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Spanish Pages [99] Year 2007
y NOTICIA /^"^ALICIA, uno de los pueblos más antiguos del Occidente ^^ europeo, que tiene el Finisterre mes avanzado en el Atlántico, es un país rico en esa "vida espiritual" constituida de ciencia y literatura populares, religión, supersticiones, que forman gran parte de los estudios de Folklore. La ciencia popular, como las canciones y la música que si pueblo inventa. está favorecida por el apego del labrador y marinero a las costumbres y usos heredados de los antepasados y que muchas de ellas vienen transmitiéndose seguramente desde los primeros instantes de la historia. Esta sabiduría del pueblo fué estudiada en una provincia de Galicia, en la de Lugo, por el doctor Juan Rodríguez López, raro espíritu racionalista que alcanzó notabilidad como médico y como escritor, que conociendo el valor estético y etnográfico de tas creencias populares, no vaciló — quizá porque sabía del alma sencilla e irónica de los hombres de su pueblo, y la tendencia de éstos a interpretar el mundo de un modo sobrenatural — en recogerla con esmero de erudito, al mismo tiempo que por razones de ética profesional, se veía forzado a combatirlas. En muchas de las creencias que aparecen recogidas por él se puedan descubrir rastros de cultos anteriores al cristianismo. la misma persistencia de estos cultos y creencias milenarios atestigua uno de los rasgos más acusados del pueblo gallego. NOTICIA La tendncia a lo sobrenatural se manifiesta en Galicia de mil maneras, como en la "santa compaña" y en el supuesto popular de la transmigración de las almas, que establece una identidad del hombre con la naturaleza, y pervive aún en alguna romería, sin que la iglesia pudiese hacer otra cosa que adaptar estas creencias con más o menos suerte y disimulo. A la ciencia popular de los celtas, primitivos pobladores de Galicia, se sumó el aporte de los pueblos invasores, entre ellos romanos, suevos y normandos, y a éste hay que añadir el de las peregrinaciones a Compostela, es decir, el de los hombres de todas las razas europeas, que acudían al santuario más importante del medioevo, y que seguramente fueron los que contribuyeron con una considerable cantidad de mitos y supersticiones. El fin del mundo, la muerte, las campanas, el diablo, las ánimas, dieron lugar a preciosas leyendas, y de ellas s? desprende el sentido religioso de este pueblo, en el que estos elementos se funden con otros de índole cósmica, como las fuentes, los ríos, los montes, el mar, que perviven cristianizados y son de clara procedencia pagana. Después de este libro del Dr. Rodríguez López, realizado a finales del siglo XIX. folkloristas gallegos han estudiado ampliam?nte todas estas creencias, al mismo ti'^mpo que recogían y clasificaban canciones, refranes, etc. Una entidad prestigiosa de Santiago de Compostela. el Seminario de Estudios Gallegos, había realizado en este sentido, en los últimos años anteriores a 1^36, una de las labores más importantes llevadas a cabo en Europa. Apenas quedan oraciones mágicas ni conjuros que recoger. Toda la labor de brujas, hechiceras, sabias, etc., que denotan la rica fantasía de los gallegos, ha sido recopilada y son conocidas por los eruditos; y lo mismo las creencias referentes a los animales expuestos a las influencias mágicas y de las que sólo pueden ser preservados por amuletos, decires y desconjuros; la meteorología popular, sabiduría adquirida por la observación constante del cielo y demás elementos de la naturaleza; los NOTICIA remedios diversos, que la medicina empírica de los magos y curanderos aplica tanto a personas como a animales, con las distintas formas imagmadas para excitar la credulidad de los campesinos; las fórmulas mágicas compuestas de oraciones, algunas de ellas preciosas, y en las que interviene la complicidad de algún santo cristiano, así como los refranes, villancicos y romances que se refieren a estas creencias, etc. El mal de ojo, el aire, los gafos, la paletilla, las hadas, son elementos excitantes de la imaginación popular y son un vivero de temas para toda clase de narraciones y estudios. Como se ha dicho, uno de los propósitos del Dr. Rodríguez López fué el de contribuir con su trabajo a la educación popular, pero al recoger estos aspectos del folklore en su provincia, realizó al mismo
tiempo una preciosa labor, útil para artistas y estudiosos. Por otra parte, en la divulgación de estas supersticiones no hay daño alguno, ni se atenta al prestigio de las costumbres de Galicia, ya que, como dice en este mismo libro el Dr. Rodríguez López, "hasta la primera mitad del siglo pasado, estaba toda Europa infestada de supersticiones, de las que participaban legisladores, jurisconsultos y médicos" y ' 'en Francia — en los días del autor —, nación a la que reputamos más adelantada que la nuestra, hay en el pueblo la misma falta de ilustración y el mismo espíritu supersticioso". Desde este punto de vista a nosotros no nos queda nada que añadir, como no sea esa frase popular que utiliza el mismo Dr. Rodríguez López en su libro, y en la que él vuelca su fino espíritu de médico descreído y barojiano: "En todas partes cuecen habas". L. S. PRÓLOGO DE LA PRIMERA EDICIÓN Varios autores se han ocupado en describir alguna que otra de las supersticiones gallegas. En el siglo pasado, la Orden de Benedictinos se honró teniendo en su seno dos gallegos ilustres: el P. Feijóo y el P. Sarmiento, que en sus inmortales obras de crítica y literatura, han descripto varias de las supersticiones de nuestra región, y en la época contemporánea, el célebre historiador gallego D. Manuel Murguía dedica varios capítulos de su notable obra Galicia a la exposición de algunas supersticiones gallegas. La mayor parte de los poetas regionales que se dedicaron a describir costumbres del país, han tocado más o menos con la superstición, que acompaña a muchos de los actos de nuestro pueblo. Pero las supersticiones de que tratan unos no suelen tratar otros, y hay muchas de las cuales no se ha ocupado ningún autor. Hace ya tiempo que tenía la curiosidad de retener en la memoria o de apuntar las supersticiones que llegaban a mis oídos o que observaba en los pueblos a donde me han llevado mi profesión o mis asuntos; pero es posible que no se me hubiese ocurrido todavía hacer un estudio especial de las creencias supersticiosas de los gallegos, a no haber propuesto dicho tema el Sr. D. Teolindo Soto Barro, exdiputado a Cortes por el distrito de Lugo, para el certamen literario musical que ha de verificarse en la ciudad de Monforte en el próximo mes de agosto de 1895. Es sabido que muchas de las cosas que hoy consideramos como supersticiosas, algún día no lo han sido, y, por el contrario, fueron tenidas como artículos de fe o como verdades inconcusas. Dios siempre ha sido el mismo; pero el culto que los hombres han ideado para adorarle ha ido variando según las maravillas de la creación se fueron comprendiendo mejor, según él entendimiento humano :::::::::::::::::::::::::::::... se fué ilustrando y según el hombre se fué conociendo mejor a sí propio. Difícil es saber si las costumbres de los pueblos, al modificarscí condujeron a la necesidad de los cambios religiosos o si las religiones fueron las que modificaron las costumbres públicas. Lo que es indudable es que las religiones se abrieron paso, después de los grandes cataclismos de la humanidad, para combatir vicios sociales. El pueblo ha sostenido siempre las religiones alimentándolas con su sangre y con su fe; el pueblo ha trabajado siempre porque no sólo tuviese el individuo religión, sino el Estado; pero el pueblo fué también el encargado de corromper la religión con supersticiosas creencias. Los bárbaros del Norte trajeron a Galicia la religión politeísta, que adoraba con la misma devoción lo admirable en los astros y en los elementos; lo útil en el agua, las plantas y los animales y lo pavoroso o temible en los reptiles ponzoñosos y en los enanos y demás genios maléficos. No tardaron, sin embargo, en admitir como sanas las creencias de los fenicios, que daban culto al fuego, y en cuyos huecos ídolos se quemaba gran número de víctimas humanas, para calmar la cólera de los dioses en las grandes calamidades públicas. Los romanos conquistaron a Galicia; pero convencidos de que no era posible conquistar las
conciencias de los gallegos, transigieron con sus costumbres y con sus creencias, y fué obra de mucho tino y de perseverante trabajo el hacer que sus dioses fuesen compartiendo con los del antiguo culto el fervor religioso del pueblo gallego. Pero a la par que su infinidad de dioses para todo, sembraron los romanos en la conciencia y en la imaginación de los gallegos, la idea de las hadas y de las apariciones de muertos. La religión de Ario, más tarde, nos trajo una porción de creencias supersticiosas, y gracias a que Dios se apiadó de España mandándole al Apóstol Santiago a predicar la divina religión que trajo la paz a la tierra, y gracias también a que la Providencia quiso que a Galicia cupiese la gran gloria de encerrar los venerandos restos del Santo Apóstol, fueron muriendo poco a poco las supersticiones a la acción de la religión católica, y es de esperar que las que aun quedan ocultas entre la ignorancia de las gentes, vayan también, faltas de savia y de semilla, desapareciendo. E^te librito no tiene otro objeto que el coleccionar las supersticiones, para que el día de mañana sirvan de curiosidad histórica. A la par me propongo hacer ver a los engañadores, echadoras de cartas, cu:::::::::::::::::::::::::::::... tanderos, etc., que conocemos esas prácticas y esas oraciones que ellos ocultan tanto y en cuyo misterio fundan la virtud que les atribuyen, para favorecer su engañosa industria. Mis primeros y más crueles enemigos son los que aun tienen fe en las supersticiones que señalo. Pero unos me darán con el tiempo la razón, y los otros, pudiendo hacer por sí propios las supersticiosas ceremonias, ellos mismos se encargarán de desacreditarlas, porque a una cosa se le da mucho valor mientras es difícil de conseguir o muy rara en el mercado, pero sin perder ninguna de sus cualidades, o aun mejorada en el género, si abunda en la plaza, se aprecia menos cuanto más abunda. Que conozcan todos las supersticiones, que vean de dónde han nacido, que sepan por qué hay quien tiene interés en sostenerlas, y que celebren las ridiculeces que encierran, fueron también móviles que han guiado mi pluma al trazar las líneas del libro que os presento, modesto por ser mío, e incompleto porque, dado el corto plazo de que dispuse para hacerlo, carece seguraniente de muchos datos, con los que podrá completarse este estudio por otros escritores gallegos, de mérito superior al niío. Sentiría hondamente que en las cuestiones que toco, relacionadas más o menos directamente con las costumbres, que aun se sostienen como buenas entre algunos católicos, no tenga el suficiente acierto, por ser obra exclusiva de mi modo de pensar, y por haberlas tratado sin hacer previamente los estudios religiosos necesarios; pero se me figura que las cuestiones religiosas que no afectan al dogma pueden tratarse siempre que la buena fe guíe las discusiones. Y me será muy grato reconocer mi error, siempre que se rinda el culto debido a la razón, al argumentar en contra de las teorías que sustento. JESÚS rodríguez López, Lugo, julio de 1895. PRÓLOGO DE LA SEGUNDA EDICIÓN AI comenzar este prólogo, me interesa mucho hacer notar que la primera edición de :::::::::::::::::::::::::::::... fué prohibida por la Autoridad eclesiástica, a los tres meses próximamente de haberse puesto a la venta y cuando estaba casi completamente agotada. Esta circunstancia me obliga a hacer algo de historia. Como ya apunté en el prólogo anterior, fué escrito este trabajo para un tema que figuraba entre los del certamen literario que, por iniciativa de los PP. Escolapios de Monforte, se celebró en esta ciudad en agosto de 1895. A poco de escribir sobre el tema, comprendí los peligros que encerraba su desarrollo, porque, a pesar de que aquellos ilustrados escolapios habían nombrado un Jurado compuesto de las personas de mayor altura literaria en Orense, en el que figuraban dos o tres piadosos sacerdotes, uno de los cuales era el ilustre literato D. Marcelo Macías, que debía servir de garantía para que no se escurriera nada
antiortodoxo, el Sr. Obispo de Lugo, llevado del más plausible celo, nombró un previo censor, que escogiese los trabajos que habían de poder llegar a aquel Jurado, y este previo censor era el P. Andrés, entonces rector de aquel convento, y hombre sumamente ilustrado, culto y bondadoso. En vista de todo esto, consulté mi trabajo con dos teólogos, de los que tenía yo por más competentes, más piadosos y de mayor cultura. ¿ Fué el primero un profesor de este Seminario, ya fallecido, y el segundo, el eminente teólogo Don Antolín López Peláez, entonces magistral de esta S. I. C. B., y que, por sus grandes méritos y por su notoria piedad, ha conquistado la jerarquía episcopal de Jaca y el ser admirado como una gloria literaria española, por propios y extraños. El juicio de ambos teólogos fué favorable a mi obra. Y no se diga que la han juzgado, así por haberla leído rápidamente, pues el señor Peláez, entonces mi ilustre cliente, además de tenerla en su casa dos o tres días, la leyó detenidamente conmigo, desde el principio hasta el fin, opinando que no podía ser prohibida, por no contener nada contrario al dogma católico. En esta confianza la mandé al certamen; pero cuál no sería mi sorpresa cuando, a los cinco o seis días, supe que dos PP. Escolapios habían traído mi obrita, convenientemente acotada, para consultar con el Sr. Obispo las dudas que se les ofrecían para dejarla pasar al Jurado I Y sucedió, según me informaron, que el Ilustrísimo Sr. D. Benito Murúa, Obispo de Lugo, se excusó de mirar aquellas acotaciones, que habían ocasionado un viaje desde Monforte al palacio a aquellos buenos escolapios, y con un proceder inexplicable en una persona de tanto valer, les contestó: "No se molesten ustedes en enseñarme eso. Si es que ustedes tienen algunas dudas, no lo dejen pasar. íQué importa que haya un trabajo menos?". Aquel mismo día supe que mi trabajo no pasaba al Jurado y por qué no pasaba, y decidí que se imprimiese, para poder vender la obra en Monforte a la salida del certamen. Y tal vez por este hecho, sin previa corrección fraterna, ni que por ninguna Autoridad eclesiástica se me llamase la atención sobre los párrafos que constituían error en materia de religión, invitándome a corregirlos o a retirar mi obra de la venta, ni otro requisito más o menos atento, dentro de la consideración social, se publicó en el Boletín Oficial del 9 de octubre de 1895, la siguiente PROHIBICIÓN "Habiéndose editado ha poco tiempo en la ciudad de Lugo un folleto titulado Ligeros apuntes sobre las supersticiones de Galicia, su autor D. Jesús Rodríguez López, y hecha por el Ministerio fiscal de este Obispado denuncia oficial del mismo a la Autoridad eclesiástica, la cual sometió el escrito a la censura competente; y "Resultando del informe emitido por ésta que el autor, sin duda por no conocer bastantemente ni la materia objeto de su libro, ni la doctrina católica con ella relacionada, llama superstición a mucho que, lejos de serlo, se halla aprobado, reconocido y practicado por la Iglesia, y que, a pesar de hacerse en el libro protestas de catolicismo y de recta intención, hay en él frases que no es dable, sin violencia, interpretar en sentido sano, y contiene no pocas proposi« :::::::::::::::::::::::::::::... ciones cuando menos inexactas, atrevidas, temerarias, malsonantes, ofensivas de los oídos piadosos, injuriosas, erróneas, impías y que favorecen la incredulidad: venimos, por tanto, en virtud de nuestro deber, en declarar perniciosa para la Fe la lectura del citado folleto, Ligeros apuntes sobre las supersticiones de Galicia, prohibiendo a todos nuestros diocesanos leerle, lo mismo que retenerle y reimprimirle, debiendo entregar los ejemplares del mismo, aquellos que los poseyeren, ya en nuestra Secretaría de Cámara o bien a su párroco respectivo, para que los remita a ésta. "Dada en Santa Visita Pastoral de Deza, en Lalín, a 5 de octubre de 1895. Benito, Obispo de Lugo". Confieso que esta resolución eclesiástica me ha sorprendido mucho, por conocer el dictamen de los dos teólogos con quienes había consultado; demostrándome que podía pensarse de muy distinta manera
sobre las materias de dudosa ortodoxia que contenía mi trabajo, pues yo no consideraba menos competentes a los primeros censores que a los segundos. Aquella prohibición perjudicóme bastante en mis intereses. Los pueblos suelen ser poco generosos con sus propios hijos, y en el mío ee me trató entonces con muy poca justicia, sobre todo por esas mujeres que el vulgo llama beatas, por ser más hipócritas que piadosas y tener el fariseísmo por norma de conducta. Para algunas de ellas, yo estaba excomulgado y hasta no debía ser solicitado como médico. Pero esta ignorancia y esta maldad de las gentes, que creen quo se puede ser piadoso perjudicando al prójimo, me daba nuevos bríos para insistir en mi obra de ilustración del vulgo, comúnmente engañado por erróneas enseñanzas, que pugnan con las ciencias positivas y que, por lo tanto tengan el carácter que quieran, o reporten las utilidades que reporten, es preciso que la "verdad se abra paso y destruya poco a poco las fortalezas en que se defienden los principales enemigos de la Verdad y del Progreso, como son: la resistencia a admitir lo mejor por ser nuevo, el interés que presta la explotación de lo viejo, y el miedo de que la luz repentina pueda cegar la conciencia del ignorante. La verdad lleva a Dios; su conocimiento es bueno, por lo tanto, pues virtualmente hace al hombre menos esclavo de las maldades del error. Pero la historia nos refiere casos en que los encargados de enseñar la verdad fueron los más obstinados en no verla, cuando alguna inteligencia superior la descubría entre las malezas de la rutina. Díganlo si no tantos sabios que han vencido, al fin, después de haber sido perseguidos sañudamente, por quienes se fundaban en erróneas apreciaciones teológicas defendidas en nombre de Dios. Cierto es que no basta sólo la luz de la razón para juzgar de ciertas cuestiones, sin preparar antes el entendimiento con la instrucción necesaria; por eso yo procuré consultar mi obra con notables teólogos, para que me ilustrasen sobre el acierto de mis apreciaciones en lo que podían afectar a la doctrina teológica. Puede el lector suponer mi admiración cuando después he visto que sobre las mismas cuestiones opinaban de tan distinto modo los teólogos. No me extrañaría que fuesen juzgadas mis proposiciones cíe atrevidas, temerarias, malsonantes, y hasta de ofensivas a los oídos piadosos, porque si ellas fuesen verdaderas, me honrarían mucho tales juicios, aun viniendo de quien no tuviese más capacidad que para juzgarlas así. Pero considerarlas erróneas sin probarlo y aun más, injuriosas e impías, me ha dolido mucho como católico, pues estuviera muy lejos de mi ánimo el que así fuesen, al publicarlas. Por varias e inolvidables consideraciones que, en medio de todoi debía al Sr. Obispo Murúa, pude acallar la indignación del momento y retirar la alzada que había intentado, por no haberse tenido conmigo las atenciones que canónicamente me eran debidas. Aquel ilustrado Sr. Obispo, en una amistosa conferencia que hemos tenido sobre mi obra, me ha convencido de que los ritos de la Iglesia no pueden considerarse como supersticiones, y que siendo además universales no cuadran bien en una obra dedicada solamente a cosas de Galicia, autorizándome allí para publicar una segunda edición que no tratase tales ritos como supersticiones: por eso en esta obra he prescindido de ellos (^). En esta edición, aumenté el número de supersticiones populares y las comento más detenidamente. Hay quien cree que es un peligro para la fe el romper de repente en las aldeas, y aun en los pueblos, con las supersticiones. Yo no estoy conforme con esta opinión, que sorprendido escuché de boca de uno de los teólogos lucenses más ilustrados (~). (1) Se refería el Sr. Obispo a una opinión mía sobre la oportunidad de ciertas ceremonias en las honras fúnebres. (2) D. Tomás Buide, canónigo y profesor, tenido por autoridad teológica, y uno de los de la Comisión censora de mi libro. :::::::::::::::::::::::::::::... Por el contrario, creo que la civilización y la fe no pueden reñir nunca, cuando ambas están dentro
