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LA CUESTIÓN PALPITANTE LOS SIGLOS XVIII Y XIX EN ESPAÑA Vol. 15 CONSEJO EDITORIAL Joaquín Álvarez Barrientos (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Pedro Álvarez de Miranda (Universidad Autónoma de Madrid) Philip Deacon (University of Sheffield) Andreas Gelz (Albert-Ludwigs-Universität Freiburg) David T. Gies (University of Virginia, Charlottesville) Yvan Lissorgues (Université Toulouse - Le Mirail) François Lopez (†) (Université Bordeaux III) Elena de Lorenzo (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Leonardo Romero Tobar (Universidad de Zaragoza) Ana Rueda (University of Kentucky, Lexington) Josep Maria Sala Valldaura (Universitat de Lleida) Manfred Tietz (Ruhr-Universität Bochum) Inmaculada Urzainqui (Universidad de Oviedo)
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GIUSEPPE PARINI (1729-1799) EN EL PASADO Y EN EL PRESENTE La recepción de un poeta italiano en España
Helmut C. Jacobs Traducción de Victoria Lucio Dora
Iberoamericana
Vervuert
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La publicación de este libro ha sido posible gracias a la generosa subvención prestada por la Fakultät für Geisteswissenschaften de la Universidad Duisburg-Essen
Reservados todos los derechos © Iberoamericana, 2010 Amor de Dios, 1 E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 - Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2010 Elisabethenstr. 3-9 D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 - Fax: +49 69 597 87 43 Iberoamericana Vervuert Publishing Corp. 9040 Bay Hill Blvd. Orlando, FL 32819 USA [email protected] www.ibero-americana.net ISBN 978-84-8489-542-8 (Iberoamericana) ISBN 978-3-86527-581-3 (Vervuert) ISBN ebook 9783954872374
Depósito legal Diseño de la cubierta: Marcelo Alfaro Ilustración de la cubierta: Giuseppe Pietro Mazzola (1748-1838): Giuseppe Parini (1793), pastel coloreado, 440 x 315 cm. Musei Civici di Como (inv. n. 209). The paper on which this book is printed meets the requirements of ISO 9706 Impreso en España
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ÍNDICE
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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1. LA VIDA DE PARINI ENTRE LA CONFORMIDAD Y LA CRÍTICA ILUSTRADA . . . . . . 2. LAS OBRAS DE PARINI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.1 La prosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.2 La lírica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.3 El libreto Ascanio in Alba de Parini y la musicalización de Wolfgang Amadeus Mozart . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.4 El poema didáctico Il Giorno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3. LA RECEPCIÓN DE PARINI EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII . . . . . . . . . . . . . . . 3.1 Sátiras de la nobleza semejantes a Il Giorno de Parini en la literatura española del siglo XVIII . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1.1 La sátira de la nobleza en las Cartas marruecas de José Cadalso y Vázquez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1.2 El transcurso del día de una joven aristócrata en El Pensador de José Clavijo y Fajardo . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1.3 La sátira de la nobleza en A Arnesto de Gaspar Melchor de Jovellanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1.4 La sátira del lujo y de la nobleza en El filósofo en el campo de Juan Meléndez Valdés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.1.5 Reminiscencias de Parini en La felicidad humana de Juan Pablo Forner . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.2 Autores españoles que visitaron a Parini en Milán . . . . . . . . . 3.2.1 Juan Andrés como visitante y crítico de Parini . . . . . . . . 3.2.2 Leandro Fernández de Moratín: otro visitante . . . . . . . . 3.3 La primera traducción española de Il Giorno . . . . . . . . . . . . . . .
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3.3.1 Las traducciones de Il Giorno realizadas en el siglo XVIII . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3.3.2 El traductor Antonio Fernández de Palazuelos . . . . . . . . 3.3.3 Características de la traducción española . . . . . . . . . . . . . 3.4 Manuel José Quintana: un admirador de Parini al filo del siglo XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4. PARINI EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.1 Juan Valera y su estimación literaria y política de Parini . . . . . 4.1.1 Parini como renovador de la literatura italiana . . . . . . . . 4.1.2 Reflexiones sobre el influjo de Parini en la literatura española . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.1.3 Parini como precursor literario del Risorgimento y de la unificación de Italia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.2 Juan Luis Estelrich y Marcelino Menéndez Pelayo . . . . . . . . . . 4.2.1 Parini en la antología de lírica italiana en traducción española de Estelrich . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.2.2 La reseña de la antología de Estelrich realizada por Valera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.2.3 El artículo de Menéndez Pelayo sobre el traductor de Parini Antonio Fernández de Palazuelos . . . . . . . . . . . 5. PARINI EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6. APÉNDICE I: Antonio Fernández de Palazuelos: El magisterio irónico del cortejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7. APÉNDICE II: Juan Luis Estelrich: Los charlatanes . . . . . . . . . . . . . . . . .
64 65 67 75 81 81 83 84 89 93 96 107 108 111 117 147
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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ÍNDICE DE ILUSTRACIONES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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ÍNDICE ONOMÁSTICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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INTRODUCCIÓN
Giuseppe Parini (1729-1799) no sólo pertenece al grupo de autores más significativos de la Ilustración lombarda y del norte de Italia —cuyo centro era Milán— sino que es uno de los autores más importantes de toda la literatura italiana del siglo XVIII. Las obras de Parini son capitales tanto para la literatura italiana de la Ilustración, como para la del resto de Europa, donde se leyeron en el original italiano y en múltiples traducciones realizadas ya en vida del autor. Uno de los primeros traductores de Parini fue Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832).1 Durante su primer viaje a Italia leyó, probablemente en 1786 o 1787 en Roma, el siguiente cuarteto de Parini: Cari figli, non piangete; Che, se nati ancor non siete, Non potendo vostro padre, Vostra madre vi farà.2 Queridos hijos, no lloréis; Que, aun cuando no habéis nacido, No pudiendo vuestro padre, Vuestra madre os hará.
1 2
Cfr. Proß (1992: 272-277) y (2006: 15, n. 19). Parini (1925: 491, n.o CLXXIV).
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente
Este pequeño poema satírico puede ser comprendido como alusión a la vida amorosa de la joven duquesa Maria Vittoria Serbelloni, excesivamente licenciosa en contraste con la de su esposo, mucho más viejo. Goethe escribió el poema de Parini en su libro de apuntes romano, con algunas modificaciones y sin indicación del autor, de la siguiente manera: Cari figli non piangete perché nati voi non siete non lo potendo il caro padre vostra madre vi fara.3 Queridos hijos, no lloréis porque no habéis nacido no pudiendo el querido padre vuestra madre os hará.
Al texto italiano añadió entonces una traducción alemana libre, de doble extensión en comparación con el modelo: Weinet nicht, geliebte Kinder, Daß ihr nicht geboren seid: Eure Schmerzen, eure Thränen Thun dem guten Vater leid. Noch müßt ihr ein kleines Weilchen Ohngezeugt im Stillen ruhn; Kann es nicht der liebe Vater, Wird es eure Mutter thun.4 No lloréis, queridos niños, Que no habéis nacido: Vuestros dolores, vuestras lágrimas Le dan pena al buen padre. Ya muy poco tenéis que, No procreados, reposaros en silencio, Si no puede el querido padre, Lo hará vuestra madre.
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Goethe (1999: 1135). Cita en: Proß (1992: 273).
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Introducción
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La versión alemana, con pequeñas modificaciones textuales y con un título latino suplementario, fue publicada por primera vez en 1833 en uno de los volúmenes de las obras completas del poeta alemán, sin información sobre el modelo o el autor: Paulo post futuri.5 Weinet nicht, geliebte Kinder! Daß ihr nicht geboren seyd: Eure Thränen, eure Schmerzen, Thun dem Vater-Herzen Leid. Bleibt nur noch ein kleines Weilchen Ungezeugt im Stillen ruhn; Kann es nicht der gute Vater, Wird es eure Mutter thun.6 ¡No lloréis, queridos niños! Que no habéis nacido: Vuestras lágrimas, vuestros dolores Le dan pena al corazón del padre. Quedad tan sólo un momentito Reposad, no procreados, en silencio, Si no puede el buen padre, Lo hará vuestra madre.
Con las modificaciones incluidas en el original italiano, Goethe ha cambiado decisivamente el sentido del modelo, como puede verse claramente en las dos versiones alemanas. En comparación con la primera versión del libro de apuntes romano, la segunda evidencia que fue intensamente elaborada por Goethe, cambiando a conciencia el sentido primitivo.7 Mientras que el poeta italiano destaca la impotencia del marido, que la esposa licenciosa reemplazará por otro que le engendrará niños y la hará madre, Goethe cambia ya en su versión del texto italiano este contenido. Así la sátira de Parini se transforma en una escena de género, en un poema cómico-sentimental sobre un futuro padre que está esperando pacientemente la llegada de la prole de la que
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Poco después, futuros. Goethe (1833: 96). 7 Para la comparación detallada de las dos versiones y su interpretación cfr. Proß (1992: 275-277). 6
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se ocupará bien la madre futura. Este caso de recepción de Parini por parte de Goethe manifiesta de modo ejemplar, no sólo la actualidad del poeta italiano en la época, sino también la función y la índole de las traducciónes tempranas de Parini, que parecen hoy día más bien transformaciones subjetivas y caprichosas que traducciones fieles. También en España la obra de Parini fue acogida de manera particularmente intensa y temprana, en el último cuarto del siglo XVIII. Sus poemas influyeron significativamente en la evolución de la lírica española y muchos fueron los autores españoles que sintieron su influencia, tanto en el contenido de sus obras —especialmente en lo que se refiere al tratamiento satírico de temas de actualidad—, como en su forma, utilizando poemas didácticos en endecasílabos de un alto nivel estilístico y lingüístico. Muchos fueron los intelectuales españoles que durante sus estancias en Milán no dejaron pasar la oportunidad de visitar y conocer personalmente a Parini. Hacia finales del siglo XVIII apareció la primera traducción española de Il Giorno. También en los siglos XIX y XX sus textos despertaron continuamente el interés de los lectores y traductores españoles, entre los que cabe destacar personalidades como las de Juan Valera o Marcelino Menéndez Pelayo. El siguiente estudio se divide en siete partes. En el primer capítulo se esbozará la vida de Parini en su ambivalencia entre la conformidad y la crítica ilustrada. En el segundo capítulo se presentarán brevemente sus obras más significativas, los trabajos en prosa, los textos líricos, su libreto Ascanio in Alba —que fue musicado por Mozart— y, finalmente, su obra principal, el poema didáctico Il Giorno. Las tres partes siguientes (capítulos tres a cinco) están dedicadas a la recepción de Parini en la España de los siglos XVIII, XIX y XX respectivamente. En la sexta parte se añade como apéndice el texto de la primera traducción española de Il Giorno, de Antonio Fernández de Palazuelos, que fue imprimida en Venecia en el año 1796 con el título El magisterio irónico del cortejo. En en la séptima parte se recoge la traducción Los charlatanes realizada por Juan Luis Estelrich.
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1. LA VIDA DE PARINI ENTRE LA CONFORMIDAD Y LA CRÍTICA ILUSTRADA
Giuseppe Parini nació el 23 de mayo de 1729 en el pueblo de Bosisio (actualmente denominado Bosisio Parini), junto al lago di Pusiano en la Brianza. Hijo de un comerciante de seda llamado Francesco Maria Parino, creció en un ambiente de pobreza. Su casa natal documenta hoy en forma de museo el humilde estilo de vida de la población rural del siglo XVIII. Su apellido original era Parino, que él cambió por Parini. En 1739, a la edad de diez años, fue a vivir a Milán con su tía abuela Anna Maria Parino, quien fallecería un año más tarde, en 1740. Le dejó en herencia una renta anual, que recibiría sólo con la condición de que se ordenara sacerdote, lo que marcó su vida decisivamente. De 1740 a 1752 Parini visitó las Scuole Arcimbolde de Milán, que estaban dirigidas por los barnabitas. En 1752 publicó con un pseudónimo su primera colección de poemas, titulada Alcune poesie di Ripano Eupilino.1 El pseudónimo hace referencia al origen de Parini junto al lago di Pusiano, que en latín se denomina Eupili. Contiene poemas compuestos en su mayoría en un estilo arcádico y que están divididos en Poesie serie (Poemas serios) y Poesie piacevoli (Poemas burlescos). Gracias a esta colección de poemas le fue concedido un año más tarde el acceso a dos academias: la
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Sobre Alcune poesie di Ripano Eupilino cfr. Poma (1967: 7-60).
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente
Accademia dei Trasformati de Milán y la Accademia dei Ipocondriaci di Reggio Emilia. La Accademia dei Trasformati fue una de las instituciones literarias y eruditas más importantes de la Lombardía. Rehabilitada y reformada en 1743 por el conde Giuseppe Maria Imbonati (1688-1768), basó sus principios literarios en los modelos clásicos del Renacimiento y de la Antigüedad, aunque también incluyó en su programa algunos temas de literatura contemporánea. A esta Accademia dei Trasformati, que estuvo en funcionamiento hasta 1768, pertenecieron poetas lombardos de gran envergadura, entre los que destacan el poeta de dialecto milanés Domenico Ballestrieri (1814-1880) y Carl’Antonio Tanzi (1710-1762), a quien Parini admiraba mucho, así como Gian Carlo Passeroni (1713-1803). En los años cincuenta también participaron autores más jóvenes marcados por las ideas de la Ilustración, como Pietro Verri (1728-1797) y Paolo Frisi (1728-1784). Pietro Verri fundó en 1761 la Accademia dei Pugni (Academia de los Puños), que se centró en temas propios de la Ilustración. También formaron parte de la institución académica su hermano menor, Alessandro Verri (1741-1816), Paolo Frisi, Cesare Beccaria (1738-1794), Alfonso Longo (1738-1804) y Gian Rinaldo Carli (1720-1795). Tras su ordenación como sacerdote en 1754, fue instructor y preceptor en la casa del duque Gabrio Serbelloni (1693-1774) durante seis años. Pasado ese tiempo siguió viviendo en la casa Serbelloni gracias al mecenazgo de la duquesa Maria Vittoria Serbelloni (1721-1790), quien también favorecía al milanés Pietro Verri. Su labor en casa de los duques finalizó de forma repentina en octubre de 1762, tras un escándalo. Parini manifestó su tajante desacuerdo con una bofetada que la duquesa dio a la hija del compositor Giovanni Battista Sammartini (1700/01-1775). Abandonó la casa Serbelloni y comenzó así una época llena de privaciones, marcada por la continua carencia de medios económicos. Parini fue preceptor en varias familias nobles, entre las que destaca la de Carlo Imbonati (1753-1805), hijo del conde Giuseppe Maria Imbonati. En 1768 empezó a trabajar como autor de piezas teatrales en el Teatro Ducale. Escribió varias obras, como el libreto Ascanio in Alba, cuya versión musical compondría Wolfgang Amadeus Mozart. En 1769 fue redactor de la Gazzetta di Milano, el diario oficial del gobierno austríaco en Lombardía. En el mismo año fue nombrado catedrático de retórica y bellas letras en las Scuole Palatine de Milán.
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1. La vida de Parini entre la conformidad y la crítica ilustrada
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Su cátedra se vio revaloriza en 1791 al acceder al puesto de director artístico de las Scuole Palatine, que habían sido trasladadas a Brera. El 28 de abril de 1799 finalizó la República Cisalpina de Milán, tras ser ocupada y saqueada por el ejército austro-ruso. Pocos meses después, el 15 de agosto de 1799, fallecería Parini. Fue enterrado en el cementerio de la Porta Comasina, actualmente Porta Garibaldi. La poesía suponía para Parini un medio fundamental para transmitir el pensamiento ilustrado. Para él era de gran importancia la reflexión sobre el papel de la poesía y su función en la sociedad contemporánea del siglo XVIII. Toda su obra presenta una relación conflictiva entre dos polos opuestos. Por un lado se basa en la idealización y el ideal formal, orientado por el clasicismo de la poesía de la Arcadia; por otro, tiene en cuenta las exigencias resultantes del análisis de su realidad contemporánea, es decir, la crítica de la sociedad, la denuncia de los abusos, la responsabilidad civil y el compromiso social. Parini era consciente de estar viviendo en una sociedad dominada por la injusticia social, condicionado entre otras cosas por su amarga experiencia vital. A pesar de su desgarradora sátira, su ironía y su certera parodia, Parini mantuvo siempre una posición fundamentalmente positiva, marcada por un optimismo progresista y el firme convencimiento de que la sociedad se podía reformar mediante la razón y los principios morales. Para Parini no se trataba de modificar los cimientos del orden social vigente, sino de mejorar de manera práctica la forma de vida de la sociedad. En Milán, su residencia principal, Parini vivió no sólo bajo la regencia de la Casa de Habsburgo, sin que también estuvo la mayor parte del tiempo al servicio del gobierno austríaco de la Lombardía, excepto en sus últimos años de vida.2 Varios mecenas muy poderosos estuvieron de su parte, entre ellos Karl Joseph conde Firmian (1716-1782), quien fue ministro plenipotenciario de la Lombardía en Milán de 1759 a 1782. Teniendo en cuenta esta situación y las posibilidades tan limitadas de las que disponía, es comprensible que el compromiso político de Parini no fuera del todo consecuente y resultara un tanto ambivalente: En 1786 criticó las consecuencias negativas que había tenido la política reformadora del emperador José II (1741-1790) en Lombardía. Su posición con
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Cfr. Kanduth (2000).
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respecto a la Revolución Francesa del año 1789 fue en un principio positiva y llena de esperanza, sin embargo, se distanció claramente del gobierno temerario del Terror. Al entrar las tropas francesas en Milán en mayo de 1796, Parini estuvo dispuesto a colaborar con la administración republicana de la ciudad; sin embargo, debido a su sinceridad y franqueza, fue suspendido del cargo y se retiró para siempre de la vida política activa.
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2. LAS OBRAS DE PARINI
2.1 LA PROSA El Dialogo sopra la nobiltà (Diálogo sobre la nobleza) de Parini, escrito en 1757, se publicó póstumamente en Milán en el año 1803, en el tomo cuarto de las Opere (Obras) del poeta, publicadas por Francesco Reina (1772-1826).1 De este editor proviene el título de este texto político-filosófico, que trata sobre las pretensiones ideales de la nobleza frente su cruda realidad. Parini escribió el Dialogo sopra la nobiltà cuando vivía en casa de los duques de Serbelloni. Existen dos versiones del texto.2 Se trata de un diálogo ficticio entre un poeta y un noble empobrecido y venido a menos, que sigue la tradición de los diálogos de difuntos de Luciano, que a finales del siglo XVII fueron retomadas por Fontenelle. La intención es la crítica ilustrada de la nobleza y puede decirse que el Dialogo sopra la nobiltà es un antecedente del poema didáctico Il Giorno. En el marco narrativo se presenta la siguiente situación: ambos, el poeta y el noble, se encuentran frente a un sepulcro y discuten sobre su posición en la sociedad, su relación recíproca y los privilegios de la clase noble. A diferencia de las conversaciones de difuntos de Fontenelle, Parini no reúne en su Dialogo a representantes de diferentes épocas y
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Sobre el Dialogo sopra la nobiltà cfr. Poma (1967: 61-89), Schulz-Buschhaus (1979b), Heydenreich (2006), Thoma (2006: 131-132). 2 Para la edición crítica del Dialogo sopra la nobiltà cfr. Poma (1967: 93-129).
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países, que sólo podrían coexistir y conversar en el reino de los muertos, sino que el poeta y el noble son coetáneos en un mismo lugar y, a diferencia de su predecesor, Parini presenta a sus muertos en un avanzado estado de descomposición física, de manera que lo que hubo de distinguido en el noble pierde cualquier base fisiológica debido al intenso olor de putrefacción. Todas las diferencias de clases resultan nulas, pues los dos interlocutores muestran el mismo grado de descomposición en la tumba. Así, Parini convierte la tradicional conversación entre muertos en una conversación entre cadáveres3, caracterizada por la cruda pudrición de los cuerpos. Mientras que los interlocutores en la obra de Fontenelle intercambian argumentos de forma equitativa, en el Dialogo sopra la nobiltà de Parini no existe ninguna ambivalencia ni equivalencia de opiniones, aquí es el poeta el que lleva la razón y el noble yerra. El poeta provoca al noble postulando la igualdad de los hombres en la tumba. Aunque el árbol genealógico del noble pudiera reconstruirse hasta Carlomagno, el suyo sería mucho mayor pues se inicia con Adán. El poeta supone que el primer padre de la generación del noble hubo de ser un plebeyo, pues ese era el caso en la mayoría de las familias nobles. Muchos de los nobles famosos fueron ladrones callejeros, conquistadores o asesinos. Finalmente el poeta consigue convencer al noble de la validez de sus argumentos. Sin duda, Parini no pretende abolir la nobleza sino depurarla y reformarla. Concede gran importancia a la crítica de los vicios y abusos de la nobleza, sobre todo al descuido de sus deberes con respecto a la sociedad. Parini distigue claramente entre los nobles buenos, de espíritu cumplidor e inteligentes, de los nobles malos y desconsiderados, que explotan a la sociedad en beneficio de su propio provecho. Sin embargo, basándose en el derecho natural y de acuerdo con la Ilustración, en su Dialogo sopra la nobiltà Parini va más allá que cualquiera de sus predecesores al confrontar la convención social con la constitución natural del hombre, teniendo en cuenta que para la naturaleza todos los hombres son iguales. La naturaleza se muestra finalmente más fuerte que las convenciones sociales, pues en la tumba todos los hombres son iguales, lo que se hace patente en la descomposición de los cuerpos, que anula cualquier distinción entre clases.
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Schulz-Buschhaus (1979b: 402): “Leichengespräch”.
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2. Las obras de Parini
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En el Discorso sopra la poesia (Discurso sobre la poesía), presentado en el año 1761 ante los miembros de la Accademia dei Trasformati, Parini se distancia del ideal de la poesía de la Arcadia y se dedica a los temas y las reflexiones propios de la Ilustración. Considera que la razón y el buen gusto son criterios importantes para el poeta. Recurre a conceptos como la imitación de la naturaleza o al principio horaciano del prodesse et delectare. La influencia del sensualismo francés de ÉtienneBonnot de Condillac (1715-1780) se refleja de tal forma, que Parini ve la percepción a través de los sentidos como la premisa fundamental para la recepción de la poesía. Ésta debe dirigirse a los afectos de los seres humanos para provocar en ellos sentimientos y despertar sus pasiones. A través de la poesía el hombre debe ser incitado a detestar los vicios y dedicarse a la virtud. En el Discorso sopra la carità, otro discurso que Parini presentó un año más tarde, en 1762, ante la Accademia dei Trasformati, solicita que el artista y el hombre de letras estén al servicio de las virtudes de una manera ejemplar. Un discurso programático fue la conferencia inaugural de Parini a raíz de su nombramiento como catedrático de retórica y literatura el mes de diciembre del año 1769, titulado Discorso recitato nell’aprimento della nuova cattedra (Discurso presentado para la inauguración de la nueva cátedra). Parini no sólo expresa en él su convencimiento de la utilidad pedagógica de la literatura, sino que también subraya la importante función que tiene para la sociedad en general. Postula la primacía de la poesía en el sistema de las artes frente a las demás disciplinas. El poeta se compromete a guiarse por el buen gusto y el ideal de belleza. De las clases que impartió Parini entre 1773 y 1775 en el instituto de enseñanza de Brera (Ginnasio di Brera), surgió el tratado De’ principii delle belle lettere applicati alle belle arti (De los principios de la bella literatura aplicados a las bellas artes). Este texto, que el autor finalizó en 1777, también se publicó póstumo por primera vez en el año 1804, en el sexto tomo de las Opere. En la primera parte del tratado, analiza los principios generales y comunes de las bellas artes. Busca su origen en el instinto y en los afectos del alma, así como en la observación y la imitación de la naturaleza. La segunda parte está dedicada a la poesía, que ostenta la primacía sobre las demás bellas artes. Parini entiende la poesía como una necesidad primordial para el hombre de diversión y entretenimiento, que debe estar unida al provecho moral. Los criterios
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básicos para el poeta son la variedad (varietà) y la unidad (unità) al igual que el orden, la claridad, la ligereza y la conveniencia, todos ellos basados en la proporción. Los modelos de Parini son las poéticas antiguas de Horacio y Cicerón, así como la retórica de Quintiliano. Parini trata también la evolución de la lengua y literatura italianas. Defiende el uso de los dialectos, ya que se corresponden a la necesidad primordial en el hombre de comunicarse. No obstante, reconoce la prioridad del dialecto toscano como lenguaje literario, aunque critica la mediocridad del estado actual de la lengua y exige una orientación hacia los ideales de la razón y la belleza. Abriga reservas respecto a la fantasía pues, aunque es necesaria para la producción de las obras de arte, esconde el peligro de que el poeta elabore sus obras faltando a las reglas y exagerando en su extravagancia. El poder de la disciplina y de la razón debe reprimir la fantasía. Con ello Parini se mantiene en el marco de la poética tradicional clasicista.
2.2 LA LÍRICA En la producción lírica de Parini destacan sobre todo las odas.4 Son generalmente extensos poemas de un elevado nivel idiomático y estilístico que aparecen en diferentes formas métricas. Fueron elaboradas en un período de cuatro décadas, a raíz de acontecimientos muy diversos: como poemas ocasionales, como obras por encargo o como poemas de agradecimiento o laudatorios. Se distinguen básicamente dos fases: una primera de 1757 a 1765 y, tras un largo período de pausa, una segunda de 1777 a 1795. Parini presenta en sus odas temas cotidianos que, sin embargo, no trata con un estilo bajo sino, al contrario, con un estilo medio o elevado. Con ello otorga al género de las odas una nueva función pedagógico-ilustrada, convirtiéndolo en una sátira de la sociedad lombarda contemporánea. De esta manera renueva el género tradicional de la oda y le da nueva vida. Trata en las odas problemas y temas actuales,
4 Véase la edición crítica de las odas en: Parini (1975). Sobre las odas de Parini en general cfr. Chiari (1943), Schulz-Buschhaus (1971).
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que no sólo eran de interés para sus coetáneos sino que también son de gran importancia en el marco de la crítica ilustrada a las injusticias sociales. Parini rompe por tanto con la convención de la oda, pues este género representa el estilo lírico más elevado (genus sublime) y no solía utilizarse para los contenidos crítico-satíricos. Éstos solían tratarse en otras formas líricas consideradas de estilo inferior, como eran las sátiras en verso.5 Las primeras tres odas surgieron en la casa ducal Serbelloni. En La vita rustica (La vida en el campo) de 1757-1758, Parini elogia las ventajas de la vida en el campo, la belleza y las bondades para la salud del ser humano frente a la vida en la ciudad. Además aconseja al hombre que disfrute de la vida teniendo en cuenta lo rápido que fluye el tiempo. La salubrità dell’aria (El aire saludable) se presentó en 1759 a raíz de uno de los muchos concursos poéticos de la Accademia dei Trasformati. Aquí se trata por primera vez el tema “ecológico” del empobrecimiento del medio ambiente y del aire. No se presenta en ningún momento de forma cómica, sino como una seria acusación a la oprimente situación. El aire saludable del campo contrasta con la contaminación y la suciedad de las calles de Milán. Siguiendo el topos horaciano del “beatus ille qui procul negotiis” se establece una oposición entre la vida idílica del campo y la de la ciudad, que se corresponde con las características negativas del hombre: avaricia, corrupción moral y falta de espíritu cívico. La oda L’impostura (La hipocresía), presentada en 1761 ante la Accademia dei Trasformati, está dedicada a la hipocresía que, de forma provocativa, se presenta como la única maestra del ser humano. Parini la contrapone a la verdad (verità), única fuerza positiva por la que él se guía. En la oda La musica, escrita en los años sesenta y conocida con el título L’evirazione (La castración), Parini se expresa en contra de la práctica común en su época de la castración de los niños cantores del Papa. Surgió a raíz de un artículo del periódico que presuntamente había sugerido Parini y que se publicó el 16 de agosto de 1769 en la Gazzetta di Milano.6 Según parece, el Papa Clemente XIV (1705-1774) prohibió a continuación la castración de los niños cantores y admitió en su lugar
5 6
Cfr. Schulz-Buschhaus (1980: 340-341). Cfr. Parini (1981: t. 2, 400-402). El artículo está fechado el 2 de agosto en Roma.
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a las mujeres como cantantes en el coro eclesiástico. Parini, como de costumbre, no se burla de los castrati sino que critica la práctica de la castración en sí, y presenta a los castrados en un contexto social y moral más amplio: la castración de los niños viene a ser una violación de la dignidad del hombre y atenta contra el derecho natural. Sus ideas sobre la educación, en concreto sobre el equilibrio entre el cuerpo y la mente, las presenta en su obra L’educazione (La educación), escrita con motivo del undécimo cumpleaños de su alumno Carlo Imbonati y su restablecimiento tras haber pasado la viruela. Esta enfermedad contagiosa, muy extendida en la época, es el tema en otro poema: L’innesto del vaiuolo (Al dottore Giammaria Bicetti de’ Buttinoni) (La vacuna contra la viruela), una oda a la introducción de la vacuna contra la viruela en la Lombardía.7 En París fue el médico italiano Angelo Gatti (1730-1798) quien propagó en 1763 un método para las vacunas; sin embargo, en Italia se hizo famoso entre los poetas el también poeta y médico Giammaria (Giovanne Maria) Bicetti de’ Buttinoni (1708-1768), por introducir y aplicar la vacuna contra la viruela en la Lombardía.8 La oda L’innesto del vaiuolo de Parini se publicó por primera vez el año 1765 en Milán, junto al tratado Osservazioni sopra alcuni innesti di vaiuolo (Observaciones sobre algunas vacunas contra la viruela) de Bicetti de’ Buttinoni.9 Una gran personalidad que intercedió a favor de la vacuna en la Italia del norte fue Lady Mary Wortley Montagu (1689-1762), la esposa del embajador británico en Constantinopla, así como el mismo embajador Edward Wortley Montagu (1713-1776). En Il bisogno (La necesidad), obra también publicada en el año 1765, se retrata la miseria del pueblo llano y sus indignas condiciones de vida, que lo obligan a actuar de manera inadecuada en lugar de vivir virtuosamente. Se trata de un alegato a favor de una jurisprudencia más clemente, en la que también se tengan en cuenta las condiciones de vida de los acusados. Los gobernantes no sólo deben castigar, sino también otorgar a los menesterosos ayudas preventivas y mejorar su
7 Cfr. Parini (1929: t. 1, 292-297). Sobre L’innesto del vaiuolo de Parini cfr. Chiari (1943: 23-27, 197-203), Petronio (21972: 203-211). 8 Cfr. Joaquín Arce (1978: 600-602) y (1982: 287). 9 Pietro Verri publicó en Il Caffè un extenso artículo sobre la vacuna contra la viruela con el título Sull’innesto del vaiuolo. Cfr. Verri (21998). Sobre la relación entre los hermanos Verri y Parini cfr. Barbarisi (1998).
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desoladora situación social. La oda Il bisogno se sitúa en el contexto de la discusión que tenía lugar entonces sobre la tortura y la condena a muerte, así como sobre la reforma de la jurisprudencia, iniciada por el tratado Dei delitti e delle pene (Sobre los crímenes y castigos) del milanés Cesare Beccaria.10 La laurea (El doctorado), obra publicada en 1777, surgió como poema para congratular a Maria Pellegrina Amoretti d’Oneglia (17561787), por ser la primera mujer de la Universidad de Pavía que consiguiera ese mismo año el grado de doctora en jurisprudencia. Parini propaga en este poema por primera vez la igualdad de derechos de ambos sexos y critica, al igual que en la oda Il bisogno, la falta de reformas en la jurisprudencia de la época.11 La recita de’ versi (La recitación de versos), de 1783-1784, es una obra polémica contra la moda, tan extendida en la época, de recitar en las tertulias de amigos los poemas que cada uno escribía ocasionalmente. Parini trata un tema de más envergadura en la oda La caduta (La caída), de 1785, en la que expone la caída del poeta anciano en una calle helada en invierno.12 Este acontecimiento sirve a Parini como pretexto para presentar otro tema: su crítica a la incomprensión de algunos de sus coetáneos con respecto a la relevante posición de los poetas en la sociedad. La oda se presenta formalmente como un diálogo entre el anciano poeta y un ciudadano (buon cittadino), quien le ayuda a levantarse y le aconseja que intime con los poderosos para conseguir el reconocimiento y la riqueza. Esta falsa lección del ciudadano se presenta de forma satírica y es rechazada contundentemente en la respuesta del poeta. En este poema Parini también plantea la cuestión de la dignidad y el reconocimiento de la edad. El hombre anciano, que ha trabajado por el bienestar de la sociedad, se merece a su edad la ayuda del joven y tiene derecho a su asistencia. Este poema se puede entender como una crítica al estado de la sociedad bajo el reinado del emperador José II. Las odas galantes de Parini son Il pericolo (El peligro), Il dono (El regalo) y Il messaggio (El mensaje). En Il pericolo, de 1787, Parini describe el peligro que supone para el anciano poeta el atractivo irresistible de la joven y be10
Sobre Parini y Beccaria cfr. Noyer-Weidner (1957: 144-145), Cattaneo (2000). Cfr. Cattaneo (2000: 571-572). 12 Sobre La caduta cfr. Colombo (1944). 11
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lla veneciana Cecilia Renier Tron, que había ido a visitarlo a Milán. Il dono, de 1790, es un poema dedicado a la marquesa Paola Castiglioni Litta (1751-1846), cuyo salón literario era famoso, en agradecimiento por el regalo que le había hecho al poeta de la edición parisina de las tragedias de Alfieri. La galantería en estilo arcádico se une aquí con elementos mitológicos y de la Antigüedad clásica. Il messaggio, escrito en 1793, se titulaba originalmente Per l’inclita Nice (Para la venerable Nice). Bajo el nombre arcádico de Nice se esconde la joven condesa Maria Castelbarco Litta, a quien el poeta dedica la oda. La joven se había interesado por el estado de salud del poeta, pues éste tenía una dolencia en la pierna, y le correspondió con una oda. La inspiradora del poema es al mismo tiempo su protagonista y el tema del texto es, más concretamente, su belleza juvenil. La joven condesa, que era muy atractiva, se hace presente en la imaginación del poeta y es descrita con todo lujo de detalles. Se convierte así en el símbolo de la hermosura femenina y de la eterna juventud, dando consuelo al anciano poeta (de sesenta y cuatro años), que está reflexionando sobre la vejez y la caducidad de la vida. Alla musa (A la musa), obra escrita en la primavera del año 1795, está dedicada a su alumno Marchese Febo D’Adda (1772-1836), a quien pretende animar para que vuelva a escribir poemas. El poema trata del arte del poeta, sobre sus ideales políticos y sociales, así como sobre la función del poeta en la sociedad contemporánea, que debe ser guiado en su trabajo por los ideales de la naturaleza, la belleza y la verdad. El poema Sul vestire alla ghigliottina (A Silvia) (Sobre el vestido en la guillotina. A Silvia) es un alegato contra los excesos de la importación de moda femenina de París, surgida en el año 1795. Las mujeres llevaban una cinta roja en el cuello para llamar la atención de una forma osada y frívola sobre las ejecuciones públicas llevadas a cabo mediante la recién inventada guillotina. Esta moda tan macabra se denominó à la victime. Parini pretendía mostrar mediante este ejemplo la corrupción de la sociedad en general. Apenas se conocen las obras de Parini en dialecto milanés. Tras la muerte de la emperadora María Teresa el 29 de noviembre de 1780, el poeta dialectal Giuseppe Carpani (1751-1825) publicó en Milán sus Sei sonetti milanesi. Parini, que también había redactado un soneto con motivo de este acontecimiento,13 dedicó al joven poeta otro soneto en 13
Cfr. Parini (1929: t. 2, 266).
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dialecto milanés titulado Al sur Isepp Carpan, en el que expresó un elogio a su obra.14 Ya en el año 1769 Parini desencadenó y sostuvo con tres escritos una fuerte polémica contra el desprecio al dialecto milanés que había expresado el barnabita Paolo Onofrio Branda (1710-1776), su antiguo profesor, en sus Dialoghi della lingua toscana (Diálogos de la lengua toscana), publicados en 1759-1769 en Milán. Es cierto que Parini reconoce el valor del dialecto hablado en la Toscana, pero protesta contra su pretensión de exclusividad y opina a favor del aprecio de otras variantes lingüísticas como el dialecto milanés.
2.3 EL LIBRETO ASCANIO IN ALBA DE PARINI Y LA MUSICALIZACIÓN DE WOLFGANG AMADEUS MOZART El melodrama Ascanio in Alba de Parini ha recibido una atención especial por haber sido musicado por Wolfgang Amadeus Mozart (17561791).15 Se estrenó el 17 de octubre de 1771 en el Teatro Ducale de Milán. El origen de Ascanio in Alba se puede reconstruir gracias a las cartas del padre de Wolfgang Amadeus Mozart, Leopold Mozart (1719-1787), dirigidas a su mujer Ana María Walburga (1720-1778). El niño prodigio que tocaba virtuosamente el piano y componía brillantemente llamó la atención en Milán durante su primera visita a Italia. Viajó acompañado por su padre, del 13 diciembre de 1769 al 28 de marzo de 1771.16 El estreno de su ópera Mitridate, Re di Ponto el 26 de diciembre de 1770 en Milán fue un éxito rotundo.17 Con ella se inauguró la temporada de carnaval. Giuseppe Parini estaba implicado en este asunto tan sólo de forma indirecta: Vittorio Amadeo CignaSanti (1725-1785), de Turín, había elaborado el libreto basándose en la traducción al italiano de la tragedia en cinco actos Mithridate (1673), de
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Cfr. Parini (1925: 494-495, n.o CLXXXIV), Jacobs (1988: t. 1, 37). Ediciones de la ópera: Mozart (1956) y (2003). Texto italiano en: Parini (1925: 208232). Sobre Ascanio in Alba (KV 111) de Parini y Mozart cfr. Dahms (1976), Kaufmann (1993: 204-208), Wiesend (1993), Salvetti (1995), Koch (1997: 33, 39-40), Barbarisi (2000), Degrada (2000: 741-743), Hilscher (2000: 135-141), Kanduth (2000: 53-60), Torno (22005: 35-41), Bassi (2006: 31-38), Proß (2006: 18-25), Siegert (2007). 16 Sobre el primer viaje a Italia de Mozart cfr. Angermüller (1994: 17-197). 17 Cfr. Degrada (2000: 735-741). 15
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Jean Racine (1639-1699), realizada por Parini a principios de los años sesenta. Sin embargo, este libreto no había sido escrito para Mozart, sino para el compositor Quirino Gasparini (1721-1778), quien tres años antes, en 1767, había compuesto una ópera con el mismo nombre. Mozart, por tanto, lo utilizó por segunda vez. Giuseppe Parini, sin saber todavía que sería el futuro libretista de Mozart, escribe el 2 de enero de 1771 en la Gazzetta di Milano, lleno de entusiasmo: Il giovane Maestro di Capella, che non oltrepassa l’età d’anni quindici, studia il bello della natura, e ce lo rappresenta adorne delle più rare grazie musicali.18 El joven maestro de capilla, que no tiene más de quince años, estudia lo bello de la naturaleza y lo representa adornado de las gracias musicales más extraordinarias.
Poco después de esta primera estancia en Italia, el joven compositor recibió el encargo de componer Ascanio in Alba, cuyo libreto escribiría Parini. El motivo de este encargo fue la boda del archiduque Fernando Carlos de Austria (1754-1806), de diecisiete años de edad, tercer hijo en el rango de sucesión de los emperadores autríacos Francisco I (17081665) y María Teresa,19 con la princesa María Beatriz d’Este (1750-1829), hija única y heredera absoluta del duque Ercole III de Módena (17271803). Esta boda tenía una gran repercusión para la dinastía y el poder político de la casa de Habsburgo. El joven novio fue nombrado a su vez gobernador general de Austria y comenzó seguidamente su regencia en Milán. En el mes de marzo de 1771, con motivo de esta gran celebración, la emperatriz María Teresa ordenó al joven Wolfgang Amadeus Mozart, de quince años de edad, que compusiera una Serenata teatrale. La iniciativa fue apoyada por el gobernador general de la Lombardía Karl Joseph conde Firmian en Milán. Cuando le llegó la noticia, Mozart se hallaba en su viaje de regreso de Italia. El padre escribe el 18 de marzo desde Verona a su mujer:
18
Cita según Mozart (1961: 117). En la literatura sobre Mozart se le nombra siempre como el tercer hijo; sin embargo, es en realidad el cuarto hijo. Dada la temprana muerte del segundo hijo, pasó en el rango de sucesión al tercer puesto. 19
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Gestern habe Briefe aus Mayland erhalten, der mir ein Schreiben v Wienn ankündigte. so in Salzb: erhalten werde, und das euch in Verwunderung setzen wird, unserm Sohne aber eine unsterbliche Ehre macht.20 Ayer recibí cartas de Milán en las que se me anuncia la llegada de una carta de Viena, que recibiré en Salzburgo, y que llenará de asombro a nuestro hijo y le otorgará un honor inmortal.
El 19 de julio, Leopold Mozart menciona el encargo en su carta de Salzburgo al conde Giovanni Luca Pallavicini de Boloña (1697-1773), y nombra por primera y única vez en su correspondencia al libretista, aunque lo llama erróneamente Porini: [...] un tal Sgr: Abate Porini sta’ attualmente facendo la Poesia di questa Cantata, che, come mi scrivono di Vienna, sará terminata alla metà del mese venturo e sara intitolata Ascanio in Alba.21 [...] un cierto señor Abate Porini está escribiendo actualmente la poesía de esta cantata, que, tal como me escriben desde Viena, estará terminada a mediados del mes próximo y se titulará Ascanio in Alba.
El 13 de agosto de 1771 Mozart viajó por segunda vez con su padre a Italia para llevar a cabo el encargo.22 La noche del 21 de agosto llegaban a Milán Wolfgang y Leopold Mozart. Tres días más tarde Leopold Mozart escribe desde allí a su mujer: Ich muß dir sagen, daß die Poesie von Wienn noch nicht angelanget ist. Man erwartet sie mit entsetzlicher Begierde, indem man sonst mit verfertigung der Kleider und ausziehrung, veränderung etc: des Theaters nicht kann fertig werden.23 He de decirte que todavía no ha llegado la poesía de Viena. La esperan con terrible anhelo, pues de lo contrario no pueden acabar de coser los vestidos, ni hacer los decorados, cambios, etc. del teatro.
20
Mozart (1962: 426 [n.o 236]). Mozart (1962: 428 [n.o 239]). 22 El segundo viaje a Italia finalizó el 15 de diciembre de 1771 con la llegada de ambos a Salzburgo. Cfr. Angermüller (1994: 199-218). 23 Mozart (1962: 431 [n.o 242]). 21
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Parini no acabó el libreto en el plazo acordado y el tiempo apremiaba. Mozart recibió el libreto, que como era usual debía ser examinado y autorizado antes por la corte vienesa, a finales de mes y empezó entonces con la composición de la obertura, tal como informa Leopold el 31 de agosto a Salzburgo: “Die Poesie ist endlich angelangt, der Wolfg: hat aber noch nichts als die overtura gemacht [...]“24 (“Por fin ha llegado la poesía, Wolfgang no ha realizado por ahora nada más que la obertura [...]”). Wolfgang Amadeus tuvo incluso que suspender su trabajo para la Serenata teatrale por un tiempo, pues Parini quiso realizar algunos cambios en el texto, tal como escribe Leopold el 7 de septiembre: Wir haben itzt den Kopf mit anderen sachen voll: indem die Poesie späth angelangt und noch zur änderung ein und anderes bis vor 2 Tägen in den Händen des Poeten geblieben.25 Actualmente tenemos la cabeza llena de cosas: la poesía ha llegado tarde y hasta hace dos días estaba todavía en manos del poeta, pues ha tenido que hacer alguna que otra modificación.
Mozart, por tanto, no comenzó a trabajar en la partitura de la ópera hasta el 5 de septiembre. Sin embargo, compuso muy rápido y Leopold escribió a su mujer el 13 de septiembre, aliviado: “Die Serenada, welche eigentlich mehr eine azione teatrale von zwey Theilen ist, wird Wolfgang mit der Hülfe Gottes in zwölf Tagen völlig fertig haben”26 (“Wolfgang finalizará la serenata, que de hecho es más una azione teatrale en dos partes, si Dios quiere en doce días”). Unos días más tarde, el 21 de septiembre, Wolfgang Amadeus le explica a su hermana Nannerl27 que la composición, que su padre nombra en la misma carta “aigentlich eine kleine opera”28 (“de hecho una pequeña ópera”), ya casi está finalizada, como efectivamente estaría dos días más tarde: 24
Mozart (1962: 433 [n.o 243]). En la misma carta escribe Wolfgang Amadeus en una posdata a su hermana refiriéndose al 29 de agosto: “[...] daß buch von der serenata ist auch erst vergangenen Donnerstag angelangt” (1962: 434) (“[...] el libro de la serenata acaba de llegar el jueves pasado”). 25 Mozart (1962: 435 [n.o 244]). 26 Mozart (1962: 436 [n.o 245]). 27 A la hermana de Mozart, María Ana Walburga Ignacia Mozart (1751-1829), la llamaban Nannerl. 28 Mozart (1962: 438 [n.o 246]).
