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Spanish Pages 446 [447] Year 2006
ANEJOS
ANEJOS AESPA XLII 2006
EL “FORO PROVINCIAL” DE AUGUSTA EMERITA: UN CONJUNTO MONUMENTAL DE CULTO IMPERIAL
Pedro Mateos Cruz (ed.)
DE AESPA XLII
EL “FORO PROVINCIAL” DE AUGUSTA EMERITA: UN CONJUNTO MONUMENTAL DE CULTO IMPERIAL
ISBN 978-84-00-08525-4
ARCHIVO ESPAÑOL DE
CSIC
ARQVEOLOGÍA 9 7 8 8 4 0 0 0 8 5 2 5 4 CSIC
ANEJOS DE AESPA SERIE PUBLICADA POR EL INSTITUTO DE HISTORIA Directora: Dra. M.ª Paz García-Bellido, Instituto de Historia, CSIC. Madrid Consejo de redacción: Prof. Dr. Javier Arce, Instituto de Historia, CSIC, Madrid; Prof. Dr. Manuel Bendala, Universidad Autónoma de Madrid; Dr. Xavier Dupré, Esc. Esp. Hist. y Arqueología, CSIC, Roma; Dra. Guadalupe López Monteagudo, Instituto de Historia, CSIC, Madrid; Dr. Pedro Mateos, Instituto de Arqueología de Mérida, J. Ext., CCMM. y CSIC; Prof. Dr. Manuel Molinos, Universidad de Jaén; Prof. Dr. Ángel Morillo, Universidad de León; Dra. Almudena Orejas, Instituto de Historia (CSIC, Madrid); Prof. Dr. Francisco Pina Polo, Universidad de Zaragoza; Prof. Dr. Joaquín Ruiz de Arbulo, Universidad de Tarragona. Consejo asesor: Dr. Michel Amandry, Bibliotèque Nationale de France, Paris, Francia; Dr. Xavier Aquilué, Conjunto Monumental de Ampurias, Girona; Prof. Dr. Gian Pietro Brogiolo, Università di Padova, Italia; Prof. Dr. Francisco Burillo, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de Teruel; Prof. Dr. Monique Clavel-Lévêque, Université Franche-Comté, Besançon, Francia; Profa. Dra. Teresa Chapa, Universidad Complutense de Madrid; Prof. Dr. Adolfo Domínguez Monedero, Universidad Autónoma de Madrid; Prof. Dr. Carlos Fabião, Universidade de Lisboa, Portugal; Profa. Dra. Carmen Fernández Ochoa, Universidad Autónoma de Madrid; Dr. Pierre Moret, Casa de Velázquez, Madrid; Prof. Dr. Domingo Plácido, Universidad Complutense de Madrid; Prof. Dr. Sebastián Ramallo, Universidad de Murcia; Profa. Dra. Isabel Rodà, Universidad Autónoma de Barcelona; Dr. Th. G. Schattner, Instituto Arqueológico Alemán, Madrid; Prof. Dr. Armin Stylow, München Universität, Alemania. Secretario: Dr. Luis Caballero, Instituto de Historia, CSIC, Madrid.
ANEJOS DE ARCHIVO ESPAÑOL DE ARQUEOLOGÍA XLII
EL “FORO PROVINCIAL” DE AUGUSTA EMERITA: UN CONJUNTO MONUMENTAL DE CULTO IMPERIAL
A Xavier Dupré, arqueólogo y amigo...
PEDRO MATEOS CRUZ (ed.)
EL “FORO PROVINCIAL” DE AUGUSTA EMERITA: UN CONJUNTO MONUMENTAL DE CULTO IMPERIAL
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Instituto de Arqueología de Mérida
MADRID 2006
Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, asertos y opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, sólo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.
Portada: Vista del llamado “arco de Trajano” Contraportada: Reconstrucción ideal del paisaje interior del Conjunto desde la puerta de acceso en época romana
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© Consejo Superior de Investigaciones Científicas © Pedro Mateos Cruz (ed.) NIPO: 653-06-130-1 ISBN: 978-84-00-08525-4 Depósito Legal: M. 14.113-2007 Impreso en España - Printed in Spain
Imprenta: Sociedad Anónima de Fotocomposición. Talisio, 9. 28027 Madrid
Anejos de AEspA XLII, 2006, pág. 7
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pedro Mateos Cruz
9
2. PRESENTACIÓN. EL CONJUNTO PROVINCIAL EMERITENSE EN EL CONTEXTO DEL CULTO IMPERIAL EN HISPANIA . . . . . . . . . . . . . . . . José Luis Jiménez Salvador
11
3. LOS ANTECEDENTES DEL PROYECTO: ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO DEL ÁREA DENOMINADA «FORO PROVINCIAL» . . . . . . . . . . . . . Rocío Ayerbe Vélez
29
4. INFORME DE LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS DESARROLLADAS EN LA ZONA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
55
INTRODUCCIÓN. Planteamiento de las intervenciones Pedro Mateos Cruz 4.1. Precedentes. Limpieza e intervención en la C/ Alvarado . . . . . . . . . . . Teresa Barrientos Vera
58
4.2. Excavaciones en el solar de la C/ Almendralejo y Holguín. . . . . . . . . . Pedro Mateos Cruz
68
4.3. Intervención arqueológica en el solar de la antigua Politécnica. . . . . . . Pedro Mateos Cruz
119
4.4. Sondeo en la plaza, otros sondeos y georradar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pedro Mateos Cruz
121
4.5. Intervención arqueológica en el solar ocupado por los restos del templo de la C/ Holguín. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pedro Mateos y Antonio Pizzo
122
4.6. Intervención arqueológica en un solar de la C/ Holguín, 32 . . . . . . . . . Pedro Mateos, Antonio Pizzo y Tomás Cordero
139
4.7. Excavación arqueológica en el llamado “Arco de Trajano” . . . . . . . . . Pedro Mateos, Antonio Pizzo y Tomás Cordero
146
4.8. Los materiales arqueológicos de época romana y tardorromana procedentes de las excavaciones del denominado “Foro Provincial” de Mérida . . Xavier Aquilué y Rafael Dehesa
157
4.9. Estudio de los materiales de época visigoda y altomedieval en el llamado “Foro Provincial” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Miguel Alba Calzado
171
5. EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL: ANÁLISIS HISTÓRICO, ARQUITECTÓNICO Y ARQUEOLÓGICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Antonio Pizzo
207
8
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Anejos de AEspA XLII
6. EL TEMPLO: LA TRASLACIÓN DE LOS MODELOS METROPOLITANOS A LA CAPITAL DE LA PROVINCIA LUSITANA . . . . . . . . . . . . . . . Pedro Mateos Cruz
251
7. LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS DEL LLAMADO “FORO PROVINCIAL” DE “AUGUSTA EMERITA”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Antonio Pizzo
277
8. LA EPIGRAFÍA Y EL CULTO IMPERIAL EN AUGUSTA EMERITA: NUEVOS EPÍGRAFES DEL CONJUNTO PROVINCIAL DE CULTO IMPERIAL. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Armin Stylow
297
9. EL “FORO PROVINCIAL” DE AUGUSTA EMERITA: UN CONJUNTO MONUMENTAL DE CULTO IMPERIAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Pedro Mateos Cruz
315
10. EPÍLOGO: TRANSFORMACIÓN Y OCUPACIÓN TARDOANTIGUA Y ALTOMEDIEVAL DEL LLAMADO FORO PROVINCIAL . . . . . . . . . . . . Miguel Alba y Pedro Mateos
355
11. BIBLIOGRAFÍA GENERAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
381
12. LISTADO DE FIGURAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
399
13. LISTADO DE UNIDADES DE EXCAVACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
409
Anejos de AEspA XLII, 2006, pág. 9
1.
INTRODUCCIÓN
El Instituto de Arqueología de Mérida (IAM), Centro de Investigación de titularidad mixta formado por el CSIC, el Consorcio de Mérida y la Junta de Extremadura, lleva a cabo desde su reciente creación, una línea de investigación vinculada con el estudio de la arquitectura pública de época romana a partir de la Arqueología de la Arquitectura. Paralelamente, dentro del propio IAM hemos iniciado la formación del Laboratorio de Arqueología de la Arquitectura y el Territorio (LAAT-IAM) que será una pieza clave para el desarrollo de programas de investigación relacionados con esta misma línea, actuando al unísono con el Consorcio de Mérida. Dentro de este programa debemos incorporar los proyectos de investigación que estamos efectuando desde el IAM. Proyectos que, en su mayoría, se realizan gracias a la formación de equipos interdisciplinares de investigadores pertenecientes a distintas instituciones. Esta línea de investigación se inició con el proyecto de investigación “El llamado Foro Provincial de Augusta Emerita”1 cuyos resultados son expuestos en esta monografía. En la actualidad desde el Consorcio de Mérida se está finalizando el proyecto de investigación sobre el urbanismo del foro de la Colonia2, en fase de redacción, y hemos iniciado dos nuevos proyectos que cuentan con el aval científico y económico del Plan Regional de Investigación de la Junta de Extremadura. El primero de ellos tiene por objeto el estudio del teatro romano de Medellín3 sobre el que se inician próximamente excavaciones arqueológicas tendentes a conocer la planta arquitectónica y las características de su estructura. El segundo es el estudio y documentación del teatro y anfiteatro de Augusta Emerita4 que será reexcavado y estudiado por un equipo de investigadores pertenecientes a distintos países e instituciones que intentará resolver todas las incógnitas que 1 2 3 4
N.º Expediente 2PR01A016. N.º Expediente 2PR01B004. N.º Expediente 2PR03 A112. N.º Expediente 3PR05A104.
aún faltan por resolver sobre la cronología, fisonomía e inserción urbanística de estos edificios. Como ya hemos indicado, en este ambicioso programa de investigación de la arquitectura pública romana se inscribe el proyecto sobre “El llamado Foro Provincial de Augusta Emerita” que hemos efectuado desde 1999, primero con el Consorcio de Mérida y, posteriormente, a través el IAM. El objetivo no era otro que el de realizar un estudio integral de la zona objeto de estudio a partir de un análisis monográfico de los edificios y estructuras urbanas que lo poblaban desde la fundación de la ciudad hasta nuestros días. El proyecto se inició con el estudio historiográfico que resultó fundamental para su desarrollo ya que nos situó en el estado del conocimiento que poseíamos en 1999 de esta área de la ciudad, el llamado foro provincial. Pero sobre todo sirvió para plantearnos dudas y contradicciones relacionadas con el propio urbanismo general de la ciudad romana. Gracias a este primer análisis tuvimos ocasión por primera vez de contar con una planimetría de la zona, además de relacionar todos los restos conocidos, las excavaciones realizadas hasta ese momento y los materiales arqueológicos procedentes de esa área de la ciudad incluyéndolos en una base de datos. Fue a partir de ese análisis cuando empezamos a plantearnos una hipótesis de trabajo que serviría para priorizar los trabajos en el proyecto y nos plantearía los pasos a seguir de cara a conseguir nuestro primer objetivo: conocer las características de estas estructuras urbanas. Gracias al apoyo de las instituciones (Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura, Ayuntamiento de Mérida,...) conseguimos realizar excavaciones arqueológicas en diversos solares y espacios públicos de la ciudad que fueron fundamentales en los resultados del proyecto. Tuvimos la ocasión de excavar un solar de 2.500 m cuadrados previamente adquirido por la Consejería de Cultura y que se situaba en el interior del área objeto de estudio. Del mismo modo excavamos en distintos puntos del solar donde veinte años antes había aparecido, como consecuencia de unas excavaciones de urgencia, el podio del llamado templo
10
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
de la C/ Holguín. Por último, gracias a la generosidad del Ayuntamiento de Mérida, realizamos excavaciones arqueológicas en las plazas, calles y jardines que necesitábamos para confirmar algunos de los aspectos arquitectónicos y urbanísticos del proyecto. Tras la ejecución de estas intervenciones procedimos al estudio de la documentación recogida, así como de los restos y materiales arqueológicos aparecidos y, por último, efectuamos el estudio de los edificios conocidos en la zona. El arco, a pesar de que se trata de una estructura presente en la vida diaria de la ciudad, no había sido objeto de ningún estudio monográfico. Del mismo modo, tras el hallazgo del templo, veinte años después, tan sólo había merecido menciones en dos pequeños artículos de su descubridor. Además estaban las estructuras aparecidas durante las excavaciones (plaza y pórtico) y otras que se encontraban dentro de edificios actuales pero que dejaban intuir la monumentalidad de los restos conservados. El último punto fue conocer el urbanismo de la zona desde época romana hasta su abandono definitivo en época califal, ya que la zona no fue de nuevo utilizada hasta el s. XIX cuando se produce el ensanche de la ciudad. Ésta fue la organización del trabajo que hemos llevado a cabo durante el desarrollo del proyecto y esta estructura ha sido respetada en la monografía que explica los resultados conseguidos después de seis años de trabajo donde, todo el equipo, ha contado con el apoyo de instituciones y personas que han hecho posible que esta monografía hoy sea una realidad. En primer lugar debemos agradecer al Plan Regional de Investigación de la Junta de Extremadura el apoyo científico y económico al proyecto a través de la aprobación de dos proyectos de investigación sobre la zona (1999-2001 y 2002-2004). Del mismo modo queremos mostrar nuestro agradecimiento a la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura en las personas de su Consejero, D. Francisco Muñoz, y del Director General de Patrimonio, D. Francisco Pérez Urban, por haber creído en el proyecto, adquirir el solar en el que intervenimos y cofinanciar las excavaciones realizadas así como esta monografía. También queremos mostrar nuestra gratitud al Consejo Superior de Investigaciones científicas por el esfuerzo en dotar al nuevo IAM de los medios humanos y materiales necesarios que han contribuido a sacar adelante esta monografía, además de su cofinanciación.
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Tenemos también un motivo especial de gratitud con el Ayuntamiento de Mérida, con la Concejalía de Urbanismo y con la Gerencia Municipal de Urbanismo que ha permitido efectuar excavaciones en distintos puntos de la ciudad. Del mismo modo supo ver la importancia de la zona incorporando dentro del Nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Mérida un Área de Rehabilitación Interior de toda la zona del llamado foro provincial que nos ha ayudado a intervenir incluso en solares ya edificados. Desde el punto de vista de la financiación del proyecto no podemos olvidar el apoyo del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida, en la persona de su Director Gerente, D. Antonio Barroso, así como el esfuerzo económico y de recursos humanos realizado en la cofinanciación de las excavaciones y el tiempo invertido por sus trabajadores en ayuda del proyecto. En este contexto, este proyecto está especialmente en deuda con Miguel Alba, Rocío Ayerbe, Teresa Barrientos, Santiago Feijoo, Félix Palma y Antonio Pizzo que desarrollaron las excavaciones del pórtico y recogieron toda la documentación durante las cuatro campañas de excavaciones que realizamos en el solar. Con Javier Pacheco, topógrafo del Consorcio y con los dibujantes Francisco Isidoro, José A. Jiménez, Valentín Mateos y Joaquín Suárez, así como con los trabajadores del Consorcio que realizaron las labores de campo y con Berta Gómez y Pedro Muriel que se encargaron de la digitalización, junto con Carlos Morán, ayudante de investigación del IAM. Por último, en este apartado quisiera agradecer especialmente el trabajo, la dedicación y el cariño de José A. Jiménez Pacheco, al que debemos toda la planimetría publicada en este volumen, unificando la existente como resultado de las intervenciones arqueológicas y realizando las de nueva creación. Nuestro último recuerdo debe ir para Xavier Dupré, miembro del equipo de investigación del proyecto desde sus inicios, arqueólogo y amigo, que participaba en la redacción de esta monografía pero desgraciadamente no pudo terminar su capítulo. Todos los miembros del equipo hemos querido dedicarle este volumen para tenerlo siempre en la memoria. Pedro Mateos Cruz Mérida, 1 de mayo de 2006
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2. PRESENTACIÓN: EL CONJUNTO PROVINCIAL EMERITENSE EN EL CONTEXTO DEL CULTO IMPERIAL EN HISPANIA José L. Jiménez Salvador5
A medida que a lo largo de las dos o tres últimas décadas ha ido incrementándose de manera notable el número de estudios concernientes a Hispania romana, la percepción del fenómeno urbano en las provincias hispanas ha ganado en complejidad hasta el punto de dejar en evidencia la inadecuación de buena parte de los planteamientos tradicionales de las investigaciones referidas a este tema. En particular, se observa fehacientemente un proceso de especialización de los espacios públicos que está proporcionando unas imágenes urbanas sensiblemente diferentes de las que se utilizaban como modelos hace apenas unas décadas6. De forma paralela viene constatándose el importante papel desempeñado por el culto imperial como impulsor de magnos proyectos erigidos en calidad de exponentes de una nueva ideología hasta convertir a las ciudades en auténticos escenarios del poder imperial7, aunque cabría reflexionar hasta qué punto se está abusando de la expresión “culto imperial”8. Dentro de este panorama, la colonia Au5
Universitat de València. Para hacerse una idea de la evolución experimentada en el último cuarto de siglo por los estudios referidos al fenómeno urbano en Hispania romana basta comparar la publicación de las Actas del Symposium de Ciudades Augusteas celebrado en Zaragoza en 1976 con publicaciones como Stadtbild und Ideologie, 1990; La ciudad, 1994; La ciudad hispanorromana, 1994; Hispania, 1997; Hispania Romana, 1999; Jiménez y Ribera, 2002; Simulacra Romae, 2004. 7 Para las provincias hispanas sigue siendo fundamental la obra de Étienne, 1958, aunque el mayor peso de las investigaciones en los últimos años recae sobre los trabajos de Duncan Fishwick. Una exhaustiva puesta al día de la bibliografía sobre el culto imperial en Fishwick, 1987; Id., 1991/92; Id., 2002; Id., 2004. Como elemento de comparación, resulta interesante el análisis sobre la repercusión de este fenómeno en los centros monumentales de las ciudades de la Península Itálica, efectuado por Gros, 2000, 307-326. 8 Sobre los riesgos que entraña la tendencia cada vez más extendida de vincular con el culto imperial cualquier manifesta6
gusta Emerita, capital de la provincia Lusitania, ocupa un lugar relevante por el conjunto de construcciones de gran entidad de las que fue dotándose, como las imponentes obras de ingeniería representadas por sus puentes y acueductos, los edificios de espectáculos y grandes conjuntos monumentales cuya magnitud quedaba patente en la trama urbana. Era el caso del foro de la colonia, el espacio donde con más fuerza latía el pulso vital de la ciudad, a la vez que reunía su memoria histórica. Consecuencia de esa vitalidad fue la incorporación de nuevos recintos como el que ha motivado el presente estudio9 y que muestran la imagen de una ciudad muy identificada con la exaltación del poder imperial. Una nueva fisonomía que para la investigación actual exige un esfuerzo de comprensión acerca de la razón de ser de esos grandes espacios de reunión cívica, tanto en sus aspectos funcionales como en su grado de relación con otros conjuntos urbanos. En este sentido, resulta obligado dirigir la mirada hacia las otras dos capitales de provincia hispanas, Tarraco y Colonia Patricia, a fin de establecer qué diferencias y semejanzas resultan de analizar la evolución de sus respectivos espacios públicos a medida que la ideología imperial fue calando en el tejido social de estas ciudades que desempeñaban un papel de verdaderas sucursales del poder instalado en Roma10. ción de homenaje a un emperador, véase el comentario de Stylow en este mismo volumen. 9 Proyecto de Investigación “Estudio, documentación y catalogación del llamado foro provincial de Augusta Emerita” (2PRO1A016), que desarrolla el Instituto de Arqueología de Mérida con Pedro Mateos como investigador principal y en el que también participan investigadores pertenecientes al Consorcio de Mérida, Museo Nacional de Arte Romano y diversas Universidades y Centros de Investigación nacionales. 10 Sobre el papel administrativo de las capitales provinciales, ver Haensch, 1997. Para el caso de las provincias hispanas, Panzram, 2002. Sobre la relación entre Roma y las capitales his-
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Anejos de AEspA XLII
LA IDEOLOGÍA IMPERIAL EN CLAVE ARQUITECTÓNICA EN LOS CENTROS CÍVICOS DE LAS TRES CAPITALES DE PROVINCIA HISPANAS
La expresión del poder político por medio de los volúmenes arquitectónicos alcanzó ya gran notoriedad con los imponentes santuarios tardorrepublicanos del Lacio11 y a mediados del siglo I a. C. en Roma con los grandiosos complejos del teatro de Pompeyo en el Campo de Marte y el Forum Iulium, este último compartiendo el espacio privilegiado del Forum Romanum. No es necesario insistir en la enorme repercusión que estos dos exponentes tuvieron para la arquitectura de las siguientes generaciones a la vista de las numerosas referencias que pueden reconocerse en la porticus post scaenam de teatros augusteos con ejemplares muy destacados en Hispania12 o en buen número de foros que con su superficie delimitada por pórticos y la posición dominante de un templo, establecen lazos de parentesco con el exponente cesariano, que constituyó la primera de las grandes realizaciones urbanísticas que la investigación moderna reconoce bajo la denominación de Foros Imperiales (fig. 1); sin duda el paradigma más ilustrativo de cómo los espacios públicos fueron ganando terreno dentro de la trama urbana en detrimento del suelo privado13. Con la mirada puesta en la metrópoli y al amparo de la nueva etapa marcada por el Principado de Augusto, el ámbito provincial experimentará un desarrollo urbanístico sin precedentes en el que la iniciativa se repartirá entre la domus Augusta y las familias más poderosas que invierten grandes cantidades de dinero en dotar a sus ciudades de aquellos elementos que les permitan establecer grados de afinidad con la Urbs. Por este procedimiento, las élites urbanas expresan su adhesión al régimen político imperante, a la vez que aumentan sus cuotas de reconocimiento entre sus conciudadanos, medio indispensable para alcanzar su más elevada proyección social14. Esta dinámica de promoción panas a través de la decoración arquitectónica, Pensabene, 2004, 175-199. También, sobre el modelo de la metrópoli y sus reflejos en provincias, Trillmich, 1997, 131-141; Id., 1998, 163-174. 11 Gros, 1978; Id., 1987. 12 Ramallo, 2000, 87-120. 13 Una apretada síntesis de lo acontecido en el terreno de la arquitectura en Roma entre los años inmediatamente posteriores a la muerte de César y los primeros años del Principado de Augusto con las primeras realizaciones en mármol lunense, en Pensabene, 2004, 175-6. 14 Demougin y Navarro, 2001.
Fig. 1.
Planta reconstructiva de los foros imperiales de Roma (según S. Baiani y M. Ghilardi)
social tenía en los actos de ostentación arquitectónica o decorativa uno de sus principales pilares, lo que unido a la actividad de patronazgo de la familia imperial, especialmente en las provincias de rango imperial como era el caso de la Hispania Citerior Tarraconensis o la Lusitania, tuvo una importancia decisiva para el desarrollo monumental urbano15. En este contexto, el corazón de las ciudades, el foro, cobrará un protagonismo muy destacado como escaparate privilegiado de la expresión del 15
Ruiz de Arbulo et alii, 2004, 122.
Anejos de AEspA XLII
PRESENTACIÓN: EL CONJUNTO PROVINCIAL EMERITENSE
poder político y económico por medio de unas arquitecturas presididas por el signo de la aparatosidad y dotadas de unos ricos programas decorativos que revelan un concepto de ciudad enteramente entregada a la exaltación del poder imperial. En aras de reforzar ese mensaje de grandeza, nuevos recintos monumentales irán ocupando la trama urbana, tal y como están revelando las investigaciones más recientes, como es el caso de Augusta Emerita. Pero a mayor información surgen nuevas cuestiones como la constatación de que las ciudades de mayor rango, se dotaron de diversos espacios porticados con una apariencia y dimensiones que podían equipararse con las de un foro, rebasando incluso el planteamiento que contemplaba una duplicidad para las capitales de provincia en las que además de un foro local, habría otro de carácter “provincial”. Es precisamente en las tres capitales hispanas donde la incorporación de nuevos datos está poniendo en tela de juicio el esquema tradicional de foro local/foro provincial, empezando por la propia utilización de estos términos16. Sobre esta proliferación de espacios con forma de plaza porticada en una misma ciudad hace unos años efectuamos una primera aproximación17, que ahora retomamos con motivo de la interpretación del conjunto provincial de Augusta Emerita. Al margen del problema de la nomenclatura y desde una perspectiva estrictamente funcional, en las tres capitales de provincia hispanas la identificación de un primer foro destinado a las necesidades propias de carácter urbano, no admite discusión. En buena medida ese primer foro desempeñaría una función equiparable a cualquiera de los que formaban parte del programa monumental de una colonia o municipio, dejando a un lado la mayor o menor superficie que ocupara. Sobre las condiciones en las que se materializó ese primer foro, lo primero que conviene es atender a las diferencias en el planteamiento del desarrollo urbano que se dieron en las tres sedes de la administración provincial. En este sentido, no puede compararse el importante pasado republicano de Tarraco18 y Corduba19, que debió pesar en la planificación urbanística de época imperial, con una colonia de nueva planta y destinada a encabezar una provincia de
nueva creación, caso de Augusta Emerita; como tampoco puede pasarse por alto la repercusión que para Tarraco debió suponer la presencia física del Princeps Augusto en dos ocasiones. Unas condiciones que en principio, deberían alejarnos de todo intento de búsqueda de unos rasgos de uniformidad para este primer foro en estas tres ciudades. Esta llamada a la cautela no está de más, habida cuenta que de ninguna de estas tres plazas se conoce su configuración en tal grado que permita establecer muchas comparaciones. De cara a definir y ordenar el contexto en el que fueron materializándose los distintos espacios públicos de las capitales hispanas y su grado de implicación en el proceso de adhesión a la ideología imperial, conviene detenerse en primer lugar en analizar las características del primer foro con que estuvieron dotadas estas tres ciudades. FORO DE LA COLONIA Y CULTO IMPERIAL EN LAS TRES CAPITALES DE PROVINCIA HISPANAS Un aspecto esencial para el correcto enfoque de la definición de los espacios públicos en las tres capitales de provincia hispanas reside en determinar el proceso de ocupación simbólica por parte del incipiente culto imperial. Se trata de un asunto que desde la publicación en 1958 de la obra fundamental de Robert Étienne sobre el culto imperial en la Península Ibérica20 y sobre todo, a partir de la ingente labor que acerca de este tema viene realizando Duncan Fishwick21, ha ido cobrando una dimensión cada vez mayor. Sin embargo, esta proliferación de estudios no ha impedido que sigan pendientes de resolución cuestiones de gran importancia para precisar ese contexto como por ejemplo, la ubicación en Tarraco de las primeras construcciones vinculadas con el culto al emperador, como es el caso del ara que la ciudad dedicara a Augusto (fig. 2) y de manera especial, el templo a Divus Augustus. Estos monumentos son conocidos gracias a las fuentes literarias y numismáticas, ya que la investigación arqueológica hasta el momento no arroja un balance todo lo positivo que sería de desear22. 20
16
Sobre los problemas de nomenclatura para las plazas públicas romanas. Trillmich, 1993, 115-124; Id., 1996, 175-195. 17 Jiménez, 1998, 11-30; 2004, 379-403. 18 Ruiz de Arbulo, 2002, 137-156; Ruiz de Arbulo et alii, 2004, 115-121. 19 Murillo y Jiménez, 2002, 183-193; Vaquerizo, 2005; Márquez y Ventura, 2005.
13
Étienne, 1958; Id. 1990, 215-231; Id., 1996, 153-163. Para no hacer interminable la relación de los estudios de Fishwick referidos al culto imperial, citamos tan sólo su obra The Imperial Cult in the Latin West, Fishwick, 1987; Id., 1991; Id., 2002; Id., 2004, en la que se incluye la mayor parte de su dilatada labor investigadora. 22 La última propuesta en Pensabene y Mar, 2004, 73-86; Pensabene, 2005, 234-246. 21
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Fig. 2.
Anejos de AEspA XLII
Reconstrucción de la planta de Tarraco dentro de la ciudad actual. (tomada de Pensabene-Mar, 2004, fig. 1)
En relación con el primer elemento, todo apunta a que a pesar de la ausencia de restos materiales, el altar debió emplazarse en el foro de la colonia, gracias a la recuperación en el entorno de la basílica del foro y de la vecina necrópolis paleocristiana de todas las dedicatorias de culto imperial, realizadas por privados, por los sevires o por la colonia23. En cambio, nada sabemos de las características del peribolos que lo albergaría, pudiendo apuntarse como referencia el pórtico de Livia, inaugurado en Roma el 7 a.C., cuya planta conocemos gracias a la Forma Urbis. En este caso el elemento situado en el centro del área delimitada por un cuadripórtico no es un templo, sino un altar dedicado a la Concordia24. Mayores problemas plantea la localización del templo que de acuerdo con el testimonio de Tácito (Ann., I, 78), Tiberio autorizó a los hispanos para que sirviera de ejemplo a las demás provincias. En el prolongado debate acerca de su emplazamiento ha ido cobrando fuerza la tesis que se inclinaba por 23 Ruiz de Arbulo, 1998, 31-61; Ruiz de Arbulo, Mar, Domingo y Fiz, 2004, 126. 24 Gros, 1996, 103, fig. 103.
su ubicación en el foro de la colonia, sobre la base de la ya aludida presencia de epígrafes con dedicatorias del culto imperial25, además de la estrecha relación entre teatro y foro impuesta por la liturgia del culto imperial26. Sin embargo, nuevos datos han reavivado el debate al aportar indicios que apuntan a una localización en la parte alta de la colonia. La novedad viene constituida por el reciente hallazgo junto a la Plaza del Foro de dos elementos de friso con decoraciones diferentes, en uno roleos de acanto y en otro guirnaldas y bucráneos, que han venido a sumarse a los de idénticas características registrados en el siglo XIX, siempre en la misma zona. El análisis comparativo que acaba de efectuar Pensabene y Mar27 arroja dos momentos constructivos diferenciados, uno primero, representado por el friso de roleos que podría ponerse en relación con el templo de culto imperial citado por Tácito. La construcción de este templo se encuadraría 25 Ruiz de Arbulo, 1998; Ruiz de Arbulo et alii,, 2004, 132-135. 26 Gros, 1990, 381-390; Jiménez, 2004, 381. 27 Pensabene y Mar, 2004, 78-82; Pensabene, 2005, 236-240.
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PRESENTACIÓN: EL CONJUNTO PROVINCIAL EMERITENSE
en el momento en que las principales ciudades hispánicas, no sólo las capitales provinciales, se dotarían de grandes templos principalmente, vinculados con el culto imperial28. El segundo momento constructivo al que pertenecería el friso de guirnaldas y bucráneos correspondería a la profunda transformación de que fue objeto toda la zona superior de la ciudad, iniciada al final de los julioclaudios o con Vespasiano y continuada a lo largo de toda la época flavia. A partir de estas nuevas evidencias, Ricardo Mar ha formulado una nueva propuesta29 según la cual el templo de Augusto construido a partir de época tiberiana habría ocupado la posición de la actual Catedral, tesis ya defendida en su día por Hauschild30 (fig. 3). Para ello se basa en la gran trinchera excavada por J. Sánchez Real en los años 50 en el interior del claustro de la Catedral que, a juicio de Mar, no habría respondido a un replanteo de la gran construcción flavia en el momento de su inicio, como se venía manteniendo hasta ahora, sino que habría que relacionar con el desmonte y reaprovechamiento de las estructuras pertenecientes al temenos del templo de Augusto para dotar de un mayor espacio al proyecto flavio, que habría respetado al edificio religioso julioclaudio incorporando una gran aula a sus espaldas31. Pero esta hipótesis tan sugerente no puede pasar por alto que la localización de estos fragmentos marmóreos puede estar en función del emplazamiento de los hornos de cal medievales32, de modo que en tanto en cuanto no se despeje esta incógnita, la verdadera ubicación del primer templo de culto imperial en Tarraco deberá permanecer abierta33. Al margen de esta cuestión, la imagen del primer foro de Tarraco va conociéndose mejor gracias a los recientes avances de la investigación arqueológica, entre los que destaca la posible identificación del Capitolio34, así como la definición del límite meridional de la plaza, constituido por una hilera de tabernae abiertas a una terraza inferior y
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Pensabene, 2004, 175-199; Id., 2005, 239. Pensabene y Mar, 2004, 83. 30 Hauschild, 1974, 3-44. 31 Pensabene y Mar, 2004, 83. 32 Como reconoce el propio Mar, en Pensabene y Mar, 2004, 83. 33 La posible presencia de hornos de cal medievales en Ruiz de Arbulo et alii, 2004, 145. 34 La presencia más que probable del Capitolio en el foro de la colonia ha cobrado fuerza a raíz del descubrimiento de los restos del podio de un templo en el lado oriental de la plaza. Mar y Roca, 1998, 105-126; Pensabene y Mar, 2004, 74-75. 29
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apoyadas en un criptopórtico35. En este capítulo de novedades no falta la relectura de restos recuperados en investigaciones precedentes, como los de la basílica, exhumados en los trabajos llevados a cabo por Serra Vilaró en la década de 192036 y que ahora están revelando diversas reformas de que fue objeto, incluida la gran aedes augusti/tribunal axial, cuyos restos hoy visibles corresponden a la fase del siglo II d. C. que estuvo precedida por otras dos en las que la sala tenía una profundidad algo menor37. Para el tema que nos ocupa, cabe recordar el amplio conjunto epigráfico y escultórico recuperado del entorno de la basílica y que ilustra la ocupación simbólica por parte la domus Augusta de uno de los edificios más importantes de la ciudad38. Merced a toda esta información, va definiéndose la planta de este primer foro de la colonia con una disposición de sus principales elementos —templo en posición dominante y basílica dispuesta longitudinalmente— que coincide con la de otros conjuntos forenses, como los de Emporiae, Saguntum y Bilbilis. Por lo que se refiere a Augusta Emerita, el foro presidido por el denominado “templo de Diana”, que de manera generalizada se adscribe al ámbito local, acaba de ser objeto de una espléndida monografía a cargo de José M.ª Álvarez y Trinidad Nogales en la que se ofrece un profundo análisis e interpretación de los restos arqueológicos recuperados en distintas épocas y principalmente, en las últimas décadas39. La principal aportación de este exhaustivo estudio la constituye, sin duda, la corroboración de su inequívoco vínculo con el culto imperial, patente tanto en el modelo arquitectónico como en el programa iconográfico y decorativo, minuciosamente analizados. Por tanto, remitimos a este excelente trabajo y aquí tan sólo incidiremos de forma breve en los aspectos que ayudan a definir esa clave ideológica. A ello ha contribuido también el completo análisis de la decoración arquitectónica, a cargo de José Luis de la Barrera, sobre todo su magnífico estudio dedicado a los foros de Augusta Emerita40, así como las decisivas aportaciones de Walter Trillmich que, citando palabras textuales de Nogales y Álvarez: “paulatinamente ha ido recuperando los cuños iconográficos de 35 36 37 38
Macías, 2000. Serra, 1932. Ruiz de Arbulo et alii, 2004, 135-138. Alföldy, 1975; Koppel, 1985; Mar y Ruiz de Arbulo,
1988. 39 40
Álvarez y Nogales, 2003; Álvarez y Nogales, 2004. De la Barrera, 2000.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 3.
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Reconstrucción de la planta de la plaza y el templo de Augusto en época tiberiana sobre el peribolos flavio (tomada de Pensabene-Mar, 2004, fig. 1)
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Roma a través de los materiales emeritenses”41. A toda esta importante labor investigadora hay que sumar la intensa actividad arqueológica que en los últimos años viene desarrollando tanto el Consorcio Monumental de la Ciudad de Mérida, como el Instituto de Arqueología de Mérida, de gran importancia para la definición de la trama urbana emeritense, como demuestra el propio Proyecto de Investigación “Estudio, documentación y catalogación del llamado foro provincial de Augusta Emerita”, cuyos resultados aquí se presentan42. El primer detalle a observar es el de su emplazamiento en las proximidades del cruce de kardo maximus y decumanus maximus, siguiendo una de las tendencias más repetidas en la disposición urbanística de los foros de colonias de nueva planta43. Esta ubicación unida a la cronología de las construcciones allí documentadas, constituye una muestra evidente de su pertenencia al trazado fundacional44 y la confirmación de su carácter de locus celeberrimus de la colonia emeritense. El segundo aspecto a valorar es el de la posición dominante del “templo de Diana”, rodeado por una porticus triplex dotada de criptopórtico (fig. 4), disposición que rememora el esquema del templo de Venus Genetrix en el Forum Iulium con una decidida intención de acrecentar la solemnidad del elemento primordial de la composición, el templo45. Un recurso al que Augusto no dudó en darle un mayor énfasis en su Foro, como queda patente en la majestuosa posición ocupada por el templo de Mars Ultor46. En el caso emeritense, esa sensación de dominio se vio incrementada con la construcción de una tribuna con exedra situada en su pars antica, detalle que permite encasillarlo en el grupo de templa rostrata47 lo que representa una nueva alusión al edificio religioso que presidía el Forum 41 Nogales, Álvarez, 2005, 218 con referencia a su abundante bibliografía en la nota 85. 42 El Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida publica anualmente desde 1994 los informes de todas las intervenciones que se desarrollan en Mérida a través de la Serie Memoria, Excavaciones Arqueológicas en Mérida. Una síntesis sobre la investigación arqueológica reciente en Mateos, 2001, 183-208. 43 Jiménez, 1987, 174-175. 44 Trillmich, 1996, 175-195; Álvarez y Nogales, 2003, 307 ss.; 2004, 293-295; Nogales y Álvarez, 2005. 45 Como ya advirtiera Gros, 1976, 108, al recordar el relato de Suetonio (Divus Iulius. 78, 1) y Dion Casio (44, 8, 1) en el que César en el 44 a. C. recibió a los senadores sentado en el intercolumnio central de la fachada principal del templo de Venus Genetrix, como si de la imagen de culto se tratara. 46 Ganzert, 1996. 47 Álvarez y Nogales, 2003, 151-158; 2004, 299-300.
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Iulium, cuya identificación con el culto imperial quedó fijada desde que Augusto lo escogiera como modelo para la aedes divi Iulii48. No acaban aquí las concomitancias con el santuario cesariano, ya que a ambos lados largos del templo de Diana se construyeron respectivos estanques rectangulares, recogiendo la idea plasmada en el Foro de César en su fase augustea, momento en el que se dotó de sendas estructuras hidráulicas ante la fachada del templo de Venus Genetrix49. Por otra parte, la presencia de criptopórtico, al menos en el lado occidental del temenos del templo de Diana, además de los rasgos de semejanza que guarda con el criptopórtico de la fase augustea del foro de Conimbriga50, constituye otro elemento estrechamente relacionado con las ceremonias de culto imperial, a partir de testimonios como una inscripción hallada en Lacipo51. Este magno recinto enclavado en el corazón de la colonia contaba con un amplio programa iconográfico y decorativo del que dan fe los significativos restos recuperados en diferentes momentos y que han venido a confirmar la vinculación de este templo con el culto imperial52. El examen meticuloso de todos estos vestigios a cargo de Álvarez y Nogales ha permitido establecer diversas fases con un primer instante augusteo en el que el protagonismo lo acapararon el granito estucado y el bronce, seguido de una fase tiberio-claudia en la que ya se ejecutan obras marmóreas. Con el paso del tiempo, no sólo fue desarrollándose dicho programa iconográfico y ornamental, sino que también debieron acometerse reformas, lógicas por otra parte, como la que afectó al muro norte del temenos del templo para la que se empleó una técnica constructiva comprendida entre el período de Claudio y el período flavio53. Diversos elementos ornamentales fechados a lo largo de los siglos II y III d. C., ponen de manifiesto la vigencia de este espacio público a pesar del tiempo transcurrido desde su inauguratio54. Atendiendo a su condición de fundación republicana y capital de la provincia Hispania Ulterior, Corduba debió contar con un foro del que apenas 48 Álvarez y Nogales, 2003, 151-158; 2004, 299-300; Nogales y Álvarez, 2005. 49 Álvarez y Nogales, 2004, 308. 50 Álvarez y Nogales, 2004, 310. 51 Étienne, 1981, 139-141. 52 Álvarez y Nogales, 2003, 191-280; 2004; Nogales y Álvarez, 2005. 53 Álvarez y Nogales, 2004, 308; 54 Álvarez y Nogales, 2003, 222-236; 2004, 318.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 4.
Anejos de AEspA XLII
Vista general del llamado “templo de Diana” en Mérida
se posee un par de escuetas referencias literarias, la primera, que menciona al pretor de la Ulterior, L. Calpurnio Pisón, impartiendo justicia sentado en su sella en medio del foro cordubense en el 113 a. C. (Cicerón, Verr. IV, 56) y la segunda, con ocasión del atentado que en el 48 a. C. sufriera C. Casio Longino cuando se dirigía a la basílica (Bell. Alex. LIIII, 2). Al margen de estas dos citas, las evidencias arqueológicas, por una parte, varios tramos de pavimento enlosado, documentados en diversos sondeos localizados en la confluencia de las actuales calles Cruz Conde con Góngora y aledaños55, así como algunos ejemplares de basas y fustes de caliza local56, han sido relacionados con la reconstrucción en época augustea del foro fundacional57 (fig. 5). Esta concentración de restos deja entrever un emplazamiento para este foro en las proximidades del cruce entre cardo maximus y decumanus maximus, comparable a la observada en el caso del foro colonial de Augusta Emerita. En relación con
el culto imperial en Colonia Patricia58, las primeras manifestaciones debieron desarrollarse en este ámbito donde a juzgar por la documentación epigráfica recuperada se desarrolló una intensa actividad comprendida entre los inicios del siglo I d. C. hasta la mitad del siglo IV59, así como en un espacio vinculado con el teatro que a juicio de León pudo tratarse de un Augusteum60. A partir de época tiberiana al foro de la colonia se le incorporaría un espacio anexo denominado forum adiectum o forum novum, claramente vinculado con la promoción de la ideología imperial61. Esta operación es equiparable a la registrada en Augusta Emerita pocos años después, cuando al este del foro presidido por el “templo de Diana” se construyó una especie de recinto porticado a modo de anexo, ofreciendo unas claras connotaciones con la exaltación del poder imperial. 58
Garriguet, 2002, 145 ss. Stylow, 1990, 281; Panzram, 2002. 60 León, 1999, 47. Con este espacio relaciona el conjunto de retratos de Tiberio y Livia, un grupo de estatuas honoríficas y ciertos vestigios de un posible culto a Diana y Apolo. Cfr. la recopilación reciente de estos hallazgos efectuada por Garriguet, 2002, 126 ss. 61 Garriguet, 1997; Idem, 2002, 117-119; Márquez, 1998b, 72 ss. 59
55 Stylow, 1990, 272-273; Jiménez, 1989, 189-198; Ibáñez, 1993, 424-425; Ibáñez, Secilla y Costa, 1996, 122-126. 56 Márquez, 1998a, 174-176. 57 Márquez, 2004, 339. Sobre la remodelación del viejo foro colonial después de la destrucción de la ciudad por César, Carrillo et alii, 1999; Carrasco, 2001, Vaquerizo, 2005, 181184; Márquez y Ventura, 2005, 430-438.
Anejos de AEspA XLII
Fig. 5.
PRESENTACIÓN: EL CONJUNTO PROVINCIAL EMERITENSE
Reconstrucción de los espacios forenses de Corduba (tomada de Murillo et alii, 2003, 83)
LOS FORA ADIECTA DE AUGUSTA EMERITA Y COLONIA PATRICIA CORDUBA Una de las consecuencias más importantes del incremento de la actividad arqueológica urbana en los últimos años, tanto en Mérida como en Córdoba, ha sido la constatación de la existencia de un espacio monumental anexo a su primer foro. En efecto, en ambas capitales, el escenario cívico principal fue objeto de sendas operaciones urbanísticas dotadas de un fuerte componente ideológico. En la capital de la Lusitania, los hallazgos acaecidos en la década de los ochenta del siglo pasado en el solar de la calle Sagasta, 11-13, interpretados inicialmente como un pórtico62, arrojaron suficiente luz para documentar otras piezas excepcionales pero carentes de contexto, recuperadas desde el siglo XIX en el área de Pan Caliente63. Desde la ya célebre propuesta de reconstrucción del pórtico del Foro presentada por José M.ª Álvarez y Trinidad Nogales al XIII Internationalen Kongresses für Klassische Archäologie, celebrado en Berlín en 198864, se ha suscitado un amplio debate acerca de la función de este espacio anexo al foro, que en los últimos años viene considerándose como un posi62 63 64
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Álvarez y Nogales, 1990. Squarciapino, 1976; Idem, 1982. Álvarez y Nogales, 1990.
ble Augusteum65 (fig. 6). A la formulación de esta propuesta ha contribuido sobremanera la identificación por parte de Nogales de diversos restos de un altar procedentes casi con toda seguridad de esta zona, altar que podía corresponder al representado en las emisiones de la ceca colonial66. De confirmarse la presencia de este monumento en el centro del recinto porticado, se repetiría el modelo atestiguado en Nîmes y Arles67. Cuestión importante es determinar el momento en que se materializa este espacio anexo, donde siguen latentes las dudas acerca de si hubo una primera fase de arquitectura enlucida en estuco y una segunda de marmorización del complejo en época claudioneroniana68. Con independencia de estas cuestiones, lo cierto es que su presencia al lado del foro presidido por el “templo de Diana” debe entenderse como una decidida voluntad de sacar partido de su condición de locus celeberrimus para difundir un mensaje a través de unas formas arquitectónicas y de un pro-
65 Los argumentos a favor de esta propuesta en Álvarez y Nogales, 2003, 290-294; 2004, 294; Nogales y Álvarez, 2005, 217-220. 66 Nogales, 2000a, 25-46; Eadem, 2000b, 391-423; Poveda, 1999, 389-405. 67 Álvarez y Nogales, 2003, 290-294; Gros, 1984, 123-134 (Nîmes); Idem, 1987, 339-363 (Arles). 68 Nogales y Álvarez, 2005, 218.
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Fig. 6.
Anejos de AEspA XLII
Restos del forum adiectum de Mérida
grama iconográfico que remiten de forma directa al Foro de Augusto en Roma69. En Córdoba se constata un proceso equiparable al emeritense con la inserción de un nuevo espacio junto al primer foro, al que la investigación moderna ha dado en denominar Forum Adiectum o Forum Novum70. Con este nuevo recinto se asocian diversos hallazgos de decoración arquitectónica y escultórica que ha estudiado Carlos Márquez71 y que han venido a sumarse a la célebre escultura loricata procedente de la calle Morería72 (fig. 7); todos ellos agrupados bajo el denominador común de 69 Trillmich, 2004, 321-335. Para el Forum Augustum sigue siendo fundamental el trabajo de Zanker, 1984. Como aportaciones recientes a destacar, La Rocca 1995, 74-87; Id. 2000, 171-213; Spannagel, 1999; Rinaldi Tufi, 2002, 177-193; Ungaro, 2004, 17-35. 70 La acuñación de estos términos se debe a Márquez, 1998b, 65 y 72-3 (Forum Novum); 2004a, 109-117; 2004b, 340-346 (Forum Adiectum); Fishwick, 2000, 79-83; Panzram, 2002, 150-152; Garriguet, 2002. 71 Márquez, 1998a, 176 ss.; Idem, 1998b, 72-74; Id., 1998c, 113-138; Id., 2000; Id., 2002, 169-172; Id., 2004a, 109-127; Id., 2004b, 340-346; Id., en prensa. 72 Vaquerizo 1996, 34-36 con toda la bibliografía precedente.
lo colosal y de su vinculación con el Foro de Augusto en Roma. Erigido en tiempos del emperador Tiberio, estaba dotado, que se sepa por ahora, de un grandioso templo de orden corintio, abierto a una plaza porticada, así como de un altar. Que su construcción responde a una nueva escalada de la promoción de la ideología imperial en la que no se repararon medios, encuentra su confirmación en el hecho de que fuera necesario expropiar varias casas73, así como amortizar un importante sector de la red viaria urbana74 para ofrecer una imagen majestuosa capitalizada por el empleo masivo de marmor lunense75. En cuanto a su función, Márquez considera que debió asumir el papel de nuevo centro administrativo destinado a satisfacer las necesidades de una nueva y ampliada colonia76. Al hilo de esta propuesta, Garriguet ha planteado la implicación de la Provincia Baetica en la construcción del forum adiectum y del templo consagrado, pro73
Márquez, 2004a, 117. Murillo et alii, 2003, figura de la pág. 83. 75 Márquez, 2004b, 343-4; Pensabene y Mar, 2004, 75; Pensabene, 2005, 234. 76 Márquez, 2004b, 350. 74
Anejos de AEspA XLII
Fig. 7.
PRESENTACIÓN: EL CONJUNTO PROVINCIAL EMERITENSE
Restos escultóricos procedentes del forum adiectum de Córdoba (tomada de Márquez, 2004, 342)
bablemente, a Divo Augusto, estableciéndose de este modo una especie de “culto provincial ambiguo y en estado embrionario”77. De ser así, resulta difícil de entender cómo al poco tiempo —Principado de Claudio— la provincia se vio necesariamente inmersa en la financiación de un proyecto urbanístico de la envergadura del representado por el templo de la calle Claudio Marcelo y el recinto porticado que lo albergaba, además de una terraza intermedia que establecía la comunicación entre dicho templo y el circo, operación que acarreó la modificación del tramo de la Via Augusta que permitía la entrada o salida de la ciudad por su flanco oriental78. Mayor verosimilitud ofrece una presencia gradual de lugares vinculados a nivel local con el culto dinástico hasta dar el salto cualitativo representado por el forum adiectum79. Una introducción escalonada no exenta de situaciones comprometidas como la referida por Tácito (Ann. IV, 37), 77
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Garriguet, 2002, 167. Murillo et alii, 2003, 84, nota 47. 79 Conviene recordar que la Baetica desarrolló un culto imperial municipal a partir de Tiberio. Cfr. Étienne, 1958, 204. Uno de estos lugares vinculados al culto imperial pudo ser el que plantea Garriguet, 1997; 2002, 117-119, basándose en los restos de una “gran edificación romana” fechada en el siglo I y localizada en la c/ San Álvaro, n.º 8, esto es, al sureste del foro colonial, así como en diversos hallazgos arquitectónicos y escultóricos en los alrededores, de entre los que sobresalen sendas esculturas fechadas en época claudia e identificadas con Divus Augustus y Diva Augusta.
a la embajada que se presentó ante Tiberio en el año 25 d. C. con el infructuoso fin de obtener su permiso para la construcción de un templo dedicado al propio emperador y a Livia, de acuerdo con el precedente establecido, dos años antes, por los representantes de la provincia de Asia80. La materialización del forum adiectum evidenciaría un fenómeno de ampliación del espacio del primer foro con referencias muy explícitas al Foro de Augusto en Roma, lo que en clave ideológica ha de interpretarse como un claro intento de ensalzar la figura de Divus Augustus81. Estas dos operaciones de ampliación de espacios públicos con una fuerte carga ideológica responden a una decidida voluntad por parte de los sucesores de Augusto de magnificar la figura del emperador. En esta misma clave podrían interpretarse otras actuaciones atestiguadas en distintas ciudades de Hispania82, entre las que cabría destacar la profunda reforma a que fue sometido el foro augusteo de la colonia Caesaraugusta en tiempos de Ti-
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80 Sobre esta controvertida embajada, cfr. la síntesis de Garriguet, 2002, 164 ss. 81 Márquez, 2004b, 350; Pensabene, 2005, 239-240. 82 A juicio de Pensabene, 2004, 177-8, el importante número de templos construidos en Hispania en época tiberiana o poco después, da pie a pensar que el templo de Divus Augustus en Tarraco, sirvió verdaderamente de ejemplo para las principales ciudades de Hispania, tal y como relatara Tácito (Ann. I, 78).
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Fig. 8.
Anejos de AEspA XLII
Restos del Augusteum inserto en la planta actual de la ciudad de Cartagena
berio83. Una transformación que sobre todo acarreó un aumento de su superficie, así como un cambio en la orientación de todo el conjunto, proyectado ahora hacia el río y provocando un fuerte efecto escenográfico. En esa misma línea habría que situar las evidencias de una temprana reforma del foro de Carthago Nova con la construcción a comienzos de época tiberiana, de un edificio identificado con un Augusteum o sede colegial de los Augustales (fig. 8), que implicó la amortización de la exedra de un edificio dotado de columnas, de tipo basilical o posible pórtico y de cronología primoaugustea, erigido en una insula ubicada al sureste del foro84. Estas operaciones no hacen sino testimoniar una 83 Se ha aducido como causa probable de esta reforma las avenidas del río Ebro, lo que explicaría la sobreelevación del nivel de construcción unos 4 m por encima del primer foro. Cfr. Mostalac, Pérez, 1989, 137-152; Hernández, Núñez, 2000, 186; justificación que no es incompatible con la voluntad de dotar a la colonia de un espacio cívico más monumental. 84 De Miquel, Subías, 1999, 49-56. Un profundo estudio de este edificio en Noguera, 2002, 63-96. Sobre la definición del espacio forense de Carthago Nova, Berrocal, de Miquel, 1999, 187-194.
decidida política de ejercer un dominio simbólico sobre el principal escenario cívico de la ciudad, el foro. Un procedimiento que admite parangón con lo acontecido en Roma con la construcción progresiva, al lado del Forum Romanum, del conjunto de los Foros Imperiales, lo que se tradujo en una verdadera anexión de espacios, tanto en el Foro de César85, como en el Foro de Augusto y posteriormente con los foros de Nerva y de Trajano. ¿Qué son si no, los casos de Mérida y Córdoba? A la vista del enorme calado que alcanzó la propagación del programa iconográfico del Foro de Augusto en ambos recintos anexos al foro de la colonia, es lícito plantearse hasta qué punto la ampliación del espacio forense constatado en Augusta Emerita y Colonia Patricia, fue el fiel reflejo de lo que se estaba fraguando en la propia metrópoli. Si desde el punto de vista urbanístico estos dos episodios pueden ser interpretados como un claro fenómeno de anexión a un recinto construido anteriormente, desde la esfera ideológica suponen una rea85 Primer gran forum adiectum en Roma, en palabras de Pensabene, 2004, 175.
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PRESENTACIÓN: EL CONJUNTO PROVINCIAL EMERITENSE
firmación del mensaje lanzado por el Princeps Augusto a través del programa iconográfico de su Foro adyacente al Forum Iulium. En esa escalada imparable de la ideología imperial por ganar terreno en las distintas esferas de la administración, los denominados “foros provinciales”, supondrán un salto cualitativo dentro del panorama ofrecido por los grandes espacios de reunión cívica en las capitales provinciales. UN NUEVO ESPACIO PARA EL CULTO IMPERIAL: EL TEMPLO PROVINCIAL
La mayor complejidad derivada de su condición de capitales de provincia, justifica la presencia en Tarraco, Augusta Emerita y Colonia Patricia de un espacio que albergase el conjunto de actividades relacionadas con la administración de la provincia86. El conjunto de las investigaciones llevadas a cabo hasta el presente en cada una de estas tres capitales hispanas, ha llevado a propugnar la existencia en cada una de ellas de un grandioso recinto vinculado con la esfera provincial87. Se trata de una tesis que pese a contar con más partidarios que detractores, no está exenta de problemas derivados principalmente, de la desigualdad que ofrece la información disponible y de unos planteamientos excesivamente rígidos o en todo caso, inclinados hacia la búsqueda de rasgos de uniformidad, donde se dan evidentes diferencias que afectan tanto a la cronología como a la propia configuración de dichos espacios. Estas observaciones, ni mucho menos pretenden invalidar el método del análisis comparativo que hoy por hoy se revela como el instrumento más eficaz para seguir avanzando en el conocimiento del urbanismo y arquitectura romanos. La mejor muestra de ello es que para entender el contexto en el que se inscribe el conjunto monumental emeritense, el llamado “foro provincial”, resulta imprescindible el cotejo con otros exponentes de características similares. 86 Contra la necesidad de un espacio específico para el funcionamiento de la administración provincial, cfr. Le Roux, 1994, 410 para el caso de Narbo; Panzram, 2002, ead., 2003, 121-130 para el caso de Colonia Patricia. Trillmich, 1993, 115-124; id. 1996, 181-183, defiende la inexistencia en la antigüedad de “foros provinciales” y “municipales” al no estar atestiguados por ninguna fuente antigua, ni epigráfica, ni literaria. Contra esta tesis, Fishwick, 1995, 180. También, Ruiz de Arbulo, 1996, 305 ss. Sobre otros santurarios provinciales cfr. Goodman, 2002, 91-104. 87 Una puesta al día en Fishwick, 2004 (con las necesarias objeciones de Mateos, 2004b. 144, nota 14 para el caso de Mérida). También, Panzram, 2002.
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Fue Almagro Basch quien, a mediados de los años setenta del siglo pasado, planteara la existencia en el entorno del actual Parador Nacional de Turismo de un segundo foro relacionado con la esfera provincial cuyo acceso se verificaría a través del “Arco de Trajano”88. Por su parte, Álvarez Martínez, basándose en las inscripciones procedentes de los aledaños de la Plaza de la Constitución, se sumó a la tesis de Almagro Basch, proponiendo la existencia en dicha zona de un templo dedicado al culto imperial de carácter provincial, aunque sin llegar a precisar su emplazamiento89. La confirmación de esta hipótesis vino de la mano de la excavación arqueológica realizada por Álvarez Martínez en 1983 en un solar de la C/ Holguín, que deparó la recuperación de parte de la estructura de lo que de manera acertada interpretó como un templo, así como diversos elementos de decoración arquitectónica labrados en mármol90. El estudio de estos últimos, a cargo de J. L. de la Barrera, permitió datar el templo en época tardoaugustea o tiberiana, mostrándose igualmente partidario de su pertenencia al foro provincial91. Una postura contraria a la existencia de este centro provincial ha sido defendida por Trillmich, con base en la ausencia de epígrafes dedicados por el Concilium a los flamines y flaminicae de la Lusitania92. Al cabo de veinte años desde la excavación de los restos del templo de la C/ Holguín, ha podido efectuarse una nueva intervención arqueológica dentro del propio solar93, de la que se han obtenido nuevos e importantes datos acerca de la configuración del templo, fecha de abandono y cambio de uso del solar en época tardoantigua. Paralelamente, 88
Almagro Basch, 1976, 189-212. Álvarez, 1982, 60-64. Una reciente y completa revisión de estos epígrafes a cargo de Ramírez, 2003. 90 Álvarez, 1982, 60-64; Id., 1984, 209-210; Id., 1985, 42. En primera instancia fue interpretado como capitolio, aunque el propio Álvarez Martínez abandonó esta propuesta de manera inmediata, Álvarez Martínez, 1986, 136-7 y 156-7. 91 De la Barrera, 2000, 174. 92 A juicio de Trillmich, 1993, 122-124; id., 1996, 182-183, la ausencia de estas dedicatorias impide tal adscripción. Contra esta tesis, Fishwick, 1995, 180 sugiere que el edificio rectangular del Cerro del Calvario, conocido a través del dibujo de Laborde de 1813, pudiera corresponder a la Curia del Concilium de la provincia de Lusitania, lo que le permitiría establecer una estrecha analogía con la basílica del santuario provincial de Camulodunum. Otra postura contraria a Trillmich en, Ruiz de Arbulo, 1996, 305 ss. Una valoración sobre la escasez de dedicatorias a los flamines o flaminicae de la provincia de Lusitania en Saquete, 1997, 137-145. 93 La intervención se ha realizado en el marco del Proyecto de investigación de la Junta de Extremadura 2PR01A016, de cuyos resultados se da cuenta en esta monografía. 89
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
la zona ha sido objeto de varias excavaciones que han permitido avanzar en la definición de la planta arquitectónica del conjunto94, aunque todavía siguen pendientes cuestiones importantes que sólo la realización de nuevas campañas arqueológicas permitirá ir despejándolas. Con todo, se han producido novedades de gran importancia que afectan, tanto al edificio religioso como al recinto que lo albergaba95. Por lo que se refiere al templo, desde la primera excavación realizada en 1983 ha ido tomando cuerpo la tesis que apuntaba la posibilidad de un edificio con cella transversal y fachada tetrástila96. La primera gran aportación de la intervención efectuada en 2003 ha consistido en la correcta definición del tipo de planta y dimensiones del edificio religioso, donde ha podido advertirse una serie de relaciones proporcionales entre sus diversas partes que revelan el carácter canónico de la construcción (fig. 9). Sirva como muestra, la coincidencia que se da entre la anchura de la cella barlonga, 32 m, con la longitud del eje de la primera columna hasta el muro de cierre97. El grado de aproximación alcanzado a la hora de definir la configuración de este templo ha proporcionado otro elemento de importancia decisiva para la correcta reconstrucción de su planta, como ha sido la constatación de que su fachada principal contaba con seis columnas frente a las cuatro propuestas inicialmente. Este detalle es de gran importancia, ya que ahora con más fuerza que antes, admite un claro parangón con la aedes Concordiae de Roma, reconstruido por Tiberio el 10 d. C.98. Por tanto, la referencia a un nuevo modelo metropolitano no puede ser más explícita con la particularidad de tratarse del templo favorito de Tiberio99. No entramos en la cuestión de su corres94 Mateos, 2001, 183-208; id., 2004a, 27-39; id., 2004b, 130-133; Mateos, Palma, 2004, 41-53. 95 Un avance de los primeros resultados con especial referencia al templo en, Mateos, 2004b, 129-147. 96 Una primera identificación como capitolio, Álvarez Martínez, 1985, 42, fue rápidamente descartada, Álvarez Martínez, 1986, 136-7 y 156-7. De la Barrera, 2000, 171 ss.; Álvarez y Nogales, 2003, 286 y 298, también se decantan por el tipo de cella barlonga como el de la Concordia en Roma. Agustín Velázquez, conservador del Museo Nacional de Arte Romano, fue el primero en sugerir la identificación del templo de la C/ Holguín con el representado en monedas de Augusta Emerita con la leyenda AETERNITATI AVGVSTAE. Observación efectuada por Álvarez y Nogales, 2003, 298, nota 113. 97 Mateos, 2004b, 134-137. 98 Idem, 139-142. 99 Como señala oportunamente Stylow en este mismo volumen, a la vez que apunta la posible influencia del gobernador de Lusitania, L. Fulcinius Trio, a la hora de escoger la aedes
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pondencia o no con el templo representado en monedas emitidas por Augusta Emerita bajo Tiberio acompañado por la leyenda AETERNITATI AVGVSTAE, de lo que se ocupa Stylow en este mismo volumen. La segunda aportación de relieve ha sido la constatación de que el templo se inscribía en un espacio rectangular que actuaría como verdadero temenos, delimitado muy probablemente por una porticus triplex y al que se accedía a través de una entrada monumental, cuyos restos reciben la denominación moderna de “Arco de Trajano”. Un interés particular posee que un mismo eje atravesaba el centro simétrico del templo y del arco, detalle que apunta a una concepción unitaria de todo el conjunto monumental. En relación con esto último, las excavaciones más recientes han aportado otro dato de enorme trascendencia para descifrar las claves de la evolución urbana de Augusta Emerita, como es el haber constatado que la construcción de este magno recinto, acarreó la amortización de cuatro manzanas de casas en la zona, amén de un tramo del cardo maximus, despejándose la incógnita de si esta plaza formaba parte o no del trazado fundacional de la colonia100. Este dato concuerda con la cronología tardoaugustea o tiberiana atribuida al templo, confiriéndole un carácter de nuevo proyecto destinado a ocupar un lugar preeminente dentro del programa monumental de la capital de Lusitania. Dejando por un momento a un lado la controversia acerca de su posible carácter provincial y a partir de la planta elaborada con los datos disponibles, puede efectuarse una aproximación al modelo arquitectónico elegido para este complejo monumental. Salta a la vista que el templo constituye el elemento principal de la composición. Celosamente aislado del exterior por medio de un recinto porticado cerrado, su majestuosa imago frontis podía entreverse a través del gran acceso principal
Concordiae del Foro Romano como modelo para la planta del templo de culto provincial lusitano Las razones para la elección de este tipo de templo en Augusta Emerita, a juicio de Mateos, 2004b, 141, habría que buscarlas en sus connotaciones con la política llevada a cabo por Tiberio para reforzar los elementos ideológicos y religiosos de la nueva dinastía. 100 Mateos, Palma, 2004, 41-53; Mateos, 2004b, 142-143. Se da una situación semejante a la evidenciada en el Forum Adiectum de Colonia Patricia, para cuya construcción fue necesario adquirir o expropiar diversos solares ocupados por construcciones domésticas. Sobre este particular, Márquez, 2004a, 117, recuerda que no fue otra cosa lo que hizo Augusto para construir su Foro en Roma, como anteriormente había obrado César para obtener el terreno destinado a la construcción de su Forum Iulium.
Anejos de AEspA XLII
PRESENTACIÓN: EL CONJUNTO PROVINCIAL EMERITENSE
Fig. 9.
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Vista general del templo que presidía el conjunto provincial en Mérida
constituido por el denominado “Arco de Trajano”, provocando el mismo efecto que el de la visión de una estatua de culto aprovechando el espacio dejado por el intercolumnio central101. El modelo de recinto rectangular cerrado, adoptado en el complejo emeritense, pertenece a la familia de los conjuntos diseñados a partir del cuadripórtico de Pompeyo y reproducido en el primero de los Foros Imperiales, el Forum Iulium, donde el principal protagonista es el templo de Venus Genetrix102. Está comprobado que en estos espacios cerrados el papel de los pórticos no es otro que el de constituir una referencia visual de carácter armónico en relación con los ejes viarios al mismo tiempo que crear una atmósfera de aislamiento respecto del exterior a fin de facilitar el desarrollo de las actividades que albergaba. Nadie mejor que Gros ha descifrado la clave de este tipo de composición que, pudiendo adoptar formas diferentes, mantiene una finalidad casi constante (fig. 10). 101 El mismo efecto que César consiguió situándose en el intercolumnio central del templo de Venus Genetrix para recibir a los senadores el 44 a. C. (vid. supra nota 41). 102 Gros, 1996, 99-101.
Para ello se recurre a la creación de una explanada cerrada donde todos los valores arquitectónicos y plásticos se dirigen hacia el interior y donde un edificio de culto, templo en posición dominante, como en el caso de Mérida, o altar situado en el centro, orienta los circuitos procesionales103. No está de más recordar que esta fórmula se había aplicado ya en Augusta Emerita para la porticus post scaenam de su teatro, poniendo en evidencia la diversidad de formas a la que aludía Gros. No acabaría aquí la relación de conjuntos de estas características, ya que de acuerdo con la reciente propuesta de Álvarez y Nogales, el posible Augusteum, también conocido como pórtico del Foro o forum adiectum, habría recogido igualmente la fórmula del cuadripórtico, custodiando en esta ocasión un altar. En este caso, el paralelo más próximo lo proporciona el pórtico de Livia, inaugurado el 7 a.C. y que conocemos gracias a la Forma Urbis. Aquí, el elemento situado en el centro del área no es un templo, sino un altar dedicado a la Concordia. Se trata de una referencia muy apropiada para nuestro caso, 103
Idem, 109-110.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 10.
Reconstrucción de la planta del foro de César (tomada de S. Baiani y M. Ghilardi)
ya que como ha señalado Gros104, supone la explotación del tema del temenos cerrado pero en un nuevo espíritu, el del culto dinástico. 104
Idem, 103.
Anejos de AEspA XLII
A la vista de estos ejemplos, se hace patente la estrecha relación que se establece entre la fórmula del cuadripórtico y los recintos de culto imperial con el valor que cabe otorgar a la secuencia constituida por el Forum Iulium y el Forum Augustum en Roma. El modelo arquitectónico adoptado en el
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PRESENTACIÓN: EL CONJUNTO PROVINCIAL EMERITENSE
foro provincial emeritense participa de este mismo ambiente que debía flotar también en las otras dos capitales hispanas. La reciente tesis planteada por Ricardo Mar acerca de la posible localización del templo de Augusto en la zona superior de Tarraco, apunta en esa dirección105. La planta resultante de interpretar la gran trinchera excavada por J. Sánchez Real en los años 50 en el interior del claustro de la Catedral tarraconense con lo que pudo ser el límite del temenos del templo de Augusto, ofrece unas posibilidades de comparación con el foro provincial de Augusta Emerita, dignas de ser tenidas en cuenta. Ambos complejos responden a un mismo modelo destinado a enfatizar la importancia del elemento principal, el templo de culto imperial, rodeado por un amplio temenos delimitado por un cuadripórtico, llegando a darse coincidencias particularmente llamativas, como la anchura del recinto en torno a 90 m. A la vista de estas concomitancias, es necesario volver sobre la expresión ambigua de Tácito (Ann. I, 78), referida a que el templo dedicado a Augusto en Tarraco habría sido dado como ejemplo para todas las provincias. La cronología de ambos conjuntos iría también en esa línea. El modelo arquitectónico confirmado en Augusta Emerita y sugerido en Tarraco remite de manera inequívoca al valor preeminente concedido al templo en la ideología imperial. Las referencias metropolitanas —Venus Genetrix, aedes divi Iulii, Mars Ultor, Concordia— están presentes cada vez con mayor fuerza en los principales conjuntos hispanos, como estandartes de un proceso gradual de ocupación simbólica de la trama urbana bajo el denominador común de la exaltación del poder imperial. El caso emeritense es particularmente revelador. En este proceso, el foro, que concentra la vida administrativa de la colonia, habría sido el primero en estar operativo, manteniendo su vigencia durante un largo período de tiempo, acorde con su condición de locus celeberrimus, como prueban los restos de decoración y las inscripciones recuperadas. El reinado de Tiberio habría significado un salto cualitativo en la dimensión adquirida por el culto imperial, hasta el extremo de provocar una profunda transformación de la imagen urbana para permitir la inserción de una nueva expresión monumental de la ideología imperial. Ni más ni me-
nos, que el santuario de culto provincial que es lo que por el momento apuntan las evidencias recogidas, y que como señala oportunamente Stylow en este mismo volumen, no se ajustan al concepto de “Provincial Centre” en el sentido de Fishwick106, con estructuras políticas y administrativas de índole provincial, de las que hasta ahora no hay rastro alguno en el conjunto monumental. Una situación semejante cabría apuntar en el caso de Tarraco, donde no será hasta la época flavia cuando se dote del magno proyecto urbanístico de la zona superior de la ciudad como respuesta a las exigencias de una ideología necesitada de nuevos soportes y al peso de una vasta provincia con las dificultades que ello acarrea de cara a su administración107. Siempre dentro de ese proceso gradual de ocupación simbólica, habría que interpretar el posible Augusteum anexionado al foro de la colonia y tan estrechamente identificado con el programa iconográfico del Foro de Augusto en Roma (fig. 11), tal y como se evidencia también en la capital de la Baetica. Detrás de estas actuaciones de gran calado se yergue la figura dominante de la ideología imperial, dotada de un fuerte componente religioso y motor que impulsa el desarrollo de los principales proyectos urbanos de las tres capitales de provincia hispanas con la mirada permanentemente puesta en el devenir de la Urbs.
Fig. 11.
106
Pensabene y Mar, 2004, 83.
Restos del templo de Mars Ultor en el foro de Augusto
Fishwick, 2004, 44 ss. Como acertadamente ha puesto de relieve Ruiz de Arbulo, 1998, 31-61. 107
105
27
Anejos de AEspA XLII, 2006, pág. 29
3.
LOS ANTECEDENTES DEL PROYECTO: ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO DEL ÁREA DENOMINADA “FORO PROVINCIAL” Rocío Ayerbe Vélez
INTRODUCCIÓN
En primer lugar realizamos un vaciado bibliográfico109 recopilándose un número importante de
estudios sobre foros provinciales, centrado, específicamente, en el de Augusta Emerita. Este paso nos ayudó a estudiar la evolución que habían sufrido los planteamientos teóricos acerca de este tema hasta la actualidad. Las obras realizadas por los cronistas locales y autores foráneos, en época Moderna, forman parte de la primera etapa establecida en el análisis global sobre la historiografía del llamado foro provincial. Estos estudiosos recopilaron noticias sobre los restos arqueológicos dispersos por la zona de estudio que, en muchos casos, aportan datos de gran interés. Por otro lado y como era previsible, fue evidente que mientras sobre una de las partes emblemáticas de este recinto, como por ejemplo el “Arco de Trajano”, existía una amplia bibliografía (analizado casi siempre como elemento independiente), el resto de los edificios del complejo “provincial” apenas eran referenciados. Frente a la decadencia de la Mérida de los ss. XVIII y XIX los autores de esa época exaltan la grandeza de la ciudad romana de la que quedaban dispersos por la ciudad importantísimos vestigios. Durante las primeras décadas del s. XX se realizan en la ciudad de Mérida, y también en el Arco de Trajano, nuevas intervenciones llevadas a cabo por J. R. Mélida y M. Macías, precursores de la arqueología en Mérida, lo que implicó un aumento en la producción bibliográfica. El siguiente salto en la atención a esta zona se dará a finales de los años 70, momento en el que se reactiva el estudio de este espacio forense, que se verá corroborado por el descubrimiento de un imponente templo en el año 1983. En total han sido más de 100 publicaciones las que se analizaron y que proporcionaron una información bastante desigual.
108 Realizada por el informático del Consorcio de la ciudad de Mérida Isidoro Arroyo Barrantes. 109 Queremos señalar que este apartado se centrará en los
estudios publicados hasta el año 1999 (fecha en la que realizamos esta investigación) señalando las últimas aportaciones bibliográficas.
A principios del año 1999, tras la aprobación del Proyecto de Investigación “Estudio y catalogación del llamado Foro Provincial de Augusta Emerita”, se procedió a realizar un estudio y sistematización de toda la documentación arqueológica relacionada con este tema como paso previo a los trabajos de excavación que se iban a desarrollar en la zona. Considerábamos esta labor un proceso ineludible de actuación para estructurar y procesar una información de carácter muy heterogéneo, que existía previamente, tanto sobre la zona de afección como sobre la problemática de los foros provinciales. Esta perspectiva historiográfica la abordamos no sólo como una recopilación y ordenación de datos sino también como la interpretación y contextualización histórica de los mismos. Para facilitar y agilizar este trabajo se organizó toda la documentación en seis bloques de análisis diferenciados (bibliográfico, intervenciones previas, materiales, planimétrico, fotográfico y por último las fuentes documentales). Simultáneamente creamos una base de datos informatizada con fichas específicas para cada campo de estudio que estaban interrelacionadas y que nos han servido para simplificar la búsqueda, recogida y almacenamiento de toda la información108. Todas las conclusiones aportadas por este estudio sirvieron para un planteamiento eficaz tanto de las excavaciones como de las hipótesis de trabajo. METODOLOGÍA
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El segundo bloque tuvo como objetivo la recopilación de los materiales arqueológicos, realizando una búsqueda de todas las piezas procedentes de la zona y también de las que pudieran aportar datos significativos sobre la problemática del llamado foro provincial de Augusta Emerita. El grueso del material que hemos documentado se circunscribe a un pequeño número de monedas, que han aportado distinta información iconográfica; la epigrafía relacionada con este tema y también la hallada en la zona de nuestro estudio, en total fueron 17 las inscripciones recogidas; el material de arquitectura decorativa exhumado en la excavación de urgencia realizada en el templo en los años 80, del que recogimos 62 fichas, y por último 15 fragmentos de elementos arquitectónicos existentes en los almacenes del Consorcio que procedían de distintas intervenciones realizadas en esta zona. En total fueron 97 las fichas de materiales que incorporamos a nuestra base de datos. Otro elemento de estudio fue el apartado dedicado a documentar la planimetría antigua y actual tanto de la zona de análisis como de la ciudad; se recopilaron todos los planos antiguos conocidos de Mérida así como planos y plantas foráneos que nos pudieran servir como paralelos a las estructuras arquitectónicas del conjunto provincial. A su vez, se elaboró, junto con los dibujantes y el topógrafo del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida110 un levantamiento planimétrico de las estructuras urbanas que conformaban este sector de la ciudad en época romana y se insertaron en el parcelario actual los restos arquitectónicos que habían aparecido en intervenciones anteriores. Conseguimos así digitalizar y unificar toda la planimetría anterior e incorporar a nuestra base de datos otras no existentes que realizamos en ese momento. En todos los casos que se pudo se utilizaron tanto coordenadas como cotas absolutas. La cuarta sección de este estudio se centró en la creación de un fichero fotográfico. Se fotografiaron todos los materiales seleccionados y las estructuras del recinto que se conservaban hasta esa fecha. También se procedió a la búsqueda en el archivo del MNAR de las fotografías de la excavación realizada en el templo de la calle Holguín en el año 1983 y fotografiamos los materiales hallados en esa intervención que se encontraban depositados en los almacenes del Museo. Éste fue el inicio de un gran fichero fotográfico digital donde están archivadas las imágenes tanto de los materiales
arqueológicos como de las estructuras pertenecientes al recinto junto con todo el aparato gráfico que generaron las distintas intervenciones efectuadas en la zona, integrado por más de 400 fichas. Además se realizó un registro de las fuentes documentales buscando las noticias tanto orales como escritas sobre los restos aparecidos en la zona. Por último, agrupamos todas las intervenciones que se habían realizado en este sector de la ciudad hasta el año 1999 y analizamos la información que habían aportado relacionándolo todo en una planimetría inicial realizada de la zona. Si bien no eran muchos los datos que aportaban las intervenciones analizadas individualmente, el conjunto de las mismas permitía entrever, como en un rompecabezas al que faltaran bastantes piezas, las trazas y la configuración del complejo arquitectónico. Contábamos así, al iniciar el proyecto, con una gran base de datos con información de carácter textual, planimétrico y gráfico, que sistematizaba el material de trabajo en los seis tipos de fichas descritos. Con todas estas referencias comenzamos a desarrollar las primeras preguntas acerca de este espacio en época romana. Toda esta información nos permitió emprender los trabajos arqueológicos con hipótesis interpretativas abiertas, siendo los resultados de las excavaciones realizadas dentro del proyecto los que confirmaron y modificaron los planteamientos previos. Nos permitió, además, extrapolar y volcar los datos recuperados tras este estudio en un primer acercamiento planimétrico, y sobre todo, pudimos plantear, a tenor de los resultados de este estudio inicial, una serie de interrogantes y problemas que sugerían los trabajos anteriores.
110 Dibujante: José A. Jiménez, con la colaboración de Francisco Isidoro; topógrafo: Javier Pacheco.
111 En este capítulo tan sólo pretendemos hacer una breve mención de las obras estudiadas.
ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO DE LA ZONA111 La zona donde se enmarca el Proyecto de estudio del llamado Foro Provincial se ubica en el centro histórico de la ciudad de Mérida, delimitada al sur por el “Arco de Trajano”; monumento emblemático de la ciudad actual y antigua entrada a este espacio sacro (fig. 12). Es realmente una ubicación privilegiada para documentar el desarrollo histórico y urbanístico de Mérida. Como es de suponer, estaría emplazado dentro del perímetro definido por las murallas de la antigua Colonia, con acceso directo desde el cardo maximus, el cual conformaba su eje transversal. Este espacio se situaba
Anejos de AEspA XLII
ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO DEL ÁREA DENOMINADA “FORO PROVINCIAL”
Fig. 12.
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Vista aérea del entramado actual donde se inserta el llamado “foro provincial”
dentro del núcleo urbano de la Mérida tardorromana y visigoda. A partir del s. XI, se encuentra muy cercano al límite septentrional que define la madina andalusí, ya que en ese momento el perímetro urbano se reduce considerablemente y se construyen nuevas murallas que, con respecto a la zona que nos ocupa, circularían bajo el lado sur de la actual calle Almendralejo. Esta imagen reducida de Mérida, heredada del medievo, se mantendrá hasta finales del s. XIX, cuando se inicie la expansión de la ciudad actual. La identificación de esta zona con un posible espacio forense fue perfilada hace unos treinta años, motivada por la presencia de restos monumentales y el hallazgo, fortuito y descontextualizado, de piezas epigráficas significativas; pocos años después la aparición en una excavación de urgencia del templo de la calle Holguín reafirmaría esta hipótesis. Pero la tradición historiográfica relacionada con este área es bastante larga y se remonta al s. XVII. EL ESPACIO EN ÉPOCA MODERNA (LOS PRIMEROS HALLAZGOS)
El comienzo del acercamiento bibliográfico a la “problemática arqueológica”, destacándose desde el principio la particularidad de este sector de la ciudad, se sitúa a inicios del s. XVII. Desde época Moderna la aparición de restos y piezas significativas de “los romanos” llamó la atención tanto de los eruditos como de los historiadores locales e incluso
se hicieron las primeras consideraciones preventivas de protección de los restos arqueológicos. Ya en 1608 hay noticias de que el Ayuntamiento de la ciudad había permitido hacer excavaciones para obtener piedras antiguas con las que reparar el puente romano y durante éstas se habían descubierto bellos mármoles romanos112. Éstas serían las primeras excavaciones conocidas de la ciudad aunque, es evidente, se realizaron como trabajos de cantera y no con fines arqueológicos. Las primeras referencias “arqueológicas” que poseemos de esta zona se remontan a mediados del siglo XVII en el que apareció un elemento de mármol de sección cuadrada y lados rectangulares con la inscripción CONCORDIA(E) AUGUSTI113. Otra inscripción, en el lado opuesto de esta pieza, nos da cumplida cuenta del lugar y la fecha de aparición“Esta piedra, con las letras de la Concordia de Augusto, se halló en la Plaza de Santiago (actual Plaza de la Constitución), cavando una ruina de romanos en el año 1646”114 (fig. 13). En 1647 el 112
Moreno de Vargas, 1633. Para la cronología de este pedestal se han planteado varias fechas: en la segunda mitad del s. II y comienzos del s. III (CIL II, 465), desde la segunda mitad del s. I hasta el s. III (García Iglesias, 1976). Por último Ramírez Sádaba la sitúa a mediados del siglo II d. C. o muy poco después (Ramírez, 2003, 95). 114 Este conocido epígrafe y el lugar de su hallazgo serán el argumento principal para que se planteara la existencia del templo a la Concordia de Augusto en la zona de la plaza del Parador Nacional de Turismo o Plaza de la Constitución. También será la prueba decisiva, en determinados autores, para vincularlo con el culto imperial. La nómina de autores que consideran la ubicación de este templo en la plaza de la Constitución, antes de 113
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 13.
Anejos de AEspA XLII
Inscripción CONCORDIAE AUGUSTI
Ayuntamiento de la ciudad estipula que este pedestal de la Concordia sea colocado junto con tres aras cilíndricas de mármol (fig. 14), decoradas con guirnaldas, bucráneos e instrumentos sacrificiales y un capitel en el monumento dedicado a Santa Eulalia115, situado en la zona del parque de la Rambla116. Posteriormente, entre 1887-89, se trasladó a su actual emplazamiento en el parque de Santa Eulalia donde actualmente se contemplan las réplicas de estas piezas tras el traslado de las originales al MNAR (fig. 15).
su aparición, es larguísima Mélida, 1925; Navarro, 1975; Almagro Basch, 1976; Álvarez Martínez, 1982;... 115 El análisis de los elementos decorativos que conforman el “Obelisco a Santa Eulalia” ha sido realizado por J.L. de la Barrera 1993: 125-140 y por este mismo autor junto con T. Nogales, 1992. 116 No existe consenso general sobre el lugar de aparición del resto de las piezas que conforman el obelisco a Santa Eulalia, algunos autores suponen que las tres aras de mármol aparecieron en el mismo lugar que el epígrafe de la Concordia (Mélida 1925); otros hablan de una procedencia desconocida (Macías 1929; Almagro 1983); por otro lado, otras investigaciones sitúan el lugar del hallazgo en la zona del foro colonial (Barrera 1993).
A consecuencia de estos hallazgos, y como muestra de un interés “conservacionista” excepcional para la época, se observa alguna normativa por parte del Ayuntamiento para que cesen las excavaciones incontroladas buscando materia prima para las nuevas construcciones. Las Ordenanzas Municipales de 1677 son una prueba de la incipiente preocupación institucional por preservar el legado arquitectónico romano: “Que no se saque cantería de las cercas ni cavas ni se deshagan los edificios antiguos ni los forasteros saquen piedras para moliendas ni obras sin licencia de la ciudad”, la transgresión se castigaba con pena de cárcel y una considerable multa117. Es importante señalar la existencia de un hito monumental en la configuración de este espacio como es el Arco de Trajano118, el cual estuvo du117
Álvarez Sáenz de Buruaga, 1971, 158. En este volumen se desarrolla un capítulo con el estudio específico del Arco de Trajano en donde se incide en ciertas cuestiones historiográficas particulares sobre este monumento. Uno de los integrantes del proyecto, A. Pizzo, está preparando una publicación monográfica sobre este monumento donde se expondrá el devenir historiográfico particular del Arco ya anunciado en esta monografía en el capítulo dedicado a su análisis específico. 118
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ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO DEL ÁREA DENOMINADA “FORO PROVINCIAL”
Fig. 14.
Aras de mármol del monumento a Santa Eulalia
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Fig. 15.
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Dibujo del obelisco de Santa Eulalia realizado por M. de Villena (finales del s. XVIII)
rante mucho tiempo descontextualizado arqueológicamente. La historiografía sobre este monumento a partir de época Moderna será muy abundante, aunque desigual y en muchos casos limitada a la representación gráfica del mismo. Serán muy importantes la serie de dibujos, iniciados con los de G. Barreiros en 1561, en donde se admira su fisonomía y monumentalidad y que conforman una serie inigualable en la descripción del monumento. La obra de B. Moreno de Vargas: Historia de la ciudad de Mérida, publicada en 1633, marca una nueva etapa en los estudios sobre la ciudad de Mérida. Gracias a su formación académica, Moreno de Vargas realiza una reseña de los monumentos emeritenses en relación al período histórico de pertenencia. En su trabajo ofrece, por primera vez, una información detallada sobre los epígrafes encontrados en la ciudad y sobre los restos de la Antigüe-
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dad que estaban a la vista en ese momento. Sobre la zona que nos concierne, sugiere la atribución al emperador Trajano del “arco triunfal” y además es el primero que ofrece datos técnicos sobre la estructura anotando las dimensiones, el tipo de construcción y el material utilizado. A partir de su publicación será el texto de referencia principal en la literatura posterior sobre el monumento. En respuesta a la obra de Moreno de Vargas se publicará en 1638 un estudio, realizado por Iván Gómez Bravo, donde se pretende corregir sistemáticamente los errores cometidos en 1633. La aportación más interesante de este autor fue la de identificar el monumento como “Arco de los Trofeos”, nomenclatura que tendrá eco en la historiografía posterior, aunque será la obra de Moreno de Vargas la que marque la tradición arqueológica hasta época muy reciente. Las obras mencionadas comparten una serie de elementos comunes con la vertiente humanística que se había venido desarrollando en España introducida en los libros de historia locales; los cuales, para reforzar la importancia de las ciudades, se llenan de menciones sobre los hallazgos de los restos arqueológicos, epigráficos y numismáticos que se conocían hasta el momento. Un siglo más tarde hay noticias de excavaciones en la zona con el fin de obtener piedras para la erección del Hospital de los Hermanos de Jesús, convertido en la actualidad en Parador Nacional de Turismo. Como podemos comprobar las medidas de protección, mencionadas en párrafos anteriores, serán infructuosas y los restos de construcciones antiguas seguían sirviendo de cantera en la ciudad; según Fernández y Pérez en su libro Historia de las Antigüedades de Mérida (1893): “El convento de Jesús que se fabricó en aquella plazuela, se adornó con los mármoles que se encontraron en estas ruinas. Sus portadas principales son de finísimo mármol jaspeado y piezas que se serraron de trozos que allí se hallaron...” (fig. 16). En 1758 en estas excavaciones realizadas en la plaza de Santiago para la obtención de piedras con motivo de las obras en el Hospital de Jesús apareció una inscripción a Domiciano, hoy desaparecida119. En ese mismo año y continuando con las obras del Hospital rompieron una inscripción a Tiberio para hacer el brocal de la cisterna del convento120. En una carta firmada por J. De Alsinet, médico de la ciudad de Mérida, al Director de la Real 119 120
Forner 1893, 141. Ibidem, 141-145.
Anejos de AEspA XLII
ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO DEL ÁREA DENOMINADA “FORO PROVINCIAL”
Academia de la Historia se menciona al respecto de las obras de este Convento “se han hallado columnas de mármol tantas y tan soberbias que ha sido preciso quebrarlas para la proporción, y han sobrado bastantes” (Plano, 1894, 2)
Fig. 16.
Portada del Parador Nacional de Turismo
LOS VIAJEROS Y ERUDITOS DECIMONÓNICOS Ya a finales del s. XVIII comienzan los estudios y excavaciones con intereses exclusivamente arqueológicos. La llegada al poder de la Dinastía de los Borbones produce en la Historiografía española una profunda revisión del concepto de Historia y del pasado hasta entonces conocido, principalmente por la necesidad de la nueva monarquía de integrarse en la realidad del país y de entroncar con su pasado histórico. Para ello, el estado Borbónico impulsará la realización de una serie de Viajes Ilustrados, en los que se describen las antigüedades de los pueblos de España. En esta corriente, Mérida despertará la atención en los viajeros tanto españoles como extranjeros que visitaron la ciudad desde finales del s. XVIII y que con la realización de láminas y dibujos de antigüedades pretendían una documentación “científica” del patrimonio mezclada con referencias idealizadas del pasado común en contraposición a un presente marcado por la ruralización. La Mérida de los siglos XVIII y XIX es un núcleo de reducida extensión, replegado su perímetro a algo más que una tercera parte de la ciudad romana, cuyos restos estaban visibles por todo el paisaje urbano121. 121
Véase, en general, G. Mora,1998. Para la visión que de
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Tal vez podamos considerar como precursor de esta tendencia a Antonio Ponz, académico de la Real de San Fernando, que visitó Mérida en 1776 con motivo de un viaje artístico por España, recogiendo los principales monumentos e incluso todas las inscripciones, monedas y esculturas que pudo documentar122. El fruto de este viaje se materializará en su obra Viage por España publicada en 1784, en la cual dedica una parte a Mérida, haciendo un recorrido por los principales monumentos de la ciudad. Entre ellos menciona el Arco de Trajano, describiendo someramente sus características e identificándolo, siguiendo la hipótesis de Gómez Bravo, como un arco de Trofeos. En 1791 el portugués don Manuel de Villena y Mosiño, comisionado por la Academia de la Historia de Lisboa, realizó unos dibujos en los que daba cuenta de la aparición en la calle Holguín de columnas y capiteles corintios, así como de diversos fragmentos de estatuas123. También entre 1791 y 1794, y dentro del mismo viaje, Carlos IV encarga a Villena y Mosiño la realización de planos, dibujos de ruinas y excavaciones arqueológicas en varios puntos de Mérida124, entre ellos en el Arco. Parece que excavó uno de los pies del arco, situando un enlosado de lo que parecen piedras de diorita, “empedrado antiguo romano”, que pertenecerían al cardo maximus (fig. 17). Como ejemplo de las representaciones gráficas que se realizaran entre finales del s. XVIII y los comienzos del s. XIX podemos mencionar los dibujos que sobre el “arco de Trajano” elabora J. Chapman (s. XVIII) y que serían publicados en 1816125 y los de F. Rodríguez (1794-1797)126. El conde de Laborde realiza su primer viaje a España, a principios del s. XIX, deteniéndose en Mérida y realizando una extensa e interesantísima colección de dibujos con cierto sabor romántico. Laborde en el primer tomo de su Voyage pittoresque et historique de l’Espague dibuja la planta de lo que él llama “templo de Júpiter” aunque dice “no sé por qué se la ha dado este nombre a estas consMérida dan los ilustrados, M. Alba, M.J. Fernández, 1999, 177-204. 122 Mora, 1998, 105. 123 Guillén, 1935, 227. En un estudio sobre Los capiteles romanos de Mérida se describen los capiteles encontrados por Villena en la calle Holguín fechándose en el primer cuarto del s. II d.C. (Barrera, 1984, 41). 124 En total realizó 19 planos de los principales monumentos de la ciudad, conservados en la actualidad en el Museo Naval de Madrid. 125 Caballero Rodríguez, 2004, 82. 126 Arbaiza y Heras, 1998.
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Fig. 17.
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Dibujo del “Arco de Trajano” realizado por Villena
trucciones que son antiguas verdaderamente y de origen romano, pero que muchos ornatos y entre ellos un tridente que se ve debajo de pequeñas volutas, lo que designaría más bien como parte de un edificio consagrado a Neptuno”. Pero Laborde nos dejó un dato valiosísimo con respecto a este edificio: su situación exacta en su famosa planta de la ciudad de Mérida, a la derecha del camino del Calvario (fig. 18). La interpretación y funcionalidad de estos restos edilicios, provocará distintas hipótesis que veremos más adelante (desde templo, capitolio, basílica a sede del Concilium Provinciae) caracterizadas por la ausencia de restos arqueológicos que pudieran asociarse a los que vio el viajero francés. Este hecho ha imposibilitado cualquier tipo de confirmación de las diferentes teorías propuestas ya que, a falta de intervenciones arqueológicas, sólo existían el plano y la reconstrucción ideal que realizó Laborde durante su viaje a Mérida. Durante esta etapa, serán tres los eruditos locales que realicen diversas obras en donde dan
gran relevancia a la historia de la ciudad. Aunque redactados estos manuscritos en diferentes momentos saldrán a la luz y serán publicados los tres en un cortísimo intervalo de tiempo; hecho que provocará en la historiografía y en el conocimiento de la ciudad un gran revulsivo. El primero, F. Forner y Segarra, escribe su obra Antigüedades de Mérida entre 1755 y 1762 aunque no se publicará hasta 1893. En ese mismo año G. Fernández y Pérez verá publicada su obra Historia de las Antigüedades de Mérida redactada sin embargo entorno a 1830. En 1894 saldrá a la luz la obra de Pedro M. Plano Ampliaciones a la Historia de Mérida (fig. 19). Fernández y Pérez escribe en la obra señalada anteriormente que en las casas de la zona “se ven grandes cimientos, argamasones y restos que demuestran haber habido allí edificios de consideración”. Menciona también cómo el templo de la Concordia estaría situado en la plazuela de Santiago, debido a la aparición del ara “... la piedra de
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Fig. 18.
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Planta de Mérida realizada por Laborde -1802- (remarcada la zona donde vió el “templo de Júpiter”)
la Concordia se halló en la plazuela de Santiago, y por consiguiente se puede creer que el templo de la Concordia estaría en aquel sitio, del cual se han extraído ruinas y restos primorosos que lo indican.” Los tres destacaron la importancia del “Arco de Santiago” o “arco de los Trofeos”, dentro del entramado de la ciudad romana. Será en la obra de Forner y Segarra donde se atribuya la construcción de este edificio al emperador Adriano y se ponga en duda la secular adscrición, desde Moreno de Vargas, de este arco al emperador Trajano “Adriano fue español como Trajano, y en mi inteligencia recibió esta ciudad muchos beneficios de su magnánimo pecho... Además de esto, parece que la fá-
brica del Arco no corresponde a las que se hacían en tiempos de Trajano”. La obra de Pedro M. Plano servirá para refrendar el nombre “Arco de Trajano” hasta la actualidad, aunque este autor deje abierto el tema sobre el emperador que lo construyó, Plano ya menciona la existencia de “... estatuas que estaban colocadas en los estribos laterales del Arco” y de las que tenemos constancia gráfica hasta hace pocas décadas (fig. 20). En definitiva, el trabajo de los eruditos locales responde a los criterios historiográficos vigentes en la época, con sus limitaciones y deficiencias pero que en muchos casos representan una fuente directa para el conocimiento de numerosos vestigios arqueológicos.
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Fig. 20.
Fig. 19.
Arriba: Planta de Mérida realizada por Coello en 1850 Abajo: Planta de Mérida realizada por P.M. Plano en 1878
S. XX (INTERVENCIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL LLAMADO ARCO DE TRAJANO) Será ya en los comienzos del siglo XX cuando se planteen las distintas teorías, que se mantendrán durante las siguientes décadas, sobre el urbanismo de la antigua colonia de Augusta Emerita. Schulten, en 1922, postuló la hipótesis de la Emerita Quadrata que, básicamente, consideraba la existencia de un primer recinto de la ciudad con menores dimensiones, que se irá ensanchando a lo largo del tiempo. Dentro de este planteamiento, identifica al “Arco de Trajano” como una de las entradas, en la zona norte, a la ciudad. Esta hipótesis será seguida durante las siguientes décadas pese al impor-
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Vista de la escultura situada en el estribo del Arco de Trajano (década de los 70)
tante artículo de Richmond, publicado en su país en 1930, que defendía la fundación de una Augusta Emerita con la misma extensión desde su fundación. Las figuras que destacan sobremanera en la investigación arqueológica emeritense de los primeros decenios del s. XX son las de J. R. Mélida y M. Macías; que con el inicio, en 1910, de las campañas arqueológicas en el área del teatro y anfiteatro romanos, serán los precursores de las excavaciones sistemáticas de la ciudad (fig. 21). En las excavaciones de los años 20 realizadas en la base del arco y dirigidas por Mélida, se documentó una gran cloaca, que atravesaba perpendicularmente el Arco; sobre esta cloaca refiere la existencia de un pavimento de grandes losas, documentándolas a una profundidad de 2,10 m. Pero todavía Mélida continúa interpretando la funcionalidad del arco como la puerta monumental de entrada a la ciudad romana por el Norte y sigue con el planteamiento cronológico trajaneo para esta obra. Además, subraya la existencia del “Templo Augustal
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Fig. 21.
Plano de la ciudad de Mérida realizado por M. Macías y publicado en 1929
de la Concordia” en la plazuela de Santiago por el hallazgo en esa zona de las tres aras circulares y la inscripción colocadas en el obelisco de Santa Eulalia; hace mención también a la inscripción AUG SACR aparecida allí. Para refrendar su opinión menciona la abundancia de restos de fustes de columnas y cornisas de la zona127. Macías en su obra Mérida Monumental y Artística nos informaba de la gran cloaca que pasaba por debajo del centro del arco y de un pavimento romano que prosigue en dirección norte “ensanchándose considerablemente debajo de las casas actuales, cual si correspondiera a una gran plaza”128. Es muy interesante destacar cómo Macías, de manera intuitiva ya que también sigue considerando el Arco como una puerta de acceso al recinto de la antigua colonia, expone la idea de una
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Mélida, 1925. Macías, 1929
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“gran plaza” en el espacio que las últimas investigaciones ubicarían el ámbito abierto alrededor del templo. 1976. DE LA PUBLICACIÓN DE LAS ACTAS DEL BIMILENARIO DE AUGUSTA EMERITA HASTA EL INICIO DEL PROYECTO (SE COMIENZA A HABLAR DE FORO PROVINCIAL) La conmemoración del bimilenario de la fundación de Augusta Emerita en 1975 supuso un nuevo hito en la investigación arqueológica de Mérida y también marcó un nuevo paso adelante en la identificación de esta zona de la ciudad. La ingente concentración de hallazgos en la zona de la plaza del Parador, llevaría a Almagro Basch a postular la idea de la ubicación en esta zona de un segundo foro destinado a los asuntos y cultos provinciales y, por ende, vinculaba el arco de “Trajano” con una puerta de acceso a este fo-
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ro129. A partir de esta nueva hipótesis, se han tratado de interpretar todos los hallazgos arqueológicos aparecidos en este área como pertenecientes a un único recinto monumental. Álvarez Martínez a principios de los 80 refrendaría este supuesto teórico y retomaría la idea de que en la zona del Parador existiera un templo de culto imperial inferido por la aparición de la basa de la Concordia y por las inscripciones a Tiberio, Domiciano, otra de época de Trajano dedicada por los lancienses y una del reinado de Constantino ofrecida por el “praeses provinciae Lusitaniae” Gaius Sulpicius Rufus130. Es también a mediados de los 70 cuando se reanudan los estudios del edificio dibujado por Laborde e interpretado por éste como templo de Júpiter. Las hipótesis que sobre la funcionalidad de esta estructura se han planteado han sido diversas. T. Hauschild analiza el edificio destacando la complejidad de la planta en el conjunto de los edificios públicos de la Lusitania. Lo asocia a una basílica paleocristiana o a un templo de época imperial, decantándose más hacia esta segunda opción ya que lo compara con el de Mars Ultor en el foro de Augusto en Roma131 (fig. 22). En 1982 Álvarez Martínez expone también dos posibilidades interpretativas, siempre tomando como referencia la reconstrucción planimétrica del viajero francés; la primera es asociarlo a un capitolio, aunque se inclina más hacia la segunda posibilidad de correspondencia con una basílica132. Al año siguiente este mismo autor se ratificaría en la consideración de esta edificación como basílica. Almagro Basch relaciona la planta del edificio que vio Laborde con el templo consagrado a Marte que tuvo la Colonia, algunos de cuyos restos decorativos y epigráficos forman parte del llamado “Hornito de Santa Eulalia”133. Posteriormente D. Fishwick ha planteado la pertenencia de estos restos a la sede del Concilium Provinciae134. Evidentemente, definir la funcionalidad de un edificio, del que no habían quedado restos visibles, salvo la plasmación de su situación en la famosa planta de Mérida realizada por Laborde y un plano del mismo con su muy “idealizada” reconstrucción abren un abanico ilimitado de hipótesis lógicamente sin posibilidad de refrendo arqueológico alguno. Gracias a las excavaciones
arqueológicas preventivas que se están realizando en los últimos años en Mérida muchas incógnitas se van resolviendo, entre ellas la existencia y cronología de este edificio. En el año 2002 hemos desarrollado una intervención arqueológica en un solar de la calle Calvario, en la zona donde Laborde ubica los restos del templo de Júpiter. En esta excavación ha aparecido el límite oriental de un edificio, fechado en el s. III, que posiblemente deba relacionarse con la construcción que vio Laborde. La planta del edificio, aunque muy parcialmente excavada, constaría, esquemáticamente, de un acceso monumental revestido con placas de mármol hasta la planta superior compuesta por una única estancia rectangular y una cabecera con un desarrollo central desconocido135 (fig. 23). La aparición con motivo de una intervención arqueológica de urgencia, en el año 1983, de un colosal edificio público en la parte alta de la calle Holguín, casi en la confluencia con la Plaza de la Constitución136, confirmó las hipótesis anteriores sobre la existencia en esta zona de la ciudad de un segundo foro dedicado a los temas de la provincia lusitana y abrió la posibilidad a numerosas interpretaciones sobre las características arquitectónicas y la dedicación de este edificio. La hipótesis aceptada por la mayoría de los estudios sobre este sector de la ciudad romana se resume, básicamente, en considerar el arco de Trajano como parte del proyecto fundacional de la colonia, por lo tanto, el foro al que daba acceso pertenecía también al momento de fundación, aunque la construcción o el acabado del templo perteneciera a un momento posterior137. Los últimos años, anteriores al inicio del proyecto en esta área, no han procurado novedades significativas en el estudio de esta zona de la ciudad salvo que la denominación de este foro como “provincial”, que habían seguido la mayoría de los autores que han tratado sobre el tema, ha sido cuestionada por W. Trillmich. Este investigador optó por denominar el complejo monumental alrededor del “arco de Trajano” como “Foro Norte” ya que no consideraba probada la vinculación del foro y del templo con el culto provincial debido a la ausencia de epígrafes dedicados por el concilium a los flamines y flaminicas de la Lusitania138. 135
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Almagro Basch, 1976, 189-212. Álvarez, 1982, 53-68. Hauschild, 1976, 109-110. Álvarez, 1982, 61-62. Almagro Basch, 1983, 131. Fishwick, 1995, 179.
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Ayerbe, 2005, 89-120. Álvarez Martínez, 1985, 35-49. 137 Trillmich, 1996; Barrera 2000; Trillmich, 2004. 138 Trillmich, 1996, 175-183. En un artículo anterior ya había planteado las bases de esta hipótesis para las capitales provinciales de la Bética y la Lusitania diferenciándolas de la Tarraconense (Trillmich, 1993, 115-124). 136
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Fig. 22.
Fig. 23.
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Planta del templo de Mars Ultor y su inserción en el foro de Augusto en Roma (según P. Gros)
Planta y restitución del “templo de Júpiter” según Laborde (1 y 2), a la derecha restos del edificio documentado en la calle Calvario, 8 (3) (Ayerbe, 2005, fig. 30)
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Uno de los últimos puntos de inflexión o revulsivo sobre este tema para toda la península será la realización en 1987 del congreso “Stadtbild und Ideologie” cuyas actas salieron a la luz en 1990. En este Congreso se realizó una valoración y se postularon nuevos planteamientos sobre los conjuntos monumentales peninsulares hasta ese momento. En el caso de Mérida sirvió para asentar el paradigma de gran ciudad augustea, con infraestructuras sofisticadas e importantes edificios levantados desde el primer momento de fundación; esta idea de la ciudad se mantendrá prácticamente inamovible hasta hace pocos años cuando, gracias al desarrollo de una arqueología urbana con una metodología rigurosa y un control exhaustivo, se pudo incidir en la diacronía de la Colonia y en una visión de la ciudad romana más flexible, donde la secuencia de construcción de los edificios públicos más importantes no aparece ya tan estereotipada. INTERVENCIONES REALIZADAS EN LA ZONA Durante los años 80 y principios de los 90 del pasado siglo, se realizaron una serie de intervenciones arqueológicas en esta zona que, tratadas puntualmente, no llegaron a confirmar un espacio ni una hipótesis (fig. 24). Tras situar topográficamente las estructuras aparecidas en las distintas intervenciones que mencionamos a continuación pudimos realizar una planimetría inicial de esta área monumental. En 1983 se realizó, por parte del equipo del MNAR139, una excavación en los números 37-39 de la calle Holguín140 (fig. 24-A). Esta excavación sirvió para confirmar las teorías sobre el segundo foro de la capital de la Lusitania al hallarse una gran construcción pública, el mayor templo encontrado hasta ahora en Augusta Emerita (fig. 25). Las primeras noticias lo definen como un Capitolio141; posteriormente se comienza a perfilar su adscripción a los templos de culto imperial comparándolo con el de la Concordia en Roma142. En el año 2000 139 Los directores de los trabajos arqueológicos fueron D. J. Álvarez y Sáenz de Buruaga y D. J.M. Álvarez Martínez. 140 Con anterioridad a esta excavación, en el año 1977, según De la Barrera, se realizaron en la calle Holguín zanjas para el cableado de telefónica en la que se pudo apreciar parte de una potente estructura, que tras la exhumación del templo en 1983, se interpretó como parte del podium del mismo (De la Barrera, 2000, 172). 141 Álvarez y Sáenz de Buruaga, Álvarez Martínez, 1984, 209, Álvarez Martínez, 1985, 35-49. 142 Álvarez Martínez, 1986, 87-186.
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J. L. de la Barrera publica un examen muy detallado de la decoración arquitectónica del templo; tras el análisis de estos elementos arquitectónicos y decorativos143 fecha la construcción del edificio en época tardoaugustea/tiberiana144. La existencia de una moneda de Augusta Emerita, acuñada en época tiberiana, donde aparece un templo tetrástilo con la leyenda Aeternitati Augustae145 (fig. 26), ha provocado que los investigadores lo hayan vinculado con los restos arqueológicos del templo de la calle Holguín, aunque sin ninguna prueba arqueológica para esta afirmación146. Las últimas investigaciones enmarcadas en este proyecto parecen definir mejor las características del edificio, tratándose de un templo hexástilo, sin relación con el edificio que aparece en las monedas147. En 1985 se intervino en uno de los pilares del arco de Trajano148 (fig. 24-B), apareciendo un enlosado de granito con sillares unidos a hueso, sin mortero. Según el equipo del MNAR responsable de esta excavación, el pie derecho del arco apoyaba sobre este pavimento de granito. En el informe, que se encuentra en el departamento de Documentación del Consorcio con número 12 de registro, se señala la aparición de un orificio de forma cuadrada que podría ser “la quicillera de una puerta 143 Además de los fragmentos recogidos en la excavación se tiene noticia, en el año 1946, del hallazgo en el n.º 37 de la c/ Holguín de “fragmentos de zócalos y basamentos moldurados de mármol, un fragmento pequeñísimo, también de mármol, que parece corresponder al ropaje de una estatua, dos fragmentos decorativos de la misma materia... un fragmento de capitel con hojas de acanto” (Álvarez Sáenz de Buruaga, 1946, 39-40). 144 De la Barrera, 2000, 175. 145 La moneda ha sido publicada y estudiada, entre otros autores, por Gil Farrés (1946, 240), Etienne (1958) y Beltrán (1976, 97). Además de las emisiones monetales con la representación del templo tetrástilo Emerita también acuña, en época de Tiberio, monedas con un altar a la Providencia de Augusto, análogo al que conocemos del mismo momento en Tarraco. Fishwick afirma que las monedas emeritenses conmemoran la erección del altar tiberiano consagrado a la Providentia en Roma. J.L.de la Barrera sostiene la existencia de este altar en Mérida situándolo en el foro provincial. Más recientemente T. Nogales defiende la pertenencia de los relieves de Pancaliente a este altar pero difiere en la ubicación al colocarlo en el foro colonial. 146 Álvarez Martínez, 1992; De la Barrera, 2000; Álvarez-Nogales, 2003; Saquete, 2005, 278. 147 Mateos, 2004, 129-147. 148 En el año 2005, el Consorcio de Mérida, realizó un proyecto de “Adecuación y presentación del arco de Trajano” dentro del programa de integración de restos arqueológicos en la ciudad en el que se ha dejado visible toda esta zona, intervenida 20 años antes, y se ha recuperado la altura original del mismo.
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Fig. 24.
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Plano de situación de los solares intervenidos en la zona antes del inicio del Proyecto
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Fig. 25.
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Excavación del templo de la calle Holguín realizada en 1983 (archivo MNAR)
Fig. 26. Moneda de la ceca emeritense con la leyenda AETERNITATIS AUGUSTAE alrededor de un templo tetrástilo con C(olonia) A(ugusta) E(merita)
Fig. 27. Detalle de la zanaja para acometidas realizadas en los años 80 y que tras pasar bajo el Arco de Trajano se introduce hacia el interior del espacio forense (archivo MNAR)
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Fig. 28.
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Plano de la piscina documentada en el solar del Parador Nacional de Turismo. (Dpto. de Documentación del Consorcio)
que cerrase la entrada al recinto provincial del foro emeritense”149. En el año 1986, durante las obras de acondicionamiento del Parador de Turismo (fig. 24-C), se pudo documentar “una gran piscina de opus signinum, de planta ovalada, apoyada en un fuerte muro de mampostería”150 (fig. 28). Durante los trabajos se destruyeron los restos encontrados aunque todavía quedan algunos fragmentos de la piscina colocados en los jardines del Parador. En 1987 se realizó una excavación en el solar que ocupa el parque de la Escuela Politécni149 El Dr. De la Barrera, en su libro sobre la decoración arquitectónica de los foros emeritenses se sorprende, al mencionar estos hallazgos, de los “errores” cometidos tanto por Villena como por Mélida en las representaciones del cardo máximo bajo el Arco. Las intervenciones realizadas dentro del proyecto confirman que el cardo pasaba por debajo del Arco, amortizado por la construcción del complejo monumental; por tanto, la diferencia de cotas entre el suelo de mármol bajo el Arco y el enlosado granítico (unos 60 cm éste último más bajo) explican porqué no lo vieron en el año 1985. Un año antes, al realizar las zanjas para acometidas, se vio parte de la escalinata de mármol que uniría el arco de Trajano con la fachada del templo de la calle Holguín (De la Barrera, 2000, 172) aunque tampoco se llegó al cardo amortizado (fig. 27). 150 N.º de Registro en el Departamento de Documentación: 50. No se especifica el lugar concreto de este hallazgo aunque es probable que fuese en la zona del aparcamiento del Parador y en la rampa de acceso del mismo. Debido a la escasez de la documentación recogida durante el seguimiento de esta obra por el equipo del MNAR, no podemos concretar que este complejo hidráulico pertenezca a un ámbito público o privado y su posible relación o no con el espacio de culto.
ca151 (fig. 24-D) situado en la calle Almendralejo, donde se documentó parte de un gran muro de opus incertum con una orientación NE-SO (fig. 29). En el solar expropiado de la calle Almendralejo/Holguín (fig. 24-E), donde se han realizado el grueso de las intervenciones arqueológicas dentro de este proyecto, durante el año 1989, se realizaron unos sondeos donde apareció un muro de considerables proporciones152, el cual habría que relacionar con la prolongación del mismo muro aparecido en una vivienda de la calle Alvarado propiedad de D. Clemente Velázquez153 (fig. 24-F). En este último solar se realizó una excavación en 1989 donde se documentó un muro realizado en opus incertum de 2,40 m. de anchura. En el centro del muro había una superficie de signinum donde se observaron “una serie de huellas donde suponemos estuvieron colocados sillares de granito”154. Cuando iniciamos el trabajo historiográfico y de recuperación de la documentación todavía estaban visibles los restos aparecidos en esta excavación (fig. 30). Tras una primera inspección del solar, pu151 Excavación realizada por Eulalia Gijón, cuya documentación se encuentra en el Consorcio con el n.º de Reg. 41. 152 Sondeos con n.º de reg. 9039 (departamento de Documentación del Consorcio). 153 Según noticia oral de Clemente Velázquez, al realizar las zanjas de saneamiento, en los años 70, para el alcantarillado de la calle Alvarado, los operarios estuvieron varios días hasta romper el mismo muro que aparece en el solar de su propiedad. 154 Según informe, realizado por Eulalia Gijón, que consta en el Departamento de Documentación con n.º de Int. 15.
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Fig. 29.
Fig. 30.
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Detalle del muro documentado en la calle Almendralejo en 1987
Vista de la cimentación del pórtico documentado en la calle Alvarado, estado en el que estaba cuando comenzamos el proyecto
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dimos observar que en realidad eran las improntas de las placas de mármol que recubrirían lo que interpretamos en ese momento como un canal; a partir de esta superficie surgían los dos muros que formarían las paredes del mismo. También documentamos que en el recrecido exterior se encontraba un sillar in situ, quedando las huellas de otros sillares cada 2,60-2,70 m. En el único conservado se apreciaba todavía la marca circular donde apoyaría una columna, por lo que parecía probable que este muro conformaría la base de un pórtico con un canal ornamentado con placas de mármol, que delimitaría el espacio que rodeaba al templo. Aunque todavía no se había procedido a la limpieza y documentación de este solar se comprobó la existencia de dos estructuras murarias, que conservaban restos de sus revestimientos murales, y que parecían haber sido amortizadas por la construcción de la cimentación del pórtico. Este hecho abrió nuevas
Fig. 31.
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mentales: de un lado, planteaba la existencia de estructuras anteriores al propio conjunto monumental cuya construcción se había relacionado siempre con el proyecto fundacional de la ciudad; además definía el cierre de la plaza con un pórtico y por último configuraba un límite para esta área pública. A pocos metros del actual Parador Nacional de Turismo, se realizó una excavación durante el año 1992, en el solar n.º 4 de la plaza de la Constitución (fig. 24-G). Durante estos trabajos se documentaron restos de muros fabricados en opera caementicia, amortizados por un mosaico bícromo perteneciente a una posible domus de cronología bajoimperial (fig. 31). Posteriormente todo este espacio fue ocupado por un área funeraria visigoda, vinculada con la posible parroquia de Santiago, situada en el espacio ocupado por el actual Parador156.
Restos aparecidos en la plaza de la Constitución n.º 4
perspectivas cronológicas y urbanísticas, nunca planteadas hasta ese momento, e hizo necesaria la realización de una nueva documentación arqueológica de este solar155 ya que era evidente que la realizada en el año 1989 había sido insuficiente. El análisis de esta intervención supuso un punto de inflexión en el proyecto por tres razones funda155 Trabajo arqueológico realizado por D.ª Teresa Barrientos y publicado en este volumen.
Cerca también del Parador Nacional de Turismo, en la calle Braile n.º 2 (fig. 24-H), hay constancia de unos restos indeterminados exhumados en el año 1991 tras el derribo de la vivienda y la realización de catas ilegales por parte del construc156 Excavación realizada por el Patronato de la ciudad monumental de Mérida en dos “fases” la primera en 1991, la segunda en 1992 con el n.º de Registro 88 en el Dpto. de Documentación.
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tor. En el informe de incidencias que existe en el Departamento de Documentación del Consorcio157 sólo se menciona la aparición de “restos de envergadura constatada tras la observación directa de las zanjas que posteriormente fueron rellenadas con cemento”. También hay referencias, no publicadas, de la existencia al comienzo de la calle Braile de unos muros de opus quadratum, sacados a la luz tras las obras de infraestructura realizadas en la zona. En la calle San Francisco se descubrió un fuste de mármol que debido a sus proporciones se dejó enterrado158. Cuando iniciamos este trabajo historiográfico, en el año 1999, realizamos distintos trabajos de documentación sobre una serie de restos que se conservaban, muy parcialmente, en edificaciones contemporáneas y que habían pasado casi desapercibidos en la bibliografía hasta ese momento. Una de las estructuras que pudimos adscribir al complejo monumental del “foro provincial” se situaba al interior del bar la Tahona, emplazado en la calle Alvarado159 (fig. 24-I). Se registraron los restos de una estructura realizada con sillares de granito insertada en los muros contemporáneos de la zona del interior de este local (fig. 32). Debido a las condiciones tan limitadas en su conservación apenas se pudo documentar un paramento de sillares de granito, colocados por hiladas horizontales regulares y con las dos caras vistas almohadilladas (fig. 33 y 34). La observación de este hecho y el análisis de su situación con respecto a la topografía del complejo monumental nos permitió plantear la hipótesis de que fueran los restos muy parciales de una jamba de una de las puertas laterales del recinto160. Ya en la calle Almendralejo (fig. 24-J), y aproximadamente en el mismo eje de la estructura mencionada anteriormente, se mantienen, embutidos en dos diferentes edificios contemporáneos, los
157 Informe de incidencias con n.º de registro 124 en el Dpto. de Documentación de Consorcio, realizado por J.L. Mosquera. 158 Ambas referencias no están publicadas ni existe registro de ellas en el departamento de Documentación del Consorcio debido a lo cual no sabemos exactamente el año en el que ocurrieron. 159 Trabajo de documentación que se encuentra en el Consorcio con el n.º de reg. 9041. 160 Tras las campañas de excavación del pórtico realizadas dentro del proyecto de investigación se pudieron documentar unos contrafuertes al exterior del muro de cierre planteándose entonces también la posibilidad de que se tratara de parte de otro contrafuerte (Mateos, 2004, 50).
Fig. 32.
Anejos de AEspA XLII
Estructura documentada al interior del bar La Tahona.
restos de una bóveda de cañón, monumental, realizada con sillería de granito (fig. 35)161. Un dato que favorece la hipótesis de una relación directa entre esta estructura y el recinto forense es que la dimensión total de la bóveda constituye aproximadamente la mitad de la luz del “arco de Trajano” (figs. 36 y 37). La existencia de esta estructura y su posible vinculación con el complejo del llamado “foro provincial” ya fueron señalados en una publicación anterior al desarrollo de este proyecto162; pocos años después, y ya poniéndola en relación con la planta de este recinto monumental, se planteó la posibilidad que se tratara de un acceso lateral al complejo163.
161 La documentación de los restos de la bóveda conservados en los edificios actuales se guarda en el Departamento de Documentación del Consorcio con los n.º de reg. 9042 y 9043. 162 Mateos, 1998:241. 163 Mateos, 2001,198.
Anejos de AEspA XLII
ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO DEL ÁREA DENOMINADA “FORO PROVINCIAL”
Fig. 33. Alzado frontal de la estructura de sillares de granito aparecida en el bar la Tahona, situado en la calle Alvarado
Tras la recopilación tanto de las referencias bibliográficas como de las arqueológicas se pudo comprobar que las lagunas en el conocimiento de esta zona eran bastante amplias afectando especialmente a la identificación del conjunto y su funcionalidad, a su configuración urbanística y a la cronología tanto de origen como de amortización.
Fig. 34.
49
Alzado lateral del paramento de sillares anterior
Previamente a los trabajos desarrollados dentro de este proyecto de investigación no existía ninguna planimetría de los restos de esta zona, ni evidentemente, se habían insertado de forma conjunta en el entramado urbanístico romano. El estudio historiográfico proporcionó una herramienta de trabajo muy importante para este proyecto: tras situar los restos que permanecían in situ e incluso en-
50
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 35.
Bóveda realizada con sillares de granito situada en la calle Almendralejo
cajar en el topográfico de la ciudad los solares donde éstos ya se hallaban tapados, realizamos una primera planta de la fisonomía de este espacio en
Fig. 36.
Anejos de AEspA XLII
época romana, lo que permitió plantear una hipótesis preliminar sobre la configuración urbanística del recinto cultual (fig. 38).
Alzado del muro de la bóveda, situado en el muro medianero del local
Anejos de AEspA XLII
Fig. 37.
ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO DEL ÁREA DENOMINADA “FORO PROVINCIAL”
Alzado de la bóveda monumental de sillares de granito situada en la calle Almendralejo
51
52
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 38.
Planta con la hipótesis preliminar previa a las trabajos arqueológicos
Anejos de AEspA XLII
Anejos de AEspA XLII
ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO DEL ÁREA DENOMINADA “FORO PROVINCIAL”
CONSIDERACIONES FINALES
53
Como dijimos al principio de este capítulo, era evidente al iniciar los trabajos de investigación de este Proyecto que la problemática sobre el supuesto foro provincial lusitano y el culto que se desarrollaría en él estaban todavía sin resolver. También la fisonomía y dimensiones del recinto y del templo que lo presidía distaban mucho de estar determinadas. Existían evidentes contradicciones en las distintas hipótesis, por ejemplo, nos planteábamos algunos interrogantes tras la recogida de la información historiográfica: Hasta ese momento todos los autores habían aceptado la pertenencia del llamado “foro provincial” al trazado urbanístico del momento fundacional, aunque era para nosotros difícil asumir los problemas que suponía esta tesis. Si el espacio de este foro era coetáneo con el resto de la trama viaria ¿por qué existía la amortización de unas estructuras, previas al recinto forense, que, era evidente, no parecían estar relacionadas con el diseño del foro como era concebido hasta el momento?; ¿era lógico inferir que el arco de Trajano, siempre considerado augusteo, fuera el acceso a un espacio que aún no existiría? En relación al culto imperial provincial164, parecía clara la existencia del Concilium Provinciae desde época julio-claudia, hecho refrendado por el hallazgo de una lápida de Scallabis del año 48 d.C. que menciona ya a un flamen Provinc(iae) Lusitaniae divi Aug(usti) (et) divae Aug(ustae)165. Anteriormente a esta fecha no hay constancia de culto imperial provincial. Aunque la inauguración del culto imperial en la Lusitania en época de Tiberio no ha logrado la confirmación ni arqueológica ni
epigráfica, no habría que descartar esa posibilidad166: ¿era posible proyectar desde el inicio de la fundación de la colonia un foro presidido por un templo de culto imperial provincial para un ritual que todavía no se había establecido?; ¿qué refrendo arqueológico, aparte de la existencia de emisiones monetales emeritenses con la representación del templo tetrástilo, permitía considerar al templo de la calle Holguín como el templo tetrástilo acuñado en las monedas de época de Tiberio?, entonces la pregunta final era ¿qué cronología, fisonomía y funcionalidad tenía ese espacio? El proyecto que se ha desarrollado conjuntamente entre el Instituto de Arqueología de Mérida y el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida tenía entre sus objetivos resolver los problemas aquí esbozados mediante las campañas de excavaciones que se han realizado durante varios años tanto en el solar expropiado de la calle Almendralejo como en el templo de la calle Holguín y en el Arco y a través del estudio y contextualización de los resultados obtenidos en relación con otras ciudades del Imperio con características urbanísticas paralelas o similares. Las intervenciones arqueológicas han sido importantísimas para establecer las cronologías de fundación y abandono de todo el recinto de culto, que no pudieron ajustarse en las anteriores intervenciones de la zona. Finalmente el estudio historiográfico ha servido para recopilar toda la documentación, incorporarla a la hipótesis anterior, plantear sus dudas, contradicciones y errores y esbozar una nueva hipótesis interpretativa que en este proyecto se debía concretar, matizar y confirmar arqueológicamente a través de las intervenciones arqueológicas y del estudio y análisis de las estructuras pertenecientes a este imponente recinto de culto.
164 Ha sido el estudio epigráfico, en relación a esta zona, el que ha servido de base en la adjudicación de este “foro” como exclusivo para los asuntos provinciales (Stylow en este mismo volumen). Además de la inscripción a la Concordia(e) Augusti, hay que señalar la presencia de otras importantes inscripciones que relacionan este espacio monumental al culto imperial como son las dedicadas a Tiberio, el ara dedicada a Domiciano, la dedicatoria a Trajano por parte de los lancienses o la del praeses provinciae Lusitaniae, Gaius Sulpicius Rufus, todas ellas mencionadas anteriormente. Todos estos epígrafes son descritos en el catálogo de inscripciones imperiales de Mérida realizado por Ramírez, 2003 donde se recoge una completa bibliografía de los mismos. Un estudio reciente de algunos de estos epígrafes ha sido publicado por Saquete, J.C., 2005, 277-297. 165 Fishwick, 198. En Saquete, 1997 realiza un estudio, a través de la epigrafía, de los magistrados provinciales a su paso por Emerita.
166 Las tesis tradicionales establecen que la implantación o mejor dicho la organización del culto imperial entre las provincias senatoriales y las dependientes directamente del emperador se desarrollan a distinto ritmo. En las tres provincias senatoriales principales de Occidente: la Bética, la Narbonense y la África Proconsular será Vespasiano el que organice el culto imperial provincial. Un acontecimiento de tal envergadura debió entrañar la construcción en las capitales provinciales de conjuntos de culto imperial (Kotula, 1984) (Pailler, 1989). A través del análisis de los últimos hallazgos relacionados con la implantación del culto imperial provincial en Corduba la cronología parece retrotraerse hasta época tiberiana (Márquez, 2004).
Anejos de AEspA XLII, 2006, pág. 55
4. INFORME DE LAS EXCAVACIONES ARQUEOLÓGICAS DESARROLLADAS EN LA ZONA
INTRODUCCIÓN Pedro Mateos Como ya hemos señalado anteriormente, el principal objetivo que perseguíamos al desarrollar este proyecto de investigación era conocer las principales características del urbanismo de la zona que denominábamos “foro provincial”; documentar los edificios que la poblaban y definir una evolución diacrónica de esta ocupación desde la fundación de la ciudad hasta la actualidad (fig. 39).
Fig. 39.
Vista general de la zona objeto de estudio. En el centro, el arco “de Trajano”
Hemos visto con anterioridad en el estudio historiográfico, cuál era el estado del conocimiento que teníamos sobre este sector de la ciudad antes de iniciar el proyecto; gracias a este estudio hemos documentado nuevas estructuras como resultado de intervenciones antiguas practicadas en la zona o de restos en alzado que, una vez localizados e incorporados a la planimetría general, sugieren nuevas hipótesis sobre la ocupación de este espacio que varían sensiblemente, como apreciamos, las teorías urbanísticas conocidas hasta la fecha. Era inevitable, por tanto, que el paso siguiente fuera la realización de nuevas intervenciones arqueológicas en la zona que aportaran datos para ayudarnos a entender su configuración urbanística, las características de sus edificios y sus fechas de uso. Durante el desarrollo del proyecto, entre los años 1999 y 2004, hemos podido efectuar intervenciones arqueológicas, cada una de características diversas, tanto en dimensiones como en modo de intervención, en seis puntos distintos (fig. 40). La primera de ellas (1) se debe de entender más como una limpieza y documentación de una intervención antigua, que como una nueva excavación, aunque su realización y resultados fue definitiva en el desarrollo posterior del proyecto. Se trata de la intervención practicada en el solar de la C/ Alvarado donde identificamos el primer tramo de lo que hasta ese momento era el muro de cierre del témenos del “foro” y que fue reinterpretado como la cimentación de un pórtico que delimitaba un espacio. Su inclusión en la planta de este sector de la ciudad aumentó el valor científico del solar adquirido por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura para su excavación y adecuación a la visita, donde se desarrollaría la segunda intervención (2) ya que, dadas sus grandes dimensiones, debería definir claramente las características de este pórtico y de la plaza. Las siguientes intervenciones tenían carácter distinto; por un lado realizaríamos sondeos en lugares públicos puntuales (jardines y pla-
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 40.
