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Quechua; Spanish Pages [74] Year 1989
EL QUICHUA SANTIAGUEÑO EN LA LINGUISTICA REGIONAL
DOMINGO A. BRAVO (*)
(*) Director y profesor del curso de lingüística regional de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Santiago del Estero. Director del Instituto de Lingüística, Folklore y Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras en Santiago del Estero.
Es propiedad del autor. Queda h echo el depósito que previene la Ley 11.723
Impreso en la Argentina. Editorial EL LIBERAL. Santiago del Estero, República Argentina 1989
DEDICATORIA A mis alumnos que con su estudio le dan dimensión de futuro a esta lengua; a mis colegas, los docentes que al ejercer su enseñanza le dan al quichua jerarquía de materia digna de ser llevada al aula; a mis amigos escritores y periodistas que no rechazan incluir quichuismos en sus textos castellanos y, finalmente a mis comprovincianos los hablantes quichuas de mi tierra nativa, que superando seculares vicisitudes han mantenido viva la integridad de este impagable documento de la soberanía prehispánica de América, base esencial para el rechazo de todo colonialismo, sobre el hondo raigal de un sentimiento indolatinoamericano. A todos ellos, un cordial abrazo del autor. D.A.B. San Carlos 176 - La Banda (4300) Santiago del Estero, Rep. Argentina Teléf. 27-1957
PRESENTACION
Rescatamos estos artículos aparecidos en distintas oportunidades, a nivel de investigación, y como los mismos están comprendidos en nuestro programa de Lingüística Regional Quichuacastellano de la Fac. de Humanidades de la Univ. Nac. de Sgo. del Estero (UNSE), los publ icamos con fines didácticos, especialmente, para incorporarlos a nuestra bibliografía de consulta en lo atinente al origen, difusión y consolidación del quichua en el ámbito santiagueño, donde esta lengua es fuerte todavía. Entrado el binomio castellano-quichua a la región que es hoy Sgo. del Estero con la misma expedición bilingüe de Diego de Rojas, 1543, en la que 250 españoles trajeron un numeroso contingente de yanaconas (hablantes quichuas del Perú en calidad de “indios amigos”), que acompañaban a los conquistadores, contingentes éstos que fueron acrecentándose con nuevos aportes en tiempos de la conquista y la colonia, razón por la que la población de habla quichua, bien pronto, fue dominante en la región. Tanto fue así que el obispo Maldonado, en 1635, alarmado por ello pidió, en carta al Rey, que prohibiese el quichua porque “hasta los españoles lo hablaban olvidando la propia”. Pero el rey Felipe II para evitar un enfrentamiento con el Vaticano, que la prohijaba como vehículo de evangelización, prefirió dejar las cosas como estaban. Sólo más de un siglo después, el rey Carlos III, en 1770, la prohibió con drásticas medidas, pero el quichua, en más de dos siglos de vigencia, gozando del respaldo del Vaticano y la corona, ya había arraigado profundamente en Sgo. del Estero, metrópoli teocrática del Tucumán y como tal centro conductor de la tesonera campaña catequística en la región. La existencia del quichua en nuestra provincia tiene causas más profundas que las instituidas por la lógica, las que son explicadas con meridiana claridad por el eminente lingüista, Dr. Marcos A. Morínigo quien expresa: “No es creíble -dice Boman, máxima autoridad en la historia de noroeste argentino- que los encomenderos tratasen de imponer a los indios del Tucumán el quichua y no el
español. La autoridad de Boman, mejor dicho su lógica, prevaleció sobre lo que dicen los documentos” (Cf. 1 -p-81). Es la tesis sostenida por nosotros desde 1953, en nuestro libro “El Quichua Santiagueño, Reducto Idiomático Argentino”, obra premiada y publicada por la Univ. Nac. de Tucumán, en 1956, la que a medida que vamos avanzando en el conocimiento de la materia vamos reafirmando esta conclusión. (Cf. 2,p-33 ss.) La existencia del quichua en nuestra provincia tiene una causa más lejana aún, viene desde el gran cisma protestante de Lutero que dividió en dos la grey del Vaticano, llevándose el mundo sajón del norte de Europa en tanto quedó para el Vaticano el sur de Europa y América Latina o, mejor aún, Indolatinoamérica a la que había que conquistar para resarcirse de la grey perdida. Entonces el Vaticano convocó el Concilio Ecuménico de Trento (Italia) el que duró 18 años (1545-1563) y que resolvió catequizar al indígena de América en lengua de naturales para que olvidando lengua y dioses propios abrazacen la fe católica. Para ello se adoptaron 4 lenguas generales: para Méjico, el náhualt; para Bolivia el aimara; para el Paraguay el guaraní y para el Perú y sus dependencias, el quichua (Cf. 3, p.11ss.). Respondiendo a este perentorio mandato los concilios de Lima, y en modo especial el último, 1583, al que asistió el obispo de Sgo. del Estero, Fr. Francisco de Victoria, y firmó las actas dispuso evangelizar en quichua al indígena “bajo pena de excomunión” si no lo hacía. (Cf. 4-p.3 ss.). Tenemos en nuestro material didáctico, un ejemplar del catecismo del 3er. Concilio de Lima (1583), publicado por el P. Miguel Angel Mossi, 1889, que lo utilizamos con fines lingüísticos para estudiar la evolución del idioma en sus cuatro siglos de vigencia desde entonces hasta nuestros días. BIBLIOGRAFÍA 1. 2. 3. 4.
“Programa de Filología Hispánica”, Marcos A. Morínigo, Edit. Nova, Bs. As., 1958. “El Quichua Santiagueño, Reducto Idiomático Argentino”, Domingo A. Bravo, publ. de la Univ. Nac. de Tucumán, Tucumán, 1956. “Estado Actual del Quichua Santiagueño”, Domingo A. Bravo, publ. de la Univ. Nac. de Tucumán, 1965, Tucumán. “Monumento de la Antigüedad y Perfección del Idioma del Perú”, Presb. Miguel Angel Mossi, Impr. “La Minerva”, 1889, Córdoba.
DOMINGO A. BRAVO
EL QUICHUA SANTIAGUEÑO Trabajo aprobado y recomendada su publicación por el Congreso Interamericano de Lingüística, Filología y Enseñanza de Idiomas, reunidos en Montevideo del 4 al 13 de enero de 1966.
Separata de la Revista de la Universidad Nacional de Córdoba. 2ª serie - Año X - Nº 5 - Noviembre-Diciembre 1969
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA DIRECCIÓN GENERAL DE PUBLICACIONES CÓRDOBA (R.A.) 1971
EL QUICHUA SANTIAGUEÑO
Lejano Desprendimiento del “Runasimi” (*)
D
OMINANDO el Perú la conquista española se lanzó al sud orientada en dos direcciones: una por el Camino del Inca que se extendía del Cuzco al Maule, en el sur de Chile, y la otra que dejando de lado la ruta imperial en Chicoana y dominando el Aconquija bajó a la llanura oriental de la montaña, región “que Guaynacava (Huaina Cápac) señor natural de estos Reynos (Perú) no pudo sojuzgar” 1 según testimonio de Pedro González de Prado, cronista de la “Primera Entrada” (1543). La expedición había partido del Cuzco, capital idomática del imperio, compuesta de 250 españoles 2 y numerosa comitiva formada principalmente de yanaconas (personal de servicio ,, indios “quichuistas”) cuyo número no registra la historia pero que debió ser numerosa según práctica de los españoles en sus campañas: Almagro partió a la conquista de Chile (1535) con “500 españoles y cerca de 20.000 indios auxiliares” 4 y Pizarro-Orellana al Amazonas con 350 españoles y 4.000 indios de servicio 3. 1
Roberto Levillier: Probanzas de Métodos y Servicios de los Conquistadores, T. I., Ed. Madrid, 1919. 2 C. Navarro Lamarca: Apuntes de Historia Americana, p. 139, Ed. Angel Estrada, Bs. As. 3 C. Navarro Lamarca: ob. cit., p. 157. 4 Alfredo Gargaro: Diego de Rojas y la Primera Entrada Española al Tucumán, Rev. de la J. de Estudios Hist. de Sgo. del Estero, p. 6, Año 1, Nº 1, 1943. ,
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En la falda oriental del Aconquija encontraron los expedicionarios un jefe en litera, a la usanza incaica, llamado Canamico, que parecía entender el quichua. De ahí en adelante hasta el río Paraná y de regreso de éste por el mismo camino hasta el Santiago actual donde abandonando la costa del Dulce la expedición pasó al río Salado que lo recorrió a todo lo largo de lo que es hoy una zona fuerte del quichua santiagueño, los expedicionarios no encontraron un “quichuista”. Recién cuando llegaron en el país de los indios nunies (lules) en territorio que sería hoy la provincia de Salta “encontraron indios que entendían el quichua” “de que los yanaconas y negros se regocijaron”; y ellos les dijeron que siguiendo adelante se pasaba las montañas y daba en “el real camino de los Ingas” 5. Sucesivas expediciones bilingües vinieron luego a la comarca hasta sentar plaza definitiva en lo que es hoy Santiago del Estero. En el castro español convivieron españoles e indios. Aquellos necesitaban entenderse con sus servidores y éstos con su jefes en el quehacer cotidiano que es el taller donde se fragua el habla de un pueblo. Los españoles eran pocos, sus servidores eran muchos. De este modo el quichua fue, bien pronto, la lengua dominante en la nueva sociedad que surgía. Se lo hablaba en el hogar, en el trabajo, entre los soldados y en el púlpito pues de acuerdo a la política de la Corona de España en concordancia con el Vaticano, los concilios de Lima, como repercusión en América del Concilio de Trento, habían impuesto “bajo pena de excomunión” que se catequizara en lengua quichua a los naturales del Tucumán, extensa comarca de la que Santiago del Estero fue su capital. 5
M. Lizondo Borda: Descubrimiento del Tucumán, p. 67, Ed. 1943, Tucumán.
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De esta manera, durante la conquista, expediciones bilingües salieron desde la capital, erigida en “madre de ciudades” en todas direcciones a fundar pueblos, los que andando el tiempo, las empalizadas primitivas, habrían de ser las capitales de hoy: Tucumán, Córdoba, Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja. De esta región ha dicho Roberto Levillier: “La historia del Tucumán en el siglo XVI es en realidad la Historia Argentina” 6. Y esos núcleos primitivos bilingües fueron dilatándose en la comarca hasta dominarlo todo en tanto las lenguas aborígenes de la región: cacana, sanavirona, comechingona, lule, tonocoté, indamás... que no entraban en el proceso lingüístico de la convivencia quichua-castellana, puesto que sus hablantes, en guerra contra el invasor, quedaban fuera del ámbito del bilingüismo oficial y por lo tanto condenadas a desaparecer. Difusión del Binomio Castellano-quichua Este proceso se cumplió en un espacio de más de dos siglos, 1543 (fecha de entrada) - 1780 (fecha de la prohibición del uso del quichua en el Tucumán). Esa secular convivencia, como es lógico, produjo la interpenetración de ambas lenguas y ambas, a su vez, la influencia del medio geográfico-social donde surgió un nuevo tipo de humano que hablaba quichua sin ser peruano ni conocer el Perú como también hablaba castellano sin ser español ni conocer España. Esa nueva modalidad, del hablante en su medio, vino, proyectándose en el tiempo, a darnos el quichua santiagueño actual más distinto del cuzqueño que el habla de “Martín Fierro” con respecto al castellano de la Real Academia por 6
Roberto Levillier: Gobernación del Tucumán - Papeles de Gobernadores en el siglo XVI, p. IX, Madrid, 1920.
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un lado y el castellano de Santiago del Estero por el otro. Ambos han tomado de las lenguas comarcanas desaparecidas, voces extrañas no clasificadas definitivamente todavía y que las encontramos: a) En la toponimia: Inquiliguala, Anjulí, Talayuén, Tolojna, etc. b) En la antroponimia: Quilumpe, Tintín, Chananba, Sologo, etc. c) En la zoonimia: hualu, yolo, huilla, huipu, etc. d) En la fitonimia: quimil, quilín, ucli, simbol, huacla, etc. Radicación del quichua en Santiago del Estero En otros casos, ya en el proceso morfológico de la adaptación crearon voces mixtas para expresar las nuevas ideas despertadas por seres y cosas del nuevo medio y aparecieron entonces las voces compuestas en todas las instancias de la hibridación. Este proceso de adaptación, lenta evolución hacia una nueva fisonomía del habla, se cumple en el tiempo para dar como resultado mediante el quichua santiagueño, lejano desprendimiento del ‘runasimi 7 , lengua imperial del Tahuantinsuyu 8. Dichas modificaciones a las formas primitivas, en el complejo mecanismo del habla, podemos agruparlas en los puntos siguientes: 7
Voz compuesta de runa (hombre) y simi (palabra, lenguaje): la palabra del hombre; éste fue el nombre oficial, prehispánico, del idioma del imperio incaico. 8 Nombre prehispánico del Imperio de los Incas, compuesto de Tahua (cuatro) y suyu (comarca, región, estado) unidos con la partícula posesiva n (su de él o ella): El Imperio con sus cuatro estados unidos, lo que diríamos hoy: Estados Unidos del Imperio Inca.
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Voces
I - cast. - q.: II - q. - cast.: Sintaxis quichua
III - cast.
:
I - cast. - q.:
II - q. - cast.: Sintaxis castellana III - quichua:
loro huasi (casa del loro), trigu locro (locro de trigo), potro huatana (atadero del potro), etc. shishi loma (loma de la hormiga, hormiguero), orcko quebracho (quebracho del cerro), caspi cuchara (cuchara de palo), etc. cabra corral (corral de cabras), Blanca Pozo (pozo de la Blanca), vaca grasa (grasa de vaca), etc. pozo sumi (pozo hondo), hilu puca (hilo colorado), melón ásnaj (melón perfumado, sp.), etc. Huayco Hondo (bajío hondo), Pampa Verde (campo verde), quirquinchu bola (armadillo redondo), etc. Pampa Suni (campo largo), ashpa súmaj (tierra linda), Yacu Yúraj (agua blanca), etc.
MORFOLOGIA b) I - Sufijo cast. sobre radical q. :
II - Sufijo q. sobre radical cast. :
III - Parasíntesis: cast.- q. cast. :
chujchar (tirar de los cabellos), mancharidor (asustadizo), ckarincharse (montar a horcajadas), etc. tartanchu (tartamudo), lomushu (lomudo), dánzaj (danzante, danzarín), etc. achujcharse (contraer chucho, paludismo), enchampar (obstruir con champa un cause), apampar (cubrirse de confusión), etc.
FONÉTICA c) Sustitución de fonemas: I - Q. cuzq. s x sh (q. sgño.) :
II - Q. cuzq. s x n (q. sgño.) : III - Q. cuzq. t x d (q. sgño.) :
sojta > shojta (seis), íscay > íschcay (dos), pisi > pishi (poco, faltado), uspha > ushpa (ceniza), piska > pishcka (cinco), etc. pistuy > píntuy (envolver). cúntur > cóndor (cóndor).
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IV - Q. cuzq. -ncu x-ngu (q. sgño.) : V - Q. cuzq. h x
g (q. sgño.) :
VI - Q. cuzq. n x
m (q. sgño.) :
VII - Q. cuzq. p x b (q. sgño.) : VIII - Q. cuzq. u x
o (q. sgño.) :
IX - Q. cuzq. i x e (q. sgño.) : X - Q. cuzq. hu x v (q. sgño.) :
XI - Q. cuzq. h x s (q. sgño.) : XII - Q. cuzq. c,q x j (q. sgño.) :
XIII - Q. cuzq. r x n (q. sgño.) : XIV - Q. cuzq. r x l (q. sgño.) :
XV - Q. cuzq. l,ll x sh,ll,ch (q. sgño.):
XVI - Q. cuzq. cch,ch’; k’,kk;pp,p’;qq,
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uturuncu > uturungu (tigre), puruncu > purungu (porongo). huancu > guanaco (guanacu), lachihuana > lachiguana (lachiguana, colmena aérea), huasu > guaso (incivil, grosero), etc. panpa > pampa (campo abierto), kan > ckam (tú), sinpa > simpa, sinpa > simba (trenza), etc. panpa > bamba (tapado, miel, subterránea), tampu > tambo (posta), sinpa > simba (trenza), etc. sunko > soncko (corazón), lluque > llocke (izquierdo), nuqa > nocke (yo), urgo > orcko (cerro), etc. chiqa > checka (derecho), singa > sencka (nariz), siray > séray (coser), etc. huicuña > vicuña (vicuña), huira huira > vira vira (una hierba medicinal), huincha > vincha (cinta para sostener el cabello), etc. huc > suc (uno, otro). amoc, amoq > ámoj (que viene, viniente), rántec, ránteq > rántej (que compra, comprador), chukcha > chujcha (cabello), etc. rinri > nigri (oreja). rocro > locro (plato de la cocina popular), ráuray > láuray (arder), ruru > luru, luro, loro (fruta, arcaísmo, aplícase solamente en el n. del cacto quishcaloro (fruta de la espina), etc. (la ll del q. cuzq. suena como la ll cast. y la ll sgña. como la y porteña o j inglesa): algo, allgo > ashcko, allcko (perro), alpa allpa > ashpa, allpa, achpa (tierra), colque, collque > ckoshcke, ckollcke, ckochcke (plata), etc. q’;tt,t’, todas las sordas glotales explosivas han desaparecido de la fonética q. sgña. y suenan como en castellano a excepción de la ck que es glotal explosiva, sorda, oclusiva.
ch: chaqui (pie), chusi (frazada), áchiy (estornudar), etc. qu: quipu (nudo), útquiy (hundir), quilla (luna), etc. p: pucu (plato), api (mazamorra), póckoy pacha (verano, tiempo de la madurez), etc. t: tanta (pan), tica (adobe), tuta (noche), etc. ck: ckasa (helada), ckosa (esposo), ckellu (amarillo), etc. XVII - Q. cuzq. h x - (la h aspirada, “laríngea sonante”, del q. cuzq., ha desaparecido completamente del q. sgño.: hanpi > ampi (medicamento), hámuy > ámuy (venir), hucha > ucha (culpa), etc. XVIII - Q. cuzq. kh, ph, qh, th x - (Todas las sordas aspiradas compuestas de consonante seguida de h (signo de aspiración) han desaparecido completamente del q. sgño. y suenan como en castel.: khipu > quipu (nudo), khuyay > cúyay (compadecer), phuyu > puyu (nube), thoqay > tóckay (salivar). XIX - Q. cuzq. hu, w x - (La hu, w intervocálica, ha desaparecido del q. sgño.): tahua, tawa > taa (cuatro), yahuar, yawar > yáar (sangre), alma y awar > áay (tejer), etc.
