VI Congreso Internacional de Arqueología Submarina. Cartagena, 1982

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CARTAGENA 1932

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Museo y Centro Nacionales de Investigaciones

Arqueológicas Submarinas

VI congreso internacional de

CARTAGENA 1382

MINISTERIO DE CULTURA DIRECCION GENERAL DE BELLAS ARTES Y ARCHIVOS SUBDIRECCION GENERAL DE ARQUEOLOGIA Y ETNOGRAFIA 1985

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i * edición: Madrid, 1985. Printed in Spain. Impreso en España. FJita- Ministerio de Cultura. Dirección General de Bellas Artes y Archivos. Oubdirección General de Arqueología y Etnología.

448 07 73. Imprime: RAYCAR, S. A. Impresores. Matilde Hernández, 27. 28019 Madrid.

INDICE Págs.

Presentación Prólogo Crónica y conclusiones del Congreso

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METODOLOGIA

Metodi e tecniche di rilevamento subacqueo, por Ezio Mitchell

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PROSPECCIONES Y CARTAS ARQUEOLOGICAS

La arqueología subacuática en las costas del Norte y Noroeste peninsular: Estado de la cuestión, por Manuel Martin-Bueno, Manuel Izaguirre. José L. Casado, Rafael Mejuto y Felipe Senén López Carta Arqueológica de la Caleta, por Olga Vallespin La arqueología subacuática en la bahía de Cádiz, por Juan R. Ramírez Delgado y Victo­ ria Mateos Alonso Prospecciones arqueológicas submarinas en la zona del Saler (Valencia), por Albert Ribera y Asunción Fernández L’Epave Antique Bagaud 2, por Luc Long El ciclo transgresión-regresión y hundimientos costeros en el sureste español. Su influencia en asentamientos pleistocenos, por Ricardo Montes Bernárdez Decouverte sous-marine d’une cite prehistorique dans l’Etang de Thau, en Languedoc franjáis, por Denis Fonquerle Relitto di una nave corinzia a Vulpiglia (Siracusa), por A. J. Parker Apuntes para la Carta Arqueológica de la Ría de Vigo, por José Manuel Hidalgo Cuñarro y Juan Carlos Sotelo Solana ,................................ L’arqueologie subaquatique en Bulgarie: Recherches et perspectives, por Mihail Lazarov. Ricerche subacquee nella Sardegna Settentrionale, por F. Lo Schiavo y A. Boninu Archeologia subacquea: Risultati dell attivita svolta lungo il litorale brindisino, por Benita Sciarra Bardaro Rinvenimenti archeologici sottomarini presso il KOPAKQAH1 AIMHN (Sardegna), por Rai­ mando Zueca

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Págs.

El polígono submarino de Cabo de Palos. Sus aportaciones al estudio del tráfico marítimo antiguo, por Julio Mas ...........................................................

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EXCAVACIONES

El yacimiento submarino de Favaritx (Menorca. España), por Manuel Fernández-Miranda y Alicia Rodero Riaza Excavaciones en el yacimiento submarino de «San Fcrreol» (Costa de Cartagena), por Ju­ lio Mas El fondeadero norte de Na Guardis: su contribución al conocimiento de la colonización púnica en Mallorca, por Víctor M. Guerrero El yacimiento arqueológico submarino de RiellsLa Clota y su relación con Ampurias, por F. Javier Nieto Prieto y Josep M.“ Nolla La nave romana di Diano Marina. Rclazione preliminare, por Francisca Pallares «Portus Cosanus»: il primo porto romano c la peschiera di Cosa, por Anna Marguerite McCann .......................................................................

Note conclusivo concernenti lo scavo di un relitto dell’eta del bronzo nella baia di Lipari, por Enrico Ciabatti Rclazione preliminare sul relitto di Capo Testa, presso Santa Teresa di Gallura. (Prov. Sassari por Daniela Gandolfi ........................................................

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ARQUITECTURA E HISTORIA NAVAL Hipótesis sobre el asentamiento de los mástiles abatióles en naves mediterráneas de época clásica, por M. “ Dolores Higueras Rodríguez Nuevos aspectos para las interpretaciones de las bombas de achique en las naves de época imperial romana, por Federico Foerster Laures ... .'. Canoas de tablas de tipo mesopotámico en zonas de influencia tartésica, por Octavio Lixa Filgueiras Un acquis recent des recherches d architecture navale: la «construction altemee» des navires antiques, por J. M. Gassend y J.-P. Cuomo Elements de construction sur couples observes sur une epave du haut moyen-age decouverte a Fos-sur-mer (Bouches-du-Rhone), por Marie Perre Sezegou Sulle attivita marinare degli estensi (secc. XV e XVI). Fonti e documenti, por Pier Paolo Pedriali

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ESTUDIO DE MATERIALES

Tagomago 1: un pecio fenicio del siglo V a. C. en aguas en Ibiza, por Juan Ramón Torres. 377 Anforas púnicas de la Caleta, Cádiz, por María Dolores López de la Orden y Carmen Gar­ cía Rivera ................................................................................... Anfore puniche dei Mari della Sicilia e il problema della documentazione dei rinvenimenti in reti a strascico, por Gerhard Kapitan 399 The discovery of a bronze ram in the sea of Athlit — a contribution to the studies of na­ val warfare in the classical period, por Elisha Linder 405

INDICE

7 Págs.

Hallazgos arqueológicos submarinos en la costa de Denia. Las ánforas de cronología romana republicana, por Josep A. Gisbert Santonja Cerámicas de aire orientalizante en Mazarrón (Murcia): sigillata y pseudo-campaniense por José Pérez Ballester ’ Envases para salazón en el bajo Imperio (I), por Sebastián F. Ramallo Asensio Envases para salazón en el bajo Imperio (II). Estudio mineralógico de las cerámicas roma ñas de Aguilas y Mazarrón (Murcia), por R. Arana Castillo .. . . Un lingotto dei «plani» della costa oriéntale della Sardegna, por Antonietta Boninu

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RELACIONES COMERCIALES MUNDO ANTIGUO

El litoral catalán: navegación, materiales arqueológicos submarinos e interpretación comer­ cial en época antigua, por Jordi Miró Un nuevo material cerámico de engobe rojo, por Juan Blánquez En torno al comercio protohistórico terrestre y marítimo griego en el Sudeste, por Juan Maluquer de Motes........................................................... El comercio marítimo con los iberos del Sureste según los datos arqueológicos de El Cigarralejo, por E. Cuadrado..................................................................................

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CONSERVACION Y RESTAURACION

Consideraciones bibliográficas sobre conservación de maderas empapadas de agua, por Carmen Saldarla de Goust............................................................... 489

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PRESENTACION La celebración en Cartagena del VI Congreso Internacional de Arqueología Submarina supone un hito de importancia para el desarrollo de la Arqueología Subacuática en España. El hecho afor­ tunado de que coincidiera con la inauguración del Museo y Centro Nacional de Arqueología Ma­ rítima. una feliz oportunidad. El Congreso, con sede alternativa en los tres países mediterráneos: Francia, Italia y España, constituye hoy por hoy la mesa de discusión más plenamente autorizada para proponer, debatir y exponer cuantos avances se manifiestan continuamente en este campo de la Ciencia Arqueológica en la superación de las dificultades técnicas y científicas que lleva emparejada su práctica. España, cuya riqueza arqueológica en todas épocas y culturas es proverbial, que es también afortunada al disponer de un importantísimo patrimonio arqueológico sumergido, se ha ido incor­ porando lentamente pero con firmeza al punto de evolución que por ese patrimonio le corres­ ponde. Este campo de la ciencia, tan poco conocido hace unos años, cuenta ya con firmeza con unos puntos de apoyo sólidos, otros tantos yacimientos o zonas en vías de investigación, que poco a poco surgen en nuestras costas y que van a constituir, a no dudar, la trabazón de nuestro futuro desarrollo. Vemos con esperanza que un lúcido avance en la arqueología terrestre, se empieza a completar con firmeza en la ¡levada a cabo al socaire de nuestras costas. Nuestras aguas dejan ya de ser una incógnita para convertirse paulatinamente en una realidad palpable. Zonas difíciles a la investigación como las costas del Norte o Noroeste, o incluso las poco propicias del Estrecho de Gibraltar, se suman ahora al elenco de información disponible y por tanto a la arqueología en general. Descubrimientos frecuentes como los acaecidos en Cataluña. Baleares o Andalucía, en­ tre otras, permiten ya trazar un esquema somero de la futura Carta Arqueológica Submarina de las costas españolas. Al mismo tiempo nuevas gentes que se incorporan a la investigación y medios en aumento, además de la puesta en funcionamiento del Centro Nacional de Cartagena; la planificación de una eficaz información mecanizada ya en curso y nuevas expectativas, permiten augurar un futuro mejor desde la celebración del Congreso. Como elemento divulgador que se hacía necesario, la creación de una serie de publicaciones específica sobre Arqueología Subacuática, editada por el Ministerio de Cultura, que servirá de plata­ forma para dar salida a la información generada por la investigación española en este campo y que iniciamos con la publicación de este mismo Congreso para darle un feliz comienzo, es una realidad desde este momento. Esta parcela de la investigación arqueológica, cada vez con un volumen mayor, tiene así un adecuado cauce de expresión que el Ministerio de Cultura acoge como obligación gozosa de faci­ litar la información y divulgarla y servir así para potenciar una actividad que esperamos fecunda para todos los investigadores y en especial los que gozamos de la satisfacción del trabajo bajo las aguas. Manuel MARTIN-BUENO Subdirector general de Arqueología y Etnología

