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Spanish Pages 200 [193] Year 2003
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MONOGRAFÍAS
VICENTE RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ RAÚL HERNÁNDEZ CASTELLÓN DOLORES PUGA GONZÁLEZ
CARACTERÍSTICAS DEMOGRÁFICAS Y SOCIOECONÓMICAS DEL ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN EN ESPAÑA Y CUBA
1. La España de la postguerra: Un testimonio. Luis de Llera y José Andrés-Gallego. 2. La alianza de Godoy con los revolucionarios. España y Francia a finales del siglo XVIII. Emilio La Parra. 3. Monarquía feudal y organización territorial. Alfoces y merindades en Castilla. Ignacio Álvarez Borge. 4. Una vida y su entorno. J. M. Ortiz Picón. 5. Los afrancesados. Primera emigración política del siglo XIX español (1813-1820). Luis Barbastro Gil. 6. El matemático. Arturo Azuela. 7. El África Bantú en la colonización de México (1595-1640). Nicolás Ngou-Mve. 8. A las órdenes de las estrellas. M.ª Dolores González Ripoll. 9. Trillar los mares. Salvador Bernabéu Albert. 10. El Quijote vivido por los rusos. Vsevolod Bagno. 11. Estructuras gramaticales de hindi y español. Vasant Ganesh Gadre. 12. Insula Val del Omar. Gonzalo Sáenz de Buruaga (coordinador). 13. Entre, antes, sobre, después del Anti-cine. Varios autores. 14. Mujer, mujeres, género. Susana Narotzky. 15. Del «marco geográfico» a la arqueología del paisaje. Almudena Orejas Saco del Valle. 16. La República de las Letras en la España del siglo XVIII. Joaquín Álvarez Barrientos, François López e Inmaculada Urzainqui. 17. Franco, Israel y los judíos. Raanan Rein. 18. Confesión y trayectoria femenina. María Helena Sánchez Ortega. 19. La serpiente de Egipto. Amelina Correa Ramón (ed.). 20. Base molecular de la expresión del mensaje genético. Severo Ochoa. 21. La nueva diócesis Barbastro-Monzón. Historia de un proceso. Juan Antonio Gracia. 22. La Fundación Nacional para investigaciones Científicas (1931-1939) Actas del Consejo de Administración y Estudio Preliminar. Justo Formentín Ibáñez y Esther Rodríguez Fraile. 23. Envejecer en casa: la satisfacción residencial de los mayores en Madrid como indicadores de su calidad de vida. Fermina Rojo Pérez y Gloria Fernández Mayoralas (coord.). 24. Necesidad de un marco jurídico para el desarrollo rural en España. José Sancho Comíns, Javier Martínez Vega y María Asunción Martín Lou (Editores). 25. Homenaje a D. José María Albareda, en el centenario de su nacimiento. María Rosario de Felipe. 26. Características demográficas y socioeconómicas del envejecimiento de la población en España y Cuba. Vicente Rodríguez Rodríguez, Raúl Hernández Castellón y Dolores Puga González.
El presente libro abarca una revisión de las principales características demográficas y socioeconómicas de la población en España y Cuba, siendo el resultado de un proyecto de investigación financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional y el CSIC. Se examinan los principales rasgos propios de ambas poblaciones, destacando los específicos del área geográfica de pertenencia. Tras haber estabilizado su crecimiento demográfico, ambos países han conseguido un desarrollo singular de sus poblaciones dentro de sus respectivos espacios geográficos, presentando un modelo de población estab le. En este escenario, el envejecimiento es un elemento de referencia imprescindible, tanto en la actual población española como en la cubana. El notable incremento de la población mayor, así como el abanico de necesidades presentadas por este segmento de población, requiere una mayor disponibilidad de equipamientos y recursos, económicos y humanos, a la hora de implementar políticas sociales. Del análisis se desprende la conveniencia de una mayor atención a las características determinantes de la evolución de las necesidades de esta población. VICENTE RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ es Doctor en Geografía e Investigador del Instituto de Economía y Geografía. Como miembro del Grupo de Investigación sobre el Envejecimiento ha desarrollado en los últimos años su labor científica en el análisis de diversos aspectos de esta población en España (demografía, condiciones de salud, migraciones). RAÚL HERNÁNDEZ CASTELLÓN es Doctor en Economía y Profesor Titular del Centro de Estudios Demográficos, de la Universidad de La Habana. En su larga trayectoria como investigador ha mantenido una dedicación intensa al estudio de diversos aspectos de la población cubana en relación con el desarrollo socioeconómico, con especial mención al envejecimiento de la población.
CSIC
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
DOLORES PUGA GONZÁLEZ es Doctora en Geografía y Científica Titular del Instituto de Economía y Geografía. Su labor científica se ha centrado en el análisis de diversos aspectos del envejecimiento demográfico y de las condiciones de vida en la vejez, en el seno del Grupo de Investigación sobre el Envejecimiento.
VICENTE RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ RÁUL HERNÁNDEZ CASTELLÓN DOLORES PUGA GONZÁLEZ
CARACTERÍSTICAS DEMOGRÁFICAS Y SOCIOECONÓMICAS DEL ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN EN ESPAÑA Y CUBA
Consejo Superior de Investigaciones Científicas MADRID, 2003
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático y su distribución.
© CSIC © Vicente Rodríguez Rodríguez, Raúl Hernández Castellón y Dolores Puga González NIPO: 403-03-112-7 ISBN: 84-00-08211-7 Depósito Legal: M-12170-2004 Impreso en España - Printed in Spain RAYCAR, S. A. Impresores. Matilde Hernández, 27 29019 Madrid
ÍNDICE I. INTRODUCCIÓN (Raúl Hernández Castellón).................. 1. El envejecimiento de la población en el mundo.......... 2. El envejecimiento de la población en América Latina . 3. Breve descripción del envejecimiento de la población en Cuba y España ........................................................ 4. Objetivos ...................................................................... II. TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA Y ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN EN CUBA (Raúl Hernández Castellón).... 1. Indicadores seleccionados de la evolución demográfica ................................................................................ 2. Principales determinantes del envejecimiento de la población......................................................................
7 7 12 19 20
23 23 30
III. DISTRIBUCIÓN REGIONAL DE LOS ADULTOS MAYORES. SU MIGRACIÓN INTERNA E INTERNACIONAL (Raúl Hernández Castellón) .............................................................. 1. La distribución reg ional y la migración interna .......... 2. La migración internacional ..........................................
37 37 44
IV. FAMILIA, HOGAR Y VIVIENDA (Raúl Hernández Castellón) 1. Estado conyugal............................................................ 2. Estructura del hogar. Arreglos de vida ........................ 3. Institucionalización ...................................................... 4. Características de las viviendas de los adultos mayores.
53 53 56 62 65
V. CARACTERÍSTICAS (Raúl Hernández Castellón) .............. 1. Fuerza de trabajo ..........................................................
67 67
5
2. Ingreso .......................................................................... 3. Educación .................................................................... 4. Composición étnica y racial ........................................
77 80 82
VI. EL ESTADO DE SALUD DE LA POBLACIÓN DE 60 Y MÁS AÑOS (Raúl Hernández Castellón).................................... 1. Niveles de morbilidad .................................................. 2. Niveles de incapacidad ................................................ 3. Uso de servicios de salud ............................................
87 89 94 96
VII. LOS PROGRAMAS INTERGENERACIONALES (Raúl Hernández Castellón) .............................................................. 1. Definiciones adoptadas, estado actual e importancia .. 2. Sus áreas de impacto en la política pública ................ 3. Los Programas Intergeneracionales en Cuba................
103 103 106 110
VIII. ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN EN ESPAÑA Y LA UNIÓN EUROPEA (Vicente Rodríguez Rodríguez) .......... 1. Envejecimiento en España............................................ Las cifras generales: histor ia y proyección ..................
113 119 119
IX. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA POBLACIÓN MAYOR (Vicente Rodríguez Rodríguez) ................................
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X. LOS FACT ORES DEL ENVEJECIMIENTO (Vicente Rodríguez Rodríguez) ................................................................
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XI. ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE LA POBLACIÓN MAYOR EN ESPAÑA (Vicente Rodríguez Rodríguez) .......................... 1. Los grupos de edad ...................................................... 2. Estado civil, hogar y vivienda ...................................... 3. Características económicas ..........................................
151 151 158 164
XII. SALUD Y SERVICIOS SOCIALES ENTRE LA POBLACIÓN MAYOR (Dolores Puga González) .................................... 1. Morbilidad .................................................................... 2. Discapacidad ................................................................ 3. Uso de servicios sanitarios .......................................... 4. Los servicios sociales para mayores ............................
171 171 175 183 186
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I. INTRODUCCIÓN 1.1. El envejecimiento de la población en el mundo
En un documento de las Naciones Unidas, de algo más de una década, se afirmó que la disminución de la fecundidad en los años 70 en un número de países de las regiones menos desarrolladas, resultará en un acelerado envejecimiento de la población durante la primera mitad del siglo XXI, basados en las proyecciones de población elaboradas en aquellos momentos por esa institución (UNITED NATIONS; 1988: 92). Ellos también concluyen que: “Aunque la dinámica de la población de los diferentes países en el mundo tiene características de idiosincrasia, sus estructuras por edad han venido siguiendo, y se proyecta que sigan, el curso de la transición demográfica y se considera que están en las diferentes etapas de la referida transición” (UNITED NATIONS; 1988: 93). También se ha señalado que los efectos de la fecundidad son más fuertes que los efectos de la mortalidad, sobre la estructura por edad. Una vez que la mortalidad ha disminuido considerablemente, sus efectos sobre la estructura por edad comienzan a ser más importantes, particularmente en los países más desarrollados en el futuro cercano. Según han planteado otros investigadores, los países menos desarrollados experimentarán un envejecimiento más rápido que el de los países desarrollados (UNITED NATIONS; 1988: 94). Las reflexiones anteriores confirman la importancia del envejecimiento de la población en las regiones menos desarrolladas, a tener en cuenta en la planificación de su desarrollo, así como la necesidad de la com-
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prensión por parte de los gobiernos con relación a la adopción de medidas conducentes a tratar de encontrar soluciones adecuadas a partir de ahora. En resumen, el advenimiento del tercer milenio encuentra uno de los grandes retos que está enfrentando actualmente la humanidad: el creciente aumento de los adultos mayores o personas de edad avanzada, con sus consecuentes impactos sobre la salud, la familia, la participación en la actividad económica, los presupuestos de seguridad y asistencia social, etc. Desde el punto de vista de la proporción de personas de 60 años y más, el envejecimiento no registró cambios muy importantes entre 1900 y 1950, a pesar de la gran reducción de la fecundidad en los países desarrollados. Sin embargo, durante el período 1950-2000 tiene lugar una elevación de dicha proporción de forma un poco más pronunciada, asociada con el comienzo de la reducción de la fecundidad en los países subdesarrollados. Debe tenerse presente que estos últimos representaban en el año 1950 el 68% de la población mundial, mientras que en el año 2000 ya constituían las cuatro quintas partes. Gráfico 1. Tres siglos de envejecimiento mundial de la población
Fuente: United Nations (1999): World Population Prospects, the 1998 Revision. New York.
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Ya durante las primeras décadas del siglo XXI, se acentuará la reducción de la fecundidad en los mencionados países subdesarrollados, lo cual determinará un cambio significativo en dichas proporciones, al duplicarse entre los años 2000 y 2050. Los albores del siglo XXII mostrarán valores cercanos al 30 por ciento. Otro de los indicadores para medir el envejecimiento de la población, la edad mediana, refleja cómo en el mundo este proceso se incrementará, en particular durante la primera mitad del siglo XXI (Cuadro 1). El grado de heterogeneidad del mismo se refleja al analizar dicha medida según distintas regiones del planeta. Cuadro 1 EDAD MEDIANA DE LA POBLACIÓN SEGÚN PRINCIPALES REGIONES DEL MUNDO Y NIVEL DE DESARROLLO ECONÓMICO Y NIVEL DE DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL.
1950-2000. (VARIANTE MEDIA) Edad mediana (Años)
Mundo Regiones desarrolladas Regiones subdesarrolladas Países menos adelantados África Asia Europa América Latina y el Caribe América del Norte Oceanía
1950
2000
2050
23,6 28,6 21,4 19,5 19,0 22,0 29,2 20,1 29,8 27,9
26,5 37,4 24,3 18,2 18,4 26,2 37,7 24,4 35,6 30,9
36,2 46,4 35,0 26,5 27,4 38,3 49,5 37,8 41,0 38,1
Fuente: United Nations (2001): World Population Prospects. The 2000 Revision. Volume II: Sex and Age . Pág. 17.
La primera gran diferencia aparece entre las regiones económica y socialmente desarrolladas y las subdesarrolladas. En las primeras, asociado a una fuerte reducción de la fecundidad y la mortalidad, ha tenido lugar el mayor envejecimiento de la población registrado en todo el mundo, en tanto que este proceso ha sido más lento en las regiones subdesarrolladas, mientras que, dicho sea de paso, tienen edades medianas
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cercanas a la media del mundo. Por otra parte, los 48 países menos adelantados, en promedio, exper imentan la peor posición de todas las regiones, debido a su extremadamente alta mortalidad y fecundidad, es decir, que se encuentran en la primera fase de la transición demográfica. Por regiones geográficas, Europa y América del Norte coinciden en mostrar valores de su edad mediana, con los países desarrollados en general. Obsérvese que, en particular, en Europa se alcanzará en el año 2050 un valor cercano a los 50 años. En general, los valores de Asia y América Latina coinciden con los de las regiones subdesarrolladas, y estos últimos con los del mundo, aunque los de Oceanía los superan. Dado su lento avance en el proceso de transición demográfica, los valores de África coinciden bastante con las edades medianas de los países menos adelantados. Las tasas de crecimiento de la población según diferentes grupos de edades contribuyen a ampliar el horizonte de análisis del referido proceso de envejecimiento (Cuadro 2).
Cuadro 2 TASAS MEDIAS ANUALES DE CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN TOTAL Y DE GRANDES GRUPOS DE EDADES, POR REGIONES PRINCIPALES DEL MUNDO. 2000-2050 (VARIANTE MEDIA) Grupo de edad
Principales regiones Mundo Regiones desarrolladas Regiones subdesarrolladas Países menos adelantados África Asia Europa América Latina y el Caribe América del Norte Oceanía
Población
0-14
15-59
60+
80+
Total
0,15 -0,34 0,21 1,26 1,01 -0,09 -0,82 -0,03 0,35 0,33
0,79 -0,42 1,01 2,38 2,18 0,68 -0,84 0,78 0,90 0,74
2,35 1,07 2,87 3,37 3,26 2,67 0,81 2,96 1,70 1,98
3,40 2,23 4,22 4,07 4,06 4,08 2,06 3,95 2,41 2,75
0,86 -0,02 1,03 2,04 1,85 0,78 -0,37 0,88 0,66 0,87
Fuente: United Nations (2001): World Population Prospects. The 2000 Revision. Volume II: Sex and Age , p. 19.
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La reducción de la fecundidad iniciada en los países subdesarrollados durante las últimas décadas del siglo XX incidirá notablemente en sus tasas de crecimiento en el siglo actual, así como en las del mundo en general. Así, durante el período 2000-2050 el mundo crecerá a una tasa ligeramente inferior al uno por ciento, en tanto que los mencionados países subdesarrollados la superarán escasamente. Sin embargo, debido a sus mantenidos bajos niveles de fecundidad, los países desarrollados mostrarán una tasa negativa, pero muy cercana al cero por ciento. Por supuesto, los países menos adelantados duplicarán las tasas medias del mundo, debido a los factores antes mencionados. Por regiones, en cuanto a las tasas de crecimiento de los grupos de edades de 60 + y 80 +, las diferencias son más o menos similares a las que se mencionaron al analizar la edad mediana. Con mayor o menor intensidad, se mantiene el hecho de que las tasas de crecimiento de la población más vieja (80 y +), son mucho mayores que las de la población de 60 años y más. El aspecto que más se destaca a escala mundial es el gran aumento que experimentará la población de la que se ha dado en denominar la cuarta edad, es decir, los viejos más viejos, en este caso el grupo de edades de 80 años y más. En primer término, puede observarse que la tasa del grupo antes mencionado casi cuadruplica la de la población total, y es casi una vez y media mayor que la del grupo de 60 años y más en su conjunto, en cuanto al mundo. Debido a que el envejecimiento de las regiones desarrolladas ocurrió mucho antes que en las subdesarrolladas, es lógico que las tasas de los grupos de 80 y + y las de 60 y + dupliquen los valores de las primeras. Sin embargo, debido a su atraso en el proceso de la transición demográfica, las tasas de crecimiento de los países menos adelantados en el grupo de 80 y + serán levemente inferiores a las de los referidos países subdesarrollados. Es posible que las tasas de crecimiento negativas de algunos países europeos hayan contribuido bastante a que la región refleje una tasa negativa como promedio en el período objeto de análisis y que incluso pue-
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dan haber influido en la tasa de crecimiento negativa que alcanzarán las regiones más desarrolladas. Todas las regiones muestran una mayor tasa de crecimiento de la población de 80 años y más, en comparación con la de 60 años y más, con las diferencias asociadas al nivel de desarrollo económico y social promedio de cada área, según se comentó al analizar la edad mediana de la población.
1.2. El envejecimiento de la población en América Latina Las tasas de crecimiento mostradas confirman el grado de aceleración que ha adquirido el proceso de envejecimiento en los países subdesarrollados, el cual se está llevando a cabo a un ritmo mayor que el que tuvo lugar en los países desarrollados. En comparación con el resto de las regiones subdesarrolladas del mundo, América Latina y el Caribe se encuentra entre las que muestran un mayor envejecimiento de su población, en general. Esta afirmación se verifica tanto si se observa el futuro crecimiento de la población de 60 años y más durante el período 2000-2050 (Cuadro 1), como el futuro desarrollo de la edad mediana en el período mencionado (Cuadro 2). Asimismo, la evolución del crecimiento durante el período 1950-2050, que condicionó las perspectivas del siglo XXI, incluyendo el análisis de las sub-regiones latinoamericanas (Cuadro 3), también aporta elementos de análisis interesantes. Lo que más se destaca de la observación de las regiones es que América del Sur y el Caribe, respectivamente, constituían en el año 2000 las áreas de mayor y menor concentración de personas de los grupos de edades 60-74 y 75 años y más. En efecto, en ambos grupos de edades la primera área conta ba en dicho año con algo más de dos tercios del total de personas de edad avanzada. Por otra parte, el Caribe sólo alcanzaba entre el 8 y el 10 por ciento de dichas personas en el referido año.
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Cuadro 3 AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: POBLACIÓN Y TASAS DE CRECIMIENTO DE 60-74 Y 75 AÑOS Y + .1950-2050. MILES DE PERSONAS Y PORCENTAJES Población (Miles de personas) América Latina
1950 1975 2000 2025 2050
América Central
Caribe
60-74
75 y +
60-74
75 y +
8.213 16.577 31.399 73.214 120.764
1.706 4.381 9.835 24.191 60.427
945 1.745 2.720 5.392 7.474
224 447 1.029 2.092 4.398
60-74
75 y +
1.974 420 3.195 1.056 6.816 2.185 17.032 5.786 32.162 16.295
América del Sur 60-74
75 y +
5.294 1.063 11.637 2.879 21.865 6.640 50.791 16.311 81.125 39.735
Tasas de crecimiento (Porcentajes) 1950-75 1975-00 2000-25 2025-50
2,7 2,5 3,2 2,0
3,5 3,1 3,4 3,4
2,4 1,7 2,6 1,3
2,7 3,1 2,7 2,8
1,9 2,9 3,4 2,5
3,4 2,8 3,6 3,8
3,0 2,4 3,2 1,8
3,7 3,2 3,4 3,3
Fuente: Elabor ado en base a United Nations (2001): World Population Prospects. The 2000 Revision. Volume II: Sex and Age , pp. 130-145.
Las tasas de crecimiento reflejan una tendencia decreciente en el siglo pasado para las personas de 60 a 74 años de edad. No obstante, como resultado de la explosión demográfica de los años 50 y 60, las tasas aumentan nuevamente durante el período 2000-2025. Una vez pasada esta etapa “pico”, las tasas decrecen nuevamente durante el período 2025-2050. Otra es la situación del grupo de 75 años y más, la cual refleja la tendencia actual del proceso de envejecimiento de la población en muchas partes del mundo: el explosivo crecimiento de los así denominados “viejos más viejos”, o también calificados como integrantes de la “cuarta edad”, en que aumenta la disminución de la etapa activa de la vida. En general, las tasas de crecimiento de este grupo son más altas que las del grupo anterior. En muchos períodos las referidas tasas superan bastante la barrera del 3%, es decir, valores muy altos. La situación antes descrita implica a su vez una serie de retos para toda la sociedad, ya que disminuirá bastante el peso relativo de la población de
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la denominada “tercera edad”, que supone un retiro activo, lo que llama a tomar desde ya las medidas necesarias para atender las crecientes necesidades de estas personas en muchas ár eas como la atención de salud, las políticas de asistencia y seguridad social, entre otras. Un reciente estudio del CELADE (Centro Latinoamericano de Demografía) sobre envejecimiento de la población en América Latina utiliza una tipología del propio centro para caracterizar dicha región y así también discutir el referido proceso de envejecimiento (Cuadro 4). Cuadro 4 PAÍSES DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE, SEGÚN GRADO DE TRANSICIÓN Grupo I Transición Incipiente
Grupo II Transición moderada
Grupo III En plena transición
Grupo IV Transición avanzada
Países con alta natalidad y mortalidad, con crecimiento natural moderado. (Algo mayor al 2%).
Países con alta natalidad, pero cuya mortalidad ya puede calificarse de moderada. Su crecimiento natural es todavía elevado (Superior a 2,5%)
Países con natalidad moderada y mortalidad moderada o baja, lo que determina un crecimiento natural moderado (Próximo a 2%).
Países con natalidad y mortalidad moderada o baja, lo que se traduce en un crecimiento natural bajo (cercano al 1%).
Bolivia Haití
Belice El Salvador Guatemala Honduras Nicaragua Paraguay
Brasil Colombia Costa Rica Ecuador Guyana México Panamá Perú República Dominicana Surinam Venezuela
Antillas Neerlandesas Argentina Bahamas Barbados Chile Cuba Guadalupe Jamaica Martinica Puerto Rico Trinidad y Tobago Uruguay
Fuente: CEPAL/CELADE, “La transición demográfica en América Latina”, nota de prensa. Boletín Demográfico n° 62. América Latina: proyecciones de población 1970-1950, en Internet: http://www.eclac.org/espanol/portada/notacelade.htm Citado por Bueno. Población y Desarrollo. Viejos y nuevos problemas. CEDEM, julio 2001. El cuadro se modificó, actualizándolo según: Villa y Rivadeneira (2000) El proceso de envejecimiento de la población de América Latina y el Caribe: Una expresión de la transición demográfica. Serie Población y Desarrollo. CELADE/CEPAL. Santiago de Chile.
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Según se aprecia en la citada tipología, la gran mayoría de los países de la región se encuentra en una transición plena o avanzada (con un crecimiento natural que oscila entre 2 y 1%) y sólo seis se agrupan en los de una transición moderada. El gran número de países que se encuentran en los dos grupos mencionados indica que ya muchos países latinoamericanos han comenzado su proceso de envejecimiento, aunque con algunas diferencias entre ellos, en particular para los de transición moderada. Por otro lado, cabe señalar que sólo tres países del grupo de transición avanzada son suramericanos y que el resto corresponde al área del Caribe. En el Gráfico 2 se puede apreciar que en el año 2000 la estructura por edades de América Latina comienza a asemejarse a la de los países que están en proceso de envejecimiento. En el extremo opuesto, los países con transición moderada muestran la estructura característica de una estructura por edades joven, mientras que en el otro extremo la de los países que están en plena transición se acerca bastante a la de los países con estructuras más envejecidas. También el gráfico muestra, a través de las citadas estructuras por edades, el tránsito del proceso de transición demográfica de la región y de los países que se agrupan bajo la tipología adoptada por CELADE. En páginas anteriores se indicó que en el último cuarto del siglo pasado, había comenzado la reducción de la fecundidad en muchos países de la región, como parte integrante del proceso de transición demográfica, durante el cual la mortalidad había sido la primera en iniciar dicha reducción. La primera mitad del presente siglo será testigo de la ampliación del proceso antes mencionado, con una mayor reducción de la fecundidad y una algo menor de la mortalidad.
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Cuadro 5 AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE: TASA NETA DE REPRODUCCIÓN Y ESPERANZA DE VIDA AL NACER SEGÚN CATEGORÍAS DE TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA. 1995 A 2050. PERÍODOS SELECCIONADOS 1995-2000 Región y Categoría de Transición América Latina y el Caribe T. Incipiente T. Moderada Plena Transición T. Avanzada
2020-2025
2045-2050
Tasa neta Esperanza Tasa neta Esperanza Tasa neta Esperanza de repro- de vida de repro- de vida de repro- de vida ducción al nacer ducción al nacer ducción al nacer 1,3 1,8 2,0 1,2 1,1
69,2 57,5 67,5 69,3 74,0
1,0 1,2 1,2 1,0 1,0
74,4 67,7 73,3 74,3 77,7
1,0 1,0 1,0 1,0 1,0
77,6 73,9 77,3 77,4 80,2
Fuente: Villa y Rivadeneira (2000): El Proceso de envejecimiento de la población de América Latina y el Caribe: Una expresión de la transición demográfica . CELADE/CEPAL. Santiago.
La única excepción relativa a lo señalado en párrafos anteriores sobre la menor reducción de la mortalidad, se refiere a los países que experimentaban a finales del pasado siglo una transición demográfica incipiente, los que tendrán una ganancia de algo más de 16 años de esperanza de vida entre los períodos 1995-2000 y 2045-2050, en tanto que las del resto oscilarán entre unos 6 y 10 años. Otro hecho destacab le es que ya desde el primer cuarto del presente siglo los países que se encuentran en la transición avanzada y en la plena estarán al nivel de reemplazo de la población, mientras que algunos de ellos ya estarán por debajo del mismo. Además, que ya al final de la quinta década, la región y los países de todas las categorías de transición alcanzarán el nivel de reemplazo e incluso muc hos de ellos estarán por debajo del mismo. El Gráfico 3 ratifica lo anteriormente expresado, pues las estructuras por edades del período 2000-2025 muestran que el proceso de envejecimiento se convierte en una realidad, aunque con diferencias entre los grupos de países, según el grado de avance en que se encuentra su proceso de transición demográfica.
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Gráfico 2
Fuente: Villa y Rivadeneira (2000): El Proceso de envejecimiento de la población de América Latina y el Caribe: una expresión de la transición demográfica. CELADE/CEPAL. Santiago de Chile, p. 10.
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Gráfico 3
Fuente: Villa y Rivadeneira (2000): El Proceso de envejecimiento de la población de América Latina y el Caribe: una expresión de la transición demográfica. CELADE/CEPAL. Santiago de Chile, p. 16.
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Así, se observan los dos extremos opuestos: el de los países con transición incipiente, que todavía reflejan una estructura por edades bastante joven en el año 2000 y concluyen en el 2050 con una ya bastante envejecida y el de los que se encuentran en una transición avanzada. Los segundos pasarán de una proporción de personas de 60 años y más de 5,9 a 16,2%, mientras que los segundos cambiarán de 12,7 a 25%.
1.3. Breve descripción del envejecimiento de la población en Cuba y España En el caso de Europa Occidental existen var ios países que se consideran los más envejecidos del mundo. Por ejemplo, en 1992 se brindó la información1, entre ellos se encontraban Suecia, Noruega, Reino Unido, Bélgica, Dinamarca, Austria, Italia, España, Francia y Alemania, con porcentajes de población de 65 años y más de 15 ó más. Junto con Italia, España es uno de los países del mundo que ha registrado recientemente los menores niveles de fecundidad, y consecuentemente, también se halla entre los países de mayor nivel de envejecimiento de su población. En efecto, en el período 1990-1995, en España el número medio de hijas por mujer, o tasa bruta de reproducción fue de 0,61. Por otra parte, en Cuba se registró uno de los descensos de la fecundidad más espectaculares de las últimas décadas entre los países subdesarrollados. Así, su tasa bruta de reproducción cambió de 1,72 en el quinquenio 1970-1975 a 0,78 en el quinquenio 1990-1995. En las primeras décadas del año 2000, los montos y las proporciones de los adultos mayores, especialmente de aquellos mucha mayor edad, crecerán muy rápidamente, en la mayoría de los países desarrollados y subdesarrollados. Por tomar sólo dos casos, téngase presente que en el año 2025 España tendrá un 22,7 por ciento de personas de 65 años y más, para convertirse en uno de los países con mayor proporción de personas de esas edades en el mundo, antecedido por Japón con un 26,7 por ciento. Para, Cuba, un país en acelerado proceso de envejecimiento, este valor será de 16,7. De acuerdo a la información mencionada en el párrafo anterior, Cuba se encontraría entonces, sólo algo más de 30 años después, con un valor superior al que mostraba el país que se hallaba en el segundo 1
U.S. Bureau of the Census 1993. An Aging World II .