Anejos de AEspA XLII
Planta de la zona donde se relacionan las intervenciones desarrolladas en el área
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
zas) que ayudaran a solucionar problemas concretos en la definición de estas estructuras (3 y 4). También señalaremos los resultados obtenidos en prospecciones geofísicas desarrolladas con georadar en puntos concretos de la zona y que nos han confirmado datos relevantes sobre la localización de algunas estructuras en lugares donde era imposible desarrollar intervenciones arqueológicas. Por último decidimos intervenir directamente en el interior de los solares donde existían restos de edificios públicos ya conocidos con anterioridad como era el caso del templo de la C/ Holguín (5) y el arco de “Trajano” (6) pero de los que no disponíamos de ningún tipo de estratigrafías, materiales o, tan siquiera planimetrías. Estas últimas intervenciones han resultado decisivas, no solo para definir las características fundamentales de la fisonomía de estos edificios y obtener material arqueológico relacionado con la fecha de su construcción y abandono, sino también para poder elaborar planimetrías reales —plantas, alzados, secciones, reconstrucciones...— que, como hemos apuntado anteriormente, aún no existían. Debemos señalar que la intervención practicada en el arco “de Trajano” coincide en bastante medida con el punto en que Menéndez Pidal realizó una trinchera en 1964 para la restauración del pie derecho del arco. Las dimensiones, características y resultado de estos primeros trabajos son conocidos gracias a la comunicación epistolar existente entre el encargado de seguir la obra desde el punto de vista arqueológico y el arquitecto. La carta iba acompañada de un croquis de la planta y el alzado de la zona que publicamos en el informe de excavaciones del arco gracias a la generosidad de J. L. De la Barrera que nos proporcionó copia del manuscrito. Bien es verdad que nuestra intervención se extiende lo suficiente como para además de darnos la oportunidad de realizar la planta correcta de este lado del arco y su espacio anterior, permitirnos documentar la existencia de nuevas estructuras precedentes vinculadas con una ocupación anterior (fig. 41). Por último debemos reseñar que, ya una vez finalizado el proyecto —en el año 2006— tuvimos ocasión de desarrollar una nueva intervención arqueológica en otro solar de la zona situado justo enfrente del solar donde en 1983 aparecieron los restos del podio del templo y que ha sido determinante para conocer las características de su planta arquitectónica, definiendo su estructura por los lados oriental y meridional (fig. 42). Hemos creído adecuado metodológicamente incluir también dentro de este capítulo el estudio de
57
Fig. 41.
Excavaciones realizadas en la zona exterior del arco
Fig. 42.
Vista del solar situado enfrente del podio del templo
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
los materiales cerámicos procedentes de estas intervenciones, tanto los relacionados con el período ocupacional romano, como los asociados a contextos de época tardoantigua e islámica, momento en el que, como veremos, se produce el abandono de la zona hasta su reocupación en época contemporánea. También creemos necesaria la publicación del listado de Unidades de Excavación de todas las intervenciones que ayudarán a seguir con mayor claridad la lectura de estos informes, junto con croquis y tablas realizados durante el transcurso de las excavaciones. 4.1.
PRECEDENTES. LIMPIEZA E INTERVENCIÓN EN LA C/ ALVARADO (fig. 40, n.º 1) Teresa Barrientos
En 1989 la arqueóloga Eulalia Gijón, integrante del extinto Patronato de la Ciudad Monumental de Mérida, realizó una excavación arqueológica en la parte anterior del patio de la casa n.º 13 de la calle Alvarado, motivada por la intención del propietario de construir dos viviendas y un sótano (fig. 43). Los resultados de esta intervención permanecen inéditos en la actualidad. Los restos aparecidos en el corte arqueológico abierto (aproximadamente un rectángulo de 46 m2), según los datos recogidos en el informe167, fueron “un muro de delimitación del foro provincial y dos muretes perpendiculares de viviendas situadas al interior del espacio”. Evidentemente la naturaleza monumental y el estado de conservación de los restos exhumados motivaron la denegación del permiso de obras que había solicitado el propietario del terreno. Desde entonces estas estructuras habían permanecido sin cubrir en el interior del inmueble. Esta circunstancia permitió que, en el mes de agosto de 1999, y dentro del marco del proyecto de investigación llevado a cabo en la zona, dirigido por el Dr. Mateos, pudiésemos realizar un análisis de las estructuras descubiertas en el año 89, cuyos resultados les ofrecemos ahora. Esta nueva intervención arqueológica tuvo como objeto exclusivamente la lectura de paramentos, no realizándose remoción alguna del terreno, motivo por el que carecemos de material arqueológico mueble o descripción de estratos terreros que nos permitan 167 Informe n.º 15 del Departamento de Documentación del Consorcio.
Anejos de AEspA XLII
apuntar cualquier dato cronológico directo. Aprovechamos además la ocasión para efectuar un nuevo y más detallado levantamiento topográfico y planimétrico de los restos, así como un reportaje fotográfico de los mismos168. Tras nuestra labor de documentación, efectuada en una semana de intensos trabajos, se cubrieron adecuadamente las estructuras, permitiendo al propietario de la vivienda la recuperación de la superficie del terreno del patio de la misma. Descripción de las estructuras (fig. 44) A falta de conocer la secuencia estratigráfica de la excavación, en la lectura de las estructuras se han detectado al menos cuatro momentos constructivos. El más antiguo está representado por los restos de dos estructuras, probablemente no coetáneos, anteriores a la existencia del Conjunto Monumental. El segundo momento lo integran las estructuras constructivas que pertenecen propiamente a la construcción del Recinto. El siguiente serían las unidades 77, 78, 79 y 80, que podrían no ser coetáneas; se trata de las fosas de robo de materiales de la estructura monumental. Y por último la ue 104 formaría parte de una última fase constructiva, de la que desconocemos si es anterior o posterior a las fosas de robo (fig. 45). La estructura más antigua está formada por un muro, ue 97 (fig. 46), de 48 cm de anchura del que podemos ver una longitud de 1,70 m, con orientación noreste-suroeste y una altura conservada de apenas 10 cm de alzado. En la fábrica de esta estructura no se empleó argamasa, sino que está compuesta por piedras de tamaño medio muy aristadas unidas con tierra arcillosa; esta circunstancia suele ser una constante en las construcciones más antiguas documentadas en la ciudad. Por su lado noroeste se le adosa un enfoscado, ue 98, compuesto por dos capas, con un grosor total de 3 cm, cuya superficie estaba pintada de blanco, no detectándose la presencia de ningún otro color. A este enlucido se le adosa un suelo de opus signinum, ue 99, con una mínima inclinación de su superficie hacia el noreste. El enfoscado se embute en los niveles de tierra exis168 Número de registro del Departamento de Documentación del Consorcio: 9038. Lectura de paramentos realizada por T. Barrientos Vera. Planta realizada por J. Jiménez Pacheco, alzado por J. Suárez Macías y trabajos topográficos por J. Pacheco Gamero. Reportaje fotográfico realizado por M. Alba Calzado.
Anejos de AEspA XLII
Fig. 43.
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
59
Situación del corte arqueológico en el interior de la vivienda de la calle Alvarado n.º 13
tentes por debajo del pavimento, lo que parece indicar que pudo existir una superficie de tránsito anterior a ue 99. Situado en paralelo al muro anterior, a una distancia de 3,70 m, se encuentra el muro ue 101; tiene 60 cm de anchura y conserva una altura de 1,10 m de los cuales sólo los 50 cm superiores serían alzado (según lo indican los restos de enlucidos existentes en ambas caras de la estructura); su fábrica es de grandes piedras muy aristadas y perfectamente careadas y poca argamasa. El enfoscado de la cara noroeste, ue 102, no conservaba su superficie externa, sin embargo el de la cara opuesta, ue 103, con un grosor total de morteros de 10 cm en tres capas, mostraba un tramo en buen estado en el que sobre un fondo negro, y a 15 cm del suelo, se exponían dos filetes blancos dispuestos en horizontal. La diferencia entre las fábricas, los revestimientos y las dimensiones entre estas estructuras
nos impiden afirmar si se trata o no de una misma fase constructiva; además los restos conservados son insuficientes en ambos casos para relacionarlos. Sin embargo lo que sí parece claro es que las dos fueron amortizadas al construir la estructura monumental. Como ya hemos mencionado, posteriormente se realizarían los restos estructurales correspondientes al gran recinto público (fig. 47). Está formado, grosso modo, por un gran paramento longitudinal, en sentido noroeste-sureste, integrado por cuatro tongadas con medidas absolutamente diversas (fig. 48). La inferior, tongada 4, es la única con fábrica de opus caementicium, el resto son de opus incertum, destacando la inclusión en la superior, tongada 1, de sillares cúbicos intercalados a distancias regulares, de los que sólo uno ha permanecido in situ, quedando parte de la caja de otros tres en el tramo estudiado. Los materiales utilizados en la construcción fueron piedras (dio-
60
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 44.
Planta de los restos existentes en el corte arqueológico
Anejos de AEspA XLII
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
61
104 77
78
79
80 105 106
Pórtico
102
103 101
99 98 97
Fig. 45.
Diagrama de la secuencia constructiva
ríticas o anfibolíticas) y argamasa; residualmente entre los rellenos interiores se detectó la presencia de algunos escasos y menudos fragmentos de latericio o granito. La tongada 2, dividida en dos zonas longitudinalmente por la existencia de un canal entre ambas, junto con la tongada inferior, son las únicas en las que se utilizaron piedras menudas en las caras exteriores (en aquélla sólo en las caras que conforman el canal). En el resto de los paramentos las piedras empleadas fueron de tamaño medio, exponiendo una cara plana de las mismas y rebosando bastante argamasa de las uniones. Se han documentado restos de opus signinum sobre la superficie de la tongada 3 (ue 96), en su zona central (ue 83). Estratigráficamente este mortero se añadió con anterioridad a la construcción de las tongadas superiores laterales, que se le apoyan, lo que indica que la construcción en hori-
zontal con todos los elementos integrantes de la misma se iba completando antes de seguir elevando el paramento. El signinum estaba compuesto por cal, algunas piedrecillas y fragmentos finos y medios de latericio, lo que le daba un tono rosado; su superficie era rugosa, ocupando una superficie de 98 cm de anchura y entre 5 y 7 cm de grosor. En su superficie central (de 62 cm de anchura) se detectó la impronta de hasta 8 placas rectangulares (fig. 49), en algunas de cuyas esquinas se habían adherido pequeños fragmentos planos e irregulares de ladrillo o mármol a modo de cuñas para nivelar la superficie. No quedaba ni un solo fragmento de las placas de mármol que habrían forrado el espacio longitudinal que tomaría el fondo del specus. Asimismo, en lo que habría sido la pared suroriental del specus (la del lado opuesto no se había conservado) y cubriendo en vertical las dos tonga-
62
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 46.
Detalle del muro ue 101
das superiores, de nuevo volvemos a encontrar restos de opus signinum de composición similar al anterior (ue 12 y ue 68), aunque muy mal conservados y con un grosor máximo de 5,5 cm. Este revestimiento está unido a los restos conservados en el extremo noroccidental de la superficie de la tongada superior (ue 2, 74, 75 y 76), que ocupan casi 20 cm del mismo, y tiene la misma composición. Este remate superior y el revoco vertical formarían parte del mortero de adhesión del placado vertical de revestimiento del canal. Para su sujeción más firme se emplearon grapas de hierro de las que tenemos abundantes restos (casi 40 unidades) entre fragmentos de hierro, restos de óxido y pequeños huecos horadados en los muros (fig. 50). El análisis de su dispersión por el alzado parece evidenciar que hay una mayor concentración en horizontal de estos elementos en la zona central del espacio y que en la zona superior se engarzaron con agarres verticales a una distancia variable entre
Anejos de AEspA XLII
10/14 cm del borde del muro, encajándose indistintamente los clavos de canto o planos. Sobre la superficie de la tongada 1 (ue 38 y ue 71) existían restos de una segunda capa de opus signinum (ue 6 y ue 76) superpuesta también a la anterior, formada por cal y fragmentos de hasta 1 cm de grosor de latericio que permiten distinguir el rojo y el blanco de sus componentes. Espacialmente sin embargo no se limita al extremo de la superficie del muro, sino que habría ocupado toda su superficie. Coincide en cota con dos rebajes longitudinales en L practicados en los extremos superiores del único sillar aparecido in situ (ue 34 y ue 35), por lo que creemos que debería interpretarse como parte del mortero de preparación del placado horizontal de remate de la estructura. Sobre la parte superior del mencionado sillar se había practicado un retalle circular de 90 cm de diámetro, quedando en resalte el interior del mismo, lo que se interpreta como un trabajo de ajuste de la columna, que dicho sillar habría soportado, tras su colocación; además quedaban otros restos de óxido de hierro que iban definiendo esa forma circular (ue 17, 18 y 19), con el mismo diámetro, que debieron pertenecer a cuñas de ajuste (fig. 51). Por último, en el lado suroccidental del gran muro quedaban restos de dos superficies superpuestas de cal (ue 106 y ue 105) que sin duda se trataba de restos del material empleado durante la construcción y que habría formado auténticas tortas sobre los niveles de aporte. Los restos del muro ue 104 son claramente posteriores a la construcción del edificio público, apoyando o cortando a los estratos de tierra que se habrían adosado al paramento vertical. Está formado por un gran sillar colocado a soga, en perpendicular a la construcción monumental, y piedras menudas unidas con argamasa tanto en la parte superior como en la inferior de la estructura. Sus dimensiones son: 64 cm de anchura y una longitud y alturas conservadas de 1,08 m por 70 cm respectivamente. Finalmente debemos señalar que la estructura pública nos ha llegado desmantelada de su recubrimiento marmóreo (en el alzado de la estructura, fig. 44, pueden verse las marcas de las picadas sobre las piedras —ue 80—) y también sin los sillares de la tongada superior (de los cuatro huecos existentes sólo uno se mantuvo in situ) afectando los cortes de robo también parcialmente a los tramos de opus incertum (ue 77, 78 y 79).
Anejos de AEspA XLII
63
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
10 70 17, 18, 19, 20 72, 6 34, 35 71, 38 13, 26, 27, 30/31, 32/33, 36/37, 39/40, 41/42, 43/44, 45, 46, 47/48, 49, 50/51, 52, 53, 54/55, 56, 57/58, 59/60, 61, 62, 63/64, 65/66, 67, 81, 85, 86, 110, 112
16, 14, 15, 22/23, 24/25, 28/29
12, 68
2, 74, 75, 76
3, 5, 7, 9 4, 69, 8
1
88, 89, 90, 91, 92, 93, 94, 95
87
11
84
83
96
82
100
Fig. 47.
Diagrama detallado de las relaciones estratigráficas existentes entre las unidades que conforman los restos del pórtico de delimitación del recinto público
64
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
TONGADAS
Ue
FÁBRICA
ALTURA
Anejos de AEspA XLII
ANCHURA
LONGITUD
Tongada 1
3, 5, 7, 9. 1, (4, 8, 69)
Opus incertum Sillares granito
44 cm 44 cm
86 cm 90/92 cm
2,60 m (x 4) 1 m (x 3)
Tongada 2 noreste
84
Opus incertum
+ 10 cm
± 55/49 cm
+ 13,40 m
Tongada 2 suroeste
11
Opus incertum
38/42 cm
1,12 m
+ 13 m
SPECUS
87
(hueco)
+ 69 cm
62 cm
+ 13,30 m
Tongada 3
82
Opus incertum
1,34 m
2,32 m
+ 13 m
Tongada 4
100
Opus caementicium
+ 60 cm
+ 2,45 m (¿2,60 m?)
+ 13 m
+ 2,80 m
Max. 2,60? m
+ 13,40 m
TOTAL Fig. 48.
Fig. 49.
Dimensiones de las tongadas y el specus del pórtico.
Ue
Longitud
Anchura
88
—
0,62
89
1,65
0,61
90
1,54
0,59
91
1,68
0,62
92
1,66
0,62
93
2,06
0,62
94
2,00
0,62
95
—
0,62
Dimensiones de las improntas de las placas de mármol horizontales del specus, expresadas en metros.
Anejos de AEspA XLII
65
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
LUGAR
ue
Enganche Vertical
Horizontal
Hierro /óxido
Hueco
Uso
Sobre sillar
17, 18, 19
x
x
Encaje columna
Sobre sillar
20
x
x
Indeterm.
Sobre sillar
30-31, 32-33
x
x
x
¿Placado vertical?
Sobre sillar
85, 86
x
x
1.ª tongada
16
x
1.ª tongada
14, 15, 70**
x
x
1.ª tongada
22-23, 24-25, 28-29
x
x
x
Agarre superior
1.ª tongada
59-60*, 65-66
x
x
x
Placado vertical
1.ª tongada
13, 49*
x
x
Placado vertical
1.ª tongada
61, 62
x
x
Placado vertical
1.ª/2.ª tongada
26, 45, 46, 52, 56, 112
x
x
Placado vertical
1.ª/2.ª tongada
27, 53*, 81, 110*
x
1.ª/2.ª tongada
50-51
x
2.ª tongada
2.ª tongada
¿Placado vertical? x
Agarre superior Agarre superior
x
Placado vertical
x
x
Placado vertical
36-37, 39-40, 41-42, x 43-44, 47-48, 54-55*, 57-58, 63-64
x
x
Placado vertical
67
x
x
* grapas de canto, el resto planas. ** única grapa que perfora al signinum del placado horizontal superior. Fig. 50.
Grapas de adhesión del placado vertical del canal del pórtico.
Fig. 51.
Alzado del lado suroeste del specus con detalle de las grapas
Placado vertical
66
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Síntesis de resultados obtenidos en Alvarado, 13 (fig. 52) Los restos de la gran estructura analizada corresponderían a la cimentación de una columnata corrida que conformaría la fachada de un pórtico que delimitaría el recinto público en su lado suroccidental y enmarcaría al templo de la calle Holguín. En el tramo documentado, de algo más de 13 m de longitud, se conservaba in situ uno de los apoyos de las columnas perimetrales en el que queda-
Fig. 52.
Anejos de AEspA XLII
ban improntas que han permitido saber que la basa carecería de plinto, iniciándose directamente en el toro, cuyo diámetro sería de 90 cm. Los apoyos de las columnas afectaron constructivamente sólo a la última tongada del paramento (tongada n.º 1), intercalando sillares cuadrangulares en el opus incertum a tramos regulares de 2,70 m. En esta intervención se documentaron tres huecos de columnas y el inicio de una más y cuatro tramos de opus incertum. Sobre la tongada n.º 3, y afectando a las dos superiores, discurría el specus de una canalización
Restitución de la sección del pórtico según la planta de fig. 44.
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
forrada de planchas de mármol. El propio revestimiento marmóreo del canal está indicando que se trataba de un canal a cielo abierto. En cuanto a las dimensiones de las placas sólo hemos podido determinar el tamaño de las situadas en posición horizontal, que serían de 62 cm de anchura por una longitud variable entre 1,54 m y 2,06 m. No nos ha llegado la impronta de ninguna de las verticales, pero sí la constatación de su existencia, por tanto la decoración marmórea del specus tendría un perfil en forma de U; del mismo modo, hemos intentado determinar las dimensiones de las placas a través de los restos de las grapas de sujeción pero no hemos llegado a ninguna conclusión válida. El hueco del canal por el que discurría el agua tiene 62 cm de anchura por algo más de 70 cm de altura —medida tomada sobre la superficie de apoyo de las planchas de mármoles horizontales y sobre la lechada de argamasa superior de la tongada n.º 1, por lo que es sólo aproximada—. No podemos determinar con certeza hacia qué lado circulaba el agua, pero la tendencia de las cotas de la plataforma que sustentaba al mármol parece indicar que vertiese hacia el extremo sureste. Los intercolumnios de la tongada superior (n.º 1) también habrían estado revestidos con placas de mármol según se infiere de los restos de opus signinum que se conservan sobre su superficie, material normalmente usado para adherir dichas placas, y de los dos pequeños rebajes longitudinales del único sillar de apoyo de columna conservado, que habrían servido para encajar las planchas a las propias columnas. El nivel de tránsito de la nave que se inicia en ese punto no lo conocemos, sólo conservamos una de las superficies de trabajo, que está casi medio metro por debajo del remate superior del gran paramento de cierre de la galería. En la cara interior del muro (la suroeste) no quedan restos de grapas, opus signinum o cualquier otro elemento que pudiese indicar que el muro, o una parte del mismo, estuviera visto y, por tanto, a una cota más elevada que el nivel de circulación de la galería, por lo que los pocos indicios comentados parecen apuntar, al menos, hacia la horizontalidad de la superficie de tránsito entre la galería y las planchas de mármol que existirían sobre el paramento. El remate del canal por el lado noreste se ha conservado tan mal que carecemos de datos arqueológicos directos para saber la altura del specus por ese lado o si estaba rematado en su parte superior externa con placas de mármol como sucede en el lado suroeste; tampoco poseemos datos para
67
confirmar la altura de los pavimentos de la plaza que se inicia a partir de ese punto. En cuanto al sistema constructivo del paramento, que tendría como mínimo una altura de 2,80 m —no hemos podido documentar la tongada n.º 4 completa, ni sabemos si ésta es la última—, está formado por cuatro tongadas superpuestas que van estrechándose en altura. Por el lado interior de la galería la altura total de la estructura sería cimiento. Suponemos que sería similar por el lado contrario, puesto que, como se ve en los perfiles del corte arqueológico, los estratos de tierra se adosan al paramento, sin que se detecte la presencia de zanja constructiva. Esta circunstancia parece indicar que se trata de niveles de aportes, echados tras la construcción de la estructura, para elevar el nivel de tránsito, por lo que al menos las tongadas 3 y 4 serían parte de la cimentación también por ese lado169 (las tongadas 2 y 1 no se han conservado en esa cara de la estructura). Ya hemos señalado la existencia de dos muros anteriores a la estructura del pórtico. Este hecho es más claro respecto al muro ue 97 que conserva restos de un pavimento (ue 99), que claramente fueron cortados y derribados, prácticamente hasta sus cimientos, para enrasar el terreno previamente a la edificación del gran muro longitudinal (fig. 53). Nos queda alguna duda respecto al muro ue 101, porque la relación entre este muro y la ue 100 —tongada interior del pórtico— estaba muy alterada. Lo que nos había llegado evidenciaba que el derribo del primero no se realizó de forma tan exhaustiva como el del muro ue 97; es más, permanecía in situ un buen tramo de alzado por encima de la cota de arrasamiento del anterior. Además coincidía la línea de base del enfoscado, y por tanto del nivel de suelo, con el inicio del careado regular del gran paramento perpendicular de opus incertum (tongada 3, ue 82), sobre el que quedaban algunos restos dispersos —no en las juntas, sino sobre las caras de las piedras— de mortero con restos de latericio machacado —¿opus signinum?—, que podrían indicar que se tratase de alzado y no de cimiento, quizá relacionado con el muro 101, aunque no se documentaron huellas de grapas de hierro en todo el tramo. Por todo ello, aunque nos decantamos por consi-
169 Aunque nos hemos decantado por esta interpretación, hemos planteado una duda estratigráfica, no resuelta, en el párrafo siguiente sobre la posibilidad de que las tongadas 3, 2 y 1 del lado interior del espacio abierto pudieran haber estado expuestas.
68
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 53.
Anejos de AEspA XLII
Detalle de la relación existente entre el muro del pórtico y las estructuras anteriores
derar ambas estructuras anteriores a la construcción del recinto, queremos plasmar la duda existente debido a la carencia de lectura estratigráfica de los niveles de tierra y posibles cortes estructurales, que habrían sin duda ayudado a explicar el motivo del desmonte diferenciado entre ambas estructuras anteriores. Independientemente de la controversia sugerida por el muro ue 101, la presencia de la estructura formada por el muro ue 97 y el pavimento ue 99 es suficiente para afirmar que existieron estructuras más antiguas que el gran recinto monumental, que fueron desmanteladas para su construcción. Asimismo se ha documentado una estructura posterior al pórtico que se desarrolla en la zona del espacio abierto. Pero al margen de constatar su presencia no podemos aportar ningún dato sobre su horizonte cronológico, debido a las circunstancias en las que se ha desarrollado esta intervención. Carecemos además de información sobre su posición estratigráfica respecto a los robos de materiales, es decir, no sabemos si primero se roba el mármol, luego se ocupa la plaza y luego se desmantelan las estructuras de su material granítico, o si la secuencia se desarrolló de otro modo.
4.2.
EXCAVACIONES EN EL SOLAR DE LA C/ ALMENDRALEJO Y HOLGUÍN170 (fig. 40, n.º 2) Pedro Mateos
La zona objeto de excavación forma parte de un solar situado entre las calles Holguín y Almendralejo (fig. 54) que fue adquirido por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura durante los años 90 para su excavación y adecuación a la visita dentro de un programa de recuperación general de viviendas en todo este sector. El objetivo, previsto en el Plan General de Ordenación Urbana actual170 El informe de las excavaciones realizadas en el solar es fruto de la documentación arqueológica recogida en las distintas campañas de intervención efectuadas que fueron realizadas por M. Alba, T. Barrientos, R. Ayerbe, F. Palma, S. Feijoo y A. Pizzo, todos ellos arqueólogos del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida. En estas campañas han desarrollado la documentación gráfica y planimétrica el equipo de dibujantes del Consorcio, mientras que la digitalización de la base de datos con la totalidad de las fichas es obra de Berta Gómez. Gracias al excelente trabajo de documentación realizado por ellos he podido desarrollar este informe que afecta a varios puntos de intervención, situados en diferentes solares y pertenecientes a diferentes campañas y anualidades por lo que el verdadero mérito de este informe es obra suya.
Anejos de AEspA XLII
Fig. 54.
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Vista general del solar con los restos aparecidos en las excavaciones arqueológicas
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Fig. 54-A.
Planta del solar con detalles de los cortes realizados en las excavaciones
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Anejos de AEspA XLII
Fig. 55.
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
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Área de Rehabilitación Interior prevista en el Plan General de Ordenación Urbana para la zona
mente en vigor, era recuperar los restos de edificios conocidos en la actualidad —templo, arco y pórtico— que formarían parte del denominado “foro Provincial” y estudiar un tratamiento urbanístico único para todo este sector de la ciudad (fig. 55). De hecho nuestro proyecto de investigación, y las intervenciones arqueológicas desarrolladas, formaban parte de este proyecto global aquí descrito. Las excavaciones arqueológicas practicadas en el interior del solar fueron desarrolladas entre 1999 y 2003171; cinco campañas de distinta duración y equipo de trabajo que fueron financiadas por la Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura y el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida172. 171 También participaron en las intervenciones los participantes de los Cursos de Verano de Arqueología del Consorcio de los años 1999, 2000, 2001 y 2003. 172 El proyecto de investigación ha sido financiado, además de por los fondos del PRI de la Junta de Extremadura, por la subvención de la Consejería de Cultura y por la aportación en
Los objetivos de la intervención resultaban evidentes; por un lado sabíamos de la existencia de un pórtico monumental que delimitaba un espacio abierto, una plaza, que habíamos documentado en la limpieza y documentación del solar situado en la C/ Alvarado, intervención que hemos descrito anteriormente. Por otro lado la planimetría obtenida en el estudio historiográfico, en la que habíamos situado topográficamente los restos documentados hasta ese momento en la zona, sugerían como hipótesis más plausible la existencia de un pórtico que definiera una plaza en la que se localizaba un templo. Trataríamos por tanto, en esta nueva intervención, de definir las características, límites y cronología de este pórtico en sus lados occidental y norte y de la parte de la plaza más cercana a dicha estructura.
recursos humanos del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida.
72
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
El solar posee aproximadamente 1.500 metros cuadrados de superficie (fig. 56), de proporciones irregulares que oscilan entre una fachada a la C/ Holguín de 20 m y otra, la que abre a la C/ Almendralejo, de 50 m. Responde a una fisonomía irregular debido a que es el resultado de la adquisición de diversas estructuras ocupacionales. La mitad sur, dando fachada a la C/ Holguín, era ocupada por dos viviendas de mediano tamaño, mientras que la fachada opuesta estaba constituida por dos nuevas viviendas de poco fondo y por un taller mecánico al que se accedía desde el ángulo Nororiental del solar y que ocupaba la mayor parte de su mitad septentrional. Una vez derribadas estas estructuras, el solar estaba vacío en su totalidad a excepción de dos palmeras de gran tamaño que, debido a su situación en el extremo oriental, coincidiendo con la zona no excavada, hemos conseguido mantener intactas.
Fig. 56.
Anejos de AEspA XLII
Desarrollo de la excavación El solar no ha sido excavado en su totalidad, ya que decidimos no intervenir, por optimización de tiempo y recursos económicos, en la zona oriental del solar, sobre la supuesta plaza y centrar nuestros esfuerzos en conocer las características del pórtico. De esta manera decidimos intervenir en tres puntos fundamentales. El corte 1 se realizó en la hipotética —posteriormente confirmada— confluencia de los dos brazos del pórtico, el occidental y el Norte; el corte dos, longitudinal al brazo occidental y el corte 3 en el posible centro del lado septentrional, según la primera planimetría que poseíamos y nuestra propia hipótesis de organización espacial del “foro” (fig. 57). En una última campaña (2003) decidimos unir los cortes 1 y 2 con el objetivo de documentar unitariamente unos 30 m del lado occidental del pórtico y poder conocer mejor sus carac-
Vista general del solar excavado
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Fig. 57.
73
Planta del sector B del solar excavado con los restos documentados
terísticas constructivas y espaciales (fig. 58). La unión de estos cortes con el n.º 3 resultaba a todas luces inviable en esos momentos, aunque muy probablemente se efectuará en un futuro con motivo de la adecuación a la visita de este espacio monumental de la ciudad. El corte 1 se inició como un cuadro de 6 m por 6 m; en la segunda campaña (2000) fue ampliado conformando un rectángulo de 6 m, en dirección norte-sur, por 12 m en el lado oeste-este. Una tercera ampliación por el lado Norte (2001) dio lugar a un corte en forma de L de 12 m en ambos lados. El corte 2 también se inició en la campaña de 1999 como un cuadrado de 6 m por 6 m y, de nuevo, fue ampliado en la segunda campaña (2000) por un nuevo cuadrado de similares dimensiones en el
lado oriental. Por último, en la campaña del año 2003 realizamos la unión de ambos cortes, tal y como se refleja en el plano general del solar (fig. 59). En virtud de esta unión, y para favorecer la comprensión de los datos expuestos, hemos decidido explicar el proceso de excavación y la descripción de los trabajos dividiendo el solar en dos sectores. El sector A lo constituye la zona de excavación resultante de la unión de los cortes 1 y 2, mientras que el sector B coincide con el anteriormente denominado corte 3 situado en el extremo nororiental del solar. Posteriormente desarrollaremos, aquí si unitariamente, la evolución ocupacional de todo el solar desde la fundación de la ciudad hasta la actualidad.
74
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Fig. 58.
Planta del sector A del solar excavado con los restos documentados
Anejos de AEspA XLII
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Fig. 59.
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Planta general del solar con la definición de los cortes y sectores planteados
75
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El sector A. (fig. 60) La excavación en este primer sector deparó inmediatamente la documentación de las últimas estructuras existentes en el solar que, como ya hemos indicado, formaban parte de un taller mecánico y de viviendas fechadas en pleno s. XX. Todas las estructuras se conservan a nivel de cimentación o inmediatamente por encima de los pavimentos, a excepción de las que poseían un carácter subterráneo que se conservaban en perfecto estado. En el corte 1, la aparición de dos fosos utilizados para el arreglo de coches indicaba la situación del taller, mientras que, en el otro extremo del corte, la aparición de un aljibe, que aún conservaba parte de la bóveda y restos de muros domésticos delataban la localización de las viviendas (fig. 61). Las estructuras identificadas como parte del taller fueron dos fosos (ue 6) para reparación de rodamientos de automóviles de aproximadamente 2 m de largo por 1 m de ancho, realizados con paredes de ladrillo hueco cogidos con cemento que los impermeabilizaba y colocados en dirección este-
Fig. 60.
Anejos de AEspA XLII
oeste, un canal (ue 89) formado por una hilada de ladrillo macizo, cubriendo una tubería de cerámica y restos de un suelo de hormigón (ue 75) formando losetas octogonales. En este mismo corte también encontramos evidencias de la última ocupación doméstica; una sucesión de muros, con sus diferentes enfoscados, y pavimentos que sufrieron numerosas reformas modificando, en alguna medida, la fisonomía original de la vivienda y la cota de altura de sus pavimentos. Parece evidente que tanto los restos del corte 1 como los documentados en el corte 2 corresponderían a la misma unidad habitacional, aunque formando parte de distinto ámbito. En el corte 1 hemos hallado restos de los muros de habitaciones vinculados al trabajo diario. Pavimentos de patio (ue 94) formados por empedrados descuidados sobre el que se realiza una rampa de tierra batida (ue 124) para dar salida al agua estancada y muros de piedra y tierra, sin cal, de aproximadamente 30 cm de ancho que van siendo objeto de continuas reformas, para cambiar sus enfoscados (p. ej. ue 176 y 177), tapiar sus puertas (p. ej. en el caso de ue 77)
Planta de los cortes 1 y 2 antes de ser ampliados
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Fig. 61.
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Vista general del corte 1 donde se observan los restos contemporáneos
o para compartimentar habitaciones (ue 82 y 83). También ha resultado interesante la documentación de los continuos cambios de pavimentos en función de los distintos usos; así un suelo de planchas de madera (ue 131) es parcheado por uno de hormigón al utilizarse para una función posiblemente agropecuaria. Este cambio en la pavimentación de la vivienda llevaba siempre aparejado un aumento en la cota de altura. El último suelo de la vivienda (ue 75) fue realizado sobre un relleno de nivelación (ue 13 y 153) conformado por restos de tierra con abundante material cerámico de época contemporánea. En otra ocasión los niveles de nivelación po-
Fig. 62.
seían grandes bloques de sillares de granito (ue 63) echados para subir la cota del suelo. Como elemento singular de la vivienda debemos destacar la existencia de una cisterna que ha llegado hasta nosotros prácticamente intacta, rota únicamente parte de su bóveda (ue 4). Se trata de una estructura subterránea de planta rectangular cerrada por una bóveda rebajada de ladrillo macizo unido con cal. Llevaba las paredes enlucidas con cemento como impermeabilizante; posee las esquinas redondeadas y en el fondo, en el espacio central, realizaron una pileta circular para favorecer la limpieza (fig. 62).
Cisterna contemporánea hallada en el corte 1
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Por último señalar la presencia, en este sector de cortes y fosas de diferente tamaño y funcionalidad rellenados por material proveniente del propio solar. En ocasiones se trata de fosas realizadas para recuperar tierra para nivelación; otras para uso séptico o, a veces, se trata de fosas de construcción de muros, robados con posterioridad. Cabe resaltar la existencia de una gran fosa contemporánea en el extremo occidental del corte 1, ocupando todo el saliente apreciado en las medianeras del propio solar. Se trata de un corte (ue 204) realizado hasta la roca natural que ha destruido toda la documentación arqueológica, estratos y estructuras, de un espacio que posteriormente tendrá una importancia excepcional dentro de la ocupación romana del lugar. Podría tratarse de un espacio ocupado como bodega o sótano que posteriormente fue destruido, aunque no tenemos evidencia alguna de este posible uso. En el corte 2 apreciamos la misma secuencia para época contemporánea; restos de muros, pavimentos y estructuras relacionadas con un trabajo agrícola que parece protagonizar la labor familiar. Así, la primera estructura documentada en este corte es una pila de ladrillo y un pequeño estanque, una estructura rectangular de 3,40 m por 2,70 m, utilizado para la pisa de la uva (ue 1004) que posee una cierta pendiente hacia el lado sur, donde se colocó una tinaja que recogería el líquido conseguido. El estanque estaba rodeado por un pavimento de ladrillos (ue 1005) con paredes encaladas (ue 1006, 1009, 1010, 1011 y 1012). En el lado sur se hizo una fosa (ue 1038) para introducir la tinaja
Fig. 63.
Anejos de AEspA XLII
(ue 1035) de grandes dimensiones anteriormente reseñada (fig. 63). Además de esta peculiaridad, el corte 2 responde a los mismos parámetros marcados en el corte anterior: habitaciones pertenecientes a una vivienda, donde apreciamos muros con reformas como la colocación de los pilares de planta cuadrada (ue 1007, 1008 y 1009), probablemente usados como contrafuertes del muro principal (ue 1006). El muro delimita estancias cerradas con pavimentos de baldosas (ue 1018) y otras abiertas con suelos de cantos rodados (ue 1014). Ambos pavimentos son el resultado de reformas de suelos anteriores que fueron amortizados y tapados por los mismos rellenos de nivelación y subida de cota (ue 1019, 1102, 1108 y 1124) observados en el corte anterior. Por último, también documentamos fosas (p. ej. 1046 y 1093), cortes y rellenos (ue 1034-1042 y ue 1090 y 1092 respectivamente) similares a los existentes en el corte 1, que en ocasiones llegan hasta la roca natural —como en el caso de un sumidero (ue 1085) que desagua en un pozo ciego (ue 1120) que va a condicionar, cuando no destruir, la estratigrafía inferior. La unión de ambos cortes (1 y 2) en la campaña del año 2003, permitió relacionar y vincular estas estructuras domésticas contemporáneas mediante la excavación de estructuras como tuberías (ue 409 y 410) que comunicaban entre sí, habitaciones de ambos lados o pavimentos de cantos de río (ue 411) y muretes (ue 412) de características similares (fig. 64).
Vista general de la estancia utilizado para la pisa de la uva donde se colocó una tinaja que recogería el líquido conseguido
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Fig. 64.
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Vista general del corte, ya unificado, con los restos contemporáneos.
Finalizada la excavación de los niveles de uso de época contemporánea pudimos documentar una serie de estratos de tierra, a veces de carácter irregular y, en ocasiones, bastante uniformes, asimilándose a superficies de uso que nos marcan un período de abandono, de falta de uso del solar, durante un largo período de tiempo. Estos estratos suponen verdaderas “soluciones de continuidad” entre el momento de uso anterior, claramente medieval y la ocupación contemporánea. En el corte 1 hemos documentado una superficie de tierra allanada (ue 11), debajo del aljibe (ue 4) que asemeja a un nivel de suelo. Compacta, con abundantes fragmentos de cal, piedras de pequeño tamaño y restos de ladrillo sin poder fijar su cronología. También cortado por el aljibe se conserva otra superficie de tierra allanada que podría haber estado en uso desde el abandono probablemente islámico —esta superficie se encuentra sobre el relleno de un silo emiral (ue 39)— del espacio hasta época contemporánea. De igual modo, en el corte 2, documentamos una superficie de uso (ue 1037); se trata de una capa de tierra de color anaranjado, sin materiales sobresalientes, que cubre los restos conservados a
mayor altura pertenecientes a estructuras del foro. Sin relación alguna con este nivel, se documenta una nueva superficie, esta vez de tierra grisácea de diferente interpretación. Por último en la zona de ampliación de este segundo corte, documentamos tres superficies planas de uso continuado (ue 1137, 1139 y 1152), compactadas, que interpretamos como soluciones de continuidad entre el último uso del lugar —los rellenos de fosas de robo 1140 de época islámica— y los primeros niveles contemporáneos —el pavimento de rollos de río 1113—. Ya hemos observado que, una vez eliminados todos los contextos contemporáneos se documenta un vacío ocupacional que finaliza en estos estratos que pueden considerarse soluciones de continuidad entre el último uso y la época actual. Efectivamente existe un vacío de bastantes siglos que se inicia en época islámica a juzgar por el material existente en los últimos estratos documentados. A este momento pertenecen los materiales aparecidos en los únicos estratos de nivelación y uso documentados pertenecientes a este período tanto en el corte 1 (ue 251) como en el 2 (ue 1060). En el primer caso (ue 251) se trata de una fina capa de tierra
80
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
de 10 cm de grosor, ligeramente compactada; un estrato de amortización de las estructuras romanas con algunos fragmentos de material andalusí que, al ser retirado también dejaba al descubierto, a nivel, los restos de una cimentación de cantos de río que formaba parte de un edificio emiral que más abajo describiremos (ue 222, 229). En el corte 2, en cambio, se trata de un estrato de nivelación (ue 1050) que posee un grosor que asciende desde los 7 a los 40 cm. Se trata de una capa de tierra compacta, endurecida, que se conserva entre los restos de cimentación de cantos de río de los muros 1048 y 1040. El material aparecido en este contexto es absolutamente uniforme; los 22 fragmentos inventariados aportan una fecha de realización a lo largo de los ss. IX-X. Sin embargo, lo más sobresaliente de este momento es la aparición, en todos los puntos excavados en el sector, de una serie de estructuras realizadas con cantos de río unidos con tierra, sin argamasa (fig. 65). A pesar de que, durante la excavación, y debido al diferente estado de conservación podríamos llegar a pensar que se trataban de restos de un pavimento, la excavación unitaria del sector definió perfectamente su funcionalidad: se trata de una serie de cimentaciones realizadas con canto de río que formaban parte de un único edificio perteneciente a este período. La técnica constructiva utilizada presenta hiladas irregulares o pseudohorizontales cuya puesta en obra forma, en ciertas zonas de los paramentos, un opus spicatum muy mal realizado. Conservan un alzado entre 20 cm. y 1,40 m. Estas subestructuras se construyen rellenando una zanja, previamente realizada, con cantos de río y tierra que servirían de asiento a un muro superior de mampostería (fig. 66). La profundidad de estas cimentaciones varían en función del asiento que posean, ya que se realizan buscando una superficie de acogida firme, ya sea la roca, un pavimento de cal o un muro de una época anterior (ue 25, 28 p. ej. apoyan en el muro ue 17) llegando a utilizar, en ocasiones, hasta seis hiladas de cantos perfectamente alineados por tongadas. Su ancho varía entre los 80 ó 90 cm. (fig. 67). Como podemos observar en la planimetría realizada, las subestructuras se articulan alrededor de dos cimentaciones (ue 419 y 420) que corren longitudinales, en dirección norte-sur, por todo el sector, conservándose con una longitud aproximada de 24 m; de ellas parten otras cimentaciones transversales que darían lugar a una planta de un edificio imposible de definir en la actualidad (fig. 68). Como ya hemos indicado, la implanta-
Anejos de AEspA XLII
ción del edificio emiral que ocupa la totalidad de la superficie excavada presenta la peculiaridad de posicionarse encima de las estructuras romanas relacionadas con al pórtico del llamado Foro Provincial (fig. 69). El muro ue 420 reutiliza íntegramente el nivel homogéneo de arrasamiento del precedente muro romano ue 446, mientras que la estructura paralela a ue 420, el muro ue 419, recupera la alineación de un muro de separación (ue 497) de la nave del pórtico romano. El espacio interno del edificio se desarrolla al Este y al Oeste del muro con orientación Norte-Sur (ue 419). Al Oeste se realiza, junto a uno de los muros excavado en la primera campaña, un espacio tripartido de amplias dimensiones cuya extensión al oeste no se documenta a causa del los limites de excavación. Al Noroeste del mismo muro ue 419 y relacionadas con el mismo edificio, se realizaron dos estructuras circulares situadas a 2,30 mts. de distancia y paralelas al muro (fig. 70); presentan respectivamente un diámetro de 1,10 m. (ue 416) y 0,90 m. (ue 418). Los elementos constructivos utilizados para su puesta en obra son parecidos a los componentes de los muros emirales. Otra estructura circular de este tipo (ue 422) se ha documentado al Noroeste del muro ue 420 en simetría con la ue 418. Estos tres elementos, evidentemente relacionados entre sí, dejan imaginar un sistema de pilares o columnas utilizados para el apoyo de un sistema de cubierta que pudo existir en la zona occidental del edificio probablemente abierta al exterior (¿?) o simplemente representar columnas adosadas que formarían nichos entre ellas. El otro elemento característico de la ocupación de este solar en época andalusí es la realización de silos de almacenamiento. En ocasiones resulta difícil de definir cuándo nos encontramos ante este tipo de subestructuras o si, realmente son fosas, más o menos redondeadas y ejecutadas, posiblemente, para la extracción de material. Ambas tareas han particularizado la fisonomía definitiva del solar y han condicionado la estratigrafía de la excavación, seriamente dañadas por este tipo de cortes (fig. 71). La subestructura más moderna de este período es un pozo documentado en el corte 2. Se trata de una fosa de contorno más o menos circular (ue 1148) de 1,98 m de diámetro medio situado al este de la zona excavada entre los muros tardoantiguos 1160 (al que corta parcialmente) y 1151 situado al oeste de la fosa. El pozo utiliza como pared occidental la cimentación del pórtico romano que, una vez encontrado y ante la dificultad de romperlo,
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INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Fig. 65.
Planta del solar con los restos de época emiral
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Fig. 66.
Fig. 67.
Restos del edificio de época emiral
Detalle de la fábrica del edificio emiral
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Fig. 68.
Planta parcial con los restos del edificio emiral
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Fig. 69.
Fig. 70.
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Detalle de la relación existente entre el muro romano y el emiral
Detalle de las estructuras de planta circular pertenecientes al edificio emiral
Fig. 71.
Vista general de algunas de las fosas de época islámica documentadas en el solar
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acaban por reaprovecharlo. La profundidad del corte supera los 4 m. El material aparecido en su relleno sitúa su amortización en plena época califal o almohade (s. X-XI) y estratigráficamente se realizó en un momento posterior al resto de los cortes documentados en esa zona (ue 1140, ue 1165 y 1192). El pozo se rellenó (ue 1149, 1150, 1173 y 1174) con diferentes aportes en los que han aparecido bastante material cerámico con los típicos vidriados melados, así como ollas, y piqueras de candiles cuyas características se especifican en el estudio posterior de estos materiales. Podemos avanzar, eso sí, que del estrato 1150, que corresponde al relleno de amortización del pozo hemos inventariado un total de 365 fragmentos fechados en el s. X y caracterizados por la presencia de candiles con piqueros desarrollados, anafles sin fondo fechados en ese momento, fragmentos de vidriado plúmbeo con trozos de manganeso, canjilones o cerámicas con engobe blanco recubierto de vidriado transparente. Amortizados por este pozo documentamos una serie de cortes cuya funcionalidad se nos antoja difícil de definir si no es para ubicarlos eventualmente como fosas para extracción de tierras y materiales (fig. 72). Su forma, tendente a lo circular, favorece su fácil definición como silos aunque no creemos que deban ser identificados como tal, atendiendo a sus características formales, profundidad (no buscan la roca natural) y relación entre ellos (se cortan, amortizándose en un breve espacio de tiempo). Así, en el corte 1 identificamos una
Fig. 72.
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fosa ue 227, de 2,80 m de diámetro y una profundidad de 1,95 m. La fosa fue amortizada por ue 228 y 229, rellenos sin material arqueológico que posibilite situar cronológicamente el abandono. Esta fosa fue cortada posteriormente, cuando ya estaba colmatada, por un nuevo corte (ue 209), que fue relleno por un nivel de cascotes de piedra, tejas curvas y escaso material cerámico que no aportaban datos sobre la fecha de la amortización. Estos cortes aparecen colmatados por un estrato que además cubre diversos silos y cuyo material más reciente fecha su realización en época califal. En el corte 2 también hemos identificado varias fosas cuya funcionalidad se nos escapa. La fosa 1192, situada en el ángulo nororiental, posee un forma irregular y su planta resulta difícil de delimitar, ya que corta a una fosa anterior (ue 1185). Se encuentra rellena por un estrato (ue 1186) sin apenas material arqueológico donde resalta la aparición muchas pintas de carbón. El corte 1165 se localiza al oeste del anterior sin relación física directa. Se trata de una subestructura de 2,90 m de diámetro documentado y de forma tendente al círculo aunque no conservamos su planta completa que se pierde en el perfil norte. Utiliza como pared occidental de la fosa la cimentación exterior del pórtico romano (ue 1166). También respeta, utilizándolo como pared otro muro de época tardoantigua (ue 1153). Este hecho está en contra de su funcionalidad como fosa de extracción de materiales. El corte 1148, que podría tener esta funcionalidad rompe todas las estructuras anterio-
Vista general de algunos de los silos de época islámica documentados en el corte 1
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 73.
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Vista general de algunos de los silos de época islámica documentados en el corte 2
res que se encuentra en su camino. El corte 1165 se rellena por un estrato formado por grandes piedras, ladrillos, tégulas, fragmentos de lascas de mármol y fragmentos de cerámica califal. Bajo esta fosa encontramos un nuevo corte (ue 1140), lógicamente anterior a este, también de forma circular y de grandes dimensiones (diámetro 2,86 m). Su funcionalidad no está clara ya que su tendencia circular y su buena fabricación chocan con una función de extracción de material. Sin embargo, su relleno (ue 1141, 1145 y 1147) a pesar de ser provenientes de diferentes vertidos posee una misma cronología y gran cantidad de lascas y plaquitas de mármol, restos decorativos (cornisas, un acanto de un capitel, molduras...) y fragmentos de opus signinum y restos de granito disgregado que hacen pensar en la necesidad de recuperar material para las construcciones andalusíes de la zona. En cuanto al resto de subestructuras, hemos documentado un total de 28 silos en todo el sector (fig. 73); los estratos de tierra que constituyen los rellenos de amortización indican, según el estudio de sus materiales, desarrollado más abajo, que su abandono debe fecharse entre los ss. IX y X. En el corte 1 documentamos hasta 15 silos realizados en una pequeña extensión que se localizan tanto en el interior como en el exterior del edificio emiral anteriormente descrito. La mayoría de estas subestructuras están relacionadas físicamente entre sí, de manera que muchas de ellas se cortan, se adosan o, incluso se realizan a la vez. La cronología de los materiales aparecidos en su interior es
muy similar lo que permite adelantar, como podremos ver en el estudio de materiales que, su construcción, debió de producirse entre los ss. IX y X al igual que su amortización. Como hemos indicado, la existencia de una relación física entre muchos de los silos construidos en este sector permite establecer relaciones de anterioridad, coetaneidad y posterioridad entre ellos que se puede plasmar gráficamente en un diagrama estratigráfico, como se aprecia en la tabla que presentamos:
217 227 214
233
231
225
212 238
253
235
249
255
Fig. 74.
Estratigrafía documentada entre los silos del corte 1
Otros silos no presentan relación física entre ellos pero los materiales documentados en el relleno de amortización fechan su abandono; éste es el caso del silo ue 36, en cuyo relleno (ue 37) hemos podido inventariar 14 fragmentos fechados
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casi en su totalidad en el s. IX; a excepción de alguna intrusión de época tardoantigua se considera un contexto fiable como se apreciará en el posterior estudio de materiales. En el corte 2 hemos documentado 10 subestructuras identificadas como silos; algunas, como las ue 1260, 1234, etc. no aportan información ya que su planta ha sido mecánicamente cortada por otros silos y sus rellenos han sido sustituidos por estratos que rellenaban otros silos o otros cortes posteriores. A esta altura de la excavación, el corte 2 se encuentra dividido en dos por la cimentación del pórtico romano que recorre la superficie en dirección norte-sur. Al este del muro se produce una sucesión de pozos, cortes y silos que se cortan entre sí y que dibujan un paisaje de época andalusí con una continua realización de subestructuras. Aun así alcanzamos a documentar diversos momentos en la construcción de estos silos. El silo 1045 estaba situado dentro de la superficie que ocuparía en su día el edificio emiral, en la mitad occidental del corte 2. Su fecha de amortización, a partir de los materiales aparecidos en su relleno se sitúa en torno al siglo X como se analiza en el estudio de los materiales pertenecientes a época tardoantigua e islámica. Probablemente habría que situar la construcción de este silo en el interior del edificio como una fecha ante quem para el abandono de la construcción que, dado su probable funcionalidad, no podría poseer en su interior este tipo de almacenes. En el lado oriental del corte 2 el silo 1219 y su relleno de amortización (ue 1221) son cortados por el corte 1140 anteriormente descrito. El silo 1179 corta al relleno del silo 1172 (ue 1171), mientras que éste cubre al silo 1189 y su relleno (ue 1190). Esta diacronía no llega a apreciarse en el material arqueológico documentado en sus rellenos de amortización por lo que no podemos establecer una posible periodización de la actividad constructora de estos silos. Por último, durante el proceso de unión de los cortes 1 y 2 documentamos 3 nuevos silos (ue 470, 472 y 4869 que poseían la misma cronología y características que los anteriormente reseñados. Debemos destacar, por tanto, como los elementos más reseñables de este período por un lado la existencia del edificio emiral cuya planta y características coinciden en buena medida con los conocidos en otros puntos de la ciudad, la aparición de un gran número de subestructuras de almacenamiento en forma de silos que nos hablan de un uso concreto para la zona durante este período y por último y más interesante la relación
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diacrónica entre ambos usos. En todos ellos nos detendremos a la hora de abordar la evolución ocupacional del solar. Bajo estas estructuras fechadas en un momento de ocupación andalusí hemos documentado un nivel de cenizas (ue 1146) que fue cortado por la gran fosa 1140, el pozo 1148 y en el lado oriental por la zanja de cimentación del muro contemporáneo 1086, por lo cual apenas documentamos unos pocos centímetros de anchura y 2 m aproximadamente de longitud de esta superficie que se encuentra a unos 79 cm de profundidad desde el inicio de la excavación. A partir de esta relación y de los materiales aparecidos identificamos este estrato como una solución de continuidad que posiblemente vaya en relación al momento de uso del muro 1153. De hecho, esta superficie nos marca el comienzo de la zanja de cimentación del muro y será amortizada por la tierra con cenizas 1146. El muro 1153 está realizado con piedras heterométricas, sillares de granito reutilizados, piedras con fragmentos de argamasa (reutilizados) y fragmentos de material latericio. Como dato significativo destacaremos la presencia de una tongada de ladrillos o placas de barro cocido separando el alzado de la cimentación. El ancho del alzado es de 62 cm mientras que el de la cimentación es de 80 cm. El alzado conservado es de 33 cm y la longitud, hasta el muro 1159 es de 2,90 m (aunque parece que la cimentación llega hasta el pórtico). La cronología atribuida a este muro es de época tardoantigua y perfila la ocupación del solar en este período marcado por la existencia de estructuras de carácter privado con distintos momentos de uso. Sobre este nivel y sellando esta ocupación documentamos tres contextos (ue 24, 37 y 1043) que funcionan como nueva solución de continuidad; constituyen niveles formados por tierras sueltas de diversa tonalidad, abundancia de carbones, materiales cerámicos revueltos y poco cascote que evidencian su carácter de aporte de relleno para ser utilizado como apoyo para suelos o muros (como en el caso de la cimentación ue 25 del edificio emiral) o incluso como superficie donde arranca el silo ue 38. En el caso del nivel ue 24 aparece asociado a restos de mármol y poco material arqueológico fechando su formación hacia el s. VII. Tras estos niveles de transición documentamos una ocupación de época tardoantigua con un marcado carácter privado: muros, suelos y hogares vinculados a pequeñas estancias, relacionadas entre sí, formando espacios habitacionales con dos momentos de ocupación claramente definidos (fig. 75).
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Fig. 75.
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Planta del solar con los restos documentados de época tardoantigua, reaprovechando parte de las cimentaciones del pórtico
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Debemos reseñar que, tanto en el corte 1 como en el 2, hemos documentado estos dos momentos de ocupación, sin que hallamos podido determinar su relación cronológica o funcional al no existir entre ellas una vinculación física. La zona excavada para unir ambos cortes tampoco aporta datos sobre esta relación ya que no se documentan este tipo de estructuras. A pesar de que en ambos cortes las estancias conservan niveles de suelo, incluso hogares, su documentación ha sido difícil ya que todas estas estructuras tardoantiguas aparecen totalmente agujereadas como consecuencia de los cortes, fosas y silos realizados en época andalusí, sin contar con los vaciados realizados en época contemporánea para la realización de sótanos, bodegas, fosos de garaje, etc. Mientras que las estructuras romanas, más sólidas, han sido respetadas e, incluso, incorporadas a estas actividades, los muros y suelos de época tardoantigua han sufrido una destrucción que, como hemos dicho, dificulta su documentación, interpretación y conservación (fig. 76). En el corte 1 podemos documentar esta doble ocupación de época tardoantigua en su lado
Norte. En esta zona se construyó una estancia de la que conservamos un muro (ue 183) asociado a una superficie de uso (ue 195) sobre la que se construye un hogar (ue 194). El muro posee una dirección Noreste-Suroeste. Su anchura es de 60 cm (aunque debido a su irregularidad varía de 56 a 65 cm en algunos puntos) y su longitud conservada (continúa bajo el perfil Noreste) es de 3,30 m. Las caras exteriores tiene un tosco careado hecho con la parte más lisa del material empleado cuando fue posible e intentando que la cara expuesta del material fuese lo más grande posible también; el interior se rellenó con material más menudo y amorfo. Los materiales utilizados no son de primera mano, sino extraídos de actividades anteriores: las piedras más grandes y mejor careadas (cuarcitas) tiene en algunos casos, restos de argamasa. También hay trozos de granito sin forma (quizá provenientes de antiguos sillares); también documentamos un fragmento de una rueda de molino, trozos de placas de mármol y de lascas, algunos fragmentos de ladrillos y canto de río. La tierra existente entre las piedras es muy suelta y similar a la del estrato que lo cubría (parda, suelta y con pintas de carbón) por lo que es muy posible que el muro estuviese construido a seco (fig. 77).
Fig. 77.
Fig. 76.
Vista general del corte con algunos de los restos de época tardoantigua documentados.
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Detalle del muro ue 183
El hogar (ue 194) es una estructura formada por trozos de ladrillo cocido (ninguno está completo porque que se colocaron fragmentados). Está formado por 4 fragmentos colocados de forma vertical (uno de ellos es tégula) limitándolo en forma de U (en planta) y el la parte interior una serie de ladrillos y tégulas (o fragmentos) superpuestos —al menos 2 capas— colocados en horizontal, que están muy deteriorados (fig. 78).
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Fig. 78.
Detalle del hogar (ue 194) de la vivienda de época tardoantigua
Bajo los restos del hogar y probablemente también bajo el extremo del muro 183 había una pequeña capa de 1,5 cm de cantos de río con tierra amarillenta y algún trocito de granito que podía formar parte de la base o preparación de este hogar. Debajo de esta habitación y perteneciente a un momento anterior documentamos otra estancia de la que se conservan dos muros en esquina (ue 216 y 246) asociados a un nivel de suelo (ue 245) que es amortizado por un nivel de tierra (ue 244); podría ser el preparado del suelo asociado a la estancia anteriormente descrita y perteneciente al segundo
Fig. 79.
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momento de ocupación de la zona en esta época tardoantigua (fig. 79). El muro 216 posee una dirección aproximada Oeste-Este. Su anchura entre 50 y 59 cm y su altura (desde el nivel de suelo UE 247) es de 30 cm (máximo) que se corresponde con dos hiladas. La longitud vista es de 1,40 m. (por el Este se pierde bajo el perfil de la excavación y por el Oeste está cortado por el silo 214) y su fábrica presenta piedras medianas en el interior y algo mayores en las caras exteriores; también conserva un sillar (cortado por el silo) de al menos 80 cm de longitud y algunos
Vista de la estancia de época tardoantigua (ue 216, 246 y 245)
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fragmentos de mármol, de pizarra y de ladrillo. Está unido con tierra parduzca y arenosa. El sillar tiene un rebaje longitudinal en la parte superior (que coincide con el corte ue 214). Está toscamente careado por ambos lados con aparejo irregular. En cuanto al muro 246 es perpendicular al muro 216. Se pierde bajo el perfil Este, por lo que no conocemos su anchura (sólo se ven 16 cm de la misma). Su altura vista es de 35 cm. También se pierde bajo el perfil norte, por lo que de su longitud vemos tan sólo 1,40 m. Está compuesto por piedras de mediano y gran tamaño de distinta naturaleza (cuarcitas, granito) así como algunos fragmentos de ladrillo con mucho desgaste, unidos por tierra. El careado no se ve muy cuidado y quedan bastantes huecos entre piedra y piedra. Parece que ambos muros se unen y se encuentran asociados al nivel de suelo 245, una capa de tierra pardo-amarillenta, arenosa y poco compactada que conserva un grosor variable de 5 a 10 cm. También en el corte 1 documentamos un nivel de ocupación de este período formado por un muro (ue 33), su fosa de construcción (ue 46) —en la que aparecen pocos fragmentos de cerámica difícilmente encuadrables cronológicamente más que para señalar su adscripción tardoantigua— y el suelo al que estaba asociado (ue 40) que no podemos relacionar con ninguna de las dos fases documentadas con anterioridad. Se trata de un muro realizado en seco y fabricado con diferente material reutilizado (restos de sillares de granito, ladrillos, opus signinum y algún fragmento marmóreo. Se encuentra orientado Este-Oeste, perpendicular
Fig. 80.
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al perfil occidental del corte que coincide con la medianera del solar. Conserva una longitud de 1,50 m, 50 cm de alzado y 55 cm de anchura. Este muro es anterior al muro ue 35, correspondiente al edificio emiral; sin embargo, en el momento de su construcción los muros del pórtico (ue 15, p. ej.) ya estaban en desuso. El suelo al que se asocia dicho muro (ue 40) está formado por un nivel de tierra suelta, de carácter arenoso que conserva restos pequeños de cal, carbones, cenizas, etc.; posee una potencia de 25 cm aproximadamente. En su interior aparecen 13 fragmentos de cerámica, así como restos de pizarra, mármol y tegulae que fechan su formación en pleno s. VII. Este pavimento fue amortizado por un nivel de destrucción (ue 34) que cubre el suelo en su totalidad con un grueso nivel de escombros, materiales constructivos, piedras de mediano tamaño y fragmentos de tegulae. En el corte 2, como ya hemos señalado anteriormente, también identificamos dos momentos de distintos de ocupación en este período sin poder relacionarlos físicamente con los documentados en el corte 1. El muro 1048 está realizado en mampostería, con 52 cm de ancho, unida con tierra, con piedras medianas y otras mas bien pequeñas en el relleno interior. Su orientación es Este-Oeste y se adosa a la cimentación del pórtico 1040. Este muro posee, a ambos lados, dos niveles distintos de suelo (ue 1064 y 1065) que son amortizados por unas aglomeraciones de piedras, más o menos uniformes que se asocian a nuevos niveles de suelo (ue 1055 y 1059) situados sobre los anteriores (fig. 80).
Detalle de la superposición de estructuras pertenecientes a las dos etapas de ocupación de época tardoantigua
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La amortización definitiva de este espacio como zona habitacional está documentada en un nivel de derrumbe (ue 1054) de la estructura muraria 1048, localizada a ambos lados de éste, sobre las superficies 1055 y 1059. El material aparecido en este contexto fecha su formación hacia el s. VII o VIII como se confirma en el estudio de los materiales desarrollado. Sin embargo, donde hemos podido documentar estas dos fases de uso con mayor claridad ha sido en la mitad oriental de este corte 2. En esta zona documentamos dos muros paralelos entre sí pertenecientes al segundo momento de ocupación. El primer muro (1153 y 1159) se ha documentado en dos momentos distintos aunque forma parte de la misma estructura. El 1153 se realizó con piedras heterométricas, sillares de granito reutilizados, piedras con fragmentos de argamasa (reutilizados) y fragmentos de material latericio. Como dato significativo destaca nuevamente la presencia de una tongada de ladrillos o placas de barro cocido separando el alzado de la cimentación. El ancho del alzado es de 62 m y el de la cimentación de 80 cm. El alzado conservado es de 33 cm y su longitud, hasta el muro 1159, es de 2,90 m (aunque parece que la cimentación llega hasta el pórtico). Está orientado en dirección Este-Oeste y realizado sin argamasa. Los fragmentos de ladrillo y las piedras más pequeñas se dejan al interior del muro, las piedras más grandes y los restos de sillares de granito van formando las caras. El muro 1159 de idénticas características y dimensiones se fabricó a base de piedras heteromé-
Fig. 81.
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tricas de mediano tamaño unidas por tierra compactada, sin argamasa. En el límite oeste aparece una piedra de granito tallada en forma de cuña. Aproximadamente en el centro del granito tiene un rebaje antiguo, también conserva huellas antiguas en las caras, más que un sillar reutilizado podría tratarse de un dintel o algo similar. Hemos tenido posibilidad de excavar la fosa de construcción del muro 1153 (ue 1201). Se encuentra cortada por la fosa del pozo islámico 1148. estas estructuras se asocian a un nivel de suelo (1144) de color rojizo realizado con tierra endurecida y que conserva huellas de uso de fuego. Se conserva totalmente horizontal. Se adosa al muro 1194, es cortado por la fosa del muro contemporáneo 1142 y por la gran fosa de robo emiral 1140, por lo que sólo se ha conservado una esquina de pequeñas dimensiones (1,30 m ´ 35 cm). Esta superficie se ha formado sobre rellenos de nivelación y amortización de estructuras anteriores (ue 1193, 1195 y 1199) recreciendo el nivel de suelo anterior en unos 50 cm (fig. 81). Bajo este nivel de ocupación documentamos los restos de dos estratos que se interpretan como contextos de destrucción de la primera fase de habitación tardoantigua de la zona (ue 1181 y 1196). El nivel está formado por piedras de diverso tamaño, fragmentos de granito de tegulae, fragmentos de cal, entremezclados con tierra de color marrón anaranjado. Se dispone por la parte norte del corte, continuando un tanto por el perfil norte. No es un contexto homogéneo sino más bien disperso por esta zona. Bajo este estrato documentamos el
Detalle de las estructuras superpuestas documentadas en la mitad oriental del corte 2
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primer nivel de uso del que se conservan los restos de varias estancias. El muro 1203 conformaría junto con el 1048, ya descrito con anterioridad, la cimentación del pórtico romano y el muro 1160 una estancia cuyo suelo es la superficie 1064, sobre la que se coloca un hogar (ue 1151). Las dimensiones de esta estancia serían de 3 m en eje norte-sur y 5 m, aproximadamente en el eje este-oeste. Hacia el Norte, la continuación del muro 1160 se ha identificado como 1182, realizado con piedras heterométricas, algunos fragmentos de ladrillo y los restos de un sillar de granito. Las dimensiones conservadas son 1,57 m. de longitud; el alzado máximo conservado es de 30 cm (dos hiladas). Parece que al interior del muro tendría el material más pequeño dejando las piedras grandes para formar las caras. La orientación del muro es Suroeste-Noreste (1202=1197). Conservamos su límite este que hace esquina para unirse probablemente al muro 1160. El límite Oeste del muro está formado por un sillar de granito reutilizado que tal vez actuaría como vano de acceso entre le espacio determinado por la superficie 1184 y el espacio de la ue 1064. Asociado a esta nueva estancia documentamos los restos de otro hogar (ue 1183); se trata de un conjunto de ladrillos que se adosa al muro 1182. El espacio que ocupa es de 1,30 m; continúa hasta el corte de la fosa 1165 con un ancho máximo de 1,20 m. La mayoría de los fragmentos de ladrillos se disponen en horizontal aunque no están unidos por ningún tipo de argamasa (fig. 82). La disposición en la superficie 1184 no es regular. Se encuentran trabados
Fig. 82.
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a seco. Algunos ladrillos presentan huellas de fuego en su superficie vista aunque no podemos determinar si es están así por ser reutilizados o por haber estado en contacto con el fuego en este uso. Sobre el hogar hemos documentado un nivel de cenizas que cubría el extremo este de su superficie. La presencia de huesos de animales y fragmentos cerámicos con huellas de fuego, sugiere que este nivel fue el de abandono de la habitación del hogar. Sobre este contexto se asienta el que hemos denominado nivel de destrucción de esta habitación, amortizando este espacio con el nivel de tierra 1193 que recrece el suelo de la habitación en más de 50 cm. El material que ha aparecido es poco significativo cronológicamente aunque es un poco anterior a 1196, indicando el último uso del hogar y de este espacio. Anteriormente a esta primera ocupación doméstica de la zona en época tardoantigua, documentamos una nueva estructura de funcionalidad y cronología incierta; no puede tratarse del rudus de los muros anteriormente descritos, concretamente el 1153, ya que hemos documentado su fosa de cimentación (1200 y 1201), por lo que debemos situar su construcción entre estas primeras estructuras tardoantiguas y la destrucción del pórtico. Se trata de un muro (¿?) formado por piedras pequeñas y medianas (entre 10-15 cm las más grandes), ladrillo, mármol, teja, cantos rodados, etc. Conserva en su alzado una gran pieza de mármol reutilizada como parte del muro. Está situada en la cara este; lleva grabado un dibujo que podría identi-
Restos del hogar ue 1183
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ficarse como un mortero sin finalizar de tallar (fig. 83). La forma del grabado es idéntica a los morteros pero sus dimensiones son muy grandes y la profundidad muy poca. Parece que se empezó a trabajar el trozo de mármol pero por algún motivo (se rompió al tallarlo, era demasiado grande, etc.) no lo acabaron y fue desechado, siendo posteriormente utilizado como parte de la estructura 1205. Paralelas a ella identificamos dos nuevas “cimentaciones” situadas, una al Sur de 1205, pegada al perfil del corte (ue 1194) y otra estructura hacia el Norte (ue 1197). De la 1194 sólo aparece una pequeña parte del muro, sin poder determinar el ancho bajo el perfil. El muro está realizado con piedras unidas sin ningún tipo de argamasa. Sólo vemos en este corte una cara del muro que está realizado con piedras heterométricas (granito, etc.). La 1197 podría ser la prolongación del muro 1203, que ha sido cortado por la fosa y por la subestructura circular (silo) 1161, con lo cual apenas nos quedan 3 piedras en este lado del muro de delimitación sur de la habitación. El muro está realizado con piedras de tamaño medio unidas con tierra. Sólo se ha conservado una pequeña parte de la cara del muro (el lado norte). Da la impresión, por la cota de altura de estos tres muros y por sus características morfológicas, que constituirían una única estructura, aunque, como ya hemos indicado desconocemos su funcionalidad. Podría tratarse de una subestructura aunque dado el estado de conservación no podemos pronunciarnos. No podemos abandonar la descripción del desarrollo de la excavación en este período sin señalar
Fig. 83.
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un dato fundamental para la posterior interpretación de los restos que desarrollaremos en el capítulo donde analizamos la evolución ocupacional del solar. Todas las estructuras y niveles de suelo de época tardoantigua se encuentran por debajo del nivel de suelo del pórtico y la plaza de época romana. Este hecho sólo se explica por el expolio sistemático del que han sido objeto dichas pavimentaciones, realizadas en mármol, como posteriormente detallaremos. Para homogeneizar el terreno tras estos expolios, se produce una nivelación mediante el aporte de tierra más uniforme (ue 44, 51, 105 y 111; ue 110 tan sólo rellena un socavón consecuencia de un robo puntual de material) y que funcionará de asiento de los posteriores suelos domésticos tardoantiguos. Del mismo modo el contexto ue 47 está compuesto por una capa de tierra marrón anaranjada, bastante suelta, con material revuelto muy fragmentado: restos de cal o argamasa y algún ladrillo. Destaca la presencia de varias placas de mármol, bastante fragmentadas, que pudieran provenir de la pavimentación de alguna dependencia relacionada con este recinto. Este contexto, donde se aprecian diversos núcleos de cal, parece producto de la destrucción de mármoles para ser cocidos, una vez que el pórtico está destruido o semidestruido y robado (pues estaba desmontado ya el muro 17). El expolio resulta aún más evidente en otros puntos del solar. La ue 115 es la constatación del robo de las paredes del canal (ue 22, 99) que rodeaba la plaza en época romana. La ue 72 es el nivel de asiento de las placas de mármol que pavi-
Pieza de mármol reutilizada
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mentaban la plaza; se encuentra rebajado respecto a la cota original y ha sido posible documentarlo a partir del robo de estas placas y la creación de una solución de continuidad que media entre el contexto 58 (silo islámico) y el 71. Previsiblemente sería parte de la preparación del subsuelo del pórtico. Los restos de cal y mármol procederían de la construcción de dicho pórtico. Los materiales de construcción ayudarían a hacer más rígido el subsuelo que se estaba preparando. Por último reseñar una serie de fosas documentadas en el corte 2 realizadas antes de la ocupación tardoantigua del solar y tras la destrucción del pórtico romano. Se trata de grandes cortes (ue 1255, 1257 y 1259) rellenos de forma coetánea (ue 1229, 1230, 1228, 1227, 1218, 1213, 1211 y 1209) para servir de asiento a la construcción de las viviendas tardoantiguas. La ocupación romana del solar está protagonizada fundamentalmente por la construcción de una gran plaza delimitada por un edificio porticado del que se documenta en la zona excavada la mitad occidental de toda su superficie (fig. 84). Este pórtico se construye tras la amortización de estructuras domésticas anteriores documentadas durante estos trabajos. La zona de la plaza ha sido mínimamente excavada (apenas hemos documentado unidades relacionadas con ella (asiento ue 100, o rellenos de nivelación 71, 73 y 101). Sin embargo conocemos bastante bien las características constructivas y formales del pórtico que la delimitaba. La construcción del pórtico llevó aparejado el vaciado de la zona hasta la roca en la mayoría de la superficie del solar; posteriormente, tras acomodar una superficie horizontal (ue 97), en ocasiones formada por roca disgregada y arcilla (ue 1070) y otras veces colocando directamente una capa de tierra y cantos de río (ue 1072 y 1074) o tierra y cal (ue 71) se construyen en alzado las cimentaciones y se rellena la superficie entre muros con rellenos de nivelación compactos (fig. 85). Para garantizar la estática de estos rellenos se construye 1 metro por debajo del pavimento, entre dos rellenos de nivelación, una superficie de cal, sobre la que se asienta un preparado de ladrillos, que abarca todo el pórtico. Debemos destacar un hecho importante relacionado con el solar excavado; sus medianeras coinciden en todo momento, incluso en el saliente de planta cuadrangular situado en su esquina occidental, con el muro de cierre exterior, del pórtico (fig. 86). Así lo hemos podido documentar en algunos tramos (p. ej. ue 117) tanto en su lado occidental como en el Norte. Paralelo a este muro se
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realiza otra cimentación corrida que sirve de asiento a la columnata del pórtico y a un canal, del que sólo conservamos su asiento, que se cimenta por un antemuro conformando una estructura total de 2,35 m. de anchura (fig. 87). La distancia entre el muro exterior y la cimentación de la columnata, que marca la anchura del pórtico, es de 9 m. En el momento de la construcción esta anchura correspondía a la única nave existente; sin embargo, coincidiendo con la esquina occidental del edificio documentamos la construcción posterior de un murete de separación construido a 4,5 m de separación, en el centro de la nave. Se trata de una estructura (ue 108) con orientación norte-sur, construida con mampostería y abundante argamasa, sin apenas cimentación (la conservación se limita a una hilada de piedras) que desaparece en los dos extremos (fig. 88). Su longitud aproximada es de 2 m y la altura máxima conservada de 20 cm. El ancho es de 52 cm. Resulta difícil concretar si se trata de una compartimentación presente en toda la longitud de la nave o si se trata de una obra puntual que afecta a esta esquina, ya que la continua ocupación del solar impide estudiar su la continuidad de su trazado. Tampoco podemos confirmar que se trate de un murete de compartimentación; también podría relacionarse con un escalón que sirviera de sobre elevación del lado interno de la nave o cualquier otra funcionalidad que actualmente desconocemos. Lo único que parece claro es su pertenencia al primer momento de construcción del edificio ya que los rellenos constructivos del pórtico se adosaban a la cimentación; además documentamos restos de esquirlas de mármol que confirman su coetaneidad. En la esquina del pórtico se realiza una nueva cimentación perpendicular al muro de cierre y la cimentación corrida (ue 17) que sirve de riostra para soportar el doble empuje de la columnata (E-O y N-S) en ese punto (fig. 89). La cimentación del edificio (ue 14, 15, 98, 99, 117, 1040, 1049, 1056 y 1071) —recordamos que posee una anchura total de 2,35 m, 1,17 m bajo la columnata más 1,18 m debajo del canal— es de mampostería, con abundante argamasa y piedras medianas en los paramentos (muy bien colocadas) y relleno interior de piedras menores con una alta proporción de cal. Los materiales del mampuesto son cuarcitas, granito, fragmentos de ladrillo. La mampostería del muro no llega a ser un opus vitatum pero está esmeradamente “recortada”, picada la piedra para crear un modulo de tendencia rectangular en algunos lados y cuadrado en otros.
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Fig. 84.
Planta del solar con los restos de época romana documentados
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Fig. 85.
Fig. 86.
Vista general de las cimentaciones del pórtico.
Vista general de la esquina occidental del pórtico
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Fig. 87.
Fig. 88.
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Detalle de la cimentación de la columnata del pórtico
Restos de la cimentación longitudinal realizada en la parte central del pórtico
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Fig. 89.
Cimentación de la esquina del pórtico que sirve como riostra de unión con el muro de cierre
La piedra del paramento está semitrabajada, es decir, no es piedra hallada en este formato de forma natural (sino que está retocada para crear un módulo lo más rectangular posible de tamaño y formatos (de tendencia cuadrangular y rectangular) pero sin esmerarse en exceso; de ahí que para regularizar las hiladas (tongadas) se sirvan de abundante argamasa y de cuñas (de piedras menores).
Fig. 90.
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En lugar de plantear zapatas puntuales para las columnas, se extrema la solidez de la fábrica mediante una cimentación corrida, sobre la roca. Recordemos que este “muro”, ya amortizado, se empleó en época islámica para cimentar el edificio emiral ue 35 (fig. 90). Por fuera va delimitado por un canal del que únicamente conservamos el fondo, que, en fase
Croquis de excavación (ue 15) con el esquema del pavimento del pórtico, asiento de columnata, canal y plaza (M. Alba)
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de obra, se hizo después a la cimentación descrita (ue 15) y que debido a su gran grosor y profundidad, funciona como un “contrafuerte” que refuerza la cimentación del pórtico, datos, que permiten imaginar la monumentalidad del conjunto. A tramos de 2,70 m. se coloca un bloque de granito de 96 cm de ancho (ue 1056), embutido en la cimentación corrida del pórtico 1040, sobresaliendo ligeramente de la última tongada —escalonada— de esta cimentación corrida (fig. 91), (en su cara interior). Al exterior se le practicó un rebaje
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(1075). También documentamos otra impronta (ue 1040) que contendría un nuevo sillar de granito de similares dimensiones y funcionalidad: servir de punto de apoyo para estructuras verticales (columnata del pórtico). En la esquina de la cimentación corrida del pórtico documentamos una nueva prueba de su construcción en alzado (no en zanja) y su posterior relleno con niveles de aporte: la presencia de tres huecos en el muro que identificamos como mechinales de andamio para la construcción (ue 64, 106 y 107) (fig. 92).
Fig. 91. Sillar localizado en la cimentación corrida que sirve como asiento para una columna del pórtico
Fig. 92. Mechinales de construcción de la cimentación del pórtico
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La mitad externa de la cimentación, la más cercana a la plaza, sirvió también de soporte a un canal (ue 19, 21, 22, 99) del que únicamente conservamos la base de opus signinum, de 72 cm. de ancho (fig. 93), así como las improntas de las placas
Fig. 93.
de mármol en la cara superior de la cimentación, a lo largo de toda su recorrido. Es probable que este canal estuviera a cielo abierto, sin ningún tipo de cubrición (fig. 94).
Croquis de excavación (ue 99) con la impronta del placado marmóreo (M. Alba)
Fig. 94.
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Restos del canal del pórtico con las improntas del placado de mármol
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Posteriormente, como consecuencia de una reforma se realizó en la esquina del pórtico un nuevo canal, éste subterráneo (ue 41), construido para reforzar puntualmente el desagüe de la plaza. Se trata de un conducto de mampostería con abundante argamasa con 32 cm. de ancho de pared, 44 de profundidad y 33 de ancho del vano (fig. 95). El fondo es de cal y la cubierta de piedras canteadas con otras rellenando huecos y mucha argamasa sellando las juntas. La embocadura lleva en una de las caras hasta 7 hiladas de ladrillos superpuestos. Su trazado es en dirección este-oeste y se localiza al pie de la ue 19. El canal se reformó posteriormente documentándose en su embocadura una obra para superponerle una nueva cubierta de bloques de granito (ue 74) sobre la que iría el registro o arqueta que ha sido expoliado (fig. 96). También en relación con este canal documentamos una intervención para su arreglo para lo que se hizo una zanja (ue 102) flanqueando el canal que tras la restauración (ue 74) se rellenó (ue 103). Debemos destacar que en el mortero de construcción de esta cimentación hay varias esquirlas de mármol blanco (pudieron servir de cuñas con las que asentar el basamento 1049) que indican un trabajo simultáneo de marmolistas, canteros y alarifes. Es decir, la marmorización del edificio fue probablemente simultánea a su construcción. Existen varios indicios que confirman esta marmorización; por ejemplo, la aparición de una pieza metálica de hierro (ue 118) embutida en el mortero del para-
Fig. 95.
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mento ue 15; una grapa para la sujeción del chapado vertical de mármol, que recubriría el specus de la canalización del pórtico (fig. 97). También señalaremos la presencia de otras improntas de grapa para la sujeción de mármoles al edificio (ue 119); se trata de una perforación en una de las piedras del muro ue 14, en su lado horizontal similar a otras documentadas por diversas partes del edificio (ue 120, 121, ..). En este sentido existe un nuevo dato: visible únicamente en el perfil norte, documentamos los restos de un “bloque“de mortero con abundante argamasa, piedra menuda, fragmentos de granito y esquirlas de mármol. Se encuentra adosado al muro 1040. Pudiera tratarse de los restos de una zapata de refuerzo, de una zapata de andamio o de restos de mezcla de obra sin utilizar. Apenas conocemos una parte por estar cortado por la fosa 1046 y hallarse en el perfil norte. Lo verdaderamente interesante es que, nuevamente, se constata que contiene restos de mármol (y granito) en proceso de elaboración. Este hecho confirma la coetaneidad de la construcción y la marmorización del edificio. Como ya hemos indicado anteriormente, la construcción del pórtico se realizó tras limpiar la zona hasta la roca, la edificación de los cimientos en alzado y el posterior relleno del espacio interno entre las dos cimentaciones que delimitaban longitudinalmente el edificio con niveles de tierra provenientes de aportes que fueron colmatando el espacio entre las cimentaciones. Estos niveles fueron adosándose horizontalmente a los muros que deli-
Restos del canal subterráneo construido con posterioridad al pórtico
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Fig. 96.
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Croquis de excavación (ue 19 y 61) con el detalle del canal subterráneo (M. Alba)
Fig. 97. Improntas y huellas de grapas vinculadas con la marmorización del pórtico
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Fig. 98.
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Detalle de los rellenos constructivos sellados por la lechada de cal y ladrillos
mitaban el edificio porticado, constituyendo sus niveles constructivos mediante el aporte de tierras con abundante material arqueológico. La realización de estos niveles de tierra se reforzaba con la colocación de una lechada de cal de entre 10 y 20 cm de potencia (ue 63, 67, 100, 488, 491, 1057 y 1073) en un punto intermedio, que servía de asiento a una superficie de ladrillos (ue 53) que compactaba y uniformaba los niveles de relleno (fig. 98); sin embargo resulta interesante observar un segundo uso de esta capa de cal. También servía como superficie de trabajo para artesanos vinculados con la construcción del edificio (ue 73, 101). Por ejemplo en la superficie de cal 1067 tenemos constancia de la conservación de restos de escoria de fragua, carbones, polvo de fundición y moco de herreros que posiblemente se ocupaban de fijar andamios y techumbres, realizar grapas y vástagos para la construcción. Estos rellenos constructivos, a menudo poseían hasta 3 m de profundidad —según la cota de profundidad del terreno natural que como ya hemos indicado poseería una pendiente en dirección a occidente— lo que ha permitido rescatar bas-
tante material cerámico para fechar la formación de estos niveles constructivos. Se trata de contextos formados a partir del aporte de tierras donde documentamos material provenientes de otros lugares o de otras edificaciones anteriores del mismo lugar. Los niveles de relleno ue 48, 49, 52, 54, 60, 62, 68, 69, 71, 443, 445, 1050, 1058, 1068, 1240, 1241, 1245, son contextos cerrados y fiables que aportan material arqueológico para fechar su formación en una época avanzada del reinado de Tiberio, según se desprende del estudio de estos materiales realizados en el capítulo posterior. En la ue 71 apareció, entre otros materiales del mismo período, una moneda de bronce del emperador Tiberio, con anverso irreconocible173. La moneda es un as de la ceca de Emerita Augusta acuñado en época de Tiberio (27/28 mm de diámetro). Debido al estado de conservación de la pieza, en el anverso no se aprecia ni la leyenda ni la cabeza radiada de Divus Augustus Pa-
173 Pieza analizada, a través de fotografía por el Dr. X. Aquilué.
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ter174 o bien la cabeza laureada del mismo Tiberio175. En el reverso puede apreciarse la representación del ara providentiae que confirma la cronología del contexto176 (fig. 99).
Fig. 99.
Reverso de moneda en bronce de época de Tiberio con la representación de un ara.
Estos niveles poseen entre 15 y 20 cm de espesor, a excepción de la ue 60 de 1,40 m de grosor, más o menos uniformes, con abundante material cerámico y restos de material constructivo —ladrillos, tegulae...— y decorativo; fragmentos de estucos, tapiales y enfoscados, lisos y pintados, etc. La ue 68 es un nivel de carbones, tierra ennegrecida y escoria de fundición en relación con la superficie de trabajo anteriormente descrita. No creemos necesario centrarnos en la descripción y enumeración de los materiales arqueológicos aparecidos en estos contextos, pues son objeto de análisis pormenorizado en el estudio de los materiales relacionados con la construcción del pórtico. Sí debemos volver a señalar por un lado, el carácter de aporte de las tierras que conforman estos contextos y, por otro, su adosamiento a las cimentaciones que delimitaban el edificio porticado tanto al exterior como hacia la plaza. Ya hemos indicado que, para la construcción del edificio porticado se enrasó toda la superficie 174 A. Burnett, M. Amandry, P.P Ripollès, Roman Provincial Coinage. Volume I, Paris 1992, 28, 34-36. 175 RPC 46. 176 RPC 28, 34-36, 46.
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del conjunto, cortando la roca en las zonas donde sobresalía, colocando diversas capas de tierra, cal, cantos de río, etc., como asiento para toda su estructura. La excavación total de los rellenos constructivos y de estos niveles de asiento nos ha permitido documentar por un lado, algunas superficies de obra utilizadas durante la construcción y, sobre todo, algunas de las estructuras existentes previamente en la zona y que fueron destruidas para la construcción del edificio. En el primer caso, localizamos en el corte 2, en la parte exterior al pórtico y, asociado al nivel de construcción de las cimentaciones, una fosa de planta rectangular de 3,10 m por 1,75 m y 50 cm de profundidad (ue 1248), totalmente rellena de arcilla (ue 1249). Podría relacionarse con una especie de “piscina” que estaría llena de agua para la fabricación de la argamasa (fig. 100). En un extremo se reutilizó una cornisa de granito como escalón para bajar a recoger el agua. El relleno de arcilla, poseía aproximadamente 35 cm de potencia y se encontraba directamente sobre la roca. Al lado de esta estructura y también a nivel de construcción de las cimentaciones del pórtico, documentamos una gran y compacta capa de cal, sin tierra, piedras, etc. (ue 1250), ocupando la mitad Norte del corte 2 en el exterior del pórtico, que interpretamos como una superficie de trabajo coetánea a la construcción del edificio. Sobre ella aparecen montones de cantos rodados entre tierra arcillosa que, probablemente, se quedaron sin usar en la construcción. Junto a esta capa documentamos un estrato de tierra grisácea (ue 1243) con tonalidades verdosas situada en la esquina noreste del corte. Es una tierra suelta y con bastantes restos de ceniza. Lo más llamativo es que aparece junto a numerosos fragmentos de cerámica,. Son varios objetos enteros y destruidos. Al inicio de la excavación tan solo se apreciaba una primera capa de estuco, que se localizaba en la esquina y que posteriormente se va extendiendo de este a oeste y se mete por debajo de la capa de cal. Asociada a este nivel de tierras aparecieron once plaquitas de forma más o menos rectangular, realizadas en bronce, con una perforación en el lado izquierdo; todas ellas tenían inscripciones, aunque algunas resultan ilegibles. Actualmente están en proceso de estudio, aunque mostramos aquí su fotografía (fig. 101) y una tabla con sus características y nuestra propuesta de lectura177. 177 Lectura realizada por Luis A. Hidalgo Martín del Consorcio de Mérida.
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Fig. 100.
Inventario
9034-10689034-12439034-12439034-12439034-12439034-12439034-12439034-12439034-12439034-12439034-1243-
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Detalle de la fosa anterior a la construcción del pórtico, rellena de arcilla
Fecha
14/08/2001 16/08/2001 22/08/2001 22/08/2001 22/08/2001 24/08/2001 24/08/2001 27/08/2001 27/08/2001 27/08/2001 Fig. 101.
Lectura Una Cara
SORICIS / MARRVCINI MACRI / RODIACI RVFAE / MVR TVRAI / LVCIV CAESIAE / LVCIV ANTON... / CINCII (?) ...AFI / NIGRI AT... / RVSTICI AM...(?) / LIII supralineado DAIS... / TV... PLACIDVS / COLONI LVCIV.../ OTVNICA M.../ IOLA (?)
Lectura Otra Cara
XXXIII
IIII supralineado MVR X IIIII M...
Once plaquitas de forma rectangular, realizadas en bronce
Por último, debemos señalar un suelo (ue 1246) formado por baldosas de ladrillo de 30 cm de longitud y 17 cm de ancho; se conservan cinco piezas enteras y podría interpretarse como un nuevo suelo de obras o como una estructura anterior al edificio, reutilizada durante las obras. Otro de los documentos interesantes que han aportado estos trabajos de excavación en la zona es la confirmación arqueológica de la existencia de una ocupación romana anterior a la del conjunto monumental. Previamente a su construcción tiberiana la zona estaba ocupada por un habitat doméstico, ya documentado mínimamente
en los trabajos anteriormente descritos en la C/ Alvarado. Además del importante hallazgo que supone la aparición de los restos del cardo máximo amortizado por la construcción del pórtico, como veremos en el sector B, hemos documentado fragmentos de un muro (ue 1263) y de un fuste de columna de granito, localizado in situ (ue 1261) con su fosa de construcción (ue 1262) cortando la roca (fig. 102). Las razones de la conservación en pie de este fuste de columna ante el arrasamiento de todas las estructuras coetáneas, es una incógnita que no nos atrevemos ni siquiera a plantear.
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Fig. 102. Restos de una columna perteneciente a estructuras domésticas anteriores a la construcción del pórtico
Estratigrafía y desarrollo de la excavación. El sector B El Sector B lo constituye un corte realizado durante la campaña de 2001 y finalizado, tras su ampliación hacia el lado oeste, en la campaña de 2003. Tras analizar la planimetría de los restos que conocíamos del pórtico, los recogidos en el estudio historiográfico y los documentados en las intervenciones anteriores, pudimos confirmar los hipotéticos límites del recinto al Oeste, Este y Norte. También al situar los restos del templo y el arco pudimos trazar un eje norte-sur que, pasando por el centro del arco y del templo, nos indicara también el punto central del pórtico en U. En ese punto efectuamos esta intervención arqueológica con el triple objetivo de documentar el muro de cierre del pórtico en su parte exterior, el único lugar del solar donde podríamos realizarlo, determinar las características del edificio en el interior, en su lado Norte y documentar la posible existencia de alguna puerta, edificio o estructura en el eje del pórtico, en coincidencia con la parte trasera del templo.
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Decidimos por tanto desarrollar un corte rectangular de 5 m de largo en dirección Este-Oeste y 3 m. de ancho en dirección Norte-Sur (fig. 103). Como ya indicamos al inicio de este capítulo, la mitad del solar que poseía fachada a la C/ Almendralejo —la situada en la zona Norte— fue ocupada en su último uso como taller de reparación de coches; la mitad oriental del corte coincidía con la existencia de un foso de reparaciones reutilizado como aljibe (ue 2001) que dio al traste con la posible estratigrafía ya que su construcción destruyó todos los niveles arqueológicos anteriores; se trata de una estructura de planta prismática (ue 2044), con el lado más pequeño al noroeste, dividida en dos depósitos aunque comunicados por dos agujeros en el fondo. Los ladrillos que conforman la pared de separación están dispuestos a tizón. Las juntas son de 2 a 3 cm y tiene un revoco de cemento al interior, la bóveda se conservó casi toda caída. Sus dimensiones son de 2 m profundidad, 1,80 de longitud y 1 m de anchura (fig. 104). Estaba rellena de una capa de tierra (ue 2046) de color rojizo, por la descomposición del ladrillo caído de la bóveda. Al otro lado del corte, en este mismo nivel documentamos los restos de un canalillo (ue 2020) de ladrillos en dirección a la estructura anterior. Ambas estructuras cortan y cubren respectivamente niveles contemporáneos formados por capas de tierra negruzca (ue 2004 y 2019) vinculadas a este uso contemporáneo. Una vez retiradas las estructuras y los niveles contemporáneos, aparece en la mitad occidental del corte una fina capa de tierra de color claro (ue 2013) que funciona como solución de continuidad entre la ocupación islámica del solar y su posterior abandono hasta época contemporánea; podría relacionarse cronológica y funcionalmente con la capa que documentamos en el otro extremo del corte (ue 2018) de color más oscuro y textura arcillosa que cubre todas las estructuras y niveles formados en el período islámico. Bajo estos niveles, comienzan a apreciarse, cubiertos por ellos, 4 subestructuras andalusíes de almacenamiento, silos, documentados repetidamente en los cortes anteriores. Así el silo 2032, de forma globular, se rellena por la ue 2033; el silo 2022 se rellena por una capa de tierra (ue 2023) con abundante material de época emiral, analizada pormenorizadamente en el estudio de materiales. Por último, el silo 2029, de 1,10 m de diámetro y 1,50 m de diámetro, relleno en primera instancia por una capa de piedras grandes, carboncillo y tierra muy suelta de 50 cm (ue 2028) y más abajo por la ue 2015 de tierra más clara y sin apenas material cerá-
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Fig. 103.
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Vista del sector B de excavación con los restos documentados
Fig. 104. Detalle del foso de reparaciones contemporáneo reutilizado como aljibe
mico en su interior. El silo 2011 se rellenó por la ue 2017, una capa de tierra negruzca con idéntico material arqueológico. La fosa 2027 es un intento de realización de silo de forma circular que no pudo ser finalizado al encontrarse con el muro del pórtico, por lo que abandonaron el proyecto; el hueco fue rellenado de nuevo (ue 2031) con una tierra de echadizo con abundantes huesos, y fragmentos de cerámica y vidrio del mismo período.
Todos estos silos están cortando niveles de uso de época anterior, concretamente una superficie de ocupación (ue 2010) formada por una capa fina de tierra mezclada con piedras pequeñas. También hay cantos rodados, fragmentos pequeños de mármol, trozos pequeños de cerámica, huesos animales, trozos de tejas. Su potencia es de 25 cm y constituye un relleno de donde nacen dos muros paralelos (ue 2003 y 2024) que formarían parte de
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Fig. 105.
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Silos de época islámica documentados en el sector B
una estancia de época tardoantigua (fig. 105). El muro 2003 está realizado con restos de sillares de granito y piedras de diorita de gran tamaño que recorre el corte en dirección norte-sur. Su cimentación (ue 2014), está compuesta por cantos rodados, trozos de ladrillo y piedras de mediano tamaño. En la parte sur posee un rebaje o escalonamiento que podría interpretarse como un umbral. En paralelo a este muro corre el 2024, un muro de diferente fábrica y composición pero seguramente coetáneo. Se pierde en el perfil sur del corte sin conocer sus dimensiones y relación directa con el muro 2003. Debajo de estas estructuras localizamos una capa de tierra de color anaranjado que hemos documentado en el resto del solar e identificado como relleno constructivo del pórtico. Se trata de una capa de tierra con numerosos restos de estuco y enfoscado pintado, fragmentos de adobe y muy poca cerámica. Tierra de aporte procedente, no directamente de las casas que anteriormente ocupaban el solar según hemos visto en el corte anterior sino de otro lugar; por eso no es de extrañar la ausencia de restos de tegulae (seleccionan el material) o la poca homogeneidad de los estucos y pinturas encontrados (no forman parte del mismo ámbito). Debajo de este relleno constructivo aparece de nuevo la capa de cal que sella los rellenos constructivos inferiores utilizados en el interior del pórtico, entre el muro de cierre exterior y la cimentación de la columnata del pórtico. Se trata de una tongada de argamasa (ue 2042) formada por dos capas de cal más ancha en el Norte (15 cm) que en el Sur (8
cm) que, como vemos, se extiende por los tres brazos del pórtico, con el objetivo de asentar y fijar estáticamente sus cimientos. Esta tongada de cal, como decimos, proviene del muro de cierre del pórtico, visible en este punto (ue 2005), justo en el centro del brazo norte del pórtico, donde no se aprecia hueco, apertura ni cualquier estructura arquitectónica independiente del muro. Es aquí donde podemos documentar el exterior del muro de cierre del edificio. Ya conocíamos las características del cierre del pórtico documentado en otros lugares, aunque siempre su cara interior, ya que coincidía en todo momento con la medianera actual del solar; solo en este punto, el muro podría observarse en su totalidad al haberse derribado las casas que se adosaban precisamente a este muro. Para la construcción de estas casas rebajaron parte del grosor del muro para aprovechar más superficie; concretamente desmontaron 40 cm de muro a lo largo de toda su longitud y hasta la profundidad que alcanzaba el suelo de las casas contemporáneas. Más abajo pudimos apreciar su grosor total y un dato interesante para la conformación del pórtico: los restos de un contrafuerte que se repetía cada 2,70 m, exactamente la misma distancia que la documentada en la cimentación corrida interior entre los sillares de granito que soportarían las columnas. Otro de los datos que pudimos apreciar en el exterior fue la existencia de una tongada continua de ladrillos a 1 m de la cota superior conservada (fig. 106). Al interior existe un nuevo dato interesante; adosado a la cara interior de la cimentación del
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Fig. 106.
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Croquis de excavación (2005) donde se aprecia de forma gráfica la sección con las estructuras existentes en la zona y rebaje exterior en el ancho del muro de cierre del pórtico (S. Feijoo)
muro de cierre, aparece una cimentación en paralelo (ue 2040), sin carear, de peor fábrica y de 40 cm de grosor cuya función resulta difícil de explicar; a pesar de adosarse al muro 2005 creemos que se trata de una etapa de obra y por tanto que pertenecería al primer momento de uso del edificio porticado. Recorre toda la superficie del corte hasta que se pierde con la fosa contemporánea que se realiza en la mitad oriental del corte para la construcción del aljibe del taller. Podría tratarse de un refuerzo interior, de la cimentación de un poyete o de una tribuna de pequeña anchura. Lo más interesante, sin duda, es su localización en el centro del brazo norte del pórtico (fig. 107). Dada la conservación de la tongada de cal sellando unos niveles constructivos, situados bajo ella, fundamentales para la recogida de material arqueológico que pudieran fechar la construcción del pórtico decidimos interrumpir en ese punto la excavación y continuar en la mitad oriental, bajo el foso del taller, documentando el nivel de tierra anaranjado situado bajo la estructura (ue 2051). Se trata de un relleno constructivo del pórtico cortado por el foso contemporáneo y que continúa por debajo de la tongada de cal que conservamos en la mitad occidental del corte. Bajo ella apareció una vía formada piedras de diorita de gran tamaño (ue 2053); la calle corría en dirección norte-sur y pudo ser identificada como el cardo máximo amortizado durante la construcción
del pórtico y que, lógicamente corría en esa dirección en el eje del arco, templo, plaza y pórtico (fig. 108). No hemos podido documentar su ancho total, aunque sí su extremo occidental que se encuentra directamente asociado a la roca natural. Destaca el abombamiento de su superficie central en pendiente hacia los extremos y la confirmación de un uso pequeño en el tiempo, ante la rigidez de las aristas que conservan sus piedras, apenas gastadas por el uso.
La evolución ocupacional del solar Creemos necesario resaltar aquí la importancia de los datos aportados por las intervenciones efectuadas hasta ahora en el solar objeto de estudio en este capítulo; se trata de la primera intervención vinculada a este espacio público en la que se documentan estratigrafías claras y cronologías asociadas a ellas y a los materiales que aparecen en sus contextos. Este hecho permite realizar una posible evolución ocupacional del espacio excavado que se ve confirmado por el resto de excavaciones y sondeos practicados en la zona. Sin embargo, actualmente resulta importante reseñar el valor de la intervención practicada en el solar de la C/ Alvarado —que en nuestra introducción la numeramos como intervención 1—, que se redujo a la limpieza y documentación de una excavación anteriormente realizada.
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Fig. 107.
Fig. 108.
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Detalle del muro paralelo al de cierre del pórtico
Restos del cardo máximo amortizado por los rellenos de construcción del pórtico
Esta documentación nos llevó a sugerir dos hipótesis hasta ese momento implanteables ante la falta de datos. De un lado, la existencia de un pórtico de delimitación de un espacio público sobradamente citado pero sin definir en sus aspectos más singulares (fisonomía, cronología, límites...); de otro la constatación de que este espacio no era coetáneo a la fundación de la ciudad, sino que se realizó amortizando estructuras anteriores como quedaba atestiguado en la relación de la cimentación de la columnata del pórtico que cortaba un muro anterior, enfoscado y con una cota de uso claramente inferior. Nuestra intervención ha confirmado estos datos aportando además cronologías concretas a partir de los materiales obtenidos en los contextos vinculados con la construcción del pórtico. Así hemos confirmado la presencia de algunas estructuras de época romana previas a la construcción del pórtico (fig. 109). Se trata de restos de muros (ue 1163) y de un fuste de columna (ue 1261) que formarían parte de un hábitat doméstico anterior, así como de los restos del cardo máximo (ue 2053), que recorría la ciudad de Norte a sur, amortizado por la construcción del pórtico en su lado norte. La fig. 108 refleja de manera evidente esta relación y la cubrición total de esta vía por los niveles constructivos del edificio porticado, aumentando la cota de pavimentación en esa zona en 2,10 m entre la vía y el hipotético nivel de suelo del pórtico. Este aumento en la cota de uso del espacio no fue homogéneo en toda la superficie del solar; tras
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Fig. 109.
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Planta de la zona con los restos documentados de época romana previos a la construcción del pórtico incorporados a la trama urbana de la ciudad
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la amortización de estas estructuras se procedió a la construcción de un edificio porticado del que hemos podido documentar en este solar buena parte de sus lados occidental y Norte. Para su construcción hubo que preparar el terreno previamente. A tal fin se amortizaron todas las estructuras anteriores, se rebajo hasta la roca y, se preparó la zona que se encontraba en ligera pendiente hacia el Oeste, en dirección al río para que el resultado fuera una plaza lógicamente horizontal delimitada por un pórtico. Para conseguir que esta plaza aumentara su cota de altura, constituyéndose como una plataforma sobreelevada con respecto al resto de la ciudad, se construyeron las cimentaciones del pórtico en alzado a partir de la roca hasta alcanzar la cota de altura diseñada. Los mechinales para los andamios documentados en las paredes prueban esta forma de construcción y la relación de adosamiento de los rellenos de nivelación con las paredes también. Los grandes cimientos garantizan la estabilidad de la obra ante los empujes horizontales que provocarían las distintas cotas del terreno natural y los verticales producto del peso de los pilares que compondrían la columnata de fachada a la plaza. Sus proporciones (2,35 m la cimentación corrida de las columnas) hacen viable y bastante probable la existencia de una segunda planta en el pórtico. De otro
Fig. 110.
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lado, en la esquina noroeste del edificio se realizaron verdaderas riostras; gruesas cimentaciones, escalonadas, que “cosían” el muro de cierre con el de la columnata y que ayudaban a soportar el doble empuje de la columnata occidental y norte del pórtico y que confluían en ese punto. Para asegurar aún más la estática de ambas cimentaciones, el espacio existente entre ambas se rellena con tierra de aportes que en tongadas de diverso grosor van siendo echadas y compactadas. Para garantizar esa compactación a mitad de cimentación colocan una lechada horizontal de cal (de un grosor que oscilaría entre los 10 y los 20 cm) que sirve también como base de operaciones de los trabajadores de la obra; herreros, canteros, alarifes, marmoristas que desarrollan su labor directamente en el sitio (fig. 110). A partir de la lechada de cal realizan nuevos aportes hasta llegar a la altura deseada. Antes del pavimento se coloca una nueva lechada de cal donde asienta un preparado de ladrillos sobre el que asentaría el pavimento del pórtico. Estas tierras de aporte no procedían de un solo lugar ni, creemos, fuera el aprovechamiento directo del material obtenido de las casas amortizadas previamente en la zona. Se realizó una selección previa lo que justificaría la nula presencia de tegulae, tejas o cualquier otro material de gran ta-
Detalle de los restos constructivos donde se aprecia la estratigrafía de los aportes
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maño, así como la abundante presencia de estucos, pinturas y enfoscado diferentes, que procederían de distintos lugares y conformaban una especie de tapial muy acoplable y con abundante material cerámico que fechan la formación del contexto en época tiberiana. El edificio estaba delimitado, al menos a Oeste y Norte por un ancho muro de cierre del que no conocemos ningún tipo de aperturas (fig. 111). Los lados documentados conforman un ángulo recto perfecto con una salvedad: la esquina se abre hacia fuera en una suerte de estancia que sobresale de la línea de fachada del lado occidental. Este espacio fue absolutamente excavado hasta la roca en época contemporánea y no hemos podido documentar ningún elemento relevante en su interior; tan solo conocemos su planta al coincidir con el muro de cierre de medianera del solar en ese lado. Hemos podido picar ese muro en los lados sur, occidental y norte y definir perfectamente su planta, cerrada sin aperturas al exterior y su unión con el resto del pórtico, al trabar sus cimentaciones, por lo que parece clara su coetaneidad con el resto del edificio (fig. 112). Independientemente de esta estancia, de la que poco podemos señalar, el pórtico se constituía en inicio en una sola nave de 9 m de ancho, distancia entre el muro de cierre y las cimentaciones corridas de una columnata, de la que se conservan los asientos de los pilares cada 2,70 m, que haría fachada del edificio con la plaza. También sabemos que el edificio poseería, al menos en su lado norte, contrafuertes exteriores coincidiendo con la colocación de las columnas en la cimentación interior. Su presencia guardaría relación con los distintos niveles de uso existentes entre el interior de la plaza y el exterior (fig. 113). El edificio estaría cubierto de mármol, al menos en parte. Prueba de ello sería la aparición de varias grapas de hierro para el plaqueteado de mármol de sus paredes, así como las improntas documentadas en la base del canal que recorrería toda la plaza, paralelo al pórtico (el canal está colocado sobre el antemuro de la cimentación corrida) recogiendo el agua de los tejados del edificio. Creemos que esta marmorización se realizó coetánea a su construcción a juzgar por la presencia de esquirlas en el interior de las cimentaciones y de la utilización en los rellenos constructivos de desbroces de mármol tanto dentro como fuera del pórtico. Toda la obra hasta ahora descrita debe considerarse coetánea; sin embargo hemos podido docu-
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mentar alguna reforma realizada en su interior. Coincidiendo con la esquina del edificio documentamos un murete a ambos lados del ángulo noroeste; el murete, sin apenas cimentación está destruido a ambos lados por lo que no conocemos sus dimensiones y dificulta su interpretación. No sabemos si sólo se realizó en la esquina (lo que parece probable al no aparecer restos de él en otra zona del solar) por lo que podría relacionarse con la estancia que sobresale en ese punto del pórtico; podríamos estar también ante una compartimentación de espacios (puntual o no) o ante una sobreelevación de una de las partes de la nave (fig. 114). También hemos documentado una reforma, esta vez vinculada con el canal que rodearía la plaza; en un momento posterior a su construcción, aunque desconocemos la fecha, fue necesaria la construcción de un nuevo canal, este subterráneo, en la esquina del pórtico, para garantizar la evacuación de las aguas del edificio. El edificio porticado continúa en uso durante toda la época romana; el hallazgo de epígrafes fechados a lo largo de los ss. II, III y IV178 garantiza su continuidad durante todo ese período. Del mismo modo, durante las excavaciones han aparecido restos decorativos en mármol —destaca el hallazgo de una cabeza que, dado su mal estado de conservación, resulta difícil de interpretar— pero desconocemos su procedencia o localización por lo que declinamos cualquier intento de vincularlos con algún punto del edificio (fig. 115). El abandono del edificio resulta difícil de definir; sabemos que existió un expolio entre el final de su uso y la nueva ocupación tardoantigua del espacio. Este expolio debió realizarse en un momento posterior a la época de Maximiano Hercúleo y anterior a la ocupación doméstica del solar a partir de la segunda mitad del s. V. Durante esta destrucción voluntaria fueron robados los mármoles del interior y el exterior del edificio sin ser utilizados posteriormente para la construcción de las viviendas en época tardoantigua por lo que pensamos que existiría una solución de continuidad entre ambas actividades. El robo de la pavimentación de la plaza y el pórtico ocasionó que las viviendas se construyeran con un nivel de suelo (normalmente de tierra apelmazada) por debajo del nivel romano; algunos muros del pórtico aún se verían, pero la mayoría 178 El análisis de las inscripciones aparecidas durante estas excavaciones es objeto de estudio por parte de Stylow en el capítulo dedicado al análisis epigráfico.
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Fig. 111.
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Reconstrucción de la planta del pórtico en el solar a partir de los restos documentados
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Fig. 112.
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Detalle del muro de cierre del pórtico en la estancia situada en el ángulo norocidental
Fig. 113.
Detalle de los restos de uno de los contrafuertes exteriores del muro de cierre
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Fig. 114.
Fig. 115.
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Reconstrucción en alzado de la esquina noroccidental del pórtico
Detalle de la cabeza en mármol hallada en el solar
al ser cimentaciones, no fueron reutilizados sino cubiertos. Las viviendas estaban constituidas por pequeñas estancias con suelo de tierra apelmazada; en casi todas ellas destaca la presencia de un hogar, una cocina hecha generalmente con ladrillos reutilizados puestos en horizontal junto a algunos de los muros de la habitación. Este uso del solar como vivienda debió de desarrollarse durante toda la época tardoantigua, entre los siglos V y VII, a juzgar por el material aparecido asociado a la construcción de los muros y pavimentos (fig. 116). Esta ocupación se realizó en dos fases como queda confirmado en los distintos cortes excavados en los que se observa que, la primera ocupación doméstica es amortizada y, tras subir la cota de uso de pavimentos y muros se efectúa una segunda ocupación, posiblemente fechada durante el s. VII y parte del s. VIII. Tras la invasión andalusí, la zona fue objeto de un abandono; posteriormente se construyó en el solar un edificio a lo largo del s. VIII que, a tenor de las distintas construcciones documentadas en otros puntos de la ciudad con similares características, podría interpretarse como un edificio de carácter mixto, con zona residencial y de representación,
118
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Fig. 116.
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Restos de un hogar de una vivienda tardoantigua
utilizada para alojar a altos funcionarios de la monarquía omeya179. El edificio, construido con cimentaciones realizadas a base de hiladas de cantos de río y muros de tapial se configura a un gran espacio central definido por dos muros que corren en paralelo en dirección norte-sur; en ambos extremos el edificio tendría una cabecera compartimentada que define la funcionalidad de cada espacio. Este edificio será abordado con mayor profundidad, relacionado con el resto de construcciones emeritenses de ese momento, en el capítulo dedicado al urbanismo de época tardoantigua y emiral de la zona. Tras el abandono del edificio se produjo la ocupación de todo el solar por subestructuras de almacenamiento, silos, construidos durante todo el s. IX y X, a juzgar por el material aparecido en el relleno de amortización de todos ellos. Dadas las características del edificio resulta improbable la realización de los silos en el interior durante su uso a lo largo del s. VIII, por lo que podemos concluir que,
los silos aparecidos en el interior de sus estancias se realizaron tras su abandono, que debió producirse durante el s. IX, ya que algunos de estos silos ya fueron amortizados en ese momento. Otros en cambio, mantienen su uso hasta entrado el s. XI, aunque se trata de casos excepcionales; el abandono generalizado de estas subestructuras se produjo a lo largo del s. X, en que la zona se va poco a poco inutilizando tras la reducción del perímetro de la ciudad califal180. La zona se volvió a utilizar bien entrada la época moderna; a finales del s. XIX, con la industrialización de la ciudad y la llegada del ferrocarril, se construyó una carretera perimetral a la ciudad que actualmente es la C/ Almendralejo, que daba fachada a nuestro solar, A partir de ese momento la zona de volvió a habitar con viviendas e industrias típicas de carreteras que poco a poco se van introduciendo en el tejido interior de la ciudad, hasta ser adquirido por la administración a partir de 1990 para la recuperación de su valor patrimonial.
179 Sobre estos edificios y su implantación en el urbanismo islámico de Mérida, recientemente Alba, 2004, apuntes sobre el urbanismo y la vivienda de la ciudad islámica de Mérida, Memoria, Excavaciones Arqueológicas en Mérida, 2001, 417-438.
180 Sobre el perímetro de la ciudad islámica ver Alba, 2004, Lám. 2, donde se observa la planta de la ciudad romana y la islámica, en la que la cerca en su lado norte es situada por el autor justo en el límite de nuestro solar.
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4.3.
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
119
INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL SOLAR DE LA ANTIGUA POLITÉCNICA (fig. 40, n.º 3) Pedro Mateos
Dentro del mismo proyecto de investigación en el que se inscriben las intervenciones llevadas a cabo en el solar anteriormente descrito, tuvimos ocasión de realizar una serie de sondeos puntuales en zonas que, en función de la planta hipotética que barajábamos, podrían resultarnos determinantes para confirmar dichas hipótesis. En este sentido resultó gratificante contar con la colaboración de todas las instituciones locales y regionales; el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida cedió para estas intervenciones personal y medios; la Junta de Extremadura financió el resto de las actuaciones y el Ayuntamiento de la ciudad cedió parques y espacios públicos para efectuar dichas intervenciones; así pudimos realizar sondeos arqueológicos, como ya indicábamos con anterioridad, en la plaza de la Politécnica, la plaza de la Constitución y el propio arco “de Trajano”. Realizar el sondeo en la plaza politécnica tenía como objetivo claro y evidente documentar el muro de cierre del pórtico en su lado norte, pero, en esta ocasión y por primera vez, en la mitad oriental de la construcción; definir sus características estructurales y conocer, por fin en su totalidad el muro de cierre del edificio porticado (fig. 117). Es verdad que ya se había intervenido en los alrededores, en la propia zona aunque más hacia el norte donde aparecieron restos de un cruce de vías y lo que, erróneamente, se había denominado, el muro de cierre del foro provincial. Este dato fue el que provocó el error de De La Barrera al indicar el final de la zona forense más al norte interpretando que “la plaza se localizaría en la trasera del templo de la C/ Holguín”. En realidad, según nuestra planta, el cierre del pórtico se situaría justo al lado de la C/ Almendralejo, en el punto donde realizamos el sondeo y donde apareció, efectivamente, el muro que buscábamos. La sorpresa fue que, en realidad, ya había sido excavado con anterioridad aunque, de nuevo, no conocíamos ningún dato sobre dicha intervención (fig. 118). El espacio excavado estaba casi en su totalidad cubierto de una tierra limosa, arenosa; la típica que se echa tras una intervención arqueológica; sin embargo, en algunos puntos del corte hemos podido documentar restos de estratos y estructuras anteriores no destruidas en la anterior intervención. Ade-
Fig. 117.
Vista general de la zona objeto de intervención
más una lectura somera del muro romano da pistas claras sobre las reformas y reutilizaciones que padece a lo largo de los siglos. Por ejemplo, la primera estructura que documentamos en el corte realizado fue un canal de desagüe con orientación Noroeste-Sureste. El canal (ue 15) se apoya sobre el muro romano sobre el que se coloca, tras rebajarlo al exterior; aún conservaba restos de óxido de la tubería de hierro. Del s. IX-X conservamos un contexto al Oeste del muro romano (ue 19) en el que aparecen fragmentos de cerámica pertenecientes a época emiral. No posee relación con el muro y no podemos definir más sobre su funcionalidad. Al este del muro aparecen los restos de una estancia construida en época tardoantigua, pavimentada sobre un estrato de tierra arcillosa (ue 9) que se realiza cubriendo el muro del pórtico. Está compuesta por tres muros fabricados con piedras de diorita, ladrillos reutilizados y cal. El primero de ellos, revestido de cal en su cara norte, presenta una orientación sureste-noroeste (ue 5); se une a otro con dirección suroeste-noreste (ue 10) que se adosa al muro romano. El tercero (ue 13) se sitúa al norte del primero, con la misma dirección, y al este del muro del pórtico.
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Fig. 118.
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Planta con los restos documentados en el corte
Bajo la tierra arcillosa que soporta la estancia aparece el muro del pórtico (ue 10), una estructura que corre en dirección norte-sur y divide en dos el corte realizado. El muro, o más bien la cimentación, posee las mismas características que las ya documentadas en el solar anterior, aunque en esta ocasión percibimos con total claridad la tongada de ladrillos localizada en el exterior así como el contrafuerte (ue 18) situado en su cara externa (fig. 119). El contrafuerte se realiza embutiéndose directamente en el muro una serie de bloques de granito que presentan una peculiaridad: se encuen-
tran almohadillados en la cara externa, lo que plantea la incógnita de su posible reutilización (el contrafuerte aparece repicado) o que este muro fuera visto a esa cota. Por tanto, a la luz de los resultados de este sondeo continúa la misma evolución ocupacional de la zona; aunque en esta ocasión no disponemos de materiales para situar cronológicamente los diferentes usos del espacio, sabemos que tras la construcción del pórtico en época romana, se produce su amortización, documentándose una ocupación doméstica de época tardoantigua que no tendrá
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Fig. 119.
Detalle del alzado exterior del muro con los restos del contrafuerte
continuidad en época emiral. Tras unos siglos de abandono, se vuelve a reocupar la zona como espacio doméstico en época contemporánea.
4.4.
121
SONDEO EN LA PLAZA, OTROS SONDEOS Y GEORRADAR (fig. 40, n.º 7- 8) Pedro Mateos
Como ya hemos indicado con anterioridad, otro de los sondeos desarrollados para conocer y confirmar la planta del conjunto monumental objeto de estudio, fue realizado en la propia plaza del Parador de turismo, coincidiendo con unas obras de acondicionamiento y peatonalización de dicha plaza. En esta ocasión se procedió a desarrollarlos con medio mecánicos con el único objetivo de recuperar, dibujar e incorporar a la planimetría de la zona, el muro de cierre del pórtico en ese lado oriental. Tras trazar un eje que unía el centro del arco, el del templo y el del pórtico realizamos una simetría con el lado occidental y realizamos el sondeo en el punto exactamente opuesto del lado
oriental, confirmando así la existencia del muro. Una vez documentado se procedió a incorporarlo a la planta del conjunto. También en ese lado oriental del pórtico, y ante la imposibilidad de intervenir directamente en el subsuelo, decidimos realizar una prospección geofísica por radar en la zona que presumiblemente cerraba el conjunto en ese lado (fig. 120). El objetivo era doble; por un lado definir la existencia del muro anteriormente señalado; por otro determinar la continuidad o no de la bóveda documentada al Este del Conjunto. Esta bóveda ha sido suficientemente analizada en el capítulo historiográfico por lo que parece comprensible la importancia de estos sondeos. En este segundo aspecto las conclusiones de los trabajos resultaron un tanto confusas ya que, si bien el radar confirma una zona de alta densidad y, por tanto, la posible continuidad de la bóveda hasta el punto de encuentro del muro de cierre del conjunto en ese lado oriental, no podemos confirmar ni su existencia, ni la relación física entre ambas estructuras en el caso de que las hubiera.
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Fig. 120.
4.5.
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Resultado de la prospección geofísica con radar
INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL SOLAR OCUPADO POR LOS RESTOS DEL TEMPLO DE LA C/ HOLGUÍN (fig. 40, n.º 4) Pedro Mateos y Antonio Pizzo
La intervención arqueológica practicada en el interior del solar donde se conservan los restos del llamado templo de la C/ Holguín era absolutamente necesaria dada la importancia del edificio y la ausencia casi total de planimetrías y estratigrafías que ayudaran a comprender sus características constructivas, formales, funcionales y cronológicas (fig. 121).
Se trataba de intervenir en el mismo lugar donde 20 años antes, en 1983, aparecieran los restos de un edificio, identificado inmediatamente como templo pero del que no poseíamos ninguna información arqueológica181. Por este motivo decidimos realizar, en primer lugar, una limpieza exhaustiva del edificio para desarrollar una nueva planimetría. Esta documenta-
181 Debemos destacar el esfuerzo realizado por De la Barrera (2000, 171-174) por analizar los restos visibles en ese momento así como en publicar una planta-croquis de los restos del podio y un alzado (figs. 14 y 15) junto con el dibujo de los elementos decorativos documentados en las excavaciones anteriores.
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Fig. 121.
Vista general del solar excavado
ción se vio reforzada con la realización de otras intervenciones tanto en el exterior como bajo las medianeras del solar. Fruto de las labores de seguimiento realizadas por el Consorcio de Mérida se ha podido documentar el límite anterior del edificio —su cierre suroriental—, mientras que en las recientes intervenciones practicadas en el solar se ha definido su longitud total, excavando el cierre posterior —lado noroccidental— bajo las medianeras (fig. 122). En efecto, la intervención de seguimiento de obras llevada a cabo por el Consorcio182 al documentar los restos arqueológicos aparecidos en una zanja de acometida practicada en la propia C/ Holguín, concluyó con la aparición de una línea de sillares que parece corresponder con el final suroriental del edificio religioso, que ha sido introducido en el plano arqueológico de la zona. El sondeo permitió documentar la ubicación de varios sillares de granito, que conservan huellas de grapas, tipo “cola de milano”, en su cara superior y restos de mortero cubriendo parte de su superficie plana. Tras la intro182
Sánchez Barrero, 2002, 251 y lám. 12.
123
ducción en el plano de la zona pudimos comprobar la importancia del hallazgo ya que correspondía con el asiento de una de las columnas situadas en el frontal del templo como luego podremos confirmar en la reconstrucción de su planta. Del mismo modo introducimos los datos aportados por una zanja longitudinal de unos 15 m. realizada posteriormente en la propia calle, donde se documentaron restos del núcleo de hormigón del edificio (fig. 123); desgraciadamente, la apertura no continuó hasta poder confirmar el final del mismo en su lado suroccidental183. Por último, dentro de las labores de documentación del solar en el que se encuentra el podio, incluimos los resultados del sondeo practicado en el interior donde, bajo la medianera norte, localizamos el final del núcleo de hormigón y el arranque de los sillares de granito que anunciaban el cierre del edificio en su lado noroccidental. Como hemos señalado anteriormente, en la primavera de 2003, veinte años después de la primera intervención en el solar, procedimos a la excavación 183
Sánchez Barrero, 2002, 251; n.º de registro 2231.
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Fig. 122.
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Planta del solar excavado con la delimitación de las zonas donde se ha intervenido recientemente
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125
arqueológica de una zona en la que aún no se había intervenido con anterioridad (fig. 124). La utilización de ese espacio, situado en el extremo suroriental del solar, como terrera en la intervención practicada en 1983 impidió en ese momento su excavación. En el año 2004 realizamos una nueva intervención en el interior del solar, en esta ocasión, en el lado oriental, tras desmontar parte del testigo de protección dejado en la intervención de 1983 con respecto a la casa situada al este del solar. A pesar de la poca superficie excavada (un corte de 1 m. de anchura por 12 m de longitud), los resultados deben considerarse de importancia excepcional. Desarrollo de la excavación
Fig. 123.
Obras de seguimiento en la C/ Holguín donde se documentó el límite oriental del pronaos
Fig. 124.
Hemos desarrollado en el interior del solar dos intervenciones. En el año 2003 en el lado Sur, en la zona ocupada por la terrera de la excavación efectuada en el año 1983 y que, por tal motivo, no pudo documentarse (le llamaremos Sector A) y una segunda intervención en la zona Oriental: un corte estrecho y alargado en la anterior superficie de
Planta del sector A de excavación en el solar
126
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
protección de la casa situada al Este del solar (Sector B).
Sector A (fig. 125) En lo que se refiere a la primera intervención practicada, el objetivo de la intervención era, por un lado, la recogida de nueva documentación arqueológica —estratigrafías, planimetrías, materiales, etc.— que no poseíamos; por otro, la realización de una limpieza en profundidad de los restos arquitectónicos para efectuar una primera planimetría —en planta y alzado— así como un estudio de su técnica constructiva y de las características arquitectónicas del edificio. A pesar de la dimensión restringida de la intervención (5,50 ´ 3,50 m) se ha documentado una secuencia estratigráfica que permite la reconstrucción de la evolución de los procesos de ocupación del solar desde el momento de construcción del templo hasta época contemporánea. Los primeros contextos documentados en el solar se relacionan con los niveles de tierra extraídos en las excavaciones del año 1983; al utilizarse la zona como terrera todos los estratos aparecían con
Fig. 125.
Anejos de AEspA XLII
estratigrafía invertida, documentándose niveles y materiales más antiguos en las zonas altas, que van perdiendo antigüedad conforme avanzaba la excavación (ue 1, 2, 3, 7 y 8). Los estratos poseían poca uniformidad y una constante pendiente hacia el lado norte, que explican la forma en que realizaron el aporte de tierras “paleando” desde la parte Sur del solar, en la zona inferior. Resulta relevante observar también el material arqueológico aparecido compuesto fundamentalmente por cerámica común (paredes, bordes y bases) y fragmentos informes de cerámica terra sigillata y paredes finas. Estos contextos aparecen cortados (ue 3); dicho corte representa el límite sur de la excavación del año 1983. Bajo estos estratos continúa en algunos puntos del área excavada la estratigrafía anterior; sin embargo, en la zona más meridional empiezan a documentarse estratos (ue 4 y 5), embutidos en el perfil del solar más cercano a la calle, de formación más antigua. Resulta difícil definir el momento de formación de estos niveles debido a las intervenciones contemporáneas, sin embargo podemos confirmar que se trata de niveles de reutilización y reformas de ocupaciones anteriores fechadas, posiblemente en época tardoantigua. Por ejemplo, la ue 5 es un estrato de forma más o menos cuadrado situado al
Vista general del sector A antes de la excavación
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este del área. Los límites originales no se documentan en ninguno de los puntos. Las zonas norte y oeste se encuentran cortadas por la fosa de excavación ue 3 y en las zonas sur y este se documentan los límites de la excavación. El estrato presenta superficie irregular, compuesto por tierra de naturaleza arcillosa y varios fragmentos de material latericio dispuestos irregularmente en el interior de la capa. La pendiente se orienta hacia el norte. El estrato presenta un grosor de 60-70 cm. Tras estos contextos, la zona excavada empieza a presentar una ocupación homogénea, sin intrusiones posteriores y con niveles de uso fácilmente documentados. Esta fase corresponde al momento de uso de época tardoantigua en el que caben distinguir dos períodos ocupacionales. Sobre estos niveles de uso aparecen contextos de amortización y abandono de la última ocupación tardoantigua (ue 10, 13, 14 y 16). Se trata de varios estratos de tierra de color marrón-beige situado en la parte oeste del espacio, al oeste del muro ue 11. En ocasiones conservan restos de ceniza (ue 13) y carbones (ue 16). Presentan una superficie regular, plana con una pendiente hacia el norte y el oeste. Se documentan en el interior material latericio muy fragmentado, fragmentos de mármol sin forma, material cerámico. Su grosor oscila entre los 12 y los 30 cm.