de la verdad. Los conflictos que hubo entre la religión y la ciencia siempre han procedido de una manera distinta de ver la verdad, y unas veces estuvo equivocada la ciencia y otras la religión y en ocasiones una y otra, por considerar científico lo que no lo era o verdad religiosa una apreciación humana de lo desconocido, fundada a lo mejor en una interpretación caprichosa de los santos libros. Por eso creo que debe combatirse la superstición sin distingos, por estar en contra de la civilización y de la verdad católica. Yo no aspiro a que este libro se juzgue como una obra literaria. Mi aspiración, y tal vez mi mayor deseo, es que mi trabajo sirva de ilustración a mis paisanos, no para favorecer la incredulidad, sino para que tengan fé solamente en la verdad católica y no empequeñezcan lo que de suyo es grande, distinguiendo lo que es producto de la ambición y del industrialismo de aquello que se debe a Dios, a la paz de las conciencias y a la buena voluntad de los hombres. Esto desde el punto de vista religioso, que por lo demás, en esta obra me propongo también demostrar, como médico, a los que van a buscar salud a curanderos y embaucadoras, que no pueden dársela, y en cambio, son explotados, fascinándolos con ciertas prácticas completamente ineficaces para el fin que persiguen y muy a menudo causa de que se haga imposible la curación por acudir tarde al facultativo. Esto aparte de que a veces los consejos de los curanderos producen hechos criminales, que traen como consecuencia la desgracia de las familias crédulas. Por eso quisiera que este libro llegara a ser comprendido por todos los supersticiosos, que en Galicia suelen ser víctimas de su propia ignorancia, y contribuir de este modo a la ilustración y a la cultura de mi querido país. JESÚS RODRIOUEZ LÓPEZ. Lugo, mayo de 1910. Capítulo primero SUPERSTICIONES EN GENERAL DEFINICIÓN Y DIVISIÓN LOS moralistas definen la superstición: una falsa religión o un culto vicioso de la verdadera divinidad o de otra falsa, Bacon dice que la superstición ha forjado los ídolos del vulgo, los genios invisibles, como los duendes, las brujas y los vampiros; los días de felicidad y malandanza y otros disparates por el estilo. Ella es la que apoca al hombre en la enfermedad y en la adversidad, y reduce la buena disciplina y las costumbres venerables a ceremonias superficiales y a ejercicios superfluos. La superstición es hija de la imaginación del hombre, la ignorancia es su único alimento, la hipocresía le da forma externa con ceremonias ridiculas y vanas, la extiende el entusiasmo con que cautiva la imaginación todo lo misterioso, y la conservan el interés particular de los farsantes que se benefician con ella y la tradición entre las gentes bárbaras e ignorantes. La superstición puede dividirse en idolatría, divinación, vana observancia y maleficio. Pasaré por alto la idolatría, que es una superstición que en Galicia no existe. No todas las formas de divinación se ven en Galicia, pero por curiosidad manifestaré las subdivisiones que tiene. Así se llama oráculo cuando la divinación se hace por los ídolos; nigromancia, si se acude a los muertos aparentemente resucitados; oniromancia, si se interpretan los sueños; prestigios, si se apela a figuras fingidas; aruspicina, cuando se tienen en cuenta ciertas señales tomadas de las entrañas de los animales; geomancia, si se adivina por una figura en la tierra; higromancia, si en el agua; aeromancia, si en el aire, y piromancia, si en el fuego. Cuando se hace por la posición y movimiento de los astros, se llama astrología; cuando por señales de las aves, auspicio; cuando por señales de los demás animales, agüero; cuando, por un caso funesto, presagio, y cuando se hace por la suerte, sortilegio. La divinación, sea cualquiera su forma, pretenden siempre hacerla por un pacto, ya tácito, ya expreso, con el Demonio. Yo creo que el hombre puede pretender todos los pactos que quiera con el
Demonio, ya tácitos, ya expresos; pero que el Demonio no puede hacer tales pactos con el hombre, porque Dios no puede permitir a los que adoran al Demonio el mismo poder que a los santos: el poder de hacer milagros o cosas sobrenaturales. Creo, además, que el papel de Demonio va muy en baja en estos tiempos, aun como causa de la divinación, y que ya se le va concediendo cada día menor importancia y menor participación en las supersticiones por los mismos que en ellas creen. En Galicia sólo conozco que se use la adivinación por la oniromancia, por prestigios, por aruspicina y por señales en el agua, en el eiire y en el fuego. También el gallego es muy dado a consultar el porvenir con los astros, con la suerte o con los naipes, y muy dado a interpretar los agüeros, los presagios y los auspicios. Comprendo que los moralistas consideren lícito adivinar el porvenir de un sujeto por su fisonomía, temperamento, :::::::::::::::::::::::::::::... constitución, educación y costumbres, porque en el hombre, como en la sociedad, como en todo, tales causas producen siempre idénticos efectos; y lo mismo puedo decir de la adivinación que se funda en las costumbres de los animales; pero es para mí sumamente extraño e incomprensible que consideren lícita la adivinación por quiromancia (^), esto es, por la disposición de las rayas de las manos, que vendría a autorizar la buena ventura de las gitanas, y por laa manchas de las uñas y forma de los dedos. En Galicia, lo que más prepondera de las supersticiones es la vana observancia, como veremos más adelante, pues es difícil que haya alguna enfermedad de las comunes que no tenga algún remedio fundado en ciertas ceremonias acompañadéis de oraciones o palabras especiales, y muchos padecimientos se atribuyen a causas a cual más ridiculas y estupendas. Aquí, donde tan arraigada está la creencia en el mal de ojo, es rarísimo que las madres dejen de colgar del cuello ciertas reliquias, yerbas, cuernos u otros objetos sumamente heterogéneos en su contextura, que otras veces cosen a la ropa o atan a las muñecas de los hijos para preservarles del contagioso efecto del mal de ojo. Es sumamente notable que un hombre del prodigioso talento de Santo Tomás se dejase sugestionar por las arraigadas convicciones de su época y llegase a creer también "que los ojos inficionan el aire contiguo hasta determinado espacio", porque esto daría cierta razón a los que usan dijes contra las fascinaciones, cuyo uso combaten, sin embargo,' los moralistas, y con muy buen sentido; pues ni los ojos inficionan el aire, ni los dijes sirven para nada. Sin embargo, D. José Jorge de la Peña, ilustradísimo médico lucense, de memorable recuerdo, escribe en 1 842 (-) : (1) Neyraguet: Teología Moral. (2) José Jorge de la Peña: Ensayo sobre la perfección del hombre en ¡a extensión de su. ser. Madrid, 1842. ∞∞∞ "¿Omitiremos con irreflexivo desdén hablar de lo que entiende el vulgo por herida de ojo, ojo de envidia o más bien mal de ojo?"; y explica dicho efecto por la impresionabilidad extrema que tienen los niños en su tierna edad, a quienes afectan más hondamente la fisonomía que refleja nuestras pasiones y nuestro estado del espíritu. "Los rasgos fisonó-micos, dice, con que las pasiones vehementes se anuncian, cualesquiera que sean, son entidades, son un algo de una impresión extraña, profunda y particular en razón compuesta de la intensidad de la causa y la sensibilidad material del individuo, y las miradas terroríficas de la roedora envidia que se fijen en el niño producirán una fisonomía especial, que lleva algo de eléctrico, que alguna vez conmoverá la delicada organización de la criatura. Acaso hay algo de esto en el magnetismo animal, cuya existencia no negaremos de un modo absoluto. Como quiera que sea, insistimos en la posibilidad del daño que en este concepto puede causar la pasión de una secreta enemiga, y esto lo conocían los antiguos cuando colgaban del cuello y de las muñecas de los niños dijes
de plata o azogue, u objetos brillantes que fijasen la atención de las primeras miradas de la envidiosa. Tal parece haber sido el verdadero origen de los amuletos e higas, hasta cierto punto convertidos después en los relicarios bordados que ponen a los niños, prescindiendo de las sombras de las funciones mitológicas que han influí-do en las gentes ignorantes para perpetuar esas prácticas, que siempre ocultan alguna verdad". El ilustrado profesor condena después la grosera superstición que invade el terreno de dicha verdad y cuanto tienen los amuletos y ensalmos de absurdo; pero, como se ve, creía que una mirada podría dañar a los niños, aunque no por inficionamiento del aire, sino por una especie de magnetismo. Presentía los efectos de lo que hoy conocemos con el nombre de sugestión. :::::::::::::::::::::::::::::... Otra de las supersticiones es creer en la virtud que uño puede adquirir de hacer daño a otro por pacto y cooperación del Demonio. Esto se llama maleficio. Verdaderamente que pasma el que personas doctas hayan llegado a creer que, porque a cualquiera se le antoje hacer un pacto con el Demonio, ya puede éste hacer daño a un individuo determinado. Lo que hay de cierto es que cuando un hombre quiere mal a otro, no necesita pactar con el Demonio para hacerle daño, si puede, por medios ordinarios, y en este caso el demonio único que obra en él es la perturbación de su espíritu apasionado, rencoroso e iracundo. Hay el maleficio amatorio, por el cual el Demonio excita el amor carnal o el odio, moviendo la fantasía del hombre, pero sin influir nada en su voluntad. Hasta que he leído lo que antecede en una Teología Motal, siempre he creído que el amor es una función psico-fisiológica en la que no intervenía para nada el Demonio (^). En la Teología Moral se enseñan cosas curiosísimas acerca del maleficio. Dice "que es lícito usar contra el maleficio medicinas como la ruda, salvia, etc., que corrigen por su virtud natural los malos humores conmovidos con la ayuda del Demonio". También afirma que es lícito "rechazar a la hechicera que le tocó a uno, pues rechazada ella, suele cesar el daño. «Si el hechicero de un modo lícito puede quitar el male(I) En dicha Moral se pregunta si es lícito usar los polvos simpáticos. Éstos, según el filósofo Purchot, son compuestos de vitriolo calcinado y tienen la propiedad de curar una herida por el efluvio sustancial o por los espíritus del vitriolo (en un sujeto distante) que, mezclados con las partículas todavía calientes de la sangre, son aplicados a la herida de donde salió ésta, y a manera de cuñas cierran enteramente los conductos abiertos por donde corre sangre. Hay que advertir que se cree que estos polvos pueden obrar y es lícito, por lo tanto, emplearlos cuando el herido no dista más de trescientos metros del que los echa. Hasta los moralistas no pueden meterse en lo que no entienden, sin exponerse a incurrir en ridiculeces, como la que resulta de la creencia en que tales polvos pueden obrar a distancia sobre las heridas. ∞∞∞ ficio, es permitido llamarle para esto, suplicarle y aun inducirle con dinero u OBLIGARLE CON AZOTES O TORMENTOS si no quiere, mas no matarle; y esto, aunque conste que lo ha de hacer por un nuevo maleficio" (^). Verdaderamente que esta clase de enseñanzas admiran y pasman, en las postrimerías del siglo XIX. Sigo copiando: "No es lícito pedir a un hechicero que quite el maleficio, aunque esté dispuesto a ello; porque no pudiendo hacerlo sin la cooperación del Demonio, esto sería intrínsecamente malo". Esto parece que se contradice con lo antes escrito; pero, por lo visto, no importa, y ya tendrá su explicación. Más adelante dice Neyraguet: "Adviértase que es opinión común que hay hechiceras y que con la
ayuda del Demonio son transportadas de un lugar a otro corporalmente: la contraria que llevaron Lutero, Melanchton y algunos católicos, es muy perniciosa a la Iglesia". Ahora sí que no salgo, de mi asombro; porque ¿quién había de decir que a la Iglesia católica le es conveniente favorecer la creencia en los hechiceros y en que éstos pueden, con la ayuda del Demonio, transportarse corporalmente de un lugar a otro? cPor qué no se santifica entonces esta superstición tan conveniente, que el negarlo es muy pernicioso a la Iglesia? Pero aun hay más. El confesor ha de advertir a los hechiceros, adivinadores, etc., que están obligados, entre otras cosas, a quemar el escrito trazado, si le tienen; mas si le tiene sólo el D'emonio, no se le ha de obligar necesariamente a que lo vuelva. Señores, esto es ya incomensurable de portentoso. Yo creí siempre que cuando se dice se llevó el diablo tal cosa material, usaban las gentes de una figura retórica; pero ahora (I) Es de suponer que hoy no opinen los moralistas del mismo modo, pues todas esas zarandajas de las hechiceras pasaron a la historia, y ya ninguna persona medianamente culta cree en ellas.— (Nota de la 2* edición), :::::::::::::::::::::::::::::... veo que me equivoqué; pues, por lo visto, se lleva realmente, no sólo las personas vivas, sino las escrituras que hace con ellas para guardarlas en el archivo infernal. ¡Cuidado que eran tremendos los diablos que antes se usaban! Verdaderamente, que en una Teología Moral se pueden recoger datos notables y sumamente curiosos para el estudio del origen y sostenimiento de las supersticiones de los pueblos. Yo, de buena gana, me permitiría alguna discusión con los moralistas sobre este punto, en el cual se pueden tener diferentes apreciaciones sin faltar al catolicismo; pero bien sé a cuantos disgustos se expone el que se permite oponerse a estas creencias, que se fundan en apreciaciones de base dudosa e insegura, aunque por lo viejas estén llamadas a desaparecer destrozadas por la maza del progreso y del tiempo (^). ( I) San Agustín reconoce bien terminante la existencia de los faunos y de los sátiros, y al hablar de cierta comunicación entre los demonios y las mujeres, dice que los sátiros y los silvanos, que los galos llaman drusios o dusios, estaban acusados de atacar el pudor de las mujeres y de las jóvenes que encontraban en los bosques. San Jerónimo cuenta en la vida de San Pablo, ermitaño, cómo yendo San Antonio a visitar a este anacoreta encontró un hipocentauro, al que le preguntó el camino después de haber hecho la señal de la cruz; el monstruo contestó con un sonido bárbaro y extraño, indicando con la mano el camino que debía seguir el viajero. Apenas se había San Antonio repuesto del susto que acababa de tener con el inesperado encuentro, cuando apareció en medio de un vallo dominado por elevados peñascos, un hombre pequeñuelo, de narices arremangadas, con dos cuernos sobre la frente y cuyas extremidades inferiores terminaban con pies de cabra. Admirado de este nuevo espectáculo, Antonio, como buen guerrero, tomó el escudo de la fe y vistió la coraza de la esperanza, mientras que acercándose al Santo aquel ser extraordinario, le ofreció dátiles como prenda de sus pacíficas intenciones. Preguntóle entonces Antonio quién era, y dijo: "Yo soy un mortal como tú y uno de los habitantes del desierto que los paganos, en su extravío, adoran bajo el nombre de faunos, de sátiros y de Íncubos. Yo vengo en este momento enviado a vos por mis semejantes para suplicaros roguéis por nosotros a nuestro Dios común, que hemos sabido ha venido a este mundo para salvarnos a todos". A estas palabras, pronunciadas por este ser singular, se llenaron de lágrimas los ojos del santo viajero y se enterneció su corazón al oír proclamar asi, por los mismos animales, la gloria de Cristo y la ruina de Satanás. Diui Hieronymi sttrdon opera, 15 78, en fort., t. I, pág. 315 y sig.). ∞∞∞
Recuerdo que, hace todavía pocos años, ya no en el libro, sino que en el mismo templo, se enseñaba por venerables prelados que en los fenómenos de hipnotismo y sugestión intervenía el Demonio. Hoy, gracias a algunos eminentes jesuítas y a otros sabios doctores de la Iglesia, que con libertad de criterio estudiaron dichos fenómenos psicológicos, ya no anda el Diablo mezclado en estas cuestiones, ni se le da tanta intervención en todo aquello que, por no entenderse, tiene visos de sobrenatural. Y más vale así. Capítulo II HISTORIA DE LA SUPERSTICIÓN: DIFÍCIL es relatar con carácter histórico las supersticiones de los primeros habitantes de Galicia, cuando todo se encuentra envuelto entre densas nieblas, que no permiten distinguir la verdad, mezclada a cada paso con tantas y tantas fábulas que 1^ imaginación del hombre ha inventado sobre la religión y costumbres de los tiempos prehistóricos. Siendo, según la historia, los primeros pobladores de España Túbal, hijo de Jafet, y Tharsis, sobrino de Túbal, es de suponer que mantendrían íntegra la religión de su abuelo Noé, que era la religión natural, tal y como Dios la había impreso en la conciencia del escogido por Él para salvar a la humanidad, evitando que pereciera toda entera en el Diluvio universal. Pero es también fácil que la idolatría pervirtiese luego el sentimiento religioso, y que, si no en forma de serpiente, en otra, buscaría el espíritu infernal modo para hablar a los hombres, separándolos del camino de la verdad e induciéndoles a rendir culto a los dioses mitológicos, a los astros, a los elementos, a los animales, a las plantas y hasta a los minerales, y en fin, a todo aquello que le infundía admiración y temor. Los habitantes de Galicia no debieron sustraerse a esta influencia, porque son muchas las fábulas mitológicas que se refieren de tales tiempos. Hércules, que entró en España fundando a Cádiz, estuvo también en La Coruña, en donde mató a Gerión y lo enterró bajo la torre que lleva el nombre del hijo de Júpiter (^). Se sabe que en Galicia se le erigieron templos a Júpiter, en los Codos de Larouco, en el monte Candamio y en el Pico Sacro. Los galos que procedentes de Asia, atravesaron la Europa al mando de sus jefes Belloveso y Segoveso, conquistando la Galia, Italia y España y han tomado el nombre de celtas en la parte Norte y Noroeste de nuestra península, fueron durante mucho tiempo los dueños de Galicia, a cuyos habitantes imprimieron lengua, costumbres y religión, tan hondamente, que el impulso destructor del tiempo no ha conseguido borrar las huellas de su paso, que permanecen claras en nuestro dialecto, en nuestros montes y en nuestros valles, en nuestros castros y en nuestros ríos y en otra infinidad de recuerdos históricos que se conservan, a pesar de datar la dominación de los celtas en Galicia, según Hero-doto, de cinco siglos antes de Jesucristo. Los celtas fueron politeístas. Erigían los altares de sus dioses en medio de recintos sagrados (nemeton) , situados en medio de los bosques (lucas) . Sus fiestas religiosas solían celebrarlas de noche, pues creían ellos que la noche fuera anterior al día. Algo queda en Galicia, de tal costumbre, en las ruadas de nuestros aldeanos. Dios había prohibido a Noé y a sus hijos comer la carne con sangre (-) ; "porque, le dijo, la sangre de vuestras ánimas demandaré de mano de todas las bestias". Queriendo decir que tanto horror debe tener el hombre a derramar (1) En la preciosa obra de Murguía titulada Calida, podrá el lector encontrar curiosas fábulas mitológicas referentes a Gerión y a sus tres hijos. (2) Génesis, cap. IX, 4 y 5. :::::::::::::::::::::::::::::... la sangre de sus hermanos, que aun las mismas bestias que la derramasen no quedarían sin castigo. Pero alguna virtud debían atribuir los celtas a la sangre de caballo, que la hacían su bebida favorita. (Horacio). Las mujeres recién paridas hacían que sus maridos se acostasen y que mientras ellas no pudieran
