Tratado de economía marxista II [2]

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Er11est Mandel

ratado

de economía •

m.arx1sta Tomo

B

II

,

Ediciones Era

Primera edición en francés: 1962 Título original : Traité d'économie marxiste ' © 1962, René Julliard, Paris Primera edición en español: 1969 Segunda edición en español : 1971 Traducción: Francisco Díez del Corral Derechos reservados en lengua española © 1969, Ediciones Era, S. A. Avena 102, México 13, D. F. Impreso y hecho en lv!éxico / Printed and Afade in Mexico

íNDICE l / l '

CAPÍTULO XII EL CAPITALISMO DE LOS MONOPOLIOS,

La segunda revolución industrial, 11 / La concentración industrial se acentúa, 12 / Convenios, agrupaciones y combinaciones capitalistas, 16 / Las formas de concentración capitalista, 20 / Concentración ban­ caria y capital financiero, 22 / Los monopolios, 25 / Los imperios de los grupos financieros, 30 / Las sobreganancias monopolistas, 38 / La perecuación de la tasa de ganancia monopolista, 42 / Orígenes de la ganancia monopolista, 46 / Los monopolios, frenos del progreso eco. nómico, 48 / Monopolios y "oligopolios", 53 / Capitalismo de los monopolios y contradicciones del capitalismo, 54

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11

CAPÍTULO xnr EL IMPERIALISMO, 58

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El capitalismo y la desigualdad entre las naciones, 58 / El mercado ·mundial y el capitalismo industrial, 62 /De la exportación de mercan­ cías a la exportación de capitales, 64 / El colonialismo, 67 / Las so­ breganancias coloniales, 70 / La división mundial del trabajo, 76 / Trusts y cárteles internacionales, 83 / Los trusts privados disponen de derechos de regalía en los países subdesarrollados, 87 / La estructura económica de los países subdesarrollados, 90 /El imperialismo, obstácu­ lo a la industrialización de los países subdesarrollados, 94 / El neoim­ perialismo, 98

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DE DECADENCIA DEL CAPITALISMO, 101

Concentración y centralización internacionales del capital, 101 / Reducción relativa y fraccionamiento del mercado mundial, 104 / La cartelización general de la industria, 107 / La cartelización forzosa, 112 /La burguesía y el Estado, 115 /El Estado, garante de la ganan-

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cia de los monopolios, 118 / Fusión creciente entre el Estado y los monopolios, 124 / La autofinanciación, 128 / La sobrecapitalización, 134 / La creciente importancia de la economía de armamentos y de guerra, 139 / Tendencia pcimancnte a la inflación monetaria, 144 / ¿Un capitalismo sin crisis?, 146 / Las leyes del desarrollo capitalista durante su época de decadencia, 152 / Welfare state y fascismo, 154 / ¿La era de los "managers"?, 157 / La quiebra del capitalismo, 159

CAPÍTULO

XV

LA ECONOMÍA SOVIÉTICA, 161 Etapas de la economía soviética, 161 / La experiencia de los planes quinquenales, 169 / La naturaleza social de la economía soviética, 174 / Las "categorías económicas" en la URSS, 178 / Las contradic­ ciones fundamentales de la economía soviética, 185 / Desproporción entre la industria y la agricultura, 188 / La economía planificada y el estímulo del interés privado, 197 / Las contradicciones de la gestión burocrática, 202 / Gestión burocrática y condición obrera, 206

CAPÍTULO

XVI

LA ECONOMÍA DEL PERIODO DE TRANSICIÓ N, 213 La tercera revolución industrial, 213 / Necesidad de un periodo de transición, 216 / Fuentes de una acumulación socialista internacional, 220 / Fuentes de la acumulación socialista en Jos países industrializa­ dos , 223 / Fuentes de la acumulación socialista en los países subdesarro­ llados, 226 / Tasa de acumulación máxima y tasa de acumulación óptima, 229 / Nota sobre l a "ley del desarrollo prioritario del sector de los bienes de producción", 234 / La función económica de la cle­

mocracia socialista, 238 / Economía planificada y economía de mer­ cado, 240 / Técnicas de la planificación, 245 / Nuevas relaciones de producción y modo de producción socializado, 251 / Agricultura y distribución en el periodo de transición, 254 / ¿Una economía mixta?, 257