Fig. 126.
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El estrato ue 20 está compuesto por un nivel de tierra de color rosa-rojizo situado al este del muro ue 11, de consistencia variable y composición arenosa. Contiene una gran cantidad de arena, cal y fragmentos de opus signinum muy disgregado. Presenta superficie muy irregular debido a su consistencia y pendiente acentuada hacia el norte y el sur, donde se documenta una notable diferencia de cota entre la parte central y los extremos. La presencia abundante de fragmentos de mármol indica que la formación del estrato se produjo en un momento posterior al expolio de esta parte del templo. Bajo estos niveles de abandono se documenta una etapa de ocupación de época tardoantigua que, con algunas reformas y transformaciones, va a estar en uso durante buena parte de este período. Esta ocupación va a estar definida por la construcción de una estancia que reutiliza como muro occidental el alzado del podio del pronaos del templo (fig. 126). Paralelo a él se realiza un muro (ue 11) que corre también en dirección norte-sur, situado al este del espacio. Presenta una anchura de 55-56 cm y una longitud conservada de 2,90 m. Los límites originales se documentan en las caras este y oeste. La parte sur del muro se adentra en el límite de excavación al sur y en la parte norte se encuentra cor-
Detalle de los restos documentados de una estancia de época tardoantigua que reutiliza el muro del pronaos del templo
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 127.
Anejos de AEspA XLII
Molduras del templo reutilizadas durante época tardoantigua
tada por la excavación realizada en 1983. La técnica constructiva utilizada en de muy mala calidad. Se utiliza material reaprovechado de varios tipos (granito, dioritas, mármol) y se pone en obra sin elaborar y de forma desordenada. En la parte sur se documenta un sillar de granito de gran tamaño. La cornisa ue 12 se relaciona muy probablemente con el muro ue 11 haciendo de jamba para la puerta ue 30. Cerrando la estancia en el lado norte se colocan una serie de cornisas (ue 18 y 19) que reutilizan de la decoración del templo. Se trata de las molduras de coronación del podio en su parte superior e inferior, realizadas en mármol y cuyas características, dimensiones y funcionalidad son analizadas en el capítulo dedicado al templo en esta misma monografía (fig. 127). El pavimento de la estancia está compuesto por un estrato de tierra de color marrón situado bajo la ue 24. Presenta su misma superficie y está compuesto por tierra de naturaleza arcillo-arenosa bastante friable. Conserva una ligera pendiente hacia el sureste con un grosor que oscila entre los 6-21 cm. Sobre ella se documenta un conjunto de material latericio, material cerámico, carbones, cenizas, clavos, situado al noreste del espacio en superposición al estrato ue 25 y que podría interpretarse como un posible hogar.
La fecha de uso de esta estancia parece bien documentada por la aparición, bajo un sillar del muro ue 11, de un tesoro de monedas de oro pertenecientes a época de Leovigildo184. Tras un período de uso se produce una reforma documentada en el muro 11 situada en la parte norte del mismo. Se trata de restos de otra estructura (ue 31) que forma el paramento de otro muro probablemente superpuesto a ue 11. No se utiliza mortero ni tierra para la puesta en obra. La parte conservada mide 1 m. aproximadamente. Con esta reforma se cierra la puerta ue 30 y evidentemente se reforma también todo el muro. De la reforma general del muro no tenemos constancia pero parece claro que en el momento en que se produce esta reforma, el muro ue 11 estaba abandonado superponiéndose la clausura de la puerta a estratos de abandono en posición estratigráfica más alta (ue 23 y 24). Tras la excavación de esta estancia aparecen los contextos formados tras el abandono del edificio público romano. Se trata de un estrato de color rosa-rojizo (ue 21) situado al oeste del muro ue 11. El estrato 184 Mateos, P. Pizzo, A. Pliego, R. 2005, Un tesoro de tremises visigodos hallado en el llamado foro provincial de Augusta Emerita, AespA, 78, 251-270.
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Fig. 128.
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Pavimentación marmórea de la plaza aparecida durante las excavaciones
contiene una gran cantidad de arena, restos de cal, opus signinum, fragmentos de mármol de distinto tamaño, etc. En este nivel se documenta un fragmento de mármol con los restos de una inscripción conservada en dos líneas. El fragmento mide 41 ´ 30 cm y las letras presentan un tamaño medio de 9,5 cm. El texto, en dos líneas es: VLIO / FINI. y es estudiado en el capítulo dedicado al análisis epigráfico del conjunto. Debajo de este nivel, se documenta un estrato de color gris-rojizo (ue 34) situado al este del espacio excavado, bajo la ue 21. Presenta composición arenosa con numerosos restos de fragmentos de mármol de tamaño pequeño y mediano y granito muy alterado (pulverización, restos de elaboración...). La superficie es bastante regular a pesar de la consistencia de esta capa. Estos contextos marcan una solución de continuidad entre la ocupación tardoantigua de la zona y el abandono y expolio del edificio público localizado en el solar: el templo (ue 9, 37, 39, 41-61 y 63) documentado en las excavaciones anteriores y cuyas características y peculiaridades han sido ya analizadas en un primer estudio185 y es objeto de
185 Mateos, P., 2004. El templo de culto Imperial de Augusta Emerita, Simulacra Romae, 129-148.
análisis en otro capítulo de este mismo volumen. El expolio de estas estructuras está documentado tanto en el edificio (ue 36 y 40) como en la pavimentación marmórea que le rodea (ue 38). Dicha pavimentación (ue 28 y 33) es una de las novedades más importantes de la intervención, junto con la definición y concreción de la planta arquitectónica del templo (fig. 128). El suelo realizado con placas de mármol sobre una capa de opus signinum (ue 33) se localiza entre el muro oriental del pronaos del templo y la extremidad sureste del podio. Las placas de mámol (ue 28), de 132 por 87 cm y un grosor de 5 cm, se disponen con orientación norte-sur y asientan sobre una lechada de opus signinum de gran consistencia (ue 33) donde se aprecian las improntas del expolio de las mismas (fig. 129). De este modo se forma un área pavimentada cuyos limites originarios, al Sur y al Este, están ocultos por los actuales limites de excavación. La pavimentación marmórea presenta como limite norte la plataforma de sillares de granito (ue 63) que recibía las hiladas de revestimiento del núcleo en opus caementicium. Las improntas del revestimiento en las zonas de contacto con el granito resultan más estrechas y siguen homogéneamente el perfil de la estructura de sillares. Resulta difícil definir la funcionalidad de este espacio que se su-
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
perpone a la cubierta de la canalización de desagüe de la parte superior de las estructuras y por tanto no podría soportar ningún peso que planteara su uso como portante de un pedestal o motivo decorativo. En cambio debemos presumir que el ensanche del ángulo sureste del podio debió albergar alguna estatua o elemento ornamental.
Fig. 129.
Fig. 130.
Anejos de AEspA XLII
Ya hemos indicado que bajo el pavimento de placas de mármol corre un canal de desagüe que conduce el agua de la canalización vertical y de forma rectangular realizada en la esquina de unión entre el pronaos y la cella para recoger las aguas de lluvia que confluyen en la unión de ambas cubiertas (fig. 130).
Detalle de las losas, las improntas y el preparado de la pavimentación.
Canal de desagüe que conduce el agua de la canalización vertical y circula bajo la pavimentación de la planta
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
El Sector B (fig. 131) La intervención llevada a cabo en el lado oriental del solar tenía tres objetivos fundamentales: documentar totalmente el ángulo suroriental del edificio, consiguiendo su planta definitiva en ese lado, recuperar material arqueológico vinculado con la construcción del templo y si fuera posible, documentar estructuras anteriores amortizadas durante la construcción del templo.
Fig. 131.
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El corte, como ya hemos indicado, tenía una forma claramente alargada, conformando una trinchera de 1 m de ancho y 12 m de longitud ganada al testigo de protección existente entre la excavación y la medianera de la casa situada al Este del solar. Se trataba del desmonte de un perfil realizado en talud que perfilamos en ángulo recto hasta conseguir recuperar, en la zona inferior, un metro de anchura, espacio suficiente para conseguir nuestros fines (fig. 132).
Planta del sector B de excavación en el solar
132
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 132.
Anejos de AEspA XLII
Vista general del sector B de excavación
Los primeros estratos (ue 800, 806, 809, 819, 847) muestran restos de contextos contemporáneos vinculados con la intervención practicada en el solar durante 1983. Bajo ellos documentamos diversos contextos de tierra (ue 801-806) difíciles de adscribir cronológicamente a ningún período ya que se trataba de una excavación, en esta cota, de apenas anchura que cubría parcialmente unas estructuras que ya se observaban en el perfil antes de la excavación. Se trataba de los restos de una estructura (ue 808, 824 y 842) formada por sillares de granito que correría en dirección este-oeste que, tras la excavación del templo, sólo conservaba los últimos dos sillares apoyados sobre un nivel de tierra (ue 817 y 825) que podría vincularse con un pavimento de una estancia similar en cota y características a las documentadas en el sector anterior. Bajo esta estructura, documentada en el lado sureste de la trinchera, se descubrieron algunos niveles (ue 823, 825, 827, 831, 832 y 833) que aportaban materiales vinculados con la época tardoantigua según se desprende del estudio realizado al final de este capítulo. Podrían relacionarse, estos contextos donde se documenta similares materiales arqueológicos, con los estratos encontrados en el sector anterior, vinculados con la primera ocupa-
ción tardoantigua del solar, tras el abandono del templo. Bajo estos niveles, en el lado norte del corte, se documentan los restos de una hilada de sillares de granito que podrían actuar como rudus o preparación de una superficie de opus signinum (ue 814, 835 y 841) que ya se documenta en el testigo norte correspondiente al final del solar y que se materializó durante las excavaciones del año 1983 (fig. 133). La parcialidad de estos restos documentados impiden señalar más allá de las grandes dimensiones de los sillares en su lado visto que oscilan entre los 60 y 70 cm. Bajo esta estructura localizada en la esquina nororiental del solar aparecen los restos vinculados con la construcción del propio templo. En concreto debemos señalar la existencia de un relleno de nivelación coetáneo con la realización de la plataforma de sillares que rodearía al templo (ue 834) y que se situaba directamente sobre el terreno geológico. En su interior hallamos restos de esquirlas de mármol, probablemente relacionadas con la realización de la decoración arquitectónica del edificio. A lo largo del corte aparecen un buen número de huellas circulares; se trata de huecos (ue 834, 838, 851) practicados en el nivel geológico para la construcción del templo ¿para colocar pies de andamios
Anejos de AEspA XLII
Fig. 133.
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
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Hilada de sillares bajo la superficie de opus signinum documentada en el perfil de la excavación de 1983
por ejemplo? Un ejemplo lo constituye una huella circular (ue 846) realizada durante la construcción del templo que fue rellenada por un nivel de tierra (ue 836) con material vinculado con el momento de la construcción. Por último, correspondiente a esta fase, documentamos en toda la longitud del corte la zanja de cimentación de la plataforma de sillares de granito que rodeaba el templo (ue 841) con un relleno de tierra (ue 835) y material arqueológico vinculado, una vez más a su construcción y fechado en época de Tiberio, como se indica en el estudio de materiales realizado en este mismo capítulo. Por último, bajo estas entidades de nivelación y relleno vinculados con la construcción del templo, aparecen los restos de estructuras romanas anteriores. En concreto hemos tenido ocasión de documentar los restos de un canal de desagüe doméstico (ue 843) que, en ángulo de 45° en relación con el templo, se dirigía en pendiente hacia los restos de una cloaca (ue 845) que correría en dirección este-oeste bajo un posible decumanus (fig. 134). Todas estas estructuras fueron amortizadas durante la construcción de la plaza y el templo.
Evolución ocupacional del solar Como último indicio de confirmación de la hipótesis que el Conjunto Provincial de Culto Imperial se realizó previa amortización de estructuras anteriores, se ha documentado un canal de desagüe de ladrillo (ue 843), excavado en el estrato de roca, con orientación norte-sur y pendiente muy pronunciada. Este canal confluye en una canalización central más amplia (ue 845; fig. 134), con orientación este-oeste, de la que se conserva parte de la bóveda de cubrición realizada en opus caementicium. Los restos más consistentes de la ocupación romana del solar pertenecen a la fase de construcción del templo en época altoimperial y constituyen un conjunto unitario con las estructuras descubiertas en las precedentes campañas de excavación en la misma área. Las evidencias arqueológicas relativas al período romano se concentran en la zona sureste y representan la continuación del conocido muro que cierra el pronaos del templo al este (ue 9) y la realización de una pavimentación (ue 28 y 33) situada entre dicho muro y la extremidad sureste del podio (fig. 135). La definición de este espacio resulta de
134
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 134.
Fig. 135.
Anejos de AEspA XLII
Restos del canal de desagüe doméstico que vierte a la cloaca amortizada para la construcción del templo
Vista general de la pavimentación de la plaza y el podio del templo
difícil interpretación debido al estado de conservación y a la peculiaridad del conjunto. La disposición con orientación norte-sur de las losas de mármol (ue 28) se realiza sobre una lechada de opus signinum de gran consistencia (ue 33) donde se aprecian las improntas del expolio de las mismas. De este modo se forma un área pavimentada cuyos limites originarios, al sur y al este, están ocultos por los actuales límites de excavación. La pavimentación marmórea presenta como limite norte la plataforma de sillares de granito (ue 63) que recibía las hiladas de revestimiento del núcleo en opus caementicium. Las improntas del revestimiento en las zonas de contacto con el granito resultan más estrechas (0,80 por 0,40 m) y siguen homogéneamente el perfil de la estructura de sillares. Si, por un lado, es fácil pensar a la extremidad sur de la pavimentación como perteneciente a un área abierto, resulta difícil explicar la funcionalidad del estrecho espacio (2,5 m por 2,5 m) que se realiza entre el pronaos y la esquina externa del podio, cuya pavimentación, además, se superpone a la cubierta de la canalización de desagüe de la parte superior de las estructuras (fig. 136). En este sentido, deberíamos excluir a priori la posibilidad de colocar en esta zona bases para el soporte de elementos ornamentales.
Anejos de AEspA XLII
Fig. 136.
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Detalle del espacio cuadrangular pavimentado en mármol.
En la zona oriental del solar se han documentado restos relativos a la base de una estructura de opus signinum (ue 814; Fig. ) que, al estado actual de la investigación, podría pertenecer a una canalización situada en la zona inferior del revestimiento del podio o simplemente a la superficie de apoyo de la moldura inferior del mismo. De la estructura en cuestión se conserva, además, la zanja de cimentación practicada en la roca (ue 841) rellena por un estrato de granito pulverizado (ue 835). A la fase de construcción del templo se pueden adscribir también los huecos circulares (ue 838 y 846) excavados en el terreno geológico, que pudieron utilizarse probablemente, en la colocación de las estructuras utilizadas en el levantamiento de los bloques graníticos y, en general, en la puesta en obra del paramento (fig. 137). A la edificación del templo pertenecen las estructuras documentadas previamente en la campaña de excavación de 1983. Se trata de una construcción homogénea relativa a una única fase cronológica a la que se adscriben los restos de la cimentación del pronaos constituidos por un núcleo de opus caementicium (ue 49, 50, 51, 52, 53, 54, 62), revestido con un paramento de sillares re-
Fig. 137.
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Huecos circulares excavados en la roca documentados en el sector B
gulares de granito, (ue 9, 56, 57, 58, 59). En la parte inferior del paramento (ue 41) se documentan restos de opus signinum (ue 44) sobre la que se colocaba una moldura de mármol. La aplicación de placas de revestimiento marmóreo (fig. 138) se realiza practicando huecos en los sillares para el alojamiento de la grapas metálicas de sujeción (ue 42,43). Los materiales recuperados en la excavación indican que el abandono del área parece haberse producido en una fecha que oscila entre finales del siglo IV y el siglo V d. C. como se indica en el estudio de materiales adjunto. El conjunto monumental sufre un primer momento de abandono natural que, quizá, se produce contemporáneamente al expolio de los principales elementos decorativos. En contacto directo con el nivel de pavimentación se registra un estrato de limo natural (ue 34) que sella las losas de mármol consintiendo en esta zona su buena conservación (fig. 139). El proceso parece terminado con la formación de una capa de color rojizo rica en fragmentos muy pequeños de material marmóreo (ue 21=27), arena, restos de cal y otro material constructivo que sella definitivamente la zona sureste. De este contexto estratigrá-
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Fig. 138.
Anejos de AEspA XLII
Detalle del alzado del templo con las huellas de las grapas de sujeción del placado marmóreo
Fig. 139.
Estrato de limo que supone el nivel de abandono de la plaza y el templo
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Fig. 140.
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Fotografía realizada al final de la excavación de 1983
fico proviene un fragmento de una inscripción monumental de 41 ´ 30 cm., de la que se conservan dos líneas epigráficas con letras de 10 y 11 cm186. A este nivel se superponen una serie de construcciones de muy mala calidad que representan el primer período de reutilización del área después del abandono del templo. Se trata de una serie de elementos arquitectónicos (ue 18, 19, 12, 11, 30, 32) que pertenecieron a la decoración del edificio y que se reemplean para la realización de una habitación de forma rectangular cuyos limites se definen en la zona norte, oriental y occidental, (al oeste se aprovecha el muro del pronaos), quedando el cierre sur oculto por el limite de excavación. De los fragmentos de cornisas que se encuentran, actualmente depositadas en la zona inferior del templo, otros cuatro pertenecían al contexto domestico documentado. A partir de una fotografía realizada al final de la excavación de 1983187 se puede intuir cómo las cornisas estaban 186 La inscripción, conjuntamente al resto de material epigráfico es analizada en este mismo volumen por el prof. A. Stylow. 187 Álvarez Martínez, J. M., 1985. Excavaciones en Au-
alineadas y formaban el lado norte de la habitación (fig. 140). La disposición horizontal al centro del muro deja apreciar un posible gran umbral de acceso desde ese mismo lado. Desafortunadamente las piezas se movieron de su colocación, perdiendo así la relación con el resto del conjunto. Sin embargo, es posible asociar esta estructura con la fase de ocupación visigoda, ampliamente documentada en el resto de las campañas de excavación. De esta fase, y asociado al nuevo uso de los elementos reempleados, se han documentado el nivel de uso de una estancia, constituido por un estrato de tierra de naturaleza arcillosa-arenosa (ue 25) y los restos de un posible hogar (ue 26) situado al Noreste. Es posible datar este conjunto por el hallazgo de un tesoro de monedas de la época de Leovigildo que constituye el terminus post quem para la cronología de este espacio188. El tesoro salió a la luz posteriormente al desmonte del muro que corre en dirección norte-sur (ue 11) realizado, también, con elementos constructivos reutilizados, provenientes de gusta Emerita, Arqueología de las ciudades modernas superpuestas a las antiguas, 52. 188 Mateos, Pizzo, Pliego, 2005, 251-270.
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la destrucción de parte del templo y perpendicular a la alineación de elementos arquitectónicos este-oeste (ue 18, 19, 12, 11, 30, 32). Se encontraba escondido debajo de un sillar de granito de grandes dimensiones que se relaciona a una pequeña puerta lateral que daba acceso a un posible otro espacio situado al este de la habitación (fig. 141). Las monedas no presentaban dispersión, encontrándose unidas por las infiltraciones de tierra posteriores a la descomposición de un posible contenedor de madera cuyos restos se han recogido con vista a la realización de un análisis arqueométrico que defina el tipo de material y los procesos de degradación (fig. 142). Con este mismo momento de ocupación se relacionan otros restos evidenciados en la excavación del área este. Se trata de una serie de estratos de diferentes composición y restos de estructuras (ue 808, 824, 842. ue 818, 820, 822, 826, 828, 829, 849) que se formaron posteriormente al expolio de esta zona del templo. A diferencia del área norte en la que se ha podido registrar la presencia de una importante ocupación de época visigoda, en el área este se ha documentado, únicamente, la asociación entre una pavimentación de cal bastante compacta (ue 822, 826) preparada con estratos de nivelación (ue 818, 827, 828) y el resto de una estructura constituida por un sillar (ue 820) en evidente relación con la pavimentación. Un primer abandono de estas estructuras tardoantiguas se produce en dos diferentes fases marcadas por la presencia de estratos cuyo material cerámico se coloca a lo largo del siglo VII (ue 24 y 850). En la zona sur de la excavación realizada en el año 2003 se ha evidenciado una segunda fase de abandono caracterizada por la abundante presencia
Fig. 141.
Anejos de AEspA XLII
Detalle del hallazgo del tesoro de tremises de época de Leovigildo
de estratos con composiciones arcillosas y limos con material orgánico descompuestos de lo que se conservan cenizas y carbones (ue 23, 22, 16=20, 14, 10=13). De la fase de ocupación del solar, posterior a este abandono, no es posible definir la funcionalidad de los restos y la cronología. Las evidencias arqueológicas relativas a este período se limitan a la presencia de una reforma en el muro ue 11, en rela-
ANVERSO
REVERSO MÉRIDA TOLEDO RECOPOLIS
ÉVORA
Fig. 142.
Monedas de oro, tras su limpieza y catalogación
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
ción, probablemente, con el muro ue 6 situado en el perfil sur de la excavación; a estas estructuras se asocian estratos de tierra (ue 4=5) parcialmente removidos por la intervención de los años 80 (ue 3). En la zona oriental de la intervención se documentan una serie de estratos (ue 801, 802, 805, 807, 811, 812, 813, 816, 821) de distinta composición que pertenecen a este mismo momento de ocupación del solar cuya adscripción cronológica resulta difícil de establecer. De la última fase del solar de la calle Holguín, relativa a los restos de las excavaciones realizadas en los años 80, se han documentado los estratos de tierra (ue 8, 2, 1 y ue 800, 806, 809, 810, 819, 847) removidos durante los trabajos, en posición estratigráfica invertida y mezclados por la intervención posterior de un medio mecánico.
4.6.
INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL SOLAR DE LA C/ HOLGUÍN, 32 (fig. 40.5) P. Mateos, A. Pizzo y T. Cordero
Desarrollo de la excavación (fig. 143) La superficie inicial de excavación se corresponde con un nivel horizontal de rípios constructivos contemporáneos generados por las labores de derribo de las estructuras que formaban el patio del solar excavado durante al año 2005 (ue 1). Bajo esta capa se documenta un suelo de cantos de río extendido por la casi totalidad del corte (ue 9) aunque éste aparece quebrado por tres fosas en la mitad sur, una de ellas relacionada con una reforma de este encanchado (ue 14-19) y otras dos de función indefinida (ue 15-16-17-18). En la esquina noroccidental del sondeo se sitúan los restos de una estructura (ue 2-5-6-24-26-30-31-39-40- 43-44), compuesta por muros de mampuestos irregulares, que incluyen fragmentos de decoración marmórea romana y cuyo desarrollo norte y oeste se pierde en ambos perfiles. Toda la fábrica presenta restos de un enfoscado de cal blanca tanto en el interior (ue 5), donde además se ha documentado toda una secuencia de aumento de cota de distintas superficies de uso (ue 3-21-22-28-29), como en el exterior de la estructura (ue 6). Por la cara sur se le adosa un muro realizado mediante sillares de granito reaprovechados de desiguales dimensiones y nivelado mediante el encaje de fragmentos de diferentes materiales constructivos (ue 7-13-20). En la esquina sureste del corte aparecen los restos de una cons-
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trucción de mampuesto de planta semicircular (ue 8-10-11-12). Este período de ocupación, definido por las estructuras contemporáneas anteriormente descritas (fig. 144), es posterior a la realización de una actividad de nivelación en este área constituida por una serie de capas de tierra de diferente composición (ue 23-27-36). La deposición de estas por todo el área excavada se relaciona con la amortización de las construcciones del período precedente. La fase de ocupación moderna se corresponde con los restos de una estructura muraria de mampuesto, dispuesta con dirección noreste-suroeste, conservada en la zona noreste del corte y amortizada por la construcción de estructuras contemporáneas (ue 35-47-48-55-56). Las últimas intervenciones del período moderno se relacionan con los restos de un posible hogar localizado en la zona noroccidental (ue 42-52) y una serie de rellenos de nivelación que ocupan todo el corte (ue 32-3334-37-38-45-46-51) (fig. 145). Las intervenciones modernas se superponen directamente sobre los únicos restos documentados de época califal. Esta fase, concentrada espacialmente al este y norte del área excavada, se corresponde con una fosa realizada para el desmonte de una estructura de época emiral (ue 58) y dos rellenos relacionados con actividades de subida de cota que cubren definitivamente los restos del templo romano (ue 41-53-60-64). Las acciones destructivas de cronología califal no han permitido ni la documentación ni el reconocimiento de los procesos de abandono de las construcciones de época emiral. Sin embargo, se han documentado, dentro de esta etapa, los restos de una estructura muraria embutida en su casi totalidad en la esquina noreste del corte y de la que se conservan dos sillares de granito presentado uno de ellos dimensiones excepcionales (1,30 m ´ 1, 05 m) (ue 58-62-63) (fig. 146). Al mismo período, corresponden una serie de estratos de tierra que cubren parte del templo romano y los restos de una construcción de época tardoantigua (ue 50-59-61). Las evidencias corrrespondientes al período tardoantiguo, entre la fase de ocupación romana y emiral, se identifican con dos estratos de tierra de diferente composición y con un alto porcentaje de fragmentos marmóreos (ue 66-67). Estos últimos generados durante el proceso de abandono de una estructura de habitación que amortiza los restos del templo romano y parte del suelo de la plaza del Conjunto Provincial una vez robada su pavimentación marmórea (ue 65-68-70). Esta construcción,
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Fig. 143.
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Planta del corte excavado en relación con el solar del templo y los puntos documentados en seguimientos de obras
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Fig. 144.
Restos asociados a la fase de ocupación contemporánea del solar
Fig. 145.
Estructuras modernas
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Fig. 146.
Anejos de AEspA XLII
Construcción de época emiral, que amortiza los restos del templo romano
que ocupa la mitad sur del corte, se compone de dos suelos de tierra machacada fuertemente compactados y con un alto porcentaje de fragmentos cerámicos, más una estructura muraria realizada
Fig. 147.
con mampuestos y una cornisa de granito reaprovechada que apoyan directamente sobre parte de los restos de las escaleras de acceso al templo (fig. 147). Estos vestigios se relacionan con los res-
Restos de un área de habitación de época visigoda
Anejos de AEspA XLII
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tos de otro muro de mampuesto documentado dentro del perfil sur, con la misma cota y características constructivas, cuya posible unión no ha podido ser detectada debido a la posición de este último; sin que sea posible descartar la presencia de un espacio abierto —¿una puerta?— entre ambas construcciones. Cabe destacar que esta zona de habitación amortiza también los restos de una boca de cloaca romana, de época altoimperial, situada al este de las escaleras del templo, posiblemente un sumidero, en cuya colmatación se han podido recoger materiales fechados en el siglo V. Una datación que coincide con la cronología de abandono del templo documentada en las excavaciones realizadas en esta área sacra durante las campañas de 2003 y 2004. La ocupación romana del área excavada presenta una serie de actividades que interesan casi
Fig. 148.
143
exclusivamente a las características constructivas del templo y la plaza del Conjunto. En el centro y sur del corte se documenta una capa de opus signinum adosada a los restos del templo. En ella es posible observar las improntas dejadas por las lastras de mármol, de las que sólo se conservan un fragmento en la esquina suroccidental (ue 74), que la cubrían y que actuarían como suelo del plaza, destacando una diferencia de coloración entre las improntas adosadas al templo que presentan una tonalidad rojiza y el resto de matiz blanco. En el centro de este nivel, aproximadamente, se puede observar una boca de cloaca de forma irregular, debido al robo de su cubrición (ue 71), y en la que ha sido posible observar en sección como el nivel de opus signinum está dispuesto sobre una base de sillares de granito (fig. 148).
Nivel de opus signinum marcado por las improntas de las lastras de mármol y una boca de cloaca
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En las zonas norte y oeste del área excavada se extienden los restos del pronaos formado por el antas oriental y las escaleras de acceso al templo (fig. 149). Estas últimas están delimitadas al este por una hilada de sillares de granito dispuestos de forma escalonada y con un corte a bisel tanto en los sillares situados en el extremo sur como en el norte, mientras que el núcleo está compuesto por
Fig. 149.
Anejos de AEspA XLII
opus caementicium (fig. 150). El pronaos conserva cinco hiladas de sillares de diferentes dimensiones unidos a tizón, con una serie de huecos circulares dispuestos regularmente y los vestigios de una capa de opus signinum situada en la parte inferior, que se relaciona con la cubrición marmórea del templo que no se ha conservado (ue 49-57-76) (fig. 151).
Vista general de los restos del antas oriental del templo y las escaleras de acceso
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Fig. 150.
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Planta con los restos de época romana documentados en el solar
Fig. 151.
Detalle del pronaos del templo
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4.7.
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INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA “ARCO DE TRAJANO” (fig. 40.6)
EN EL LLAMADO
P. Mateos, A. Pizzo, T. Cordero Como ya hemos señalado, gracias a la colaboración del Ayuntamiento de Mérida y a los técnicos de la gerencia municipal de Urbanismo, tuvimos ocasión de intervenir en diversos espacios públicos de la ciudad adaptados actualmente como jardines o plazas. Éste es el caso de la zona donde se encuentra en el llamado arco de Trajano, en el que pudimos realizar unos sondeos arqueológicos justo donde en 1964 ya intervino Menéndez Pidal para la restauración y reconstrucción de una supuesta puerta lateral del arco. Nuestros objetivos eran recuperar la cota original del arco en época romana, excavar su fundación, comprobar la existencia o no de las puertas laterales y conocer su vinculación con la plaza y el kardo maximus toda vez que las intervenciones arqueológicas realizadas con anterioridad en el pórtico, la plaza y el templo definían
Fig. 152.
Anejos de AEspA XLII
un urbanismo anterior a la construcción del Conjunto monumental (fig. 152). Tuvimos ocasión de desarrollar dos campañas de intervención; la primera realizada entre el 17 de mayo y el 31 de julio del año 2004, coincidía exactamente con el corte realizado en los años sesenta por Menéndez Pidal. La segunda, desarrollada entre los meses de julio y agosto del año 2005, amplió la superficie del corte hacia el Este (jardines), el Sur (kardo maximus) y Norte (plaza). La intervención se desarrolló en el vano E del arco, tanto en su parte interior como en su cara sureste, la cual se encontraba soterrada parcialmente por un jardín municipal. Las dimensiones del área excavada alcanzaron 8,50 m en dirección esteoeste por 12 m en dirección norte-sur (fig. 153). Se identificaron 58 unidades estratigráficas, que se distribuyen en dos fases correspondientes al período contemporáneo, una fase encuadrada dentro de una cronología medieval/moderna, otra de abandono que todavía no podemos fechar con seguridad y, por último, dos fases constructivas relativas al período romano.
Vista general de la zona excavada
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INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Fig. 153.
Planta del corte excavado con los restos documentados en su interior
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Desarrollo de la excavación La remoción del estrato vegetal que pertenece al jardín adyacente al arco se ha retirado mediante medios mecánicos (fig. 154), al igual que los acerados actuales situados en el interior del vano (ue 101-102-107) y en el sector oeste del área excavada (ue 100-102-105-106). Ambos están compuestos por losas de granito de aproximadamente 60 ´ 60 cm y grosor variable, apoyadas sobre una base de sustentación de cemento y hormigón. Una vez realizado el desmonte de ambas aceras se han documentado bajo ellas una serie de estructuras contemporáneas. En el límite norte del corte, adosada a la cara septentrional del vano, se sitúa la cimentación de un casa actual (ue 120) que reaprovecha un sillar de granito calzado con fragmentos de ladrillo y piedras de tamaño irregular apoyado parcialmente en la estructura romana. Esta fábrica estaba parcialmente embutida dentro de una arqueta de hormigón y ladrillo (ue 104), que se extiende desde el perfil norte hasta la mitad del vano este del arco. Las dimensiones de ésta son de 2,60 m desde el perfil norte hacia el Sur y 2,27 m desde el perfil oeste hasta el vano interior; posee un grosor de 40 cm. Toda la construcción está tapada por una cubierta plana de hormigón dispuesta sobre un ensamblaje de hierros entrelazados entre sí con un grosor total de 10 cm. Esta estructura, situada in-
Fig. 154.
Anejos de AEspA XLII
mediatamente debajo del acerado y sobre los niveles romanos, creaba un espacio subterráneo desde el cual se podían observar los diferentes materiales marmóreos relacionados con la decoración y el suelo del arco (fig. 155). A esta arqueta se le adosan por el lado oeste, también bajo del acerado, diferentes tubos pertenecientes al cableado telefónico (ue 109) separados entre sí por capas de cemento. Bajo estos últimos, dentro del perfil, se documenta un estrato de relleno relacionado con la obra telefónica (ue 111), con un alto nivel de humedad, que cubre las lastras de mármol romanas que sirven como suelo del arco y del cual se han extraído abundantes fragmentos de material marmóreo junto con fragmentos cerámicos de diferentes cronologías y ripios contemporáneos de composición heterogénea (plásticos, restos de ladrillo, monedas, ...). Al sur del arco, se han documentado una serie de estructuras contemporáneas pertenecientes a una vivienda. Una cimentación realizada con ladrillo y hormigón que atraviesa todo el corte de este a oeste (ue 2). Bajo ésta, se documentaron los restos de un aljibe dispuesto también en la misma dirección. Estos restos presentan un desarrollo de 3 m en sentido este-oeste y 80 cm en dirección nortesur, con una altura máxima conservada de 90 cm y un grosor de muro de 16 cm.
Desmonte de la capa vegetal perteneciente al jardín municipal
Anejos de AEspA XLII
Fig. 155.
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Estructura destinada a proteger restos marmóreos construida durante años 80 del siglo XX
En la esquina suroeste, aparece un canal embutido parcialmente en el perfil occidental bajo el cableado telefónico en el que se detectan dos fases constructivas (fig. 156). La primera de ellas, compuesta por una serie de piedras careadas unidas entre sí por tierra y con ladrillos reutilizados actuando como fondo del canal. La segunda, que sólo puede apreciarse parcialmente, se localiza bajo la superficie de sillares situada al sur del arco y está realizada mediante piedras careadas de tamaño más regular unidas con cal (ue 137). El desagüe de este canal probablemente se realiza en la alcantarilla romana situada en este sector del kardo maximus, que como hemos podido comprobar posiblemente siga funcionando en parte. Todas estas estructuras son cubiertas por una serie de estratos de relleno, caracterizados todos ellos por la alta proporción de ripios constructivos y basura de diferente composición (ue 4-5-108110-114-115-128-135-136). El proceso de deposición de los mismos se fecha en los años 80, tras el final de una serie de trabajos arqueológicos realizados en la zona y al concluir las obras relacionadas con la disposición del cableado telefónico.
Fig. 156.
Canal de desagüe
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Fig. 157.
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Restos constructivos dentro de estratos de rellenos contemporáneos sobre opus cuadratum
Esta sucesión de estratos se diferencia de otros localizados en la mitad sur del área excavada, entre la superficie vegetal del jardín y los niveles romanos, relacionados con las estructuras de viviendas situadas en esta zona (ue 7-8-13-115). Presentan una alta concentración de ripios constructivos que abarcan desde restos de opus signinum a una alta concentración de teja árabe. Además, hay que señalar, que cubren el robo de parte de una superficie de sillares de granito localizada al sur del arco (fig. 157). En la esquina suroeste del corte, aparecen los restos de una estructura muraria de mampuestos, probablemente reutilizados, con un desarrollo en dirección norte-sur (ue 122). En cuanto a su cronología, todavía no la hemos definido con seguridad aunque parece podría encuadrarse en un arco cronológico comprendido entre los períodos medieval/moderno. A este muro se le adosan otra serie de construcciones, al oeste y especialmente en su parte norte. En esta última área, se han documentado tres muros adosados cuya funcionalidad parece estar relacionada con reformas en las estructuras de habitación de la antigua vivienda situada al sur del arco en esta zona (ue 124-125-129). La fábrica adosada al oeste, correspondiente a una superficie horizontal de piedras y elementos reaprovechados (fustes de columna, piedras de molino), es identificada con un suelo (ue 123). Esta última estructura y el estrato de tierra donde apoya se encuentran cortados por la zanja de cimentación del cableado telefónico actual (fig. 158).
Las únicas evidencias que posiblemente puedan ser relativas a un período intermedio entre el anteriormente descrito y el romano, se corresponden con dos rebajes de diferentes dimensiones
Fig. 158.
Restos de estructura muraria al S del Arco
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
(ue 15-16) realizados en la zona central de una superficie de opus cuadratum que se sitúa al sur del arco (ue 9). El primero de ellos tiene forma cuadrangular y posee unas dimensiones de 40 ´ 40 cm, mientras que el segundo, situado al este del anterior, presenta una forma circular de 40 cm de diámetro. El período de ocupación romano presenta dos fases correspondientes a los momentos previos a la construcción y uso del monumento. En el área norte y central se encuentra la estructura del arco de Trajano (ue 12). En su vano interior oriental, se localiza una superficie de lastras de mármol apoyadas sobre una capa de opus signinum con unas dimensiones que varían entre una mayor de 2,40 m ´ 70 cm y otras menores con unas medidas iguales de 1,25 m ´ 90 cm. Todas las placas poseen un grosor de 5 cm (ue 118). Esta superficie está relacionada con dos escalones realizados en el mismo material situados en su lado norte, que apoyados sobre la misma base de opus signinum exhiben unas medidas desiguales: el inferior tiene unas dimensiones de 86 cm ´ 24 cm mientras que el superior posee unas de 1,20 m ´ 33 cm, además de presentar en su lado oriental un hueco realizado para encastrar una grapa destinada a sujetar la decoración del arco (ue 119). Esta diferencia no se debe a que estas piezas marmóreas hayan sufrido alguna actividad de destrucción (en los restos con-
Fig. 159.
151
servados no se observan roturas laterales que nos indique una acción de este tipo), sino que las medidas diferentes están relacionadas con la búsqueda de un efecto visual decorativo. En cuanto a su estado de conservación, hay que destacar el poco desgaste que presentan, a pesar de la presencia de pequeñas grietas originadas por la presión ejercida por la estructura de hormigón y ladrillo situada encima. Por último, mencionar que estos escalones no tiene una continuidad dentro del perfil occidental a diferencia de lo que ocurre con las lastras de mármol (fig. 159). En la misma zona, hemos documentado restos de la decoración de la imposta del arco, que se corresponden con una serie de placas de mármol encastradas verticalmente mediante un pequeño rebaje en forma de canal situado en la parte inferior del vano y un enfoscado de opus signinum en su parte posterior. Sobre estas placas se localiza una moldura del mismo material que ocupa toda la longitud de 3,05 m de la parte interior del vano (fig. 160). En el lado sur del suelo de lastras de mármol, donde éste se ha perdido debido al arranque de las placas en un momento que no podemos precisar por estar toda la zona revuelta por estratos contemporáneos, se detecta un cambio en la construcción. Mientras que en el interior de la moldura se aprecia una sucesión estratigráfica de mármol, opus signinum y sillares de granito, en esta zona observamos
Detalles suelo del interior del vano central este del Arco de Trajano
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Fig. 160.
Anejos de AEspA XLII
Restos conservados de la imposta y suelo interior del Arco
una base de piedras careadas y fragmentos de ladrillo sobre los que se dispone un nivel de opus signinum a una cota inferior al situado bajo las lastras marmóreas señaladas anteriormente (ue 139). Esta obra parece estar relacionada con el hueco rectangular similar a un canal que separa las dos superficies de opus cuadratum, y que presenta evidencias de huellas de pico (ue 10) (fig. 161). Al sureste de esta actividad, realizados sobre la superficie de sillares de granito que se ubica al sur del arco, se localizan dos huecos rectangulares de
Fig. 161.
iguales dimensiones (50 cm ´ 25 cm y 30 cm de profundidad) con restos de opus signinum en el fondo dispuestos en dirección norte-sur entre el vano lateral oriental y el vano central (fig. 162). El más meridional de estos rebajes (ue 141) estaba relleno de un estrato de tierra y piedra muy compactado (ue 134), tapado a su vez por dos fragmentos de mármol de 15 cm de grosor que no había sido documentado en la excavación hasta entonces. En el segundo (ue 23) se documentó un estrato de tierra con materiales contemporáneos (ue 5).
Detalle del cambio constructivo
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INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Fig. 162.
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Detalle de los rebajes practicados en superficie opus cuadratum
La superficie de opus cuadratum sobre la que sitúan los dos huecos anteriormente descritos, se extiende desde la cara sur del arco hasta que se documenta su robo unos 3 m más al sur (ue 9), aunque podemos apreciar su continuidad en los perfiles oriental y occidental. Los sillares de granito que forman la estructura están unidos a tizón, en hiladas sucesivas que alternativamente cambian su disposición de dirección norte-sur a este-oeste. Las dimensiones de éstos son variables; el de mayor tamaño exhibe unas medidas de 1,20 m ´ 66 cm mientras que el menor es de 90 cm ´ 66 cm. Cabe destacar el hecho de que estas desigualdades no se corresponden con la posición ocupada por los sillares dentro de hiladas. Toda la fabrica apoya sobre una sucesión de estratos de arcilla y granito descompuesto que actúa como cimentación (ue 17, 18, 20) (fig. 163). En la esquina sureste del corte se halla un preparado de piedras, granito y cal compactado contra la superficie central de sillares cubriendo parte de ésta (ue 14 y 132), con unas dimensiones de 80 ´ 75 cm. Encontramos, también, evidencias constructivas anteriores a la construcción del arco. La pri-
mera de ellas son los restos de una superficie de cal (ue 140), situada en la esquina suroeste del corte, rota en su lado oeste por un canal contemporáneo (ue 137); bajo ella se aprecian estratos constructivos. La segunda, se corresponde con los restos de una tongada de opus caementium (ue 21), que apoya directamente sobre la roca natural y que actúa como base de los rellenos de nivelación de la superficie central de opus cuadratum. Evolución ocupacional del solar Los niveles más antiguos detectados en esta intervención se relacionan con estructuras previas a la construcción del área del arco, y que son reaprovechadas en parte como base de la construcción del arco llamado de Trajano. Creemos que este caementicium se corresponde con la parte superior de la bóveda de la cloaca de un decumanus minor cuyo trazado es cercano al área de intervención arqueológica (fig. 164). El arco se identifica con la estructura correspondiente a una puerta de entrada a un recinto monumental del que hemos documentado, por un lado, la
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Fig. 163.
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Robo de sillares y cimentación
cimentación de un vano lateral al este del vano central (llamado arco de Trajano) y por otro, el suelo
Fig. 164. Restos de la cloaca de un decumanus minor amortizado para la construcción del arco
correspondiente a dicho vano lateral, más un suelo de opus cuadratum al sur de todas estas estructuras, interpretado como la planta de una pequeña plaza situada ante el Arco (fig. 165). En el interior del vano central oriental, los restos de la decoración marmórea de la imposta nos confirman el inicio del placado de mármol que cubriría el monumento, mientras que el suelo y los escalones del mismo material nos proporcionan una imagen parcial sobre la monumentalidad del acceso a la plaza central del Conjunto, que tendría un nivel de uso más alto al de este monumento tal y como nos indican los escalones (fig. 166). Lógicamente no entramos aquí a analizar ni la funcionalidad ni las características formales del arco que son estudiadas en el capítulo dedicado a este edificio; tampoco nos detendremos en la forma, funcionalidad y cronología de los distintos rebajes, grapas, cortes existentes en el alzado del arco y que son objeto de una lectura pormenorizada en ese mismo capítulo. Por último, las características de su forma y técnicas constructivas han merecido también un capítulo unitario junto con las del templo y el pórtico. Otros elementos fechados en época romana son los huecos rectangulares practicados al norte del suelo de opus cuadratum. Aunque su función no ha podido ser determinada con seguridad posiblemente estarían relacionados con el encastre de al-
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Fig. 165.
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Vista general de la zona excavada
Fig. 166.
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gún pedestal o de parte de su decoración escultórica (fig. 167). Estos rebajes son cegados intencionalmente, como se observa en el situado más al sur, en un momento indefinido cronológicamente. A una fase intermedia entre la ocupación romana y la contemporánea se corresponden los huecos situados en el centro de la intervención, presumiblemente para encastrar algún tipo de estructura de la que no se ha conservado nada (fig. 168). En este mismo período probablemente se pueda encuadrar la reforma practicada en el canal de desagüe, de origen romano, situado en la esquina suroeste. El resto de la secuencia cronológica viene definida por la documentación de estructuras contemporáneas, que se adscriben a las casas adosadas al norte y sur del arco, y los acerados de la calle actual junto con el cableado telefónico. También son encuadrables a este momento una serie de estratos de ripio constructivo y basura, identificados con el proceso de demolición de la casa adosada al sur y la zanja donde se insertan las líneas telefónicas. Por último, en esta evolución ocupacional, destacar la reconstrucción del vano lateral este del arco y la estructura de hormigón y ladrillo realizada en la mitad norte del interior de la moldura para proteger los restos marmóreos allí localizados.
Restos de la decoración marmórea del arco y detalle de la grapa de sujeción
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Fig. 167.
Huecos rectangulares realizados en la plataforma de granito
Fig. 168.
Rebajes de funcionalidad imprecisa
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4.8.
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
LOS MATERIALES ARQUEOLÓGICOS DE ÉPOCA ROMANA Y TARDORROMANA PROCEDENTES DE LAS EXCAVACIONES DEL DENOMINADO “FORO PROVINCIAL” DE MÉRIDA
Xavier Aquilué y Rafael Dehesa
Introducción Se estudia a continuación los materiales arqueológicos procedentes de las excavaciones realizadas en dos sectores distintos del conjunto arquitectónico del denominado “Foro Provincial” de Mérida. Por un lado, se analizan los materiales recuperados en las excavaciones del pórtico occidental del recinto arquitectónico. Por otro lado, se estudia el material cerámico aparecido en las excavaciones del templo descubierto en el año 1983 en la calle Holguín, el cual forma parte de este conjunto monumental. Los materiales estudiados corresponden todos ellos a estratos arqueológicos relacionados con las fases constructivas y de abandono de las estructuras arquitectónicas que permiten, por tanto, aportar precisiones cronológicas tanto a la construcción del complejo monumental como a la época de su amortización. No se han analizado los materiales procedentes de los estratos superficiales de estas excavaciones. Tampoco se han estudiado los materiales procedentes de estratos que, a pesar de que pudieron formar parte de las fases constructivas o de abandono del conjunto arquitectónico, presentaban de forma clara contaminaciones o alteraciones posteriores.
Los materiales cerámicos procedentes de la excavación del pórtico del denominado “Foro Provincial” Los materiales cerámicos recuperados en la excavación del pórtico occidental proceden en su mayoría de los estratos del relleno constructivo del conjunto arquitectónico. El pórtico, y todo el conjunto, fueron edificados sobre un amplio espacio urbano ocupado por cuatro ínsulas de casas correspondientes al momento fundacional de la ciudad. El arrasamiento de estas cuatro ínsulas permitió liberar un espacio suficiente para la construcción del nuevo conjunto arquitectónico. Para conseguir una superficie regular sobre la cual implantar el nuevo conjunto público, fue necesario aportar grandes cantidades de tierras, parte de las cuales han po-
157
dido ser excavadas científicamente. Este gran estrato de relleno constructivo presenta diversos niveles de tierras, algunos de ellos sellados mediante lechadas de cal y cerámica, que sirvieron para la compactación de los rellenos. Son, por tanto, estratos cerrados y relacionados directamente con la época de construcción del monumento. Cómo suele ocurrir en este tipo de niveles, los materiales cerámicos recuperados durante el proceso de excavación no son muy abundantes, se encuentran muy fragmentados, y, por norma general, contienen materiales residuales de las fases de ocupación precedentes de la ciudad. No obstante, los materiales más modernos de estos estratos proporcionan una datación precisa del momento de construcción o bien un terminus post quem sobre el cual plantear la cronología de las edificaciones. Las unidades relacionadas con esta fase constructiva, que analizamos a continuación, son las siguientes: 48, 49, 54, 60, 62, 68, 69, 73, 101, 103, 606, 607, 608, 609, 651, 653, 655, 1058, 1068, 1069, 1070 y 1072. U.E. 48 Se ha recuperado muy poco material cerámico. Tan sólo tres individuos, han aparecido en esta unidad estratigráfica. Se trata de un fragmento de borde de T.S. Itálica que pertenece a un plato o fuente para servir de la forma Conspectus 18. El reducido tamaño del borde no permite su dibujo. Del mismo modo, en esta unidad estratigràfica se ha recuperado un fragmento del borde de un cuenco de paredes finas de la forma Mayet 33 (fig. 169.1), así como una asa de ánfora bética de salazones Dressel 7/11 (fig. 169.2) de pasta anaranjada y con la presencia de un engobe blanquecino-amarillento en el exterior. U.E. 49 El material cerámico proporcionado por esta unidad estratigràfica es muy escaso. Tan sólo hay que reseñar la recuperación de un borde de un vaso de cerámica común oxidada, así como un borde de una olla de cerámica de cocina a torno por lo que no proporciona ningún tipo de información acerca de la cronología de formación del relleno constructivo. U.E. 54 Esta unidad apenas ha proporcionado material cerámico. Provienen de ella una base de cerámica de paredes finas de difícil adscripción tipológica debido a su pequeño tamaño, así como un informe del mismo tipo cerámico, un borde con asa de cerá-
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Fig. 169.
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Materiales cerámicos de los estratos constructivos (UE-48, UE-60, UE-62 y UE-68) del pórtico occidental del denominado “Foro Provincial” de Mérida
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mica común oxidada y un fragmento informe de ánfora bética. U.E. 60 Es una de la unidades estratigráficas que ha proporcionado mayor cantidad de material cerámico. Las cerámicas finas están representadas, única y exclusivamente por 3 individuos de T.S. Itálica, así como 2 fragmentos sin forma. Destacan un borde de una copa de la forma Conspectus 13.2.1 (fig. 169.3), un ejemplar de plato de la forma Conspectus 3 (fig. 169.4) y una base de copa de difícil adscripción (fig. 169.5). Las cerámicas finas y de cocina importadas son en su totalidad itálicas. Hay que señalar la presencia de un perfil completo de una fuente de servir de engobe rojo pompeyano de la forma Aguarod 6/Luni 5 de procedencia campana (fig. 169.6). Por conjuntos, la cerámica común de producción local, es la más numerosa. Se han contabilizado un total de 16 individuos, sobre un total de 33 recuperados en este estrato, lo que representa casi el 50% del material cerámico. Destacan sobre todo los cuencos de pasta beis (fig. 169.7 y 169.8), así como jarras (fig. 169.9), platos-tapaderas (fig. 169.10) y morteros. El conjunto anfórico de este estrato es muy homogéneo. Se ha documentado únicamente la presencia de ánforas béticas de salazones del tipo Dressel 7/11 (fig. 169.11, 12 y 13), concretamente 5 bordes pertenecientes a 5 individuos. Las pastas de estos envases son diversas. Alguno de ellos presenta la pasta típica de color verde-amarillento, mientras que otros ejemplares presentan una pasta de color rojizo-anaranjado en el exterior, con un engobe amarillento y el núcleo gris. U.E. 62 Un solo fragmento digno de mención ha sido recuperado en este estrato. Se trata de un fragmento de borde de tapadera de cerámica común oxidada de procedencia local (fig. 169.14), así como dos fragmentos informes y 4 fragmentos de estuco. U.E. 68 Se recuperó en este estrato un fragmento de borde de T.S. Itálica de la forma Atlante X, cuyo tamaño no ha permitido su dibujo. Hay que resaltar la presencia de un borde de mortero de cerámica común de producción local, perteneciente a la forma Vegas 7 (fig. 169.15), así como un fragmento informe perteneciente al mismo individuo.
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Del conjunto anfórico cabe hacer mención del hallazgo de 3 pivotes de ánfora bética de salazones Dressel 7/11 de pasta marrón, poco depurada con un engobe de color amarillento en la parte externa (fig. 169.16 y 17). U.E. 69 Se han documentado dos fragmentos de ánfora de salazones Dressel 7/11, correspondientes a un fragmento de labio y a una asa. Junto a ellos aparecen diversos fragmentos de estuco pintado. U.E. 73 De este estrato únicamente se han recuperado dos fragmentos cerámicos. Uno de ellos pertenece a una base de T.S. Sudgálica. Se trata de un fragmento de base muy degradado del cual ha resultado imposible determinar su forma. El segundo fragmento pertenece a un borde de jarra de cerámica común oxidada de fabricación local. U.E. 101 Un único fragmento se ha exhumado en este estrato. Se trata de un fragmento de borde de T.S. Itálica. Su reducido tamaño hace muy difícil su clasificación. Es posible que pueda relacionarse con una forma Atlante XXXI, 5. Debido a su tamaño no se ha podido dibujar el fragmento. U.E. 103 Se trata de un nivel bastante estéril por lo que respecta al material cerámico. Sólo aparecieron dos bordes de jarra, uno de ellos con asa, de cerámica común oxidada de producción local, así como algunas esquirlas de mármol. U.E. 606 Corresponde a un nivel de relleno completamente cerrado, dado que estaba sellado por una capa de cal. El conjunto cerámico de este estrato, es muy homogéneo. Las cerámicas finas de importación detectadas pertenecen a las producciones de T.S. Itálica. Entre ellas se han podido identificar un plato o fuente de la forma Conspectus 12.3.1 (fig. 170.1), una base atribuible a la misma forma (fig. 170.2), y una base de plato con decoración a ruedecilla en la cara interna atribuible a la forma Conspectus 10 o 11 (fig. 170.3). La cerámica de paredes finas está representada por un pequeño borde asimilable, con reservas, a la forma Mayet 20 (fig. 170.4), y un pequeño fragmento de base del cual no se puede precisar la forma (fig. 170.5).
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Fig. 170.
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Materiales cerámicos de los estratos constructivos (UE-606 y UE-608) del pórtico occidental del denominado “Foro Provincial” de Mérida
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Por tipos, la cerámica común oxidada y de cocción reductora de producción local está representada por 10 individuos respecto al total de 19 recuperados en este nivel, lo que supone más del 50% del material cerámico presente en el estrato. En cuanto a las formas presentes, hay que destacar un borde y dos bases de mortero (fig. 170.6), así como tapaderas de pequeñas dimensiones, jarras / tinajas (fig. 170.7 y 8) y ollas (fig. 170.9). Las ánforas se encuentran únicamente representadas por un ejemplar de la forma Dressel 7/11. Se trata de 3 fragmentos de labio y 6 informes que pertenecen un solo contenedor (fig. 170.10). Su pasta es de color rojizo-anaranjado, con el núcleo de color grisáceo y un engobe de color blanquecino en la parte exterior. Se trata de un ejemplar muy similar a otros exhumados en los diferentes niveles del relleno constructivo del pórtico, por lo que parece que puedan proceder de misma figlina. La boca, más o menos abierta, en forma de campana invertida, estaba destinada a facilitar el envasado de las conservas de pescado. Si bien el ánfora prototípica proviene de la Bética, su éxito y amplia difusión por todo el Imperio, hará que pronto surjan alfares que imiten estos modelos. Su denominación proviene de la tabla que H. Dressel estableció a partir del estudio de las ánforas de Castro Pretorio, en Roma. Otras denominaciones más inusuales para este tipo de ánfora son, por ejemplo, la de Camulodunum 186 A o Class 17 de Peacock y Williams. También provienen de este estrato, diversos fragmentos de lucernas, que no han permitido su clasificación, así como un fragmento de borde de dolium y diversos fragmentos de material constructivo (imbrices). Se ha recuperado también una moneda de bronce totalmente frustra que ha imposibilitado, por tanto, su clasificación. U.E. 607 En este estrato solamente se ha recuperado un fragmento informe de ánfora itálica. U.E. 608 El conjunto cerámico representado en este estrato tiene una gran similitud con respecto a los anteriores. La vajilla de mesa importada está presente con un fragmento informe de T.S. Sudgálica y algunos fragmentos de T.S. Itálica, Entre ellos, hay que señalar un borde de un plato de grandes dimensiones de la forma Conspectus 12, así como un fragmento de base relacionado posiblemente con una copa de la forma Conspectus 22 (fig. 170.11).
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La cerámica común oxidada de producción local, es el tipo que se encuentra representado con un mayor porcentaje. Destacan sobre todo las formas pertenecientes a jarras (fig. 170.12, 13 y 14) y morteros (fig. 170.15). La cerámica de cocina a torno está presente con un borde y una base que pertenecen a dos ollas. Las ánforas se encuentran representadas, única y exclusivamente por individuos del típico contenedor bético de la forma Dressel 7/11 destinado al envase y transporte de salazones y conservas de pescado (fig. 170.16). También se ha recuperado entre el material cerámico de esta unidad estratigráfica, una moneda de bronce cuyo estado de conservación no ha permitido su clasificación. U.E. 651 Se trata de otro estrato prácticamente estéril, ya que solamente ha proporcionado un fragmento informe de cerámica común oxidada, así como nueve fragmentos de revestimiento mural con pintura de color azul. U.E. 653 El conjunto cerámico de esta unidad estratigráfica está formado por 13 individuos pertenecientes a diversas categorías cerámicas. Respecto a la cerámica fina de importación, sólo hay que hacer mención a cuatro fragmentos informes de T.S. Itálica, uno de ellos con decoración, que podría asociarse a una copa Ritterling 2 o similar (fig. 171.1). Por lo que concierne a las cerámicas comunes importadas, la cerámica de cocina itálica está representada por un borde de plato-tapadera asimilable a la forma Aguarod 5 y la cerámica de engobe rojo interno pompeyano con un plato o fuente de la forma Aguarod 6/Luni 5 (fig. 171.2). La cerámica común de producción local está representada por 4 individuos. Las formas presentes en este estrato, son un borde de mortero (fig. 171.3), una pequeña jarra (fig. 171.4) y tapaderas de pequeñas dimensiones (fig. 171.5 y 6). Asimismo cabe resaltar la presencia de un fragmento informe de cerámica común local de tradición indígena con decoración de pintura rojiza (fig. 171.7). El conjunto anfórico está representado por dos bordes y 4 asas del ánfora bética de salazones Dressel 7/11 (fig. 171.8). Hay que reseñar, también, la presencia de numerosos fragmentos informes del mismo tipo de contenedor anfórico, así como la de un fragmento informe de ánfora tarraconense.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 171.
Anejos de AEspA XLII
Materiales cerámicos de los estratos constructivos (UE-653 y UE-655) del pórtico occidental del denominado “Foro Provincial” de Mérida
U.E. 655 En esta unidad sólo se ha documentado un fragmento de borde de una ánfora bética de salazones del tipo Dressel 7/11 (fig. 171.9), un fragmento de asa de ánfora sur-peninsular y numerosos fragmentos informes de la misma procedencia. Hay que destacar la presencia de un fragmento de asa de una ánfora itálica, probablemente perteneciente al tipo Dressel 1. U.E. 1058 Esta unidad estratigráfica ha proporcionado bastante material cerámico. Las producciones de vajilla de mesa están representadas únicamente por la T.S. Itálica. Se han podido identificar tres ejemplares. Dos de ellos pertenecen a bases, de difícil adscripción tipológica, aunque uno de ellos podría tratarse de un pie de copa de la forma Conspectus 22 (fig. 172.1), y el otro un pie de la forma Ritterling 8. Más segura es la identificación de un fragmento de borde la copa Conspectus 36.4.1, o una variante de la misma. Estos últimos no han podido ser dibujados debido a su tamaño. Contamos, además, con la presencia de 7 fragmentos informes del
mismo tipo cerámico, y con la total ausencia de cerámica T.S. Sudgálica. La cerámica común de producción local es la más abundante, sobre todo la cerámica común oxidada. Pertenecen a este tipo cerámico, 31 individuos de los 45 recuperados en este estrato. Las formas documentadas son jarras (fig. 172.2, 3 y 4), tapaderas (fig. 172.5 y 6), cuencos, tinajas/ollas (fig. 172.7 y 8) y morteros (fig. 172.9). Las pastas oscilan entre el color anaranjado y beis-amarillento, y deben pertenecer a producciones de los alfares locales emeritenses. Los fragmentos de ánforas se reducen a 2 labios y 3 asas de la ánfora de salazones de procedencia bética Dressel 7/11 (fig. 172.10), pertenecientes a cinco ejemplares diferentes. Completan el conjunto cerámico de este estrato, un borde de dolium, así como parte del disco de una lucerna del tipo Dressel 9A, con decoración de pétalos. U.E. 1068 Sin duda una de las unidades estratigráficas que ha proporcionado una mayor cantidad de material
Anejos de AEspA XLII
Fig. 172.
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
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Materiales cerámicos del estrato constructivo UE-1058 del pórtico occidental del denominado “Foro Provincial” de Mérida
cerámico. Para fijar la datación de la formación del relleno constructivo, contamos con un buen número de individuos de vajilla fina de importación. Ésta, es en su totalidad de procedencia itálica, con un total de 11 fragmentos que pertenecen a 9 individuos. Las formas identificadas de la T.S. Itálica son las siguientes: un fragmento de base y dos informes de un plato de la forma Conspectus 18 con sello de fábrica en cartela ovalada COMMVNIS/ MEMMI (Oxé-Comfort-Kenrick n.º 1143 pág. 280), fechado a partir del cambio de Era y de fábrica desconocida (fig. 173.1); un borde que pertenece a la misma forma Conspectus 18 (fig. 173.2); un borde de la copa Conspectus 22.1.3 (fig. 173.3); un borde con decoración exterior a ruedecilla de un cuenco Conspectus 32.1.2 (fig. 173.4); un labio de la forma Conspectus 26 (fig. 173.5); un borde de cuenco con decoración a ruedecilla de la forma Conspectus 36.3.2 (fig. 173.6); y un fragmento de borde de un plato asimilable a la forma Conspectus 4 en alguna de sus variantes (fig. 173.7). El tipo cerámico mejor representado es, como hasta ahora, el de la cerámica común oxidada de
producción local con un total de 33 individuos sobre un total de fragmentos pertenecientes a 74 individuos, lo que representa cerca del 45 % del material cerámico recuperado en este estrato. Destacan, de entre las formas, los cuencos, platos, jarras (fig. 173.8, 9 y 10), tapaderas (fig. 173.11) y morteros, con variedad de pastas. Hay que destacar la presencia de un borde de un gran cuenco de cerámica común con decoración de pintura de color rojizo a bandas (fig. 173.12). El conjunto anfórico de este estrato presenta mayor diversidad respecto a los estratos mencionados anteriormente, ya que a los 13 individuos pertenecientes al tipo bético Dressel 7/11 de salazones (fig. 173.13-20), hay que añadir un fragmento de pivote de un ánfora olearia, también de procedencia bética, del tipo Dressel 20 (fig. 173.21). Es interesante resaltar también la presencia de dos fragmentos de asa de un mismo ejemplar de una ánfora del Egeo, de las denominadas de “tipo de Cos”, destinada al transporte de vino griego de la zona del Egeo (fig. 173.22). Este tipo de ánfora inspirará posteriormente, en cuanto a su morfología, a los
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 173.
Anejos de AEspA XLII
Materiales cerámicos del estrato constructivo UE-1068 del pórtico occidental del denominado “Foro Provincial” de Mérida
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
contenedores para envase y transporte de vino del tipo Dressel 2/4 itálico y tarraconense. También se han recuperado diversos fragmentos de lucernas, entre ellos una base de tipo indeterminado, dos fragmentos de disco de una lucerna de volutas del tipo Dressel 9A (fig. 173.23), así como 6 bordes de dolia pertenecientes a 2 individuos. Fuera de la categoría cerámica, hay que resaltar la presencia de una moneda de bronce, de pequeño módulo, totalmente frustra y un fragmento de placa de bronce con una inscripción incisa que se estudia en el apartado de epigrafía. U.E. 1069 En este estrato, la presencia de vajilla de mesa se reduce a una base de T.S. Itálica asimilable a un plato de la forma Conspectus 12, un labio de un cuenco de la forma Conspectus 36, y a un borde de difícil clasificación, posiblemente relacionado con la forma Atlante X-8. Hay además 8 fragmentos informes de T.S. Itálica. Los fragmentos conservados tienen unas dimensiones tan pequeñas que no han sido reproducidos gráficamente. Por la
Fig. 174.
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misma razón, su clasificación tipológica plantea reservas. La cerámica común de producción local es también mayoritaria, con producciones oxidadas y reductoras. Representa un 81% de los ejemplares individualizados. Están presentes las formas más comunes de este tipo cerámico como, por ejemplo, morteros (fig. 174.1), cuencos (fig. 174.2), jarras o tinajas (fig. 174.3, 4 y 5) y tapaderas (fig. 174.6 y 7) de tamaños diversos. Hay que señalar también la presencia de un fragmento de base de cerámica de paredes finas de forma indeterminada, así como fragmentos del disco y del pico de una lucerna de volutas de la forma Dressel 9 B. U.E.1070 Este estrato ha proporcionado material significativo para proponer una datación a la formación del relleno constructivo del pórtico. También en este caso la vajilla fina de importación es, en su totalidad, de origen itálico (T.S. Itálica). Su presencia se reduce a un perfil completo
Materiales cerámicos de los estratos constructivos (UE-1069 y UE-1070) del pórtico occidental del denominado “Foro Provincial” de Mérida
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de una pequeña copa de cuerpo cónico de la forma Conspectus 22.1.3 (fig. 174.8). Esta copa tiene un sello en cartela cuadrangular bastante degradado cuya lectura se hace difícil. Es probable que pueda leerse “.TITI/P.TRI”, con muchas reservas. De ser ésta la lectura, se trataría de alguno de los alfareros aretinos que firmaron con el nomem TITIVS. Los dos individuos restantes son un fragmento de base de difícil atribución (fig. 174.9), y un fragmento de labio que, debido a su tamaño, no ha sido posible identificar. La cerámica de paredes finas, seguramente de producción sur peninsular, está presente con un fragmento de borde de una posible forma Mayet 33 (fig. 174.10). Como en las demás unidades estratigráficas, la cerámica común de producción local es el tipo predominante. En conjunto, representa el 68% de individuos recuperados. Las formas presentes son, como en las demás unidades, cuencos, morteros, jarras (fig. 174.11-14) y tapaderas (fig. 174.15) de distintos módulos. Las ánforas están representadas por un único fragmento de borde de una ánfora de salazones de tipo bético de la forma Dressel 7/11 (fig. 174.16). La pasta, de color anaranjado y con el núcleo gris, presenta en la parte externa un engobe de color blanquecino. Las lucernas están representadas en este nivel por 3 fragmentos del disco de un ejemplar que podría identificarse con una lucerna de volutas Dressel 9 A. U.E. 1072 Este nivel es prácticamente estéril y sólo ha proporcionado un fragmento de una asa de ánfora bética de salazones del tipo Dressel 7/11, así como algunos fragmentos informes del mismo tipo anfórico.
La cronología de los estratos de construcción del denominado “Foro Provincial” Las diferentes unidades estratigráficas relacionadas con los estratos constructivos del denominado “Foro Provincial” de Mérida han permitido identificar las siguientes producciones y formas cerámicas: · T.S. Itálica: Conspectus 3; Conspectus 4; Conspectus 10 u 11; Conspectus 12; Conspectus 12.3.1; Conspectus 13.2.1; Conspectus 18; Conspectus 18 con sigillum de COMMVNIS/MEMMI;
Anejos de AEspA XLII
Conspectus 22; Conspectus 22.1.3; Conspectus 22.1.3 con sigillum de TITI/P.TRI; Conspectus 26; Conspectus 32.1.2; Conspectus 36; Conspectus 36.3.2; Atlante X; Atlante X-8; Atlante XXXI,5. · T.S. Sudgálica: Sin formas identificadas (un fragmento de base y un informe). · Cerámica común de paredes finas: Posible forma Mayet 20 y Mayet 33. · Cerámica común itálica: Platos de engobe rojo pompeyano de la forma Aguarod 6/Luni 5 y platos-tapaderas asimilables a la forma Aguarod 5. · Cerámica común de posible fabricación local: cuencos, jarras, platos-tapaderas, tapaderas, morteros y dolia, · Cerámica de cocina: ollas. · Lucernas: Dressel 9 A y Dressel 9 B. · Anforas: Itálicas (Dressel 1), griegas (ánforas del Egeo) y béticas (Dressel 7/11 y Dressel 20). · Materiales de construcción: imbrices y tegulae. A estas producciones cerámicas se ha de añadir la presencia de tres monedas de bronce de las unidades estratigráficas 606, 608 y 1068 que, debido a su degradado estado de conservación, no han podido ser clasificadas. El conjunto de materiales recuperados evidencia una cronología para la formación de estos estratos de la época del emperador Tiberio (14-37 d. C.). Sin duda, la vajilla de mesa mayoritaria es la T.S. Itálica con un repertorio de formas bien conocido y bien datado gracias, principalmente, a los estudios cerámicos efectuados en los campamentos romanos del limes germánico (Conspectus 1990, 39-43). Las formas identificadas presentan un amplio aspectro cronológico que abarcan gran parte de la época de Augusto, desde la segunda década del siglo I a. C. hasta finales de su mandato. Así, se documentan formas claramente augusteas como las formas Conspectus 10 u 11, 12 (con la variante 12.3.1) y 13 (con la variante 13.2.1). Junto a ellas, aparecen formas que se datan ya en época de Tiberio, como las formas Conspectus 3.32 (con la variante 32.1.2) y 36 (con la variante 36.3.2), y todo un elenco de formas de amplias cronologías que pueden oscilar entre los dos últimos decenios del siglo I a. C. y la época de Tiberio o posterior, como las formas Conspectus 4, 18, 22 (con la variante 22.1.3), Atlante X y Atlante XXXI,5, o simplemente con dataciones dentro de la primera mitad del siglo I d. C., como la forma Conspectus 26. De los sigilla documentados hay que resaltar que el correspondiente a la forma Conspectus 18 que presenta el sigillum “COMMVNIS/MEMMI”, dentro
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
de una cartela ovalada, debe ponerse en relación con el taller aretino de “C. MEMMIVS”, ceramista ya documentado en Emerita189, y que estuvo activo entre el 10 a. C. y el 20 d. C. Respecto a la estampilla de dudosa lectura “.TITI/P.TRI”, en cartela cuadrangular con barra central, documentada en un ejemplar de la forma Conspectus 22.1.3, de ser correcta su lectura, se relacionaría, posiblemente, con los alfareros aretinos A. TITIVS, C. TITIVS o L. TITIVS, algunos de los cuales han sido documentados en Emerita190. Por tanto, las formas más modernas documentadas de la T.S. Itálica apuntan a una datación ya de época julio-claudia, dentro seguramente de la época de Tiberio. La presencia de los escasos fragmentos de la producción T.S. Sudgálica es de gran valor cronológico. El inicio de esta producción se situa a finales de la época del emperador Augusto, estando ya documentada su comercialización a partir del 20 d. C. (período inicial), ya en época de Tiberio191. En este sentido es significativa su ausencia, por ejemplo, en los estratos de colmatación del gran pozo de sillares localizado en la solar de l’Almoina de la ciudad de Valencia, datado en el primer decenio del siglo I d. C., donde sólo están presentes las sigillatas itálicas192. También es interesante destacar su ausencia en los estratos preconstructivos del edificio denominado “La Antigua Audiencia” del foro provincial de Tarraco, los cuales se han datado muy a inicios de época tiberiana (15-20 d. C.), atendiendo a las cronologías proporcionadas por las formas más modernas de la T. S. Itálica193. El mismo hecho sucede en los conjuntos cerámicos asociados al “Nivel 3” de la “Casa de los Delfines” de la colonia Lepida-Celsa, datados en época de Tiberio, pero anteriores al 30 d. C., donde todavía no hay presencia de T.S. Sudgálica194. Por contra, aparece ya de forma poco significativa (un 5 % del total de las sigillatas) en los niveles de aterrazamiento para la construcción del teatro de la ciudad romana de Caesaraugusta, niveles que han sido datados en un momento avanzado de la época tiberiana195. En este sentido, la cronología propuesta para nuestro conjunto cerámico vendría a confirmar estratigráficamente el inicio de la presencia de la T.S. Sudgálica en Mérida durante la época de Ti189 190 191 192 193 194 195
Pérez, 1990, 66-67. Pérez, 1990, 88-89. Vernhet, 1991. Albiach et alii, 1998, 139-166. Agraz, Carreté, Macías, 1993, 87-105. Beltrán et alii, 1998, 706-714. Beltrán, Paz, Lasheras, 1985, 104-106.
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berio. Ya F. Mayet adelantó esta posibilidad al estudiar los sigilla de T. S. Sudgálica encontrados en Mérida y donde pudo documentar la existencia de 29 estampillas de alfareros de la Graufesenque que iniciaron su producción en época de Tiberio196. Referente a las cronologías que aportan el resto de las producciones, hay que señalar que los escasos fragmentos de cerámica común de paredes finas sólo han permitido identificar con seguridad los cuencos de la forma Mayet 33, con dataciones entre la época de Augusto y la de Claudio197 y la posible presencia de la forma Mayet 20, con una cronología augustea-tiberiana198. Entre la cerámica común de importación itálica, hay que destacar la presencia en Mérida de los grandes platos con engobe rojo pompeyano de la forma Aguarod 6/Luni 5 (de origen campano), con unas cronologías que abarcan desde época de Augusto hasta los últimos decenios del siglo I d. C.199, así como platos-tapaderas de producción itálica, asimilables a la forma Aguarod 5, que presentan también cronologías muy amplias, desde época tardorrepublicana hasta finales del siglo I d. C.200. El conjunto de cerámica común de posible fabricación local, con una rica y variada tipología de cuencos, jarras, platos-tapaderas, tapaderas, morteros y dolia, está relacionado con las series conocidas de la cerámica común emeritense de época altoimperial201; series, no obstante, que requieren todavía un estudio cronológico en profundidad para poder ser utilizadas como elementos de datación. Lo mismo sucede con la cerámica de cocina y su variada tipología de ollas para la cocción de alimentos. Más significativos son los fragmentos documentados de lucernas de volutas pertenecientes a las formas Dressel 9 A y Dressel 9 B, variante esta última que aparece a finales de época augustea y llega hasta época flavia, pero que nos estaría señalando también unas cronologías posteriores a época de Augusto para la formación de los estratos que estamos comentando. Respecto a las ánforas, se ha podido identificar una asa atribuida a una ánfora itálica del tipo Dressel 1, de época tardorrepublicana y, por tanto, residual en estos niveles; un ejemplar de ánfora del Egeo, de las denominadas de “tipo de Cos”, que demuestra la comercialización del vino griego también en Mérida durante los 196 197 198 199 200 201
Mayet, 1978, 79-100. López Mullor, 1990, 321-322. López Mullor, 1990, 291-292. Aguarod, 1991, 74-79. Aguarod, 1991, 117-118. Sánchez, 1992; Alvarado/Molano, 1995.
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primeros decenios del siglo I d. C., dado que este tipo de ánforas se encuentra bien documentado en contextos del siglo I d. C. en todo el Mediterráneo Occidental, y la presencia, sobre todo, de ánforas béticas del tipo Dressel 7/11, destinadas a la comercialización de salazones, y del tipo Dressel 20, destinadas a la comercialización del aceite bético. Las amplias cronologías que presentan estas dos formas, no plantean ningún problema en este contexto tiberiano. Como conclusión, y una vez analizados todos los materiales que acabamos de comentar, proponemos una datación de época de Tiberio avanzada, en torno al año 30 del siglo I d. C., para la construcción del denominado “Foro Provincial” de Mérida. Esta cronología avanzada en epoca del emperador Tiberio explicaría ya la presencia de la T.S. Sudgálica, aunque minoritaria, con las formas posteriores a la época de Augusto de las producciones de la T.S. Itálica., las cuales una vez amortizadas acabaron tiradas, junto con los otros materiales arqueológicos, con las tierras de los rellenos destinados a facilitar la construcción del denominado “Foro Provincial” de Mérida.
El material cerámico procedente de las excavaciones del templo de la C/ Holguín Los materiales cerámicos recuperados durante el proceso de excavación del templo situado en la C/ Holguín, no son muy cuantiosos. No obstante, nos ofrecen, en su conjunto, una datación precisa acerca del momento de abandono o amortización de dicho edificio religioso, y, por extensión, del conjunto arquitectónico que lo albergaba. Los estratos que pertenecen a esta fase de abandono son los siguientes: 817, 825, 827, 830, 831, 832, 833 y 834. U.E. 817 En esta unidad fueron recuperados dos fragmentos de T.S. Africana D 1. Se trata de dos fondos de grandes platos o fuentes ápodas sin que se pueda precisar con certeza a que forma pertenecen, aunque estarían relacionadas con las formas Hayes 59 o Hayes 61 (fig. 175.1 y 2). Respecto a la cerámica común oxidada de producción local y cerámica de cocina a torno perteneciente a este estrato, se han podido identificar un borde de mortero, 3 asas de jarras, y 2 labios y 3 bases de ollas, respectivamente.
Anejos de AEspA XLII
Finalmente, 3 fragmentos informes de ánforas de procedencia africana completan el conjunto cerámico. U.E. 825 Este estrato ha proporcionado diversos fragmentos de T.S. Africana D 1. Entre ellos un fragmento de labio de un plato de la forma Hayes 76 (fig. 175.3), un borde un cuenco de la forma Hayes 80 A (fig. 175.4), 3 fondos de platos o fuentes de fondo plano de forma indeterminada pero que podrían estar asociados a la forma Hayes 61 (fig. 175.5), y un fondo con decoración estampada del estilo Hayes A-2 o Hayes A-3, con el motivo decorativo (un cuadrado reticulado) Hayes 69/Atlante 31 (fig. 175.6). Junto a la T.S. Africana D 1 también está presente la T.S. Hispánica Tardía con un fragmento de borde de un cuenco asimilable a la forma Mezquíriz 5/Palol 8 (fig. 175.7), así como un fragmento de base indeterminada (fig. 175.8) y dos fragmentos informes. La cerámica común oxidada de producción local, sin ser muy numerosa, está representada por un labio de tapadera, 2 bordes y 2 asas de jarras, así como 3 bases de forma indeterminada. Por lo que hace referencia a los contenedores anfóricos, sólo se han recuperado unos pocos fragmentos informes de ánforas de procedencia sur peninsular y africana. U.E. 827 En este estrato, por lo que concierne a la vajilla de mesa importada, han aparecido algunos fragmentos de T.S. Africana D 1, entre ellos un labio de un plato de la forma Hayes 67 (fig. 175.9) y dos fragmentos informes. También está presente la producción peninsular de vajilla fina de mesa T.S. Hispánica Tardía Meridional, con un fragmento de cuenco de la forma Orfila 2 que presenta una decoración a ruedecilla en su pared externa (fig. 175.10) y otro fragmento de un plato de la forma Orfila 5 con decoración estampada en el borde exterior (fig. 175.11). Respecto a las cerámicas comunes, se ha recuperado un borde de una cazuela y un labio de una olla de cerámica de cocina a torno, así como dos bordes y un asa de jarras. U.E. 830 En esta unidad estratigráfica únicamente se ha recuperado un fragmento de borde de un cuenco con listel de la forma Hayes 91 A/B de la T.S. Africana D 1 (fig. 175.12).
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INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
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Fig. 175. Materiales cerámicos de los estratos de abandono (UE-817, UE-825, UE-827, UE-830, UE-831 y UE-832) de la excavación del templo situado en la C/ Holguín perteneciente al denominado “Foro Provincial” de Mérida
U.E. 831 Esta unidad estratigráfica ha proporcionado muy poco material cerámico. Junto con cerámicas residuales del período alto-imperial (T.S. Hispánica y T.S. Sudgálica), se ha identificado un fragmento de la forma Hayes 50 de la T.S. Africana C 1 (fig. 175.13), así como un fragmento de borde de la forma Hayes 61 de la T.S. Africana D 1 (fig. 175.14). U.E. 832 y 834 Si bien durante el proceso de excavación estas dos unidades fueron individualizadas, al estudiar el material cerámico aportado por cada una de ellas, se ha podido comprobar que diversos fragmentos de las dos unidades pertenecían a un mismo ejemplar, con lo que hemos optado por contemplar el material cerámico como si se tratase de un solo estrato. Junto a algunos fragmentos de producciones cerámicas de época alto imperial, entre los que destacan dos fragmentos de bordes de un mismo ejemplar de la forma Drag. 15/17 de T.S. Hispánica (fig.
175.15), también aparecieron algunos fragmentos de T.S. Africana D 1, entre ellos un fragmento de borde de la forma Hayes 91 B (fig. 175.16), así como un fragmento informe de un fondo con decoración a la ruedecilla en su parte interior que podría corresponder a la misma forma. Asimismo, se recuperó un fragmento de un plato de grandes dimensiones de la forma Drag. 37 A de T.S. Hispánica Tardía (fig. 175.17). La cerámica común y de cocina son las categoría que han proporcionado un mayor número de individuos en estos estratos. La cerámica común oxidada está representada básicamente por jarras, con un máximo ocho individuos, así como un borde de tapadera. La cerámica de cocina a torno, está presente con cinco individuos, cuatro de ellos son ollas y el restante un cuenco. Por lo que respecta a las ánforas, tan sólo se recuperaron en estos estratos algunos fragmentos informes de ánforas de procedencia africana y surhispánica.
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U.E. 833 El material de esta unidad recuperado es muy pobre. Entre las vajillas finas de mesa, únicamente se puede destacar la existencia de una base de la forma Hayes 61 de T.S. Africana D 1 y cinco fragmentos informes de T.S. Hispánica Tardía. Por tipos, la cerámica común oxidada de producción local es la más abundante. Pertenecen a este estrato 8 individuos, entre los que destacan un pequeño colador de pasta amarillenta y un borde, una base y cinco asas de jarras. Respecto a las ánforas, sólo se documentan cuatro fragmentos informes de procedencia surhispánica y tres fragmentos informes indeterminados.
La cronología de los estratos de abandono del denominado “Foro Provincial” Los escasos materiales que han proporcionado los estratos relacionados con el abandono y la amortización del conjunto arquitectónico relacionado con el templo de la calle Holguín de Mérida, se agrupan en las siguientes producciones y formas cerámicas de época tardorromana, dejando de lado las producciones residuales: · T.S. Africana C 1: Hayes 50. · T.S. Africana D 1: Hayes 59; Hayes 61; Hayes 67; Hayes 76; Hayes 80 A; Hayes 91 A/B; Hayes 91 B. Decoración estampada del Estilo Hayes A-2 o A-3 con el motivo Hayes 69/Atlante 31. · T.S. Hispánica Tardía: Mezquíriz 5/Palol 8; Drag. 37 A tardía. · T.S. Hispánica Tardía Meridional: Orfila 2 y Orfila 5. · Cerámica común tardorromana: cazuelas, morteros, jarras, tapaderas y ollas. · Anforas tardoromanas: africanas y sudhispánicas, sin que se haya podido identificar ninguna forma. Este conjunto de producciones y formas apuntan a una cronología clara de primera mitad del siglo V d. C. para el abandono del conjunto monumental, siendo las producciones de vajilla de mesa del Africa Proconsularis, conocidas como T.S. Africana D1, las que permiten una mayor precisión cronológica. El conjunto de las formas documentadas de esta producción es característico de la primera mitad del siglo V. Así, aparecen formas que están presentes tanto en contextos de la segunda mitad del siglo IV como de la primera mitad del si-
Anejos de AEspA XLII
glo V (formas Hayes 59, 61, 67 y 91 A/B). Sin embargo, están presentes ya las formas Hayes 76 o Hayes 80 A que aparecen hacia el 400 y que son típicas del siglo V, especialmente de su primera mitad. En este sentido, conjuntos bien datados dentro de esta primera mitad del siglo V presentan las mismas formas que las aparecidas en estos niveles de abandono emeritenses. Así, por ejemplo, en la Fase 1c del taller norteafricano de El Marhine, datada entre el 400/420 y el 450, están presentes las formas Hayes 61, 67, 76 A/B, 73 A/B, 80 A/B y 91 A/B, todas ellas, excepto la Hayes 73, presentes en nuestro conjunto (Mackensen 1993, 433-435). En los estratos datados en el segundo cuarto del siglo V procedentes de las excavaciones efectuades en la Schola Praeconum del Palatino, aparecen documentadas todas las formas de T.S. Africana D1 que detectamos en Mérida: formas Hayes 59; 61; 67; 76; 80 A; 91 A; 91 B y el mismo motivo decorativo estampado202. También entre los materiales del cargamento cerámico del pecio de Port Miou (Casis, Provenza) aparecen documentadas las mismas formas que estamos estudiando de la T.S. Africana D1, con formas Hayes 61; 80; 91 y decoraciones del estilo A2-A3. Este pecio ha sido datado hacia el 425203. En el vertedero de la plaza Mayor de Sant Martí d’Empúries, datado en la primera mitad del siglo V, aparecen las formas Hayes 61, 67, 80 A, 91 A/B y 91 B, presentes en nuestro conjunto de Mérida, a pesar de que no se ha documentado las formas Hayes 59 y 76204. En el vertedero de Vila-roma de Tarragona, datado entre el 440-450, aparecen documentadas, entre otras formas, las formas Hayes 59; 61; 76; 80 A; 91 A; 91 B y decoraciones del estilo A-2 o A-3, con motivos Hayes 69/Atlante 31, como las identificadas en Mérida205. Creemos que estos paralelos son suficientes para confirmar la datación del conjunto de formas de la T.S. Africana D aparecidas en los niveles de abandono del denominado “Foro Provincial” de Mérida. La falta de formas que sabemos que son características de contextos de segunda mitad del siglo V, como por ejemplo la forma Hayes 87 o la Hayes 12/2, no permiten llevar más allá del 450 a los materiales que estudiamos. Los ejemplares de T.S. Africana D procedentes de las excavaciones del templo de la calle Holguín ayudan a completar la presencia de esta producción cerámica en Emé-
202 203 204 205
Whitehouse, 1982, 53-101. Tortorella, 1981, 366 y 376. Aquilué/Burés, 1999, 390-392. Aquilué, 1989, 123-155.
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INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
rita, con la inclusión de las formas Hayes Hayes 67 y Hayes 80 a los repertorios publicados206. El resto de producciones cerámicas se ajusta bien a la cronología propuesta de la primera mitad del siglo V. El ejemplar de la forma Hayes 50 de la T.S. Africana C 1 podría tratarse de un material ya residual en la época de formación de los depósitos, dado que su cronología se sitúa entre el primer cuarto del siglo III y la segunda mitad del siglo IV. Los ejemplares de la forma Drag. 37 A tardía de la T.S. Hispánica Tardía están omnipresentes en todos los contextos documentados de la primera mitad del siglo V207, datación que también puede proponerse para la forma lisa Mezquíriz 5/Palol 8 de la misma producción. Respecto a los fragmentos que hemos relacionado con la T.S. Hispánica Tardía Meridional, las evidencias conocidas para la forma Orfila 2 apuntan a una cronología de siglo V208. Sucede lo mismo con la forma Orfila 5, posiblemente una imitación de la forma Hayes 73 de la T.S. Africana D, que presenta una cronología también de siglo V209. Las cerámicas comunes tardorromanas, a falta de un estudio tipológico y cronológico de estas producciones en Mérida, no facilitan precisiones cronológicas seguras, como tampoco los fragmentos recuperados de ánforas tardorromanas de producción africana y sudhispánica que no han permitido identificar ninguna forma concreta. Concluyendo, pues, las evidencias cronológicas proporcionadas por los fragmentos cerámicos recuperados en los niveles de abandono del denominado “Foro Provincial” de Mérida permiten afirmar que su abandono se produce en un momento indeterminado de la primera mitad del siglo V d. C. 4.9.
ESTUDIO DE LOS MATERIALES DE ÉPOCA VISIGODA Y ALTOMEDIEVAL DEL “FORO PROVINCIAL” Miguel Alba210
Introducción Las excavaciones han proporcionado un volumen importante de materiales pertenecientes a
206
Vázquez de la Cueva, 1985, 56-76. López Rodríguez, 1985, 117-141. 208 Orfila, 1993, 132-134. 209 Orfila, 1993, 136. 210 Instituto de Arqueología de Mérida y Consorcio de la Ciudad Monumental. 207
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las etapas posteriores al mundo romano. En su mayoría se asignan al segmento cronológico mencionado en el epígrafe del presente capítulo, más concretamente hasta la etapa califal; después resulta llamativa la ausencia o residualidad de materiales comprendidos entre el siglo XI y el XVII, para reaparecer en considerable cantidad desde entonces a nuestros días. Como es habitual, la cerámica es el testimonio material más representado, si bien en los contextos de época visigoda es llamativa la abundancia de material marmóreo constructivo procedente del Foro ya desmontado. El mármol está presente en todos los contextos: tardoantiguos y altomedievales (también en los modernos y contemporáneos). Predominan los revestimientos de paredes y suelos, en mayor proporción en color blanco y en menor, veteado en gris; pero no faltan molduras u otras piezas decoradas y de material más fino procedentes de los pavimentos de sectile. Se han tomado muestras de todas las calidades del mármol, pero en el inventario sólo se han incluido aquellas piezas que pueden aportar algún dato a la reconstrucción de la obra pública romana, y como es obvio, los fragmentos de epigrafía y escultura que han sido descritos en los correspondientes capítulos específicos del presente volumen. En lo referente a la cerámica, material que sirve de base a este capítulo, se han tenido en cuenta en el estudio el tipo de asas, fondos y fragmentos de pared de la totalidad del corpus (todos ellos guardados en los almacenes de materiales del Consorcio de la Ciudad Monumental) pero únicamente han sido seleccionados para inventario los bordes y aquellas piezas que por alguna característica especial justificasen ser excepción a esta norma. El material siglado ha sido referenciado siguiendo las hojas de registro del Consorcio, pero a la espera de un estudio cerámico específico, no se incluirán aquí los listados resultantes ni se harán descripciones pormenorizadas de las cerámicas; en su lugar se presentará una síntesis de cada conjunto por unidad estratigráfica y se recurrirá al dibujo de muestras representativas con el fin de facilitar la comparación entre los contextos. La reiteración o divergencia, a veces sutil, de los perfiles pretende ilustrar la homogeneidad del registro y su diacronía dentro de la misma etapa histórica, deducida de las formas que permanecen, las que están ausentes o las de nueva aparición. Veremos cómo resulta especialmente interesante seguir la evolución casi imperceptible del menaje de la última etapa visigoda al del siglo VIII y la transición del registro ce-
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rámico emiral al califal. Y cómo los modelos compartidos en diferentes etapas de la secuencia fundamentan dudas para asignarles el papel de “fósil director”. Los contextos referenciados pertenecen en época visigoda al ámbito doméstico creado en el entorno a la antigua plaza y anexo al templo desmantelado, durante el uso de las viviendas, recrecidos de sus niveles de suelo y vertidos colindantes. Se ha hecho un apartado independiente con los materiales del abandono de las casas, en rigor aún visigodos pero con ingredientes novedosos que permiten adscribirlos al ambiguo menaje del siglo VIII. Las cerámicas de época islámica se asocian a vertidos que rellenan unos silos relacionados espacial y cronológicamente con un edificio señorial emplazado en la margen del espacio que fuera el pórtico de la plaza en época romana, cuando aquel estuvo en uso hasta su amortización en el siglo X. Para la denominación de los tipos cerámicos arqueológicos recurriremos a los nombres que reciben en la alfarería tradicional a partir de la comparación de las formas y del servicio que se deriva de esta morfología. Se tendrá muy en cuenta la tecnología de elaboración, dato clave para identificar las manufacturas predominantemente caseras de época visigoda y de la primera mitad del siglo VIII, con las producciones profesionales emirales. A partir de la fiabilidad de las unidades estratigráficas, se han seleccionado los conjuntos materiales, procurando descartar aquellos contextos excesivamente alterados y los de cronología reciente. Interesa la consideración de la pieza dentro de los grupos extensos para calibrar más que la cronología del objeto individualizado, la de la formación del contexto, valorar la composición del menaje y la redundancia de la pieza en tal registro. Para el inventario se ha procurado ordenar las piezas por su funcionalidad y se ha dado preferencia al dibujo de las morfologías más representativas junto a aquellos aspectos novedosos que introducen variantes, de modo que se puedan contrastar los conjuntos cerámicos de las diferentes etapas y deducir el proceso de ocupación del recinto. Paralelamente se ha procurado representar en las figuras aquellas piezas que perviven en segmentos temporales amplios, por lo que no debe extrañar que haya formas semejantes en etapas distintas. En suma, la muestra recogida en quince láminas pretende ilustrar el controvertido debate entre ruptura o continuidad de los menajes tardoantiguos avanzados y altomedievales.
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Por último, para facilitar la localización de los materiales, seguiremos el orden correlativo de la numeración de las unidades estratigráficas en cada apartado organizado por épocas, diferenciando en la islámica tres etapas: el siglo VIII, la emiral y la califal, aunque se acusen diferencias diacrónicas dentro de cada bloque, que se harán constar por si en un futuro el material de alguna unidad estratigráfica merece una reinterpretación cronológica, o al menos una datación más ajustada que, en el estado presente de conocimientos, está fuera de nuestro alcance.
Materiales de época visigoda (siglo VI-VII) Los materiales proceden del interior de viviendas ubicadas en el perímetro del Foro, instaladas sobre la zona donde se alzasen los pórticos y junto al armazón del templo ya destruido. Los contextos seleccionados se superponen a los niveles con materiales estudiados en esta misma publicación por Xavier Aquilué y Rafael Dehesa, datados en la quinta centuria. Las unidades estratigráficas aquí tratadas corresponden al recrecimiento interior del suelo de las estancias y al de vertidos domésticos o escombreras acumulados sobre las superficies de tránsito creadas con posterioridad al mundo romano, por regla general sobre superficies de expolio del Foro. U.E. 13 Destaca la notable presencia de mármol, más de una treintena de fragmentos de revestimientos (algunos significativamente grandes) pero se inventarían tres piezas por su interés especial, un trozo de inscripción, una moldura y una columnilla con collarín y fuste con representación de escamas. Este contexto procede del pie del Arco, de niveles anteriormente escavados y vueltos a echar en el corte con el material que pasó inadvertido o se desechó. Se incluye aquí por la cuantiosa presencia de mármol y de un elemento de escultura arquitectónica posiblemente de época tardorromana más que visigoda, como es la citada columna representativos de la cantera de materiales constructivos romanos de este ámbito desmantelado en el siglo V. U.E. 24 Se han inventariado cinco bordes cerámicos: tres pertenecientes a escudillas, un fragmento de olla con perfil en “S” y una ficha. Aparte, se han
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INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
seleccionado unos fragmentos con tratamiento superficial bruñido listado y varios fondos de ollas, de pared gruesa, como es habitual en el registro material de época visigoda. Por lo demás, hay siete fragmentos de mármol romano de color amarillento, del que se suele emplear en los pavimentos de sectile. Contexto: suelo de una vivienda adosada al templo. Cronología propuesta: siglo VII. U.E. 25 Ha proporcionado dos bordes de piezas de cocina propias de la etapa visigoda y un fragmento de vidrio. Además se seleccionan dos fragmentos de mármol originarios del Foro, que presentan unas vetas concéntricas muy poco usuales a los materiales tradicionales empleados en Emerita, por si futuros análisis petrográficos pueden aclarar su procedencia. Por último, hay tres pequeñas monedas de bronce o minimis (del tamaño de una lenteja) y con una estampilla irreconocible, que parece corresponder a esas emisiones posteriores al Bajo Imperio, datadas en los siglos V y VI. Contexto: recrecimiento del nivel de suelo de una vivienda de época visigoda. Cronología propuesta: s. VI. U.E. 34 A penas facilita tres elementos: un borde de anforisco, una ficha de juego realizada a partir de un fragmento de ánfora y una pieza engobada con incisiones realizadas a peine. Hay otros cinco fragmentos seleccionados, de pared informe, con tratamiento superficial bruñido. Cronología propuesta: etapa visigoda, s. VII. U.E. 40 Se inventarían trece fragmentos: seis bordes de olla de perfil en “S” de cuello corto y boca con poco resalte, todas con variantes, diferentes entre sí; un fragmento de tapadera plana, dos de morteros con ala, de pastas cocidas en atmósfera oxidante y un fragmento de sigillata clara D. Además se han seleccionado como muestra unos trozos de tegulae con pestañas de poco resalte, dos clavos de hierro, tres fondos de olla y una de dolium, doce fragmentos de mármol del foro y una bolsa con material cerámico no inventariable con pastas arenosas características de la etapa visigoda (abundante desgrasante, presencia de mica, reductoras, de considerable grosor, etc.). Contexto: nivel de vertedero. Cronología propuesta: s. VII.
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U.E. 46 Proporciona sólo dos fragmentos de bordes de olla, una con labio plano para asentar la cobertera y la otra habilitada al interior para ajustar la tapa. El resto de los fragmentos no inventariables posee características técnicas romanas, sin que haya presencia alguna de pastas con atributos propios de la etapa visigoda avanzada, pero tan escaso material permite sustentar dudas razonables sobre la datación del contexto. Cronología propuesta: s. V-VI. U.E.47 Se inventarían seis piezas, entre las que destacaremos un fragmento de vaso de vidrio, otro de una botella cerámica con pasta micácea y un último de un cuenco. Pero este contexto es destacable por la abundante presencia de mármol: contiene más de una veintena de trozos de revestimientos de mármol gris (y en menor cantidad blancos), y una docena de estrías de las columnas del templo, seis fragmentos de placados finos veteados en gris y dos cornisas molduradas. Contexto: nivel de escombro producido por el expolio del Foro. Cronología propuesta: s. V-VI. U.E. 54 A penas facilitó tres fragmentos de cerámica común de características tecnológicas romanas pero muchos fragmentos de mármol de distinto tamaño procedentes del robo del foro. Cronología propuesta: s. V-VI. U.E. 111 y 115 Es destacable la abundante presencia de piezas de mármol procedentes del desmantelamiento del foro, de las cuales se inventarían dos pequeños fragmentos de inscripción (con letra capital romana de 4,5 cm y 8 respectivamente), tres trozos de escultura figurativa y múltiples ejemplares de revestimientos. Cronología propuesta: s. V-VI. U.E. 816 (fig. 176) Se inventarían once fragmentos cerámicos, de los cuales seis pertenecen a ollas de perfil en “S” (fig. 176.4, 176.6, 176.7, 176.8 y 176.9), una con el borde vuelto y plano según la morfología romana (fig. 176.10), elaboradas a torneta, con abundante desgrasante y con presencia de mica plateada, dos cántaros (fig. 176.1 y 176.5), el segundo con pared esmeradamente bruñida y asa robusta; un mortero cocido en atmósfera reductora (fig. 176.3), bruñido por dentro y fuera y dos frag-
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UE 816
8.1 9.2
7.3
2.4
6.5
5.7
3.6
11.8
1.9
4.10
10.11 5cm
Fig. 176.
Materiales de época visigoda (unidad 816), s. VII
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
mentos de anforisco, uno con pasta muy arenosa que contiene mica plateada (fig. 176.2) y el otro con la pared acanalada (fig. 176.11) que será una de las características asimiladas posteriormente por la cerámica islámica. El material no inventariable es uniforme, sin presencia alguna de rasgos de cerámica paleoandalusí. Contexto: ocupación de una vivienda visigoda adosada al antiguo templo (recrecimiento del nivel de tránsito). Cronología propuesta: s. VII. U.E. 1043 A penas contamos con cuatro individuos inventariados: 2 piezas de cocina (una de ellas de perfil en “S” con boca de poca altura), un fragmento residual de sigillata hispánica y un plato muy fino de mármol blanco. Contexto deposicional: estrato con restos de tapiales y escombro. Cronología propuesta: s. VII. U.E. 1214 (fig. 177). Se han inventariado quince piezas cerámicas: siete de ollas de perfil en “S” (fig. 177.1, 177.2, 177.4, y 177.5), con las características pastas de abundante desgrasante arenoso y factura a torneta, dos botellas con gollete marcado y superficie listada pulimentada en sentido vertical (fig. 177.3), un fragmento de anforisco con pared surcada por múltiples incisiones, una escudilla de perfil carenado (fig. 177.6) y un borde de dolium (invasado, engrosado y plano para adaptar una tapadera). Dos de las piezas para líquidos poseen las paredes recubiertas de engobe de almagra y muy bruñidas. Contexto: nivel de echadizo. Cronología propuesta: s. VII. U.E. 1215 (fig. 177) Proporciona nueve piezas inventariadas: tres ollas de perfil en “S”, dos elaboradas a torneta (fig. 177.7 y 177.8) y la otra a torno, un mortero con moldura engrosada al exterior y recubrimiento de almagra (fig. 177.9) y tres botellas con el mismo engobe pero bruñido. En todos los ejemplares hay predominio del trabajo a torneta, también en una pieza indeterminada seleccionada por la abundante composición de mica plateada en su pasta. Por último, se inventaría la base cóncava de una vasija para líquidos, por lo infrecuente de este tipo de fondos, con una pasta que apunta a ser foránea. Contexto: asociado a la superficie de tránsito de una vivienda. Cronología propuesta: s. VII.
175
U.E. 1217 En esta unidad se inventarían catorce piezas de un menaje algo más diversificado que los precedentes: tres ollas de perfil en “S” de cuello corto, dos cántaros (uno con la superficie bruñida), una botella con recubrimiento de almagra bruñida, un barreño decorado con un cordón con abundante mica en la pasta, un posible vaso (?), una escudilla sin carenar y con pulimentado de la superficie, un fragmento de sigillata clara D, una pieza de vajilla gris paleocristiana con repié, una lucerna de cerámica común, un borde moldurado de ánfora y un tapón recortado de 3,2 cm de diámetro y 2,1 cm de grosor. Contexto: nivel de escombro Cronología propuesta: s. VI-VII. U.E. 1220 Facilita once piezas inventariadas en una línea semejante a la ue 1217: cuatro ollas de perfil en “S”, tres de ellas elaboradas a torneta, tres cántaros con asa robusta uno de ellos con la pasta con abundante presencia micácea, un posible mortero semejante al tipo romano pero de cerámica basta, una pieza indeterminada de barro claro foráneo con acanaladuras y dos fichas o tapaderas realizadas por retoque de otras piezas (una de ellas a partir de un fragmento de sigillata clara). Contexto: nivel de escombro y vertedero. Cronología propuesta: siglos VI-VII. U.E. 1222 La unidad ha proporcionado diecinueve fragmentos cerámicos inventariados: cuatro de cántaros, una botella con gollete de superficie listada y dos asas afrontadas, una jarra de pared bruñida, dos barreños y dos anforiscos (uno con acanaladuras en el cuerpo y pasta micácea), el resto son piezas de vajilla consistentes en dos platos y cuatro escudillas, dos de ellas carenadas. Predomina la factura a torno, las pastas similares a las romanas y piezas de vajilla que no suelen ser frecuentes en los contextos visigodos más avanzados. Contexto: nivel de vertedero. Cronología propuesta: siglos VI-VII. U.E. 5000 El contexto ha facilitado diez piezas: dos ollas trabajadas a torno (una con el borde plano a semejanza de los modelos romanos), dos piezas de mortero de pasta gris paleocristiana, una escudilla sin perfil carenado, un cuenco de superficie bruñida, un anforisco, un barreño y un baño con el interior alisado. El conjunto es de uniforme autoría profe-
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Anejos de AEspA XLII
UE 1214 y 1215
3.1
2.2
1.4 10.3
4.5
9.6
1215.1.7
1215.2.8
ALMAGRA
1215.3.9 5cm
Fig. 177.
Materiales de época visigoda (unidad 1214), s. VII
Anejos de AEspA XLII
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sional. Completa la relación un fragmento de mármol muy fino junto a otros trozos del mismo material seleccionados pero no inventariados. Cronología propuesta: siglos V-VI.
Abandono de las viviendas de época visigoda (s. VIII) El material de este segmento de la secuencia es de tradición visigoda por el tipo de elaboración predominante con torneta (giro lento) o manual con retoques de tal herramienta, pastas arenosas de corte abrupto, color pardo, piezas con forma globular y perfiles variados para un mismo fin funcional y, en suma, un menaje limitado a unas pocas formas básicas de uso versátil (por ejemplo, las vasijas de agua suelen aparecer quemadas), pero ya aparecen rasgos como la incipiente carena o el hombro marcado de lo que después serán las ollas estandarizadas de escotadura emirales (en este contexto ya aparece un ejemplar) o la forma marmita que no tendrá continuidad en el registro, de modo que debido a su interés lo trataremos específicamente en el presente apartado. Hay también vasijas a torno rápido que son de pastas de color claro y por consiguiente de origen foráneo a Mérida. En las conclusiones volveremos a destacar las peculiaridades de este registro en transición. Los contextos pertenecen al nivel de abandono de las viviendas edificadas en época visigoda que, en vistas a ciertos rasgos presentes en algunas cerámicas, pasamos a datarlo en la octava centuria. El conjunto material es continuista del menaje tardoantiguo y pasaría por tal si no es por algunos indicios que lo delatan. No podemos precisar en qué fechas del siglo VIII se deshabita el lugar (creemos que dentro de la primera mitad), pero es interesante destacar que se abandonaron numerosos utensilios en el interior de las viviendas, y que entre el utillaje cerámico ya hay formatos que anuncian a la etapa emiral, es decir, que el influjo de la nueva situación comienza a manifestarse materialmente pero de forma muy testimonial. El material asociado a las casas amortizadas proporciona un austero repertorio de formas casi completas o en grandes trozos de los enseres que se desecharon al abandonar los inmuebles. Es importante hacer notar que: no se han documentado rastros de incendio, ni aparecieron piezas en sus emplazamientos, ni se halló alguna completa, como si las hubieran roto a propósito al marcharse.
177
Por consiguiente, no es en rigor un nivel de destrucción violenta sino de abandono. U.E. 20 (figs. 178, 179 y 180). Se han inventariado setenta y tres piezas: cincuenta y siete de tipo cerámico, cuatro piezas arquitectónicas de mármol, dos monedas de bronce del Bajo Imperio, cinco de vidrio, pertenecientes a un frasco y los restantes a platos (fig. 180.24), una aguja de hueso con orificio para enebrarla (fig. 179.21), dos útiles metálicos, uno una varilla de bronce y el otro un hacha de hierro del tipo “francisca” (fig. 179.20) y un mortero de mármol elaborado a partir de una pieza romana retallada además de una maza para majar del mismo material realizada de una pieza precedente (fig. 179.23 y 179.22) que se adapta perfectamente a la palma de la mano y presenta la superficie de uso muy pulimentada. El resto son 57 fragmentos cerámicos de piezas grandes o que permiten reconstruir buena parte de la vasija. Todos estos corresponden al abandono de una de las viviendas que se adosa al lateral del templo. Predomina el utillaje de época visigoda, caracterizado por ser de tipología reducida, uso diverso, perfil heterogéneo en los recipientes para la misma utilidad y por su elaboración a torneta o a mano retocada con dicha herramienta. A este grupo pertenecen: — Ollas de perfil en “S” de cuello corto: 13 ejemplares (fig. 178.5, 178.7, 178.8 y 178.9). La de la figura 178.9 va provista de dos asas, hecho infrecuente en las ollas de época visigoda (que no suelen llevar) pero no en las de época islámica, como las de escotadura (el cuerpo quemado de la pieza confirma que es una pieza de cocina). — Ollas con el perfil en “S” pero con el borde adaptado al interior para asentar una tapadera: 3 ejemplares (fig. 178.6). — Ollas con borde vuelto y plano (de herencia romana) para adaptar la tapadera: 2 ejemplares. Junto a tales formatos, por regla general sin asas, se documentan dos tipos de olla que nos orientan decisivamente sobre la datación del contexto, nos referimos a la marmita (fig. 178.1) y a la olla de hombro marcado por una escotadura (fig. 178.4) que aquí se combina con recipientes aún en transición que en esta parte de la vasija presentan una carena aún no resuelta en escotadura (fig. 178.2 y 178.3). — Olla modelo marmita: son poco frecuentes en los registros emeritenses, pero sin ser de paredes rectas sino de suave perfil en “S”, poseen la boca
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UE 20
17.1 1.2
4.4
10.5
32.3
2.7 20.6
60.9 21.8 5cm
Fig. 178.
Materiales paleoandalusíes (unidad 20), siglo VIII
Anejos de AEspA XLII
179
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
UE 20
50.11
49.10
52.13
42.12
47.14
ALMAGRA
43.16 54.15
51.17 ALMAGRA
22.18
59.19
73.22
67.20 68.21 72.23 5cm.
Fig. 179.
Materiales paleoandalusíes (unidad 20), siglo VIII
180
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Anejos de AEspA XLII
UE 20
56.24
40.25
39.27 35.26
31.29
30.28
ALMAGRA
38.31 28.30
27.32
60.33
62.34
Fig. 180.
Materiales paleoandalusíes (unidad 20), siglo VIII
10cm
10cm.
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
ancha. En el registro está representado por un único ejemplar, con decoración de líneas incisas rectas que enmarcan a otras sinuosas (fig. 178.1). — Olla con escotadura o esbozo de la misma, provista de dos asas afrontadas que parten siempre desde la carena hacia abajo: 8 ejemplares (fig. 178.2, 3 y 4). Este modelo es genuinamente islámico “importado”; no cabe atribuirlo a la evolución de los formatos de época visigoda. Otras piezas del contexto son: — Botellas, unas de cuerpo alto y cilíndrico con engobe de almagra bruñida (fig. 179.18), otras globular, con cuello con gollete en el medio de donde parten dos asas: 5 ejemplares (fig. 179.10). — Jarras, en realidad se trata de piezas de uso versátil con la boca pellizcada preparada para verter, que incluye una utilidad también para cocina. Suelen disponer de un asa (en la parte contraria al pico vertedor) con desarrollo desde el borde al hombro: 3 ejemplares (fig. 179.12 y 179.14). — Cántaro o cantarilla, coexisten dos modelos, uno el de tradición visigoda, el mayoritario, que adopta multitud de variables. En la presente muestra los hay con collarín en el cuello, de donde parte un asa o las dos (fig. 179.11, 179.16 y 179.19). El otro es de incorporación islámica, de cuerpo ovoide, cuello desarrollado de perfil cóncavo y borde redondeado exvasado de donde arranca un asa de cinta, abierta en su eje: 7 ejemplares (6 del primer grupo y uno solo del segundo). — Escudillas de perfil sencillo con la superficie bruñida o listada, con o sin recubrimiento de almagra: 5 ejemplares (fig. 180.25, 180.27 y 180.29) uno con boca invasada puede haber hecho servicio de mortero (fig. 180.31) y otro es un caso de reutilización a partir de la parte inferior de la pieza con la zona de fractura pulimentada para crear el borde (fig. 180.26). — Barreños o baños: con variedad de soluciones en el borde, por lo común engrosado: 5 ejemplares (fig. 180.28, 180.30, 180.32 y 180.33). — Botijas: Siempre de pasta clara, muy depurada y con el cuerpo acanalado ¿contuvieron aceite?: 2 ejemplares (fig. 179.13 y 179.17). — Tinaja: semejante al dolium romano pero de menor capacidad, con cuello muy corto y borde engrosado: 1 ejemplar casi completo provisto de dos asas muy robustas (fig. 180.34). Anotaciones: Las características del conjunto cerámico son predominantemente visigodas: las asas robustas, los fondos planos y gruesos, las panzas bajas, se mantiene el bruñido sobre almagra o la decoración incisa a peine, por ejemplo
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(fig. 179.15) pero ya aparecen las pastas claras a torno rápido (fig. 179.50 ¿cordobesas?) con pintura de almagra (fig. 179.13), acanaladuras en el cuerpo (fig. 179.17) y el asa abierta en el eje (fig. 179.19) pero aún sin arranque ascendente; además de los referidos rasgos como la escotadura incipiente y la doble asa en las ollas que unas veces parte desde la misma boca y otras desde el hombro, la botella alta y cilíndrica, barreños de mayor tamaño, las pastas de color pardo con desgrasante de mica negra, etc. Contexto deposicional: nivel de amortización de una vivienda de época visigoda adosada al antiguo templo. Cronología propuesta: siglo VIII. U.E. 1047 (fig. 181). La unidad facilita seis elementos: un fragmento de borde de una vasija para líquidos, una jarra con el asa que parte del labio, una olla de borde plano para adaptar la tapadera, una olla de perfil en “S” con el hombro muy ligeramente marcado de donde arranca el asa, precedente de las ollas de escotadura (fig. 181.3) y una orza de boca invasada con labio reforzado y plano para colocar una tapadera que lleva decoración incisa a peine y la pasta es micácea (fig. 181.4). Se inventaría también un fragmento de moldura de mármol y se han seleccionado varios fragmentos de placas del mismo material. Contexto deposicional: nivel de amortización de una vivienda construida en época visigoda ubicada en la zona que fuera pórtico. Cronología propuesta: s. VIII. U.E. 1054 Se inventarían seis piezas: un borde de olla de perfil en “S” de pasta grosera con abundantes desgrasantes y color pardo, un cántaro, un mortero de pared engrosada, un fragmento intruso de terra sigillata clara, tres de vidrio de una misma pieza y un elemento marmóreo decorado. Contexto deposicional: nivel de amortización de una vivienda construida en época visigoda ubicada en la zona que fuera pórtico. Cronología propuesta: s. VIII. U.E. 1158 (fig. 181). Tan sólo se han numerado cinco piezas: 2 ollas, una con pasta micácea de perfil en “S” y otra de hombro ligeramente marcado, 1 media tinaja aprovechada como barreño, un baño de borde reforzado (fig. 181.5), y un disco cerámico perforado por ambas caras.
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UE 1047,1158,1235
1235.2.1
1235.1.2
1047.5.3
1147.6.4 5mts.
1158.1.5 5cm.
Fig. 181.
Materiales paleoandalusíes (unidades 1047, 1158 y 1235), s. VIII
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Contexto: nivel de amortización de una vivienda construida en época visigoda. Cronología propuesta: siglo VIII. U.E. 1235 (fig. 181). Tan sólo se han inventariado cuatro piezas pero significativas: una olla medio completa de factura a torneta y perfil en “S” (fig. 181.2), un cántaro ornado con una línea incisa sinuosa (fig. 181.1), un baño de borde engrosado (fig. 181.5) y un fragmento de inscripción romana. También en este contexto se hallaron trozos de revestimiento de mármol. Contexto: nivel de amortización de una vivienda construida en época visigoda ubicada en la zona que fuera pórtico. Cronología propuesta: siglo VIII. Materiales de época emiral No se han documentado materiales en el interior del gran edificio con las cimentaciones de bolos de río, debido a su nivel de arrasamiento, pero sí al exterior de este en una zona utilizada para almacenar cereales en silos, coetáneos al funcionamiento de aquel. Todos los contextos aquí referenciados pertenecen a vertidos con que han sido colmatados los silos, excepto la unidad 150, una gran fosa, que proporcionó también material moderno debido a la remoción del lugar que cortó a los contextos emirales, pero facilitó un volumen importante y homogéneo de aquel material que estimamos interesante incluir. Todas las formas están recogidas en un estudio local en el que se sistematiza el registro cerámico emiral, con redundancia de formatos y estandarización propia de un sistema productivo profesional muy diferente al vigente en época visigoda. Pero a diferencia de etapas posteriores aún se compatibilizan varios tipos de perfiles para un mismo desempeño funcional, es decir, de forma sincrónica coexisten diferentes prototipos de ollas, cántaros, jarros, etc., que testimonia una tradición en proceso de formación que se depurará y homogenizará para todo el territorio desde el siglo X en adelante. En esta fase del proceso aún se identifican formas herederas de la “tradición” visigoda (con distinto grado evolutivo, como las ollas de perfil en “S” de cuello corto o los barreños) junto con piezas de nueva incorporación, propias de esta etapa islámica, que diversifican notablemente el menaje: ollas, cazuelas, botijas, jarros, candiles, contenedores de adobe, etc. Algunos tipos emirales quedarán
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atrás y serán paulatinamente sustituidos por otros más evolucionados en el califato, como los cántaros con gollete o los de estilizado perfil en “S”, los baños de borde almendrado, la tendencia a ir en receso el uso de la almagra en las piezas de agua, los jarros de cuerpo corto carenado, los cangilones de tendencia cilíndrica con múltiples ceñidos, las tapaderas planas, la escudilla carenada, las cazuelas de perfil sencillo, etc. Con certeza, la pieza emiral más característica es la olla de escotadura con doble asa que parte del resalte carenado del hombro, que en vistas a su escasísima presencia en el territorio andaluz, manchego y murciano, hay que considerarlo una característica de la zona emeritense (que, sospechamos, tendrá su correspondencia en el territorio de la Marca Inferior). Con gran diferencia el material emiral recuperado supera en cantidad al de los contextos romanos, tardoantiguos o islámicos plenos. Es un conjunto representativo y contrastable con los grupos tipológicos presentados por la comunidad científica, con el aliciente de que se puede seguir una lenta evolución hacia el menaje califal, por ello se procurará diferenciar el corpus emiral encuadrado en el siglo IX de aquellos registros más evolucionados que se pueden llevar desde el último cuarto de esta centuria a las primeras décadas del siglo X. U.E. 37 Se han inventariado catorce piezas: siete ollas de perfil en “S”, cuatro con la boca alta y cuello ancho desarrollado, dos de cuello corto pero labio saliente bífido o acanalado (ambas genuinamente emirales) y una última también en “S” pero de cuello corto, siguiendo la pauta de época visigoda. Además hay una cazuela con un cordón, de boca exvasada, una botella de cuello cilíndrico con engrosamiento anular en el medio, un baño, dos candiles de cuerpo lenticular y un objeto punzante de hierro. Las asas seleccionadas son de cinta y anchas, muy alejadas de los prototipos de época visigoda. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. IX. U.E. 39 (fig. 182). Proporciona quince piezas inventariadas: 5 ollas, de las cuales dos son con escotadura (fig. 182.5 y 182.6) y tres de perfil en “S” (una con asa ascendente que parte de la boca); 2 cazuelas una de pared recta con la boca decorada con digitaciones en el labio (fig. 182.7) y la otra con las paredes abiertas, el borde almendrado y el interior bru-
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UE 39
12.1
13.2
14.3
11.4
9.5
10.6
15.7 5cm.
Fig. 182.
Materiales de la etapa emiral (unidad 39), siglo IX
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ñido; 3 cántaros, uno de cuello ancho y alto de perfil cóncavo (fig. 182.4) y los otros dos de cuello ancho y cilíndrico con gollete en el centro de donde parte el asa y, por encima, una boca recta en un caso y exvasada en el otro (fig. 182.2 y 182.3); 1 jarro de barro muy decantado y trazo dibujado con almagra; por ultimo, 2 escudillas, una de cuerpo carenado (fig. 182.1) y se numeran dos asas idénticas de cerámica blanca de una vasija inconcreta para líquidos debido a su origen foráneo. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. IX. U.E. 43 Tan sólo se numeran tres piezas: 1 olla de hombro marcado sin llegar a ser de escotadura, 1 fragmento de plato vidriado de color verdoso y 1 cántaro con el asa ancha de cinta. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. IX. U.E. 66 Únicamente facilita tres piezas pero con mejor estado de conservación de lo habitual: 2 ollas, una con escotadura y el hombro en resalte, de donde parten las dos asas hacia abajo y la otra con perfil en “S”. Mención especial merece 1 botija de color blanco con cuerpo ovoide acanalado, fondo cóncavo, cuello estrecho y cilíndrico rematado por un borde reforzado, adaptado para colocar un tapón de corcho (la vasija no parece que fuese provista de asas, tal vez adaptada para el transporte o complementada por un recubrimiento de fibra vegetal, tela o cuero). Por el color claro, el decantado de la pasta (fracturas rectilíneas) y la óptima cocción permiten reconocer un origen exterior a los barros extremeños, siempre ferruginosos (¿tal vez cordobés?). Contexto deposicional: relleno de una fosa realizada anexa al cimiento romano del pórtico. Cronología propuesta: s. IX. U.E. 150 El contexto es el de una gran fosa rellena que contenía también algunas lozas modernas, pero pese a su formación reciente se deduce que fue rellena con la misma tierra (y materiales) extraídos pues el registro cerámico es bastante uniforme. Se han inventariado 84 piezas. Aquí únicamente mencionaremos que está el cántaro con el asa ascendente (3), las ollas de perfil en “S” (16), las ollas de hombro marcado o con escotadura (5) y las de boca engrosada exvasada con el borde de sección triangular o el labio “bífido” (moldurado) y cuello de tendencia recta, sólo en tres ejemplares. Hay baños
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y barreños (algunos con el borde almendrado al interior con recubrimiento frecuente de almagra), jarras con la boca pellizcada para poder verter (3), jarros de pared recta (5) y otros, como fichas de juego (12). Cronología propuesta: si bien el estrato habría sido alterado en siglos cercanos, el material redunda en una cronología del siglo IX coetáneo a la actividad del edificio emiral. U.E. 153 Al igual que el contexto ue 150 proporcionó un número importante de piezas inventariadas (72) de cronología emiral aunque de una fase distinta según se puede deducir de significativas ausencias: 28 bordes de ollas con perfil en “S” (alguna provista de un asa ascendente), 1 (!) de hombro marcado y sólo 2 de las de cuello recto y labio de sección triangular. Resulta chocante el contraste en relación a los contenidos de otros contextos ¿casualidad? Cronología propuesta: siglo IX (avanzado). U.E. 210 Se clasifican veintidós piezas: 4 ollas de perfil en “S” (de poco grosor de pared, con el borde exvasado de sección casi cuadrangular, con dos asas, el cuerpo —del recipiente— lleno de acanaladuras y el fondo convexo; otra tiene un ligero hombro marcado); 4 cántaros de perfil en “S” de cuello desarrollado, labio redondeado y asa ascendente que parte del asa (propia del menaje emiral); 3 jarros con el labio recto biselado (uno con trazos gruesos y rojos de almagra); 1 botella o botija de cuello troncocónico con engobe de almagra, 3 aceiteras (botellas) con recubrimiento vidriado interior y exterior (una melado, otra verde y la última de barro claro con vidriado verdoso muy claro), dos baños con borde engrosado (uno almendrado con almagra al interior), 1 barreño, 1 candil de piquera apuntada y longitud de 7,5 cm, 1 cangilón y 1 ficha cerámica de juego. Contexto: colmatación de un silo. Cronología propuesta: siglo IX muy avanzado, o ya siglo X. U.E. 211 Contamos con treinta y cuatro cerámicas inventariadas que mantienen la tradición emiral. En el conjunto destaca una coexistencia de diferentes modelos de olla: la de escotadura (representadas por 3 ejemplares), de las de perfil en “S” con el labio de sección triangular (en 3 piezas) y las de perfil en “S” de cuello y boca desarrollados (con el
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labio redondeado) con otros 3 ejemplares. Los cántaros son todos de estilizado perfil en “S” (7 ejemplares) habitualmente con borde redondeado menos uno con el labio ligeramente engrosado y de sección triangular (al igual que las referidas ollas); hay 5 jarros de pared vertical con labio redondeado o biselado de donde parte su único asa y la pared con un bruñido listado y sólo en un caso pintada con tres líneas blancas, verticales y gruesas (aplicadas con el dedo). De los dos barreños inventariados uno tiene recubrimiento interior de almagra y va bruñido. Las piezas representadas por un solo ejemplar son: una tapadera plana, una pieza discoidal retocada y otra semejante pero semiperforada por ambas caras, un fragmento de escudilla, de cantarilla (de cuello cilíndrico y borde reforzado al exterior, de sección cuadrangular) y el fondo de una vasija trípode (con un pie de 1,5 cm de alto). Contexto: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. IX avanzado, o ya X. U.E. 215 Contamos con trece piezas clasificadas: 4 ollas (2 de perfil en “S” de boca alta y cuello desarrollado, 1 del cuello corto y 1 con escotadura marcada), 3 jarros de borde apuntado (en un caso con baño de almagra y en otro con asa que arranca desde el mismo borde), 1 cántaro pintado con trazos gruesos de pintura blanca, dos fragmentos de escudillas vidriadas íntegras (una con un trazo de manganeso), un mortero de mármol de 25 cm de diámetro y 10,5 cm de altura elaborado a partir de una pieza arquitectónica romana y dos tejas curvas grandes (47 cm de longitud, 20 de anchura en un extremo y 10 en el otro) que inventariamos por ser de nueva introducción (en el s. IX las cubiertas de los edificios emeritenses eran de tegulae y los ímbrices comienzan a ser de “teja árabe”). Contexto: colmatación de un silo forrado de adobes (sobre el nivel de relleno 237 que proporciona un material coetáneo) Cronología propuesta: s. IX avanzado. U.E. 223 Son siete las piezas seleccionadas con dificultad para asignarlas dentro del siglo X a la etapa emiral o a la califal: 2 ollas (una de borde saliente de sección triangular o biselado exterior y la otra con el borde redondeado engrosado, con triple trazo de pintura blanca, aplicada con los dedos, en el hombro liso de la vasija, sin acanaladuras), 1 cazuela troncocónica con asa de cinta que parte del borde y labio ligeramente biselado, 2 jarros de cuerpo bajo y carenado y hombro anguloso; 1 vaso de perfil en “S” y 1 baño
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con recubrimiento de almagra y cordón digitado en la mitad exterior del cuerpo. Contexto: colmatación de un silo. Cronología: s. IX avanzado o s. X. U.E. 226 La unidad proporciona veintiséis piezas seleccionadas: 4 ollas de borde saliente engrosado o sin reforzar pero de sección triangular o biselado al exterior (y el cuerpo acanalado); 4 cántaros (uno con labio engrosado pintado de blanco y otros dos con la boca destacada habilitada para adaptar una tapadera y pintura blanca en trazos horizontales en el cuello), hay otras piezas indeterminadas pintadas con trazos gruesos blancos; 2 jarras con pico vertedor, 8 jarros de borde biselado con asa que arranca de la pared, por debajo del borde, y triple trazo pintado con el dedo (uno con el borde biselado y engrosado al interior, pintado con tres líneas verticales y el cuerpo acanalado); 1 orza o gran olla con el mismo perfil de las piezas de cocina pero con un cordón digitado en el hombro; 1 barreño de borde reforzado, 1 candil de pasta clara, 1 ficha de juego y un disco semiperforado. Contexto: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. IX avanzado, o s. X. U.E. 234 (fig. 183). Proporciona sesenta y un fragmentos inventariados en los que se puede seguir la tradición emiral junto con novedades: 18 ollas, 3 con escotadura (fig. 183.5), 1 de perfil en “S” emiral, 6 con borde saliente de sección triangular o biselado al exterior (fig. 183.1), otras 4 iguales pero con el labio redondeado, 3 de labio moldurado-“bífido” (fig. 183.3 y 183.4) y 1 con borde de sección cuadrangular (fig. 183.2); 3 cántaros con el borde de sección triangular igual que las ollas y el cuello casi cilíndrico (uno con recubrimiento de almagra); 1 cantarilla, 2 botijas o botellas una con el borde saliente reforzado de sección triangular para adaptar una tapa de corcho (fig. 183.8) y la otra con gollete en mitad del cuello de donde parte el asa de desarrollo ascendente; 16 jarros de boca ancha y pared alta con borde biselado, en ocasiones ligeramente engrosado, cuerpo corto con hombro marcado y carena que precede a la base convexa, el asa parte por debajo del borde y el cuerpo (también el asa) puede ir pintado (fig. 183.12) con trazos verticales u horizontales en color blanco (salvo dos en negro), gruesos y en menos casos finos; líneas o la espiral, en un caso el jarro es de cuerpo redondeado, pasta clara con la superficie tratada con listas bruñidas y provisto en la base de tres pequeños pies
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UE 234
5.1
1.2
2.3
13.4
60.6 ALMAGRA
15.5
37.8
16.9
41.7
57.10
53.11
VIDRIADO
34.12 PINTURA BLANCA
31.13 5cm.