levantarse estuvieran ellos en cama muy bien asistidos. Danzaban después de la comida al son de una flauta y dormían en el suelo sobre haces de yerba, cubiertos con túnicas negras o sacos oscuros. Exponían a los enfermos en los caminos públicos, por si algún transeúnte conocía y sabía tratar el padecimiento. Servíanse de las entrañas de los cautivos para sus adivinaciones, y desde el momento en que la víctima recibía el golpe fatal, sacaban los primeros augurios deducidos del modo o forma en que caía. Consideraban como afrentoso morir de enfermedad. Cortaban la mano derecha a los prisioneros de guerra y la ofrecían a sus dioses. Dícese que en las fronteras de Galicia había un bosque sagrado, tan minado de oro, que sólo se permitía buscar en él este precioso metal cuando el rayo hendía la tierra y lo ponía al descubierto, pues estaba prohibido tocar su suelo con instrumentos de hierro. (Justiniano). Veneraban las higueras como árbol generador y nutricio. Inmolaban animales en las hecatombes, y tenían por costumbre bañarse con aceite el cuerpo dos veces al día. Se sabe que los celtas adoraban al Sol, el cual aparece grabado en sus monedas y medallas. Al Promontorio Neró (Arasoli), acudían a adorar al Sol en grandes peregrinaciones, y también en La Coruña se le adoraba en la torre de Crum, fundada por Hércules. Adoraban a un dios sin nombre, que festejaban en las noches de plenilunio, bailando las familias a las puertas de sus casas. Entre los dioses que tenían, adoraban con especial devoción a uno llamado Endovelico, cuyo templo, erigido en Lusitania, existía aún a mediados del siglo XVI. Este templo empezó a destruirlo el Conde de Braganza D. Teodorico I, llevando a Villaviciosa las lápidas y tablas votivas que contenía. Tenían también los celtas un dios guerrero, llamado Neton, al que consideraban como dios nacional. Además, había otros dos dioses, Neith y Bandía, que descendían del cielo en forma de cisnes sobre los campos de batalla, para elegir cuáles soldados habían de morir en la pelea y cuáles habían de salir victoriosos. El comerciante y el viajero tenían un dios común, llamado Creyón, simbolizado por piedras que colocaban a trechos en los caminos. Creían los celtas en el Infierno, sólo que en vez de ser el Demonio el que conducía allí las almas, estaba encomendada esta operación a un dios llamado Mermes; pero así como en la religión cristiana hay un arcángel que pesa las almas y las quita del Purgatorio, los celtas tenían también el dios Hades, que podía sacarlas del Infierno, es de presumir por las oraciones de los vivos. Esto indica que creían en la inmortalidad del alma, en un premio y en un castigo y en la eficacia de las oraciones de los vivos por el alma de los muertos. El comercio tenía, además del dios Creyón, otro llamado Eiduorio, y otros, que no está bien probado si fueron tomados de la religión fenicia. Los fenicios descendientes de Canaán, grandes comerciantes e intrépidos navegantes, aunque empezaron a comerciar con los habitantes de las costas andaluzas, bien pronto fueron extendiéndose al interior de España, fundando ciu:::::::::::::::::::::::::::::... dades y estableciendo sus comercios en factorías situadas a las márgenes de los ríos principales. Siendo Galicia tan rica en minas y en metales preciosos, es muy probable que, ya por la costa, ya por el interior, entraran los fenicios a comerciar con los gallegos, llevándoles a cambio de baratijas y objetos de cristal, del cual fueron inventores, el oro y la plata, que adquirieron en proporciones tan notables, que hasta hicieron de dichos metales anclas para sus barcos. Sin embargo, el paso de los fenicios por Galicia no está suficientemente probado, pues teniendo que sostener, a poco, guerra con los celtíberos y expulsados después de la toma de Cádiz por los
cartagineses, a quienes llamaron en su auxilio, por ser de la misma raza, no volvieron a España, en donde, sin embargo, subsistió por largo tiempo el culto de sus dioses, adorados también por los hijos de Cartago. Pero a donde no llegaron los fenicios, bien pudo llegar su culto, y "el símbolo dibujado en la notable pedra da serpente, existente en Gundemil (Coruña), que el Sr. Barrios Silvelo supone representación de una deidad de ártabros y que, a juicio del Sr. D. Leandro de Saralegui (^), "constituye un indicio muy vehemente y caracterizado del culto de la serpiente y de la religión ofiliátrica en Galicia, tal vez la representación del dragón llamado Bel o Baal, divinidad semítica conocida por los fenicios, que son los que en cualquier caso debieron extender su culto en nuestra patria". Para los fenicios eran los tres grandes principios de las cosas el tiempo, el deseo y la sombra, originarios de todo lo existente en el universo. Baal, Saturno fenicio, a quien me he referido más arriba, tenía dos ojos en la frente y dos en la nuca, dos abiertos y dos cerrados, cuatro alas en la espalda y dos en la cabeza. Se le ofrecían sacrificios humanos, sobre todo niños, a quienes (I) Leandro de Saralegui: Estudio sobre Galicia, pág. 63. ∞∞∞ se arrojaba al fuego encendido en &1 hueco pecho de este ídolo. También arrojaban al mar gran número de víctimas humanas, sacrificadas a una especie de Neptuno que adoraban. Melcarte era uno de sus dioses más poderosos, cuyo culto principal estaba en Tiro. Este dios lo llevaban en todas las navegaciones y establecían su culto en todas las colonias que fundaban, como un vínculo de unión con la madre patria. Todos los años se le encendía, por un día determinado, una gran hoguera, desde la cual se le dejaba tomar vuelo a un águila, y cuya costumbre reprodujeron después los griegos y los romanos; siendo, por lo tanto, de presumir que las hogueras encendidas en la noche de San Juan tengan ya su origen en aquella fiesta fenicia. Los romanos tenían dioses para todos los vicios y para todas las virtudes. En el templo de Venus se prostituía públicamente a la mujer. Las madres llevaban a sus hijas a las fiestas lupercales, y las llevaban al teatro a contemplar las escenas más lascivas. Se daba culto a Adonis y a Príapo, y la diosa Laverna era patrona de la hipocresía. Los dioses de la salud eran Asclepio, hijo de Apolo, y su hermana Higia; el del comercio. Evento, y la de la caza, Diana, hija de Júpiter. Adoraban también a Isis, diosa del poder fecundo y generador, y a la diosa Serapis, cuyo culto llegó a ser tan escandaloso, que lo tuvieron que prohibir las autoridades romanas. Adoraban los romanos a sus dioses en majestuosos templos. Al abrir los cimientos de una casa en la calle de Bati-tales, en Lugo, se encontró un mosaico, perteneciente al pavimento del templo jurídico romano que existió en dicha ciudad, que figuraba la cara de un dios, rodeado de peces, y que unos creyeron ver en ella a Neptuno y otros al dios Miño, que parece también adoraban. :::::::::::::::::::::::::::::... Este mosaico llegó a desaparecer, merced a la torpeza o al poco celo de los Ayuntamientos, que no han sabido conservarlo como un monumento histórico tan estimable. En Galicia, fué muy lentamente extendiéndose la religión romana, por la tenaz resistencia que le oponían las creencias, ritos y costumbres de los celtas, cuya religión no llegó nunca a vencer; pero la idolatría llegó, sin embargo, a extenderse de tal modo, que los hombres, los oficios, las casas y los pueblos tenían sus genios tutelares o patronos, que servían de intermediación entre la divinidad y el hombre. Cada persona tenía un ángel bueno, que le impulsaba al bien, y otro malo, que le inclinaba al mal. En esto los romanos se diferenciaban poco de la actualidad, pues hoy todos los hombres tienen un
santo de su devoción; los oficios, su patrono; los pueblos, y aun las naciones, están también dedicados a un santo protector, y los hombres están, desde que nacen hasta que mueren acompañados de su ángel guardián, y el Demonio no deja un solo instante su oficio de tentador. Además, los romanos tenían dioses para guardar las casas, a los que llamaban Lares, cuyas imágenes se conservaban en el larario, colocado en el atrio. Es posible que la palabra lar, que significa ya casa, ya hogar, proceda del nombre de dicho dios. Tenían también los romanos sus dioses penates, que vertían en las casas el placer y la abundancia, mientras sus habitantes se interesaban por el bien de la patria, de la familia o de la propiedad. Los penates se dividían en públicos y domésticos. Los públicos se adoraban en los templos de Júpiter y Vesta, y los otros, en el hogar doméstico. Al morir las personas, sus almas se convertían en lémures o manes. Si el lémur adoptaba la posteridad de la familia, se llamaba larva doméstica; pero si la iniquidad le atormen— taba, aparecía entonces como larva terrible para los ma-los (1). Por este motivo se inhumaba a los ascendientes en las mismas casas. Con frecuencia volvían los manes a visitar a sus parientes, y en ciertas solemnidades salían todos de sus antros mortuorios y se celebraba su conmemoración. Los romanos dedicaban el laurel a Apolo y lo creían propio para sus adivinaciones, ya porque sus emperadores se coronaban de laurel, ya porque vivían persuadidos de que donde había laureles no caían rayos. Creían también que el laurel despedía efluvios calientes que templaban el ambiente, y por eso lo colocaban alrededor de las casas (P. Sarmiento). El roble lo dedicaban a Júpiter. Los habitantes de Galicia tuvieron, como se ve, muchas supersticiones, debidas a la mezcla de tales religiones, que sólo conducían al fanatismo y a la perversión de las costumbres y que fueron la causa del desmoronamiento del gran Imperio romano. Afortunadamente, en medio de tal caos. Dios se apiadó de la humanidad y tomó forma humana para redimirla de la esclavitud en que el Demonio la había sumido: vino a darle libertad al hombre para poder desprenderse de los lazos de las pasiones; igualdad ante la ley para que la mujer no fuese considerada como una esclava, y el esclavo como una cosa, y fraternidad, predicando una religión que es todo amor y caridad, pues dijo a los hombres: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado"; esto es, hasta derramar la última gota de sangre. Esta divina religión, y única verdadera, es la mortal ( I) Los dioses lares del emperador Alejandro Severo eran Orfeo, Abra-ham, Apolonio de Tiana y Jesucristo.—Janer: Los fantasmas de la imaginación. :::::::::::::::::::::::::::::... enemiga de las supersticiones, pues lleva a todas partes la luz de la verdad y de la civilización, y sus principios serán siempre la base del verdadero progreso y de la felicidad humana, por más que algunos ilusos hubiesen tratado de probar lo contrario, con sofismas que nunca pudieron resistir los argumentos de la sana razón ni de la ciencia. Los godos, hasta San Hermenegildo, y mejor hasta Re-caredo, practicaron como religión del Estado el arrianismo. Había dejado el paganismo de los romanos un deplorable legado de prácticas supersticiosas y de creencias absurdas. Ya eran larvas a las que era necesario aplacar con ilustraciones, ya hechiceras, de las que abundan en las obras de Apuleyo y de Luciano, ya apariciones de muertos y de vampiros. Adoptaron todo esto los visigodos sin despojarse de sus propias quimeras, y así se hace a menudo en sus leyes mención de maleficios y de pactos con el Demonio. "El Concilio de Agdé prohibe a los clérigos ocuparse en augurios y suertes, por medio de la invocación de loa santos. San Cesáreo se lamenta de los que consultan con agüeros y veneran a los árboles, a las plantas y a otros vestigios del paganismo" (^). Los Concilios XII y XVI de Toledo fulminaron severas censuras contra los que adoraban las piedras y consultaban los secretos en las fuentes y en los árboles.
Entre las supersticiones más notables que trajeron loa godos a España, se destaca la creencia en los enanos servidores en forma de duendes. Todavía en algunas partes de Galicia subsisten hoy esas supersticiones. Los duendes domésticos no siempre eran servidores, pues a veces eran vengativos. Algunas veces tomaban la forma de buhos y de otras aves nocturnas que se encaramaban en los campanarios, (I) César Cantú: Historia Universal. ∞∞∞ para dar aviso, con sus lúgubres resoplidos, de la muerte cercana de algún vecino (O-Todavía se conservan hoy estas supersticiones en Galicia. La creencia en los tesoros ocultos y guardados o no por duendes y encantos es también originaria del tiempo de los godos, y hoy todavía, para nuestros aldeanos, no hay castro, convento derruido o ruinas de cualquier monumento antiguo, que no conserve tesoros escondidos; pero se atribuyen abandonados por los moros en su fuga. En la Edad Media, las supersticiones aumentaron, al parecer, lejos de disminuir. Por de contado, a la noche de San Juan se le daba una importancia grandísima. Además de una porción de supersticiones que actualmente se conservan y que describiré más adelante, se creía que el que a las doce en punto de la noche se bañase en el mar y recibiera nueVe golpes de ola, quedaba purificado de sus enfermedades, y sobre todo, tenía una eficacia especialísima contra la rabia. El número nueve era, de los múltiplos de tres, el que poseía mayo-yores virtudes; hoy todavía, las gentes están preocupadas con dicho número para tomar baños, y, sobre todo, creen que si no termina temporada con número impar, que no aprovechan. (I) Janer: Los fantasmas de la imaginación. No porque corresponda a la historia de la superstición en Galicia, sino por simple curiosidad, transcribiré una intencionada superstición que Janer refiere a propósito de los enanos. "Una familia de duendes, dice, había venido siguiendo las tropas de Napoleón hasta España, cuando la célebre guerra de la Independencia, y no se sabe por qué motivo se detuvieron y avecindaron en una gruta o cueva cercana de Monzan. De allí los mismos enanos o quizá ya descendientes suyos, pasaron a hpbitar en las cercanías de Alhama de Aragón. Se supone que el uso de las aguas termales era propicio para la dolencia de alguno de ellos. Sólo quedaba en estos últimos años uno, y desapareció completamente. Se dirigía a la corte, cuando cabalmente se encontró en Torrejón de Ardoz un día que allí se daba una acción, y cansado de ver que en España peleaban siempre hermanos contra hermanos, por sus eternas disidencias políticas, se montó sobre una banderola de un soldado de Caballería herido, que la había dejado con la lanza arrimada a una tapia, y desapareció por los aires". :::::::::::::::::::::::::::::... Dice el P. Sarmiento, que a mediados del siglo pasado bañaban a los niños enfermos en el río de San Lufo, sumergiéndolos tres veces con la camisa, la cual dejaban después marchar por el río. Si flotaba, era señal que viviría el niño; pero si se sumergía, significaba mal resultado. De modo, que dependía de que al echarla cogiese aire o no entre sus pliegues. El Concilio compostelano (1056), anatematizó las supersticiones que reinaban, originarias del culto que todavía se daba a la Luna. En los Concilios bracarenses se anatematizaron los cultos que se rendían a los árboles, a las fuentes y a los peñascos, a los cuales presentaban ofrendas y encendían hogueras en su honor. En el culto del agua, tiene su origen la fe que inspiran las fuentes que se hallan al pie de los santuarios, y probablemente p&r eso se creyó también conveniente que las capillas e iglesias se erigiesen al pie de las fuentes o cerca de ellas. Fueron varios los árboles sagrados a que se dio culto en Galicia. El roble, dedicado a Júpiter, fué el que tuvo más privilegios divinos y, por lo tanto, más preferencias de los hombres. Más adelante, me
ocuparé de las preocupaciones que el pueblo conserva originarias del antiguo culto a los árbo.les. Las hechiceras existen desde muy antiguo. La palabra hebrea chasaph, empleada en el Éxodo, con referencia a este asunto, significa propiamente un hombre o una mujer que hechiza por los ojos, hiere o mata con su mirada, trae enfermedades a personas, las envenena y las hace morir de modos diabólicos, profiriendo imprecaciones y maldiciones. ∞∞∞ Virgilio decía en una de sus églogas: "Yo no sé quién, con sus malignas miradas, me habrá hechizado mis tiernas abejas". Avicena, célebre médico árabe, creía que "el alma de ciertas personas podría influir en el cuerpo de otros (^), por su virtud y fuerza natural para trastornarlo y cambiar el sentido de las personas y fascinar los ojos". San Agustín cree, por el contrario, que esta fascinación no procede más que del Demonio; y no del poder del alma, a la que no pudo haber sido dada semejante facultad. (De Trinitate, lib. III). San Jerónimo opina del mismo modo que San Agustín. Santo Tomás no atribuía la fascinación a ninguna de las dos cosas, y creía que los ojos tienen la propiedad de inficionar el aire en un espacio dado (^). Las mujeres romanas usaban contra la fascinación un collar de coral rojo. También usaban el asta de ciervo. Del siglo XII al XVI, el culto del diablo hizo rápidos progresos. Hechiceros y brujos se multiplicaron de tal modo, que en el año 1600, había solamente en Francia unos 300.000. Al diablo se lo pintaba, describía y estudiaba; se conocían sus costumbres, sus hábitos, sus gustos y sus simpatías; se sabía cómo llegaba a apoderarse del cuerpo de los enfermos; se conocían las formas que debían emplearse para expulsarle; se tenían medios seguros para reconocer a las hechiceras, procedimientos eficaces para hacerlas hablar y hogueras bien encendidas para castigarlas (^). Si nos damos la pena de hojear lo que se ha escrito acerca de la hechicería, la magia u otro delito semejante, más o menos fantástico, nos asombra ver la felicidad con que se quemaba a esas desdichadas, cuya única falta era (1) Adivinaba ya lo que hoy llamamos sugestión. (2) Teología moral de San Alfonso de Ligorio, Neyraguet, 1856, pág. 115. (3) Ch. Richet: L'hormne et l'intelligcnce. :::::::::::::::::::::::::::::... tener un sistema nervioso mal equilibrado y vivir en una época de ridiculas preocupaciones (O— Muchas son las citas que pudiera traer aquí de hogueras levantadas para quemar enfermos, por autoridades ignorantes e inhumanas; pero sólo referiré algunos de los casos más notables. En 1527, el Senado de Tolosa condenó a cuatrocientas demonólatras a ser quemadas vivas. En 1616, el Parlamento de Burdeos condenó a la hoguera a gran número de mujeres, porque decía que era cosa monstruosa ver en la iglesia más de cuarenta mujeres, que todas a una ladraban como perros y no dejaban rezar con tanto ruido. En 1610, el Duque de Wurtemberg ordenó a los magistrados que preparasen una hoguera el martes de cada semana, y se quemasen en ella de veinte a veinticinco hechiceras, pero jamás menos de quince. Estos horrores son más notables en tiempos en que a la par las guerras destruían a la humanidad. , En España entró la Inquisición, por un breve de Gregorio IX, en 1232, contra los albigenses, empezando a funcionar en Cataluña, Aragón, Castilla y Navarra antes de venir a Galicia. La Instrucción de inquisidores españoles fué escrita por el dominico San Raimundo de Peñafort, penitenciario del Papa. Los frailes dominicos fueron los primeros inquisidores españoles, por lo que fueron muy distinguidos y recibieron mucho favor de Su Santidad.