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lugar (Noruega, 16,3%) entre los 20 países más envejecidos del mundo en 1992. El porcentaje de incremento de los adultos mayores entre los años 1990 y 2025 será de 63 para Italia, en tanto que Cuba duplicará ese valor con un 130. Hay que tener en cuenta que entre los años 2020 y 2025, en Cuba, arribarán a los 60 años de edad los niños nacidos como resultado del “baby boom” del quinquenio 1960-1965. La información para España no estaba disponible al momento de confeccionar este documento.
1.4. Objetivos Para un país subdesarrollado, resulta muy útil conocer las características, los enfoques y los impactos asociados con el proceso de envejecimiento de la población en los países desarrollados. Si se trata de uno de los más envejecidos del mundo, ello es mucho más productivo aún, como es el caso de España. Por otra, parte, teniendo presentes las diferencias de enfoques y tratamiento de estas cuestiones, también resultaría de interés para España el conocer las características de ese proceso en un país subdesarrollado.
Objetivo general Realizar un estudio comparativo del envejecimiento de la población en España y Cuba, a los efectos de determinar semejanzas y diferencias entre ambos procesos, particularmente en fechas relativamente recientes, es decir, desde 1950 en adelante, estudiando su evolución y perspectivas futuras.
Objetivos específicos 1. Determinar las diferencias y semejanzas en las dimensiones demográficas actuales y perspectivas del envejecimiento de la población en España y Cuba, como el monto y los porcentajes de personas de edad avanzada; la estructura por edades (los más “jóvenes” y los más “viejos” entre los adultos mayores); el comportamiento por sexo, la distribución geográfica.
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2. Determinar los diferenciales de la mortalidad de los adultos mayores en ambos países, mediante las tasas específicas de mortalidad por edades seleccionadas, la esperanza de vida a diferentes edades exactas, por sexos, señalando la importancia del género; las causas de muerte, por sexo, para la población de 50 años y más por grupos de edades y la contribución de dichas causas a la ganancia de la esperanza de vida entre dos momentos para diferentes edades exactas, mediante la aplicación del último método de Arriaga para este fin. Estudiar las condiciones de salud de la población de edad avanzada en ambos países. 3. Determinar los diferenciales en las características del género y el estado conyugal, las dimensiones urbana y rural y los arreglos familiares en ambas naciones. 4. Realizar un estudio del apoyo familiar y social a las personas de edad avanzada en España y Cuba, de acuerdo a la disponibilidad de información. 5. Analizar las tendencias de la fuerza de trabajo y las características del empleo de los adultos mayores en ambos países, según la información disponible.
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II. TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA Y ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN EN CUBA En las páginas anteriores se han brindado algunos datos que han permitido observar sucintamente el grado de avance del proceso de envejecimiento de la población cubana. En esta parte del trabajo se dedicará precisamente a profundizar en dicho proceso y sus principales características demográficas. El envejecimiento de la población cubana, al igual que el de algunos países suramericanos, está asociado con el comportamiento de las tres variables demográficas: fecundidad, mortalidad y migraciones. El gran proceso inmigratorio que experimentó el país durante las tres primeras décadas del siglo pasado influyó bastante en el comportamiento de la estructura por edades, por cuanto dichos migrantes tenían edades laborales, había elevada proporción de hombres entre ellos y arribó alrededor de un millón de personas, e, independientemente de que muchos fueron repatriados, dicho monto fue importante1.
2.1. Indicadores seleccionados de la evolución demográfica El proceso de transición demográf ica del país es uno de los más avanzados de la región, con una gran reducción de la fecundidad y la mortalidad, lo cual ha incidido en otro proceso, el del envejecimiento de la población. 1 Pueden consultarse entre otros trabajos: Her nández, R. (1988a): La revolución demográfica en Cuba. Instituto Cubano del Libro. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. CEDEM (1976): La población de Cuba. Instituto Cubano del Libro. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana.
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La mortalidad es la variable que comenzó primero su descenso antes de los años cincuenta, aunque de forma moderada. Dicha declinación aumentó su ritmo entre los períodos 1950-1955 y 1995-2000, en que la esperanza de vida al nacer creció en 16,4 años (Cuadro 6). La variable que influye más sobre el envejecimiento de la población, es decir, la fecundidad, también registró una notable disminución al pasar de 1,7 a 0,7 hijas por mujer. Cabe aclarar también que desde 1978 la fecundidad cubana se encuentra por debajo del nivel de reemplazo.
Cuadro 6 CUBA: DINÁMICA DE LA ESPERANZA DE VIDA Y DE LA TASA NETA DE REPRODUCCIÓN. 1950-2050. PERÍODOS SELECCIONADOS
1950-1955 1970-1975 1995-2000 2000-2025 2025-2050
Esperanza de vida al nacer
Tasa neta de reproducción
59,3 70,7 75,7 78,4 80,2
1,7 1,6 0,7 0,9 0,9
Fuente: Villa y Rivadeneira (2000): El Proceso de envejecimiento de la población de América Latina y el Caribe: una expresión de la transición demográfica. CELADE/CEPAL. Santiago de Chile, p. 29.
Debido a las importantes reducciones registradas durante el período señalado, las de la primera mitad del siglo actual serán más modestas. En efecto, entre los años 2000 y 2050 la esperanza de vida al nacer sólo ganará 4,5 años. La combinación de la evolución de las dos variables antes mencionadas ha determinado un envejecimiento de la población a un ritmo verdaderamente acelerado.
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Cuadro 7 CUBA: INFORMACIONES DIVERSAS DE LA POBLACIÓN DE 60 A 74 Y DE 75 AÑOS Y MÁS. 1950-2050. AÑOS SELECCIONADOS Población (en miles)
1950 1975 2000 2025 2050
Incremento Absoluto
Incremento Relativo
Tasa media anual de crecimiento (%)
60-74
75 y +
60-74
75 y +
60-74
75 y +
60-74
75 y +
341 732 1.085 2.035 1.905
86 187 444 909 1.753
-391 353 950 -130
-101 257 465 844
-114,7 48,2 87,6 -6,4
-117,4 137,4 104,7 92,8
-2,92 1,55 2,44 -0,26
-2,96 3,26 2,75 2,54
Fuente: Elaborado en base a: United Nations (2001): World Population Prospects. The 2000 Revision. Volume II: Sex and Age , p. 344-345
Así, las personas de 60 años y más pasaron de algo más de 400.000 en 1950 a un 1,5 millones en el año 2000, con todas las implicaciones económicas y sociales que esto trae aparejado. Ya en el año 2025 serán alrededor de tres millones y en el 2050 llegarán a ser unos 3,6 millones. Cuba no está ajena al proceso que se viene desarrollando desde hace algunos años en los países más envejecidos del mundo, que coinciden con ser los más desarrollados, es decir, el gran incremento de las personas de la “cuarta edad”, es decir, las personas de 75 años y más 2. Su crecimiento es tal que, de montos irrisorios en 1950, con el paso de los años llegarán casi a superar el de las personas de 60 a 74 años (Cuadro 7). El Gráfico 4 brinda una imagen de estas perspectivas, pues muestra el comportamiento de las tasas de crecimiento de ambos grupos de edades. Adicionalmente, cabe destacar que mientras que en el año 1950 sólo
2 Laslett (1996) propone cuatro etapas del ciclo de vida: la primera edad, vinculada con la infancia y la juventud; la segunda edad, asociada con la vida activa y reproductiva; la tercera edad relacionada con la etapa activa de retiro; finalmente, la cuarta edad que se refiere a la fase de declinación, mayor dependencia y deterioro más acelerado. Chackiel señala al respecto que “considerado de esta manera, el término “tercera edad” no sería sinónimo de “vejez”, sino que se refiere a una etapa específica de esa condición”. Véase: Chackiel, Juan: El envejecimiento de la población latinoamericana: ¿hacia una relación de dependencia?. CELADE - División de Población. Santiago de Chile, 2000, p. 10.
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había una persona de 75 años por cada 5 de 60 a 74, ya en el año 2000 esa proporción pasó a casi una de cada tres, en tanto que en el año 2050 la proporción será de casi mitad y mitad. La declinación de la fecundidad que se muestra en el Cuadro 6, a través de la dinámica de la tasa neta de reproducción no se ve tan claramente como los cambios de la esperanza de vida al nacer. Sin embargo, quedan reflejados mucho mejor si se observan los cambios de la estructura por grandes grupos de edades de la población, en particular los grupos extremos. Estos, junto a otros más que aparecen en el Cuadro 8, constituyen importantes indicadores del proceso de envejecimiento de la población cubana.
Gráfico 4. Cuba: Tasas de crecimiento de grupos de edades seleccionados. 1950-2050
Fuente: Las mismas del Cuadro 7.
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Cuadro 8 CUBA: PORCENTAJES DE POBLACIÓN POR GRANDES GRUPOS DE EDADES E ÍNDICES DE ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN. 1950-2050. AÑOS SELECCIONADOS Porcentajes de población
1950 1975 2000 2025 2050
Edad
Índices de envejecimiento y de dependencia demográfica
-15
15-59
60-74
75 y +
Mediana
IE
IDE
IDT
35,8 37,4 21,2 16,0 15,5
56,9 52,8 65,1 59,0 51,2
5,8 7,9 9,7 17,3 17,7
1,5 2,0 4,0 7,7 16,3
23,3 22,7 32,9 43,3 46,1
20,4 26,5 64,4 156,0 214,1
12,8 18,7 21,0 42,4 65,0
75,8 89,5 53,6 69,5 95,4
Fuente: Elaborado en base a: United Nations (2001): World Population Prospects. The 2000 Revision. Volume II: Sex and Age . Págs. 344-345
Los cambios en la estructura por edades de una población tienen importantes impactos económicos y sociales. El primero que salta a la vista es que, debido a la reducción de la mortalidad y los relativamente altos niveles de fecundidad de décadas anteriores, el país está enfrentando desde el año 2000 varios retos, entre ellos el considerable número de personas con edades entre 15 y 59 años, lo cual implica proporcionarle empleo a ese monto de población. Otro de los retos lo constituye el hecho de que cerca del 14% de la población está constituido por personas de 60 años y más, que en términos absolutos son un millón y medio de personas, según se indicó antes. El único impacto positivo, en cierto sentido, es el de la reducción de la fecundidad, que determina un menor monto de población menor de 15 años, y que implica por tanto una menor necesidad de instalaciones escolares, y otros aspectos en general, que propician incluso la recalificación de los maestros. Pero retomando la idea esbozada en párrafos anteriores, el cuadro que se viene discutiendo muestra mucho mejor el considerable aumento del peso relativo de la población de la “cuarta edad”, la cual, según las perspectivas de la población, alcanzará un valor muy similar al de la “tercera edad”. El Gráfico 5 también ilustra esta situación. Por otra parte, cabe destacar que la proporción de personas de 60 años y más llegará a ser un 25% de la población total en el año 2025 y llegará al 34% en el año 2050.
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Gráfico 5. Cuba: Estructura porcentual de la población de 60 y +. 1950-2050.
Fuente: Las mismas del Cuadro 8.
Otro indicador del envejecimiento de la población, la edad mediana, sigue un comportamiento inver so al de la proporción de personas menores de 15 años, es decir, refleja un aumento de un 50% entre los años 1950 y 2000 y una duplicación con relación al 2050. El valor que se alcanzará en dicho año (46,1 años) será muy similar al que reflejarán las regiones desarrolladas del mundo, es decir, 46,4 años. Lo anterior muestra el grado de intensidad del proceso de envejecimiento de la población cubana, con un nivel igual al de los países con mayor grado de envejecimiento del mundo. El índice de envejecimiento de la población, que es el resultado de dividir el monto de las personas de 60 años y más entre la población menor de 15 años, también es otra interesante forma de visualizar el proceso que se ha estado discutiendo en páginas anteriores. En efecto, si en el año de 1950 sólo habían 20,4 “viejos” por cada 100 niños y adolescentes, en el 2000 esta proporción ya se había triplicado, al alcanzar 64,4 “viejos”, en tanto que 50 años después serán nada menos que 214,1 personas. En cuanto a los países latinoamericanos que se encuentran en la etapa de la transición avanzada, sólo Barbados superará el valor de Cuba con 217,1, en tanto que países que mostraban un envejecimiento de su pobla-
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ción mayor al de Cuba, quedarán muy por debajo, es decir Argentina y Uruguay, con valores de 118,5 y 127,03. Aunque a distinto nivel de los valores que representa, el índice de dependencia de las personas de 60 años y más con relación al de las de 15 a 59 años (Ver el Cuadro 8), el comportamiento es similar al del índice de envejecimiento. Por su parte, el llamado índice de dependencia total, que es la carga que soportan dichas personas, con relación tanto a los viejos como a los jóvenes, refleja a su vez el cambio en la estructura por edades de la población cubana. Así, el índice se incrementa entre los años 1950 y 1975, como resultado de la pequeña “explosión demográfica del país, ocurrida durante el primer lustro de la década de los años 60. Durante los siguientes 25 años disminuye como resultado de fuerte declinación de la fecundidad ocurrida durante ese período. Sin embargo, sus aumentos posteriores son el resultado del gran crecimiento de la población de 60 años y más. Otra característica diferencial del proceso de envejecimiento de la población cubana es la del índice de masculinidad. El cuadro 9 muestra su comportamiento durante los cien años comprendidos entre 1950 y 2050, es decir, su comportamiento pasado y futuro.
Cuadro 9 CUBA: ÍNDICES DE MASCULINIDAD. 1950-2050. AÑOS SELECCIONADOS Índice de Masculinidad Años 1950 1975 2000 2025 2050
60-74
75 y +
60 y +
139,8 111,8 93,9 91,7 95,9
114,1 120,6 87,9 78,4 76,2
134,1 113,5 92,1 86,7 86,0
Fuente: Elaborado sobre la base de: United Nations (2001): World Population Prospects. The 2000 Revision. Volume II: Sex and age , p. 344-345.
3 Villa y Rivadeneira (2000): El Proceso de envejecimiento de la población de América Latina y el Caribe: una expresión de la transición demográfica. CELADE/CEPAL. Santiago de Chile, p. 32.
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Es indudable que los efectos del proceso inmigratorio, experimentado por el país durante las primeras décadas del siglo pasado en la población de 60 años y más, todavía influían en los valores que refleja el índice de masculinidad en 1950, pues dicho valor es el más alto de toda la región latinoamericana. Incluso sólo tres países mostraban valores algo cercanos: Surinam (100,0), Argentina (103,0, que también recibió inmigrantes durante dichos años), Puerto Rico (98,5) y República Dominicana (99,7). La inmensa mayoría de los países presentaba valores entre 80 y 90 hombres por cada 100 mujeres. Sólo algunos países caribeños reflejaban valores inferiores o cercanos a 80: es decir, Barbados (38,5), (Antillas Neerlandesas 48,6), Guadalupe (55,6), Jamaica (72,3), entre otros 4. Aunque seguían sobresaliendo con relación al resto de los países de América Latina, ya en el año 2000 las diferencias eran menos ostensibles, pero seguían siendo bastante mayores. Cabe recordar que de acuerdo al comportamiento teórico de este índice, en ausencia de grandes catástrofes o grandes procesos migratorios, dic ho índice debe ser muy inferior a 100 después de los 50 años.
2.2. Principales determinantes del envejecimiento de la población Contribución de los nacimientos y las defunciones al cambio Según se señaló con anterioridad, la fecundidad y la mortalidad son las principales variables que contribuyen al cambio del tamaño de la población, así como su composición por edad. En Cuba, estas variables siguen la pauta de la transición demográfica. Sin embargo, la migración internacional ha jugado un gran papel en el desarrollo de su población, pero en la siguiente discusión no se muestra el impacto de la migración neta, a los efectos de realizar el énfasis, exclusivamente, en la contribución de los nacimientos y las defunciones al cambio, relacionado con la población envejecida. Es decir, el Cuadro 10 brinda una aproximación gruesa del cambio en la población anciana más joven (60 a 69 años) en el tiempo y en el futuro, las cifras de nacimientos 60 a 69 años antes y los cambios en la supervivencia hasta estas edades.
4 Villa y Rivadeneira (2000): El Proceso de envejecimiento de la población de América Latina y el Caribe: una expresión de la transición demográfica. CELADE/CEPAL. Santiago de Chile, p. 34.
30
La información que refleja el Cuadro 10 viene a confirmar lo señalado en páginas anteriores en cuanto a la pérdida relativa de importancia en el tiempo por parte de la población “joven” de los adultos mayores, es decir, la de 60 a 69 años, ya que muestra incrementos absolutos con signo negativo. En efecto, en 1899 representaban el 67,1% de la población de 60 años y más, mientras que en 1980 sólo eran el 55,1% y 52,6% en el año 2000. Además, entre 1990 y el año 2020 se proyecta que el incremento absoluto será sólo de 7,8 %5. Cuadro 10 CUBA: ESTIMACIONES DE LA CONTRIBUCIÓN DE LOS NACIMIENTOS Y DEFUNCIONES AL CAMBIO EN LA POBLACIÓN DE 60-69 AÑOS DE EDAD. 1960-2020. Población de 60-69 años Año o período
1960 1970 1980 1990 2000 2010 2020 1960-1990 1990-2020 1960-2020
Cifras (000’s)
Nacimientos 60-69 años antes
Incremento porcentual Incremento en década absoluto precedente
Cifras (000’s)
Incremento porcentual Incremento en década Absoluto precedente
Tasa de supervivencia nacimientos 60-69 años Cambio relativo Tasa
%
351 506 577 6281 7981 1.0651 1.1901
(x) 44,2 14,0 8,8 27,1 33,5 11,8
(x) (x) -30,2 -5,2 18,3 6,4 -21,7
906 1.115 1.372 1.360 1.675 1.774 2.507
(x) 23,1 23,0 -0,1 23,0 5,9 41,3
(X) (X) -0,1 -23,1 23,1 -17,1 35,1
0,192 0,216 0,242 0,298 0,386 0,518 0,651
(X) 12,5 12,0 23,1 19,5 34,2 25,9
(x) (x) (x)
78,9 89,5 239,0
(x) 10,6 (x)
(X) (X) (x)
50,1 84,3 176,7
(X) 34,2 (x)
(X) (X) (x)
55,2 118,5 239,1
X No aplicable. Signo menos (-) denota un decremento. El porcentaje de incremento se muestra para grandes períodos. “Incremento absoluto” entre los valor es en la columna “Incremento porcentual en la década precedente”. Las tasas de supervivencia sólo son ilustrativas, dado que se derivaron de tablas de mortalidad. 1 Variante media. Fuente: González , F., Ramos, O. 1996, pp. 51-52. CEE, 1989, p. 68. 5 Hernández (1997): El envejecimiento de la población en Cuba. Segunda Edición. CEDEM. La Habana, p. 22.
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El segundo “baby boom” en Cuba ocurrió entre 1960 y 1965, después del triunfo de la Revolución en 1959. Las razones son más o menos similares a las del primero de ellos, durante las dos primeras décadas del siglo pasado, el final de una guerra: la Guerra de independencia en el primero y el fin de la lucha contra una dictadura en el segundo, asociado en este caso, con la redistribución del ingreso, mediante medidas de beneficio social para toda la población, el incremento en el nivel educacional, el crecimiento de la actividad económica femenina, entre otros factores. Esa es la principal razón por la cual el incremento absoluto muestra 34,2 entre 1930 y 1960, que se corresponde con la línea de 1990 al 2020 en la tabla. Según muestra el cambio relativo de las tasas de supervivencia desde los 60 hasta los 69 años de edad, el mejoramiento del nivel de mortalidad puede señalarse como el principal componente de cambio durante el período 1900-1960, incluso teniendo en cuenta que no se incluye la contribución de la migración neta. En efecto, la supervivencia entre los senescentes “jóvenes” era muy baja en los umbrales del presente siglo, pero comenzó a mejorar a una velocidad bastante alta, y posteriormente se aceleró, mostrando un cambio relativo de 55,2 por ciento entre 1960 y 1990, y de 18,5 por ciento entre 1990 y 2020. Lo anterior está en concordancia con el proceso de transición demográfica, en el cual la primera variable que muestra una declinación es la de la mortalidad. Según se expresó anteriormente, la fecundidad no fue, de hecho, el factor más importante de cambio durante el período en discusión, pero posteriormente esta variable adquirió un papel relevante, según se mostrará en el siguiente análisis. La evolución de la mortalidad también puede estudiarse mediante la supervivencia a edades específicas por sexo. La información se muestra en los Gráficos 6 y 7 y en el Cuadro 11. La supervivencia a edades específicas aumentó continuamente entre 1900 y 1995, según puede apreciarse en el cuadro anterior. Las cifras para hombres y mujeres también indican una temprana rectangularización de la curva y el mejoramiento alcanzado con la gran declinación de la mortalidad, según indican las mencionadas curvas de 1995. De acuerdo a la experiencia de la mayoría de los países del mundo que han registrado una gran disminución de la mortalidad, la diferencia de la esperanza de vida a favor de las mujeres se amplía cada vez más. Sin embargo, en Cuba, a
32
pesar del alto nivel del mencionado indicador, la referida diferencia no es tan elevada como debía ser. En 1900, la referida diferencia entre los sexos —a favor del sexo femenino— en la esperanza de vida al nacer fue de 3,96 años, en 1960 aumentó ligeramente hasta 4,02 años, al igual que en 1995, cuando sólo creció hasta 4,15 años.
Cuadro 11 CUBA: SUPERVIVENCIA A EDADES ESPECÍFICAS. 1900, 1960 Y 1995 1900
0 1 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 E(0)
1960
1995
H
M
Diferencia
H
M
Diferencia
H
M
Diferencia
1,000 0,757 0,655 0,625 0,606 0,574 0,531 0,487 0,444 0,401 0,355 0,308 0,259 0,209 0,159 0,12 0,071 0,031 31,18
1,000 0,795 0,689 0,661 0,640 0,610 0,570 0,529 0,488 0,447 0,408 0,368 0,325 0,278 0,227 0,172 0,120 0,061 35,14
0,038 0,034 0,036 0,034 0,036 0,039 0,042 0,044 0,046 0,053 0,060 0,066 0,069 0,068 0,060 0,049 0,030 3,96
1,000 0,900 0,910 0,904 0,899 0,891 0,879 0,867 0,851 0,836 0,814 0,785 0,745 0,692 0,620 0,522 0,389 0,220 62,03
1,000 0,946 0,925 0,922 0,918 0,911 0,902 0,892 0,880 0,866 0,848 0,826 0,796 0,755 0,699 0,613 0,487 0,304 66,05
0,016 0,015 0,018 0,019 0,020 0,023 0,025 0,029 0,030 0,034 0,041 0,051 0,063 0,079 0,091 0,098 0,084 4,02
1,000 0,991 0,986 0,984 0,982 0,977 0,969 0,961 0,952 0,940 0,925 0,903 0,873 0,829 0,765 0,676 0,556 0,401 72,22
1,000 0,993 0,989 0,988 0,986 0,983 0,979 0,975 0,970 0,963 0,951 0,936 0,914 0,880 0,830 0,756 0,657 0,514 76,37
0,002 0,003 0,004 0,004 0,006 0,010 0,014 0,018 0,023 0,026 0,033 0,041 0,051 0,065 0,080 0,101 0,113 4,15
Fuente: Velázquez, E. Toir ac, L. 1975; Farnós, A. 1976; Albizu, J.C. 2001.
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Gráfico 6. Cuba. Supervivencia a edades específicas, Hombres.
Fuente: Cuadro 11.
Gráfico 7. Cuba. Supervivencia a edades específicas, Mujeres.
Fuente: Cuadro 11.
Contribución de la fecundidad al cambio Sería interesante realizar un análisis de cohorte de la fecundidad anterior y de la probabilidad de supervivencia hasta la edad de 60-69 para estos niños. Según se señaló por Myers (1985), esto es importante para indicar las personas potenciales que estarían a cargo de los adultos mayores, aún en el futuro.
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El Cuadro 12 confirma lo que se expresó antes, que existió un “baby boom” durante las dos primeras décadas del siglo pasado, y que la tasa global de fecundidad alcanzó un valor muy alto, es decir, 5,76 nacidos vivos tenidos por mujer. Debido a que no se disponía del número medio de hijos tenidos para las mujeres casadas actualmente, se utilizó una medida que es aproximadamente igual a ella, es decir, la tasa global de fecundidad, aunque la última incluye a todas las mujeres, pero, teniendo en cuenta que el siguiente análisis se basa en estimados gruesos, se consideró que podría brindar una idea general. Además, se emplearon tablas de mortalidad de momento, dado que no había disponibles tablas por generación. Cuadro 12 CUBA: NÚMERO MEDIO DE HIJOS DE COHORTES NACIDAS DURANTE 1900-1990. AÑOS SELECCIONADOS Número medio de hijos Año de Año de su 60 nacimiento cumpleaños
1900 1907 1919 1931 1943 1953 1963 1970 1975 1980 1985 1990
1960 1967 1979 1991 2003 2013 2023 2030 2035 2040 2045 2050
Total1
Sobrevivientes a los 602
Cociente (2)/(1)
(1)
(2)
(3)
3,77 5,76 5,76 4,47 3,94 3,61 4,67 3,69 2,74 1,67 1,93 1,83
0,92 1,52 1,73 1,61 2,02 2,32 3,47 2,98 2,28 1,42 1,66 1,56
0,24 0,26 0,30 0,37 0,51 0,64 0,74 0,81 0,83 0,85 0,86 0,85
(1) Se utilizó la tasa global de fecundidad como una medida aproximada del número medio de hijos por mujer. (2)Número medio de los que sobreviven a la edad exacta 60. =
[ B/205
] [ B/205
x 105 x lm60/l m0 +
x 100 x lf60/lf 0
]
donde B= tasa global de fecundidad, y l x = función de sobrevivencia de una tabla de mortalidad de momento. Fuente: Hernández, R. 1997. La Habana, p. 24; CEPD-ONE (2000), p. 60.
35
La declinación de la fecundidad fue moderada, cambiando de 5,76 hijos por mujer en 1919 a 3,61 en 1953. El segundo “baby boom” antes mencionado hizo que este valor se incrementara hasta 4,67 en 1963, mostrando la confianza de las parejas en un futuro nuevo. Un verdadero y acelerado descenso de la fecundidad se alcanzó posteriormente, hasta una tasa global de fecundidad de 1,67 en 1980, la cual es también la misma o menor que la mostrada por las regiones desarrolladas del mundo. El pequeño incremento de 1985, entre otros factores, es el resultado del arribo a la edad reproductiva de las cohortes de niñas nacidas durante el período 1960-1965. Sin embargo, a pesar de este pequeño aumento, la fecundidad continúa por debajo del nivel de reemplazo. El cociente de los que sobreviven a la edad de 60 años en relación con el total de hijos nacidos vivos también indica el descenso de la mortalidad en la columna (3) del cuadro. Este fue de 24 por ciento para 1900 y en 1953 alcanzó el 64 por ciento; el valor de 1980 fue de 85 por ciento.
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III. DISTRIBUCIÓN REGIONAL DE LOS ADULTOS MAYORES. SU MIGRACIÓN INTERNA E INTERNACIONAL 3.1. La distribución regional y la migración interna1 Un rasgo distintivo del proceso de transición demográfica en Cuba en los últimos 40 años ha sido el aceleramiento en el ritmo de envejecimiento de la población, lo que ha estado enmarcado dentro de un proceso creciente de homogeneización social y territorial que ha tenido lugar en el país. No obstante, se pueden apreciar diferencias en el grado de envejecimiento a niveles territoriales, atendiendo a la dinámica de los principales componentes del cambio poblacional en su interrelación con los factores económicos, sociales y culturales de cada uno de los territorios; todo lo cual ha influido en la distribución regional de los adultos mayores. La distribución regional de los adultos mayores durante la última mitad del siglo XX en Cuba se ha caracterizado por los siguientes elementos: • De manera general la población cubana ha experimentado un acelerado proceso de urbanización. En particular la proporción de población de 60 años y más se ha mantenido mayoritariamente concentrada en las zonas urbanas que las zonas rurales. Durante el período 1970-2000, la proporción de población de 60 años y más en la zona urbana se ha incrementado de un 68,1% en 1970 a un 77,6% 1 Este Capítulo fue elaborado en su mayor parte por la Dra. Otilia Barros, Profesora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, a quien le agradecemos su útil colaboración.