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PROLOGO A! /¡nal de los arios cuarenta y principios de los cincuenta nació la escafandra autónoma como un artilugio deportivo que permitía una permanencia y una movilidad en las profundidades sub­ marinas en contraste con las de los buzos clásicos. En seguida se vio que la escafandra autónoma podía ser empleada con fines científicos y entre ellos a la Arqueología. Anteriormente ya algunas exploraciones realizadas por buzos convencionales —recordemos las de Mahdia o las de las naves de Nerni y en nuestro país las de la costa cartagenera realizadas por el capitán de navio J. J. Jáuregui en los últimos años cuarenta— habían demostrado la existencia de verdaderos tesoros arqueológicos en el fondo del mar o de los lagos. El que esto escribe —privilegios de la edadha vivido muy de cerca los enormes adelantos realizados por la arqueología submarina en treinta años y gracias a la escafandra autónoma. Con ella nacía una nueva metodología que se fue perfec­ cionando rápidamente. Es necesario proclamar que los mayores logros en las nuevas técnicas se consiguieron concre­ tamente en el arco costero ligur-provenzal-catalán. En 1950, por la mano del recordado Niño Lamboglia. nacía el «Centro Sperimentale d'Archeologia Sottomarina», en Albenga. que empezó a trabajar de forma sistemática en los pecios cercanos a la isla Gallinaria. Al propio tiempo, el comandante Cousteau. bajo la dirección científica de Fernand Benoit y a bordo de la nave «Calypso». iniciaba la exploración del Grand Conglué, cerca de Marsella. En España, en la costa cata­ lana. surgía un grupo aglutinado en el CRIS de Barcelona. En 1948 fue descubierto el sarcófago de Hipólito en la Punta de la Mora (Tarragona), bellísima pieza que estimuló nuevas exploracio­ nes. Unos años después, bajo nuestra dirección, se recuperaban los cepos de ancla romanos del Puerto de Blanes (Gerona) y ya se realizaban prospecciones sistemáticas en el Pecio de Punta de Algas (Murcia), dirigidas por Julio Mas. La actividad creciente en este nuevo campo de la exploración de las antigüedades conservadas en el fondo del mar, hizo muy pronto necesaria la organización de los «Congresos Internacionales de Arqueología Submarina», de los que siempre ha sido motor eficaz el Intitulo Internacional de Estudios Ligures, desde su sede de Bordighera. El primero de estos Congresos se reunió en Cannes en 1955. Tres años después se celebraba el segundo en Albenga. A ambos asistieron todos los pioneros de la Arqueología Submarina. En el de Albenga se constituyó el primer Comité de la Forma Maris Antiqui, del que soy, desgraciadamente, el último superviviente./En los veinticuatro años transcurridos hasta el presente Congreso de Cartagena hemos perdido a los dos hombres que fueron los iniciadores u propulsores de esta actividad científica en el Mediterráneo occidental, los profesores Fernand Benoit y Niño Lamboglia. Uno —Benoit— arrebatado de la vida por la ley ine­ xorable de los años y el otro —Lamboglia— perdido en un terrible accidente en el momento en que la Arqueología en general más se beneficiaba de su maduro magisterio. Nuestro Congreso de Cartagena, como puede verse en la crónica del mismo, rindió un emo­ cionado homenaje a la memoria de Niño Lamboglia. Séanos permitido dejar constancia aquí de lo que intentamos decir ante el sencillo monumento levantado a su memoria con el telón de fondo del mar azul que él tanto amó. Para los que éramos jóvenes arqueólogos hace veinticinco o treinta años. Niño Lamboglia era el símbolo de la renovación de la Arqueología clásica, en un nuevo intento —muy conseguido— de separarla de la Historia del Arte antiguo. Claro que esto no era la obra exclusiva de Lamboglia. Era también la labor de otros hombres, pocos, de diferentes países y que. a veces, no tenían demasiada conexión entre sí. Jóvenes estudiantes de una Universidad depauperada, apenas rehaciéndose de las pérdidas de la guerra y enfrentada con el aislamiento de la posguerra internacional, teníamos un enorme afán, junto con nuestros profesores, de entrar en contacto con las nuevas corrientes. En este aspecto, nuestro primer vínculo con el mundo ex­ terior fue Niño Lamboglia. ¿Cuál era la base de su programa científico? Habrá que estudiar su amplísima obra, pero creo que ya pueden señalarse dos puntos concretos: la importancia de la

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i la i. ,outl.Ki del msínimentum donicMicum como fósil director. Ambas ideas va ■ . • Jesqrr-.'ba.ias en les fernías aplicadas por los prehistoriadores de los años treinta htm f . c e< paciente esicvaj-rde Albintimihom. supo ponerlas en valor para la Arqueología clásica. Promotor de una amlwosa intumzai ión internacional —el Instituto de Estudios / igurcv—, con ‘ sHa' x está'!,tiáiaas trlar iones científicas entre países y regiones vinculados por una m 'ma o arquóé'gia historia antigua. Testimonio de todo ello son una serie de importantes i N > nubbon iones en < uva cabecera has’ que citar a ia Risisla di Sludi I iguri / n síntesis un eran humanista. un pmn organizador y un eran amigo, cavo nombre quedara pira siempre cilla :ado e,v?m M Fernández Miranda. I: Ripoll v D J Mas i R 1 \í 74 /♦o/morpy 7? I iou. Melle. Mouchod v tercer miembro a designar. H 4/71 IMctora /• Pallares y dos miembros a designar.

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METODOLOGIA

METODI E TECNÍCHE DI RILEVAMENTO SUBACQUEO Ezio MITCHELL

II rilievo e la documentazione gráfica occupano nel campo dell’archeologia un ruolo delta massima importanza, sia nelle fasi di preparazione di una ricerca o di uno scavo, sia durante i) loro svolgimento. L'insieme dei dati. delle informazioni e dcgli studi raccolti costituiscono. assieme ai documenti grafici, strumenti indispensabili per la lettura e l’interpretazione di uno scavo o di un’area ar­ cheologica: a tal fine la documentazione gráfica deve raggiungere livelli di precisione e di qualitá superiori alie eventuali tolleranze úsate in altri settori di lavoro. Spesso essa rappresenta l’unico strumento di lettura e di interpretazione di situazioni complesse, stratificate o scomposte nella reaitá; cosí come costituisce (ad esempio durante ed al termine degli scavi) Túnica testimonianza complessiva e permanente di dati di cui l’archeologo possa disporre a distruzione avvenuta dello stato di fatto iniziale. Se queste affermazioni costituiscono un obiettivo fondamentale per l’archeologia terrestre, diventano un fatto indiscutibile e irrinunciabile per l’archeologia subacquea. L’evoluzione dei sistemi di intervento e di scavo archeologico subacqueo ha imposto nuove metodologie e strumenti adeguati alia richiesta scientifica. Questa esigenza ha sviluppato negli anni recenti una eccezionale e sempre crescente domanda di documentazione gráfica archeologica di livello sempre piú specialistico e professionale. Le difficoltá da superare generalmente riguardano: — le condizioni d’ambiente e la profonditá, — la carenza di strutture formative specifiche di quadri tecnici nel campo del rilievo archeo­ logico, — la mancanza di normative e metodologie di intervento codifícate, sperimentate e verifícate. Anualmente a queste tematíche si risponde con l’esperienza diretta ricavabile da ogni singólo caso e dai lavori giá realizzati. Con questa comunicazione si vuole quindi fare il punto su alcuni metodi e sistemi di rilevamento subacqueo applicati in recenti lavori di ricerca archeologica’.

IL RILEVAMENTO TOPOGRAFICO NELL’ARCHEOLOGIA SUBACQUEA

La versatilitá di applicazione di questo método risulta oramai dimostrata e inconfutabile. II principio di lavoro é direttamente desunto dalla disciplina della topografía ed i procedimenti ■

1 1 lavori di rilievo e di documentazione gráfica e fotográfica citati in puesta comunicazione sono stati eseguiti dai tecnici delta Cooperativa MODUS di Roma.

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di vakvde e sitlvrpo dct dati. derivad dalla trigonometría, poscono essere facilitan c resi di tapida cxxe.vne a me .’o di calcólo computcrizzato . I metivii apianan sono fundamentalmente di duc tipi: con il primo si costiiuisce su.la tetra ferina una base torx'pafica misurata (lig I). collcgata a vcrtici o caposaldi tngonomctnci kxali o prosami deTÍ Vi.Af. e del Castato di zona. 2;

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Fig. !.—ESEMPIO DI BASE TOPOGRAFICA MISURATA. Pianta della villa romana «Le Grottacce». in scuro le strutuire somnierse; S, linea di costa; A e B, vertid della base misurata; 1. 2, etc., vertid da rilevare.

Ai vcrtici della base si pongono duc teodoliti al grado secondo, formando cosí due stazioni di lettura goniometrica (con un operatore ciascuna) da cui si applica il método della «intersezione in avanti», collimando, a mezzo del cannocchiale dcllo strumento, un segnale di riferimento posto in acqua (un galleggiante con asta visibile al centro). Questo a mezzo di un tirante rígido e irrigidito trasferiscc perpendicolarmente in superficie la posizione reale (corretta all’orizzonte) di un qualsivoglia punto interessante della zona archeologica subaequea. Nel serondo caso invece ci si avvale del método della «celerimensura» (fig. 2) con una sola stazione topográfica (sempre legata a caposaldi originali) costituita da un teodolite di precisione - Di grande utilitd si é dimostraia la versátil© e trasportabile calcolatrice Texas Ti 59. programmabile, corredata del Modulo di Topografía KOH I NOOR KERN c stampante PC. 100 C.. che ha permesso lo sviluppo immediato in loco dei daü ed il conirollo delle tolleranze dcgli errori ed eventual) compensazioni.

