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Spanish, English French, Italian, Portuguese Pages 292 [293] Year 2023
JESÚS ÁNGEL SOLÓRZANO TELECHEA Catedrático de Historia Medieval de la Uni-
35. SOLÓRZANO TELECHEA, J. Á., ARÍZAGA BOLUMBURU, B. y BOCHACA, M. (Eds.): Las sociedades portuarias de la Europa Atlántica en la Edad Media, 2016, 398 p. 36. SÁEZ MIGUEL, P.: Santiago de Tejada y Santa María (1800-1877). Biografía política e intelectual de un conservador autoritario, 2017, 460 p. 37. SOLÓRZANO TELECHEA, J. Á. y SOUSA MELO, A. (Eds.): Trabajar en la ciudad medieval europea, 2018, 487 p. 38. GARCÍA DE CORTÁZAR Y RUIZ DE AGUIRRE, J. A. : La construcción de la diócesis de Calahorra en los siglos X a XIII: la Iglesia en la organización social del espacio, 2018, 444 p.
JESÚS ÁNGEL SOLÓRZANO TELECHEA DAVID DITCHBURN MARÍA ÁLVAREZ FERNÁNDEZ (EDITORES)
34. MORENO RAMÍREZ DE ARELLANO, M. Á.: El panteón de la villa de Nalda. Fundación, patronato y entierro de los Señores de Cameros, 2016, 218 p.
Este libro coral contiene los últimos conocimientos sobre el impacto del comercio marítimo en los grupos socioeconómicos de los puertos de la Europa atlántica, así como también sobre los profundos cambios que el Estado experimentó en la Edad Media. Las políticas y las estrategias socioeconómicas de los gobernantes respecto a los puertos del arco atlántico en la Edad Media no fueron unívocas, ni homologables en las formas, ni en el tiempo. En la presente monografía, se analiza la diversidad de esas políticas marítimas a lo largo de distintos puertos de la Europa atlántica, desde el golfo de Cádiz a Escocia, en la Edad Media. Esta obra forma parte de los resultados del proyecto BARMER. Del barco al mercado. Actividad económica, relaciones sociales y conflictos armados en las ciudades y villas portuarias de la Europa Atlántica bajomedieval.
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Colección CIENCIAS HISTÓRICAS
39. SOLÓRZANO TELECHEA, J. Á., HAEMERS, J. y CZAJA, R. (Eds.): Exclusión y disciplina social en la ciudad medieval europea, 2018, 386 p. 40. BARRUSO BARÉS, P.: Morir en La Pedraja. Conflictividad social y represión en La Rioja Alta (1931-1936), 2019, 365 p. 41. OLIVENZA MILLÓN, F.: La Cancillería de Alfonso XI a través de la documentación del Archivo Municipal de Logroño, 2021, 152 p.
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versidad de Cantabria. Centra su investigación en las ciudades medievales, con especial atención en la Historia Marítima y Portuaria del Atlántico y los procesos de Globalización. En la actualidad, es Investigador Principal del proyecto BARMER. Del barco al mercado. Actividad económica, relaciones sociales y conflictos armados en las ciudades y villas portuarias de la Europa Atlántica bajomedieval (PID2020118105GBI00). Ha recibido los premios de investigación “Manuel Teira” y “Almirante Diego Gutiérrez de Ceballos”.
DAVID DITCHBURN Professor de Historia Medieval en el Trinity Co-
JESÚS ÁNGEL SOLÓRZANO TELECHEA DAVID DITCHBURN MARÍA ÁLVAREZ FERNÁNDEZ (EDITORES)
llege de Dublin. La mayor parte de su investigación está centrada en la Escocia medieval y sus vínculos con otros países, tales como las conexiones comerciales, las migraciones, las interacciones religiosas y culturales, temática
42. SOLÓRZANO TELECHEA, J. Á, HAEMERS, J. y LIDDY, C. (Eds.): La familia urbana: matrimonio, parentesco y linaje en la Edad Media, 2021, 525 p.
esta última sobre la que acaba de publicar el li-
43. DÍEZ MORRÁS, F. J.: De la Guerra a la Revolución. El primer liberalismo en La Rioja (1813-1823), 2021, 678 p.
and Sanctity in Medieval Britain. Woodbridge,
44. ROSO PASCUAL, J.: Estanislao del Campo (1889-1924). Medicina. Cultura y Política en la Segunda República, 2021, 230 p. 45. SAN FELIPE ADÁN, M. A.: La Rioja en tiempos del cólera (1833-1885). El ejemplo de Calahorra, 2021, 492 p. 46. SOLÓRZANO TELECHEA J. Á y HAEMERS, J. (Eds.): Normativa y autoridad en la ciudad medieval atlántica (y más allá), 2022, 586 p. 47. MORENO RAMÍREZ DE ARELLANO, M. Á.: El convento de San Antonio. La descalcez franciscana en la villa riojana de Nalda (1617-1836), 2022, 269 p.
49. DÍEZ MORRÁS, F. J.: El nacimiento de la provincia de Logroño. Hacia la construcción de La Rioja contemporánea, 2022, 772 p. 50. PÉREZ ESCOHOTADO, J.: Redes rivales en el Logroño de 1500: los Cazalla-Vivero, los Cabredo y los Medrano. Prosopografía y “capital confesional”, 2023, 168 p. 51. PETERSON, D.: Rivo de Ogga. Los orígenes medievales de la Rioja, 2023, 196 p. 52. SOLÓRZANO TELECHEA, J. Á., DITCHBURN, D. y ÁLVAREZ FERNÁNDEZ, M.ª (Eds.): Políticas y estrategias socioeconómicas en la ciudad medieval atlántica, 2023, 292 p.
ISBN: 978-84-9960-163-2
48. BONACHÍA CABALLERO, F.: La construcción social de la salud pública en La Rioja decimonónica, 2022, 286 p.
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bro junto a Steve Boardman Kingship, Lordship Boydell (2022). En la actualidad, es Investigador Principal del proyecto Irish Chancery Rolls.
MARÍA ÁLVAREZ FERNÁNDEZ Profesora Titular de Historia Medieval en la Universidad de Oviedo. Su investigación está centrada en las sociedades urbanas medievales desde perspectivas tan diversas como el urbanismo medieval, la política concejil, la fiscalidad, el mercado inmobiliario, el corporativismo profesional y benéfico-asistencial, así como la gobernanza de las ciudades de la Co52 CIENCIAS HISTÓRICAS
rona de Castilla a fines de la Edad Media. En la actualidad, desarrolla la línea de investigación sobre las villas portuarias y comerciales del norte peninsular.
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JESÚS ÁNGEL SOLÓRZANO TELECHEA DAVID DITCHBURN MARÍA ÁLVAREZ FERNÁNDEZ Editores
POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
Logroño, 2023
Políticas y estrategias socioeconómicas en la ciudad medieval atlántica / Jesús Ángel Solórzano Telechea, David Ditchburn, María Álvarez Fernández (editores).- Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 2023.- 292 p.: il. col.; 24 cm. – (Ciencias Históricas; 52). D.L. LR 551-2023. – ISBN 978-84-9960-163-2 1. 1. Estrategia Europa – Historia. I. Solórzano Telechea, Jesús Ángel. II. Ditchburn, David. III. Álvarez Fernández, María. IV. Instituto de Estudios Riojanos. V. Serie. 94(4)”04/14”
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden reproducirse, registrarse o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético o electroóptico, por fotocopia, grabación o cualquier otro, sin permiso previo por escrito de los titulares del copyright.
Los trabajos de la presente monografía fueron presentados en los XVII Encuentros Internacionales del Medievo en Nájera y han sido sometidos a una doble revisión por pares. The essays submitted in this monographic book were presented at the 17th International Meetings of the Middle Ages in Nájera and subjected to rigorous peer review. Comité Científico Internacional / International Scientific Board Amélia Aguiar Andrade (Universidade Nova de Lisboa). María Asenjo González (Universidad Complutense de Madrid). Raphaela Averkorn (Universität Siegen). Iñaki Bazán Díaz (Universidad del País Vasco/ Euskal Herriko Unibertsitatea). Roman Czaja (Uniwersytetu Mikołaja Kopernika w Toruniu / University Nicolaus Copernicus in Torun). Ariel Guiance (CONICET-Universidad de Córdoba de Argentina). Jelle Haemers (Universiteit Leuven). Ricardo Izquierdo Benito (Universidad de Castilla-La Mancha). Juan Francisco Jiménez Alcázar (Universidad de Murcia). Christian Liddy (University of Durham). Gladys Lizabe (Universidad Nacional de Cuyo). Denis Menjot (Université de Lyon II). Germán Navarro Espinach (Universidad de Zaragoza). Giuliano Pinto (Universitá degli studi di Firenze). Sarah Rees Jones. (University of York). Ana María Rivera Medina (Universidad Nacional de Educación a Distancia). Teófilo F. Ruiz (University of California-Los Ángeles). Vicente Salvatierra Cuenca (Universidad de Jaén). Marcelo Pereira Lima (Universidade Federal de Bahía). Louis Sicking (Vrije Universiteit Amsterdam / Universiteit Leiden). Urszula Sowina (Polish Academy of Sciences. Institute of Archaeology and Ethnology). Isabel del Val Valdivieso (Universidad de Valladolid). Hermínia Vilar (Universidade d’Evora). Andrea Zorzi (Universitá degli studi di Firenze).
Primera edición: julio 2023 © Jesús Ángel Solórzano Telechea, David Ditchburn, María Álvarez Fernández (eds.), 2023 © Resto de autores, 2023 © Instituto de Estudios Riojanos, 2023 C/ Portales, 2 – 26001 Logroño www.larioja.org/ier © Procedencia de imagen portada: Bibliothèque municipale de Rouen, Ms I 2 (1453). Depósito Legal: LR 551-2023 ISBN: 978-84-9960-163-2 Realización técnica: Estilo Estugraf Impresores, S.L. Impreso en España. Printed in Spain.
Índice
PRÓLOGO 9 Pedro Uruñuela Nájera Consejero de Educación, Cultura, Deporte y Juventud de La Rioja POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA. ASPECTOS INTRODUCTORIOS 11 Jesús Ángel Solórzano Telechea Director de los Encuentros Internacionales del Medievo de Nájera PARTE PRIMERA. PUERTOS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS 31 The Economic Impact of Maritime Piracy and Privateering in the Bay of Biscay at the End of the Middle Ages Jesús Ángel Solórzano Telechea 45 Mercaderas, huéspedas y hacedoras. El emprendimiento de las mujeres en el comercio exterior del puerto de Bilbao a finales del siglo XV José Damián González Arce 83 Privilegios, franquicias y consulados. Naciones italianas y diplomacia mercantil en la Castilla bajomedieval Raúl González Arévalo 115 Nuevas fuentes para el estudio del puerto y la ciudad de La Coruña en la Baja Edad Media. Las peregrinaciones inglesas Paz Romero Portilla 137 Los Puertos de la Tierra de Santiago: impulsores económicos y objetos del control señorial Adailson José Rui
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159 Conflict Regulation and Risk Management. Maritime Law and Jurisdiction in Medieval Europe Gisela Naegle PARTE SEGUNDA. POLÍTICAS PORTUARIAS Y ESTRATEGIAS FINANCIERAS 191 Privileges, Taxes and Loans. The Financial Relationship between Antwerp and its Rulers in the Fifteenth Century Michael Limberger 209 The Crown and the Customs Administration in Late Medieval Scotland, C. 1275–C. 1513 David Ditchburn 227 Les textes de coutumes, témoignages et points d’appui de l’exercice de l’autorité seigneuriale sur les activités des ports normands Laurence Jean-Marie 241 A dimensão marítimo-portuária da cidade de Lisboa na estratégia fiscal da Coroa portuguesa (séculos XIV e XV) Catarina Rosa 257 Gestión de rentas y control del tráfico comercial sevillano en el siglo XV: Los Álvarez de la Becerra (1437-1457) Lorenzo Lage Estrugo
“POBRE MAR CONDENADO A ETERNO MOVIMIENTO”. ASPECTOS CONCLUSIVOS
283 María Álvarez Fernández
Prólogo
Un año más tengo el placer de prologar una obra coral editada por el Instituto de Estudios Riojanos, que recoge las ponencias y comunicaciones de los XVII Encuentros Internacionales del Medievo de Nájera, celebrados la última semana del mes de noviembre de 2020; algo ya habitual desde el año 2003 en que se crearon los Encuentros Internacionales del Medievo najerinos para estudiar y dar a conocer de forma rigurosa la Ciudad Medieval. De esta manera, los Encuentros sirven de instrumento para ensalzar la personalidad histórica de Nájera como ciudad del Camino de Santiago, capital del reino de Nájera-Pamplona y sede de uno de los monasterios más importantes del norte peninsular, Santa María la Real de Nájera, que custodia uno de los patrimonios históricos del Medievo más relevantes de La Rioja. Cuando se piensa en la larga época medieval, ese periodo histórico crucial de nuestra historia, que abarca más de mil años, en general pensamos en un mundo poblado por aldeas, castillos, monasterios y ciudades amuralladas, es decir, una época de campesinos, nobles, monjes y burgueses, un esquema de sociedad trifuncional, aunque esto no se corresponda con la realidad histórica, sino con una imagen que se ha venido forjando desde el Renacimiento. En esta edición de los Encuentros Internacionales del Medievo de Nájera la temática central versó en torno a las políticas y las estrategias socioeconómicas en el mundo urbano del Medievo. La Edad Media también se desarrolló a lo largo y ancho de los mares conocidos y más allá, no solo para intercambiar mercancías, sino también gentes, ideas, conocimientos y cultura. En el presente libro, los autores se han centrado en responder a cuestiones cómo ¿cuál era la agencia femenina en el mundo de los
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Prólogo
negocios? ¿cómo se desarrolló la fiscalidad mercantil en los distintos reinos europeos? ¿cuáles eran las rutas del comercio internacional? ¿cómo era la legislación internacional que debían cumplir los navegantes? ¿qué diferencia hay entre piratería y corso? ¿por qué los monarcas apoyaron el desarrollo de los puertos? ¿por qué los comerciantes expatriados del sur de Europa creaban consulados de naciones mientras que los del norte eran más individualistas? ¿cuáles fueron las innovaciones mercantiles para la seguridad del comercio? ¿hasta qué punto los gobernantes podían y sabían controlar las economías? ¿qué estrategias económicas desarrollaron los gobernantes y las elites de las ciudades? ¿cuál fue el impacto de las estrategias económicas de los gobernantes sobre los distintos grupos socioeconómicos de las ciudades europeas? Las cuestiones arriba mencionadas –y muchas más– han sido analizadas por especialistas procedentes de distintas universidades de Alemania, Bélgica, Brasil, España, Francia, Irlanda y Portugal, lo que convierte anualmente a la ciudad de Nájera en un polo de atracción del talento nacional e internacional de primera magnitud en el ámbito de los estudios de la Historia Medieval. Así pues, a todos los autores y editores de este libro quiero expresarles mi agradecimiento como Consejero del Gobierno de La Rioja.
PEDRO URUÑUELA NÁJERA Consejero de Educación, Cultura, Deporte y Juventud de La Rioja
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POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
Políticas y estrategias socioeconómicas en la ciudad medieval atlántica. Aspectos introductorios Jesús Ángel Solórzano Telechea Universidad de Cantabria
La presente monografía es el resultado de los XVII Encuentros Internacionales del Medievo de Nájera, celebrado los días 26 y 27 de noviembre de 2020, en torno a las políticas socioeconómicas de los gobernantes con relación a las ciudades portuarias del arco atlántico de la Europa medieval. Este libro coral se propone como objetivo arrojar luz sobre el impacto del comercio en los grupos socioeconómicos de los puertos de la Europa atlántica, así como también acerca de los profundos cambios que el Estado experimentó en la Edad Media. Las políticas y las estrategias socioeconómicas de los gobernantes respecto a los puertos del arco atlántico en la Edad Media no fueron unívocas, ni homologables en las formas, ni en el tiempo. En la presente monografía, los once estudios analizan la diversidad de esas políticas marítimas a lo largo de diversos puertos de la Europa atlántica, desde el golfo de Cádiz a Escocia, en la Edad Media. Los gobernantes carecieron de una política económica común o unas estrategias parangonables entre sí respecto a la fiscalidad portuaria, las políticas de aforamientos, la financiación de las infraestructuras e instalaciones portuarias, la ampliación de la soberanía marítima de los gobernantes, las políticas económicas sobre el comercio marítimo, las estrategias propias de los puertos en
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materia comercial y diplomática, la creación de derecho marítimo e instituciones comerciales.
1. ¿POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS ECONÓMICAS EN LA EDAD MEDIA? LA FISCALIDAD PORTUARIA Los medievalistas aún hemos de ser cautos ante la afirmación de que pueda establecerse una relación directa entre política y economía en la Edad Media, dados los conocimientos que los gobernantes (monarcas, señores y elites urbanas) pudieran tener sobre políticas económicas, pues ni existían los fundamentos teóricos, ni las previsiones de futuro, que acompañan a unas verdaderas políticas económicas1. No obstante, esa carencia no implicó que la toma de decisiones políticas adoleciera de una finalidad fiscal y socioeconómica2. Tal como sugirió Mark Ormrod, el desarrollo fiscal de los estados europeos no fue un proceso homogéneo en toda Europa, aunque, al menos, haya que distinguir entre los estados feudales y los estados fiscales, cuya frontera se establece en el siglo XIV3. Dado que los monarcas apenas pudieron actuar sobre las economías rurales –ámbito propio de las economías de los señores laicos y eclesiásticos–, a partir del siglo XII, centraron sus objetivos económicos y de control político sobre el tráfico mercantil, cuyo epicentro estaba en las ciudades portuarias. El temprano interés de los reyes y señores por los puertos nos informa de una de las funciones más importantes de estos lugares de la costa, la fiscalidad, ya que la circulación de mercancías generaba unos ingresos a través de los impuestos,
1. Este trabajo se enmarca en el proyecto “BARMER. Del barco al mercado. Actividad económica, relaciones sociales y conflictos armados en las ciudades y villas portuarias de la Europa Atlántica bajomedieval” (PID2020-118105GBI00). 2. Middleton, N. “Early medieval port customs, tolls and controls on foreign trade”, Early Medieval Europe, vol. 13, 4, 2005: 313-358. Faria, T. “Managing risk in royal diplomacy: finance, fiscality and policy making of the Portuguese in England (1385-1415)”, Nieto Soria, J. M., Villarroel González, Ó. (eds.) Diplomacia y cultura política en la península ibérica (siglos XI al XV). Sílex, Madrid: 257-270. Fryde, E. “Royal fiscal systems and state formation in France from the 13th to the 16th century, with some English comparisons”, Journal of Historical Sociology, vol. 4, 3, 1991: 236-287. Béguin, K., Murphy, A.L. (eds.) State Cash Resources and State Building in Europe: 13th-18th Century. Institut de la gestion publique et du développement économique de la France, Paris, 2017. Cavaciocchi, S. (ed.) La Fiscalità nell’economia europea secc. XIII-XVIII/ Fiscal Systems in the European Economy from the 13th to the 18th Centuries. Atti delle Settimane di Studi e altri Convegni, 39. Firenze University Press, Florencia, 2008. 3. Bonney, R. (ed.) The rise of the fiscal state in Europe 1200–1815. Oxford University Press, Oxford, 1999. Ormrod, W. M. “Urban communities and royal finance in England during the later Middle Ages”, Sánchez Martinez, M. (ed.) Corona, municipis i fiscalitat a la Baixa Edat Mitjana. Institut d’estudis ilerdencs, Lleida,1997: 45-60.
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POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA. ASPECTOS INTRODUCTORIOS
que nutrían las arcas locales, regias y señoriales. De este modo, los monarcas se situaron a la vanguardia en la promoción de los puertos por medio de fueros y privilegios, en la protección real de los puertos frente a los señoríos, así como por la regulación de todos aquellos aspectos relacionados con la producción y distribución de productos para lo que establecieron diversos procedimientos de obtención de rentas, que llevó al nacimiento de la ‘fiscalidad de Estado’ y, por ende, una ‘fiscalidad urbana/portuaria’4. La fiscalidad, de hecho, se erigió en el lazo de unión entre la construcción política y la estructura económica de los reinos5, por lo que, sin duda, ya podemos referir la existencia de una política económica de los gobernantes de la Europa atlántica desde el siglo XIV, una centuria después de que lo hicieran las ciudades-estado italianas6. A partir de mediados del siglo XII, los gobernantes fueron conscientes del beneficio que podían obtener de la imposición de nuevos gravámenes aduaneros para sus arcas, así como de la necesidad de contar con el apoyo político y económico de las elites urbanas emergentes en los puertos. Sin duda, la abundante documentación británica sobre exacciones y exenciones portuarias no tiene parangón en ninguna otra región de la Europa atlántica. El derecho de las cuentas aduaneras o customs accounts sobre bienes importados y exportados fue una de las prerrogativas más antiguas de las que disfrutaban los reyes ingleses. La evidencia más temprana de que tales impuestos se recaudaban regularmente proviene de los Pipe Rolls de Inglaterra que son los registros de las auditorías anuales realizadas por el Tesoro de las cuentas y pagos presentados al Tesoro por los alguaciles y otros funcionarios reales, que se extienden a lo largo de todo el periodo medieval desde el siglo XII, siendo el primero del año 11247.
4. González Arce, J. D. “Los beneficiarios de la fiscalidad medieval. El caso del diezmo del aceite del almojarifazgo de Sevilla en el siglo XV”, Medievalismo, 22, 2012: 99-137. Rosa, C. “Na Lisboa de D. João I (1385-1433): fiscalidade régia e abastecimento”, Weiler, A.G., Melo da Silva, G., Aguiar Andrade, A. (eds.) Abastecer a Cidade na Europa medieval. Instituto de Estudos Medievais (IEM), Lisboa, 2020: 511-526. 5. González Arce, J.D. “La adaptación de la fiscalidad aduanera a los intereses repobladores, comerciales y políticos. Andalucía, 1241-1550”, Hispania, 78, 2018: 39-67. Menjot, D. “Système fiscal étatique et systèmes fiscaux municipaux en Castille (XIIIè s.-fin du XVè s.)”, Menjot, D., Sánchez Martínez, M. (dirs.) Fiscalidad de Estado y fiscalidad municipal en los reinos hispánicos medievales. Casa de Velázquez, Madrid, 2006, pp. 21-52. 6. Harding, V. A. “The king and the city in the fifteenth-century England”, Gensini, S. (ed.) Principi e città alla fine del Medioevo. Centro di Studi sulla Civiltà del Tardo Medioevo San Miniato: Collana di studi e ricerche; 6. Pacini, Pisa, 1996: 295-314. González Arce, J.D. “La adaptación de la fiscalidad aduanera a los intereses repobladores, comerciales y políticos. Andalucía, 1241-1550”, Hispania, 78, 2018: 39-67. 7. Los pipe rolls están editados hasta 1226 por la Pipe Roll society. Boatwright, L., Gallagher, E. The Great Roll of the Pipe for the Tenth Year of the Reign of King Henry III Michaelmas 1226. (Pipe Roll 70). Publications of the
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En el siglo XIII, los gobernantes se dieron cuenta de que se podía ganar una buena cantidad de dinero imponiendo aranceles a los mercaderes que comerciaban en el extranjero. En la Corona de Castilla, la rentabilidad del comercio de los puertos del Cantábrico se evidenció con la creación por Alfonso X del diezmo de la mar de Castilla, que gravaba con un 10% todas las mercancías que entraran y salieran por estos puertos8. Por vez primera, durante el reinado de Alfonso X, se organizó la economía desde las instituciones. Se pusieron las bases, así, de la industria castellana, al prohibir la exportación de artículos de interés y regular las importaciones, así como estableciendo las aduanas portuarias con el pago obligado de impuestos. En Castilla, Alfonso X impuso el diezmo aduanero en 1268, que resultó muy rentable para la Corona. En 1285, la aduana marítima de Galicia, sin contar La Coruña, rentó 40.000 mrs. y la aduana con Portugal, 30.000 mrs. en 1294. Los puertos de la costa Cantábrica resultaron aun mucho más lucrativos, pues se recaudaba medio millón de maravedíes anuales. Tan solo el de San Vicente de la Barquera rentaba tanto como el de Sevilla. Los puertos comprendidos entre Fuenterrabía y San Vicente de la Barquera compondrían los Diezmos de la mar de Castilla, que fue la renta más lucrativa del reino, alcanzando en 1453 los 2.000.000 de maravedíes que afectaban a 812 mercancías. Según las cuentas del diezmo aduanero de 1293 y 1294, las Cuatro Villas de la Costa de la Mar habían recogido más del doble que las guipuzcoanas, en concreto, 65.508 y 64.973 mrs., respectivamente, correspondiendo a Santander el 46% de la recaudación de las Cuatro Villas de la Costa, lo que nos informa que era el puerto más activo del Cantábrico a finales del siglo XIII, antes justo de la fundación de Bilbao en 13009. En la mayor parte de los casos, el monarca confiaba en un vecino prominente el cobro de estos impuestos y, a su vez, exigía que estos recaudadores se presentaran en el Tesoro y contabilizaran los ingresos que habían recaudado en su nombre. Por supuesto, dada la cantidad de dinero involucrada, el rey no solo confió en la palabra de los recaudadores, sino que estos tenían que probar que habían recibido todo lo que se le debía a la corona, y lo hicieron mediante la elaboración de los libros de cuentas de aduanas, enumerando todas las
Pipe Roll Society, Londres, 2022. La lista completa en: https://piperollsociety.co.uk/full-list-of-publications. Los pipe rolls inéditos se pueden consultar en: http://aalt.law.uh.edu/IndexPri.html 8. Díez de Salazar, L. M. El diezmo viejo y seco, o diezmo de la mar de Castilla (s XIII-XVI). Grupo Dr. Camino de historia de San Sebastián, San Sebastián, 1983. 9. Solórzano Telechea, J.A. “Integración económica, competencia y jerarquización de los puertos atlánticos del Norte de España (siglos XIII-XV)”, Anuario de Estudios Medievales, 48/1, 2018: 213-242.
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POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA. ASPECTOS INTRODUCTORIOS
importaciones y exportaciones sujetas a derechos, barco por barco y comerciante por comerciante, con los derechos cobrados ingresados anotados en la parte derecha. Lamentablemente, este tipo de documentación aduanera de los puertos atlánticos no es abundante, si bien contamos con la de los puertos de Sándwich, Winchelsea, Rye, Dartmouth, Bristol London, Southampton, Exeter, Yarmouth, Ipswich, Hull, Bridgwater y Newcastle en Inglaterra10, así como los registros de averías y contratos de fletamento de Bilbao en la costa Cantábrica11. Los diezmos aduaneros se convirtieron en un ingreso habitual del fisco regio, complementado con los almojarifazgos y las llamadas cosas vedadas. Los primeros eran una herencia de la fiscalidad urbana de al-Andalus, constituido por las rentas del rey en las ciudades más importantes entre Toledo y Sevilla, que suponían el 10% del valor de las importaciones, que a veces era menor –caso de las ciudades de Murcia, Alicante y Cartagena– o mayor, como sucedía con el
10. Los libros de aduanas de los puertos británicos están editados en: Studer, P., Lit, D., Gidden, H.W. The port books of Southampton. 1427-30. Southampton Record society. Southampton, 1913. Gidden, H.W. (ed.) The Book of Remembrance of Southampton. Southampton Record Society, Southampton, 1927-30. Quinn, D.B. (ed.) The Port Books or Local Customs Accounts of Southampton for the Reign of Edward 14, in two volumes for the years 1469-71 & 1477-81. Southampton Record Society, Southampton, 1937-8. Coleman, O. The brokage book of Southampton. Vols. I y II (1443-1444). University of Southampton, Southampton, 1960. Cobb, H.S. The local port book of Southampton for 1439-40. Southampton University Press, Southampton, 1961. Foster, B. The local port book of Southampton for 1435-36. Southampton University Press, Southampton, 1963. James, T.B. (ed.) The Third Book of Remembrance of Southampton 1514-1602. Southampton University Press, Southampton, 1979. Stevens, K.F., Olding, T.E. (eds.) The Brokage Books of Southampton 1477-8 and 1527-8. Vol. XXVII. Southampton University Press, Southampton, 1985. Lewis, E. The Southampton port and brokage books. 1448-9. Southampton University Press, Southampton, 1993. Beaumont James, Th. The port book of Southampton. Vols. I y II (1509-10). Southampton University Press, Southampton, 1990. Bunyard, D.M. B. (ed.) The Brokage Book of Southampton from 1439-40. Southampton Record Society, Southampton, 1941. Lewis, E.A. (ed.) The Southampton Port and Brokage Books, 1448-9, vol. XXXVI. Southampton University Press, Southampton, 1993. Carus-Wilson, E. M. (ed.) The Overseas Trade of Bristol in the Later Middle Ages. British Record Society, Londres, 1937, Owen, D. M. (ed.) The Making of King’s Lynn: A Documentary Survey. British Academy, Records of Social and Economic History, Londres, 1984. Childs, W. (ed.) The Customs’ accounts of Hull 1453–1490. Yorkshire Archaeological Society, Londres, 1986. Cobb, H. S. (ed.) The Overseas Trade of London 1480–1. London Record Society, Londres, 1990. Rigby, S.H. (ed.) The Overseas Trade of Boston in the reign of Richard III. Lincoln Record Society, 2005. Kowaleski, M. Local customs accounts of the port of Exeter (1266-1321). Devon and Cornwall Record society, Exeter, 1993. Flavin, S., Jones, E. (eds.) Bristol’s trade with Ireland and the Continent, 1503-1601. The evidence of the Exchequer customs accounts. Four courts Press, Dublin, 2009. Los customs accounts de Londres están editados en abierto en: https://www.hansischergeschichtsverein.de/london-customs-accounts 11. Las averías de Bilbao han sido dadas a conocer, recientemente, por González Arce, J.D. Bilbao y el mar. Actividad portuaria y navegación en la ría del Nervión durante el reinado de los Reyes Católicos. Universidad Nacional de Mar del Plata, Murcia, 2021. Véase también, Rivera Medina, A. Mª (ed.) Ports in the Medieval European Atlantic. Shipping, Transport and Labour. Boydell&Brewer, Woodbridge, Suffolk, 2021. Rivera Medina, A. Mª “The ‘Mutualisation’ of Maritime Risk in the Crown of Castile, 1300–1550”, Fusaro, Mª; Adobati, A.; Piccinno, L. (eds.), General Average and Risk Management in Medieval and Early Modern Maritime Business. Cham: Palgrave Macmillan, 2023: 169-192.
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reino de Granada. En cuanto a los ingresos de las cosas vedadas, el rey Juan I promulgó en las cortes de 1390 de Guadalajara el primer Cuaderno de sacas, en el que se debía recoger toda la información sobre las disposiciones de sacas desde mediados del s. XIII, que nos permite conocer la relación de mercancías afectadas y las competencias de los alcaldes y guardas de las sacas. Conforme se desarrolló el comercio exterior, la monarquía fue levantando la prohibición de exportación de la mayor parte de artículos, excepto de cereales, caballos, plata, oro, moneda y armas. En cuanto a la alcabala, de impuesto indirecto concejil sobre el consumo de mercancías pasó a ser un impuesto extraordinario de la Corona en 1342, cuando las cortes, reunidas en Burgos, se lo cedieron a Alfonso XI durante tres años para financiar la guerra en la frontera, que pasó a ser perpetuo en las cortes de Alcalá de Henares de 1393. La alcabala era pagada por el comprador y la guardaba el vendedor para entregársela al recaudador. A partir de 1400, la alcabala pasó a ser un impuesto ordinario que gravaba todas las compras, tanto de bienes muebles como raíces. En 1429, la alcabala suponía el 80% de los ingresos ordinarios de la Corona.
2. LAS POLÍTICAS DE PROMOCIÓN PORTUARIA: LOS FUEROS Entre los siglos XI y mediados del XIII, los poderes feudales estimularon y favorecieron la economía por medio de la reconstrucción y conservación de las vías de comunicación, así como la concesión de fueros y privilegios para la protección y el fomento del comercio y la movilidad de las personas12. La evidencia de la recaudación de impuestos portuarios se remonta al menos al siglo IX en el norte de Europa, cuando se documenta que el rey danés Godofredo había recibido impuestos del emporio de Reric en Pomerania, que destruyó en 808, trasladando a todos los comerciantes a Hedeby en Jutlandia, que se convirtió en la ciudad más grande de los países nórdicos hasta su destrucción en 1066. Los monarcas mantenían unas estructuras recaudatorias eficientes en estos puertos. En la Gesta de San Wandrille del siglo IX, el abad Gervold, que a veces actuaba para Carlomagno en sus tratos con los reyes ingleses, es descrito como el “procurator” del comercio del reino, recaudando los peajes y tributos en varios puertos y ciudades, pero
12. Verhulst, A. The Rise of Cities in North-West Europe. Cambridge university Press, Cambridge and Paris, 1999.
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especialmente en Quentovic13. En otras ocasiones, el territorio aduanero portuario era más amplio que el propio puerto y consistía en un lugar central con jurisdicción sobre puertos dependientes. Dorestad, la gran ciudad comercial de Frisia en el Rin, que mantenía relaciones con Quentovic, Londres, York, Haithabu, Birka y Kaupang, dependía de Utrecht y lo más probable es que hubiera otras. Los recaudadores de los peajes reales en el área de Dorestad y Utrecht se llamaban también procuratores rei publice. En este momento, la provincia fronteriza de Frisia, o quizás todo el delta del Rin, pudo haber constituido una jurisdicción aduanera única. La tipología de los tributos percibidos por los gobernantes en las aduanas portuarias es diversa. Los puertos de Lomma y Helsingborg, en la provincia de Scania, pagaban impuestos anuales al rey Canuto IV desde 1085, mientras que la primera mención del cobro anual del midsommergæld (impuesto del solsticio) en las fuentes data de 1135. El midsommergæld y el arnegæld (impuesto del hogar) eran gabelas basadas en bienes inmuebles urbanos. Otros impuestos aparecen en los fueros escandinavos a partir de mediados del siglo XII, incluidos los ingresos de los mercados de la ciudad (torvegæld), las exacciones para el salvoconducto (forban), los deberes militares (expeditio), el transporte (redskud y ægt) y el servicio laboral (dagsværk). Los fueros de los puertos atlánticos proporcionan numerosos ejemplos de estos impuestos y muestran que los monarcas, como señores de la ciudad, actuaban con total discreción sobre los beneficiarios de esos derechos. Por ejemplo, en 1140 el rey Erik III concedió al monasterio de San Pedro en Næstved: “El mercado de la ciudad antes mencionada [Næstved] y todos los derechos de mercado con todos los derechos y costumbres de los daneses, que son multas de tres y cuarenta marcos, que pertenecen a la dignidad del rey, junto con lo debido que en danés se llama ‘midsommergæld’. En lugar de entregar lo que pertenece a los hombres de la misma ciudad y a los otros villanos de los monjes, decido que servirán un día al año transportándome a mí o a mis hombres a Falster o Lolland u otras islas cercanas, si es necesario”14.
En la carta de confirmación del fuero de Bayona, otorgada por Ricardo Corazón de León, duque de Aquitania, hacia 1170, se estableció que todos los habitantes
13. Middleton, N. “Early medieval port customs, tolls and controls on foreign trade”, Early Medieval Europe, 13, 2005: 321. 14. Corsi, M.R.D. Urbanization in Viking Age and Medieval Denmark: From Landing Place to Town. Amsterdam University Press, Amsterdam, 2020: 184.
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debían pagar un marco de plata, que reemplazaba al impuesto de la ballena, y cada navío que arribara de regreso a Bayona tendría que entregarle dos sueldos. “También he decidido que todos los habitantes paguen anualmente, un marco de plata de Morlaàs, en lugar del impuesto de ballenas que se les exigía, y que por cada uno de los barcos de la ciudad de Bayona, en cada regreso, paguen dos sueldos de Morlaàs”15.
