosmografía ó descripción de todas
tierras en que predicaron los Apóstoles; y finalmente, un viaje
fiemo y
como
al
Purgatorio, en que San Pablo sirve de guía
Virgilio había servido á Dante.
Todo
lo
al
las
al In :
poeta,
anuncia y abarca la
invocación del poeta:
Yo
canto
las
armas de
los Palestinos (2)
Príncipes doce del Omnipotente,
Sus doce triunfos de don excelente, Triunfos de gloria seranea dinos:
Y pongo
la tierra
debajo los sinos
Del cinto dorado de
los animales,
Y junto las altas celestes señales, Y los fortunados y casos indinos De
(1)
los
pasados é vivos mortales...
Recuérdese, como extraña y curiosa coincidencia, aquella obra á prinhoy tan olvidada, de Dupuis, sobre el
cipios de nuestro siglo tan ruidosa, y
Origen de
los Cultos,
en que
el
zodiacal se ve
mismo símbolo
y aun contra toda religión. Reminiscencia evidente del Arma virunque
empleado contra
el cristianismo (2)
nes de
la
Eneida, especialmente de
Triunfo 4°, cap.
la
cano...
descripción de
Hay la
otras imitacio-
tempestad en el
ni.
Así navegando los golfos tirrenos
Meptuno
se leva
Rogando que
con ínvido dolo,
suelte sus vientos Eolo._
Esta descripción virgiliana estaba entonces tado Juan de Mena; y simultáneamente con la
Historia parthenopea, pero con todo
su nulidad poética.
el
muy de moda:
el
ya
la
Cartujano lo hizo
había imiel
autor de
mal suceso que podía esperarse de
CAPÍTULO XXIII Estos materiales se mezclan de un
de muy desigual
Toda
valor.
la
87
modo
bastante confuso, y son
parte astrológica
y cosmográfica
es
en extremo cansada y pedantesca. Por el contrario, la visita á las mansiones infernales es la parte mejor de la obra: aquí el Cartujano 'sigue
veces
paso a paso le
de Dante, y calca sus episodios, y unas
las huellas
imita y otras
traduce, pero siempre con desembarazo,
le
nervio y estilo propio. Su dicción es escabrosa y desigual, á veces enfática
y
altisonante, á veces
comparaciones via poética.
(1)
De
desmayada y pedestre, pero en
las
mucha
sa-
descripciones suele mostrar
(i)
y en
las
cualidades de Dante acertó á asimilarse una de
las
Juzgamos conveniente transcribir algunas, no sólo por
la
extraña ori-
ginalidad de varias de ellas, sino por tratarse de un poeta tan olvidado, y cuyas obras, aun en la edición de Londres, son de difícil acceso: Alzaba
la
cara con altos bramidos
Que retronaban aquella montaña, Bien como toros bramando con saña, Huyendo de otros después de vencidos...
Y como
quien tuerce los hilos pendientes
Entre las palmas con fuerza de dedos;
Como
los sastres sentados y
quedos
Los tuercen colgados de solos dos
dientes:
Así las dañadas y pérfidas gentes
Tuercen sus lenguas del todo sacadas, Para que sean
Con
sotil
enhiladas
agujas de fuego pungentes,
las
Puesto que sean
Como Tienen á
muy más
los toros,
en
abrasadas.
tales lugares *,
fuertes colunas ligados:
Así vide cuerpos de bestias atados
Por
las
Tenían Bien
gargantas y los paladares. las caras
con sus aladares,
como unos humanos
mortales:
Los miembros de cuerpos no poco
bestiales,
En parte conformes, y en parte dispares De asnos sardescos que son desiguales.
Como
los brutos galápagos suelen
Tener sus cabezas y cuello de fuera El matadero ó carnicería de que habla antes.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
88 las
más
características: el
tico,
poder de representación de transformar
el arte
las realidades concretas;
y de producir con elementos
cosa presente
palpable.
y
Por Si
mundo
del
expresión
la
remansos de alguna
los
no
En
el
invisible la visión
ribera,
Tal se mostraban, y mucho se duelen
Las
cabezas por esta laguna...
tristes
En lo más hondo del valle penoso Oímos sonar unas ciertas cuadrillas: Así como suenan algunas tablillas,
Y
roncas gargantas del pueblo leproso,
Que
pide limosna de fuera las
Como
villas.
de noche corusca del cielo
Súbita lumbre relampagueando,
Hace su rayo sotil radiando Que súbitamente veamos el suelo; Pero tornando
Quedan
Y
la
noche su velo
como
los ojos así
tanto se
monta
muertos:
tenellos abiertos,
Cuanto cerrados á luz de señuelo
Que
suelen de noche poner á los puertos.
Y como
delante de los caminantes
Traviesan corriendo
los ciervos ligeros,
Heridos á veces de los ballesteros
Con
yerbas peores que pasavolantes:
Así nos pasaron delante bramantes
Unas amargas personas, heridas
Con armas de
fuego cruel encendidas;
Sus trancos y pasos así festinantes Como las cebras por llano corridas.
Y
bien
Aunque
A A
como vemos que muchas
corridas, se paran
los cazadores,
vegadas,
mirando
que van ya callando
causa que sean más presto cazadas,
Así nos giraron sus caras cuitadas,
Y
se detuvieron en
Y como
en
la Isla
Bebe del agua que
La qual por
sí
las
razonantes...
de Hierro
el
la
gente
árbol destila,
hojas pendientes ahila
y viva de
de
Cartujano es más dan-
dan causa que hondo se cuelen:
les
eficaz
lo fantástico en icás-
CAPÍTULO XXIII
89
más
tesco que Juan de Mena, aunque éste tenga épico.
La cruda familiaridad del
zos en que se olvida de
no menos de su natural
instinto
Hasta que hinche Así destilaba
Por todos
la
que
monje
húmeda
la
Padilla,
y
en los
modelo que
del gran
tro-
se deja llevar tenía
fuente;
sangre reciente
miembros de
los
Que todos
estilo del
afectación retórica
la
partes de poeta
los cativados:
charcos de agua menguados
los
Llenos quedaban de sangre rubente,
La
qual no pudieran beber los ganados.
Y como
los peces los cuervos marinos,
Las almas amargas con ansia tragaban. Asi nos llegamos á poco de rato
A
la ribera,
Uno que
Como
do
vi
que penaba
cieno hediondo tragaba
quien traga la miel de Cerrato.
Su mano
traía cruel garabato,
El suelo rasgaba con
Y como
él abarrisco;
quien anda buscando marisco
Tal rebuscaba con férvido El cieno
muy negro
flato
cubierto de cisco.
Véase, en contraposición á tan hórridas pinturas, esta dulce entrada del 'l?runfo cuarto^
que recuerda análogos principios de algunos cantos de Dante:
Como
la
dulce calandra volando
Entona su canto, subiendo su vuelo Facia
Con
la parte
más
alta del cielo,
sus alillas sutil aleando:
Pero después de sobida callando
Contempla
Y
Muy
la
forma de aquella su vida,
vagorosa se viene calando
Kacia
o es rara
la
con alegría mezclada sobida,
la
propia terrena manida.
suavidad y ternura de expresión en Así rastreando la
Como
los niños
Que dejan
la
el
triste plañía,
que van gateando;
cuna, la
madre buscando,
Puestos en esta continua porfía,
Hasta que callan,
la teta
mamando.
Cartujano^
v. gr.
gO
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
á la vista, va bien con
entonación sombría de los cuadros en
la
que principalmente se complace. Veamos algunos do precisamente aquellos en que es más visible
trozos, eligienla
imitación de
Dante, y en que, por consiguiente, el arte del imitador tiene que luchar con más desventaja. Sea el primero la aparición de Satanás, imitada del último canto del Infierno: Lo' mperador del doloroso regno
Da mezzo
'1
petto uscia fuor della ghiaccia...
En medio del pozo según parecía, Vimos de bruzas estar aleando Una muy
fea visión, trabajando
Por levantarse maguer no podía. Las manos y cola de grado tenía,
Y más las espaldas atan escamadas Como las sierpes de Libia conchadas;
Y como la Hidra su cuello tendía Con siete gargantas y lenguas sacadas. Las
Y
de
alas,
mayores que velas
morciélagas no
las
Dos vientos Helantes
las alas
latinas,
diferían:
batiendo hacían,
las partes del
pozo vecinas.
Por agujeros, resquicios y minas Brotaban helados y negros vapores:
Helaban
las
carnes de los pecadores,
Doblando sus males y penas continas,
Y
otros secretos tormentos mayores.
muy grande zombido Como colmenas después de castradas; Suena de dentro
Ó como Á
las
dar en
el
aguas que van despeñadas
pozo que tieuen seguido...
Nadie dejará de recordar
las
capas de plomo con que Dante
(canto XXIII) revistió á los hipócritas: Egli avean cappe con cappucci bassi
Dinanzi agli occhi,
fatte della taglia
Che'n Cologna per
li
monaci
fassi.
CAPITULO xxiii Di fuor dórate son
Ma dentro
tutte
Che Federigo
Véase cómo Juan de vigor, las
le
ch' egli abbagiia;
si
piombo e gravi mettea
tanto,
di paglia...
Padilla imita libremente, pero
unas
sustituyendo con
este pasaje,
gi
capas de Dante:
Y
que por ásperos
vi
riscos sobía
Una gran parte de gente gimiendo: Como cargado que gime subiendo Ásperos puertos, sin senda
Cada qual de
ellos,
yo
vi
ni guía.
que
tenía
Cubierta su cara con otra fingida,
Hecha de plomo muy más que bruñida,
Y
blanca su ropa, según parecía.
De
pelos de lobo
Llevaban
sutil retejida.
las cíiras
y cuerpos corvados,
como hace cualquier ganapán, Que lleva gran peso con pena y afán Á los navios en Cádiz fletados. El plomo hacía sus rostros pesados. Así
Siendo
Por
las
máscaras deste metal
adelante por
ir
el
pedregal:
Atrás se tornaban con pasos trabados,
Hacia
lo
hondo
del valle mortal.
Las máscaras graves, de plomo
Y
talladas,
todas sus ropas y trajes fengidos,
Allí se derriten
después de heridos,
Quedando sus caras muy más inflamadas. Y como de alto las peñas lanzadas Vienen con
furia la cuesta rodando,
Tal se mostraban
Hacia
lo
allí
despeñando,
hondo de aquellas quebradas,
Estos blasfemos de Dios reclamando.
En
este gran trato de cuerda penaban
Otros semblantes de mitras y togas; Eran sus lenguas las ásperas sogas
Que
con mucho
máscaras de plomo
los sobían y los abajaban.
Todos sus miembros se descoyuntaban, Y más rebotaban los huesos quebrados:
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
92
Y como Muy
los cuellos
Venas y cuerdas,
Y
que
el
de
los ahorcados,
estiradas sus lenguas mostraban. los
bezos
inflados...
Cartujano había llegado á conquistar los más terribles
secretos de la fiera penalidad dantesca, lo muestra bien aquel epi-
sodio en que nos describe los canes que devoraban las carnes
y duras de
lenguas heladas
de tragados, volvían á rehacerse en forma de demonios,
atormentaban
el
y
cuyos miembros, después
los apóstatas,
cuerpo de que procedían, y á
los
los cuales
mismos canes del
Infierno que se habían cebado en su madre.
Mostraban aquellos ministros cruentos,
Como
verdugos y bravos leones. garfios de mil condiciones,
Manos y
Y
otras maneras de nuevos tormentos.
Despedazaban
Y lenguas
los cuartos sangrientos
babosas de aquellas quimeras;
Las cuales colgaban de Allí
Bien
do picaban
espeteras,
las
buytres hambrientos,
los
como cuervos de cuencas
Y como
los gatos
de
las
enteras.
asaduras
Afierran con uñas, no poco gruñendo:
Tal se mostraban los canes, comiendo
Las carnes y lenguas heladas y duras. rehacerse por las coyunturas
A
Tornaban sus miembros, después de tragados, Pero después que
Tornaban en
otras
los vi
revesados
más
feas figuras.
Hechos del todo diablos formados. Los viboreznos con dientes crueles
Royen
la
madre después de
parida:
Tal se mostraban con rabia crecida Estos nóvelos diablos rebeles.
Contra
los
canes
muy más
infieles
Volvían sus uñas crueles y dientes,
Despedazando sus carnes Para vengarse
En
No hay
los
dolientes;
muy más que
lebreles
de caza venados mordientes.
en los Doze triunfos episodios de carácter épico que com-
pitan con la heroica muerte del
Conde de
Niebla, y con otros que
CAPITULO XXIII
en
En
Trescientas se admiran.
las
forjados en
el
93
más
el
mundo de
curso de su peregrinación por
el
infernal laberinto,
patria,
el
la historia.
no
poeta de encontrar semblantes conocidos de gentes de su
el
y
acierta á veces á retratarlos
brío que cuadra á un tan
de
realista,
que ocupar mucho más espacio que
Pero en deja
mundo
austero, el
un modo tan
sobrenatural, aunque visto é interpretado de tenía
de San Bruno,
los versos del hijo
silencioso retiro del claustro
pena
los apóstatas,
el
fiel
con
toque vigoroso y som-
el
discípulo de Dante. Así, en el círculo
arzobispo
Don Opas:
así
en
obscura y
la
helada laguna, llena de juncos silvestres y de espíritus roncos, don-
de son castigadas llero
de
la
almas
las
y
frías
levanta
Banda Dorada, menospreciador de
pleaba en correr
monte, «tratando
el
en hollar y destruir los panes de azotado por su codicia
tibias,
el
¿os
la
cabeza
las fiestas,
el
que
caba-
él
em-
sacres y vivos halcones-»
los labradores;
y no
lejos
de
y
allí,
turbio viento y por los espesos copos de nieve, pena
avariento y usurario mercader
el
Que en todos los bancos de Flandes cambiando, Hizo muy llena la bolsa vacía... el cual,
Sevilla
extendiendo su trato á Florencia, Venecia y Genova, Lyon,
y Valencia, tuvo en Medina y en Valladolid
brocados. Así en
la
pregonando en
Yo de Hice
las
la silla
muy
el autor,
altas
pero se
infiere
triste
santa romana
cosas que nunca debiera;
ganancia que pierde y no gana.
La sangre propincua, mortal y muy vana, Fuera la causa de tantos errores, Haciendo á mis
Y dando
hijos
muy
grandes señores,
manera por donde renueva
Esta dolencia por otros menores.
Verás
Donde (i)
Pecunia.
la
caldera por forma de ara
se funde
la
que ha de
voces su condenación eterna:
Multiplicando por mala manera
La
de
negra caldera de los simoníacos hierve un papa
(cuyo nombre no quiere declarar ser Alejandro VI),
rica tienda
dulce pecuña
i
),
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
94
Y
donde se ofrece después que se cuña Con impresión de la falsa Tiara...
Luego reguardo con
tales razones
La negra caldera hervir á meriudo,
Y
lo
En
que
ella
mente notar aquí pudo,
la
hervían
muy
ricos bolsones.
Brotaban por cima de
los
borbollones
Revueltos en forma de gruesos gusanos:
Como
perdiendo
los cibos livianos,
Saltan y tocan los vivos tizones
No
socorridos de fuerza de manos.
Varios episodios, de mucha curiosidad histórica, nos transportan
á
la
época de anarquía que precedió inmediatamente á
Católicos.
Uno
roy
(i);
(como
la terrible
figura del clavero D.
otro el del montañés homicida, del
si
Reyes
comendador de Extremadura, en quien
es el del
parece vislumbrarse
los
dijéramos, un héroe de los de
Alonso de Mon-
bando de
los
Negretes
Lope García de
Salazar),
condenado con un tropel de malhechores de su especie á correr (0
Yo
só,
me
dijo, del
Estremadura;
Donde las rayas reales ya juntas, Hacen la tierra no mucho segura. Tuvo mi pecho la cruz colorada; Pero con odio que tuve de uno, El qual aquí viene también de consuno,
Fué mucha sangre por nos derramada.
La
cruz que traía de fuera bordada,
Dentro no tovo mi mal corazón Por
ella
perdida semblante pasión;
Pero mi alma salió condenada
Súbitamente sin más confesión.
Este con grave coraje de presto,
Como
quien rabia con férvida basca,
Con uñas
crueles su pecho se rasca,
Después de rascado su lánguido
Y
gesto.
súbitamente yo vide, con esto,
Salir de su
pecho cruel horadado
Un drago con su corazón travesado: Bien como perro que saca del cesto El pan que
la
moza no
tiene
guardado
in-
capitulo xxin cesantemente, *.como via
95
en tiempo de brama», bajo una
los ciervos
de saetas enherboladas y encendidas
llu-
(i).
El carácter nacional de este poema se acentúa más y más en
Calahorra, es decir, de Santo Do-
visión del candido lirio de
mingo de Guzmán: en cuya boca pone de España,
la
la
el
Cartujano
descripción de las armas de Castilla
los
y de
loores los es-
tandartes de las doce principales casas del Reino, que rodeaban
en manera de pabellón
(0
de Santiago; y
trono
el
— ¡Oh ánimas
que tan fatigadas
(dije)
Vais caminando, de fuego llagadas,
Decidme,
O de
si sois
de
las provincias
la
nuestra Castilla,
en torno pobladas!
Uno responde con
alto
gemido,
Sentido que hobo mi lengua materna:
— Porque mímente mejor Dime
Yo
te dicierna,
primero, dó fueste nacido?
le repuse, sin ser
prevenido:
— ¿Y cómo no sientes que só castellano? No
hablo tudesco ni menos toscano:
Basta que sepas haber yo bebido
Las aguas del
río sotil sevillano.
Mas dime, quien
Y Y
eres ¡oh
ánima
triste!
quien son aquestos que van á tu lado?
qué fué
Por donde
la
tu
causa de tanto pecado,
cuerpo
hábito viste?
tal
— Só montañés de la brava montaña, Y más
gamboyno, llorando me
dice:
Tales excesos mortales yo hice,
Por donde padezco
Los unigueses
*
la
pena tamaña.
con férvida saña
Maté con mis manos,
sin lo merecer,
Y
más en Bilbao queriendo valer Hice no menos semblante fazaña
Por donde
la villa se
quiso perder.
Por ende con armas de fuego llagado
Vó caminando
sin
agua
Cual muerte yo daba,
Con
estas saetas que
ni cibo;
tal
pena recibo
vó travesado.
Otros de aqueste convento penado Hicieron
lo
mismo, que fueron
Giletes,
Sin causa matando los nobles Negretes.
Oñacinos.
los
triunfantes
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
g6
esfuerzos de los reyes y batalladores de
Reconquista, de los
la
cuales dice enérgicamente:
Que muestran y entre
sangrientos los brazos y codos;
los cuales se levanta la
fortado por
el
sombra
del
campeón
burgalés, con-
San Lázaro:
aliento de
Mostróse Laines, cruel batallando
Con
resuello del Santo llagado.
el
Tenía debajo su fuerte persona, Por pavimento de su
A
rica silla,
Búcar y toda su grande
Los quales domara su hoja
Bajo ta,
el
á sus labios, aunque la
tizona.
hábito del cartujo late briosamente
y no puede contener
dole á
cuadrilla,
le
memoria de
Salve,
el
el
corazón del patrio-
magna parens frugum, que acude
ponga súbito correctivo San Pablo, retrayénla patria eterna:
La grande excelencia de nuestras Españas
Excede
la
pluma de
los oradores.
Fértiles tiene sus grandes montañas,
Y
más
De
Y
vegas amenas;
los collados y
todos metales abundan sus venas,
dellos reparte
Haciéndose
— Basta,
rica
me
dijo
Lo contemplado Duro
lo halla
Aquel que
por
muy más que no
tierno
por Dios poderoso:
muy más virtuoso
La mente que ama la
mi Santo precioso,
del suelo materno:
lo deja
El hábito hace
Esta
tierras extrañas,
con doblas ajenas.
la
patria superna:
vida segura gobierna
Aquí en este suelo mortal y penoso, Que muchas vegadas las almas enfierna.
La tradición
épica,
que con
las
maravillas de fines del siglo
xv
parecía haber cobrado una segunda juventud, la cual iba á conti-
nuar potente y gloriosa durante una centuria entera, tiene en
el
CAPITULO XXIII
97 i
poema de Juan de el
autor interroga
y
Dolfos,
Padilla inesperadas manifestaciones: ya al
banderizo montañés sobre
malignamente contesta, según
él
Urraca
ya cuando, en medio
lo
la
la
cuando
suerte de Bellido
voz popular:
sabe mejor á dó anda;
del fiero
y hediondo tremedal, comienza
vantar la cabeza, del légamo donde yace atollado,
el
á le-
espectro del
rey D. Rodrigo, vestido de tosco sayal de paño pardo. El poeta se apiada de tan inmensa desventura, quiere excusar á D. Rodrigo
la
acerba confesión de sus culpas, y por un rasgo que bien puede llamarse de genio dramático, hace surgir un rutilante real caballero,
que
se anuncia en estos términos:
Yo
só Pelayo: mi padre, Favila.
El restaurador de España es
contar
pérdida de
la
ella, y,
el
que más ejemplarmente puede
en efecto, empieza á referirla desde
quebrantamiento de los candados de Abrió de Toledo
Do
Y
cuando
que toda
la
vido
la tela
la
la
el
mágica cueva de Toledo:
gran cerradura,
con bultos pintados...
la visión gloriosa del
vengador se va alejando, diríase
Naturaleza se alegra á su paso:
Luego de súbito desaparece, Dejando
Como
las
auras olientes y netas:
las rosas
y
las violetas
Heridas del ayre después que amanece...
No hemos
pretendido apurar todo
se en este raro
lectura en
lo
poema, tan desigual á
mucha
la
que hay digno de estudiarverdad, y de tan inamena
parte de su contexto, pero sembrado por
donde
quiera de rasgos de talento descriptivo, nacidos de una fantasía viva. Tiene Juan de Padilla la robustez y alteza de versique en todo tiempo ha sido gala y timbre de los poetas andaluces: tiene además el instinto de la dicción poética noble y soplástica
y
ficación
nora,
que
él
Mena
procura enriquecer, á imitación de Juan de
(segundo maestro suyo después de Dante), con gran número de tinismos é italianismos
más ó menos
Mesbndez y Pelayo. — Poesía
castellana. III.
felices,
por
lo cual,
no
la-
sin cier7
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
98
ha contado entre los precursores de
ta verisimilitud, se le sevillana.
Es frecuente en
él
empleo de
el
la
escuela
los participios
latinos
(semblante nitente, selva manante, piélago rubente), no
mismo
introducción de algunos adjetivos del
la
quedaron en
el dialecto
origen,
que no han prevalecido, como serénico
creyésemos que estas innovaciones constituyen
lo del Cartujano,
desciende á cada sin
que
gran ventaja de
florentino, fué el
la
á los idiotismos
los secretos
de mantener despierta
más
alusiones á lo que debía de serle
de Medina;
de Cabra; los
el
que robó la
al
el
potro de Córdoba;
Es muy curioso
lo
la
puerta de Goles;
las
la
sima
lonja de los
Gradas del tem-
cuando pequeño,
el autor,
que
(i); la
la
de Armas, donde se hurtaban
la calle
arneses antes que se abriese
donde
excelso poeta
atención del lector con
aquelarre de las hechiceras de Durango
plo sevillano por
llanos,
familiar, á los negocios, tráfa-
de Barcelona;
Ginoveses de Sevilla;
(1)
más populares y
con indicaciones topográficas precisas:
día,
la tabla
esti-
enfática,
fuerza expresiva en" que principalmente
Uno de
gos y solaces de cada
fondo del
el
de sostenerse en esta cuerda
lejos
momento
consiste su mérito.
feria
lira
noche corusca é divido dolo. Pero mucho nos engañaríamos
cielo,
no
que luego
poético (aurora lúcida, clarífico fuego,
dulcísona), sin contar otros
si
menos que
se paseaba con
se refiere á artes mágicas en el cap.
vn del
primer Triunfo, que debe cotejarse con pasajes análogos de Juan de Mena.
Además de
los nigrománticos,
judiciarios)
pone Padilla en su registro Los que
hechiceros y mathemáticos (es decir, astrólogos
las
á
uñas del muerto cercenan,
Para mezclarlas con otra
malicia...
y recogen los ojos y dientes de los ahorcados; á los que hacen cercos dañados; á los que se guían por los puntos pitagóricos, ó por augurio de constelaciones, ó
por cualquier otro de
Y
los signos
callo
no menos
que recopila en esta última octava: la loca
manera
Del que reguarda con ojo malino,"
Quando
la liebre traviesa
camino
Y el ciervo bramando sin su compañera; O si del encina, del bosque somera, Canta
la triste siniestra corneja;
Y cómo
conjura
la
trémula vieja
Los cuerpos compuestos de
Con
líquida cera
su profana prolixa conseja.
CAPITULO XXIII
un
venta de Zarzuela y
libro abierto; la
donde
99 coto de Guadalherce,
el
bolsa pesada recela», hasta que se ve «verdeguear
«-la
la
vara
del quadrillón»; la cuesta de la Plata de Valladolid, frecuentada de
tratantes
y
logreros; la aldehuela de tierra de Zafra, famosa por el
gigante Juanico; «las hornillas del hierro labrado de Lipuzca (Gui-
púzcoa)»;
la
Oro «cabe de
frío
la
piedra horadada del puerto de San Adrián;
Bético río»;
el
la
Atalaya de
Palomera de Avila;
el
las
la
Almadrabas;
monte de Torozos y
Torre del el
páramo
puente de
la
Guadiato, familiares á los salteadores, en especial á aquel Cristóbal
de Salmerón, que había sepultado á veintidós hombres en un pozo; el
brasero de Tablada, funesto á los judaizantes;
de
la isla
de Hierro;
con
halló las perlas
que
las
el oro...
davía puestos los ojos en
Fué de todas aunque
brillase
no tuviese recedera,
la
las
viejo.
el
poema, se ve
pero que tiene to-
mayores poetas
pormenores que en
fortuna de ligar su
como
amor y un
los
al cielo,
la tierra.
suertes uno de los
más en
árbol maravilloso
Leyendo atentamente
Cartujano aspira constantemente
el
el
«ondas iamás navegadas-» por donde Colón
nombre
á
del siglo xv,
conjunto,
el
y aunque
una composición impe-
Coplas de Jorge Manrique ó
el
Diálogo entre
Llegó demasiado pronto para unas cosas y dema-
siado tarde para otras: encerró sus mejores pensamientos en
ma
el
alegórica que ya
empezaba
á caducar; en el
molde de una
la for-
versi-
monótona de suyo y condenada á próxima muerte: vivió en una época de transición (que en arte las hay ciertamente, aunque ficación
tanto se abuse del nombre): fué de los
que tocaron en
del Renacimiento sin llegar á penetrar en
daderos poetas de tesca, torcido
y
la
Edad Media:
él,
y
sin ser
las puertas
tampoco ver-
su erudición tuvo que ser pedan-
violento su estilo. Pero sus fuerzas nativas eran
grandes, quizá superiores á las de cualquier otro poeta del tiempo
de
los
Reyes
Católicos;
y
si
en absoluto no se
le
puede dar
entre los imitadores castellanos de Dante, sólo Juan de
compartirla con
él,
la
palma
Mena puede
viniendo á ser uno y otro medios Menandros
respecto del altísimo poeta á quien tomaron por modelo.
Tuvo Juan de
Padilla algunos imitadores, entre los cuales
contarse á un anónimo religioso de
bablemente andaluz, que dedicó
al
puede
la orden de los Mínimos, y produque de Medinaceli, D.Juan de
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
IOO
Cerda, un nuevo
la
poema dantesco
hasta en
el título:
Libro de la
Celestial Jerarquía y Infernal Laberinto, metrificado en verso heroico
grave
El autor había oído leer en casa de su Mecenas las coplas
(i).
de Garci Sánchez de Badajoz (de quien da
muy
peregrinas noticias,
que aprovecharemos después) y doliéndose de ver empleado tan
buen ingenio en materias profanas y aun escandalosas, deliberó aplicar por su parte la poesía á temas espirituales, como antídoto con-
(
i
Comienga
)
de la celestialj erarchia y inffernal labirintho, metriffi-
el libro
cado en metro castellano
eri
verso heroyco grave por un religioso de la orden de los
mínimos, dirigido al illustrey
Medina
celi,
muy
magnifico señor donjuán de la cerda, duque de 1 lí 'aria. Sin lugar ni año, folio gótico, 2
conde delpuerto de Sánela
hojas preliminares y xxu foliadas, con una más para
las erratas.
Es libro de
extraordinaria rareza.
Comienza imitando
la
invocación de Juan de Mena:
Al
muy prepotente supremo monarcha,
Aquel que
A la
misma escuela pertenece, aunque
Cartujano,
que obra
el
y
fué impreso antes
que
las
literaria fué el
como en
madre de
cumplimiento de una penitencia que impuso el frontis se
el
al
poe-
expresa: «Por alabanza de la preciosa
maria: por
christo ihesu: comiéca el libro intitulado triñpho de
martin martinez de ampies, compuesto; y en emienda de sus delictos á
por
obras del
Triumpho de Maria, de Martín Martínez de Ampies, que más
ta su confesor,
Virgen
los cielos y tierra esclarece.
él
otorgada
reverendo doctor fray gonfalo de rebolledo, frayle menor, como por padre de
su cófessió.y
Es un poema en octavas de arte mayor, con glosas á estilo de las de Juan de Mena, seguido de varias canciones de los coros celestes, de los justos, de los santos y del linaje femenino de la gloria, en alabanza de Nuestra Señora.
En
la
signatura
g comienza
su
nuevo poema De
los
Amores de
la
Madre
de
Dios, que vienen á ser unos gozos en versos de arte menor.
Al
fin
del
tomo
después de »
substentándome ense-
me
el
hazer algún
Conde de Oliva me envió offr escimiento,
á llamar, et
según su magnificencia,
preguntóme de mi doctrina: haziéndose admirado como tantos
»años había en Valencia estado
sin quél supiesse
de mí,
et assi de-
snotó querer servirse de alguna de mis escripturas, á causa de lo »cual
yo
le hize
un presente de un
que de
libro
la partida del
ánima
muy
alegremente y por treinta »días continuos leyéndolo á muchos cavalleros, en el fin del dicho
»hobe compuesto, y
él
recibiéndolo
dez Guerra ('8 hojas en
4.
,
sin foliatura, Alcalá
de Henares). Está en octavas
misma mano que las del Panegírico de la Reina Católica, si bien la diferencia puede consistir en el carácter rústico y villanesco del asunto, y en el zafio lenguaje de los interlocutores, que el poeta remeda con el mismo desenfado realista que Rodrigo de Reinosa. El de arte mayor, pero que no parecen de
conjuro del pastor es curioso para
Yo
te
la historia
de
las supersticiones:
conjuro con San Julián,
Aquel que pintado
Con
la
está en nuestra hermita,
todas las voces que dan y
Al toro que lidian
También
te
allá
la grita
por San Juan;
conjuro con
el
rabadán
Toribio Hernández y Juan de Morena, Que tú me digas si andas en pena,
O Y
que es
el quillotro
Mas
conjuro y
te
te
te
de todo tu afán. reconjuro,
torno y retorno á reconjurar,
Con agua, con fuego, con viento seguro, Con yerbas, con piedras, con tierra, con mar; Con todos los lobos de en torno el lugar, Con la Marota y sus Maroticos, Con puercos, con perros, con cabras, cabritos; Que digas lo que has, sin más dilatar...
CAPITULO XXIII
^tiempo demostró no querer servirse »el dicho libro, et
como
el
et
cuya causa yo cobré
yo cobrarlo fuese tan
mayor no pudo
caso
tal
A
del.
Conde dexarlo
¿grande novedad (que para en s>ré
IO9
ser), delibe-
sobre ello hazer un libro de Lamentaciones.»
Dos
son, pues, los libros de Juan de Xarváez
nosotros: el libro de la Partida del
Anima y
el
que han llegado á de
las
Lamentacio-
nes Valencianas, así llamadas por haber sido compuestas en Valencia.
Uno y
poemas de
otro son
moral, en
filosofía
género del
el
Bías contra fortuna, del Marqués de Santillana, escritos con gran fluidez,
naturalidad
Partida del
Anima
y
soltura,
en octavillas de versos cortos. La
está en forma de diálogo entre el
A nima y
la
Razón, y puede considerarse como una exposición popular y sencilla de los principales temas de la psicología escolástica, insistiendo principalmente en
dad
del
alma
la
muy
del estilo hacen
más substancia
la espiritualidad é
inmortali-
y
la tersura
La suavidad de
la
versificación
apacible la lectura de este tratadillo, que con
pertenece todavía á
filosófica,
disputaciones entre tura de la
demostración de
racional.
el
alma y
el
la
larga familia de las
cuerpo, tan frecuentes en
la litera-
Edad Media. Acaba con algunas oraciones para ayudar
bien morir, y una Canción de la Razón á la Partida del
Anima
á
(i).
Este simpático y cristiano poeta se muestra con carácter más personal en
Las Valencianas Lamentaciones, que son también un
diálogo entre
(i)
el
El estribillo
autor dolorido y quejumbroso por
la
da carácter popular. Empieza: ¡A. y
de
ti,
ánima mía!
¿Qué harás cuando viniere
Aquel temeroso
día,
Si Jesu Christo dixere:
«Vete de mi compañía?» Vivirás et morirás:
La La
vida para morir;
muerte, para sentir
Las penas que
Nunca
sufrirás.
ternas alearía,
Ni podrás estar do fuere; Escura será
tu vía
Si Jesu Christo dixere:
«Vete de mi compañi
la
desestimación
IIO
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
que de su
libro había
hecho
conforta, trayéndole á la
Conde de
el
memoria
Oliva;
y
Razón que
la
los infinitos trabajos
le
y sinsabores
que cercan y atribulan al hombre en todos los estados de la vida, sin perdonar á los poderosos monarcas, ni á los caudillos invencibles, ni á los
más
los
magnates opulentos,
altos grados
de
la
que están constituidos en
ni á los
De este modo la algún modo recuerda
jerarquía eclesiástica.
obra se convierte en un largo sermón que en
Rimado
el
sátira
de Palacio, y que va, como él, entreverado de rasgos de más amarga que festiva, si bien el efecto total de la obra es de
resignación
y conformidad con
la
Providencia
(i).
El manuscrito de Las Valencianas Lamentaciones y de la Partida del
(i)
Anima, perteneció á en
de
los decretos
la del
Conde
la biblioteca del
del Águila, y se conserva ahora
Cabildo de Sevilla (vulgarmente llamada Colombina).
Ha
sido
mag-
níficamente impreso por generosa solicitud de una ilustre señora, en edición
muy corto número de ejemplares: Las Valencianas Z a mentaciones y el tratado
de
Juan calos
de la Partida del Anima,
de Narváez, con un prólogo de D. Luis Montoto
por primera vez
Candan, de Hoyos.
la
Excma. Señora Doña María
Sevilla, imp. de
por
y Rautenstrauch. Publídel Rosario de
Massa y
E. Rasco, i88q.
Antecede á tán:
las dos obras un largo prólogo en prosa dirigido al Gran CapiLas Valencianas tienen además una especie de introducción en verso:
Exhortación del autor al
De cómo
en que sucesivamente se tratan estos puntos: memorar la escriptura para bien juzgarse. De y
lector,
se debe leer, entender
la gramática que observa el autor y de la perfección de la lengua castellana.
buen uso; de su gravedad
los versos castellanos: de su
que demás de los versos los nuestros reciben de Dios.
et utilidad.
— De
— — De
— De las gracias
cómo se debe usar la
y del daño que de ella se recibe, etc. Es digno de leerse algo de lo que dice en recomendación de
poesía,
tellana,
aun en cotejo con
entusiasmo que
le
la latina.
Traslúcese en
las frases
la
lengua cas-
de Narváez
el
inspiraban las grandezas de su tiempo, á vista de las cuales
exclama con desmedida arrogancia: Cuanto
los hábitos
De mayores
son
perfecciones,
Tanto sus pronunciaciones
Son de mayor
perfección:
Pues ¿quien
generación
De
la
los nuestros
vence ó sobra,
Ni quién iguala á su obra
En
aquesta habitación?
Por nos
cierto se
ennoblescen
CAPITULO XXIII Intercalado en la obra hay un elogio de Gonzalo de Córdoba que tiene cierta importancia histórica, porque en él parece responder el
poeta cordobés á
los
sospechas de infidelidad que tan injustamente
Artes, ciencias y exercicios:
Por nos decaen
Y
los vicios
las virtudes florescen:
Entre nos vemos que crescen
Los ingenios Por nos
naturales:
los actos reales
Sobre todos resplandescen.
No Las
sólo nos son tractables
tierras
que conquistamos,
Mas los mares navegamos Que fueron innavegables. Pugnamos quasi impugnables,
A
ninguno obedecemos,
Salvo á Dios, por quien tenemos
Las
victorias
E aun
si
memorables.
carescemos
Del mundo todo mandar,
La
causa quiero
callar,.
Pues monstramos que podemos.
Empero En esto
si
padescemos
dificultad,
Desta gran prosperidad Esperanza no perdemos-
No
al
dulce metro hispano,
Al bético mayormente,
Sea alguno maldiziente, Si tiene el sentido sano:
Porque Dios, bien soberano,
Según su gran
Ya
Y
claridad,
visita nuestra
edad
nos guarda de su mano.
Ya nos da Dios que cantemos Las gracias que nos infunde, Y por todo el orbe cunde
Los bienes que poseemos.
A Y
todos honra hazemos
todos nos pagan mal,
Ciegos de envidia mortal
Del mucho bien que tenemos.
No Es
lo
de nuevo en nuestras parles
que
al
presente cuento,
112
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
•
circularon contra su héroe, acusándole de querer alzarse con
no de Ñapóles, dos veces conquistado por »(dice Xarváez en
el
él:
«A
lo
cual
el rei-
me movió
preámbulo) una bárbara opinión y cognoscida Pues antes del sacro advento Dios nos dio gracias
Y si
et artes.
tales baluartes
Perdieron nuestros pecados,
Ya
por Dios nos son tornados
Los pendones y estandartes. Cuanto Estiman,
las otras
muy
Traemos yuso
Como
Y
al
naciones
revés
los pies
bien pequeños dones.
las altas
perfecciones
Que no pueden
alcanzar,
Continuamos bien usar
Con
valientes corazones.
Terminados estos prolegómenos, comienzan Las Lamentaciones, que se
di-
viden en dos partes, y comprenden 471 estrofas de arte menor. La primera parte trata del estado
gunda, del estado
laical,
dividido en común, mediano, magno y real:
la
se-
clerical.
Pondremos alguna muestra del fácil y ameno estilo del autor. Véase, por la contraposición que hace entre los caballeros cortesanos y los sol-
ejemplo,
dados comunales: Es
causa ver pomposos
la
Los caballeros nombrados,
De
seda y oro chapados
Los vestidos sumptuosos: Siempre se muestran gozosos,
En sus salas muy servidos De manjares prevenidos Con música deleitosa. ¿Quién se puede soportar
Viendo
las
armas doradas,
Más famosas que aceradas, Que buscan para se armar? ¿Qué lengua basta
callar
Cosas tan desordenadas? armas muy pintadas
Ca
las
No
son para pelear.
Es
el
oro
tal
metal,
Según todos son
testigos,
CAPITULO XXIII » invidia, »
que de
la
II3
boca de algunos en mis orejas
et
aun en mi
ánima, muchas veces andando por estas partes, ha tocado.» Des-
graciadamente
los versos
no corresponden aquí
Que en la lid los enemigos Nunca del reciben mal. Espada, lanza y puñal acero, que no de arambre,
De
Suelen derramar
En
la batalla
Como
la
sangre
campal.
están los delicados
Arboles en
las ciudades,
Con templadas humedades Sostenidos y guardados,
Los caballeros nombrados Tienen
tal la
propiedad,
Que viven en la ciudad Y en el campo son finados. ¿Quién sufre los grandes males
En
O
las batallas
romper,
cuáles suelen vencer,
Sino aquestos comunales?
Los cuales de
virtuales *
Las huertas y montes talan, Y contraminan y escalan
Las
torres
más
principales.
menos armados Y hacen más cruel guerra Por el mar y por la tierra Que los otros alegados: Estos van
Por aquestos son ganados Los reinos y señoríos, Sufriendo hambres y
fríos,
De calor y sed postrados. En estos vemos pintadas Las
historias de las guerras,
Las
batallas y desferras,
Las cruezas extremadas. Estos las piernas quebradas, Estos los brazos cortados,
Estos son despedazados,
Sus carnes amanzilladas... *
Esto
es,
á fuer de valientes.
Mesékdez y Pelayo.— Poesía
castellana. III.
al
noble propósito
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
114
y son de
del autor ni á la excelsitud del héroe,
obra
los
más
flojos
de
la
(i).
Verdad
es
que
el
Gran Capitán ha
(0
sido siempre
ítem digo consecuente
Quién
A
es el
Gran Capitán
quien todos honra dan,
Honra
del siglo presente;
El cual salió del Poniente,
Y
con su consejo y manos
Hizo más que
En
los
romanos
las partes del Oriente.
Cuya honra limpia
et pura,
Cuya sapiencia y ley Estima muy más su Rey
Que de
otra criatura.
Este es peso y mensura
De De
nobleza y castidad,
grandeza y caridad,
Dechado de fermosura. Contra todas
las
naciones
Contrarias ha conquirido,
Ha
fecho guerra y vencido
Las celadas y traiciones. Ha hecho los corazones
De
toda Francia temblar.
Ha
bastado á derrocar
Sus altivas presunciones.
La
Italia tan
nombrada,
Mujer de muchos maridos,
Por quien tantos son perdidos, Es por éste sojuzgada.
Cuya
A
sobrada
victoria
Ñapóles ha ganado
Dos veces, y delibrado De Francia la memorada.
Mas
puesto ser otorgado
El loor que aqueste tiene,
El qual por línea
De tiempo muy
le
viene
prolongado,
Es de algunos sospechado,
No
su magnanimidad,
Mas menguan Acerca de
lo
su fieldad
ganado.
Esa fama no
se canta,
poco afortunado
CAPITULO XXIII
115
en esto de encontrar poetas que dignamente celebrasen sus hazañas.
La comedia en que Lope de Vega mejores suyas, y
la
le
sacó á
las tablas,
no
de
es
de Cañizares no es más que un plagio de
la
las
de
Antes es yerba que nasce,
La
cual yo creo que pasee
Alguna gente non
Las Valencianas no tiene fecha, pero no parece difícil fijarla, en las murmuraciones contra Gonzalo; y á otra que más
El libro de
de esta alusión, á
vista
adelante hay
al
Papa Julio
menzó
Hay
el
cisma, y
1
5
poema
otro
aunque muy
1
y á su lucha con los cismáticos del conciliábulo de
5,
del
en que
falleció
rareza, sino
Titúlase
La
vida
v /nclila
y
en Granada
mismo género y
inferior á él en todo,
tremada
sencia del
II
poema hubo de componerse,
Pisa (estrofa 261). El
Leal
sancta...
por
el
gran
si
pues, entre 15 el
mismo metro que
del
número de
la muerte, y al fin dice:
clito
noticias históricas
Hans
mesmo Padre fray Francisco Dávila que
Rey D. Fernando con 4.
de Narváez,
que contiene. e?i
la
muy
Gysscr, alemán, en pre-
fué personal San Lucas, en el año de
la compuso; y
de nuestro Salvador Jesucristo de mil quinientos y ocho anos. Gu-
la silla apostólica el
de Castilla:
el
«Esta obra fué impresa
ciudad de Salamanca por Maestre
Encamación
bemante
en que co-
bien digno de aprecio, no sólo por su ex-
corrector della. Acabóse víspera del glorioso Evangelista la
10,
conquistador de Ñapóles.
gót.,
Papa
Felicísimo Julio Secundo, y á Castilla el ín-
la lima. Sra.
Doña Juana,
su hija, natural Reina
109 pp. ds. y 4 de principios. Descrito y extractado lar-
gamente por Gallardo. Después de
la tabla
empieza en
el folio 5.
la Altercación, pleito
rencilla é cuestión contra la muerte: del reverendo
y
disputa,
padre fray Francisco de Avila,
de la observancia de los menores, encabezada con dos epístolas comendaticias y exhortativas del autor al Cardenal Cisneros, una en prosa y otra en verso.
En
la
primera declara
así la
intención de su obra: «El subjecto deste libelo
stoca tan umversalmente á todos, que á vuestra prudentísima reverencia po-
ndrá ser asaz sabroso y provechoso. En esta obra, habida principal ocasión > de litigar, disputar y altercar con la muerte, se tocará el rigor del juicio »
universal,
»damente
de muerte eterna, de se hará
la
vera felicidad en
mención de muchas
>
personas, así en estado
»
malos é profanos, que
»
en varias tierras
la
vida beata; y señala-
ilustres, insignes,
como en armas y
letras, ansi
famosas é nobles
buenos é
santos,
como
muerte ha llevado en diversos tiempos y edades, é naciones, é por diversas maneras; muy en especial se la
»hará breve memoria é compendioso sumario de algunas
muy
esclarecidas y
agrandes personas, notables, escogidos y nobles varones destos reinos, que »en pocos tiempos pasados en nuestros días han fallecido: porque sean pues-
tos por
notorio ejemplo, cercano y claro espejo á nuestros serenísimos y
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
Il6
Lope. El poema latino de Cantalicio preso por primera vez en poética; pero así
»
y
De
506, tiene
1
im-
bis recepta Partkenope,
más curiosidad
todo, vale infinitamente
más que
que
histórica
los
dos únicos
magníficos reyes, á los grandes eclesiásticos ó seculares señores, á los caba-
lleros, á los letrados, á los ministros de justicia, á otros ministros, oficiales y » curiales de su curia prosperada; y en ella y fuera de ella á todas otras perso-
E sin duda
»
ñas, grandes ó pequeñas,
de todos
»
bios y cautos lectores,
con atención ocupasen
» >
si
estados...
el
que
los
que fueren
tiempo en leer hasta
sa-
ei fin
en paso á paso, de día en día este tractado, ternán salubérrimo, honesto y jola obra en metro, y no en pro-
cundo pasatiempo... Va, señor prudentísimo,
»sa,
porque
el
verso
(á
de
juicio
los
que bien sienten y son del capaces) es
»más sentencioso, compendioso, sabroso y apacible, más vivo, más atractivo, »de más sotileza, de más lindeza, de más eficacia, de más audacia, de más » incitación, de más impresión y perpetuidad para quedar más afijado en la » memoria de los lectores.» El poema da principio, según la inevitable rutina de los malos imitadores Yendo por
alta ribera
De muy estrecho camino, Con pluvia que recreciera Tempestad y
torbellino,
Vi semblante mortecino
De
tan terrible pavor,
Que
dije
con un temblor:
¡Ay de mí, que
Se encuentra, en
efecto,
nada menos que con
«denodado agresor reciamente
perándola por sus le contesta
desatino...!
la
la
Muerte, á quien «como
acomete, acusándola, increpándola y vitu-
terribles crueldades y fieros atrevimientos».
con no menor
La Muerte
hasta que sobreviene San Buenaventura, que
furia,
y da como arbitro la sentencia, comenzando penas del infierno y la gloria del cielo. La Muerte hace un interminable catálogo de las gentes notables que ha matado,
pone en paz á por describir
los contendientes,
el juicio final, las
comenzando por
los personajes bíblicos
y los de
tendiéndose mucho más en los su de tiempo.
la
historia antigua;
Hay muchas
estrofas
enteramente de apellidos. En esta ridicula letanía se encuentran, go, especies curiosas, por ejemplo, el entusiasta elogio
Talavera, y
la
enumeración de
pero ex-
compuestas sin
embar-
de Fray Hernando de
los principales teólogos, canonistas, letrados,
astrólogos, físicos, médicos, poetas, etc., de su tiempo. Entre estos cita á
mez Manrique y & dro, á Juan de
la
los franciscanos
I).
Gó-
Jorge galán, á Guevara, á Cartagena, á Diego de S. Pe-
Encina, á Musen Diego de Valera, y más especialmente á
Mendoza y Montesino:
CAPITULO XXIII
poemas do.
Uno
Trillo
117
mismo asunto, que por el momento recuerpoemas, el más moderno, la Neapolisea (165 1), de
castellanos del
de estos
y Figueroa, poeta gallego recriado en Granada, nada
sirve
Cayó también en mi choza El sotil componedor
Fray Iñigo de Mendoza,
Muy alto predicador, Muy gracioso decidor, De trovadores monarca, De profundos dichos arca,
Y
minero de
Yo
seré
dulzor...
muy
triunfante
D'aquel poeta lozano,
Orador muy elegante
En
metro castellano,
el
Gran pregonero
cristiano
Del Sacro Verbo divino, Fray Ambrosio Montesino, Tradutor del Cartujano. Sirve, entre otras cosas, este catálogo para probar
que en 1508 había
falle-
cido ya Fray Iñigo de Mendoza, de quien se tienen tan pocas noticias. Cita
también á un músico, Lope de Baena: Tovimos
á nuestra vista
Un artista tañedor, Muy subido citarista, De tañedores primor. Fué su músico dulzor
Que
Y
Muy Es curioso
el
quitaba toda pena,
era
Lope de Baena,
sotil
componedor.
elogio de Antonio de Nebrija:
Con
doctrina
muy
prolija
Nuestras tierras embotadas,
Por el famoso Lebrija Quedaron acecaladas:
Son
las gentes
alumbradas
De su ciega grosería: Ya no hablan barbaria, Mas razones acordadas. Entre
las
mujeres doctas, menciona á Galinda la
lindo), y á la Sepúlveda, «demedia
muy
sabidora.-»
latina
(Doña Beatriz Ga-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
Il8
para
como
la historia,
ya su fecha tan remota de
lo indica
de
la
Gonzalo de Córdoba, y nada vale poéticamente, puesto que Trillo y Figueroa, ingenioso y ameno en las burlas, cultivador feliz de la poesía ligera, hasta confundirse á veces con Góngora el Bueno, resulta, cuando quiere embocar la trompa épica, uno de los más furibundos, enfáticos y pedantes secuaces de Góngora el Malo, sin ningún acierto que compense sus innumerables desvarios.
La Historia Parthenopea
del sevillano
Alonso Hernández,
libro
aunque bastante conocido y citado por nuestros eruditos, tiela ventaja de estar escrita con más llaneza; y la ventaja
raro,
ne siquiera
mayor de
todavía la
tradición viva
y
contemporáneo, que pudo recoger
impresión directa que había dejado
la
ánimos de
gran
el
los
españoles á quienes hizo arbitros de
espíritu militar
formó y educó para más de una cen-
caudillo en los Italia,
y cuyo
turia.
Y aunque
gloria,
ser obra de un
el
monumento no
hay que reconocer
sea, ni
lo sincero
de
la
con mucho, digno de su admiración que
el
poeta
y que da valor á su testimonio, muy distinto del entusiasmo puramente retórico de Trillo y Figueroa ó de cual-
sentía por su héroe,
quier otro zurcidor de cantos épicos, de los que han sido en todos
tiempos plaga de nuestra prendió
le
parescía cualquier
»nalmente obligado »caballero».
Y
al
hombre que
fuesse hispano eter-
nombre y memoria deste
añade con cierta solemnidad de
excellentissimo
estilo,
mayor que
que suele emplear en sus versos: «¿Quién es aquel que
la »
Hernández declara que em-
trabajo de la Parthenopea por contentamiento propio,
el
y «porque
literatura.
campo de
de un tan excelente capitán
las cosas gloriosas
le
n'el
deva
»ó pueda fallescer eloquencia, y quién es tan sordo á cuias ore-
jas no haya venido, no digo »clássico
ȇnimo que, amando
turna
la
fama de sus hechos, mas aun
las
y de ánimo qual con su propia
sus cosas traspasar syn ser notado 4e ingrato
»corrupto y extremadamente
muy
envidioso:
»virtud ha sobrado, desterrado, submerso »la
el
trombas; y quién es de tan gastado letras y siguiéndolas, pueda so tiniebla noc-
y sublime son de
el
y vencido toda forma de
Ynvidia?»
A éste
este, pues,
«lucero de
España que
de quien con verdad pudo decirse:
el
Lacio ha alumbrado», á
CAPÍTULO XXIII
119
Agora ya el mundo ha cierto sabido Que fuerzas potentes del gran Occidente, De hispanos, yo digo, d'España y su gente,
A
fuerzas francesas las han sometido...
quiso celebrar con dotes bien desproporcionadas á su intento
el
pro-
tonotario apostólico Alonso Hernández, de quien no tenemos más noticias
que
que constan en su
las
libro; es á saber:
que era natural
muchos años en Roma, y que obtuvo especial de Sevilla, que protección del célebre y turbulento cardenal de Santa Cruz, don vivió
Bernardino Carvajal, alma que fué del concilio ó conciliábulo de Pisa.
A
Carvajal habían debido
suyos
triotas
el
levantaron en
salvar
Roma
la
Hernández y otros muchos compael tumulto y la persecución que se
vida en
contra los españoles después del fallecimien-
to de Alejandro VI,
Que hizo la nuestra hispana nación mundo odiosa, qual nunca se viera...
Al
La casa
del Cardenal de Santa Cruz se vio convertida entonces
en hospicio de hispanos:
Tu casa fué el arca donde han escapado Toda nobleza de gente de España, Según
Que Carvajal tuvo viese á
el
gran odio, rencor y gran saña
tanta Alexandre nos ovo dexado...
mucha
emprender
parte en que Alonso Hernández se resol-
labor de la Historia Parthenopea
la
y de
otros
«diversos tractados de varias cosas no desplacibles», que se proponía publicar bajo sus auspicios, Christi,
doce libros de
educación del príncipe,
y entre
la esperanza,
y
enumera una
los cuales
doce de la
los Siete triunfos
justicia,
de las
ocho de
siete virtudes,
probablemente serían algún poema alegórico á imitación de Triunfos del Petrarca.
Todo
esto se ha perdido,
rece grande, á juzgar por la poca títulos anuncian,
y por
el
novedad de
la
ita
la
que los
pérdida no pa-
materias que los
gusto
menos exigen-
ella hizo el
autor presente
exiguo precio que
De
y las
\
el
te
puede conceder á
al
Cardenal, en un prólogo lleno de pedantescas y graciosas metá-
foras:
«Los quales
la
Parthenopea.
libelos, illustrissimo Príncipe,
como
fresco
y ma-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
120
»duro parto y qual niños antes de su tiempo devido de] útero materno lanzados, los dó y presento á la ynstrucción de tu preclaris»simo gimnasio, porque de ally bien educados, del sacro y salutífero »(sic) leche
de
fuente de tu sapiencia bien limados
la
y
corregidos,
^después vestidos y ornados del tu vestiario y del lugar do tus pre»ciosas cosas son respuestas,
den
al
mundo
ilustre espectáculo del
s>triumpho hispano.»
No
llegó
Alonso Hernández á ver
salir
su libro de las prensas
romanas de Maestre Stephano Guillen de Loremio, donde de estampar á 18 de Septiembre de puesta
al fin
de
la
do de
la
que «por haber seydo
cuitad
»
causa,
se
acabó
advertencia
el
autor priva-
presente vida antes que acabar pudiese de bien limar
»bien pulir su elocuente poema, »
En una
obra, nos informa su amigo Luis de Gibraleón,
clérigo residente en Xápoles, »
1
516.
el
trasladador no sin miincha
y
difi-
pudo sacar á luz el presente tratado, asy por la ya dicha como por haver munchas partes y consonancias de lengua
sytaliana mistas con los presentes versos, á causa del largo uso que
A nombre de este Gibraleón está dado X para la impresión, y por eso algunos, y en-
»el poeta en aquella tenía». el privilegio
de León
mismo Gallardo, le han creído equivocadamente autor poema del que no fué más que editor y copista, ó tresladador, como él dice, quizá á título de albacea de su paisano Alonso Hertre ellos el
del
nández.
Compuesta
la
Historia Parthenopea en los primeros años del
glo xvi, pertenece todavía, por el gusto del siglo anterior.
y por
Es un poema medio
el
metro, á
histórico,
Juan de Mena, como casi todos
este capítulo
los
si-
escuela
medio alegórico,
en estancias de arte mayor, una deliberada imitación de cientas de
la
las
Tres-
poemas de que en
venimos dando cuenta. Pero Diego Guillen de Avila,
y, sobre todo, el autor
tenían bríos poéticos
de
muy
los
Doce triunfos de
los
doce Apóstoles,
superiores á los del mísero Alonso Her-
nández, cuya Historia Parthenopea nadie se atreverá á contar sino entre
las
obras más ínfimas de su género. Para colmo de desgracia,
está llena
de italianismos, que desfiguran, no sólo
sino hasta lo material de las palabras, tranjeriza,
como de
dando
autor mal versado en
la
al
la
construcción,
libro catadura ex-
lengua castellana, y eso
121
CAPITULO XXIII
que
él
se preciaba de haberse «esforzado con la profundidad de los
»
sesos interiores y con los niervos de las cosas grandes, de alzar
»
expolir la lengua de la hispana musa».
Salvo
poema
y
las visiones
la
máquina mitológica, todo
lo
se contiene es materia rigurosamente histórica,
modo
de ningún
que en este
que
el
poema
autor
el
podía alterar tratándose de acontecimientos con-
temporáneos y tan famosos. Se encontró, pues, según ingenuamente refiere, en un conflicto entre la historia y
«Sy en
y
el
hombre
propio
él
la poesía:
narra símplicimente las cosas hechas,
»sale fuera de los floridos quicios de aquél: y sy cuenta la verdad »
de
con coberturas y 'con
las cosas hechas,
ticas, prívase
Para
salir
de
la fe
de
la
verdad de
la
las figuras
y cosas poé-
cosa.»
atolladero (en que iban á caer sucesivamente
tal
todos los autores de poemas épico-históricos que en tan deplorable
abundancia produjo aquella centuria) discurrió, por una parte, atenerse «á
simplicidad de
la
»gun que he podido
no añadiendo
la historia,
lo cierto della saber»;
»tan excellente capitán, qual
es el
de
la
y por
ni faltando, se-
otra,
como
«á un
perfection de la gloria suya,
»se requiere carro triumphal, paludamentos y trábeas... apagar »
menos
la
» tristes
y malencónicas, y de mí no poco quexosas sy por
» dellas
no se dava
el
mérito triumpho
al
la
al
muy
sed de las sitibundas musas, á las quales veía estar
parte
nuevo bético Cipión
in-
»vincible».
Es de suponer que
las
Musas
se
quedasen tan sitibundas,
tristes
y malencónicas como antes; puesto que todo el gasto de invención que al poeta se le ocurrió, fué resucitar al cantor Demodoco de la Odisea, para hacerle referir á Ulises la conquista de Ñapóles. esto,
y una aparición de Palas Atenea
desconcertada imitación del libro
I
de
á los la
Reyes
Católicos,
Con
y una
Eneida, haciendo que Eolo,
á ruego de Neptuno y de las ninfas marinas, presididas por Calatea,
Gran Capitán y las todavía más disparatado que
levante furiosa tempestad contra las naves del
ponga á punto de anegarse; y un viaje por el reino de Ñapóles emprende Mercurio, hospedándose, como
la Duquesa de Milán, y siendo duque de Calabria con un juego de cañas: con
personaje de tanta cuenta, en casa de
obsequiado por estos, digo,
el
y otros
tales episodios, quiso
amenizar
la
narración his-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
122 tórica, para
que
las
Musas no
se pudieran «lamentar
»tion ó privación de sus varias
y
místicas dulcezas
de
subtrac-
la
y tan floridos
^ornamentos suyos». Pero dejando aparte
duda aun entre
de su
poema, que
su interés para
clase;
añada muchas
en
esté, tiene cierta viveza
historia es innega-
y
el espíritu patriótico del
autor de
noble entusiasmo que sentía por
mente por
y en
de
la
las glorias
los sucesos.
los
el
de su nación, y especial-
gran estratego del Renacimiento, que en Ceriñola
las del
Reyes
Así son de
Historia Parthenopea,
predominio militar de España. Por eso exclama dose á
porque
y torpemente formulado
Garellano había fijado para más de un siglo
el
ni
frescura que no puede encontrarse
las relaciones escritas á larga distancia
notar
sin
circunstancias á los conocidos, sino porque siempre
testimonio de los coetáneos, por ruda
que
la
pésimo
es
no precisamente porque contenga hechos nuevos
ble,
el
los
lo literario del
el
la
rueda del
poeta, dirigién-
Católicos:
Desque
las
Españas han sido perdidas,
Jamás fueron Reyes que os sean iguales,
Ny
tal lealtad
Y aquestass
de
con sus naturales,
on cosas del Alto
tejidas.
Verso bueno, por excepción, este último, y en que la grandeza la misión histórica de España parece haberse mostrado como en
iluminación súbita á los ojos del desmayado rimador, favoreciéndole
con una ráfaga de poesía. Otras hay, sin embargo, aunque no es curioso
y
muy
frecuentes. Sobre todo
tiene algunos toques felices el retrato de los españoles,
puestos en contraposición con sus enemigos los franceses.
muestras interesantes de narración, pueden citarse letta, la
rendición de Tarento,
asalto de la abadía de reliquias
y
el
la
defensa de
Monte Cassino, con
el
el
la isla
Como
desafío de Bar-
de Ischia y
curioso episodio de
el
las
tesoro salvados de la rapacidad de la soldadesca por
García de Lisón.
No tir
fueron éstos los únicos versificadores que intentaron transmi-
á los venideros la noticia
de los grandes sucesos de aquella edad,
aunque preciándose más de cronistas que de poetas. Consta, por
CAPITULO XXIII ejemplo, que un
Hernando de Rivera, vecino de Baza,
guerra de Granada en metro, con cio retórico,
como parece
«Y
en
la
dico, aquello decía
menos que en
que era
»
hecho ó acto digno de escrebir,
mesa de Su Alteza, donde estaban
»
pasado»
muy
oí ai
leía á la
hacer se habían
lo
la
verdad había
(2).
Un poema
de
escrito
tal
de lamentar),
siciones históricas
no podía ser más que una
suerte,
rimada (cuya pérdida en
crónica
que en
los
aprobaban ó corregían, según en
é lo
Rey Don Rey Cató-
del
ponía en coplas y se
lo
artifi-
Doctor Ga-
porque en pasando algún
lo cierto;
»
» hallado,
el
muchas veces yo
verdad, según él
escribió la
puntualidad y tan poco
tal
acreditarlo el testimonio del
líndez de Carvajal (i), fundado nada
Fernando:
I23
concepto de
tal
merecen otro nombre
ni
las
es
demás compo-
de este reinado, por ejemplo,
por Hernán Vázquez de Tapia, describiendo
crónica
las
la
Obra hecha
fiestas
que se
hicieron en Santander con motivo de la llegada á aquel puerto
de
princesa
la
Doña Margarita de Flandes,
emperador
hija del
Maximiliano; los desposorios verificados en Villasevil;
miento que Burgos hizo á
Medina y Salamanca,
mismo año de
Don
49/: narrado todo ello en
strissimo
/
y muy reverédissimo
don bernaldino de caravajal, Cardenal de sania Cruz, cópuesta por el
/
muy
[
san-
1 la
her-
1
Mu-
Historia partlicnopca dirigida al
(1)
Señor
recibi-
muerte del príncipe
y, finalmente, la
Juan, acaecida en aquel
el
su paso por Valladolid,
los príncipes;
eloquente varón alonso hernádes, ele- / rigo ispalésis, protkonotario de la
Sede apostólica, dedicada en loor del
nandes de cordova duque de térra-
i
/
/
Illustrissimo Señor don goncalo
nova gran Capitán de
los
muy
altos
Reyes de spaña.
