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CONCEPTOS DE CRITICA LITERARIA RENE WELLEK Traducción:
Edgar Rodríguez Leal, de la Facultad de Humanidades y Educación
EDICIONES DE LA BIBLIOTECA
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UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA
Yale University Press, New Haven, Connecticut, publicó la obra en inglés, en 1963, bajo el título de Concepts of Criticismo
Copyright 1968 by Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela
Diagramaci6n:
VILMA VARGAS
INTRODUCCION
En uno de sus primeros artículos teóricos y como declaración de propósitos, René Wellek afirmaba: "Es mi intención ... esclarecer ... aquellos problemas teóricos que pueden ser resueltos sólo sobre una base filosófica [es decir, conceptual). lA claridad en los asuntos metodológicos debe influir en la orientación de la investigación futura". De este modo, en 1936, en una época en que las corrientes de la crítica moderna casi no habían sido reconocidas o denominadas, el señor Wellek se interesaba ya por los peligros inminentes ante los numerosos métodos de estudio literario que surgían entonces como reacción a las tendencias de la crítica del siglo XIX y de los primeros años del XX. Los peligros eran muchos, pero la amenaza comlÍn consistía en que la inevitable confusión resultante del desarrollo casi simultáneo de movimientos muy distanciados en lo geográfico y limitados por las barreras nacionalistas, para no mencionar las lingüísticas, conduciría a una "verdadera Torre de Babel". En esta confusión se hada presente la posibilidad real de que un fracaso en la defini. ción de los conceptos básIcos corrompiera la labor de la nueVd investigación literaria. De consiguiente, el señor Wellek se propuso formular objetivos conceptuales precisos para el estudio literario. COIzsiderando las numerosas ramificaciones de la literatura y de la investigación literaria, estos objetivos debían ser definidos uno por uno. Una vez formulados, no obstante, intervendrían continuamente en el ejercicio práctico de la investigación literaria para señalar el camino hacia un entendimiento óptimo del significado y de los valores de la literatura. El resultado inicial de los esfuerzos del señor Wellek por formular estos objetivos conceptuales para el estudio literario, en grado amplio y sistemático, fue el libro que escribió en colaboración con Austin Warren, titulado Theory oí Literature. En éste, siguiendo un desarrollo gradual, las tres disciplinas centrales de la investigación literaria -la teoría literaria, /a crítica y la historia- se definen y enlazan en el esfuerzo por explicar
los mlíltiples aspectos de las obras literúri.1s ) de Sil estudio. lAs c!Iestiones pl'áctícas SO/I estudi,/das conjuntamente con los 'p!'oblcmas ~eó:'lcOJ, myos antecedentes se remontan, al menos, h,/sta 1.1 PoetlCa de Arlstoteles. Examina la literatura en relación con su propio 1fllllldo, en relación con otras artes y cimcías, y en relación con la sociedad en general. Los aspectos comtittltivos de la forn¡rt literaria -POI' ejemplo, la métrica, el ritmo, :a imagen, el símbolo J los artificios retóricos-, son estlldiados simultállellmente con 100s métodos del estlldio literario qlle emplean esos aspectos formales como base para el análisis crítico. Comidera, mil)' de cerca, la t'ida de la obra literaria. Tales son ll/s Cflestiol1es pril1cipales prOpllestas en Theory oE Literature, mestiones partimlarmente pertil1entes a la obra literaria en sí. EIl la preJell/e obra, el profesor JI" ellek está específicamente interesado en los métodos de estlldio de las obras literari'lJ. Si se necesitara tma justificación para la perspectÍt'a dominante m estos emayos hay que mcontraria en SIl objetivo: asegurar tilia firme b,lJe a la tarea de lograr ulla comprensióll total de la literatllra. A este fill, cada ellsayo tiene como meta el desarrollo de 1111 cOllcepto qlle contribuya a la me;or comprmsión de la obra literaria. En este sentido, cOllSidcramos qlle los métodos empleados al escribir Theory oE Literature jllgaron 1m importante papel en la creación de los presentes ensayos. Esto es, cada artímlo tiene Ima fuerte base teóricd qM postilla 1111 objetÍt'o ideal d Ser logr'1do por ese aspecto del esl11dio literario que cae bajo el domil1io del ellSdYO en sí. lA justificación del ideal, su pertil1encia, es siempre medidd por SIl eficacia m la explicación de ese aspecto de Id literdtul"d que est.