Fig. 183.
Materiales de la etapa emiral (unidad 234), siglo IX
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(fig. 183.13); 3 jarras, una completa con el asa ascendente (fig. 183.7) y otra de pasta clara con digitaciones de almagra (fig. 183.6); 2 barreños de borde engrosado saliente (uno con el cuerpo carenado); 1 baño, 1 tapadera de perfil cóncavo, 2 escudillas-ataifor de perfil curvo completamente vidriada, con una perforación practicada por el usuario para poder colgarlo (fig. 183.10), 1 vaso de hombro marcado (fig. 183.9), 1 aceitera con vidriado íntegro, 4 candiles de pasta clara y asa adaptada por fuera del cuello (fig. 183.11), 1 recipiente contenedor de adobe semicocido, 1 disco recortado cerámico o tapón (con 6,5 cm de diámetro) y 1 ficha de juego de pasta clara. Anotaciones: Este contexto tiene el interés de su ambigüedad al compartir morfologías emirales y califales. Si se hace la comparación con el registro de la unidad estratigráfica 1141 (figuras 187 y 188) se advertirán paralelos y diferencias notorias. Por ejemplo, los perfiles de las ollas en “S” con la pared sin acanaladuras muestran los formatos emirales evolucionados junto a la coexistencia de la olla con escotadura y la del borde “bífido”; pero no han cambiado hasta el punto de lo representado en la figura 187. Lo consideramos un registro en transición que tal vez permitiría llevarlo a la etapa califal, pero, sopesado el conjunto, lo hemos dejado en la etapa precedente (no sin dudas) por la presencia notable de rasgos emirales y ausencia de formatos característicos posteriores. Contexto: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. X. U.E. 236 (fig. 184). Hay trece fragmentos inventariados: la olla típica emiral de perfil en “S”, un ejemplar de la de escotadura pero con el hombro tan poco marcado que se queda sólo en carena (fig. 184.2), tres cántaros con el asa que parte de la boca con desarrollo ascendente, un baño, dos barreños, uno con cordones de refuerzo exteriores y la superficie exterior espatulada (fig. 184.3), otro el interior recubierto de almagra bruñidos, una botella con asa ascendente y fondo convexo (fig. 184.1) y dos fichas de juego. Completan la relación un mortero de mármol y un fragmento de togado romano. Contexto: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. IX. U.E. 237 Cuenta con seis piezas inventariadas: 1 olla con boca moldurada o “bífida”, 1 cántaro con el triple trazo blanco en el hombro realizado con los dedos, 3 jarros con el borde ligeramente saliente y restos
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de pintura blanca y en un caso provisto de tres pequeños pies en la base (el recipiente es de pasta clara) y 1 vaso u olla pequeña pintado con líneas verticales blancas en el cuerpo y en el labio. Contexto: colmatación de un silo con paredes de adobe (vertido bajo el depósito coetáneo ue 215). Cronología: s. IX avanzado o s. X. U.E. 241 Sólo se inventarían tres piezas: 1 cántaro con ancha asa de cinta con tres trazos pintados en blanco, 1 cantarilla con borde reforzado y moldurado al exterior, con cuello cilíndrico y asa que parte de su mitad (lleva baño exterior de almagra y el labio pintado de blanco); 1 baño con la superficie interior bruñida. Contexto: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. IX avanzado, o s. X. U.E. 242 Proporciona once piezas: cuatro ollas de perfil característico emiral pero ninguna con escotadura, tres cántaros de estilizado perfil en “S”, tres fragmentos de orza, dos de ellos decorados con mamelones en el hombro (este recipiente no es extraño en los repertorios cerámicos emirales estudiados en Mérida), un baño de borde almendrado con recubrimiento interior de almagra y bruñido y, por último, un contenedor semejante a media tinaja, con la boca ancha y reforzada y un cordón digitado a media altura. Contexto: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. IX. U.E. 250 Es una de las unidades estratigráficas con más material, suma un total de cincuenta y seis piezas, con un menaje más diversificado de lo habitual. Al contrario que la mayor parte de los contextos hay pocas ollas, sólo 5 ejemplares: una de escotadura, otra de perfil en “S” de cuello desarrollado y otras tres de las de cuello corto con el borde engrosado de sección triangular y, novedad, una de ellas con el labio moldurado o “bífido”. Siguiendo las pautas del corpus emiral hay: cántaros (5 piezas, pero en algún caso con el asa poco ascendente y el borde ligeramente engrosado), jarras de las parecidas al modelo olla pero con asa y pico vertedor (3 ejemplares), jarros de boca cilíndrica ancha con borde biselado al interior o con engrosamiento biselado hacia dentro que pueden tener un repunte exvasado (9 piezas), algunas pintadas con trazo blanco grueso. Hay otras piezas indeterminadas para agua que van pintadas con triple trazo blanco aplicados
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con el dedo, como también aparece en dos de los cántaros, lo que resulta infrecuente. Completa la relación una botella de cuello cilíndrico con la superficie bruñida, dos baños de borde engrosado exvasado (uno de los cuales lleva un cordón digitado a media altura), una redoma con vidriado interior y exterior de color verde, un lebrillo vidriado íntegro de color melado brillante, cinco fragmentos de candiles (de cuerpo lenticular y piquero apuntado de 5 cm) en tres ejemplares con vidriado verdoso y en dos de pasta blanca foránea; un cangilón, tres fichas de juego, dos discos perforados (asociados al trabajo textil), una quiciera, un cuchillo y una aguja de hueso. Por último, como novedad, se inventarían nueve fragmentos gruesos de recipientes de adobe muy ligeramente cocidos (pero lo suficiente como para adquirir una consistencia gracias a la cual permite su hallazgo) que también han sido documentados en otros puntos de Mérida. Contexto: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. IX avanzado, o s. X pero comprendido en la etapa emiral. U.E. 251 Se inventarían cinco bordes pertenecientes a dos ollas de característico perfil en “S” emiral, otra olla de boca moldurada o “bífida”, una jarra del modelo derivado de las ollas pero con pico vertedor y una tapadera con tendencia plana. Cronología propuesta: s. IX. U.E. 252 Disponemos de once fragmentos seleccionados: 3 ollas (una de perfil en “S” de cuello corto, otro reforzado de sección cuadrangular y un tercero moldurado- “bífido”; 3 cántaros de cuello cilíndrico y borde engrosado al exterior (uno pintado con línea blanca); 2 jarros con el borde engrosado al interior y biselado, 2 baños, uno con el borde almendrado y con superficie interior bruñida y 1 tapadera cónica con botón de asidero. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. IX muy avanzado o s. X. U.E. 279 Se han inventariado diecisiete piezas: 2 ollas de perfil en “S” una con el cuello corto y la otra con el labio saliente de sección cuadrangular; 2 cántaros de cuello cilíndrico y borde reforzado de sección cuadrangular y asa de galleta; 3 jarros de boca biselada y en un caso con el cuerpo carenado y el hombro marcado, 1 baño y 2 barreños de bordes reforzados, 1 lebrillo (posible intrusión visigoda), 1 aceitera o redoma con el asa vidriada en verde, 1 fi-
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cha de juego y 1 clavo de cabeza gruesa y sección triangular. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. IX avanzado o s. X. U.E. 294 Reúne cincuenta piezas inventariadas de clara tradición emiral: 18 ollas de perfil en “S” de cuello desarrollado, sin asas y de cocción reductora, y al menos una con escotadura (están significativamente ausentes las de cuello corto con labio de sección triangular o las “bífidas”), 1 cazuela realizada a mano, 3 cántaros de perfil en “S” y uno más de cuello corto, boca ancha, labio engrosado y pasta clara que es vasija importada, 2 orzas con mamelones en el hombro, 1 jarro de borde recto biselado, 1 botella con asa ascendente que porta dos mamelones a modo de cresta, 2 botijas de pasta local (¿para aceite?), 3 medias tinajas con cordones digitados, una aceitera cocida a alta temperatura con vidriado interior y exterior brillante y una olla-marmita con vidriado interior grueso; 3 barreños, uno de borde almendrado con almagra interior y 7 fichas completan la relación. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: finales s. VIII o s. IX U.E. 494 Se han inventariado nueve piezas cerámicas: 3 ollas de perfil en “S”, 2 cántaros de distinto tipo, uno el habitual de perfil en “S” con el asa ascendente y el otro con el cuello cilíndrico acanalado rematado por un borde engrosado al exterior; lleva pintura roja en el cuello y triple línea vertical en el hombro, que contrasta con la pasta blanquecina de la vasija (de procedencia foránea). Por lo demás hay una jarra de las del formato olla con pico vertedor, un piquero corto de candil de pasta blanquecina, un recipiente de almacenamiento que por la pasta micácea pudiera ser una intrusión de época visigoda y una pieza de adobe semicocido de pared gruesa y pared curva, trabajada a mano. Contexto deposicional: relleno de una fosa abierta en el interior del edificio emiral. Cronología propuesta: s. IX. U.E. 812 (fig. 184). Se contabilizan ocho piezas: 4 ollas de característico perfil emiral en “S” (fig. 184.4, 184.5, 184.6 y 184.8), 1 recipiente de almacenamiento con escotadura con la boca y la carena pintada de engobe (fig. 184.10), 2 jarras, una sigue el modelo de la olla con pico vertedor (fig. 184.9) y 1 barreño (fig. 184.7).
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Anejos de AEspA XLII
UE 236 y 812
812.1.4
812.3.5
812.2.6 236.12.1
812.8.7 ALMAGRA
236.7.2
812.5.8
812.6.9
236.13.3 ALMAGRA
812.7.10 5cm.
ENGOBE
Fig. 184.
Materiales de la etapa emiral (unidad 236 y 812), siglo IX
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
Contexto: posible reocupación doméstica en el lateral del templo. Cronología propuesta: s. IX. U.E. 821 Contiene tan sólo cuatro piezas, tres de mármol y un fragmento cerámico que corresponde al de la olla emiral, único que permite orientar la cronología del contexto. Las piezas de mármol, son de un plato que dadas sus características bien pudiera pertenecer a una escultura y dos fragmentos de inscripciones (una con el interés de atestiguar una damnatio memoriae). Contexto: posible reocupación doméstica en el lateral del templo. Cronología propuesta: s. IX. U.E. 1036 Se clasifican catorce piezas: 1 olla de perfil en “S” característica emiral, 3 cazuelas (una con bruñido listado en el interior), 1 cántaro de barro claro, 3 jarros (uno con pitorro vertedor), 1 lebrillo con almagra en su interior, 1 escudilla carenada, 1 baño con bruñido interior, 1 tinaja con cordón digitado y 1 posible tapadera. Contexto deposicional: nivel de relleno de una fosa. Cronología: s. IX avanzado, o s. X. U.E.. 1121 Se registran cincuenta y seis piezas de un menaje que a la par de ser numeroso presenta diversidad de formatos para un mismo desempeño funcional como son las ollas o los barreños: 10 ollas de perfil en “S” con diferente altura de cuello (más o menos desarrollado), 1 de escotadura, 7 de cuello corto con el borde de sección triangular o moldurado “bífido” (estas ollas llevan siempre una o dos asas y el cuerpo surcado de acanaladuras realizadas a propósito). Para líquidos se contabilizan los siguientes recipientes: 5 cántaros de perfil estilizado en “S” y con asa ascendente que parte del borde redondeado, 2 jarras con pico vertedor, 6 jarros de boca recta biselada al interior (opcionalmente engrosado) y bruñido en listas verticales al exterior; es importante destacar como novedad la aparición del jarro de cuerpo muy bajo (en relación al desarrollo cilíndrico de la boca) y perfil doblemente carenado con un hombro muy marcado. Completan las vasijas para líquidos tres botellas de cuello de media anchura con boca invasada en un caso y engrosada y recta en los otros (una con barro blanco foráneo). El menaje restante está representado por una fuente de borde almendrado, 3 baños y 10 ba-
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rreños de diferentes perfiles (algunos con los característicos bordes almendrados), un candil con hombro marcado y de pasta blanquecina, y una pieza de vajilla con recubrimiento íntegro de vidriado con la novedad de ir decorado al interior con un trazo negro de manganeso. En este contexto se inventarían cuatro piezas romanas de mármol y un ladrillo con perforaciones realizadas en los puntos de intersección de una retícula incisa. Contexto deposicional: nivel de echadizos con abundantes piedras. Cronología propuesta: s. IX (avanzado) o s. X. U.E. 1156 (fig. 185). La unidad está representada por cuarenta y siete piezas de características afines a las enunciadas hasta aquí. Suman 10 ollas las de perfil en “S” con predominio del cuello corto y sin asas que pueden considerarse herederas de la tradición preislámica (fig. 185.1 y 185.3) aunque su factura es ahora a torno rápido y de forma coetánea existen otros tipos de recipientes para cocinar provistos de una o dos asas: 2 ollas con escotadura (fig. 185.4 y 185.5) una poco marcada y con el labio engrosado, 4 con el borde moldurado o “bífido” (fig. 185.2) y, de igual familia pero diferente acabado, otras 2 ollas con el borde de sección triangular o biselado al exterior que se mantendrán después en el registro califal. Entre las vasijas de líquidos hay 5 cántaros (con asa ancha y ascendente, en un caso con pintura blanca de triple trazo), 5 jarros con el borde ligeramente engrosado al interior y biselado que suelen ir marcados a dedo con tres líneas verticales de pintura blanca (y roja en el caso de una pieza de pasta clara) y 1 botija de barro igualmente claro pintada con varios trazos negros, también verticales; por último, en una pieza indeterminada de pasta clara se han dibujado en rojo varias líneas sinuosas superpuestas en horizontal. Completan la relación las piezas abiertas de baños y barreños, por regla general con diferentes versiones de labio engrosado pero con ausencia llamativa de los bordes almendrados al interior y la almagra que sólo aparece en un caso). Se documentan 9 ejemplares de baños y barreños (fig. 185.7, 185.8, 185.9 y 185.10); además tres fragmentos de recipientes de adobe semicocidos (uno con el borde apuntado) y un mortero (fig. 185.6) con un vidriado interior rugoso y mate que es una pieza singular entre las registradas en contextos emirales emeritenses (y la estimamos importada, aunque resulta llamativo que su perfil y pasta es continuista de los modelos romanos y tardoantiguos). Pero no es la única cerámica vidriada, hay 3 fragmentos de aceitera o re-
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Anejos de AEspA XLII
UE 1156
14.2
4.1
2.4 6.3
3.5
VIDRIADO
35.6
41.7
ALMAGRA
37.8
ALMAGRA
40.9
36.10 5cm.
Fig. 185.
Materiales de la etapa emiral (unidad 1156), siglo IX
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
doma de cuerpo acanalado y fondo convexo, con recubrimiento interior y exterior de vidriado brillante de color melado. Entre los elementos arquitectónicos se ha inventariado también un quicio realizado mediante retalle de una pieza de mármol romano y una columnilla del mismo material (en el Área Arqueológica de Morería aparecieron dos del mismo tipo en el derrumbe de uno de los edificios emirales). Contexto deposicional: nivel de echadizos a una fosa. Cronología propuesta: s. IX avanzado. U.E. 2022 En total suma veintiocho piezas inventariadas: 3 ollas de perfil en “S” con el borde biselado al exterior; 1 cántaro de cuello troncocónico de pasta clara y trazos diagonales de almagra; 8 jarros con asas que parten del borde y tienen el labio biselado o ligeramente saliente y biselado, pueden llevar el triple trazo grueso de pintura blanca; 2 botijas (una de pasta muy decantada con el cuerpo acanalado, el fondo convexo y con tres líneas gruesas de almagra y la otra con el cuello cilíndrico y el borde engrosado al exterior); 3 barreños de borde reforzado y alisado interior (sin almagra); 2 piezas de cangilón pulimentadas para convertirlas en cuencos, 5 contenedores de adobe semicocido, 1 de un gran contenedor de borde engrosado y cordón digitado a media altura, 1 dedal de bronce con el extremo apuntado (de 2, 7 cm de altura) y algunas piezas de mármol (entre ellas un fragmento de inscripción romana y de un tablero con repicados equidistantes y circulares en dos líneas que podría ser para juego). Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: Finales del IX o siglo X. U.E. 2023 La unidad proporciona veintinueve piezas inventariadas desglosadas en la siguiente tipología funcional: 3 ollas de perfil en “S” con el labio biselado-engrosado al exterior —de sección triangular— (en un caso con restos de pintura blanca); 3 cazuelas de pared recta y carena baja (una con el borde ligeramente entrante), 9 jarros de borde con tendencia engrosada al exterior o recto y redondeado provistos de un asa que parte de la boca, que van pintados con la triple marca gruesa y blanca aplicada con los dedos; 2 jarras con pico vertedor con el cuerpo pintado con las tres líneas blancas (en un caso en rojo, en una pieza de pasta clara); 2 cántaros de perfil en “S” con el borde redondeado y ligeramente engrosado y el cuerpo pintado de igual
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manera que los jarros y las jarras, también el asa que en su ancho se plasma en vertical la triple marca en blanco; 1 posible tapadera de perfil cóncavo; 1 barreño de boca engrosada y 1 baño con borde almendrado y recubrimiento interior de almagra bruñido; 1 tinaja o gran contenedor con el borde engrosado-redondeado de sección en “T”; 1 candil de piquero apuntado, longitud media y completamente vidriado en verde; 1 disco de adobe semicocido de unos 40 cm de diámetro, 3 piezas discoidales, dos semiperforadas por ambas caras y una con orificio central de las empleadas para el trabajo textil. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: Finales del s. IX comienzos del s. X. U.E. 2028 Se contabilizan veinte piezas: 5 ollas de perfil en “S” de cuello desarrollado y labio redondeado (dos de ellas con el cuerpo acanalado, como dato novedoso), 1 cántaro de perfil en “S” con recubrimiento de almagra, 7 jarros con un asa que parte del mismo borde biselado (que puede estar muy ligeramente exvasado), con pintura blanca de triple trazo grueso aplicada con los dedos y cuerpo surcado por acanaladuras; 1 barreño con almagra y bruñido interior y 6 gruesos fragmentos de bordes de contenedores de adobe semicocidos de base muy ancha y pared recta o abierta de escasa altura. Estas cerámicas de rasgos predominantes emirales poseen características que anuncian lo que serán las producciones califales, como la pintura blanca y las ollas de pared acanalada, en tanto quedan atrás las del perfil con escotadura. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. IX avanzado. Materiales de época califal La excavación reiterada de silos muy localizados en una zona concreta del antiguo Foro, creó niveles con presencia de cerámicas mezcladas de las épocas precedentes, que incluye desde sigillatas a piezas visigodas o genuinamente emirales. Por otro lado, la excavación fundacional de los silos afectó a otros ya colmatados, de modo que unos cortan a otros, con el consecuente factor de ruido durante la intervención arqueológica al poderse haber incluido materiales de los rellenos precedentes. Esta circunstancia puede dar lugar a dudas de si se trata de una fase de transición en que conviven los dos tipos de registros o si pertenecen a dos etapas dis-
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tintas y por consiguiente que estemos ante de un corpus altamente contaminado, pero el cuidado con que se efectuó la excavación arqueológica y la reiteración de resultados despeja tal desconfianza. En un menaje continuista es difícil deslindar el registro cerámico de las últimas décadas del emirato al califato, pero se ha procurado hacer teniendo en cuenta la totalidad de materiales por unidad estratigráfica, considerado la representación de aquellos rasgos novedosos (nuevas formas como el anafre, diversificación de las cazuelas, los cántaros de cuello cilíndrico y las asas anchas de galleta que ya no parten desde la boca, botellas vidriadas, etc., mayor complejidad de los dibujos —en trazo fino—, evolución del perfil de las ollas, mayor presencia de vidriados, de vajilla, de loza estannífera, cuerda seca parcial, etc.), la vigencia que proyecta la tradición que ilustra la pervivencias de ciertos tipos emirales y, al contrario, las ausencias llamativas o residualidad de algunos perfiles (cántaro de perfil en “S”, la olla de escotadura, el borde almendrado, los mamelones, el empleo de pintura roja, etc.) U.E. 58 En el inventario figuran quince piezas: 2 ollas, 2 cazuelas, 1 jarro con trazos de pintura blanca (y otras tres piezas indeterminadas pintadas con líneas gruesas rectilíneas y en un caso de trazo fino y curvilíneo), 1 baño, 1 plato con cubierta estannífera sólo al interior y vidriado melado por fuera, 1 escudilla con borde festonado y 3 fichas de juego. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. X. U.E. 213 (fig. 186). Proporciona veinticinco piezas inventariadas: 7 ollas (fig. 186.10 y 186.11), 1 con el borde moldurado o bífido y las restantes con el labio exvasado de sección triangular o biselado-apuntado, salvo uno que es redondeado; en un caso presenta tres trazos pintados en blanco aplicados con el dedo; 2 cántaros de cuello cilíndrico acanalado (fig. 186.9), borde engrosado al exterior y asa ancha y sin abrir, que parte de mitad del cuello con desarrollo ascendente, en un ejemplar lleva pintado un triple trazo grueso vertical en blanco (fig. 186.7); 8 jarros (fig. 186.4, 186.5 y 186.6) de borde biselado (los más) o redondeado que puede ir ligeramente saliente, de cuerpo muy bajo, con hombro marcado y carena que anuncia el comienzo de la base convexa (algunos llevan triples trazos finos en el cuerpo y en las paredes altas de la boca igualmente finos o gruesos aplicados con el dedo), uno de los jarros de pasta
Anejos de AEspA XLII
clara lleva aplicación de cuerda seca parcial (fig. 186.6) con vidriado verde para componer dibujos (ejemplar único en todos los contextos), otro dispone de un orificio realizado por el alfarero en la base del recipiente (fig. 186.1); 2 aceiteras o botellitas de unos 13 cm de altura (fig. 186.8) recubiertas íntegramente de vidriado (una con dos orificio en el cuello realizado intencionadamente por el usuario); 1 cangilón (fig. 186.3), 1 tapadera de perfil cóncavo y 1 escurridor convexo con orificios en el perímetro (fig. 186.2). Contexto: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. X. U.E. 218 Se inventarían 8 fragmentos: 3 ollas de borde moldurado o bífido, 1 jarro de hombro marcado y cuerpo con carena baja (con bruñido en listas verticales), 1 botija con la boca cilíndrica y pulimentada, 1 cántaro con dibujos en el hombro de círculos de trazos de mediano grosor, 1 aceitera con vidriado íntegro de color amarillento brillante y 1 tapadera de perfil cóncavo de pasta muy fina. Contexto: colmatación de un silo (que corta a otros depósitos emirales). Cronología propuesta: s. X. U.E. 805 Se seleccionan para inventario ocho piezas: 1 jarro de borde biselado al interior y pared exterior bruñida, 1 cantarilla de cuello cilíndrico, un lebrillo con el borde saliente y la pared redondeada sin vidriar, 1 ataifor vidriado íntegro con decoración vegetal al interior realizada de cobre-manganeso (verde-negro), 2 fichas de juego, 2 discos o tapas, uno de roca local y el otro mediante el recorte de una pieza de mármol. En este contexto califal claro, los fondos son convexos, las paredes de las ollas acanaladas y esto mismo puede decirse de las piezas de agua, que las hay también de pasta clara. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. X. U.E. 1044 El material de este contexto lo integran setenta y tres piezas: 8 ollas de perfil en “S” (7 con borde bífido y 1 con escotadura con el labio de igual característica); 6 cazuelas de cuerpo carenado o cuerpo troncocónico provistas de dos asas y borde reforzado (hay otra pieza, una posible cazuela, que tiene la boca invasada y con el labio plano preparado para adaptar una tapadera; también posee un asa pero parte del cuerpo no de la boca); 1 anafre con el vano inferior para ventilación, 1 cántaro de
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INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
UE 213
18.1 19.2
17.3
12.4 PINTURA BLANCA
21.6 CUERDA SECA PARCIAL
13.5 PINTURA BLANCA
PINTURA BLANCA
25.8
23.7
VIDRIADO
13.10
7.9 6.11 5cm.
Fig. 186.
Materiales de la etapa califal (unidad 213), siglo X
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
cuello cilíndrico con tres líneas verticales blancas, 2 cantarillas (una con la boca invasada y la otra con el cuerpo pintado con líneas verticales blancas), 15 jarros de boca desarrolla más alta que el cuerpo, provistas de un asa que arranca por debajo del borde biselado al interior y engrosado (todas las piezas están pintadas, bien con las tres líneas blancas realizadas con los dedos, o bien con trazo fino haciendo bandas horizontales —en el cuerpo y el asa— y espirales seguidas; 1 jarra-colador (en la base del interior del cuello), 1 jarra con dibujos de vidriado verde y líneas rojas pintadas, 2 aceiteras o redomas íntegramente vidriadas, 3 ataifores sin vidriar de perfil curvo, 2 escudillas carenadas, 2 lebrillos (uno con listado interior y el otro con trazos blancos pintados verticales y horizontales), 5 baños de borde reforzado e interior con almagra, 4 barreños; 1 tapadera de perfil cóncavo, 1 candil con pintura roja y dibujos de vidriado verde parcial, 1 cangilón, 1 disco o ficha, 1 disco perforado, 1 botón realizado a partir de una pieza cerámica recortada a la que se le han practicado dos orificios y 1 concha perforada como colgante. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. X. U.E. 1141 (figs. 187, 188 y 189). Éste es uno de los contextos que más materiales ha proporcionado, con un total de ciento diez piezas, correspondientes a las siguientes formas cerámicas: — 27 ollas (fig. 187.2, 187.3, 187.4, 187.5, 187.6 y 187.10), ninguna con escotadura, 4 de perfil en “S” con el cuello corto y el labio redondeado, 1 de cuello desarrollado tipo emiral y las restantes con el labio moldurado-bífido o biselado al exterior —de sección triangular—, cuerpo acanalado, base convexa y dos asas afrontadas; en un caso de sección cuadrangular con el cuello algo más desarrollado. — 5 cazuelas (fig. 187.7, 187.8 y 187.9) de cuerpo recto y borde exvasado con dos asas afrontadas, de cuerpo con carena baja y dos asas y de cuerpo redondeado y borde engrosado exterior (estos dos últimos modelos con engobe interior de almagra y superficie bruñida). — 21 cántaros, con baño opcional de almagra, en dos tipos, uno con forma en “S” (fig. 188.11) con cuello desarrollado de perfil curvo rematado por una boca exvasada de labio redondeado de donde parte el asa ascendente (ajustada al modelo emiral, pero con la pasta sin presencia de mica negra brillante) y el otro cántaro (fig. 188.12) de cuello cilíndrico y borde recto engrosado al exterior
Anejos de AEspA XLII
con el asa ancha y plana, de galleta; las pastas son rojizas, en estas y otras piezas, sin tanto desgrasante (la mica negra brillante suele estar ausente). Puede llevar engobe blanco en el labio, o los triples trazos en el hombro pintados con los dedos o en el asa. — 20 jarros, de labio biselado al interior, redondeado, o ligeramente exvasado, con la boca desarrollada de donde parte el único asa (que no es ascendente) y el cuerpo redondeado (fig. 188.15) o carenado (fig. 188.17) de cuerpo bajo y hombro marcado. Puede presentar un bruñido listado vertical y pintura blanca aplicada con los dedos o con pincel, representando espirales (fig. 188.18) cuyo extremo final puede tener un repunte ascendente, o las tres líneas. — 1 botella o botija de cuello desarrollado (sin collarín) con engobe de almagra y borde biselado interior. — 1 jarra de pasta clara con bandas horizontales de almagra en el asa. — 1 jarra-colador con filtro en el inicio interior del cuello (fig. 188.24), la superficie exterior lleva almagra. — 2 aceiteras o redomas con vidriado interior y exterior. — 2 escudillas o ataifores de pasta clara con vidriado íntegro de color verde oscuro (fig. 188.14 y 188.16). — 1 tapadera de perfil convexo y arranque de asa (fig. 187.1) que optativamente puede utilizarse al revés (perfil cóncavo). — 18 barreños y baños de borde engrosado apuntado, redondeado o de sección en “T” (fig. 189.25, 189.26, 189.27, 189.28 y 189.29), opcionalmente con recubrimiento de almagra, que a su vez puede ir bruñido. En tres casos los baños tienen la boca exvasada pero el borde almendrado interior, con engobe de almagra pulimentado. El baño de mayor diámetro lleva un cordón con digitaciones a media altura. — 1 fuente de borde almendrado con almagra interior. — 2 candiles de pasta clara (fig. 188.23) con el piquero desarrollado y el extremo romo. — 2 tinajas de borde engrosado al exterior e interior con almagra (fig. 189.30 y 31). — 2 piezas discoidales (fig. 188.21 y 188.22) realizadas a partir del recorte y pulimento de piezas cerámicas gruesas (ladrillo y tegulae). — 1 ficha cerámica de juego (fig. 188.20). — 1 punzón de hueso realizado con un asta de ciervo.
Anejos de AEspA XLII
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INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
UE 1141
2.2
80.1
1.4 29.3
7.6 6.5
69.7
ALMAGRA
56.8
ALMAGRA
70.9
29.10
Fig. 187.
Materiales de la etapa califal (unidad 1141), siglo X
5cm.
198
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Anejos de AEspA XLII
UE 1141
25.12
17.11
PINTURA BLANCA
ALMAGRA
76.14 VIDRIADO
30.13
77.16 VIDRIADO
36.15 PINTURA BLANCA
60.18 PINTURA BLANCA
44.17 108.19
105.20 106.21
104.22 79.23 72.24 5 cm.
Fig. 188.
Materiales de la etapa califal (unidad 1141), siglo X
Anejos de AEspA XLII
INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
UE 1141
98.25 ALMAGRA
86.26 ALMAGRA
99.27
90.28
83.29 ALMAGRA
101.30
102.31 5cm.
Fig. 189.
Materiales de la etapa califal (unidad 1141), siglo X
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
— 1 enmangue de hueso tallado (fig. 188.19) con dos orificios y extremos biselados (tal vez para atar la cuerda de un cubo). La pieza tiene 13 cm de longitud. — y varias piezas de mármol de arquitectura romana. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. X. U.E. 1149 (fig. 190). Se contabilizan veintinueve piezas inventariadas: 9 ollas, todas de perfil en “S” con el borde moldurado-bífido (una con decoración de espirales de trazo fino pintadas en blanco) provistas de una o de dos asas y con el cuerpo sin acanaladuras; 5 cántaros de cuello cilíndrico acanalado y el borde reforzado al exterior (el asa parte a media altura), en algún caso puede ir pintado el hombro con espirales de línea fina y blanca; 1 cantarilla de boca cilíndrica desarrollada en altura, cuello muy corto y labio apuntado; 7 jarros (fig. 190.1 y 190.4) de borde ligeramente saliente y biselado o redondeado y en otros casos recto engrosado-biselado, provisto de un asa que no parte del labio sino de más abajo que la boca y un cuerpo acanalado de base convexa, puede ir decorada con trazos finos de pintura blanca, haciendo espirales independientes o dobles espirales conectadas en horizontal y bandas de separación del mismo color para separar en altura los motivos. Las 3 cazuelas responden a dos modelos, el de sencillo perfil curvo (fig. 190.2) y el de cuerpo carenado con labio engrosado y doble asa (fig. 190.3) con recubrimiento interior de almagra bruñida; 1 anafre (fig. 190.5) de borde reforzado exterior y con apéndice interior para sostén de la olla; 1 tapadera de perfil cóncavo, 1 jofaina de base plana sin vidriar (fig. 190.6), 1 baño de borde engrosado al exterior (fig. 190.7) y, por último, una herramienta de hierro de 22 cm de longitud, con un regatón y el otro extremo plano. El contexto pertenece a un nivel de relleno que colmata a un silo junto con la unidad 1150 que se encuentra a más profundidad (pero ambas son coetáneas, por ello nos servirá de muestra la lámina de la unidad 1.149). Cronología propuesta: s. X. U.E. 1150 Con diferencia es el contexto que más material reúne, con un total de cuatrocientas cuarenta y nueve piezas inventariadas. Este conjunto será objeto de un estudio específico, por lo que aquí nos limitaremos a desglosar el menaje y sus característi-
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cas primordiales. Hay que destacar que en este conjunto ha aparecido un solo fragmento de loza cobre-manganeso, otro decorado con trazo de manganeso con cubierta de vidriado de color melado y otros dos de loza estannífera sin decoración por ser fragmentos pequeños (un asa y un trozo de pared), lo que unido a otros rasgos diferenciales respecto a la tradición emiral que persiste, permiten encuadrarlo en la etapa califal. — 198 fragmentos de ollas de perfil en “S” con el cuello corto y la boca con tendencia recta, la mayoría con el borde moldurado-“bífido” (con tendencia a sobresalir la inferior, esbozando lo que será el borde “pico de pato”); otras son se sección triangular (labio biselado exterior) y de sección cuadrangular, ligeramente engrosado. Son piezas panzudas, de hombro alto, cuerpo acanalado y fondo convexo, provistas de dos asas afrontadas, planas con arranque desde el borde hasta el hombro. — 13 cazuelas de perfil carenado y boca recta o algo saliente y labio exvasado de sección con tendencia cuadrangular, provistas de dos asas. — 77 jarros de boca recta o de perfil ligeramente convexo, con desarrollo de proporción igual o menor a la altura del cuerpo, el labio ligeramente exvasado, recto biselado o engrosado al interior y biselado, con un asa más bien cilíndrica que suele partir por debajo del borde hasta el hombro, la base del recipiente suele ser convexa. Hay un único ejemplar con el cuerpo carenado. Casi todos los ejemplares van pintados con líneas finas blancas realizadas a pincel, que representan trazos rectilíneos u ondulantes en vertical y horizontal, también espirales que pueden ir conectadas entre sí como si de roleos se tratase; distribuyendo los motivos por bandas diferenciadas en la boca y el cuerpo. En una banda pueden ir alternas la triple línea vertical con la triple en forma de “U”. — 52 cántaros o cantarillas, ajustadas al modelo de cuello cilíndrico habitualmente acanalado y a un borde reforzado de sección cuadrangular o triangular (que en algún caso se aproxima al “pico de pato”) provisto de un asa de cinta ancha que parte del centro con desarrollo ascendente o recto. Se advierte una diferencia de capacidades pero en morfologías de igual perfil, que por regla general presentan el hombro pintado con engobe blanco en la versión del triple trazo vertical u oblicuo aplicado con los dedos o dibujos más finos realizados con pincel que representan espirales separadas, alineadas unas junto a otras o conectadas formando roleos, combinadas con líneas horizontales o verti-
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INFORME DE LAS EXCAVACIONES DESARROLLADAS EN LA ZONA
UE 1149
Pintura blanca
11.1
ALMAGRA
22.2
ALMAGRA
23.3
PINTURA BLANCA
26.4
27.5
ALMAGRA
24.6
5cm.
25.7
Fig. 190.
Materiales de la etapa califal (unidad 1149), siglo X
5cm.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
cales de tres que también se extienden al asa (son motivos iguales a los plasmados en los jarros, sólo que en un tamaño superior). También se registran triadas de puntos digitados. — 23 aceiteras, siempre pequeñas botellas o redomas íntegramente vidriadas (en color verde o melado) con un asa que parte del cuello hasta el hombro y una boca que en algún caso presenta pico vertedor. El cuerpo suele estar acanalado y la base convexa. — 2 botijas una de pasta clara pintada con goterones negros y la otra con cuello estrecho y boca más ancha desarrollada y acanalada. — 33 lebrillos o ataifores, 3 vidriados al completo, 1 verde-morado, 1 de loza y los restantes alisados o con almagra opcionalmente bruñida, de perfil sencillo curvo y en menor proporción carenados, con el borde redondeado o ligeramente reforzado y vuelto. — 29 barreños y baños, de borde engrosado, en algunos casos con engobe de almagra. — 6 candiles de piquero apuntado con mediana longitud, cuerpo lenticular o con carena y asa que queda por la parte de fuera del cuello. La pasta siempre es clara, sin vidriar y en un caso presenta el piquero pintado con trazos rojos. — 1 cangilón. — 8 fichas de juego recortadas y pulimentadas a partir de fragmentos de vasijas. — 1 pieza discoidal perforada en el centro y otras piezas indeterminadas. Contexto deposicional: colmatación de un silo. Cronología propuesta: s. X. Consideraciones finales El interés por el estudio de las cerámicas comprendidas entre los siglos VI y X posee en Extremadura una tradición reciente que busca caracterizar los menajes y progresar en su conocimiento en toda la geografía de la antigua Lusitania, después territorios comprendidos en la Marca Inferior. Es un propósito doblemente difícil por la complejidad de abarcar realidades culturales, económicas, geográficas e históricas diferentes propensas a crear unas divergencias materiales que se ven acentuadas en el transcurso de la antigüedad más tardía y de la alta edad media y porque se constata el hecho no menos desconcertante de mostrar facetas muy variables en la sincronía. Pero es básico conocer los registros materiales precedentes para argumentar hasta qué punto se in-
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troduce un cambio bajo la nueva realidad de AlAndalus. Desde los estudios pioneros con cerámicas procedentes de depósitos funerarios211 que sigue generando valiosas aportaciones212, ha habido un notable esfuerzo por comenzar a llenar de materiales domésticos la época visigoda213 aportando estratigrafías que permiten secuenciar el menaje cerámico y proyectarlo hasta la época islámica214, de modo que este interés por abordar la diacronía ha permitido enlazar con los estudios del registro material de los ceramólogos medievalistas215 que a su vez ha fructificado en un reciente estado de la cuestión, publicado en 2003 en el n.º XXVIII de Anejos de Archivo Español de Arqueología216 bajo el título Cerámicas tardorromanas y altomedievales en la Península Ibérica, obra en la que se ofrece una muestra de yacimientos cuyas cerámicas delatan diferencias entre los enclaves de costa, abastecidos en su condición portuaria217 y los de interior218, desde los centros urbanos de gran relieve219 a los asentamientos rurales, con una jerarquización que no conviene obviar razón al protagonismo histórico detentado y que a caso explique algunas diferencias o afinidades entre núcleos que pueden estar muy distantes. Si bien en la bibliografía cerámica sobre Extremadura220 son escasos los estudios cerámicos para los siglos que nos ocupan, ha recibido temprana atención por parte de aquellos arqueólogos que centraron sus estudios en los edificios cristianos tardoantiguos221 y áreas funerarias222 encuadrados fundamentalmente en la etapa visigoda, aunque en la excavación de las iglesias y ermitas se detectaba una proyección temporal de las cerámicas que podían llevarse hasta la etapa islámica, introduciendo el controvertido origen mozárabe de una parte de la arquitectura considerada tradicionalmente “visigótica”223. Hay una renovada confianza en argumen211 212 213
Izquierdo, 1977 a y b. Gamo, 1998. C.E.V.P.P. 1989 y 1991; Pascual et alii, 1997; Macías,
1999. 214 Caballero, 1989; Gutiérrez Lloret, 1987; 1988; 1993; 1996 y 2000. 215 Acién y Martínez, 1989; Acién, 1995; Álvarez, 1987 y 1989; Roselló, 1993; Salvatierra y Castillo, 1993 y 1997; Retuerce, 1998. 216 Caballero, Mateos y Retuerce, editores. 217 Acién et alii; Pascual et alii; Murcia et alii. 218 Gutiérrez et alii; Caballero, Retuerce y Sáenz. 219 Fuertes e Hidalgo; Alba y Feijoo. 220 González et alii, 2001. 221 Caballero, 1970; Caballero y Hulbert, 1976. 222 Cerrillo, 1980; Calero y Ortiz, 1986. 223 Caballero y Sáez, 1999.
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tar cronologías presentando el material cerámico aportado por excavaciones de estratigrafía rigurosamente documentada224 que logra progresos impensables hace unos pocos lustros. Fruto, por ejemplo, de esa prioridad por el registro estratigráfico está el de incorporar determinadas series de las sigillatas africanas D a la vajilla del siglo VII225 hasta tiempos muy recientes consideradas “intrusiones” o una prueba de peso para retraer la datación del contexto al Bajo Imperio. En Mérida la cuestión ha sido abordada procurando reconocer cuales son las características que definen por separado a la cerámica de época visigoda226 y la emiral227, situando en primer término los criterios tecnológicos228 para comparar y establecer pautas de continuidad y divergencia entre los menajes tardoantiguos y altomedievales229. Siguiendo la pauta observada en otros puntos de la ciudad, el material del siglo V y VI es de tecnología romana en las series comunes (con pervivencia de la sigillata, del trabajo a molde de las lucernas y las altas cocciones de la “gris paleocristiana”), mientras que desde entonces, en el VII y VIII adquiere rasgos diferenciales por un predominio de las características productivas de tipo casero o autárquico que definen al corpus cerámico de época visigoda: factura a torneta (también manual), pastas arenosas (habitualmente con mica plateada), paredes gruesas e irregulares (se acentúan los engrosamientos hacía la base), de fractura abrupta y sonido apagado, cocción irregular, a menudo reductora (predominio de los colores pardos y negruzcos), tratamiento superficial de las botellas bruñido completo o listado habitualmente sobre almagra, muy poca presencia de decoración y cuando aparece es realizada a peine; menaje escaso (en su mayoría de cocina y algunas piezas para líquidos), reducido en número por ser muy básico y polifuncional, pero con infinidad de versiones morfológicas de tales vasijas230. No es una producción de formas estandarizadas y la explicación del fenómeno excede al “regionalismo” para introducirnos en sistemas productivos atomizados propios de estrategias de economía familiar autosuficientes, con las mujeres como principales artífices.
224 225 226 227 228 229 230
Caballero, Retuerce y Sáenz, 2003. Aquilué, 2003. Alba, 1999. Alba y Feijoo, 2001. Alba, 2003. Alba y Feijoo, 2003. (Alba, 2003).
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Hemos visto cómo en el siglo VIII la cerámica proyecta esta misma pauta pero junto con las manufacturas de elaboración casera aparecen otras formas de artífices profesionales que anuncian la nueva etapa islámica: la pasta con desgrasante de mica negra, el color pardo uniforme de cocciones y algunos formatos totalmente nuevos, como las ollas con apunte de escotadura o carena alta aún poco marcada y las marmitas (se ha documentado un solo ejemplar, pero no de pared recta sino de ligero perfil en “S”), pero, con todo, se pueden establecer conexiones con cerámicas de yacimientos andaluces231. Hay que considerar todo el conjunto cerámico aportado por el contexto para detectar estos aspectos novedosos que son decisivos para datarlo. No obstante, para esta fase temprana se echan en falta las marmitas características del área andaluza y no se ha hallado ningún ejemplar de olla trípode de alto asiento (los pocos casos documentados son de apéndices cortos en recipientes para líquidos, pertenecientes a la familia de los jarros). Las piezas del siglo VIII pueden pasar por ser de la centuria anterior debido a la referida proyección tecnológica que condiciona la multiplicidad de variantes o subtipos de una morfología sin patrones fijos y a que aparece asociada a estructuras domésticas creadas en época visigoda que se abandonan en fechas inconcretas de la octava centuria. Una anotación que puede ser de interés para situar cronológicamente a algunas piezas del depósito funerario hallados en el interior de iglesias, es que las botellas con gollete en el cuello de donde parten las dos asas se mantienen pero aparece ahora la de cuerpo alto y cilíndrico. Una reflexión que sugiere la naturaleza de los grupos cerámicos inventariados es que convendría tenerlos muy en cuenta por parte de los prehistoriadores que prospectan el territorio, pues las características tecnológicas de las cerámicas visigodas (y de una parte del s. VIII) por ser a mano o torneta, de pasta arenosa, reductoras, etc., es fácil que puedan ser consideradas prehistóricas, como ya advirtiese Sonia Gutiérrez Lloret232. Está por valorar en nuestro territorio la incidencia de los asentamientos en altura durante estos siglos, como por ejemplo se ha atestiguado en Italia, pero no será fácil detectarlo por las cerámicas si los prospectores ignoran las claves que permiten identificarlas. Por otro lado la cerámica emiral posee curiosas “retroadopciones” 231 Acién, 1986 y 1993; Castillo y Martínez, 1993; Gómez Becerra, 1993; Gutiérrez Lloret, 1987 b. 232 1993, 44.
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como los mamelones, el recubrimiento de almagra normalmente bruñida y el borde almendrado por regla general con igual tratamiento del engobe, unido a ser muchas veces trabajados a mano por sus considerables tamaños (cazuelas, tapaderas, baños, barreños, tinajas) que bien pudieran pasar por materiales anteriores al mundo romano; pensemos qué interpretación recibirían, por ejemplo, esos contenedores de adobe semicocido de factura manual. La ausencia de decoración, salvo las digitaciones en los cordones múltiples, no facilita la identificación. Las cerámicas presentadas del siglo VIII, son de clara continuidad con las de época visigoda, pero en las excavaciones del Área de Morería se han documentado series más avanzadas situadas en el mismo siglo que evidencian un cambio drástico de su tecnología que rompen con el sistema de producción casera233 contrario a lo que paradójicamente se documenta en muchos enclaves andaluces, aunque sean urbanos234. Sabemos por la documentación de Morería que en el siglo VIII se perfila ya una estandarización del menaje emiral (en evolución) y se incorpora como novedad los primeros vidriados espesos, muy similares a las vetrinas pesantes de Italia235 de las cuales únicamente ha aparecido un solo ejemplar en la presente intervención, pero en un contexto del siglo IX. Diferentes indicios apuntan a que hubo un hiato prolongado comprendido entre el abandono de las casas construidas en la etapa visigoda que habían seguido habitadas hasta fechas indefinidas del siglo VIII y la presencia del gran edificio emiral en cuyo contorno se excavan los silos. Los pocos ejemplares vidriados del siglo IX que se han inventariado suelen ser de gran calidad y muy escasos, pertenecientes a botellas pequeñas (que consideramos para contener básicamente aceite) con recubrimiento íntegro, algún candil y pieza de vajilla y un mortero con un perfil de clara pervivencia tardoantigua (pero con cubierta de vidriado interior), mientras que el califato se suman más elementos de vajilla, prosiguen las redomas o “aceiteras” y aparece la decoración de cuerda seca parcial236, la de cobre-manganeso237. En la etapa emiral emeritense coexisten varios modelos de olla238, la de tradición visigoda de 233 234 235 236 237 238
Alba y Feijoo, 2001 y 2003. Acién, 1989 y 1993, 163; Gómez Becerra, 1993. Alba, 2003, 317. Déléry, 2003 y 2006. Cano, 1996; Gómez Martínez, 1993. Alba y Feijoo, 2001.
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perfil en “S” que mantiene el cuello corto y paralelamente evoluciona a otro prototipo de cuello desarrollado (semejante al perfil del cántaro) por regla general sin asas, la mencionada de escotadura con doble asa y, finalmente, se incorpora la de borde “bífido” con una o dos asas. En el proceso se crearán híbridos que no tendrán continuidad en el registro como es la de perfil en “S” que puede aparecer con un asa o con el cuerpo acanalado característico de la olla de borde “bífido” y el fondo pasa de plano a convexo. A su vez, la olla de boca moldurada “bífida” evoluciona al borde “pico de pato” y al labio de sección triangular (que puede presentar un entrante en su parte inferior) y cuadrangular, en piezas de cuerpo acanalado, base plana o convexa y pared más delgada y acanalada (puede ir pintada en el hombro), que se imponen y terminan sustituyendo a las de escotadura y a las de tradición visigoda de cuello corto. A tenor de algunas características de las cerámicas emirales que están presentes o ausentes en los yacimientos con este horizonte que poco a poco van siendo conocidos en la Península, parece aceptable la tesis de una regionalización de la cerámica. No obstante, a falta aún de datos, sospechamos que desde el siglo IX el calado material tiene más que ver con las características de los enclaves y de su peso en la participación de Al- Andalus, que con su situación más o menos sureña. Es decir, no sería de extrañar que yacimientos urbanos como Mérida, Toledo y Zaragoza presenten registros con mayor afinidad que, por ejemplo, los asentamientos diseminados por la campiña de Jaén o de Albacete (por citar dos territorios bien estudiados). Resulta llamativo que en el corpus emiral no exista un pleno paralelismo con Córdoba, en la capital están presentes las ollas de borde moldurado o bífido y los bordes exvasados de sección triangular, pero no las de escotadura239. Este hecho se repite en otros enclaves andaluces en los que o están ausentes o aparece testimonialmente240, en cambio en Mérida aparece en gran abundancia como pieza genuinamente emiral, característica de la producción local, que arranca esbozada en carenas y en ollas con escotadura de boca ancha con el borde más bien corto durante el s. VIII y doble asa que puede partir desde el borde o desde el hombro, con el interior del recipiente opcionalmente vidriado-espeso, para evolucionar al formato estandarizado de escotadura marcada donde dispone de dos 239 240
Fuertes y González, 1993; Fuertes, 2000. Salvatierra, Castillo y Aguirre, 2000.
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asas afrontadas de desarrollo ascendente desde su arranque en la escotadura hasta ir a morir a la parte alta del galvo, con el cuerpo sin acanaladuras y sin pintar, y la base con diferente grado de convexidad o más frecuentemente plana. En el siglo X, ya en época califal, se mantiene residualmente este formato, pero tiende a desaparecer del menaje emeritense y se advierten alteraciones semejantes a las de su origen como es que la escotadura se convierte en una carena poco marcada y tienden a adelgazarse las paredes (son piezas más ligeras). En el registro emiral no es extraño que aparezca alguna pieza de perfil completamente diferente a la rutina de los contextos... Siempre son piezas para líquidos de una factura impecable, pastas muy depuradas de fractura limpia, rectilínea, sonido agudo, muy bien cocidas. Su pasta clara delata una procedencia exterior que es fácil atribuir a Andalucía, previsiblemente a Córdoba, lo que afirmaríamos con rotundidad si no es por que no son las formas que se vienen publicando de aquel yacimiento. Si en las morfologías emirales de factura local se advierten nexos con algunos recipientes de época visigoda, sólo que en un estadio evolucionado, estas otras “importadas” son completamente ajenas a esa tradición anterior. Las piezas son en su mayoría botijas, cántaros o cantarillas, candiles o unas pequeñas botellitas que pudieron contener ungüentos o aceite (las de mayor capacidad, vinagre o aceite), pero salvo en las piezas para iluminación que participan en los canales de comercialización, las restantes las explicamos no por el mercado de los envases sino por lo que contienen, tal vez aceite y agua formando parte de los enseres básicos que se traen los viajeros (ejercito, funcionarios, séquitos, etc.) durante aquel siglo IX de fluido contacto con Córdoba. Con frecuencia estos recipientes de pastas claras aparecen pintados con almagra, mientras que las manufacturas emeritenses emirales, suelen utilizar el blanco que destaca más sobre el color pardo de las producciones locales (para marcar los jarros, por ejemplo); después se acusa una mayor profusión de pintura en las series califales, con motivos más variados, ocasionalmente organizados en bandas, y extensible a otras piezas para líquidos (cántaros, cantarillas, jarras) y piezas que van al fuego como las ollas y los jarros (estos últimos suelen tener las paredes quemadas). Pintura blanca de trazo fino o grueso que se extiende a las asas y al labio además del hombro o el cuello. En nuestro repertorio, la cantidad de vidriados y el aumento de piezas de la vajilla han sido pruebas para adscribir algunos contextos a la etapa ca-
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lifal: vidriado completo verde o melado muy brillante, o blanco al interior y vidriado convencional por fuera, verde-morado con paralelos en las producciones para Madinat Al-Zahara, vidriado con decoración manganeso y la cuerda seca parcial. No obstante, hay autores que adscriben tales cerámicas ya a fechas tempranas de la etapa emiral, como defiende Rosa Varela Gomes sobre materiales de Silves (Algarbe) con dataciones de los contextos mediante radiocarbono241 que numerosos ceramólogos han puesto en duda, pero que de estar en lo cierto podría justificar el traspaso de nuestro registro “califal” a los límites temporales del siglo IX; lo que, por otra parte, sería coherente con los acontecimientos históricos que narran los cronistas islámicos para la destrucción de Mérida en tiempos de Muhammad I. En este mismo sentido hay que tener en cuenta que se conocen tempranas producciones malagueñas que confirman la elaboración de vidriados con decoración manganeso242 por lo que en un futuro habrá que valorar si el conjunto estudiado se queda en fechas avanzadas del emirato o pertenece, en efecto, al califato. Con todo, una vez sopesada tal posibilidad y a tenor de los avances ceramológicos que se están produciendo en la Península, hemos optado por llevar el registro al siglo X, considerando las pervivencias de morfologías emirales en conjunción con los formatos de cerámicas comunes de nueva aparición: cazuela carenada, anafre, tapadera de perfil cóncavo con botón central, aceiteras pequeñas íntegramente vidriadas con base sin repié, cantarillas con colador, etc., al tiempo de sopesar los rasgos evolucionados de las piezas frecuentes (candil de piquera media sin el extremo puntiagudo, cántaros de cuello alto cilíndrico y borde reforzado, ollas de borde de sección triangular con entrante inferior, etcétera) y valorar las ausencias (baño de borde almendrado, orza con mamelones, cántaro de perfil en “S” con asa ascendente desde la boca, recipientes de adobe semicocido, tapaderas planas, cazuelas sencillas, etc.) junto con las pervivencias cada vez más residuales (como las ollas de escotadura, el jarro con cuerpo corto y carenado de hombro marcado). De todo ello existe correspondencia en registros califales estudiados por otros autores en Andalucía243, en el núcleo referente de Córdoba244,
241 Varela Gomes, 1995, 1998, 2002, y Mario y Rosa Varela Gomes, 1995. 242 Íñiguez y Mayorga, 1993. 243 Fernández Gabaldón, 1989; Pérez Alvarado, 2003. 244 (Fuertes, 2002).
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en la Mancha245, Valencia246, Murcia247; en el Algarve248 y en el Alentejo249. En conclusión, a partir de las cerámicas se puede afirmar que Mérida es un núcleo precozmente sen-
245 246 247
Gómez Martínez, 1996; Retuerce, 1998. Escribá, 1990. Gutiérrez Lloret, 1993; Gutiérrez, Gamo y Amorós,
2003. 248 Catarino, 1999; Teichner y Schierl, 2006; Varela Gomes, 2002. 249 Gómez Martínez, 1998 y 2001; Torres, 1987.
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sible a asimilar incorporaciones materiales de la nueva presencia islámica y que más adelante cuenta con genuinos repertorios emirales y califales que certifican su plena “integración” en Al-Andalus.
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5. EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL: ANÁLISIS HISTÓRICO, ARQUITECTÓNICO Y ARQUEOLÓGICO250 Antonio Pizzo
El estudio del “Arco de Trajano” se ha desarrollado según distintas fases de intervención. Previamente al análisis historiográfico del monumento, se ha realizado un nuevo soporte gráfico para la documentación de sus características constructivas251. A partir de la nueva documentación gráfica disponible, la lectura de los detalles arquitectónicos del monumento ha planteado una serie de problemáticas sobre la reconstrucción de su fisonomía original, que se han solucionado mediante el análisis arquitectónico y arqueológico. HISTORIA DE LA INVESTIGACIÓN La historia de la investigación no pretende ser un estudio exhaustivo de la documentación existente. El enfoque principal de la recopilación efectuada ha permitido orientar el estudio hacia la comprensión de las características técnicas y constructivas del edificio, a menudo olvidadas en la centralidad de las problemáticas de tipo urbanístico. En este sentido, las informaciones seleccionadas en el siguiente apartado sirven a definir las transformaciones del monumento a lo largo del tiempo y a comprender su arquitectura. 250 La segunda parte de este capitulo debe muchísimo a las aportaciones y comentarios del Dr. Xavier Dupré. El estudio que se presenta en este capitulo es parte de una monografía que se publicará posteriormente a la presentación de este volumen. En el caso especifico, se ha realizado un examen arquitectónico del denominado “Arco de Trajano” de Augusta Emerita que incluye una lectura de las transformaciones del edificio desde su construcción hasta las restauraciones de época contemporánea, un estudio geométrico del monumento para la definición de los aspectos inherentes a la metrología y a la modulación y, finalmente, la definición de la funcionalidad del arco en el amplio panorama de la tipología de estos monumentos. 251 El nuevo levantamiento del “arco de Trajano” se ha realizado con el método de la rectificación fotográfica. Véase Pizzo, 2005, 587-593.
La historiografía relativa al monumento es bastante rica desde la mitad del siglo XVI, aunque la atención de eruditos locales, viajeros y cronistas se ha centrado más en otros edificios de la Mérida romana, dejando al arco un papel secundario y proporcionando descripciones del monumento que, en líneas generales, se repiten de forma similar en toda la literatura arqueológica examinada. El carácter simbólico del arco está atestiguado por la abundante presencia de escudos, que a partir del siglo XVI, testimonian la adopción del monumento como uno de los primeros emblemas cívicos de Mérida. Desde la adopción por parte de la ciudad de los escudos de armas, el motivo del arco adquiere un papel protagonista en estas composiciones esquemáticas. El contexto cronológico más interesante es el de la segunda mitad del siglo XVI, cuando se concentra la mayoría de los escudos que hacen constante la presencia del arco (fig. 191). De lo escudos documentados el último difiere de los precedentes por la intención de ofrecer una imagen fidedigna del edificio, evidenciada por la perspectiva que ilustra los dos vanos laterales y la ausencia de elementos arquitectónicos252. Estos escudos constituyen un importante documento arqueológico en el análisis general del arco y no solamente un testimonio de historia local relativo a la evolución del símbolo de la ciudad de Mérida, configurando la más antigua representación gráfica conocida del monumento en cuestión. Por otro lado, las informaciones disponibles para el siglo XVI, relativas a descripciones del edifi252 Morales-Pogonowsky. 2001, 37-44. Además de constituir un importante documento de valor histórico, esta serie de escudos, constituye arqueológicamente un terminus ante quem para la definición del proceso de expolio del arco. Conjuntamente a las informaciones proporcionadas por Barreiros (1542), se demuestra que, evidentemente, la configuración actual del edificio es anterior a la mitad del siglo XVI.
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Fig. 191. Escudos de Mérida A. Escudo de Mérida en el interior del convento de Santa Eulalia B. Escudo de Mérida en la calle del Puente C. Escudo de Mérida. Colección del Convento de Santa Clara D. Escudo de Mérida. Colección del Convento de Santa Clara
cio se limitan, básicamente, a una cita e indican cómo, todavía, algunos de los lugares comunes que caracterizarán la historia del arco, como por ejemplo la identificación del monumento como una construcción trajanea, no se habían producido. La atribución del edificio al emperador Trajano tuvo que corresponder a un momento posterior al año 1542, cuando se documenta en Mérida la visita de Gaspar Barreiros que anota como “Dentro na cidade juto de igreja de Santiago sta hum arco de canteria a que os da terra chaman arco triumphal”. En la restante parte relativa a la descripción de nuestro monumento, Barreiros no hace referencia a Trajano y se dedica a demostrar la imposibilidad de considerar el arco como “triumphal” debido a la ausencia de elementos añadidos como imágenes esculpidas, inscripciones, torres, columnas y molduras253. 253
Barreiros, 1561, 24 ss.
Aunque estas consideraciones se revelan muy sencillas y actualmente carentes de fundamento para interpretar el edificio, resultan de mucha utilidad a la hora de establecer un terminus ante quem para la finalización del expolio completo del monumento y evidencian cómo, en 1542, el “Arco de Trajano” ya mantenía, en líneas generales, su aspecto actual sin elementos decorativos que permitieran intuir su conformación arquitectónica originaria. La referencia al arco triunfal se mantuvo, en el mismo período, a pesar de las anotaciones de Barreiros: a finales del siglo XVI (1593-1594), Camilo Borghese, enviado como nuncio extraordinario por el Papa Clemente VIII para tratar con Felipe II, nombra simplemente el arco, una vez más, como “triumphal”254. 254
Álvarez Sáenz de Buruaga, 1958, 16-17.
Anejos de AEspA XLII
EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL
La “Historia de la ciudad de Mérida” de B. Moreno de Vargas, publicada en 1633, constituye la referencia principal para la literatura posterior sobre el arco y decreta la atribución a Trajano que, en el imaginario colectivo y en la tradición arqueológica, se mantendrá hasta la actualidad. El contenido de la descripción se limita a parciales informaciones de carácter general255. A pesar de la ingenuidad de ciertas consideraciones sobre el “trajanismo” de la mayoría de los monumentos romanos de Mérida y de las relaciones entre la ciudad y el emperador, Moreno de Vargas ofrece, por primera vez, al final de la descripción, los primeros datos técnicos sobre el edificio, anotando las dimensiones, el tipo de construcción y el material utilizado. Observa, además, cómo el aspecto del arco no correspondía a la construcción original, registrando la ausencia de los elementos arquitectónicos, de la decoración y del revestimiento marmóreo que completaba la estructura de sillares. En respuesta a la obra de Moreno de Vargas, se imprimió en Florencia, en 1638, un folleto que se presenta como una crítica de la “Historia de la ciudad de Mérida”. El autor, Iván Gómez Bravo, trata de desmentir, de manera sistemática, los errores históricos, epigráficos y de interpretación de los monumentos cometidos en 1633256. A pesar de las críticas de Gómez Bravo y de la fortuna, en la bibliografía posterior, de la identificación como “Arco de los Trofeos257, propuesta por este autor, la influencia de la Historia de B. Moreno de Vargas marcó excesivamente la tradición arqueológica posterior y creó una serie de lugares comunes e ideas sobre la ciudad que sólo a través de la investigación arqueológica actual empiezan a desmentirse. Condicionada por la autoridad de este historiador, la bibliografía de los siglos XVIII, XIX y de la primera mitad del XX no aporta nuevas propuestas e interpretaciones al conocimiento del arco. En el siglo XVIII las aportaciones escritas a la historia del edificio son muy escasas, mientras que se asiste a una época de gran interés relativa a la
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Moreno de Vargas, 1633 (ed. 1984), 78. Álvarez, 1989, 11-12. El carácter de las observaciones está marcado por la forma utilizada en la corrección de estos errores. Según Álvarez Martínez, “Probablemente, aunque esto es algo que nunca quizá sepamos, Juan Gómez Bravo pretendió realizar un estudio histórico de Mérida y Moreno de Vargas se le adelantó, o bien, simplemente, se vio en la obligación, por su formación más firme que la de Moreno, de disipar los errores de bulto que apreciaba en el libro”. 257 Álvarez, 1989, 16. 256
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documentación gráfica del monumento, acompañada, en Mérida, por un interés siempre creciente hacia las antigüedades clásicas y los monumentos de época romana258. Es sin duda en esta segunda mitad del siglo XVIII, por motivos políticos, económicos o científicos259, cuando se promueve una serie de viajes que presentan, como justificación final, la creación de una base de documentación científica del patrimonio, garantizada por la “seriedad” de los miembros de las Academias y enmarcada en la creciente preocupación por la conservación de las antigüedades260. En este sentido, la ciudad de Mérida no fue exonerada del interés de eruditos locales y extranjeros, viajeros y estudiosos de arquitectura que con las realizaciones de láminas y dibujos de antigüedades intentaron satisfacer un nuevo gusto y nuevos intereses hacia las referencias literarias y gráficas acerca de un pasado idealizado. Las primeras representaciones gráficas y planimétricas que se conocen del llamado “Arco de Trajano” remontan al año 1791, cuando Carlos IV encarga, durante un período de tres años, a D. Manuel Villena Moziño261 la realización de planos, dibujos de ruinas y excavaciones arqueológicas en varios puntos de la ciudad de Mérida, entre ellos en el Arco262. La documentación ofrecida por Villena resulta muy interesante por varios motivos. El autor presenta dos dibujos relativos a este monumento; el primero se fecha el 15 de octubre de 1791 y el segundo el 26 de enero de 1793 (fig. 192). La importancia arqueológica de estos dos dibujos263 resulta fundamental a la hora de plantear una serie de cuestiones sobre el urbanismo del área circunstante al arco. En este sentido, se ha discutido si, efectivamente, la calzada que dibuja Villena pertenece a un tramo del cardo maximus en dirección al “Foro Provincial” o si, por el contrario, constituye la 258 Como ocurrió en gran parte de la península, el impulso hacía el interés para la antigüedad clásica tuvo en los extranjeros los mejores promotores. Respecto a la valoración de Mérida, a finales del siglo XVIII la importancia del patrimonio arqueológico no había adquirido, todavía, una relevancia destacada. 259 Mora, G. 1998, 21. Esta supervisión de las Reales Academias de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando resultó muy eficaz para la realización de grandes proyectos (recopilación de inscripciones romanas de España o realización de un mapa de la España antigua) y para la redacción de las primeras normas sobre el Patrimonio histórico y arqueológico. 260 Mora, G. 2004, 18. 261 Los planos de Villena donde figura la representación del “Arco de Trajano” se dieron a conocer por primera vez por Guillén, J.F. 1935. 262 Canto, A.M. 2001, 56. 263 Id. 129-130.
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amortización de la misma como consecuencia de la construcción de la plaza del “Foro”264. Dejando para las páginas siguientes las reflexiones generales relativas a la integración del monumento en el conjunto de restos arqueológicos próximos, sorprende que no se haya observado y reflexionado de forma detenida, hasta ahora, sobre las diferencias en los detalles de la representación de los dibujos de Villena de los años 1791 y 1793. Éstos presentan, quizá, algunos elementos útiles a la comprensión de ciertas cuestiones, que, hoy, todavía, se encuentran abiertas. El elemento esencial que diferencia los dos dibujos se refiere, sustancialmente, a la forma de representar los detalles de la excavación que el mismo autor realizó en una de las jambas del arco. La colocación del corte realizado para recuperar los datos sobre la profundidad originaria de la jamba, cambia, si se observan los planos del 1791 y del 1793. En el primero, el empedrado de la calzada ocupa exclusivamente el vano interior del arco, mientras que, en el segundo dibujo, se realiza un desplazamiento de la posición del mismo hacia la parte relativa a la jamba.
Fig. 192. 264
Mateos-Palma, 2004, 48.
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Existen también otros detalles que distinguen las dos representaciones. Por la ausencia de los sillares en el mismo pie derecho de la izquierda, repetida en la caracterización del vano interior, la cara documentada en el dibujo del año 1791, parece ser la Sur y el vano el del lado Oeste. Sin embargo, se observa cómo, en la segunda lámina, se añaden sillares de granito a los riñones del arco y se elimina el recorte semicircular del vano interior. Identificar los motivos de estos cambios resulta, objetivamente, muy difícil y sólo podemos presentar algunas preguntas. ¿Se trata de una rectificación de los datos del primer trabajo debido al error de señalización de la calzada? ¿Se efectúa una nueva excavación en la zona cercana a la jamba? Es difícil establecer qué razón llevó a M. Villena a efectuar una nueva lámina del arco, aunque es posible pensar en la voluntad de ofrecer más precisión al dato relativo a la realización de la excavación. Muy probablemente, y estando ocupado el vano del arco por un pavimento marmóreo265, que pertenece formalmente a la plaza,
Dibujos del “arco de Trajano” (1791, 1793) de M. Villena Moziño 265
Mateos, 2001, 198-199.
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EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL
el autor advirtió la necesidad de corregir el plano, señalizando el fin de la calzada con la jamba externa del arco. En la solución de este problema está la posibilidad de aportar una información esencial al problema de la cronología del arco y consecuentemente del conjunto monumental situado al Norte que trataremos más adelante. Sin intentar atribuir a la fase final del siglo XVIII la conciencia teórica que caracteriza los estudios actuales, es oportuno señalizar cómo la experiencia de M. Villena constituye un ejemplo pionero del campo disciplinar que investiga la arquitectura histórica con metodología arqueológica. La aproximación al monumento por parte de este autor, plantea, por primera vez, la perspectiva de un estudio arquitectónico en relación al análisis del subsuelo. La excavación realizada por el autor en una de las jambas no es más que el primer y único tentativo de comprender el edificio en su totalidad y de asegurar la exactitud de la reconstrucción del aspecto original y de los datos ofrecidos en las láminas. Entre los viajeros eruditos de este final del siglo XVIII se confirma la presencia en Mérida de Francisco Pérez Bayer, Bibliotecario Mayor de la Real Librería, que, de regreso de un viaje a Valencia, Andalucía y Portugal, hizo copiar monumentos e inscripciones presentes en la ciudad266. El dibujo dedicado al arco de Trajano (fig. 193) representa una novedad en la serie de imágenes ya analizadas. Se trata de una composición atípica respecto a las precedentes en el intento de agregar en el mismo esquema compositivo el edificio con sus características principales y el monumento a Santa Eulalia con la inscripción dedicada a la Concordiae Augusti267. Otro conjunto muy interesante de representaciones gráficas de monumentos romanos emeritenses es el realizado por D. Fernando Rodríguez entre 1794 y 1797268. Entre los dibujos publicados no falta uno dedicado al “Arco de Trajano” (fig. 194), realizado en noviembre de 1794269, en 266 Mora, 2004, 20. F. Pérez Bayer es el mismo que, muchos años después, cita Madoz en su Diccionario como “Pérez Banjer”, atribuyéndole el dibujo y unas notas que se indican a continuación. 267 Últimamente se ha definido la presencia de esta inscripción como parte integrante del complejo monumental (Templo de la Calle Holguín, Pórtico) al que pertenece el mismo arco. Para la atribución del templo de la calle Holguín al modelo del templo de la Concordia de Roma véase Mateos-Palma, 2004, 48. 268 Arbaiza-Soler, Heras, 1998, 309 ss. 269 La lámina presenta de forma evidente una relación con
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Fig. 193. Composición con el “Arco de Trajano” y el monumento de Santa Eulalia, realizada por F. Pérez Bayer (Mora, G. 1998)
el cual se presenta el plano del arco, el alzado de una de las caras y el perfil de uno de sus vanos interiores270. La base del dibujo se inspira en los anteriores de M. Villena, aunque se nota una mayor rigurosidad en la realización de la arcada y del plano del monumento. Rodríguez representa correctamente el numero de dovelas, corrigiendo el dato anterior que documentaba en la fachada 29 dovelas que, en realidad, constituyen el número de los elementos los dibujos de Villena Moziño desde el punto de vista estilístico y de la impostación del conjunto de dibujos. 270 El número de las huellas dejadas en las dovelas por los ferrei forfices utilizados para la puesta en obra de estos elementos, hace pensar que se trate, probablemente, de la cara Norte, a pesar de que las representaciones de las jambas podrían relacionarse con las de la cara Sur. Es probable que, a finales del siglo XVIII, las características de las construcciones que se adosaron al arco dejara libre la totalidad de la superficie de los pies derechos. Por otro lado, resulta muy difícil interpretar la ubicación del dibujo del vano interior. La ausencia de la huella semicircular en la parte inferior del espacio, existente con seguridad en 1791 tal y como se aprecia en el primer dibujo de Villena, indica que pueda tratarse del perfil Este, aunque no se considerara este planteamiento con absoluta seguridad.
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Fig. 194. “Arco de Trajano” dibujado por F. Rodríguez entre entre 1794 y 1797 (Arbaiza Blanco-Soler, S. - Heras Casas, C., 1998)
presentes en la bóveda interior271 y realiza un plano más detallado que sirve al autor para atribuir al arco una nueva interpretación. Al período comprendido entre finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX pertenecen dos importantes dibujos que vienen a integrar el panorama de la documentación gráfica sobre el llamado “Arco de Trajano”. El primero, realizado por J. Chapman (siglo XVIII) y publicado en 1816 (fig. 195)272 reproduce una escena en los alrededores del monumento ambientada en una época lejana respecto al momento de ejecución del gra271 Resulta difícil comprender la razón que llevó Villena a trasladar el número de elementos de la bóveda interior (de dimensiones inferiores) a la representación de la arcada de una de las caras del arco. Es evidente que no se trata de un error, vista la constancia de este dato en los dos dibujos del arco y la extraña coincidencia con la cantidad de dovelas de la bóveda; cabe pensar, quizá, que se trate de la manera más rápida y fácil de incorporar la voluntad de documentar la peculiaridad del interior respecto a las caras del monumento, realizando una fusión que, de otra manera, resulta verdaderamente incomprensible. 272 Este nuevo grabado ha sido recientemente publicado en un volumen sobre A. Laborde y sus dibujos emeritenses de Caballero, 2004, 82.
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bado. El arco aparece flanqueado por una serie de construcciones que no se ha documentado en el análisis del resto de las láminas. La representación resulta esquemática, aunque quizás de gran ayuda para la solución de un problema arqueológico evidenciado durante la lectura estratigráfica del conjunto. En el lado derecho de la imagen se puede apreciar una construcción situada en el vano interior, cubierta por una estructura, a un nivel superior, que ha dejado, en las jambas internas, las huellas de su realización. El segundo grabado (fig. 196) parece hasta ahora inédito. Se trata de una litografía de comienzo del XIX que pertenece a los cuadernos que editaba Ivo de la Cortina, firmada por él mismo y conservada en la Biblioteca Colombina de Sevilla273. El dibujo, parecido al que se documenta en una extremidad del famoso plano de Mérida del mismo autor, no es una representación real del monumento (no coincide, por ejemplo el número de las dovelas), sino un resumen esquemático de los principales aspectos arquitectónicos. La presencia de una estatua de togado, situada en uno de los vanos interiores ayuda a descifrar el terminus ante quem para la colocación de estos elementos decorativos que se ha prolongado hasta los años 80 del siglo XX, confirmando, además y en el mismo período, el proceso de destrucción de la jamba SO. El dato más interesante consiste en el detalle que Ivo de la Cortina ofrece de la parte superior de las jambas. El análisis del resto de la documentación gráfica no había proporcionado datos para la reconstrucción de los elementos decorativos que revestían el monumento. La ausencia de estos elementos en los dibujos examinados indica que, probablemente, la parte superior de las jambas no presentara, en los siglos XVIII y XIX, huellas para la definición de la decoración marmórea aplicada. En este caso, la imaginación de Ivo constituiría la primera propuesta de reconstrucción del aspecto inicial del edificio que, según nuestra propuesta, no se alejaría de la configuración original del mismo. De Ivo de la Cortina existe otro dibujo del arco, conservado en los archivos de la RAH que se añade a la serie ya citada o representaciones similares como la de Pulido. Un dato interesante en el análisis de la tradición historiográfica de este período es la coincidencia cronológica de las representaciones gráficas sobre 273 Agradezco al Prof. José Maria Luzón su gentileza al ofrecerme la posibilidad de adjuntar este importante testimonio a la serie de representaciones gráficas del “Arco de Trajano”.
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Fig. 195.
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Grabado del arco de J. Chapman publicado en 1816 (Caballero Rodríguez, J., 2004)
la Mérida romana que es posible relacionar, de manera evidente, con la proposición de la Real Academia de la Historia al rey Fernando VI respecto a la necesidad de elaborar una nueva documentación sobre los monumentos romanos emeritenses, que pudiera sustituir aquélla que se perdió en el incendio del Palacio Real de Madrid en 1734274. El marco científico impuesto por las Academias seguirá sin sustanciales variaciones durante los primeros decenios del siglo XIX, momento en que se consolida, desde un punto de vista general, el control central sobre la realización de las actividades arqueológicas275. En los primeros años del siglo XIX Laborde realiza su viaje a España, documentando una gran cantidad de monumentos, elegidos entre aquellos
Fig. 196.
Tografía de Ivo de la Cortina (Copia concedida por el prof. J.M. Luzón)
274 Alba-Fernández, 1999, 178 y 203. Es probable que algún dibujo sobre el “Arco de Trajano” pudiera conservarse entre la documentación realizada por Juan Herrera para el rey Felipe II en 1580, perdida en el mismo incendio de 1734. El dato que ilustra la coincidencia en la cronología de la documentación gráfica relativa a los monumentos emeritenses se relaciona, muy probablemente, a la voluntad, por parte de la Real Academia de la Historia, de reemplazar la documentación destruida por dicho incendio. 275 Mora, 1998, 122.
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Fig. 197. Dibujo del arco de Ivo de la Cortina conservado en el Archivio de la Real Academia de la Historia
Fig. 198.
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cuya conservación y espectacularidad pudiera expresar el nuevo gusto hacia la escenas pintorescas y de ambientación. La impresión que este autor resalta de la visita emeritense no es muy positiva, sobre todo en relación al estado del patrimonio. Este autor dedica al arco una lámina de naturaleza paisajística y parte de una segunda lámina en la cual trata el monumento bajo la óptica de la documentación arquitectónica, ofreciendo un plano, una sección de un vano interior y la reconstrucción de una de las caras. El dibujo del arco constituye, sin duda, una de las mejores imágenes de Mérida, ofreciendo una serie de datos y de indicaciones muy útiles a la hora de aproximarse al estudio arqueológico de la estructura. A una primera observación, resulta evidente la diferencia entre esta representación y el dibujo de M. Villena. En este último (fig. 192) se expresa una voluntad de crear un instrumento gráfico para un estudio técnico del arco y se dibuja un alzado en forma de levantamiento planimétrico, con indicación de la escala señalizada en varas castellanas, además de ofrecer una sección del interior del monumento y el plano con la indicación de la excavación realizada con fines científicos para la documentación de la altura total del arco y el conocimiento del zócalo inferior. El dibujo de De Laborde ofrece, sin embargo, una contextualización diferente, en línea con el gusto del siglo XVIII
Representación del “Arco de Trajano” de A. De Laborde, publicada en 1806
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Fig. 199.
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Planos y levantamientos arquitectónicos de una de las fachadas y de uno de los vanos laterales del “Arco de Trajano, dibujados por A. De Laborde
hacia la ambientación paisajística marcada por la inserción de los monumentos entre escenas costumbristas. En el caso de la lámina del “arco de Trajano” la representación de la cara norte es, quizás, la más fiel, entre las que se conservan, no descuidando incluso la señalización de detalles, como la ausencia de los sillares de la jamba suroeste, que se ha podido demostrar durante la realización del análisis estratigráfico. Por otro lado, la vena realística del autor, a la hora de documentar el monumento, se mezcla con la voluntad de enmarcar en el mismo una escena de la vida cotidiana de la ciudad. La segunda lámina (fig. 199) resulta más interesante en el sentido del tratamiento del monumento como un estudio arquitectónico y se acerca más a la visión geométrica de la estructura típica de M. Villena Moziño. En ésta se presenta un plano, la sección del vano interior y la reconstrucción de una de las fachadas276. En los años sucesivos del siglo XIX se ponen las bases para las reflexiones actuales sobre el papel de los monumentos romanos en relación con el contexto originario de pertenencia y se definen las posturas científicas que caracterizarán el futuro de la investigación arqueológica en la ciudad. El “arco 276 Desde la perspectiva de la investigación arqueológica las dos láminas resultan de gran interés aunque la aproximación al dibujo por parte de los autores es absolutamente antitética. La integración de las diferentes características ilustradas en las dos representaciones ha resultado de gran importancia en la reconstrucción de la historia del edificio.
de Trajano” se mantiene en la categoría de los monumentos pocos tratados, aunque se empiecen a formular, acerca de su tipología, hipótesis de carácter general. Las notas que se refieren a estas hipótesis se fechan a mediados del siglo y demuestran cómo el interés se centra, única y exclusivamente, en la voluntad de definir o desmentir el aspecto “triunfal” del arco. Originariamente, el protagonismo de esta discusión, que seguirá interesando a los autores posteriores hasta mediados del siglo XX, se centra en las figuras de J.A. Ceán Bermúdez277 y J.D. Viu278 que aportan una visión opuesta y algo polémica en relación a este último aspecto. Entre el año 1873 y el 1877279 se documenta una última representación gráfica del monumento, constituida por una lámina realizada por R. Arredondo y E. Buxó (fig. 200) en la cual se reproducen varios monumentos de la Mérida romana. Del arco se realiza la vista de la cara Sur y un plano. Este dibujo resulta muy interesante en la medida que ofrece una caracterización real del estado de conservación de finales del siglo XIX, momento en que aparece completado el proceso de expolio de las seis hiladas de sillares de la jamba SO y de las dos hiladas de la jamba SE, detectado a partir del análisis estratigráfico del conjunto. 277 278 279
Ceán Bermúdez, 1832, 389. Viu, 1852, 33. AA.VV. 1993: La ciudad hispanorromana, 296.
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Fig. 200.
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Lámina con representación del alzado y plano del “Arco de Trajano”, realizada, entre 1873 y 1877, por R. Arredondo y E. Buxó
En el clima general del reconocimiento de la disciplina arqueológica y de su profesionalización280, se colocan los análisis más detenidos que abren un debate “científico” sobre el monumento y su colocación en el esquema urbanístico de la Mérida romana. La “Historia de las antigüedades de Mérida”, publicada por G. Fernández y Pérez en 1893 recopila integralmente lo dicho en 1633 sobre la tipología y la cronología del arco y añade algunos datos sobre su forma constructiva281. En ese mismo año 1893, se publican las “Antigüedades de Mérida” de A.F. Forner y Segarra donde se atribuye al edificio el nombre de “Arco de los Trofeos” y se recupera una vez más la afirmación de Moreno de Vargas en contra de la posibilidad que se tratara de un arco triunfal. Se plantean, además, nuevas hipótesis sobre la cronología282. Las hipótesis formuladas por Forner presentan como justificación científica un hallazgo que no es posible considerar como prueba para la atribución adrianea del arco283, aunque tienen el mérito de po280 Mora, 1998, 122. Sobre la profesionalización de la disciplina arqueológica en España véase: Peiró-Pasamar,1990, 9-30. 281 Fernández y Pérez, 1893 (ed.), 47-48. 282 Forner,. 1893 (ed.), 34-35. 283 Id. p. 35. El hallazgo en ocasión del derribo de “un muro viejo” de “tres medallas de bronce de peso de una onza cada una”, de la época de Adriano, hizo pensar a Forner que “estas medallas nos llevan en conocimiento de que Mérida, en el consulado tercero de Adriano, fue adornada de nuevas fábricas, y en memoria que aquella parte de muro se había levantado,
ner en duda por primera vez la tradicional cronología trajanea. A estas dos historias de la ciudad de finales de los últimos años del siglo XIX se añaden en 1894 las “Ampliaciones a la Historia de Mérida” de Moreno de Vargas, Forner y Fernández de P.M. Plano y García284. En la reseña que el autor hace de los monumentos de la Mérida romana dedica poco más de una página al arco y sustancialmente no aporta informaciones novedosas con respecto a las interpretaciones ofrecidas por autores anteriores. Por primera vez, en estas anotaciones se advierte, por una parte, la necesidad de encontrar en el método comparativo el instrumento para la identificación del Arco, y por otra, se inserta el monumento en un panorama un poco más amplio respecto a las consideraciones anteriores que lo presentaban como un edificio caracterizado por sí mismo y casi sin relación con la ciudad romana. A la publicación de estas tres “Historias” de Mérida sigue un vacío en la documentación histórica relativa al arco que se ocupará sólo en los años veinte del siglo XX285. pusieron allí las medallas para que los que dieran con ellas viniesen en este conocimiento. Así no era extraño que los emeritenses levantasen el Arco en honra de este bienhechor de su patria”. Resulta claro cómo la escasez de datos arqueológicos disponibles llevó a A.F. Forner al error de asignar al monumento una datación formulada sobre unas bases inconsistentes. 284 Plano, 1894 (ed. 1985), 31-32. 285 A finales del siglo XIX se documentan unas breves descripciones de viajeros que tratan el arco de manera rápida y superficial no contribuyendo al conocimiento de elementos ge-
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Las descripciones más detalladas del monumento se documentan durante los primeros decenios de dicho siglo, contemporáneamente a un cambio sustancial que se produjo en la aproximación a los restos arqueológicos de la ciudad de Mérida. En 1910 empiezan las campañas arqueológicas sistemáticas286, que, a partir de los hallazgos y de los nuevos conocimientos entorno al teatro, impulsaron una nueva ola de interés hacia la arqueología de la ciudad y las problemáticas relativas al urbanismo romano de la misma. Las figuras que destacan en la investigación de este período son indudablemente las de J. Ramón Mélida y M. Macías. La calidad y la novedad de las informaciones técnicas ofrecidas del arco se mezclan con una serie de detalles románticos que colorean los textos. El monumento se observa bajo la doble óptica de la realización técnica que, por una parte, necesita un examen de la morfología constructiva y de las dimensiones y, por otra, se presenta como elemento “artístico” enigmático. El mérito de J.R. Mélida consiste fundamentalmente en la capacidad de formular, por primera vez, una interpretación del arco en referencia al urbanismo de la ciudad y de plantear, al mismo tiempo, una teoría que, sólo en los últimos veinte años, se acaba de desmentir definitivamente287. En el párrafo dedicado al arco por M. Macías en su “Mérida monumental y artística” (1925)288, no se añaden datos nuevos a los proporcionados por Mélida cuatro años antes. El repaso de la documentación historiográfica relativa al llamado “Arco de Trajano” evidencia la poca atención prestada al conocimiento histórico-arqueológico del monumento. El panorama de informaciones proporcionadas es bastante amplio, pero restringido a pocas citas que marcan las pautas sobre la investigación.
nerales de novedad sobre el monumento. Véase Workman, Fanny Bullock and William Hunter Workman, Sketches Awheel in Modern Iberia, Londres, New York, 1897 en Marín, 2002, 186. 286 Mora, 1998, 106. 287 Mélida, en el intento de atribuir una funcionalidad al arco, formuló la hipótesis que se tratara de una puerta monumental de la ciudad romana, situada en la zona Norte de un originario recinto amurallado que el autor sitúa en las zonas laterales del mismo arco (Mélida, 1925, 123). El definitivo abandono de esta teoría se produjo a finales de los años 70, cuando se estableció la hipótesis que identifica el monumento como un gran acceso a una zona oficial. Para el desarrollo de esta teoría vease: Almagro. 1976, 198-200; Álvarez, 1982, 64-65. 288 Macías, 1929, 65-67.
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La descripción de B. Moreno de Vargas de 1633, puso las bases de las definiciones más utilizadas sobre las características principales del arco. A pesar de las advertencias de I. Gómez Moreno, publicadas en 1638, las afirmaciones presentes en la Historia, se documentan, más o menos ampliadas, en los trabajos posteriores. Desde el punto de vista del análisis arqueológico, las observaciones de M. de Vargas sobre el tipo de construcción y el material utilizado, constituyen la única referencia hasta las obras de finales del siglo XIX y comienzo del siglo XX (Fernández y Pérez, Forner y Segarra, Mélida, Macías), cuando, además, se intenta contextualizar el monumento en el panorama general del urbanismo romano de Augusta Emerita. Con respecto a la documentación gráfica, no ha sido el monumento en sí el promotor del interés de los autores, sino que la producción de láminas y dibujos precedentemente analizados se enmarca en un contexto histórico preciso que propulsó, a finales del siglo XVIII y desde la Real Academia de la Historia, la realización de una nueva documentación, por una parte, para reemplazar los archivos perdidos durante el incendio de 1734 en el Palacio Real, y por otra, en línea con las tendencias europeas, para satisfacer la demanda de obras que reflejaran el gusto hacía las antigüedades clásicas en general289. La utilidad de este material, resulta muy eficaz en el proceso de definición de las intervenciones sufridas por el edificio a lo largo del tiempo y, en ciertos casos, el examen detallado de las láminas y dibujos antiguos ha permitido el reconocimiento de acciones de restauración cuya cronología hubiera sido difícil de definir solamente con el análisis estratigráfico. DESCRIPCIÓN GENERAL De la construcción original se conserva solamente la parte que formaba la estructura portante de otra serie de elementos arquitectónicos y decorativos perdidos, que, en su totalidad, constituían el
289 Hay que destacar que la producción de dibujos de este período presenta tendencias diferentes según la preparación técnica y artística de los autores. En el caso de los dibujos realizados sobre el arco por M. Villena es evidente la intención de elaborar un documento que sirva como base para una aproximación “científica” al estudio arquitectónico del monumento, dejando al margen las caracterizaciones de tipo paisajístico y “de manera” muy bien representadas, por ejemplo, en la lámina de De Laborde.
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Fig. 201.
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Estado actual del monumento con las casas contemporáneas adosadas a las jambas (Cara S)
verdadero arcus290, atribuyendo a la conformación antigua una fisonomía diferente. El edificio presenta una planta rectangular con dos vanos laterales internos con forma de U y se adscribe a los arcos con apertura central y accesos laterales secundarios291. Desde un punto de vista técnico, es una construcción resultante de la unión de dos arcos, caracterizados por un perfil paralelo entre trasdós e intradós, independientes, realizados con veintitrés dovelas en cada una de las dos caras, que forman un perfil semicircular de medio punto (fig. 201). Las dos estructuras se sitúan a una distancia de 290 Con la terminología “arco” se designa el monumento en general con sus elementos arquitectónicos añadidos. Según Mansuelli,1979, ocurre distinguir entre los términos fornix y arcus. El primero resulta de utilización anterior a la primera edad imperial, cuando estos tipos de monumentos se convierten en construcciones oficiales y representativas, adquiriendo nuevas formas y elementos como “el aparato epigráfico y figurativo” que determinaron estas nuevas funciones (p. 15). Sobre la problemática filológica y cronológica relativa a la sustitución de fornix por arcus véase Id., 1979: pp. 16 y ss. 291 La confirmación de la existencia de una puerta secundaria lateral se ha obtenido durante las campañas de excavación de los años 2004 y 2005, en el ámbito del ya citado proyecto sobre el llamado “Foro provincial de Augusta Emerita.
5,70 m, y se unen a una bóveda realizada con elementos graníticos en forma de paralelepípedo de 3,20 m. Cimentaciones La ausencia de intervenciones arqueológicas sistemáticas en las cimentaciones del monumento no permite definir con precisión la tipología y las características técnicas de las estructuras que sustentan el arco. Las dimensiones del edificio dejaban intuir la posibilidad de unas cimentaciones formadas por una sólida estructura de sillares de granito, de planta cuadrada o rectangular. Durante las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en 2004 y 2005 se ha documentado, bajo el nivel del pedestal de la misma jamba SE una estructura de la que se conservan cuatro sillares de granito (fig. 202) alineados y ocultados por la preparación de la pavimentación de mármol del vano interior del arco. Al O se evidencia una estructura de hormigón relativa a un primer escalón de acceso. La ausencia de continuidad de los elementos de granito deja imaginar unas cimentaciones de planta rectangular dispuestas como estructura única debajo de las jambas del arco.
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Fig. 202.
Restos de la parte superficial de las cimentaciones de las jambas del arco
Jambas
probablemente, alojaban lastras decorativas de mármol o de otro material (fig. 203).
La homogeneidad constructiva entre las jambas del arco y los vanos laterales permite solamente una distinción formal entre estas estructuras, dada la contemporaneidad de ejecución en la obra detectada a partir del análisis estratigráfico del edificio292. La parte conservada de las jambas no corresponde a la globalidad de la construcción original, a causa del adosamiento lateral de las casas modernas y contemporáneas, todavía visibles en las zonas adyacentes al monumento. La extensión originaria, correspondiente al macizo de estribo, sólo se ha podido reconstruir a partir del estudio de la modulación del arco293. Desde el punto de vista morfológico, las cuatro jambas presentan una serie de elementos comunes que caracterizan el aspecto general. Se conservan, en cada uno de ellos, quince hiladas de sillares, exceptuando el SO, que presenta una hilada más, debido al descubrimiento de las excavaciones recientes; la séptima hilada, a partir de la imposta, divide las jambas conservadas en dos partes, sobresaliendo de algunos centímetros respecto a la zona superior. Esta última, que en todos los casos mide entre 2,73-2,75 m presenta en las tres caras exteriores, unos marcos rectangulares, de entre 1 y 2 cm de profundidad, que, muy 292 293
V. infra pp. 224 ss. V. infra pp. 230 ss.
219
Fig. 203.
Detalle del marco rectangular de la cara E del pie derecho NE
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
La reconstrucción de las basas efectuadas por M. Villena corresponde sólo en parte a la conformación real de estos elementos estructurales. Las hiladas de sillares que faltan para la definición del edificio completo son cuatro en lugar de las seis representados en las láminas de Villena. Los restos que se conservan de la parte inferior de las jambas pertenecen a un pedestal de dimensiones muy reducidas respecto a la altura total del edificio. Este elemento arquitectónico se configura en la estructura de granito con rebajes en los sillares (fig. 204) y representa el único sitio en el que se documenta un revestimiento marmóreo, formado por una moldura que se superpone a una lastra plana del mismo material, fijada a la superficie de granito mediante grapas metálicas.
Anejos de AEspA XLII
Impostas Los sillares de imposta que definen la línea de arranque de los arcos no se diferencian en cuanto a material constructivo y formas del mismo. Respecto a los sillares de las hiladas que forman las jambas presentan una altura ligeramente mayor y se realizaron utilizando dos sillares distintos que sobresalían respecto a la anchura de las dovelas. Ninguna de las cuatro impostas se ha podido documentar integralmente, encontrándose todas fragmentadas a la altura del sillar exterior. La superficie de estos elementos presenta huellas de las herramientas utilizadas para el recorte de las piezas en la zona central en correspondencia del punto donde se aplicaba la decoración arquitectónica. Las dimensiones de los elementos conservados son: Imposta SE: 1,03 ´ 0,70 m. Imposta SO: 1.05 ´ 0,70 m - 0,55 ´ 0,70 m. Imposta NE: 1,00 ´ 0,73 m. Imposta NO: 0,90 ´ 0,75 m. Vanos laterales
Fig. 204. Pedestal de la jamba SO del arco, restos de las escaleras, revestimiento de marmol y detalle de una de las grapas
Las jambas de la cara Sur se conservan en mejor estado a pesar de haber sufrido varías intervenciones de restauración.
Los vanos laterales del arco (fig. 205) se relacionan, desde el punto de vista constructivo, con las cuatro jambas del mismo. A partir del análisis estratigráfico se ha detectado la contemporaneidad del momento de realización de ambos elementos, documentada a través de la existencia de sillares en forma de “L” que, dispuestos según hiladas alternadas y marcando un ángulo de 90° entre la parte situada en la jamba y la parte del vano, los unen sólidamente. Desde la parte conservada en el vano Oeste, a nivel de la acera de la calle Trajano, hasta la línea de arranque de la bóveda interior del monumento se conservan en 21 hiladas de sillares, divididas en tres partes por dos hiladas la 9ª y la 17ª, que sobresalen ligeramente respecto al perfil del resto del paramento. La segunda hilada divisoria corresponde al nivel de la imposta de las jambas y se documenta el mismo tipo de recorte evidenciado precedentemente en este elemento. En las partes superiores se aprecian los marcos que, como en las tres caras visibles de las jambas, definen el espacio para la inserción de placas de mármol u otro material para el revestimiento de la superficie del paramento. Las nuevas excavaciones en el sector Este han permitido la documentación de cuatro hiladas más
Anejos de AEspA XLII
EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL
Fig. 205.
de sillares que completan la estructura en la parte inferior. La zona a contacto con la pavimentación marmórea conserva un revestimiento de placas verticales igualmente de mármol, a las que se superpone una moldura. Arcos Los dos arcos de medio punto (fig. 206) que forman las dos caras del monumento (Norte y Sur), se realizaron con 23 dovelas en cada lado, todas con perfil extradosal (perfil paralelo entre trasdós e intradós). De éstas, dos son salmeres (sillar que constituye el primer elemento constructivo encima de la línea de imposta), la 1ª y 23ª y una clave central, la 12ª. Entre las particularidades, se documenta, en el arco Norte, una dovela, la 2ª (la que se superpone al salmer NO) que sobresale ligeramente respecto a la línea de trasdós y dos pequeños cortes de ángulo de 90° en las dos dovelas adyacentes a las que se encuentran en contacto con la clave, la 10ª y 14ª Las huellas circulares dejadas por los ferrei forfices
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Vanos laterales
de las maquinas utilizadas en la puesta en obra de los sillares se documentan en las dovelas 7ª, 8ª, 9ª, 10ª, 11ª, 12ª, 13ª, 14ª, 15ª, 16ª, 17ª, mientras que, en la cara Sur, el número de improntas de ferrei es menor, documentándose solamente en las dovelas 8ª, 9ª, 10ª, 11ª, 12ª, 13ª, 14ª, 15ª, 16ª En el arco Sur dos pequeños cortes similares a los documentados en la cara Norte se evidencian en las dovelas 7ª y 10ª, en una posición descentrada respecto a los anteriores. En ambos arcos, y posicionados en la parte superior de las dovelas, se notan una serie de pequeños orificios, de número variable entre 2 y 5 en cada uno de estos elementos constructivos, que se pueden interpretar como las huellas de los elementos de sujeción de una arquivolta de mármol u otro material aplicada a las dovelas. Muchos orificios conservan todavía los soportes metálicos para la sujeción del elemento arquitectónico. Como se ha indicado, en las zonas frontales de los arcos se documentan una serie de orificios que se relacionan con las huellas circulares dejadas por los ferrei forfices de las maquinas usadas para el le-
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 206.
Detalle del arco Sur
vantamiento de las dovelas y la puesta en obra de las mismas sobre la cimbra de madera. Si se observan los dos perfiles, el norte y el sur, de la estructura se aprecia una diferencia en la cantidad de estos orificios: nueve en el arco sur y once en el arco norte. Resulta difícil comprender el motivo de esta diferencia. La altura del punto de construcción del arco resulta muy elevada, hecho que dejaría intuir la utilización de maquinas de elevación para todos los elementos constructivos de los arcos. Otro detalle relevante interesa la posición de los mismos orificios marcados por las tenazas de levantamiento de las dovelas. Si se observa el perfil que presentan en la fachada del arco se aprecia una discontinuidad de colocación en las cara de las mismas. En este sentido, es posible plantear una solución técnica evidenciada para la construcción de los arcos del acueducto de Segovia, que nos parece significativa para la explicación de los que aparentemente podrían identificarse como detalles constructivos casuales. En un estudio del año 1989, Jos Tomlow294 ha individualizado un modelo para la comprensión de la posición de los orificios de tenaza (fig. 207). Se trata de un argumento poco tratado en la literatura técnica y se basa sobre la diferenciación en la colocación de estos elementos entre los sillares para los 294
Tomlow, 1989, 44-47.
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paramentos y las dovelas de los arcos. El autor ha observado una diferencia entre los agujeros de los sillares con forma de paralelepípedo, colocados siempre en posición central y no coincidente con el centro y las dovelas, cuya huella puede oscilar notablemente. En este caso la diferencia geométrica entre el sillar y la dovela impone un calculo para establecer la posición exacta para la adhesión de las tenazas. Es probable que el calculo que se realizaba presenta como base teórica cuanto definido por Archimede en su De planorum equilibriis y, sobre todo, una buena dosis de empirismo y experiencia. Es sabido que cada cuerpo posee un centro de gravedad, una línea de peso y un eje de simetría. La relación entre la línea de peso y el eje de simetría permite definir el punto de equilibrio de un cuerpo rígido, en este caso la dovela. Este cálculo es muy sencillo y la definición del punto preciso del orificio permite la colocación de la dovela en la adecuada posición en la arcada. Una vez establecidas la línea de peso y el eje de simetría, se averigua el centro de gravedad del elemento constructivo con la ayuda de un rodillo de madera y sucesivamente se practica el círculo de inserción de la tenaza. Éste determinará la inclinación de la dovela en el perfil del arco en el momento de la elevación de la misma del suelo. En síntesis el calculo del punto para el orificio permite un tipo u otro de inclinación en base al punto del arco donde hay que colocar la dovela.
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Fig. 207.
EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL
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Esquema explicativo para el levantamiento de los dovelas y su posicionamiento en el arco. (Tomlow, I., 1989)
Se observa, por ejemplo, cómo la clave de los arcos presenta huellas parecida a los de los sillares del paramento (posición central, en la zona superior del elemento) a causa de su similitud de posición en la estructuras; mientras que en las contraclaves y en los riñones los orificios se colocan en posiciones descentradas, para facilitar la inclinación en el acto del levantamiento del bloque de grandes dimensiones y peso. Nos inclinamos a pensar que las diferencias en las huellas de los ferrei forfices registradas en la cara de los arcos paralelos que forman el “Arco de Trajano” se pueden adscribir a circunstancias y modelos constructivos similares.
Salmer SE: Salmer SO: Clave cara N: Contraclave NE: Contraclave NO: Salmer NE: Salmer NO:
1,55 m ´ 0,58-0,75 m. 1,47 m ´ 0,66-0,81 m. 1,42 m ´ 0,53-0,64 m. 1,44 m ´ 0,50-0,68 m. 1,46 m ´ 0,53-0,69 m. 1,00 m. 1,45 m ´ 0,52-0,73
Medidas mínimas y máximas de las dovelas: Longitud: Mín. 1,39 Máx. 1,52 m. Anchura al trasdós: Mín. 0,62 Máx. 0,77 m. Anchura al intradós: Mín. 0,55 Máx. 0,76 m. Bóveda
Dimensiones de los elementos constructivos de los arcos Dovelas y elementos constructivos principales: Clave cara S: Contraclave SE: Contraclave SO:
1,37 m ´ 0,50-0,60 m295. 1,45 m ´ 0,57-0,72 m. 1,38 m ´ 0,54-0,75 m.
295 Las medidas se indican en el orden de la altura de la dovela (1,37 m.), la anchura de la parte del intradós (0,50 m.) y la anchura de la parte del trasdós (0,60 mts.).
Concluye la construcción una bóveda de 29 elementos graníticos en forma de paralelepípedos, que limitada por los arcos, cierra el espacio central de todo el monumento y forma con éstos un conjunto unitario (fig. 208). No se trata de una bóveda de medio cañón, sino de una construcción ligeramente rebajada respecto al perfil de medio punto de los dos arcos. Se realizó utilizando una cimbra con un perfil distinto o empleando el perfil existente de los arcos como punto de apoyo para la colocación de los grandes bloques
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Fig. 208.
Detalle de la bóveda interior del “arco de Trajano” diferenciada respecto a los arcos que constituyen las dos caras
con forma de paralelepípedo. La diferente geometría entre bóveda y arcos se aprecia en el interior del monumento donde es evidente el rebaje de la primera, mientras que la parte superior evidencia la coincidencia entre estos dos elementos, formando un perfil semicircular único. A través de una serie de imágenes tomadas desde un edificio cercano al arco se han podido documentar otros detalles relativos a la zona superior de la estructura. En la zona Oeste, a la altura de los riñones de la bóveda se registran cuatro hiladas de elementos constructivos que sobresalen respecto a la línea marcada por el perfil semicircular. Este detalle constructivo genera tres hipótesis diferentes que, conjuntamente, concurren a explicar su funcionalidad: 1.
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Se utilizaron como contrapeso en los riñones. 2. Servían de puntos de apoyo para la construcción del ático superior que cerraba el edificio. 3. Los elementos se dejaron con esta forma para facilitar la movilidad durante la fase de puesta en obra del resto de la bóveda.
La unión entre los elementos de la bóveda y los arcos de fachada se efectuó mediante el uso de grapas de distinta tipología de las que han quedado visibles varias huellas. Dimensiones de los elementos: De los grandes bloques paralelepípedos se puede documentar solamente la medida aproximada de la longitud: 3,20 m.
Análisis constructivo El llamado arco de Trajano no es un monumento complejo desde el punto de vista estratigráfico. La casi totalidad de la construcción pertenece al momento de realización y las intervenciones que se han registrado en el edificio se adscriben a restauraciones puntuales que no han cambiado la fisonomía del edificio o alterado las condiciones para la comprensión del proceso constructivo. Los resultados obtenidos a través de la interpretación de la nueva documentación gráfica ofrecen la posibilidad de una lectura del arco que, por primera vez, investiga las características técnicas y ar-
Anejos de AEspA XLII
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queológicas del conjunto, permitiendo la reconstrucción de las formas constructivas y una hipótesis sobre el aspecto originario del edificio. El proceso de investigación se ha realizado por distintas etapas. Tras una primera fase de recopilación de datos topográficos se ha efectuado una descomposición del arco en elementos constructivos a través de un registro de fotografías digitales que, sucesivamente, han sido tratadas para la rec-
Fig. 209.
225
tificación. A partir de éstas se ha realizado un nuevo soporte de documentación gráfica que ha permitido el levantamiento de los alzados y el examen arquitectónico del monumento (figs. 209, 210). La realización de la estructura, a partir de la construcción de las cimentaciones, consta del levantamiento de las cuatro jambas que funcionan como un conjunto unitario con los paramentos in-
Levantamiento arquitectónico del arco. Cara S
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Fig. 210.
Anejos de AEspA XLII
Levantamiento arquitectónico del arco. Cara N
ternos, definiendo los dos vanos laterales. La contemporaneidad en la construcción de estos elementos se demuestra por la presencia de sillares con forma de “L” que, definiendo un ángulo de 90°, traban el interior de cada una de las jambas con el relativo paramento de los vanos; estos elementos de unión se encuentran dispuestos regularmente a hiladas alternadas. Posteriormente a estas estructuras se realizaron mediante una cimbra compleja, los dos arcos para-
lelos de dovelas independientes y la bóveda central. No es posible definir si las cimbras que se utilizaron fueron cimbras suspensas o fijas296. Las
296 Con el termino cimbra se entiende cualquier tipo de estructura temporánea con forma de arco y generalmente realizada en madera apta a formar (dibujar) y a sustentar el arco o la bóveda durante la construcción. La realización de una cimbra necesitaba mano de obra especializada que curaba desde la elección de la madera a la construcción y al desmontaje. El tipo de
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dimensiones generales de la estructura y la amplitud de la luz, indican la probabilidad que se utilizara un tipo de cimbra soportada por pies colocados en el suelo con contrafuertes que apoyaban en la línea de imposta y, probablemente, en la parte central de las jambas. En la parte interior del arco se puede observar cómo el perfil entre las dovelas de las arcadas exteriores y el perfil de la bóveda no coinciden, quedando esta última ligeramente rebajada. En esta misma zona se crea, de esta forma, un efecto de superposición de los elementos graníticos de la bóveda a las dovelas de los arcos; sin embargo, a partir del análisis de una serie de fotografías tomadas en la parte superior (fig. 211), se ha documentado la coincidencia de los limites de los paralelepípedos de granito con las dovelas y una gran cantidad de agujeros de grapas en forma de T y cola de milano que se utilizaron para reforzar la unión entre los distintos elementos constructivos. Esta coincidencia de la línea de trasdós de las dos estructuras no se refleja en el intradós, donde la bóveda no describe la misma circunferencia que los dovelajes de los arcos, sino que se rebaja respecto a estos. Este dato indica el uso de una estructura de carpintería muy compleja, realizada con diferentes perfiles, para las arcadas externa y la bóveda. Al mismo momento pertenecen los recortes documentados en los sillares superiores de las cuatros jambas, donde se colocaba una imposta de mármol y cuya parte superior constituía el plano de arranque del arco. A las superficies de sillares de granito del edificio se aplicaron una serie de elementos arquitectónicos decorativos de mármol que ha dejado numerosas huellas de orificios para la colocación de grapas metálicas de sujeción. Los restos del monumento impiden establecer las modalidades y los tiempos de su abandono. Resulta muy difícil imaginar si el expolio del revestimiento marmóreo del edificio se produjo de manera repentina o si fue un proceso lento de reutilización de materiales. Los primeros datos provenientes de las excavaciones efectuadas en el área cimbra varía según la estructura que se realizaba, la colocación del edificio y las necesidades de la obra misma. La diferencia entre las cimbras suspensas y las cimbras fijas depende de la seguridad de los resultados y de la facilidad de construcción. Las primeras resultan más cómodas por dejar libres los niveles de obra por debajo del arco, pero más difíciles de construir. Las segundas resultan más seguras teniendo uno o varios puntos de apoyo bien fijos en tierra, más fáciles de realizar, pero no siempre utilizables (por ejemplo en el caso de un puente) y ocupaban demasiado espacio en los niveles de obra (F.C. Giuliani, 1990, 99.
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del pórtico del llamado “Foro Provincial” y en el templo de la calle Holguín indican que el abandono del conjunto se produjo en una fecha aproximada que oscila entre finales del siglo IV y el siglo V297, momento en que, presumiblemente, el arco debería conservar todavía gran parte de la decoración arquitectónica. Posteriormente a esta fecha falta cualquier tipo de documentación que permita descifrar las consecuencias que determinaron el aspecto actual del llamado “Arco de Trajano”. El primer dato útil que permite identificar la fecha de finalización del expolio se halla en relación con la presencia en Mérida de G. Barreiros, cuya descripción deja intuir que el aspecto del arco en el año 1542 se presentaba similar al actual. Sin embargo, esta indicación resulta muy general y no ayuda a descifrar las etapas y los procesos que caracterizaron el edificio hasta la fecha indicada. Posteriormente se registran una serie de actividades sobre el monumento que pertenecen, por un lado, a intervenciones que son el resultado de acciones de destrucción, concentradas, casi exclusivamente, en las jambas del arco y, por otro, a una serie de huellas que dejan intuir un uso del espacio relativo al vano O, cuya funcionalidad es de difícil interpretación. El expolio de algunos elementos constructivos de granito se documenta en las zonas inferiores de las jambas SE y SO. En el primero se produce la ruptura de parte de la 3ª, 4ª, 6ª, 7ª hiladas (fig. 212), mientras que en el segundo, interesa la parte de jamba comprendida entre la 5ª y 11ª hilada (fig. 212). En el vano O se han registrado unas huellas que evidencian la presencia de estructuras de madera adosadas al monumento. Se trata de dos rupturas con inclinación hacía el E, situadas en la cara N de la jamba SO y S del NO, de grosor variable entre 2 y 13 cm., que se pueden fácilmente interpretar como las improntas del encaje para una estructura relativa a un techo de una sola agua que vertía hacía la parte central del arco (fig. 212). Sin embargo, la interpretación de esta construcción es de difícil solución dada su presencia en un punto donde la bóveda central era suficiente a la cubrición del espacio del vano interior O. A la misma actividad, pertenece el recorte semicircular (fig. 212) visible en la parte central del paramento. Otras actividades se registran en esta fase: se trata de una serie de agujeros (fig. 212) situados en la cara S del pilar NO y en la cara N del pilar NE 297
Véase en este mismo volumen, pp. 135.
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Fig. 211.
Vista desde Oeste de la parte superior de la bóveda del monumento
Fig. 212.
Intervenciones de épocas diferentes en la superficie del monumento
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cuyas circunstancias de realización no se pueden definir con precisión. En una fase sucesiva se efectúa parte de las restauraciones de las jambas SO y SE con la reposición de los elementos constructivos anteriormente expoliados (fig. 212). Los datos arqueológicos que permiten el reconocimiento de estas intervenciones son muy contundentes. Por un lado, los sillares utilizados en la restauración de los pie derechos SO y SE presentan dimensiones diferentes e interrumpen, en las caras N y S y N, S, O, el ritmo de la puesta en obra originaria y, por otro, es evidente la diferencia en el grado de desgaste con los sillares de época romana, que no permite reconocer, generalmente, el tipo de herramienta utilizada en el acabado de las superficies298. Con respecto a la cronología de este período, el examen de la documentación gráfica antigua ha resultado de gran utilidad para enmarcar algunas de estas acciones en un arco de tiempo concreto: Si se observa detenidamente el dibujo que realiza M. Villena en 1791 (fig. 192), se nota la existencia de un recorte semicircular en la zona inferior de uno de los vanos y una ruptura transversal en la cara E de la jamba. En el dibujo es evidente una incongruencia, debida al hecho que la ruptura transversal realmente se documenta en la cara S de dicho pie derecho, mientras que se representa al E. No es, ésta, la única contradicción aparente en la documentación de este estudioso. Ya se ha recordado, en otra ocasión299, la diferencia en la localización de la excavación de una de las jambas entre el dibujo de 1791 y 1793 o el “error” de dibujar 29 dovelas en lugar de las 23 que constituyen los arcos de medio punto. Evidentemente no se pueden considerar estas representaciones como descuidos del dibujante o simplemente errores, sino como claras elecciones de síntesis de las características arquitectónicas del monumento, finalizadas a la necesidad de documentar la mayoría de informaciones proporcionadas por la observación global y detenida de toda la estructura300. El dato que indica la
298 Los elementos empleados en la restauración presentan, todavía, las huellas de los punteros utilizados durante la elaboración de las caras vistas, mientras que los sillares romanos han perdido las huellas del acabado final. 299 Pizzo, 2005, 44-47. 300 La aproximación metodológica de los dibujos de M. Villena resulta muy correcta, relacionada a la época histórica en que se realizó y a los medios técnicos existentes. La capacidad de desviar el sentido del dibujo desde la óptica puramente descriptiva y estética del objeto representado hacía las exigencias
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presencia de estos recortes es muy útil a la hora de establecer un probable terminus ante quem para la fecha de su realización y la finalización de su uso en 1791. Relativamente al expolio de los elementos constructivos de las jambas SE y SO se puede constatar como el proceso estaba ya en curso en el momento de realización de esta misma lámina, faltando, en la jamba SO, los sillares de las hiladas 5ª, 6ª y 7ª, y en la SE los sillares de la 6.ª hilada. El examen del dibujo realizado por Laborde ponía de manifiesto que en el momento de la ejecución de la lámina, esa zona del monumento estaba ya afectada por la ausencia de partes de los sillares de granito en seis hiladas. Si se considera, también el dato que ofrece el dibujo de Villena se puede establecer que el comienzo de la destrucción empezó anteriormente al 1791, finalizándose, aproximadamente, alrededor de 1808, data de la publicación del Itineraire Descriptif de l’Espagne. A una primera fase relativa al período contemporáneo se adscriben las construcciones privadas que se adosan a las cuatro jambas del monumento. La primera referencia a la existencia de construcciones alrededor del arco remonta a la época de Barreiro y, dichos edificios se documentan, gráficamente, por primera vez, en el dibujo realizado por Laborde. La línea de fachada que se adosaba integralmente a la jamba NO, se retira hacía el O, dejando visible parte de ésta, mientras que las construcciones del lado opuesto se mantienen con las mismas características301 topográficas a pesar de que sufran modificaciones a lo largo del tiempo. A una fase posterior del mismo período pertenecen una serie de restauraciones que se han practicado en los últimos treinta años. Estas intervenciones recientes se pueden dividir en dos grupos. Un primero relativo a pequeñas restauraciones con carácter de saneamiento de grietas y fisuras entre las juntas y zonas dañadas302; y un segundo caracteri-
de un estudio de tipo arquitectónico constituye un caso aislado e único en el panorama de la historia de la documentación gráfica, relativa a este monumento. 301 De la fachada S no se poseen documentos gráficos que indiquen el tipo de construcciones adosadas al arco; suponemos, por la observación del mismo dibujo de Laborde, que las dimensiones de estas estructuras debieron ser parecidas a las que se documentan en la cara N del monumento. Solamente en la zona relativa al pie derecho SE se individualiza la parte superior de un techo, más alto que la casa NE, que apoya directamente en el sillar de imposta del arco y en el salmer. 302 Las intervenciones relativas a este grupo se localizan en la jamba SO, en la zona de la restauración A7; en el vano interior O; en la jamba NO y en la NE.
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zado por una intervención más amplia que quiso atribuir al monumento unas características morfológicas y arquitectónicas que, en ausencia de datos arqueológicos seguros, no resulta fácil confirmar. A finales de los años setenta o comienzo de los ochenta, se realizó, en la zona oriental de la jamba SE, una integración que añadió a la conformación del monumento un pequeño arco lateral de dovelas de grandes dimensiones (fig. 201). Las informaciones orales recopiladas indican que la reconstrucción de esta estructura se basaría en la documentación de un “sillar o una dovela de arranque” de un pequeño arco que constituiría uno de los dos ingresos laterales respecto al fornix central. Una vez que se ha asegurado la existencia de las aperturas laterales, resulta evidente que la elección de un arco rebajado, así como se realizó, se relaciona poco con los tipos posibles en la arquitectura de la época. En este análisis, no se quiere criticar la reconstrucción de las dos pequeñas puertas laterales, siendo del todo posible con la sola observación de muchos otros monumentos parecidos. Pero, ¿si existió un elemento arqueológico, el único, que indicaba la presencia de esta solución, por qué no se dejó visible integrándolo en la restauración como prueba de la elección303? La integración del registro estratigráfico con el examen de la documentación fotográfica existente del monumento ha proporcionado un conjunto de informaciones complementarias sobre la vida de la estructura en edad contemporánea que, de otra manera, no hubiera sido posible documentar. Una serie de fotografías tomadas a partir de los primeros años del siglo XX hasta los años sesenta, evidencian la presencia de elementos que no han dejado rastros arqueológicos evidenciables a través del examen estratigráfico y que, sin embargo, caracterizaron, a lo largo de muchos años, ciertas zonas del monumento. Se ha visto, por ejemplo, la existencia de muretes que cerraban los dos espacios relativos a los vanos E y O del arco. Estas estructuras no han dejado rastros arqueológicos, dificultando la explicación de su funcionalidad304.
303 Existen una serie de pruebas que demuestran que, en el caso de la existencia de puertas laterales, la solución adoptada a comienzo de los años 80 no resulta correcta. Vease infra pp. 46. 304 En este caso, un planteamiento exclusivamente de tipo arqueológico hubiera provocado la pérdida de una información relevante a la hora de desarrollar la evolución de la vida del edificio. El auxilio de la documentación histórica y gráfica ha obviado la posibilidad de cometer un error de interpretación en la
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Los mismos vanos laterales se reutilizaron posteriormente con otra funcionalidad: otras imágenes tomadas en los años ochenta atestiguan la destrucción de los muretes de cierre de los vanos laterales y la presencia de estatuas de mármol en estos mismos espacios (fig. 213).
Fig. 213.
Estatua en uno de los vanos internos del arco
ESTUDIO METROLÓGICO (fig. 214)305 La definición de la unidad de medida empleada para la edificación del arco, la modulación del mismo a partir del estudio de las proporciones geométricas que caracterizaron el proyecto y el orden arquitectónico utilizado, resultan de difícil solución debido a la absoluta ausencia de datos sobre el aspecto originario del monumento o la tipología
definición de la sucesión diacrónica de las intervenciones sufridas por el monumento. 305 Este estudio ha sido realizado con la importante ayuda del Dr. Carlo Inglese, del Dipartimento RADAAR de la Università di Roma-La Sapienza.
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Fig. 214a.
Estudio metrológico del edificio
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Fig. 214b.
Estudio metrológico del edificio
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del revestimiento decorativo aplicado, cuyos elementos serían de gran ayuda para la reconstrucción de la morfología general. En este caso y en ausencia de órdenes arquitectónicos evidentes, se ha individualizado otro elemento que responde a las reglas de las proporciones: la luz del arco (también identificable como el diámetro de la circunferencia del dovelaje). Se ha trazado la línea de imposta con su centro geométrico, individualizando la circunferencia mayor inscrita en el fornix. Con la aplicación del teorema de Tales, que permite dividir un segmento en un número igual de partes, se ha fragmentado la luz en tres partes iguales que constituyen, cada una, el diámetro de tres ulteriores circunferencias306. Estas últimas se han ulteriormente dividido en dos circunferencias menores que representan, verosímilmente, el modulo principal de la composición. A partir del centro del arco se han dibujado una circunferencia tangente al diámetro del primero (la luz) en la parte inferior y una en la parte superior, de manera que resultaran también tangentes entre ellas. El resultado de esta operación ha sido, por una parte, la determinación del nivel de uso original del monumento (coincide con la presunta cota conocida) y, por otra, la definición de la línea de cierre superior del ático que completaba la construcción. Modulo hipotético: 1,46 mts. Anchura jambas: 2,92 mts. Altura jambas: 8,81 mts. Luz del arco: 8,81 mts. Altura ático: 2,92 mts. Grosor del arco: 1,46 mts. Anchura pilastras superiores: 0,49 mts.
233
Respecto a la unidad de medida utilizada en la composición del edificio resulta difícil establecer si fue la unidad tradicional del pie romano (0,296 m) individualizada en otros estudios metrológicos sobre arcos romanos307 o un múltiplo o submúltiplo del mismo. El análisis de las dimensiones de las diferentes partes del monumento y de los elementos constructivos indica que es posible individualizar un patrón de modulación en una de las circunferencias menores inscritas en la división por tres de la luz del arco. La medida de este múltiplo del pie romano corresponde aproximadamente a 5 pies (exactamente 4,93, ó 1,46 m). Ha sido posible evidenciar una serie de circunstancias que dan valor a esta hipótesis, basándose en el hecho que el modulo coincide con otros elementos de la composición como, por ejemplo, las dimensiones (1,46 m) de las dovelas que forman los arcos. Otros elementos derivados de estas consideraciones son la anchura original de las jambas, calculada como el doble del patrón citado, correspondiente a la altura de la línea original de cierre del ático superior. En segundo lugar, la altura de las hiladas corresponde a 1/3 del modulo, así como la anchura de las probables pequeñas pilastras de la parte superior de las jambas. A partir del módulo hipotético de la línea del nivel de uso original del edificio y de la línea supe-
4,93 pies romanos (aproximadamente 5 pies) 9,86 p.r. (apr. 10 pies) = 2 módulos 29,76 p.r. (apr. 30 pies) = 6 módulos 29,76 p.r. (apr. 30 pies) = 6 módulos 9,86 p.r. (apr. 10 pies) = 2 módulos 4,93 p.r. (apr. 5 pies) = 1 módulo 1,64 p.r. (1/3 del módulo)
rior del ático que terminaba toda la construcción se ha intentado, en primer lugar, la reconstrucción geométrica de la composición. De esta forma, el arco se realiza sobre un cuadrado cuya origen son los puntos superior e inferior de las dos circunferencias precedentemente tangentes a la línea de imposta. Este cuadrado se inscribe, a su vez, en una
306 Las tres circunferencias o sus múltiplos son las únicas que se pueden inscribir en la circunferencia mayor a partir del centro de la línea de imposta. La división según el número tres es un hecho generalizado en la composición de todos los órdenes arquitectónicos. Véase, por ejemplo, la división: Basa-Columna-Entablamento o Basa-Columna-Capitel o ArquitrabeFriso-Cornisa.
circunferencia mayor que presenta como diámetro la diagonal del cuadrado mismo308. HIPÓTESIS DE RECONSTRUCCIÓN DEL MONUMENTO Los únicos intentos de reconstruir el monumento en su volumetría original son de L. Berrocal309 y
307
Véase Dupré, 1994, 203 ss., y Arasa-Abad, 1989, 58 ss. Sobre este tipo de construcción la cultura Renacentista basará el sistema de proporciones de una gran cantidad de realizaciones en el campo de la artes. 309 Berrocal, 1990, 62. 308
234
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
J.L De la Barrera310. El primer autor sostiene que el arco se construyó sobre una plataforma escalonada que interrumpía el pavimento de una calle. No podemos establecer si esta hipótesis se basa en los mismos datos ofrecidos por J.L. De la Barrera311 que, relacionando el templo descubierto en 1983 en la calle Holguín con el llamado “Arco de Trajano” y a la luz de unas obras realizadas en 1984 en las proximidades del edificio, señaliza la existencia de unos peldaños de una escalinata construida en opus caementicium, en la extremidad norte del monumento y en toda su anchura. Efectivamente, a partir de los datos de la excavación ha sido posible confirmar la existencia de una escalinata revestida con elementos de mármol de la que se conservan solamente dos bloques (fig. 204). A la presencia de la misma hacen referencias una serie de documentos relativos a unos trabajos realizados en los años sesenta del siglo XX en el área del “Arco de Trajano”. Se trata de notas y croquis de los restos que se evidenciaron durante unas excavaciones llevadas a cabo en la parte no visible del edificio, para informar, básicamente, sobre la existencia de la escalinata y de las lastras que constituían la pavimentación del vano interior del arco312. Estos datos evidenciados por las cartas y los croquis enviados a J. Menéndez Pidal, conjuntamente a la confirmación obtenida mediante las últimas excavaciones practicadas en la zona, resultan muy interesantes para la comprensión del aspecto originario del llamado”Arco de Trajano”. La existencia de los peldaños documentados por P. García, con sus medidas y su posición en la jamba NE del edificio representan una solución que explica la diferencia de cota de aproximadamente 1,20 m existente entre la pavimentación del Templo de la calle Holguín y el Arco. A partir de los datos a disposición, derivados, principalmente del estudio geométrico y del módulo constructivo del monumento se ha propuesto una hipótesis de reconstrucción muy sencilla, basada en las referencias métricas y formales ofrecidas por el mismo análisis técnico del monumento. Las últimas excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en dos diferentes campañas del año 2004 y 2005, han confirmado definitivamente los
310
De la Barrera, 2000. De la Barrera, 2000, 172. 312 Agradezco al Dr. J. L. De la Barrera (MNAR) la posibilidad de utilizar esta documentación. 311
Anejos de AEspA XLII
datos presentados en las cartas por P. García. El croquis que presenta para la explicación de la excavación en el espacio Este del arco (fig. 215), considera la casi totalidad de las información derivadas por nuestras intervenciones. A partir del examen del mismo croquis es posible observar la presencia de la preparación de los demás peldaños que se relacionan con los dos actualmente visibles. A causa de los trabajos de remodelación de esta zona de la ciudad (reconstrucción de aceras, colocación de tuberías de distinto tipo) esta información se puede considerar perdida, quedando como único testigo las referencia que se deducen desde las mismas cartas. En ausencia de datos definitivos que ilustren sobre la decoración arquitectónica original del edificio, en la reconstrucción se ha utilizado el estudio geométrico para la definición de aquellos elementos estructurales cuyas características resultan de difícil comprensión en el estado actual de conservación del monumento. Las novedades interesan, en mayor medida, el cálculo de: 1.
La totalidad del macizo de estribo que presenta 2,98 m de anchura. 2. El ático superior que cerraba la construcción cuya altura resulta igual a la medida del macizo. No se puede definir si la construcción superior se realizó con sillares o con opus caementicium, vista la ausencia de elementos que indiquen la posibilidad de una u otra hipótesis. Existen en los riñones de la bóveda cuatro hiladas de elementos constructivos de granito que probablemente sirvieron como puntos de apoyos para la edificación de esta parte y que parecen indicar la presencia de otros sillares superpuestos. 3. El cálculo de la línea de uso original del arco que coincide con las indicaciones de los estudios anteriores sobre el monumento y con los datos provenientes de las últimas excavaciones. La decoración aplicada a la superficie de los sillares de granito debió de ser muy sencilla y en línea con cuanto ofrece la morfología del fornix. La zona interior de la bóveda no presenta huellas para la fijación de lastras marmóreas, dejando intuir la posibilidad que esta parte se encontrara simplemente estucada con un revestimiento a imitación del mármol. El resto de la estructura presentaba lastras aplicadas que en el caso de los rebajes situa-
Anejos de AEspA XLII
Fig. 215.
EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL
235
Croquis de los trabajos de excavación efectuados en el área del arco de Trajano en los años sesenta del siglo XX (copia concedida por el Dr. J.L. De la Barrera-MNAR)
dos en la parte superior de las jambas será posible reconstruir313. Desde el punto de vista morfológico general, el arco es una construcción formada por una estructura central con una gran apertura que enmarca el escenario frontal del templo situado al interior del recinto. Al fornix central se asocian, simétricamente, dos accesos laterales segundarios, uno en el lado este, evidenciado en la restauración de Menéndez Pidal y concretizado a partir de las últimas excavaciones en el área; y un segundo al oeste, situado aproximadamente en la zona de la actual entrada a la vivienda adosada al monumento. La zona externa al arco presenta una plazoleta de granito
313 Hasta la obtención de nueva documentación sobre los elementos decorativos del arco cualquier intento de proponer un esquema arquitectónico o una reconstrucción del orden compositivo resultaría poco fiable. En un volumen de carácter general que se publicará en una nueva serie sobre la arqueología lusitana, financiada por la Asamblea de Extremadura, se propondrá una hipótesis de reconstrucción de las lastras de mármol que revestían las superficies planas de la estructura.
cuyas dimensiones reales es difícil establecer a causa de la limitación del área explorada. Parece lógico que la funcionalidad de este espacio se deba relacionar con la gestión del flujo de población que accedía al recinto, mientras que desde el punto de vista urbanístico, esta zona abierta permitiría la separación entre el conjunto monumental y el entramado de vías de la zona más significativa de la ciudad. La presencia de una “canalización” que atraviesa en dirección E-O los accesos al complejo arquitectónico y las huellas de dos encajes rectangular alineados con la jamba E de la estructura pertenecen, muy probablemente, a una estructura compleja de carpintería para un puerta de cierre del arco central. La entrada hacia el templo se produce a través del arco mediante un primer escalón que, desde el nivel de la plazoleta externa, introduce en el vano interior del mismo, pavimentado con lastras rectangulares de mármol y no con bloques de calzada como indicado por M. Villena. Desde el vano central se accede al nivel de la plaza a través de una se-
236
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
rie de cinco escalones que compensan el desnivel natural entre la zona norte y sur del conjunto. De estas estructuras se conservan in situ dos elementos de los cinco posibles, en fase con la puesta en obra de las jambas del arco y la huella del nivel de uso de la estructura de delimitación de la escalera, marcado en el perfil norte de la jamba NE. CONTEXTUALIZACIÓN Y FUNCIONALIDAD El debate científico sobre la funcionalidad del “Arco de Trajano” y su inserción en el conjunto urbanístico de la Mérida romana ha generado diferentes hipótesis, condicionadas por el planteamiento general que cada línea de investigación ha tenido respecto a la cronología y a los procesos de formación y ampliación de la ciudad. Desde la formulación de la hipótesis de un primer recinto amurallado, ampliado sucesivamente a causa de las nuevas exigencias urbanísticas, hasta las últimas definiciones del edificio como marco monumental de un gran recinto religioso, han trascurrido más de cien años de estudios y, sólo en los últimos, se ha llegado a la atribución de una correcta contextualización topográfica y funcional para este monumento. La hipótesis de que el “Arco de Trajano” fuera una puerta monumental de ingreso a un primer recinto cuadrado que delimitaba la ciudad se debe a J.R. Mélida314, a pesar de que, precedentemente, Fernández y Pérez315 había interpretado el monumento como un elemento más de una serie de arcos y, concretamente, como límite de una calle principal que atravesaba en sentido Norte-Sur la ciudad romana, evidenciando indirectamente la posibilidad de que la misma terminara en este punto. Esta teoría fue desmentida por I.A. Richmond316, en un artículo que pone las bases de un nuevo punto de vista en el análisis urbanístico de los edificios públicos emeritenses, a partir de consideraciones de carácter arqueológico derivadas del examen directo de los mismos317, aunque sin profundizar.
La teoría evolucionista de una primera ciudad de esquema regular, proyectada sobre modelos augusteos itálicos como Turín y Aosta, deja el paso a la hipótesis de una ciudad inicialmente planificada con las dimensiones actualmente conocidas. En este sentido, el “Arco de Trajano” pierde su función originaria de puerta urbana, manteniendo las connotaciones de arco triunfal318 de “fecha primitiva”319 y, por primera vez, se plantea su asociación a un gran recinto caracterizado por la presencia de “grandes templos”320. Esta hipótesis, que, en líneas generales, parece tener una cierta coherencia, fue prácticamente abandonada hasta finales de los años setenta del siglo XX, cuando M. Almagro Basch marca definitivamente la existencia en Augusta Emerita y desde el momento de su fundación de dos plazas públicas: un foro de la civitas y un gran foro provincial321, separados por el “Arco de Trajano”, que jugaría el papel de elemento de división entre la zona municipal y provincial de la ciudad322. J. M. Álvarez Martínez amplía posteriormente esta teoría y la define en sus caracteres esenciales, poniendo, al mismo tiempo, las bases de un primer estudio del edificio a través de una contextualización con otros monumentos similares en el resto del Imperio323. Después de la aparición en 1983 de los restos de un templo de grandes dimensiones en la calle Holguín324, de planta similar al Templo de la Concordia de Roma, se confirma la relación entre dicho templo y el arco. En términos arqueológicos, resulta difícil estudiar y comprender el llamado “Arco de Trajano” como un monumento que caracterizó por sí mismo parte del paisaje urbano de la Mérida de época romana. La comprensión de este edificio requiere, en primer lugar, un examen de su función que tenga en cuenta otras construcciones similares en contextos urbanísticos parecidos. El análisis de las relaciones entre el monumento y el urbanismo general de la ciudad presenta la dificultad de enmarcar el primero en categorías tipológicas cerradas, al no tratarse, evidentemente,
318
Richmond, 1930, 103. Id., p. 108. Se debe a Richmond, 1930, 108-109 la primera intuición de la que, en el estado actual de la investigación, se considera la correcta interpretación del arco como acceso a un conjunto monumental. 321 Almagro, 1983, 132-133. 322 Id., p. 133. 323 Álvarez, 1982, 64 y ss. 324 Álvarez, 1985, 40-42. 319
314
Mélida, 1925, 123. Fernández y Pérez, 1893, 48. 316 Richmond, 1930, 99-116. 317 La importancia de este trabajo fue advertida por Álvarez Sáenz de Buruaga 1976: p. 31-32, que en una apéndice a su artículo sobre la fundación de Mérida, lo clasifica como “uno de los mejores trabajos que se han hecho sobre la capital de la Lusitania”. 315
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320
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EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL
de un arco honorífico, conmemorativo, territorial, triunfal o simplemente de una puerta. La posición centrada en el Kardo Maximus y no distante respecto al complejo del foro de la colonia, ha hecho suponer que el arco fuese un elemento urbanístico de delimitación de los dos espacios325 con la atribución de una fuerte connotación simbólica. Esta consideración, a la luz de los últimos trabajos, resulta muy necesaria a la hora de evidenciar el carácter “urbano” de este edificio cuyos referentes simbólicos se alejan, en cierta medida, de los parámetros utilizados en el estudio, por ejemplo, de los arcos honoríficos. Según nuestra opinión, las probabilidades de que el monumento se colocara en un área altamente calificada y emblemática que atribuye a éste sus caracteres de importancia, o que, por el contrario, el monumento calificara el espacio elegido para su construcción326, son de difícil aplicación al contexto del edificio. El arco, que definiremos en la categoría general de los arcos urbanos, presenta, indudablemente, características comunes a toda una serie de edificios dispersos en varios enclaves del Imperio, pero su carácter principal es el de evidenciar, con sus dimensiones, un complejo monumental que adquiere importancia a través de la entrada y que a su vez representa un conjunto homogéneo no separable de cada uno de sus elementos estructurales (pórtico, arco, templo). De esta forma, los posibles paralelos con edificios similares de otras zonas de la Península Ibérica o de Italia o de otras provincias del Imperio pueden buscarse en la medida de las afinidades en la tipología constructiva, pero presentan ciertas dificultades a la hora de explicar el contenido simbólico preciso de esta construcción. La asociación del arco emeritense con un conjunto monumental cerrado y su posición en uno de los ejes principales de la ciudad connotan una función evidente de acceso al área del templo y de aislamiento de la zona religiosa respecto al urbanismo exterior. En este sentido, se establece una relación del edificio con las puertas urbanas monumentales que desarrollan, a gran escala, esta doble función. El análisis de una serie de estructuras con las mismas características ayuda a comprender como, muy a menudo, arcos y puertas presentan no solamente un aspecto parecido, sino también problemáticas técnicas y urbanísticas comunes. Desde el punto de vista formal, los restos conservados del edificio originario, se relacionan con 325 326
Álvarez, 1982, 68. Scagliarini 1979, 31-32.
237
muchas de las puertas que, sobre todo en territorio itálico y en época republicana y tardorrepublicana, configuraban el acceso a ciudades o a complejos religiosos de diferentes tipologías. En Italia central, por ejemplo, estos tipos de puertas de estructura muy sencilla, realizadas con arcos de perfil extradosal eran muy frecuentes a partir del siglo III a.C. De ellas quedan testigos que pueden ayudar a comprender el papel del monumento en el ámbito más general de las funciones desarrolladas por estructuras aparentemente descontextualizadas topográfica y cronológicamente. En este sentido, resulta interesante la relación entre los detalles constructivos de estas puertas y el arco de Mérida. En el ámbito de la morfología original de la construcción, existe la dificultad de encontrar una referencia puntual para determinadas características técnicas que permitan asociar el “arco de Trajano” con otras estructuras similares. Una de las dificultades reside en encontrar accesos a conjuntos monumentales que presenten elementos parecidos como, por ejemplo, los vanos laterales interiores diferenciados respecto a las jambas y los arcos frontales independientes con perfil interno distinto al de la bóveda. Estas características arquitectónicas definen, en las zonas de las jambas y de los vanos interiores, una planta del edificio con forma de “U” que constituye un elemento de extrema originalidad en el amplio panorama de los arcos situados en el resto de enclaves del imperio. A causa de la escasez de paralelos evidentes y, sobre todo, de modelos que puedan justificar la presencia de una planta “rara”, como la que se presenta en este trabajo, resulta difícil identificar las razones que llevaron a los arquitectos a establecer esta forma y, sobre todo, si la elección fue de tipo estilístico o técnico327. Uno de los pocos casos que se aproxima a las características de nuestro monumento es la puerta de Aquinum, construida en un período cercano a la fundación de la colonia, en el año 41 a.C (fig. 216)328. En esta puerta urbana, igualmente que en el monumento emeritense, se aprecia la realización de los dos arcos frontales, con un perfil diferente en la parte del intradós respecto a la bóveda y los vanos internos con perfil separado respecto a las jambas. En el ámbito de las puertas urbanas no es casual que estos modelos tengan precedentes en 327 A estas dificultades se añade la ausencia de trabajos sobre la tipología de las plantas de los arcos de época romana. 328 Blake, 1947, 202.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 216.
Puerta de Aquinum (Blake, M.E., 1947)
la “Puerta dell’Arco” en la ciudad de Volterra y en la “Porta di Giove” en Falerii Novi329, ambas edificaciones de cronología más antigua, de entre mediados y finales del siglo III a.C330. Uno de los pocos ejemplos que aporta una planta con elementos estructurales diferenciados, como jambas y vanos internos, se encuentra en Timgad (fig. 217) y se refiere a un arco, de época de Trajano, que funge de puerta occidental de la ciudad. Se trata de un edificio complejo, con tres aperturas y pedestales adosados a la fachada que sustentan columnas y orden arquitectónico completo. En este caso la misma planta con forma de “U” se documenta en las aperturas laterales, marcando una elección común que no se aprecia en el arco de Mérida, en el que los vanos secundarios de acceso presentan una planta rectilínea. Las evidentes diferencias de tipología constructiva entre estas puertas y nuestro arco no permiten una asociación directa con estos modelos, sobre
329 330
Ward-Perkins, 1976, 28. Lugli, 1957, Tav. LXIV.
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todo, a causa de la ya citada originalidad de la planimetría del edificio emeritense. Es probable que la elección de una planta similar se deba a problemáticas técnicas de distinto tipo. Por un lado, la diferenciación de las jambas y de los vanos interiores podría ser un intento de agilizar la estructura del edificio y hacerlo más esbelto y estilizado, evitando, en un monumento de dimensiones considerables, los grandes bloques rectangulares continuos que se producirían entre jambas y paramentos interiores331. Una segunda hipótesis, de tipo constructivo, se podría relacionar con la forma misma del alzado de arcos y bóveda. La edificación de estos dos elementos parece independiente, si se observa el arco desde el interior; los arcos presentan un perfil diferente respecto a la bóveda que se encuentra en una posición interna y, aparentemente rebajada. Este detalle, impone la construcción de una cimbra muy compleja, con perfiles distintos para los arcos exte331 En esta primera solución se recoge una idea del Dr. Xavier Dupré, expresada en una de las varias conversaciones que hemos tenido sobre el “sentido” del Arco de Trajano.
Anejos de AEspA XLII
EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL
Fig. 217.
Arco de época de Trajano en Timgad
riores y la bóveda, aunque el perfil superior permita establecer un tipo de construcción unitario, con trasdós de mismo perfil. Es posible, consecuentemente, que las dimensiones del edificio, la longitud de la luz, la amplitud de la distancia entre los arcos Norte y Sur, aconsejara la realización de estructuras diferenciadas que desarrollarían un papel estructural especifico y una relación directa entre zonas inferiores y superiores (jambas-arcos; vanos internos-bóveda). Sin embargo, es difícil comprender el origen y la evolución de esta tipología de planta, a causa de la ausencia de un hilo conductor claro en otros contextos geográficos y cronológicos. ¿Asistimos a un intento de renovación de un modelo que deriva, en su origen, de las puertas monumentales? El esquema planimétrico que se eligió para erigir el “Arco de Trajano no tendrá mucho éxito en las puertas urbanas de épocas sucesivas y, menos, en los accesos a los grandes recintos sacros, en los que se opta por estructuras más complejas desde el punto de vista arquitectónico y decorativo, con arcos de dimensiones más reducidas. Entre otros ejemplos relacionados con la función de ingreso a un área forense se recuerda el arco tripartido situado en la entrada NO al foro de Cosa (fig. 218), en Italia central, enmarcando el espacio público y distinguiendo el mismo de los sectores urbanos cercanos332. Esta última caracterís-
tica de separación de un área religiosa y de un área de construcciones privadas, se aleja del caso del arco emeritense, donde no hay necesidad de dividir dos zonas de la ciudad, sino exclusivamente y a través de la realización de un amplio espacio abierto en la zona delantera del arco, de preparar, de forma ordenada, el acceso al complejo monumental. Esta misma función se documentaría en los fornices republicanos de Roma, anteriores a los que presentan una relación directa con la figura de Octaviano. En el caso del fornix Fabianus, erigido en el año 120 a.C. y reconstruido en el 57 a.C., parece confirmarse la función de ingreso oriental al Foro Romano en proximidad de la Vía Sacra (figs. 219, 220). La dificultad de localizar exactamente la posición del monumento333 ha abierto interesantes perspectivas para el análisis de los arcos situados en el límite de las áreas sacras y ha permitido, en la misma Roma, el reconocimiento de un modelo emblemático —la entrada al Foro Romano— con un evidente significado de delimitación334 del espacio religioso, reforzado por la idea de paso intrínseca a la tipología monumental del arco. Es posible añadir que, respecto al fornix Fabianus, existe una doble funcionalidad de arco de ac333
332
Brown, 1980, 42-44. De Maria, 1988, 52.
239
334
Coarelli, 1985, 172-173. De Maria, 1988, 52.
240
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 218.
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Reconstrucción del ingreso al foro de Cosa (Gros, P., 1996)
ceso y de arco honorífico, vista la conexión del mismo con el triunfo celebrado en ocasión de las victorias sobre las poblaciones de los Allobroges335. En Siracusa se documenta, a partir de una cita de Cicerón (Verr. II, 2, 154), un fornix de grandes dimensiones, construido por Verres que se vincula a los monumentos de entrada a un área forense336. El monumento se fecha entre el año 73 y 71 a.C., años en los que Verres obtuvo el cargo de propretor en Sicilia. Este monumento constituye, además, una pauta conceptual muy importante en la medida que, por primera vez, se pasa de un significado votivo y religioso de los fornices de edad republicana al modelo celebrativo de personajes vivos (presencia de estatuas de Verres y de su hijo)337. Desde el punto de vista de la morfología el “Arco de Trajano” presenta interesantes similitudes con la puerta de la Colonia Iulia Fanestris (Fano), ciudad itálica del litoral adriático, en rela335
Fig. 219.
Reconstrucción hipotética del fornix Fabianus (De Maria, S., 1988)
336 337
De Maria, 1988, 264-266. De Maria, 1988, 52. De Maria, 1988, 326-327.
Anejos de AEspA XLII
Fig. 220.
EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL
241
Planimetría del área de los foros imperiales. El fornix Fabianus indicado con la letra “e” (De Maria, S., 1988)
ción con la Vía Flaminia. La deducción de esta colonia, así como la de Augusta Emerita, se debe a Augusto que instaló en ella una parte de sus veteranos338. La estructura original de este arco que pertenece a la puerta occidental de la ciudad, se conserva solo parcialmente y consta de tres aperturas, una central y dos secundarias laterales (fig. 221),
Fig. 221.
como el arco emeritense. El arco de Fano, datado en época augustea (9-10 d.C.), presenta, en la parte superior del ático, restos exiguos de elementos arquitectónicos que se alinean con la estructura inferior. Este monumento se convirtió en honorífico en época de Constantino a raíz de una dedicación al emperador divinizado339.
Vista general del arco de Fano (Mansuelli, G.A., 1965)
338 Enciclopedia dell’Arte Antica clássica e orientale, Vol. III, 591.
339 Di Stefano, 1977, 436-443; Purcaro, 1982, 141-158; Mansuelli, 1965.
242
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 222.
Anejos de AEspA XLII
El arco de Carsulae (De Maria, S., 1988)
A causa del estado de conservación del arco de Mérida y de la ausencia de fragmentos de materiales decorativos, no existen indicios para imaginar una construcción igualmente articulada, aunque es evidente que existiría alguna otra estructura superpuesta. Desde el punto de vista del estado de conservación actual del fornix una imagen similar a nuestro arco es la del arco de Carsulae, en el límite norte de la entrada a la ciudad. Esta estructura, en la que se documentan orificios similares para la colocación de un revestimiento de mármol, presentaba dos aperturas secundarias laterales y se data en época augustea, como uno de los elementos de restauración de la Vía Flaminia (fig. 222)340. En el ámbito de la relación entre arco y áreas religiosas es posible encuadrar, también, la presencia de las construcciones laterales del templo de Júpiter, en Pompeya (fig. 223), fechadas a partir del 18 d.C.341. En el mismo foro de Pompeya se documenta, en el lado sur, un arco de dimensiones reducidas, realizado con opus incertum y ladrillos, que
desde el punto de vista funcional parece enmarcar la entrada al espacio cerrado del foro. En este último caso, fechado también a comienzo del siglo I d.C., se ha precisado que las características de la estructura se alejan de la función de acceso y pasaje al área forense, a causa de sus dimensiones, que permitirían un uso exclusivo como base para sustentar una posible estatua honoraria, y, finalmente, por la ausencia de relaciones con una vía de comunicación342. El mismo Foro di Augusto, en Roma, presenta arcos en las entradas del lado norte que flanquean el templo de Marte (fig. 224), aunque en este ámbito es evidente un papel de delimitación del complejo forense con respecto a uno de los barrios más degradado de la Roma de la primera edad imperial como era la Subura. Desde el punto de vista morfológico y estructural, una interesante relación se puede observar entre el “Arco de Trajano y el “arco de Gallieno y Salonina” de Roma (fig. 225). El edificio original presentaba tres aperturas, una central más amplia y dos laterales de dimensiones reducidas, que se demolieron en el año 1477, con la construcción de la
340
De Maria, 1988, 237-238. De Maria, 1988, 253. Maiuri, 1942, 25. La Rocca, De Vos, 2004. 341
342
De Maria,1988, 256.
Anejos de AEspA XLII
EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL
Fig. 223.
Planimetría del foro de Pompeya (La Rocca, E. - De Vos, M. y A., 2004)
Fig. 224.
Fig. 225.
Reconstrucción hipotetética del foro de Augusto (Gros, P., 1996)
Reconstrucción del arco de Gallieno y Salonina en Roma (De Maria, S., 1988)
243
244
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cercana iglesia de San Vito. La dedicación del arco a Gallieno y Salonina, por parte de un vir egregius se realizó sobre una inscripción anterior que presenta claros signos de erosión343. En este sentido es casi seguro que este arco pertenecía a una adaptación de la puerta Esquilina en la muralla “serviana”. R. Lanciani344 y, sucesivamente, G. Lugli345 excluyen, además, la posibilidad de que se trate de una estructura del siglo III d.C. y proponen una fecha originaria en época tardoagustea o julioclaudia346. En el ámbito de las puertas urbanas se inserta la referencia a la Puerta de Hispellum (Spello), también de época augustea347 y, finalmente, en época postiberiana se documenta otro ejemplo de acceso a un área forense, con la construcción del arco de Germánico y Druso (fig. 226) en la zona sur del foro de Spoletium (Spoleto)348.
Fig. 226.
343 344 345 346 347 348
Arco de Germanico y Druso en la zona sur del foro de Spoletum (De Maria, S., 1988)
De Maria, 1988, 311. Lanciani, 1876, 208-209. Lugli,1937, 16-26. Lugli, 1965, 299-312. De Maria, 1988, 312. Ward Perkins, 1976, 210. De Maria, 1988, 329. Pietrangeli, 1940, 165-169.
Anejos de AEspA XLII
Estas mismas connotaciones de integración a un sistema cerrado y la función de acceso a un área circunscrita parecen también características comunes de arcos de épocas posteriores. El referente hispánico de los arcos con tres ingresos se refiere a la construcción del arco de Medinaceli cuya propuesta de datación en época domicianea349 define, probablemente, la consolidación de esta tipología de arcos en la Península Ibérica. A la luz de las recientes investigaciones350 se ha identificado el papel del arco como una puerta en relación con la muralla de la ciudad y se han considerado sus características tipológicas y sus forma “sencillas” como un elemento de singularidad respecto a otras estructuras de la misma época351. En época adrianea se fechan los dos arcos construidos a los lados del templo de Roma y Augusto, en una restauración urbanística del Foro de Ostia y se interpretan como monumentos de ingreso352. Este tercer ejemplo de relación entre templo de área forense y arco, conjuntamente a los casos de Pompeya y Roma, establece una vinculación clara de formas arquitectónicas al mismo tiempo simbólicas y funcionales. En el caso que resulte confirmada la hipótesis de K. De Fine Licht353, apoyada por S. De Maria354, el llamado arcus pietatis no se colocaría en el centro de la plaza delante del Panteón como interpretaba W.L. Mac Donald355 sobre unos datos de R. Lanciani (fig. 227), sino en el lado norte que circundaba el espacio, marcando otro ingreso con un arco a un recinto estructurado según la relación entrada-pórtico-templo. La presencia de arcos en el ámbito de espacios sacros cerrados encuentra un importante paralelo en la zona del “Iseo Campense” de Roma, en la antigua área del campo de Marte. De los restos que formaban el conjunto no quedan huellas visibles en el terreno y la planta del mismo se reconstruye a partir del análisis de los fragmentos de la Forma Urbis. El complejo en cuestión, de planta articulada consistía en tres sectores distintos comprendi-
349 La datación del monumento se ha precisado a partir del estudio de la inscripción, en Alföldy, G.-Abascal, 2002, 71-115 y de los datos de las últimas excavaciones arqueológicas, en Lerín, M. et Alii 2002, 51-61. 350 Abascal-Alföldy, 2002. 351 Abad, 2003, 119 ss. 352 De Maria, 1988, 245. 353 De Fine. 1966, 26-29. 354 De Maria,1988, 299. 355 Mac Donald, 1965, 97.
Anejos de AEspA XLII
EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL
Fig. 227.
Reconstrucción del área del Panteón
dos entre la “Piazza S. Macuto”, la “Via del Seminario”, la “Via di S. Stefano del Cacco”, la “Via di S. Ignacio” y la “Via del Gesú”. En la zona principal, correspondiente al actual “Via del Pie’ di Marmo”, se inserta una plaza rectangular (fig. 228) a la que se accedía mediante dos arcos356. El más antiguo, relacionado con el acceso monumental en lado Este del área, se ha identificado con uno de los edificios (el primero a la izquierda) representados en el relieve de la tumba de los Haterii357 y reconocido como el arcus ad Isis. En el caso de este ingreso se establece la tipología de un arco con tres aperturas, construido con sillería de “travertino”358 y datado en los primeros años de Domiciano, cuando empezaron las obras de reconstrucción del 356
Coarelli, 1996, 108. Castagnoli, 1941, 65 ss. Existe una discusión sobre la interpretación del arco a partir del relieve citado. F. Corelli sugiere dos posibilidades para su identificación a partir de la interpretación del conjunto de edificios que se representan. Una primera hipótesis plantea la idea que los monumentos documentados en el relieve de los Haterii no tienen relación topográfica, mientras que una segunda individualiza un orden de sucesión topográfica que llevaría a identificar el arco en cuestión con un acceso al Isium Metellinum en la Regio III. Los detalles de estas argumentaciones se encuentran en Coarelli, 1993, 97. 358 Laurenti, M.C., 1985: pp. 400-403. 357
245
complejo monumental, destruido a raíz del incendio del 80 d.C359. En la parte opuesta de la misma plaza, al Oeste, se realizó en época de Adriano un arco monumental, insertado en la porticus Meleagri, con las mismas funciones del primero360. Este edificio no representa, por su tipología constructiva, un paralelo con el “Arco de Trajano”, pero resulta de gran utilidad para descifrar mejor el sentido de la estricta relación existente entre estos tipos de accesos y los espacios sacros, incluso en épocas muy diferentes. En este sentido, otro ejemplo de continuidad del mismo tipo se refiere a la posibilidad de situar un arco de entrada al área del templo del divo Adriano361 —dedicado por Antonino Pio en el año 145 d.C.— en la zona este, sobre la calle lateral proveniente de la vía Lata (fig. 229). En este caso queda sin definir si el arco se unía al lado este del pórtico que circundaba el templo o si anticipaba el ingreso de forma aislada362. 359 De Maria, 1988, 293. En contra de la datación en época de Domiciano y a favor de una fecha más alta, en época de Vespasiano véase Calò Levi, 1952, 9-12. 360 De Maria, 1988, 299-300. 361 Castagnoli, 1942, 74-82. 362 De Maria, 1988, 301.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 228.
Anejos de AEspA XLII
Planimetría del área cercana a la Porticus Meleagri (Castagnoli, F., 1941)
Fig. 229. Planimetría de la zona próxima al templo del Divo Adriano, con indicación (n.º 2) de un arco adyacente (De Maria, S., 1988)
Anejos de AEspA XLII
EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL
Los casos tratados como posibles ejemplos de explicación de la forma y de las funciones del “arco de Trajano” presentan varios elementos comunes que permiten presentar un cuadro general de contextualización del significado de estos edificios. Se ha observado que en la génesis de este tipo de estructuras la referencia obligada es la puerta urbana y su carácter sacro como límite entre dos espacios diferenciados desde el punto de vista jurídico y religioso363. Un análisis de los principales monumentos de este tipo evidencia una casi constante presencia de distinción entre las zonas delimitadas por el arco y el contenido del área interior del mismo, este último acentuado por una lógica idea de pasaje. En el caso del arco de Mérida se admite la misma función de delimitación aunque es necesario matizar la relación entre el edificio, el conjunto monumental al que pertenece y el urbanismo del área circundante. La existencia de un espacio abierto en la zona al sur del edificio, realizado con grandes sillares de granito, forma una plaza de la que se desconocen las dimensiones totales a causa del límite de la excavación arqueológica. En la plaza confluirían dos calles de la ciudad, el kardo maximus y uno de los decumanii, configurando un punto de unión antes de la entrada al recinto sacro a través del arco. En este sentido este último no serviría a separar espacios de diferentes adscripción urbana, sino a evidenciar, con un esquema monumental, el acceso al área en el que arco y templo constituyen una dúplice referencia simbólica y el arco el marco visual y la separación entre espacio urbano y espacio sacro. La relación evidente con el esquema de las grandes puertas urbanas se connota, también, a través de las características estructurales del monumento y, en el caso específico, por la presencia de tres accesos funcionalmente diferenciados. A propósito de esta conexión se recuerden las precisas consideraciones de S. De Maria: “In ogni caso è da rilevare che questa soluzione (de los arcos con tres aperturas) viene applicata esclusivamente a contesti particolari, con funzioni di ingresso monumentale a zone urbane di rilievo e funzionalmente determinate; talora è forse utilizzata anche come porta urbica vera e propria, oppure tale soltanto sul piano simbolico, come pare nel caso del triplice arco a nord dell’impianto urbano di Carsulae”364. 363 364
De Maria, 1988, 40. De Maria, 1988, 61.
247
Resulta evidente, a partir de estas conclusiones y de los diferentes casos analizados, como la vinculación conceptual del arco en relación al contexto urbano se refiera a esta clara función de acceso a zonas urbanas de particular entidad. En síntesis, se ha observado en las páginas anteriores una cierta correspondencia entre los ejemplos que se adscriben a situaciones cronológicas republicanas o tardorrepublicanas y la transposición del concepto de acceso a gran escala, hacia la ciudad, con la monumentalización de las entradas a conjuntos religiosos cerrados. Existen varios ejemplos de arcos situados en la entrada de espacios forenses o en sus proximidades y, cronológicamente, se adscriben en su mayoría a conjuntos fechados entre el siglo II a.C. y I a.C. En época augustea y en el marco de un nuevo proceso de monumentalización generalizada, la difusión de los arcos en relación a la ciudad se multiplica significativamente. Se empieza, por ejemplo, con atribuir significados honoríficos a arcos que nacen simplemente como ingresos monumentales. Es éste el caso del arco de Octavio en el Palatino, dedicado según Plinio (Nat. Hist. XXXVI, 36) por Augusto al padre Octavio y que podría corresponder con el témenos de Apollo Palatino, constituyendo quizás el acceso monumental365. El significado general de puerta toma cuerpo en la consideración que en la primera edad imperial (hasta los primeros años de la época neroniana-flavia) se documentan decenas de ejemplos de arcos a un solo fornix vinculados, en todos los casos, con funciones honoríficas o conmemorativas366. Es probable que el “Arco de Trajano” tuviera otra función intrínseca cuyo significado se nos escapa a causa de la ausencia de documentación sobre su forma original, su decoración arquitectónica o escultórica y su vinculación con una probable dedicatoria definida por una inscripción. En este sentido, la capacidad de adquisición de una connotación distinta respecto a su significación original de entrada al recinto, alimentada por la eventualidad de sucesivas integraciones de programas figurativos, escultóricos o epigráficos, permanece en el campo de las posibilidades, sin huellas concretas evidentes. El cuadro cronológico ofrecido por el análisis de estas estructuras con distintas características técnicas y simbólicas se amplía sobre la base de una serie de consideraciones de carácter general. 365 Sobre este monumento véase también Mansuelli, 1970, 103-109. 366 De Maria, 1998, 58-61.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 230.
Puerta oriental del agorá de Priene (De Maria, S., 1998)
Desde el punto de vista formal, justamente, se ha notado el origen del aislamiento de los arcos respecto a las formas arquitectónicas rectilíneas en estos fornices republicanos y se ha considerado un primitivo precedente helenístico en la puerta oriental de la ágora de Priene, datada aproximadamente en torno al 150 a.C. (fig. 230) e interpretada como una construcción en conexión con los recintos circundantes con una función evidente de límite367. El pleno desarrollo de estas tipologías de arco asociados a conjuntos monumentales cerrados o a puertas urbanas se define en edad tardorrepublicana y las características técnicas se perfeccionan con los arcos realizados en época augustea y postaugustea, construidos con sillares de mármol o de otro material revestido. Con respecto al “Arco de Trajano” J. Arce368 y W. Trillmich369 proponen una datación en la fase fundacional de la ciudad, basándose en la equivalencia granito-arcaico y considerando las técnicas constructivas que utilizan este material de extracción local como indicio de fecha temprana, admitiendo también, en contraposición a esta idea, un 367 368 369
De Maria, 1988, 40. Arce, 1987, 85. Trillmich, 1996, 175.
Anejos de AEspA XLII
proceso de marmorización posterior del monumento370. Si se considera simplemente el aspecto formal de la estructura en el ámbito de las cronologías tradicionales atribuidas a los arcos o, más exactamente, a la parte del fornix, podríamos considerar el edificio no solamente de época augustea, sino probablemente de época anterior. La forma de las dovelas con el perfil del trasdós paralelo al perfil del intradós no indica, en el caso de Mérida, una cronología augustea o preaugustea que en la Peninsula Itálica aparece clara. La consideración según la cual a partir de época augustea se prefiere el uso de dovelas pentagonales o en forma de martillo para dar más conexión entre arco y pared371 no se puede aplicar al caso emeritense, donde probablemente las nuevas soluciones constructivas tardaron tiempo en aplicarse. A la espera de nuevos resultados sobre la edilicia pública emeritense pensamos que estos tipos de diferencias no dependen de un uso generalizado de una forma constructiva respecto a una cierta tipologia de edificios, sino probablemente al conocimiento especifico de arquitectos y ejecutores de la obra y en 370 371
Id., 175 ss. Giuliani, 1990, 76.
Anejos de AEspA XLII
EL “ARCO DE TRAJANO”, PUERTA DE ACCESO AL CONJUNTO MONUMENTAL
muchos casos a una elección técnica que sólo en nuestros procesos mentales de catalogación pertenece a una época anterior, “tradicional” o a una técnica no utilizada. Las conclusiones sobre la cronología que se proponen, desde nuestro análisis, son el resultado de un mosaico de datos arqueológicos que se compone de varios elementos y que resumimos brevemente372. Al estado actual de la cuestión no cabe duda que el arco representa la gran entrada a un conjunto monumental constituido por el Templo de la calle Holguín y el pórtico anexo a éste. El análisis detallado de las técnicas constructivas de estas estructuras indica su contemporaneidad dictada por la presencia de un único proyecto que regula la edificación del conjunto, a pesar de las diferencias mor-
fológicas registradas en la ejecución de las distintas estructuras. Las excavaciones arqueológicas en el pórtico han permitido detectar la amortización del kardo maximus y de las viviendas presentes en la zona antes de la construcción del conjunto373, definiendo un panorama diferente respecto al planteamiento que coloca estas estructuras en el momento de fundación de la colonia. Es evidente que este proyecto urbanístico reconvierte un área precedentemente destinada a otras actividades, alejando la hipótesis de la datación augustea. El examen de los materiales cerámicos y numismáticos de los niveles constructivos del pórtico del llamado “Foro Provincial” parece orientar hacia una cronología tiberiana374, confirmada por el estudio del Templo de la calle Holguín, empezado últimamente375 y definido en este mismo volumen376.
373
Mateos, 2001, 198. Véase en este mismo volumen Aquilué-Dehesa. 375 Mateos Cruz, 2004. 376 Véase en este mismo volumen el capítulo dedicado al análisis de las características arquitectónicas del templo. 374
372 Para la definición de la problemática cronológica véase en este mismo volumen el capítulo sobre el Conjunto Monumental.
249
Anejos de AEspA XLII, 2006, pág. 251
6. EL TEMPLO: LA TRASLACIÓN DE LOS MODELOS METROPOLITANOS A LA CAPITAL DE LA PROVINCIA LUSITANA377 Pedro Mateos Cruz
INTRODUCCIÓN378 Como se pone de manifiesto en el capítulo dedicado a la historiografía en este mismo volumen y en el reciente trabajo desarrollado sobre este templo379, en 1983 se pusieron al descubierto los restos del podio de un templo380 aparecido durante la realización de una intervención de urgencia practicada en la C/ Holguín, 37, en el mismo solar donde años antes aparecieron materiales marmóreos —zócalos moldurados, un fragmento de capitel y otro que parecía formar parte del ropaje de una estatua— vinculados a un edificio público381 (fig. 231). Este hallazgo confirmaba la hipótesis que situaba la existencia de un foro en esta zona de la ciudad382 y abrió la posibilidad a numerosas interpretaciones sobre las características arquitectónicas del edificio, así como sobre su carácter o dedicación. Veinte años después de su aparición y en el marco del proyecto de investigación desarrollado
377 Agradezco al prof. Fishwick los acertados comentarios y opiniones en la lectura de este manuscrito. 378 El desarrollo de este capítulo se encuentra condicionado, en gran medida, por la publicación reciente de un trabajo sobre este mismo edificio en el que se definen sus características arquitectónicas, cronológicas y funcionales publicado en el 2004. Dado que la inmensa mayoría de los datos expuestos siguen teniendo validez únicamente he añadido las novedades más significativas, consecuencia de las últimas intervenciones realizadas. Decidí, por tanto, incluir este capítulo aunque, en ocasiones, debo repetir los mismos argumentos expuestos en el trabajo anterior; sin embargo trataré de enfocar este estudio en los datos inéditos aportados por las nuevas excavaciones arqueológicas realizadas y en las transformaciones que sufre la reconstrucción de su planta arquitectónica. De alguna manera ambos artículos son complementarios, ya que este último análisis cierra argumentos apenas esbozados en el estudio anterior. 379 Mateos, P., 2004, 129-148. 380 Álvarez Martínez, J. M., 1984, 209-210. 381 Álvarez Sáenz de Buruaga, 1946, 39-40. 382 Almagro, M., 1976, 189-212.
durante los últimos seis años383, hemos efectuado una nueva intervención arqueológica dentro del propio solar que nos ha permitido conocer mejor su estructura arquitectónica, trabajar con estratigrafías claves para el estudio del momento de su construcción, conocer la cronología de su abandono y las características de los nuevos usos en época tardoantigua; por otro lado, hemos podido realizar una planimetría completa de los restos y ponerlos en relación con todas las estructuras que conformaban el complejo monumental. Los resultados han sido expuestos en anteriores publicaciones donde se han explicado las características principales de los restos hallados, la documentación desarrollada y la interpretación efectuada a partir de las tres campañas de excavación, la ejecución de nuevas planimetrías, los estudios de materiales y el análisis de las estructuras por parte del equipo de investigadores pertenecientes al proyecto384. En estas publicaciones explicamos las intervenciones desarrolladas tanto dentro como fuera del solar, hasta conseguir plantear una hipótesis documentada sobre la planta y características constructivas del templo (fig. 232). A lo largo de esta monografía, en capítulos anteriores, hemos explicado también el resultado de las intervenciones desarrolladas en 2003 y 2004 que han permitido documentar estructuras anteriores a la realización del edificio, así como materiales arqueológicos para 383 Como ya hemos indicado en diversos puntos de esta misma monografía, este trabajo es resultado de un proyecto de investigación —“Estudio, documentación y catalogación del llamado foro provincial de Augusta Emerita” (2PR01A016)— que desarrolló el Instituto de Arqueología de Mérida y en el que también participan investigadores pertenecientes al Consorcio de Mérida, el Museo Nacional de Arte Romano y diversas Universidades y Centros de Investigación nacionales. La mayoría participa directamente en la redacción de este volumen. 384 Mateos Cruz, P., 2001, 183-208. Mateos, P., 2004, 27-39 Mateos, P.-Palma, F., 2004, 41-53. Mateos, P., 2004, 129-148.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 231.
Anejos de AEspA XLII
Vista del templo tras la excavación de 1983
fechar el momento de construcción y abandono del edificio; a su vez pudimos concluir las características arquitectónicas de la mitad oriental del podio que lo sustentaba, tanto en planta como en alzado. En este último año 2006, además, hemos procedido a realizar una nueva intervención arqueológica en un solar cercano al del propio templo, cuyos datos aún permanecían inéditos hasta la actualidad y que han permitido un conocimiento mayor de la planta arquitectónica del edificio. Esta intervención, cuya documentación gráfica, planimétrica y textual se refleja también en el capítulo relativo a los informes de las excavaciones practicadas en el área, se desarrolló en la zona de las escaleras de acceso al templo y nos ha permitido, como se verá a continuación, completar la reconstrucción de su planta arquitectónica en un punto fundamental para conocer las características del edificio (fig. 233). Por último, en esta introducción, debo reseñar un dato: sin entrar a valorar historiográficamente el conocimiento de este edificio desde su aparición en 1983, debemos señalar que tan sólo fue objeto de dos breves estudios realizados por su descubridor en 1984 y 1985385. Tras el inicio del proyecto de in-
Fig. 232.
Vista aérea de la zona del templo
385 Álvarez Martínez, J. M., 1984, 209-210, y del mismo autor en 1985, 42.
Anejos de AEspA XLII
EL TEMPLO: LA TRASLACIÓN DE LOS MODELOS METROPOLITANOS
253
taba con un temenos y que su planta podría compararse con el capitolio de Brescia388. El ejemplo más reciente lo constituye un artículo escrito en el año 2006389 donde nuevamente se obvia la existencia del proyecto, las excavaciones arqueológicas y los estudios de los edificios realizados por todo el equipo de investigación que ha participado y se sugieren contradicciones y debilidades en nuestras aportaciones que desvirtúan el valor de unos argumentos y unos resultados que tampoco se citan. DESCRIPCIÓN DEL EDIFICIO. CONSTRUCTIVAS
Fig. 233. Vista del solar donde se realizó la intervención en el año 2006. Al fondo el solar donde se excavó el templo
vestigación sobre “el llamado foro provincial de Augusta Emerita” en 1999, y coincidiendo con la publicación continuada y sistemática de los datos que íbamos conociendo durante el desarrollo del proyecto en artículos publicados por nosotros en los años 2001, 2002, 2003 y 2004, se han venido publicando comentarios sobre el templo por parte de los investigadores Álvarez y Nogales que en lugar de incluir y contrastar los datos aportados por la nueva investigación han preferido seguir sustentándose en los mismos argumentos anteriores. Este hecho ha provocado que aún en publicaciones del año 2003386 se hable del templo como tetrástilo, que estaba dedicado a la Aeternitas Augusta como el representado en la moneda tiberiana387, que con386 Álvarez, J. M.-Nogales, T., 2003, 297 y 298. Creo necesario incidir en este aspecto que el estudio historiográfico no debe contemplar, pues no se encuentra entre sus objetivos, pero que forma parte de la literatura arqueológica de los últimos años. Esta dicotomía puede llevar a desconcertar a los investigadores que en los últimos años han seguido tanto los trabajos desarrollados por el equipo de investigación y sus estudios, como paralelamente otra serie de publicaciones ajenas al proyecto. 387 La moneda y su contenido ha sido objeto de estudio por parte de Gil Farrés, 1946, 240, Etienne R., 1958, y Beltrán, A., 1976, 63-74, entre otros.
CARACTERÍSTICAS
A partir de la realización de los últimos trabajos arqueológicos, en los que hemos definido los límites de tres de los cuatro lados del edificio —los cierres nororiental, oriental y suroriental—, procedimos al estudio de su planta arquitectónica. Para este fin contamos con la nueva planimetría que habíamos elaborado, la localización del templo a eje con el arco “de Trajano” y la ubicación real —en coordenadas UTM— del resto de estructuras que conformaban el complejo monumental (fig. 234). Los restos conservados forman parte del podio de un templo definido como de “cella barlonga”, en el que la cella está dispuesta de forma transversal en relación con el pronaos, de menor anchura. Esta división —pronaos y cella— queda así perfectamente reflejada en el propio podio, de manera que podemos denominar en la descripción de los restos conservados a la parte anterior del podio, de menor anchura, pronaos y a la posterior, cella, aunque sabemos que estos términos corresponderían realmente a los espacios existentes en el templo.
388 Como ya hemos señalado en anteriores publicaciones, no consideramos dentro de la tipología de este templo el capitolio de Brescia analizado por Rossi-Garzzetti, 1995,77-93 —interpretado por algunos investigadores como templo de “cella barlonga” pero que realmente obedece a un esquema de tres cellae que comparten un mismo podio— de época vespasiana o el edificio de Palmira estudiado por Ami-Seyrig-Will, 1975, que debe interpretarse como un complejo monumental que en nada se asemeja a estos modelos, como luego veremos al analizar la planta del edificio emeritense. 389 Nogales-Álvarez, 2006, 419 y ss. Nosotros en este trabajo nuevamente andaremos el camino de la prudencia y el respeto e intentaremos argumentar y analizar pormenorizadamente los datos que nos han aportado las excavaciones arqueológicas, desarrollando nuestra interpretación y poniendo encima de la mesa toda la documentación con la que contamos.
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Fig. 234.
Anejos de AEspA XLII
Planimetría de las excavaciones del templo con la reconstrucción de su planta arquitectónica
Anejos de AEspA XLII
EL TEMPLO: LA TRASLACIÓN DE LOS MODELOS METROPOLITANOS
Fig. 235.
Restos del antas oriental y de los peldaños de la escalinata del templo
Fig. 236.
Vista general del podio del templo
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En la última intervención realizada en el año 2006 en el lado sur hemos documentado arqueológicamente el límite meridional del pronaos, los restos de la escalinata de acceso al templo y del antas oriental (fig. 235). A partir de este hallazgo hemos podido verificar con mayor certeza las características de su planta arquitectónica. El podio, poseería, según el estudio desarrollado, las siguientes dimensiones (fig. 236): — Altura conservada del podio desde la plataforma: 3,40-3,50 m. — Longitud máxima del podio, 38 m390. — Longitud desde el eje de la primera columna hasta el muro de cierre, 32 m. — Longitud de la cella, 22 m. — Anchura de la cella, 32 m. — Longitud del pronaos, 18 m (12 m desde el eje de la columna) — Anchura del pronaos 22 m. — Longitud de las antas: 3 m. — Anchura de las antas: 3 m. — Anchura de la escalera: 16 m. — Altura de los peldaños: 25 cm. Para entender la monumentalidad del templo basta comparar las dimensiones de su podio y de algunos de sus elementos constructivos con las del otro ejemplo emeritense: el templo de Diana. Este edificio augusteo, que preside el Foro de la Colonia, posee una longitud máxima de 32,80 m frente a los 38 m del localizado en la C/ Holguín y una anchura de 18,50 m frente a los 32 m de su lado corto (el ancho de la cella). Sus columnas conservan un diámetro de 0,90 m en contraposición con los 1,50 m del diámetro del templo de Culto Imperial, con un intercolumnio de 1,75-1,90 m frente a los 2,25 m de espacio intermedio en nuestro templo (en el caso de que el tambor conservado fuera el imoscapo). En cuanto a sus características constructivas, poseía un núcleo de opus caementicium realizado por tongadas de hormigón de diferente espesor forrado por tres hiladas de sillares de granito. Probablemente, todo el edificio se construye sobre un basamento de opus cuadratum que serviría de asiento al núcleo central, aunque este hecho no puede ser confirmado ya que, de este basamento, solo conocemos lógicamente las tres hiladas exteriores que 390 La diferencia existente entre los 38 m de longitud planteados ahora y los 34 m planteados en anteriores estudios se debe, como ya he indicado anteriormente, al resultado de las excavaciones practicadas en el solar donde hemos documentado la existencia de las antas que sobresalen de la fachada del templo así como las escalinatas de acceso.
Anejos de AEspA XLII
envolvían en alzado el núcleo de caementicium, y que alternan la posición, colocándose la interior a tizón, la intermedia a soga y la exterior a tizón (fig. 237). Este hecho supone que la imagen exterior del alzado del podio se plantee como una obra en opera cuadrata realizada con bloques colocados a tizón —no a soga y tizón391—, resultando un tipo de fábrica similar a la del llamado arco de Trajano. Como indica Pizzo en su estudio sobre la técnica constructiva del templo, en este mismo volumen, el núcleo central está formado por mampostería de elementos de dioritas, anfibolitas, calcáreos y cuarcitas de tamaño pequeño, mediano y grande unidos por un mortero muy consistente a base de cal y arena. La construcción se realiza por bancos diferenciados. El núcleo del podio deja apreciar el sistema constructivo utilizado y sus peculiaridades. El caementicium se deposita por tongadas al interior de una caja de contención formada previamente por los mismos sillares de granito. Las tongadas que se evidencian en el perfil del núcleo presentan dimensiones distintas, aclarando, en este caso, el proceso de construcción y levantamiento del podio (fig. 238). La primera tongada, en contacto directo y superpuesta a la plataforma, presenta una altura de 40-43 cm que corresponde con la altura de la primera hilada de sillares de granito puestos en obra a tizón. La segunda tongada tiene un tamaño de 83-85 cm, es decir, el doble de la altura exacta con respecto a la primera hilada. Este dato marca la colocación, al mismo tiempo, de dos hiladas de sillares a tizón. La tercera tongada tiene la altura regularizada sobre la base métrica de la primera (40-43 cm). Sin embargo, la cuarta y quinta tongada responden a un cambio de modulación importante (60-63 cm). Este cambio tiene una explicación funcional y estructural muy evidente: Ya que nos encontramos en la zona superior del podio, era necesario trabar las dos tongadas con un sillar intermedio que funcionaba como abrazadera, colocando en tres hiladas de sillares, dos tongadas de caementicium (la suma de 126 cm de la altura de las dos tongadas corresponde a la suma de las tres hiladas de sillares). Este tipo constructivo es un modelo que será utilizado en otros edificios públicos de la ciudad y que está siendo analizado por A. Pizzo en su tesis doctoral sobre las técnicas constructivas en la arquitectura pública de época romana. En la fila exterior de los sillares que forman parte del basamento —tanto en el pronaos como en 391 Álvarez Martínez, J. M., 1984, 209; De la Barrera, J. L., 2000, 171.
Anejos de AEspA XLII
EL TEMPLO: LA TRASLACIÓN DE LOS MODELOS METROPOLITANOS
Fig. 237.
Vista del núcleo de opus caementicium con las tres hiladas de sillares que forraban el podio
Fig. 238.
Detalle de las tongadas de hormigón en el núcleo del podio
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Fig. 239.
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Detalle de la línea de delimitación del alzado del templo
la cella— se observa la línea utilizada por los constructores para plantear las dimensiones del edificio; una línea incisa realizada en los propios sillares que marca los límites de la construcción y que hemos podido documentar en todo el lado nororiental (fig. 239). También Pizzo analiza la “funcionalidad de las líneas dibujadas en los bloques, muy conocida en la antigüedad clásica. De este proceso se tiene noticia desde épocas muy antiguas aunque la práctica es comúnmente adoptada en época imperial. La producción de los elementos que forman los aparatos decorativos se realiza a través de diferentes fases de elaboración basadas en el uso de líneas incisas, que son el fruto de construcciones geométricas bien definidas al fin de crear, por un lado, las piezas de manera ordenada y, por otro lado, las condiciones necesarias en la obra para su colocación. Estos detalles técnicos permiten una forma de comunicación rápida entre la mente del arquitecto y la de los que realizan la obra”. Se trata, evidentemente, de incisiones realizadas in situ para controlar la posición de elementos constructivos como cornisas, columnas, alzados de muros, metopas, capiteles, etc., que forman parte del proyecto arquitectónico.
Anejos de AEspA XLII
Entre esta línea y el final del basamento queda un espacio de 40 cm con restos de mortero de opus signinum que se utilizó para ubicar la cornisa inferior del podio, encastrada en la estructura mediante un rebaje —de unos 10 cm aproximadamente— practicado en la primera hilada de sillares que constituye el alzado del edificio (fig. 240). La superficie resultante es de 50 cm, suficiente para acoger la cornisa de mármol, ya aparecida en el propio solar en las excavaciones anteriores y de la que hemos documentado nuevos fragmentos en esta última intervención. En la hilada superior de sillares del pronaos —en la cella no se conserva más que una hilada en altura y no podemos confirmar su existencia— se pueden observar restos de un nuevo retalle que podría haberse realizado para el encastramiento de la moldura de coronamiento del podio. El podio estaría totalmente marmorizado a juzgar por las huellas de grapas documentadas en el alzado del muro del pronaos. Como hemos indicado, ya conocíamos restos de la moldura de coronamiento del podio y de parte de su decoración arquitectónica a las que debemos añadir ahora, nuevas cornisas y fragmentos de friso aparecidos en los trabajos recientes que, posteriormente, harán posible la reconstrucción de su alzado. En el punto de unión entre el pronaos y la cella, los constructores dejaron un hueco vertical, retallando los sillares de esquina, para hacer posible la evacuación del agua de lluvia procedente del tejado del templo. Se trata del punto de unión entre las tres cubiertas del edificio —la del pronaos, la central de la cella y la lateral este— y por tanto el lugar donde existiría mayor flujo de agua durante las lluvias. El “bajante” posee una sección de 45 cm de lado y, como ya hemos indicado anteriormente, desagua bajo la pavimentación de la plaza, a una canalización situada bajo el pavimento con una cubierta a dos aguas. La orientación de este canal, en paralelo con la dirección del podio indica que, probablemente, buscara la cloaca del cardo máximo que correría, según hemos podido documentar en las excavaciones realizadas, tras ser amortizado su uso para la realización de este conjunto monumental, bajo la plaza (fig. 241). Este detalle también ha podido ser documentado en la excavación realizada en el solar donde aparecieron los restos de la escalera de acceso al Templo. Al Este de las antas se realizó, en época tardía, un agujero en el pavimento de la plaza, tapado como se indica en el informe con tierra y restos de cornisas de mármol pertenecientes al templo, que permitió documentar los restos del mismo canal situado bajo las losas.
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Fig. 240.
EL TEMPLO: LA TRASLACIÓN DE LOS MODELOS METROPOLITANOS
Vista del podio del pronaos con la primera hilada de sillares del pronaos repicada para encastrar la moldura
Fig. 241.
Bajante realizado para recoger el agua de lluvia de las cubiertas y canalización bajo el pavimento
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Otro de los elementos arquitectónicos que destacan en un primer estudio del edificio es el de las características del alzado de su ángulo oriental, única esquina que conocemos en la actualidad, aunque a nivel de cimentación. Como ya señalamos, los constructores realizaron una línea incisa en los sillares que marcaba los límites de la construcción y que hemos podido documentar en todo el lado nororiental; este hecho nos ha permitido conocer el límite exacto del alzado del templo. La línea, que posee un trazado recto que recorre todo el lado oriental del podio, define también los límites de la esquina oriental, solo que en este caso dibuja un saliente de grandes dimensiones, tal como se aprecia en la planta realizada (fig. 242). Desgraciadamente no podemos definir los límites de este saliente, ya que la línea continúa bajo la medianera oriental del solar, pero permite intuir, al menos, un reforzamiento considerable del ángulo del edificio que podría explicarse ante la necesidad de soportar un elemento estructural u ornamental de grandes dimensiones. Además, este saliente refuerza el carácter reservado y reduce el tamaño del espacio pavimentado con losas de mármol encontrado durante las recientes excavaciones arqueológicas en la zona suroriental del edificio. A pesar de que la planta reconstruida resultante con-
Fig. 242.
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temple este refuerzo como algo extraño en su alzado, el saliente del ángulo de la plataforma es claro, ya que las losas de granito que definen el alzado del edificio son evidentes en la excavación, así como la continuidad de la línea de definición por lo que no podemos plantear este espacio como una superficie a cota de plaza sino a cota de la pavimentación del templo, en la plataforma superior del podio. Se trata, por tanto de un espacio ornamental muy atractivo situado justo en el saliente de los ángulos delanteros de la cella y que hemos documentado en su lado oriental con una superficie total de 30 m, —6 m de longitud por 5 m de anchura, aproximadamente, pues no conservamos los límites en su lado oriental. A la hora de plantearse la funcionalidad de este espacio debemos tener en cuenta que se tratarían de dos plataformas sobresalientes a ambos lados del edificio que, como indicamos a la hora de explicar la organización del conjunto monumental en el otro capítulo, serían visibles desde cualquier punto de la plaza en la que se inscribe el edificio y que, sin duda, albergarían un elemento ornamental lo suficientemente importante para que sea contemplado desde todos los puntos del conjunto monumental y, también, en todo el trayecto del cardo máximo en su aproximación al complejo.
Saliente documentado en el ángulo delantero de la cella del templo
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También hemos podido conocer algunas características arquitectónicas del alzado del templo, a partir del estudio de los restos existentes. Así, parece claro que los límites laterales de la cella se cerrarían mediante un muro corrido como lo confirma la línea recta en la que finaliza en esa zona el núcleo de opus caementicium al unirse con el triple forro de sillares. Por el contrario, en el mismo lateral oriental, en el pronaos, el núcleo de hormigón ofrece una serie de entrantes y salientes al encontrarse con los sillares que definen, a la perfección, la ubicación de los asientos de las columnas que caracterizarían el lateral y el frente en alzado del edificio (fig. 243). En ese juego de entrantes y salientes, los asientos para las columnas coinciden con la existencia de una plataforma de sillares, trabados entre sí, que estaban cosidos con grapas de las que se conservan las huellas en forma de “doble cola de milano”. Gracias a esta forma constructiva hemos podido definir la ubicación de las columnas del lateral del pronaos, así como en el frente —recordemos los sillares con huellas de grapas hallados, fuera del solar, al otro lado de la calle— y que coincide con la línea que ocuparía la hilada frontal de columnas que constituiría la fachada del templo.
Fig. 243.
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LA PLANTA DEL EDIFICIO. UN TEMPLO HEXÁSTILO (fig. 244) Estos datos sirven para confirmar la planta del edificio, así como las características generales de su alzado. Como puede apreciarse en la reconstrucción que presentamos, se trata de un templo hexástilo, con columnas rodeando el pronaos, mientras que la cella es cerrada mediante un muro corrido. El pronaos avanza hacia el Sur en los extremos del edificio por la existencia de dos antas de aproximadamente 3 m de anchura y 3 m de longitud que enmarcan una escalera de 12 peldaños que avanza, una vez finalizados los antas, hasta definir una nueva línea aún más estrecha que aumentaría la esbeltez del edificio. La conexión del templo con la plaza se desarrolla, no con un último peldaño, sino con una pequeña rampa de mármol que une la parte superior del peldaño de la escalinata con la pavimentación de la plaza. Nosotros únicamente lo hemos documentado en el punto de conexión entre el muro de cierre oriental de la escalera y el final del peldaño aunque no sabemos si continuaría en toda la extensión de la escalera (fig. 245). En esta última intervención hemos podido conocer, en el límite meridional del edificio, el alzado
Detalle de la ubicación de las columnas en el pronaos
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Fig. 244.
Planta reconstruida del templo con indicación de las zonas documentadas
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Fig. 245.
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Detalle del último peldaño de la escalera y de la rampa que uniría este escalón con la pavimentación de la plaza
que soportaría el antas oriental, realizado como el resto del podio con un núcleo de opus caementicium forrado por sillares de granito de las que se conservan cinco hiladas en altura y sobresalen transversalmente los que enmarcan la escalinata central de acceso al templo. De esta escalera hemos documentado hasta cuatro peldaños que conservaban únicamente su núcleo de caementicium, aunque seguramente estarían forrados, en su momento al igual que el resto del edificio y de la plaza, de placas de mármol. Estos peldaños sobresalen de la línea de fachada que configuran las antas, originando la planta que proponemos en su reconstrucción. La altura de los escalones es de 25 cm, las mismas dimensiones que las observadas en el arco de “Trajano”, la puerta de acceso al conjunto, en la que se documentan dos de los seis peldaños existentes para nivelar la cota de altura de la pavimentación de la plaza con respecto a la zona exterior del conjunto (fig. 246). El resultado actual de esta planta difiere ligeramente del que proponíamos en un primer momento392, antes de realizar la excavación de este solar y conocer el avance de la escalinata con respecto al 392
Mateos, 2004, 134, fig. 8.
Fig. 246.
Detalle de los peldaños documentados
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Fig. 247.
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Detalle del tambor de semicolumna perteneciente al templo conservado en el solar
pronaos y las características formales y dimensiones de las antas, por lo que varía también las dimensiones del podio que proponíamos. En cuanto al tamaño de las columnas y de los intercolumnios conocemos tanto la situación de algunas de ellas en el pronaos como su diámetro. Se trata de un tambor de semicolumna393 ya documentado en las excavaciones del año 1983 y analizado por De la Barrera394. De mármol blanco, su altura 393 No existen más tambores recuperados que este de semicolumna que se encuentra in situ y que posee un diámetro de 1,50 m. No acertamos a comprender dónde se encuentran los tambores de entre 1,50 m y 2 m que citan Álvarez-Nogales, 2006, 439, que impedirían un frontal hexástilo. Del mismo modo no sabemos si realmente era el imoscapo para conocer las medidas máximas del tambor inferior que, de ninguna manera se diferenciaría en 50 cm. Si hacemos caso a la interpretación de De la Barrera, que plantea la vinculación de un tambor conservado en la alcazaba de 1,25 m de diámetro —que como indicamos en la nota posterior habría que tomar con cautela ya que no hay nada que lo relacione— el diámetro medio sería aún menor, garantizando el espacio intercolumnio que planteamos. 394 De la Barrera, 2000, 29. Se trata de la pieza analizada en el catálogo como n.º 22. Debemos señalar que a pesar de que en el estudio Barrera publica un diámetro de 0,50 m se debe a un error ya que el diámetro real de la pieza es de 1,50 m. En cuanto a la pieza n.º 31 que vincula con el mismo edificio aunque se conserva en la Alcazaba deberíamos de tomarla con cautela ya
es de 1,05 m, su diámetro de 1,50 m y posee doce acanaladuras o estrías (fig. 247). Probablemente su situación original fue adosada a la pared de la cella ya que, no se trata de una columna completa, partida a la mitad, sino de una semicolumna realizada ex profeso. Dado que únicamente poseemos esta semicolumna no podemos conocer realmente si se trata del imoscapo y es la situada sobre la basa y de mayor tamaño o si se trata de un tambor situado más arriba. Para confirmar el diámetro real del imoscapo deberíamos saber el diámetro de la basa que no se conserva. Sabemos que la diferencia media entre tambores no superaría en su totalidad los 20 cm que diferenciarían en poco la anchura real de los intercolumnios laterales de la fachada principal, así como el central de mayor tamaño. Conocemos, eso sí, la situación de dos de las columnas de la fachada lateral oriental y por tanto podemos definir también la ubicación de las columnas de la fachada principal siguiendo el ritmo de los intercolumnios que en el lado oriental son de 2,25 m. Este dato resulta veraz si tomamos en que la diferencia en su diámetro, 1,25 m frente a 1,50 m, es excesiva para pertenecer al mismo edificio.
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cuenta que, en general, los intercolumnios deben ser una vez y media el diámetro de la columna395, mientras que el intercolumnio central debe poseer mayor anchura para garantizar la visibilidad de lo expuesto en el interior de la cella. A partir de estos datos planteamos la reconstrucción de la planta arquitectónica del templo en la que sobresale su carácter hexástilo teniendo en cuenta, como ya hemos dicho, los siguientes argumentos: — El diámetro de la semicolumna es de 1,50 m (aproximadamente 5 pies romanos). — El espacio intermedio entre columnas de la fachada lateral es de 2,25 m. — El intercolumnio central, de mayores dimensiones, posee un ancho de 3 m (10 pies romanos), es decir, 4,5 m (15 pies romanos) de intercolumnio a eje de las columnas centrales, coincidiendo posiblemente con la anchura de la puerta de la cella. — La ubicación de la única columna que podemos situar en la fachada principal y el eje del templo en coincidencia con el eje del “arco de Trajano”396. Como ya indicamos en el reciente estudio sobre el edificio, a la hora de la reconstrucción de la planta del templo como hexástilo, resultan definitivos los siguientes argumentos: 1. La ubicación de las columnas según la situación de los asientos de las basas conocidos hasta ahora y el ritmo y dimensiones de los intercolumnios documentados en el lateral oriental del podio. Del estudio de modulación y de las características arquitectónicas se confirma la existencia de tres columnas en el lateral. Este hecho imposibilita su definición como tetrástilo ya que, en ese 395 Haselberger, 2003, 151-197. En línea con las medidas y proporciones planteadas por Wilson Jones, 2000, en los apéndices donde desarrolla tablas de los principales edificios públicos de época romana. También Vitrubio, De Arch. 4, 5, 1; c.4, 9, 1 con el comentario de Gros sobre Vitrubio, 1992, 4; 152-157 y 214-215. 396 Si de nuevo ponemos estos datos en relación con el otro templo hexástilo que conocemos en la ciudad, el llamado templo “de Diana” observaremos que sus dimensiones resultan proporcionales con su fachada central con diámetros de columnas de 0,90 m, intercolumnios laterales de 1,50-1,80 m e intercolumnio central de 2,80 m según el estudio arquitectónico del edificio realizado por Martínez Vergel y Mesa (Álvarez-Nogales, 2003, 121-129, planta del edificio en figs. 26, 27 y de su estudio figs. A, B1, B2, C1, C2) aunque estos números no se corresponden con los indicados por Álvarez-Nogales, que señalan unos intercolumnios en la fachada principal de 1,85 m-2 m-3,30 m-1,90 m-1,75 m (p. 103) vinculándolos a la reconstrucción del alzado de la fig. 21.
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caso, el lateral solamente debería tener, como en el resto de los templos tetrástilos conocidos, dos columnas. 2. La aparición del asiento para la columna en el frente del podio, coincidente con el ritmo de los intercolumnios planteado en los laterales del edificio. Continuando el ritmo de las columnas situadas en el lateral, es decir, manteniendo las dimensiones de los intercolumnios laterales —2,25 m de espacio libre—, los restos de sillares con grapas aparecidos en el exterior del solar, definirían el asiento de la columna central del frontal del edificio, con tres a cada lado del eje central. Este argumento viene avalado por la reciente aparición del límite sur del pronaos, del antas oriental y la escalera de acceso al templo. 3. La situación del edificio con respecto al arco “de Trajano” permite conocer el centro simétrico del templo que se encontraba a eje con el arco (fig. 248). Como podemos observar en la figura, donde al trazar una línea recta que una el eje del arco con el eje del pórtico y colocar el eje del templo sobre dicha línea, los asientos de columnas documentados en el lateral y el frontal, coinciden únicamente con la reconstrucción de un templo hexástilo con las características reseñadas en la planta que presentamos, con intercolumnios laterales de 2,25 m mientras que el central, según la misma proporción poseería 3 m de anchura (4,5 m a eje de columnas). 4. De tratarse de un templo tetrástilo, la fachada principal de 22 m de anchura estaría compuesta por columnas de 1,50 m de diámetro e intercolumnios de 5 m (6 m el central). Este hecho, además de no encontrar paralelos en ningún otro templo de época romana, provocaría grandes problemas de estabilidad en el alzado del edificio, que, ante las dimensiones de los espacios intermedios, difícilmente podría soportar el peso de su arquitrabe, friso, cornisa y tímpano. Cada uno de estos argumentos, en sí mismo, confirman la adscripción de este templo como hexástilo e imposibilitan su vinculación con un edificio de fachada tetrástila397. Realmente esa vinculación con el templo aparecido en una moneda 397 Propuesta defendida aún recientemente por Nogales-Álvarez, 2006, 439, a partir entre otros argumentos del diámetro de unas basas inexistentes de 2 m que dificultarían el frontal hexástilo de señalar equivocadamente la anchura del proncus, como de 20 m cuando en realidad mide 22 m y de la aparición de un fragmento de acrótera de 22 cm analizado por De la Barrera (n.º 54 del catálogo; adscripción que el autor pone entre interrogantes debido a que con su mal estado de conservación no se reconocen sus motivos decorativos) que le “recuerdan las representadas en la moneda”.
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Fig. 248.
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Planta del templo y del llamado arco de Trajano en la que se ha marcado una línea longitudinal trazada a eje de ambas estructuras
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emeritense que representaba un edificio con cuatro columnas en su frente no poseía, como hemos visto, ningún argumento arqueológico en el que ampararse. Lógicamente, la existencia de la moneda con el templo representado sugería su existencia en la colonia en ese momento398 y tras la aparición del edificio se antojaba sugerente su asimilación (fig. 26). Ahora, resulta evidente que no se trata de un templo tetrástilo, sino hexástilo y, por tanto, sin relación con el edificio que aparece en la moneda con la inscripción Aeternitas Augustae399. A la luz de estos datos podemos reconstruir parte del alzado del edificio y de su orden a partir de los elementos documentados en las intervenciones arqueológicas realizadas en el solar. Sobre la plaza se realiza una plataforma de una hilada de sillares sobre la que se asienta un podio cuya primera línea soporta una primera moldura de mármol. Para asentar bien esta primera moldura se realiza un repicado de la segunda línea de sillares que permite incrustar dicha moldura en el edificio previamente a su marmorización. Hasta el momento contamos con diversas molduras de diferente tamaño y decoración que pertenecerían al edificio. La primera de ellas ya fue estudiada por De la Barrera400. Se trata de una moldura de coronamiento de 92,5 cm de anchura, que presenta decoración de cuarto de círculo, filete y baquetón que se repite, aunque a la inversa en la zona inferior de la pieza (fig. 249). Durante las recientes excavaciones han aparecido 7 nuevos fragmentos de las molduras de coronamiento del podio de similares características aunque de diferentes dimensiones. Cinco de ellas son lineales mientras que dos de los fragmentos se desarrollan en ángulo (fig. 250). Todas ellas poseen 53 cm de anchura y conservan diferente longitud; son de mármol blanco y poseen las huellas de encastramiento con grapas en el po-
398 Como sabemos no siempre que se representa un edificio en las monedas es consecuencia de su existencia ya que puede tratarse únicamente de una maqueta o de un proyecto aún no finalizado. Ese puede ser el motivo de que, también en otras ocasiones, templos representados en las monedas con un número de columnas determinadas después no se correspondan con la realidad. El tema ha sido ampliamente analizado entre otros por Fishwick, 1984, 263-270. 399 A pesar de que el Dr. Saquete expresa sus reservas sobre el carácter hexástilo del edificio en Saquete, J. C., 2005, 277-297, debo decir que públicamente rechazó tales reservas tras conocer los argumentos expuestos en la ponencia desarrollada sobre este conjunto en el Congreso sobre Culto Imperial desarrollado en Mérida en la primavera del año 2006. 400 De la Barrera, 2000, 33, n.º 37, lám. 24.2.
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dio. Dado que se trata de molduras con dos anchuras diferentes (53 y 92 cm) parece probable que la de mayor tamaño se colocara en la zona alta del podio y la pequeña, que coincide en anchura con el hueco dejado en el escalón inferior, se encastrara en el inicio. El alzado del podio está constituido por 8 hiladas de sillares de granito colocados todos a tizón (fig. 251). En la penúltima hilada (la 2.ª empezando por arriba) se realiza un nuevo rebaje para encastrar la moldura de coronamiento del podio desde donde arranca propiamente el edificio (probablemente la de mayor tamaño documentada en el solar). Sabemos que se trataba de un orden corintio aunque desconocemos las características de las basas, los capiteles y el resto de las piezas que conforman el orden arquitectónico del edificio del que no hemos encontrado ni un solo fragmento de friso, arquitrabe o tímpano cuyas dimensiones hagan reconocibles sus características formales. Conocemos, eso sí, una media columna, anteriormente analizada cuyo diámetro es de 1,50 m y que indica una longitud de las columnas de, al menos, 14,25 m, siguiendo el módulo vitruviano de la altura de la columna igual a nueve veces y media su diámetro, sin contar basa y capitel. Tanto en las excavaciones actuales como en las realizadas en el año 1983 aparecieron restos de hojas de acanto pertenecientes a un capitel corintio401 que, según la longitud de la columna, debería tener una altura aproximada de 2 m. También se conservan restos de relieves decorativos y una posible acrótera que permiten esbozar el alzado exterior del edificio que aquí reconstruimos para ayudar a entender la imagen externa del pronaos del templo en su cara oriental (fig. 252). En este punto debemos incorporar al debate científico el dibujo conservado del capitel de pilastra dibujado por Villena402 que De la Barrera fecha en época adrianea. De la Barrera opina que, de ser fidedigno el dibujo, el capitel formaría parte de una restauración posterior del edificio403. En el caso de que realmente formara parte de la decoración del templo, hecho éste al menos discutible, resulta difícil plantear una alternativa ante la inexistencia de la pieza. De coincidir en sus características, deberíamos vincularla, en efecto, con una reforma de época de Adriano que no tuvo que ser estructural,
401
De la Barrera, 2000, 29-30, cat. n.º 24 y 25. De la Barrera, 2000, 30, cat. n.º 26. Lám. 23. 403 El autor cita varios ejemplos de templos reformados en ese momento mediante la entrada de nuevos elementos ornamentales (p. 30). 402
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Fig. 249.
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Moldura documentada en las excavaciones de 1983 y analizada por De la Barrera
Fig. 250.
Restos de algunas de las nuevas molduras halladas durante las excavaciones
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Fig. 251.
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Reconstrucción del alzado del templo
ya que podría formar parte de un nuevo programa decorativo de la cella (se trataría de un capitel de pilastra probablemente adosada, de carácter deco-
rativo) ya sea formando parte del interior o situada en el exterior, como parte de una nueva decoración arquitectónica del edificio (fig. 253).
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Fig. 253.
Fig. 252.
Resto de posible acrótera analizada por De la Barrera
LA CRONOLOGÍA DEL TEMPLO En cuanto a su cronología, hasta ahora sólo se había fechado el edificio a partir del estudio de su decoración arquitectónica que situaba su construcción en época tardoaugustea-tiberiana404. Afortunadamente poseemos nuevos argumentos arqueológicos aportados por los materiales documentados en la excavaciones practicadas en el conjunto monumental. Esta cronología propuesta debería matizarse claramente a partir de los datos obtenidos por el estudio de los materiales obtenidos durante las excavaciones arqueológicas practicadas en el pórtico que delimitaría la plaza en la que se insertaba el templo y que fechan su construcción, en época de Tiberio avanzada, en torno al año 30 del siglo I d. C. Según el estudio de Aquilué y Dehesa en este mismo volumen, el estudio de estos materiales concluyen esta datación para la construcción del denominado “Foro Provincial” de Mérida. “Esta cronología avanzada en época del emperador Tiberio 404
De la Barrera, 2000, 174.
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Dibujo del capitel de pilastra documentado por Laborde
explicaría ya la presencia de la T.S. Sudgálica, aunque minoritaria, con las formas posteriores a la época de Augusto de las producciones de la T.S. Itálica, las cuales una vez amortizadas acabaron tiradas, junto con los otros materiales arqueológicos, con las tierras de los rellenos destinados a facilitar la construcción del denominado “Foro Provincial” de Mérida”. Estos resultados resultan extrapolables a la construcción del templo, vinculado al mismo proyecto urbanístico; los materiales arqueológicos documentados en los pocos niveles de construcción excavados en relación con este edificio no permiten confirmar con exactitud esta cronología por ser insuficientes, aunque se encuentran en sintonía con los aparecidos en relación con la construcción del pórtico que delimitaba el espacio. Lógicamente, no podemos obviar un elemento cronológico importante en este edificio que es el de la similitud de su planta y características arquitectónicas con, entre otros, el templo de la Concordia de Roma, aunque este argumento tipológico no permitiría sugerir una cronología real, sino únicamente probable. En cuanto a su abandono, los datos resultan más elocuentes gracias al material arqueológico documentado durante las últimas intervenciones. Las evidencias cronológicas proporcionadas por los fragmentos cerámicos recuperados en los niveles de amortización del templo permiten afirmar que su abandono se produce en un momento indeterminado de la primera mitad del siglo V d. C. Debemos encuadrar la amortización de este edificio
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en un contexto urbanístico e histórico determinado que se vincula con el abandono de los principales edificios públicos romanos de la ciudad y la transformación del paisaje urbano caracterizado por la cristianización de su topografía y que será analizado en el capítulo correspondiente405. EL TEMPLO Y SU VINCULACIÓN CON EL CULTO IMPERIAL DE LA PROVINCIA
Se trataría, por tanto, y a la vista de los argumentos expuestos con anterioridad, de un templo hexástilo, de cella transversal y dimensiones apreciables que guardaría un claro paralelismo, entre otros, con el templo de la Concordia de Roma, en su fase augustea. Como ya indicamos en su momento406, a pesar de que pueda incluirse en el grupo de templos denominados de “cella barlonga”407 no debe llevar a asimilarlos en cuanto a su funcionalidad, dedicación, características arquitectónicas y cronología, diferentes en algunos de los casos. El templo de Veiovis408 (fig. 254), citado por Vitruvio —Veiovis inter duos lucos— se construyó
Fig. 254.
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en el año 192 a. C. Posteriormente se realizaron reformas en la mitad del s. II a. C, aunque la fisonomía que actualmente conocemos responde a las restricciones de espacio que le crea la construcción del Tabularium en el 78 a. C. El templo, en esta última fase de época silana, es tetrástilo, de pequeñas dimensiones, con un pronaos avanzado y una cella más ancha que larga409. Aunque este edificio se diferencia del emeritense en sus reducidas dimensiones, número de columnas —es tetrástilo y no hexástilo como el nuestro— y con una cronología muy anterior, posee un elemento de conexión con el edificio emeritense, según la actual reconstrucción: en ambas plantas la escalera de acceso avanza por delante de la fachada del pronaos, incorporando dos o tres escalones antes de los antas410. El templo de Castor in Circo flaminio411 es conocido gracias a la aparición en 1983, en unas excavaciones desarrolladas en el barrio del Trastevere, de un fragmento de la forma urbis antiquae donde se encuentra representado con todo detalle (fig. 255). El dibujo representa un templo hexástilo e independientemente de las posibles interpretaciones sobre el origen helenístico o latino de estos edi-
Planta del templo de Veiovis Fig. 255.
405 El tema ya ha sido tratado anteriormente en Mateos, 2000, 491-520; más recientemente, sobre la cristianización de las ciudades hispanas en Mateos, 2005, 49-62. 406 Mateos, 2004, 139. 407 Gros, 1976, 143-147. 408 Colini, 1942, 91-92. Gros, 1996, 133 y ss.
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Planta del templo de Castor in Circo flaminio, grabada en la forma urbis antiquae.
Gros, 1996, 133. Gros, fig. 141, tomada de Colini, 1942. 411 Castagnoli, 1985, 33, 206 y ss.; Coarelli, 1991, 65 y ss.; Tucci, 1994, 123 y ss.; Rodríguez Almeida, 2002, 44 y ss. 410
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ficios412, explica de forma clara la elasticidad y facilidad para insertar en el tejido urbano este tipo de plantas. La planta del templo representada en la forma urbis antiquae nos deja un detalle muy interesante en la zona del edificio más cercana al complejo con tabernae trazado en la mitad izquierda del fragmento hallado. Entre el muro del pronaos del templo y el de cierre del edificio413, se ha dibujado un pequeño recinto con un soporte ornamental de forma cuadrangular en el centro, de similares características al espacio que hemos descrito anteriormente en el solar del templo emeritense, con pavimentación marmórea y delimitado también por el pronaos oriental del templo y el saliente del ángulo de la cella, documentado como consecuencia de las recientes intervenciones practicadas. Este saliente supone una monumentalización de las esquinas delanteras de la cella que sugiere la existencia de una estatua de grandes dimensiones o de un grupo escultórico ocupando dicho ángulo. Sólo esta hipótesis explicaría la existencia de este reforzamiento que personaliza la planta arquitectónica de nuestro edificio. Según la planta documentada en la forma urbis, delante de la escalinata de acceso al templo, en la zona central, se ha dibujado una estructura, probablemente una columna o un ara circular cuyo paralelo resulta muy atractivo en el caso emeritense para una probable situación —por qué no aquí— de las aras cilíndricas reutilizadas posteriormente en el monumento a Sta. Eulalia414, si es que realmente fueron localizadas en las proximidades del templo415 (fig. 256). Las similitudes de su planta arquitectónica con la emeritense son sin duda bastantes, tanto en su forma y proporciones —no conocemos sus dimensiones— como en el número de columnas de su fachada frontal —hexástilo—. También a este tipo de construcciones se han vinculado los del templo de Diana nemorensis, citado también por Vitrubio, y una construcción anterior a la fase adrianea del Pantheon reconstruida entre otros por Lanciani416. Los sondeos realizados a finales del s. XIX sacaron a la luz una gran construcción situada bajo el pronaos del pantheon estudiada e interpretada posteriormente por Von Ger412 Castagnoli, 1984, 3-20; Nielsen-Poulsen, 1992; Gros, 1976, 144-145. 413 Rodríguez Almeida, 2002, 45, fig. 15. 414 De la Barrera, 1992. 415 Los datos sobre su localización y estudio aparecen reflejados en este mismo volumen en el capítulo dedicado a la historiografía. 416 Beltrami, 1897.
Fig. 256.
Anejos de AEspA XLII
Ara cilíndrica reutilizada posteriormente en el obelisco de Sta. Eulalia
kan417. Ambos edificios son fechados en época augustea. Ninguno de estos edificios se conserva en la actualidad ni podrían ser objeto de confrontación arqueológica con respecto a nuestro templo ya que se trata de construcciones documentadas epigráficamente o a través de textos o en intervenciones antiguas pero no se conserva —al menos visible— ningún resto del edificio. Por último418, también en época augustea se produce la reforma del templo de la Concordia que da origen a la planta que, en este caso sí, conocemos (fig. 257). El templo419 parece elevarse en el 417 Von Gerkan, 1929, 60. Aunque aún inéditas llegan datos de una nueva interpretación de la fase augustea del pantheon que niegan la existencia de esta planta en el edificio. 418 Como indicamos en la nota 388 no consideramos perteneciente a este grupo a edificios cuya anchura es mayor que su longitud pero no presentan una planta arquitectónica de una sola cella más ancha que el pronaos, por lo que habría que obviar los paralelos del capitolio de Brescia (Rossi-Garzetti 1995, 77-93) —interpretado por algunos investigadores como templo de “cella barlonga” pero que realmente obedece a un esquema de tres cellae que comparten un mismo podio o el edificio de Palmira (Ami-Seyrig-Will, 1975), un complejo que no cabría clasificarlo como templo de cella barlonga. 419 Rebert-Marceau, 1925, 53-78; Guarducci, 1961-62,
Anejos de AEspA XLII
EL TEMPLO: LA TRASLACIÓN DE LOS MODELOS METROPOLITANOS
Fig. 257.
273
Planta y alzado reconstruidos del templo de la Concordia de Roma
367 a. C. por Camilo y desde su inicio se dedica a la Concordia; Sobre esta fecha, Coarelli ve difícil una adscripción a ese culto anterior a los primeros años del s. IV420. Sí parece seguro que en el 121 a. C. el Senado encarga a L. Opimio la renovación del templo421 en el que, posteriormente, Cicerón pronuncia la cuarta Catilinaria y donde se produjeron hechos fundamentales como la condena a muerte de Sejano por parte del Senado reunido en el interior de la cella422. Este templo fue reconstruido por Tiberio, junto con el de los Dioscuros (6 d. C) en el año 10 d. C.423. Parece que Tiberio convierte el interior del templo en un museo424 donde mandó situar probablemente las obras de arte llegadas de Rodas425 de las que realiza un catálogo completo Plinio el Viejo. Esta función museística podría explicar, según Gros, la existencia de las ventanas abiertas a la fachada principal —visibles perfectamente en las monedas con representación del templo que han llegado hasta nosotros426— y la realización de un recorrido perimetral interno en la cella con columnas adosadas que enmarcarían cada una de estas obras de arte (fig. 258). En cuanto a las características arquitectónicas del edificio, a pesar de no conservar restos de su al93-110; Gasparri, 1979; Hafner, 1984, 591; Kellum, 1990; Simpson, 1991, 449 y ss. 420 Coarelli, 1992, 155. 421 Zanker, 1992, 42. 422 Coarelli, 1999, 78. 423 Coarelli, 1992, 227. 424 Roux, 1984, 159-166. 425 Gros, 1996, 144. 426 Zanker, 1992, 139.
zado, ha sido objeto de diversos análisis que sugieren un edificio de cella transversal de 45 m de ancho y 24 de largo (debemos recordar que la cella del templo emeritense posee una anchura máxima de 32 m y su longitud de 20 m). La cella estaría precedida de una columnata hexástila. Del edificio se conservan los restos del podio, como en el caso emeritense, y del umbral de entrada a la cella. Su fábrica, como en Mérida, se compone de un núcleo de opus caementicium forrado por varias hiladas de bloques, en esta ocasión, de tufo427. También se conservan algunos restos de su rica decoración arquitectónica428, de la que conocemos algunos ejemplos como el fragmento de entablamento con cimacio expuesto en el propio tabularium429. Por tanto, podríamos decir que nos encontramos ante el modelo romano del templo emeritense, exportado por la administración imperial en época de Tiberio, que restaura el templo de la Concordia en el 10 d. C y que, 20 años después, construye en la capital lusitana un edificio que reproduce el mismo modelo arquitectónico. Si observamos las plantas reconstruidas del templo romano de la Concordia y el edificio emeritense se puede apreciar, más que la existencia de similitudes formales, su pertenencia a un mismo esquema arquitectónico; hay que destacar que, en Mérida, el edificio no posee una restricción en el espacio a ocupar —se inscribe en una plaza realizada ex profeso para albergar el templo— y por tanto se trata de una 427 428 429
Gasparri, 1979, 31-46. Gasparri, 46-60; catálogo en p. 85-106. Coarelli, 1992, 78.
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Fig. 258.
Reconstrucción ideal del templo de la Concordia en el contexto urbanístico del foro romano
elección voluntaria de su planta, en un interés evidente por transferir a la capital lusitana el modelo arquitectónico del templo romano. Este argumento es decisivo a la hora de definir esta construcción, no solo como la traslación a la provincia de un modelo arquitectónico concreto, sino también como el deseo de asimilar los elementos religiosos e ideológicos que incorpora como lugar de representación del culto imperial. Ya hemos señalado que Tiberio hizo reconstruir los templos de los Dioscuros y de la Concordia, junto con la basilica Aemilia tras el incendio del año 9 d. C., en calidad de sucesor designado430. Estas obras junto con la construcción del arco para celebrar el triunfo sobre los partos y la ampliación de la basilica Iulia, provocó que el centro político del antiguo estado pasara a ser el espacio de representación de los Julios431 y, por tanto, de los elementos ideológicos y dinásticos de la nueva monarquía. Resulta lógico que, ante el deseo de reflejar estos nuevos aspectos ideológicos y religiosos
en Augusta Emerita, asimilaran un edificio que se identificara claramente con esta nueva forma de culto al emperador (fig. 259). Esta traslación, por tanto, supone en sí mismo el deseo de vincular el edificio, así como su culto, con el emperador; no con Augusto sino con el propio Tiberio —por eso eligen el edificio más representativo de su figura—. Tiberio, en el deseo de legitimar su sucesión, vincula el culto imperial al Divus Augustus, pero ejerciéndolo en el edificio más representativo de su política que lo relaciona con la familia Iulia. No copian elementos del foro de Augusto, ni realizan una copia del templo de Mars Ultor432. Tiberio, como señala Zanker, busca ya la exaltación del monarca y su elevación a la categoría divina433. La relación de este edificio con el culto imperial se plantea así evidente como se confirma a través del análisis de los restos epigráficos aparecidos en la zona434. Sin embargo, a pesar de todos los ar432
430 431
Anejos de AEspA XLII
Coarelli, 1992, 227. Zanker, 1992, 106.
433 434
Gros, 1996, 142. Zanker, 1992, 271. Stylow en este mismo volumen realiza un exhaustivo
Anejos de AEspA XLII
EL TEMPLO: LA TRASLACIÓN DE LOS MODELOS METROPOLITANOS
Fig. 259.
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Planta del foro romano
gumentos expuestos, aún no se ha podido definir su dedicación. Debemos desechar ya la relación entre este templo y el templo tetrástilo representado en las monedas con la leyenda de Aeternitas Augusta, con las siglas C(olonia) A(ugusta) E(merita) en el exergo y la leyenda DIVVS AVGVSTVS PATER en el anverso junto con el busto de Tiberio. Esto no quiere decir que el templo no pudiera estar dedicado al Divus Augustus o a algunas de sus virtudes; lo que no podemos, hasta el momento, es confirmar tal adscripción. Vinculado con este texto también documentamos un epígrafe que recoge el nombre del emperador TIB(erio). CAESARI / DIVI. AVGVSTI. F(ilio) y que también podría darnos pistas sobre su dedicación. Se trata de un epígrafe monumental dedicado a Tiberio que apareció muy cerca del solar donde se encuentra el templo, en la zona del actual Parador Nacional de Turismo435.
análisis de los epígrafes ya conocidos y de las nuevas inscripciones halladas durante el transcurso de las excavaciones realizadas entre 1999 y 2005. 435 Forner y Segarra, 1893, 144; ERAE, 54; J.L. Ramírez Sádaba, 2003, n.º 16.
En este mismo volumen, Stylow desarrolla un estudio de la epigrafía conocida y de las nuevas inscripciones aparecidas durante las excavaciones efectuadas en la zona analizando también la posible advocación del edificio. Según Stylow, “la leyenda AETERNITATIS AVGVSTAE es irrelevante para la advocación del templo y debe de significar que con Tiberio se perpetuaba la línea del divinizado Augusto. El culto inicialmente se dirigía a Divus Augustus (igual, posiblemente, que en la primera fase del culto provincial en Tarraco), como se desprende de los títulos de los flamines que lo atendían”. Queda por dilucidar el papel desempeñado por el epígrafe donde se invoca a la CONCORDIA AUGUSTI, ampliamente analizado por el mismo Stylow que la vincula en dimensiones con la anteriormente citada del emperador TIB(erio). CAESARI / DIVI. AVGVSTI. F(ilio). Stylow plantea como posible la realización, de manera coetánea, de las estatuas de Tiberio y de Concordia Augusti, formando, probablemente con otras, un conjunto en los alrededores del templo de estatuas del hijo del emperador a cuyo culto estaba dedicado el templo y de la divinidad calificada aquí como Augusti y a la que estaría dedicada el templo.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Sin embargo, resulta difícil defender tal adscripción para el templo si no se trata de una razón muy especial y puntual que requiera una “Concordia Augusti”, significando la concordia que crea o preserva el emperador; más bien nos encontramos ante un nuevo pedestal de estatua que, junto con el anterior, debería situarse en relación con el templo. Tiberio prohibió que se le decretasen templos, flamines o sacerdotes, estatuas u otras representaciones figurativas sin su permiso436; sólo podrían ser utilizadas como adorno en los templos. Atendiendo a este criterio y a las características arquitectónicas y funcionales del templo de la Concordia de Roma podríamos plantear la posibilidad de que estas estatuas, así como otras vinculadas, por ejemplo, con las distintas virtudes imperiales, se expusieran en el interior de la cella del templo, sobre sus pedestales, rodeando el muro de cierre en sus lados norte, este y oeste, inscritas en nichos. En cuanto al carácter provincial del edificio, como ya indicamos en el capítulo donde analizamos las características del conjunto monumental, existen una serie de elementos que nos inclinan a pensar que el único argumento, en esa época, que explicaría el enorme esfuerzo de amortizar cuatro manzanas de casas y construir todo un complejo monumental de estas características sólo puede ser el establecimiento del culto imperial provin-
cial de Lusitania. Esta nueva situación requería la creación de un nuevo conjunto monumental en la capital, realizado lógicamente por las propias autoridades provinciales. Estaríamos ante la misma política que impulsó a los tarraconenses a erigir el templo de Tarraco en el 15 d. C. marcando así el comienzo del culto Imperial Provincial en Hispania437. La sugerente idea planteada por Saquete de que fuera L. Fulcinius Trio, gobernador de Lusitania en época de Tiberio, el autor de este edificio438 no puede ser más que una hipótesis, hasta ahora difícil de confirmar, pero factible si pensamos que fue gobernador de esta provincia con este emperador durante 10 años y que, esta autoridad, podría tener los recursos y el poder suficiente para desarrollar una obra de tal magnitud. Únicamente desde la óptica de un culto amparado en la autoridad de la provincia se explica la alta presencia de estatuas imperiales en el entorno del templo, en algún caso encargadas por parte del propio gobernador, como en el caso del epígrafe donde aparecen los cognomina [Per]s(icus) max. y Ger(manicus) max. o las erigidas en este lugar y en los alrededores por la propia provincia Lusitana que esculpe estatuas monumentales como la erigida en plata, analizada por Stylow en este mismo volumen, en el que se nombra expresamente al gobernador y al flamen de la provincia.
437 436
Suetonio, Tiberio 26, 1.
Anejos de AEspA XLII
438
Pensabene, P.-Mar, R., 2004, 73-86. Saquete, J. C., 2005, 277 y ss.
Anejos de AEspA XLII, 2006, pág. 277
7.
LAS TÉCNICAS CONSTRUCTIVAS DEL LLAMADO “FORO PROVINCIAL” DE AUGUSTA EMERITA Antonio Pizzo
El estudio de las técnicas edilicias del complejo monumental del “foro provincial” se ha realizado utilizando las premisas metodológicas de un proyecto más amplio sobre las técnicas de la arquitectura pública de época romana en Augusta Emerita439. El ámbito de esta investigación consiste en la clasificación y sistematización tipológica de los conocimientos técnicos que permitieron la edificación de obras públicas de gran envergadura a partir de los primeros años de fundación de la colonia hasta el pleno desarrollo de la ciudad. La utilización de un sistema de registro informatizado que estandariza el proceso de adquisición de los datos, se basa en la gestión de una serie de soportes de información que analizan la arquitectura a diferentes niveles de detalle. El primer examen de las unidades estratigráficas que contienen una precisa variante técnica, permite la determinación de las cronologías relativas entre las variantes que presentan relaciones de anterioridad-posterioridad. En segundo lugar, se realiza un análisis muy detallado de las características técnicas de las estructuras, distinguiendo entre un nivel morfológico (examen de los paramentos) y uno funcional (uso y función de la estructura en el sistema del edificio). Estas diferentes caracterizaciones facilitan la lectura del edificio como un sistema complejo de variaciones o repeticiones tecnológicas, debidas a la función de las diferentes estructuras que lo componen. En el caso del análisis de las técnicas edilicias del conjunto que interesa este estudio, se han reconocido nueve variantes distintas, representadas por la construcción del “Arco de Trajano” (2 variantes), el templo de cella transversal situado en la ca439 El proyecto en cuestión se refiere a una tesis doctoral desarrollada por el mismo autor de este capítulo en el Instituto de Arqueología de Mérida (IAM), bajo la dirección del Dr. P. Mateos.
lle Holguín (1 variante), el pórtico de la calle Almendralejo (4 variantes), una bóveda en la misma calle Almendralejo y una estructura sin definir en la calle Alvarado. Desde el punto de vista cronológico, es posible establecer la coetaneidad entre estas estructuras, derivada por las relaciones estratigráficas, en el caso del pórtico, y por la correspondencia del modulo constructivo de los paramentos del vano interior del “Arco de Trajano” y del podio del templo. Las variantes documentadas en el área del llamado “foro provincial” pertenecen a los dos grupos que, tradicionalmente, se denominan opus quadratum (Arco de Trajano, templo, bóveda, contrafuerte) y opus incertum (cimentaciones del pórtico). EL “ARCO DE TRAJANO” El llamado “Arco de Trajano” se realiza utilizando sillería de granito puesta en obra a seco. En general, se pueden documentar dos variantes en la construcción del monumento (distinguidas por la morfología de la puesta en obra y las dimensiones de los elementos), además de las diferencias técnicas dictadas por la realización de los arcos y la bóveda440. El conjunto de elementos que componen el edificio se adscriben a una única fase constructiva constituida por el levantamiento de las cimentaciones441, de las jambas, los arcos y la bóveda 440 Como ya se ha evidenciado en la introducción capítulo, la división en variantes constructivas se ha efectuado en vista de la creación de un catalogo tipológico de la edilicia pública romana emeritense, organizado por edificios en los que se clasifican las técnicas según la pertenencia a un ámbito de construcción (muros, arcos, bóvedas, cimentaciones, puertas, ventanas, etc.). 441 La descripción de una estructura que podría pertenecer a la parte superior de la cimentación rectangular de las jambas se encuentra en este mismo volumen.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
central. A estas operaciones siguen la realización del ático que se superpone al monumento y la fase final de revestimiento con placas de mármol del conjunto.
Variante n.º 1 (fig. 260) Se documenta en las cuatro jambas del arco y se caracteriza por la morfología de la puesta en obra. Se utilizan sillares en forma de paralelepípedo escuadrados, que muestran dos caras de paramento, una larga y otra corta, creando, de esta manera y en los tres alzados de cada pilar, un esquema regular de superposición entre elementos a soga y tizón, distribuido por hiladas alternadas, que además asegura estabilidad al conjunto. Las hiladas presentan una altura regular en todos los ámbitos, entre 40-45 cm. Las dimensiones de los sillares varían entre 125-183 cm ´ 55 - 64 cm ´ 41, 5 cm ´ 46 cm. Se observa cómo las medidas relativas a la longitud del sillar oscilan de forma considerable (125-183 cm). Este hecho es debido a la exigen-
Fig. 260.
Anejos de AEspA XLII
cia de no romper el esquema constructivo de las jambas y asegurar la cobertura de una superficie más amplia sobre todo en los paramentos N y S, que presentan mayor grosor. Sin embargo, se nota una coincidencia muy puntual en las medidas de las caras a tizón y en la altura de las hiladas entre las construcción de las jambas y los vanos anteriores.
Variante n.º 2 (fig. 260) Esta variante se utiliza en la construcción de los vanos laterales este y oeste del arco. La puesta en obra de los elementos constructivos se realiza con sillares en forma de paralelepípedo escuadrados, según un esquema regular en la altura de las hiladas (entre 40-44 cm) y en la anchura (entre 57-60 cm). El paramento que se obtiene según esta disposición es pseudoisódomo, con una irregularidad más acentuada en la parte superior de los vanos, concretamente en la zona en contacto con los elementos de la bóveda. Las dimensiones de los sillares varían entre 40 ´ 57 cm - 44 ´ 60 cm.
Tabla esquemática con las variantes de las técnicas constructivas (Variante 1-3)
Anejos de AEspA XLII
El paramento de los vanos laterales se une a los pie derechos por medio de sillares con forma de “L”, dispuestos a hiladas alternadas, que sirven a trabar las jambas del arco con los paramentos de los vanos interiores (fig. 205). En la puesta en obra de los elementos se intenta conseguir una isodomía, lograda solo parcialmente. A pesar de las irregularidades en la alineación de las juntas se trata de una variante técnica muy bien ejecutada por mano de obra especializada. EL TEMPLO DE LA C/ HOLGUÍN442 Los restos conservados pertenecen al templo de cella transversal en el que se puede distinguir un gran podio de opus caementicium que forma el basamento para un pronaos de menor anchura respecto a la cella rectangular y transversal. La parte superior visible, formada por la esquina de unión entre el basamento del pronaos y la cella, conserva una serie de elementos que han permitido el desarrollo de una hipótesis de reconstrucción del aspecto original del templo, como hexástilo con columnas que rodean los tres lados del pronaos. Variante 3 (fig. 260) La morfología de la construcción pertenece a una única tipología edilicia realizada con sillería de granito que constituye el paramento de un núcleo interior en opus caementicium. Medidas significativas de las estructuras: Podio: Longitud total conservada: 35 m aprox. Basamento de la cella: Altura conservada: 3,10-3,40 m. Longitud conservada en lado este: 20 m aprox. Basamento del pronaos: Altura conservada: 3,30-3,60 m. Longitud conservada: 11,50 m. Al estado actual de la investigación no es posible definir la tipología constructiva de las cimentaciones del templo. Las dimensiones del edificio dejan imaginar las posibilidades que se hayan realizado con una sólida estructura de sillería o, de la misma forma que el resto del edificio, utilizando
442 El análisis completo de las características arquitectónicas de este templo se encuentra en este mismo volumen en Mateos, P.
“FORO PROVINCIAL” DE AUGUSTA EMERITA
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tongadas de opus caementicium forrado por sillería de granito. El núcleo central está formado por mampostería de elementos de dioritas, anfibolitas, calcáreos y cuarcitas de tamaño pequeño, mediano y grande (el tamaño de los componentes varía entre un mínimo de 3 ´ 3 cm a un máximo de 30 ´ 19 cm) unidos por un mortero muy consistente a base de cal y arena (fig. 263). La construcción se realiza por bancos diferenciados. El núcleo del podium deja apreciar el sistema constructivo utilizado y sus peculiaridades. El opus caementicium se deposita por tongadas al interior de una caja de contención formada previamente por los mismos sillares de granito. El nivel de arranque de estas operaciones está representado por una plataforma de nivelación del área realizada, con sillares del mismo tipo, antes del inicio de las obras de construcción de las estructuras en alzado. Esta plataforma constituye probablemente la superficie de separación entre las cimentaciones enterradas y las actividades de edificación del templo. La misma quedaría, evidentemente, ocultada, casi por completo, una vez concluidas las obras. Las tongadas que se evidencian en el perfil del núcleo presentan dimensiones distintas (fig. 264), señalizando, en este caso, la dinámica del proceso de levantamiento del podio. La primera tongada, a directo contacto y superpuesta a la plataforma, presenta una altura de 40-43 cm que corresponde a la altura de la primera hilada de sillares de granito puestos en obra a tizón. La segunda tongada tiene un tamaño de 83-85 cm que representa la doble altura exacta con respecto a la primera hilada. Este dato marca la colocación, al mismo tiempo, de dos hiladas de sillares a tizón. La tercera tongada tiene el altura regularizada sobre la base métrica de la primera (40-43 cm). En la cuarta y quinta tongada se asiste a un interesante cambio de modulo (60-63 cm). El cambio tiene una explicación funcional y estructural muy evidente: resultó útil, siendo la zona superior del podio, al fin de trabar las dos tongadas con un sillar intermedio que funcionaba como abrazadera y colocar en tres hiladas de sillares dos tongadas de caementicium (la suma de 126 cm de la altura de las dos tongadas de caementicium corresponde a la suma de las tres hiladas de sillares). Este mismo detalle ayuda a comprender cómo esta última fase del levantamiento se haya realizado en dos distintos momentos, estando ya colocadas todas las hiladas y preparadas para recibir la inserción de hormigón. Supuestamente la sexta tongada, casi completa-
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Fig. 261.
Anejos de AEspA XLII
Tabla esquemática con las variantes de las técnicas constructivas (Variante 4-5)
Anejos de AEspA XLII
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Fig. 262.
Vista general de los restos del templo de la calle Holguín
Fig. 263.
Detalle del núcleo del podio
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Fig. 264.
Anejos de AEspA XLII
Superposición de tongadas de hormigón en la esquina del podio entre cella y pronaos
mente arrasada debió de unirse a algún tipo de elemento moldurado. Análogamente al paramento lateral del pronaos, el paramento del núcleo debió de ser pseudoisódomo443. La parte de los sillares que se colocaba a directo contacto con el hormigón se labraba confiriéndole una ligera forma de cúneo para amalgamarse de mejor manera con el mortero (fig. 265). El hecho de trabar de esta forma los sillares del paramento y el núcleo de opus caementicium constituye un detalle técnico muy relevante e indica una extrema precaución a la hora de realizar la obra. En este sentido y desde un punto de vista teórico, el paramento de sillares, constituido por tres hiladas horizontales y con un grosor de casi 3 m podría perfectamente sustentarse solo, así como el núcleo de hormigón. El paramento de la esquina del pronaos está formado por sillería de granito en aparejo pseudoisódomo con hiladas horizontales regulares 443 El examen técnico de esta estructura ha averiguado que “el paramento no estuvo careado con sillares bien escuadrados a soga y tizón” (De La Barrera p. 171), sino sólo con sillares dispuestos a tizón. El cambio de disposición (sillar a soga) se documenta en una de las esquinas y representa una solución estructural.
Fig. 265.
Detalle de la elaboración del sillar de granito a contacto con el hormigón del núcleo
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(fig. 260). La altura de las hiladas está realizada de manera uniforme con la puesta en obra de elementos con altura regular de 44 cm. La disposición de los elementos es a tizón excepto en la solución de esquina donde se disponen sillares a soga, visible desde el lado Este. Los componentes tienen forma de paralelepípedos de 110-125 cm ´ 57-60 cm ´ 44 cm. El ancho de los mismos varía alternativamente en la hiladas entre 57-60 cm debido quizás a facilitar una cierta isodomía en la puesta en obra. Las juntas verticales y horizontales están muy bien regularizadas (fig. 266) y el espacio entre las mismas oscila entre 3 y 5 mm (juntas verticales) y 3 y 9 mm (juntas horizontales).
Fig. 266.
Juntas horizontales y verticales entre los sillares
Este tipo de puesta en obra se puede considerar excelente. Se respecta constantemente el modulo en las hiladas y la alternancia, en el paramento, entre sillares de 57 cm y 60 cm de anchura. El paramento del pronaos presenta una serie de orificios dispuestos a distancias regulares que recibían las grapas metálicas de sujeción para placas marmóreas que se colocaron para el revestimiento de la sillería (fig. 260). A partir de la disposición de
“FORO PROVINCIAL” DE AUGUSTA EMERITA
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estas huellas no podemos definir las dimensiones de los elementos aplicados. Se trataría de lastras de diferentes tamaños, de un grosor hipotéticamente calculable entre 3 y 6 cm. Los 14 orificios se encuentran a distancias regulares entre 70 cm y 88 cm, excepto los del lado sur, y a una distancia, en altura entre 1,13 m y 1,20 m. Una dificultad que se nos presenta es aquella relativa al sistema de elevación utilizado para la puesta en obra del paramento. No se documentan en ninguno de los sillares huellas de huecos relativos a clavijas o garras de elevación de los mismos. Es posible que las caras que recibían el hueco para la inserción de las pinzas estuvieran ocultadas en las zonas no visibles o recortadas a pié de obra después de la colocación. La primera hipótesis está respaldada por la presencia de un sillar descolocado (fig. 267) en el que se aprecia, en la cara opuesta a la de paramento, un tipo de elaboración parcial con un hueco central para el levantamiento del bloque.
Fig. 267.
Detalle del orificio para recibir las pinzas de elevación del sillar
Los sillares de granito que revestían el núcleo central de hormigón se juntaban entre ellos con grapas de grandes dimensiones con forma de cola de milano (fig. 268). Las grapas presentan dimensiones variables, hecho que evidencia la hipótesis que la realización de las mismas se practicaría a pié de obra, con la sucesiva adaptación de la grapa de madera a la forma retallada en los sillares. Las huellas conservadas en los puntos de mayores empujes de la
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Fig. 268.
Anejos de AEspA XLII
Detalle de una de las grapas
estructura presentan un hueco central para la inserción de metal. Las dimensiones registradas son: Longitud total de las grapas: 29-32 cm. Cola exterior: 9,5-11 cm. Cola interior: 5-6 cm. Profundidad de la huella: 4-10 cm. La hilada de sillares exteriores que constituyen la parte inferior del paramento de la cella y la zona de la esquina con el pronaos presentan un detalle técnico muy importante para definir el proceso de realización de los trabajos a pie de obra. Se trata de una línea incisa en la superficie de los sillares conservados que se utilizó como guía para la puesta en obra de las hiladas superiores del paramento (fig. 269). Entre esta línea-guía y el final de los paramentos se aprecia un espacio de 40 cm aproximadamente con restos de opus signinum, utilizado para colocar la moldura inferior. A distancia regular se documentan huellas de grapas rectangulares para encastrar al granito los elementos marmóreos que conservan todavía restos metálicos. La funcionalidad de las líneas dibujadas en los bloques es muy conocida para la antigüedad clásica. El problema principal consiste en la explicación de la relación existente entre el proceso de ideación de un elemento arquitectónico y su representación gráfica a la hora de la puesta en obra. De este proceso se tiene noticia desde épocas muy antiguas aunque la practica es comúnmente adoptada en época imperial. La producción de los elementos que forman los aparatos decorativos se realiza a través de diferentes
fases de elaboración basadas en el uso de líneas incisas, que son el fruto de construcciones geométricas bien definidas al fin de crear, por un lado, las piezas
Fig. 269.
Línea incisa en la primera hilada de sillares de granito
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de manera ordenada y, por otro lado, las condiciones necesarias en la obra para su colocación. Estos detalles técnicos permiten una forma de comunicación rápida entre la mente del arquitecto y la de los que realizan la obra. Se trata, evidentemente, de incisiones realizadas in situ para el control del posicionamiento de elementos constructivos como cornisas, columnas, alzados de muros, metopas, capiteles etc. que se insertan en la metodología del proyecto arquitectónico, constituyendo un complemento muy importante para la misma. Las incisiones en cuestión han sido recientemente divididas en dos grandes categorías444: 1. Los llamados “Trazados de proyecto”, a los que se adscriben aquellas incisiones en escala 1:1 relativas a diagramas geométricos o a la representación de zonas concretas de edificios. De esta tipología se han documentado, por ejemplo, en el enlosado de mármol de la entrada al Mausoleo de Augusto en Roma445, en el que se evidencia el dibujo de uno de los tímpanos del cercano Panteón (fig. 270); o las incisiones encontradas en la platea de entrada al anfiteatro romano de S.M. Capua Vetere, relativas al dibujo de un arco completo identificado con los arcos actualmente conservados del anfiteatro (fig. 271). Otros ejemplos de representaciones se observan en la caracterización de los tímpanos de los templos de Baalbek y Bziza (Líbano)446; la incisión para la realización de una bóveda con arco en un muro de delimitación del teatro de Terracina (fig. 272)447; o, finalmente, el trazado de edificios de grandes dimensiones en el área entre la basílica Aemilia y la basílica Iulia, en el foro romano448. 2. En el segundo grupo se adscriben los “Trazados de montaje”, incisiones o líneas-guía para la correcta superposición de elementos constructivos y el control de la colocación de elementos arquitectónicos (columnas, levantamientos de alzados etc.). Ejemplos de esta segunda tipología de incisiones se documentan en el museo de Italica449, en el que se representan dos perfiles de basas; en la Casa del Fauno de Pompeya (fig. 273), con el dibujo para el montaje de una escalera450; y en el Coliseo, la
Fig. 270. Líneas incisas en la pavimentación del Mausoleo de Augusto a Roma (Haselberger, L., 1994)
Fig. 271. 444
Un trabajo muy exhaustivo sobre estas temáticas ha sido realizado por Inglese, 2000. 445 Haselberger, 1994, 279-308; Inglese, C. 1999, 43-62. 446 Kalayan, 1969, 151-155; Id., 1971, 269-274; Id., 1971-1973, 57-60. 447 Krause, 1985, 131-135. 448 Giuliani-Verduchi, 1987, 117-118. 449 Jiménez, 1983; 18-22; Ruiz de la Rosa, 1987, 170. 450 Adam, 1996, 219-220.
Línea incisa en la platea de entrada al anfiteatro de S.M. Capua Vetere (Inglese, C., 1999)
líneas-guía incisas en la pavimentación en correspondencia con las bases de las pilastras del primer orden, utilizadas para su posicionamiento451. 451
Inglese, 2000, 206.
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Fig. 272.
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
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Incisión en un muro de delimitación del teatro de Tarracina (Inglese, C., 1999)
La incisión que se ha documentado durante el estudio del templo de la calle Holguín se puede considerar como parte de los trazados de montaje, constituyendo una línea guía que marca el límite entre el paramento del templo y los elementos decorativos inferiores. La presencia de estos detalles técnico-constructivo marca la entidad de obras que no dejan espacio a la improvisación. La fase dedicada al proyecto y a los elementos que permiten la correcta realización del mismo adquiere, en este sentido, una importancia primaria en el desarrollo de los trabajos de construcción. El examen de la cara de los paramentos de los sillares evidencia unas huellas del uso de distintos punteros como herramientas que sirvieron al acabado superficial, previamente a la colocación de las lastras de mármol de revestimiento (fig. 274). Los elementos arquitectónicos (fig. 275) Entre los elementos arquitectónicos aparecidos a lo largo de las excavaciones se han documentado varias piezas que, a partir de la tipología desarrollada por J.L. De la Barrera y la integración establecida por los nuevos hallazgos, permiten la reconstrucción de gran parte de los revestimientos marmóreos del templo. Se trata de elementos de diverso tipo entre los que destacan basas, tambores de semicolumnas, restos de capiteles, molduras de la base del podio del templo y molduras del coronamiento del podio, arquitrabes y relieves decorativos de vario tipo452. El ci-
452 El catálogo muy detallado de todas estas piezas se encuentra en De la Barrera, 2000, 28-36.
Fig. 273.
Incisión de montaje de una escalera en Pompeya, Casa del Fauno (Adam, J.P., 1996)
tado autor del catalogo de estos elementos arquitectónicos propone una cronología tardoaugustea/tiberiana. EL PÓRTICO DEL COMPLEJO MONUMENTAL Los restos arqueológicos relativos al pórtico del complejo monumental del llamado “Foro Provincial” se han descubierto en las campañas de excavación recientes llevadas a cabo en el ámbito de un proyecto I+D453 del que se presentan los resultados en esta monografía. De las estructuras originales se conservan las cimentaciones de los muros que formaban un triple pórtico que rodeaba el templo. A causa de la ausencia de datos sobre la zona adya453 Estudio, documentación y catalogación del llamado “Foro Provincial” de Augusta Emerita. (2PR01A016).
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Fig. 274.
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Huellas de herramientas en las superficies de los sillares de granito, en el paramento del pronaos
Fig. 275.
Elementos arquitectónicos recuperados en las campañas de excavación en la calle Holguín
cente al arco de Trajano resulta difícil formular una hipótesis de reconstrucción del cierre de la plaza en el lado de dicho arco. El pórtico se documenta al Norte, Este y Oeste del templo situado en la calle Holguín, concentrándose la mayoría de los restos en el área Noroeste. Posee una anchura de 9 m aun-
que se ha documentado, en la esquina NO, el resto de un muro divisorio de dimensiones reducidas (30 cm) que divide el espacio en dos partes iguales de 4,5 m. Los datos de excavación, elaborados en estos últimos años, atestiguan cómo la construcción del
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 276.
Elementos decorativo documentados en el área del templo de la calle Holguín (De La Barrera, J.L., 2000)
pórtico se realiza posteriormente a la amortización de cuatro manzanas de probables viviendas que pertenecían al momento fundacional de la ciudad454. En este proceso de arrasamiento de estructuras anteriores se plantea la amortización de parte del Kardo Maximus para la inserción del nuevo complejo monumental. Los restos de esta calle se ocultan bajo una serie de capas de tierra y cal de diferentes características utilizadas para la realización de las cimentaciones de las estructuras que formarán el pórtico. El examen y la clasificación de las estructuras relativas al pórtico del Foro Provincial nos indican la presencia, en total, de cuatro formas constructivas para la edificación de los muros que cierran el espacio, una canalización de desagüe y un contrafuerte. Entre las cimentaciones se documenta una característica común que explica el proceso constructivo utilizado en el pórtico que delimitaba el espacio del llamado “foro provincial”. Se ha evidenciado que para realizar este conjunto monumental se amortizaron una serie de estructuras anteriores presentes en el área. La nivelación del espacio hasta el nivel geológico constituyó, probablemente, la primera fase de la obra. La técnica utilizada para el levantamiento de las cimentaciones se ha documentado en la totalidad del área excavada. Se trata de un proceso constructivo que permite la edificación de las estructuras por niveles diferentes de obra. La ausencia de zanjas se obvia realizando una porción de muro hasta una altura determinada 454
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Mateos, 2004, 45, 49.
y rellenando sucesivamente los espacios con niveles de tierra arcillosa compactada, utilizados para aumentar el nivel de suelo y realizar la sucesiva porción de muro. Es probable que haya que reconocer en las superficie de cal y ladrillos, documentadas a intervalos irregulares, los niveles principales de actuación de los albañiles. Estas capas de cal de grosor diferenciado pertenecen a los restos del material usado para la construcción y, al mismo tiempo, tienen la función de sellar y compactar la capa inferior. A este detalle se recurre para obviar a la ausencia de la zanja de cimentación que permite encajar y dar estabilidad al muro. Los estratos de arcilla debidamente pisados y sellados por la argamasa actúan manteniendo la construcción dentro de un encaje realizado artificialmente. Esta solución técnica se adoptó, de forma monumental, en la edificación de la grande plaza del Foro de Trajano en Roma; las cimentaciones del propileo de acceso al área sacra recientemente descubierto, se unen en un conjunto único con los niveles de preparación de la plaza constituidos por grandes tongadas de hormigón que desarrollan el mismo papel técnico que los rellenos constructivos documentados en el pórtico del “Foro”. La presencia de mechinales en varios puntos de las estructuras evidencia la posibilidad que el levantamiento de los alzados, a partir del último nivel de relleno constructivo y capa de cal, se realizara utilizando andamios. En este caso, se reflejarían, para la misma obras, dos sistemas constructivos diferentes: un primero sin andamio que recurre al progresivo levantamiento de muros y ni-
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veles de suelo hasta una altura suficiente para ejecutar el trabajo; y un segundo, que, lógicamente, utiliza andamios para el levantamiento de aquellas estructuras que superan el nivel de cimentación. A partir de estas consideraciones generales, identificadas en la realización del conjunto del pórtico, se definen los detalles morfológicos que se han evidenciado durante el examen de esta zona del complejo monumental.
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En la cimentación N-S que forma el límite interior del pórtico, se han documentado una base de granito cuadrangular de 1 ´ 1 m embutida parcialmente en la estructura (fig. 277), por una profundidad de aproximadamente 40 cm y la huella de otra de dimensiones idénticas situada a una distancia de 2,70 m. La funcionalidad de estas bases es de soporte para la columnas que formaban el porticado visible desde la plaza del conjunto monumental.
Variante 4 (fig. 261) El tipo principal está representado por las cimentaciones lineares (o subestructuras) que ocupan la zona Oeste del solar. Se trata, en general, de estructuras que se asientan en el terreno geológico sin excavación de zanja previa455. La puesta en obra se realiza con mampostería de elementos de granito más o menos regulares (tamaño mín. 8 ´ 15 cm - máx 38 ´ 18 cm) amalgamada con abundante mortero, muy consistente, a base de cal y arena. Las juntas entre los elementos son aleatorias. El acabado del mortero presenta dos formas distintas: en unos casos se utiliza la llana para expandir los restos que sobresalen después de la puesta en obra de los mampuestos y, en otros casos, se rellenan las juntas que escasean de mortero. Los componentes presentan un acabo sin alisar y una elaboración parcial. La peculiaridad de este conjunto de muros es la regularidad en la elección y en la puesta en obra de los elementos constructivos. La estructura posee la característica que los componentes se recortan y se disponen según hiladas pseudohorizontales y un modulo de altura de las hiladas más o menos constante (18-20 cm). La parte de los mampuestos que se une al paramento siempre se elabora en forma de cúneo y, en ningún caso, con forma de paralelepípedo. Con este detalle se asegura siempre la máxima adhesión del paramento al núcleo. La base de las subestructuras, desde un punto de vista exclusivamente formal, siempre resulta realizada con menos cuidado respecto a la parte superior a directo contacto con el alzado del muro. El núcleo interno de los muros se realiza con fragmentos de granito y dioritas vertidos sin orden. Grosor de los muros: 90-120 cm.
455 En este sentido, la operación principal es la nivelación previa, a nivel de roca, del área edificable.
Fig. 277.
Detalle de la basa cuadrada de granito en el muro de delimitación del pórtico
Las estructuras edificadas con esta técnica tienen en común: — El uso no sistematizado de cuñas entre los elementos constructivos. — La altura de las hiladas que varía entre 17-20 cm. — El acabado de la argamasa, generalmente llagueado. — La puesta en obra de los elementos por hiladas más o menos regularizadas. Variante 4.1 (fig. 261) Al mismo tipo de construcción registrada pertenece la cimentación del muro con orientación E-O que forma el limite interior del pórtico respecto a la plaza. La peculiaridad de esta variante es la presencia de la progresiva disminución de la anchura de la estructura según progresa en altura y según fases de obras y recursos constructivos. Las dimensiones son de 1,20 mts. aproximadamente en la parte que constituye la base de la cimentación y de 80-90 cm en el tramo superior arrasado.
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Esta variante se caracteriza por la utilización de material diorítico de distintas tonalidades de color y por una puesta en obra que presenta una mayor irregularidad de los elementos. Las relaciones estratigráficas y la posición topográfica de esta estructura indican la posibilidad de que se trate de un muro que funge de tirante entre la esquina interior y exterior del pórtico, en un punto en el que confluyen por encima de los muros principales las cargas típicas de las situaciones de esquina.
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exterior (UE 519); se documentó durante una intervención de urgencia y a causa de la poca distancia entre el mismo y el perfil de la excavación no ha sido posible realizar la rectificación fotográfica y la correspondiente restitución gráfica.
Variante 5 (fig. 261) Este segundo tipo de estructura interesa el muro E-O que forma el cierre norte del pórtico del complejo monumental. Es probable que la parte de muro visible desde la calle Almendralejo constituya el único lienzo de alzado conservado entre los muros descubiertos durante las campañas de excavación. Las características formales de este tipo se adscriben, en general, a la mampostería de elementos irregulares, parcialmente elaborados, amalgamada con mortero a base de arena y cal, muy consistente. Así como en el caso del tipo anterior las juntas entre los elementos constructivos son aleatorias y sin acabado. Se distingue por la presencia de una hilada de ladrillos situada, exclusivamente, en el paramento norte. El grosor de los ladrillos varia entre 3,5 cm y 5,3 cm. Las dimensiones de los elementos constructivos varían entre 8 ´ 15 cm y 38 ´ 18 cm, mientras que las hiladas presentan una modulación relativamente regularizada entre los 16 y 23 cm. La presencia de un mechinal de 20 cm (corte superior)-16 cm (corte inferior) ´ 15 cm (altura) demuestra el uso de andamios para el levantamiento del alzado. Grosor de los muros: 100 cm. La posibilidad que este muro pueda representar una parte relativa al alzado, plantea la hipótesis si la presencia de ladrillo es una peculiaridad de la estructura en cuestión o si se utilizaba en el resto de los muros de delimitación del pórtico de los que nos quedan solamente las subestructuras.
Variante 6 (fig. 278) Esta variante pertenece a un contrafuerte adosado al muro que cierra la zona del pórtico hacia el
Fig. 278.
Contrafuerte en el muro de delimitación norte del pórtico
La tipología constructiva de este elemento se adscribe a un aparejo de sillería irregular, con hiladas irregulares, dispuestos a soga. Las juntas verticales y horizontales entre los distintos sillares presentan anchura de aproximadamente 1 cm. La elaboración de las caras de paramento de los elementos evidencia un almohadillado muy irregular que no se documenta en la totalidad del contrafuerte, a causa del recorte practicado en un momento sucesivo a la construcción. Dimensiones de los elementos: 77 cm ´ 39-47 cm ´ ¿? Variante 7 (fig. 279) Los restos relativos a otros tipos de estructuras se refieren en concreto a la canalización (UE 474) adosada a los muros interiores del pórtico y a los restos de la preparación para la pavimentación de la misma. La canalización consta de un muro de contención paralelo a los muros interiores del pórtico. El espacio hueco entre los dos muros es rellenado por un vertido de opus caementicium formado por fragmentos de granitos y de dioritas de tamaño pequeño y mediano (8 ´ 8 cm, 22 ´ 13 cm) unidos por un mortero muy consistente a base da cal y arena.
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gráfica de la bóveda permite, en todo caso, la posibilidad de vincularla con la zona central del lado Este del pórtico, en el eje que divide el conjunto en sentido E-O, opuesto al “arco de Trajano”. En este sentido, no hay que descartar la posibilidad que se trate de una acceso lateral al complejo457, aunque habrá que evaluar una más que probable vinculación con otro edificio próximo. Desafortunadamente, la imposibilidad de establecer una relación estratigráfica entre dicho pórtico y la bóveda, a causa de la presencia de estructuras de época contemporánea, dificulta la proposición de esta hipótesis. Uno de los datos más importante a destacar es la dimensión total de la bóveda, 4,35 m, medida que parece encajar, en la modulación del”arco de Trajano”, constituyendo aproximadamente la mitad de la luz de dicho edificio. Los restos de esta bóvedas carecen de complejidad estratigráfica, encontrándose aislados con respecto a las estructuras precedentemente analizadas. Variante 8 (figs. 280, 281) Fig. 279.
Detalle de la canalización
El muro UE 511 presenta la misma técnica constructiva señalizada para los anteriores restos. No se documenta regularidad en las hiladas. La canalización UE 474 se caracteriza por una base muy consistente de opus signinum que mide 48 cm que recibía un revestimiento de mármol. BÓVEDA SITUADA EN LA CALLE ALMENDRALEJO La existencia de esta estructura y la posible vinculación con el área del complejo monumental del llamado “foro provincial” se han dado a conocer en 1998456. Los restos de esta bóveda monumental se encuentran, en la actualidad, embutidas en dos diferentes edificios contemporáneos. La visibilidad limitada permite un análisis parcial del resto arqueológico. En este sentido, resulta difícil reconstruir la cota relativa al nivel de uso de época romana o la extensión originaria, impidiendo la formulación de hipótesis sobre la funcionalidad y las relaciones con otros edificios externos respecto al “foro provincial”. La posición topo456
Mateos, 1998: 241.
Se trata de una bóveda de cañón realizada con sillería de granito. La parte que recibe la cubierta presenta un aparejo pseudoisódomo con elementos con forma de paralelepípedo puestos en obra a soga y por hiladas irregulares. Las dimensiones de estos sillares oscilan entre 30-35 cm ´ 68-89 cm ´ 50-60 cm. Los arranques para la colocación de la cubierta abovedada miden 33-37 cm ´ 70-93 cm ´ 50-60 cm. Los elementos documentados en la cubierta presentan dimensiones muy irregulares: la clave mide 36 cm ´ 50 cm; y los restantes elementos entre 30-38 cm ´ 45-64 cm. La anchura total de la bóveda es de 4,35 m. En la zona visible en proximidad de los arranques de la cubierta se documentan, insertados entre los bloques de grandes dimensiones, pequeños sillares de 30 cm ´ 60 cm cuya funcionalidad queda todavía por explicar. Uno de los bloques graníticos de la cubierta presenta un interesante detalle en el sobrelecho. En la parte central del mismo se aprecian una serie de orificios rectangular para la colocación de cuñas y una línea-guía para la definición de las dimensiones exactas de un sillar que no se terminó 457
Mateos, 2001, 198.
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Fig. 280.
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Representación de la bóveda situada en la calle Almendralejo (Departamento de Documentación del Consorcio de la Ciudad Monumental)
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Fig. 281.
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Restos de la bóveda situada en la calle Almendralejo
de recortar (fig. 282). Esta evidencia plantea las posibilidades que el tentativo de obtener el sillar se deba o al momento de expolio de parte de la bóveda o, en segunda hipótesis, a un cambio de destinación del bloque, originariamente elegido para otro uso en el que se necesitaban dimensiones diferentes.
dimensiones completas de los mismos. El único dato relevante es la puesta en obra de los elementos
ESTRUCTURA EN LA CALLE ALVARADO En el mismo eje de la bóveda descrita anteriormente se sitúa topográficamente otro resto monumental, situado, actualmente, en el interior de un local. La simetría con la bóveda del lado este del espacio plantea la posibilidad que se trate de la jamba de una puerta lateral del pórtico o, simplemente del resto de otro contrafuerte458. Variante 9 (figs. 283, 284) El hecho que la estructura se encuentre embutida, en gran parte, en el edificio actual, no permite documentar la morfología de la construcción, la efectiva disposición de los sillares de granito y las
458
Mateos, 2004, 50.
Fig. 282.
Detalle de los orificios para la colocación de cuñas
294
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 284.
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Detalle de la estructura situada en el local La Tahona
CONCLUSIONES
Fig. 283. Representación gráfica de la estructura situada en el local La Tahona (Departamento de Documentación del Consorcio de la Ciudad Monumental)
por hiladas horizontales regulares. La elaboración de las caras es almohadillada con una cinceladura de marco entre 5 y 7 cm. La altura de la hiladas oscila entre 41 cm y 46 cm. Las dimensiones de las juntas entre los mismos elementos varía entre 3 mm y 1 cm. La similitud de esta estructura con el contrafuerte citado anteriormente (variante 6) y la posición topográfica en la planimetría reconstructiva del complejo monumenal del llamado “foro provincial”, plantean la posibilidad que se trate de un elemento con la misma funcionalidad.
La edificación del conjunto monumental del “foro provincial” es el fruto de una serie de operaciones constructivas muy complejas, llevadas a cabo con técnicas diferenciadas en base a la funcionalidad o a la carga simbólica de las diferentes estructuras. A esta distinción se asocia una única fase de proyecto para la totalidad del complejo que, a la luz de las investigaciones conducidas hasta el año 2005, no parece contemplar remodelaciones arquitectónicas o restauraciones de ningún tipo459. La envergadura de la obra se enmarca en el ámbito de un alto nivel organizativo testimoniado por los detalles constructivos registrados a lo largo del análisis técnico efectuado en los restos arqueológicos.