Al
fin
Impresso en
/
Roma por Maestre
Fól. 4
stephano Guillen de
y quinientos X VI hojas preliminares y 102 de texto.
nuestro Redentor de Mili
¡
á
los diez
lo
/
Reno año de
y ocho de Setiembre.
El erudito napolitano Benedetto Croce, tan benemérito de nuestras letras,
ha publicado primero en fascic.
sobre
111),
la
el
Archivo Storico per
(2)
Provincie Napoletane (año
Historia Parthenopea, que lleva por título
síncrono, interno alie imprese del
para
le
19,
y luego en tirada aparte de cien ejemplares, un curioso estudio
Gran Capilano
Anales breves del reinado de la Historia de
los
Di un poema
spagnuolo
nel Regno di Napoli.
Reyes Católicos (Documentos Inéditos
España, tomo xvm, pág. 227 y siguientes).
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
124
ciento dos coplas de arte mayor, sin ningún género de entonación
poética
(i).
Faltó, pues, cantor digno á los grandes sucesos de este reinado,
y tampoco pueden subsanar gunos humanistas (Carlos
esta falta los ensayos retóricos de al-
como Pablo Pompilio y
italianos
y Marcelino), cuyos poemas
máticos, sólo sirven para atestiguar
mundo
cristiano causó el súbito
dos Verardis
los
no sólo épicos, sino dra-
latinos,
asombro que en
el
la capital del
engrandecimiento de España
(2).
Obra hecha por Hernando Vázquez de Tapia escribiendo en summa algo
(1)
de las fiestas y recebimiento que se hicieron al tiempo que la
Doña Margarita
Princesa nuestra Señora
celente
muy
esclarecida
de Flandes, hija del
y ex-
Empera-
dor Maximiliano desembarcó en la villa de Santander: y assi mismo de como fue ,
festejada del Señor Condestable de Castilla: y de como vinieron el
Señores d su alteza: y de como
cipe nuestros
Rey y Prin-
el Reveretidissimo señor
Patriarca
en un lugar que se dice Villasevil tomó las manos al Principe y Princesa nuestros Señores:
y de como
llegaron todos
jindamente
Ramos
sábado de
(
1
9
Marzo
1497) d la ciudad de Burgos, ado?ide los Principes nuestros Señores fueron suntuosa/tiente recebidos.
En
Sevilla,
por Meinardo Ungut, alemán, y Lanzalao Po-
lono, 1497.
Aludo
(2)
al
Panegyris de Triumpho Granaiensi de Pablo Pompilio, roma-
no, que comienza:
Nunc
age, Musa,
y fué impreso en Roma,
1495,
tubam majoris suscipe
P or Euchario Sylber,
cou otras composiciones latinas del autor. bre y raro libro que se
De
cantus...
alias
Franck, juntamente
los Verardis,
tenemos
el
céle-
titula:
Caroli Verardi, Caesenatis, Cubicularii Pontifica, Historia Baetica, sen de expugnaiiofie Granatae a Ferdinando Catholico et Hellisabet, gibus. Alarcellitii Verardi, Elegía et Car?nina nonnulla.
Hispaniarum Re-
Ejusdem Fernandos
Ser-
va tus. Impressum Roma; per magistrum Eucharium Sylber, alias Franck, 14QJ.
Tanto ticas,
la
Historia Baetica
exornadas de coros á
como la
el
Fernandas Servatus son piezas dramá-
manera
antigua, y fueron representadas en
Roma. Entre
las
ad poetas, litlcris
poesías sueltas de Marcelino Verardi, hay también una Exhortalio
ul iriumphum de hosie
Mauro ab Hispaniarum
mandent, y una Elegía quá fides Fernando
eorttm opera
Maurorum
Después de
la
el
Principibus subacto,
Hellisabet gratías agí!, quod
catenis fuerit liberata.
suscripción hay una canción italiana, con
grabada en madera.
la
música notada y
CAPITULO XXIV
—
Hernando del castillo. los trovadores aristocráticos: el vizconde de altamiraj don luis de vivero; don diego lópez de haro; Cartagena; probabilidad de que sea este último el llamado «el caballero de cartagena». — garci Sánchez de Badajoz; su vida, anécdotas sobre su persona; sus obras; [los poetas del Cancionero general
t>y.
las Liciones de J-ob; otras composiciones.
GUEVARA.
— COSTANA.
— badajoz
DON ANTONIO DE VELASCO.
el
COMENDADOR ROMÁN.
— el
—
FAVOR CRE-
TAPIA.
CIENTE DE LA CANCIÓN POPULAR ENTRE LOS POETAS CULTOS.
GOS en el Cancionero de castillo.
músico.
LOS DIÁLO-
comendador escrivá.
— el
DIEGO DE SAN PEDROJ LA Cárcel de atHOV Y SU
continuación por Nicolás núñez; influencia de la Cárcel de amor
en la literatura; otras obras de diego de san pedro.
— la Cuestión
de Amor, tentativa de novela histórica; identificación de sus personajes; LA POESÍA ESPAÑOLA EN ITALIA.
go entre
el
amor y un
viejo, pieza
RODRIGO DE COTA Y SU Dtálo-
capital en la literatura del
SIGLO XV, SU CARÁCTER DRAMÁTICO; SUS IMITACIONES.
PERÁLVAREZ DE AYLLÓN.
EL COMENDADOR
COLECCIONES QUE PRECEDIERON AL CanClOlterO
DE HERNANDO DEL CASTILLO: EL Cancionero DE JUAN FERNÁNDEZ DE costantina; el Dechado de galanes en castellano; el Espejo de ena morados. la primera edición (i 5 i i) del Cancionero de castillo; -
—
SU CONTENIDO.
LAS EDICIONES SIGUIENTES. —IMPORTANCIA DEL
CanCW-
nero de castillo].
El cuerpo ó colección general de
Reyes
res del tiempo de los
Hernando
del Castillo
las
obras de los poetas meno-
Católicos, es el Cancionero general
en su primera edición de
un pequeño número de
las piezas
dores más antiguos, tales
1
51
1,
de
pues aunque
contenidas en ella son de trova-
como Juan Rodríguez
del Padrón, Juan de
Mena, Lope de Stúñiga, Fernán Pérez de Guzmán y el Marqués de Santillana, y de otros que más bien corresponden al reinado de Enrique IV, tales
como Gómez Manrique, Diego de Burgos, Pero Gui-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
126
de Segovia, Antón de Montero y Juan Alvarez Gato, puede decirse que todos los restantes, hasta completar el crecido número de
lien
138 que abraza
el
tiempo de
tas del
Cancionero, sin contar con los anónimos, son poela
Reina Católica, circunstancia que no siempre se
ha tenido en cuenta para
clasificar sus versos,
graves confusiones cronológicas en
la historia
de
Siendo de todo punto imposible, y además decir absurdo,
el
examen
y que ha producido la lírica del siglo inútil,
xv.
ó por mejor
de todos estos versificadores, en
analítico
gran parte débiles y amanerados, limitaremos nuestra tarea á los diez
ó doce que, ó por haber logrado más celebridad, ó por tener mérito
más
positivo ya en una sola composición, ya en varias, ó finalmente
por alguna singular circunstancia de su persona ó de su vida, merecen campear aparte, y
salir
de
la
turba en que andan confundidos.
Empezaremos, pues, por descartar
(y
no son pocos ciertamente)
todos aquellos autores del Cancionero general que no tienen más lo ilustre de sus títulos y apellidos, ni sirven más que para confirmar hecho tan notorio como es la cultura inte-
recomendación que
lectual
que alcanzó
la
nobleza española en todo aquel
siglo.
Xada diremos, por consiguiente, de los versos del Maestre de Calatrava, de los Duques de Medina-Sidonia, de Alba y de Alburquerque; de los Marqueses de Astorga
(1)
De
éste
nero), citadas
(i),
de Villena y de Villafranca;
pueden leerse unas Coplas á su amiga (núm. 249 del Canciolas que tienen mejor estilo. Hay en esta
por Juan de Valdés entre
composición cosas dichas con agradable Vida de
la
sencillez,
por ejemplo:
vida mía,
¿A quién contaré mis quexas Si á
Y
estrofas
muy
ti
no?
notables por lo original é inusitado de las compara-
ciones, v. gr.:
Ante ü
d
S£S0 mío
Siente tantos alborozos
De
turbado,
Como cuando va Por
el
eljudío
monte de Torozos
Al mercado.
En
el
mandad.
monte de Torozos
solía ejercer sus
cruentas justicias
la
Santa Her-
CAPITULO XXIV
de
127
Condes de Benavente, de Haro, de Coruña, de Castro, de
los
Feria, de Ureña, de Paredes
y de Ribagorza,
del
Almirante de Cas-
Adelantado de Murcia, del Mariscal Sayavedra y de otros grandes señores, harto desconocidos en el reino de las Musas, y de tilla,
del
ninguno de
les cuales
puede decirse que
tiva vocación, sino por solaz
prueba
carácter
el
mismo de
cultivara la poesía por na-
y esparcimiento cortesano,
poesías que se les atribuyen,
las
generalmente se reducen á invenciones y sas,
como
letras
y que
de justadores, glo-
motes, preguntas y respuestas, ó triviales é insulsas galanterías.
Entre estos trovadores aristocráticos, merece exceptuarse, bargo, por haber manifestado el
lo
más elevadas aspiraciones
sin
em-
poéticas,
Vizconde de Altamira, D. Rodrigo Osorio de Moscoso, que com-
puso un diálogo elegante y miento
por
(i)
A
él
el
sentimiento
y
el conoci-
y algunas coplas de amores, delicadas y conceptuosas,
el estilo
(1)
entre
sutil
de
las siguientes:
pertenecen estos pensamientos: Tiene Séneca por
Aunque en
esto
no
ley,
lo
alabo
*,
Que no hay sangre de esclavo Que no haya sido de rey,
Y
de rey esclavo
al
cabo.
;Oh! ciegos locos perdidos
Los que
lloráis á los muertos;
Que
muertos son los vivos,
Y
los
los vivos sean ciertos
Para penar son nascidos.
La
vida cuanto es
Tanto
la
más
larga,
muerte más dura;
Que, en este mar de
tristura,
Cuanto se carga, descarga Al puerto de sepultura.
Estos bienes de fortuna
Con
Y *
En
crático,
trabajo son ávidos,
por ello son perdidos
las ediciones posteriores,
aunque estropeando
«.Aunque en
esto lo alabo.»
el
desde
verso, sin
la de 1527, escribieron con sentido más demoduda por habérseles olvidado el pronombre yo:
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
128
La más durable conquista Desta guerra enamorada,
Es una
Que
gloria delgada,
se passa sin ser vista.
Y de Su
guisa tropieza
tal
que amor
visión
Que, en alzando
Ya no vemos
Y Y
la
se nombra,
cabeza,
sino sombra:
pues tiene buena vista
donosa
la
mirada,
Huyamos gloria delgada, Que se passa sin ser vista. Quizá
le
aventajó en dotes poéticas otro caballero de Galicia, á
quien Garci Sánchez de Badajoz llama hermano de Altamira, ya
porque realmente estuviesen ligados por vínculo de parentesco,
ya por fraternidad en
D. Luis de Vivero, y
tal
tras
de armas ó
el ejercicio
letras.
Caucionero contiene
el
de su numen, especialmente
muy
Llamábase
lucidas mues-
composición alegórica Guerra
la
de amor, que hizo en memoria de
la
logo con
una y otro con gallarda
la Tristeza:
versificadas
No
muerte de su amiga, y
más de
los
Los
los nascidos:
sin ellos, por ganallos;
Los con
por tenellos;
ellos,
Los unos, por no otros,
perdellos;
por alcanzallos;
Son perdidos
ellos y ellos.
1527, 1540 y 1557, añaden que parecen de diverso autor.
Los cancioneros de estrofas,
En
los versos
poetas de
la
el diá-
soltura.
sólo persona una,
Mas
Los
el
amorosos, imita ó excede
corte de D. Juan
las
á esta composición
muchas
hipérboles irreverentes de los
II.
Del infierno
el
mayor mal
Dizen que es no ver á Dios;
Luego
el
mío
es otro
tal,
Pues no espero ver á vos.
De del
algunos villancicos suyos hizo las coplas Nicolás Núñez, por ejemplo,
que empieza:
Vev¡r JQ s¡n yer
No
.
voS(
quiero, ni quiera Dios.
>
CAPITULO XXIV
Don Diego López de Haro,
12g
ingenio de nobilísima estirpe y gran-
de amigo de Álvarez Gato, merece también trovadores adocenados, no sólo por
diálogo entre la
».
s
Razón y
casi
con
Adán
y Eva,
el
contestando
el
el
Wamba
rey
y Mahoma;
autor sucesivamente
mancebos de su tiempo», crédito
la
curiosa
unos historiales y otros alegó-
De
(i).
el
rey Priamo, Jesu-
á todos los cuales
este
lo
cual no le impidió
embajada de Roma. En
el
va
Diego López dice
Oviedo en sus Quincuagenas que «fué espejo de
mucho
muy
ángel que los echó del paraíso, las
ciudades de Troya y Jerusalén personificadas, cristo, Julio César,
el filosófico
el título
vienen más de sesenta personajes, ricos, entre ellos
mejor
de Aviso para cuerdos, y cerca de mil versos, en que interdramático de
se conserva manuscrita
un diálogo
la
Pensamiento; sino por otra
el
vulgo de los
poesías suyas que se inser-
las
tan en el Cancionero general, de las cuales es
que
salir del
la
gala entre los
desempeñar con
Infierno de amor, de
Garci Sánchez de Badajoz, figura entre los más leales y martiriza-
dos amadores: Vi que estaba en un hastial
Den Diego López de Haro En una silla infernal, Puesto en
( 1
)
Esta obra
se
el
más
lugar
llama «Aviso para cuerdos*
señor de la Casa del Carpió. (Biblioteca de ción de misceláneas
la
claro,
fecha por Diego López de Haro,
,
Academia de
que fué de D. Antonio Murillo
este poemita moral está en octosílabos pareados,
la
Historia: colec-
Gran parte de que hoy diríamos metro de ¡Mateos.;
aleluyas, v. gr.:
Los que dan consejos
A
los vivos
ciertos
son los muertos...
Quien á Dios ha de entender,
Lo que él sabe ha de saber... Todo mal que aquí se tiene, Por
hombre
el
al
hombre
viene....
Ser mal seso, ó ser cordura,
Quien
lo
muestra es
Mala guarda
De
la
que
solía usar
la ventura... N
temor
vida del señor...
«Para sacar estas discretas liaridad
es el
máximas
(dice Gallardo, con la expresiva fami-
en sus cédulas
bibliográficas)
hay que leer mucha
pamplina. Es obra mediana. Mkníndk?
v Pf.uayo.
— Poesía
¡.antillana.
III.
o
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
I30
Porque era mayor su mal. Vi
Y
luego arder
la silla
sentado á su plazer
él
Publicando sus tormentos.
Y
diziendo en estos cuentos:
Caro me cuesta tener
Tan
altos los pensamientos.
Largamente, y con calor digno de asunto de más entidad, han disputado nuestros eruditos sobre el
como
Gallardo (i)
Cartagena no era otro que
mo
apellido; al paso
que
La
cuestión en
sí
el ilustre
(4),
mismo
los versos á otro autor del
los
Ríos
(2),
que
el
prelado de Burgos, del mis-
de Ticknor
niegan
y más do
(3)
identidad y atribuyen
tal
y quizá de
apellido
la
no importa mucho, pues aunque
del llamado Cartagena no sean de los cione?'0 se
Cancionero general, sos-
el
y Amador de
los traductores
propósito D. Pedro José Pidal
milia.
personalidad del poeta que con
nombre de Cartagena aparece en
solo
teniendo unos, tal
la
misma los
más vulgares que en
encuentran, tampoco bastan por
sí
fa-
verso
el
i
Can-
solos para dar gran
reputación de poeta á quien quiera que los compusiese. Ni mirada la
cuestión bajo otro aspecto, parece tan grave ofensa á
Burgos
del obispo de
el
si
tilo.
memoria
haberle supuesto autor de unas cuantas
coplas, amatorias, es cierto, en su
ó
la
mayor
parte; pero tan honestas,
como casi todas las de su género y esque Gallardo, con su acostumbrada malignidad cuan-
se quiere tan insípidas,
Es
cierto
do se trataba de cosas ó personas sacarlas punta,
y aún
llega á
eclesiásticas,
suponer que
el
procura á su
modo
afecto de Cartagena
por su señora Oriana (bajo cuyo disfraz cree descubrir á una
doña Ana de Osorio) no era estrictamente platónico; pero como esta maliciosa sospecha de Gallardo está enlazada
gante capricho de atribuir
al
obispo Cartagena
el
con su extrava-
Amadís de Gaula
(conocido en Portugal y en Castilla tanto tiempo antes), no debe
(1)
Ensayo,
(2)
Estudios históricos, políticos y literarios sobre
11,
pág. 254. los judíos
drid, 1848), págs. 392-405. (3)
Tomo
(4)
Estudios literarios (Madrid, 1890),
1,
págs. 554-557-
tomo
11,
págs. 39-62.
de España (Ma-
CAPITULO XXIV
hacerse ningún caudal de
La cuestión no
ella, ni
es moral, ni
I3I
aun perder
tampoco de
el
tiempo en
refutarla.
de
historia eclesiástica, sino
y quien conoce la historia y la literatura de aquellos tiempos, no tiene por qué escandalizarse mucho. Versos de la misma historia literaria;
especie que los atribuidos
Mendoza, y
nal
ojalá
al
obispo Cartagena, hizo
Gran Carde-
el
que no hubiesen pasado de ahí sus
Mi opinión, conforme en
lo substancial
y
flaquezas.
sóio en un punto di-
versa de la que con tanta erudición y fuerza de lógica expuso don
Pedro
Pidal, es
J.
que
el
obispo de Burgos fué realmente poeta, pero
que no ha llegado á nosotros composición auténtica suya, y que de seguro no le pertenece ninguna de las que á nombre de Cartagena figuran en
Cancionero general, todas
el
ron escritas por licos,
emparentado, aunque no
ilustre familia
las cuales, sin
un trovador cortesano del tiempo de
muy
el
Obispo pertenecía.
Para tener por cultivador más ó menos asiduo de los
la
timonio de Fernán Pérez de Guzmán, quien ciencias
que quedaron
llorosas
poesía á don
cancioneros examinados hasta
hoy no hayan aparecido versos suyos, no me fundo y
Reyes Cató-
directa é inmediatamente, con la
de conversos judaicos á que
Alonso de Cartagena, siquiera en
excepción, fuelos
al
sólo en
enumerar
y desamparadas con
la
el tes-
las artes
muerte del
prelado burgalés, cuenta entre ellas la so til poesía, lo cual, forzando algo
el
sentido, podría entenderse del conocimiento teórico de la
poesía ó de
la pericia
tica personal.
crítica
en
ella,
y no de la producción poémucho más decisivo y
El texto que puedo alegar es
como
terminante, y procede de persona tan abonada para darle
arcediano de Burgos D. Pedro Fernández de Villegas, en
mio á su famosa traducción del Infierno, de Dante. confutar
la
pequeña autoridad»,
¿quántos gravísimos varones
>de Mendoza...
»de Guzmán, » Burgos,
y
el
prohc-
tratando de
vana y vulgar opinión de que «quien face coplas es visto
»facer cosa de
nas
Allí,
el
el
escribe: «pues coplas castella-
las
López
escribieron? D. Iñigo
grave y doctísimo Juan de Mena, Fernán Pérez
Gómez Manrique, ü. Alonso de Cartagena,
obispo de
otros gravísimos auctores.»
Presupuesto, pues, que D. Alonso de Cartagena fué poeta, cosa
de que no hay para qué vindicarle, por ser indiferente en
y porque no
existiendo hoy sus versos, mal
sí
misma,
podemos adivinar
si
ha-
:
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
I32
no cuadrase estrictamente con
bía en ellos algo que
de
su carácter episcopal,
vias,
pasamos á exponer
que impiden confundir
al
obispo de Burgos con
Cartagena del Cancioiiero. Cosa bien notoria es que en I456, y
consigna su epitafio. Pues bien:
así lo
gravedad
la
muy
las razones,
el
el
ob-
trovador
el
obispo murió
Cartagena del
Cancionero (que para su colector Hernando del Castillo era un sola poeta,
y no dos poetas
escribe versos á
y
diez
la
que pone juntas sus obras)
distintos, puesto
Reina Doña
que no subió
Isabel,
con Fray Iñigo de Mendoza que no fué creado hasta
1
(i),
47 1)
con
el
Vizconde de Altamira
siglo xv;
creído que
la
mita afirmarlo, y además
no difieren en nada Isabel: cosa
el Sr.
Amador
el
de
los
Ríos haya
del estilo
y lenguaje de esta composición
y lenguaje de las coplas á
de todo punto inverisímil
y en que
la
si
la
Reina
hubiésemos de suponer
menor que de cuarenta
lengua poética castellana experimentó una trans-
formación completa
(3).
fué, pues, el
Por mandado
al
nada hay en su contexto que per-
estilo
otros versos un intervalo no
entre unos
(1)
postrimerías del
despedida de Cartagena á su padre fué dedicada
canciller D. Pablo de Santa María,
¿Quién
las
v no hav en sus versos alusión alguna á cosas ó personas
de un tiempo anterior, pues aunque
(2),
(título
y con Garci Sánchez de Badajoz,
trovadores que no se dieron á conocer hasta
años
trono sino
al
ocho años después de esa fecha; alterna en justas poéticas
trovador erótico del Cancionero? D. Pedro
del Rey
compuso unas
coplas, reprehendiendo
de Mendoza, y tachándole los versos que hizo con
el título
á Fray Iñigo
de Justa de
¿a
Ra-
zón contra la Sensualidad (núrn. 140 del Cancionero). La principal acusación
que
le
hace es haber plagiado á Juan de Mena (seguramente en
las
Coplas de
los siete pecados mortales)
Va muy bien invencionado, Va también digno de pena, Porque
salió del
dechado
Que todos vimos labrado De mano de Juan de Mena... (2)
D. Pablo de Santa María murió en 1435.
(3)
Una prueba más de que
este poeta pertenece
Católicos, son los siguientes versos, en los judaizantes
de Sevilla en
el
al
que claramente
brasero de Tablada:
tiempo de
se alude á
la
los
Reyes
quema de
CAPITULO XXIV
133
José Pidal afirmó resueltamente que lo había sido D. Pedro de Cartagena,
hermano menor
del obispo
de Burgos, como tercero y
úl-
timo hijo de D. Pablo de Santa María, y persona de quien muchas veces se hace mención en las crónicas de su tiempo á título de valeroso caballero.
parecer) en
1
De
dice
él
(al
594, que «fué del Consejo de los reyes D. Enrique
»quarto y D. Fernando »del cuerpo del rey D. »esfuerzo,
Información de su ¡maje, impresa
la
como
Cathólico; y fué
el
Juan
é fué persona de
el II;
mostró en
lo
las batallas
el
nombrado por guarda
en que se
mucho halló,
valor y que fue-
»ron muchas, y en desafíos singulares; y ganó la fortaleza de Lara, »que en aquellos tiempos era cosa de mucha estima é importancia; »é por señal quedó
la
dicha alcaidía en Gonzalo Pérez de Cartage-
y en Hernando de Cartagena, su nieto». es enteramente imposible que este caballero pueda ser
na, su hijo,
No
el
Car-
tagena del Cancionero, puesto que su larga vida se prolongó hasta 1478, según consta por su epitafio, que está en San Pablo de Bur-
gos
(i);
pero sólo cuatro años del reinado de Doña Isabel pudo
al-
y no es verisímil que en edad tan avanzada... (había nacido en 1387) pagase á las musas tan largo tributo. Otro Cartagena hubo, canzar,
también de familia judaica, á quien con más probabilidad pueden adjudicarse los versos; y en
D. Marcos Ximénez de
la
grina erudición,
de
el
libro
él
se ha fijado el docto investigador
Espada, las
al
publicar, con notas de pere-
Andanzas de Pero Tafur. Llamóse
el
Caballero de Cartagena, y era hijo del doctor Garci Franco, del
consejo del rey D. Juan poeta, contador
el II,
mayor de
los
hermano de Antonio Franco, también Reyes
Su flama encendida
Con
la del
Como
Católicos;
assi es
y de Alonso de Sa-
comparada
reyno do siempre hay mancilla,
una figura de fuego pintada
En comparación
del
hecho en
Sevilla.
(N. 1+0 Hel Cancionero.)
(1)
«
Aquí está sepultado
el
cuerpo del virtuoso y ponderado caballero Pedro
de Cartagena, del Consejo del Rey nuestro Señor,
M
e
su regidor de esta ciudad, con
Doña Marta de Sarabia ¿Doña encía de Rojas sus primera é segunda mujeres. Finó á diez de Mayo de mili y qualrocientos y setenta y ocho, en edad de novenn'a años.y (España Sagrada, tomo xxvn, pág. 272, de \n segunda edición, 1824.)
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
134
uno de
ravia,
bía
adoptado
comuneros ajusticiados en Villalpando,
los
como Cartagena
apellido materno, así
el
mediatos parientes
el
el
cual ha-
de sus in-
obispo D. Alonso y su hermano D. Pedro,
el
Este parentesco era tan cercano, qué no habiendo dejado D. Pedro
de Cartagena, nieto del primer D. Pedro, más descendiente que
una hembra, Doña Isabel Osorio, yorazgo de á D.
los Cartagenas,
la cual,
por
las
condiciones del ma-
no podía heredarle, pasó
este
mayorazgo
Gonzalo Franco, nieto de D. Antonio. Fué este caballero de
Cartagena (según testimonio del cronista Gonzalo Fernández de
Oviedo en sus Batallas) «uno de
los
bien vistos
y estimados man-
»cebos galanes y del palacio, que ovo en su tiempo; gracioso é bien
de
»quisto, caballero
muy
lindas gracias
y
portes, é de tan sotil é
»vivo ingenio y tan lindo trovador en nuestro romance ¿castellana
como
» lengua,
» gusto
avrés visto en muchas ¿gentiles obras en que á
lo
juc'único poeta palaciano con
los
mi
de su tiempo, ¿hizo ventaja á
¿muchos que antes quél nascieron, en cosas de amores ¿ polidos ver-
¿galán
¿sos
estilo,
y aun
á
modernos puso envidia su manera de
los
ningún verso
¿trovar, porque
vere's
suyo forzado ni escabroso, sino
¿que en sí muestra la abundancia ¿facilidad tan copiosa, que en me-
¿díday
elegancia paresce que se hallaba hecho quanto quería decir,
acosas comunes
¿que ninguno ¿eso se
han
y
lo
bajas las ponía en tales palabras
hacía mejor de
ejercitado
ó qtierido
trovar...
»conquista del reyno de Granada, é »sirviendo á Dios é á su
(i)
Andanzas
e viajes de
(1874), páginas 390-398.
más
En
Rey con
la
él
y
lengua en
Le mataron los moros en la murió como buen caballero
lanza en
la
mano»
(i).
Pero Tafur por diversas partes del mundo ávidos
el
Liber facetiarum de Luis de Pineda, que se citará
adelante, hay estos dos cuentos sobre Cartagena,
sirve para ilustración
y
que en nuestro tiempo
los
y
buena gracia,
de unos versos suyos que en
«Cartagena llevaba por divisa
unos
cálices.
>ros, respondió: Si lo fueran, entre ellos
el
el
primero de
los cuales
texto se mencionan:
Preguntado
si
eran majade-
anduviórades vos.»
«Estando en las casas de Pedro de Cartagena, subióse encima de unas barandas un loco para echarse de allí abajo, y estando para echarse, viole el dicho Pedro de Cartagena de abajo; y como le preguntase que qué quería 5
>
hacer,
Ir
respondió que quería volar. Pedro de Cartagena
»y subiré á quitarte el capirote, para i
detuvo hasta que subió y
le
que veas por do has de
quitó de
allí.»
le dijo: ir.
Espera,
Y con
esto le
CAPITULO XXIV
Cuadra tanto
135
idea que Oviedo nos da del talento poético del
la
caballero de Cartagena, con los policios versos
que en
general leemos, que apenas puede dudarse de que
de aquellas palacianas todas
y gentiles
cortesano,
y en todas
Con dos
obras.
ellas se discretea prolija
sea
el
autor
solas excepciones,
un mismo género,
estas poesías pertenecen á
Cancionero
el
él
el
amatorio
y metafísicamente,
pero no sin cierta virtuositá ó destreza técnica, sobre temas de una pasión tan quintaesenciada y
como todos les
y
los
los
amores del Cancionero. El autor apura
conceptos para ponderar
sin llegar á
ó digámoslo mejor, tan
sutil,
convencernos de
ella,
el
aunque
sí
de
lo
vivo y agudo de
la literatura italiana,
cialmente en las obras del Petrarca, á quien imita en
y en
menos digno de imitación, en que
las antítesis, tributo
el
hipérbo-
extremo de su amorosa llama,
su ingenio. Muéstrase un tanto versado en
trarca tiene
las
falsa,
lo
los juegos
gran poeta pagaba
al
que
espeel
Pe-
de palabras gusto de su
tiempo y quizá á la tradición provenzal, que tanto extravió á la lírica moderna en sus primeros pasos. Cartagena no se harta de encarecer, á ejemplo suyo,
La
lafiamma
fuerza del fuego
che mincende é strugge,
que alumbra, que ciega
Mi cuerpo, mi alma, mi muerte, mi
Do
entra,
do
hiere,
do
toca,
do
vida,
llega
Mata y no muere su llama encendida...
Otras veces siente que
el
alma, por
la fuerza del
dolor y de
la
pasión, quiere arrancársele del cuerpo, «/'alma, cui morte del sito al-
bergo caceta,
da me
si parte-»:
Mi alma, mi cuerpo, sofriendo
Han ya concertado
tal
pena.
partirse de en uno.
Pues ven ya, muerte: serás bien venida
E
consolarás
al
Que entrambos
desconsolado: la
piden aquesta partida,
El alma por verse del cuerpo salida,
E
el
cuerpo por verse de amores librado.
Esta canción, que pudiéramos llamar de opósitos, y que recuerda
también una
muy
célebre del poeta catalán
de varias glosas, entre
ellas
Mosén
Jordi, fué
tema
una de Francisco Hernández Coronel, y
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
Í36
otra del autor mismo. Pero con haber tenido tanta boga (sin
por su pedantesco
ficación
con
el
lo
que vala cali-
que Cartagena dirime echando
diálogo entre el corazón
mucho más
logo
que por
de ingeniosos. Tal sucede principalmente con
entre el corazón y los ojos, tre ellos;
juicio, lo
menos merecen
no vale, á nuestro
artificio) (i),
len otros versos de Cartagena,
y
extenso, y no sin trazas
Amor y un
terlocutores el dios de
y una versificación recomiendan otras cial
muy
á quien
mas,
Doña
Manuel
Hay
Hay
de Rodrigo de
dotes de estilo no vulgares
entre ellas glosas ó motes para varias da-
Catalina Manrique (nunca (esfuerze Dios
mucho
costó poco),
ellas.
Hay
No
sé para tal
parecer de Car-
canciones cortas que tuvieron
qué
nascí,
extremo
Que
el
Y
vevir no quiero
el
el
que empieza:
celebridad, por ejemplo, la
Pues en
Doña Ma-
todavía más famoso de Yo
el sofrir) y que fué glosado también por Jorge Manel
invenciones y letras de justadores, con
tagena sobre algunas de
mucha
dios se
y amena. Por análogos méritos se no obstante lo poco substan-
suelta
sin vos, sin mí, sin Dios, rique.
el
el
obrillas del autor,
de su contenido.
rina
debate
y con otro diádramáticas, en que son in-
aparece en sueños. Sin comparar este diálogo con él
el
el bastón en-
la lengua,
enamorado,
Cota, todavía pueden reconocerse en
duda
esto,
morir no quiere á mí, yo...
ó aquella otra que compuso á una amiga suya que
traía
un
cáliz
por
devisa: Vuestras gracias connscidas
Quieren que
cáliz traygais,
En que consumays las vidas De todos quantos mirays...
(1)
de
Cosas hay en
ella
Silva, tan gratas á
En
la
que recuerdan
Don
Su fuerza que
fuerza
Me esfuerza que
fuerce
mi
razones de Feliciano
fuerza por fuerza,
mi mal no
penúltima estancia se describe
Un juego
las intrincadas
Quijote:
el
diciendo...
juego de
tira
entre niños contino que anda...
y
afloja:
CAPITULO XXIV El objeto de esta pasión quiere declarar
si
era*
137
una dama Oriana, que Cartagena no
era dueña ó doncella, contentándose con llamarla Angélica natura, Criada sobre
El
nombre poético que
la
humana.
da es indicio seguro de
la
que ya por aquellos tiempos lograba cortesanos.
En
servicio de esta
la
reputación
Amadís de Gaula entre
el
dama, ó quizá de alguna
los
otra, fué
competidor del vizconde de Altamira, yéndoles tan mal al uno como al otro (núm. 146 del Cancionero), lo cual explica esta alusión de
poema de La
Gregorio Silvestre, en su
En Dos
Residencia del amor:
esto vieron salir
quererse
sin
partir,
Puestos en una cadena: El Vizconde y Cartagena...
Por todas estas composiciones mereció Cartagena práctico en amores, que tra los petrarquistas,
le
da
y por
Castillejo
ellas le
el
dictado de
en su donosa invectiva con-
puso Garci Sánchez de Badajoz
en su Infierno de amor, de que luego daremos cuenta. Pero en raras ocasiones en
que abandonó aquella insípida y
tería
para tratar más graves asuntos, se aventajó á
ción
y
espíritu poético;
mostrando mucho seso
albedrío (i);
\
l
J
y
propio en dic-
filosófico
teólogo en las coplas dirigidas á su padre sobre
la
y mente de
razón
ensalzando con sincero entusiasmo á Isabel
Que dest' arte navegamos En el mar y mal del mundo... Para bien ó mal pasalle,
Dios nos dio manera
La La
justa:
libertad es la fusta,
razón
En
el
gobernalle.
estas barcas
traemos
Nuestras almas y passamos: Si
a la fusta obedescemos,
Es forzado que perdamos
Lo que nunca cobraremos:
Y
pues
la
vida es passaje
galan-
artificial
sí
las
y
el libre
la
Cató-
—
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
I38 lica
en unas quintillas llenas de brío, y que,
si
se prescinde
de algu-
nos toques de mal gusto, por ejemplo, del juego pueril sobre tras del
nombre de
poesías del Cancionero,
po pagó
la
musa
igual princesa,
matar lem
la
las
las le-
Reina, son sin disputa una de las mejores
la
y quizá
el
más noble
tributo
que en su tiem-
castellana á las heroicas virtudes de aquella sin
de quien esperaba
poeta, no sólo que había de re-
el
empresa de Granada, sino que había de pintar en Hierusa-
armas
Hasta aquella bizarra hipérbole,
reales.
En
Y
en
la
tierra la primera,
el cielo la
segunda,
con tener algo de irreverente y poco ortodoxo, suena bien en oídos españoles por tratarse de tal mujer, y no llega á los rasgos adulatorios
y desaforados de Antón de Montoro y
dorosamente obedecían por
el
al espíritu
otros poetas, que can-
de apoteosis gentílica renovado
Renacimiento, y que pocas veces tuvo tanta disculpa
como
en este caso.
Mayor
celebridad todavía que Cartagena,
como poeta
Que can presto passa y va, Aunque nadie se lo ataje, Pasar bien este viaje
En
el
gobernalle está.
Palabras son
muy
sabidas,
Que tenemos los mortales En nuestras manos metidas Nuestras muertes, nuestras vidas, Nuestras culpas, nuestros males...
— «Si yo mudo ni conciencia, c
Mudara Dios
No
el fin
mío?»
vale tal consequencia,
Antes anda su presencia
Con nuestro libre albedrío... En su saber infinito Todo está predestinado, Todo está claro y escrito; Mas el ser así ordenado,
No
costriñe el apetito...
erótico, lo-
CAPITULO XXIV
139
gró Garci Sánchez de Badajoz, debiéndola, no sólo á sus versos, sino
también á
los casos novelescos
de su vida, por virtud de
los cuales
vino á formarse en torno de su nombre una leyenda análoga á
Macías ó á
la
de Juan Rodríguez del Padrón,
sante y algo degenerada,
como
si
bien
estaba sin duda
lo
la
menos
intere-
mueva
doresca en estas postrimerías suyas. Por más que su apellido
Ecija.
(i),
se lee
Pudo llamársele de Badajoz por
aunque no hubiese nacido en
ser oriundo de aquella ciudad,
de
poesía trova-
á tenerle por extremeño, en libros de los siglos xvi y xvu
que era andaluz, natural de
la
ella;
y
de su familia sería probablemente Diego Sánchez de Badajoz, notable dramaturgo de los primeros años del siglo xvi,
en metro ha
exhumado
Convienen todos
Barrantes
el Sr.
los testimonios
cuya Recopilación
(2).
contemporáneos en que Garci
Sánchez, de resultas de una desdichada pasión amorosa, vino á perder
el juicio.
efecto de
Y
la ira
no faltaron graves varones que viesen en divina sobre
el
poeta, por las irreverencias
nidades que en sus versos había sembrado. Véase fraile
anónimo que
escribió
el
libro de la Celestial
nal Labirinto, dirigiéndose á su Mecenas D. Juan de
la
el
Jerarquía
un
profa-
y que dice
lo
Duque de
ello
el
e Infer-
Medinaceli,
Cerda:
«Acuerdóme,
ilustre
y
muy
magnífico señor, cuando
el
año pa-
usado mi padre provincial y yo fuimos á verá vuestra ilustre señoría: quiso (estando nosotros presentes y muchos nobles caballeros »de su casa) se leyesen no sé qué coplas que había compuesto Gar»ci
Sánchez de Badajoz, con una prima
»decir; en la cual él ponía
muchos
banes cortesanos había conoscido »E1
(1)
fin
ficción
y elegante y polido España que él ga-
caballeros de (3).
para que se leyeron, según que yo comprehendí, fué para
Por ejemplo, en un cuento de Juan Alonso Aragonés que citare luego,
y también en El Diablo Cojudo, de Luis Vólez de Guevara (que era ecijano):
*De aquífué Garci Sánchez de Badajoz, aquel insigne poeta castellano.» Parece infundada la conjetura, porque el autor de la ^Recopilación se (2) llamaba simplemente Diego Sánchez, y no pertenecía á la familia de los Sánchez de Badajoz. (Vid. Madrid, 191 5; pág. (3)
J.
López Prudencio: Dugo Sánchez
22). (A. B.)
Alusión evidente
al
Infierno de
Amor.
de
Badajoz.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
I40
j>tomar nuestro parecer sobre
labras
del autor
y elegancia de pa-
vivez del ingenio
la
de aquella obra. Adonde yo preguntado, respon-
que tenía yo compasión de un hombre de ingenio tan vivo y »subttl, con tanta elegancia y abundancia de palabras doctado, no »dí,
»se haber
ocupado donde fuera mejor empleado,
vicio de aquel de quien todas »
mayor
»él »
no
juicio
hizo,
las
gracias vienen; las cuales,
no son recebidas, á
mas por
el
en ser-
es á saber,
él
si
para
han de ser reduzidas. Lo qual
contrario, las cosas de
la
Sagrada Escriptura
profanaba trayéndolas á su vano amor, ó más verdaderamente fu-
como
arioso desatino,
^trovadas,
las
paresce en
cuales cuando
me
él
fueron mostradas, no pude sino ma-
ravillarme; porque después de sallí
Liciones suyas de Job por
las
la
elegancia de palabras, estaban
condiciones tan primas del amor divinal, que no pude yo sino
»decir que todo pecado, en especial este deste vano desatino, es ^idolatría, ca se
da
al
que se debe á
ídolo lo
la
Soberana Majestad
»de Dios, adonde está suprema amabilidad con majestad incomprehensible...
Pues por
estos desatinos está loco en cadenas,
»nuestro Señor con misericordia «franca largueza
le
le
cual
al
privó de aquello que con su
había comunicado.»
Antes de su locura, había sido Garci Sánchez
muy
gentil
y
dis-
humor y dichos agudos, de de cuentos del siglo xvi. Dos
creto cortesano, celebrado por su lindo los cuales se leen
hay entre
algunos en libros
de Juan Aragonés, que acompañan
los
Sobremesa
y
de Juan de Timoneda, en algunas ediciones.
alivio de caminantes,
Me
al
parece curioso transcribirlos á continuación:
«Al afamado poeta Garci Sánchez de Badajoz, el cual era natural de *Ecija, ciudad en el Andalucía (este varón delicado, no solamente en »la
pluma, mas en promptamente hablar
ado enamorado de una señora, la cual
»IIo le hiciese
grandes
»en
tierra, dijo,
Ȏl tan presto,
fué á festejar delante de
fiestas,
una ventana
como encima de
su caba-
dando muchas vueltas por su
servicio,
estaba asomada. Pues
»de su casa, á
»acertó de tropezar
la
lo era) acaecióle que, estañ-
el caballo;
de manera que
y como él lo
la
pudo
señora
lo viese casi
oir: «.los ojos-».
y sin tener tiempo para pensar ...Señora, y el corazón, Vuestros son.>
lo
caído
Respondió
que había de
decir:
CAPITULO XXIV
«A
Garci Sánchez
le
141
acaesció que, estando penado por una dama,
»subióse muerto de amores á un terrado que tenía, desde donde al-
sgunas veces
»suyo
le fué
dicho que
y hallándolo
allá,
dió prontamente j>
Y
lo fué á ver: el cual
»estaba,
scho
podía ver.
la
estando
un grande amigo
día,
preguntando á sus criados que adonde
allá arriba
en
el terrado.
El se subió dere-
que cómo estaba
solo, le dijo
allí.
Respon-
Garci Sánchez: «¿adonde puede estar mejor
muerto que en terrado?» Dando
ato, era
un
allí
á
el
entender que, pues estaba muer-
razón que estuviese enterrado.»
Otra anécdota de Garci Sánchez, pero ya del tiempo de su locura,
se consigna en el Libro de chistes, de Luis de Pinedo (i). «Salió-
le un j>y
día Garci
Sánchez de Badajoz, desnudo, de casa por
Respondió
atenía seso.
»yo á
ti
él:
mismo cuento,
Sobremesa a
(1)
me
y
la
Liber facetiarum
nuscrito de
la
nombrar
mí una hora de
sufras tú á
á Garci Sánchez, sino atri-
edición de Rivadeneyra)
el similittidinum
se lee en
de Juan de Timoneda (par-
alivio de caminantes
cuento 55 de
,
sin
él,
muy enamorado y grande poeta,
buyéndole á un caballero
te 1.
tras
de nescio, y es mucho que
»loco!» Este
el
—
la calle,
llamándole loco y que no ¿Pues cómo? ¡Hete sufrido tantos años
un hermano suyo fué corriendo
(2).
Ludovici de Pinedo
e¿
aliorum. Ma-
Biblioteca Nacional, publicado por D. A. Paz y Melia en sus
Sales Españolas ó agudezas del ingenio nacional (Madrid, 1890), pág. 295. (2)
Quien
También Lope de Vega
ama
no ha°a fieros:
trae un cuento de Garci Sánchez, en la
comedia
A Garci Sánchez pedía Un sacristán que le hallase Una invención que sacase Su manga de cruz un día. Pero viéndole
el
calzón
Roto, y en pedir prolijo,
«Saca unas
Y En
el
calzas, le dijo,
será buena invención.»
Sobremesa de Timoneda
parte
1.
a ,
cuento 83) se lee este otro dicho
agudo de nuestro poeta: «Traían á un sobrino de Garci Sánchez dos mujeres >en casamiento, de
las
cuales
la
una era de
muy buena
parte, sino
»hecho un yerro de su persona, y la otra era confesa, con >cuento en dote. Llegando este mozo á demandar consejo »sobre cuál de aquestas tomaría por mujer, respondióle 1
querría que
me
diesen con
el
cuento, que no con
la
y
así:
que había
cual le daban un
parescer á su tío «Sobrino, yo
el /¡ierro.*
más
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
I42
Aunque hay
que
indicios para sospechar
las
composiciones de
Garci Sánchez de Badajoz fueron coleccionadas en volumen aparte, cosa
muy
verisímil,
dada
la
celebridad del poeta
yo
(i),
sólo
puedo
juzgarle por los versos insertos en el Cancionero general,
que no están
y por otros pero que figuran en pliegos sueltos de gran rareza.
allí,
La más célebre de
no ciertamente
estas composiciones, pero
la
más
digna de alabanza, son las Liciones de Job apropiadas á las pasiones
de amor,
las cuales,
provocaron las
no
sin razón, escandalizaron á los moralistas,
ediciones del Cancionero general, por lo cual son
ejemplares de
que
él
y
Santo Oficio, que mandó expurgarlas de
los rigores del
de
se encuentran mutilados
muchos
las hojas
los
que de-
bían contener las tales Liciones. Estas parodias literalmente sacrilegas,
aunque quizá no
extraviada por
el
lo
fuesen tanto en
mal gusto, estaban
mente de sus
la
muy
de moda en
hay, en los Cancioneros manuscritos, algunas todavía tes las
autores,
el siglo
más
xv;
y
irreveren-
y escandalosas que las Liciones de Garci Sánchez; por ejemplo, dos Misas de amor, de Alosen Diego de Valera y Suero de Ri-
bera.
En
todas estas extravagantes composiciones,
la liturgia
va intercalado caprichosamente en
texto latino de
el
los versos castellanos,
formando un conjunto híbrido y grosero, que, no sólo ofende los sentimientos piadosos, sino también el sentimiento del arte. Muy
donosamente dice D. Diego de Mendoza que «Garci Sánchez »ba en punto, adas
las
si la
locura no
homelías y oraciones».
de testamento que, según
el
de hacer
le atajara,
A
las Liciones
mismo autor
al
diano de Toro, con
de
la
(1)
el
el
precede una especie
de Serveri de Gerona, con
No puedo
vía (¿quizá
el
mismo
recordar dónde he leído ú oído
poseyó, cita varias veces con
le
artificio,
la
y puede padel Arce-
el
varios poetas
convertido ya en
especie de existir toda-
en Extremadura?) un Cancionero manuscrito, formado en todo ó
en parte con versos de Garci Sánchez. ¿Será parecer
y con otros
francés de Villón,
Edad Media, que usaron
to-
declara, es imitación de
otro que había hecho antes D. Diego López de Haro,
rangonarse además con
esta-
mismo tono
Almendral aunque ,
[Según mis
sin detallar
noticias,
mismo que
Gallardo, que
al
de Cancionero de Mauro del
nunca su contenido?
ha sido encontrado
se publicará en breve. (A. B)\
el
el título
el
Cancionero de Garci Sánchez, y
CAPITULO XXIV
I43
un lugar común. Garci Sánchez, según su costumbre, extrema la
hipérbole amatoria hasta decir, entre otros conceptos que no
parecen de poeta cristiano:
Y
pues mi vectura quiso
Mis pensamientos tornar Ciegos, vanos,
No
quiero otro paraxso
Sino mi alma dexar
En
sus manos...
Mando,
por bien toviere
si
De pagar más los Que serví, Que
entierren do' quisiere,
?n
Y el responso y Diga Ttí
«
serVicios
los oficies
así:
que mataste á Alacias,
D' enamorada memoria...*,
De
la
manera cómo
ción sexta, sobre
el
hecha esta
está
den muestra
del oficio de difuntos,
etc.
irreligiosa
texto Quis mihi hoc tribual: ¡Quién otorgase, señora,
Qu' en
infierno escondiesses
el
Mi alma, y
la
defendiesses
Por tuya, y muriesse agora, Hasta que de mí partiesses E! enojo qu' en
ti
mora!
Y, aunque mil años durasses
En
tu saña, y
Allí
m' olvidasses,
temía reposo,
Señora,
si
señala;
Un tiempo tan venturoso En que de mí te acordasses. Allí tú
Yo no
te
me
llamarás,
responderé,
Señora, que ya estaré
Do nunca más me Obra de
Do
tus
y absurda parodia
los siguientes versos
verás:
manos fué
tu diestra extendí ras..
de
la lec-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
144
a
ó estos otros de la lección
En
7.
Spiritus mens attenuabitur:
,
el infierno es
mi
casa,
Si
vuestra merced quisiere.
Y
será
En
si le
sirviere
las tinieblas
de brasa
La cama en que yo durmiere: Al desseo diré padre
De mi cruel mal d' amores, De mis pensamientos vanos;
A
la
Y
á sus penas y dolores
muerte llamé madre,
Dixe: vos soys mis hermanos.
Sé yo que mi matador
Vive aunque mi vida muere.
Y que Sano
será mi dolor día
el
Con una
Me
que
la viere.
no vana
gloria
levantaré aquel día,
Viendo
la
señora mía
En mi misma carne humana
Como
A
viviendo
la
la vía.
qual tengo de ver
Yo mismo con
los
mis ojos,
Por do serán en placer Vueltos todos mis enojos...
Afortunadamente, no siempre escribió Sánchez de Badajoz con tan
depravado gusto. Parece imposible que Lo claro escuro, sea
el
versos del Sueño, que compiten con
de Santillana, y con se, así
lo
el
autor de las Liciones
mismo que compuso la
en nuestros cancioneros como en lírico
y
y de
deliciosos
Querella de amor, del Marqués
más excelente que de
de poética vaguedad y misterio
los suaves
este género
los gallegos.
puede
Una
hallar-
atmósfera
envuelve esta composición en
que Garci Sánchez, cual otro estudiante Lisardo, presencia en vida su propio entierro,
y oye
su muerte: «
á los pájaros cantar sus exequias, y referirle
— Ya sé por quién preguntays,
Por Garci Sánchez
Muy poco
dezís...
ha que pasó
Solo por esta
ribera...»
CAPITULO XXIV
Y
Y
I45
estas palabras diciendo
las
lágrimas corriendo,
Se fué con dolores graves. Yo, con otras muchas aves,
Fuemos empos
d' él
siguiendo.
Hasta que muerto cayó Allá entre unas azequias,
Y
aquellas aves y yo
Le cantamos
las
obsequias,
Porque de amores murió:
Y La
aun no medio fallecido,
tristeza
y
el
olvido
Le enterraron de
Y
crueles,
en estos verdes laureles
Fué
su cuerpo convertido.
D'
allí
nos quedó costumbre
Las aves enamoradas
De
cantar sobre su cumbre
Las tardes,
las alboradas,
Cantares de dulcedumbre...
le
Enamorado Garci Sánchez de este tema sentimental y fantástico, repitió con menos fortuna en dos romances, ó más bien compo-
siciones en octosílabos pareados, con villancicos intercalados (i), en esta forma:
Abajé por una senda
A
unos valles
muy
suaves,
Donde oí cantar las aves De amores apasionadas, Sus cabezas inclinadas
Y
sus rostros tristecicos.
Desque
En
vi los
pajaricos
los lazos del
amor,
Membréme de mi
(i
y
Son
números 1876
los
dolor
y 1S77 del Romancero,
de Duran, que los tomó
del Cancionero general y del Cancionero de Romances.
Caminando por mis males; casi
el
segundo Despedido de
una mera variante del primen», y repite
el
Comienza
consuelo. Este
el
primero
segundo es
villancico:
Hagádesme, hagádesme,
Monumento de amores MKHáHDKZ Y
V-íUAlo.
— Presia
casttllan.i.
III.
he...
,,
146
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
Y quise
desesperar, cantar,
Mas escuché su
Por ver si podríe entendellas. Vilas sembrar mil querellas
Que de amor habíen
cogido.
cundido
Desque vi así El poder de amor en todo,
Yo tomé desde allí un modo De tener consolación; Dijeles esta razón,
Rogándoles que cantasen, Porqu' ellas no sospechasen
Que quena más de «Cantad todas,
triste son,
Las que hacéis Discantará mi
oillas:
avecillas,
pasión.»
Cuando oyeron mi ruego, Por mis penas amansar, Comenzaron de cantar Este cantar con sosiego: tMortales son los dolores
Que
se siguen del amor,
Mas ausencia es
dolor os duele,
muy más doliente, me hallo ausente,
soy d'él
Porque
si
No tengo
alas
con que vuele.»
Y desque hubieron cantado, Y yo hube respondido, Fué mi dolor conocido Y mi pena por más fuerte. '
Y
En
no estando bien constante el
mi determinar,
Pensando de no acertar, Este cantar comencé:
«¿Adonde
iré,
adonde
¡Qué mal vecino amor
Otra composición
muy
iré?
es!»
celebrada de Garci Sánchez de Badajoz,
histórico que poético, aunque para nosotros tenga hoy más interés cuanto en á su traza y artiser, fué el Infierno de amor, que viene á
CAPITULO XXIV
una alegoría dantesca,
ficio,
cie
147
en cuanto á su contenido, una espe-
y,
de taracea de retazos de diversas canciones de
los
más enamo-
rados trovadores de aquel reinado y de los dos ó tres precedentes,
todos los cuales penaban encantados en aquella especie de cueva de
Montesinos que
mal
draría
el
autor llama Casa de amor, y á la cual no cua-
el título
de Casa de locos de amor, que dio Ouevedo á
uno de sus Sueños. Los galanes treinta, entre los cuales figuran
allí
el
Marqués de
los
Santillana,
de
Gue-
Juan de Mena, D. Diego López de Haro, Jorge Manrique,
Diego de San Pedro, Cartagena,
Hay
número de
nombres tan conocidos como
Macías, Juan Rodríguez del Padrón, vara,
cautivos son en
vizconde de Altamira,
el
etc. (i).
algunos versos graciosos, por ejemplo, los que se refieren á
D. Alonso Pérez: Sepultado entre
Y
las flores,
cantándole un responso
Calandrias y ruiseñores...
y otros que tienen curiosidad biográfica, como los que mencionan heroico guerrero D. Manuel de León, el que sacó el guante de su
al
dama de
la jaula
Guerras
civiles de
de
los leones,
y
es
uno de
los protagonistas
Granada de Ginés Pérez de
Y
vi
más
Entre
De
las
las
á don Manuel
De León armado en
Vide
de
Hita:
blanco.
cuales pinturas
las siete figuras
los
moros que mató,
Los leones que domó,
Y
otras dos mil aventuras
Que de vencido Pero
el
mayor
venció...
interés de este poemita (que es
un centón á
la
manera del Conort, de Francesch Ferrer, y de otras composiciones análogas que en la literatura catalana y en la provenzal abundan), consiste en lo
(1)
de
que tiene de catálogo ó canon de
Esto es en
la
edición del
1527, 1540 y 1557 se añadieron
otros ocho poetas, entre ellos Mexía... Estas añadiduras
el
Cancionero de
los poetas eróticos
1511.
En
ocho estrofas más, con
las
los
posteriores
nombres de
conde de Haro, Lope de Sosa, Rodrigo
no parecen de Garci Sánchez.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
Td8
más afamados en
y en
los días del autor,
que nos con-
los retazos
serva de sus canciones.
Por todas estas piezas amatorias, reqüestas, canciones, villancicos
y
así
como por
sus numerosas
común con
dezires, escritos por lo
donaire y soltura, obtuvo Garci Sánchez de Badajoz un puesto de preferencia en
la galería
de
los
poetas del Cancionero, y una reputa-
ción tradicional que duraba todavía en los siglos xvi y xvn, aun en
ánimo de
el
los
jueces más avisados y competentes. El severísimo
Juan de Valdés, en
el
Diálogo de la lengua, cuenta
Sánchez de Badajoz entre
las
que tienen mejor
Lope de Vega, que había hecho
mucho estudio de
Cancioneros, y que no rara vez se inspiró en
las
estilo.
ella,
la
coplas de
Y
el
lírica
gran
de
exclama en
los el
prólogo del Isidro: ¿Qué cosa se iguala á una redondilla de Garci
Sánchez ó de D. Diego de Mendoza}
(i).
Sus versos fueron reprodu-
cidos en colecciones de índole popular
como
el
Cancionero de Ro-
mances, y hasta en pliegos sueltos. Impresas se hallan en esta forma sus Lamentaciones de amores
(2),
que por ser tan extraña composi-
ción y no encontrarse en ninguna de las ediciones del Cancionero,
y por haber sido mencionada con estimación por Herrera en sus Anotaciones á Garcilaso, creo oportuno transcribir á continuación: Lágrimas de mi consuelo, Qu'avéis hecho maravillas
Y
hacéis:
Salid, salid sin recelo,
Y
regad estas mejillas
Que
soléis.
Ansias y pasiones mías, Presto me aveys d'acabar,
Yo
lo fío.
¡O planto de Hieremías,
Vente agora á cotejar Con el mío!
(1)
de
los
El
mismo Quintana, que
tan
desdeñosamente juzga á
poetas del siglo xv, reconoce en
las coplas
la
mayor parte
de Garci Sánchez *mucho
calor y agudeza*. (2)
Las reprodujo Usoz
en .Londres ípágs. 207 y
al fin
209).
del Cancionero de obras de burlas
que publicó
CAPITULO xxrv Ánimas de Purgatorio, Qu'en dos mil penas andáis Batallando:
mi mal os es notorio,
Si
Bien vereys qu' estáis en gloria
Descansando.
Y
que quedáis
vosotras,
Para perpetua memoria
En
cadena,
Cuando mis males
sepáis,
Pareceros ha q'es gloria
Vuestra pena. Babilonia,
La
que lamentas
tu torre tan famosa
Desolada,
Cuando mis Sentirás
ansias sientas,
rabiosa
la tu
Aconsolada. ¡O fortuna de
Que
la
mar,
trastornas mil navios
Á
dó vengo;
Si te quieres amansar,
Ven
á ver los males
Que
míos
sostengo!
Casa de Hierusalcín,
Que
fuiste
por tus errores
Destruida,
Ven agora
Y verás
tú también,
con que
En
te
goces
tu vida.
Constantinopla, q'estás Sola y llena de gente
A Vuelve tu
Viendo
lo
tu pesar;
y podrás, que mi alma siente, cara,
Descansar.
Troya, tú que
Que
En
el
mundo,
Gózate conmigo
Que
te perdiste,
solías ser la flor
triste,
ya llega mi clamor Al profundo.
149
:
Y vos,
císnesT
mendador que había ido á ner ->
la
encomienda y
Passava un día de ayu-
assí.
él
á la sazón estaba, un cierto co-
Roma
por dispensación para poder te-
ser clérigo de missa, lo qual el
comendador
mayor, que se llamaba Plernando de Vega, contradezía; y no ha-
blando en
la
venta qué comer, envió á
la villa
»viase algún pescado. D. Antonio, que sabía
»entre dos platos grandes luego
le
á D. Antonio, le en-
muy
bien
la historia,
envió una copla que dezía:
Ostias pudiera enviar
Dun
pipote que hora llega,
Pero pensara
el
de Vega
Qu'era para consagrar.
Vuessa merced no
De
las
coma,
licencia yo os despido,
Poique nunca dará Roma
Lo que
>Y
aveis de notar
que
ȇ
la
que en aquel Roma está otro primor, que aludió
Doña
reina
niega su marido.
Isabel,
aunque mostraba favorecer »contra
Y go:
la
que tenía al
las
narices un poco romas,
comendador,
al fin
no
lo
favorecería
voluntad del rey su marido.»
contesta un italiano, que es otro de los interlocutores del diálo-
«Yo
os
»más que
prometo que
pedir,
anegamos que
la
copla
y muestra bien
los
el
me
parece tan galana, que no hay
ingenio del que
la hizo.
Al
fin
no lo
españoles tenéis excelencia en semejantes cosas.»
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
I58
No
sé
si
tocante al chiste de
lo
mismo parecer que Juan de Valdés en
todos serán del la
copla de D. Antonio.
juego insulso de palabras, y
me
admira que
Cuenca, tan descontentadizo por
lo
el
común en
A
mí me parece un
severo reformista de sus juicios literarios,
se pasase aquí de benévolo.
Poeta de los más fecundos entre los del Cancionero General, fué
Juan de Tapia
Tapia, persona probablemente distinta del
del Can-
cionero de Stúñiga (i). Parece haber sido grande admirador de Car-
tagena, de cuya excelencia los triunfos
que esto
le
y celebridad en
conquistaba entre
en unas coplas (núm. 697 del
poesía amatoria,
la
y de
damas, da testimonio
las
C. G.):
Porque vuestras invenciones
Y
nuevas coplas extrañas
Levantan lindas razones
Que
á los duros corazones
Abren luego
las entrañas.
Pero vos levays
Porque
la flor:
enamorada
d'arte
D' aqueste amor
infinito,
Nunca echastes tejolada Que la más más arredrada No tome debaxo el hito.
Más de
hemos
sesenta composiciones de Tapia
llegado á ver;
pero, en general, son de corta extensión y poca novedad, versando
sobre los más usuales tópicos de
en
el
Cancionero tantas muestras.
cierto diálogo entre
Tapia y
el
galantería cortesana, de que
la
Una de
Amor, que
las
hay
mejor versificadas es
se le presenta
Vestido como estranjero. En forma de gentil-hombre Cortesano.
(1)
Hay
entre los versos del Tapia del Ca)icio?iero General, uní pregunta á
Cartagena, una canción á un amigo suyo que partía á la guerra del otra á D. Diego la
Ampwdán,
López de Ayala, sirviendo en Alhama como soldado durante
guerra de Granada,
parece que basta para florece el segundo.
y,
finalmente, un
fijar la
epitafio á
distinción entre
César Borja; todo
ambos poetas y
la
lo cual
fecha en que
CAPITULO XXIV El poeta estaba á
la
sazón sin amores, pero
de buscarle una dama á quien
Flor de todas
las
(i), dirigió
se encarga
mujeres,
se declara en otras
Tapia muchas composiciones, llenas de requiebros
procurando conquistar su afecto por medio de una
gentilezas,
y
Amor
ninguna...
que era de Guadalajara, según
esta señora,
coplas
el
sirva,
Más hermosa que
A
I59
prima suya que
la servía
que era dama de
de doncella,
Xo
alta guisa (2).
bellezas de la corte, ni de
poner su
gos, pintando, por ejemplo,
el
lo cual
parece dar á entender
por eso dejó de celebrar á otras
musa
fácil
de sus ami
al servicio
desconsuelo en que con
la
Doña Mencía de Sandoval quedaron sus servidores, entre figuraban
de
el
Castilla;
duque de Alba, D. Fadrique de Toledo,
el
partida de los cuales
Almirante
D. Manrique de Lara, D. Diego Osorio, D. Alvaro de
Bazán y D. Diego de
Castilla.