XX - Q. cuzq. Verbos de conjugación regular en todos sus tiempos y modos. Q. sgño. Verbos de conjugación irregular los terminados en iy y uy donde cambian la i por e y la u por la o en el pasado y el futuro del modo indicativo y en participio activo, respectivamente: i x e, verbo llójsiy (salir): Llojserani, llojseranqui, llojserancu (Salí, saliste, salieron), Llojsencka, llojsenckancu (Saldrá, saldrán), llójsej (saliente), etc. u x o, verbo púñuy (dormir): Puñorani, puñoranqui, puñorancu (Dormí, dormiste, durmió), Puñoncka, puñonckancu (dormirá, dormirán), púñoj (durmiente), etc. Q. cuzq. rpa, rka x ra (q.sgño) El q.sgño. suprime la q, k en todos los tiempos del pasado: Munarkani > munarani, munarkanqui > munaranqui, (Amé, amaste), Puñurkani > puñorani (Dormí), etc. 9 9
Domingo A. Bravo: El Quichua Santiagueño, Reducto Idiomático, Argentino, p. 153, ss., Publ. Nac. de Tuc., 1956, Tucumán.
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Lengua Bisilábica La quichua es lengua eminentemente bisilábica. Fuera de los afijos y partículas de composición, como es lógico, son muy escasas las palabras monosílabas: ’riy (ir), niy (decir), cay (ser), ckoy (dar), ñan (camino), etc. Las palabras trisílabas son el resultado de la sufijación de alguna partícula agregada al vocablo o a la raíz del vocablo base: quirquinchu (un armadillo; voz compuesta de quirqui, empecinado, y -nchu, que tiene el defecto que dice la palabra); quirúyoj (quiru, diente, -yoj, que tiene lo que dice la raíz de la palabra); amuni (vengo, compuesto de amu, raíz del v. ámuy (venir) y -ni, desinencia verbal de primera persona del singular), etc. Es tan fuerte el bilingüismo quichua que reduce a esta condición nombres de persona en el rico venero de sus hipocorísticos reduciéndolos además al sabroso regionalismo de su fonética en los que se nos presentan los casos sig.: I-
II III IV VVI VII -
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s,c,x,z x sh,ch (Q.sgño.) : Solano > Shula, Santiago > Shanti, Jacinto > Jashi, Cecilio > Shishi, Chechi; Marcelino/na > Mashi, Machi; Maximiliano > Mashi, Machi; Mercedes > Michi; Atanasio > Atacho; Zacarías > Shaca, etc.; a los que podríamos agregar los hipocorísticos cast.: Isabel > Chabela, Mercedes > Mecha, Rosario > Charo, Celia > Chela, etc. R (cast.) x ll (Q. sgño.) : Ruperto > Llupi, Ramón > Llamu, Roberto > Llubi. O (cast.) x U (Q. sgño.) : Oscar > Ushca, Osvaldo > Ushva, Sinforoso/sa > Shinfu, etc. R (cast.) x l (Q. sgño.) : Lorenzo/za > Luli, Lula; Genuario > Lalo, Teresa > Tele, etc. e (cast.) x i (Q. sgño.) : Sebastián > Shiba, Liberato/ta > Libi, Anselmo/ma > Anshi, etc. n (cast.) x ñ (Q. sgño.) : Bonifacio/cia > Buñi, Ignacio > Iñica, Manuel/la > Mañu, Mañucu, etc. e (cast.) x - (Q. sgño.) : (Desaparece dominada por la u quichua): Eusebio > Ushi; Eustaquio > Ushta, Eleuterio > Ilu, etc.
Quichuización de Voces Castellanas Cabe agregar al caso resaltante de los hipocorísticos otros aspectos de asimilación de voces castellanas por el quichua: a) - r (desinencia verbal cast.) x v (q.): Danzar > dánzaj y, deber > déey, pagar > pagáray, etc. con sus respectivos derivados en el paradigma de la conjugación. b) - v (cast.) x u (q.) : servir > síruiy, tolva > Tulúa. c) - o (cast.) x u (q.) : caballo > caballu, burro > burru, estribo > estribu, etc. Obs.: Cabe anotar que en muchos casos el cambio de la o cast. por la u q. y aún el de la e por la i puede tener dos procedencias: la quechua cuzqueña y los dialectos españoles: asturiano, leonés o gallego 10 .
Estado Lingüístico actual del Quichua Santiagueño Además de la preponderante influencia del castellano en el quichua otras voces provenientes de lenguas regionales y extranjeras, americanas o europeas, se han incorporado a la lengua ya como préstamos lingüísticos o asimilados como raíces o desinencias de vocablos. Este estado lexicográfico actual efectuada la compulsa que hemos llevado a cabo en material recogido directamente de nuestros hablantes, en cinta fonomagnética, en 20 relatos de temas diversos en una extensión de 4.244 voces, nos da el estado de pureza idiomática del q. sgño. en la proporción siguiente: a, b, c, de, f,
2.740 voces q. puras ............................................................................ 762 ” ” en hibridación con cast. y otras lenguas ..................... 728 ” cast. puras ....................................................................... 14 ” extrañas al binomio cast.-q. ............................................
64,56% 17,96% 17,15% 0,32%
Total
4.244
100,00%
”
..........................................................................................
10
David Lagmanovich: Sobre el Español de Santiago del Estero, p. 65, Rev. Humanitas, Año III, Nº 8, 1957, Tucumán.
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Y resumiendo en grupos lingüísticos tenemos: a, b, c, d- 3.502 voces q. puras y quichuizadas ................................................. e, 728 ” castellanas puras ............................................................. f, 14 ” extrañas a ambas lenguas ............................................... Total
4.244
”
..........................................................................................
64,56% 17,15% 0,32% 100,00%
Caracteres Culturales del “Quichuista” Santiagueño Desde 1953 venimos sosteniendo que el quechua cuzqueño, lengua originaria del quichua santiagueño actual, entró, a lo que es hoy Santiago del Estero, con la conquista española y se afianzó con la sostenida acción de los catequizadores cristianos que la impusieron en un largo proceso de tres siglos en la acción mancomunada del Vaticano y la Corona de España. En nuestra larga búsqueda de 1935 hasta el presente, 1966, los antecedentes y elementos de juicio encontrados, nos permiten refirmar nuestra tesis de 1953, en un largo estudio premiado por la Universidad Nacional de Tucumán en el certamen literario correspondiente a 1963, obra que bajo el título de “Estado actual del quichua santiagueño, 1961-1963” está actualmente en prensa, en edición oficial de dicha casa de estudios. La tesis que aquí sostenemos se apoya en la opinión de eruditos lingüistas que han estudiado la materia como el Prof. Clemente Hernando Balmori, entre otros, quien en un denso trabajo sobre el quichua santiagueño, afirma: “Concretamente para los llanos de Tucumán todos los datos nos inducen a pensar que en ellos no había penetrado directamente la influencia ni por lo tanto la lengua de los incas” 11. Los fundamentos de nuestra posición pueden sintetizarse en los apartados siguientes: 11
Clemente Hernando Balmori: El Quichua Santiagueño, Sep. del II T. de Actas del XXXIII Congreso Internacional de Americanistas, p. 586 V.v., San José de Costa Rica, 1958.
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a) En la cultura del “quichuista” santiagueño están ausentes, en general, los elementos de la cultura incaica y sólo conservan de ésta el idioma, bastante penetrado de castellano. b) En lo religioso es católico, producto de la sostenida acción de los catequizadores cristianos. Están ausentes los dioses del incario: Pachacútec, Wiracocha y Khon. La Pachamama no rebasa los valles calchaquíes. En Santiago del Estero no hay una sola apacheta. Ni el sol ni la luna son conocidos como dioses, sólo son importantes astros del día y de la noche. Tampoco hay animales sagrados: el cóndor es, simplemente, una rapaz que hace daño en el ganado y el picaflor es un “animalito de Dios” que anuncia visita agradable. El cacuy y el crespín tienen sus leyendas pero no son dioses. Estos, que debieron haber existido en el ámbito regional han desaparecido como divinidades. Sólo nos quedan algunas noticias de su existencia prehispánica, tales como el Cacánchic, probablemente dios del mal, 12 y la divinidad antropoornito-ofídica de la arqueología santiagueña 13. El fuerte paganismo regional ha creado dioses locales tales como: el sacháyoj (protector de la selva), el pampáyoj (protector del campo), el ‘runa uturungu (hombre-tigre), el toro súpay (toro diablo), familiar; y otros menores. Por lo demás abriga creencias y supersticiones comunes al ambiente popular hispanoamericano. c) En lo político nada se sabe del Inca, de las ñustas ni de los curacas. d) La poesía quichua santiagueña es el coplero español, casi siempre picaresco y amatorio, en la que no se canta a la mujer con 12
Jorge von Haunschild: Ensayo Sobre la Clasificación de la Documentación Arqueológica de Santiago del Estero, p. 29 s.v., publ. Univ. Nac. de Córdoba, 1949. 13 Emilio R. y Duncan L. Wagner: La Civilización Chaco-Santiagueña, p. XXXII.
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el sentimiento de la cultura incaica. Son poesías totalmente distintas. Nuestra confrontación se ha realizado sobre material abundante. De 426 composiciones 380 son coplas, 40 composiciones diversas y 6 religiosas que son, prácticamente, oraciones católicas rimadas 14. d) Los instrumentos típicos de la música popular santiagueña son hispanos: guitarra, arpa, violín, bombo. La quena no se emplea, ni sabemos que se empleó alguna vez, como instrumento de música popular, como tampoco tinyas ni sicuris. e) Antropológicamente el santiagueño es el tipo humano criollo colonial. En su territorio no hay un solo núcleo indígena en estado, aunque más no fuera, la relativa pureza étnica. Los grupos indígenas santiagueño pertenecen ya a la historia, terminaron dispersándose con las últimas reducciones en el siglo XVIII, como consecuencia de la expulsión de los jesuitas, 1767 15. f) La arqueología, que se extiende en el tiempo más allá de la Historia, también es negativa a la instalación de los incas en Santiago del Estero 16. g) El peruano es hombre de montaña. Jamás bajó a la llanura y cuando quiso hacerlo fracasó en el intento como ocurrió con la conquista del Anti, en tierra de opataries, chunchos y mojos. Analizando estas frustradas campañas incaicas dice Levillier: “Bien notará el lector por sus descripciones, que los incas, serranos, jamás pudieron establecerse ni siquiera permanecer mucho tiempo en climas tan húmedos y calientes” 17. Para nuestras llanuras boscosas el testimonio de González de Prado, el cronista 14
Domingo A. Bravo: Cancionero Quichua Santigueño, p. 19 ss., publ. Univ. Nac. de Tucumán, 1956, Tucumán. 15 Orestes Di Lullo: Reducciones y Fortines, cf. p. 15 ss., Sgo. del Estero, 1949. 16 Wagner y von Hauenschild: cf. obras citadas. 17 Roberto Levillier: Historia Indica de P. Sarmiento de Gamboa, p. CLXV, Ed. Espasa-Calpe, Bs. As., 1942.
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de la “Primera Entrada”, es terminante 18. Nosotros mismos, que hemos pasado y repasado el “Camino del Inca” desde Jáchal (San Juan) hasta Santa María (Catamarca), hemos visto que esta ruta corría siempre al filo de la montaña, sólo bajaba en las gargantas o pasos para elevarse luego a las ríspidas cumbres donde tenían su tanpus (tambos), campamentos como les llamaban algunos lugareños. Viendo ese camino, contemplándolo siempre desde abajo se tiene la impresión de que esos hombres de la montaña se detenían ante la llanura como ante un abismo. Con esas condiciones antropogeográficas pensamos que la conquista de la región santiagueña por los incas no habría sido posible. h) En lo militar, los peruanos no conocieron la flecha envenenada pues de haberla conocido la habrían empleado contra los españoles quienes a su vez ya la habrían conocido en el Perú. No tuvieron ejércitos en orden regular de escuadrones, los indígenas de Santiago, ni jefes en litera a la usanza incaica. i) Y, finalmente, Santiago del Estero estuvo a 200 km. del Imperio Incaico, paralelos 62º al 65º de longitud occidental y 25º al 30º de latitud sud, puesto que el límite oriental del Imperio, en esta dirección, ni como “zona de influencia sin dominio” rebasa el meridiano 66º según mapa del Imperio Incaico, por Roberto Levillier, inserto entre las pp. CLX y CLXI de la “Historia Indica” de P. Sarmiento de Gamboa 19 quien apoya su opinión en el cronista-geógrafo P. Bernabé Cobo y Cieza de León. Tal es, en la breve síntesis de esta comunicación, el estado actual del quichua santiagueño, lejano desprendimiento del runasimi, a cuatro siglos de su entrada a Santiago del Estero, República Argentina. La Banda, Santiago del Estero - República Argentina. 18 19
Levillier, ob. cit. (1). Roberto Levillier, ob. cit. (17), pp. CLXIV ss., Ed. Espasa-Calpe, Bs. As.,
1942.