459 Este dato se ve condicionado por el estado de conservación de los restos que pertenecen al complejo monumental. La estabilidad del “Arco de Trajano” y de los restos del templo no han sufrido variaciones estructurales a causa de la entidad propia de las construcciones, mientras que lo relativo al pórtico se refiere a niveles de cimentaciones.
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El material constructivo utilizado para la construcción del llamado “Arco de Trajano” es, verosímilmente, granito de origen local proveniente de las canteras cercanas a la ciudad460. Este material llegaba a la obra no del todo escuadrado, sino que se reservaba un margen de seguridad para el transporte que, posteriormente, se eliminaba a pie de obra. En este sentido se ha documentado en la jamba NE un sillar que conserva todavía un ligero almohadillado que no se eliminó integralmente. Este dato resulta muy importante para la definición del tipo de trabajo desarrollado durante la construcción. En este caso, la fase de preparación de los sillares se adapta a las necesidad de la obra misma, suponiendo la existencia de lapidarii et quadratarii que facilitan el trabajo de los autores materiales de la puesta en obra de los bloques. La organización y la gestión del trabajo para la edificación de este gran monumento tuvo que empeñar un alto números de obreros, más o menos especializados y relacionados con el desarrollo de las distintas etapas constructivas. No se documentan datos arqueológicos que puedan ofrecer información sobre la organización y la estructura de la obra en relación con la vida de la ciudad, así como se ha definido, últimamente, en Roma, posteriormente a las excavaciones del Foro de Trajano461. Pero es posible imaginar la entidad de estos trabajos edilicios, si se considera que el área a edificar no fue únicamente el del arco, sino de un complejo monumental de grandes dimensiones, constituido por el Templo de la Calle Holguín y el pórtico relativo a dicho Templo. La documentación que se ha elaborado a partir del estudio de las técnicas constructivas en un amplio panorama de edificios públicos, indica como la realización del Templo y del Arco pertenecen a un único proyecto homogéneo y llevado a cabo con una gran eficacia. La relación entre el aparejo del
460 El estado de la investigación sobre las canteras de granito emeritense, no es todavía muy avanzado. En ausencia de estudios arqueométricos que puedan establecer una conexión entre el material usado para la construcción de un determinado monumento y su origen existe una tendencia que atribuye la materia prima a las canteras más conocidas. Existe actualmente un proyecto común del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida y la Universidad de Extremadura que presenta como objetivo el conocimiento y la individualización de las canteras que proporcionaron el material para la edificación del “Arco de Trajano” y del “Templo de Diana”. 461 Los últimos resultados relativos a la investigación sobre las obras edilicias en Roma se encuentran en Cantieri antichi, RM 109, 2002, 339-429. El análisis sobre la obra del Foro de Trajano es de Bianchi-Meneghini, 2002, 395-418.
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paramento del pronaos y de los vanos interiores del Arco responde a un mismo patrón que dicta la reglas básicas del modulo de altura y anchura de las hiladas. La alta calidad de la realización se evidencia, por ejemplo, en la precisión y en los detalles de puesta en obra de los sillares que dejan juntas muy precisas y bien orientadas en sentido horizontal y vertical. La presencia de varios orificios de aproximadamente 10 ´ 10 cm en gran parte del dovelaje462 de las dos caras del arco atestiguan el uso de grandes maquinas para el levantamiento de los sillares y la colocación en la cimbra que sustentaba estos elementos. La mecánica de las maquinas de elevación estaba ya plenamente desarrollada en época augustéa463 basándose en una serie de variantes diferenciadas según el tipo de construcción464. Para la realización del arco, aunque no se pueda reconstruir el tipo utilizado, hay que imaginar maquinas de grandes dimensiones, aptas para el levantamiento de los bloques graníticos a más de 15 metros de altura. En la gestión de las obras de carpintería, fundamentales para el correcto desarrollo de los trabajos edilicios, se considera la construcción y el montaje de la cimbra para el levantamiento del dovelaje. Se ha ya evidenciado que, por la tipología de la bóveda, rebajada respecto a los dos arcos que constituyen las dos caras del monumento, es posible plantear la existencia de dos cimbras de diferente perfil que sirvieron a las dos estructuras. Las grandes dimensiones del edificio indican el uso de cimbras fijas en el suelo con posibles refuerzos en varios puntos de la construcción. De la técnica utilizada para la colocación de la decoración marmórea que revestía el monumento se conservan una serie de orificios de grapas metálicas, de distintas dimensiones y tipología que conservan, en muchos casos, los restos del metal utilizado para esta operación. Las conclusiones sobre la cronología que se proponen son el resultado de un mosaico de elementos arqueológicos que se compone de varias piezas. Al estado actual de la cuestión no cabe duda que el arco representa la gran entrada a un conjunto monumental constituido por el Templo de la Calle 462 Sobre la tipología y la posición de estos orificios en el dovelaje del arco véase en este mismo volumen Pizzo, el arco de Trajano. 463 Giuliani, 1990, 202. 464 La complejidad del uso de estas maquinas se refleja en una cita de Vitruvio (10, 2, 1), que dedica una larga descripción a la teoría de su funcionamiento.
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Holguín y el pórtico anexo a este. El análisis detallado de las técnicas constructivas de estas estructuras indica su contemporaneidad dictada por la presencia de un único proyecto que gestiona la edificación del conjunto, a pesar de las diferencias morfológicas registradas en la ejecución de las distintas estructuras. Las excavaciones arqueológicas en el pórtico han detectado la presencia de la amortización del kardo maximus y de las viviendas presentes en la zona anteriormente a la construcción del conjunto465, definiendo un panorama diferente
465
Mateos, 2001, 198.
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respecto al planteamiento que coloca estas estructuras en el momento de fundación de la colonia. Es evidente que este proyecto urbanístico reconvierte un área precedentemente destinada a otras actividades, alejando la hipótesis de la datación augustea. El examen de los materiales cerámicos y numismáticos de los niveles constructivos del pórtico del llamado “Foro Provincial” parece orientar hacía una cronología tiberiana466, confirmada por el estudio del Templo de la calle Holguín, realizado últimamente467.
466 El estudio de los materiales ha sido realizado, en este mismo volumen por X. Aquilué y Dehesa, R. 467 Mateos, 2004.
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8.
LA EPIGRAFÍA Y EL CULTO IMPERIAL EN AUGUSTA EMERITA: NUEVOS EPÍGRAFES DEL CONJUNTO PROVINCIAL DE CULTO IMPERIAL Armin U. Stylow468
INTRODUCCIÓN Los hallazgos de elementos arquitectónicos y escultóricos así como de materiales epigráficos que, desde el siglo XVII, han venido produciéndose por la zona de la plaza de Santiago (hoy, de la Constitución) y del hospital-convento de los Hermanos de Jesús (actual Parador Nacional de Turismo) han llevado a la convicción que por esa zona existió un importante espacio público de la colonia Augusta Emerita. En 1976, M. Almagro Basch propuso identificarlo como un segundo foro de la colonia, destinado a asuntos y cultos provinciales, cuyo acceso monumental habría formado el llamado “Arco de Trajano”469. Cuando, en 1983, las excavaciones en la calle Holguín realizadas por J. M. Álvarez Martínez dieron con parte del podio de un templo de grandes dimensiones470, en eje con el arco, era patente que se había encontrado el centro sacro de ese foro. Enseguida, el edificio fue puesto en relación con el templo tetrástilo representado en monedas emitidas por la colonia bajo Tiberio471, y cuando el análisis de sus materiales decorativos daba unas fechas en época tardoaugústea o tiberiana472, la opinión sobre el carácter de ese conjunto monumental que se había formado a base de los hallazgos epigráficos se veía confirmada, es decir, que éste era el “Foro provincial” con su templo del culto imperial, opinión que hoy es compartida casi universalmente, a excepción de algunas voces escépticas473. 468 Kommission für Alte Geschichte und Epigraphik des DAI/Múnich-Centro CIL II/Universidad de Alcalá. 469 Almagro, 1976, 199. 470 Álvarez, 1984, 209-210. 471 Cf. abajo, nota. 472 De la Barrera, 2000, 171-174. 473 Sobre todo Trillmich, 1993, 122 y 1996, 271 s., quien ha insistido repetidamente en que no existen indicios para identificar la plaza como “Foro provincial” o “sede de la administra-
En la discusión sobre la función del conjunto, particularmente en su vertiente cultual (pero no sólo), las inscripciones han jugado —y siguen jugando— un papel fundamental474, pero en muchos casos han sido utilizadas impropiamente, por la tendencia cada vez más extendida —nacida de un fundamental malentendido de la religión romana— de interpretar cualquier imagen del emperador, sobre todo cuando es de oro o plata, cualquier homenaje que recibe, cualquier epíteto de divinidades como Augusta o Augusti, etc., como un testimonio del culto imperial475. Pero dar culto público —es decir, rendir honores divinos— a un ser humano, no significaba una nueva calidad de éste; era solamente el grado más alto de respeto, de lealtad, de homenaje, que era posible expresar en su nombre, y se concretaba en —con más propiedad, era constituido por— el ritual, que normalmente significaba sacrificios y, con eso, un altar, si no un templo. Sin ritual no había culto, por lo menos no culto público476. Mirando desde esa perspectiva las inscripciones halladas por la zona —tanto las conocidas desde hace siglos como las que aparecieron en ción provincial” y prefiere el término “foro norte”; con reservas también Panzram, 2002, 253. Saquete, 2005, 289 ss., tras una larga discusión, opta por dejar abierta la cuestión sobre la institución que impulso y sufragó ese templo, bien la colonia, bien la provincia. 474 Ramírez, 2003, ofrece en su catálogo de las inscripciones “imperiales” —entendiéndose ese concepto en un sentido muy amplio— de Augusta Emerita un plano de su distribución espacial (p. 160) que muestra que la zona que aquí interesa es, junto con las del foro colonial, del teatro y del anfiteatro, una de las cuatro con mayor concentración de inscripciones de esa clase. 475 Los riesgos que conlleva ese “método” son plásticamente descritos por Gradel, 2002, 103-106, donde desmantela la supuesta concentración de monumentos del culto imperial en el Foro de Pompeya. Específicamente para el culto provincial, véase la prudente exposición de Fishwick, 2004, 351 ss. 476 Cf. Price, 1984; Scheid, 1985, 7 ss.; Gradel, 2002.
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1983 al lado del podio del templo y las recién encontradas en las excavaciones del pórtico de la plaza—, veremos que arrojan poca luz —y ésa, indirecta y circunstancial las más veces— a la cuestión que nos ocupa, la función de la plaza con su templo. La luz viene desde otro lado. Desde 1999, el Consorcio de Mérida está llevando a cabo excavaciones arqueológicas al lado del podio del templo y, sobre todo, en la parte suroccidental del triple pórtico que delimitaba la plaza. Aunque se han publicado avances de los resultados477, estos o fueron recibidos con escepticismo o no se han reflejado correctamente478. Esos resultados, aunque todavía provisionales, son espectaculares en tres aspectos: Primero, se puede demostrar que la plaza con su templo no estaba prevista en el plano primitivo de la colonia479, contrariamente a lo que, hasta ahora, se había creído universalmente. Para realizarla se cortó el mismo cardo maximus480 y se arrasaron cuatro manzanas con edificaciones más antiguas481. No menos importante es, segundo, que los materiales cerámicos más recientes obtenidos en las intervenciones en los niveles constructivos del pórtico se fechan en época de Tiberio, lo que confirma la datación del templo que ya se había propuesto482. Tercero, la recuperada planta del templo —hexástilo de cella barlonga— le ha servido a P. Mateos como base para demostrar que para su construcción se ha trasladado intencionadamente a la capital lusitana el modelo arquitectónico (e ideológico) de la aedes Concordiae del Foro romano, el templo favorito de Tiberio, que él mismo había (re-)edificado. 477 Mateos, 2001, esp. 196-198; Mateos-Palma, 2004; Mateos, 2004; cf. Mateos, 2004a. 478 P. ej., Fishwick, 2004, 52 ss. (cf. la justificada crítica de Mateos, 2004,144 nota 14); Saquete, 2005, 278 nota 2. 479 Como ya destacó Mateos 2001, 198. 207. 480 No carece de ironía que hasta ahora se hubiera utilizado precisamente este detalle como una prueba de que plaza y templo formaban parte del proyecto originario. 481 Alguna de esas casas arrasadas, por lo que parece, estaba destinada al comercio, como se desprende del lote de una docena de plaquitas de bronce y plomo inscritas, encontradas en el curso de las excavaciones, cuales solían acompañar fardos de textiles (y cuya publicación arrojaría luz sobre la economía temprana de la capital lusitana). Un idéntico procedimiento se observa en Corduba, donde, en fechas posiblemente algo anteriores, se destruyeron las casas de cuatro manzanas, amortizándose el paso del decumanus maximus, para la construcción del llamado forum adiectum con su templo de culto imperial (en este caso, probablemente de la colonia), cf. Márquez, 2004, esp. 116 s. 482 Aunque no se poseen aun materiales procedentes de estratos relacionados con su construcción, significaría rizar el rizo el querer desvincular su construcción de la de la plaza.
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Una transformación tan radical del urbanismo de Augusta Emerita, a medio siglo apenas de su fundación, no se puede explicar sin una razón de muchísimo peso y, necesariamente, de índole religiosa, puesto que el nuevo espacio fue creado para albergar un templo con su plaza, ¿o sería preferible llamarla temenos? Debemos preguntarnos, pues, qué ocurrió en Lusitania durante el reinado de Tiberio que puede haber motivado esos cambios. No existe más que un solo acontecimiento en esa época que reuna las condiciones postuladas: Es el establecimiento del culto imperial provincial de Lusitania, que requería un nuevo centro cultual. El que su introducción se hubiera producido con Tiberio es algo que se venía sospechando desde hace tiempo, no en último lugar por los paralelos con el culto provincial de la Hispania citerior en Tarraco, cuya instalación, como sabemos, fue autorizada por Tiberio en el año 15 d. C.483, aunque carecemos de testimonios epigráficos anteriores a la época flavia, que por el contrario sí existen para Lusitania. Tanto Tarraco como Augusta Emerita emitían bajo Tiberio monedas en cuyo reverso figura un templo, octóstilo en el caso de Tarraco, con la leyenda AETERNITATIS AVGVSTAE, tetrástilo en Augusta Emerita, acompañado por AETERNITATI AVGVSTAE484. Se desconoce el templo tarraconense, aunque parece que su construcción del conjunto no se terminó antes de época flavia485, y es evidente que el templo tetrástilo de las monedas emeritenses no representa el templo hexástilo y de cella barlonga de la calle Holguín486. Si se quiere mantener la —desde luego, atractiva— relación de esas acuñaciones con los respectivos templos de culto provincial, cabría interpretar las representaciones numismáticas como una especie de iconos, significando unas obras proyectadas, sin relación con el edificio concreto, aunque el templo emeritense, que se estaba construyendo cuando se emitían las monedas, posee una forma tan característica que cuesta creer que hubieran prescindido de reflejarla. No menos extraño sería, por otro lado, que las monedas celebrasen otro templo distinto —de cuya existencia no existe ningún indicio—, justo cuando se estaba edificando el templo más significativo de la provincia.
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Tácito, ann. 1, 78; Fishwick, 2002, III 1, 43-53. RPC I, Tarraco, 219. 222. 224. 226; Emerita 29. 47. 48. 485 Véase ahora Pensabene-Mar, 2004, 73-86. 486 Para una representación de un templo de cella barlonga en las monedas, véase la aedes Concordiae del Foro romano en los sestercios de Tiberio (RIC I2, Tiberius 55. 61. 67). 484
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La leyenda AETERNITATI AVGVSTAE es irrelevante para la advocación del templo y debe de significar que con Tiberio se perpetuaba la línea del divinizado Augusto487. El culto inicialmente se dirigía sin duda alguna a Divus Augustus (igual, posiblemente, que en la primera fase del culto provincial en Tarraco), como se desprende de los títulos de los flamines que lo atendían. Eso excluye prácticamente que la advocación concreta hubiera sido otra, como, p. ej., a la Concordia Augusti488. El primer sacerdote del culto que conocemos era L. Papirius L. f. de Conimbriga, flamen Augustalis pro[v]inc(iae) Lu[si]tan[iae]489, quien, llamativamente, lleva el mismo título de flamen Augustalis que Germánico, el primer flamen de Divus Augustus en Roma490. El título cambió a flamen Divi Augusti et Divae Augustae provinciae Lusitaniae, cuando, en 42, la esposa del primer princeps fue divinizada y su culto agregado al primitivo de Divus Augustus491. LAS INSCRIPCIONES El primer apartado de nuestro estudio de los materiales epigráficos procedentes de la zona del templo y su plaza se dedicará a las inscripciones conocidas desde hace tiempo y que por lo tanto se 487 Étienne, 1958, 325 s. 408 s. 414 s., rechaza firmemente esa advocación sostenida por algunos (recientemente, p. ej., RPC I, p. 69; Panzram, 2002, 239; Saquete, 2005, 297). 488 Propuesta, p. ej., por Mateos, 2004. 489 Según la feliz enmienda de Krascheninnikoff, 1894, 177 nota 138, de la interpolada inscripción CIL II 41*, delegada por Hübner a las falsas y dudosas, restitución generalmente aceptada. También el hecho de que el flamen no lleva cognomen es un argumento en favor de una datación temprana, anterior al año 42. 490 P. ej., CIL VI 909; X 513. 1415; cf. Fishwick, 1987, 161 ss. 491 Para los comienzos y primeras fases del culto imperial provincial de Lusitania es fundamental el trabajo de Edmondson, 1997, cuyos resultados —con pequeñas modificaciones— son aceptados por Fishwick, 2002, III 1, 53-60. González Herrero, 2002, 69-83 argumenta que ya en época de Tiberio se hubieran utilizado paralelamente los títulos abreviados de flamen provinciae Lusitaniae e incluso de flamen provinciae, pero la cronología que ella, partiendo de la nueva inscripción AE 1999, 857, establece para las carreras de los flamines L. Cornelius C. f. Brocchus y L. Cornelius L. f. Gal. Brocchus aun no puede considerarse como definitiva, y precisamente en la fase formativa del culto soprendería la omisión de la atribución del mismo. Para la evolución posterior en la titulatura de los flamines y flaminicae cf. Stylow, A. U.-Ventura Villanueva, “Doppelstatuenpostamente und virtuelle Stectuen. Neues zu lukans Vorfahren mutlerlicherseits und zu CIL II 195 aus olisipo”, Chiron 35, 2005, 38 s.
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han utilizado en la discusión sobre el carácter y la función del conjunto. Convenientemente, J. C. Saquete492 acaba de publicar una revisión crítica de ellas; seguiremos su orden cronológico, señalando las distintas inscripciones con letras de A a F. En el segundo apartado estudiaremos los nuevos epígrafes encontrados en las excavaciones de 1983 al lado del podio del templo y a partir de 1999 en el pórtico de la plaza, que numeramos con cifras de 1 a 6. Puesto que, gracias a los nuevos datos arqueológicos en combinación con los recientes conocimientos sobre la evolución del culto imperial de la provincia, estamos ahora en condiciones de asegurar con un alto grado de probabilidad que el templo de la calle Holguín era el centro del culto imperial provincial, se tratará de analizar las inscripciones, todas muy fragmentarias, no sólo por su mensaje intrínseco, sino también como componentes de ese conjunto. A. (fig. 285) Una de las inscripciones más tempranas que se han hallado en la zona apareció en 1758 en el hospital-convento de los Hermanos de Jesús, el actual Parador Nacional, pero pronto fue destruida para hacer el brocal de la cisterna del convento. Para su aspecto y lectura dependemos totalmente de las informaciones proporcionadas por A. F. Forner y Segarra, el único que ha transmitido una descripción493, de la que derivan todas las publicaciones posteriores494. Según Forner, era de mármol, medía “cinco palmos de cuadro y un pie de grueso”, es decir, unos 105 ´ 105 ´ 30 cm, y tenía letras “de bastante magnitud”. El texto, grabado dentro de un campo moldurado, rezaba: TIB·CAESARI DIVI·AVGVSTI·F· Mientras que Ramírez opta por interpretar el soporte como una placa, Saquete ha visto, correctamente y por primera vez, que la descripción y el dibujo de Forner corresponden a un pedestal de estatua bajo, de un tipo relativamente raro495, pero que tiene un estrecho paralelo en Augusta Emerita (cf. 492 Saquete 2005, 277-297. Allí anuncia otro trabajo titulado “L. Fulcinius Tiro, Tiberio y el gran templo de culto imperial de Augusta Emerita”, Epigraphica 67, 2005 (en prensa). 493 Forner 1893, 144. El dibujo en el manuscrito de Forner, conservado en el MNAR, es reproducido por Saquete, 2005, 281 fig. 1. 494 Fita, 1894, 77 n. 33; Hübner, EE VIII p. 364 n. 22; García Iglesias, 1973, 54; Ramírez, 2003, 16; Saquete, 2005, 278-281. 495 Aunque en esa época temprana se encuentran más pedestales con una altura muy reducida, cf., p. ej., el conjunto de cronología tiberiana de Antequera (CIL II2/5, 747-750).
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Fig. 285.
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Epígrafe hallado por Forner y Segarra en 1758. (Según Saquete, 2005, 281. Fig. 1)
la inscripción siguiente)496. El texto transmitido es claramente incompleto, como ya sospechaba García Iglesias, debido quizás al estado muy dañado que, según Forner, presentó la piedra cuando apareció. Falta al final el cognomen Augusti, un defecto inaceptable en un monumento colocado en un lugar tan prominente, y los intentos de Saquete de salvar el texto en la forma transmitida por Forner no pueden convencer497. Ahora bien, si todavía es pensable que al final de la l. 2 hubieran resultado ilegibles las tres letras de Aug., la fiabilidad general de Forner permite excluir que la inscripción en su estado original hubiera tenido más renglones; en otras palabras, no se señalaba quién era el responsable de la erección de la estatua. ¿Por qué no? Evidentemente, porque no hacía falta; a un espectador antiguo, el lugar de su colocación, todo el paisaje arquitectónico que lo rodeaba, no le dejaban dudas sobre la autoría y el significado de ese acto. Como el ámbito era el cen496 Ramírez, 2003, 19 cree que también el pedestal de una Agrippina (EE VIII p. 364 n. 20) —¿la madre de Calígula o la de Nerón? Más bien ésta— corresponde a ese tipo. El pedestal mide 83 cm de ancho y de grueso y tiene una altura actual de solamente 38 cm, porque fue cortado en la segunda línea de la inscripción para tallar en la cara cortada un escudo nobiliario. Ya el texto que habría que restituir en cualquiera de los dos casos requiere una altura mayor que los 38-40 cm que supone Ramírez para la altura primitiva, y no hay ningún indicio para dudar que no haya sido una pedestal perfectamente normal, si bien algo mayor que la media (y que tal vez fuera partido por la mitad para tallar dos escudos). 497 Los supuestos paralelos que aduce, o bien son inexistentes, como CIL XII = XVII/2, 222, donde Tiberio sí es llamado Aug(ustus), o bien, inseguros por su estado de conservación, como CIL XII 5592 = XVII/2, 219 y III 2975 = ILS 293 y, sobre todo, CIL II 4773a = Rodríguez Colmenero, 1997, 391, donde ni siquiera se transmiten las cifras de iteración de las aclamaciones imperiales y de la tribunicia potestas. En el pacto de hospitium de Juromenha (Heleno-Lambrino, 1952, 472 ss. = AE 1953, 88 = Encarnação, 1984, 479), por otro lado, la abreviatura del nombre del emperador a Ti. Caesar en la datación consular y en el título del legatus es normal en esas circunstancias y no tiene nada que ver con nuestro caso.
tro del culto imperial provincial, los candidatos más probables, en el presente caso y el de la inscripción siguiente, son los dos cargos más altos de la provincia, es decir, el legatus Augusti de Lusitania o el flamen Augustalis como presidente del concilium provinciae de reciente creación. No existen datos para fechar la inscripción dentro del reinado de Tiberio. ¿Se puede hablar de culto en relación con esa estatua? Absolutamente, aunque eso no significa que no puede haber estado delante del templo de Divus Augustus o incluso en su pronaos. La posición de Tiberio sobre ese particular estaba clara (al menos en lo relativo al occidente del Imperio), como relata Suetonio (Tiberio 26, 1): Prohibió que se le decretasen templos, flamines o sacerdotes (o sea, los auténticos signos de un culto), e incluso que se le pusieran estatuas u otras representaciones figurativas salvo con su permiso; y ese permiso solamente lo concedía con tal que no se pusieran entre los simulacra de los dioses, sino sólo como adorno de los templos498. B. (fig. 286) Consideremos la siguiente inscripción, el pedestal de Concordia Augusti, hallado en 1646 en la plaza de Santiago (actual plaza de la Constitución), muy cerca del de Tiberio, y que pronto fue reutilizado como base del obelisco de Santa Eulalia, donde hace unos años fue sustituido por una copia499. El texto, que hoy no se conserva
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Cf. también Fishwick, 1987, 158-160. CIL II 465, que recoge los autores anteriores; la bibliografía post-Hübneriana en García Iglesias, 1973, 51; Ramírez, 2003, 52; Saquete, 2005, 281 nota 18. Un detalle interesante observado por Ramírez son dos agujeros en la cara superior, uno cuadrado y otro ovalado, que a su juicio serían antiguos (pues no se parecen a los practicados para colocar el bloque en el obelisco de Santa Eulalia) y habrían servido para fijar la estatua de la divinidad, broncínea en este caso. El pedestal entonces no hubiera poseído ni zócalo ni coronamiento labrados aparte, colocándose la estatua directamente sobre ese dado plano —una práctica infrecuente, pero no inaudita. 499
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Fig. 286.
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Epígrafe hallado en 1646 en la plaza del Parador
entero, pero es seguro, se ha grabado dentro de un campo moldurado (esquema que se repite en las otras tres caras) y reza: CONCORDIAE AVGVSTI Uno de los rasgos más llamativos de ese monumento son sus medidas: 48 cm de alto, 103 de ancho, y 100 de profundidad, que recuerdan fuertemente el pedestal de Tiberio, con el que comparte la procedencia, aparte de la ausencia de dedicante en la inscripción. La diferencia consistiría en no más que en la altura, que en el pedestal de Tiberio, según Forner, habría sido de un pie, ¿verdad o medida tomada a ojo de buen cubero? Sea como fuere, el formato de los dos soportes y el aspecto de sus inscripciones debe de haber sido prácticamente idéntico. Esa semejanza formal de los dos pedestales no le ha pasado desapercibida a Saquete, quien, por otro lado, se ha visto impedido de acercarlos por las características paleograficas de la inscripción de Concordia, que impiden fecharla en época de Tiberio. Hübner, en CIL II 465, la atribuye a la segunda mitad del siglo II (fecha aceptada por la mayoría de los investigadores), sin excluir los principios del siglo III. Pero ese obstáculo puede ser no más que aparente. Las inscripciones se deterioran, sobre todo cuando están expuestas a la intemperie, y conocemos epígrafes que se renovaron en tiem-
pos posteriores, naturalmente según el estilo vigente en la época en cuestión500. No tendría nada de extraño pues que la inscripción de Concordia, siglo y medio después de su primera colocación, se hubiera regrabado en un nuevo soporte, respetando las características del modelo primitivo. No es imposible, por lo tanto, que las estatuas de Tiberio y de Concordia Augusti, con sus basas tan singulares, hayan sido erigidas simultáneamente, formando un conjunto en los alrededores (¿o en el pronaos?) del templo (siempre suponiendo que un programa edilicio tan ambicioso estuviera terminado en vida de Tiberio): estatuas del hijo del emperador a cuyo culto estaba dedicado el templo y de la divinidad, calificada aquí como Augusti, cuyo templo Tiberio, todavía en vida de su padre, había reedificado en el Foro romano y que, según la citada propuesta de P. Mateos, habría servido de modelo —deliberadamente seleccionado— para el templo emeritense. Esa aedes Concordiae501 del Foro romano poseía una importancia eminente para Tiberio; sin 500 P. ej., CIL II 1119 = CILA Sevilla 377, reproducción en el siglo II d. C. de un original de mediados del s. II a. C. (Itálica); CIL II 4550 = Inscr. Rom. Catalogne IV 108 cf. 107 (sustitución de dos basas deterioradas, pero conservándose las estatuas originales). 501 Aparece como Concordiae Au[g(ustae) —¿o Au[g(usti)]?— aedis] en los Fasti Praenestini de época tar-
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exagerar puede llamarse su templo favorito502. El encargo de su construcción lo recibió cuando tenía esperanzas de suceder alguna vez a Augusto, y cuando volvió de su largo exilio en Rodas se apresuró a terminarla; llenó el templo de obras de arte, y es muy llamativo que su imagen —la única de un templo— interrumpiera a partir de 34 las acuñaciones más bien monótonas del emperador, donde sigue apareciendo hasta su muerte503. Son muy significativas, por lo tanto, las dedicaciones que durante su reinado se hicieron en ese templo. Entre ellas hay seis o siete pedestales con inscripciones muy parecidas504, dedicados por sendos senadores y caballeros a Concordia pro salute505 del emperador, con indicaciones de los respectivos pesos de las estatuas, de cinco o más libras de oro y cinco o más libras de plata. Esos pedestales forman un grupo coherente, que es posible fechar en la primera mitad del año 31, porque uno de los dedicantes es caracterizado como gobernador de Lusitania y a la vez cónsul designado506, y, aunque su nombre no se conserva, sólo puede ser L. Fulcinius Trio, atestiguado en Lusitania todavía el 21 de enero de 31507 y consul suffectus a partir del 1 de julio del mismo año508. El trasfondo de esas dedicaciones, para las que Pekáry propuso la fecha del 26 de junio509, debe de estar en las relaciones entre Tiberio y su cada vez más poderoso praefectus praetorio Sejano, quien precisamente en aquel año do-augústea, cercanos a la fecha de su dedicación por Tiberio en nombre propio y de su difunto hermano Druso (Inscr. It. XIII/2, p. 115 cf. 398, al 16 de enero). 502 Para lo siguiente, véase Pekáry, 1966/67 con las referencias y la argumentación detallada. 503 Arriba, nota 486. 504 CIL VI 91. 92 = 30690. 93 = AE 1953, 89. 94. 904 cf. p. 4304. 3675 = 30856; posiblemente 40347. Su significado especial es patente, pues dedicaciones privadas de senadores en santuarios de la Urbe son sumamente escasos, cf. Alföldy, 2005, 57. 505 Pro incolumitate en CIL VI 91, sin Concordiae en CIL VI 904. 506 CIL VI 93 = AE 1953, 89. 507 Pacto de hospitium de Juromenha: arriba, nota 499. 508 Para él, véase Alföldy, 1969, 135. 509 Pekáry, 1966/67, 116, por ser un día de suma importancia para Tiberio, en el que asumió la tribunicia potestas, en 6 a. C., y fue adoptado por Augusto, en 4 d. C. Es difícil de entender por qué Alföldy, en ambos casos remitiendo a Pekáry, en 1969, 135 veía como posible motivo de la dedicación de L. Fulcinius Trio el consulado de Tiberio y Sejano y más tarde, en el comentario a CIL VI 40347, sospecha que el trasfondo de esas dedicaciones haya sido la salvación del emperador de la conspiración de Sejano y propone una datación a finales del 31; sin embargo, CIL VI 91 habla de un votum susceptum, no solutum, y en CIL VI 93 L. Fulcinius Trio aparece todavía como consul designatus, o sea, anterior al 1 de julio.
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vio cumplirse casi todas sus aspiraciones, sólo para experimentar, a los pocos meses, su caída de la cúspide y su ejecución. L. Fulcinius Trio, un famoso —incluso notorio— accusator, fue favorecido por Tiberio en su carrera, pero como todo ese grupo, según parece, era a la vez partidario de Sejano, y el continuo acoso por esa vinculación lo forzó finalmente, años después de la caída de aquél, a suicidarse. Los motivos del grupo para hacer esas dedicaciones no están claros: ¿Deseaban demostrar su lealtad al emperador en una situación con signos de crisparse, fueron instigados a hacerlo por el mismo Sejano o estaban preparándose una salida por si fracasaran los planes de aquél? No lo sabemos510, pero lo importante para nuestra contexto es que para esas dedicaciones pro salute del emperador hubieran elegido la aedes Concordiae tan cara para él y que entre los dedicantes encontremos a L. Fulcinius Trio. Si las estatuas emeritenses de Tiberio y Concordia Augusti hacían pareja y fueron erigidas juntas, como hemos argumentado, no sería descabellado ver en ellas una iniciativa de ese gobernador que habría tomado antes de dejar su provincia a comienzos del verano de 31. Frente a los numerosos testimonios de Concordia Augusta, el concepto de Concordia Augusti es tan singular511 —significando la concordia que crea o preserva el emperador512— que hay que pensar en una situación muy concreta y muy especial para semejante dedicación. No sabemos si L. Fulcinius Trio había estado implicado ya en la misma selección de la aedes Concordiae del Foro romano como modelo para la planta del templo del culto provincial lusitano. Considerando su cercanía al emperador sería fácil de comprender. Por otro lado, hay que tener presente que durante diez años, casi la mitad del reinado de Tiberio (14-37), era él quien mandaba en Lusitania, en cuya sociedad, por lo que parece, estaba fuertemente arraigado513 (para un posible tes510 Pekáry, 1966/67, 126-128 deja la cuestión abierta. Hennig, 1975, 109 nota 54, critica la interpretación de Pekáry de aquellos monumentos por demasiado hipotética. 511 Atestiguado, además de en Augusta Emerita, únicamente en la africana Thibilis (CIL VIII 18891; cf. allí el comentario perplejo de Mommsen). 512 Incluso Fishwick, 1991/92, 446 ss. 462 ss., quien en general no ve ninguna diferencia entre el uso del genitivo Augusti y del adjetivo Augustus/Augusta para designar a una divinidad, admite que a principios del Imperio sí es posible observar esa distinción. La diferencia es enérgicamente defendida por Gradel, 2002, 104 ss. 513 Aparte de pacto de hospitium de Juromenha (arriba, nota 30) cabe aducir también la estatua de su esposa Sulpicia que una delegación de la colonia Augusta Emerita se ocupó de erigir en la villa del matriminio en Tusculum (AE 1999, 417).
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timonio de su actividad como gobernador, véase abajo, n.º 3). C. (fig. 287) Con el siguiente epígrafe nos adentramos en época flavia. Se trata del pedestal de una estatua erigida al emperador Domiciano, encontrado en 1758 también en la plaza de Santiago, pero hoy desaparecido514. Mientras que Hübner, que lo vio, habla de un ara pequeña, Forner describe el soporte como un pedazo de columna quebrado, lo que es confirmado por su dibujo. Era pues un pequeño pedestal redondo (¿para un busto?), rematado por una moldura, recortado por la izquierda y fragmentado abajo. El texto (con los suplementos de Hübner) rezaba: [Im]p(eratori)·Caesarì [Di]vi·Vespasian[i f(ilio)] [[[Do]mitiano]] [Aug(usto) Ger(manico)?] [po]nti[f(ici) max(imo) - - -] - - - - - -
Fig. 287. Pedestal de una estatua erigida al emperador Domiciano (según Saquete, 2005, fig. 4)
El nombre del emperador en l.3 estaba borrado, consecuencia de la damnatio que sufrió su memoria después de su violento final. En el extremo derecho de esa línea Hübner, seguido por todos los demás autores modernos, solamente restituía Aug(usto) sin Ger(manico), aunque el número de 514 CIL II 477 con la bibliografía anterior; Forner, 1893, 141; García Iglesias, 1973, 63; Ramírez, 2003, 25; Saquete, 2005, 283, quien reproduce en su fig. 4 el dibujo del manuscrito de Forner conservado en el MNAR, que sin embargo es menos exacto que la transcripción de Hübner.
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letras incluyendo ese título no sería mayor que en la l.2. Con esa restitución, la inscripción se fecharía entre 83, año en que Domiciano asumió ese cognomen, y su muerte en 96. El texto conservado es completamente normal para una estatua honorífica; solamente sorprende el reducido tamaño del soporte, aunque, a falta de una descripción pormenorizada y de las medidas, no es posible más que especular sobre el tipo de imagen que habría llevado. Aún más lamentable es que no sepamos quién fue el autor del homenaje. Desde luego, no es un testimonio de culto imperial. D. Por un curioso malentendido ha entrado en la discusión sobre la función del conjunto un monumento que, incluso en la literatura más reciente, es descrito como una dedicación a Trajano por parte de los Lancienses515, posiblemente por una contaminación con la doble inscripión de Trajano en el arco del puente de Alcántara. De lo que se trata realmente es de un pedestal de estatua erigido por un matrimonio de Lancienses Transcudani a Iuppiter Augustus en honor de su hijo fallecido516. Como en todos los ejemplos de ese uso mal llamado consecratio in formam deorum, el difunto habría llevado los rasgos de la divinidad, para ilustrar sus virtudes517. No existe todavía acuerdo sobre los lugares donde se colocaban semejantes estatuas, aunque hoy por hoy ya no es posible negar que no se encontraban solamente en los sepulcros (es decir, mausoleos)518, sino que también se ponían en lugares públicos519. Para nuestra investigación, desde luego, esa pieza carece de valor, por dos razones: La primera es que el lugar de hallazgo es todo menos seguro. Según unos, el pedestal fue encontrado cerca de la Basílica (de Santa María), en un sitio que en Mérida se conocía por el nombre de Templo de Júpiter, 515 Álvarez, 1982, 64; Blázquez, 1982, 96; Panzram, 2002, 271; Fishwick, 2004, 47. 516 CIL II 5261; García Iglesias, 1973, 31; Stylow, 1987, 116 s., con la restitución del nombre de la divinidad, borrado para la reutilización de la pieza en época cristiana; Ramírez, 2003, 75; Saquete, 2005, 284-286. 517 Véase Cesari, 1998, 959-972; cf. Stylow, 2001, 152 y 2002a, 359; Beltrán-Stylow (en prensa). 518 Como defienden Antico Gallina, 1997 y Cesari. 519 Como mantiene Alföldy, 1979, 194 ss., aunque la fórmula l(ocus) d(atus) d(ecreto) d(ecurionum) también puede referirse a loci sepulturae, como demuestra Antico Gallina. Sin embargo, existen casos muy claros, como las estatuas de plata de dos mujeres representadas como Venus que se colocaron en el Augusteum de Narona (Marin 1999), o la estatuilla de una flaminica provincial de la Bética representada como Ceres (AE 1966, 183), colocada en el acceso al foro de Munigua, que cita Stylow, 2002, 176 nota 77.
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que no parece ser distinto del “Templo de Diana”. Por otro lado, de un templo de Júpiter habla también Laborde, a principios del siglo XIX, en la zona de la misteriosa “basílica” que él excavó y dibujo520. Pero, sea cual fuere el lugar donde apareció, de allí no es posible deducir nada sobre su colocación primitiva, porque en época paleocristiana el pedestal fue convertido en el capitel de una iglesia, y sólo puede servir para ubicar aquélla. E. (fig. 288) El último monumento que se ha barajado en la discusión es una placa de mármol que revestiría el pedestal de la estatua dedicada por un gobernador de Lusitania a un emperador no identificable con seguridad521. La inscripción estaba empotrada en el convento de los Hermanos de Jesús (actual Parador Nacional), y, puesto que fue
Fig. 288. Placa de mármol que revestiría el pedestal de la estatua dedicada por un gobernador de Lusitania. (MNAR)
520 Para los detalles y referencias remito a Ramírez, 2003, p. 135, y Saquete, 2005, 285. 521 CIL II 481 con la bibl. anterior; García Iglesias, 1973, 88; Ramírez, 2003, 60; Saquete, 2005, 287-288; cf. Fishwick, 2004, 47, quien, incorrectamente, identifica la inscripción con AE 1957, 251 y define el soporte como un altar.
Anejos de AEspA XLII
claramente recortada para una reutilización, es posible que la placa actual no sea más que la parte frontal aserrada de un pedestal monolítico. El título del gobernador —v(ir) p(erfectissimus) p(raeses) p(rovinciae) L(usitaniae)— y lo que se conserva de la titulatura del emperador —los dos primeros de sus tres cognomina devictarum gentium ([Per]s(icus) max. y Ger(manicus) max. (secuencia para la que no se conocen paralelos exactos) y la indicación de un cuarto (¿o noveno?) consulado— no son suficientes como para fechar la inscripción con más precisión dentro de un arco cronológico que va desde la primera tetrarquía a Constantino522; tampoco la paleografía permite una datación más precisa. De la fórmula final —[mai]estati eius | [di]catissimus523— no es posible deducir el carácter cultual de la dedicación ni el ambiente sagrado del lugar en que se colocó la estatua. La fórmula, una de las variantes de devotus numini maiestatique eius, que venían generalizándose a partir de los emperadores Severos, si bien tiene evidentes connotaciones de devoción, aparece en las inscripciones de los pedestales imperiales y monumentos similares (en el siglo IV incluso en miliarios524) con total independencia del lugar donde se erigiesen. Por otro lado, tampoco el que fuera un gobernador provincial quien puso la estatua es ipso facto un indicio del carácter provincial de la plaza, porque estatuas imperiales, y con los mismos formularios, fueron erigidas por los gobernadores provinciales también en otros sitios públicos, como demuestra, sin ir más lejos, el pedestal de Galieno dedicado por un gobernador, que fue hallado cerca del Foro colonial de Augusta Emerita525. F. Conviene al menos mencionar dos fragmentos más, con restos de titulaturas imperiales, que estaban empotrados asimismo en la fachada del convento de los Hermanos de Jesús526 y confirman la presencia de monumentos imperiales en la zona. Pasaremos ahora revista a los epígrafes encontrados por J. M. Álvarez al lado del podio del templo, en 1983, y a los que se hallaron en el curso de 522 Como, con buen criterio, propone Saquete, frente a las atribuciones más concretas de otros (Hübner, a Constantino, por una lectura incorrecta; Ramírez, a Diocleciano o Maximiano). 523 Versión preferible a [semp(er) di]catissimus, propuesta por Hübner (al quien han seguido todos los autores posteriores), que resultaría en un verso no centrado respecto al precedente. 524 P. ej., CIL X 8015; EE VIII p. 194 n. 783. 525 Ramírez, 2003, 57. 526 Respectivamente, CIL II 478h y 478i; García Iglesias, 1973, 74 y 75; Ramírez, 2003, 44 y 45; cf. Saquete, 2005, 289 con n. 43.
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LA EPIGRAFÍA Y EL CULTO IMPERIAL EN AUGUSTA EMERITA
las excavaciones del pórtico de la plaza527. Todos están fragmentados y aparecieron fuera de contexto. Los dos correspondientes a los n.os 1c y 3 proceden de las excavaciones de J. M. Álvarez e ingresaron en el MNAR; supe de ellos cuando ya había elaborado una primera versión del artículo y los conozco solamente por las fotografías y datos que amablemente me han facilitado P. Mateos y J. L. Ramírez Sádaba, a los que les agradezco el detalle. Los demás se conservan en los almacenes del Instituto de Arqueología de Mérida, donde los pude estudiar en enero de 2005, antes de su limpieza. Una vez efectuada ésa, fueron tomadas las fotografías que acompañan el texto. 1a y 1b (IAM XX). Dos fragmentos de mármol blanco diáfano, incompletos por todos los lados y que no casan entre sí, pero que, a juzgar por su grosor uniforme, el labrado de la superficie de las dos caras —la inscrita, alisada con bujarra; la reversa, lisa— y los restos de minio conservados en muchas letras, parecen pertenecer a una misma inscripción. - Frg. a: 33 ´ 40 ´ 6,5/6,7 cm. Letras capitales de óptima factura, aprox. 11 cm (l.1), 10 (l.2). Frg. b: 18 ´ 23 ´ 6,8. Las letras, no conservadas completamente, pero de 10 cm como mínimo, se parecen a las del frg. a y, por el grosor de los trazos, probablemente pertenecen a la l.1 (fig. 289.1 y 289.2). Frg. a - - - - - -? [- - -]VLIO [- - -] [- - -]AFINI[- - -] - - - - - -? El frg. b no conserva más que los restos de dos letras; de la primera, un trazo descendente, que puede ser de una A o una M; la segunda, redonda, es O o Q. Se puede entender tanto MO como AQ. Con unos restos tan escasos es prácticamente imposible averiguar la naturaleza y el contenido del epígrafe. Por el tamaño de las letras y la altísima calidad de su ejecución está claro que estamos ante una inscripción monumental. Se extendía, posiblemente, por más de una placa (no está claro si el lado derecho del frg. a puede corresponder al fi527 Aluden a dos de esos últimos tanto Ramírez, 2003, 162, Apéndice n.º 3, como Mateos 2004, 142, aunque en términos que pueden confundir (Ramírez: “dos fragmentos correspondientes a dos emperadores”; Mateos: “dos nuevos epígrafes dedicados a Claudio y Maximiano Hercúleo”). Ambas noticias se deben a mis primeras apreciaciones someras de las inscripciones editadas abajo con los nos 4 y 5, que conocí por las fotografías de las piezas recién salidas de la tierra.
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nal de una de esas placas) y quizás no haya tenido más que dos renglones. Las letras, por sus formas, los refuerzos y la distinción entre trazos finos y sombreados son de la primera mitad del siglo I d. C. El texto se refiere a dos personajes, de los que el Iulius mencionado en la primera línea parece que es nombrado en dativo, y como su nombre está escrito con letras de tamaño algo mayor, podría tratarse del beneficiario de un homenaje por parte del individuo que aparece en la l. 2, un Afini[us] (menos probable, una Afini[a]), si el nombre está en nominativo. Restituyendo delante de cada gentilicio un praenomen, los dos renglones quedarían aceptablemente alineados por la izquierda, lo que significaría que nos encontraríamos en el extremo izquierdo del texto. Considerando la monumentalidad de la inscripción, su cronología y el ambiente exclusivo en que estaba puesta, es tentador ver en el Iulius homenajeado al emperador Tiberio. Bien es verdad que en la gran mayoría de las inscripciones éste no lleva su gentilicio Iulius, el cual, sin embargo, aparece en una serie de documentos oficiales, cuando es nombrado junto con otros emperadores, p. ej., en la lex de imperio Vespasiani (CIL VI 930), en una nueva ley de Vespasiano de contenido no seguro528 o en las leyes otorgadas por Domiciano a los recién constituídos municipios latinos de Hispania; pero también en un par de inscripciones contemporáneas es llamado Iulius, como en la dedicación de un grupo estatuario en Éfeso529 y, muy significativamente, en CIL II2/5, 65 de Tucci (Martos, Jaén), un singular homenaje personal del emperador a Hércules530. Por el tamaño de las letras cabe suponer que la inscripción tenía una anchura muy considerable. Si el fragmento b con las letras MO, como hemos dicho, proviene efectivamente del primer renglón, donde estaría el formulario del emperador, esas letras podrían pertenecer al título de [pontifici maxi]mo escrito por entero, indicio de que se habrían utilizado pocas abreviaturas aparte de las más habituales. Con [Ti. I]ulio [Caesari Augusto pontifici maxi]mo [trib. pot. ... imp. ... cos. ...] llegaríamos a 49 letras, a las que habría que sumar un mínimo de dos numerales por cada cargo iterado, un total pues de unas 55 letras. Como las cinco letras de [I]VLIO ocupan unos 40 cm, la inscripción en528 Stylow, A. U., “Zu einem neueu Gesetzestext aus der Baetica und zur öffentlichen Präsentation von Rechts ordnungen”, Der Alltay der rómischen Administration in der Hohen Kaiserzeit, München, 2007 (e. p.). 529 IvEph 257. 530 Cf. Alföldy, 1985, esp. 192 s.
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Fig. 289.1 y 289.2.
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Inscripción realizada por Afinius.
tera habría medido más de cuatro metros y medio, fáciles de aumentar con elementos como Divi Augusti f. Sin embargo, antes de seguir y preguntarnos a qué tipo de monumento puede haber pertenecido una inscripción de esas dimensiones, es preciso admitir que existe un reparo muy serio a esa hipotética reconstrucción, por no hablar del argumento estadístico del escaso número de inscripciones tiberianas con el gentilicio Iulius: Es que éste tampoco aparece en la inscripción del perdido pedestal de estatua de Tiberio (arriba, inscr. B), y es sumamente inverosímil que en el mismo espacio hubieran designado al emperador con dos nomenclaturas distintas. Solamente a Ti. Caesari [Aug.] está dedicada también la estatua (?) que le erigió la c(olonia) A(ugusta) [E(merita] en un lugar desconocido531. Puesto que, dentro del arco cronológico definido por los rasgos paleográficos, no se ofrece ningún otro miembro de la domus divina llamado Iulius como posible candidato de un homenaje de tal envergadura532, no es posible relacionar esta inscripción directamente con el culto al emperador y habrá que buscar una explicación en el ámbito de la provincia o de la colonia. Iulius es el gentilicio más fre531 García Iglesias, 1973, 55; Ramírez, 2003, 17; la placa se encontró en el teatro, pero estaba reutilizada, por lo tanto se ignora el lugar primitivo del monumento. 532 A Divus Iulius no le relaciona nada con Augusta Emerita, pese a los argumentos aducidos por Canto, 1989, 159 ss. (repetidos en otros trabajos), y menos con un conjunto de culto imperial provincial, en el que tampoco es imaginable un homenaje a uno de los hijos de Germánico, como Nero Iulius Caesar (PIR2 I 851) o Drusus Iulius Caesar (PIR2 I 220).
cuente en Augusta Emerita y aunque esos Iulii —en su gran mayoría indígenas— en general tardaban en promoverse socialmente533, no cabe excluir a priori la posibilidad de que el Iulius de nuestra inscripción haya desempeñado un cargo de relevancia, como el de flamen del culto provincial en época de Tiberio o de sus sucesores inmediatos534; sería el primero en recibir un homenaje en el mismo recinto de ese culto, una práctica bien conocida de otras capitales de provincia y cuya ausencia en la capital lusitana siempre ha causado sorpresa535. De esos homenajes se ocupaba, normalmente, la misma provincia, o sea, el concilium provinciae, y también bajo este punto de vista nuestra inscripción representaría un hapax, porque Afinius, el autor del homenaje, es un individuo. Podemos descartar, de antemano, la posibilidad de que se trate de un gobernador provincial, no sólo por lo inaudito del hecho, sino también, porque son casi completos los fasti de la provincia para esa época, con los largos gobiernos de L. Fulcinius Trio (?21-31), C. Ummidius C. f. Ter. Durmius Quadratus (ca. 31-39) y L. Calventius Vetus Carminius (?39-44/45)536. Además, escasean los Afinii senatoriales. No conocemos más que a L. Afinius Gallus, cónsul en 62, en quien se ha querido ver un posible antepasado de Afinia Gemina Baebiana, esposa del emperador Treboniano Galo537. También muy es533
Ramírez, 2001 y 2003. Las letras MO del frg. b entonces podrían pertenecer a un cognomen como [Maxi]mo; con AQ corresponderían más bien al comienzo de un cognomen. 535 Cf., p. ej., Fishwick, 2002, III 2, 139 ss. 536 Véase Alföldy, 1969, 135-138. 537 PIR2 A 437. 439; cf. 438. 534
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LA EPIGRAFÍA Y EL CULTO IMPERIAL EN AUGUSTA EMERITA
casa es la presencia de los Afinii en Hispania. A excepción de un caso muy temprano en Corduba538, los testimonios se concentran en Lusitania, y precisamente en Augusta Emerita, con tres individuos —dos de condición libertina— atestiguados en dos inscripciones tardías539, además de un veterano de la legio VII Gem. Felix, enterrado en el territorio de la vecina colonia de Norba540. Hay razones, pues, para pensar que el Afinius de nuestra inscripción puede haber pertenecido a una de las familias emeritenses pudientes en el siglo I. 1c (MNAR, n. inv. 28092). Ésas eran mis conclusiones antes de conocer un fragmento encontrado por J. M. Álvarez Martínez en 1983 en sus excavaciones en el solar del templo, que, por sus características (material, grosor, labrado de la superficie —la inscrita, alisada con bujarra; la reversa, lisa—, los amplios restos de minio en las letras y las formas de las mismas), debe de pertenecer a la misma inscripción. Igual que los otros dos fragmentos, con los que no casa, está fracturado por los cuatro lados; mide 23 cm de alto, 31 de ancho y 7 de grueso. La altura de las letras en la primera línea, ninguna de las cuales se conserva entera, es de unos 11 cm aproximadamente, como en el frg. a, e igual que allí hay una distancia de 4,5 cm entre las líneas. El texto conservado reza (fig. 290): [- - -]VA+[- - -] [- - -]+V[- - -]
Fig. 290.
538 539 540
Fragmento del mismo epígrafe que la 289 hallado por Álvarez en 1983
CIL II2/7, 339, de época augustea. García Iglesias, 1973, 209.210. AE 1997, 798 (Brozas, Cáceres).
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El último elemento de l. 1 es un trazo vertical con un travesaño inferior, que puede corresponder a D, E o L. El primer elemento de l.2 fue O o Q. Con este tercer fragmento queda definitivamente descartada cualquier posibilidad de relacionar la inscripción con un miembro de la familia imperial (siempre suponiendo que la inscripción sólo hubiera tenido dos renglones). Lo conservado, por otro lado, no presenta problemas para entender los cognomina de los dos personajes mencionados en las l.1 y 2 respectivamente —suponiendo que ese fragmento iría a la derecha del frg. a—. En el intervalo pueden haber ido la filiación (sencilla o múltiple), casi imprescindible por la fecha de la inscripción, y quizá la mención de la tribus. Para la l.1, cabría pensar en un cognomen como Val[eriano] o [Q]uad[rato]; para la l. 2, en [N]ov[atus] o [A]qu[il-], este último sospechosamente parecido al posible AQ que sugeríamos como una de las alternativas para el frg. b. Parece pues confirmarse por el momento la segunda interpretación que proponíamos: una inscripción honorífica (naturalmente acompañando alguna representación) erigida por un particular a otro particular que, seguramente, desempeñaría un cargo importante para ser homenajeado en ese locus celeberrimus. De ninguna forma cabe interpretarla como uno de los documentos que llevamos echando en falta en Augusta Emerita: un homenaje del concilium a un flamen provincial, y seguimos con la pregunta de siempre: ¿Es legítimo interpretar la ausencia de evidencia como evidencia de la ausencia? Nosotros creemos que todavía, a la vista de lo poco, encima fragmentario, que se ha recuperado hasta hoy, es pronto para sacar conclusiones tan contundentes. 2 (MNAR, n. inv. 28058). De la misma época julio-claudia, avanzada, es otro fragmento encontrado por J. M. Álvarez Martínez en 1983 en sus excavaciones en el solar del templo. Es una placa de mármol blanco que sólo conserva un borde, tosco, por arriba y está rota por los demás lados; mide 12,6 cm de alto, 15,5 de ancho, y 4 de grosor. El reverso está XXX. Las elegantes letras capitales, anchas y de refuerzos muy marcados, miden 4,5 cm. El único signo de interpunción es triangular. Da la impresión de que la inscripción no tuvo más que una línea, a no ser que una segunda, centrada, se hubiera grabado fuera del alcance del fragmento conservado. El texto reza (fig. 291): [- - -]NAE·SA[- - -]
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lares. El campo epigráfico, ligeramente rebajado, está enmarcado por un cimacio inverso. El texto reza (fig. 292): -----[- - -]+ONE·LEG [- - - ex? arge]nti· (vac. 1) p(ondo)·L·
Fig. 291.
Restos de epígrafe hallado en 1983 por Álvarez
La placa se rompió justo en los biseles de la primera y de la última letra. La última, por razones fonéticas, sólo puede ser A, y no M, mientras que la identificación de la primera no es totalmente segura, aunque por la fotografía parece más una N que una I, puesto que el asta vertical cuyos restos se aprecian en la misma rotura carece del refuerzo del extremo inferior que habría que esperar en caso de tratarse de una I. Naturalmente, con tan pocos elementos, cualquier intento de restitución es atrevido, pero, dado el lugar de hallazgo, es probable que después de la interpunción haya que entenderse sa[crum]. Las primeras letras corresponderían entonces al final del nombre de una divinidad femenina mencionada en dativo (sin el calificativo de Augusta), que es imposible averiguar. Por citar sólo algunos ejemplos, cabría pensar en [Dia]nae (cf. abajo, núm. 5), [Iunoni Regi]nae o [Lu]nae. Desde luego, no se trata de la inscripción del templo, que habría sido mucho más larga y habría ostentado letras de un tamaño mayor. La inscripción, en la que, al parecer, no se mencionaba el dedicante, y el soporte en que se grabó más bien hacen pensar en el zócalo de una edícula que habría albergado la estatua de esa divinidad y cuya ubicación habría que buscarla en los alrededores del templo, posiblemente en algún lugar del pórtico. 3 (IAM 9034-XXX). Placa de mármol blanco con vetas rosáceas y violáceas, alisada por detrás, pulida por el borde derecho, desbastada en el borde inferior, rota por arriba y por la izquierda. Mide 9 cm de alto, 15 de ancho y 5-6 de grueso. Las letras, muy elegantes, con marcada influencia de la scriptura libraria (como la G, en forma de caracol), miden 3 cm. Los signos de interpunción son triangu-
Fig. 292.
Inscripción que atestigua la dedicación de un objeto de plata
Según se desprende de la última línea, la inscripción atestigua la dedicación de un objeto —probablemente una estatua— de plata que pesaba 50 libras, o sea, 16,373 kg, una cantidad muy considerable no sólo para la Lusitania. Las menciones de estatuas de metales nobles son muy poco frecuentes en la provincia541, y ésas suelen pesar menos que las de la vecina Bética, donde existe casi una especie de peso estándar de cien libras de plata542; con ellos solamente puede competir —al menos en valor, si no en peso— un busto (?) de Tito de la misma Augusta Emerita, de cinco libras
541 P. ej., CIL II 693 (Norba) y 863 (Mirobriga), de 10 y 5 libras de plata respectivamente, ambas de Septimio Severo. Estatua de plata de Júpiter, de un peso no determinado, en una consecratio in formam deorum: CIL II 8 = Encarnação 1984, 8 (Algarve). Posible estatua de Endovélico de dos (?) libras de oro: CIL II 5210 = Encarnação 1984, 648. 542 P. ej., de Astigi, CIL II2/5, 1164-1166 (cf. 1162 con 150 libras), o, del “Traianeum” de Italica, CILA Sevilla 342. 343 (cf. 358, con más de 130 libras). De Regina, situada en la zona fronteriza con Lusitania, procede una estatua de 50 libras (CIL II2/7, 975). Todas esas estatuas son superadas en mucho por la del Genio de las colonias Claritas Iulia y Patricia (CIL II2/7, 228), con mil libras la segunda más pesada que se conoce en todo el Imperio, cf. Duncan-Jones 1974, 163 ss. En CIL II 1040 (Curiga) no se menciona el peso de una estatua, como afirma Hübner en su restitución, sino que el ordo decreta colocar la estatua imperial loco xancto, grafía vulgar por loco sancto; en otra ocasión volveremos sobre esa inscripción.
Anejos de AEspA XLII
LA EPIGRAFÍA Y EL CULTO IMPERIAL EN AUGUSTA EMERITA
de oro, que habrían equivalido a unas 60 libras de plata (para el texto y su significado, véase más abajo). Más problemática es la interpretación de la l.1. El primer elemento conservado es una línea vertical, que puede corresponder a H, I o T. La palabra a la que pertenece es el ablativo de un apelativo o un nombre terminando en -+o, gen. -+onis. Las letras LEG permiten diversos desarrollos: Pueden ser la abreviatura del verbo leg(avit), y entonces las letras que van delante habrían designado al autor de la oferta. Como no pueden corresponder a un nombre personal en nominativo, se puede pensar en un rango militar como, p. ej., [ex opt]ione o [ex centur]ione. Pero el verbo legare se utilizaba sobre todo en inscripciones funerarias, y cuando de actos evergéticos se trata, los legados solían indicarse como importes en efectivo. Por lo tanto, y manteniendo la interpretación como rango militar de las primeras letras, sería preferible desarrollar leg(ionis), con el nombre de la legión en el renglón siguiente, seguido por un verbo como posuit. Es cierto que, de los siglos I y II, conocemos a varios militares en la epigrafía de Augusta Emerita y su territorio, pero solamente por sus epitafios543, y hay que esperar hasta mediados del siglo II —época muy posterior a la cronología de nuestra inscripción— para encontrar la primera ofrenda religiosa de un militar, un altar de Mitra donado por un frumentarius de la legio VII Gemina, que evidentemente pertenecía al officium del gobernador544. Además, tratándose de un militar, sorprendería el importe muy elevado desembolsado por el personaje, unos 17-18.000 sestercios sólo por el valor metálico. En vista de esas dificultades, parece preferible interpretar LEG como la abreviatura de leg(ato), o sea, como una referencia al legatus Augusti pro praetore de la provincia. Las letras -+one corresponderían entonces al final de su cognomen, indicado en ablativo. El legado, por lo tanto, no era el responsable directo de la oferta, sino debe de haber cumplido otra función, expresada, p. ej., por un participio como curante o dedicante, después de la mención del autor verdadero, en nominativo. Pero la existencia de ese verbo no es imprescindible, como demuestra una inscripción de la misma Augusta Emerita. Me refiero al mencionado pe-
543
García Iglesias, 1973, 130 ss.; Le Roux, 1982, 173 ss. AE 1905, 25 = ILER 278, de 155 d. C.; cf. el comentario de Le Roux, 1982, 215 n.º 155. 544
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destal para un busto (?) de Tito, fechado en 77545, cuyo texto conviene citar por entero:
5
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T(ito) Caesari Aug(usti) f(ilio) Vespasiano pontif(ici) imp(eratori) XII trib(unicia) pote(state) VII co(n)s(uli) VI provincia Lusitania C(aio) Arruntio Catellio Celere leg(ato) Aug(usti) pro pr(aetore) L(ucio) Iunio Latrone Conimbrice(n)se flamine provinciae Lusitaniae ex auri p(ondo) V
Después de la mención de la provincia Lusitania en nominativo —la cual, por lo tanto, era la autora de la dedicación a través del concilium provinciae, aquí no nombrado expresamente— aparecen en ablativo absoluto el legatus Augusti y el flamen provincial546, menos como cargos epónimos (“siendo legatus ..., siendo flamen ...”), sino como los dos cargos más altos de la provincia, aunque a niveles y de funciones muy distintas, pero colaborando en el acto de dedicación547. En nuestra inscripción se adivina una disposición parecida: La dedicante sería, probablemente, otra vez la provincia Lusitania y los actores nombrados a continuación habrían sido el gobernador y el flamen provincial. Se notará, sin embargo, que aquí el personaje mencionado en último lugar es el gobernador, un detalle del que no sabemos si tiene importancia o no. La inscripción reconstruida rezaría: -----[- - -]+one·leg(ato) [Aug(usti) pro pr(aetore) ex arge]nti· (vac. 1) p(ondo)·L· Se entiende que la restitución del título del gobernador en la última línea no pretende ser exacta, sino que se da exempli gratia. ¿Es posible identificar al gobernador en cuestión por los restos de su cognomen? Para ello es ne-
545 CIL II 5264; García Iglesias, 1973, 62; Ramírez, 2003, 24; cf. Fishwick, 1981, 86-96. 546 Es posible que las palabras provinciae Lusitaniae de l.10 se refieran a los dos cargos, habiéndose omitido detrás de leg. Aug. pro pr. para no repetir ese elemento otra vez más. 547 Esa colaboración entre el gobernador y el flamen provincial debe de haber sido normal, como muestran ejemplos de otras provincias, cf. CIL II2/7, 259 (Corduba) o IDR III/2, 79 (Sarmizegetusa), con los comentarios de Fishwick, 1999, esp. 101 s.; 2004, 294 ss.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
cesario antes fechar la inscripción. Su paleografía sugiere una datación dentro del segundo tercio del siglo I, a partir de época de Claudio aproximadamente, a juzgar por la forma de la G en caracol548, pero hete aquí la mala suerte de que durante el siglo I hay nada menos que tres gobernadores conocidos cuyo cognomen cuadraría con las letras conservadas. El primero es L. Fulcinius Trio, de cuyas posibles actividades en torno al templo provincial ya hemos hablado a propósito de las inscripciones A y B. Su gobierno de la provincia —desde 21(?) hasta 31549— en principio parece algo pronto para la cronología de la inscripción, deducida de su paleografía. Pero conviene tener en cuenta que las letras son relativamente pequeñas, y es un conocido fenómeno que cuanto más pequeña la escritura tanto mayor es la tendencia de utilizar formas de la scriptura libraria, como dicha letra G. Sirvan de ilustración dos ejemplos de la misma Augusta Emerita: Ambas son dedicaciones a Divus Augustus y Diva Augusta, que evidentemente pertenecen al ámbito del culto provincial y, por lo tanto, fechables entre el 42 (divinización de Livia) y el 54 (divinización de Claudio)550. Una tiene letras de 2,5-1,5 cm, que muestran formas muy parecidas a las de nuestra inscripción (incluida esa G característica), si algo, son más floridas551; la otra, por el contrario, con letras no mucho más grandes, de 5,1-4,2 cm, tiene un aspecto casi perfecto de capitalis quadrata y podría pasar sin problemas por tiberiana552. Además nos movemos en el espacio de muy pocos años y, por lo tanto, no es posible excluir a L. Fulcinius Trio. La inscripción tendría la siguiente forma: -----[- - -L(ucio) Fulcinio Tr]ione·leg(ato) [Aug(usti) pro pr(aetore) ex arge]nti· (vac. 1) p(ondo)·L· Otro candidato posible es el [M. Porcius M.?] f. Cato, leg. Caes[aris], de CIL II 608, si es acertada su datación en 46553. La inscripción rezaría entonces (con la incógnita de si también aquí habría 548 Tengo que advertir que estoy aplicando los criterios adquiridos por el estudio de las inscripciones de la Bética, con las que la epigrafía de Augusta Emerita presenta muchísimas semejanzas, pero que pueden divergir ligeramente en casos concretos. 549 Cf. arriba, nota 510. 550 Cf. arriba, nota 493. 551 Ramírez 2003, 21 con lám. XIX. 552 Ramírez 2003, 20 con lám. XVIII. 553 Propuesta por Alföldy, 1969, 138 s.
Anejos de AEspA XLII
figurado con ese título poco habitual de leg. Caesaris): -----[- - -M(arco) Porcio? Ca]tone·leg(ato) [Aug(usti) pro pr(aetore) ex arge]nti· (vac. 1) p(ondo)·L· El tercer candidato es M. Salvius L. f. Otho, quien como quaestorius gobernaba la provincia integre sancteque554 durante diez años, desde 58 hasta 68, cuando se unió a Galba, marchó con él a Roma y muy pronto lo suplantó555. De la estancia de Otón en la provincia todavía no ha aparecido ningún documento epigráfico. En este caso (como en el anterior) sería muy interesante ver cuál era el titulo del flamen en cuestión; probablemente se llamaba, igual que los flamines posteriores, sencillamente flamen provinciae Lusitaniae, puesto que ya existiría una flaminica para el culto de la Diva556. Para Otón la inscripción rezaría: -----[- - - M(arco) Salvio Ot]hone·leg(ato) [Aug(usti) pro pr(aetore) ex arge]nti· (vac. 1) p(ondo)·L· Hoy por hoy no es posible decidirse con un mínimo de seguridad por una de las tres alternativas, sólo constatar que la inscripción es de época preflavia. Tampoco hay forma de saber qué era ese objeto de plata, ofrecido, como hay razón de creer, por la asamblea provincial, ni a quién se dirigía el homenaje (¿o el culto?). Si era una estatua, lo más probable es que lo fuera de una divinidad, a juzgar por los mencionados paralelos en la Bética, que, sin embargo, generalmente son posteriores a las fechas que manejamos aquí. Otra posibilidad es que haya sido la representación de un emperador, no necesariamente divinizado, sino también vivo —que en nuestro caso habría sido o Tiberio (aunque ya hemos visto su reticencia respecto a los honores estatuarios, recordemos que autorizaba estatuas suyas erigidas en los templos con tal que sólo sirviesen de ornamenta557) o Claudio o Nerón. Con anterioridad a Vespasiano, con quien el culto imperial provincial será extendido a los emperadores vivos, estatuas de ese tipo no recibirían honores divinos; el material noble por sí, desde 554 555 556 557
Tácito, ann. 13, 46). Cf. Alföldy, 1969, 139. Como argumentan Stylow-Ventura, 2005, 38 s. Véase arriba, inscr. A.
Anejos de AEspA XLII
LA EPIGRAFÍA Y EL CULTO IMPERIAL EN AUGUSTA EMERITA
luego, no las predestinaba necesariamente a recibir culto558. Nuestra inscripción no se grabó en un pedestal, como el del busto (?) de Tito, sino en una placa, con la que se puede haber revestido algún soporte. La estatua, considerando su elevado valor, se guardaría normalmente, si no en el templo mismo, en alguna dependencia suya o en una edícula del foro y quizás se llevara, dado su peso no excesivo, en las procesiones que durante las fiestas religiosas recorrían la ciudad559, igual que el busto (?) de Tito; aunque el lugar de hallazgo de este pedestal es desconocido, es muy probable, por la semejanza tipológica de las dos inscripciones, que antiguamente también estuviera en el conjunto del culto imperial provincial. 4 (IAM 9034-2034). Placa de mármol blanco, pulida en la cara anversa y en el lado derecho, achaflanado; se aprecian huellas de que éste fue aserrado casi hasta el final y luego roto. El reverso y el lado superior están desbastados solamente; este último presenta un agujero para sujetar la placa con un garfio. Por la izquierda y abajo está rota. Mide 20 cm de alto, 32,5 de ancho y 3,5/4 de grueso. El campo epigráfico, rebajado, está enmarcado por un cimacio inverso. Las letras, de ejecución cuidada, aunque con una ordinatio algo desigual, son capitales con algunas influencias de la scriptura libraria (nótense el rabillo curvo de las R y las G en forma de caracol); tienen una altura de 7 cm en la primera línea y de aproximadamente 4 cm en la segunda, sólo parcialmente conservada. Los pequeños signos de interpunción son triangulares. El texto conservado reza (fig. 293): [- - -]ARI·DIVI [- - -]AVG·GER -----Las formas de las letras permiten datar el monumento entre el último tercio del siglo I y mediados del siglo II. Los únicos emperadores de esa época que llevaban el título Germanicus y podían proclamar descendencia de un Divus son Domiciano y Trajano. Las inscripciones de Trajano son —no solamente en Hispania— muchísimo más frecuentes que las de Domiciano, debido sin duda a que los monumentos de éste, a causa de la damnatio memoriae que sufrió, fueron destruidos en gran parte, aparte de que su nombre fue borrado en muchos de los que se conservan560. La restitución más 558 559 560
Cf. Pekáry, 1985, 66 ss.; Fishwick, 2004, 276. Cf. Fishwick, 1991/92, 550 ss.; 2004, 268 ss. Cf. arriba, inscr. C. Su nombre fue borrado en la mitad,
Fig. 293.
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Epígrafe dedicado al emperador Domiciano
probable, teniendo en cuenta las diferencias en altura y anchura de las letras en las l. 1 y 2, sería pues (fig. 293): [Imp(eratori) Caes]ari·Divi [Nervae f(ilio) Nervae Traiano] Aug(usto)· Ger(manico) -----No es posible precisar la cronología dentro del reinado de Trajano (98-117 d. C.), porque ignoramos si, antes de la mención del pontificado máximo, seguirían otros títulos devictarum gentium como Dacicus o Parthicus. Por el estilo de la inscripción y por puro cálculo de probabilidades, esa es la solución más verosímil, pero no es posible descartar totalmente que el emperador en cuestión no haya sido Domiciano: El número de letras por suplir es idéntico en ambos casos (20), y el hecho de que ya se conoce otro pedestal de este emperador en el mismo lugar (arriba, inscr. C) —aunque de forma y medidas distintas— tampoco es un argumento en contra. El formulario resultante sería: [Imp(eratori) Caes]ari Divi [Vespasiani f(ilio) Domitiano] Ger(manico) ------
Aug(usto)
La inscripción, igual que la mencionada arriba bajo C, se fecharía entre el año 83, cuando Domiciano asumió el título de Germanicus, y su muerte en 96. Por la rotura de la lápida es imposible saber si también en este caso su nombre fue borrado.
aproximadamente, de las inscripciones hispánicas que conocemos, cf. Martin 1987, 197-202; últimamente, Stylow-Atencia-Vera, 2004, 362.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
El nombre del emperador, con independencia de su identificación, está en dativo; se trata pues de un homenaje que recibió, lo más probable de una estatua. Se ha perdido el 55-60% de la inscripción, que habría tenido entonces un ancho primitivo de unos 70 cm como mínimo, superior al ancho habitual de los pedestales de estatuas de tamaño natural. También el agujero en el borde superior para encajar un garfio y el reverso tosco son más bien argumentos que desaconsejan a pensar que la placa hubiera revestido la cara frontal de un pedestal. Puede haber estado en el zócalo de una edícula que habría albergado la estatua del emperador. Como el final de la inscripción está perdido, ignoramos quién fue el responsable de su erección; lo más probable es que haya sido un gobernador de la provincia (u otro funcionario de la administración provincial), dado el lugar de hallazgo. 5 (IAM fig. 294). Placa de mármol blanco diáfano, pulida en todas las caras, fracturada arriba, por la derecha y abajo. Mide 17,5 cm de alto, 12,5 de ancho y 3,5 de grueso. En el único borde original conservado —el 0izquierdo— se observa un tosco plano achaflanado, que difícilmente es el resultado de una moldura primitiva recortada. Las letras capitales, con marcados rasgos de la scriptura libraria, miden 3 cm. El único signo de interpunción es triangular. El fragmento se halló en las ruinas de un edificio situado en la esquina suroccidental de la plaza. El texto conservado reza (fig. 294): - - - - - -? [.]+[- - -] Dea[e? - - -] Genio [- - -] M(arcus)·Aur(elius) [- - -] 5 [0-1]VO+[- - -] - - - - - -? De la primera línea no queda más que el pie de un trazo vertical. El gentilicio en la l.4 estaba abreviado, porque en caso contrario se vería algún resto de la E en la superficie conservada a la derecha de la R. Por la misma razón, el cognomen del personaje nombrado —a todas luces el autor del monumento— debe de haber empezado por A o por M. En la l. 5 hay espacio para una letra ante la V, pero, considerando que el resto de una línea transversal superior que se aprecia detrás de la O corresponde con cierta probabilidad a una T (posibles alternativas: B, D, E, F, P, R), cabría pensar en una fórmula como vot[um solvit - - -], que estaría centrada y, por tanto, sangrada por la izquierda. Se trata pues de una inscripción votiva, dedicada —como mínimo— a dos divinidades: La pri-
Fig. 294.
Anejos de AEspA XLII
Inscripción votiva, dedicada a varias divinidades
mera es una diosa, dea, cuyo nombre se ha perdido, si no se quiere pensar en una dedicación a [dis] dea[busque] o en una forma vulgar del nombre de Diana, forma nada infrecuente561, aunque sorprendería encontrarla en un sitio tan prominente. El área de competencia del Genius (o el nombre de la persona a la que se refiere) nombrado en la siguiente línea es por desgracia desconocido. Otra incógnita es si, al comienzo de la inscripción (y tal vez también en las partes perdidas de las l. 2 y 3), se invocaban otras divinidades más, como ocurre, por aducir solamente algunos ejemplos hispánicos parangonables, en las inscripciones del procurator Iulius Silvanus Melanio, de Asturica562, o del gobernador T. Fl. Titianus, de Tarraco563. En la parte perdida abajo (alternativamente, al principio), la inscripción puede haber contenido una fórmula como pro salute ... de un emperador, que explicaría 561 En Hispania aparece la forma Deana en no menos que cinco inscripciones: CIL II2/7, 865 (Herrera del Duque); CIL II 3025 (Complutum); AE 1992, 1045 (Gálvez); IRCatalogne 5, 47a (Badalona); IRGalicia 4, 71 (Louredo). 562 AE 1968, 229. 230. 563 CIL II 4076 = RIT 34.
Anejos de AEspA XLII
LA EPIGRAFÍA Y EL CULTO IMPERIAL EN AUGUSTA EMERITA
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su existencia en un lugar dominado por la presencia de los emperadores. De lo que no se puede dudar es del carácter religioso del epígrafe, que se grabó en una placa con la que estaría revestido un soporte imposible de definir. No sería un monumento exento; más bien da la impresión, como otras placas que acabamos de presentar, de haber estado en un sitio cerrado o al menos apartado de la gran plaza, ¿una edícula o una dependencia del gran templo? La paleografía nos lleva a unas fechas bastante avanzadas, siglo III, posiblemente su segunda mitad. Al mismo siglo remite también el nombre del dedicante, probablemente, en vista del gentilicio abreviado, uno de los innumerables Marci Aurelii creados por la constitutio Antoniniana promulgada por Caracalla. Dado el lugar de hallazgo, la época y el tenor de la inscripción, es probable que era un miembro de la administración provincial, ¿un gobernador o quizás un procurator? 6 (IAM 9034-XXX). Placa de marmol blanco diáfano con vetas rosáceas y violáceas, tosca por detrás, rota por todos los lados. Mide 17,5 cm de alto, 7,5 de ancho, y 2,8-3,2 de grueso. Las letras capitales tienen una altura de 3,7-4 cm (fig. 295). -----[- - -]RA [- - -?] Las dos únicas letras conservadas pertenecen a la última línea de la inscripción, lo que, unido a las formas que presentan, sugiere fecharlas en época visigoda e interpretarlas como [e]ra, o sea, como una datación por la era hispánica, que parte del año 38 a. C. y cuyos testimonios abundan en Mérida. Se trataría pues de una lauda sepulcral y correspondería a una época cuando ese foro ya no cumpliría una función pública, siendo utilizado como cementerio. Sin embargo, conviene tener presente otra posibilidad, que en el área del foro o sus alrededores se hubiera construido una iglesia y que la lauda procediese de un enterramiento apud sanctos. No se aprecia el trazo vertical de la R; o bien ese trazo nunca se grabó (y quizás solamente se pintó) o bien se trata de una R extremadamente ancha como las que se observan en algunas inscripciones emeritenses fechadas a caballo de los siglos V y VI564, cronología que hipotéticamente atribuiríamos también a esa pieza565. 564 Cf. Ramírez-Mateos, 2000, 109 (post 477 n. Chr.). 37a (492 n. Chr.). 39 (508 n. Chr.). 44 (510-520 n. Chr.). 565 Sería por lo tanto más o menos de la misma época que las monedas de Leovigildo descubiertas en un tesorillo escondi-
Fig. 295.
Restos de un epígrafe cristiano
CONCLUSIÓN Debido a su escaso número, su fragmentación y la ausencia de contexto arqueológico, el valor informativo de las inscripciones halladas en el espacio del conjunto monumental es muy limitado y no permite conclusiones sólidas, sino solamente entrever ciertos fenómenos y formular hipótesis más o menos plausibles. Un hecho, desde luego, es incontestable: la fuerte presencia de los emperadores en el espacio, pero en la mayoría de los casos no do en una habitación tardoantigua que se construyó al lado del podio del templo, cf. Mateos, 2004, 133; Mateos-Pizzo-Pliego, 2005, 251 ss.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
como receptores de culto, como cabría esperar, sino en la forma de estatuas honoríficas, que deben de haber ocupado una buena parte de la plaza. Sólo en un caso (inscr. E) el azar nos ha conservado la identidad del responsable de semejante homenaje: Es un gobernador provincial, y aunque no es posible extrapolar de ese ejemplo aislado, existen ciertos indicios de que los gobernadores jugaron un papel muy activo en ese conjunto monumental desde su misma fundación (inscr. A y B). Junto al flamen provincial vemos al gobernador dedicar estatuas de metales nobles donadas por la provincia Lusitania (inscr. 3; por el paralelismo procede de aquí seguramente también el pedestal del busto (?) de Tito), de las que ignoramos si estaban destinadas para el culto. No escasean otros testimonios de culto, como la estatua de Concordia Augusti (inscr. B), de una personificación desconocida (inscr. 2) una dedicación a varias divinidades (inscr. 5), que deben de ha-
Anejos de AEspA XLII
berse centrado en el templo y sus alrededores, donde se encontraban probablemente también las estatuillas de Divus Augustus y Diva Augusta dedicadas por flamines provinciales566. Monumentos honoríficos para éstos hasta ahora no se han hallado. Para terminar, tenemos que preguntarnos si es justificado hablar de un “Foro provincial”. La respuesta, en el actual estado de nuestros conocimientos, sólo puede ser doble: sí, en el sentido de que esa área sacra tenía como centro el templo provincial de culto imperial y era el lugar donde se levantaban monumentos de devoción a los emperadores dedicados por la provincia, sus flamines y sus gobernadores. No, si se busca el “Provincial Centre” en el sentido de Fishwick (2004, 44 ss.), con estructuras políticas y administrativas como la sede del concilium provinciae o el praetorium del gobernador provincial, de las que hasta ahora no se han encontrado huellas en el conjunto monumental567.
566 567
142 ss.
Edmondson, 1997, 89-105; Ramírez, 2003, 20 y 21. Cf. el reflejo de la situación actual en Mateos, 2004,
Anejos de AEspA XLII, 2006, pág. 315
9.
EL CULTO IMPERIAL EN EL LLAMADO “FORO PROVINCIAL” DE AUGUSTA EMERITA Pedro Mateos Cruz
A lo largo de este estudio hemos intentado exponer las claves del proceso de investigación llevado a cabo dentro del proyecto desarrollado sobre el llamado “Foro Provincial de Augusta Emerita”. La realización del estudio historiográfico nos puso en situación sobre el conocimiento real del área objeto de estudio; la realidad era que, anteriormente a 1999, fecha de inicio de nuestro proyecto, no existía un mínimo análisis arqueológico sobre esta zona de la ciudad a excepción del artículo de Álvarez Martínez sobre la aparición del templo568 y algunos trabajos puntuales sobre epígrafes o restos escultóricos vinculados secularmente con este punto de la Colonia569. La total ausencia de planimetrías sobre las estructuras urbanas conocidas en la zona (arco, templo, restos aparecidos en excavaciones o incluidos en edificios actuales, etc.) dificultaba aún más su interpretación general. Quizás la clave para poder entender el urbanismo del “foro provincial” era precisamente concebir toda la zona como un espacio con unidad estructural dentro del urbanismo de Augusta Emerita. Gracias al trabajo historiográfico se realizó por primera vez un estudio donde todos los datos conocidos se incluían en una misma planta arqueológica; así, los restos arquitectónicos, escultóricos y epigráficos se definían formando parte de una misma realidad y, a partir de ese momento, se empezó a entender el área, su configuración general, las carencias con las que contábamos y los puntos de análisis fundamentales para llegar a conocer las características urbanísticas y la funcionalidad del conjunto al que nos enfrentábamos (fig. 296). No es extraño, por tanto, que, tras la realización del estudio historiográfico, definiéramos una serie de intervenciones arqueológicas necesarias para co568
Álvarez, 1984, p. 209-210 y Álvarez, 1985, p. 42. La bibliografía relativa al estudio de estos materiales se encuentra recogida en el estudio historiográfico en este mismo volumen. 569
nocer las características fundamentales de las principales estructuras (arco, pórtico, plaza y templo) que componían el complejo monumental. Solo así pudimos desarrollar el análisis en profundidad de estos edificios, de su técnicas constructivas y de su inserción urbanística tanto en época romana como en períodos posteriores. En estos dos últimos capítulos trataremos de explicar, precisamente, la configuración urbanística de la zona antes de la construcción del conjunto monumental, la creación del complejo en época del emperador Tiberio y la amortización y posterior ocupación de esta área como espacio doméstico en época tardoantigua y emiral hasta su abandono definitivo en época califal. No cabe duda que al iniciar el volumen con un análisis del complejo desde la óptica de los Conjuntos Monumentales de Culto Imperial, como el que desarrolla el Dr. Jiménez, a modo de presentación, se ponen en evidencia por un lado, las intenciones científicas del equipo de trabajo sobre las características del área y, por otro, supone ofrecer al lector un marco general en el que encuadrar todas las argumentaciones que van a ir desgranándose a lo largo de este análisis. Ahora quizás sería necesario situar el área, aunque sea brevemente, en el urbanismo emeritense de época augustea para entender la complejidad y extraordinaria importancia de la reforma planteada en este punto de la ciudad con la amortización de su urbanismo anterior y la construcción del gran conjunto de culto imperial.
EL URBANISMO DE LA ZONA EN ÉPOCA AUGUSTEA La concepción urbanística de Augusta Emerita se encuentra en estos momentos en un período de debate científico, a todas luces, muy interesante. Los datos que se generan sobre el conocimiento del urbanismo emeritense a partir de las excavaciones arqueológicas que diariamente se realizan en el ya-
316
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 296.
Anejos de AEspA XLII
Vista general de la zona objeto de estudio
cimiento570 ha dado lugar a un nuevo planteamiento urbano que pone en cuestión muchos de los argumentos secularmente establecidos en la literatura arqueológica, como se ha puesto de manifiesto recientemente571. La investigación arqueológica emeritense ha pasado, en lo que se refiere al estudio de la ciudad romana, por diversas fases. Antes de la celebración del bimilenario572 de su fundación se contemplaba una Augusta Emerita creada desde la óptica de ciudad de provincia que poco a poco adquiere una categoría y un estatus de capital, con lo que esa realidad conlleva desde el punto de vista urbanístico, cultural y económico. Posteriormente se ha querido incidir en la idea de una colonia fundada a imagen y semejanza de la metrópolis romana, una macrofundación donde todos los elementos conservados, fechados casi siempre en época augustea, fueron realizados en los primeros quince años de su fundación, relacionando este hecho, en ocasiones, con la capitalidad provincial, según la teoría de 570 Desde 1994 se vienen publicando periódicamente el informe completo de todas las intervenciones desarrolladas en la Ciudad por el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida en la Serie Memoria, Excavaciones arqueológicas en Mérida. 571 Un estado de la cuestión en Mateos, 2001, 183-208. En el año 2004 Xavier Dupré edita una serie de monografías en el que se abordaba una puesta al día de los aspectos fundamentales de las tres capitales provinciales a partir del análisis de diversos autores. Para Mérida, Las capitales provinciales de Hispania, II, Mérida-Colonia Augusta Emerita. 572 Actas del Bimilenario de Augusta Emerita, 1976.
Richmond573 defendida por la mayoría de los investigadores hasta la actualidad. Pero parece evidente que una ciudad no es fruto de un único proyecto; la fundación emeritense debió ser el resultado de diversos proyectos, de variados planteamientos que, tal vez, algunos, ni llegaron a iniciarse o sufrieron modificaciones de su concepción original. Proyectos con sus cambios, sus procesos, sus rectificaciones y reformas que conforman el devenir de una ciudad construida, posiblemente, a fuerza de impulsos relacionados con factores de índole político, económico o cultural propios de cada momento. Hoy en día no se puede definir la fundación emeritense como fruto de un proyecto completamente augusteo, reflejo perfecto de la metrópolis. Este hecho no desvirtúa la importancia de la ciudad en ese momento; supone la evidencia de que en la actualidad la “cronología ordenada de los monumentos” propuesta por Richmond no tiene cabida; es más, en el estado actual del conocimiento, no se puede establecer una secuencia diacrónica sobre la construcción de los monumentos con un grado de certeza aceptable (fig. 297). Actualmente observamos cómo ese planteamiento empieza a cambiar. Resulta al menos sorprendente que la inmensa mayoría de los edificios públicos de época romana conservados no parecen guardar nada de su fisonomía original. Edificios emblemáticos como el teatro o el anfiteatro, a pesar 573
Richmond, I. A., 1930, 98-116.
Anejos de AEspA XLII
Fig. 297.
EL CULTO IMPERIAL
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Planta de la ciudad realizada a partir de la documentación arqueológica conservada en el Dpto. de Documentación del Consorcio
de las inscripciones augusteas que decoran sus tribunas574, se nos muestran desde el prisma de una construcción de mediados del s. I, como parece suceder con la construcción de algunos de los acueductos, el llamado forum adiectum y otras estructuras urbanas fechadas en ese momento. Es verdad que algunas otras estructuras se siguen considerando de cronología augustea; con algunos problemas, citaremos el caso del puente romano575, el pórtico post scaenam del teatro576 o el templo de
574 El estudio más reciente de estos epígrafes se debe a Ramírez Sádaba, 2003. 575 Álvarez Martínez, J. M., 1981, con matizaciones de sus conclusiones en Feijoo, S., 1999, 321-337. 576 La tradicional hipótesis que vincula la arquitectura en granito estucada con las primeras construcciones públicas emeritenses es el único argumento para plantear la cronología de este pórtico en época fundacional (15-16 a. C. según la inscripción) aunque debe ser analizada mediante excavaciones para explicar contradicciones cronológicas como que el aula sacra
Diana577. A falta de argumentos arqueológicos, se ha desarrollado una hipótesis cronológica avalada por la inmensa mayoría de los investigadores que sugiere que todo lo realizado en granito revocado con estuco es augusteo, frente a lo marmorizado que es o de época del emperador Claudio o de los flavios578. Probablemente en ocasiones sea así, pero no creemos que sea positivo generalizar de ese modo ante la fragilidad y provisionalidad de estos argumentos. Ahora podemos caer en el error de pensar que ninguna estructura urbanística emeritense es augustea, que todos los edificios deben fecharse a lo largo del s. I d. C, probablemente por intentar bus-
existente en su fachada norte se feche, por el conjunto escultórico documentado en su interior, hacia el 10 d. C. 577 Álvarez, J. M., Nogales, T., 2003. 578 Hipótesis reiterada en numerosas ocasiones por diversos autores; recientemente y de forma explícita en Trillmich, 1996, 175-193.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
car un nuevo modelo explicativo, enmarcar estas obras en un nuevo proyecto imperial que justifique tal necesidad. Sin embargo, como ya hemos indicado, las ciudades son el resultado de diversos procesos, diversos impulsos que crean nuevos urbanismos, transformando los existentes. En este contexto resulta perfectamente compatible la existencia de estructuras proyectadas en una época y realizadas posteriormente, creando la sensación de una ciudad inacabada. Así se explica únicamente la transformación sufrida por esta zona de la ciudad, objeto puntual de estudio cincuenta años después de su fundación y que intentaremos explicar. Como podemos observar en la figura 297, conocemos bien la trama urbana de la ciudad de época romana579; gracias a las excavaciones arqueológicas realizadas diariamente en la ciudad y a la existencia de una unidad en el sistema de registro del yacimiento hemos podido situar con coordenadas y cotas absolutas los restos de vías —intramuros y extramuros— y cloacas, así como los fragmentos de la muralla que definía el pomerium de la ciudad hasta configurar la planta presentada. En ella se observa una trama viaria ortogonal organizada a partir de los ejes principales, el decumanus y el kardo maximus, cuyas características y especificidades son ya conocidas gracias a estudios recientes580. Queremos hacer hincapié, únicamente, en las estructuras que, con seguridad, formarían parte del urbanismo fundacional de Augusta Emerita y que configuraban un paisaje urbano caracterizado por la trama viaria conocida, un recorrido de la cerca muraria similar, puentes, vías, domus, áreas funerarias, un acueducto, Acqua Augusta581. Las insulae estarían ocupadas por seis casas cada una de ellas —a excepción de las pegadas a la muralla con otra organización582—; solamente no estarían ocupadas por viviendas las seis areae centrales situadas en el punto de unión entre el kardo y el decumanus maximus; esas seis areae fueron ya ocupadas desde el inicio por los edificios que configuraban el foro de la Colonia (fig. 298).
579 La trama ya publicada en Mateos, 2001, utilizada posteriormente como planimetría base en la publicación de Memoria, Excavaciones arqueológicas en Mérida. 580 Sobre las características del viario en época romana y su evolución ver, Alba, M 2002, 371-396. 581 Hiernard, J. y Álvarez, J., 1975, 571-574. De los mismos autores 1982, 221-229. 582 Alba, 2004, 71.
Anejos de AEspA XLII
El kardo maximus entraba en la ciudad a través de una puerta situada en el lado Sur de la cerca muraria y atravesaba la ciudad en dirección sur-norte hasta salir por la puerta situada junto al puente que atravesaría el río Barraeca situado al Norte de la ciudad. Este kardo, en su recorrido por la zona intramuros, atravesaría de norte a sur nuestra área objeto de estudio desde el momento de la fundación cuando el espacio estaba ocupado por cuatro areae de viviendas de las que hemos podido documentar restos de estructuras domésticas identificables como muros con fragmentos de pinturas (zonas de excavación 1 y 2) o vestigios de columnas del peristilo de una vivienda (zona 2) (fig. 109). Asimismo, en el transcurso de las excavaciones arqueológicas pudimos documentar los restos del kardo maximus amortizado por la construcción del pórtico en el corte 2 de la zona 2, es decir en el solar donde excavamos la esquina norocidental del pórtico, así como dos tramos de cloacas pertenecientes a dos decumanus maximus localizados, uno en el solar donde apareció el podio del templo (zona 4) y otro en el espacio inmediatamente anterior al arco “de Trajano” (zona 5). Estas evidencias arqueológicas plantean un paisaje urbano para la zona en época augustea similar a la del resto de areae de la ciudad, es decir ocupada por seis viviendas cada una de las cuatro manzanas en la que estaría dividida el espacio objeto de estudio. Resulta evidente que Augusta Emerita, sufre durante época julio-claudia un impulso arquitectónico que afecta a su imagen como ciudad y que se caracteriza por un lado, por la monumentalización de la arquitectura oficial existente y, por otro, por la creación de nuevos conjuntos que, con el paso de los años, configurarán una ciudad, donde los espacios públicos se constituyen como elementos de representación del poder del emperador y su arquitectura, ornamentación y ordenación tiene como único objetivo la “exaltación” de la monarquía y, en ocasiones el propio culto imperial. Monumentalización y representación confluyen en lo que Gros denomina la “arquitectonización” de la ciudad en época romana, ligada a la idea de la representatividad de la ciudad583. En el primer caso, el de las estructuras ya existentes en la ciudad que se monumentalizan en este momento, debemos destacar, entre otros ejemplos, la gran transformación sufrida por el teatro y anfi-
583
Gros, P., 1978.
Anejos de AEspA XLII
Fig. 298.
EL CULTO IMPERIAL
319
Reconstrucción del area documentada en Morería con las casas existentes en el interior (tomada de Alba, 2004, fig. 34)
teatro584 (fig. 299), la documentada en el templo de Diana585 y en el foro de la Colonia586. También podemos incluir en este proceso la monumentalización de vías como el kardo maximus que, al menos en su tramo central, poseería en este momento mayor anchura (9 metros en algunas zonas) que el resto de las vías de la ciudad y estaría delimitado, en esta misma zona, por estructuras y edificios de carácter público —fuentes, templos, pórticos...587—. Al segundo caso debemos vincular, 584 Sobre ambos edificios, Las actas de los congresos monográficos fueron publicadas: El teatro en la Hispania romana. Badajoz, 1982, y El anfiteatro en la Hispania romana. Badajoz, 1994. Para teatro y anfiteatro, Durán Cabello, R., 2003, y más recientemente Durán, 2004, 55-66. Una bibliografía actualizada y un estado de la cuestión de estos tres edificios en Nogales Basarrate, T., 2000. 585 Álvarez-Nogales, 2003. 586 Las características del urbanismo del foro de la Colonia de Augusta Emerita están siendo objeto de análisis en el proyecto de investigación que se lleva a cabo desde el Consorcio de Mérida sobre la que se está preparando una nueva monografía que recogerá el resultado de todas las intervenciones practicadas en la zona. 587 Entre ellas, además de otras en proceso de estudio, podemos citar la fuente monumental que daría fachada al kardo
hasta ahora, la construcción de los acueductos de Los Milagros588, construido junto con la fuente monumental589 (fig. 300) que decoraba, en ese punto, el kardo maximus en la zona Norte, en época julio-claudia, y el de Rabo de Buey-S. Lázaro en época flavia; también la edificación del circo, iniciada en época tiberiana y finalizada con los flavios590, la del llamado forum adiectum, al parecer fechado en época de Nerón591, y la construcción del Conjunto Provincial de Culto Imperial, objeto de nuestro estudio, en plena época tiberiana. A este proceso debemos añadir la más que probable reforma en el trazado de la muralla que incorporaría dentro la zona intramuros al anfiteatro y el teatro,
máximo en la zona norte estudiada por Barrientos, T., 1998, 27-54. 588 Sobre la cronología julio-claudia de este acueducto, Ayerbe, R., 2000, 39-58. Sobre la datación por termoluminiscencia de los acueductos Blasco, C. et alii, 1993, 239-254. También, Durán, R., 1991-92, 45-80. 589 Barrientos, 1998, 27-54. 590 Montalvo, A. Gijón, E y Sánchez Palencia, F. J., 1997, 245-258. Gijón, 2004, 73-126. 591 Trillmich, 1996, op. cit.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 299.
Fig. 300.
Vista general del teatro y anfiteatro
Fuente monumental que hacía fachada con el cardo máximo
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Anejos de AEspA XLII
en un primer momento posiblemente situados fuera de los muros de la ciudad592. LA CONSTRUCCIÓN DEL CONJUNTO MONUMENTAL. CARACTERÍSTICAS Y FISONOMÍA ORIGINAL Dentro de este nuevo planteamiento urbanístico para Augusta Emerita, los promotores de la creación del conjunto monumental buscarían el lugar idóneo para su localización. Es seguro que no elegirían un espacio público ya en uso para, tras reformarlo, configurar un nuevo complejo. En plena época tiberiana, fecha de construcción del conjunto, estos espacios eran lo suficientemente recientes aún como para haber perdido vigencia en sus funciones. El foro de la colonia estaría probablemente aún casi sin finalizar pero con sus funciones religiosas, sociales, jurídicas y políticas en pleno desarrollo. El llamado templo de Diana, que presidiría el foro desde su peribolos sobreelevado en relación con la plaza, ejercería sus funciones como foco religioso y lugar de reuniones y celebraciones, en un momento en que su culto estaría muy probablemente ligado a la divinidad de Roma, aunque no podemos desechar de forma definitiva otras advocaciones593. Los promotores del complejo buscaron, por tanto, un lugar nuevo donde construir el conjunto, relativamente alejado del lugar donde se situaba el foro de la Colonia pero en un lugar preponderante dentro de la trama urbana. El lugar elegido fue el punto topográficamente más elevado —para garantizar la mayor visibilidad posible— y céntrico de la colonia haciéndolo coincidir con el trazado del cardo máximo en su lado norte. De la importancia que le dieron a esa ubicación habla la cantidad de condicionantes que tuvieron que resolver: — El conjunto ocuparía la superficie que previamente era utilizada por cuatro insulae donde existirían 24 viviendas que tuvieron que ser adquiridas y destruidas previamente a la construcción del conjunto (fig. 102). — El complejo amortizó el recorrido de la vía principal de la ciudad, el cardo máximo, que dejó de ser utilizado en este punto tras su amortización y la 592 Sobre la primera situación extramuros de estos edificios, Bendala, M y Durán, R. 1994, 247 y ss. Mateos, P. y Márquez, J. 1999, 301-320. 593 Álvarez-Nogales, 2003, 285 en su monografía anulan su posible adscripción como Capitolio en función de la planta del edificio y ante la ausencia de testimonios claros de culto capitolino en Augusta Emerita.
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321
construcción de una plaza en el interior del complejo. Este hecho es observable en las excavaciones practicadas en la zona donde se pueden contemplar los restos del cardo máximo, 2,10 m por debajo y cubierto por lo rellenos constructivos del pórtico que cerraba el conjunto en el lado norte594 (fig. 301). — La amortización del cardo debe considerarse transcendental por diversos motivos: de un lado coincide en fecha probablemente con la monumentalización documentada en algunos tramos situados en su recorrido central —recordemos la construcción a mediados del s. I d. C. de la fuente monumental que daba fachada al cardo máximo en el norte de la ciudad595, la documentada en la C/ Dávalos en pleno foro de la Colonia596 además de otros restos monumentales asociados a esta vía—. Bien es verdad que en las excavaciones practicadas en la zona vinculada con el foro de la colonia estamos observando una disminución en la anchura de las vías de esta zona coincidiendo con la construcción de estos espacios públicos597. De otro lado, su amortización y construcción del complejo, complica la circulación rodada y la peatonal por esta área de la ciudad, provocando un desvío sistemático de carros y caballería —en ocasiones también de personas— que quieren trasladarse a través del cardo máximo a la zona norte de la ciudad, ya que el conjunto sería intransitable para vehículos, además de carecer de puertas de acceso en el extremo norte, como luego veremos (fig. 302). Tras la adquisición de las viviendas se produjo su derribo que se realizó de manera sistemática —total en algunos lugares y parcial en otros— a juzgar por los diversos resultados observados en las zonas excavadas que ocupaban una gran extensión. Probablemente la destrucción de las casas fue total en los puntos coincidentes con la ubicación de los brazos del pórtico —es decir en los extremos que delimitaban el conjunto en los lados norte, este y oeste— y en los que no conservamos ni un solo resto de estas estructuras anteriores a la construcción del conjunto. 594 La documentación al completo en este mismo volumen en el capítulo destinado al informe de las excavaciones desarrolladas en ese solar. 595 Barrientos, 1998, 27-54. 596 La excavación arqueológica fue realizada por R. Ayerbe, arqueóloga del Consorcio, a quien debo el adelanto de los datos que serán publicados en la monografía anteriormente aludida. 597 Se trata de un fragmento de la vía documentada en el pórtico del foro en la C/ S. José que está cortada por la construcción de la esquina del pórtico del foro, entre otros ejemplos, aún inéditos.
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Fig. 301.
Fig. 302.
Anejos de AEspA XLII
Restos del cardo máximo amortizado durante la construcción del complejo
Detalle de los escalones de subida a la plaza desde el llamado arco de Trajano
Los pocos fragmentos de estructuras domésticas localizadas en el área y que pertenecían a la fase de ocupación anterior a la construcción del
conjunto se han documentado en la zona que coincidiría con la plaza central del conjunto, bajo la que hemos hallado estructuras murarias y restos de co-
Anejos de AEspA XLII
Fig. 303.
Fuste de columna probablemente perteneciente al peristilo de una casa
lumnas de un peristilo (fig. 303), así como fragmentos de un tramo de cloaca que circulaba bajo un decumanus en el centro del complejo. Debemos pensar, por tanto, en la destrucción masiva de las viviendas que se haría total en la zona del pórtico donde llegaron a la roca natural dejando un espacio libre además para desarrollar todos los trabajos complementarios a la construcción en el mismo lugar. Además, sabemos que en la plaza también se rebajó el terreno hasta la roca, aunque manteniendo algunas estructuras domésticas que no entorpecían el desarrollo de los trabajos, lo que facilitaría lógicamente el apilamiento de los materiales y el desarrollo de las cuadrillas de operarios que realizaban los distintos trabajos dentro de la construcción del complejo: albañiles, herreros, canteros, marmolistas, y un largo etcétera, que desarrollaban su labor directamente en el sitio. La plaza aumentó su cota de altura con respecto a la ocupación previa, constituyéndose como una plataforma sobreelevada con respecto al resto de la ciudad. Este hecho resulta fundamental a la hora de concebir este espacio como un lugar de representación; como un escenario que sobrevuela todo el urbanismo circundante. Para conseguir esta sobreele-
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323
vación se realizan, desde la roca, cimentaciones de aproximadamente 2 m de profundidad, por debajo del nivel de alzado de los muros y del nivel de pavimentación del pórtico y la plaza. En su construcción se observan los huecos de mechinales para la colocación de andamios que confirman el proceso de construcción de los muros del pórtico, tanto los de cierre exterior —de aproximadamente 1 m de anchura— como los de la bancada interior de 2,35 m de anchura que albergaría la columnata de fachada a la plaza y el cimiento que soportaba el canal monumental de 60 cm de ancho, acabado en mármol, que rodearía la plaza y recogería el agua de lluvia de las cubiertas del pórtico. Para asegurar aún más la estática de ambas cimentaciones, la del muro de cierre y la de la columnata a la plaza, el espacio existente entre ellas se rellenó con aportes de tierras que en tongadas de diverso grosor van siendo echadas y compactadas. A mitad de cimentación colocan una lechada horizontal de cal (de un grosor que oscilaría entre los 10 y los 20 cm) que sirve también como base de operaciones de los trabajadores de la obra antes mencionados que desarrollan su labor directamente en el sitio, a juzgar por la aparición de restos de obra, esquirlas de mármol y restos de hierro documentados sobre estas superficies (fig. 98). A partir de esta cama de cal continúan colmatando con los rellenos constructivos hasta llegar a la altura de nivelación deseada para colocar el pavimento del pórtico. Afortunadamente, estos rellenos, que constituyen verdaderos estratos cerrados y relacionados directamente con la época de construcción del monumento, contenían abundante presencia de estucos, pinturas y enfoscado diferentes, así como numeroso material cerámico que fechan la formación del contexto relacionado con la amortización de las viviendas y con la posterior construcción del conjunto, en época tiberiana avanzada, en torno, según el estudio de X. Aquilué y R. Dehesa, al año 30. A partir de ahí se realiza el alzado del edificio con su fachada marmorizada, como indican la aparición de varias grapas de hierro para el plaqueteado de mármol de sus paredes. También documentamos las improntas marmóreas en la base del canal que recorrería toda la plaza, paralelo al pórtico, que estaría cerrado al exterior y abierto con columnas hacia la plaza, separadas entre si 2,70 m. Las dimensiones de sus cimientos (2,35 m la cimentación corrida de las columnas) hacen viable y bastante probable la existencia de una segunda planta en el pórtico. También sabemos que el edificio poseería, al menos en su lado norte, contrafuer-
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Fig. 304.
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Anejos de AEspA XLII
Detalle del muro con los restos de contrafuertes en ocasiones repicados en el adosamiento de casas contemporáneas
tes exteriores coincidiendo con la colocación de las columnas en la cimentación interior (fig. 304). La existencia de estos contrafuertes en el exterior de un edificio de cierre de una plataforma sobreelevada con respecto al urbanismo de la zona plantea, por un lado, que muy probablemente el conjunto estaría exento, es decir que no formaría parte de otra supraestructura; además da la impresión de que hacia el norte, el conjunto no limitaría con un espacio cerrado, sino con una zona exterior de la que desconocemos sus características. Desde el cierre norte del conjunto hasta el decumanus más cercano existe una distancia de 10 m suficiente para albergar algún tipo de estructura ya sea relacionada con el conjunto o con la propia vía. Probablemente de ese mismo decumanus arrancaría, de nuevo, el recorrido del cardo máximo en su lado norte, tras interrumpir su trazado en el arco “de Trajano” y ser amortizado por la construcción del conjunto. El edificio se cierra al exterior con un ancho muro del que solo conocemos su cara interna al coincidir con la medianera del solar y parte de su cara exterior en la propia medianera del lado Norte. Los lados documentados conforman un ángulo
recto perfecto con una salvedad: la esquina se abre hacia fuera con una estancia que sobresale de la línea de fachada del lado occidental (figs. 305 y 310). Este sugerente espacio se planteó cerrado, sin aperturas al exterior y coetáneo con el resto del edificio; parece lógico pensar que, por simetría, podría existir una estancia similar en la esquina nororiental del pórtico aunque no poseemos ninguna prueba de su existencia o de la de otras dependencias que sobresalieran de la fachada exterior del pórtico (fig. 310). Tampoco podemos conocer su función aunque, dada su privilegiada situación en el ángulo del conjunto monumental, estamos tentados en relacionar estas estancias con aediculae relacionados con la función religiosa del complejo. Casualmente, y sin relación estratigráfica con este espacio, durante las excavaciones practicadas en el solar y donde se localiza la estancia noroccidental, apareció una cabeza femenina absolutamente desfigurada que no hemos podido analizar por su deteriorado estado de conservación (fig. 306), así como un fragmento de inscripción, analizado por Stylow en este mismo volumen. Se trata de una inscripción votiva, dedicada —como mínimo— a dos divinidades: La primera
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EL CULTO IMPERIAL
Fig. 305.
Fig. 306.
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Detalle de la estancia localizada en el ángulo noroccidental del conjunto
Retrato femenino sin identificar
es una diosa, dea, cuyo nombre se ha perdido. Según Stylow, de lo que no se puede dudar es del carácter religioso del epígrafe, que se grabó en una placa con la que estaría revestido un soporte imposible de definir. Seguramente no formaría parte de un monumento exento; más bien da la impresión, como otras placas que analiza, de haber estado en un sitio cerrado, por ejemplo, señala el autor muy sugerentemente, en una edícula o una dependencia del gran templo. Tanto la paleografía como el dedicante, le lleva a fechar el epígrafe a lo largo del s. III. Para confirmar la existencia de una nueva estancia o de una puerta en un punto estratégico, decidimos realizar una intervención arqueológica coincidiendo con el punto central del muro norte del cierre del complejo, a eje con el centro del templo y del “arco de Trajano”. El resultado fue la aparición del cardo máximo amortizado por los rellenos constructivos del pórtico y la continuación del muro de cierre, aunque en este caso con un ensanchamiento hacia el interior que sugiere la existencia de alguna estructura —podio, banco corrido, hornacinas que hacen necesario un reforzamiento del muro en esa zona— sin que podamos definir más su funcionalidad. El pórtico se constituía en inicio en una sola nave de 9 m de ancho, distancia entre el muro de
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
cierre y las cimentación corrida de una columnata, de la que se conservan los asientos de los pilares cada 2,70 m, que conformaría la fachada del edificio hacia la plaza. No debemos obviar, sin embargo, un problema interpretativo que nos encontramos en las excavaciones realizadas en este espacio. En la mayor parte de la zona porticada excavada hemos documentado la cimentación de un murete de pequeñas dimensiones. Como indicamos en el informe de la excavación, la longitud conservada es de aproximadamente 2 m y la altura máxima que se conoce es de 20 cm. El ancho es de 52 cm. Resulta difícil concretar si se trata de una compartimentación presente en toda la longitud de la nave o si se trata de una obra puntual que afecta a esta esquina, ya que la continua ocupación del solar impide afirmar la prolongación de su trazado (figs. 84 y 88). Parece claro su pertenencia al primer momento de la construcción, ya que las cimentaciones aparecieron unidas a fragmentos y esquirlas de mármol que se utilizarían durante la ejecución de la obra. Por otro lado, los rellenos constructivos se adosan a las cimentaciones lo que confirma su coetaneidad con la construcción del conjunto. La escasa calidad y consistencia de su construcción nos obliga a desechar su uso como cimentación de una columnata de separación en dos naves del pórtico. Más bien estaría relacionada con algún tipo de compartimentación, si realmente se vincula con un espacio puntual relacionado con la estancia documentada en el ángulo, o con un escalón que sirviera de sobre elevación del lado interno de la nave para resaltar la ornamentación existente o cualquier otra funcionalidad que actualmente desconocemos. Otro de los aspectos difíciles de definir con claridad en lo referente al pórtico son las características concretas de su fisonomía original; sabemos que el edificio estaría marmorizado, al menos en sus partes más visibles como lo demuestran la aparición de fragmentos de fustes, basas y restos de cornisas que confirman que toda su decoración arquitectónica sería de mármol. Tanto el canal circundante de la plaza como la pavimentación del pórtico también debieron ser del mismo material, a juzgar por las improntas que nos han llegado tanto del canal como de la preparación de la pavimentación de algún tramo del pórtico (fig. 307). Además, el hecho de que la plaza, de la que ahora definiremos algunas de sus características, estuviera pavimentada con placas marmóreas, da mayor fuerza a esta hipótesis. En cuanto al orden del pórtico, los escasos fragmentos encontrados nos hablan de un orden corintio con fustes de
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mármol gris azulado —en contraposición con los fragmentos blancos de basas y capiteles—, basas circulares y simples y capiteles cuyos acantos parecen intuirse en los pequeños fragmentos documentados. El fragmento de fuste hallado presenta un diámetro de 45 cm aunque no podemos asegurar si pertenecería al piso inferior o al superior, o a cualquier otra estancia del conjunto (fig. 308). Aún debemos plantear dos nuevas dudas que la arqueología no ha podido resolver en lo que se refiere a las características generales del pórtico. Una de ellas es la existencia o no de puertas laterales de acceso al complejo. La propia concepción del conjunto como santuario urbano de culto imperial nos lleva a plantear la ausencia de otros accesos que no sea la puerta de entrada al complejo. Este tipo de espacios, citaremos por conocidos el santuario de culto imperial del Cigognier598, en Avenches, el santuario del Verbe Incorné en Lugdunum599, el foro provincial de Tarraco600 o, incluso los propios foros imperiales601, poseen una única puerta de acceso que, probablemente permanecería cerrada habitualmente al público (fig. 309). A razones de carácter religioso debemos añadir las de seguridad ya que sabemos de la existencia en el interior del complejo de, al menos, una estatua de plata que pesaba 50 libras602, o sea, 16,373 kg, junto a la que pudimos imaginar otras ofrendas de valor. Frente a estos argumentos de peso debemos reseñar la situación de los restos hallados en el bar “la Tahona” que interpretamos en un primer momento como puerta lateral al situarlo en el plano general de la zona (fig. 32) aunque podría también interpretarse como un contrafuerte. Esta estructura se encuentra en eje con la bóveda de sillares de granito localizada fuera del conjunto en su lado este, en perpendicular al templo y coincidiendo con el mismo centro del conjunto monumental (fig. 35); si ponemos en relación la bóveda, con el conjunto, deberíamos admitir la existencia de una puerta lateral a la que acceder desde la propia bóveda y, por tanto en eje con la otra puerta situada en el lado occidental. Debemos añadir, por último, que estos accesos laterales no coinciden con ninguna de las vías urbanas de los alrededores. El otro aspecto formal por determinar es la existencia o no de pórtico en el lado Sur. No poseemos 598 Fishwick, 2002, III, 1 y 2., Lám. CI. Antes y concretamente, Etienne, R., 1985, 5-26 y Bridel, PH., 1982, II. 599 Fishwick, 2002, II, 1, 559 600 Ruiz de Arbulo, 1999, 31-61. 601 Ungaro, L.; Milella, M., 1995,. 602 Este dato aparece en un epígrafe estudiado por Stylow en este mismo volumen
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Fig. 307.
Fig. 308.
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Canal del pórtico con las improntas del placado de mármol
Restos de decoración arquitectónica hallados en el transcurso de la excavación (n.os 12, 13, 21, 34, 56, 61, 62 y 112)
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Fig. 309.
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Santuario de culto imperial del Cigognier (según A. Olivier)
datos arqueológicos para poder decantarnos por ninguna de las dos opciones y reconocemos nuestras dudas, e incluso nuestros debates internos en el seno del equipo de investigación al respecto. Es cierto que la coincidencia de la anchura del vano central del la puerta con la del cardo máximo plantearía una entrada directa a la plaza desde este hueco y al pórtico desde los laterales de la vía, lo que iría a favor de la existencia de pórtico en el lado sur; sin embargo, de ser así, estos pórticos deberían cortarse justo antes del vano central que, como sabemos, no comunicaba con el pórtico sino con la plaza. De no
existir la estructura en este lado, los tres vanos comunicarían directamente con la plaza. Una vez conocidas la características generales del pórtico de delimitación del complejo, que era la única estructura no analizada hasta ahora en capítulos anteriores —el arco y el templo poseen estudios puntuales en esta misma monografía— podemos reconocer la fisonomía original de este Conjunto de Culto Imperial en la planta reconstruida que presentamos. Nos encontramos, por tanto, ante un conjunto monumental (fig. 310) delimitado por un pórtico
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Fig. 310.
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Planta reconstruida del Conjunto Provincial de Culto Imperial de Augusta Emerita.
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en, al menos tres de sus lados —norte, este y oeste— aunque no podemos desechar que también existiera en el lado sur, donde en su punto central se construye una puerta de triple acceso, de un total de 18 m de ancho aproximadamente, la central de 9 m (8,81 m), doble que las laterales. La puerta presenta una planta rectangular con dos vanos laterales internos y se adscribe, por tanto, a los arcos con apertura central y accesos laterales secundarios (fig. 311). Desde un punto de vista técnico, es una construcción resultante de la unión de dos arcos. Las dos estructuras se sitúan a una distancia de 5,70 m, y se unen a una bóveda realizada con elementos graníticos en forma de paralelepípedo de 3,20 m. La altura máxima conservada es de 12,80 m. De la construcción original se conserva solamente la parte que formaba la estructura portante de otra serie de elementos arquitectónicos y decorativos perdidos, que, en su totalidad, constituían el verdadero arcus, atribuyendo a la conformación antigua una fisonomía diferente. Tras la reciente excavación arqueológica presenta una nueva visión de los restos que hace que hoy podamos observar el arco en toda su monumentalidad, así como
Fig. 311.
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las características fundamentales de su inserción urbanística como acceso al Conjunto monumental: También hemos confirmado la amortización en este punto del cardo máximo y un decumanus durante la construcción del conjunto. La zona externa al arco presenta un espacio precedente realizado con sillares de granito cuyas dimensiones reales no podemos establecer a causa de la limitación del área explorada.. Desde el punto de vista funcional general, el arco es una construcción formada por una estructura central con una gran apertura. Al fornix central se asocian, simétricamente, dos accesos laterales secundarios, uno en el lado este, y un segundo al oeste, situado aproximadamente en la zona de la actual entrada a la vivienda adosada al monumento. El estudio del arco, presente en este mismo volumen, ya analiza los argumentos para desechar su funcionalidad como arco de triunfo y confirma su uso como puerta de acceso del conjunto; aun así sorprende sus desproporcionadas dimensiones, sobre todo la excesiva anchura de su vano central que no puede interpretarse más que como un deseo de los promotores del proyecto de que la estructura funcionara como marco de un escenario protagoni-
Reconstrucción ideal del volumen de la puerta de acceso al conjunto, el llamado “arco de Trajano”
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zado por el templo situado a eje. Todo el recorrido del cardo máximo, al menos desde su cruce con el decumanus maximus, se convertiría para el paseante en un paisaje en el que se representaría en el horizonte el templo enmarcado por un hueco hecho con ese único objetivo: potenciar la grandiosidad del edificio sacro. En esta relación existente entre el ancho total del cardo máximo y el de puerta de acceso al conjunto —ambos miden 9 m— debe estar la respuesta a las grandes dimensiones de cada una de estas estructuras. Como sabemos, el ancho de todas las vías de Augusta Emerita, tanto las intramuros como las situadas fuera de la muralla, es de 5 ó 6 m aproximadamente. Todas las situadas en el interior del recinto murado poseen pórticos a ambos lados —no así las exteriores que, las documentadas hasta la fecha, solo lo poseen en un solo lado— a excepción del cardo máximo que une las dimensiones de las vías y de los pórticos de los margine para configurar una gran vía monumental de 9 m flanqueada en su parte central por estructuras públicas como ya hemos indicado. Falta por confirmar si esta gran anchura responde a su fisonomía original o a una ampliación posterior. Dado que la construcción de la puerta de acceso, de 9 m de ancho, se realiza coincidiendo con el recorrido del cardo máximo debemos pensar que ambas medidas deben estar relacionadas aunque desconocemos cual de ellas influyó en la otra; es decir, no sabemos aún si la gran anchura del cardo obligó a realizar el arco con 9 m de luz o si esta medida provocó la ampliación de la vía. Con respecto a su cronología, ya hemos señalado que el conjunto presenta una unidad constructiva fechada en época tiberiana. Es verdad que el aspecto formal de la estructura hizo plantear a algunos autores su cronología augustea603. Además, la datación en la fase fundacional de la ciudad, se basaba en la equivalencia granito=arcaico, considerando las técnicas constructivas que utilizan este material de extracción local como indicio de fecha temprana604. Si se considera simplemente el aspecto formal de la estructura en el ámbito de las cronologías tradicionales atribuidas a los arcos o, más exactamente, a la parte del fornix, podríamos considerar el edificio no solamente de época au603
De la Barrera, 2000, 173. Trillmich, 1996, 175, “El arco de Trajano, por sus características técnicas, construcción de granito posteriormente marmorizada, evidentemente formaba parte del proyecto fundacional de la colonia. La zona del foro de la calle Alvarado-Holguín pertenece al trazado urbanístico del momento de la fundación”. 604
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Fig. 312.
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Estructura de granito realizada tras la amortización del cardo máximo
gustea, sino probablemente de época anterior pero los argumentos arqueológicos expuestos señalan una construcción posterior, concretamente en época tiberiana. No se trata, por tanto, de una marmorización posterior de una construcción existente, sino de un núcleo granítico placado de mármol en el momento de su ejecución. Ya hemos indicado que la construcción de la puerta —y de todo el complejo monumental— supuso la amortización del cardo máximo en este trayecto, aunque no su destrucción (fig. 312). En este sentido ha existido siempre una contradicción entre los argumentos expuestos por los viajeros y eruditos locales del s. XIX y la interpretación arqueológica fundamentada en un seguimiento de una zanja donde, De la Barrera, vio un acceso con pavimentación marmórea. Frente, por ejemplo, a Villena que dibuja y confirma la existencia del cardo máximo a los pies del arco605, De la Barrera señala su interrupción a la altura del arco. El error viene del 605
Guillén Tato, 1935, T. 3, lám. I, 1.
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Fig. 313.
Vista del acceso al conjunto con la pavimentación marmórea en el arranque del arco
plano de cloacas realizado por Galván y publicado por Macías606. La observación de De la Barrera in-
dicando que el cardo no continuaba, resulta lógico porque no conocía la cronología del arco, así como la existencia de una reforma que amortizaba el cardo. En efecto, el cardo se interrumpe en ese punto, pero porque fue amortizado por la construcción del conjunto (fig. 313). Desde el vano central se accede al nivel de la plaza a través de una serie de 6 escalones que salvan el desnivel existente entre la zona exterior del conjunto y la plaza tras su sobreelevación. De estas escaleras hemos documentado dos peldaños de los seis posibles, coetáneos con la obra de las jambas del arco y la huella del nivel de uso de la estructura de delimitación de la escalera que plantea una separación entre el acceso a la plaza del vano central y el lateral. Como hemos dicho, esos peldaños ya los vio De la Barrera aunque a falta de planimetría y cotas absolutas pensó que sería una gran escalinata607 que llegaba hasta las mismas puertas del templo, cuando realmente se trataba de seis escalones que salvaban la diferencia de cota existente entre el urbanismo exterior del complejo y la plaza sobreelevada. Mientras que la cota de pavimentación del arco es de 224,72 m, la de la plaza es de 226,22. Estos 6 escalones —de 25 cm de altura cada uno— salvan una diferencia de 1,50 m aproximadamente entre ambos espacios (fig. 314). La plaza estaría marmorizada. Conocemos parte de su pavimentación gracias, no solo a los peldaños forrados con mármol, sino a las placas aparecidas en las excavaciones realizadas en la zona del templo. Se trata de losas marmóreas de dimensiones simila-
226.26 224.70
223.98 0
10 mts.
Fig. 314.
606
Sección longitudinal del conjunto monumental desde la puerta de acceso hasta el muro Norte
Macías, M., 1913, Mérida monumental y artística.
Anejos de AEspA XLII
607
De la Barrera, 2000, 172.
Anejos de AEspA XLII
EL CULTO IMPERIAL
res —132 por 87 cm— con un espesor medio de 5 cm. Las losas, de color ocre amarillento con finas vetas rosadas, se apoyan sobre una lechada de opus signinum donde, en ocasiones hemos documentado las improntas de su expolio. Otro elemento a destacar es la relación entre plaza y pórtico. Si tenemos en cuenta las cotas de altura de la pavimentación de la plaza —226,25 de media— y las de la pavimentación existente en la columnata del pórtico —227 m aproximadamente ya que en el sillar donde se colocaría la basa de columna es de 226,95 y habría que añadir los 5 cm de la pavimentación marmórea del pórtico— debemos de señalar una diferencia de cota de 75 cm entre ambas estructuras. Teniendo en cuenta que, además, entre el pórtico y la plaza hemos documentado un canal de 60 cm de anchura, parece lógico pensar que los accesos de la plaza al pórtico serían localizados y se realizarían cubriendo en esos puntos el canal con una pequeña escalera de tres peldaños —25 cm por peldaño al igual que los hallados en la escalera de acceso al conjunto608—. Desconocemos las estructuras y material ornamental existente tanto en la plaza como en el interior de los pórticos, pero sin duda, el templo era el protagonista indiscutible del conjunto. Su localización, presidiendo la plaza, a eje con la puerta de acceso y con los hipotéticos accesos laterales, le sitúan en el centro de la vida del conjunto609. Su podio arrancaría desde la propia pavimentación —reforzada posiblemente en su interior con una plataforma de sillares de granito— aunque, es proba-
333
ble que existiera un pequeño specus entre la plaza y el templo. En la excavación arqueológica practicada en el solar del templo hallamos una impronta de signinum que corría en paralelo al podio y transversalmente al resto de las placas de pavimentación de la plaza (fig. 315). Esta impronta sólo puede interpretarse como los restos de un specus que rodearía el edificio o, como una placa de mármol de menores dimensiones que las de la plaza que definiera la unión entre la pavimentación y el templo. Ya hemos analizado las características fundamentales del templo tanto en este mismo volumen como en otro estudio reciente610 y, por tanto no vamos a incidir en los argumentos expuestos para concebir su fisonomía original tal y como se plantea en la reconstrucción hipotética que presentamos. Sin embargo, y en relación con el conjunto, creemos necesario señalar, al menos, los indicios que poseemos sobre su fisonomía, ornamentación y funcionalidad. El podio, cuyas características son analizadas en el capítulo dedicado al estudio del templo, arranca con una hilada de sillares que sobresalía de la fachada y en la que se encastraría una primera moldura coincidiendo con el nacimiento del alzado del edificio. En cuanto al alzado del templo, parece claro que los límites laterales de la cella se cerrarían mediante un muro corrido como lo confirma la línea recta en la que finaliza en esa zona el núcleo de opus caementicium al unirse con el triple forro de sillares (fig. 316). Por el contrario, en el pronaos, el núcleo de hormigón ofrece una serie de entrantes y salientes al encontrarse con los sillares que definen, a la OPUS CAEMENTICIUM RELLENOS CONSTRUCTIVOS GRANITO DIORITAS DEL CARDO MÁXIMO MÁRMOL
226.26
226.95
227.64 224.62
608 Esta diferencia de cota entre la pavimentación de la plaza y la del interior del pórtico es reseñable también en el foro de la Colonia, según se observa en las excavaciones de la C/ Dávalos realizadas por R. Ayerbe y a la que debo esta noticia. 609 De la Barrera planteaba el cierre del conjunto bastantes
metros más al norte y equivocó el posible esquema del conjunto, ante la falta de planimetrías fiables, sugieriendo en la p. 173 que “el templo preside la plaza pero esta se sitúa a las espaldas, en esquema semejante al de Arlés”. 610 Mateos, 2004, 129-148.
334
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 315.
Fig. 316.
Anejos de AEspA XLII
Impronta de opus signinum existente entre la plaza y el podio, a la izquierda de la imagen
Zona del podio correspondiente a la cella del templo que cerraría con un muro corrido
Anejos de AEspA XLII
EL CULTO IMPERIAL
perfección, la ubicación de los asientos de las columnas que caracterizarían el lateral y el frente en alzado del edificio. Como puede apreciarse en la reconstrucción de su planta, se trataría de un templo hexástilo, con columnas rodeando el pronaos, mientras que la cella es cerrada mediante un muro corrido (fig. 244). El pronaos avanza hacia el Sur en los extremos del edificio por la existencia de dos antas de aproximadamente 2,50 m metros de anchura y tres de longitud que enmarcan una escalera que avanza una vez finalizados los antas. Aunque desconocemos las características de su alzado sabemos que todo el edificio estaría marmorizado; dadas sus afinidades con el templo de la Concordia de Roma probablemente conservaría elementos comunes. Así, es posible que contara en su fachada con una puerta central y ventanas laterales (fig. 317). Ya he señalado en el capítulo dedicado al templo que, atendiendo a este criterio y a las características arquitectónicas y funcionales del templo de la Concordia de Roma podríamos plantear la po-
Fig. 317.