Pero por mucho que apurase
mi
su amiga, nunca en esta poesía artificiosa
las hi-
y mi Dios á y amanerada acertó con
pérboles eróticas, hasta llamar continuamente
bien
verdadero tono del sentimiento, que sólo por excepción alcanza
el
en
la
glosa que hizo del viejo
y bellísimo romance de Fonte frida,
engastando con bastante habilidad
los versos
entre los suyos propios. Tiene, además, Tapia, sido
de la
la
canción popular
curiosidad de haber
poeta bilingüe (italo-castellano) y de haber cultivado, aun-
que no en su propio idioma,
mente son de
él
sí
en
metro endecasílabo;
y no de algún homónimo suyo
ciones en tercetos que, no en neral, pero
el
las
la
las
si
es
que
real-
cinco composi-
primera edición del Cancionero Ge-
de Toledo, 1527,
Sevilla, I5-4A
y
? n todas las
posteriores se leen. El autor de estas poesías, que lo fué también de
Irés-á Guadalajara,
(1)
Do
veres la hermosura
Cuya
vista cuesta cara...
(Núm. 828 (2)
Núm.
del C. G.)
845:
Doncella de aquel Dios mío,
Verdadera prima mía, Señora de quien se
Lo que
á
fía
mí mismo no
fío...
1
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
60
un
epitafio á la sepultura del
Duque
Borja, parece haber vivido hasta
V, por
los
Valentino, es decir, de César
muy
entrado
el
período de Car-
no nos atrevemos á afirmar su identidad con
lo cual
el
Tapia del Cancionero de Valencia. El quinto de sus Capitoli no carece de valor poético, y para obra de un extranjero es realmente
además un documento muy
notable, siendo
la
primera mitad del
las
que
siglo xvi v intimidad
tomeu
los diez
Gentil, que,
y
seis
sonetos religiosos de un cierto Ber-
por su nombre, y aun por
á sus versos,
parece catalán ó valenciano.
sido impreso
modernamente en
Italia,
de un manuscrito de sus poemas
la fe
litano B. Croce,
por
B. Gentil, así
semejanza de
paso que no ofrece ninguna con
cuanto por el
1 5
con las
10, apenas
Tansillo, sobre
erudito napo-
el
(I) se inclina á
de
puestas
de estos sonetos ha
pero
líricos,
creerle de
quince restantes,
los
al
rimas de aquel poeta, el
Cancionero, cuando
empezaba
á darse á conocer
fecha en que aparece impreso en
la
Tansillo, nacido en
como En
Uno
estilo el
las rúbricas
como obra de
en un escrito reciente la
mismo Can-
salir del
de 1527, hay otros ejem-
cionero, pero sólo á partir de la edición
como son
la es-
dos penínsulas en
se manifestaba por el
uso promiscuo de ambas lenguas, del cual, sin
plos,
para probar
útil
trecha intimidad en que vivía la literatura de
poeta.
glosar y contrahacer romances viejos, aplicándolos á diverso
como en componer otros originales de carácter puray por lo común amatorio (que son los llamados roman-
propósito, así
mente lírico,
ces de trovadores),
acompañaron á Tapia otros ingenios
del Cancio-
nero General, dando testimonio todas estas imitaciones, glosas y parodias, del favor creciente que la canción popular, antes tan desdeñada, empezaba á cobrar entre los poetas cultos. Reservando para lagar
más oportuno,
literatura del
de
es decir, para el tratado
apreciación de este fenómeno, uno de los
tiempo de
los
Reyes
más
los
Católicos, no
debemos omitir
nombres de Francisco de León, de Lope de Sosa, de rós,
(1)
romances,
la
característicos de la los
Pinar, de Qui-
de Soria, de Cumulas, que glosaron ó contrahicieron, entre
Di alcuni
versi italiani di ciuiori spagnuoli dci seco/i
XV e
Rassegna Storica Napoletana di Lettere ed Arte, Ñapóles, 1894.)
XVI. (En
la
CAPÍTULO XXIV otros romances,
r-1
del
Conde Claros
l6l
(éste hasta tres veces), el
de Yo me era mora Moraima,
Rosajresca,
el
r andarte', el
de Digásme tú
el /¿ermitaño,
y
el
de
de Durandarte, Dn-
otros.
También Diego
de San Pedro y Nicolás Núñez, de quienes hablaremos después, se cuentan en
más de
el
número de
estos glosadores ó remedadores. Pero ade-
hay en
este género de trovas,
el
Cancionero,
si
bien en es-
caso número, romances artísticos originales y no siempre desgraciados,
de Soria, de Núñez, de D. Juan Manuel, del Comendador
Alonso
Ávila, de Juan de Leyva, de Garci Sánchez de Badajoz, de
de Proaza, de Juan del Enzina, de Durango, de D. Pedro de Acuña, y
aun de algunos caballeros valencianos y catalanes, como don
Alonso de Cardona y D. Luis de
muy
restante de
él, los
de Leyva á
En
ellos
esta pequeña, pero
predominan, como en todo lo
asuntos eróticos, pero no de
que no alternen con el
Castellví.
curiosa, sección del Cancionero,
modo
como
algún romance puramente histórico,
muerte de D. Manrique de Lara y
la
tan exclusivo
el
de Juan del
Enzina á la muerte del Marques de Coirón; alguno descriptivo y panegírico, como el de Alonso de Proaza en loor de la ciudad de Valencia;
alguno de asunto clásico,
Mcnelao, y aun alguno religioso,
como el de Soria Triste está el rey como el de la Pasión, que comienza:
Tierra y cielos se quexavan...
composición afectuosa y patética en extremo. Pero, en general, los trovadores prefieren para sus romances la enfadosa forma alegórica impuesta por
de
el
la literatura,
gusto dominante en aquel siglo á todas
y
se
complacen en una afectación
cada de pensamientos que de puro este la
como
atribuye á un D. Juan Manuel
(i),
(i)
Pudo
blemente
el
el
tema
del
veces
el caballero,
roman-
que
Castillo
romance
halla.
Otras veces
viejo, y á su
modo
ser el poeta portugués del Cancionero de Resenic, ó
le
el
castellana.
III.
glo-
amplía
más proba-
caballero castellano favorito de Felipe el Hermoso.
Mihkxdkx r Peuato. — Potiia
de
el
pero que conocidamente es obra
de Juan del Enzina, en cuyo Cancionero se sador entra en
A
felices reminiscencias
sucede, verbigracia, en
ce verdaderamente notable Gritando va
ramas
las
y alambi-
sutiles se quiebran.
mal gusto se templa ó modifica por
genuina poesía popular,
pueril
n
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
62
1
y
modo
parafrasea, de un
siempre con infidelidad
lánguido y verboso, es cierto, pero no
al espíritu
de
canción primitiva, ya que
la
no conserve su vigorosa rapidez. Por todas estas razones,
como
ces del Cancionero, así los originales
una de
las
más notables
cosas que en él hay,
muchos de
los
romances que están en
son
y merecieron este elo«Tengo por bue-
gio de Juan de Valdés en el Diálogo de la lengua: s>nos
roman-
los
los contrahechos,
Cancionero General,
el
»porque en ellos me contenta aquel su hilo de dezir, que va continuado y llano, tanto que pienso que los llaman romances porque »son muy castos en su romance.»
Son también
gala del Cancionero algunos diálogos, de corte bas-
tante dramático y de suelto y apacible el
de D. Luis Portocarrero, en
mo ra
poeta y su dama,
el
el
estilo,
descollando entre ellos
cual intervienen,
hermano de
ésta
además del mis-
Lope Osorio, y una
de sus amores, llamada Jerez. El diálogo es propio de
la
terce-
buena
comedia; y por lo fácil y animado, y por la sal y el donaire con que está escrito, recuerda los mejores que en la Propaladla de Torres
Naharro pueden
Más
leerse.
que no aparece todavía en
la
larga
y trabajada composición
es un;i
primera edición del Cancionero (donde
hay, no obstante, otros versos de su autor)
la
Queja que
Comen-
el
dador Escrivá da á su amiga ante el Dios de Amor, por modo de diálogo en prosa
y
verso,
formando todo
górico-sentimental, parecida en algún
ello
una corta novela
modo
á
El Siervo
ale-
libre de
amor, de Juan Rodríguez del Padrón, que conocemos ya, y á Cárcel de Amor, de Diego de San Pedro, que estudiaremos
la
muy
pronto. Los versos no carecen de mérito, dentro de su género con-
ceptuoso, y también en
buscar
(i)
el
la
prosa se nota cierto aliño y esfuerzo para
número y armonía que en
ella
caben
(i).
Era Escrivá va-
Véase, por ejemplo, este pasaje bastante agradable, á pesar de ciertas
afectaciones retóricas:
cEsperaba con estremo deseo »
mandó en
»que suelen
vina
los
la
venida del dichoso nuncio, cuando
cerrada nube con melodiosos cantares llevarme; y
rayos de Febo, relumbrando, esclarecer
un campo tan
llorido,
que mis sentidos, ya muertos,
dientes olores resucitaban: cerrado
«encima de
las
el
el al
día,
el
al
yo
Amor
tiempo
me
hallé
olor de tan exce-
derredor de verdes é
altas
montañas,
qualcs tan dulces sones se oían, que olvidando á mí,
la
causa
CAPÍTULO XXIV
163
leridano, y, en este género de prosas poéticas entremezcladas de ver-
parece haber seguido las huellas de Mosén Ruiz de Corella (Tra-
sos,
gedia de Caldesa, Historia de Biblis, Historia de Leaiider y de Hero...)
y de otros que en catalán neció Escrivá
al
las
componían
xv. Perte-
al finalizar el siglo
grupo, ya entonces bastante numeroso, de los poetas
y en el mismo Cancionero dejó muestras de versos cataaunque son mucho más notables los que andan fuera de él,
bilingües, lanes,
especialmente en
colección barcelonesa que lleva
la
de Jardinet d'Orats (Huertecillo de los
lo
Comendador
Escrivá (que fué Maestre Racional del
su embajador en Corella
1
497 ante
la
y con Fenollar, y otros trovadores de
como
Paris, ya sagrados,
como
los
Rey
títu-
aparece
el
Católico y el
mismo
más notables de
la visió deljudici de
de passió de Iesn Christ,
las Cobles fetes
composición notable por su vigor poético y por versificación
extraño
Santa Sede) alternando con
última época, ya en asuntos profanos,
la
el
locos). Allí
la
excelencia de su
(i).
Puede dudarse que
Comendador Escrivá de
el
los
cancioneros
y catalanes sea el mismo Ludovico Scrivá, caballero vaque en 1537 dedicó al Duque de Urbino, Francisco María
castellanos lenciano,
Feltrio de Roure, el
Veneris Tribunal, rarísima novela del géne-
ro alegórico-sentimental,
estando todo
lo
que no tiene en
latín
más que
el título,
restante en lengua castellana, con hartas afectacio-
»de mi venida olvidaba; mas después de cobrado mi juicio, por
lo
poco que
»mi alma en alegrías descansaba, maravillado de cómo tan súbitamente en »tan placible é oculto lugar
resta, en medio de
la
adentro tan suave armonía «concertadas voces en »claro é
muy
caudal
>nn viejo barquero
me
hallase, volví los ojos á todas partes
de
la flo-
monte de floridos naranjos, é de aves que volaban, al dulzor de tan
qual vi un pequeño fazian,
el aire
río,
á
que
las
pasaban: circuido
la orilla
al
derredor todo de un
del qual llegado, vi
muy
un pequeño barco que
regía.»
Esta composición alegórica apareció en el Cancionero de Toledo de 1527. (1.)
La compusieron por estancias alternadas Fenollar y Escrivá (Vid. Milá literarios, tercera serie, tomo vi de sus Obras, pági-
y Fontanals, Opúsculos
na
399).
Con ces,
bl título
de Contemplado á Jesús Crucifficat ha sido impresa varias ve-
juntamente con La Passió en
cia, i493> Í5 18
.
'5 6 4-)
cobles
de Fenollar y Pere Martínez (Valen-
:
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
164
y pedanterías de
nes
que hacen de
estilo,
taciones de la Cárcel de Amo?'
demás obras
ella ni sus
(i).
Pero
han valido
le
ella
una de
realmente
si
las
peores imi-
la escribió,
celebridad que logra
la
ni
hoy
solamente por los cuatro primeros versos de una canción, cuyo texto
más antiguo y
así,
en
aunque no sea
autorizado,
Cancionero de Valencia de
el
el
más conocido,
dice
1 5 1 1
Ven, muerte, tan escondida,
Que no Porqu'
te sienta
conmigo,
gozo de contigo
el
No me torne á dar la vida. Ven como rayo que hiere, Que hasta que ha herido No se siente su ruydo, Por mejor herir do quiere
(2).
Assí sea tu venida, Si no,
desde aquí m'obligo
Qu'el gozo que avré contigo
Me
dará de nuevo vida.
Generalmente se citan estos versos, no en su lección primitiva, sino en la
que tienen en
el
Romancero General de 1614, de donde
copió Cervantes, consagrándolos para
en boca de
la
Condesa
inmortalidad con ponerlos
la
Trifaldi (Parte 2.
los
a
cap.
,
xxxvin del Quixote):
Ven, muerte, tan escondida,
Que no
te sienta venir;
Porque
el
No me (1)
lleva
placer de morir
torne á dar
la vida...
Sólo dos ejemplares he alcanzado á ver de este rarísimo libro, que
en
el frontispicio
grabado, en que aparecen varias figuras desnudas,
el
de Vemris Tribunal, y el nombre del autor, y en la última hoja tlmpressa en la nobilissima Ciudad de Vcnecia: á los doze dias del tnes de
solo título dice:
Apríl: del
año de nuestra redempcion de
Al.
D.
XXXV II per Aurelio Pincio
Vene-
ciano público impressor. 8.° Gót. 4 hojas preliminares, 67 folios y una blanca.
[En 1902,
el
ilustre bibliófilo
norteamericano Mr. Archer M. Huntington,
ha publicado una excelente reproducción en facsímile, dedicada á Mencndez. y Pelayo, del Veneris Tribunal. (A. B.)] (2)
De
estos versos parece
aquellos otros suyos:
que
se acordó el autor de
_. .. ,, ...¿Oh Muerte, ven callada ,
Como
sueles venir en la saeta—
la
Epístola moral en
CAPÍTULO XXIV
Fué glosada
Vega en
entre otros, por Lope de pular,
muchas veces
esta copla
que Calderón sacó de
haciéndola cantar en
ella
165
á lo divino
y
á lo
humano,
Runas Sacras; y era tan po-
sus
un poderoso efecto dramático,
escena más capital y trágica de El Tetrarca
la
de Jerusalén. Otras composiciones ligeras del Comendador Escrivá tienen, en su género delicadamente conceptuoso, un sabor análogo al
de los madrigales
Sirva de ejemplo este principio de
italianos.
unas coplas suyas, porque vida á su amiga peinándose al
Yo
vi al sol
que
s'
sol:
escondía
D' envidia de unos cabellos,
Q'á
A A
dos nos pesó vellos:
los
porque su
él
mí en ser
luz perdía,
tan lexos d'ellos...
Otras veces, con ausencia de verdadero pensamiento, y sólo por el rodar ingenioso
to
lírico,
de
la versificación,
llega á producir
un vago
efec-
ó más bien musical, por ejemplo, en este villancico: ¿Qué
corazón mío?
sentís,
¿No
•
¿Qué mal
¿Qué
dezís?
es el
que
Cuando mi señora
Que
sentís?
sentistes aquel día, vistes.
perdistes alegría
Y descanso ¿Cómo
á
¿No
¿Dónde
despedistes?
mí nunca
volvistes?
dezís?
estáis
que no venís?
¿Qué es de vos que en mí n'os
hallo?
¿Corazón, quién os agena?
¿Qué
es
de vos, que, aunque
Vuestro mal tan bien ¿Quién os ató á
tal
me
me
callo,
pena?
cadena?
¿No dezís?
¿Que mal es
el
que
sentís?
Estos versos no dicen nada, en rigor, pero es necesario ser ente-
ramente ajeno
al
encanto del ritmo, para no sentir
mente halagado con
ellos;
y de esto hay bastante en
el
el
oído dulceCancionero
General, y es sin duda un elemento artístico nada despreciable.
Comendador como
Escrivá, aunque de distinta orden militar, fué
)
1
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
66
Román, y su de
él
título
poesías de
anda unido constantemente á su
muy
diverso
apellido.
Quedan
unas, insertas en el Cancionero
estilo:
General, otras, publicadas aparte en pliegos sueltos de gran rareza.
Las que hay en
común de bien en la
el
Cancionero General, son todas profanas, y por lo
donaire, perteneciendo algunas á la sección de burlas,
más honesta acepción
del vocablo. Tales son las coplas en
que graceja con su amiga porque puso contra
el
llamó feo, ó
le
los
versos que com-
Ropero de Córdoba, motejándole de judío, con mucha
copia de picantes apodos y chistosas alusiones á los
y
si
supersticiones del pueblo de Israel
(i),
llamando
ritos, al
ceremonias
pobre Antón
de Montoro «pariente de Benjamín» y «hermano de D. Santo», «.circuncidado por vite
mano
del Rabí»,
y ofreciéndole por suculento con-
de boda, Adafina de ansarón,
Que
coció
la
noche toda
Sin tocino.
Que Román
hacía ya versos en tiempo de Enrique IV, consta por
haber dedicado á ción del
mente tizando las
la
Reina Doñajuana una glosa suya de cierta can-
Duque de Alba, de quien
lo fuese,
se titula criado, ó
porque
real-
ó por rendimiento cortesano. Pero que siguió poe-
mucho tiempo después,
comprueba
lo
la
más importante de
composiciones suyas que á nosotros han llegado, es á saber, las
Décimas al fallecimiento del Príncipe D. Juan, malogrado primogénito de los
Reyes Católicos, con
vinieron á deshacerse en
humo
la
acelerada muerte del cual en 1497
las
mejores esperanzas que por ven-
Bien sabréys decir Tebá,
( 1
Según vuestra
fe
decora
Que tratays: ítem más también
Y
Sabá,
adorar siempre la Tora
Quando
orays.
Pariente de Benjamín,
Hermano de Don
Y
Santo,
por fama
Sabréys dezir Gerubín
Y jurar
al
En
Dio el
sin
espanto
aljama.
(Núm, 993
del Cancionero.)
CAPÍTULO XXIV tura han florecido en historia
intérprete
campo
el
De
de España.
tan glorioso
aquel grande
como
infortunado de
la
universal dolor se hizo digno
y
Comendador Román en una
el
167
elegía
ciertamente
(i),
desigua!, pero esmaltada de graves pensamientos
flexiones sobre la vida
de Jorge Manrique y fica del
y melancólicas rehumana, que unas veces recuerdan las coplas de su
las
tío
Marqués de Santillana en
D. Gómez, y otras el
caciones históricas de su Comedieta de Ponza.
hay rasgos de una aldabadas en
la
fantasía lúgubre: la
puerta del Príncipe:
En
la
manera
la
Doctrinal de Privados, ó
la
filosó-
las
evo-
Y juntamente con esto,
Muerte que viene
á dar recias
cueva escura donde
éste,
yace,
qual do están colgados
Paños de ricos brocados,
Mas
tiene por vuestra plaga
Mucha tierra que deshaga Sus miembros tan delicados... Intervienen en esta obra les
muchos y diversos
y otros alegóricos, estableciéndose entre
personajes, unos rea-
ellos cierta
manera de
diálogo.
Pero no por eso se ha de considerar como obra dramática,
mucho menos lloró la
misma
lo es la
Tragedia Trovada en que Juan del Enzina
catástrofe en setenta
y ocho octavas de
los
Cancioneros, aunque sean
e!
tico
Sevilla
posee
el
Marqués de Jerez de
mayor.
mejor fundamento de
lama poética de su autor, pertenece actualmente á
que en
arte
Comendador Román,
El único ejemplar conocido de estas coplas del
(1)
que no aparecen en
ni
!a
la
riquísima colección
Es un pliego gó-
los Caballeros.
de ocho hojas á dos columnas, con este encabezamiento en letras capitales
negras:
— Esta obra es
sobre el ¡fallecimiento del Príncipe ?mestro se
gloria aya: liizola el co /
mendador rromán criado de
Reyes
los
/
¡
ñcr que santa
nuestros señores.
Las décimas son ciento dos. Se ha hecho de esta pieza una lindísima reimpresión de quince ejemplares numerados:
— Décimas al fallecimiento del Principe Doji Juan, por {siglo
XV). Ahora
Gómez Imaz. En
nueva?//enie reimpresas con
Sevilla.
En
el
Comendador A'jmdti
una carta prólogo por ü. Manuel*
la ojicina de E. Rasco.
Año
Sirve de complemento á un precioso opúsculo del
de jSqo.
mismo
Sr.
Gómez
titulado Algunas noticias referentes al fallecimiento del Principe D.
yepulcro de Fr. Diego Deza, su ayo (Sevilla, Rasco, 1890).
Imaz,
Juan y al
1
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
68
Ni fueron éstas
las
únicas poesías consagradas á tan lúgubre acaeci-
miento, bastando citar chiller
de
la Pradilla,
Domingo de
la
como de
las
catedrático de
mejores
Ba-
elegía latina del
la
Humanidades en
la villa
de Santo
Calzada, discípulo de Antonio de Nebrija, y mejor
versificador en la lengua clásica que en
la
nativa
(i).
La obra de Román que más dio á conocer su nombre entre sus contemporáneos, fueron
las
Trobas de la gloriosa pasión de Nuestro
Redentor Jesucristo, acabadas por mandamiento de los Reyes Católicos (2).
Pero nunca logró esta mediana paráfrasis del texto evan-
La
obra del bachiller de la prad/lla, calhe.drático de sancto domingo en
(1)
gramática, poesía y rhetórica.
de 33 hojas sin foliar. de este rarísimo opúsculo, y transcribe algunos trozos déla Gómez Imaz, en el primero de los opúsculos ya citados.
4.
gótico,
Da
noticia
gía, el Sr.
El Bachiller de
es autor, además, de cierta pedantesca Égloga
la Pradilla
Real... sobre la venida del
muy
qual compuso primeramente en
gua castellana
ele-
alio
y poderoso Rey y Señor el Rey D. Carlos... ¿a y por más servir á S. A. la convertid en len-
latín,
trobada. Presentóla en la
muy
noble villa
de-
Valtadolid en fin del
mes de Deciembre del año próximo de 547. Introdúcense cuatro pastores, Tele/o, Guilleno, Crispina y Menedemo: los guales, después que han hablado algunas cosas
alabanza de
e?i
S. A.,
provocan á
los estados de los
hispanos á que vengan
besar las manos, como vienen, y el I)ifante primero. Enxe'rense ciertas coplas en loor de la
A
muy Esclarecida Señora Infanta Afadama Leonor, Rey
Va en pastoril
tugal...
esta
(sic)
de Por-
y de arte mayor. 4. 45 hojas góticas. composición bilingüe, acompaña un largo é indigesto comentario en estilo
prosa.
En
el
Regisirum de D. Fernando Colón se citan otras dos piezas, hoy des-
conocidas, del
mismo
autor:
La Obra
del Bachiller de la Pradilla, cu coplas la-
(mas y españolas, de la venida del Rey D.
Felipe
y Doña Juana; y Coplas en
pañol del Bachiller de la Pradilla sobre la elección del obispo de Calahorra.
es-
Una
y otra se vendían ya en 1511. [Véase, en tículo
la
Revista critica hispano-americana, Madrid,
de A. Bonilla: Fernán López de Yanguas y
el
1915,
1,
44, el ar-
Bachiller de la
Pra-
dilla. (A. B.)].
Trobas de la gloriosa pasión de nro. redentor Jhu. xpo. enderécenlas á
(2)
muy
altos serenísimos
y muy poderosos
can de la cena de nro. Salvador Jhu. misterio
los reyes nros. señores, las guales
Por que no
se
los
comien-
pensó hazer más de aquel solo
y después por mandamiento de sus altezas fue acabada la dicha pasión,
hechos por el comendador
Román
su criado. (Al
Vazqs. Folio, gótico, á dos columnas.
fin.)
En
tolcdo en casa de
Juan
CAPÍTULO XXIV
169
gálico tanto favor entre las gentes piadosas
Cartujano Padilla, ó
como
como
otra versión métrica de
Retablo del
el
la
Pasión, que en
descargo de sus muchas prosas y versos profanos y amatorios com-
puso uno de
los
más notables ingenios
del siglo xv, de cuyas obras
paso á dar rápida cuenta.
Llamóse Diego de San Pedro, y de su persona poco sabemos, salvo que fué regidor de la ciudad de Valladolid y que anduvo al servicio del
nombre va
al
conde de Ureña y del Alcaide de los Donceles. Su frente de una de las novelas más famosas del siglo xv,
curioso ensayo del género sentimental con mezcla del alegórico y del caballeresco,
es la Cárcel de
digno de
y con interpolación de epístolas y
Amor,
libro
serlo, siquiera
más célebre hoy que
por
la
discursos. Ta!
leído,
aunque muy
viveza y energía de su prosa en los
trechos en que no es demasiadamente retórica. Fúndense en esta singular composición elementos de
minando entre
ellos el
de
mera manifestación había guida por
á
las
la
la
muy
varia procedencia, predo-
novela íntima y psicológica, cuya prila Vita Nuova de Dante, se-
sido en Italia
Fiammeta de Boccaccio, libro^que
corría ya traducido
lenguas castellana y catalana en los días de nuestro autor. Pero
á semejanza de Juan Rodríguez del Padrón, cuyo Siervo libre de
amor
parece haber conocido también, ingiere Diego de San Pedro en
cuento de
los
el
amores de su protagonista Leriano (que quizá son,
aunque algo velados,
los
suyos propios), episodios de carácter en-
teramente caballeresco, guerras y desafíos, y durísimas prisiones en encantados; diserta prolijamente sobre
castillos
sexo femenino, tema vulgarísimo en glo xv;
y
lo
cual
las
la
influencia dantesca
no es menos digno de repararse
parte de
con tanta frecuencia, la
pasión del héroe, y aun
con que
la
al
novela acaba,
nuevo
el
la Cárcel.
empleo de
la
Kn
la
forma
que puede decirse que una gran
novela está compuesta en cartas:
tintas lúgubres del cuadro,
así
que trascendía aún á todas
ramas del árbol poético cuando se escribió
epistolar,
excelencias del
literatura cortesana del si-
envuelve lodo en una visión alegórica, dando
testimonio de las
la
lo cual,
unido á
las
y á lo frenético y desgraciado de la suicidio
(si
bien lento y por hambre)
hace pensar involuntariamente en
Werther y en sus imitadores, que fueron legión en
las
el
postrimerías
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
T70
del siglo pasado (i)
y en
cual dice en su prólogo es
el
los albores del actual.
se ocultó á la erudición
que no
al
y
Cancionero de Burlas: «La Cárcel de
suele incluirse la Cárcel de
producciones del reinado de D. Juan cerse de que no
pudo
todavía los
más el
1
465) en que empezó á
de-
al
tiempo
Católicos.
autor que, yendo perdido por unos valles hondos y obs-
»feroz de presencia
manera de
escudo de acero
encuentro «un caballero
salir á su
como espantoso de salvaje»,
muy
el
fuerte,
muy
entallada en una piedra
todo de ca-
mano
izquierda un
cual llevaba en la
y en
derecha «una imagen femenil,
la
encadenado detrás de
minante que se apiade de
él.
Hácelo
sin algún sobresalto; y, vencida
mañana,
que no era
clara». El tal caballero,
un cuitado amador,
sí á
así
una agria
el
Amor»,
llevaba
cual suplica al ca-
Diego de San Pedro, no sierra, llega, al
despuntar
una fortaleza de extraña arquitectura, que es
á
sima cárcel de amor, simbolizada en
assi
vista, cubierto
otro que el Deseo, «principal oficial en la casa del
la
la
los Donceles, retrasa
fecha del libro, que no puede ser anterior
curos de Sierra Morena, ve
»bello á
las
basta leerla para conven-
ser escrita antes de
Diego Hernández, alcaide de
la
Reyes
Finge
>•
que puse en otro tractado que vio mió»? Brunet describe otra edición del Arnalte y Lucenda, también de Burgos, y
no menos rara que la precedente: Tratado de Arnalte y Lucenda por elegante y muy gentil estilo hecho por Diego de Sant Pedro y enderescado a las damas de reyna doña Isabel.
la
En
el
qual hallarán cartas y razonamientos de amores
de mucho primor y gentileza segü?i que por él verán. (Al
fin):
Aquí
se
acaba
ti
Burgos por
y Lucenda... agora postreramente impresso en Alonso de Melgar. 4. 28 hojas de letra de Tortis.
libro de Arnalte
,
A juzgar
por esta portada,
Lucenda deben de ser
las
las
formas artísticas empleadas en
mismas que en
la
el
Amalle y
Cárcel de Amor, es, á saber: car-
tas y razonamientos.
Cítanse también ediciones de Sevilla, 1525, y Burgos, 1527, y traducciones francesa de Nicolás Herberay des Essarts (famoso intérprete del Amadís), é italiana [El
de Bartolomé Marraffi, una y otra impresas varias veces. Foulché-Delbosc ha reimpreso el texto de la edición castellana
Sr.
citada por Brunet, en
la
Revtie Hispanique,
tomo xxv, año
191
1.
(A. B.)].
CAPITULO XXIV
179
algunos atribuyen también á nuestro autor, pero que más bien parecen de Juan de Segura
amor de un
(i), lo
cavallero llamado
Medusina, en que intervienen
mismo que
Lusiudaro
y
los prestigios
Quexa y aviso contra
la
los casos
y
de la hermosa
magia de una he-
la
chicera de Tesalia; el Veneris Tribunal, de Luis Escrivá; ción de amores, de Lucena, en
su amiga, donde rabella,
que se parodia
escolásticas; el Tractado compuesto
clusiones
y
se contiene el triste fin
Torrellas
la disputa de
el
la
método de
Repeti-
las
con-
por Juan de Flores á
de los amores de Grisely Mi-
y Brasayda
sobre quien
da mayor
occasion de los amores, los hombres á las mujeres ó las mujeres á los
hombres,
Amorosa
la
Hungría, y
la
historia de Aurelio
de Grimalte
y
é Isabela, hija del Rey
Gradissa, compuesta por
Flores, célebre la primera de ellas por haber sido citada
de
las
fuentes de
La
Tempestad, de Shakespeare;
el
d.e
el mismo como una
Libro de los ho-
y Ginebra, de Hernando Díaz, y otros que seguramente habrá, y que por el momento no recuerdo. Aun después de terminada su propia elaboración, que dura toda
nestos amores de Peregrino
primera mitad del siglo
la
xvi, este
género de novela erótica se com-
bina en varias proporciones con los tipos afines, así con
amores y de
bizantina de
viajes,
modelada sobre
el
la
novela
ejemplar de
Heliodoro (Clareo y Florisea, Selva de aventuras, Persiles y Sigis-
No ha habido más
(1) so,
razón para atribuir
que un pasaje de sus versos sobre
el
;í
Diego de San Pedro
el
Proce-
Desprecio de la Fortuita, en que se
arrepiente de aquellas cartas de amores, escritas de dos en dos, lo cual bien pue-
de aplicarse
al
Arnalte y Lucenda, donde hay varias cartas, lo
mismo que en
Cárcel de Amor.
la
El epistolario en cuestión más bien parece de Juan de Segura, cuyo nom-
bre lleva en
que no en tegro
el
la
las
ediciones de Toledo, 154S; Alcalá, 1553; Estella, 1563, aun-
de Venecia, por
Giolito, 1553, apreciabilísima
por contener ín-
Diálogo de las condiciones de las mujeres, de Cristóbal de Castillejo,
las
Cartas de Blasco de Garay, y otros opúsculos.
Juan de Segura, siguiendo rías,
de
el
ejemplo de
los autores
de libros de caballe-
supuso traducidas del griego sus cartas; pero no corresponden á ninguno
los epistolarios eróticos
de
la
antigüedad: Processo de Cartas de Amores,
que entre dos amantes passaron... Con una caria de un amigo á otro, pidiéndole consuelo.
Mas una
quexa y aviso contra amor. Traducido del
nuestro polido castellano, por
Juan de Segura
estilo griego
en
1
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
8o
como con la pastoral italiana, notándose por primera ver la conjunción de ambos géneros (que, con venir de distintos orígenes, coincidían en el mismo falso concepto del amor y de la vida), munda...),
en
el libro
portugués de
conocido con
Saudades, de Bernardim Ribeiro, más
las
de Menina é Moga. Tal importancia histórica
el título
libro
la Cárcel de Amor, y por eso nos hemos detenido tanto en un que para el gusto de la mayor parte de los lectores de ahora
tiene
que resultar algo soñoliento.
tiene
Además de
la
Cárcel de
Amor
y del Arnalte y Lucenda, compuso
Diego de San Pedro otras muchas obras profanas en verso y prosa, que le dieron entre los donceles enamorados grande autoridad y magisterio, piadosas,
aunque fuesen miradas con ceño por que justamente se escandalizaban de
y nuamente Dios
á su
las
personas graves
oirle llamar conti-
dama, y comparar su gracia con la divina, y y vicisitudes de su amor la conme-
aplicar profanamente á los lances
moración de
las principales festividades
de
la Iglesia.
Así, en
Do-
mingo de Ramos, exclamaba: Cuando, señora, entre nos
Hoy
la
Passion se dezía,
Bien podes creerme vos,
Que, sembrando Nnsció
y en
el
día de Pascua
el
de Dios,
la
dolor de
la mía...
de Flores: Nuestro Dios en este día
Las
tristes
Mas
la
En
almas
fuego do
el
libró;
mía, porqu'es mía, solía
Se quedó...
y en
el
Domingo de Cuasimodo: Una
maravilla
vi
Sobre quantas nos mostraron:
Grande ha sido para mí
En ver que
n'os adoraron,
Pues estábades
y
llegaba, finalmente, al
rando
lo
ahí...
colmo de
la'
que llamaba su pasión con
irreverencia sacrilega,
la
del
Redentor
del
compa-
mundo:
CAPÍTULO XXIV
I
Si
Avedme ya compasión; No muera con falta d'ella, Por amor de
De quien Como yo,
la
Pasión
quiso padescella sin merescella.
Trovó, además, insípidamente algunos romances diando
el
de Yo m'estabd en Barbadillo en Yo
miento,
y
el
de Reniego de
ti,
Makoma, en Reniego de
también alguna composición de burlas, no de de
sí
mas grosero que en
lo
el
lo
viejos,
m 'estaba más
ti,
amor. Hizo
ingenioso, pero
Cancionero se lee (núm. 989), y co-
ronó todos estos atentados poéticos suyos contra
el
buen gusto y
buenas costumbres, con un cierto Sermón, en prosa, «.porque
las
unas Señoras que
jeron
le
deseaba)! oir predicar». Este Sermón,
imprimió suelto en un pliego gótico y se halla también
se
paro-
en pensa-
algunas ediciones de literario
que
la
di-
que
al final
de
Cárcel de Amor, apenas tiene otro interés
haber servido de modelo á otro mucho más dis-
el
creto y picante que puso Cristóbal de Castillejo en su farsa Cons-
como
tanza, y que
en
a
\
las
que
Fray Nidel de
la
Orden de
Tristel.
enterró completamente
tillejo,
os obra
impreso muchas veces, el
nombre
y no poco mutilado), ya en ediciones populares en
autor usó los seudónimos de
el
ha
obras de su autor (aunque en éstas con
Capítulo,
;e
pieza aparte se
desmayada
y
sin el
al
1-21
El Menor de Aunes y de Sermón, en verso, de Cas-
de Diego de San Pedro, que
menor gracejo, como dice con razón
Gallardo. Todo se reduce á parodiar pobre é ineptamente
la traza
y disposición de los sermones, comenzando por una salutación al Amor, explanando luego el texto In patientia vestra sustinete dolores vestros, y contando,
Píramo y Tisbe
está
encontró gracia ante
mal tratado por
la
de
la
— Muy bien
hay en
él,
y
la crítica
Cárcel: — «Del
lo
una parte y por
la
de Juan de
libro
invención y
que toca á la otra.
El
la
de Ques-
muy
ga-
questión no
estilo,
en quan-
»to toca á la prosa, no es malo, pudiera bien ser mejor; en quanto »toca
al
sdezís?
metro, no
— El
estilo
me
contenta.
desse
me
— Y de
Cárcel dr Amor, ¿qué
parece mejor...»
me
CAPITULO XXIV
Lo
es,
ig
en efecto, y no hay duda de que
Cuestión se
como
su obra resulta agradable é interesante, que, distando
menos muy
al
anónimo autor de
pegaron demasiados italianismos. Pero
le
mucho de
como
Ja
está,
pintura de una corte
modelo de austeridad, era por
ser un
elegante, bizarra, caballeresca
mento tenemos en
tal
[
lo
y animada. Otro docu-
Cancionero General para restaurarla mental-
el
mente, y es una larga poesía con este encabezamiento: Dechado de amor, hecho por Vázquez á petición del Cardenal de Valencia, enderezado á la Reina de Ñapóles. Esta poesía se compuso, probable-
mente, en
1 5
IO.
No puede
ser posterior á
aparecen todavía como vivos Salerno,
la
el
condesa de Avellino y
los cuales fallecieron
porque en este año
1511, porque en ella
cardenal de Borja,
!a
princesa de
princesa de Bisignano, todos
la
en aquel año. No puede ser anterior á se'
1
509,
celebraron en Ischia las bodas de Victoria
como Marquesa de Pescara en este compuso parece hasta ahora persona
Colonna, que ya aparece citada Dechado. El Vázquez que
diversos
le
mismo Vázquez ó Velázquez de indicios atribuye D. Agustín Duran un
ignota; ¿será
el
ó colección de trovas, existente en
rillo
gos sueltos góticos que perteneció á ¿Será,
en
la
como
(i), el
es que, entre
Dechado y
el
y que cada una de
rarísimo cancione-
precioso volumen de plie-
la biblioteca de Campo- Alange? mismo Vasquirán que interviene
Cuestión de Amor, y que es quizá
cierto
simo,
B. Croce insinúa
el
Avila, á quien por
el
ella
autor de la novelar
puede
estas piezas
Lo
hay parentesco estrechíservir
de ilustración á
la otra.
El galante Cardenal de Valencia, que ordenó á Vázquez
la
com-
posición de este Dechado, no era otro que Luis de Borja, y aun es
que
el
lleva la palabra
rogar á
la triste
en todo
el
poemita, cuya traza se reduce á
reina de Ñapóles y á sus damas, enumerándolas una
por una, que labren cada cual un paño en que se vean tejidos
padecimientos de sus
¿Quién era esta
(
1
triste
de Duran, ya en
cero
)
La
la
reina} Todos
hemos
leído,
ya en
el
Roman-
Primavera, de Wolf, un sentido y bello ro-
corte dellc Tris ti Regina
cie Napolctane, 1894).
los
fieles servidores.
a Napoli (en
el
Archuno Slo rico per
le
provin-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
TQ2
manee que puede tenerse por uno de
los
últimos genuinament»
populares, y que, á pesar de sus anacronismos, es sin duda poco posterior á las catástrofes que recuerda: Emperatrices y reinas, Cuantas en
el
mundo
Las que buscáis
Y
huís de
La
había,
la tristeza
la alegría.
de Ñapóles
triste reina
Busca vuestra compañía...
Vínome
lloro tras lloro,
Sin haber consuelo un
día....
Yo lloré al rey mi marido, Que deste mundo partía; Yo
Don Alfonso
lloré al rey
Porque su reino perdía; Lloré
La
al
rey
Don Fernando,
cosa que más quería;
Yo lloré una su hermana, Que era la reina de Hungría: Lloré al príncipe Don Juan, Que era la flor de Castilla... Subiérame en una
La más
alta
Por ver
De
si
que
torre,
tenía,
venían velas
los reinos
de
Castilla:
Vi venir unas galeras,
Venían de Andalucía;
Dentro viene un
caballero.
Grao Capitán se decía:
— Bien Buena
En nas,
la triste
madre
vengáis, el caballero, fué vuestra venida...
reina de Ñapóles del romance, se confunden dos perso-
é hija,
entrambas reinas destronadas de
nesa de Ñapóles, y entrambas del distinguírselas llamándolas Juana
mana póles;
del
Rey
la hija,
Catolice-
la
dinastía arago-
mismo nombre, por lo cual suele y Juana IV. La madre fué her-
III
y viuda del rey Fernando ó Ferrante
viuda del llamado rey Ferrantino.
do una costumbre aristocrática de aquel
Una y
I
de Ña-
otra, siguien-
siglo, introducida, al
paré-
CAPITULO XXIV
193
por los españoles, firmaban en sus cartas y diplomas, Yo la
cer,
Reina, así
como Doña Marina de Aragón,
hija del
duque de
triste
Villa-
hermosa, D. Alonso, se firmaba la syn ventura Princesa de Salerno.
De
la triste
reina
fué cantada por
Luna; pero
ni
madre el
se ha dicho, al parecer sin fundamento,
poeta italo-hispano Chariteo, con
Croce, son (i) de esta opinión.
8.
el
Pércopo, reciente editor de sus rimas,
Ambas
que
nombre de ni
tampoco
señoras residieron bastante
tiempo en España, entretenidas con vanas promesas de reparación por
Rey
el
Católico,
y en
su
compañía volvieron á Ñapóles en
1
506,
estableciéndose en Castel Capuano con título y consideración de
y reuniendo en torno suyo una verdadera corte de princesas destronadas ó venidas á menos, como la Duquesa de Milán, su hija Bona Sforza, y la reina Beatriz de Hungría. A pesar de tantas tristereinas,
zas juntas, la vida
que
se hacía
glo xvi parece haber sido
O
en aquel
muy amena y
felice di mille e
castillo á principios del si-
regocijada:
milleamanti
Diporto, e di regal'donne diletto,
Albergo memorabüe ed eletto
A
diversi piacer quest'anni avanti!...
exclamaba un poeta del tiempo, Galeazzo
así
di
Tarsia.
Dicen
malas lenguas (que nunca han faltado, aun entre los cronistas graves)
do
que de
la triste reina
madre era muy amorosamente
favoreci-
duque de Ferrandina, D. Juan Castriota, y que nuestro gran soldado Hernando de Alarcón (el señor Alarcón, que decían en Italia)
el
ayudaba á conllevar
ves se cuentan,
(1)
La
las tristezas á la hija.
Otras cosas más gra
y dignas de andar en melodrama, del género de
estrofa referente á ella, dice así:
Vos á quien mi alma
De
adora,
seda floxa encarnada
Labrad un
lazo, señora,
Do
se muestre cada hora
Mi
libertid enlazada;
Y unos
mármoles rompidos
En torno desconcertado?, Donde estarán assentados Mis males que, de pesados, Están en tierra caydos.
Hmíndv.2
y
Pi-xayo.— Poesía castellana
III.
,,
La
1
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
94
Tour de Xesle; pero
ellas
vención fantástica, por
más
lo
mismas están mostrando su carácter de
mucho que
in-
se parecen á otras leyendas
antiguas.
Esta sociedad es
la
modo puede
quez, que en cierto
ción á
la
que pone á nuestra
Cuestión de Amor. Las
vista el
Dechado de Váz-
complemento
servir de
damas enunciadas
son:
é ilustra-
Doña Juana
Doña María Enríquez, á quien servia cortesanamente el mismo Cardenal de Valencia, inspirador del poema (i), la duquesa
Castriota,
de Gravina, Doña Juana de Villamarín, Doña María Cantelmo, Doña Fórfida (de quien era servidor
el
marqués
de' Pescara),
Doña Ánge-
de Vilaragut, Doña María Carroz, Diana Gambacorta (que era
la
vorita de la reina), María Sánchez,
señora Maruxa, distinto, la
Doña Violante
y Bisignano,
ó sea
la
divina Victoria Colonna,
da, lo cual sirviese
Doña María de
Bona,
hija
Alife
muy
y
la
las
princesas de Sa-
marquesa de Pescara,
joven todavía y recién casa-
no era obstáculo para que, según
los
usos del tiempo,
con amor puramente platónico y caballeresco
el
Versi spagnuoli in lode di
(i)
sne damigelle. ^Xapoli, se, xiii,
viejo,
1
894.1
Lucrada
en
así
B orgia,
el
la
Duchessa di Ferrara
e delle
Están sacados del mismo códice (Poesie diver-
G. 42-43), donde se halla
la
variante del Diálogo entre el amor y un
de que luego daré cuenta.
Sospecha Croce que este anónimo poeta fuese aragonés.
que
lo
aliño, ni
mos
jor-
Cancionero General,
A
mí no
me
parece, y no es gran prueba de afecto á Aragón lo que dice de sus damas, ser
la
marqués
de Bitonto Juan Francisco Acquaviva, uno de los héroes de
nada de Ravena. Otros versos hay,
la
Después vienen, en grupo
Centellas.
duquesa de Milán y su
lerno
Doña Leonora de Beaumonte,
fa-
la
á
lo
do
de grossedad haya de entenderse, no en sentido de grosería ó poco
tampoco en
el
de gordura, sino en
el
de generalidad, como
mayor parte: Por huir prolexidad,
Dexo estar las ferraresas, nue np sé su propiedad, Puesto que en su grossedad
Parecen aragonesas.
Muchas muestran hermosura, Otras gala y gentileza,
Alguna tiene cordura, Otras con desenvoltura
Contruhazen
la belleza.
si
dijéra-
CAPITULO XXIV
como en
195
de burlas provocantes á risa, que evidentemente fueron
el
compuestos en Xápoles en estos primeros años del
y que
siglo xvi,
aluden á casos y personas de aquella sociedad; por ejemplo, la diabólica y picana Visión Deleitable, de autor anónimo, la cual nada tiene
que ver con
de
Torre, que lleva
la
el
mismo
En
título.
ella figuran,
pero ¡de qué
mismas encopetadas señoras en cuyo honor
suerte! las el
grave y filosófico libro del Bachiller Alfonso
el
se
compuso
Dechado. Así en
como en
asunto
el
el
metro, tiene esta composición de
Vázquez grandísima analogía con
ciertos versos castellanos
com-
puestos en Ferrara en loor de Lucrecia Borja y de sus damas, salvo que
Dechado
el
es
mucho más ingenioso y
está mejor escrito.
Estos versos forman parte de un códice misceláneo de
la
Biblioteca
Nacional de Ñapóles, y han sido recientemente dados á luz por B. Croce
A
(i).
primera vista pudiera dudarse cuál es
duquesa de Ferrara
la
á quien en estos versos se celebra, puesto que tiene fecha,
y
la letra lo
de principios del
xvi.
Y
mismo puede hasta por
la
composición no
ser de fines del siglo
xv que
circunstancia de hallarse
la
tal
composición en un Códice napolitano, pudiera alguien creer que se refería á
con
Leonor de Aragón,
hija del
rey Ferrante y casada en 1473
duque de Ferrara, Hércules de
el
aparece leyendo les, sin
el
Este. Pero toda
Loor de las damas de
excepción, constan
la
duda des-
duquesa, todas
como damas de Lucrecia en
los
las
cua-
Diarios
de Sañudo, y en otros documentos del tiempo, y son: Madama Isabeta la honrada (Elisabetha Senese), la señora doña Ángela (Doña
(1)
Es sabido que en algún tiempo
se consideró á Lucrecia Borja
como
poetisa castellana; pero
que hay en
la
hoy es cosa averiguada que los versos de su mano Ambrosiana no son originales, sino copiados de los cancione-
ros. Casi otro tanto
puede decirse de
los
que componía
para hacerse grato á los ojos de Lucrecia, haciéndola lisonjeando su
amor propio nacional con
más* propio de
la
galantería,
porque
el
Cardenal
decir que el
ile vezzose dolcezze degli
spagmtolt ritro-
vamtnti nella grave purita delta toscana lingua non kanno luogo, son,
non veré
e natiepasiotto,
mafinte
Hn, Pietro Bembo, t Lucrezia Borgia,
e si/
amere (Vid.
Roma,
1885).
Bembo
corte en su lengua y castellano era idioma
la
el
e se
pórtale vi
estudio de B. Morso-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
ig6
Borja), la gentil Nicola (Nicola Senese), la honesta Jeró-
Ángela de
la señora Cindya, la virtuosa Catalinolla
nima (Jerónima Senese),
napolitana, la estimada. Catalinela, la honrada
Luego
elogia
se
mando grupo
á todas
aparte, sin
en general,
Juana Rodríguez. como for-
finalmente,
y,
duda por su menor jerarquía en
y servidumbre de Lucrecia, se nombra á mila (Camilla Fiorentina), terminando con
¡a
casa
la
Samaritana y á Ca-
el
elogio general de las
íerraresas.
Los
versos,
aunque bastante
especial ni traspasan los
sa
línea de lo
la
y galanos, no tienen mérito más vulgar y adocenado que en
fáciles
cancioneros suele encontrarse. Además, los elogios de
y de
sus
la
duque-
damas son tan vagos, que apenas puede sacarse subs-
tancia de ellos para la historia anecdótica de aquella corte, tan ca-
lumniada por
la
musa romántica. Lo único que
entusiasmo del poeta por Lucrecia, siendo viene á unirse lebraron,
al
la
resulta claro es el
suya una voz más que
coro de tantos poetas latinos é
italianos
como
ce-
no sólo su hermosura, sino su recato y honestidad y
otras diversas prendas
y
virtudes:
Soys, duquesa tan real,
En Ferrara tan querida, Qu'el bueno y el criminal,
De
todos en general,
Soys amada, soys temida...
Ánima que nunca
yerra,
Soys un lauro divinal;
Soys
la
gloria desta tierra,
Soys
la
paz de nuestra guerra,
Soys
el
bien de nuestro mal.
Soys quien no debiera ser Del metal que somos nos.
Mas quísolo Dios hazer Por darnos á conoscer
Quién es
é!,
pues hizo á vos.
De los vicios soys ajena, De las virtudes escala, De la cordura cadena,
CAPITULO XXIV
Nunca errando cosa buena, Nunca hazéis cosa
mala...
Guarnecéis con caridad
Las obras de devoción, Ganáis con
voluntad,
la
Conserváis con
Gobernáis con
verdad,
la la
razón.
Alegráis los virtuosos, Quitáis los malos de vos,
Despedís
los maliciosos,
Desdeñáis á
los viciosos;
Sobre todo amáis á Dios.
Mas aunque Digo que son
Ante
digo mal,
hermosas
vos, ser divinal,
Cual es
Con
lo las
el
pobre metal
ricas piedras preciosas.
Son con vuestra perfición Qual
la
noche con
Qual con descanso Qual
el
el día,
prisión,
Viernes de pasión
Con la Pascua de alegría. Teniendo tan alto ser. Siempre habéis representado,
En En En
las
obras
el
la
razón
la
presencia
Y Que
la
valer,
el saber, el estado.
gran bondad d'aquel
tal
gracia puso en vos,
Os midió con
nivel
tal
Para que alabemos de
Quando viésemos Soys y
En
fuisteis
siempre una
los contrastes y pena,
Resistiendo á
No No
él
á vos.
la
fortuna;
tenéis falta ninguna,
tenéis cosa no buena.
Pues ¿quien podrá recontar
Por más que sepa
dezir,
Vuestro discreto hablar,
197
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
Íg8
Vuestro gracioso mirar, Vuestro galano vestir:
Ua poner de tal manera, De tal forma y de tal suerte. Que, aunque
gala muriera,
la
En vuestro dechado
oviera
La vida para su muerte.
En la tierra vos soys una En medio vuestras doncellas, Más luciente que ninguna,
Como
en
Entre
las claras estrellas.
el cielo la
luna
¡Oh quántas veces contemplo
Con quán dulces melodías Iréis al
eterno templo,
Segund muestra vuestro exemplo
Ya después de
largos dias!
Pues tan entera ventura
A
que Dios traeros quiso
Por
las
ondas de
Fué por
tristura,
valle d'amargura.
Meteros en Parayso;.
Donde todo Es en
lo'
pasado
gloria convertido.
Pues, siendo aquello olvidado
Poseyendo
tal
estado,
Alcanzaste
tal
marido.
Estas quintillas, aparte de interés
de ser una de
llana cultivada
en
las
las
la
i
,
curiosidad de su asunto, tienen
más antiguas muestras de
la
el
poesía caste-
cortes de Italia. Pero no fué ciertamente la
única en su tiempo, puesto que los italianos patriotas, (.orno
el
Ga-
quejan acerbamente de
la
boga
lateo
en su tratado
que alcanzaban
las
De
cilucatione, se
coplas de los cancioneros españoles, con prefe-
rencia á los versos italianos. Entre los
deploraron
1
1
Alude
la
muchos poetas que en 1504 lo menos tres
muerte de Seraphino Aquilano, hay por
á los
primeros é
infelices
matrimonios de Lucrecia,
CAPITULO XXIV
199
españoles: Diego Velázquez, sevillano; Juan Sobrarías, de Alcañiz,
y el portugués Enrique Cayado. Y si había algún Carideu ó Gareth que abandonase su nativa lengua catalana y hasta su apellido, transformándole en Chariteo, no faltaban, en cambio, italianos que comenzasen
á versificar en castellano,
Además
como Galeotto
del Carretto (1).
comu-
del reino aragonés de Ñapóles, influyó en esta
nicación intelectual
el
poderío de
de
la familia
tenazmente española se mantuvo, aun medio plantada á Italia, y tan
los Borjas, que tan
después de
siglo
tras-
y amistad
relaciones de parentesco
vivas
conservaba en nuestra penísula. El docto editor de los versos en alabanza de Lucrecia, hace notar á este propósito, que en muchos actos notariales de
emplea
la
de
familia
dialecto valenciano:
el
extendidos en
los Borjas,
que no son pocas
quedan en castellano de Alejandro VI y de sus
que nos induce
hijos, lo cual
á pensar que los que formaban esta fiera colonia española en
acostumbraban usar entre
lengua de
sí la
la
madre
se
Italia,
las cartas
Italia
patria; y, final-
mente, que no faltan otros vestigios de costumbres y hábitos españoles en
la
vida de los Borjas, puesto que de César sabemos que
era aficionado
toreo y fortísimo derribador de reses bravas, y de
al
hermana Lucrecia que gustaba mucho de
su
y según un pasaje blico vestida
in veste brocati
de Burchardo,
del Diario
y ataviada á
la
bailar danzas españolas, solía
mostrarse en pú-
española: exivit ipsa domina Lucretiá
auri circuíala, more hispánico, cuvi longa cauda
quaedam pue/la
deferebat post
eam
Claro es que este influjo había de ser mirado con italianos patriotas,
que se dolían amargamente de
de su país y aborrecían de todo corazón
lo
mismo
El eruditísimo A. Farinelli, en un artículo de
(1)
quam
(21.
la
la
coreja puesto su gusto de dulzura,
»chos y largos
»que
la
días,
fama, no
me
y
mi pecho satisfecho en mu-
á
aliñó á colegir y recopilar algunas obras
menos uraña que
»el lenguaje fabricadas.»
me
avarienta, rimadas
Después de
lo
dejó en
cual advierte que sólo los
ahincados ruegos de sus amigos pudieron moverle á publicar juntas
primera por-
estas coplas, á lo cual se resistía por dos razones: «¿a T»qne
me gozaba ser yo relator de/las
»voz); s>
otro
lo
lenguas de
adoras de *bles pies.
porque no viniesen á
los
sobajadas de
los rústicos, las
y hermana-
sonorosos acentos y concordes consonantes
los
de viva
guales quasi siempre ó siempre suelen ser corrompe -
»
Constantina precedió
á Castillo hasta
en cosa tan esencial
romances viejos acompañados de sus
incluir
(i)
ser
(es decir, repetirlas
como
y romances
glosas,
Vi hace años un ejemplar completo de este rarísimo Cancionero en
Barcelona, en casa de mi difunto amigo D. Esteban Torrebadella. Otros dos
ejemplares,
parecer no enteros, se conservan en
al
Londres y en
la
el
Museo
Biblioteca de Munich. El título del libro dice
Británico de
así:
Cancionero
llamado Guirnalda esmaltada de galanes y etoquentes dezires de diversos autores.
La vuelta de prólogo,
al
la
portada está en blanco, y en
cual sigue,
la
hoja empieza sin foliación el
después de otra página en blanco,
composiciones, que ocupa cuatro páginas, leyéndose
al
Cancionero de muchos é diversos autores\ copilados y
ecolegidos
mín,'-, de Costantina, vecino de Bclmez.
78
folios.
No hay
Sigue luego
i
el
la
Tabla de
respaldo de
indicio alguno del lugar ni del año de
Bibliófilos Madrileños. (A. B.).]
las
última:
por Juan Fer-
texto del Caucionero en la
impresión. [Este
Caucionero ha sido reimpreso recientemente en un \olumen de
de
la
la
Sociedad
CAPITULO XXIV
21
I
modernos de trovadores, compuestos en parte como imitación ó parodia de los antiguos. Casi todos los del Cancionero General están.
ya en simo
la
Guirnalda
menor curiosidad de
la
donde por primera vez se imprimieron
libro,
Conde Claros,
de Fontefrida,
el
Durandarte y
te,
y no son
(I),
de Rosa fresca,
el
el
el
este rarí-
romance
del
de Durandar-
alguna otra joya de nuestra poesía popular.
Enlázanse con esta pequeña antología, que, á juzgar por su prólogo, ha
de ser
paña, otras dos
más antigua de poesías profanas publicada en Hs-
la
más breves y todavía más
lanes en castellano, que, á juzgar por
en
el
la
Registrmn de D. Fernando Colón
traordinariamente
un extracto de
al
ellos;
de Constantina y
y
el
raras: el
(2),
procedencia
el
segundo
él
se hace
debía de parecerse ex-
de
al
Castillo,
si
ya no era
Espejo de enamorados, que existe en
Biblioteca Nacional de Lisboa, y lleva para
y
Dechado de ga-
indicación que de
título
más
de Guirnalda esmaltada de galanes
eloqueutes dezyres de diversos autores: en el qual se hallarán
y
chas odras
romances
muy
gracioso é
y
glosas
y
canciones y villancicos: todo
dice haber sido formada «para 1
Triste estaba el
como breves
florilegios
muy
de notar en el
muy
la
segunda expresamente
mancebos enamorados», y
tiene
que
527, puesto que incluye una glosa famosísima
romance de
público,
mu-
apaziblc (3).
Estas dos coleccioncillas, de las cuales
ser posterior á
la
claro indicio de su
ellas,
Padre Sánelo, pueden considerarse
para uso de las gentes de mundo, siendo
por
predominio de
al
lo
los
que indica
tendencias del gusto
las
romances, de los villancicos, y de otras
formas populares ó popularizadas de
la lírica
nacional.
Precedido por una de estas colecciones, á lo menos, y seguido á corta distancia por las otras (sin que nos sea dado precisar la fecha exacta, por carecer de toda indicación de año estos tres librillos),
(1)
Puede verse
el
índice en
el
libro
De
la
Poesía Heroico-Popular-Casie-
llana, del Dr. Milá y Fontanals (Barcelona, 1874, pág. 421). (2)
Número
4.1 16.
Le compró D. Fernando en Medina
del
Campo, por
18
maravedís, en 19 de Noviembre de 1524. (3)
tomo
Vid
.
Ensayo de una
iv, col.
dos columnas.
1.457.
biblioteca
Es un opúsculo en
española de libros 4.
gótico, de
raros y curiosos;
16 páginas sin foliar, á
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
2 12
en
salió
1
5
1 1
de
nable
prensas de Valencia (i)
Hernando
nero General de
de Oliva, que
las
es
uno de
voluminoso Cancio-
el
Conde
del Castillo, bajo los auspicios del
trovadores que en
los
número de composiciones, que
él
con razo-
figuran,
acreditan, por lo menos, de
le
aficionado inteligente.
General anuncia pomposamente en su en-
Si bien el Cancionero
cabezamiento que comprende «muchas y diversas obras de todos ó »de
los
más
principales trobadores d'España, en lengua castellana,
»assí antiguos rres,
como modernos; en
en burlas, romances,
devoción, en moralidad, en amo-
villancicos,
canciones, letras de inven-
aciones, motes, glosas, preguntas y respuestas»,
en
el
prólogo que su natural inclinación
»y recolegir de diversas partes
gencia que pudo, todas >
las
y
y
el
colector añade
le llevó á «investigar,
aver
más
dili-
diversos autores, con
obras que de Juan de
la
Mena
acá se es-
crivieron ó á su noticia pudieron venir, de los auctores que en este
«género de escrevir auctoridad tienen en nuestro tiempo», es cierto
lo
que su antología, aunque riquísima, puesto que consta nada
menos que de 964 composiciones, no tiene verdadero valor más la época de los Reyes Católicos, y aun en lo tocante á este
que para
período, refleja
más bien
el
gusto personal del colector que
portancia histórica de cada poeta. nero atribuciones critos, lo cual
falsas,
y
la
Además, no
en
Cancio-
lección suele ser mejor en los
manus-
prueba haberse valido
Castillo
de copias que muchas
veces eran imperfectas. Así y todo, su colección es digna de
Cancióero general de muchos y diversos autores.
( 1 )
La presente obra tillo.
Cum previlegio.
intitulada Cancionero General, copilado por
E impresso en la muy
im-
la
el
faltan
isigne cibdad de Valccia de
ma-
la
(Colofón.)
Femado
del
Cas-
Aragó por Xpobal Kofmó
alema de Basilea. Con previlegio Real q por espacio de cinco años en Castilla y de diez en Aragó tío pueda ser imprimido todo ni parte del ni t raido de otra parte á ser vendido por otras personas q mid, so las penas infra escritas.
Castilla
por aqllas por cuyas despensas
Es d
esta vez se impri-
saber de diez mil maravedís en los reytws de
XV
dios y de Aragó de cien ducados y perder todos los libros. Acabóse d Enero en el año de nra. salud de mil y quinientos y onze, etc. Folio
del mes de
gótico, á dos y A tres columnas, 234 hojas foliadas, sin contar las
minares de portada y
Hay hermosos ejemplares en lacio.
ocho preli-
tabla.
nuestra Biblioteca Nacional y en
la
de Pa-
CAPITULO XXIV
yor estima, por
lo
213
mucho qur contiene y que no
se halla
en ningu-
na otra parte.