-í en diswsión. Pero el señor Ir"ellek 110 remITe línicamente a las obr,/s de credción en sí pdra demostrar la propieddd de 10'1 ideales formulados en los ensayos. Hacerlo significdría desconocer los reSllltados obtenidos por otros críticos y, simplemente, sumarse a la confllsión de t'oces que ya infestan el estlldio literario. Fiel a los principios-guídS esbozado'! en la afirmación que citáramos al comenzar, el señor IVellek emprende la crític,/ analít;ca de la Idbor realizada por otms estlldiosos como pf1rte f'l11damentf11 de Sil propio método de enfoque a las mestiones e¡¡ estlldio. De este modo, sdle trilll1fante dI definir 110 sólo los objetit·os ideales que los mle/JOS m80dos de crítica deben alcanzar, sil10 también ,rI mostrf1r dónde estos nlle/'os métodos han logrado, con éxito, SIl objetit'o J dónde han fracasddo. Como collSemencia, el selior Ir!'ellek tiene el mérito de poner cierto orden dentro del conjlmto de las 1111evas tendencias crític'/J.· de agrupar/as según hlJ inflllencias habidas en la formaciól1 de cada 111/(/, seglín JIIS semejanzas y según la eficacia de su método. En este líltimo esfuerzo obsert'amos la trdnsieión entre el plmto de vista mantel1ido ell Theory oE Literature )' el IItilizf1do, eOI1 tanta efectividf1d, en A History DE Modern Criticismo Todos los emayos mantie¡¡en entre sí ulla coherente IInidad de propósito, pllesto qlle flleron eh/borados teniendo en mellte el mismo principio y objetivo unificador. Sin embargo, 110 los escribió e¡¡ la misma época o en el mismo orden el1 que aparecen aquí. Antes bien, representan el re· 6
sllltado de IIna i,ltensa meditación --a lo largo de los últimos diecio~ho años- sobre los problemas específicos que las disciplinas de la teoria literaria, de la críti~a y de la historia han debido enfrentar y deben resoltler para realizar SIlS posibilidades. El problema más ~onsistente dis~ernido por el señor Wellek ha sido el fra~aso, por parte de la investiga~ión literaria, en la obtención de una ~onciencia ~abal y general de los con~eptos bási~os sobre los cuales las tres disciplinas han de fundamentarse -'-~on~ep tos a partir de los cuales leben ser formuladas las cuestiones bási~as a resoltler ante las obras literarias. De consiguiente, los dos primeros ensayos, "Teoría literaria, crítica e histqria" y "EI término y ~oncepto de ~ríti~a literarid', ~onsideran la terminología y las funciones de las disciplinas que integran el rampo de la investigación literaria. "Teoría literaria, crítica e historid' combate, específicamente, los recientes intentos por fusionar las distincione.r básicas entre estas áreas, distinciones de las cuales depende la estructura significativa de todo el campo. "EI término y concepto de crítica literarid' ofrece IIna consideración histórica y una hipótesiJ de la crítica. Asimismo, "el concepto de evolución en la historia literarid' trata de los problemas delimitativos de la metodología dentro de otra de las áreas básicas del estudio literario. El gran problema actual en la historia literaria tal como lo ve el señor Wellek, es la necesidad de "un concep~o moderno del tiempq, modelado no según la medida cronológica del calendario y de la ciencia fhica. sin(l según 1" interpretación del orden causal en la experiencia y la tradición". Es inconcebible la búsqueda de una historia literaria divorciada de los criteril),r de tlalor alcanzados por la crItica, como lo demuestra Wellek. El ensayo titulado "Los conceptos de forma y estructura en la crítica del siglo XX" se orienta hacia el examen de dos de los métodos estructurales que han sido ampliamente utilizados en este siglo en el análisis de las obras literarias. Los términos "formd' y "estructurd' han sido tan tlagamente empleados por tal variedad de grupos de críticos que han aparecido usos c01lfusos y hasta conflictivos de dichos términos. El señor Wellek esc/arece afjuí los distintos