CAPÍTULO

XVII

LA ECONOMÍA SOCIALISTA, 259 Modo de producción, modo de distribución, modo de vida, 259 / Sa­ lario individual y salario social, 261 / Necesidades fundamentales y necesidades accesorias-consumo libre y consumo racional, 265 / Extin­ ción de la conomía mercantil y monetaria, 269 / Revolución econó­ mica y revolución psicológica, 273 / La extinción de las clases y del

}�stado, 278 /El creciiniento econó1nico no es un objetivo pennanente. 282 / Trabajo enajenado y trabajo libre, 284 / ¿Límites del hombre>,

288

CAPÍTULO XVIII

ORÍGENES, AUGE Y EXTINCIÓN DE LA ECONOMÍA POLÍTICA, 292 Actividad económica e ideológica, 292 / Los albores del pernamiento económico, 294 / Los orígenes de la teoría del valor-trabajo, 295 / El desarrollo de la teoría del valor-trabajo, 300 / Conclusión y desin­ tegración· de la economía política clásica, 305 / La aportación de Ma1x, 307 / Ataques contra la teoría del valor-trabajo, 309 / La teo­ ría marginalísta del valor y la economía política neoclásica, 314 /La "revolución keynesiana", 318 /Los econometristas, 322 / Una variante apologética del maixismo, 324 / Nuevos desarrollos del pensamiento económico en la URSS, 328 / El fin de la economía política, 330 POSTFACIO, NOTAS,

333

339

BIBLIOGRAFÍA,

360

ÍNDICE ANALÍTICOJ T0i\10S

1

y II,

398

CAPÍTULO XII EL CAPITALIS:tvIO DE LOS IvIONOPOLIOS

La segunda revolución industrial Durante el último cuarto del siglo XIX, la industria capitalista se ve arrastrada en una nuev:i. revolución técnica. Corno la primera, Ja segunda revolución industrial modifica esencialmente, la fuente de energía para la producción y los transportes. Al lado del carbón y del vapor, el petróleo y la electricidad hacen ahora girar las ruedas y las máquinas. Desde fines de siglo, el motor de explosión y el motor eléctrico relegan a un segundo plano a los motores primarios, mo,�dos a vapor. Esta revolución energética transforma radicalmente el conjunto de la vida industrial. En la misma época, l a siderurgia recibe un nuevo impulso por la introducción de los procedimientos Bessemer, el horno Martin, los regeneradores Siernens-Martin, así como los procedimientos de endureci­ miento del acero mediante aleaciones.* El acero se va convirtiendo cada vez más en la materia prima industrial de base. Además, l a electrolisis de la bauxita permite transformar el aluminio en materia prima a bajo precio para usos industriales; anteriormente, este metal se consideraba como un metal precioso, y costaba 7 libras esterlinas la onza. Finalmente, hacia la misma época, la industria quimica conoce también su primer gran impulso. Una vez que ha aprendido a utilizar los sub­ productos del carbón, emprende la fabricación sintética de colorantes y asesta un golpe mortal a la antigua producción de colorantes naturales en el lejano Oriente. La industria de Jos textiles sintéticos también acaba de nacer.

La revolución industrial de fines de siglo XIX modificó la importancia relativa de las diferentes ramas industriales en la economía mundial.' Durante un siglo, el algodón y el carbón habían sido los productos más importantes. Pero ahora el acero ocupa el primer lugar, seguido inme­ diatamente por la construcción mecánica y la producción de automóviles. En la Gran Bretaña, el centro de gravedad se desplaza de Manchester (algod6n) a Bi1mingham (acero). Al mismo tiempo, Gran Bretaña pierde definitivamente su preponderancia industrial y su monopolio de pro­ ductividad, ya que la revolución energética favorece, sobre todo, a los Estados U nidos (abundancia de petróleo).