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U - Mili H| I I det ritrovamenií n.m eraste in senso awluto un método di rilicvo migliore di unaítro. quanto pwtioslo nsuha determinante l.i svelta di interven!! diversi appropriati. capad di far risparmiarc tempe dt nr.mcroone sen.’a con ció inciderc sulla qualitá. Quanto sopra risiilta dclla tnassinia n”¡xsri3tvit se rappoHato alte esigen.’C di sicurezza del iavoro subaequeo sopraltutto a qudlc profendtü *nr spess» si rásenla il limite di sicurczza dcllc tabelle di decomprcwone. fl rile»ámenle subaequeo si trova oggi nella fase critica che carattcrizza íinizio di tnoltc nueve tccnxlK di prod'i»ne. come c avsenuto ad cscmpio ncl passalo per la acrototograminftna < be meontro agli imzi. per parcschi anni. números! prcconcetti c dilfidcnzc soptattiitto a Indio di kgiitinurHMH* «científica. Ai pcoblciTii ddla 01 panizzazmne técnica risolli daidi I-nli dai pin.in c «Im piotcssionisli. deve umndi tare eso a! pm presto lintcrcssc e liiiizinliva del mondo accadcimco. ton í.issio di scscri co.I.iihIÍ. Ii lorma, b'iie di coisi iimvetMlari. la prepata/ionc di sen ptoIcsMonoti. I istituzionc di propammi di merca sciennlica ed applicata sosteniila da mczzi fmanziari adcgiiati.

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Fig. 4 -COI.I.IMAZIONE 01 VERTI ( I A BASSA PROFONDITA

Fig. 7.—STAZIONE TOPOGRAFICA iDISTANZIOMETRO E TEODOLITE).

Fig. 8.—SISTEMA DI RILEVAMENTO ECOGRAFICO. 1, rilevatore del Side-Scan-Sonar, prima di essere immerso; 2, rilevatore per il tracciamento delle sezioni (Sub-Bottom-Profilig) agganciato ad asta fissa e pronto ad essere immerso.



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Fiy 12 QUOTATURA DI I RITROVAMENTI ALLINTERN’O DI UN RIQUADRO.

Fig. I6.-RIUEVO DI DETTAGLIO ALL’INTERNO DI UN RIQUADRO.

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PROSPECCIONES Y CARTAS ARQUEOLOGICAS

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LA ARQUEOLOGIA SUBACUATICA EN LAS COSTAS DEL NORTE Y NOROESTE PENINSULAR: ESTADO DE LA CUESTION Manuel MARTIN-BUENO. Manuel IZAGUIRRE, José L. CASADO. Rafael MEJUTO y Felipe SENEN LOPEZ.

■ inmed,ata proximidad de la celebración del VI Congreso Internacional de Arqueolo­ gía Submarina es un buen motivo para que las instancias superiores de la Administración espa­ ñola, en materia de Patrimonio Arqueológico, hayan decidido poner sobre el tapete de la inves­ tigación arqueológica, en parcela tan especifica técnicamente como ésta, una aproximación a la realidad actual. Una distribución zonal ha querido que el que encabeza estas notas haya sido encargado de coordinar con los demás firmantes las noticias, siempre muy dispersas, con las que tratar de ela­ borar siquiera sea de forma sucinta y aproximada el panorama de lo que nuestras costas han ido ofreciendo y siguen haciéndolo en materia de hallazgos, descubrimientos y recuperaciones diversas. Es de rigor, en primer lugar, agradecer a todos los que han aceptado nuestros requerimientos y han acogido favorablemente nuestras consultas, museos, instituciones y personas, lamentando que, como siempre ocurre, sean quizás más los datos por recuperar que los conscientemente reco­ gidos. De todas maneras bueno es que estas páginas sirvan de detonante para que una información dispersa, muchas veces cautelosa y recelosamente conservada, se vierta en beneficio de la ciencia y del Patrimonio Arqueológico e Histórico común. Buena necesidad tenemos de ello. No seria lógico iniciar sin afirmar con rotundidad que el encabezamiento La Arqueología Subacuática... no responde estrictamente a la realidad, ya que tal debería suponer, y no lo hace, la existencia de una sólida estructura administrativa y científica que permitiese desde los niveles de la organización presentar los frutos de una trayectoria asentada y firme que diera cuenta de realidades más que de futuribles que es lo que expondremos aquí. No obstante y con todo no sólo son las lamentaciones las que han de tener cabida en tema como el presente, sino también una buena dosis de esperanza y entusiasmo para que lo que aún es ilusión se convierta en reali­ dad y lo que sólo son tímidos escarceos prospectores se conviertan en planificadas campañas de trabajos sistemáticos que ayuden a valorar, conocer y recuperar todo lo que en este campo puede y debe ofrecernos una técnica de trabajo como ]a arqueología subacuática. Estas opiniones, que compartimos los firmantes, son un claro exponente de una inquietud tanto más fuerte cuanto que contemplamos diariamente en nuestras costas un deterioro rápido y grave de la situación en forma de despojos sistemáticos y fraudulentos que aún no hemos podido o sabido controlar y cortar, pero que de algún modo suponen un doloroso lastre en el ámbito de la investigación relacionada con la mar. Va siendo hora de que la información se recupere y llegue a manos científicamente compe­ tentes, pero además de la información los materiales Patrimonio del Estado. Y va siendo hora

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también de que el interés que a todos los niveles despierta la Arqueología, se traslade, correcta v «ainadamente. hacía este campo. tan nuevo y tan viejo a la vez. pero sobre todo tan inexplo­ rado causas diversas y no siempre justificables plenamente. La arqueología que entra en relación con la mar ofrece unas posibilidades inmediatas al in vestigador de tierra, relaciona, aporta. concluye, pero sobre todo ayuda a construir y desde luego no es imaginable el estudio de una cultura o una fase histórica con relación al mar. por su mine Jiatez fi-ica. o por su dependencia del mismo, (pie no comprenda en su visión una parcela de importancia dedicada a él Son las instalaciones portuarias, los pecios, los hallazgos en viejos vara­ deros hoy desaparecidos o transformados, o son simplemente los hallazgos fortuitos que documentan a veces de forma insospechadamente elocuente una parte de nuestro pasado. Esa situación de apone potencial a la investigación general se hace mas patente cuando las tierras relacionadas con él son las del Norte y Noroeste peninsular, y son tanto más elocuentes cuanto que las costas y los fondos relacionados no son los más propicios a la investigación por dificultades intrínsecas. Es por ello, por sus fondos difíciles, por esas comentes y mares batidas por lo que los vestigios y hallazgos revisten más importancia, por su escasez y por la dificultad de su recuperación y es por ello por lo que Ja Investigación no puede permitirse el lujo de una manera consciente de perder el acerbo potencial de documentación que se nos ofrece en ocasiones. En tales circunstancias hasta el más mínimo detalle reviste importancia extraordinaria, desde el pequeño fiagmcnto cerámico, incluso de épocas recientes, al dato sobre modificaciones de costas y estuarios. Todo es objeto de historia y lodo ello tenemos obligación de recuperar y los halladores fortuitos de proporcionar.

EL LITORAL DEL NORTE DE LA PENINSULA

La costa del Norte y Noroeste peninsular comprende el territorio español entre la frontera francesa |xir Hendaya y la portuguesa. La recopilación del material se ha realizado zonalmente intentando recuperar no sólo los escasos restos publicados recientemente y divulgados por bibliografía diversa, sino también los restos inéditos que hemos podido localizar a través de fuentes de infor­ mación directas. Una totalización de los hallazgos, sobre todo tratándose de circunstancias a me­ nudo alejadas de los cauces administrativos oficiales y más aún de la investigación especializada, es imposible por el momento y en este primer contacto. Son muchos los elementos y factores que intervienen y son muchas las noticias no contrastadas o simplemente contradictorias o incompletas que es necesario desechar a priorí. No obstante el volumen alcanzado permite esbozar un planteamiento y sobre todo augurar un futuro mejor cuando se canalicen debidamente las infor­ maciones y estudios. La zona del País Vasco litoral, los hallazgos efectuados en las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya son conocidos a través de investigaciones directas realizadas por el primer firmante junto con aportaciones valiosas del grupo INSUB de San Sebastián, que cifra sus investigaciones en campos diversos de ecología, biología y otros relacionados con los fondos marinos, pero que ha recuperado un bagaje importante de materiales con criterio aceptable, materiales que se encuen­ tran debidamente depositados en la Casa-Musco de Oquendo en la ciudad donostiarra. Junto a esa recuperación de materiales hay que considerar los trabajos realizados hace cierto tiempo al abrigo de la Sociedad de Ciencias Naturales Aranzadi, trabajos de recogida de algunos mate­ riales de procedencias diversas que engrosaron los fondos del Museo de San Telmo de San Se­ bastián. Algunos de ellos procedían de la zona de Fuenterrabia. Igualmente y de esta zona, fondea­ dero natural, hay que anotar la recuperación de algunos materiales por parte de alguna sociedad o club de submarinistas como 1ZURDE, sin que las piezas hayan pasado siempre a control oficial, por lo que su labor no puede considerarse totalmente positiva en una segunda fase. Las recuperaciones en la costa donostiarra se reducen a puntos aislados pero abundantes, siendo menor el grado de información para la costa vizcaína, con algunos materiales recogidos en el Musco de Bilbao. La costa litoral santanderina cuenta con una larga lista de hallazgos y sobre todo noticias que se resumen en la labor de recogida sistemática y exposición que se lleva a cabo desde el Museo Marítimo, dirigido por José A. Casado, quien ha aportado una parte sustanciosa de la información. Los materiales, pocos proporcionalmente, hablan de unas grandes posibilidades, que se centran en los puntos con puertos de acrisolada tradición en la Antigüedad. Son notables las informaciones para épocas y actividades no estrictamente de Antigüedad'