usos, agrupándolos en un orden aproximadamente relaCIonado con las diferentes escuelas que los emplean,' y IIIego analiza la eficacia de estos usos en los estudios literarios recientes. Finalmente, ofrece un mediq poJitivo para escoger los me;ores conceptos de "estructurd' según los ob;etivos de la crítica. Este artículo sirve como transición a los tres ensayos que integran la parte central del libro, ensayos que tratan los problemas específicos de la periodificación práctica. Los ensayos -"EI concepto de barroco en la illVestigación literarid', "EI con~epto de romanticismo en la historia literarid' y "EI concepto de realismo en la investigación literarid'- constituyen una crítica a intentos anteriores por caracterizar las obras de estos períodos y, al mismo tiempo, un bosque;o de los objetivos conceptuales ,,!ue deben servir de fundamento a futuros, y esperamos más exitosos, intentos. Al reforzar la interacción de las diuiplinas delineadas en el primer ensa)'o, el señor. Wellek demuestra en estos artículos que una periodificación eficaz es imposible mientras la 7
teoría literaria, la crítica y la historia no sean utilizadas de concierto para definir la esencia de la literatura de tm período particular. El impacto de estos tres artículos y especialmente el de los estudios sobre el barroco y el romanticismo, de los cuales se ha podido disponer por más tiempo, ha sido tal como para provocar la revisión general de los problemas planteados en los estudios. Todo el problema de la periodiflcación, liberado de los principios puramente mecanicistas característicos de actitudes anteriores contrapuestas por el señor Wellek, ha adquirido ahora una nueva vitalidad debido a su asociaci6ncon los aIpectos inmanentes del trabajo individual, tales como el estilo y la ideología. Para dar a conocer lo escrito y publicado desde cuando fueron dados a luz los artículos sobre el barroco y el romanticismo, el señor Wel/ek ha redactado un post scriptum a cada uno de ellos. En el post scriptum relativo al barroco no intenta criticar los muchos cientos de artículos publicados desde 1946, pero sí trata de mostrar dónde ha sido corregido el artículo original suyo y de señalar los nuevos problemas planteados. Lo que particularmente nos impresiona, en una visión retrospectiva, es la amplitud en que multitud de nuevos ensayos han intentado utilizar los conceftos propuestos en el estudio original del señor Wel/ek. "Revisión de romanticismo" constituye una bienvenida reafirmación de sus puntos de vista sobre toda la cuesti6n de la periodificaci6n en general y de la situación particular 'fue enfrenta el período romántico. "La reacción contra el positivismo en la investigaci6n literaria europed' señala un paso atrás hacia cuestiones más amplias -no de definición de la crítica, como en los primeros ensayos, sino de las orientaciones de la crítictr-, al trazar el origen de los modemos métodos de crítica desde la reacci6n contra el positivismo, tal como éste fue aplicado en las postrimerías del siglo XIX y en los comienzos del XX. "La crisis de la literatura comparadd' y "El estudio de la literatura en los Estados Unidos" analizan los defectos específicos en la orientaci6n, como disciplina, de la literatura comparada, en el primer caso, y de los institutos superiores de enseñanza, en el segundo. La deficiente orientación de la literatura comparada es de interés partimlar para la enseñanza literaria, porque n por esta disciplina por la que ha de encontrarse la liberaci6n de aquellas exigencias y limitaciones específicas a las cuales se enfrentan los departamentos de literatura, a través del replanteamiento de los más amplios problemas de la teoría literaria. De modo semejante, la falta de libertad y vitalidad en los curricula de los institutos superiores de enseñanza es uno de los problemas más graves, porque a través de dichos institutos nuestros estudiosos reciben su primer entrenamiento profesional. La influencia en la formaci6n de estos futuros estudiosos es particularmente crucial para determinar, como afirma el señor Wellek, el éxito en la consecución de "una mejor et'udici6n, más pertinente y de mayor contenido crítico".