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Ich bin gesund gott lob und danck. viell kann ich nicht schreiben. erstens: weiß ich nicht was: zweytens: thun mir so die finger von schreiben wehe. [...] itzt fehlen nur 2 Arien von der serenata hernach bin ich fertig.29 Estoy sano a Dios gracias. No puedo escribir mucho. Primero: porque no sé qué escribir, segundo: me duelen tanto los dedos de escribir. [...] Ya sólo faltan dos arias de la serenata y entonces habré acabado.
Poco antes de los festejos de la boda, el conde José Gorani (17401819) describe desde Milán las preparaciones y el programa de los próximos días en una carta del 12 de octubre de 1771 dirigida al conde José Visconti di Saliceto (1731-1803). En el texto menciona el inminente estreno de la obra de Mozart sin indicar el título ni el compositor, pero nombra a Parini y hace referencia al agotamiento que le causará la futura fiesta: Vi è in Teatro una cantata di Parini, che alternerà coll’opera. A forza di musica e di balli io dormirò come i sette dormienti. M’imaginerò d’aver preso l’oppio.30 Aquí en el teatro se representará una cantata de Parini que se alternará con la ópera. Con tanta música y ballet dormiré como los siete durmientes. Me dará la impresión de haber tomado opio.
El 16 de octubre de 1771, el día de la boda, se estrenaba en la catedral de Milán la ópera de Johann Adolf Hasse (1699-1783) titulada Il Ruggiero o sia L’eroica gratitudine (Ruggiero o El heroico agradecimiento), con el libreto de Pietro Metastasio (1698-1782).31 Con Hasse, uno de los compositores de ópera de más éxito en su época, y Metastasio, poeta de la corte y libretista muy apreciado, se habían contratado a las dos personalidades más conocidas para llevar a cabo la principal obra musical de la boda. La noche siguiente, el 17 de octubre, se estrenó Ascanio in Alba de Mozart. Comparándola con la ópera de Hasse, tuvo más éxito y fue aclamada por el público con gran entusiasmo. Leopold Mozart escribe en una carta dirigida a su mujer a Salzburgo el 19 de octubre:
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Mozart (1962: 439 [n.o 246]). Cita de: Tencajoli (1912: 489). 31 Sobre la ópera Il Ruggiero o sia L’eroica gratitudine cfr. Sità (1995). 30
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[...] den 16ten war die opera und den 17 die Serenata, die so erstaunlich gefahlen, daß man sie heute wieder repetieren muß. Der Erzherzog hat neuerdings 2 Copien angeordnet. alle Cavalier und andere Leute reden uns beständig auf den Strassen an, dem Wolfg: zu gratulieren. Kurz! Mir ist Leid, die Serenata des Wolfg: hat die opera von Haße so niedergeschlagen, daß ich es nicht beschreiben kann.32 [...] el 16 fue la ópera y el 17 la serenata, tuvo tanto éxito que la tienen que repetir hoy. El archiduque acaba de pedir dos copias. Todos los caballeros y demás gente se dirigen a nosotros en la calle constantemente, para felicitar a Wolfgang. En fin, lo siento, la serenata de Wolfgang ha sido un golpe tan duro para la ópera de Hasse, que no lo puedo ni describir.
El Ascanio in Alba se volvió a representar varios días consecutivos y el 26 de octubre Leopold Mozart comenta las representaciones con orgullo: vielleicht wird von dem grossen Beyfahl, den die Serenata des Wolfg: hat, schon einige Nachricht nach Salzb: gekommen seyn; indem der junge H: kerschbaumer, der einige Täge hier ist, vorgestern den 24ten im Theater ein Augen und Ohrenzeug war, wie Se: Konigl: Hoheit der Erzherzog und die Erzherzogin nicht nur durch Händeklatschen 2 Arien wiederhollen lassen, sondern unter der Serenata so wohl als absonderlich nach derselben beyde von ihrem Balco sich gegen dem Wolfg: herunter geneiget, und durch Bravissimo Maestro ruffen und Händeklatschen ihm ihren gnädigen Beyfall bezeiget, dem dann iederzeit das Händeklatschen der Nobleße und ganzen volks nachfolget.33 Tal vez ha llegado a Salzburgo la noticia de la gran ovación que ha recibido la serenata de Wolfgang; el joven señor Kerschbaumer, que está aquí unos días, fue testigo anteayer, el día 24, en el teatro, de cómo su majestad el archiduque y la archiduquesa no sólo aplaudieron tanto que hicieron repetir dos arias, sino que además durante y, especialmente, después de la serenata se inclinaron desde el balcón hacia Wolfgang y lo aclamaron Bravissimo Maestro y le aplaudieron demostrándole su benevolencia, de forma que a continuación le aplaudió la nobleza y todo el pueblo.
El mismo día fueron elogiados tanto el libretista como el compositor en el periódico florentino Notizie del Mondo: “Grande applauso
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Mozart (1962: 444 [n.o 250]). Mozart (1962: 445 [n.o 251]).
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però ha avuto la serenata e per la composizione, e per la musica”34 (“Un gran aplauso recibió, sin embargo, la serenata, tanto por la composición como por la música”). Ascanio in Alba de Giuseppe Parini sigue la tradición literaria de la poesía pastoril, que fue retomada en el Renacimiento italiano rememorando la poesía bucólica de la Antigüedad y que volvió a estar en boga el siglo XVIII.35 Las obras más representativas de la poesía pastoril son, a modo de ejemplo, la novela pastoril Arcadia, de Jacopo Sannazaro (1456-1530), en la que se alternan pasajes en prosa con otros en verso; Aminta, de Torquato Tasso (1544-1595); o Pastor fido, de Giovanni Battista Guarini (1537-1612). Giuseppe Parini elije para su libreto un contenido mitológico; sin embargo, lo asocia sin más a la ceremonia de la boda y a sus participantes. Venus pretende unir en matrimonio al pastor Ascanio, que es su sobrino y al mismo tiempo hijo de Eneas y Creusa, con Silvia, pariente de Hércules. Los jóvenes prometidos todavía no se conocen pero la diosa muestra a Silvia en un sueño a Ascanio. Ella se enamora de él sin conocer su identidad. A raíz de este sueño se crea un gran enredo pues Silvia, enamorada de la imagen del sueño, se siente obligada a casarse con Ascanio, su pretendiente desconocido. Cuando por fin se encuentran Silvia y Ascanio, y con ayuda de un viejo pastor, se aclara el desconcierto y ambos acaban siendo una pareja feliz. Venus convierte el paisaje en la ciudad de Alba Longa. Los personajes de este obra pastoril alegórica están representados por la madre del novio y la pareja de novios: Venus representa a María Teresa, Ascanio a su hijo Fernando y Silvia a la novia. La ciudad de Alba representa Milán, y la creación de la ciudad hace referencia a la nueva línea dinástica HabsburgoEste, surgida del matrimonio de la joven pareja. Parini escribió por encargo de la corte vienesa una extensa Descrizione delle Feste celebrate in Milano per le nozze delle Loro Altezze Reali (Descripción de la ceremonia nupcial de Su Alteza Real celebrada en Milán), publicada en 1771.36 Descripciones tan detalladas como ésta se realizaban normalmente con motivo de celebraciones muy distingui-
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Mozart (1997: 19). Cfr. Hösle (1972). 36 Cfr. Parini (1925: 739-757). 35
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das de la corte. Parini nombra en su Descrizione el Ascanio in Alba y elogia al joven compositor y la calidad de los cantores del estreno: Giunta la notte, e intervenute le LL. AA. RR.37 al teatro, che fu sempremai affollatissimo di popolo, diedesi principio alla rappresentazione della serenata, intitolata l’Ascanio in Alba. Questo drammatico componimento, autore del quale è l’abate Parini, conteneva una perpetua allegoria relativa alle nozze delle LL. AA. RR. ed alle insigni beneficenze compartite da S. M. la Imperadrice Regina massimamente a’ suoi sudditi dello Stato di Milano. La musica del detto dramma fu composta dal signor Amadeo Wolfango Mozart, giovinetto già conosciuto per la sua abilità in varie parti dell’Europa [...]. Se la rappresentazione teatrale della sera antecedente era riuscita magnifica e grandiosa, questa seconda incontrò pure il gradimento de’ principi e del pubblico per la sua nobile e variata semplicità. I cori di genii, di pastori e di ninfe, e i piccoli balletti ad essi obbligati, che interrompevano di tanto in tanto il corso de’ recitativi e delle arie, formavano nello stesso tempo un continuo e vario legamento d’oggetti, atto a conciliare alla scena notabile vaghezza. La decorazione poi tutta e la pittura delle scene spezialmente, molto adattate al soggetto ed al carattere pastorale del dramma, davano, non meno delle altre cose, grazioso risalto alla rappresentazione.38 Entrada la noche, aparecieron Sus Altezas Reales los Reyes en el teatro, que estaba lleno de gente, y se inició la representación de la serenata titulada Ascanio in Alba. Esta dramática composición, cuyo autor es el abad Parini, contenía una alegoría perpetua relacionada con las bodas de Sus Altezas Reales y los importantes favores que Su Majestad la Emperadora y Reina ha realizado generosamente a sus súbditos del estado de Milán. La música de este drama ha sido compuesta por el señor Wolfgang Amadeus Mozart, un joven ya conocido por su habilidad en varias partes de Europa [...]. Si la representación teatral de la noche anterior fue un éxito magnífico y grandioso, esta segunda fue aún más del agrado de los príncipes y del público por su noble y variada simplicidad. Los coros de los genios, de los pastores y de las ninfas, así como los pequeños ballets, que interrumpían de tanto en tanto el transcurso de la recitación y de las arias, formaban al
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Loro Altezze Reali. Parini (1925: 747-748).
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mismo tiempo una continua y variada unidad, de tal forma que el escenario irradiaba un especial encanto. Toda la decoración y en especial las pinturas del escenario, muy bien adaptadas al tema y al carácter pastoril del drama, hacían resaltar, no menos que el resto de las cosas, el encanto de la representación.39
Elaborar la música de Ascanio in Alba supuso para el joven Mozart un encargo sumamente atractivo y representativo al mismo tiempo, pues le permitió por primera vez componer arias, coros y ballets de tema pastoril. Creó para la orquestra una polifonía orquestral transparente, que ofrecía a los cantantes y a los solistas muchas posibilidades de interpretación.40 Para Mozart el encargo de Ascanio in Alba supuso un paso importante en su desarrollo como compositor de óperas. Sin embargo, desde el punto de vista profesional, no se cumplieron las esperanzas de la familia Mozart de conseguir para el joven Mozart un empleo fijo en la corte. Apenas es conocido el hecho de que el mismo libreto de Ascanio in Alba fue musicado otra vez catorce años más tarde por el compositor portugués Antonio Leal-Moreira (1758-1819), con motivo del cumpleaños celebrado el 5 de julio de 1785 del rey Pedro III de Portugal (17171786), que reinaba desde 1777.41 En la edición de esta obra se nombra erróneamente como libretista a Claudio Nicolò Stampa (ca. 17001780), tratándose en realidad del texto de Parini.
2.4 EL POEMA DIDÁCTICO IL GIORNO El poema didáctico inacabado de Parini titulado Il Giorno (El día) es una de las obras más difíciles, elaboradas y complejas de la Ilustración europea. Se trata de una epopeya en verso muy extensa, en endecasílabos sin rima (versi sciolti), de más de 3.700 versos. En la concepción inicial, el texto debía tener tres partes: Il Mattino (La mañana), Il Mezzogiorno (El mediodía) y La Sera (La tarde), de las cuales sólo se publicaron las dos primeras y de forma anónima: Il Mattino en marzo de
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Parini (1925: 747-748). Sobre los cantantes del estreno de Ascanio in Alba cfr. Angermüller (1999). 41 Cfr. Tagliavini, en: Mozart (1956: VII-VIII). 40
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1763 y Il Mezzogiorno en julio de 1765. Más tarde se concebió la publicación en cuatro partes, que correspondían con las cuatro partes del día Il Mattino, Il Mezzogiorno, Il Vespro (La tarde) y La Notte (La noche). La tercera parte, Il Vespro, que quedó inacabada, se publicó póstumamente. Está compuesta de 500 versos, en los que Parini trabajó desde 1766 hasta los años noventa. La cuarta parte, La Notte, de la que se disponen siete manuscritos —el más extenso de ellos llega a los 673 versos— se escribió también en los años noventa y tampoco se finalizó.42 Las dos primeras partes de Il Giorno, publicadas en 1763 y 1765 respectivamente, coinciden con la publicación de dos textos de gran influencia en la literatura iltaliana del siglo XVIII: se trata de la revista milanesa Il Caffè (El café), editada por Pietro Verri de 1764 a 1766, y del tratado publicado de forma anónima en Livorno titulado Dei delitti e delle pene (Sobre los crímenes y castigos), de Cesare Beccaria, un escrito que tuvo un efecto fulminante en la Europa prerevolucionaria y que básicamente ha durado hasta la actualidad.43 La revista Il Caffè, realizada por un círculo de intelectuales milaneses entorno a los hermanos Verri y Beccaria, es sin duda una de las empresas más significativas y atractivas de la Ilustración italiana.44 Su finalidad expresa era instruir a los lectores en un espectro temático muy amplio y variado, de forma exigente pero a la vez entretenida, para así contribuir al propósito ilustrado de aumentar el conocimiento, la suerte y la virtud de los hombres. Por este motivo se unen en Il Caffè el conocimiento científico, las promesas de fortuna y los ideales de virtud con intención programática. El marco ficticio de un café, que regenta el griego Demetrio, permite simular una conversación plural y desenvuelta, en la que se expresan pensamientos controvertidos. Las aportaciones de los diferentes autores llaman la atención por su variedad temática y sus múltiples facetas. En la polifonía de las voces de los autores se mezcla el serio discurso científico con la conversación de salón, el pathos ilustrado, la sátira y la gracia.
42 Sobre los fragmentos conservados y la concepción de La Notte cfr. Amaturo (1968). 43 Sobre la obra de Beccaria Dei delitti e delle pene, el efecto internacional y la recepción de este texto cfr. Rother (2005: 225-295), Jacobs (2007). 44 Cfr. Il Caffè 1764-1766 (21998). Sobre Il Caffè cfr. Jacobs/Schlüter/Weiand/Wetzel (2003).
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El poema didáctico Il Giorno de Parini, publicado en este contexto ilustrado, es una sátira sobre la ociosidad de la nobleza y su lujo. Se trata de una descripción ejemplar y detallada del transcurso de un día de un joven noble milanés, el anónimo Giovin Signore. Un preceptor también anónimo (Precettor) enseña al joven ocioso el estilo de vida mundano, el “amabil rito” (“agradable rito”), para que pueda superar el aburrimiento y el hartazgo de su suntuosa y uniforme vida: se trata de un día que se distingue por la sucesión de exquisitas diversiones y lujosos placeres, así como por el saber llevar en sociedad el cicisbeo. El cicisbeismo fue, tanto en Italia como en España, una moda social muy extendida. El término cicisbeismo tenía un doble significado: se refería por un lado a la relación extramatrimonial, caracterizada por un especial e intenso anhelo de seducción y, por otro lado, también al hombre que estaba a disposición de la mujer casada.45 A diferencia del campesino, que se levanta temprano para comenzar su agotadora labor, el joven noble no deja la cama hasta muy tarde porque debe recuperarse del cansancio de sus actividades de ocio. Después de disfrutar de su café o chocolate caliente, recibe al profesor de música, de baile o de francés. Seguidamente se asea con esmero con ayuda del peluquero. La tarde la dedica a las múltiples obligaciones sociales, en especial a la visita de las jóvenes damas. Hay varios episodios elaborados como mordaces escenas de género, como por ejemplo el comportamiento excesivo de una dama noble con su perrito faldero. Éste muerde la pierna de uno de los criados y no la suelta, hasta que por fin el criado consigue sacárselo de encima mediante una patada, lo que lleva a que la dama expulse al criado de inmediato, pues según ella se ha comportado vilmente. Esta escena grotesca puede entenderse, sin duda, como una reminiscencia de la propia expulsión de Parini de la casa Serbelloni, al protestar por la bofetada que la condesa dio sin motivo a la hija de Sammartini. El joven no tiene ni ideales ni objetivos en la vida. En sus viajes a Inglaterra y Francia visita múltiples burdeles y casinos. La supuesta instrucción del Precettor es, de hecho, una falsa enseñanza, y por ello debe entenderse como una sátira a la nobleza. Así se lee sobre el joven, que no sirve a nadie y a todos utiliza: “da tutti servito, a nullo serve”46. 45
Sobre el tema del cicisbeismo en Italia cfr. Martín Gaite (1972: 8-9, 18-20), Ángeles Arce (1994: 59-65) y (1995: 102-110). 46 Parini (1969: t. 1, 87 [v. 1219]).
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Con la intención de llevar a cabo una crítica social, Parini muestra mediante el Giovin Signore la decadencia y la falta de valores de los representantes del Antiguo Régimen y ridiculiza su estilo de vida. Los modelos de Parini para su poema didáctico son múltiples: Le lutrin (El atril, 1672-1683) de Nicolas Boileau-Despréaux (1636-1711), el poema heróico-cómico The Rape of the Lock (El rapto del rizo, 1712) de Alexander Pope (1688-1744), Le Mondain (El hombre de mundo, 1736) de Voltaire (1694-1778) o La moda (1746) de Giambattista Roberti (17191786).47 Parini elige un género tradicional; sin embargo, lo hace en un momento de la historia de la literatura en el que el poema didáctico clásico había llegado a su fin y la novela ya lo había relevado.48 Parini une estrechamente los medios típicos del poema didáctico con el argumento del texto: este género literario que estaba a punto de desaparecer le sirve de base argumental para la descripción de la disolución de la sociedad estamental de la Italia del Norte.49 La forma y el contenido del texto se corresponden perfectamente. El magistral dominio tanto idiomático como estilístico se une a la sátira social de forma tan elaborada, que hace posible que Parini pueda y se le permita expresar una crítica tan masiva a la nobleza. Alcanza con su dominio literario el límite de lo que estaba permitido y aceptado socialmente en la época. Los endecasílabos sueltos, los versi sciolti, con los que Parini elaboró su poema didattico, eran en la lengua italiana del siglo XVIII la forma correspondiente al antiguo hexámetro.50 Al haber elegido este metro clásico, Parini quiere demostrar que Il Giorno ha sido elaborado en el estilo más elevado y pertenece pues al rango de la antigua epopeya clásica. Al igual que el estilo, también la lengua se caracteriza por su extremada artificiosidad: un vocabulario rico y trabajado, excelentes metáforas, así como una compleja sintaxis, llena de múltiples hipérbatos. La sátira se genera por la falta de correspondencia entre el elevado estilo literario y la banalidad del contenido. Se describen, por ejemplo, acciones tan obvias como el despertar del Giovin Signore o su primer bostezo matutino como si fueran acciones heroicas excepcionales.51 47
Sobre Roberti cfr. Schulz-Buschhaus (1979b: 349-354). Sobre el desarrollo de la novela italiana en el siglo XVIII cfr. Jacobs (2000). 49 Sobre la relación entre el género y el argumento en Il Giorno de Parini cfr. Gipper (2006). 50 Sobre el verso sciolto en Il Giorno de Parini cfr. Esposito (2006). 51 Cfr. Schulz-Buschhaus (1979a: 74). 48
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Hay que añadir, además, el constante uso de motivos y personajes de la mitología antigua. Las condiciones para comprender este texto culto, en cuanto a las alusiones mitológicas y literarias se refiere, eran diferentes a las de hoy en día: Parini escribía para un público instruído en el clasicismo, que conocía muy bien el trasfondo mitológico y podía descifrar y entender sin problemas la ironía y el mensaje o la enseñanza subyacente.52 El transcurso del día del Giovin Signore está marcado por el placer constante y el disfrute de la suntuosidad. Así, Parini se une a la larga tradición en la discusión sobre el lujo.53 Este debate oscilaba en el siglo XVIII entre los extremos del absoluto rechazo y la valoración positiva; algunos autores intentaron objetivar el tratamiento del lujo y lo veían, desde un punto de vista económico, como una fuerza productiva, que podía contribuir de forma eficaz al bienestar del estado y de los ciudadanos. Por ello, Il Giorno puede leerse como una réplica literaria de la obra Le Mondain, de Voltaire, escrita en 1736.54 Voltaire ve el afán de boato como una premisa de la civilización moderna y del perfeccionamiento cultural de las necesidades físicas del hombre. El lujo, según Voltaire, no es ni bueno ni malo, sino que depende de las necesidades económicas; es más, el día a día de un holgazán rodeado de ostentación se describe en Le Mondain como la forma de vida ideal. Voltaire se distancia de la valoración negativa de Fénelon y La Bruyère con respecto a la vida lujosa, mientras que Parini reacciona frente a la postura positiva de Voltaire, plasmando la vida del Giovin Signore de forma positiva e idealista, aunque de hecho, lo hace con la intención satírica de ridiculizar esta vida bañada en liberalidad.55 Es más, Parini recalca las consecuencias negativas globales del lujo, cuando, por ejemplo, en un episodio relacionado con el desayuno del Giovin Signore, el joven debe elegir entre disfrutar una taza de café o de chocolate y evoca, en este contexto, el exterminio del reino de los incas y aztecas por los conquistadores españoles.56 52
Sobre la ironía del texto cfr. Segler-Meßner (2006). Sobre el debate sobre el lujo en la Italia del siglo XVIII cfr. Arato (2000a). Sobre la postura de Parini en el contexto del debate sobre el lujo cfr. Colombo (2000), Föcking (2006), Schulz-Buschhaus (2006). 54 Cfr. Schulz-Buschhaus (1997a: 222-223), Thoma (2006: 121-124). 55 Cfr. Schulz-Buschhaus (2006: 24). 56 Cfr. Schulz-Buschhaus (2006: 27-28). Sobre la escena de la elección de las bebidas para el desayuno del Giovin Signore cfr. Behrens (2006: 44-45). 53
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La presentación que lleva a cabo Parini de los exquisitos y costosos objetos de lujo que rodean al Giovin Signore llama la atención por su descripción en un estilo altamente artificial, lleno de términos extravagantes y características casi siempre fuera de lo común. La lengua con la que evoca el imponente glamour, irradia estilísticamente un brillo opulento, por así decirlo, casi sensual. Por ello la crítica de Parini al lujo adquiere una ambivalencia indiscutible, pues por un lado pretende criticarlo, pero por otro, la intención didáctica se diluye en la fascinante descripción lingüística, que provoca más una fascinación por el goce sensual que una repulsión de las consecuencias negativas del lujo.57 La parodia y la exageración satírica se dirigen también hacia las modas, especialmente la galofilia de los nobles. El tema de la moda, que concierne prácticamente a todos los espacios de la vida, está íntimamente unida al lujo. Determina no sólo la ropa, el mobiliario y la decoración de la casa, los objetos de uso diario y los alimentos, sino también el trato social o la lectura, que el Giovin Signore, totalmente conforme con el gusto de la época, dirige hacia los philosophes franceses. Le interesan especialmente los textos de Voltaire, cuya lectura se presenta —y critica— en este contexto como un mero acto de moda. Queda sin resolver si debe entenderse como una crítica al mismo Voltaire o como una crítica a la superficialidad con la que sus contemporáneos tomaban nota de sus textos. Otros temas son la higiene y el cuidado corporal del protagonista, de especial interés para la antropología civil de la época de la Ilustración. Las formas presentadas de aseo y cuidado personal se refieren a todo lo relativo al cuerpo: la higiene corporal como tal, la alimentación y el equilibrio homeopático de los humores del cuerpo.58 A diferencia del noble protagonista, el tercer estamento se presenta de manera claramente definida y detallada según los diferentes ámbitos de trabajo: los obreros y artesanos, que crean las condiciones económicas y materiales, y sus productos, que permiten a los nobles llevar su alto estilo de vida. El debate de los ilustrados sobre la revalorización de la agricultura y la artesanía, en cuyo contexto puede 57
Cfr. Schulz-Buschhaus (1999: 432). Sobre la irónica presentación del cuidado corporal del protagonista cfr. Behrens (2006). 58
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verse Il Giorno de Parini, surgió en Francia. La influencia francesa se debe básicamente a tres factores. Por un lado, en los círculos cultos e ilustrados de toda Europa se leía la Encyclopédie, publicada en 1751 bajo la dirección de Diderot y d’Alembert; en ella se describían sistemáticamente las artes mechanicae con una precisión hasta entonces desconocida. En segundo lugar, los fisiócratas franceses dirigían la atención desde mediados de los años cincuenta hacia la productividad agrícola y su importancia económica. Por último, de 1761 a 1788 se publicó en París bajo la dirección de Henri-Louis Duhamel du Monceau (1700-1782) la obra tecnológica Descriptions des Arts et Métiers, publicada por la Académie Royale des Sciences, en cierto modo como obra rival de la Encyclopédie. En ella se describían e ilustraban las artes mechanicae, los materiales empleados, cada una de las fases de producción, las máquinas utilizadas en las empresas de manufactura, así como los diferentes talleres.59 Parini contrasta en Il Giorno la riqueza, el lujo y el ocio del joven noble con la pobreza y el trabajo de la población rural que, sin embargo, aparece sólo en un segundo plano, pues el Giovin Signore es siempre el centro de atención.
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Cfr. Cole/Watts (1952), Healey (1963), Gillispie (1980: 337-356).
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3. LA RECEPCIÓN DE PARINI EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII
Giuseppe Parini apenas mostró interés por España.1 La acusación de Parini en Il Mattino sobre las barbaridades que llevaron a cabo los conquistadores españoles Hernán Cortés (1485-1547) y Francisco Pizarro (1478-1541) en Latinoamérica es, entre otras cosas, una reminiscencia de la llamada leyenda negra.2 Independientemente de la cuestión de si sus reproches tienen validez o no, el papel de Italia fue decisivo para la creación de la leyenda negra.3 En su tratado Delle cagioni del presente decadimento delle belle lettere e delle belli arti in Italia e di certi mezzi onde restaurarle de 1773, dedicado al conde Firmian, Parini reflexiona sobre las causas de la decadencia de las artes en Italia y sobre las medidas necesarias para mejorar la desoladora situación del momento. Opina que la larga ocupación de Italia por parte de España es una de las causas más importantes de la decadencia cultural de su país: Nessuno negherá certamente che l’oppressione della libertá fiorentina, l’eccessiva potenza degli spagnuoli in Italia, che ne facevano barbaramente tiranneggiare le piú belle contrade da’ loro governatori, la caduta della gran-
1
Cfr. Meregalli (1962: 80-82). Cfr. Parini (1969: t. 1, 10 [Il Mattino vv. 149-155]). Para la interpretación del episodio cfr. Lamberti (1997: 11-14). 3 Cfr. Hönsch (2000: 9-13). 2
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dezza veneta dopo la lega di Cambrai,4 la ipocrisia introdottasi nella corte di Roma dopo la riforma di Lutero e la crudeltá dell’Inquisizione, spezialmente dopo il concilio di Trento, non abbiano spento in Italia ogni sentimento di gloria nazionale, di nobile emulazione ed ogni libertá pubblica di pensare, e quindi sommamente avviliti gli animi di quasi tutti gl’italiani. Ciò doveva dare alle belle lettere ed alle belle arti in Italia il carattere della servitú, della mediocritá e della barbarie.5 Nadie negará ciertamente que la opresión de la libertad florentina, la excsesiva presión de los españoles en Italia, que hicieron tiranizar las regiones más bellas por sus gobernadores, que la caída de la grandeza véneta después de la liga de Cambrai, que la hipocresía introducida en el Vaticano después de la reforma de Lutero y la crueldad de la Inquisición, particularmente después del Concilio de Trento, habían extinguido todo sentimiento de gloria nacional, de emulación noble y de toda libertad pública de pensar, y en consecuencia humillado en general los ánimos de casi todos los italianos. Esto debía dar a las bellas letras y a las bellas artes el carácter de la esclavitud, de la mediocridad y de la barbarie.
Teniendo en cuenta que las obras de Parini apenas se difundieron en España, es sorprendente que varios de los autores españoles más significativos de la segunda mitad del siglo XVIII hubieran tratado ampliamente la obra Il Giorno, poco tiempo después de la aparición de los dos primeros tomos. El intenso intercambio cultural entre España e Italia se potenció gracias a la presencia política de España en Italia.6 Hay que tener en cuenta que Carlos III (1716-1788), el rey reformador más significativo del absolutismo ilustrado de España, fue desde 1735 hasta el comienzo de su reinado en 1759, durante más de dos décadas, virrey en Nápoles. Además hay que añadir que la Ilustración española fue en muchos aspectos muy similar a la italiana. Los hombres de letras y los ilustrados de los dos países situados en el límite sur de la Ilustración europea, ambos en una relación ambivalente y conflictiva con Francia, 4
La liga de Cambrai fue un pacto concluido el 10 de diciembre de 1508 entre el rey francés Luis XII (1462-1515) y el emperador Maximiliano I (1459-1519) al que se adhirieron también el Papa Julius II (1443-1513) y el rey aragonés Fernando el Católico (1452-1516), con la intención oficial de hacer la guerra contra los turcos osmanos; pero el verdadero motivo de los aliados fue la destrucción de la República de Venecia, cuyas tropas fueron derrotadas en mayo de 1509 por la armada de la liga. 5 Parini (1913: 357). 6 Cfr. Joaquín Arce (1968).
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trataron cuestiones y problemas muy semejantes. Ambos se dedicaron a la búsqueda de la propia identidad, tanto en la discusión teórica sobre las ideas e ideales de la Ilustración, como en su realización práctica, mediante medidas reformadoras muy concretas y cambios políticos. Inicialmente se mantuvo casi a ciegas el modelo francés; sin embargo, a partir de los años ochenta del siglo XVIII, aumentó tanto la visión crítica con respecto a Francia, como la consciente introspección sobre las propias tradiciones españolas e italianas y las fases de desarrollo científico y cultural de sus respectivos pasados. En España tuvieron una repercusión muy negativa no sólo las discusiones que se generaron a raíz del artículo sobre España en la Encyclopédie méthodique de 1782, escrito por Nicolas Masson de Morviller (1740-1789), sino también la Revolución Francesa de 1789 poco tiempo después. Tanto el artículo de Masson de Morvillier, en el que opinaba que España no contribuyó en absoluto a la cultura europea, como la Revolución Francesa, causaron una fuerte galofobia.7 El desarrollo de la Ilustración en España se vio frenado por ciertas medidas en la política exterior e interior que se tomaron por miedo a la influencia de la Revolución Francesa y sus consecuencias. Con la ocupación francesa por parte de las tropas de Napoleón Bonaparte, el levantamiento de los madrileños el 2 de mayo de 1808 y la Guerra de la Independencia terminaron abruptamente todos los intentos de reforma y movimientos ilustrados en España. En cuanto al género del poema épico clasicista, las condiciones para la recepción de Il Giorno de Parini en España eran óptimas, pues la epopeya mantuvo su actualidad hasta ya entrado el siglo XIX; entre los autores españoles era considerada como el género literario de más elevado nivel, con un alto grado didáctico, y seguía utilizándose en la práctica literaria.8 La Academia Española de la Lengua llegó incluso a convocar varios concursos de poemas épicos sobre diferentes temas. 7
Cfr. Raillard (2009). Cfr. Nerlich (1964). La importancia de la epopeya en verso clasicista en el contexto de los géneros literarios de la literatura española del siglo XVIII, todavía no ha llegado con el suficiente ímpetu a la conciencia de los investigadores de esta época, a pesar del estudio de Michael Nerlich. De ello es muestra sintomática la obra de Francisco Aguilar Piñal titulada Historia literaria de España en el siglo XVIII, en la que, tal como indica el autor en su “Presentación” (1996: 9-10), se recoge y describe científicamente lo que se entendía en el siglo XVIII con el concepto de literatura en su sentido más amplio. Sin embargo, entre los géneros marcados como literatura de creación falta claramente la epopeya. 8
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La actualidad de la epopeya, sin embargo, no impidió en ningún momento que la novela se impusiera a lo largo del siglo XVIII como género literario realmente innovador, en el que se reflejaban, de manera intensa, los temas del debate ilustrado.9 A diferencia de otros autores italianos, Giuseppe Parini no aparece en ninguna poética española del siglo XVIII.10 La escasa difusión de sus obras y, con ello, la poca influencia que tuvo en España se compensa, sin embargo, con el intenso tratamiento de la obra de Parini por parte de ciertos autores españoles, especialmente los más significativos, así como por intelectuales y eruditos. Además, hay que tener en cuenta que fue precisamente una de las primeras traducciones de Il Giorno en un idioma extranjero la que se publicó a finales del siglo XVIII en lengua española. Algunos autores españoles contemporáneos visitaron a Parini en Milán para conocerlo personalmente.
3.1 SÁTIRAS DE LA NOBLEZA SEMEJANTES A IL GIORNO DE PARINI EN LA LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XVIII
La sátira de la nobleza y la crítica a su ociosidad constituyeron temas de gran interés en las revistas semanales satíricas, especialmente en la segunda mitad del siglo XVIII.
3.1.1 La sátira de la nobleza en las Cartas marruecas de José Cadalso y Vázquez José Cadalso y Vázquez (1741-1782), en su novela epistolar titulada Cartas marruecas, inspirada en las Lettres persanes de Montesquieu, muestra España desde la perspectiva del visitante extranjero. Fueron escritas entre 1768 y 1774, aunque se publicaron póstumamente en 1789 en varios fascículos de El Correo de Madrid. El joven árabe Gazel, que viaja por toda España, escribe cartas a Ben-Beley en Marruecos. El argumento descrito en las misivas se reduce a unos pocos sucesos. 9
Sobre el concepto y la poética de la novela española del siglo XVIII cfr. HertelMesenhöller (2001: 19-34). 10 Cfr. Joaquín Arce (1968: 41) y (1981: 100), Ángeles Arce (1999a: 655).
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Mayoritariamente se marcan encuentros con personas o se reproducen conversaciones sobre temas muy diversos. La Carta XLI, en la que se describe la suntuosidad de los modernos bienes de importación extranjeros, es en realidad una aportación sustancial y muy sutil al debate sobre el lujo mantenido en la Ilustración europea y que tuvo un papel muy importante también en España, dejando su huella en numerosos textos.11 Se menciona explícitamente el controvertido debate sobre el lujo, junto a algunos de los argumentos más importantes de sus opositores y sus defensores. De esta manera se confronta la cultura árabe, que mantuvo intacta durante milenios su tradición, su vestimenta y sus costumbres, traspasándolas de generación en generación, con la corta vida de las breves y efímeras modas de la cultura europea del siglo XVIII. La descripción se centra en la consideración del origen de los diferentes productos y objetos de lujo, procedentes de diversos países y ciudades extranjeras. Cadalso muestra claramente que este lujo importado del exterior daña al país profundamente. Parece tan imposible superar al extranjero en la producción de objetos lujosos y en el atractivo de sus productos, como renunciar completamente a este lujo; sin embargo, una solución podría ser la mirada retrospectiva hacia la propia historia y la tradición nacional. Llama la atención el pensamiento marcado por el mercantilismo del “lujo nacional”12, que, visto desde la perspectiva histórica, fue desarrollado poco después del descubrimiento de América, en una época en la que en España existía un esplendor generado por la producción local de diversos y valiosos objetos: “un lujo considerable, puramente nacional”13. Este esbozo de un lujo positivo del Siglo de Oro muestra un supuesto estado de una España próspera, que contrasta con la situación del momento del país, tal como queda patente de forma ejemplar en la descripción del transcurso de un día de un noble rico en el siglo XVIII (como en Il Mattino de Parini, que comienza con la descripción del despertar y las ceremonias matutinas): El poderoso de este siglo (hablo del acaudalado, cuyo dinero físico es el objeto del lujo) ¿en qué gasta sus rentas? Despiértanle dos ayudas de cá11
Sobre este aspecto de las Cartas marruecas y en especial sobre la Carta XLI cfr. Lope (1973: 116-122), Dérozier (1977). 12 Cadalso (1985: 89). 13 Cadalso (1985: 90).
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mara primorosamente peinados y vestidos; toma café de Moca exquisito en taza traída de la China por Londres; pónese una camisa finísima de Holanda, luego una bata de mucho gusto tejida en León de Francia; lee un libro encuadernado en París; viste a la dirección de un sastre y peluquero francés; sale con un coche que se ha pintado donde el libro se encuadernó; va a comer, en vajilla labrada en París o Londres, las viandas calientes, y en platos de Sajonia o China las frutas y dulces; paga a un maestro de música y otro de baile, ambos extranjeros; asiste a una ópera italiana, bien o mal representada, o a una tragedia francesa, bien o mal traducida: y al tiempo de acostarse, puede decir esta oración: “Doy gracias al cielo de que todas mis operaciones de hoy han sido dirigidas a echar fuera de mi patria cuanto oro y plata ha estado en mi poder.”14
Esta breve descripción viene a ser un índice abreviado de Il Mattino de Parini.15 Dos criados bien vestidos y arreglados se apresuran a despertar al joven, quien antes de vestirse bebe moca en una exquisita taza china, sale una vez vestido con su noble carroza, es instruído por dos profesores extranjeros, un profesor de música y uno de baile, va a ver una ópera italiana y obras de teatro francesas, traducidas al español más mal que bien. Las semejanzas entre la descripción del transcurso de un día del joven noble en la Carta XLI de Cadalso y el Giovin Signore de Parini en Il Mattino han llamado siempre la atención;16 sin embargo, ha sido HansJoachim Lope quien realmente demuestra mediante una comparación directa entre ambos textos y gracias a los múltiples paralelismos en el contenido de ambas obras, que llegan hasta los más pequeños detalles, que el texto de Parini fue la fuente de inspiración de la sátira a la nobleza de Cadalso.17 De esta forma puede decirse que la novela de
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Cadalso (1985: 91 [Carta XLI]). En las Cartas marruecas se encuentra además la descripción del transcurso de un día de una joven dama, quien siguiendo el gusto francés hace uso excesivo de los galicismos, cosa muy criticada en las sátiras españolas. Se cita una carta suya, en la que describe el transcurso del día, en un español saturado de galicismos. Cfr. Cadalso (1985: 80-81 [XXXV]). 16 Sobre el debate de la posible influencia de Parini sobre Cadalso cfr. Joaquín Arce (1968: 39-40) y (1981: 98-99). 17 Una comparación exacta de ambos textos no es necesaria en este lugar, ya que no se puede añadir nada nuevo a los resultados del estudio comparativo de Lope (1973: 15, 218-221). 15
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Cadalso Cartas marruecas es una de las obras españolas más tempranas en la que puede desmostrarse la influencia de Parini.
3.1.2 El transcurso del día de una joven aristócrata en El Pensador de José Clavijo y Fajardo Casi como una réplica del retrato del joven de Cadalso aparece la descripción del transcurso de un día de una joven dama en la revista El Pensador de José Clavijo y Fajardo (1726-1806). En el Pensamiento XX (segundo tomo de El Pensador de 1762) se describe el transcurso de un día de una dama noble: el despertar y la ceremonia del aseo matinal.18 De buena mañana bebe un chocolate caliente, símbolo de riqueza y de estatus social. Después, como buena señora de su casa, realiza una inspección y controla al personal doméstico. En toda la casa encuentra desorden y, aunque no está satisfecha con la labor de sus criados, no hace nada para cambiar la situación. A continuación lleva a cabo un costoso programa de cosmética y peinado, así como un largo procedimiento en el vestir y en el atavío del vestuario, para aparecer arreglada según su estatus social. Las conversaciones y el acto comunicativo están vacíos de contenido y se reducen al intercambio de banalidades, marcadas por la vanidad y la autoescenificación. A lo largo del día se siguen la comida, la siesta, un paseo o una visita al teatro. Como programa alternativo también lleva a cabo visitas a amigos o participa en juegos de mesa en los diferentes salones. En un catálogo de preguntas retóricas con el que el Pensador finaliza su descripción, nos ofrece un esbozo de la imagen de la mujer virtuosa: el papel de la madre y ama de casa, cuyo hogar, bien administrado y dirigido por ella, funciona perfectamente. Condiciones para ello deben ser el empeño y el trabajo, que se presentan como normas que hay que seguir.
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Cfr. Clavijo y Fajardo (1762: 189-220 [Pensamiento XX]). Cfr. Ertler (2003: 96-98). En relación con el Pensamiento XX, Ertler hace referencia explícita a Il Giorno de Parini: “In Analogie zu Giuseppe Parinis Il Giorno beschreibt der Pensador den Tagesablauf der idealtypischen Adeligen und betrachtet diese vor dem Hintergrund der ‘neuen’ Gesellschaft” (2003: 96) (“Como en Il Giorno de Giuseppe Parini El Pensador describe el transcurso de un día del ideal típico de un noble y lo analiza a sobre el transfondo de la “nueva‘ sociedad”).
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3.1.3 La sátira de la nobleza en A Arnesto de Gaspar Melchor de Jovellanos Poco evidente es la posible influencia de Il Giorno de Parini en el caso de Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), el renombrado político liberal reformista de la segunda mitad del siglo XVIII.19 Se ha relacionado su segunda sátira A Arnesto. Sobre la mala educación de la nobleza, publicada el 31 de mayo de 1787 en la revista El Censor, con Il Giorno de Parini.20 En esta primera edición anónima faltan seis líneas, sustituidas por puntos suspensivos, y las once últimas. Sin embrago, en las ediciones posteriores sí apareció el texto completo. Se puede reconstruir la versión completa (de 285 versos) gracias a un manuscrito que contiene correcciones del joven poeta Juan Meléndez Valdés (1754-1817), a quien Jovellanos había pedido que leyera críticamente y corrigiera su poema satírico.21 Al igual que Il Giorno de Parini la sátira de Jovellanos también está redactada en endecasílabos sueltos, que desde el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo, de Lope de Vega, contaba en la lírica española como verso erudito italianizante.22 La segunda sátira de Jovellanos sobre la mala educación de la nobleza está dividida en dos partes: la primera (vv. 1-197) trata sobre la vida superficial de un joven noble y su tendencia al majismo, un fenómeno de la moda española típico de la segunda mitad del siglo XVIII; la segunda (vv. 198-285), sobre la superficialidad y versatilidad de la moda, sobre todo de procedencia francesa. Entre Parini y Jovellanos existen coincidencias asombrosas. Una característica común en ambos autores es, por ejemplo, su predilección por el tema de la carroza como vehículo característico de la nobleza, que simboliza su riqueza, su ociosidad y su inactividad, contrastando con el desplazamiento a pie de los demás ciudadanos.23 Las carrozas simbolizan no sólo el lujo derrochador de la clase noble, en detrimen19
Sobre el debate de si Parini influyó en Jovellanos cfr. Menéndez Pelayo (1942b: 23), Farinelli (1929: 315, n. 1), Joaquín Arce (1968: 10, 37-39) y (1981: 97-98, 317, 412-416), González Martín (1999: 646-647). 20 Edición facsímil: El Censor (1989: 717-721 [Tomo VIII, Discurso CLV, pp. 471-485]). Edición crítica: Jovellanos (1984: 227-244 [n.o 44]). 21 Cfr. Caso González/Demerson (1959). 22 Sobre el Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo de Lope de Vega cfr. Eglseder (1998). 23 Sobre el tema de la carroza en Parini y Jovellanos cfr. Joaquín Arce (1960: 167-171) y (1981: 412-416). En comparación con Parini, Joaquín Arce pone de relieve “[...] una
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Ilustración 1: Francisco de Goya (1746-1828): Gaspar Melchor de Jovellanos (1798)
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to del interés público, sino que también significan un peligro directo y continuo para el pueblo llano, ya que las ruedas atropellaban a menudo a los transeúntes.24 Se ha cuestionado repetidamente si Jovellanos fue influido por Il Giorno de Parini. Menéndez Pelayo fue uno de los primeros en indicar las similitudes entre la sátira de Jovellanos e Il Giorno de Parini, sin duda teniendo en cuenta los modelos reales de que disponían los autores como fuente de inspiración tanto en Madrid como en Milán.25 El hispanista italiano Arturo Farinelli (1850-1924) estaba convencido de que Jovellanos conocía Il Giorno.26 El hispanista francés Alfred MorelFatio (1867-1948) lo niega en su edición comentada de la segunda sátira de Jovellanos publicada en 1899, indicando que, como mucho, en caso de que Jovellanos realmente hubiera conocido la obra de Parini, ésta habría sido tan sólo un impulso, una especie de idea inicial para su obra.27 José Miguel Caso González escribe en su edición comentada del texto que le parece improbable la influencia de Il Giorno de Parini mayor sensibilidad de Jovellanos hacia lo pintorescamente popular, al haber puesto el acento poético en los elementos estridentes e incómodos de los coches de viajeros sobre los carruajes de lujo personales, marco adecuado al galanteo y al ceremonial ritual de la sociedad elegante del siglo XVIII” (1960: 171). 24 Cfr. Parini (1969: t. 1, 43 [Il Mattino vv. 1.078-1.083]). 25 Cfr. Menéndez Pelayo (1942b: 23): “Pero donde verdaderamente es pasmosa, y no parece casual, la semejanza con el poema del Giorno, tanto en el espíritu como en los procedimientos artísticos (mezcla de indignación y de ironía), es en la segunda sátira de Jovellanos (sobre la educación de la nobleza), si bien la coincidencia puede explicarse también por ser tan semejantes los modelos que ambos virtuosos satíricos pudieron contemplar casi simultáneamente en Milán y en Madrid, e idéntico también, o a lo menos muy semejante, el propósito moral que guiaba a uno y otro moralista”. 26 Cfr. Farinelli (1929: 315, n. 1): “Lo stesso Jovellanos era conoscitore esperto della poesia italiana. La satira Sobre la educación de la nobleza è un’imitazione palese del Giorno del Parini [...]”. 27 Cfr. Morel-Fatio (1899: 8): “J’estime aussi que Jovellanos a dû prendre connaissance des deux premières parties du Giorno de Parini, Il Mattino et Il Mezzogiorno, publiées en 1763 et 1765, et que cette peinture du giovin signore milanais n’a pas été sans influence sur la composition de la seconde satire à Arnesto; mais entre l’expression si artistique de Parini, ses savantes recherches de style et ses afféteries de langage, et le discours net et ferme de l’Espagnol, très nourri et vigoureux, mais un peu lourd et prosaïque, il y a un abîme. Parini ne saurait avoir donné à son émule qu’une impulsion, l’idée première, l’agencement général de sa pièce: tout le reste, tous les détails appartiennent en propre à Jovellanos et ne doivent rien à la célèbre satire italienne”. Sobre otras dos citas de Parini cfr. Morel-Fatio (1899: 14 y 16; 23-24, n.).