La Inquisición antigua se instituyó primeramente contra los herejes; pero después, fué poco a poco extendiendo su (I) S. Icard: La mujer durante el periodo menstrual. esfera de acción a los sospechosos, a los fautores o receptadores, a los delitos de blasfemia, sortilegio, adivinación, cisma, tibieza en ¡a persecución cíe los enemigos de la fe, hechiceras, etc. Es sumamente curiosa la penitencia que se impuso a los que diesen crédito a los errores de la fe, por el Concilio de Tarragona en 1242. Debían hacer penitencia solemne de este modo: "en el próximo día futuro de Todos Santos, en el primer domingo de Adviento, en los de Nacimiento del Señor, Circuncisión, Epifanía, Santa María de Febrero, Santa María de Marzo y todos los domingos de cuaresma, concurran a la Catedral y asistan a la procesión en camisa, descalzos, con los brazos en cruz y SEAN AZOTADOS EN DICHA PROCESIÓN por el obispo o párroco; excepto el día de Santa María y el domingo de Ramos, para que se reconcilien en la iglesia parroquial. Asimismo, el miércoles de Ceniza irán a la Catedral en camisa, descalzos, con los brazos en cruz, conforme a derecho, y serán echados de la iglesia para toda la cuaresma, durante la cual estarán así en las puertas y oirán desde allí los oficios. . ., previniendo que esta penitencia del miércoles de Ceniza, la del Jueves Santo y la de estar fuera de la iglesia y en sus puertas los otros días de cuaresma durará mientras viviesen, todos los años. Lleven siempre dos cruces en el pecho, etcétera". Santo Domingo impuso a un hereje converso y reconciliado, llamado Poncio Roger, la penitencia de ser llevado en tres domingos consecutivos, desde la puerta de la villa hasta la de la iglesia, desnudo y azotándole un sacerdote. Además, fué condenado a abstenerse "de carnes, huevos, queso y demás manjares derivados de animales, para siempre, menos en los días de Resurreción, Pentecostés y Navidad; a hacer tres cuaresmas al año; a abstenerse de pescados, aceite y vino tres días a la semana por toda la vida, excepto en caso de enfermedad o de trabajo excesivo con dispensa; a :::::::::::::::::::::::::::::... llevar el saco y las cruces de los penitentes, a oír misa todos los días y a asistir a vísperas los domingos; a rezar diariamente en las horas diurnas y nocturnas, y el padre nuestro siete veces en el día, diez en la noche y veinte a las doce de la misma; a guardar castidad y a enseñar todos los meses aquella carta a su párroco, el cual estaba encargado ds vigilar su conducta" (^). Los ajusticiados llevaban a veces cubierto su cuerpo con un saco bendito, que por corrupción se llamó después sambenito (-). Verdaderamente que lo que entonces autorizaba y exigía la Iglesia era bien anómalo; pero desgraciado del que pusiese en duda la justicia de tal disciplina o que la creyese irrazonable, pues se exponía, no ya a que le expulsasen de la comunión católica, sino a que le quemasen vivo ('). Así es la vida. Antes se elevaron estatuas a víctimas de supersticiones, y se quemó a hombres y mujeres que no tenían otro delito que estar enfermos unos y poseer libertad de criterio otros. Hoy las costumbres han variado; la misma Iglesia modificó su criterio en muchos puntos de disciplina, y las gentes fueron dejando en los antros de la ignorancia las supersticiones que enfermaban los ojos del alma. ¿Quién sabe si mañana, nuestros nietos, cuando conozcan las leyes del hipnotismo y otras fases diversas de la sabiduría infinita de Dios, ridiculizarán nuestras costumbres actuales, y la (1) Páramo: De origine, etc., lib. II, tít. I. Llórente la copia en su Historia, tít. I, cap. IV, art. 3?. (2) Bendecir el saco que los herejes impenitentes o los hechiceros que no se retractaban de su oficio, habían de llevar al suplicio, no sería supersticioso, pero representa mucha afición a bendiciones. (3) La declaración dogmática de la infalibilidad pontificia acabó con los cismas en la Iglesia católica, y hoy, las ideas de progreso y libertad imponen la tolerancia religiosa en todas las naciones cristianas: sin embargo, aun se cree por muchos católicos ilustrados, que el liberalismo político ei pecado, y en el fanatismo religioso de los estultos todavía aletea aquel espíritu inquisitorial de la Edad Media para tratar a los liberales no como pecadores, sino como herejes. ∞∞∞
Iglesia no tendrá que acudir al Demonio tantas veces para la explicación de las cosas? Hasta el año 1562, no se estableció la Inquisición en Galicia; esto es, trescientos treinta años después del breve de Gregorio IX. Fueron los primeros inquisidores en Galicia el Dr. Quijano del Mercado y el Dr. Carvajal. Por lo visto, tenía poco que hacer, pues interrumpió sus trabajos en 1568, para volver y asentarse definitivamente en 1574, con el nombre de Inquisición del Reino de Galicia. Tuvo que luchar contra la socarronería hipócrita propia de este país, y no estaban los gallegos dispuestos, por una retractación más o menos, a dejar que confiscasen sus bienes por un quítame allá esas pajas, pues los empleados del Santo Oficio no tenían otro sueldo que el producto de la venta de los bienes de los procesados. Las dos primeras víctinmas que quemó la Inquisición de Santiago fueron dos tripulantes ingleses; por esto y por las arbitrariedades que cometían al registrar los barcos extranjeros, el comercio de Galicia decreció de una manera tan lamentable, que bien puede decirse que el Santo Oficio sólo sirvió para traer la ruina y la miseria a este país. Es, sin embargo, sumamente raro que, dadas las supersticiones a que los gallegos son tan aficionados, no se registren más casos de víctimas de la Inquisición en Galicia. Porque las supersticiones fueron muchas durante la Edad Media. En el arenal de Coiro, cerca de Cangas, se reunían las brujas al pie de una fuente, en el sitio denominado Áreas Gordas, a las doce de la noche de San Juan, San Pedro y Nuestra Señora. La campana de Coiro contenía un letrero, :::::::::::::::::::::::::::::... al que se le atribuía la propiedad de conjurar las brujas y la estadea cuando sonaba dicha campana. Las viejas de Coiro fueron muy perseguidas del Santo Oficio. Los hombres creían que se libraban de la maligna intención de las brujas llevando la falda de la camisa por fuera del pantalón. El arenal de Sevilla gozó, como el de Coiro, de famoso centro de reunión de las brujas, a donde van todas montadas en escobas para hacer la corte al Cabrón, señor de todas, durante la noche, pues dicha reunión terminaba con la aurora. Al despertar se encontraban las hechiceras en su cama, rendidas de las fatigas de la pasada noche, y recordaban las lúbricas escenas que en la reunión se verificaran. Las brujas comunicaban su poder y propiedad a sus hijas, así es que se propagaba la brujería por herencia. Tenían para presidir sus reuniones al Cabrón, que era un demonio con tres cuernos, y algunas veces a su patrona, Santa Comba, la cual también ha sido bruja, según reza la tradición popular, en esta forma. Una vez encontró Nuestro Señor a Santa Comba y le preguntó: "Comba, ¿a dónde vas?". Y le respondió: "Voy a usar de mi oficio". Y Jesús le replicó: "Enmeigar enmeigarás, pero no mea reino n entrarás". Entonces ella, que era muy cruel, pues le gustaba mucho matar a los niños y a los viejos, echaba el mal de ojo y hacía las demás picardías del oficio, se arrepintió, y haciendo penitencia, no sólo se salvó, sino que fué santa. Santificaban las brujas el sábado y rezaban su padrenuestro, que me lo enseñaron de este modo:
Padrenuestro Pai sodes noso escoUido Para vos a gloria dar. Pai sodes noso soleante Para vos a gloria dar, Pai SOIS noso no xardín Para gloria nos dar, Amai vos este meu corpo Pra vosa alma consolar. AMEN. La que supiese este padrenuestro se volvía bruja con sólo recitarlo; era, pues, una oración secreta. Las brujas de Portugal tenían, además, un credo, que por curiosidad insertaré aquí: Credo Credo saiba de min — En crerte estou, Creio que non son padre — Na groria en que estou. Creio e quero creer — Como elle ó illudiu Se Antonio e un duro — Sua gloria ó permitiu. Se consideraba a las brujas con una gran afición a robar niños para chupar su sangre, y de ahí vino una nueva clasificación, las melgas chuchonas. Había también una especie de brujos, llamados canouros, que enfermaban a los niños en los mismos brazos de sus padres. Hubo siempre una gran diferencia entre los brujos y las brujas, pues éstas casi siempre creían en su poder y virtudes sobrenaturales, en la eficacia de los conjuros y en la santidad de las ceremonias. Los brujos, por el contrario, siempre obraron de mala fe, siendo unos embaucadores, pues nunca creían en la eficacia real de sus prácticas. Así sucedía que cuando los sorprendía el Santo Oficio, confesaban que todo era mentira y farsa, se arrepentían y se enmendaban; mientras que las brujas confesaban con detalles sus reuniones con el Demonio y la fe en el poder de sus hechicerías, aun sabiendo que así perecían. En 1637, Eufemia Marzo desmayaba a las personas haciéndoles signos y cruces en la frente, y las sacaba del letargo abrazándose a ellas ( chipnotismo? ). SUPERSTICIOI^ES DE GALICIA En 1609, Ana Rodríguez confesaba que para arrojar a las brujas que existen en el fuego del hogar, había que barrer bien la piedra {laceira) con un rastrillo de lino, quemar los residuos reunidos en el fuego y apagarlo después con agua bendita. En el siglo XVI, la mayor parte de los considerados brujos eran sacerdotes. El canon LIX del segundo Concilio de Braga prohibe a los clérigos ser encantadores o hacer ligaduras. Hubo, además, en la Edad Media, otro género, de supersticiones que se refieren a la Medicina. La esterilidad de la mujer y la impotencia del marido eran atribuidas, por lo general, a encantamientos o a causas sobrenaturales. Ambrosio Paré (1575), en su Tratado de la generación, habla de hechiceros que se vengan, y les dedica en otro Tratado de los monstruos y de los prodigios, el capítulo XXXV entero. Así es que leemos varios cuentos de embarazo que han durado más de un año, más de dos, o de cinco, o de diez, y hasta de veinte años. Jerónimo Cardan, afamado erudito del siglo XVÍ, que paga gran tributo a la credulidad contemporánea, afirma que su padre había nacido a los tres meses de gestación. Cuentos de mujeres pariendo de una vez veinte, treinta y seis, y trescientos sesenta y cinco hijos vivos, tantos como los días que tiene el año, pueden verse en el libro citado de Ambrosio Paré, capítulo V. Ambrosio Paré consagró dos capítulos de su obra Tratado de los monstruos a referir los procesos de brujería, convenciones, inspiraciones y posesiones demoníacas, haciendo esta conclusión: "No hay pena bastante cruel que sea suficiente para castigar a los brujos". Otra de las supersticiones fué la cruentación de los ca dáveres, por la cual se creía que la presencia del matador hacía arrojar sangre por la boca al cadáver de un asesinado. Cuando un cadáver, por casualidad, echaba sangre delante de un individuo, era una señal muy probable de culpabilidad para él, y la Justicia sometía al tormento a aquel desgraciado. Los médicos o cirujanos reconocían al que iba a ser atormentado, para informar si podía sufrir el tormento; durante él seguían sus grados y lo hacían moderar o suspender cuando, de continuarlo, había peligro de muerte. Porque los estatutos de la Inquisición no permitían matar. Así es que cuando querían condenar a alguno a la pena de muerte, entregaban al reo a la Justicia civil, y aun empleaban una fórmula en el acta de entrega, en la que suplicaban no se aplicase al reo la pena de muerte; pero si la Justicia civil no los condenaba a
muerte, entonces procesaba la Inquisición a los jueces por falta de celo en el cumplimiento de sus deberes (^). Hasta la primera mitad del siglo pasado, estaba toda la Europa infestada de supersticiones, de las que participaban legisladores, jurisconsultos y médicos. Con razón dice Legran du Saulle: ¡Cuántos desgraciados han perecido y en qué suplicios! (^). Entre las supersticiones que se refieren a la Medicina, no quiero dejar inadvertidas algunas, en las que creía el P. Sarmiento. Dice que el árbol coorno tiene la propiedad de excitar la rabia, tocándole una persona mordida por un perro sospechoso de hidrofobia; esto es: viene a ser dicho árbol como un reactivo de la rabia en el hombre. También creía que el pau guergoriño, dado en cocimiento, curaba la rabia, expulsándola con los vómitos que produce dicho cocimiento; pero si el mordido toca el palo, adquiere la rabia (1) I Esto sí que era impío y malsonante I (2) Algunas de las últimas notas, son tomadas de la notable Medicina legal de Legran du Saulle. :::::::::::::::::::::::::::::... tales proporciones, que muere el enfermo sin remedio (^). El palo de sangoviño se creía entonces que curaba la rabia. También nos habla del cinamomo, llamado entre los gallegos árbol de San Eleuterio (Sant'Eutelo), como árbol contra la rabia. En estos últimos tiempos, tanto las supersticiones como el poder del diablo fueron disminuyendo, a impulsos del progreso y de la cultura intelectual. Si es cierto que la ciencia acerca a Dios, es indudable también que el que está más cerca de Dios vive más separado del Demonio. Porque aunque en el mundo anden siempre reunidos el bien y mal, la verdad y el error, y la virtud y el vicio, entre Dios y el Demonio tiene que haber una distancia incomensurable, porque los caminos que a ellos conducen llevan direcciones opuestas: el uno es la luz, el otro, !a sombra; el uno, la vida, y la muerte el otro; el uno, la dicha eterna, y el otro, la desesperación sin fin. Y concluiré este ya largo artículo repitiendo con Séneca: Entre los mates que la Naturaleza padece, el que hace errar al hombre, el que le hace amar sus errores, es la ceguera en que tiene su alma; y añadiré yo que esta ceguera es producida por la falta de cultura, ocasionada por deficiencias de la enseñanza pública, que no destierra de la sociedad la fe en lo supersticioso, por no chocar con intereses creados o con creencias que divinizan tradiciones erróneas o mal interpretadas. {I ) Esto prueba que aun los hombres más ilustres, aquellos que más empeño han puesto en destruir supersticiones, no pudieron sustraerse completamente a la influencia de la época y se encariñaron también con alguna superstición, por no considerarla entonces como tal Capítulo 111 CAUSAS DE LA SUPERSTICIÓN T A superstición en Galicia va desapareciendo conforme la ^^ civilización cunde por su suelo. En pocos años, han variado mucho las costumbres y el modo de ser intelectual y aun moral de los gallegos. La facilidad y rapidez para comunicarnos con el resto del mundo y aun con el resto de España. de la cual estuvimos injustamente separados tanto tiempo, hizo que el gallego, cuya inteligencia suele ser clara y que es por naturaleza propenso a la reflexión, meditase sobre las ventajas de la cultura y del progreso, reveladas en lo que de fuera venía, si se comparaban con las añejas y patriarcales costumbres de nuestros antepasados, hijas, muchas de ellas, de preocupaciones que, alimentando la imaginación con el atractivo que produce lo inverosímil y lo misterioso, se conservaban por tradición de padres a hijos. Entre las varias causas de la superstición en Galicia, no constituye la principal el aislamiento en que ha vivido del mundo civilizado, pues se ve que el vulgo de las grandes capitales es sumamente supersticioso, lo cual indica que cuando la cultura no se comprende, por más que se esté en contacto con ella, no ilustra el entendimiento y sólo puede excitar la imaginación. El mozo de una sala de disección, todos los días maneja cadáveres y los ve cortados y dise:::::::::::::::::::::::::::::...
cados, y, sin embargo, no conocerá la anatomía del cuerpo humano si no la estudia, si no analiza aquello mismo que ve. El maestro que enseña el catolicismo, al preguntar quien peca contra el primer mandamiento de la ley de Dios, se contenta con que le respondan: "El que cret en ídolos o dioses falsos, el que cree en agüeros, hechicerías o cosas supersticiosas", etc., y no se para a explicar qué es eso de dioses falsos, ni qué son agüeros, qué hechicerías y qué son cosas supersticiosas, ni se detiene a examinar las razones que pueden llevar el convencimiento a los discípulos o feligreses, de que creer en tales cosas es un desatino y un contrasentido. Por eso opino que una de las principales causas de la superstición en Galicia es el abandono con que los maestros y los curas, que son las dos autoridades más dignas de crédito para nuestros aldeanos, miran estas creencias; pues debieran destruirlas, analizando error por error e ilustrando a las gentes en las verdades que combaten sus preocupaciones. Pero eso no sucede. Por el contrario, jamás he oído que los curas prohibiesen contar a los niños cuentos de duendes, brujas, trasgos, etc. Los padres, y sobre todo los abuelos, se complacen en contemplar la atención y el entusiasmo con que las inocentes criaturas escuchan aquellos cuentos, referidos como cosa cierta, y tanto más agradables cuanto más estupendos e inverosímiles, hasta el punto que bien pudiera decirse que a los niños, los cuentos que más les encantan son los de los encantos. Un cuento en donde figure un encanto, una bruja, el diablo, reyes que habitan bajo el agua u hombres y caballos que vuelen por el aire, sería el que jamás se borraría de la memoria de un niño, aunque no lo oyera más que una vez. Los niños tienen desarrollada de una manerg prodigio— sa la memoria y la imaginación, y por eso es peligrosísimo enseñarles supersticiones, aunque sea bajo la forma de cuentos, sobre todo cuando no se tienen probabilidades de darles más tarde una educación suficiente a borrar con los conocimientos de su entendimiento las imágenes dibujadas en su imaginación con las doradas y resistentes tintas con que el alma pinta en los primeros años. Por otra parte, en Galicia todo predispone a la superstición; ya no es sólo la viva imaginación de sus hijos, reflejada en sus hermosos y sentidos cantares, en las inspiraciones de sus poetas, en el arte de sus pintores y en el valor de sus guerreros, sino los bellos matices de sus floridos campos, el rumor del viento al cruzar sus bosques umbríos y encantadores, el constante ruido de sus hirvientes cascadas, la furia imponente con que el mar lucha con las escarpadas rocas que parecen impedirle, cual inmóviles centinelas, el asalto de un codiciado paraíso; de día, las diversas costumbres de sus variadísimos animales; de noche, las aves que cantan o que gimen, y los vegetales que fosforecen o los insectos que alumbran, y, en fin, más que todo esto, la fe grandiosa que el gallego tiene en las enseñanzas de sus mayores, alimentadas constantemente por un entrañable amor a Dios, a su patria y a su familia. No terminaré de bosquejar las causas de la superstición en Galicia sin indicar siquiera ligeramente otra, basada en la apreciación del poder y libertad que le atribuyen al Demonio en todo tiempo y ocasión. Algunos confesores prefieren imprimir horror al pecado haciendo temible al Demonio, a calcar en el alma de los jóvenes la afición a las obras buenas, excitando al amor de Dios y patentizando las felicidades que encierra el cumplimiento de la Ley Divina. Prefieren decirle al pecador: "Estás condenado, hijo mío; te has hecho dueño del Infierno, en donde te sepultarías eternamente si no fuera por
Í2 :::::::::::::::::::::::::::::... la misericordia de Dios", a decirle: "Has perdido la gracia de Dios, que tanto te ama, que te ha dado la vida para que busques la felicidad en las buenas obras, y tú buscas la desgracia y la tristeza de tu alma
en el pecado". En una palabra, prefieren detallar los horrores del Infierno a ensalzar las excelencias de la gracia, y dando más importancia al poder del Diablo que al del Cielo, se fija aquél en las imaginaciones de ciertas gentes de una manera alarmante. Dicho procedimiento es incorrecto, y a veces produce funestos resultados. Pudiera contestárseme que la torpeza de las gentes se adapta mejor a él; pero aparte de muchas razones que pudiera citar en contra, me basta señalar que al niño que por la torpeza de su lengua no sólo se le consiente que pronuncie ciertas palabras difíciles imperfectamente, sino que sus padres, en vez de repetírselas correctamente, se complacen en decírselas con los mismos defectos con que aquél las habla, so pretexto de que las entiende mejor, dicho niño, si no sale con pronunciación defectuosa, tardará mucho más en hablar bien, que otro cualquiera que oyera siempre a sus padres un lenguaje correcto. Esto digo yo también. No porque el aldeano y el que no lo es sea torpe, se le ha de enseñar torpemente; porque aunque una lima fina tarda más en desbastar un metal duro que una gruesa, siempre es más perfecto y hermoso el trabajo que resulta de la primera que de la segunda. Es, pues, otra causa no despreciable de superstición, la conciencia que los gallegos adquieren del mayor o menor poder y libertad que tiene ej Demonio sobre el hombre y gobre los animales.
Í3 Capítulo IV LAS SUPERSTICIONES EN LA ACTUALIDAD MUCHO han disminuido y van disminuyendo las supersticiones en Galicia, contribuyendo a ello la civilización, que ha producido el aumento de las escuelas, la mayor perfección de la enseñanza, la relativa independencia del magisterio y la influencia del ferrocarril y del aumento de carreteras, que facilitan las relaciones sociales y aumentan la riqueza pública. Aunque no hay en Galicia todas las escuelas que se necesitan, por estar la población rural muy diseminada, sin embargo, hay las bastantes para haber conseguido que casi todos los gallegos sepan leer y escribir, y que en este sentido figure esta región en las primeras líneas de la estadística española. ¡Y cuidado que puede asegurarse que la mitad de los niños que asisten a una escuela rural, tienen que andar diariamente tres o cuatro kilómetros, por lo menos, en invierno y por pésimos caminos, ateridos de frío y empapados en agua, para aprender a leer! Pero a pesar de la manera de juzgar al campesino gallego por los que acuden a las siegas, a regar los surcos castellanos con su sudor y a dar pruebas patentes de la energía de la raza para el trabajo y para la resistencia contra los elementos, aun en medio de la más asombrosa frugalidad, nuestros labriegos suelen poseer un entendimiento natural muy claro, :::::::::::::::::::::::::::::... idoneidad para la picardía y facilidad para adaptarse al medio en que viven. Por eso las supersticiones, que tanto cautivan la fantasía popular por el tinte misterioso que todas tienen, desaparecen en Galicia poco a poco, a medida que la ilustración y la cultura van reduciendo a sus justos límites la fe en lo sobrenatural. Sin embargo, mucho hay que hacer todavía para ilustrar al pueblo, hasta que deje de ser católico e idólatra a un tiempo, y que deje de ser supersticioso sin menoscabo de su religiosidad. Por eso en las aldeas de Galicia hay muchas supersticiones, y no sola y exclusivamente entre los ignorantes, sino que hay labradores acomodados que tienen la ilustración suficiente para administrar sus intereses, y que pasan por personas leídas, que son supersticiosos. Y no sólo en las aldeas, en las mismas ciudades, la mayoría de las gentes supone al demonio como un genio o espíritu maléfico, capaz de hacer daños materiales o físicos al hombre. Y eso no puede ser. El demonio no puede estar facultado para hacer a su capricho daños materiales a los hombres, y menos desde que Jesucristo ha redimido con su sangre al género humano de la esclavitud.