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EL QUICHUA SANTIAGUEÑO, DIALECTO DEL CUZQUEÑO
Cuando Francisco Pizarro invadió el Perú, 1553, ejecutó al Inca (1) Atahualpa (2), 29 de agosto de 1533, y luego entró triunfante al Cuzco, la sagrada capital del prehispánico imperio de los Incas, se desmembró el Tahuantinsuyu (3), dilatado dominio que se extendía desde el sur de Colombia hasta el sur de Chile pasando por el cabezal noroeste argentino. Con dicho golpe de audacia, al mando de un puñado de hombres, el conquistador español sometió a uno de los imperios más grandes de la tierra. Conquistado así el Perú los invasores hispanos decidieron dilatar sus dominios hasta la legendaria “Ciudad de los Césares” de la que tenían vagas e insinuantes noticias. La primera expedición al sur la realizó el capitán Diego de Almagro 1536, para explorar la región de Chile ya conocida por muchos de su acompañantes los yanaconas (4) peruanos por haber integrado las expediciones incaicas de Túpac Yupanqui (5) en su tránsito desde el Cuzco (6) hasta el Maule. Luego de esa frustrada expedición que no rebasó los desiertos del norte de Chile, se organizó otra hacia la no menos legendaria región de Tucma, extensa comarca situada así por el virrey Lic. Cristóbal Vaca de Castro en su comunicación al rey: “Hay noticias dice el citado documento- que entre la provincia de Chile y el nacimiento del río Grande que llaman La Plata, hay una provincia que se llama Tucma, hacia la parte de la Mar del Norte, a aquel cabo de las tierras nevadas, que dice es muy poblada y rica” (Cf. 2, p.10). Con esta provisión, a mediados de julio de 1543, partió del Cuzco la expedición al mando del capitán Diego de Rojas con una dotación de 250 españoles, según unos historiadores, a 300, según otros, y gran cantidad de “indios amigos”, los “yanaconas”, contingente destinado a todo servicio en los menesteres de aquella expedición que la historia conoce por la “Primera Entrada”, con la que vinieron muchos hablantes quichuas, los yanacunas (4) incaicos. Con aquella expedición bilingüe, castellano-quichua, llegada a lo que hoy es
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Santiago del Estero en el torrido verano de 1543-1544, entró esta provincia a la historia, la lingüística y la literatura. Lo anterior pertenece a la prehistoria y por lo tanto al dominio de la arqueología. Desde entonces a la fecha el binomio invasor, triunfante en el hecho lingüístico de la región se constituyó en superestrato y condenó a las lenguas aborígenes: cacana, sanavirona, indamás, tonocoté, a la desaparición las que, por lo tanto, fueron a constituir el sustrato lingüístico de Santiago del Estero. En esa secular convivencia de cuatro siglos estas lenguas triunfantes no han llegado a fusionarse hasta crear de ambas un dialecto, sino que éstas han mantenido su personalidad lingüística constituyendo un bien definido bilingüismo, puesto que el castellano fue siempre castellano y el quichua siempre quichua. A ello se debe que el problema lingüístico de Santiago del Estero, en su vigencia actual, se reduzca al bilingüismo castellano-quichua en todas las instancias de la lengua: morfofonética, sintáctica, semántica y estilística. Dentro de esa complejidad lingüística vamos a entresacar un tema, nunca abordado por ningún autor, en él intentaremos demostrar el origen cuzqueño de nuestra lengua americana dentro de la familia dialectal de la gran lengua imperial de los incas. Trataremos de demostrar el aserto sobre las bases siguientes: I - Históricas, por el origen de los contingentes invasores de hablantes quichuas venidos del Cuzco, de Lima y del dominio lingüístico de esta variedad de la lengua. II - Los dialectos quichuas en la geografía lingüística peruana. Las teorías de Torero y Parker. III - La glotocronología del quichua santiagueño. Con respecto al punto I de nuestro esquema, cabe recalcar que la expedición conquistadora de Santiago del Estero partió del Cuzco acompañada por un grueso contingente de hablantes quichuas, reclutados en la zona de esta capital dominada por el habla imperial de los Incas. Las expediciones siguientes, durante la conquista y buena parte de la colonia, ya fueron organizadas por su capital Lima, que pertenece al mismo ámbito cuzqueño en la geografía lingüística del Perú como veremos en detalle cuando tratemos el punto II. De esa región salieron los catequizadores cristianos llevando el evangelio a todo rumbo en el dilatado escenario del Virreinato del Perú, al que pertenecía la antigua provincia del Tucumán, extensa comarca que comprendía las actuales provincias de Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Córdoba, con Santiago del Estero por capital. Los pastores de almas como se los llamaba a los predicadores de entonces, a los que se los preparaba en lengua quichua como la llamó a la lengua general del Perú en su gramátic a Fr. Domingo de Santo Tomás, el texto obligado y único para la “enseñanza y aprendizaje del quichua durante la segunda mitad del siglo XVI y hacia delante. Desde principios del siglo XVII (1607) se generalizó el uso de la gramática del Padre (Diego González) Holguín” (Cf. 3, p. XXI, 2ª edic). No cabe duda de que el quichua de Santo Tomás es el cuzqueño aunque lo haya escrito en Lima, por cuanto ambas capitales están en el mismo ámbito quichua y por lo tanto hablan el mismo dialecto. Cotejando el texto gramatical del quichua aprobado por el 3er. Concilio de Lima 1583-1585, publicado por el P. Miguel Angel Mossi en 1889, imprenta “La Minerva”, Córdoba (Cf. 4, p. 3 ss.) con el texto del mismo Mossi titulado: “Manual del Idioma
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General del Perú, Gramática Razonada de la Lengua Quichua”, imprenta “La Minerva”, 1889 Córdoba (Cf. 5, p. 7 ss.) escrito en Atamisqui, Santiago del estero, y publicado en la citada fecha, vemos que coinciden los textos en sus características gramaticales como así en acervo lexical y semántica de voces, por lo que deducimos que se trata del mismo dialecto. Efectuado a su vez el mismo cotejo con nuestra gramática del quichua santiagueño (Cf. 6, 7 y 8) toda la obra vemos que las características gramaticales de estas obras coinciden también en todas sus partes por lo que, refirmamos nuestro pensamiento que corresponden estos textos al mismo dialecto, siendo por lo tanto el quichua santiagueño un lejano desprendimiento del quichua cuzqueño. (Cf. 9, p. 1181 ss.). Más aún, efectuado el cálculo glotocronológico o léxico-estadístico, método ideado por el Prof. Morris Swadesh, para establecer la antigüedad de la lengua, arroja para el quichua santiagueño una antigüedad de 500 años lo que coincide con el hecho histórico de la entrada del bilingüismo castellano-quichua a Santiago del Estero con la expedición descubridora de Diego de Rojas, 1543-44, procedente de Cuzco. La prueba se hizo en la Universidad de la República, Montevideo, Uruguay, 1965, con un informante que era hablante del quichua ayacuchano, oriundo de Huanta, profesor de la materia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, Perú, Dr. Teodoro Meneses en los cursos auspiciados por ALFAL (Asociación de Lingüística y Filología de América Latina). Realizada la operación nos dio el recuento de cognados el porcentaje del 9% para medio milenio, lo que coincide con el 18% ideal en la tabla de Swadesh para un milenio. Más aún, comparado el estado lexical y semántico de los tres dialectos: cuzqueños (Dic. Lira, 1), ayacuchano (informante Meneses) y santiagueño (Dic. Bravo, 11), vemos que en la prueba de referencia tenemos que en un corpus de 100 voces, solamente siete no nos coinciden. (Cf.10, p. 83 ss). Para la tabla comparativa entre los quichuas: santiagueño, diccionario Bravo, ayacuchano, informante, profesor Meneses y cuzqueño, diccionario Lira, hemos apelado a estas seguras fuentes para establecer las retenciones (cognados) que certifiquen el parentesco o procedencia del dialecto con respecto a su origen, la lengua del Cuzco para el caso santiagueño. Para no resultar repetitivos preferimos remitir a nuestros lectores al capítulo pertinente titulado: “Glotocronología del quichua santiagueño”, p. ss. de la presente obra. A lo que podemos agregar el dialecto quichua de Bolivia por encontrarse en el área lingüística del quichua cuzqueño producto de la invasión del “runasimi” imperial con la anexión del Collasuyu por los Incas Viracocha, Pachacuti Yupanqui y Túpac Yupanqui en los tiempos de la prehispania americana. De este modo la “lengua del Cuzco”, como la llamaron los españoles al quichua antes de Santo Tomás, 1560, fue lengua invasora para el aimara, el que triunfante se constituyó en superestrato para la lengua aborigen de Bolivia. Razón por la cual no intentamos incluir en nuestra prueba lexical al quichua boliviano porque está muy penetrado de aimara, pero sí en sus características gramaticales que son las mismas. Ello nos permite respaldar nuestro pensamiento con los estudios de los eminentes lingüistas de la Universidad Mayor de San Marcos, Lima, Perú los profesores
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Alfredo Torero y Gary J. Parker quienes en sus respectivos tratados han ubicado, en la geografía lingüística del Perú, al dialecto del Cuzco en la zona sur peruana desde el departamento de Huancavelica y que pasando por Bolivia ocupó el cabezal noroeste argentino en tiempos de Túpac Yupanqui 1471 (hasta Atahualpa y Huáscar, 1533, con la muerte de ambos y la caída del Cuzco) y la expedición bilingüe castellano-quichua de Diego de Rojas 1543, hasta nuestros días en la zona central de Santiago del Estero. Cabe advertir aquí que el quichua cuzqueño entrado con Túpac Yupanqui no alcanzó a difundirse por los llanos orientales de los Andes, terminante testimonio del citado cronista González de Prado (Cf. 2, p. 5 ss.) y que en la actualidad no se habla quichua en las provincias de Jujuy, Salta y Tucumán. Tanto ello es así que luego de aquella “Primera Entrada” en cuyo recorrido de ida y vuelta desde los “dichos Andes” hasta la ribera del Paraná y de regreso por el mismo camino y marchando en territorio santiagueño por la costa del río Salado, zona fuerte de nuestro quichua actual hasta las inmediaciones de los Andes de Salta, por donde corría el camino real de los Incas, los expedicionarios de Rojas no encontraron un solo hablante quichua. Ello prueba, sin lugar a dudas, que antes de la era hispana en Santiago del Estero no existió la pretendida colonia de los Incas con su idioma oficial, la lengua del Cuzco. Expediciones sucesivas, en tiempos de la conquista, trajeron nuevos contingentes de hablantes quichuas con el agregado de que la tesonera campaña de evangelización, según el mandato de los Concilios de Lima, se efectuó en esta lengua. Tanto es así que todos los nombres de los hablantes quichuas santiagueños pertenecen al santoral cristiano. Al quichua hablante de Santiago del Estero sólo le quedó el recurso de quichuizar estos nombres formando así una rica gama de hipocorísticos tales como, de Sebastián Shiba; de Maximiliano, Mashi; de Bonifacio, Buñi; de Tránsito, Tanshu; etc. Por todo ello el presente trabajo nos permite sostener que el quichua santiagueño es un dialecto desprendido del cuzqueño que en el Perú lo llaman quechua, con e, y nosotros quichua con i como en el Ecuador (Cf. 16, p. IX ss.) y en el sur de Colombia (Cf. 17, p. 5 ss.). Una prueba más de que el quichua santiagueño no es prehispánico lo tenemos en el contundente testimonio de la carta del famoso polígloto colonial P. Alonso Bárzana comentada así por el eminente lingüista Prof. Clemente Hernando Balmori, quien expresa al respecto lo siguiente: “Las lenguas más generales de los indios del Tucumán”, dice el citado misionero que son: “La caca hablan los diaguitas y calchaquíes, los del valle de Catamarca, gran parte de la Nueva Rioja y los pueblos que sirven en Santiago del Estero, tanto los del río como los de la sierra; la tonocoté usan todos los pueblos que sirven en Santiago del Estero, tanto los del río como los de la sierra; la tonocoté usan todos los pueblos que sirven a San Miguel de Tucumán, Estero casi todos los del río Salado cinco o seis del río Estero y del Bermejo... todos han aprendido la lengua del Cuzco como también los indios que sirven a Santiago...” (Cf. 6, p. 7). Y, finalmente, podemos agregar la aseveración del arqueólogo Prof. Rodolfo A. Raffino que en su reciente obra: “Los Inkas del Kollasuyu” dice lo siguiente: “Desde el punto de vista etnohistórico, la conquista del Kollasuyu fue iniciada en las postrimerías de la década del 1430 por el noveno “Zapay Kapaj”, Pachacutti Inca Yupanqui. La misma fue proseguida cuatro décadas más adelante, 1471, por uno de sus hijos y sucesor, Topa Inka Yupanqui, hacia los confines meridionales, los que incluyen el sur de Bolivia,
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Noroeste y Centro oeste de la Argentina y mitad septentrional de Chile. Estas conquistas fueron consolidadas durante el reinado del undécimo inka, llamado Wayna Kapaj, quien sería el último de los conquistadores, entre 1493 y 1525, ya en las postrimerías de la etapa prehispánica andina... Las sucesivas y posteriores conquistas de Topa Inka y Wayna Kapaj... (incorporaron a) Los Charcas, Changos, Atacameños, Humahuacas, Diaguito-Calchaquíes y Chilis” (Cf. 18, p. 14). Cabe anotar aquí que este Topa Inka Yupanqui es nuestro Túpac Yupanqui y Wayna Kápaj es el Guaynacava de Pedro González de Prado “que no pudo sojuzgar” a los indios flecheros de los llanos orientales de los Andes. Y va sin decirlo, que si lo hubiera podido habría creado una colonia, allí con cultura y lengua incas. Por todo ello, sobre la base de lo expuesto, podemos sostener que esta lengua, llamada lengua del Cuzco por los españoles es nuestro quichua santiagueño de hoy, dialecto del cuzqueño, y que firme y fuerte todavía se encuentra, con vigorosa personalidad lingüística formando el actual bilingüismo castellano-quichua de Santiago del Estero. (Cf. 19, p. 3 ss.). CITAS (1) “Inka, m. Emperador, monarca, soberano, supremo jerarca. El Inka era el rey o señor supremo del Imperio Tawantinsuyu (Cf. 1, p. 69). (2) Atahualpa, s. “Atauwallpa (Atahuallpa), hijo de Wáyna Kkhápk, vástago último de la 12ª dinastía inkayka...” (Cf. 1, p. 69). (3) Tahuantinsuyu, s. Nombre prehispánico del imperio de los incas, compuesto de los morfemas sig.: tahua (cuatro) -n- (su, de él) -tin - (junto, unión, compañía), -suyu- (estado, región), significa: “los cuatro estados unidos del imperio”. (4) Yanacona, s. Forma castellanizada de: “Yanakúna: servidores o esclavos”. (Cf. 1, p. 1175). (5) Túpac Yupanqui, s. “Túpakk Yupanqui. Undécima dinastía del Tawantinsuyu, y monarca cuyo nombre aureola los comienzos del gobierno de los Túpak”. (Cf. 1,p. 985). (6) Cuzco, s. “Kkóskko, Ciudad del Cuzco... cuna milenaria de la civilización de todo el nuevo continente, la más importante de América, y una de las más célebres del globo”. (Cf. 1, p. 474). (7) Cuzco con z es un neologismo español por cuanto el quichua carece de este fonema y por lo tanto en esta lengua debe escribirse Cusco con s.
BIBLIOGRAFÍA Diccionario Kkechúwa-Español, Jorge A. Lira, publ. Univ. Nac. de Tucumán, 1945, Tucumán, Argentina. “Etimología de la Palabra Tucumán”, Domingo A. Bravo, publ. Univ. Nac. de Santiago del Estero, Argentina. (3) “La Primera Gramática Quichua”, Fr. Domingo de Santo Tomás, O.P. Valladolid, 1560, 1ª edición España, 2ª edición, Quito, Ecuador. (4) “Momento de la Antigüedad y Perfección del Idioma del Perú sacado del Santo Concilio Provincial de Lima, año 1583”, publ. por el P. Miguel Angel Mossi, Impr. “La Minerva”, 1889. Córdoba, Argentina. (5) “Manual del Idioma General del Perú, Gramática Razonada de la Lengua Quichua”, P. Miguel Angel Mossi, edic. “La Minerva”, 1889, Córdoba, Argentina. (6) “El Quichua Santiagueño, Reducto Idiomático Argentino”, Domingo A. Bravo, publ. de la Univ. Nac. de Tucumán, 1956, Tucumán, Argentina. (7) “Estado Actual del Quichua Santiagueño”, Domingo A. Bravo, publ. del a Univ. Nac. de Tucumán, 1956, Tucumán, Argentina. (8) “¿Quiere Ud. Aprender Quichua?” Domingo A. Bravo, publ. del autor, 4ª edición, Sgo. del Estero, Argentina. (9) “El Quichua Santiagueño lejano desprendimiento del “runasimi”, separata de la Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, 2ª serie, año X, Nº 5, noviembre-diciembre de 1969, Córdoba, 1971 (R.A.) (10) “Glotocronología del Quichua Santiagueño”, Domingo A. Bravo, separata de la Revista Humanitas de la Univ. Nac. de Tucumán, p. 277 ss., Año XIII Nº 18, 1965. (11) “Diccionario Quichua santiagueño-castellano”, Domingo A. Bravo, 4 edic., Univ. Nac. de Tucumán, 1956, Inst. Amigos del Libro Argentino, 1967, Bs. As., EUDEBA, 1975, Bs. As. y publ. del autor, 1985, Sgo. del Estero, (1) (2)
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Argentina. (12) “Procedencia Geográfica, de los dialectos quechuas Ferreñafe y Cajamarca”, Alfredo Torero, separata de Anales Científicos de la Universidad Agraria, Vol VI, Julio -Dic. 1968, Nos. 3-4, Lima, Perú. (13) “Los Dialectos Quechuas”, Alfredo Torero, separata de “Anales científicos de la Universidad Agraria, Vol. II, oct-nov-dic., 1964, Nº 44, Lima, Perú. (14) “Gobernación del Tucumán-Probanza de Méritos y Servicios de los Conquistadores”, Roberto Levillier, T.I. 1548-1583, publ. del Congreso Argentino, 1919, Madrid, España. (15) “Proyección del quichua santiagueño a la dialectología iberoamericana. Los Hipocorísticos”, Domingo A. Bravo, separata de la Rev. Humanistas de la Fac. de Fil. y Letras de la Univ. Nac. de Tucumán, año XVIII, 1972, Nº 23. (16) “Diccionario Quichua-Español; Español-Quichua”, Luis Cordero, 1967, Cuenca, Ecuador. (17) “Glosario de Quichuismos colombianos”, Arturo Pazos, 1961, Pasto, Colombia. (18) “Los Inkas del Kollasuyu”, Rodolfo A. Raffino, edit. Ramos Americana, 1983, La Plata, Bs. As., Argentina. (19) “El Bilingüismo castellano-quichua en Santiago del Estero”, Edic. “Tiempo de Sosiego”, Productos Roche, S. A., 1987, Bs. As., Argentina.