3. LA FINANCIACIÓN DE LAS INFRAESTRUCTURAS PORTUARIAS Las ciudades portuarias requerían de unas infraestructuras suficientes que facilitaran el comercio, atrajeran a los mercaderes y, por lo tanto, los ingresos aduaneros para las arcas concejiles, señoriales y regias. La construcción de espigones, diques, canales, muelles, grúas, embarcaderos, faros, almacenes públicos, casas del peso y otras instalaciones portuarias corrió por cuenta de la financiación local y privada, en especial por parte de los mercaderes, que levantaron muelles de madera y piedra, embarcaderos en el frente marítimo de los puertos, como si fueran de su propiedad. Los puertos de los antiguos Países Bajos experimentaron un rápido desarrollo debido al relevante papel desempeñado por los condes, en especial Diederik (Teodórico de Flandes) y Felipe I de Alsacia a lo largo de los siglos XII y XIII con la creación de nuevos puertos, que conllevaron importantes obras de ingeniería, entre las que podemos distinguir las “ciudades de canal”, como Delft y Bielen, que se desarrollaron a lo largo de una vía navegable, y las “ciudades de dique”, que germinaron sobre estas construcciones, como Ámsterdam, surgida sobre una presa levantada en el río Ámstel en el siglo XIII, a la que se dotó de privilegios aduaneros en 1275. El caso más paradigmático fueron las obras que se realizaron en el Canal del Zwin para que Brujas siguiera conectada al mar a partir de mediados del siglo XII, cuando dejó de estarlo, por medio de una serie de antepuertos como Damme, cuyos muelles pertenecían a la ciudad de Brujas, donde las mercancías se desembarcaban para ser transportadas en barcas hasta Brujas. En la primera década del siglo XIII, se creó el antepuerto de Mude, que recibió su fuero en 1242, con privilegios similares a Brujas y exenciones en las aduanas de todo el Zwin, e incluso fue ele-
15. Livre des établissements. Archives municipales de Bayonne. Lamaignère, Bayonne, 1892: 28.
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vado a la categoría de sede del bailío del agua, el oficial encargado de recoger los impuestos de aduanas y defender los derechos condales. Poco más tarde, en 1250, otro antepuerto, Monnikerede, recibió también su carta foral, y Hoeke, el último de los tres puertos de la ribera izquierda que se desarrolló en el siglo XIII. En la parte derecha del Zwin, frente a Mude, se creó La Esclusa (Sluis) a finales del siglo XIII, que pronto pasó a ser el puerto principal del Zwin, como recuerda la batalla de La Esclusa de 1340, en la que los ingleses destruyeron la flota francesa. Todos estos antepuertos formaron una red de muelles que dirigían las mercancías al centro principal, que estaba formado por el Gran Peaje, Plaza de la Grúa (Kraanplein) y el Gran Mercado (Groote Markt) de Brujas. Aunque el puerto medieval más conocido de Flandes era Brujas, también Amberes tuvo un desarrollo estimable desde el siglo XI gracias al comercio con Inglaterra y la Hansa. Los puertos atlánticos franceses no pudieron competir con las obras que se llevaron a cabo en Londres, Southampton, Brujas, Amberes, Bilbao, Santander, entre otros, que tenían muelles de piedra, embarcaderos y, a veces, grúas acordes con el tráfico internacional que albergaban. En primer lugar, porque la monarquía francesa estaba más preocupada por los puertos del Mediterráneo que por los atlánticos, ya que sus esfuerzos financieros se concentraron en las instalaciones navales para la guerra en el Mediterráneo, cuando Luis IX fundó Aigues Mortes como puerto de embarque para su expedición contra los mamelucos en 1248. Igualmente, Carlos I y Carlos II de Anjou, reyes de Nápoles, también estuvieron involucrados en una prolongada guerra naval con Aragón y ordenaron la construcción de galeras en Marsella. Sin embargo, la corona francesa mostró poco interés en asuntos navales en la costa atlántica. La construcción naval comenzó a aparecer a finales del siglo XIII, cuando se documenta la presencia de carpinteros genoveses, y 1295, cuando la corona compró tierras en Ruan, en la orilla izquierda del Sena en Richebourg, con el fin de levantar un astillero real16. Por ejemplo, en la capital bretona, Nantes, se realizó la canalización del río Edre para facilitar la navegación hasta el puerto bajo el impulso sucesivo de los duques de Bretaña Guy de Thouars, Pierre de Dreux y Jean I en el siglo XIII, pero las grandes infraestructuras no se levantaron hasta el siglo XV, al igual que ocurrió en otros puertos de gran importancia internacional como La Rochelle y Burdeos17. El final del siglo XV trajo la colmatación de la desembocadura del río Adour,
16. Rose, S. Medieval Naval Warfare. 1000-1500. Routledge, Nueva York, 2002: 13. 17. Tranchant, M. Les ports maritimes de la France atlantique (XIe-XVe siècles). Presses universitaires de Rennes, Rennes, 2017.
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que impidió la navegación fluvial hasta la villa de Bayona, por lo que los barcos tuvieron que desembarcar las mercancías en el cercano puerto de Capbretón. En 1482, las autoridades municipales de Bayona reclamaron, a Capbretón, los “derechos acostumbrados” de aduana que se cobraban a todos los navíos ingleses y bretones, e incluso amenazaron con obligarles a pagar los derechos por la fuerza de las armas. En 1491, la municipalidad solicitó a Carlos VIII la ayuda económica para reabrir la desembocadura, estimada en 20.000 écus, pero finalmente los propios bayoneses renunciaron a la reapertura, lo que causó el declive comercial de Bayona18. Los gobiernos urbanos de los puertos ingleses y del Cantábrico comenzaron a controlar los proyectos particulares de las infraestructuras portuarias a cambio de tener que asumir con impuestos especiales su construcción y reparación desde el segundo cuarto del siglo XV, tal como sucedió en Hull en 1443, en Sándwich con la construcción de un dique y un canal a finales del siglo XV o con los cays de Santander, Laredo, Castro Urdiales, Bilbao o San Sebastián, entre otros, so pretexto de la defensa de la frontera marítima de los reinos y de los beneficios del comercio para las arcas regias19. De esta forma, los gobernantes utilizaron una parte de esos recursos económicos provenientes del comercio marítimo para pagar la seguridad y estabilidad que los agentes económicos requerían20, de ahí que, durante los siglos XIII y XIV, los derechos de aduanas se ampliaron para cubrir el costo de costosas guerras extranjeras.
4. POLÍTICAS ECONÓMICAS SOBRE EL COMERCIO MARÍTIMO: DEL LIBRE MERCADO AL PROTECCIONISMO Donde mejor se aprecia la política económica de los monarcas europeos fue en el ámbito de la actividad comercial. Los reyes y duques desarrollaron un
18. Bochaca, M. “Bayonne et le déplacement de l’embouchure de l’Adour d’après l’enquête de 1491”, Bochaca, M., Sarrazin, J.L. Ports et littoraux de l’Europe atlantique. Transformations naturelles et aménagements humains (XIVe-XVIe siècles). Presses Universitaires de Rennes, Rennes, 2007: 108-109. 19. Solórzano Telechea, J.A. “La construction d’infrastructures portuaires dans les villes du nord de la péninsule Ibérique à la fin du Moyen Age”, Bochaca, M., Sarrazin, J.L. (dirs.) Ports et littoraux de l’Europe atlantique. Transformations naturelles et aménagements humains (XIVe-XVIe siècles). Presses Universitaires de Rennes, Rennes, 2007: 121-140. 20. Hattendorf, J. B. “Navies and naval operations”, Jowitt, L., Lambert, C., Mentz, S. (eds.) The Routledge Companion to Marine and Maritime Worlds, 1400–1800. Routledge, Nueva York, 2020: 246.
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conjunto de medidas con la finalidad de garantizar un saldo positivo en la balanza comercial exterior y asegurar el abastecimiento del reino, tales como la creación de los tribunales mercantiles como función propia de los consulados de mercaderes, la reordenación de los espacios económicos con la erección de ferias y mercados, la conexión entre los mercaderes del Atlántico y el Mediterráneo, y una legislación para proteger las mercancías autóctonas. Las monarquías tuvieron como estrechas colaboradoras a las elites comerciales portuarias que los impelieron a desarrollar una política económica proteccionista con la que preservar la producción propia, rechazar a los mercaderes foráneos y extender una diplomacia destinada a salvaguardar los mercados internos. Sin embargo, los reyes y príncipes europeos no tenían la misma opinión, todo lo contrario, su objetivo era atraer y aprovecharse del comercio internacional; incluso en lugares como el condado de Flandes, el conde hubo de intervenir en varias ocasiones desde finales del siglo XIII para atraer a los mercaderes extranjeros, desautorizando la oposición de los comerciantes y los gobiernos locales a la competencia extranjera21. En 1280, el conde de Flandes, Guy de Dampierre, a raíz de un problema surgido unos años antes, cuando los mercaderes castellanos y alemanes se habían quejado al conde de los abusos cometidos por Brujas en la imposición de peajes, boicotearon el comercio durante dos años. Los mercaderes se marcharon a Aardenbourg durante esos dos años con una carta de libertades del conde flamenco para que no abandonaran Flandes. Estas prerrogativas sentaron las bases de los futuros privilegios de los mercaderes castellanos y hanseáticos en Brujas, pues les concedía cuatro cónsules para la defensa de sus intereses, y les garantizaba la seguridad de las personas y sus bienes, así como disponer de un sello22. Se trataba de distintas medidas de lo que podemos calificar como primeras “políticas económicas” de los gobernantes23. Así lo hicieron también en el reino de Castilla los monarcas
21. González Arce, J.D. “Pugnas entre monarquía y aristocracia por el control de los almojarifazgos costeros y otros derechos aduaneros de la Andalucía atlántica en el reinado de los Reyes Católicos”, Anuario de Estudios Medievales, 47/1, 2017: 73-106. 22. Solórzano Telechea, J.A. “From the Mediterranean to the Atlantic. The Role of the Town– Ports of Northern Iberia in the first Internationalization of the European Economy in the Middle Ages”, Barton, Th.W., Kelleher, M.A., Zaldívar, A. M. (eds.) Constructing Iberian Identities, 1000-1700. Brepols, Turnhout, 2022: 45-64. 23. Ladero Quesada, M.A. Fiscalidad y poder real en Castilla (1252-1369). Madrid, Real Academia de la Historia, 2011. Rodríguez Sarria, J. “¿Pagar para el rey? Procedimientos y agentes de la recaudación del pedido regio en la Sevilla del siglo XV”, Galán Sánchez, Á., García Fernández, E. (coords.) En busca de Zaqueo. Los recaudadores de impuestos en las épocas medieval y moderna. Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 2012: 83-
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Alfonso X y Sancho IV en la segunda mitad del siglo XIII, y Alfonso XI en la primera mitad del XIV24. A partir del siglo XIV, los monarcas tuvieron que afrontar una crisis generalizada que conllevó una escasez de moneda, debido a una reducción de la circulación monetaria y la especulación, que fue resuelta por medio de quiebras y devaluaciones, que generó inflación y la necesidad de incrementar las reservas de metales preciosos, defender y ampliar los espacios mercantiles, controlar las rutas marítimas, especializarse en productos mercantiles, proteger la producción propia e incrementar la presión fiscal. Esto llevó al nacimiento de una política proteccionista en el interior de los reinos y expansionista en el exterior, cuyo objetivo era controlar la producción interna y ocupar los mercados exteriores para lo que los puertos como Cádiz, Sevilla, Lisboa, Bilbao, Burdeos, Londres, Bristol, Southampton, Brujas, Hamburgo, Gdansk se convirtieron en actores indispensables para nutrir las arcas regias25. Los monarcas castellanos fueron de los primeros en cambiar su política económica internacional hacia el proteccionismo, que comenzó durante el reinado de Alfonso X, cuando por medio las leyes de “sacas de cosas vedadas” por la que se prohibió sacar oro y plata, así como cereales, caballos y ganado de Castilla en las cortes de Valladolid de 125826, para lo que situó guardas en los puertos que impidiesen sacar del reino las cosas, aunque las licencias de sacas también se convirtieron en un negocio muy rentable para la hacienda castellana del siglo XV. En 1268, las Cortes de Jerez aprobaron una serie de leyes dirigidas a arreglar la economía castellana27 y se establecieron los puertos aduaneros por
103. González Arce, J.D. “Autoridad monárquica y armonización de la normativa fiscal. Reordenación de los aranceles de almojarifazgo y portazgo en la Andalucía atlántica y de interior por los Reyes Católicos”, Solórzano Telechea, J.A., Haemers, J (ed.) Normativa y autoridad en la ciudad medieval atlántica (y más allá). Instituto de Estudios Riojanos, Logroño: 43-92. 24. Cortes de los Antiguos Reinos de León y de Castilla. Real Academia de la Historia, Madrid, Tomos I-IV, 18611882. Cortes, I, 1301, petición 9 y 10. Cortes, I, 1345, petición 5. 25. Solórzano Telechea, J.A. “Proteger et côntroler la prèsence et les activités des étrangers dans les villes portuaires du Nord de la Couronne de Castille au Moyen Age”, Annales de Bretagne et des pays de l’Ouest, tome 117, 1, 2010: 209-222. Solórzano Telechea, J.A. “La primera internacionalización de la economía española en la baja Edad Media: de la ‘Hermandad de la Marina’ del Cantábrico a la ‘Nación de la Costa de España’, Solórzano Telechea, J.A., Viana, M. (eds.) Economia e instituiçoes na Idade Média: novas abordagens. Centro de Estudios Gaspar Frutuoso, Ponta Delgada, 2013: 155-182. 26. Cortes, I, 1258. 27. Cortes I, 1268.
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donde debían salir los productos cuando se permitiera la exportación, que en su mayor parte se encontraban en la costa Cantábrica: San Sebastián, Fuenterrabía, Castro Urdiales, Laredo, Santander, Avilés, Ribadeo, Vivero, Betanzos, La Coruña, Ortigueira, Cedeira, Ferrol, Bayona, La Guardia, Pontevedra, Padrón y Noya, Huelva, Cádiz, Vejer de la Frontera y Elche28. Asimismo, a partir de finales del siglo XIV, hubo distintas medidas dirigidas a la protección de los fletes de navíos del propio reino, como hizo Enrique III con las naves sevillanas en 1398. Una de esas nuevas iniciativas de control del comercio fue la creación de estancos o depósitos (staple, étape, entrepôt, stapeln) como lugares designados para realizar las transacciones de un determinado producto, pues hasta la Baja Edad Media se utilizó el sistema de hospedería privada, en cuyas bodegas se depositaba y contabilizaban las mercancías. En Inglaterra, el estanco de la venta de lana para ser exportada a Flandes fue establecido por Eduardo I de Inglaterra en Dort en 1285, aunque más tarde esto se trasladó a Brujas. El objetivo del rey era presionar a los flamencos para que apoyaran a Inglaterra en sus disputas con Francia restringiendo su acceso a la lana inglesa, la materia prima esencial para su industria textil. Esta política fue continuada por Eduardo II, quien utilizó el traslado del estanco a Saint Omer en 1313 para impulsar a los flamencos a abandonar su política de apoyo a los escoceses contra los ingleses. Por otra parte, en 1303, Eduardo I acordó con los mercaderes extranjeros que comerciaban con Inglaterra, concederles su protección para que pudieran comerciar, libremente y sin obstáculos, las mercancías exportadas o importadas, aunque quedaban sujetos a un derecho adicional, la llamada Nueva Aduana. En el caso de las sacas de lana, esto se tradujo en un incremento de tres chelines y cuatro peniques adicionales por cada saca de lana, si bien esta política económica de “libre comercio” no duró mucho tiempo. Durante el largo reinado de Eduardo III (1327-1377) se tomaron diversas medidas intervencionistas, en el contexto de la Guerra de los Cien años y la crisis socioeconómica generalizada, como la prohibición de la importación de telas de lana con el objetivo de fomentar el desarrollo de la fabricación local de telas de lana; sin embargo, esto no fue bien recibido y la lana inglesa fue sustituida por la castellana en los mercados flamencos, los más perjudicados por la política inglesa. A partir de finales del siglo XV, Enrique VII y Enrique VIII pusieron en práctica nuevos planes para impulsar la exportación de la lana cruda y utilizaron el proteccionismo, los subsi-
28. Solórzano Telechea, J. A. “Los puertos del Rey: síntesis interpretativa del fenómeno urbano en el Norte de España durante los siglos XII y XIII”, Temas Medievales, 15-16, 2007-2008: 257-273.
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dios y hasta el espionaje como medios de intervención gubernamental para desarrollar la industria de la lana en Inglaterra29.
5. ESTRATEGIAS COMERCIALES DE LOS PUERTOS Igualmente, los gobiernos de las ciudades portuarias desarrollaron sus propias estrategias comerciales, que no siempre estaban en consonancia con las políticas económicas en el exterior de los monarcas. Por ejemplo, es el caso de Bilbao y Nantes, cuyos comerciantes mantenían estrechas relaciones desde el siglo XIV hasta que ambas comunidades llegaron a establecerse en ambos puertos. Surgió así entre ellos una colaboración y un trato de favor recíproco, que se tradujo en que Bilbao otorgó a los mercaderes y mareantes nanteses la misma condición y privilegios de que gozaban los suyos. Por su parte, ambas comunidades firmaron, en 1430, un tratado de amistad, en parte religioso, que fue la base para la constitución de una especie de cofradía-hansa internacional denominado Confrérie de la Contractation. Gracias a dicha cofradía de la Contratación, existió un tribunal recíproco con jurisdicción consular. Además, los nanteses contaban en Bilbao con un mercader que tenía derecho a asistir a las sesiones de ese tribunal y a participar en sus deliberaciones. Mientras que los bilbaínos recibieron igual trato en Nantes. De la misma manera, las lanas castellanas solamente eran gravadas ligeramente en Nantes, mientras que también fueron bajos los impuestos de importación para las telas bretonas en Bilbao30.
6. LA CRIMINALIZACIÓN DE LA PIRATERÍA Y LA AMPLIACIÓN DE LA SOBERANÍA MARÍTIMA DE LOS GOBERNANTES En los siglos XIV y XV, los gobernantes no solo se beneficiaron de los ingresos aduaneros de los puertos en sus respectivas jurisdicciones, sino que se produjo
29. Rose, S. (ed.) The Wealth of England: The Medieval Wool Trade and Its Political Importance 1100–1600. Oxbow Books, 2018. Jenks, S. “Zollamt, Häfen Und Außenhandel in England: Ca. 1377–1470”, Vierteljahrschrift Für Sozial– Und Wirtschaftsgeschichte 75, 3, 1988: 305. 30. Mathorez, J. “Notes sur les rapports de Nantes avec l´Espagne”, Bulletin Hispanique 14-15, 1912: 383-407, González Arce, J. D. “La ventaja de llegar primero. Estrategias en la pugna por la supremacía mercantil durante los inicios de los consulados de Burgos y Bilbao (1450-1515)”, Miscelánea Medieval Murciana 33, 2009: 77-97.
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un fenómeno de criminalización de la piratería, con una distinción entre prácticas legales (corso) e ilegales (piratería). Los gobernantes gracias a este nuevo discurso sobre la delincuencia e el mar tuvieron las herramientas legales para luchar contra los actores competitivos con el objetivo de imponer la propia posición económica y política. El contexto económico y político bajomedieval influyó decisivamente, ya que la Guerra de los Cien Años y la competencia por el control de las rutas del Atlántico por parte de los reinos de Castilla, Portugal, Francia, Inglaterra y la Liga Hanseática alimentaron los motivos para las represalias mutuas. De esta manera, el control de las rutas marítimas se convirtió en un arma de fuerza política31. La noción de política marítima, así, puede definirse como la acción de los poderes políticos para ejercer la violencia legal en el mar, incluida la leva para las armadas, la legitimación del corso en nombre de la lucha contra la piratería y la protección del comercio, la pesca y otras actividades económicas marítimas. La intención de los gobernantes al implementar estas políticas fue concentrar el monopolio de la violencia legal en sus costas y otras áreas afectadas por sus intereses.
7. LA CREACIÓN DE INSTITUCIONES EN MATERIA DE COMERCIO Y NAVEGACIÓN MARÍTIMOS: LEGISLACIÓN Y CONSULADOS Los monarcas europeos desarrollaron una actividad legislativa intensa para proteger el comercio marítimo. La creación de un marco jurídico que regulara y asegurara las actividades marítimas fue fundamental en la conectividad de los puertos atlánticos y, por ello, desde la Hansa hasta Castilla se desarrollaron tanto códigos legales propios, como comunes a todos los puertos. Entre los primero, destacan las Partidas de Alfonso X, que dedican un buen número de artículos a la normativa que debe regir el funcionamiento de los puertos de Castilla y las actividades relacionadas con la mar. Este cuerpo legislativo se ocupa tanto de los oficios del mar, como de las embarcaciones, la navegación o las mercancías transportadas; también de los aspectos relacionados con las averías que pudieran sufrir, los fraudes y actos de piratería, las indemnizaciones que
31. Heebøll-Holm, T. “Towards a Criminalisation of Piracy in Late Medieval England”, Sicking, L., Wijffels, A. (eds.) Conflict Management in the Mediterranean and the Atlantic, 1000-1800: Actors, Institutions and Strategies of Dispute Settlement. Brill, Leiden, 2020: 165-186.
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debían recibir quienes fueran objeto de ataques, las actividades que se pueden desarrollar cuando la embarcación está atracada o en la costa, o la reglamentación de los pleitos movidos por mercaderes32. El código común de derecho marítimo más extendido fueron los Rôles d’Oléron o Fuero de Layrón, creadas posiblemente en el área de Burdeos o Bayona entre 1224 y 1286, y aplicadas en el ámbito atlántico, aunque descocemos la fecha exacta o la razón por la que fueron redactados33. Los veinticuatro capítulos del texto primitivo regulan aspectos como los derechos y obligaciones de los armadores, los navegantes, los pilotos, los naufragios, la disciplina a bordo y los daños en caso de hundimiento. Así, se crearon instituciones corporativas de los mercaderes, como los consulados. La creación del Consulado de Burgos el 21 de julio de 1494 tuvo por finalidad agrupar a las corporaciones profesionales de las gentes del mar y los mercaderes en defensa de sus intereses para constituir un tribunal especial para resolver las cuestiones conflictivas que pudieran surgir. La competencia entre los mercaderes burgaleses y los de la costa Cantábrica se dejó notar tras constituirse el consulado de Burgos, ya que incluía bajo su jurisdicción todas las villas comprendidas desde la Merindad de Trasmiera hasta Fuenterrabía. Esto conllevó el ineludible enfrentamiento entre los mercaderes de Burgos y los de la Costa de España. El litigio entre ambas comunidades respondía a la resistencia de los mercaderes del Cantábrico a supeditarse a los intereses de los mercaderes burgaleses, por su parte, éstos trataban de escapar de los armadores de la costa, que controlaban el transporte de la lana hasta Flandes. En Bilbao, el puerto más potente del Cantábrico a finales del XV, el entramado de intereses, integrado por el concejo, la cofradía de mercaderes y maestres de nao de Santiago –constituida en 1489– y la Nación de la Costa de España comenzaron a trabajar para tener su propio consulado, similar al de Burgos, con el objetivo de controlar las mercaderías del puerto. En 1495, los Reyes Católicos eximieron al Señorío de Vizcaya de la jurisdicción del consulado de Burgos y en 1499, se delimitaron las áreas de influencia, quedando para el consulado de Burgos las Cuatro Villas de la Costa, Logroño, Nájera y Medina de Pomar, y de la otra parte
32. En concreto los títulos
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de la Partida V. Las Siete Partidas. Boletín Oficial del Estado, Madrid, 2011.
33. Naegle, G. “Oleron, Seerecht von”, Handwörterbuch zur deutschen Rechtsgeschichte. Schmidt, Berlín, 2017: 144-148. Serna Vallejo, M. Los «Rôles d’Oléron». El «‘coutumier»’ marítimo del Atlántico y el Báltico de época medieval y moderna. Centro de Estudios Montañeses, Santander, 2004.
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la Universidad de mercaderes de Bilbao con Vizcaya, Guipúzcoa y Álava. Unos años después, el 22 de junio de 1511, la reina Juana concedió el privilegio de creación del Consulado de Bilbao con los mismos derechos que el de Burgos34. Asimismo, las autoridades políticas se ocuparon de los métodos de pago no monetarios, como las letras de cambio, títulos de crédito, que eran formas de pago que escapaban de la usura. Surgieron instituciones especializadas, como las tablas de cambio o bancos. A partir de finales del siglo XIII o comienzos de la siguiente centuria, hubo en la Corona de Castilla “cambios”, que se dedicaban al trueque manual de unas monedas por otras. El hambre de moneda fue satisfecha con el dinero de la banca, que jugó un papel esencial en las compraventas de las ferias entre 1475 y 1480, y en las importaciones y exportaciones entre 1480 y 1490 con la integración de la banca castellana en las redes bancarias de Italia, Flandes, Alemania y Brabante35. En resumen, a pesar del papel homogeneizador de las políticas de las monarquías europeas y de que el comercio marítimo siguió un modelo parangonable en todos los reinos del arco atlántico europeo, no es posible estudiarlas como un espacio económico homogéneo, puesto que su evolución económica fue diversa, tal como apuntábamos al principio. En este sentido, no hubo un solo Atlántico, sino varios atlánticos, debido a la influencia tanto de los agentes foráneos, como de los regionales y locales, desde las colonias y compañías mercantiles, los mercaderes-banqueros, los grandes propietarios (caso de las órdenes militares en el Báltico, de las propiedades monásticas en la costa francesa y de las señoriales en Inglaterra o la costa andaluza) hasta las elites urbanas que controlaban las políticas de los gobiernos urbanos. Todos estos agentes estuvieron implicados en la formulación y la implementación de las políticas económicas de los reyes, lo que estuvo en el origen de la diversidad de políticas económicas regias en Europa36. Así pues, los resultados de la estrategia y la política econó-
34. Solórzano Telechea, J.A. “La ‘Nación de Vizcaya y de la Marina Costa Marina de España’: la colonia de mercaderes, marineros y transportistas del cantábrico en la ciudad de Brujas en la Edad Media”, Solórzano Telechea, et alii (eds.) Diplomacia y comercio en la Europa atlántica medieval. Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 2015: 221-244. 35. García Fernández, E., Bonachía Hernando, J.A. (eds.) Hacienda, mercado y poder al norte de la Corona de Castilla en el tránsito del Medievo a la modernidad. Castilla ediciones, Valladolid, 2015. 36. Lewis, G. “’Fiscal states’: taxes, war, privilege and the emergence of the European ‘nation state’, c. 12001800”, French History, 15/1, 2001: 51-63. Boone, M. “Stratégies fiscales et financières des élites urbaines et de l’Etat bourguignon naissant dans l’ancien comté de Flandre (XIVe-XVIe siècle)”, L’Argent au Moyen Age: XXVIIIe
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mica regia fueron de distinto alcance en cada uno de los territorios europeos, a pesar de que los poderes políticos procuraron homogenizar y favorecer las relaciones marítimas por medio de la diplomacia, los pactos y tratados, la lucha contra la delincuencia en el mar, y la política monetaria, mercantil y fiscal. Para finalizar esta introducción, queremos agradecer al Instituto de Estudios Riojanos del Gobierno de La Rioja, el Ayuntamiento de Nájera, el Grupo de Investigación GOBPORT de la Universidad de Cantabria, la Sociedad Española de Estudios y al Comité organizador y científico por el apoyo otorgado a los Encuentros Internacionales del Medievo de Nájera y su materialización en el presente libro.
Congrès de la Société des Historiens Médiévistes de l’Enseignement Supérieur public. Publications de la Sorbonnne, París, 1998: 235-253. Grummitt, D., Lassalmonie, J. F. “Royal public finance (c. 1290-1523)”, Fletcher, C., Genet, J.F., Watts, J. (eds.) Government and Political Life in England and France, c. 1300 - c. 1500. Cambridge University Press, Cambridge, 2015: 116-149.
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Primera parte. Puertos y estrategias socioeconómicas
The Economic Impact of Maritime Piracy and Privateering in the Bay of Biscay at the End of the Middle Ages Jesús Ángel Solórzano Telechea University of Cantabria
INTRODUCTION Maritime piracy significantly increased trade costs in the late Middle Ages and became one of the main obstacles to international commerce. During 14th and 15th centuries, the maritime activities of ‘pirates’ extended exponentially in Atlantic Europe1. The lack of the kingdoms’ capacity to control the maritime piracy represented a serious and sustained threat to economic security between the Mediterranean and the Atlantic cities2. Piracy affected international maritime trade through an increasing insecurity not only related to the prompt delivery of the goods transported, but also to the lost of men and ships3. Therefore, the
1. This article is part of the research project “BARMER. From the ship to the market. Economic activity, social relations and armed conflicts in the port cities of Atlantic Europe in the late Middle Ages” (PID2020-118105GBI00). 2. Solórzano Telechea, J. Á. “From the Mediterranean to the Atlantic. The Role of the Town-Ports of Northern Iberia in the first Internationalization of the European Economy in the Middle Ages”, Barton, Th.W.; Kelleher, M.A.; Zaldívar, A.M. (Eds.) Constructing Iberian Identities, 1000-1700, Brepols, Turnhout, 2022, pp. 45-64. Solórzano Telechea, Jesús A.; Conde Mendoza, I. “’Por mares de plata salada’. Los reinos ibéricos entre el Mediterráneo y el Atlántico en la Edad Media”, Sánchez Saus, R.; Ríos Toledano, D. (Eds.) Entre la Tierra y el mar. Cádiz, frontera atlántica de Castilla en la Edad Media. Sílex, Madrid, 2022: 15-58. 3. Höhn, Ph., Rohmann, G, Heebøll-Holm, TH. (Eds.) Merchants, Pirates, and Smugglers. Criminalization, Economics, and the Transformation of the Maritime World (1200-1600), (Discourses of Weakness and Resource Re-
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aim of this article is to analyze the pacification policies and criminalization of piracy strategies, developed by the monarchs and the port cities of the Bay of Biscay during the two last centuries of the Middle Ages4. Diplomatic relations between the port cities of the Bay of Biscay were long-standing. From the beginning of the thirteenth century, the port cities made agreements, either individually or in groups5. In 1306 and 1309, Castro Urdiales, Laredo and Santander signed a treaty with Bayonne, followed by the towns of Guipúzcoa in 1309, 1311 and 13286. In 1351 and 1353, two agreements were signed by England and the town ports of the Cantabrian Coast. In 1388, San Sebastian granted a letter of general protection to all Britons arriving in the city with goods7. In 1404 and 14078, all ports so called “Sea of Spain” and the ports of Gascony established two agreements to protect foreign merchants and navigators in times of war9. The main reason to sign the agreements was to maintain the peace and security at sea for the prosperity of the citizens. In this way, the fight against piracy was part of the interests of the ports and the monarchy. The merchant ships were essential in the medieval nautical conflagrations, as there were hardly any specialized warships, so, in case of conflict, it was necessary to go to these commercial and fishing vessels10. Apart from these royal fleets, led by a captain appointed by the monarchs, there were others, or sometimes isolated ships, which participated in the confrontations on their own, but
gimes 6). Campus Verlag, Frankfurt a. M., 2019. 4. Sources: Archivo General de Simancas (hereafter “AGS”), Registro General del Sello (hereafter “RGS”); AGS, Cámara de Castilla (hereafter “CC”), Cédulas (hereafter “CED”); Archivo Real Chancillería de Valladolid (hereafter “ARCV”), Sala de Vizcaya (hereafter “SV”) and Reales Ejecutorias (hereafter “RREE”). 5. Jasper, N. “Piracy, connectivity and seaborne power in the middle Ages”, Michel Balards (ed.) The sea in history. The medieval world. The Boydell Press, Woodbridge, 2017 : 45-57. 6. Solórzano Telechea, J.A., “Medieval Seaports of the Atlantic Coast of Spain.” International Journal of Maritime History, XXI 2009,: 81-100. 7. Rymer, Th. Foedera, conventiones, literae, et cujuscumque generis acta publica inter reges Angliae et alios, vols. II y XI. Tanner Ritchie, Ontario, 2006. 8. Solórzano Telechea, J.A. Patrimonio documental de Santander en los archivos de Cantabria. Documentación medieval, Gobierno de Cantabria, Santander, 1998, doc. 18-22. 9. Solórzano Telechea, J.A. “La primera internacionalización de la economía española en la Baja Edad Media: de la “Hermandad de la Marina” del Cantábrico a la “Nación de la Costa de España” en Brujas”, Economia e instituiçoes na Idade Média: novas abordagens. Centro de Estudios Gaspar Frutuoso, Ponta Delgada, 2013: 155-182. 10. Gonzalez de Arévalo, R. (Ed.). Navegación institucional y navegación privada en el Mediterráneo medieval. La Nao, Granada, 2016.
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with royal licenses, known as letters of marque. The aim was not just to fight against enemy warships or rival fleets, but to attack the economic interests of the enemies by boarding the commercial ships and detaining the crew and the goods, or simply sunk. The cargo apprehended, as well as the vessel, were then considered as war booty, and remained in the possession of the assailants, who sometimes had to give part of their benefits to the kings in the form of tax rates. However, the rulers lacked control over these activities, which were carried out with excesses, since the raiders went beyond the royal authorizations and attacked ships from neutral countries without respecting truces, attacking people and not only against their property, what brought these actions closer to piracy than to war11. In this essay, we are going to analyze some of these practices, both military and privateering, which are not always easy to discern.
1. PIRACY, PRIVATEERING, ROBBERY AND MILITARY OPERATIONS AT SEA DURING THE LATE MIDDLE AGES In the Atlantic area, a very clear distinction emerged between piracy and privateering, between an isolated robbery activity at sea and a military operation allowed by public authorities during the late Middle Ages12. Nevertheless, at the end of the Middle Ages, war dominated the royal policies of Western Europe. Classical approaches to diplomatic history have thus focused on the relations of European monarchies. It is only more recently that historiography has paid more attention to the resolution of conflicts by non-sovereign powers such as cities. While monarchs aspired to monopolize diplomatic relations, cities, especially ports, developed them to protect their common interests. Historians of maritime law and economics have distinguished between legal trade and illicit piracy, but sea-oriented societies were characterized by normative pluralism. The taking of goods at sea was not a simple endemic disease since ancient times, but an economic practice firmly anchored by specific norms. Depending on their ability to assert their interests in discourses on the lawfulness of their practices, the same men may appear either as pirates, privateers, merchants,
11. Eddison, J. Medieval pirates: pirate, raiders and privateers. 1204-1453. The History Press, Stround, 2013. 12. Mollat, M. “De la piraterie sauvage à la course réglementée (XIVe-XVe siècle)”, Mélanges de l’Ecole française de Rome. Moyen-Age, Temps modernes, tome 87, 1, 1975: 7.
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captains or admirals. That is due to there was a phenomenon of “criminalization of piracy” in the 14th and 15th centuries13 Therefore, the concepts of “piracy” and “privateering” seem useless as conceptual tools for studying the history of maritime economies and politics. Rather, they should be understood as discursive tools to fight against competitive actors to enforce one’s own economic and political position. Economic and political circumstances influenced decisively, as the Hundred Years’ War and the competition for the control of the Atlantic Sea routes by the kingdoms of Castile, Portugal, France, England and the Hanseatic league fueled the motives for mutual reprisals, distinguishing between legal and illegal practices. In this way, the control of the sea routes became a weapon of political force. The notion of maritime politics can be defined as the action of political powers to exercise legal violence at sea, including the raising of navies, the legitimation of privateering in the name of the fight against piracy and the protection of commerce, fishing, and other maritime economic activities. The intention of rulers, the monarchs, when implementing these policies was to concentrate the monopoly of legal violence on their coastline and other areas impacted by their interests14. Setting aside open naval warfare and piracy, the remaining maritime conflicts in preindustrial times, both privateering and letters of marque and reprisals, are very similar to present-day international trade wars. Barriers and restrictions to the flow of trade of an opposing nation, state or trade alliance are followed by retaliation by the other side, leading to new obstructions and tariff increments, in a spiral of clashes and escalation of reprisals where both contenders lose out and are harmed by these trade limitations. Consequently, as we shall now see, acts of privateering and reprisal between medieval states or individuals, were followed by similar responses from the wronged side, leading to further reactions by the contender, in an escalation of uncertain outcome where the victim always was commercial growth, and whose disastrous effects led monarchs to attempt to mitigate, or at least regulate and harness, these practices, particularly during times of
13. Heebøll-Holm, T. “Towards a Criminalisation of Piracy in Late Medieval England”, Sicking, L.; Wijffels, A. (Eds.), Conflict management in the Mediterranean and the Atlantic, 1000-1800: Actors, Institutions and Strategies of Dispute Settlement. Brill, Leiden, 2020: 165-186. 14. Faria Viúla de, T. A. «Maritime Conflict among Hundred Years’ War Allies. Conflict Management in the Mediterranean and the Atlantic, 1200-1800: Actors, Institutions and Modes of Disputes Settlement”, Sicking, L.; Wijffels, A. (Eds.), Conflict …, op. cit.: 198-216. Heebøll-Holm, TH. K.; Höhn, Ph.; Rohmann, G. (Eds.), Merchants, Pirates, and Smugglers. Criminalization, Economics, and the Transformation of the Maritime World (1200-1600). Campus Verlag, Frankfurt, 2019. Prétou, P. L’invention de la piraterie en France, Presses Universitaires de France, Paris, 2021.
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peace. These activities were however actively encouraged during armed conflicts between kingdoms as a weapon against the economic interests of the enemy. The practices, both military action proper and privateering, carried out by Cantabrian vessels in general –and notably by Basque citizens– against the interests of the foreigners are not always easy to discern. The attacks not only affected the natural aliens of the enemy kingdoms, but also the merchants of the allied and friendly territories were affected by the looting. This is the case of the Bretons. In 1477 the Duke of Brittany wrote to the Catholic Monarchs because Joan Boezart’s caravel, resident of Saint Malo, had been approached by sailors from Biscay. The assault was made by Iohan de Romata and Iohan de Plasencia, neighbors of Laredo, in the company of Martín Saes de Barraondo or his lieutenant in his ship, Martin de Plasencia, neighbor of Bilbao, Ochoa de Ybarra, Iohan Peres of Guiçarasa, citizens of Arandia, Martín de Alday and Juan d’Alday, neighbors of Ustu (?), with their respective caravels and other ships. The Catholic Monarchs sent the matter to the mayor of Biscay in order to deliver justice15. In 1491, the Royal Council studied the possibility of organizing a war fleet for the custody and defence of the Castilian transport ships in order to deal with the insecurity of the commercial trips by sea in the Bay of Biscay16. For the support of the war fleet, all the ships of the Bay of Biscay had to contribute, depending on the goods shipped. For example, in 1487 the royal fleet was formed with ships and caravels from Biscay and Gipuzkoa, and it was warned that they could not leave the ports without royal license to be available for the war fleet. The Guild of Merchants of Burgos protested against this immobilization, because they had nine ships loaded with iron and wool in Bilbao and Laredo ready to set course to Flanders, England, Rouen and La Rochelle, thus if they remained for a long time, the wool would be lost17. The frequent international wars, which increased throughout the fifteenth century, were a serious drawback to commercial exchange. The merchants of the
15. Enríquez Fernández, J.; Hidalgo de Cisneros Amestoy, C.; Martínez Lahidalga, A. Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. Vizcaya (1475-1477). San Sebastián, Sociedad de Estudios Vascos, 2002: 177-179. González Arce, J.D. Bilbao y el mar. Actividad portuaria y navegación en la ría del Nervión durante el reinado de los Reyes Católicos. Mar del Plata, Universidad de Mar del Plata, 2021: 339. 16. García de Cortázar, J.A.; Val Valdivieso, Mª I. et alii, Bizcaya en la Edad Media. Vol. II. Haranburu editor, San Sebastián, 1985: 276-277. 17. Labayru y Goicoechea, E.J. Historia general del Señorío de Bizcaya. La gran enciclopedia vasca, Bilbao, 1968, vol. III: 438-440.