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en el año 2000, lo que ha significado un gran reto en la atención especializada a este segmento poblacional. • El comportamiento del índice de masculinidad de la población de 60 años y más refiere una tendencia decreciente. Hasta el año 1981 se encuentra por encima de 100, o sea una mayor proporción de ancianos hombres por cada 100 mujeres, posteriormente y hacia los últimos años la relación se invierte, alcanzándose el año 2000 un índice de 92,7 ancianos por cada 100 ancianas, todo lo cual da cuenta del incremento sostenido del grado de envejecimiento. • En términos generales Ciudad de La Habana, por ser la capital del país, muestra el mayor peso relativo en la distribución geográfica de la población de 60 años y más del país, como resultado del proceso de concentración de la población en este territorio. Le siguen las provincias de Villa Clara, Holguín y Santiago de Cuba. Un aspecto a destacar en la distribución porcentual por provincias de la población de 60 años y más es la dinámica de su comportamiento durante todo el período de análisis. De manera general, para las provincias de La Habana, Ciudad de La Habana, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, y Sancti Spiritus (es decir, las provincias occidentales, con excepción de Pinar del Río, y las provincias centrales) la tendencia hacia el año 2000 es a reducir su peso relativ o en el total de la población de 60 años y más, aunque por encima de las restantes provincias. Mientras, en el resto de los territorios, la tendencia es hacia un aumento del peso relativo en el total de la población de 60 años y más. Esto pudiera ser explicado por el comportamiento territorial del ritmo de incremento anual de este segmento poblacional y de las particulares del proceso de declinación de la fecundidad en estos territorios fundamentalmente. En el caso del primer grupo, en los inicios del período de análisis el incremento anual fue más acelerado, y en el transcurso del tiempo se ha desacelerado, mientras que para el r esto de las provincias el comportamiento es en razón inversa, a tenor con la caída de los niveles de fecundidad como ha sido comentado anteriormente. • Se aprecia un aumento sostenido en la proporción de la población de 60 años y más a nivel del país y en cada una de las provincias, con una marcada homogeneidad. Sin embargo, son apreciables determinados rasgos diferenciales entre las distintas provincias. A nivel del país el peso de la población de 60 años y más se incrementa de un 6,9% en 1953 a 14,3% en el año 2000. Las provincias
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que, a lo largo de todo el período de análisis, se han encontrado por encima de la media nacional son: La Habana, Ciudad de La Habana, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos y Sancti Spiritus. Mientras, por debajo de la media nacional, se han ubicado las provincias de Ciego de Avila y todas las provincias orientales. Tal comportamiento responde, en primer lugar, a las particularidades del proceso de declinación de la mortalidad y la fecundidad en las provincias y en otro orden al fenómeno migratorio interno que ha caracter izado los diferentes territorios del país durante todo el período de análisis. • La movilidad de los ancianos ha estado dirigida primordialmente hacia la provincia de Ciudad de La Habana, por ser la capital del país, donde lógicamente se concentran la mayor cantidad de servicios para satisfacer las necesidades de diversos tipos. Entre los años 1990 y 2000, el peso estructural de los inmigrantes de 60 años y más en el país se ha incrementado de 4,4 % a un 6,3%, lo que se encuentra en estrecha relación con el decrecimiento que se ha producido de migrantes internos entre 15-59 años, a partir del año 1997 aproximadamente, con las regulaciones migratorias hacia la capital del país. Este comportamiento también es observado en la dinámica interna de las diferentes provincias. ¿Cómo se podrian resumir las principales características de la distribución de los ancianos de las diferentes provincias en el año 2000? Para responder a esta interrogante se ha realizado un ejercicio que ha consistido en la construcción de agrupaciones 2 de provincias de acuerdo al comportamiento de un conjunto de indicadores sociodemográficos para el año 2000. Los indicadores seleccionados por provincias son: a) distribución geográfica de la población de 60 años y más, b) proporción de la población de 60 y más, c) índice de envejecimiento Viejos/Jóvenes de la población inmigrante, d) índice de envejecimiento Viejos/Jóvenes de la población total, e) esperanza de vida al nacer7, f) esperanza de vida a la edad de 60 años3, g) grado de urbanización de la población de 60 años y más. Estos indicadores han sido calculados a partir de la información 2 Para la construcción de las agrupaciones se ha utilizado una técnica estadística multivariada denominada Cluster. Para mayores detalles Ver: Manual SSPS versión 10. 3 CEPD. “Estudios de Aspectos Conceptuales, Metodológicos y Aplicaciones de las Tablas de Mortalidad. Cálculo de las tablas de Mortalidad para Cuba y Provincias en 1994-1995”. Oficina Nacional de Estadísticas. Cuba.
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suministrada por la Oficina Nacional de Estadísticas en el Anuario Demográfico del año 2000 El procedimiento utilizado ha permitido determinar, a partir de una prueba de hipótesis de análisis de varianza, cuáles de los indicadores usados para la for mación de las agrupaciones tiene un impacto significativo4 en la diferenciación o delimitación de los grupos. Estos son de acuerdo al orden de importancia los siguientes: Indicadores Proporción de la población de 60 años y más Indicador de V/J de la Población Total Indicador de V/J de la Población Inmigrante Grado de Urbanización de la Población de 60 años y más
F statistic
Significación Estadística
26,104
0,000
23,239
0,000
8,412
0,012
7,019
0,020
Fuente: Salidas del Sistema Estadístico SPSS/PC versión 10.
En el siguiente cuadro se muestra el comportamiento los principales indicadores obtenidos a nivel del grupo de análisis y para las provincias que conforman cada grupo de análisis. Los valores reportados para cada grupo deben ser considerados valores medios dentro de las agrupaciones. De esta forma, se podrán apreciar las principales características homogéneas en cada grupo y enmarcar las diferenciaciones entre los diferentes grupos y sus integrantes.
4
40
Valores de Significación Estadística menores que 0.05.
Cuadro13 PRINCIPALES INDICADORES SOCIODEMOGRÁFICOS SEGÚN GRUPO DE ENVEJECIMIENTO
Distribución Geográfica (%) Proporción 60 y más (%) V/J inmigrantes (%) V/J Población (%) Esperanza de Vida al Nacer (Años) Esperanza de vida 60 años (Años) Grado de Urbanización (%) Distancia *
Grupo 1
Pinar del Río
Ciego de Ávila
Las Tunas
Holguín Granma
Stgo de Guantá Isla de la Cuba namo Juventud
5,0 12 19,9 53,9
6,0 13 22,7 59,8
3,6 14 15,7 64,7
4,1 12 20,0 55,3
8,5 13 21,3 62,5
6,2 12 20,3 52,5
7,9 12 20,6 53,9
3,6 11 18,2 44,0
0,4 9 22,6 38,1
76
75
75
76
77
76
75
76
74
22
21
21
22
22
22
21
22
21
67,2 -
62,6 76,9 57,7 55,6 60,1 72,0 61,8 90,8 8,143 15,375 9,669 15,02 7,380 5,695 11,98 29,06
(Conclusión).
Distribución Geográfica (%) Proporción 60 y más (%) V/J inmigrantes (%) V/J Población (%) Esperanza de Vida al Nacer (Años) Esperanza de vida 60 años (Años) Grado de Urbanización (%) Distancia*
Grupo 2
La Habana
Ciudad Habana Matanzas
Villa Clara
Cienfuegos
Sancti Spiritus
Camagüey
8,5 16 27,8 75,8
6,7 15 23,3 70,9
23,1 17 42,7 86,0
6,1 15 21,5 71,8
8,9 17 30,4 86,7
3,6 15 24,8 69,7
4,6 16 28,4 80,3
6,7 14 23,7 65,3
75
75
74
74
77
76
76
75
21
20
20
20
21
21
22
21
81,8 -
81,5 6,973
100,0 29,52
82,4 8,049
77,5 12,20
80,3 8,584
70,9 12,55
79,8 11,73
Fuente: CEPD 2001. Anuario Demográfico de Cuba 2000. Oficina Nacional de Estadísticas. Salidas del Sistema SPSSPC, Versión 10 (*) Medida estadística matemática que mide cuán cerca o cuán distante se encuentran los miembros con respecto a la media del grupo, en la cual se involucra a todos los indicadores analizados. En este caso se utilizó la distancia euclideana.
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De acuerdo a la tipología elaborada por el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE) para clasificar el grado de envejecimiento de los países a partir de los rangos de los valores del porcentaje de población de 60 año y más, se puede determinar que el Grupo Nº 1 se clasifica como un grupo de envejecimiento de grado II 5 y el Grupo Nº 2 de grado III6 Lo anterior es el resultado del efecto conjunto de los indicadores sociodemográficos de las provincias que componen cada grupo. El primer grupo esta formado por provincias menos envejecidas que el segundo grupo. El Grupo Nº 1 ha quedado formado por las provincias de Pinar del Río, Ciego de Avila, Las Tunas, Holguín, Granma, Santiago de Cuba, Guantánamo, Isla de la Juventud, que son las provincias más rejuvenecidas del país. El Grupo Nº 2 esta formado por las provincias de La Habana, Ciudad de la Habana, Matanzas, Villa Clara, Cienfuegos, Sancti Spiritus, y Camagüey, que son las provincias más envejecidas del país. Obsérvese que en este grupo se encuentran las dos provincias de mayor grado de envejecimiento del país, Villa Clara y Ciudad de La Habana y que obviamente ésta última ejerce una influencia determinante en los resultados obtenidos para este grupo. Cabe destacar que en el año 2000 la provincia de Villa Clara reporta que el 17,1% de la población total con 60 años y más superando ligeramente a Ciudad de La Habana que reporta un 16,9%, lo que, en alguna medida, está relacionado con los efectos de la regulación migratoria hacia la provincia capital del país. No obstante la homogeneidad implícita entre los miembros que componen un mismo grupo, se pueden apreciar desviaciones en el comportamiento de los indicadores de cada uno de los miembros, con respecto a la media de cada grupo, lo que queda medido, desde un punto de vista estadístico, como la distancia a que se encuentra cada miembro con respecto al punto medio de dicho grupo; todo lo cual describe el posicionamiento de los territorios en el grupo en que han sido clasificados. En el Gráfico 8 se muestra el posicionamiento de cada una de las provincias con respecto al punto medio de cada grupo. 5 Grupo de envejecimiento II (GEII): entre el 10 y 15 por ciento de la población de 60 años y más. 6 Grupo de envejecimiento III(GEIII): Mayor del 15 por ciento de la población de 60 años y más.
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Gráfico 8
Fuente: Elaboración de la autora a partir de las salidas del sistema SPSSPC, Versión 10.
Dentro del Grupo Nº 1 el Municipio Especial de la Isla de la Juventud es el territorio que denota un comportamiento más alejado de la media del grupo. Ello está determinado por la baja proporción de la población de 60 años y más y el alto grado de urbanización de la población de 60 años y más con respecto a la media general. Efectivamente, éste es un territorio que denota un menor grado de envejecimiento. Su población de
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60 años y más representa solo representa un 9% del total con un alto grado de urbanización de los adultos mayores. Se aprecia que también se encuentran ligeramente alejadas del punto medio de su grupo las provincias de Cieg o de Ávila y Holguín; los indicadores de mayor influencia en este comportamiento son el índice de envejecimiento V/J y el grado de urbanización de la población de 60 años y más. Ambas provincias refieren una baja tasa global de fecundidad, particularmente la provincia de Holguín es una de las provincias orientales de más baja tasa global de fecundidad. En el caso del Grupo Nº 2 la provincia de Ciudad de La Habana describe un comportamiento más diferente a la media de este grupo. Justamente es en este territorio donde se concentra la mayor cantidad de inmigrantes de 60 años y más, de ahí que reporte un mayor valor del índice de V/J de la población inmigrante, además por ser la capital del país, el 100% de la población de 60 años se ubica dentro de la zona urbana, lo cual al compararse estadísticamente con otras provincias, repercute significativamente Este ejercicio ha permitido constatar el avance del proceso de envejecimiento hacia el interior del país y su marcado carácter homogéneo. No obstante, se observan diferencias en el grado de envejecimiento en las poblaciones de las distintas provincias, a partir de las cuales es posible establecer diferentes grupos de análisis. El proceso de identificar tales grupos es una herramienta de trabajo muy importante a los efectos del proceso planificación económica y social en el país y del establecimiento de las estrategias a nivel macro y micro para garantizar una mayor calidad de vida en los adultos mayores.
3.2. La migración internacional7 La migración internacional, como componente del cambio poblacional, ha jugado un importante rol en la difusión del proceso de transición demográfica en el país. 7 En el desarrollo de del presente inciso han sido tomados apuntes del artículo: Aja D. A. 2001. “La Emigración Cubana entre dos Siglos”. Revista TEMAS No.26, julio – septiembre. La Habana, Cuba.
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En las tres primeras décadas del siglo pasado entraron en Cuba 1,3 millones de inmigrantes, en su mayoría españoles, solteros entre 14 y 45 años, con un nivel de instrucción superior a los nativos de la isla, que con el objetivo de asimilar el nuevo medio y de obtener una mejor solvencia económica, establecieron estrategias de vida, que tuvieron un impacto de significación en el inicio del proceso de declinación de la fecundidad y la mortalidad a principios del siglo XX. En esta etapa se observó un crecimiento demográfico que registró máximos históricos en las primeras décadas del siglo XX. Además se manifestó un componente reproductivo de tipo maltusiano, primero en un retraso del matrimonio y del nacimiento de los hijos, y después en una preferencia por una familia pequeña. La crisis m undial de 1929 a 1933 y el consecuente colapso de la producción azucarera de los primeros años de la década de los 30 da como resultado que el país se convierta de un país de inmigración a uno de emigración, lo que ha continuado hasta nuestros días. En el período 1931 a 1943, la tasa anual de crecimiento demográfico desciende de 26,1 a 1,58 por mil habitantes debido, entre otros factores, al valor negativo que por primera vez asume el saldo migratorio externo, como consecuencia de la repatriación forzada de antillanos, promovida por el gobierno de Gerardo Machado. A ello se une el movimiento poblacional de cubanos hacia el exterior, fundamentalmente hacia los Estados Unidos, por causas políticas, económicas y, en general, de búsquedas de espacios sociales diferentes, en diversos momentos históricos de este período. La magnitud y composición social del flujo emigratorio cubano, a partir de la década de los años 30, sugieren la hipótesis de que, aún sin producirse el triunfo de la Revolución en 1959, la tendencia de la emigración desde la isla hacia los Estados Unidos, y en general hacia diferentes confines del planeta, hubiera alcanzado matices de consideración en la última mitad del siglo XX, y con sujetos migrantes pertenecientes, en esencia, a una población pobre, protagonista de una movilidad poblacional donde el factor económico y social fuera predominante. 8
8 Aja D. A. 2001. “La Emigración Cubana entre dos Siglos”, Ob. Cit. Pérez “La emigración y la Crisis Estructural de la República,1946 –1958, Temas, no.24 –25, enero- junio del 2001, p. 85.
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El triunfo de la Revolución Cubana en el año 1959 marca cambios en el patrón tradicional de la migración internacional. Estados Unidos se mantiene como el principal receptor de los emigrados cubanos y, en menor grado, otros como Venezuela, México y España. Estos cambios están determinados por los elementos políticos y económicos dentro de la evolución del proceso revolucionario así como por el marco contradictorio en que se han venido desarrollando las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. La primera oleada migratoria después de 1959 hacia los Estados Unidos se encuentra compuesta por la gran burguesía, los terratenientes y sus seguidores, que, descontentos con los profundos cambios introducidos por el gobierno revolucionario cubano de carácter popular, deciden abandonar el país. A ésta continua con otras, cuya motivación política, económica y de reunificación familiar están en función de las etapas y flujos migratorios. Estados Unidos ha manejado el factor migratorio como un elemento central de su política de hostigamiento contra Cuba. En este marco se inscribe el Programa de Refugiados Cubanos a inicios de los 60 y la Ley de Ajuste Cubano de 1966, con esto se le otorga tratamiento de refugiado político al inmigrante cubano, política vigente hasta nuestros días. A partir de la Crisis de Octubre de 1962, se suspende, de manera casi absoluta, la posibilidad de viajar hacia los Estados Unidos, como parte de la manipulación política del tema migratorio. Ello se complementa con el bloqueo, todo lo cual trajo como consecuencia las oleadas migratorias, tales como Camarioca, en 1965; Mariel, en 1980 y la llamada “Crisis de los Balseros” de 1994, que dieron lugar a conversaciones que han tenido por resultado la adopción de vías para la normalización legal. La politización e ideologización que asume el tema migratorio entre Cuba y los Estados Unidos han determinado que el acto de emigrar, fundamentalmente de forma definitiva, toma significado de “abandono de la patria”, lo que a los efectos de la política migratoria del país significa un viaje sin retorno para vivir nuevamente en el país natal; esto influye de diferentes maneras en la sociedad cubana, provocando serias afectaciones e incluso la ruptura de lazos familiares, que han condicionado subsiguientes emigraciones.
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El proceso emigratorio cubano se puede estudiar en diferentes etapas o ciclos, con flujos que se diferencian en el orden cualitativo y cuantitativo, de acuerdo con sus rasgos sociodemográficos y motivaciones. Es importante señalar el carácter multicausal que históricamente ha tenido el flujo emigratorio, su vinculación con factores internos de la sociedad cubana, tales como las transformaciones políticas y económicas y las contradicciones socioclasistas que se producen, unido a la ruptura de la relación familiar. Gráfico 9
Fuente: CEPD 2001. Anuario Demográfico de Cuba, 2000”, tabla VI.2, p. 133. Oficina Nacional de Estadísticas.
Durante el período 1988-2000, el saldo migratorio externo continuó siendo negativo con un monto de 245.248 personas, con una proporción de 52,2 mujeres por cada 100 hombres. En total, durante el período 19602000 el saldo migratorio externo negativo ha sido de un monto de 1.065.962 personas, con un total de 533.557 hombres y 532.405 mujeres, para un índice de masculinidad de 100. El gráfico 9 muestra ese comportamiento para todo el período mencionado. En sentido general, el flujo emigratorio se ha caracterizado por estar compuesto por personas jóvenes. Según el censo del año 2000 de los Estados Unidos, las personas de origen cubano en este país ascienden a 1.241.685. de las cuales cerca de un millón nacieron en la isla. O sea que, con relación al año 1990, se observa un incremento de 197.753 personas;
47
determinado por los nacimientos y la inmigración en los últimos cinco años. La edad mediana es de 39 años, la que supera en seis veces a la población estadounidense y en trece a la de los otros países. El grupo etario más representado está entre los 30 y 59 años (41,4% de la población total), en segundo lugar figuran los que tienen 60 años y más (22,4% de la población total), luego se ubican los jóvenes entre 15 y 29 años, que constituyen el 15,6% de la población total. Por ende, este flujo emigratorio unido al proceso de declinación de los niveles de fecundidad y mortalidad en el país, ha coadyuvado a la desaceleración del ritmo de cr ecimiento de la población cubana y del envejecimiento de su población; todo lo cual da muestras del arribo del país a una etapa avanzada del proceso de transición demográfica. Gráfico 10. Cuba: Tasas del saldo migratorio externo negativo (promedio quinquenal) e índice de masculinidad. 1960-2000
Fuente: Elaborado a par tir de CEPD/ONE (2001), p. 133.
En la década de los años 90 se promueven un conjunto de cambios, que permiten observar diferencias demográficas, económicas, sociales y políticas con respecto a otras oleadas emigratorias. Hay un mayor predominio de elementos económicos (incluyendo la movilidad laboral) en combinación con factores de orden político, y otros como reunificación familiar y desconfianza en el proyecto social de la Revolución para salir de la crisis en el Período Especial.
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A partir del año 1993 se comienza a observar un cambio en la estructura por sexo de la migración neta internacional. Antes de 1993 los hombres tenían el peso mayoritario (alrededor de un 56%); en los años subsiguientes las mujeres pasan a ocupar el primer lugar por sexo con un 53%. Además se puede observar el incremento de la tasa del saldo migratorio externo, fundamentalmente a partir del año 1995, posterior a la firma del último acuerdo migratorio entre Cuba y los Estados Unidos, lo cual es un reflejo del cambio en el monto de las salidas legales con relación a las ilegales. En el año 1995, estudios del potencial migratorio externo, cuyos resultados pueden ser ratificados a partir de la inscripción en los últimos años en el sorteo o lotería para inmigrar hacia los Estados Unidos, amparados en los acuerdos migratorios de 1994, plantean la existencia de un alto potencial migratorio exter no a partir de los móviles expresados anteriormente, cuyos rasgos sociodemográf icos son: sujetos jóvenes menores de cuarenta años, mayormente entre los 25 y los 35 años, de raza blanca y sexo masculino, de modo predominante, aunque existe una mayor cifra de mujeres que en oleadas anteriores. Otro rasgo característico actual es el proceso de diversificación de los destinos de emigrantes cubanos hacia diferentes partes del planeta, como resultado de una flexibilización de la política migratoria del país, manifestado en un aumento de los permisos de contratos de trabajo en el extranjero, matrimonios con extranjeros, rasgos familiares, etc. Estos procesos tienen lugar en una coyuntura política, económica y social tanto a lo interno como a lo externo del país totalmente diferente. Desde el punto de vista externo, aún con la intransigencia del exilio histórico y del accionar de la derecha y ultraderecha miamense, demostrada con los sucesos del niño Elián González, se vienen registrando cambios (en especial en el Miami cubano) que reflejan una profundización de la heterogeneidad política e ideológica, con una tendencia que pudiera conducir a la moderación. La apertura cultural y los vínculos familiares, incluyendo el tema de la remesa, son elementos y canales básicos en este proceso. Hoy el país se encuentra en una etapa avanzada de su transición demográfica, caracterizada por un lento crecimiento poblacional y un franco proceso de envejecimiento, todo lo cual trae aparejado nuevos retos en el
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plano económico, cultural, educacional que pudieran determinar mayor incidencia de la componente migratoria dentro del análisis de la evolución la población El siguiente gráfico describe la tendencia de la tasa de crecimiento natural y del saldo migratorio externo en el período 1960 - 2000. Obsérvese que durante las primeras oleadas migratorias el país reportaba un considerable crecimiento natural (factor determinante del crecimiento total de la población), lo que presupone una velocidad de crecimiento mayor, que lo reportado en la etapa actual, y un rejuvenecimiento de la población. Gráfico 11. Cuba: Tasas de Crecimiento Natural y Tasa del Saldo Migratorio Externo. Promedio 1960-2000
1999
1997
1995
1993
1991
1989
1987
1985
1983
1981
1975
1965
1960
Fuente: INSIE 1992. Anuario Demográfico de Cuba 1990, tabla I.4 p. 37. Comité Estatal de Estadísticas. CEPD, 2001. Anuario Demográfico de Cuba 2000 Tabla I.4 y Tabla VI.2, pp 5 y 133, respectivamente. Oficina Nacional de Estadísticas
Sin embargo, como resultado del proceso de declinación de la natalidad y la mortalidad, la tasa de crecimiento natural se ha reducido sustancialmente, lo que quiere decir que el crecimiento de la población es prácticamente nulo y por ende el grado de envejecimiento de la población es
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mayor. Debe esperarse, desde un punto de vista perspectivo, que el envejecimiento de la población para el siglo XXI se convierta en un proceso irreversible con una marcada tendencia a su aceleración, lo que presupone mayores desequilibrios en el ritmo de crecimiento de los distintos grupos poblacionales (población en edad laboral, mujeres en edad fértil, profesionales y técnicos, etc.), los cuales, a su vez, reportan los mayores flujos emigratorios; por lo que ello coadyuvará a que el reemplazo natural de la población anciana por la joven será cada vez más difícil. Por esta razón en los momentos actuales y futuros, la pérdida definitiva de efectivos jóvenes de la población a cuenta de la migración internacional, de acuerdo a lo planteado en los acuerdos migratorios de 1994, y de la política migratoria vigente en el país, tiene impactos muy diferentes a los planteados con las primeras oleadas migratorias. Además, una parte considerable de las personas que en los próximos años emigrarán ha brán vivido un mayor tiempo dentro del proceso de la revolución cubana, de ahí que sus características socioclasistas y demográficas sean diferentes a las de las primeras oleadas, por lo que se derivarán nuevos y diferentes impactos en la configuración de la emigración cubana en los Estados Unidos así como en otros lugares de asentamientos significativos de cubanos. Estos elementos ponen de manifiesto la necesidad evaluar la componente migratoria desde una óptica económica, política y demográficamente diferente a momentos anteriores. En este sentido, reviste una gran significación par a Cuba continuar la revisión de la política migratoria y la política de Cuba hacia la emigración, sobre la base del mantenimiento de los principios esenciales de nuestro proceso revolucionario. Si bien este proceso ya ha sido iniciado en los últimos diez años, se requiere lograr una tendencia más dinámica. En este marco adquieren una vital importancia los reajustes relacionados principalmente con: • El posible replanteo de la emigración definitiva hacia una temporal, tomando en cuenta las diferencias en el impacto del control de las fronteras nacionales sobre determinados sectores de profesionales, académicos e intelectuales.
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• La revisión de las definiciones del acto de emigrar como abandono de la patria. • La salida definitiva sin retorno y el proceso de normalización de las relaciones con la emigración. Lo anterior facilitaría un mejor desarrollo armónico de los diferentes grupos poblacionales, a favor de un mejor balance sociodemográfico al interior de la sociedad cubana y propiciaría el necesario flujo de cubanos en el mundo en contraposición a una emigración definitiva, con las consecuencias negativas que, desde todos los ángulos, tiene para el país.
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IV. FAMILIA, HOGAR Y VIVIENDA 4.1. Estado conyugal Con el aumento de la edad, también se eleva el monto de adultos mayores que ha perdido su pareja y, paralelamente, el vivir de manera solitaria, sin su compañero o compañera de toda la vida, lo cual implica un alto costo emocional para ellos y es, a su vez, un hecho social bastante agudo que afecta tanto a su posición en la familia como en la sociedad y se manifiesta en la disminución de sus funciones en la misma. Según se ha señalado, “la composición de la población anciana con relación al estado conyugal está influida por patrones complejos de formación y disolución de la familia, que varía a través de varios contextos culturales, así como por la importante limitación impuesta por la mortalidad diferencial de hombres y mujeres” (Myers, G.C. 1990: 90). En cuanto a la dinámica del estado conyugal que refleja el Cuadro 14, puede observarse que, aunque en términos absolutos el número de divorciados no es muy importante, sus incrementos para los adultos mayores van adquiriendo relevancia. En 1970, los ancianos divorciados representaban 6 veces los de 1953.
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Cuadro 14 CUBA: CAMBIOS EN LA DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN DE 65 AÑOS Y MÁS, SEGÚN ESTADO CONYUGAL. 1953-1995. VALORES ABSOLUTOS EN MILES DE PERSONAS Y PORCENTAJES
%
Unión cons.
%
Solteros
%
Viudos
%
Divorciados
%
Total
68,6 126,8 194,1 287,9
52,4 47,7 51,3 51,3
15,9 44,3 70,2 91,6
12,2 16,2 18,5 16,3
20,6 53,3 49,1 41,9
15,8 19,9 13,0 7,5
24,6 36,7 51,5 93,6
18,8 13,7 13,6 16,7
1,1 6,8 13,6 45,9
0,8 2,5 3,6 8,2
130,8 267,9 378,5 560,9
32,4 68,7 121,2 183,7
27,8 30,5 33,2 32,0
8,5 20,4 37,3 52,0
7,3 8,7 10,3 9,0
10,8 27,6 31,9 40,5
11,9 12,1 8,8 7,0
60,8 102,4 155,8 244,7
52,0 45,0 42,8 42,6
1,2 8,4 17,7 53,8
1,0 3,7 4,9 9,4
113,7 227,5 363,9 574,7
Años Casados Hombres 1953 1970 1981 1995 Mujeres 1953 1970 1981 1995
Nota: La población separ ada en 1981 se agrupó con la población casada. Fuente: 1953, 1970 y 1981: Censos de Población cubanos . 1995: ENMI, 1995.
Las mujeres también muestran cambios bastante apreciables. Las facilidades de divorcio introducidas después de 1959 son uno de los hechos que contribuyeron a este comportamiento. En la mayoría de los países latinoamericanos las uniones consensuales reflejan altas proporciones y Cuba no es la excepción de ese comportamiento, debido quizás a que se han ido superando los tabúes en cuanto a este estado conyugal, sus valores han ido creciendo. También cabe suponer, como es lógico esperar, un mejoramiento en la declaración del referido estado conyugal. Los adultos mayores que viven sin compañía, desde el punto de vista conyugal, se ven afectados social y psicológicamente. Según se aprecia en el Cuadro 15, las proporciones de no casados se incrementan a medida que aumenta la edad. A partir de los 60 años, estas proporciones son más elevadas para las mujeres que para los hombres.
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Esta diferencia es mayor a edades avanzadas. Una de las razones de ello es la sobremortalidad masculina.
Cuadro 15 CUBA: ESTADO CONYUGAL DE LA POBLACIÓN DE 60 AÑOS Y MÁS, POR SEXO Y GRUPOS DE EDAD. 1953, 1970, 1981 Y 1995. P ORCENTAJES
Grupos de edad
1953
1970
1981
1995
No Casados casados
No Casados casados
No Casados casados
No Casados casados
Hombres 60 + 60-64 65-69 70-74 75 +
67,8 75,0 70,4 65,1 54,9
32,2 25,0 29,6 34,9 45,1
67,3 75,7 69,1 61,7 55,4
32,7 24,3 30,9 38,7 44,6
68,5 75,0 73,2 68,6 55,8
31,5 25,0 26,8 31,4 44,2
70,2 77,4 73,8 69,9 61,0
29,8 22,6 26,2 30,1 39,0
54,0 38,4 47,1 51,8 77,0
46,3 61,8 53,0 47,6 27,4
53,7 38,2 47,0 52,4 72,6
Mujeres 60 + 60-64 65-69 70-74 75 +
42,4 54,9 45,5 34,4 22,1
57,6 45,1 54,5 65,6 77,9
46,7 60,8 49,5 38,0 25,5
54,4 39,2 50,5 62,0 74,5
46,0 61,6 52,9 48,2 23,0
Nota: Casados incluye los unidos consensualmente. No casados incluye el resto de los estados conyugales. Fuente: Hernández, R. 1997; CEDEM/IPF/ONE, 1995.