335
sibilidad de que su interior podría acoger estatuas de las que conocemos en alguna ocasión sus pedestales —dedicados, por ejemplo, a la Concordia Augusti o al divus augustus— así como otras vinculadas, por ejemplo, con las distintas virtudes imperiales, que se expusieran en el interior de la cella del templo, sobre sus pedestales, rodeando el muro de cierre en sus lados norte, este y oeste, inscritas en nichos. Otro espacio ornamental muy atractivo y que citamos aquí por su relación directa con la propia visión monumental de la plaza es el que formarían los salientes que existirían en los ángulos delanteros de la cella y que hemos documentado en su lado oriental. El saliente situado en el ángulo suroriental de la cella poseería unas dimensiones aproximadas de 30 m cuadrados con una longitud aproximada de 6 m en dirección norte-sur y de 5 m en dirección este-oeste. La funcionalidad de este espacio se encuentra fuera de toda duda. Se trata de dos plataformas que sobresalían del alzado del templo en ambos lados y que soportaría un ele-
Situación ideal del templo de la Concordia en el foro de Roma.
336
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 318.
Anejos de AEspA XLII
Vista de la piscina documentada en 1986 en el interior del Parador de Turismo
mento ornamental lo suficientemente importante para que sea contemplado desde todos los puntos del conjunto monumental y, también, en todo el trayecto del cardo máximo en su aproximación al complejo. Sus grandes dimensiones sugieren la colocación de un grupo escultórico vinculado con la advocación del templo o con la funcionalidad del conjunto monumental.
ARQUITECTURA PÚBLICA EN LOS ALREDEDORES Éstos son los datos con los que contamos para definir las características generales del conjunto monumental objeto de estudio; un conjunto situado en una zona identificada, como sabemos desde hace muchos años como el lugar donde ubicar el foro provincial. ¿qué otras estructuras conocemos en los alrededores que puedan relacionarse con arquitectura pública? No conocemos ni una sola estructura urbana en la zona que pueda vincularse con aspectos administrativos, políticos o económicos, ni dentro ni en los alrededores del Conjunto. Las únicas estructuras documentadas en esta zona, que ha sido objeto de numerosas intervenciones, es una piscina ovalada aparecida en el parador de Tu-
rismo611 y una bóveda situada transversalmente al conjunto cuya técnica constructiva, como ya hemos señalado, guarda grandes similitudes con la del arco de Trajano y el templo lo que podría relacionarla con el mismo proyecto arquitectónico a falta de confirmación. La estructura ovalada fue hallada, como se indica en el capítulo historiográfico, en el año 1986 durante las obras de acondicionamiento del Parador de Turismo, donde se pudo documentar “una gran piscina de opus signinum, de planta ovalada, apoyada en un fuerte muro de mampostería”612. La falta de documentación sobre el hallazgo no permite conocer su vinculación a algún edificio o complejo determinado, incluso impide su adscripción a la arquitectura pública o privada (fig. 318). La estructura abovedada a la que antes aludíamos es una construcción en bóveda de cañón de la que se conservan los restos en dos edificaciones contemporáneas distintas (fig. 320). En una de ellas tan solo se conserva la bóveda al completo; en 611 Amplia información sobre el hallazgo en el capítulo historiográfico en este mismo volumen. 612 N.º de Registro en el Departamento de Documentación: 50.
Anejos de AEspA XLII
la segunda se aprecia parte del alzado de uno de sus muros y el arranque de la bóveda. Dado que se conserva únicamente los restos por encima del nivel de la calle no podemos conocer su altura total, aunque sí su luz, que alcanza los 4,35 m que, como ya señala Pizzo en el capítulo sobre las técnicas constructivas supone aproximadamente la mitad de la luz total del llamado “arco de Trajano”. Además su técnica constructiva y su fábrica, son similares a las del arco y del templo, vinculando su construcción con el mismo proyecto arquitectónico que el del conjunto monumental. Cuando aludíamos a las características del pórtico ya señalábamos la posibilidad de que esta bóveda tuviera relación con un posible acceso lateral al conjunto; aunque desconocemos si existe relación física entre ambas estructuras, no podemos negar que su situación en el punto central del lado oriental a eje con el final del templo y con la estructura hallada en el bar la Tahona (fig. 32), son argumentos suficientes para, al menos plantear esta vinculación. Aun así resulta difícil definir su funcionalidad o su estructura original. Debemos desechar su utilización como cisterna, dada su gran longitud y la ausencia de paralelos constructivos con ninguna de las muchas cisternas conocidas en la ciudad. Al no coincidir su recorrido con el de ninguna de las vías de la trama urbana en esa zona no puede plantearse ningún tipo de acceso monumental; parece por tanto más probable que se trate de una subestructura que formara parte de un edificio de grandes dimensiones aunque no existen datos para poder concretar más. Otro de los edificios que ha despertado el interés de un buen número de investigadores es la llamada “basílica de Laborde”; las numerosas interpretaciones realizadas sobre la planta dibujada y reconstruida por el pintor francés han sido suficientemente analizadas en el estudio historiográfico. El edificio se ha vinculado desde los años setenta con alguna función pública relacionada con el foro provincial —se ha interpretado incluso por Fishwick613 como la sede del Concilium Provinciae— aunque no conocíamos ni los restos ni la realidad de la planta. Recientemente se han realizado excavaciones arqueológicas en la zona donde Laborde sitúa el edificio en su plano de la ciudad —entre la C/ Calvario y la actual C/ Almendralejo—, y han sido identificados, creemos, los restos vistos por él en el s. XIX614. Los restos, aunque par613 614
Fishwick, 1995, 169-186. Ayerbe, R., 2005, 89-120. Posteriormente analizare-
EL CULTO IMPERIAL
337
ciales, responden a la planta hallada y dibujada por el viajero francés de la que se ha podido documentar los restos de una escalera de acceso directo desde el cardo máximo a un podio del que se conserva su alzado meridional (fig. 319). La fecha de construcción del edificio se sitúa, en torno al s. III, tras amortizar las estructuras que componían una vivienda anterior. Este dato estratigráfico es fundamental pues anularía el uso público de ese edificio en época altoimperial. No conocemos más estructuras en la zona que pudieran asociarse a arquitectura pública, salvo noticias antiguas de aparición de fragmentos de muros de grandes dimensiones que se recogen en el departamento de Documentación del Consorcio sin más detalle. A la vista de estos datos no podemos relacionar más edificios en este área con el conjunto monumental objeto de estudio que la construcción de la que formara parte la estructura abovedada de granito. EL CONJUNTO MONUMENTAL DE CULTO IMPERIAL Como observamos en la reconstrucción esquemática de la planta que presentamos, el llamado arco “de Trajano” daba acceso a una plaza porticada en cuyo centro se sitúa el templo (fig. 310). La construcción de esta plaza y de los edificios existentes en su interior, supuso la amortización de cuatro manzanas de casas en la zona y de parte del recorrido del kardo maximus, así como labores de aterrazamiento para la construcción de la nueva plaza y el consiguiente aumento de la cota de altura de los niveles de ocupación, por lo que debemos desestimar que formara parte del proyecto urbanístico fundacional como aseguraban categóricamente algunos autores. Hasta ahora, el debate sobre el llamado “foro provincial de Augusta Emerita” se ha centrado en la existencia o no de argumentos suficientes para definir el carácter provincial del nuevo espacio. En el estudio del templo, he planteado nuestros argumentos a favor de la vinculación de este espacio con el culto de la provincia. La aparición en los alrededores de epígrafes como los anteriormente citados o el dedicado probablemente a algún emperador de época tetrárquica por el praeses provinciae Gaius Sulpicius Rufus son otros argumentos a famos la importancia del hallazgo en relación con la funcionalidad del área.
338
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Anejos de AEspA XLII
Fig. 319. Restos hallados en excavaciones recientes interpretados como parte del edificio identificado por Laborde (Ayerbe, 2005)
vor de este carácter. Únicamente desde la óptica de un culto amparado en la autoridad de la provincia se explica la alta presencia de estatuas imperiales en el entorno del Templo, en algún caso encargadas, además, por parte del propio gobernador, como en el caso del epígrafe donde aparecen los cognomina [Per]s(icus) max. y Ger(manicus) max.615. Con idéntica vinculación debemos relacionar también las erigidas en este lugar y en los alrededores por la propia provincia Lusitana que esculpe estatuas monumentales como la erigida en plata, dedicada por la provincia al gobernador y al flamen provincial en uno de los epígrafes aparecidos en las últimas excavaciones, analizados por el propio Stylow (fig. 292). Sólo existe en ese momento un argumento que explicara el enorme esfuerzo de remodelar un espacio urbano y construir este complejo monumental: el establecimiento del culto imperial provincial de la Lusitania, que requería la creación de un
nuevo complejo en la capital, realizado lógicamente por las propias autoridades provinciales. Estaríamos ante la misma política que impulsó a los tarraconenses a erigir el templo de Tarraco en el 15 d. C. marcando así el comienzo del Culto Imperial Provincial en Hispania616. La sugerente idea planteada por Saquete de que fuera L. Fulcinius Trio, gobernador de Lusitania en época de Tiberio, el autor de este edificio617 es una hipótesis, hasta ahora imposible de confirmar, pero factible si pensamos que fue gobernador de esta provincia durante 10 años y que podría tener los recursos y el poder suficiente para desarrollar una obra de tal magnitud. A la vista de los datos arqueológicos con los que contamos, nos encontramos ante un conjunto monumental del que únicamente podemos verificar la existencia de una plaza en la que se inscribe un templo de culto imperial y que se encuentra de616
615
Ramírez, 2003, 106, n.º 60.
617
Tácito, Ann, I, 78. Saquete, 2005, 277-297.
Anejos de AEspA XLII
EL CULTO IMPERIAL
Fig. 320.
Restos de la bóveda conservados en la actualidad
limitada por un triple pórtico que cierra el conjunto; es decir, un Conjunto Monumental de Culto Imperial. No conocemos, por tanto, más edificios o estructuras urbanas vinculados con aspectos administrativos, políticos o económicos, ni dentro ni en los alrededores del Conjunto. Como ya hemos señalado, las únicas estructuras documentadas en esta zona objeto de numerosas intervenciones es una piscina ovalada aparecida en el parador de Turismo y una bóveda situada transversalmente al conjunto cuya técnica constructiva presenta similitudes con la del arco de Trajano y el templo (fig. 320). La llamada basílica de Laborde, que podría cumplir alguna función pública —se ha interpretado incluso como la sede del Concilium Provinciae—618 ha sido hallada, creemos, en recientes excavaciones efectuadas en el solar en el que Laborde sitúa el hallazgo619. Como ya hemos indicado, debemos desechar su uso público en este momento tras ubicar su construcción en el s. III620; de confirmarse este dato, estaríamos de nuevo sin una
618 619 620
Fishwick, 1995, 169-186 Guillén, 1935, lám. I,1. Ayerbe R., 2005, 89-120.
339
sola estructura de carácter administrativo, político o económico en la zona. Como ya hemos observado en el estudio historiográfico previo, durante los primeros años de la década de los noventa, Trillmich sugiere la idea de que lo que él llama foro norte no puede ser considerado realmente un foro provincial. Como argumento expone la ausencia de estatuas o epígrafes de flamines erigidos por la provincia. Un tercio de las conocidas son de carácter funerario, mientras que las vinculadas con el culto imperial proceden, en su mayoría del teatro621, lugar muy sugerente para el autor y al que más tarde aludiremos. Esta tesis, realizada probablemente en respuesta a los planteamientos excesivamente simplistas del momento en los que se sugería la existencia de dos conjuntos forenses —de los que nada se conocía a excepción de la situación de los dos templos que los presidirían— en las tres capitales provinciales, tenía en el argumento ex silentio su baza principal, pero provocó un debate necesario sobre las características, funcionalidad y situación de estos espacios en la antigua Corduba y Tarraco y coincidió con el inicio del proyecto de investigación desa621
Trillmich, 1996, 182 y ss.
340
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
rrollado en Augusta Emerita sobre esa área de la ciudad. Sin querer profundizar en la situación de los otros conjuntos provinciales de Hispania que son ampliamente analizados por Jiménez en su capítulo de Presentación de este mismo volumen, creemos necesario situar este debate. En Córdoba, según Márquez622, existe una voluntad oficial por parte de las más altas instancias del imperio en la transmisión de los nuevos modelos y estilos arquitectónicos, plasmada en la existencia de talleres vinculados con el emperador. Esta transmisión se produce mediante la importación directa de piezas desde la urbs que llegan junto a los talleres y sirven de modelo a los primeros complejos. La existencia del foro provincial en Córdoba era defendida por Murillo en el templo de la C/ Claudio Marcelo623. Según el autor, el conjunto de templo, plaza intermedia y circo es necesario para considerarse foro provincial aunque Panzram624 niega su existencia. También Fishwick pone en duda la unidad entre templo, plaza, circo y lo vincula al culto municipal625. En la actualidad, Márquez y Ventura defienden la existencia del foro provincial en la zona donde se hallaron los restos del templo de la C/ Morería, llamado hasta ese momento Adiectum o novum626, espacio que constaría de templo, pórtico y plaza627 y que se fecharía en época de Tiberio (fig. 5). Ya Garriguet apuntaba este problema en Córdoba al vincular ambos espacios implicando a la provincia de la Baetica en la construcción del forum adiectum y del templo consagrado al divo Augusto estableciéndose lo que él denomina un “Culto Provincial ambiguo y en estado embrionario”628. En el caso de Tarragona ya conocíamos la existencia del foro provincial en la zona alta de la ciudad gracias a los trabajos del TEDA629. En este caso, la división entre foro municipal y foro provincial era palpable y prácticamente aceptada por todos, aunque este escenario se fechaba en época flavia según los datos aportados por las excavacio-
622
Marquez, C., 2004, 109. Murillo-Moreno-Jiménez-Ruiz, 2003, 80 624 2002, 182 y nota 67. 625 Fishwick, D., 2000, 96-104. 626 Márquez, 2004, 122 y ss. También es defendido por Ventura durante su intervención en el Simposio Internacional sobre culto Imperial celebrado en Mérida en el año 2006 y cuyas actas se encuentran en prensa. 627 Márquez, 2004, 110 628 Garriguet, J. A., 2002, 169-170 629 TEDA, 1989, 141-156 623
Anejos de AEspA XLII
nes practicadas en la zona630. Ahora se defiende la existencia de un espacio de culto imperial de la provincia desde época de Tiberio en la plataforma superior631, coincidiendo con la construcción del templo del Divo Augusto en el año 15632, gracias al estudio de algunos restos decorativos de la zona y la realización de una trinchera en la terraza superior que deja ver los restos del muro de cierre del temenos tiberiano que enmarcaría una plaza con el centro el templo coincidiendo con la actual catedral633. Como en el caso de Mérida, si el templo de Augusto fue realizado en época de Tiberio en lo alto de la colina, a gran distancia del foro de la colonia, fue por su posición dominante con respecto al otro foro (fig. 321). Diez años después de las dudas planteadas por Trillmich, nos encontramos con una realidad absolutamente distinta en las tres capitales provinciales; en todas ellas se plantea en la actualidad la existencia de tres conjuntos provinciales construidos en época de Tiberio, aunque probablemente en los tres casos sólo podríamos ubicar, en ese momento, la construcción de conjuntos provinciales de culto imperial (temenos, plaza y templo) sin que conozcamos, hasta el momento, más edificios públicos en el área. Para Gros, se entiende por foro provincial el modelo del Palatino, que el interpreta que se da en el caso de Tarraco: templo, terraza intermedia y circo, o, por ejemplo, en el caso de Ancyra634. En este caso, por tanto, no estaríamos realmente ante foros provinciales —en Tarragona en época tiberiana aún no estaba construido el circo y muy probablemente existiría únicamente la terraza superior— en el concepto más estricto del término, sino ante conjuntos de Culto Imperial vinculados con la provincia, probablemente la antesala, como sucede en Tarragona, de otros conjuntos más complejos realizados posteriormente. La construcción de estos conjuntos en plena época tiberiana sólo pueden estar amparados desde la propia voluntad de las autoridades provinciales. Podríamos plantearnos que se trata de una fecha muy temprana para la construcción de complejos monumentales dedicados al emperador por parte de la provincia, aunque sabemos que Augusto supo jugar hábilmente una doble política: en Roma ad-
630 631 632 633 634
TEDA, 1989, 141 y ss. Mar-Pensabene, 2004, 74 y ss. Tácito, Ann, I, 78. Mar-Pensabene, 2004, 82. Gros, 1996, 229
Anejos de AEspA XLII
Fig. 321.
EL CULTO IMPERIAL
341
Planta reconstruida del Conjunto Provincial tarraconense en época tiberiana (tomada de Pensabene-Mar, 2004, fig. 7)
342
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
mitió ser tan sólo princeps, el principal, el primero entre los ciudadanos, pero al mismo tiempo aceptó ser reconocido como dios viviente por los provinciales siguiendo la tradición de los monarcas helenísticos635 (fig. 322). El culto a su persona instaurado rápidamente en las provincias orientales —muy interesados en hacer olvidar su lealtad a Antonio— proporcionarán a Augusto un elemento de cohesión política. Dion Casio recuerda que esa política ya la inició en el año 29 a. C. en Oriente636.
Anejos de AEspA XLII
provocó la realización de una obra pública, escrita en una inscripción en un arco dedicado a Tiberio637. De otro lado, en esa misma época, muchos monumentos públicos han sido construidos, por ejemplo, por flamines o sacerdotes ad aram o ad templum (Romae et) Augusti o Augustorum. Iulius Rufus, descendiente romanizado de una dinastía local financió, por ejemplo, en el 19 d. C. además de un arco dedicado a Drusso y Germánico, el anfiteatro de Lyón y el Santuario federal de las Tres Galias que dedicó a Tiberio en calidad de sacerdote de culto imperial638. En Mérida, además, la construcción de este conjunto representaría el inicio de lo que entendemos como un nuevo proyecto urbanístico para Augusta Emerita que pretende su conversión en una ciudad transformada en un espacio de representación para la nueva “arquitectura de poder” y que, como ya hemos señalado anteriormente, se caracteriza por la “monumentalización” de la arquitectura pública existente y por la construcción de nuevos conjuntos monumentales que tienen entre sus objetivos la exaltación del poder imperial. Este proyecto iniciado en época de Tiberio será ejecutado a lo largo de toda la dinastía Julio-Claudia. LA ARQUITECTURA MONUMENTAL Y EL CULTO IMPERIAL EN AUGUSTA EMERITA
Fig. 322.
Moneda con la representación del altar de Augusto de Tarragona
Los gobernadores provinciales solían ser generosos y proveer de fondos a una ciudad involucrada en un proyecto importante y meritorio. También de alguna manera la figura del patrono de la ciudad, vinculado generalmente a algún personaje de la familia imperial, debería tener un papel importante en estos proyectos. La realización de obras públicas en las ciudades estaba vinculada a diversos actores; la existencia de otros favores como, por ejemplo, la exención de impuestos sobre la tierra dictada por el propio gobernador en época de Tiberio en Leptis Magna, 635 Tema ampliamente tratado por Hänlein Shäfer, H., 1985, Price, W., 1987 y sobre todo Zanker, 1992 en el que se analiza esa dicotomía entre el culto imperial en las provincias orientales y las occidentales. 636 Dion Casio, LI, 20, tomado de Ruiz Arbulo, J. Mar, R., Domingo, J., Fiz, I., 2003, 125.
Evidentemente, tanto la monumentalización de los edificios y espacios públicos existentes en la ciudad como la construcción de los nuevos conjuntos originaron un paisaje urbano absolutamente distinto al conocido hasta ese momento. La importancia de las transformaciones realizadas en el urbanismo emeritense obligan a entender este proceso como un proyecto urbanístico global, ya que solo cabe pensar que sus promotores tenían como objetivo un nuevo modelo de ciudad. No podemos plantear estas reformas como meras obras de consolidación y embellecimiento de la urbs dado que afecta a todas las estructuras fundamentales que definen el modelo de ciudad: los edificios de representación y de ocio (teatro, anfiteatro, circo), la arquitectura monumental (foros y conjuntos de culto imperial), kardo maximus e infraestructuras (muralla, acueductos, vías, etc.). De otro lado, la monumentalización de estos edificios es coetánea con la creación de nuevos espacios públicos vinculados, 637 638
Gros, P., Torelli, M., 1992, 259. Gros-Torelli, 1992, 262.
Anejos de AEspA XLII
en gran medida, con la creación de nuevos conjuntos donde representar la “exaltación y el culto imperial” (teatro, circo, foro de la colonia, forum adiectum y conjunto provincial de culto imperial). Con estas transformaciones se busca un nuevo modelo urbano, a semejanza de Roma, que recupere los mismos escenarios que se utilizan en la metrópoli para la propaganda monárquica. Era necesario adaptar las ciudades, sobre todo las capitales provinciales, a la nueva realidad religiosa, social y política del imperio, concibiendo una nueva arquitectura de poder. En este contexto debemos situar, entre otros, la construcción del forum adiectum a semejanza del foro de Augusto639, la monumentalización y adaptación de los edificios de ocio y representación como el teatro, el anfiteatro o el circo al culto imperial, la redefinición de la vía principal mediante la construcción de templos, fuentes y pórticos en sus alrededores640 o la creación de un nuevo espacio en la ciudad destinado exclusivamente al culto imperial de la provincia lusitana objeto de este estudio. Trillmich en su aportación a la Reunión sobre la Decoración Arquitectónica en las Ciudades Romanas de Occidente también asume, desde la óptica de los estudios iconográficos y decorativos de estos edificios, un esquema similar; el autor asocia la realización de nuevas construcciones y la monumentalización de la arquitectura pública ya existente a un proyecto que él denomina la Colonia Augusta Emerita marmórea641 planteando una cronología similar a partir del análisis de los conjuntos decorativos documentados en estos edificios. Como sucediera en Roma con el Foro de Augusto, el Conjunto Provincial de Culto Imperial sería el primer complejo conocido en la actualidad construido en mármol en su totalidad en Augusta Emerita. Este hecho es importante si lo interpretamos como el inicio de una nueva imagen de la arquitectura pública emeritense, de sus espacios monumentales que se verá reflejada posteriormente, por ejemplo, en el llamado pórtico del foro, forum adiectum o foro de los mármoles dependiendo del momento en que se desarrollen las innumerables citas bibliográficas que atesora el estudio de sus elementos iconográficos642. 639
Trillmich, W., 1996-b, 95-108. Barrientos, T., 1998, 27-54. ya publicada o la aún inédita identificada por R. Ayerbe en las excavaciones de la C/ Dávalos, entre otras. 641 Trillmich, 2003, 323 y ss. 642 Dentro de la amplia bibliografía que han suscitado hasta ahora los restos, destacar Trillmich, 1990, 299-318. Trill640
EL CULTO IMPERIAL
343
Como ya he señalado, sabemos muy poco de su fisonomía, características constructivas o inserción urbanística pues, hasta ahora, sólo conocemos la esquina nororiental del edificio y las excavaciones donde aparecieron los restos arquitectónicos aún no han sido publicadas (fig. 323). Durante los años noventa, los restos han sido objeto de numerosos estudios fundamentalmente asociados a argumentos iconográficos basados en su “decoración figurativa”643. En esa época ya se había intervenido en otro solar de la zona que, aunque se vinculó en un primer momento, por la aparición de un gran canal y subestructuras monumentales, con las termas públicas de la ciudad, enseguida interpretamos que, dada su localización, debería tratarse del cierre del pórtico del foro en su lado Sur644. En 1996, Trillmich plantea su hipótesis de configuración de este espacio como una estructura cuadrada de noventa metros de lado645. Ya hemos planteado en diversas ocasiones nuestras dudas al respecto646 tras la aparición en 1990 en la C/ Manos Albas de los restos de un kardo que separaba el pórtico del foro del templo de Diana, dificultando la configuración de este edificio con tales dimensiones, aunque realmente sería posible tras la amortización de la vía, las tabernae y el muro exterior del criptopórtico en este lado oriental647. Como
mich, 1996, 175-195, la anteriormente reseñada Trillmich, 2003, 321-335 y, por último, con toda la bibliografía, Álvarez-Nogales, 2003, 290 y ss. 643 Trillmich, 1996, 183. 644 La primera interpretación de estos restos como el cierre del pórtico del foro fue propuesto por nosotros en Mateos, 1995, 199 y ss. Posteriormente otros autores, Trillmich, 1996, 178; Álvarez-Nogales, 2003, 319; De la Barrera, 2000, 186 han tratado el tema omitiendo de forma probablemente involuntaria esta cita, lo que puede llegar al lector a una confusión que ahora sencillamente queremos situar en su correcto contexto historiográfico. 645 Trillmich, 1996, 180. 646 Tanto en la recientemente citada, Mateos, 1995, 299 y ss., como posteriormente en Mateos, P., 2001, 183-208. 647 Mateos, P., 1995-b, 239. El informe de los trabajos realizados se encuentra en el Dpo. de documentación del Consorcio (n.º de registro 23. n.º yacimiento 04118-08 de fecha de agosto de 1988). Según el informe elaborado por su excavador D. Manuel de Alvarado “el hallazgo de esta calzada parece confirmar el trazado de una cloaca que cruzando las calles Sagasta y Berzocana, sigue a lo largo de toda la C/ Manos Albas...”. Debemos destacar que durante los trabajos no aparecieron estructuras posteriores que pudieran amortizar dicha vía en época antigua, señalando en el informe y en la documentación planimétrica, tanto en planta como en alzados y perfiles estratigráficos, la existencia de diversas capas “de tierras oscuras, de relleno, muy suelto” o más tarde “tierras arenosas, de coloración muy oscura, y ricas en restos óseos. Los materiales arqueológicos aparecieron muy mezclados”.
344
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 323.
Reconstrucción del forum adiectum o pórtico del foro de Mérida (Reconstrucción realizada por J. Suárez para el Consorcio de Mérida)
señala De la Barrera, este kardo permitiría el acceso a ambas áreas públicas desde el decumanus maximus648. La ausencia de esta vía pondría muy difícil, además, la relación directa entre dos estructuras que poseen una sensible diferente cota de altura como se está poniendo de manifiesto en los trabajos arqueológicos que actualmente se desarrollan. De cualquier manera este dato sólo podrá confirmarse con excavaciones futuras que definan las características de este edificio de vital importancia para entender la organización de área forense649.
648 649
Anejos de AEspA XLII
De la Barrera, 2000, 184. Como ya he indicado anteriormente la zona está siendo
Del interior de este espacio parece proceder el grupo escultórico de Eneas, Anquises y Ascanio650 formando parte del programa iconográfico realizado a imagen del Forum Augustum651. También podrían vincularse a este edificio los relieves y restos escultóricos procedentes de Pancaliente652, objeto de continuas excavaciones arqueológicas por parte del Consorcio que se recogerán en una futura monografía sobre el urbanismo de la zona. 650 De la Barrera, J. L., Trilmich, W., 1996, 103, 119. 651 Zanker, P. Forum Augustum. 1969, 14-15. 652 Squarciapino, M. F., 1976, 55-62. La autora aporta ya la cronología julioclaudia de estas piezas, su relación con el programa iconográfico del Forum Augustum y su pertenencia a un edificio forense de la ciudad aún no conocido.
Anejos de AEspA XLII
donde por azar aparecieron en 1934 en una zona de vertedero cercano al río, reaprovechadas en una cloaca, más de treinta piezas marmóreas con fragmentos de clípeos monumentales, cariátides y fragmentos pertenecientes al relieve de Agrippa653 que, al parecer, pudieron formar parte del ara providentiae654. Si bien la cronología aportada por Squarciapino sitúa el ara en el período julio-claudio, Poveda Navarro fecha el altar en época de Tiberio655. Tras realizar una reconstrucción iconográfica y formal del ara, relaciona estos fragmentos con el ara providentiae aparecida en diversas acuñaciones monetales tiberianas656. Esta adscripción del ara providentiae al foro de la Colonia ha sido rebatida por De la Barrera que la sitúa en el interior del foro provincial657. Realmente resulta difícil definir la función de un edificio del que apenas conocemos su planta o sus características arquitectónicas y cuya cronología —Claudio o Nerón según el análisis de su arquitectura decorativa658— tampoco parece muy definida. En el ánimo de avanzar en el conocimiento del espacio y, siendo conscientes que la insuficiencia de datos sobre su estructura arquitectónica nos obliga a hacer un ejercicio de reconstrucción actualmente indemostrable, podríamos aventurar algunas argumentaciones que contribuyan en el futuro a esclarecer su planta o su funcionalidad. Si, como parece claro, su vinculación con el programa iconográfico del foro de Augusto está fuera de toda duda, deberíamos plantearnos la reconstrucción del lado norte del edificio como una galería de estatuas de summi viri, grandes personajes míticos, etc.; resulta lógico pensar que, emulando la arquitectura del forum augustum, el frente sur estaría ocupado por representaciones de emperadores, miembros de la familia imperial y autoridades y personajes que, enfrentándose a la galería anterior, quisieran vincularse con ese mismo cortejo659 (fig. 324). Arquitectónicamente podemos confirmar que los restos que se conservan en el muro oriental del edificio conserva un módulo de huecos mayor que el del lado norte por lo que debemos pensar que tendrían otro ritmo decorativo (fig. 325); dado que 653
Nogales Basarrate, T., 1997, 354. Nogales Basarrate, T., 1999, 584. 655 Poveda Navarro, A., 1999. 389-405. 656 Poveda, 1999, 401, figs. 5 y 6. 657 De la Barrera, 2000, 178 y 179. 658 Recientemente Trillmich, 2003, 334. 659 Para el forum Augustum sigue siendo fundamental Zanker, 1969. 654
EL CULTO IMPERIAL
Fig. 324.
345
Reconstrucción de la planta del foro de Augusto. (tomada de S. Baiani y M. Ghilardi)
el templo principal del foro, el llamado templo de Diana, se situaba hacia el oeste, no parece descabellado pensar que el edificio de culto existente en el interior del conjunto estuviera orientado EsteOeste, dejando a ambos lados —Norte y Sur— las galerías de representación. Faltaría por definir si ese edificio de culto sería simplemente un ara situado en el centro de la plaza, o bien un templo localizado en su fachada oriental. Esperemos que las excavaciones que actualmente se realizan aclaren las características de su planta y confirmen o contradigan esta hipótesis. Esta vinculación al programa iconográfico del foro de Augusto nos acerca al problema de la funcionalidad del espacio. A pesar de los numerosos estudios de los que ha sido objeto el “pórtico del foro”, no queda aún bien definida su función. De la Barrera supone que sería el límite del foro por su lado oriental y albergaría en su interior diferentes construcciones cultuales660. Recientemente ha sido considerado un Augusteum, a partir de su vinculación con el foro de Augusto661. Resulta evidente que se trata de un espacio público, que su decoración relacionada con el foro de Augusto lo vinculan directamente con el princeps y que, como espacio público forense albergaría construcciones cultuales en su interior, pero aún no podemos plantear 660 661
De la Barrera, 2000, 184. Álvarez-Nogales, 318.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 325.
Detalle de la esquina del pórtico del foro en la que se aprecia un tratamiento de huecos distinto entre el muro norte y el oriental
un modelo explicativo para un edificio del que, hasta la fecha, no podemos concretar ni su planta, ni su cronología, ni su funcionalidad. Sabemos que se realizó en el contexto de las reformas urbanas de época Julio-Claudia, cuando ya el foro de la colonia está en funcionamiento y que venía a cubrir las necesidades representativas del nuevo orden religioso, social y político que supone en ese momento la introducción del Culto Imperial en Hispania originando un cambio definitivo en la imagen de la ciudad. En Tarragona, el pórtico que definiría la plaza principal del foro provincial, posee el mismo modelo iconográfico que el pórtico del foro y unas características arquitectónicas y cronológicas que podrían relacionarse con el edificio emeritense. Ruiz de Arbulo ya sugirió hace años la vinculación de este espacio tarraconense con el viaje de la autoridad provincial que, tras su salida del foro de Augusto de Roma, al llegar a su ciudad de destino realizaría el sacrificio inicial en un marco simbólico similar al que se encontró en Roma en su partida662. De alguna manera, estaríamos hablando del edificio que acogería al Gobernador Provincial du662
Anejos de AEspA XLII
Ruiz de Arbulo, 1998, 55 y ss.
rante su estancia en la Colonia (fig. 326). De ser cierta esta interpretación rompería con el férreo esquema de foro municipal-foro provincial y plantearía la separación urbanística de los espacios de Culto Imperial de la Colonia y de la Provincia aunque compartiendo los edificios administrativos una misma área en la ciudad. Otro de los espacios monumentalizados en este momento es el Foro de la Colonia. Esta fase se documenta tanto en el interior del temenos del templo como en el resto de las estructuras que componen la zona forense (fig. 327). Las excavaciones que se están desarrollando en el interior de esta área atestiguan tanto las reformas de los edificios existentes como la realización de nuevas construcciones que transforman de forma evidente la fisonomía del foro de la colonia663. 663 Toda esta documentación será la base del estudio que están desarrollando, sobre este espacio, los investigadores R. Ayerbe, T. Barrientos y F. Palma, arqueólogos del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida. Algunos apuntes sobre su estudio en su comunicación en el IV Simposio Internacional de Arqueología de Mérida, El urbanismo del foro de la colonia de Augusta Emerita. (en prensa). La monografía se encuentra actualmente en fase de redacción por lo que omitiré cualquier dato sobre los resultados de estas intervenciones aún inéditas y úni-
Anejos de AEspA XLII
Fig. 326.
Planta del foro provincial de Tarragona (tomada de TEDA. 1989)
Como ya hemos señalado anteriormente, el llamado templo de Diana, que presidiría el foro desde su temenos sobreelevado en relación con la plaza, ejercería sus funciones como foco religioso y lugar de reuniones y celebraciones, en un momento en que su culto estaría muy probablemente ligado a Roma. Respetando la opinión de Álvarez y Nogales que vinculan la advocación del templo, desde sus inicios, en relación con el culto imperial creo que no existen suficientes argumentos arqueológicos, epigráficos, escultóricos o históricos para defender tal hipótesis en un primer momento664. La tribuna con la que se dotó el templo, según los autores, siguiendo el modelo de edificios como el templo de Venus Genitrix o el del Divus Iulius665, pertenece claramente a una reforma posterior que se realizó junto con otras reformas documentadas en su fisonomía, en su decoración escultórica y en las estructuras urbanas vinculadas al edificio y por tanto no
camente señalaré algunos aspectos a partir de los datos ya publicados en el estudio de Álvarez-Nogales. 664 Álvarez-Nogales, 2003, 286 y ss. 665 Álvarez-Nogales, 2003, 290.
EL CULTO IMPERIAL
Fig. 327.
347
Restos del templo de Diana que presidiría el foro de la Colonia de Augusta Emerita.
puede esgrimirse como un argumento válido para su vinculación con estos edificios y sus advocaciones de inicio sino desde que se produjeron esas reformas. La colocación de una tribuna, exedra, rostrum —es en ese momento y no antes cuando podría hablarse de templum rostratum— en la parte central del podio de separación existente entre la plaza del foro y el temenos del templo, podría estar relacionada con una vinculación del edificio con el culto imperial. En su construcción se amortiza parte de la decoración moldurada del murete de separación entre la plaza del foro y el temenos del templo666 (fig. 328). Estas reformas serían probablemente realizadas en coincidencia con la marmorización del foro de la colonia si tenemos en cuenta que las losas de pavimentación marmórea de la plaza del foro se adaptan perfectamente a la estructura (tribuna o exedra) colocada en ese momento confirmando su colocación de manera coetánea; se situarían, por tanto, dentro del proceso de monu666 La existencia de esta reforma y su adscripción a un momento posterior a la construcción del edificio ya la habíamos señalado en publicaciones anteriores, p. ej. en Mateos, 2001, 192.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 328. Detalle de la tribuna realizada amortizando la decoración moldurada del murete de delimitación del temenos del templo y la plaza del foro
mentalización de los espacios públicos de la ciudad desarrollada a lo largo del s. I d. C. (fig. 329). Es a partir de la reforma en su estructura, cuando se produce su conversión en templum rostratum y la incorporación de los conjuntos escultóricos fechados por los autores en plena época julio-claudia667. Ya indicábamos al inicio del capítulo la importancia de las reformas observadas en estos años en la mayor parte de la arquitectura pública de la Colonia. Indicábamos la construcción del acueducto denominado “de Los Milagros”, construido junto con la fuente monumental que decoraba, en ese punto, el kardo maximus en la zona Norte, en época julio-claudia, y el de Rabo de Buey-S. Lázaro probablemente en época flavia; también la edificación del circo, como ya apuntamos iniciada en época tiberiana y finalizada con los flavios, la del llamado forum adiectum y la construcción del Conjunto Provincial de Culto Imperial, objeto de nuestro estudio, en plena época tiberiana. A este proceso debemos añadir la más que probable reforma en el 667
Álvarez-Nogales, 271 y ss.
Anejos de AEspA XLII
trazado de la muralla que incorporaría a la zona intramuros al anfiteatro y el teatro, en un primer momento situados fuera de los muros de la ciudad. No queremos ahora entrar a valorar la importancia y características de las reformas y de las nuevas construcciones desarrolladas en ese momento; ya indicamos que nuestro interés, aquí, era señalar el hecho de que parte de este nuevo proyecto urbanístico estaba ligado con la incorporación de una arquitectura que tenía como objetivo la exaltación de la figura del emperador, en ocasiones creando espacios donde se desarrollaba el culto Imperial. Por este motivo creo necesario hacer hincapié en la monumentalización que sufren los edificios que podríamos denominar de ocio y representación existentes en la ciudad —teatro y anfiteatro—, además de la construcción de un nuevo edificio —el circo—. El circo (fig. 330), situado en las afueras de la ciudad, extramuros, delimitado al oeste por una vía principal de acceso a Augusta Emerita y rodeado de enterramientos y edificios funerarios que sugerían un paisaje muy determinado, fue iniciado según los datos arqueológicos aportados en las excavaciones desarrolladas tanto dentro como fuera del recinto668, en plena época de Tiberio, aunque su construcción se alargó, sin conocer los motivos, durante muchas décadas, hasta su finalización en plena época flavia669. No creo necesario profundizar aquí la relación existente entre este tipo de edificios y los foros provinciales670, así como sobre su vinculación con el Culto Imperial671. Creemos eso sí, que, además de las estancias existentes en el interior con una funcionalidad cultual, el paisaje en el exterior distaba mucho de ser tan sencillo como pensábamos, constituyendo un verdadero conjunto arquitectónico de 668 Montalvo, A.-Gijón, E.-Sánchez Palencia, F. J., 1997, 245-258. Gijón, 2004, 73-126. 669 Durante el transcurso de excavaciones realizadas en los alrededores del circo se pudo confirmar la amortización de enterramientos y edificios funerarios durante la construcción de la fachada del circo lo que supone un nuevo argumento, hasta la fecha inédito, de que el edificio no se construyó en época fundacional. (Estas excavaciones fueron realizadas por R. Ayerbe, arqueóloga del Consorcio). 670 Esta asociación es conocida, además de en Tarragona, en lugares como Ancyra, donde sabemos de la existencia de un complejo similar a través de la epigrafía o, con respecto al anfiteatro en Narbo y Lugdunum. Para Tarragona, Ruiz de Arbulo analiza esta relación en 1998, 50 y ss. En general, Fishwick, 1991, II, 1, 574 y ss. 671 Sobre circos en general, Humphrey, J., 1986. También, Gros, 1996, 346-361. En el caso de Córdoba, Fishwick, 1994, 182 y ss.
Anejos de AEspA XLII
Fig. 329.
EL CULTO IMPERIAL
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Detalle de la tribuna y la pavimentación marmórea de la plaza construidas coetáneamente
gran importancia. Durante los trabajos de seguimiento de una zanja practicada en las cercanías del circo para la realización de un colector de aguas que desaguaran en el río Albarregas, aparecieron los restos de un canal y de dos basas de columnas de grandes dimensiones que definían la existencia de una plaza y un espacio porticado a eje con la puerta central cuya estructura ocupa toda la fachada suroriental del edificio672. Desconocemos si este espacio continúa a lo largo de toda su fachada o si se realizó en este lugar de manera puntual. Además su construcción coincidió con la realización del acueducto llamado actualmente de S. Lázaro en la segunda mitad del s. I673, que realiza un viraje en su recorrido para aproximarse claramente al conjunto circense674. Del mismo modo, al otro lado de la vía y a escasos metros del recorrido del acueducto, se construyeron unas termas de grandes 672 Debo los datos inéditos de la excavación a la generosidad de P. D. Sánchez, responsable de los trabajos arqueológicos que serán publicados en el número correspondiente de la Serie Memoria. 673 Sobre este edificio y su cronología ver la bibliografía más reciente reflejada en Mateos, 2001, 188-190. 674 Arias, 2003, 13-25.
Fig. 330.
Vista general del circo de Mérida
dimensiones y uso público que actualmente se encuentran en proceso de excavación675 y que explican el interés de los constructores del acueducto 675 De nuevo debo agradecer la generosidad de P. D. Sánchez que actualmente desarrolla dicha excavación cercana al circo dentro del proyecto de adecuación a la visita de estos restos y que me ha permitido utilizar esos datos, aún inéditos.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 331.
Epígrafe conmemorativo de la construcción del teatro de Augusta Emerita
por acercar su trazado a esta área. Lógicamente, este nuevo escenario que presentamos para la zona sugiere una importancia excepcional en el contexto urbano de la colonia y plantea una funcionalidad múltiple y una organización del espacio que lo convierten en uno de los puntos importantes en la vida pública de la ciudad. La finalización de estas excavaciones añadirán datos para conocer mejor el paisaje urbano cuya fisonomía actualmente tan sólo llegamos a atisbar mínimamente. Por último, querríamos detenernos brevemente en este recorrido por la arquitectura julio-claudia vinculada con la propaganda dinástica en el conjunto formado por el teatro y el anfiteatro. Ambos edificios fueron realizados en Augusta Emerita en época augustea —el teatro en el 16-15 a. C y el anfiteatro en el 8 a. C— según consta en los epígrafes conmemorativos de su construcción676 (fig. 331). 676
Anejos de AEspA XLII
No sabemos realmente la certeza del dato cronológico que se plantea en el epígrafe del teatro. Puede que se trate de la fecha de consentimiento de la financiación del teatro por parte de Agripa (Trillmich, 2004, 280), que coincidiera con una fecha importante de la colonia como su declaración como capital de la provincia, el inicio de una primera construcción posteriormente transformada o, incluso, la necesidad de vincular el inicio de la construcción del edificio realizada posteriormente a Agripa aún en vida. Del mismo modo la fecha inscrita en el epígrafe del an-
Parece probable que la fisonomía de estos edificios, así como las características de su inserción urbana, variaran sustancialmente tras la reforma practicada a partir de mediados del s. I d. C. Es en este momento cuando se realizarían una serie de transformaciones sustanciales en su estructura que, en el teatro, se manifestarían, en las características arquitectónicas y ornamentación de su frons scaenae677, en la incorporación de espacios porticados de tránsito (fig. 332) vinculados con su incorporación al tejido intramuros de la ciudad678 tras su más que probable construcción extramuros679 y, sobre todo, en la adaptación de espacios y estancias de carácter cultual vinculadas posiblemente con el culto imperial. La vinculación del teatro con el culto imperial ha sido objeto de atención reiterada sobre todo a
fiteatro es demasiado temprana para la construcción del edificio con la fisonomía que conocemos. Parece clara la vinculación directa de Augusto con su construcción tras la muerte de Agripa (Ramírez, 2003, n.º 4). 677 Algunos apuntes en De la Barrera, 1984 y en Durán, 1995. En Trillmich, 2003, plantea la reforma de la scaenae frons a finales de Claudio y primeros años de Nerón, previos a la dannatio memoria sufrida por Agrippina. 678 Mateos-Márquez, 1999, 301-320. 679 Bendala, M. y Durán, R., 1994, 247 y ss.
Anejos de AEspA XLII
Fig. 332.
681
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Planta del teatro romano de Augusta Emerita en época julio-claudia con la incorporación de los pórticos exteriores (según Mateos-Márquez, 1999)
partir de los estudios desarrollados por Trillmich sobre diversas estancias del conjunto situadas tanto en el peristilo —la llamada aula sacra680— como en la cavea —el sacrarium de época trajanea681 en el que define como la introducción del culto imperial en el teatro con la instalación de un pequeño santuario con imágenes de la casa imperial de-
680
EL CULTO IMPERIAL
Recientemente, Trillmich, 2004, 277-284. Trillmich, 1989-1990, 87-102.
dicado por algún alto cargo de la provincia—. También vincula la realización del nuevo programa estatuario del frons scaenae con el deseo de propaganda dinástica manifiesto en los edificios construidos en época de Claudio o en los primeros años del reinado de Nerón682. La existencia de un retrato 682 Trillmich, 2004, 280. El estudio que actualmente realiza este investigador sobre la scaenae frons del teatro emeritense forma parte del proyecto de investigación, que estamos desarrollando desde el Instituto de Arqueología de Mérida en el marco
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 333.
Anejos de AEspA XLII
Restos del aula sacra situada en el peristilo del teatro de Augusta Emerita
de Agripina en la decoración del frons scaenae es planteada como el deseo de manifestar el apoyo y propaganda de la emperatriz a favor de su hijo Nerón, en detrimento del hijo de Claudio y Mesalina, Británico683. Sorprende, sin embargo que se mantuviera en este centro propagandístico, la figura de la emperatriz, incluso tras su caída en desgracia y la dannatio memoriae que sufren sus imágenes. Del mismo modo, sorprende también que el aula sacra, el espacio que define el eje principal del teatro en el que se sitúan esta estancia, la valva regia, el sacrarium trajaneo y el más que probable edificio cultual situado en el centro del pórtico supra summa cavea, conservara durante todo el tiempo de uso del teatro hasta su abandono, un grupo escultórico en el que con la presidencia de Augusto, como pontifex maximus, coincidieran las estatuas de Tiberio, en el tipo de sucesor y no emperador y Germánico, tras ser adoptado por Tiberio (fig. 333). del III Plan Regional de Investigación. “El teatro y anfiteatro de Augusta Emerita” (3PRO5A104). 683 Trillmich, 2004, 282.
Resulta difícil explicar porqué este tipo de representaciones perduraron durante cuatro siglos, sin nuevas incorporaciones o deserciones que actualizaran la imagen de la casa imperial si no contemplamos estos lugares como verdaderos espacios cultuales; galerías vinculadas con el culto al emperador que fueron financiadas por altos dignatarios de la colonia o la provincia. Estas estancias tendrían probablemente como objetivo enfatizar una continuidad dinástica que legitimara a Tiberio como sucesor de Augusto, en el programa estatuario del aula sacra, a Nerón como sucesor de Claudio en el propio frons o a Trajano como heredero de una dinastía flavia que, seguramente estaría representada en un lugar preponderante del edificio, ya sea en la propia scaena o en algún otro espacio principal (fig. 334). Parece evidente, por tanto, esta relación entre teatro y culto imperial aunque debemos profundizar en el conocimiento de estos espacios y en las características arquitectónicas, fisonomía, cronología y etapas constructivas de un edificio del que aún quedan muchas incógnitas por despejar.
Anejos de AEspA XLII
Fig. 334.
EL CULTO IMPERIAL
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Ubicación del sacrarium trajaneo en la cavea del teatro de Augusta Emerita.
EL FINAL DEL CONJUNTO PROVINCIAL. ABANDONO, EXPOLIO Y REOCUPACIÓN EN ÉPOCA TARDOANTIGUA
Nos parecía necesario abordar este breve recorrido por la arquitectura emeritense relacionada con la propaganda dinástica y el culto imperial para contextualizar la construcción del Conjunto Provincial de Culto Imperial en el marco de unas reformas concebidas dentro de un nuevo proyecto urbanístico, político y religioso para la ciudad en plena época julio-claudia. Este breve estado de la cuestión sitúa el paisaje urbano resultante de este nuevo proyecto para Augusta Emerita y explica el gran esfuerzo realizado por sus promotores para hacer de la antigua colonia un Simulacrum Romae. El Conjunto Provincial continuará en uso durante los primeros cuatro siglos de nuestra era. Pocos datos tenemos sobre la vida del complejo a lo largo de los siglos II, III y IV, en los que no hemos documentado reformas o nuevas edificaciones, a excepción de la documentación aportada por los pocos epígrafes aparecidos en la zona. De época flavia contamos con el epígrafe que conmemora la dedicación de una estatua a Domiciano: [Im]p(eratori)·Caesarì [Di]vi·Vespasian[i f(ilio)]
[Do]mitiano]] [Aug(usto) Ger(manico)?][po]nti [f(ici) max(imo) - - -] que, como señala Stylow, no supone ningún argumento de culto imperial. A época de Trajano o Domiciano debemos vincular otro epígrafe del que únicamente conservamos letras de las dos primeras líneas: [- - -]ARI·DIVI[- -]AVG·GER y que según el estudio del mismo autor, sería verosímil transcribirla como [Imp(eratori) Caes]ari·Divi [Nervae f(ilio) Nervae Traiano] Aug(usto)·Ger(manico). Al s. III cabe adscribir el epígrafe aparecido en las recientes excavaciones del pórtico: Dea[e? - -]Genio [- - -]M(arcus)·Aur(elius) [- - -][0-1] VO+[- - -] y que Stylow en su estudio fecha hacia la segunda mitad de la centuria. Por último, de la época tetrárquica o de época de Constantino es el testimonio de la inscripción de una nueva estatua que el gobernador de la Provincia —v(ir) p(erfectissimus) p(raeses) p(rovinciae) L(usitaniae)— dedica al emperador ([Per]s(icus) max. y Ger(manicus) max sin que se pueda definir por el análisis de estos cognomina a qué emperador se ofrecía el monumento. Realmente es poca información sobre estos tres siglos de uso del conjunto pero, al menos, nos plantean una continuidad en el culto y cierta vita-
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Anejos de AEspA XLII
lidad con la dedicación de nuevas estatuas sobre pedestales ofrecidos a emperadores de estas centurias. Cabría esperar una revitalización del Conjunto tras la más que posible designación de Augusta Emerita como capital de la diocesis Hispaniarum684. Resultaría lógico pensar que la llegada a la ciudad del Vicarius Hispaniarum y del resto de altos dignatarios provocaría una serie de reformas en la arquitectura monumental del mismo modo que está constatada epigráficamente la restauración del teatro, anfiteatro y circo en época de Constantino685. En esta ocasión el Conjunto Provincial de Culto Imperial gozaría de un especial interés por parte de las autoridades hispánicas que, tras su llegada realizarían monumentos y estatuas en honor del emperador que les designó, aunque a excepción del último epígrafe de los an-
teriormente señalados, aparecido en el entorno del complejo y fechado en época tetrárquica o de Constantino, no poseemos más evidencias de este momento686. Según el estudio de los materiales arqueológicos aparecidos en las distintas intervenciones realizadas en la zona, el complejo estuvo en uso, al menos hasta inicios del s. V, fecha en que se produce el abandono del templo y de los pórticos. Tras el abandono se produjo el expolio de los edificios con el robo del placado de mármol y de algunos de los elementos arquitectónicos que decoraban el templo, el arco y el pórtico. Posteriormente estos espacios fueron ocupados por viviendas que protagonizarán el uso doméstico que caracterizará el habitat del área durante toda la época tardoantigua.
684 Autores como Etienne, R., 1982, 201-208, Chastagnol, A., 1976, 259-276, o el propio Arce, J., 1982, 209-226, no dudan en aceptar la capitalidad emeritense y el argumento aportado por el Laterculus Polemii Silvii frente al de Ausonio, Ordo Urbium Nobilium, IX que parece señalar a Hispalis como sede del vicariato. Además debemos reseñar los argumentos arqueológicos y epigráficos ampliamente recogidos en las últimas publicaciones sobre el tema. 685 Ramírez, 2000, n.º 62-64, con amplia bibliografía.
686 Conocemos eso sí, nuevos epígrafes emeritenses pertenecientes a este período del s. III y IV; epígrafes fechados durante la tercera centuria —entre otros, Saquete, J. y Márquez, J., 1993, p. 51-74 o, de los mismos autores, 1996, p. 45-53—, o el más reciente perteneciente a un Vicarius del s. IV, probablemente cristiano y analizado en Hidalgo, L., Méndez, G., 2005, 547-564. De este período sólo contábamos, además de las anteriormente mencionadas la dedicada a Constantino o a su hijo Constantino II (Ramírez, 2000, n.º 65).
Anejos de AEspA XLII, 2006, pág. 355
10. EPÍLOGO: TRANSFORMACIÓN Y OCUPACIÓN TARDOANTIGUA Y ALTOMEDIEVAL DEL LLAMADO “FORO PROVINCIAL” Miguel Alba y Pedro Mateos
INTRODUCCIÓN Sobre la caracterización de la ciudad tardoantigua, uno de los debates más interesantes está centrado en cómo evolucionan los escenarios señeros, de carácter público, en los que se mostraba el poder de Roma. Estos espacios de representatividad, cargados de simbología para mayor gloria y reforzamiento del gobierno imperial, servían de continente a múltiples formas de expresión de la memoria colectiva y de firmes cimientos ideológicos. Con anterioridad al final del estado romano comienzan a ser transformados hasta paulatinamente desaparecer aprovechados para los usos más diversos. Conocemos el punto de partida del recinto monumental gracias a la unidad de su proyecto fundacional (como ha sido expuesto a lo largo de este libro) y de su destrucción completa a partir del estado en que ha llegado a nuestros días. Pero hay pasos intermedios que pueden (y suelen) quedar solapados por intervenciones del pasado más agresivas que consiguen eliminar los testimonios de usos precedentes... pero a veces no del todo. Vamos a intentar en este capítulo abordar los eslabones intermedios del proceso de amortización a través de cuatro partes bien caracterizadas: el pórtico, la plaza, el templo y el acceso principal a este espacio. En sintonía con lo que se conoce de otras ciudades, el conjunto monumental enunciado dejó de tener la representatividad del pasado ya en el siglo IV, pero hasta su definitiva amortización parece ser objeto de políticas contradictorias. Una continuista podría explicar la presencia de elementos arquitectónicos tardíos (como algunos fragmentos de capiteles recuperados) e inscripciones que siguen otorgando el sentido tradicional al espacio durante el Bajo Imperio y otra “rupturista” que cuestiona la
utilidad del lugar, al menos desde la etapa constantiniana y pudo justificar desde el cierre del templo a la eliminación física de símbolos paganos en la plaza y los pórticos (convertido en argumento de silencio si no fuera por los fragmentos de inscripciones y de esculturas aparecidos). Como punto de partida a su amortización está el de aceptar la pérdida de la simbología tradicional que se dirime por el conflicto que supone la instauración oficial del cristianismo. Poco a poco se van conociendo las repercusiones de este fenómeno en las ciudades hispanas687. Para el caso concreto que nos ocupa, el espacio sacro del foro Provincial deja de ser el referente urbano de los siglos pasados, previsiblemente despojado de elementos (de contenidos) en el siglo IV, sin afectar aún la conservación de los edificios (continente) cada vez más “amenazados” por su patente inutilidad en los nuevos tiempos. En otro orden de cosas, para este espacio público hay que destacar como aspectos positivos tanto la extensión considerable de las áreas excavadas como la identificación de las partes señeras mencionadas, insertadas en un urbanismo cuyas trazas se conocen en gran parte688, lo que permite considerar representativa la muestra documentada para recomponer la evolución del espacio en su conjunto. Otro factor, este de signo contrario, que condiciona el estado en que ha llegado el registro arqueológico, ha sido la persistente ocupación de la zona desde finales del medievo al presente, pero con muy escasos recrecimientos del nivel de suelo. El sellado de los contextos arqueológicos menos alterados se localiza en el lateral del templo, donde se ha producido un mayor aporte de estratigrafía durante la época visigoda y la primera de presencia 687 688
Mateos, 2005, 49-62. Mateos, 2001, 2004 a y b.
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islámica, donde después se acumuló tal cantidad de escombro y basuras junto al podium del templo que quedó finalmente soterrado. Por el contrario en la zona oeste del pórtico y de la plaza el nivel de tránsito acusó notables rebajes desde el siglo V en adelante y se efectúan múltiples intrusiones verticales que introducen factores perturbadores en la estratigrafía (desmontes, construcción de viviendas, excavación de silos, pozos ciegos y otras subestructuras además de múltiples cimentaciones modernas y contemporáneas) que afectaron la conservación de las estructuras tardoantiguas tratadas en este capítulo. Mención especial merece el “Arco de Trajano”689 pues aunque es la estructura más vulnerable del conjunto es la única parte emergente y en insólito estado de conservación. Por su monumentalidad, siempre ha constituido un referente urbano, pero no ha sido hasta las actas del bimilenario cuando se ha podido aclarar que daba acceso a un recinto sacro690 presidido por un templo relacionado con el culto imperial erigido con posterioridad a la etapa fundacional691 y, en particular, honoríficamente vinculado a la memoria de Augusto. El proyecto se suma a la monumental arquitectura oficial de Emerita692. Veamos en qué pruebas, evidentes y pequeños indicios, podemos basarnos para aproximarnos a conocer el proceso de transformación, desmantelamiento y reocupación del recinto en épocas tardoantigua y altomedieval. 1.º
FASE DE LA SECUENCIA: PRECEDENTES Y DESMANTELAMIENTO PROGRESIVO EN EL SIGLO V
En el siglo IV el recinto debía había haber acusado una pérdida de su carácter sacro cuando se institucionaliza el cristianismo y, en consecuencia, terminan por suprimirse los actos públicos que tradicionalmente allí se celebraban. En este lugar de fuerte carga simbólica se acumulaban esculturas, inscripciones y todo tipo de monumentos conmemorativos reunidos en casi cuatro siglos de historia local. La plaza, a diferencia de la del Foro de la Colonia, no es lugar de reunión ni zona de paso, no comunica a múltiples edificios oficiales, sino que solo encierra a un gran espacio abierto con un tem-
689 690 691 692
Pizzo, 2005, 39-70. Álmagro, 1876, 189-212. Mateos, 2004 a, 129-147. Mateos y Palma, 2004, 41-53.
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plo en el centro enmarcado por un fastuoso pórtico, única parte que podría seguir dando un servicio práctico para cobijarse del sol o de la lluvia. Con el final del paganismo se debió cuestionar el sentido del lugar y de sus contenidos eminentemente paganos, pero el cambio de creencia no supuso el desmantelamiento inmediato del templo y los pórticos. La formación de la iglesia emeritense es temprana693, fortalecida tras la persecución que convierte a Eulalia de Mérida en una figura referente del cristianismo de la Península y con una proyección asociada al nombramiento de la capitalidad de la Diócesis Hispaniarum694, circunstancias concatenadas que crean las bases de la fortaleza y el poder de la iglesia de época visigoda695. El punto de partida de esta primera fase de la secuencia es un recinto vacío de elementos paganos pero con los edificios en pie que más adelante van a ser demolidos. Como consecuencia de un cambio en la mentalidad ciudadana en lo que en estos espacios de representación del poder del Alto Imperio habían supuesto para la sociedad tardorromana, a finales del Bajo Imperio (en fechas inciertas del siglo IV) el lugar es desprovisto de contenido ideológico y desacralizado. Este paso previo repercute en el espacio al quedar abierto permanentemente al público, al igual que otros de carácter público atestiguados en la ciudad696. Ya nos hemos referido a la presencia de elementos arquitectónicos que sugieren la erección de otros monumentos y edificios, como son varios fragmentos de capitel e inscripciones, únicos vestigios atribuibles a nuevas obras en el interior. Pero es escasísimo el material escultórico de bulto redondo (y muy rodado) o el de inscripciones y nulo el de aras, relieves u otro elementos identificables como monumentos, altares, etc. Tampoco se ha hallado elemento alguno de bronce (ni de plomo), pero conocemos por el contenido de una inscripción que hubo una escultura de plata. ¿Dónde fue a parar todo aquella acumulación de siglos? Este vacío de testimonios se explica por haber sido “despejado” con anterioridad a la amortización de los edificios y los fragmentos de inscripciones que nos han llegado (precisamente de letras de tamaño considerable) hubiesen estado en lugares altos, fuera de alcance, y escapasen a la primera fase de expo-
693 694 695 696
Camacho, 1986; García Iglesias, 2004, 25-39. Arce, 2003, 126. Díaz, 2003, 133-142; Mateos, 2000, 491-520. Alba, 2004 a, 219.
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lio, centrado en el mobiliario, es decir, en el contenido del recinto, sin afectar en un primer momento a su arquitectura. En Mérida resulta llamativo el estado fragmentado en que han llegado todas las esculturas e inscripciones de ámbitos públicos, visiblemente golpeadas, y los lugares donde aparecen: o en contextos de derrumbe (las menos) o de vertedero y escombreras. Otras piezas, como las inscripciones mejor conservadas han aparecido reutilizadas para otros menesteres por ser de mármol, en contextos domésticos o funerarios para cubierta de sepulturas697. Sólo una mínima parte queda en la zona, como muestra de lo que debió existir. Podemos inferirlo por el conjunto epigráfico que da a conocer Stylow (en esta publicación) o por los restos escultóricos aquí aparecidos o en otros espacios públicos semejantes698. Privadas de simbología, las esculturas, los monumentos y las inscripciones son, simplemente, materiales reaprovechables, materia prima para transformarla, si no van antes al vertedero. Los autores que han sopesado cual debió ser el principal agente de transformación de los espacios públicos, colocan al cristianismo por delante del final del gobierno imperial y de la presencia de alanos, vándalos, suevos y visigodos699, pero parece que concurren todos estos factores interrelacionados, al que hay que sumar las acciones espontáneas de la población local por razones puramente prácticas700. Si bien es verdad que las fuentes escritas no recogen suficientes noticias como para hablar de grandes cambios701, el registro arqueológico ofrece un testimonio claro de crisis702. En un segmento temporal comprendido desde fechas inciertas del siglo IV al V, el recinto queda abierto permanentemente al público. Es lo que cabe deducir de numerosos grafitos practicados en las molduras marmóreas de la base del templo. Se han conservado cinco de estas piezas de gran formato después reutilizadas en viviendas de época visigoda para levantar sus muros. De las siete, cinco están marcadas aunque la superficie curva de las molduras no facilitaba la tarea, lo que da una idea de lo que debió plasmarse en los murales del 697 Ver por ejemplo en Bejarano, 2004, 62, e Hidalgo y Méndez, 2005. 698 Nogales y Gonçalves, 2004, 285-337; Palma, 2003, 429-439. 799 García Iglesias, 2004, 36, Arce, 2005, 234. 700 Alba, 1998, 361-385. 701 Arce, 2002 y 2003, 121-131. 702 Mateos, 1995, 127-152; Alba, 2005,130 y ss.
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templo más propicios para la escritura, que se han perdido. Los epígrafes son de diferentes tamaños, a veces se superponen unos a otros y todos están realizados con líneas de puntos mediante el repicado de la superficie. El resultado son trazos de diferente grosor, que plasman nombres propios y dibujos. La pieza más interesante representa un crismón de considerable tamaño que evidencia un gesto espontáneo de cristianizar o purificar al templo pagano. No hay duda de que las marcas se ejecutaron cuando estaban las molduras en su sitio pues todas presentan los epígrafes en horizontal y a veces están incompletos por haber abarcado el mensaje más de una pieza. Cada motivo requirió su tiempo y llevar una “herramienta” para realizarlos. No hubo autoridad que lo impidiese ni fueron borrados jamás, lo que pone en entredicho la salvaguardia del lugar, en el que algunos transeúntes se entretienen en estos menesteres. Corresponderá a otros autores hacer un estudio epigráfico de esta evidencia plasmada en las molduras del templo, asunto que compete a un especialista para calibrar el alcance de los mensajes y probablemente datarlos con mayor certeza a partir del tipo de grafía. Por regla general se emplea la letra capital romana con marcadas peculiaridades que ayudarán a su identificación; como la propia grafía con terminación en los extremos en forma triangular, las letras enlazadas, nexos y abreviaturas. Baste aquí señalar que esta manifestación popular y espontánea se ejecuta cuando el soporte se hallaba aún en su emplazamiento original. Pieza n.º 1 (fig. 335): Moldura baja del templo de 1,47 m de longitud, 60 cm de altura y 48 cm de anchura, de mármol blanco, con tres bandas de inscripciones repicadas: letras de 5 a 6 cm en la superior, de 11 a 12 en la central y de 7 en la inferior (hay otras letras de menor tamaño intercaladas, en algunos huecos). El crismón central (fig. 336) tiene 21 cm, acompañado en los laterales del signo alfa y omega (dispuestos al revés). A la derecha se representa lo que parece ser un trifolio que, en este contexto, se podría relacionar con el sentido de la trinidad (?). Entre los epígrafes, el mayor pudiera corresponder a un nombre propio femenino (?) SEMIA o tal vez a un mensaje más profundo del que el crismón forma parte, que comienza con SEMILIA (?) y termina con la palabra ROMA y unas siglas o ROMADR y al final el mencionado trifolio. La pieza arquitectónica fue reutilizada en los muros de una vivienda de época visigoda (casa n.º 1). Puede contemplarse el lugar de aparición en
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Fig. 335.
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Grafitos de la pieza 1
De la Barrera (2000: fig. 164) con la moldura colocada en vertical. Pieza n.º 2: Moldura baja del templo, de 1,18 m de longitud y 69 cm de ancho, de mármol blanco, con dos epígrafes a distinta altura, el superior con letras de 6 a 7 cm y el inferior (incompleto, que continuaría en la moldura siguiente) con letras de 10 cm de tamaño. La pieza fue reutilizada para levantar el muro de una casa de época visigoda (casa n.º 1) y aún conserva esta ubicación, dispuesta en vertical. Pieza n.º 3: Moldura esquinera del pie del templo, de 67 cm de longitud (se conserva incompleta) y 43 cm de ancho, de mármol blanco, con un epígrafe ilegible en la parte convexa de la moldura. La pieza fue reutilizada en la fábrica de los muros de la misma vivienda que las dos molduras anteriores. Pieza n.º 4 (fig. 337): Moldura baja del templo, de 1,66 m de longitud y 55 cm de ancho, de mármol blanco, con línea de tres epígrafes a diferente altura, con letras de de 5 a 7 cm de tamaño. En la banda central se plasma un dibujo sinuoso y un posible falo (?). La pieza fue reutilizada como umbral de la vivienda visigoda referida más arriba (casa n.º 1). Pieza n.º 5: Moldura baja del templo, de 1,06 m de longitud y 40 de ancho, de mármol blanco, con
una sola línea de epígrafe de gran tamaño de una palabra incompleta que debía continuar en otra moldura. La pieza fue utilizada en la fábrica de la casa n.º 2. Quedan cuatro piezas más en el perfil de la excavación pertenecientes a la misma vivienda que pudieran tener grafitos y hay otras tres molduras sin marcas debido a que son piezas de la parte alta del podium del templo, fuera de alcance de los transeúntes. Este tipo de manifestaciones espontáneas se puede relacionar con otros ejemplos conocidos en Mérida703. La arquitectura del “Foro Provincial” se vio afectada en el siglo V, durante la coyuntura de crisis que desencadena la desaparición del Estado y la presencia de diferentes pueblos germánicos que acuden hasta Emerita; algunos para establecerse. No pretendemos atribuirles una destrucción violenta del conjunto, pero sí relacionarlo con la necesidad de espacio útil intramuros para los más diversos usos, bien de la población autóctona o de los nuevos habitantes.
703
García Iglesias, 1982, 85-92; Alba, 2004 a, 220.
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Fig. 336.
Detalle del crismón
Fig. 337.
Grafito
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A lo largo de la quinta centuria los edificios terminan por ser aprovechados como cantera y su estado progresivamente expoliado sentó las bases para su completo desmantelamiento y posterior “adecuación” del espacio para su reocupación doméstica. Con todo, debemos recordar que la génesis de la amortización del conjunto acontece cuando es cuestionada su funcionalidad primigenia y, devaluado hasta perder su sentido simbólico, se decide darle otros usos. A continuación nos aproximaremos a tratar cuáles. Junto a la fachada lateral del templo se han conservado de forma insólita las planchas marmóreas de la pavimentación de la plaza “selladas” por un nivel de tierra compacta, uniforme y con una superficie arenosa resultado del arrastre del agua que sugiere una vigencia prolongada de este piso de tierra. ¿De dónde procede esta tierra que tapó la pavimentación original y para qué se utilizó? Solo podemos hacer conjeturas y plantear interrogantes. Sabemos que no es una formación “natural” pues ni la erosión ni los agentes climáticos justifican una acumulación de estas características, por lo que pa-
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rece que este estrato está indicando un cambio de uso del lugar, ¿pero cual? ¿tal vez para hacerlo accesible a caballerías u otros animales de carga o tiro cuyas pezuñas no resbalen en este tipo de superficies? Pudiera ser, pero para solucionarlo habría bastado retirar el piso de mármol... y no se hizo. Las losas presentan fracturas múltiples, previsiblemente por haber soportado un peso indebido ¿trasiego de carros? ¿por caer piezas de los desmontes contra el suelo? Relacionar esta evidencia con la presencia de animales es una suposición, pero lo cierto es que la tierra fue llevada hasta allí y sobre esta superficie duradera (asentada y “lavada”) se acumulará tiempo después el escombro indicativo del desmonte de los edificios: fragmentos múltiples de mármol, de ladrillo y tegulae, de signimun, argamasa, junto con tierra y carbones (fig. 338). En conclusión, este dato estratigráfico unido a la idoneidad del recinto para encerrar ganados y caballerías (o para usos más amplios derivados del acantonamiento), induce a plantear un uso anterior a la “destrucción” completa de los edificios. Por su amplitud y resguardo, el antiguo foro
Fig. 338. Sección estratigráfica de la zona anexa al templo Desglose por niveles: A.- pavimento de mármol anexo al templo; B.- echadizo de tierra usado como suelo; C.- nivel de escombros originados por el desmonte arquitectónico (y otros aportes); D.- molduras del templo reutilizadas para edificar las viviendas de época visigoda...
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presentaba unas condiciones favorables para utilizarlo como caballerizas, corral para el ganado y acaso para realizar acampadas. No sería extraño que fuera aprovechado para acuartelamiento en algún momento del siglo V, pero es imposible asegurarlo a partir de las escasas pruebas reunidas, que incluyen: la presencia de cerámicas, el mencionado pavimento de tierra y otros indicios impresos en las superficies, como sobre el pavimento de bloques que antecede al Arco, en el que quedan rastros de haber encendido numerosas hogueras (fig. 339). Otras lumbres se hicieron al pie del interior de este acceso, adosadas a las paredes donde dejaron sus marcas. Con respecto a guardar el espacio, en la jamba del Arco quedan múltiples rozas, incisiones y orificios de diferente diámetro, profundidad y altura (algunos ordenados en líneas verticales) que indican la existencia de puertas distintas en diferentes momentos de la historia del Arco (fig. 340). La incisión más baja (a su vez asociada a cuatro orificios equidistantes en vertical) es posterior a la desaparición del revestimiento de mármol y anterior a la acumulación de escombro, en tanto que otras marcas más elevadas implican el recrecimiento del nivel de tránsito por causa de los cascotes.
Fig. 339.
Improntas de hogueras al pie del Arco
Fig. 340.
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Improntas del anclaje de puertas posteriores a la etapa romana
El estrato que se genera al desmantelar las construcciones, se ha registrado en las zonas aledañas al templo y bajo el “Arco de Trajano”. Allí se depositó un nivel de escombro similar, con materiales cerámicos datados hacia mediados del siglo V (Aquilué y Dehesa, en esta misma publicación) que se acumularon hasta alcanzar entre 70 cm y 1 m, sobre la pavimentación marmórea (y se adosa a los revestimientos), ocultándola a futuros robos de material. Como es sabido, no son los espacios públicos los más idóneos para hallar materiales domésticos pues se cuida especialmente su limpieza, así que cuando aparece suficiente cerámica en contextos de “destrucción” aumenta la probabilidad de que sean coetáneos a los desmontes. Tanto en el lateral del templo como en el Arco el escombro es menudo, con mucho cascote y en menor proporción hay tierra procedente de tapiales. Pero también se han registrado carbones, escorias, huesos de animal y cerámica de vertidos ocasionales o de basura producida allí mismo, acumulada sobre la superficie resultante a la “explotación” como cantera de la plaza. Todo lo cual, sin que podamos conocer el grado de deterioro que acusaba entonces el conjunto, prueba su completo
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“abandono” pero, al tiempo, su conversión para otros usos que ocasionan contextos positivos, como escombreras y vertedero, y negativos derivados del desmonte de su arquitectura. El uso más impactante será su aprovechamiento como cantera causante de un desmantelamiento que ni fue exhaustivo, pues de otro modo no quedarían in situ revestimientos y suelos de mármol, ni sistemático dado que no afectó por igual a todo el recinto. Además, fue selectivo y progresivo, como veremos más adelante. Después, el lugar se utiliza para el asentamiento de viviendas, tal vez precedidas de construcciones menos estables de las que restan varios agujeros de postes, sin evidencias suficientes como para distinguir si son provisionales estructuras de habitación, cobertizos o cabañas, u otras posibilidades muy alejadas de estas, como improntas de andamios u otras estructuras levantadas para proceder al desmonte. ¿Fue un desmantelamiento organizado o espontáneo? Veamos qué se puede inferir a partir de lo que se incorporó a los contextos arqueológicos y de lo que se supone que debería estar y no queda rastro alguno. Comenzando por estos “indicios ausentes” es destacable que en la zona periférica excavada no se hayan registrado ni concentraciones de tegulae ni fragmentos si quiera de capiteles, fustes y basas de los pórticos. No existen despojos de material resultante a una destrucción y el peso superlativo de piezas como los fustes descartan un expolio no planificado. Pero como esta falta de pruebas estratigráficas puede suscitar dudas, es importante relacionar las superficies resultantes de los desmontes con los contextos estratigráficos aportados. Comenzemos por distinguir los contextos donde sí se han acumulado escombros. En el flanco del templo y bajo el arco hay una presencia notable de cascotes, ¿de dónde proceden tales aportes? ¿de limpiezas efectuadas en inmuebles exteriores al foro que utilizan este lugar (de todos y de nadie) como vertedero o es resultado de desmontes de estructuras albergadas en el recinto? No vemos inconveniente en admitir ambas posibilidades, tal vez en tiempos diferentes según sugiere la cerámica, pues la estratigrafía también está conformada por tierra de los tapiales. No obstante, es poco probable que el tapial o el adobe fuese un recurso constructivo en el conjunto monumental que nos ocupa, pero en cambio, es habitual en la edificación de las viviendas. Por consiguiente, una parte pudo haber sido acarreada hasta allí. Con respecto a la fiabilidad de la formación de los contextos con abundante escombro, es obligado
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hacer una distinción. En vistas a las características del ripio generado bajo el Arco, hay que señalar que estos niveles fueron alterados al excavar la zona en el siglo XVIII (y nuevamente en el siglo XX) y devueltos al corte para soterrarlo convertidos en un único estrato “rejuvenecido” en el que siguen predominando los cascotes. Se puede deducir que tenía una potencia notable que cubría al pavimento, al zócalo revestido con placas de mármol rematado por una moldura y a dos peldaños de subida, monolíticos y del mismo material noble, que salvaban las diferencias de nivel entre el suelo del Arco y el de la plaza. De modo que los depósitos debieron servir de nivelación para igualar en rampa el piso más alto de la plaza con el del Cardo Máximo, de suerte que con los vertidos desapareció este obstáculo escalonado que impedía el tránsito de los carros al interior. Esta medida de accesibilidad fue necesaria para, entre otros cometidos, acarrear el material expoliado. Todo este depósito tapó y “protegió” a la pavimentación de mármol y a los revestimientos de la parte baja del Arco y también terminó por recubrir (ocultándolo) el suelo de sillares que hay por delante del acceso al Foro. En el estrato de escombro depositado junto al templo, se documentaron varios niveles de esquirlas y fragmentos mayores de mármol. Este material tan apreciado y vinculado a la arquitectura pública, sinónimo del poder imperial704 sufre expolios graduales, gracias a lo cual es el material arqueológico más abundantemente representado. Los contextos creados por la depredación de la arquitectura son de muy diferente naturaleza a los niveles de esquirlas asociados a la construcción fundacional del recinto. Durante la excavación de los niveles constructivos del pórtico aparecieron numerosos estratos con lascas de mármol procedentes del deshecho de los artesanos que trabajaron al pie de obra. Se trata siempre de pequeñas esquirlas sin carear, resultado del desbroce a cincel, pero los contextos a los que ahora nos referimos contenían restos de tamaños diversos de placas, molduras, entablamentos, etc., que habían sido golpeadas hasta destruirlas. Nuevamente se podría argumentar la formación de estos contextos por artesanos del siglo V que operan al pie de cantera, transformando las piezas arquitectónicas expoliadas en otras en sintonía a las necesidades y gustos de la época, pero el estado en que aparecen inscripciones y revestimientos apunta además a otras manipulaciones. Al 704
Cisneros, 2002, 83-104; Rodá, 2002, 405-420.
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menos una parte, pudo ser resultado de trocear mármol para hacer módulos manejables que facilitasen su cocción, es decir, su transformación en cal. Entre el numeroso material marmóreo recogido hay piezas ennegrecidas y desechas por su exposición al calor. Pero otras piezas debieron ser reelaboradas, como los fustes de mármol blanco del templo que eran estriados y se han hallado gran cantidad de estas nervaduras (fig. 341) que fueron golpeadas hasta devastar los tambores que, convertidos en bloques, pudieron servir al trabajo escultórico.
Fig. 341. Pese al expolio concienzudo quedaron en la zona abundantes muestras de la materia prima con que se concibió este espacio público. Fragmentos desechados procedentes del estriado de los fustes de mármol (del templo) devastados para reutilizar los bloques
Estaría dentro de lo previsible que algún día apareciese algún horno de cal tardoantiguo en cualquiera de los espacios públicos emeritenses, pues la pauta más habitual en las caleras (al igual que los tejares) es que se establezcan sobre la cantera o en
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las inmediaciones. En el caso del espacio aquí estudiado, el lugar es idóneo por su amplitud, óptima ventilación, está alejado de las viviendas y, sobre todo, contaba con abundante materia prima (al mármol hay que sumar el aprovechamiento de la madera de las cubiertas para las combustiones). Tan sólo hay un inconveniente y es cómo se abastecían de agua para apagar la cal, queda pues este asunto pendiente a la espera de que prosiga la excavación en otros puntos del recinto. De no aparecer (pese a las referidas piezas calcinadas), sería plausible ponerlo en relación con la actividad industrial registrada en el Área Arqueológica de Morería. En Morería se documentaron cuatro hornos de cal, ubicados extramuros y datados entre el siglo V y el VI (teniendo en cuenta la vigencia de su actividad con una incorporación consecutiva al taller). En todos aparecieron restos de piezas romanas a medio cocer que quedaron en las calderas en el momento de abandonarlos705. Los hornos están emplazados en las proximidades de una puerta de la muralla que da acceso a una calle que conduce, precisamente, a las traseras de la plaza que nos ocupa, donde también se ubicaban otros edificios públicos en el entorno del Cardo Máximo. Sería factible que este taller se hubiese abastecido del mármol del área pública y de los edificios oficiales de su entorno, lo que no descarta la posibilidad de que algún día se encuentren hornos intramuros. No obstante, más arriba referimos que había pruebas que indicaban que el expolio del mármol había sido selectivo y en fases. Veamos en qué se fundamenta tal afirmación. Todas las piezas de mármol de gran tamaño que quedan del templo nos han llegado porque se emplearon para construir viviendas en época visigoda. Estas piezas son siempre molduradas (excepto medio fuste estriado), cuyo formato limita su reaprovechamiento. Más versátiles resultan las placas de los revestimientos y es en ese material en el que se inicia el despojo del podium del templo. Más adelante se prosigue con las piezas desechadas inicialmente que se emplean en la construcción de los muros de las viviendas que se adosan al flanco del templo y se puede suponer que los bloques más pesados (como los fustes y capiteles) terminasen despiezados convertidos en escultura decorativa o en materia prima para la calera. En numerosas piezas de la colección visigoda se reconoce la doble labra a partir de una pieza romana706. 705 706
Alba, 1999, 405. Cruz Villalón, 1985.
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En síntesis, se trata de acciones consecutivas de incidencia desigual, probablemente en distinto tiempo y efectuada por gente con propósitos distintos. Primero: centrados en aprovechar el revestimiento de placas del templo, pórticos y Arco, material al que todo el mundo tiene acceso y da como resultado abundantes piezas de desecho, fracturadas al extraerlas. Segundo: se concentra en piezas de mármol grandes y pesadas (fustes, capiteles, etcétera), sin vestigios del pórtico por desmontarlos organizadamente y sí en el templo por seleccionar ciertas piezas para el acarreo y descartar otras como las molduras y las columnas debido a su tamaño excesivo (útiles como bloques de materia prima). Y tercero: ocupados en las piezas restantes, inicialmente descartadas, como los sillares del podium del templo o las molduras y los bloques de granito del basamento de las columnas del pórtico. En conclusión, en el desmonte arquitectónico hubo un primer expolio espontáneo, por las posibilidades innumerables de reutilización de las planchas para cubiertas de sepulturas, pavimentos, solería de cocinas, poyetes, etc. etc.; una segunda sustracción selectiva, para reutilizar ciertas piezas marmóreas (como los fustes) con las que volver a construir fuera de aquí, seguida de una tercera acción de aprovechamiento como materia prima del mármol restante con fines de transformación escultórica o para hacer cal, al tiempo que con otras piezas se incorporan a los muros de las casas que se establecen en el lugar y finalmente, se arrancan los bloques de granito para reutilizarlos en otras obras. La zona del pórtico quedó al aire libre sustraídos los fustes, basas y capiteles. El expolio afectó a las grandes planchas (restan sus improntas) que recubrían el canal y forraban el muro corrido donde apoyaban las columnas. De las columnas no se ha hallado ningún indicio, por lo que su desmonte parece que fue sistemático. Todo lo contrario al mármol del pavimento y de los revestimientos que ha aparecido un volumen ingente de fragmentos debido a su expolio apresurado y poco cuidadoso. Del citado revestimiento restan las grapas metálicas de sujeción y la impronta en el mortero fresco que hacía la caja del canal. Asimismo ya se ha referido que toda la techumbre de tegulae y la pavimentación de mármol del pórtico y del espacio abierto de la plaza fue sustraída. Por fortuna, la ocupación doméstica se produjo antes de que la cantera prosiguiese con la piedra de los mampuestos de los muros maestros del contorno de la plaza aprovechados ahora para adosar los nuevos inmuebles. En otros edificios públicos de Emerita se ob-
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servan indicios de un desmonte gradual semejantes a los aludidos707. Más adelante fueron extraídos los grandes sillares que servían de asiento a cada columna del pórtico; tan sólo se conserva uno en su emplazamiento original integrado en el muro de una vivienda (de lo que se infiere que ya estaba instalada la vivienda en aquel lugar). Lo mismo se observa en el templo, donde un tiempo indeterminado después al aprovechamiento de las molduras de mármol para levantar muros, se pasa a sacar los sillares del podio, excepto en la parte más cercana a la entrada donde la construcción de una casa impidió seguir la cantera de bloques. La construcción de mayor entidad de la época se realiza a finales del siglo V consistente en reforzar la muralla urbana del Alto Imperio con un grueso lienzo de sillares provisto de torres que completaba todo el trazado de aquélla708. También se edifican los templos cristianos con material reaprovechado, como se advierte en Santa Eulalia709 y en otros ejemplos de arquitectura paleocristiana local. Los solares resultantes al desmonte de la arquitectura pública pasaron a ser ocupados progresivamente por viviendas, como veremos en el próximo apartado. 2.º
FASE DE LA SECUENCIA: OCUPACIÓN DOMÉSTICA DEL ESPACIO (S. V-VIII)
La evidencia estratigráfica nos informa de que la ocupación doméstica del recinto se produce una vez que habían sido desmantelados el templo, los pórticos y se había extraído la pavimentación de la plaza, pero que algunas casas se edifican al tiempo de explotar la cantera, protegiendo con su presencia algunas estructuras erguidas romanas en las que se apoyan o adosan. En un punto se atestigua que el muro perimetral había sido desmontado para conectar dos espacios, pues sobre este muro se va a instalar un hogar. Pero el recinto se mantuvo como espacio diferenciado, con la mayor parte de sus muros limítrofes alzados y su acceso principal vigente aunque desprovisto de ornatos y de los recubrimientos de mármol. El expolio de los elementos arquitectónicos más atrayentes, sea de forma espontánea e ilícita o programada y autorizada constituye el paso concluyente de amortización física del conjunto que se 707 708 709
Alba, 2004 a, 214-8. Alba, 1998, 361-385. Mateos, 1999.
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EPÍLOGO: TRANSFORMACIÓN Y OCUPACIÓN TARDOANTIGUA
completa con la sustracción de los elementos menos accesibles y más pesados que suponen la amortización completa del pórtico y del templo. Se ha apuntado más arriba que el aprovechamiento como cantera del recinto no se acomete de una vez, sino en fases, con hiatos de tiempo indeterminado entre las acciones. El caso de la utilización del templo para apoyo de viviendas lo pone de manifiesto, pues la primera vivienda se adosa a la pared de sillares cuando ya había sido despojada del placado de mármol y aprovecha para su edificación un tambor de columna y las molduras bajas desechadas por los que sustraen el mármol. Un tiempo indeterminado después se lleva a cabo la extracción de bloques de granito de su paramento, hasta la mencionada casa adaptada al requiebro en planta del pronaos, gracias a lo cual impidió extraer el paramento de sillares que estaba integrado en la vivienda. Por el contrario, en el flanco del podium se sacaron todos los sillares hasta llegar al relleno de cementicium y más tarde se instalarán dos nuevas casas adosándose a la superficie resultante del robo. Las tres casas son de habitación simple (en planta baja) y disfrutaron de dos alturas, aprovechando la parte alta del podium. Quedan los agujeros para las vigas insertadas en la pared del podium a partir de la cual la planta alta alcanzaría la coronación del basamento del templo, donde también hay huellas de rozas, agujeros y desmontes para acomodar la superficie a las necesidades de cada casa. Recordemos que en Mérida se conocen otras viviendas de época visigoda con dos alturas, como la instalada en la fachada de la domus del Teatro y en la esquina del llamado pórtico del Foro de la Colonia710. Gracias a estas superficies en negativo podemos averiguar la altura de las plantas bajas en torno a 2,5 m desde el suelo recrecido por el escombro hasta las vigas. También se conserva este mismo tipo de impronta para las vigas del tejado en el interior del Arco, a ambos lados, en sucesivas bandas de orificios, cuatro a la izquierda (fig. 342) y tres a la derecha (fig. 343) pertenecientes a diferentes inmuebles en el tiempo que utilizaron niveles de suelo mucho más bajos al de la calle presente. Moreno de Vargas711 en el siglo XVII y los ilustrados del siglo XVIII describen o dibujan el Arco sin casas en su interior, lo que es coherente con la línea de fachada que poseen las casas a ambos lados de la ca710 711
Alba, 2005, 139. 2001, 78.
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Fig. 342. Improntas de vigas de las techumbres de viviendas consecutivas instaladas en el interior del arco (a derecha). La más baja corresponde a niveles de suelo muy por debajo del actual (al igual que en la fig. 343)
Fig. 343. Improntas de vigas de las techumbres de viviendas consecutivas instaladas en el interior del arco (a izquierda). Las casas que se han adosado al arco en épocas tardoantigua y medieval contribuyeron a preservarlo
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
lle que atraviesa el arco. Por lo que parece bastante probable que en época visigoda ya hubiera viviendas acomodadas al abrigo del Arco (construidas sobre el nivel de escombro tratado en el apartado anterior) y que tales casas contribuyesen a su preservación. Mejor conocidos son los inmuebles que se adosaron alrededor del Templo. Casa n.º 1 del Templo (fig. 344): Es la que más datos a aportado por haber sido excavada recientemente (remitimos al informe de la excavación). Disponía de dos espacios conectados, en una longitud de unos 8 m adosada al basamento de la pronaos y hasta el requiebro que hace en planta la cella. Se utilizó en la obra grandes piezas molduradas de mármol procedentes del templo, la mayoría colocadas en vertical conformando el zócalo, otras sirven de jambas y una de umbral. El piso era de tierra batida y en la pared de sillares de la pronaos se abrieron boquetes para insertar las vigas con distancias de entre 60 y 80 cm (y una altura desde el suelo de 2,50 m a 2,10 en dos recrecidos del suelo doméstico). En la parte superior se practicaron unos rebajes escalonados en relación a puntos de sujeción de la segunda planta del inmueble con la coronación del templo. Contaba con dos puertas, una en su lado ancho, desde donde se podía acceder desde el interior a la segunda habitación o cober-
Fig. 344.
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tizo y la otra, en su lado mayor o fachada, que terminará siendo tapiada. En total, disponía de 14,26 m2 en planta baja, con el referido espacio anexo de 10 m2 que también iba techado (según se advierte en una roza practicada en el hormigón del templo), desde donde se podía subir a la coronación del podium gracias al robo escalonado de sillares del paramento (hoy sigue siendo el punto accesible). En este inmueble apareció el tesorillo de tremises que más adelante se referirá. Casa n.º 2 (fig. 345): Fue excavada en los años ochenta y retirada para liberar visualmente el templo. De ella restan los agujeros de las vigas del techo, abiertos equidistantes (cada medio metro) en el hormigón del podium, y su nivel de suelo, que era más bajo que la vivienda 3.ª y más alto que la 1.ª, luego, la acumulación irregular de escombros sobre la que se asentaron los inmuebles comenzó a ocasionar una topografía de plano inclinado divergente a la horizontalidad romana de la plaza. La longitud de la vivienda era de 5 m y un ancho de unos 4 m. En la fábrica se utilizaron varias piezas grandes de mármol que hoy están en el Museo Nacional de Arte Romano y junto al templo. Hay 3 m de separación entre la casa 1.ª y 2.ª que pudieron aprovecharse para alguna construcción auxiliar, más endeble.
Casa visigoda con las improntas de las vigas en la pared del podium del templo y otros rebajes en el nivel del piso alto
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Fig. 345.
EPÍLOGO: TRANSFORMACIÓN Y OCUPACIÓN TARDOANTIGUA
367
Indicios del aprovechamiento lateral del templo para instalar casas en época visigoda (casas 2 y 3)
Casa n.º 3 del Templo: Compartía medianera con la casa n.º 2 y prosigue bajo el perfil de la excavación, por lo que no podemos conocer los metros cuadrados de su planta. Conserva las improntas de sujeción de las vigas (a superior altura que la casa vecina), dos de sus muros y un nivel de suelo de cal sobre rudus de cantos de río. El ancho del inmueble es de 5 m y en sus muros aprovecha sillares en lugar de piezas de mármol. Casa 4 (fig. 346): En la última intervención realizada en el frontal del templo, se ha documentado un muro de mampostería perteneciente a una casa que queda bajo la estratigrafía del perfil de la excavación. La vivienda podría cerrar el espacio comprendido entre el anta de la escalinata y el podium de la pronaos, asociado a un piso de tierra, que si bien no permite avanzar más sobre la extensión de este inmueble, sí confirma la pauta de asentamiento de viviendas dispuestas en batería en derredor del antiguo templo desmontado y prever que debe existir una quinta casa en el espacio comprendido entre la n.º 1 y la 4.ª (en la actualidad situada bajo la calle Holguín). A partir de estos vestigios es probable que tengan su correspondencia en otras casas instaladas en el perímetro del templo que, si siguen la misma
pauta que los inmuebles anteriormente descritos y sus modestas dimensiones, pueden aglutinar una docena o poco más de casas, en este punto central de la antigua plaza. En el pórtico, la escasa evolución de la cota de sus niveles ha hecho que conservemos muy pocos restos de los inmuebles. Las casas visigodas fueron afectadas por la excavación de silos islámicos y de otras cimentaciones y por el robo de la fábrica de los muros (fig. 347). Quedan apenas restos inconexos de lo que pueden interpretarse como varias casas y otros vestigios que redundan en señalar el uso doméstico del espacio. Las casas de nueva construcción no se asientan de forma aleatoria en el recinto, sino que tienden a organizarse en batería en el perímetro del foro y en el contorno del templo. Todas son de planta sencilla, aunque hemos apuntado cómo las que se adosan al podium tenían dos alturas no podemos asegurar que fueran así también las que se erigen en la zona amortizada de los pórticos. Las casas perimetrales optan por adosarse al muro limítrofe del Foro aún en pie que cerraba al pórtico ya desaparecido, mientras otras se levantan por delante de este, en el espacio que había sido de plaza, de forma que en la trasera disponían de un espacio propio. Según lo
368
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 346.
Fig. 347.
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Restos de una casa en el frontal del templo (casa 4)
Afección de silos islámicos a los contextos domésticos de época visigoda. La superficialidad de los restos de las viviendas de época visigoda
observado en la excavación de la zona del pórtico, parece que las viviendas tuvieron una aparición consecutiva y no simultánea pues no siempre comparten medianeras y recurren a dobles muros adosados (fig. 348), que por añadidura certifican unidades familiares distintas. Este grupo de casas tiene igual porte constructivo que las adosadas al templo, con habitación única e igualmente situadas en batería, con salida directa al espacio abierto que antaño fuese la plaza. Sus sistemas constructivos
consisten en muros de mampostería unida con tierra, con poca cimentación sobre los que se levantan paredes de tapial. En los zócalos de mampostería se integran todo tipo de piezas romanas resultantes del expolio. Las piezas mayores, como sillares y piezas de mármol se colocan en vertical e intercalados en los paños de mampostería. El grosor de los muros tiene una media de 55 cm y una profundidad suficiente como para soportar una segunda planta o un altillo. Los pisos son siempre de tierra batida y
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Fig. 348.
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Muros de dos casas vecinas establecidas en el pórtico que no comparten medianera (indicio de propiedades distintas)
algunos derrumbes certifican el empleo de tegulae mientras que en otros casos la ausencia de restos de teja sugiere empleo de cubiertas vegetales salvo que les hayan infringido robos exhaustivos cuando fueron abandonadas. Entre las evidencias de este tipo de ocupación no faltan agujeros de postes que advierten de estructuras leñosas complementarias a las primeras o de diferentes finalidades de soportes en el interior de las viviendas. En el subsuelo de la tercera casa del templo se introdujo un poste y hay varios testimonios en el mismo sentido en la zona del pórtico. Son estos débiles indicios de ocupación doméstica, basados en superficies de uso, en la reutilización de material, en los soportes de madera en negativo, en el aprovechamiento de estructuras alzadas romanas, etc., los que representan mayoritariamente los contextos arqueológicos urbanos de la época visigoda712. Hay otro dato que no quisiéramos pasar por alto y es el rebaje notable que acusa el terreno en la zona excavada del pórtico y del área abierta de la plaza, durante la época visigoda. Aunque lo más habitual es que se produzcan recrecimientos en los niveles de suelo, como afortunadamente ocurre bajo el Arco y junto al Templo, en esta esquina del recinto se transitó por niveles inferiores a los utilizados en la etapa romana (cercanos al medio metro de diferencia). Ello se debe al robo del enlosado de mármol y a la excavación del subsuelo para extraer 712
369
Alba, 1999, 404 y 2005, 132 y ss.
tierra con la que levantar los tapiales. Se optó por hacer rebajes uniformes en el mismo lugar en el que se iba a edificar la vivienda y así evitar excavar profundas fosas de acopio. La distribución de las plantas es un dato orientativo sobre las unidades familiares que las habitaron, pero hay que contrastarlo con otros datos como es la presencia de cocinas (fig. 349). Se han registrado varias con solería de ladrillo y delimitación del mismo material para contención de la ceniza y la lumbre, adosadas a muros o exentas. Hay otros ejemplos de simples hogueras que pudieron tener el mismo cometido y el de calefacción al aire libre, como son las múltiples marcas de combustión que quedaron impresas en la pavimentación de sillares que hay por delante del Arco, ya referidas. El empleo de material refractario en los hogares, con gran capacidad de retener el calor, hay que asociarlo a la preparación directa de alimentos sobre las superficies cerámicas, como por ejemplo la elaboración de pan713. No obstante, este elemento no siempre se conserva en el registro arqueológico, o llega parcialmente, como el caso de la estructura de la figura 350 consistente en un basamento semisubterráneo, con hueco central sobre el que pudo instalarse una cocina alzada siguiendo el modelo de herencia romana, que podría explicar la presencia de ceniza en las inmediaciones y en su interior. Al menos tres casas de las localizadas en el área del pórtico pudieron contar con espacios li713
Alba, 1999, 409.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Fig. 349.
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Hogar visigodo (modalidad de cocina con perímetro alzado para contener las cenizas, vigente hasta el siglo VIII)
Fig. 350.
Estructura doméstica semisubterránea
bres en la trasera, patios o corrales, pues media la distancia suficiente entre los muros localizados en lo que fuera la plaza del Foro y el muro del pórtico que parece haber servido de fondo a las pro-
piedades, al tiempo que otras viviendas se levantan en la misma linde del desaparecido pórtico, apoyándose en aquél, aprovechando los muros emergentes.
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EPÍLOGO: TRANSFORMACIÓN Y OCUPACIÓN TARDOANTIGUA
Carecemos de evidencias claras de actividad industrial en las zonas excavadas, a excepción del dato indirecto de los estratos de esquirlas de mármol, fragmentos calcinados y de escoria metálica, todos precedentes al asentamiento de las viviendas. Otros vertidos creados en el entorno de las viviendas son de tipo doméstico y contienen cerámicas realizadas a torno lento que apuntan a una vigencia amplia de los inmuebles. A partir de los datos documentados proponemos la restitución “urbanística” de la antigua plaza, con viviendas humildes en batería ocupando todo su perímetro (pero con fachadas que sobrepasan la desaparecida planta del pórtico) y un núcleo central de casas adosadas en derredor a los restos del templo (que aprovechan además su coronación) y que lo enmascaran casi completamente. Entre todas estas viviendas de nueva planta, periféricas y céntricas, media un espacio abierto irregular que se utilizó como calle y conduce desde y hacia el Arco, su único acceso que también es abarcado por casas adosadas a él (que contribuyen a su preservación).
Fig. 351.
371
La sencillez de las casas denota la condición humilde del vecindario con modos de vida austeros, aunque en una de las casas del templo se halló un tesorillo de veinte monedas de oro, oculto bajo uno de los muros, datado en el siglo VI, de tiempos de Leovigildo714. Tan sorprendente resulta la suma de dinero en relación al porte de la vivienda, como al hecho de que nunca fueran recuperadas (fig. 351). En relación a estas monedas y su datación es inevitable recordar la figura del obispo Masona y su afamada generosidad para con los pobres, así como las tensiones entre católicos y arrianos, con los intentos de compra de voluntad de los primeros, el pulso mantenido entre autoridades eclesiásticas de uno y otro signo y la participación activa del rey Leovigildo en el conflicto, narrado en las Vidas de los Santos Padres de Mérida. Sirvan de muestras algunas citas dedicadas a este obispo en relación al dinero: “Cuan dadivoso fuera en sus limosnas para con los pobres, sólo Dios lo sabe (...) Tal era su preocupación por las miserias de los desafortunados que dotó a la basílica de santa Eulalia (...) con dos mil sueldos de
Ocultación de monedas en una de las viviendas adosadas al templo 714
Mateos, Pizzo y Pliego, 2005, 237-255.
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Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
oro, a fin de que quienquiera que se llegara en imprevisto apuro, pudiera retirar, contra recibo, cuanto quisiera, sin demora ni trabas y remediara así sus estrecheces”715; y continúa “(...) a todos concedía más de lo pedido. Donaba con largueza, premiaba con esplendidez (...) A todos colmaba de dones y dádivas” (p. 103), y queda atestiguado en ejemplos concretos como cuando “Sucedió (...) que el santo obispo Masona dictó testimonio de libertad a favor de los siervos que le habían prestado fiel servicio y para confirmar la concesión les donó una pequeña cantidad de dinero o les posesionó de pequeñas propiedades” (p. 118). Las Vitae refieren la política de la corte toledana por controlar y mermar el poder de la Iglesia católica emeritense716. Política que desemboca en una etapa de conflicto entre católicos y arrianos coincidente con la cronología del tesorillo, con repercusiones de las que tal vez este conjunto de monedas nunca recuperadas sea un indicio, más que una casualidad. El conjunto de monedas nos asegura que avanzado el siglo VI el inmueble seguía en uso, pero otras evidencias materiales, de enseres que son abandonados con la amortización de las casas señalan una vigencia de algunos espacios de habitación hasta el siglo VIII, en que queda deshabitado (remitimos al capítulo de materiales). Hasta producirse el abandono, ruina y desaparición de los inmuebles hay más evidencias asociadas al uso del espacio. Los aportes de población residente en el lugar generan basuras que se arrojan a las inmediaciones de sus viviendas, contribuyendo a recrecer los niveles de tránsito. Viviendas y basuras coexisten en esta etapa, pese a que se suelen interpretar como evidencias incompatibles, es decir, que por regla general se interpretan los “vertederos” como espacios deshabitados o alejados de los lugares de habitación, pero no es así en la etapa visigoda. Lo mismo puede decirse de la actividad industrial, ahora desarrollada en este tipo de viviendas emplazadas en lugares inconcebibles en época romana, como en las plazas, por ejemplo717. Entre el material aportado por los vertidos junto al podium del templo, está el de escorias de bronce y de hierro, de un taller de emplazamiento desconocido pero con toda probabilidad instalado en el lugar. En el interior de la casa anexa a la pronaos y sobre el piso de 715 716 717
Camacho, 1988, 102. Alonso, 1986, 151-157. Alba, 2004 a, 238.
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tierra aglomerada con carbones, se hallaron módulos informes de hierro junto con herramientas del mismo metal. En todas las zonas excavadas se ha atestiguado ocupación doméstica, sin que tengamos indicios de la roturación para cultivo de este espacio. Habrá que confiar en que el panorama que lentamente va ofreciendo la Arqueología haga necesario una relectura de las fuentes escritas para servir de enfoque, equilibrar y llevar alguna luz a los “siglos oscuros” que también se adentran en el apartado siguiente. 3.º
FASE DE LA SECUENCIA: ABANDONO Y REOCUPACIÓN DEL LUGAR EN ÉPOCA ISLÁMICA (SIGLOS VIII-X)
La vigencia de las viviendas asentadas en este lugar abarca toda la época visigoda hasta tiempos imprecisos del siglo VIII, cuando son abandonadas y el derrumbe de sus muros de tapial contribuyó a la preservación de las partes bajas de los inmuebles. Los zócalos de mampostería quedaron soterrados y no se produjeron extracciones sistemáticas de piedra, gracias a lo cual podemos recomponer algunas plantas. En la zona del templo, los depósitos que sepultaron los niveles de suelo de época visigoda median de 60 cm a 80 cm, pero en el pórtico eran inferiores y afectados por la construcción de un edifico en época islámica emiral y la excavación de múltiples silos. Los utensilios dejados en el abandono son de plena tradición visigoda, aunque con alguna novedad, como se tratará en el correspondiente capítulo de materiales. Su continuidad predominante es la característica habitual del siglo VIII, como se ha defendido para otros muchos aspectos718. En época islámica, la ciudad se mantiene restringida al área intramuros de época visigoda, a su vez heredera de la intramuros romana, pero a lo largo del siglo VIII el tejido urbano acusa una disminución de efectivos de población, con tendencia a perder abigarramiento, en tanto que amplias superficies de suelo urbano quedan despejadas de construcciones, la más importante es toda una orla perimetral intramuros donde se acumulan basuras y escombros719. Lo mismo parece ocurrir en los antiguos foros que habían servido al realojo de numerosas familias, cuyos modestos inmuebles parecen 718 719
Zozaya, 1999, 83-142. Alba, 2001, 280.
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Fig. 352.
Cimentación de rollos del edificio emiral
quedar abandonados y tras un hiato indeterminado, ya amortizados, se pasa a acoger a nuevos edificios de porte señorial como el instalado en el templo de Diana720 y el que a continuación describiremos. En la excavación de la zona del pórtico oeste se documentaron unas cimentaciones corridas de bolos de río (fig. 352), con un ancho de 90 cm y una profundidad media de 70 cm a 1,20 m, pertenecientes a un edificio de longitud mayor a la extensión del corte arqueológico, superior a 20 m. No hay derrumbes al que asociarlo, ni alzado de muros, ni niveles de suelo, por haberse perdido en rebajes que afectaron secularmente a esta zona muy poco propensa a recibir aportes que recreciesen su topografía. Tan sólo conserva la subestructura indicadora de su planta incompleta y arrasada. Es alargada, adaptada a la morfología del pórtico desaparecido, pues sigue la pauta de cimentarse sobre restos constructivos precedentes (al igual que lo hacen edificios de esta época conocidos en Morería y en la Alcazaba) y aprovecha para adosarse al cierre alzado del recinto romano que se mantuvo en pie durante toda la etapa Visigoda.
720
Alba, 2004 b, 55-72.
373
La nueva planta se acomoda a las trazas de las cimentaciones del pórtico romano (fig. 353), adoptando en consecuencia un desarrollo alargado del ancho de 9 m de aquél, lo que permite deducir que el proyecto se ajustó al resultado de la excavación. Recordemos que desde época visigoda no existían restos emergentes del pórtico, lo que indica que fue al abrir las fosas de cimentación y localizar las subestructuras romanas cuando se decide adaptar la nueva obra al precedente constructivo. Buscar el apoyo de las potentes cimentaciones del pórtico permite deducir que el edificio contaba con una segunda altura. La planta (fig. 354) está compartimentada en dos cuerpos longitudinales a su vez divididos en los extremos en espacios regulares, algunos de notable amplitud y otros más pequeños y reservados, según la función y privacidad de las dependencias. Al ser las cimentaciones corridas no ha quedado vestigio de las puertas, salvo por la presencia de unas zapatas excéntricas que pudieron dar monumentalidad a los accesos de las habitaciones mayores, que según este indicio, parece que estuvieron conectadas. Las dos estancias mayores disponen de sendas zapatas emparejadas, de planta circular y separadas 2,5 m que tienen de 80 cm a 1 m de diá-
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Fig. 353.
Planta del edificio emiral con los silos y la reconstrucción de su planta
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Fig. 354.
EPÍLOGO: TRANSFORMACIÓN Y OCUPACIÓN TARDOANTIGUA
Organización interior del edificio emiral
Fig. 355.
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metro, emplazadas respectivamente junto al muro de fachada y al de carga central que debieron soportar pilastras o columnas que dignificasen la entrada al espacio al tiempo de contribuir al soporte de una planta alta (si nos atenemos al grosor de las cimentaciones cercanos al metro). El sistema constructivo de cimentación corrida mediante cantos de río, da unidad a la estructura, “cosiéndola” al tiempo que facilita un ancho asiento (y no tan rígido) de los muros de mampostería para el zócalo y alzado de tapial que contribuye al drenaje y evita que la humedad afecte a los tapiales. Este sistema constructivo tiene precedentes locales de época romana, pero la colocación inclinada de los cantos de río en hiladas es un rasgo novedoso (fig. 355) que pasará más adelante a los aparejos visibles de muros islámicos de etapas posteriores. Cimentación de iguales características se han documentado en uno de los palacetes de Morería (que conserva piso de ladrillo, alzado de muros enfoscados con cal y derrumbe de tegulae) y en otro enorme edificio registrado en las excavaciones del Cuartel de la Guardia Civil, que acusa un arrasamiento menor que el presente. En la figura 20 se presentan los restos conservados del edificio, la reconstrucción completa de la planta y proponemos su organización interior. En total la planta tendría unos 240 m2 distribuidos en
Detalle de la colocación característica de la fábrica de la cimentación emiral
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siete dependencias. Si restamos el grosor de los muros estos son los metros útiles de cada habitación: un amplio recibidor de 28,8 m2, con una dependencia auxiliar a su izquierda de unos 12 m2, desde este espacio de entrada se accede a un salón rectangular de 75 m2 que en los extremos comunica con sendas habitaciones de unos 17,5 m2 cada una, que a su vez conducen a una dependencia más reservada de 12,25 y 22,75 m2 respectivamente. En el siglo VIII las viviendas levantadas en época visigoda son abandonadas u obligadas a ello y sus derrumbes provocan un recrecimiento de los niveles de tránsito. Sobre el solar se acumulan cenizas, carbones y otros vertidos orgánicos que dan a la tierra un color oscuro-ceniciento que no podemos saber si se originaban aquí o se traían de fuera de este lugar. Del recinto quedaban entonces sus muros limítrofes, la osamenta del arco de entrada e, irreconocible, un promontorio semienterrado de mortero romano con algún sillar visible, de lo que había sido el templo. Sin embargo, el solar seguía siendo idóneo por su amplitud, situación céntrica y fácil defensa. Se mantenía como recinto en el interior de la ciudad, pero separado al mismo tiempo. Tal vez se destinó a esos usos militares y ganaderos que con interrogantes planteábamos como posibles para la quinta centuria. Lo que sí sabemos es que en fechas inconcretas del emirato (finales del siglo VIII o inicios del IX) se asienta un edificio que vinculamos al poder y que, si nos atenemos a los materiales aparecidos en los silos de su contorno, se habría mantenido hasta el siglo X. Es importante destacar que ningún silo corta su planta; las únicas subestructuras que lo seccionan son pozos ciegos de época moderna y contemporánea. Es improbable imaginar este edificio aislado, debieron existir otros de menor entidad, para servicio auxiliar de los mayores. La única prueba de que disponemos de una ocupación exterior dependiente del edificio, es un campo de silos concentrados junto a su lado menor, en un lugar esquinero del recinto romano, mientras que se reducen en la zona de espacio abierto que antaño fuese la plaza y son de cronología posterior, como si se pretendiese dejarlo despejado. Otro edificio que pudo existir en la zona es el que dispuso del grupo de columnas con epígrafes árabes datados en el siglo IX721 que se reutilizaron en la construcción de un claustro que hoy es sede del Parador Nacional. Que el arco haya sido respetado por las tropas de Muhammad I en su acción de
castigo ejemplarizante en el que desmantelan la ciudad722, puede ser argumento para defender que el recinto estuvo asociado al poder leal al emir, lo mismo que el edificio que se superpuso al templo de Diana adaptado a su estructura alzada. El presente edificio mantiene características afines a la arquitectura emiral de la localidad723. Aunque es una obra civil, se puede poner en relación con edificaciones religiosas de la misma etapa en Extremadura y fuera de la Región724. Es una arquitectura compacta, de módulo, que prescinde de patios interiores y se caracteriza por la solidez de la estructura, con potentes cimientos y muros de carga de gran grosor. Poseen fábricas muy heterogéneas en las que es posible reconocer técnicas aún vigentes de tipo romano como es la cimentación sobre rollos de río, o el zócalo de opus incertum al que se le superpone el tapial; otras son herencia de la época visigoda, como es el empleo de sillares reutilizados con calzos de pizarra y otros sistemas resultan novedosos en la localidad como es el empleo de tizones combinados con paños de mampostería (inspirado en el opus africanum) o el retalle de sillares para ajustar las juntas. Para las cubiertas siempre se emplea teja plana de formato rectangular o trapezoidal y de menor tamaño y grosor que la romana, con las pestañas con poco resalte. Los ímbrices se alejan de los prototipos romanos adoptando un formato más aplanado y con un extremo más ancho que el otro, de modo similar a la llamada “teja árabe” pero de mayor tamaño. Los muros pueden ir enlucidos, ocultando su fábrica, y los suelos ser cerámicos, de mármol reutilizado, o de tierra batida lo que lleva a plantear el uso de esteras o alfombras acorde con el empaque de los edificios (si es que no se explica por el expolio de la pavimentación). Se ha interpretado el acarreo de piezas romanas y de época visigoda para reutilizarlas en las nuevas construcciones emirales con un propósito de legitimación del poder por parte de la autoridad islámica, confiriéndoles un valor de símbolo que les muestra a ojos de la población peninsular como herederos y perpetuadores del legado conquistado725. Pero tal vez este mensaje simbólico también se destacase ocupando zonas “especiales” de la ciudad, como ya su situación céntrica y dominante los significa726. En Mérida la mayoría de los edificios 722 723 724 725
721
Barceló, 2001, 87-137.
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726
Alba, 2001, 293-4. Mateos y Alba, 2000, 143-168; Alba, 2004 c, 432 y ss. Caballero, 2003, 143-175. Valdés, 1995; 83-142; Cressier, 2001, 309-334. Alba,2004 b, 66.
Anejos de AEspA XLII
EPÍLOGO: TRANSFORMACIÓN Y OCUPACIÓN TARDOANTIGUA
ocupan una orla intramuros, muy cercanos a la muralla, salvo dos casos conocidos instalados en el foro de la Colonia727, uno formando parte de un complejo que se suma a la reutilización del templo de Diana para fines residenciales ya en época visigoda728 y éste, precisamente, en el antiguo Foro Provincial; muy arrasado pero con el arco en pie y a una cota dominante respecto a otras zonas de la ciudad que todavía hoy persiste como se puede comprobar desde las calles Almendralejo y Calvario. En suma, tienen en común que son espacios deshabitados, vacíos, con suelo edificable disponible. Por ello es muy arriesgado inferir una intencionalidad simbólica en el hecho de seleccionar unos lugares para la construcción y desestimar otros, pero no debemos obviar esta posibilidad compatible con las motivaciones prácticas de aprovechar las condiciones favorables para la defensa del recinto: seguía en gran parte protegido por los muros limítrofes y su topografía marcaba una diferencia notable respecto al caserío septentrional. La norma es que los edificios no se encuentren solitarios, así que dado su emplazamiento periférico a la antigua plaza, es de prever que aparecerán otras construcciones de la misma época cuando prosigan los trabajos arqueológicos (la reutilización del armazón del templo sería un lugar idóneo para ello). El espacio se seguiría enseñoreando (y guardando) con el monumental acceso del Arco. Hay numerosas rozas, boquetes cuadrangulares y orificios abiertos en las jambas para anclar portalones que se han sucedido en el tiempo con posterioridad a ser robado el recubrimiento de mármol de la puerta, a los que ya nos hemos referido en el primer apartado. Algunas inserciones arrancan desde muy abajo, asociadas a niveles de suelo que no son modernos ni contemporáneos (propusimos que, al menos la primera, pudiera ser del siglo V), por lo que planteamos la posibilidad de que el espacio pudiese quedar en época emiral cerrado y protegido. Las fuentes musulmanas que citan a Mérida y se detienen en alguna descripción, suelen mencionar los restos romanos más llamativos que habían quedado dispersos en el caserío. En el siglo XII, uno de los autores Al-Idrisi, destaca la obra del Arco de sillares y para explicar su altura, recurre a una imagen: “(...) se ve una arcada la cual puede pasar un jinete portando una bandera”729. Y con dos superpuestas también, se podría añadir; pues es uno de
esos pocos ejemplos en que las fuentes se quedan cortas en la estimación, aunque Canto730 piensa que la información es correcta y se refiere a otro arco distinto que restituye a partir de la fuente (opinión que no compartimos por que no es lógico que el autor islámico apunte los monumentos singulares de Mérida y omita al Arco de Trajano para describir uno menor; más bien lo que indica es que, sencillamente, Al-Idrisi nunca estuvo en Mérida). Desde finales del siglo VIII y durante la centuria siguiente la ciudad demuestra gran vitalidad, lo que redunda en una actividad edilicia muy importante para recibir a la mencionada presencia gubernamental creada por el Estado Omeya, y materializada en las mencionadas construcciones civiles (como la que nos ocupa). La presión ejercida por Córdoba motiva los levantamientos continuos de la población recogidos en las fuentes731 que justificarán la construcción de la Alcazaba y destinar tropas poco convencionales732 que asegurasen el control de la capital de la Marca Inferior. A causa de las revueltas y de los castigos militares los “palacetes” terminan abandonados y destruidos, incorporándose al registro arqueológico en el mismo siglo IX, pero no parece el caso de nuestro edificio. La vigencia de la construcción emiral instalada en el “Foro Provincial” parece proyectarse hasta la etapa califal. Lamentablemente el estado de arrasamiento que acusa afectó a la conservación por debajo de su nivel de suelo, por lo que ningún material se ha recuperado asociado al contexto de abandono, pero contamos con unos vertidos que nos informa de ello. Se trata de la colmatación de varios silos que están excavados en el plano de fachada o cercana a ésta. Este indicio, llevaría la vigencia y amortización hasta el siglo X, cuando la fábrica de mampostería del edificio emiral sería sustraída y ningún rastro emergente queda de él. En el siglo XI la ciudad sufre un repliegue de su perímetro que pudo dejar a este solar fuera de las murallas o en el mismo límite733. El número importante de silos y su concentración ya en época emiral permiten reconocer el uso de la antigua esquina forense para almacenamiento de cereal (fig. 356). Un lugar apartado de las zonas de tránsito y a resguardo de los muros perimetrales que pudieron soportar cobertizos o, sencillamente, mantenerlos al aire libre debidamente protegi-
730 727 728 729
Mateos y Alba, 2000, 143-168. Mateos y Sastre, 2004, 397-415. Pacheco, 1991, 39.
377
731 732 733
2001, 62 y 86. Terrón, 1991, 40-50. Feijoo y Alba, 2005, 565-586. Alba, 2004 c, 431.
378
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Fig. 356.
Concentración de silos y relaciones directas entre alguno de ellos
dos734. Su documentación arqueológica aporta cuatro evidencias de sumo interés. Una, ya la hemos anticipado, y es que su concentración, número y proximidad permite identificarlo como un “campo de silos” en una zona apartada, seleccionada, que implica una “organización” en los usos del lugar, asociado en vecindad al edificio emiral descrito más arriba. Dos, la redundancia en excavar silos en la misma zona en diferentes etapas, con fosas que a su vez son cortadas por otras después de ser obliteradas marca una secuencia de uso-abandono del lugar para volverlo a recuperar con el mismo fin de almacenamiento, evidenciando hiatos en la diacronía... que pudieran ser indicativos del abandono del edificio emiral en coyunturas críticas. Tres, parece que aún vigente, los silos reaparecen en la zona tradicional y frente a su fachada. El uso residencial pudo haber cambiado (¿o desaparecido?) pero persiste la utilización del suelo para almacenamiento de víveres. Y cuarto, se han excavado cientos de silos en Mérida desde que el sistema de registro Harris permitiera localizar su existencia, pero nunca de la profundidad y del diámetro de algunos ejemplares de aquí (de 2,30 y 2,70 m en los mayores, con hasta 3,20 m de profundidad), de gran capacidad para ser abastecidos colectivamente, lo que sustenta la interpretación de su sentido oficial y administrativo, relativo a la recaudación de impuestos en productos desde época emiral a la califal (fig. 357). Después la secuencia de ocupación se
interrumpe (fig. 358) y marca un vacío que alcanza hasta la época Moderna, con el Arco como único testimonio alzado de un símbolo que también lo fue para la ciudad islámica. En este capítulo hemos visto usos muy diferentes del espacio en su diacronía, resumidos en el gráfico de la figura 358. El mensaje simbólico del lugar cambió a lo largo de su dilatada existencia, no fue el mismo a ojos de los emeritenses del Alto Imperio, que a los del Bajo, ni para los que realizaron los grafitos al pie del templo, ni para quienes lo convirtieron en cantera, terminaron viviendo en él, buscaron la protección del recinto o para los que custodiaban el cereal de la fiscalidad Omeya. Tampoco para quienes en los últimos mil años han contemplado su único testigo emergente. Pero la majestuosidad del arco siempre intervino como testigo de un pasado de gloria que podía intuirse por sus monumentales vestigios constructivos. El arco, progresivamente transformado, no ha perdido nunca su carácter de referente urbano a lo largo de toda la historia de Mérida. Mantuvo un valor de símbolo versátil, que pudo ser cambiante en cada época735, como atestigua su adopción como emblema736, incorporado al escudo durante el medioevo cristiano y en los tiempos modernos (imponiéndose al motivo del puente romano), pero siempre su mensaje fue lo suficientemente persuasivo como para explicar, entre otras 735
734
Alba, 2004 c, 428.
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736
Sastre, 2004, 103-126. Pizzo, 2005, 42.
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Fig. 357.
La capacidad de silos como el de la imagen, denota un posible sentido fiscal
Doméstico ¿abandono?
Almacenamiento
s. X
Residencial - Señorial
Almacenamiento
s. IX
Abandono
¿Usos pecuarios?
s. VIII
Escombreras - Vertedero
Densificación de viviendas en torno a espacios abiertos o “calles”
Otros usos industriales
Cantera (desmonte progresivo de los edificios)
Afección al continente: 1º depredación de elementos accesibles: revestimientos, suelos, madera, plomo, bronce, etc... Otros usos: ¿pecuarios?
Acciones espontáneas (algunas de tipo cristiano)
Reaprovechamiento de todos los elementos “muebles”
Desacralización
Eliminación selectiva de contenidos
Nuevas aportaciones con un sentido tradicional
Arco
Fig. 358.
Comienza a cuestionarse el simbolismo (cristianismo)
Templo
s. V - VIII
Ocupación doméstica (holgada) con predominio de los espacios abiertos
¿Caleras?
Plaza
Desuso gradual (desplazamiento del poder a otros ámbitos)
Pórticos
Cuadro de usos del solar desde época romana al siglo X
s. V
s. IV
s. I
379
380
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razones, cómo pudo llegar erguido hasta nuestros días (fig. 359). Es interesante destacar que todavía hoy, el Arco, pese a estar despojado de mármoles, de la coronación de su estructura y del monumental contexto arquitectónico en el que se inscribía, persiste destacado sobre la altura media de esta parte de Mérida y sigue despertando asombro en quien lo contempla. Su mensaje mudo contribuye a idealizar el mundo romano. Un mensaje efectivo pues ese pasado conforma unas señas de identidad con las que se siguen identificando íntimamente los emeritenses en nuestros días.
Fig. 359. El Arco, pese a ser despojado de todo su mensaje y ornamentación, “mantiene” en nuestros días unos guiños sacralizados...
Anejos de AEspA XLII, 2006, pág. 381
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LISTADO DE FIGURAS
Fig. 1. Fig. 2. Fig. 3. Fig. 4. Fig. 5. Fig. 6. Fig. 7. Fig. 8. Fig. 9. Fig. 10. Fig. 11. Fig. 12. Fig. 13. Fig. 14. Fig. 15. Fig. 16. Fig. 17. Fig. 18. Fig. 19. Fig. 20. Fig. 21. Fig. 22. Fig. 23. Fig. 24. Fig. 25. Fig. 26. Fig. 27. Fig. 28. Fig. 29.
Planta reconstructiva de los foros imperiales de Roma (según S. Baiani y M. Ghilardi) Reconstrucción de la planta de Tárraco dentro de la ciudad actual (tomada de Pensabene-Mar, 2004, fig. 1) Reconstrucción de la planta de la plaza y el templo de Augusto en época tiberiana sobre el peribolos flavio (tomada de Pensabene-Mar, 2004, fig. 1) Vista general del llamado “templo de Diana” en Mérida Reconstrucción de los espacios forenses de Corduba (tomada de Murillo, et alii,2003, 83) Restos del forum adiectum de Mérida Restos escultóricos procedentes del forum adiectum de Córdoba (tomada de Márquez, 2004, 342) Restos del Augusteum inserto en la planta actual de la ciudad de Cartagena Vista general del templo que presidía el conjunto provincial en Mérida Reconstrucción de la planta del foro de César (tomada de S. Baiani y M. Ghilardi) Restos del templo de Mars Ultor en el foro de Augusto Vista aérea del entramado actual donde se inserta el llamado “foro provincial” Inscripción CONCORDIAE AUGUSTI Aras de mármol del monumento a Santa Eulalia Dibujo del obelisco de Santa Eulalia realizado por M. de Villena (finales del s. XVIII) Portada del Parador Nacional de Turismo Dibujo del “Arco de Trajano” realizado por Villena Planta de Mérida realizada por Laborde –1802– (remarcada la zona donde vio el “templo de Júpiter”) Arriba: Planta de Mérida realizada por Coello en 1850 Abajo: Planta de Mérida realizada por P.M. Plano en 1878 Vista de la escultura situada en el estribo del Arco de Trajano (década de los 70) Plano de la ciudad de Mérida realizado por M. Macías y publicado en 1929 Planta del templo de Mars Ultor y su inserción en el foro de Augusto en Roma (según P. Gros) Planta y restitución del “templo de Júpiter” según Laborde (1 y 2), a la derecha restos del edificio documentado en la calle Calvario, 8 (3) (Ayerbe, 2005, fig. 30) Plano de situación de los solares intervenidos en la zona antes del inicio del Proyecto Excavación del templo de la calle Holguín realizada en 1983 (archivo MNAR) Moneda de la ceca emeritense con la leyenda AETERNITATIS AUGUSTAE alrededor de un templo tetrástilo con C(olonia) A(ugusta) E(merita) Detalle de la zanja para acometidas realizada en los años 80 y que tras pasar bajo el arco de Trajano se introducía hacia el interior del espacio forense (archivo MNAR) Plano de la piscina documentada en el solar del Parador Nacional de Turismo (Dpto. de Documentación del Consorcio) Detalle del muro documentado en la calle Almendralejo en 1987
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Fig. 30.
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
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Vista de la cimentación del pórtico documentado en la calle Alvarado, estado en el que estaba cuando comenzamos el proyecto Fig. 31. Restos aparecidos en la plaza de la Constitución n.º 4 Fig. 32. Estructura documentada al interior del bar La Tahona. Fig. 33. Alzado frontal de la estructura de sillares de granito aparecida en el bar La Tahona, situado en la calle Alvarado Fig. 34. Alzado lateral del paramento de sillares anterior Fig. 35. Bóveda realizada con sillares de granito situada en la calle Almendralejo Fig. 36. Alzado del muro de la bóveda, situado en el muro medianero del local Fig. 37. Alzado de la bóveda monumental de sillares de granito situada en la calle Almendralejo Fig. 38. Planta con la hipótesis preliminar previa a las trabajos arqueológicos Fig. 39. Vista general de la zona objeto de estudio Fig. 40. Planta de la zona donde se relacionan las intervenciones desarrolladas Fig. 41. Excavaciones realizadas en la zona exterior del arco Fig. 42. Vista del solar situado enfrente del podio del templo Fig. 43. Situación del corte arqueológico en el interior de la vivienda de la calle Alvarado, n.º 13 Fig. 44. Planta de los restos existentes en el corte arqueológico Fig. 45. Diagrama de la secuencia constructiva. (en texto) Fig. 46. Detalle del muro ue 101 Fig. 47. Diagrama detallado de las relaciones estratégicas existentes entre las unidades que conforman los restos del pórtico de delimitación del recinto público Fig. 48. Dimensiones de las tongadas y el specus del pórtico Fig. 49. Dimensiones de las improntas de las placas de mármol horizontales del specus, expresadas en metros Fig. 50. Grapas de adhesión del placado vertical del canal del pórtico Fig. 51. Alzado del lado suroeste del specus con detalle de las grapas Fig. 52. Restitución de la sección del pórtico según la planta de fig. 44. Fig. 53. Detalle de la relación existente entre el muro del pórtico y las estructuras anteriores Fig. 54. Vista general del solar con los restos aparecidos en las excavaciones arqueológicas Fig. 54-A. Planta del solar con detalles de los cortes realizados en las excavaciones Fig. 55. Área de Rehabilitación Interior prevista en el Plan General de Ordenación Urbana para la zona Fig. 56. Vista general del solar excavado Fig. 57. Planta del sector B del solar excavado con los restos documentados Fig. 58. Planta del sector A del solar excavado con los restos documentados Fig. 59. Planta general del solar con la definición de los cortes y sectores planteados Fig. 60. Planta de los cortes 1 y 2 antes de ser ampliados Fig. 61. Vista general del corte 1 donde se observan los restos contemporáneos Fig. 62. Cisterna contemporánea hallada en el corte 1 Fig. 63. Vista general de la estancia utilizado para la pisa de la uva donde se colocó una tinaja que recogería el líquido conseguido Fig. 64. Vista general del corte, ya unificado, con los restos contemporáneos. Fig. 65. Planta del solar con los restos de época emiral Fig. 66. Restos del edificio de época emiral Fig. 67. Detalle de la fábrica del edificio emiral Fig. 68. Planta parcial con los restos del edificio emiral Fig. 69. Detalle de la relación existente entre el muro romano y el emiral
Anejos de AEspA XLII
Fig. 70. Fig. 71. Fig. 72. Fig. 73. Fig. 74. Fig. 75. Fig. 76. Fig. 77. Fig. 78. Fig. 79. Fig. 80. Fig. 81. Fig. 82. Fig. 83. Fig. 84. Fig. 85. Fig. 86. Fig. 87. Fig. 88. Fig. 89. Fig. 90. Fig. 91. Fig. 92. Fig. 93. Fig. 94. Fig. 95. Fig. 96. Fig. 97. Fig. 98. Fig. 99. Fig. 100. Fig. 101. Fig. 102. Fig. 103. Fig. 104. Fig. 105. Fig. 106. Fig. 107. Fig. 108. Fig. 109.