El demonio, en todo caso, sólo puede causar daños espirituales, y eso no así como así, pues sólo puede dañar a aquel que se inclina al mal o se deja arrastrar por sus pasiones. Por eso un Santo Padre ha dicho que el demonio es como un perro de presa que está sujeto con una fuerte cadena, que no le permite morder más que al que se le acerca. El demonio no puede tampoco darle al hombre virtudes sobrenaturales para hacer mal ni bien. No puede el demonio dar la virtud de hacer mal, porque aquel que hiciese daño influido por el demonio, no era responsable de sus actos, por faltarle el libre albedrío en el momento que estuviese
Í5 :::::::::::::::::::::::::::::... bajo la acción de un espíritu superior que dominase la voluntad. No puede el demonio dar la virtud de hacer bien, porque nadie da lo que no tiene. Por lo tanto, no puede haber hechiceros ni brujos que por virtud del demonio puedan hacer daño, ni causar tampoco beneficio alguno. La creencia en las brujas y hechiceras es hija de la ignorancia, y vivirá siempre en la fantasía popular mientras üo se eduque a los niños a no tener miedo a lo invisible. Hacer a los niños medrosos, inventándoles cocones y cosas parecidas para hacerles callar o para otros objetos, es una mala costumbre, de consecuencias mucho más dañosas de lo que parece. Sobre la relación del miedo con la creencia en la brujería, tomamos la siguiente nota de un hermoso trabajo del Dr. Nass: "Conocen muy mal las profundidades, reputadas insondables, de la necedad humana, los que imaginan próxima la desaparición de la brujería. Esta, desde luego, se modificará, cambiará de carácter, se adaptará a las nuevas condiciones de la existencia social, se modernizará; en una palabra, en rigor, hasta podrá disminuir de influencia y perder terreno; pero pensar que pueda disiparse por sí misma, por falta de espíritus débiles, se nos antoja una ilusión, una vana esperanza de que se alimentan los utopistas del progreso. "Y de hecho, basta analizar el fundamento psicológico que le sirve de base para comprender que es inherente a la mentalidad humana; brujería y superstición son derivativos de ese poderoso móvil psicológico que se llama el miedo. Mientras haya sobre la tierra hombres pusilánimes, que, a semejanza del avestruz, dan crédito a los peligros ambientes, sin indagar su causa, y antes prefieren refugiarse en la poltronería, la brujería no carecerá nunca de adeptos. Sin duda, la difusión de la instrucción popular y del método científico :::::::::::::::::::::::::::::... puede combatirla con cierta eficacia; pero la experiencia nos enseña que el rendimiento máximo que produce la escuela es muy inferior a nuestras esperanzas: los reclutas, en la época de su incorporación en los regimientos, presentan una proporción considerable de iletrados: 13 por 100, por término medio, en Francia; jy tal es el resultado que alcanzamos veinticinco años después de divulgada la ley de Instrucción obligatoria! "Es evidente que dichos iletrados constituyen el grueso del ejército de los crédulos. Pero fuera de éstos, ¿cuántas personas ilustradas no consultan a la sonámbula, a los adivinadores, por medio de los naipes? En tales sujetos, el miedo domina todos los demás factores psicológicos; son místicos, en el mal sentido de la palabra; no creyentes en una fuerza sobrenatural divina, donde se refugie su ardiente deseo de conocer las causas finales, sino seres sin voluntad, que no raciocinan su superstición e indagan en la borra de café o interrogan los naipes para conocer los arcanos de lo porvenir, que, en definitiva, vale más ignorar siempre. "Antiguamente, la brujería era esencialmente religiosa, es decir, que estaba estrechamente ligada con la demonopatía. Los artistas nos han dejado numerosas muestras de sus concepciones iconográficas
de la posesión demoníaca." Este es un trabajo reciente (1908) que demuestra que en todas partes cuecen habas, puesto que hasta en Francia, nación a la que reputamos más adelantada que la nuestra, hay en el pueblo la misma falta de ilustración y el mismo espíritu supersticioso. Por eso, esta obra tiende a combatir la superstición demostrando la sinrazón de ciertas credulidades, para que mis lectores me ayuden a destruir las muchas preocupaciones, que atan el entendimiento y la voluntad de los gallegos. Esto será un elemento de progreso para Galicia, en don/£S17S rodríguez LÓPEZ de, con triste escepticismo, describió Lamas Carvajal su estado intelectual en estos hermosos versos: "All como 08 corpos, o esprito esmorece, sin outros alentos qu'a superstición; os mortos, as bruxas, os trasnog, as meigas, seus dioses penates, seus númenes son. Fanátecos chámanlle á cencia herexía, 6 xenio loucura, grandeza ó poder; valor á osadía, ó medo pacencia, á usura comercio, vergonza ó non ter". También el laureado poeta mindoniense, señor Noriega, hace mención de las supersticiones de Galicia en su magnífica poesía De Ruada C^), de la que tomo los inspirados versos siguientes: "Unha noita d'inverno, dais mais escuras tentoume seica o demo d'ir á Cesuras por mor d'unha rapaza mais feiticeira qu'as froliñas que nacen na primadeira. Ondas casas pareíme, xunta d'un carro, arrimeime a unha roda, piquei cigarro, e buscando o librillo pola chaqueta, oin o ruxe-ruxe da pandeireta, pois pretiño, moi preto, de donde estaba, o bodego da fia, dáli cadraba. Ali van os rapaces namoricados coa bufanda hastra os olios, taparuxados, ali van os petrucios, que aran a térra, contar contos dos mouros, casos da guerra, loitas de héroes gallegos, honor e groria das páxinas brilantes da nosa historia; (I) Tomada del libro Montañesas, de Antonio Noriega Várela, 1910. :::::::::::::::::::::::::::::... Ali van vellas tolas falar de santos, de tesouros, pantasmas, trasnos, encantos, da campaña que sale polos caminos, do mal d'ollo, das fachas, dos demachiños, do pedrazo, que marchas pon as patacas, das cobras, que de noite maman ñas vacas, dun libro d'esconxuros, que ten o cura, de cómo os nenos sanan da ccebadura. das pormesas, dos mortos, das romartas, ¡e d'outras mil burradas e bruxerías!" Esta hermosa descripción de los asuntos que suelen tratarse en un fiandón gallego, encierra muchísima verdad, y enumera admirablemente las supersticiones más comunes entre nuestros campesinos.
S9 Capítulo V CLASIFICACIÓN DE LAS SUPERSTICIONES POR creer muy aceptable la clasificación de las supersticiones que hacen algunas Teologías morales católicas, seguiré el mismo método de exposición, clasificándolas: de culto superfluo, de culto indebido, divinación, vana observancia y maleficio. 1'' Supersticiones de culto superfluo. — Son aquellas que, siendo innecesarias, como todas las supersticiones, no causan daño ni se oponen a la ley natural. Es, por lo tanto, indiferente que continúen o no en práctica. 2'' Supersticiones de culto indebido. — Como lo dice la palabra, son aquellas cuyo uso es irrazonable, ofensivo a la majestad de Dios y pernicioso. 3' Divinación. — Se llama así cuando se pretende adivinar cosas futuras por signos o fenómenos naturales, por invocación del demonio y por otros procedimientos que no tienen relación con lo que se oculta, y que están fuera de lo natural y en contra de lo conocido.
4' Vana observancia. — Consiste en observar ciertas prácticas con fe en su eficacia, para alcanzar o recuperar salud, ciencia o intereses, o preservarse de los medios que los perjudiquen por modos irrisorios y que Dios no ha instituido. :::::::::::::::::::::::::::::... 5' Maleficio. — Esta superstición es la creencia de que el hombre puede hacer daños a otros, por pacto y cooperación del demonio. Señalaremos en los artículos sucesivos algunas de estas supersticiones: unas que yo pude recoger personalmente, y otras que he tomado de la literatura regional. También haré mención de algunas preocupaciones que no son realmente supersticiosas; pero que yo creo deben incluirse como tales, por ser de idéntico origen. Trataré todos estos asuntos con la mayor brevedad posible, pues mi objeto es solamente reseñar las supersticiones de Galicia, dejando a otros el trabajo de hacer un estudio completo de estas curiosidades. Capítulo VI SUPERSTICIONES DE CULTO SUPERFLUO LLAMO así aquellas supersticiones que, por no acarrear daño alguno, es indiferente que se practiquen o no, aunque son superfluas, por inútiles e innecesarias. Creo deben incluirse en esta clase: I "^ Creer que es necesario una vela encendida durante la misa de ánimas, para que ésta les aproveche en el Purgatorio. 2'^ Creer que no se oye misa sin antes haberse lavado la cara, 3*^ Alargar la mano como haciendo señal de recoger la bendición del cura. 4' Besar las piedras de la iglesia al final de ciertas oraciones, para aumentar su eficacia. 5'' Echar puñados de tierra sobre la tumba, después de besarlos, en el momento de enterrar un cadáver, para que descanse mejor en la otra vida. 6'' Alumbrar los cuerpos o las cenizas de los muertos. Comprendo que un día en el año, por lo menos, recuerden las familias a los muertos que viven dentro de su corazón, y que después de rogar mucho a Dios por ellos, demuestren también al mundo que no han olvidado la memoria de sus :::::::::::::::::::::::::::::... personas queridas. Esta sublime manifestación del cariño, que siempre demuestra buenos sentimientos, no debe convertirse en culto a muertos, lo cual parece significar el encender luces de día alrededor de su sepultura. Las luces bastarían, en todo caso, de noche, para que las gentes vieran las coronas, las flores y demás objetos con que se honraba la memoria de difuntos; pero de día sólo parece que se trata de injuriar al Sol con ellas. 7'-' Creer que el día de la Ascensión S*a paxaríña abala os ovos Quédanlle goloa. Refrán que se hizo para significar la santidad de dicho día, en el que nadie debe trabajar nada en absoluto. 8^' Recitar el RESPONSO DE SAN ANTONIO, creyendo que por su influjo se encuentran mejor las cosas perdidas. Sabido es que dicho Responso, sumamente popular, está constituido por unos medianos versos en romance, que describen las maravillas que hizo el Santo, y que, por lo tanto, ni aun es una oración. El vulgo supersticioso cree que la eficacia del Responso, no está precisamente en la intención de pedir a San Antonio el milagro por este medio, sino que es indispensable, para obtener su favor, el no equivocarse en una sola palabra desde el primero al último de los versos, pues de lo contrario hay que volver a empezar. Es decir, que no basta levantar el corazón a Dios y pedirle mercedes, sino que son indispensables las palabras, incoherentes en absoluto con lo que se pide, y sin equivocarse en su orden. Y esto constituye evidentemente una superstición, y así debe enseñarse, sobre todo, en estos tiempos, por los amantes de la pureza religiosa.
∞∞∞ Pero hay más: en varias partes de Galicia, cuando no se encuentra la cosa perdida o no se obtiene lo que se desea por medio del Responso, cuelgan a un San Antonio del pescuezo por una cuerda y le sumergen en el agua de un pozo durante tres días, creyendo que así se apiada mejor el santo de quien o quienes le piden. Por fortuna, las gentes, a la par que recitan el Responso, ponen en juego todos los medios lógicos para hallar las cosas perdidas; de otro modo, seguramente que sólo la casualidad podría hacerles dar con ellas. I Lo lastimoso es que haya instituciones piadosas que impongan la obligación de rezar diariamente el Responso! ¡Cuánto mejor sería enseñar a los devotos a invocar al Santo con fe para obtener el favor divino por su intercesión! Costaría el mismo trabajo, y no cultivaría la superstición en los fieles. 9'^ Los EVANGELIOS. — Llaman así a unos trocitos de papel impreso que contienen algún párrafo o versículo del Evangelio, y que envueltos en tela y metidos en saquitos cerrados, hechos con tejidos más o menos lujosos, conforme al precio a que suelen venderlos en los conventos de monjas, los traen los creyentes cosidos a la ropa interior, con el fin de librarse del mal de ojo o de otros maleficios. Es claro que no tienen virtud de ningún género y que, aunque otra cosa crean las personas piadosas, está prohibido su uso por los obispos (^). 1 0. Ciertas oraciones, que si bien en el texto no tienen nada de particular o se reducen simplemente a bendiciones, constituye una superstición el uso a que se destinan. (I) Persona veraz me aseguró que en Taboada, Ayuntamiento de Lalín, hay un sacerdote que escribe la petición del interesado en un papelito, que encierra en una bolsita, y después se la hace traer al cuello del crédulo, a modo de escapulario, hasta que consiga lo que pide. ¿Cuál de los dos tendrá más fe? Es bonito problema a resolver. :::::::::::::::::::::::::::::... Entre éstas, la que más llamó mi atención, fué la conocida por la Bendición de San Francisco. Dice así: El Señor te guarde y bendiga y vuelva a ti su rostro, t El Señor haga de ti misericordia y te dé paz. f El Señor a ti, N., dé su Santa f bendición. Amén. Como comprenderá el lector, estas son tres bendiciones muy piadosas y de mucho atractivo místico, que envueltas, como los Evangelios, en un saquito de tela, puede a quien le lleve conservarle en gracia de Dios y tener la virtud religiosa de cualesquiera otro de los muchos escapularios que la piedad católica ha ideado para colgar del pecho de los fieles. Si no pasara de ahí, no sería supersticioso su uso, ni mucho menos. Pero lo pasmoso es que dichas bendiciones están escritas en un papelito que encabeza la imagen de San Francisco y llevan al respaldo la siguiente serie de místicas simplezas: Se exhorta a todos a llevar consigo esta Santa bendición, porque SE SABE POR EXPERIENCIA que es maravillosísima contra los demonios, tentaciones, RAYOS, PESTE, mal de corazón, peligros del mar, asechanzas de enemigos, TEMPESTADES. INCENDIOS, DOLORES DE PARTO. CALENTURAS. MUERTES REPENTINAS, y contra otros innumerables males y peligros. Verdaderamente que no puede darse documento escrito de mayor carácter supersticioso, y es incomprensible que habiendo en la Orden franciscana tantos venerables frailes de talento esclarecido y de innegable ilustración, consientan que se ponga en berlina la seriedad religiosa de una Orden de tan gloriosa historia, y que no prohiban la circulación de dicha Bendición con tan interesante respaldito; pues si algún escándalo pudiera ocasionar entre los piadosos reverendos de cortos alcances e ilustración, más ganaría la verdad y la religión misma, que obliga también a no mentir.
∞∞∞ 1 1. Conservar el resto de la vela que alumbró en los Sagrarios, durante los Oficios del Jueves Santo, en la creencia de que, encendida, tiene la virtud de disipar las tempestades. 1 2. Pegar en las puertas de las casas y de las cuadras esos papeles llamados escritos, para libertar a los animales de los maleficios, y traerlos las personas a modo de escapularios o encerrados en bolsitas que cosen a la ropa interior, para sustraerse también a la influencia de los genios maléficos. Recuerdo que siendo yo estudiante, el entonces Arzobispo de Santiago, Cardenal Paya y Rico, prohibió la venta de los escritos dichos, con gran disgusto, por cierto, de las que a grandes voces pregonaban su mercancía en esta forma: Escritos, mulleres, baratos e benditos pra porta da horta, do cortello e pra toda a casa. Dichos escritos contenían varias oraciones en latín, colocadas en forma de cruz. Algunos también eran ilustrados con cuatro santos en los cuatro ángulos del papel. SUPERSTICIONES DE CULTO INDEBIDO INCLUIREMOS en este grupo aquellas supersticiones que pueden causar algún daño con su uso, y que por eso hay necesidad de que sean prohibidas. 1'^ Tocar la campana de las iglesias parroquiales cuando truena y está encima la nube cargada de electricidad, en la creencia de que por estar aquélla bendita hace descargar el pedrisco en otra parte. Claro es que la virtud de la campana por la bendición sería la misma tocándola que no, y en cambio, por la atracción de las puntas y la conductibilidad de los metales, peligra la vida del que la toca; pues no sólo las iglesias parroquiales suelen estar aisladas y en puntos relativamente altos, sino que el campanario, terminado en punta, hace de pararrayos, y la cadena, metálica siempre, de la campana, es un magnífico conductor del rayo. Debe pues, prohibirse por los párrocos que toquen la campana en estas circunstancias, pues tampoco es cierto que las ondulaciones sonoras disipen la electricidad ni la nube. 2" Bendecir con exorcismos las lombrices y otras enfermedades, por los sacerdotes revestidos de estola y cierto aparato religioso (como tener una vela encendida al mismo tiempo), porque no sólo es ineficaz su acción contra dichos
67 vermes, sino que pugna con el respeto debido a la santidad de su sagrado ministerio. Llaman a esto los aldeanos descontar as lombrigas. Debo hacer constar aquí, que hoy se exige al sacerdote más ilustración y cultura que antes, y los párrocos jóvenes se ven y se desean para poder resistir a las continuas exigencias de sus feligreses, que, llevados de su ignorancia, toman a mala parte que el nuevo párroco no les desconté as lombrices, o no se preste a otras prácticas supersticiosas, como hacía el anterior. Esto lo atribuye el campesino a ignorancia del párroco o a que no le quiere servir, y como non é tan baixado como o outro (^) , es menos servido y peor mirado por sus feligreses, viéndose precisados los párrocos a usar de una difícil diplomacia para transigir en parte con la ignorancia, a fin de poder desterrar poco a poco la superstición. Por esto, y por muchas otras cosas, la misión del párroco es insustituible; aunque no sea más que considerado como organismo de orden y cultura, debe ser mejor subvencionado por los Gobiernos, pues es una mezquindad lo que en España tienen de asignación la mayoría de los curas, si se tiene en cuenta los beneficios sociales que reportan cuando son buenos y cumplen, aprovechando los conocimientos que adquieren en su larga carrera. 3'' Cruzar la frente de las personas mordidas por perros, suponiéndoles rabiosos, con las llaves de la iglesia de algún Santo tenido como abogado de la rabia.
En la provincia de Lugo conozco varias parroquias en las que se sostiene la industria de mantener esta superstición. Entre ellas, las más afamadas son: Santiago de Miraz, en el Ayuntamiento de Friol, en cuya iglesia ?e venera el Sant' Eutelo (San Eleuterio) abogado contra la rabia. (I) Quiere decir: no es tan servicial como el otro. :::::::::::::::::::::::::::::... San Bréjome de Parga, en el Ayuntamiento de Trasparga. En esta parroquia se venera un San Alberte (San Alberto), también abogado contra la rabia. San Salvador de Parga, en el mismo Ayuntamiento de Trasparga, en una aldeíta llamada Bascuas. Y en San Félix de Robra, casi en las puertas de Lugo, en el Ayuntamiento de Otero de Rey, también se pretende curar a los mordidos por perros rabiosos por medio de la llave candente, aplicada en nombre del santo. No voy a discutir la crueldad que los santos exigen para hacer el milagro, porque sería ridículo en estos tiempos. Lo que como católico tengo que creer es que Dios, para hacer el milagro por intercesión de dichos santos, no necesita más que de la oración y de la fe. Pero con la oración y con la fe solamente se exponían a perder la clientela los interesados en el negocio que explotan, a la sombra de dichos santos, por procedimientos demasiado brutales. Por eso, en dichas parroquias la cultura y la justicia humana están clamando por una reparación contra el engaño y la barbarie que allí tienen lugar. Porque no se puede dejar al ignorante paisano a merced de unos inhumanos industriales, que lo atormentan despiadadamente en nombre de un Santo, tanto más cuanto que Dios tiene que condenar forzosamente el procedimiento, por ser anticientífico y contranatural. En un detalle tengo que hacer fijar al lector: De San Salvador de Parga a Miraz hay dos leguas, y si se tira una línea recta entre estas dos parroquias, se encuentra en el punto medio la de San Bréjome de Parga. ¿No podría adivinarse en esta disposición geográfica de los centros monopolizadores del milagro en la rabia, una especie de pugilato de aquellos santuarios, para aprovecharse JESÚS rodríguez LOPE2 de la bu?na fe de los crédulos, sin temor alguno de ofender a Dios? Porque, además, los procedimientos varían algo en cada una de estas parroquias. A Santiago de Miraz llega el mordido y le encaminan a casa del aldeano que tiene las llaves de Sant' Eutelo. llaves que se creen benditas y que sirven para abrir la puerta de la iglesia parroquial. El aldeano dicho pone una gran llave, incandescente por un extremo, en la forja, y así, al rojo, hace con ella una cruz en la frente del mordido, cuyas carnes rechinan al chascarse, mientras el ignorante paciente se retuerce con el dolor entre los brazos de los fanáticos que le sujetan. Después va a casa del cura, que en presencia del mordido bendice el pan y el agua que ha de tomar éste EN NUEVE DÍAS, no cobrando por todo ello más que el valor de la jarra del agua y del pan. Al bendecir el agua le echa el cura unas arenas de sal para aumentar la eficacia, no sé si de la bendición, si del agua. En Bascuas no se echa sal al agua, y manda el cura que el paciente coma de todo, mientras que el cura de Miraz prohibe el uso de salados y picantes durante los nueve días dichos. Es de advertir que no cauterizan con la llave candente las heridas de los mordidos, ni tendría ya eficacia el cauterio, por ir a los santuarios a los cuatro o más días del suceso, sino que le cruzan la frente de una manera lastimosa. Aunque el célebre neurópata, M. Charcot, dijo que hay una fe que cura, no creo que la virtud de la fe alcance a curar las enfermedades virulentas malignas y de plazo fijo como la rabia verdadera (^). Así es que, aun cuando resulta (1) El célebre Dr. Peter, de la Universidad de París, probó que hay tres clases de hidrofobia en los perros, que tiene los mismos síntomas objetivos y no se diferencian más que con el microscopio y la experimentación clínica. De estas tres clases, dos no son contagiosas, y, por lo tanto, no producen la rabia en el hombre. A esta circunstancia se debe el que un mordido pueda
:::::::::::::::::::::::::::::... muy consoladora la esperanza y la tranquilidad que la fe produce, debe hacerse todo lo posible para que se acuda a los medios científicos oportunamente, sin perder el tiempo acudiendo a la fe, cuando esta dilación ponga en peligro la salud o la vida del enfermo. Por eso, el refrán "a Dios rogando y con el mazo dando" obedece a la realidad de la vida, sin pugnar con la santidad de la fe. Los señores Obispos deben prohibir esa práctica tan horrenda en dichas parroquias, pues se ha dado el caso que por esperar con fe en la virtud de las Uavecitas dichas, se han puesto rabiosos los creyentes. Creo de mi deber dar algunas indicaciones útiles sobre la rabia, para ilustración del pueblo supersticioso. El perro rabioso camina ensimismado en su enfermedad, sin prestar atención a cuanto le rodea: solo otro perro es su reactivo. Así que cuando se ve venir un perro hacia uno, lo mejor es separarse a un lado y permanecer quieto. El perro rabiosa no muerde sino lo que encuentra en su camino, si no se le hostiga. Al amo no le muerde nunca, a no ser que le castigue. El mordido por un perro rabioso debe lavar inmediatamente la herida, o frotarla y agrandarla para que eche sangre: cuanto más sangre una herida, menos peligrosa es. El vestido que atravesasen los dientes, debe separarse en absoluto de la herida lavada. El cauterio de una herida no tiene efecto después de pasada una hora, y yo creo que a la hora ya es demasiado tarde, sobre todo, si no se lavó o desinfectó a tiempo la herida. Cuando se está cerca de una botica, debe lavarse inmediatamente con tintura de yodo, después de hacer sangrar aparecer curado por prácticas supersticiosas cuando no ha sido inoculado por el virus rabífico, y también que haya que deducir de las estadísticas las dos terceras partes de los que aparecen curados por las inoculaciones antirrábicas. :::::::::::::::::::::::::::::... la herida, frotándola con un algodón empapado en agua sublimada. Aun después de estas precauciones, es siempre conveniente acudir a la vacunación del virus antirrábico, e indispensable si del análisis de la medula del perro se comprobó la verdadera hidrofobia, porque la vacunación antirrábica no hace daño al que no está rabioso y cura al que lo está. 4'^ Debemos colocar entre las supersticiones de culto indebido, la forma irreverente en que van vestidos a los santuarios los que hacen votos. Oichos romeros llevan unas túnicas largas de colores diversos, que les dan el aspecto de máscaras, y al conjunto, el de comparsa carnavalesca. Hasta tal punto transigen los párrocos de los santuarios concurridos, con esta ridicula costumbre, que comercian con ella, alquilando las túnicas que han dejado unos para que las pongan otros y las lleven durante la procesión y mientras hacen oración al santo. En nombre de la ciencia y de la civilización, protesto contra tan fea costumbre, que repugna a la gloria de Dios, a la santidad de la iglesia y a la cultura de los pueblos. f. Por qué ha de agradar a Dios una oferta o un voto semejantes? Además, esos vestidos que lleva al santuario un convaleciente de una enfermedad contagiosa (a lo mejor viruela, todavía sin terminar del todo el período de descamación), y que una vez dejados en manos del cura receptor, y revueltos con los demás, van a ser seguidamente puestos por otros creyentes, a quienes se les alquila cada uno por la limosna de 50 céntimos, para que revestidos con ellos den una o más vueltas de rodillas, alrededor de la iglesia, con una vela encendida en la mano, y a lo mejor también con una criatura en los brazos; esos vestidos, repito, en tales condiciones, pueden indudablemente ser propagadores de contagios, y :::::::::::::::::::::::::::::... debe prohibirse su uso por las correspondientes autoridades civiles. Es de suponer que, dada la buena tendencia que se observa en las autoridades eclesiásticas, no sólo para ir destruyendo las supersticiones, sino para dar condiciones más higiénicas a todo lo que de ellas depende, pondrán remedio por su parte a este peligroso abuso.