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Un vacio considerable a no ser noticias de referencias indirectas y algunas publicaciones es el que de momento cubre el panorama informativo del Principado de Asturias, zona de evidente tráfico en la Antigüedad y con muestras culturales amplias desde los tiempos prehistóricos. Des­ graciadamente la existencia de un núcleo universitario con tradición no va emparejada con una actividad investigadora en este campo, siendo pocas las noticias constatadas, si bien algunas de ellas con intervenciones desgraciadas pueden suponer un punto negro en el panorama arqueológico subacuático de esta zona. Las costas gallegas cuentan desde tiempos recientes con una actividad recolectora de noticias y materiales muy intensa. Intensidad que va ligada a los Museos de La Cortina y Pontevedra muy directamente, por ser ciudades costeras, aunque los trabajos se realicen dentro del Colectivo del Instituto Padre Sarmiento, que es quien en la actualidad centraliza de algún modo la activi­ dad investigadora en diversos campos y entre ellos la arqueología. La Universidad por el momento queda al margen, aunque se haya de contar también con noticias, siempre difíciles de obtener, de buceadores privados, celosos de desvelar sus pequeños secretos. Las zonas de actividad, aún repartidas sectorialmente, son las más sistemáticas de las realizadas en estas costas, llenas de difi­ cultades. Cabe destacar la actividad de algunos buceadores dentro de los equipos de trabajo, como R. Mcjuto. El panorama portugués, ya fuera de nuestra zona de estudio, comienza a moverse al menos en la zona Norte, siendo buceadores de aquellos territorios los que llevan a cabo una actividad prospectora de importancia, destacando Lixa Filgueiras, que centraliza de algún modo la infor­ mación en la ciudad de Oporto.

COSTA DE GUIPUZCOA Y VIZCAYA El estudio y recuperación de información correspondiente a la costa del actual País Vasco se enfrenta con dificultades serias, aunque muchas de ellas deban ser igualmente aplicadas al resto del litoral por referirse a dificultades naturales que ofrece el medio físico. Una mar muy batida con fondos a menudo de difícil acceso son la tónica general. La carencia de una plataforma con­ tinental motiva que los restos de posibles naufragios desaparezcan con extremada velocidad y cai­ gan a profundidades difícilmente accesibles con normalidad. Esas mismas características de la mar provocan la muy costosa conservación del material, singularmente las estructuras de los pecios, sobre todo si se refieren a cascos de madera, al contrario de lo que normalmente ocurre en aguas mediterráneas en las que los fondos arenosos, más estables, contribuyen a una mejor conservación. El alto nivel de degradación que presentan los restos aquí, su grado de fragmentación y dispersión es un claro exponente de la situación. Si a ello se une la natural menor intensidad del tráfico marítimo en la Antigüedad por razones históricas de todos conocidas, veremos que es lógico que el número de pecios que aparecen sea mucho menor, aún contando con los destruidos definitiva­ mente por los agentes naturales citados. No obstante esa desaparición potencial de muchos restos hay que tener también en cuenta una menor tradición investigadora en estas aguas, motivada, motivada. bien es cierto, por las inherentes dificultades que entrañan. Una distribución geográfica de Este a Oeste, de la frontera con Francia a la portuguesa, y una separación cronológica en base a las edades tradicionales nos ofrece un panorama muy conciso, pero revelador. Edad Antigua

Los hallazgos pertenecientes a la Edad Antigua, son los que sin duda ejercen un atractivo mayor al investigador, en primer lugar por contar con una acrisolada tradición investigadora en otras aguas más propicias, y por otra parte al ser objeto de estudios de conjunto para momentos en los que los datos más simples pueden tener un significado alto. Además de que los conoci­ mientos aún escasos de la navegación en la Antigüedad y de los mecanismos económicos, hacen prometedor este campo de la investigación. La navegación antigua, con sus secuelas de accidentes con pérdida de buques y cargamentos, e instalaciones portuarias, cuando las hubiera, de relación muy directa con los asentamientos terres­ tres, es un punto de apoyo clave para el conocimiento de la romanización en esta parte de la Península. Ese panorama ha cambiado notablemente si lo observamos con una óptica de un par de decenas de años, pero aún dista mucho de ser elocuente.

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Ik un momento. no muv lejano, en que todo el conocimiento de la Antigüedad clásica en la zona venia dado por las escuetas citas que los clásicos vertieron en sus escritos. Citas que servían para especular con posibilidades pero nunca para elaborar un panorama coherente de la realidad. Sabíamos. eso si. que nos encontramos ante un territorio que dista mucho de poderse considerar como romanizado en el sentido que podemos aplicar a otras zonas peninsulares, pero esa visión ha vanado hov rotundamente merced a una serie de hallazgos, aún puntuales, pero que pcimiten al menos esbozar posibilidades que a buen seguro han de repetirse conforme l.i investigación se haca más profunda y extensa. Un trabajo de Rarandiarán Macstu. de l'»73. planteaba sucinta mente el panorama dé Guipúzcoa en la Edad Antigua, considerando todos los elementos que hasta el momento se habían localizado en el territorio y entre los que se hallaban una pequeña |xirción con relaciones evidentes con la mar o la costa. Ese panorama, sin ser mucho, ya era algo, aunque esa visión que para Guipúzcoa decía algo, era mucho menos explícita para Vizcaya, de la que tan sólo se pueden plantear noticias muy aisladas. El conjunto de documentación a través de fuentes escritas, epígrafes —muy escasos—, restos numismáticos y materiales, entre los que hay que destacar los trabajos realizados en el asentamiento de Irún. tanto en Santa María del Juncal, realizados por Rodríguez Salís. Tobie y Lomas, como los de Sama Elena, también en Irún, llevados a cabo por Barandiarán Macstu. Martin-Hueno y Rodríguez Salís, ponían de manifiesto un emplazamiento romano altoimperial. con posibles cone­ xiones anteriores y con una perduración al menos hasta el siglo IV d. C. Esc yacimiento o mejor conjunto con zona de habitación urbana en el Juncal, en eminencia de terreno, y de necrópolis en Sama Elena, significaba la existencia de un punto de costa con capacidad urbana notable, con una riqueza de material clara que indicaba un grado de romanización intenso, aunque el resto del territorio no lo fuera, en relación sin iluda con la mar. ya que estaba a orillas del agua, si bien el panorama de colmatación y variación de la costa haya hecho distinta la realidad actual. Esos puntos, junto con hallazgos romanos en el interior en la vía que llegaba hasta este punto desde Pompaelo. aunque de carácter esporádico. hablan de una presencia romana en puntos clave a despecho de que la realidad en el interior del territorio fuese muy otra. Es claro que una roma­ nización basada en puntos de apoyo en lugares estratégicos habría de tener muy en cuenta las vias de comunicación, tanto las terrestres, como la via que llegaba desde el valle del Ebro hasta Oiasson. como las marítimas, y en este caso las comunicaciones por mar significaban la posibilidad de com­ pletar un enlace fácil con otros puntos romanizados de una cosía en la que esa romanización no se extendía fácilmente hacia el interior. Ese conjunto que hoy ofrece la zona de Fuenterrabia, Irún. en torno a la desembocadura del Bidasoa, hay que extenderlo naturalmente hacia Pasajes, la entrada fácil hacia Oyarzun, posible O/uswr tradicional, aunque los hallazgos de Irún hagan tambalear tal atribución, e incluso hasta San Sebastian, ya que la existencia en los tres lugares de refugios buenos para la navegación no hace posible fueran desdeñados en la Antigüedad. Además en todos esos puntos se han localizado elementos que permiten, al menos esporádicamente, hablar de una navegación en época romana, con pérdida de material que hemos recu|ierado. Restos sumergidos o procedentes de la mar tenemos pocos pero significativos. Entre ellos des­ tacan por su abundancia los que se vienen recuperando desde la década de los sesenta, desde 1961, en el fondeadero de Higuer.

Fuenterrahia (Fondeadero de Higuer)

Inmediato a la actual frontera con Francia. Han aparecido una serie de materiales cerámicos junto con restos de maderamen que permiten atribuirlos a una embarcación de época romana. Dichos restos se han recuperado en la zona conocida como Fondeadero de Higuer. al abrigo de dicho cabo, junto al actual puerto de refugio ondarraitarra. No es infrecuente la presencia allí de restos romanos ya que el rio fronterizo, el Bidasoa. ha sido transitado de forma continuada desde tiempos antiguos. El Fondeadero tiene en la actualidad una conformación que se apoya por una parte en territorio francés, en la Punta de Santa Ana, y por el otro lado en territorio español, en el Cabo de Higuer. La zona más privilegiada es el puerto de refugio mencionado que comprende el espacio entre el Castillo de San Telmo y Cugutze Aundi, con situación apta para proteger a los navegantes de cabotaje, la más frecuente en la Antigüedad, de los vientos dominantes del 3.° y 4.° cuadrantes. Los fondos se presentan con una oscilación entre las 10 y 20 brazas y su obser-