Aunque inconsecuente y mal
seguido, hay en este libro un
conato de clasificación, que permite orientarse en su estudio. Comienza, pues, con
más endeble con
lo
las
obras de devoción, que son sin duda
la
parte
y que rara vez pueden parangonarse que en este género hacían entonces otros poetas que más de
propósito
le
del Cancionero,
cultivaban, tales
como
de Mendoza y Fr.
Fr. Iñigo
Am-
brosio Montesino. Si se exceptúan los salmos penitenciales de Pero
Guillen de Segovia, y algún rasgo suelto del valenciano
Mosén Ta-
de Nicolás Núñez y de algún otro, rara vez se encuentra
llante,
emoción
religiosa
en estas poesías, que, por
en sutilezas y conceptos teológicos,
falsos,
que hicieron que
el
abundan
el contrario,
y aun en irreverencias y desvarios Santo Oficio se mostrase inexora-
ble con ellas, haciéndolas arrancar de la
mayor
parte de los ejem-
plares.
Van tillo
obras de aquellos poetas
á continuación las
á
quienes Cas-
juzgó dignos de que sus versos fuesen coleccionados aparte,
formando pequeños grupos, y son principalmente
el
Marqués de
Juan de Mena, Fernán Pérez de Guzmán, Gómez y Jorge Manrique, Lope de Stúñiga, el Vizconde de Altamira, D. Diego Santularia,
López de Haro, D. Luis de Vivero, Hernán Mexía, Rodrigo de Cota, Costana, Suárez, Cartagena, Juan Rodríguez del Padrón, Guevara,
Álvarez Gato, Lope de Sosa, Diego de San Pedro y Garci-Sánchez
de Badajoz.
Como
en esta parte central del Cancionero no hay
divi-
sión por géneros, sino por autores, léense en ella poesías de toda clase,
predominando con mucho exceso
los
temas didáctico-morales
y todavía más los amatorios. Vienen luego seis breves secciones, determinadas por y no por
el
autor, lis
constan por lo
En
general,
la
común de
primera
me
de
las
cuatro versos, así
puede decirse de
>las canciones
la
ellas lo
satisfacen pocas,
que
el
género
canciones glosadas, que
como de ocho
dijo
la glosa.
Juan de Valdés: «De
porque en muchas veo no sé
»qué dezir bajo y plebeyo y no nada conforme á lo que pertenece »á la canción.» Es, con todo, uno de los géneros más característicos de
la
galantería cortesana;
y unas pocas de Tapia, Cartagena, Es-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
214
Núñez y algún
crivá, Nicolás
romances ya hemos hecho letras el
de justadores, en
las
otro son agudas
oportuno
y
graciosas.
De
los
Las invenciones y cuales «hay que tomar y dexar» (según el
elogio.
dicho de Juan de Valdés), son más bien un entretenimiento de
sociedad que un género poético. El Cancionero contiene doscientas
y en
veinte,
Cuestión de
la
de
nas, especialmente
ejemplo:
la
las
amor
se encuentran otras
que recogió
Conde de Haro, que sacó por
del
de noria, con esta
De Otro pasatiempo
muy
de males míos,
llenos,
análogo
Más importantes para
la
revela
unos arcaduces
esperanza los vacíos.
al
anterior es el de los motes glo-
sados de damas y galanes, de que hay en copia.
divisa
ya su origen
Cancionero bastante
el
literatura son los villancicos,
la
villanesco, así
como
muchos
esencialmente musicales, y todas
que
las
la
fueron asonadas sin duda.
Cancionero «no son de desechar», también
que pecan de excesivamente metafísicos y cortesanos, y mejores muestras de este género
fines del siglo xv, las
cura de
ellas
que en
la
Eran composiciones
(i).
autor del Diálogo de la lengua opina, con razón,
los villancicos del
es cierto
que
el
rastros
cuyo
su derivación de
escuela galaico-portuguesa (cantigas de vilháo), de
versificación conservan
Pero aunque
por
letra:
Los
nombre
muchas. Algu-
Castillo, tienen ingenio;
la
que mejor conservan
lírico, la
tan floreciente á
ingenuidad y
canción popular, no hay que buscarlas
obras de Juan del Enzina y en
los libros
allí,
la fres-
sino en las
de música. Las preguntas
son uno de los géneros más pueriles y fastidiosos de
la
poesía tro-
vadoresca, y las hay tan candidas y fáciles de resolver
enigma de Edipo, propuesto por Juan de Mena
al
como
el
Marqués de San-
tillana.
Terminados estos cinco grupos de carácter general, vuelve CasHay en reminiscencias
el
Cancionero General, con ser de fecha tan adelantada, otras
muy
curiosas de
la
antigua técnica de los cancioneros galle-
gos; por ejemplo: unas coplas de bien tondidor.
putóla
y
y mal
Jezi>\
que
//izo
un geni/7 hombre á un
Hay también una canción de las llamadas de macho y hembra, comglosada por Francisco Hernández Coronel.
CAPITULO XXIV tillo al
215
sistemado poner juntas composiciones de un mismo autor,
siendo generalmente más modernos los que en esta parte de! Cancionero incluye: así Portocarrero, Tapia, Nicolás Núñez, Soria, Pinar, Peralvárez
de Ayllón, Quirós,
el
bachiller
Ximénez y algunos más des-
valencianos y aragoneses, de que en otro capítulo trataré pacio, tales
como
el
Conde de
Oliva, D.
Alonso de Cardona, don
Francés Carros Pardo, Mosén Crespi de Valldaura, D. Francisco Fenollete,
Mosén Narcís Vínoles, Juan Fernández de Heredia, Mo-
sén Gazull, Jerónimo de Artes y otros, cuyas producciones, aunque,
por
lo general,
difusión
de
la
de exiguo mérito, sirven para probar
que ya alcanzaba
la
universal
la
poesía castellana en los diversos reinos
corona de Aragón.
Cierra este voluminoso
tomo
la
grosera serie de las obras de bur-
las, á la verdad mucho menos recargada de obscenidades en este primer Cancionero nue en otrus posteriores. La mayor parte ele las
poesías que encierra, aunque guaje, son
más bien
especialmente de
muy
libres
sucias é injuriosas
las del
y desaforadas en
el
ten-
que deshonestas, y algunas, el poeta mayor de este
Ropero, que es
grupo, podrían pasar, aun en época más culta, por chistosas, sin
daño das,
ni peligro
que
es el
de barras.
la
composición más brutal de to-
Aposentamiento que fué hecho en
muy gordo, llamado
bre
Aun
Jui'Cra,
la
persona de un lucu-
cuando estuvo en Alcalá
el
legado
Rodrigo de Borja, que luego fué Alejandro VI, no pasa
pontificio D.
de ser una alegoría soez y confusa, en que hace todo
el
gasto
la
obe-
sidad del dicho Juvera, aposentándose en las diversas partes de su
enorme corpachón todos comendador Román
del
los del séquito del
legado
contra Antón de Montoro,
de Paredes contra Juan de Valladolid, y aun
el
historia
de
las
costumbres,
si
mas, no parezcan tan cultas y cortesanas se
de
tales personajes,
Las coplas
las del
convite que
Manrique hizo á su madrastra, son documentos tes para la
(i).
muy
1
Conde >.
Jorge
interesan-
bien, en clase de bro-
como
pudiera esperar-
especialmente del Maestre de Santiago y de
su hijo. (1
Usoz, por DO haber visto edición del Cancionero anterior ú
se equivoca en
suponer que no
primera edición.
figura en el
1
Costilla) publicó otra
»mendada y corregida por »y
primera y más famosa edición del Can-
la
es, sin
as-
de To-
habiendo tenido
ocasión de cotejar estas tres ediciones, que sólo conocemos por
breve noticia que de
ellas
la
dan Brunet, Duran y Salva, no podemos lo que se añadió ó suprimió en ellas;
determinar con certeza qué fué
pero sabemos por Gallardo y Usoz que ya en está
la
la
de Toledo de 1520
indecentísima composición del Pleito del Manto, y no es
verisímil
que se
precisamente en
halle 1
5
también en
las
19 y en Valencia (por Juan Viñao) fué impreso
un pequeño Cancionero de obras de burlas provocantes á
Es uno de
(1)
los libros
más
raros de
la
en un club ó sociedad
el
Museo
de Londres (Royal
literaria
rígida
como
la
de
los cuákeros,
bien
muy
se co-
of LUeratwe,
colección de Re-
capricho, raro en un afiliado
el si
la
No
que
Británico, y antes
Society
Martin' place). D. Luis de Usoz y Río, famoso editor de
formistas antiguos españoles, tuvo
risa (i),
bibliografía española.
noce más que un solo ejemplar, existente hoy en
St.
in-
dos anteriores, puesto que
á.
secta tan
propio de su depravado gusto,
de hacer una linda edición de este Cancionerillo (Londres, 1841, en casa de Pickering, aunque lleva una falsa portada de Madrid, por Luis Sánchez, cuín privilegio).
Le encabezó con un docto
do, según su costumbre, las especies
y estrafalario prólogo, en que mezclan-
más inconexas, quiere achacar á
gos y frailes todas las inmundicias del Cancionero, nido
el
monopolio de
la
poesía en
la
como
si
ellos
cléri-
hubiesen te-
España antigua.
Por apéndice del Cancionero puso Usoz varias composiciones muy curiosas, tomadas de un volumen de pliegos sueltos del Museo Británico. Entre ellas figuran las Lamentaciones de amores de Garci-Sánchez de Badajoz, las coplas descanta, Jorgico, canta», que parecen de Rodrigo de Reinosa; otras coplas del mismo tal tono del baile del Villano», el lindísimo romance de una gentil-
dama y un
rústico pastor, los Fieros que hace
otro que se dezia Pardo, porque le requería
un rufián llamado Mendoza, contra de amores (que también
á su amiga
parecen de Reinosa), y Las doce copias móntales, que se atribuyen á Pedro de Lerma, famoso cancelario de la Universidad de Alcalá, y acérrimo secuaz de las
doctrinas
de-
Erasmo.
CAPITULO XXIV recopila todas las del Cancionero de
y desvergonzadas,
libres
ron todas
al tercer
haré mención.
las cuales,
1
5
1 1
ellas es
el
.
muy
y añade otras diez
á excepción de una sola, pasa-
Cancionero toledano,
Una de
217
el
de 15271 de que luego
citado Pleito del Manto, en
que
intervinieron varios trovadores, entre ellos García de Astorga, que dirige sus coplas á D. Pedro de Aguilar: composición tan escandalosa,
que
ni siquiera su
tema puede honestamente indicarse aquí,
bastando decir que es una parodia de
hecha con
más
las
feas palabras
los
procedimientos judiciales,
de nuestra lengua.
No
así la
Visión
deleitable, compuesta en Ñapóles, que siendo tanto ó más lasciva en el
fondo, no ofende por lo soez de la expresión, sino que procede,
á estilo italiano, por términos figurados y frases de doble sentido, del
modo que lo vemos, por ejemplo, en los Cauti carnaccialeschi No se valió de este malicioso recato de expresión el
de Florencia.
incógnito autor de
panaria de lios
las
en prosa,
tario
comedia, que es una parodia bestial y lu-
la C...
Trescientas de Juan de sin
Mena, acompañada de esco-
duda con intento de parodiar también
de Hernán Núñez. Estas
apostillas,
que por
lo
el
comen-
general contie-
nen cuentos y rasgos biográficos de famosas rameras, son todavía más desenfrenadas que el texto; pero á la verdad, están escritas con
más
soltura y gracejo
para
la
crónica de las
y pueden servir como documento malas costumbres á principios del siglo xvi, que
él,
puesto que vienen á ser una especie de topografía é historia anecdótica de las mancebías de España, especialmente de las frecuen-
tadas por estudiantes, desde Salamanca y Yalladolid hasta lencia,
donde,
al
Va-
parecer, fué redactado este bárbaro poema, del
cual pudiera sacarse un suplemento á nuestros diccionarios,
menos copioso que
el
Glossarium eroticwn que para
la
poco
lengua latina
existe.
Esta, y
el
Aposentamiento de Javera (que quizá se desechó por
obscura y anticuada), fueron nero de Burlas omitidas en
el
las
únicas composiciones del Cancio-
de Toledo de 1527, tan raro como
el
más estimable que él, no sólo por ser manos ningún ejemplar que no esté horri-
primitivo de Castillo, y aun
caso rarísimo haber á las
blemente mutilado, ya en
la
sección de obras devotas, ya en
burlas, ya en la una y en la otra, cuanto por el gran
la
de
número de
HISTORIA DL LA POESÍA CASTELLANA
2l8
poesías añadidas que contiene;
por seguro, que
la
si
bien sospechamos, y aun tenemos
mayor parte de
estas adiciones venían
dos ó en alguno de los tres Cancioneros de total,
sobre
1 5
14,
En
y 1520.
51 7
1
ya en to-
son 175
las
composiciones que lleva de ventaja esta edición
de
1 1
pero en cambio faltan 187 de
la
I
5
,
bía, algunas tan preciosas
la
Rerthomeu
amor
Querella de
muy
Marqués de
del
vario carácter, habiendo en-
de Boscán (en metros cortos), y sonetos
tre ellas hasta poesías
lianos de
como
Las adiciones son de
Santillana.
que en ésta ha-
las
Gentil,
y
capitolio
en tercetos, también
ita-
italia-
y versos catalanes de Vicente Ferrandis, de Mosén Vinyoies y otros valencianos. Pero en general predomina la escuela nos, de Tapia,
antigua, representada no sólo por sus la
primera mitad del
de
siglo xvi, tales
Castilla, del cual se
como
calificados imitadores de el
murciano D. Francisco
reproduce, aunque incompleto,
filosófico diálogo entre la
una de
más
Miseria
Humana y
que es
el Consuelo,
mejores poesías de este tiempo y de esta manera; sino
las
por composiciones de trovadores de fines del la
elegante y
el
siglo xv, omitidas
primera edición de Valencia. Particularmente se amplía
Nao
ción de los versos de Costana (incluyéndose su
tada de
la
la
en
sec-
de amor, imi-
de Juan de Dueñas), de Portocarrero, de Quirós, del co-
mendador
una parodia del Padre
Escriva, de Salazar, autor de
el tPatet Noster de las mujeres», y muy especialmente de Garci-Sánchez de Badajoz, que continuaba estando de
Nuestro, titulada
moda como tiséis tes,
prototipo de finos amadores,
composiciones nuevas, algunas de
como
Fortuna. Pero de
mas
la
las
se
ponen vein-
extensas é importan-
ellas
fantasía de las cosas de amor y
la
Cancionero,
y del cual las
coplas contra
la-
cosas hasta entonces inéditas que trae este
extensa, y
al
mismo tiempo una de
las
de más
apacible lectura, es cierto Doctrinal de Gentileza que hizo el comen-
dador Hernando de Jjidueña, Maestresala de ñora, obra que, á pesar
de
Reyna Nuestra Se-
la
lo reciente de su fecha y de las costum-
bres palaciegas que describe, está todavía dentro de provenzal, y,
más que con El Cortesano de
ción con los Eiisenhamens del derivación que
s¡-
viejo trovador
Amaneu
manifiesta también en atribuir
de amor, sobrenombre que se dio
á
tradición
la
Castiglione, guarda rela-
el
des Escás,
Doctrinal
al dios
varios trovadores entendidos en
CAPITULO XXIV
2TQ.
y que las trataron en modo grave y nuestro Serven de Gerona (i).
didáctico, entre
estas materias, ellos á
muy grande
Por
de
la licencia
no
circular,
con indicación de
tejado, sino libremente
del tipógrafo, libros tales
la oficina
Thcbayda y Seraphina,
ces,
con horrores
En
ble.
Cancionero General, que era
el
como
el
sin
y
Can-
que
ni
Inquisición hiciese alto en ello, no á todos los lectores
común
había de parecer bien encontrarse en un libro de
como
en efecto)
primer tercio del siglo xvi,
el
sombra de
á
cionero de burlas ó las comedias siquiera la
(y extraordinaria era,
imprenta española en
la
cuando podían
que supongamos
tales
como
obsequio, pues, de
purgado
el
radas,
la
de
fiel la
que
el
las
el
Manto
ó
la
la
al
Visión deleita-
primera de estas ediciones depu-
por Juan Cromberger, de
mismo impresor
preliminar que sustituye
Pleito del
personas honestas, comenzó á ser ex-
Cancionero, siendo Sevilla, 1535,
lectura,
breviario poético de enton-
el
la
cual es copia
en 1540. En una advertencia
repitió
prólogo de
anuncia que «se
Castillo, se
shan quitado del dicho Cancionero algunas obras que eran
muy
s>deshonestas y torpes, é se han añadido otras muchas, asi de devo-
como de moralidad; de manera que ya queda el más copioso »que se haya viste». Lo añadido, en sustitución de lo que se quita, »ción
son 88 composiciones, entre
una serie de las
muy
muy
yastas
ellas las
Coplas de Jorge Manrique, y
curiosa de obras en loor de algunos santos, sacadas literarias
que se liasen en Sevilla por institución del
reverendo ¿magnífico señor el Obispo de Scalas.
De
estas justas,
en que por estatuto de su fundador D. Baltasar del Río sólo se usa-
ban
los antiguos
italiana,
metros nacionales en oposición á
los
de
la
escuela
da razón Gonzalo Argote de Molina en su Discurso sobre
¿a
Cancionero general. Agora nuevaméte añadido. Oirá vez ympresso con adi-
(1)
ción de
muchas y muy escogidas
obras.
Las quales guié mas presto querrá
a la labia: y todas aqllas q lemán esia señal
+
ver vaya
son las nuevamente añadidas.
Colofón: La presente obra intitulada cancionero general copilado por Hernando del Castillo.
En
el
qual van a^ora nuevamente añadidas muchas obras muy bue-
nas y quien ¡as quisiere, Toledo,
dias del mes de mayo.
mil
e
etc.
Fué impresso en
la
por maestre Ramón de Petias, imprensor
quinientos
Año
e veyntc
y
muy (sic)
noble é Imperial cibdad de
de libros. Acabóse á doze
del nacimiento de nuestro salvador señor jesuchrislo de siete años.
Folio, letra gótica, 8 hojas preliminares y 195 folios.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
220
poesía castellana, haciendo notar su especial carácter. Entre los poetas
premiados
ha)'
nombres conocidos, como
cronista Pero Mexía,
el
el
bachiller Céspedes, el
capitán Salazar, Lázaro Bejarano, y otros
(i).
distinto forman, hasta por su apariencia exterior, puesto
Grupo
que son en octavo, y no en nos raros
ó,
si
dos Cancioneros de Amberes
folio, los
(por Martín Nució y Felipe Nució,
557 y 1573), que son
1
menos
se quiere, los
inaccesibles de toda
los
me-
la serie,
aunque rara vez suelen encontrarse íntegros y en buen estado. La de 1557 merece la preferencia, por contener mayor número de obras,
muy dís
y entre
ellas
57 que
le
son peculiares, habiéndolas entre
curiosas; por ejemplo: el Hospital de amor, el Canto de
(poema narrativo en octavas
vela del
mismo nombre),
el
reales,
fundado en
romance de Adonis,
el
la
de
la
ellas
Ama-
célebre no-
abdicación
de Carlos V, y un grupo de sonetos, coplas y canciones nuevas hechas en la ciudad de Londres, en Ingalaterra, año 1545, por dos caballeros cuyos nombres se dexan para mayores cosas: con ciertas obtas de otro autor, cuyo
ciente á
nombre también
la literatura
se reserva.
De
todo esto,
como
pertene-
del siglo xvi, no procede aquí adelantar noti-
cias,
bastando decir que entre estas poesías anónimas, algunas de
ellas
muy
notables (2), alternan los endecasílabos italianos con
mayor y menor y con
coplas castellanas de arte
(1
Antes de pasar
impresas aparte
las
al
las
formas de
la
las
poesía
Caucionero de Cromberger estos versos, habían sido
Justas de San Juan Evangelista (1531), San Juan Bautista
(1532), Santa María Magdalena y San Pedro Apóstol (1533), San Pablo y Sauta Catalina (1534). Todas se hallan juntas en un rarísimo volumen, que, procedente de la biblioteca de Osuna, se custodia ahora en la Nacional. A su tiempo
volveré á hablar de
ellas.
Las más curiosas históricamente son las compuestas en Inglaterra poi (2) los caballeros del séquito de Felipe II cuando fué á casarse con la reina María;
especialmente
las cancioncillas
que empiezan:
Que no quiero amores En Ingalaterra, Pues otros mejores
Tengo yo en mi
tierra...
¡Ay, Dios de mi tierra,
Saqueysme de ¡Ay,
aquíl
que Iugalaterra
Ya no
es para mil...
CAPITULO XXIV
221
popular ó popularizada, habiendo hasta dos composiciones de germanía,
las
más antiguas que conocemos en
La última edición de mable de
este dialecto rufianesco.
las antiguas del Cancionero,
y
la
menos
esti-
segunda de Amberes (1573), que no sólo no
todas, es la
añade nada, sino que suprime innumerables
piezas, entre ellas
todas
de burlas.
las
Aparte de citan
estas nueve impresiones del Cancionero General, se
vagamente otras cuya existencia es dudosa,
si
se exceptúa la
edición popular que en tres volúmenes pequeños publicó
de Zaragoza Esteban G. de Nájera, en nos se conoce
la
I
552, de
segunda parte ó tomo, existente en
el
por
la cual la
librero lo
me-
Biblioteca
Imperial de Viena y descrito por Wolf. Respecto de otro Cancio-
también de Zaragoza y también del impresor Nájera (1554), descubierto en la Biblioteca de Wolfembüttel por el mismo Wolf (i), nero,
y reimpreso por Morel
Fatio, no
procede aquí su estudio, por cons-
tar
enteramente de poesías del tiempo de Carlos V, en que alternan
las
formas indígenas con
zassi
por
el arte
Española como por la
guiente, un Cancionero de transición,
mos
lo indica el título:
Toscana-¡>. Es,
parte, relativamente escasa, de las poesías del Can-
cionero de Castillo pasó á la colección Fernández, á
Y
por consi-
cuya importancia procurare-
aquilatar á su debido tiempo.
Aunque una •
como ya
las italianas,
un soneto, cuyo anónimo autor, que tenía
el
la
Floresta de
mal gusto de no gustar de
bellezas inglesas, acaba con estos desaforados tercetos,
que prueban que
las
el
Cancionero de burlas todavía no estaba olvidado:
Me En
veo morir agora de penuria
esta desleal isla maldita,
Pues más á punto estoy que
Satilario;
Tanto que no se iguala á mi Ni
la
de Fray Anselmo
el
Ni aquella de Fray Trece
luxuria,
Carmelita, el Trinitario.
Este Satilario, tautas veces mencionado en poesías libres del siglo xvi, debió su celebridad á cierta escandalosa glosa de
También (1)
letín
está
allí
(sobre
la
Ein Bcitrag zur Bibliographie der de Sesiones de
Viena, 1853).
la
La
C...
comedia (copla 28).
copla 64) el cuento del Trinitario.
clase:
c
el tomo x del BoAcademia de Ciencias de
Cancioneros* (en
de Historia de
la
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
•222
Rimas de Bohl de Faber, á los dos Romanceros de Darán, y á otras antologías menos famosas, se hacía sentir la falta de una reproducción total
de este cuerpo poético, indispensable para
xv y
ratura de los siglos bliófilos
ha prestado en
1
el
gran servicio de poner de nuevo en
Cancionero General, no limitándose á copiar
circulación
el
edición de
I
añadido en
las
5
1 1
,
de
la lite-
Nuestra benemérita Sociedad de Bi-
xvi.
882
estudio de
el
la
primera
sino enriqueciéndola con un apéndice de todo lo
527, 1540
1
y 1557»
T
>
con numerosas variantes
sacadas no sólo de estas ediciones, sino de otros varios libros impresos y
de algunos cancioneros manuscritos: trabajo por extremo me-
ritorio,
como
todos los que ha realizado
el
Antonio Paz y Melia, que letras que muchos de nuestras hace más por
bliotecario D.
laborioso y discreto bisin
ruido ni alharacas
los
que tienen por
ofi-
cio su enseñanza ó su crítica.
Esta publicación debe servir de punto de partida para
la ilustra-
y menuda, que todavía exigen los poetas del Cancioque sólo en pequeña parte hemos podido realizar por el y carácter general de nuestra obra. Encarecer la importancia del libro ción analítica nero,
de
Castillo
ría repetir
que en trarse
como monumento
histórico
una vulgaridad de
este fárrago
más
las
y como texto de lengua,
se-
obvias; pero justo es añadir
de versos, muchas veces medianos, suele encon-
con más frecuencia que en otros centones de su género algo
que no
interesa sólo al filólogo y
de gusto. Bajo
tal
Cancionero de Castillo con
Resende.
Aun
erudito, sino también
al
al
hombre
aspecto, habría evidente injusticia en confundir el
de Baena, por ejemplo, ó con
el
el
de
prescindiendo de los pocos, pero exquisitos, roman-
ces viejos, cuyo primitivo texto está
puede formarse con
lo selecto del
allí,
recuérdese
Marqués de
el florilegio
Santillana,
que
de Fernán
Pérez de Guzmán, de los dos Manriques, de Rodrigo de Cota, de 1
)iego de
San Pedro, de Garci-Sánchez, de Cartagena, de Montoro,
de Alvarez Gato y de otros que omitimos por no repetir tantas veces unos mismos nombres. colección, en los
mera
facilidad
Aun
en los poetas más
que no lucen más que un
de rimar, hay por
lo
artificio
menos condiciones
triviales
de
La
huero y una técnicas
muy
estimables: casi todos versifican bien, y en los metros cortos quizá
no han
sido superados nunca, á no ser por aquellos discípulos suyos
CAPITULO XXIV del siglo xvi, Castillejo,
Montemayor,
Silvestre,
que apoderándose
de estas formas, ya vacías de contenido pero siempre galanas, infundieron un espíritu nuevo,
Conviene
huir, pues, del
rrada esta poesía sin leerla
así
en
relación con los elementos sociales
General se formó á
y por eso hay en
él
bulto,
como en
la sátira.
cómodo sistema de condenar á carga cecomo debe leerse, esto es, poniéndola en
en que se desarrolló. Estudiada está en las crónicas, sino
la lírica
las
que
produjeron y con
la
que á veces agrada é
como
dice
el
medio
no sólo enseña mucho que no
así,
interesa. El Cancionero
muy exactamente Lope de Vega,
desigualdades grandes, según
el
parecer del mismo
preclaro ingenio; pero lo bueno es bastante para compensar ó hacer
mas llevadero
el
hastío
que más abunda.
lo
que produce
Aun
lo
mediano, que es naturalmente
en tiempos en que dominaba
la crítica
aca-
démica, hubo ya quien sacara buen partido de los poetas del Cancionero, hasta para
poner ejemplos de
rica (que en esta parte es la
estilo.
mejor y más
cada paso, y no se harta de ponderar
el
Mayans en
útil
su docta Retó-
que tenemos )
los cita
;';
maravilloso juicio y gravedad
de Hernán Pérez de Guzmán y Jorge Manrique; el ingenio, discreción y gracia de su tío Gómez, de Hernán Mexía, de Nicolás Núñez, de D. Luis de Vivero, del comendador Escrivá, del vizconde de Altamira,
y
el
natural decir de todos ellos, suelto, castizo y agradable.
No hemos
terminado aún
examen de
el
la
abundante producción
poética del tiempo de los Reyes Católicos. Todavía nos falta estudiar al
mayor poeta de
luego
la
este período, es decir, á
Juan del Enzina, y
fijar
consideración en los ingenios aragoneses, entre los cuales so-
bresale D. Pedro Manuel de Urrea, y en los portugueses del Cancio-
nero de Resende, que escribieron en lengua castellana. V, finalmente,
diremos algo del autor de
de
los
Propaladla, considerado
la
como
lírico,
numerosos autores de pliegos sueltos que conocida ó
milmente son anteriores á Cristóbal de
Castillejo,
y
verisí-
en quien comienza
un nuevo período para esta escuela, remozada y transfigurada enteramente por él. Pero todo esto será materia del capítulo (i) siguiente,
ya que éste se ha dilatado más de
mis de
lo
que puede tolerar
El original:
*
volumen».
.1
la
que pensábamos, y quizá paciencia de nuestros lectores.
II.
.
lo
CAPÍTULO XXV [JUAN DEL ENZINA: SU BIOGRAFÍA; SUS OBRAS MUSICALES; SUS PRODUCCIONES literarias: su Cancionero; ¿sv doctrina literaria, según su
Arte de la Poesía Castellana; dirección de juan del enzina en las vías del renacimiento clásico: su adaptación de las Bucólicas de VIRGILIO AL
METRO CASTELLANO; SUS DONES POÉTICOS; LAS obras á
divino; poesías
lo
alegóricas y profanas; villancicos y glosasj7su
VERDADERO PUESTO EN LA HISTORIA DE LOS ORÍGENES DEL DRAMA NASU INFLUENCIA EN CIONAL; OBRAS DRAMÁTICAS DE JUAN DEL ENZINA \
LA ESCENA NACIONAL.]
Por
el
ta:
cia
número y variedad de
que en muchas de
sorcio
sus producciones; por
ellas hicieron la
el feliz
musa popular y
la
con-
erudi-
por su doble carácter de poeta y preceptista; por su importanen la historia del arte lírico-musical, y, finalmente, por su
venerable representación en los orígenes de nuestra escena, es Juan del Enzina el ingenio
más digno de
estudio entre cuantos florecie-
No pretendemos
ron en tiempo de los Reyes Católicos.
de tan interesante
este bosquejo los múltiples aspectos
á título de poeta á
tal
figura.
Sólo
Juan del Enzina, y consideración habremos de subordinar nuestro trabajo, donde lírico figura
sólo incidentalmente ticos
en este libro
abarcar en
que hacen
el
pueden entrar
los
nombre de Enzina
demás merecimientos
artís-
tan recomendable.
La biografía de este preclaro varón, días, á
(i)
casi
ignorada hasta nuestros
pesar de los loables conatos de D, Gregorio Mayans, en su
Noticia de los traductores de Virgilio; de D. Leandro Fernández de
El original: «esta antología». [A. snr.z y
Pelaío. — Poesía
catttllama.
B.'i
III.
13
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
226
Moratín, en su obra clásica sobre los Orígenes de nuestro teatro; de Gallardo, en sus inestimables cédulas bibliográficas,
Wolf, en un breve artículo de
y de Fernando
Enciclopedia de Grüber, va reci-
la
biendo en estos últimos años inesperada claridad, por virtud de los
y de
hallazgos
felices
aficionados
doctas inducciones de varios eruditos y
las
Quedan,
(l).
sin
embargo, muchos vacíos y no pocos
puntos opinables, que sólo en una monografía podrían tratarse á fondo.
y averiguado, comenzaremos por decir que no hay duda en cuanto al año del nacimiento del poeta, Ateniéndonos á
lo
más
cierto
aunque pueda haber alguna en cuanto
á su patria.
puesto que tenía cincuenta años cumplidos grinación á Jerusalén, en 1519» según
metros, en su Trivagia
(2).
Fué
hijo
al
él
mismo
de
la
Nació en 1469,
emprender su peredeclara,
en pésimos
ciudad de Salamanca, ó
de un lugar cercano llamado Encina, según opinaba D. Bartolomé Gallardo, fundándose en estos versos de un villancico suyo: ¿Es quizá vecina
De allá, de tu tierra? — Yo soy del Encina,
Y
(1) la
ella es
de
la sierra...
Cañete (D. Manuel): Teatro completo de Juan del Enema, publicado por
Academia Española en
1893, con adiciones del Sr. Barbieri.
Asenjo Barbieri (D. Francisco): Cancionero musical español de
y XVI, publicado por
la
Academia de San Fernando en
Cotarelo (D. Emilio): Juan del Encina y tículos publicados
XV
Teatro español (ar-
en La España Moderna, 1894).
Mitjana (D. Rafael): Sobre
para su
los orígenes del
los siglos
1890.
Juan
del Encina, músico
y poeta. Nuevos datos
biografía. Málaga, 1895.
[Díaz -Jiménez y Molleda (D. Eloy): Juan del Encina en León; Madrid, 1909. fAZ?,)]
Los años cincuenta de mi edad cumplidos,
(2)
Terciado ya
el
Después de
los
Y
el fin
Que
año de
ya llegado de
el día
Mi cuerpo
Tomando
los diez
la
es prolijo, la y
y nueve;
mil y quinijiitos encima,
mi alma de
la vía del
vera prima,
noche muy breve,
Roma
sanio
se
viaje...
mueve.
CAPITULO XXV
A que
lo cual
227
puede añadirse este paso, todavía más
significativo,
poeta parece distinguir entre su nacimiento en
el
la
en
aldea y su
crianza en la Universidad salmantina:
Aunque sos destos casares De aquesta silvestre encina, Tú sabrás dar melecina
A
mis cuitas y pesares,
Pues allá con
Ha De en
escolares
sido siempre tu
crio...
tiempos de su vida estudiantil queda memoria
los alegres
Aucto del Repelón, primero aunque rudísimo esbozo del
el
entremés castellano. Puede conjeturarse que fué en Humanidades uno de los primeros discípulos del maestro Nebrija, puesto
que
la
doctrina métrica que en su
Arte de la poesía castellana
expone, está substancialmente conforme con
la
que aquél había
enseñado en su Gramática Castellana. Es sabido que Nebrija volvió de Italia en
1
se hizo en 1481,
47 3, y que la primera edición de su Arte latino que es aproximadamente la fecha en que Juan
del Enzina debía contarse entre la regocijada turba escolar de Sala-
manca, que bebía de ñanza y
el espíritu
los labios del ilustre filólogo andaluz la ense-
del Renacimiento. Entonces adquirió Enzina
cultura clásica de que da muestra en su elegante paráfrasis de
ia
las
Bucólicas virgilianas, y que
le
fué
útil
hasta para sus ensayos
dramáticos, donde se mezclan las reminiscencias de pastoril
con
la
tradición del
drama
litúrgico
la
antigua poesía
y popular de
los
tiem-
muy
pron-
pos medios.
La vocación to en
Juan del Enzina.
nero,
según
él
afirma en
ron hechas desde cual
como la musical, se La mayor parte de las
poética, así
la
obras de su Cancio-
dedicatoria á los Reyes Católicos, *fue-
los catorce
invoca en su favor
desarrolló
el
anos hasta privilegio
los veinte
y
cinco», por lo
de menor edad. Probable-
mente como músico, más bien que como poeta, entró al
servicio del
so por recomendación de su la
joven
hermano D. Gutierre, cancelario de
Universidad de Salamanca en
estudiaba.
muy
duque de Alba D. Eadrique Álvarez de Toledo, aca-
los
mismos años en que Enzina
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
228
La época de mayor actividad
literaria
de nuestro poeta puede
I492, fecha de su imitación de
fijarse entre
las
églogas de Virgilio,
y 1496, en que por primera vez aparecieron sus obras recopiladas en un Cancionero, que, además de la parte lírica (poco aumentada, y aun mermada, en
las
ediciones sucesivas), contiene ya ocho de
sus piezas dramáticas, cuyas rúbricas nos informan de las circunstancias de la representación, que fué
do parte en
ella el
autor mismo, que hace frecuentes alusiones á los
sucesos de su tiempo, por lo cual es
nación de
el
mismo
patronos,
fácil casi
Aderezábanse estas
las fechas.
ora sagradas, ora profanas, con
que
puramente doméstica, toman-
Juan del Enzina
y que en gran parte
la
siempre
ia
determi-
sencillas representaciones,
música y letra de
componía para
los villancicos
solaz de sus nobles
se encuentran asonados
cionero musical de la biblioteca de Palacio,
en
el
que descifró é
Can-
ilustró
Barbieri.
La más antigua de
estas composiciones
escénicas,
que
es
una
égloga de noche de Navidad representada en I492, nos permite fijar
la
de Alba de Tormes, puesto que en
castillo
el
muy suyo.
en que Juan del Enzina entró como familiar en
fecha
alegre é ufano., porque sus señorías
Fué
duda
sin
el
tiarum de su palacio,
lo
le
habían
director de espectáculos,
mismo en
las
el
ella se
ya
muestra
recebido por
arbiter elegan-
regocijadas noches de antruejo
ó Carnestolendas, que en aquellos días en que devotamente se
conmemoraban
la
ó
Pasión
la
Resurrección
de Nuestro Señor
Jesucristo.
De una
de
las
églogas de Juan del Enzina, consta que fué repre-
sentada en presencia del príncipe D. Juan, que debe contarse entre
Mecenas de nuestro poeta, puesto que á él está dedicada la traducción de las bucólicas virgilianas. La inesperada muerte de aquel
los
príncipe en 1497, inspiró
al
vate salmantino una que llamó Tragedia
trovada, sin duda por lo doloroso del' asunto; pero que nada tiene
de dramática, siendo meramente un poema en coplas de arte mayor,
conforme
al estilo
De 1498 lluvias,
es
de Juan de Mena.
una égloga, comúnmente llamada
por aludirse en
cho año. De
ella á las
ella se infiere
la de las
grandes
copiosísimas que cayeron en di-
que Juan
del Enzina pretendió inútilmen-
CAPITULO XXV te
22g
por aquellos días una plaza de cantor, vacante en
Salamanca Quizá
el
la
catedral de
(i).
fracaso de esta pretensión suya fué lo
que
le
indujo á
(0 Juan.
Y
acuntió que en aquel día
Era muerto un sacristán.
RODRIGACHO. ¿Qué sacristán
era, di?
Juan.
Un
huerte canticador.
Antón. ¿El de la igreja
mayor?
Joan.
Ese mesmo.
RODRIGACHO. ¿Aquese?
Juan. Si.
RODRIGACHO. ¡Juro á
Que
mi
canticaba
muy
bien!
MlGUELLEJO. ¡Oh, Dios lo perdone, amén!
Antón. Hágante cantor á
ti.
RODRIGACHO. El diabro
te lo dará,
Que buenos amos te tienes; Que cada que vas é vienes, Con ellos muy bien te va. MlGUELLEJO.
No
están ya
Sino en
la
color del paño;
Más querrán cualquier extraño Que no á ti que sos d'allá. RODRIGACHO. Dártelo han,
si
son sesudos.
que no ha sido descubierta hasta ahora, pero que debe de
existir,
puesto que su fecha concuerda admirablemente con
Y
los datos transcritos.
como
personajes
corno no es de suponer que á tan ilustres
que realzaron
los
el
esplendor de aquel fastuoso
sarao, se les fuesen á servir manjares fiambres,
pulo que
égloga fué escrita
la
(y acaso única vez) en
Y
aquí
ad
creemos
hoc y representada por primera
primeros días de Agosto de
los
sin escrú-
1 5 1 3-
imaginación puede darse libre camino, reconstruyendo
la
pagana
á su placer aquella villa los chistes
con cuyo tono cuadraban á mara-
fiesta,
más que deshonestos de Eritea y Fulgencia, que risa al Cardenal Cornaro, no menos que
debieron de hacer morir de á la sigi/ora Albina.
Para entonces
la
fortuna mostraba mejor semblante á Juan del
Enzina, acaso por influjo de algún Mecenas desconocido, que bien
pudo
ser el Cardenal
de Aragón. Obtuvo, pues, sucesivamente, aun
antes de ser clérigo de misa, varios beneficios
según era frecuente en
ticas que,
tiempos, tuvieron
cobrar
las rentas,
pasando
Según chivo de
puesto que de
noticias la
la
eclesiás-
relajada disciplina de aquellos
más de nominales que de
mayor
la
la
y prebendas
efectivos, salvo
en
lo
de
residencia se curó poco ó nada,
parte del tiempo in curia.
que un curioso
del siglo
pasado extractó en
el ar-
Santa Iglesia de Salamanca, y que desde aquella ciudad
fueron comunicadas en 1867 á D. Manuel Cañete, cuando se ocu-
paba en preparar su edición del teatro de Enzina jandro VI, en 15 de Septiembre de poeta de una ración de te
de Antonio del
(1)
El
documento
la
1
502, hizo
(i), el
Papa Ale-
merced á nuestro
catedral de Salamanca, vacante por muer-
Castillo.
En
la
Bula se llama á Enzina Clérigo
original no ha sido encontrado aún, por
haber cambiado
de aquel archivo, pero no parece que puede dudarse de su existencia, puesto que lo que se cita de su contenido nada afirma qae sea inverisímil, y que no encaje perfectamente con todo lo demás que
de numeración
sabemos de
la
los legajos
vida de Enzina.
CAPÍTULO XXV
salmantino
233
y
Bachiller, familiar de S. S.
,
residente en la curia
romana. Seis años después, había ascendido de la categoría de racionero á
dignidad de arcediano de Málaga. El archivo capitular de aquella
la
iglesia,
explorado en buena hora por
inteligente aficionado musi-
el
D. Rafael Mitjana, nos ofrece interesantes y copiosos datos so-
cal
bre esta época de su vida. Extractaremos lo
En
acia del cabildo celebrado
el
que
ta:
el
el
día
más
esencial.
de Abril de
1 1
1
509, cons-
honrado Pedro Hermosilla, vecino desta dicha cibdad, ex
hibió una presentación firmada del
cabildo de que
Rey D. Fernando, dando cono-
Nuncio de
con asentimiento
de.
obispo de Málaga D. Diego Ramírez de Villaescusa, había hecho
co-
cimiento
lación
y
al
el
Juan del Enzina. Arcedianazgo Mayor «y ca-
canónica institución al licenciado D.
clérigo de la diócesis de Salamanca, del
longía á
S. S.,
él
(sic)
anexa, desta dicha iglesia y cibdad de Málaga», por re-
nuncia que había hecho en sus manos
el
licenciado D. Rodrigo de
Enciso, maestro en Sagrada Teología y último poseedor de aquella
Tomóse juramento y dióse posesión al mencionado Pedro de Hermosilla, como procurador de Juan del Enzina, firmando el dignidad.
acta Gonzalo Pérez, notario apostólico
Hasta
el 2
de Enero de
1 5
y secretario IO no consta que Juan
nombre en ninguna
diese en Málaga, ni se lee su
del Cabildo.
del Enzina resi-
acta capitular.
Marzo de dicho año, fué comisionado por su Cabildo para corte,
juntamente con
«paresciesen ante SS.
el
MM.
ir
En á la
canónigo D. Gonzalo Pérez, para que el
Rey y
Reina, y ante su Consejo é
¡a
Contadores mayores, y practicasen cuantas diligencias fuesen cony Privilegio desta Santa Iglesia y de su
ducentes sobre la Dotación
mesa capitular». Acompaña de
los
que habrán de te»,
una «Nómina é Instrucción
á esta acta
documentos que se entregaron á solicitar,
documento de gran
único autógrafo hasta ahora conocido de
los
cuenta del
feliz
A
todo esto,
dichos señores y de lo
y particulares que habrán de tener presenvalor, porque al pie de él se conserva el
del Enzina, archidiaconus malacitanus.
mado por
los
la
En
señores del Cabildo, y en
firma y rúbrica de Juan
14 de Octubre fué
lla-
20 de Noviembre daba
resultado de su comisión. el
arcediano poeta continuaba sin ordenarse, de lo
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
234
menos
cual sus émulos se valieron para excluirle del Cabildo, á lo
por algún tiempo, y reducir á benda.
Don
En
14 de Julio de
1
51
la
mitad
emolumentos de su pre-
los
«se expuso por
1,
señor Arcediano
el
Juan del Enzina, que había llegado á su conocimiento que
el
Cabildo había ordenado ciertos estatutos en que se mandaba que
el
presidente que por derecho fuese en
convocar á Cabildo ñor,
como
dicha
la
expreso mandato de todo
sin
presidente, derogaba y contradecía
por quanto era en perjuicio de
los
no pudiese
iglesia, él.
Que
dicho se-
citado estatuto,
el
demás presidentes y
le
su libertad de presidencia. Se acordó que se le oía y que se respuesta,
y
mandó
se le
platicó por el Cabildo
ordenado
su voto, así por lo
de esta Santa
que ningún canónigo
no debe ser admitido
in sacris,
que disponen
Iglesia.
Y
Luego
salir fuera del Cabildo.
así se
ñor Arcediano de Málaga, y
los
ni
cánones,
y
ni ser recibido
como por
acordó que se notificase
al
daría
se trató
dignidad que no fuese
Cabildo
á
quitaba le
estatuto
el
dicho se-
al
licenciado Pedro Pizarro, canónigo,
que, mientras aquéllos no eran ordenados in
sacris., se
abstengan
no fuese por su mandado».
Y
en
acta de 21 de Agosto se previno que «al señor Arcediano se
le
diese
del ingreso en dicho Cabildo
mitad del pan que
la
le
si
cabía por
el
el
repartimiento, por quanto, por
no estar ordenado de sacerdote según derecho, no debía percibir
más de
la
mitad de su prebenda».
Así y todo, Juan del Enzina debía de ser personaje de mucha cuenta en su
en
el
ro de
iglesia.
Lo prueba
el
haber llevado su representación
Concilio Provincial de Sevilla. Consta en 1
5 12,
Reverendo
que
Sr.
se hacía, en
se le concedió
Arzobispo de Sevilla en
nombre de
el
acta de
de Ene-
l.°
«poder para que pareciese ante el
el
Concilio Provincial que
este ilustrísimo Cabildo,
y su mesa capitular,
para que solicite las cosas que le convengan y fueren en pro y utilidad deste Cabildo,
y apele de
las
que contra éste se dieren».
del cumplimiento de la comisión testifican varios libramientos á
vor de Enzina, por cuenta de
los gastos
Pero como siempre tenía puestos aficiones artísticas, pronto halló sin
abandonar
Mayo
de
I
5
el
cuidado de
12, solicitó
de su viaje á Sevilla.
los ojos
en Roma, centro de sus
medio de volver á
los
visitarla,
negocios de su Cabildo.
y obtuvo que
Y fa-
los capitulares
le
aunque
En
7 de
concedieran
CAPITULO XXV todos los días que
donde
tes
encomendó
le
de confirmación de su tendida, y se hallaba Allí
compuso
pudiese dirigir ter
pocula
la
En
1
ir
Roma y
á
otras par
de Noviembre seguía
5
diligencia de traer
el
privilegio
«por cuanto era persona hábil y en-
iglesia,
presente en aquella ciudad •>.
al
representación
ni
saborear los vítores con que Ín-
Ar-
celebrarían los alegres comensales del Cardenal de
bórea, porque en 13 de Agosto
(el
estaba ya de vuelta y asistía
tó)
ir.
la
para
Égloga de Plácida y Vitoriano, pero no creo que
la
la
recles,
de
dijo tener necesidad
puesto que se
allí,
cupiesen de
le
235
cia fué cortísima,
mismo mes en que
se represen-
un cabildo en Málaga. Su residen-
á
como siempre. Primero
la
eludió con una comisión
de Castilla sobre cierto pleito (acta de 7 de Octubre), y luego no pensó más que en volver á Roma, donde tenía altos pro-
en
la corte
duda con su talento de músico y poeta. En anunció á sus compañeros de coro que esta-
tectores, granjeados sin
Marzo de
31 de
1
5
14>
ba ya de camino, y
y
ello,
le
ria
recles.
Esta vez,
el
se le
abona-
Cabildo no quiso pasar por
castigó privándole de parte de su beneficio. Pero los tiem-
pos eran de
romana
tes del
que
requirió formalmente para
les
ran todos los días de
tal el
andaba en
laxitud canónica, y tan bien quisto
castigado Arcediano, que no le fué
difícil
la cu-
obtener an-
14 de Octubre «ciertas bulas» del Papa León X, «sobre
que estando
diligencia de su ausencia, para
corte de
Roma, por suya propria cabsa ó
de su
fuera
iglesia,
la
en
ajena, no pudiese ser pri-
vado, molestado ny perturbado, no obstante
la
institución, erección
ó estatutos de la dicha iglesia».
Y á la
en efecto, todo
sombra
del gran
el
año de
1
51
Mecenas de
5
permaneció en
los literatos
miento. Pero apenas había vuelto á poner el
21 de
laga, la
Mayo de
1
5 16,
el
y
la
alma ciudad,
artistas del
pie
en
recibió una carta en que
el
Renaci-
tierra española,
Obispo de Má-
D. Diego Ramírez de Villaescusa, Presidente que había sido de
Cnancillería de Valladolid, y á
na Doña Juana, del beneficio,
le
comparecer en
tonces se hallaba
la
Mayor de
la
Rei-
excomunión y de privación dicha villa de Valladolid, donde en-
la
la
Corte, para tratar con
que ignoramos cuáles fuesen, pero perjuicio, quizá
sazón Capellán
intimaba, bajo pena de
él
de ciertos negocios,
que seguramente no
porque continuaba escudándole
la
le
pararon
protección del
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLA>"A
236
Papa Médicis,
y holgado, que
tivo
nombramiento de
á quien debió por aquellos días el
«Sub Colector de Espolios de le
la
Cámara Apostólica», cargo
permitió continuar faltando á
lucra-
residencia
la
el siguiente, y librarse finalmente de ella, medianpermuta que hizo con D. Juan de Zea, del Arcedianazgo Mayor
todo aquel año y te
de Málaga, por un beneficio simple de notificó al Cabildo en 21 de
una carta
y una
real
de Morón. Así se
la iglesia
Febrero de 1519, con presentación de
de Doña Juana y D. Carlos, autorizando
X
León
bula del Papa
Resignó Juan del Enzina
la
confirmándola.
el
Arcedianazgo en manos de
S. S.,
no consta que tomase posesión del beneficio de Morón, hubiera tenido tiempo para
Papa con
el
el
Priorato
de León, del cual se posesionó por procurador
del expresado mes, constando en
Roma
diendo en
ni
perú
apenas
puesto que en Marzo del último
ello,
año había sido ya agraciado por la iglesia
permuta,
acta capitular
el
mayor de el
día 14
que seguía
resi-
(i).
Por entonces se había verificado una mutación radical en su espíritu, frivolo
y mundano
hasta aquella hora, entregado no sólo á los
deleites artísticos, sino á otros
menos
pasaba de los cincuenta años, y bres que
la
sin
espirituales.
Su edad, que ya
duda desengaños y pesadum-
vida no perdona á nadie, habían abierto su ánimo á ideas
de devoción y de reforma moral, y empezaban á labrar en su inte-
Dice
(1)
cada por
«En •
el
así esta acta,
descubierta por D. Juan López Castrillón y comuni-
él á Barbieri, que. la
cabildo alto de
dio á luz en su Canciotiero Musical (pág. 29):
la iglesia
de León, lunes, catorce días del mes de
marzo de mil ó quinientos é diez é nueve años, estando bildo,
seyendo primieiero
»
dicha iglesia, estando
-.
como procurador
el
el
los
señores en su ca-
reverendo señor D. Felipe Lista, chantre de
la
señor Antonio de Obregón, canónigo, en nombre é
del señor Juan del Enzina, residente en la corte de
Roma,
»presentó ante los dichos señores una bulla é presentación del Priorazgo de >la dicha iglesia, fecha al
dicho Juan de
la
Enzina por nuestro
muy santo
»dre por resignación de mi señor García de Gibraleón, é por virtud de »é del juramento fulminado, pidió ó requirió á los dichos señores
»sen
la
possesión, c luego los dichos señores
»asignaron locación in capitulo
»de observar sus estatutos >
et
et choro, é
le
dieron
la
que
la
pa-
cual
le die-
dicha possesión é
le
juró en forma de ánima de su parte
consuetudines. Testigos los señores Francisco
Robles, é Matheo de Arguello, ó Alonso García, canónigos.»
de
CAPITULO XXV rior
237
un hombre nuevo. Quería ser verdadero sacerdote, y prepararse con ayunos, limosnas, romerías y peregrina-
á tan sublime ministerio
más píos que
ciones. Así lo anuncia, en versos
pio
cié la
elegantes,
Trivagia:
Los años cincuenta de mi edad cumplidos,
Mundo yo ya jubilado, resto muy bien empleado. Retraje en mí mesmo mis cinco sentidos, Que andaban muy sueltos, vagando perdido-. Habiendo en
el
Por ver todo
el
Sin freno siguiendo
Por darles
la
sensualidad.
la
vida conforme á
edad,
la
Procuro que sean mejor ya regidos.
Agora que
La
ya pierde su fuerza,
el vicio
fuerza perdiendo por fuerza su vicio,
Conviene á
la
Que vaya muy
vida buscar ejercicio, recto,
acierte,
y
y no tuerza.
El libre albedrío, que á vicio se esfuerza,
Al tiempo que tiene su
Gran yerro
Que
flor
sería, si á la
juventud,
senectud,
le es necesario, virtud
no
le fuerza.
Con fe protestando mudar de costumbre, Dexando de darme á cosas livianas, Y á componer obras del Mundo ya vanas: Mas tales que puedan al ciego dar lumbre. ¡Oh voluntad mía! ;Qué quieres obrar
Agora en
tal
tiempo, sino romerajes,
Ayunos, limosnas y peregrinajes, Que á tal tiempo debes orar y velar? ¡Oh Sol de
Y
el
Justicia!
cuerpo y
No puedo Ni haber A->í
me
el
alma,
limpia de escoria:
sin gracia entrar la
en
la
Gloria,
Corona de Triunfo y de Palma.
la vicia
Agora no
la Gracia, y no tarde, de se convertir,
es hora
Habiendo cumplido
A me
Alúmbrame
vida
que ya venga
NT tarde i
la
que yo más aguarde, los
años cincuenta,
preparar, á dar á Dios cuenta,
Mostrándome pigro
al
bien y cobarde.
al
princi-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
238
Entonces resolvió decir
en peregrinación á los Santos Lugares, y
ir
su primera misa:
allí
Tomemos la vía de Jerusalem, Do fué todo el precio de tu Redempción. Las jornadas pueden seguirse una á una en
Roma
á su vuelta publicó en
que
obra de devoción más que de
como
rés
en
1
521 con
el título
de Trivagia,
pero que ofrece algún
literatura,
y se recomienda por
viaje
itinerario poético
el
candoroso y
lo
inte-
sencillo del
relato.
Eran salió
de
de
los fines
Roma
visitando en
por
la
primavera de
1
5
19 cuando Juan del Enzina
puerta del Pópulo y tomó
la
el tránsito la
¡a
vía de
Ancona,
Santa Casa de Loreto en compañía de tres
Dálmatas Disformes de
De
traje,
mas no de persona, lo que vía;
honestas costumbres, según
Hiciéronme, cierto, buena compañía,
Maguer yo pensase
En Ancona
ser gente ladrona.
embarcó para Venecia con
se
tres frailes flamencos;
y perversos aires» les hicieron desembarcar á media navegación y tomar postas hasta Chiozza, de donde pero «los vientos contrarios
pasaron por agua á
Mucho la
de
ciudad reina del Adriático.
la
le deleitó el
maravilloso espectáculo de Venecia, aunque
encontró algo lastimada ó decaída en su comercio á consecuencia los
descubrimientos y navegaciones de los portugueses, á cuyas
manos comenzaba canta felices
las
á pasar el tráfico de la especería. El trozo en
grandezas de
que tiene
el
ciudad de
la
las
lagunas, es uno de los
poema:
Ciudad excelente, del Mar rodeada,
En agua zanjada, de zanja tan fina, Tan única al mundo, y tan peregrina, Que ciertu parece ser cosa soñada. No sé quién la puede saber comparar, Según
Que
Y
el
extremo que en
estáis
estáis
en
en
Las más de
la
la tierra,
y andáis por la mar: calles se pueden andar
la tierra,
las
ella se encierra,
mar, y andáis por
que
más
CAPITULO XXV Por mar y por
'¿39
por suelo y por agua:
tierra,
De Palas es trono, de Marte gran fragua, Que bien cien galeras, y aun más puede armar. Aquel mesmo día, no harto y cansado De ver y rever tan gran maravilla, Topé con personas de nuestra Castilla, Que cierto me hobieron muy mucho alegrado...
Estos castellanos tes,
de un
ilustre
le
dieron nuevas de
la llegada,
pocos días an-
peregrino que también se encaminaba á Jerusalén,
D. Fadrique Enríquez, Marqués de Ribera y Adelantado Mayor de Andalucía,
De sangre muy noble, de ilustre linaje, De quatro costados de generaciones, Enriquez, Riberas, Mendozas, Quiñones:
Señor muy humano, muy
Muy
llano en su traje,
gran justiciero, verídico y saje,
Más hombre de hecho que no de
Este gran señor, pues, que se hallaba
y que
á su vuelta á Sevilla había
mudejar y
las lindezas del arte
los
apariencia...
rico de
de eternizar su nombre, juntando primores del Renacimiento en
maravilloso edificio vulgarmente conocido con
de Pi/atos, había salido de
la
1 5
demás romeros,
la vela
fletaron pasaje en dos naves,
para Levante
el
de julio de 1519.
l.°
de navegación que hay de Venecia á alguno de tormenta, viento contrario
de largo
las costas
de
tuvieron dos días en
contemplación de
gran caso de
nombre de Casa
las
En
las
dos mil millas
no tuvieron accidente
ni asalto
de corsarios. Pasaron
de Rodas, ocupados principalmente en
devotas reliquias que
el
allí
había; y sin hacer
del Archipiélago,
fábulas falsas
atravesaron pacíficamente Jaffa,
Jaffa,
él
que se hicieron á
Esclavonia, Dalmacia y Albania: se de-
Istria,
la isla
las poéticas islas
Con
ó
el
el
suya de Bornos en 24 de Noviembre
18 con poco acompañamiento de criados; y, uniéndose á
de los
la
muebles y herencia
muy mucho
estimadas,
golfo de Setelías y surgieron en
donde tuvieron que esperar en
los
Joppe
barcos cinco ó seis días
hasta que se les diera salvoconducto y una escolta de guardas y
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
24O
moros y turcos. Hicieron el viaje en asnos, muías y camellos, 4 de Agosto llegaron á Jerusalén, donde fueron recibidos y aun
o-uías
y
el
agasajados, en lo que consentía su pobreza, por
Monte
franciscanos del
Más de
Sión.
en
Dos ó
El aspecto
que yacían
de
físico
la
Yo, cierto,
habían muerto de sed y calor
ellos el
Ramah.
desierto de
el
abandono en
lo
estéril
y
muy
al
poeta:
pedregosa...
tengo por admiración,
aquella haya sido la de Promisión:
Con todo ¡Oh
Do
término del viaje habían
Tierra Santa, no menos que
La tierra es
Que
de
al
santuarios, impresionó dolorosamente
y
iglesias
tres
que pasaron en
la terrible siesta
guardián y los
doscientos peregrinos habían
salido de Venecia, pero antes de llegar
perecido catorce.
el
la
estimo por
tierra bendita,
más que
do Christo
preciosa.
nació,
grandes injurias por nos padeció,
Pasiones, tormentos, y
al fin
cruda muerte,
Mis ojos indignos ya llegan á verte,
Y
A
á do resurgiendo
esta cristiana efusión
al
Cielo subió!
no corresponden desgraciadamente
fuerzas de nuestro ingenioso autor, ligera
bajo es
y no para
el
peso de
sublime, y que se encuentra
la
la terrible
un puro inventario
lo parecen,
de viaje
el
que había nacido para
sin
la
las
poesía
como anonadado
majestad del argumento. Su descripción
ningún color poético, en versos que apenas
y que allá se van con la prosa rudísima de su compañero Marques de Tarifa. Tres noches oró y meditó en el San-
to Sepulcro Juan del Enzina, con pío
y contrito corazón, pero
que una centella de poesía bajase á su alma. El carbón de encendió sus labios: quizá fuera éste
el
mayor
Isaías
sin
no
castigo de sus deva-
neos anteriores.
En gar:
el
Monte Sión
véase de que
tecimento de
dijo su primera misa dos días
modo
después de
tan pedestre nos noticia del
su vida espiritual: Dios sea loado, que gracia
me
dio,
Que
el
día primero,
Con
el
Marqués mesmo me comunique,
que
allí
dentro en, re,
lle-
mayor acon-
CAPITULO XXV
Que un
Y
Capellán suyo nos comunicó
aquel fue Padrino, que
En mi primer
En
la
(i):
administró
la Capilla,
Sacramento Christo
instituyó...
están hechas todas sus descripciones, hasta la
Tanto prosaísmo
del Calvario.
aflige,
se recuerdan los versos profanos del poeta.
madurándole
que
jetura
el
mismo tono
el
de Belén, hasta
cuando
do
me
Misa, que allá fui á decilla
Al Monte Sión, dentro en
A
241
había agostado
el seso, le
Acaso
la
edad,
lozanía del ingenio, con-
la
en cuenta que
fortalece teniendo
se
sobre todo
la
Trivagia es
la
última producción suya que conocemos. Por maravilla se registra
en sus versos alguna impresión pintoresca, como
el
recuerdo de
la
vega de Granada en presencia del valle de Jericó:
Que propio
semeja,
buen viso tengo,
si
La vega en España, que
Sobre en Jafa
vuelta no da
la
vi
de Granada.
pormenor alguno,
salvo que se
19 de Agosto, y que emplearon
el
travesía,
con veintidós días de escala en
en todo
el viaje
la isla
mil penalidades, en que
el
embarcaron
más de dos meses en
la
de Chipre, pasando
Marqués de Tarifa dio
continuo ejemplo de humildad, resignación y fortaleza.
En Venecia minándose
el
fué la despedida
Marqués á
Es decir, nos dio
(i)
la
y dispersión de los viajeros, encaSevilla, donde entró en 20 de 'Octubre, y
comunión.
Este capellán del Marques de Tarifa, á quien algunos han confundido con
Juan del Enzina, se llamaba Juan de Tamayo, según consta en un documento del Archivo de la casa de Alcalá (hoy
de Medinaceli), dado á
luz
por Cañete
y Barbieri:
«Yo
Gil
de Galdiano, canónigo de Tudela, doy
fe
que confesé
al Sr.
D. Fa-
drique Enríquez de Ribera, Marqués de Tarifa, en Jerusalén, dentro en
la
mes de Agosto de quinientos é diez é nueve años, é yo Jvan de Tamayo, clérigo español, doy fee como otro día siguiente, domingo siete del dicho mes de Agosto en la mañana, comulgué al dicho señor Marqués dentro en la capilla del Santo SeIglesia del
Santo Sepulcro, sábado en
la
noche
seis días del
pulcro, diciendo misa encima del con su hábito blanco vestido y con la cruz
de
la
orden de Santiago, puesta en
61,
nuestros nombres. Fecho en Jerusalén, Mbnkkdez
y Pki.ato.