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en la segunda sátira de Jovellanos;28 también Joaquín Arce duda de que Jovellanos conociera los textos de Parini.29 Y aunque Vicente González Martín haya tomado en consideración recientemente que Jovellanos quizá podría haber conocido el Dialogo sopra la nobilità (1757) de Parini, 30 no existe en ningún texto de Jovellanos ninguna mención explícita a Parini o referencia a sus obras.31 Evidentemente, no se puede negar de forma categórica que Jovellanos hubiera tenido acceso al texto o, como mínimo, que hubiera oído algo de él a través de un amigo.
3.1.4 La sátira del lujo y de la nobleza en El filósofo en el campo de Juan Meléndez Valdés Semejante a la sátira de la nobleza de Jovellanos titulada A Arnesto es el poema en endecasílabos El filósofo en el campo de Juan Meléndez Valdés, aunque tampoco aquí pueda demostrarse sin dejar lugar a dudas que Parini fuese el modelo directo.32 El yo lírico, es decir, el protagonista del poema, se halla en el campo y descansa en un caluroso día de verano bajo la sombra de una encina. Desde allí saluda a su amigo Fabio, un “ocioso cortesano”33 que se halla en la ciudad descansando en un cómodo sofá. El yo lírico se encuentra observando el campo y su pobre pero trabajadora población, así como su manera de vivir, que él describe como forma ideal de vida: para él significa la base para volver “a ser hombre”34. Se queja del injusto menosprecio de los cortesanos hacia los campesinos y al mismo tiempo los critica por su escandaloso lujo, que los embota y los hace insensibles, así como su estilo de vida inmoral. Describe tanto los objetos y características del lujo como la 28 Cfr. Caso González, en: Jovellanos (1984: 236, n. 1): “Se ha hablado también de la influencia del Giorno de Parini, pero es bastante dudosa”. 29 Cfr. Joaquín Arce (1968: 38-39) y (1981: 96). 30 Cfr. González Martín (1999: 647). 31 En la biblioteca de Jovellanos tampoco se hallaba ningún ejemplar de la obra de Parini. Sobre la biblioteca de Jovellanos cfr. Aguilar Piñal (1984a). 32 Cfr. Meléndez Valdés (1983: 783-790). Sobre la lírica de Meléndez Valdés cfr. Demerson (1971) y Polt (1987), ninguno de ellos cita a Parini. 33 Meléndez Valdés (1983: 783, v. 7). 34 Meléndez Valdés (1983: 783, v. 17).
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corrupción moral en la corte: visitas a burdeles y casas de juego, peleas entre padres e hijos, adulterio y prostitución, especulación de los miembros más jóvenes de la familia sobre la muerte de los mayores y su consecuente herencia, la estrechez de miras y el ansia de despilfarro de las autoridades.35 El filósofo anima a Fabio a abandonar la corte e irse a vivir al campo, donde la población no conoce el lujo, pero sabe distinguir claramente entre el bien y el mal. La semejanza temática con A Arnesto de Jovellanos es evidente; sin embargo, no se puede decir a ciencia cierta si los textos de Parini influyeron de manera directa. A diferencia de Parini, Meléndez Valdés describe en El filósofo en el campo la vida de los cortesanos de forma sumaria, mientras que se extiende en la descripción detallada del transcurso del día de los campesinos.
3.1.5 Reminiscencias de Parini en La felicidad humana de Juan Pablo Forner En un poema de Juan Pablo Forner y Segarra (1756-1797), poeta ilustrado y una de las mentes críticas más renombradas de la segunda mitad del siglo XVIII en España, se hallan reminiscencias del comienzo de Il Giorno de Parini, en concreto, de los primeros versos de Il Mattino.36 Se trata del siguiente pasage, situado en el centro de su poema La felicidad humana, escrito en octavas, en el que lleva a cabo una crítica a la ociosidad, portadora de muchos vicios: De este modo labró la dicha humana El soberano Autor, á cuyo mando Luce en rayos de nácar la mañana, Y convida la noche al sueño blando. Aquélla, apénas lúcida y ufana Por las puertas de Oriente va asomando, Al hombre enseña el patrimonio augusto Que á su virtud conviene y á su gusto.
35 36
Cfr. Meléndez Valdés (1983: 783-784, vv. 33-58; 785-786, vv. 110-135). Sobre Forner y Parini cfr. Joaquín Arce (1981: 271).
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Entónces de su esposa el casto lazo Dejando el labrador, la escarcha pisa, Y con ánimo alegre y fuerte brazo Al buey sujeta la cerviz sumisa. [...]37
Forner describe el amanecer y el comienzo de un día de trabajo del campesino, que muy temprano abandona el lecho conyugal y marcha a arar el campo con sus bueyes. Recurre en su poema al comienzo de Il Mattino de Parini: Sorge il Mattino in compagnìa dell’Alba Innanzi al Sol che di poi grande appare Su l’estremo orizzonte a render lieti Gli animali e le piante e i campi e l’onde. Allora il buon villan sorge dal caro Letto cui la fedel sposa, e i minori Suoi figlioletti intepidìr la notte; Poi sul collo recando i sacri arnesi Che prima ritrovàr Cerere, e Pale, Va col bue lento innanzi al campo, e scuote Lungo il piccol sentier da’ curvi rami Il rugiadoso umor che, quasi gemma, I nascenti del Sol raggi rifrange.38
Forner integra este pasage en medio de su poema. En cuanto al contenido, se corresponde efectivamente con el comienzo de Il Mattino de Parini: en el caso de Forner es Dios quien, como “soberano Autor”, otorga la felicidad humana al que es laborioso. Se describe el amanecer, los primeros rayos de luz que despiden la noche. El campesino abandona el lecho que comparte con su esposa y, feliz y con ganas de trabajar, unce el buey y se dirige al campo para comenzar su labor.
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Forner (1952: 301). Joaquín Arce (1981: 271, n. 5) fue el primero en hacer referencia a las reminiscencias del inicio de Il Giorno. Sala Valldaura (1998: 530-531) nombra La felicidad humana de Forner relacionándola con su Sátira contra los vicios de la corte, sin nombrar a Parini. 38 Parini (1969: t. 1, 6 [Il Mattino vv. 33-45]).
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3.2 AUTORES ESPAÑOLES QUE VISITARON A PARINI EN MILÁN Varios autores españoles aprovecharon la oportunidad de ir a visitar a Giuseppe Parini a Milán y conocer personalmente al que ya en su época fue muy famoso. Además de Juan Andrés y Leandro Fernández Moratín, cuyas visitas se tratarán más detenidamente en la medida en que nos lo permitan los documentos disponibles, otro viajero español, Nicolás de la Cruz y Bahamonde (1760-1828), mencionó a Parini en el séptimo tomo de su Viaje de España, Francia e Italia (Cádiz, 1813) de forma lapidaria: “Parini tiene reputación de gran poeta”39.
3.2.1 Juan Andrés como visitante y crítico de Parini Muy importante para intensificar la recepción de Parini en España fue el papel de intermediarios que desempeñaron los jesuitas, que por orden del rey Carlos III fueron expulsados de España y Latinoamérica en 1767 y hallaron en Italia una nueva patria.40 Uno de los jesuitas españoles más famosos era el valenciano Juan Andrés y Morell (17401817). Las cartas que mandaba desde Italia a su hermano Carlos (17531820) a Madrid documentan las experiencias de sus viajes por Italia de 1785 a 1791. Carlos Andrés publicó estas cartas de Juan Andrés, bajo el título Cartas familiares, en cinco tomos. Vieron la luz entre 1786 y 1793 en Madrid, por Antonio de Sancha.41 Se trata de tres informes que relatan tres viajes en los años 1785, 1788 y 1791, en los que Juan Andrés recogía material para su gran obra enciclopédica Dell’origine, progressi e stato attuale d’ogni letteratura. Llama la atención la riqueza de temas y aspectos tratados, que se presentan desde la perspectiva del sabio erudito universal y ofrecen un amplio panorama de Italia, con descripcio-
39
Cruz y Bahamonde (1813: 163 [Lib. XIII, Cap. V]). El autor nació en Talca (Chile) pero en su adolescencia se fue a vivir a Cádiz. 40 La expulsión fue un golpe sorpresa en la noche del 2 al 3 de abril de 1767. Se trata de la tercera expulsión de los jesuitas ordenada por un gobierno, después de que lo hiciera Portugal en 1759 y Francia en 1762. 41 Entre 1791 y 1794 se publicó en la misma editorial otra edición en cinco tomos. Sobre los viajes de Juan Andrés a Italia y las Cartas familiares cfr. Foresta (1972: 385-401), Domínguez Moltó (1978: 91-121), Fabbri (1986: 363-365, 376-382).
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nes exactas de las ciudades visitadas y sus monumentos. Su interés se centra en las bibliotecas, archivos y museos; sin embargo, también tiene en cuenta la vida intelectual contemporánea, tanto en lo que se refiere a las instituciones como a sus múltiples representantes. Andrés se movía en la red social de los jesuitas distribuidos por toda Italia, quienes le proporcionaban en cada lugar importantes contactos con los intelectuales y las personalidades de la vida pública. Su hermano Carlos Andrés publicó en los dos primeros tomos de 1786 las cartas del primer viaje, en el tercer tomo de 1790 las del segundo viaje y en los dos últimos tomos de 1793 las del tercer viaje.42 Este tercer viaje, en el verano de 1791, llevó a Juan Andrés por el norte de Italia a Parma, Cremona y Milán, desde donde hizo pequeñas escapadas a Pavía y Monza, y desde Milán fue por Torino hasta Génova. Juan Andrés se encontró en Milán con Parini.43 Lo nombra brevemente, pero con especial aprecio, en el cuarto tomo de las Cartas familiares de 1793: [...] vive tambien allí el famoso poeta abate Parini, profesor en aquellas escuelas, y autor de poesías originales, que le hacen respetar en toda Italia, y aplaudir como uno de los príncipes de la moderna poesía.44
Andrés también nombra a Parini en otra ocasión, relacionándolo con otros eruditos de Milán: No son pocos los literatos, que te he nombrado en el discurso de estas cartas. Los astrónomos Reggio, Cesaris y Oriani, el matemático Gianella, el botánico Witman, el secretario Bianconi ilustrador de las nobles artes, y de la antigüedad, el gran poëta Parini, y algun otro de los que encierra Brera en sus cláustros, sirven de mucho lustre con sus escritos á las ciencias que profesan [...].45
42 El primer viaje, respaldado por el Conde de Floridablanca, lo llevó a cabo Juan Andrés en el verano de 1785 desde Mantua, por Ferrara, Boloña, Florencia, Siena y Roma hasta Nápoles y Pompeya; el segundo viaje, en la primavera de 1788, que duró aproximadamente veinte días, desde Mantua hasta Venecia y de regreso por Padua, Vicenza y Verona. 43 Sobre Juan Andrés y Parini cfr. Joaquín Arce (1968: 41) y (1981: 100-101), Ángeles Arce (1999a: 655). 44 Andrés (1793: 76). La carta está fechada el 28 de septiembre de 1791 en Mantua. 45 Andrés (1793: 198). Se refiere a los siguientes científicos: el astrónomo Guido Francesco Reggio (1743-1804), el director del observatorio milanés Giovanni Angelo
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En las Cartas del abate D. Juan Andrés a su hermano Don Carlos Andrés, en que le comunica varias noticias literarias (Valencia, 1800) Andrés relata a su hermano otra visita que llevó a cabo a Parini. Juan Andrés expone que habló con el poeta escasos días antes de su muerte, lo que significa que el encuentro tuvo lugar poco antes del 15 de agosto de 1799, día en que murió Parini. Juan Andrés explica a su hermano lo siguiente: Volviendo á las noticias de estos paises, hay una muy reciente en la pérdida repentina, aunque puede decirse prevista tiempo ha, de un famoso poeta que dexé en pie, aunque achacoso, en Milan, y apénas he llegado aquí me han dado la noticia de su muerte. Este era el célebre abate Perini [sic], autor de los dos pequeños poemas satíricos il mattino, y il mezzogiorno, que le ganáron muchísima fama. Tenia trabajado á pedazos sueltos la sera, que le faltaba para dar el dia completo, y me dicen los que le habian oido algunos, que hay cosas muy buenas sobre las tertulias, ó como aquí dicen conversazioni, sobre los teatros, sobre algunas cenas de campo, y otros puntos semejantes, que hubieran coronado su obra. Pero él como poeta caprichoso habia ido componiendo algunos pedazos como le venian á la fantasía, y jamas habia tenido la paciencia de ponerse con cuidado á ordenar y formar un cuerpo, y á reducir á un pequeño poema aquellos pedazos sueltos. Él mismo, poco dias ántes de morir, se dolia conmigo de su pereza, y sentia que ni en su vida, ni despues de ella seria posible hacer servir aquellos pedazos que habia compuesto, estando algunos mal escritos en papeles rotos, otros perdidos, y sin ninguna luz para adivinar el órden en que se habian de distribuir, porque ni él mismo la tenia, no habiendo jamas pensado en ello sériamente. En años pasados otro poeta viendo quan deseado era de todos el poema de la sera, y que nunca salia á luz, quiso componer uno, que desde luego dió mucha ganancia al librero que lo imprimió; pero que despues no ha servido sino para hacer estimar mas los otros dos del mattino y mezzogiorno, y desear el verdadero de la sera del abate Perini [sic]. A mas de estos pequeños poemas tiene un tomo en octavo de poesías líricas, y algunas de ellas muy buenas, aunque en otras se notaba un poco de hinchazon y afectacion filosófica, que con su estilo é ingenio sabia él sostener; pero que no podia dexar de perjudicar á los que quisieran imitarle. Era hombre de gusto fino
Cesaris (1749-1832), el astrónomo Barnabus Oriani (1752-1832), el profesor de física y matemáticas de la Brera Francesco Gianella (1740-1810), el botánico Fulgenzio Witman (1728-1808), fundador del Jardín Botánico de la Brera en 1774, y el primer secretario de la Accademia di Belle Arti di Brera Carlo Bianconi (1732-1802).
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y delicado, de ingenio y juicio severo, que daba luego en lo satírico, y ciertamente era uno de los literatos que ahora daban honor á la Italia.46
El retrato del poeta hecho por Andrés no se corresponde en ningún momento con el de un Parini estrictamente clasicista, sino que más bien le caracteriza como una persona dominada por la fantasía, lo que en el contexto de la intensiva polémica entre los autores españoles sobre la fantasía, indica una tendencia hacia una falta de normas no clásica.47 Andrés explica que Parini estuvo trabajando en la última parte de La Notte, para acabar Il Giorno; sin embargo, le faltaba disciplina para ordenar los numerosos fragmentos sueltos y construir un texto uniforme y coherente.48 También en los años ochenta y noventa se quejaría Parini en presencia de Andrés y otros visitantes de su falta de disciplina e incapacidad para acabar su obra.49 Andrés también nombra una obra anónima, complemento de las dos primeras partes ya publicadas. Se trata de un poema con el título La Sera, publicado en vista del éxito de Il Mattino e Il Mezzogiorno de Parini. Escrito por el jurista y escritor veronés Giovan Battista (Giambattista) Mutinelli (1747-1823), fue publicado en 1766 por el editor veneciano Paolo Colombani.50 Esta continuación de la obra apareció en varias reediciones, e incluso en algunas publicaciones junto a Il Mattino e Il Mezzogiorno de Parini.51 Juan Andrés también supo valorar a Parini en su monumental historia de la literatura, publicada en ocho tomos con el título Dell’origine, progressi e stato attuale d’ogni letteratura (Parma: Dalla Stamperia Reale, 1782-1799). La obra apareció poco después de la edición original italiana, traducida al castellano por Carlos Andrés, en una edición de diez tomos con el título Origen, progresos y estado actual de toda la literatura (Madrid: Sancha, 1784-1806). En el segundo tomo de la versión española, publicado en 1784, Andrés nombra a Parini junto a una lista de autores italianos de gran renombre: 46
Andrés (1800: 126-128). Cfr. Arato (2000b). Acerca de la polémica sobre la fantasía en el siglo XVIII cfr. Jacobs (2004) y (2006a: 185-304). 48 Sobre el problema de la estructura fragmentaria de Il Giorno cfr. Leporatti (1998). 49 Cfr. Petronio (21972: 2-3). 50 Sobre la continuación La Sera de Mutinelli cfr. Fido (1992), Leporatti (1993). 51 Cfr. Bustico (1929: 9, n.o 23; 13, n.o 34; 14, n.o 37; 40, n.o 190-192; 128, n.o 754). 47
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Manfredi,52 Zanotti,53 Frugoni,54 Bettinelli,55 Bondi56 y Parini han conservado y restablecido la gloria de la Poesía italiana.57
En el tercer tomo, asimismo publicado en 1784, aparece un catálogo de autores semejante, que también incluye el nombre de Parini: No contribuyeron menos al honor de la Poesía Manfredi, Zanotti y toda la escuela boloñesa. Frugoni, Granelli,58 Bettinelli, Varani,59 Savioli,60 Parini, Rezzonico,61 Bondi y otros muchos, que sería cosa larga el nombrarlos distintamente, han mantenido y mantienen todavía en pie la buena Poesía, y además Metastasio la ha enriquecido con un nuevo esplendor, elevando la Opera italiana a tal grado de excelencia que puede, no sin fundamento, ponerse al lado de la tragedia francesa.62
Andrés dedica en el tercer tomo un párrafo propio a las dos primeras partes de Il Giorno: De otro gusto bien diverso deben reputarse los dos poemas cortos de Parini: De la Mañana y Del Mediodía, los cuales, con hermosos y graciosos pensamientos, con agradables fábulas y amenos episodios, describen los usos urbanos de estos tiempos en la mañana y en el mediodía, y, ridiculizándolos con chanzas irónicas, los presentan bajo un nuevo semblante y pueden, de algún modo, llamarse originales. La ironía excesiva parece que a veces puede perjudicar algo a la buena moralidad, y algunos pocos versos desaliñados y flojos no parecen bien en un corto poema estudiado y noble; pero, sin embargo, la Mañana y el Mediodía hacen que tengamos por 52
Eustachio Manfredi (1674-1739), matemático y astrónomo boloñés. Francesco Maria Zanotti (1692-1777), filósofo y escritor boloñés. 54 Carlo Innocenzo Frugoni (1692-1768), libretista y poeta oriundo de Génova, que vivió en la corte de Parma. 55 Saverio Bettinelli (1718-1808), jesuita, poeta y ensayista, oriundo de Mantua. 56 Clemente Bondi (1742-1821), jesuita y poeta, bibliotecario en la corte de Viena a partir de 1797, traductor de obras de Virgilio y Ovidio. 57 Andrés (1997: 374 [Capítulo XV: Literatura del siglo XVIII]). 58 Giovanni Granelli (1703-1770), jesuita y autor dramático. 59 Alfonso Varano (1705-1788), compositor, poeta y autor dramático, escribió la tragedia Giovanni di Giscala tiranno del tempio di Gerusalemme (1754). 60 Ludovico Savioli (1729-1804), historiador y poeta boloñés. 61 El escritor Carlo Castone della Torre di Rezzonico (1742-1796), discípulo de Saverio Bettinelli. 62 Andrés (2000: 64 [Capítulo I: Poesía en general]). 53
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un gran poeta a Parini y deben contarse entre las mejores piezas poéticas de nuestros días.63
Se trata de una apreciación positiva de su obra. Andrés resalta la ironía de Parini, con la que ridiculiza los usos y costumbres presentándolos bajo una nueva perspectiva. En ciertas ocasiones, esta ironía le parece a Andrés incluso exagerada, a expensas del mensaje moral del texto de Parini. A excepción de unos pocos versos, que Andrés no concreta pero que le parecen mal elaborados, considera su obra como una de las mejores producciones líricas contemporáneas y a su autor como uno de los grandes poetas. Así y todo, la valoración de Parini realizada por Andrés en Dell’origine, progressi e stato attuale d’ogni letteratura y, más concretamente, la crítica a su arte de versificar, creó un gran disgusto en algunos admiradores contemporáneos de Parini, que reaccionaron con una extensa refutación, en un libro publicado en Piacenza en 1801, titulado Della vita e degli scritti di Giuseppe Parini milanese. Lettere di due amici. Esta obra, en la que se publicó la correspondencia mantenida entre el abogado Luigi Bramieri (1757-1820) de Piacenza y el bibliotecario Pompilio Pozzetti (1760-1815) de Módena sobre Parini y su obra, contiene en la carta de Pozzetti a Bramieri enviada desde Módena el 20 de junio de 1801 la siguiente crítica a Andrés: Nella antecedente mia del 9 vi sarò forse comparso prolisso in addurre stesamente i lunghi passi del nostro Vate, che provano, com’io stimo, aver egli imitato in qualche modo Petronio Arbitro.64 Ma ciò fec’io a bello studio e con oggetto, che si renda quindi per voi ragione, ove pur la meriti, ad un dubbio sortomi da gran tempo nell’animo intorno la realità di un difetto nella versificazione di lui, rilevato dal dottissimo, e giustamente celebre storico dell’Origine, Progressi, e Stato Attuale d’ogni Letteratura. Nello stesso luogo della sua opera, che allor vi accennai riportandone alcune parole, s’incontrano pur queste sui componimenti di GIUSEPPE PARINI: “pochi versi trascurati e cascanti non bene si stanno in un poemetto studiato e nobile; ma nondimeno il Mattino ed il Mezzogiorno ci mostrano un gran Poeta il
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Andrés (2000: 180 [Capítulo III: Poesía didascálica]). Gaius Petronius Arbiter (†66), escritor romano y autor de las obras satíricas Cena Trimalchionis y Satyricon. La comparación entre Il Giorno de Parini y el Satyricon de Petronio fue de uso corriente. 64
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PARINI, e debbono annoverarsi fra i migliori pezzi della poesia de’ nostri dì“. In verità però ch’io non saprei a quale sebben piccolo tratto di poemetti di lui fosse lecito applicare a buon diritto somigliante osservazione. Circa la trascuratezza, mi sembra di conoscere abbastanza la natura dell’accuratissimo PARINI sofferente, quanto lo son pochissimi, della lima, per esser certo che a tal giudizio rispondesse egli non altrimenti che l’ammirabile tragico Alfieri ad una ugual critica fattagli da Ranieri de’ Calsabigi.65 Di tutte le parole pregiatissime, ch’ella nella sua amorevol lettera mi dice, la sola ch’io non ricevo è, negletto lo stile, perché l’assicuro anzi che moltissimo l’ho lavorato ec.66 Per quello poi che spetta al meccanismo del verso PARINIANO, credo di non ingannarmi chiamandolo con voi, lusingator dell’orecchio senza portarvi quell’orgogliosa armonia che lo rintrona e sempre amabilmente variato nelle giaciture.67 Non ignora il Critico prelodato che mal si pretenderebbe dalla poesia descrittiva quel suono rombante negli orecchi proprio della lirica, il fine particolare di cui si è il canto. Ora, egli asserì che il PARINI accoppiò alla descrizione l’ironica moralità, lo pose nel numero dei Poeti didascalici, ed afferma, che i suoi poemetti, quantunque d’un gusto ben diverso da quelli di Dellisle,68 di Philipe,69 di Pope, di Thomson70 e d’altri quivi da lui ricordati, con vaghi e graziosi pensieri, e con leggiadre favolette ed ameni episodj descrivono le cittadinesche usanze di questi tempi. E da chi mi obbiettasse che non pertanto que’ pochi versi trascurati e cascanti costituirebbono mancamento per qualunque sorta di composizione, cui piaccia riferirli, io replicherei rispettosamente, pregandolo indicarmi in questo od in quel verso le prove di tal negligenza e languore. Il perché, voi ben sapete, che nei componimenti sciolti dalla rima convien pigliar cura, affinchè i
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Ranieri de’ Calsabigi (Calzabigi) (1714-1795), poeta y libretista, escribió con motivo de la primera edición de las primeras cuatro tragedias de Vittorio Alfieri (1749-1803), publicada en 1783 en Siena en la editorial de Giuseppe y Giovanni Pazzini Carli, una Lettera di Ranieri de’ Calsabigi al sig. conte Vittorio. Alfieri sulle quattro sue prime tragedie, fechada el 20 de agosto de 1783 en Nápoles, a la que Alfieri dedicó una Risposta dell’autore el 6 de septiembre del mismo año, de la que cita un pasaje. La Lettera de Calzabigi y la Risposta de Alfieri fueron incluidas en la edición parisina de las Tragedie de Alfieri. Cfr. Alfieri (1993: 335-380). 66 Cfr. Alfieri (1993: 378). 67 Bramieri cita la primera carta de Pozzetti dirigida a él. Cfr. [Bramieri/Pozzetti] (1801: 26). 68 Probablemente Jacques Delille (1738-1813). 69 Probablemente el poeta británico Ambrose Philips (1674-1749), autor de Pastorals (1710), causa de una polémica con Pope que había publicado también Pastorals un año antes. Philips fue editor del periódico The Freethinker (1718-1719). 70 James Thomson (1700-1748), autor de The Seasons (Las estaciones).
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versi non saltino ognora a piè pari, nè, giusta il detto d’un illustre trattator d’italiana poesia, suonino le campane, bensì affinchè procedano ora gravi, ora leggiadri, ora tardi, ora presti, sicchè si accomodino alle cose ed ai concetti significati, e rendano quella varietà di modi e d’armonia che sfugge l’unisono disaggredevole tanto agli orecchi meglio costumati.71 En mi carta precedente del día 9 tal vez le pudo parecer excesivo que citara extensamente los largos pasajes de nuestro poeta, que en mi opinión prueban que en cierta manera imitó a Petronio Arbiter. Pero esto lo hice con la intención, que le parecerá justificada, si ello es necesario, de aclarar una duda que me vino en mente hace mucho tiempo, pues me pregunté si realmente hay un defecto en sus versos, tal como alega el docto y con razón famoso historiador del Origen, progresos y estado actual de toda la literatura. En el mismo lugar de su obra, que ya le mencioné citando algunos pasajes, se lee lo siguiente sobre las obras de Giuseppe Parini: “algún verso no es muy acertado en el breve pero elaborado y noble poema; sin embargo, Il Mattino e Il Mezzogiorno demuestran que Parini es un gran poeta, y sus poemas forman parte de los mejores de nuestra época.” En realidad, no sabría yo a qué breve pasaje de sus pequeños poemas sería justo referir tal observación. En cuanto a su negligencia, me parece que conozco suficientemente la forma de trabajar tan meticulosa de Parini, que sufrió como pocos para dejar su obra perfecta, y estar así seguro de que a una crítica como ésta respondería de forma semejante al autor drámatico Alfieri a la misma crítica llevada a cabo por de Ranieri de’ Calzabigi. De todas las amabilísimas palabras que me dirige en su cortés carta, lo único que no puedo aceptar es que haya descuidado el estilo, porque le aseguro que todo lo contrario, lo he elaborado muchísimo. En lo que se refiere al tipo de verso pariniano, creo no errar caracterizándolo con sus palabras como dulce al oído sin poseer esa altiva harmonía que lo ensordece, y siempre agradable y variado en los pasajes tranquilos. El crítico mencionado anteriormente no ignora que mal se puede exigir de la poesía descriptiva ese tono melódico, característico de la lírica, cuya esencia es propia del canto. Así afirma que Parini había unido la moralidad irónica a la descripción, lo cita entre los poetas didácticos y afirma que sus pequeños poemas, aunque eran de un gusto bien diferente al de Delille, Philips, Pope, Thomson y otros que menciona, describen con nobles y bellos pensamientos, con sencillas fábulas y amenos episodios, los usos y costumbres de la ciudad en la época. Y a quien, aun así, objete que estos pocos versos no acertados constituyen una carencia en cualquier tipo de composición, y le guste referirlo, yo le respondería con respeto que me muestre tal fallo en el verso. Como usted bien sabrá, hay 71
[Bramieri/Pozzetti] (1801: 89-91).
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Ilustración 2: Francisco de Goya (1746-1828): Leandro Fernández de Moratín.
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que tener cuidado de que los versos no salten cada vez en los poemas de versos sueltos, ni como bien dijo un famoso conocedor de la poesía italiana, suenen las campanas, sino que unas veces suenen graves, otras leves, unas retardados, otras rápidos, de forma que los versos se adapten a las cosas y los conceptos, evocando una variedad de modos y harmonías, de manera que se evite la uniformidad tan desagradable para los oídos más conocedores.
3.2.2 Leandro Fernández de Moratín: otro visitante Parini también se reunió con otro autor español, en este caso con Leandro Fernández de Moratín (1760-1828), uno de los autores dramáticos españoles más significativos del siglo XVIII. Éste llevó a cabo un viaje cultural entre 1792 y 1796 por varios países europeos, apoyado por el primer ministro Manuel Godoy y con una pensión del gobierno español.72 Uno de los principales motivos del viaje era informarse sobre el estado de los teatros en los países europeos. Permaneció en Italia de septiembre de 1793 a septiembre de 1796, pasando largas estancias en Boloña y Roma.73 Su informe sobre el viaje a Italia apareció póstumamente como Viaje a Italia.74 Fernández de Moratín describe las visitas a diferentes ciudades, así como sus usos y costumbres, festividades y todas las situaciones especiales que acaecen. Visita museos y bibliotecas y muestra, como buen seguidor del clasicismo, un especial interés por la pintura. También narra sus encuentros con intelectuales, escritores, artistas y algunos jesuitas exiliados, que hallaron en Italia un nuevo hogar. En Milán se encontró con Giuseppe Parini entre el 14 y el 17 de septiembre de 1793. Parini se sorprendió por el curioso motivo del via-
72
Cfr. Fabbri (1986: 347-349, 391-396). Sobre la estancia de Fernández de Moratín en Italia cfr. Foresta (1972: 401-413). 74 Un paso previo fue su Diario, en el que fijó la ruta que realmente llevó a cabo. El Viaje a Italia consta de nueve Cuadernos: los primeros cuatro se corresponden con el diario, en el quinto y en el sexto se encuentran las visitas a las ciudades comentadas convencionalmente, en el séptimo se describen acontecimientos de los años 1794 a 1796 y se habla del viaje de vuelta. Los últimos dos cuadernos contienen episodios de los años 1795 y 1796, y son probablemente ya el resultado de una revisión del manuscrito realizada con la intención de publicar el texto, lo que planeó pero no llevó a cabo en vida. Cfr. Fernández de Moratín (21991: 33-34). 73
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je cultural del joven visitante.75 Leandro Fernández de Moratín explica brevemente en su Viaje a Italia sobre la visita a Parini: Fui a visitar al abate Parini, profesor de Bellas Letras en este Colegio, que ha adquirido reputación por sus poesías, hombre de más de cincuenta años, alto, estropeado de piernas, gesto avinagrado; le sorprehendió el motivo de mi visita. Los españoles viajan poco, y los que lo hazen, no suelen acostumbrar a dar molestia con su presencia a los hombres de mérito que hallan al paso: ¿para qué?, ¿no basta visitar al banquero?76
Leandro Fernández de Moratín nombra brevemente la alta estaura de Parini, su discapacidad motriz y su carácter algo agrio.77 El joven viajero español volvió a Milán el 10 de mayo de 1795, sin embargo no hay constancia de que visitara a Parini por segunda vez.78 La cuestión es si la obra de Parini también tuvo influencia en los textos de Leandro Fernández de Moratín. Tras un minucioso examen ha resultado infundada la supuesta influencia de Parini en la sátira en endecasílabos sueltos Epístola. El filosofastro, de Fernández de Moratín, que Menéndez Pelayo había supuesto.79 En cambio, en la oda A los colegiales de S. Clemente de Bolonia sí se aprecia una reminiscencia de la
75
Cfr. Fernández de Moratín (21991: 158-170). No como indica erróneamente Ángeles Arce, “verso il 1798“ (1999a: 655). Sobre Leandro Fernández de Moratín y Parini cfr. Menéndez Pelayo (1942b: 23), Joaquín Arce (1968: 41-42) y (1981: 99-100), González Martín (1999: 647-648). 76 Fernández de Moratín (21991: 163-164). Cfr. también (21991: 11-13, 16). 77 La indicación de su discapacidad motórica aparece a menudo en los retratos literarios de Parini, también en Ultime lettere di Jacopo Ortis de Foscolo. Cfr. Foscolo (1955: 410, 413). 78 Cfr. Fernández de Moratín (21991: 542-549). 79 Cfr. Fernández de Moratín (1995: 361-365 [n.o 45]). Sobre la polémica de la supuesta influencia de Parini en el texto de Fernández de Moratín cfr. Menéndez Pelayo (1942b: 23): “En las poesías sueltas del mismo Moratín el hijo, son frecuentes también las reminiscencias italianas; y por mi parte creo descubrirlas del Abate Parini, en la sátira del Filosofastro y en otros ra[s]gos de los mejores de la pluma de Inarco“. Con razón niega Joaquín Arce (1968: 40) y (1981: 99-100) cualquier influencia de Parini en este texto y contradice expresamente la opinión de Menéndez Pelayo: “[...] nada tiene que ver en su planteamiento, estructura y concepción, salvo el endecasílabo suelto, con el Giorno”. Jesús Pérez Magallón, el editor de la edición comentada, expone sólo la postura de Joaquín Arce frente a Menéndez Pelayo. Cfr. Fernández de Moratín (1995: 361, n. 1).
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oda de Parini Il Messaggio de 1795.80 La poesía de Fernández de Moratín está dirigida a los estudiantes del Collegio di San Clemente de Boloña, donde estuvo alojado una temporada en 1796 durante el viaje por Italia que duró tres años. Sin embargo, el texto probablemente no fue escrito en 1796, sino en 1820, fruto de otra estancia del autor en Boloña.81 La oda comienza de la siguiente manera: ¿Por qué con falsa risa me preguntáis, amigos, el número de lustros que cumplí? Y en la duda indecisa citáis para testigos los que huyeron aprisa crespos cabellos que en mi frente vi?82
Podría estar inspirada en los siguientes versos de la oda Il Messaggio de Parini: Sciocco vulgo, a che mormori, a che su per le infeste dita ridendo noveri quante volte il celeste a visitare aríete dopo il natal mio dí Febo tornò?83
Parini se dirige al pueblo llano (“sciocco vulgo”), y cuenta con los dedos las vueltas que Febo ha realizado desde su nacimiento.
80 Cfr. Parini (1929: t. 1, 348-351). Sobre Il Messaggio de Parini cfr. Chiari (1943: 72-79, 279-284). Sobre la influencia de Parini en la oda de Fernández de Moratin cfr. Meregalli (1962: 96 y n. 4), Joaquín Arce (1968: 40-41) y (1981: 100). 81 Sobre las fechas cfr. Fernández de Moratín (1995: 251, n. 1). 82 Fernández de Moratín (1995: 251 [n.o 16]). 83 Parini (1929: t. 1, 350 [vv. 79-84]).
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3.3 LA PRIMERA TRADUCCIÓN ESPAÑOLA DE IL GIORNO El contacto directo de los jesuitas españoles exiliados en Italia con la literatura italiana contemporánea motivó a muchos de ellos a traducir textos italianos al español para darlos a conocer en España. Sin embargo, estas traducciones, surgidas con motivos muy diversos, no fueron publicadas todas y, las que se publicaron no tuvieron una gran difusión. En este contexto hay que ver la traducción al español que realizó el jesuita Antonio Fernández de Palazuelos de Il Mattino e Il Mezzogiorno de Parini, publicada probablemente en Venecia en 1796. Se trata de una de las traducciones de Il Giorno más tempranas.
3.3.1 Las traducciones de Il Giorno realizadas en el siglo XVIII En el siglo XVIII surgieron cinco traducciones poco después de la publicación de Il Giorno en 1763 e Il Mezzogiorno en 1765: en francés, alemán, inglés, español y latín.84 La traducción más temprana es la francesa. Se publicó en 1776 en Milán con el título Les quatre parties du jour à la ville. Traduction libre de l’italien de l’Abbé Parini, en la editorial Ruault. La traducción se realizó basándose en la sexta edición, publicada en Milán en 1771. En 1778 se publicó en París, en la editorial de Jean-François Bastien (1747-1824), una segunda edición, con el prólogo de un traductor anónimo. Lleva el título L’art de s’amuser à la ville ou Les quatre parties du jour. Traduction libre du Poëme italien intitulé IL MATTINO & IL MEZZOGIORNO, par M. l’Abbé Parini.85 Se trata de una traducción libre, con abreviaciones y añadidos con respecto al texto original italiano. La primera parte se titula La nuit et le matin, la segunda Le midi et le soir. El traductor amplía las partes del día de dos a cuatro y, con ello, se adelanta a Parini, cuyo texto original en ese momento constaba de dos etapas del día. El tradutor es probablemente Joseph Grellet-Desprades (1733-1810), quien estaba en contacto con Parini y podría haber apalabrado con él los cambios concepcionales del texto.86 84
Sobre las traducciones tempranas de Parini cfr. Gipper/Schlüter (2006b). La reedición de la traducción francesa en la edición de 1778 en: Gipper/Schlüter (2006a: 371-390). 86 Sobre la identidad del traductor cfr. Gipper/Schlüter (2006b: 362). 85
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La primera traducción alemana se publicó de forma anónima en el año 1778, con el título Der Jüngling vom Stande nach denen vier Tageszeiten geschildert. Nebst einer Zugabe, en Fráncfort del Meno y en Leipzig, en la editorial de los Hermanos van Düren. En 1781 se publicó una segunda edición en la misma editorial.87 Paralelamente al texto original italiano, el traductor alemán hizo uso de la traducción francesa para realizar su traducción, que llevó a cabo en prosa. En el texto alemán el joven noble se hace llamar Emil, una referencia a la novela didáctica Émile ou de l’éducation de Rousseau, que se publicó poco antes, en el año 1762. El traductor añadió al texto un suplemento de su propia mano, con una descripción de la noche. Por aquel entonces, Parini tan sólo había anunciado la parte de La Sera. La identidad del traductor y continuador de la obra de Parini todavía no se ha aclarado. En 1780 se publicó en Londres una traducción al inglés también basada tanto en el texto original italiano como en la traducción francesa. En este caso, sin embargo, el protagonista se convierte en una dama noble, pues probablemente se tratara de una traductora, Lady Elizabeth Craven (1750-1858).88 Una traducción en latín, realizada por Carlo Antonio Morondi, se publicó en italiano y latín en el año 1791-1792, en Milán, con el título Hetruscum poema cui titulus: Il mattino: latine redditum; Il mezzogiorno: latine redditum.89 La traducción española es pues la quinta, tras la francesa, la alemana, la inglesa y la latina.
3.3.2 El traductor Antonio Fernández de Palazuelos Antonio Fernández de Palazuelos nació el 16 de julio de 1748 en Cartes, cerca de Santander. Su familia emigró a Chile, donde ingresó a la edad de quince años, el 17 de julio de 1763, en la orden de los jesuitas. En 1767 tuvo que abandonar el país, al igual que sus correligiona-
87
La reimpresión de la segunda edición de la traducción alemana de 1781 en: Gipper/Schlüter (2006a: 391-415). Sobre la traducción alemana cfr. Kapp/Hausmann/ Arnold/Asiaban (2004: 6191), Gipper/Schlüter (2006b: 363-364), Hudde (2006: 310-313). 88 Sobre la traducción inglesa cfr. Gipper/Schlüter (2006b: 264-265). 89 Sobre la traducción latina cfr. Gipper/Schlüter (2006b: 365).
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rios. El rey Carlos III había prohibido la orden y determinado su expulsión tanto de España como de las colonias de ultramar. Tras un largo viaje de casi dos años, los jesuitas expulsados de Chile llegaron a Génova. En Ímola encontraron una nueva patria. Fernández de Palazuelos estaba entre ellos. En 1773 empezó a trabajar como preceptor y educador en casa del conde Martorelli. A comienzos del siglo XIX regresó a Cantabria y partir de entonces se pierden sus huellas. Murió probablemente en 1814. Siete traducciones al español de idiomas muy diversos dan muestra de la capacidad de Fernández de Palazuelos como traductor experto y polifacético, aunque sus traducciones sólo tuvieran una divulgación muy esporádica.90 Tradujo tres textos bíblicos del latín al español y otros dos textos del inglés. Entre estas traducciones destaca la del Paradise Lost de Milton (1608-1674), finalizada en 1795 con el título El paraíso perdido. No se publicó, pero se ha conservado el manuscrito. Esteban de Arteaga (1747-1799), también jesuita exiliado y residente en Italia, comenta en su tratado Investigaciones filosóficas sobre la belleza ideal (Madrid, 1789), que Antonio Fernández de Palazuelos estaba trabajando en la traducción y cita diez versos de ella, del quinto canto de Paradise Lost.91 De esta cita se desprende que Arteaga estaba en contacto directo con Fernández de Palazuelos y pudo formarse una idea de la traducción de Milton, que en los años ochenta aun no había concluido, cuando Arteaga estaba trabajando en sus Investigaciones filosóficas sobre la Belleza ideal. En 1790 se publicó en Venecia la traducción de Fernández de Palazuelos del Essay on Man de Pope, con el título Ensayo sobre el Hombre, en quatro Epístolas de Alexandro Pope. Del italiano tradujo Le conversazioni (Padua, 1778), del jesuita Clemente Bondi (1742-1821). En el título de esta traducción, que apareció en 1795 en un pequeño volumen con el título La tertulia, se presenta explícitamente como traductor de Parini.92
90
Sobre la labor de traductor de Fernández de Palazuelos cfr. Menéndez Pelayo (1942a), Joaquín Arce (1968: 27-28), Aguilar Piñal (1984b), Ángeles Arce (1999a: 657) y (2004), Hanisch (2001). 91 Cfr. Arteaga (1993: 101-102 y 102, n. 15). 92 El título de la traducción dice: La tertulia del Ab. Bondi, celebre traductor de la Eneida. Versión en verso suelto por el autor de la de Job, de Pope, de Milton i de Parini, en el mismo metro. El prólogo data del 21 de abril de 1795 en Venecia. De ello se deduce el terminus ante
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3.3.3 Características de la traducción española La traducción de Antonio Fernández de Palazuelos comprende las dos primeras partes de Il Giorno de Parini. El traductor se basó para el texto español en las dos primeras ediciones originales de los dos primeros cantos publicadas anónimamente en Milán: Il Mattino. Poemetto, de 1763 (en Antonio Agnelli), y Il Mezzogiorno. Poemetto, de 1765 (en Giuseppe Galeazzi). No se sabe a ciencia cierta si Fernández de Palazuelos conocía los dos últimos fragmentos publicados póstumamente por Francesco Reina en 1801 de Il Giorno: Il Vespro y La Notte. La versión española comprende sesenta y ocho páginas.93 En lugar de la portada, como sería habitual, sólo presenta una página en la que, sin más indicaciones, aparece el siguiente título largo: El magisterio irónico del cortejo, o el chichisveo del célebre abate Parini. Versión de un filópatro expatriado. A continuación, en lugar de la dedicatoria en prosa redactada por Parini Alla moda, sigue otra escrita por Palazuelos, titulada A su Alteza Real Doña María Luisa Josefina de Borbón, Infanta de España, Princesa de Parma, Placencia, i Guastala ec., en 23 endecasílabos sueltos.94 El traductor cambia, por tanto, el marco en el que ha integrado el texto principal. La dedicatoria de su traducción se debe a la boda de la princesa española María Luisa Josefina de Borbón (1782-1824), hija del rey Carlos IV (1748-1819, reinado de 1788-1808), el 25 de agosto de 1795 en Madrid, con su sobrino Luis I de Borbón, príncipe de Parma, nombrado posteriormente por Napoleón rey de Etruria. La dedicatoria concluye con el lugar y la fecha: Venecia, 14 de junio de 1796.95 Tras la dedicatoria comienza la traducción propiamente dicha. La primera parte lleva el título El magisterio irónico del cortejo, y a continuación viene la Segunda parte.96
quem de la traducción de Parini. Cfr. Aguilar Piñal (1984b: 427, n. 3567), Ángeles Arce (2006). Acerca de la institución de la tertulia en el siglo XVIII cfr. Gelz (2006). 93 Sobre la traducción del texto de Parini por Fernández de Palazuelos cfr. Menéndez Pelayo (1942a), Joaquín Arce (1968: 43) y (1981: 103), Ángeles Arce (1996a), (1996b), (1998), (1999a), (1999b) y (2001: 106). Extractos de la traducción en: Estelrich (1889: 699-706), Ángeles Arce (1998: 57-58). Acerca de la publicación de la copia de Menéndez Pelayo realizada para Estelrich cfr. Gutiérrez Ballesteros (1958: 178-183). 94 Cfr. Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 3-4). 95 Cfr. Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 4): “Venezia 14 de Junio de 1796“. 96 Cfr. Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 5-31 y 31-66).