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vación es asequible salvo con mares de fondo, frecuentes, o majcradas fuertes por la proximidad de los acantilados. El hallazgo que despertó la curiosidad por el punto fue una pieza cerámica hallada en los artos sesenta por Hernandorena entre otros restos cerámicos. Mezquiriz estudió la pieza (19701 y dio como interpretación un «kalathos» ibérico hallado allí a unos 15 metros de profundidad. Tal atribución fue realizada complementada por el hecho de haberse localizado con otras cerámi­ cas romanas de tipo común. La realidad es que en la actualidad no podemos mantener la filiación ibérica para aquella pieza que debe ser al menos de los siglos XVI-XV1I. Su forma recuerda en cierto modo a las típicas vasijas ibéricas, pero tanto el labio o borde, un poco inclinado hacia abajo, como el engrosamiento de su pared en la parte superior, la presencia de un asa. y unas muestras de pintura oscura, casi vidriada en el borde, nos hacen dudar definitivamente de tal atribución original. La apariencia inicial, y el hecho que ya apuntaba Mezquiriz de estar cubierto de concre­ ciones marinas podía mistificar la pieza, pero la realidad es que no resiste un examen detallado. En aquel momento se recuperaron igualmente otras cerámicas que fueron objeto de estudio por Mezquiriz. en 1974. que eran consideradas ya como objeto de gran valor testimonial ya que suponían el primer elemento para justificar una navegación antigua en la zona. Todos eran frag­ mentos de cerámicas comunes romanas con una cronología aproximada de hacia la primera mitad del siglo I d. C. Las formas que aparecían eran asimilables a ánforas de los tipos 7 a 10 de Dressel de época tardorrepublicana y altoimperial. augustea. fechadas por Lamboglia en los primeros años del siglo I d. C. También olpes fragmentados, fechables según Mezquiriz por el tipo de borde, cuello y asa en el siglo 1 d. C. en sus inicios. Otros tipos cerámicos eran una serie de urnas de cerámi­ cas comunes y otros fragmentos de una urna de tipo cilindrico con borde recto hacia fuera, de pastas oscuras. Tipo cerámico que se restringe a una zona reducida de esta pane de la Península, si bien desde aquel momento hay ya nuevos ejemplos que lo amplían hasta Pompaelo, Saint Jean le Vieux. en los Pirineos franceses, puerto de Veíate, e incluso algún fragmento asimilable a aque­ llas formas en el Valle del Ebro. Sin duda el conjunto mejor conservado y más completo, que permite atribuciones cronológicas seguras, sea el de la necrópolis de Santa Elena, en Irún, mencio­ nada arriba. De los otros tipos de urnas comunes, Mezquiriz encontraba paralelos en Veintemiglia o en la necrópolis del Cantón Ticino. Aquellos primeros restos ponían sobre la pista de un posible naufragio en aquel punto, pues si bien también se recuperaban materiales de épocas posteriores, la relativa abundancia romana denunciaba el hecho. Se pensaba en un naufragio de un pequeño barco de mediados del siglo I d. C.. dedicado al comercio costero entre Vascones o Várdulos y Aquitanos. por no llevar más lejanas relaciones. Vascones que tenían sólo en Oiasson el punto de contacto con la costa, ya que el resto del litoral hacia el Oeste pertenecía a los Várdulos. Las noticias iniciales se fueron complementando posteriormente construyendo el primer es­ bozo de aquel yacimiento sumergido. Rodríguez Salís, en 1973. recopilaba parte de lo anterior y añadía la localización de fragmentos de tegulae junto con alguna pieza interpretada como contra­ peso de pescadores del tipo de los hallados en el pecio marsellés del Grand Congloue. Esas piezas, no únicas en la zona, pueden también ser simples anclas amarradas a una cuerda, al igual que se han localizado en otros lugares, bien atadas directamente o introducidas en algún aparejo de ma­ dera. De cualquier forma han tenido una perduración clara en tiempos medievales y aún posteriores. Durante los años 1973-74 llevamos a cabo, con autorización de la entonces Comisaría General de Excavaciones, unas campañas de prospecciones sistemáticas en la zona para intentar dilucidar la realidad y extensión de los restos. Se localizó realmente un pecio formado por un gran túmulo de lo que en principio se consideró piedra, de unos 25 por 15 metros, a unos 17 metros de profun­ didad sobre un lecho arenoso, próximo a bancos rocosos. Examinado el montículo, a todas luces artificial, se descubrió en sus bordes y bajo él los restos de quilla y cuadernas de una embarcación, a la par que restos del forro exterior. Todo ello quedaba oculto por el montículo que había servido como efectivo sudario ante los embates de movimientos marinos. La conservación de la madera es buena, aunque afectada, naturalmente, por concreciones y xilófagos, pese a la protección indi­ recta del montículo. La estructura aparece aplastada y abierta por el peso. Un análisis del material situado sobre el barco dio como resultado la presencia de mineral de hierro, que fue inmediata­ mente analizado con los siguientes resultados: Fe, 42,5 por 100; Mn, 0,15 por 100; SiO;, 11,2 por 100; P, 0,34 por 100; S. 0.26 por 100; CaO, 9 por 100; MgO,. 3.1 por 100; ALO,. 7.3 por 100; Humedad, 3 por 100. Todos los componentes son normales en minerales férricos (Martín-Bueno. 1981). , . No reviste dificultad seria hacerse una composición de la situación del navio en el momento del naufragio ya que el propio cargamento de mineral al que intentamos evaluar su peso haría difícil

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la ira vota Si por descontado suponemos la presencia de condiciones climatológicas adversas, tan frecuente'- en la zona. en el momento de sobrevenir el interno de arribada al refugio que parece, es locieo pensar que la nave, haciendo agua, se hundió verticalmentc por su propio peso muerto y quedo aplastada en el fondo arenoso, cubierta por el cargamento que parcialmente ha constituido un velo a miradas indiscretas y sobre todo a embates de corrientes marinas. Siempre queda, en buena lógica, una duda razonable o incertidumbre sobre la total filiación romana de la embarcación, cobre todo sí consideramos que los elementos que se han recuperado lo han sido siempre en sus inmediaciones, pero la recogida de tanto material romano allí, la pre­ sencia de tenulae. posiblemente de la cubierta o puente, y también alguna cerámica romana fina, hacen poco verosímil pensar en atribución distinta. Como elemento coadyuvante hemos de tener también en cuenta la existencia de minas ro­ manas en las inmediaciones de Oyarzun, localidad que tradicionalmente se ha identificado con la Omvsom citada en las (nenies clásicas. Esas minas, las actuales de Arditurri, en las que se han explorado galenas antiguas, algunas con materiales romanos, como alguna lucerna claramente ro­ mana. se lalxirean actualmente a cielo abierto ya que los viejos filones, muy agotados, no permiten un rendimiento económico trabajando por el sistema antiguo de galerías. Los trabajos a ciclo abier­ to permiten con cierta frecuencia poner a la luz galerías de los antiguos laboreos. Esis minas po­ drían relacionar posiblemente el cargamento de mineral del barco con su procedencia, aunque con las razonables dudas que plantea toda aseveración. Su destino por el contrario es más incierto. Bien hacia territorio aquitano. al norte, hacia cualquier puerto entre Oiasson y Htinligala. o bien hacia cualquiera de las ciudades cosieras peninsulares entre Oiasson y Flafióbriga. La presencia de otros materiales en la zona como la necrópolis de Santa Elena, con un conjunto altoimperial y un posi­ ble mausoleo o edificio de carácter religioso, junto con monedas del momento, el conjunto de Santa María del Juncal, también de Irán. del siglo I d. C. c inicios del II d. C.. y otros elementos aislados, justifican plenamente, ante una vida terrestre tan intensa, una utilización normal y fre­ cuente de las vías marítimas en las relaciones, de las que el barco hundido frente a Higuer no es mas que una simple muestra. En el mismo lugar y de cronología asociable se encontró un vaso de térra sigillata hispánica. una forma Dragendorf 37 de pequeño tantalio. 13,5 cm. de diámetro por 7.5 cm. de altura, deco­ rada con motivos circulares en dos frisos, separados los circuios del inferior por elementos verti­ cales de separación. El vaso se fecha en el último tercio del siglo 1 d. C.. alcanzando hasta la pri­ mera mitad del II d. C. (Martin Bueno. 1974). Otro nuevo lote de cerámicas romanas recuperadas por nosotros acompañarla a las anteriores (Martin-Bueno, 19741. en el que se añadían a los ya conocidos una serie de nuevos fragmentos de cerámicas comunes: vasitos ovoides pequeños, jarras globulares, una forma 1 de sigillata hispánica que para Mezquiriz no sobrepasaría por el Sur a Navarra y Zaragoza, cuencos comunes y fragmentos de bordes de urnas de color oscuro y pastas poco seleccionadas, con desgrasantes gruesos, características de la zona. También se ha recuperado la pieza volandera de un molino romano. La variedad cronológica de los materiales dentro del mundo romano hacen presumir que si bien la presencia de un pecio parece incuestionable, también hay que contar con la posibilidad de que haya restos de otros o bien que hayan caído en aquella época arrojados desde los barcos que surcaban sus aguas. Hay materiales que se enmarcan entre el siglo I a. C. en su final y el I d. C., ivro otros se amplían hasta fin del I d. C. c incluso II d. C., sobre todo para las piezas fechables con seguridad. No obstante el predominio de piezas del siglo 1 d. C. es claro.

Pasajes Esta ría, totalmente transformada en la actualidad por la profunda industrialización sufrida desde finales del siglo XIX, cuenta con abundantes referencias a navegación antigua, no elocuentes pero si suficientes. La posibilidad actual de una prospección sistemática tendente a localizar zonas de fondeo y objetos arrojados, e incluso pecios posibles, es inviable, tanto por el intenso tráfico como por la total falta de visibilidad y el evidente peligro que encierran aquellas aguas con multitud de objetos, restos, cables y estructuras sumergidas que fácilmente pueden ocasionar accidentes a los buceadores. Si a ello unimos los vertidos industriales de papeleras y otros, la contaminación también supone un hándicap insuperable. Con todo ello solamente las labores de dragado o la casualidad pueden ayudar a arrojar al exterior, y lo vienen haciendo, objetos que confirmen ese tránsito de barcos en la Antigüedad. Por el momento se han venido rescatando monedas romanas, cerámicas y poco más.