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countries in conflict not only were at risk of being assaulted, robbed, seized, imprisoned and even executed, but the authorities of their own State could take them as traitors, by favouring the enemies with the commercial dealings, or with the naval, financial and diplomatic services. In this way, it was common that, in times of confrontation, the Castilian monarchs forbade their subjects all kinds of business, including business, with inimical countries. Thus, during the succession crisis involving Portugal on the side of Juana, daughter of Enrique IV, against her aunt, queen Isabel Ist. This led the Catholic Monarchs to interdicting their subjects from any exchanges with the neighbouring kingdom, and it also caused the authorisation, in 1478, to engage in privateering of Martín Ochoa de Sasiola, and Miguel de Berrasueta, piloto. They were licensed to employ their caravels, shipping companies and armed men to sail to Portugal to capture any Castilian vessels, or vessels loaded with Castilian wares they could find, particularly horses, iron, steel and victuals. All this with the purpose of causing as much damage to the Portuguese king and nationals. In exchange, they were allowed to keep the prizes. They could not, however, capture or seize any merchants and goods holding a royal license to trade with Portugal18. Privateering actions, and sometimes rather piratical, ended up harming their own protagonists, such as shipmasters, fishermen, international merchants. Privateering and piratical activities deteriorated the climate of insecurity in the sea because sometimes the ships were friends, but others became hostile, rarefied traffic in the Bay of Biscay and damaged the commercial exchanges. Thus, the seafarers and merchants strongly opposed to these actions. In 1488, the Catholic Monarchs ordered the Royal official of Gipuzkoa to make a report about the custom of the city of “Bayonne, the Land of Lapurdi and Capbreton”, on the one hand, and the town-ports of Fuenterrabía and San Sebastián, on the other, not to execute the letters of marque in their territories19. The letters of marque generated distrust between merchants and captains of the ships, which they tried to minimize either with maritime insurance or with the master’s personal guarantee that the ship had no outstanding issues with the authorities and the it would not be subject to letters of marque. For example, in 1506, this was the case of the Breton master J. Leroux, who had obtained the guarantee of J. de
18. Enríquez Fernández, J.; Hidalgo de Cisneros Amestoy, C.; Martínez Lahidalga, A. Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. Vizcaya (1478-1479). Sociedad de Estudios Vascos, San Sebastián, 2002: 21-22. 19. AGS, RGS, 148803, 198.
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Polanco, J. de Castres and F. Santecho, merchants, that two ships loaded with wheat bound for San Martín de la Arena, a second port of Santander, would not be attacked by other Spanish ships under the protection of letters of marque20. France was during the reign of the Catholic Monarchd the greatest external enemy of Castile in Europe, The conflicts at sea involving the subjects of both kingdoms, Castilian and French, increased at the end of the 15th century. Thus, it was common to ask kings for letters of protection, although they were not always successful. In 1478, the ship of Juan de Mele or Mole, citizen of SaintPol-de-Léon, was attacked and robbed by two ships of Pedro de Bilbao, citizen of Portugalete, despite having requested the protection of the Catholic Monarchs21. There were even other more complicated cases in which monarchs had to intervene. In 1489 the merchant ship, called Flores de Arteaga from Bilbao, chartered by some Burgos merchants to go to La Rochelle. On the route, after stopping to carry wine, the ship was taken by force by the army of the King of France. In return, the captain of the navy promised to pay the corresponding freights. However, when it was part of the French fleet, the ship was assaulted by the General Captain of Britain, at that time enemy of the kingdom of France, who appropriated the goods and the crew was mistreated and imprisoned for 40 days. In addition, after being released, they did not want to pay their freight, and Arteaga appealed to the Catholic Monarchs, who informed the Duchess of Brittany about it. They asked for compensation for the damage they had received, for which they appealed to the friendship and alliance between Castile and the aforementioned dukedom22. The repressive measures taken by the Catholic Monarchds against privateering and piracy had the effect of dissuading French merchants from arriving in the ports of northern Castile, which hindered the movement of people and goods23. In 1517, the municipality of Portugalete complained that foreigners refused to go to Castile. It denounced the strict application in Bilbao of the law of 1488 obliging foreigners to declare imported goods and to provide bonds to guarantee that they would export their earnings in non-prohibited Castilian products.
20. Bernard, Jc. Navires et gens de mer à Bordeaux -vers 1400-vers 1550. Louis Rabier, Paris, 1968, Vol. III: 226-227. 21. AGS, RGS, 147811, 52. 22. AGS, RGS, 148907, 80. 23. Bello León, J.M. “Apuntes para el estudio de la influencia del corso y la piratería en la política exterior de los Reyes Católicos”, Historia. Instituciones. Documentos, 23, 1996: 63-98.
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Queen Joanna I ruled in favour of the city of Portugalete, but she was blamed by the Bilbao town Council24.
2. LETTERS OF MARQUE AND REPRISAL From the late fifteenth century and throughout the sixteenth century the hostilities between the Spanish and French kingdoms were intermittent, but continuous. There were commercial wars, with the corresponding assaults and boardings of ships and kidnappings of merchants, and also bloody confrontations. In 1487, some citizens from San Sebastián organized a fleet of five caravels to capture, board and requisition French and Breton vessels, in reprisal and response to some attacks25. This motivated the misgivings of the University of Burgos, which feared similar and reciprocal measures on the part of France, that could concern their commercial partners from third countries, as well as French26. Of course, these attacks directly affected their properties, because they were indiscriminate and also due to their goods could travel in French vessels as well, and thus they could be seized as well. Shortly after, in 1489, the Catholic Monarchs went further, due to the commercial and naval chaos, resulting from the frequent corsair and piratical actions of the Cantabrian coast, even some of them were protected by the Crown. So that year, by means of a Royal Pragmatic, they prohibited all corsair activity and cancelled all the letters of marque; although, some years later, new letters of marque were given again because the state of war almost permanent with France27.
24. VV.AA. Colección documental del Archivo Histórico de Bilbao (1514-1520). Sociedad de Estudios Vascos, San Sebastián, 1999: 1544-1546. Solórzano Telechea, J.A. “Los extranjeros en las villas portuarias de la costa cantábrica en la Baja Edad Media”, Mundos Medievales. Espacios, sociedades y poder. Universidad de Cantabria, Santander, 2012, 1937. 25. González Arce, J.D. Bilbao y el mar. Actividad portuaria y navegación en la ría del Nervión durante el reinado de los Reyes Católicos. Universidad de Mar del Plata, Mar del Plata, 2021: 364. 26. Rose, S. “Violence at sea in the late fifteenth century”, Jones, E.T.; Stone, R. (Eds.), The worlds of the Newport medieval ship. Trade, politics and shipping in the Mid-Fifteenth century. University of Wales Press, Cardiff, 2018 : 57-74. 27. Fernández Duro, C. La armada española desde la unión de los reinos de Castilla y de León. Tomo I. Est. Tipográfico sucesores de Rivadeneyra, Madrid, 1895: 347-348.
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Thus privateering was replaced by a moderate formula in order that the citizens could obtain compensation for the losses suffered at sea by means of the well known letters of marque and reprisal28. So the excesses and abuses of the corsair actions motivated the need of the European monarchs to regulate these reprisals close to piracy and to domesticate them, establishing permissions (marques) that determined the scope, duration and conditions of these fleets or of isolated ships. The letters of marque were licenses in order to obtain a compensation for the damage received after being victims of an assault at sea. Although Britany was a traditional commercial ally of Castile, especially of Bilbao, based on agreements, there were conflicts and letter of marque between both countries29. In 1488 the Catholic Monarchs gave a letter of marque to Juan de Arbolancha from Bilbao in order to provide compensation for damages caused by Breton attacks30. Due to the intense economic relations between Biscay and Brittany, in 1489, an agreement was signed between Biscayans and Bretons establishing that the latter nationals trading in Castile were to surrender only 3% of the value of their merchandise to avoid reprisals under the auspices of the letter of marque held by Arbolancha. That is, all Bretons were to jointly bear the responsibility of the consequences of the above-mentioned letter of marque and to distribute the percentage onto their wares instead of risking the seizure all the merchandise of those assaulted at random. If any person refused to accept this deal voluntarily, he would be subjected to the previous letter of marque. To do this, Arbolancha and his agents could demand Breton merchants and their guests to pledge under oath on the disembarked merchandise, which they had to provide a full inventory of upon arriving in Castilian ports in order to levy the aforesaid 3%31. In 1491, the town councils of La Coruña and Betanzos, in Galicia region, complained to the Catholic Monarchs because the representative in the city of Juan de Arbolancha, Martin Sanchez de la Reinosa, had shown him two letters: the letter of marque and the agreement between Bizkaians and Britons
28. Mollat, M. “Essai d’orientation pour l’étude de la guerre de course et la piraterie (XIIIe-XVe siècles)”, Anuario de Estudios Medievales, 10, 1980: 743-749. 29. Mathorez, J. “Notes sur les rapports de Nantes avec l’Espagne”, Bulletin Hispanique, 14/2, 1912 : 119-126. Touchard, H. Le commerce maritime breton à la fin du Moyen Age, Les belles lettres, Paris, 1967. 30. AGS, RS, 148801, 260. 31. AGS, RGS, 148901, 381.
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of the 3%, and they didn’t like them, because if they had to implement this agreement in their port, Britons didn’t arrive in their town. They said that as the treaty had been signed between Biscayans and Britons, it was only to be observed in the ports of Biscay, and the monarchs requested further information on the matter32. The content of this letter of marque and reprisal reappears in a document a year later, in 149233. As in other similar writs, the sovereigns informed civil and military authorities and the ships of the fleet, in particular of Biscay and Gipuzkoa, that the vessel of the aforesaid Juan de Arbolancha, which he shared with his brothers and was commanded by one of them, Lope de Arbolancha, had been boarded in 1484. At the time of the incident, the ship was loaded with kermes cloth, wool cloth, haberdashery, leather, tin, lead, sacks of wool and other wares near the English port of Antona (Southampton), on the island of Oyque (Wight)34. The assault was carried out by a fleet of five vessels on behalf of the duke of Brittany while the truce and alliances between this duchy and Castile were still in force, disregarding the letters of insurance and safe-conduct issued by the duke held by the shipmaster. The duke had placed it under his safeguard and protection, and the ship and its crew had not committed any misdeed against the duchy nor its subjects. One of the vessels was La Figa, whose captain was Juan Viemo, resident of Moelas (Morlaix); another, La Grifona, with Rochar Hetiena as captain and a Robert as pilot; La Picada, with Juan de Esquilen and Guillaume Picart; and, La Barca of Morlax (Morlaix), commanded by Yvo Lamrux and Yvo Bramaner. With them travelled several constables, shipowners, mariners and citizens of the Breton duchy. Ignoring its Castilian standard and royal arms, the vessels fired their canons against the ship Santiago which was damaged and killed and wounded part of the crew, looted the cargo and fittings, causing losses worth 18,000 gold crowns. The attackers captured the vessel and the survivors, ignoring their pleas and invocations of the treaties and insurances that safeguarded them. The captives were placed under the deck and given seawater to drink and no food. This caused the death of fifteen men and the sea water poisoning of the remaining prisoners. The above-mentioned Lope de Arbolancha sought help to no avail in
32. AGS, RS, 149112, 248. 33. AGS, RS, 149212, 206. 34. Ibidem.
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the Breton towns of de Saint-Pol-de-Léon and Morlaix, from where the fleet had sailed, again stating his Castilian nationality and the treaties that safeguarded the ship. The authorities of these towns ignored his pleas and allowed the assailants to share the Castilian prize between them35. However, the Duke of Brittany issued a document to the attacked master to request the execution of justice in those ports, on pain of death, and to recover his properties, which could not be sold or distributed until the ducal council had determined in this regard. Nevertheless, when the request letter was presented to the local authorities and the assailants, far from respecting it, they tried to kill Lope de Arbolancha, and even the ducal judge who was him, and they had to flee to Nantes. This time, captain Arbolancha complained against the criminals and the neighbours of these Breton cities before the justice of the Duke of Brittany to claim compensation of 18.000 gold crowns, and the costs and damages. Although the Breton pirates were imprisoned, they were released without Lope de Arbolancha having found justice. Then Juan de Arbolancha appealed to the Catholic Monarchs who wrote to the Duke to enforce the truce between Castile and Brittany. And despite the fact that the duke promised to accept the requests and arrest the thieves, the Castilian captain did not find any Breton witnesses to support his evidence, since the attack had taken place without anyone being present there. Juan de Arbolancha requested they be tried by ordeal, expecting them to confess the truth under torture. However, the pirates were once again set free, and the judge sentenced that the stolen goods be sold and the profits be employed to pay Juan de Arbolancha’s freight, without covering the remaining injuries and losses he had suffered. The plaintiff again requested the imprisonment of the delinquents, and finally some of them confessed and he was able to prove his claim36. So, as the Duke did not respond to Juan de Arbolancha’s claims for the damages suffered, he asked Isabel and Fernando for a letter of marque. Before accepting, the monarchs again insisted before the authorities of the duchy, who made a review of the case, considering that the plaintiff should receive 12000 francs for
35. Javier Enríquez Fernández, Concepción Hidalgo de Cisneros Amestoy, Adela Martínez Lahidalga, Archivo General de Simancas. Registro General del Sello. Vizcaya (1478-1479). San Sebastián / Donostia, Eusko Ikaskuntza, 2002: 46-48 and 66-67. González Arce C.D. Bilbao y el mar. Actividad… op. cit. 248. 36. AGS, RGS, 149212, 206; AGS, RGS, 149407, 327; AGS, RGS, 149410, 250; AGS, RGS, 149411, 503504; AGS, RGS, 149412, 187; AGS, RGS, 149502, 516.
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the damage, which was not accepted by Arbolancha, who again requested royal protection. Breton ambassadors asked the Castilian kings not to issue the letter of marque or, at least, not to put it into practice. In 1500, the letter of marque and reprisal of Juan de Arbolancha against the Bretons was still in force, but the Catholic Monarchs ordered to be suspended for a period of six months, at the request of some Bretons and the ambassador of the King of France, who declared that the debt with him was only 8,000 Breton francs37. During that period, they ordered to investigate how much damage had received Juan de Arbolancha. In 1501 the Catholic Monarchs addressed their ambassador to the kingdom of France so that the queen consort, the Duchess Anne of Brittany, would do justice to Juan de Arbolancha for the theft he had suffered by some of her subjects in the Duchy of Brittany. At the same time, they communicated to the Duchess the suspension of the letter of marque of Arbolancha while she studied how to compensate Arbolancha for the damage suffered38. Since the letters of marque diminished the trade, especially that of cereals, in 1505, the County of Biscay raised arms against a letter of marque, given by the royal official in favor of a citizen of San Sebastián against some Breton ships in the channel of the river of Bilbao. The reason was that the Bretons didn’t want to carry goods to Bilbao’s port. So, in 1507, at the request of the representatives of Biscay, Queen Juana I arranged that those who brought bread there (wheat or other cereals) could not be caught by the letters of marque, because the scarcity of grain in Biscay39. These internal protests of the Cantabrian ports against the letters of marque were not only raised for the damage caused to the trade with France and Britany, but also for the letters of marque and reprisals that the Castilian ships suffered at that time.
CONCLUSIONS The economic impact of piracy had significant negative consequences for the late medieval economy. Piracy and privateering had some positive economic impacts including reduced cost of goods for a lucky few and the effect of money
37. AGS, RGS, 150006, 347. 38. AGS, CC, CED 5, 289, 1; AGS, CC, CED 8, 41-bis, 3. 39. Enríquez Fernández, J.; Hidalgo De Cisneros Amestoy, C.; Martínez La hidalga, A. Colección Documental del Archivo Histórico de Bilbao (1501-1514). Sociedad de Estudios Vascos, San Sebastián, 2000: 906-907, 972-973, 1.021-1.022, 1.058-1.060, 1.069-1.072.
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coming into local communities through the black economy. Nevertheless, piracy and privateering did more economic harm than good on crews and their families in terms of death, wounds, kidnap or loss of goods and vessels, as well as all parties involved in the supply chain of pirated goods, including the consumer who ended up paying more as a result, which sought to be mitigated through its criminalization, retaliation and agreements between cities and kingdoms of Western Atlantic Europe. While the disputes between the port cities of northern Castile and the Duchy of Brittany were resolved by agreements and common institutions of conflict resolution, such as the Guild of Contracting, the maritime conflicts between the kingdoms of Spain, England, and France were resolved by confrontation, war and all kinds of abuses. In the case of relations between the Cantabrian port cities and Brittany, the personal, economic and mutual interests were so strong –especially between Bilbao and Nantes– shaped a network of confidence, which avoided by all means all kinds of open conflicts. Two different ways to prevent and resolve maritime conflicts. The monarchs saw in the control of the sea the path to dominate the international arena, which became the key for the constitution of the Atlantic empires in the Early modern period. Security went beyond avoiding armed confrontations at sea, but monarchies had to ensure it. It can be state that piracy and privateering contributed to the construction of law and sovereignty over the entire coastline while at the same time giving rise to wars and treaties aimed at prohibiting such practices. The fight against piracy and the privateering made it possible to conceptualize the international relations of States from the fifteenth century onwards. But it must also be noted that it was the actions of private, marginalized and non-state actors, shipowners, pirates, privateers, who thus contributed to the construction of international society. Thus a dialectical relationship has developed between the fight against predation at sea and state formation on land, which has reinforced primary concepts, such as sovereignty, territoriality, the need for diplomacy, and sometimes helping to forge the related institutions of European states.
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Mercaderas, huéspedas y hacedoras. El emprendimiento de las mujeres en el comercio exterior del puerto de Bilbao a finales del siglo XV José Damián González Arce Universidad de Murcia
INTRODUCCIÓN Pocos trabajos hasta la fecha se han ocupado de tratar la función de las mujeres en el comercio de amplio radio durante la baja Edad Media1. Casi todos ellos se han detenido únicamente en su papel como actrices secundarias, e incluso pasivas, en las alianzas entre firmas mercantiles familiares; cuando, mediante los matrimonios concertados entre ellas, sirvieron para unir a distintos linajes con intereses comunes. Algunos otros, no obstante, han llegado algo más lejos, pues han ahondado en la labor de estas esposas de mercaderes en ausencia de sus maridos, de manera permanente –tras su muerte y hasta ser reemplazas
1. Este artículo ha sido realizado en el marco del proyecto “BARMER. Del barco al mercado. Actividad económica, relaciones sociales y conflictos armados en las ciudades y villas portuarias de la Europa Atlántica bajomedieval” (PID2020-118105GBI00).
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por herederos varones, preferentemente hijos mayores de edad–, o temporal –cuando los susodichos se hallaban fuera del hogar en viajes de negocios–; a los que, a falta de vástagos masculinos adultos, sustituyeron al frente de la empresa parental. De cualquier manera, se trata de análisis individuales y aislados, que no permiten extraer demasiadas conclusiones que nos permitan contrastar casuísticas y llegar a formular principios generales2. Sin duda, la falta de más estudios de caso, y sobre todo de obras que aborden lo acontecido en lugares concretos o en determinadas regiones a lo largo de un período de tiempo más o menos dilatado, más allá situaciones puntuales sobre protagonistas singulares aparecidas por azar en la documentación, se debe a la muy escasa presencia femenina en las fuentes medievales, acorde con su papel secundario en las sociedades preindustriales. Sin embargo, cuando dichas fuentes son más abundantes y detalladas, no pueden ocultar la relativa importancia, en algunas ocasiones muy notable, que alcanzaron ciertas féminas, y a veces no pocas, en determinados aspectos de la vida humana. En especial los económicos y laborales, en los que, por mor de preservar el patrimonio familiar en el núcleo de la parentela de descendencia directa, se solía preferir, a falta de varones que perteneciesen a la misma, que las herederas de los negocios fuesen mujeres. Este hecho, y el antes indicado de que las esposas eran las sustitutas naturales al frente de las firmas mercantiles cuando no estaban sus maridos, unido a que, a veces, los bienes dotales de algunas, en caso de que consistiesen en inmuebles productivos y otros similares, podían ser gestionados por ellas de forma autónoma en el seno del matrimonio, fueron los que permitieron a un cierto número de mujeres traspasar los límites de las convenciones sociales de la época y convertirse en auténticas emprendedoras, directoras de sociedades familiares de gran relevancia económica.
2. Véanse a este respecto los trabajos Martín Romera, M. A. “Mujeres de mercaderes, Mujeres Mercaderes. Testimonios de iniciativas femeninas en el ámbito comercial a finales del siglo XV”, En la España Medieval, 32, 2009: 275276; Caunedo del Potro, B. Mercaderes castellanos en el golfo de Vizcaya (1475-1492). Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, 1983; Asenjo González, M. “La participación de las mujeres en las compañías comerciales castellanas a fines de la Edad Media. Los mercaderes segovianos”, Segura Graíño, C. y Muñoz Fernández, A. (Coords.) El trabajo de las mujeres en la Edad Media hispana. Asociación Cultural Al-Mudayna, Madrid, 1988; Torre Gonzalo, S. de la “Mujeres de la elite de negocios de Zaragoza alrededor de 1400”. García Herrero, M.C. y Pérez Galán, C. (Coords.) Las mujeres de la Edad Media: actividades políticas, socioeconómicas y culturales. Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 2014; García Fernández, E. “Mercaderes, financieros y transportistas vascos a fines de la Edad Media”. Irixoa Cortés, I., Goicolea Julián J. y García Fernández, E. (Coords.) Mercaderes y financieros vascos y riojanos en Castilla y en Europa en el tránsito de la Edad Media a la Moderna. Castilla Ediciones, Valladolid, 2018, p. 48.
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MERCADERAS, HUÉSPEDAS Y HACEDORAS. EL EMPRENDIMIENTO DE LAS MUJERES EN EL COMERCIO EXTERIOR DEL PUERTO DE BILBAO A FINALES DEL SIGLO XV
Es lo que se puede comprobar en el caso del comercio de Bilbao en las dos últimas décadas del siglo XV, gracias a sus registros portuarios3. En ellos se recogen unas cien personas del sexo femenino de la propia villa, pero también de las ciudades que la usaron como surgidero para sus flujos comerciales marítimos, como Burgos y otras. Allí constan como mercaderas –titulares, aunque fuese puntualmente, de una compañía mercantil–, huéspedas –al frente de una casa de hospedaje y representación de traficantes foráneos, y de almacenaje y gestión de sus géneros– y hacedoras –agentes al servicio de la firma familiar o de otras para las que trabajaban como asalariadas o a comisión–. Ejemplo único, por tanto, por el número de actrices, por el intervalo de tiempo durante el que se las puede ver actuar y por la procedencia geográfica de las mismas, que nos va a permitir profundizar en un mejor conocimiento de la actividad profesional, empresarial y económica de este importante y todavía bastante desconocido sector de la sociedad que fueron las mujeres bajomedievales. La primera impresión que se extrae al leer la documentación que recoge la ocupación de las mujeres vinculadas al mundo mercantil de finales del siglo XV, en especial los registros de averías del puerto de Bilbao, así como otra de naturaleza diversa, y esta es la hipótesis departida de este trabajo, es que las radicadas en la villa de Bilbao y su entorno portuario de la ría del Nervión gozaron de mayor protagonismo que las de otras latitudes. Incluso que las pertenecientes a las grandes familias de mercaderes burgaleses, las compañías más importantes y con más dilatada experiencia del reino de Castilla. Así lo demuestra, por ejemplo, una petición de 1511 del concejo de la villa a Juana I, para que las leyes contra los mercaderes y cambistas que realizaban alzamiento de bienes se aplicasen también a las féminas; pues en la localidad había muchas de ellas que eran tratantes de lienzos y otras mercancías, que conseguían fiadas o a plazos y luego no respondían por las mismas, amparándose en las normas dadas en las Cortes de Toro de 1505, que impedían apresar a las mujeres por deudas. De forma que si efectuaban dichos alzamientos para no ser prendadas y embargadas, sí pudiesen ser encarceladas, a pesar de lo dispuesto en la legislación. A lo que accedió la soberana4.
3. Sobre estos registros de averías, González Arce, J.D. “Los registros de averías del puerto de Bilbao, y otros documentos inéditos, fuentes excepcionales para el estudio del comercio bajomedieval”. García Fernández, M., Galán Sánchez, A. y Peinado Santaella, R.G. (Eds.) Las fronteras en la Edad Media hispánica, siglos XIII-XVI. Granada, 2019. 4. Castrillo Casado, J. Las mujeres vascas durante la baja Edad Media. Silex, Madrid, 2020: 106.
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Veamos hasta qué punto dicha hipótesis se ve corroborada por los casos concretos que podemos analizar a partir de las fuentes que nos han llegado.
1. LAS NOVIAS, EMPRENDEDORAS EN POTENCIA Una vez casados, los hijos e hijas quedaban libres de la tutela paterna. La única forma de escapar al control parental antes de la mayoría de edad –que para los varones se alcanzaba a los 25 años y para las hembras a los 22– era la de contraer matrimonio. Pero, aún entonces, a pesar de haberse liberado de la patria potestas, la emancipación de las mujeres no era completa hasta llegar a dicha mayoría de edad. Momento hasta el que debían contar con un curador que las representase en juicios y contratos. Lo que no ocurría con los hombres, que sí quedaban completamente emancipados tras las nupcias, cualquiera que fuese su edad5. En este apartado se analiza la utilización que las familias ligadas al ámbito mercantil hacían de sus hijas, como medio a través del cual entroncar entre ellas. Para lo que, como era habitual en los linajes nobiliarios, pactaban matrimonios de conveniencia con los que sellar alianzas puntuales, o tácticas, o a más largo plazo, o estratégicas, en prosecución de los objetivos comunes que compartían. Era una forma de fusionar parcialmente o más profundamente el capital de firmas comerciales que colaboraban, o pensaban colaborar, en mercados y ámbitos de actividad en los que compartían intereses. Puesto que las novias aportaban en su casamiento con un miembro de la otra sociedad empresarial en la que iban a ingresar, mediante la dote, una porción del peculio de la suya de procedencia; que podía consistir en dinero o en un porcentaje del negocio paterno, todo él si se trataba de herederas únicas6. Algo que igualmente ocurría con el novio, tanto en forma de arras, como por vía de la herencia de sus progenitores. De modo que esta unión, en la que las capitulaciones prematrimoniales solían estipular detalladamente qué recursos iba aportar cada parte, y qué iba a ocurrir con ellos en caso de fallecimiento de uno de los consortes, daba como resultado una nueva compañía que reunía capital financiero, capital humano, infraestructuras, fórmulas de organización, imagen de marca, proveedores, clientes, mercados, rutas y contactos de las dos de las que procedía.
5. Ibídem: 27-28. 6. Martín Romera, op. cit.: 283.
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MERCADERAS, HUÉSPEDAS Y HACEDORAS. EL EMPRENDIMIENTO DE LAS MUJERES EN EL COMERCIO EXTERIOR DEL PUERTO DE BILBAO A FINALES DEL SIGLO XV
1.1. ALIANZAS MATRIMONIALES BILBAÍNAS La importancia de pactar un buen matrimonio para las hijas de las estirpes medianas del mundo de los negocios la podemos ver con los Basozabala, o Basozábal. Se trató de una familia de navieros y patrones de barco bilbaínos, con alguna actividad, asimismo, como mercaderes y huéspedes intermediarios, pero que descollaron sobre todo porque un miembro femenino del clan se casó con un Bertendona. Ésta fue María García de Basozábal, que se desposó con Pedro Jiménez de Bertendona, y engendró a Diego y Martín de Bertendona. Ambos cónyuges fundaron una de las compañías mercantiles más importantes del Bilbao finisecular, así como otra de hospedaje de tamaño medio. En ella la matriarca alcanzó un alto grado de protagonismo, como luego veremos al ocuparnos de las viudas. De manera que la podemos considerar como la mercadera y huéspeda más destacada del Bilbao finisecular, por su gran presencia en los registros de averías de su puerto. Otros casos de enlaces entre clanes comerciales del Bilbao de finales del siglo XV, a través de matrimonios de sus hijos, los veremos a lo largo de las páginas que siguen.
1.2. LAS HIJAS COMO NEXO DE UNIÓN ENTRE COMPAÑÍAS MERCANTILES BURGALESAS Más y mejores ejemplos de cómo las hijas de las sagas comerciales fueron usadas por sus respectivas parentelas para entroncar con otras afines o con intereses comunes los encontramos en la ciudad de Burgos. Comenzaré por citar algunos casos de alianzas estratégicas entre familias mercantiles, mediante uniones matrimoniales concertadas entre ellas, con las novias como moneda de cambio, las cuales no aparecen directamente citadas en los registros de averías bilbaínos, pero sí sus maridos o algún pariente de los mismos. Probablemente, el ejemplo más paradigmático que podemos encontrar entre estos clanes del Burgos finisecular, como ejemplificación del uso común de las sucesoras de las grandes compañías familiares a modo de vehículos para las alianzas entre ellas, sea el de la parentela Soria, cuya rama principal careció de herederos varones. A esta dinastía la podemos considerar como la más poderosa de la ciudad. Estuvo formada por el más importante y conspicuo de sus mercaderes, Diego de Soria, y su hermano Martín –que traficaron con unas
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1.600 sacas de lana, según los registros de averías del puerto de Bilbao que estoy manejando–, junto a los que trabajó otro de los hermanos, llamado Gómez de Soria, factor de los antedichos en Flandes –donde fue uno de los mercaderes más ricos instalados en Brujas–. Diego se casó con Catalina de Maluenda, lo que conectó a los Soria con esta otra firma mercantil, al tiempo que desposó a sus dos únicas hijas con miembros de otros poderosos linajes de comerciantes, los Pardo y los Lerma. Al no contar con hijos varones, continuó la labor de Diego al frente de la familia su nieto, Diego de Soria, el mozo, vástago de su hija mayor, Beatriz de Soria, y de su yerno, Alonso de Lerma, que sustituyó al abuelo como regidor burgalés. Su otra descendiente, Leonor de Soria, matrimoniada con Alonso Pardo, engendró a Juan Pardo Soria, uno de los beneficiarios del mayorazgo fundado por el abuelo. Más estirpes principales con las que los Soria trabaron lazos mercantiles fueron los Salinas o los Alonso de Burgos, que a su vez establecieron vínculos matrimoniales entre ellas. Igualmente, los Soria mantuvieron tratos comerciales con los Astudillo, los Mazuelo y los del Castillo7. Más casos de alianzas entre sagas de mercaderes, a través de conexiones matrimoniales, en el Burgos de finales del siglo XV, los encontramos en los Castro y los San Vítores, otras dos importantes compañías familiares. De este modo, el hijo de Diego de Castro, de igual nombre que el padre, se unió con Elvira de San Vítores, la descendiente del patriarca de la otra estirpe8. Mientras que los Pesquera, que emparentaron con los Castillo, mediante los esponsales de Leonor Pesquera con Francisco del Castillo, entroncaron asimismo con los Frías, a través del casamiento de Alonso Pesquera con una hija de Diego de Frías. Personaje que, a su vez, se había desposado en primeras nupcias con María García de Espinosa, perteneciente a otro linaje mercantil, de la que había recibido gran cantidad de bienes inmuebles; y, en segundas, con María de Frías, que sustituyó a su marido al frente del negocio familiar, tras su deceso, según
7. González Arce, J.D. “Las grandes compañías del comercio burgalés de finales del siglo XV, según los registros de averías del puerto de Bilbao (1481-1501)”, Intus-Legere Historia, 14, 2020: 241-243. 8. González Arce, J.D. “Instituciones del comercio naval atlántico. Las últimas entre las grandes compañías familiares burgalesas, según los registros de averías del puerto de Bilbao (1481-1501)”. Solórzano Telechea, J.A., González Arce J.D. y Bazán Díaz, I. (Eds.) Los puertos del Atlántico en la Baja Edad Media: navegación, instituciones y gobernanza. Pagès editors, Lleida, 2021: 136.
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MERCADERAS, HUÉSPEDAS Y HACEDORAS. EL EMPRENDIMIENTO DE LAS MUJERES EN EL COMERCIO EXTERIOR DEL PUERTO DE BILBAO A FINALES DEL SIGLO XV
consta en los registros de averías. Por su parte, los Astudillo, a través de Catalina de Astudillo, se vincularon con los Mazuelo, con el matrimonio de la antedicha y Lesmes de Mazuelo9. Posiblemente, una de las alianzas más sólidas que se produjeron por esos años entre familias de mercaderes burgaleses hubo de ser la de los Pardo y los Santa Cruz, si atendemos al matrimonio doble entre ellas: Pedro Pardo, el mozo, casó con Constanza, una hermana de Álvaro de Santa Cruz; mientras que otra de las hermanas, Inés, se desposó con Juan Pardo10. Una muestra más de los fuertes intereses económicos que se hallaban tras los compromisos matrimoniales entre sagas mercantiles, que se querían reforzar con esponsales dobles, como el antedicho, o con uniones reiteradas, tras morir uno de los cónyuges, la encontramos entre los de la Torre, sobre los que luego volveré, y los Quintanadueñas. De este modo, según se desprende de los registros de averías, García de Quintanadueñas habría sido padre de Pedro, Francisco y García de la Torre; mientras que, Fernando de Quintanadueñas, lo habría sido de Fernando de la Torre. Como de Francisco y Fernando de la Torre se dice que eran hermanos, más bien hermanastros, puede que García y Fernando de Quintanadueñas fuesen también hermanos, y de este modo se hubiesen casado sucesivamente con la misma mujer, una de la Torre. Lo que no sería sino la consecuencia de consumar un contrato o un acuerdo de vinculación dinástica entre dos familias comerciales, que, incumplido parcialmente por una de las partes, los Quintanadueñas, por fallecimiento de este consorte masculino, el mismo habría sido reemplazado por su congénere, para llevar a buen término lo pactado. En este caso, todo apunta a que la parte más relevante de esta concordia entre clanes fue la de la esposa, los de la Torre. Y no solamente porque los Quintanadueñas se esforzasen en no dar motivos de disolución del convenio a la contraparte, al mostrarse dispuestos a sustituir al hijo fallecido con un hermano, que casó con la viuda de la Torre, que contrajo así segundas nupcias con su cuñado; sino, además, porque los
9. González Arce, “Las grandes compañías
: 262-263; Casado Alonso, H. “La propiedad rural de la oligarquía burgalesa en el siglo XV”, En la España Medieval, 6, 1985: 586; Casado Alonso, H. “El comercio internacional burgalés en los siglos XV y XVI”. Actas del V Centenario del Consulado de Burgos. Diputación Provincial, Burgos, 1994: 213. 10. Por su parte, los Mazuelo y los Astudillo conectaron a través de la unión de Lesmes de Mazuelo, tesorero de la Casa de la Moneda de Burgos, con alguna actividad mercantil, y Catalina de Astudillo, hija de Alonso de Astudillo (González Arce, “Las grandes compañías
: 251, 262).
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descendientes de ambos matrimonios no mantuvieron el patronímico de los dos padres Quintanadueñas, sino el de la madre de la Torre, como hemos visto más arriba ocurrió asimismo con los Soria. Algo común cuando se producían casamientos desiguales, en los que la esposa y su familia aportaban más patrimonio a la nueva unidad familiar que el marido. De forma que, entre los acuerdos prematrimoniales se solía exigir por parte de la parentela de ésta que los futuros hijos adoptasen el apellido de la progenitora, para preservar el nombre, fama y hacienda de este linaje y de su compañía de negocios; en especial en el caso de que la fémina en cuestión fuese la heredera de la misma, en ausencia de hermanos varones11.
2. LAS ESPOSAS, EMPRENDEDORAS CIRCUNSTANCIALES Una vez casadas, como ya he dicho, las mujeres podían escapar a la tutela paterna y aspirar, en su nuevo estado civil, y gracias al consentimiento de su marido, o a los acuerdos prematrimoniales, a poder gestionar, aunque fuese circunstancialmente, el negocio familiar, o al menos una parte del mismo, aquélla que ella había aportado a la nueva unidad familiar. Veamos cómo.