Esto se asocia con el hecho de que las mujeres generalmente se casan con hombres más jóvenes que ellas y también a la práctica más extendida del re-matrimonio entre los hombres que entre las mujeres. En el tiempo, se nota una tendencia decreciente en las proporciones de no casados, la cual se acentúa algo más para el caso de las mujeres. Adicionalmente, cabe señalar que este abismo se hace más amplio a medida que aumenta la edad, hasta el punto que casi cuatro quintas partes de las mujeres eran no casadas durante el período de estudio. Según se había comentado antes, aquí se reitera el efecto de la sobremortalidad masculi-
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na, el cual crea desequilibrios entr e los sexos a edades avanzadas, y también problemas para la sociedad, asociados, por ejemplo, con las altas proporciones de viudas y una necesidad de dedicarle mayor atención a sus problemas. Los aspectos antes discutidos permiten apreciar que el vivir “sola” es principalmente el destino de las ancianas. Sin embargo, ellas son mejor consideradas entre sus parientes y existe más compromiso hacia ellas, además de ser más independientes en el hogar, sus actividades han estado asociadas con las tareas domésticas y de la vida diaria en el mismo. Independientemente de lo antes expresado, cabe resaltar que la mujer de edad avanzada se halla en una posición mucho más difícil que la de los hombres, lo cual debe tenerse presente por las autoridades competentes.
4.2. Estructura del hogar – arreglos de vida Uno de los aspectos de más importancia en el estudio del envejecimiento de la población es el relativo al papel del adulto mayor dentro del seno familiar, a los efectos de determinar hasta qué punto los mismos comienzan a perder su independencia, lo cual implica que se conviertan en una carga para otros miembr os de la referida familia, en primer término para sus hijos.
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Cuadro 16 CUBA: RELACIÓN CON EL JEFE DEL HOGAR. POBLACIÓN DE 60 AÑOS Y MÁS, POR GRUPOS DE EDAD. 1981 Y 1995. P ORCENTAJES 60 – 64
65 – 69
70 – 74
75 – 79
80 – 84
85 +
1981 1995 1981 1995 1981 1995 1981 1995 1981 1995 1981 1995 Hombres Jefe Esposa Pariente del jefe (a) De ellos: Padres o suegros Otros parientes Otros no parientes Miembros de colectividades
83,7 79,9 83,3 82,3 81,4 82,3 77,9 80,6 71,0 81,1 58,8 68,4 5,1 10,5 4,6 9,2 4,0 5,6 3,4 6,7 3,3 3,5 2,5 2,6 3,6 3,8 4,3 2,7 6,3 3,8 9,3 4,4 13,3 8,0 24,5 14,0 2,0 5,4 1,5 0,6
1,3 4,5 1,3 -
3,6 1,7 6,1 3,2 5,4 5,0 5,5 5,2 1,7 0,8 1,8 3,1 0,6 - 0,9 -
9,2 4,4 13,2 6,8 24,4 13,5 5,3 9,5 5,5 5,0 6,1 10,4 2,4 3,1 3,6 2,4 3,4 4,7 1,7 - 3,4 - 4,7 -
Mujeres Jefe Esposa Pariente del jefe (a) De ellos: Padres o suegros Otros parientes Otros no parientes Miembros de colectividades
34,4 41,9 38,2 47,0 41,8 44,8 44,5 46,4 44,1 44,3 36,0 43,3 51,8 49,3 44,0 41,0 34,1 39,1 22,3 30,0 12,2 20,7 5,4 5,7 7,9 4,8 10,7 5,9 15,4 8,5 22,7 11,0 30,2 19,3 42,7 30,5 6,4 4,7 1,0 0,2
3,0 2,6 1,4 -
10,1 5,1 15,1 8,3 22,6 10,7 30,1 18,9 42,7 29,1 5,6 4,7 6,9 9,5 8,0 9,5 9,4 12,1 11,0 17,1 1,1 1,4 1,2 3,1 1,6 3,1 2,3 0,4 3,1 3,4 0,3 - 0,5 0,9 - 1,8 - 2,9 -
(a): Incluye hijos (hijas), yernos o nueras, nietos o nietas y padres o suegros (suegras). Fuente: Hernández, R. 1997; CEDEM/IPF/ONE (1995).
Según se aprecia en el cuadro, en la medida que los hombres envejecen, disminuye su peso relativo como jefes de familia. Tanto en 1981 como en 1995, los que se encuentran en el grupo quinquenal de 60-64 años representan alrededor del 80 por ciento; sin embargo, dicho valor declina bastante cuando alcanzan 85 años y más de edad en el año 1981, pero dicho decrecimiento es bastante menor en 1995. Es posible que el “período especial” haya tenido su influencia en este cambio, debido a un cierto realce de la importancia de estas personas, cuando el resto de las personas del núcleo familiar hayan tenido que ocuparse de otras cuestiones. Pero, en resumen, en mayor o menor grado, el resultado final es que van siendo más y más
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dependientes. Las esposas mostraron una pequeña proporción en 1981, con una duplicación en 1995, debido quizás a las mismas razones señaladas para los cambios en los jefes de núcleo. No obstante, a los 85 años y más, los valores de ambos años son muy similares. Otro aspecto de interés se refiere a cómo ganan en importancia los parientes del jefe, con el aumento de la edad; efecto, en 1981 éstos cambian de 3,6% a 24,5%, en tanto que en 1995 el cambio es bastante menos brusco: pasan de 3,8% a 14%. Las adultas mayores muestran, por otra parte, una mayor diversidad en cuanto a la jefatura del núcleo, en comparación con los hombres. Así, los jefes y las esposas siguen un patrón opuesto. Aunque en Cuba se han experimentado cambios en cuanto al machismo, éstos han alcanzado en menor medida a las edades avanzadas, por lo que debido a dichas tradiciones las tasas de jefatura son superiores en el sexo masculino, en comparación con el femenino. Sin embargo, debido a los avances antes mencionados, las proporciones de jefas se incr ementan con la edad desde los 60-64 años hasta los 80-84 años de edad, con una declinación con relación al último grupo de edades en 1981 y relativamente poca variación en este sentido, con relación al año de 1995. El comportamiento antes descrito se relaciona, fundamentalmente, con la sobremortalidad masculina y tal vez los re-matrimonios de los hombres adultos mayores. En los dos primeros grupos de edades, los esposos muestran mayores valores que las jefas, pero a edades avanzadas su importancia decrece bastante, excepto en el caso de 1995, lo que podría deberse quizás a algunos problemas aleatorios diferenciales en la Encuesta Nacional de Migraciones Internas, que es la fuente empleada para ese año. La mayor supervivencia de las mujeres también puede haber contribuido a que ellas muestren proporciones de padres o suegros(as) superiores a las masculinas. Debido quizás a la misma razón, los otros parientes femeninos alcanzan mayores valores que para los hombres. La conclusión general para las mujeres es que ellas son más dependientes a edades avanzadas que los hombres y que ellas tienen que cuidar no sólo a sus propios esposos, sino a otros parientes. En otras palabras, con el aumento de la edad, el cuidado de adultos mayores se hace mayor y más importante entre sus responsabilidades. En las páginas anteriores se brindaron infor maciones que incluyen el año de 1995, basadas en la Encuesta Nacional de Migraciones Internas,
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levantada en ese año. Ello fue posible al utilizar el cuestionario de núcleo de la misma, que comprendió a la población de todas las edades, pero abarcó sólo un pequeño número de variables. Sin embargo, debido a lo anterior, los tópicos que se discutan en adelante, así como algunos de páginas anteriores, sólo llegan hasta 1981, que es el último censo levantado en el país, ya que el siguiente se llevó a cabo en el año 2002. La relación con el jefe de familia o del hogar a edades avanzadas también se puede estudiar según el estado conyugal, como muestra el siguiente cuadro.
Cuadro 17 CUBA: RELACIÓN CON EL JEFE DEL HOGAR SEGÚN ESTADO CONYUGAL Y ESTADO CONYUGAL SEGÚN RELACIÓN CON EL JEFE DEL HOGAR. P OBLACIÓN DE 60 AÑOS, POR SEXO. 1981. PORCENTAJES Relación con el jefe del hogar por estado conyugal HOMBRES Jefe Esposa Parientes del jefe (a) De ellos: Padres o suegros (a) Otros no parientes Total
Casados Solteros Viudos Divorc. 88,6 6,3 4,7
58,9 0,0 32,9
69,5 0,0 28,2
68,5 0,0 26,0
Estado conyugal según relación con el jefe del hogar Total Casados Solteros Viudos Divorc. Total 81,4 4,4 12,3
75,4 0,0 26,3
8,6 0,0 31,9
9,3 0,0 24,9
6,7 0,0 16,9
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
3,2 1,4 0,5 8,2 100,0 100,0
22,8 14,0 2,3 5,5 100,0 100,0
6,0 37,4 2,0 15,9 100,0 69,3
2,8 48,9 11,9
41,2 12,8 10,9
18,7 22,4 8,0
10,9 81,8 6,9
65,2 0,0 33,3
39,1 37,8 21,8
12,9 100,0 14,7
10,1 0,0 16,8
59,8 0,0 54,9
17,1 100,0 0,0 100,0 13,6 100,0
14,6 16,6 1,3 12,6 100,0 46,2
1,7 28,4 8,0
67,9 38,5 35,9
13,7 20,6 9,9
MUJERES Jefa Esposo Parientes del jefe (a) De ellos: Padres o suegros (a) Otros no parientes Total
49,7 0,0 45,6
5,3 3,2 0,4 4,7 100,0 100,0
67,4 0,0 29,8
27,7 20,3 1,4 2,7 100,0 100,0
100,0 100,0 100,0
(a): Incluye hijos (hijas), nueras, yernos, nietos, nietas y padres o suegros (a). Fuente:CEE. Censo de Población de 1981.
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La primera parte del cuadro brinda la distribución porcentual de la relación con el jefe del hogar dentro de cada estado conyugal y la segunda, la distribución porcentual del estado conyugal por relación con el jefe del hogar. En otras palabras, porcentajes verticales en primer término, y en segundo, porcentajes horizontales. La distribución porcentual de cada estado conyugal revela que el 88,6% de todos los adultos mayores casados son jefes del hogar, lo cual contrasta con solamente el 10,9% en el caso de las mujeres. Según se indicó anteriormente, el porcentaje de esposos de la jefa del hogar se comporta en la dirección opuesta a la anterior. Para los hombres, sólo el 6,3% son esposas, pero las mujeres muestran un 81,8% de esposos. En este estado conyugal, el resto de las categorías no es tan importante. Los porcentajes de jefes para los hombres solteros son bastante bajos, comparados con los casados, al reflejar sólo el 58,9%; este hecho los hace económicamente más dependientes. Por otra parte, las ancianas solteras muestran un valor casi cinco veces superior que el de las casadas, con un 49,7%. El comportamiento de los hombres parece lógico, debido a que generalmente los ancianos masculinos tienden a ser, principalmente, los jefes. El valor bastante alto para las mujeres tiene su explicación en el hecho de que ellas llevan a cabo la mayor parte de las tareas domésticas, en ausencia de un marido anciano. El aspecto más significativo para los hombres y mujeres es el de los impresionantes porcentajes de parientes del jefe, con 32,9% y 45,6% respectivamente, lo cual significa que la vida en un hogar con esa característica podría no ser fácil, especialmente para los ancianos, y particularmente para las ancianas. La distribución porcentual de los ancianos viudos(as) y divorciados(as) es bastante similar, reflejando que entre el 65 y el 69 por ciento son jefes. En ambas categorías, los parientes del jefe muestran valores cercanos al 30 por ciento, tanto para hombres como para mujeres. Otra particularidad es que entre los parientes del jefe, los padres o suegros presentan valores bastante altos para los hombres y en especial para las mujeres. Desde el punto de vista de la distribución porcentual de cada estado conyugal según la relación con el jefe del hogar, en el cuadro citado puede observarse que tres cuartos de los todos los jefes ancianos mascu-
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linos están casados, y en el resto de las categorías muestran porcentajes que se mueven en un rango entre 6% y 9% por ciento. Asimismo, el papel de cuidadora para las mujeres ancianas también se refleja por el hecho de que de todas las mujeres con padres o suegros, el 67,8% es viuda, así como el 38,5% de todos los no parientes. Por otra parte, al estudiar la posición del anciano dentro de la familia, es necesario tener en cuenta que, según se ha indicado, “la pertenencia a una generación u otra en la f amilia es uno de los determinantes claves de su posición dentro del sistema de interrelaciones de la familia, o sea, su status, roles y funciones, así como las expectativas de la familia para él” (Sachuk, Panina y Lakiza-Sachuk, 1984: 11). Lo anteriormente señalado se pone de manifiesto al analizar el comportamiento de las tasas de jefatura de los adultos mayores, pues se ratifica cómo dichas personas van perdiendo su autoridad como jefes, a medida que avanza su edad, aunque se producen oscilaciones en los diferentes grupos de edades y sexos, según reflejan las infor maciones de los censos de 1953, 1970 y 1981. Durante el período antes mencionado, en este segmento de la población, las tasas aumentaron y los más fuertes incrementos ocurren desde los setenta años, como consecuencia del envejecimiento de la población y que se refleja a su vez en el crecimiento de la edad mediana de los jefes de núcleo desde 43,3 años en 1953 a 46,7 años en 1981 (CEE, 1982: 7). Por sexos y para los grupos quinquenales de 60-64 hasta 80-84 años y el grupo de 85 años y más, las tasas presentan sólo pequeñas oscilaciones para los hombres y un incremento sostenido para las mujeres. No obstante, a pesar de la sostenida declinación en los hombres ancianos, sus tasas siempre superan las femeninas. Ello podría estar asociado con la posición que tradicionalmente ocupaba la mujer dentro de la familia y la sociedad cubana antes de 1959, en situación económicamente dependiente de alguna persona del sexo masculino, padre o esposo en lo fundamental y el papel de ama de casa que le era asignado. Lamentablemente, en este sentido, los cambios no han sido tan espectaculares. Los valores de las tasas masculinas superan en 1981 los de 1970 a partir de los 70 años, mientras que, uniformemente, las tasas de estos años superan las de 1953.
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Las tasas de las ancianas, por otra parte, presentan una tendencia creciente, principalmente a edades avanzadas, comenzando a los 75 años, donde las tasas de jefatura son superiores: por encima del 40%, como un ejemplo del avance de una sociedad en que la mujer, aún vieja, va asumiendo mayor importancia.
4.3. Institucionalización En Cuba, la atención a los hogares de ancianos está incluida en la Ley de Seguridad Social vigente. Ellos tienen acceso a estos hogares a partir de la edad de retiro y sus características básicas son las de tratar de hacerles sentir que están en su casa; además, se pretende que se puedan valer por sí mismos. Estas unidades de asistencia social del país se han incrementado considerablemente, como parte de los esfuerzos por satisfacer las necesidades de este segmento de la población. Sin embargo, cabe señalar que, a pesar del crecimiento que han registrado las referidas unidades, todavía están muy lejos de satisfacer las crecientes necesidades de dicha población, lo cual está asociado, entre otros factores, con el explosivo crecimiento de los adultos mayores en los últimos años.
Cuadro 18 CUBA: UNIDADES DE ASISTENCIA SOCIAL DEL MINISTERIO DE SALUD PÚBLICA Y SU DINÁMICA. 1965-2001. AÑOS SELECCIONADOS. VALORES ABSOLUTOS Y PORCENTAJES DE CRECIMIENTO
Unidades/Años Hogares de ancianos Hogares de impedidos físicos y mentales
1965 1970 1975 1980 1984 1990 2001 29
40
48
74
98
155
295
1
6
6
10
18
24
32
100
138
166
255
338
534 1017
100
600
600 1.000 1.800 2.400 3.200
Dinámica (%) Hogares de ancianos Hogares de impedidos físicos y mentales
Fuente: Elaborado sobre la base de: CEE, 1990: 526-527; MINSAP, 1991 y MINSAP, 2002.
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Además de los hogares de ancianos se han creado las llamadas “Casas del Abuelo” u hogares diurnos, donde el anciano, con un régimen semiinterno, realiza actividades recreativas, físicas y sociales, que inciden positivamente en su salud. Del total de hogares de ancianos existentes en 1999, ya se alcanzaba una cifra de 96 hogares diurnos. El desvelo por las personas de edad avanzada se orienta hacia la protección de su salud y seguridad social, aunque también se trabaja en otras líneas. Ejemplo de ello es lograr que ingresen en los Hogares de Ancianos sólo aquellos que verdaderamente lo requieren y perfeccionar los mecanismos que faciliten una atención directa y esmerada a las personas más necesitadas, por sus condiciones físicas o síquicas, o por carácter de amparo familiar. Al comienzo de la Revolución, es decir, en 1959, los hogares de ancianos eran gratuitos. Desde 1984 ellos se cobran, pero sólo para nuevos ingresos. El adulto mayor recibe los beneficios de tales instituciones y los pagan siempre que tengan garantizado un ingreso mínimo, mensualmente, para sus propios gastos. En estos hogares reciben todo lo necesario, a pesar de que sólo pagan una pequeña parte de los beneficios que obtienen. Las tarifas ascienden a 60 pesos para los internos y 35 pesos para los semi-internos en los hogares de tipo A; en los de tipo B los valores son de 40 para los internos y 25 para los de tipo B (Hernández, R. 1988; p. 265). Los hogares de tipo A son aquellos construidos después de 1959, por tanto, sus características son más modernas y gozan de mayores comodidades; los de tipo B son los que están ubicados en construcciones más antiguas, habilitados para pr estar estos servicios. En los centros antes mencionados se prestan los siguientes servicios: albergue, alimentación, vestuario, artículos de uso personal, servicios de peluquería, barbería, lavandería y tintorería, además de asistencia médica y la ergoterapia. A su vez, los adultos mayores que no poseen ingresos, ni familiares que puedan efectuar el pago, la asistencia social les otorga una cuota de diez pesos para sus gastos personales, sin cobrarles por los servicios que se les presta en dicha institución. A pesar de los esfuerzos realizados, existen dificultades con los Hogares de Ancianos, porque el monto de plazas es insuficiente con rela-
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ción a las solicitudes, principalmente en la provincia Ciudad de La Habana, debido a que en ella se concentra cerca del 25% de todos los adultos mayores del país. Según se aprecia en el cuadro anterior, el ritmo de construcción de estas instituciones es enorme, pero toda vía son insuficientes para cubrir todas las necesidades. En 1970, el monto de adultos mayores institucionalizados fue de 5.601 personas, los cuales representaban 7 por mil habitantes de 60 años y más. En 1999 fueron 12.688 y 8,8 por mil; de éstos 4.443 estaban disfrutando los hogares a tiempo parcial o diurnos, o sea, Casas del Abuelo. Debido al régimen interno que tienen en dichos hogares, los adultos mayores, al estar separados de su familia, se sienten muy solos, inútiles; esto los deprime, afectándole su salud. Para tratar de paliar esta situación, se crearon las Casas del Abuelo u Hogares Diurnos, mencionados antes. En las mismas, ellos no pierden el vínculo familiar; algunas de estas instituciones poseen transporte para prestarles este servicio. En general, atienden no más de 30 ó 40 personas y se les brinda merienda, almuerzo, asistencia médica una o dos veces por semana, hasta la tarde, en que regresan a sus casas. En las mencionadas instituciones se realizan actividades recreativas, terapéuticas, físicas y mentales; se les asignan responsabilidades a cada uno; en ellas es requisito indispensable que la persona se pueda valer, que no esté incapacitada; en algunas de ellas se realizan trabajos de artesanía. Otra iniciativa que se generalizó en la capital del país fue la de crear los Círculos de Abuelos, al nivel de policlínico. Estos son atendidos por los Departamentos de Psicometría de los mismos. Su objetivo es el de trabajar con las personas de 60 años y más, e incorporarlos a diversas actividades sociales; paralelamente se atiende su salud física y mental, a través de consultas médicas y del Departamento de Psicología, evaluando de esta forma el estado emocional de los pacientes y los problemas que los aquejan. En tales círculos, los adultos mayores se organizan con su propio ejecutivo y se programan paseos, proyección de filmes, debates sobre los mismos, fiestas, visitas a lugares de interés y recreación, además de otras actividades.
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4.4. Características de las viviendas de los adultos mayores Aunque los censos cubanos no brindan información sobre las características de la vivienda por grupos de edades, pero teniendo en cuenta que el 75% de las personas de 60 años y más residen en las áreas urbanas, los datos sobre las condiciones de vivienda de dichas áreas pueden brindar una idea cercana sobre las referidas condiciones para el caso de dichas personas.
Cuadro 19 CUBA: CARACTERÍSTICAS SELECCIONADAS DE LAS VIVIENDAS EN LAS CIUDADES, SEGÚN SU TAMAÑO. 1981. TOTAL DE VIVIENDAS Y PORCENTAJES Tamaño de las Ciudades 20 000 - 49 999 50 000 - 99 999 100 000 – 499 999 500 000 y más
Casas y En buenas Const. Con Total de aparta- condi- después electriviviendas mentos ciones de 1959 cidad 188.312 126.773 336.346 500.198
95,0 95,3 92,5 91,2
40,3 40,6 39,2 49,5
42,6 43,0 42,1 20,0
96,6 97,2 96,8 99,6
Con Con baño algunos Con interca- electrodo- radio lado mésticos 64,3 64,9 64,6 89,5
92,8 94,2 93,0 96,2
78,2 79,5 81,8 86,8
Fuente: Erviti, B. Miyar es, S. 1984; Tablas 9 a 12.
De acuerdo a la información que brinda el cuadro anterior, puede inferirse que la parte de los adultos mayores reside en casas y apartamentos en las ciudades. Ello se debe a las difíciles condiciones económicas que afectan su necesario mantenimiento. Por otra par te, la primera prioridad se ha dado a la construcción de pequeños pueblos y comunidades en el campo. Sin embargo, un gran porcentaje de las viviendas se construyó después de 1959, lo cual significa que la mayoría de ellas están en buenas condiciones. Sólo las ciudades de 500.000 habitantes muestran un porcentaje que es la mitad del antes mencionado, debido a que se dio prioridad a las ciudades de menor tamaño. El resto de las características mostradas en el cuadro indican niveles de vida bastante altos para toda la población, entre ellos el de los adultos mayores. En el pasado año 2000 se acometió en Ciudad de La Habana un plan emergente de reparación de viviendas y se proyecta que este también comience en las principales localidades del país.
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Un aspecto particular del nivel de vida en Cuba se relaciona con el hecho de que después de 1959 los alquileres se redujeron considerablemente. Asimismo, en la década pasada, cientos de miles de personas —entre ellos muchos adultos mayores— se convirtieron en propietarios de sus viviendas, pues el Estado, previa comprobación, las adjudicó a aquellos inquilinos que ya habían amortizado el precio de su inmueble, con el pago de sus alquileres. Esta fue, por tanto, una de las vías de incremento del nivel de vida. En 1985 se llevó a cabo una Encuesta Nacional por muestreo, relacionada con las personas de 60 años y más. Entre otros aspectos que se comentarán más adelante, en la encuesta se indagó acerca de las condiciones y ciertas facilidades de las viviendas de los adultos mayores. La información del cuadro permite concluir que la mayoría de los adultos mayores disfruta de las facilidades básicas de una vivienda, tales como agua potable, electricidad, baño intercalado, cocina y radio. Debe tenerse en cuenta que el 94% de todas las viviendas están electrificadas en el país. Casi el 75% cuenta con baño, refrigerador y televisor. Puede entonces concluirse que las condiciones de vivienda de los adultos mayores son aceptables. Cuadro 20 CUBA: ALGUNAS FACILIDADES Y CARACTERÍSTICAS DE LAS VIVIENDAS DE LA POBLACIÓN DE
Agua potable Electricidad Baño intercalado Baño Cocina Refrigerador Radio Televisión Teléfono Fuente: CEE, 1987: 35.
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60 AÑOS Y MÁS. 1985. PORCENTAJES Total
Sí
No
No Responde
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
85,5 88,4 90,1 73,6 96,4 66,7 86,4 70,2 10,8
14,4 11,5 9,8 26,2 3,5 33,2 13,5 29,7 88,9
0,1 0,1 0,1 0,2 0,1 0,1 0,1 0,1 0,3
V. CARACTERÍSTICAS ECONÓMICAS Y SOCIALES 5.1. Fuerza de trabajo En 1980, con el objetivo de mejorar el sistema de Seguridad Social y adecuarlo a los progresos alcanzados en el país, se promulgó la ley número 24, la cual comprende un régimen de seguridad social y otro de asistencia social. En el primero se ofrece la protección al trabajador en casos de enfermedad y accidente de origen común o profesional, maternidad, invalidez y en el caso de muerte del trabajador, protege a su familia. En el segundo régimen se protege especialmente a los adultos mayores, las personas no aptas para trabajar y en general a todas aquellas personas cuyas necesidades esenciales no están aseguradas y que por sus condiciones de vida y salud no pueden solucionar sus dificultades con ayuda de la sociedad (República de Cuba, 1979: 352). Las prestaciones de seguridad social en Cuba han aumentado, cubriendo a toda la población trabajadora por igual, sin distinción de sexo, raza y condición social. En 1975, los gastos de seguridad social fueron cinco veces los de 1959 (593,3 millones de pesos, contra 114,3 millones). En 1980 se dedicaron 120 millones más que en 1975. En 1985, los gastos en seguridad y asistencia social alcanzaron los mil millones de pesos, lo cual representó 260 millones más que en 1980 (PCC, 1975: 145; PCC, 1980: 32; PCC, 1986: 14). El monto del gasto de la seguridad social creció en 2,4 veces entre 1980 y 1993, y para el año 2010 el gasto deberá estar cercano “a los 3 500 millones de pesos, suponiendo que no ocurran cambios en la legislación
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de la seguridad social y ejerzan su derecho a jubilarse todas las personas que alcancen los requisitos establecidos” “Lo anterior combinado con los crecimientos previstos de la población de la tercera edad y la sobrevivencia elevada de los jubilados y pensionados indican que, en la perspectiva, serán situaciones que deberán estudiarse, al menos en la forma de financiación de la seguridad social y en las edades para el inicio de la jubilación” (ESCENARIOS, 1996: 96). Como ejemplo del desarrollo alcanzado en el Sistema de Seguridad Social, la legislación vigente estipula lo siguiente: Si un trabajador continua laborando después de arribar a la edad de jubilación (60 años para los hombres y 55 años para las mujeres) después de cumplir los años de servicio, para tener derecho a la misma (25 años ambos sexos), en los primeros cinco años que permanece activo, el por ciento de aumento de la jubilación es variable de 1,5 a 4%; al final del referido quinto año, la suma de ese porcentaje asciende a 13; si la persona permanece aún activa, recibe un uno por ciento adicional, por cada año que permanezca activa, a la hora de calcular el monto de su jubilación. Los jubilados que así lo deseen y estén en capacidad para trabajar pueden hacerlo, con la única condición de que la suma percibida por su salario en dicha ocupación, junto con la prestación por la jubilación que percibe no exceda el promedio mensual del salario que devengaba al retirarse (República de Cuba, 1979: 352). Según se refleja en todo lo anterior, en la esfera de la Seguridad y Asistencia Social se cumplen ampliamente las recomendaciones planteadas en el Plan de Acción Internacional de Viena sobre el Envejecimiento, específicamente las que señalan: a) Crear o ampliar sistemas de seguridad social a fin de que el mayor número de personas de edad puedan beneficiarse de esta protección. b) Asegurar que el nivel mínimo de recursos permitan satisfacer las necesidades esenciales de las personas de edad y garantizar su independencia. c) En los sistemas de seguridad social deberá procurarse que tanto los hombres como las mujeres adquieran sus propios derechos (NN.UU. 1982: 45).
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Otra de las importantes cuestiones concernientes al envejecimiento de la población se relaciona con la evolución de la estructura por edades activas de la población, comenzando con la edad en que esta comienza, es decir, desde los 17 años. La referida evolución se muestra en el siguiente cuadro. Cuadro 21 CUBA: EVOLUCIÓN DE LA ESTRUCTURA POR EDADES ACTIVAS DE LA POBLACIÓN. 1995-2015 Población en miles Edades 17-24 25-34 35-44 45-60 Total
1995
2000
2010
2015
1.617 2.352 1.660 2.172 7.801
1.330 2.197 1.974 2.316 7.817
1.398 1.803 2.256 2.452 7.909
1.474 1.625 2.134 2.784 8.017
Porcentajes 17-24 25-34 35-44 45-60 Total
20,7 30,2 21,3 27,8 100,0
17,0 28,1 25,3 29,6 100,0
17,7 22,8 28,5 31,0 100,0
18,4 20,3 26,6 34,7 100,0
Fuente: ESCENARIOS, 1996; p. 88.
Del cuadro se infiere cómo los jóvenes irán perdiendo un gran peso relativo, en particular el de 25 a 34 años, con diez puntos porcentuales entre 1995 y el 2015. En sentido opuesto, los grupos de edades 35-44 y 45-60 incrementarán su peso relativo durante el período considerado. Históricamente, debido a la ausencia y, en ocasiones, falta de sistemas de seguridad social, que pudieran garantizar a los adultos mayores una pensión decorosa, que les permitiese solucionar sus necesidades, éstos han mantenido altas tasas de actividad, las cuales han ido disminuyendo en la medida que ha ido ocurriendo un cierto desarrollo económico y social (Hernández, 1986). En Cuba, la tendencia de la participación en la actividad económica de los adultos mayores es a una disminución durante el período 1953-1981. La tasa de actividad de la población de 60 años y más en 1953 fue de
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40,7%. En 1970 había declinado hasta 17,2% y en 1981 alcanzó 17,2%, su más bajo valor.