* En 1870 la producción americana de acero Bessemer s6lo se elevaba a 30,500 T.; en 1 880 alcanzaba 850,000 T.; en 1890 1.9 millones de T. En 1880 los rieles de hierro se producían todaví_a en la misma cantidad que los rieles de acero; en 1 890, representaban menos del 1% del tonelaje total. En 1874 se construyó, sobre el río Mississipi, en San Luis,1 el primer puente de acero. 11

La concentración industrial se acentúa La revolución industrial de fines del siglo XIX resulta un poderoso es­ tímulo para la centralización y concentración de los capitales industriales. El desarrollo de la industria siderúrgica implica la desaparición de todos los antiguos altos hornos que utilizaban como combustible la madera. Las nuevas instalaciones exigen importantes inversiones y eliminan la mayor parte de las empresas más pequeñas en esta rama clave de la industria; el número de sociedades siderúrgicas americanas desciende de 735 en 1880 a 16 en 1950.' Bajo el signo del predominio de las empresas gigantes (industria de aluminio, industria química, industria de aparatos eléctricos), nacen nu111erosas industrias, que pueden contar así con la costosa 1nasa de equipo que necesitan. El desarrollo acelerado del capital constante, del capital fijo y del equipo mínimo necesario para fundar una nueva empresa rentable favorece la concentración capitalista: "Aquellas industrias donde la unidad mínima apta para funcionar eficaz­ mente es muy grande, no suelen experimentar un aflujo de nuevos com­ petidores. Esto sucede por diversas razones: para crear una nueva unidad se necesitan capitales enormes; la constitución de una unidad nueva im­ plicaría una adición tan grande en la capacidad [de producciónJ existente en esa rama que el efecto sobre la oferta total sobrepasaría probable­ mente lo que el mercado pudiera absorber sin una reducción draconiana ele los precios; y la incertidumbre que todo esto implica podría parecer prohibitiva. Por consiguiente, dimensiones muy grandes, o una· dimensión óptima muy grande, pueden considerarse como una barrera natural para la aparición de nuevos competidores."'

La entrada en el mercado de numerosos países nuevos como el Japón, Rusia e Italia, estimula también la concentración de capitales. Estos países no copian el conjunto de la estructura industrial de las naciones que los han precedido. Sólo imitan la parte más moderna, es decir, las empresas en que la composición orgánica del capital es mayor y el grado de centralización más pronunciado. El predominio de las empresas gi­ gantes, con relación a las empresas medianas y pequeiias, será desde el . primer momento mucho más marcado en la industria pesada rusa y japonesa que en las industrias análogas de países más avanzados. La misma ley del desarrollo desigual determina que el progreso de la concentración del capital sea más rápido en Alemania y en los Estados Unidos (que son países cuyo desarrollo industrial propiamente dicho se extiende en el último cuarto del siglo xrx ) que en países que han conocido este desarrollo durante el medio siglo anterior: Gran Bretaña, Bélgica y Francia. Finalmente, las nuevas técnicas favorecen también la concentración. Así por ejemplo, la energía eléctrica permite la sincronización del trabajo de fá­ brica, la introducción del trabajo en cadena, nuevas divisiones del trabajo que favorecen la integración horizontal y vertical de las empresas.

12

,-La concentración del capital se 1nanifiesta pri1nero en el hecho de que las grandes empresas agrupan una fracción cada vez rnás ünportánte de la mano de obra industrial total. He aquí, para Alemania, los porcentajes de la mano de obra total no agrícola empleada en las diferentes categorías de empresas: 5

1882 1895 1905 1925 1933 1950 1961* Empresas: O a 10 asalariados 11 a 50 asalariados De 51 a 200 asalariados . . Más de 200 asalariados . . . .

De De

%

%

54.5 15.8 14.0 15.7

65.9 12.1 10.l 11.9

%

45.0 17.9 16.8 20.3

o/Ó

39.4 19.1 18.0 23.5

){J

%

%

46.8 24.6 24.3 14.3 28.7 15.9 14.3 9.6 14.5 24.6 37.1 45.1

Para el mismo país, la evolución en la industria tomada separadamente es todavía más asombrosa: 6

1933 Fábricas que cuentan con: De 1 a 9 asalariados . . . . . . .. . . De 10 a 49 asalariados ..... . . . De 50 a 99 asalariados . . . . . . . . . De 100 a 199 asalariados . .. . . . . . De 200 a 499 asalariados .. . . . . De 500 a 999 asalariados . . . . . . Más de 1,000 asalariados . . . . . .