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PROYECCIÓN DEL QUICHUA SANTIAGUEÑO A LA DIALECTOLOGIA IBEROAMERICANA LOS HIPOCORISTICOS
* SEPARATA DE LA REVISTA HUMANITAS Año XVII - 1972 Nº 23 - FAC. DE FILOSOFIA Y LETRAS U.N.T. (Universidad Nacional de Tucumán)
Domingo A. Bravo
EL bilingüismo santiagueño actual es el producto de la secular convivencia de dos lenguas extranjeras: el castellano de España y el quichua del Perú llegadas a la región en 1543 con la expedición al mando del capitán Diego de Rojas, conocida en la historia con el nombre de “La primera entrada”. La expedición, que partió del Cuzco a mediados de 1543, traía -según provisión de Vaca de Castro- el designio de descubrir una provincia “que estaba entre la de Chile y el nacimiento del río de La Plata”. Venía compuesta de “hasta doscientos y cincuenta hombres muy valientes... y gran servicio de negras, negros, indias, indios y muchos amigos...”. (Cf. Bibl. IX, p. 82). Estos indios eran los yanaconas, indios de servicio, hablantes quichuas, que integraban la gruesa comitiva de los invasores castellanos. De donde resulta que la invasión idiomática al actual Noroeste Argentino fue primordialmente bilingüe: castellano-quichua. Luego de esta “primera entrada” sucesivas invasiones realizadas a lo largo de la conquista y los primeros tiempos de la colonia afianzaron el bilingüismo en la región. (Cf. Bibl. III, p. 11 ss.). Triunfantes las lenguas invasoras, como idiomas oficiales de la conquista, se impusieron sobre las lenguas autóctonas en el largo proceso de la colonia. Más aún, el quichua, por ser lengua exclusiva de catequización del indígena, según lo dispuesto por los concilios limeños, y por el elevado número de sus hablantes, dominaba el habla popular en toda la región controlada por los conquistadores.
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Tanto ello es así que “...los documentos históricos del siglo XVI dicen que se habla quichua en todas partes donde están los españoles”. (Cf. Bibl. III, p. 18 o Bibl. IX, p. 80). De ahí resulta que estas lenguas han quedado hasta el presente en calidad de superstrato con respecto a las comarcanas: cacana, sanavirona, indamás, tonocoté, lule... que forman el sustrato lingüístico de la región del que procederían las tomadas regionales. (Cf. Bibl. V, p. 77 ss. y Bibl. XII, p. 62 ss.). Graficaremos con el presente esquema la profundidad diacrónica de estos estratos lingüísticos: .................................................................................. ................................................................................................... .
Habla popular santiagueña (actualidad)
Lenguas invasoras: españolquichua (1543)
Sustrato lingüístico, lenguas prehispánicas
Español de Santiago del Estero ...................................................................................................
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español
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´´´´´´´´´´´´´´´ cacán
sanavirón
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xxxxxxxx mmmmmmmm xxxxxx //////// ```````````` indamás tonocoté lule
Esa secular convivencia idiomática, desde hace ya cerca de 500 años, ha dado al español de Santiago del Estero una interesantísima gama de matices dialectales que abarcan todas las instancias del habla: lexical, sintáctica, semántica, morfológica, estilística, fonológica y fonética. (Cf. Bibl. VI, p. 273 ss.). Este hecho de habla regional se mantiene y en algunos casos aumenta porque el quichua, lengua vernácula enclavada dentro del español, idioma nacional argentino, ha quedado con éste en condición de adstrato lingüístico con la natural consecuencia de la continua interpenetración idiomática de dos lenguas en contacto. De este complejo idiomático, ligeramente enunciado para ubicar el tema, extractaremos un punto para el presente trabajo: los hipocorísticos. Estas formas lingüísticas son las que reúnen en mayor grado las características salientes de la interpenetración de estas lenguas en el estado socio-linguo-cultural del santiagueño. Los nombres quichuas de personas que han entrado con la conquista han desaparecido totalmente del habla actual. Sólo tienen vigencia los que proceden del santoral cristiano salvo, como es lógico, algunos nombres en lenguas extranjeras. Gladys, Walter, Washington, etc. cuyo ámbito de difusión no rebasa mayormente la ciudad penetrada de cosmopolitismo.
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Ello refirma, con una prueba más, que la cultura del pueblo santiagueño es la española colonial acondicionada al nuevo escenario antropogeográfico de la región. Nada o a lo sumo casi nada queda de la cultura incaica introducida por la conquista a excepción de la lengua ya muy modificada, por cierto, debido al secular aislamiento de su metrópoli idiomática hecho ocurrido a raíz de la segregación del Virreinato del Río de La Plata, 1776, del Virreinato del Perú. El quichua santiagueño, fuerte todavía en su reducto idiomático, enclavado en el área central de la provincia, es hablado, aproximadamente, según cálculos no estadísticos, por alrededor de 60.000 hablantes que lo practican unos como lengua cotidiana y otros que lo saben pero que no lo hablan por no ser común fuera de su zona y pesar sobre ella, además, un inhibitorio complejo de inferioridad que paulatinamente va disipándose, especialmente en la clase culta que comprende la importancia cultural de su estudio y el contenido regional de su vigencia. De ese complejo lingüístico es prueba fehaciente el rico venero del hipocorístico santiagueño formado sobre la base de un nombre español y modificadores morfológicos quichuas. Estos cambios y el mecanismo estructural de los mismos son los siguientes: a) El acento 1. El quichua es, por naturaleza, lengua grave como el español pero más dominante esta condición puesto que no admite excepciones en la pronunciación de la palabra normal. Tanto es así que reduce a esta entonación natural las voces esdrújulas o agudas que incorpora a su léxico. No conocemos una sola excepción en la larga lista de hipocorísticos que hemos recogido del habla popular. Ej.: Cándido, da: Candi; Gerónimo, ma: Giru, Giruchu, cho, cha; Tránsito: Tanshu, Transhu; Oscar: Ushca; Simón: Shimu; Pascual: Pashcu; Sebastián, na: Shiba; etc. b) El género gramatical 2. El quichua no posee género gramatical. Esta condición es extensiva a los nombres de persona por eso son indiferenciados los nombres en apócope, reducidos a bisílabos, condición dominante de la morfología quichua. Pero cuando llegan al trisílabo, por sufijación, debido a la influencia castellana esta partícula toma el accidente gramatical de género. Ej.: Apolinario, ria: Apushu, sha; Alejandro, drina: Alicu, co, ca; Valentín, na: Valicu, ca; Celedonio, nia: Shilicu, ca; etc. c) La apócope 3. Hemos dicho que el quichua es un idioma bisilábico en el que hay pocos monosílabos y trisílabos, normalmente, no se dan si no es por sufijación. (Cf. Bibl. 1, p. 110 ss.).
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A esta condición bisilábica reduce los nombres castellanos. Ej.: Candelario, ria: Candi; Sinforoso, sa: Shinfu; Constantino, na: Cushta; Cupertino, na: Cupi; Maximiliano: Mashi, Machi; Estanislao: Ishta; etc. d) La síncopa 4. Los grupos consonánticos: -dr-, -tr- desaparecen como tales desintegrados por síncopa o suprimida totalmente la sílaba para ser reemplazada por otra. Ello se explica fácilmente porque el complejo fónico de líquida y licuante para la composición de la sílaba no existe en quichua puesto que en esta lengua no hay consonantes líquidas que integren sílaba con licuantes. Cuando la supresión no es total siempre cae la licuante y queda la líquida para integrar sílaba con la vocal siguiente. Ej.: -dr-: Andrés: Andicu; Adrónico: Anunu; y con -tr- tenemos: Tránsito: Tanshu; Petrona: Pichu. Pero la penetración castellana hace sentir su influencia al mantener en algunos nombres este grupo fónico como en: Transhu de Tránsito y Trini de Trinidad. 5. Otro caso de síncopa se produce en la caída de la d fonema inexistente en q. Ej.: Ildefonso: Ili. Nota: No estamos muy seguros de que el origen de esta síncopa se reduzca exclusivamente al quichua puesto que el español también lo tiene en el habla popular de extremeños y andaluces. Estos últimos, especialmente son los que más elocuentes muestras nos han dejado de su influencia en el habla popular santiagueña y a la que nos referiremos en particular cuando nuestros estudios sobre el tema sean más completos. Hay indicios que nos merecen fe de que Santiago del Estero ha sido un centro acentuadamente andaluz en los primeros tiempos de la conquista y la colonia. Sobre este punto, la caída de la d, en una obra de teatro español, de ambiente costumbrista, de los hermanos Alvarez Quintero, leemos estas expresiones de un personaje andaluz: “...ya me había maliciao”, “...que ze apaga y ze quea...”, “Eres tonta perdía”, “...que sería quita er sentío...”, etc. (Cf. Bibl. XIII, acto 1º, p. 19 ss.). Como se ve, suprimen la d más que los santiagueños.
6. Cabe agregar en este punto la caída de la c delante de t. Ej.: Víctor, Victorio, ria: Vitu. e) Fonética I. Cambios Vocálicos Veamos primeramente los cambios producidos en el sistema vocálico en el proceso de adaptación de las voces castellanas para su asimilación por el quichua. Pueden presentarse los casos siguientes. 7. o: u. El cambio de la o castellana por la u quichua es un fenómeno común en estos casos de hibridación castellano-quichua. El cerramiento de la o en el caso particular de los préstamos castellanos que nos sirven de base para la formación de nuestros hipocorísticos es tal que se convierte en u, vigorosa y plena, en cualquier posición que se encuentre en el vocablo. Ej.:
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Osvaldo: Ushva; Sinforoso, sa: Shinfu: Solano: Shula ; Simón: Shimu; etc. Nota: Este cerramiento se produce también, pero sólo en posición final, en ciertos dialectos españoles como el asturiano, el leonés, el montañés, el gallego y otros. El fenómeno es observable asimismo en las hablas populares de Hispanoamérica y la Argentina. (Cf. Bibl. X, p. 55 ss.).
8. eu: u. La u quichua, fonema dominante, elimina la e castellana en el diptongo eu en cualquier posición que se encuentre en el vocablo. Ej.: Eusebio: Ushi; Eleuterio: Ilu; Eustaquio: Ushta, Utacu; etc. 9. a: u. En algunos casos la fuerza dominante de la u llega a reemplazar a la a castellana. Ej.: Sandalio: Shandu. 10. e: i. El cambio de la e castellana por la i quichua es un fenómeno común en la hibridación castellano-quichua que de este modo vuelve por la fonética trivocálica originaria de la lengua: i, a, u. (Ver art. 7., 8., 9.). También la i como en el caso de la u, que ya hemos visto, es fonema dominante para la e en cualquier posición que se encuentre en el vocablo. Ej.: Jesús: Jishu; Severo: Shivi; Anselmo; Anshi; Estanislao: Ishta; Vicente: Vichi; Mercedes: Michi; etc. Las vocales: e, o, son fonemas de introducción tardía al quichua entrados con la conquista española. II. Derivaciones Consonánticas 11. s, z, c, x: sh/ š/, ch/ è /. 11.1. s: sh /š/. El cambio de la alveolar s (fricativa sibilante, predorso alveolar sorda) por la palatal sh /š/ (fricativa prepalatal sorda), fonema inexistente en castellano, es en Santiago del Estero un fenómeno resaltante que se produce en los casos de quichuización de los nombres castellanos, especialmente. La influencia de estos hipocorísticos quichuizados, notable característica del hablante quichua santiagueño, se hace sentir en el español de Santiago, a nivel de lenguaje familiar, en todos los estratos culturales. Como no hay diferencia fónica en los fonemas castellanos s, z, c (delante de e, i), para nuestros hablantes, el caso queda reducido a uno: s, z, c (delante de e, i): sh /š/. El fonema sh aparece en todas las posiciones silábicas del vocablo a excepción de final absoluto porque el quichua no posee palabras con esta terminación. Veamos los casos siguientes:
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s: sh /š/: Osvaldo: Ushva; Estanislao: Ishta; Pascual: Pashcu; Desiderio, ria: Dishi; Absalón: Absha; Solano: Shula; Santiago: Shanti; Saturnino, na: Shatu ; Segundo: Shigu; Sotelo: Shutula ; etc. 11.2. x: sh /š/: Zacarías: Shaca. 11.3. c: sh /š/: Cecilio, lia: Shishi; Jacinto: Jashi; Concepción: Cunshi. 11.4. x: sh /š/: Maximiliano: Mashi. 12. s, c, x: ch /è/ y también sh /š/ en algunos nombres. Este caso (s, c, z: ch / /, delante de e, i), morfofonéticamente, es similar a s, c, x: sh /š/ (11.) debido, sin duda, a la proximidad del punto de articulación de la s, fricativa predorso alveolar, y sus homófonas z y c (esta última de e, i) con las consonantes palatales sh /š/ y ch /è/, africada, esta última. 12.1. s: ch /è/, sh /š/: Basilio, lia: Bachi, Bashi; Agustín: Aguchi, cha. 12.2. c: ch /è/, sh /š/: Mercedes: Michi; Marcelino, na: Machi, Mashi; Atanasio, cia: Atacho, cha; Vicente, ta: Vichi, cha. 12.3. x: ch / /, sh /š/: Maximiliano: Machi, Mashi. Como se ve, el empleo de ambas derivaciones fónicas es vacilante por lo que, en muchos casos, se usan indistintamente los fonemas ch /è/, sh /š/ en la imposición de los hipocorísticos correspondientes. Estas formas pueden darse en todas las posiciones de las sílabas a excepción de final absoluto porque el quichua no posee palabras con esta terminación. Nota: La derivación s: ch /è/ es común en el habla popular de Hispanoamérica. Al respecto Boyd Bowman, citado por José Pedro Rona, dice en su “El habla de Guanajuato” (México, p. 72) que en “el lenguaje afectivo, sobre todo en los hipocorísticos y el lenguaje infantil, la palatización s, ch se da con sorprendente regularidad. Creemos que es fenómeno hispánico general, aunque la geografía exacta queda por estudiar”. (Cf. Bibl. IV, p. 19). Más aún, en Andalucía -según cita de David Lagmanovich- “Dámaso Alonso, Zamora Vicente y María Josefa Canellada de Zamora, “Vocales andaluzas; contribución al estudio de la fonología peninsular”, ...dicen que “El habla popular de Albaicín, y en general de todas las clases modestas, cierra la final átona extraordinariamente” y que, de este modo, “darían aproximadamente péshu ‘pecho’, múnshu ‘mucho’...” (Cf. Bibl. X, p. 66). Nos resulta sumamente sugestivo que en el habla popular andaluza se observe el cambio de ch por sh. (Ver art. d) La Síncopa, 5. Nota).
Este fenómeno lingüístico nos recuerda al castellano arcaico del s. XV que entró y se difundió en Sgo. del Estero, y por extensión a todo el Tucumán, en el s. XVI cuando la “x” se pronunciaba sh /š/ antes de su evolución definitiva a la j moderna.
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Ello motivó que a los indígenas de Sgo. del Estero los “quichuistas” peruanos les llamaran “suris” y los españoles “xuris” (pronunciando shuris en el castellano de entonces) para terminar escribiendo juris o juríes en castellano moderno. Los ejemplos son abundantes y fáciles. (Cf. XV. p. 227 y XVI, p. 232). El fenómeno lingüístico de la derivación s: ch /è/, común en el habla bilingüe santiagueña por cuanto no presenta dificultades fónicas para ambos hablantes lo que permite emplear los mismos hipocorísticos indistintamente, pero un cuidadoso examen nos permite separar las respectivas procedencias porque el castellano jamás deriva al fonema sh /š/ inexistente en esta lengua en tanto que el quichua puede hacerlo con ambos fonemas sin dificultad alguna. Veamos para ejemplo los casos comunes siguientes: En quichua tenemos: Isabel: Isha; Mercedes: Michi; Basilio, lia: Bashi, Bachi; Vicente: Vichi; etc. y en castellano: Isabel: Chabela; Mercedes: Mecha; Celia: Chela; Rosario: Charo; Plácida: Pacha; Vicente: Vicho; Francisco: Pancho; Luis, sa: Lucho, cha. Pero nunca con sh /š/. ^
13. r /ø/: ll /ž/. El sonido fuerte de principio de palabra de la r / r / castellana, fonema inexistente en quichua, que en Santiago del Estero es fricativo alveolar vibrante, presenta dificultades de pronunciación para los hablantes quichuas quienes ^ allanan la dificultad reemplazando la r / r / por la ll /ž/, palatal fricativa sonora. La ll en el habla santiagueña, suena como la j en jockey, del inglés, la y en el “yo” de los porteños, Buenos Aires, y la g en giorno del italiano. Ej.: Ramón, na: Llamu; Ruperto, ta: Llupi; Roberto: Llubi; Romualdo, da: Llumi. 14. ñ: El reemplazo de la n (nasal alveolar sonora) por la ñ (nasal dorso palatal sonora) se produce en los casos siguientes: Ej.: Bonifacio, cia: Buñi; Manuel, la: Mañu; Nicolás: Ñico; Ignacio, cia: Iñicu, ca. Es muy probable que ello se deba, simplemente, a la proximidad del punto de articulación de la n con la ñ. 15. r /r/: l. El reemplazo de la r suave, alveolar vibrante, por la l, alveo lateral sonora, se produce en el interior de la palabra y nunca al final de sílaba. Ej.: Lorenzo, za: Luli, la. Nota: Es el único ejemplo que hemos recogido, para este caso, en los hipocorísticos quichuizados del habla popular santiagueña. Pero esta derivación no constituye una excepción en el quichua santiagueño puesto que, por influencia de la fonética castellana, con respecto al quichua peruano, en otras voces, ha producido derivaciones como las siguientes: loro, de ‘ruru (fruta) y locro, de ‘rocro (un plato de la cocina popular santiagueña). El sonido suave de r cuando está a principio de palabra la representamos con el signo ‘r para advertir que no se debe pronunciar como rr (erre) en esta posición. (Cf. Bibl. VII, p. 18 y 148 s. y Bibl. XIV, p. 851 y 860).