2.1. LAS MERCADERAS Y HUÉSPEDAS BILBAÍNAS COMO EJEMPLO DE AUTONOMÍA Como será dicho más abajo, para encontrar una mujer que actuase con plena independencia al frente de una compañía mercantil, sin varón alguno que la tutelase o coartase, hay que remitirse, generalmente, a las viudas administradoras de las empresas heredadas del marido, sin hijos o con hijos menores de edad. Aunque también se puede intuir para alguna burgalesa, que luego veremos, que pudiera haberlo hecho sin estar casada, en este caso como heredera de la firma del padre, por tanto. Más frecuente parece que fue esta circunstancia en el caso de las bilbaínas, en lo que se presenta como una tendencia que las habría colocado al frente del protagonismo femenino en el mundo de los negocios
11. González Arce, “Instituciones del comercio…: 152 y ss.
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de la Europa finisecular, junto a las de algunas partes de los Países Bajos o de Alemania. Algo que queda por corroborar a partir de futuras investigaciones12. La explicación a esta excepcionalidad, muy probablemente, habría que buscarla en el hecho de que los grandes hombres de negocios del Bilbao del siglo XV, antes que mercaderes habrían sido navegantes. Así, según la documentación conservada, la mayor parte de las sociedades mercantiles locales, como empresas de exportación de hierro y lana, e importación de manufacturas textiles y otras, se habrían fundado a partir de la acumulación de capitales en dos ámbitos complementarios a este del comercio a larga distancia: el transporte de dichas mercancías por mar, gracias a las ganancias de los armadores de barcos, pero también de los simples maestres que trabajaban como asalariados; y el de la intermediación, o huéspedes bilbaínos y portugalujos, que almacenaban, y hacían embarcar y desembarcar en los barcos que arribaban a la ría, los artículos de traficantes foráneos, sobre todo burgaleses, pero también del resto de Castilla, vitorianos, riojanos, segovianos… De este modo, las esposas y madres de los primeros, armadores/patrones de barco, que de continuo residían en la villa, mientras que sus esposos e hijos de forma casi permanente estaban fuera, en el mar o en puertos lejanos, habrían sido las iniciadoras de dichas compañías mercantiles nacientes. Pues habrían sido las llamadas a recibir los productos que sus familiares les remitiesen en otras naves, desde los surgideros donde pasaban largas temporadas esperando nuevos cargamentos que transportar; o a enviarles desde Bilbao artículos con los que allí comerciar, y que sus maridos e hijos pudiesen ocupar así estos tiempos muertos en emporios lejanos en ganar algún dinero extra. La fórmula legal que permitía a estas féminas atender los negocios de sus consortes ausentes fueron las cartas de poder concedidas por éstos; muy frecuentes y habituales en las costas vizcaínas, por este fenómeno de la itinerancia laboral de los numerosos pescadores, marineros y mercaderes residentes en ellas. También habría contribuido a este protagonismo femenino excepcional en la época la foralidad vasca, que en muchos casos equiparó a hombres y mujeres en materia sucesoria13.
12. Para algunos otros casos de mujeres mercaderas casadas con protagonismo propio, Martín Romera, op. cit.: 276 y ss. 13. Castrillo Casado, op. cit.: 139, 342. La bilbaína María Ortiz de Bermeo, casada en primeras nupcias con Diego Jiménez de Bertendona, y en segundas con Juan González de Urdaibai, presentó en 1515 unas cuentas, según las que, en ausencia del primero, ella había gestionado los negocios del mismo, que estaban radicados en Burgos, Sevilla, Sicilia, Valencia y Barcelona (García Fernández, op. cit.: 128-129).
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En este aspecto contamos con el ejemplo de algunas cónyuges de patrones con tales cometidos. Caso de Mila de Enderica, o Henderica, que en 1495 despachó al esposo, Juan de Gamis, o Gamiz –maestre de al menos dos naos, la Santiago y la Santa María–, 19 quintales de hierro, que éste recogió en Flandes. Otra consorte de maestre fue Toda de Barraondo. Estuvo casada con Ochoa García de Salazar –que no hay que confundir con Ochoa de Salazar, del que se dice que hacía 1505 era preboste de Portugalete14–, implicado en un pleito hacia 1495 contra Juan de Arbolancha. A resultas del mismo el matrimonio perdió su casa de la calle de la Pescadería, sita junto a la iglesia de Santiago, cuyo valor fue tasado por la corredora Juana de Salinas15. En 1499 Toda se hizo traer desde Flandes un fardel de paños que le despachó el burgalés Gonzalo de Mahamud –en ocasiones sustituido por su propia mujer–, y ella recogió en el puerto de Bilbao. Para otras muchas de estas agentes ocasionales no disponemos de sus nombres, sino simplemente que actuaron como tales para varones de su parentela. Caso de los Juan de Basozabala, tío y sobrino de igual nombre, a los que se puede ver recibir en persona sus géneros arribados desde Flandes o Londres, entre 1481 y 1499; pero que a veces lo hicieron en su nombre sus esposas. Mientras que uno de ellos mandó a su madre desde Nantes 1 paquete de cañamazo en 1494, que ésta recibió en persona. Otras cónyuges que, a falta de hijos adultos, hubieron de hacer de factores de sus maridos, fueron las de los mercaderes que viajaban a las plazas europeas para mantener relaciones comerciales; que, de residir durante dilatados períodos en el extranjero, precisaban de estas hacedoras de confianza en Bilbao que eran sus esposas; a veces también sus madres. Así, dado que Ochoa de Ochanduri entre 1491 y 1495 estuvo asentado en Nantes, los numerosos productos que mandó a la villa indefectiblemente los recogió su consorte, María López de Cervera –en total fueron 12 fardeles de lienzos, 21 pacas y 11,5 paquetes de cañamazos, 1 paquete de fustanes, 11 costales de pluma, 4,5 paquetes de mostaza, 1 paca de papel y 3 cestas de cardas–. Al tiempo que Juan de las Ribas, hijo
14. González Arce, J.D. “Rutas y flujos comerciales del sistema portuario Portugalete-Bilbao en la primera década del siglo XVI”. Solórzano Telechea, J.A. y Martín Pérez, F. (Eds.) Las rutas de comunicación marítima y terrestre en la Baja Edad Media. La Ergástula, Madrid, 2020: 79. 15. González Arce, J.D. Bilbao y el mar. Actividad portuaria y navegación en la ría del Nervión durante el reinado de los Reyes Católicos. Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata, 2021: 399.
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de Teresa Ochoa de Orovinda, pidió a su madre en 1496 que le embarcase 88 quintales de hierro, que él mismo aguardó en Flandes. Sin dejar a esta familia, María Sánchez de Ribas aparece como huésped en 1490. Más mercaderes que echaron mano de forma puntual de sus esposas, de las que no se anota el nombre, para que recibiesen los bultos que ellos mismos mandaron a Bilbao desde los emporios donde se encontraban, o a allí se los remitiesen, aparecen en la tabla del apéndice. Entre ellos cabe destacar algunos, como Pedro de Agurto, sobre el que volveré más abajo, Juan de Arbieto, importante armador, mercader y huésped, Sancho de Bilbao, mercader y maestre de nao miembro de la más importante estirpe comercial bilbaína, Diego de Olarte, asimismo un comerciante de gran relevancia, Diego de Basurto, uno de los varios que llevaron este nombre y apellido, etc. No todas las casadas que atendieron eventualmente la compañía mercantil de su marido en Bilbao fueron bilbaínas, sino que igual proceder tuvieron las cónyuges de los extranjeros asentados en dicha villa, que habían llevado consigo a sus familias, o allí contraído esponsales, a veces con féminas locales. Caso de los muy numerosos nanteses, como Jacques Guixart, quien desde Nantes mandó en 1499 un paquete de cañamazo, que en Bilbao debía recoger él en persona o, en su ausencia, su mujer. En 1499 Guilloma Malavies despachó igualmente desde Nantes a la suya, que estaba asimismo en Bilbao, 1 fardel de lienzos y 1 paquete de cañamazos. Mucho más activa debió de estar la de Juan Mixaot, que recibió en 1494 1 paca y 10 paquetes de cañamazo, 2 fardeles de lienzos y 4 costales de pluma, que desde dicha capital bretona le facturara el antedicho. El año 1499 fue de actividad febril para Juan Mixaot y esposa. Entre febrero y marzo se desplazó a su lugar de origen, la antedicha capital, para hacerse cargo del hierro y acero que le embarcó su socio Miguel Benedicto, a veces sustituido por su cónyuge. Sin embargo, de los retornos que estibó en Nantes Juan se ocupó en Bilbao dicha consorte: 3 fardeles de lienzos, 3 pacas y 8 paquetes de cañamazos, 1 pipa de mercería y otra de mostaza y 5 cestas de cardas. En abril encontramos a la misma como la hacedora única que mandó a Nantes el hierro al marido; mientras que percibió de éste 2,5 pacas de cañamazo; y otras 1,5, más 3 fardeles, de lienzos, en mayo. Para el mes de junio, en unos casos se dice de 2 fardeles de lienzos y otra media paca de cañamazos que tuvieron como destino bilbaíno la casa de Juan Mixaot; los cuales, como en meses anteriores los cargara él en persona en Nantes. Mientras que, en otro de los envíos, de 1 paquete de cañamazo, la destinataria fue la mujer. Si nos vamos a julio, nuestro mercader parece que retornó a transitar
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entre Bilbao y Nantes de forma itinerante, pues su huésped bilbaíno volvió a ser el antes visto Miguel Benedicto, que ahora es recogido como Miguel Pucherero –el socio, como el propio Juan, no se encontraría en ocasiones en Bilbao, de modo que en su ausencia las labores de agente le corresponderían a su esposa–, y el consignatario del acero en el puerto bretón él mismo; pero, como puede que para cuando llegase el cargamento no se hallase en Nantes, en ese caso se habría responsabilizado de éste el criado Pedro de Arteta. Al igual que hemos visto más arriba en febrero y marzo, en este mes de julio, al tiempo que Benedicto despachaba el metal en Bilbao, la mujer de Juan recogía allí los géneros llegados desde Nantes: 4 fardeles de lienzos y 2 pacas y 2 paquetes de cañamazos. Hacia enero de 1500 Mixaot volvió a Nantes, desde donde envió hacia Bilbao, para su consorte, 1 fardel de lienzos, 1 paca y 2 paquetes de cañamazos, 2 costales de plumas y 1 cesta de cardas. Más bretonas asentadas con sus maridos en Bilbao, para los que actuaron como agentes de forma más o menos ocasional, las podemos encontrar en la tabla del apéndice. Caso, por ejemplo, de la desposada con Guillermo Gamier, y puede que las unidas a otros con nombre y apellidos con probable origen en dicho ducado, como Guilloma de Gatobran. No es posible saber, por falta de datos, si una tal Urriana, de la que solo ha quedado este nombre, al parecer femenino, resultó ser una de estas esposas de mercaderes nanteses instalada en Bilbao, o incluso ella misma una traficante independiente. Los marinos y mercaderes errantes no fueron los únicos en contar con mujeres sustitutas que los reemplazasen cuando se hallaban fuera de la villa. Asimismo, echaron mano de las féminas de su parentela, y no sólo esposas, sino también de sus madres y de otras parientes, los hacedores que trabajaron como intermediarios independientes a comisión, o como asalariados. Este fue el caso del arriba visto Gonzalo de Mahamud o de Juan de Piélagos, criado de Diego Fernández de Larrea y de Diego Fernández de Olarte, así como factor de otros mercaderes bilbaínos. Si bien también se lo puede ver comerciando en nombre propio en algunas ocasiones. Como cuando en 1495 importó ciertos cañamazos y lienzos desde Nantes, que embarcara en persona y en Bilbao recogiera su madre. Entre las gentes para las que actuó como gestor se contaba su prima, María Sánchez de Zalaibarra, a la que en 1493 y 1494 remitió igualmente desde Nantes media paca y 2 paquetes de cañamazo, que ella misma recibió. Otro agente que sirvió a varios mercaderes fue Domingo
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de Astoquinza, casado con María Sánchez de Mazuelo16, que en 1495 le mandara a Londres 112 quintales de hierro. Mismo caso que Juan de la Quadra y su consorte Marina de Aragón. Otro sector, más, además del naval o el del tráfico mercantil, en el que las mujeres actuaron interinamente para sus maridos, fue el de la intermediación y almacenaje, u hospedaje. Algo menos frecuente, pues esta otra profesión no impelía a sus practicantes a acometer continuos desplazamientos fuera de la villa, como las otras dos; sino que, antes bien al contrario, los huéspedes debían permanecer el mayor tiempo posible en ella atentos a su negocio y a la custodia de los bienes cuya intermediación les habían encomendados los mercaderes foráneos. No obstante, alguna salida puntual nunca era descartable. Como la que en julio de 1499 habría hecho Juan Sánchez de Castro, por lo que su mujer, María Ochoa –que no hay que confundir con María Ochoa de Vitoria, casada con Juan Sánchez de Arbolancha–, hubo de reemplazarlo y despachar por él 62 sacas de lana propiedad de Francisco de las Heras y Juan de Vega, rumbo a La Rochelle. También puntualmente sustituyó al marido como huéspeda la esposa de Martín Sánchez de la Naya, de la que desconocemos el nombre, pues solamente aparece anotada en un registro, mientras que éste está recogido en casi 1.100. Pasemos ahora a otras féminas que fueron algo más que hacedoras ocasionales para sus esposos o hijos, y que se dedicaron al trato mercantil de forma más profesional. Caso de las Anuncibay, miembros de una saga bilbaína vinculada con los Urteaga. Fernando de Urteaga fue un mercader hijo de María Ortiz de Anuncibay, para la que trabajó como factor en La Rochelle, donde recibió 34 quintales de hierro, que su madre en persona hizo cargar en octubre de 1501. Este tratante fue además socio de otro miembro femenino del clan, Elvira Sánchez Anuncibay o Elvira de Anuncibay,
16. Este caso nos puede ilustrar algo más sobre las alianzas matrimoniales en el ámbito mercantil. Esta María sería pariente del burgalés Fernando Sánchez de Mazuelo, que en 1491 sacó desde Bilbao 195 quintales de hierro a Londres, que allí aguardara su factor Martín de Marquina. Este bilbaíno fue maestre de una nao, así como mercader, y en 1491 importó 4 paños de Londres, remitidos por nuestro Domingo de Astoquinza. En otros registros consta que Fortún Sánchez de Zumelzu tuvo como criado al susodicho Martín de Marquina, y que uno de sus factores en Flandes fue el antedicho Domingo de Astoquinza; al que en 1494 este criado Marquina, en nombre de Zumelzú, mandó a Londres 100 quintales de hierro. Muy probablemente, estos contactos entre Fernando Sánchez de Mazuelo, Martín de Marquina y Domingo de Astoquinza, habrían podido propiciar el matrimonio de una pariente del primero, María Sánchez de Mazuelo, con el último (González Arce, “Las grandes compañías: 261).
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que en 1499, en solitario, mandó 150 quintales de hierro a Nantes, asimismo recibidos por Fernando de Urteaga; ambos, en febrero de 1501, exportaron conjuntamente, con ella en primer lugar en la pertinente anotación del registro de averías, otros 156, que Fernando embarcó en origen y recibió en destino, por lo que viajó con ellos; mientras que en marzo y abril continuó esta colaboración cuando, ahora con Fernando en primera posición, despacharon 50 quintales más en cada mes, del mismo modo con el susodicho como remisor y receptor. De igual forma, Fernando embarcó a Elvira en 1499, en junio y octubre, desde Nantes lienzos (1 fardel) y cañamazo (3 paquetes). En los apuntes de entrada tenemos también a María Sánchez de Anuncibay, que puede fuese hermana de la antedicha Elvira, a la que se ve como compradora y receptora en Bilbao de 1 paquete de cañamazo y otro de papel, que en agosto de 1499 le mandara desde La Rochelle el omnipresente Fernando de Urteaga. Con el cual trabajó del mismo modo Juan Alonso de Anuncibay, para el que en junio de 1499 estibó a nombre de dicho Juan Alonso 110 quintales de hierro a Flandes, que él mismo recibió en destino. Por lo que, como vemos, llevó unos años muy ajetreados viajando entre Bilbao y estos emporios europeos. Cierra este capítulo una cuarta fémina de la parentela, María Díaz de Agurto, esposa de Juan Ochoa de Anuncibay –hija del escribano Sancho de Agurto y hermana de Pedro, Lope y Martín de Agurto–; que en agosto de 1499 facturó 79 quintales de hierro a Nantes, donde los aguardaba su hermano Pedro de Agurto –en 1499 María Ibáñez de Agurto, de la que no se dice el estado civil, recibió de su sobrino Pedro de Agurto, desde Nantes, ciertos cosneos y lienzos–. El protagonismo de María Díaz en este envío se habría debido a la ausencia de su marido, al que se lo puede ver un par de meses antes, en junio, expidiendo otros 170 quintales hacia Flandes, donde los recogió él mismo, por lo que se embarcó con ellos, lugar donde habría permanecido al menos hasta agosto. El antedicho Juan Ochoa de Anuncibay, a veces denominado como Ochoa de Anuncibay en las averías de importación, consta en 1499 como introductor desde Flandes de paños, que cargara él personalmente en octubre y noviembre, y desde Nantes de cañamazos, lienzos, anjeos y manobreras, en abril remitidos igualmente en persona, y en octubre por su cuñado Pedro de Agurto. De las anteriores cuatro mujeres del linaje Anuncibay, al menos dos, las probables hermanas Elvira y María, parece que actuaron solas y de manera independiente. Así se deduce de que no se las cite como casadas, o depen-
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dientes de varón alguno. Antes bien al contrario, colaboraron con hombres en plano de igualdad en sociedades mercantiles, e incluso los tuvieron por sus inferiores, como sus asalariados. Más abajo veremos una quinta fémina del clan, que como viuda se puso al frente de los negocios de otro Anuncibay varón: Catalina de Vitoria, o Catalina López de Anuncibay, tras casarse con Íñigo López de Anuncibay, uno de los pocos casos encontrados de cambio de apellidos tras el matrimonio17. Algunas de las mujeres que aparecen en las averías del puerto de Bilbao están recogidas en ellas de manera tan puntual que no sabemos los detalles de su estado civil. Caso de María Pérez de Uriola, que en 1489 importó un fardel de cosneos desde Nantes, que ella aguardó en persona. O de Elvira de Uribarri, que desconocemos si era hija de Juan Martínez de Uribarri, y, por tanto, hermana del hijo de éste de igual nombre que el padre. La cual en agosto de 1495 aparece como socia de los herederos de Diego López de Vitoria, entre los que se contaba, como abajo se dice, su esposa María López; por lo que el envío desde Flandes de 2 fardeles de paños y 1 bala de fustanes que les remitiera Fernando de Ribas lo habrían organizado entre ambas mujeres. Desde luego, ser mayor de edad, estar soltera y gestionar una actividad mercantil implicaba que las mujeres que reunieron estas características estaban al frente de un negocio, bien propio, por herencia, o bien dirigido en nombre de sus progenitores. Sin embargo, hay una fórmula que habría permitido a las féminas ostentar la titularidad de empresas mercantiles de manera más o menos autónoma, y manejar su propia compañía, o porción de ella, aún dentro del matrimonio. Se trataría, como ya adelanté, de herederas de grandes linajes mercantiles ampliamente dotadas por sus engendradores, que, de este modo, aportarían a su matrimonio considerables capitales; sobre los que, posiblemente, en las capitulaciones prematrimoniales se estipulase que seguirían de alguna forma bajo su control, incluso después de las nupcias. Así, por ejemplo, la donostiarra Catalina de Mambrún, según un testamento de 1493, actuó como prestamista, al igual que como inversora en naves comerciales. Mientras que su hija, Piñana de Trujil, casada con el mercader
17. Otra mujer con actividad mercantil que aparece en las averías, pero con pocos detalles sobre su persona, por lo que no consta si estaba casada, fue Leonor de Marquina, que en 1493 importó 4 fardeles de lienzos desde Nantes, que en parte recogió ella misma en el puerto.
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Alonso de Torres, trató una compraventa de habas con un comerciante inglés al margen de su esposo, e incluso autografió documentos redactados por ella misma18. Similar habría sido la situación de una de las mujeres más poderosas de este Bilbao finisecular, María Ochoa de Vitoria, tanto por su familia de origen19, como por la parentela con la que entroncó. Al estar casada con Juan Sánchez de Arbolancha, patriarca de una importante estirpe de armadores, maestres, mercaderes y huéspedes bilbaínos; y ser madre de Juan de Arbolancha, tal vez el personaje más destacado por estas fechas en el entorno mercantil y naval que vengo analizando. Si el marido, Juan Sánchez, envió fuera un total de 657 quintales de hierro, María Ochoa de Vitoria aparece como remitente de otros 310 quintales a Flandes. Que, según las leyes del momento, los habría embarcado en nombre del marido, que todavía estaba vivió; pero como no se indica nada al respecto, se la puede tratar como si fuera una mercadera independiente. Lo hizo en dos fechas tan distantes, 1491 y 1501, que es posible que actuase reemplazando a su cónyuge en estos envíos flamencos, recogidos por Pedro de Gafranaga, su hijo Martín de Arbolancha, Francisco de Ariz o, en su ausencia, Juan de Sirucha. Sin embargo, como desde muy pronto podemos ver a los vástagos del matrimonio organizar cargamentos, a buen seguro en nombre del padre, atareado en asuntos ajenos al mundo mercantil, a Martín de Arbolancha desde 1482 y a Juan de Arbolancha desde 1488, el que simultáneamente aparezca la progenitora como propietaria del hierro antes visto, puede estar indicando que lo gestionase al margen de la empresa del marido, a título propio. También puede ser que la misma perteneciese a la que en la documentación se la denomina como la Gran Compañía Arbolancha, cuyas acciones, o propiedad, pudieron pertenecer a Juan Sánchez de Arbolancha, su mujer María Ochoa de Vitoria, los hijos de ambos y puede que a algún otro pariente. Caso parecido al de las mujeres Anuncibay y otras que no se documentan como casadas, por lo que bien pudieron ejercer de mercaderas de forma indepen-
18. García Fernández, E. “Hombres y mujeres de negocios del País Vasco en la baja Edad Media”, Bonachía Hernando, A. y Carvajal de la Vega, D. (Eds.) Los negocios del hombre. Comercio y rentas en Castilla. Siglos XV y XVI. Castilla ediciones, Valladolid, 2012: 127-128; Castrillo Casado, op. cit.: 271. 19. Los Vitoria habrían sido una extensa familia con tres grandes ramas, una burgalesa, otra vitoriana y una última bilbaína, sin que con el estado actual de nuestros conocimientos podamos establecer los vínculos entre ellas, o a cuál perteneció María.
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diente, al ser hijas solteras herederas de la empresa paterna, es el de algunas comerciantes e intermediarias minoristas ocupadas en el sector textil. En 1517 se produjo un enfrentamiento entre las lenceras, vendedoras de lienzos, de Bilbao, representadas por Marina Sánchez de Otaza, Mary Ibáñez de Achurri, Juan de Larrebezúa, Marina de Catelinaga, Marina de Larrinaga, Mary Ibáñez de Bedia y Mary Sánchez de Guiliz, de una parte, y los huéspedes de las plumeras que allí acudían a adquirir lienzos de los llegados por mar o tierra, para rellenarlos de plumas y confeccionar cojines o cosneos, Pedro Sánchez de Ugarte, Mary López de Valmaseda, María Sánchez de Somorrostro y Catalina de Zabala. El motivo era una blanca que dichos huéspedes y algunos hosteleros (almacenistas) demandaban a las lenceras por cada vara de lienzo que de ellas adquirían sus clientes plumeras, además de las tasas que cobraban a éstas20.
2.2. OTRAS MERCADERAS/HUÉSPEDAS SUSTITUTAS En ocasiones, los mercaderes burgaleses no contrataron los servicios de huéspedes oriundos de Bilbao o su entorno para que gestionasen los embarques y desembarques de sus géneros, o los almacenasen mientras que no eran estibados o tras la desestiba. Sino que instalaron en dicho puerto algunas gentes de su confianza de ellos dependientes, que de forma permanente u ocasional realizaron en su nombre dichas actividades. Este habría sido el caso de los Salinas, traficantes de la ciudad castellana con agentes residentes en Bilbao. Como lo fueron Martín de Salinas, o Martín Sánchez de Salinas, y su mujer, que trabajaron para Juan Díaz de Salinas. Si bien la mayor parte de las recepciones de artículos a nombre de Juan Díaz las efectuó dicho Martín, que sería su criado o su huésped, según consta en algunos apuntes, otras del año 1489 venían encomendadas a dicho Martín Sánchez de Salinas o su mujer, directamente a dicha esposa o a Alonso de Salinas o a la consorte de Martín de Salinas. La cónyuge también actuó de receptora del marido ese año 1489, porque posiblemente el esposo se hallase fuera de la villa, cuando éste importó desde Flandes a su nombre, aunque probablemente lo hiciese por encargo de su amo Juan Díaz de Salinas, un escaparote grande, un rondador en forma de caja y otra caja grande de cuero21.
20. Enríquez Fernández, J., Hidalgo de Cisneros Amestoy, C. y Martínez Lahidalga, A. Colección documental del archivo histórico de Bilbao (1514-1520). Eusko Ikaskuntza, San Sebastián, 2001: 1.553-1.554; Castrillo Casado, op. cit.: 293-294. 21. González Arce, J.D. “Actores secundarios del comercio burgalés: las medianas compañías familiares y sus tráficos a través del puerto de Bilbao, según sus registros de averías (1481-1501)”, en prensa.
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Más arriba he hablado de los Pesquera burgaleses, y de las mujeres de algunos de los miembros del clan. Otra que tuvo cierta actividad dentro del negocio del marido fue la esposa de Andrés Pesquera, de la que, como en otros casos, desconocemos el nombre, que en 1495 recibió una bala de fustanes flamencos en nombre del mismo. Caso similar al de Andrés de la Cadena. No sabemos qué estado civil tenía Leonor del Peral, que probablemente fuese burgalesa, pues aparece en los registros de averías asociada con Juan de Tordómar. En solitario mandó, en 1490, 22 sacas de lana a La Rochelle, a Pedro de Tordómar, hijo de Juan. Y junto con éste, con Leonor en primer lugar, otras 113, entre 1490 y 1491, asimismo a dicho sitio y para tal agente. Todas sus importaciones procedieron igualmente de La Rochelle, de donde en solitario trajo, en 1489, 7 fardeles de lienzos, 5 de navales y 5 de cañamazos, más 3 paquetes de estos últimos, que le mandaran su socio Juan de Tordómar y Pedro de Espinosa. Y, junto con el susodicho Juan de Tordómar, con ella de nuevo en primer término, introdujo, otra vez entre 1490 y 1491, 12 fardeles y 1 paquete de lienzos, 4 fardeles de paños, 2 de navales, 1 de bretañas y 6 paquetes de cañamazos, en su mayor parte despachados por el antedicho Pedro de Tordómar. Ello la convierte en una mercadera de cierta relevancia, que, como en otros casos, estuvo situada por encima de los varones con los que trabajó.
3. LAS VIUDAS, EMPRENDEDORAS DE PLENO DERECHO Los estudios de género sobre el período bajomedieval coinciden en que la viudez era la condición civil que permitía a las mujeres un mayor grado de independencia. Gracias a ella, podían gozar de libertad para organizar su vida sin la tutela masculina, incluso en el ámbito económico, donde podían disponer y gestionar su propia hacienda. Frente a la soltería, que raramente les otorgaba esta posibilidad, pues en muy pocas ocasiones las adultas no casadas fueron herederas de los patrimonios paternos, casi única vía para conseguir recursos con los que atender sus necesidades vitales; dado que raramente las solteras tenían posibilidades de acceder a puestos de trabajo remunerados que les permitiesen vivir de un salario. Mientras que el matrimonio anulaba el libre albedrío de las féminas, que quedaban así sujetas a la obediencia conyugal. De modo que una vez viudas, las mujeres quedaban facultadas para
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suscribir por sí mismas todo tipo de contratos, como compraventas, cartas de pago, de poder…22 Tras la muerte de uno de los cónyuges, los bienes matrimoniales podían seguir en líneas generales un doble camino, mantenerse unidos en forma de comunidad entre el superviviente y su progenie, o separase entre ambos, progenitor y descendencia. En el caso de las viudas, fueron habituales las fórmulas que les permitieron disfrutar del usufructo de al menos parte de las pertenencias privativas del premuerto; mientras que el peculio privativo de la esposa, generalmente en forma de dote, quedaba igualmente bajo su titularidad y gestión23. Los mecanismos para la administración del dominio útil de los antedichos recursos del difunto fueron múltiples, desde el usufructo pleno de todos ellos hasta el día del propio deceso de la viuda, hasta la regencia temporal de los mismos, o parte de ellos, a la espera de la mayoría de edad de sus descendentes. Si bien lo más habitual fue que la sobreviviente fuese cediendo a sus hijos parte de los haberes conforme ganaban en edad. Alguna de esta casuística tendremos oportunidad de analizarla en las páginas que siguen. Pero hay que adelantar que lo que ocurriese con la herencia parental dependía, habitualmente, del testamento del cabeza de familia, con el que se podía alterar el peculio que legalmente correspondía a las viudas, que así podían resultar beneficiadas en mayor grado. Además, según el derecho castellano, vigente en buena parte del País Vasco, incluidas las villas realengas de Vizcaya, como Bilbao, las antedichas tenían garantizada la recuperación de sus posesiones privativas aportadas al matrimonio, así como la mitad de las gananciales; y podían, igualmente como he adelantado, ver mejorado este patrimonio por la antedicha vía usufructuaria a través del testamento del marido24.
3.1. LAS BILBAÍNAS COMO EJEMPLO DE EMPRENDIMIENTO FEMENINO Bilbao está preñado de ejemplos de viudas que actuaron al frente de los negocios de sus difuntos maridos, con igual independencia, solvencia y se puede apuntar que naturalidad que, hasta el momento del deceso, lo pudieran haber hecho ellos mismos.
22. Castrillo Casado, op. cit.: 84, 108; Martín Romera, op. cit.: 274. 23. Sobre la gestión autónoma de las dotes por parte de las mujeres en el seno del matrimonio, aún en vida del marido, Torre Gonzalo, op. cit. 24. Castrillo Casado, op. cit.: 70-71.
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Como expuse más arriba, María García de Basozábal, o Basozabala, fue una mercadera y huéspeda de gran relevancia casada con el naviero y maestre Pedro Jiménez de Bertendona. Matrimonio que tuvo al menos tres hijos varones, que sepamos, Juan Ochoa de Bertendona, Diego Jiménez de Bertendona, o Diego de Bertendona –desposado con la bilbaína María Ortiz de Bermeo, vista más arriba–, y Martín de Bertendona. El cabeza de familia habría fallecido hacia 1495, año en el que ella ocupó dicho puesto. Ambos habían fundado una compañía mercantil que se situó entre las más prósperas de la villa. Pedro Jiménez de Bertendona figura en los registros de salida del puerto como el tercer exportador de hierro, con 3.313 quintales. Su mujer María, en solitario facturó 1.100 quintales, el vigésimo quinto puesto; junto con su hijo Martín, con ella en primer lugar en las relaciones de las averías, otros 904; con Francisco de Arbieto, también en primer puesto, 800 más, la trigésimo cuarta posición; y, con su otro hijo, Diego de Bertendona, otros 344 más, o el septuagésimo lugar. En total, María intervino de una forma u otra en el embarque de 3.138 quintales, lo que la sitúa como cuarta remitente si sumamos todo el hierro despachado; pero, si al mismo añadimos el del marido, hacen un total de 6.451 quintales, lo que coloca a la compañía familiar Bertendona a la altura de sus socios Arbieto, en la cúspide del tráfico de hierro bilbaíno. Pedro aparece como difunto en un apunte de las importaciones de mayo de 1495, de modo que en junio es su cónyuge María la que consta encabezando de la empresa familiar en esos mismos registros. Posteriormente se daría la incorporación de los hijos como mercaderes y factores, pues a la muerte del padre serían menores de edad o no contarían con la preparación suficiente. La matriarca estuvo activa en las exportaciones entre 1496 y 1501, que ella embarcó en persona en el puerto de Bilbao, con el hierro como principal género: 800 quintales los mandó a Flandes, a recibir por Martín de Arechaga en 1496, y en 1501 por Juan de Arriquibar (o Arriquibarri), que era su criado. A ese destino despachó igualmente lana, 297 sacas recibidas por Juan de Belorado –factor de varios mercaderes burgaleses–, en junio de 1499, y en septiembre por su hijo Martín de Bertendona; y, ya en 1501, por el criado Arriquibar. Esto implica que puede que por esas fechas María hubiese finalizado su alianza con los Quintanadueñas burgaleses, antiguos socios del marido, para aventurarse por su cuenta en el negocio de la lana. El segundo destino de los envíos de la nueva cabeza de familia fue Nantes, igualmente con el hierro como protagonista, 400 quintales, 100 de hierro de platina y 237 de acero, junto con algo de lana (15 sacas); allí trabajaron para
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ella en 1499 su hijo Diego de Bertendona, Juan Pérez de Guibelorzazu (o Guiberlorza) o el criado Arriquibarri. Puede que María hubiese roto la colaboración con los Quintanadueñas, como acabo de decir, pero no lo hizo con el otro socio de la compañía familiar, Francisco de Arbieto, con el que remitió a Londres en mayo de 1499, en la carabela Santa María, patroneada por su hijo Juan Ochoa de Bertendona, 800 quintales de hierro, que allí gestionaron el propio Francisco o, en su defecto, su hijo, Juan Ochoa. De estos vástagos de María, parece ser que el mayor habría sido el antedicho maestre Juan Ochoa de Bertendona, por ser un comandante experimentado al frente de una nave, al menos desde 1499, como hemos visto. Le seguiría Diego de Bertendona, pues así lo indicaría que sea el único presente en las importaciones, como ahora comprobaremos, y luego Martín de Bertendona. Sea como fuere, la matriarca instruyó a sus dos descendientes menores como mercaderes, para lo que los situó junto con ella al frente de la compañía familiar, tal y como era costumbre en otras sociedades mercantiles castellanas dirigidas por hombres. A uno, a Diego, en los envíos hacia Nantes, donde fue factor de su padre Pedro y, por ello conocería el mercado local; al otro, a Martín, en los de Flandes. Así, en febrero de 1499, María García de Basozábal, Diego de Bertendona, su hijo, y Juan de Arriquibar, su criado, mandaron a Nantes 90 quintales de acero, a recibir por los dos últimos, que todavía residirían en la capital bretona. Mientras que en 1501 María y Diego facturaron a dicha ciudad 244 quintales de hierro más y 221 de acero, a nombre del propio Diego, aún estante en Nantes. Finalmente, María y Martín, entre 1499 y 1501, llevaron a Flandes 826 quintales de hierro y 84 sacas de lana, para el mismo Martín, que sólo en 1499 parece que fue ayudado por Antonio de Nájera; parte de ellas en mayo de 1501, en la carabela Santa María, del hermano Juan Ochoa de Bertendona. Como se aprecia, tanto Diego como Martín estuvieron tutelados y fueron ayudados en los emporios europeos donde residieron como hacedores de la compañía familiar, Nantes y Brujas, respectivamente, hasta 1499; el primero por el criado de la firma, Juan de Arriquibar; el segundo, por Antonio de Nájera. Pero, a partir de 1500 la madre debió de considerar que ya estaban lo suficientemente maduros y formados como para actuar en solitario. Si pasamos a las importaciones de la matriarca, éstas se documentan entre 1495 y 1500. En febrero de ese año 1495 la vemos como la madre de Diego de Bertendona, cuando recibió desde Nantes 1 paquete de cañamazo que le mandara su hijo. El padre, Pedro, todavía no habría muerto por entonces, pues no se indica
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tal circunstancia, pero sí estaría lo suficientemente enfermo como para que en los registros figurase su cónyuge, y no a título propio, sino como engendradora de uno de sus hijos. Ya en mayo Pedro había finalmente fallecido, pues así se dice, de modo que, como se dejó registrado, la receptora en Bilbao de 1 bala de fustanes y 1 fardel de paños flamencos embarcados por Juan Martínez de Gamis, a nombre del difunto, fue su esposa María. A la que se la vuelve a citar indirectamente, como mujer de Pedro Jiménez de Bertendona, cuando en junio de 1495 se anotó que Ochoa de Ochanduri le mandaba desde Nantes 1 paquete de cañamazo. Como las del marido, casi todas las importaciones de María procedieron de Nantes, pero variaron en cuanto a su composición: ya no están presentes los lienzos, pero sí los cañamazos (5 pacas), aunque sí podemos tomar por lienzos, aunque más finos y de mayor calidad, las bretañas (18 fardeles); junto a ellas, llegaron otros productos nuevos, no recogidos para el esposo, lo que significaría una novedad de la nueva jefa de la compañía, como navales (18 fardeles), vitres (0,5 pacas), anjeos (2 pacas), olonas (3,5 pacas), cosneos (9 pacas y 1 paquete) y pluma (6 costales); en lo que constituye toda una innovación y diversificación del negocio importador. Sus hacedores nanteses fueron, en 1495 el citado Ochoa de Ochanduri, y desde 1499 su hijo Diego, acompañado/tutelado por el criado Arriquibar. Desde Flandes, María se hizo embarcar en 1495 por Juan Martínez de Gamis 1 solitario fardel de paños. En julio de 1499 María García de Basozabal y su socio Francisco de Arbieto trajeron desde Londres, en la nao del hijo de María, Juan Ochoa de Bertendona, nada menos que 72 paños en 5 pacas, que le despachara Martín de Gamarraeche. El resto de las importaciones corresponden al hijo, Diego de Bertendona, en 1499 y desde Nantes, donde residía, en solitario (2 fardeles de navales), o acompañado del criado Arriquibar (1 paca de cosneos); que, como siempre, recibió la madre en Bilbao. Mientras que dicho criado Juan de Arriquibarri aparece como introductor desde Nantes de 2 fardeles de navales, que en 1499 aguardara María, y 32 cueros de vaca, 1 fardel de lienzos, 2 cestas de cardas y un cofre, que él mismo recogió en 1500, de forma que ese año ya estaba de vuelta en Bilbao, adonde regresó tras ayudar durante algunos años a su tutelado pupilo Diego de Bertendona, en Nantes, como sabemos. A comienzos del siglo XVI Diego de Bertendona ya habría alcanzado la mayoría de edad, o al menos su madre lo consideraría como suficientemente formado, de modo que pasó a dirigir la sociedad familiar. Pero, sin embargo, hay que hacer
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notar que su hermano Juan Ochoa de Bertendona ya haría tiempo que habría llegado a esa edad adulta. De modo que el que no se hubiese colocado al frente de la firma solamente se explica por tres motivos: uno que se dedicase a tiempo completo a patronear y dirigir los barcos de la compañía, algo que no podía hacer su madre, y que le impedía ocuparse del ámbito mercantil de la misma, que dejó en manos de ésta. Dos, que no fuese hijo de María, sino hijastro, o hijo de su marido y de una esposa anterior –de ahí el apellido Ochoa diferente al de sus otros hermanos–; lo que implica que nuestra mercadera habría aportado como dote a la empresa fundada junto a su marido un importante peculio, que, al morir éste, ella pasó a administrar al completo, y no su posible hijastro, que no podía gestionar la parte del negocio que correspondía al patrimonio de su madrastra y/o a los bienes gananciales del matrimonio. De manera que, para no dividirlo, se habría optado por esta solución de compromiso: Juan se quedaría y comandaría la parte naval de la empresa, y María la mercantil, hasta la mayoría de edad de sus propios hijos. Tres, que todos los vástagos fuesen mayores de edad antes de lo apuntado, pero que María hubiese tenido la suficiente capacidad de decisión como para fijar el momento en el que habían de encabezar las diferentes secciones de la empresa, al margen de dicha circunstancia; como si de un varón al uso se hubiese tratado. Antes he hablado de dos secciones de la compañía Bertendona-Basozabala, la del transporte naval y la mercantil, de exportación e importación de mercancías, pero todavía había una tercera, la de hospedaje o almacenaje de géneros para terceros, así como su embarque y desembarque. En los registros de averías de salida figuran a nombre de Pedro Jiménez de Bertendona, como huésped, un total de 187; y al de María García de Basozábal, como huéspeda, los mismos, otros 187, aunque buena parte de éstos corresponden a envíos propios o de su hijo Diego. El primero gestionó para otros mercaderes 2.045 sacas de lana, 619 quintales de hierro y 114 costales de peletería; la segunda, 1.900, sacas, 1.132 quintales de hierro y acero y 59 costales de peletería; por lo que anduvieron, igualmente, bastante parejos en cuanto a los bienes embarcados. Sin embargo, las importaciones son algo más dispares. El marido participó en 405 registros de ellas; la esposa, en apenas 42. De modo que el hombre recibió 214 fardeles de paños y 269 de lienzos; y, la mujer, solamente unos 25 de paños, más 72 londinenses por unidades, y casi nada de lienzos. Similar al caso arriba visto de la matriarca Basozabala habría sido el de la madre de los Goyarzo, Juan y Pedro, de la que no se anota el nombre, pues administró el negocio del marido mientras que sus hijos actuaron como agentes de la empresa
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familiar en el extranjero. La progenitora recibió en 1491, año hacia el que habría muerto su consorte y cuando sus descendientes habrían comenzado su actividad mercantil, un cargamento de 11 paños, que desde Londres le mandara Juan. Diferente fue la actividad de Mileya de Quinoces, desposada con Pedro Ortiz de Leura, que era escribano, maestre, mercader y huésped. Al cual sustituyó como huéspeda tras su muerte, hacia 1499. Cuando se encargó de embarcar para otros nada menos que 901 sacas de lana rumbo al norte de Europa. Más arriba he adelantado que Catalina de Vitoria, o Catalina López de Anuncibay, tras su matrimonio, fue otra de las mujeres del clan Anuncibay con cierto protagonismo propio en el mundo de los negocios mercantiles. Al morir su marido, Íñigo López de Anuncibay, se puso al frente de su empresa mixta, exportadora de lana y de hospedaje, hacia el año 1501. Además, ambos trabajaron como intermediarios, sobre todo para clientes riojanos; aunque Catalina lo hizo en especial para Alonso de Logroño, Cristóbal Moreno y Juan Jiménez de Logroño. De fuera de La Rioja, los Anuncibay hicieron de huéspedes para el tándem Diego del Castillo y Francisco de Santa Cruz, el primero burgalés y el segundo puede que de Aranda de Duero; así como para el asimismo burgalés Cristóbal de Salinas. Como Catalina de Vitoria, María Ruiz de Zumelzu, mujer del difunto Pedro Ochoa de Beci, reemplazó al marido al frente de su empresa de hospedaje, como intermediaria de Gonzalo de Almótar, Juan de Salinas o los Sahagún, entre otros; así como en la pequeña compañía comercial de la que era titular el finado. De manera que la podemos ver como exportadora en 1482 a Flandes de 12 sacas de lana, 13 costales de regaliz y 25 rollos de tela. Un caso particular fue el de Catalina de Zumelzu, posible pariente de María Ruiz de Zumelzu, de la que solamente se dice que era viuda, sin indicar el nombre del cónyuge. Trabajó como huéspeda para el famoso mercader holandés asentado en Valladolid Cornelis Deque, para el que embarcó, en 1491, 48 sacas de lana, y del que recibió 18 costales de peletería; así como para Cornelius García, otro flamenco, al que envió 82 sacas de lana y 18 costales de peletería.