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Tres breves textos ponen fin a esta edición: una especie de despedida en quince endecasílabos sueltos escritos por el traductor,97 un soneto anónimo dirigido probablemente al traductor, titulado Nella morte prematura di D. Giovanna C.sa Onofri Patrizia Spoletina,98 y como respuesta a éste, otro soneto italiano, Risposta del Paziente, seguramente escrito por el traductor. Finalmente, una rima en endecasílabos titulada Epitafio della Medesima.99 La dedicatoria de la traducción de la obra de Pope Ensayo sobre el Hombre iba dirigida a la condesa Giovanna Onofri Fiorenzi Martorelli de Spoleto, en cuya familia Fernández de Palazuelos había trabajado como preceptor y que había fallecido poco tiempo antes.100 El texto se imprimió pero no llegó a publicarse.101 Sólo podemos hacer conjeturas sobre el motivo por el cual la traducción no llegó al público español, pero probablemente no se debía a que el traductor dudase de la calidad de su trabajo. Es posible que la impresión se realizara sólo y exclusivamente para el enlace nupcial y que la traducción fuera el regalo de bodas para los novios. También es posible que el traductor esperara hasta que el poeta acabara de escribir Il Giorno.102 De todas maneras, sólo se han conservado dos ejemplares impresos: uno en la Biblioteca de Menéndez Pelayo en Santander103 y otro en la Biblioteca Marciana de Venecia.104 El traductor adopta el endecasílabo suelto y no traduce literalmente, sino que amplía el texto. Se trata de una traducción muy libre pero al mismo tiempo conserva en gran medida el contenido del texto de Parini.105 La traducción tiene 229 endecasílabos más que el texto original. El primer canto de la traducción española abarca 1.141 versos, mientras que el original de Il Mattino tiene 1.083, es decir, se han incluido 58 versos adicionales; el segundo canto tiene 1.547, en compa97
Cfr. Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 66). Cfr. Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 67). 99 Cfr. Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 68). 100 Cfr. Ángeles Arce (1999a: 659). 101 Menéndez Pelayo (1942a: 13) ya lo indicó. 102 Cfr. Ángeles Arce (1999a: 655-656). 103 Signatura: 1554. 104 Signatura: Misc. D-1654. 105 Sobre las características de la traducción española en comparación con el original italiano cfr. Ángeles Arce (1996a: 377-386), (1996b: 57-61) y (1999a: 659-660). 98
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ración con Il Mezzogiorno, de 1.376, lo que supone 171 versos más que el texto italiano. La calidad de la traducción española es sin duda de alto nivel. El traductor puso mucho empeño en trasladar fiel y ampliamente el sentido del texto italiano al español. Disponía de una gran competencia lingüística de la lengua italiana. Son pocos los errores de traducción o los pasajes mal interpretados.106 Además, el traductor consiguió trasladar gran parte de la ironía de Parini al español.107 En ciertas ocasiones, la traducción sigue demasiado al pie de la letra la expresión idiomática del texto original.108 El traductor adapta no sólo el metro, sino también algunas características sintácticas y léxicas. De esta forma utiliza a menudo adjetivos calificativos o aquéllos que lo elevan a un nivel metafórico, así como gerundios. En la sintaxis llama la atención una especial preferencia por el hipérbaton, lo que otorga al texto una estructura latinizante.109 Fernández de Palazuelos adapta y desarrolla una tendencia que ya se encuentra en el texto de Parini aunque en menor medida. A continuación citamos como ejemplo representativo una compleja propuesta sintáctica de la traducción: Oye pues qual gustosa la mañana Ocupacion te impone: con la aurora Levantase solar, quando brillanta En vistosos aljofares el aire Con gozo universal de los vivientes En nuestro sublunar planeta vario. Salta el agricultor del lecho entonces, De la prole infantil, i de la esposa Dormitorio comun, i en sus fornìdos Ombros con instrumentos ponderosos De Pales, i de Ceres, a los campos Se encamina fructíferos; la yunta
106
Cfr. Ángeles Arce (1996a: 383) y (1996b: 58-59). Cfr. Arce (1999b: 15): “El traductor capta perfectamente la intención y el estilo del original e intenta, aunque no siempre lo consigue, que cuanto más pomposa sea la forma, más quede de manifiesto la frivolidad y superficialidad del contenido”. 108 Sobre esta estimación cfr. también Ángeles Arce (1996a: 377-386) y (1999b: 14 y 19-20). 109 Cfr. Ángeles Arce (1996a: 284-285). 107
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Le precede de bueies con relente Por angosta vereda, sacudiendo Rociosos pimpollos, que refrangen Quales perlas los rayos matizados Del renaciente sol. [...]110
El traductor trata los numerosos nombres mitológicos de forma muy característica, intercambiando los nombres griegos con los latinos y viceversa.111 Propio de esta traducción es la hispanización del texto: las ciudades y localidades típicamente italianas se substituyen por españolas, de manera que el texto se adapta al lector español. Italia se intercambia por España. El traductor de Parini reproduce por ejemplo la expresión “Ahi pazza Italia!”112 con las palabras “O necia Hesperia!”113, recurriendo a la expresión latina Hesperia ultima para España. Y de igual manera se convierten los versos de Parini “[...] Italia oggi si ride / Di quello ond’era già derisa; [...]”114 en: “Se befa oi dia España de lo mismo / De que befada fue. [...]”115. La expresión “Ausonia”116 como sinónimo de Italia se transforma en “nuestra Iberia”117. Las esposas de los héroes italianos en el texto de Parini “[...] le divine spose / Degl’Italici eroi [...]”118, son “Las esposas alfin de los heroicos / Españoles [...]”119. El héroe italiano Rinaldo se convierte para Fernández de Palazuelos en el héroe nacional español “mi Cid”120.
110 Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 6 [I, vv. 35-51]). Los números romanos antepuestos al verso indican si se trata de la primera o segunda parte de la traducción española. 111 Sobre ejemplos representativos cfr. Ángeles Arce (1996a: 379). 112 Parini (1969: t. 1, 53 [Il Mezzogiorno v. 179]). 113 Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 35 [II, v. 186]). 114 Parini (1969: t. 1, 53 [Il Mezzogiorno vv. 200-201]). 115 Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 36 [II, vv. 212-213]). 116 Parini (1969: t. 1, 70 [Il Mezzogiorno v. 706]). 117 Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 48 [II, v. 779]). 118 Parini (1969: t. 1, 89 [Il Mezzogiorno vv. 1283-1284]). 119 Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 63 [II, vv. 1439-1440]). 120 Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 11 [v. 267]). Cfr. Parini (1969: t. 1, 13 [Il Mattino v. 227]).
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En Il Giorno se trata la influencia del francés en el italiano de la siguiente manera: Nè la squisita a terminar corona D’intorno al letto tuo manchi, o Signore, Il Precettor del tenero idioma Che da la Senna de le Grazie madre Or ora a sparger di celeste ambrosia Venne all’Italia nauseata i labbri.121
Al igual que en italiano, la influencia del francés también llegó al español. Por ello, el traductor adapta sin más el influjo francés a su lengua materna: Ni falte a una corona tan eximia Entorno de tu lecho, doctor nuevo Del idioma sin par que de la Sena Manantial de las gracias vino aora A difundir sus nectares preclaros Sobre atediadas, españolas fauces Del acento de Iberia. [...]122
En lugar del “il sermon nostro”123 de Parini, el traductor escribe “Del montañès Vesaia en rancio idioma”. Se refiere al pueblo Besaya situado en los alrededores de Santander; con ello el traductor hace alusión al dialecto hablado en su patria cántabra.124 Fernández de Palazuelos también sustituye las referencias de Parini a renombrados escritores y artistas italianos por otras personalidades de la Península Ibérica que, en su opinión, también tenían la misma relevancia. En lugar de aparecer las obras de Petrarca y Luigi Alamanni (1495-1556) citadas por Parini, se encuentran en la traducción española los nombres de Lope de Vega, Fernando de Herrera, Diego Saavedra y Fajardo, Juan de Mariana, Francisco Quevedo y Villegas y Fray Luis de León: “[...] con la frase / De los Vegas, Herreras,
121
Parini (1969: t. 1, 11 [Il Mattino vv. 184-189]). Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 9 [I, vv. 196-202]). 123 Parini (1969: t. 1, 12 [Il Mattino v. 201]). 124 Cfr. Menéndez Pelayo (1942a: 13-14), Ángeles Arce (1996a: 380). 122
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Saavedras, / Marianas, Villegas, i Leones”125. Los pintores Raffael da Urbino (1483-1520) y Paolo Veronese (1528-1588) se sustituyen por José de Ribera (1591-1652), Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (1599-1660) y Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682).126 El arquitecto Andrea Palladio (1508-1580) y el pintor Tiziano (hacia 1477-1576) se convierten en Juan Bautista de Toledo (hacia 1515-1567) y Juan de Herrera (hacia 1530-1597), ambos arquitectos de El Escorial durante el reinado de Felipe II. También aparece el arquitecto y escultor toledano Juan Bautista Monegro (†1621), que desde 1587 dirigía las obras del Alcázar de Toledo y a partir de 1606 las obras de la catedral.127 Pecularidades del país que le eran familiares al lector italiano se intercambian por otras, afines al lector español. El paseo milanés “il corso”, por el que circulaban los carros y paseaban los milaneses, se sustituye por escenarios madrileños como “la calle maior”128 o “el prado”129. También la tertulia, una especie de salón o lugar de reunión en el que se podía conversar de manera relativamente libre sobre cualquier tema y que era un fenómeno social típicamente español del siglo XVIII, tan conocido para el público lector español, se halla repetidas veces en la traducción. En el texto de Parini, sin embargo, no existe un lugar equivalente a esta forma tan típicamente española de la comunicación social.130 En la versión española de Fernández de Palazuelo llaman la atención los neologismos y las innovadoras y arriesgadas propuestas de traducción, que Ángeles Arce compara con razón con las creaciones lingüísticas propias de Nicasio Álvarez de Cienfuegos (1764-1809).131 Es muy significativo el cambio que lleva a cabo el traductor en el título italiano original. Esboza en el largo título los aspectos programáticos de su traducción. Al igual que a Parini, a Fernández de Palazuelos le 125
Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 9 [I, vv. 206-208]). Cfr. Parini (1969: t. 1, 30 [Il Mattino vv. 718-719]) y Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 22 [I, v. 747]): “[...] Ribera, Velazquez; i Murillo”. 127 Cfr. Parini (1969: t. 1, 36 [Il Mattino vv. 890-891]) y Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 26 [I, vv. 933-935]): “[...] los palacios / Alcazares i templos qualifique / De Toledo, de Herrera, i de Monegro, [...]”. 128 Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 62 [II, v. 1363]). 129 Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 58 [II, v. 1218] y 65 [II, v. 1517]). 130 Cfr. Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 25 [I, v. 876], 26 [I, v. 950]). 131 Sobre algunos ejemplos cfr. Ángeles Arce (1996a: 384). 126
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interesa la crítica de las injusticias sociales de la España de la época. Pero, mientras que Parini hace referencia con el título Il Giorno a la descripción del transcurso de un día de un joven noble, Fernández de Palazuelos expresa ironía haciendo hincapié en el título en el fenómeno erótico del chichisveo o del cortejo. La expresión española cortejo hace referencia al cicisbeo italiano. Se denominaba así a un galán que flirteaba en sociedad con una mujer casada, haciéndole galanterías, obsequiándola y estando a su disposición como fiel acompañante para el teatro, los salones o los paseos. La denominación cortejo, que también se refería a este tipo de galantería, de flirteo con una mujer casada que pertenecía a un estatus social superior, se deriva del verbo cortejar; se trata pues de una transferencia de la conducta de los nobles de la corte con respecto al rey, a la relación entre un hombre que ‘le hace la corte’ a una mujer casada.132 A diferencia del italiano, en español aparecieron a lo largo del siglo XVIII una serie de sinónimos para la expresión chichisveo como año, cortejo, currutaco, estrecho, pisaverde, santo o señorito.133 Al igual que en Italia, el cortejo era en España una conducta social que se generó en el siglo XVIII, a raíz de la revalorización de la posicion social de la mujer y su desarrollo individual hacia una mayor independencia y autonomía. Otra consecuencia de estos cambios sociales fue también el fenómeno del visiteo, un intensivo programa de actividades en el que tanto se recibían como se hacían constantemente visitas a un ritmo que se repetía con rapidez. Las mujeres españolas cuidaban los contactos sociales tan intensamente, que a penas pasaban un momento a solas.134 Si queremos dar crédito a lo que escriben los diferentes autores españoles en sus numerosas observaciones satíricas, la materia de las conversaciones en estos encuentros que tenían lugar tan regularmente era banal, y el nivel intelectual que se manifestaba en las conversaciones no era muy elevado.
132
Cfr. Martín Gaite (1972: 3-4). Sobre el cortejo o chichisveo en España cfr. Martín Gaite (1972: 1-7, 9-17), Martínez de las Heras (1988), Ángeles Arce (1994: 65-66) y (1995: 110-121), Krauss (1996: 350353), Hertel-Mesenhöller (2001: 41, 96-98), Kilian (2002: 45-48), Ertler (2003: 92-95). 134 Sobre el visiteo cfr. Krauss (1996: 346-350). 133
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El cortejo se extendió por las capas sociales urbanas más elevadas de las ciudades españolas, sobre todo en Madrid. La puesta en escena pública de las formas de comunicación entre ambos sexos, hasta entonces ocultas, puso de manifiesto la nueva manera de entender el rol social de la mujer. El contraste con respecto a los modelos tradicionales era evidente, ya que el acompañante público de la dama, que era tolerado por el marido, no sólo la cortejaba en sociedad, sino que realmente tenía la intención de seducirla. La traducción de Fernández de Palazuelos, en la que el texto de Parini se enfonca desde el punto de vista del cortejo, pertenece a una larga serie de textos españoles de la segunda mitad del siglo XVIII en los que se trata el cortejo de forma satírica y crítico-social. El cortejo iba en contra del ideal de la virtud, extensamente divulgado, y de los principios de una sociedad marcada por el catolicismo, que no aceptaba infracciones en la fidelidad del matrimonio. Los autores más católicos y tradicionalistas entendían el cortejo como una suerte de adulterio a escondidas. El mismo Parini evita el término cicisbeo y describe el fenómeno tan sólo como ”inviolabil rito / Del Bel Mondo”135. La postura crítica del traductor con respecto al cortejo se manifiesta en su poema laudatorio dirigido a la joven infanta de Borbón. Al final del epitalamio se centra en la crítica del cortejo, que para él es el tema principal de la exposición, destacando las ventajas de un matrimonio basado en la fidelidad. Promete frutos mit de altas virtudes Civiles, i christianas, i entre todas El pudor conjugal apice de ambas, I antidoto preclaro contra el uso, Obgeto deste critico poema, Sublime produccion de aureo ingenio, Cuia version consagro a tu alto nombre.136
En los últimos versos de Il Mezzogiorno Parini hace referencia al chichisveo, pero evita nombrarlo:
135 136
Parini (1969: t. 1, 16 [Il Mattino vv. 311-312]). Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 4 [I, vv. 17-23]).
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[...] e il mio Signore avvolge Per entro al tenebroso umido velo.137
Fernández de Palazuelos traduce este pasaje de la siguiente manera: [...] i en tenebroso Humido velo embuelve al Chichisveo.138
En la traducción se utiliza el término cortejo tan sólo dos veces, por lo demás se describe el fenómeno como “el nuevo rito / Del mundo”139 o como “el grato rito”140. La denominación “filópatro expatriado” del título de la traducción puede interpretarse como una toma de postura patriótica, dirigida contra los múltiples prejuicios sobre España extendidos por Europa.141 Como jesuita, el traductor español se manifiesta contra la actitud de rechazo hacia España que expresaron algunos de sus correligionarios italianos.142
3.4 MANUEL JOSÉ QUINTANA: UN ADMIRADOR DE PARINI AL FILO DEL SIGLO XIX Un ardiente admirador de la obra de Parini fue sin duda Manuel José Quintana (1772-1857), uno de los poetas españoles más significativos de finales del siglo XVIII y principios del XIX.143 Antonio Cazzaniga (17961865), un periodista de Cremona,144 visitó a Quintana en Madrid probablemente entre 1833 y 1835.145 Describe el encuentro en un artículo titula137
Parini (1969: t. 1, 93 [Il Mezzogiorno vv. 1375-1376]). Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 66 [II, vv. 1546-1547]). 139 Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 12 [I, vv. 325-326]). 140 Fernández de Palazuelos (s. a. [1796]: 14 [I, v. 403]). 141 Cfr. Ángeles Arce (2003: 161). 142 Sobre este aspecto concreto cfr. Ángeles Arce (2001: 105). El debate sobre la España del siglo XVIII en general se trata en Tietz (1980), Floeck (1981). 143 Sobre la recepción de Parini en Quintana cfr. Joaquín Arce (1968: 42-43), (1978), (1981: 101-103) y (1982), González Martín (1999: 648-649). 144 Sobre Cazzaniga cfr. Franchini (2002: 67, 84, 93-94, 109, 129-130), Albergoni (2006: 365-405). 145 Cazzaniga viajó mucho entre 1828 y 1834 y visitó España al menos una vez, en 1831. Sobre sus viajes cfr. Albergoni (2006: 372, 379, 381). 138
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do Una prima visita a José Manuel Quintana.146 Según Cazzaniga, Quintana había expresado un gran respeto hacia una serie de autores italianos contemporáneos, demostrando un amplio conocimiento de sus obras. Hizo especial hincapié en la siguiente observación de Quintana sobre Parini: Mi parlò assai di Parini come del più grande poeta dei tempi moderni, e mi recitò per intero la sua ode, La Caduta; mi richiese quindi di Monti, di Pindemonti147 e di Foscolo, coi quali tre era stato in qualche relazione epistolare.148 Me habló mucho de Parini como del poeta más grande de la época y me recitó enteramente su oda La caduta; después me preguntó sobre Monti, Pindemonte y Foscolo con quienes se relacionaba por carta.
En caso de que Quintana realmente recitara a su invitado toda la oda La caduta de 1785, que tiene una extensión de ciento cuatro versos,149 dispondría de una capacidad mnemotécnica extraordinaria, sin olvidar los excelentes conocimientos de la lengua italiana que debería tener. Puede dudarse de las palabras de Cazzaniga, pero no del excepcional interés de Quintana hacia la oda hímnica de Italia y especialmente hacia la obra de Parini. La influencia directa de Parini en Quintana se aprecia en el poema A la expedición española para propagar la vacuna en América bajo la dirección de don Francisco Balmis, de 1806.150 Sin menospreciar la originalidad y autonomía de Quintana, este poema se inspira en la oda de Parini L’innesto del vaiuolo (Al dottore Giammaria Bicetti de’ Buttinoni) de 1765. El poema de Manuel José Quintana sobre la vacuna contra la viruela se encasilla dentro de una serie de poemas didácticos, escritos en España entre los años setenta y ochenta del siglo XVIII, en el reinado del rey Carlos III. La lírica didáctica y los poemas en los que se trataban temas filosóficos y científicos en el sentido más amplio de la palabra (poesía filosófica) se ca-
146
Cfr. Cazzaniga (1843: t. 2, 162-174). Ippolito Pindemonte (1753-1828), traductor de la Odisea de Homero. 148 Cazzaniga (1843: t. 2, 165). Cfr. Fucilla (1954) y (1956). 149 Cfr. Parini (1929: t. 1, 315-318). Sobre La caduta de Parini cfr. Chiari (1943: 31-37, 237-242), Colombo (1944). 150 Quintana (1969: 301-306). 147
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Ilustración 3: José Ribelles y Helip (1778-1835): El poeta Manuel José Quintana (1806)
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racterizaban por un amplio espectro temático: observaciones antropológico-humanísticas sobre el ser humano, instrucciones pedagógicas, elogio al progreso humano en los campos del arte y la ciencia, la propagación de nuevos descubrimientos en diferentes disciplinas, sobre todo en la medicina y las ciencias naturales.151 La poesía filosófica se alimentaba de una visión optimista e idealista del progreso por parte de algunos ilustrados españoles, que descubrieron en la lírica un medio adecuado para expresar sus ideas y conceptos, y los extendieron y propagaron de manera muy efectiva siguiendo el lema docere delectandi. En la mayoría de los autores cabe destacar una referencia explícita a la tradición del poema didáctico de la Antigüedad o de la literatura española del Siglo de Oro.152 Quintana trata en el poema A la expedición española para propagar la vacuna en América bajo la dirección de don Francisco Balmis el tema de la vacuna contra la viruela. El médico británico Edward Jenner (17491823) la desarrolló por primera vez en 1796 mediante linfa de viruela, y el cirujano español Francisco Javier Balmis (1753-1819) la utilizó con éxito en Latinoamérica.153 El 30 de noviembre de 1803 Balmis abandonó La Coruña con rumbo a Latinoamérica. En 1806 concluyó las medidas de protección médica, habiendo practicado unas 50.000 vacunas. Las múltiples similitudes estructurales y de contenido entre el poema de Parini y el de Quintana, así como las excasas pero existentes traducciones literales, no dejan duda alguna acerca de que Quintana conocía la oda de Parini y la estudió intensamente. Ambos poetas evocan el Nuevo Mundo. Parini recuerda en su prólogo a Colón y el descubrimiento del nuevo continente. Quintana evoca su inocencia paradisíaca y hace referencia a todos aquéllos que pusieron fin a esa idílica situación derramando sangre. Es de suponer que esta temática latinoamerica, siendo parte de la historia de España, tocaría de manera especial la vena patriótica de Quintana. Ambos poemas prosiguen con el elogio a un compatriota de buena reputación, que obtuvo muchos éxitos con el uso y la difusión de la vacuna contra la viruela en una región geográfica determinada. Se trata de un elogio a estos hombres escrito en forma de apóstrofe (como discurso directo 151
Cfr. Abellán (1982), Cebrián (1996). Sobre la tradición española del poema didáctico cfr. Martínez de la Rosa (1962: 57-66). 153 Cfr. Joaquín Arce (1978: 602-605) y (1982: 289-290). 152
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al elogiado, en segunda persona). En Parini es Bicetti de’ Buttinoni, en Quintana Balmis. Ambos poetas recuerdan a sus respectivos iniciadores o descubridores de la vacuna contra la viruela: Parini al embajador británico Wortley Montagu en Constantinopla y Quintana al médico británico Jenner. Al final de ambas odas aparece el yo lírico en primera persona. En el caso de Parini el poeta es el vocal del pueblo, es decir, a través de él el pueblo agradece a su benefactor. Parini recurre en su poema a los términos médicos;154 Quintana, en cambio, prefiere subrayar cualidades y características abstractas, como la virtud. Sin embargo, en su poema no recoge pensamientos idealistas de Parini como, por ejemplo, que la belleza tiene prioridad frente a la posesión material de oro.155 A pesar de estos paralelismos, Quintana se independiza en su lenguaje del modelo o fuente de inspiración. Una similitud evidente en el lenguaje es la que se encuentra en el pasaje en el que ambos poetas evocan el calor abrasante de la canícula. Parini lo describe de la siguiente manera: Come biada orgogliosa in campo estivo cresce di santi abbracciamenti il frutto.156
La misma escena en Quintana dice: Como en árida mies hierro enemigo, como sierpe que infesta y que devora, tal su ala abrasadora desde aquel tiempo se ensañó conmigo.157
Hay pocas traducciones literales;158 por ejemplo, sobre el tesoro del descubrimiento dice Parini “portò sí gran tesauro”159 y Quintana “llevando este tesoro”160; asímismo ambos nombran el laurel: Parini con
154
Cfr. Joaquín Arce (1982: 292-293). Cfr. Parini (1929: t. 1, 293 [vv. 28-31]). 156 Parini (1929: t. 1, 293 [vv. 37-38]). 157 Quintana (1969: 302 [vv. 44-47]). 158 Cfr. Joaquín Arce (1982: 294-295). 159 Parini (1929: t. 1, 295 [v. 106]). 160 Quintana (1969: 304 [v. 88]). 155
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las palabras “giá circonda l’alloro”161 y Quintana “el sagrado laurel con que te adornes”162. Es cierto que el poema de Quintana no es un pastiche o una copia del original; sin embargo, la oda de Parini L’innesto del vaiuolo destaca claramente como subtexto.
161 162
Parini (1929: t. 1, 297 [v. 178]). Quintana (1969: 306 [v. 153]).
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4.1 JUAN VALERA Y SU ESTIMACIÓN LITERARIA Y POLÍTICA DE PARINI El novelista y crítico literario Juan Valera (1824-1905) es uno de los representantes más significativos de la novela realista en España, básicamente conocido como el autor de Pepita Jiménez (Madrid, 1874). No sólamente fue un gran conocedor de la literatura española, sino que también conocía la literatura italiana como ningún otro autor de su época. Valera fue el primer autor español que trató la obra de Giacomo Leopardi (1798-1837), ya en los años cuarenta del siglo XIX.1 Juan Valera trabajó como diplomático en Nápoles a partir de 1847, lo que le permitió conocer la cultura italiana desde muy cerca.2 Estudió minuciosamente el desarrollo de la política italiana de su época. Para Valera existía una correspondencia causal entre el nivel cultural y, especialmente, el nivel literario de un país y su estado político.
1 Escribió un ensayo titulado Sobre los Cantos de Leopardi, publicado en: Revista Española de Ambos Mundos 4 (1855), pp. 178-198. Sobre la recepción de Leopardi según Valera cfr. Meregalli (1948), Rubio Cremades (1995: 164), Ladrón de Guevara (1999: 36), Tejerina (1999: 82). 2 Sobre la estancia de Valera en Italia y su imagen de este país cfr. Azaña (1929), Rubio Cremades (1995).
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Ilustración 4: Francisco de Paula Mendoza y Moreno (1812-1885): Juan Valera (1875)
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4.1.1 Parini como renovador de la literatura italiana Según Valera, Parini fue uno de los autores italianos que contribuyó a poner fin a la decadencia cultural que, en su opinión, caracterizaba a la Italia del siglo XVIII.3 En 1857 Valera cita expresamente a Alfieri4 y a Parini, dos autores que consiguieron elevar el nivel intelectual y cultural de su país: Pero habiendo decaído lastimosamente Italia en el siglo XVIII, y hallándose postrada y abatida de espíritu, Alfieri y Parini trataron de levantarla y despertarla, y la despertaron a una nueva vida literaria al menos.5
El nombre de Parini aparece frecuentemente cuando Valera nombra a autores italianos a los que tiene en gran estima. Aparte de Parini también cita a grandes poetas italianos que siguieron la larga tradición literaria de su país y le dieron continuidad en su época como Foscolo, Leopardi, Alessandro Manzoni y Vincenzo Monti: La poesía lírica y la música son las artes predilectas de la edad presente. Nunca hubo músicos ni poetas líricos tan grandes como los de ahora. [...] y en Italia, Manzoni, Parini, Monti, Leopardi y Foscolo, los cuales se adelantan en la forma y en la idea a la mayor parte de los poetas líricos que hubo en los siglos pasados en sus respectivos países.6
En su ensayo Poetas líricos del siglo XVIII, de 1869, Valera clasifica a estos autores en la misma categoría que Dante y Petrarca: En Italia, salvo Dante y Petrarca, jamás hubo tan egregios poetas líricos como Parini, Monti, Foscolo y Leopardi [...].7
3
Sobre la recepción de Parini en Valera cfr. González Martín (1999: 645-646). Sobre la recepción de Alfieri en España cfr. Peers (1933). 5 Valera (21949: t. 2, 102). 6 Valera (21949: t. 2, 222). Se trata del ensayo Qué ha sido, qué es y qué debe ser el arte en el siglo XIX de 1861. La misma enumeración de los que, en su opinión, eran los autores italianos más significativos, se halla en las Consideraciones críticas sobre el libro “Gritos de combate”, de Núñez de Arce, de Valera, de 1875: “[...] Monti, Parini, Foscolo, Manzoni y Leopardi [...]” (21949: t. 2, 446). 7 Valera (21949: t. 2, 389). 4
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Al dramaturgo español don Ramón de la Cruz (1731-1794) lo compara, teniendo en cuenta los personajes de sus obras, con Jovellanos en España y con Parini en Italia. Valera escribe en su ensayo Don Ventura de la Vega de 1881: Así descollaron dos dramaturgos, harto dignos de figurar entre los grandes de nuestro antiguo teatro, como sus naturales y legítimos sucesores; ambos castizos por la forma y hasta por el fondo: uno de ellos, Moratín, hijo, admirable por su aticismo, sobriedad, atildamiento y elegancia: el otro, don Ramón de la Cruz, demócrata instintivo, fustigando, como Jovellanos en España y como Parini en Italia, a la caída y depravada nobleza, y poniendo en la baja plebe, en medio de su grosería y graciosa ignorancia, que él pinta por cómico estilo, aquel fecundo germen de virtudes heroicas, que tan alta muestra dió de sí en el levantamiento y guerra contra Napoleón I.8
También aquí es evidente cómo Valera relaciona la literatura y la política. La representación de las virtudes del pueblo llano en el teatro satírico de don Ramón de la Cruz había cumplido su función política, pues fue precisamente ella la que, en cierta medida, había preparado los actos heroicos y la sublevación del pueblo español contra las tropas de ocupación francesas de Napoleón. Parini es para Valera uno de los autores clásicos más eminentes de la literatura italiana, como Foscolo, ajeno a la influencia de la literatura francesa.9
4.1.2 Reflexiones sobre el influjo de Parini en la literatura española Desde los años ochenta del siglo XIX, Valera fue el primero en dedicarse a analizar la influencia de las obras de Parini en la literatura española del siglo XVIII, con especial interés en Jovellanos y Leandro Fernández de Moratín. Valera trata la obra de Parini comparándola con la literatura satírica española de la segunda mitad del siglo XVIII, especialmente bajo el aspecto de su influencia en los autores españoles de aquella época. Así expresa Valera en La originalidad y el plagio, de 1876,
8
Valera (21949: t. 2, 578-579). En una carta del 17 de septiembre de 1887 Valera escribe a Jules Barón de Greindl: “Parini y Foscolo son clásicos y nada deben a Boileau” (Valera [2005: 729, n.º 2059]). 9
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que Parini fue un modelo muy significativo para Leandro Fernández de Moratín: Lo que realza y da valor a tales lugares comunes es lo elevado y elegante de la expresión: lo que llaman la dicción poética; en la cual, a más del conocimiento magistral de nuestro idioma, se nota la imitación del estilo de Parini y de otros poetas italianos.10
En este sentido Valera escribe a Jules Barón de Greindl en una carta del 17 septiembre de 1887: “[...] Moratín trajo a la lengua poética todo el atildamiento sencillo y limpio y castizo de Parini y Foscolo en Italia”11. Poco más o menos un mes después, el 16 de octubre de 1887, Valera le escribe: “En Jovellanos y en Moratín hijo se nota la imitación de Parini, en la métrica”12. En la misma carta, Valera opina que tanto la escuela salmantina como la escuela sevillana del siglo XVIII fueron casi ajenas al influjo de Francia pero, con mayor razón, se vieron influidas por Parini: En la lírica volvimos a lo clásico del siglo XVI, y en las escuelas, que se fundaron en Salamanca y en Sevilla, tuvimos grandes líricos, en mi sentir, y que nada deben a Francia. Acaso deban a la lírica italiana, brillantemente renacida con Parini y Monti.13
Para Valera es precisamente Parini el creador e iniciador de una nueva tendencia en la lírica española de la segunda mitad del siglo XVIII, tanto en el contenido como en la forma. En su ensayo Don Ventura de la Vega, de 1881, escribe: En Italia había surgido una escuela, de la que podemos dar como fundador a Parini. Esta escuela tuvo desde luego eco en España. En la forma y en el fondo se advierte el eco. Nosotros no podíamos imitar la dicción poética de los franceses, cuya lengua es pobre de prosodia y carece de hipérbaton, y a veces emplea, hasta en los más inspirados versos, un llanísimo, desmayado y prosaico estilo; así es que buscamos y hallamos en la lengua
10
Valera (21949: t. 2, 461). Valera (2005: 729, n.º 2059). 12 Valera (2005: 746, n.º 2069). 13 Valera (2005, 746, n.º 2069). 11
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y poesía italianas14 a principios del siglo XIX como a principios del siglo XVI hermosos modelos que imitar. Huellas patentes de tan atinada y feliz imitación se notan en Gallego15 y Quintana, en las sátiras de Jovellanos, y más aún en la mayor parte de los versos de don Leandro Fernández de Moratín, quien, prescindiendo ahora del valer que tengan, por el fondo, sus composiciones en endecasílabos libres, halló e introdujo en nuestro idioma el más primoroso modo de expresión poética, siendo en este punto espejo de versificadores, y aun de poetas, hasta donde el valer de los poetas reside en la forma, y por la forma se mide y tasa.16
En cuanto al contenido, Valera estima a Parini como un autor satírico y de crítica social. En ello reconoce una influencia positiva para la política italiana: No digo yo por esto que el enojo de los literatos, la sátira que tal vez nace del enojo más que del deseo de reformar las costumbres, y el azote con que poetas insolentes o sabios desabridos suelen fustigar a pueblos enteros, no sirvan a veces de espuela para que los pueblos que sienten el látigo se levanten de la postración. Sin duda que los versos amargos de Parini y de Giusti han contribuído mucho al renacimiento de Italia.17
En cuanto a la forma lírica, Valera ve a Parini como el autor que recupera el endecasílabo suelto, ya casi olvidado en España. En este sentido, el modelo de los autores italianos le parece decisivo para el auge de la lírica española de finales del siglo XVIII. Parini es también citado en lo referente a cuestiones métricas, sobre todo relacionándolo con el endecasílabo, en Poesías, de Marcelino Menéndez y Pelayo, de 1882: De tal metrificación bien puede decirse, y perdóneme usted lo familiar de la expresión, que lo que no va en lágrimas va en suspiros; es, a saber: que, desnudo el verso del prestigio de la rima, que disimula o encubre a menudo lo prosaico del decir, es menester que sea en su estilo mucho más
14
En este lugar se abre un paréntesis pero no se cierra. Juan Nicasio Gallego (1777-1853) fue encarcelado debido a sus ideas liberales. El poeta era miembro de la Real Academia Española de Madrid. 16 Valera (21949: t. 2, 579). 17 Valera (31958: t. 3, 257). En el ensayo Un literato español en Chile, del 11 de junio de 1888. 15
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elevado y primoroso, lo cual le hace harto difícil. Maestros en este punto han sido para nosotros, y siguen siéndolo con toda evidencia, por la analogía de su lengua con la española, los poetas italianos, que desde fines del pasado siglo han escrito tan admirables e inspiradas obras en endecasílabos sin consonantes. Parini en Il Giorno, Foscolo en sus Sepolcri y Manzoni en su Urania, son acabados modelos. Su estudio hubo de influir en las composiciones bellas de este género que ya posee nuestro idioma, como las sátiras de Jovellanos, las epístolas de Moratín, la traducción del libro I de la Eneida, de Ventura de la Vega,18 y la Visión de fray Martín, de Núñez de Arce.19
En declaraciones posteriores de Valera de los años noventa del siglo XIX, se ve claramente cómo estimaba el endecasílabo y lo importante que le parecía el modelo de Parini para los autores españoles.20 En La poesía lírica y épica en la España del siglo XIX, escrita a finales del siglo XIX, Valera hace referencia a las coincidencias entre Parini y Jovellanos: Parini y Jovellanos coinciden en el mismo punto. Ambos castigan duramente en sus sátiras la corrupción, el rebajamiento, el ocio, la molicie y los vicios de la nobleza de su tiempo; pero por tan diverso estilo y con manera y tono tan distintos, que dan la más brillante e irrecusable prueba de la 18
Ventura de la Vega (1807-1865), dramaturgo y traductor que trabajaba en Madrid. Valera (21949: t. 2, 601-602). Gaspar Núñez de Arce (1832-1903) trabajaba en Madrid como periodista, poeta lírico y dramaturgo. 20 Sobre la adaptación del endecasílabo por parte de los poetas españoles también escribe Valera en “Eneida”, prólogo a la traducción de don Luis Herrera de 1898: “Nuestros poetas han sido poco felices al ejercitarse en escribir versos endecasílabos libres. [...] Sólo a fines del siglo pasado, o más bien en el primer tercio del presente siglo, han empezado a escribirse en España buenos y robustos versos endecasílabos libres, imitando a Parini, Fóscolo, Monti, Manzoni y otros vates italianos, excelentes maestros en esta clase de versificación. Entre nosotros, don Leandro Fernández de Moratín es quien ha escrito los mejores versos de esta clase” (Valera [21949: t. 2, 982]). Valera estima tanto el endecasílabo que lo defiende ante las críticas. En La poesía lírica y épica en la España del siglo XIX escribe: “Extraña es también la reprobación por Mora de los endecasílabos libres. Aun suponiendo que no sean buenos los que en castellano se han escrito, contra lo cual protestan, con razón, don Leandro Fernández de Moratín y Jovellanos en sus epístolas y en sus magníficas sátiras, todavía, para justificar el aserto de Mora, tendríamos que calificar de malos poetas a los más egregios de que en nuestros tiempos Italia se gloría: a Parini, a Monti, a Foscolo, a Alfieri, a Nicolini y al mismo Manzoni, en su poema Urania; [...]” (Valera [21949: t. 2, 1209]). 19
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originalidad y de la independencia de ambos. Acaso coincidieron en el asunto sin saber el uno del otro y sin haberse nunca leído.21
Ambos poetas coinciden en algo importante: en su crítica a la pasividad, la pereza y los vicios de la nobleza de su tiempo. Sin embargo, se diferencian claramente en el estilo y el tono de sus sátiras, pero es precisamente este aspecto el que les da originalidad a cada uno. Valera subraya sobre todo la individualidad de Jovellanos, no sólo con respecto a Parini, sino también en relación con la tradición de la sátira latina y española. Valera escribe en sus Notas biográficas y críticas sobre las sátiras de Jovellanos: Más originales que los versos en el Paular,22 más vigorosas y con menos precedentes en la historia de nuestra poesía, son las dos sátiras A Arnesto. Si hay en ellas reminiscencias e imitaciones de otras sátiras latinas o españolas, el sentimiento propio del poeta nos obliga a olvidarlo o a no verlo y a reconocer que habla o escribe sin otro modelo y sin otro ejemplo que la voz de su conciencia. [...] Tal vez antes de escribir sus dos sátiras Jovellanos, Parini había escrito, si no todo, parte del Giorno: tal vez Il matino [sic] había llegado a las manos y al conocimiento de nuestro poeta; pero tanto la inspiración, como la manera de expresarla, son harto diferentes en el vate de Italia y en el de España: en Parini prevalece una refinada, persistente, elegantísima y graciosa ironía, que se complace en pormenores, filigranas y delicados perfiles: en Jovellanos todo es conciso, enérgico y rudo. El asunto que tratan ambos poetas viene a ser el mismo, pero son tan opuestos los modos de tratarle, que anulan la semejanza y se oponen a la comparación entre ambas composiciones. Sólo coinciden, una y otra, bajo el predicamento de buenas.23
Según Valera es posible que Jovellanos conociera Il Mattino de Parini; sin embargo hace hincapié en la diferente manera en que ambos autores tratan el tema. Así contrasta la ironía refinada, afilada y el lenguaje elegante de Parini con el tono más directo de Jovellanos.
21
Valera (21949: t. 2, 1189). El monasterio cartujano de El Paular, en la Sierra de Guadarrama, donde vivió Jovellanos durante algún tiempo. 23 Valera (21949: t. 2, 1258). 22
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4.1.3 Parini como precursor literario del Risorgimento y de la unificación de Italia Valera expresó en los años ochenta en varias ocasiones su convencimiento de que, en cierta medida, fue Parini quien allanó desde la literatura el camino del Risorgimento. Con su obra satírica contribuyó decisivamente a formar y potenciar la conciencia política italiana. Como Risorgimento se denomina la época de la historia de Italia que abarca del año 1815 al año 1870, caracterizada por la motivación política de la unificación y autonomía nacionales y la restitución de la grandeza mental y cultural. Respecto a Parini, Valera se refiere muchas veces a las personalidades políticas eminentes del Risorgimento: a Víctor Emanuel II (1820-1778), rey de la Italia unificada a partir de 1861 y hasta su muerte; a su ministro Camillo Benso conde Cavour (1810-1861), que introdujo el concepto Risorgimento en 1847 en la revista del mismo nombre, Il Risorgimento, fundada entre otros por él mismo y que con su ideario político contribuyó decisivamente a fraguar la idea de la unificación, y finalmente, a Giuseppe Garibaldi (1807-1882), el famoso héroe de la independencia del Risorgimento. Según la premisa de Valera, que asume que los cambios mentales y culturales preceden a las actuaciones políticas, Parini aparece como una personalidad eminente, que aportó una notable contribución a la unidad política de Italia al allanar el camino para las fuerzas políticas del Risorgimento. Así escribe en “Poesías” de Marcelino Menéndez y Pelayo, de 1882: La poesía lírica [...] es más que un arte. [...] Sin los cantos de líricos italianos, como Parini, Foscolo, Giusti, Leopardi y Manzoni, no se hubiera fomentado la revolución en los espíritus, y seguirían siendo un sueño la independencia y la unidad de Italia.24
24
Valera (21949: t. 2, 606). El mismo pensamiento en halla en repetidas ocasiones en los ensayos de Valera. Cfr. Apuntes sobre el nuevo arte de escribir novelas, de 1886/87: “En nuestra edad, más que en anteriores edades, es imposible dudar de la eficacia y del valer fatídico de la poesía. Quien la toma como signo para adivinar, adivina, y rara vez se equivoca. La lectura de Parini, Alfieri, Manzoni, Foscolo, Leopardi, Nicollini, Mamiani, Gioberti y tantos otros egregios escritores hizo creer que se había de realizar el sueño de Italia libre y una, y el ensueño se ha realizado” (21949: t. 2, 699). Valera menciona entre otros a Vincenzo Gioberti (1801-1852), político y filósofo, en su juventud un lu-
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Valera dedica su ensayo De la revolución en Italia, de 1860, básicamente a la unidad política de Italia y a la cuestión de por qué tuvo lugar más tarde que en otros países europeos.25 En su opinión, desempeñó un papel decisivo el proceso de renovación mental e intelectual iniciado a principios del siglo XIX por autores como Parini, Alfieri, Manzoni, Leopardi y otros. Italia no ha dejado nunca de ser fecunda en grandes ingenios. Sin embargo, puede asegurarse que desde principios de este siglo empezó en ella un renacimiento y desarrollo del espíritu que no podía menos de preparar y producir al cabo, en el terreno práctico, una revolución grandísima. Parini, con sus sátiras, avergüenza a los ociosos y a los afeminados; Alfieri enciende en el alma el amor de la libertad y de las grandes hazañas; Manzoni eleva el corazón con sus religiosos y patrióticos cantares; Leopardi presta a muchos italianos el furor de su desesperación; Amari se complace en recordarles las terribles Vísperas sicilianas;26 Romagnosi27 les enseña
chador radical por el Risorgimento y durante algún tiempo exiliado en Bélgica. — Cfr. Homenaje a Menéndez Pelayo: “El gran movimiento intelectual de Italia, iniciado y seguido por Parini, Alfieri, Balbo, Gioberti, Rosmini, Leopardi, Manzoni y tantos otros, allanó el camino a Cavour, Victor Manuel y Garibaldi y preparó la unidad de Italia” (21949: t. 2, 996). Cesare Balbo (1789-1853) fue politico, historiador y escritor. — Cfr. Sobre la nueva edición del “Quijote” que se publica en Edimburgo, de 1898: “Así, por ejemplo, en Italia precedió a su unidad y a su egregio político Cavour la pasmosa serie de escritores como Parini, Leopardi, Balbo, Fóscolo, Rosmini, Alfieri, Mamiani, Gioberti, Nicolini y no pocos otros, que vinieron a fijar la mira con sus esfuerzos y a hacer que retoñasen y reverdeciesen con su entusiasmo las ya marchitas esperanzas” (21949: t. 2, 984). — Cfr. Homenage a Menéndez y Pelayo en el año vigésimo de su profesorado, de 1899: “El gran movimiento intelectual de Italia, iniciado y seguido por Parini, Alfieri, Balbo, Gioberti, Rosmini, Leopardi, Manzoni y tantos otros, allanó el camino a Cavour, Victor Manuel y Garibaldi, y preparó la unidad de Italia” (21949: t. 2, 1003). — Cfr. “El último patriota“, novela, por José Nogales y Nogales, de 1901: “Claros ejemplos de tales diatribas, fundadas en sentencias como las que rezan: “Quien bien te quiere te hará llorar”, y “La letra con sangre entra”, han dado en Italia para libertarla del yugo extranjero y hacerla una, no pocos egregios italianos como Parini, Giusti y Leopardi, avergonzándola y maltratándola de palabra, ora en prosa, ora en verso” (21949: t. 2, 1088). 25 Este artículo apareció en la Crónica de Ambos Mundos 1 (8 de julio de 1860), pp. 8790; (22 de julio de 1860), pp. 119-122; (5 de agosto de 1860), pp. 151-153. Cfr. Valera (31958: t. 3, 659-675). 26 Michele Amari (1806-1889), historiador y autor de la obra histórica La guerra del Vespro Siciliano, publicada en una primera versión en 1842 en Palermo, y en forma modificada y aumentada en 1843 en París, donde vivió su exilio al ser incriminado por la primera edición.