LISTADO DE FIGURAS
401
Detalle de las estructuras de planta circular pertenecientes al edificio emiral Vista general de algunas de las fosas de época islámica documentadas en el solar Vista general de algunos de los silos de época islámica documentados en el corte 1 Vista general de algunos de los silos de época islámica documentados en el corte 2 Estratigrafía documentada entre los silos del corte 1 Planta del solar con los restos documentados de época tardoantigua, reaprovechando parte de las cimentaciones del pórtico Vista general del corte con algunos de los restos de época tardoantigua documentados Detalle del muro ue 183 Detalle del hogar (ue 194) de la vivienda de época tardoantigua Vista de la estancia de época tardoantigua (ue 216, 246 y 245) Detalle de la superposición de estructuras pertenecientes a las dos etapas de ocupación de época tardoantigua Detalle de las estructuras superpuestas documentadas en la mitad oriental del corte 2 Restos del hogar ue 1183 Pieza de mármol reutilizada Planta del solar con los restos de época romana documentados Vista general de las cimentaciones del pórtico Vista general de la esquina occidental del pórtico Detalle de la cimentación de la columnata del pórtico Restos de la cimentación longitudinal realizada en la parte central del pórtico Cimentación de la esquina del pórtico que sirve como riostra de unión con el muro de cierre Croquis de excavación (ue: 15) con el esquema del pavimento del pórtico, asiento de columnata, canal y plaza Sillar localizado en la cimentación corrida que sirve como asiento para una columna del pórtico Mechinales de construcción de la cimentación del pórtico Croquis de excavación (ue: 99) con la impronta del placado marmóreo Restos del canal del pórtico con las improntas del placado de mármol Restos del canal subterráneo construido con posterioridad al pórtico Croquis de excavación (ue: 19 y 61) con el detalle del canal subterráneo Improntas y huellas de grapas vinculadas con la marmorización del pórtico Detalle de los rellenos constructivos sellados por la lechada de cal y ladrillos Reverso de moneda en bronce de época de Tiberio con la representación de un ara Detalle de la fosa anterior a la construcción del pórtico, rellena de arcilla Once plaquitas de forma rectangular, realizadas en bronce (en texto) Restos de una columna perteneciente a estructuras domésticas anteriores a la construcción del pórtico Vista del sector B de excavación con los restos documentados Detalle del foso de reparaciones contemporáneo reutilizado como aljibe Silos de época islámica documentados en el sector B Croquis de excavación (2005) donde se aprecia de forma gráfica la sección con las estructuras existentes en la zona y rebaje exterior en el ancho del muro de cierre del pórtico Detalle del muro paralelo al de cierre del pórtico Restos del cardo máximo amortizado por los rellenos de construcción del pórtico Planta de la zona con los restos documentados de época romana previos a la construcción del pórtico incorporados a la trama urbana de la ciudad
402
Fig. 110. Fig. 111. Fig. 112. Fig. 113. Fig. 114. Fig. 115. Fig. 116. Fig. 117. Fig. 118. Fig. 119. Fig. 120. Fig. 121. Fig. 122. Fig. 123. Fig. 124. Fig. 125. Fig. 126. Fig. 127. Fig. 128. Fig. 129. Fig. 130. Fig. 131. Fig. 132. Fig. 133. Fig. 134. Fig. 135. Fig. 136. Fig. 137. Fig. 138. Fig. 139. Fig. 140. Fig. 141. Fig. 142. Fig. 143. Fig. 144. Fig. 145. Fig. 146. Fig. 147. Fig. 148. Fig. 149. Fig. 150.
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Anejos de AEspA XILI
Detalle de los restos constructivos donde se aprecia la estratigrafía de los aportes Reconstrucción de la planta del pórtico en el solar a partir de los restos documentados Detalle del muro de cierre del pórtico en la estancia situada en el ángulo norocidental Detalle de uno de los contrafuertes exteriores del muro de cierre Reconstrucción en alzado de la esquina noroccidental del pórtico Detalle de la cabeza en mármol hallada en el solar Restos de un hogar de una vivienda tardoantigua Vista general de la zona objeto de intervención Planta con los restos documentados en el corte Detalle del alzado exterior del muro con los restos del contrafuerte Resultado de la prospección geofísica con radar Vista general del solar excavado Planta del solar excavado con la delimitación de las zonas donde se ha intervenido recientemente Obras de seguimiento en la C/ Holguín donde se documentó el límite oriental del pronaos Planta del sector A de excavación en el solar Vista general del sector A antes de la excavación Detalle de los restos documentados de una estancia de época tardoantigua que reutiliza el muro del pronaos del templo Molduras del templo reutilizadas durante época tardoantigua Pavimentación marmórea de la plaza aparecida durante las excavaciones Detalle de las losas, las improntas y el preparado de la pavimentación. Canal de desagüe que conduce el agua de la canalización vertical y circula bajo la pavimentación de la planta Planta del sector B de excavación en el solar Vista general del sector B de excavación Hilada de sillares bajo la de opus signinum documentada en el perfil de la excavación de 1983 Restos del canal de desagüe doméstico que vierte a la cloaca amortizada para la construcción del templo Vista general de la pavimentación de la plaza y el podio del templo Detalle del espacio cuadrangular pavimentado en mármol Huecos circulares excavados en la roca documentados en el sector B Detalle del alzado del templo con las huellas de las grapas de sujeción del placado marmóreo Estrato de limo que supone el nivel de abandono de la plaza y el templo Fotografía realizada al final de la excavación de 1983 Detalle del hallazgo del tesoro de tremises de época de Leovigildo Monedas de oro, tras su limpieza y catalogación Planta del corte excavado en relación con el solar del templo y los puntos documentados en seguimientos de obras Restos asociados a la fase de ocupación contemporánea del solar Estructuras modernas Construcción de época emiral, que amortiza los restos del templo romano Restos de un área de habitación de época visigoda Nivel de opus signinum marcado por las improntas de las lastras de mármol y una boca de cloaca Vista general de los restos del antas oriental del templo y las escaleras de acceso Planta con los restos de época romana documentados en el solar
Anejos de AEspA XLII
Fig. 151. Fig. 152. Fig. 153. Fig. 154. Fig. 155. Fig. 156. Fig. 157. Fig. 158. Fig. 159. Fig. 160. Fig. 161. Fig. 162. Fig. 163. Fig. 164. Fig. 165. Fig. 166. Fig. 167. Fig. 168. Fig. 169. Fig. 170. Fig. 171. Fig. 172. Fig. 173. Fig. 174. Fig. 175.
Fig. 176. Fig. 177. Fig. 178. Fig. 179. Fig. 180. Fig. 181. Fig. 182. Fig. 183. Fig. 184. Fig. 185. Fig. 186. Fig. 187. Fig. 188.
LISTADO DE FIGURAS
403
Detalle del pronaos del templo Vista general de la zona excavada Planta del corte excavado con los restos documentados en su interior Desmonte de la capa vegetal perteneciente al jardín municipal Estructura destinada a proteger restos marmóreos construida durante años 80 del siglo XX Canal de desagüe Restos constructivos dentro de estratos de rellenos contemporáneos sobre opus cuadratum Restos de estructura muraria al S del Arco Detalles suelo del interior del vano central este del Arco de Trajano Restos conservados de la imposta y suelo interior del Arco Detalle del cambio constructivo Detalle de los rebajes practicados en superficie opus cuadratum Robo de sillares y cimentación Restos de la cloaca de un decumanus minor amortizado para la construcción del arco Vista general de la zona excavada Restos de la decoración marmórea del arco y detalle de la grapa de sujeción Huecos rectangulares realizados en la plataforma de granito Rebajes de funcionalidad imprecisa Materiales cerámicos de los estratos constructivos (UE-48, UE-60, UE-62 y UE-68) del pórtico occidental del denominado “Foro Provincial” de Mérida Materiales cerámicos de los estratos constructivos (UE-606 y UE-608)del pórtico occidental del denominado “Foro Provincial” de Mérida Materiales cerámicos de los estratos constructivos (UE-653 y UE-655) del pórtico occidental del denominado “Foro Provincial” de Mérida Materiales cerámicos del estrato constructivo UE-1058 del pórtico occidental del denominado “Foro Provincial” de Mérida Materiales cerámicos del estrato constructivo UE-1068 del pórtico occidental del denominado “Foro Provincial” de Mérida Materiales cerámicos de los estratos constructivos (UE-1069 y UE-1070) del pórtico occidental del denominado “Foro Provincial” de Mérida Materiales cerámicos de los estratos de abandono (UE-817, UE-825, UE-827, UE-830, UE-831 y UE-832) de la excavación del templo situado en la C/ Holguín perteneciente al denominado “Foro Provincial” de Mérida Materiales de época visigoda (unidad 816), s. VII Materiales de época visigoda (unidad 1214), s. VII Materiales paleoandalusíes (unidad 20), siglo VIII Materiales paleoandalusíes (unidad 20), siglo VIII Materiales paleoandalusíes (unidad 20), siglo VIII Materiales paleoandalusíes (unidades 1047, 1158 y 1235), s. VIII Materiales de la etapa emiral (unidad 39), siglo IX Materiales de la etapa emiral (unidad 234), siglo IX Materiales de la etapa emiral (unidad 236 y 812), siglo IX Materiales de la etapa emiral (unidad 1156), siglo IX Materiales de la etapa califal (unidad 213), siglo X Materiales de la etapa califal (unidad 1141), siglo X Materiales de la etapa califal (unidad 1141), siglo X
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Anejos de AEspA XILI
Fig. 189. Materiales de la etapa califal (unidad 1141), siglo X Fig. 190. Materiales de la etapa califal (unidad 1149), siglo X Fig. 191. Escudos de Mérida A. Escudo de Mérida en el interior del convento de Santa Eulalia B. Escudo de Mérida en la calle del Puente C. Escudo de Mérida. Colección del Convento de Santa Clara D. Escudo de Mérida. Colección del Convento de Santa Clara Fig. 192. Dibujos del “arco de Trajano” (1791, 1793) de M. Villena Moziño Fig. 193. Composición con el “Arco de Trajano” y el monumento de Santa Eulalia, realizada por F. Pérez Bayer (Mora, G., 1998) Fig. 194. “Arco de Trajano” dibujado por F. Rodríguez entre entre 1794 y 1797 (Arbaiza Blanco-Soler, S. Heras Casas, C., 1998) Fig. 195. Grabado del arco de J. Chapman publicado en 1816 (Caballero Rodríguez, J., 2004) Fig. 196. Tografía de Ivo de la Cortina (Copia concedida por el prof. J. M. Luzón) Fig. 197. Dibujo del arco de Ivo de la Cortina conservado en el Archivio de la Real Academia de la Historia Fig. 198. Representación del “Arco de Trajano” de A. De Laborde, publicada en 1806 Fig. 199. Planos y levantamientos arquitectónicos de una de las fachadas y de uno de los vanos laterales del “Arco de Trajano”, dibujados por A. De Laborde Fig. 200. Lámina con representación del alzado y plano del “Arco de Trajano”, realizada, entre 1873 y 1877, por R. Arredondo y E. Buxó Fig. 201. Estado actual del monumento con las casas contemporáneas adosadas a las jambas (Cara S) Fig. 202. Restos de la parte superficial de las cimentaciones de las jambas del arco Fig. 203. Detalle del marco rectangular de la cara E del pie derecho NE Fig. 204. Pedestal de la jamba SO del arco, restos de las escaleras, revestimiento de mármol y detalle de una de las grapas Fig. 205. Vanos laterales Fig. 206. Detalle del arco Sur Fig. 207. Esquema explicativo para el levantamiento de los dovelas y su posicionamiento en el arco. (Tomlow, I., 1989) Fig. 208. Detalle de la bóveda interior del “arco de Trajano” diferenciada respecto a los arcos que constituyen las dos caras Fig. 209. Levantamiento arquitectónico del arco. Cara S Fig. 210. Levantamiento arquitectónico del arco. Cara N Fig. 211. Vista desde Oeste de la parte superior de la bóveda del monumento Fig. 212. Intervenciones de épocas diferentes en la superficie del monumento Fig. 213. Estatua en uno de los vanos internos del arco Fig. 214a. Estudio metrológico del edificio Fig. 214b. Estudio metrológico del edificio Fig. 215. Croquis de los trabajos de excavación efectuados en el área del arco de Trajano en los años sesenta del siglo XX (copia concedida por el Dr. J.L. De la Barrera-MNAR) Fig. 216. Puerta de Aquinum (Blake, M.E., 1947) Fig. 217. Arco de época de Trajano en Timgad Fig. 218. Reconstrucción del ingreso al foro de Cosa (Gros, P., 1996) Fig. 219. Reconstrucción hipotética del fornix Fabianus (De Maria, S., 1988) Fig. 220. Planimetría del área de los foros imperiales. El fornix Fabianus indicado con la letra “e” (De Maria, S., 1988)
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Fig. 221. Fig. 222. Fig. 223. Fig. 224. Fig. 225. Fig. 226. Fig. 227. Fig. 228. Fig. 229. Fig. 230. Fig. 231. Fig. 232. Fig. 233. Fig. 234. Fig. 235. Fig. 236. Fig. 237. Fig. 238. Fig. 239. Fig. 240. Fig. 241. Fig. 242. Fig. 243. Fig. 244. Fig. 245. Fig. 246. Fig. 247. Fig. 248. Fig. 249. Fig. 250. Fig. 251. Fig. 252. Fig. 253. Fig. 254. Fig. 255. Fig. 256. Fig. 257. Fig. 258. Fig. 259. Fig. 260. Fig. 261.
LISTADO DE FIGURAS
405
Vista general del arco de Fano (Mansuelli, G.A., 1965) El arco de Carsulae (De Maria, S., 1988) Planimetría del foro de Pompeya (La Rocca, E. - De Vos, M. y A., 2004) Reconstrucción hipotetética del foro de Augusto (Gros, P., 1996) Reconstrucción del arco de Gallieno y Salonina en Roma (De Maria, S., 1988) Arco de Germanico y Druso en la zona sur del foro de Spoletum (De Maria, S., 1988) Reconstrucción del área del Panteón Planimetría del área cercana a la Porticus Meleagri (Castagnoli, F., 1941) Planimetría de la zona próxima al templo del Divo Adriano, con indicación (n.º 2) de un arco adyacente (De Maria, S., 1988) Puerta oriental del agorá de Priene (De Maria, S., 1998) Vista del templo tras la excavación de 1983 Vista aérea de la zona del templo Vista del solar donde se realizó la intervención en el año 2006. Al fondo el solar donde se excavó el templo Planimetría de las excavaciones del templo con la reconstrucción de su planta arquitectónica Restos del antas oriental y de los peldaños de la escalinata del templo Vista general del podio del templo Vista del núcleo de opus caementicium con las tres hiladas de sillares que forraban el podio Detalle de las tongadas de hormigón en el núcleo del podio Detalle de la línea de delimitación del alzado del templo Vista del podio del pronaos con la primera hilada de sillares del pronaos repicada para encastrar la moldura Bajante realizado para recoger el agua de lluvia de las cubiertas y canalización bajo el pavimento Saliente documentado en el ángulo delantero de la cella del templo Detalle de la ubicación de las columnas en el pronaos Planta reconstruida del templo con indicación de las zonas documentadas Detalle del último peldaño de la escalera y de la rampa que uniría este escalón con la pavimentación de la plaza Detalle de los peldaños documentados Detalle del tambor de semicolumna perteneciente al templo conservado en el solar Planta del templo y del llamado arco de Trajano en la que se ha marcado una línea longitudinal trazada a eje de ambas estructuras Moldura documentada en las excavaciones de 1983 y analizada por De la Barrera Restos de algunas de las nuevas molduras halladas durante las excavaciones Reconstrucción del alzado del templo Resto de posible acrótera analizada por De la Barrera Dibujo del capitel de pilastra documentado por Laborde Planta del templo de Veiovis Planta del templo de Castor in Circo flaminio, grabada en la forma urbis antiquae. Ara cilíndrica reutilizada posteriormente en el obelisco de Sta. Eulalia Planta y alzado reconstruidos del templo de la Concordia de Roma Reconstrucción ideal del templo de la Concordia en el contexto urbanístico del foro romano Planta del foro romano Tabla esquemática con las variantes de las técnicas constructivas (Variante 1-3) Tabla esquemática con las variantes de las técnicas constructivas (Variante 4-5)
406
Fig. 262. Fig. 263. Fig. 264. Fig. 265. Fig. 266. Fig. 267. Fig. 268. Fig. 269. Fig. 270. Fig. 271. Fig. 272. Fig. 273. Fig. 274. Fig. 275. Fig. 276. Fig. 277. Fig. 278. Fig. 279. Fig. 280. Fig. 281. Fig. 282. Fig. 283. Fig. 284. Fig. 285. Fig. 286. Fig. 287. Fig. 288. Fig. 289. Fig. 290. Fig. 291. Fig. 292. Fig. 293. Fig. 294. Fig. 295. Fig. 296. Fig. 297. Fig. 298. Fig. 299. Fig. 300. Fig. 301.
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Anejos de AEspA XILI
Vista general de los restos del templo de la calle Holguín Detalle del núcleo del podio Superposición de tongadas de hormigón en la esquina del podio entre cella y pronaos Detalle de la elaboración del sillar de granito a contacto con el hormigón del núcleo Juntas horizontales y verticales entre los sillares Detalle del orificio para recibir las pinzas de elevación del sillar Detalle de una de las grapas Línea incisa en la primera hilada de sillares de granito Líneas incisas en la pavimentación del Mausoleo de Augusto a Roma (Haselberger, L., 1994) Línea incisa en la platea de entrada al anfiteatro de S.M. Capua Vetere (Inglese, C., 1999) Incisión en un muro de delimitación del teatro de Tarracina (Inglese, C., 1999) Incisión de montaje de una escalera en Pompeya, Casa del Fauno (Adam, J.P., 1996) Huellas de herramientas en las superficies de los sillares de granito, en el paramento del pronaos Elementos arquitectónicos recuperados en las campañas de excavación en la calle Holguín Elementos decorativo documentados en el área del templo de la calle Holguín (De La Barrera, J.L., 2000) Detalle de la basa cuadrada de granito en el muro de delimitación del pórtico Contrafuerte en el muro de delimitación norte del pórtico Detalle de la canalización Representación de la bóveda situada en la calle Almendralejo (Departamento de Documentación del Consorcio de la Ciudad Monumental) Restos de la bóveda situada en la calle Almendralejo Detalle de los orificios para la colocación de cuñas Representación gráfica de la estructura situada en el local La Tahona (Departamento de Documentación del Consorcio de la Ciudad Monumental) Detalle de la estructura situada en el local La Tahona Epígrafe hallado por Forner y Segarra en 1758. (Según Saquete, 2005, 281. Fig. 1) Epígrafe hallado en 1646 en la plaza del Parador Pedestal de una estatua erigida al emperador Domiciano (según Saquete, 2005, fig. 4) Placa de mármol que revestiría el pedestal de la estatua dedicada por un gobernador de Lusitania. (MNAR) 1 y 289.2. Inscripción realizada por Afinius. Fragmento del mismo epígrafe que la 289 hallado por Álvarez en 1983 Restos de epígrafe hallado en 1983 por Álvarez Inscripción que atestigua la dedicación de un objeto de plata Epígrafe dedicado al emperador Domiciano inscripción votiva, dedicada a varias divinidades Restos de un epígrafe cristiano Vista general de la zona objeto de estudio Planta de la ciudad realizada a partir de la documentación arqueológica conservada en el Dpto. de Documentación del Consorcio Reconstrucción del área documentada en Morería con las casas existentes en el interior (tomada de Alba, 2004, fig. 34) Vista general del teatro y anfiteatro Fuente monumental que hacía fachada con el cardo máximo Restos del cardo máximo amortizado durante la construcción del complejo
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE FIGURAS
407
Fig. 302. Detalle de los escalones de subida a la plaza desde el llamado arco de Trajano Fig. 303. Fuste de columna probablemente perteneciente al peristilo de una casa Fig. 304. Detalle del muro con los restos de contrafuertes en ocasiones repicados en el adosamiento de casas contemporáneas Fig. 305. Detalle de la estancia localizada en el ángulo noroccidental del conjunto Fig. 306. Retrato femenino sin identificar Fig. 307. Canal del pórtico con las improntas del placado de mármol Fig. 308. Restos de decoración arquitectónica hallados en el transcurso de la excavación (n.os 12, 13, 21, 34, 56, 61, 62 y 112) Fig. 309. Santuario de culto imperial del Cigognier Fig. 310. Planta reconstruida del Conjunto Provincial de Culto Imperial de Augusta Emerita. Fig. 311. Reconstrucción ideal del volumen de la puerta de acceso al conjunto, el llamado “arco de Trajano” Fig. 312. Estructura de granito realizada tras la amortización del cardo máximo Fig. 313. Vista del acceso al conjunto con la pavimentación marmórea en el arranque del arco Fig. 314. Sección longitudinal del conjunto monumental desde la puerta de acceso hasta el muro Norte Fig. 315. Impronta de opus signinum existente entre la plaza y el podio, a la izquierda de la imagen Fig. 316. Zona del podio correspondiente a la cella del templo que cerraría con un muro corrido Fig. 317. Situación del templo de la Concordia en el foro de Roma. Fig. 318. Vista de la piscina documentada en 1986 en el interior del Parador de Turismo Fig. 319. Restos hallados en excavaciones recientes interpretados como parte del edificio identificado por Laborde. Fig. 320. Restos de la bóveda conservados en la actualidad Fig. 321. Planta reconstruida del Conjunto Provincial tarraconense en época tiberiana (tomada de Pensabene-Mar, 2004, fig. 7) Fig. 322. Moneda con la representación del altar de Augusto de Tarragona Fig. 323. Reconstrucción del forum adiectum o pórtico del foro de Mérida (Reconstrucción realizada por J. Suárez para el Consorcio de Mérida) Fig. 324. Reconstrucción de la planta del foro de Augusto. (tomada de S. Baiani y M. Ghilardi) Fig. 325. Detalle de la esquina del pórtico del foro en la que se aprecia un tratamiento de huecos distinto entre el muro norte y el oriental Fig. 326. Planta del foro provincial de Tarragona (tomada de TEDA, 1989) Fig. 327. Restos del templo de Diana que presidiría el foro de la Colonia de Augusta Emerita. Fig. 328. Detalle de la tribuna realizada amortizando la decoración moldurada del murete de delimitación del temenos del templo y la plaza del foro Fig. 329. Detalle de la tribuna y la pavimentación marmórea de la plaza construidas coetáneamente Fig. 330. Vista general del circo de Mérida Fig. 331. Epígrafe conmemorativo de la construcción del teatro de Augusta Emerita. Fig. 332. Planta del teatro romano de Augusta Emerita en época julio-claudia con la incorporación de los pórticos exteriores (según Mateos-Márquez, 1999) Fig. 333. Restos del aula sacra situada en el peristilo del teatro de Augusta Emerita Fig. 334. Ubicación del sacrarium trajaneo en la cavea del teatro de Augusta Emerita Fig. 335. Grafitos de la pieza 1 Fig. 336. Detalle del crismón Fig. 337. Grafito
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Fig. 338. Sección estratigráfica de la zona anexa al templo Desglose por niveles: A.- pavimento de mármol anexo al templo; B.- echadizo de tierra usado como suelo; C.- nivel de escombros originados por el desmonte arquitectónico (y otros aportes); D.- molduras del templo reutilizadas para edificar las viviendas de época visigoda... Fig. 339. Improntas de hogueras al pie del Arco Fig. 340. Improntas del anclaje de puertas posteriores a la etapa romana Fig. 341. Pese al expolio concienzudo quedaron en la zona abundantes muestras de la materia prima con que se concibió este espacio público. Fragmentos desechados procedentes del estriado de los fustes de mármol (del templo) devastados para reutilizar los bloques Fig. 342. Improntas de vigas de las techumbres de viviendas consecutivas instaladas en el interior del arco (a derecha). La más baja corresponde a niveles de suelo muy por debajo del actual (al igual que en la fig. 343) Fig. 343. Improntas de vigas de las techumbres de viviendas consecutivas instaladas en el interior del arco (a izquierda). Las casas que se han adosado al arco en épocas tardoantigua y medieval contribuyeron a preservarlo Fig. 344. Casa visigoda con las improntas de las vigas en la pared del podium del templo y otros rebajes en el nivel del piso alto Fig. 345. Indicios del aprovechamiento lateral del templo para instalar casas en época visigoda (casas 2 y 3) Fig. 346. Restos de una casa en el frontal del templo (casa 4) Fig. 347. Afección de silos islámicos a los contextos domésticos de época visigoda. La superficialidad de los restos de las viviendas de época visigoda Fig. 348. Muros de dos casas vecinas establecidas en el pórtico que no comparten medianera (indicio de propiedades distintas) Fig. 349. Hogar visigodo (modalidad de cocina con perímetro alzado para contener las cenizas, vigente hasta el siglo VIII) Fig. 350. Estructura doméstica semisubterránea Fig. 351. Ocultación de monedas en una de las viviendas adosadas al templo Fig. 352. Cimentación de rollos del edificio emiral Fig. 353. Planta del edificio emiral con los silos y la reconstrucción de su planta Fig. 354. Organización interior del edificio emiral Fig. 355. Detalle de la colocación característica de la fábrica de la cimentación emiral Fig. 356. Concentración de silos y relaciones directas entre alguno de ellos Fig. 357. La capacidad de silos como el de la imagen, denota un posible sentido fiscal Fig. 358. Cuadro de usos del solar desde época romana al siglo X Fig. 359. El Arco, pese a ser despojado de todo su mensaje y ornamentación, “mantiene” en nuestros días unos guiños sacralizados...
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LISTADO DE UE
LISTADO DE UNIDADES DE EXCAVACIÓN
Intervención Arqueológica: C/ Alvarado n.º 13, 1999 N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9038
1
Sillar
Altoimperial (I-II)
9038
2
Restos de opus signinum
Altoimperial (I-II)
9038
3
Tongada superior entre 1 y 4
Altoimperial (I-II)
9038
4
Hueco de sillar
Altoimperial (I-II)
9038
5
Tongada superior entre 4 y 69
Altoimperial (I-II)
9038
6
Restos de opus signinum
¿?
9038
7
Tongada superior entre 1 y 8
Altoimperial (I-II)
9038
8
Hueco (por sillar)
Altoimperial (I-II)
9038
9
Restos de la tongada superior hacia el SE
Altoimperial (I-II)
9038
10
Rebaje circular en 1
Altoimperial (I-II)
9038
11
2.ª tongada corrida
Altoimperial (I-II)
9038
12
Revestimiento vertical en la cara norte
Altoimperial (I-II)
9038
13
Huella grapa
Altoimperial (I-II)
9038
14
Restos de caja de grapa vertical
Altoimperial (I-II)
9038
15
Posible agujero
Altoimperial (I-II)
9038
16
Óxido de capa (de hierro)
Altoimperial (I-II)
9038
17
Impronta de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
18
Impronta de óxido
Altoimperial (I-II)
9038
19
Impronta de óxido
Altoimperial (I-II)
9038
20
Impronta de óxido
Altoimperial (I-II)
9038
21
Restos de argamasa sobre 1
Altoimperial (I-II)
9038
22
Caja de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
23
Grapa
Altoimperial (I-II)
9038
24
Caja de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
25
Restos de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
26
Posible agujero
Altoimperial (I-II)
9038
27
Grapa de hierro
Altoimperial (I-II)
9038
28
Caja de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
29
Restos de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
30
Rebaje en 1
Altoimperial (I-II)
9038
31
Óxido
Altoimperial (I-II)
409
410
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Identificación
Anejos de AEspA XILI
N.º Inter.
Ue
Cronología
9038
32
Rebaje en 1
Altoimperial (I-II)
9038
33
Óxido de hierro
Altoimperial (I-II)
9038
34
Rebaje lateral en 1
Altoimperial (I-II)
9038
35
Rebaje lateral de 1
Altoimperial (I-II)
9038
36
Agujero para grapa
Altoimperial (I-II)
9038
37
Restos de clavo y óxido
Altoimperial (I-II)
9038
38
Superficie
Altoimperial (I-II)
9038
39
Caja de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
40
Relleno de 39
Altoimperial (I-II)
9038
41
Caja de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
42
Grapa y acuñamiento
Altoimperial (I-II)
9038
43
Agujero de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
44
Grapa y cuña
Altoimperial (I-II)
9038
45
Corte al paramento vertical
Altoimperial (I-II)
9038
46
Probable agujero de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
47
Agujero de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
48
Grapa y cuña
Altoimperial (I-II)
9038
49
grapa
Altoimperial (I-II)
9038
50
Corte para grapa
Altoimperial (I-II)
9038
51
Grapa y cuña
Altoimperial (I-II)
9038
52
Probable agujero de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
53
Restos de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
54
Agujero de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
55
Grapa
Altoimperial (I-II)
9038
56
Supuesto agujero de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
57
Corte para grapa
Altoimperial (I-II)
9038
58
Grapa y cuña
Altoimperial (I-II)
9038
59
Agujero grapa
Altoimperial (I-II)
9038
60
Grapa y cuña
Altoimperial (I-II)
9038
61
Agujero de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
62
Agujero grapa
Altoimperial (I-II)
9038
63
Agujero grapa
Altoimperial (I-II)
9038
64
Grapa y cuña
Altoimperial (I-II)
9038
65
Agujero grapa
Altoimperial (I-II)
9038
66
Grapa y cuña
Altoimperial (I-II)
9038
67
Agujero grapa
Altoimperial (I-II)
9038
68
Restos de signninum
Altoimperial (I-II)
9038
69
Hueco para sillar
Altoimperial (I-II)
9038
70
Posible agujero de grapa vertical
Altoimperial (I-II)
9038
71
Superficie
Altoimperial (I-II)
9038
72
Restos de signinum
Altoimperial (I-II)
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
Identificación
411
N.º Inter.
Ue
Cronología
9038
73
Restos de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
74
Restos de signinum
Altoimperial (I-II)
9038
75
Restos de signinum
Altoimperial (I-II)
9038
76
Restos de signinum
Altoimperial (I-II)
9038
77
Zanja de robo (del sillar del hueco 4)
No determinado
9038
78
Zanja de robo
No determinado
9038
79
Zanja robo
¿?
9038
80
Robo mármoles
¿?
9038
81
Grapa (óxido y algún pequeño trozo de hierro)
Altoimperial (I-II)
9038
82
Gran paramento de base
Altoimperial (I-II)
9038
83
SIGNINUM
Altoimperial (I-II)
9038
84
Restos de incertum, 2.ª tongada del specus
Altoimperial (I-II)
9038
85
Caja de grapa
Altoimperial (I-II)
9038
86
¿Hueco de grapa?
Altoimperial (I-II)
9038
87
Hueco del specus
Altoimperial (I-II)
9038
88
Impronta plancha sobre specus
Altoimperial (I-II)
9038
89
Impronta plancha sobre specus
Altoimperial (I-II)
9038
90
plancha specus (impronta)
Altoimperial (I-II)
9038
91
Impronta plancha sobre specus
Altoimperial (I-II)
9038
92
Impronta plancha sobre specus
Altoimperial (I-II)
9038
93
Impronta plancha sobre specus
Altoimperial (I-II)
9038
94
Impronta plancha sobre specus
Altoimperial (I)
9038
95
Impronta plancha sobre specus
Altoimperial (I)
9038
96
Superficie de la tongada 82
Altoimperial (I-II)
9038
97
muro
Altoimperial (I-II) anterior al pórtico
9038
98
Enlucido pintado
Altoimperial (I-II) anterior al pórtico
9038
99
Pavimento de signinum
Altoimperial (I-II) anterior al pórtico
9038
100
4.ª tongada paramento Pórtico-Canal: cimiento
Altoimperial (I-II)
9038
101
Muro
Altoimperial (I-II) ¿anterior al pórtico?
9038
102
Enlucido cara norte de 101
Altoimperial (I-II) anterior al paramento del pórtico
9038
103
Enlucido pintado cara sur
Altoimperial (I-II) anterior al paramento del pórtico
9038
104
Muro
¿Posterior al gran paramento?
9038
105
Superficie de cal
Posterior al gran paramento, al menos en fabricación
9038
106
Mortero
Posterior al gran paramento, al menos en fabricación
9038
107
Relleno
412
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
N.º Inter.
Ue
9038
108
Relleno
9038
109
Superficie
9038
110
Clavo de hierro
9038
111
Superficie
9038
112
Agujero de clavo
9038
113
9038
114
Relleno
9038
115
Relleno
9038
116
Corte
9038
117
Relleno
Anejos de AEspA XILI
Identificación
Cronología
Altoimperial (I-II) Altoimperial (I-II)
Intervención Arqueológica: C/ Holguín - C/ Almendralejo, 1999 N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9034
0
Superficie
1998-1999
9034
1
Capa de graba
1997-1998
9034
2
Solución de continuidad
1990-1999
9034
3
Relleno: ripios
1990-1999
9034
4
Bodega/Cisterna
Siglos XIX-XXI
9034
5
Pavimento
Siglos XIX-XXI
9034
6
Pila
Siglos XIX-XXI
9034
7
Relleno: ripios
Siglos XIX-XXI
9034
8
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
9
sondeo
Siglos XIX-XXI
9034
10
Sondeo
Siglos XIX-XXI
9034
11
Superficie: suelo
9034
12
Suelo
Siglos XIX-XXI
9034
13
Acumulación de sillares
Siglos XIX-XXI
9034
14
Muro del Pórtico
Altoimperial (I-II)
9034
15
Muro del Pórtico
Altoimperial (I-II)
9034
16
Relleno de la cisterna UE 4
Siglos XIX-XXI
9034
17
Cimentación del Pórtico
9034
18
Sondeo
9034
19
Muro que sustenta al canal 21
9034
20
Muro que sustenta al canal 22
9034
21
Canal del Pórtico
9034
22
Canalización
Altoimperial (I-II)
9034
23
Relleno
Siglos XIX-XXI
9034
24
Relleno
Medieval
9034
25
Cimentación
1980-1990 Altoimperial (I-II)
Anejos de AEspA XLII
N.º Inter.
LISTADO DE UE
Ue
Identificación
Cronología
9034
26
fosa
Código Erróneo
9034
27
Relleno de fosa 26
9034
28
Empedrado, CIMENTACIÓN
Emiral (VIII, IX, X)
9034
29
Cimentación cantos rodados
¿Altomedieval?
9034
30
Salvación de continuidad
Islámico
9034
31
Superficie: solución de continuidad
9034
32
Solución de continuidad
Altomedieval
9034
33
Muro
Tardoantiguo
9034
34
Nivel de destrucción
¿Altomedieval?
9034
35
Cimentación de cantos rodados
Código Erróneo
9034
36
Cimentación cantos rodados
Código Erróneo
9034
37
Relleno
Islámico
9034
38
Silo
IX-X
9034
39
Relleno silo
IX-X
9034
40
Relleno
¿VII-IX?
9034
41
Canal
9034
42
Fosa ¿silo?
Islámico
9034
43
Relleno fosa 42
Islámico
9034
44
Solución de continuidad
Romano
9034
45
Relleno
Romano
9034
46
Relleno fosa 55
Romano
9034
47
Relleno
¿?
9034
48
Relleno
Romano
9034
49
Relleno
Romano
9034
50
Suelo
9034
51
Solución de continuidad
¿IV-V?
9034
52
relleno
Romano
9034
53
Superficie de ladrillos y argamasa
Altoimperial (I-II)
9034
54
Nivel de mármoles desmenuzados (troceados)
9034
55
Fosa muro 33
9034
56
Suelo
9034
57
Silo
9034
58
Contenido del silo 57
9034
59
Estrato
Tardoantiguo
9034
60
Subsuelo. ESTRATO
Altoimperial (I-II)
9034
61
Contenido (relleno de canal)
9034
62
Subsuelo de 53
Altoimperial (I-II)
9034
63
Superficie de argamasa
Altoimperial (I-II)
9034
64
Mechinales
9034
65
Silo
IX
9034
66
Relleno de la zanja 65
Emiral (VIII, IX, X)
Código Erróneo Islámico
413
414
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
N.º Inter.
Ue
Anejos de AEspA XILI
Identificación
Cronología
9034
67
Solución de continuidad
9034
68
Estrato
9034
69
Estrato
9034
70
Pavimentación. Superficie
Romano
9034
71
Estrato
Altoimperial (I-II)
9034
72
Superficie
9034
73
Estrato
9034
74
Reforma del canal 41
Romano
9034
75
Restos de pavimentación
Siglos XIX-XXI
9034
76
Enfoscado
Siglos XIX-XXI
9034
77
Enlucido
Siglos XIX-XXI
9034
78
Estrato
Siglos XIX-XXI
9034
79
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
80
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
81
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
82
Puerta
Siglos XIX-XXI
9034
83
Escalón
Siglos XIX-XXI
9034
84
Muro de mediana
9034
85
Esfoscado
Siglos XIX-XXI
9034
86
Acumulación de ceniza
Siglos XIX-XXI
9034
87
Relleno
Siglos XIX-XXI
9034
88
Solución de continuidad
9034
89
Canal / Conducción de agua
Siglos XIX-XXI
9034
90
Estrato
Siglos XIX-XXI
9034
91
Estrato
Siglos XIX-XXI
9034
92
Superficie
¿?
9034
93
Estrato
Siglos XIX-XXI
9034
94
Empedrado
Siglos XIX-XXI
9034
95
Superficie
Siglos XIX-XXI
9034
96
Superficie
Altoimperial (I-II)
9034
97
Superficie
Altoimperial (I-II)
9034
98
Zapata
Altoimperial (I-II)
Altoimperial (I-II)
9034
99
Impronta
Altoimperial (I-II)
9034
100
Superficie de trabajo
Altoimperial (I-II)
9034
101
Estrato
9034
102
Fosa
9034
103
Relleno de la fosa 102
9034
104
Estrato
Tardoantiguo
9034
105
Superficie
Tardoantiguo
9034
106
Mechinal
Altoimperial (I-II)
9034
107
Mechinal
Altoimperial (I-II)
Romano
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9034
108
Muro
9034
109
Cimentación de cantos rodados
9034
110
Estrato
9034
111
Superficie
Romano
9034
112
Fosa
Siglos XIX-XXI
9034
113
relleno
Siglos XIX-XXI
9034
114
Cimentación
islámico
9034
115
Superficie
Tardoantiguo
9034
116
corte
Islámico?
9034
117
Muro
Altoimperial (I-II)
9034
118
Grapa
Altoimperial (I-II)
Emiral (VIII, IX, X)
9034
119
Grapa (impronta)
Altoimperial (I-II)
9034
120
Impronta de grapa
Altoimperial (I-II)
9034
121
Impronta de grapa
Altoimperial (I-II)
9034
122
Pared
Siglos XIX-XXI
9034
123
Acceso
Siglos XIX-XXI
9034
124
Rampa
Siglos XIX-XXI
9034
125
Enlucido
Siglos XIX-XXI
9034
126
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
127
Muro 2
Siglos XIX-XXI
9034
128
Muro 3
Siglos XIX-XXI
9034
129
Enlucido de 1, 2, 3 (126, 127 y 128)
Siglos XIX-XXI
9034
130
Nivel de cascotes
Siglos XIX-XXI
9034
131
Nivel de suelo con almendrilla y cal
Siglos XIX-XXI
9034
132
Superficie
Siglos XIX-XXI
9034
133
Restos de piso Flotante
Siglos XIX-XXI
9034
134
Enlucido más antiguo del muro UE 122
Siglos XIX-XXI
9034
135
Depósito de cal
Siglos XIX-XXI
9034
136
Nivel de ceniza
Siglos XIX-XXI
9034
137
Fosa de fundación del muro 122
Siglos XIX-XXI
9034
138
Relleno de la fosa (UE 137)
Siglos XIX-XXI
9034
139
Fosa de fundación de 126
Siglos XIX-XXI
9034
140
Relleno de fosa (UE139)
Siglos XIX-XXI
9034
141
Estrato naranja
Siglos XIX-XXI
9034
142
Fosa de fundación del muro 127
Siglos XIX-XXI
9034
143
Relleno de fosa (UE142)
Siglos XIX-XXI
9034
144
muro perpendicular a la habitación
Siglos XIX-XXI
9034
145
acceso en 144
Siglos XIX-XXI
9034
146
Rampa en 145
Siglos XIX-XXI
9034
147
Puerta real
Siglos XIX-XXI
9034
148
Escalón en 147 (umbral)
Siglos XIX-XXI
415
416
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Anejos de AEspA XILI
N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9034
149
Enfoscado de 144
Siglos XIX-XXI
9034
150
Relleno de unos 70 cm (y bajando)
Siglos XIX-XXI
9034
151
Superficie entre las UE 150 y 141
Siglos XIX-XXI
9034
152
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
153
Estrato
¿?
9034
154
Superficie entre las UE 150 y 153
Siglos XIX-XXI
9034
155
Muro foro
Romano
9034
156
Sondeo
Siglos XIX-XXI
9034
157
Relleno de 156
Años 80
9034
158
Zapata de hormigón
S. XX
9034
159
Murete de ladrillo
S. XX
9034
160
Murete de ladrillo
S. XX
9034
161
Murete de ladrillo
S. XX
9034
162
Murete de ladrillo
S. XX
9034
163
Zanja de la tubería
mediados s. XX
9034
164
Relleno de la zanja y tubería
mediados s. XX
9034
165
Pavimento empedrado
9034
166
Pavimento de cemento
S. XX
9034
167
Pavimento de cal
No dererminado
9034
168
Trozo de Muro
S. XX
9034
169
Relleno de cascajos
S. XX
9034
170
Relleno de muro
S. XX
9034
171
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
172
Relleno bajo el suelo
S. XX
9034
173
Superficie de ladrillo
Siglos XIX-XXI
9034
174
Superficie de cal
S. XX
9034
175
Pavimento empedrado “acerado”
Siglos XIX-XXI
9034
176
Enlucido sur de 144-149
S. XX
9034
177
Enlucido este de 126
S. XX
9034
178
Relleno de grava
S. XX
9034
179
Superficie de cal
Siglos XIX-XXI
9034
180
Zanja del muro 126
S. XX
9034
181
Zanja del muro 144-149
S. XX
9034
182
Relleno
Siglos XIX-XXI
9034
183
Muro
Tardoantiguo
9034
184
Estrato de tierra
S. XX?
9034
185
Relleno de 186
Finales s. XX
9034
186
Corte del pozo
S. XX
9034
187
Relleno
Siglos XIX-XXI
9034
188
Superficie de uso
Siglos XIX-XXI
9034
189
Relleno
Siglos XIX-XXI
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9034
190
Superficie
Siglos XIX-XXI
9034
191
Corte
Siglos XIX-XXI
9034
192
Relleno de 191
Siglos XIX-XXI
9034
193
Estrato de tierra negra con carbones
¿S. XIX?
9034
194
Hogar
¿?
9034
195
Estrato de tierra
¿?
9034
196
Estructura de O. incertum
Pórtico (cierre posterior)
9034
197
Restos de corte (relleno de 204)
Siglos XIX-XXI
9034
198
Relleno (relleno de 204)
Siglos XIX-XXI
9034
199
Paquete de tierra (relleno de 204)
Siglos XIX-XXI
9034
200
Tierra adobosa
Siglos XIX-XXI
9034
201
Relleno de 186
S. XX
9034
202
Restos de muro (relleno de 204)
Siglos XIX-XXI
9034
203
Restos de muro NO. Era parte del relleno de 204
Siglos XIX-XXI
9034
204
Corte longitudinal
Siglos XIX-XXI
9034
205
Corte NO: sólo es una compactación de tierra. Dentro del 204
Siglos XIX-XXI
9034
206
Relleno de 204
Siglos XIX-XXI
9034
207
Estrato de piedras y tierra amarilla. Relleno 204
S. XIX-XX
9034
208
Relleno de tierra de 204
S. XIX-XX
9034
209
Fosa
Andalusí
9034
210
Relleno de 209
Andalusí
9034
211
Relleno de tierra suelta y piedras
Amortización de silos
9034
212
silo
Andalusí
9034
213
Relleno de 212
Andalusí; s. XI?
9034
214
silo
Andalusí
9034
215
Relleno de 214
¿Andalusí, s. XI?
9034
216
Muro
Tardoantiguo
9034
217
silo
Andalusí
9034
218
Relleno de 217
Andalusí
9034
219
Muro (cimentación)
Romano
9034
220
Estructura de opus signinum
¿?
9034
221
pilar
Tardoantiguo
9034
222
Cimiento de cantos de río
Andalusí
9034
223
Relleno de adobe
Andalusí
9034
224
Relleno de piedras y tierra gris
Andalusí; ¿s. IX-X?
9034
225
¿silo?
Andalusí
9034
226
Relleno de tierra de 212
Andalusí
9034
227
Corte
Andalusí
9034
228
Relleno de 227
Andalusí
9034
229
Relleno de 227
Andalusí
9034
230
Relleno del silo 225
Andalusí
417
418
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Anejos de AEspA XILI
N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9034
231
Silo
Andalusí
9034
232
Relleno de 231
¿?
9034
233
Silo
Andalusí
9034
234
Relleno de 233
Andalusí
9034
235
Silo
Andalusí
9034
236
Relleno de 235
Andalusí
9034
237
Relleno de 214
Andalusí
9034
238
silo
andalusí
9034
239
Relleno de 238
Amortización de finales s. XX
9034
240
Relleno de 238
Andalusí
9034
241
Relleno de 214
Andalusí
9034
242
relleno de 238
Andalusí; s. IX-X
9034
243
Interfase (no es superficie de uso)
9034
244
Capa de ceniza
Tardoantiguo
9034
245
Capita de tierra
Tardoantiguo
9034
246
Muro
Tardoantiguo
9034
247
Superficie de uso (suelo)
Tardoantiguo
9034
248
Paquete de tierra
Tardoantiguo
9034
249
silo
Andalusí
9034
250
Relleno de 249
Andalusí; s. X-XI?
9034
251
Relleno de tierra
El material es Andalusí
9034
252
Relleno de 253
Andalusí
9034
253
Silo
Andalusí
9034
254
Estratos de cenizas: relleno de 255
Andalusí
9034
255
Silo
Andalusí
9034
256
Restos de ladrillos y tierra amarilla
¿?
9034
257
Superficie de uso (suelo)
¿?
9034
258
Estructura dentro de 214
Andalusí
9034
259
Muro
Pórtico
9034
260
Arranque de muro
Romano
9034
261
¿Pilar?
Tardoantiguo
9034
262
Relleno (pintura)
9034
263
Superficie de trabajo
9034
264
“Pilarcillo” en estructura visigoda
9034
265
1: capa de barro 221
9034
266
2: capa de barro 221
9034
267
3: capa de barro 221. Ceniza
9034
268
Arqueta más antigua
9034
269
Fosa
9034
270
Relleno arqueta
9034
271
Arqueta de ladrillo macizo
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9034
272
Relleno arqueta
9034
273
Cimentación muro contemporáneo (UE 278); muro de piedra
S. XX
9034
274
Relleno
Siglos XIX-XXI
9034
275
Fosa
Siglos XIX-XXI
9034
276
Estrato negro
9034
277
Muro fondo
9034
278
Cimiento C.º E-W
9034
279
Estrato
Siglos XIX-XXI
9034
280
Estrato
Siglos XIX-XXI
9034
281
Nivel de suelo
9034
282
Relleno silo, = 254 1.º
9034
283
Relleno marrón
9034
284
Relleno negruzco (relleno silo Eva Chon)
9034
285
Negro con piedras
9034
286
Pavimento de opus signinum
9034
287
Estrato marrón
9034
288
Sillar granito- muro visigodo.
9034
289
Estrato arcilloso
9034
290
Estrato naranja
9034
291
Fosa junto a opus
9034
292
Estrato pedregoso
9034
293
Silo
9034
294
Relleno
9034
295
Estrato negro junto 278
9034
296
Canalización A
9034
297
Relleno canalizaciones
9034
298
Canalización B
9034
299
Silo
¿Emiral?
9034
300
Relleno de silo
¿Islámica? - ¿emiral?
9034
301
SILO
¿emiral?
9034
302
Relleno silo
¿emiral?
9034
303
Pollete
Visigoda
9034
400
Estrato de tierra
S. XX
9034
401
Fosa pozo
S. XX
9034
402
Relleno exterior del pozo
S. XX
9034
403
Revestimiento del pozo
S. XX
9034
404
Relleno de pozo
S. XX
9034
405
Estrato de tierra bajo UE 400
S. XX
9034
406
Muro contemporáneo E-W
S. XX
9034
407
Canalización contemporánea
S. XX
9034
408
Estructura al E. del muro 406. Arqueta
S. XX
Código Erróneo
Emiral (VIII, IX, X)
419
420
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Anejos de AEspA XILI
N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9034
409
Tubería
S. XX
9034
410
Fosa tubería UE 403
S. XX
9034
411
Pavimentación contemporánea en el extremo S.
S. XIX-XX
9034
412
Muro E-W que delimita la pavimentación UE 411
S. XIX-XX
9034
414
Muro NS que divide la parte central
S. XIX-XX
9034
415
Pavimentación contemporánea
S. XX
9034
416
Estructura circular
Emiral (VIII, IX, X)
9034
418
Estructura circular
Emiral (VIII, IX, X)
9034
419
Muro (emiral) N-S
S. VIII-X
9034
420
Muro (emiral) paralelo a UE 419
S. VIII-X
9034
421
muro (emiral) perpendicular a 419
S. VIII-IX
9034
422
Estructura circular
S. VIII-X
9034
423
Acumulación de piedras NE
S. XIX-XX
9034
426
Fosa
9034
427
Relleno de fosa UE 426
9034
428
Superficie naranja bajo UE 405 (zona W de la excavación)
9034
429
Superficie naranja bajo UE 405 (perfil W)
9034
430
Fosa en la parte W (perfil W)
9034
431
Relleno de fosa UE 430
S. XIX-XX
9034
432
acumulación de piedras al SW
S. XIX-XX
9034
434
Acumulación de piedras al W de UE 411
S. XIX-XX
9034
435
Fosa al Sur del solar
S. XIX-XX
9034
436
relleno fosa UE 435
Siglos XIX-XXI
9034
437
Fosa pozo
Siglos XV-XVIII
9034
438
brocal del pozo
9034
439
Relleno pozo
9034
440
Estrato de tierra marrón bajo UE 405
Siglos XV-XVIII
9034
441
Estrato arcilloso en la zona S (¿= 428?)
S. XIX-XX
Emiral (VIII, IX, X)
Siglos XV-XVIII
9034
442
Pavimentación bajo UE 405
S. I d. C.
9034
443
Pavimentación junto a UE 444
S. I d. C.
9034
444
Muro (emiral) E-W situado en el extremo Sur.
S. VIII-IX
9034
445
Preparación de ladrillo bajo UE 443
S. I d. C.
9034
446
Cimentación romana N-S del interior del Pórtico
Altoimperial (-I-II)
9034
447
Muro NS en el perfíl sur
Visigodo (V-VI)
9034
448
Estructura semicircular adosada al muro 447
S. XIX-XX
9034
449
Estrato bajo UE 405 en la zona central (relleno fosa 459)
S. XVII (por material)
9034
450
Muro E-W perpendicular a 420 (muro de piedras)
S. XVII
9034
451
Muro E-W junto a 450 (cimentación)
S. XIX-XX
9034
452
Muro E-W en relación con el brocal del pozo (UE 438) lado N
S. XVIII
9034
453
Muro N-S en relación con el brocal del pozo (UEe 438) lado N
S. XVII
9034
454
Muro E-W situado entre UE 420 y UE 453
S. XVII
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9034
455
Acumulación de piedritas tocando el perfil E (derrumbe E)
9034
456
Fosa al norte del pozo contemporáneo UE 401
9034
457
Relleno fosa UE 456
9034
458
Estrato arcilloso bajo UE 405
Calif.(IX-XI)
9034
459
Fase irregular
S. XVII
9034
460
Fosa en la parte central S
S. XVII
9034
461
Relleno de fosa UE 460
S. XVII
S. XVII
9034
462
Estrato
S. I d. C.
9034
463
Estrato
S. I d. C.
9034
465
Estrato
9034
467
Estrato
9034
468
estrato
9034
469
Estrato
9034
470
Fosa circular
Calif.(IX-XI)
9034
471
relleno de fosa UE 476
Calif.(IX-XI)
9034
472
Corte circular
9034
473
Relleno de fosa UE 472
9034
474
Canalización
9034
475
Acumulación de fragmentos de mármol
9034
477
fosa
9034
478
Fosa
9034
479
Zanja cimentación
S. XVII
9034
480
zanja cimentación
S. XVII
9034
481
zanja cimentación
S. XVII
9034
482
Zanja cimentación
S. XVII
9034
483
Relleno de fosa UE 477
9034
484
Relleno de fosa UE 478
9034
485
Conjunto de material latericio
9034
486
Fosa
9034
487
Relleno fosa UE 486
9034
490
Canalización
9034
491
Estrato constructivo
Altoimperial (I-II)
9034
492
muro emiral
Emiral (VIII, IX, X)
9034
493
fosa
9034
494
Relleno de fosa UE 493
9034
495
Fosa
9034
496
Relleno fosa UE 495
9034
497
muro N-S
9034
498
fosa
9034
499
Fosa
9034
500
Estrato constructivo
S. XVII
Altoimperial (I-II)
S. I d. C.
Altoimperial (I-II)
421
422
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Anejos de AEspA XILI
N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9034
501
Muro E-O
9034
502
Estrato
9034
503
Relleno fosa UE 498
9034
504
relleno fosa UE 499
9034
505
Estrato
9034
506
Estrato
9034
507
Corte irregular
9034
508
Pavimentación
Tardoantiguo
9034
509
Estrato de arena
Altoimperial (I-II)
9034
510
Nivel de cal
9034
511
Muro
9034
512
Construcción mismo UE 414
9034
513
Corte en la parte SE
9034
514
Relleno UE 513
9034
1000
Superficie de grava
1998-1999
9034
1001
Capa de grava
1998-1999
9034
1002
Solución de continuidad
1990-1999
9034
1003
Ripios
1990-1999
9034
1004
Bodega
S. XX
9034
1005
Pavimento de ladrillos
S. XX
9034
1006
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
1007
Soporte (1004)
9034
1008
Contrafuerte
S. XX
9034
1009
soporte (1004)
No determinado
9034
1010
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
1011
Muro
S. XX
9034
1012
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
1013
Soporte de ladrillos
S. XX
9034
1014
Empedrado
S. XX
9034
1015
Arqueta y tubería
9034
1016
Murete
S. XX
9034
1017
Superficie de tierra y cal
S. XX
9034
1018
Pavimento de baldosas
S . XX
9034
1019
Relleno
Siglos XIX-XXI
9034
1020
Murete
Siglos XIX-XXI
9034
1021
Murete
S. XX
9034
1022
Relleno
Siglos XIX-XXI
9034
1023
Relleno de piedras
Contemporánea
9034
1024
Relleno
S. XVIII-XIX
9034
1025
Muro
S. XIX-XX
9034
1026
Cimentación cantos rodados
Emiral (VIII, IX, X) S. I d. C.
Tardoantiguo
S. XX
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9034
1027
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
1028
Pavimento: empedrado
S. XIX-XX
9034
1029
Muro
9034
1030
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
1031
Muro
¿?
9034
1032
Acumulación de piedras
Siglos XIX-XXI
9034
1033
Superficie arena-adobe
9034
1034
Relleno
S. XV-XVI
9034
1035
Fosa Tinaja
Siglos XIX-XXI
9034
1036
Relleno de fosa 1035
¿?
9034
1037
Superficie: solución de continuidad
s. XV-XVI
9034
1038
Tinaja
mediados s. XX
9034
1039
Superficie
Siglos XIX-XXI
9034
1040
Muro del foro
Altoimperial (I-II)
9034
1041
Relleno
Siglos XIX-XXI
9034
1042
Relleno
Siglos XIX-XXI
9034
1043
Relleno
Tardoantiguo
9034
1044
Relleno silo 1045
Islámico; IX-X
9034
1045
silo
Islámico; IX-X
9034
1046
Fosa
s. XVIII-XIX
9034
1047
Estrato
altomedieval?
9034
1048
Muro
Tardoantiguo
9034
1049
Impronta de sillar en 1040
Romano
9034
1050
Estrato
Altoimperial (I-II)
9034
1051
Superficie
9034
1052
fosa
9034
1053
Colmatación de 1052
9034
1054
Estrato
9034
1055
Suelo
9034
1056
Basamento
Altoimperial (I-II)
9034
1057
Superficie
Altoimperial (I-II)
9034
1058
Estrato
Altoimperial (I-II)
9034
1059
Suelo
9034
1060
Estrato
9034
1061
Nivel de derrumbe
9034
1062
estructura (?)
Visigodo (V-VI)
9034
1063
murete (?)
Tardoantiguo
9034
1064
Suelo
s. VI-VII
9034
1065
Superficie
Visigodo
9034
1066
Canal del foro
Altoimperial (I-II)
9034
1067
Superficie
Altoimperial (I-II)
Tardoantiguo
Islámico (material)
423
424
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Anejos de AEspA XILI
N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9034
1068
Estrato
9034
1069
Nivel de carbones
Romano
9034
1070
Solución de cotinuidad
Altoimperial (I-II)
9034
1071
Pegotón de mortero
9034
1072
Estrato
Altoimperial (I-II)
9034
1073
Pegotón de argamasa
Altoimperial (I-II)
9034
1074
Superficie
9034
1075
Rebaje
Visigodo
9034
1076
Superficie de inicio de excavación
2000
9034
1077
Capa de grava y arena
Siglos XIX-XXI
9034
1078
Solución de continuidad
Siglos XIX-XXI
9034
1079
Capa de derribo (escombros)
fin s. XX
9034
1080
Pavimento de baldosas (casa contemporánea)
1.ª mitad s. XX
9034
1081
Muro
Siglos XIX-XXI
9034
1082
plato de ducha cerámico
1.ª mitad s. XX
9034
1083
Pavimento de la casa contemporánea (baldosas de pizarra)
Siglos XIX-XXI
9034
1084
Pavimento de baldosas del patio (casa contemporánea)
Siglos XIX-XXI
9034
1085
Atarjea (sumidero del patio 1084)
9034
1086
Muro de demilitación entre el patio, habitación y el baño
9034
1087
Muro N. de delimitación entre el patio de cantos y el patio o Siglos XIX-XXI baldosines y la habitación del suelo de pizarra.
9034
1088
Pavimento de cantos de río (patio casa contemporánea)
Siglos XIX-XXI
9034
1089
Solución de continuidad
Siglos XIX-XXI
9034
1090
Estrato de nivelación
Siglos XIX-XXI
9034
1091
Muro realizado de ladrillos (reforma del cuarto de baño)
Siglos XIX-XXI
9034
1092
Nivel bajo el pavimento del baño
Siglos XIX-XXI
9034
1093
Nivel de arena y argamasa bajo el pavimento UE 1083
Siglos XIX-XXI
9034
1094
Pavimento de ladrillos (1.ª fase de la casa contemporánea)
Siglos XIX-XXI
9034
1095
Fosa para tubería de plomo
9034
1096
Aglomeración de piedras
9034
1097
Patio (1.º) cantos
9034
1098
Patio 1.º (rueda reutilizada)
Siglos XIX-XXI
9034
1099
Patio 1.º (pavimento de piedras reutilizadas)
Siglos XIX-XXI
9034
1100
Aglomeración de piedras con cal.
Siglos XIX-XXI
9034
1101
Solución de continuidad entre el nivel 1090 y el 1102
Siglos XIX-XXI
9034
1102
Nivel de tierra con ceniza y pintas de carbón
9034
1103
Baño de ladrillo
9034
1104
Torta de cal sobre el pavimento UE 1094
9034
1105
Tubería de plomo
9034
1106
Dos orificios paralelos rectangulares en el patio
9034
1107
Relleno de tierra de 1106
Siglos XIX-XXI
Siglos XIX-XXI
Siglos XIX-XXI
Siglos XIX-XXI
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
N.º Inter.
Ue
Identificación
9034
1108
Estrato de tierra negruzca sobre el que se apoya el pavimento Siglos XIX-XXI UE 1094
9034
1109
Fosa del muro 1087
9034
1110
Relleno de la UE 1109
Siglos XIX-XXI
9034
1111
Sondeo contemporáneo
Siglos XIX-XXI
9034
1112
Relleno de sondeo
Siglos XIX-XXI
9034
1113
Pavimento cantos de río
S. XX
9034
1114
Tinaja
Siglos XIX-XXI
9034
1115
Fosa donde va encajada la tinaja
Siglos XIX-XXI
9034
1116
Relleno interior de la tinaja
Siglos XIX-XXI
9034
1117
Pegote de cal pegado al muro 1081
9034
1118
Torta de cal
¿s. XIX?
9034
1119
Relleno de la fosa 1115
Siglos XIX-XXI
9034
1120
Estructura que conforma el pozo ciego
Siglos XIX-XXI
9034
1121
Nivel de piedras
¿emiral-califal? Siglos XIX-XXI
425
Cronología
Siglos XIX-XXI
9034
1122
Tierra que amortiza el pozo ciego UE 1120
9034
1123
Estructura bajo el pavimento del patio 1.º
9034
1124
Nivel de relleno bajo el pavimento del patio
Siglos XIX-XXI
9034
1125
Fosa donde va encajada la estructura del pozo ciego UE 1120
Siglos XIX-XXI
9034
1126
Fosa de la canalización contemporánea
Siglos XIX-XXI
9034
1127
Tierra que cubre la canalización UE 1128
Siglos XIX-XXI
9034
1128
Canalización contemporánea
Siglos XIX-XXI
9034
1129
Fosa del muro UE 1086 (cimentación)
Siglos XIX-XXI
9034
1130
Prolongación del pavimento de cantos E 1113
Siglos XIX-XXI
9034
1131
Superficie (solución de continuidad)
Siglos XIX-XXI
9034
1132
Nivel de tierra
Siglos XIX-XXI
9034
1133
Solución de continuidad bajo la UE 1102
9034
1134
Estrato bajo la solución de continuidad 1133
9034
1135
Superficie bajo el pavimento de rollo 1113 (solución de conti- Siglos XIX-XXI nuidad)
9034
1136
Nivel de tierra bajo la solución de continuidad 1135
9034
1137
Solución de continuidad bajo la UE 1134
9034
1138
Estrato
andalusí
9034
1139
Solución de continuidad
entre medieval y contemporánea
9034
1140
Fosa
¿emiral-calidal?
9034
1141
Tierra negra que rellena la fosa 1140
¿s. IX-X?
9034
1142
Fosa del muro 1081
Siglos XIX-XXI
9034
1143
Relleno de la fosa de cimentación 1142
Siglos XIX-XXI
9034
1144
superficie (suelo de la esquina SE)
entre visigoda y emiral
9034
1145
Tierra
¿s. X?
9034
1146
Tierra con cenizas cortada por la fosa 1140
Siglos XIX-XXI
Siglos XIX-XXI
426
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
N.º Inter.
Ue
9034
1147
Anejos de AEspA XILI
Identificación
Cronología
Relleno de piedras de la fosa 1140
¿emiral? - ¿califal?
9034
1148
Fosa que corta a la subestructura 1140 (silo o pozo)
¿s. XI-XII?
9034
1149
Relleno último cronológicamente de la fosa 1148
Calif. (IX-XI)
9034
1150
Relleno de carbones en la fosa 1148
¿s. XI?/¿Almohade?/¿Califal?
9034
1151
Hogar
visigodo
9034
1152
Solución de continuidad bajo el estrato 1132
Entre época medieval y época contemporánea
9034
1153
Muro
2.ª fase
9034
1154
Solución de continuidad bajo la UE 1121
9034
1155
Nivel de piedras
Islámico
9034
1156
Relleno de piedras de la fosa 1165
¿?
9034
1157
Nivel de tierra de color ceniza bajo la solución de continuidad Andalusí 1154
9034
1158
Nivel de tierra (situado en la parte NE del corte)
Andalusí
9034
1159
Muro visigodo
2.ª fase
9034
1160
Muro tardoantiguo bajo el muro contemporáneo
Tardoantiguo
9034
1161
Fosa circular
Visigoda
9034
1162
Relleno de la fosa 1161
9034
1163
Fosa contemporánea (¿sondeo?)
Siglos XIX-XXI
9034
1164
Relleno de la fosa 1163
Siglos XIX-XXI
9034
1165
Subestructura circular (fosa de gran diámetro)
Andalusí
9034
1166
Antemuro del edificio del pórtico (estructura del foro)
S. I d.C.
9034
1167
Muro
Visigodo
9034
1168
Nivel de tierra y piedras bajo la UE 1158
9034
1169
Tierra suelta son carbones
9034
1170
Solución de continuidad
9034
1171
Relleno de piedras y tierra de la UE 1172
Andalusí
9034
1172
Subestructura tendente al círculo
Andalusí
9034
1173
Nivel de ceniza y tierra (apuí hemos parado la excavación del Andalusí pozo)
9034
1174
Relleno de roca picada y tierra (Relleno de 1148)
9034
1175
Corte rellenado por la UE 1169
9034
1176
Solución de continuidad bajo el nivel de cenizas 1157
9034
1177
Estrato
9034
1178
Adobes (último relleno del silo 1179)
Andalusí
9034
1179
Subestructura circular (silo)
Andalusí
9034
1180
Relleno del silo 1179
Andalusí
9034
1181
Nivel de piedritas, tégulas, fragmentos de granito, etc. (nivel de derrumbe)
9034
1182
Muro (1.ª fase doméstica tardoantigua)
Tardoantiguo
9034
1183
Posible hogar o pavimento
Tardoantiguo
Andalusí Entre época tardoantigua y época andalusí.
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
N.º Inter.
Ue
Identificación
9034
1184
Solución de continuidad
Tardoantiguo
9034
1185
Fosa
Tardoantiguo
9034
1186
Relleno
andalusí
9034
1187
Relleno
Tardoantiguo
9034
1188
Tierra que crea la superficie 1184
9034
1189
Fosa circular (¿silo?)
Andalusí
9034
1190
Relleno de 1189
Andalusí: ¿califal?
9034
1191
Relleno de la fosa 1185
9034
1192
Fosa que corta a la 1185
Amortización andalusí
9034
1193
Nivel de tierra
Visigodo
9034
1194
Muro
Visigodo
9034
1195
Nivel de tierra (estrato)
¿Visigodo?
9034
1196
Nivel de destrucción
9034
1197
Muro (1.ª fase de la ocupación tardoantigua) (prolongación Tardoantiguo 1203)
9034
1198
Solución de continuidad
9034
1199
Estrato
visigodo
9034
1200
Relleno de la zanja de cimentación 1201
Visigodo
9034
1201
Zanja de cimentación del muro 1153 (lado sur del muro)
Visigodo
9034
1202
Nivel de ceniza sobre el hogar (Supongo que tendrá correspon- Tardoantiguo dencia con alguna ficha del año pasado)
9034
1203
Muro (1.ª fase de la ocupación tardoantigua)
9034
1204
tierra naranja
9034
1205
Nivel de piedras medianas bajo muro 1153
9034
1206
Tierra naranja 1199, previa al muro 1153
9034
1207
Marrón bajo 1204
9034
1208
Tierra bajo muro 1160
Visigodo
9034
1209
Unidad granulada
Visigodo
9034
1210
Marrón con pintas blancas
9034
1211
Negro con pintas de carbón
9034
1212
Suelos al norte del muro 1205
9034
1213
Arena de opera fina
9034
1214
Tierra marrón
9034
1215
Suelo bajo 1212
9034
1216
Fosa de fundación de 1205
9034
1217
Nivel de escombro al sur
9034
1218
Tierra marrón bajo la ceniza
9034
1219
¿Silo visigodo? cubierto por 1140 (Fosa)
9034
1220
Nivel de escombro al norte
9034
1221
Relleno silo 1219
9034
1222
Tierra negruzca y suelta
Cronología
Tardoantiguo
427
428
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
N.º Inter.
Ue
9034
1223
Tierra roja con ladrillos
9034
1224
Tierra marrón claro cubierta por 1214
9034
1225
Relleno 1216
9034
1226
Nivel de ladrillo y cal, guirlache
9034
1227
Escombro central cubierto por 1214
9034
1228
Tierra marrón rojiza al lado de 1227
9034
1229
Cenizas debajo de 1230
9034
1230
Tierra marrón oscura que cubre a 1229
9034
1231
Tierra grisácea del lado norte
9034
1232
Tierra marroncita junto al muro
9034
1233
Escombro de piedras
9034
1234
Silo al norte del muro
9034
1235
Escombro al lado de 1232
9034
1236
Nivel de piedras en línea
9034
1237
Agujero junto al pozo islámico
9034
1238
Montón de roca machacada
9034
1239
Rojo con estuco romano
9034
1240
Nivel de tierra naranja en la esquina N-E.
9034
1241
Nivel de tierra roja al sur
9034
1242
Tierra roja al este
9034
1243
Tierra grisácea de la esquina N-E
9034
1244
Ceniza debajo del suelo romano
9034
1245
Tierra roja zona norte igual a 1242
9034
1246
Suelo de obra romano
9034
1247
Tierra verde del pozo ciego
9034
1248
Piscina con arcilla
9034
1249
Rellano “piscinita”
9034
1250
Capa de cal
9034
1251
Escombro con piedras grandes
9034
1252
Cal amarilla con ceniza
9034
1253
Tierra naranja encima de la cenizas
9034
1254
Relleno de cantos rodados
9034
1255
Fosa en el perfil este
9034
1256
Corte de 1226
9034
1257
Corte en el perfil sur
9034
1258
Ceniza
9034
1259
Fosa en el perfil norte
9034
1260
Fosa “silo” relleno por 1232
9034
1261
Columna de granito
9034
1262
Fosa de la columna 1261
9034
1263
Muro en esquina suroeste
Anejos de AEspA XILI
Identificación
Cronología
S. I d.C.
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
N.º Inter.
Ue
Identificación
9034
2000
Tierra superficial
9034
2001
Rectángulo de ladrillo
9034
2002
Relleno del rectángulo 2001
9034
2003
Alineación de los 2 sillares
9034
2004
Mezcla de ceniza y carbón (color negro)
9034
2005
Muro norte del pórtico
9034
2006
Fosa del rectángulo de ladrillo
9034
2007
Tierra de escombro con fuste de columna
9034
2008
Naranja en esquina NE.
9034
2009
Fosa contemporánea en esquina NE
9034
2010
Marrón en esquina SE
9034
2011
Fosa circular
9034
2012
Escombro con mucha cal sobre 2010
9034
2013
Escombro en esquina sur
9034
2014
Piedras en línea con 2003
9034
2015
Piedras hacia el oeste, parte a 2014.
9034
2016
Rosa de fundación del muro 2014, 2003
9034
2017
Relleno del silo 2011
9034
2018
Tierra negar homogénea
9034
2019
Tierra sobre línea de ladrillos 2020
9034
2020
Línea de ladrillos
9034
2021
2.º relleno del silo 2011
9034
2022
Silo al noreste de 2011
9034
2023
Relleno del silo 2022
9034
2024
Muro
9034
2025
Blanco bajo negro 2004 en esquina Noroeste
9034
2026
Marrón bajo blanco 2025 esquina noroeste
9034
2027
Silo al norte
9034
2028
Relleno del silo de Nova
9034
2029
Silo de Nova
9034
2030
Marrón con piedras al oeste de 2007
9034
2031
Relleno de 2027
9034
2032
Silo de Fran
9034
2033
Relleno del silo
9034
2034
Relleno del 2035
9034
2035
Corte de Protosilo
9034
2036
Pequeño agujero al lado oeste del muro 2005 (corte)
9034
2037
Relleno del corte 2036
9034
2038
Pequeño agujero al este del 2014
9034
2039
Relleno 2038
9034
2040
Refuerzo del muro 2005 al sur
Cronología
429
430
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
N.º Inter.
Ue
9034
2041
Relleno de nivelación bajo argamasa
9034
2042
Tongada de argamasa bajo 2008
9034
2043
Relleno de fosa 2041
9034
2044
Sofía (estructura contemporánea al este)
9034
2045
Tierra negra bajo 2000
9034
2046
Relleno del agujero de Luis. Norte
9034
2047
Relleno del agujero de Juani (sur)
9034
2048
Relleno de piedras del agujero de Luis (2046)
9034
2049
Suelo rojo (ladrillo)
9034
2050
Relleno al norte del muro 2005
9034
2051
Relleno bajo 2052
9034
2052
Tonada de argamasa entre 2041 y 2051
9034
2053
Calzada
9034
2054
Corte al norte del muro 2005
Anejos de AEspA XILI
Identificación
Cronología
Intervención Arqueológica: Plaza Politécnica, 2002 N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9046
1
Estrato de tierra marrón oscuro
Siglos XIX-XXI
9046
2
Estrato de tierra amarilla bajo ue 1 al N y E.
Siglos XIX-XXI
9046
3
Estrato marrón anaranjado al E
Siglos XIX-XXI
9046
4
Estrato de tierra grisácea a SE de la excavación
Siglos XIX-XXI
9046
5
Muro SE NW al sur de la excavación
Bajoimperial (III-V)
9046
6
Muro N-S que divide en dos la excavación.
Altoimperial (I-II)
9046
7
Estrato de tierra marrón amarillento al N de la excavación.
Siglos XIX-XXI
9046
8
Estrato de tierra marrón oscura entre ue 5 y ue 6
Siglos XIX-XXI
9046
9
Estrato de tierra rojiza que se apoya sobre ue 10 en su lado SW
No determinado
9046
10
Muro E-W que se une a ue 5 en su lado sur
Bajoimperial (III-V)
9046
11
Losa marmórea al N de ue 6
Altoimperial (I-II)
9046
12
Estrato de arena amarilla bajo ue 8
Siglos XIX-XXI
9046
14
Desagüe al N de ue 5
Siglos XIX-XXI
9046
15
Estrato de tierra marrón oscura bajo ue 11
Siglos XIX-XXI
9046
16
Estrato de tierra rojiza bajo ue 12
Siglos XIX-XXI
9046
17
Nivel de tierra arcillosa bajo ue 5, ue10, ue13 y ue14
Bajoimperial (III-V)
9046
18
Contrafuerte del muro ue 6
No determinado
9046
19
Nivel de tierra cenicienta bajo ue 15
No determinado
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
Intervención Arqueológica: Templo C/ Holguín, 2003 N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9051
1
Estrato de arena al O del área de excavación.
Siglos XIX-XXI
9051
2
Estrato de tierra al E del área de excavación.
Siglos XIX-XXI
9051
3
Intervención de excavación del año 1983
Siglos XIX-XXI
9051
4
Estrato de tierra en la zona S (cortado por ue-3)
Siglos XV-XVIII
9051
5
Estrato con material latericio en la parte E.
Siglos XV-XVIII
9051
6
Muro con orientación NS situado en el perfil S.
Siglos XV-XVIII
9051
7
Murete de bloques de cemento en la zona N de la intervención; situado Siglos XIX-XXI en 1983 para la contención de la tierra de excavación.
9051
8
Estrato negruzco bajo ues-1-2 (zona central)
Siglos XIX-XXI
9051
9
Paramento de sillares de granito del pronaos del Templo
Altoimperial (I-II)
9051
10
Estrato de tierra marrón situado al O del área de excavación
Tardoantiguo
9051
11
Muro con orientación NS realizado con material reutilizado
Tardoantiguo
9051
12
Cornisa reutilizada al N de ue-11
Tardoantiguo
9051
13
Estrato = ue-10 al E de ue-11
Tardoantiguo
9051
14
Estrato de ceniza bajo ue-13
Tardoantiguo
9051
16
Estrato de arena, carbones, fragmentos de material latericio bajo ue-14
Tardoantiguo
9051
18
Cornisa reutilizada adosada a ue-9
Tardoantiguo
9051
19
Cornisa reutilizada adosada a ue-18
Tardoantiguo
9051
20
Estrato = ue-16 al O del muro ue-11, bajo ue-10
Tardoantiguo
9051
21
Estrato rojizo bajo ue-16
Bajoimperial (III-V)
9051
22
Estrato de color grisáceo bajo ue-16 (cubre ue-21)
Tardoantiguo
9051
23
Estrato de limo bajo ue-20
Tardoantiguo
9051
24
Estrato de arena amarilla debajo de ue-23
Tardoantiguo
9051
25
Estrato de tierra bajo ue-24
9051
26
Ceniza, carbones, fragmentos cerámicos sobre ue-25 (al O)
Tardoantiguo
9051
27
Estrato rojizo = ue-21 bajo ue-25
Bajoimperial (III-V)
9051
28
Losas de mármol bajo ue-21
Altoimperial (I-II)
9051
30
Puerta en el muro ue-11
Tardoantiguo
9051
31
Reforma en el muro ue-11
Siglos XV-XVIII
9051
32
Umbral al NO del muro ue-11
Tardoantiguo
9051
33
Preparación de opus signinum bajo ue-28
Altoimperial (I-II)
9051
34
Estrato de limo bajo ue 35
Bajoimperial (III-V)
9051
35
Estrato formado por limo y restos de opus signinum pulverizado sobre Bajoimperial (III-V) ue-34
9051
36
Destrucción de la pavimentación de mármol
Bajoimperial (III-V)
9051
37
Canalización en la esquina entre pronaos y cella
Altoimperial (I-II)
9051
38
Destrucción del Templo
Bajoimperial (III-V)
9051
39
Elementos moldurados de granito en la parte superior del paramento Altoimperial (I-II) del pronaos
9051
40
Destrucción de ue-39 en la parte S
Bajoimperial (III-V)
431
432
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Identificación
Anejos de AEspA XILI
N.º Inter.
Ue
Cronología
9051
41
Base inferior para la colocación de la moldura
Altoimperial (I-II)
9051
42
Huellas rectangulares y en forma de L en la zona central de ue-41
Altoimperial (I-II)
9051
43
Huellas de grapas en ue-9
Altoimperial (I-II)
9051
44
Resto de opus signinum en la zona S de ue-9 (parte inferior).
Altoimperial (I-II)
9051
45
Rebaje en la zona inferior de 9 para colocar la moldura
Altoimperial (I-II)
9051
46
Espacio para base de granito para la colocación de una columna en la Altoimperial (I-II) parte superior del pronaos (zona S)
9051
47
Espacio para base de granito para la colocación de una columna en la Altoimperial (I-II) parte superior del pronaos (al N de ue-46)
9051
48
Cubierta de canalización ue-37
9051
49
Primera tongada visible de opus caementicium en la zona relativa al nú- Altoimperial (I-II) cleo de la cella
9051
50
Tongada sobre ue-49
Altoimperial (I-II)
9051
51
Tongada sobre ue-50
Altoimperial (I-II)
9051
52
Tongada sobre ue-51
Altoimperial (I-II)
9051
53
Tongada sobre ue-52
Altoimperial (I-II)
9051
54
Tongada sobre ue-53
Altoimperial (I-II)
9051
56
Huellas de sillares de granito en ue-51
Altoimperial (I-II)
9051
57
Restos de sillares de granito en ue-51
Altoimperial (I-II)
9051
58
Restos de sillares al N de ue-57
Altoimperial (I-II)
9051
59
Hilada inferior del paramento de la cella (paramento E)
Altoimperial (I-II)
9051
60
Bloque de granito de grandes dimensiones al E de ue-59
Altoimperial (I-II)
9051
61
Restos de opus signinum sobre ue-60
Altoimperial (I-II)
Altoimperial (I-II)
9051
62
Núcleo de opus caementicium del pronaos
Altoimperial (I-II)
9051
63
Plataforma de granito situada en la totalidad del área excavada
Altoimperial (I-II)
Intervención Arqueológica: Templo C/ Holguín, 2004 N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9045
800
Estrato de tierra superficial
Siglos XIX-XXI
9045
801
Estrato de tierra, marrón, alto porcentaje de piedras
Siglos XV-XVIII
9045
802
Estrato de tierra, marrón oscuro, compacta
Siglos XV-XVIII
9045
803
Estrato donde se detecta una acumulación de grandes piedras informes, Siglos XIX-XXI con poca tierra entre ellas. Al N del podium del Templo
9045
805
Estrato de tierra marrón arenosa
9045
806
Estrato de tierra amarillento, compacto y con abundantes restos de cal Siglos XIX-XXI
9045
807
Estrato de tierra, marrón, compacto y con gran cantidad de tegula frag- Siglos XV-XVIII mentada
9045
808
Restos de una posible estructura, de la que sólo se han conservado los Tardoantiguo tres sillares documentados
9045
809
Estrato de tierra, amarillento, compacto, abundante piedra machacada y Siglos XIX-XXI restos de carbón
9045
810
Estrato de tierra superficial, marrón oscuro, arenoso
Siglos XV-XVIII
Siglos XIX-XXI
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9045
811
Estrato arcilloso, amarillento, poco compacto y con un alto grado de Siglos XV-XVIII humedad
9045
812
estrato de tierra, marrón oscuro, arcilloso, abundantes restos de mate- Siglos XV-XVIII rial constructivo muy fragmentado
9045
813
Estrato de granito machacado poco compacto
9045
814
Restos de una estructura de sillares de granito, se extiende por todo el Altoimperial (I-II) corte en dirección N-S, recubierta su parte superior por opus signinum
9045
816
Estrato de tierra, marrón oscuro, poco compacta, restos de material Siglos XV-XVIII constructivo
9045
817
Estrato de granito machacado, matriz rojiza, con restos de opus signi- Bajoimperial (III-V) num
9045
818
Fosa de cimentación
Tardoantiguo
9045
819
Estrato de tierra, marrón amarillenta, arenosa, poco compacta
Siglos XIX-XXI
9045
820
Restos de una estructura compuesta por sillares de granito, piedra y tie- Tardoantiguo rra
9045
821
Estrato de tierra, con abundante cantidad de piedras fragmentadas y Siglos XV-XVIII restos de material constructivo
9045
822
Estrato de tierra batida
Tardoantiguo
9045
823
Estrato de tierra compacta, presencia de restos de opus signinum
Bajoimperial (III-V)
9045
824
Estrato de tierra marrón clara, arenosa, pequeñas piedras de río y restos Tardoantiguo de fragmentos de ladrillo
9045
825
Estrato de tierra, marrón, compacta, restos de materiales constructivos Bajoimperial (III-V) y marmóreos
9045
826
Estrato de cal, blanquecino, compacta y con abundantes canchos de río
9045
827
estrato de tierra, marrón, poco compacta, se documentan abundantes Bajoimperial (III-V) canchos de río
9045
828
Estratos de canchos de río, cal y tierra arenosa de matriz marronácea
Tardoantiguo
9045
829
Estrato de tierra, marrón clara, poco compacta
Tardoantiguo
9045
831
Estrato de tierra, rojiza, compacta, restos de material constructivo y pe- Bajoimperial (III-V) queñas piedras machacadas
9045
832
Estrato de tierra, marrón, compacto, con presencia de restos de material Bajoimperial (III-V) constructivo y marmóreo
9045
833
Estrato de tierra, marrón, poco compacto
Bajoimperial (III-V)
9045
834
Estrato de tierra, marrón claro
Altoimperial (I-II)
9045
835
Estrato de tierra, marrón claro, compacto, se documenta presencia de Altoimperial (I-II) granito y piedra machacada
9045
836
Estrato de tierra, marrón, arenosa, poco compacta
9045
838
Fosa circular
Altoimperial (I-II)
9045
839
Estrato de granito machacado, aparece fragmentos de pizarra
Altoimperial (I-II)
9045
840
Estrato de tierra, amarillenta, alto porcentaje de pequeñas lascas de Altoimperial (I-II) mármol
9045
841
Fosa alargada y estrecha excavada en la roca natural
Altoimperial (I-II)
9045
842
Zanja de cimentación
Tardoantiguo
9045
843
Restos de una estructura de ladrillos, en dirección N-S
Altoimperial (I-II)
9045
844
Estrato de tierra, marrón, poco compacta
Altoimperial (I-II)
Siglos XV-XVIII
Tardoantiguo
Altoimperial (I-II)
433
434
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Identificación
Anejos de AEspA XILI
N.º Inter.
Ue
Cronología
9045
845
Restos de una estructura realizada en opus caementicium
Altoimperial (I-II)
9045
846
Fosa circular
Altoimperial (I-II)
9045
847
Excavación 1983
Siglos XIX-XXI
9045
848
Fosa al N del podium del templo
Siglos XIX-XXI
9045
849
Fosa de construcción del muro ue-820
Tardoantiguo
9045
850
Destrucción estructuras visigodas
Tardoantiguo
9045
851
Fosa al E del podium de la cella
Altoimperial (I-II)
9045
852
Fosa para la construcción de la canalización ue-843
Altoimperial (I-II)
Intervención Arqueológica: C/ Holguín, n.º 32, 2006 N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9049
1
Estrato de tierra vegetal
Siglos XIX-XXI
9049
2
Muro en dirección E-W conectado con ue-43
Siglos XIX-XXI
9049
3
Superficie de cemento al N de ue-2
Siglos XIX-XXI
9049
4
Hilada de ladrillos adosada a ue-43
Siglos XIX-XXI
9049
5
Enfoscado interior ues-2,43
Siglos XIX-XXI
9049
6
Enfoscado exterior ues-2,43
Siglos XIX-XXI
9049
7
Muro sillares de granito reaprovechados al S de ue-2
Siglos XIX-XXI
9049
8
Muro semicircular en esquina SE corte
Siglos XIX-XXI
9049
9
Suelo de cantos de río extendido por todo el corte
Siglos XIX-XXI
9049
10
Estrato de tierra negra al interior de ue-8
Siglos XIX-XXI
9049
11
Fosa de corte de ue-9, relleno por ue-12 al Nue-8
Siglos XIX-XXI
9049
12
Estrato de relleno de ue-11
Siglos XIX-XXI
9049
13
Fosa de cimentación de ue-7
Siglos XIX-XXI
9049
14
Fosa de corte de ue-9
Siglos XIX-XXI
9049
15
Fosa de corte de ue-9
Siglos XIX-XXI
9049
16
Estrato de relleno de ue-15
Siglos XIX-XXI
9049
17
Fosa de corte de ue-9
Siglos XIX-XXI
9049
18
Estrato de relleno de ue-17
Siglos XIX-XXI
9049
19
Estrato de relleno de ue-14
Siglos XIX-XXI
9049
20
Estrato de relleno de ue-13
Siglos XIX-XXI
9049
21
Base de preparación de ue-3
Siglos XIX-XXI
9049
22
Suelo de cuarcitas y cemento bajo ue-21
Siglos XIX-XXI
9049
23
Estrato de tierra bajo ue-12
Siglos XIX-XXI
9049
24
Superficies de cantos de río bajo ue-22
Siglos XIX-XXI
9049
25
Estrato de tierra bajo ue-25
Siglos XIX-XXI
9049
26
Estrato de tierra entre ue-2 y esquina NW del corte
Siglos XIX-XXI
9049
27
Estrato de tierra anaranjada bajo ue-12. Esquina SW
Siglos XIX-XXI
9049
28
Superficie regularizada de ladrillos bajo ue-26
Siglos XIX-XXI
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9049
29
Estrato de tierra marrón bajo ue-28
Siglos XIX-XXI
9049
30
Fosa de cimentación de reforma en ue-2
Siglos XIX-XXI
9049
31
Estrato de relleno de ue-30
Siglos XIX-XXI
9049
32
Estrato de tierra marrón-amarillenta bajo ue-29
Siglos XV-XVIII
9049
33
Estrato de tierra amarilla bajo ue-32
Siglos XV-XVIII
9049
34
Acumulación de piedras al W de ue-27
Siglos XV-XVIII
9049
35
Muro en esquina NE con desarrollo NE-SW
Siglos XV-XVIII
9049
36
Estrato bajo ue-25
Siglos XIX-XXI
9049
37
Estrato tierra marrón oscuro en esquina NW
Siglos XV-XVIII
9049
38
Acumulación de piedras y tierra al W de ue-34
Siglos XV-XVIII
9049
39
Fosa al N de ue-2
Siglos XIX-XXI
9049
40
Relleno de fosa ue-39
Siglos XIX-XXI
9049
41
Estrato de tierra con abundancia de carbones y cerámica
Califal.(IX-XI)
9049
42
Piedras de diferente tamaño clavadas de forma semicircular en mue-41
Siglos XV-XVIII
9049
43
Muro en dirección N-S conectado con ue-2
Siglos XIX-XXI
9049
44
Estrato de tierra bajo ue-43
Siglos XIX-XXI
9049
45
Estrato de tierra marrón en perfil W extendido por la mitad N del corte
Siglos XV-XVIII
9049
46
Estrato de tierra marrón claro bajo ue-26
Siglos XV-XVIII
9049
47
Estrato de tierra marrón claro al W de ue-35. Relleno de fosa ue-48
Medieval
9049
48
Fosa de cimentación W de ue-35. Rellena por ue-47
Medieval
9049
49
Hiladas de sillares de granito=Templo
Altoimperial (I-II)
9049
50
Estrato de tierra marrón oscuro poco compacto bajo ue-41
Emiral (VIII, IX, X)
9049
51
Fosa rellena por ue-34
Siglos XV-XVIII
9049
52
Fosa que corta a ue-41 en la cual son clavadas los restos pétreos que Siglos XV-XVIII forman ue-42
9049
53
Estrato de tierra bajo ue-46
Califal. (IX-XI)
9049
54
Estrato de tierra amarillenta bajo ues-2,53
Siglos XIX-XXI
9049
55
Estrato de grava marronacea entre ue-35 y perfil E
Siglos XV-XVIII
9049
56
Estrato de tierra bajo ue-35
Siglos XV-XVIII
9049
57
Restos de opus caementicium adosado a todo el desarrollo W de ue-49
Altoimperial (I-II)
9049
58
Restos de una estructura muraria realizada con sillares reutilizados en Emiral (VIII, IX, X) esquina NE con desarrollo N-S
9049
59
Estrato de tierra bajo ue-50
Emiral (VIII, IX, X)
9049
60
Estrato de tierra al SE de ue-59. Bajo ue-50
Calif. (IX-XI)
9049
61
Estrato de tierra al SW de ue-59. Bajo ue-50
Emiral (VIII, IX, X)
9049
62
Fosa de cimentación de ue-58
Emiral (VIII, IX, X)
9049
63
Relleno de fosa ue-62
Emiral (VIII, IX, X)
9049
64
Fosa al SE de ue-59 cortando esta ue
Califal. (IX-XI)
9049
65
Restos de muro con desarrollo NW-SW sobre los restos de la escalera Tardoantiguo de acceso al Templo
9049
66
Estrato bajo ue-59
Tardoantiguo
9049
67
Estrato de tierra entre ue-65 y perfil W
Tardoantiguo
435
436
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
N.º Inter.
Ue
9049
68
Identificación
Anejos de AEspA XILI
Cronología
Estrato bajo ue-66. Ocupa toda la superficie no construida del corte
Tardoantiguo
9049
69
Nivel de opus signinum bajo ue-68
Altoimperial (I-II)
9049
70
Estrato de tierra grisácea compactada sobre ue-69
Tardoantiguo
9049
71
Boca de alcantarilla
Altoimperial (I-II)
9049
72
Nivel de opus signinum en esquina SW del corte.
Altoimperial (I-II)
9049
73
Estrato de nivelación de ue-72
Altoimperial (I-II)
9049
74
Resto marmóreo al S de ue-72
Altoimperial (I-II)
9049
75
Estrato de relleno de ue-71
Tardoantiguo
9049
76
Capa de opus signinum adosada al alzado N del Templo
Altoimperial (I-II)
Intervención Arqueológica: Arco de Trajano, 2004 N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9044
1
Estrato de tierra vegetal extendido por toda la superficie del corte
Siglos XIX-XXI
9044
2
Cimentación contemporánea
Siglos XIX-XXI
9044
3
Aljibe contemporáneo
Siglos XIX-XXI
9044
4
Relleno de ue -3
Siglos XIX-XXI
9044
5
Estrato de tierra gris y ripio constructivo extendido aproximadamente Siglos XIX-XXI por la mitad N del corte.
9044
6
Estructura muraria con dirección N-S cercana al perfil W.
Siglos XIX-XXI
9044
7
Estrato de relleno que ocupa la mitad del solar
Siglos XIX-XXI
9044
8
Estrato de tierra y teja compactada que cubre gran parte de ue-9
Siglos XIX-XXI
9044
9
Superficie de opus cuadratum
Altoimperial (I-II)
9044
10
Canal con dirección E-W atravesando todo el corte y separando ue-9 de Altoimperial (I-II) ues-10 y 11
9044
11
Superficie de opus cuadratum base de apoyo de vano central y E
Altoimperial (I-II)
9044
12
Arco Trajano
Altoimperial (I-II)
9044
13
Estrato de tierra marrón al S de ue-9
Siglos XIX-XXI
9044
14
Preparado de cal y arcilla
No determinado
9044
15
Rebaje de forma cuadrangular en ue-9
Tardoantiguo
9044
16
Rebaje en forma de pequeño canal con un hueco circular en la mitad de Tardoantiguo su longitud
9044
17
Estrato de cal, piedra y tierra al S de ue-9
Altoimperial (I-II)
9044
18
Estrato de arcilla rojiza con un alto nivel de humedad
Altoimperial (I-II)
9044
19
Piedras careadas y cal al E de ue-8
Altoimperial (I-II)
9044
20
Concentración de piedras machacadas y barro al S de ue-9
Altoimperial (I-II)
9044
21
Nivel de opus caementicium
Altoimperial (I-II)
9044
22
Reconstrucción del vano lateral E del Arco de Trajano
Siglos XIX-XXI
9044
23
Rebaje de forma rectangular sobre superficie de sillares
Altoimperial (I-II)
Anejos de AEspA XLII
LISTADO DE UE
Intervención Arqueológica: Arco Trajano, 2005 N.º Inter.
Ue
Identificación
Cronología
9048
100
Acerado de granito
9048
101
Suelo de sillares de granito situado en el interior de la moldura E del Siglos XIX-XXI Arco
9048
102
Nivelación de cemento
Siglos XIX-XXI
9048
103
Estrato de tierra bajo ue-5
Siglos XIX-XXI
9048
104
Caja de registro
Siglos XIX-XXI
9048
105
Nivel de tierra bajo cimentación del acerado
Siglos XIX-XXI
9048
106
Losa de hormigón
Siglos XIX-XXI
9048
107
Estrato de grava y ladrillo
Siglos XIX-XXI
9048
108
Estrato con grandes cascotes de ripio constructivo en interior moldura
Siglos XIX-XXI
9048
109
Cableado telefónico
Siglos XIX-XXI
9048
110
Estrato de tierra
Siglos XIX-XXI
9048
111
Estrato de tierra con alto nivel de humedad
Siglos XIX-XXI
9048
112
Estrato situado entre escaleras de mármol y cimentación casa NE Arco
Siglos XIX-XXI
9048
113
Relleno de zanja
Siglos XIX-XXI
9048
114
Estrato de relleno
Siglos XIX-XXI
9048
115
Estrato de relleno
Siglos XIX-XXI
Siglos XIX-XXI
9048
116
Estrato de sillares de granito machacado bajo suelo de opus cuadratum
Altoimperial (I-II)
9048
117
Estrato de tierra bajo ue-116
Altoimperial (I-II)
9048
118
Suelo de lastras de mármol
Altoimperial (I-II)
9048
119
Escalones de mármol
Altoimperial (I-II)
9048
120
Cimentación de casa contemporánea en esquina NE corte
Siglos XIX-XXI
9048
121
Opus signinum base de ues-118 y 119
Altoimperial (I-II)
9048
122
Cimentación de casa al SW del corte
Siglos XV-XVIII
9048
123
Superficie de cantos al E de ue-122
Siglos XV-XVIII
9048
124
Estructura muraria con dirección E-W adosado a ue-122
Siglos XV-XVIII
9048
125
Estructura semicircular
Siglos XV-XVIII
9048
126
Cimentación de sillares de granito
Altoimperial (I-II)
9048
127
Zanja cimentación del cableado telefónico
Siglos XIX-XXI
9048
128
Estrato de relleno
Siglos XIX-XXI
9048
129
Sillares de granito reaprovechados en estructura muraria
Siglos XV-XVIII
9048
130
Estrato de tierra
Siglos XV-XVIII
9048
132
Preparado de ladrillo, piedra y cal sobre opus cuadratum
Tardoantiguo
9048
133
Tapa de mármol
No determinado
9048
134
Estrato de relleno bajo ue-133
No determinado
9048
135
Estrato de relleno sobre superficie de cal al SW del corte
Siglos XIX-XXI
9048
136
Estrato de relleno
Siglos XIX-XXI
9048
137
Canal de desagüe
Romano
9048
138
Zanja de cimentación de ue-137
Romano
9048
139
Reforma de suelo
Romano
437
438
Pedro Mateos et al., El “Foro Provincial” de Augusta Emerita ...
Identificación
Anejos de AEspA XILI
N.º Inter.
Ue
Cronología
9048
140
Estrato de cal
Altoimperial (I-II)
9048
141
Rebaje de forma rectangular sobre superficie de sillares
Altoimperial (I-II)
439
Anejos de AEspA XLII
NORMAS PARA LA PRESENTACIÓN DE MANUSCRITOS
ARCHIVO ESPAÑOL DE ARQUEOLOGÍA Normas de redacción Dirección.—Redacción de la revista: calle Duque de Medinaceli 6/ E- 28014 Madrid. Teléfono: 914 290 626; Fax: 913 690 940. E-mails: [email protected] ó [email protected] Contenido.—Los trabajos serán originales e inéditos y no estarán aprobados para su edición en otra publicación o revista. Los textos no tienen que ajustarse, salvo excepciones como números monográficos, a un tamaño determinado, aunque se valorará especialmente la capacidad de síntesis en la exposición y argumentación. Aceptación.—Los textos son seleccionados por el Consejo de Redacción e informados preceptivamente por dos evaluadores externos al CSIC y a la institución o entidad a la que pertenezca el autor. Texto previo 1. Se presentará en papel, precedido de una hoja con el nombre del trabajo y los datos del autor o autores (nombre, institución o empresa a que pertenece y del modo que quiere que se le cite, dirección postal, teléfonos, e-mail, situación académica) y fecha de entrega. 2. El texto previo se entregará en disquete (NO ENVIAR EN CD), preferentemente en MS Word para Windows o Mac; acompañado de dos versiones imprimidas en papel, completas, incluyendo toda la parte gráfica. Las páginas deben de venir numeradas correlativamente. 3. Al inicio del texto se incluirá una lista de Palabras Clave y un Resumen, ambos en español y traducidos al inglés como Key Words y Summary. De no estar escrito el texto en español, los resúmenes y palabras clave vendrán en el idioma original y traducidos al español. Las palabras clave no deben de contener los términos incluidos en el título, pues ambos se publican siempre conjuntamente. 4. Las listas bibliográficas (por orden alfabético de autores) y los pies de figuras se incluirán al final del mismo texto, no en archivos separados. Correcciones y texto definitivo 1. El Consejo de Redacción podrá sugerir correcciones del original previo (incluso su reducción significativa) y de la parte gráfica, de acuerdo con estas normas y las correspondientes evaluaciones. 2. El texto definitivo se deberá entregar cuidadosamente corregido para evitar cambios en las primeras pruebas, el texto en disquete y la parte gráfica en originales o en CD, acompañados de una versión completa imprimida, que incluya palabras clave, resúmenes, índices bibliográficos, pies de figuras y toda la parte gráfica. 3. En las primeras pruebas no se admitirá ningún cambio del texto definitivo. Citas bibliográficas 1. Podrán presentarse de acuerdo al sistema tradicional de notas a pie de página, numeradas correlativamente, o por el sistema «americano» de citas incluidas en el texto, indistinta o simultáneamente. 2. Los detalles de las citas y referencias bibliográficas pueden variar siempre que su contenido sea completo y uniforme en todo el texto. 3. Siempre que en el sistema de citas a pie de página se vuelva a mencionar un trabajo, se ha de indicar el número de la primera nota en que se ofrece la referencia completa. 4. En las citas bibliográficas, los lugares de edición deben citarse tal como aparecen citados en la edición original. Documentación gráfica 1. Toda la documentación gráfica se considera FIGURA (ya sea a línea, fotografía, mapa, plano, tabla o cuadro), llevando una numeración correlativa simple. 2. Se debe indicar el lugar ideal donde se desea que se incluya, siempre dentro del texto, nunca al final de él. 3. Debe de ser de calidad, de modo que su reducción no impida identificar correctamente las leyendas o empaste el dibujo. Toda la documentación gráfica se publica en blanco y negro. 4. El formato de caja de la Revista es de 15 ´ 21 cm; el de columna, de 7,1 ´ 21 cm. 5. Los dibujos, planos y cualquier tipo de registro (como las monedas o las cerámicas) irán acompañados de escala gráfica y las fotografías potestativamente; todo ello debe de prepararse para su publicación ajustada a la caja y de modo que se reduzcan a una escala entera (1/2, 1/3, 1/10,... 1/2.000, 1/20.000, 1/50.000, etc.). En cualquier caso, se debe sugerir el tamaño de publicación de cada figura (a caja, a columna, a 10 centímetros de ancho, etc.). 6. Se puede enviar en original o en soporte digital, preferentemente en fichero de imagen TIFF o JPEG con más de 300 DPI y con resolución para un tamaño de 16 ´ 10 cm. No se aceptan dibujos en formato *.DWG o similar y se debe procurar no enviarlos en CAD a no ser que presenten formatos adecuados para su publicación en imprenta. Varia 1. Derechos: la publicación de artículos en las revistas del CSIC no da derecho a remuneración alguna; los derechos de edición son del CSIC y es necesario su permiso para cualquier reproducción. 2. Entrega de separatas y volúmenes: los evaluadores recibirán gratuitamente un ejemplar del volumen en el que hayan intervenido; los autores, gratuitamente 25 separatas de su artículo y el volumen correspondiente. 3. Devolución de originales: los originales no se devolverán salvo expresa petición previa del autor.
ANEJOS DE «ARCHIVO ESPAÑOL DE ARQVEOLOGÍA» I F. LÓPEZ CUEVILLAS: Las joyas castreñas. Madrid, 1951, 124 págs., 66 figs.—ISBN 84-00-01391-3 (agotado). II A. BALIL: Las murallas romanas de Barcelona. Madrid, 1961, 140 págs., 75 figs.—ISBN 84-00-01489-8 (agotado). III A. GARCÍA Y BELLIDO y J. MENÉNDEZ PIDAL: El distylo sepulcral romano de Iulipa (Zalamea). Madrid, 1963, 88 págs., 42 figs.—ISBN 84-00-01392-1. IV A. GARCÍA Y BELLIDO: Excavaciones y exploraciones arqueológicas en Cantabria. Madrid, 1970, 72 págs., 88 figs.—ISBN 84-00-01950-4. V A. GARCÍA Y BELLIDO: Los hallazgos cerámicos del área del templo romano de Córdoba. Madrid, 1970, 84 págs., 92 figs.—ISBN 84-00-01947-4. VI G. ALFÖLDY: Flamines Provinciae Hispaniae Citerioris. Madrid, 1973, 114 págs., más 2 encartes.—ISBN 84-00-03876-2. VII Homenaje a D. Pío Beltrán Villagrasa. Madrid, 1974, 160 págs., 32 figs.—ISBN 84-7078-377-7 (agotado). VIII J. ARCE: Estudios sobre el Emperador FL. CL. Juliano (Fuentes Literarias. Epigrafía. Numismática). Madrid, 1984, 258 págs.—ISBN 84-00-05667-1. IX Estudios sobre la Tabula Siarensis (eds. J. GONZÁLEZ y J. ARCE). Madrid, 1988, 332 págs.—ISBN 84-00-06876-9. X G. LÓPEZ MONTEAGUDO: Esculturas zoomorfas celtas de la Península Ibérica. Madrid, 1989, 203 págs., 6 mapas y 88 láminas.—ISBN 84-00-06994-3. XI R. JÁRREGA DOMÍNGUEZ: Cerámicas finas tardorromanas africanas y del Mediterráneo oriental en España. Estado de la cuestión. Madrid, 1991.—ISBN 84-00-07152-2. XII Teseo y la copa de Aison (coord. R. OLMOS ROMERA), Actas del Coloquio celebrado en Madrid en octubre de 1990. Madrid, 1992, 226 págs.—ISBN 84-00-07254-5. XIII A. GARCÍA Y BELLIDO (edit.): Álbum de dibujos de la colección de bronces antiguos de Antonio Vives Escudero (M. P. GARCÍA-BELLIDO, texto). Madrid, 1993, 300 págs., 190 láminas.—ISBN 84-00-07364-9. XIV M. P. GARCÍA-BELLIDO y R. M. SOBRAL CENTENO (eds.): La moneda hispánica. Ciudad y territorio. Actas del I Encuentro Peninsular de Numismática Antigua. Madrid, 1995, XVI + 428 págs., 210 ilustr.—ISBN 84-00-07538-2. XV A. OREJAS SACO DEL VALLE: Estructura social y territorio. El impacto romano en la cuenca Noroccidental del Duero. Madrid, 1996, 255 págs., 75 figs., 11 láms.—ISBN 84-00-07606-0. XVI A. NÜNNERICH-ASMUS: El arco cuadrifronte de Cáparra (Cáceres). Madrid, 1997 (en coedición con el Instituto Arqueológico Alemán de Madrid), 116 págs., 73 figs.—ISBN 84-00-07625-7. XVII A. CEPAS PALANCA: Crisis y continuidad en la Hispania del s. III. Madrid, 1997, 328 págs.—ISBN 84-00-07703-2. XVIII G. MORA: Historias de mármol. La arqueología clásica española en el siglo XVIII. Madrid, 1998 (en coedición con Ed. Polifemo), 176 págs., 16 figs.—ISBN 84-00-07762-8. XIX P. MATEOS CRUZ: La basílica de Santa Eulalia de Mérida: Arqueología y Urbanismo. Madrid, 1999 (en coedición con el Consorcio Monumental de la Ciudad de Mérida), 253 págs., 75 figs., 22 láms. y 1 plano.—ISBN 84-00-07807-1. XX R. M. S. CENTENO, M.a P. GARCÍA-BELLIDO y G. MORA (eds.): Rutas, ciudades y moneda en Hispania. Actas del II EPNA (Oporto, 1998). Madrid, 1999 (en coedición con la Universidade do Porto), 476 págs., figs.—ISBN 84-00-07838-1. XXI J. C. SAQUETE: Las vírgenes vestales. Un sacerdocio femenino en la religión pública romana. Madrid, 2000 (en coedición con la Fundación de Estudios Romanos), 165 págs.—ISBN 84-00-07986-8. XXII M.a P. GARCÍA BELLIDO y L. CALLEGARIN (coords.): Los cartagineses y la monetización del Mediterráneo occidental. Madrid, 2000 (en coedición con la Casa de Velázquez). 192 pp. y figs.—ISBN 84-00-07888-8. XXIII L. CABALLERO ZOREDA y P. MATEOS CRUZ (coords.): Visigodos y Omeyas. Un debate entre la Antigüedad tardía y la alta Edad Media. Madrid, 2000 (en coedición con el Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida). 480 pp. y figs.—ISBN 84-00-07915-9. XIV M.a MARINÉ ISIDRO: Fíbulas romanas en Hispania: la Meseta. Madrid, 2001. 508 págs. + 37 figs. + 187 láms.—ISBN 84-00-07941-8. XV I. SASTRE PRATS: Onomástica y relaciones políticas en la epigrafía del Conventus Asturum durante el Alto Imperio. Madrid, 2002.—ISBN 84-00-08030-0. XXVI C. FERNÁNDEZ, M. ZARZALEJOS, C. BURKHALTER, P. HEVIA y G. ESTEBAN: Arqueominería del sector central de Sierra Morena. Introducción al estudio del Área Sisaponense. Madrid, 2002. 125 págs. + figs. en texto y fuera de texto.—ISBN 84-00-08109-9. XVII P. PAVÓN TORREJÓN: La cárcel y el encarcelamiento en la antigua Roma. Madrid, 2003. 299 págs. + 18 figs. En texto, apéndices e índices.—ISBN 84-00-08186-2. XVIII L. CABALLERO, P. MATEOS y M. RETUERCE (eds.): Cerámicas Tardorromanas y Altomedievales en la Península Ibérica. Instituto de Historia e Instituto de Arqueología de Mérida. Madrid, 2003. 553 págs. + 277 figs.—ISBN 84-00-08202-8. XIX P. MATEOS, L. CABALLERO (eds.): Repertorio de arquitectura cristiana: época tardoantigua y altomedieval. Mérida, 2003. 348 págs. + figs en texto.—ISBN 84-00-08179-X.
ANEJOS DE «ARCHIVO ESPAÑOL DE ARQVEOLOGÍA» (Continuación) XXX T. TORTOSA ROCAMORA (coord.): El yacimiento de la Alcudia: pasado y presente de un enclave ibérico. Instituto de Historia. Madrid, 2004., 264 págs. + figs. en texto.—ISBN 84-00-08265-6. XXXI V. MAYORAL HERRERA: Paisajes agrarios y cambio social en Andalucía Oriental entre los períodos ibérico y romano. Instituto de Arqueología de Mérida, 2004, 340 págs. + figs. en texto.—ISBN 84-00-08289-3. XXXII A. PEREA, I. MONTERO y O. GARCÍA-VUELTA (eds.): Tecnología del oro antiguo: Europa y América. Ancient Gold Technology: America and Europe. Instituto de Historia. Madrid, 2004. 440 págs. + figs. en texto.—ISBN 84-00-08293-1. XXXIII F. CHAVES y F. J. GARCÍA (eds.): Moneta Qua Scripta. La Moneda como Soporte de Escritura. Instituto de Historia. Sevilla, 2004. 431 págs. + figs., láms. y mapas en texto.—ISBN 84-00-08296-6. XXXIV M. BENDALA, C. FERNÁNDEZ OCHOA, R. DURÁN CABELLO y Á. MORILLO (eds.): La arqueología clásica peninsular ante el tercer milenio. En el centenario de A. García y Bellido (1903-1972). Instituto de Historia. Madrid, 2005. 217 págs. + figs. en texto.—ISBN 84-00-08386-5. XXXV S. CELESTINO PÉREZ y J. JIMÉNEZ ÁVILA (edits.): El Periodo Orientalizante. Actas del III Simposio Internacional de Mérida: Protohistoria del Mediterráneo Occidental. Mérida 2005, dos volúmenes, 1440 págs. + figs., láms., gráficos y mapas en texto.—ISBN 84-00-08345-8. XXXVI M.ª RUIZ DEL ÁRBOL MORO: La Arqueología de los espacios cultivados. Terrazas y explotación agraria romana en un área de montaña: la Sierra de Francia. Instituto de Historia. Madrid, 2005. 123 págs. + 30 figs. en texto.—ISBN 84-00-08413-6. XXXVII V. GARCÍA ENTERO: Los balnea domésticos —ámbito rural y urbano— en la Hispania romana. Madrid, 2005. 931 págs. + 236 figs. en texto.—ISBN 84-00-08431-4. XXXVIII T. TORTOSA ROCAMORA: Los estilos y grupos pictóricos de la cerámica ibérica figurada de la Contestania. Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida, 2006. 280 págs.—ISBN 84-00-08435-1. XXXIX A. CHAVARRÍA, J. ARCE y G. P. BROGIOLO (eds.): Villas Tardoantiguas en el Mediterráneo Occidental. Instituto de Historia. Madrid, 2006. 273 págs. + figs. en texto.—ISBN 84-00-08466-7. XL M.ª ÁNGELES UTRERO AGUDO: Iglesias tardoantiguas y altomedievales en la Península Ibérica. Análisis arqueológico y sistemas de abovedamiento. Instituto de Historia. Madrid, 2006. 646 págs. + figuras en texto + 290 láminas.—ISBN 978-84-00-08510-0. XLI L. CABALLERO y P. MATEOS (eds.): Escultura decorativa tardorromana y altomedieval en la Península Ibérica. Actas de la Reunión Científica «Visigodos y Omeyas», III, 2004. Instituto de Arqueología de Mérida. Mérida (en prensa). XLII PEDRO MATEOS CRUZ (ed.): «El “Foro provincial” de Augusta Emerita: un conjunto monumental de culto imperial». Instituto de Arqueología de Mérida. Madrid, 2006. 446 págs. + figuras en texto.—ISBN: 978-84-00-08525-4.
HISPANIA ANTIQVA EPIGRAPHICA (HispAntEpigr.) Fascículos 1-3 (1950-1952), 4-5 (1953-1954), 6-7 (1955-1956), 8-11 (1957-1960) y 12-16 (1961-1965).
ITALICA Cuadernos de Trabajos de la Escuela Española de Historia y Arqueología de Roma (18 vols.). Monografías de la Escuela (22 vols.).
CORPVS VASORVM HISPANORVM J. CABRÉ AGUILÓ: Cerámica de Azaila. Madrid, 1944.—Instituto Español de Arqueología del C.S.I.C. XI + 101 págs. con 83 figs. + 63 láms., 32 ´ 26 cm. (agotado). I. BALLESTER, D. FLETCHER, E. PLA, F. JORDÁ y J. ALCACER. Prólogo de L. PERICOT: Cerámica del Cerro de San Miguel, Liria. Madrid, 1954.—Instituto Español de Arqueología del C.S.I.C. y Diputación Provincial de Valencia.—XXXV + 148 págs., 704 figs., LXXV láms., 32 ´ 26 cm.—ISBN 84-00-01394-8 (agotado).
ANEJOS DE GLADIUS CSIC y Ediciones Polifemo M.ª PAZ GARCÍA-BELLIDO: Las legiones hispánicas en Germania. Moneda y ejército. Instituto de Historia. 2004. 354 págs. + 120 figs. ISBN 84-00-08230-3. M.ª PAZ GARCÍA-BELLIDO (ed.): El abastecimiento de moneda al ejército romano: el caso de Hispania entre el 27 A.C. al 192 D.C. Instituto de Historia, 2006 (en prensa).
TABVLA IMPERII ROMANI (TIR) Unión Académica Internacional Editada por el C.S.I.C., Instituto Geográfico Nacional y Ministerio de Cultura. Hoja K-29: Porto. CONIMBRIGA, BRACCARA, LVCVS, ASTVRICA, edits. A. BALIL ILLANA, G. PEREIRA MENAUT y F. J. SÁNCHEZ-PALENCIA. Madrid, 1991. ISBN 84-7819-034-1. Hoja K-30: Madrid. CAESARAVGVSTA, CLVNIA, edits. G. FATÁS CABEZA, L. CABALLERO ZOREDA, C. GARCÍA MERINO y A. CEPAS. Madrid, 1993. ISBN 84-7819-047-3. Hoja J-29: Lisboa. EMERITA, SCALLABIS, PAX IVLIA, GADES, edits. J. DE ALARCÃO, J. M. ÁLVAREZ, A. CEPAS, R. CORZO. Madrid, 1995. ISBN 84-7819-065-1. Hoja K-J31: Pyrénées Orientales-Baleares. TARRACO, BALEARES, edits. A. CEPAS PALANCA, J. GUITART I DURÁN y G. FATÁS CABEZA. Madrid, 1997. ISBN 84-7819-080-5. Fall K-J31: Pyrénées Orientales-Baleares (edición en catalán). ISBN 89-7819-081-3.
VARIA A. GARCÍA Y BELLIDO: Esculturas romanas de España y Portugal. Madrid, 1949, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2 volúmenes de 28 ´ 20 cm.: I, Texto, XXVII + 494 págs.—II, Láminas, 352 láms. (agotado).
C. PEMÁN: El pasaje tartéssico de Avieno. Madrid, 1941, 115 págs., 26 ´ 18 cm. (agotado).
A. SCHULTEN: Geografía y Etnografía de la Península Ibérica. Vol. I. Madrid, 1959. Instituto Español de Arqueología (C.S.I.C.), 412 págs., 22 ´ 16 cm.—Contenido: Las fuentes antiguas. Bibliografía moderna y mapas. Orografía de la meseta y tierras bajas. Las costas (agotado). Vol. II. Madrid, 1963, 546 págs., 22 ´ 16 cm.—Contenido: Hidrografía. Mares limítrofes. El estrecho de Gibraltar. El clima. Minerología. Metales. Plantas. Animales (agotado).
M. PONSICH: Implantation rurale antique sur le Bas-Guadalquivir (II) (Publications de la Casa de Velázquez, série «Archéologie»: fasc. III).—Publié avec le concours de l’Instituto Español de Arqueología (C.S.I.C.) et du Conseil Oléicole International.—París, 1979 (27,5 ´ 21,5 cm.), 247 págs. con 85 figs. + LXXXI láms.—ISBN 84-600-1300-6.
HOMENAJE A A. GARCÍA Y BELLIDO Vol. I Madrid, 1976. Revista de la Universidad Complutense de Madrid, XXV, 101. Vol. II Madrid, 1976. Revista de la Universidad Complutense de Madrid, XXV, 104. Vol. III Madrid, 1977. Revista de la Universidad Complutense de Madrid, XXVI, 109. Vol. IV Madrid, 1979. Revista de la Universidad Complutense de Madrid, XXVIII, 118.
VV.AA.: Producción y Comercio del Aceite en la Antigüedad. Primer Congreso Internacional.—Universidad Complutense.—Madrid, 1980 (24 ´ 17 cm.), 322 págs.—ISBN 84-7491-025-0. VV.AA.: La Religión Romana en Hispania. Simposio organizado por el Instituto de Arqueología «Rodrigo Caro» del C.S.I.C. (17-19 diciembre 1979).—Subdirección General de Arqueología del Ministerio de Cultura.—Madrid, 1981 (28,5 ´ 21 cm.), 446 págs.—ISBN 84-7483-238-1. VV.AA.: Homenaje a Sáenz de Buruaga.—Diputación Provincial de Badajoz: Institución Cultural «Pedro de Valencia».—Madrid, 1982 (28 ´ 19,5 cm.), 438 págs.—ISBN 84-500-7836-9. VV.AA.: Producción y Comercio del Aceite en la Antigüedad. Segundo Congreso Internacional.—Universidad Complutense.—Madrid, 1983 (24 ´ 17 cm.), 616 págs.—ISBN 84-7491-107-9. VV.AA.: Actas del Congreso Internacional de Historiografía de la Arqueología y de la Historia Antigua en España (siglos XVIII-XX), 13-16 de diciembre de 1988, C.S.I.C., Ministerio de Cultura, 1991.—ISBN 84-7483-758-8. VV.AA.: Ciudad y comunidad cívica en Hispania (siglos II y III d.C.). Cité et communauté civique en Hispania. Actes du Colloque organisé par la Casa de Velázquez et par le Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 25-27 janvier 1990. Collection de la Casa de Velázquez, 38. Serie Rencontres. Madrid, 1992, 220 pp.—ISBN 84-86839-46-7.
BIBLIOTHECA ARCHAEOLOGICA ISSN 0519-9603 I II III IV V VI VII
A. BLANCO FREIJEIRO: Arte griego. Madrid, 1982, 396 págs., 238 figs., 19 ´ 13 cm. (8.a edición, corregida y aumentada).—ISBN 84-00-04227-1. Cf. en Textos Universitarios. A. GARCÍA Y BELLIDO: Colonia Aelia Augusta Italica. Madrid, 1960, 168 págs., 64 figuras en el texto y 48 láms., y un plano, 19 ´ 13 cm.—ISBN 84-00-01393-X (agotado). A. BALIL: Pintura helenística y romana. Madrid, 1962, 334 págs:, 104 figs. y 2 lám. 19 ´ 13 cm.—ISBN 84-00-00573-2 (agotado). A. BALIL: Colonia Julia Augusta Paterna Faventia Barcino. Madrid, 1964, 180 págs., 69 figs. y un plano, 19 ´ 13 cm.—ISBN 84-00-01454-5. 2.a ed. 84-00-01431-6 (agotado). A. GARCÍA Y BELLIDO: Urbanística de las grandes ciudades del mundo antiguo. Madrid, 1985, XXVIII + 384 págs., 194 figs. en el texto, XXII láms. y 2 cartas, 19 ´ 13 cm. (2.a ed. acrecida).—ISBN 84-00-05908-5. A. M. DE GUADÁN: Numismática ibérica e iberorromana. Madrid, 1969, XX + 288 págs., 24 figs. y varios mapas en el texto y 56 láms., 19 ´ 13 cm.—ISBN 84-00-01981-4 (agotado). M. VIGIL: El vidrio en el mundo antiguo. Madrid, 1969, XII + 182 págs., 160 figs., 19 ´ 13 cm.—ISBN 84-00-01982-2. 2.a ed. 84-00-01432-4 (agotado).
TEXTOS UNIVERSITARIOS A. GARCÍA Y BELLIDO: Arte romano.—C.S.I.C. (8.a ed.).—Madrid, 1990 (28 ´ 20 cm.), XX + 836 págs. con 1.409 figs.—ISBN 84-00-070777-1. 2 A. BLANCO FREIJEIRO: Arte griego.—C.S.I.C. (8.a ed.).—Madrid, 1990 (21 ´ 15 cm.), IX + 396 págs. con 238 figs.—ISBN 84-00-07055-0. 35 M. P. GARCÍA-BELLIDO y C. BLÁZQUEZ: Diccionario de cecas y pueblos hispánicos. Vol. I: Introducción. Madrid, 2001, 234 pp. y figs. ISBN: 84-00-08016-5. 36 M. P. GARCÍA-BELLIDO y C. BLÁZQUEZ: Diccionario de cecas y pueblos hispánicos. Vol. II: Catálogo de cecas y pueblos. Madrid, 2001, 404 pp. y figs. ISBN: 84-00-08017-3. 1
CORPVS DE MOSAICOS DE ESPAÑA I II III IV V
VI VII
VIII
IX
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XI XII
A. BLANCO FREIJEIRO: Mosaicos romanos de Mérida.—Instituto Español de Arqueología del C.S.I.C.—Madrid, 1978 (28 ´ 21 cm.), 66 págs. con 12 figs. + 108 láms.—ISBN 84-00-04303-0 (agotado). A. BLANCO FREIJEIRO: Mosaicos romanos de Itálica (I).—Instituto Español de Arqueología del C.S.I.C.—Madrid, 1978 (28 ´ 21 cm.), 66 págs. con 11 figs. + 77 láms.—ISBN 84-00-04361-8. J. M. BLÁZQUEZ MARTÍNEZ: Mosaicos romanos de Córdoba, Jaén y Málaga.—Instituto Español de Arqueología del C.S.I.C.—Madrid, 1981 (28 ´ 21 cm.), 236 págs. con 32 figs. + 95 láms.—ISBN 84-00-04937-3. J. M. BLÁZQUEZ MARTÍNEZ: Mosaicos romanos de Sevilla, Granada, Cádiz y Murcia.—Instituto Español de Arqueología del C.S.I.C.—Madrid, 1982 (28 ´ 21 cm.), 106 págs. con 25 figs. + 47 láms.—ISBN 84-00-05243-9. J. M. BLÁZQUEZ MARTÍNEZ: Mosaicos romanos de la Real Academia de la Historia, Ciudad Real, Toledo, Madrid y Cuenca.—Instituto Español de Arqueología del C.S.I.C.—Madrid, 1982 (28 ´ 21 cm.), 108 págs. con 42 figs. + 50 láms.—ISBN 84-00-05232-40. J. M. BLÁZQUEZ MARTÍNEZ y T. ORTEGO: Mosaicos romanos de Soria.—Instituto Español de Arqueología del C.S.I.C.—Madrid, 1983 (28 ´ 21 cm.), 150 págs., con 22 figs. + 38 láms.—ISBN 84-00-05448-2. J. M. BLÁZQUEZ y M. A. MEZQUÍRIZ (con la colaboración de M. L. NEIRA y M. NIETO): Mosaicos romanos de Navarra.—Instituto Español de Arqueología del C.S.I.C. Madrid, 1985 (28 ´ 21 cm.), 198 págs. con 31 figs. + 62 láms.—ISBN 84-00-06114-4. J. M. BLÁZQUEZ, G. LÓPEZ MONTEAGUDO, M. L. NEIRA y M. P. SAN NICOLÁS: Mosaicos romanos de Lérida y Albacete. Madrid, 1989. Departamento de Historia Antigua y Arqueología del C.S.I.C. (28 ´ 21 cm.), 60 págs., 19 figs. y 44 láms.—ISBN 84-00-06983-8. J. M. BLÁZQUEZ, G. LÓPEZ MONTEAGUDO, M. L. NEIRA y M. P. SAN NICOLÁS: Mosaicos romanos del Museo Arqueológico Nacional. Madrid, 1989. Departamento de Historia Antigua y Arqueología del C.S.I.C. (28 ´ 21 cm.), 70 págs., 18 figs. y 48 láms.—ISBN 84-00-06991-9. J. M. BLÁZQUEZ, G. LÓPEZ MONTEAGUDO, T. MAÑANES y C. FERNÁNDEZ OCHOA: Mosaicos romanos de León y Asturias. Madrid, 1993. Departamento de Historia Antigua y Arqueología del C.S.I.C. (28 ´ 21 cm), 116 págs., 19 figs. y 35 láms.—ISBN 84-00-05219-6. M. L. NEIRA y T. MAÑANES: Mosaicos romanos de Valladolid. Madrid, 1998. Departamento de Historia Antigua y Arqueología del C.S.I.C. (28 ´ 21 cm), 128 págs., 10 figs. y 40 láms.—ISBN 84-00-07716-4. G. LÓPEZ MONTEAGUDO, R. NAVARRO SÁEZ y P. DE PALOL SALELLAS: Mosaicos romanos de Burgos. Madrid, 1998. Departamento de Historia Antigua y Arqueología del C.S.I.C. (28 ´ 21 cm), 170 págs., 26 figs. y 168 láms.—ISBN 84-00-07721-0.
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ANEJOS
ANEJOS AESPA XLII 2006
EL “FORO PROVINCIAL” DE AUGUSTA EMERITA: UN CONJUNTO MONUMENTAL DE CULTO IMPERIAL
Pedro Mateos Cruz (ed.)
DE AESPA XLII
EL “FORO PROVINCIAL” DE AUGUSTA EMERITA: UN CONJUNTO MONUMENTAL DE CULTO IMPERIAL
ISBN 978-84-00-08525-4
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