A %

¡

A B

= =

}

B %

1952 A %

88.6 19.6 46.1 8.1 15.4 34.0 9.0 2.4 21.5 5.2 3.6 0.8 43.4 1.1 0.9

B %

1957 A %

B %

2.2 2.9 44.7 12.4 31.7 9.4 8.6 9.9 10.0 11.5 6.3 10.8 17.3 4.6 17.6 11.7 1.5 12.5 34.3 1.2 38.8

% del número total de empresas. % del número total de asalariados.

Según ésto, en un espacio de menos de 30 años, ¡el porcentaje de la mano de obra industrial empleada en las empresas de más de 200 asa­ lariados ha pasado del 43 al 69% ! Además del crecimiento continuo de las grandes empresas, estas cifras indican claramente el cambio radical que sobrevino durante los 75 años de desarrollo de la industria alemana. En 1882, casi dos tercios de los asala­ riados alemanes trabajaban en empresas de menos de 10 trabajadores. En 1950, para todo el sector no agrícola, este porcentaje descendió a menos de nn cuarto y, para las empresas industriales, ¡al 2 % ! Las em­ presas que en 1882 empleaban más de 200 asalariados sólo ocupaban una

* Todas las cifras relativas a 1950 y 1961 se refieren al territorio de la República Federal Alemana. Las cifras de la segunda categoría referentes a 1950 conciernen a las empresas de 10 a 99 obreros, y las de la tercera categoría a las empresas de 100 a 199 obreros. 13

décima p arte de los obreros no a grícola s; en 190 5 o cupaba n una quinta par te, una cuarta en 19 3 3 y más de dos qui ntas partes a fi nales d e los años 50. He a quí la ev olución en Francia d e la estructura de las empresas no agrícolas: 1896 1906 1926 1958 Números d e A B A B A A B B a salari ados % % % % % % % % en las empresa s : De 1 a 1 0 ... . De 1 1 a 50 . ... De 5 1 a 100 . . . De 101 a 500 . . Más de 500 .. A B

=

98. 3 62. 7 í. 32 1 1 . 7 0.18 5.1 0 .0 2 1 1 . 2 9. 3

98. 3 58.9 96 .1 3.0 1. 34 1 1 .5 0.19 5.1 7 0.8 0.02 12 .68 00. 3 1 1. 7

39.2 15.6 7.4 1 7.5 19. 3

95 4 3.6 0. 5 0.5

20 .0

¡ 28.8

2 1 .4 29.8

% del número total de empresa s . % del número t otal de asalariados.

=

En 1896 las p equeñas empresas no agrícolas que ocupaban 10 a sala1'iados o menos contaba n tod avía con cerca d e dos t ercios de la mano d e obra asalari ad a ; hoy día no ocupan más d e una qui nt a parte. Las empresas que ocup aban más d e 100 asalari ados, r eunían en 1896 una quinta parte de la mano de obra; en 1958 r eunían el 51 %. 1 '* En cuanto a 1talia, h e a quí la ev olución dur ante lo s últimos 30 años: 19 3 7-39 A B % %

192 7 B %

1958 B A % %

Asalariados p or categoría :

A %

De 2 a 10 . . . . .. . . . . . .. . . . . .. . De 1 1 a 100 .. . .... . .. . .. . .. . . De 1 0 1 a 1,000 . . .. . . . .. .. ... . . Más d e 1,000 . . . . . . .. . .. . . . . . . .

89.6 31. l 88. 7 24.3 76. 1 1 5 .4 9.1 26.5 9. 7 25.4 2 1 .2 2 7.4 1.2 31. 7 1.5 3 3.6 2 .5 2 7.9 0 .1 10. 7 0.1 16. 7 0.2 29 .2

=

A B

=

% del número t otal de empr esa s. % del número total d e a salariad os. "

Finahn ente, en Bélgica, el siguiente p orcentaje d e la mano de obra ocupada en la i ndustri a (incluyendo la industria car bo nífera) trabaj aba en empresas que emp leaba n más de 50 a salariados: 51.2 % en 1896 ; 56.8 % en 1910; 62. 7% en 1 9 30 ; 66. 7% en 1 956. Veamos ahora las estadísti cas corresp ondientes para el p aís más t íp ico del capi ta lismo contemp oráneo, los Estados Unidos: " En

1 959

este porcentaje se elevaba ya a

55

• • .