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El hecho de encontrarse Oyarzun. con sus posibles vinculaciones al tráfico minero y el que quizás sea la ciudad vascona de Oiasson. es un elemento favorable.

fíahia ile la Concha tSan Sebastián) En las inmediaciones de la Isla de Santa Clara, en el interior, se localizó y recuperó un frag­ mento de cuello, hombros y arranque de asas de una ánfora de tipo vinario romano que aparen­ temente puede ser del siglo II d. C. De igual modo en la zona de la bocana del puerto pesquero de la bahía se han recuperado una serie importante de anclas de piedra de tipo triangular (isósceles la mayoría), de ligero grosor, unos 10 a 15 cm„ con alturas que llegan al metro, con tres perfora­ ciones. una arriba para suspenderlas con el cabo de cuerda y las dos inferiores para atravesar dos travesados de madera que servirían de garfios de agarre en el fondo. Por su larga perduración es difícil atribuir las que sean romanas, pero el modelo está atestiguado en yacimientos y zonas di­ versas como utilizado desde aquel momento. Hay una cierta abundancia de este tipo de ancla en la zona de entrada a la bahía, desde el exterior, hallándose muchas de ellas encajadas en los fondos rocosos. Sin duda en la maniobra de acceso al puerto, sobre todo con mares desfavorables y para mitigar la velocidad de arribada, se soltaría el ancla en la entrada y al quedar aprisionada en las rocas del fondo se perderían con cierta facilidad. De ahi su abundancia y lo mismo puede decirse de la bocana del puerto, si bien éstas por su situación puedan ser en buena parte posteriores. Los restantes puertos con alguna documentación fruto de recuperaciones, callan en lo refe­ rente a datos de la Edad Antigua. Guetaria. Lequeitio, la propia ria de Bilbao, son otros tantos puntos de los que se han recuperado algunos materiales, sin que su filiación, como luego veremos, pueda llevarse a estas épocas. Edad Media

La Edad Media es especialmente oscura para esta costa. Los hallazgos que puedan atribuirse al momento son tanto más escasos. Sin duda el tráfico debió disminuir con relación al tiempo pre­ cedente, pero sin embargo cuesta creer que cediera en su totalidad. De cualquier forma la docu­ mentación textual, poco elocuente, no vuelve sobre el tema hasta el siglo XIV, y más concreta­ mente hasta 1368 en que la toma del poder por Enrique de Trastámara en Castilla va a significar la gestación del posterior dominio del Atlántico. Las fuerzas franco-castellanas contra los ingleses en la Guerra de los Cien Años, dan lugar como contrapartida a que las villas del Cantábrico dediquen sus esfuerzos a mejorar sus posiciones comerciales. Las victorias de su marina dan paso a los pro­ ductos peninsulares (Suárez, 1959). La fundación de la Liga de Ciudades, la Hansa española, en 1282, llamada Hermandad de la Marisma, comprende todas las villas de la costa entre Fuenterrabía y Portugal, junto con otras interiores. Ese tráfico debió dejar huella en los puertos, instalaciones portuarias y fondeaderos, de los que no hemos encontrado huella definitiva. Solamente la per­ duración de las anclas de piedra triangulares para travesaños de madera que seguirán utilizándose con asiduidad (en las costas portuguesas lo han sido hasta casi el siglo pasado), algunos fragmentos cerámicos y algunas vasijas de amplia cronología es todo lo que se puede atribuir al momento relacionado con hallazgos marinos. Edades Moderna y Contemporánea

La proximidad histórica hace que ello junto con las situaciones de mayor tráfico, intensifi­ cación de la construcción de instalaciones y otros elementos favorezcan el hallazgo de restos. No obstante no podemos hablar de un panorama coherente ya que la dispersión de los restos recuperados, la diferencia de intensidad en la investigación y en la recogida de noticias y otros condicionantes, han marcado el panorama de forma general. Fuenterrabía

El fondeadero de Fuenterrabía es de relevancia en estos momentos por su proximidad con Francia en siglos en los que las relaciones han oscilado de la amistad y la alianza, a la enemistad

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y el estado Je guerra I lio queda atestiguado en la documentación histórica con claridad meridiana í n cuanto a kx restos aparecidos en este lugar, uno de los puntos que se ha rastreado con mavor cfecli'idad. jxxk'inos citar Dos cañones de hierro de hacia el siglo XVIII. conservados en Inin. recuperados sin atestiguarse otros elementos accesorios como restos del barco al que perteneciesen I na espada de antigüedad similar, junio con un ancla de hierro que se conserva en el Musco de San I cinto en San Sebastián y a la que se le atribuye una mayor antigüedad. Igualmente se rccu peramn y se conservan en el Museo Palacio de Oqucndo. en San Sebastian, un amasijo de balas. III en total, de 3 cm de diámetro, en hierro, a la par que otra bola, proyectil, del mismo metal y Itl cm de diámetro Ello va emparejado con cerámicas de tipos diversos y una amplia cronología que llega hasta los tiempos actuales. Pasares

En trabajos de dragado y exploración casual se recuperó un lote de cerámicas de tijxrs comu­ nes y cronología amplia, junto con una ¡informa globular que se halló en la bocana en el lado del Faro Piala. l icite 30 cm. de allura jsor 23 de diámetro, y es del Upo de las utilizadas en los barcos de los siglos XVI y XVII.

San Sebastián

La zona de la capital donostiarra, junto con Fuenterrabia. ha gozado de un mayor número de prosftecciones. En el Paseo Nuevo, en el lugar conocido como la Zurrióla, se han recuperado un número indeterminado de monedas que no se han podido examinar pero que jxtr los indicios pueden ser piezas de plata de los siglos XVII y XVIII. De esa misma zona otra noticia constata la recuix’racióii de una pieza de plata, real de a ocho, probablemente de Carlos III, de 1799. ceca de I otosí, en estado regular de conservación. Ya del interior de la bahía, por las condiciones que presenta, limitadas únicamente por su hoy patente poco calado y loado en continuo movimiento jxtr las grandes sacas de arena que realizan las mareas, hay una serie imputante de restos que se intenta sistematizar y situar barrien­ do toda la zona sistemáticamente. Las piezas se localizan por ahora en puntos determinados y como constante hacemos referencia a que buena parte del material, salvo indicación contraria, se encuentra en el Museo Palacio de Oquendo, en instalaciones provisionales que conviene mejorar sustancialinente. Las recuperaciones se han efectuado casi siempre jxir miembros de INSUB. Es lógico que la bocana del puerto actual sea uno de los puntos privilegiados para el hallazgo de jriezas. No es raro encontrar elementos de viejos naufragios muy destrozados y dispersos, con­ tando con que las labores de dragado han alterado los fondos. Anclas de piedra de cronología ¡lrR‘1-. F°n™ ,elnús v*sl°- se han recuperado allí, sin que podamos determinar su época de cese de utilización, aunque puede dejarse en los inicios de la Edad Moderna para la zona, aún sin datos concluyentes para ello. Las inmediaciones del Club Náutico son lugar propicio para los hallazgos, habiéndose recupe­ rado vanos cánones de hierro que se conservan en el Aquarium. a la vez que varios «angelotes» ae hierro de artillería embarcada. Estos angelotes, o pareja de bolas unidas por una barra dispara­ das para destrozar la arboladura de embarcaciones enemigas, presentan en un caso la particularidad ac Qdí la pieza que une las dos bolas es doble, con un resorte para que una vez disparada y fuera dd anima de la pieza artillera se extendieran y por lo tanto pudieran causar más fácilmente blanco y destrozos subsiguientes en la arboladura y velamen enemigo. Una pieza igual se recuperó de la txicana del puerto, lodo ello procede de los siglos XVI1-XV1II. Los barcos a que pertenecían han desaparecido en su totalidad, salvo trazas esporádicas que se extraen como las mencionadas. tmre et Naut'co y la isla de Santa Clara, en un punto conocido como los «Gabarrones», .e a an. tacamente localizables. restos de al menos dos embarcaciones, una de ellas completa, posiblemente de los siglos XVI1I-X1X, con materiales diversos. Destaca el que uno de los pecios esta construido totalmente con madera, sin intervención metálica en su factura, peculiaridad no infrecuente en embarcaciones de poco porte en la costa norte de la Península en esas épocas. En los fondos inmediatos a la parte interior de la isla de Santa Clara, se recuperó parte del cargamento de una embarcación de porte ignorado y fecha indeterminada, constituido por pequeS0l1,enienti° c,avos o tachuelas pequeñas de bronce. La tela ha desaparecido, quedando solamente ]a masa aglomerada de las piezas de metal en relativo buen estado, lo que aboga por una antigüedad no lejana, quizás el siglo XIX.

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LAS COSTAS DE CANTABRIA Muchas de las constantes que se puedan plantear para otros puntos de la costa norte penin­ sular, se pueden aplicar a la totalidad y eso ocurre en Cantabria. La provincia santanderina es un ejemplo claro de la inexistencia hasta ahora de campañas de excavaciones o tan siquiera de exploraciones sistemáticas en el litoral de la región montañesa. Pese a esa ausencia de trabajos con rigor científico, han sido relativamente frecuentes los hallazgos y extracciones de objetos del fondo del mar o de sus riberas. De todos ellos han quedado noticias más o menos dispersas desde hace al menos dos siglos.