Además, esas largeis caminatas de rodillas a los santuarios, que algunas veces alcanzan a más de 200 metros, como las que he visto desde la puerta del Vivero, por encima del puente, hasta la capilla de la Misericordia, deben prohibirse también, por insanas, y los párrocos deben computar esa clase de votos por otros que mantengan la fe y la piedad de los fieles, sin que perjudiquen su salud, ni aparezca la devoción significada por una manifestación tan material y que tan poca cultura indica en quien la practica, prestándose al ridículo. Lo que Dios más agradece, entre los sacrificios que el hombre puede ofrecerle, es el de corregir sus malas inclinaciones, sus vicios y dañosas pasiones. Estos son los votos que, en acción de gracias, deben sustituir a las mascaradas dichas y a esas caminatas de rodillas, que ni mejoran al hombre, ni hay razón por que agraden a Dios, fuera de la intención que las motiva, y pueden ser causa de pecado cuando con ellas se dañe la salud. Más natural y más digno es ir a pie en procesión delante o detrás del Santo, en prueba de agradecimiento. S"? Cortar a SOLTA. — Esta práctica supersticiosa, todavía se mantiene en una capilla dedicada a San Matías y situada a cuatro kilómetros de Lugo. Por el día del Santo, 24 de febrero, se celebra allí romería, y a esta fiesta acuden, además de los romeros que van a divertirse, otros muchos, generalmente mujeres, con niños en los brazos para que lies corten a solta. ∞∞∞ Son estos niños generalmente raquíticos o debilitados por otras enfermedades. Y cuando por estas circunstancian tardan en andar, los ofrecen al Santo, y el día de la fiesta, les llevan atadas las piernas con cordones de lana. En esta forma entran en la capilla y se dirigen al altar mayor, en cuyo presbiterio hay dos hombres: uno pone el Santo al niño y el otro le corta el cordón que ata sus piernecitas, ya con un cuchillo de madera, ya con uno de plata, entregando la limosna correspondiente. Excusado es decir que el cuchillo de plata tiene precio más subido que el de madera. ¿Es que también se querrá defender esto, fundado en la gran importancia y virtud de la fe? Coloco en este capítulo esta superstición, no porque sea de suyo dañosa, que no lo es, sino por el perjuicio que a los niños puede sobrevenirles de esperar el día del Santo, sin antes consultar con el médico la causa del retraso en andar, para que fuese debidamente combatida. Capítulo VIII D I V I N A C I ó N NUESTROS paisanos tienen varios medios para consultar el porvenir, y creen ver en otros señales de lo futuro. 1. Es difícil que haya alguna joven soltera que no hubiese tratado de saber el sino de su persona por los papelitos que quitan los pajarillos amaestrados. En los mercados y '"erias casi siempre se ve esa industria. Traen dos o tres pajaritos en una jaula, en distintos compartimientos, para que pueda salir el que quiera su dueño en cuanto le abra la puerta. Una vez fuera de la jaula, le presentan una cajita de hojalata, también con dos compartimientos; el uno y el otro están repletos de papelitos doblados, de dos colores, un color a cada lado, para diferenciar los sinos de los hombres de los de las mujeres. Viene un hombre, por ejemplo, y en cuanto sale el pajarito, le coloca del lado de la jaula los papelitos correspondientes a su sexo, el animal separa con el pico uno de los papeles, para ver si debajo hay algún grano, y el papelito aquel, que cuesta cinco céntimos, contiene todo lo que pudo halagar al mozo, con palabras y frases ambiguas que pueden acomodarse siempre, según la preocupación del que las lea, a las ilusiones de cada persona. 2. Hay libros que contienen el porvenir, la suerte y el modo de ser de las personas, según el día y el mes del año en qiie nacieron y según las manchas de las uñas sean blancas o negras, muchas o pocas, y estén en
unos o en otros dedos. Otros libros dicen cómo han de ser las personas a juzgar por el color de su cabello y de sus ojos y por el modo de ser de la frente, de la nariz, de la boca, de la voz, de la risa, de las espaldas, de los brazos, de las manos, de las orejas y hasta de las nalgas (^). 3. En Galicia es bastante corriente el uso de echar las cartas para saber de las cosas ocultas, presentes o futuras. Como no me sería posible hacer una descripción tan real de la echadora de cartas, como el notable y malogrado escritor Sr. Neira Cancela, que en su señora Venancia está graciosísimo y exacto, y emplea el buen gusto que le es característico en todos sus escritos, voy a permitirme copiar aquí una parte del estudio que nos da a conocer en su artículo A que vota as cartas (-). La señora Venancia, la sabia, a que votas as cartas, vive en la aldea en una pobre casa, cuyo interior "presenta a primera vista un pavimento de tierra húmeda, unas paredes de salientes piedras, que sirven a su dueña de percha universal para colgar un aceitoso candil, unha rastra de allos", una saya de ramazón obscura y otra infinidad de prendas en mal uso a la vez que un tanto cabalísticas. "La señora Venancia es una vieja, alta, seca, de color cetrino, completamente canosa, boca grande con dos dientes solamente, uno en medio y medio de la encía superior, y otro en igual paraje de la inferior, los cuales castañetea y choca con frecuencia, haciendo más repugnante de esta suerte su fisonomía; sus ojos son castaños y saltones y muy pocas (1) Gerónimo Cortés: Fisonomía i/ varios secretos de la naturaleza-Madrid, 1765. "Estos secretos —dice el libro en su portada— están expurgados según lo manda el decreto de la Santa Inquisición de 13 de junio de 1741". (2) Juan Neira Cancela: Caldo Gallego. Tomo XVIII de la "Biblioteca Gallega". :::::::::::::::::::::::::::::... veces miran de frente; sus manos son largas y huesudas, y sus labios, descoloridos y delgados. . . Viste una saya color rapé, que con trabajo permite distinguir unas botas destrozadas de hombre. . . y un modesto pañuelo negro como promesa y testimonio de eterna soltería. "Su vi\ñenda es pobre. Allí está la señora Venancia acariciando sobre sus rodillas un famélico michino aplomado, símbolo de la nigromancia, al mismo tiempo que hila la rueca y mira de tiempo en tiempo a la entornada puerta, por si ésta se abre dando acceso a algún desesperado o desesperada. "Una tarde, María, una joven aldeana de las cercanías, penetró rápidamente en casa de Doña Venancia, como quien va perseguida y teme que le alcancen, suplicando entre sollozos y suspiros que le echase las cartas. "La señora Venancia echó mano a la faltriquera y sacando revueltas entre migas de pan de maíz alguna que otra cadela, un dedal de sastre y dos cabezas de ajo, las consabidas cartas mugrientas y dobladas, unió ambas rodillas y sobre su regazo extendió la baraja salvadora, y después de extenderla indistintamente en ocho hileras de a cinco en fila, comenzó a explicar a media voz el significado de las cartas, mientras María la escuchaba, sin entenderle, la siguiente declaración: "—Mira, Maruxa: ese caballo significa que un hombre con cuerpo y pensamiento, por caminos cortos, en un pronto, piensa con amor; la sota de oros a su lado, que indica mujer joven, evidencia que tú eres la preferida, y que la sota de bastos y el rey de bastos, hombres y mujeres viejos, o lo que es igual, tus padres, han de recibir a la puerta de esta casa, que es el cuatro de copas, un dos de espadas, o sea una carta del hombre también de espadas, que a orillas de aguas por los referidos caminos cortos, ha de pedir prendas de iglesia, festejando el acto con el cinco de copas, o comidas y bebidas; si el hombre de espadas no cumple lo que pide, la sota de oros se meterá en el cuatro de bastos, que es la cama, para siempre jamás." "María, que había sido requebrada por un soldado de ojos muy pillos y que se prendara de él, declaraba después que no había mujer en la tierra más sabia que la señora Venancia. " Sospecho que todos mis lectores verían con gusto una descripción tan hermosa y real de la echadora de cartas, aunque confieso que en obsequio a la brevedad tuve que suprimir al artículo del Sr. Neira
Cancela lo que revela más conocimientos y más mérito en su autor. Estas echadoras de cartas no sólo existen en las aldeas, sino en las villas y ciudades populosas. Son unas embaucadoras, pues sabiendo que las causas que conducen a ellas a la crédula e ignorante clientela son los celos del amante o del esposo, la pérdida de una cosa, el descubrimiento de algún robo o el deseo de saber si concluirá por casarse con el que ama o con el que le conviene, tienen bastante tino para entretener al cliente con generalidades y cosas comunes a la vida, hasta ir descubriendo el verdadero objeto de la visita para darle un consuelo cualquiera acerca del punto consultado. Curros Enríquez pinta echando las cartas a la mujer de un contrabandista, a las cuales pregunta por la suerte de su esposo llena de fe en el procedimiento, y cuando le dicen cosas agradables, pone el poeta en boca de la esposa estas frases: No. . . ben mirado as cartas pr'os amantes Qué gasalleiras son I Pero cuando le auguran desgracias, exclama la misma esposa: Qué cousas m'oxé san. Bah. Por forza anda mal esta baraxa. ¡Mália quen á inventou! :::::::::::::::::::::::::::::... ¡Qué hermosos versos y cuan fielmente reflejan el modo de ser del corazón humano! 4. También tienen los gallegos algún atractivo por la buenaventura que echan las gitanas, pretextando conocer en las rayas de la palma dt: la mano la suerte de una persona. Sin embargo, desconfiando como desconfían tanto de los gitanos, tampoco dan mucha fe a sus sentencias y hacen poco caso de sus buenaventuras. 5. Los aullidos (ouveos) í/e/os perros son de fatal agüero, y creen que muere una persona hacia el lado que mueve la cola mientras aulla. 6. Los graznidos de algunas aves nocturnas, sobre todo los quejidos del moucho (buho), cuando se oyen con insistencia en los árboles próximos de una casa, son de fatal agüero y significan o un alma en pena o un aviso de que luego morirá una persona. 7. Cuando las aves carnívoras (p?gas) revolotean con frecuencia alrededor de una casa, si en ella hay algún enfermo, es señal que morirá pronto (^). Esta superstición y la de los perros tiene una explicación en el finísimo olfato que Dios ha dado a los animales carniceros, que huelen de lejanas distancias los residuos en descomposición que expulsan los enfermos ulcerosos o afectados de padecimientos muy crónicos. 8. Si se ve el zorro en ayunas, buen agüero; pero, en cambio, si fué la zorra, es señal de una próxima desgracia. Si se oye graznar el zorro de noche, también indica muerte próxima de algún vecino. Cuando a cualquiera se le toma la voz, hay la costumbre, al oirle hablar ronco, de decirle, seica vichel-o zorro (-). (1) Llaman pegaí en Galicia a las aves urracas. (2) Que quiere decir: al parecer viste el zorro. ∞∞∞ 9. Cuando se halla pescando un pescador y se posa un pajarito en la cruz de la red llamada Vergel, dicen que es el trasgo (diablo) y augura mucha fortuna en la pesca de aquella noche. 1 0. Cuando las gallinas, al graznar de noche, imitan el canto del gallo, significan también una desgracia próxima en la casa. Recuerdo haberle oído decir a una vieja estas palabras, después de oír el gruñido de las gallinas: Pasa, mala cousa, pasa, San Juan bendiga nuestra casa C'unha palanca por riba da casa. Creía que las gallinas chillaban por la presencia de algún genio maléfico o de alguna alma en pena. 1 I. Las maripositas (velairiñas o volvoretas), que proceden del gusano que ataca el centeno, son también objeto de culto, considerando las blancas como ánimas que salen del Purgatorio, y las negras,
ánimas que vienen a pedir que les rezen. En otras partes, las mariposas que revolotean de noche alrededor de uno, si son blancas, traen buenas noticias, y si negras, auguran una desgracia. 12. Cuando la leña verde sopla al expulsar con fuerza los gases que produce el calor y la combustión, se cree que anuncia la proximidad de grandes vientos o de tempestad. 1 3. Haciendo un surco en el polvo del camino, si queda bien señalado, lloverá pronto; pero si sus bordes se desmoronan es señal de tiempo seco. 14. La aparición de un cometa es señal de una guerra próxima. El baile de estrellas errantes es siempre de mal agüero. El paso de un aerolito se atribuye a un alma en pena. :::::::::::::::::::::::::::::... La dirección que llevan las estrellas fugaces indica la marcha del viento al día siguiente, 15. Las frases empleadas en Galicia, "Seica ten pauto co demo. Seica lio dixo unha meiga", indican que también se cree que el hombre hace pactos con el demonio para indagar las cosas ocultas, que no se pueden conocer sino por un medio sobrenatural. Para terminar, diré que no dejó de sorprenderme lo que dice la Teología Moral de Neyraguet, cuando afirma que es lícito: 1" Adivinar por la fisonomía y por la habitud o por la disposición habitual del cuerpo y de los miembros las inclinaciones de un individuo. 2" Adivinar por quiromancia, esto es, por las rayas y partes de las manos. Yo creía que lo que hacen las gitanas era una farsa ilícita, y, por lo visto, para Neyraguet, por lo menos, es lícito este procedimiento adivinatorio, y por lo tanto, verdad. ¡Cuánto sabían algunos moralistas! Pues hoy tampoco creo que lo sepan todo. Por eso todavía atribuyen con demasiada frecuencia lo inexplicable a causas sobrenaturales. Si se repasa la Historia, ¡cuántos hechos atribuidos a la divinidad o al diablo tienen hoy explicación científica! Pues así irá sucediendo poco a poco, en el curso de los siglos, con todos los fenómenos que afectan al hombre y a cuanto le rodea, por m.ás sobrenaturales que hoy nos parezcan. La sabiduría de Dios es infinita y todo lo sujetó a leyes naturales, que el hombre irá descubriendo poco a poco, para que siempre tenga algo nuevo por que maravillarse de la obra del Omnipotente. Capítulo IX VANA OBSERVANCIA INCLUÍMOS en este capítulo las supersticiones que consisten en usar ciertas prácticas u oraciones más o menos ridiculas, con el fin de adquirir salud o ciencia o intereses, y hasta con objeto de preservarse de las asechanzas o malas artes de una persona enemiga. En la necesidad de dar algún orden a este trabajo, aunque es difícil clasificar esta clase de supersticiones, por la variedad de prácticas y cosas que intervienen en ellas, he dividido este capítulo en varias partes, teniendo en cuenta, ya la importancia e interés de las oraciones usadas, ya la antigüedad de los cultos de que son lejano reflejo. I._ORACIONES CONTRA LAS ENFERMEDADES 1. La paletilla y la espinela. — Entre las preocupaciones supersticiosas de los gallegos, la más extendida y la más difícil de desarraigar es la creencia en que hay dos huesecitos susceptibles de moverse, de caer, como ellos dicen, y que pueden ser levantados, esto es, vueltos a su lugar por medio de oraciones, entre otras varias prácticas más o menos ridiculas que emplean con el mismo fin. A uno de estos supuestos huesecitos le llaman paletilla, y a otro, espinela. :::::::::::::::::::::::::::::... En otra obra (O ya he escrito acerca de este asunto lo siguiente: ¿Qué se conoce vulgarmente con el nombre de paletilla? Los que en ella creen, dicen que es un hueso que hay en la boca del estómago, y otros lo señalan en la espalda, a nivel de los hombros, y que-cuando el hueso salta o se baja de su sitio, el individuo enferma
y no se cura con nada hasta que vuelva a su lugar. Hay algunos que denominan espinilla al que suponen entre los hombros. ¿Por qué señales conocen que la paletilla está caída? Por punto general, creen que están afectados de este mal los enfermos que padecen cualquier dolencia crónica e insidiosa. Por ejemplo: cuando un sujeto hace tiempo que perdió el apetito y se cansa al andar, se fatiga en el trabajo más sencillo, trasuda a menudo, o tiene a veces frío, pesadez de cabeza, tendencia al sueño, y todos estos síntomas le duran algún tiempo. Otras veces no son anémicos, sino verdaderos tísicos los que abandonan su verdadera enfermedad, por la que fingen en su imaginación; así es que se ve llegar a individuos pálidos, demacrados, con tos honda y ruidosa, la cual padecen hace tiempo, con gran fatiga y opresión al pecho y demás síntomas de la tisis confirmada; y estos sujetos dicen al médico que todo este cortejo de síntomas lo padecen desde que les cayó la paletilla, que no tienen nada en el pecho, porque no les duele; que donde tienen el mal es en la boca del estómago, porque allí sienten el punto (dolor que ocasiona el excesivo trabajo pulmonar), y que la tos ya no les molesta, porque arrancan bien; por lo cual sólo desean una medicina para que se les tenga la paletilla, que después ya curarán. Otras veces no son tísicos, sino enfermos con alteraciones del corazón, ya de origen nervioso, ya orgánico, y la mayor parte son enfermos dispépsicos o con catarros crónicos de las vías digestivas; así es que se presentan con un color pálido o pajizo, con la cara llena de arrugas, con la lengua saburrosa o demasiado encendida, acusando un dolor que le rodea la cintura o que le va de la boca del estómago a la espalda, con repugnancia a la comida o con vómitos después de comer, etc. Todos estos síntomas, que hacen suponer que la lesión reside en el aparato digestivo, los creen debidos a la caída de la paletilla. (1) Las Pceocupacicrtes en Medicina. Lugo, 1896. ∞∞∞ Mas no creáis que las paletilleras la levantan sin comprobar antes si está caída o no. En primer lugar, después que se presenta un enfermo reclamando sus servicios, le hace contar la historia del padecimiento minuciosamente, como suelen contarla nuestros paisanos cuando no tienen prisa y tiene paciencia el que escucha. Al terminar, dice la curandera al enfermo que indudablemente tiene la paletilla caída; pero por si se equivoca, es preciso comprobarlo antes. Para esta prueba, hace sentar al paciente en el suelo o en una silla, según sea la categoría del parroquiano; luego le coge por ambas muñecas, cada una separadamente, y le manda poner el cuerpo bien de frente y las manos derechas; entonces con una. fuerte tracción pone en extensión los brazos del enfermo y los eleva, al parecer con igual fuerza hasta juntar sus manos sobre la cabeza, y una vez juntas, se las muestra para que vea como la una sobresale de la otra en longitud, que es la señal segura de que la paletilla está caída. Como comprenderéis, éste es un procedimiento sumamente propicio al engaño, pues por él se puede hacer que hasta los más sanos tengan caída la paletilla, con sólo tirar suavemente algo más de una muñeca que de la otra al elevar los brazos, y, efectivamente, resulta que todo el que va a dichas mujeres la tiene caída, por aquello de. . . "a qué estamos, tuerta" (^). Hay otro procedimiento para el objeto: consiste en medir con una cinta desde la boca del estómago hasta el espinazo por ambos lados, y si da más longitud de un lado que de otro, está caída; y para que siempre lo esté, tienen buen cuidado las especialistas de correr un poco el dedo en la última medición. A pesar de que sin esta estratagema pudiera muy bien resultar desigualdad, ya porque naturalmente el espinazo se dirige un poco a la derecha, ya porque en muchos individuos existen curvaturas laterales de la columna vertebral procedentes del raquitismo o porque un desarrollo exagerado del hígado abulta un lado más que el otro, etc. Una vez comprobado que la paletilla está caída, se procede a levantarla; porque la paletilla no se