"La fil~sofí~ y la crítica 'lorteamericana de postguerrd', uno de los tres ensayos rnédltos, representa un nuevo acercamiento, por parte del señor Wel/ek, al problema de imponer orden en el caos de pronunciamiento! 8
de los críticos. En este ensayo revisa las tendencias recientes de la crítica norteamericana desde el punto de vista de SIl orientación filosófica subya. cente. El señor WeIJek "considera la historia de la filosofía occidental en sus corrientes y representantes más importames -Platón, Aristóteles, el tomismo, el empirismo inglés, Kant, Schelling, Hegel, etc.-, en orden cronológico, y se pregunta hasta dónde los críticos norteamericanos modernos se confiesan partidarios de alguno de eIJos". Este artículo intenta lograr lo que el señor Wellek denomina una "perspectiva por incongruencid' y, al hacerlo, plantea problemas vitales a la crítica norteamericana. "Las tendencias principales de la crítica en el siglo XX" ofrece un resumen final, al estilo de A Histoey of Modern Criticism, de las principales corrientes de la crítica literaria contemporánea, y demuestra la tlecesidad, inherente al campo de estudio, de un esfuerzo verdaderamente concertado para alcanzar un mayor grado de comprensión de los principios conceptuales propuestos en los ensayos precedentes. Tales son, entonces, el propósito y la estructura del presente libro. Para finalizar, debo decir que los artículos ya editados se presentan, en su mayoría, en la forma en que originalmente aparecieron. Se emprendieron algunas revisiones bibliográficas y algunas iJeas, imprescindibles de modificar en vista de las tlUevas aportaciones habidas desde cuando los artículos aparecieron por primera vez, fueron enmendadas. Es particularmente apropiado que estos ensayos, testimonios sorprendentes de la enorme contribución hecha por René Wellek no sólo en los Estados Unidos, sino también, por las traducciones de su obra, en otros países, aparezcan a tiempo para el día de su sexagésimo cumpleaños: el 22 de agosto de 1963. STEPHEN
New Haven, Connecticut, 31 de diciembre, 1962.
G. NICHOL5, JR.
TEORIA LITERARIA, CRITICA E HISTORIA
En mi libro Theory o/ Litera/tire 1 procuré exponer las diferencias entre algunas de las principales ramas del estudio literario. "En primer lugar -afirmaba- existe una diferencia entre la literatura considerada. como un orden 6imultáneo y la literatura considerada primordialmente como un conjunto de obras ordenadas cronológicamente y como partes integrales del proceso histórico. Además, también existe otra diferencia entre el estudio de los principios y criterios de la literatura y el estudio de las obras de arte literario en sí, sea que las estudiemos aisladamente o en series cronológicas" La "teoría literaria" es el estudio de los principios de la literatura, de sus categorías, criterios y afines, mientras que los estudios de las obras de arte en sí, son o "crítica literaria" (primordialmente estática en su enfoque) o "historia literaria" Por supuesto, la "crítica literaria" con frecuencia es empleada de tal modo que abarca a la teoría literaria".2 Defendí la necesidad de que las tres disciplinas colaborasen entre sí: "Están tan completamente interrelacionadas que es inconcebible la teoría literaria sin la crítica o la historia, o la crítica sin la teoría o la historia, o esta última sin las dos primeras'·, y concluía, con cierta ingenuidad, que "estas djferencias se manifiestan con toda claridad y, antes bien, son ampliamente aceptadas" (págs. 30-31).
Desde cuando esas páginas fueron escritas se han hecho muchos esfuerzos o para eliminar estas diferencias o para hacer reclamos más o menos totalitarios a favor de alguna de estas disciplinas: para afirmar, por ejemplo, que sólo hay historia o crítica sola o sólo la teoría, o, cuando menos, para reducir el trío a un dúo y afirmar que sólo existe teoría e 1.
2.