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Como también es constante, los hallazgos han sido mucho más frecuentes en los puertos o abri­ gos. mucho mejor dotados naturalmente para el resguardo de embarcaciones, y por lo tanto, más poblados desde que la actividad marítima y pesquera se hizo significativa. Entre esos puntos des­ tacan sin duda las históricas cuatro villas de la costa: Castro Urdíales. Laredo. Santander y San Vi­ cente de la Barquera. Los factores determinantes de tal extremo son dos. En primer lugar, porque al ser polos en torno a los que se concentraba la mayor actividad, ha sido consecuentemente donde más despojos ha acumulado el paso del tiempo. En segunda instancia, porque al tratarse de los núcleos más poblados de la costa cántabra, la abundancia de observadores y posibles descubridores ha permi­ tido acumular más referencias de hallazgos sumergidos en estos puertos y sus aledaños que en el resto del litoral. Con todo, el litoral cantábrico, con su dureza característica, no es el más adecuado, como apuntábamos ya. para la conservación de un barco hundido. De hecho, fuera de las bahías y en­ senadas. el casco de cualquier pecio de madera queda destrozado en el primer invierno subsiguiente al naufragio. Consecuentemente. la totalidad de los restos extraídos o localizados lo han sido en las barras, rías, ensenadas y bahías. La localización de los hallazgos ha sido habitualmente fortuita, bien por quedar al descu­ bierto restos de construcciones portuarias o de pecios, al efectuar la mar grandes sacas de aretta en las playas coincidiendo con las mareas equinocciales, bien al realizar dragados en los canales y lineas de atraque de los puertos o con motivo de excavaciones para cimentaciones en el propio litoral. A lo largo de los últimos años, con la difusión de los equipos de buceo autónomo, ha cam­ biado el panorama, al permitir estos medios una mayor proliferación de los hallazgos. La tónica general de estas recuperaciones ha sido el anonimato, ya que en contadas ocasiones se les ha dado publicidad, y la práctica normal ha sido hacer uso de lo extraído del fondo del mar clandesti­ namente. Una relación exhaustiva del panorama general de los hallazgos, amén de farragosa, podría dar una falsa impresión de coherencia en el panorama, que en la realidad es una acumulación de datos salteados y heterogéneos. De tal modo se enumeran los más significativos en una dis­ posición ya iniciada de ordenación histórica por épocas y geográfica de Este a Oeste. Edad Antigua

Conociendo con una cierta seguridad las posibilidades potenciales de la romanización de Can­ tabria, los datos de que se dispone para elaborar hoy un panorama de dicha romanización no pue­ den ser más precarios. Se han realizado excavaciones, si bien de ellas las únicas que ofrecen hasta el momento una garantía basada en lo sistemático de su método son las de Juliobriga. El resto ha de verse remitido necesariamente a las escasas citas de los textos clásicos y a los hallazgos epigráficos o numismáticos, a los que en los últimos años hay que unir los vestigios de explotaciones mineras relativamente abundantes, pero campo aún sin trabajar, o los tramos de vías de comunicación. Castro Urdíales

La antigua ciudad de Flaviobriga, que citan las fuentes. La acumulación de restos romanos es ciertamente abundante y también ha contado con atención preferente (Solana. 1978). En la playa se localizaron enterramientos, cerámicas romanas con térra sigillata, restos de mosaicos y construc­ ciones portuarias. También algunas monedas y algún pequeño hallazgo escultórico como el deno­ minado «Neptuno Cántabro», que estudiara García y Bellido. 1949, y que se conserva en el Museo de Santander, o algún objeto de toreútica como la «patera de Otañes». A ello habrá que sumar una notable concentración de miliarios correspondientes a la confluencia de caminos en este punto costero, muy enlazado sin duda en la ruta desde Aquitania. o en la salida desde el Valle del Ebro a Oiasson y de allí por la costa, o directamente desde el interior. Santander

El antiguo Portus Victoriae Juliobrigensium. cuyo asentamiento pudo encontrarse al parecer en la porción de litoral comprendido entre San Martin y la Magdalena, lugar en el que han aparecido

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mosucos. monedas romanas, cerámica, entre ella un . |L i l?!¡,ra,ucrlcs norte del edificio, a una profundidad de cuatro metros bajo el de m>ieL|iLa' iq , • Clladernas y parte del forro de un barco. Igualmente han aflorado restos sí r.s-srio nKí‘lcva'5s en trabajos de cimentación de edificios en Santander y Laredo. Muy poco momenii i'0S qi*e hasta ¡males del siglo Xlll no se abre el Estrecho de Gibraltar y hasta ese ,..., un-? marlPa castellana es la marina del Cantábrico, único mar de Castilla hasta entonces, norte de k Venc,a ,a P* fartu,anas de los siglos X1V-XV a casi cincuenta puertos en la costa intenso^ •ict^'ln|C11-\j CS%7 Uel'1Crral’'a a 'a lronlera actual de Portugal, evidencia de un tráfico

Edades Moderna y Contemporánea

.qr m>a-or’a de l°s hallazgos contrastados corresponden a estos periodos. Es común en todas JíL n ¿a e*,racción de la mar de ánforas rechonchas para el transporte de vino, vinagre de pecios de todo tipo ^arC0S en 'os s'glos XVII y XVIII, así como cañones, anclas y restos i-

en documentan en Castro Urdíales, Laredo, Noja e Isla. En Noja, „ rJron a» da . .nol‘c'a en la prensa local del descubrimiento de un cañón de hierro mnrrnc d» „mf j i™5-135’cn la pla7a de Eis, de unos dos metros de longitud y a unos dos I nradn on P| os 77 a “ pieza n0 fue recuPerada, Mayor antigüedad tenia la noticia fechada en da nn noñAn / k an”° jCU??„ en 'a Prensa provincial, en este caso, de la recuperación efectiva raca r,da m’ de larg0 P°r 80 mm. de calibre. Llevaba el escudo doble de la „„ nnn da inJ ,n ,t0lsón de oro> cor°na real y elementos heráldicos dorados. El puerto de Laredo aUa i» trodtn Ap,ntos ea ‘os 9ue convergen noticias sobre restos de barcos hundidos. Abunda en f ° la'|adlc'°nvde 0u.e la "ao «Espíritu Santo», en la que arribara a la villa Carlos V, se encuentra ’ NiAiiriac d 'T'dad“. de «La Laguna», junto con otras embarcaciones de la escolta. localidad de Ajo eSCUbr'n”ent0 °braS P°rtllarias identificadles en estas épocas se refieren a la

LA ARQIFOLOGIA SVBACl Mil l tN l AS COSTAS DLL NOK1I Y NOROESTE l'ENINSt LAR

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En Santander en 1879 se dragó en medio de la canal del puerto el «banco del bergantín», cuyo pecio subyacente, por los arcabuces de mecha conservados en el Museo del Ejército, se puede fechar en el siglo XVI. La artillería se vendió curiosamente por un valor de entonces, de 16.530 pesetas, como chatarra. Toda la bahía santanderina ha sido el lugar de procedencia de multitud de ánforas moder­ nas y anclas, asi como de restos de cascos de madera o chapados en cobre. Se localiza una con­ centración de pecios en el paraje denominado significativamente «Las Quebrantas», a la bocana del puerto, de los que se ha extraído gran cantidad de objetos metálicos en la época de la posguerra de 1939. como simple chatarra. Es necesario destacar de estas anormales recuperaciones, un car­ gamento de vasijas de bronce, escudos y cascos del siglo XVI, que se deshizo hace tan sólo unos quince años. En torno a la propia ciudad es en donde han aparecido un mayor número de cañones hun­ didos. En 1976, en la excavación que tuvo lugar para la construcción del aparcamiento subterráneo de Alfonso XIH, apareció intacta la linea de muelles construida en 1794, asi como la cimentación de otros muelles medievales y el lecho de roca virgen de la dársena antigua. Todo ello pasó a la historia sin más preocupación. En la ensenada Calderón aparecieron argollas portuarias. En Comillas, anclas, cañones y un barco enterrado en la playa que se destrozó totalmente hace tan sólo cuatro años públicamente. En San Vicente de la Barquera se han recuperado anforetas modernas de transporte de vino o vinagre de los siglos XVI-XV1II.

Otras instalaciones Un aspecto poco conocido pero que reviste un especial significado en el ámbito de la arqueo­ logía subacuática por el carácter de novedad es los «molinos de mareas». Importantes instalacio­ nes de arquitectura civil en piedra y madera que jalonaban toda la costa de Cantabria al menos desde el siglo XVI. Tan sólo en la bahía de Santander había más de una veintena a comienzos del siglo XVIII. De tan singulares edificios nos han llegado restos de sus arruinados muros y calces en casi todas las rías, estuarios y ensenadas de esta costa. Tal conjunto bien merece un estudio pormenorizado en otra parte.

Realidad

y futuro.

El Museo Marítimo

La disponibilidad actual de un Museo Marítimo recién instalado e inaugurado en Santander, creado por la Diputación Provincial, permite asegurar un futuro ciertamente mejor ante el pa­ norama poco halagüeño que hemos visto. Entre otros proyectos dimanados del mismo está, pro­ movido por la Sociedad de Amigos del Museo Marítimo, la creación de un Seminario de Arqueo­ logía Submarina que prevé inmediatamente campañas de investigación. En estos trabajos se pre­ tende vincular a empresas náuticas y de recuperaciones submarinas que faciliten la ayuda material necesaria en equipo técnico. Es un embrión que puede fructificar, no olvidando el hecho de que Santander cuenta con una Universidad y otros organismos públicos y privados que han dado repetidas muestras de- interés por el Patrimonio propio aún en lugares menos accesibles como las aguas del propio litoral. COSTA DE ASTURIAS La costa asturiana es hoy por hoy un vacio en el panorama de la arqueología subacuática peninsular, salvo algunas noticias dispersas y algunas referencias bibliográficas no específicas. Tra­ bajos de Índole general como los de Casariego (1976) o Adaro Ruiz pueden ofrecer algunos datos complementarios pero no un panorama general que no existe. La existencia de restos romanos en puntos del litoral como Gijón, con su conjunto termal, bien conservado en su hipocaustum. hablan de una ocupación, siquiera sea puntual, que tendría un apoyo lógico en el tráfico maritimo, del que sin embargo tan apenas sabemos nada. Noticias dispersas dan cuenta de hallazgos esporádicos de restos cerámicos o de otro tipo de épocas posteriores, pero no se ha realizado aún una labor sistemática de prospección y menos de excavación