3.2. LAS CASTELLANAS Y OTRAS CON ALGO MENOS DE PROTAGONISMO En los registros de averías del puerto de Bilbao aparecen asimismo viudas de mercaderes de otras latitudes que relevaron a sus esposos tras su deceso. Caso de las burgalesas, de las que podemos diferenciar dos clases. Las que se ocuparon de los asuntos del marido difunto de forma interina y por poco tiempo,
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mientras no eran asumidas por herederos varones, que momentáneamente no se podían hacer cargo de ellos porque eran menores de edad o porque se hallaban circunstancialmente fuera de la localidad, casi siempre como factores de la compañía en tierras lejanas. O algunas otras, pocas, que desempeñaron labores de dirección en solitario y durante dilatados espacios de tiempo, sin que se nos hable de que compartiesen responsabilidades con hombre alguno o que se nos indique que lo hacían en nombre de algún varón heredero legal de su cónyuge. Comenzaremos por las primeras, sin duda las más numerosas.
3.2.1. MADRES VIUDAS Y LA TRANSITORIEDAD EN LA GESTIÓN EMPRESARIAL Un caso prototípico de la breve actividad circunstancial de las mujeres al frente de las compañías de sus maridos, tras fenecer éstos y antes de ser dirigidas por herederos varones, generalmente sus propios hijos, lo encontramos en la cónyuge de Pedro García de la Torre, o Pedro de la Torre, de la que desconocemos el nombre y que puede estuviese al frente del negocio familiar incluso cuando su esposo estaba moribundo, hacia 1489. Sin embargo, la labor de esta fémina como gestora de la compañía no debió de ser muy dilatada. En junio de ese año 1489 se la puede ver como receptora de 4 fardeles de navales y 14 paquetes de cañamazos venidos de La Rochelle, en nombre de su fallecido cónyuge. Marido que figura como difunto aún en los registros de entrada de enero de 1490, y sin calificar como tal en los de julio de 1491; por lo que pude que todavía actuase hasta ese momento en su representación la susodicha, algo que no se especifica en la documentación. Que no habría realizado tales tareas durante mucho más tiempo, ya que su hijo, Álvaro de la Torre, que previamente había trabajado como factor del padre en Flandes, en 1482, hacia ese mismo año 1489 habría tomado las riendas del negocio; pues ya en marzo y abril de 1489 aparece como exportador de algunas sacas de lana hacia Flandes. Tarea en la que se implicó con mucha mayor intensidad a partir de 1490. De este modo, puede que la gobernanza de la empresa familiar fuese compartida entre madre e hijo durante los últimos meses de vida del patriarca y los primeros tras su muerte, cuando el vástago todavía no se había instalado de forma permanente en Burgos; adonde se habría trasladado desde Flandes, donde residía de forma habitual hasta entonces y ejercía como hacedor, como acabo de decir. De manera que, en ese intervalo de tiempo, cuando Álvaro habría viajado intermitentemente entre Burgos y Flandes, antes de asentarse definitivamente en la primera ciudad, para liquidar sus asuntos
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pendientes en dicho condado, su madre lo habría sustituido puntualmente al frente de la sociedad, como queda reflejado en las averías. Previamente, antes de hacer de nuevo cabeza de familia, y como era habitual, el propio Álvaro, y a modo de aprendizaje, a buen seguro, había realizado algunos tratos en nombre propio, y no como agente de su progenitor; como cuando en 1482 importó desde Flandes 21 fardeles de paños y un baúl. Sólo unos pocos años más tarde de ocupar su nuevo puesto como jefe del negocio, en 1499, llegó a cónsul del recientemente instituido Consulado de Burgos25. Otro caso de una burgalesa que se ocupó de la empresa del marido tras su expiración, en nombre del hijo, fue el de la mujer de Lope de San Vítores, cuyo óbito tuvo lugar hacia 1499. Año en el que la madre de Francisco de San Vítores recibió un fardel de paños, una cesta de cardas y un lío que le mandó su retoño desde Flandes. De modo que, como en el caso anterior, la engendradora aparece al frente del negocio familiar circunstancialmente, porque a la muerte del marido su descendiente se hallaba en el extranjero. De forma que, al año siguiente, 1490, el antedicho vástago, Francisco, aparece ya asentado en Burgos, a cargo de la compañía, cuando llegaron a su nombre al puerto de Bilbao ciertas mercancías desde La Rochelle26. Más dificultades encontró Pedro de Vitoria –más conocido como Pedro Fernández de Vitoria, para diferenciarlo de otros mercaderes con su mismo nombre y apellido– en librarse de la tutela de su madre, María López, tras el fallecimiento de su padre, Diego de Vitoria –o Diego López de Vitoria–, por ser menor de edad. En 1490, finalmente Pedro obtuvo licencia para poder ponerse al frente de sus bienes y hacienda, con la oposición de su engendradora María López, pues tenía menos de 25 años27. No obstante, la progenitora no cesó tras ello en su actividad comercial, pues en 1494 la mujer de Diego de Vitoria, difunto, y Pedro de Vitoria, su hijo, importaron cuatro pacas con 51 paños londinenses. En 1495 esta esposa del fenecido Diego López de Vitoria trajo otras 4 pacas con 54 paños. Y, en 1499 María López, mujer de Diego de Vitoria, difunto, introdujo una paca más. Previamente, en 1491 los herederos de Diego de Vitoria –¿su mujer María y sus hijos?– recibieron
25. González Arce, “Instituciones del comercio…: 152 y ss. Otro de la Torre, que no parece pariente directo de los anteriores, sino de los Quintanadueñas vistos más arriba, fue Diego de la Torre, sustituido en sus tratos por su esposa tras su fallecimiento hacia 1501. 26. Ibídem: 142 y ss. Similar debió de ser el caso de la mujer y los herederos del difunto Juan López de Gumiel, la cual en 1482 exportó 100 sacas de lana al extranjero. 27. Caunedo del Potro, op. cit.: 287.
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otras 2 pacas con 18 paños desde Londres. Se podría pensar tras lo expuesto que, como en el caso anterior de los de la Torre, María López actuara, tras la muerte de su esposo y el ascenso de su hijo Diego al frente de la compañía familiar, como subalterna suya, y su sustituta cuando el descendiente se encontrase fuera de Burgos durante largas temporadas, para atender en el extranjero los negocios familiares. Sin embargo, la larga dedicación de María al trato mercantil, entre 1490 y 1499, sugiere que, tras quedar viuda, aparte de administrar la empresa en nombre de sus vástagos, mientras éstos no fuesen mayores de edad, ella habría retenido en forma de herencia propia parte de la compañía, de la que sería su titular; a buen seguro, en compensación por la dote aportada al matrimonio. De modo que, tras la emancipación de sus sucesores, y tras pasar ellos a dirigir la sociedad familiar, solamente lo habrían hecho con una parte de la misma, la que les correspondía como herencia del padre difunto, pues, como acabo de decir, el resto era propiedad, al menos en forma de dominio útil o usufructo, de la matriarca; que, como podemos comprobar, participaba en la gestión directa de su porción. No obstante, todo parece indicar que no se llegaron a segregar jurídicamente las partes de la empresa pertenecientes a los hijos y la de la engendradora, sino que habrían permanecido unidas, como se infiere de los envíos conjuntos recibidos desde Londres, aunque con cierto grado de autonomía y evidente protagonismo por parte de la segunda. Algo mejor avenidos en este aspecto de la transición entre un cabeza de familia fenecido y su heredero varón, con la intervención de la matriarca viuda para minimizar el impacto del hiato en la dirección del negocio, con competencias en la administración del mismo por la menor edad de su vástago, vamos a ver a Catalina del Río y su hijo Pedro de Covarrubias, tras la muerte de Juan de Covarrubias, esposo de la antedicha, hacia 1488. Ese año, en el mes de noviembre, el difunto remitió a Flandes junto al que sería su hermano, García de Covarrubias, que habría sido el encargado de hacerlo, por tanto, 58 sacas de lana. Posteriormente, en 1490 tomó las riendas de la empresa su mujer, Catalina, que en el mes de septiembre y octubre mandó en solitario otras 38, a La Rochelle –bien como Catalina del Río y Juan de Covarrubias, su marido; o como la mujer de Juan de Covarrubias, difunto–, recibidas por su criado Martín de Ochandiano. Ya en 1491 la consorte de juan de Covarrubias, nuestra Catalina, por tanto, recibió tres fardeles de lienzos desde Nantes. Sin embargo, de otros cargamentos de ese año 1490 no se indica quién los había realizado en nombre del fallecido: en octubre, a Nantes 15 sacas y a La Rochelle otras 10; en marzo y abril, otras 12 rumbo a Flandes, más una a La Rochelle, propiedad de Juan García de Covarrubias que, a buen seguro, habría sido el citado comerciante fe-
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necido. Ese mismo ejercicio aparece mencionado por vez primera su hijo Pedro de Covarrubias como mercader exportador; que por entonces sería todavía algo joven, de forma que las 40 sacas que en agosto despachó hacia La Rochelle las consignó junto con su madre Catalina. Que también podría haber sido, por ello, la encargada de realizar lo propio con las antes referidas del marido de las que no consta quién las gestionó. Casi todos los restantes envíos –muy numerosos, hasta un total de unas 1.918 sacas y 126 costales de peletería–, que constan hasta el año 1501, de un todavía poco experto Pedro, fueron efectuados junto con Sancho de Saldaña, un socio del padre. Si bien Pedro de Covarrubias igualmente aparece como propietario en solitario de otras 118 sacas remitidas entre 1490 y 1499 a Flandes, La Rochelle, y Nantes. De esta manera, la gobernanza de lo que habría sido una empresa de gran volumen de intercambios corrió transitoriamente por cuenta de varias personas. Algunas más expertas y curtidas en el mundo mercantil, como el propio hermano del difunto y un antiguo compañero del mismo, que fueron las llamadas a asumir la mayor parte de las responsabilidades, como correspondía a su nivel de conocimientos. Pero sin dejar al margen de las decisiones a los legítimos herederos. Caso de la esposa, Catalina, que en un primer momento se mostró bastante activa en la administración. Mientras que, asimismo, progresivamente fue ganando peso en ella su vástago, conforme fue aumentado en edad y preparación, siempre bajo tutela de un adulto, primero la propia madre y luego el antiguo socio del padre28. La gestión por parte de las viudas de las empresas mercantiles de sus maridos, tras su fallecimiento, no solamente implicó hacerse cargo como hemos visto de la exportación e importación de bienes de las mismas, sino que se vieron concernidas igualmente por los acuerdos, deudas, obligaciones y otros compromisos heredados de los susodichos. Como lo ejemplifica que, en 1501,
28. En los registros de averías aparece una tal Marina de Covarrubias, que en 1491 importó dos fardeles de paños en solitario y otros tantos junto con el licenciado Gallo, con ella en primer lugar. Lo que nos habla de que habría sido una mercadera por cuenta propia, no sabemos si casada, viuda o incluso puede que independiente, directora de su propio patrimonio, que colaboraba con otros hombres de negocios. Otra fémina de la saga fue la madre de un tal Alonso de Covarrubias, que en 1495 recibió un barril de mercería que desde Flandes le mandara su hijo. Entre los socios de los Covarrubias encontramos algunas mujeres más con actividad mercantil; caso de la esposa de Juan de Contreras, que trabajó como factor para el antes citado García de Covarrubias, pero también con intereses propios. De modo que una vez fallecido, en 1491 su mujer, de la que no se nos indica el nombre, recibió en su nombre 3 fardeles de paños nanteses (González Arce, J.D. “Mercaderes, compañías mercantiles y agentes comerciales burgaleses en las principales plazas atlánticas, según los registros de averías del puerto de Bilbao (1481-1501)”. Solórzano Telechea, J.A. y Sousa Melo, A. (Eds.) Trabajar en la ciudad medieval europea. Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 2018: 172-173, 179-181).
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MERCADERAS, HUÉSPEDAS Y HACEDORAS. EL EMPRENDIMIENTO DE LAS MUJERES EN EL COMERCIO EXTERIOR DEL PUERTO DE BILBAO A FINALES DEL SIGLO XV
Juan de Ayala en compañía de Gonzalo de Almótar mandaran a La Rochelle 10 sacas de lana. Muerto el segundo, su mujer mantuvo la compañía con el primero, y ambos despacharon ese mismo año otras 45 a Flandes. Parece ser que Gonzalo de Almótar, del que casi no se tenían noticias, no fue un comerciante menor, pues traficó con gran cantidad y variedad de artículos. Labor con la que prosiguió la viuda, que ahora como primera emisora remitió junto con el susodicho Juan de Ayala otras 50 sacas, igualmente a Flandes; la cual encargó a un criado suyo, Juan de León, que embarcarse dos costales de peletería. Similar fue el caso de la esposa de Alonso de Arlanzón, fenecido en 1489, que importó en solitario desde Flandes 2 fardeles de paños; y, desde La Rochelle, en compañía de Domingo Ase, 8 fardeles de cañamazo y 4 de lienzos de Ruan29.
3.2.2. VIUDAS CON UN MAYOR GRADO DE INDEPENDENCIA Un buen ejemplo de mujeres de las que no consta tutela masculina tras la muerte del marido, ni si quiera gestión temporal de sus negocios a la espera de un heredero varón que los encabezase, es el de Teresa Rodríguez de Cisneros; que, por tanto, puede que tras quedar viuda de Pedro de Astudillo –como vemos, serían otras dos sagas burgalesas de mercaderes unidas por vínculos matrimoniales–, y es posible que al no contar con hijos, continuase de forma personal al frente de la compañía hasta el fin de sus días. Sociedad que no solo habría estado constituida por el patrimonio de Pedro, sino que la propia Teresa asimismo habría aportado con su dote una importante cantidad de capital a la firma; si bien no todo el de la empresa paterna, pues el grueso del mismo habría pasado a sus hermanos varones, de los que conocemos el nombre de al menos uno de ellos, Antonio de Cisneros. De modo que la nueva administradora plenipotenciaria tras la muerte del esposo no solamente dirigió unos recursos heredados del difunto, sino igualmente lo hizo con otros aportados por ella a la compañía. Dicho Pedro de Astudillo habría fallecido hacia 1488. Año a partir del cual, y hasta al menos 1495, se ocupó del negocio Teresa Rodríguez de Cisneros; que, por tanto, gestionó todas las exportaciones e importaciones que aparecen en las averías, aunque muchas todavía figuren a nombre de este Pedro de Astu-
29. González Arce, “Instituciones del comercio: 149.
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JOSÉ DAMIÁN GONZÁLEZ ARCE
dillo, sin que en todos los casos se indique que había expirado. Así, ella trató con 94 sacas de lana y 8 rollos; en su mayor parte llevados a Flandes, menos 26 sacas que acabaron en La Rochelle. En el primer destino las recibieron varios agentes; mientras que en el segundo estaba su hermano Antonio de Cisneros. La mayoría de los bienes importados por Teresa, aunque la compañía figurara en muchos de los apuntes todavía a nombre de su difunto marido, si bien en otros aparece ella como titular –designada como la mujer de Pedro de Astudillo–, procedieron de Nantes, ciudad a la que, curiosamente, apenas llevaron mercancías, según los registros conservados. Allí, entre los factores remisores se encontraba el antedicho Antonio de Cisneros; al que acabamos de ver como receptor en La Rochelle, donde, asimismo actuó como facturador. Esto nos permite reparar en una circunstancia curiosa. En la unión dinástica entre los Astudillo y los Cisneros, al menos en estas ramas de ambas sagas, parece que la parte de mayor peso habría sido la de los primeros; de modo que un miembro de la segunda familia, Antonio de Cisneros, trabajó incialmente como factor en el extranjero para la compañía de su cuñado y, muerto éste, lo hizo a las órdenes de su hermana, ahora propietaria de la misma30. Caso similar al de más arriba fue el de Andrés de Salamanca y su mujer, de la que no sabemos el nombre, pero que era hermana de Pedro y Martín de Aranda. Este segundo, del que se dice en los registros de averías de entrada del año 1483 que era hermano de Andrés, hermano político, por tanto, fue un burgalés que residió en Sevilla y finalmente se instaló en Nantes, y que trabajó como factor para el cuñado y otros mercaderes; mientras que el primero, Pedro, aparece en algún caso como socio de Andrés. De manera que, al morir este último en 1499, y ser sustituido por su viuda, su congénere Martín acabó por trabajar para ella; a la que ese año remitió desde Nantes 11 fardeles de lienzos y 4 paquetes de cañamazo. Al ejercicio siguiente el facturador no fue el hermano, sino el que sería su hijo, de igual nombre que el padre, Andrés de Salamanca, que le despachó desde allí 1 fardel de lienzos, 6 de cañamazo, 1 de bretañas y 12 cestas de cardas. Esto la sitúa entre las viudas con gestión personal del negocio familiar, a pesar de contar con un vástago varón con suficiente edad como para haberse hecho cargo de éste. Aunque en el presente caso no podemos saber si dicho descendiente no se ocupó del mismo en solitario porque se encontraba todavía desplazado en el extranjero, como hemos visto en otros ejemplos,
30. González Arce, “Las grandes compañías: 260-261.
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POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
MERCADERAS, HUÉSPEDAS Y HACEDORAS. EL EMPRENDIMIENTO DE LAS MUJERES EN EL COMERCIO EXTERIOR DEL PUERTO DE BILBAO A FINALES DEL SIGLO XV
o porque la madre retuvo la dirección de la empresa, o parte de ella, ya que mantenía derechos consolidados sobre ésta, gracias a la aportación a su capital de sus bienes dotales31. Caso similar al visto para las viudas burgalesas fue del de la segoviana Mari Álvarez de Espinar, casada con el mercader asimismo segoviano Diego de Segovia. El cual habría fundado una compañía comercial integrada, entre otros, por Gómez de San Millán, Pedro García, Lope de San Millán y Antonio de San Millán, junto al susodicho Diego de Segovia. De modo que, tras la muerte de este último continuó al frente de la misma su viuda, a pesar de que la sociedad contaba con varios miembros varones, como acabo de exponer. Y de que la propia Mari Álvarez tenía un hijo llamado Antonio del Espinar, también integrado en la empresa. Y de que su marido difunto contaba con un hermano, igualmente perteneciente al entramado societario, Francisco de Segovia –según consta en los registros de averías; donde aparece otro hermano de Diego y Francisco, Álvar García de San Millán, o Álvar García de Segovia–, casado con Isabel de Cuellar, aunque difunto así mismo; pero con un vástago vivo, Pedro García, de igual modo integrante de dicho entramado. En el que se incluían otras féminas, algunas viudas, como Mari Rodríguez o Isabel de Amusco, y otras solteras, caso de las hijas de Antonio de San Millán, citado más arriba, llamadas Catalina García y Juana García. En total, seis mujeres y nueve hombres, presididos, como todo apunta, por la antedicha Mari Álvarez de Espinar32.
CONCLUSIÓN Tres fueron las formas mediante las que las mujeres bajomedievales se pudieron hacer cargo de las empresas mercantiles familiares. Como herederas en solitario, a falta de hermanos varones, como continuadoras de la dirección de su progenitor tras el fallecimiento de éste y mientras permaneciesen solteras; algo bastante insólito, por otra parte. Como mujeres casadas que aportaron al matrimonio como dote parte, o la totalidad, de la empresa o del peculio paterno, que pudieron gestionar al margen del marido en vida de éste; algo asimismo poco frecuente, pero más factible. Del mismo modo, estas féminas pudieron
31. González Arce, “Actores secundarios… 32. Asenjo González, op. cit.: 229-231.
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JOSÉ DAMIÁN GONZÁLEZ ARCE
administrar la compañía familiar circunstancialmente, en caso de ausencia o enfermedad de su consorte y si no había vástagos varones capaces de hacerlo. Y, en tercer lugar, como viudas directoras de la compañía formada por la unión de ambos cónyuges, tras fenecer el esposo. Si dicha viuda carecía de hijos varones, nada limitaba en su nuevo estado civil su capacidad de decisión. Si los tenía, y eran mayores de edad, podía compartir con ellos la empresa y su gerencia; o, en algunos casos, seguir con la titularidad de la parte por ella aportada como dote, mientras que los descendientes se ocupaban del resto. Estas limitaciones legales relegaron a la mayoría de las mujeres medievales del mundo de los negocios, pero algunas escaparon a estas restricciones por mor de del interés de mantener la titularidad de las compañías dentro de la parentela familiar directa y que no pasasen a ramas colaterales. De forma que en ellas realizaron labores de dirección iguales a la desempeñadas por los hombres, cuando el cabeza de familia fenecía, enfermaba o estaba ausente de forma prolongada y no había herederos varones adultos que lo sustituyesen. Esta ultima circunstancia se dio de forma más frecuente en el mundo mercantil y naval, pues sus integrantes pasaban largas temporadas en emporios y puertos lejanos, atendiendo sus compromisos. De manera que en estos trabajos, más que en ningunos otros, sus esposas, e incluso sus hijas, tuvieron más oportunidades que otras mujeres de la época de ponerse al frente de una actividad económica de relevancia. Así ocurrió en las firmas mercantiles burgalesas, de las que han quedado numerosos ejemplos en los registros de averías del puerto de Bilbao, por donde sus compañías traficaron buena parte de sus géneros. Pero, sobre todo, en el caso de Bilbao, donde no solamente sus mercaderes tuvieron que echar mano frecuentemente de las féminas de su linaje para que los reemplazasen, sino que además debieron hacer lo propio los numerosos mareantes de la villa, que de continuo solían estar fuera ocupados en el transporte de mercancías o en la pesca. Ello parece ser que generó, con el paso del tiempo, una mentalidad colectiva que no encontró demasiado transgresor ni perturbador este protagonismo femenino, de manera que allí parece que fue más habitual que en otras partes encontrar emprendedoras actuando por sí mismas, a veces al margen, e incluso de forma independiente, de los varones; muchas de ellas con hombres bajo su control, como subordinados y asalariados suyos. Algo asimismo favorecido por el derecho sucesorio castellano, vigente en buena parte de las localidades del País Vasco.
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POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
Mercadera Mercadera huéspeda Hacedora Lencera
Hacedora Mercadera Mercadera
Bilbao Bilbao Burgos Bilbao
Bilbao Bilbao Bilbao Bilbao Burgos Bilbao Bilbao Bilbao Burgos Bilbao
Catelinaga, Marina de
Covarrubias, Marina de
Díaz de Agurto, María
García de Basozábal (Basozabala), Bilbao María Enderica, Milla de Bilbao Bilbao
Barraondo, Toda de
Ibáñez de Achurri, Mary
Ibáñez de Agurto, María
Ibáñez de Bedia, Mary
Ibáñez de la Cuadra, María
Larrinaga, Marina de
López, María
López de Cervera, María
López de Valmaseda, Mary
Madre de
Huéspeda
Mercadera
Mercadera
Lencera
Corredora
Lencera
¿?
Mercadera
Lencera
Hacedora
Hacedora
Bilbao
Profesión Mercadera
Localidad Bilbao
Anuncibay, Elvira de (Elvira Sánchez de Anuncibay) Aragón, Marina
Emprendedora
JESÚS ÁNGEL SOLÓRZANO TELECHEA, DAVID DITCHBURN Y MARÍA ÁLVAREZ FERNÁNDEZ (EDS.)
Juan de Goyarzo
Alonso de Covarrubias
Juan de Basozábal (Basozabala)
Ochoa de Ochanduri, marido
Diego López de Vitoria, marido, Pedro de Vitoria, hijo
Pedro de Agurto, sobrino
/ Pedro Jiménez de Bertendona, marido, Juan Ochoa de Bertendona, Diego de Bertendona y Martín de Bertendona, hijos Juan Martínez de Gamis, marido
Juan Ochoa de Anuncibay, marido
Ochoa García de Salazar, marido
Juan de la Quadra, marido
Familiares
Mercaderas y otras emprendedoras que aparecen en los registros de averías del puerto de Bilbao, y en otras fuentes, a finales del siglo XV
ANEXO MERCADERAS, HUÉSPEDAS Y HACEDORAS. EL EMPRENDIMIENTO DE LAS MUJERES EN EL COMERCIO EXTERIOR DEL PUERTO DE BILBAO A FINALES DEL SIGLO XV
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78
Hacedora Mercadera Hacedora
Bilbao Burgos Bilbao
Mujer de
Hacedora Hacedora Hacedora Hacedora
Bilbao Bilbao Bilbao Bilbao
POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
Hacedora Hacedora Hacedora Mercadera Mercadera
Bilbao Burgos Bilbao Burgos Burgos
Hacedora
Alonso de Arlanzón
Juan de Covarrubias
Juan de Contreras
Juan de Ceberio, maestre
Andrés de la Cadena
Andrés Bretón
Sancho de Bilbao, maestre
Miguel Benedicto
Juan de Béjar
Diego de Basurto
Juan de Basozábal (Basozabala)
Martín de Astoreca
Martín de Aspiunza
Martín de Arbieto Mercadera
Juan de Arbieto
Gonzalo de Almótar
Juan de Alango
Pedro de Agurto
Burgos
Burgos
Familiares
Domingo de Astoquinza, marido
Juan de Vasculdu
Francisco de San Vítores
Juan de Piélagos
Bilbao
Hacedora
Bilbao
Mercadera
Bilbao
Mazuelo, Isabel de
Mercadera
Burgos
Profesión Hacedora
Localidad Bilbao
Marquina, Leonor de
Emprendedora
JOSÉ DAMIÁN GONZÁLEZ ARCE
Emprendedora
Hacedora Hacedora Hacedora Hacedora Mercadera Hacedora Hacedora Hacedora Hacedora Hacedora Hacedora Hacedora Mercadera Huéspeda Hacedora Hacedora Mercadera Hacedora
Nantes Bilbao Bilbao Burgos Nantes Bilbao Bilbao Bilbao Nantes Burgos ¿Nantes? Bilbao Bilbao Burgos Bilbao Burgos Bilbao
Hacedora
Nantes ¿Nantes?
Mercadera
Burgos
Profesión Huéspeda
Localidad Bilbao
Familiares
JESÚS ÁNGEL SOLÓRZANO TELECHEA, DAVID DITCHBURN Y MARÍA ÁLVAREZ FERNÁNDEZ (EDS.)
Juan de Salcedo
Andrés de Salamanca, hermana de Martín de Aranda
Juan de Rada, maestre
Diego de Plasencia
Andrés Pesquera
Ochoa Ortiz de Montellano
Lope de Orduña
Diego de Olarte
Juan de Monarco
Gonzalo de Mahamud
Juan Mixaot
Íñigo Martínez de Urteaga
Ochoa Martínez de Iruxta
Juan Martínez de Bilbao
Guilloma Malavies
Juan López de Gumiel
Ochoa de Larrinaga, maestre
Ochoa de Larrea, maestre
Jacques Guixart, el joven
Guilloma de Gatobran
Guillermo Gamier
Diego de Frías
Juan Díaz de Salinas MERCADERAS, HUÉSPEDAS Y HACEDORAS. EL EMPRENDIMIENTO DE LAS MUJERES EN EL COMERCIO EXTERIOR DEL PUERTO DE BILBAO A FINALES DEL SIGLO XV
79
80
Localidad
Profesión
Burgos
Peral, Leonor de
Hacedora
Bilbao
Bilbao
Hacedora
Bilbao
Bilbao
Hacedora
Portugalete
Quinoces, Mileya de
Hacedora
¿Bilbao?
Ortiz de Bermeo, María
Hacedora
Bilbao
Bilbao
Hacedora
Bilbao
Bilbao
Hacedora
Bilbao
Ortiz de Anuncibay, María
Mercadera
Burgos
Ochoa de Orovinda, Teresa
Mercadera
Burgos
POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
Mercadera
Huéspeda
Mercadera
Mercadera
Mercadera
Mercadera
Huéspeda
Hacedora
Bilbao
Bilbao
Hacedora
Bilbao
Bilbao
Hacedora
Bilbao
Pedro Ortiz de Leura, marido
Juan González de Urdaibai, marido
Fernando de Urteaga, hijo
Juan Sánchez de Arbolancha, marido, Juan, Martín y Sebastián de Arbolancha, hijos Juan de las Ribas y Francisco de las Ribas, hijos
Juan Sánchez de Castro, marido
Gonzalo de Zuasti
Martín de Zornoza
Juan de Zabala
Pedro de Viondo
Juan de Vedia, cuñado de Martín de Olarte
Sancho de Valmaseda, maestre
Martín de Ugarte, maestre
Pedro de la Torre
Diego de la Torre
Pedro de Somorrostro
Pedro Señor
Martín Sánchez de Zamudio
Martín Sánchez de la Naya
Huéspeda
Bilbao
Ochoa de Vitoria, María
Familiares Martín de Salinas (Martín Sánchez de Salinas) Pedro de San Pedro
Huéspeda
¿Bilbao?
Bilbao
Ochoa, María
Emprendedora
JOSÉ DAMIÁN GONZÁLEZ ARCE
Huéspeda Huéspeda Huéspeda
Bilbao Bilbao ¿Nantes? Bilbao
Sánchez de Zalaibarra, María
Uribarri, Elvira de
Urriana
Vilela, Teresa
Vitoria, Catalina de (Catalina López de Bilbao Anuncibay) Zabala, Catalina de Bilbao
Zumelzu, Catalina de
Bilbao
Corredora
Bilbao Mercadera
Mercadera
Huéspeda
Huéspeda
Bilbao
Sánchez de Somorrostro, María
Lencera
Mercadera
Sánchez de Ribas, María
Bilbao
Sánchez de Guiliz, Mari
Lencera
Bilbao
Sánchez de Anuncibay, María
Bilbao
Bilbao
Salinas, Juana de
Huéspeda mercadera Corredora
Mercadera
Sánchez de Otaza, Marina
Bilbao
Ruiz de Zumelzu, María
Mercadera
Mercadera
Burgos
Rodríguez de Cisneros, Teresa
Profesión Mercadera
Sánchez de Mazuelo, María
Burgos
Río, Catalina del
Localidad Bilbao
Emprendedora
Pérez de Uriola, María
Íñigo López de Anuncibay, marido
¿Juan Martínez de Uribarri, el mayor, padre?, ¿Juan Martínez de Uribarri, el mozo, hermano?
Juan de Piélagos, primo
Domingo de Astoquinza, marido
/ Pedro Ochoa de Beci, marido
Juan de Covarrubias o Juan García de Covarrubias, marido, Pedro de Covarrubias, hijo Pedro de Astudillo, marido
Familiares
MERCADERAS, HUÉSPEDAS Y HACEDORAS. EL EMPRENDIMIENTO DE LAS MUJERES EN EL COMERCIO EXTERIOR DEL PUERTO DE BILBAO A FINALES DEL SIGLO XV
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Privilegios, franquicias y consulados. Naciones italianas y diplomacia mercantil en la Castilla bajomedieval Raúl González Arévalo Universidad de Granada
El estudio de las naciones italianas en la Castilla bajomedieval conoce una rica tradición historiográfica1, que se ha centrado fundamentalmente en el análisis de las comunidades mercantiles a través de sus intereses y estrategias comerciales en el territorio2. Un examen detenido de las publicaciones revela la atención preferente que se ha prestado a los genoveses, así como el recurso mayoritario a las fuentes castellanas. Sin embargo, en los últimos tiempos los archivos italianos han permitido profundizar en las características y modus operandi de las comunidades florentina y veneciana3.