cura, únicamente se levanta. (I) Generalmente, suelen decirle al cliente: Ay filia (o filio) qué caída a tes; ¡faltanche tres dedos I Quiere decir: Ay, hija, o hijo, iqué caída la tienes I |Te faltan tres dedos! Se refieren a la distancia que hay desde la punta de unos dedos a la de los otros. :::::::::::::::::::::::::::::... Aunque hay varios procedimientos para levantarla, después de los cuales hacen beber al enfermo un poquito de agua para que no se vuelva a caer, yo sólo pienso ocuparme de aquellos en los que intervienen oraciones solamente. En el sacrificio de la misa, entre la hostia y el cáliz hacen rezar varios días, o más comúnmente, rezan las sabias, cualquiera de las oraciones que siguen: 1' Paletilla y espinilla, tente fuerte, como Jesucristo se tuvo en la Cruz, con el poder de Dios y de la Virgen María. Un padrenuestro y un avemaria. 2* Un cura de la sacristía sale y a decir misa va, y un hombre le va a ayudar. Así como estas cousas son verdad, paletilla y espinilla, tripas e cualleiro (de fulano de tal) se volvan o sea lugar. Con el poder de Dios y de la Virgen María. Un padrenuestro y un avemaria. Estas oraciones se han de repetir tres veces. El paciente, para gozar del efecto de tan misterioso poder, sólo precisa de la fe en dicho procedimiento, pues si no cura, es porque no tuvo bastante fe. Salta a la vista que estos procedimientos son sumamente perjudiciales, en cuanto constituyen un criminal engaño, que hace al enfermo abandonar su padecimiento, hasta tal límite a veces, que cuando reconoce la farsa, no tiene cura. A veces empiezan por dar al paciente unas fricciones tan violentas, que con las sacudidas que le siguen, estropean al pobre enfermo de una manera bárbara, pues jamás hacen reparo en que vaya anémico o tísico, dejándole en un lastimoso estado y cien veces más enfermo. Por eso considero sumamente humanitario el que por todos los medios se procure desterrar la creencia en la paletilla y en la espinela, que tanto perjuicios suelen acarrear a los crédulos pacientes. Generalmente, llaman así a toda enfermedad insidiosa de curso lento crónico, como la anemia, cloroanemia, catarro gástrico o intestinal, tisis pulmonar y afecciones de otras visceras (^). 2. Para curar el mal bravo, que llaman así a diversas enfermedades, como el garrotillo, pústula maligna (nacida) y otras, emplean la oración siguiente: Estando Pedro, Pablo y Andrés Al pie de una fuente fría todos tres, Llegó el Señor y les preguntó: — ¿Qué hacéis, Pedro, Pablo y Andrés? Le contestaron: —Estamos cogiendo yerbas Para curarnos de varias enfermedades. Y les dijo el Señor: —Pues hacedles tres cruces con el dedo meñique Y sanaréis, diciendo al mismo tiempo: Si eres negra. Dios te fenda; Si eres blanca. Dios te parta; Si eres rubia. Dios te suma. Coma a sal na auga fría, Pol-o poder de Dios e da Virxe María. Un padrenuestro y un avemaria. (1) Las sabias de Portugal emplean para lei>antm a esptnbella, la siguiente oración: "Na casa en que Deus naceu Todo o mundo resplandeceu; Na hora en que Deus foi nado Todo o mundo foi allumiado: Seja en nome do Senhor Esse teu mal curado, Espinhela caida, ventre derrubado, Eu te orgo é curo, en nome do Padre, Filio e Espíritu Santo. Fuxa ó teu mal para aquelle canto, Em louvor dos apóstoles benaventurados, Santos wactens e doutores, Virgens, patriarcas, confesores, Anjos, Arcanjos, serafís e robís, Amen. Jazuz, María, José, Ficate a espinhella en pé Santa Ana, Santa María. Fas teco, aleluya. Amen". :::::::::::::::::::::::::::::... 3. Usan para curar el colleitizo las siguientes palabras: S' eres d' araña, vaite á paraña; S' eres de sapo vaite arrastro: S' eres de cobra, vaite á groba; S' eres de salamanca (salamandra), Vaite á barranca, Pol-o poder de Dios e da Virxe María. Y rezan un padrenuestro y un avemaria. El colhitizo, llamado también orballo, es una de las muchas
enfermedades o erupciones cufáneas del hombre, y, según la superstición de los paisanos, es ocasionado por una especie de efluvio maligno que creen dejan los animales ponzoñosos por donde pasan. Así es, que cuando se mudan la ropa interior, tienen cuidado de pasaría por la llama, para quitarle el orballo que hubiese podido dejar cualquier sabandija o animal ponzoñoso que la tocase: También usan contra el orballo el procedimiento siguiente: Durante nueve días se echa ceniza caliente sobre la parte enferma, teniendo cuidado de verterla en forma de cruz, como quien bendice repetidas veces. Entretanto, se está quemando por una punta un tallo de retama, sin que se haga brasa, y así, con el tizón ennegrecido y caliente, se hace una cruz sobre la parte cubierta de ceniza, diciendo al mismo tiempo: Atizo cuchizo, ¿Qué ves aquí á buscar? Con un tizón de xesta Te teño de cruzar Con cinza da ¡areira E polvo do ullar. Un padrenuestro y un avemaria. También llaman orballo al ántrax y a diversos flemones sépticos, sobre todo a los panadizos, Los animales que creen capaces de producir dichas enfermedades, aunque no muerdan y por el solo hecho de dejar la pezoña (ponzoña) a su paso, son el lagarto, la salamandra, la comadreja, el sapo, el alacrán, la culebra y aun la araña. A las mordeduras de estos animales, por cierto muy raras y de poca gravedad en Galicia, tienen los aldeanos un miedo horroroso, que se traduce en los siguientes populares refranes: Si te morde a donicela i^). Busca vino e busca vela, Que maná che darán térra. Si te morde un alacrán (-), Busca vino e busca pan. Que maná te enterrarán. Todos estos temores no tienen fundamento. El veneno o la ponzoña de los animales no pueden absorberse por la piel sana, y, por lo tanto, no pueden ser causa del mal que se les atribuye. Los panadizos son causados por picaduras hechas con espinas o con instrumentos infectados por sustancias sépticas, que pasan inadvertidas y que no se cuida de desinfectar a tiempo, produciendo flemones y afecciones de la piel, que agravan sobremanera el descuido y los diversos remedios llamados caseros, consistentes, a menudo, en muy dañosas porquerías. Por andar con dichas oraciones y remedios y no acudir al médico a tiempo, muchos llegan a perder los huesos de un miembro y aun a comprometer su funcionamiento, después de sufrir los más agudos dolores. ( I) Comadreja. (2) Contra la picadura del alacrán, echan los polvos del animal sobre la herida. :::::::::::::::::::::::::::::... 4. Hacia Fonsagrada, para curar la úlcera, viruela y lombrices de los niños, después de echar en un plato de fresno nueve cabezas de ortigas y nueve arenas de sal, hacen sobre el cuerpo del niño varias cruces y varios círculos, al mismo tiempo que recitan la oración siguiente: Sal de salgar - ortiga de ortigal. Márchate, úlcera, - pro tea lugar. Que nin crezas - nin avivezas, Nin fagas cousa - que mal parezas. Pol-o poder de Dios e da Virxe María. Un padrenuestro y un avemaria. Se repite nueve veces esta oración y se van echando en el fuego la sal y las ortigas, 5. Contra las úlceras de los ojos, que en gallego se llaman Velidas, se hace una cruz sobre el ojo enfermo, con un grano de trigo entre el índice y el pulgar, diciendo al mismo tiempo lo siguiente: Desfeita, que fuche feita En auga, en lume, en sal da mar. En auga de fon te termal; Nin crezas, nin avivezas Nin fagas cousa que mal parezas No corpo de (fulano de tal). Un padrenuestro y un avemaria. Luego se echa el grano en un poco de agua y se coge una hoja de una yerba que llaman da velida, y se repite lo mismo nueve veces con cada cosa nueve días seguidos. Aquí también se ve claro el culto al número 9. 6. Para curar los orzuelos {torizós) , ponen sobre una poca ceniza tres pajas derechas y juntas,
cuidando que una de ellas tenga un nudo. Les ponen fuego y mientras arden repiten tres veces, sin tomar aliento: Quéimate, torizó. Con tres pallas e un nó. 7. Para curar la ictericia, orinan nueve mañanas seguidas sobre una planta llamada rnarrubio (O. antes de salir el sol. Entretanto orinan por la planta, tienen que decir tres veces, sin tomar aliento, las siguientes palabras: A visitarte vengo, marrubio. Entre la luna y el sol, Que me quites la terciana Y me vuelvas el color. Después rezan un padrenuestro y un avemaria. Aquí se ve buscada la influencia de los astros, la del número 9 y la de la planta. II.— CULTO DE LOS ASTROS 1. El sol fué adorado siempre; por lo menos, debió ser la primera superstición de los hombres. Con nada mejor podía engañar el demonio al hombre para separarlo de la idea del verdadero Dios, que con presentarle como tal ese majestuoso astro a cuya presencia se alegra toda la naturaleza, cuyo calor fecunda la tierra, da vida a las plantas y aroma a las rosas, cuya luz matiza los campos de hermosos colores, embalsama el ambiente, purifica la atmósfera y ofrece salud al enfermo. Las plantas elevan a él sus verdes ramas, las flores quieren verle cara a cara para ofrecerle (I) Marrubium vulgaris, planta anual, labiada, hojas redondas dentadas y de un olor fuerte aromático; sus flores son blancas, y se encuentran en varios puntos de la provincia de Lugo. Fué muy empleada en la Medicina antigua contra varias enfermedades. :::::::::::::::::::::::::::::... sus más delicados aromas, los animales le buscan llenos de regocijo; iqué extraño es que el hombre le adorase como a Dios, viendo en él la más esplendorosa obra que, a los ojos de los habitantes de este planeta, se nos ofrece como testimonio de la omnipotencia y sabiduría infinitas? La mañana de San Juan, todos los niños tratan de madrugar para ver bailar el sol, y ya a simple vista primero, a través del pañuelo después, o por cristales ahumados más tarde, muchos infantiles ojos contemplan los colores irisados de aquel astro, que sucesivamente van sufriendo hermosos cambiantes, a la par que se ensancha y que se acorta, que sube y que baja, como si efectivamente se moviese al compás de una música que no llega a nosotros. Este fenómeno óptico es debido a que los primeros rayos del sol, rozan en el horizonte con las primeras capas atmosféricas, que cambian con el calor de lugar, poniéndose las más calientes sobre las más frías; se refracta la luz a través de las infinitas moléculas de agua que en verano abundan en el aire, y produce los colores de los prismas, que cambian según la situación que adoptan con respecto al ojo y al foco luminoso. ∞∞∞ De aquí que al cambiar las capas atmosféricas, cambian también los colores que la luz del sol refracta en ellas. Lo único que hay es que eso mismo puede verse todas las mañanitas despejadas de verano. 2. La luna, astro de la noche, también tiene un culto muy remoto, cuya devoción llegó a nuestros días. Los labradores se fijan en las fases de la luna para la mayor parte de las operaciones agrícolas y caseras. Así la luna nueva en creciente la prefieren para unas cosas y el menguante para otras. La luna de enero es la mejor para matar los cerdos; su creciente, para salarlos, si se quiere que crezca la carne en el pote, y el menguante, si se quiere que no críe gusanos. La luna de marzo es inmejorable para podar tos árboles, y se busca el menguante
generalmente. El creciente de la luna de agosto es la única época propia para que aprovechen al enfermo los baños. En creciente cortan el pelo y podan los robles y en menguante podan los castaños. Elegir los labradores las fases de la luna puede ser efecto de la experiencia y no de la superstición, porque si es sabido que la luna influye en las mareas, ipor qué no ha de tener influencias, todavía poco estudiadas, sobre los vegetales? 3. Los eclipses de sol o de luna han sido fenómenos importantes en los primeros tiempos. Nuestros paisanos el día que saben que hubo un eclipse, no cogen verdura para hacer el caldo, porque creen es dañosa. Tampoco toman la leche fresca cuando el ganado pastó durante un eclipse, por la misma razón. 4, Tampoco las estrellas podían quedar sin culto, y una llamada estrela panadeira reparte la abundancia del pan hacia donde aparece (^). Si se ve hacia Castilla, aquí habrá la abundancia, y si hacia Galicia, es este país el favorecido. En algunos puntos de la provincia de Lugo, dice Mur-guía que antes de amasar el pan o de cocerlo, le ofrecen una torta. Después de cocida ésta la dejan de noche en la ventana que mira al oriente. III.— CULTO DEL FUEGO 1. El culto del fuego viene de los celtas y más bien de los fenicios. En la mañana del Sábado Santo se bendice el fuego fuera de la iglesia, en el atrio. Después de bendecido, nues(I) Se refieren al planeta Venus. :::::::::::::::::::::::::::::... tros paisanos llevan para sus casas un tizón encendido, o alguna de las brasas conservadas en un manojo de pajas, y después de limpiar perfectamente el hogar (lareira), encienden con aquel fuego tojo o leña menuda, para hacer lo que llaman ó lume novo (el nuevo fuego), que ha de dar buena suerte a la familia. 2. En el partido de Becerrea y Cervantes, provincia de Lugo, después de limpiar bien el hogar, se enciende la noche de Navidad un gran fuego, mayor que otro ninguno en el año. En este fuego se echa un grueso cepo (leño) que ha de durar todo el año, esto es, se ha de encender todos los días, aunque de noche se apague. Dicho leño tiene un carácíer sagrado de tal suerte, que el resto que queda se conserva religiosamente, para hacerlo arder en el fuego cuando amenaza una gran calamidad, un pedrisco o una imponente tempestad. En las montañas de Cervantes, tienen mucho cuidado de que el fuego no se apague durante la noche; pero yo creo que esto obedece a las dificultades que de apagarse sobrevendrán para buscar el fuego, sobre todo no habiendo cerillas. En esta misma comarca, creen que la noche de difuntos vienen a calentarse las ánimas al cepo que dejan ardiendo en la cocina. 3. Considérase como un pecado grande el salivar en el fuego, porque dicen que éste salió por la boca del ángel, y Murguía dice que en dicha frase se perpetúa la antigua opinión védica, que hacía al fuego el dios Agni, padre del Cielo y de la Tierra. 4. Considérase también muy pecaminoso echar al fuego las cascaras de huevo, porque con ellas quemaron a San Lorenzo. ∞∞∞ 5. Es pecado echar pan al fuego en muchos puntos de Galicia. El respeto al pan es tanto o más que al fuego, puea cuando cae un pedacito lo recogen y lo besan, y lo mismo hacen cuando lo encuentran en el camino, que lo ponen respetuosamente en un sitio donde no pueda ser pisado.
6. Para calmar los furores de la tormenta o del trueno, echan en la lumbre ramitas del laurel que se llevó a bendecir en la procesión del Domingo de Ramos (O—7. Refiere Murguía que en la noche del 29 de abril, los montes cercanos al Puente Cesures aparecen poblados de luces que llevan los campesinos que van recorriéndolos, blandiendo haces encendidas y cantando este himno: Alumea pai Cada gran seu toledau; Alumea filio Cada espiga seu pantrigo; Alumea o liño Cada freba seu cerriño. 8. Los aldeanos de Santa María de Moo, a una legua de Noya, una noche del año que llaman a víspera cío mes dos mayos, encienden una gran hoguera en la cumbre de un otero y danzan a su alrededor cantando: Lume, lume, ve ó pan. Dios che dea moito gran. Cada gran como un bogallo. Cada pé como un carballo. Toda la noche dura la fiesta y la danza, en la cual toman parte hombres, mujeres y niños. (I) Julio César se colocaba una corona de laurel cuando tronaba, para preservarse del rayo. :::::::::::::::::::::::::::::... IV.— CULTO DEL AGUA 1. En muchas partes de Galicia, la tradición refiere que tal o cual fuente tiene milagrosa virtud. En la parroquia de Coeses, provincia de Lugo, hay una capilla llamada de las Virtudes, donde se celebra una fiesta el 8 de septiembre. Siendo yo un niño, estuve en aquella fiesta, y viendo la mucha gente que acudía a beber a un riachuelo que pasa cerca de la capilla, también yo bajé allí, donde me enseñaron un pequeño hoyo a la orilla, en donde recogían agua, no sólo para beber en el acto, sino para guardar en botellas y llevarla a sus casas, como milagrosa para la curación de diversas enfermedades. Los aldeanos explicaban que la milagrosa virtud del agua se debía a que en cierta ocasión pasara por allí la Virgen con el niño en los brazos, tuvo sed y se bajó a beber en aquel sitio, quedando señalado el lugar en donde puso la rodilla, que era el hoyo donde recogían el agua. El mismo Santuario tiene al lado de la capilla una fuente en la cual lavan la cara, las manos y los pies los que padecen algunas enfermedades. Hay también muchas fuentes como ésta en Galicia, consideradas como milagrosas por la protección del Santo que se venera en la capilla próxima. Junto a la capilla de Santo Matías, a una legua de Lugo, no hay fuente natural, pero hay un gran pilón de piedra, seco y abandonado durante el año. El día de la fiesta del patrón, en febrero, suele estar lleno de agua pluvial este pilón, que dicen que es el resto de un antiguo sepulcro. Allí lavan los romeros las llagas y las partes enfermas, ofreciendo a la vista un espectáculo repugnante, pero sublime por la fe que revelan aquellos fieles. Parece mentira que un agua que disuelve tantas porquerías no haga daño a los que se laven en ella, y sin embargo, he oído a personas formales referir curaciones, verificadas en sus personas, que tenían por milagrosas. ¡Cuan grande es el poder de la fel Mucho se ha escrito sobre la fe que cura; pero no resisto a la tentación de transcribir aquí algunos de los párrafos que a este asunto dedica en un hermoso artículo el célebre neurópata parisién Dt. Raym Lulle (O"La antigüedad pagana ha visto las largas filas de peregrinos serpentear por delante de los templos de Asklepios, en Epidaura y de los de Esculape, en Roma; la Edad Media las ha visto en las criptas de sus catedrales; el mundo musulmán, en las mezquitas de la Meca; la India, en sus innumerables pagodas; y el mundo moderno las envía anualmente a un rincón admirable de los Pirineos, cuyo nombre es hoy conocido en todo el universo. "En cuanto a Grecia, el templo de Asklepios, en Epidaura, ya hemos descrito cómo los enfermos iban allí desde todas partes, cómo vivían y cómo eran cuidados. Los muros del templo estaban recubiertos de inscripciones recordando las curas maravillosas obtenidas por la intervención del dios y probando el reconocimiento de los pacientes. Al lado de las inscripciones se veían gran cantidad de reliquias representando otros tantos milagros; partes del cuerpo milagrosamente curadas, brazos, piernas,
pechos, etc., etc. "En Roma ocurrió otro tanto. Los presentes consistían en estatuillas de bronce o en reproducciones en mármol o en tierra cocida, de las partes del cuerpo que habían soportado la enfermedad. Cuando tales objetos se habían acumulado hasta el punto de constituir un estorbo, se les colocaba en una cueva, en donde eran enterrados y cubiertos de hierba. Las tierras cocidas estaban en mayoría, y aunque la factura es grosera, resultan, sin embargo, interesantes, porque demuestran cuan comunes eran las nociones de anatomía humana entre los etruscos y los romanos. "El Dr. Sambon posee una colección de estas reliquias, que reproduce el British Medical Journal. Una es una estatuilla encontrada en el templo de la maternidad, que representa una mujer encinta o (I) "La fe que cura". La V'ie Medícate, noviembre 1899. :::::::::::::::::::::::::::::... atacada de un tumor uterino. Otra representa la parte superior del rostro, ojos, orejas, y una tercera, los intestinos con el útero. "En la Edad Media encontramos esta costumbre de las ofrendas, que ha venido hasta nosotros. En las iglesias italianas y en los templos españoles, los muros están tapizados por estos trofeos. "La gruta de Lourdes está ornada por centenares de muletas, y los muros de la basílica qus se eleva sobre la gruta están completamente revestidos de lápidas, que son otros tantos testimonios de promesas cumplidas por milagros realizados. "Hay que haber visto en Lourdes los trenes de cuarenta vagones sucederse y dejar en los andenes millares y millares de enfermos, para comprender la pasión de esperanza que sostiene a estos desgraciados, siempre los mismos a través de las edades y bajo todos los cielos: en la antigua Grecia, en la Roma pagana, bajo el mahometismo y bajo la Cruz. 'Para nosotros, médicos, no es cosa inexplicable la gran influencia que puede ejercer entre los pacientes atacados de enfermedades nerviosas, el aspecto fantástico de la gruta de Lourdes. Más de una vez se ha comprobado que las parálisis funcionales, las contracturas histéricas, las afonías nerviosas, ceden a la influencia de la autosugestión o de la sugestión. "El mismo Charcot no ha vacilado en aconsejar a sus enfermos la peregrinación a Lourdes". Hasta aquí lo escrito por Lulle. A mi me maravilla cada vez más esa inexplicable propiedad, virtud, fuerza, o como quiera llamársele, que el alma adquiere por medio de la fe, capaz de ejercer una influencia tal sobre el organismo, que modifica y cura enfermedades que han resistido a todos los más racionales o científicos tratamientos. Esta modalidad del alma, influenciada por la fe, es obra divina. Dios quiso que así fuese. Hoy por hoy, no tiene otra explicación posible, como no la tienen tampoco la sugestión ni la autosugestión. 2. No son solamente las fuentes y los ríos cercanos a los santuarios los que tienen fama de maravillosos ('). Hay otros muchos en Galicia a los que se les atribuyen virtudes especiales. Cerca de Santiago hay una fuente que tiene fama para curar las calenturas. 3. Cerca de Tuy se conserva, desde hace mucho tiempo, la costumbre de pretender curar algunos males extraños de los niños, arrojando al río su ropa en una cestilla con una vela encendida, creyendo que si, al arrastrarla las aguas, la luz no se apaga, curará el niño, y si se apaga, no sanará. Supongo que tendrán buen cuidado para hacer todo esto, en buscar una hora en que corra poco viento o ninguno; de otro modo saldrán siempre sin grandes esperanzas. 4. En otros puntos, hacen bañar a los niños con la camisa, después los desnudan y arrojan la camisa al agua. Si se sumerge inmediatamente, morirá el niño, y si no, vivirá. De modo que todo consiste en que al arrojar la camisa coja o no aire por debajo de los pliegues.