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las ciencias políticas; Rosmini,28 Galuppi29 y Mamiani30 los arrebatan a las esferas de lo ideal con sus altas filosofías, y hasta un monje de Monte Casino, el padre Tosti,31 escribe la historia de la liga lombarda y hace revivir en la memoria de sus contemporáneos la gloria de aquellos que se igualaron en Legnano con los héroes de Maratón y de Platea.32
En su ensayo titulado “Pequeñeces”. Currita Albornoz, al padre Luis Coloma, de 1891, Valera cita la crítica de Parini a la penosa situación de la nobleza “látigo de oro, maravillosamente cincelado” y despierta con ello asociaciones con la revista satírica de Baretti, Frusta letteraria: Entonces la sátira es santa y la disciplina es bendita hasta para aquel sobre quien cae. La nobleza lombarda, regenerada hoy y formando parte principal de Italia libre y una, admira, celebra con lágrimas de gratitud y besa el látigo de oro, maravillosamente cincelado, con que la fustigó Parini. Bien pueden y deben, entre nosotros, inspirar iguales sentimientos las atroces sátiras de Jovellanos.33
El agradecimiento que en su día mostró la nobleza lombarda a Parini, tras su reforma y regeneración, es para Valera ejemplar, y lo proclama para la nobleza española, que de igual manera debería mostrar su gratitud a Jovellanos. Sobre todo en relación con las sátiras de Jovellanos, Valera menciona repetidas veces a Parini. Presupone que Jovellanos no lo conocía. En su artículo Ángel de Saavedra, duque de Rivas, de 1889, escribe: Aun prescindiendo de Lista,34 Arjona35 y Arriaza;36 aun prescindiendo de Jovellanos, cuyas sátiras, si coinciden por el asunto con el Giorno, de Pari27
Gian Domenico Romagnosi (1761-1835), jurista, economista y filósofo. Se refiere al historiador Carlo de’ Rosmini (1758-1827). 29 Se refiere al filósofo Pasquale Galluppi (1770-1846). 30 Terenzio Mamiani (1799-1855), filósofo y autor de la obra Le confessioni di un metafisico, publicada en 1865 en Florencia. 31 El benedictino Luigi Tosti (1811-1897), del monasterio Monte Cassino, historiador y autor de la Storia della Lega Lombarda (Monte Cassino, 1848). 32 Valera (31958: t. 3, 660-661). 33 Valera (21949: t. 2, 850). 34 Alberto Lista y Aragón (1775-1848), poeta sevillano. 35 Manuel María de Arjona (1761-1820), clérigo y poeta. 36 Juan Bautista Arriaza y Superviela (1770-1837), poeta nacido en Madrid, diplomático después de una carrera militar en la marina. 28
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ni, que tal vez no conocía, se apartan de él, y, en vez de aquella ironía elegante, atildada y calmosa, siguen el vuelo, el rapto y la enérgica condición de Juvenal; aun no contando sino con Quintana, el primero de nuestros líricos si no hubiéramos tenido a fray Luis de León, bien podemos afirmar que la lírica española de fines del siglo pasado sube muy por encima de lo mediano a que Mazade37 quiere reducirla.38
Con la lectura política de los textos satíricos de Parini, Valera se une a la mitificación de la imagen de Parini tan difundida en Italia. Ya el amigo de Parini, Francesco Reina, editor de la primera edición (Milán, 1801-1804), en su Vita introductoria convirtió a Parini en un poeta patriota,39 una visión que desde diferentes perpectivas siguió utilizándose y cultivándose por Alfieri, Foscolo y otros autores italianos. En la novela de Foscolo Ultime lettere di Jacopo Ortis (Últimas cartas de Jacopo Ortis), en la segunda edición de 1802 y en la tercera de 1817, el protagonista narra sus encuentros con Parini en Milán, entre los que describe una larga conversación sobre la situación política de Italia y la función del escritor en la sociedad contemporánea.40 Foscolo describe a Parini como un autor comprometido, de convicciones políticas, que condena decididamente la decadencia y la corrupción de la sociedad de su época y la dominación extranjera de su patria, intercedien-
37
El historiador y periodista francés Charles de Mazade (1820-1893) publicó el artículo “Poètes modernes de l’Espagne. Le Duc de Rivas” en: Revue des Deux Mondes 13 (1845), pp. 321-354. 38 Valera (21949: t. 2, 731). En La poesía española contemporánea en Francia, de 1889, Valera escribe sobre Jovellanos: “Hubo en aquel período otros notabilísimos poetas, no inferiores acaso por otras prendas a Gallego y a Quintana. Tales fueron, por ejemplo, Jovellanos, cuyas sátiras no valen menos por su concisa energía que las de Parini por su irónica y amplificadora elegancia, y don Leandro Fernández de Moratín, tomado como lírico, cuya dicción poética, singularmente en los versos libres, es más limpia, hermosa y brillante que la de todos, sirviéndole para manifestar, con simpático hechizo, cierta melancolía y suave ternura del alma y cierto delicado sentimiento de la Naturalza de que tal vez Quintana y Gallego carecen” (21949: t. 2, 792). 39 Sobre la imagen de Parini en Reina cfr. Santoro (1979: 253, n. 1), Kunkel (1994: 201-202). 40 Cfr. Foscolo (1955: 235, 239-245, 247-248 [edición de 1802]; 409-410, 413-419, 421422 [edición de 1817]). Sobre los múltiples aspectos de la relación de Foscolo con Parini cfr. Isella (1984). Sobre la imagen de Parini en Foscolo en las Ultime lettere di Jacopo Ortis cfr. Barbieri (1927), Caretti (1953: 20-33), Santoro (1979), Kunkel (1994: 9, 85, 105, 187, 198-203, 257).
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do a favor de la libertad política de Italia. Según Foscolo son fundamentalmente Alfieri y Parini los que, a finales del siglo XVIII, hacen despertar la idea de la nación italiana.41 Foscolo se inventa represalias que Parini sufrió por motivos políticos, ya que al parecer le habían amenazado con perder la cátedra de Brera en Milán.42 No se puede descartar el hecho de que Valera también conociera el modelo de la conversación de Foscolo: el diálogo de los muertos de Vincenzo Monti, de 1801, In morte di Lorenzo Mascheroni (A la muerte de Lorenzo Mascheroni), en el que éste escenifica un encuentro entre el recién fallecido Lorenzo Mascheroni (1750-1800), matemático y profesor en la Universidad de Pavía, y Parini en el más allá.43 Parini expresa su preocupación por el estado político de su patria, aunque es Monti el que a través de Parini expone su propia visión política.44
4.2 JUAN LUIS ESTELRICH Y MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO El historiador literario, crítico y filósofo Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912) fue uno de los filólogos españoles más renombrados del siglo XIX. Fue el primero que describió y valoró la historia de la literatura y las ciencias humanas de su país en una visión total y completa, desde una posición patriótica y orientada hacia los ideales del catolicismo. Fue profesor de Literatura Española en Madrid a partir de 1878 y director de la Biblioteca Nacional en 1898. Estuvo marcado por la fe católica, que consideró como esencia de la cultura y del carácter nacional de España. En su Historia de los heterodoxos españoles, publicada en tres tomos en 1880 y 1881, valoró la literatura española desde la Edad Media hasta el momento, de manera positiva o negativa según su conformidad o distanciamiento con el catolicismo. En su Historia de las ideas estéticas en España, publicada en cinco tomos entre 1883 y 1891, Menéndez Pelayo presentó y describió por primera vez un enorme
41
Sobre la imagen política de Alfieri en Foscolo cfr. Kunkel (1994: 180-188). Cfr. Foscolo (1955: 410 [edición de 1817]): “E’ paventa di essere cacciato dalla sua cattedra, e di trovarsi costretto dopo settanta anni di studj e di gloria ad agonizzare elemosinando”. Cfr. Foscolo (1955: 235 [edición de 1802]), Kunkel (1994: 87-88, 199). 43 Cfr. Kunkel (1994: 201). 44 Cfr. Monti (1974). 42
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Ilustración 5: Joaquín Sorolla (1863-1923): Marcelino Menéndez Pelayo (1908)
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material desconocido hasta entonces de textos literarios y filosóficos sobre el tema de las ideas estéticas en un sentido muy general. Menéndez Pelayo era un admirador de Il Giorno de Parini.45 Este hecho no resulta tan evidente teniendo en cuenta su adhesión a las ideas del catolicismo, pues también hubiera sido posible una actitud más distante frente al poeta italiano. Su motivación para dedicarse a estudiar a Parini en el marco de sus investigaciones filológicas y de la historia de la cultura y, sobre todo, a su traductor español Antonio Fernández de Palazuelos, partió de su amigo Juan Estelrich y Perelló (1856-1923), residente en Mallorca y catedrático en el Instituto de Palma de Mallorca. Estelrich nació en Artà (Mallorca) en el mismo año que Menéndez Pelayo.46 A comienzos de los años setenta empezó sus estudios de Derecho en la Universidad de Barcelona, donde conoció a Menéndez Pelayo y se hicieron buenos amigos. Estelrich completó sus estudios jurídicos en Madrid. En los círculos literarios de la capital coincidió con Juan Valera. En julio de 1879 terminó la carrera y empezó a trabajar en una notaría. En 1882 regresó a Palma de Mallorca y un año más tarde se publicó su primera antología de poesía con el título Primicias, que fue seguida de otras muchas obras. En 1903 fue nombrado catedrático de Literatura en Cádiz y en 1910 se trasladó a Palma de Mallorca, donde vivió hasta su muerte en el año 1923. Estelrich fue poeta, periodista, filólogo y traductor. Se interesó especialmente por las traducciones al castellano de textos italianos, aunque a partir de los años noventa también realizó y publicó varias traducciones de autores alemanes (Heinrich Heine, Friedrich Schiller, Johann Wolfgang von Goethe).
45
Sobre la recepción de Parini en Menéndez Pelayo cfr. González Martín (1999: 651). Sobre la biografía de Estelrich cfr. Rucio Zamorano (2006: 13-28). Sobre su correspondencia epistolar cfr. Torres Gost (1985). 46
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4.2.1 Parini en la antología de lírica italiana en traducción española de Estelrich Estelrich preparó en los años ochenta del siglo XIX la publicación de una antología muy representativa de la lírica italiana, desde sus comienzos hasta el momento, en una traducción al castellano. Esta extensa edición se publicó en 1889 con el título Antología de poetas líricos italianos traducidos en verso castellano (1200-1889), en Palma de Mallorca.47 Otra edición complementaria, con traducciones realizadas por el mismo Estelrich, fue publicada en 1891 en Palma de Mallorca, con el título Poetas líricos, traducidos en verso por J. L. Estelrich. Este libro de Estelrich contiene tres obras de Parini: la traducción de Los charlatanes como primera edición y los dos poemas La primavera y Brindis como reimpresión.48 Durante la preparación de la ambiciosa Antología de poetas líricos italianos traducidos en verso castellano (1200-1889), Estelrich se dedicó intensamente también a las obras de Parini, cosa que mencionó de vez en cuando en su correspondencia con su amigo Menéndez Pelayo. En una carta fechada el 8 de abril de 1885 en Palma de Mallorca, Estelrich le escribe: Estoy tentado de traducir todo Il Giorno, de Parini en verso blanco endecasílabo; y si la obra no fuera tan flamante y antimonárquica acabaría también la traducción Del Principe y delle lettere de Alfieri.49 ¿Me aconsejas que la acabe, á esta última, ó que rompa las cuartillas que llevo escritas?50
En una carta escrita el 10 de mayo de 1885 desde Madrid, Menéndez Pelayo le apoya en su proyecto de traducir íntegramente Il Giorno, y le comunica que él mismo posee una traducción de Parini,51 realiza-
47 Cfr. Valera (21949: t. 2, 798-801), Muñiz Muñiz (1996), Ángeles Arce (1998: 57, n. 13), González Martín (1999: 651-652). 48 Cfr. Estelrich (1891: 67-84). 49 El tratado de Alfieri Del Principe y delle lettere sobre la función y tarea del poeta, reelaborado en 1777 y algunas veces más hasta 1786 y publicado en 1795, es la obra político-filosófica en la que reclama la libertad del poeta. 50 Sánchez Reyes (1950: 130 [n.º 18]), Menéndez Pelayo (1984: t. 7, 132 [n.º 143]). Las ediciones difieren en detalles. Si no se indica otra cosa, se cita la nueva edición de Manuel Revuelta Sañudo. 51 Se trata del ejemplar de la Biblioteca Menéndez Pelayo en Santander.
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da por un jesuita expulsado de España, no sabiendo entonces que el traductor era Antonio Fernández de Palazuelos: Aplaudo mucho tu intención de traducir íntegro Il Giorno de Parini. Yo tengo una rarísima traducción castellana del siglo pasado (en verso suelto) hecha por un jesuita español de los desterrados, amigo de Parini; pero no me satisface, porque es floja y tiene demasiados italianismos. Creo que debes preferir por ahora la traducción de Il Giorno a la del tratado de Alfieri sobre el Príncipe y las Letras, sin abandonar, no obstante, esta última. Al contrario, creo que debes terminarla y publicarla, pero posponiéndola á la otra que por ser obra poética y casi desconocida en castellano, debe llevar la preferencia mucho mas cuando hay tiempo para todo.52
Estelrich le pide dos veces a Menéndez Pelayo que le mande la traducción, en las cartas del 17 de mayo y del 23 de junio de 1885,53 pero éste le contesta el 2 de julio que el texto no se halla en Madrid, donde él se encuentra, sino en su biblioteca privada de Santander.54 El 8 de noviembre escribe Estelrich desde Palma de Mallorca a Menéndez Pelayo que esperará pacientemente hasta que le mande la traducción de Parini.55 El 28 de mayo de 1886 Menéndez Pelayo apoya otra vez a su
52
Sánchez Reyes (1950: 131 [n.º 19]), Menéndez Pelayo (1984: t. 7, 166-167 [n.º 188]). Cfr. Sánchez Reyes (1950: 132 [n.º 20]), Menéndez Pelayo (1984: t. 7, 174 [n.º 197: Palma de Mallorca, 17 de mayo de 1885]): “Desearía ver la traducción del Giorno de que me hablas, y de que no tenía noticia. Te la pido en préstamo y ofrezco la devolución con fé de provinciano, pues bien sé que en Madrid no usan esa honradez para con los libros. Te agradezco mucho tus buenos y valiosísimos consejos respecto de este punto”; Sánchez Reyes (1950: 134 [n.º 22]), Menéndez Pelayo (1984: t. 7, 239 [n.º 257: Palma de Mallorca, 23 de junio de 1885]): “No me dices una palabra acerca de la pregunta que te hice y que reitero: tienes inconveniente en mandarme bajo formal promesa de devolución la traducción que tienes de Il Giorno de Parini, para que la vea y la aprecie?”. 54 Cfr. Sánchez Reyes (1950: 135 [nº 23]), Menéndez Pelayo (1984: t. 7, 249 [n.º 268: Madrid, 2 de julio de 1885]): “No tengo aquí la trad. castellana de Il Giorno de Parini. La buscaré en Santander, donde debe de estar entre mis libros. No hará inútil la tuya ciertamente”. 55 Cfr. Sánchez Reyes (1950: 136 [n.º 24]): “No te he molestado recordándote la remisión del Parini traducido que posees, porque estoy atareadísimo y lo estaré probablemente algunos meses en asuntos particulares... queda, pues, aplazada mi demanda para el próximo verano”. En la edición de Manuel Revuelta Sañudo no se halla editada la carta, sino tan sólo resumida brevemente. Cfr. Menéndez Pelayo (1984: t. 7, 336 [Nº 354]). 53
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amigo en su proyecto de traducir a Alfieri y Parini.56 El 1 de julio de 1886 Estelrich le comunica que se halla trabajando en la traducción de I Ciarlatani de Parini, pero que todavía no la ha concluido. 57 En una lista de traducciones de textos italianos que Estelrich le había enviado como anexo a una carta del día 3 de agosto de 1886, se halla también La Primavera de Parini, con la indicación de que Estelrich es el traductor.58 Menéndez Pelayo le envía el 22 de septiembre de 1886 una carta en la que también le manda otra lista de traducciones españolas de textos italianos, donde aparece la traducción de Arango y Escadón.59 El 2 de octubre de 1886 Estelrich pide a su amigo, entre otras cosas, la copia de la traducción de Arango y Escadón.60 En una carta fechada el 13 de junio de 1887 en Palma, Estelrich le pide a Menéndez Pelayo que mande a alguien a copiar toda una serie de textos que le alista de la biblioteca de Santander. Entre ellos se halla una traducción española de un poema de Parini, traducido por Alejandro Arango y Escadón, así como un fragmento de la traducción española de Il Giorno.61 En una carta datada el 14 de mayo de 1888 en Madrid, Menéndez Pelayo le comunica a Estelrich que le mandará “algo de Parini”.62 Se 56
Cfr. Sánchez Reyes (1950: 141 [n.º 27]), Menéndez Pelayo (1984: t. 7, 544-545 [n.º 529: Madrid, 28 de mayo de 1886]): “Debes persistir en la idea de traducir y publicar el tratado Del Príncipe y las Letras y el Giorno. Todo cuanto se haga para popularizar entre nosotros la literatura italiana, que tanto nos importa, y que tan olvidada tenemos, me parece poco”. 57 Cfr. Sánchez Reyes (1950: 143 [n.º 28]), Menéndez Pelayo (1985a: t. 8, 2 [n.º 1]): “Tengo también sin acabar Los charlatanes, de Parini, veré de acabar la traducción”. 58 Cfr. Menéndez Pelayo (1985a: t. 8, 34 [n.º 32]). 59 Cfr. Menéndez Pelayo (1985a: t. 8, 71 [n.º 59]): “La Piedad Divina (soneto de Parini). Arango y Escandón (mejicano) en sus Versos (México), 1879).”. 60 Cfr. Menéndez Pelayo (1985a: t. 8, 84 [n.º 70]). 61 Cfr. Sánchez Reyes (1950: 149-150 [n.º 32]), Menéndez Pelayo (1985a: t. 8, 424-426 [n.º 417]): “Aníbal en Capua, de Frugoni; La Piedad divina, de Parini; El caballo de Extremadura, de Carrer; Anacreónticas, de Vittorelli, traducidos todos por Alejandro Arango y Escandón. Versos, México, 1879. [...] Algún fragmento aprovechable y esencialmente lírico de Il Giorno, de Parini, no muy largo, de la traducción que tienes de aquel jesuíta amigo de Parini. [...] Alfieri, Monti y Parini van un poco desairados”. Menéndez Pelayo envía a Estelrich todas las copias de las traducciones de Arango y Escandón al mismo tiempo, junto a los demás textos, el 20 de septiembre de 1887 desde Santander. Cfr. Sánchez Reyes (1950: 151 [n.º 33]), Menéndez Pelayo (1985a: t. 8, 524 [n.º 514]). 62 Sánchez Reyes (1950: 162 [n.º 39]), Menéndez Pelayo (1985b: t. 9, 199 [n.º 233])
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trata, sin embargo, de la copia de un fragmento de la traducción de Fernández de Palazuelos. Estelrich da de antemano las gracias a Menéndez Pelayo en una carta del 10 de julio de 1888, por “algún fragmento escogido del Parini”.63 Finalmente, Menéndez Pelayo le envía a Estelrich, junto a una carta fechada el 26 de septiembre de 1888 en Santander, la copia escrita a mano de unos fragmentos seleccionados de la traducción: A pesar del largo silencio que he guardado contigo estos últimos meses [...] no te he olvidado en manera alguna, como te lo probarán los adjuntos extractos de la versión de Il Giorno, hecha por el P. Fernández Palazuelos, que, como verás, no deja de ser curiosa, y podría quedar tolerable, si se la limpiase de tantísimo italianismo innecesario y de una buena cantidad de versos malos.64
Hace referencia a los numerosos italianismos y algunos versos mal elaborados y expresa su duda con respecto a la publicación del texto impreso: Tengo motivos para sospechar que esta versión, aunque impresa, no ha sido publicada. En primer lugar no tiene portada ni indicio de haberla tenido nunca. En segundo lugar, ni de ésta ni de las demás traducciones de Palazuelos que han llegado a mis manos encuadernadas juntas, he visto nunca otro ejemplar que éste que poseo (y que puede ser muy bien un ejemplar de capillas) ni encuentro noticia de tales libros en parte alguna.65
En una nota adjunta escribe Menéndez Pelayo que “La versión de Il Giorno no es completa: falta la que Parini llegó a escribir del canto de la Notte”.66 En efecto, tampoco la tercera parte, Il Vespro, fue traducida. En una carta datada el 2 de octubre de 1888 en Palma, Estelrich expresa su agradecimiento por la traducción, sobre la que escribe:
63
Sánchez Reyes (1950: 163 [n.º 40]), Menéndez Pelayo (1985b: t. 9, 254 [n.º 287]) Sánchez Reyes (1950: 165 [n.º 41]), Menéndez Pelayo (1985b: t. 9, 304 [n.º 333]) 65 Cita según Ángeles Arce (1999b: 10). Cfr. Gutiérrez Ballesteros (1958: 175). 66 Cita según Gutiérrez Ballesteros (1958: 178). 64
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Acabo de recibir la tuya, fecha 26 del pp.o con Il Giorno, la fábula de Bertola67 y tu Palinodia. Mil y mil gracias por todo. [...] (Ve una nota que lleva Parini en los pliegos que mando por este correo). [...] Me hace gracia la traducción del Giorno que has remitido; con ella, la traducción de alguna odita y el capítulo I ciarlatani, que se insertarán en los Apéndices, no hará Parini el papel desairado que hace ahora por el texto donde figura un soneto de Arango y dos enclenques traducciones mías escritas hace ya bastantes años. Si te fijas en las traducciones que llevan mi firma te estimaré que al escribirme me hagas las advertencias que estimes oportunas, para poder corregir los defectos que tengan. Algunas hay (traducciones, se entiende) improvisadas; en cambio, otras estrofas me han costado... cuanto sudor y de fatiga con todo lo cual creo haber hecho un buen ejercicio para traducir luego decorosamente Il Giorno, el que desearía saliese intachable.68
Menéndez Pelayo comenta la correspondencia con Estelrich en su artículo publicado en 1890, D. Antonio Fernández de Palazuelos (Jesuita expulso y poeta montañés): De la traducción de Il Giorno remití el año pasado algunos fragmentos a mi amigo y condiscípulo el ingenioso literato mallorquín J. Luis Estelrich, para que los insertara, como lo hizo, en su rica Antología de poetas líricos italianos traducidos en verso castellano. Pero no pude darle entonces ninguna noticia biográfica del autor, porque ninguna tenía, y no sospechaba siquiera que fuese paisano mío.69
Estelrich también quería incluir algunos textos de Parini en su antología y empezó a traducir por su cuenta Il Giorno. Sin embargo, pronto se dio cuenta de sus limitados conocimientos de la lengua italiana. Se desconoce qué partes de la obra de Parini comprendía la traducción y si se llegó a finalizar. Menéndez Pelayo la menciona en su artículo D. Antonio Fernández de Palazuelos (Jesuita expulso y poeta montañés):
67
Las Favole (Fábulas) de Aurelio de’ Giorgi Bertola (1753-1798) se publicaron en 1788 por primera vez y después, en múltiples ediciones. 68 Sánchez Reyes (1950: 166-167 [n.º 42]), Menéndez Pelayo (1985b: t. 9, 307-309 [n.º 338]). 69 Menéndez Pelayo (1942a: 13).
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La traducción de tal poema, que sólo en castellano puede intentarse con fortuna, bastaría para honrar a un hombre de letras. Es un vacío que falta llenar en nuestra literatura poética: sabemos de algún ensayo manuscrito, y esperamos mucho bueno de la versión que nuestro amigo Estelrich prepara hace años.70
Tal vez se referían a esta situación las palabras de apoyo y ánimos para continuar y finalizar la traducción. La traducción de Estelrich no se llegó a publicar y tampoco se conoce el paradero del manuscrito. En la antología de Estelrich se dedican dos párrafos a Parini. En el primero Estelrich presenta una introducción biográfica y tres traducciones españolas de poemas de Parini.71 La introducción biográfica es breve y se ciñe a los datos básicos de la vida del autor. Estelrich escribe sobre Il Giorno: A los 35 años publicó Il Mattino y dos años después Il Mezzogiorno, cantos de su poemita Il Giorno con que concitó las iras de la nobleza de su tiempo, que tan discretamente pintaba; [...] A los dos cantos mencionados de Il Giorno siguieron Il Vespero [sic] y La Notte, éste sin acabar.72
Muy reveladora es la anotación que escribió Estelrich, seguramente tras saber a través de Menéndez Pelayo de la existencia de una traducción española, pero sin haber recibido todavía la copia de una parte de la traducción de Palazuelos. Estelrich anuncia que pretende adjuntar a su antología varios textos de Parini traducidos al español: En los apéndices logre tal vez dar á mis lectores otras muestras de Parini que determinen más señaladamente la personalidad de este autor. Ni á D. Tomás Forteza ni á mí nos ha sido posible traducir ahora las oditas La vita rústica y La salubrità dell’aria, ni terminar yo el capítulo ó cuento I Ciarlatini [sic], ni siquiera he podido encontrar la versión catalana de la canzonetta Il parafoco, que traduje algunos años ha; ni Menéndez y Pelayo ha podido remitirme desde Santander, donde tiene sus libros, algunos fragmentos de la rara versión de Il Giorno, que posee.73
70
Menéndez Pelayo (1942a: 29). Cfr. Estelrich (1889: 305-309). 72 Estelrich (1889: 305). 73 Estelrich (1889: 305, n. 3). 71
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Estelrich narra de manera honesta y sin tapujos sus intentos fallidos de traducir los textos de Parini. Reconoce que ni a él ni a Tomás Forteza y Cortés (1838-1898)74 les ha sido posible traducir al español las dos primeras odas La vita rustica de 175875 y La salubrità dell’aria de 1759,76 cosa que ambos se habían propuesto. Estelrich había empezado con la traducción de I Ciarlatani,77 pero no la concluyó. Hace referencia además a una traducción catalana de las denominadas Canzonette per parafuoco (Canciones para la pantalla de estufa),78 pertenecientes a los Scherzi, que había realizado unos años atrás, pero que se le había perdido. El primer poema de Parini en la antología de Estelrich es la traducción española del soneto La pietà divina, escrito probablemente en 1767 y traducido por el autor y político mexicano Alejandro Arango y Escandón (1821-1883), de título La piedad divina. Arango y Escandón nació en Puebla (México), pero estudió en Madrid y en París. De 1875 a 1883 fue bibliotecario, a partir de 1877 y hasta su muerte, en México, fue director de la Academia Mexicana de la Lengua.79 La Pietá Divina
La Piedad Divina 80 Traducido de Parini
L’arbor son io, Signor, che tu ponesti ne la tua vigna; e a coltivar lo prese Misericordia, i cui pensier fûr desti sempre a guardarlo da nemiche offese.
Soy el árbol, Señor, plantado un dia 82 Por tí en tu viña: con amante celo 83 Tu bondad le amparó de piedra y hielo, Y en verdes hojas y en vigor crecía.
Ma il tronco ingrato, che sí caro avesti, frutto finora al suo cultor non rese;
Mas el rebelde tronco todavía No ha pagado con frutos tu desvelo;
74
81
El catalán Forteza vivió en Mallorca. Escribió una Gramática de la lengua catalana (Palma de Mallorca, 1915). Sobre Forteza cfr. Alcover (1897/98), Massot i Muntaner (1988). 75 Cfr. Parini (1929: t. 1, 277-279). Sobre La vita rustica de Parini cfr. Chiari (1943: 3749, 173-176). 76 Cfr. Parini (1929: t. 1, 280-283). Sobre La salubrità dell’aria de Parini cfr. Chiari (1943: 91-105, 177-182). 77 Sobre el texto de I Ciarlatani cfr. Parini (s. a. [61894]) y (1925: 480-488, n.º CLXXI). 78 Cfr. Parini (1929: t. 2, 339-347). Uno de los poemas es titulado Il parafoco (La pantalla de estufa). Cfr. Parini (1925: 465-467). 79 Cfr. Guisa y Azevedo (1975). 80 Falta la línea en Estelrich. 81 Estelrich: “día”. 82 Estelrich: “ti”. 83 En Estelrich sin coma.
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e dell’ampie superbo ombrose vesti sol con sterili braccia in alto ascese.
Y se contenta con mostrar al cielo De su copa la inútil lozanía.
Però, tosto che il vide, arse di sdegno tua Giustizia: — E perché, — disse, — il terreno occupa indarno? Omai si tagli ed arda. —
Tan estéril al verle y tan ufano, Tu justicia gritó: Córtese y arda, 84 Que harto tiempo ocupó la tierra en vano.
Ma Pietá pose al tuo furor ritegno gridando: — Un anno attendi, un anno almeno.— 87 Arbor, che fia, se il tuo fruttar piú tarda?
Mas rogó tu piedad, clamando: aguarda, 86 Señor, un año; y sujetó tu mano. 88 ¡Ay, árbol, si tu fruto un año tarda!
85
En la antología de Estelrich se publicaron además dos traducciones de dos poemas de Parini, que llevó a cabo el mismo editor.89 Se trata de las canciones La Primavera, una traducción del poema de Parini escrito probablemente en 1765 y que lleva el mismo título que en italiano, y Brindis, una traducción de Il Brindisi de Parini del año 1778. La Primavera
La primavera
La vaga primavera ecco che a noi sen viene; e sparge le serene aure di molli odori.
La primavera hermosa Al mundo asoma apenas Ya esparcen las serenas Auras, gratos olores.
L’erbe novelle e i fiori ornano il colle e il prato: torna a veder l’amato nido la rondinella.
Yerba naciente y flores Adornan loma y prado; Y vuelve al nido amado, Feliz, la golondrina.
E torna la sorella di lei a i pianti gravi: e tornano a i soavi baci le tortorelle.
En el espacio trina Su hermana ó arrulla grave;90 Y une otra vez suave Beso, á las tortolillas.
Escon le pecorelle del lor soggiorno odioso;
Corderos y cabrillas Libres de aprisco odioso
84
En Estelrich el estilo directo se inicia con un guión, sin coma y no aparece en cursiva. Estelrich: “— Aguarda,”. El estilo directo no va en cursiva. 86 Estelrich añade aquí un guión. 87 Parini (1929: t. 2, 257). 88 Arango y Escandón (21879: 55), Estelrich (1889: 306). Los pequeños cambios de Estelrich están marcados. 89 Cfr. Estelrich (1889: 306-309). 90 La línea reza en: Estelrich (1891: 80): “libre y contenta el ave;”. 85
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e cercan l’odoroso timo di balza in balza.
Buscan el oloroso Trébol, que en llanos se alza.
La pastorella scalza ne vien con esse a paro; ne vien cantando il caro nome del suo pastore.
La pastora descalza Sigue tras el ganado, Y canta del amado Pastor, el dulce nombre.
Ed ei, seguendo Amore, volge ove il canto sente; e coglie la innocente ninfa sul fresco rio.
Su acento, no os asombre, Guía al zagal ferviente, Que coje á la inocente Ninfa, en el fresco río.
Oggi del suo desio Amore infiamma il mondo; Amore il suo giocondo senso a le cose inspira.
Hoy de deseo impío Amor todo lo inunda; Amor con su fecunda Pasión, el mundo inspira.
Solo il dolor non mira Clori del suo fedele: e sol quella crudele anima non sospira!91
Sólo el dolor no mira Clori de mi querella; E, ingrata, el alma de ella Por mí, nunca suspira.92
Il Brindisi
Brindis
Volano i giorni rapidi del caro viver mio: e giunta in sul pendio precipita l’étá.
Vuelan los días rápidos De la existencia mía; Por la pendiente impía Derrúmbase la edad.
Le belle, oimè! che al fingere han lingua cosí presta, sol mi ripeton questa ingrata verità.
Las bellas ¡ay! que al ímprobo Mentir han lengua presta, Sólo repiten esta Insólita verdad.
Con quelle occhiate mutole, con quel contegno avaro, mi dicono assai chiaro: — Noi non siam piú per te. —
Con sus miradas lánguidas, Con su semblante caro, Me dicen harto claro: —¡Ya.... piérdenos la fe!93
91
Parini (1929: t. 2, 321-322). Estelrich (1889: 306-307). Reimpresión en: Estelrich (1891: 80-81). 93 Como traducción alternativa de la segunda y tercera estrofa cfr. Prieto (1962a: 1261, n. 41): “Las bellas, ¡ay! que al fingir / tienen la lengua tan presta, / sólo me reite92
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E fuggono e folleggiano tra gioventù vivace; e rendonvi loquace l’occhio, la mano e il piè.
Y huyen de mí con jóvenes Apuestos y galantes, Y muestran insinuantes El ojo, el dedo, el pié....
Che far? Degg’io di lagrime bagnar per questo il ciglio? Ah no! miglior consiglio è di godere ancor.
Qué hacer? Debo con lágrimas Bañarme el entrecejo? No: con mejor consejo Ahuyentaré el dolor.
Se giá di mirti teneri colsi mia parte in Gnido, lasciamo che a quel lido vada con altri Amor.
Si ya de mirtos fúlgidos Cogí mi parte en Gnido, ¿Qué impórtame si ha ido Con otros el Amor?94
Volgan le spalle candide volgano a me le belle: ogni piacer con elle non se ne parte alfin.
Vuelvan su espalda cándida, Vuélvanmela las bellas: No porque me huyan ellas He de perder mi prez.
A Bacco, all’Amicizia sacro i venturi giorni. Cadano i mirti; e s’orni d’ellera il misto crin.
Vuelva Amistad, y Baco Con nuevas dichas torne. ¡Abajo el mirto! Adorne La yedra mi vejez.
Che fai su questa cetera, corda che amor sonasti? Male al tenor contrasti del novo mio piacer!
¡Oh cuerda de mi cítara Que con mi fe contrastas! Para el amor no bastas; Tu canto quede atrás.
Or di cantar dilettami tra’ miei giocondi amici, auguri a lor felici versando dal bicchier.
Hoy el cantar alégrame Con ínclitos amigos De mi ambición testigos, Bebiendo un vaso más.
Fugge la instabil Venere con la stagion de’ fiori; ma tu, Lieo, ristori quando il dicembre uscí.
Infiel, Venus, extínguese Como las flores ledas Pero tú, Lieo, quedas Con perdurable acción.
105
ran esta / ingratísima verdad. / Con sus ojos silenciosos, / con su porte reservado, / me están diciendo muy claro: / —No somos ya para ti”. 94 Como traducción alternativa de la sexta estrofa cfr. Prieto (1962a: 1261, n. 42): “Si ya de mirtos tiernos / cogí mi parte en Gnido / dejemos que a su orilla / vaya con otro Amor”.
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Amor con l’etá fervida convien che si dilegue; ma l’Amistá ne segue fino all’estremo dí.
De Amor tras la edad férvida Conviene se prescinda: Hoy la Amistad me brinda Estable y firme unión.
Le belle, ch’or s’involano schife da noi lontano, verranci allor pian piano lor brindisi ad offrir.
Las bellas que alejáronse Con presuroso paso, Vendrán pidiendo un vaso, Con dulce sonreir.
E noi, compagni amabili, che far con esse allora? Seco un bicchiere ancora bevere, e poi morir.95
Nosotros ¡oh tiernísimos Amigos! con las bellas ¿Qué hacer? Beber con ellas, Beber hasta morir.96
Estelrich publicó en el anexo de la antología algunos fragmentos de la traducción de Fernández de Palazuelos. Menéndez Pelayo se los envió probablemente poco antes de llevarla a imprimir.97 En la introducción a los textos, Estelrich cita los comentarios que Menéndez Pelayo le hizo llegar en su carta del 26 de septiembre de 1888, sobre la edición y el traductor español Antonio Fernández de Palazuelos. En un comentario les comunica a los lectores que, aunque había anunciado inicialmente que adjuntaría más textos de Parini en la antología, finalmente no lo haría dada la extensión del fragmento de la traducción española de Il Giorno.98 Por un lado, es evidente el interés de Estelrich por Parini. Por otro, es verdad que como traductor no estuvo a la altura de los textos del escritor, dados sus limitados conocimientos de la lengua italiana. Pero a pesar de sus propias dificultades con el italiano, la traducción del jesuita Fernández de Palazuelos le permitió llevar a cabo su proyecto, de forma que pudo ofrecer a los lectores españoles una edición de los textos de Parini.
95
Cfr. Parini (1929: t. 2, 334-335). Sobre Il Brindisi de Parini cfr. Chiari (1943: 148-155, 229-232). 96 Estelrich (1889: 307-309). 97 Cfr. Estelrich (1889: 699-706). 98 Cfr. Estelrich (1889: 699, n. 45): “En atención á estos fragmentos que ahora se publican y á lo abultado de la colección dejo sin efecto los demás ofrecimientos de la nota 3 pág. 305”.
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4.2.2 La reseña de la antología de Estelrich realizada por Valera Juan Valera, amigo de Estelrich,99 también fue requerido para aportar a la antología un texto con una traducción de lírica italiana. El 12 de febrero de 1887 le escribe Valera a su amigo Marcelino Menéndez Pelayo: Estelrich me escribe a veces desde Palma de Mallorca y ha poco me envió un tomo de sus Poesías100 y algunas sueltas que me parecen atildadas. Quizá bien encaminado podría salir un buen poeta de este joven. Es curiosa su idea de publicar una Antología de traducciones en verso de poesías italianas. Para esta Antología me ha pedido algo Estelrich. Yo no he traducido nunca nada del italiano; pero si tuviese tiempo y humor, había de traducir la Urania de Manzoni, a pesar de la casi seguridad de quedar muy por bajo del original en la traducción y a pesar de lo ingrata que sería la tarea, aunque saliese bien, pues aquella elegancia, pulcritud y elevación del pequeño poema del vate de Milán no es posible que guste a público que gusta de los pequeños poemas, prosaicos y ñoños de nuestro compañero Campoamor.101
Valera comentó la antología de Estelrich en su ensayo Antología de poetas líricos italianos, traducidos en verso castellano (1200-1889), de 1889. Esta reseña es de hecho un tratado sobre la influencia de la literatura italiana en la española. Valera no deja escapar la ocasión para hacer hincapié en la gran influencia que tuvieron Parini, Foscolo y Manzoni en la lírica española: El estudio de los italianos hizo que Boscán y Garcilaso renovasen nuestra métrica en el siglo XVI, y que a fines del XVIII y principios del XIX otros autores mejorasen la dicción poética y que perfeccionasen la armonía rítmica
99 Cfr. Ladrón de Guevara (1999: 36). Sobre la correspondencia epistolar entre Valera y Estelrich cfr. Valera (2005: 610-6t11, n.º 1957; 631-632, n.º 1977; 668-669, n.º 2009). 100 Se refiere a Primicias de Estelrich. Cfr. Valera (2005: 631, n.º 1977). 101 Valera/Menéndez Pelayo (1946: 350-351 [n.º 251]). Valera se refiere al poeta Ramón de Campoamor y Campoosorio (1817-1901). Estelrich le pide a Menéndez Pelayo en varias cartas que anime a Valera para que lleve a cabo la traducción de Urania. Cfr. Menéndez Pelayo (1985b: t. 9, 75 [n.º 90: Palma de Mallorca, 19 de enero de 1888]): “No sé si Valera está todavía en Madrid. Anímale para que me traduzca la Urania, del Manzoni, como me ofreció”. Cfr. Menéndez Pelayo (1985b: t. 9, 190 [n.º 220: Palma de Mallorca, abril de 1888]).
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del endecasílabo libre. Jovellanos y Moratín, siguiéndolos con gran arte y raro primor, en nuestros días; Ventura de la Vega en su admirable traducción del libro I de la Eneida; Cañete102 en varias composiciones, y singularmente Menéndez y Pelayo en sus Canciones y en las dos epístolas a Horacio y a sus amigos de Santander; en todo lo cual se ve clara la influencia de Parini, de Foscolo, de Manzoni en la Urania, y de otros brillantes poetas de Italia.103
4.2.3. EL ARTÍCULO DE MENÉNDEZ PELAYO SOBRE EL TRADUCTOR DE PARINI ANTONIO FERNÁNDEZ DE PALAZUELOS Menéndez Pelayo, nacido en Santander, tenía mucho interés en rememorar a los representantes literarios y culturales de Cantabria, su provincia natal, guiado entre otras cosas por su marcado patriotismo local. Antonio Fernández de Palazuelos era uno de esos paisanos intelectuales caídos en el olvido. Menéndez Pelayo le dedicó un artículo científico, editado en 1890 en el libro De Cantabria (Santander: Imprenta El Atlántico) con el título D. Antonio Fernández de Palazuelos (Jesuita expulso y poeta montañés). Menéndez Pelayo también comenta en este artículo la traducción de Fernández de Palazuelos de la obra de Parini y cita algunos fragmentos de ella.104 Erróneamente indica que Fernández de Palazuelos había traducido tres partes de la obra de Parini, siendo en realidad sólo dos.105 Critica en sus traducciones la utilización de arcaismos, italianismos, latinismos y neologismos. Así y todo, valora muy positivamente la labor de traducción del jesuita: Entre tanto, no debe menospreciarse la [versión] del P. Palazuelos. Es, como todas sus cosas, desigual, llena de rarezas de lengua y de giros exóticos, pero algo deja vislumbrar, como entre nubes, del arte soberano del original y de su elegancia refinadísima.106
102
Manuel Cañete (1822-1891), periodista, autor dramático y poeta. Valera (21949: t. 2, 800-801). 104 Cfr. Menéndez Pelayo (1942a: 18-19, 29-34). 105 Cfr. Menéndez Pelayo (1942a: 33): “Su versión no comprende más que los tres primeros cantos, Il Mattino, Il Meriggio, Il Vespro. Falta, por consiguiente, lo que Parini dejó escrito del canto de La Notte”. Sobre este error cfr. Ángeles Arce (1999b: 14). 106 Menéndez Pelayo (1942a: 29-30). 103
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Menéndez Pelayo resalta especialmente el hecho de que Fernández de Palazuelos hubiera logrado traducir el endecasílabo de Parini al español y, en este contexto, hace referencia a Jovellanos y Leandro Fernández de Moratín: Los versos que van copiados [...] muestran en nuestro jesuíta (aun más que los del Ensayo sobre el hombre) aptitud no vulgar para el difícil manejo del endecasílabo, en que por aquel tiempo fueron grandes maestros dos imitadores españoles de Parini, Jovellanos en su sátira 2.a sobre la educación de la nobleza, y Moratín en sus epístolas y sátiras, donde también se descubre la huella del poeta italiano, especialmente en la del Filosofastro.107
Menéndez Pelayo parte de la premisa de que Jovellanos fue influido directamente por Parini, pero es incorrecto que también el poema satírico El filosofastro de Leandro Fernández de Moratín tuviera influencias de él. En un artículo sobre Antonio Fernández de Palazuelos, Menéndez Pelayo también analiza el texto italiano original en un largo pasaje: [...] Il Giorno, admirable poema satírico-descriptivo del milanés Parini, uno de los autores más cercanos a la perfección clásica, de que puede gloriarse ninguna literatura moderna. Cultivador Parini de la alta sátira, de la que en épocas críticas aparece para cumplir una noble misión civilizadora, creó una verdadera epopeya irónica cuyo asunto fué la vida torpe y vacía de los degenerados retoños de la aristocracia lombarda. Vistió tal asunto, a primera vista árido, infecundo y hasta pedagógico, con el velo de la más exquisita y gentil poesía, que siendo de artificio novísimo, pareció, no obstante, antigua y virgiliana desde el primer día, como si los siglos hubiesen pasado sobre ella dándole la consagración de lo universalmente admirado. Tal era la viveza y la eficacia de las pinturas, tal el arte de los epítetos, tal la magia, por nadie excedida en el uso del verso suelto, tal la majestad con que los detalles más ínfimos y triviales quedaban realzados y ennoblecidos al contacto de las alas de la Musa inmaculada de Parini; tal la fuerza cáustica de aquellos dardos satíricos.108
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Menéndez Pelayo (1942a: 29-30). Menéndez Pelayo (1942a: 29).
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Menéndez Pelayo considera a Parini como autor clásico y lo elogia de forma entusiasta como ejemplar maestro de la sátira de alto nivel. Reconoce que, aunque sus versos dan la impresión de una gran ligereza, son el producto de un trabajo muy elaborado y detalladamente cincelado del material lingüístico. Unos años más tarde Menéndez Pelayo volvió a tratar la relación entre la literatura española y la italiana del siglo XVIII en su Revista crítica de historia y litaratura españolas, publicada en 1896 a raíz de su análisis del libro Italia e Spagna nel secolo XVIII. Giovambattista Conti e alcune relazioni letterarie fra l’Italia e la Spagna nella seconda metà del Settecento (Turín: Lattes, 1896) de Vittorio Cian.109
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Cfr. Menéndez Pelayo (1942b).