1. Este trabajo forma parte del Proyecto I+D “Las ciudades de la Corona de Castilla. Dinámicas y proyección de los sistemas urbanos entre 1300 y 1600” (HAR2017-82983-P), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad y dirigido por los profesores María Asenjo González y David Alonso García. 2. González Arévalo, R. “Presencia diferencial italiana en el sur de la Península Ibérica en la Baja Edad Media. Estado de la cuestión y propuestas de investigación”, Medievalismo, 23, 2013: 175-208. 3. Sobre florentinos pueden verse los trabajos de González Arévalo, R., “Corso, comercio y navegación en el siglo XV: Castilla y las galeras mercantiles de Florencia”, En la España Medieval, 34, 2011: 61-95; “Florentinos entre Cádiz y Sevilla en los siglos XIV y XV”, Aznar Vallejo, E., González Zalacaín, R. (eds.) De mar a mar: los puertos castellanos en la Baja Edad Media. Universidad de La Laguna, La Laguna, 2016: 273-308. Para los venecianos, del mismo autor, me remito a “Del Guadalquivir al Nilo. El testamento de Andrea de Razi (1477) y la comunidad veneciana de Sevilla a finales del siglo XV”, Nuova Rivista Storica, CIII/2, 2019: 417-450; “Del Adriático al Atlántico: Venecia y Cádiz entre navegación, diplomacia y comercio (siglos XIV-XV)”, Hispania, 80/264, 2020: 11-45.
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RAÚL GONZÁLEZ ARÉVALO
Con todo, queda mucho por explorar, en particular sobre la llamada diplomacia mercantil, cuestión que ha recibido una atención marginal, salvo en el caso de los ligures, para quienes la conservación del libro de los privilegios de la nación ha permitido estudiar este aspecto con un detalle excepcional4. Efectivamente, apenas hay estudios específicos sobre las relaciones con Florencia y muy recientemente han comenzado a emerger las informaciones sobre la primera época del consulado veneciano5. Por otra parte, para seguir profundizando en el tema la perspectiva comparativa se ha revelado fundamental, pues permite redimensionar en su justa medida los actores estudiados y establecer con mayor claridad analogías y diferencias en las condiciones de arraigo y las estrategias desplegadas para obtener las mejores condiciones posibles en Castilla, y particularmente en Andalucía6. En esta ocasión se abordarán aspectos menos conocidos y complementarios: para Génova, el modo en que se consolidó su posición, los titulares del consulado y su estructura de funcionamiento. Respecto a Venecia, los privilegios del siglo XIV, los consulados de Sevilla y Cádiz y el interés que despertó en la política mercantil de los duques de Medina Sidonia. Por último, las condiciones de las comunidades menos conocidas: pisanos, placentinos, florentinos y milaneses.
4. González Gallego, I. “El Libro de los privilegios de la nación genovesa”, Historia. Instituciones. Documentos, 1, 1974: 275-358; González Arce, J.D. “El consulado genovés de Sevilla (siglos XIII-XV). Aspectos jurisdiccionales, comerciales y fiscales”, Stvdia Historica. Historia medieval, 28, 2010: 179-206. Con documentación primordialmente genovesa es indispensable Petti Balbi, G. Negoziare fuori patria. Nazioni e genovesi in età medievale, CLUEB, Bolonia, 2005: 153-166; nuevas informaciones en González Arévalo, R. “Ad terram regis Castelle. Comercio, navegación y privilegios italianos en Andalucía en tiempos de Alfonso X el Sabio”, Alcanate. Revista de Estudios Alfonsíes, 12, 2020-2021: 125-162. 5. González Arévalo, R. “Cisma, comercio y política. Las relaciones diplomáticas entre la República de Florencia y la Corona de Castilla, de Enrique II a Enrique IV (1366-1474)”, en Carette, A. Girón-Pascual, R-M., González Arévalo, R. y Terreax-Scotto, C. (dirs.), Italie et Espagne entre Empire, cités et États, XVe-XVIIe siècles, Viella, Roma, 2017: 131-149; “Cum necessarium sit habere consulem nostrum in Sibilia. El consulado veneciano de Sevilla (1402-1407)”, en Baloup, D. y Joudiou, B. (eds.), Une mer pour les réunir tous. Études sur la Méditerranée offertes à Bernard Doumerc (IXe-XVIIe siècle), Presses Universitaires du Midi, Toulouse, 2023, en prensa. 6. González Arévalo, R. “Vecinos y propietarios: La integración de los italianos en las sociedades portuarias andaluzas (siglos XIII-XV)”, en Solórzano Telechea, J.Á., Arízaga Bolumburu, B. y Bochaca, M. (eds.), Las sociedades portuarias de la Europa atlántica en la Edad Media, Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 2016: 249-284; del mismo autor, “Integración y movilidad social de las naciones italianas en la Corona de Castilla: genoveses, florentinos y venecianos en la Andalucía bajomedieval”, en Tanzini, L. y Tognetti, S. (eds.), La mobilità sociale nel Medioevo italiano. Competenze, conoscenze e saperi tra professioni e ruoli sociali (secc. XII-XV), Viella, Roma, 2016: 375-401.
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POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
PRIVILEGIOS, FRANQUICIAS Y CONSULADOS. NACIONES ITALIANAS Y DIPLOMACIA MERCANTIL EN LA CASTILLA BAJOMEDIEVAL
1. PRIVILEGIOS Y CONSULADOS DE GENOVESES, ¿UN PARADIGMA? “Sepades que el concejo e el Comun dela çibdat de Genoa nos enbiaron pedir por merçed con Nicola Calvo su mandadero que les otorgasemos fueros e posturas en que visquiesen e mercasen en la çibdat de Sevilla quando algunos quisiesen venir y a mercar. E nos en uno con la Reyna donna Iohana e con nuestros fijos el Infante don Alfonso primo heredero e con don Fadric et don Enrrique. Aviendo nuestro consejo con los obispos e ricosomes e los otros omes buenos de Castilla e de León que connusco eran otorgámosles los fueros e las posturas que son escriptas en esta carta e son estas” 7.
El inicio del privilegio fundacional concedido por Fernando III el Santo a Génova es altamente revelador porque instituyó un modelo para que las naciones italianas solicitaran privilegios, franquicias y otras concesiones de los soberanos castellanos. Así, el gobierno de la comuna acordaba el envío de un embajador ante el monarca con unas instrucciones claras, lograr las mejores condiciones posibles para el desarrollo de las actividades comerciales, la protección de los intereses mercantiles y el arraigo de sus cives et mercatores. De la misma manera, estableció la pauta por la que se regirían los monarcas de Castilla, que responderían a dicha petición con la concesión de un barrio, una alhóndiga y un consulado. En realidad, Fernando III se limitó a asumir un sistema extendido por el Mediterráneo desde la Tardoantigüedad, conocido en Bizancio y el mundo islámico –incluido al-Andalus– y que las repúblicas italianas perfeccionaron en beneficio propio desde la época de las Cruzadas tanto en el Mediterráneo oriental y el Magreb como en la Europa mediterránea8. Fallecido el monarca un año más tarde, en mayo de 1252, la comuna ligur envió una nueva embajada ante su hijo y sucesor, Alfonso X, para solicitar que el documento se tradujese en lengua romance para asegurar que los oficiales del reino no pudieran alegar falta de entendimiento para no respetar los privilegios
7. González Gallego, I. “El Libro…”, doc. 2, p. 289, 22-V-1251. 8. Constable, O.R. Housing the Stranger in the Mediterranean World. Lodging, Trade, and Travel in Late Antiquity and the Middle Ages, Cambridge University Press, Cambridge, 2003.
JESÚS ÁNGEL SOLÓRZANO TELECHEA, DAVID DITCHBURN Y MARÍA ÁLVAREZ FERNÁNDEZ (EDS.)
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RAÚL GONZÁLEZ ARÉVALO
acordados.9 Se estableció así otro precedente más, por el que la documentación que fijaba el marco legal de la relación entre Castilla y las potencias italianas no recurriría obligatoriamente al latín, sino a la lengua romance que iba ganando terreno también en ámbito oficial. Bajo el reinado de Alfonso X (1252-1282) se confirmaron y ampliaron los privilegios iniciales. La consulta de los Libri Iurium de la república genovesa ha resultado vital para profundizar de qué manera aseguró la Superba las condiciones de sus mercaderes en Sevilla. La importancia deriva del hecho de que se trata de documentos que no están recogidos en el Libro de Privilegios de la nación genovesa, en el que la confirmación del Rey Sabio figura en un documento tardío, de 1281. Así, en realidad el primero data de junio de 1255, cuando Alfonso X confirmó el privilegio de su padre de 1251, reproducido íntegro10. Seis años más tarde, el 15 de agosto de 1261, el Rey Sabio confirmaba la cesión de un barrio de Génova en Sevilla, en el que los ligures podrían construir una iglesia, un baño, una alhóndiga y un horno. Además, el texto precisaba que las casas solo podían ser compradas por miembros de la nación11. Ocho días después el soberano castellano realizaba una nueva concesión a la Comuna de Génova como reconocimiento por los servicios prestados. Se trataba de una mezquita en la plaza de San Francisco para que la transformaran en palacio de justicia12. Los privilegios anteriores confirmaban la consolidación del arraigo genovés en Sevilla, pero al mismo tiempo tenían una limitación evidente: el ámbito de apli-
9. “Vino Epigino Petrago de Musso, mandadero del Común de Geoua, e pidiónos por merçed de parte de la comunidat que aquel previllegio que nuestro padre, el muy noble e muy alto Rey don Fernando, les diera en latín, que ge le fiziesemos tresladar en romance por que tendiesen mejor e non les pasasen contra él”. González Gallego, I. “El Libro…”, doc. 2, p. 289, 22-V-1251. 10. Bibolini, M. (ed.), I Libri Iurium della Repubblica di Genova, Ministero per i beni e le attività culturali, Génova, 2000: vol. I/6, doc. 946, 33-36, 1-VI-1255. Publicado asimismo en González Jiménez, M. (ed.) Diplomatario andaluz de Alfonso X, El Monte, Sevilla, 1991: doc. 152, 163-167. Hay pequeñas diferencias de lectura entre ambas ediciones en todos los documentos que se citarán en ambas publicaciones. Para una síntesis del contenido me remito a González Jiménez, M. “Genoveses en Sevilla (siglos XIII-XV)”, en Presencia italiana en Andalucía. Siglos XIV-XVII. Actas del I Coloquio Hispano-Italiano, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, Sevilla, 1985: 118-119. 11. Dellacasa, S. (ed.) I Libri Iurium…: vol. I/4, doc. 795, 442-444, 15-VIII-1261; González Jiménez, M. (ed.) Diplomatario andaluz…: doc. 250, 277-278. 12. Dellacasa, S. (ed.) I Libri Iurium…, vol. I/4, doc. 796, 444-445, 24-VIII-1261; González Jiménez, M. (ed.) Diplomatario andaluz…: doc. 251, 278-279.
86
POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
PRIVILEGIOS, FRANQUICIAS Y CONSULADOS. NACIONES ITALIANAS Y DIPLOMACIA MERCANTIL EN LA CASTILLA BAJOMEDIEVAL
cación no se extendía a todo el territorio castellano, sino que se circunscribía a la propia ciudad y su alfoz. De ahí la importancia primordial de otro documento firmado el 16 de agosto de 1261, en el que el monarca volvió a confirmar el privilegio de Fernando III, como ya había hecho en 1255. Ramón Carande reprodujo parcialmente la parte relativa a la concesión a los genoveses de la facultad de apelar al tribunal de Sevilla en caso de desacuerdo con sus cónsules en disputas judiciales13. Sin embargo, la lectura íntegra del texto revela una información preciosa porque en esta ocasión Alfonso X extendió el privilegio fernandino a los lugares tomados recientemente a los sarracenos, así como a las conquistas futuras: “Et nos supradictus rex Alfonsus, regnans in regnis predictis, illud duximus confirmandum, concedentes eidem comunitati de speciali gratia in omnibus villis et locis a nobis acquisitis a Sarracenis et im posterum acquirendis omnia supradicta, adicientes etiam quod Ianuenses qui fuerint vicini in civitate Hyspalensi subsint in causis civilibus consulibus sicut ceteri Ianuenses qui de foris venerint, ita tamen quod si aliquis ex eis a consulibus senserit se gravari, possit ad alcaldes Hispalenses, si voluerit, appellare”14.
La extensión de los privilegios de la nación a los territorios conquistados a los musulmanes, así como a los que se tomaran en el futuro, cobra un nuevo sentido a la luz del sometimiento del territorio de Jerez tras la campaña de 1255 y la conquista de Alcanatif –futura El Puerto de Santa María– en 1259. Pero, indudablemente, el privilegio de 1261 cobra una especial relevancia ante la inminente conquista de Cádiz, acaecida en 1262. Así, cabe leer el texto en una doble clave: de una parte, resulta evidente que el monarca era perfectamente conocedor de los intereses de la república ligur en Occidente; y al mismo tiempo, está claro que Génova formaba parte de la estrategia alfonsina de poner en valor las nuevas tierras conquistadas, otorgando los mismos privilegios y franquicias de que gozaba en Sevilla. De esta manera, el convencimiento alfonsino de que los mercaderes
13. Carande, R. “Sevilla, fortaleza y mercado: algunas instituciones de la ciudad, en el siglo XIV especialmente, estudiadas en sus privilegios, ordenamientos y cuentas”, Anuario de Historia del Derecho Español, 2, 1925: 233401. He consultado la reimpresión como monográfico, Universidad de Sevilla, Sevilla, 1975: 78-79. 14. Dellacasa, S. (ed.), I Libri Iurium…: vol. I/4, doc. 794, 440-441, 16-VIII-1261. Alfonso Ballesteros señala que los genoveses no entendieron el diploma original en castellano, de modo que la cancillería alfonsina expidió otro en latín, precisamente el documento aquí citado. Ballesteros Beretta, Alfonso X el Sabio, Salvat, Barcelona, 1963: 335-336.
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ligures serían un factor clave para asegurar las nuevas repoblaciones que estaban por venir terminó por fijar el marco territorial de los futuros privilegios reales a las naciones italianas, cuyo ámbito de aplicación se extendería a toda la corona castellana, tomando Sevilla como capital económica, financiera y mercantil, así como sede de otros consulados. A partir de ese momento y con la consolidación de la ruta de Poniente la navegación genovesa a través del Estrecho de Gibraltar se desarrolló rápidamente en el último cuarto del siglo XIII15. Una vez desarrollado este marco, también los genoveses cambiaron su estrategia de diplomacia mercantil en Castilla. Efectivamente, en adelante la comuna mandaría menos embajadores, desarrollando una parte importante de su actuación a través de órdenes a sus cónsules, que canalizarían la comunicación con los monarcas castellanos, además de formular reclamaciones y nuevas peticiones. Al mismo tiempo, también se ocuparon de resolver las disputas mercantiles entre miembros de la comunidad (la jurisdicción criminal quedaba en la esfera de actuación del soberano)16. Por su parte, los enviados de la comuna tenían misiones muy concretas. Los gastos del viaje los sufragaba la comunidad ligur, a la que se lo adeudaba la madre patria17. Un aspecto ha quedado excesivamente en la sombra: la identidad de los cónsules genoveses, cuya nómina dista mucho de estar completa. Efectivamente, el privilegio fundacional de 1251 establecía que los miembros de la comunidad podrían elegir a dos connacionales para que el rey o su representante en Sevilla les invistiese como cónsules de la nación. Se trata de una cuestión fundamental para determinar su peso y su papel dentro de la comunidad ligur en Castilla, más allá de la dificultad para estimar su volumen demográfico. Efectivamente, es necesario profundizar en la prosopografía del grupo para establecer no solo las identidades individuales, sino también el entorno y las conexiones, en An-
15. Para las últimas aportaciones al tema me remito a Ríos Toledano, D. “«Apud Cadesse»: Paisaje marítimo y navegación genovesa en el puerto de Cádiz en el siglo XIII”, Suplemento de Riparia, 2, 2019: 82-111; y González Arévalo, R. “Ad terram regis Castelle. Comercio, navegación y privilegios italianos en Andalucía en tiempos de Alfonso X el Sabio”, Alcanate. Revista de Estudios Alfonsíes, 12, 2020-2021: 125-162. 16. Aspectos excelentemente tratados en González Arce, J.D., “El consulado genovés…”. Algunas informaciones sin embargo apuntan a que podían ejercer cierta jurisdicción cuando uno de los contendientes era un vecino de Sevilla. Así, en 1452 los cónsules Marco Cattaneo y Giacomo Salvago condenaron a Juan Ortiz al pago de 400 doblas, sentencia que el afectado impugnó ante el alcalde mayor Pedro de Guzmán. Fossati Raiteri, S. “Presenze genovesi a Siviglia nella seconda metà del Quattrocento”, Anuario de Estudios Medievales, 24, 1994: 303. 17. Petti Balbi, G., Negoziare fuori patria…, 161.
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dalucía como en Génova, y determinar qué factores condicionaban la elección de un individuo u otro y si la motivación residía en la fuerza económica de los elegidos o en su prestigio, también por otros motivos, tanto autóctonos –situados en Génova– como castellanos –los contactos con las autoridades locales–. Asimismo, habría que dilucidar si la propuesta la realizaban los miembros de la comunidad sevillana de manera autónoma o si el gobierno ligur actuaba imponiendo su propia elección. En sentido inverso, sería interesante poder establecer si el desempeño del cargo redundaba en un beneficio individual neto. Se trata de cuestiones para las que por el momento apenas tenemos respuestas, aunque Giovanna Petti Balbi ha apuntado que en la segunda mitad del siglo XIV los cónsules fueron individuos destacados, cualificados social y económicamente, observando una tendencia a situar al frente del consulado a nobili y popolari pertenecientes a la aristocracia mercantil, que se mantuvo en la siguiente centuria. Por lo general se trató de emparejamientos prestigiosos, con representantes de las principales familias genovesas, con apellidos tan ilustres como Spinola, Lomellini, de Negro, de Marini, Pinelli, Gentile o Adorno, con frecuencia antagonistas y rivales, en la madre patria como en Ultramar. Más aún, la filiación también podría explicar el sentido de algunas disputas y de las sentencias otorgadas.
CUADRO 1 Cónsules genoveses en Castilla (siglos XIII-XVI)18 Año
Cónsul
Cónsul
Referencia
1281
Rosso della Turca
Percival de Camilla
González Arce, Tabla 1
1310
Giovanni Vivaldo
1316
Bernardo de Bergay
1327
Giovanni Bonizzo
1360
Antonio Imperiale
González Arce, Tabla 1 Bartolomeo Rosso
González Arce, Tabla 1 González Arce, Tabla 1
Ambrogio Bracelli
Liagre de Sturler, doc. 300 Petti Balbi: 157
18. En la medida de lo posible los nombres se ofrecen en el original italiano. Elaboración propia a partir de Liagre de Sturler, L. Les relations commerciales entre Gênes, la Belgique et l’Outremont d’après les archives notariales génoises (1320-1400), Academia Belgica, Bruselas-Roma, 1969; De la Rosa, L. “Francisco de Riberol y la colonia genovesa en Canarias”, Anuario de Estudios Atlánticos, 18, 1972: 61-198; Roccatagaliata, A. L’officium robarie del comune di Genova (1394-1397), Università di Genova, Génova, 1992; Bello León, J.M. Extranjeros en Castilla (1474-1501). Notas y documentos para el estudio de su presencia en el reino a finales del siglo XV, Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias y Centro de Estudios Medievales y Renacentistas
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Año
Cónsul
1366
Perian de Negro
Cónsul
Referencia
1379
Simone Leccavello
Nicolò Montaldo
1380
Caccianemico Salvago
Cosma Ultramarino
González Arce, Tabla 1
1395
Antoniotto Lomellini
Ludovico Cattaneo
Roccatagliata: vol. II, 427
1423
Antonio de Franchi Luxardo
Andalò Lomellini
Fossati Raiteri: 301
1432
Giannotto Salvago
Agostino Centurione
González Arce, Tabla 1
1443
Anfreone Centurione
Mosè Adorno
González Arce, Tabla 1
1448
Marco Cattaneo
Giacomo Salvago
Fossati Raiteri: 303
1454
Jacopo Rivarolo
1455
Bonifacio Lomellino
Mosè Adorno
González Arce, Tabla 1
1456
Oberto Imperiale
Luca Gentile
González Arce, Tabla 1
1459
Alberto Imperiale
Costantino Cigala
Petti Balbi: 157
1465
Eliano Centurione
Stefano Bracelli
Petti Balbi: 157
1476
Damiano Negrone
Anfreone Usodimare
1487
Francesco Rivarolo
1488
Giovanni Lomellino
Pelegro de Guan
González Arce, Tabla 1
1489
Bernardo Grimaldi
Ruffo Doria /
Fossati Raiteri: 308 González Arce, Tabla 1 Lacueva Muñoz: 1, docs. 543, 544, 574, 575, 592 Bello León, regs. 185, 193 González Arce, Tabla 1
González Arce, Tabla 1 Petti Balbi: 157
De la Rosa: 108
Petti Balbi: 157 Bello León, reg. 145
Andrea Odone
1490
Giovanni Lomellino
1491
Francesco Rivarolo
Bernabò Cigala
González Arévalo: 253
1492
Bays Tariego
Bernardo Grimaldi
Mingorance Ruiz: doc. 1
¿1494?
Pietro Vincenzo Doria
Girolamo Doria
Bello León, reg. 426
1495
Pelegro de Agnan
Pietro Lercaro
González Arce, Tabla 1 Lacueva Muñoz: 1, reg. 1.145 Bello León, regs. 426, 455
de la Universidad de La Laguna, La Laguna, 1994; González Arce, JD. “El consulado…”; Mingorance Ruiz, J.A. “Británicos y flamencos en el Jerez medieval”, Revista de Historia de Jerez, 4, 2010: 57-79; Petti Balbi, G. Negoziare fuori patria…; Fossati Raiteri, S. “Presenze genovesi…”; Kirschberg Schenk, D. Catálogo de los Papeles del Mayordomazgo del siglo XVI. I. 1505-1510, ICAS-Ayuntamiento de Sevilla, Sevilla, 2015; González Arévalo, R. “De las postrimerías nazaríes a los albores castellanos. Ambrogio Spinola y la continuidad de los genoveses del Reino de Granada (1478-1505)”, Archivio Storico Italiano, 644, disp. II, 2015: 239-273; Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla. Regesto de documentos notariales del Fondo Enrique Otte. Vol. I (1441-1500), Vol. II (1501-1507), Vol. III (1508-1509) y Vol. IV (1510-1511), Instituto de Historia y Ciencias Sociales, Universidad de Valparaíso, Vaparaíso, 2016; Ibarra, R.P. “To be buried in Seville: the ambiguous integration of Italian merchants, 1480-1570”, Journal of Medieval Iberian Studies, 2020: 1-21.
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Año
Cónsul
Cónsul
Referencia
1495
Edoardo Scaglia
Antonio Salvago
1495
Cosma Sopranis
1495
Girolamo Doria
1500
Stefano Doria
Lacueva Muñoz: 1, docs. 889, 1.150, Lacueva Muñoz: 1, reg. 1.183 Bello León, regs. 442, 455 Bello León, reg. 468 Ibarra: 10 Ibarra: 11
1501
Lucio Battista Adorno
Domenico Calvo
1501
Antonio Sopranis
Marco Cattaneo
1506
Edoardo Scaglia
Giuliano Calvo
1506
Lucio Battista Adorno
Giacomo Grimaldi
1508
Lastaro/Lazzaro de Arba
Battista Cattaneo
1508
Antonio Sopranis
Girolamo Salvago
1509
Giacomo Grimaldi
Franco Leardo
1509
Silvestre de Brine
Nicolò Grimaldi
1509
Lazzaro de Arba
1510
Battista Centurione
1510 1511
Bartolomeo Sopranis de Rivarolo Ottaviano Calvo
Bartolomeo Rivarolo
1511
Giovanni Rivarolo
Francesco Spinola
1515
Silvestre de Brine
Benito Doria
Bello León, reg. 768 Lacueva Muñoz: 2, regs. 63, 69, Bello León, reg. 818 Ibarra: 11 Lacueva Muñoz: 2, reg. 164. Lacueva Muñoz: 2, reg. 1.522 Lacueva Muñoz: 2, regs. 1.690, 1.725 Lacueva Muñoz: 3, reg. 399 Lacueva Muñoz: 3, reg. 1.205 Ibarra: 6 González Arce, Tabla 1 Kirschberg Schenk: reg. 11.246 Lacueva Muñoz: 3, regs. 1.377, 1.378, 1.456, 1.464, 1.657, 1.733 Lacueva Muñoz: 3, regs. 1.842, 2.042, 2.064, 2.065, 2.119, 2.131, 2.132, 2.133, 2.183 Lacueva Muñoz: 3, reg. 2.042 Kirschberg Schenk: reg. 11.755 (Moneglia con Franco Leardo) Lacueva Muñoz: 4, reg. 73 Lacueva Muñoz: 4, reg. 687 Lacueva Muñoz: 4, reg. 1.049 Lacueva Muñoz: 4, reg. 1.433 González Arce, Tabla 1
1519
Leonardo Cattano
Jácome Merlasín
González Arce, Tabla 1
1519
Giovanni Rivarolo
Bernardo Grimaldi
Giovanni Battista Moneglia
AGS, CRC, 764, 8
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El profesor González Arce ofreció una treintena de nombres, fundamentalmente a partir de los datos contenidos en el Libro de los privilegios de la nación genovesa. El recurso a un abanico variado de fuentes, castellanas y ligures, ha permitido más que duplicar ampliamente la nómina de cónsules conocidos hasta superar los setenta19. Los datos se han integrado en el Cuadro 1. El primer nombre recogido se remonta a 1281. Aunque hubieran transcurrido tres décadas desde la concesión del privilegio fernandino, en realidad no se puede descartar que el consulado no se hubiera puesto en marcha inmediatamente y que hubiera transcurrido bastante tiempo hasta su activación real. De hecho, cabe recordar que Olivia R. Constable ya señaló, después de estudiar los protocolos notariales ligures del siglo XIII, que resultaba desconcertante no encontrar fletes con destino a Sevilla, ni siquiera después de las concesiones otorgadas por el Rey Santo20. Por otra parte, en las décadas de 1250 y 1260 Génova estaba más preocupada por la rivalidad con Venecia, los asuntos italianos y las dificultades en el Mediterráneo oriental que por la cuenca occidental y Andalucía21. Por último, el examen reciente de documentación genovesa y catalana ha puesto de manifiesto que los primeros viajes marítimos constatados desde y hacia Sevilla proceden de la década de 1270, de modo que no se puede descartar que la activación del consulado genovés viniera de la mano de la llegada continuada de embarcaciones ligures, de las que solo a partir de entonces hay indicios consistentes sobre su presencia regular22. De una lectura rápida saltan a la vista dos cuestiones importantes: hubo personas que detentaron el cargo en dos ocasiones –nunca más veces, a excepción de Bernardo Grimaldi, cónsul en 1489, 1492 y 1495– como fue el caso de Mosè Adorno (1448 y 1455), Francesco Rivarolo (1487 y 1491), Giovanni Lomellino (1488 y 1490), Edoardo Scaglia (1495 y 1506), Lucio Battista Adorno (1501 y 1506), Antonio Sopranis (1501 y 1508), Silvestre de Brine (1509 y 1515) y Giovanni Rivarolo (1511 y 1519). Solo en un caso un cónsul figura ocupando el cargo en dos años consecutivos, con Lazzaro de Arba en 1508 y 1509, aunque por el momento resul-
19. Con toda probabilidad Pelegro de Guan y Pelegro de Agnan –lecturas de Bello León y González Arce– son el mismo individuo, también citado como Peligro de Génoa por Lacueva Muñoz. 20. Constable, O.R. “Genoa and Spain in the Twelfth and Thirteenth Centuries: Notarial Evidence for a Shift in Patterns of Trade”, Journal of European Economic History, 19/3, 1990: 646. 21. Musarra, A. Il Grifo e il Leone. Genova e Venezia in lotta per il Mediterraneo, Laterza, Bari-Roma, 2020: 90-127. 22. González Arévalo, R. “Ad terram…”, cuadro 1.
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ta imposible dilucidar si se trataba del mismo ejercicio o de dos sucesivos. En otra ocasión la distancia de más de medio siglo (1448 y 1501) hace improbable que hablemos del mismo individuo, Marco Cattaneo, y es más lógico pensar que se trate de dos personas diferentes. El desconocimiento de las filiaciones concretas hace muy complicado conocer, en caso de homonimia, si la documentación se refiere a un solo individuo o a dos, portadores del mismo nombre. Más interesante resulta constatar que, a pesar de que los privilegios castellanos concedían la elección de dos cónsules de la nación para un ejercicio anual, a partir de finales del siglo XV y a principios del Quinientos se constata la presencia de más individuos ocupando el mismo cargo. De hecho, sorprendentemente, en 1495 son nada menos que siete: Pelegro de Agnan, Pietro Lercaro, Edoardo Scaglia, Antonio Salvago, Cosma Sopranis, Girolamo Doria y Bernardo Grimaldi. Efectivamente, en febrero de ese año figuran como cónsules Pelegro de Agnan y Pietro Lercaro23. Pocos después, el 9 de marzo de 1495 los protocolos sevillanos mencionan como cónsules a Edoardo Scaglia y Pietro Lercaro24. Apenas unos días más tarde, el 18 de ese mes comparece como cónsul Cosma Sopranis25. A finales de la primavera, en junio de 1495, Edoardo Scaglia recibe en su casa un requerimiento de los cónsules Girolamo Doria y Bernardo Grimaldi26. Por último, en julio los nombres que figuran son Antonio Salvago y Edoardo Scaglia27. Aunque desconozco los motivos por los que desfilan tantos representantes consulares en tan corto espacio de tiempo, no se puede descartar que, en realidad, algunos de ellos hubieran sustituido a otros en el cargo. La situación se repiten con cinco cónsules localizados en 1509 (Giacomo Grimaldo, Franco Leardo, Silvestre de Brine, Nicolò Grimaldo y Lazzaro de Arba), mientras que cuatro comparecen en 1501 (Lucio Battista Adorno, Domenico Calvo, Antonio Sopranis y Marco Cattaneo), 1508 (Lazzaro de Arba, Battista Cattaneo, Antonio Sopranis y Girolamo Salvago) y 1511 (Ottaviano Calvo, Bartolomeo Rivarolo, Giovanni Rivarolo y Francesco Spinola). Para el año anterior, 1510, conocemos el nombre de tres de los titulares
23. Como Peligro Agnan en Bello León, J.M., Extranjeros en Castilla…, reg. 426; y como Pelegro de Genoa en Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…I, reg. 1.145, 28-II-1495. 24. Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…I, reg. 1.150, 9-III-1495. 25. Bello León, J.M., Extranjeros en Castilla…, reg. 442, 18-III-1495. 26. Ibidem, reg. 468, 23-VI-1495. 27. Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…I, reg. 889, 16-VII-1495.
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(Bartolomeo Sopranis de Rivarolo, Battista Centurione y Giovanni Battista Moneglia), como para 1519 (Leonardo Cattano, Jácome Merlasín y Giovanni Rivarolo), sin que hasta el momento hayan traslucido los motivos por los que ejercían el cargo más de dos individuos, si fue un cambio de tendencia o debido a circunstancias extraordinarias. Tampoco se puede descartar que, al menos en ocasiones concretas, algunos ejercieran el cargo desde el año anterior y fueran sustituidos a lo largo del año en curso, de modo que el oficio no se ocuparía por años naturales. Así por ejemplo, en abril de 1506 actuaban como cónsules de la nación Edoardo Scaglia y Giuliano Calvo, mientras que en agosto y septiembre de ese año actuaban como tales Lucio Battista Adorno y Giacomo Grimaldi28. De la misma manera, en marzo de 1511 ocupaban el oficio Ottaviano Calvo y Bartolomeo Rivarolo, mientras que en julio los titulares eran Giovanni Rivarolo y Francesco Spinola29. Para terminar de trazar el panorama institucional sería necesario conocer los consejeros con los que los cónsules colegiaban las decisiones que afectaban a la nación. En una única ocasión conocemos sus identidades, precisamente durante el consulado de Lucio Battista Adorno y Giacomo Grimaldi en 1506. Efectivamente, en agosto de ese año apoderaron a Pedro de Mayorga para que entregara un requerimiento al mercader Luigi Rivarolo, lo que hizo veinte días más tarde en la iglesia de Santa María la Mayor a las once de la mañana. También apoderaron al procurador hispalense los consejeros Edoardo Scaglia y Giuliano Calvo –los cónsules inmediatamente salientes–, Bernardo Grimaldi y Silvestre de Brine30. Una comparación con la nómina de cónsules revela que todos habían sido previamente cónsules, por lo que la experiencia les haría especialmente aptos para el puesto. Pero, sobre todo, se confirmaría la tendencia a concentrar el poder institucional en unas pocas familias destacadas, que de forma endogámica controlarían los mecanismos que regían la comunidad y resolvían los conflictos aparecidos en su seno. Además, su posición como interlocutores con las autoridades castellanas –de las municipales a la Corona– y la
28. Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…II, regs. 1.522 (2-IV-1506), 1.690 (19-IX-1506), 1.725 (29-VIII-1506). 29. Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…III, regs. 1.049 (10-III-1511) y 1.433 (6-VII-1511). 30. Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…II, reg. 1.690, 19-IX-1506 y reg. 1.725, 29-VIII-1506.
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nobleza facilitaban de modo decisivo las oportunidades de negocio, así como su integración y promoción social en Andalucía31. Asimismo, otro cargo relacionado con el consulado ligur es el de corredor de la lonja de los genoveses, sobre el que prácticamente nada se sabe. De hecho, el oficio no figuraba en el privilegio fundacional, sino que fue concedido por Enrique II a petición del cónsul Perián de Negro en 1366. El monarca otorgó que fueran dos y actuaran al igual que los demás corredores, esto es, jurando el cargo y otorgando fiadores32. La concesión estuvo envuelta en polémica porque los corredores de lonja o de Aduana de Sevilla protestaron entonces y de nuevo a mediados del siglo XV ante lo que consideraban una intromisión33. Comoquiera que fuera, al igual que ocurre con los cónsules y los consejeros, es necesario conocer sus titulares para poder determinar su posición en el seno de la comunidad. Desafortunadamente, los escasos datos localizados proceden de finales del siglo XV y principios del XVI: Esteban de Pasanno renunció por enfermedad en abril de 1493 y fue sustituido por Silvestre Vento34. Por otra parte, se desconoce la duración del oficio, tal vez válido asimismo por anualidades. Pero algunos indicios señalan que podía ocuparse de manera reiterada y por miembros de cierto peso en la comunidad. Así, Girolamo Salvago figura como corredor en 1496, 1501 y 1508; en el último año además llegó al consulado35. Por su parte, Silvestre Vento, a quien hemos visto sustituyendo a Esteban de Pasanno en 1493, ejercía de nuevo como corredor en 1508. El inventario de sus bienes confirma que se trataba de una persona con una holgada solvencia económica: propietario de unas casas y un almacén de aceite en la colación de Santa María, tenía además una esclava negra con dos hijos, a los que ahorraba, así como numerosos enseres y ropajes de calidad36. El último corredor cuya
31. Sobre los mecanismos de integración y promoción social empleados por los genoveses en Andalucía me remito a González Arévalo, R. “Integración y movilidad social…”: 377-388. 32. González Arce, J.D. “El consulado genovés…”, p. 192. 33. Aznar Vallejo, E. “Los corredores de Lonja en la Sevilla bajomedieval”, Historia. Instituciones. Documentos, 31, 2004: 42-43. 34. Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…I, reg. 746, 22-IV-1493. 35. Bello León, J.M., Extranjeros en Castilla…, regs. 534, 824, 858, 859, 910; Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…II, reg. 1.286, 20-V-1496; Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…III, reg. 518, 8-IV-1508; reg. 1.205, 4-XII-1408. 36. Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…III, regs. 72, 21-I-1508; 255, 21-II-1508. Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…IV, reg. 907, 14-XI-1510.
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identidad se conoce es Antonio Pinello, que ocupó el oficio en 151137. Enrique Otte recoge también como corredores de Lonja a Opcio Fornari (1501), Melchiore Grimaldi (1512-1515) y Simone de Forne (en fecha no especificada entre 1508 y 1515)38. Por otra parte, las actividades desarrolladas como corredores debían quedar recogidas en el “libro del corredor”, al que se remitía Lucio Pinello en un codicilo y en su testamento para acreditar las deudas que se debían saldar cuando falleciera39. Aunque lo normal era que las cuestiones que afectaban a la nación se encauzaran a través de los cónsules de Sevilla, hubo excepciones, fruto de situaciones particulares. Así, en 1493 los genoveses de Cádiz elevaron una petición a los Reyes Católicos. El puerto era el más importante del sur ibérico para las flotas italianas que surcaban la ruta de Poniente, con la marina genovesa a la cabeza40. Los ligures en particular tuvieron un arraigo muy fuerte en la segunda mitad del siglo XV41. A principios del siglo XVI un mercader milanés anónimo apreciaba que “In Cadis sono più forestieri che terreri, ma il più sono Genovesi, quali sono circa ad 500, comptato li artesi”, lo que da una idea del peso de la comunidad en la población local42. En este contexto, es normal que se instituyera un consulado en la ciudad, que cobraría más sentido aún con su integración en el señorío de los Ponce de León, de 1466 a 1493. Tras el fallecimiento del marqués de Cádiz en este último año la ciudad volvió a la jurisdicción realenga. Probablemente los genoveses establecidos en ella temieron por sus privilegios. Hay que tener presente que, según confirman los manuales de mercancías florentinos, desde el siglo XIV los ligures pagaban un
37. Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…IV, regs. 1.041, 7-III-1511; 1.213, 15-V-1511. 38. Otte, E. Sevilla y sus mercaderes a fines de la Edad Media, Sevilla, 1996: 187, 206 (nota 172). 39. Lacueva Muñoz, J.J. Comerciantes de Sevilla…III, regs. 1.218, 7-XII-1508; 1.269, 5-I-1509. 40. Ríos Toledano, D. “Cádiz y el comercio marítimo genovés en el siglo XIV”, Medievalismo, 28, 2018: 271-293; González Arévalo, R. “En el Mediterráneo atlántico. Andalucía y las marinas italianas en la ruta de Poniente (siglo XV)”, en Solórzano Telechea, J.Á. y Martín Pérez, F. (eds.) Las rutas de comunicación marítima y terrestre en la península ibérica en la Baja Edad Media, La Ergástula, Madrid, 2020: 161-189. 41. Martín Gutiérrez, E. “Nuevos datos sobre la población y los genoveses en la ciudad de Cádiz. Una relectura del padrón de vecinos de 1467”, En la España Medieval, 29, 2006: 187-223. 42. Monga, L. (ed.) Un mercante di Milano in Europa. Diario di viaggio del primo Cinquecento, Jaca Book, Milán, 1985: 140.