Rmé Wellek y Austin Warren, Theory 01 Lilera/tire (Nueva York, 1949). En ese sentido he utilizado ampliamente el término, en mi Hislory 01 Mod· erl/ CrÍlifÍsm (New Haven, 1955). 11
historia o s610 crítica e historia. En gran medida, este debate es puramente verbalista: otro ejemplo de la increíble confusión de lenguas, la verdadera Torre de Babel a la cual considero uno de los rasgos más nefastos de nuestra civilización. No vale la pena intentar desenredar estas confusiones si no señalan los verdaderos problemas. Los desacuerdos terminológicos son inevitables, especialmente si consideramos las diferentes asociaciones y alcances de tales términos en las lenguas europeas más importante:;. Por ejemplo, el término Literatllrwi.r.renschaft ha conservado en el alemán su antiguo significado de conocimiento sistemático. Pero yo defendería el término inglés "teoría literaria" como preferible al de "ciencia de la literatura", porque el de "ciencia", en inglés, ha llegado a estar restringiJo a las ciencias naturales y sugiere una emulación de los métodos y;oojetivos de las ciencias naturales, los cuales resultan, para los estudios literarios. tan insensatos como desorientadores. El término "investigación literaria", como posible traducción o alternativa a Literatllrwi.r.renschaft, parece tarubién desaconsejable ya que parece excluir la crítica, la evaluación y la teoría. Un "erudito" ha dejado de ser el hombre tan amplio y sabio como aspiraba Emerson fuese el intelectual norteamericano. Asimis· mo, el término "teoría literaria" es preferible a "poética", ya que, en inglés, el término "poesía" está todavía restringido al verso y no ha adquirido el amplio significado del alemán Dichtllng. "Poética" parece excluir la teoría de géneros como la novela o el ensayo y, además, presenta la dificultad de evocar la preceptiva poética: un conjunto de principios obligatorios para los poetas profesionales. No tengo la intención de desarrollar aquí, en extenso, la historia del término "crítica", puesto que constituye el tema del segundo de los ensa· yos de este volumen. En inglés, el término crítica se usa con frecuencia para incluir la teoría literaria y la poesía. Este uso es raro en el alemán, en el que el término Literatllrkritik es comúnmente entendido en el muy limitado sentido de la crítica diaria. Podría ser interesante demostrar c6mo esta restricción ha tenido lugar. En Alemania, Lessing, ciertamente, y los Schlegel se creían críticos literarios pero, aparentemente, el prestigio avasallante de la filosofía alemana, en particular el del sistema hegeliano, combinado con el establecimiento de una historiografía literaria especializada, llevó a una clara distinción entre la estética filosófica y la poética, por una parte, y la investigación, por la otra, mientras que la "crítica" -manejada por un periodismo orientado políticamente durante la década del treinta del siglo XIX- rebajó su calidad al convertirse en algo exclusivamente práctico, al servicio de fines del momento. El crítico deviene en un intermediario, en un secretario, hasta en un sirviente del público. En Alemania, el finado Werner Milch, en su ensayo "Literaturkritik und literaturgeschichte", 3 intentó rescatar el término al defender a la "crítica literaria" como una forma artística específica, como un género literario. Su característica distintiva es que en la crítica todo debe relacionarse con 3.
Ge,.maniuh-,.omaniuhe Monatsubrift, 18 (1930), 1-15, reimpresO en K/eine S,h,.iften zu,. Literatu,. UI/{J Geistergeuhichte (Heidelberg, 1957), págs. 9·24.
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nosotros, mientras que, en la historia literaria, se concibe a la literatura como propia de un período, enjuiciada sólo en relación con éste. El único criterio de la crítica es el sentimiento personal, la experiencia, la palabra mágica alemana: Er/ebnis. Pero Milch casi no considera la diferencia entre la crítica literaria y la teoría. Rechaza una "ciencia de la literatura" ge· neral, ya que todo conocimiento sobre la literatura tiene su sitio en la historia y a la poética no se la puede divorciar de las relaciones históricas.