Cuadro 22 CUBA: TASAS ESPECÍFICAS DE ACTIVIDAD POR EDAD, SEXO Y ÁREA DE RESIDENCIA. PORCENTAJES. 1953, 1970 Y 1981 HOMBRES 15 +
15-19
20-39
40-54
55-59
60-64
65 +
85,7 75,7 71,2
66,2 45,2 27,2
92,6 89,4 90,9
93,4 90,7 94,8
87,4 81,1 86,9
78,9 63,1 60,2
51,5 24,5 17,8
91,8 80,4 72,1
87,9 58,1 31,4
97,2 93,3 90,8
95,2 92,8 93,4
92,6 84,2 84,2
87,8 69,3 62,4
65,8 33,5 29,7
Urbano 1953 1970 1981 Rural 1953 1970 1981
MUJERES Urbano 1953 1970 1981
22,8 22,4 37,5
20,5 17,9 14,0
26,8 30,7 57,3
37,1 23,4 47,1
16,9 14,4 20,5
13,6 7,9 8,7
8,3 2,1 2,0
12,3 10,4 19,9
13,1 14,4 10,3
12,4 11,5 28,8
12,3 8,7 22,7
11,5 5,9 10,0
10,9 3,8 4,5
9,1 1,4 2,0
Rural 1953 1970 1981
Fuente: Hernández, M.L. 1991.
Las tendencias en las tasas de actividad difieren entre hombres y mujeres. Para la población masculina de 15 años y más, las tasas de actividad disminuyen en ambas áreas, aunque la velocidad de la declinación es más alta en el área urbana. La tasa de la población de 65 años y más decrece más aceleradamente que en los otros grupos de edad, excepto para el de 15-19 años. El cambio más acentuado en este último fue causado por la expansión y cobertura del sistema de educación alcanzado en Cuba después de 1959, y que
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brindó más oportunidades a la población joven para estudiar y no necesariamente participar en la actividad económica. En el caso del grupo anterior, los espectaculares avances alcanzados en el sistema de seguridad social, así como en el monto de las pensiones, ha hecho que los adultos mayores no necesiten más el permanecer económicamente activo hasta edades avanzadas. Las mujeres muestran grandes incrementos en sus tasas de actividad de 15 años y más, con una mayor importancia en las áreas urbanas. Debido a las mismas razones que para los hombres, las tasas del grupo de 15-19 años de las zonas urbanas rurales presentan una disminución. Por otra parte, las tasas de actividad desde los 20 hasta los 54 años crecieron considerablemente, y en menor grado las de las mujeres urbanas de 55-59 años. Las razones para este importante aumento en la participación femenina en la actividad económica han sido, entre otras, el incremento de su nivel educacional y su mayor incorporación al proceso de desarrollo económico y social, así como el cambio de los roles tradicionales asignados a la mujer en la antigua sociedad, donde su papel era fundamentalmente el de la reproducción y la atención de los quehaceres hogar. Desde el punto de vista de la proyección de las tasas de actividad por edades, los cambios no son tan importantes, dado que los de mayor significación ocurrieron antes de 1980, según se comentó en párrafos anteriores. El Cuadro 23 que se muestra a continuación ratifica lo señalado. Las tasas de actividad femeninas se acercan a las mostradas por las regiones más desarrolladas del mundo. Incluso, los avances en la seguridad social hicieron que las tasas de las adultas mayores disminuyeran, así como las de los adultos mayores. En este sentido los adultos mayores se encuentran en una mejor posición, comparados con los del Tercer Mundo, en particular las mujeres. La participación de la fuerza de trabajo para la población de 40 años y más muestra una gran diversidad, con relación a su lugar de residencia y a edades avanzadas. Según muestra la información del Cuadro 24, en las áreas urbanas en 1970 y 1981, para ambos sexos, más del 90 por ciento de la población de 40 a 64 años estaba empleada. Sin embargo, la población urbana de 65 años y más, empleada en el sector estatal, disminuyó entre 1970 y 1981, al cambiar de 88,7% a 82,5%. Este mismo status cambió para la población de 75 años y más, de 79,8% a 68% en los años respectivos. En contraste, los pequeños agricultores cambiaron alrededor de 3%, ambos en 1970 y 1981, a 11% y 16% en esos años para 75 años y más.
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Cuadro 23 CUBA: TASAS ESPECÍFICAS DE ACTIVIDAD POR EDAD PROYECTADAS, SEXO Y ÁREA DE RESIDENCIA. G RUPOS DE EDAD Y AÑOS SELECCIONADOS. 1985-2025 Total(a)
60-64
Urbano 1985 1995 2005 2015 2025
65-69
70-74
75-79
80 +
HOMBRES 62,9 70,2 68,6 67,6 64,3
59,9 58,7 57,5 56,3 55,0
37,0 35,8 34,6 33,4 32,2
18,6 16,7 14,8 12,9 11,0
7,3 6,2 5,2 4,1 3,0
2,0 1,8 1,6 1,3 1,1
62,4 70,0 68,2 68,2 65,6
64,3 64,3 64,3 64,3 64,3
44,1 44,3 44,5 44,7 44,9
31,2 30,7 29,7 28,6 27,5
21,0 18,5 16,1 13,7 11,2
15,0 12,3 9,7 7,0 4,3
Rural 1985 1995 2005 2015 2025 Urbano 1985 1995 2005 2015 2025
MUJERES 33,7 40,6 41,2 43,2 43,0
10,6 14,6 18,6 22,5 26,5
4,4 6,2 8,0 9,8 11,6
1,6 1,6 1,6 1,6 1,6
0,95 0,95 0,95 0,95 0,95
0,83 0,83 0,83 0,83 0,83
18,4 24,8 27,5 30,9 32,7
7,8 10,6 13,3 16,1 18,9
4,8 5,9 6,9 7,9 8,9
2,8 2,8 2,8 2,8 2,8
2,1 2,1 2,1 2,1 2,1
1,6 1,5 1,4 1,4 1,3
Rural 1985 1995 2005 2015 2025
Fuente: Elaborado sobre la base de CELADE 1996. Boletín Demográfico. América Latina: Población Económicamente Activa. 1980-2025 . Añ0 XXIX, N° 57. Santiago de Chile, pp. 108-109. (a) Tasa refinada de actividad.
El comportamiento diferencial es más acentuado en las áreas rurales y entre los sexos. Los porcentajes de adultos mayores urbanos empleados en el Estado disminuyeron considerablemente con la edad en 1970 y 1981, pero el descenso de las mujeres fue menos acentuado. Esto se explica porque la población de edades avanzadas tiende a concentrarse más en
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la esfera agrícola. Así, el porcentaje de los hombres pequeños agricultores (que incluye a su vez a los miembros de cooperativas privadas en la agricultura) se incrementa con la edad, al cambiar de 36,5 por ciento en 1970 en el grupo 40-54 años a 71,1 por ciento en el grupo de 75 y +, y en 1981 estos valores son aun ligeramente superiores para las edades avanzadas. Las mujeres también se comportan así, pero a un nivel inferior. Cuadro 24 CUBA. DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LOS TRABAJADORES ADULTOS MAYORES, SEGÚN ESFERA SOCIAL. 1970 Y 1981 Área urbana
HOMBRES
MUJERES
1970
40-54 60-64
Empleado estatal Por cuenta propia Pequeño agricultor Otros Total
91,7 92,2 88,7 79,8 99,0 98,2 95,3 91,9 1,3 1,6 2,6 4,0 0,4 0,9 1,7 2,0 2,0 3,4 5,2 11,4 0,1 0,1 0,5 0,6 4,9 2,8 3,5 4,9 0,5 0,8 2,6 5,6 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
65 +
75 + 40-54 60-64
65 +
75 +
1981 Empleado estatal Por cuenta propia Pequeño agricultor Otros Total
96,4 92,4 82,5 68,0 98,6 94,1 93,9 78,9 0,5 0,8 1,5 2,7 0,2 0,8 2,2 3,8 1,4 3,6 8,1 15,8 0,1 0,5 1,9 2,8 1,6 3,2 7,8 13,4 1,1 4,6 2,0 14,5 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
Área rural 1970 Empleado estatal Por cuenta propia Pequeño agricultor Otros Total
58,0 45,0 32,4 15,7 96,1 88,1 74,3 50,8 2,9 3,2 3,3 2,9 0,3 0,6 0,9 0,8 36,5 49,2 61,1 71,1 2,8 9,7 22,9 44,3 2,6 2,6 3,3 4,3 0,7 1,6 1,9 4,9 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
1981 Empleado estatal Por cuenta propia Pequeño agricultor Otros Total
73,0 49,5 25,7 18,3 91,3 73,6 55,9 50,0 2,2 2,5 2,6 2,5 0,5 1,5 1,8 2,4 22,5 44,6 67,2 74,8 6,0 20,8 35,6 40,7 2,3 3,4 4,5 4,4 2,2 4,1 6,7 6,9 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
Nota: Los pequeños agricultores son propietarios privados de fincas; también incluye a los miembros de cooperativas agrícolas privadas. Fuente: CEE. Censos de Población y Viviendas de 1953 y 1981.
73
Las razones de estos cambios están basadas en los dos grandes movimientos creados por el Gobierno cubano. Desde el comienzo de la Revolución en 1959, se fundó la Asociación de Pequeños Agricultores, después de haber sido promulgadas las dos leyes de Reforma Agraria, que les permitió a miles de campesinos recibir gratuitamente la tierra que ellos venían cultivando. Paralelamente, el Estado les facilitó el equipo necesario, los instrumentos, semillas, créditos, etc. A cambio, los pequeños agricultores le venden al Estado la mayor parte de su producción. Posteriormente, con otros grupos de campesinos, quienes también poseían su tierra, éstos decidieron organizar cooperativas agropecuarias, administradas por ellos mismos. En este caso, ellos también reciben toda la ayuda del Estado, incluyendo materias primas para construir sus viviendas en el campo para los trabajadores de las cooperativas, los cuales distribuyen las ganancias anualmente entre sus miembros. Dentro del estudio de la experiencia cubana relacionada con los aspectos de la tercera edad, es interesante conocer algunas características de su participación en la actividad económica, o sea, las tasas de actividad por sexo y sectores de actividad. Según se aprecia en el Cuadro 25, la primera característica general a señalar es la disminución de las tasas de actividad masculinas de los adultos mayores entre los sectores a medida que se incrementa la edad, tanto en áreas rurales como urbanas en 1970 y 1981. Las tasas de actividad masculinas se concentran principalmente en la industria y el comercio en 1970, pero en 1981 los servicios sociales ocupan el segundo lugar, con tasas superiores a las de 1970 por la gran atención prestada por el Estado a la educación, la salud y otras actividades sociales, con la asignación de considerables recursos e inversiones. En general, las tasas de actividad de los adultos mayores rurales disminuyen ligeramente entre 1970 y 1981, aunque el patrón general es la declinación de las tasas con el aumento de la edad dentro de cada sector y entre los dos años mencionados. Como debía esperarse, la agricultura concentra las tasas más elevadas; por otra parte, la estructur a de las tasas dentro de los sectores es bastante desequilibrada, comparada con las del área urbana, dado que los otros sectores muestran tasas muy bajas.
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Cuadro 25 CUBA: TASAS ESPECÍFICAS DE ACTIVIDAD POR EDAD PARA LOS ADULTOS MAYORES, POR SEXO Y SECTORES DE ACTIVIDAD ECONÓMICA. P ORCENTAJES. 1970 Y 1981 HOMBRES
MUJERES
Urbano Indus- Agricul- Comer- Serv. Otros 1970 tria tura cio Soc. (*) (**)
Total
Indus- Agricul- Comer- Serv. Otros tria tura cio Soc. (*) (**)
Total
55-59 60-64 65-69 70 +
9,05 6,45 3,45 0,88
81,02 63,09 39,10 12,15
4,75 2,33 0,92 0,18
0,54 0,32 0,20 0,50
3,00 1,57 0,72 0,14
5,73 3,45 1,75 0,35
0,39 0,21 0,11 0,03
14,43 7,47 3,70 0,84
34,24 11,84 11,32 15,94 13,55 22,30 8,75 8,69 12,12 8,39 9,94 4,60 4,83 7,44 4,30 2,56 2,25 1,37 2,56 1,37
86,88 60,24 31,12 10,12
5,17 2,06 0,85 0,29
0,88 0,39 0,17 0,11
9,32 1,38 0,53 0,12
9,61 4,13 1,71 0,50
1,54 2,84 0,31 0,18
20,53 10,79 3,52 1,21
9,12 69,11 6,64 58,33 3,46 40,77 0,96 19,17
3,06 2,26 1,36 0,39
1,41 1,17 0,63 0,22
1,58 0,99 0,38 0,10
84,29 69,40 46,77 20,93
1,56 1,00 0,46 0,09
1,85 1,19 0,86 0,42
0,80 0,39 0,21 0,04
1,67 1,15 0,65 0,14
0,08 0,03 0,01 0,00
5,96 3,75 1,85 0,69
9,81 64,81 5,11 50,95 2,07 35,82 0,61 21,34
2,76 1,76 0,98 0,24
2,94 1,81 1,43 0,84
4,27 2,72 0,36 0,13
84,18 62,35 41,29 23,40
1,82 0,64 0,36 0,20
4,97 2,27 1,48 1,16
0,80 0,24 0,09 0,02
1,81 0,73 0,32 0,18
0,63 0,41 0,22 0,14
10,03 4,28 2,40 1,71
33,22 10,43 15,59 12,74 25,16 8,57 12,75 10,15 14,35 5,89 8,44 6,96 4,02 1,98 3,03 2,49
1981 55-59 60-64 65-69 70 + Rural 1970 55-59 60-64 65-69 70 + 1981 55-59 60-64 65-69 70 +
Fuente: Hernández, M. L., 1991. (*) (1970) - Incluye servicios sociales y otr as actividades. En 1981 se asumió la esfera no productiva como servicios sociales. (**) (1970) – Incluye los siguientes sectores: Transporte, Comunicaciones y actividades no clasificadas. Para 1981 incluye los sectores: Transporte, Comunicaciones, Otras actividades productivas y no declarado.
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En 1981 pueden apreciarse las extremadamente bajas tasas más altas de la industria en las áreas urbanas, las rurales las sobrepasan considerablemente, en particular a edades avanzadas. Debe tenerse presente que las actividades de la caña de azúcar tienen que ver con este comportamiento, dado que esta es la fuente más importante de recursos económicos del país. Por tanto, la diversificación de la economía es una de las metas actuales en Cuba. La década de los años noventa ha sido testigo, sin embargo, del impresionante desarrollo del sector del turismo, que ya compite y supera los ingresos del sector antes mencionado. No menos importante ha sido también el considerable aumento de las remesas en dólares de los residentes cubanos en Estados Unidos, con valores similares a los del sector del turismo. La gran ola de incorporación de mujer es a las actividades económicas también alcanzó a las mujeres de edad avanzada entr e 1970 y 1981, dado que las tasas muestran una tendencia creciente en las áreas urbanas y rurales, pero con particular énfasis en el ár ea urbana y en las adultas mayores “muy jóvenes”, o sea, el grupo de 55-59 años de edad. El sector de servicios sociales es donde las senescentes urbanas muestran la mayor participación y también los mayores incrementos entre 1970 y 1981. Según se mencionó antes, las adultas mayores constituyen la mayoría en las actividades de la educación, la investigación y la salud, lo cual está asociado con el alcance de mayores niveles educacionales por parte de ellas. Aunque ellas también muestran una tendencia creciente entre 1970 y 1981, las senescentes rurales mantienen bajas tasas, comparadas con las de las mujeres urbanas y en 1981 se concentran básicamente en el sector agrícola. Debido a los beneficios vinculados con la seguridad social, el rasgo general para los adultos mayores urbanos y rurales es que sus tasas muestran una tendencia decreciente dentro de cada sector con el aumento de la edad, entre 1970 y 1981. Por otra par te, debe recordarse que la edad de retiro para las mujeres es de 55 años. Es por ello que las diferencias entre las tasas a los 55-59 años difieren considerablemente de las de 70 años y más. De hecho, los altos niveles de vida, asociados con los beneficios sociales y también con altos ingresos promedio del hogar, les permiten estar dispuestos a participar en otras tareas, tales como el cuidado
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de otros senescentes, ayudando a las hijas e hijos en la crianza de los niños, etc.
5.2. Ingreso La crisis económica mundial afecta no solamente a toda la población, sino también en particular a la población senescente, mediante la reducción del presupuesto destinado a la seguridad y asistencia social, en países desarrollados y subdesarrollados. Dicha cr isis también afecta a Cuba, pero los beneficios de los gastos de seguridad social siguen creciendo, según las cifras que se mostraron en páginas anteriores. Como resultado de la política dirigida a equiparar los niveles de vida, la posesión de efectos electrodomésticos aumenta entre los hogares, como una muestra evidente del incremento de los referidos niveles de vida.
Cuadro 26 CUBA: POSESIÓN DE EFECTOS ELECTRODOMÉSTICOS SELECCIONADOS. 1975, 1980 Y 1985. PORCENTAJES Por cada 100 hogares con electricidad
Efectos electrodomésticos 1975
1980
1985
33 15 6 42
74 38 34 105
91 50 59 152
Televisores Refrigeradores Lavadoras Radios (a) (a) Considerando el monto total de familias Fuente: PCC, 1980: 23; PCC, 1986: 4
Es indudable que los ancianos reciben los beneficios de esta tendencia creciente en la posesión de equipos electrodomésticos. Particularmente, la tenencia de equipos de radio y televisión contribuye, en cierta medida, a las actividades de disfrute del tiempo libre de los miembros de edad avanzada del hogar. Entre 1975 y 1985, la posesión de efectos electrodomésticos ha crecido considerablemente. Así, la tenencia de televisores fue en 1985 2,5
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veces la de 1975; para los refrigeradores se incrementó 3,3 veces, y un equipo necesario para facilitar las tareas domésticas, como lo es la lavadora, muestra un incremento de 9,9 veces con relación a 1975. Sin un considerable aumento de los niveles de vida la población no hubiese podido adquirir dichos artículos. Un ejemplo de dicho incremento son los cambios mostrados por los salarios medios entre 1970 y 1980. De un salario medio mensual de 108 pesos en 1970, éste cambió a 148 pesos en 1980, y la Reforma General de Salarios lo incrementó a 187 pesos en 1988. Es decir, entre 1970 y 1988, el salario medio creció 1,7 veces. La mencionada Reforma benefició a todos los trabajadores del país –incluidos los adultos mayores– y estuvo dirigida a elevar los salarios de los trabajadores de más bajos ingresos (CEE, 1990: 106). Quizás parecería que estos ingresos medios son muy bajos, comparados con los de otros países. Sin embargo, debe tenerse presente que estos son sólo son salarios nominales. O sea, deben recordarse todos los beneficios sociales que recibe la población, tales como educación y salud gratuitas, muy bajo costo de las medicinas, alquileres, transporte público y el hecho de que la inflación es mucho más controlada en Cuba que en otros países, dado que el Estado controla el costo de los alimentos, ropa y otros artículos. Además, cientos de miles de habitantes no pagan por sus viviendas, debido a que se han convertido en propietarios de las mismas, según se indicó antes. La información del Cuadro 27 permite inferir que en Cuba el 51,8% de los hogares de los adultos mayores recibe un ingreso promedio en el rango de 201 a 500 pesos mensualmente. Entre las provincias, Matanzas encabeza dicho rango con un 64%; el resto se encuentra dentro del rango de 40-49%, mientras que sólo una muestra un 30%. En general, debe recordarse que ésta es una encuesta por muestreo y cuando se introduce un gran detalle éste podría verse afectado por los errores aleatorios. Por tanto, estos datos deben considerarse con cautela. De todas formas, el cuadro sirve para brindar una idea general de la distribución del ingreso por provincias y sus diferentes rangos.
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Cuadro 27 CUBA: DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL PROMEDIO DEL INGRESO DEL HOGAR DE LOS ADULTOS MAYORES. D E 0 A 500 PESOS Y MÁS, POR PROVINCIAS. PESOS CUBANOS. PORCENTAJES. 1985 0-50 CUBA Pinar del Río La Habana Ciudad Habana Matanzas Villa Clara Cienfuegos Sancti Spiritus Ciego de Avila Camagüey Las Tunas Holguín Granma Stgo. de Cuba Guantánamo
3,8 5,8 2,0 2,3 2,6 3,6 3,2 3,7 1,2 1,9 4,6 9,2 3,0 5,3 8,2
51-100 101-150 151-200 201-300 301-500 500 + TOTAL 1,0 6,7 1,5 5,2 2,2 2,8 9,7 3,6 6,2 1,0 9,8 6,5 8,1 0,8 4,8
12,6 13,9 11,7 11,6 5,4 13,0 15,8 16,9 13,2 15,5 16,9 8,2 17,0 13,7 12,0
11,7 16,8 14,2 11,1 4,7 12,0 6,4 13,6 15,2 13,6 18,3 8,2 11,9 10,1 14,6
19,8 21,4 23,8 17,1 23,2 22,4 21,1 24,6 19,6 24,6 19,1 13,8 23,0 19,9 11,0
18,6 18,1 22,6 20,3 32,8 17,2 25,7 17,9 15,9 17,9 13,7 17,0 11,8 16,3 8,4
12,4 7,2 4,2 22,4 9,0 8,8 8,0 9,7 8,6 9,7 7,6 17,1 5,2 14,0 11,0
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
Fuente: Datos inéditos de la Encuesta Nacional por Muestreo sobre Envejecimiento. 1985.
La encuesta antes mencionada brinda información sobre el tipo de pensión que recibe este segmento de la población. Cuadro 28 CUBA: POBLACIÓN DE 60 AÑOS Y MÁS, SEGÚN TIPO DE PENSIÓN QUE RECIBE. 1985. PORCENTAJES
Pensión por edad y años de servicio Pensión por invalidez Pensión por viudez Asistencia social (subsidios) Otros tipos
Total
Sí
No
No responde
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
67,7 6,7 18,2 4,5 2,7
31,5 91,2 81,0 94,5 96,1
0,8 1,1 0,8 1,0 1,2
Fuente: CEE, 1987; p. 26.
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La encuesta reportó un total de 1.155.615 personas de 60 años y más. De acuerdo a esta cifra, el 59% por ciento de los adultos mayores recibía algún tipo de pensión. Si se considera el monto de personas que respondió a esta pregunta (682.894), dos tercios de ellos recibían pensiones por edad y años de servicio; la pensión por viudez alcanza el 18,2% y el resto se mueve entre un 2,7% y un 6,7%.
5.3. Educación Si para toda la población es importante alcanzar un alto nivel de instrucción, esta característica es un aspecto importante para los adultos mayores, debido a la ayuda que puede significar en su propio proceso de envejecimiento para asumir de una forma más fácil su nuevo rol en la familia. Se ha señalado que “... una variable básica que influirá en la aplicación y las posibilidades de eficiencia de una política pública dirigida a la recreación y al disfrute de las personas de la tercera edad, será el nivel de instrucción alcanzado por ellos. Debido a la relativamente menor importancia de los aspectos físicos en los programas de recreación, el nivel educacional alcanzado tendrá una gran influencia en la viabilidad de los contenidos culturales de esas políticas que se proponen el hacer más tolerable, enriquecedor y útil ese gran margen de tiempo libre” (Peláez y Argüello, 1982: 66-67). La población senescente en los países subdesarrollados se caracteriza por mostrar un bajo nivel educacional. La crisis de los sistemas de instrucción en esos países ocasiona que la mayoría carezca del acceso a la educación. Por esta razón, muchas personas llegan a las edades avanzadas sin la necesaria preparación para enfr entar esta etapa de la vida. Antes de la Revolución, en Cuba había cientos de miles de analfabetos, a pesar de que paradójicamente también había miles de maestros desempleados. Desde 1959, la política educacional alcanzó a toda la población y a todos los rincones del país. El gran esfuerzo realizado ha permitido elevar el nivel educacional de la población, que ahora muestra un nivel cercano al noveno grado. Los senescentes, a pesar de las limitaciones de su propia edad, han sido protagonistas del gran cambio cualitativo y cuantitativo con relación a este aspecto, aún considerando que estas personas tenían 33 años en 1959, lo cual ha dificultado este proceso hasta cierto punto.
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Cuadro 29 CUBA: NIVEL EDUCACIONAL ALCANZADO POR LA POBLACIÓN DE 60 AÑOS Y MÁS Y DE 25 AÑOS Y MÁS. P ORCENTAJES.1953 Y 1981 Población de 60 años y más Primaria 1-6 años Con 7 completa incompleta años o + Hombres 1953 Mujeres 1953 Hombres 1981 Mujeres 1981
4,1 3,9 22,4 21,7
91,8 93,3 67,0 69,2
4,1 2,8 10,6 9,1
Población de 25 años y más Primaria 1-6 años Con 7 completa incompleta años o + 5,6 6,2 26,4 26,9
88,2 88,8 35,6 43,5
6,2 5,0 38,0 29,6
Fuente: CEE. Censos de 1953 y 1981.
Según se muestra en el cuadro, en 1953 solamente menos de una de cada 20 personas de 60 años y más había completado la educación primaria y en 1981 un poco menos de uno de cada cinco senescentes la había terminado. Por otra parte, los adultos mayores con 7 años o más de educación en 1981 habían más que duplicado lo reflejado en 1953, mientras que para las del sexo femenino este coeficiente es algo más alto. Además, debe tenerse presente que en las edades avanzadas están más concentrados los llamados “analfabetos por desuso” y también ciertos grupos de personas a las cuales es prácticamente imposible alfabetizar. Por otra parte, cabe recordar que en 1958 en Cuba existían más de un millón de analfabetos y más de un millón de semi-analfabetos, y es lógico suponer que muchos de ellos estuvieran en la mediana o avanzada edad. Si las proporciones de personas de 60 años y más con primaria incompleta pudieran par ecer altas, podrían compararse con las de algunos países latinoamericanos en los años 70. El porcentaje para Costa Rica fue de 79,8; México mostró 86,1% y Perú 91,7%, aunque para este último país se trata de la población de 65 años y más. Sin embargo, Argentina, con un desarrollo económico relativo mayor que dichos países y con el hecho de haber recibido a una gran corriente migratoria, integrada principalmente por europeos calificados, muestra un valor incluso menor que el de Cuba: 56,9% (Pelaéz y Argüello, 1982: 68). Los logros educacionales antes mencionados también pueden ser observados, al comparar las diferencias entre los senescentes jóvenes. En
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1953, las diferencias en el nivel de instrucción alcanzado eran de pequeña importancia entre los adultos mayores y la población de 25 años y más, dado que la primaria incompleta era de alrededor del 92% para los anteriores y de alrededor de 88% para los últimos. En 1981, esta diferencia aumentó, dado que el 38% de los primeros había alcanzado 7 años o más de educación, contra un 10 los ancianos. En 1953 el nivel de instrucción era tan bajo que escondía la discriminación de la mujer en esta área. Si se compara la educación primaria terminada entre hombres y mujeres en 1981, puede verificarse que la diferencia no es tan importante, 26,4% para los hombres de 25 años y más y 26,7% para las mujeres de dicho grupo de edad, es decir, a favor de las últimas. Sin embargo, la herencia de las tendencias pasadas se muestra cuando se compara el nivel educacional de 7 años y más entre los sexos para el mismo grupo de edad. En efecto, mientras que el 38% de los hombres alcanzó esta característica, solamente el 29,8% de las mujeres lo había logrado. Adicionalmente, en el año 2000 se creó la Cátedra de la Tercera Edad, cuyos objetivos, entre otros, es el de incorporar a las personas de 60 años y más a distintos cursos. La misma fue creada en la Universidad de La Habana, pero ya ha comenzado su generalización al resto de las univer sidades del país. Indudablemente que este esfuerzo contribuirá a un incremento del nivel educacional y cultural de este segmento de la población.
5.4. Composición étnica y racial La composición racial cubana ha estado influida por los flujos migratorios. Estos ocurrieron entre los siglos XVIII y XX. En páginas anteriores se había señalado que el arribo de miles de españoles durantes los siglos XIX y XX contribuyó al balance de las razas, el cual a mediados del XIX favorecía a la población no blanca.
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Cuadro 30 CUBA: DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LA COMPOSICIÓN RACIAL DE LA POBLACIÓN TOTAL, POR SEXO. 1899 A 1981
Ambos sexos Blancos Negros Asiáticos Mestizos Hombres Blancos Negros Asiáticos Mestizos Mujeres Blancas Negras Asiáticas Mestizas
1899
1907
1919
1931
1943
1953
1981
100,0 66,9 14,9 0,9 17,2 51,8 35,5 7,4 0,9 8,0 48,2 31,4 7,5 0,0 9,2
100,0 69,7 13,4 0,6 16,3 52,5 37,7 6,5 0,6 7,7 47,5 32,0 6,9 0,0 8,6
100,0 72,3 11,2 0,6 16,0 53,0 38,7 6,0 0,5 7,8 47,0 33,6 5,2 0,0 8,2
100,0 72,1 11,0 0,7 16,2 53,1 37,9 6,5 0,6 8,1 46,9 34,2 4,6 0,0 8,1
100,0 74,4 9,7 0,4 15,6 52,3 38,8 5,3 0,4 7,8 47,7 35,5 4,4 0,0 7,8
100,0 72,8 12,4 0,3 14,5 51,2 37,3 6,5 0,3 7,2 48,8 35,5 5,9 0,0 7,3
100,0 66,0 12,0 0,1 21,9 50,5 33,3 6,2 0,1 10,9 49,5 32,7 5,8 0,1 10,9
Fuente: CEE. Censos de población de Cuba .