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Esta procedencia se reconfirma además en el nombre de la capital peruana Lima, que viene de ‘Rimac (Rimakk, hablador, murmurador), nombre del río epónimo sobre cuyas márgenes se levanta la ciudad. (Cf. Bibl. XIV, p. 846).
f) Sufijación 16. cu, co, ca. Este sufijo trifónico en los hipocorístico es afectivo en su sentido más general y en su condición adjetival de aumentativo es calificativo con alcance de abundancia afectiva. Con este sufijo la raíz bisilábica a que han sido reducidos los nombres castellanos (c), 3.) se hacen trisílabos con el agregado del alófono de género: o, a, préstamo castellano puesto que el quichua no tiene este accidente gramatical. Emplea para su diferenciación de sexos nombres distintos si son personas y si son animales los adjetivos orcko (macho) y china (hembra) aplicables al masculino y al femenino, respectivamente. Por lo tanto, las formas co y ca son morfológicamente formas quichuizadas. El sufijo cu es forma más quichuizada que co y ca por el empleo del fonema u propio del quichua. Ej.: Vale ntín, na: Valicu, co,ca; Belisario, ria: Bilicu, co, ca; Pastor, ra: Patucu, co, ca; Alejandro, drina: Alicu, co, ca, etc. 17. lu, lo, la. Este sufijo, morfológica y semánticamente, es similar al anterior con la sola diferencia de su mayor intensidad afectiva y su mayor grado de castellanización. Ej.: José: Joshela; Antonia: Antula; Apolinario, ria: Apulu, lo, la ; Jesús: Jishula; Victoria: Vitula; etc. 18. chu, cho, cha. Morfema de afectivo como los anteriores y por lo tanto no es la derivación fonética s: ch /è/ del art. 12. ss. Este sufijo, de mayor quichuización que los anteriores y de mayor afectividad, tiene a veces un alcance despectivo según el sentido que se le dé al vocablo. Ej.: Gabino, na: Gabichu, cho, cha; Miguel: Miguichu, cho; Jerónimo, ma: Jiruchu, cho, cha; Benjamín: Benjachu, cho, cha, etc. 19. shu, sho, sha. Morfema de afectivo como los anteriores y con idénticos accidentes gramaticales provenientes del préstamo español. Es el más quichuizado como así el de mayor intensidad afectiva de estos sufijos. Suele tener también alcance despectivo según la aplicación que se dé al vocablo. Esta forma es propia del quichua puesto que el fonema sh /š/ no existe en castellano el que lo toma, en este caso, como préstamo del quichua en el habla popular santiagueña. Este sufijo no es la derivación s: sh /š/ del art. 11.1 ss. donde se produce como un fenómeno puramente fonético.
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Ej.: Apolinario, ria: Apushu, sho, sha; Candelario, ria: Candishu, sho, sha; Jesús: Jishusha; etc. Estas formas dialectales de los hipocorísticos santiagueño han ganado dimensión en el habla popular sin ser desdeñados por los niveles cultos en ambiente familiar por los grados de afectividad que expresan. Pertenecen por lo tanto al habla coloquial. Ello no obstante, han ascendido a la literatura en obras costumbristas de ambiente gauchesco. De este modo nuestros hipocorísticos, sabrosa hibridación quichua-castellana, como un significativo aporte del quichua santiagueño, se incorpora a la dialectología iberoamericana. De la interpretación morfofonética castellano-quichua, que acabamos de analizar, nos da cabal idea la riqueza de los hipocorísticos que consignamos a continuación en el nomenclador sig.: A Absalón Agustín, na Alejandro, drina Andrés Andrónico Aniceto, ta Anselmo, ma Antonio, nia Apolinario, ria Apolonio, nia Asunción Atanasio, cia
B Abscha Aguchi, chu, cho, cha Alicu, co, ca Andicu Anunu Anishu, sha; Anicu, co Anshi Antu, Antucu, ca Apushu, sha; Puli, la Apulu, la Ashuna Atachu, cho, cha
B Basilio, lia Belisario, ria Benjamín Bonifacio, cia
Bashi, chi Bili, cu, co, ca Benjachu, cho Buñi, lu, la
Ignacio, cia Ildefonso Inocencio, cia Ireneo Isidoro, ra Isidro Ismael Isolina
Iñicu, ca Ili Inucu, co, ca Iricu Ishi, cu, co, ca Ishi Ishma, Ishmi, cu, co Ishu J
Jacinto, ta Javier, ra Jesús José Juan Juan de Dios Justiniano, na Justino, na Juvenal
Jashi Javi, chu, cho, cha Jishu, sha, la Joshela Juanchu, cho Juandi Jushti Jushti Juvichu, cho
C L Candelario, ria Casiano, na Casilda Casimiro, ra Catalina Cayetano Cecilio, lia Celedonio, nia César, rina Concepción Constantino, na Crescencio, cia Crisóstomo Cruz Cupertino, na
Candi, shu, sho, sha Cashi, cu, co, ca Cashi Cashi Catu, sha Cayu Shishi Shili, cu, ca Shesha Cunshi Cushta Crishu, la Crishu, la Crushula Cupi D
Desiderio, ria Dionisio, sia Domingo, ga
Dishi Diucu, ca Dumi E
Eleuterio, ria Elisa Eliseo, a Epifanio, nia Estanislao Eulogio, gia Eusebio, bia
Liberato, ta Lorenzo, za
Libi Luli, la M
Manuel, la Marcelino, na Marcelo, la Maximiliano, na Mercedes Miguel
Mañu, cu Mashi, chi Mashi, chi Mashi, chi Michi, la Miguinchu, cho N
Narciso, sa Nazareno Nazario, ria Nicolás
Nachi Nasha, cu Nasha Ñicu, co O
Oscar Osvaldo Ilu Ilisha Eleshu, sho, sha Epishu, sho, sha Ishta Olosho, sha; Ulucu, co Ushi, bu
Ushca Ushva P
Pascual Pastor, ra Patricio, cia Patrocinio, nia
Pashcu Pashtu, Patucu, co, ca Pati, shu, sha Patu, cu, Pachu
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Eustaquio, quia
Ushta, Utacu
Pepe Petrona Plácido, da Ponciano
G Gabriel, la Gaspar Jerónimo, ma González Guillermo, mina Gumersindo, da
Gabichu, cho, cha Gashpa, chu, cho, cha Giruchu, cho, cha Gunsha Guilli Gumi S
Salvador, ra Salustiano, na Samuel Sandalio Santiago Santos Saturnino, na Sebastián, na Seferino, na Segundo, da Secundino, na Severo, ra Silverio, ria Simeón, na Simón, na Sinforoso, sa Siriaco, ca Sócrates Sofía
Shava Shalu Shamu, cu Shandu Shanti Shantu Shatu Shiba, cu ceba CEFE Shigu Shicu Shivi Shilvi Shimi Shimu Shinfu Shilicu, ca Shuca Sofá
Pepushu Pichu Pachu, cha Punshi R
Ramón, na Roberto Romualdo Ruperto, ta Solano, na Sotelo
Llamu Llubi Llumi Llupi Shula Shutula T
Tiburcio, cia Tránsito
Tibu, shu, sha Tanshu, Transhu V
Valentín, na Vicente, ta Víctor, ria
Valicu, co, ca Vichi, cho, cha Vitu, la W
Wenceslao
Ubichu Z
Zacarías
Shaca
Nota: La presente nómina ha sido compuesta con voces tomadas directamente del lenguaje vivo de nuestros hablantes quichuas. No se han incluido en ella los nombres que no daban fehacientes muestras de quichuización en las derivaciones morfofonéticas del vocablo. No figuran los nombres que sólo han sufrido una apócope en su estructura tales como: Eme, de Emerenciana: Cata, de Catalina; Nati, de Natividad; Inda, de Indalecio; etc., por no encontrarse en ellos partículas morfofonéticas quichuas. Cabe consignar que en este tema nuestro bilingüismo no es reversible porque no tenemos nombres quichuas para base de castellanización de la palabra.
BIBLIOGRAFÍA I - Bibl. I, Bravo, Domingo A.: El quichua santiagueño, reducto idiomático argentino, publ. Univ. Nac. de Tucumán, 1956, Tucumán. II - Bibl. II, Bravo, Domingo A.: Cancionero quichua santiagueño, publ. de la Univ. Nac. de Tucumán, 1956, Tucumán. III - Bibl. III, Bravo, Domingo A.: Estado actual del quichua santiagueño, publ. de la Univ. Nac. de Tucumán, 1965, Tucumán. IV - Bibl. IV, Bravo, Domingo A.: El quichua en el “Martín Fierro” y en “Don Segundo Sombra”, publ. “Instituto Amigos del Libro Argentino”, 1968, Bs. Aires.
V - Bibl. V, Bravo, Domingo A.: El sustrato lingüístico de Santiago del Estero, rev. “Humanitas” de la Univ. Nac. de Tucumán, año X, Nº 15, p. 77 ss., 1962, S. M. de Tucumán. Domingo A.: Glotocronología del quichua santiagueño, revista “Humanitas” de la Univ. Nac. de Tucumán, año XIII, Nº 18, p. 273 ss., 1965, S. M. de Tucumán. VII - Bibl. VII, Bravo, Domingo A.: Diccionario quichua-castellano, publ. “Instituto Amigos del Libro Argentino”, 1967, Bs. Aires. VIII - Bibl. VIII, Corvalán, Octavio: El sustratum quechua en Santiago del Estero, rev. “Humanitas” de la Univ. Nac. de Tucumán, año III, Nº 7, p. 85 ss., 1956, S. M. de Tucumán. IX - Bibl. IX, Morínigo, Marcos A.: Programa de filología hispánica, Ed. Nova, 1959, Buenos. Aires. X - Bibl. X, Lagmanovich, David: Sobre el español de Santiago del Estero, rev. “Humanitas” de la Univ. Nac. de Tucumán, año III, Nº 8, p. 55 ss., 1957, Tucumán. XI - Bibl. XI, Balmori, Clemente Hernando: El quichua santiagueño, sep. T. II, Actas del XXXIII Congreso Internacional de Americanistas. S. José de Costa Rica, 1958, p. 584 ss. XII - Bibl. XII, Vidal de Battini, Berta Elena: El español de la Argentina, publ. del Consejo Nac. de Educación, Nº 1, p. 110 ss., 1964, Buenos Aires. XIII - Bibl. XIII, Serafín y Joaquín Alvarez Quintero: Amores y amoríos, Ed. Kapelusz, 1965, Buenos Aires. XIV - Bibl. XIV, Lira, Jorge A.: Diccionario Kkechua-español, publ. de la Univ. Nac. de Tucumán, 1944, Tucumán. XV - Bibl. XV, Lapesa Rafael: Historia de la lengua española, Madrid, 1942. XVI - Bibl. XVI, Pais, Federico E.: Consideraciones preliminares al estudio de la ot ponimia catamarqueña, Primer Congreso de Historia de Catamarca, 1966, Catamarca.
VI - Bibl. VI, Bravo,
92
GLOTOCRONOLOGIA DEL QUICHUA SANTIAGUEÑO (*) Aplicación del Método Léxico-estadístico de Swadesh
Domingo A. Bravo
EL origen del lenguaje humano se pierde en la infinita dimensión de los tiempos; pertenece todavía al mundo de lo desconocido y el arcano más profundo envuelve su génesis. Pero el hombre, en su afán de dilucidarlo, ausculta aquella ignota lejanía, que se pierde más allá de la Historia, ensayando métodos y practicando procedimientos tendientes a ese fin. En esa búsqueda incesante la Lingüística ha apelado a todos sus recursos y hasta se ha auxiliado de otras ciencias como la Arqueología, la Antropología, la Paleontología, etc. Uno de los casos más notables en este sentido es la aplicación del método léxico-estadístico para calcular la antigüedad de una lengua. Este método creado por el Prof. Morris Swadesh, aventajado discípulo del eminente maestro Edward Sapir, no es precisamente lingüístico, sino extralinguístico, puesto que la idea aplicada en arqueología ha sido adaptada a los fines lingüísticos. __________ (*) Trabajo del autor presentado en su condición de alumno del Instituto Lingüístico Latinoamericano, organizado por la Universidad de la República, Montevideo, dic. 1965, febrero 1966, en el curso de Lingüística Indígena del Prof. Dr. Norman A. Mc Quown, de la Universidad de Chicago, EE.UU., quien recomendara su publicación. A dicho Instituto concurrió el autor como subsidiado del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CNICT).
273
“Se basa -explica el mismo Swadesh- en el descubrimiento de W. F. Libby de que todas las sustancias vivas contienen un cierto % de carbono radioactivo, una sustancia inestable que tiende a convertirse en nitrógeno. Durante la vida de la planta o animal continuamente se toma nuevo radiocarbono de la atmósfera y el porcentaje pertenece en un nivel constante. Después de la muerte (del animal o planta) el % del radiocarbono se disipa gradualmente con un ritmo estadístico, esencialmente constante. Siendo el ritmo de decadencia constante, es posible determinar el tiempo pasado desde la muerte de cualquier trozo de carbón midiendo la cantidad de radioactividad que todavía se desarrolla. En consecuencia es posible determinar, dentro de ciertos límites de precisión, la profundidad de cualquier terreno arqueológico que contenga una cantidad apropiada de hueso, madera, pasto o cualquier otra sustancia orgánica” (1). El hallazgo de Libby sugirió a Swadesh su método. Pensó que ese ritmo constante en la disipación de la radioactividad del carbono, con su progresiva nitrogenación, podría ser aplicado a la lingüística en la determinación de escisiones pretéritas. El material empleado para la determinación de fechas léxico-estadísticas es muy distinto del empleado por el radiocarbono, pero, en general, el método es similar. Las investigaciones hechas por el Prof. Swadesh y sus discípulos, como así por varios otros estudiosos, ha revelado que el vocabulario cotidiano fundamental de cualquier lengua -contrariamente al vocabulario cultural especializado - cambia con un ritmo relativamente constante. El % de elementos retenidos en un vocabulario de prueba adecuado, indica el tiempo transcurrido desde que tuvo lugar la división de una comunidad de habla en dos partes. En cada una de las nuevas lenguas hay un % de voces comunes retenidas lo que da un índice aproximado del tiempo transcurrido. Ese índice nos permitirá, por el método de la lingüística comparada, establecer la antigüedad de la separación de las lenguas. Los datos léxico-estadísticos deben ser complementados con otras evidencias incluyendo las de la arqueología, etnografía comparada y paleontología lingüística. Las distintas líneas de los estudios sirven para modificar, corregir o completar detalles de la historia. __________ (1) Ob. cit. p. 452.
274
El cambio del vocabulario fundamental, con un ritmo de pérdida constante, descubierto accidentalmente, fue el modelo analógico del procedimiento empleado para la arqueología con la aplicación del carbono radioactivo. Con el estímulo de la determinación de fechas con el radiocarbono Swadesh trabajó con tesonero ahínco para establecer, con la máxima aproximación posible, los cambios operados en el vocabulario en largos períodos de tiempo, calculados por centurias y milenios. En la aplicación del método cabe destacar los trabajos del Prof. Robert B. Lees, de la Universidad de Chicago. “Sus estudios -dice Swadesh- ya han proporcionado seguridad sobre una base matemática que existe una constante que es real y que el número de casos históricos ya es suficiente para eliminar la posibilidad de una casualidad” (2). Como en todo cálculo estadístico siempre hay una fluctuación; para el léxico-estadístico. Lees calcula esta fluctuación en un 2%, en más o en menos, por cada 1.000 años, porcentaje muy bajo para apreciaciones de tan largos períodos de tiempo. La determinación de estas fechas, prehistóricas, por medio del método léxico-estadístico, es posible cuando la divergencia de las lenguas ha sido motivada por una separación súbita o migración en masa motivada por eventualidad que dividió a la sociedad hablante en dos partes y las condiciones geográfico-sociales evitaron un contacto directo después de la separación. Los cambios o evoluciones lingüísticas operadas en ambas lenguas serán independientes el uno del otro, puesto que el medio socio-cultural de sus vivencias será distinto. Después de 1.000 años habrá dos lenguajes definidos, cada uno de los cuales habrá conservado cierta porción de vocabulario fundamental de la forma común anterior. Este porcentaje medido por medio de una lista de prueba sería aproximadamente del 81% para cada una de las lenguas en el primer milenio. La relación entre el tiempo y el % de coincidencia en lenguajes contemporáneos se expresa con el doble del tiempo transcurrido desde que estaban juntos, puesto que la divergencia se desarrolla simultáneamente en ambas lenguas. La fórmula material para medir el tiempo del desarrollo de la divergencia es por lo tanto: log. C t= 2 log. r __________ (2) Ob. cit. p. 455.