Admito que el estudio de Milch plantea interesantes problemas históricos sobre las formas en que han sido trasmitidas las ideas de la crítica, y que se plantea un problema real en el debate sobre si la crítica es un arte o una ciencia (en el antiguo, amplio sentido) . Me contentaré con afirmar aquí que la crítica ha sido trasmitida en las más disímiles formas artísticas, hasta en poemas como los de Horacio, Vida y Pope, o en breves aforismos, como los de Friedrich Schlegel, o en tratados escritos en un lenguaje abstracto, prosaico e incluso de pésima calidad. La historia de la "crítica literaria" (Rezemüm), como género, plantea problemas de índole histórica y social, pero me parece un error identificar la crítica con esta única forma limitada. Todavía subsiste el problema de la relación entre la crítica y el arte. La sensibilidad hacia el arte forma parte de la crítica: muchas formas críticas requieren habilidad artística en la composición y el estilo; la imaginación tiene su parte en todo conocimiento y en toda ciencia. Sin embargo, todavía no creo que el crítico sea un artista o que la crítiGl sea un arte (en el sentido moderno estricto). Su objetivo es el conoci· miento intelectual. No crea un mundo imaginativo de ficciones tal como el de la música o el de la poesía. La crítica es un conocimiento conceptual o persigue tal conocimiento. Debe propender, en último término, a un conocimiento sistemático sobre la literatura, a la teoría literaria. Recientemente, este punto de vista ha sido defendido de modo elocuente por Northrop Frye en la "Polemical Introduction" a su Anatomy of Criticism,' trabajo de teoría literaria que ha sido elogiado como el mejor libro de crítica desde los días de Matthew Arnold. Fr)'e, de modo convincente, rechaza la opinión de que la teoría literaria y la crítica son una especie de parásitos de la literatura, de que el crítico es un artista manqué y da por admitido que "la crítica es una estructura de pensamiento y de conocimiento que se afirma en su propio derecho" (p. 5). Estoy de acuerdo con su posición general, con su creencia en la necesidad de una teoría de la literatura. Sólo quiero argumentar aquí en contra de su intento por convertir la teoría literaria en la única disciplina importante y por expulsar a la crítica (en el sentido de la crítica de obras en sí) del estu· dio literario. Frye, ppr una parte, establece una clara distinción tanto entre la "teoría literaria" como entre "la crítica genuina", la cual procura hacer inteligible a toda la literatura, y, por la otra, entre la clase de crítica que pertenece sólo a la historia del gusto. Evidentemente, Frye le da poca importancia al "crítico público" -Sainte Beuve, Hazlitt, Arnold, 4.
Princeton, 19H.
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etc.-, quien representa al público lector y sólo expresa sus prejuicios. Frye se ríe de la "comidilla literaria que encumbra y abate la reputación de los poetas en un intercambio imaginario de acciones. Ese rico inversionista, el señor Eliot, después de abaratar a Milton en el mercado, ahora lo está comprando de nuevo; Donne ha alcanzado probablemente su cima y comenzará a descender; Tennyson podrá resistir una pequeña sacudida pero las acciones de Shelley todavía son difíciles de vender" (p. 18). Evidentemente, Frye tiene razón al ridiculizar al "tiovivo del gusto", pero debe estar equivocado al concluir que "puesto que la historia del gusto no tiene conexión orgánica con la crítica, puede ser fácilmente separada de ella". En mi History of Modern Criticism he puesto de manifiesto que tal cosa no puede hacerse. 6 El punto de vista de Frye de que "el estudio de la literatura jamás puede fundamentarse en juicios de valor", me parece bastante equivocado. El mismo Frye admite que la "crítica encontrará pronto, y constantemente, que Milton es un. poeta cuyo estudio es más fructífero y sugestivo que el de Blackmore" (p. 25). Cualquiera sea su impaciencia ante las opiniones literarias arbitrarias o ante la anarquía de las clasificaciones, no puedo comprender cómo la separación que parece defender es factible en la práctica. A las teorías literarias, a los prin· cipios, a los criterios no se puede llegar in vacuo: cada crítico de la historia ha desarrollado su teoría en contacto (como lo ha hecho el mismo Frye) con las obras de arte en sí, las cuales ha debido seleccionar, interpretar, analizar y, después de todo, enjuiciar. Las opiniones literarias, las clasificaciones y los juicios de un crítico se afianzan, confirman y desarrollan en virtud de sus teorías, y las teorías se derivan, se sustentan, se representan, se hacen realidad y se admiten en virtud de las obras de arte. El abandono, por parte de Frye, en su Anatomy o/ Criticism, de críticas específicas, de juicios, de evaluaciones, por la arbitraria, irracional y carente de sentido "historia del gusto", me parece tan indefendible como los recientes esfuerzos por dudar de toda la teoría literaria y asimilar todo estudio literario a la historia. Por los años cuarenta, durante el apogeo de la Nueva Crítica norteamericana, la investigación histórica se encontraba a la defensiva. Mucho se hizo para reafirmar los derechos de la crítica y de la teoría literaria y para disminuir aquel énfasis abrumador sobre el trasfondo biográfico e histórico. En las universidades, un manua1, el de Brooks y Warrens, titulado Understanding Poetry (1938),6 significó la señal del cambio. Creo que mi Theory o/ Literature (1949) fue aceptada ampliamente como un ataque contra los métodos "extrínsecos", como el repudio a la "historia literaria", aunque el libro en verdad contiene, al final, un capítulo sobre "historia literaria" en el que argumento, enfátic-amente, en contra del aban~
.