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La España del siglo XX sólo manifestó por Parini un interés históricoliterario o cultural. La recepción de sus obras tuvo lugar básicamente entre los filólogos o historiadores de la cultura que se interesaron por la relación entre Italia y España en general y, más concretamente, por la influencia de Parini en los autores españoles de los siglos XVIII y XIX. Una caracterización de la recepción de Parini en el siglo XX vendría a ser tan sólo un informe de investigación, si no fuera por la moderna traducción al español de las cuatro partes de Il Giorno, de 1962. En la primera mitad del siglo XX no aparece ningún trabajo de investigación español sobre la recepción de la obra de Parini en la Península Ibérica. Es en la segunda mitad del siglo XX cuando reaparece el tema de la recepción de Parini en la conciencia de los filólogos españoles. En su artículo “Il Giorno” de Parini, extractado por Menéndez y Pelayo, publicado en 1958 en el Archivo Hispalense, José María Gutiérrez Ballesteros hace referencia a la correspondencia entre Menéndez Pelayo y Estelrich sobre Parini y la traducción española de Fernández de Palazuelos. Aparte de algunas menciones particulares a Parini,1 es sobre todo la obra de Joaquín Arce la que, en el marco de sus investigaciones sobre la influencia de la literatura italiana en la española, analizó por primera vez de forma sistemática la influencia de Parini en los autores españoles del siglo XVIII. En sus artículos, publicados a partir 1
Cfr. Martín Gaite (1972: 2, n. 1), Aguilar Piñal (1984) y (2001: 30).
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de los años sesenta, presentó sus investigaciones tanto en estudios concretos como de forma sinóptica. Ángeles Arce trabajó intensamente la traducción de Fernández de Palazuelos de las dos primeras partes de Il Giorno de Parini. Presentó los resultados de sus investigaciones, con diferentes prioridades temáticas, en diferentes congresos y coloquios científicos y fueron publicados en las correspondientes actas de los congresos en los años noventa. Vicente González Martín presentó, en el libro publicado por Giorgio Baroni Attualità di Giuseppe Parini en 1999, una visión conjunta de la influencia de Parini en los autores españoles del siglo XVIII y XIX, y en ella hizo referencia por primera vez al gran interés de Juan Valera por las obras de Parini. La primera traducción completa de las cuatro partes de Il Giorno de Parini de Marcelo Arroita-Jáuregui apareció en 1962 en la editorial Planeta de Barcelona. Se trata del primer tomo de la extensa antología de Antonio Prieto Maestros italianos, en la que se dedica un largo pasaje a Parini.2 En el artículo preliminar titulado Hacia la intimidad poética de Parini, Antonio Prieto ofrece la más extensa y meticulosa visión de conjunto de la biografía y la obra de Parini en lengua española, teniendo en consideración el nivel de investigación de la época.3 Tras un detallado resumen de su vida, siguen las interpretaciones de Il Giorno y la lírica del autor (relacionada con las odas escritas entre 1757 y 1795), teniendo en cuenta que todos los textos citados en italiano se hallan traducidos al español en las notas a pie de página. En relación con la recepción de Parini en España se nombre brevemente la visita de Leandro Fernández de Moratín al poeta en Milán,4 al igual que se discute la posible influencia de Parini en la segunda sátira de Jovellanos A Arnesto, que según Prieto es factible.5 Tras el artículo de Antonio Prieto se incluye la traducción de Il Giorno de Marcelo Arroita-Jáuregui, con una pequeña introducción en la que se nombra la traducción de Antonio Fernández de Palazuelos de 1796.6 Como texto base en italiano se utiliza la versión de Carlo Gior-
2
Cfr. Prieto (1962b: 1207-1389). Cfr. Prieto (1962a: 1211-1272). 4 Cfr. Prieto (1962a: 1227, n. 9). 5 Cfr. Prieto (1962a: 1235, n. 14). 6 Cfr. Prieto (1962a: 1273-1389). 3
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dano de Il Giorno. Con una scelta di odi e sonetti e col Dialogo sopra la nobiltà (Nápoles: P. Federico e G. Ardia, 1931), aunque también se consideran otras que no se indican concretamente. La obra lleva el título El Día, y las cuatro partes se titulan La Mañana, El Mediodía, La Tarde y La Noche. Sigue la traducción, que sin estar ligada a ninguna serie concreta de sílabas, se ciñe línea por línea y palabra por palabra al texto italiano. Como ejemplo se cita a continuación el comienzo de la traducción: Joven Señor, ahora sobre ti caiga, largamente De magnánimos lomos orden la sangre Purísima celeste, ahora en ti de la sangre Enmienden el defecto los comprados honores O las reunidas en tierra o mar riquezas Por el genitor frugal en pocos lustros, A mí, Preceptor de amable Rito, escucha. Cómo engañar estos aburridos y lentos Días de vida, a los que tan largo tedio Y fastidio insufrible acompaña, Yo te lo enseñaré. Cuáles por la Mañana, Cuáles tras el Mediodía, cuáles por la Tarde Ser deban tus cuidados aprenderás, Si en medio de tus ocios te queda ocio Para tender los oídos a mis versos. Ya las aras de Venus sacra y del jugador Mercurio en Galia y en Albión Devotamente has visitado, y llevas Incluso la señal impresa de tu celo: Ya es tiempo de reposo. En vano Marte A sí te invita; que buena locura es la que A riesgo de la vida honor merca, Y tú naturalmente aborreces la sangre, Y ni los tristes de la diosa Palas estudios Te son menos odiosos: hostil a ellos Demasiado te harán los quejoso recintos, Donde las artes mejores, y las ciencias Trocan en monstruos, y en vanas horrendas larvas, Hacen las amplias bóvedas retumbar siempre De juveniles gritos. Ahora primeramente Oye cuáles la Mañana a ti suaves Cuidados deba guiar con fácil mano.
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Surge la Mañana en compañía, del Alba Tras el Sol, que luego grande aparece Sobre el extremo horizonte para volver alegres Los animales y las plantas y los campos y las ondas. Entonces el buen villano se levanta del querido Lecho que la fiel esposa, y los menores Hijitos suyos entibian por la noche; Después sobre el cuello colocando los sacros arneses, Que primero encontraron Ceres y Palas, Va con el lento buey al campo, y agita A lo largo del pequeño sendero de curvas ramas El rociado rumor, que casi gema, Los nacientes del Sol rayos refleja. Surge entonces el Herrero, y el sonoro Taller abre, y a la tarea torna Otro día imperfecta, y de llave Ardua y herrados ingenios al inquieto Rico el arca asegura, o si de plata Y de oro grabar quiere joyas y vasos Para ornamento de nuevas esposas o de mesas.7
Como indica la introducción, se trata de una traducción en prosa que conserva la estructura de las líneas del original italiano: La traducción que ahora se ofrece por vez primera en castellano, tras la fragmentaria e impublicada traducción, de 1796, del jesuita Antonio Fernández Palazuelos, se debe al excelente poeta Marcelo Arroita-Jáuregui, autor de un tan buen libro como Tratado de la Pena, y al que hay que agradecer su sujeción y fidelidad al texto original, en un loable empeño de sacrificar la belleza y las licencias poéticas a la exactitud.8
Los textos italianos en los que se basa la primera parte corresponden a la primera edición. La primera parte, La Mañana, va precedida del texto en prosa de Parini titulado Alla moda, en la traducción española A la moda, traducido verso por verso en su totalidad. Sin embargo, la segunda parte, El Mediodía, sólo se tradujo hasta el verso 1194, es decir, falta la parte final (vv. 1195-1375). La tercera parte, La Tarde, se
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Prieto (1962b: 1281-1282). Prieto (1962b: 1276).
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corresponde exactamente con el texto de Parini Il Vespro hasta el verso 349, pero los siguientes versos, del 350 al 517, de la traducción española se corresponden con los versos 1220 a 1376 que faltan en la primera parte. Evidentemente, aquí se ha alterado el texto y ha habido un error en el recuento de los versos; falta además la traducción de los versos 1195 a 1219 de la primera parte. La cuarta parte, La Noche, se corresponde exactamente con los primeros 673 versos de La Notte de Parini; sin embargo. los versos 674 a 756 y 757 a 808 de la traducción española se corresponden con dos fragmentos añadidos al texto de La Notte.9 Probablemente la traducción de Parini fue para Marcelo ArroitaJáuregui tan sólo un trabajo ocasional. Sin embargo, se trata de una labor de traducción respetable, teniendo en cuenta que el texto italiano ha sido traducido casi palabra por palabra al español. El joven poeta y traductor Marcelo Arroita-Jáuregui, tan elogiado por Antonio Prieto en el prólogo de la traducción, se dedicó después de la traducción de Parini a nuevos proyectos: entró en el mundo del cine y trabajó como actor en numerosas películas españolas de terror en los años sesenta y setenta del siglo XX.10
9
Cfr. Parini (1969: t. 2, 141-143 y 139-140). Marcelo Arroita-Jáuregui era también director artístico, guionista y periodista. Fue un actor famoso en España, donde trabajó en las siguientes películas: con Jesús Franco en El secreto del Dr. Orloff (1964), Miss Muerte (1965), Cartas boca arriba (1966), Lucky, el intrépido (1966), El caso de las dos bellezas (1968) y Sadisterotica (1973), además de en las películas La visita que no tocó el timbre (1965) de Mario Camus, Las viudas (1966) de Julio Coll, Codo con codo (1967) de Víctor Auz, Culpable para un delito (1967) de José Antonio Duce, Un día es un día (1968) de Francisco Prósper, El otro árbol de Guernica (1969) y Las estrellas están verdes (1973) de Pedro Lazaga, Crimen imperfecto (1970) de Fernando Fernán Gómez, La duda (1972) de Rafael Gil, La mujer con botas rojas (1974) de Luis Buñuel y De camisa vieja a chaqueta nueva (1982) de Rafael Gil. 10
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6. APÉNDICE I: ANTONIO FERNÁNDEZ DE PALAZUELOS: EL MAGISTERIO IRÓNICO DEL CORTEJO
Sublime produccion de aureo ingenio, Cuia version consacro a tu alto nombre.
A SU ALTEZA REAL DOÑA MARIA LUISA JOSEFINA DE BORBON, INFANTA DE ESPAÑA, PRINCESA DE PARMA, PLACENCIA, I GUASTALA ec.
Venezia 14 de Junio de 1796 ALTEZA REAL B. L. M. de V.a A.a
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I Ris amable de las dos Esperias, Cuio nupcial consorcio fue preludio De serena bonanza entre procelas Fulminosas de Marte, que sus raios Despuntados llorò por las saetas Del aligero amor, de tu himeneo Unico paraninfo: a toda España Tu ausenica presentida ia contrista; Por tu presencia anela toda Italia De pazes apazible portadora. El Po rei coronado de la Insubria El diadema te labra de su reino, Que te augura mi Musa por el Numen Inspirada de Apolo, a tus auspicios Augustos aspirando, o excelsa Diva, Cuia indole excelente en sus verdores Promete frutos mil de altas virtudes Civiles, i christianas, i entre todas El pudor conjugal apice de ambas, I antidoto preclaro contra el uso, Obgeto deste critico poema,
Su mas rendido servidor, i Capellan Don Antonio Fernandez de Palazuelos.
EL MAGISTERIO IRONICO DEL CORTEJO.
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Magnifico Señor, o en ti descienda Solariega la sangre de alta serie Celeste de abolengos, o su mengua Condecoren los titulos pomposos Grangeados con aureo dispendio Del cumulo precioso, que en (promiscuo Terraqueo comercio tu buen padre Solicito agregò; de amable rito Presta oido a mi dulce magisterio. Como pasar el tedio, i largo curso Desta vida mortal, como sus dias Sin fastidio, i sus horas de mi solo Voluptuoso maestro aprende atento.
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente Qual ha de ser tu oficio matutino, Meridiano, i nocturno, tierno alumno En breve entenderàs, si el ocio innato Interpolar el animo te diere De mi musa al oracolo suspenso. Ya las aras de Venus, i Mercurio En galico, i britanico terreno Nido de libertad, has mui devoto Peregrino incensado, i con su marca Distinguido te ves: Pero ya es tiempo De jocundo reposo: El crudo Marte En vano te extimula: quien al riesgo Ambicioso se expone es imprudente; Tienes indole esquiva de la sangre: Ni los mustios estudios te son menos Odiosos de Minerva: Tu alta mente Enagenada se halla de los timbres, Literarios fastosos, por los ecos I disonos clamores, que a las ciencias Trasforman en quimeras sonorosas En los liceos miseros de Iberia. Oye pues qual gustosa la mañana. Ocupacion te impone: con la aurora Levantase solar, quando brillanta En vistosos aljofares el aire Con gozo universal de los vivientes En nuestro sublunar planeta vario. Salta el agricultor del lecho entonces, De la prole infantil, i de la esposa Dormitorio comun, i en sus fornìdos Ombros con instrumentos ponderosos De Pales, i de Ceres, a los campos Se encamina fructiferos; la yunta Le precede de bueies con relente Por angosta vereda, sacudiendo Rociosos pimpollos, que refrangen Quales perlas los rayos matizados Del renaciente sol. Tambien regresa A su forja el ministro de Vulcano Para extremar ingenios fiadores De opulento peculio; i el mas noble Artifice a grabar vasos, i joyas Ornamento exquisito de las mesas, De salas, i de novias caudalosas. Pero què te horrorizas, i tu augusta Cabellera se eriza a tal modelo? Ah! Señor no es aqueste tu dechado En temprano periodo: Con poniente No te sentaste Sol a parca cena; Ni a luz crepuscular incierta fuiste
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fatigado al descanso con el vulgo. A vos celeste estirpe, a vos congreso De humanos semidioses mas propizio Jupiter se mostrò: con otras artes Me conviene captar vuestros ingenios, E instruiros en leies bien diversas. Tu entre escenas, tertulias, i corrillos Sazonados con juegos, el nocturno Termino ultrapasaste; mas cansado Al fin en aureo coche con estruendo De sus rapidos circulos dorados, I fogosos quartagos atronaste Las silenciosas calles, i la noche Lobrega disipaste con antorchas, Qual segundo Pluton, que con su carro La sicula region de un mar al otro De teas precedido, i de gorgonas Ruidoso estremeciò: Desta manera Tornaste a tu palazio, en donde nuevos Estudios te aprestaba lauta mesa De lamines colmada, i de gozosos Licores de la cepa ultramontana En ungara botella, a quien corona De verdeciente yedra indultò Baco, Dicendo: Brilla reina en el banquete. Regalados altisimos colchones Morfeo te mullò de propia mano, En que supino muellemente yaces Corriendo las cortinas al entorno Senosas estofadas levemente El listo camarero. En esto el gallo Canoro melodioso a tus oidos Tus parpados cerrò, quando a los otros Estila clamoroso abrirlos listo. Razonable es por tanto que Morfèo Tus sentidos exhaustos no defraude De tenaz amapola, antes que el dia No intente penetrar por los resquizios De doradas vidrieras, i cornisas, Las paredes el sol con sus matizes Vertical recamando. Aqui principio Debes dar diligente a tus tareas Importantes diarias; i mi Musa Engolfarse en el canto, i magisterio De empresas de ti dignas, grande alumno. Ya tus gallardos pages al sònido De vecino metal con recia mano Señoril propagado, en un momento Acorrieron aligeros rivales A remover los obices en copia
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Opuestos a la luz, la cautela Usando circunspectos, que directa La lumbre no ofuscase tus ojuelos. Alzate tu algun tanto, i acodado Te apoia en los tapetes capitales Que ordenados en gradas a tus ombros Profieren muelle estrado: despues desto Con el indice diestro tus pestañas Estrega levemente, i con suaves Desperezos expele los residuos De calina somnifera, i tus labios Arqueando con tacito donaire Bosteza boquirubio. O si por suerte En tal acto grazioso te mirase El bronco capitan quando practica Belicoso exercicio, que sus labios Ensancha con clamor inusitado Que destempla la oreja delicada, Intimando posturas a sus tercios! Si te observase entonces, tal verguenza De si concibiria, qual la Diosa Palas, sino maior, quando en la fuente Hinchados sus carrillos viò de flauta Con soplo violento, bien que grato. Mas ya el donzel peinado a maravilla Se presenta ante ti, mui respetoso Preguntandote qual hoi se te antoja Regalada pocion ultramarina En china porcelana: el solo el solo Capricho consultar debes, amigo; Si al estomago dar fomento entiendes, Conque el gastrico jugo exercer pueda Su actividad sin merma, elegir debes Del rojo chocolate la ambrosìa Que Mejico te ofrece de tu gula Tributario inexausto, o el vistoso Caribe en sus penachos; si al contrario Funesta hipocondria en tus humores Predomina, o el volumen de tu bulto De crasitud incomoda recive Excesivo incremento, a la bebida Te debes atener de la eritrea Confession olorosa de rostadas Habillas en la gicara rotunda. Necesario era, cierto, que saliese Un reino dislocado de su asiento; I con audazes velas entre horribles Peligros de uracanes, i de monstruos I estremas carestias superase Los limites intactos hasta entonces
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Del emisferio Atlantico, i tiranos Corteses, i Pizarros, ambiziosos Fieros conquistadores de la humana Sangre indiana sedientos, los monarcas Ingas, i mejicanos de su solio Valientes arrojasen, i asi un nuevo Sabor paladease tu apetito, O flor, o nata de heroes sublimes. El cielo empero no permita nunca Que en el punto de sorbos tan suaves Estolido domestico el aviso Importuno te dè del sastre intruso, Que poco satisfecho de la honra De ser tu acreedor, con lista enorme De sus paños el precio crudo exige: Con acidente tal en tus entrañas Agriandose pocion tan saludable, Prorrumpirà en eructo el mas plebeio Tu boca deformada todo el dia. Pero no aguarde que otro alguno anuncie Su venida el bailarin bien visto Importante maestro de cabriolas, Que al umbral se detenga tieso erguido Enarmonando un tanto sus espaldas, I estrechando galapago su cuello Incline sus mostachos, con la falda Del sombrero galan tocando el labio. Nada menos que aqueste franco al lecho De mi señor te acerca, o tu, que adiestras Su lengua a modular flexible canto, I tu, que con crinado vibras arco De violin las cuerdas resonantes. Ni falte a una corona tan eximia Entorno de tu lecho, doctor nuevo Del idioma sin par que de la Sena Manantial de las gracias vino aora A difundir sus nectares preclaros Sobre atediadas, españoles fauces Del acento de Iberia. A su presencia Se retire aviltado: i la inefable Harmonia moderna de inflexiones Ojeriza te infunda contra lenguas Que abjetas se amanzillan con la frase De los Vegas, Herreras, Saavedras, Marianas, Villegas, i Leones, Y mas con la de sacras Orientales, Inglesas, e italianas poesias Sin galicos resabios moduladas Del montañès Vesaia en rancio idioma: Miseros labios sazonar no saben
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente Con celtico sainete su loquela, Conque barbara menos, rancia menos, Menos aspera vibre el tierno oido. Ora pues, o señor, esta donosa Caterva te divierta en el principio De tu tardio quotidiano curso. El vacio espacioso de deseos Aun irresolutos, con mil chistes El uno, o el otro llene; mas tu en tanto Con pausado talante la bebida Saboreando a sorbos, gravemente Interroga a qual musico entre todos Los Eunucos daràse la gran palma Del canto en el teatro: I si es probable La vuelta deseada de la insigne Encantadora Frine, que pelados Dejò tantos magnates, i el regreso De Narciso danzador brillante Asustador de timidos consortes. En habiendo por larga pieza a gusto Con ellos chanzeado, (de ante mano Dando total destierro al illusorio Hipocrita pudor, i a su dilecta Que las matronas frigidas seniles Modestia denominan) o degrado, O porti despedidos todos salgan: En el siguiente dia, a sus preceptos Factible te serà prestar oìdo. A vos divina prole dotò el cielo De la mejor medula en el versatil Cerebro sobre todos, de tal suerte Que con fatiga leve en el se graban Profundas filosoficas ideas. Fue a vos dado organismo sobrefino, I espiritus vitales tan volubles, Que puede vuestro ingenio juntamente Concebir, sondear sin confundirlos Mil obgetos distintos, i en la mente Conservarlos por clases; con todo eso El vulgo enfaginado con las idas Frecuentes, i venidas a tu albergue De eminentes maestros en las artes, Oirà embaucado tus sentencias. Mas advierto que ya final hastio De las ociosas plumas te conpele A levantarte alfin: en vano el temple Calido solicita tu pigricia; Negocios de importancia, i gran decoro Te esperan en las horas remanentes. Alto pues, o primarios servidores
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De los grandes señores, confidentes Sin macula ministros; ya el instante De armar està inminente a mi divino Aquiles, i a mi Cid de nueva planta. He aqui que de tus parpados pendientes Acuden puntualisimos sus siervos Con calor a la empresa. De alto saio El uno te reviste con pinceles Del Catai floreado; o si lo pide La rigida estacion blando ropage Talar de blanco armiño te circuie. Aquel de bien labrado cristalino Pico te vierte el agua, que recoge Argentada bruñida oliente concha: Quien te ofrece jabon mixto de admizele, Quien de candida almendra la substancia: Quien energico extracto diestro embebe En cerdosa escobilla, que relabe Nevosisimos dientes en tu boca. El otro licor raro te profiere, Que qual ampo blanquèe tus megillas. De sobra a ti has pensado: en otro asunto Es tiempo de poner el pensamiento Nada indigno de ti. El celeste influxo Al noble mozalbete ha destinado Consorte con quien pueda el grande peso Dividir desta vida. Què te a sustas, I palido te paras? De las bodas No es mi intencion hablarte: rancio fuera Mentecato doctor, si tal consejo Improvido te diese. Tu no adornas Tu mente, i tu persona con esmero De dotes tan grandiosas, con designio De hacer alto en carrera tan lustrosa Abandonando el mundo con su fasto Para yacer obscuro entre los padres Infaustos de famiglia a yugo uncido Mas pesado, i penoso cada dia, Abgeto garañòn de raza humana. De otra parte un marido quanto hostiga A los galanes socios de brillante Camarada marcial, quando indiscreto Osa llevar ridiculo en triunfo La decrepita fe, i la pudicicia, Melancolicos nombres! qual no suele Hiel en vos despertar cuando con gozo Estatico menciona de vendimia I cosecha los reditos quantiosos, el servil pedagogo, ruin pedante De sus caros hijuelos putativos;
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I poco recatado no se abstiene De la insulsa mixtion de tales cosas Con puntos peregrinos, i conceptos Trascendientes los terminos vulgares, Expresados en formulas divinas, Que avivan los talentos portentosos De vuestro inimitable gaio coro. Malhaia pues, perezga en continente Quien te insinùa insipido himeneo. No es justo empero estar sin compañera Que sea Joven Dama esposa de otro, Porque a si lo requiere el nuevo rito Del mundo, del qual eres ciudadano. Parvulillo el Amor en tiempo antiguo De su hermano himeneo en la custodia Perpetuamente estaba: pues la madre Recelosa de entrambos se temìa Que qual ciego el primero peligrase Misero, i solo por obliquas vias, Y que el humano genero tomado De mira por el flechero incauto, i falto De freno, i de caudillo, no corriese Aun acerbo a su fin; si bien del mundo Al imperio nacido. A esta causa El hermano menor bisoño al grande Recomendò, dicendo asi: hijos mios, Id ambos a la par: el mas potente La saeta despida: a cierta meta El mas cauto la guie. Desta suerte Marchaba en sociedad la yunta amable, I en un estrecho nudo, i reino sola Las almas vinculaba: entonces Febo Por siempre columbraba en liga estrecha Pastor, i pastorcilla en bosque, i prado, La luna los veìa en campo, en fuente Pareados en talamo beato, Que a porfia de lirios, i de rosas Recolmaban entrambas las deidades. Mas deque no es capaz aun en divinos Ambicion corazones de la gloria? Las alas del amor total aumento Tomaron subcesivo, i a si mismo La pujanza con ellas, gran maestra De reinar, conque luego tomò el vuelo Moderado rampante, i poco a poco Levantòse eminente, i alfin fiero Blandiendo su carcax, i erguida frente Exclamò deste modo: sì, sì, quiero, Entiendo reinar solo: En continente Revuelto acia su madre asi le dixo:
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Como què Amor el maximo entre Dioces De Venus prole inviera jamas leies De alguno recivir; de un vil esclavo? Ni el amor una vez de hoi mas no pueda Sin consorte harpear los corazones? Disolver no podre el estrecho lazo I otro nuevo estrechar? Como es factible Que ver consienta yo mis taladrantes Venablos embotados con unguentos Obstaculos de llagas mas profundas? Porquè mas antes, madre, no me privas, No me despojas tu de aquestas armas, Que agovian estos ombros, i madrastra No me paras el infimo Cupido? O que bello vivir quando tu solo Reinares de mi en vez! o bella vista El verte desgraziado darte maña En estrañar el tedio, i el fastidio De animas desvirtuadas sin aliento I yelos dispensar, en vez de brasas. Entiende pues o madre que resuelvo Reinar sin competencia; a gusto tuio Nuestro dominio parte, solo medio De estar yo en paz contigo; nunca nadie Asociado me halle de himeneo. Aqui callò Cupido, i con amagos Exigiò de su madre la respuesta. Mas ella con sus lagrimas, e instancias No pudiendo aplacarle, a la fraterna Discordia impuso fin, asi diciendo: Yaque entre vos no es dable la concordia, Dividase el imperio: que un hermano Del otro segregado estè por siempre. Vuestra accion, i sazon diversas sean. Tu indomito flechero en corazones. Penetra dominante todo el dia. I tu de blandas flores coronado Nocturno conglutina con tu antorcha Los cuerpos conjugales. De aqui trae Origen, Señor mio, el grato rito, Que indulta a los esposos los abrazos De las tiernas esposas por la noche; Mas a vosotros, venturosa gente De mundo mas feliz, el goze entero Del corazon de aquellas. Quizà el punto Dichoso està propinquo, en que los fueros Seràn amplificados de Cupido, Si usurpare a su hermano algun derecho Como esperar es justo. Tu entre tanto Aplica tus oidos a mi Musa,
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente Oye qual atencion, i qual servizio Matutino es debido a la Señora, Que de grado, o rogada por tu Dama Se declarò propicia con solemne Tratado inviolable, i pactos mutuos, Con testigos de union tan cara, i digna. Ya la dama gentil, en cuios lazos Amables implicado estas con gozo, Sus parpados abriò a la luz del dia, Pensando antes de todo en donde alegre Vela pasar contigo, no sin grave Consulta del consorte mui poco antes Al beso introducido de la mano. Ora pues llegò el punto el mas preciso De mandar a tu page el mas astuto Confidente al palacio con el ansia De informarte, si el sueño el mas tranquilo Le ha usado cortesia, i si Morfeo Le ha sido liberal de sus echizos Con imagines gaias. Y aunque a noche Admiraste embaido en su semblante De fresquisima rosa el grato tinte; I vivaz qual risueña mas que nunca Contigo desmontò de su carroza; Recusando por chiste con sonrisa Tu solicita mano por las gradas; Descuidarte con todo no es debido, Ni remiso omitir obsequios tales. Ai! o quantas fantasmas, i malignos Espiritus frecuentes se atropellan, En daño del reposo de los hombres! Podria por desgracia el can de faldas Con ladrido improviso el caro sueño De la Dama auyentar, conque agrimada Diese en sudor mortal, que frente, i lino Humectarà copioso: o el gran Padre De los sueños alegres, i de tristes Podria en el celebro ideas tales Consociarle, que monstruos, i quimeras Fraguasen angustiosas, que el ahinco Vehemente de vozes concibiendo, Prorrumpir no pudiese de asustada. Tambien la malograda moneda aurea En naipe mercurial a la Señora Como al Señor desvelo causar suele. Mas de una vez la invidia, bienque noble De alguna linda Dama con requiebros De muchos cortejada: tal vez viva Zelotipia aunque breve, ser pudiera Inocente ocasion de tal vigilia.
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El marido importuno fuera desto De la cesion diurna memorioso Qual de gran sacrifizio, se devenga Tirano de la noche, los derechos Usando conjugales segun rancio Estilo inveterado; no sin susto De la esposa presaga de inminente Deplorable hajamiento en pocos lustros De la fresca belleza prenda amada. Ora pues avisado a quales casos, I maximos desastres las visiones Nocturnas exponer suelen las Dames, Guardate de olvidar el matutino Cumplimiento oficioso con la tuia. Entre tanto que aguardas del mensaje El exito importante, el ocio indigno, Magnanimo Señor, alguna parte En ti no tenderà, no. En aqueste punto Suda el buen labrador del campo ameno En la labranza asidua, i a la esteva Sus manos endurece, mui pagado De ver que su fatiga aureos coches I platos peregrinos te fructùa. En la misma sazon està el artista A su azuela, cincel, i escoplo asido. En tu pro con teson vela i fatiga De Temis el ministro. Ya te aguarda Cristalina oficina polvorosa Arbitra de tu humor i fantasia, En donde el arte maximo realze Darà con sus primores a tus dotes, Conque ostentes al publico talante Amable, aspecto grato, premio digno Del mundo universal, i de sus artes. Mas tres, o quatro vezes en el quarto El Señor ya girò con desgreñada Cabellera esparzida por los ombros Qual cumea Sibila maga horrenda Vaticinar solìa de su estro Fanatico agitada: Desta suerte Procura evaporar de su cabeza Fermentacion nociva de las acres Oleosas unciones, i de polvos, Que roerle pudieran como insectos Asquerosos la cute; o con aguda Jaqueca traspasarle entrambas sienes. Alfin en peinador candido embuelto Se sienta talantoso: espejo enorme Ante su faz pompea, i no parece Sino ostentar altivo la fortuna
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De acoger en su seno trasparente Del semidios la imagen; i severo Presidente que explora tu pericia, O voluble arquitecto de cabellos. Mil olores le vuelan al entorno Del aura en las alillas semejable A rapaz mariposa de perfumes De varia confeccion. Pero ante todo De mi Señor te informa qual prefiere Vertir sobre su trenza, i bucles rubios De azahar, de jazmin, o de junquilla I de ambar la pomada mantecosa. Mas si la esposa agena al Senor cara Con duelo del nupcial lecho reciente Sacudiò de su lomo muelle el peso; Toda suerte de olor ah! evita cauto; Sino tres vidas en azar pondrias. Simples sean tus balsamos entonces, Ni dellos hagas uso, si primero No huvieren decidido las narizes De nuestro comun dueño. Mano luego Echa del terso peine, i su melena Sulca ligeramente con sus dientes, Despues la desparrama con desorden, I dales a la fin preciosa forma Conforme al gran modelo de tu mente. Hablado te he en compendio; pero luenga Serà tu operacion: no es dable cima Darle sin acidentes, que perturben El intricado hilo de tu empresa. Mira de quando en quando el terso espejo, I observaràs tal vez sus tiernos labios Morder nuestro señor con sumo empacho Del rostro apitonado sobre modo. Si imperita una vez tu mano fuere Veràsle patear con furia, i vozes Imperfectas preñadas de dicterios. Puedes tener tambien por cosa cierta Que qual bello iracondo con sus uñas Harà fatal estrago en los graduales Capilares anillos en un atomo, Que cuestan tantas horas, i sudores. Que mas? si en punto crudo el ruin antojo De conformar tu fragil edifizio Te viniese al prototipo del rostro, Olvidando el dechado que de Francia Fue bienvenido ayer; ai de ti triste! Qual terrifico raio a tu cabeza No amagarà inminente? En pie ponerse Verás a tu Señor, i de sus ojos
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Lanzar encandilados ira, i rabia I mil imprecaciones de su boca E formulas infames provocantes, Cominando ademas baston ñudoso, Trastornar el recaudo por los suelos De cristales, de peines, i pebetes: Aguisa de irritado sacro toro De Jove a los altares, o a los de Isis, Que si tronzaba redoblados nudos, Por tierra se veian trompas, hachas Trevedes, tazas, bendas con bramidos, Que resonar horriferos hacian El tolo concavo del erguido templo; I el pueblo, i los ministros a los golpes Hurtar el cuerpo de torunas hastas Coronadas poco antes de follage Aureo, i de olorifero floreo. Animoso tu empero, sufre un poco Reservate a mejor fortuna; es fuego De paja el de la colera en el noble Pecho de los magnates: de ai a poca Reportado veràs varon tan grande Indultar tu paciencia, i sobre todos Sublimarte con frase mui submisa, I escusa inusitada para otros. Conque seguro entonzes sacerdote De lujo, a Filauzio de los grandes Sola divinidad, victima cara Le inmolaràs, con premio distinguido Sobre qualquier artista el mas famoso. Mas ya, señor, a ti mi musa atenta De nuevo se dirige, ni es un crimen Haber sermocinado breve rato Con sugeto participe de serios Arcanos por tu gracia: pues tampoco Ignoras, que el tal suele cada dia Regular las cimeras soberano, De ingenios de alta esfera, i asimismo Las altivas matronas que en sus coches Desdeñan de mirar pedestre turba, I urbanas se entretienen con el mismo En festivos juguetes, quando expuestos Estan sus candorosos pectorales A su privilegiada artista mano, I el aureo volumen de sus hebras. Suplicote por tanto aquestos versos No mires con desden, oye en que modo Podras amenizar las muchas horas Que el marfil criador consume dando Linda forma a tu pelo, o nunca vista.
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente Elegante librito estara expuesto Ante ti entre los varios utensilios, Que las artes reunen con la mira De disputar la gloria a la natura De hacerte a todas luzes tan amable. Seràte cierto grato por su tersa Bruñida superfizie de piel fina, Que cordovès, o marroquino bravo Curtiò peritamente; i por el oro I tintes de cambiantes palominos, Obra prima de artifice extrangero. Toma pues con relente el gaio libro, I bostezando desde luego le abre Donde el caso, o liston te condujere. Tu o Voltaire de Francia gran Protèo Censurado, e incensado en demasìa, De sazonar sainetes gran maestro A todo paladar con nuevo estilo, Presenta a mi señor estudio ameno En tu donzella de Orleans, que en mucho Es superior a Henrique, aquel Henrique A Bullon inferior, i a Gama, escollos De la soberbia Sena en sus trofeos. I tu de Francia honor en mil escritos Celebrada Ninon, Aspasia nueva, O moderna Leonzio de sapientes Parisienses hombrones, tus conceptos Instila a mi señor. Tambien su mente O Fontanie, Bocacio, o Ariosto nuevo, Solaza con tus fabulas milesias. Estos sean tus clasicos autores Con otros mil Romanzes que en Europa Introduxeron sin ningun recato Sultanes con turbantes, i persianos Personages con bellas cautivas A fabular, i damas peregrinas De Arabia, i a los canes con fenizes. Merlos i papagallos, i a las grullas De amor grandes doctoras en convites; O pasto digno de animas heroicas! O preclaros ingenios del gran mundo Benemeritos tanto! A ti se incline El vulgo reverente, i con asombro Reciva tus oraculos: Acaso Befar osarà alguno tus apodos Contra el propio pais, i su ignorancia, Cuando con caudal de alta doctrina Intentas despejar con tanto acierto La gotica calina de los ojos De tus conciudadanos topos ciegos.
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Nunca pues sobrevenga en punto crudo Alguna ocupacion que te costriña Sobreseer a estudio tan precioso En tan proficuos ratos, que al cultivo De tu pelo destinas, i de ingenio. Seràte indispensable sin embargo. Suspender tus estudios, i a negozio Acudir de gran monta, pues mercante Recienvenido frivolo te ofrece Bagatelas sin numero, i de nuevos Vocablos inventor, por trasalpinos Mil dijes te dara impostor, del patrio Terreno producciones: mas sin falta Dale credito tu: Quien de enlabiarte En tus barbas tendrà, señor, la audacia? Contrato està dispuesto a hacer contigo De mil ricos joyeles o de compra, O de permuta, que la reina moda Consentirà vivir un dia apenas En lustrosos estuches. Despues desto Irase alborozado con la bolsa Rellena de tus aureos escudos, Mofandose de inutiles blasfemias E imprecaciones mil de la infelice Industria malograda, i vanos pasos Del fatuo sastre, i del pedestre artista, Con insulto entonandoles ufano: Teneis bien merecido aqueste premio O esclavos insensatos de la odiosa Comun necesidad, antigua madre De las artes, i ciencias, mas con todo Lacerada mendica de presente. Mucho mejor huviera sido al yugo Someterse del lujo victorioso, Como solo capaz en este tiempo De vertir su inexausta cornucopia De aplausos, i riquezas, a las artes De nadie disputados galardones. Es ora ya otrosi que a ti se incline Diestro iluminador de los retratos Estipendiado agente de bellezas En la corte de Venus. Tu al instante Urgente da le prisa, deseoso De contemplar la imagen del obgeto Amado en el marfil, que mui al vivo El pincel retratò: o ya el retrato De ti mismo en que sempre estando ausente Se espeje la pudica esposa agena. O si mas te pluguiere el de otra llama Furtiva represente sin reserva
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La persona, i sus partes mas arcanas. Mas luego que a tu examen la pintura Se expusiere gentil, exacto indaga Si es conforme al archetipo la copia, Con maximo rigor, si tu semblante Delinear pretenden los puntillos Coloridos simetricos del arte O quantas notaràs pecas! o quantos Relevaràs lunares! ya el carrillo Atezado aunque rojo: ya la boca Marginada mui mal, si bien pequeña; Ora chata nariz, qual la de Etiope Bienque aguileña, havran de parecerte Complacete ademas en poner tachas Al pintor que los musculos volubles No haze sobresalir, ni el bulto augusto. Ni da garbo al contorno, i apostura De tu imagen iman de corazones, Cierto es que de Zeuxis, o de Apeles Te es incognita el arte, ni tu diestra Al lapis se abatio, de tus iguales Genial ocupacion en otra era Incapaz de mas noble, i deliciosa Reservada a tu siglo. Què no puede El gusto superior a los vulgares Preceptos, concedido privilegio Del cielo a vuestra clase, cuia vista La niebla trascendiese de las otras Inerrable en el bien, el vero, i bello! Por tanto aquien te place con franqueza Critica, magnifica, sin dar nunca Quartel aun al famoso triunvirato Pictorico de Italia, i mucho menos A Ribera, Velazquez; i Murillo I de quadros incognitos antiguos Indica los autores, i las copias De sus originales nunca hesites En decidir audaz. Pero si alguno Insultante risada de ti hiciere Tema la magestad de tu semblante Vuelvase a la pared; i mientras pone: Mordiendo entrambos labios, freno envano Al jovial rebenton de carcajadas, El diaframa indomito le rasguen; Convulsion violenta le deforme El rostro feamente; i tos sonora Le sufoque en castigo de su infame Fatua temeridad; Mas tu no creas, Que algun mortal de ti quiera befarse E intrepido en tu catedra decide.
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Guarda pues la preciosa miñatura De nicho cristalino en la custodia Con fruicion frequente en el confronto De la hermosura tuia, i de tu dama. O a los invidos ojos tenla oculta Engastada en brillante frontispizio De terso recipiente de tabaco. O brille en diamantino Anillo de oro Sobre el dedo menor; o de las gracias Nativas de tu faz avive el fuego Vinculada en pulseras de granadas De la pudica agena cara esposa. Pero ya llega al fin el docto peine Del artifizio instable: ya el blanquillo Elegante ministro esparze entorno Con rapida mozion del agil mano Nubada polverosa, conque el pelo Candoroso se pare sin ser cano, En llanto horrible resonar fue oida La regia del amor: El lento anziano Con su encrespada cute, oso protervo Contender con el nieto en la presencia Del monarca comun, no sin ruidosa Derision de los jovenes mordazes. Gran tumulto de aqui nacido huviera Si el amor tan acerrimo enemigo De la desigualdad no huviese hallado Idoneo expediente, que extinguiese Rencillas en su corte. A todos quantos Militan veteranos a su sueldo, El medio sugiriò de imitar listos La duplicada rosa que natura Dibuja en las mejillas juveniles. Despues a señal dada por Cupido Aligeros ministros vagas plumas Se vieron sacudir por el ambiente De candido mana con gran diluvio Sobre doradas, o morenas hebras De juventud flamante. Con tal medio La edad lozana, i la caduca a ojo No es dable discernir: el solo tacto De los años es juez de hoi mas perito. Ora pues, o señor, lumbrerà insigne I apice en el imperio de Cupido Su sacra usanza observa. He aqui el polvo Difuso en el retrete con el aire En conflicto, de mil subtiles atomos Llena el ambito todo: Date prisa Impavido te arroja de la niebla Polverosa en el centro. Victor! victor!
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente Asi tu antepasado del gran Marte Se lanzò entre los humos, i los raios Intrepido en defensa de los mustios Pavorosos hogares de la patria, I derrotò la hostil atroz falange Madido de sudor, de sangre, i polvo Espectaculo horrendo ante sus mismos Ciudadanos seviò. Mas tu al contrario Apacible, i donoso en blanco expolio De aristas subtraidas a las fauces De labrador famelico, te avanza, I con vision jocunda de tu rostro Beatifica a la patria desojada, Que con el brazo armado del abuelo, I del nieto con la faz graziosa Ha sido puesta en salvo; i en espera De tu salida està, i las pocas horas Que tardas en salir se crée miles. Insta ya el gran momento tan ansiado, Deque con mano leve tus donzeles Te ajusten galas cien, hijas de moda De la voluble Sena, que con gusto Las bordò inimitable, i con el corte Les dio gracia sin par fastoso sastre Que el timbre de Monsieur en su divisa Blasone de finisimas tijeras. No solo dè la lei a la mudable Materia la estacion, aunque tan varia, Mas tambien la labor, i la riqueza Efimeras varìen, sino horarias. Numen de Marte, salvaguardia invicta De tales semidioses, el alfange Cine con fausto auspizio a mi pimpollo, Ni corto, ni liviano, mas qual cumple De belicos asomos en el tranze Longisimo hasta el suelo, i de tres filos Con guarnicion enorme; lo mas alto Que posible serà, del talabarte Pendulo sobresalga, para el uso De apitonada diestra subitanea En lanze peligroso: ni desdeñes Con dedos sanguinosos, i tremendos Sus orlas adaptar: son obra prima De candorosa mano, dulce prenda Que suspendiò al fendiente con tu torche La casta agena esposa al mismo cara. Tal del famoso Artùs la corte vido Enamoradas jovenes audazes Engalanar con plumas, i listeles Cimeras, i penachos de guerreros,
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Que nuevo ardor sentian, contra monstruos En selvas encantadas, i desiertos. Progenie de memoria, inclitas musas, Que descendisteis invocadas Diosas, E hizisteis la revista de las huestes I Gefes a los celebres cantores De Aquiles, i de Eneas; vuestro auxilio Necesitado imploro, suma empresa I ardua es sin vuestro influjo hacer la lista De los preciosos dijes, que ornar deben De mi señor el habito flamante, Antes de hacer ostenta de su pompa En publico paseo; o en la tertulia. Pero qual entre tantas la primera Serà de tus alajas, que la rica Valumba formar deben? todas ellas Son de valor igual. Primeramente Nitidisimo estuche en piel bruñida I floreado en oro se presenta Ufano, i desdeñoso de la turba, I el corazon te roba con los ojos, Blasonando en su seno gran recaudo De utiles instrumentos a las uñas Cute, orejas, i dientes. Los honores Primarios contrastar parece a este Cristalino frasquito de licores En proximo peligro de la vida, Conorte inestimable quando el vulgo Vecino exhalar osa a tus narizes Efluvios hediendiferos en copia. Ni menos oportuna a ti se ofrece La tumida purpurea bolsilla Colmada de fragancias, i de estractos De solana colina trasmarina. Con ella otrosi viene socio digno Vasito de cristal, en que se incluie Preciosa confection de acres aromas De maritimos ambares, o bucaros Producto del Japon para perfume Del halito celeste de los grandes: O el jugo que prepara, i confecciona El Indio con la cima de la incisa Amapola letea, opio celeste Que si por suerte amor menos felice Te amancillare el alma, por tus venas Serpeando somnifero te calme Los inquietos espiritus, e infunda En tu mente estupor grato de amables Visiones formador, que a tu deseo Placientes lisongeen algun poco.