275
Esto es, el tiempo de la divergencia es igual a log. del porcentaje común del vocabulario dividido por 2 veces el logaritmo del porcentaje de retención. Sobre esta base aplicaremos el método léxico-estadístico al quichua santiagueño en relación con el quichua peruano, dialecto de Ayacucho, sobre una lista de 100 palabras comunes, perfectamente conocidas del hablante común por pertenecer a su vocabulario cotidiano. La lista ha sido tomada de nuestro reconocimiento di recto de la lengua quichua santiagueña y la quechua peruana de un informante nativo de la región, hablante de la misma como lengua familiar: Teodoro Meneses (n. 1915), oriundo de Huanta, Perú. Vocab. de prueba, quichuas: santiagueño, ayacuchano y cuzqueño Dic. Bravo
Inf. Meneses
Quichua santiagueño
Quichua ayacuchano
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
Cognado
Castellano
Dic. Lira Q. Cuzqueño
para inti kila
1 (* *) lluvia 1 sol 1 luna
Pára Ínti Kílla
mayu (mayu) yaku (yacu) kaèi (cachi)
mayu yaku
1 1 1
río agua sal
Máyu Yáku Káchi
waira ñawi uya nigri
waira ñawi uya rinri
èaki
(huaira) (ñahui) (uya) (nigri) (chaqui)
èaki
1 1 1 -1
viento ojo cara oreja pie
Wáyra Náwi Úya Rínri Cháki
ašpa puka átox aško
(ashpa) (puca) (átoj) (ashcko)
alpa puka átox alco
1 1 1 1
tierra colorado zorro perro
Állpa púka átokk álkkho
para inti kiža
(para) (*) (inti) (quilla)
Dic. R.A. Esp.
kaèi
__________ (*)
Esta grafía (encerrada entre paréntesis) es la empleada por el autor para el quichua santiagueño literario en sus trabajos y ya consagrada por el uso para la escritura común. Efectuado el recuento de los pares correspondientes, para las comprobaciones del caso, encontramos coincidentes 91 pares, con ligeras variantes fónicas, como es natural, las que inciden en la grafía de sus voces, pero que conservan su correlación semántica. Del cómputo se desprende que el % de voces retenido es el 91% con la sola pérdida del 9% de las mismas. (* *) El signo 1 indica positivo en la retención del vocablo y - negativo.
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Quichua santiagueño
16 ñan 17 weke
Quichua ayacuchano
Cognado Castellano
Q. Cuzqueño
(ñan) (huecke) (sillu)
ñan wique silu
1 1 1
camino lágrima uña
ñan wékke sillu
(quiru) (ckari) (huarmi) (chujcha)
kiru runa warmi èukèa
1 -1 1
diente hombre mujer cabello
kiru kkhári wármi chúhcha
(chiri)
èiri
1
frío
chiri
(ckoñi) (áay) 26 wairakáèay (huairacáchay) 27 púñuy (púñuy) 28 púkuy (púcuy) 29 pakáriy (packáriy)
qoñi áway kálpay
1 1 --
caliente tejer correr
’koñi áway
púñuy púkuy aèíkyay
1 1 --
dormir soplar amanecer
púñuy phúkuy pákkar
30 úxuy 31 sámay 32 mútkiy 33 káay
(újuy) (sámay) (mútquiy) (ckáay) (llójsiy)
úhuy sámay múskiy ríkuy lóqsiy
1 1 1 -1
toser respirar oler ver salir
úhuy sámay múskhiy kkháway lloksiy
(yáicuy) (úpiay) (’ricúriy) (ckónckay) (ckonckori) (maqui) (machájhuay)
yáykuy úpyay ríkuy qónqay qónqor maki
1 1 1 1 1 1 1
entrar beber aparecer olvidar rodilla mano víbora
(ampatu) (challua)
jampatu èalua
1 1
sapo pez
hanp’átu chállwa
(yuyu) (sara) (ckellu)
jora sara qilu
-1 1
hierba maíz amarillo
yuyu sára ’kellu
(sisa)
wayta
--
flor
sissa
18 sižu 19 kiru 20 kari 21 warmi 22 èuxèa 23 èiri 24 koñi 25 áay
34 žóxsiy 35 yáykuy 36 úpiay 37 rikúriy 38 kónkay 39 konkori 40 maki 41 maèáxway 42 ampatu 43 èažua 44 yuyu 45 sara 46 kežu 47 sisa
mèaqway
úpiy kkónkay kkónkkor máki mach’ákkway
277
Quichua santiagueño
48 pilpintu 49 kuru 50 simi
Quichua ayacuchano
Cognado Castellano
Q. Cuzqueño
51 kažu
(pilpintu) (curu) (simi) (ckallu)
pilpintu uru simi qalu
1 1 1 1
mariposa gusano boca lengua
pillpintu kúru simi kkállu
52 kapáriy 53 uma 54 kešifra
(ckapáriy) (uma) (ckeshifra)
qapáriy uma
1 1 1
gritar cabeza pestaña
kkapáriy úma
55 miši 56 uturungu
(mishi) (uturungu) (punchau)
misi uturunku
1 1 1
gato tigre día
míssi
(yutu) (tuta) (tárpuy) (huata) (caru) (ckailla)
yutu tuta tárpuy wata karu
1 1 1 1 1 --
perdiz noche sembrar año lejos cerca
yúthu túta tárpuy wáta káru kkáylla
(nocka) (ckam) (pay) (nockanchis)
ñoqa qam pay
1 1 1 1
yo tú él nosotros
nókka kkan pay ñokkánchis
qamkuna paykuna mama tayta wawqe pani èuri
1 1 1 1 1 1 1
vosotros ellos madre padre
74 èuri
(ckamcuna) (paucuna) (mama) (tata) (huaucke) (pana) (churi)
75 aižu
(ayllu)
aylu
1
pariente
57 punèau 58 yutu 59 tuta 60 tárpuy 61 wata 62 karu 63 kaiža 64 noka 65 kam 66 pay 67 nokanèis 68 kamkuna 69 paykuna 70 mama 71 tata 72 wauke 73 pana
278
qeèipra
punèaw
hièpa
ñoqanèik
kkankúna paykúna máma táta hermano del varón wáukke hermana del varón pána hijo del varón churi ayllu
Quichua santiagueño
76 kosa
Quichua ayacuchano
qosa
77 aška
(ckosa) (ashca)
78 79 80 81 82 83 84
(utula ) (caspi) (suj) (íshcay) (quimsa) (taa) (pishcka)
As kaspi huk ískay kimsa tawa
utula kaspi sux íškay kimsa taa piška
Cognado Castellano
Q. Cuzqueño
1 1
esposo mucho
kkossa áskha
-1 1 1 1 1 1
poco palo uno dos tres cuatro cinco
huh ískay kímsa táwa pískka
uèpa
1 1
lindo ceniza
aèka
pièqa súmaq
85 súmax 86 ušpa
(súmaj) (ushpa)
87 88 89 90
kánèay
(cánchay)
kánèay
1
alumbrar
wíñay úntay kákoy
(huíñay) (úntay) (ckáckoy) (píchay)
wíñay húntay qáqoy
crecer llenar refregar barrer
wíñay
píèay
1 1 1 1
(púshcay)
puèkay
1
hilar
púskay
(séray) (cáncay) (huáckay) (páquiy) (tanta) (cútay) (quishca)
síray kankay wáqay pákiy tanta kútay kièka
1 1 1 1 1 1 1
coser asar llorar quebrar pan moler espina
síray kánkay wákkay p’ákiy t’anta kútay kiska
(shishi)
sisi
1
hormiga
sissi
91 píèay 92 púškay 93 94 95 96 97 98 99
séray kánkay wákay pákiy tanta kútay kiška
100 šiši
súmakk
khákuy píchay
____________
100 voces comparadas
+ 91 - 9
Efectuado el recuento de los pares correspondientes para las comprobaciones del caso, encontramos coincidentes 91 pares, con ligeras variantes fónicas, como es natural, las que inciden en la grafía de sus voces,
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pero que conservan su correlación semántica. Del cómputo se desprende que el % de voces retenido es el 91% con la sola pérdida del 9% de las mismas. Vemos entonces que se cumple, en nuestro caso, la tabla de Swadesh puesto que nos da el 91% de cognados para 423 años (1543-1966), vale decir que hay 9% de pérdida en más de cuatro centurias, lo que nos daría el 18% en 10 centurias, esto es, el 81% de Swadesh, en un milenio, con el 1 o el -2% de fluctuación prevista. Este resultado da por aplicable el método léxico-estadístico para el quichua santiagueño, comprobación histórica fácil por cuanto su nacimiento, o dicho con más propiedad su separación del tronco común, pertenece al período de la conquista española. Con las ilustraciones que hemos preparado para determinar el hecho lingüístico queda demostrada cuál es la ubicación actual, dentro del conjunto de las lenguas supérstites de América, del quichua santiagueño. Cabe agregar dos palabras sobre el pasado de esta lengua. Ella es el producto de la invasión bilingüe castellano-quechua al Tucumán en 1543. Esta “Primera Entrada” de hablantes quechuas, en número no consignado por la historia, fue acrecentada por nuevos contingentes y afianzada luego con la penetrante acción de los catequizadores cristianos puesto que el quechua fue la lengua oficial de la evangelización en el Tucumán, extensa comarca de la que Santiago del Estero fue su capital (1550-1782). Las relaciones de contacto no se cortaron totalmente durante la colonia dado a que el Tucumán pertenecía al Virreynato del Perú hasta la fundación del Virreynato del Río de la Plata (1776). En este lapso de más de cuatro siglos hay dos períodos históricos que encuentran su repercusión en el quichua: 1º.- 1543 (entrada de la lengua a la región) - 1776 (auge de la misma); y 2º.- 1776 (creación del Virreynato del Río de la Plata, con su nueva metrópoli Buenos Aires, y prohibición del uso del quichua en el Tucumán, cédula real de 1780) - hasta nuestros días. Esta segunda época es, sin duda alguna, más rica en cambios lingüísticos que la anterior. Su área de difusión ocupa actualmente la parte central de la provincia de Santiago del Estero, Rep. Argentina. Si bien es cierto que su área va estrechándose cada día más por la presión del español, cálculos no estadísticos, aunque los creemos muy aproximados, cuenta en la actualidad alrededor de 60.000 hablantes, todos bilingües; castellano-quichuas. Este es el estado actual -1966- del quichua santiagueño a medio milenio de su entrada a la región.
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BIBLIOGRAFÍA
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EL SUSTRATO LINGÜISTICO DE SANTIAGO DEL ESTERO
Domingo A. Bravo
En la exposición de los distintos aspectos de nuestra lengua quichua santiagueña, que venimos realizando, no podemos dejar de referirnos al problema lingüístico que nos plantea el idioma tratado desde el punto de vista del sustrato, sutil teoría clarísimamente explicada por Amado Alonso: “Estos dos términos (substratum y superstratum) designan -dice el eminente lingüista español- sendas modalidades de influencia de una lengua en la evolución de otra, como resultado de estados de bilingüismo. “Los romanos conquistan y colonizan la Galia y la Iberia; los españoles conquistan y colonizan las tierras de los Aztecas y de los Incas. Las poblaciones conquistadas, van aprendiendo la nueva lengua, instrumento más eficaz para las nuevas formas de vida. Primero alternan su lengua patrimonial con la conquistadora; andando los siglos, pueden abandonar del todo su vieja lengua y usar como suya propia la de los conquistadores. Entonces, en la evolución que estas poblaciones conquistadas den a la lengua adquirida pueden obrar tendencias de la vieja lengua abandonada. Graziado Ascoli, en el siglo pasado, fue el primero en ver este fenómeno, y él también fue quien lo llamó influjo de sustrato lingüístico. “Este concepto provocó enseguida en los lingüistas un entusiasmo optimista, y pronto se intentó, por ejemplo, explicar cada particularidad del francés por influjo céltico, si bien es verdad que este confiado optimismo fue amortiguado desde sus comienzos por la prudencia y buen sentido de un Hugo Schuchardt, y no tardó en imponerse saludablemente, gracias sobre todo a los 77
romanistas encabezados por Meyer-Lübke, una crítica exigente que sólo admitía los resultados cuando se basaban en pruebas irrecusables”. Por su parte “Walter von Wartburg bautiza con el nombre de superestrato al fenómeno inverso: una lengua conquistadora que traspasa la estructura de la lengua de los conquistadores, como en el caso del guaraní, del quechua y del náhualt, profundamente influidos por el español, o como los dialectos mozárabes del sur de España, influídos por el árabe de los invasores. El profesor de Ámsterdam Marius Valkhoff quiso completar la terminología proponiendo el término de adstrato para el influjo entre dos lenguas que, habiendo convivido un tiempo en un mismo territorio, luego viven en territorios vecinos, como en el caso del vasco, antiguo sustrato y hoy adstrato del castellano. Otros designan con el término de adstrato simplemente la influencia de lenguas vecinas” (1). Expuesta así la definición, y sobre la base de la misma, consideraremos el fenómeno del sustrato en el quichua santiagueño. Venimos sosteniendo, desde 1953, que el quichua entró a Santiago del Estero, como lengua invasora, junto con el castellano en 1543. En este caso, habría sustrato quichua en el castellano o superstrato castellano en el quichua o acaso adstrato en ambos? Eso, en la medida que nos lo permitan los conocimientos, muy incompletos por cierto, que poseemos sobre tan difícil como inestudiada materia entre nosotros, trataremos de señalar, aunque más no fuese para dejar planteado el problema, que no otra cosa, según creemos, nos está permitido hacer hoy. Hay una cuestión de fondo que resolver primero: ¿Habrá sustrato quichua en el castellano de Santiago del Estero? Releamos atentamente la transcripta de finición de sustrato y para mayor claridad vayamos haciendo las acotaciones correspondientes al caso santiagueño. El citado autor expresa: “Los romanos conquistan y colonizan la Galia y la Iberia; los españoles conquistan y colonizan las tierras de los aztecas y de los Incas”. [Santiago del Estero estuvo a 200 km. de distancia del Tuhuantinsuyu, Imperio de los Incas] “Las poblaciones conquistadas van aprendiendo la nueva lengua, instrumento más eficaz para las nuevas formas de vida. Primero alternan su lengua patrimonial con la conquistadora; [castellano -quichua, para el caso santiagueño] andando los siglos, pueden abandonar del todo su vieja lengua [idiomas comarcanos: kaká, kakán, o __________ (1) Amado Alonso. Substratum y Superstratum. Estudios Lingüísticos, Ed. Gredos, Madrid, pág. 315-317, tomado a su vez de la Revista de Filología Hispánica, Vol. III, 1941.
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cacán, tonocoté, lule, sanavirón, indamás, vilela, comechingón...] y usar como suya propia la de los conquistadores [españoles y su comitiva, compuesta por yanaconas peruanos]. Entonces, en la evolución que estas poblaciones conquistadas [juris, diaguitas, sanavirones...] den a la lengua adquirida [castellano-quichua] pueden obrar tendencias de la vieja lengua abandonada”. [cacán, sanavirón, tonocoté...]. ¿Entra el quichua santiagueño en su relación con el castellano en la definición de sustrato dada por Amado Alonso?. Hasta aquí no lo encontramos. Veamos ahora la definición del sustrato por otro eminente lingüista, Frederick H. Jungemann: “La teoría del sustrato puede definirse a grandes rasgos así: Cuando en una comunidad gentes advenedizas, generalmente conquistadores, han introducido una nueva lengua que ha desplazado a la indígena entre la población nativa, ciertas modificaciones subsiguientes de la nueva lengua se deberán en última instancia a la perduración en ella de rasgos o hábitos característicos del idioma vernáculo precedente. En tal caso, el término “sustrato” se aplica a la población y al lenguaje indígenas” (2). Como vemos, esta definición es concordante con la ya expuesta de Amado Alonso y más contundente aún puesto que ni españoles ni peruanos, ni el castellano ni el quechua son indígenas de Santiago del Estero. De lo expuesto se infiere que, como problema tomado en general, por definición de sustrato, el quichua santiagueño con respecto al castellano no entra en esta teoría, por lo menos hasta ahora. No fue el quichua lengua vernácula, indígena, autóctona, aborigen, invadida por el castellano sino que fue su compañera de invasión como lengua extranjera, conquistadora, “advenediza” al decir de Jungemann. Juntas entraron, juntas se desarrollaron y juntas se mantienen, en el reducto santiagueño, en su secular bilingüismo de lenguas dominadoras de las vernáculas que han desaparecido totalmente del habla regional. A este estado de bilingüismo no es aplicable la teoría del sustrato sino el concepto de la interpenetración de dos lenguas que viven en común. No siendo aplicable la teoría en su aspecto conceptual, por las circunstancias e xpuestas, veamos los distintos aspectos que integran la teoría. __________ (2) Frederik H. Jungemann, La Teoría del Sustrato y los Dialectos, Hispano-romances y Gascones, pág. 17, Ed. Gredos, Madrid, 1956.