6.
El señor Frye deseaba, aparentemente, en su muy generosa crítica que yo hu· biera hecho tal cosa. CE. V;rg;n;a QII0). 1-229; Leo Spitzer, "Zu Góngora's Soledades", en Vol/u· 111m U/Id Kullur der Romanen, 2 (1929), 244 ss., reimpreso en Romanische Stil und Lileraturstudien. 2 (Marburgo, 1931), 126-40, Y "La Soledad Pri· mera de Góngora", Ret'ista de Filología Hispánica, 2 (1940). 151-76. Introducción a John Lyly, Ellphues: His An.ttomy of Wit, Euphues and his Engl(md. Han)' CIemon edito (Londres, 1916). Véase la nota anterior, N" 83.
83
cino fue no barroco sino un petrarquista ultraingenioso. Los más barrocos de todos los poetas alemanes, Lohenstein y Hoffmannswaldau, según la idea convencional, y quienes seguían muy de cerca a Marino, no tolerarían tal definición. Sólo Góngora, los mejores metafísicos, y unos pocos poemas de Théopile, de Trist.ín L'Hermite, de Gryphius y, posiblemente, algunos otros alemanes soportarían estas especificaciones, las cuales aproo ximan la metáfora barroca a las técnicas simbolistas. Es verdad que, en cuanto al estilo de la prosa, tendríamos éxito al excluir a Euphues y a la .irradia del barroco, pero tendríamos que excluir también a la mayoría de los predicadores y oradores barrocos de Italia, Austria, y de dondequiera, tales como el conocido Abraham de Santa Clara quien, como Lyly, usaba principalmente esquemas de sonido. 116 ¿Estamos preparados para llamar barroco al estilo de Montaigne, de Bacon y de Pascal? A todas luces estamos en el meollo del dilema: o aceptamos el término barroco en un sentido amplio y abrimos la puerta para incluir al petrarquismo, al culteranismo y, de ese modo, incluir a Shakespeare y a Sidncy, o lo reducimos y entonces excluiremos algunos de los autores más tradicionalmente barrocos, como Marino y los de la segunda escuela silesiana.
6 Probablemente sea necesario abandonar los intentos de definición del barroco en términos puramente estilísticos. Hay que reconocer que todos los artificios estilísticos pueden aparecer en casi todas las épocas. Su pre· sencia es sólo importante si ésta puede ser considerada como síntoma de un estado espiritual específico, si manifiesta un "alma barroca". Pero ¿cuál es la mentalidad o el alma barroca? Una mayoría de los estudios sobre el barroco han sido abiertamente ideológicos o sociopsicológicos. En primer lugar, se ha asociado al barroco con razas determinadas, con clases sociales, con organizaciones confesionales, o con un movimiento político y religioso, la Contrarreforma. Evidentemente, el catolicismo después de Trento está, a primera vista, estrechamente vinculado al surgimiento del barroco; y hay muchos estudiosos que sencillamente identifican al barroco con el jesuitismo.m En realidad, este punto de vista no puede ser defen· dido sino desconociendo otras afinidades y relaciones literarias más evidentes. Sólo es necesario considerar los casos de Alemania, Bohemia y Norteamérica. En todos estos tres países hay un inconfundible barroco protestante que no puede ser dejado a un lado por un rótulo aparentemente plausible como el de "pseudo-renacimiento", 118 Y tampoco puede ser reducido a influencias católico-romanas como pretendió Martin Sommer116. 117. 118.
Véase la muy conocida imitación de su estilo (-rl 1J obra de Friedrich Schillt:r \I?il//msleins f...1ger (Die Kilpuzillerpredigt). Por ejemplo, Werner 'Veisbach. Der B"rock nls KIIIIJI der Gegenref'Jrm.1tioll (Berlín, 1921), y "Barock als Stilph:inomen", DeulIcbe Vierleli