— Poesía
y porque es verdad firmamos aquí
etc., etc.»
castellana. III.
id
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
242
dirigiéndose Juan del Enzina á
imprimió
al
año siguente
en 213 coplas de arte mayor rito literario, logró,
Roma, donde
placía vivir, y donde
le
tantas veces citada relación de su viajo
la
(i), la
cual, á pesar
de su exiguo mé-
por su doble carácter de libro de viajes y libro
de devoción, más popularidad que ninguna otra de
el
obras de En-
impresiones hasta fines del siglo pasado.
zina, llegando sus
En
las
preludio de
Trivagia anunciaba
la
ción de todas sus obras, delante de
las
el
poeta una nueva edi-
como
cuales iba
batidor
aquel poema, cuyo número de estancias no había querido que
lle-
gasen á trescientas, por no entrar en competencia con Juan de Mena:
Y
porque ya
Viaje
¡sus!
el
pueblo de mí nuevas haya,
andar: tú sé precursor
Del advenimiento de aquella labor
De
todas mis obras, que ya están á raya,
Labor que es en Lacio nacida y en Roma, Por dar cuenta á todos, y á gloria de Dios. Jamás tan gran causa, tan justa y tan buena tuve de obrar, como hora me sobra;
Yo
Por tanto yo quiero que vaya mi obra
Esta primera edición de
(1)
pero no sé que ninguno de
Hay muchas
la
Trivagia está citada por Nicolás Antonio,
los bibliógrafos
modernos haya llegado á
posteriores, entre ellas las de Lisboa,
1580; Sevilla,
verla.
por Fran-
cisco Pérez, 1606; Lisboa, por Antonio Alvarez, 1008; Madrid, 1733, por Fran-
cisco Martínez Abad, y 1786, por Pantaleón
Aznar (que es
la
más común), con
de Viaje y Peregrinación que hizo y escribió en verso castellano moso poeta Juan del Enzina\ en compañía del Marqués de Tarifa, en que el título
lo
?nás particular de lo sucedido en su Viaje
gunas de estas ediciones llevan unida Tarifa, así encabezada:
todas las cosas que en él coles 24 de
«
la
las
Este es el libto de
el viaje
que hize a Jerusalem, é de
me pasaron, desde que salí de mi casa de Hornos, miér-
Noviembre de 1518, hasta 20 de Octubre de 1520, que entré en
cina,
más antiguas
fa-
y Santos Lugares de Jerusalem. Alrelación en prosa del Marqués de
yo Don Fadrique Enrriquezde Ribera, Marqués de Tarifa. en
el
refiere
se halla el
Romance y sania de
No puedo
todo el viaje de
Sevilla,
decir
si
Joan del En-
que comienza:
Yo me
partiera de
Para Jerusalén
romance pedestre y de qué fundamento.
ciego,
Roma
ir...
de cuya autenticidad dudan algunos, no
sé
con
CAPITULO XXV
En
mayor que más
arte
2J.J
alto suena:
Mas no que traspase mi cálamo y pena, Poco más ó menos, de coplas docientas, Pues llevan en todo
trecientas,
la flor las
Ninguno se iguale con
de ¡Mena.
su Joan
quedó en proyecto, y ninguna obra de Enzina Trivagia ha llegado á nosotros. Es más; tampoco te-
Tai compilación posterior á
nemos
la
noticias seguras de lo restante de su vida.
llegase á residir en su priorato
tiempo
le
de León
(i), ni
No
consta que
siquiera se sabe cuánto
conservó. Algunos dicen que fué canónigo de
la
catedral
de Salamanca y catedrático de música en su Universidad, pero nin-
guna de
estas especies tiene
comprobación hasta ahora. También que
es incierta la fecha de su muerte,
González Dávila la catedral
(2)
y que
pone en 1534, añadiendo que fué enterrado en se le erigió un monumento, de todo lo cual no
vestigio.
Afortunadamente,
compensa con creces de
cronista de Salamanca Gil
allí
queda ningún otro
estas
el
la
riqueza de las obras de Juan del Enzina
esta penuria
de datos acerca de su vida. Son
dos géneros: musicales y
obras de
las primeras,
literarias.
El hallazgo
ignoradas hasta nuestros días, y que han venido
á derramar inesperada luz sobre
uno de
los períodos
más obs-
curos é importantes de nuestra evolución artística, se debe exclu-
sivamente á
la
pasmosa y
feliz
diligencia del castizo é inolvidable
compositor español D. Francisco Asenjo Barbieri, que juntó á lauros de la inspiración creadora los del estudio razonado
y
los
eru-
dito de la historia de su arte. Barbieri tuvo la suerte de descubrir en la Biblioteca del Palacio
Cancionero musical de ción moderna, y
le
de nuestros reyes un inapreciable
xv y xvi, le transcribió en notacon abundantes comentarios y notas
los siglos
ilustró
biográficas de los poetas y
de los compositores. Entre unos y el nú-
otros descuella indudablemente Juan del Enzina, hasta por
(1)
Hay
Octubre de
noticias
de
la
permanencia
1536, hasta el 27
eje
de Enero de
Encina en León desde
1529.
el
2
de
Es seguro que había muerto
á fines de (529 ó principios del año siguiente. (A. B.). (2)
Historia de las antigüedades de la ciudad de Salamanca, 1602, pá-
gina 576.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
244.
mero de
llega á sesenta
y ocho, contándose entre
parte de los villancicos con
mayor
ellas la
que
sus obras,
que terminan sus pie-
hoy mismo
zas dramáticas, lo cual permitiría
acompa-
ejecutarlas
puso su autor; y es dato que puede ñadas de la servir á los inteligentes para penetrar más á fondo el peculiar carácmúsica que
les
ter
de este embrión de drama lírico-musical, en
los
más remotos orígenes
con
nombre de
el
que se hallan
el
del espectáculo conocido entre nosotros
zarzuela.
como
nuestra incompetencia para juzgar á Juan del Enzina
En
nos remitimos
artista musical,
«Cuando todos
los
al juicio
de quien
lo fué tan
eminente.
compositores de Europa (dice) procuraban en
sus obras hacer gala de los primores del contrapunto, con desprecio casi absoluto del sentido
de
la letra,
chas composiciones en las cuales
nera
muy
gran
altura, siendo sus
ellas se
notable á
adelanta de
presente»
la
En
poesía.
la
hallamos en
Cancionero
mu-
música se subordina de una ma-
esto Juan del Enzina se muestra a
obras dignas de particular estudio; alguna de
tal
modo
á su siglo,
que parece
en
escrita
el
(i).
Esta eficacia expresiva, esta subordinación de tra,
el
la
música á
la le-
que jueces tan competentes como Barbieri y Pedrell estiman
como
el
carácter
más
del Enzina, se explica
visible
muy
de
la
individualidad artística de Juan
naturalmente por su educación
literaria
músico y poeta. Por este inseparable y por su doble condición de establecía entre las dos artes del sose mente su en que maridaje nido, se
comprende también que como poeta
los villancicos
y
brillase
sobre todo en
otras composiciones ligeras destinadas á ser pues-
en música; y que sean musicales y no pintorescas nes que principalmente realzan sus versos.
tas
Hemos
dicho que
el
mismo
poeta, siendo todavía
las
condicio-
muy
recogió los que hasta entonces tenía hechos, en un copioso ñero,
joven,
Cando
-
impreso en Salamanca en 1496, y reimpreso en Sevilla, 1501;
XV
y XVI, transcrito y coVéase el Cancionero musical de los siglos (i) mentado por Francisco Asenjo Barbieri, individuo de número de la Real Academia' de Bellas Artes de San Fernando Publícalo la misma Academia, iSgo. El
número
son 460.
tota]
de composiciones del Cancionero (todas con
letra y
música)
CAriTULO xxv
243
Burgos, 1505; Salamanca, 1507 y 1509; Zaragoza, 1512 y 1516
Todas
estas ediciones se cuentan entre los libros
(i).
más peregrinos de
y probablemente hubo otras que no han llegado á nuestros tiempos. No es igual el contenido de todas ellas, bibliografía española,
la
muy
siendo
notables las añadiduras que en
tienen las de Salamanca, pleta, ó
das.
el
la
509; esta última,
1
colección quedaron
poema de
las églogas
y
507 y
digámoslo con más propiedad,
Fuera de
como
1
parte dramática con-
la
la
más com-
la
menos incompleta de
Trivagia, no compuesto ni impreso hasta
la
de Plácida y
to-
siempre otras obras de Enzina,
Vitoriano y Cristi tío
y
Febea.
De
52 1,
1
varias
Cancionero de las obras de Juan del Enzina.
( 1
Colofón: t.Deo gracias. Fue' impreso en Salamanca d veynte días del mes de
Junio de Mill.CCCC. de
título. (Biblioteca
— Sevilla, de
e
la
XCV1 años.*
Fol., let. gótica, 196 hojas, sin incluir el
Real Academia Española.
Hay
otro en
la
del Escoria!.
1501, por Juanes de Pegnicer y Magno Herbst, 16 de Enero
1501. (Biblioteca ducal
de Wolfembüttel.)
— Cancionero de todas las obras de Juan del Enzina, con otras añadidas. «
Fué empreñada
obra en la muy noble
esta presente
gos por Andrés de Burgos, por mandado de
aada
Juan Thomds Aavario:
e
la
qual
nal;
procedente de
la
e
muy
leal
cibdad de Bur-
honrrados mercaderes francisco
acabó a
se
del Señor Mili y quinientos y cinco.* Fol.,
los
let. gót.,
xiii dias de
Febrero en
101 hojas. (Biblioteca
el
año
Nacio-
de Bólh de Faber.)
— Cancionero de todas las obras de Juan del Enzina. Fué esta presente obra empr-imida por Hans Gysser alemán de Silgenstat en muy noble e leal cibdad de Salamanca: la qual acabóse a V. de enero del año
«
la
de mili quinientos
e siete.*
(Biblioteca de Palacio.)
— Cancionero de todas las obras de bardo «
e
Fué
en la
con el Auto del Repelón esta presente
muy
..
e
obra emprimida por
noble e leal cibdad de
Salamanca:
mes de Agosto del año de 1^0^ años.* perial
Juan
del Enzina, con las coplas de
Zam-
con todas otras cosas nuevamente añadidas.
Hans la
Gysser, alemán de Silgenstat,
qual dicha obra
Fol., let. gót.,
se
acabó a J del
104 hojas. (Biblioteca Im-
de Viena y Biblioteca particular que fué de D. Pascual de Gayangos.
— Zaragoza, 1512. (Mayans es el único que cita esta edición.) — Cancionero de todas las obras de Juan del Fuzi/ia. *J'ué imprimido el presente libro lia/nado Cancionero,
ragoca. Acabóse a
xv
dias del mes de deziembre.
Año
por Jorje
Coci, en
la
ejemplar
á D. Agustín Duran. Salva tuvo otro.)
Gallardo (tomo describe
l¡ -
de mili e quinientos e dezi-
seys años.* Fol. let. gót., 98 hs. dobles. (Biblioteca Nacional. Magnífico
que perteneció
C
11
de su Ensayo,
mayor parte de
art.
Enzina) es quien más detalladamente
estas adiciones.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
246
poesías insertas en una ú otra de los la
famosos Disparates trovados,
Don Juan,
muerte del Príncipe
como
ediciones del Cancionero,
las la
Justa de Amores, y
conocen ediciones
se
Tragedia á
la
sueltas;
y de
seguro hubo más, en esa forma de pliegos sueltos, que fué durante el
primer tercio del siglo xvi
popular
mos
si
y
popularizada.
laban de él
ellas
las
vehículo principal de nuestra poesía
el
antes de 1496 corrían mucho, no sabe-
de molde ó de mano,
y había quienes se
queja
Ya
las
composiciones de Juan del Enzina,
usurpaban y corrompían, y otros que se bur-
y de su autor.
De
estos detractores y maldicientes se
bajo su acostumbrado disfraz de pastor, en una de sus Re-
presentaciones, prometiendo sacar para
Mayo
(de
1
496)
la
copiiación
de todas sus obras... por que no pensasen que toda su obra era pastoril,
más
antes conociesen que á
más
se extendía
Déjate desas barajas.
Que poca ganancia cobras: Yo conozco bien tus obras: Todas no valen dos
pajas.
JUAN
No has tú visto las alhajas Que tengo só mi pellón; Esas obras que sobajas.
Son regojos e migajas
Que
se escuelan del zurrón.
Aunque agora yo no
travo
Sino hato de pastorea.
Deja tú venir
Y
verás
si
el
Mayo,
saco un sayo
Que relumbren
sus colores.
Sacaré con mi eslabón
Tanta lumbre en chico
Que vengan de Cada cual por
rato,
cualquier hato
su tizón.
Darles he de mi montón Bellotas para comer;
Mas algunas Qu'en roer
tales son, el
cascarón
Habrán harto que
hacer.
su saber:
CAPITULO XXV
247
.
MATEO Pues yo te prometo, Juan, Por más ufano que
estés,
Que te dé yo más de tres Que lo contrario dirán; Que bien sé que mofarán De tus obras é de ti...
muy
Los contemporáneos sabrían los literarios
bien quiénes eran estos
narlos á través de los disfraces de
Juan
el Sacristán,
de Pravos
Gaitero, del Carillo de Sorbajos, del Sobrino del Herrero les
y
con que
ému-
de Juan del Enzina, pero nosotros mal podemos adivi-
el
y otros
el ta-
poeta los apoda, retándolos con singular arrogancia
satisfacción de'
sí
propio ante sus señores los Duques de Alba: Delante de esos señores
Quien me quisiere
Yo me
obrigo de
le
tachar,
dar
Por un error mil errores.
Tenme por
de
los mejores;
Cata que estás engañado;
Que
si
O
de trobas mayores,
si
De
quieres de pastores
todo
Y
sé, ¡Dios loado!
no dudo haber errada
En algún mi viejo escrito; Que cuando era zagalito Non sabía cuasi nada; Mas agora va labrad;; Tan por arte mi labor, Que, aunque sea remirada,
No Si
En
el
que toca
habrá. cosa mal trobada,
no miente
el escritor...
prólogo del Cancionero repite estas quejas, tanto por á la
respecto de
depravación que sufrían los partos de su ingenio, la
lo
como
censura agria y descomedida que algunos hacían de
ellos:
«Andaban ya t
mías que
3-
mas
tan
corrompidas y usurpadas algunas obrecillaa
como mensajeras
había enviado adelant--, que ya no mías,
ajenas se podían llamar; que de otra manera no
me
pusiera
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
248
»tan presto á sumar
»pude h
nio,
la
poniendo en
me
cuenta de mi labor é trabajo. Mas no
sufrir viéndolas tan ellas lo
mal tratadas, levantándoles
que yo nunca
Forzáronme también
me
dije ni
falso testimo-
pasó por pen-
y maldicientes, que
los detractores
»
Sarniento.
»
publicaban no se extender mi saber sino á cosas pastoriles é de
»poca autoridad; pues bren
si
bien os mirado, no
cosas pastoriles que otras;
las
»vime también á
menos
mas antes yo
copilación destas obras, por
la
ingenio requie-
creía
que más. Mo-
verme ya
llegar á
sperfeta edad y perfeto estado de ser vuestro siervo.» Antes de entrar en la vasta selva de las poesías de Juan del Enzina,
conviene decir algo de su doctrina
breve, pero
muy
literaria,
curioso tratado, que con
el
Poesía Castellana encabeza su Cancionero, y es
no
muy
expuesta en un
título la
de Arte de
principal,
la
aunque
lucida muestra, de la preceptiva de fines del siglo xv. Juan
del Enzina pertenecía á
su opúsculo está,
la
escuela de los trovadores cortesanos, y
como no podía menos, en
la
poéticas provenzales, que se remonta hasta
Dreita maniera de trotar de
Ramón
tradición de las artes el
siglo
xm
con
la
Vidal de Besalú; adquiere á
mediados del xiv proporciones de farragosa enciclopedia en las Leys d'amors de Guillermo Molinier, y pedantesca sanción en el malhadado Consistorio de Tolosa; recibe aplicación á la lengua catalana en los diccionarios rítmicos
tiempo de D. Juan
I
de Jaime March y Luis de Aversó, que en
trasplantan á Barcelona aquella institución ya
entonces anacrónica y funesta á los progresos de
la
legítima poesía;
y logra eco en Castilla merced al candido diletantismo de D. Enrique de Villena en sus fragmentos del Arte de la Gaya Scimcia, y á la varia y curiosa erudición del Marqués de Santillana en su célebn' Proemio al condestable de Portugal. Pero
si
Villena es un
petidor de las artes métricas de los tolosanos, Santillana,
mucho más entendimiento y de más
mero
re-
hombre de
selecta y digerida cultura, lec-
tor asiduo de los clásicos italianos en su original y de los latinos
si-
quiera fuese en traducciones, se eleva á ciertos conceptos generales acerca de
la poesía,
y presenta
ya,
no reduciéndola
al
mero
artificio
aunque en embrión, algunas ideas
de
los versos,
estéticas.
Juan del Enzina, venido rn edad más adelantada, cuando ya había triunfado en nuestras escuelas
la
pura noción del Renací-
CAPITULO XXV miento, por » Antonio
el
249
esfuerzo de aquel gran varón
cluyamos luego el trovar haber
Italia é
de
esparcídolas por nuestra España, adonde creo que ya florece
'allí
>más que en ninguna otra parte.» Enzina, no solamente
Olvida, pues, Juan del narrativa
y juglaresca,
la cual
con tanto desdén como ¿entes de baja ces,
y
canción popular; sino
que fué madre de todas en
digno de consideración!
la
la
el
lirismo cortesano,
á italianos en las artes de trovar.
que enseña sobre
el
mismo
él
hizo
roman-
y glosó felizmente algunos temas de misma escuela del Mediodía de Erancia,
la
tardío de
que
la.
líricos,
la
españoles y
embargo, que mirase
sin
Santillana, relegándola á
servil condición, puesto
bien puramente
si
no creemos,
Marqués de
el
antigua poesía
la
En
esta Poética,
mecanismo de
escuela tolosana,
la
que
la
que
inició a
¡Fenómeno por
cierto
se atiende sólo á lo
si
versificación, parece
como que desciende
un iruto
todavía á expli-
car las galas del encadenado, del retrocado, del redoblado, del multi-
pilcado y del reiterado, ni una vez suena venzales, inventores de tan
nombre de
el
revesada técnica.
pro-
los
No solamente
se
habían olvidado ya sus versos, sino que tampoco se leían sus poéticas.
El artificio de su
prosodia se había incorporado ya en
la
métrica de nuestros poetas palaciegos, y nadie se cuidaba de su origen.
Reaparecen también en rales
de
ciencia y
la
el
Arte de trabar ciertos conceptos gene-
preceptiva clásica:
el arte,
definido
la
aristotélica
distinción
como conjunto de
entre
de la flor de l uso de varones doctísimos, é reducidas en reglas ceptos; la alianza del ingenio
á
los
y del estudio,
la
observaciones sacadas
tal
como en
la
e
pre-
Epístola
Pisones se recomienda: «Pien sé que muchos contenderán para
CAPITULO XXV
25I
el buen natural, y y el fundamento; mas también afirmo »polirse y alindarse mucho con las observaciones del arte, que si al »buen ingenio no se juntase el arte, sería como una tierra frutífera
ninguna otra cosa requerirse salvo
»esta facultad
^concedo ser esto
lo principal
»y no bien labrada.» Pero, de los críticos antiguos, á quien con más frecuencia cita es á Quintiliano, y en su doctrina sobre la educación
apoya para inculcar
del orador se
preceptos de cicio
de
formar
la
la
al
poeta
elocución pura, elegante y
observancia de los
la
y
alta,
continuo ejer-
el
lectura en los mejores autores latinos y vulgares, para
el estilo
adquirir copias de sentencias.
y
Y
aun en
la
parte
métrica procede con ciertas aspiraciones clásicas, solicitando en
el
poeta entendimiento, no ya sólo de los géneros de versos, sino de los pies
y de
las sílabas
parte no va tan lejos
y de
como
la
el
cuantidad de
ellas,
bien en esta
si
maestro Nebrija, que, asimilando
nuestros metros á los latinos, encontraba en los romances tetrámetros yámbicos,
y en
los versos
de arte mayor adónicos doblados.
Juan del Enzina no entra en tan eruditas disquisiciones, para
las
cuales se reconoce falto de saber; y traza un brevísimo arte de versificación
enteramente práctico, reduciéndose
á algunas observaciones de puntuación
y
demás
lo
lectura
y
sensatas sobre las licencias y los colores poéticos, de los
que no
se
muy
deben usar
á
menudo, porque
miel no es bueno sin algún sabor de vinagre»
Más claramente
todavía que su Poética (en
y quedan muchos
contrarias
fluencias
Edad Media) marca
la
ducción
ó más bien adaptación, de la
guisado de
la
cual luchan dos in-
las
Bucólicas de Virgilio
la
Metamorfosis, de
las
de mi *
Heroídas, de
He reimpreso dos
(i)
*
la
las vías del
más antigua que yo sepa que de ningún poeta
las
veces este
la
Farsalia y de
tratarlito,
primero en
Eneida, de
Kl original
¡i.)
al
la-
las
Tragedias de
los
apéndices
Historia de las ideas estéticas en España, y después en
Antología.
la
ida á Italia, su tra-
tino se intentase en esta forma. Las traducciones de
tomo n de
mucha
vestigios del gusto de
dirección de Juan del Enzina en
clásico,
libre,
cuales dice
(i).
muchos años antes de su
Renacimiento
metro castellano:
«el
del tratado
á otras bastante
el
tomo
al
v
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
252
Séneca, hechas en
el
habían sido en prosa, generalmente ru-
siglo xv,
dísima, calcando groseramente terlineales, sin
texto
el
ninguna atención
al
modo de
al
las
versiones in-
sentido poético, y con un hipér-
baton tan estrafalario y pedantesco, que para entender preciso recurrir continuamente
al original.
poeta, procedió con las Bucólicas
rique de Yillena con la Eneida,
y rimbombante, hizo hablar
muy
al
muy
Juan
versión es
la
que en:
del Enzina,
de otra manera que D. En
y en vez de prosa crespa, dislocada mantuano en coplas de arte menor,
anacrónicas ciertamente, pero fáciles y graciosas. Interpretó
libremente á Virgilio con un desenfado que ya degenera en irreverencia y parodia, cambiando los asuntos de las églogas, aplicándolas
á
las circunstancias históricas
pastores arcádicos
la
brío,
bastante estrechos de
la
exquisito que
No
con desenvoltura,
el
sin
romper
versificación cortesana, pero
aunque á pequeñas
ellos,
los
lengua de los labriegos del campo de Sala-
manca: todo esto con
en
de su tiempo, haciendo hablar á
un
gotas,
los odres
derramando
mucho más suave y
licor
que antes solían contener.
se le ocultaban las dificultades
de su empresa:
lo
poco traba-
jada que estaba todavía nuestra lengua poética para tales ensayos, lo
que
llama: «el gran defecto de vocablos
él
^castellana en comparación de la latina; de
chos lugares no
poderles dar
la
que hay en
donde
lengua
la
en mu-
se causa
propia significación, cuanto más que
»por razón del metro é consonantes seré forzado algunas veces de ^impropiar
acrecentar é menguar, según hiciese
las palabras, é
ími caso, é aún muchas veces habrá que no se pueda traer
Mas en cuanto yo pudiere
opósito...
í>procuraré seguir
la
letra,
»personas, y enderezando » príncipe >(
é
al
mi saber alcanzare, siempre
aplicándola á vuestras
parte dellas al vuestro
más que
muy
reales
esclarecido
D. Juan. Por no engendrar fastidio á los lectores desta obra
añade en
la
dedicatoria
al
Príncipe) acordé de
la
trobar en diver-
»sos géneros de metro y en estilo rústico, por armonizar con »
ñ
pro-
el
poeta, que introduce personas pastoriles.»
Indicaremos algunas de estas aplicaciones á poránea.
En
^caballeros
la
la
historia
contem-
égloga primera: Melibeo... «habla en persona de los
que fueron despojados de sus haciendas, por ser
»des, conjurando con
el
Rey de Portugal que de
("astilla fué
rebel-
alzado»;
v
Títiro,
en nombre de
CAPITULO XXV
253
los arrepentidos,
que no perseveraron en su
rebeldía y contumacia contra
de
el
la
Reina Católica.
transformación de
la
égloga segunda, don-
hermoso Alexis, por quien suspiraba
el
pastor Coridón, está
Aún
es
más
singular
la
'.ransformado en Fernando
cuyo favor aspira
Católico, á
el
el
poeta:
Condón, siendo pastor Trovador,
Muy
aficionado al Rey,
Espejo de nuestra
ley,
Con amor Deseaba su
favor;
Mas con mucha cobardía
No De
lo
Por
creía
poder alcanzar.
los
montes se
salía
Cada día Entre
La égloga tercera
solo á pensar...
sí
está aplicada «á los privados del señor
Rey
»D. Enrique, y á muchos grandes que con envidia dellos, é aun »ellos
mesmos
entre
sí,
sembraron gran discordia en nuestra
lla, é algunos dellos tentaron alzar por
E
Rey
al
Casti-
Príncipe D. Alfonso
maldades tanto se multiplicaron y »enjambraron en este reino, que no solamente 10 de la corona real, »su hermano...
»más aun »
las
con esto
las
propias haciendas unos á otros se robaban, é
malos pastores ordeñaban ajenas ovejas».
La pintura de
la
nueva edad de oro,
Saturno y Rea, que se profetiza en cindiendo de
la
tiempo de
menores no saben qué cosa
»en otro tiempo
la
del restaurado imperio
égloga cuarta,
de
poeta, pres-
el
interpretación que era tradicional en las escuelas
cristianas, la trae al »
como
los
mayores
sición va acendrando
é
los
es
Católicos, en
Reyes
temer
que «ya
los
las sinrazones é
demasías que
y en que
Santa Inqui-
les hacían»,
«la
cada día esclareciendo nuestra
fe:
ya no se
»sabe en estos reinos qué cosa sean judíos; ya los hipócritas son co-
nocidos,
é
cada uno es tractado según
El pastor Dafnis de
la
cipe de Portugal», esposo de K^ycs Católicos.
vive...»
égloga quinta es «el la
infanta
muy
Doña
desdichado prín-
Isabel,
hija
de
los
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
2j4
En bre
égloga séptima,
la
mismo Juan
el
pastor Coriclón (bajo cuyo disfraz se encu-
el
del Enzina) canta ó llora 'da soledad
que
Castilki
>sentía cuando los reyes iban á Aragón...»
En
la
octava (cosa que
amores y hechicerías de derrota de
la
la
el
más
no pudiera sospechar),
lince
los
pharmaceutria sirven para alusiones á
Ajarquía ó de las lomas de Málaga, y
Hernando
j>que nuestro cristianísimo rey D.
«crecido
al
tenía en
la
amor
conquista
la
reino de Granada».
>>del
Esta colección de trovas ó parodias está generalmente versificada
en octosílabos de pie quebrado, combinados en estrofas de ocho, nueve, diez, once y doce versos. Por excepción,
causa de
la
solemnidad de su argumento y
prete obedeciese á traducido,
la
el Sicelides
estilo,
y como
Muses, á
si el
intér-
intimación del Paulo maiora canamus, está
con mucha valentía, en diez y
coplas de arte
seis
mayor. El estudio que empleó en esta versión libre y parafrástica de églogas de Virgilio, debió de adiestrar á Juan del Enzina en del diálogo,
que luego aplicó
muchas de
nes,
las cuales
á sus propias églogas
y
el
las
manejo
representacio-
no tienen más acción dramática que
las
Bucólicas antiguas, y sólo se distinguen de ellas en su carácter rea-
y á
lista
las
veces prosaico y de actualidad, y en
la
menor presen-
de elementos descriptivos. Leyendo á Juan del Enzina, no es
cia
aventurado decir que
en
los
en mantillas. Para zina;
la
égloga de Virgilio tuvo alguna influencia
primeros vagidos del drama español, cuando todavía estaba
mucho para
humanista
el
historiador de
el
Entrando ya en
significa
el
examen de
la
poco
la
literatura española.
las
poesías originales de Juan del
Enzina, que realmente escribió demasiado, según
de Valdés, y
es, sin
traducción de En-
la
opinión de Juan
duda, uno de los ingenios más desiguales que
pueden encontrarse, empezaremos por advertir que en ñero las poesías sagradas valen
posiciones largas
menos que
mucho menos que recibido de les:
de
la
cjue las profanas,
las cortas,
los villancicos
y
y
los versos
las glosas.
muy
fino,
y ejercitado con
su Canelo
y
las
com-
de arte mayor
Juan del Enzina había
naturaleza algunos de los dones poéticos
oído musical las
menos
el
más esencia-
cultivo simultáneo
dos artes; imaginación fresca y viva, que reproduce con ame-
CAPITULO XXV nidad, aunque de un raleza y
de
modo
superficial, ciertos aspectos
vida rústica; vena cómica,
la
^55 la
natu-
é inofensiva; ingenui-
fácil
dad de sentimiento; alma de poeta popular,
de
á veces.
Pero
le falta-
ron otros dones aún más excelsos, y por eso, más que por falta de pulimento y ele estudios (puesto que los tuvo desde su mocedad,
como hemos
y también por haber nacido en una época de
visto),
transición á la cual sólo un ingenio de primer orden hubiera podido
sobreponerse, no llegó nunca á
las alturas
de
la
gran poesía, rara
vez mostró verdadera pasión, se contentó con ser un poeta agradable, gastó tes
la
mejor parte de su talento en devaneos y jugue-
consistencia, y, á pesar de sus inconstantes aspiraciones
sin
clásicas,
continuó perteneciendo á
la
daderamente innovador más que en
Edad Media. No
fué ver-
que es su principal
el teatro,
gloria.
Las obras á
lo
divino son siempre
la
Cancioneros del siglo xv: parecen escritas
compromiso, para hacer pasar vienen después.
No
la
dedicó á su señora
bre
la
tra
la
devoción y como de
sin
libertad de las coplas profanas
la
ellas
que
de formidable extensión, que
Duquesa de Alba (Doña
Natividad de Nuestro Señor, sobre
magos, sobre
los
hace excepción á esta regla Juan del Enzina, en
composiciones, algunas de
las
más endeble en
parte
Isabel Pimentel) so-
la fiesta
Resurrección de Cristo, sobre
la
de
los tres
Reyes
Asunción de Nues-
Señora y otros temas piadosos. Su cristiana musa se ejercitó
también en loor de algunas diócesis de
iglesias
nuevamente
Salamanca y Zamora; y ensayó
la
edificadas en las
versión de algunos
como el Miserere^ de algunos cánticos de la Sagrada Escritura, como el Magníficat y el Nunc dimittis; de algunos himnos, como el Ave Maris Stella, el Qiiem térra pontits, el Vexilla regis, y salmos,
el
Te
Deum
ter, el
¿audamus; y, finalmente, puso en verso
Ave María,
el
Credo y
la
Salve.
el
Pater Nos-
Son notables algunas de
estas traducciones por su fidelidad casi literal; pero ni en ellas ni
en
las
poesías originales hay nada que recuerde la ternura y
la
suave efusión de Fray Iñigo de Mendoza y de Fray Ambrosio Montesino,
Algunos
ni
menos
la
robusta entonación del cartujano Padilla.
villancicos agradan,
inafectada; verbigracia, los
no obstante, por su misma sencillez
que principian:
—
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
256
Quien tuviere por señora
La Virgen Reina
No
del Cielo,
tenga ningún recelo.
¿A quién debo yo llamar
Vida mía, Sino á
ti,
Virgen
La música que acompaña
María?...
á este último es de las
más
lindas
y ex-
presivas, según dictamen de Barbieri. Pero poéticamente son
muy
inferiores estas coplas á los villancicos profanos, siendo digno
notarse que
el
mismo Juan
del Enzina trovó
que antes había compuesto á
los
villancico dialogado
lo
á
lo
de
divino algunos de
humano. Sirva de ejemplo
el
que empieza:
¿Quién te
trajo, caballero,
Por esta montaña escura?— ¡Ay, pastor,
Cuya trova ó parodia
que mi
ventura!...
á lo divino es ésta:
¿Quién te
trajo,
Criador,
Por esta montaña oscura? —
Ay que
Y
tú,
mi
criatura...
tan popular debió de hacerse,
que
sirvió
poesías espirituales, entre ellas dos de Fray ¿Quién te
trajo,
Por este valle tan ¡Ay hombre! tú
¿Quién
te dio,
Rey de
de tema para otras
Ambrosio Montesino:
gloria,
triste?
me
trajiste...
Rey,
la fatiga
Deste sudor extremado?
¡Ay hombre! que
tu pecado...
Siendo de notar que esta última fué escrita por mandado de
la
Reina Católica.
La
visión alegórica, en el estilo de los imitadores
de Dante y Pe-
y en las formas métricas consagradas por Juan de Mena y Marqués de Santillana, contó entre sus más asiduos cultivado-
trarca,
y
el
res á
Juan del Enzina; pero tampoco en este género, que por
artificial
y pomposo cuadraba mal con
su índole,
lo
puede decirse
CAPÍTULO XXV
que
sino
mucho, quedando por de contado
brillara
Juan de al
2Í57
no sólo á
inferior,
que á trechos muestra condiciones de gran poeta,
Padilla,
mismo Diego
Guillen de Ávila; que no pasaba de versifica-
dor lozano y abundante. Estas obras del vate salmantino son, entre otras, el
Triunfo de Amor, dedicado
de Alba, D. García de Toledo, á recibir
á
al
primogénito de los Duques
quien sus malos hados destinaban
en I5IO> desventurada, aunque gloriosa muerte, en
Gelves; el Triunfo de la
los
Fama, compuesto en 1492 para celebrar
la
rendición de Granada; y
te
del príncipe
la
Tragedia trovada á la do lorosa muer-
Don Juan, en 1497
Este funesto suceso, que
(i).
también lloraron con acentos de verdadero y patriótico dolor el Comendador Román y otros poetas de entonces, dio pretexto á Juan del Enzina para setenta y
seis
octavas de arte mayor, que
empiezan de esta pedantesca manera, tan impropia de una
la-
mentación: Despierta, despierta tus fuerzas, Pegaso,
Tú que
llevabas á Beleroionte;
Llévame á ver aquel alto monte, Muéstrame el agua mejor del Parnaso,
Do cobre el aliento de Homero y de Y el flato de Maro, y estilo de Aneo;
Y
pueda alcanzar favor sofocléo,
Cantando en España muy mísero
Algo más
la
era casi imposible
lira
Fama
vale el 'Triunfo de la
haber terminado
mación de
la
caso...
(escrito
versión de las Églogas de Virgilio).
el
maldito
las huellas
la
consu-
formas de
gótica, cuatro hojas
lo estropea todo.
Pisando
la
primera edición del Cancionero, no
en
folio,
de papel y tipos idénticos á
encuadernado en
el
los del Cancio-
ejemplar de
la
Academia
Española. y
la
reforzado con
pero se imprimió aparte, en un pliego rarísimo, de letra
nero, al fin del cual se halla
XlKNÍNPLa
la
de sus predecesores, y repitiendo visiones
Por ser posterior en un año á él;
las
artificio alegórico,
una erudición indigesta y de mala ley,
pudo entrar en
Y en efecto,
Reconquista dejase de tener algún eco sonoro en
de un poeta tan nacional, aun cuando usase
servilmente
poco después de
que tan magno acontecimiento como
poesía cortesana. Pero
(1
Naso,
PkiATO.— Poesía
castellana
III.
17
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
258
que cada vez iban siendo más empalagosas, Juan del Enzina se supone transportado á la fuente Castalia, «á do vio á muchos poetas ?beber por cobrar aliento de gran
Es curiosa
estilo».
la
enumera-
ción de los españoles: Allí
Muy
también
vi
de nuestra nación
claros varones, personas discretas,
Acá en nuestra lengua muy grandes poetas, Prudentes,
muy
dotos, de gran perfección:
me
Los nombres de algunos
acuerdo que son
Aquel excelente varón Juan de Mena, Y el lindo Guevara, también Cartagena,
Y el
buen Juan Rodríguez, que fué
del Padrón...
Don Iñigo López Mendoza llamado, Muy noble Marqués que fué en Santillana, Aquel que dejó doctrina muy sana, También con los otros allí fué llegado: Y el sabio Hernán Pérez de Guzmán nombrado
E Gómez Manrique también allí vino, E el claro Don Jorge, su noble sobrino, E más otros muchos que tengo olvidado. Así que después que todos vinieron, fuente con gran procesión,
Cercaron
la
Tañendo
é cantando con
E todos
Aquesto pasado, de '
E
mucha
afición,
en orden del agua bebieron: allí
se partieron,
fuéronse luego por esas montañas,
Adonde
tenían los unos cabanas,
Los otros sus cuevas en que se metieron.
Yo que me Metido en
la
estaba
muy
bien ascondido,
mata ya había gran
rato,
Pasó Juan de Mena, cuando no
me
Tan cerca de mí que luego me
vido:
Después que
E supo
la
me
tuvo
muy
cato,
bien conocido
causa de mi caminar,
Mandóme en
la
fuente beber ó hartar,
Porque gozase descanso complido.
lo
Juan de Mena, pues, cuyo Labyrintho va remedando Enzina en que tiene de menos loable, es el guía que encamina los pasos
del poeta
al
templo de la
Fama, en cuyas
varias estancias ve figu-
CAPITULO XXV radas y entalladas
las
propia nación, entre
259
de griegos y romanos y
historias
las
de su
atraen principalmente sus ojos las
las cuales
de Isabel y de Fernando, que enumera en versos no enteramente malos, pero de más entusiasmo patriótico que fuerza poética:
glorias
Estaban encima de su real
silla
Pintadas las guerras, batallas venciendo,
A
los portugueses matando y prendiendo, Lanzándolos fuera de nuestra Castilla:
La En
fuerte batalla
que puso mancilla
sus corazones cubiertos de lloro:
Del todo vencidos
Y
allá
cabe Toro,
en Cantalapiedra dejaron
Dos
E
la villa.
también que estaban pintados
Allí vi
mil robadores, ladrones, traidores,
de otras maneras otros malhechores
Por modos diversos
allí
justiciados:
Al un cabo estaban herejes quemados,
E
al
otro
la
Fe muy mucho
Por un cabo estaba
la
ensalzada;
Santa Cruzada,
Por otro salían judíos malvados. Vi luego pintada después de estas cosas La guerra de moros muy bien guerreada
De
todo aquel reino que llaman Granada,
Con sus serranías muy mucho
Lo
flaco
y
lo fuerte,
graciosas.
por fuerza ó por grado,
Vasallos ó siervos sujetos quedaban;
Los unos vencidos,
Y
allí vi
los otros se daban,
también su Rey cativado.
Y en cabo de todo vi grandes Y justas reales, y cañas y toros, Ganada Granada, llorando
Que
los
torneos,
moros,
vían cumplidos ya nuestros deseos:
Y al Rey y á la Reina con rostros febeos Regir Occidente con buenas fortunas, Desde
las viejas
hercúleas colunas
Hasta los altos montes Pirineos...
En
esta última estancia, el autor se levanta
grandeza de
la
un poco en
materia; y es también un rasgo poético
alas
y
de
!a
feliz el
presentar por remate del cuadro histórico á los más famosos maes-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
2ÓÜ
tros de la estatuaria griega, a los Lisipos, Praxiteles
brando
y Fidias,
la-
trono del príncipe D. Juan,
el
Gran principe trono que
el destino,
flor...
encarnizado siempre con España aun en
cumbre de su poderío, no paños de dolor
nuestro, de principes
la
había de permitirle ocupar; trocando en
de regocijo, y en elegías
las vestiduras
los
cantos
triunfales. Si
por su interés histórico puede soportarse
de la Fama, no sucede
lo
mismo con
el
la
lectura del Triunfo
Triiiufo de
Amor, que quizá
supera en pesadez á todos los innumerables Triunfos y Triunfetes
que compusieron visión,
los
malos imitadores del Petrarca.
que consta nada menos que de
guno de
los
1
.3
En
esta insulsa
50 versos, no
ornamentos propios del género:
el
falta nin-
obligado sueño del
poeta («sueño con caídas de modorra», que hubiera dicho Gallardo), la
aparición del Dios Cupido,
descripción de los palacios de
la
la
Razón y de la Ventura; las fiestas que se celebraron Libertad, de en el alcázar de Venus, que era un castillo de cuatro torres, donde la
estaba la
la
Sensualidad de portera;
Hermosura y
vas
y
divertidas
tahila
la
el
gran banquete á que asistieron
Prudencia] con otras invenciones no menos nue-
que
éstas,
y por supuesto con una interminable
de nombres históricos y mitológicos, puestos unos .
como en un padrón de vecindad. Lo poema contiene, es una enumeración de los otros,
re-
tras
de
único curioso que este instrumentos musicales
usados en tiempo del autor.
Pertenecen igualmente Cancioneros, res, la tal
como ya
género más
al
sus títulos lo indican,
Confesión de Amores,
nombre merecen,
trivial
la
el
de
la
poesía de los
Testamento de
Amo-
Justa de Amores: argumentos,
tratados antes de
él
si
por innumerables tro-
vadores.
]uan del Enzina, que á juzgar por sus obras, debía de ser
muy
las
confesiones que hace en
enamoradizo, no acertó,
ningún otro de su escuela, con
la
como tampoco
sincera expresión del sentimiento
amoroso, como no fuese en alguna de sus églogas dramáticas; pero se lució
mucho en
el
discreteo galante, compitiendo con
Alvarez Gato, á quien se parece hasta en
la
el
mismo
irreverente mezcolanza
CAPÍTULO XXV
de
sagrado y
lo
una
lo
la
este
género un tanto pecaminoso, son
á su amiga en tiempo de Cuaresma.
delicia las coplas
Para
En
profano.
26l
poesía frivola, vulgarmente llamada de sociedad, tenía Juan
Con amenidad y sin esfuerzo la hacía brocircunstancias mis triviales de la vida: coplas á tres genti-
del Enzina especial aptitud. tar
de
las
una dueña,
les mujeres, la
demandaron
colación,
nero, enseñándoles das, á
el
yá
la otra
las
beata y
otra doncella, que le
la
cuales envía por burla un cuarto de car-
modo de
más
guisarle: coplas,
una señora que, paseando por
el
campo,
le
ideales
y delicadio un manojo de
y morados, con otras flores que se llaman maravillas: coplas á otra dama que le pidió un gallo para correr en su nombre. alhelíes blancos
Su genio blando é inofensivo, rica,
como en
las
rara vez muestra
«coplas hechas en
una punta
nombre de una dueña
á su
satí-
ma-
jado, porque siendo ya viejo tenía amores con una criada suya».
Sus versos de burlas, que más bien pudieran llamarse de recreación
y pasatiempo, son de todo punto
y parecen
la
expan-
sión de un ánimo regocijado, que sólo se propone hacer reír
acumu-
inofensivos,
lando desatinos é incongruencias. Tiene en este género tres composiciones bastante chistosas, cierto
la
Almoneda,
el
Juicio sacado de
más
de toda la astrología, y los llamados por antonomasia Dispa-
rates de Juan del Enzina.
La Almoneda
es el
inventario del pobre
ajuar de un estudiante perdido, que le malbarata para
Los que quisieren mercar Aquestas cosas siguientes, Mírenlas é paren mientes,
Que no
se
deben tardar:
Porque despulís de cenar '.
lo
El bachiller Babilonia
Las quiere malbaratar,
Que
se quiere ir á estudiar
Al estudio de Bolonia.
Primeramente un Tobías,
E
un Catón c un Doctrinal,
Con un Arte manual,
E E
unas viejas Homelías:
un libro de cetrerías
Para cazar quien pudiere,
ir
á Bolonia:
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
2Ó2
E
unas nuevas profecías
Que
dicen que en nuestros días
Será
E
lo
un
que Dios quisiere libro
de
las
(i).
Consejas
Del buen Pedro de Urdemalas
Con
sus verdades
muy
(2),
ralas
E sus hazañas bermejas: E unos Refranes de viejas. E un libro de sanar potras; E un arte de pelar cejas. E de tresquilar ovejas, E mas muchas obras otras...
E unas muy buenas escalas De maroma no muy gorda, E una buena lima sorda Para excusar alcabalas:
E
un azadón
E un
é dos palas,
par de ganzúas buenas
Para poder hacer salas
E
mantener grandes galas
Con
E
las
haciendas
ajenas...
dos ollas con un jarro,
E
tres cántaros quebrados,
E
cuatro platos mellados,
Cubiertos todos de sarro:
E
un buen salero de barro Con media blanca de sal,
E E
una escudilla, é un
Por manteles un
Por este
estilo
tarro,
por mesa un gran guijarro, costal...
prosigue una larguísima enumeración, en
la
cual
figuran, entre otras cosas,
Un
silbato ó cornezuelo
Para llamar las vecinas,
(1)
Estos dos versos puso
Quevedo en
la
Visita de los chistes
en boca de
Pero Grullo. (2)
Creo que es
la
primera vez que se nombra en nuestra literatura á
este personaje legendario. ¿Habría ya algún libro
de cuentos
relativo á él?
CAPITULO XXV Unos dados
ú un tablero
Para sacudir
el
Una
cobre,
vihuela sin son...
Unos naipes
sevillanos,
Rotos ya de mil
Es imposible la
memoria
el
con la
leer esta f aceda sin
ambos la
es visible, pero
poetas,
propia de su
la libertad
poesía de
reniegos...
que venga inmediatamente á
Petit Testament de Francisco Villon,
La semejanza
1456.
directa entre
263
que
no puede sospecharse relación
trataron, cada
humor
compuesto en
uno á su manera, y
respectivo, un lugar
común de
Edad Media, cuya forma mas antigua de autor espa-
ñol creo que ha de encontrarse en los versos provenzales inéditos del trovador Serveri de Gerona,
dro
contemporáneo
Don
del rey
Pe-
III.
El Juicio sacado por Juan del Enzina de astrología, es la
lo
más
cierto de toda la
primera muestra que yo he visto de esas composi-
ciones burlescas que con título de Juicio del año suelen estamparse
en
los
almanaques. Paréceme que en esta donosa burla de
las
dicciones astrológicas y meteorológicas de los zaragozanos tonces, tiró Juan del Enzina á tejado conocido casa,
poniendo en
solfa,
como vulgarmente
'
pre-
de en-
y muy cerca de su
se dice, los pronósticos
de un cierto maestro Diego de Torres, que, por rara coincidencia, á través
de más de doscientos años, con su homónimo
critor salmantino tico
de principios del
siglo
el
xvm, era como
festivo esél
catedrá-
la Universidad, y hacía también almanaques según lo indica el rarísimo libro que dio á luz con el
de Matemáticas en
y predicciones,
rótulo de Medicinas preservativas
y
curativas de la pestilencia que
significa el eclipse de sol del año 1485. Fuera éste ú otro el astrólogo
satirizado por Juan del Enzina,
cuando
E por no perder No me meto en los En
ae
puede negar
el tino
planetas.
estrellas ni cometas,
Ni quiero tratar de
•10
dice;
signo...
cierta gracia á esta parodia, en
ensartando todo género de perogrulladas:
que
el
poeta va
264
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
Mas quiero, como supiere, Declarar
las profecías
Que
dicen que en nuestros días
Será
lo
que Dios
quisiere:
Porque nadie desespere, Hasta
año de quinientos
el
Vivirá quien no muriere.
Será cierto
lo
que
fuere,
Por más que corran los vientos.
E
serán tiempos tan sanos,
Quel placer será deporte;
Y Y
estará el rey en
en
la
corte,
corte cortesanos.
la
Serán los hombres humanos,
Por humanos que
los veas:
Habrá tantos ciudadanos,
Que
todos los aldeanos
Morirán por
No
las aldeas.
que no se baptizare,
El
será de nuestra lev:
Reinará cualquiera rey
En
reino que reinare:
el
Y
el
Si
por dicha no se escapa,
Si á
cardenal que papare,
Padre Santo llegare,
Aunque pese á quien pesare, No podrá escapar de Papa. Según
los Evangelistas,
Los que estudian por saber Estudiantes han de ser, Juristas
Los
ó no
juristas:
filósofos é artistas,
Los teólogos sagrados, Los honrados canonistas, Los médicos é legistas Serán,
En
si
fueren, letrados.
las partes
Tanta luz
Que
el sol
de oriente dará,
nascerá por allá
Primero que por Poniente...
CAPÍTULO XXV
Cuando
En
265
tiempo demudare
el
Avila y en Segovia,
La mujer que fuere novia Parirá desque empreñare,
Y
en Madrid, quien madrugare,
Levantarse ha de mañana; Y,
el
que en Toledo morare,
Hallará,
Que
el
bien contare,
si
que pierde poco
gana...
Lo que principalmente nos hace recordar composición es que,
andando
tada con soberana chispa é cisco de
Quevedo, cuando en
el
Visita de los chistes hace profetizar
la
que tienen mas veras de
á Pero Grullo «cosas
tan baladí,
honor de ser imitada y comenincomparable socarronería por D. Frantuvo
los tiempos,
que parecen».
las
Muchas cosis nos dijeron Las antiguas profecías: Dijeron que en nuestros días
Será
lo
que Dios quisiere.
Las mujeres parirán Si se
Y
empreñan y
los hijos
De
parieren,
que tuvieren
quienes fueren
Volaráse con
Andaráse con
serán...
las
plumas,
los pie~,
Serán seis dos veces
También Juan
tres."..
del Enzina figura entre los personajes populares
emblemáticos de este admirable Sueño, gracias á otra
festiva
y com-
posición suya que logró, sin saberse por qué, tanta notoriedad, que
su título vino á ser inseparable del
tiempos en que
el
Cancionero de éste yacía en
fundo. «Vivos de Satanás (dice
sjuan del Enzina), ¿qué j>mido?...
Soy yo
nombre de
el
me
la
su autor, aun en el
olvido
más pro-
sombra del poeta evocada por
queréis que
me
dejáis
malaventurado Juan de
^habiendo muchos años que estoy aquí (en
el
la
muerto y consuEnzina, el que
otro mundo), toda
la
»vida andáis, en haciéndose un disparate ó en diciéndole vosotros:
«No
hiciera
más Juan de
»la Encina.»
la
Encina; daca
los disparates
de Juan de
Habéis de saber que, para hacer y decir disparates,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
266 »
todos los hombres sois
»Encina es
muy
Juan de
Encina; y que este apellido de si por hacer una
la
largo en cuanto á disparates...
«necedad anda Juan de
Y
Encina por todos esos pulpitos y cate-
la
»dras,
con votos, gobiernos y estados, enhoramala para
»todo
el
Los
mundo
es
ellos,
que
monte y todos son Encinas.» que justifican plenamente
su nombre, y que pueden recordarse, comienzan
tales disparates,
sólo por su rara fortuna tradicional
de esta suerte: Anoche de madrugada, Ya después de medio día,
.
Vi venir en romería
Una nube muy
Y
cargada,
un broquel con una espada
En
figura
de ermitaño,
Caballero en un escaño...
De
estas desaforadas coplas,
que tuvieron
la
virtud de convertir
á su autor en un personaje de folk-lore, borrando casi en
de
las
la fantasía
gentes su personalidad histórica, no se desdeñó de hacer imi-
taciones (que otras cosas
el
malo y casero gusto del
muy amenas
como D. Tomás de con su
siglo
xvm
celebró
más que
y sensatas de su autor) un ingenio tan culto
Recuérdense aquellas tan sabidas décimas
Iriarte.
glosa:
Vino un díaMenelao, Sobrino de Faraón,
Conducido en un simón Hasta
y
las
no menos famosas
el
puerto de
quintillas,
parece que envuelven una burla de
Bilbao...
que tienen más gracia porque la
pedantería de cierta casta de
eruditos:
En
la
Historia de Mariana
Refiere Virgilio un cuento
De una
ninfa de Diana,
Que, por ser mala
cristiana,
Fué metida en un
convento...
Sería injusto quien, fijándose únicamente en composiciones de la
ínfima laya de los Disparates trobados, confundiese á Juan del
Enzina en
el
grupo de
los
copleros chabacanos y adocenados.
cho tuvo de coplero, como todos
los
Mu-
poetas de su tiempo y de su
XXV
CAPÍTULO escuela; pero también tuvo
267
relámpagos de noble y delicada poesía. la Consolatoria á un amigo en la
[Con qué tierna sencillez dice en
miterte de su madre, recordando los pensamientos de Jorge Manrique:
¿Qué es
la
vida sino flores
Nacidas en poco rato,
Que ya cuando no me Tienen muertas
cato
las colores?
¡Oh qué dulzor de dulzores Morir una vez no más,
Por cobrar
sin
más dolores
Vida de grandes primores,
Donde no mueren
jamás!
¡Con qué gentileza caballeresca sale á
la
defensa de las mujeres,
contradiciendo á los maldicientes trovadores de
la
escuela de To-
Rasgos hay en estas coplas que parecen dignos de
rrellas! (i).
la
suave musa que dictó El Premio del bien hablar: Si á
mujeres ultrajamos,
Miremos que deshonramos Las canas de nuestras madres.
(1)
sión
No sabemos qué
interpretación racional puede darse á
que contienen estos versos
por primera vez en
el
del
poema obsceno
la
extraña alu-
Pleito del Manió, incluido
Cancionero General de 1514: Ante Torrellas apelo,
Que merece
mil renombres,
Porque sostuvo
sin velo,
Mientras estuvo en
el suelo,
El partido de los hombres;
E si
dijeren que es muerto,
Por ser
del siglo pasado,
En Salamanca, por cierto, Un hijo suyo encubierto, Tiene su poder cumplido. El cual es aquel varón
Que muy
justo determina,
Sabidor con discreción
Que llaman Juan Si se trata
de paternidad
cumento más que Juan
serio.
Y
si
física, tal
del Encina...
especie necesitaría apoyo en algún do-
se trata de paternidad intelectual, en el sentido de
del Enzina hubiese
adoptado ó heredado
las ideas del
caballero ca-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
268
Pero hay que reconocer que en sus composiciones de más empeño,
si
Juan del Enzina acierta en ocasiones, rara vez se sostiene
mucho. Su misma le falta arte,
hace verboso y prosaico: y á pesar de sus aspiraciones dogmáticas, facilidad le
bién un elevado concepto de triunfos de la
dado como
le falta
tam-
no hubiera hecho más que
la poesía. Si
Fama
y justas de amores, su nombre yacería tan olvide otros innumerables poetas del siglo xv. Lo que le
los
salva son los elementos musicales
llancicos
le falta aliño,
y sus
y populares de
su poesía, sus vi-
Sus composiciones mayores yacen como
glosas.
in-
formes y pesados cuadrúpedos en el fondo dé su Cancionero, mientras zumba en torno de ellos un enjambre de espíritus alados. Aque!
germen bienhechor y misterioso de del ta,
la
canción popular, que salvó
amaneramiento cortesano una porción, no grande, pero de
la
sí
selec-
poesía de los trovadores gallegos, y que luego en Castilla
ciñó las sienes del docto Marqués de Santillana con una guirnalda
de
flores
campesinas, más lozanas y vivideras que todas
las
que
artificialmente había cultivado en los jardines de su erudición: la
musa de
de
las pastorelas,
villanescas, fué
también
la
las
vaqueras, de
que sacó de
la
las serranillas
y de
las
medianía á Juan del Enzi-
el rumbo propio de su ingenio, y poniendo en sus un raudal de poesía dulce y sabrosa, natural y ligera, que traduce sin esfuerzo las impresiones de la juventud, de la primavera
na,
marcándole
labios
sonriente, del
amor
incompleto para
el
fácil.
El estudio de estas canciones será siempre
que no puede apreciar
el
talán y especialmente su aversión á las mujeres,
gún
la
leyenda; nada hay
pecialmente del
final
hubiera de tomarse
al
de
más contrario ellos,
que no
que dice
I
ensalzare su corona!
Viva, viva la persona
Del que más suyo se vierel Muera quien mal las desea Peor muerte que Torellas:
En
Y
le costó, se-
muestra de ternura el Pleito:
¡Bendito quien las sirviere
Y
que tan cara
á lo que resulta de estos versos, y es-
sería gran
pie de la letra lo
mérito de las sencillas
placer nunca se v
de Dios maldito sea
El que dijere nial de ellas
filial, si
CAPÍTULO XXV
26g
acompañan, y que no son extrañas al tema, como sucede, por ejemplo, en las canciones de Béranger, sino que fueron melodías que
las
compuestas ad hoc por
el
mismo
en esta música de palacio había, pulares,
En
que con
las letras
el
poeta. Diga quien sepa
como yo
y pueda
sospecho, elementos po-
tiempo habían de prevalecer y de emanciparse.
no cabe duda que
los hay,
si
bien incorporados en una
tradición lírica de carácter artístico. Algunas de estas letras,
poeta mismo
califica
de ajenas, parecen más antiguas que
nen sabor de fragmentos de romance ¡Oh
mismo Juan
que
él,
viejo:
te conocí!
¡Cuitada de
la
mi madre más de á mí!...
tiene
del Enzina había
hecho romances, no solamente
amorosos, sino también históricos y de asunto contemporáneo, el
de
la
como
toma de Granada: ¿Qué es de
ti,
desconsolado?
¿Qué es de
ti,
rey de Granada?...
menos inspirado á diálogo,
y
el-
tie-
de Montanges,
castillo
Por mi mal
Que no El
si
verdad que
la
que compuso sobre
el
el
brioso villancico, en forma de
mismo argumento:
Levanta, Pascual, levantaj
Aballemos á Granada,
Que
se suena
— Pues el
que
es tomada...
ganado se extiende,
Déjalo bien extender;
Porque ya puede pacer
Seguramente hasta allende.
Anda
acá;
no
te estés ende,
Mira cuánta llamarada;
¡Que se suena que es tomada!
— ¡Oh
qué Reyes tan benditos!
Vamonos, vamonos yendo,
Que
ya te voy percreyendo
Según oyó grandes
Llevemos estos
gritos.
cabritos,
Porque habrá venta chapada;
Que
se suena
que es tomada.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
270
— Aballa, toma tu hato, Contaréte á maravilla
Cómo
se entregó
la villa,
Según dicen no ha gran
rato.
¡Oh quién viera tan gran trato
Al tiempo que fué entregada!
Que
se suena que es tomada.
Ya luego Metidos en
allá estarán la
todos
ciudad
Con muy gran solenidad, Con dulces cantos é modos. ¡Oh claridad de
Reyes de
Que
gloria
se suena
los godos,
nombrada!
que
es tomada.
¡Qué consuelo é qué conorte
Ver por Alzar
torres é garitas
las
cruces benditas!
¡Oh qué placer é deporte!
Y
entraba toda
la
corte
A milagro ataviada, Que se suena que es Por otra parte, es sica
muy
de notar que Juan del Enzina aplicó mú-
nueva y de su composición
Claros:
«Pésame de vos,
probaría,
musa
si
felices
como
el
menester fuese,
vulgar. Sin ella
tomada...
romance
al
(i)
no hubiera atinado nunca con
éstos:
Montesina era
E
de
muy
la
garza
alto volar:
No hay quien
la
pueda
tomar...
Decidme, pues, sospirastes, Caballero, ques gocéis,
¿Quién es
la
que más
queréis?...
Romerito, tú que vienes
De donde mi
vida está,
Las nuevas della
(1)
Número 329
viejo del
Conde
Conde», y quizá á algún otro; lo cual su trato y comercio continuo con la
me
del Cancioiitro musical
da..,
de Barbieri
estribillos tan
r
capitulo xxv
Muchos de brión
y anuncian ya en emque con poco más desarrollo hizo sus
estos villancicos son dialogados,
poeta dramático
al
27
más y
églogas. Los
los
mejoras son pastoriles, y
los
hay sacros y
profanos. Los del Nacimiento tienen una gracia casi infantil.
En
los
de amores villanescos suele haber una punta de candorosa malicia, la salsa del género, y que en las parodias realistas de Hita había pasado algunas veces de la raya. Den-
que fué siempre del Arcipreste
tro de ella se contiene casi siempre
Juan del Enzina, en
los delicio-
que principian:
sos villancicos
Daca, bailemos,
carillo,
Al son deste caramillo...
Una amiga
tengo, hermano,
Galana de gran
Juro
á Dios!
valía,
más
es la mía...
Pedro, bien te quiero,
Maguera
vaquero...
Ya soy desposado, Nuestramo,
Ya soy
y
otros
desposado...
muchos que pudiéramos
tico, tan suelta
ran olor de trébol y de retama. es género
muy
citar, tan ricos
de vocabulario rús-
y limpiamente versificados, que parecen que respidistinto
de
la
En
la
poesía bucólica española, que
égloga clásica, Juan del Enzina es un
encantador maestro, y bien puede decirse que sólo fué superado
por
grandes dramaturgos del siglo xvn, por Lope y Tirso.
los
Algunos de mejores
ni los
estos villancicos de Enzina,
que más conservan
han logrado favor hasta entre
de
la
escuela clásica.
Y
como
la
cas tan rígidas
versos
como
el
aunque no por
cierto los
sabor del terruño de Salamanca,
los versificadores cultos
y
los críticos
no es raro encontrar en antologías y Poétide Martínez de la Rosa, citados con elogio
éstos:
¡Ay
triste
que veng
Vencida de amor,
Maguera pastor'. Más sano me fuera
No ir al mercado, Que no que viniera
>
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
272
Tan aquerenciado; Que vengo cuitado, Vencido de amor,
Maguera
Con
pastor...
vista halaguera
miróme:
Miréla, é
Yo no Mas
E
sé quién era,
ella
agradóme,
fuese, é
dejóme
Vencido de amor,
Maguera pastor...
De
ver su presencia
Quedé cariñoso, Quedé sin hemencia, Quedé sin reposo, Quedé muy cuidoso, Vencido de amor,
Maguera pastor...
Más vale trocar Placer por dolores,
Que estar sin amores. Donde es gradecido, Es dulce morir; Vivir en olvido,
Aquel no es Mejor es
vivir;
sufrir
Pasión y dolores,
Que
En
la
estar sin amores...
estructura de los versos cortos, ningún trovador del siglo xv
excedió á Juan del Enzina, porque nadie probablemente le igualaba en talento musical. ¡Con qué fluidez corren loshexasílabos de sus
Tan buen ganadico, más en tal valle,
Y
Placer
Y
es guardalle.
Ganado d'altura, más de tal casta,
Muy
presto se gasta
Su mala postura;
Y
en buena verdura,
Y más
t-n tal
valle,
Placer es guardalle.
idilios!
CAPITULO XXV
273
Ansí que yo quiero
Guardar mi ganado Por todo este prado
De muy buen
apero:
Con este tempero, Y más en tal valle, Placel es guardalle...
(1)
¡Con qué 3uave languidez y pausado timbre suenan pie quebrado!
Ya cerradas son
De mi
Y
la
las
las
coplas de
puertas
vida,
llave es ya perdida...
Hermitaño quiero ser Por ver,
Hermitaño quiero
ser...
Crescerán mis barbas tanto
Cuanto cresciere mi pena; Pediré con triste llanto:
«Dad para Si
me
la
Magdalena.»
quisieren valer,
Por ver,
Hermitaño quiero
ser...
Quizá que por mi ventura
Andando de puerta en Veré
puerta,
la gentil figura
De quien
tien
mi vida muerta;
Si saliesse á responder,
Por ver,
Hermitaño quiero
ser...