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La toponimia nos brinda un caso interesante sobre el particular. Al respecto Amado Alonso, a quien venimos siguiendo, dice: “Hay un arduo tipo de estudio que se ocupa especialmente de toponimia prehistórica y que se llama también estudio del sustrato. Sea ilustre ejemplo el artículo de Menéndez Pidal, Sobre el sustrato mediterráneo occidental, que fija por los restos de la toponimia preindoeuropea el área de habitación de los antiguos ambrones desde el norte de España, por Francia e Italia hasta Iliria”. -Y agrega más adelante- “La toponimia de origen prehistórico, por haber perdido todo rastro de significación común, no pertenece propiamente al sistema lingüístico de la lengua viva actual. Menéndez Pidal ha reconstruido un sustrato racial ambrón para el norte de España, sur de Francia, Italia e Iliria; pero no ha deducido, ni a nadie es lícito deducir, que en las lenguas actuales de esos territorios haya un sustrato lingüístico ambrón” (3). Tampoco aquí, de tan claro ejemplo, surge que en la toponimia santiagueña sea aplicable al quichua la teoría del sustrato. Nuestra toponimia prehistórica nos viene de más allá, de épocas prehispánicas. El quichua santiagueño no rebasa la protohistoria. Esta teoría hemos de aplicar a las lenguas aborígenes, como el cacán por ejemplo, y no a una lengua invasora como el quichua. A ese sustrato toponímico que aflora a la superficie idiomática actual, llegándonos desde el fondo imprecisable del tiempo, como un mensaje de siglos, no lo hemos de buscar en el quichua sino en las lenguas indígenas desaparecidas: cacán, sanavirón, tonocoté, juri..., si es que este último tuvo su idioma o dialecto propio. Para ello, cuando algún día estos estudios se realicen tendrá Santiago, el Noroeste y el país su Menéndez Pidal que reconstruya el sustrato racial por vías del sustrato lingüístico que funcionará como un medio y no como un fin. Y entonces sabremos por ese conducto qué pueblos poblaron las respectivas regiones de la provincia y del país. Ahora veamos lo que trata esta teoría en lo referente al léxico, la morfología y la sintaxis. Prosiguiendo con Amado Alonso tenemos: “Si la lengua conquistadora y la conquistada nos son conocidas, el substratum léxico, cuando existe, es reconocible sin dificultad. El sintáctico y morfológico, salvo excepciones, es en nuestras lenguas poco cuantioso; las más veces es propio de las etapas de bilingüismo vigente y se borra más tarde” (4). __________ (3) Obra cit., pág. 318. (4) Obra cit., pág. 319.
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Por su parte Jungemann expresa: “Se utiliza sobre todo la teoría del sustrato para explicar evoluciones fonológicas y, menos frecuentemente, morfológicas y sintácticas. En cuanto a léxico, es indiscutible que la lengua dominadora puede tomar préstamos del vocabulario de la lengua de sustrato antes de que ésta desaparezca; está fuera de duda, por ejemplo, el origen céltico de muchas palabras francesas, bien a través del latín imperial, bien directamente del galo. Para la mayoría de los lingüistas, tales transferencias lexicales se explicarían satisfactoriamente por la teoría general de los préstamo, y no creen que ello incline la balanza en favor de la teoría del sustrato” (5) . Como se ve, ambas definiciones son susbstancialmente concordantes, y aplicando las mismas al caso particular de nuestro tema nos permitimos expresar que estando el quichua santiagueño en una etapa de “bilingüismo vigente” que va en camino de borrarse “más tarde”, creo prudente no apresurarse a anticipar observaciones o conjeturas a hechos no producidos aún. Cuando desaparezca el quichua de la región santiagueña, en un futuro no inmediato, -creemos que no será antes del año 2000, total faltarían sólo 40 años, hay que esperar- entonces si podrá hablarse de sustrato observando cómo aflora el idioma con sus substancias lingüísticas, como sucede con la planta en cuyas ramas viene a abrirse en flor la sustancia de la flora desaparecida que forma el mantillo del suelo. La parte más interesante, más sutil y más compleja del sustrato está en la fonética. Amado Alonso lo destaca diciendo: “...el fonético es siempre el que ofrece más caracteres de problema”. Y en otra parte de su exposición explica: “El substratum, especialmente el fonético, no actúa en la lengua nueva como un sustrato, esto es, como una capa estabilizada sobre la cual descansa la capa superior, sino como algo ya constitutivo de la lengua nueva y que evoluciona con ella, por ejemplo, como la ronquera en la voz o como los recuerdos en un estado de ánimo” (6). Jungemann, en el párrafo ya citado, confirma esta característica expresando que “se utiliza sobre todo la teoría del sustrato para explicar evoluciones fonológicas”. Este sustrato fonético es complejo, viene ligado a causas culturales, históricas y aun quizá a causas biológicas, disposición anatómica del aparato fonador, como lo sostuvo basándose en la ley de las herencias de Mendell, el Prof. Jacques van Ginneken -citado por Amado Alonso- aunque su teoría, muy respetable por cierto, no es seguida por los lingüistas. __________ (5) Obra cit., pág. 17. (6) Obra cit., pág. 319.
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Aplicada la teoría del sustrato al problema lingüístico santiagueño planteado por el binomio quichua-castellano, sobre la base de las clarísimas exposiciones de Alonso y Jungemann, nosotros pensamos que no podemos hablar de sustrato quichua en el castellano de Santiago del Estero, donde estas lenguas están en un “vigente bilingüismo”. Este punto no ha sido estudiado aún entre nosotros con el detenimiento que merece tan arduo problema. Sólo conocemos dos artículos sobre el tema, publicados por los profesores Octavio O. Corvalán y David Lagmanovich, en 1956 y 1957, Nº 7 y 8, respectivamente, de la Revista HUMANITAS de la Universidad Nacional de Tucumán, pero donde ellos ven el sustrato nosotros no lo vemos. Para nuestra apreciación el problema estaría radicado en otra parte. Vendría desde las desaparecidas lenguas aborígenes: cacán, sanavirón, comechingón, lule, juri (si lo hubo)..., a aflorar en las lenguas dominadoras vigentes: castellano-quichua. Dentro de este planteo, al sustrato hay que buscarlo en lo fonético que es donde se manifiesta en toda su plenitud. Mirada así la cuestión, ésta nos permite agrupar sus distintos aspectos de la manera siguiente: A - La dureza del quichua santiagueño con respecto al quechua cuzqueño. B - El fonema rrs o rrsh. C - Las tonadas regionales. D - La toponimia. A) - Creemos que un caso de sustrato se produce en el quichua santiagueño en el que vendría a aflorar la fonética cacana. A este parecer nos lleva la observación que hemos hecho en 1953, en Buenos Aires, al hablar con una ágil hablante de la lengua de Cuzco. Del cuidadoso cotejo que realizamos de la fonética de la lengua madre y su lejano dialecto percibimos claramente que el quichua santiagueño era áspero, duro, en relación a la suave musicalidad del cuzqueño. Posteriormente, en otros cotejos, hemos comprobado la misma diferencia. De las palabras comparadas surgieron como pruebas más evidentes estos vocablos: Q. de Cuzco Q. Santiagueño Castellano Alco ashcko, allcko, achcko perro colque coshcke, ckollcke, ckochcke plata alpa ashpa, allpa, achpa tierra No viniendo esta dureza de la lengua de origen vendría entonces del castellano compañero de invasión y de secular convivencia. Pero tampoco 82
podría ser puesto que el castellano carece de estos sonidos que más cabalmente se aproximan a la sh inglesa. Por lo tanto sólo queda buscar su origen en las lenguas aborígenes. ¿En cuál de ellas? En la más dura y gutural que tengamos noticia para explicarnos que a través de dos, tres y acaso cuatro siglos perdura aún su fonética. El idioma que reúne estas condiciones es el kaká o cacán que al decir del P. Lozano: “...apenas lo percibe quien no le mamó con la leche”. Habría tenido este idioma tiempo suficiente para influir en el quichua por cuanto era lengua preponderante en el Tucumán y se lo habría hablado hasta el siglo XVII (7) y aún hasta pr incipios del XVIII (8). Esta influencia cacana, si es que lo fuese, perviviría así en la fonética quichua, se mantendría en la misma y evolucionaría con ella “como la ronquera en la voz”, según la feliz expresión de Amado Alonso. B) - Otro caso de sustrato fónico tendríamos en el fonema rrs o rrsh, para cuya representación no disponemos de signos gráficos. Lo hemos oído a algunos viejos criollos, especialmente hablantes o antiguos hablantes quichuas en el Dto. Robles, fenómeno observado también, en las mismas condiciones, en el Dto. Copo (Chaco santiagueño), según el seguro testimonio de Andrónico Gil Rojas, maestro jubilado en la zona y autor del libro regional El Ckaparilo. En ambos casos el fenómeno subsistía cuando ya el quichua había desaparecido del habla vigente de la zona y era dable percibirlo en el sonido de la r cuando ésta precede a las consonantes s, n, y c, z (seguidas de la e, i, estas últimas): Castellano Fenómeno observado Quichua santiagueño perseguido perrseguido, perrsheguido ckatiscka Marcelo Marrcelo, Marshelo Mashi Mercedes Merrcedes, Merrshedes Michi carne carrne aicha carta carrta -------Este fonema no nos viene del castellano como tampoco del quichua, lengua que carece del sonido fuerte de la r. Habría que buscarlo, hasta do nde nos lo permita nuestra falta de elementos de información, en los insondables hontanares nativos que se pierden en la imprecisa perspectiva de la prehistoria americana. Nosotros, en tanto, nos limitaremos, por ahora, a anotar nuestra observación. __________ (7) Idalia M. E. Rotondo, Llajta Mauca, Ed. Mundi, Bs. As., 1940, pág. 38, en una cita a Boman. (8) Manuel de Ugarriza Aráoz, En el Escenario de un Mito, Supl. de la Revista de Educación, La Plata, 1958, pág. 76, cita al Presb. Verdugo Garnica.
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C) - Dentro del campo lingüístico la novísima teoría del sustrato nos plantea el apasionante problema de las tonadas regionales. Estas características del habla regional no podrían explicarse sino por las afloraciones fonéticas de desaparecidas lenguas aborígenes. ¿De dónde procede el acento inconfundible de tucumanos, cordobeses, catamarqueños, salteños, riojanos y santiagueños? En la conquista, durante la colonia y buena parte de la época independiente, en algunas regiones del Tucumán y en la zona bilingüe de Santiago del Estero hasta hoy, dos fueron las lenguas dominantes y unificadoras: el castellano y el quichua. Si de ellas procediesen esas tonadas tendríamos solamente una: castellana o bien quichua y a lo sumo dos: castellana en unas partes (las urbanas seguramente) y quichua en otras (las rurales sin duda). Pero en la realidad fonética de la región no es así. Su causa hay que buscar en otra parte. Hay que rebasar la era castellano-quichua. Para ello inquirimos el habla de los pueblos aborígenes. Miremos el mapa etnográfico para ubicar su zona de ocupación. Claro está que esta antropología aproximada nos dará una glotogeografía aproximada que nos permitirá conjeturar, de manera probablemente aproximada también, a qué idiomas pertenecerían esos acentos propios que perduran, como los zumos de la tierra y que exudando viejas tonadas de lenguas pretéritas vienen a aflorar en el habla vigente. Esa antropogeografía prehispánica nos permite conjeturar lo sig.: a) En la zona sud limítrofe con Córdoba, ocupada por los actuales Dtos. Ojos de Agua, Quebrachos y Sumampa, especialmente en las sierras, “los serranos”, hablan con un acento marcadamente cordobés. La región estuvo ocupada, a la llegada de los españoles, por diversas tribus entre las que se cuentan como más impo rtantes, con jerarquía de “nación”, los sanavirones, los indamás y los comechingones que se extendían hasta muy entrado en lo que hoy constituye el territorio de la provincia de Córdoba y hablaban sus respectivas lenguas: sanavirón, comechingón o camiare e indamás. A ello podemos agregar que los sanavirones de Santiago habrían invadido y dominado buena parte de la región comechingona. b) La zona oeste, limítrofe con Catamarca, actuales Dtos. Choya, Guasayán, y también aquí especialmente los “serranos”, que tienen acento catamarqueño, estuvo ocupada por juris y diaguitas, y más al sud los sanagastas, parcialidad de aquéllos, tuvieron su lengua general el kaká o cacán. c) La zona noroeste, limítrofe con Tucumán y Salta, Dtos. Río Hondo, Jiménez y Pellegrini, tiene un acento tucumano, estuvo ocupada por los lules cuyo idioma el lule debió ser muy parecido al tonocoté puesto que Machoni 84
los unió en un solo trabajo denominado “Arte y Vocabulario de la lengua Lule-Tonocoté”. d) La zona norte y nordeste, limítrofe con Salta y Chaco, que comprende los Dtos. Copo, Alberdi y parte de Moreno, estuvo ocupada por las tribus chaqueñas y litoralenses (mocovíes, tobas, chulupíes, pilagás, guaycurúes, matacos, chiriguanos, avipones..., conglomerado étnico lingüístico de ándidos y guaraníticos, con sus respectivas lenguas sufijadoras o prefijadoras) que desde fines del siglo pasado abandonaron paulatinamente la región, no percibimos una tonada típica que la señale con caracteres definidos. Quizá ello se deba a la diversidad de idiomas aborígenes que los cruzaron en todas direcciones sin establecerse en forma sedentaria por espacio de mucho tiempo. Si este supuesto fuera la razón de la ausencia de una tonada característica, vendría la misma a dar fuerza a la explicación de las tonadas en las otras regiones. e) La zona sudeste, limítrofe con Santa Fe, que comprende todo o parte de los Dtos. Begrano, Aguirre y Rivadavia, tiene tonada santafecina y estuvo ocupada por las correrías de los avispones, los frentones y otras parcialidades guaraníticas. f) Y, finalmente, la zona central, región de los ríos, la actual zona bilingüe de la provincia, tiene la tonada santiagueña, según nos dicen los que la perciben, nosotros no la percibimos, estuvo habitada por los juris, parcialidad de los diaguitas , con quienes formaban la gran provincia de “juríes y diaguitas”, de que nos hablan los viejos infolios de los cronistas castellanos, cuyo idioma era el kaká, kakán o cacán. Pensamos que dichas tonadas deben venir de esos idiomas porque esta glotogeografía fonética que nos permitimos anticipar, a pura intuición, coincide con las zonas de dominio de aquellas tribus protohistóricas con ignota raigambre prehistórica. Quizá algún día, cuando los estudios lingüísticos argentinos sean más completos, podamos saber a ciencia cierta cuál es la razón cabal de esas tonadas. Por ahora sólo nos conformaremos con enunciar el fenómeno y adelantar un parecer. D) - Las voces indígenas que nos llegan desde un pasado prehispánico, reconocibles unas e indescifrables otras, integrando nuestra toponimia regional, nos plantean un apasionante problema lingüístico cuya solución no ha sido alcanzada todavía. Amado Alonso, a quien venimos siguiendo, expresa al respecto: “Hay un arduo tipo de estudio que se ocupa especialmente de toponi mia prehistórica y que se llama también estudio del sustrato”. Tal el caso ya citado de Menéndez Pidal con el sustrato racial ambrón. 85
Nosotros, por nuestra parte, agregaríamos a dicho estudio la fito y zoonimia regionales como un medio para establecer las áreas del sustrato lingüístico regional que nos llevaría a establecer un sustrato racial. La toponimia santiagueña es una materia ardua en extremo porque al ser Santiago una región llana estuvo, desde épocas primitivas, abierta a todas las innovaciones y habitada sucesivamente por tribus conquistadoras o conquistadas. Las voces de esos idiomas en convivencias más o menos largas, por interpenetración primero, en el juego de los préstamos, y por sustratos después, en la sobrevivencia funcional de éstos, han ido transmitiéndose de un idioma a otro ya como voces independientes en unos casos o en hibridación afijal en otros hasta llegar a nosotros en la forma gráfica de nuestra escritura actual, en la intensidad de su fonética, o en el contenido semántico que al presente conocemos. Esos estudios, complementándose con el de las tonadas, aire peculiar del acento provinciano, vendrán, cuando se los realice, a resolver, aunque más no fuera en parte, el gran secreto del pasado santiagueño que se esconde más allá de la Historia. SUPERSTRATO Y ADSTRATO En los estudios del sustrato y completando su terminología que vienen a determinar aspectos auxiliares de aquél, se encuentran el superstrato y adstrato. Del primero Amado Alonso da cuenta así: “Walter von Wartburg bautiza con el nombre de superstrato al fenómeno inverso: una lengua conquistadora que traspasa la estructura de la lengua de los conquistados, como en el caso del guaraní, del quechua y del náhualt, profundamente, influidos por el español, o como los dialectos mozárabes del sur de España, influidos por el árabe de los invasores” (9). Para el superstrato, en el quichua santiagueño, se nos presenta el caso de no ser el quichua lengua conquistada por el castellano, sino su compañera de invasión y de convivencia en un estado de ininterrumpido bilingüismo desde entonces a la fecha lo que le quita toda posibilidad de superstrato. Los fenómenos de éste pueden haberse producido en el Perú, pero no entre nosotros por las causas apuntadas. De producirse dicho fenómeno tendría que ser, necesariamente, de las lenguas invasoras, castellano-quichua, sobre las lenguas comarcanas invadidas: cacán, sanavirón, lule, indamás... hoy totalmente desaparecidas del habla vigente. __________ (9) Obra cit., pág. 316.