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tipo reducido del 5% en el almojarifazgo hispalense frente al 10% general43. Al mismo tiempo, los monarcas castellanos estaban decididos no solo a recuperar el control de los derechos aduaneros del territorio, sino también a unificarlos, lo que derivó en complicadas disputas44. En consecuencia, los ligures elevaron una petición solicitando que los almojarifes “fagan como fasta agora se ha acostunbrado hazer en esta çibdad”. Además, “Yten, que por quanto no es uso ni costunbre de pagar alcavalas de ningunas mercadorias que en esta çibdad se tratan, que non seamos fatygados nin afrentados de los almoxarifes por ello, porque ya mas se ha pagado, e sy la tal alcavala se oviese de pagar non lo podryan sufrir los mercadores e las mercadorias non vernían a esta çibdad, porque es escala franca e las mercadorias que en esta çibdad se ponen se reparten por todo el reyno y non sufren las dichas alcabalas” 45.
En realidad, los problemas de los genoveses en torno al pago de la alcabala habían sido una constante desde el siglo XIII, pues en teoría estaban exentos –salvo de la del aceite– pero los arrendatarios de la renta no siempre lo respetaron46. Resulta evidente que los genoveses de Cádiz buscaron ratificar las condiciones acordadas en el pasado y que claramente se habían respetado bajo el gobierno de Rodrigo Ponce de León. La respuesta de la Corona no fue inmediata, pero sí positiva. Efectivamente, en septiembre de 1494 los monarcas escribieron al concejo gaditano para notificarle que debían respetar los privilegios de los ligures estantes durante el desarrollo de sus actividades comerciales en la ciudad47. Sin embargo, resulta llamativo que la petición no la efectuara el cónsul el nombre de la comunidad, sino sus integrantes en su conjunto. Desconoce-
43. González Arévalo, R. “Comercio exterior del Reino de Sevilla a través de los manuales de mercaderías italianos bajomedievales”, Historia. Instituciones. Documentos, 38, 2011: 38. 44. González Arce, J.D. “Pugnas entre monarquía y aristocracia por el control de los almojarifazgos costeros y otros derechos aduaneros de la Andalucía atlántica en el reinado de los Reyes Católicos”, Anuario de Estudios Medievales, 47/1, 2017: 73-106; isdem, “La adaptación de la fiscalidad aduanera a los intereses repobladores, comerciales y políticos. Andalucía, 1241-1550”, Hispania, 78/258, 2018: 39-67. 45. Ladero Quesada, M.Á. “Unas cuentas en Cádiz (1485-1486)”, Cuadernos de Estudios Medievales, 2-3, 19741975: doc. 3 del apéndice. 46. González Arce, J.D., “El consulado genovés…”: 196-202. 47. Archivo General de Simancas, Cámara de Castilla, Cédulas, 1, 129, 1, 2-IX-1494. Agradezco a Daniel Ríos Toledano que me señalara la existencia de este documento.
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mos casi todo del funcionamiento interno de este consulado. Puede que en ese momento el puesto estuviera vacante. O que prefirieran actuar como comunidad en vez de a través del cónsul propio para evitar la confrontación con los cónsules de Sevilla. Tampoco se puede descartar que hubiera desacuerdos sobre la jurisdicción y que, al igual que ocurría con los almojarifes de Sevilla y Cádiz, el cónsul gaditano buscara actuar de manera autónoma y no supeditada a los hispalenses. De cualquier manera, son preguntas para las que no hay respuesta por el momento. Hubo un tercer consulado genovés en Sanlúcar de Barrameda, capital de los Estados de la Casa de Guzmán, del que se sabe menos todavía. Efectivamente, en la década de 1430 aún no estaría operativo, pues cuando la carraca de Aran y Giovanni Ardimento naufragó en la desembocadura del Guadalquivir en 1432 los patrones se dirigieron a los cónsules de la nación en Sevilla para buscar amparo ante Juan II, que decretó que todas las mercancías genovesas que se habían perdido por la tormenta debían ser devueltas 48. La única noticia, ofrecida por el profesor Heers, procede de tres décadas más tarde, cuando apenas se contaban cuatro miembros de la nación arraigados en el territorio 49. No se puede descartar que, en realidad, el cónsul de la villa fuera un súbdito del duque, como ocurría con el cónsul de los venecianos. De cualquier modo, su relevancia sería ciertamente escasa, no solo frente al consulado de Cádiz, sino sobre todo frente al de Sevilla. Hay una última cuestión relacionada con los consulados genoveses en Castilla. Efectivamente, en el contexto de la guerra civil castellana que enfrentó a Enrique IV con su hermanastro, el infante Alfonso escribió el 30 de mayo de 1468 al Adelantado Mayor Pedro Fajardo en los siguientes términos: “Vos do poder e abtoridad e facultad para que de aquí adelante, en cada año o por el tienpo o tienpos que vos entendades que cunple a mi servicio, en cada año o por el tienpo o tienpos que vos entendades que cunple a mi servicio, podades poner e nombrar en mi nonbre una buena persona, idónea e sufíçiente, por cónsul en las dichas çibdades de Murçia e Cartajena e en las otras çibdades e villas e logares de dicho regno de Murçia, para que tenga el
48. González Gallego, I. “El Libro de privilegios…”: doc. XXXIX. 49. Heers, J. Gênes au XVe siècle. Activité économique et problèmes sociaux, SEVPEN, París, 1961: 484-485.
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dicho ofiçio de consolazgo e use del por sí e por sus logartenientes en todas las dichas çibdades e villas e logares e en cada una dellas”50.
El consulado murciano nunca entró en funcionamiento. El autoproclamado Alfonso XII falleció un mes después de firmar la carta real, el 5 de julio de ese año. Ante el nuevo escenario político es probable que Pedro Fajardo no se atreviera a continuar con una medida impulsada por un aspirante rebelde que ya no podía avalarle. Por otra parte, no se puede descartar que Enrique IV tampoco apoyara una medida que se había expresado en términos de cesión de una prerrogativa real –el nombramiento de los cónsules de la nación genovesa– a uno de los personajes más poderosos del sudeste castellano, con una fuerte tendencia a actuar de forma autónoma en un territorio que consideraba propio51. Más aún, conocidos los vínculos del noble con los genoveses de la región, la creación de un consulado autónomo, que escapara a la jurisdicción del hispalense, solo podía contribuir a socavar la autoridad de la Corona en el reino murciano52. El documento alfonsino aporta sin embargo un dato inesperado cuya realidad no se ha constatado: el nombramiento de lugartenientes. El consulado sevillano era el modelo evidente para el murciano. Sin embargo, la documentación referente al primero no ha revelado en ningún momento la existencia de lugartenientes ni otras figuras análogas que actuaran en nombre de los cónsules hispalenses. Por el contrario, todos los indicios confirman que actuaban directamente, también allí donde aparentemente había cónsules ligures, como Cádiz. Así, en 1491 Pietro Centurione había demandado a Luciano Spinola ante la justicia gaditana. El demandante no solo no recurrió al cónsul genovés en la ciudad, sino que el demandado, en su defensa, solicitó al Consejo Real acogerse al privilegio de ser juzgado únicamente ante los cónsules de la nación en Sevilla53.
50. El documento, procedente del Archivo General Fundación Casa Medina Sidonia, fue publicado en el apéndice documental de Montojo Montojo, V. “Cartagena en la época de los Reyes Católicos (1474-1516)”, Murgetana, 71, 1987: 49-71. 51. Sobre este personaje y el poder de los Fajardo en Murcia véanse Torres Fontes, Don Pedro Fajardo, Adelantado Mayor del Reino de Murcia, Madrid, 1953; Franco Silva, A. “Los señoríos de los Fajardo entre el reino de Murcia y el obispado de Almería”, Murgetana, 89, 1994: 5-43. 52. Aspectos desarrollados en Quinteros Cortés, J. “Los genoveses, el adelantado Pedro Fajardo y Enrique IV: comercio, fraudes y ambiciones territoriales en el Reino de Murcia (1454-1474)”, Anuario de Estudios Medievales, 41/1, 2011: 93-123. 53. AGS, Registro General del Sello, Octubre 1491, fol. 24, 24-X-1491. Aspectos desarrollados en González Arévalo, R. “Exilio, diversificación y superación. Estrategias de supervivencia de los Spinola de Granada ante la guerra final de conquista (1481-1492)”, Reti Medievali, 14/2, 2013: 104.
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2. EL GIRO A OCCIDENTE: PRIVILEGIOS Y CONSULADOS VENECIANOS EN CASTILLA Con cierta frecuencia la perspectiva excesivamente autóctona o la identificación de un modelo de éxito han distorsionado la aproximación a las realidades extranjeras en Castilla. Así, la nación genovesa se ha erigido como modelo por el volumen demográfico, el alcance de las operaciones mercantiles y financieras, la capacidad de arraigo en el territorio a través de la inserción y el ascenso en la sociedad local, el número y la importancia de los privilegios obtenidos y la actividad de sus consulados. Contra esos parámetros erigidos en modelo se han medido el resto de naciones italianas, ninguna de las cuales alcanzó a la ligur en número ni en actividades económicas. Sin embargo, para valorar el éxito o el fracaso de sus estrategias hay que conocer cuáles eran sus objetivos iniciales, de modo que los resultados se valoren en función de sus metas y realidades54. No cabe duda de que el interés de Venecia por Occidente se desarrolló a partir de la entrada en funcionamiento del sistema de la muda, los convoyes de galeras mercantiles de la república, que en 1315 puso en marcha la línea de Flandes55. El paso anual del Estrecho de Gibraltar puso en contacto directo Castilla y Venecia, aunque el interés mercantil veneciano se concentró en Cádiz y, en menor medida, en Sevilla y Sanlúcar de Barrameda. En este contexto, la necesidad de solicitar salvoconductos regios y algunos incidentes sufridos por embarcaciones venecianas a manos de atacantes castellanos propiciaron el envío de algunas embajadas que se saldaron de modo positivo para los intereses de la república56. Este es el marco en el que encontramos, inesperadamente, la concesión de un privilegio en los puertos de la cornisa cantábrica, conocido pero no estudiado
54. Se trata de un nuevo acercamiento metodológico que ha dado excelentes resultados en el estudio de la intervención institucional en materia de navegación desde una perspectiva comparada, incidiendo en la necesidad de abandonar el modelo veneciano como paradigma de éxito absoluto, para centrarse en las realidades encontradas en Génova, Venecia, Florencia y la Corona de Aragón. Los resultados, obra de especialistas como Giovanna Petti Balbi, Bernard Doumerc, Sergio Tognetti, Raúl González Arévalo, Damien Coulon y David Igual Luis, están recogidos en González Arévalo, R. Navegación institucional y navegación privada en el Mediterráneo medieval, Alhulia, Granada, 2016. 55. Stöckly, D. Le système de l’Incanto des galées du marché à Venise, fin XIIIe – milieu XVe siècle, Brill, BostonLeyden, 1995. 56. González Arévalo, R. “Del Adriático…”.
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ni publicado hasta la fecha57. Así, en marzo de 1357 Zag ha-Leví y sus compañeros, como arrendadores de la renta cobrada en los puertos castellanos comprendidos entre San Vicente de la Barquera y Fuenterrabía, concedieron una reducción de un tercio en el pago a las galeras de Flandes, con el visto bueno regio. Se nombran expresamente, de oeste a este, San Vicente de la Barquera, Santander, Laredo, Castro Urdiales, Motrico, Guetaria, San Sebastián y Fuenterrabía, además de “certos portus qui sunt in Guipuscha”, cuya identidad no se especifica. Extrañamente, también se citan Pancorbo y Vitoria, que no son puertos de mar. No se puede descartar que su presencia esté relacionada con la posibilidad de abonar los derechos portuarios en el trayecto desde Burgos hasta los puertos vizcaínos, en cuyo camino se encontraban. No en vano, el hebreo cabeza del arrendamiento, Zag ha-Leví (“Dum Zagus, filius Abrae Levi de Burgis”), era uno de los judíos más prominentes de la comunidad semítica en la capital castellana58. La reducción de la tasa se concedió a Desiderato Lucio como embajador del dogo y la comuna de Venecia ante el rey de Castilla, por un plazo de dos años a contar desde el 1 de enero anterior, para todos los ciudadanos, súbditos y embarcaciones venecianos que llegaran con sus mercancías a los puertos citados. Pero, llegados a este punto, resulta muy importante conocer el sentido de la misión diplomática para comprender el origen de la iniciativa y su objetivo. El 24 de diciembre de 1356 en Senado veneciano decidió escribir al conde de Flandes y al rey de Inglaterra para solicitar salvoconductos para las galeras que zarparían la primavera siguiente. El mismo día se decidió enviar “una sufficiens et discreta persona” que pidiera seguridad para el convoy al rey de Castilla. Y si el monarca formulaba alguna reclamación por algún acto de represalia, el enviado debía invitar al damnificado a acudir a Venecia, prometiendo que se haría justicia59. No cabe duda de que la petición de seguridad a los soberanos de Flandes, Inglaterra y Castilla estaba relacionada con la situación internacional, la Guerra de
57. Archivio di Stato di Venezia, Commemoriali, reg. 5, fols. 93 r-v, 23-III-1357. 58. Cantera Burgos, F. Alvar García de Santa María y su familia de conversos. Historia de la Judería de Burgos y de sus conversos más egregios, Instituto Arias Montano, Madrid, 1952: 17, 52 (nota 36) y especialmente 287-288, incluyendo la mención al documento, aunque apenas se señala la información de una regesta decimonónica. 59. ASVe, Senato, Deliberazioni. Misti, reg. 27, fol. 107v, 24-XII-1356.
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los Cien Años, y una de sus conexiones ibéricas, el estallido de la Guerra de los Dos Pedros en 1356. Esta última circunstancia es la que explica, además, el ataque a la coca de Nicola Cocco por catorce galeras castellanas en aguas de Ibiza, víctima del conflicto castellano-aragonés, pero probablemente también de sus antecedentes, la alianza entre Castilla y Génova de una parte, y de otra la liga véneto-aragonesa contra la Superba en 135160. La nave veneciana fue llevada a Algeciras y posteriormente a Sevilla, donde fue vendida por 1.300 doblas castellanas, de las que el genovés Giorgio Nigro recibió 500. El incidente provocó que a finales de enero de 1357 el Senado añadiera a la misión del embajador Lucio las negociaciones para lograr la devolución de la coca y de los bienes que transportaba61. El diplomático debió partir inmediatamente después, pues la franquicia se concedió estando en presencia regia. En consecuencia, de la lectura de las actas del Senado veneciano resulta evidente que la misión de Desiderato Lucio –financiada con un gravamen extraordinario sobre las mercancías exportadas e importadas desde Flandes62– consistía básicamente en lograr patentes de seguro para la muda de Flandes que partiría en breve y la reparación de los daños sufridos por la coca de Nicola Cocco. En ningún momento se expresa la intención de obtener otro tipo de condiciones favorables para la navegación y el comercio veneciano en los puertos castellanos. Más aún, las órdenes del Senado establecían con claridad los puertos en los que el convoy de Flandes podía hacer escala. En aguas ibéricas solo se contemplaban Mallorca, Cádiz y Lisboa. Por consiguiente, se podría deducir que Desiderato Lucio coincidió con Zag ha-Leví en la corte castellana y el recaudador hebreo, vislumbrando una oportunidad de negocio, intentó atraer la presencia de galeras y otras embarcaciones venecianas de titularidad privada a los puertos cántabros y vizcaínos con la concesión de una reducción en los derechos que cobraba en un tercio. La prueba última de que la iniciativa no había partido de la Serenísima la proporcionaría el hecho de que no hay noticias de que la flota veneciana frecuentara los puertos castellanos en el Cantábrico, donde los mercaderes de la república no tenían intereses de ninguna clase.
60. Cabezuelo Priego, V. “Diplomacia y guerra en el Mediterráneo medieval. La liga véneto-aragonesa contra Génova de 1351”, Anuario de Estudios Medievales, 36/1, 2006: 253-294. 61. ASVe, Senato, Deliberazioni. Misti, reg. 27, fol. 110r, 23-I-1357. 62. Orlando, E. (ed.), Venezia – Senato. Deliberazioni miste. Registro XXVIII (1357-1359), Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Art, Venecia, 2009: §41, 21.
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El verdadero privilegio, el que equiparaba en buena medida las condiciones de los venecianos a los genoveses, es el que concedió Juan I de Castilla en Toro el 12 de abril de 1383. Efectivamente, “por razón que el duque e la comunidat de la çiudat de Veneçia nos enbiaron suplicar que nos plugese que los mercaderes […] de la dicha çiudat, sus súbditos, viniesen con sus averes e mercadorías a la nuestra çiudat de Sevilla, e a todas las otras çiudades e villas e lugares de los nuestros reynos do ellos quisieren et que pudiessen en ellas morar e poner y lonjas, e que oviesen previllegios e franquezas e libertades segúnd los han los ginoveses e catalanes, e Nos, por les fazer buena merçed tovímoslo por bien e es nuestra merçet que los mercaderes e vezinos de la dicha çiudat de Veneçia e de su comunidat e sus súbditos, e cada uno dellos, que vengan e puedan venir con sus averes e mercaderías a la dicha nuestra çiudat de Sevilla e a todas las otras nuestras çiudades, e villas e lugares de los nuestros reynos do ellos quisieren, e que ayan los privillegios, franquezas e libertades que han los ginoveses e catalanes que moran en la dicha çiudat e tienen y su lonja, e que les anparen e defiendan con las dichas franquezas e libertades”63.
Del privilegio de Juan I, inserto en la confirmación de su hijo Enrique III, no cabe duda alguna de que en esta ocasión la iniciativa partió de la Serenísima, que solicitó y obtuvo las mismas condiciones que genoveses y catalanes: exenciones fiscales y la apertura de un consulado64. Al igual que fue costumbre con los ligures, el documento se emitió asimismo en castellano, y aunque Sevilla figura como polo mercantil y diplomático al ser la sede del consulado, la aplicación de las disposiciones alcanzaba todo el territorio. En lo que sí difiere de los privilegios fundacionales de los genoveses es que a los venecianos no se les concedió un barrio en el que asentarse, pero en el siglo XIV las condiciones eran otras. De una parte, el proceso repoblador estaba completamente afianzado y se habían asegurado las condiciones económicas que convirtieron
63. ASVe, Miscellanea. Atti Diplomatici e privati, busta 29, 860. El privilegio se encuentra en curso de edición y estudio. 64. Para los catalanes en la Andalucía bajomedieval, sin ánimo de ser exhaustivo, véase Ferrer i Mallol, M.ª T. “El comercio catalán en Andalucía a fines del siglo XV”, en González Jiménez, M. (ed.) y Montes Romero-Camacho, I. (coord.) La Península Ibérica en la Era de los Descubrimientos, 1391-1492. Actas de las III Jornadas HispanoPortuguesas de Historia Medieval (1991), Junta de Andalucía, Sevilla, 1997: tomo I, 421-452; Diago Hernando, M. “Relaciones comerciales de la Corona de Aragón con la Andalucía Atlántica durante el siglo XIV y primera mitad del XV”, Historia. Instituciones. Documentos, 27, 2000: 19-54; Bello León, J.M. “La presencia catalana en la Andalucía occidental a finales de la Edad Media”, Anuario de Estudios Medievales, 40/1, 2010: 93-127.
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a la capital hispalense en la capital de facto de Castilla. Y de otra, los propios genoveses habían dejado de vivir concentrados en torno al barrio de Genua65. Afortunadamente, se conocen las circunstancias que propiciaron la embajada y la petición. A principios de febrero de 1383 los venecianos ser Egidio Mauroceno y ser Nicola de Olto tenían intención de dirigirse a Sevilla para comerciar. La república decidió aprovechar su viaje para intentar lograr la misma protección jurídica de que gozaban otras naciones mercantiles. Las razones estaban claras: “ipse locus sit insolitus et non sunt asueti nostri mercatores in partibus illis”66. El momento para intentar afianzar las mejores condiciones posibles en Castilla no parece casual. En 1381 se había firmado la Paz de Turín, que puso fin a la Guerra de Chioggia, de la que Venecia salió triunfante sobre su secular enemiga, Génova67. Así las cosas, con la Superba extenuada por el conflicto, no cabía temer ataques ligures en un territorio donde eran fuertes. Al mismo tiempo, parece obvio que Castilla estaba deseando abrirse a nuevas realidades mercantiles, pues la misión diplomática se decidió a principios de febrero y el privilegio se firmó el 12 de abril de 1353. Contando con el tiempo de desplazamiento desde Venecia hasta Andalucía y posteriormente a la Corte, resulta evidente que la respuesta positiva de Juan I a la petición de los venecianos fue inmediata. A pesar del privilegio de 1383, la presencia veneciana aún tardaría en afianzarse en Castilla. Efectivamente, solo la renovación del documento por Enrique III en Madrid el 10 de noviembre de 1398 dio un nuevo impulso a las relaciones mercantiles castellano-venecianas y despejó definitivamente el camino para la apertura de un consulado. Así, “el duc e comunidat de la çiudat de Veneçia me enbió dezir por miçer Antonio Espaletín su enbaxador, que ya otra vez por ellos fuera enbiado suplicar al rey don Johan mi padre (…) que por quanto ellos querían usar con sus mercaderías e estar en los sus reynos si a la su magestad ploguiese, segúnd estavan los genoveses e catalanes, que le pedían por merçed que le plogese dello e les diesse para ello los privillegios e franquezas que en los mis reynos
65. Efectivamente, el padrón sevillano de 1384 confirma que la calle de Génova no estaba habitada preferentemente por ligures, pues apenas hay ocho italianos de un total de cincuenta y cinco individuos, el 15% de los vecinos del barrio. Cf. González Arévalo, R. “Vecinos y propietarios…”: 261-262 y Cuadro 2. 66. ASVe, Senato, Deliberazioni. Misti, reg. 38 (1383-1384), s.f., 6-II-1383. 67. Los detalles en Musarra, A. Il Grifo e il Leone…: 264-270.
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avián los dichos (genoveses e catalanes), por lo qual dizen que el dicho rey mi padre e mi señor les dio un privillegio del qual me mostró el traslado signado de escrivano público”68.
En realidad, el envío de la embajada encabezada por Antonio Spalatino se decidió en agosto de 1398 después de que el Senado tuviera conocimiento de que la nave de Gasparino Mauroceno, que se dirigía a Flandes, hubiera sido retenida en Cádiz por orden de Enrique III, como represalia por la agresión sufrida en el Mediterráneo oriental por una embarcación vasca al servicio del rey de Chipre, atacada por las galeras de la muda de Beirut comandadas por Marco Faliero. Una vez más, Venecia logró todos sus objetivos, pues en noviembre la nave de Mauroceno ponía rumbo a Mónaco o Génova y Spalatino regresaba a la laguna con la confirmación de los privilegios otorgados de 138369. La renovación de las prerrogativas y franquicias hay que entenderla en un contexto mucho más amplio, por el que Venecia, aun manteniendo el núcleo de su poder en el Mediterráneo oriental70, consolidaba el giro a Occidente, donde buscaba afianzar sus intereses y abrir nuevos horizontes, en particular en la península ibérica71. Finalmente, en marzo de 1402 el Senado veneciano determinó que se eligiera “unus nostrus ambasiator et consul Sibilie”72. El elegido detentaría el encargo por un período de cuatro años. El salario era de 400 ducados de oro anuales, a partir del día en que llegara a la ciudad. Con el estipendio debía cubrir también los gastos derivados de contar con tres sirvientes, incluyendo un
68. ASVe, Miscellanea. Atti Diplomatici e privati, busta 29, 860. 69. ASVe, Senato, Deliberazioni. Misti, reg. 44 (1397-1399), fols. 60 r-vº, 62vº, 29-VIII, 5 y 13-IX-1398. 70. Thiriet, F. La Romanie vénitienne au moyen-âge. Le développement et l’exploitation du domaine colonial vénitien (XIIe-XVe siècle), De Brocard, París, 1959. 71. Congdon, E. C. Venetian mercantile presence in the Western Mediterranean, 1398-1405, Tesis Doctoral inédita, Cambridge, Cambridge University, 1996. En el sur peninsular el desarrollo fue prácticamente a la par en el emirato nazarí y en Castilla. Cf. Fábregas García, A. “Acercamientos y acuerdos comerciales entre Granada y Venecia al filo de 1400”, Anuario de Estudios Medievales, 40/2, 2010: 643-664; González Arévalo, R. “Italian Renaissance Diplomacy and Commerce with Western Mediterranean Islam: Venice, Florence and the Nasrid Kingdom of Granada in the Fifteenth Century”, I Tatti Studies in the Italian Renaissance, 18/1, 2015: 215-232; González Arévalo, R. “Galeras y mercaderes venecianos en el Reino de Granada. Nuevas aportaciones desde las fuentes vénetas (siglo XV)”, Mainake, 36, 2016: 247-262. 72. Las informaciones sobre el consulado veneciano de Sevilla están tomadas, resumidas, de González Arévalo, R. “Cum necessarium…”.
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trujamán que conociera el latín y el árabe. Sin embargo, no se debe olvidar que desde la capital hispalense se mantenían relaciones con la Berbería de Poniente, esto es, el Magreb atlántico, de modo que no se descarta que pudiera resultar útil en los negocios desarrollados por los venecianos en la ciudad. Para los desplazamientos que tuviera que realizar el cónsul se preveía que tuviera tres caballos o mulos. Por último, entre el personal del consulado se incluía también un prete-notaio, un clérigo que ejerciera las funciones de notario según la tradición notarial veneciana, con un salario de 25 ducados de oro anuales pagados por la república. El personal consular y sus pertenencias se desplazarían hasta Sevilla con la muda de Flandes, que debía dejarles en el lugar más cercano a la ciudad al que llegara el convoy, probablemente Cádiz, pues Sanlúcar de Barrameda en estos momentos no comparecía aún entre las escalas oficiales de la navegación veneciana, y cuando lo haga será en la ruta de la muda de Berbería. El mantenimiento del consulado se financiaría con un tributo del 1% del valor de las mercancías de toda galera o navío privado que se dirigiera desde Venecia o de cualquier otro lugar ad dictas partes Sibilie. Por el contrario, los bienes exportados desde Sevilla tributarían un 0’5% de su valor, y la misma cantidad abonarían los extranjeros que cargaran sus mercancías sobre navíos venecianos. La recaudación la remitiría el cónsul a Venecia mediante letras de cambio que debía llevar el capitán de las galeras de Flandes, que previsiblemente las recibiría en Cádiz en el viaje de regreso del convoy. Quienes no tributaran como estaba previsto incurrirían en una pena por fraude del 25% del valor de la mercancía. El consulado veneciano de Sevilla, al que se había dado el mismo rango de primera importancia que a otros del Occidente europeo como Londres y Brujas, no cubrió las expectativas de la República de San Marcos, cuyo Senado determinó el cierre del consulado en junio de 1407. Así pues, la Serenísima renunció provisionalmente a la representación consular oficial, pero activó un mecanismo oficioso por el que la nación mercantil residente tendrían que elegir un vicecónsul que haría sus funciones. En 1410 el cargo lo desempeñaba Luca Falier, muy activo durante el consulado de Angelo Venier y con importantes intereses mercantiles en el área y en Occidente en el primer cuarto del siglo XV73.
73. ASVe, Senato, Deliberazioni. Misti, reg. 48 (1408-1411), fol. 179v, 20-IX-1410. Nuevas informaciones sobre el consulado veneciano de Sevilla, Angelo Venier y Luca Faliero en González Arévalo, R. y Vidal, T. “Ex scribatur viro
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El cierre de 1407 no fue un punto y final a la aventura consular en Sevilla. Tres lustros más tarde, en junio de 1423 se discutió en el Senado la conveniencia de abrir de nuevo la sede hispalense, en las mismas condiciones iniciales. La iniciativa fue rechaza por 15 votos a favor, 89 en contra y 7 abstenciones74. La primavera siguiente, con ocasión de los preparativos para solicitar el cumplimiento de las reparaciones acordadas por el ataque a la galera Pasqualiga, se discutió también la conveniencia de que el embajador permaneciera como cónsul en Sevilla, si bien se proponía una modificación importante en las condiciones económicas. Así, se planteó que las embarcaciones que se dirigían a Flandes e Inglaterra abonaran 20 ducados en Cádiz para mantenimiento del consulado. Una vez más se rehusó la reapertura con un resultado claro, aunque menos contundente: 52 votos a favor, 77 en contra y 15 abstenciones75. La necesidad de contar con representación consular en Andalucía condujo a una solución de compromiso. Así, el 12 de abril de 1424 se decidió que el castellano Bartolomé García, vecino de Cádiz, ejerciera de cónsul de la nación “sicut per fidedigna informationem habuimos fecerit multa in comodum et utilitate mercatorum nostrorum ad eum locit declinantium”. Por su labor cobraría un ducado de cada galera o embarcación veneciana que descargara mercancías en el puerto gaditano76. El consulado gaditano parece haber tenido mayor continuidad en el tiempo. Su actividad se circunscribía, básicamente, a procurar salvoconductos para las galeras venecianas. Así lo recogían las órdenes de la muda de Flandes y los gastos previstos en cada escala en 142877. Las órdenes se repiten, sin variación en las condiciones, en la famosa Ragion de’ Marineri de Pietro de’ Versi, escrita en 144478. Tres lustros más
nobili ser Angelo Venerio, consuli nostro Sibilie. Acción consular, comunicación diplomática y estrategia mercantil veneciana en Castilla a principios del siglo XV”, Medievalismo, 31, 2021: 201-234. 74. ASVe, Senato, Deliberazioni, Misti. Registri, reg. 54 (1422-1424), fol. 125r, 25-VI-1423. 75. ASVe, Senato, Deliberazioni, Misti. Registri, reg. 55 (1424-1426), fol. 13v, 10-IV-1424. 76. ASVe, Senato, Deliberazioni, Misti. Registri, reg. 55 (1424-1426), fol. 16v, 12-IV-1424. 77. Blason, M. “Il C.M. 17 della Biblioteca Civica di Padova e la rotta veneziana delle galee di Fiandra (1428)”, Bollettino del Museo Civico di Padova, Annata LXXIII, 1984: 176. 78. Conterio, A (ed.) Pietro di Versi. Raxion de’ Marineri. Taccuino nautico del XV secolo, Il Comitato Editore, Venecia, 1991: 82. Información repetida asimismo en otro texto inédito que copia a Versi. Pittarello, O. (ed.) Alcune raxion per marineri. Un manuale veneziano del secolo xv per gente di mare, Il Poligrafo, Venecia, 2006: 147-148.
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tarde incluso conocemos la identidad de otro cónsul, Marino Crivelli, que en enero de 1459 se estaba trasladando de Cádiz a Jerez de la Frontera para avecindarse en esta última79. Las últimas noticias sobre el cónsul proceden del final de la década. Así, en 1467 Crivelli figura inscrito en el padrón de vecinos de Cádiz como cabeza de una casa compuesta por trece personas, y al año siguiente recibía dos fanegas del abastecimiento de pan y trigo enviado desde la vecina Jerez80. En consecuencia, también los venecianos tenían consulados en Sevilla y Cádiz, aunque para la primera faltan por descubrir más datos sobre la reapertura del consulado en la segunda mitad del siglo XV, cuando se conoce la identidad de dos de sus titulares, Antonio da Ca da Mosto (1465) y Lorenzo Sacente (1480)81. A diferencia de los genoveses, los venecianos parecen haber sido objeto de deseo en mayor medida por parte de los duques de Medina Sidonia, que procuraron atraer su presencia a Sanlúcar de Barrameda con la concesión de diversos privilegios y la designación como cónsul de la nación de un súbdito de los Guzmán, en un contexto de rivalidad acérrima con el puerto de Cádiz y los Ponce de León82. La embajada encabezada por el humanista Bernardo Bembo para solicitar la devolución de las mercancías transportadas por la galera Bonza, naufragada en Sanlúcar de Barrameda, condujo a la concesión de un primer privilegio en 1468, renovado una década más tarde83. Sin embargo, las galeras venecianas, que habían tenido la desembocadura del Guadalquivir como cabecera final de la muda de Berbería entre 1439 y 1462, dejaron de hacer escala en la capital de los Estados ducales84. La diplomacia mercantil y sus objetivos emergen con una claridad insuperada en la carta que el duque de Medina Sidonia escribió al dogo veneciano en 1499.
79. Archivo Municipal de Jerez de la Frontera, Actas Capitulares, Año 1459, fol. 4r, 17-I-1459. 80. Martín Gutiérrez, E. “Nuevos datos…”: 214, 216, 219. 81. González Arévalo, R. “Del Guadalquivir…”: 421, 430, 435, 440, 442. 82. González Arévalo, R. “Del Adriático…”: 17-18. 83. La embajada de Bembo en Giannetto, N. Bernardo Bembo. Umanista e político veneziano, Olschki, Florencia, 1985: 26-27 y 115-118. Para la relación entre el puerto sanluqueño y la Serenísima me remito a González Arévalo, R. “En el Rio di Sibilia. Sanlúcar de Barrameda, puerto subsidiario del comercio italiano entre el Mediterráneo y el Atlántico (siglos XIV y XV)”, en prensa. Los privilegios están en curso de edición y estudio. 84. González Arévalo, R. “Del Adriático…”: 21-23.
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Efectivamente, en abril de ese año Juan Alonso Pérez de Guzmán se dirigió a Agostino Barbarigo solicitando la inclusión de Sanlúcar de Barrameda en el recorrido de la muda de Flandes hacia el Mar del Norte. La respuesta no tardó en llegar, pues en agosto de ese mismo año el dogo le manifestaba que nada podía hacer ya para el viaje de ese año, cuyo encante había tenido lugar meses antes y cuyas galeras estaban prontas para zarpar, pero haría lo posible por satisfacer su petición para el viaje del año siguiente85. Al igual que el intento de Zag ha-Leví de atraer la navegación veneciana a los puertos del cantábrico en 1357, el ofrecimiento del duque cayó en saco roto ante el desinterés de Venecia.
3. PRIVILEGIOS SIN NACIÓN Y NACIONES SIN PRIVILEGIO: PISANOS, PLACENTINOS, FLORENTINOS Y MILANESES Genoveses y venecianos no fueron los únicos italianos presentes en Castilla, aunque sí los que efectuaron un despliegue de diplomacia mercantil de mayor calado y continuidad en el tiempo. Pisanos, placentines, florentinos y lombardos tuvieron una presencia desigual. Casi a la par que Fernando III concedía el privilegio fundacional a los genoveses hicieron acto de presencia en Castilla los pisanos. Efectivamente, en marzo de 1256 Alfonso X recibió en Soria una embajada de la Comuna de Pisa, que le ofrecía –sin legitimidad para hacerlo– la corona imperial86. Además, también se selló una alianza comercial el 15 de abril87. El Rey Sabio concedió franquicias en todos los mercados de la corona castellana, así como la posibilidad de nombrar cónsules y regidores según la legislación pisana sobre sus comunidades ultramarinas. Pero, sobre todo, los privilegios se proyectaban sobre futuras adquisiciones alfonsinas, desde el Reino de Sicilia como heredero de los Hohenstaufen a posibles conquistas en el Magreb.
85. Archivo General Fundación Casa Medina Sidonia, Fondo Medina Sidonia, leg. 2395, doc. 27, 9-VIII-1499. Publicada en González Arévalo, R. “Del Adriático…”: 19. 86. Para una visión italiana reciente sobre el papel de Pisa en la elección imperial, véase Demontis, L. Alfonso X e l’Italia: rapporti politici e linguaggi di potere, Edizioni dell’Orso, Alessandria, 2012: 35-62. 87. Documento publicado en dal Borgo, F. Raccolta di scelti diplomi pisani, Giuseppe Borgo, Pisa 1765: doc. XVI, 59-62. El análisis del contenido en dal Borgo, F. Dissertazioni sopra l’istoria pisana, Giovanni Paolo Giovanelli, Pisa, 1761: tomo I, parte I, 315-320.