Los sospiros encubiertos
Que he
callado por mi daño, Hora serán descubiertos En hábito de hermitaño, Hora ganar ó perder;
Por ver,
Hermitaño quiero F.ste villancico sí
de
en él,
el
no se
ser...
halla en el Cancionero de
Cancionero musical de
la
biblioteca
ó más bien otra composición ;mónima sobre
en un pliego suelto gótico que empieza con de
las
Juan
del Enzina,
el
mismo tema,
Cofias de Anión
III.
se lee
Vaquerizo
Morana. ÍHDBZ t Pela yo.— Poesía castellana.
pero
de Palacio. Otra variante
^
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
27+
Aun
ia
de Juan del Enzina en
relativa inferioridad
giosa, tiene,
la
poesía
reli-
en esta parte de su Cancionero, brillantes excepciones,
ayudaban
música y
como
prueban
sin
duda porque
los
dos lindos, devotos y afectuosos villancicos que comienzan:
le
la
el
metro,
lo
¿A quién debo yo llamar
Vida mía, Sino á
Virgen
ti,
Pues que
tú,
Tanto
Da remedio
María?...
Reina del Cielo,
vale?,
á nuestros males...
Dicho queda que Juan del Enzina hizo romances, y aun hemos Y aunque todos ellos vayan en
tenido ocasión de mencionar alguno.
consonantes perfectos, según
el
po, y pertenezcan de lleno á
revela
el
resco se
uso de los trovadores de aquel tiemescuela cortesana, aun en ellos se
la
alma popular del poeta; y á veces infiltra á
lo
narrativo y caballe-
través de lo sentimental:
Por unos puertos arriba
De montaña muy Caminaba
el
Lastimado de
tristura.
El caballo deja
Y
él
escura,
Caballero
muerto
á pie por su ventura,
Andando de
en
sierra
sierr
De camino no se curn, Huyendo de las florestas, Huyendo déla frescura... Pero no fué en
la lírica
en que nadie puede negarle (i)
De
estos
trabando
la
Hay
gloria
romances aconsonantados
los versos impares,
Yo me Recordé
fonso
O/iceno.
de iniciador, y de maestro de era. fácil el
tránsito á las redondi-
hizo Juan del Enzina:
estaba reposando,
triste
solía,
llorando
La gran pena que el
otra región vastísima del arto
como alguna vez
Durmiendo como
Es exactamente
(i)
propiamente dicha donde Enzina dio ma-
yores pruebas de talento poético.
llas,
,
metro en que
está
sentía...
compuesto
el
antiguo Poema de Al-
CAPÍTULO XXV
una escuela cuya vida
se prolongó por
rar substancialmente el tipo
Y
aunque
más de medio
siglo, sin alte-
de representación dramática que
apreciación detenida de tales obras incumbe
la
ticularmente á
la historia
aquí alguna mención de
el
más
par-
tanto porque su conocimiento es in-
ellas,
número y
él fijó.
del teatro, es imposible dejar de hacer
dispensable para estimar toda
cuanto por
275
importancia del poeta salmantino,
la
valor de los elementos líricos
que en este
primitivo teatro se mezclaron.
Y
ante todo, ¿cuál es
debe ocupar en
verdadero puesto que Juan del Enzina
el
la historia
de
los orígenes del
drama
nacional? ¿En
qué consistieron realmente sus innovaciones?
puede
Casi sin salvedad alguna se le
antiguo poeta dramático de el
descubrimiento del Cancionero de
cido
el
como
Y
digo
Gómez Manrique
nuestro mas
porque
casi,
nos ha ofre-
texto de dos brevísimas Representaciones del Nacimiento y de
la Pasión,
gún
clasificar
nombre conocido.
que seguramente son anteriores á
artificio
escénico y
la
las suyas.
Pero
el nin-
extraordinaria sencillez de dichas piezas,
destinadas á un convento de monjas, no permiten ponerlas en com-
paración con un teatro tan copioso, tan vario y relativamente tan desarrollado
como
el
de Enzina.
Gómez Manrique, y seguramente
otros trovadores del siglo xv, pudieron ser ocasionalmente poetas
dramáticos, pero sólo Juan del Enzina lo fué de un nal,
modo
intencio-
con vocación, con perseverancia, y con una marcha ascendente
desde sus primeras obras hasta
las últimas;
siempre en demanda de
formas nuevas y más complicadas.
No
se equivocó, pues,
la
voz popular cuando llamó a Enzina «padre
comedia española». Pero como quiera que
de
la
res
que
le
ro estaba
dieron
muy
los
primeros escrito-
dictado vivieron en tiempos en que su Cancione-
tal
olvidado, no es maravilla que mezclasen con un hecho
cierto tradiciones fabulosas. Así el discreto representante Agustín
Rojas, en su famosa al
tratar
Loa de
la
Comedia (1603), que se
de este asunto, no sólo restringe á tres
églogas de hnzina, sino que equivoca
Y De Ha
los
donde más ha subido
quilates
sido
la
comedia,
donde más tarde
el
cita
de
siempre
número de
las
nombres de sus Mecenas:
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
276
Se ha alcanzado
Que
Porque en
Que
el
es en nuestra la
uso della;
madre España.
dichosa era
aquellos gloriosos reyes,
Dignos de memoria eterna,
Don Fernando (Que ya con
De
echar de España acababan
Todos
De
Y
é Isabel
los santos reinan),
moriscos que eran
los
aquel reino de Granada,
entonces se daba en
Principio á
Se
le dio á
la
ella
Inquisición,
nuestra comedia
Juan déla Enzina
el
primero,
Aquel insigne poeta, Que tanto bien empezó;
De quien tenemos tres églogas Que él mismo representó Al Almirante y duquesa
De
Castilla y
Que
de Infantado,
éstas fueron las primeras;
Y para más honra suya Y de la comedia nuestra, En
De
gran riqueza
Nuevo Mundo,
Gran Capitán empieza
A sujetar A
la
Indias y
Y el De
que Colón
los días
Descubrió
aquel reino
Ñapóles y su
tierra,
descubrirse empezó
El uso de
la
comedia,
I'orque todos se animasen
A emprender cosas tan Sin
más apoyo que
estas noticias del
buenas...
Viaje entretenido, pero co-
metiendo nuevos errores, quizá por no haberlas entendido bien,
el
Méndez Silva, en su Catálogo real y cronológico, tan como todas sus obras, dio por sentado que «.en el año 1492 comenzaron en Castilla las compañías á representar pública-
cronista Rodrigo
atropellado
de
mente comedias por Juan del Enzina, poeta de gran donaire, graciosidad y entretenimiento», siendo así que Rojas no habla de repre-
CAPITULO XXV sentaciones públicas
ni
277
menos de compañías de cómicos: término
•enteramente impropio y absurdo cuando se trata del siglo xv. \ finalmente, puso
el
colmo
al
tampando, en su prólogo á
disparate D. Blas Antonio Nasarre, es-
las
Comedias de Cervantes,
la
estupenda
noticia de una pieza cómica de Juan del Enzina, representada en casa del
Conde de Ureña para
das celebradas en
Reyes Católicos en sus bo-
festejar á los
1 469; fecha en que el supuesto autor de esta pie-
za cómica, ó ingeniosa pastoral, como
la
llama Jovellanos, no había
cumplido todavía un año.
Dejando aparte ninguna de
las
tales desvarios, lo
que importa advertir es que en
piezas sacras ó profanas de Enzina se encuentra
el
más leve indicio de haber sido objeto de representación popular, y menos por compañías de cómicos asalariados. Las más antiguas fueron representadas en casa de los Duques de Alba: de otra consta
que
lo fué
ante
el
Príncipe D. Juan:
no, ó quizá alguna otra
la
Farsa de Plácida y
comedia que no conocemos,
en casa del Cardenal de Arbórea.
De
las
lo fué
Vitoria-
en Roma,
restantes nada puede
afir-
marse.
Por consiguiente, cuando se dice que Juan del Enzina emancipó y que en el fondo es verdade-
secularizó nuestro drama, se dice algo ro,
no sólo porque ninguna de sus piezas tuvo por escenario
sia,
sino porque sus representaciones profanas son notablemente su-
la igle-
y en mérito. Pero se Edad Media no era exclu-
periores á las devotas en número, en extensión olvida por una parte,
que
el
drama de
sivamente hierático, puesto que
al
la
lado de ¡os misterios existían los
juegos de escarnio, y otros rudimentos de farsa profana; y por otra, que el tránsito del teatro de la iglesia al de la plaza pública no en todas partes fué inmediato, sino que apareció muchas veces
forma intermedia
teatro aristocrático y cortesano,
el
al cual,
como
por
las
circunstancias externas y materiales de su representación, pertene-
cen
las
obras de Enzina, aunque sean profundamente populares su
inspiración y su estilo.
Nace das
este teatro,
las literaturas
tina,
en su parte
de
la
religiosa,
Edad Media:
del
de un fondo común á to-
drama que en
su
forma
la-
y aun en sus más antiguas formas vulgares, bien puede ser ca-
lificado
de
litúrgico,
puesto que de
la liturgia nació,
siendo
como
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
278
una ampliación popular de
sermón de San Agustín, se
leía
todo
en
de
bre canto de la
de
la vigilia
el ciclo
la
Vos,
urt
inquam, convenio, ó Judaei, que
Natividad del Señor, dio nacimiento á
de
los Profetas
varias
la Sibila,
Recuérdese, por ejemplo, que
ella.
el
Cristo, de
que forma parte
veces romanceado en
el
céle-
los dialectos
de
lengua de Oc. La más antigua muestra de drama litúrgico latino
Reyes Magos de
es el Misterio de los
la
catedral de Nevers, copiado
en un códice del año 1060; y por notable coincidencia es también el Magos la más antigua muestra conocida hasta
Misterio de los Reyes
ahora del drama religioso en nuestra lengua; Misterio que por otra parte compite en antigüedad con los de quiera de
lenguas vulgares,
las
y
más remota fecha en
quizá cede sólo
al
cual-
Misterio de las
vírgenes fatuas, mixto de latín y provenzal.
Pero por un fenómeno, á primera
puede presentar uno de
los
España, que
vista inexplicable,
primeros ensayos de representación pia-
completamente romanceada, y que fué de todas nes modernas la que más tiempo retuvo el género, la que dosa, ya
cionó y amplificó y
y en
tos
el
aunque
le
perfec-
la
que menor número de misterios de
posee, pues en castellano no vuelve á haber otro hasta
Gómez Manrique, que lán,
nacio-
dio sus formas definitivas en la comedia de san-
auto sacramental, es
Edad Media
la
le
las
es
las noticias
de
las
postrimerías del siglo xv; y en cata-
de representaciones abundan más
ejemplos se reducen á un fragmento de misterio de
la
(i), los
Magdalena,
del siglo xiv (que contiene por cierto la historia legendaria de Judas,
análoga á
la
de Edipo), y á
los textos,
tación popular, pero seguramente
de
los tres misterios
que
se recitan
vivos todavía en
muy modernizados en
los carros
la
en
represenla
lengua»
ó rocas del día del
Corpus en Valencia; y del famosísimo de la villa de Elche (Tránsito y Asunción de Nuestra Señora), que es hoy entre nosotros la única supervivencia que sepamos del primitivo drama religioso con sus peculiares caracteres, esto es, dentro de del clero
la iglesia
y con
el
concurso
y del pueblo.
Tan extraordinaria laguna en nuestros riquísimos anales dramá-
(1
\
Véase
tro catalán,
el
c
uñosísimo estudio del Dr. Milá y Fontanals, Orígenes del teael tomo sexto de sus Obras (1895).
qut he publicado en
CAPITULO XXV
de
ticos, contrasta
litúrgicos latinos,
modo con
tal
á qué atribuirla.
prodigiosa abundancia de dramas
de misterios franceses, de sacre rappresentazioni
de viiracle-plays
italianas,
la
'279
Y
ingleses,
que verdaderamente no sabe uno
aunque nuestros archivos
eclesiásticos, todavía
vírgenes en gran parte, quizá nos guarden sobre este punto alguna
agradable sorpresa, y nos sea dado leer algún nuevo misterio de los
y xv, no creemos que tan hipotéticos hallazgos lleguen á modificar mucho la impresión de pobreza que en este ramo ofresiglos xiv
ce nuestra literatura anterior contraste con
la
al
Renacimiento, formando pasmoso
enérgica vitalidad que desde entonces cobra
ma
nacional, sacro y profano, hasta
mas
llegan á cobijar a toda Europa.
Varias causas pueden señalarse de
poca importancia que se daba
ban siempre sobre manera, y en que
tal
dra-
penuria de documentos:
á la labor literaria
la
en obras que gira-
mismos tópicos desarrollados de
los la
el
que en tiempo de Lope sus ra-
la
misma
menos
parte del poeta era seguramente
esti-
mada que la del músico y el maquinista: y el no haber existido aquí, como en otras partes, cofradías dramáticas, verdaderos gremios de aficionados á este género de representaciones,
drama ¡ífica
vegetación de
siglo xv:
las
y en cuyas manos
Moralidades y de los Misterios franceses del
poemas de enorme extensión algunos de
veces formando
el
cada vez más, llegó á aquella pro-
religioso, secularizándose
ciclo. Si
en España son raros
ellos,
y ligados a
los misterios,
de
las
moralidades (piezas de carácter alegórico, con mezcla y aun predo-
minio de elementos satíricos) no se halla lo cual
en
el
ni el
nombre
siquiera (i),
no es decir que fuesen enteramente desconocidas, puesto que
teatro del siglo xvi
representaciones morales,
encontramos algunas piezas
calificadas
que seguramente no venían de Francia. Los
destinos de este género han sido
muy
varios: en
Francia, y aun en
Inglaterra (cuya primitiva literatura dramática es una secuela francesa), siguió una tendencia decididamente realista
de
las
y
de
la
prosaica,
y
abstracciones éticas fué pasando por grados á ser rudo esbo-
zo de comedia de carácter, confundiéndose á veces con las las sotties.
(1
de
En España, donde
[Cítalo, sin
embargo,
el
el
teatro religioso persistió
marqués de
Santularia. (A. H.)
j arces y
cuando en
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
200
todas partes había muerto, primitivo espíritu,
con la
el
y nunca degeneró enteramente de su combinó
parte alegórica de las moralidades se
la
elemento histórico y dramático de
los misterios,
engendrando
nueva y más depurada forma del auto sacramental, en que apa-
drama
recieron compenetrados los dos principios generadores del teológico, la Biblia
Y,
si
y
la Escolástica.
bien se mira, una moralidad sería aquella comedia alegórica
que en 1414 compuso D. Enrique de Villena para coronación de D. Fernando ella
intervenían
como
obviaverunt
al
de
las fiestas
la
versículo
Justicia, la Verdad, la
Paz y
la
del salmo 84: «.Misericordia
1 1
sibi: Justitia et
Pax
osculatae sunt.-»
El teatro del siglo xvi (único teatro que tenemos anterior
Lope de Vega) recogió
la
Honesto, en Zaragoza, puesto que en
personajes
Misericordia, conforme et Vertías
el
las tradiciones
drama
del perdido
al
de
religio-
so de los siglos medios, y sirve indirectamente para confirmar su existencia.
Es
cierto
que no se habla ya de misterios
ni
de morali-
dades, prefiriéndose los nombres de égloga, farsa, representación,
y aun tragicomedia alegórica; pero ¿quién duda que la Victoria Christi del bachiller Bartolomé Palau, por ejemplo, en que se des-
auto,
economía del Antiguo y Nuevo Testamento, es un inmenso misterio cíclico; y que, por el contrario, la Farsa moral, de
arrolla toda la
Diego Sánchez de Badajoz, «en que se representa cómo ^virtudes cardinales enderezan los actos humanos», ó su cional del libre albedrío, «en que se representa
»entre
el
Espíritu
y
la
la
cuatro
las
Farsa ra-
batalla
que hay
Carne», ó su Farsa de la Iglesia, ó
Juego de cañas espiritual de virtudes contra
vicios,
ó
la
del
la
Danza
de los
pecados, son moralidades hechas y derechas; sin que falte entre otras
muchas de
su autor, especialmente en
de la Muerte, acerca más
ni siquiera
y más
la
Farsa militar y en
una desvergonzadísima parte
la
satírica
Farsa
que
á sus congéneres del otro lado de los Pirineos?
las
¿Qué
es sino una moralidad inmensa, una sátira general de las costumbres
y de los estados humanos, el Auto de las Cortes de la Muerte, que comenzó Micael de Carvajal, y terminó Luis Hurtado de Toledo? La persistencia de estas formas del teatro medioeval, cuando ya en todas partes iban desapareciendo, es quizá la principal razón que explica
la
pérdida de los textos anteriores: razón análoga á
la
que
CAPÍTULO trajo la pérdida casi
XXV
más
sujetas están á continua
más popular y vivo
desmenuza en fragmentos
al
la
prosa historial, ó
épico-líricos, ó invade el teatro,
poesía narrativa se convierte en activa. Del popular,
un gé-
es
mutación sus formas. Lo que
ayer fué versos de gesta, mañana se ingiere en se
r
completa de nuestra primitiva poesía épica en
su forma de cantares de gesta. Cuanto nero,
28
mismo modo
y de drama
el
secularizarse, recibe la herencia del teatro litúrgico
y secombina con todo género de elementos profanos, y toscas formas antiguas bajo el prestigio de las nuevas.
militúrgico, le
entierra las
Esta segunda era comienza, sin disputa, en Juan del Enzina. La
obra anterior á
de
la
él
anónima y
era
colectiva: la
suya tiene ya
el sello
individualidad, hasta en aquellas primeras composiciones su-
yas que parecen más ajustadas
al
canon hierático. Cinco de estas
piezas pertenecen á aquel género de representaciones
gos pueden facer, según
palabras de
las
la
que
ley de Partida
los cléria
(1.
títu-
,
VI, ley 34): «assi como de la nacencia de nuestro señor Jesucristo
lo
-»en
que muestra cómo el ángel vino á los pastores, é como
les dijo
acarno era Jesucristo nacido... c de su resurrección, que muestra qiu •»fué crucificado
amueven al
orne
é resucitó al tercero día: tales cosas como estas que
d facer bien ¿ a haber devoción en
enteramente con estos preceptos
las
de Resurrección que compuso Enzina para de Alba: diálogos sobremanera presión de afectos, por esta parte
queda
muy
la
la
fe.-»
Cumplen
representaciones de Pasión y el
oratorio de los
sencillos, algo fríos quizá
Duques
en
la
ex-
índole poco ascética del poeta (que en
inferior á su
coetáneo Lucas Eernández), pero
la ortodoxia y hasta en el respeto con que tema evangélico, buscando siempre la forma indirecta (i).
decorosos, intachables en se trata el
(1)
Representación á la
muy
bendita pasión y muerte de Nuestro precioso Re-
demptor: adonde se introducen dos ermitaños, el uno viejo y dose como entre padre
monumento, cuando
to,
en un
Va
alIe°ós-.>
hijo,
á
ellos
una mujer llamada
crucificar, dejó
ella le dio
esto tnesmo introducido
el otro
mozo, razonán-
camino del Sanio Sepulcro; y estando ya delante de
d razonar con
le 1 1era han
paño que
y
para
se
í
'crónica,
d quien
'
Cris-
imprimida la figura de su glorioso rostro
alimpiar del sudor y sangre que iba corriendo.
un Ángel que
7j/'no
á contemplar en
el
monumento, y
les
trajo consuelo y esperanza de la santa resurrección.
Representación d la santísima resurrección de Cristo: adonde se introducen Jo-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
282
Pero
églogas de Navidad son cosa
las tres
ellas el
elemento profano alterna con
pone á
él.
El júbilo de
el
muy
diversa,
porque en
devoto, y á veces se sobre-
convidaba á usar de menos severi-
la fiesta
y espectadores podían entregarse sin remilgos á una infantil, franca y sana. La intervención de los pastores cua-
dad, y autor alegría
draba maravillosamente á esto, y ya hemos dicho que otros poetas coetáneos de Enzina ó poco anteriores á él, como el franciscano Fray Iñigo de
de
Mendoza en
Adoración con
la
Juan del Enzina
el
su Vita Christi, habían desarrollado el cuadro los
mismos toques de bucólica
mismo nombre
clásico
realista.
de égloga
(i),
Pero en
no usado
hasta entonces en nuestra literatura, que yo recuerde, y que luego siguió nuestro poeta aplicando á la
sefy la Mada/e?ia,y
mayor
parte de sus farsas profa-
que iban al castillo de Emaús; los cuales
los dos discípulos
eran Cleofds y San Lucas, y cada uno cuenta de qué manera Redentor. pultó;
Y primero Josef comienza
y después entró
otros dos discípulos; y la fe (
) 1
y
contemplando
el sepulcro
le
apareció nuestro
en que á Cristo se-
Madalena, y estándose razonando con él, entraron los á ellos por les acrescentar el alegría
la
en fin, vino un Ángel
de la resurrección.
Égloga representada en
la noche de la
Navidad de nuestro Salvador, adon-
de se introducen dos pastores, uno llamado Juan, é otro Mateo; é aquel que se llamaba, entró primero en la sala
bre de
Juan
del
adonde
Enzina llegó á presentar
el
cient coplas de aquesta fiesta
ra duquesa; é el otro pastor llamado Maleo, entró después los detractores é maldicientes comenzóse
alegre é ufano, porque sus señorías
le
á razonar con
porque
se las
desto,
él,
á
la seño-
é en -nombre de
é Juan estando muy
habían ya recebido por suyo, venció la me-
tida del otro. Ado?ide prometió que vertido sus obras,
Juan
duque é duquesa estaban, é en nom-
el
mayo sacaría
la compilación de
todas
usurpaban é corrompía?:, é porque no pensase?! que toda
su obra era pastoril, segú?t algunos decían, mas antes co?iosciesen que ó más se extendía su saber.
— Égloga representada en la los
misma
noche de Navidad, adonde se introduce?i
mesmos pastores de arriba: é estando
cían, entrara?? otros dos pastores, que
éstos
e?i
la sala
Lucas é Marco
adonde
los
maitines se de-
se llamaban, é todos cuatro
en nombre de los cuatro evangelistas, de la nal ¡vidad de Cristo se comenzaron d razonar.
— Égloga trovada por ¿a cual
á cuatro pastores,
los i?ifortu?iios de las
Juan
del Enzina, representada ta noche de
Navidad,
e?i
Miguellejo, Juan, Rodrigo é Antón llamados, que sobre
grandes lluvias é
un ángel aparesce, é elnascimiento dones á su visitación se apare/an.
la
muerte de un sacristán se razonaban
del Salvador les anunciando, ellos con diversos
CAPITULO XXV ñas, indica
un propósito deliberado de dar importancia á
en que
él
sobresalía,
nombre
le
tomó de
más que tico
de
el
la
283
según confesión de sus propios émulos. El
cuando tradujo sus Bucálicas; y algo nombre tomó, según creo: cierto concepto ideal y poéVirgilio,
vida rústica, que en
se va desenvolviendo lentamente,
él
no en contraposición, sino en combinación con tosco y
En
lo pastoril,
zafio,
de
los hábitos
y lenguaje de
alguna obra de su última manera pecó por
haciendo pastores sentimentales, como
remedo, á veces
el
los villanos
los
de
Zambardo y Cardonio. Obedecía entonces
el
la
de su tiempo.
extremo contrario, égloga de Fileno,
á otras influencias
que
luego notaremos. Pero es profundamente virgiliano, á pesar de la llaneza de expresión,
de
las églogas,
sentimiento de este delicioso pasaje de una
el
de Mingo y Pascuala: que las mañanas campo hay gran frescor;
Cata, Gil,
En
E
el
tiene
muy
gran sabor
La sombra de
las
cabanas.
Quien es duecho de dormir
Con
No
el
ganado de noche,
creas que no reproche
El palaciego
vivir.
¡Oh qué gasajo es oir El sonido de los grillos
Y
tañer los caramillos!
el
No hay
quien
lo
pueda
Ya sabes qué gozo El Pastor
muy
decir.
siente
caluroso
En beber con gran reposo
De
O
bruzas agua en
de
Por
Que
la
el cascajal
Se ve que
el
fuente;
bullendo,
se va toda riendo.
¡Oh qué pracer tan
antes
la
que va corriente
valiente!...
humilde poeta que escribió
esto, había
Fortúnate senex, y guardaba algún eco de cóndito de su alma.
Ya
el
él
en
traducido lo m«1s re-
antes de Juan del Enzi/ia, y antes que influyese en España
la
égloga clásica, los pastores, además del papel que desempeñaban
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
284
en
los autos
de Navidad, habían servido para otros
fines artísticos.
Las famosas coplas de Mingo Revulgo, que son un diálogo, aunque sin acción, presentan ya el mismo tipo de lenguaje villanesco que
predomina en Juan tos
del
teatro de nuestro autor, con la diferencia de ser en
el
Enzina poéticamente desinteresada
y costumbres de
paso que en Mingo Revulgo
los serranos, al
ve de disfraz alegórico á una sátira
en que mucha parte de
las
imitación de los afec-
la
política.
Este peculiar dialecto,
primitivas farsas y églogas están
puestas, ha sido calificado por algunos de sayagués,
por
tal el
de
la
pequeña comarca de Sayago, en
ses
entendiendo
ni
negar nada, por
de conocimiento personal del habla popular de aquella región,
cuyo estudio
está tan virgen
castellanos
y
ción,
me
(i),
como
el
de
los
demás
pues no creo que Enzina,
un determinado tipo
dialectos leone-
parece algo circunscrita dicha denominani
Lucas Fernández,
imitadores se sujetasen con estricta fidelidad a dialectal, sino
ni
ninguno de sus
reproducción de
la
que tomaron palabras é
inflexio-
nes de varias partes, y forjaron ellos otras muchas, creando
elementos de origen popular, pero exagerados hasta
una jerigonza
literaria
así,
con
la caricatura,
convencional, que Rodrigo de Reinosa llama-
ba lengua pastoril. Tal es tos
com-
provincia de Za-
la
mora; pero aunque carezco de datos para afirmar falta
sir-
han tratado siempre
que aquí sucediese otra
el
procedimiento con que los poetas cul-
y no hay razón para creer Auto del Repelón, que en algunos
los dialectos,
cosa. El
pasajes es obscurísimo, parece, no ya imitación, sino grotesca parodia del lenguaje de los aldeanos que acudían
manca.
No creemos que muchos
pone en su boca
De todos modos,
se
de
los
hayan dicho jamás, aun por
el filólogo
tiene
mercado de Sala-
al
barba rismos que
mucho que
la
En
el
principio.
Pero además de su buen
(1)
fácil,
vivo y gra-
Hemos
[Véase:
J.
1915. (A.
de Lamano /
muy aven-
visto que algunos de sus villancicos
estaban ya dialogados, y de ellos á
manca,
allí.
esta parte esencial del arte dramático, se mostró
tajado desde
autor
gente más ruda.
espigar
El diálogo en Juan del Enzina es casi siempre cioso.
el
la
égloga,
instinto, tenia
y Beneite:
el
paso no era
ya modelos en los
Bl dialecto vulgar
(
difícil.
ancio-
salmantino; Sala-
CAPÍTULO XXV
Una
ñeros.
serie
285.
de trovadores, que quizá se remonta á D. Pedro
González de Mendoza, abuelo del Marqués de Santillana, se habían valido de este artificio, ya para expresar graves
como en
mientos,
Blas contra fortuna; ya para
el
en que sobresalió
roso,
de estos diálogos, en
el
pensa-
filosóficos
y
el
discreteo
Y
rey de armas Fernán Mojica.
de Rodrigo de Cota, que no sabemos
el
amo-
en uno si
fué
representado, pero que tiene todas las trazas de haberlo sido, había
ya algún contraste de afectos y una pequeña fábula con nudo y desenlace. Juan del Enzina, que manifiestamente le imitó en ¡a Égloga de Cristino v Febea, debe ser contado también entre los herederos
de estas tradiciones de
la
poesía cortesana.
El aparato escénico en las églogas y farsas de Juan del Enzina es tan sencillo, que no induce á creer que en su elemental teatro in-
mucho aquellas pomposas representaciones palaciegas cocon el nombre de momos, de que tantas veces se hace men-
fluyesen
nocidas
ción en las crónicas (especialmente en la del Condestable Miguel
Lucas de Iranzo), y que á veces tenían palabras, como es de ver en una de Gómez Manrique; aunque sólo en lo exterior participasen del carácter dramático. Pero seguramente influyó en
Enzina,
el teatro
el arte
protano de
popular de los tiempos medios, cuya existencia es
indudable, por rudo, por tosco, por embrionario que le supongamos.
Este teatro era independiente del litúrgico, aunque á veces llegara á invadir sus dominios, profanándole. Debió de nacer espontánea-
mente, por tendencias imitativas y satíricas que están en
mismo de La de fué
la
comedia
clásica es
popularnunca, y en
en los
libros.
táculos de la
el
fondo
de todo punto
los últimos
inverisímil,
porque no
tiempos del Imperio vivía sólo
Las pantomimas burlescas y obscenas, últimos espec-
Roma
degenerada, habían sucumbido en todas partes
bajo los anatemas de
fuese en
el
naturaleza humana, sin necesidad de tradición literaria.
la
la Iglesia,
y nada restaba de
fondo obscuro de ciertos regocijos y
ellas,
como no
fiestas populares,
de Antruejo ó Carnestolendas. El teatro satírico de la
como las Edad Media tida:
«Los
aporque
tenía su
clérigos
los
nombre
propio, que consta en una ley de Par-
non deben
ser facedores de juegos de escarnio
vengan á ver gentes cómo
se facen: é
si
otros ornes los
uncieren, non deben los clérigos hi venir, porque facen hi
muchas
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
286
deben otrosí
^villanías é desaposturas: nin
decimos que
»eglesias, antes
»mente a
que
los
cá
lo ficieren:
estas cosas facer en las
deben echar de
los
eglesia
la
deshonrada-
ellas
de Dios es fecha para orar,
»é non para facer escarnios en ella.» Otra ley declara viles á este
género de histriones: «Otrosí »/
los
facedores de
que son juglares, é
los
>pueblo ó cantan ó facen juegos por. precio»
Creemos que
los remedadores,
zaharrones, que públicamente andan por
los
se enlazan por remota derivación
muy
escarnio (naturalmente,
el
(i).
modificados. por
el
con
los
juegos de
progreso de
la cul-
tura) algunas representaciones de Juan del Enzina, especialmente el
Auto del Repelón dad
que en dos ó
no es demasiado maliciosa
(si
con
tres pasajes frisa la
la
obsceni-
interpretación que les damos),
rudo y plebeyo del estilo, por la enérgica grosería de burlas, anuncia, aunque toscamente, los futuros entremeses, á los
y que por las
(2),
lo
cuales hasta se parece en acabar á palos.
Mucho más comedidas son de Antruejo; en
la
las
primera de
dos églogas representadas en noche
como en
las cuales, así
otras piezas
suyas, se valió oportunamente Enzina de las circunstancias históricas del
momento para dar algún a
VI, ley 34, y
(1)
Partidas
(2)
Anclo del Repelón.
1.
Johan Paramas,
,
tít.
interés al diálogo. Pero la
En
,
tít.
VI, ley
4.
cual se introducen dos pastores, Pier?iicuerlo
los repelaron, faciéndoles otras burlas peores.
deanos, partidos el uno del otro por escaparse dellos, el
casa de
u?i
á contar
lo
caballero:
que
é entrando
le acaesció.
e?i
le
dos pastores, é levanta Johan (3)
Johan Paramas
la sala, fallándose fuera del.peligro,
Sobreviene Piernicuerto en la rezaga, que
todo el hato se ha perdido; é entró
cer la chanza, al cual como
(3)
e
estando vendiendo su mercadería en la plaza, llega-
los cuales,
ron ciertos estudiantes que
el
a 7.
segunda
un Estudiante, estando
ellos
f
Los se
comenzó
le dice
ablando,
al-
fué á
á
cómo refa-
vieron solo, echaron de la sala. Sobrevierten otros
Paramas
7i?i
villancico.
Égloga representada en la noche postrera de Carnal, que dicen de Antruejo
ó Carnestollendas: adonde se
introducen cuatro pastores, llamados Beneitoy Bras,
Y primero
Benciio entró en la sala adonde el Duque y Duquesa estaban, y comenzó mucho d dolerse y acuitarse porque se sonaba que ei Duque, su señor, se había de partir d la guerra de Francia; y luego tras él entró el
Pedruelo y Lloriente.
que llamaban Bras, preguntándole druelo, el cual
le
la
causa de su dolor; y después llamaron á Pe-
dio nuevas de paz, y en fin, vino Lloriente que
Écloga representada
la
mesma noche de Antruejo ó
les
ayudó d cantar.
Carnestollendas: adonde se
introducen Los mesmos pastores de arriba, llamados Beneilo y Bras, Lloriente y
CAPÍTULO XXV
en que
es verdadera égloga de Carnestolendas,
guo tema poético de
la
287 se dramatiza el anti-
de D. Carnaval con Doña Cua-
batalla
resma, terminando con un himno b.áquico y epicúreo: nunc ¿st
bibendum:
Hoy comamos
y bebamos
Y
cantemos y holguemos, Que mañana ayunaremos. Por honra de Sant Antruejo
Parémonos hoy bien anchos,
Embutamos
estos panchos,
Recalquemos
el pellejo.
Que costumbre es de concejo Que todos hoy nos hartemos, Que mañana ayunaremos... Tomemos hoy gasajado, Que mañan3 vien la muerte; Bebamos, comamos huerte; Vamonos cara el ganado. No perderemos bocado, Que comiendo nos iremos
Y mañana
ayunaremos.
Enzina dio un gran paso hacia
la
verdadera comedia en
dos
las
églogas que, por los nombres de sus interlocutores, pudiéramos
mar de Mingo, Gil y Pascuala, siderarse
como dos
actos de un
las cuales,
mismo pequeño drama, por más que
fueron escritas y representadas en años distintos. Por lindeza de
lla-
en realidad, pueden con-
la
frescura del
mejor
estilo
y por
de
que podemos llamar su primera manera. Pero hay también en
la
ellas
un
la
artificio,
contraste entre
causa
el
la versificación,
son, sin disputa, lo
aunque candoroso, superior
la
vida cortesana
rápido tránsito de
la
y
la
al
de
las restantes.
campesina, con
una á
la
los efectos
El
que
otra en personas criadas
en en uno ú otro de estos medios, está representado en esta graPedruclo. ban,
Y primero
y tendido en
había cenado,
Beneito
el suelo,
entro' diciendo
otra vez á cenar con resma, entraron
en la Sala adonde el
Duque y Duquesa
*
y
LLrlente y ,
di.
esta-
luego liras, que ya
Carnal fuera*, mas importunado de Beneito, tornó
y estando cenando y razonándose sobre
él,
tando con mucho placer
e?ilro
de gran reposo comenzó á cenar;
la venida de
Cua-
Pedrudo, y lodos cuatro juntamente, comiendo y can-
ron fin d su festejar.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
288
ciosa miniatura por
el
escudero á quien
amor de una
el
zagala
hace tornarse pastor, y por dos pastores transformados súbitamente en palaciegos. El diálogo es más vivo y más constante-
mente
feliz
que en obra alguna del poeta. Quizá
desdeñó acordarse de estos
infantiles
el
gran Lope no
balbuceos del drama cuando
en Los prados de León y en otras comedias suyas presentó análogas situaciones, humanas y simpáticas siempre, y que abrían ancho
camino á su raro talento de pintor de los
la
naturaleza
y de
la
vida de
campos.
Aun
los villancicos
del Enzina,
de estas dos piezas son de
y en uno de
ellos la poesía lírica
los
mejores de Juan
va acompañada del
baile;
innovación que también había de ser fecunda en resultados para el
arte escénico:
GasajémoDOs de hucia:
Que Viénese
el
pesar
sin le buscar.
Gasajemos
esta vida,
Descruciemos del trabajo;
Quien pudiera haber
gasajo,
Del córdojo se despida. Déle, déle despedida;
Que Viénese
el
pesar
sin le buscar.
De los enojos huyamos Con todos nuestros poderes; Andemos
tras los placeres,
Los pesares aburramos. Tras
los
placeres corramos;
Qu'el pesar
Viénese
sin le buscar...
Xo exageraba Barbieri cuando consideraba á Juan del Enzina como patriarca del género dramático- musical, conocido entre nosotros con el nombre de zarzuela. Es cierto que el elemento musical se concreta á los villancicos
gunos de
ellos
con que
las piezas
han de considerarse como meros
podrían eliminarse de
la fábula sin perjuicio
qu e siempre guardan alguna relación con
el
terminan; y que
al-
accesorios líricos que
de su integridad, aun-
fondo de
ella.
Pero otros
CAPÍTULO XXV
como
son intensamente dramáticos,
el
chasquido de
la
honda
Repastemos
el
que tiene todo
éste,
de un coro, en que parece que se siente ganado, y
289
el
carácter
el
ruido de las esquilas del
del pastor:
ganado.
¡Hurriallá!
Queda, queda, que se
Ya no
va.
tiempo de majada
es
Ni de estar en zancadillas; Salen las Siete Cabrillas,
La media noche Viénese
la
es pasada,
madrugada.
¡Hurriallá!
Queda, queda, que se Queda, queda acá
va.
el vezado.
Helo va por aquel cerro;
Arremete con
Y
el
perro
arrójale su cayado,
Que anda todo desmandado. ¡Hurriallá!
Queda, queda, que se
va... (1).
Égloga representada en requesta de unos amores: adonde
(1)
se introduce
una
pastor cica, llamada Pascuala, que yendo cantando con su ganado, entro' en la sala
adonde
el
Duque y Duquesa
estaban.
Y luego
después della entró un pastor llama-
do Mingo, y comenzó d requerilla; y estando en su requesta, llígó un escudero, que
también preso de sus amores, requesidndola y altercando el uno con sosacó y se tornó pastor por
Égloga representada por cidas, que son
go,
el otro, se la
ella.
las
un pastor que de
mesmas personas que en ajiles
la de arriba
van introdu-
era escudero, llamado Gil, y Pascuala, y Min-
y su esposa Menga, que de nuevo agora aquí
se introduce.
Yprimero
en la sala adonde el Duque y Duquesa estaban; y Mingo, que iba con
él,
Gil entró
quedóse á la
puerta espantado, que no osó entrar; y después, importunado de Gil, entró y en
nombre de Juan del Enzina
llegó
copilacióti de todas sus obras,
señorías
le
mandasen.
bailaron con ellas. tor,
y
Y después
Y otra vez
á presentar al Duque y Duquesa, su?
allí
prometió de
fio
trovar más, salvo
cióles
Y en fin,
lo
que sus
llamaron á Pascuala y d Menga, y cantaron y
tornándose á razonar
allí,
dejó Gil el hábito de Pas-
que ya había traído un año, y tornóse del palacio, y con
Pascuala.
señores, la
él juntamente la
Mingo y su esposa Menga, viéndolos mudados
su
del palacio, cre-
envidia,y aunque recibieron pena de dejar los hábitos pastoriles, también ellos
quisieron tornarse del palacio y probar la vida a" él. Así que lodos cuatro juntos,
muy
bien ataviados, dieron fin
Menlndez
y
á
Pelayo. — Poesía
la representación cantando el villancico del cabo. castellana. III.
iq
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
2gO
Cierra dignamente este primer grupo del teatro de Juan del zina,
una primorosa representación
hecha ante
sin título,
el
En-
príncipe
D. Juan, y que se distingue de todas las demás por la intervención de un personaje alegórico, el Amor, que abre la escena con un soliloquio
(como más tarde había de hacerlo en
el
Aminta
del Tasso),
encareciendo en pulidos y acicalados versos su incontrastable poderío (i).
Hay en
estos versos claras reminiscencias del Diálogo de
Rodrigo de Cota, pero
la
imitación sostiene
la
competencia con
el
original:
Prende mi yerba do
Y
en llegando
La
vista
de
la
Luego
razón ciega,
Mi guerra nunca Mis
sosiega;
mañas,
artes, fuerzas é
E
llega;
corazón,
al
mis sañas,
Mis bravezas, mis enojos,
Cuando encaran á los ojos, Luego enclavan las entrañas. Mis saetas lastimeras
Hacen siempre
En
los hitos
Muy Muy
certeras,
penosas,
Soy muy
Y
tiros francos
y en los blancos
muy
ligeras.
certero en tirar
en volar,
Más que nunca nadie
fué;
Afición, querer y fe
Ponerlo puedo ó quitar.
Doy dichosa 6 triste suerte: Doy trabajo é doy descanso;
( i )
tre
Representación por
Juan
del Enzina, ante el
muy
esclarescido é
muy
i/las-
Príncipe don Juan, nues/ro soberano señor, lnirodúccnse dos pastores, Bras é
7ua?iillo,
é con
ellos
un Escudero, que d
las voces de otro pastor, Pelayo llamado,
frechas del Amor mal herido se quejaba; al con sus frechas é arco, de su gran pode
sobrevinieron; el cual, de las doradas cual,
andando por dehesa vedada
nándose, el sobredicho pastor había querido prendar. Gallardo,
El
il
reimprimir esta pieza en
triunfo de amor.
el
número
5.
de El
Criticón, la
llamó
CAPITULO XXV
Yo
soy
fiero,
Yo
yo soy manso,
soy fuerte,
Yo doy
vida,
E
los corazones
cebo
yo doy muerte,
De pasiones, De sospiros 6 cuidados. Yo sostengo los penados, Esperando gualardones.
Hago de mis
serviciales
Los groseros ser
polidos,
Los polidos más locidos
Y
especiales;
Los escasos
Hago de
liberales.
los aldeanos
Cortesanos,
E á los simples ser discretos, E los discretos perfetos, E á los grandes muy humanos. E
más é más potentes más sojuzgados; más acobardados
á los
Hago
ser
E
á los
E E
á los
mudos
á los
más botos é rudos
Ser valientes; elocuentes;
Ser agudos.
Mi poder haze é deshaze.
Hago más cuando me
place:
Los elocuentes ser mudos.
Hago de dos voluntades Una mesma voluntad: Renuevo con novedad Las edades,
E
ajeno las libertades.
Si quiero,
Y Mando
pongo en
concordir.
en discordia. lo
Yo tengo
bueno é el
lo
mando y
malo. el palo,
Crueldad, misericordia.
Puedo tanto cuanto quiero,
No tengo Tengo
par ni segundo.
casi
todo
el
Por entero,
mundo
291
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
2g2
Por vasallo é prisionero: Príncipes y Emperadores
E
señores,
Perlados é no perlados;
Tengo de todos
estados,
Hasta los brutos pastores.
No
como
diré,
una poesía ta
Gallardo, que todo esto sea ático; pero
muy
lozana,
muy
profundo.
que halaga apaciblemente
que es
sí
y que brocon espontaneidad suma de un ingenio verdaderamente poético,
aunque no
el
oído,
¿Marcó nuevos rumbos a este ingenio su larga residencia en lia?
¿Ha de
atribuirse á ella el
mayor adelanto
artístico
que mues-
tran bajo ciertos respectos las tres únicas piezas conocidas su segunda manera: la Égloga de Fileno
Plácida y, Viloriano,
que
la
firmada por
el
la
Farsa de
fundada cuando sólo se atiende á los
datos biográficos de Enzina, y
Roma
Zambardo^
hoy de
Égloga de Cristino y Febea? Esta suposición,
á primera vista parece
impreso en
y
Ita-
al
hecho de haberse representado é
una, por lo menos, de estas farsas, no resulta con-
examen de
mismas, en
las piezas
las cuales,
con
mejor voluntad del mundo, nada hemos podido encontrar que teatro italiano, salvo en
rectamente recuerde
el
del prólogo ó introito
(i).
Lo único que puede
una de
uso
ellas el
admitirse es que
la
di-
el es-
pectáculo de comedias más desarrolladas y más ricas de elementos
dramáticos que
sión.
gar,
más
intensidad, viveza
Pero aun esto no puede afirmarse
en tiempo de Juan del Enzina había
nas, reduciéndose
en rigor á cuatro:
Ariosto, que son de
(1)
ampliar su cuadro y dar
las suyas, le hiciesen
realce á los personajes,
[Sin
1
508 y
1
la
y nervio á
sin cautela.
muy
la
En primer
pocas comedias
Cassaria y
más
exprelu-
italia-
los Sappositi del
509; la Calandria, del Cardenal Bibbie-
embargo, según ha demostrado
el Sr. J. P.
(The Spanish Pastoral Drama; Philadelphia,
191 5; y
Wickersham Crawíord The Source of Juan del
Encina 's Égloga de Fileno y Zambardo, en Revue Hispanique, xxx, año 19141, la Égloga de Fileno y Zambardo procede de la segunda égloga de Antonio Tebaldi o Tebaldeo (1463- 1537), escrita en terza rima y cuyos interlocutores son Tirsi y Damón. El Sr. tos italianos
en
las
Wickersham Crawíord encuentra también elemen-
églogas de Cristino y Febea y de Plácida y Vitoriano. (A. B.)]
CAPITULO XXV
en
na, representada
corte de Urbino
la
Mandrágola
sí
que no puede ser anterior á
ciones: cotéjense luego con
dará resuelta por
tipo de la
de
como
comedia de
se decía
nuco y de original,
sí
1 5
de Enzina, y
la
latina: la
Calandria es una licenciosa repetición
Meneemos; I suppositi es una combinación
los
Sólo Maquiavelo había hecho una comedia italiana,
sería admirable
que
los pastores
hábito charro ni
si
el
de
muy la
la
segunda había abierto
Roma
la
misma perfección
él,
los
que modificaron su gusto
desigual mérito, pero igualmente leídos por
Cárcel de amor, de Diego de San Pedro, y
el
las
fuentes del realismo
relegase á la lectura
le
la casuística
y
libro
algunos elementos, y
corporó bien ó mal en su incipiente dramaturgia; tina no acertó á imitar sino la parte
sódica,
ya
aunque su
privase de influencia
de su tiempo.
arte
más
si
bien de
trivial, las
los in-
la Celes-
escenas de bajo
que por su grosería misma habían de tentar más á
lectores vulgares citada,
y
la
más amplio, y que-
lo porvenir, le
la
sentimen-
pasión, la apoteosis del suicidio por amor:
Enzina se asimiló de uno y otro
las
mitad de su vida,
dejo salamanquino?
daba como un tipo dramático posible para
cómico,
¿Qué tiene que
ermitaños del pobre Juan
La primera había puesto de moda
devaneos de
directa sobre
pudiera pres-
publicación de su Cancionero, fueron dos libros caste-
la
sus contemporáneos:
los
y
los
que con haber pasado en
llanos en prosa,
Celestina.
(ó
en tiempo de Terencio), contaminación del Eu-
Los modelos que influyeron en
tal,
cuestión que-
el
ver nada de esto con
después de
y
Léanse estas cuatro produc-
12.
las farsas
cindirse de la profunda inmoralidad del argumento.
el
13,
las
genuinamente
nunca perdió
5
Ariosto y Bibbiena reproducen fielmente
los Cautivos.
del Enzina,
1
misma. Esas piezas son verdaderas comedias:
lo son.
la intriga
6 de Febrero de
de Maquiavelo, cuya fecha precisa no se sabe, pero
la
de Enzina no
el
293
á los imitadores de corto vuelo.
de
la
Una
los
escena epi-
égloga de Plácida y Vitoriano, basta y so-
bra para comprender lo que Enzina podía hacer en este género.
Mucho más
se inspiró en la Cárcel de
inaccesible el modelo, le
Amor, porque no era tan
y además porque su educación de trovador
ayudaba. Puso en buenas coplas aquellas eternas lamentaciones
de esquiveces y desdenes;
trató
con bastante habilidad todos
los lu-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
2g4
gares comunes del romanticismo erótico; y buscó
el
efecto trágico
haciendo que sus enamorados se diesen cruda muerte por sus propias manos;
de
la
si
bien en
mala suerte de
la
Farsa de Plácida y Vitoriano, condolido que la propia diosa Venus
la protagonista, hizo
bajase á resucitarla por ministerio de Mercurio.
ortodoxia
le
detuvieron todavía menos que
primitivo final de
el
en
la
al
Los escrúpulos de
autor de
égloga de Fileno y Zambardo,
la
la
tal
Cárcel.
como
En
se lee
edición suelta gótica, aunque luego se suprimió en el Cancio-
nero de 1509, se canoniza con
Zambardo
(i
).
En
la
profanación van todavía más
el
Santo Oficio
la
enamorada muerta, que
de Badajoz, ó de
la
irreverencia y
una monstruosa parodia de
es
el estilo
la
y nadie se asombrará de que índices, cuando lea la Vigilia de
lejos,
pusiera en sus
por los difuntos, en
frescura al suicida pastor
Farsa de Plácida y Vitoriano,
la
la
mayor
la
de
las Liciones
las
preces
de Job, de Garci Sánchez
Misa de Amor, de Suero de
Ribera, y con invoca-
ciones de esta guisa: Cupido, Kirieleisón;
Diva Venus, Christeleison; Cupido, Kirieleisón;
ó cuando llegue á
la
oración, no
que Vitoriano hace á
la
menos estrambótica y malsonante,
diosa Venus, encomendándole su alma para
la ponga con las de Piramo y Tisbe y Hero y Leandro. La égloga de Fileno y Zambardo (que Juan de Valdés llama comedia ó farsa) difiere de todas las demás de su autor por la conti-
que
(0
ZAMBARDO
No
Y
rueguen por
él,
Pues vamos llamar Al
muy
Cardonio, que es sancto,
debemos nos de
así lo
los
tener.
dos sin carcoma
santo crego que lo canonice;
Aquel que en vulgar romance se dice Allá entre groseros
el
Papa de Roma.
GIL
¿Qué es
lo
que queréis, oh nobres pastores?
ZAMBARDO Queremos rogar queráis entonar
Un
triste
réquiem que diga de amores.
CAPITULO XXV
nua gravedad del tonación
y
arte mayor; rito
estilo, sin
énfasis
de
295
mezcla alguna de gracejos, y por la enque es siempre en coplas de
la versificación,
metro nada propio del
teatro, lo cual acrecienta el
de Juan del Enzina en algunos trozos en que
afectos es viva y elegante, sin
La sierpe y
A
quien
la
menoscabo de
la sencillez:
el tigre, el oso, el león,
natura produjo feroces,
Por curso de tiempo conoscen
las
voces
De quien
los gobierna, y
Mas
do nunca moró compasión,
ésta,
Aunque
la
mé-
expresión de los
la
sigo después
humildes
le son.
que soy hombre
Y
soy hecho ronco llamando su nombre,
Ni
me
oye, ni muestra sentir mi pasión
(1
Otros lugares de esta pequeña tragedia caen en
1.
lo
declamatorio,
y adolecen de languidez y monotonía; pero el conjunto satisface por la templada armonía de sentimiento y estilo, y no carece de cierta poesía melancólica, siendo además digna de notarse la semejanza que tiene este cuadrito dramático con el
el
episodio de Grisóstomo en
Quixote, y con la canción del desesperado pastor. Menos me contenta la égloga ó farsa de Plácida y
(1)
Égloga trovada por Juan del Enzina, en
res, Fileno,
amor
Zambardo é Cardonio. Donde
cuenta sus penas
á Zambardo y Cardonio. El se
este Fileno,
cual, no
freso de
muy
desfavorecido,
fallando en
ellos remedio,
mata.
Égloga nuevamente trovada por Juan del Enzina, en
cen dos enamorados, llamada ella Plácido y
dada,
(2),
la cual se introducen tres pasto-
recuerda cómo
de tina mujer llamada Cefira, de cuyos amores viéndose
por sus propias manos (2)
se
Vitoriano
y añadido un argumento,
él Vitoriano:
la cual se introdu-
agora nuevamente emen-
siquier introducían de toda la obra, en coplas,
y
mks otras doce coplas que fallaban en las otras que de antes eran impresas. Con el
*Nunc
dimittis* trovado por el bachiller
argumento en prosa,
Fernando de Yanguas. (Con un largo
distinto del Introito en verso, puesto en boca de Gil
Cestero, que también cuenta de antemano
la
fábula de
Por daros algún solacio
Y
gasajo y alegría,
Ahora que estoy de espacio,
Me vengo acá por palacio. Y aun verná más compafiía. ¿Sabéis quién?
la pieza:)
2g6
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
no obstante que tan buen
como Juan de Valdés
crítico
todas las restantes. Es más larga que ninguna,
y
tiene
la
puso sobre
más compli-
cación de elementos dramáticos, ya sentimentales, ya naturalistas, Gente que sabrá muy bien Mostraros su fantasía.
Verná primero una dama Desesperada de amor;
La
cual Plácida se llama,
Encendida en viva llama,
Que
se va
Y
con gran dolor
querella
Viendo que se aparta
Un
della
galán su servidor.
Entrará luego un galán,
El cual es Vitoriano,
Lleno de pena y afán
Que
sus amores le dan,
Sin poder jamás ser sano:
Porque halla
Que
No
es posible ni en su
Y Y
forzado y dejalla
l'es
él
con
mismo él
Mas con
lidia
mano.
consigo,
su pensamiento, Suplicio, su amigo,
Eslinda su pensamiento,
Por
hallar
Remedio para
aplacar
El dolor de su tormento.
Y
aconséjale Suplicio
Que siga nuevos amores De Flugencia y su servicio, Porque con
tal ejercicio
Se quitan viejos dolores.
Mas aqueste Hirióle de mortal peste;
Que
Y
las curas
son peores,
no se puede
sufrir
Sin á Plácida tornarse
Aunque
se fuerza á partir;
Tornando por
la servir,
Halla que fué á emboscarse.
Un
pastor
Le da nuevas de
dolor,
Diciendo que fué á matarse.
Y
con
él
en busca della
CAPITULO XXV
297
ya fantásticos y mitológicos, pero no están combinados, sino meramente yuxtapuestos, con tan poco artificio, que más de la mitad de
las
escenas
(si tal
un ápice
se cercenara en
pieza tiene
nombre merecen) podrían
más
comedia,
nioso
y
(i).
la
auditorio romano, para quien fué escrita
al
El autor, en algunos versos del Introito,
mismo
este
autor de
pobrísimo argumento. Se ve que esta
el
pretensiones literarias que ninguna de las otras,
acaso en consideración
y representada
cuyo uso generalizó después
Introito,
la
el
llamó inge-
Propaladia, es remedo clarísimo de los pró-
logos del teatro latino é italiano: quizá del Enzina
disgregarse, sin que
tomó de
La
ellos.
la
única cosa que Juan
versificación
es
excelente, sobre
todo en los monólogos de Plácida, que expresan con ardor y vehemencia la rabiosa pasión de los celos. En esta parte afectiva,
nunca Enzina había rayado tan
mente Juan de Valdés en
su* elogio:
¡Que se
Que
y á esto atendería principal-
alto,
digo
Yo
vaya!...
estoy loca,
tal herejía...
Lástima que tanto toca,
¿Cómo
salió
por mi boca?
¡Oh qué loca
fantasía!
Fuera, fuera,
Va
Suplicio juntamente.
Yendo razonando della, Hallan qu'esta dama bella Se mató cabe una fuente.
Y
él así
Se quiere matar
Y
Venus no
Mas
A
allí,
lo consiente.
antes hace venir
Mercurio desd'el
Que
la
Y
dé nuevo
le
cielo,
venga á resurgir
De modo que
vivir,
su gran duelo
Se remedia,
Y
así
Con (1)
[En casa
del
acaba esta comedia gran placer y consuelo.
Cardenal Arbórea
(el
valenciano Jaime Serra),
como
antes se ha dicho; pero no en Agosto, según apunta erróneamente Graf, siguiéndole,
Menéndez y Pelayo,
sino en Enero de 1513. (A. B.)\
y,
298
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
Nunca Dios
Que en
tal
cosa quiera;
su vida está la mía.
Cúmplase lo que Dios quiera; Venga ya la muerte mía, Si le place que yo muera. ¡Oh quién
viera é oyera
le
Los juramentos que hacía Por
me
¡Oh maldita
Que en
Do
haber!
mujer
la
juras de
hombres
confía!
esta el corazón abierto,
Las puertas se abren de suyo.
No
verná, yo lo sé cierto;
Con
otra tiene concierto;
Cuitada, ¿por qué no huyo?
«¿Dónde estoy?
No sé por qué no me voy. Que esperando me destruyo... Contra
No
tal
apartamiento
prestan hechicerías,
Ni aprovecha encantamento;
Echo palabras al viento, Penando noches é días. ¿Dónde estás? Di, Vitoriano, ¿do vas?
Di, ¿no son tus
Di,
¿No
me
¿Dónde ¿No
escuchas ni estás,
te duele
me
Ni
penas mías?
mi dulce enamorado, sientes?
mi cuidado,
traes á tus mientes!
¿Do
la fe?
Di, Vitoriano, ¿por
Me
me
desamorado?
que
dejas y te arrepientes?
¡Oh fortuna dolorosa! ¡Oh
triste
desfortunada,
Que no tengo Siendo
rica
dicha en cosa,
y poderosa,
CAPITULO XXV
Y
de
2gg
emparentada!
tal
FadOvS son:
En
el
viernes de Pasión
Creo que soy baptizada. Quiero
sin
duda ninguna
Procurar de aborrecello,
Mas
¡niña!
desde
la
cuna
Creo que Dios ó fortuna
Me
predestinó en querello.
¡Qué lindeza,
Qué saber y qué firmeza, Qué gentil hombre y qué bello! No le puedo querer mal, Aunque á mí peor me trate.
No veo ninguno
tal,
Ni á sus gracias nadie igual,
Por más que entre mil
lo cate.
Mas con todo, modo,
Vivir quiero de este
Por más que siempre Por
Y
los
las
me
mate.
ásperas montañas
bosques más sombríos,
Mostrar quiero mis entrañas
A
las fiera»
Y
á las fuentes y á los ríos;
alimañas,
Que, aunque crudos,
Aunque
sin razón y
mudos,
Sentirán los males míos...
Esto es pasión de mujer enamorada y celosa. Las quejas é imprecaciones de
la
pharmaceutria de Teócrito y de Virgilio
(que quizá recordaba Juan del Enzina, puesto que ducido en
las
las
no más sinceras
ni
más humanas que
éstas.
¿Quién sabe á dónde
hubiera podido llegar, en época más adelantada para mático, s'.najes?
el
poeta que de
ra todos los rasgos
en ecos,
tal
modo
Tales aciertos, y no son
Vigilia de la sin
había tra-
Bucólicas del mantuano) son más artísticas, pero
los únicos,
compensan con usu-
de mal gusto que hay en esta
la
dra-
hacía sentir y hablar a sus per-
enamorada muerta, y una pueril é contar con
el arte
farsa; la
ya citada
insufrible escena
obligada intervención de los pastores,
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
300
que en
esta pieza
no tienen gracia ninguna
ni sirven
más que de
me
parece infe-
estorbo.
En
rior á otra égloga tino
y
conjunto, sin embargo, Plácida
y Febea,
me
ya no
si
Vítor¿ano
mucho más breve de Juan engaña
único ejemplar conocido de
ella.
del Enzina, la de Cris-
vanidad de ser poseedor del
la
Se imprimió suelta en
pero no fué incluida en ninguna de
las
ediciones del Cancionero,
apenas nos explicamos cómo pudo salvarse de rial,
puesto que por
cida y
Vitoriano,
ermitaño, á quien dole con fábula,
la
ascética
el dios de
merecía tanto ó más que
Amor
y
censura inquisito-
la
la
de Plá-
Un
forma.
hace ahorcar los hábitos, tentán-
ninfa, es el protagonista
de esta sencilla
lindamente escrita y versificada, pero que no respira
y epicúreo contentamiento de
alegría sensual
creemos que
lo
la
aunque fuese mucho más delicada
hermosura de una
muy
más que
fondo
el
letra gótica,
el
la vida.
autor tuviese en mientes disuadir á nadie de
y contemplativa, pero
lo cierto es
que de su obra no
ta otra moraleja:
Las vidas de
las
hermitas
Son benditas,
Mas nunca son hermitaños Sino viejos de cient años,
Personas que son prescritas,
Que no
sienten poderío
Ni arnorio, Ni les viene cachondez;
Porque, mía
fe, la
vejez
Es de terruño muy
Y
Muy
mejor,
gozo y alegría;
La tuya de
día en día
de mal en peor.
Irá
¿Cómo podrás
Y
olvidar
dejar
Nada destas cosas
De
frío.
es la vida del pastor
De más
4
bailar,
todas,
danzar en bodas,
Correr, luchar y saltar?
Yo
lo
tengo por
Te
muy duro
lo juro,
la
Xo
vida
resul-
CAPITULO XXV
301
Dejar zurrón é cayado,
Y
de silbar
No
el
ganado;
podrás, yo te seguro.
qué gasajo y placer
¡Oh,
Es de ver Topetarse
Y Y
los carneros,
retozar los corderos, estar á verlos nacer!
Gran placer
es sorber leche
Que aproveche, E ordeñar la cabra mocha
E comer Yo no
la
miga cocha;
sé quién lo deseche.
Pues
si
digo
el
gasajar
Del cantar,
Y el tañer de caramillos, Y el sonido de los grillos, Es para nunca
Con
la
acabar...
misma hechicera ingenuidad
está escrita toda la pieza, en
que probablemente su autor no vería mal ninguno. La intervención
Amor, y otras circunstancias bien obvias, recuerdan, como ya hemos advertido, el Diálogo de Rodrigo de Cota, aunque éste de
del
Enzina es mucho más Tal
es,
examinado
del cual sólo
teatral (i).
muy
hemos dicho
á la ligera, el teatro lo
de Juan del Enzina,
preciso para no dejar incompleta, en
parte tan esencial, su semblanza. El estudio analítico de estas piezas ha sido
hecho ya, y bien hecho, por Moratín, Martínez de
la
Rosa, Schack, Cañete y otros, y últimamente, y con más extensión,
por Cotarelo; y no hay para qué rehacerle en un trabajo nuestro, consagrado principalmente á la historia de
En (1)
Égloga nuevamente trobada por Juan del Enzina, adonde
d Dios;
el
se aco?iseja,
un
se introduce
queriendo dejar este mundo é sus vanidades por
cual después de haberse retraído d ser /¿ermitaño, el dios de
Amor, muy enojado porque
sin su licencia lo había fecho,
tentar, de tal suerte que, forzado del amor, deja ios hábitos (2)
el
torno de Juan del Enzina (2) se agrupa una falange bastante
pastor que con otro servir
como
la lírica.