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No te olvides tampoco de la alaja Importante de anteoio, o de aurea lente En Londres fabricada: Aquel nocturno Te servirà en teatro, desde donde Observaràs propinquo, aunque remoto El pie danzante, i el canoro labio; I con ojo linceo, qual maligno Penetraràs arcanos del obscuro Mirador no desierto, o los amores Principiantes en otro, o moribundos, Que en el siguiente dia a tu facundia Materia subministren maldiciente. De la lente diurna el vario uso Te puede divertir sobre manera; De tu mirar economa presida, De tal modo dispense tus miradas Que el distinguido satisfecho quede Del malvisto no tenga audacia alguna De dolerse jamas. A tu sentido A mas desto aplicada, los palacios Alcazares i templos califique De Toledo, de Herrera, i de Monegro, I de quadros flamencos, o italianos. Las galas, los arreos, los afeites Del sexo juez regule, i aun los libros. Quien del senso comun serà tan falto Que la osadia tenga temeraria De chistar contra el fallo perentorio Del ocular sensorio de tu lente? Ni por eso, señor, a menos tengas Ante tu espejo oraculo infalible Echar mano del vago lindo libro Del diario galante de la Sena, Ni de tersas eburneas tablillas Deposito precioso de tus raros Conceptos memorables para el dia De la terrulia insigne. Ni tampoco Del erario manual tan necesario De varias alfileres: o que vezes Caballero sagaz se vio dichoso En fruicion palpable de sus manos, Por solo un alfider a sazon dado! Mas ai! Donde el cuchillo dejativo Desmemoriado dejas, que con doble Lamina se distingue acero, i oro, Cuio mango de nacar cambiante Qual iris brilla amable? En fuerza deste Has de ser superior en el convite Aquienquiera aspirare a la alta fama De egregio trinchador: con grande invidia
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De tus pares, de un golpe si dermochas Al capon, o faisan suspenso en alto Con tridente argentado. Entrambas faldas Del jubon floreado el Sevillano O el Havano enchiràn en la tumbaga De esmaltes ingeniosos, o en senzilla 970 Olorosa Origuela. Tambien salgan A luz los refulgentes diamantinos Anillos ornamento de tus dedos I el cerquillo campèe con motetes Esculpido de amor, dulce recuerdo 975 De la casta a ti cara esposa de otro. Ultimada està ya la grande obra, Oyes ya rimbombar los espaciosos Atrios con la alta tralala de patas Herradas de quadrupedos fogosos 980 Que versatil Auriga ora revuelve, Ora recula ufano. Tu te apresta Con relente a engreir aun a los brutos Con tu celeste peso. Mas no cumple Al grandioso señor, de su retrete 985 Superior descender, antesque el yelo, O meridiano ardor por larga pieza, No haia vejado al misero cochero, Conque siervo a la fin caiga en la cuenta Del inmenso intervalo, que entre el dueño, 990 I su persona corre. Io entretanto Continuarè la emprèsa que me incumbe De prescrivir mis aureos avisos Al matutino curso concernientes, I sus obligaciones fortuitas 995 Segun vicisitudes quotidianas Es bien que un dia emplees en la pluma, I divulgues tu maxima doctrina Por la erudita Europa, con soberbia Edizion de tus partos, que de Venus 1000 Partidario, i de Momo preconize El impresor venal, o el impresario Mas potente de escena forastera, Con quien la joven su mediocre, o insigne Habilidad contrate por tu medio, 1005 O el no esperado premio de su canto Obtenga preferida. O de grande alma Beneficencia heroica, primer timbre Que al merito das mano, tu alos grandes Ensalzas sobre el vulgo, i a la junta 1010 Agregas de los dioses con tu influjo. Otro dia, i aun todos, al afeite Destina rapador, que el bozo apenas Despuntado cercene dulcemente, 965
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Como quiera que tiène ciertos visos 1015 De reservarse a si el derecho insigne De escudriñar tu sexo. Tambien cumple Dedicar otro dia al lavatorio Perfecto de tus miembros, con la esponja Pasando voluptuosa el oficioso 1020 Page tu tierna regalada cutis. Funestarte ha quiza tu ser caduco En tal operacion; mas la memoria De tus antepasados, de sus hechos, I ociosidad ilustre por cien siglos 1025 Derivada en tu sangre, azar tamaño Disiparà en tu mente, de la gloria En las grandiosas alas por los aires. Alzate encontinente qual primero Semidios a ti solo semejable. 1030 Asi es fama vulgar que el quinto dia De escamas horrorosas las ilusas Magas se revestian, i en serpientes Rampear convertidas espirales Por los suelos, mas la alba subsiguiente 1035 Felicitar mas bellas las veia A sus amantes ledos, i en un punto Los mares trastornar con aire, i tierra. Necesario es tambien que con tu mano Discreta el arco aflojes casi siempre 1040 Tendido con tareas infinitas. Ninguna cosa el cielo vela tanto Quanto tu alma salud; a los mortales Miseros es tu vida gran tesoro. Tu pues quando raiare la mañana 1045 Con placidos albores, al paseo Jocundo, i salutifero pedestre Te encamina, i conforta con el aura Matutina tu bajada, aunque celeste Complexion: de badana la mas fina 1050 Purpereos botines te caucionen Pulposas pantorrillas contra el lodo O el polvo molestoso. A tu persona Circuia rozagante saion amplo Ondoso en las espaldas con angostas 1055 Mangas de azul velludo, jalde, o rojo Orladas, marginadas con donaire. Finisima corbata tu garboso Cuello faje galante. I el cabello? El cabello, señor, aun informe 1060 E intacto del artifice a la mano Se estè: seria error craso dejarle A discrecion del viento licencioso, Fluctùe difundido por los ombros,
Ya propio, o ya postizo le coarte 1065 El eburneo peine con sus dientes. Asi que tu individuo no sin arte Havràs ataviado, negligente Sal a pie a respirar la aura suave De mañana risueña, baston alto 1070 Cimbrando por las calles, i corriendo De relampago a guisa, i la canalla Vulgar atropellando, que a tu curso Estupida hace obstaculo; sin esto Naceria el absurdo el mas horrible 1075 De marchar indistintos sin decoro Como el vulgo los heroes sublimes. Esto, señor, te baste por aora Pues el relox da prisa a tu partida. O que erario menudo qual precioso 1080 De pendulas preseas de el no cuelgan, Con reciproco choque que al oido Huelgan con retintín! Aun carrozillas Con pigmeos potrillos pendientes Se ven de su cadena, i las insignias 1085 De arquitecto sectario: i entre todos El dije sobresale prenda, i arra De fortunado amor en miñatura. Lejos lejos profanos, sois indignos De penetrar tan alto. Si, vosotros 1090 Del siglo precedente, vuestros nietos Venid a contemplar: con los puñales Armigeros al lado los monteses Holgasteis habitar tristes castillos, I ceñudos con rigidos mostachos 1095 Entre alguaziles ruines erais vistos En sangrienta consulta fiero asalto Maquinar contra puentes levadizas De vuestros adversarios, nada menos Armados que vosotros. Mas oi dia 1100 Con suerte mas felize se divierten Mansisimos los nietos, bagatelas Sacudiendo pendientes; i si el mundo Infante reducido a la primera Simplicidad niñea, son autores 1105 Ellos de tanto bien. Tu o señor vete A alborozar la mesa de tu dama, Presentale oficioso los lamines Dictador de su gusto, i apetito. Imprime en tu memoria el gran dictamen; 1110 Quei ilicito es al grande ser mediocre En toda coyuntura: el solo pueblo Se vea coartado; sin confines Talento, i corazon te diò natura:
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6. Apéndice I Conque esquiva solicito qualquiera 1115 Vianda, o la devora en gran quantìa, I asi te haràs famoso en abstinencia, O ya en voracidad. A dios en tanto O delicia de la especie humana, Columna, i gloria eterna de tu alcurnia 1120 I patria venturosa. Ya tus siervos Dispuestos en dos filas a porfia Con submision submisa te cortejan, Precursor uno dellos tu inminente Aparicion anuncia a todo el mundo 1125 Estatico a tu vista, i otro listo Timido te sostiene quando montas La dorada carroza, en donde yaces Repantigado en angulo mullido. Apartate, i el paso luego cede 1130 Al trono pasagero, o vulgo andante, De mi señor, que en el pompea altivo. Ai de ti desdichado, si uno solo Malograrè por ti de sus instantes, Instantes preciosisimos sin duda; 1135 Te amedrente el pavor del alto auriga A la lei superior, nunca domable Con verga, ni con penca: mira, guarda, No te impliquen las ruedas en sus raios, I arrastren por las calles con cruento 1140 Rastro de tu plebeia impura sangre Espectaculo atroz! justo escarmiento!
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Entre banquetes vespertinos lautos Avanzarme osare cantor humilde De amor extimulado por ti solo, Magnifico senor, que espero en breve Ver dictador de modas, i modales A la Europea flor. Tal en lo antiguo Entre las aureas copas, i licores Enguirnaldados laureado Jopas Poeta modulaba, quando Dido Festejò al buen Eneas, cuio talle La memoria extinguiò de su Siqueo A la princesa incauta. Tal de Ulises En Itaca privada el cantor Femio Divertia al convite de los grandes Pretendientes con citara canora. Inclina pues benigno tus oidos En tantoque Talia te conduce A la mesa de Elisas, i pudicas
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Penelopes equivocas galantes. Declinando ya el sol del medio curso Desciende acia el ocaso, i los mortales Esclavos de las horas de nuevo hinchen Las calles acia oriente tenebrosas. Solo el capricho a ti la lei dar puede. Tu dama ya ultimò la gran consulta Con el espejo fiel: ya sus arreos Imperiosa pidio, i volvio voluble: Ya mas de quatro dueñas, o donzellas En extremo agitadas con sus sales Lacerò, e invectivas: de si misma Ya complacencia tuvo, ia disgusto, Qual conviene a su gusto fino instable, I a su celeste merito justicia, I a sus panegiristas tambien hizo. Los varios utensilios del afeite La camarera fiel de sus cariños Confidente aunò; ya con mantilla Velada trasparente tu señora, Quasi ara tu telar de su bellezza Se sentò en un tapete del estrado, Heroes mozalbetes le hacen corte Los lazos refiriendo de los otros; I los tuios detraen no mui lejos En el cortejo de otra mozalbetes. El urbano consorte a tales chanzas Se sonrie tranquilo: o sin algun poco Inquieto pareciere, tu tardanza La unica causa sea: De sus iras No te cuides señor; si a par de vulgo El animo imbecil postrò rendido Al yugo conjugal; del vulgo a guisa El acerrimo extimulo de jugos De famelico estomago lo pene. O si resta a un marido algun vestigio De indole generosa a mesa agena Se atenga en el servicio de otra Dama, Cuio esposo se huelgue al lado de otra Del ausente consorte mui contenta: Desta suerte el amor alternativo A su cadena inmensa de incremento De recientes anillos, conque suele Las almas vincular dulce tirano. Mas sea como quiera, con descoso Avanzate en la estancia mas interna, De tus pasos la trapala ruidosa Entrando te pregone. Ya al encuentro Te viene el buen consorte: En un istante Tu dama sagacisima su mano
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente De la de otro desprende; i mui risueña No afectada sonrisa te prepara Cada qual sabedor de tus derechos Retrocede, cediendote el felice Asiento mas vecino a tu princesa Con dulce expectacion de igual ventura. Tal de Bizanzio, o de Hispahan en regia, Do reclusa en serrallo se marchita La flor de la Georgia, i de Circasia Privativa de un solo, avanzar suele Entonado Agareno entre la turba Femenil que le acata, acia su esposa Favorita entre todas, sus espaldas Ondeando en su marcha magestuosa, Inserta en el turbante su cabeza, Cuio culmen tremola con sonrisa. Ea pues o señor, aora es tempo De esquadronar tus gracias una a una, A tu Dama te ostenta, lo posible Galan, gallardo, lindo, en major punto. Pon al costado tu sinistra mano Bajo el corto jubon, i por el mismo Superior entreabierto se introduzga Al corazon latiente entre cambraies Tu diestra vigorosa: el pecho erguido Se esponje, i ambos ombros se remonten. El doblegable cuello acia ella inclina: De tus labios estrecha los extremos, I frunce los promedios con donaire; Tu boca compendiada alfin profiera Algun murmullo sordo. Mas tu dama Su mano estienda eburnea, i cascante Beso le imprime bien sonoro doble: Colocate en tu asiento al de la misma Acercandole al punto: chistar nadie Del corrillo se atreva, mas tu solo Inclinado algun tanto le susurres Conceptos misteriosos, que sonrisa Reciproca sazone con guiñadas, I ardientes ojeadas de amor hijas Genuinas, o a lo menos putativas. Mas reflexa, o señor, que en los amantes Corazones la calma es peligrosa. En el pielago aun es la bonanza Perniciosa no poco: quantas vezes En la inmobible alcazar el piloto Invocò a la borrasca, i aun negado Le fue tan crudo auxilio, conque imbele Famelico, sediento, i extenuado Yaciò entre chusma inutil por el suelo.
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Cumplete pues por tanto hacer memoria De la noche anterior con sus eventos, I con chistes picantes, i malignos Apodos reprochar a tu señora, Si recivir fue vista con cariño Al reciente extrangero, i con sus labios Entrabiertos suspensa estar, qual concha Maritima aguardando el rocioso Eloquio peregrino; o si con ansia Sus parpados se fueron tras alguno Que de Marte sequaz de grada en grada Implicados ostenta sus laureles Con follages de mirto sin guarismo, Idolo de femineos inciensos. Culpable, inocente entonces ella Obumbrarà su frente con ñublado De indignacion sincera, o simulada, I los nevosos ombros un tantico Encogera; mordiendo con sus dientes El infimo purpureo oculto labio: I alfin acia los otros sera vista Dirigir sus discursos con holganza. Tambien quizà refutarà triunfante El indiscreto azibar de tus quejas Con maligna mencion de tus furtivas Visitas en las casas, en los coches I en el teatro aun de las ilustres Ciudadanas explendidas esposas A las quales auspicio voluptuoso La magestad humilla de los nobles. Dichoso tu, si desdeñosa, i mustia A la mesa tardìa la conduces, I puedes inducirla al sacrifizio De sufrir el fastidio, que la enfada De qualquiera manjar. Los comensales Pueden a su sabor de vuestros pleitos Jocundos sonreirse, i con el codo Tocarse solapado qual maligno. Ah! que con todo rabian en su interno? Quanta invidia te tienen, i ogeriza Viendote afortunado blanco solo De tan dulces desdenes! solo es dado Al esposo discreto heroica calma Conservar interior, i en el semblante, Ostentar alegria sin rebozo Con docil confianza en su talante. O mil vezes felizes deste siglo Maridos tan discretos! quan distintos De los maiores vuestros! Monstruo horrible Salìa antiguamente del infierno
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Con vivoras crinado, i con los ojos En furor inflamados, i con garras Rapantes glaciales, que los lechos Conjugales cercaba mui ansioso Colmandolos de grita, horror, i sangre. Los sotanos domesticos entonces Las selvas, los peñascos, i los lagos Resonaban con funebre alarido De femeniles ecos: en tale era Las hermosas señoras con las manos Cruzadas en esposas, i con ojos Elevados al cielo pavorosas Temblando, lagrimando se veian Presentarse las tazas de ponzoña, I cruentos puñales en salones Enlutados con pompa por zelosos Consortes inflexibles asesinos. O necia Hesperia! tu furor antiguo Allende de la mar, i de Pirene El escarnio exitò de tus vecinos Emulos que te dieron el prenombre De zelosa, durable todavia Sin algun fundamento. No ya el mutuo Del ciego amor deseo, o impulso interno, No ya la simpatia, o genio simil Guia al talamo jovenes incautos; Mas prudencia flematica de padres En canas venerables pesar suele La aurea quantidad, i de la sangre La qualidad divina. Cuando la una A la otra responde, luego su hacha Himeneo sacude: i al esposo Consocia frigidisimo doncella Frigidisima, amante no del novio, Mas si del matrimonio, que da aceso A los ritos del mundo voluptuoso; I hace rostro con jubilo patente A la viril infame indiferencia. Deste modo no son de oi mas temidas. De Megera las furias gorgoneas; Que ultra el Calpe contraste enhorabuena El ingreso a flematicos amantes, O el Oriente perturbe con sus riñas. Se befa oi dia España de lo mismo De que befada fue. Tanto las mientes Puede alterar un siglo! Mas tu nombre Rimbomba ya, Señor, de sala en sala, E infimas oficinas, donde al tacto Finisimo de ingenuos paladares Exquisito sainete se prepara,
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Cuio gusto las fibras solicite, I al alma emparaise de los gomias Con sabores nectareos promiscuos. Mas ya en habito blanco los valientes Ministros dan la cima con esmero A la ardua empresa insigne segun leies De algun hombron nacido en el distrito Que cerca el Rin, los Alpes, i Pirene Quizà con tanta magestad de rostro En la flota fatal a la alta Troya Para huespedes claros cena opima Aquiles aprestaba, i entre tanto Asaba las viandas a la llama Patroclo fidelisimo, i el diestro De carros guiador Automedonte. O tu perito artifice inventivo De lautas golosinas, i lamines, Oiràs, no lo dudes, tus loores Quanto antes resonar sobre manteles. Quien hallar osarà el menor defecto En el noble primor de tus labores? Tu señor campeon saldra en defensa De tu gloria sin par. Malhaia a quantos Parasitos osados pondran boca En ellos contra ti, que seran vistos Erraticos andar al medio dia En rastro de patron que poblar quiera Con famelicas fauces su convite, Frustraneos seràn en su pesquiza Victimas de caninas apetencias. La mesa està dispuesta: En pie te para De un salto briosisimo, i la mano Da a tu dama, señor, i su persona Dulcemente cascante con tu apoio Valeroso sostien hasta la mesa. Marchen despues de ti los convidados, I el ultimo el marido. De los Dioses Prosapia celestial, algun momento Concede sin rubor al dulce pasto. Nunca serà en vosotros funcion baja La refeccion diaria; serlo puede A quienes el extimulo ratero Compele irresistibile. El oso, el sacre, La tigre i el delfin, i todos quantos Los terrestres vivientes a la fuerza Del apetito cedan por instinto. La voluptad a vos unica, i sola Convide con sus labios encarnados. La sola voluptad que los celestes Manjares apareja, i a los Dioses
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente Inmortales atrahe su ambrosia. Falsa es quizà la fama divulgada Que los hombres un tiempo iguales fuesen; De nobleza: i de plebe el distintivo Incognito era entonces totalmente. La misma inclinacion, el mismo instinto Impelìa a los miseros mortales Al comun nutrimento, al comun sueño, I a la fecunda copula. No estaba En mano de ninguno algun designio O eleccion del objeto, sitio, o tiempo. Al mismo manantial, al frutal mismo Al identico abrigo tus maiores Con los del pueblo abjeto concurrian. La misma gruta, el pavimento mismo El retrete ofrecìan, i el reposo, I el quadrupedo mismo vil vestido Para cubrir los miembros: un cuidado Comun de todos era, un solo empeño, Evitar el dolor: Aun no cabia La ambicion en humanos corazones. El estado uniforme de los hombres No quadrò a las Deidades: el deleite A la tierra expidieron, que innovase Su faz enteramente: Qual los Dioses En el campo troyano, tal el mismo Agilimo desciende acia la tierra; Risueña esta se para en su venida Con jubilo inaudito. La dulce aura I Zefiro estival de las vertientes Precipitosamente despeñadas I de fragantes montes le susurran Sus miembros alagando, i el contorno Oreando del bulto con sus alas. Las gracias, i donaires le hacen corte, De sus labios destila los cariños A par de la ambrosia: las centellas Humidas de sus parpados marchitos Entreabiertos prorrumpen, conque el aire Ambiente luce, i arde en su camino. Primeriza sentiste al fin, o tierra, Su flamante vestigio en tu almo seno. Difundiòse en las cosas al istante Mormullo jocundisimo, i su aumento Conmoviò las entrañas de natura. Qual electrico trueno en el estio Que ruidoso se acerca, i con profundo Boato traspasar se ve los montes, Y los confines valles, i florestas Retumban con horrisono estampido,
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Que en lluvia se disuelve portadora De grato refrigerio, i de alborozo En hombres, fieras, plantas, flores, frutos. O entre todos felices! O vivientes Privilegiados de los altos cielos! Cuyos miembros organicos con mano Formo Titan mas diestra, i de fluido Liquido rellenòlos. Los primeros La atractiva sentisteis imperiosa Del celeste motor: en vos bien presto Fermentò la pasion de los placeres: De lo bueno, i lo bello los primeros Adquiristeis la idea, i a su goze Corristeis con anelo. Desde entonces Aquel sexo que de antes era solo Necesario, el dictado obtuvo ilustre De amable, de venusto sobre el otro. El exemplo conspicuo al juicio disteis Vosotros los prototipos de Pàris. Vosotros discernir entre semblantes Femeniles suspisteis los primeros. Glosando sus primores, i lunares: Vosotros los sabores mas preciosos Entre mil segregasteis, i a las aguas Preferisteis el vino, maiormente De torridos sarmientos en solanas Colinas de sulfurea medula. Deste modo el linage de los hombres Diviso se vio en clases; i el plebeio Segregado del noble; el vulgo cuias Flojas languidas fibras no pudieron Del influjo moderno los resortes, E impulsos resurtir, i a par de bueies Encorbados al suelo todavia Del extimulo corren agitados De ruin necesidad, i en la miseria, Vileza, servitud, fatiga, e inopia Nacidos plebe fueron colecticia. Ea pues, o señor, cuia alta sangre Mil invictos riñones han filtrado Desde eras remotisimas insignes En valor, en pericia, i en fortuna; Ia que el trascurso fausto de los tiempos Sus dispersos tesoros en ti solo Ha sabido cifrar, de tus sentidos Disfruta la porcion que te fructùa La providencia augusta de los Dioses. Pero el vulgo dotado de la industria Sea de tus delicias el agente, Nativo porrador de los manjares
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Porfano gustador nunca se vea. Se acerca al ara sacra enfin tu dama De Ceres, i de Baco; tu al momento Abandona su mano, i entre tanto Que solicito el page le presenta La holgadisima silla, de tal suerte Que ni estè mui remota; ni contigua El pecho matronal contra la mesa Sin distincion angustie; un leve salto Da, liviano señor, i el gran volumen Inclinado recoge de su saia; I sientate al istante al lado della. A urbano caballero nunca es dado Desamparar su dama, si incidente No nace extraordinario que le obligue A tomarse licencia tan estraña. Inmoble qual el Termino inmobible Que ni a Jove cedio en el Capitolio, Cediendo Juno, Venus, Marte, i Febo; Exclusivo a todo otro el puesto sea; I si algun ambicioso al lucimiento De suplantarte aspira, brillar piense En genero diverso. O como Baco, I Ceres el acumen del ingenio A cada qual inflama! alli el apodo Revoletea entorno, i en sus alas Fugazes malicioso trae, i lleva Rumores de la fama maldiciente Contra ausentes bellezas, i sencillos Amantes, i consortes inocentes. Huelgase de mirar el frio esposo Indoliente reir alli el primero, I de inquietar tambien con sus amagos Indirectos los timidos misterios Reclusos en el pecho de la esposa. Alli con las festivas historietas Abrazada circula la elegante Disolucion desnuda qual las Gracias, O velada con diafano perspunte Incentivo es maior, conque se ingenia En colorar megillas matronales Con la rosa gentil, en otro tiempo Honor del sexo hermoso al amor grata, I cara a la modestia; i de presente En los campos germina solitaria, I engalana a las Ninfas montañesas Ya se avanza el explendido banquete I la herencia magnifica de tantos Antepasados brilla en porcelanas, Modificada en mil, i mil sabores,
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I varios coloridos en buen orden. Quiza vendrà el capricho a tu señora De repartir las sapidas pitanzas, Que de su mano havran realce grande: El buido trinchante abrillantado Rapido desembaina relumbrante Qual de Marte el falcado acero invieto: Por la punta le aferra entre los dedos, I pando ante su aspecto le presenta; Los tiernos delicados i suaves Musculos de su mano seran vistos Moverse con tornatiles donaires; I las flexibles gracias en contorno Tomaran nuevas formas, ia sus dedos Fugazes recorriendo, ia aleando Por pulposas junturas, ia en donosas Cavidades caiendo en el comedio De articulares ñudos de amor obras. Desbocados mil osculos sin freno De los labios prorrumpen convidados, Ia se arriscan, ia escapan, ia se vuelan: Una ojeada tuia centellante Fulmina, abate tan osado vuelo De tus fueros invicta salvaguardia. Solamente el marido està tranquilo En calma imperturbable como exento De siniestra impresion de la sospecha O de deseo alguno: pues Himene En nuestra edad repapilado ahito De rubicundas rosas en sus sienes No hace pompa; biensì de la amapola De las ondas leteas rocìada. Actualmente himeneo con Morfeo Libreado igualmente corre eternas Parejas en el mundo! o quantas vezes La dama delicada invoca al sueño, Que al talamo nupcial presida siempre I se halla con Imene, i mal de pasmo; Qual ninfa campesina, que en el verde Retoño fatigada se recuesta Segura de recelo, i de repente Una sierpe columbra, en pie se pone Horrorizada estiende entrambas palmas, Con estupor el halito suspende Inmoble enmudecida con hiato La ojea obliquamente. O quantas vezes El incauto galan buscando alivio A su trance mortal implora al sueño, Creiendo llamar necio al grato Himene, I el alma se sintio con el rocio
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Madida del olvido, i sus potencias En el tedio abismadas indolientes. Mas si a la dama ministrar no place, O cumple las viandas, tù en tal caso, Tienta tu con denuedo la alta empresa; Brillarà mucho mas la enorme joia 475 A la vista comun, cebo preclaro Del usurario vil, que la osadia Tuvo de anteponerla a las promesas De tamaño Señor; i los encages Primorosa labor de inglesa Aracne 480 Campearan mejor: los parasitos Envidiaran de cierto la pericia De tu versatil diestra qual preciosa. El trinchador de hoi mas con sus honores A belicos cadetes concedido, 485 Reservado sera a tu industria insigne. Soi contigo, o señor, ia veo, i oigo Feliz observador dichos, i gestos De tantos semidioses que la mesa Coronan, i diversos en modales 490 La condecoran mil. Quien es aqueste Grandioso campeon, que pronto engulle, Que narigante huele, que linceo En circuito mira, i bufon befa Los agenos cuidados, oneroso 495 Volumen arrastrando de amplo vientre? O de fino sentido, i gusto agudo Dotado paladar, en cuias fibras Reside envidiable alma, i dellas chupa Potable quinta esencia de delicias? 500 Quien mas sagaz sondea la natura En todos sus recesos? Quien convierte Nuevo Apicio como el la tierra, el aire I el pielago industrioso en golosinas? Siempre, i quando a la mesa se presenta 505 Su gula inexorable asusta, agrima Las animas magantas de los Padres, Que volatiles sitian los tesoros Mal de grado dejados a su prole, I lacias van plañendo sus vigilias 510 Malogradas, i miseros bocados, Desmoronadas casas de los cierzos Expuestas al rigor, rozines flacos, Descoiuntados coches de chillido Atronador por calles, i por plazas; 515 El inutil despojo de aldeanos Miseros labradores; las avaras Carestias asmadas, las insignias Senatorias, i frivolas garnachas. 470
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Quien a su lado està? mi fe, que el caso Astuto consocio los dos extremos, Conque doble expectaculo campee, I mas, i mas descuellen conferidos. Priapo con Pomona al mozalbete Pitagorico ofrecen gratos dones; Con desden soberano se està ocioso De la vianda omisa; sus effluvios Con fruncidos visages de narizes I de labios esquiva melindroso, Rumiando rebanadas con relente; Heroe nunca tal indurar supo; La esqualida apetencia; ni la fiebre Lasitud, o deliquio su costancia Flaqueò por jamas: de tanta es monta Robustos conservar agiles miembros: Regimen singular, i fama insigne De vasto filosofico talento. Su compasion reserve para humanos El animo vulgar, i en el despierten Facil duelo las ulceras, i cuitas Del projimo infeliz; trivial afecto Nuestro alto pensador de sus entrañas Expele desdeñado, i a mas amplos Terminos amplifica generoso De la misericordia los influjos. “Malhaia quien primero osò la mano ’ Armada enarbolar contra el ingenuo ’ Corderillo, i el placido novillo; ’ Malhaia el corazon que fue insensibile ’ A los balidos tiernos, i bramidos ’ Flebiles, i a las lenguas arqueadas ’ Lamedoras de aquella mano misma, ’ Que (ai de mi!) aceleraba el hado crudo.” A si se expresa el entusiasta sobrio; I entre tanto suaves lagrimillas Manan de las niñetas de tu dama, Quales temblantes gotas radiòsas, Que en la nueva estacion van lagrimando De pampanosos vastagos solanos Con prolificas auras fomentados: La funesta memoria en fatal punto Sele renueva del aciago dia, O dia malhadado! en que la alumna Venusta de sus faldas tierna virgen Retozando traviesa hincò su diente En la plebeia planta de vil siervo, Que iracundo sacrilego la audacia Tuvo de darle un puntapie mui recio, Que a voltearse la forzò tres vezes
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Soplando el acre polvo de sus chatas Delicadas narizes, i su pelo Sacudiendo otras tantas con agudo Descompuesto alarido, que los visos Tenia de implorar pronto socorro; I el eco lastimero en el dorado Taraceado tolo respondia. De la sala inferior subieron todos Los pages de tropel, i de las altas Recamaras las pavidas donzellas Concurrieron atonitas, i a una A tu Dama acorrieron, cuia frente Rociada con esencias, del desmaio Volvio en si: de dolor, de ira, i despecho Fulminante lanzò dos ojeadas Contra el confuso reo, i por tres vezes Llamò con languidez de voz quebrada A su cara Menina, que a su gremio Corrio con la demanda en su manera De completa venganza; i fuiste luego Resabiada progenie de las gracias Meritisimamente bien vengada. Temblo el impio agresor, i con los ojos Clavados en el suelo oiò su fallo. Merito distinguido, o largo curso, O celo peculiar a los arcanos De confidente asunto, no sirvieron Al infeliz de nada: fueron vanas Las suplicas por el: nada valieron Las formales promesas: despojado Se vio de su librea, conque yace Valgo inobilitado: envano espera La suerte de algun amo; pues las damas Piadosas de grima escandecidas Odiaron al autor de tanto crimen; I iacio el miserabile por las calles Con la prole famelica, i esposa Lacerada desnuda al pasagero Intonando sus aies vil mendigo. I tu Menina cara idolo amable Aplacado con victimas humanas Engreida cantaste la victoria. Tu esmero, señor, sea del convite En el auge maior estar alerta En la sagaz revista de los platos, Presago adivinando quales dellos Seràn a tu Princesa mas geniales; O qual miembro de pez, o de ave estraña De su gusto serà; el amor te pare Cientifico anatomico el cuchillo;
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El amor que las partes animales Bien puede analizar, i su natura Discernir con sus usos. Maiormente Insiste, inculca cuerdo, qual bocado Es nocivo, qual sano: de delante El primero le quita, i el secundo Le presenta a tenor de tu dictamen. Conservala robusta a sus hijuelos, De su vista alejados desde el parto, De pecho ageno alumnos el materno Intacto abandonaron por destino: Reprochale tambien censor severo Si el manjar anelàre en demasia Con recuerdo puntual de los achaques, Que origen quiza tienen mui diverso, I que despues achaca al solo vito. Ni des quartel al cocinero fatuo, Que salud damnifica tan preciosa. Jurisdiccion a ti te arroga entera Sobre familia agena desde el punto, Enque el amor, o tedio en dulce enlaze A entrambos estrechò con nuevas leies; Descargado por ti de odioso peso Te estarà agradecido cordialmente Quien derecho blasona de dar nuevo Cognomento a tu dama, i en joiosas Carrozas quartear con los blasones Della los suios propios: gran derecho Que con el dividir osò ninguno! Mas no perpetuamente blanco sea De tu solicitud la Dama esposa, Tal vez te sea licito el reposo; I a la sombra triunfal de ilustre encina De los polvos olimpicos limpiandote Prestar oido al razonar sublime De otros heroes sumos en el mutuo Fabular necesario contra el ocio. Ya sacude uno dellos su melena, I enrizadas guedejas ondeantes Sobre ocultas orejas, i regala A cada sacudida grata nube De arabico perfume a las narizes Del coro circunstante de compadres. Con su ingenio tan prodiga natura Se mostrò que no supo en que manera El rostro hermosearle, i dijo al arte: Estrema mi labor: i el arte suda Las manos a la obra con sus tintes, Polvos, pastillas, confecciones, linfas, Desperdicia por el todo ingrediente:
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Todo quanto reciente, o portentoso Sabe inventar la industria transalpina De aguja, o de cincel en su persona Lo cifra, i acumula. O venturoso Que el primero ostentar de nuevo molde Tabaquera logrò, la etica invidia 675 Despadaza sus pares, i carcome, I de si mui pagado los deslumbra Soberbiamente con la alaja insigne Timbre de fresca gloria parisina. Apareciste ufano a si per suerte 680 O Baco en el Egipto alzando en alto Los gozosos rubies del racimo Primero nunca visto; i tal por dicha Tesalico Jason ostenta hiciste En tu pais del vellocino de oro 685 Al alado Dragon arrebatado. Mira, señor, qual iracundia el nuevo Expectaculo excita en el vecino Heroe parasito: observa, admira Conque afan el manjar quasi en olvido 690 Echa declamador con invectivas. Pardiez que el enemigo està a las puertas, La patria està en discrimen con sus lares. Ah! que mas grave el pecho, i mas urgente Solicitud le inflama: O de paisanos 695 Apocados ingenios! no es factible Esperar de sus manos imperitas, I rudas algun fruto, o invencion digna De personage alguno. Qual artista Sabe buir, quajar hebilla propria 700 De señoril calzado? quien un paño Fabricar que presuma ilustrar fino Titulado señor de pocos lustros? Sin fruto se fatiga quien se esmera En suscitar el craso rudo alcanze 705 De bozales regniculos: es fuerza De la inculta peninsula con daño Prevalerse a desgrado del talento Del novator vecino ultra Pirene. Quien de la Francia en fuera huviera osado 710 Copiar los ornamentos de la Grecia En minimas labores con asombro? Asta aora el buen gusto se veìa Solitario espaciarse por sublimes Cornisas, i arquitraves magestuosas 715 De fabricas augustas al gran Numen Sacras, i a los monarcas; mas hoi dia Desciende deseoso de fortuna Entre las blandas manos de las Damas, 670
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E inclitos caballeros; i bien presto Serà visto quiza grabar en velos I nupciales preseas las volutas Artesones, triglifos, fustes, frisos, Que juguetes seràn de la gran moda, Como asta aora fueron noble asiento De tantos venerables canes siglos. Comercio vocear, gritar comercio Oiras al oposito algun otro Con fanatico ardor, i entre el estruendo De verboso torrente de eloquencia Aprenderàs las formulas, i frases De la moda estampadas en el cuño, Conque echizen la mente en major grado Los conceptos brillantes: tu asimismo Comercio, exclama unisono, i tu dama En su favor laconica se explique. Cubren, es inegable, nuestro suelo Las dadivas de Ceres, que por mieses Marcha con grave paso, i su dorada Cabellera descuella apenas entre Espigadas aristas. Al entorno Baco, i Vertuno las colinas gaias Fructiferos coronan: de la leche Las ubres retesadas vacia Pales, I trasquila los vellos anteados, En prados apacienta mil millares De victimas de gula deshumana. Crece el fecundo lino util materia De la frigida industria del inverno: Las campañas margina el famoso arbol Con tragica catastrofe de Tisbe. Mas esto que en el dia nos importa? En las nativas breñas los cabrales, Lerdos bueies se apasten en los campos: Analoga la plebe a irracionales Se vista se sustente con su proprio Quotidiano sudor; pero a las almas Magnanimas de bienes tan triviales Enfadadas, Mercurio fruiciones Solicite exquisitas, a las quales Anexe estimacion la lejania Madre de raridad, i precio enorme. Por tanto cada qual de los presentes El comercio el comercio cacarea. Tales los Sibaritas en rosados Lechos supinos vocear solìan Desdeñando sus campos, i cosechas: Mientras Cartago, i Tiro en la fatiga Endurecidas por el mar ondoso
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Con el oro estrangero las delicias Permutaban; al otro lado en busca De intactas muelles rosas se volvia Sibaris de las artes voluptuosas Fautora novelera, i del comercio. Tampoco sin mi guia, i mis avisos Desprevenido iras, señor, en caso Que el acerbo destino en el banquete Del carisimo flanco te remueva. Aviene alguna vez que gran persona Por la mar, o Pirene en nuestra Iberia Descienda catadura por si misma O por arte espantable: las narizes Le disfalcò Citera; las encias I desiguales dientes sal impuro De escorbuto estragò: ia le distingue Ridicula corcoba, que lo agovia, I vista encandilada vizca, obliqua: Ya gangoso en su concavo gaznate Embuelve amplo volumen vocinglero Que mormulla, i prorrumpe semejable A licor que gotea de algun frasco Por el cuello invertido. Ya de alcurnias, Ya de pias de tiros, ia de Taides Discurre insubstancial, ia de los raios Del Tonante escarneze: los joieles, Las perlas, los brillantes, i los torches Lo embarazan con pompa: gran dictado Le alzapriman de titulos fastosos. Qual inclita familia compatriota No aspirarà al honor de dar hospicio A tan cospicuo huesped? en tal caso Habrà de estar al lado de tu dama, I tu de la gran Juno bien distante Sentarte habras vecino a su consorte Indistinto entre satiros silvanos. Mas no estaras a fè, en olvido echado De tu dama; sus ojos con guiñadas Encontraran los tuios; con el choque Fulgurara en centellas el ambiente Ventilado de amor: en tal encuentro Reciprocarse havran; faustas sus nuevas Pacificos del alma mensageros Sin cesar se daràn, i despedidos Alternativamente daran vuelta Con latido cordial dulce suave. Entonces obediente presta obsequio, Si a gustar la vianda te convida Dispuesta en simetria cerca della; O si te pide la que a ti vecina
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Despierta su apetito con su forma De moderna invencion de algun Apicio. Con la mente los Dioses sobrehumanos Gozan la refeccion: el arte eximia, La materia no ia, despierta el gusto De Deidades olimpicas mundanas. Ni menos cuidadoso seas visto Depender de la señas oculares Quando preciosa copa recolmada De vino peregrino a su divina Boca aplicar se digna, en cuio borde Serpea listel aureo donoso, I cuia basa sella roja nema, Como quien dice a todos los presentes: Lejos, lejos de mi labios profanos; A los solos divinos de la Diva Presidente la taza se reserve Intacta, inmaculada: caballero Ninguno con viril aliento infecte El nitido cristal; ni dama alguna Empañarle presuma con sus labios, Por mas que puros sean, i dilectos Del aligero amor; ninguna cosa Con ella competir pudo en limpieza; Quien osara mancharla? Ni cien linfas De conchas arenosas no pudieran El candor restituirle primitivo, Conque de nuevo digno al aurea boca Ascendiese otra vez, a quien no cumple Contaminoso tacto de la copa, Que sirviò a caballero, o Dama alguna. Tu las señas del rostro, i de la mano, Que flotante con la taza ondea Afectuoso contempla: tus miradas Rutilantes de jubilo recivan El misterioso brindis, i disponte A semejante tacito retorno. Inmortal como vos la musa nuestra Al uno, i otro amante brindis hace; A amartelada esposa fiel agena I a ti, señor, iman della, i el mio. Como añejo licor escancia Baco, Tal el amor escancie eterno gozo, Incognito al marido, e invidiado De los otros expertos en lo mismo. Cubra el sagaz olvido con sus alas Las mutuas traiciones i perfidias, Que pudieran un dia manifiestas Asperizar dos almas tan unidas; I amor a vuestros ojos haga solo
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente Patentes las que aviven, i renueven La llama ia espirante: algun poeta Un sempiterno indisoluble nudo Os augure trivial; mi musa empero Con augurio mas noble, i mas discreto, Durable solamente quanto place A entrambos vaticina lazo estrecho, Que nunca se resuelva, sinque al punto Aligera la fama no difunda Tamaña novedad, i con su trompa I soplo de traquido altisonante No llene la ciudad, montes, i plaias Del mundo asta el confin, o non plus ultra: El matutino camarin, el prado La alameda, el teatro, los festines Del improviso evento se hagan lenguas. En diferente estilo: cada uno Curiosisimo inquiera del doliente Consorte la noticia, i el relate La lamentable historia revestida De varias estupendas circunstancias. Tal en la escena de Argos, que solía Luctifica agitar cruentas sombras, Esqualido el actor a su auditorio Palpitante contaba como Edipo Frenetico corrio al nefando lecho, I atterrò sus batientes furibundo, I como al espectaculo funesto Del pendiente cadaver de su madre, I esposa al mismo tiempo se aglaiò; I como del fatal garfio su mano Armada se arrancò sus propios ojos Atroz contra si mismo: horrendo ejemplo! Mas ia a su fin inclina el gran convite, Ya Como, i Dionisio embriagos giran Entre los convivados con el jubilo Conmilton danzantes: quien con salto Agilisimo toca con su dedo Ora aquel, ora aqueste: a su contacto Chispean vivacisimas centellas, Que encienden otras muchas: ia rimbonban Risadas libertinas, i disputa Se inflama pertinaz, i clamorosa. Despunta el amor proprio, i gira invicto. La noble vanidad las mentes pica, I a cada qual da un cetro, i dice: reina Haz ventaja a quienquiera, da la nadie. Cala este los designios de Belona, De la paz el santuario aquel penetra; Capitanea el uno a los caudillos;
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Oraculo es el otro de las juntas, I el globo con compas demarca osado; Quien de Palas las artes, i de Apolo Discute gran censor; i quien sus causas Profundisimo indaga, i echa a tierra Principios inconcusos de natura, Que del senso comun tiranos fueron Largo trecho en la Grecia, i en Toscana Renacieron despues con igual brio. Tanta ciencia es pues dada a noble mente; O lecho, o espero, o mesa, o escena, o trato, O paseo, i o sangre solariega! Què a saber no se llega en el immenso Laberinto, mediando vuestro influjo? Ora pues, o señor, con audaz vuelo De tu ingenio feliz sobre los otros Remontate sublime: el campo es este En que lucir te cumple mas que en otro. Ninguna ardua doctrina, o alta materia Te desanime, o arredre: si leiste, U oiste alguna cosa de mañana, Que conciliarte pueda alguna gloria, Qual cazador astuto que rodea De lejos al quadrupedo de suerte, Que a las redes se acerca poco a poco, I se implica a la fin; tal los discursos Dirige de los otros, que te encage Hacer alarde del tesoro nuevo; Si atesorado huvieres nueva frase, Maneja asunto tal, en que de molde Quadre la nueva joia, i en buen punto La espaladina rapido, i brillante Alucina al rival, que en los convites Pretende sorprender con su facundia. Si alguien de Zoroastre, o de Arquimedes Discipulo notares, luego luego Empeñate con el, con el alterca, Deprende su cientifico lenguage I despues qual innato le repite; Ni te haga miedo alguno, loque antigua Tradicion divulgò de sus alumnos. Diva Urania en el dia de aliñada Cabellera se precia, i de sus cuevas A los suios extrajo vergonzosos, Perdidos, balbucientes, broncos, zafios, Donde estaticos solo conferìan Con profundo silencio, i con la noche. Con tal medio de maquinas pujantes Armaban los serviles recios brazos, Conque en alto piramides alzasen
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I obeliscos peremnes monumentos De nacional historia, i patrio lustre; O poderosos diques a la furia De caudalosos cauzes oponian; O provistos de conicos cestones Domaban las cornigeras riadas Abatiendo su choque violento Con tajamares angulosos firmes, Decima impresa de Hercules invieto. Urbana empero de presente Urania Desvastò sus sequazes inciviles, I de planta briosos, denodados Los produce en el mundo con donaire, Ya en frequentes convites bulliciosos, Ya en camarines gaios de las damas, Que dociles aprenden con galanes Caballeros las vias, i las varias Figuras subcesivas con las fases De Venus astro amable a todas luzes. Ni del poeta temeras que mofe Con satira indiscreta tus sentencias, Ni que exponga atrevido a las risadas Tu talento inmortal; pues lo ensalzaste. Al ser de comensal de tu grandeza, I revestite de joiante gloria, I a despecho de Apolo con sus musas Al poetico coro lo elevaste, I convirtio tu mesa en Pindo erguido. Ai de el, si della las Deidades crudas Con mensales trientes le derrumban? El misero en tal caso se veria En total impotencia de votivas Hacer deprecaciones a la Diosa Soteria consonantes, por los miembros Extenuados del patron doliente: De modular tambien sus sacros himnos Al barbaro pimpollo del lampiño Febo saetador de horrendo buho; De saludar albores cumpleaños En metrico apolineo certamen; Ni augurar a Cupido ia podrìa Aureos harpones inexaustos, i arco Infrangible al eximio par de amantes; Ni codales embates a si mismo, Ni tampoco festivos papirotes De ilustrisimos retozones dedos A su nariz adunca, aguda, o roma. Al tal pues, o señor, tal vez te digna De enderezar tu acento, i le declama Los versos voluptuosos quanto urbanos
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Del muelle cortesano de Venosa, 1020 O de aquel que entre Venus, i Lico Describiò a Timalcion: la moda ordena Que Arbitro, u Horacio leve peso esponge Las faldas de conterminos ingenios. El amigo poeta oidor tuio 1025 Serà con estupor de tu pericia En ilustrar reconditos pasages, I jurarà tambien por el crinito Apolo, i sus hazañas, sin repunta De lisonja exclamando, que qual otro 1030 Donato gustas el latino idioma. Serà tambien sazon de hacer memoria De los nuevos filosofos de Francia, I Bretaña enrodados en efigie, I sus libros proscritos como infames; 1035 I que asilo sagrado la Sofia Apresta cortesisima al moderno Versatil Aristipo, i de Ginevra Al orgulloso Diogenes del oro Hollador (Ojala de paradojas!) 1040 Sus celebres volumenes fugazes Del incendio hallaràn en ti refugio Por via clandestina, i expedita, I a coste exorbitante ageno, o tuio; Conque seràn efimero ornamento 1045 Del cristalino gabinete, en donde Consultas al oraculo infalible De Valsain, i peluquero ilustre Con quien vociferando, una ojeada Daras superficial a todos ellos, 1050 O a lo mas desvelado, en su lectura Buscaras especifico del sueño. Despues desto se iran intactos quasi Al tocador amable de la dama De tu estudio participe, i liceo, 1055 Donde el amor togado, i elegante Interprete reside; mas la mesa Teatro te ha de ser mui favorable, En que el fruto se ostente bien maduro Del breve estudio si, pero fructuoso. 1060 Señalaràste aqui campeon digno Con los nuevos filosofos befando El freno absurdo, quel lor buenos padres Creieron credulisimos solo apto A refrenar los impetus bestiales 1065 Del humano linage, i fuerte nudo Entre ellos a estrechar, i la esperanza A sostener, i sublimar con plumas Superiores al fondo de natura.