La población blanca representa, durante todo el período, dos tercios de toda la población, e incluso con un incremento hasta casi tres cuartos en 1943. La gran corriente inmigratoria de españoles, durante las 3 primeras décadas del siglo XX, contribuyó a esta tendencia, pero en la medida en que esta población se integró a la nativa, también con matrimonios interraciales, disminuyó, hasta alcanzar nuevamente el porcentaje mostrado en 1899. Si se suman los porcentajes de negros y mestizos, puede observarse que ellos han representado alrededor del 32 por ciento durante el período, pero con algunos decrementos entre 1907 y 1943, debido al incremento de la proporción de la población blanca. Aunque desde las primeras décadas del siglo había pequeñas diferencias entre los sexos en la población blanca, a favor de los hombres, estas casi desaparecieron en 1981, así como para los mestizos. La clasificación por razas, específica por edad, no es tan homogénea entre los censos. Esta es la razón por la cual este aspecto se presenta solamente para los blancos y las otras razas.
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Cuadro 31 CUBA: DISTRIBUCIÓN PORCENTUAL DE LA COMPOSICIÓN RACIAL DE LA POBLACIÓN DE 60 AÑOS Y MÁS, POR EDAD. 1899 A 1981 1899
1907
1919
1931
1943
1953
1981
100,0 39,2 22,5 19,0 7,1 7,1 5,1
100,0 43,8 19,4 17,5 7,4 6,7 5,3
100,0 41,7 20,9 15,9 8,4 7,1 6,0
100,0 100,0 31,2 40,0 30,1 22,6 13,1 15,6 13,6 9,9 4,4 6,5 7,7 5,5
100,0 38,1 26,4 16,8 8,8 5,2 4,8
100,0 29,7 25,4 20,1 14,5 5,4 5,0
38,7 11,3 12,1 8,4 3,5 2,3 1,3
51,9 24,3 11,3 8,3 3,9 2,5 1,6
63,6 28,4 14,3 9,5 5,2 3,5 2,6
70,2 22,9 21,5 9,1 9,7 2,4 4,6
74,5 30,1 17,3 11,7 7,4 4,6 3,5
74,5 28,1 19,9 12,7 6,8 3,8 3,2
72,6 21,6 18,7 14,8 10,4 3,7 3,4
61,3 28,0 10,5 10,6 3,5 4,7 4,0
48,1 19,5 8,1 9,2 3,5 4,1 3,7
36,3 13,3 6,6 6,3 3,2 3,6 3,3
29,8 8,3 8,6 4,0 3,9 1,9 3,1
25,4 9,9 5,3 3,9 2,5 1,9 2,0
25,5 10,0 6,5 4,1 2,1 1,4 1,5
27,4 8,0 6,7 5,3 4,1 1,7 1,5
Todas la razas 60 + 60-64 65-69 70-74 75-79 80-84 85 + Blancos 60 + 60-64 65-69 70-74 75-79 80-84 85 + Otras razas 60 + 60-64 65-69 70-74 75-79 80-84 85 +
Fuente: CEE. Censos de población de Cuba .
En comparación con la población total, las diferencias de los adultos mayores por raza, a comienzos del siglo pasado, eran más pronunciadas. En efecto, en 1899 las otras razas representaban algo menos de dos tercios de la población de 60 años y más; en 1907 alcanzaban al 50%, comenzando de esa forma a perder peso relativo, de forma considerable, lo cual hizo que en 1981 sólo representaran el 27,4%.
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En el primer año considerado, el grupo de edad 60-64 años fue el principal responsable, dado que en 1899 las otras razas mostraban el 28%, mientras que los blancos sólo representaban el 11,3%. En general, los restantes grupos de edades de todas las razas sobrepasaron los porcentajes de blancos. Los siguientes años muestran una tendencia decreciente para todas las razas en casi todos los grupos de edades. Según se ha indicado en las páginas precedentes, la importante corriente inmigratoria de las primeras tres décadas del siglo XX, con una alta preponderancia de españoles, tuvo que ver con esta tendencia. La integración de estos grupos de blancos al resto de la población, contribuyó a que en 1981 solamente un poco más de un quinto de la población fuera de otras razas. Para concluir, se incluye el Cuadro 32, el cual contiene datos agregados disponibles y sirve como un resumen de esta parte del trabajo. El mismo indica el relativamente alto índice de masculinidad prevaleciente en la población “adulta mayor joven” y “adulta mayor vieja”, en comparación con la experiencia internacional. El estado conyugal de las mujeres es peor que el de los hombres, dado que las proporciones de viudas exceden las de los viudos de 75 años y más; por otra parte, las mujeres actualmente casadas en el mismo gr upo de edad son la mitad del que muestran los hombres.
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Cuadro 32 CUBA: CARACTERÍSTICAS SELECCIONADAS DE “VIEJOS JÓVENES” Y DE LOS “VIEJOS MÁS VIEJOS” EN 1970 Y 1981 1970
1981
Características
60-64 75 + 60-64 75 + años años años años
Índice de masculinidad (Hombres por 100 mujeres) Porcentaje de casados (1): Hombres Mujeres Porcentaje de viudos: Hombres Mujeres Educación: 12 años y más de educación (%) (2) 7 años y más de educación (%) (2) Raza y nacionalidad: Porcentaje de negros Porcentaje de mestizos Porcentaje de nacidos en el exterior Porcentaje en la fuerza de trabajo: Hombres Mujeres
116,4 101,4 103,0 106,2 75,7 60,8
55,4 25,5
75,0 61,6
55,8 23,0
4,6 20,5
22,9 57,2
4,3 19,4
21,9 60,7
N/D N/D
N/D N/D
5,5 15,0
3,8 9,9
N/D N/D 6,5
N/D 11,1 14,5 N/D 15,9 13,9 16,1 N/D N/D
65,4 6,8
10,7 0,5
60,9 7,8
9,9 1,0
Notas: (1) Incluye casados y unidos consensualmente. (2) Los grupos de edad son 55-59 y 60 años y más. Fuente: CEE. Censos de población de Cuba .
Además, el sistema de seguridad social cubano contribuye a mantener bajas tasas de actividad, debido a que la ley vigente le garantiza a los adultos mayores pensiones decorosas y protección adecuada cuando arriban a la edad de jubilación.
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VI. EL ESTADO DE SALUD DE LA POBLACIÓN DE 60 AÑOS Y MÁS “El desarrollo del sistema de salud [en Cuba] ha estado acorde con los principios generales de la salud pública socialista y consistente en: • El carácter socialista y sistema único de salud pública. • La planificación del desarrollo de la salud. • La orientación preventiva como línea general del desarrollo de la salud pública. • El carácter gratuito de la asistencia médica y la accesibilidad total de la población a los servicios de salud. • La unidad entre los avances científicos y su aplicación a la práctica. • La participación del pueblo en las actividades de la organización de la salud pública. • El internacionalismo como principio general de la sociedad socialista alcanza con la ayuda médica a otros pueblos la más alta expresión de solidaridad humana” (Ríos y Tejeiro, 1987: 118). Como se ha señalado por Myers (1985), con el crecimiento de la población de edad y el envejecimiento de esta sub-población se presta mayor atención al estado de salud de los senescentes y a las demandas hechas a los sistemas de salud. En Cuba mucho se ha hecho y se está haciendo en este campo, incluso por el alcance e importancia de este aspecto, que se incluyó en los Lineamientos Económicos y Sociales para el quinquenio 1986-1990, discutidos en el Tercer Congreso del Partido Comunista de Cuba, donde se orientó: “Asegurar la ejecución de los planes laborados para la atención a los ancianos e impedidos físicos y mentales, poniendo énfasis en la solución local de las instituciones para su cuidado (PCC, 1986: 143).
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La directiva anterior se instrumenta de varias formas. Una de ellas es que la asistencia médica para los senescentes se presta en los servicios de atención primaria, es decir, ambulatoria, en las distintas policlínicas del país, y en los hogares de los mismos. Se parte del criterio de enfocar la atención médica en el triple aspecto de acciones preventivas, curativas y rehabilitadoras. Un programa de atención dirigido al anciano es desarrollado por el Ministerio de Salud Pública. A través del referido programa, éste debe ser atendido por su médico, al menos dos veces al año en consulta, con el objetivo de garantizar los controles clínico-humorales pertinentes, así como una vez al año en el hogar, dado que allí es donde mejor puede ser valorada la dinámica Salud-Enfermedad por parte del médico. A su vez, hay otro servicio de atención domiciliaria, el cual es especial para los que sufren de patologías no urgentes, pero que a causa de su estado físico se les dificulta la asistencia a la consulta. Si existen pacientes con patologías agudas graves, entonces se atienden mediante la red hospitalaria, en la cual se ingresa al adulto mayor en alguno de los hospitales clínico-quirúrgicos (Comité Preparatorio para la Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento, 1982: 4) A mediados de la década de los años noventa se creó una valiosa institución para la atención a los adultos mayores, cual es el Centro Iberoamericano para la Tercera Edad (CITED), que constituye una de las mejores instituciones para este fin. El CITED es además una institución docente e investigativa, que ya ha organizado, promovido y llevado a cabo, varios congresos nacionales e internacionales de gerontología y geriatría, además de otros importantes eventos científicos. A su vez, en cuanto a docencia, ha impartido numerosos cursos sobre esta temática, e inició un diplomado sobre ello y una maestría en gerontología. Por su parte, en el Centro de Estudios Demográficos se diseñó una maestría sobre Demogr afía y Salud del Adulto Mayor, aprobada el pasado año 2000 por Ministerio de Educación Superior, la cual constituirá sin duda también un importante hito en la preparación de especialistas en el campo de la atención de salud los adultos mayores. Algunas de las informaciones que serán estudiadas en este capítulo provienen de la ya mencionada Encuesta Nacional de las personas de 60 años y más, la cual se levantó en 1985. Esta encuesta se llevó a cabo en el marco de los estudios diseñados por la Oficina Panamericana de la Salud, y se
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adaptó a las condiciones cubanas (CEE-INSIE, 1987). El objetivo de esta investigación era conocer la situación, características y necesidades básicas de la población de 60 años y más, para permitir la adopción o revisión, por las instituciones correspondientes, de las políticas integradoras apropiadas y el cuidado continuo para este segmento de la población. Durante el pasado año 2000 se levantó otra encuesta sobre esta misma temática, pero muc ho más amplia y de mejor calidad que la anterior. Sus resultados no están todavía disponibles, por lo cual no ha podido ser incluida en el presente trabajo. 6.1. Niveles de morbilidad En la encuesta de 1985 se prestó atención al estudio de las condiciones mórbidas, mediante una pregunta relacionada con los problemas de salud reportados por los ancianos. La mayoría de los adultos mayores sufre de enfermedades crónicas (69,5%), seguidos por la alteración de los sentidos (13,9%) y la minusvalía con el 8,6%. Cuadro 33 CUBA: PROBLEMAS DE SALUD INFORMADOS POR LAS PERSONAS DE 60 AÑOS Y MÁS. PORCENTAJES. 1985 Edad 60 + 60-64 65-69 70-74 75-79 80,84 85-89 90 +
Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
No Enfermedad Enfermedad Alteración inmunizado crónica infecciosa Sentidos TT 69,5 74,2 71,0 69,8 65,8 64,9 58,5 52,7
1,5 0,7 2,0 2,2 0,0 3,3 3,3 0,0
2,3 2,1 2,4 2,4 2,2 2,2 3,3 0,0
13,9 12,1 13,1 12,9 16,2 16,5 19,6 22,7
Minusvalía
Enfermedad mental
8,6 7,1 6,3 9,0 12,2 9,6 11,2 15,6
4,2 3,8 5,2 3,7 3,6 3,5 4,1 9,0
Notas: TT significa Toxoide Tetánica. Alteración de los sentidos es la sensible disminución de la visión o audición, que hace difícil la relación con el resto de la comunidad. La minusvalía se entiende como las dificultades para hablar o de las actividades de la vida diaria. Fuente: CEE, 1987.
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A medida que aumenta la edad, la alteración de los sentidos y la minusvalía también ganan en importancia. Sin embargo, las enfermedades crónicas continúan con más del 50 por ciento, pero a los 90 años y más, las enfermedades antes mencionadas muestran el 23 y 16 por ciento respectivamente. Un detalle de los que reportaron las condiciones crónicas se muestra en el siguiente cuadro. Cuadro 34 CUBA: ENFERMEDADES CRÓNICAS REPORTADAS POR LAS PERSONAS DE 60 AÑOS Y MÁS 1985. P ORCENTAJES HiperCardiopatía tensión isquémica arterial 60 + 60-64 65-69 70-74 75-79 80-84 85-89 90 +
100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0
19,3 17,7 17,7 20,3 22,9 21,0 12,3 35,9
38,6 43,3 42,1 35,0 34,9 35,1 24,0 26,0
Diabetes 16,7 15,9 16,9 18,1 14,0 17,4 22,6 22,1
ArterioAccidente esclerosis vascular periférica 8,0 5,6 8,3 9,9 8,5 8,9 9,3 6,9
5,0 5,4 4,8 4,8 3,4 8,1 4,4 0,0
Epilepsia
Asma
1,3 1,1 1,1 0,6 3,3 0,0 4,2 0,0
11,1 11,0 9,1 11,3 13,0 9,5 23,2 9,1
Fuente: Hernández, R. 1988.
La infor mación del cuadro anterior indica que la enfermedad crónica más frecuente entre los adultos mayores es la hipertensión arterial, que afecta al 38,6% de ellos. La sigue la cardiopatía isquémica (19,3%), y con el 16,7% la diabetes constituye la tercera en importancia. La salud de los senescentes depende básicamente de su salud anterior, por tanto, son de gran importancia y deben continuar los servicios de salud durante toda la vida, el ejercicio físico, y la eliminación de hábitos y factores ambientales perniciosos para su salud, los cuales contribuyen al surgimiento de enfermedades crónicas que más frecuentemente afectan a los adultos mayores, la hipertensión y las enfermedades del corazón. Otra forma de medir el estado de salud de la población senescente —en alguna medida— puede ser mediante el cocimiento de su estado de la visión, audición y dentición.
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Cuadro 35 CUBA: ESTADO DE LA VISIÓN, LA AUDICIÓN Y LA DENTICIÓN DE LOS ADULTOS MAYORES. 1985. PORCENTAJES Visión *
60 +
60-64
65-69
70-74
75-79
80 +
Ciego Muy malo Malo Regular Bueno Muy bueno
0,7 3,1 12,2 43,9 37,1 3,0
0,1 1,8 9,1 43,8 41,8 3,4
0,2 1,6 10,2 45,8 38,6 3,6
0,2 2,9 13,4 44,1 37,3 2,3
0,9 5,0 15,0 42,7 33,8 2,6
4,6 7,9 18,5 41,2 25,2 2,7
0,9 3,0 15,3 69,5 11,3
0,5 1,3 10,2 73,0 15,0
0,3 1,9 14,4 72,1 11,3
0,8 3,1 15,5 70,4 10,2
1,6 5,0 18,6 65,8 9,0
3,1 6,8 25,8 58,0 6,3
5,6 20,7 24,0 49,7
8,5 25,3 25,0 41,2
5,0 21,8 26,8 46,4
4,4 18,5 24,7 52,4
4,6 17,8 20,6 57,0
3,6 13,9 17,9 64,6
Audición ** Muy malo Malo Regular Bueno Muy bueno Dentición No le faltan dientes Le faltan algunos Le falta la mayoría Le faltan todos (*) Con o sin lentes. (**) Con o sin audífonos Fuente: CEE, 1987, pp. 18-19.
La mayor parte de los adultos mayores entrevistados considera que tiene una visión regular: 43,9%. Asimismo, un porcentaje bastante considerable declaró también tener una buena visión (37,1%) y el 12,2% informó que tenía la visión en malas condiciones. Según se aprecia en el cuadro, esa visión es buena al comienzo de la tercera edad y se deteriora con el aumento de la edad. Los problemas de la visión pueden influir en su estado psíquico, al dificultarles o impedirles realizar actividades que pueden contribuir a su bienestar, tales como leer, ver televisión, y coser y bordar en el caso de las mujeres. Estos problemas pueden a su vez afectar sus actividades de la vida diaria.
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En el cuadro se aprecia que, en general, los adultos mayores mantienen una buena audición, al observar que los porcentajes más altos se agrupan en las categorías buena (69,5%), regular (15,3%) y muy buena (11,3%). Como podría esperarse, las proporciones de senescentes con buena audición decrecen con la edad, y los que presentan un status regular ref lejan una tendencia creciente. Los problemas de audición también provocan implicaciones para ellos, debido a que éstos son síntomas de envejecimiento, además, les crea dificultades para escuchar conversaciones, programas de radio y televisión, etc., las cuales son actividades bastante importantes a estas edades. Las dificultades con los dientes afectan a la mayoría de los ancianos, dado que prácticamente la mitad de ellos reporta que les falta el 50% de los mismos y la proporción de los que no les faltan es muy pequeña. Así, la mayoría tiene dificultades para alimentarse, ya que no pueden masticar y por tanto digerir bien las comidas, requiriendo, por tanto, dietas especiales y cambios en la forma de preparar los alimentos y algunas veces privándose de placeres preferidos, lo cual puede hacerlos sentir mal. Otra indicación indirecta de las condiciones de morbilidad es el alta de hospitales para los adultos mayores. En 1985 se publicó una investigación relacionada con las altas de 21 hospitales de Ciudad de La Habana, la cual proporciona información sobr e las personas de 65 años y más.
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Cuadro 36 CUBA: ALTAS DE HOSPITALES DE ACUERDO A DIAGNÓSTICOS SELECCIONADOS. POBLACIÓN DE 65 AÑOS Y MÁS. HOSPITALES DE CIUDAD DE LA HABANA. 1984 Diagnóstico
Altas
Porcentaje
Sistema circulatorio Ataques isquémicos transitorios Otras formas de enfermedad del corazón Hipertensión Enfermedad cerebro-vascular Tumores malignos Sistema respiratorio Neumonía e influenza Crónica constructiva pulmonar Enfermedad pulmonar circulatoria Tuberculosis Otras enfermedades bacterianas Digestivas, Genitourinarias, Metabólicas y otras condiciones Desórdenes digestivos Diabetes Mellitus Enfermedad infecciosa del intestino Enfermedades genitourinarias Resto Total
3.436 1.236 728 380 1.092 1.789 2.896 1.988 628 164 76 40
31,8 11,4 6,7 3,5 10,1 16,5 26,8 18,4 5,8 1,5 0,7 0,4
2.088 828 560 168 532 611 10.820
19,3 7,7 5,2 1,6 4,9 5,6 100,0
Fuente: Morales, E., 1985.
Según se aprecia en el cuadro, en Ciudad de La Habana, las condiciones mórbidas más importantes para la población de 65 años y más son las enfermedades del aparato circulatorio. Entre ellas, las enfermedades cerebro-vasculares son a su vez relevantes. Sin embargo, la neumonía y la influenza muestran también valores elevados, con un 18,4%, seguida por los tumores malignos con el 16,5%. Este comportamiento es similar al reportado por las causas de muerte, pero las enfermedades respiratorias deben seguirse con cuidado por las autoridades sanitarias. A nivel nacional, en 1989, la tasa de incidencia de enfermedades respiratorias agudas para la población de 60 años y más fue de 151,3 por cada 100.000 mil habitantes, pero ésta fue mayor para toda la población, 368,6 (MINSAP, 1990: 69).
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Los datos para todo el país con relación a la tuberculosis muestran una incidencia muy baja para toda la población. En 1975, la tasa de incidencia por cada 100.000 habitantes fue de 14,2 y en 1999 su valor fue de 10,0; la población de 65 años y más mostró una incidencia más alta, pero con una fuerte declinación; así, en los dos años mencionados, las cifras fueron 44,6 y 20,8, respectivamente (MINSAP, 2000: 72) Aunque cubre un rango menor de enfermedades, el siguiente cuadro brinda una información más actualizada a nivel de todo el país, por sexos y grupos de edades seleccionados. Cuadro 37 CUBA: PREVALENCIA EN PACIENTES DISPENSARIZADOS POR ALGUNAS ENFERMEDADES , SEGÚN GRUPOS DE EDADES Y SEXO. TASAS POR MIL HABITANTES. 1999 Diabetes Mellitus Grupos de edad Hombre Mujer Total
Hombre Mujer
Total
Hombre
Mujer
Total
65 VARONES MUJERES 1999 POBLACION > 65 VARONES MUJERES
TOTAL
SOLTEROS
%
CASADOS
%
11,3 7,4 14,0
2171,8 1273,2 898,6
51,3 73,9 35,8
SOLTEROS
%
CASADOS
%
6944,9 526,9 2973,3 193,6 3971,6 333,3
7,6 6,5 8,4
4259,3 2390,4 1868,9
61,3 80,4 47,1
4236,5 479,2 1723,9 127,3 2512,6 351,9 TOTAL
VIUDOS
%
1556,8 36,7 310,1 18,0 1246,7 49,6 VIUDOS
%
2095,3 30,2 362,3 12,2 1732,9 43,6
SEPARADOS
%
29,9 13,3 16,6
0,7 0,8 0,7
SEPARADOS
%
63,4 27 36,4
0,9 0,9 0,9
Fuente: INE. Censo de Población de 1981; Encuesta de Población Activa, 1999.
Dicho esto, es necesario inmediatamente referirse a los desequilibrios internos. La diferencia dentro de los casados es a favor de los hombres, con una relación entre 1,4 en 1981 y 1,3 en 1999, como consecuencia de la mayor proporción entre las mujeres de las solteras y de la apreciable diferencia a la hora de matrimoniar, edad que suele ser 3-4 años a favor de los hombres. Mientras, entre las mujeres es dominante la viudez que afecta a más una de cada tres mujeres mayores en 1981, habiéndose reducido en una pequeña proporción a final del siglo. La tendencia es hacia un incremento apreciable en la situación en los últimos años: en 1981 había un hombre viudo por cada 4 mujeres viudas, mientras en 1999 esta relación había subido de uno a cinco. Como se ha señalado tantas veces, la viudez entre las mujeres es una consecuencia de la sobremortalidad existente entr e los hombres a partir de 50-55 años, que deja antes y en grandes proporciones a las mujeres sin su acompañante masculino. Esta situación está originada por una cuestión biológica pero también social, la diferente relación con el mundo del trabajo, por regla general, que puede perjudicar más al hombre que a la mujer. Por otro lado, la diferente edad de acceso al matrimonio, mayor entre los hombres, favorece la pérdida anterior del hombre, que deja a más mujeres y durante más años de su vida a las mujeres como viudas. La mayor esperanza de vida entre éstas refuerza también este efecto. Hechos importantes en si, por sus efectos demográficos, pero también por las implicaciones sociales que tiene, especialmente la mayor importancia de los hogares de una persona formados por mujeres y la consecuencia tendencia a la soledad y a la necesidad de atención social y sanitaria.
159
La forma de convivencia más común entre los mayores (Cuadro 48) consiste en seguir viviendo en el hogar familiar con la pareja (41%), sin que en esa forma de convivencia aparezcan y a los hijos que han abandonado el hogar familiar, para establecerse por su cuenta. Existe un comportamiento diferenciado por género (como se ha señalado antes, relacionado con el mayor porcentaje de casados entre los hombres) y con una disminución apreciable a medida que aumenta la edad. Otras formas de convivencia se derivan de la anterior, la unidad familiar con hijos que viven en casa todavía, alcanza un valor cercano al 20%, especialmente entre aquellos mayores de menor edad, a los que todavía les puede afectar el tardío abandono de los hijos del hogar
Cuadro 48 FORMAS DE CONVIVENCIA DE LOS MAYORES SEGÚN EDAD Y GENERO (%)
Solo/a Con su cónyuge o pareja en casa Con pareja e hijos en casa del entrevistado Con su pareja e hijos en casa de hijos Otras situaciones
Total
Hombre
Mujer
65-69
70-74
75-79 80 y más
14,2 41,3
6,9 53,6
19,6 32,2
13,0 46,9
13,9 46,2
15,2 45,8
15,0 30,0
18,2
22,9
14,8
26,3
20,7
16,3
9,7
9,3 17,0
5,6 11,0
12,0 21,4
2,9 10,9
4,5 14,7
6,0 16,7
20,8 24,5
Fuente: CIS-IMSERSO. La soledad de las personas mayores, 1998.
Pero, cada vez con mayor importancia se va afianzando como segunda forma de convivencia la vida en solitario que ya afecta al 14% de los mayores, con una bien diferenciada manifestación entre hombres y mujeres (casi el 20%). Aunque no demasiado apreciable, es evidente el aumento del porcentaje a medida que la población envejece. Es decir, ser mujer, viuda y vivir en hogares solos es una identidad bastante generalizada. Por otro lado, es apreciable el porcentaje de mayores que viven en casa de sus hijos, un 10%, que adquiere su máximo significado en este caso cuando la población envejece y se es mujer: éstas duplican el porcentaje de los hombres y los mayores de 80 años multiplican por siete el porcentaje de los que viven con hijos frente al 30% de los viejos más jóvenes. En definitiva, la soledad se va enquistando en aquellas personas que
160
son mujeres y mayores dentro del propio grupo de mayores. El reto del cuidado y atención social parece una tarea insoslayable para la sociedad y sobre todo para muchas familias. Sin embargo, las formas de convivencia tienen una expresión no tan acentuada como en otros países europeos: junto con Portugal y Grecia, en España se dan las menores proporciones de mayores viviendo solos con respecto a los que viven en pareja. Lo cierto es que la tendencia hacia la formación de hogares con los dos cónyuges (o pareja) es una tendencia ya bastante generalizada como lo demuestra el que el tamaño medio de los hogares de los mayores de 65 años sea en estos momentos de 2,2 personas, de acuerdo con el panel de hogares de la Unión Europea, frente a los 3,2 del conjunto de la población. Sin embargo, con ser ese dato importante, todavía lo es más si se tienen en cuenta otros parámetros. Así, si se analiza el origen de los recursos económicos del hogar se demuestra que actualmente en más del 90% de los hogares de las personas mayores de 65 años la principal fuente de ingresos son las prestaciones sociales que reciben sus miembros, especialmente las pensiones, frente al 35% del total de los hogares. Eso hace que la renta media por hogar de personas mayor es sea solo el 60% de la media de los hogares españoles, con una acentuación en el caso de los hogares formados por mujeres solas. En datos monetarios se comprueba que dos de cada tres hogares de mayores de 65 años reciben menos de 800 euros al mes de ingresos totales, siendo en el caso de las mujeres ocho de cada diez. Por otro lado, no es solo un desequilibrio estructural, también lo es geográfico. A partir de datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares 1990-91, una distribución del gasto medio por persona en hogar atendiendo a su edad permite ofrecer una fotografía fiel de las diferencias económicas por regiones españolas (Gráfico 32). El valor medio español se situaba en torno a las 735.000 pesetas (4.417 euros) que enmascara la notable diferencia entre las apenas 515.000 pesetas (3.095 euros) en los hogares de personas mayores extremeñas con más de un millón en Madrid (más de 6.000 euros), es decir casi el doble. No solo eso sino que diez de las 17 regiones estaban por debajo del valor medio, todas ellas situadas en el interior y con economías no muy desarrolladas (con la notable excepción de Valencia). El resto, las más urbanas e industriales, por regla general, se encuentra por encima del valor medio español.
161
Gráfico 32. Gasto medio por persona/hogar, 1990-1991
En estas circunstancias, tanto la capacidad total de gasto, como la media por persona, influyen en la merma de la capacidad de compra de determinados bienes y servicios que son específicos de la población mayor. Según el Panel de Hogares (Cuadro 49) existe una notable concordancia entre la limitación de la cantidad de ingresos en los hogares de las personas mayor es y las dificultades que encuentran a la hora de desarrollar una vida digna, tanto en lo que se refiere a bienes de primera necesidad como en gastos más superfluos. Este análisis no quedaría totalmente perfilado si no se hiciera mención expresa a las características de la vivienda en la que viven los mayores. Como es bien conocido, la propiedad es la forma de tenencia que domina, con unos porcentajes que suelen estar cercanos o incluso superar el 80%, cambiando ligeramente los porcentajes según cual sea la fuente utilizada para conseguir la información. Según la Encuesta de Presupuestos Familiares de 1990-91, este valor de referencia baja ligeramente entre las mujeres y sube entre los hombres, es menor entre los que viven en ciudades y los que viven solos, entre los que tiende a predominar el régimen de alquiler. En consecuencia, también es más bajo en aquellas regiones con una estructura urbana más acentuada (Baleares, Cataluña, Madrid).
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Cuadro 49 GASTOS QUE NO SE PUEDEN PERMITIR POR HOGARES (%) Calefacción Vacaciones en la vivienda al año POBLACION TOTAL Total > 65 años VARONES Total > 65 años MUJERES Total > 65 años
Renovar mobiliario
Comprar vestidos
Invitar amigos una vez/mes
49 61,9
46,1 57,1
49,6 59,2
8,6 13,4
9,8 17,2
46,7 57,4
43,5 51,2
46,7 53,1
7,2 9,2
8,3 13,5
56,9 69,7
55,1 67,1
59,5 69,7
13,7 20,8
15 23,6
Fuente: UNION EUROPEA. Panel de Hogares, 1999.