8

14

-

. --�---·------ -

-----

Número de establecimientos manufactureros que ocupan:

1909 De O a 4 asalariados ......... De 5 a 100 asalariados ........ De 101 a 500 asalariados ...... De 501 a 1000 asalariados .... . Más de 1000 asalariados ..... . .

1914

136,289* 74,766 91,697 86,141 11,021 10,972 1,200 1,223 577 540

1929

1955

102,097 t 88,797 ¡ 255'684 13,275 22,395 1,579 2,862 921 2,106

Número de asalariados por categoría de empresas:

1909

1914

1929

311,704 181,566 726,808 O a 4 asalariados .... 5 a 100 asalariados .. 2,187,499 2,082,873 2,236,157 1O1 a 500 asalariados . 2,265,096 2,258,438 2,750,797 837,473 824,625 1,079,277 De 501 a 1,000 asalariados Más de 1,000 asalariados. 1,013,274 1,131,211 2,026,713 De

De De

¡

1955 4,181,000 4,688,000 1,977,000 5,499,00010

Asi pues, las empresas que emplean menos de 500 asalariados y que re­ presentan el 99.6% del número total de fábricas en 1909, el 99% en 1914, el 98% en 1929 y el 97.5% en 1955, ocupan: en en en en

1909: 1914: 1929: 1955 :

72% 69.8% 62.9% 54.3%

del número total de asalariados; del número total de asalariados; del n{unero total d e asalariados; del número total de asalariados.

Por el contrario, las firmas que emplean más de 1,000 asalariados, y que representan menos del 1% del número total de fábricas en todos los años comparados emplean: en en en en

1909: 1914: 1929: 1955:

15.3% 17.4% 24.2% 33.6%

del número total de asalariados; del número total de asalariados; del número total de asalariados; del número total de asalariados.

La dimensi6n media de las empresas manufactureras ha pasado de 8 asalariados en 1850 a 9 en 1860, 10.5 en 1880, 35 en 1914, 40 en 1929, 53 en 1939 y 55.4 en 1954. En este último año, las empresas que ocupan

* L�s estadísticas de 1900 incluyen entre los establecimientos manufactureros nu· rnerosos pequeños talleres artesanos que más tarde ya no serán censados. De ahí que no las tomeraos como punto de partida en este cuadro, aunque revelen tilla tendencia a la concentración todavía más pronunciada que la que se ve aquí.

15

;i1ás d''. 1,000 asabriados concentran un 32.8% del personal total de la 1ndustr1a pero producen un 37o/o del "valor aaregado" en esta rnrn1na 0 ' industria. Sin en1bargo) estas cifras 110 dan la ünagen exacta de l a concentración industrial en los Estados Unidos. En efecto, la concentración de la mano

de obra

está

menos adelantada que la concentración de los ingresos y la

de las ganancias. Así, los extractos anuales del Bureau of Interna/ Revenue dan el siguiente cuadro de la fracción del ingreso global de todas las sociedades manufactureras que corresponden a las diferentes categorías: SOCIEDADES CUYA RENTA ANUAL NETA ES DE:

50,000 dólares .. ... . . . .' ... . 50,000 y 500,000 dólares .......... entre soo;ooo y 5 millones de dólares ..... más de 5 millones de dólares ............

menos de

.

entre

.

1918 % 8.1 7 2 4.58 3 3.08 34.1 7

1929 1 9 3 7 19 42 % % % 3. 34 7.0 6 6. 76 19. 31 20.09 1 4.69 2 7.52 32 .0 5 31 .28 46. 1 1 41 .12 50.69

Un estudio de la Federal Trade Commission indica finalmente que en

19 35 las doscientas sociedades mayores de los Estados Unidos absorbían el 35 % del volumen de negocios de todas las sociedades, el 3 7% en 1 9 47, el 40. 5 % en 1 9 50 y el 4 7% en 1 9 58. El auge de la posguerra, que ha provocado un aumento del 50 % en el número de sociedades manufac­ tureras, no se ha caracterizado, pues, por un descenso de la concentración. Por el contrario, ésta ha continuado a gran ritmo, aunque el número de grandes empresas que nacen de ella ha aumentado sin duda en el periodo de expansión vigorosa.1 1