Las obras dramáticas de Juan del Enzina, de
una ninfa envia d y
le
la religión.
las cuales sólo
unas po-
cas habían sido incluidas en las colecciones de Moratín y Bóhl de Faber (y
é
-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
302
numerosa de poetas, que constituyen nuestra primera escuela dramática. Alguno de ellos, como Francisco de Madrid, apenas puede ñamarse discípulo suyo, puesto que
única égloga que conocemos
la
mayor parte de los restantes sí lo son, como el más próximo al maestro, Lucas Fernández, salmantino como él, y como él músico y poeta (según toda apariencia), menos fecundo que Enzina, y quizá menos espontáneo que él, pero más reflexivo, más artista, no inferior en los donaires cómicos y en las escenas pastoriles, y mucho más viril, más de
de
él es
1
494. Pero
descollando, entre
la
ellos,
austero en las representaciones sagradas, hasta llegar á cia trágica
Pero
ni
que rebosa en
Auto de
el
Lucas Fernández,
ni
Hernán López de Yanguas,
latino,
según
chiller
de
la
ni el clásico
á quien bien
expresión de Juan de Valdés;
la Pradilla, ni
elocuen-
la Pasión.
Diego de Ávila,
rrecto
la
Martín de Herrera,
ni el
y co-
mostraba ser
se le
pedantesco Ba-
ni otros
de
los cuales
todavía nos queda alguna obra, prescindiendo de todos aquellos de
quienes sólo restan nombres y
títulos
de
farsas,
desgraciadamente
perdidas ó no descubiertas hasta ahora, innovaron cosa alguna substancial
tas
en
la
fórmula dramática dada por Juan del Enzina. Las ver-
con muchas supresiones y enmiendas
recientemente por
la
mir Cañete en 1868, completo de
Juan
arbitrarias),
han sido publicadas
Academia Española, en un tomo que comenzó á impriy terminó Barbieri en 1893. Este tomo se titula Teatro
del Enzina;
pero acaso con
el
tiempo podrá añadirse á
él otra
égloga de Navidad que Salva dice haber visto impresa anónima, y que, á juzgar por su encabezamiento, apenas puede dudarse de que pertenezca á nuestro poeta:
Égloga inlerlocutoria: en la qual se introduzen tres pastores y vna zagala: llamados Pascual y Benito y Gilverto y Pascuala. Eti la qual recuenta cómo Pascual estaua en la sala del Duque y la Duquesa recontando cómo ya la seta de May otras muchas cosas; y entra Benito y le traua de la capa, y él dice cómo quiere dejar el ganado y entrar al Palacio: y Benito le empieza de contar cómo Dios era nacido: y Pascual, por el gran gasajo que siente, le
homa
se auia de apocar;
manda una borreca en
albricias:
dexen
y estándolo tanto alabando,
dizc
Pascual que
oyendo esto Gilverto, cómo tomó vn ca-
y y Benito los puso en paz; hasta que ya vienen d jugar á pares y d ?wnes. E acabando de jugar empicfan de alabar sus amos: y assi se salen cantando su villancico. [Ha sido reimpresa en la Revue Hispanique, nazca quien quisiere, que
yado para darle con
t.
le
el;
xxxvi, núm. 90. (A.
B )]
lo suyo,
CAPtTULO XXV
daderas innovaciones
un tiempo mismo Gil Vicente en
las hicieron á
Lisboa, y Torres Naharro en
tremeño eran ingenios
muy
303
Roma. Así
el
portugués
superiores á Enzina,
y
como
el ex-
paso que hicie-
el
mucho más avanzado. Crearon
ron dar á nuestra dramática fué
la
verdadera comedia, que Enzina no había hecho más que vislumbrar,
pero salieron de su escuela, comenzaron por seguir sus huellas, fe-
cundaron
na.
los
debe
gloria
gérmenes que sobre
reflejar
La posteridad
así lo
el
había sembrado, y una parte de su
él
iniciador
reconoce,
y
el
patriarca de nuestra esce-
hace plena
le
justicia,
amorosamente sus candidos bocetos, encontrando quizá en que
falta
en
las
producciones más brillantes de
dencia, porque, siglo xvi, »
como
dijo
«con más brío comienza á
que sea una
hojita sola,
las
bellamente un sabio salir
que cuando
»cargada de hojas». Estamos ya
estudia
ellos algo
épocas de decanuestro del
artista
una planta del suelo, aun-
se va secando,
muy lejos
y
de
aunque esté
en que
los días
el
nom-
bre de Juan del Enzina sólo servía para canonizar disparates ó para
encarecer antiguallas
(i);
como de una persona
en que
el
gran Quevedo hablaba de
semifabulosa; y en que
el P. Isla,
él
jugando del
vocablo, le hacía escribir cartas desde Fresnal del Palo contra los cirujanos romancistas de su tiempo. Ni
ahora á
la
especie de desdén con que
glo xvi, especialmente ideal artístico sin
le
sin
«Es más viejo que
estilo,
si-
á un
mezcla de intole-
tachó de rudo, bárbaro, rústico
y que de ningún modo cuadran
le
es posible asentir
trataron los clásicos del
duda más elevado, pero no
rante dogmatismo,
(1)
tampoco
Hernando de Herrera, que en obsequio
nes que, tratándose de lengua y
duda
le
(2), calificacio-
son siempre
muy
relativas,
discípulo de Nebrija, al traductor
al
las coplas del
Repelón», era dicho vulgar.
Y
sin
recordaba D. Francisco de Quevedo, cuando escribía en un soneto a
una vieja preciada de moza: Antes del Repelón, eso fué hogaño,
Ras con (2)
rudeza y poco ornamento que se permitía en su tiempo.*
(P.
l'Enzina, con
la
255 de las Ano-
taciones á Garcilaso.)
«Juan de l'Enzina siguió este
mismo
»y rústicamente, que ecedió á toda
la
lugar en su égloga V; pero tan bárbara
ignorancia de su tiempo.»
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
304
de Virgilio, estilo
al
familiar
de León X,
á rehabilitar á
más Juan
músico. ¡Ojalá que
hospitalaria
fué á lo
que
la
el
antigua preceptiva, comienza
del Enzina en su doble calidad de poeta el
si
Juan del Enzina no fué gran poeta,
menos un poeta muy simpático, y que dejó
cosas grandes! Gil Vicente
y de
presente estudio pueda contribuir en algo á
tan justa reparación, porque
la
que fué á su modo, y con
de su tiempo, un hombre del Renacimiento. La estética de
nuestros días,
de
al
la semilla
de
.
y Torres Naharro cultivaron también
dramática, y en
tal
la lírica á
Pero antes de hablar del primero, aunque ciso conocer el círculo literario en
que
muy
rápidamente, es pre-
vivió, la legión
de poetas bi-
lingües nacidos en Portugal, cuyas obras están recogidas en cionero de Resendc.
par
concepto solicitan ahora nuestra atención.
el
Can-
CAPÍTULO XXVI [LA LÍRICA PORTUGUESA.
EL
INFANTE DON PEDRO, DUQUE DE COIM-
EL CONDESTABLE DON PEDRO DE PORTUGAL (I429-I466); LA
ERA.
Sátyra defelice é
infelice vida;
la Tragedia de la insigne reina dona
otras obras; últimos días del condestable.
Isabel;
— los poetas del
Cancionero de resende: don juan de meneses; fernán de silveira;
ALVARO DE BRITO PESTAÑA; DUARTE DE BRITO; DON JUAN MANUELJ LUIS bernaldim ribeiro enríquez; garcía de resende: su Cancionero.
—
Y LA ESCUELA BUCÓLICA.!
La escuela
galaico-portuguesa, cuya dominación en las co-
lírica
marcas occidentales y centrales de
la
Península duró hasta fines
del siglo xiv, extiende sus últimas ramificaciones por el Cancionero
de Baena, y se pierde en tellana,
caudalosa corriente de
abandonándose, aun en
trovadoresca,
como
la
si
Galicia, el uso
bien se conserva
lo testifica, el
la literatura
cas-
de aquella lengua
vagamente su recuerdo
literario,
Prohemio del Marqués de Santillana. El mayor
poeta gallego del siglo xv, Juan Rodríguez del Padrón,
vez emplea su dialecto
natal,
y
lo
mismo
se observa
en
ni el
una sola
Vizconde
de Altamira, en Luis de Vivero y otros paisanos suyos de quienes
hay versos en
En
el
Cancionero general.
Portugal, que tenía conciencia de reino independiente,
y que
después del triunfo de Aljubarrota había entrado en su edad heroica
con
los
sión por
de
primeros descubrimientos marítimos y el litoral
la lengua,
como
la
primera expan-
completo
el
abandono
que se honraba ya con algunos monumentos en prosa,
las crónicas
didácticos del la
africano, no podía ser tan
de Fernán Lopes y sus continuadores,
Rey D. Duarte (0 Leal
Conselheiro),
los libros
y probablemente
primera redacción del Amadis de Gaula. Nada de esto impidió, Mi r.KNDEZ T Pelato. — Poesía
castellana. III
.
20
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
306 sin
embargo, que
los
portugueses durante todo
terreno de las armas,
como
lo
el siglo
xv se some-
y que, vencedores en
tiesen dócilmente á la influencia castellana,
fueron casi siempre hasta que
el
la for-
tuna los abandonó en los campos de Toro, gustasen, no obstante,
de poetizar en
la
lengua de sus odiados rivales, y los imitasen ade-
más, harto servilmente, en los versos que componían en su lengua
enorme colección de García de Resende, y se que muchos de aquellos ingenios son bilingües, sino
propia. Abrase la
no sólo
verá,
que toda
materia poética
la
provenzal de
la
archivada no pertenece
allí
antigua escuela gallega, sino á
cortesana del tiempo de D. Juan
vaba de
vetusta tradición
la
II,
lírica
la
la
al
lirismo
nueva escuela
cual algunos rastros conser-
peninsular, pero que no sólo
había olvidado á sus precursores, sino que manifiestamente difería
de
ellos
en muchas cosas y se movía bajo otros impulsos, entre
más notable
cuales era el
ia
imitación italiana, á través de
la
los
cual
algo del clasicismo antiguo comenzaba á insinuarse.
Tal fenómeno no tendría satisfactoria explicación, puesto que
abiertamente pugna con
las vicisitudes
de
la historia política, si
no
se tuviese en cuenta que Portugal carecía aún de tradiciones literarias propias,
fundido con
la
excepto en
provenzales
poética. lo
donde su
actividad se había con-
de los trovadores gallegos y con la de los
castellanos de los siglos
como lengua
la lírica,
Y
xm
y xiv que habían empleado
la lírica
por
sí sola,
como
el
el
muchos gallego
ejemplo de
confirma, no basta para dar perpetuidad
los
y funda-
mento sólido á una lengua y á una literatura. Portugal no alcanzó la
epopeya hasta
el
siglo xvi,
y esto por vía erudita, aunque de el genio de un gran poeta con el
maravillosa manera, coincidiendo
punto de mayor apogeo en
la
historia
de su pueblo. Pero en
la
épica popular de los tiempos medios, puede decirse que Portugal
no interviene para
muy
rico, es
nacía: su
romancero, por otra parte
muy
bello y
un suplemento del romancero castellano, del cual sólo
lengua y por la carencia casi absoluta de temas históricos, que son los que infunden propia y genuina vitalidad al nuestro y Le dan conocida superioridad sobre las canciones populadifiere
por
la
res de cualquier otra parte de Europa. Del tiva prosa
portuguesa crece á los pechos de
mismo modo la
la
primi-
prosa castellana:
la
CAPITULO XXVI
307
corte literaria de D. Diniz es un trasunto de
fonso
de su abuelo Al-
la
Sabio: se traducen primero y se imitan
el
luego nuestras
grandes compilaciones legales é históricas del siglo xm,
las
das, la Crónica General; se imita el mester de clerecía,
se tradu-
cen
versos del Archipreste de Hita. Libros franceses
los
Román
de Troie pasan por
finalmente,
más
el
por
Todo
las
peño
la
castellano antes de llegar
y bien
castellana en este orden, al paso
combatían en
el
campo de
la
guerra y de la afición,
política.
Ni
más difundida
allí
la
teramente probados,
muy
probables,
raíces en la fantasía tanto del pueblo
penetraban á
en
título
y en
los
Galicia), á la
célticos,
comenzaban
como de
los
libros
costumbres palaciegas, en
motes, siendo punto de
si
no en-
á echar hondas
las clases aristocrá-
de historia hasta en
se reflejaban en las
y
las divisas
y
ficciones caballerescas del ciclo bretón,
y que quizá por misteriosa comunidad de orígenes
jes (i),
de buen grado
centro de España (fenómeno que también se explica por
el
lectura de los devaneos
ticas,
el
que con tanto em-
ausencia de toda otra poesía narrativa en Portugal
la
el
materia y en
la
inclinaba, pues, á los portugueses á recibir
para contrabalancearla era suficiente
que en
en
influido
como
gallego, y,
portugués Fer-
tardío, cronista
muy directamente
al
Parti-
obras históricas del canciller Avala.
heguemonía
la
el
antiguo,
nán Lopes, aparece estilo
y
moda en
de
lina-
los saraos,
los
tiempos
I y sus inmediatos sucesores, tomar los caballeros y las nombres de los héroes de la Tabla Redonda, y proponérselos como ideal ó dechado en sus acciones. El Lanzar ote del
de D. Juan
damas Lago,
los
Baladro de Merlín,
el
capitales
y
es
pués
de este
muy el
ciclo, corrían
natural que en tal
Amadís
la
Historia de Tristán, y otros libros
ya traducidos en prosa portuguesa
medio fuese engendrado antes ó des-
peninsular, ingeniosa
y
original imitación,
que á su
vez había de tener prole tan dilatada, pero no en su primitiva for-
(1)
En
el
Nobiliario del conde D. Pedro de Barcellos, que es el
guo, no sólo de Portugal, sino de toda España, se ponen ya
rey Artús, (2)
la
leyenda del rey Lear y
la
rey D. Duarte.
el
más
anti-
genealogía del
del encantador Merlín.
Del Lanzarote portugués existe un códice en
Viena. El Merliny
la
Tristón constan en
el
la
Biblioteca Imperial de
catálogo de libros que poseyó
el
historia de la poesía castellana
308
ma,
cual fué olvidada
la
ciones, excepto el
Pero en
siglo xvi
el
que
portugués fué tanta,
de
habla de
el
la
metamor-
casi todas sus imita-
España central asu-
y aun en el xvn, la vitalidad del genio sin menoscabo de su sello peculiar tole-
empleo promiscuo de dos lenguas
el
no se eximió
el
mayor poeta de
tellanos sean parte
mismo con
lo
la
tres centurias sobre sus vecinas.
mió por
ró
luego, sino en su
Palmerin de Inglaterra; mostrándose aun en esto
predominio y soberanía que
el
muy
y perdida
lengua que fué también
fosis castellana;
muy
la
raza,
literarias: si
secundaria de sus obras. Pero no acontece
otros poetas
prosistas
y
de
los
más
insignes: Gil
Vicente, Sá de [Miranda, D. Francisco Manuel, de quienes es difícil
decidir
castellanos:
si
tan
que
ley de
bien sus versos cas-
muy
importan más como escritores portugueses ó como
compensados están
los
méritos de su labor en
ambas lenguas.
Xo
alcanzan tan alto nivel los poetas cortesanos del siglo xv,
más antiguo de
bien el
los
que acabamos de nombrar pertenece á
esa centuria por su nacimiento llegar á flejo
él, la
y
sus orígenes literarios.
poesía portuguesa de aquel siglo no es
ó trasunto bastante pálido de
literarias
de D. Juan
II
si
y de
los
la
Antes de
más que un
re-
poesía castellana de las cortes
Reyes
Católicos, con la gran des-
ventaja de no ofrecer entre sus innumerables cultivadores ninguno
que remotamente pueda compararse con Juan de Mena, los
dos Manriques, y aun con otros ingenios de orden
Santillana,
muy
inferior.
empeño en imitar lo más trivial, lo más insulso, lo más empalagoso de sus modelos. El Cancionero de Resende contiene todavía mayor número de Parece que
poetas que
Nunca ria
los
el
trovadores portugueses ponen servil
de
Castillo: llegan á ciento
cincuenta los que incluye.
y tanta penuinterminagusto camina aquel buen por El lector de
se vio tan estéril abundancia de versificadores
de poesía.
ble arenal, sin encontrar apenas un hilo de agua con sed.
Afortunadamente
sólo nos
incumbe
el
que mitigar
estudio de
la
la
parte cas-
y aun así no podrá dejar de ser árida la materia, hacer más llevadera con las noticias biográficas procuraremos que de algunos de estos poetas, más interesantes en su vida que en sus
tellana del libro,
versos, pero á quienes alguna
buena memoria debemos, siquiera
CAPITULO XXVI
por
cortesía
la
como
tanto
Grato
me
y simpática
la
y
que mostraron en honrar nuestra lengua
solicitud
suya propia
fuera colocar figura del
(i). al
frente de esta galería poética la noble
segundo de
los hijos del
infatigable viajero que, según el decir siete
mo
309
Maestre de Avis, del
de nuestro vulgo, anduvo las
partidas del mundo, y cuya memoria se perpetúa aún,
en Portugal que en
Castilla, gracias á
un
mis-
lo
libro popular,
de los
más
llamados de cordel, que todavía se reimprime, aunque cada vez alterado y modernizado,
dos de los pueblos y en
y
formando parte esencial de de
esta relación
aun con
la
de viajes
de Simbad
suele encontrarse de venta en los merca-
extremos de nuestras ciudades,
los barrios
el
la
biblioteca folklórica
(2).
La veracidad
de Juan de Mandeville, y Marino, pero es indudable que el Infante allá se
va con
la
en su mocedad viajó mucho por Europa, Asia y África; que
asistió
emperador Segismundo de Hungría en su campaña contra los
al
hussitas (1419);
que hizo
la
romería de Tierra Santa, visitando en
camino Chipre, Constantinopla y
el
de
las tierras del
de
casi
el
Cairo,
Preste Juan; y, finalmente,'
y adquiriendo noticias que recorrió las cortes
todos los príncipes cristianos de su tiempo, invirtiendo en
estas peregrinaciones
más de
diez años,
y volviendo
á Portugal, en-
riquecido con un tesoro de experiencia y saber práctico, cual otro
Oses
qui mores multorum hominum vidit
Intentó ya
(1)
el
el
A
él,
tan afor-
estudio de estos poetas, con su habitual amenidad é iu-
genio, D. Juan Valera, en un artículo publicado en 1868.
Pero
et urbes.
Revistarle España,
la
tomo
haberle dado más extensión, hubiera hecho de lodo punto
1,
inútil
mío. (2)
La última edición que hemos
visto es
de 1873, con
el título
ria del infante D. Pedro de Portugal, en la cual se refiere lo viaje que hizo alrededor del
mundo
(sic).
en el
Escrita por Gomes de Santisteban, 1010
de los que llevó en su compañia. Las antiguas, así en portugués llano, se titulan: Historia del Infante
de Histo-
q?¿e le sucedió'
D. Pedro...
el
como en
qual anduvo las
caste-
siete parti-
das del?m¿7ido. Las hay de 1564 (Burgos, por Felipe de Junta), 1570 (Zaragoza, por Juan Millán), 1595 (Sevilla, por Domingo de Robertis), etc. El texto portugués actual parece traducido del castellano, pero éste puede ser abreviación ó refundición de otro
más antiguo, que
estarí.i
lengua. Oliveira Martins se esfuerza por vindicar
probablemente en aquella
el
carácter histórico de
gunas partes de esta relación, tenida comúnmente por fabulosa.
al-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
3IO
tunado como viajero, tan sabio como legislador, tan prudente y
sudo como regente de
la
V
sobrino D. Alfonso
monarquía durante
rrobeira, el
año 1449. El interés de sus
ministración, en
menor edad de su
la
(1438-1446), fué infelicísimo en el final
su vida, sucumbiendo víctima de la perfidia en
la
viajes, la
sorpresa de Alfa-
cordura de su ad-
la
anarquía señorial, que se levantó prepotente
sobre su cadáver para caer luego herida de muerte por II,
de
que tuvo que luchar á brazo partido, como D. Al-
varo de Luna, con
D. Juan
se-
apellidado
el
el
Principe Perfecto; y, finalmente,
puñal de la
gran-
deza trágica de su destino, rodean su nombre de una aureola de
no podía
gloria, á la cual
de aquel
siglo
ufanaban
se
tura de los moralistas Oficios
de Cicerón y
y de
y
el
De
los
más
la
cultura literaria de
los políticos, tradujo á su
el
re militari de Vegecio.
había obsequiado
te desarrolló su
Y
en conformidad con sus
el libro
afi-
de Marco Polo, con que
señoría de Venecia, cuando le recibió triun-
la
En
falmente en 1428. céticos de su alma,
lengua los
De Beneficiis de Séneca, que tituló De Regimine Principum de Egidio Roma-
ciones de viajero, trasladó también le
de
ilustres
los libros
Virtuosa Bemfeiloria, no,
faltar el prestigio
monarcas y proceres de Renacimiento. Cultivando con predilección la lec-
que noblemente
las
y en
Horas de Confesión exhaló los afectos ascarta de consejos á su hermano D. Duar-
la
pensamiento
político.
El Cancioneiro Gt ral incluye algunos versos suyos; pero los que
no son auténticos. El largo poema del contempto
trae en castellano
del
mundo que
yerro hasta
los
el
colector Resende le atribuyó, propagándose el
más modernos y
eruditos historiadores literarios de
Portugal y Castilla, no puede ser suyo, puesto que en la
él
se alude á
caída y suplicio de D. Alvaro de Luna, cuya muerte fué poste-
rior
en cuatro años á
la
Mirad
del Infante:
al
Maestre
si
vivió penando,
Mirad luego juncto su acabamiento.
Pertenece, por consiguiente, no
Coimbra, sino á su hijo
el
al
Infante D. Pedro,
duque de
Condestable de Portugal, llamado también
don Pedro, de cuya vida y
Lo que da
al
escritos trataremos inmediatamente.
Infante un puesto en
la
historia
de nuestra poesía,
:
CAPITULO XXVI siendo
al
mismo tiempo una de
311
más
las
curiosas muestras de la
avasalladora influencia castellana, son sus relaciones con Juan de
Mena,
y proclamándole príncipe de
que
le
envia-
los poetas
de su
á quien dirigía encomiásticos versos, pidiéndole
ra todas sus obras,
tiempo: Sabedor Gracyoso
et
em
bem
falante,
dizer,
Coronysta abastante
Em En del
su respuesta,
el
poesyas
trazer...
poeta cordobés alude á los famosos viajes
Regente de Portugal Príncipe todo valiente.
En
los fechos
El sol
muy
medido,
que nasce en Oriente
Se tiene por ofendido
De vuestro nombre
temido:
Tanto luze en Occidente. Sois de quien nunca os vido
Amado
públicamente,
Tan prefeto
Que por
esclarecido,
serdes bien regido,
Dios vos
fizo su
regente.
fué después,
ica
Quien viesse
ni ante,
los atavíos
E secretos de Levante, Sus montes,
Como
vos,
ínsulas, ríos,
Señor Infante.
Entre Moros y Judíos Esta gran virtud se cante;
Entre todos tres gentíos Cantarán los metros míos
Vuestra perfeción delante
No me detengo más en magistral semblanza que de sula ha
él
producido en nuestros
tratar del Infante,
trazó el días,
mayor
(1).
porque no quiero retocar
los suyos.
Sospecho,
sin
tor á las tendencias habituales
la
la
Penín-
mi inolvidable amigo Oliveira Martins, en
su libro Os Filhos de D. Jodo / Lisboa, '891), que es quizá
de todos
que
artista histórico
el
embargo, que obedeciendo de su
espíritu, pinta
al
más excelente
el
grande
escri-
Duque de Coim-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
312
Pedro apenas puede en rigor ser considerado
Si el Infante D.
como
poeta, no acontece
(1429-1466), tan parecido á
él
y cuyo nombre, por
casi todas
varias razones, está al
la
honrosamente vincu-
muerte del Príncipe de Viana.
pretensiones de su madre,
la
duquesa doña
el
su cabeza doá
fatalidades históricas, la
de
Játiva.
la
herencia de
Isabel, hija del
Desdichado, viniendo á juntarse de este
de Urgel, Jaime
A
de Alfonso V,
nista
castella-
paso que su acción polí-
Llevóle á tan alto y, finalmente, trágico destino,
Castillo
en
desenvolvió principalmente dentro de Cataluña, donde fué
rey intruso después de
las
Condestable
el
en su carácter y en sus desventuras,
lado en la historia de nuestra literatura, tica se
su hijo
tenemos importantes composiciones,
del cual no;
mismo con
lo
los quince años era,
Ruy de
Pina, «la
conde
modo en
de Alfarrobeira y
la
del
según expresión del cro-
más hermosa y más propor-
»cionada criatura que en su tiempo se podía ver»; y armado caballero
por
D. Enrique en
el infante
el
monasterio de San Jorge de
Coimbra, empezaba á tomar parte en bélicas empresas, marchando á Castilla por orden de su padre, grande amigo de D. Alvaro de
Luna y
partidario de su política, para ayudar
los infantes
caballo
al
Condestable contra
de Aragón, con un cuerpo de dos mil hombres de á
y cuatro mil peones, que llegaron cuando ya la contienda campos de Olmedo. Los vencedores recibie-
estaba decidida en los
ron en palmas
al
inútil su refuerzo,
Marqués de
el
joven Condestable portugués, aunque ya fuese
y
de mil modos, señalándose en
le festejaron
Santillana,
que con ocasión de
nero de sus obras, que D. Pedro
le
el
ello
cancio-
había pedido por medio de su
familiar Alvaro González de Alcántara,
aquel inestimable proemio, que es
remitirle el
le
dedicó en forma de carta
más antiguo conato de
historia
de nuestra poesía.
No
bastó
el
desastre de Alfarrobeira á saciar los odios del conde
de Barcellos (luego duque de Braganza), del conde de Ourem, del Arzobispo de Lisboa y de
los
demás émulos
del sacrificado Re-
bra más idealista y más pesimista de lo que realmente fué y de lo que cua-
draba á
De
la
psicología de su tiempo,
menos compleja
y retinada
que
la
nuestra.
todos modos, en ese maravilloso estudio está reunido cuanto se sabe y
cuanto se puede adivinar acerca del Infante y sus hermanos.
CAPITULO XXVI gente, sino que, extendiéndose
de su
dos,
y
él,
persecución á todos los miembros
la
Condestable se vio despojado de su dignidad,
familia, el
como también
313
así
del Maestrazgo de Avís: sus bienes fueron confisca-
finalmente, tuvo que refugiarse en Castilla,
donde
arrastró
más
constre-
mísera y errante vida desde 1449 á 1457- Entonces,
ñido de la necesidad que de la voluntad, según dice, abandonó su nativa lengua por la castellana,
de verso y prosa, que vida
De
(i).
y compuso
lleva el título
no menos desdichada que
Isabel,
temprana, no se infiere
texto á
el
de Sátyra de felice é
infelice
la reina
la
de Portugal doña
puesto que murió en edad
él,
De
sospechas de envenenamiento.
sin
que había comenzado á
que «traído
mezcla
hermana
hizo presente á su
él
libro,
extraño
el
muy
dedicatoria
la
escribir la obra en portugués, pero
deseada
fin,
é parte de las glosas en lengua
^portuguesa acabadas», determinó traducirlo todo «é lo que restaba >
seas,
demanda é
la fallase.
mytad de
E la
luego ella vía á aquel
El qual respuso: «Mi señotris-
conoscimiento de gentileza é cortesía, lleno de scelanza le dio una mortal ferida.
flaca é oios revueltos á la parte
las siguientes palabras:
la
hauia fecho, é
en cuyas pisadas yo entiendo uevir é fenescer mi
te
él,
la
le
E
do su sennora
dom
el
mejor que en aquel Cancionero se encuentra,
Pedro, filho del rrey
dom Joam da
error procedía acaso de la primera (
1
y
al
poema, «infante
gloriosa memoria*. Tal
rarísima edición gótica que
Die alten Liederbücher der Poriugiesen oder Beitráge zur geschichte der vom dreizehnten bis zum A?ifang des scchzclinten Jahr-
portugiesische?i Poesie iiunderts...
Berlín; bei Ferdinand Dümmler, 1840. PP. 29-31.
[La Tragedia ha sido publicada, con un precioso estudio preliminar, por D. a Carolina Michaülis de Vasconcellos, en el tomo del Homenaje a Menéndez 1
y Pelayo (Madrid,
1899).
table estaba escrita en (2)
Mana
Creo que
el
Entiende
Mayo de
primero que
la Sra.
Michaülis que
cita
Th. Braga.
obra del Condes-
le corrigió fue el difunto bibliotecario
Octavio de Toledo, en un artículo publicado en
de Lisboa, que
la
1457. (A. B.)]
la
D.José
Revista Occidental,
CAPITULO XXVI
321
de estas coplas, acompañadas de una glosa del aragonés Antón de Urrea, se hizo en Zaragoza ó en Lisboa, donde también se da á don
Pedro
(
1
el título
Coplas fechas por
)
las guales hay to
de Infante, aunque el
Mil versos
muy
illustre
sin decirle hijo
de D. Juan
I (i).
Señor Infante Don Pedro de Portugal: en
con sus glosas contenientes del menosprecio: e contemp-
de las cosas fermosas del mundo: e demostrando la su vana e feble beldad (Bi-
blioteca Nacional de Lisboa). El P.
Méndez
(Tipografía Española) describe
otro ejemplar que vio en poder de D. Santiago Sáiz, 34 hojas en folio, sin
nu-
meración y con letras de registro. En papel grueso como de protocolos. Cree que se imprimió en Lisboa, por ser igual en papel y tipos á la Glosa famosísima sobre las coplas de Don Jorge Manrique, impresa en la capital de Portugal por Valentín Fernández, en 1501. Oliveira Martins, no sé con qué fundamen-
supone de Zaragoza,
to, la
teca Lisbonense y
la
Acaso sean
1478.
que manejó
Poseyó éste un códice de
el P.
misma
la
distintas la edición
de
la
Biblio-
Méndez. obra, escrito en el siglo xv, papel
y hermosa, con 152 folios útiles; comprendía 126 octavas (en todo mil y ocho versos), muchas de ellas con su glosa como en el impreso, aunque con variantes. A las octavas antecedía, en seis hojas, un proemio grueso y
letra clara
en prosa, que
ediciones no traen, y cuyo principio era este: «Comienza el
las
»prohemio dirigido
al
»amado señor Alfonso »de
la
insigne e
muy
muy el
excelente e
muy
católico príncipe
guerrera africana cibdad...»
Finalizadas las octavas, proseguía en el manuscrito un
razonamiento de
despedida y amonestaciones cristianas, que se suponían hechas por Alfonso se
con
V á la Infanta
el
de Portugal Doña Juana, cuando vino á
rey Enrique IV. Esta pieza retórica que, á juzgar por
así:
«Venido es
el
tiempo, o dulce
fija
el
rey
Castilla á casar-
bien
el estilo,
puede ser del Condestable más bien que del monarca en cuyos pone, comenzaba
muy
temido e
quinto deste nombre: rey de los portugueses e señor
mia, en
labios se
que yo ca-
como yo pienso, á los convenibles años de los Y acababa: «Dame ya, my cara fija, los postrimeros e
nsarte debo: llegada es tu edat,
rmaritales tálamos... >
»amorosos abrazos: recuérdate de mis amonestamientos: recuérdate del nues-
tro deseoso despido: recuérdate «día
de Saturno, comenzado
el
que es romanos el
desta nuestra postrimera vista,
»quando... las secas tierras se aparejaban regar, fenecido según los día
de Delio, cuya
festividat
honor de
«surreccion del todo poderoso e misericordioso iesu celebramos, en
»de
la
la re-
el
año
venida de nuestro redemptor en canne, milésimo quadragentesimo
»quinquagesimo quinto, pasada »Enrique,
el
la
primera guerra contra losagarenos de don
quarto de este nombre rey de Castilla, adonde en los rreales
»cerca de las cibdades morismas tu fuiste, y »sabes, e las mis manos,
iscrvian
a
ti,
c.
te
que dexadas
las
en hedat creciente como
administraban los dulces manjares.»
Mixi-ni.kz v I'ki.ato.
— Poesía
castellana. III.
tu
armas con intenso c intimo amor
ai
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
322
Pero
mención del acabamiento de D. Alvaro de Luna (145 3)
la
basta para demostrar tituir el
poema
la
imposibilidad de
y para resel padre, no y
tal atribución,
á su verdadero autor, que es
el hijo
Condestable y no el Infante. Con razón ha dicho Oliveira Martins que estas coplas son el documento poético más notable de la literatura portuguesa de su
el
tiempo. Adolecen, es cierto, de
frialdad inherente á la poesía di-
la
y no son en gran parte más que repetición de lugares comunes bebidos en la lectura entonces frecuentísima de los moradáctica,
listas
antiguos,
estoicismo español
con que
el
perpetuo oráculo del
especialmente de Séneca, en todos
Los ejemplos históricos
siglos.
los
autor corrobora su doctrina, pertenecen también
fondo más vulgar de
la
cultura de su siglo; y, en suma, apenas
hay nada que por novedad de pensamiento llame indeleblemente en
ni se fije
al
atención
la
memoria. Pero en medio de
la
la ari-
dez que tales sermones poéticos tienen, cuando no es un Juvenal
quien los escribe, hay en este poemita no sólo un nobilísimo sentimiento de la justicia y un ideal
muy
noble de
la vida, sino
un
tono de melancólica resignación, que es indicio de ánimo sincero, á tiempo para concretar un poco
y nota personal introducida vaguedad de impide
al
Condestable
insistir
en sus propios casos
infortunios de su familia, pero la tiñe
ritu
percibir,
de lúgubre color á través del
los
la
muchos casos logra dar forma
mos del
éticos.
honda
desgracia.
saliente
y
al
fijos
la
del primero padre;
igual nascimiento;
Todos habernos á Eva por madre, Todos faremos un acabamiento. Todos tenemos bien flaco cimiento; Todos seremos en breve so
tierra,
El propio noblesce merescimiento,
E quien
al
los
á esto
que en
expresiva á ciertos aforis-
género humano: Todos somos
en
su espí-
hombre de corazón,
Añádase
Así dice, por ejemplo, hablando de
Todos trayemos
ni
tribulación de
rasgos de su pluma, dejándonos
moralista severo,
inicuamente perseguido por
la
Cierto pudor ó altivez aristocrática
los preceptos.
se piensa, yo pienso
que
yerra.
nativa igualdad
CAPITULO XXVI
De
323
ánimo desengañado:
é imperial dignidad habla con
la real
Menospreciad
De
los
aquell' alta
cumbre
imperios et de los reynados,
Pues non contiene en
si
,
clara lumbre,
Nin face los hombres bienaventurados.
Son siempre
los reys llenos
de cuidados
Y
temen aquellos de que son temidos, Son con amor vero de pocos amados, Nin
las
mas veces
salen de gemidos.
Los malos reyes, aborrecidos de Dios y del mundo, los privados infieles y mentirosos, no son en sus versos meras abstracciones: son
los
causadores de
hermana,
pan
los
que
ruina de su padre, quizá los asesinos de su
la
á él
mismo
le traían proscrito
y mendigando
el
del destierro. Si en los palacios le persiguen las ensangrentadas
sombras de
los suyos,
tan
poco espera nada del pueblo
ni
de su
vano amor. Le llama ingrato, crudo y nefando, ensalzador de
amar
malos, opresor de los buenos, que no sabe ra la virtud ni se cura de
V
ni
desamar,
ni
los
hon-
ella.
meramente
su pesimismo no es
político: á
mueve en
veces se
una esfera más trascendental: Desear
parescen engaños,
los fijos
Porque sus dolores son nuestro
Y
de
la
dolor...
ingratitud de los hijos traza este cuadro espantoso:
muy
Son causa
los fijos
A.
los tristes
padres que Jos engendraron,
Y
lo
que es más
feo,
Ya muchas veces
de males buscan
los fijos
las
fuertes,
sus muertes.
tentaron
De matar sus padres, et los desterraron De sus altos tronos et de sus reynados;
Y en las tinieblas los encarcelaron, De su mesmo ser muy mal recordados. Enérgicamente condena última mitad del
do
el
poema no
poeta por rechazar
el
el
deseo sobrado de largo
es ya filosófica, sino ascética, auxilio
de
las
maestro Juan de Mena había invocado en
el
y la empezan-
vivir;
musas profanas, que su Laberinto:
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
324
Id-vos d'aquí, Musas, vos que en Parnaso,
Según, los poetas, fecistes morada; Id-vos
muy
monte Caucáso,
allende del
Pues no sodes dignos d'aquesta jornada, Nin vuestra ponzoña será derramada
Con
la
su dulceza en las venas mías;
Ca ser no
me
plaze de vuestra mesnada,
Ni soy Omerista, nin sigo sus
vías.
Publicadas casi íntegras estas Coplas en nuestra Antología, no
procede aquí dar más extractos de de
de lengua y algunas de fica
ellas,
versificación, tolerables al las cuales
bastando decir que á pesar
en muchos trozos, y de
la flojedad del estilo
las
incorrecciones
cabo en pluma forastera (y
quizá puedan achacarse á
de Resende, que llenó de lusitanismos
la
incuria ortográ-
poesías castellanas de
las
su colección), ninguno de los poetas portugueses que en
el siglo
xv
escribieron en nuestra lengua hizo cosa mejor, ni quizá se encuentre
en todo
Cancioneiro Geral poesía de
el
más
más grave entonación, aun prescindiendo de da
el
nombre de
No sabemos poética de las
la
alto sentido
curiosidad que
fijamente á qué año corresponde esta exposición
máximas de Séneca, coronadas con ni si
ble á Portugal, en 1457,
precedió ó siguió á
venerable
las del
la vuelta del
Condesta-
cuando Alfonso V, apiadado de
ó quizá
él
por impulso de un remordimiento, consintió en levantarle
Narra
la
su autor.
Tomás de Kempis;
tierro.
y de
el
hecho
así
Ruy de
el
des-
Pina, en el capítulo 138 de su
Crónica de D. Alfonso V: «En este tiempo, y en
el
fervor de esta
cruzada (contra los moros de África) andaba aún desterrado en Castilla el señor D. Pedro,
que con mucha paciencia de grandes ne-
cesidades y desventuras, que en su destierro soportaba, y con una loable templanza
pre para le
el
que en sus palabras y en sus obras mostró siemy conmovió á éste para que
reino y para el Rey, obligó
dejase retornar á sus reinos, y le hiciese aquella honra y
que
él
por muchas causas merecía, especialmente porque
de Braganza,
así
que vio
la
muerte de
la
ella
hacía; y
aunque tenía promesa
duque
Reina, no contradijo
vuelta del Infante con tanta insistencia y tanto recelo
do
merced
el
del
como en
Rey de que
el
la
vida
dicho
CAPITULO XXVI
325
D. Pedro, en vida del Duque, no viniese sin su beneplácito á estos reinos, desistió
Acompañó
de
ella.»
Condestable á su primo y cuñado en
el
de Tánger, y se hallaba en
la
empresa
campamento de Ceuta cuando
el
reci-
bió una inesperada y honrosísima embajada, que parecía torcer
el
curso de sus destinos, hasta entonces tan infaustos.
Es sabido que, después de catalanes declararon roto
prestado á D. Juan
II
príncipes, entre ellos á les
la
muerte del Príncipe de Viana,
los
juramento de fidelidad que habían
el
de Aragón, y ofrecieron
Enrique IV de
Castilla,
la
corona á varios
ninguno de
los cua-
tuvo resolución para aceptarla. Entonces se acordaron de que
en Portugal quedaba sangre de sus reyes, y determinaron hacer
la
cuya fama de valeroso y cumplido caballero se extendía por toda España. En 30 de Octubre de 1463
misma
oferta al Condestable,
zarparon del puerto de Barcelona dos galeras, mandadas por rable Rafael Julia, conduciendo á los representantes de
condal, á quienes presidía
dor de
los
diputados de
generalidad
Condestable:
al
hono-
ciudad
Mosén Francisco Ramis, como embaja-
la
Era portador de una carta en que rey y señor
el
la
), y en -
1
donde quiere probar que la amada de Bernaldim designa con el nombre poético de Aonia) fue Doña luana de
otras publicaciones suyas,
Ribeiro (que Villiena,
el
prima del Rey D. Manuel é
hija del
Conde de Vimioso. También
el
ingenioso novelista Camilo Castello B raneo, en un artículo inserto en sus Noiles de imomnio (núm.
10,
pág. 29-36), sostiene con buenos arguir.cn-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
35°
atinó con la forma que convenía á todas estas vagas aspiraciones de
sus contemporáneos,
y poetizando libremente
con
de
relativa sencillez
los casos
de su vida,
(no libre, sin embargo, de tiquis-mi-
estilo
y con una armonía desconocida hasta entonces dio en el libro de sus Saudades (más generalmente lla-
quis metafísicos),
en
prosa,
la
mado Menina
e
moga, por ser éstas
primer ensayo de
el
la
mismo tiempo que Sanazaro creaba entera independencia de litano imita,
palabras con que comienza)
las
novela pastoril de nuestra Península, casi
él
al
pastoral italiana, pero con
la
otro rumbo. El poeta napo-
y siguiendo
ó por mejor decir, traduce y calca, á Virgilio, á Teó-
á todos los bucólicos antiguos. Bernaldim Ribeiro, hijo de
crito,
Edad Media, combina
elemento caballeresco con
el
el
la
ó
pastoril,
más bien subordina
el
como
Cuestión de Amor, del sistema de los anagra-
autor de
el
mas, expone bajo dos,
si
la
segundo
el disfraz
bien sobre
la
de
al
primero, y además, valiéndose,
hechos realmente aconteci-
la fábula
identificación
de cada personaje haya larga
controversia entre los eruditos. Pero del verdadero carácter de
la
novela de Bernaldim Ribeiro tendremos ocasión de volver á hablar
cuando tratemos de precursores
No quedan le
al fin
Diana de Jorge de Montemayor, entre cuyos contársele.
versos castellanos de Bernaldim Ribeiro, aunque es
de presumir que
Se
la
más inmediatos debe
como todos
los hiciese
los poetas
de su tiempo.
más razón que
hallarse
de una de sus églogas, en un pliego suelto de 1536.
Una de
han atribuido, no obstante, algunos,
sin
estas composiciones es aquel tan sabido soneto de Garcilaso, paráfrasis
de un epigrama de Marcial, Pasando
tos
que Bernardim Ribeiro no
Doña
ia
Infanta
ra
había partido paraSaboya
mar Leandro
el
fue
Beatriz, ni salió (5
el
animoso...
Gobernador de San Jorge de Mina,
de su
tierra sino
de Agosto de
1
ni
amó
á
después que aquella señe-
52 1). Afirma igualmente C. Cas-
Branco que Bernaldim Ribeiro, poeta, es persona diversa, no sólo del Gobernador de San Jorge, sino también de otro Bernaldim Ribeiro Pacheco, tello
Comendador de Naos de
la
Villa Civa,
de
la
Orden de Christo y Capitán mayor de
las
India.
[Véanse, acerca de Bernardim Ribeiro, los Orígenes de la Nove'a de
néndez y Pelayo.
(A. B.)]
Mc-
CAPITULO XXVI
35I
Las otras son dos glosas de romances, uno de darte y Belerma ces castellanos,
Pero
(i).
ellos el
de Duran-
no puede afirmarse que glosase roman-
si
hay que reconocer que su poesía, cuando
es mejor,
más honda y más sentida, tiene el sabor y aun el metro de romance. Nada hay en sus cinco églogas, nada en la de Chrisfal de Cristóbal Falcáo, nada en la
traño hechizo,
la
portuguesa de entonces, que tenga
lírica
misteriosa vaguedad del
serto en la segunda parte de
Menina
um
Pola ribeira de
Que
e
el
ex-
romance de Avalor,
in-
Moca:
río,
leva as agoas ao mar,
Vai o
triste
Nao sabe
de Avalor,
se ha de tornar.
As agoas levam seu bem, Elle leva o seu pesar,
E
só vai
sem companhia,
Que os seus fora elle leixar. Cá quem nao leva descanso, Descansa en só caminhar. Descontra donde ia a barca
Se
ia
o Sol a baxar.
Indo-se abaxando o Sol,
Escurecia-se o
Tudo
ar:
se fazía triste
Quanto havia de
ficar.
Da barca levantam remo, E ao som de remar Comeqaran os remeiros
Do
barco este cantar:
frías eram as agoas! ¡Quem as havrá de passar! Dos autros barcos respondem: ¡Quem as havrá de passar!
¡Qué
SenaQ quem a vontade póz a n5o pode tirar. Traía barca levam olhos, Quanto o dia dá logar. Nao durou muito; que o bem Nao pode muito durar. Vendo o Sol posto contr'elle,
Onde
(') _.
Trovas de dous pastores, Silvano y Amador, /citas por Bernaldim Ri-
beiro, 1536. (Vid. la ed.
Portugueza.)
de
las
obras de B. Ribeiro de 1852, en
la
Bibliotheca
352
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA Soltou redeas ao cavallo
Da
beira do rio andar.
A noite
era callada
Pera mais o magoar, Que ao compasso dos remos Era o seu suspirar.
Querer contar suas magoas Sería aréas contar.
Quanto mais se alongando Se ia alongando o soar.
Dos seus ouvidos aos olhos
A
tristeza foi egualar;
Assim como
ia a
cavallo
Foi pela agua dentro entrar. E dando un longo suspiro,
Ouvía longe
falar;
Onde magoas levam alma Vao tambem corpo levar. Mas indo
assi,
per acertó,
Foi c'um barco n'agua dar,
Que
E
estava amarrado á tena,
seu dono era a folgar.
como
Saltou, assim
ia,
E
foi a
A
corrente e a maré
dentro,
amarra cortar:
Acertaram-no a ajudar. Nao sabem mais que foi d'elle, Nem novas se podem achar; Suspeitouse que era morto, Mas nao é para affirmar, Que o embarcou ventura Para só isso guardar. ?«Iais
sao as
Do que
(i)
se
magoas do mar
podem
Para mí no es cosa probada que
curar
el
(ij.
Don Bernaldino
del
romance
viejo
(núm. 293 de Duran)
Ya Ir
piensa
Don
su amiga
Bernaldino
visitar...
sea Bernaldim Ribeiro, pero así lo han creído graves autores, entre ellos
mismo D. Agustín Duran, y
es cierto
que
el
el
romance, más bien que popular,
parece del género de los amatorios que componían los últimos trovadores.
CAPITULO XXVII [gil Vicente; su ficos; SUS
carácter é importancia histórica; datos biográ-
PRIMERAS OERAS, IMITACIÓN DE LAS DE JUAN DEL ENZINAJ
el Auto de la sibila Casandra; el de la Fe; el de los cuatro tiempos; el Breve summario da historia de Deus, y su imitación por Bartolomé PALAU; OTRAS ALEGORÍAS SATÍRICO-MORALES DE GIL VICENTE; LIBERTAD DE PENSAMIENTO DE ESTE ESCRITOR; SUS moralidades', LA TRILOGÍA de las Barcas; las comedias de gil vicente; influencias que en ellas se advierten; la comedia de rubena y su material folklórico; APARICIÓN DE LA FIGURA DEL BOBO OTRAS COMEDIAS DE GIL vicente; sus composiciones sueltas; mérito extraordinario de gil \
vicente en la historia del teatro de su
la familia del poeta;
país;
ediciones de sus obras.]
La la
escuela portuguesa del siglo xv, legó
al
xvi su
mayor
poeta:
primera obra dramática de Gil Vicente fué representada en 1502.
Para hablar dignamente de este soberano ingenio, necesitaríamos un
cuadro más amplio, en que su figura se destacase sobre
las tablas
del teatro primitivo, en vez de asomarse tímidamente al coro de las
escuelas
líricas. Gil
Vicente es uno de
los
grandes poetas de
la
Pe-
y entre los nacidos en Portugal nadie le lleva ventaja, exépico Camoens, que vino después, que es mucho más imiy que abarca un círculo de representaciones poéticas menos
nínsula,
cepto tador,
el
extenso. El alma del pueblo portugués no respira íntegra
más que
en Gil Vicente, y gran número de los elementos más populares del genio peninsular, en romances y cantares, supersticiones y refranes, están admirablemente engarzados en sus obras, que son lo cional del teatro anterior á
Lope de Vega.
sulsos trovadores cortesanos del siglo xv,
yor parte de MxxfaDKZ t
los
A y
más
na-
diferencia de los in-
á diferencia de la
ma-
poetas humanistas del siglo xvi, Gil Vicente vivió
Pbi-ayo.
— Poesía
castellana. III.
23
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
354
en comunión íntima con
un nuevo y
ella la
tradición de su raza,
la
un teatro
y
jando además en grandes alegorías vida de su tiempo,
y
las ligadu-
solitario esfuerzo
melodrama romántico,
el
todo
satíricas
el
á las gran-
Reforma. Admirable
la
á veces por el vigor sintético de las concepciones, franco
en
la ejecución,
va;
amargo y
refle-
espectáculo de
y dando forma cómico- fantástica
des luchas de ideas del Renacimiento y de
de
genio,
el
que rompiendo
tales,
levantó por su propio
infantil, se
hasta la comedia de costumbres
la
acertó á sacar de
venero de poesía. Tuvo, además,
rico
creación dramática en términos
ras de
y
y osado
gran maestro de lengua familiar picante y expresi-
y muy sazonado en
cínico en las burlas
las veras;
poeta y pensador de doble fondo, en quien siempre se adivina algo más de lo que la corteza muestra; devoto á ratos, á ratos cínico y libertino;
pesimista
como todos
con un concepto personal
lírico,
grandes humoristas
los
tendencia demoledora, se da
con
el
las
más
primera mitad del siglo
la
mezcla de
más
lo
la plasticidad
xvi;
trivial
que cobran por
figuras alegóricas,
la
mación del conjunto, por
mano con
mundo
los Coloquios
la
de Erasmo,
Diálogo de Mercurio y Carón con
el
,
Vicente renueva,
sin
y anuncia
lo
pero por
y bajo con salir
al
el
las
la fantasía,
por
altas idealidades,
por
vuelo de
más
de sus manos
las
más extrañas
fuerza de los contrastes, por la férvida anila
silenciosa corre entre
conocía;
del-
han tenido: su obra, por
valientes imitaciones lucianescas, que en gran copia produjo
la
más
la
Elogio de la locura, con
le
vena poética, tanto más el
eficaz
cuanto
tumulto de chistes y bufonadas, Gil
pretenderlo,
la
que habían de
comedia ser,
aristofánica,
andando
el
que no
tiempo, los in-
mortales Sueños de Quevedo. Es fama que Erasmo, tan digno de
comprender á
Gil Vicente, tenía
Goes);
y que aprendió
res é idiotismos
dota,
tante,
más
de su
el
como
sin
hombres
Damián de
portugués para mejor saborear
estilo.
Sea
lo
que fuere del valor de
no tan comprobada como quisiéramos,
entre estos dos
un
en grande estimación sus obras
cuales quizá le había dado á conocer su amigo
(las
es innegable. Gil
el
los
donai-
esta anéc-
parentesco de ideas
Vicente no fué protes-
fundamento se ha pretendido,
ni
podía haber cosa
contraria á su índole; pero fué de pies á cabeza un trasmisia,
espíritu libre,
mordaz y agudo, como otros muchos doctos espa-
capitulo xxvii
355
ñoles de su tiempo, que con alguna rara excepción permanecieron
dentro de
la Iglesia
grandes escrúpulos
Como en
la
sin
daño de barras.
Vicente no tiene quien
aventaje
le
Europa de su tiempo. Quizá Torres Xaharro tenía más condi-
se acerca
estructura
y
y no
ni respetos,
artista dramático, Gil
ciones técnicas, era él;
ortodoxa, ejercitando su tendencia crítica sin
más
más
más hombre de
al tipo
de
menos alma.
regular, pero
En
soñar: Torres Xaharro nunca.
siempre de Gil Vicente: en
menos poeta que
teatro, pero
comedia moderna: sus piezas tienen
la
el
el
Gil
Vicente hace pensar
concepto
concepto
ideal, el triunfo es
realista, la farsa
de Inés
Pereira, para no citar otras, prueba lo que hubiera podido hacer las
condiciones de su auditorio no se hubiesen opuesto
arrollo de su arte.
Las primeras comedias
italianas
al total
si
des-
(exceptuada
la
Mandragora) parecen pálidas copias de una forma muerta cuando ,
se las
compara con
de tanta vida
estas obras
interior,
de apariencia tosca é informe, pero
de tanta
práctica,
filosofía
de tan sabroso
contenido.
Poco
es lo
ceptuando máticas.
lo
que con certeza se sabe de
que consta en
Todos
convencernos de autor de
la
bles. Si Gil
las rúbricas
los esfuerzos la
la
vida de Gil Vicente, ex-
de sus propias obras dra-
de Teófilo Braga
identidad del poeta con
custodia de
Belem y de
Vicente hubiese tenido
(i)
el
no han llegado á
orífice Gil Vicente,
otras piezas artísticas
tal oficio,
y
tal
memora-
maestría, sería im-
posible que no hubiese dejado rastro de ello en alguna alusión de sus
obras dramáticas, y que hubiesen guardado profundo silencio sobre su talento de artista todos los contemporáneos que hablan de él (2).
Xo
de duda
está fuera
En
(i)
la patria
su libro Bernaldim Ribeiro
e
de Gil Vicente: Lisboa, Barcellos
Os Bucolistas (233-265) y en otras pu-
blicaciones posteriores, especialmente en las Questdes de Lüteraiura e Arte
Poriugueza (Lisboa, 1881).
Sólo un genealogista muy posterior y no muy acreditado, Cristóbal (2) Alao de Moraes, en un nobiliario manuscrito de 1667, dice que Gil Vicente, el poeta, era hijo
hijo
no
gista,
le
de Martín Vicente,
atribuye
tal oficio,
sino
el
orífice
Cabedo de Vasconcellos, dice que
del rey D. Manuel.
de plata en Guimaraens, pero
al
de compositor de Autos. Otro genealoGil Vicente fué maestro de retórica
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
356
y Guimaraens
contienden sobre
Tampoco
ella (i).
se sabe la fecha
de su nacimiento, y sólo por conjeturas se la fija en 1469 ó 1 470; lo cual le hace exactamente contemporáneo de Juan del Enzina (2).
Una
rúbrica del Cancionero de
Resende
le
llama Mestre Gil, y esto
indica que fué graduado en Universidad, probablemente en
tad de Leyes. Desde los solaces poéticos.
to
muy joven frecuentó el palacio, y tomó parte en En 1482, un Gil Vicente, que no sabemos á pun-
es el nuestro, aparece designado
fijo si
de D. Juan
II,
Fué en el
ya como criado y escudero
y en 1492 escribía versos para
Vasco Abul, que puede verse en
Una
la facul-
el
proceso satírico de
Cancionero tantas veces citado.
el
circunstancia casual vino á revelarle su vocación dramática.
8 de Junio de 1502,
como queda
dicho.
príncipe que se llamó después D. Juan
Doña María
recién parida reina
de
(hija
los
III,
Acababa de nacer
y para
Reyes
festejar á la
Católicos), recitó
Son enteramente de broma estos versos del Auto da Lusitania, en que
(1)
no ha
faltado quien creyese leer preciosas noticias biográficas del poeta: Gil Vicente o autor
Me
fez seu
embaixador,
Mas eu tenho na memoria Que para tao alta historia Nasceo mui baixo doutor. Creio que he de Pederneira,
Neto de
um
Suarcga era
E
tamborileiro; parteira,
seu pae era albardeiro...
Los que han inferido de este pasaje que
Gil Vicente era hijo
tera y nieto de un tamborilero, podían haber añadido, con
dad, que se encontró
y que gicas:
le llevó á
al
diablo en figura de doncella, de
una cueva donde estuvo
todo lo cual continúa relatando de
Licenciado que hace
En
(2)
la
el
siete años sí
la
la
de una par-
misma
cual se
aprendiendo
autori-
enamoró;
las artes
má-
propio Gil Vicente, por boca del
prólogo del Auto.
Floresta de Engaños, compuesta en 1536, dice
el
poeta que tenía
y seis años. No parece, por consiguiente, que pueda ser la misma persona un Gil Vicente que ya en 1475 era moí° d£ estribeira del príncipe don sesenta
Juan, en hizo
j
482 porteiro dos Coutos do Almoxarifado de Be/a, en cuya ciudad
merced de algunos bienes D, Juan
tciro dos
II
Contos de A/estrado de Aviz (documentos de
blicados por Teófilo Braga), que sostiene Gil Vicentes posibles.
le
en 1485, y finalmente, en 1491/vr-
la
la
Torre do Tombo, pu-
identidad de éste y de todos
los
capitulo xxvii
en su cámara
Vicente
Gil
expresamente que «fué sentó». Asistieron dre,
y
la
el
357
monólogo del Vaquero, del
el
rey D. Manuel,
duquesa de Braganza su
la
hija.
reina
Doña
la
Beatriz su
al
deseo de lisonjear
Reina hablándola en su lengua, puesto que ya sabemos que
todos los poetas portugueses de aquel tiempo eran bilingües,
Vicente
que de siete
ma-
El monólogo fué en castella-
no, circunstancia que no ha de atribuirse sólo
á
cual dice
primera cosa que en Portugal se repre-
la
lo fué
las
y
Gil
con más ahinco y fortuna que ningún otro, puesto
cuarenta y dos piezas que
son puramente portuguesas:
componen
su repertorio, sólo
las otras treinta
y
cinco, castella-
nas en todo ó en parte.
Corrían ya para entonces dos ediciones, por cionero de Juan del Enzina (1496
ló
menos, del Can-
I50í)> en que están todas las
y
églogas de su primera manera. Gil Vicente escribió á su imitación el
monólogo del Vaquero, de cuyo
puede juzgarse por estos
estilo
versos:
Todo el ganado retoza, Toda laceria se quita; Con esta nueva bendita, Todo el mundo se alboroza. ¡Oh que alegría tamaña!
La montaña
Y los
prados florecieron,
Porque ahora se complieron
En
Agradó en
la
misma cabana
esta
Todas
las glorias
de España...
corte este nuevo género de entretenimiento, y
Doña Leonor, viuda de D. Juan
reina vieja
protegido de un
modo
II,
la
la
cual parece haber
señalado á Gil Vicente, estimulándole á
la
composición de muchas de sus obras dramáticas, quiso que se repitiese el
monólogo en
los maitines
ninguna conexión con aquella pastoril castellano.
de Reyes
le
Quedó
la
de Navidad, pero como no tenía
fiesta, prefirió el
poeta hacer un auto
Reina tan satisfecha, que para
encargó otro Auto de
los
el
día
Reyes Magos.
Estas primeras obras son puras y netas imitaciones de Juan del
Enzina, sin ningún cambio
ni
progreso.
En vano
algunos autores
portugueses, con desacordado recelo patriótico, han querido negar
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
358
leer unas
hecho tan evidente. Basta que son de tamente,
la
misma
otras piezas, para
y
Los contemporáneos
familia.
y García de Resende
lo dijo
comprender
lo sabían perfec-
en su Miscelánea'.
Postoque que Juan del Enzina
O
No
comegou.
pastoril
implica esto, ni
mucho menos, que en Portugal durante la existido el teatro litúrgico. Existió, como
Edad Media no hubiera
en todas partes, aunque no haya quedado ningún monumento de
Unas
él.
Constituciones del Obispado de Evora, bastante tardías (i534)>
pero que suponen otras más antiguas, y sobre todo costumbres ya arraigadas
ciones,
extirpar, prohiben
y abusos que había que
iglesias ni en los atrios
de
ellas se
hagan juegos
que «en
las
(Indi) ni representa-
aunque sean de la Pasión de Nuestro Señor ó de su Resurrec-
ción ó de su Nacimiento, ni de día ni de noche, sin especial licencia del Obispo,
porque de
tales autos se siguen
y muchas veces producen escándalo en no están
muy
el
muchos inconvenientes, corazón de aquellos que
firmes en nuestra santa fe católica, viendo los desór-
denes y excesos que en esto se cometen». Puede suponerse también
que habría algún género de representaciones profanas, algún juego de escarnio.
amada gos
Y
por otra parte,
la
poesía popular, tan conocida y tan
de Gil Vicente, presenta rudimentos dramáticos en los jue-
infantiles,
en
los bailes,
y en
yas. Finalmente, existían los
Momos y
Entremeses,
las
otras diversas manifestaciones su-
grandes espectáculos palaciegos, los
cabalgatas
y moriscadas, danzas y panto-
minas, acompañadas de disfraces. Pero
el
primitivo teatro de Gil
Vicente no es nada de esto, aunque todo con corporárselo. ráneas,
que
Es un género
literario,
se llamaban églogas
el
tiempo llegó á
in-
imitado de obras contempo-
en vez de llamarse autos, como los
llamó Gil Vicente: á esto se reduce esto la gloria del poeta lisbonense,
la diferencia.
que no
En nada amengua
está cifrada en estos pri-
meros tanteos de su ingenio. Gil Vicente vale más, mucho más que Juan del Enzina, y en sus últimas obras apenas conserva nada de él, pero es'cierto que empezó imitándole en lo sagrado y en lo profano,
y que tardó mucho en abandonar esta imitación. Hasta el empleo de la lengua castellana, que en estas primeras piezas no es la domi-
capitulo xxvii
359
más
nante, sino la única, debía haber abierto los ojos á los críticos
preocupados, haciéndoles ver que era encontrase sus modelos en se á buscar
pan de
trastrigo
la
muy
natural que
Gil Vicente
lengua que escribía, en vez de andar-
en los misterios y moralidades francesas.
Semejante imitación en un autor portugués de principios del glo xvi,
cuando Francia no
ejercía
ya ningún género de acción
aunque otra
raria sobre nuestra Península, es altamente inverisímil,
cosa parezca á los portugueses de ahora, afrancesados hasta dula.
Nada hay en
que no se ni el
las piezas
de
si-
lite-
la
mé-
primera manera de Gil Vicente
la
también en Juan del Enzina y en Lucas Fernández:
halle
empleo de
los villancicos finales, ni siquiera las escenas satíri-
cas de ermitaños, que parecen tan geniales del poeta lusitano.
Donde sibila el
éste
comenzó á emanciparse,
Casandra, representado ante
la
dicha reina
monasterio de Enxobregas. «Trátase en
»presunción de »supiese
el
»gen de quien
»más quiso
Casandra, que,
la sibila
misterio de
la
Doña Leonor, en
(dice la rúbrica) de la
como por
espíritu profético ella
era la vir-
Señor había de nacer, y con esta opinión nunca
el
casarse.»
de Natividad era
él
Encarnación, presumió que
la
Auto de
es en el extraño
La intervención de
muy
antigua en
en
la Sibila
los Misterios
y procedía de
el teatro litúrgico,
aquel famoso sermón atribuido á San Agustín, en que varios personajes del Antiguo
y Nuevo Testamento son llamados á dar
monio del advenimiento
y después de
del Mesías,
ellos,
sentación de los gentiles, Virgilio, Nabucodonosor texto
más
largo es
del juicio
mente en
final.
que se pone en boca de
el
veintisiete exámetros,
que comprenden
de
la
lengua de
(i).
según creemos,
de
y
muy
el
la
El
consiste en
pronto, especial-
siguió cantándose en
y
él,
que
Milá y Fonta-
ilustró
Es de suponer que también
en otras lenguas y dialectos de fué,
oc,
muy próximos á los nuestros.
nals llegó á reunir bastantes versiones
en un trabajo especial
ésta,
en repre-
la Sibila.
descripción de las señales
Este trozo fué romanceado
los dialectos
algunas iglesias hasta días
Tal
la
y
testi-
doctamente las
Península y de fuera de
hubiese ella.
informe rudimento del cual Gil Viccn-
*
(i)
Véase Orígenes
nas, 294-311.
del teatro catalán.