Los mayores españoles que viven solos viven, según datos del Panel de Hogares de 1995, de la Unión Europea, en viviendas en régimen de propiedad en una proporción ligeramente superior al 75%, con un ligero predominio del alquiler y la cesión como fórmulas alternativas, probablemente en respuesta a condiciones de tenencia no actuales, sino derivadas de momentos muy anteriores en los que no era una tendencia tan acendrada disponer de piso en propiedad y no había tantos recursos económicos para su adquisición. Las condiciones en las que se encuentran las viviendas no difieren esencialmente del conjunto ya que, de acuerdo a la Encuesta sobre la Tercera Edad y el Consumo, INS 2000, prácticamente todas las viviendas de personas mayores tienen electricidad, agua corriente y sanitarios básicos, siendo bastante menos frecuente el que cuenten con calefacción central u otros sistemas de calefacción (38%) o teléfono (70%). Esta situación se manifiesta aún más clara en el caso de que las viviendas estén ocupadas por personas mayores que viven solos. Y es que, además de las dificultades económicas de la población mayor en relación con su reducido nivel de ingresos, las viviendas tienden a tener una elevada antigüedad superior en muchos casos a los 80 años. En general, no es muy alta la proporción de hogares que refieren no tener ningún problema, que afecta a uno de cada tres para todos los hoga-
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res y a cuatro de cada diez para los que encabeza un jubilado. Son generalmente los ruidos exteriores, la humedad y la insuficiencia de luz natural, y la delincuencia en la zona en la que se ubica el hogar. Mientras entre las características propias de la vivienda destacan relativamente la falta de espacio o de una instalación adecuada de calefacción. Si se compara esta situación con la de otros países de la Unión Europea, en España casi uno de cada cinco hogares manifiestan tener tres o más problemas importantes en la vivienda en la que residen, de acuerdo con el Panel de Hogares, proporción que llega a la cuarta parte entre las mujeres solas. Estas proporciones son superadas o igualadas por Portugal, Grecia e Italia. El contraste se establece con Austria, Alemania, Países Bajos y Dinamarca. De la misma manera, esos problemas pueden afectar a las relaciones que establece el mayor con el entorno físico y social, sobre todo cuando los problemas tienen que ver con la restricción de movilidad que supone el no tener ascensor (casi un 20%) o tener barreras arquitectónicas (13%). No obstante ello, más de ocho de cada diez de los mayores encuestados se encuentra satisfecho con la vivienda en la que vive como resultado de un proceso de adaptación en elemento físico, la vivienda, que es además un referente social para su entorno y un signo de identidad de la persona en el medio en que el vive. Este proceso, por mucho que objetivamente pueda ser valorado negativamente, tiene otros componentes subjetivos que reequilibran su importancia en una esfera individual.
3. Características económicas Es cierto que la población mayor ya ha salido, en grandes proporciones, del mercado de trabajo. Sin embargo, el desempeño de una determinada actividad productiva, asociada a un nivel de cualificación educativa y profesional, es un referente esencial a la hora de valorar el estatus económico y nivel de vida de la persona mayor de su familia. Por otro lado, es un aspecto muy interesante de estudiar en la medida que refleja la historia de la persona, la herencia que ha ido desarrollando a lo largo de su trayectoria vital. Sin duda, el nivel educativo es un primer indicador esencial, cuando se habla de personas mayores por las razones anteriormente apuntadas. Un análisis pormenorizado debería hacer hincapié tanto en la distribución entre distintos tipos de estudios como en su proceso evolutivo, en
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el supuesto de que es previsible que haya una comportamiento diferenciado según género, que se ha de ir suavizando con el tiempo a medida que cada vez llegan a la edad de jubilación personas mayores con mejor nivel educativo y la enseñanza se ha ido generalizando a extensas capas de la población. Así en 1981, tomado como año de referencia, llegaron a los 65 años aquellas personas que habían nacido antes de 1915 (Cuadro 50). En ese momento, dos de cada tres españoles habían accedido a terminar los estudios primarios y secundarios, mientras solo un 7% había podido completar los estudios superiores. En el otro extremo se encontraba el conjunto de personas que las dificultades económicas, sociales y políticas habían impedido que pudieran terminar ningún tipo de estudios, por lo que eran ‘analfabetos reales’ o ‘funcionales’, en total uno de cada cuatro españoles mayores de 10 años.
Cuadro 50 POBLACIÓN SEGÚN ESTUDIOS TERMINADOS, 1981
Analfabetos Sin estudios Estudios primarios Estudios secundarios Estudios superiores TOTAL
Población total (miles)
%
1.991,60 6.102,90 11.543,50 9.361,60 2.252,60 31.209,90
6,4 19,6 37,0 30,0 7,2 100,0
Mayores de 65 años Total %
Varones %
Mujeres %
21,4 33,2 37,5 3,9 3,8 100,0
12,2 30,2 40,7 5,5 5,6 100,0
27,7 31,3 35,4 2,9 2,6 100,0
Fuente: INE. Censo de Población 1981.
Como es razonable suponer , todos esos valores alcanzan su significado cuando se tamizan por la edad y el género de las personas. Entre los mayores apenas cuatro de cada diez había alcanzado a terminar los estudios primarios y secundarios y apenas llegaba a un 4% los que tenían estudios superiores, sobre todo porque más del 50% eran analfabetos funcionales. La situación se extrema en el caso de las mujeres mayores con casi el 60% de ellas analfabetas y solo un 2,6% con título universitario. Una mezcla de fatalismo social y político y de necesidades familiares
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hizo que muchos jóvenes nacidos antes de 1920 no pudieran acceder a una educación mínima. La situación en 1999, a pesar de proceder los datos de una encuesta y no del censo, permite apreciar una evolución muy importante (Cuadro 51).
Cuadro 51 POBLACIÓN SEGÚN ESTUDIOS TERMINADOS, 1999
Analfabetos Sin estudios Estudios primarios Estudios secundarios Estudios superiores TOTAL (miles)
Población total (miles)
%
1.027,7 4.555,1 9.673,1 12.217,1 5.203,6 32.677,2
3,1 13,9 29,6 37,4 15,9 100,0
Mayores de 65 años Total %
Varones %
Mujeres %
9,6 38,4 41,3 6,3 4,4 6.980,1
5,4 36,7 43,3 8,0 6,6 2.981,8
12,7 39,7 39,8 5,0 2,8 3.998,3
Fuente: INE. Encuesta de Población Activa, 1999.
El cambio más importante consiste en la reducción de los porcentajes de población analfabeta y el ascenso importante de los que han conseguido terminar estudios superiores (16%). En el medio de las categorías se ha producido un colchón de más de dos tercios de personas. En lo que a las personas mayores se refiere, se aprecia sobre todo una reducción de los analfabetos reales hasta alcanzar un valor inferior al 10%, que es la mitad entre los hombres y casi un 13% entre las mujeres. De nuevo queda patente la diferencia en el acceso a la enseñanza según el género, asociado a la consideración del distinto papel asignado a hombres y mujeres. Todavía a finales del siglo XX es apreciable ese fenómeno, ya que en este momento llegan a los 65 años las personas que nacieron en la década de los años 30, quienes todavía no se vieron libres de los efectos derivados de la Guerra Civil y su postguerra. En efecto, aunque la cifra de personas poseedoras del título universitario es del 16%, entre los mayores el porcentaje apenas ha crecido en 20 años (del 3,8% en 1981 al 4,4% en 1999), sin que tampoco lo haya hecho
166
significativamente entre hombre y mujeres. Se apr ecia, eso sí, el desequilibrio tradicional por género. La mejora habrá sido en la enseñanza secundaria, pero no en la superior. Habrá que esperar probablemente otros 20 años para apreciar el cambio cualitativo que ha supuesto para los españoles de más edad el acceso a una educación más generalizada. En estas condiciones de falta de preparación educativa para el trabajo es de esperar que las actividades económicas desarrolladas por las personas mayores no sean de elevado nivel y por lo tanto su economía y nivel de vida no sean tampoco muy boyantes. Uno de los instrumentos habituales para acceder a esta información sobre el nivel de vida es a través de los ingresos, a pesar de la tendencia de los individuos a no informar correctamente de sus rentas, ocultando el montante final. Unas veces esto se hace inconscientemente porque no se tienen en cuenta otras fuentes distintas a la percepción económica derivada del trabajo. Los ingresos medidos a través del Panel de Hogares de 1995 permiten hacer una aproximación a la capacidad económica de la población mayor en relación con el conjunto de la población (Cuadro 52)
Cuadro 52 INGRESOS MENSUALES MEDIOS POR HOGAR Y PERSONA, 1995
Todos los hogares Hogares con un adulto > 65 años, sin hijos Pareja sin hijos Alguna persona > 65 Pareja con algún hijo menor Otros hogares con hijos
Ingreso medio por hogar (pesetas)
Base:100
Ingreso medio por persona (pesetas)
Base:100
191.333 96.091 75.141 151.655 120.694 214.178 227.130
100 50,2 39,3 79,3 63,1 111,9 118,7
67.289 93.219 75.141 75.287 60.347 55.630 65.123
100 138,5 111,7 112,7 89,7 82,7 96,8
Fuente: UNION EUROPEA. Panel de Hogares, 1995.
Según los ingresos mensuales del hogar, los hogares formados por un mayor solo, sin hijos, son los más bajos de todos los tipos de hogares, en relación con el valor medio, al que solo llega al 40%. Incluso cuando el hogar está compuesto por una pareja entre los cuales hay un mayor, el
167
decremento de los ingresos con respecto a los valores medios llega al 60%. Estos datos, referidos a número de hogares, significan que nueve de cada diez hogares de mayores perciben unos ingresos mensuales por debajo de las 130.000 ptas. (780 euros), frente al 37% de todos lo hogares. Las diferencias por género son también muy significativas, ya que de entre los hogares encabezados por mujeres mayores, más del 85% percibe ingresos por debajo de las 130.000 ptas. mensuales, más alto que en caso de los varones (65%). Por otro lado, es notable la diferencia de los ingresos por hogares cuando el perceptor de referencia es un jubilado: los hogares de jubilados por debajo de 130.000 ptas./ mes representan dos de cada tres, en sintonía con lo que ocurre con otros grupos desfavorecidos como parados o inactivos no jubilados. La procedencia de los ingresos en los hogares formados por personas mayores tiende a ser distinta de la de los hogares en los que viven las personas en edades activas (Gráfico 33) Gráfico 33. Fuente de ingresos en el hogar, 1990-1991
Fuente: INE. Encuesta de Presupuestos Familiares, 1990-1991 .
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Las diferencias son apreciables: mientras en ocho de cada diez hogares de activos menores de 65 años la procedencia fundamental de los ingresos es a través de rendimientos del trabajo, bien por cuenta propia o ajena, en los de mayores de 65 años esta relación se reduce a uno de cada cuatro, mientras el 60% procede de pensiones de jubilación o de incapacidad. En el caso de los hogares de personas mayores hay una discrepancia evidente entre hombres y mujeres. La aportación femenina a los ingresos del hogar es en mayor medida a través del trabajo que lo es en el caso de los hombres (23% frente al 18%), como consecuencia de una mayor implicación de la mujer en el trabajo incluso en edades superiores a las de jubilación, especialmente en el cuidado de personas y en trabajos de carácter doméstico. No hay que olvidar tampoco que la mujer, en hogares de personas mayores de 65 años, puede no haber llegado a esa edad como consecuencia de la diferencia de edad con el hombre a la hora de matrimoniar. Por otro lado, también es apreciable la diferencia por género cuando se consideran los ingr esos de jubilación y otros ingresos. En más del 72% de los hogares de más de 65 años con varones la procedencia principal de los ingresos es la pensión de jubilación, frente a solo el 50% en el caso de las mujeres, como consecuencia de la distinta dedicación al mundo del trabajo de hombres y mujeres a lo largo de toda su vida activa. Por ello, un componente esencial de los ingresos de las mujeres mayores procede de otros subsidios (vejez, viudedad, incapacidad,...) ligados a derechos percibidos no por ser mano de obra, sino por ser cónyuge, o no haber cotizado sus cuotas y recibir ahora derechos diferidos, per o no propios. El resultado de esta distribución da verdadero sentido a las dificultades que muchos hogares de personas mayores, especialmente si son mujeres, encuentran a la hora de hacer valer los ingresos, reducidos, que perciben de fuentes limitadas en su volumen y crecimiento anual, por estar ligados a situaciones en las que el trabajo ha sido de escaso potencial económico, tanto a la hora de generar patrimonio acumulado en la vida laboral del individuo como en el momento de percibir el salario diferido de la jubilación. La realidad demuestra que ser viejo, mujer y cobrar pensión de jubilación es una condición potencial para sufrir dificultades económicas en el futuro que redundarán en la capacidad de maniobra de cara a la atención sociosanitaria de los mayores con problemas. El refuerzo de la política estatal debería complementar la propiamente familiar.
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XII. SALUD Y SERVICIOS SOCIALES ENTRE LA POBLACIÓN MAYOR 1. Morbilidad Aunque la enfermedad no es una consecuencia inevitable del envejecimiento humano, el riesgo de empezar a sufrir una enfermedad crónica aumenta enormemente con la edad. La mortalidad en su descenso ha sido, en cierto modo, sustituida por la morbilidad. El incremento de la esperanza de vida surge de una combinación de mortalidad decreciente y morbilidad creciente. Se vive más, pero también se enferma más. Paralelamente ha cambiado el significado de la enfermedad: ha pasado de ser considerada un proceso agudo que con gran frecuencia finalizaba con la muerte, a ser considerada un estado crónico que padece mucha gente durante prolongadas etapas de su vida. En 1971, Omran formulaba la teoría de la transición epidemiológica, que corresponde a la modificación de la estructura de las causas de muerte que ha acompañado a la caída de la mortalidad a lo largo del tiempo y a la substitución de la mortalidad por la morbilidad. Omran (1971) propuso tres fases que se correspondían con las etapas de la transición demográfica: la etapa de las epidemias y las hambrunas, la etapa de disminución de las pandemias, y la etapa de las enfermedades degenerativas y provocadas por el hombre. Según este autor esta última fase se habría producido durante los años 60 en los países desarrollados, pero durante las décadas posteriores la mortalidad siguió descendiendo ininterrumpidamente. Por ello, Olshansky y Ault (1986) proponen una cuarta etapa en la que con el mantenido descenso de la mortalidad afloran con fuerza las enfermedades crónicas: la etapa de las enfermedades degenerativas tardías. En
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esta etapa aumenta la prevalencia de enfer medades de índole degenerativo (enfermedades cardiovasculares y oncológicas, sobre todo) y ligadas al comportamiento humano (mala nutrición, condiciones de trabajo, estrés, contaminación, sedentariedad, tabaquismo, accidentes de circulación, etc.). Según Gómez Redondo (1995), la sociedad española actual se encuentra plenamente en dicha cuarta etapa de la transición epidemiológica. Entre las enfermedades crónicas que sufre la población mayor española destacan los problemas óseos y cardiovasculares. Aunque las enfermedades del aparato circulatorio son la primera causa de muerte (tanto para la población en general como entre las personas mayores), la principal causa de enfermedad entre los mayores no está relacionada con el sistema circulator io sino con el óseo. En 1998 (CIS 2279) uno de cada tres mayores sufría una enfermedad relacionada con los huesos (366,6‰) y uno de cada cuatro un reumatismo (243,6‰). En ambos casos la situación empeora considerablemente en el caso de las mujeres, casi una de cada dos mujeres tiene algún problema óseo (444,7‰), y una de cada tres sufre un reumatismo (298,9‰). Los problemas relacionados con el sistema circulatorio son la segunda causa de morbilidad en la vejez, por orden de importancia. La mortalidad por enfermedades cardiovasculares ha mostrado una evolución descendente en los últimos años, debido, entre otros factor es, a la mejora en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, lo que ha resultado en una mayor supervivencia, y por tanto una mayor prevalencia de las enfermedades cardiovasculares en la vejez. Uno de cada cuatro mayores presenta un problema cardiovascular (243‰), y la tasa es todavía superior cuando se refiere a problemas de hipertensión arterial (270,1‰). Las enfermedades cardiovasculares están más presentes entre los varones (254,9‰), al igual que las enfermedades relacionadas con el sistema respiratorio. Éstas últimas han mostrado una tendencia creciente hasta la fecha, y en la actualidad afectan a uno de cada cinco hombres mayores (191,6‰). Esta mayor prevalencia masculina es debida a la gran incidencia de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (Pérez y Mompart, 1997), que está muy relacionada con el consumo de tabaco. Entre las mujeres muestran una mucho mayor presencia los problemas de insomnio (176,2‰), memoria (164,9‰) y depresión (115,8‰), que hacen pensar en la mayor edad media del colectivo femenino, así como en la mayor presencia de situaciones de soledad.
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Gráfico 34. Tasas de morbilidad por causas. España, 1998
Fuente: CIS/IMSERSO (1998) Encuesta de Soledad, nº 2279
Entre los problemas de salud que han limitado durante más de diez días la actividad habitual de los mayores, destacan nuevamente las dolencias relacionadas con artrosis, reumatismos, gota, dolores de espalda, o lumbagos, que han afectado a uno de cada diez (100,8‰) durante el último año. Este tipo de problemas han afectado en mucha mayor medida a las mujeres mayores (142,6‰) así como la presencia de fracturas, traumatismos, luxaciones, o problemas de ligamentos (37,2‰). Mientras que las que han impedido en mayor medida el desarrollo de la actividad habitual de los hombres mayores son las dolencias relacionadas con el corazón y el aparato circulatorio (68,7‰), las enfermedades del aparato respiratorio (excluyendo las gr ipes) que han alcanzado a 38,6 de cada mil, y las dolencias genitourinarias relacionadas con la próstata, el riñón, etc (38,6‰). La tasa de morbilidad aumenta conforme avanza la edad. De esta forma, una cuarta parte de la población entre 65 y 69 años ha visto limitadas sus actividades durante un período superior a diez días durante el último año debido a la presencia de la enfermedad, pero esta situación alcanza ya prácticamente a la mitad de los mayores de 85 años. Por el con-
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trario la prevalencia de enfermedades crónicas en la vejez, que se incrementa constantemente hasta los 80 años, disminuye a partir de estas edades en las que la mortalidad aumenta fuertemente. El patrón por edades de la morbilidad por causas no varía de forma significativa, aumentando con la edad en casi todos los casos. La excepción la presentan las tasas de colesterol que muestran un máximo en edades relativamente jóvenes: entre 70 y 75 años. Por el contrario, la hipertensión arterial aumenta su presencia conforme avanza la edad, aunque de forma discreta; mientras que las enfermedades coronarias y cardiovasculares aumentan fuertemente entre los 65 y los 70 años, y todavía de forma más brusca traspasados los 85 años. Dos de los problemas más extendidos entre la población mayor son los relacionados con la visión y el oído. Los problemas auditivos afectan a uno de cada cinco mayores de 65 años (216,0‰), mostrando una incidencia similar entre hombres y mujeres, y generalizándose conforme aumenta la edad, de forma que entre los 80 y los 84 años ya afectan a uno de cada tres individuos (362,9‰). Los problemas relacionados con la visión afectan a un 15% de los mayores de 65 años, siendo las más afectadas las mujeres. Con una incidencia similar entre ambos sexos en las edades más jóvenes, se agrava fuertemente entre las mujeres conforme avanza la edad, llegando a alcanzar a una de cada tres mayores de 85 años (366,7‰). Otro fenómeno que muestra una brusca evolución con la edad es la pérdida de volumen corporal: el índice de masa corporal muestra una disminución constante que se hace más brusca para las mujeres a partir de los 75 años, y para los hombres a partir de los 80 años de edad. Otro de los fenómenos que con frecuencia altera el estado de salud de los mayores es una elevada accidentalidad. Una de cada diez mujeres mayores ha sufrido un accidente durante el último año (111,6‰), siendo algo menor la tasa para el conjunto de la población (84,6‰). En su mayoría han ocurrido en el propio domicilio o en el edificio (en las escaleras, etc.), aunque una tasa no desdeñable (25,2‰) ha ocurrido en unas calles (medios de transpor te, etc.) pensadas para jóvenes y sanos, y poco adaptadas a las condiciones de movilidad, en ocasiones reducida, de la población mayor. Un 10% de la población mayor de 65 años había tenido que guardar cama, una media de cuatro días, durante los diez días previos a la encues-
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ta (ENS, 1997). Los octogenarios son los que sufren una mayor tasa de encamamiento, siendo uno de cada seis los que habían tenido que guardar cama recientemente (137,1‰). Pero, una de las características más relevantes respecto al estado de salud en la vejez es la elevadísima medicación a la que los mayores se ven sometidos. Ocho de cada diez mayores de 65 años toman alguna medicación (782,2‰), aumentando enormemente su consumo traspasado el umbral de los 70 años. Los medicamentos más utilizados son los indicados para la tensión arterial, medicación que consume uno de cada tres mayores (299,7‰), les siguen entre los varones los indicados para el corazón (180,3‰) y para problemas respiratorios, como bronquitis, etc. (167,4‰). Entre las mujeres, junto con el consumo de medicación para la tensión arterial, aparece un alto consumo también de analgésicos para rebajar el dolor (195,3‰) posiblemente relacionados con la alta prevalencia de problemas óseos, así como medicamentos indicados para el reuma (128,7‰). Es también muy elevando entre las mujeres mayores el consumo de tranquilizantes, relajantes, y medicamentos para dormir (165,9‰), que muestra una clara relación con la alta presencia de problemas nerviosos y depresiones entre las ancianas.
2. Discapacidad “Probablemente me quedan todavía una decena de años en el fondo de mi saco. De estos diez años, las pleuresías, los reumatismos y el resto de esta incómoda familia se llevarán dos o tres”. Esto es un extracto de una carta de Diderot, en el que refleja con claridad el concepto de esperanza de vida en salud o libre de discapacidad. La salud ha sido abordada durante buena parte del siglo XX en términos de pura supervivencia, per o la salud ha de ser entendida en un sentido más amplio, más cercano a la calidad de vida, que abarca aspectos médicos y sociales. La OMS define salud como un estado de bienestar físico, mental y social completo. Se convierte así en la capacidad de un individuo de funcionar de forma óptima dentro de su entorno habitual (Minaire, 1991). Esta definición de salud, en términos de bienestar y calidad de vida, aporta la imagen de la discapacidad como la inversa de la buena salud. La discapacidad a menudo se asocia a la falta de aptitud o ineptitud, que tiene mayores implicaciones psicológicas. La incapacidad es lo con-
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trario a la capacidad, la discapacidad es la pérdida o la falta de una capacidad, y en términos funcionales está claramente diferenciada de la actividad1. La discapacidad no es estrictamente equivalente a la no realización de una actividad, sino a la restricción en la realización de la misma por cuestiones de salud. De esta forma, un accidente cardiovascular cerebral, una fractura de fémur, o un reumatismo inflamatorio, por ejemplo, suelen estar asociados a elevadas probabilidades de sufrir consecuencias funcionales y una reducción de la actividad (Minaire, 1991). Frente al concepto de dependencia el de discapacidad se refiere únicamente a las limitaciones específicas como consecuencia de enfermedades crónicas e invalidantes2. La deficiencia corresponde a la alteración de una función o de una estructura psicológica, fisiológica o anatómica (OMS, 1988). La deficiencia puede ser temporal o definitiva, y representa la exteriorización de un proceso patológico subyacente. La discapacidad corresponde, como resultado de una deficiencia, a toda reducción parcial o total de la capacidad de desarrollar una actividad o función dentro de los límites que se consideran normales (OMS, 1988). La discapacidad puede ser reversible o irreversible, y se corresponde con las perturbaciones que la persona sufre como consecuencia de una deficiencia. La dimensión de la discapacidad concierne a comportamientos considerados esenciales, como comunicarse, desplazarse, alimentarse, etc. Utilizando la Encuesta Nacional de Salud de 1997, podemos afirmar que en España había a finales del siglo XX aproximadamente 2.099.884 personas mayores que sufrían alguna discapacidad (CECS, 2001). Contrastando dicha cifra con la que arrojan los datos recién publicados de la Encuesta de Discapacidades (INE, 2001), que recoge a 2.072.652 personas mayores en situación de discapacidad, se puede observar la gran similitud de ambas mediciones, lo que aporta una gran seguridad a las estimaciones realizadas. De ellos un 28% sufrían una discapacidad moderada, un 38% una discapacidad grave, y un 30% una limitación absoluta respecto a alguna actividad. 1 Una persona puede tener la capacidad de subir y bajar escaleras, pero no hacerlo porque en su entorno habitual no es necesario 2 En el mismo concepto de discapacidad se recogen realidades funcionales diferentes: un déficit de independencia física para la realización de actividades cotidianas, por ejemplo, puede tener un origen único, puramente motriz o cognitivo, o un origen mixto cognitivo y motriz.
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Gráfico 35. Tasa de discapacidad por sexo y edad. España, 1999
Fuente: INE (2001) Encuesta de Discapacidades, 1999
La discapacidad afecta a un 20% de la población entre 65 y 69 años, aumentando su presencia conforme avanza la edad, de tal forma que la mitad de las mujeres entre 80 y 84 años sufren alguna discapacidad (500,7‰), y a partir de los 85 años más de la mitad de la población sufre alguna, tanto entre los varones (591,6‰), como entre las mujeres (656,6‰). Pero, los mayores rara vez sufren tan sólo una discapacidad, sino que a estas edades las limitaciones se superponen, en paralelo a situaciones de co-morbilidad. Tan sólo un 17% de los mayores sufren una discapacidad, mientras que un 68% de los mismos se encuentran en una situación en la que han de hacer frente a tres o más discapacidades. La discapacidad parece presentar también patrones espaciales de incidencia diferenciada. En nuestro país las mayores tasas de discapacidad las encontramos, de forma general, en el sur de la península, al igual que ocurre con las mayores tasas de mortalidad. Las situaciones oscilan entre los 404 discapacitados por cada mil mayores que encontramos en la región de Murcia, y los 183 que habría en La Rioja. Tasas de discapacidad muy altas, cercanas a las murcianas, las podemos encontrar en Andalucía, Ceuta y Melilla, Extremadura, Castilla-La Mancha, así como en Castilla y León. Por el contrar io la discapacidad está menos presente en comunidades como La Rioja, Navarra, el País Vasco, Aragón, Madrid, y Baleares o Canarias, algunas de las cuales destacan por su alto nivel de renta, y unos buenos indicadores de calidad de vida.
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Cuadro 53 TASAS DE DISCAPACIDAD DE LOS MAYORES DE 65, POR CCAA (‰) CC.AA.
tasa (‰)
Andalucía Aragón Asturias Baleares Canarias Cantabria Castilla y León Castilla-La Mancha Cataluña
394,38 268,24 299,75 259,55 272,24 315,32 372,70 339,62 328,58
CC.AA. C. Valenciana Extremadura Galicia Madrid Murcia Navarra País Vasco Rioja Ceuta y Melilla
tasa (‰) 300,53 357,30 324,25 263,22 404,90 287,75 239,24 183,25 360,99
Fuente: INE (2001) Encuesta de Discapacidades, 1999
Las discapacidades más presentes entre los mayor es son las relacionadas con el cuidado de la casa (17%), lavar la ropa (11%) o comprar (8%), actividades que parecen requerir un esfuerzo creciente según se avanza en edad y la agilidad y condición física disminuye. Frente a la aceptación social de la pérdida de capacidad con la edad para otras tareas, la pérdida de capacidad a edades avanzadas para la realización de tareas propias del mantenimiento del hogar es de una absoluta invisibilidad social, poniendo a muchos mayores, y en concreto a muchas ancianas, ante la necesidad de realizar grandes esfuerzos, situación en la que no se pone a ningún otro sector de nuestra sociedad. Otra de las grandes limitaciones que sufren las personas mayores es la relacionada con la movilidad, el desplazamiento, y la utilización de los medios de transporte. Es ésta además una discapacidad que se presenta a edades muy tempranas en la vejez. Diversos autores han constatado las constricciones que una movilidad restringida representa a edades avanzadas (Valderrama et al., 2000; Escudero et al., 1999). Valderrama et al. (2000) han comprobado que son las actividades relacionadas con la movilidad (uso de escalones, caminar, levantarse de la cama o de una silla) las más fuertemente asociadas con la mala autopercepción del estado de salud. Probablemente porque en un estado de limitaciones funcionales leves, la movilidad fuera del pr opio hogar y las relaciones con el entorno se convierten en cruciales. En nuestro país un 13% de los mayores tienen serias dificultades a la hora de subirse a un autobús, tomar el metro, e
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incluso de usar un taxi, y algunos sencillamente no pueden utilizar estos medios de transporte (en muchos casos no adaptados), lo que ello significa de aislamiento y de limitaciones a la hora de utilizar el entorno y buscar recursos, recursos muchas veces alejados, y por tanto inaccesibles para estos mayores. De la misma forma, un 10% de los mismos se ven limitados en todo aquello que suponga subir algún escalón, y esto en muchas ocasiones significa, simplemente, no poder salir de casa Entre las actividades más básicas o prioritarias a la hora de mantener una cierta calidad de vida, son “quedarse solo de noche” y “ducharse o bañarse” las que les suponen mayores dificultades a nuestros mayores, que conscientes de su propia vulnerabilidad temen encontrarse solos en situaciones en las que les pueda ocurrir algún percance (resbalar en la bañera…), o resulte más difícil pedir ayuda (durante las horas nocturnas).