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Quien osarà poner rienda a la mente 1070 I al corazon sublime del magnate? Los cotos de natura el vulgo insano Con su pavor traspase: al vulgo necio Del imbecil respete la prudencia. Quien sabio es ante el vulgo los arcanos 1075 Solitario medite de verazes Reconditos misterios, i postrado Adore la calina que le asombra. Mas mi dueño qual aguila sublime Empos de los filosofos modernos 1080 Remonte el vuelo audaz sin el empacho De las alas que abrumen sus espaldas Con gravamen insolito. Entre tanto El simposio le aplauda descreido Su arranque trascendiente: desalada 1085 Desojada embebida tu señora Con ojos te devore, i con oidos; Con faustisimas señas la cabeza Lindisima te incline vezes ciento: En su donosa boca tambien suenen 1090 El calculo, la masa, con la inversa Razon de los quadrados, i de cubos. Ya el amor el idioma de la escuela Doctor no esquiva idiota, mas letrado Academicos porticos pasea 1095 Familiar ombreandose con sofos, Cuias barbas longisimas mesura, I alaga mimador con larga mano. Mas està, señor mio sobre aviso Del tosigo mortal que exalan tantos 1100 Volumenes famigeros, que oculto Por los ojos penetra, i en las almas Alagueño serpea, i con falsario Estilo corromper tienta los timbres De generosas castas, que del vulgo 1105 Distinguen tu persona: enseñan estos Que igual es cadauno a qualquier otro; Que caro al cielo, a la natura caro Nada menos que tu con tus blasones Es el vil labrador de tus campañas, 1110 Es el servil conductor de tus quartagos: Que de tu compasion son digno obgeto, I de la estima aun la mas ingenua. Delirios! devaneos! i sofismas! Abandona estas maximas perversas 1115 Destructivas del orden, i goviernos. Egregio pensador adopta solo Las que fomentan el sensual deleite, I alagan de apetitos el desfogo,
I libertad magnanima blasonan. 1120 El paladina hinchado en el banquete Dictamenes tan dignos; por su medio Conquista los aplausos, i las salvas. Asi de las abejas el enjambre Con industroso bombo por el prado 1125 De flor en flor revoletea ansiosa Di licores jugosos diferentes, Que atesora en panal, cuios destellos Un dia colmaran doradas fuentes I salvillas de numenes golosos 1130 Por meridianas aras, la dulzura Fragante difundiendose en gran copia, Ora pues de tu gremio, alma Pomona La cornucopia ofrece de tus dones, I las tazas amplisimas recolma 1135 Matizadas en oro, i gaios tintes Por perito Saxon, o chino artista. Del convite el remate està inminente, Ven tambien del rebaño ingenua Pales Coronada de enebro, i de melisa; 1140 Presenta vergonzosa a quien los quiere De la quajada leche los lamines, Sin ponerlos empero en los manteles, Pues depuestos pudieran el olfato Alterar, i el estomago celeste 1145 Agitar de los Dioses circunstantes Con su olor penetrante en demasia: Descuellen solamente sobre el lino Varias formas que solidas i blandas Las fauces paladeen señoriles 1150 Del gentil caballero, o de la dama. Dado fin al convite entre dos luzes. Quando indicio dara tu gran señora De abandonar la mesa, señor mio, Que te incumbe sino de un breve salto 1155 Rapido en pie ponerte antes de todos, Allegarte a su lado, alzar la silla, Presentarle la mano, i a otra sala Conducirla al istante, conque en cobro La pongas de mortiferos vapores 1160 De los guisos al cerebro fatales. Alli con los demas te aguarde oliente Suave exalacion del cafe humoso Dispuesto en rotunda ara, o en angulosa Dedicada a Mercurio con indiano 1165 Balandran decorada: el amplo ambiente Olorifera goma escombra, i purga En ascuas sobrepuesta: los efluvios De volantes relieves al entorno
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6. Apéndice I Expulsando del todo. Vos o astrosos 1170 Mortales que a los quicios refulgentes Del epulon guiaron la miseria I fiducia delusa a tales horas, Tumultuante, desnuda, infeliz turba De semblantes esqualidos, de miembros 1175 Demediados, tullidos en muletas Sostenidos, i en andas; al presente Confortaos almenos por narizes Suspendidas bebiendo el almo nectar Del opimo manjar, que aura propicia 1180 Oreando ventila azia vosotros; Mas no sitieis audazes los umbrales Del epulon ilustre, incircunspectos Exponiendo expectaculo enfadoso A sus opticos melindrosos nervios. 1185 La gicarilla aora te conviene Aparar, o señor, que lentos sorbos A los labios ministre de tu Dama: Memorioso avisado aora advierte Si profusa, o frugal mano le place 1190 De dulce confeccion, que la amargura De la pocion hirviente dulcifique: O si quiza le gusta qual la bebe La asiatica consorte en muelle estradò Sentada de brocado, que a su esposo 1195 Requiebra mesurandole selvosa Barba con sus flexibles blancos dedos, I con risueña frente sin el velo Le mira cariñosa, i sus recuestos Con magica pujanza de amor propia 1200 Hacen caer la oliente humosa pipa De la mano cadente poco a poco. Entre tanto que labios, i ambas manos La arabica ambrosia te entretiene, Trazarà tu alta mente grandes cosas. 1205 Qual par de palafrenes, o quartagos El coche ha de tirar oi de tu Dama; Si de yeguas la prole corpulenta De Frisia boreal; o la que el Dravo Abreva limital acia el Danubio; 1210 O la furtiva raza de Campania. O sino qual jaez a los altivos Lomos està mejor; o si sus crines Sencillos, o pomposos sobre erguida Cerviz iran fluctuantes con listeles. 1215 I abigarrados torches mui costosos; I si entre enlazes rojos, i hebillones Aureos ondearan rollizas ancas: O en qual triunfal carroza iras al prado,
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Si en tachonada en oro el mas subido, 1220 O en dibujada de pincel soberbio Emulo de primores del recamo Mirifico ornamento de tu dama En el apuesto seno, i frente hermosa; Con bosquejadas cristalinas urnas 1225 De fresquisima linfa, i flores varias. Que tamaña valumba de negocios Revolverà tu mente a un mismo instante. Despues desto tendràs con el primario Cochero ardua consulta, (no sin leve 1230 Preliminar debate con la dama) Que tus leies observe indispensables. Otra solicitud tu seso ocupe Del juglar pasatiempo, que el gran tedio Del ocio eludir pueda, i de algun otro 1235 La vigilancia incomoda: tu el juego Prefiere que consiente dos personas; Tal el amor lo elige, tal le quiete. Ya por ninfa gentil oculto ardia Misero amartelado, a quien la sola 1240 Eloquencia ocular dable con ella Le era precisamente: pues el novio Nuevo Argos sempre alerta invigilaba A su querida esposa; i qual culebra Doblegando, alongando su vil cuello 1245 Al minimo chistar presente estaba Con orejas tendidas como un Midas. Ai de mi! conque industria de las señas, O de notada fabula, o de pages Enlabiados pedirle paz, i amparo 1250 A la adorable Ninfa? Astuto esposo Celoso deshacia los mas finos De amor estratagemas; que esperanza Restar puede al amante? corre al templo Del Numen industrioso, que serpientes 1255 I alas en aureo caduceo enlaza I pies empluma, aligero en la frente; Ante el qual prosternado deste modo Lagrimoso le invoca: gran Mercurio Tutelar de galanes, prole digna 1260 De la candida Maia! o tu que de Argos Los parpados linceos ofuscaste Robandole de Juno la novilla, De un amante infeliz acepta el ruego, I seducir ororgame siquiera 1265 De importuno consorte los oidos, Sino es dable los ojos siempre abiertos. Al punto el simulacro se sacude, E inclinandose acia el le da tres toques
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Con la vara pacifica en la frente, 1270 Conque luego el amante en su celebro Se siente alborozado un juego infuso Que adormece maridos aun linceos. Dijeras que a las plantas del amante Su plumage talar concedio el numen: 1275 Tan rapido revuela a su señora! Artifice dispone su tablero, En cuio plano alternativos reinan El ebano, i marfil taraceados Con musaico primor, que parten ambas 1280 Margenes en mansiones angulares En duodenario numero: estàn quinze De denegrida tez con otras tantas Piezas de candorosa, en sendas filas Dispuestas aguardando norma, i marcha 1285 Del tiro de los dados, las casillas Mui prontas a ocupar de las contrarias En combate campal: dichosa aquella Que a las demas previene; i se adelanta Acompañada de otra, que la asista 1290 Inmoble en el asalto: o bienhadado El jugador que toma de la extrema Casilla posesion primero que otro, I llena el segundo orden de las proprias Mansiones con las piezas duplicadas, 1295 I pertrechado en el, con la falange Cierra del enemigo; en su ventaja Convirtiendo los golpes con pericia. Desde luego se sientan al tablero El amante ansiosisimo, i la Ninfa 1300 Cada qual a su orilla, i el marido Acodandose a un lado las orejas Tiende alerta, i de quando en quando mira Bajo el falaz tablero: da principio Ya el sacudir de dados en ruidosos 1305 Concavos cubiletes: ia el sonante Golpeo de los mismos sobre el plano: Ya el saltar, i embatir con mutuo choque De los dispersos arrojados dados; Ya de peones agitados siempre 1310 Con martillar agudo: brama el novio Aturdido con horridos visages; Ausentarse quisiera; mas lo impide El suspicaz recelo: por momentos El traquido, el estruendo, i baraunda 1315 Incrementos recibe: no es factible
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Resistir al cuitado: en pie de un salto Parase, a los oidos ambas palmas Aplica fuertemente. Tu, o Mercurio Saliste vencedor! el cauto amante Poco hablò, i entendio la Ninfa mucho. Tal en la ferrea edad se usaba el juego, Quando a las fieras armas la insensara Superticion llamaba a los consortes; mas apenas raiò de nuevo al mundo El aureo periodo, los maridos Del pristino estupor se despojaron; La dama, i caballero prosiguieron Por mera diversion, loque el ingenio Compelido inventò de amor urgente. Superfluo fue el estrepito: de paño Se revistiò el tablero, i recipiente De entrambos cubiletes; ni estallido Molestoso se oiò, quedando solo 1 El nombre notador del ruido antiguo. Se precipita ia fugaz el dia De plantas, flores, fieras, peces, i aves, I del vugos tambien de los humanos; Ya el continente nuestro veloz huie Del aspecto solar, cuios efluvios Vivificos aljofares en breve Difundiran en Mejico, i en Cuba Con la ultima joiante California: De torres, chapiteles, i picachos De España el sol poniente se despide, Con visos de propenso, Dueño moi, De columbrar tu rostro, antes que el monte O el pielago convexo te retraiga De sus radiantes luzes: hasta aora No ha visto sino lomos fatigados De pando segador en tus dehesas; O sobre almenas de soberbio alcazar Frentes, i ombros de acero de tus guardas; Ya manos escabrosas en andamios Pendulos de tu fabrica empleadas; Ya polvorosos rusticos andantes Con carros portadores de tus mieses: Ya en lagos, i canales los fornidos Pelosos brazos que jocundo cebo De tu comodidad, de tu regalo, De remo a fuerza traen; todos ellos Vilisimos obgetos. A fin vea Quien servido de todos sirve a nadie.
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Ya la calle maior con turba inmensa De coches resplandece: ia en las calles Rimbonban ruedas mil centelleantes. En flamante carroza nunca vista Comparece el mancebo mui ufano, Que prodigò imprudente sus haciendas Al mirifico artista: de su solio Repantìgado en angulo saliente Pantorrillas agilimas carnosas Ostenta horizontal con pies donosos: De su merito personal la ciencia No le cabe en el pecho ni con mucho; Con briosa sonrisa le arde, i brilla De los labios encima: desde el borde Quadro del coche señorea torvo A caterva inferior: alza la barba Qual de Apolo lampiña, el codo extiende De voluptuosa mano qual flexible: Con sendos dedos nitidos aliña El superfino pectoral encage. Despues el otro viene de la Aldea Al Coche promovido con ascensos, Que a Dioses hoi le agregan; i oi aprende A discernir el vulgo, cien mil leguas Del mismo imaginandose remoto Llevado por los aires Salmoneo Aditamento insigne de holgazanes. Si se avanza se humillan los cristales Del coche en su presencia: desta suerte Le lisongean todos con la mira Deque sea un apoio de la pompa, I del fasto comun. Otro empos deste Aparece investido de comprado Titulo mui reciente; mas con todo Se asoma, i presta oido, i docil cree Oir sus propias glorias en la boca De todos resonantes. O malhaia El fragor de los circulos, i herrados Potros, o mulos; trapala ruidosa, Que al melifluo tenor de gratas vozes Le proibe insinuarse en el interno! De momento en momento el rumor crece, I el tropel del concurso. Las princesas Mira, quienes el coche a sus cortejos Para el dia solemne mendigaron: Mira matronas graves muchos lustros Del mundo antagonistas con gran celo, Que del paseo incognito, i palestra Los olimpicos polvos deploraron; Mas como la vivaz amable prole
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Florida despuntò, i en sus floreos Aspirò al himeneo sin saberlo, Diversas se mostraron, i a la vista Prudentes expusieron de los nietos De Gerion, i Argantonio los rollizos Candidisimos brazos, i gargantas Tornatiles eburneas, i el seno Creciente a par de tesos rociosos. Luego las lindas ciudadanas vienen De fama esclarecida tan cursadas En dar aceso comodo, i urbano A semidioses tales en sus techos; I en el afeite cristalino historias De amores malogrados con estilo Tragico declamaron mui ladinas Al congreso galan, i de repente Inquietaron teatro, danza, i mesa Con celebrada convulsion de gestos. Aca, i alla voltario el avanico Da indicios de facundia mui versatil: Se agitan las bellezas: ora a un lado, Ora al otro se apoian, se revuelven, Se menean, se paran, se reportan, Se propasan, se agitan, i pesantes Sobre el cogin recaen, i sus vozes Del uno al otro coche se propagan. Las esposas alfin de los heroicos Españoles se ven: en los lacaios Què de lejos preceden a las amas, Con incurso rompiendo clamoroso La multitud atonita pedestre, Reconozco sus inclitas personas, I asimismo en el tren de servidores Al arado robados, i al caiado Asidos al gran carro triunfante. A Juno, Diana, Venus, i Minerva Consociaros osais con mal auspicio Naìades altivas, i Napeas Engreidas de selva, o fuente tenue, Que a vuestros Egipanes en custodia Jupiter les situò: vuestras inciertas Timidas ojeadas: vuestro asombro Frequente qual sandio: vuestro alpestre Continente descubre vuestra infamia, O miseras llevadas, i traidas, I hacen vanas las borlas, i frontales De vuestros palafrenes pendientes, I la librea infausta en las espaldas De vuestro galopin, o cocinero, De vuestra comitiva aumento insulso:
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente Uno i otro hijo solo, que a sus canos Padres destituiò en desierta estancia Reclusos de proposito maligno. Marchan de vos mui otras las matronas Erguidas entonadas en sus coches, Ni minima atencion al vulgo prestan Encorbado servil: solo en vosotras Tal vez los ojos clavan altaneros, Como quien dice: incognita tu me eres; I en el acto rientes con su estrecho Susurran sin rebozo, i con insulto. Las jovencitas madres de los heroes Heroinas tambien llenaron luego El paseo vistoso en compañia De un heroe mancebo, o joven padre De otros futuros heroes, que un dia Veranse señalar en el teatro, En duplicada mesa, en el paseo, En el gran tocador piedra del toque De la apostura agena, i de la propia; I cantados seran de igual trompeta A la mia, gratuito don de Apolo, Que me dijo inspirandome su numen: Canta nuevos Aquiles, de tu siglo Canta ia los Augustos. Tu, o niñera Faltas del noble mundo en maior grado Vente aora, alboroza con tu aspecto Del sol alegrador al terso disco, A la expirante moribunda lumbre Ya del untuoso polvo sevillano Colmaste de tu mano la brillante Tabaquera a tu Dama, i el dorado Cristal de licor fluido fragante: Ya supliste con pluma delicada Del floreo harinoso el desperdicio Sobre su cabellera ensortijada: Ya escogiste avanico a la gran fiesta Idoneo efigiado de motetes; Por la mano tu mismo la guiaste Al coche ia dispuesto: ia con ella Precipitadamente al prado arrivas. Memorioso el auriga guarde el puesto Señalado por vos, i nunca arriesgue Exponeros al vulgo entre menguados Cochecillos plebeios, si pluguiere Estaros en quietud; o si de marcha, Avancese en el curso: estè en tu arbitrio
1510 Salir de la carroza i listos siervos Te acojan descendiendo: da un airoso Brinco: ajusta casaca con encages Flotantes descompuestos en el pecho: Un tantico examina tu calzado; 1515 Entonate, enarbolate, i camina En serio contoneo: solitario Podras girar el prado, si prefieres Pasearte vistoso, o a los coches De las agenas Damas allegarte 1520 Enarmonando brazos, i copete, Sublima tu alto talle, i medio a medio En parte te introduce; i da risadas Tan sonoras que pueda tu princesa Escucharlas de lejos, i turbada 1525 Interrumpa los chistes de los heroes Que acudieron puntuales a la guardia De tal belleza en soledad. O Dioses La noche suspended, i las proezas De mi joven señor ilustre el dia 1530 Con vuestra permision en su declivio; Pero ella en su estelifera conducta Sobre nuestro hemisferio, lenta mueve Con rocioso piel i despinta cruda Los diversos colores infinitos 1535 En toda superficie: i de la muerte Hermana genuina un solo aspecto Imparcial distribuie, e indistinto Al suelo sublunar, al vegetable Al sensible, a la plebe, a la nobleza: 1540 Las facciones nativas; los disfrazes Del afeite confunde en las personas, I estofas con los miseros andrajos. Ni concede que observe al aire obscuro Qual de los coches parte, o en las tinieblas 1545 No ingratas remanece, i de la mano Me arrebata el pincel, i en tenebroso Humido velo embuelve al Chichisveo.
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6. Apéndice I Aqui mi musa interprete de Urania, Flebil hace alto en su apolineo curso Para la patria pirenea Esperia, Cuia falta deplora tantos lustros En la apenina ia propinqua a infausta Catastrofe total, funesto fruto De renitencia temeraria altiva Contra el benefico mediador Ibero, Por influjo del Istro, i del Tamesis Oraculos falazes del Po, i Tibre Inundados de tragico diluvio, Enque el arca noetica declina Al Nilo, al Marañon, al Obio, al Indo. O cara patria el naufragio evita En su gremio, i reciveme en el tuio
RISPOSTA. DEL PAZIENTE. Paolo, quel duol, che ancor mi tiene avvinto Fra catena infrangibile verace, Non piange no morta beltà fugace, Paragon di virtù bensì non finto. Arse Fenice in rogo, ahi! non estinto, E incombustibil giacque in alma pace: Quel dolce accento, ohime! in eterno tace, E me sol lascia di amarezza cinto. Pur mi porta il desio su quella sfera, Dove riposa l’alma pura, e bella, E più amabil la veggo, e meno altera,
A. M. D. G. E al volger d’occhj riconosco ch’ella Serba per me la sua bontà primiera Folgoreggiando in mezzo alla sua stella.
NELLA MORTE PREMATURA DI D. GIOVANNA C.sa ONOFRI PATRIZIA SPOLETINA. Antonio, ahime! Morta è colei che avvinto T’ebbe molti anni in amistà verace; Fosti amator non di beltà fugace, Ma dell’esempio di virtù non finto. Giacque anzi tempo il nobil genio estinto, E nell’egro tuo cor non hai più pace: Ogni pensiero di letizia tace; Tutto t’appare di mestizia cinto. Che posso io dir? Ah si di sfera in sfera Sai le vie di poggiar, all’alma bella Volgi lo sguardo di tua mente altera; Ivi vedrai per tuo conforto ch’ella Ornata dell’immagine primiera Ritorna a fiammeggiar su la sua stella.
EPITAFIO DELLA MEDESIMA Qui giace inarrivabil donna forte, Dama, sposa, matrona senza sorte.
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7. APÉNDICE II: JUAN LUIS ESTELRICH: LOS CHARLATANES
Yo no sé en que ciudad de la India un tiempo vivía un pobre hombre que tuvo una mujer como una estrella. ¡Tuvo la esposa bella y él era un pobre hombre? Pobre hombre que no vió más maravillas... Las viera ó no las viera: ¿nos importa? Las graves apostillas vendrán después del cuento. El pobre diablo de la naturaleza obtuvo un don, cual lo tenemos todos, con que ganarse el pan de cada día; y era el don, algo raro, que tenía útil al mundo; aunque no hallaba modos el hombre de quien hablo para abrirse camino: tal vez porque el deleite se pagaba, ya entonces como ahora, más que la utilidad. Digo que estaba dotado de un esfuerzo gigantino, y, sin que él le venciera, nadie en fuerzas con él luchar pudiera. Ya, un día, el pobrezuelo no encontrando un oficio en que ocuparse, y aun con las fuerzas que su Dios le diera,
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estaba sin poder desayunarse. Ahí fueron los lamentos de los hijos hambrientos!; sobre él se precipita la esposa, airada grita, arráncase los pelos á puñados, y estalla el trueno gordo. ¿Cómo poder sufrir, sin estar sordo, las quejas de la humana desventura? Al fin, al fin retorna de su atolondramiento, y, ya aplacada la ira de la esposa indiscreta, razona de este modo: —Cara esposa, procura calmarte;... yo al trabajo me acomodo;... mas se opone el destino: ¿qué quieres? ¿quieres que haga de asesino? ¿Tal vez que airado vuelva en contra de mis míseros hermanos la fuerza que á Dios debo? Antes bien, si te place, veré si hallo medios por colocarme de guardián de las hembras de un serrallo; y así me logre con honrados modos algunos adelantos, antes que el hambre nos devore á todos; pues, sea como sea, en cuanto á hijos bien ves que ya nos sobran unos cuantos. ¿Acaso lo creereis?; á este deseo la esposa airada y fiera, como mansa cordera más amorosa dice: —Mi amor! busca otro empleo. —Mas, qué empleo?, replica el desdichado. —Uno sé para tí pintiparado. Bien sabes que en la India y en Oriente se comenta tu fuerza sorprendente: todos quieren mirarte, conocerte, probarte;... quien quiera hallar fortuna
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7. Apéndice II
es preciso que salga de su cuna; pues, marcha á estos países, date trazas de recorrerlos en un mes, ó en menos; y en las públicas plazas, sobre un tablado, grita: “Señores: si una piedra ú otro estorbo no escaso os encontrais al paso, con mi fuerza gigante yo os lo aniquilaré, que no me arredra; teneis que transportar un elefante? pues bien, yo os lo traslado, aunque distante.”... A tan famosa homilia enarquearán las cejas; ver tu fuerza querrán, y, si no cejas, en muy pocas semanas salves tal vez del hambre á tu familia.— ¡Que le plugo el consejo al buen marido! Toma en breve el partido de marchar; acomódase en los hombros cuatro cacharros, y á la esposa dice: —Ea, pues! vive felice, cara consorte; vende esos trebejos, y del producto de su venta compra tu preciso alimento y á los hijos el pan de cada día, hasta mi vuelta, que traeré cuartejos; cuida, si puede ser, de la honra mía; y dióle un beso, y se marchó contento. Váyase el buen marido: su esposa queda ahi. Sentía amores por la conyuje un dios de los menores; un diosecito, como quien dice un Silfo ó Gnomo. Esas almas celestes gustan de carne humana, y adivinan lo que place á la bella á quien se inclinan. Muy pronto el Duende supo el viaje del esposo. Lleno de santa caridad el pecho, piensa hacer compañía á su amada que, sola, ocupa el lecho.
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Vístese sin reposo del tobillo á la ceja un traje que al cuitado peregrino como una á otra gota le asemeja. Pasáronse tres días, y á casa de su amada hace camino. Llama. Le abren. La esposa sale. Corre él á abrazarla; y la engañada esposa, creyéndole el marido, se le encara y de arañazos llénale la cara con gatuno ademán y furor harto, mientras le dice: —Ah, bestia! cómo a casa retornas sin un cuarto?; ¿y cómo no comprende tu magín que es forzoso separarte del hogar y del lecho? Ya estaba el pobre Duende por reventar del susto, á tal despecho; pues no creía al diablo tan horrorosa esfinge como lo pinta el vulgo; mas disimula y finje; saca una bolsa bien repleta de oro, y con muecas felices la suena de la esposa en las narices. ¡Oh virtud del metal que así se emplea! La esposa, de su fallo arrepentida, no chilla, que lo abraza y besuquea, y le hace entrar diciendo: —Mira, fuí muy injusta; lo comprendo; con tu vuelta he ganado el oro que me has dado ¡y veinte y siete días de marido! A bella esposa unido podeis pensar si el Duende nadaba en arrumacos de dulzura, de esposo haciendo los oficios todos. Todos? direis vosotros; ya se entiende; todos, sí; pues la esposa satisfecha vive feliz y el cambio no sospecha. Mas ay! que hurtado gozo poco dura; y al mes cumplido el verdadero esposo
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viene á estorbar del Duende la ventura. (Y bien se entiende aquí que del Destino el diosecillo amante no tenía facultad de lograr que hombre ninguno se rompiera el testuz en su camino.) Jamás se ha visto más soberbia escena que aquella en que se hallaba cada esposo frente por frente: verdadero el uno, y el otro mentiroso; ni fué más clamoroso civil combate habido entre romanos; vinieron á las manos, y hubo porrazo fuerte que el “yo soy” ó el “soy yo” dejó á la muerte. Las comadres del barrio alborotado envidiosas clamaban: “¡Ved qué suerte el gran Lama concede á la vecina. Que el marido que tuvo le ha doblado!” Ella, la esposa, que á la paz se inclina, propone honesta forma para que cese la porfiada lucha: á acomodarse con los dos se ofrece: mas, de entrambos, ninguno se conforma; y al fin, para evitar mayores males, acuérdase que en breve el grave asunto al tribunal se lleve. Trátase de encontrar al verdadero marido: el juez se informa; atento escucha á entrambas partes; la prudencia elije por norma, y luégo á entrambos se dirige: “Quien quier que sea el verdadero esposo sabrá mover un peso que nadie en este pueblo moveria; pues bien: en el extremo de esta vía ¿veis la columna aquella que está sobre las yerbas en reposo? probad de alzarla con altivo aliento uno tras otro; el que mueva, acaso definirá de la contienda el caso.” Todo el público, atento, juntóse allí por presenciar la prueba. Luégo uno se adelanta,
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se abraza á la gran piedra, resuella recio, suda, ¿la levanta?; tras mucho tiempo de tenaz anhelo no mueve la columna, que!, ni un pelo. Ya con rumor confuso el pueblo, ligerísimo en sus fallos, proclama la impostura del primero. Calla el buen juez severo; de nuevo forcejea el litigante, y, con tenaz firmeza, la enorme piedra á levantar empieza. De nuevo el pueblo todo señala como esposo verdadero á este forzudo, á quien el premio otorga; y antes de comprobarlo ya moteja al segundo de embustero. Cesa el rumor. Atento á la justicia el Juez invita al otro. Como quien sorbe un huevo el segundo á la piedra se avecina y con presteza suma alza el gran peso con la diestra sola, como si fuese de ligera pluma. El pueblo, persuadido de que el vil impostor el otro ha sido, nuevos murmullos mueve, mientras para éste el entusiasmo estalla. El juez severo calla; consigo mismo se aconseja, y cuando el rumor va mermando, pronuncia esta sentencia: “Ceder á la apariencia no es acuerdo formal. Ambos movisteis la columna, es verdad, y promovisteis grave litigio que aun está pendiente. Mas yo digo que fuerzas naturales no alcanzaron jamás tu esfuerzo bravo. Que te crean los tontos! Considero que el marido verdad es el primero. Lo tuyo es ilusión engañadora, y ó bien eres un diablo é bien un brujo que con arteras mañas
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al pueblo indiano torpemente engañas.” El Duende, desarmado á esas razones, desapareció en un rayo justificando audaz y plenamente del juez sutil la decisión sapiente. Oh vosotros que estais en el secreto!, haced lo que os enseña por mi boca el discreto perspicaz magistrado del Oriente. Examinad las cosas harto maravillosas; poned cuidado en todo al cuándo y cómo; y andad muy cautos y con pies de plomo si no quereis pasar por poco duchos, pues son, ya al fin, los charlatanes muchos. Viene un poeta: en son desenfrenado grita: Me abraso en el divino aliento; cómo en mi mente sacra, desfogado, rebulle el atrevido pensamiento; por los aereos campos, cisne inmortal, extenderé mi vuelo, y con celestes lampos altas empresas cantaré del cielo. Otro se llega y dice, sin que en sus voces de asustaros trate: Canto las armas pías y al guerrero.... Al segundo por vate considero y es sólo un charlatán el otro vate. Luégo un amante exclama: Señora: siendo esquiva, decid ¿cómo es posible que yo viva?; si no accedeis al amoroso trato esta tarde me mato. ¡Jesús, qué atrocidades para nuestras edades! En cambio á esotro ved: apenas habla; mira, gime y suspira; tímido se retira y á besarle una mano no se atreve. Pues éste es fiel amante, y el otro un charlatán que el diablo lleve. Escuchad á un doctor: Es necesario
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medicar y curar por tal sistema ó no hay salud cumplida. Viene otro con la tema: Los médicos prudentes han de observar muy mucho á los clientes y han de prestarles necesaria ayuda. Por éste, a caso, alargareis la vida; el otro es charlatán, no os quepa duda. Viene un frailuco humilde y os dice: Obrad el bien, que es necesario para salvarse; y á la muerte atento tened el pensamiento, y así no morireis desprevenidos. Otro ostenta en su mano un relicario, un breve ó un buleto, y exclama: Este amuleto, á quien lo lleve junto á si en el mundo, feliz le alcanzará el perdón postrero Creed, pues, al primero porque es un charlatán este segundo. Un filósofo llega modestamente y dice: Es necesario que, poquito á poco, se extirpen los errores Á que la falsa condición propende; que cada cual enmiende sus propios vicios, los ajenos luégo. Otro aparece y grita: El mundo, ya lo veis, se precipita; hay que poner debajo lo que está encima; trabucar los usos, las leyes, los gobiernos;... el mundo está en un potro, y sus graves abusos, sin mi remedio, van á ser eternos. Este es un charlatán; creed al otro.
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ÍNDICE DE ILUSTRACIONES
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47
Ilustración 2: Francisco de Goya (1746-1828): Leandro Fernández de Moratín Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid . . . . . . . . .
60
Ilustración 3: José Ribelles y Helip (1778-1835): El poeta Manuel José Quintana (1806) Museo Nacional del Prado, Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
77
Ilustración 4: Francisco de Paula Mendoza y Moreno (1812-1885): Juan Valera (1875) Colección del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Madrid . . .
82
Ilustración 5: Joaquín Sorolla (1863-1923): Marcelino Menéndez y Pelayo (1908) The Hispanic Society of America, New York . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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ÍNDICE ONOMÁSTICO
Abellán, José Luis 78 Agnelli, Antonio 67 Aguilar Piñal, Francisco 41, 49, 66, 67, 111 Alamanni, Luigi 71 Albergoni, Gianluca 75 Alcover, Antoni María 102 Alembert, Jean le Rond d’ 37 Alfieri, Vittorio 22, 58, 59, 83, 87, 89, 90, 92, 93, 96-98 Álvarez de Cienfuegos, Nicasio 72 Amari, Michele 90 Amaturo, Raffaele 32 Amoretti d’Oneglia, Maria Pellegrina 21 Andrés y Morell, Carlos 52-55 Andrés y Morell, Juan 52-57 Angermüller, Rudolph 23, 25, 31 Arango y Escandón, Alejandro 98, 100, 102, 103 Arato, Franco 35, 55 Arce, Ángeles 33, 42, 53, 62, 66-73, 75, 96, 99, 108, 112 Arce, Joaquín 20, 40, 42, 44, 46, 49-51, 53, 62, 63, 66, 67, 75, 78, 79, 111 Arjona, Manuel María de 91 Arnold, Stefani 65 Arriaza y Superviela, Juan Bautista 91 Arroita-Jáuregui, Marcelo 112, 114, 115 Arteaga, Esteban de 66
Asiaban, Christine 65 Auz, Víctor 115 Azaña, Manuel 81 Balbo, Cesare 90 Ballestrieri, Domenico 12 Balmis, Francisco 76, 78, 79 Barbarisi, Gennaro 20, 23 Barbieri, Federico 92 Baretti, Giuseppe 91 Baroni, Giorgio 112 Bassi, Adriano 23 Bastien, Jean-François 64 Beccaria, Cesare 12, 21, 32 Behrens, Rudolf 35, 36 Bertola, Aurelio de’ Giorgi 100 Bettinelli, Saverio 56 Bianconi, Carlo 53, 54 Bicetti de’ Buttinoni, Giammaria (Giovanni Maria) 20, 76, 79 Boileau-Despréaux, Nicolas 34, 84 Bonaparte, Napoléon 41, 84 Bondi, Clemente Donino Luigi 56, 66 Boscán Almugáver, Juan 107 Bramieri, Luigi 57-59 Branda, Paolo Onofrio 23 Buñuel, Luis 115 Bustico, Guido 55
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente
Cadalso y Vázquez, José 42-45 Calsabigi (Calzabigi), Ranieri de’ 58, 59 Campoamor y Campoosorio, Ramón de 107 Camus, Mario 115 Cañete, Manuel 108 Caretti, Lanfranco 92 Carli, Gian Rinaldo 12 Carlos III de España 40, 52, 66, 76 Carlos IV de España 67 Carpani, Giuseppe 22, 23 Carrer, Luigi 98 Caso González, José 46, 48, 49 Castelbarco Litta, condesa Maria 22 Castiglioni Litta, marquesa Paola 22 Cattaneo, Mario A. 21 Cavour, Camillo Benso conde 89, 90 Cazzaniga, Antonio 75, 76 Cebrián, José 78 Cesaris, Giovanni Angelo 53, 54 Chiari, Alberto 18, 20, 63, 76, 102, 106 Cian, Vittorio 110 Cicerón (Marcus Tullius Cicero) 18 Cigna-Santi, Vittorio Amadeo 23 Clavijo y Fajardo, José 45 Clemente XIV, Papa 19 Cole, Arthur H. 37 Coll, Julio 115 Colombani, Paolo 55 Colombo, Attilio 21, 35, 76 Colón, Cristóforo 78 Condillac, Étienne-Bonnot de 17 Conti, Giovambattista 110 Cortés, Hernán 39 Craven, Elizabeth 65 Cruz, Ramón de la 84 Cruz y Bahamonde, Nicolás de la 52 D’Adda, marchese Febo 22 Dahms, Sibylle 23 Dante Alighieri 83 Degrada, Francesco 23
Delille, Jacques 58, 59 Demerson, Georges 46, 49 Dérozier, Albert 43 Diderot, Denis 37 Domínguez Moltó, Adolfo 52 Duce, José Antonio 115 Eglseder, Andreas 46 Ercole III de Módena, duque 24 Ertler, Klaus-Dieter 45, 73 Esposito, Edoardo 34 Estelrich, Juan Luis 10, 93, 95-104, 106, 107, 111 Fabbri, Maurizio 52, 61 Farinelli, Arturo 46, 48 Felipe II de España 72 Fénelon, François 35 Fernán Gómez, Fernando 115 Fernando el Católico de Aragón 40 Fernando Carlos de Austria, archiduque 24 Fernández de Moratín, Leandro 52, 6063, 84-87, 92, 108, 109, 112 Fernández de Palazuelos, Antonio 10, 64-75, 97, 99-101, 106, 108, 109, 111, 112, 114 Fido, Franco 55 Firmian, Karl Joseph conde 13, 24, 39 Floeck, Wilfried 75 Floridablanca, José Moñino, Conde de 53 Föcking, Marc 35 Fontenelle, Bernard de Bouvoir de 15, 16 Foresta, Gaetano 52, 61 Corner y Segarra, Juan Pablo 50, 51 Forteza, Tomás 101, 102 Foscolo, Ugo 62, 76, 83-85, 87, 89, 90, 92, 93, 107, 108 Franchini, Silvia 75 Francisco I de Austria, emperador 24 Franco, Jesús 115 Frisi, Paolo 12
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Índice onomástico
Frugoni Carlo Innocenzo 56, 98 Fucilla, Joseph G. 76 Galeazzi, Giuseppe 67 Gallego, Juan Nicasio 86, 92 Galluppi, Pasquale 91 Garibaldi, Giuseppe 89, 90 Gasparini, Quirino 24 Gatti, Angelo 20 Gelz, Andreas 67 Gianella, Francesco 53, 54 Gil, Rafael 115 Gillispie, Charles Coulston 37 Gioberti, Vincenzo 89, 90 Giordano, Carlo 112, 113 Gipper, Andreas 34, 64, 65 Giusti, Giuseppe 86, 89, 90 Godoy y Álvarez de Faria, Manuel 61 Goethe, Johann Wolfgang von 7-10, 95 González Martín, Vicente 46, 49, 62, 75, 83, 95, 96, 112 Gorani, conde Giuseppe 27 Goya y Lucientes, Francisco de 47, 60 Granelli, Giovanni 56 Greindl, Jules barón de 84, 85 Grellet-Desprades, Joseph 64 Guarini, Giovanni Battista 29 Guisa y Azevedo, Jesús 102 Gutiérrez Ballesteros, José María 67, 99, 111 Hanisch, Walter 66 Hasse, Johann Adolf 27, 28 Hausmann, Frank-Rutger 65 Healey, F. G. 37 Heine, Heinrich 95 Hertel-Mesenhöller, Heike 42, 73 Herrera, Fernando de 71 Herrera, Juan de 72 Herrera, Luis 87 Heydenreich, Titus 15 Hilscher, Elisabeth Theresia 23
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Homero 76 Hönsch, Ulrike 39 Horacio (Quintus Horatius Flaccus) 18, 108 Hösle, Johannes 29 Hudde, Hinrich 65 Imbonati, Carlo 12 Imbonati, Giuseppe Maria 12 Isella, Dante 92 Jacobs, Helmut C. 23, 32, 34, 55 Jenner, Edward 78, 79 José II de Austria, emperador 13 Jovellanos, Gaspar Melchor de 46-50, 84-88, 91, 108, 109, 112 Julio II, Papa 40 Juvenal, D. Iunius 92 Kanduth, Erika 13, 23 Kaufmann, Max F. 23 Kapp, Volker 65 Kilian, Elena 73 Koch, Klaus-Dietrich 23 Krauss, Werner 73 Kunkel, Ulrike 92, 93 La Bruyère, Jean de 35 Ladrón de Guevara, Pedro Luis 81, 107 Lamberti, Mariapia 39 Lazaga, Pedro 115 Leal-Moreira, Antonio 31 Leopardi, Giacomo 81, 83, 89, 90 Leporatti, Roberto 55 Lista y Aragón, Alberto 91 Longo, Alfonso 12 Lope, Hans-Joachim 43, 44 Lope de Vega, Félix 46, 71 Luis I de Borbón, príncipe de Parma 67 Luis XII de Francia 40 Luis de León, Fray 71, 72 Luciano 15
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Giuseppe Parini (1729-1799) en el pasado y en el presente
Mamiani, Terenzio 89-91 Manfredi, Eustachio 56 Manzoni, Alessandro 83, 87, 89, 90, 107, 108 María Beatriz d’Este, princesa 24 María Luisa Josefina de Borbón, princesa 67, 74 María Teresa de Austria, emperadora 22, 24 Mariana, Juan de 71, 72 Martín Gaite, Carmen 33, 73, 111 Martínez de la Rosa, Francisco 78 Martínez de las Heras, Agustín 73 Martorelli, conde 66 Martorelli, condesa Giovanna Onofri Fiorenzi 68 Mascheroni, Lorenzo 93 Masson de Morvilliers, Nicolas 41 Massot i Muntaner, Josep 102 Maximiliano I, emperador 40 Mazade, Charles de 92 Meléndez Valdés, Juan 46, 49, 50 Mendoza y Moreno, Francisco de Paula 82 Menéndez Pelayo, Marcelino 10, 46, 48, 62, 66-68, 71, 86, 89, 90, 93-101, 106-111 Meregalli, Franco 39, 63, 81 Metastasio, Pietro 27, 56 Milton, John 66 Monceau, Henri-Louis Duhamel du 37 Monegro, Juan Bautista 72 Montagu, Lord Edward Wortley 20, 79 Montagu, Lady Mary Wortley 20 Montesquieu, Charles de Secondat, Baron de la Brède et de 42 Monti, Vincenzo 76, 83, 85, 87, 93, 98 Mora, José Joaquín de 87 Morel-Fatio, Alfred 48 Morondi, Carlo Antonio 65 Mozart, Anna Maria Walburga 23-27 Mozart, Leopold 23, 25-28
Mozart, Maria Anna Walburga Ignatia (,Nannerl‘) 26 Mozart, Wolfgang Amadeus 10, 12, 2331 Muñiz Muñiz, María Nieves 96 Murillo, Bartolomé Esteban 72 Mutinelli, Giovan Battista (Giambattista) 55 Nerlich, Michael 41 Niccolini, Giovanni Battista 87, 89, 90 Nogales y Nogales, José 90 Noyer-Weidner, Alfred 21 Núñez de Arce, Gaspar 87 Oriani, Barnabus 53, 54 Ovidio (Publius Ovidius Naso) 56 Palladio, Andrea 72 Pallavicini, conde Giovanni Luca 25 Paolo Veronese 72 Parino, Anna Maria 11 Parino, Francesco Maria 11 Passeroni, Gian Carlo 12 Pazzini Carli, Giovanni 58 Pazzini Carli, Giuseppe 58 Pedro III de Portugal 31 Peers, E. Allison 83 Pérez Magallón, Jesús 62 Petrarca, Francesco 71, 83 Petronio, Giuseppe 20, 55 Petronius Arbiter, Gaius 57, 59 Philips, Ambrose 58, 59 Pindemonte (Pindemonti), Ippolito 76 Pizarro, Francisco 39 Polt, Juan H. R. 49 Poma, Luigi 11, 15 Pope, Alexander 34, 58, 59, 66, 68 Pozzetti, Pompilio 57-59 Prieto, Antonio 104, 105, 112, 114, 115 Prósper, Francisco 115 Proß, Wolfgang 7-9, 23
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Índice onomástico
Quevedo y Villegas, Francisco 71, 72 Quintana, Manuel José 75-80, 86, 92 Quintiliano (Marcus Fabius Quintilianus) 18
Siegert, Christine 23 Sità, Maria Grazia 27 Sorolla, Joaquín 94 Stampa, Claudio Nicolò 31
Racine, Jean 24 Raffael da Urbino (Raffael Sanzio) 72 Raillard, Matthieu 41 Reggio, Francesco 53 Reina, Francesco 15, 92 Renier Tron, Cecilia 22 Revuelta Sañudo, Manuel 96, 97 Rezzonico, Carlo Castone della Torre di 56 Ribelles y Helip, José 77 Ribera, José de 72 Rivas, Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano, Duque de 91, 92 Roberti, Giambattista 34 Romagnosi, Gian Domenico 91 Rosmini, Carlo de’ 90, 91 Rother, Wolfgang 32 Rousseau, Jean-Jacques 65 Rubio Cremades, Enrique 81
Tagliavini, Luigi Ferdinando 31 Tanzi, Carl’Antonio 12 Tasso, Torquato 29 Tejerina, Belén 81 Tencajoli, Oreste Ferdinando 27 Thoma, Heinz 15, 35 Thomson, James 58, 59 Ticiano (Tiziano Vecellio) 72 Tietz, Manfred 75 Toledo, Juan Bautista de 72 Torno, Armando 23 Torres Gost, Baertomeu 95 Tosti, Luigi 91
Saavedra y Fajardo, Diego 71, 72 Sala Valldaura, Josep Maria 51 Salvetti, Guido 23 Sammartini, Giovanni Battista 12, 33 Sancha, Antonio de 52 Sánchez Reyes, Enrique 96-100 Sannazaro, Jacopo 29 Santoro, Mario 92 Savioli, Ludovico 56 Schiller, Friedrich 95 Schlüter, Gisela 32, 64, 65 Schulz-Buschhaus, Ulrich 15, 16, 18, 19, 34-36 Segler-Meßner, Silke 35 Serbelloni, duque Gabrio 8, 12 Serbelloni, duquesa Maria Vittoria 8, 12
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Valera, Juan 10, 81-93, 95, 107, 112 Varano, Alfonso 56 Vega, Garcilaso de la 107 Vega, Ventura de la 84, 85, 87, 108 Velázquez, Diego Rodríguez de Silva y 72 Verri, Alessandro 12, 20 Verri, Pietro 12, 20, 32 Víctor Emanuel II de Italia 89, 90 Virgilio 56 Visconti di Saliceto, conde Giuseppe 27 Vittorelli, Iacopo 98 Voltaire 34, 35 Watts, George B. 37 Weiand, Christof 32 Wetzel, Hermann H. 32 Wiesend, Reinhard 23 Witman, Fulgenzio 53, 54 Zamorano, Rucio 95 Zanotti, Francesco Maria 56
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