5. De la combinación del agua con los vegetales hay también más de un caso curioso. (I) San Isidoro, en el libro 14, Erhimologías, dice que conoció dos fuentes muy notables: una que hacía estériles a las mujeres que bebían de ella, y otra que preparaba el uso de su agua para la concepción y para el parto. El gran Padre de la Iglesia, San Agustín, habla en el libro 21 do Civitati Dei, de una fuente que tenía la maravillosa virtud de encender una hacha que se metiese apagada dentro del agua y de apagarla metiéndola encendida. Hoy sólo se conocen algunos cuerpos que tienen la propiedad de dar llama al tocar el agua; y en cuanto a apagar las cosas encendidas, eao lo hace el agua de estos tiempos, sin que lo tengamos a maravilla. Aristóteles habla de una fuente que había en ' Sicilia, término de los Paliseos, que tenía la siguiente maravillosa virtud: cuando hacía uno juramento para ser creído, lo escribían en una tablilla y la echaban en el agua de aquella fuente; y si el juramento era verdad, la tablilla flotaba, y si no era verdad, se hundía y el perjuro se quemaba y convertía en ceniza. (Aristóteles, libro de Mirab. auscul.). San Isidoro, en el libro 15 de las Ethimologlas, habla de una fuente en Cerdeña, que cuando se lavaba en ella un ladrón quedaba ciego; pero si no hiciera hurto, quedaba con los ojos más claros que antes. :::::::::::::::::::::::::::::... En la noche de San Juan, a las doce en punto, en muchas partes emplean el siguiente procedimiento para curar la sarna. Se desnudan, y después de colgar de un roble la ropa y de restregar bien el cuerpo contra el tronco del árbol, se sumergen nueve veces en el Miño, se ponen después otra ropa y abandonan en el árbol la que llevaban. En otras partes, duermen desnudos entre el centeno esa misma noche, para curar la sarna. 6. Para curar la tos ferina, llevan los niños muy temprano a ver correr el agua, o a ver cómo muele un molino. Esta preocupación puede ser dañosa, porque el frío de la mañana puede agravar el mal con un catarro, sin mejorar la enfermedad, que tiene un curso de dos meses o dos y medio, durante el que sólo se puede calmar la tos con medicinéis. V.— CULTO DE LOS ÁRBOLES Los árboles fueron, y aun son, objeto de supersticiones en muchas partes de Galicia. Ya hemos dicho que el roble fué dedicado a Júpiter, dios mitológico, algún día adorado como padre de los dioses y de los hombres. 1. Para curar las hernias de los niños, se hiende un roble joven, y los padrinos hacen pasar a la criatura por la hendidura, poniéndose el padrino de un lado y la madrina del otro. El roble ha de ser negral. Tres veces le da el niño el padrino a la madrina y otras tantas se lo devuelve ésta a aquél, repitiendo, estas palabras: Doucho quebrado, Dácamo sano. Después juntan las partes separadas del arbolito, lo atan cuidadosamente, y si llega a pegar, el niño cura, y si no, seguirá quebrado ('). 2. Para curar las malas posturas (tortícolis, lumbago, etc.), se recomienda pasar por entre dos robles que naciesen juntos y que se hubiesen separado después para volver a juntarse más arriba. 3. Las zarzas también sirven para algo más de lo que se cree. Cuando hay una úlcera o enferman las narices, se unta la parte afecta con grasa de cerdo sin sal y el pequeño residuo que queda en la mano o dedo con que se unta, se lleva a la espina de una zarza. Según allí se vaya consumiendo la manteca, irá curando el mal. 4. La sombra de los árboles también tiene virtud diferente. Dicen que la sombra del castaño y la del nogal es mala; la del roble, la del eucalipto y de otros árboles es buena. Ya se sabe lo que dicen de la sombra del manzanillo.
De ahí tal vez nació el refrán: "El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija". Y no es de extrañar esto de los árboles, cuando hasta las personas tienen buena o mala sombra. 5. Los frutos tienen también sus virtudes. Ya hemos visto los milagros que hace un grano de trigo para la vista, merced a ciertas oraciones y a la yerba da velida (pág. 89). Llevar una patata cruda en el bolsillo, preserva del reuma en algunos puntos. (I) Antes se prefería para esta superstición la mañana de San Juan. Hoy se hace en cualquier tiempo. ELs sabido que las quebraduras suelen curar espontáneamente cuando los niños no han cumplido aún tres años, teniendo algún cuidado en conservarlas recogidas. Por esta circunstancia, se atribuye al roble una virtud que sólo consiste en la naturaleza de los niños. :::::::::::::::::::::::::::::... Para no tener almorranas, consideran como cosa eficaz llevar en el bolsillo una castaña de Indias. 6. Según el P. Sarmiento, la causa de que abunde tanto el laurel en Galicia, es que los romanos eran muy apasionados de esta planta, porque estaba dedicada a Apolo, y por eso la creían propia para sus adivinaciones, ya porque sus emperadores se coronaban de laurel, ya porque vivían persuadidos de que donde había laurel no caían rayos. Por esto, y porque creían que el laurel emanaba efluvios calientes, los gallegos tenían esta planta siempre cerca de sus casas. 7. El cinamomo, llamado en Galicia árbol de Sant' Eutelo, es utilizado contra la rabia, dando en bebida a los enfermos, la corteza, las hojas o la flor. 8. Los ajos y las cebollas tienen, según el vulgo, eficacia contra la rabia. A las personas mordidas, se las encierra en una habitación en donde haya estos bulbos, para que comiéndolos, curen de la rabia-No deja de ser una preocupación supersticiosa. El ajo se usa contra los maleficios. VI.— CULTO DE LOS ANIMALES 1. Creen los aldeanos que el destruir un nido de golondrina (andunña) es pecado, y al que lo hace le sobrevendrá una desgracia en su casa. Por esta circunstancia, se considera la golondrina como ave sagrada, y sus nidos son respetados, aun cuando este pájaro es de los más dañinos para la agricultura, pues se alimenta, con preferencia, de abejas. En Padrón, se recita un romance acerca de la golondrina, apadrinada por la V^irgen, el cual dice que por llevarla . . .arriba da sua coroa, O Señor bendiga á ave que leva nosa Señora. 2. Si una vaca, u otro animal hembra, come la placenta que acaba de expulsar, se le quita la leche, y si la placenta o secundinas de una mujer la come algún animal, el niño sacaría sus cualidades. 3. Tragando un pelo de gato, produce la epilepsia, y si se toma algo que el gato hubiese probado, se adquiere alguna enfermedad de las llamadas gafentas, o el asma. 4. Los cuernos del ciervo volante (vacaloura), son muy estimados contra el mal de ojo. 5. El anillo de alicornio, que luce en el dedo anular de nuestras aldeanas, es muy apreciado por sus grandes virtudes. Este anillo es de plata, y tiene engarzado un trocito de unicornio o de asta de ciervo. Echando este anillo en el agua donde se ha de hacer la masa, creen que el pan leveda más pronto. Lavando con el agua donde se sumergiese este anillo algún tiempo, las mordeduras de serpiente u otro animal ponzoñoso, destruye la ponzoña y cura la herida. Revolviendo con la mano portadora del anillo de alicornio, el caldo que dan a los cerdos, creen que se evita que adquieran OS cachizos, enfermedades de la boca y que les haga daño el maleficio que algún individuo les hubiera echado en la comida. 6. En Fonsagrada, para curar a los perros del moquillo, les ponen un collar de vieiteiro (saúco). 7. Para curar el cáncer, ponen sobre la úlcera los polvos de la cabeza quemada de un perro rabioso.
:::::::::::::::::::::::::::::... 8. En varias partes de Galicia, para curar el dolor de costado, aplican sobre el punto una gallina negra, viva y abierta en canal. Las gallinas negras son, además, saludables para hacer el caldo a las puérperas. 9. En Castroverde, provincia de Lugo, creen que para hacer desaparecer el dolor del vientre, no hay cosa mejor que frotarle con la mano derecha que haya matado un topo. 10. Para curar la gota (reumatismo), es cosa eficaz las unturas con aceite de miñocas (lombrices de tierra), con unto de oso o con salmuera de anguila. 11. Para curar ta tina, se usa mucho caldo de ratón, y también el caldo de culebra, cocidos. 12. Para favorecer la expulsión de las secundinas, es cosa muy recomendada dar de beber a la parturienta el caldo de piel de culebra. I 3. Las arañas tienen también su virtud. Generalmente son consideradas como animales ponzoñosos, y son causa de horror, sobre todo para las mujeres. En Galicia, ía araña no es venenosa; pero como se alimenta de sustancias animales, generalmente descompuestas e infectadas, su picadura puede ser peligrosa, por el contagio que pueda aportar. La araña fué, sin embargo, considerada por los antiguos como purificadora del aire, haciendo de su tela un depósito para aprisionar los corpúsculos dañosos que por él pululan. Sin embargo, es todavía hoy procedimiento muy usado en nuestros aldeanos, cohibir las hemorragias acudiendo a la tela de araña, que allí son, por desgracia, demasiado abundantes. Para ello, superponen sobre la herida varias capas de telaraña, que cubren luego con trapos, favoreciendo así, con este sucio aposito, la coagulación de la sangre y la detención de la hemorragia. ∞∞∞ Es un mal procedimiento, que debe desterrarse, porque llevando la tela de araña tanta suciedad, pudiera ésta infectar la herida. Afortunadamente, Dios hizo que la sangre fuese desinfectante, para contrarrestar el daño que pudieran hacer muchas suciedades en contacto con las heridas; y la naturaleza tiene también maravillosos procedimientos de defensa, que pone en práctica en cuanto cesa la hemorragia. Pero así y todo, la limpieza es el mejor procedimiento para ayudar a la curación de las heridas, sean cuales fueren los medios empleados. Y lo mejor será, en cuanto uno sospeche de la picadura de una araña, el desinfectarla con agua jabonosa, y, si puede ser, con agua fenicada o sublimada, pues abandonada, puede inflamarse la herida y producir fiebre, vómitos y vértigos, y localmente erupciones varias y hasta procesos gangrenosos no porque la araña sea venenosa, sino por ser transmisora del virus que ha recogido en otras partes. VII.— VIRTUDES DE LA NOCHE DE SAN JUAN 1. La tradición refiere que en la mayor parte de las fuentes vivían los encantos y las hadas, vírgenes, doncellas, damas y lavandetras. En el artículo siguiente me ocuparé de esto. Ahora sólo quiero consignar que hay una época en el año en que salen estos fantasmas de la imaginación popular, a la orilla de las fuentes o a la superficie del agua. Ese día es el de los grandes acontecimientos, es a medianoche y al romper el alba, en la mañanita de San Juan. El que a las doce en punto de la noche, sin temor a los encantos que salen, se lave en la fuente, curará sus padecimientos; y la niña que al romper el día madrugue a coger la flor del agua, lleva en ella un tesoro de virtudes medicinales. :::::::::::::::::::::::::::::... También consideran eficaz contra el bocio beber después de las doce de la noche de San Juan, agua
de nueve fuentes. 2. La víspera de San Juan dejan al sereno, casi todas las familias gallegas, una vasija con agua en la que sumergen una porción de flores, rosas y yerbas aromáticas. A la mañana siguiente, se lavan todos en aquella agua, en medio de gran alegría, sobre todo de los niños, que esperan estas fiestas con gran ansiedad y las reciben con extremado regocijo. Dicha agua tiene virtudes especiales para las erupciones cutáneas y enfermedades de la vista. 3. Las muchachas, en llegando a pollitas, tienen también buen cuidado de poner al sereno, la víspera de San Juan, a las doce en punto de la noche, un vaso con agua, en el cual dejan caer la clara y la yema de un huevo. A la mañana siguiente observan con gran interés y atención la forma que ha tomado el contenido, porque es la de la herramienta o de algo que indica el oficio que ha de tener su futuro esposo. Así, si parece un barco, su novio será marino; si adquiere la forma de un martillo, será carpintero, etc. 4. En los puertos de mar, creen que los que se bañen a las doce en punto de la noche de San Juan y reciban nueve golpes de ola, curan de sus padecimientos o se preservan de enfermar. 5. En Silleda, la víspera de San Juan hacen, como en toda Galicia, unas fogatas; pero allí saltan las niñas, ya casaderas, por encima de la llama, diciendo: Salto por encima Del fuego de San Juan, Pra que non me morda Nin cobra nin can. Y el saltar sin tocar a la llama, da la esperanza de casarse en el año; pero la que tocó a la llama, cree que ya no podrá casarse en tan corto plazo. 6. La víspera de San Juan, en todos los lugares de Galicia encienden hogueras, por encima de las cuales saltan los muchachos. En algunos puntos, las hogueras se hacen muy tempranito y mezclan con la leña varias yerbas, que al quemarse producen mucho humo, porque fueron cogidas verdes el día anterior. Todo el ganado que hay en las cuadras del lugar lo sacan a tomar el orballo de San Juan y lo hacen pasar por cerca de las hogueras, para que vaya respirando aquel denso humo que producen, al cual atribuyen la propiedad de curar al ganado del muermo y de otras enfermedades. El notable escritor y laureado poeta D. Alfredo Bra-ñas, pinta de este modo la construcción de os lumes de San Juan (^): ¡Qué noite tan hermosa 1 Xa os rapaces Fixeron os montos diante das portas Con garabuUos, toxos e loureiros Pra escomenzal'a troula. Alcéndese a fogueira con faiscas Y-ó punto unha tremenda labarada Cinteleando chispas, salta e rube E triscando s'espalla. ¡Viva, vival. . . din todos á porfía Brincando por encima da fogTjeira Us detrás d'outros, sin cuidar qu*o lume Lies queimase ñas pernas. Pol-as cinzas d'o lume así dispostas Todol-os bois d'aquel lugar pasaron, Pois ó pasar curábanse n'un verbo, S'estaban embruxados. (1) Alfredo Brañas: A vispora de San Xoan, composición premiada en el certamen de Pontevedra de 9 de agosto de 1886. O Tío Marcos da Pórtela, núm. 221. :::::::::::::::::::::::::::::... Bien quisiera copiar aquí toda esta hermosa composición, que no tiene desperdicio; pero es demasiado larga para las proporciones de este trabajo; sin embargo, no puedo prescindir de transcribir los primeros ver'sos de su párrafo 5'', titulado LEMBRANZAS ! ¿Quén pode esquencer de vello Os seus tempos de rapas? ¿Quén pode esquencer a noite, A noitiña de San Xuan, C'o seu séquito de bruxas. Fogueiras, baños de mar, Augas de rosas, parrandas, Troulas, bailes y aínda mais? ¡Si hasta vello, como somos, Ós fogos irnos brincar! No se puede dar resumen más acabado de la fiesta de San Juan en Galicia. 6. Durante la noche de San Juan, cuelgan de ventanas y balcones toda la ropa que pueden, para que se empape en el beneficioso orballo (^) de aquel día, que mata la polilla y destruye todo maleficio.
7. Cuando un árbol es atacado de las hormigas, se recomienda que la mañanita de San Juan, antes de salir el sol, se rodee el tronco con una cuerda de paja. Luego, las hormigas llegan a la paja y se vuelven, si el remedio es efectivo. Es muy general esta práctica entre los labradores; pero yo repetí la experiencia sin resultado. ( I) Llaman orballo de San Juan al rocío que cae durante la noche aquélla, que, como puede suponer el lector, es igual exactamente y de la misma virtud que el rocío de las demás noches de dicha estación. VIII.— LAS HADAS Y LOS ENCANTOS 1. Todavía se cree en las hadas que habitan en las fuentes, en los ríos y en los bosques, y en los encantos que se ocultan en los castros y en las ruinas de antiguos edificios, guardando ricos tesoros. • Las hadas son vírgenes, doncellas y damas. En las hadas vírgenes ha visto el pueblo la bondad y la generosidad; en las doncellas, la juventud y el amor; en las dcimas, el poder, la justicia y la sabiduría; en las viejas sólo ha visto la ruindad, el egoísmo y los achaques propios del tiempo y siempre personificó la vejez en las brujas. La virginidad tiene para el aldeano virtud especial. Así usa la cera virgen, el jabón virgen, la sangre y el excremento de animales vírgenes, etc., para curar sus enfermedades. Las damas son más poderosas que las hadas jóvenes y se hacen obedecer de los encantos y de las brajas. He aquí cómo la tradición popular describe las hadas: A fada fadiña. Coa 8ua vaquiña Pasa a maná Aniña qu' aliña, Nos seus cabeliños Louros, louriños, Como ouro enxebre. So os penediños, Coma o esprego, Coma o ourego. Coma o incensó. Rescende de louxe. E o alentó que leva o vento Da carballeira, fólgase o paito. El hilo que hilan tiene poder mágico. :::::::::::::::::::::::::::::... Pondal es el poeta gallego que más cita las hadas (^). O abrigo de vento circio Sentada ó pé dos valados Qu* hay nos Casas de Nemiña, Os cábelos pieitando, C un lindo pieite d' ouro, Que deslumhraba ó míralo, Cantaba a fada Rouriz Cousas do tempo pasado. Junto a las ruinas de Casas de Nemiña, se peinaba con un peine de oro, el hada Rouriz, recordando los nombres de los amigos de Pondal o de escritores del país ya fallecidos. Más adelante refiere cuando Mouco obligó al hada Mor-peguite a contar quién reposa desde la antigüedad en Arca d'Ogas. En otro hermoso romance, cuenta también del hada Bailar que tenía alas y llevaba sandalias en sus niveos pies y que solía vivir entre las uces en las brañas de Armear. No puedo resistir la tentación de entresacar algunos versos de otra de sus bellas composiciones: Fada garrida, de leves alas. Que leda voas no doce abril; Rompendo a brétoma, con lindas galas. Desconocida presta e gentil. Oin mil veces na miña infancia Nos patrios montes da verde Erín; Sentin tua enxebre doce fragancea Cando pasabas por xunto min. Virgen dos celtas d' amigos astros, Dos nobres celtas fortes e bós; Quezais habitas nos verdes castros, Genio dos nosos grandes abós. (I) Eduardo Pondal: Queixumes dos pinos. ∞∞∞ La frase popular gallega, refiriéndose a un niño: Dios te críe pva boas fadas, y la que se refiere al que es desgraciado en sus empresas, Algunha mala fada o viu, significan que las hadas no todas son buenas, sino que las hay malas también. Cerca de Francos, a dos leguas de Lugo, hay dos peñas que separan un camino: una está llena de oro y otra de alquitrán; los paisanos no se atreven a partir ninguna de ellas, porque si se parte la de alquitrán,
creen que se incendia el país. Creen que están encantadas. 2. Así como en los bosques, por cerca de los cementerios y de las iglesias se encuentran el canouro, la pantasma y la estadca o compaña, en los castros todavía subsisten los encantos de los mouros, las lumias y los negrumantes. Varios castros hay en la provincia de Lugo, de los cuales nuestros abuelos nos contaban que oyeran a sus padres decir que junto a la fuente cercana había una bóveda por donde se metían los niños y los cerdos, y que iba dar hasta el castro; los niños volvían luego llenos de miedo; pero los cerdos tardaban a veces mucho tiempo, hasta ocho días, y traían en las uñas de los pies restos del maíz y alpiste que había dentro. Cuentan, además, que todos los días se veía en los alrededores de la boca de la cueva a una joven hilando y cuidando de una manada de gallinas O). (I) He oído muchas veces esta leyenda de niño, refiriéndola al castro de Santa Cristina, situado a menos de dos kilómetros de la aldea natal de mi ma