Gráfico36. Tasas de discapacidad por grupos. España, 1999
Fuente: INE (2001) Encuesta de Discapacidades, 1999
En España, en 1997, había alrededor de 400.000 personas mayores con problemas de incontinencia, con las limitaciones no sólo de depen-
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dencia física, sino también de ansiedad o trastornos psicológicos que esta situación origina. En esa misma fecha una cifra algo menor, cer cana a los 350.000 mayores, se encontraban cautivos en su hogar, sin poder traspasar el umbral de su propio domicilio, en una situación en la que a las limitaciones físicas individuales se unen una multiplicidad de barreras arquitectónicas tanto en los edificios y en las calles, como en los medios de transporte de nuestras ciudades. La situación de mayor longevidad que están viviendo las sociedades occidentales, acompañada de una discapacidad creciente ha generado un debate sobre la calidad de vida con la que se “disfrutan” o se “sufren” esos años ganados a la muerte. La preocupación por la calidad de vida al final de la misma no es nueva, pero no es hasta finales de los años sesenta cuando se formaliza en los foros científicos. Aparece por primera vez esta preocupación en un informe norteamericano de 1969 (USDHEW: Toward a Social Report) en el que se afirma que una larga vida y una buena salud son objetivos elementales de la vida humana. En los años ochenta la OMS empezó a considerar tan impor tante añadir “vida a los años” como “años a la vida”. El interés se ha trasladado desde entonces, de la prolongación de la vida y el retraso de su final, hacia la búsqueda de una mejor calidad y no sólo cantidad de vida. Es desde esta perspectiva desde la que adquiere relevancia el cálculo de esperanza de vida en salud, cuyo interés principal se centra en la evaluación, en años, del impacto que, sobre la calidad de vida, ejerce la presencia de enfermedades. De la misma forma, la esperanza de vida libre de incapacidad (EVLI) pretende sintetizar en una sola medida no solo la duración de la vida sino también la calidad de vida. Al igual que la esperanza de vida, es un índice sintético que se refiere más al estado de salud de la población en su conjunto que al individuo. Las estimaciones de la esperanza de vida en salud han sido muchas, utilizando distintos datos de distinta naturaleza y diversos indicadores, así como con diferentes referentes territoriales. De los resultados de todos ellos se deduce que sea cual fuere el período temporal, país o indicador utilizado la esperanza de vida en salud no se ha incrementado al mismo ritmo que la duración total de la vida (siempre que dentro de la mala salud se considere la discapacidad leve o moderada). Las hipótesis de Fries (1980) en las que con la compresión de la morbilidad la curva de supervivencia quedaría relativamente fija y a ella se iría acercando progresivamente la de supervivencia sin discapacidad, reduciendo la duración de la vida con discapacidad, no parece poder constatarse hasta la fecha en nin-
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guno de los casos. Los resultados observados parecen más favorables a las teorías de la pandemia de las discapacidades moderadas (Robine, Bucquet y Ritchie, 1991) Si bien España es uno de los estados con una mayor esperanza de vida a nivel mundial (tras Japón), cuando se trata de esperanza de vida en salud la situación empeora, mostrando perspectivas menos halagüeñas que las de algunos de nuestros vecinos europeos, como Francia o Suecia, además de Australia y Japón. En nuestro país, según los últimos datos disponibles (OMS, 2001), las mujeres pueden esperar vivir algo menos de 76 años antes de caer en una situación de discapacidad, mala salud, y reducción de la calidad de vida, y los hombres no alcanzarían una expectativa de 70 años; los restantes son años no ganados para la vida sino para la enfermedad. En los Estados miembros de la Unión Europea las esperanzas de vida a los 65 años oscilan entre los 21 años que pueden esperar vivir todavía las mujeres francesas y los 13 que pueden esperar, por término medio, los hombres irlandeses (Robine, Jagger y Romieu, 2001). En España la expectativa de vida media a los 65 años es de 16 años para los varones y de casi cuatro más para las mujeres. En efecto las mujeres españolas pueden esperar vivir más años que su congéneres, como ocurre en todas las sociedades desarrolladas, pero no más años libres de discapacidad. Si en las expectativas de vida introducimos la calidad de dicha vida por vivir, hombres y mujeres en nuestro país pueden esperar alrededor de 9 años sanos, independientes y gozando de una buena calidad de vida, tras haber cumplido los 65 años. La esperanza de vida libre de grave discapacidad muestra unas pautas similares. Es la población portuguesa la que dentro de la Unión Europea muestra una esperanza de vida menor sin sufrir una discapacidad grave, esperanza que se materializa en 11 años para los hombres y casi 14 para las mujeres. En el otro extremo se encuentra las mujeres de Luxemburgo, que pueden esperar vivir 17 años libres de problemas graves, cuatro más que sus compatriotas masculinos. Las diferencias entre hombres y mujeres son mucho más reducidas nuevamente en el caso español, en donde de los casi 20 años de expectativa de vida femenina a los 65, poco más de 15 estarán exentos de alguna discapacidad grave, que se traduzca en importantes limitaciones, lo que arroja un saldo de casi 5 años con graves problemas. En el caso de los varones la situación mejora, y de los 16 de expectativa a los 65 años, durante casi 14 se verán libres de graves problemas.
181
Gráfico 37. Esperanza de vida a los 65 años (total, libre de discapacidad y libre de grave discapacidad). Comunidad Europea, 1994 Esperanza de vida: Mujeres
Esperanza de vida: Hombres
Irlanda
Irlanda
Dinamarca
Dinamarca
Portugal
Portugal
Reino Unido
Luxemburgo
Alemania
Alemania
Grecia
Reino Unido
Luxemburgo
Países Bajos
Países Bajos
Bélgica
Bélgica
Italia
Italia
España
España
Grecia
Francia
Francia
12
14
16
18
20
12
22
Esperanza de vida libre de discapacidad: Mujeres
14
16
18
20
22
Esperanza de vida libre de discapacidad: Hombres
Italia
Alemania
Alemania
Portugal
Portugal
Italia
Reino Unido
Reino Unido Bélgica
Países Bajos España
Irlanda
Bélgica
Países Bajos Grecia
Dinamarca Grecia
Francia
Irlanda
Dinamarca
Francia
España
Luxemburgo
Luxemburgo
6
7
8
9
10
11
12
Esperanza de vida libre de grave discapacidad: Mujeres
6
8
9
10
11
12
Esperanza de vida libre de grave discapacidad: Hombres
Portugal
Portugal
Italia
Alemania
Alemania
Francia
Francia
Italia
Dinamarca
Países Bajos
Grecia
Irlanda
Reino Unido
Dinamarca
Países Bajos
Reino Unido
Bélgica
Bélgica
España
Grecia
Irlanda
Luxemburgo
Luxemburgo
10
7
España
12
14
16
18
20
10
12
14
16
18
20
Fuente: European Community Household Panel, 1994. Cálculos de Robine, Jagger y Romieu (2001)
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Los hombres mayores españoles pueden esperar razonablemente vivir la mayor parte de su vejez libres de discapacidad alguna, gozando de buena salud, y de una vejez activa. Pero de los años que les quedan por vivir, un 14% de los mismos se pueden ver limitados por algún problema grave, que limite seriamente su autonomía y su calidad de vida. En el caso de las mujeres la situación se agrava. Probablemente las mujeres mayores españolas pasen más de la mitad de su vejez sufriendo las limitaciones derivadas de una situación de discapacidad, y un 30% de la misma con limitaciones que afecten muy seriamente a su calidad de vida. La ganancia de años femenina se realiza fundamentalmente a expensas de años vividos sufriendo alguna discapacidad.
3. Uso de servicios sanitarios Los operadores con capacidad para dar respuesta a los distintos tipos de necesidades de bienestar y salud en la vejez son la administración pública, las organizaciones no lucrativas, las empresas, y las familias. Cada uno de ellos puede proveer financiación o atención, o ambas cosas en distinta medida, complementándose entre sí en muchas ocasiones. Las personas mayores pueden buscar la ayuda de algún miembro de su familia, pueden buscar servicios en el mercado, o buscar las posibilidades de ayuda disponible para ellos en los programas públicos. La familia puede responder mediante una transferencia de tiempo, o financiando ese tiempo en el mercado, mediante una transferencia de dinero. El mercado puede ofrecer opciones tanto de servicios sanitarios como sociales. Por su parte, la respuesta estatal a las demandas de calidad de vida en la vejez, viene dada por una cobertura sanitaria universal, que convive con una muy reducida ofer ta de servicios sociales. Uno de los grandes inconvenientes en la prestación de servicios de salud y bienestar en la vejez es que éstos en la actualidad se presentan muy fragmentados: diversidad del contenido de sus prestaciones (sanitarias, socio-asistenciales, recreativas...), diversidad de su naturaleza jurídica (públicos, privados lucrativos, priv ados no lucrativos...). Así, cada servicio desarrolla una aproximación y sus operadores se limitan a garantizar prestaciones. En la práctica existen verdaderos conflictos entr e un servicio y otro, la pretensión de un servicio de ser competente para una necesidad y no para otra es difícilmente sostenible frente al anciano, que siempre presenta al mismo tiempo varias necesidades sociales y sanitarias. La
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situación se complica aún más cuando cada uno de los servicios pertenece a entes de distinta naturaleza (ayuntamiento, sistema sanitario nacional, organizaciones no lucrativas...). Frente al gran desconocimiento y el difícil acceso a los servicios sociales destinados a garantizar la calidad de vida en la vejez, los servicios sanitarios son uno de los recursos más utilizados por los mayores. De cada mil mayores, 382 han acudido a una consulta médica durante las últimas dos semanas (ENS, 1997). Entre los ancianos de edades más avanzadas el uso de servicios médicos es todavía más elevado: entre 80 y 84 años, uno de cada dos ha requerido los cuidados de un médico recientemente (467,7‰). En la mayor parte de los casos el anciano ha acudido a un centro de salud o consultorio púb lico (53,2%), y en un 30,7% de las ocasiones a un ambulatorio o centro de especialidades; a ello se suman las consultas externas de los hospitales (5,4%), de forma que los servicios médicos privados tan sólo han atendido un 4,7% de las consultas realizadas por personas de 65 años y más. Un porcentaje muy reducido ha tenido que ser atendido en su propio domicilio (3,8%), o incluso ha tenido que acudir por urgencias (1,9%) a un hospital u ambulatorio. Son los casos en los que los mayores han tenido que ser atendidos en su propio domicilio los que más aumentan a edades avanzadas, llegando a suponer un 12% de las consultas realizadas a personas de 80 años y más. Consecuentemente la especialidad más requerida en la vejez es la medicina general (296‰), a la que siguen la cardiología, oftalmología, traumatología, urología y reumatología. El motivo de la consulta en la mayoría de los casos fue el diagnóstico o tratamiento (45,4%), o una revisión (31,2%), siendo en el 20% de los mismos tan sólo la dispensación de recetas. Más del 50% de los mayores afirman tener cerca el centro de servicios sanitarios al que acuden. De cada diez de ellos, cinco afirman estar bastante cerca de la consulta (494,4‰) y dos muy cerca (190,8‰); dos más se encontrarían a una distancia intermedia (179‰), y uno considera que está lejos o muy lejos (121,5‰). Por término medio afirman haber invertido 16 minutos en llegar a la última consulta a la que acudieron. Durante el último año una de cada siete personas mayores se ha visto hospitalizada (132,3‰), siendo el motivo principal la necesidad de una intervención quirúrgica. Su estancia hospitalaria media ha sido de 10,3
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días; siendo las urgencias también un servicio utilizado en 1,3 ocasiones por término medio durante el último año. Los servicios sociales dirigidos a la población mayor y ofrecidos por administración y organizaciones lucrativas o no, se concretan en servicios de ayuda a domicilio, de teleasistencia o telealarma, centros de día, estancias temporales, o servicios de respiro, programas de adaptación de la vivienda, sistemas alternativos de alojamiento y servicios institucionales como las residencias de mayores, o los hospitales de media y larga estancia. De un total de 369.461 usuarios de los servicios sociales públicos (registrados en el Sistema de Identificación de Usuarios de Servicios Sociales, SIUSS, entre los años 1994 y 2000), 136.589 eran hombres y 202.001 mujeres. A los servicios sociales públicos acuden fundamentalmente los mayores de 70 años; entre los hombres los usuarios se encontraban principalmente entr e 70 y 80 años, así como las mujeres entre 70 y 90 años debido a su mayor longevidad. Más del 50% de ellos acudieron a su centro de servicios sociales en busca de información y orientación (47,3%), ayuda a domicilio (26,6%) y ayudas económicas (13,2%).
Cuadro 54 ESTRUCTURA POR EDADES DE LOS USUARIOS MAYORES DE LOS SERVICIOS SOCIALES PÚBLICOS. E SPAÑA, 1994-2000 Edad 66-70 71-80 81-90 91-100
Hombres 9.770 14.735 7.322 1.707
7,2% 10,8% 5,3% 1,2%
Mujeres 16.038 26.873 19.015 4.903
7,9% 13,3% 9,4% 2,4%
Fuente: Ministerio de Trabajo. Memoria. Sistema de Identificación de Usuarios de Servicios Sociales (SIUSS), 2000.
Pero los servicios sociales públicos en la mayoría de los casos sólo alcanzan a proveer ayuda a una población marginal, de edad muy avanzada, en una situación de soledad, y con muy escasos recursos económicos. Entre las personas mayores que reciben alguna ayuda a domicilio pública, más de un 23% tienen más de 85 años, manteniendo un alto porcentaje hasta los 75 años (17%), que desciende a partir del límite de setenta años
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(un 7% tienen entre 65 y 70 años). Un 46% de los mismos son viudos o viudas, y un 39% casados, siendo muy reducidas las restantes categorías. Entre los usuarios de a yuda a domicilio casi el 50% son familias unipersonales (49,3%), mientras que el grupo de más de cuatro miembros no alcanza el 10%. Pero la mayor parte de la ayuda formal recibida por los ancianos dependientes no es proveída por los servicios sociales públicos, ni tampoco por organizaciones no lucrativas o empresas de servicios asistenciales. Más del 50% de los senescentes dependientes atendidos por servicios formales están a cargo de empleados del hogar que llegan a atender a un 10% de las ancianas dependientes, mientras que los servicios sociales públicos sólo cubren la situación de un 3% de las mismas, y el voluntariado no alcanza al 1%. Este servicio doméstico, en buena parte nutrido por trabajadores inmigrantes, que está proveyendo a los ancianos de un tiempo del que en muchos casos las familias no disponen, merecería una mayor atención, muy especialmente en cuanto a los recursos formativos se refiere. En este momento la administración pública y la sociedad española tiene ante sí el reto de ajustar las necesidades sanitarias de la población mayor con los recursos establecidos formalmente y con la necesidad de atención que demandan los propios interesados del mercado informal. Hasta ahora, esta atención corría a cargo de elementos familiares, especialmente las mujeres adultas. Ahora parece llegado el momento de dar entrada en el mismo a nuevos ‘cuidadores’, muchos de ellos formados profesionalmente en la atención específica a mayores, otros simplemente personas de atención. El reto será precisamente conseguir que estos nuevos cuidadores se empleen con dedicación y suficiencia a dicha tarea.
4. Los servicios sociales para mayores No obstante, la mayor parte de los ancianos en España goza de un estado de salud aceptablemente bueno. La demanda de servicios de salud, aunque importante, es restringida a las personas que se encuentran en dificultades sanitarias. Existe, en cambio, otro amplio conjunto de necesidades sociales, no exclusivamente sanitarias, que obligan a muchas personas a demandar servicios socio-sanitarios.
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La oferta esencial de servicios sociales para las personas mayores, disponibles en España, es de carácter público, dentro de los cuales se engloban los servicios domiciliarios, diurnos, residenciales, y alojamientos alternativos. Junto a éstos aparece bien definido un conjunto de servicios sociales de iniciativa privada, dado el gran impulso que están adquiriendo, en muchas ocasiones de la mano de las Administraciones Públicas. Cubren una demanda específica no suficientemente atendida por medios públicos. Dada la separación de competencias que existe hoy en España entre la Administración central y las Comunidades Autónomas, la mayor parte de éstas tienen estos servicios transferidos por lo cual existe una cierta dificultad a la hora de conseguir y homogeneizar la información disponible sobre ser vicios. Esto es consecuencia del diferente grado de desarrollo que los servicios sociales para las personas mayores alcanzan en los diversos territorios del Estado y de las diferencias organizativas y de disponibilidad de datos de la administración regional. Uno de los servicios más demandados es el de plazas en residencias. Aunque su grado de implantación es todavía insuficiente, la estructura permite constatar que en 1999 había una oferta cercana a 200.000 plazas residenciales para mayores que apenas representa una cobertura superior al 3% de la población potencialmente demandante, mayor de 65 años (Cuadro 55). De éstas un tercio son de provisión pública, el resto privadas. Esto significa que la esfera pública no es suficiente para proveer de residencias a la población demandante por lo que la iniciativa privada está en disposición de ofrecer plazas residenciales por si misma o mediante el mecanismo del concierto. Una cuarta parte de las plazas privadas se ofrecen en régimen de concierto, lo que representa, en su conjunto, cerca de un 10% del total de plazas residenciales. La distribución regional de plazas tiene una cierta relación con el tamaño de la población demandante, con ratios que superan la media española en Aragón, Cantabria, Castilla y León, Cataluña, Navarra y Rioja, regiones todas con un relación entre población, recursos económicos y competencias administrativas adecuada a la prestación del servicio. Mucha menor implantación en España tienen los servicios específicos que son sólo indicados en episodios muy concretos de enfermedades propias de la población mayor. La dificultad de provisión de los mismos, debida a la especificidad de los demandantes y a la escasez de recursos en muchas regiones, obliga a tener como objetivo esencial el incrementarlos como política decidida en los próximos años.
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Cuadro 55 DATOS GLOBALES SOBRE CENTROS Y PLAZAS RESIDENCIALES PARA MAYORES EN ESPAÑA. ENERO DE 1999 Ambito territorial
> 65 años
Andalucía 951.000 Aragón 238.500 Pdo. Asturias 211.900 Islas Baleares* 112.800 Canarias 167.200 Cantabria 92.800 Castilla-la Mancha 318.800 Castilla y León 511.400 Cataluña* 989.200 Comunidad Valenciana* 613.600 Extremadura 181.100 Galicia 501.800 Comunidad de Madrid 687.900 Región de Murcia 148.700 Navarra 87.500 País Vasco 321.900 La Rioja 47.400 Ciudad de Ceuta 7.100 Ciudad de Melilla 5.700 ESPAÑA 6.196.300
Centros
Total plazas
Ratio > 65
533 197 146 21 102 43 148 454 1.028 195 72 97 328 38 58 229 26 3 2 3.720
32.364 10.353 6.473 2.005 3.395 3.433 10.855 25.486 38.439 10.891 4.614 8.985 20.934 2.926 3.972 10.491 2.405 104 233 198.358
3,4 4,3 3,1 1,8 2,0 3,7 3,4 5,0 3,9 1,8 2,6 1,8 3,0 2,0 4,5 3,3 5,1 1,5 4,1 3,2
* Incluidas en el cómputo total de plazas Fuente: INE: Renovación del Padrón Municipal 1-V-1996 Consejerías de Sanidad y/o Servicios Sociales de CC.AA. Diputaciones Forales Vascas Tomado de IMSERSO. Informe 2000
Este recurso se complementa con otro conjunto de servicios entre los que destacan por su implantación regional la ayuda a domicilio y los hogares de días. Es importante señalar que se ha producido un notable avance en la década de los noventa con la aparición de los centros de día, de la teleasistencia, del régimen de estancias temporales o los alojamientos alternativos. Todo ello se ha producido a partir de la descentralización administrativa que ha supuesto la toma de competencias de servicios sociales por las comunidades autónomas.
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La teleasistencia está cubierta con 50.000 plazas (Cuadro 56). Aunque solo representa el 1% de la población mayor de 65 años, el servicio de teleasistencia se dirige, de entre ellos, a aquellos casos de personas en los que la combinación de dependencia, soledad y falta de recursos necesarios para una atención personalizada hacen que sea imprescindible una atención a distancia por servicios sociales descentralizados. No es fácil hacer una valoración de la población beneficiaria del servicio, pero parece evidente que serán personas de edades superiores a 70-75 años, en condiciones de soledad, previsiblemente mujeres más que hombres, en relación con su mayor capacidad de supervivencia y menores recursos. Cuadro 56 EL SERVICIO PUBLICO DE TELEASISTENCIA EN ESPAÑA. ENERO DE 1999 Ambito territorial Andalucía Aragón Pdo. Asturias Islas Baleares* Canarias Cantabria Castilla-la Mancha Castilla y León Cataluña* Comunidad Valenciana* Extremadura Galicia Comunidad de Madrid Región de Murcia Navarra País Vasco La Rioja Ciudad de Ceuta Ciudad de Melilla ESPAÑA
> 65 años
Nº usuarios
Ratio > 65
951.000 238.500 211.900 112.800 167.200 92.800 318.800 511.400 989.200 613.600 181.100 501.800 687.900 148.700 87.500 321.900 47.400 7.100 5.700 6.196.300
8.875 2.842 1.401 640 429 190 3.947 6.209 3.902 3.510 1.315 587 7.191 1.094 1.986 3.941 298 111 106 48.574
0,9 1,2 0,7 0,6 0,3 0,2 1,2 1,2 0,4 0,6 0,7 0,1 1,1 0,7 2,3 1,2 0,6 1,6 1,9 0,8
Fuente: INE: Renovación del Padrón Municipal 1-V-1996 Consejerías de Sanidad y/o Servicios Sociales de CC.AA. Diputaciones Forales Vascas Tomado de IMSERSO. Informe 2000
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De nuevo sobresalen algunas regiones en las que los recursos económicos (País Vasco, Navarra, Rioja), o la falta de estructuración de su territorio y su población mayor (Castilla y León, Castilla-La Mancha, Aragón) hacen que sea un objetivo esencial la atención a personas que viven en ámbitos rurales en condiciones de dependencia y soledad, pero en su ámbito social. Con una gran implantación territorial, los hogares de jubilados cumplen la función de atender a las personas mayores en su propio hábitat (Cuadro 57). Cuadro 57 HOGARES Y CLUBES PARA LAS PERSONAS MAYORES EN ESPAÑA. USUARIOS, ENERO DE 1999 Ambito territorial Andalucía Aragón Pdo. Asturias Islas Baleares* Canarias Cantabria Castilla-la Mancha Castilla y León Cataluña* Comunidad Valenciana* Extremadura Galicia Comunidad de Madrid Región de Murcia Navarra La Rioja País Vasco Ciudad de Ceuta Ciudad de Melilla ESPAÑA
> 65 años
Nº Nº hog/clubes usuarios
951.000 238.500
163 150.000 16 268 105.748 44 211.900 22 80.539 112.800 6 28.649 25 167.200 198 ----92.800 8 31.669 34 318.800 50 150.000 47 511.400 78 250.000 49 989.200 1.126 500.000 51 613.600 197 ----181.100 23 140.794 78 501.800 32 110.000 22 687.900 107 173.324 25 148.700 220 ----87.500 173 84.258 96 47.400 162 ----321.900 301 82.205 --7.100 2 6.700 94 5.700 -----6.196.300 3.136 1.893.886 ---
Fuente: INE: Renovación del Padrón Municipal 1-V-1996 Consejerías de Sanidad y/o Servicios Sociales de CC.AA. Diputaciones Forales Vascas Tomado de IMSERSO. Informe 2000
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Ratios > 65
% de mujeres --75 38 ------59 50 ------20 60 69-75 --------52 -----
Es cierto que los servicios prestados no tienen la especificidad de los anteriores, pero también lo es que los hogares cumplen la función de centro de convivencia y socialización para las personas mayores de un determinado espacio geográfico de carácter local. Con dos millones de plazas, algo menos de una tercera parte de todos los posibles beneficiarios, los hogares están desigualmente repartidos: Cataluña, con una gran tradición social de este tipo de establecimiento, concentra un tercio de los locales y una cuarta parte de los usuarios. El resto de las regiones mantienen una estructura básica de atención diaria de los hogares. La ocupación es notable, con una participación decidida de las mujeres. En conclusión, en sociedades desarrolladas demográficamente y económicamente como la española, cada día es más importante la demanda de servicios sociales no sanitarios por parte de la población mayor. Esta situación está bien entendida por la administración pública y la iniciativa privada en la medida en que están haciendo esfuerzos muy importantes por adecuar la demanda a la oferta, siempre escasa y limitada por la falta de recur sos. No obstante ello, existe el compromiso cierto por su parte, como medida de la necesidad social, de avanzar en el próximo futuro en la provisión de estos servicios.
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MONOGRAFÍAS
VICENTE RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ RAÚL HERNÁNDEZ CASTELLÓN DOLORES PUGA GONZÁLEZ
CARACTERÍSTICAS DEMOGRÁFICAS Y SOCIOECONÓMICAS DEL ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN EN ESPAÑA Y CUBA
1. La España de la postguerra: Un testimonio. Luis de Llera y José Andrés-Gallego. 2. La alianza de Godoy con los revolucionarios. España y Francia a finales del siglo XVIII. Emilio La Parra. 3. Monarquía feudal y organización territorial. Alfoces y merindades en Castilla. Ignacio Álvarez Borge. 4. Una vida y su entorno. J. M. Ortiz Picón. 5. Los afrancesados. Primera emigración política del siglo XIX español (1813-1820). Luis Barbastro Gil. 6. El matemático. Arturo Azuela. 7. El África Bantú en la colonización de México (1595-1640). Nicolás Ngou-Mve. 8. A las órdenes de las estrellas. M.ª Dolores González Ripoll. 9. Trillar los mares. Salvador Bernabéu Albert. 10. El Quijote vivido por los rusos. Vsevolod Bagno. 11. Estructuras gramaticales de hindi y español. Vasant Ganesh Gadre. 12. Insula Val del Omar. Gonzalo Sáenz de Buruaga (coordinador). 13. Entre, antes, sobre, después del Anti-cine. Varios autores. 14. Mujer, mujeres, género. Susana Narotzky. 15. Del «marco geográfico» a la arqueología del paisaje. Almudena Orejas Saco del Valle. 16. La República de las Letras en la España del siglo XVIII. Joaquín Álvarez Barrientos, François López e Inmaculada Urzainqui. 17. Franco, Israel y los judíos. Raanan Rein. 18. Confesión y trayectoria femenina. María Helena Sánchez Ortega. 19. La serpiente de Egipto. Amelina Correa Ramón (ed.). 20. Base molecular de la expresión del mensaje genético. Severo Ochoa. 21. La nueva diócesis Barbastro-Monzón. Historia de un proceso. Juan Antonio Gracia. 22. La Fundación Nacional para investigaciones Científicas (1931-1939) Actas del Consejo de Administración y Estudio Preliminar. Justo Formentín Ibáñez y Esther Rodríguez Fraile. 23. Envejecer en casa: la satisfacción residencial de los mayores en Madrid como indicadores de su calidad de vida. Fermina Rojo Pérez y Gloria Fernández Mayoralas (coord.). 24. Necesidad de un marco jurídico para el desarrollo rural en España. José Sancho Comíns, Javier Martínez Vega y María Asunción Martín Lou (Editores). 25. Homenaje a D. José María Albareda, en el centenario de su nacimiento. María Rosario de Felipe. 26. Características demográficas y socioeconómicas del envejecimiento de la población en España y Cuba. Vicente Rodríguez Rodríguez, Raúl Hernández Castellón y Dolores Puga González.
El presente libro abarca una revisión de las principales características demográficas y socioeconómicas de la población en España y Cuba, siendo el resultado de un proyecto de investigación financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional y el CSIC. Se examinan los principales rasgos propios de ambas poblaciones, destacando los específicos del área geográfica de pertenencia. Tras haber estabilizado su crecimiento demográfico, ambos países han conseguido un desarrollo singular de sus poblaciones dentro de sus respectivos espacios geográficos, presentando un modelo de población estab le. En este escenario, el envejecimiento es un elemento de referencia imprescindible, tanto en la actual población española como en la cubana. El notable incremento de la población mayor, así como el abanico de necesidades presentadas por este segmento de población, requiere una mayor disponibilidad de equipamientos y recursos, económicos y humanos, a la hora de implementar políticas sociales. Del análisis se desprende la conveniencia de una mayor atención a las características determinantes de la evolución de las necesidades de esta población. VICENTE RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ es Doctor en Geografía e Investigador del Instituto de Economía y Geografía. Como miembro del Grupo de Investigación sobre el Envejecimiento ha desarrollado en los últimos años su labor científica en el análisis de diversos aspectos de esta población en España (demografía, condiciones de salud, migraciones). RAÚL HERNÁNDEZ CASTELLÓN es Doctor en Economía y Profesor Titular del Centro de Estudios Demográficos, de la Universidad de La Habana. En su larga trayectoria como investigador ha mantenido una dedicación intensa al estudio de diversos aspectos de la población cubana en relación con el desarrollo socioeconómico, con especial mención al envejecimiento de la población.
CSIC
Consejo Superior de Investigaciones Científicas
DOLORES PUGA GONZÁLEZ es Doctora en Geografía y Científica Titular del Instituto de Economía y Geografía. Su labor científica se ha centrado en el análisis de diversos aspectos del envejecimiento demográfico y de las condiciones de vida en la vejez, en el seno del Grupo de Investigación sobre el Envejecimiento.