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COSTA DE GALICIA

Los trabajos srquwkíeicos subacuáticos presentan en las costas gallegas unas diferencias derivadas de la propia estructura de la costa, que si bien en las zonas anteriormente planteadas ya eran de p»r si difíciles, alcanzan ahora situaciones de extrema penosidad en las recuperaciones o simplemente prospecciones. I o quebrado de la costa, lo batido de la mar en general, las mares de fondo, mareas, los fondos rocosos profundos, y también, por qué no. la frialdad de las aguas, son tactores que unidos provocan que los trabajos que se planteen cuenten a priori con un handicap notable. las costas gallegas, más que otras, se prestan más que a una verdadera excavación, a una prospección que también en este extremo habrá de hacerse en muchos lugares con una metodo­ logía aplicada a los inconvenientes naturales. Los sistemas fijos de cuadriculas son inefectivos en estas aguas. Los propios pecios sufren continuos movimientos y cambios, incluso de emplazamien­ tos. debido a corrientes, marcas y otros fenómenos no controlables. Los inicios de la investigación en este campo y en estas aguas comenzaron hace unos años, y no con buen pie precisamente. Fue la zona Incensé de Rande. y los barcos allí situados, los céle­ bres Galeones de Rande, los que atrajeron la atención, pero el trabajo planteado fue mucho más como buscadores de tesoros que con una finalidad investigadora seria. Este trabajo se inició en la década de los cincuenta tl-'.-S. López, 19X01 a cargo de R. Stenuit, ligado a búsquedas de tesoros. El motivo era el conocimiento de los hallazgos del siglo XVIII en la ría de Vigo. con lingotes y doblones de oro, cañones y otros materiales que continuaban apareciendo en el siglo XIX. Las aguas no fueron lo propicias que se esperaba y el medio, con abundancia de fango y resul­ tados poco elocuentes, fue lo que se obtuvo. No obstante existe la base histórica de que el 22 de septiembre de 1702 diez y nueve galeones que regresaban de Nueva España al mando del almi­ rante Manuel Velasco de Tejada cargados con más de quince millones de oro y plata destinados a la Guerra de Secesión, escollados por veintitrés navios franceses, no pudieron burlar la armada inglesa mandada por Sir George Rooks y el Duque de Ormond y se hundieron en aguas de Rande (Alvarez Blázquez, 1960). En los años setenta nuevos intentos, realizados con más buena voluntad y espíritu deportivo que medios y metodología científica, tampoco llegaron a nada. Uno de ellos, la Expedición Galatea, auspiciada por la OJE pontevedresa, intentaba rescatar los materiales de un pecio próximo a la playa de Santa María de la Lanzada. Los problemas fueron graves y los resultados magros. La Universidad comnostclana dará lugar a la creación del CUAS y de nuevo el espíritu de­ portivo prevalece, sin resultados positivos sobre la técnica arqueológica, intentando llegar a algo positivo en aguas del Ulla, cerca de las Torres de Oeste de Catoira. Los años 1974 y 75 ven este esfuerzo que salvo recuperaciones anárquicas y afán coleccionista no puede decirse fructificase en algo serio. 1975 marca el inicio de tímidos intentos para plantear con un mínimo de seriedad la arqueo­ logía subacuática gallega. Coincide con un replanteamiento a nivel general de la arqueología de Galicia. Se crea GIRAS (Grupo de Investigación y Rescate Arqueológico Submarino) de La Co­ rtina, ligado al Club del Mar de aquella ciudad. Se plantea el trabajo con la supervisión y tutela del Museo de La Coruña y se empezarán a recoger los primeros resultados positivos. El inicio de la confección de una carta arqueológica es el paso que se da con la observación y prospección de las zonas más afectadas y amenazadas, como Finisterre, Laxe, Centroña, Vivero y la propia bahía coruñesa. Se aprovechan los trabajos para recuperar una pléyade de datos sobre aspectos ecológicos, de mareas, corrientes y otras observaciones de utilidad en campos afines. Los trabajos se realizan mediante cuadriculaciones en aquellos lugares aptos para ello, sobre todo en zonas de interior de bahía o costas y épocas tranquilas, dentro de lo relativo de tal expresión para aquellas latitudes. Junto a estas actividades, otros grupos, incluso ligados a medios oficiales, han realizado extracciones mucho menos ortodoxas que han destruido importantes datos de pecios conocidos. ■

Edad Antigua Los datos referidos a Galicia en el mundo antiguo y relacionados con 1__ ” „ subacuálos L. hallazgos ticos o relacionados con ese medio son menos infrecuentes de lo que a simple vista pudiera parecer.

LA ARQVEOIOG1A SLBXtl MIL V EN LAS COSTAS DEL NORtt Y NOROESTE PENINSLIIAK

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Hay que tener en cuenta que la labor realizada en el panorama arqueológico, centrada en la coor­ dinación desde el Instituto de Estudios Padre Sarmiento desde 1975, ha empezado a dar sus fru­ tos de forma clara, multiplicando las referencias y alzando decididamente el nivel de conocimientos que pocos años antes era simplemente nebuloso, salvo los puntos tradicionalmente conocidos. Ikntro de este panorama y en relación, una breve pero necesaria nota a la labor prospectara en busca de yacimientos pre y protohistóricos en la costa y a la labor de recogida de todos los grabados rupestres que aparecen en número creciente y que son pauta de localización de nuevos yacimientos. I.a bahía de La Coruña ha arrojado cerámicas procedentes de prospecciones claramente ro­ manas. con paralelos en los materiales hallados por Luengo (19561 en sus excavaciones del Castro de Elviña. Igualmente hay indicios de un posible puerto romano (Balil. 1980). En la zona de Bajos de las Animas se han recuperado ánforas de tipologías diversas. Estos materiales, localizados merced a un trabajo de cuadrícula que comprende toda la bahía coruñesa, permiten la realización de una carta con suficientes elementos para establecer puntos de dispersión y posibles zonas de tránsito en la Antigüedad. Se ha establecido claramente una zona concreta para la dispersión de los materiales romanos. Anforas romanas tipo Dressel 1. frecuentes en la bahia coruñesa en la zona en torno al lugar denominado Parróte. Aparecen cuellos, panzas, asas de este tipo de ánfora vinaria itálica, que cronológicamente corresponde a los siglos II y I a. C. Problema aparte es el del camino de llegada a Galicia de estas piezas, bien desde la Bética por el interior o por la mar camino de tierras más al norte. De cualquier forma son recipientes muy usados en la importación de vinos de Campania. En La Coruña hay desde el tipo Dressel 1 al 1 B. con carena en el comienzo del cuello, panzas y algún fondo sin pivote. También una pieza clasificadle en el grupo 1 D de Beltrán Lloris, que aparece también en Lugo y en el Lilla. También hay depositadas en el Museo coruñés otras ánforas tipo Dressel 7-10 hispánicas, muy abundantes en la Bética y Tarraconense del siglo I d. C. Igual­ mente se ha recuperado una tapadera de ánfora, consistente en un disco cerámico. En lo que respecta a la posibilidad de ubicación de un puerto en la bahia coruñesa, los ele­ mentos favorables serian: por una parte la existencia del faro, la Torre de Hércules, lógica en las proximidades de un refugio, amén de señalización de un punto difícil en la costa. La existencia de yacimientos romanizados como el Castro de Elviña. lo idóneo del emplazamiento de la Ciudad Vieja y los enterramientos que aparecieron hace tiempo en la zona urbana de los «Cantones». El punto más claro para su asentamiento, hoy ocupado por la Solana, es el lugar en que luego se ubica la defensa medieval del puerto, con testimonios orales de la existencia de muros en tal lugar. Problema aparte es el de determinar si el puerto estaba en La Coruña, como parece más lógico, o en Betanzos, en el interior, si se admite la atribución de Brigantium a aquella ciudad como de origen romano. La cita de Orosio, Brigantiae civitas est Galliciae et ad altissimum farum et ínter pauca memorandas operis... nada concreta. Noticias contradictorias sobre la Peña de las Animas como ubicación de un campo de ánforas quedan en suspenso por ser lugar en la actualidad de vertedero de explosivos y por lo tanto al res­ guardo de buceadores. Noticia sin contrastar por estar la pieza en manos de su hallador, es la de un ánfora extraída con red en la zona de Ortiguein. Respecto a hallazgos de época antigua en la provincia de Pontevedra, las noticias son reco­ gidas por el Museo y. citan hallazgos ocasionales de cerámicas romanas en Cambados y en Santa Mariña. Igualmente sé distinguen entre la Isleta y la torre de San Sadomiño los restos de un gran muro que unía aquel punto con tierra firme (Filgueira-Alen, 1959), sin que se pueda determinar con exactitud la data de aquellos restos. En Cangas de Morrazo, en la playa de Rodeira, frente a la propia playa, se extrajo un ánfora en buen estado que conserva un vecino de la localidad. En San Miguel de Catoira y en el curso de extracciones de arena en el rio, entre Isoma y Pontecesures, se han extraido varias espadas de bronce y gran cantidad de ánforas, sin que sepa­ mos la tipología de ambos tipos de materiales. Junto a ello y en la misma zona, bajo el complejo de Torres del Oeste, se comprueba la existencia de muros bajo el lecho del rio. Mayor importancia revisten los hallazgos efectuados en San Xurxo de Mogor. en la zona de Marín, en que al hacer trabajos en la playa de Portocelo se descubrieron basas de columnas y otras construcciones, al parecer portuarias, con restos de un muelle, cerámicas romanas de tipos diversos y monedas bajoimperiales de Claudio II y Teodosio. y grandes bronces de Adriano y Gor­ diano (Bouza Brey, 1950; Filgueira-Alen, 1956).



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