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Con respecto al adstrato Amado Alondo expresa: “El profesor de Ámsterdam Marius Valkhoff quiso completar la terminología proponiendo el término de adstrato para el influjo de dos lenguas que, habiendo convivido un tiempo en un mismo territorio, luego viven en territorios vecinos, como en el caso del vasco, antiguo sustrato y hoy adstrato del castellano. Otros designan con el término de adstrato simplemente la influencia de lenguas vecinas. Este concepto es, pues, menos seguro que los otros dos, con los que además no forma estricto sistema por faltarle la referencia esencial a los efectos del bilingüismo” (10) . Mirada así, esta fase del problema a la luz de tan clara exposición del eminente maestro español que hemos transcripto, no encontramos un caso que corresponda al adstrato, al menos por ahora, en el quichua santiagueño como tampoco en el castellano de Santiago. En cuanto por ahora, de acuerdo a nuestras actuales observaciones, nos es dable anotar, anticipando al mismo tiempo una opinión respecto al quichua santiagueño en sus relaciones con el castellano desde el punto de vista de la teoría del sustrato. Día vendrá que con mayores elementos de juicio y con una mejor versación sobre el tema haya quienes, puedan explicar el problema entrando en los apasionantes hontanares nativos que se pierden en la lejanía de los tiempos idos, desdibujados en las perspectivas del pasado regional y americano. Santiago del Estero
__________ (10) Obra cit., pág. 317.
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EL BILINGÜISMO CASTELLANO-QUICHUA DE SANTIAGO DEL ESTERO
El santiagueño habla dos lenguas extranjeras hechas vernáculas en una larga convivencia de cuatro siglos: el castellano, venido de la España medieval del siglo XV con la expedición descubridora de Colón, 1492, y llegado a las tierras que son hoy Santiago del Estero con Diego de Rojas, 1543, y el quichua, llegado también, desde el Perú, como lengua oficial del desmembrado imperio prehispánico de los incas, con la misma expedición de Diego de Rojas 1543, conocida en la historia como “La Primera Entrada”. Desde entonces estos idiomas en contacto han protagonizado una convivencia idiomática con la inevitable interpenetración de ambas en todas las instancias de la lengua: lexical (en el préstamo de voces); morfológica (en la estructura de la palabra); fonética (en el uso de los sonidos de las letras que componen la palabra); sintáctica (en la ordenación de las palabras para formar las oraciones); semántica (en los significados que se adjudican a las palabras); en la entonación, vale decir, en la tonada, y, finalmente, en la estilística (esto es expresarse en quichua al estilo castellano y en castellano al estilo quichua). Para explicar estos enunciados pondremos los ejemplos de prueba para demostrarlos: 1) Voces quichuas en función de quichuismos en los textos castellanos, ya sea en el habla coloquial o literaria, tales como: Nosotros tomamos mate; El puma cazó un cabrito; Pedro bebió hasta macharse; etc. Las voces: mate, puma y macharse son quichuas. Voces castellanas en función de hispanismos en el habla quichua de Santiago del Estero: Paycuna Buenos Airesmanta amancu. (Ellos vienen de Buenos Aires); María yacuta apamun. (María trae agua); Suj comadreja tackopi tían. (Una comadreja está en el árbol); etc. 2) La interpretación morfológica de las voces se presenta en las dos instancias de la estructura de las hibridaciones. a) Raíz tema o morfema base castellana con desinencia quichua: sillaycu (silla-ycu, nuestra silla); escuelaman (escuela-man, hacia la escuela); rueditáyoj (rued-ita-yoj, que tiene, que es con ruedita el objeto de la referencia); etc.
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b) Raíz, tema o morfema base quichua con desinencia castellana: chujchar (tirar de los cabellos, chujch-ar); canchero (que tiene cancha, canch-ero); tacanita (morterito, tacanita), etc. 3) Sobre el uso de los fenemas que hace nuestro hablante bilingüe castellano-quichua de Santiago del Estero, cabe señalar una abundante gama de fonemas provenientes de la interpenetración de las voces de estas lenguas en el contacto cotidiano de sus vidas de relación. Siendo el quichua una lengua originariamente trivocálica, con sus fonemas dominantes las vocales sonoras: a, i, u son, por esta misma razón, dominadoras para los alófonos de entrada tardía como las castellanas: e, o, especialmente. Esta característica se cumple de manera más evidente y de uso más abundante en los hipocorísticos originados en la quichuización de los nombres castellanos de pila, provenientes del santoral cristiano modificado por los fonemas derivativos quichuas que los quichuizan con los alófonos de esta lengua sufijados en las voces castellanas. Más aún, los fonemas castellanos, en función de alófonos, se incorporan en la estructura de las voces quichuas castellanizando las voces de esta lengua. No para ahí esa interpenetración fonemática de voces en nuestro bilingüismo quichuacastellano, sino que toma, en toda la dimensión de sus contactos lingüísticos los respectivos sistemas vocálico y consonántico de ambas lenguas. Dada la amplitud de matices que involucra el tema por lo que nos resulta imposible reducirlo a un otro grupo de ejemplos, y que para no ser reiterativos al respecto preferimos remitirlos a nuestros lectores al capítulo "Proyección del quichua santiagueño a la dialectología iberoamericana. Los Hipocorísticos". (Cf p. ss.) donde tratamos con toda amplitud este punto. 4) En lo atinente a la interpenetración sintáctica en nuestro bilingüismo castellanoquichua, tenemos los bien definidos casos de las estructuras oracionales de ambas lenguas las que, respectivamente, responden a los siguientes esquemas: Castellano: s-v-c (sujeto-verbo-complemento) Quichua: s-c-v (Sujeto-complemento-verbo) Ejemplos: a) Castellano: Yo vengo de Tucumán. Pedro duerme en su casa. El perro corrió al gato. b) Quichua. Nocka Tucumanmanta amuni. Pedro huasinpi puñum Askcko mishita ckatera. Esto, como es lógico, respecto a la sintaxis regular dentro de la normativa del idioma de acuerdo con la índole natural de la lengua, pero no así con la sintaxis libre donde el hablante distribuye las voces de su lengua según los grados de énfasis, precisión, belleza o dramatismo que el mismo quiera darle a su expresión. 5) En lo atinente a la semántica de las voces, vale decir, a la significación de las palabras, cada lengua conserva, como cosa propia sus propias significaciones. Ambas conservan una entera independencia lingüística razón por la que, el bilingüismo santiagueño es una concreta realidad en todas las instancias del habla sin más relación que la interpenetración de estas dos lenguas en contacto, manteniendo de este modo su propia identidad idiomática. 6) Sobre la estilística en ambas lenguas de nuestro bilingüismo tenemos que se habla en quichua al modo español o en español al modo quichua, lo que solemos decir que se piensa en
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quichua y se dice en castellano o se piensa en castellano y se dice en quichua. Unos sencillos ejemplos de expresiones comunes en el habla regional de nuestros hablantes bilingües aclararán este punto: I - Al saludo matinal nuestro hablante bilingüe lo efectúa así: - Cómo ha amanecido, señor Esto es el: - Ima ina packarinqui, señor. II - Cuando se lo invita a alguien a pasar a la mesa y éste rehusa la invitación dirá, muy cumplidamente, para justificar su negativa. - Ya he venido comiendo. Esta es la expresión quichua efectuada en castellano: - Na micus amuni. III - En caso de un dolor de cabeza el paciente comunicará: - Umay nanaan. Esto es, dicho en castellano. - Me duele mi cabeza. Ejemplos de este tipo, en este orden de cosas, abundan en nuestro bilingüismo castellano-quichua. Creemos haber demostrado a la luz de los ejemplos, el funcionamiento cierto del bilingüismo castellano-quichua en Sgo. del Estero el que está aún en su proceso idiomático de mas de cuatro siglos de vigencia desde 1543 hasta nuestros días. Una acabada demostración de este bilingüismo funcional en la convivencia sociolingüística del santiagueño lo tenemos en el hecho de que los hablantes quichuas son todos bilingües, hablan con igual soltura ambas lenguas a tal punto que una vez salidos de su ámbito lingüístico hablan solamente castellano, más aún niegan saber el quichua por el complejo de inferioridad que pesa todavía sobre esta lengua, inferioridad que incide, peyorativamente, sobre la calidad etno-socio-cultural de la persona. Desde 1935, hasta el presente, recorriendo toda la extensa zona quichua de la provincia que abarca con su área central y zonas marginales hasta catorce departamentos, no he encontrado un solo monolingüe en su condición de tal, aun en los parajes más fuertemente quichuizados de Atamisqui, Salavina y Figueroa. Lo que pasa es que ante un "pueblero" ni pagados le hablan quichua.
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BIBLIOGRAFIA DEL AUTOR
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“El Maestro en la escuela primaria” (folleto), 16 pp., La Banda. Santiago del Estero, 1932. “Antitéticas” (poema) 20 pp., 1941, La Banda, Santiago del Estero. “Cuaderno de Impresiones, Apuntes de la Escuela”, 110 pp. La Banda, Sgo. del Estero. “El Quichua Santiagueño, reducto idiomático Argentino”, premiado en 1955 y publicado en 1956 por la Universidad Nacional de Tucumán, 400 pp. Tucumán. “El Cancionero Quichua Santiagueño”, premiado en 1955 y publicado en 1956 por la Universidad Nacional de Tucumán, 320 pp., Tucumán. “Estado actual del Quichua Santiagueño”, premiado en 1965 y publicado en 1966 por la Universidad Nacional de Tucumán, 230 pp., Tucumán. “Diccionario Quichua-Santiagueño-Castellano”, 4ª edición, publicado por la Universidad Nacional de Tucumán (1956, 161 pp.), El Instituto Amigos del Libro Argentino (1967, 333 pp.) Buenos Aires, EUDEBA (1975, 194 pp., formato mayor) Buenos Aires y EL LIBERAL (1985, 399 pp.), Santiago del Estero, edición del autor. “El Quichua en el Martín Fierro” y en “Don Segundo Sombra”, publicado por el Instituto Amigos del Libro Argentino, (1968, 91 pp.) Buenos Aires. “Mi carpeta, Lecciones Santiagueñas”, (historia y geografía), texto didáctico aprobado por el Consejo General de Educación de la Provincia, 40 pp., publicado desde 1953, varias ediciones, Santiago del Estero, (continúa). “Episodios Provincianos” (historia), publicado por el Instituto Amigos del Libro Argentino” (1968, 56 pp.) Buenos Aires. “¿Quiere Ud. Aprender Quichua?”, texto de enseñanza (método) para aprender el idioma, publicado por el Instituto Amigos del Libro Argentino (1971), 90 pp. 2 ediciones Buenos Aires. “Visiones” (poemas), publicación del autor (1971, 79 pp.) Santiago del Estero. “José Benjamín Gorostiaga-Constitucionalista del 53”, publicación del autor (1964, 24 pp.), La Banda, Sgo. del Estero. “Etimología de la palabra Tucumán”, trabajo aprobado y recomendada su publicación por el Primer Congreso de Historia de la Antigua Gobernación del Tucumán, Córdoba 1980. Publicado por la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE), diciembre de 1982, 100 pp. “El Quichua Santiagueño en la Lingüística general”, en la Universidad de la República de Montevideo, Uruguay. Congreso Internacional de Lingüística organizado por ALFAL (Sociedad de Lingüística y Filología de América latina), 9 de enero de 1966, Montevideo.
ARTICULOS ESPECIALIZADOS 16 - “El sustrato lingüístico de Santiago del Estero”, Rev. HUMANITAS, Universidad Nacional
de Tucumán, año II Nº 6, 1955, Tucumán. 17 - “Castellanización del vocablo folclore” Rev. “CUADERNOS”, de la Universidad Nacional
de Córdoba, 1961, Córdoba. 18 - “Quichuismo en la poesía cordobesa”, página literaria de la VOZ DEL INTERIOR,
Córdoba.
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19 - “La Fauna Santiagueña en el Coplero Popular Anónimo”. Página literaria de la VOZ DEL INTERIOR, 6 de diciembre de 1970, Córdoba. 20 - “La iguana comisario de la selva santiagueña”. Rev. SELECCIONES FOLCLORICAS. Ed. CODEX, Nº 3, 1965, Buenos Aires. 21 - “La Revolución de Mayo en Santiago del Estero”, en PAGINAS HISTORICAS, Rev. del Centro Argentino de Investigaciones Históricas, Nº 2-3, 1960, Bs. As. 22 - “Francisco de Aguirre, fundador de la ciudad de Santiago del Estero”, Rev. MUNDO HISPANICO, 1965, Ciudad Universitaria, Madrid, España. 23 - “Glotocronología del Quichua Santiagueño” Rev. HUMANITAS, Universidad Nacional de Tucumán, año XIII, Nº 18, 1965, Tucumán. 24 - “Nomenclador quichua-castellano de la fitonimia forestal santiagueña”, 1971. Santiago del Estero. 25 - “Chaco en la toponimia aborigen de Santiago del Estero, Rev. Cuaderno de cultura de Santiago del Estero, año I, Nº 2, 1970, Santiago del Estero. 26 - “La Escuela Rural Santiagueña”. Rev. del Colegio Libra de Estudios Superiores, Rosario, publicación “Cursos y Conferencias”, año XVI, Vol. XXXII, Nº 191-192, 1948, Buenos Aires. 27 - “Proyección del Quichua-Santiagueño a la Dialectología Iberoamericana”, “Los Hipocorísticos”, Rev. HUMANITAS de la Universidad Nacional de Tucumán, año XVII, Nº 23, 1972, Tucumán. 28 - “El Quichua Santiagueño, antiguo desprendimiento de “runasimi”, Rev. de la Universidad Nacional de Córdoba, año X, Nº 5, 1969, Córdoba. 29 - “La vigencia del quichua en la región noroeste”, página literaria “Cultura y Nación” del Clarín, 25 de octubre de 1973, Buenos Aires. 30 - “Julio A. Gerez, folclorista bandeño”, Rev. “Cuadernos de Cultura”, año I, Nº 5, 1970, Sgo. del Estero. 31 - “El quichua en el habla de Buenos Aires”, página literaria “Cultura y Nación” de Clarín, 30 de enero de 1975, Buenos A ires. 32 - “Proyección del quichua al litoral argentino”, página literaria “Cultura y Nación”, Clarín, 25 de julio de 1974, Buenos Aires. 33 - “Zoonimia Quichua Santiagueña”, impresa por la Universidad Nacional de Santiago del Estero, diciembre de 1975, Sgo. del Estero. 34 - “¿De qué murió Diego de Rojas?”, trabajo presentado en las Jornadas de Historia de Santiago del Estero y actualmente publicado en 1980, 56 pp. 35 - “La escritura que tuvieron los incas”, publicado en EL LIBERAL del 19 de julio de 1981. 36 - “La santiagueñidad de la Chacarera”, publicado en la revista “Folclore”, Nº 305, junio de 1980, Buenos Aires. 37 - “Julio Argentino Gerez, folclorista bandeño de dimensión nacional”, publicado en la Rev. “Folclore”, Nº 308, setiembre de 1980, Buenos Aires. 38 - “Santiago del Estero y los Caminos del Inca”, publ. en Los Principios, página cultural, 26 de octubre de 1980, Cordoba. 39 - “Matará en la tradición y la lingüística regional”, publicado en EL LIBERAL, de los días 4 y 11 de setiembre de 1979, Santiago del Estero. 40 - “Diccionario castellano-quichua santiagueño”. EUDEBA, 1977, Buenos Aires. 41 - “La bandeñidad de Ricardo Rojas”, (folleto), 1979, La Banda Sgo. del Estero. 42 - “Origen legendario de Atamisqui y sus telares”, Domingo A. Bravo y José Togo. EL LIBERAL, 14 de noviembre de 1982, Sgo. del Es tero. 43 - “Muerte y Resurrección de la cerámica en el folclore”, Domingo A. Bravo y Luis G.B. Garay, publ. de EL LIBERAL, 26 de diciembre de 1982, Sgo. del Estero. Y otros artículos de carácter literario, histórico y lingüístico publicados en revistas y diarios de dentro y fuera del país.
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INDICE Presentación .................................................................. El quichua santiagueño ................................................. El quichua santiagueño, dialecto del cuzqueño ............ Proyección del quichua santiagueño a la dialectología iberoamericana ......................................................... Glotocronología del quichua santiagueño ..................... El sustrato lingüístico de Santiago del Estero ............... El bilingüismo castellano-quichua de Santiago del Estero ....................................................................... Bibliografía del autor ....................................................
5 1181 7 83 273 77 13 17
DOMINGO A. BRAVO Domingo A. Bravo, escritor santiagueño contemporáneo, poeta, prosista y conferenciante de temas esencialmente santiagueños en las especialidades: Lingüística regional quichuacastellano; literatura e historia de la provincia, siempre relacionados al ámbito educacional en sus contenidos, área en la que ha ejercido funciones didáctico-administrativas desde la escuela primaria hasta la universidad. En su amplia bibliografía varias de sus obras han llegado al premio universitario y a la reedición. Como escritor colabora en temas de su especialidad en importantes publicaciones dentro y fuera del país. El editor