En
el
tomo
vi
de sus Obras, pági-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
360 te,
dando por primera vez muestra de su potencia creadora, sacó
singular
y
fantástica poesía de su Auto; en
sola, sino las cuatro
de que
la
que no figura una
la
Sibila
antigüedad tuvo noticia, y con
ellas
de Casandra, y Salomón
Isaías,
Moisés y Abraham, calificados de
como
pretendiente á su mano. Nada, á primera
tíos
vista,
más extrava-
gante que este ensueño ó devaneo dramático, en que aparecen revueltos la Mitología sacro
y
y
Ley Antigua,
la
lo historial
lo profano, agitándose todas las figuras
danza fantasmagórica. Salvo za de Gil Vicente es
mer germen
muy
el
lo alegóricOj lo
contenido teológico, que en esta pie-
exiguo,
allí
está,
si
no
me
engaño,
el pri-
que por excelencia llamamos
del auto simbólico,
deroniano. Pero lo que hace
y
en una especie de
más apreciable
cal-
esta rara composición,
envolviéndola en un ambiente poético, es aquel género de lirismo
popular en que Gil Vicente alcanza
perfección sobre todos sus
la
contemporáneos, y llega á confundirse con las
el
pueblo mismo. Así en
coplas que canta Casandra: Dicen que me case yo;
No
quiero marido, no.
Más quiero
vivir segura
Nesta sierra á mi soltura,
Que no
en aventura
estar
Si casaré bien
ó no.
Dicen que me case yo;
No así
en
la folia
quiero marido,
que bailan
no...
los tres viejos:
¡Qué sañosa está
¡Ay Dios, quién
En
la sierra
Su ganado á
la niña! la hablaría!
anda
la
niña
repastar;
Hermosa como Sañosa como la
las flores,
mar...
y en el ingenuo canto de cuna con que los ángeles arrullan Ro,
ro, ro,
Nuestro Dios y Redentor, No lloréis, que dais dolor
A
la
virgen que os parió.
Ro, ro,
ro...
al
niño Dios:
CAPÍTULO XXVII
Pero por
el
la
361
duda esta cantiga, hecha y asonada lo mismo que Enzina, poeta y músico
perla del auto es sin
mismo
autor,
que
era,
á la vez:
¡Muy graciosa es Digas tú
Que en
el
las
Si la nave,
Es tan Digas tú
Que
el
naves ó
la estrella
caballero vestías,
ó
las
armas, ó
la
guerra
el
la
sierra
pastorcico
ganadico guardas,
el
Si el ganado,
Es
ó los
valles,
ó
tan bella.
Esto se bailaba, según indica cantándose, por despedida, llancico,
ó
tan bella.
Digas tú
Que
vivías,
bella.
Si el caballo,
Es
doncella!
la vela,
armas
las
la
marinero
la
tres,
contraste, el siguiente belicoso vi-
que probablemente alude á ¡A
de terreiro de tres por
el autor,
como
las
empresas de África:
guerra,
Caballeros esforzados;
Pues
A A
los ángeles sagrados
socorro son en
tierra,
la guerra!
Con armas resplandecientes Vienen del
cielo volando,
Dios y hombre apellidando
En ¡A
socorro de la
las gentes.
guerra,
Caballeros esmerados,
Pues
Todo, pues, hasta
yó á realzar conserva la Sibila
el
los ángeles
sagrados
A
socorro son en tierra,
A
la
la
guerra!
inspiración patriótica del
el prestigio
momento, contribu-
de este bellísimo auto, que por otra parte
dato tradicional de
las señales del juicio relatadas
Erytrea; indicio manifiesto del nexo que
tro litúrgico,
á*
le liga
con
el
por tea-
pesar de sus apariencias profanas. La versificación
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
362
y todo
es de una gracia incomparable,
poema, en medio de su
el
caprichosa estructura, respira unción religiosa lo
y piedad
sencilla,
por
cual nunca degenera en farsa irreverente.
No tiene particular
mérito
el
sencillísimo
Auto de la Fe, representa-
do en Almeirim delante del rey D. Manuel; pero debemos citarle, por ser la primera composición en que Gil Vicente hizo algún empleo de la
lengua portuguesa, mezclándola con
la castellana,
y por terminar
cantándose á cuatro voces una ensalada que vino de Fra?icia: de don-
de
muy gratuita y
temerariamente han querido
ción francesa, siendo así
que no trae
la letra
inferir
algunos imita-
de dicha ensalada, y con
decir que había venido de Francia, es claro que la da por ajena,
como Mucho más
un accesorio en que no intervino ni vale
el
Auto de
y
como poeta, ni como músico.
los cuatro tiempos,
en que ya
el
géne-
ro aparece enteramente secularizado, hasta con la intervención de
una divinidad mitológica. Sólo
el
principio
puede decirse que tengan conexión con
y
el fin
la fiesta
de
esta pieza
de Navidad. Lo
restante es un diálogo lírico-descriptivo, en que la lozana imagina-
ción del autor se explaya en deliciosas pinturas de
la
diendo como siempre sus alas á
y reanudando
la
poesía popular,
tradición del primitivo cancionero galaico:
«En la huerta nace Quiérome ir allá, Por mirar
Cómo
al
la.
rosa:
ruiseñor
cantaba.»
Afuera, afuera, nublados,
Neblinas y ventisqueros!
Reverdecen Los
los oteros,
valles, sierras
Reventado sea
Y
y prados!
el frío,
su natío:
Salgan los nuevos vapores, Píntese
el
campo de
Hasta que venga
«Por
flores
el estío.
las riberas del río
Limones coge la virgo: Quiérome ir allá, Por mirar
Cómo
al
ruiseñor
cantaba.»
naturaleza, pila
CAPÍTULO XXVII
363
Suso, suso, los garzones
Anden todos
repicados,
Namorados, requebrados:
Renovad
los corazones!
Agora reina Cupido,
Desque vido La nueva sangre venida: Agora da nueva vida Al namorado perdido.
«Limones cogía Para dar
al
Quiérome Para ver
Cómo
ir allá,
al
ruiseñor
cantaba.»
«Para dar
al
su amigo
En un sombrero de Quiérome
ir allá,
Por mirar
al
Cómo
virgo
la
su amigo.
sirgo.
ruiseñor
cantaba.»
Las abejas colmeneras
Ya me zuñen
los oídos,
Paciendo por los floridos
Las
flores
más
placenteras.
El tomillo por los montes
Huele de dos mil maneras... ¡Cuan granado viene
Gracias á Dios, quedaba vencida
Cancionero de Resende. tradicional
y nueva to
que
el
Nada más
de poesía
y enterrada gracioso
simbolismo erótico de
vida es, en efecto, naturalista,
la
el trigo!..
los
la
picara poesía del
y más profundamente limones-. Nueva sangre
que corre á oleadas por este fragmen-
que recuerda
los
mejores días de
la
bucó-
lica siciliana.
Gil Vicente,
vibraciones de
cuya alma de la
artista
conciencia de
era eco sonoro de todas las
su siglo, pasaba,
sin
esfuerzo,
de este paganismo ingenuo y desbordante, de esta embriaguez y plenitud de la vida, á la grave inspiración religiosa, al profundo
y moral
sentido de otros autos suyos, entre los cuales sobresale
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
364
que compuso en portugués con
el
da
historia de Deus,
D. Juan
III
y de
la
y
reina D.
a
título
el
de Breve Summario
representado en presencia
fué
Catalina, en 1527: obra
concebida y compuesta, donde se desarrolla
te
de
humano, desde
destinos del linaje
los
del rey
vigorosamen-
cuadro inmenso
el
Creación hasta
la
la
Redención, poniéndose en escena los hechos más culminantes que se narran to,
en
páginas sagradas: todo
las
ello
en
estilo
noble y robus-
y en un nuevo género de versificación más solemne y apropiala materia que el que hasta entonces había empleado, pues
do á
en vez de
los
metros cortos usa
verso dodecasílabo, pero no en
el
estancias líricas, impropias del teatro,
del Enzina, sino
movimiento
ágil
como
combinado con su hemistiquio,
lo cual le
da un
(1).
Trasunto de este auto de Gil Vicente,
poética, es la
hecho Juan
y variado, y constituye en realidad un nuevo ritmo
aptum rebus agendis personajes, pero
lo había
muy
en
así
el
plan
como en
los
amplificado, y no ciertamente con ventaja
famosa Victoria Christi del bachiller aragonés Barto-
lomé Palau, que su autor
de allegorica representación de
calificó
captividad espiritual en que el linaje
humano
la
estuvo por la culpa
original debajo del poder del demonio, hasta que Cristo Nuestro Re-
dentor con su muerte redimió nuestra libertad,
y
con su Resurrec-
ción reparó nuestra vida. Ignórase la fecha precisa
pero
de 15/7, año en que dejó de
existir
D. Hernando de Aragón, á quien laridad
fué grandísima,
algunos pueblos de
(:)
de este poema,
no cabe duda que fué escrito después de 1539 y antes
la
el
arzobispo de Zaragoza
la pieza está
dedicada. Su popu-
y hoy mismo sigue representándose en montaña de Aragón y de la de Cataluña:
Esta combinación se encuentra por primera vez en una de las Canti-
gas de Alfonso
el
Sabio, en
E
la 79,
que
esto facendo, a
Paregeu
Con
le
es,
por
cierto, deliciosa:
mui Gloriosa
en sonnos sobeio fremosa,
muitas meninas de maravillosa Beldad; e porén
Quisera se Musa
ir
con
elas logo;
Mas Santa Maria Ihe dis: Eu te rogo Que sse mig ir queres, leixes ris' e iogo 1
Orgull' e desden.
CAPITULO XXVII
365
supervivencia que no alcanza ninguna otra obra de nuestra primitiva escena.
Para mí es cosa clara que pero no creo que
ni
uno
bachiller Palau imitó á Gil Vicente;
el
ni otro
franceses, á pesar de la analogía
conociesen los Misterios cíclicos
que con
ellos tienen sus
composi-
Téngase presente que hemos perdido todo nuestro teatro
ciones.
Edad Media,
hierático de la
verisímil suponer
salvo dos ó tres fragmentos;
y
es
más
que en ese teatro estaban iniciados ya todos los
tipos de la dramaturgia religiosa,
que no recurrir á
de
la hipótesis
una influencia tardía é inverisímil. Lo primero es más conforme á las leyes de la evolución literaria.
de Francia, antes bien se pio, es decir,
desde
le
el siglo
No
se niega con esto el influjo
reconoce y afirma en su momento pro-
xn
al xiv.
Originalísimo se mostró Gil Vicente en otras alegorías satírico
morales que poco tienen que ver con
con
el
drama
litúrgico,
Ya hemos
de su tiempo.
las agitaciones religiosas
sus ideas eran las del grupo llamado erasmista, que,
do en ese
las fronteras
mismo año
de
la
1527, en
Reforma, no el
año
las
y mucho dicho que
aunque coloca-
traspasó casi nunca.
En
de Roma, hacía
re-
fatídico del saco
presentar Gil Vicente, meses antes de aquel gran escándalo de cristiandad, el la
Auto da Feira, cuyo sentido
puso
el
Secretario Alfonso de Valdés con
Lactancio
y un
y convida
á
Tiempo abre
arcediano. El
la feria
mundo
del
En nome
muy
es
formidable invectiva que, en son de vindicar el
al
título
A
feira,
chamada das Gracas, Belem...
á feira, igrojas, mosteiros,
Pastores das alma?, Papas adormidos;
Comprai aquí pannos, mudae os vestidos, Buscae as camarras dos outros primeiros
Os
O
antecessores...
presidentes do Crucificado,
Lembrae vos da
Do tempo
vida dos sanctos pastores
passado.
de Diálogo de
á todos estados de gentes:
Virgem parida em
de
su tienda de mercader,
daquelle que rege ñas pracas
a feira
A' honra da
al
Emperador, com-
D' Anvers e Medina as feiras que tem,
Comega-se
análogo
la
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
366
Roma
viene á
la feria,
y
diablo exclama:
el
Quero-me eu Porque lhe
De
Todo
el
sei a
concertar,
maneira
seu vender e comprar.
auto está salpicado de rasgos por
más cáusticos
el
mismo
estilo,
y aun
é irreverentes, llegando á tocar algunos en la materia
de indulgencias y jubileos, tan debatida entonces, y que dio ocael primer impulso á la Reforma:
sionalmente
Oh! vendei-me a paz dos ceos, Pois tenho o poder na térra
O Roma,
sempre
Que matas pecados
E
vi lá
cá
leixas viver os teus.
E
nao te corras de mi,
Mas com
teu poder facundo
Assolves a todo o mundo,
E nao te Nem ves E
lembras de
que
ti,
te vas ao fundo...
nao digas mal da
feira,
Porque tu serás perdida
Se nao mudas
a carreira...
Gran temeridad parece á primera
vista
haber puesto en auto
de Navidad tan resbaladizos conceptos teológicos; pero cesa de todo punto
ban en
la
el
asombro, cuando se repara que
atmósfera de aquel principio de
hallan sólo en poetas
y
tales ideas esta-
siglo,
y que no
novelistas, á quienes los ensanches
libertad satírica pudieran hacer sospechosos
de
se la
de ensañamiento ó
hipérbole; pues todo lo que en Gil Vicente, en Torres Naharro,
ó en Cristóbal de Castillejo se
que dijeron
los
ascéticos
nada en comparación de
y moralistas
me
del tiempo
lo
de Carlos V,
cabe duda, y generalizando con excearrebatados de su celo por el bien de las almas y del calor
exagerando también, no so,
lee, es
CAPÍTULO XXVII declamatorio que su estilo cosas se
ahogo
la
367
musa de Juvenal, comunicaba
indignación,
á
La misma audacia y desenvoltura con que tales escribían, ya por fines de edificación, ya por mero des(i).
satírico,
prueban
la
robusta
de aquellos varones, y
fe
el nin-
gún recelo que tenían del inminente peligro que iba á atribular á la Cristiandad.
En más
cuanto á Gil Vicente, nunca su libertad de pensamiento pasó del límite que señalan los versos transcritos.
allá
de
Iglesia
Roma
el
poder de absolver
los
dulgencias; pero es iracundo censor de
más que de otro alguno, de
la
No
niega á la
pecados y de conceder
in-
simonía, plaga del siglo
xv
años antes, había dicho
la cual, seis
enérgicamente otro poeta nuestro, el cartujano Juan de Padilla,
cuya pureza de doctrina para nadie puede ser sospechosa:
Que por
De en
la
esta
Y más
los célicos dones.
y en
poco tenemos por un tes era
barata...
lo espiritual,
temporales
emponzoñada
disciplina
pecunia lo justo
la
Haciendo terreno
nacía una espantosa relajación
fuente,
las
costumbres. Gil Vicente, á quien tam-
muy
espíritu
austero,
Baste, por muchos, aquel terrible texto del
(1)
y que de todas
suer-
enemigo nato de toda hipocresía, encontró aquí una vena dominico Fray Pablo de
León, en su Guia del Cielo (1553): «¡Oh, Señor Dios! ¡Cuántos beneficios hay »hoy en la Iglesia de Dios que no tienen más perlados ó curas, sino unos »idiotas mercenarios,
que no saben
»de todos casos asuelven!... «iglesias catedrales habían
»de
allí
De Roma
exemplo de perfección,
ansí
como
los
de
Roma
ir,
los estudios
saben qué cosa es Sacramento, y
viene toda maldad, que ansí
no por
beneficios, sino por
Y
así...
está toda
la Iglesia
deprender
y escuelas particulares van á se per-
destos males y otros semejantes... ¡Tales rigen
«mandan!
las
los clérigos del
jfeccionar alas Universidades. Pero por nuestros pecados, en
»mo
como
obispado y tomar había de ser espejo de todo el mun-
de ser espejo de
»do, y los clérigos allá habían de
«perfección,
leer, ni
llena
de
la
Iglesia
Roma
es abis-
de Dios:
tales la
ignorancia... necedad, malicia,
«luxuria y soberbia... Y así hay canónigos ó arcedianos que tienen diez ó
«veinte beneficios, y ninguno sirven. >las ánimas,
y de
la
Ved qué cuenta darán
estos á Dios de
renta tan mal llevada.»
Otras muchas cosas, no menos tremendas, dice cuales pueden leerse en mi Historia de
el
bueno de Fray Pablo,
los heterodoxos españoles,
11,
28.
las
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
368
y de cuadros
inagotable de chistes
en
picarescos, ora nos presente
Farsa dos Almocreves (1526)
la
el
tipo
tesco del capellán de un hidalgo pobre,
bonachón pero gro-
que en
señor desciende hasta tener cuidado de los gatos de é
á hacer compras á
ir
dos (1533) traiga á
la
la plaza;
Romagem
ora en la
escena á un Fray Pago,
de su
servicio la
cocina,
de Aggrava-
fraile
cortesano,
con espada, guantes y gorra de velludo; ora pinte al clérigo de Beira (1526), que anda de caza rezando maitines con su hijo; ora en
Tragicomedia pastoril da Serra da Estrella
la
decir á
(1527) haga
un ermitaño epicúreo: Eu
desejo de habitar,
meu
N' hua ermida a
prazer,
Onde podesse
folgar...
E E
hum
que podesse eu dancar que
fosse n'
nella:
deserto
D' intuido vinho e pao,
E E
a fonte muito perto,
longe a contemplacüo.
Muita caga e pescarin,
Que podesse eu
E
a casa
ter coutada
temperada:
No verao que fosse fria, E quente na invernada.
.
Las obras de Gil Vicente fueron duramente castradas por Santo Oficio en
la
sos de aquellos en
tigados lo
que
escribió el poeta;
los vicios
y
se suprimió, para
cales
no exagerar
de Gil Vicente. Por ejemplo,
el
acción
porque enmendados ó mi-
abusos, era ya materia de escándalo
que en otro tiempo pudo ser hasta
que
en
muchos de
el
segunda edición de 1585, tiempos harto diver-
el el
útil.
Pero basta
fijarse
en
lo
alcance de las sátiras anticleri-
Auto da Mofina Mendes (1534),
por cierto, está deliciosamente intercalada y puesta en fábula de la lechera, empieza con un sermón jocoso pre-
cual, la
dicado por un
fraile:
de sermón, y en
lo
tinciones escolásticas
dicadores; clrrigos:
no
sin
mandóse
demás y
quitar,
por
la
irreverencia del título
se reduce á ligeras burlas sobre las dis-
las citas
impertinentes que hacían los pre-
alguna puntada contra
las
barraganías de los
CAPÍTULO XXVII
369
Estes dizem junctamente
Nos Se
livros aqui allegados:
filhos
haver nao podes,
Cria desses engeitados
(1)
Filhos de clérigos pobres...
En
la
comedia Rubena (1521),
nada limpia son un abad de
en
Nao
de aquella acción
de Campos, una doncella y un
tierra
no se prohibió por
clérigo mozo; pero
número de
los protagonistas
esto, sino
por contener gran
Nada de cuanto
hechicerías y oraciones supersticiosas.
amores (1527), en
Fragoa
amor
(1525), en el
Templo d' Apollo (1526) y en otras piezas se dice de
frailes, cléri-
la
d'
gos y ermitaños, tiene novedad
más mordaces
pullas ú otras
la
ni
d'
trascendencia alguna. Las mismas
se encuentran á cada paso en
Lucas
Fernández, en Torres Naharro, en Diego Sánchez de Badajoz, y en todos los autores de nuestras primitivas comedias, farsas y églogas. El ermitaño, sobre todo, hipócrita
un tipo cómico de
más
los
y embustero, había llegado
Quien escribiese hoy como
por un detractor
Gil Vicente, pasaría
encarnizado del estado monástico; pero en su tiempo, nadie
por
tal.
Todo
á ser
socorridos.
le
tenía
ese repertorio, en que la sátira es tan cruda y el len-
guaje tan libre y desvergonzado, sirvió de pasatiempo y regocijo,
no á un populacho tabernario, sino á una de y fastuosas del Renacimiento, á
de D. Juan
las cortes
más elegantes
corte portuguesa de D. Manuel
la
y
espléndida y rica con los tesoros del vencido Oriente.
III,
Los príncipes, magnates, damas y prelados que eran ornamento de de Gil Vicente, y no veían en ellos ca-
tales fiestas, reían los chistes
lumnia, ni aun malicia grave, porque desgraciadamente los originales
de
de aquellos retratos estaban á la
fie la
la vista
caprichosa fantasía del poeta aquel
Fragoa
d'
las
completas, y
el
había nacido
aseglarado y licencioso
sermón y
la
la capilla,
misa, y
Pareze-me bem andar
bailar
n'
hüa
folia...
Píireze-me
bem
jogar,
Expósitos. 1
l't.
.,'.
!'.
,
i. 1
castellana. III.
y
el
el silen-
la disciplina:
E
(1)
fraile
No
amor, que hace alarde de «aborrecer
»cordón, las vísperas y
cio y
de todos.
e*
}
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
370
Pareze-me bem
dizer:
— Vai chamar rainha mulher, Que
™e
Isto,
eramá, he viver.
»
Tales
frailes
como
frailes,
lo
a? a
de jantar.
que tuvo que reformar
éstos son los
menos,
vivir á sus anchas,
las
tenaz
tar á Gil
de
Y de tales
huyendo de su reforma.
dos terceras partes de
ellos,
y hacerlos cargar con
contra los moros de África
Pero dejando aparte esta digresión, á el
la cual sólo
empeño que muestran algunos
Vicente con
eco de las doctrinas de
me
Juan de Huss, y
ha conduen presen-
críticos (2)
de precursor d¿
los falsos colores
la
Reforma,
hasta de mártir de la
haciendo de su curiosísimo repertorio.
Abundan en
él las
que pudié-
ramos llamar moralidades: composiciones ya estrictamente
la
Auto da alma, ó más bien «de
la
alegóri-
hospedería del alma»
y lo más cómico con sucede en el Auto de como más devoto, Mofina Mendes, en que Prudencia, la Pobreza, la Humanidad y la Fe, departen, no
(1508); los
el
li-
breve reseña que veníamos
la
como
los
(i).
bertad de pensamiento, continuaremos
cas,
gran
bien podía decir Gil Vicente que convenía secularizar, por
arneses y pelear
cido
el
número de más de mil emigraron á Marruecos
Cisneros, los que en
en 1496 para
l
ya alternando
sólo con ángeles
y
y Payo Vaz. En
el
lo alegórico
con
patriarcas, sino
lo real,
con
los rústicos
Auto da Cananca, uno de
(0
Somos mais
Bras Carrasco
los últimos
que com-
frades que a térra,
Sem contó na christiandade, Sem servirnos nunca en guerra, E haviam mister refundidos Ao menos tres partes delles
Em E E (2)
gués...
leigos, e araezes n' elles,
assi
bem
apercebidos,
entSo a Mouros
com
elles.
Véase, entre otros, á Teófilo Braga, en su Historia do theatro portuVida de Gil Vicente é sua eschola, seculo
Nada nuevo enseña
el libro del
XVI (Porto
1870); passim.
Vizconde de Ougella: Gil Vicente
(Lis-
boa, 1890). [Cons. también a Arthur
Ludwig
Stiefel:
Zu
Gi.
Vicente,
en
el
Archiv für
das Studiion der neueren Sprachen und Literaturen, cxix, págs. 192-193. (A. B.)
CAPITULO XXVII
puso nuestro poeta
371
(1534), las tres figuras de Silvestra,
Hebrea y y la de
Veredina, personifican la ley de Naturaleza, la de Escritura Gracia.
Pero
obra maestra de Gil Vicente bajo este respecto, y quizá
la
más digna de consideración
la
del primitivo teatro peninsular, es la
notabilísima trilogía de las tres Barcas, del Infierno, del Purgatorio
y de
en portugués
la Gloria,
tellano, representadas
las
dos primeras, y
Doña María y D. Manuel, en
tugal
primera en Santos de
cámara
la
la
años
1 5
los
1/,
el
Reyes de Por-
1518 y
1 5
19; la
Hospital de Todos
ciudad de Lisboa, durante los maitines de Navidad,
tercera en Almeirim, ta litúrgica,
los
segunda en
regia, la
tercera en cas-
la
sucesivamente delante de
de
ponsos que en
y
lo cual
duda como complemento de alguna
sin
conserva indicios en
las lecciones
y
fies-
los íes-
ella se intercalan.
Estas Barcas son una especie de transformación clásica de
que tenían de
rrador, sino en lo
dos, clases
las
de la muerte, no en lo que tenían de lúgubre y ate-
Danzas
antiguas
la
y condiciones de
era idéntico, pero
el
sátira general
de los
vicios, esta-
Sociedad Humana. El cuadro general
la
simbolismo había variado, haciéndose más
ri-
sueño y enlazándose con los recuerdos artísticos de una mitología
nunca muerta del todo en
más vivaz que nunca en yentada
la horrible
asediado
la
los días del
las
de
las razas greco-latinas,
la
aguas de
los diálogos del satírico
Edad Media,
volvía
la infernal laguna,
de Samosata, no sólo
que había barquero
el
ejerciendo el oficio
como
de con-
ductor, sino el de censor agridulce de la tragicomedia humana,
modo de Menipo Grecia. ellos
nosotros
numento
el
las
Diálogo de Mercurio
el
argénteo
por
la
la
al
antigua
cultivaron en latín este género, y de
lenguas vulgares, siendo
estilo,
autor, digno á veces
sino
y
otros filósofos populares de
el
y Carón
tipo
más excelente entre
de Juan de Yaldés: mo-
clarísimo del habla castellana del tiempo del
no sólo por
no,
cínico
Erasmo y Pontano
pasó á
de su
el
y
segundo Renacimiento. Ahu-
pesadilla de la danza de espectros
imaginación de
Carón á surcar en
el espíritu
inafectada elegancia
de ser comparado con
profunda observación moral y
mentos de sabiduría práctica que contiene,
sin
el
Emperador, ática pureza
y mismo Lucia-
los graves
docu-
que se vislumbren
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
372
apenas los errores teológicos en que vino á caer aquel de Cuenca durante
ilustre hijo-
segundo período, enteramente místico, de
el
su vida.
Este diálogo se escribió é imprimió en
pudo
guiente, no
1528, y, por consi-
influir en las primitivas Barcas de Gil Vicente^
mucho más
pero influyó de seguro en una refundición castellana
extensa, acabada de imprimir en Burgos, en casa de Juan de Junta,,
mes de Enero de 1539, con
á 25 días del
media alegórica ción
d El
Paraíso
y
d'
El
el
Infierno:
de: Tragico-
título
Moral
representa-
camino que hacen las ánimas partiendo de esta
del diverso
presente vida, figurada por los dos navios que aquí parescen: el uno
del Cielo el
y
argumento de la obra
un un
se
puede
un
ver.
Son
y
mateiia en
un
interlocutores
inocente llamado
un
ángel,
Juan, un
un una moza llamada Floriana, un zapatero, una alcahueta, hidalgo,
diablo,
fraile,
cuya subtil invención
el otro del Infierno,
judío,
un
corregidor,
tro caballeros
logrero,
un abogado, un ahorcado por ladrón, cua-
que murieron en la guerra contra moros, el barquero
Carón.
Hay
en esta refundición
ca es mayor, limpia
y
el
mucho nuevo y bueno: más
diálogo tiene
la fuerza satíri-
viveza, la versificación corre
suelta, algunos trozos no tienen precio por lo acre
cante de los donaires. «Tiene cosas de
Quevedo), porque hace
reir
las cosquillas
lísima,
no dice
el
la
nombre
del autor.
de Moratín, parece que se lengua portuguesa, y luego
aumentándolo.»
¿castellana,
cita
En
(hubiera dicho
Yo
fiar
de que
él
Y
no acabo
otro manuscrito, copia sin
Aribau en sus notas á
leía la siguiente nota: el
mesmo
Si así fué,
esta ocasión se excedió notablemente á
versos castellanos.
pi-
edición de Burgos, de la cual poseo copia fide-
duda de diversa edición, que
»
y
con enfado y desesperación.» Pero esta
tragicomedia castellana ¿es en realidad de Gil Vicente?
de persuadírmelo:
más
autor lo trasladó á
En
Orígenes
la
lengua
hay que reconocer que en sí
mismo como
esto es precisamente lo que
fuese el traductor.
los
«Compúsolo en
me
artífice
de
hace descon-
sus coplas castellanas, Gil Vi-
cente tiene cosas hermosísimas, pero está lleno de incorrecciones,
de versos cojos, de rimas ses, propios
falsas,
de vocablos enteramente portugue-
de quien nunca había estado en
Castilla.
Nada ó muy
capitulo xxvii
poco de
esto
hay en
tragicomedia, que es una de las piezas mejor
la
escritas de aquel tiempo
Ticknor tiene
373
(i).
mérito de haber indicado por primera vez
el
semejanza entre estas alegorías de Gil Vicente y una de
de Lope de Vega, hemos de atenernos
las
más
auto sacramental del
tiguas piezas dramáticas
el
Viaje del alma, que,
á las indicaciones de
si
la
an-
El
Peregrino en su patria (novela que es en parte autobiográfica), fué representado en una plaza de Barcelona hacia
aunque
el
idea y
la
el
orden de
autor, lo cual dista
de detalle que de
la
el
año de 1599. Pero
historiador norteamericano afirma caprichosamente que
de
la
la
mismos en uno y otro
fábula son casi los
mucho de
no apunta más semejanzas
ser verdad,
los preparativos
de
viaje
que
Teófilo Braga, que acepta y amplía su Historia do theatro portugués ferencia entre
indicación de Ticknor en
la
nota con mejor acuerdo
(2),
ambas concepciones dramáticas. Pláceme
palabras del erudito profesor, inspiradas por la
las
demonio, arráez
el
barca del Infierno, hace en una y otra pieza.
miración
al
genio de Lope, á quien llama
el
más
mayor
la di-
transcribir
ferviente ad-
escritor
dramáti-
co de los tiempos modernos:
se
«Lope de Vega, como ingenio profundo y creador, aprovechósimplemente de la idea, dándole una forma original y más per-
fecta: las diversas
una
sola, el
ánimas de
Alma; y
aquí ayudado por
la
el
Gil Vicente fueron reducidas por
Diablo, que en las Barcas trabaja solo, es
Memoria, por
el
Apetito, por los Vicios. El es-
recuerda
tribillo
que cantan para darse ala
da por
Gil Vicente, la decoración indica
vela,
conoció los viejos autos portugueses. ria, trae Gil
la
nave de
»que por
En
el
y
En
forma
desde
usa-
¿Hay ejemplar de
la
Lope «descúbre-
y entena eran una
rótulo, tenía la esponja,
los clavos
los azotes,
Tragicomedia en el
Biblioteca Real de Munich, y
la
tomo
1
de su Teatro español
glo AT7(Madrid, 1913; Sociedad de Bibliófilos Madrileños). (A. B, Págs. 194-198.
cruz,
la lan-
y con muchas flámulas, estandarte y ga-
ha sido reproducido por U. Cronan en
(2)
lírica
auto da Barca da Glo-
auto de
el final del
Penitencia, cuyo árbol
la
jarcias,
»za, la escalera
(1)
la
también que Lope de Vega
Vicente esta rúbrica: «os Anjos desferrem a vela em que
»estd o Crorifixo pintado».
le
él á
ti*
.
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
374
sllardetes bordados
de
cálices
de oro».
En
aparece un Papa; en
el
auto de
Lope va
al
ces regía la Iglesia.
En
viene á gobernar
barca de
ce lo mismo,
la
como
»de
ella.»
auto de Gil Vicente el
Papa que enton-
el auto portugués, Cristo resucitado es quien la Gloria.
prueba
lo
»sona del maestro de
el
timón
En
el
auto de
Lope aconte-
siguiente acotación: «Cristo en per-
nave, con algunos ángeles
la
Finalmente,
la
como
impresión general que deja
la
el
oficiales
Viaje del
Alma, es que Lope conocía aquel modelo, aunque, por otra la
parte,,
invención tampoco pertenezca á Gil Vicente, puesto que los sím-
bolos cristianos sacados de
la
nave se remontan á
los
primeros
si-
glos de la Iglesia.»
A
estas
añadir que
tan oportunas observaciones de Braga, sólo hay que el tipo
de
al
teatro por Gil Vi-
los cantos intercalados
en estas piezas, es
barcarola lírica llevada
la
cente y Lope de Vega en
de indisputable origen galaico-portugués, encontrándose á cada paso bellísimas muestras, en
el
Cancionero Vaticano:
Per ribeira do
río
Vi remar o navio,
E
sabor ey da ribeira!
Per ribeira do
alto
Vi remar o barco;
Sabor ey da
As
troles
ribeira...
do meu amado
vam no
Briosas
barco;
E vam-se as flores D'aquel bem com meus amores. As froles do meu amigo Briosas
E
vam no
vam-se as
D' aquel
bem com meus
Cotéjense estas letras con
de Gil Vicente
los
navio;
flores
la
amores...
que cantan
al fin
del primer auto
cuatro fida/gos, caballeros de la Orden de Cristo >
que murieron en las parles de África:
A
barca, á barca segura:
Guardar da barca perdida;
A
barca, á barca da vida.
—
—
capitulo xxvn
A barca,
375
á barca, mortaes;
Porém na vida perdida Se perde á barca da
ó
el
bello
vida...
romance con que da principio
Auto da Barca do Pur-
el
gatorio:
Remando van remadores Barco de grande
Así
las
vismo en
formas el
líricas
y
alegría...
tradicionales persisten por misterioso ata-
arte de las edades cultas;
menso mundo poético que llamamos unidad armónica todos
los
y de
esta manera, en
el in-
teatro de Lope, se reducen á
elementos del genio peninsular.
Los autos hasta aquí citados, con otros de menor importancia constituyen
el
primer libro del cuerpo de
las
(i),
obras de Gil Vicente,
llamado por sus editores obras de devoción, aunque algunos pasos
poco tengan de devotos. El
libro
segundo comprende
las
comedias,
y el tercero las tragicomedias: división arbitraria, puesto que ninguna diferencia substancial separa en Gil Vicente los dos géneros, pudiéndose llamar indiferentemente comedias ó tragicomedias
Rubena y
la del
En
cambio, bajo
zas
como
las
Viudo, la
la
de D. Duardos y
la
de
de Amadís de Gaula.
la
rúbrica de tragicomedias, se confunden con pie-
dos últimamente mencionadas, una serie de represen-
y de circunstancias, que constituyen un género enteramente distinto. Y, por el contrario, en la sección cuarta se taciones alegóricas
agrupan, bajo
el título
de farsas, verdaderas comedias, aunque en
miniatura; escritas en portugués las
más de
ellas.
Prescindiendo,
pues, de esta división tradicional, que tampoco responde
al
orden
cronológico, examinaremos rápidamente las principales formas que tiene la
(i)
comedia de
Gil Vicente.
Auto pastoril, portugués (1523).
deus (no
fija la
Diálogo sobre a resurreifáo entre osju-
fecha: está todo él en portugués, y es
tura satírica de las costumbres de los judíos). castellano,
1504; representado ante la
Caldas, durante
la
muy
curioso por
la
pin-
Auto de San Martinho (en
Reina Doña Leonor, en
la iglesia
procesión del Corpus Christi. Es, por consiguiente,
el
de
más
antiguo de los autos sacramentales conocidos hasta ahora, pero no tiene relación alguna con aquella festividad, reduciéndose á tir
San Martín su capa con un pobre
.
la
sabida leyenda de par-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
376
Y ante
todo conviene advertir que ni
el teatro latino, ni el teatro
italiano del Renacimiento, influyeron en
mado
el
Plauto portugués, y á
cómicas, sobre todo en
pero
lo es
la
él
verdad,
las farsas, es
para nada. Se el
le
género de sus gracias
por semejanza de índole, no por disciplina
no
por
lo
nunca. Por
les imita
concepciones, por
el
literaria. Gil
la
las
pompa
riqueza y
desorden fantástico de
el
las
alusiones
lírica,
y de
recuerda
las invectivas,
mucho más
las
y
co-
probablemente no conocía, y cuya teatro moderno nunca ha sido directa. En algunas
medias de Aristófanes, influencia en el
y Te-
tránsito continuo de lo elevado á lo grotesco,
brusco é inesperado de
también por
lla-
más plautino que terenciano,
Vicente, que era humanista, habría leído de seguro á Plauto rencio, pero
ha
á quien
de sus alegorías, por ejemplo, en
la
Exhortación á
la
guerra, Gil Vi-
cente es un poeta aristofánico, hasta por
el sentido político y pade sus advertencias y profecías, que se levantan majestuosas en medio del fuego graneado de los conjuros del hechicero y de
triótico
las
bufonadas del coro de diablos.
En cuanto
á los poetas cómicos italianos, Gil Vicente no da mues-
tras ni siquiera
de haberlos
dramáticas del Ariosto,
ni
leído.
Nunca
de Bibbiena,
ni
se inspira
en
las fábulas
de Machiavelli, y eso que
de Florencia tenía más de un punto de
el espíritu del secretario
de
y de
afi-
los hipó-
nidad con
el
critas, Gil
Vicente no tenía que aprender nada de nadie, puesto que
suyo; para hacer
la sátira
los frailes
nunca pudo contener esta ingénita propensión suya.
Gil
Vicente es
originalísimo en su teatro profano, pero creemos que también en
debe alguna, aunque pequeña, obligación á Juan del En-
esta parte zina.
En
la
Comedia de Rubena
(15-21),
que están desconcertada en
y tan llena de fárrago como la Farsa de Pláhay una escena en ecos, y otras evidentes remi-
su plan, tan irregular cida
y
Vitoriano,
niscencias de aquella pieza.
tiempo, pudo aprender (
lo
Además, como todos
más profundo
los autores
del arte de la
de su
comedia en La
destina, de la cual tomó, entre otras cosas, el tipo de la alcah;.
Brígida Vaz, que tan desvergonzadamente anuncia sus baratijas en
Barca del
Infierno, pieza
sentada en
la
»santa reina
cámara
Doña
la
que (dicho sea entre paréntesis) fué repre-
regia, «para consolación
de
la
María, estando enferma del mal
muy
católica y
deque
falleció».
y capitulo xxvii
¿Debe contarse entre líadia
los libros
de Torres Naharro?
Muy
molde algunas de
Además,
tugal por la
glorias
las
libro es
comedia la
que en
Trofea,
media Aquilana, tiene que 14, al
que
la pri-
I",
muy
conocido en Por-
14 había escrito y hecho re-
5
paso que
la
la
se parece á otra
intriga es algo
la
co-
de Torres Naharro,
semejante á
ser anterior, puesto
Aquilana
las
famosa embajada que llevó
casualidad de que precisamente
la
Comedia del Viudo, cuya
1 5
1
de aquel reino, con motivo de
media de Gil Vicente que más
de
Propa-
Gil Vicente la
Santidad de León X, loando y magnificando
Tristán de Acuña. Pero da
la
de 15
poeta extremeño debía de ser
el
presentar ante
que estudió
verisímil parece, puesto
y ya antes corrían de piezas que comprende; por ejemplo, la Tinela-
mera edición de este famoso
ria.
377
que
ni siquiera figura
la
de
la
Co-
lleva la fecha
en
la
primera
edición de la Propalladia. Queda, pues, la graciosa miniatura de Gil
Vicente como primer ensayo del tema romántico, luego tan repetido, del príncipe disfrazado por amor: interesante situación
complica haciendo que
dos
hermano suyo á
corazón de
el
hijas del viudo, hasta
Don
que
el
autor
Rosvel fluctúe entre
las
que afortunadamente viene otro príncipe
resolver el conflicto, casándose con
la
menor:
Estánse dos hermanas
Doliéndose de
sí;
Hermosas son entrambas Lo más que nunca vi. ¡Hufa, hufa!
A
la fiesta,
á la fiesta,
Que las bodas son aquí. Namorado se había dellas Don Rosvel Tenorí; Nunca tan
Yo jamás
lindos
cantar
amores oí.
¡Hufa, hufa!
A
la fiesta,
Que
Todo
es
el
al
á
la fiesta,
bodas son aquí.
comedido y decoroso, todo
pieza, escrita
consolar
las
gentil
y caballeresco en esta el fraile que viene á
íntegramente en castellano: hasta
viudo, es, por caso único en Gil Vicente, un buen
contraste entre
el
fraile;
viudo desconsolado y un compadre suyo que se
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
378
queja de jor ley.
la
Todas
muy
cómico y de la meescenas están tocadas con una ligereza y una ele-
inaguantable mujer que tiene, es las
gancia que sorprenden en autor tan primitivo.
Nada, por
contrario,
el
combinado que embargo,
más
más incongruente y peor
grosero,
comedia bilingüe de Rubetia (1521), que tiene, sin fantástica poesía, y es la más antigua comedia de
la
cierta
magia de nuestro
teatro, ó á lo
menos
la
primera en que intervie-
nen hadas y hechiceras. Es también la única pieza de Gil Vicente que presenta división en escenas, las cuales, en realidad, son tres actos pequeños, precedidos de un argumento que recita un Licenciado. El uso de estos introitos explicativos,
había renovado en Plácida
y
constantemente, no es exclusivo de el
que Juan del Enzina
y que Torres Naharro usó comedia clásica: recuérdese
Vitoriauo, la
praecentor de los dramas litúrgicos, y
el
prólogo ó protocolo de los
misterios franceses.
En
la
primera de estas scenas, se presenta con
dad una situación repugnantísima: cida
y abandonada por un
clérigo.
el
la
mayor
brutali-
parto de una muchacha sedu-
Pero
Gil
Vicente era tan poeta r
que, en medio del bárbaro gusto de su tiempo, nunca deja de hacer
pasar por lo ideal.
Así se
más abyecto y horripilante un rayo de la luz de lamenta en un monólogo la desventurada Rubena:
lo
¡Oh, tristes nubes escuras,
Que
tan recias camináis;
Sacadme destas
Y
llevadme á
De
la
honduras
mar, adonde
Duélanvos mis
Y A
tristuras,
las
vais!
tristes hadas,
llevadme apresuradas aquel valle de tristura,
Donde Donde
están las mal hadadas, están las sin ventura
Sepultadas...
Riquísimo es
comedia. Con
el
ella,
material folk-lórico que puede sacarse de esta
con
el
Auto das fados, y con muchos rasgos un inventario
sueltos de todas las obras del poeta, sería hacedero
de oraciones supersticiosas, de ensalmos y conjuros, de prácticas
capitulo xxvii misteriosas
vitandas, de todas las formas
y
sobrenatural diabólico en claro el
379
que un
y manifestaciones de
maligno y aun escéptico como
espíritu tan culto, tan
de Gil Vicente, no había de participar de
pero se complace en las
ta,
supersticiones
las
lo
Es
mitología del pueblo peninsular.
la
la
como
recoge con pasión de coleccionador,
credulidad del vulgo, curioso las
y como artiscomo un
explota
elemento poético-fantástico, y parece que su poderoso instinto le hace penetrar hasta el fondo de esas reliquias del paganismo ibérico,
y
sentir
cómo
hierven confusamente en
gún otro poeta nuestro
le
el
alma popular. Nin-
ha aventajado en esta rara erudición, que
á veces traspasa las rayas del lícito conocimiento é invade las del
dilettantismo ocasionado
de
los detalles,
y pecaminoso. Es
que hace sospechar en
tal lo
concreto
y
preciso
Vicente procedimientos
Gil
análogos á los que en nuestros días empleó Jorge Borrow para hacerse dueño de
la
lengua de los gitanos y tan consumado en
noticia de sus costumbres.
No
se llega á saber tanto sin
la
mucha
familiaridad con el objeto conocido.
Pero otro más apacible género de poesía popular que brujas
de
y
cría,
las
comadres esmalta
la
Rubina:
Doña
así el
coro de
cantiga en
Alda, y
el
las
el
de Vamonos
mozas de
labor,
de
así los cantares del
que recuerda, entre otros viejos romances,
estaba
el
el
de
ama
París
—á París esa ciudad;
dijo
mi
que
alivian su trabajo
tío
En
las
con esta
gusto de Juan del Enzina: «Halcón que se atreve
Con garza guerrera, Peligros espera.»
La caza de amor Es de
altanería;
Trabajos de
De noche
día,
dolor:
Halcón cazador,
Con garza
tan fiera,
Peligros espera...
Finalmente, notaremos
la
primera aparición de
la
figura del bobo,
llamado en Portugués «parvo».
La Rubena
es
comedia novelesca de pura invención,
lo cual
ex-
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
380 plica su til
tosquedad y desaliño, bien perdonables en época tan infan-
del arte.
Don Duardos y Amadís
dadas en libros de caballerías,
más regular y agradable. La tada que
la teatral,
y
Cárcel de
Amor
más adelan-
que dar sus primeros pasos como de
las faldas
Juan del Enzina, buscando en la
por tanto, ofrecen un conjunto
y,
ficción novelesca estaba
ésta tenía
con andadores, ó asida á
de Gaula son tragicomedias fun-
primera. Así lo comprendió
la
novelas sentimentales del corte de
las
inspiración para sus últimas églogas. Gil Vicente,
cuyo sentido poético era tan superior, entendió que en caballerías,
más gustados en Portugal que en ninguna
una brava mina que explotar, y se internó por sendero,
como
otros varios,
al
algunos temas caballerescos
como
brillantes libretos
de que se valió Gil Vicente para estas dos
y más excelente de todos dor de toda
en
la
los
el
aunque su primitivo
el
título
Prima-león, así
mismo de
los
según
la
allí
opinión
más que
Campo
comúnmente
Garci
llamado,
fuese Libro segundo de Palmerín, que
y
Polendos sus
fijos:
y
assi
de don Duardos, principe de ynglaterra (1524), obra
de autor desconocido, pero que en el
primero
el
padre y dogmatiza-
(libro nacido,
trata de los grandes fechos de Primalcón
que
el
compues-
piezas,
refundición castellana del Regidor de Medina del
Ordóñez de Montalvo) y
teatro
al
de ópera. Los
probable, en Portugal, pero que ya no se conocía
la
parte, había
abriendo este
Amadís de Gaula,
de su género,
andante caballería
de
de Calderón, que todavía trató
al
tas totalmente en castellano, fueron
más
ella,
teatro español definitivo,
de Lope, y aun pudiéramos decir libros
los libros
PalmerUi. de
Oliva, á una
el siglo
xvi se atribuía, lo
dama de Ciudad Rodrigo
(la
mismo señora
Augustobriga), tradición ya consignada por Francisco Delicado en la
magnífica y correcta edición que del Primaleón publicó en Ye-
necia en 1534: «la que
lo
compuso era mujer,
pensaba cosas fermosas que decía á
En pocas cosas como en no
cente, turas
se advierte tanto
el
haberse perdido en
que contienen estos
libros, ni
y
filando al torno, se
la postre».
la
genio dramático de Gil Vi-
enmarañada selva de aven-
haber caído en
la
tentación de
dialogar una tras otra sus escenas. Se atuvo con sobriedad á una sola situación interesante,
res
que en
de Oriana, y especialmente
el
el
Amadís de Gaula son
episodio de
la
los
amo-
penitencia de Bel-
CAPITULO XXVII tenebrós en
la
Peña Pobre;
y,
en
el
38 X
Don Duardos, los amores
del pro-
Emperador de Constanti-
tagonista con la infanta Flérida, hija del
nopla. Dramatizó, pues, algunos incidentes novelescos, pero cribió la
no es-
comedia á manera de novela. De fábulas tan embrolladas
acertó á sacar un cuadro escénico, sencillo é interesante, prescin-
diendo de de
la
la
desaforada máquina de gigantes, vestiglos y endriagos,
monótona repetición de mandobles,
tajos
y
reveses, desafíos
y pasos de armas; insistiendo en la parte humana, y especialmente en aquella pasión que es el alma del teatro; y dando á veces muy viva
y delicada expresión
doncel de la
á los afectos
mar y de Don Duardos, en
pie quebrado; v. gr.: estas
que canta
el
y
á las cuitas amorosas del
pulidas
zado de hortelano: ¡Oh palacio consagrado,
Pues que tienes en tu mano Tal tesoro,
Debieras de ser labrado
De
otro metal
Que no
más ufano el oro!
Hubieron de ser rubines,
muy
Esmeraldas
polidas
Tus ventanas, Pues que pueblan serafines Tus entradas y
salidas
Soberanas.
Yo
adoro, diosa mía,
Más que á los dioses sagrados La tu alteza,
Que
eres dios de mi alegría,
Criador de mis cuidarlos
Y
tristeza.
A ti adoro, De este vil Que
A
ti
causadora oficio triste
escogí.
adoro, mi señora,
Que mi ánima Para
Por
Que
quisiste
ti.
los ojos
piadosos
te vi n'este lugar,
Tan
sentidos,
y
gentiles coplas
de
príncipe de Inglaterra, disfra-
382
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA Claríficos y lumbrosos,
Dos
soles para cegar
Los nacidos;
Que alumbres mi
corazón,
¡Oh Flérida, diosa mía,
De tal suerte Que mires la devoción Con que vengo en romería Por
la
muerte!
Tú duermes, yo me
Y también
está
desvelo,
dormida
Mi esperanza:
Yo
solo, señora, velo
Sin dios, sin alma, sin vida,
Y
sin
mudanza.
Si el consuelo viene á mí,
Como
á mortal
Le
enemigo
requiero:
Consuelo, vete de ahí,
No
pierdas tiempo conmigo,
No ¡Oh
te quiero.
floresta
de dolores,
Árboles dulces,
floridos,
Inmortales,
Secárades vuestras
flores,
Si tuviérades sentidos
Humanales!
Que
partiéndose de aquí
Quien hace tan soberana
Mi
tristura.
Vos, de mancilla de mí,
Estuviérades mañana Sin verdura.
Pues acuérdesete, Amor,
Que
recuerdes mi señora
Que se acuerde, Que no duerme mi dolor, Ni soledad sola un hora
Se me pierde. Amor, Amor, más te
Que cuando ya La
verás,
pido;
bien despierta
CAPITULO XXVII
Que
383
le digas al oído:
«¡Señora,
vuestra huerta!»
la
¡Y no más!
Porque, Amor, yo quiero ver,
Pues que Dios eres llamado Celestial,
poder
Si tu divinal
Hará
subir en brocado
Este sayal;
Que
A
para ser tú loado,
milagros te esperamos;
Que Ya
Y
sin
por
ti
lo
imposible andamos,
No
Toda -de ella
lo igual
se está acabado,
por
ál...
un delioso
esta tragicomedia es
quisito de su poesía
parable,
como no
hizo cantar al coro
lírica,
pero,
como
la
ella:
En el mes era de Abril, De Mayo antes un día, los lirios
y rosas
Muestran más su
alegría,
En la noche más serena Que el cielo hacer podía, Cuando
la
'
hermosa Infanta
Flérida ya se partía:
En
A
la
huerta de su padre
los árboles decía:
— Quedaos á Dios, mis flores, Mi
gloria
Voyme
que ser
mi padre
Que grande Digan que
Que no
solía;
á tierras extranjeras,
Pues ventura Si
fué
allá
me
me
guía.
buscare,
me quería, Amor me lleva,
bien
el la
si al fin
más
ex-
un romance incom-
á la inspiración popular,
remeda, que se confunde con
Cuando
lo
compuesto por trovador ó poeta
se hallará otro
de cancionero: tan próximo está
modo
idilio;
hubiese querido Gil Vicente dar una muestra de
culpa mía:
Tal tema tomó conmigo,
y de
tal
—
3B4
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
Que me venció
su porfía:
no sé á dó
Triste,
me
Ni nadie
vo,
lo decía.
hablara don Duardos:
Allí
— No lloréis, mi alegría, Que en
los reinos
de Inglaterra
Más claras aguas había, Y más hermosos jardines,
Y
vuestros, señora mía.
Teméis
De De
trescientas doncellas
alta genealogía:
plata son los palacios
Para vuestra señoría,
De De
esmeraldas y jacintos, oro fino de Turquía,
Con
letreros esmaltados
Que cuentan Cuentan
Que me
la vida
mia,
los vivos dolores
distes aquel día
Cuando con Primaléón Fuertemente combatía: Señora, vos
me
Que yo
no
á
él
matastes, lo temía.
Sus lágrimas consolaba Flérida,
que aquesto
Fuéronse á
oía;
las galeras
Que don Duardos
tenía.
Cincuenta eran por cuenta,
Todas van en compañía: Al son de sus dulces remos
La Princesa se adormía
En brazos de don Duardos, Que bien le pertenecía. Sepan cuantos son nacidos Aquesta sentencia mía: -
Que
coutra muerte y amor
Nadie no tiene
(i)
La versión portuguesa de
este
valía»
(1).
romance que
trae
Almei da-Garrett,
su-
poniéndola copiada de los manuscritos del caballero Oliveira, no ha existido nunca,
como tampoco
el mismo romance más bien arreglado, por Garrett,
esos fantásticos manuscritos. Es
castellano traducido libremente, ó
CAPÍTULO XXVII
Otra vena dramática abrió especialmente en
el
385
Gii Vicente,
que en
teatro español,
el
de Lope, había de ser caudalosísima. Su Come-
dia sobre la divisa de la Ciudad de Coimbra (1527), es
aunque rudísimo ensayo, de aquellas leyendas
locales, heráldicas
genealógicas, que de las historias de pueblos pasaron es
de aplaudir
el
río,
teatro.
al
y
No
absurdo embrollo que inventó Gil Vicente para
explicar los símbolos de Cáliz
primero,
el
la
Princesa, del León, de
que aquella ciudad tiene por armas, y
Serpiente y
la
el
tradiciones de su
las
otras antigüedades; pero ha de tenerse en cuenta lo que his-
y
tóricamente significa este conato de drama arqueológico, no ensa-
yado hasta entonces en ninguna parte de Europa. Comedias novelescas son, aunque con matices varios,
las
ahora llevamos citadas. Pero Gil Vicente cultivó además
de costumbres, y aun pudiéramos decir que aspiró á carácter.
Debe
advertirse, ante todo,
que
lo
cómico
como
su teatro de dos diversas maneras. Está
la
que hasta
la
comedia
comedia de
se manifiesta
en
difuso por todas sus
composiciones sagradas y profanas, penetra en todas sus alegorías, hace resonar sus cascabeles en las situaciones más solemnes, y otras veces se insinúa con blanda ironía, estrepitosa. Entran en
él
mucho más
por partes iguales
eficaz
cómico de imaginación, elevado á veces hasta tico.
Esta es quizá
la
que la carcajada
humor
el
el
y lo humorismo románsatírico
forma más elevada de su original talento,
la
ca-
tegoría superior de su arte. Pero posee también lo cómico de observación, y
manifiesta de un
le
modo
concreto en sus
comúnmente en portugués, y algunas de técnico, son lo
mejor de sus obras.
listas piezas,
sima composición, no tenían precedente alguno contarse por
ron quien
tal la
comedia francesa
del
aspecto
de breve y
sencillí-
(á
no ser que quiera
Avocat Pathe/in), y no tuvie-
superase hasta que Lope de Rueda compuso sus pasos
las
En
sabrosísimos.
ésta,
que ser maestro de
sí
como en
mismo y
tantas otras cosas, Gil Vicente tuvo
sacarlo todo de su propio fondo, ó
bien del asombroso poder que tenía para ver libres
de telarañas. Estas
farsas
la
entremeses de Cervantes,
los saínetes
otras joyas del antiguo género chico. /
1
Ikui
'.-
más
realidad con ojos
no son propiamente comedias, sino
cuadros de costumbres dialogados: algo parecido á
\iKNK,\i>i
farsas, escritas
bajo
el
las cuales,
Pettia ttuUllana.
de
Una
111.
I
>.
lo
que son
Ramón de
sola situación
la
lot-
Cruz, y
cómica, uno 6 a?
HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA
386
dos personajes grotescos, bastan para en
da Jwrta y en
Velho
la
Farsa de Inés Pereira hay verdadera
nudo
acción: en las restantes, el
cuadro de Gil Vicente. Sólo
el
es flojísimo.
Pero ¡qué tesoro de len-
guaje popular! ¡qué animación picaresca! ¡cuánta espontaneidad y cuánta fuerza de sentido común! ¡qué galería de figuras risibles!, si bien
poeta abusa demasiadamente de los tipos, ya convencionales
el
y monótonos, de
frailes
escandalosos, de clérigos amancebados, y de
celestinas con puntas y collares de hechicería. El amaneramiento
escollo de
es en él lo
que rara vez se salva
muy
que más
poeta dramático, por
el
mismo que
que mejor sabe hacer y ha aplaudido. Ni Moliere se libró de ello con sus mé-
fuerte la tentación de repetir lo
se le
dicos y sus maridos pacientes,
Moratín con sus viejos y sus niñas.
ni
;Qué de particular tiene que no alcanzase á escribiendo en época tan ruda, en que
el
evitarlo Gil Vicente,
más
más complejas de
es admirable el
en compendio
los poetas
las
como
las inven-
edades cultas?
Aun
así
que esbozó, y que presentan como sociedad portuguesa del gran siglo, tomada por su
número de la
de
cómico
sencillo perfil
implicaba un esfuerzo de creación tan arduo, acaso, ciones
lo
es
tipos
aspecto menos heroico. El galancete enamorado ridículo, asiduo
que tañe
lector de cancioneros manuscritos,
su dama, con
cindad
acompañamiento de todos
(i): la infiel
los
la viola
á las puertas de
gatos
perros de
esposa sobresaltada por
la
do de (1)
la risa,
D. Manuel (1505): uno de
al
retortero á dos
labrador viejo
los Palacios
los criados habla
Auto da India, representado á
O
ve-
y
tenta-
doncellas que vienen á su huerta (3);
,
castellano (3)
las
Furga de iquem tem fárelos» representada en
•ante el rey (2)
perseguidor de
la calle (2); el
la
inesperada aparición
del marido que torna de la India, mientras ella trae galanes, uno en casa y otro en
y
la
reina
de
la
Ribera,
en castellano.
Doña Leonor
(15 19): hay un
que habla en su lengua.
No hay en
velho da Horta (1512).
castellano
¿Cuál es la niña
Que coge Si
las flores
no tiene amores? Cogía
La
la
niña
rosa florida,
El horlclanico
Prendas Si
no
le
tiene
pedia,
amorío
mis que un
cantarcillo:
CAPÍTULO XXVII judío casamentero
-el
(i); los
negros
Sancho Panza
Beira, juzgador á lo
(2)
(4); el
387
y
las
gitanas (3); el juez de
hinchado hidalgo de poca
que mata de hambre á sus servidores, empeñándose en tener
renta,
capellán y orífice propio y gran
número de
pajes
(5); el físico
maestre Enrique, precursor de los médicos de Moliere
te,
pedan-
(6)...
Para
encontrar caricaturas semejantes, hay que llegar hasta El Lazarillo
de Tormes, 6 más bien ni unas ni otras son caricaturas, sino trasuntos fidelísimos de
la
vida peninsular, interpretada por artistas
•de genio.
Interviene en la Farfa de Inés Pereira, donde sólo
(1)
ermitaño habla
el
-en castellano.
En
(2)
rín
(1
Farfa do Clérigo da Beira, representada á D. Juan III ea Almeise remeda con gracia la jerga de los negros de Guinea traídos como
la
526),
•esclavos á Portugal.
Farfa das Ciganas, representada en Évora
(3)
(1
52
1).
Toda
ella
jerigonza castellana que hablaban los gitanos, pero sin mezcla de
la
Es
primer documento de nuestra literatura que se refiere exclusivamente
el
á
en
calo'.
ellos.
Farfa do Juiz
(4)
de.
Beira, representada en Almeirín (1525).
Un
zapatero
habla en castellano.
Farfa dos Ahnocreves (de los arrieros), representada en Coimbra ( 526). Físicos. No se expresan el año ni el lugar de la representa-
(5)
1
Farfa dos
(6)
más libres y más francamente inmorales de Gil Vicente, pero no de las menos ingeniosas. Si algo hay en su teatro que recuerde el cinismo de la Mandragora de Maquiavelo es, sin duda, este auto. La ma-
ción.
Es una de
las piezas
yor parte de
él está
terlocutores:
el
en castellano, lengua que hablan
los tres principales in-
clérigo enamorado, el padre confesor de ancha
manga que
le
que bien merece su nombre, termina cantándose á voces una ensalada tan estrambótica como el argumento. Todo ello parece una bufonada de Carnaval, y puede darnos idea de lo que absuelve, y
el físico
ó médico. Esta
farsa,
eran los juegos de escarnio.
Aunque
calificada
de comedia, tiene mucha relación con
las farsas la Flores-
ta de engaños, última obra de Gil Vicente, representada en Évora en 1536, sino
que
es una farsa implexa, puesto
dad con poco
arte.
que combina dos ó
Es pieza bilingüe, predominando
tres
en una, á
el castellano.
la ver-
Los chascos
que son víctimas un logrero y un juez prevaricador, alternan confusamente con una intriga amatoria y mitológica, y con los diálogos episódicos de un filósofo y su criado, el bobo ó parvo, que aparecen sujetos á una misma
APÉNDICES
Lope de Estúñiga. «¡Oh
—
453
Querella. triste partida mía!»
Otras suyas, esforgando a
ssi
mismo estando preso.
«Pues vuestra desauentura.»
—
Dezir sobre
la gerca de Aliengia. (Inédito.)
«Sabet de nos, margarida.»
Suero de Quiñones. Canción. «Dezidle nuevas de mí.»
Francisco Bocanegra. Serrana.
«Llegando á Pineda.»
Carvajal ó Carvajales. Canción. «Pues mi vida es llanto o pena.»
—
Villangeic.
«Saliendo de un olivar.»
—
Romange por
la sennora rey na de Aragón.
«Retraída estaba
—
A
la
reyna.»
la princepsa de Rosario.
«Entre Sesa et Cintura.» Serranilla.
¿Andando perdido, de noche ya
—
era.»
Romange. «Terrible duelo fasia.»
—
Serranilla.
«Passando por
—
Toscana.
Por
la
la
Campanna.-
muerte de Iaumot Tenes.
«Las trompas sonaban
—
>
Acerca Roma.
VYniendo de
—
la
al
punto del
dia.»
Serranilla burlesca.
«Partiendo de Roma, passando ¡Marino.» Serranilla.
«Desnuda en una queqa.» i
>ibqo del Castillo.