Conveni_ os, agruj1aciones y conzbinaciones capitalistas. La concentración acelerada de capital que se produjo a partir del último cuarto del siglo x1x es a la vez causa y efecto de un aumento de su composición orgánica. La concentración industrial (que surgió de l a necesidad d e reunir u n capital fijo considerabl.e para producir e n condi­ ciones óptimas de rentabilidad), al colocar amplios recursos en manos de un número relativamente reducido de capitalistas, les permitió hacerse un lugar cada vez más importante en el mercado y expulsar de él a nu­ merosos fabricantes pequeños y medios. Por otra parte, la especulación, que hacía estragos en los nuevos sectores industriales, la fiebre de la expansión rápida de la producción, hacían y deshacían fortunas a un ritmo acelerado. Las mayores empresas se vieron colocadas ante riesgos que aumentaban en la misma proporción que las dimensiones de sus ne­

gocios. Los bancos, que habían organizado en amplia medida la expansión de los negocios, no estaban dispuestos a correr riesgos de esta clase.

Después de

16

18 7 3,

la aparición de un largo periodo de depresión en los

negocios contribuyó en gran n1edida a que los capitalistas sintieran estos 2 1 riesgos. Por el estímulo de todos estos factores, se produce un cambio radical en la mentalidad de los grandes capitalistas, en su manera de concebir fa organización de los negocios. En lugar de atenerse al credo de la libre competencia, comienzan a buscar las posibilidades de limitarla a fin de evitar toda baja de precio, es decir, toda baja acentuada de su tasa de ga­ nancia. La necesidad de asegurar una amortización regular y rápida a un volumen constantemente creciente de capitales fijos actúa en el mismo sentido.3 1 Se establecieron convenios entre capitalistas, con el. compromiso de renunciar a l a competencia por la baja de precios.* Los portavoces autorizados de la gran burguesía expresaron con ba.>­ tante rapidez esta nueva necesidad de suprimir Ja competencia sobre los precios y llegar a convenios y combinaciones. Entrevistado por el periódico New York Tribune, H.J. Rogers; uno de los socios de Rockefeller en Ja creación del Standard Oil Trust, declaró en 1874: "Si por consentimiento mutuo, y de buena fe, los refinadores aceptan reducir las cantidades producidas a una cuota para cada uno, establecida según la oferta y la demanda, y la capacidad de producción, podría regu­ larizarse el mercado con una ganancia razonable para todo el mundo. El petróleo cuesta hoy 15 centavos el galón. Un reparto tal de los negocios haría subir, sin duda, Jos precios a 20 centavos... Para que produjera un justo beneficio, el petróleo debería venderse a 25 centavos por galón.''15 El presidente de Ja Asociación Británica de los Fabricantes de Jabón afir­ maba en enero de 1901 "que sin la asociación y combinación, se había hecho imposible realizar beneficios''.16 Y un fabricante de jabón más célebre, el señor Lever, declararía en 190 3: "En otro tiempo, un fabricante tenía una empresa individual. Des­ pués, ... [hubo] varios socios. Más tarde, el negocio exigió más capital del que podían suministrar dos o tres socios, y surgieron las sociedades anónimas. Actualmente hemos alcanzado una nueva etapa, y es necesario reagrupar cierto número de sociedades anónimas en eso que llamamos una coalición (a combine) ..''17 Los ejemplos se podrían multiplicar hasta el infinito. En 1912, un abogado de Chicago, AJ. Eddy, resume la nueva doctrina en una obra titulada The New Competition, en la que declara que esta "nueva" forma .

* Incluso un diario tan favorable al Jiberalisn10 y a las tesis de los patronos como el f.,Teue Ziircher Zeitung, se ve obligado a afinnar1·1 respecto a los capitalistas alemanes: "Es curioso, y quizá sólo pueda explicarse desde un punto de vista psicológico ( t), ·que la mayor parte de los en1presarios alemanes, por cuya libertad combaten desde hace años economistas y juristas . . . no deseen en absoluto esta libertad, el que la libertad respecto al Estado esté condicionada . . . por la aceptación del riesgo del empresario, es algo que sólo se acepta en periodo de Jnercado vendedor [coyuntura favorable], cuando se puede justificar así los rendiniientos elevados [precios y ga­ nancias ele\'ados].n

17