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A la postre, la falta de confirmación de Alfonso X como emperador debido a la doble elección imperial frustró el desarrollo de la alianza castellano-pisana. Tampoco hay que olvidar que la realidad política y económica de Pisa desde mediados hasta finales del siglo XIII llevó a un repliegue progresivo en el Mediterráneo occidental, haciéndose fuerte en Mallorca e Ifriqiya, de modo que su presencia en Andalucía apenas fue un espejismo88. De hecho, la carta dirigida por Alfonso X a los pisanos –junto a franceses, ingleses, catalanes, provenzales y venecianos– residentes en El Puerto de Santa María en 1280 tal vez haya que entenderla más en sentido figurado que real, como deseo de atraer su presencia y como eco de las estrechas relaciones desarrolladas un cuarto de siglo antes, con su reconocimiento como Rey de Romanos89. En consecuencia, para Pisa podríamos hablar de privilegios sin nación residente. Por su parte, los placentinos desarrollaron una fuerte simbiosis con los genoveses90. Castilla no fue una excepción y en 1320-1325 el notario de la comunidad ligur era el placentín Pagano de Mirabello91. En Sevilla su presencia está atestiguada en los protocolos de finales del siglo XIII y principios del siglo XIV, e incluso contaban con una calle de Placentines muy cerca de la catedral92. Por esas mismas fechas el florentino Francesco Balducci Pegolotti recogía en su famoso libro de mercancías que eran beneficiarios de la reducción del almojarifazgo hispalense del 10% al 5%, en igualdad de condiciones con genoveses, catalanes y los miembros de la compañía de los Bardi, como “chiunque v’à brivilegio di franchigia dal signore”93. Aunque se desconocen las circunstancias bajo las que se les concedió la reducción, habida cuenta la debilidad política de la comuna lombarda y su estrecha asociación con los genoveses es probable que respondiera a una iniciativa regia como reconocimiento a su participación en el comercio sevillano.
88. Aspectos desarrollados en González Arévalo, R. “Ad terram…”: 137-141. 89. Carta reproducida en Ballesteros, A. Sevilla en el siglo XIII, Establecimiento Tipográfico de Juan Pérez Torres, Madrid, 1913: Apéndice C, CCLXXX. 90. Para la expansión y las redes de comercio placentinas sigue siendo indispensable el volumen colectivo Precursori di Cristoforo Colombo. Mercanti e banchieri piacentini nel mondo durante il Medioevo. Atti del convegno internazionale di studi (Piacenza, 10-12 settembre 1992), Analisi, Bolonia, 1994. 91. Petti Balbi, G. Negoziare fuori patria…: 155. 92. González Arévalo, R. “Vecinos y propietarios…”: 258-259. 93. Evans, A. (ed.), Francesco Balducci Pegolotti. La pratica della mercatura, The Mediaeval Academy of America, Cambridge (Mass.), 1936: 270-273.
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Al igual que ocurre con los placentinos, no se sabe cuándo se concedió la reducción del almojarifazgo a la compañía de los Bardi, que en el primer tercio del siglo XIV contaron con una sucursal en Sevilla, de la que solo conocemos el nombre de los factores94. De la misma manera, las noticias de su extensión a todos los florentinos son indirectas. Efectivamente, la guerra de los Ocho Santos (1375-1378) entre Florencia y el Papado llevó a Enrique II de Castilla, que apoyaba a la Santa Sede, a tomar represalias contra la nación en el reino durante el verano de 1376. El canciller de la república, Coluccio Salutati, solicitó que se respetaran los privilegios concedidos por Alfonso XI a los mercaderes de la nación, que el primer Trastámara había confirmado a principios de año (“franchisias Florentinis ab inclite memorie patre vestro concessas et per vestram sublimitatem nuper de mense Ianuarii confirmatas facere realiter observari”)95. A diferencia de los venecianos, no hay constancia de embajadas florentinas solicitando las mismas exenciones de genoveses y catalanes. La cercanía de algunos de sus mercaderes a los soberanos castellanos no se tradujo en un aprovechamiento comercial de mayor calado para la nación. Es cierto que con Juan II los contactos diplomáticos se intensificaron, pero siempre limitados al intercambio de cartas para reclamar protección para las galeras de la república, o el entendimiento en reclamaciones formuladas tanto por castellanos como por florentinos, una tónica que continuó bajo el reinado de Enrique IV96. En consecuencia, Florencia desarrolló una estrategia diferente en Castilla, basada en una penetración comercial progresiva, favorecida por el paso de sus convoyes mercantiles y el arraigo de algunos mercaderes, pero sin el desarrollo de un marco formal. En este sentido, apenas conocemos que en 1462 Marino Crivelli, el cónsul veneciano en Cádiz, estaba actuando asimismo como cónsul de los florentinos, lo que me ha llevado a plantear que en la década de 1460 la sede gaditana actuaba como consulado conjunto tanto de Venecia como de Florencia97. Los últimos en adquirir un cierto peso en el comercio exterior castellano fueron los milaneses, que se asociaron rápidamente con los pocos placentinos
94. González Arévalo, R. “Florentinos…”: 276-277. 95. Archivio di Stato di Firenze, Missive I Cancelleria, 17, fols. 46r-47r, 12-VII-1376. 96. González Arévalo, R. “Cisma, comercio…. 97. Informaciones desarrolladas en González Arévalo, R. “Florentinos…”: 304-305.
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que operaban en Sevilla en época de los Reyes Católicos. Confirma el escaso papel de la comunidad y sus operaciones el hecho de que la casa-lonja que compartían ambas comunidades y todos los lombardos frente a las Gradas de la catedral hispalense fuera vendida al concejo de la ciudad en marzo de 1480, a pesar de que los afectados venían solicitando la restitución del edificio desde 1475. El hecho debió ser traumático y no hay noticias posteriores de su presencia en Sevilla en los años siguientes –sí en la corte de los Reyes Católicos–98. Comoquiera que fuera, los contactos diplomáticos entre los Trastámara y los Sforza se centraron en cuestiones familiares y políticas, y en todo caso el volumen de sus operaciones nunca fue comparable al desarrollado en la Corona de Aragón99.
CONCLUSIONES El recorrido por las estrategias diplomáticas desplegadas por las naciones italianas presentes en la Castilla bajomedieval confirma la imposibilidad de establecer un paradigma a partir de una estrategia única. Efectivamente, más allá de compartir algunos privilegios como la reducción a la mitad en el pago del almojarifazgo en el siglo XIV para genoveses, placentinos y florentinos (no para venecianos ni pisanos), o de la presencia de consulados genoveses y venecianos en Sevilla, Cádiz y Sanlúcar de Barrameda –todos diferenciados en los mecanismos internos por naciones, pero también por jerarquía consular en el territorio– lo cierto es que cada natio eligió un camino propio, en función sobre todo de sus circunstancias internas. Y si bien es cierto que los genoveses fueron la comunidad más importante, numérica y económicamente, y la más favorecida por las autoridades, no lo es menos que sus mecanismos no eran necesariamente los más adecuados para las demás.
98. D’Arienzo, L. “Mercanti lombardi nella Corona di Castiglia nel Quattrocento”, en Carette, A., Girón-Pascual, R., González Arévalo, R. y Terreaux-Scotto, C. (dirs.), Italie et Espagne entre Empire, cités et États. Constructions d’histoires communes (XVe-XVIe siècles), Viella, Roma, 2017: 67-86. El asunto de la lonja en 72-74. 99. Villanueva Morte, C. “La correspondencia diplomática entre los embajadores del ducado de Milán y la corte de los reinos hispánicos en la segunda mitad del siglo XV”, Mélanges de la Casa de Velázquez, 45/2, 2015; Mainoni, P. Mercanti lombardi tra Barcellona e Valenza nel basso medioevo, Cappelli, Bolonia, 1992. Nuevas informaciones sobre el papel de Milán en la política exterior castellana en González Arévalo, R. “Enrique IV de Castilla y la Italia del Renacimiento: proyección exterior y circulación de noticias a través de los despachos diplomáticos italianos (1454-1474)”, Nieto Soria, J.M. y Villarroel González, Ó. (eds.), Diplomacia y cultura política en la península ibérica (siglos XI al XV), Sílex, Madrid, 2021: 415-437.
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Así, Venecia reguló su acción diplomática y su presencia consular en función de las condiciones internas de la república y dentro de una estrategia mucho más amplia que englobaba todo el Occidente europeo. Hasta tal punto su acción responde exclusivamente a los intereses de sus mercaderes que no hizo uso de otros privilegios que obtuvo sin solicitarlos, de la reducción de los derechos portuarios en el cantábrico a las condiciones inmejorables en Sanlúcar de Barrameda. En la misma línea, Pisa no desarrolló los beneficios concedidos a mediados del siglo XIII, pues en realidad solo le importaban en la medida en que Alfonso X podía favorecer sus intereses en el Sacro Imperio Romano-Germánico –que comprendía la Italia centro-septentrional– y, sobre todo, en Sicilia e Ifriqiya. Por su parte, Florencia se benefició de la reducción en materia de almojarifazgo, pero no hizo ningún movimiento para procurarse un marco formal que canalizara los tratos de la nación en Andalucía, limitándose a la vía de los hechos consumados. Por último, los lombardos, los menos relevantes. Los placentinos actuaron en estrecha simbiosis con los genoveses en los siglos XIII y XIV, pero no desarrollaron una estrategia propia, como tampoco los milaneses, que les sustituyeron a finales del siglo XV, cuando no pudieron evitar la venta de la histórica casa-lonja que la nación tenía frente a las Gradas de la catedral hispalense.
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Nuevas fuentes para el estudio del puerto y la ciudad de La Coruña en la Baja Edad Media. Las peregrinaciones inglesas Paz Romero Portilla Universidad de A Coruña Tras desto veremos a poco longura Estor la Coruña, ciudad bien señora, Dándole nombre, quien fue fundadora, Es llave del Reyno, con su cerradura; Porque la entrada de aquí se procura, Por quien la desea de Ingleses y Francia, Mas poco prosiguen aquesta ganancia, Sabiendo qui tienela espalda segura1.
INTRODUCCIÓN La reactivación de la economía en la plena Edad Media tuvo como motor destacado la agricultura y el comercio2. La Coruña, como otras ciudades atlánticas, tuvo en su puerto un elemento de desarrollo económico y social. La magnífica situación estratégica de la ciudad y de su puerto, con una fácil comunicación con los puertos
1. Sagrario de Molina, B. Descripción del Reyno de Galicia, y de las cosas notables del. Santiago de Compostela, (Luis de Paz, 16?): 71v. 2. Trabajo realizado en el marco del Proyecto I+D de Generación de Conocimiento “Dinámicas y conflictividad en el litoral del Noroeste peninsular en la Edad Moderna” (ref. PGC2018-093841-B-C33), del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de España, con una cofinanciación del 80% FEDER.
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del norte de Europa contribuyó a su incorporación en las rutas internacionales de comercio. El puerto de La Coruña se convirtió, como en otros lugares, en elemento dinamizador de la ciudad y de su urbanismo. Puerto de escala en la ruta que une el Mediterráneo con el norte de Europa y desde mediados del siglo XIII puerto habitual de llegada de peregrinos por mar, principalmente desde Inglaterra, pero también desde otros puertos europeos. La Coruña también creció como ciudad por su estrecha vinculación con la peregrinación, ya que en los viajes marítimos hacia Santiago su puerto fue el elegido por los peregrinos y su ciudad se benefició de esto. Destacados historiadores e investigadores han trabajado sobre estos aspectos, como Ferreira Priegue quien es autora de alguno de los estudios fundamentales sobre el comercio marítimo medieval, la comunicación terrestre y marítima en Galicia y la llegada de peregrinos por mar3. También hay que citar a C. M. Storrs quien trabajó principalmente las licencias que concedía el rey para peregrinar por mar a Santiago y así estudiar los peregrinos ingleses que arribaban a la costa gallega4. Otros autores que merecen ser citados son B. Tate, gran conocedor de la peregrinación a Santiago al que dedicó un estudio sobre peregrinación marítima desde las Islas Británicas5, y Barral Rivadulla, especialista en la historia de La Coruña y que ha investigado diferentes aspectos de la ciudad en la Baja Edad Media6. Los documentos muestran la protección real, del concejo y la eclesiástica a los peregrinos que llegaban al puerto de La Coruña. Los ingresos que generaban motivó su amparo, incluso en épocas de enfrentamientos bélicos. Por otro lado, acontecimientos como la guerra civil castellana o la Guerra de los Cien Años,
3. Ferreira Priegue, E. Galicia en el comercio marítimo medieval. Fundación Pedro Barrié de la Maza, La Coruña, 1998; “O cambio de rumbo do comercio marítimo na Baixa Idade Media”, Singul Lorenzo, Francisco (Dir.) Os capítulos da Irmandade. Peregrinación e conflicto social na Galicia do século XV. Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, 2006: 170-179. 4. Storrs, C.M. Jacobean Pilgrims from England to St. James of Compostela. From the Early Twelfth to the Late fifteenth Century. Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, 1994. 5. Tate. B. “Las peregrinaciones marítimas medievales desde las islas Británicas a Compostela”, Santiago, Camino de Europa. Culto y cultura en la peregrinación a Compostela. Fundación Caja de Madrid - Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, 1993: 161-179. 6. Destacamos sobre estos aspectos los trabajos de Barral Rivadulla, Mª D. La Coruña en los siglos XIII al XV. Historia y configuración urbana de una villa de realengo en la Galicia Medieval. Fundación Pedro Barrié de la Maza. A Coruña, 1998; “Santiago y la peregrinación en la escultura medieval coruñesa”, Compostellanum, 41, 1996: 287-301. En este sentido, la gestión del plan Jacobeo ha elaborado trabajos como el de Rodríguez, M. F. “La ciudad de A Coruña como puerto de referencia en Galicia para los peregrinos a Santiago de Compostela en los siglos XIII al XVII”, Ad Limina. Revista de investigación del Camino de Santiago y las peregrinaciones, 8, 2017: 155-190.
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NUEVAS FUENTES PARA EL ESTUDIO DEL PUERTO Y LA CIUDAD DE LA CORUÑA EN LA BAJA EDAD MEDIA. LAS PEREGRINACIONES INGLESAS
con la presencia en La Coruña de portugueses, franceses e ingleses a finales del siglo XIV, sin duda, favoreció la incorporación de su puerto a las rutas comerciales internacionales. Conviene también recordar que la sal fue otro elemento dinamizador de la ciudad de La Coruña en este tiempo. De hecho, se advierte la mejora económica coincidiendo con el privilegio de la sal concedido por Alfonso X a la ciudad en 1255. La concesión del libre abasto de la sal, la presencia del alfolí real, el privilegio sobre carga y descarga de mercancías de su puerto, establecen una clara vinculación entre la sal y el despertar económico del puerto y la ciudad. Desde el siglo XII Santiago de Compostela se fue convirtiendo en unos de los destinos privilegiados por los peregrinos ingleses. Su itinerario habitual consistía en atravesar el Canal de la Mancha y desembarcar en un puerto francés, para luego continuar su camino a pie o por mar, llegando directamente a un puerto atlántico español, normalmente el de Coruña. La situación bélica en Europa redujo la peregrinación por tierra por su extremada peligrosidad e incrementó las peregrinaciones marítimas, circunstancia de la que se beneficiaron la ciudad y el puerto coruñeses. Los monarcas, conocedores de la importancia de este comercio, concedieron salvoconductos a navíos ingleses para viajar al puerto de La Coruña. La documentación evidencia cómo la ciudad de La Coruña comenzó a crecer económica y comercialmente a mediados del siglo XIII. Su estatus de ciudad de realengo y el desarrollo de su puerto fueron ejes dinamizadores de su desarrollo. El hecho de ser La Coruña una villa con carácter permanente de realengo7 le benefició ya que recibió numerosos privilegios de los monarcas, encaminados por una parte a poblarla mejor y por otra a impulsar y mantener las actividades comerciales de la ciudad y de su puerto. Se fueron sucediendo concesiones reales que incentivaron y aseguraron el incremento comercial de la ciudad. Acontecimientos históricos como la guerra civil castellana o la Guerra de los Cien Años, con la presencia en La Coruña de portugueses, franceses e ingleses a finales del siglo XIV, sin duda, favoreció la incorporación de su puerto en las rutas comerciales internacionales.
7. 1465.06.11. Zamora. Enrique IV confirma y asegura a los concejos de las ciudades de La Coruña, Betanzos y a la villa de Bayona que continuarán siendo de realengo y no serán enajenadas de la Corona real ni por él ni por sus descendientes. Archivo Municipal de A Coruña (en adelante AMC), AC, Sig. c-2618 (320). Publicado por Gonzalo Garcés, M. Historia de La Coruña. Edad Media. Caixa Galicia, La Coruña, 1987: 654-658.
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Es importante destacar el valor que las peregrinaciones por mar supusieron para el despertar económico de La Coruña. Estos viajes se vieron incrementados durante la guerra de los Cien Años, con la llegada de barcos ingleses fletados para trasladar a los peregrinos, que aprovecharon la travesía para traer mercancías y así rentabilizarla. Por su parte, también se detectan embarcaciones cargadas con productos para comerciar que llevan a bordo peregrinos, por lo que de una manera directa la peregrinación está vinculada al incremento del comercio de la ciudad y al beneficio económico de sus habitantes. Este beneficio, obviamente, era directamente proporcional al tiempo de estancia de los peregrinos en la ciudad. Desde que llegaban a su puerto hasta que salían con dirección a Santiago solían pasar una noche o algún día en La Coruña; al volver de Compostela y hasta que embarcaban rumbo a Inglaterra o a otro puerto europeo podían transcurrir algunos días. Por tanto, la ciudad necesitaba contar con la infraestructura necesaria para cubrir las necesidades espirituales y materiales de los peregrinos durante su estancia en ella, es decir, iglesias, alojamientos, hospitales, comercios, artesanía para los recuerdos que se llevaban consigo, etc. El impulso económico que supuso para la ciudad esta presencia de peregrinos fue decisivo, del mismo modo que son reseñables los cambios que se generaron en el urbanismo.
1. FUENTES INGLESAS En los archivos ingleses se conservan las licencias de navegación, las condiciones de la misma, información sobre el número de peregrinos, el destino, a veces los puertos de salida y de llegada, el nombre del barco, el del dueño, etc. Los permisos reales han sido una de las fuentes más utilizadas para conocer la peregrinación inglesa por mar, los Calendars of the Close Rolls y Patent Rolls junto con la recopilación de los Foedera de T. Rymer han sido los fondos documentales más utilizados, tanto por historiadores ingleses como españoles. Acudir de manera exclusiva a las licencias, permisos y salvoconductos concedidos genera ciertos problemas, ya que muchos barcos de peregrinos viajaban sin licencia, algunos las usaban para varias travesías y, finalmente, otras eran falsas8. Por lo que a la información que aportan le falta precisión, los datos
8. Ferreira Priegue afirma que el número de peregrinaciones sin licencia debió ser tan importante como el de los viajes oficiales. Ferreira Priegue, E. “La ruta ineludible: las peregrinaciones colectivas desde las Islas Británicas en los siglos XIV y XV”, Actas del I Congreso de Estudios Jacobeos. Santiago de Compostela, Xunta de Galicia, 1995: 284.
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que se pueden extraer son aproximados, y desconocemos diversos aspectos importantes. Se han utilizado otras fuentes como los testamentos, pues al ser un viaje que implicaba un cierto riesgo algunos peregrinos querían hacer relación de sus bienes y decidir qué hacer con ellos antes de partir. Otras fuentes son las cartas de protección en las que los bienes de los peregrinos se ponían bajo la custodia de unos abogados mientras duraba la peregrinación. Finalmente, se pueden emplear los relatos de peregrinos, que no son abundantes, pero sin duda aportan una información adicional a la documentación oficial y nos ayudan a ilustrar la realidad de estos viajes9. Con el objetivo de innovar, hemos acudido a fuentes documentales menos empleadas habitualmente y que no tuvieran una relación directa con los viajes. Conociendo el incremento de las peregrinaciones por mar a puertos del Atlántico en los siglos XIV y XV, su reflejo tenía que encontrarse en otra documentación diferente a las licencias de navegación. Así, prestamos atención especial a documentos que coadyuvan a un mejor conocimiento de esta realidad, en ocasiones fuentes indirectas que confirman y complementan. Entre estas destacamos las siguientes: • Calendar of Inquisitions post mortem Es una documentación que recoge investigaciones locales sobre importantes propiedades con el fin de descubrir qué ingresos y derechos se debían a la Corona y quién debería ser el heredero de las mismas. Encontramos registros de propiedad de la tierra, personas destacadas, procesos legales y administrativos relacionados con la transferencia y herencia de tierras de época medieval y moderna. ¿Por qué se llevaron a cabo inquisiciones post mortem? En esta época, la tierra pertenecía al monarca y, por lo tanto, estaba en manos de él directamente o en su nombre. Los que poseían la tierra directamente en nombre del rey eran conocidos como arrendatarios y cuando morían sin un heredero estas tierras volvían al rey. Si había un heredero, el rey conservaba las tierras hasta que se
9. Para el momento que trabajamos principalmente el de Wey, W. The Itinerary of William Wey, Fellow of Eton College, to Jerusalem, A.D. 1458 and A.D. 1462 and to St. James of Compostela A.D. 1456. Roxburghe Club, London, 1957. Y el de Margary Kempe, The book of Margery Kempe. Oxford University Press, London, 1940. Esta obra ha sido publicada en español: Kempe, M. Libro de Margery Kempe. La mujer que se reinventó a sí misma. Editorial de la Universitat de València, València, 2012.
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realizaba un pago para asumir la posesión. Si el heredero era menor de edad, el rey conservaba las tierras hasta que alcanzaba la mayoría. Escheat es una doctrina de derecho común que transfiere la propiedad de una persona que muere sin herederos a la corona o el Estado. Servía para asegurar que la propiedad no quedase sin dueño reconocido. Es importante comprender cómo se llevaron a cabo las inquisiciones post mortem. La documentación refleja bien el proceso. Cuando la cancillería tenía noticia de la muerte de un arrendatario se redactaba un auto de diem clausit extremum, ordenando al funcionario real que llevase a cabo la investigación en su condado. Dependiendo de las posesiones del difunto, la investigación podía realizarse en varios condados. Cada inquisition tiene el nombre del difunto e instruye al escheator para que tome las tierras en manos del rey, y para que convoque a un jurado de hombres locales que debían responder a una serie de preguntas relacionadas con la extensión, tenencia y valor de las tierras, propiedades y derechos del fallecido, y para identificar al heredero más cercano. La investigación se llevaba a cabo localmente, cerca de las tierras que iban a ser valoradas. La declaración de la inquisición aporta información sobre el condado, el nombre del que instruye la investigación la lista de los jurados, el nombre del difunto y la fecha de su muerte, una breve descripción de cada propiedad y su valor, así como la tenencia por la que se llevó a cabo. Era decisivo identificar al heredero y saber si era mayor de edad (21 años para los hombres y 14 para las mujeres). La edad indicada podía ser una estimación, por lo que con frecuencia se registraba una prueba de edad en un tipo de inquisición separado, de aetate probanda. Estas inquisiciones se incluían con las inquisiciones post mortem. Si un heredero era mayor de edad, o una vez que se había probado su edad, se le entregaba la tierra, a menudo después de un período de custodia si se consideraba necesario. En esta documentación hemos encontrado abundantes referencias a peregrinaciones a Santiago. Hay más de cien documentos entre los reinados de Eduardo I y Enrique IV donde aparece el viaje a Santiago, en concreto en las investigaciones para determinar la edad del heredero. En ellas vemos cómo se utilizó la peregrinación a Santiago como elemento decisivo para recordar el año del nacimiento del heredero. Un viaje así se tardaba tiempo en organizar, pues los peligros que entrañaba hacían necesaria una cuidadosa preparación. La travesía y el viaje eran una verdadera aventura que difícilmente se olvidaba. Utilizar la
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peregrinación para recordar una fecha muestra la relevancia que tuvo en sus vidas, pues la utilizaban junto a otros sucesos singulares como podían ser el año de su matrimonio, de la muerte de un familiar, etc. La repetida utilización muestra que los viajes a Santiago eran más frecuentes de lo que se pensaba. El hecho de que lo usasen como argumento de veracidad en una investigación así lo avala. La información que contiene esta documentación ilumina la realidad de las peregrinaciones inglesas a Santiago desde otra perspectiva. • Calendar of Chancery Warrants Estas órdenes son escrituras, facturas y cartas en las que el canciller ponía el gran sello para validar los documentos reales. En este fondo documental, entre mediados del siglo XIII y 1326, hemos encontrado reflejada la peregrinación a Santiago por mar, licencias del rey para viajar, cartas a los abogados, protección durante algún tiempo, prohibición de salir del reino para peregrinar a Compostela, comerciantes, etc.10 • Calendar of the Liberate Rolls Se trata de órdenes de liberación enviadas por la cancillería en las que ordenaban al tesorero y a los barones del Tesoro pagar una cantidad de dinero del tesoro real para pensiones, salarios, estipendios, gastos de la casa real y otros del Estado. Las listas de liberados también contienen órdenes para entregar una asignación a los funcionarios reales, y para que presentaran cuentas por los gastos en que incurrieron con el dinero del que eran responsables, etc. He-
10. Como muestra citamos los siguientes documentos: Del quince de febrero de 1284, Mandate to make a protection patent, with clause, until Michaelmas, for Simon Basset of Sapecote and Ralph his brother, going on pilgrimage to Santiago by the king’s licence. Calendar of Chancery Warrants, 1244-1326. London, 1927: 18; dado en Windsor el ocho de abril de 1315. The King has well understood the chancellor’s letter, sent by Messenger, and is well content with the sending of a knight to Boston to enquire m ordeore fully into the truth of the arrest of the ship there, and wishes to be certified of what is found. The chanceller has advised the King that the people of the marches of Wales and Scotland are going in great numbers (espessement) on pilgrimage to Santiago and taking much with them. Mandate to command the constable of Dover and the keepers of the passage there not to suffer any pilgrim to pass out of the realm until further orders from the King and council. Calendar of Chancery Warrants, 1244-1326. London 1927: 413; 1316.11.30. Scrooby. The King has given leave to Sir John de Crombwell, one of the king’s messengers to the pope, that after that message he may go on pilgrimage to Santiago; and he has given the King to understand that for his business in those parts he has need of the king’s letters to some of the king’s Friends of those parts. Mandate to make letters for accordingly. Calendar of Chancery Warrants, 1244-1326. London, 1927: 450; 1316.12.28. Nottingham. Mandate to make letters of protection, for one year, for Philip de Kyme, going by the king’s licence on pilgrimage to Rome and Santiago. Calendar of Chancery Warrants, 1244-1326. London, 1927: 453.
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mos localizado algunas referencias indirectas de la peregrinación a Santiago de Compostela fechadas en el siglo XIII11. • Calendar of Inquisitions Miscellaneous Son documentos que se refieren a diversas quejas públicas y desórdenes que fueron investigados por orden del rey: traición, asesinato, robo y piratería, asuntos de herencia y tenencia de tierras, entre otras. Evidencia el trabajo de la administración inglesa a lo largo de estos años. Hemos identificado en el siglo XIV algunas referencias al comercio y a barcos de La Coruña.
2. LA CORUÑA EN LA BAJA EDAD MEDIA Durante la guerra civil castellana de finales del siglo XIV y la entrada de Castilla en el conflicto de la guerra de los Cien Años, la ciudad de La Coruña y su puerto jugaron un papel destacado en el norte del reino. A la presencia de trastamaristas y legitimistas en la ciudad siguió la ocupación portuguesa, francesa e inglesa. Sin entrar en las cuestiones políticas, no dudamos que estos acontecimientos sirvieron para relanzar el comercio internacional del puerto de La Coruña y aumentar la llegada de peregrinos por vía marítima camino de Santiago de Compostela. Tras la muerte del rey Pedro I en 1369, el rey portugués Fernando I invadió Galicia con el apoyo de los legitimistas y tomó varias ciudades, entre ellas La Coruña. La presencia portuguesa en la ciudad se alargó hasta la firma de la paz de Alcoutim en 1371. Durante ese tiempo el puerto de la ciudad recibió ayuda y provisiones desde Portugal e Inglaterra, aliadas en la contienda europea12. Esta situación propició el comercio internacional desde el puerto coruñés y la llegada de peregrinos ingleses.
11. Sirvan de ejemplo los siguientes documentos: El primero dado en Westminster el veintidós de febrero de 1269, To Peter de Winton’, keeper of the wardrobe, 60s. delivered to Henry de Nivelle for his expenses in going on pilgrimage to St. James in part payment of arrears of his wages, for which there is at the Exchequer a writ os liberate from which this sum is to be deducted. 613. Calendar of the Liberate Rolls Preserved in the Public Record Office. Vol. VI. 1267-1272. With appendices 1220-1267. London, 1964. El otro dado en Westminster el quince de noviembre de 1270, To the sheriff of Dorset. To let the king’s yeoman John de Vaym (Vein), who is about to set out with his license for St. James, have 9l.4s.7 1/2d. without fail or delay, being arrears of his wages for the time when Nicholas de Leukenor’ was keeper of the wardrobe. Calendar of the Liberate Rolls Preserved in the Public Record Office. Vol. VI. 1267-1272. With apéndices 1220-1267. London, 1964. 12. En 1373 se firmó el tratado anglo-portugués por el que se acordó una amistad, unión y alianza perpetua entre estas dos naciones marítimas.
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Al verse Castilla envuelta en la guerra de los Cien Años enseguida se puso de manifiesto la magnífica situación estratégica de La Coruña y de su puerto, con una fácil comunicación con los del norte de Europa. Durante algún tiempo la ciudad fue ocupada por las “Compañías Blancas” francesas que apoyaban a Enrique II. Los franceses trataban de evitar la llegada de barcos ingleses al puerto coruñés. Durante ese tiempo la comunicación y el comercio entre La Coruña y los puertos de Francia se incrementó. De hecho, la flota castellana participó brevemente en el conflicto secular junto a Francia atacando varios puertos ingleses, sin olvidar la victoria de La Rochelle en 1372. El 25 de julio de 1386 una expedición inglesa de 100 naves, más algunas otras portuguesas, fondearon en Coruña. La alianza luso-británica eligió este puerto por su estratégica ubicación y por ser bien conocido tanto por Portugal como por Inglaterra. El nueve de mayo de 1386 se había firmado el Tratado de Windsor, alianza diplomática entre Inglaterra y Portugal que ratificaba el firmado 13 años antes. En la ciudad herculina el duque de Lancaster, Juan de Gante, revindicó su derecho al trono castellano por el matrimonio con Constanza, hija de Pedro I13. La marcha de los ingleses de La Coruña meses después devolvió la tranquilidad a la ciudad y a su puerto tras las sucesivas ocupaciones por tropas extranjeras que sufrió a finales del siglo XIV. Estas ocupaciones por una parte dificultaron el comercio peninsular, pero por otra impulsaron el comercio internacional del puerto coruñés. Según Ferreira Priegue el puerto de La Coruña era entonces el más cosmopolita del reino castellano, “En él se daban cita navíos de todas las nacionalidades, no sólo por las llegadas de peregrinos, sino pos u importancia como escala entre las aguas nórdicas y las mediterráneas”14. La firma de una tregua entre Inglaterra y Francia a principios del siglo XV facilitó sin duda los viajes de comerciantes entre Castilla e Inglaterra. Algunos documentos de Calendar Close Rolls recogen medidas adoptadas por el rey inglés contra aquellos que tomaban barcos de comerciantes castellanos yendo contra las treguas firmadas. En algunos de estos documentos se habla de comerciantes de la ciudad de La Coruña15.
13. Tras tomar La Coruña, Juan de Gante aprovechó para ir en peregrinación a Santiago. 14. Ferreira Priegue, op. cit.: 108. 15. 1403. 04. 26. Westminster. To Richard Spicer. Stric order at his peril and under pain of the king´s wrath, upon petition of Fernandus de Seint Ewe, John de Curtois (sic) of Besquey and Arys Alfons of Groyne merchants of
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A principios del siglo XV las corrientes comerciales continuaron creciendo, los trasportes marítimos se adaptaron a las nuevas circunstancias, los cargamentos eran de grano, aceite, vino, sal y pescado, principalmente. El año 1408 la Coruña pidió al rey Juan II de Castilla que confirmara la carta de su padre Enrique III de 1397 sobre algunas cuestiones de los diezmos de la mar de Galicia16. Todo muestra que Coruña se encuentra presente ya desde finales del siglo XIV en las principales zonas de comercio internacional, tanto del mediterráneo como de la fachada atlántica, y de manera consolidada a finales del XV17. Ferreira Priegue resalta el hecho de que el puerto de La Coruña recibió regularmente
the king os Castile, to make restitution and deliver to them their goods and merchandise and their fellows taken captive, and henceforward not to presume rashly by himself or any others to cause hurt, trouble or grievance to them or any other subjects of the said king; as the king has information how that the said Richard and his fellows, being the king´s lieges, did unlawfully and contrary to the present truce take certain goods and merchandise of the petitioners at sea to the value of 675 crowns in a ship called the “Marie Knyzt” of Danske, John Lilybringes of Prucia master; and the king´s desire and between their realms shall be continued from good to better, and that attempts whatsoever contrary to the shall be reformed. Calendar of the Close Rolls preserved in the Public Record Office. Henry IV. Vol. II. A. D. 1402-1405. London, 1929: 70. 1403.05.11. Westminster. To Peter de Ville admiral of the city of Baioun. Order, upon petition of Peter Lopez of Ondaera, John Ortez of Galarzde and Feran Ve de Al de la Croun masters of three ships of Castile, to make restitution to them of their ships, merchandise and armour, and of their freight, suffering them thereof to dispose at their pleasure; as they have shewn the king that on 17 April last the admiral and great number of men of the said city and other the king´s lieges joined with him took the said ships at sea of Dartemuth with the merchandise and armour therein, and brought the same to the port of Dartmuth; and the king´s desire is that the love and friendship which there has long been between the king of Castile and Leon and himself and between their realms shall continue from good to better, and that the treaty of friendship now pending between them shall suffer no impeachment. Calendar of the Close Rolls preserved in the Public Record Office. Henry IV. Vol. II. A. D. 1402-1405. London, 1929: 67. 1403.07. Westminster. To Bolt of Dertemuth, master of the king´s barge of la Groyn. Orden at his peril to restore and deliver to the owners thereof a ship of prucia called the “Seynte Marie” of Danske of 250 tuns burden, Frederik Barteramsoun master, laded with avoirdupois which was by Bolt and his accomplices taken at sea contrary to the present truce, or else to be before the king and council at Westminster on the day of St. Peter´s Chains next or whitin three days following in order to shew cause wherefore that ought not to be done. Calendar of the Close Rolls preserved in the Public Record Office. Henry IV. Vol. II. A. D. 1402-1405. London, 1929, p. 94.1403.09.06. Westminster. To Robert Bolt of Dertemunth. Order under a pain of 200L as many times ordered, to deliver to Gunsalvus Maurus doctor of laws ambassador of John king of Castille and Leon, or to his attorney, a ship called “le Seynt Marie”, Frederick Bertason master, laded with divers goods and merchandise of merchants of Grunia and Santiago whatsoever to the value of 4.363L 6s. 8d. which was by the said Robert and other his accomplices taken at sea contrary to the present truce, or at least parcel of such goods, etc. If they exist, otherwise the Price or value thereof, or else to be before the council at Michaelmas next in order to shew cause whewfore he has despised the king´s repeated commands. Calendar of the Close Rolls preserved in the Public Record Office. Henry IV. Vol. II. A. D. 1402-1405. London, 1929: 108. 16. 1408.11.24. Valladolid. AMC, AC, c-2611, nº 30. Ferreira Priegue, op. cit., doc. 19: 826-830. 17. “A finales del siglo XV, un pequeño grupo de mercaderes del eje Burgos-Bilbao hacen en La Coruña un puesto avanzado sobre la ruta de los italianos y aprovechan sus naves para sus envíos a Flandes e Inglaterra”. Ferreira Priegue, op. cit.: 488.
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barcos italianos y catalanes que desde el mediterráneo hacían escala en su camino a Inglaterra y Flandes18. A mediados del siglo XV seguimos constatando la actividad comercial del puerto de Coruña: “En el puerto de la Coruña había gente de Inglaterra, de Gales, de Irlanda, de Normandía, de Francia, de Bretaña y de otros lugares, ochenta naves con castillos y cuatro sin castillos; el número de naves inglesas era de treinta y cinco”19. Otra muestra de ello fue el crecimiento de los barrios de pescadores y mareantes en las ciudades que en ocasiones superaron a los de los comerciantes, como sabemos que ocurrió en Coruña a finales del siglo XV20. Conocemos por trabajos anteriores como la sal se convirtió en estos años en un elemento dinamizador del comercio y por tanto de la economía de Coruña21. Elisa Ferreira afirma como en la segunda mitad del siglo XIV se produjeron ciertos factores que contribuyeron a que el comercio de la pesca se convirtiese en uno de los elementos fuertes del comercio internacional22. Uno de esos factores fue el incremento de la sal en Galicia por el contacto con dos regiones marítimas de gran producción, la bahía de Bourgneuf23 y las salinas de Setúbal y Aveiro24. El crecimiento de la actividad pesquera en La Coruña, unido a poder disponer de mayor cantidad de sal, originó un incremento de la exportación de pescado y una presencia coruñesa en los principales mercados. Sin duda, el binomio de éxito fue vino por sal. Parrilla García afirma que “disponer de sal supuso un incremento considerable de
18. Ferreira Priegue, op. cit., 2004: 172. 19. Año 1456. Anguita Jaén, J. Mª. “Literatura odepórica: “Itinerarium peregrinacionis” de William Wey”, Iacobus: Revista de estudios jacobeos y medievales, XI-XII, 2001: 266-267. 20. Ferreira Priegue, op. cit., 2009: 85. Sobre el crecimiento económico y comercial de Coruña a finales del siglo XV el trabajo de Rubio Martínez, Amparo. “Actividad económica y sectores productivos en la ciudad de La Coruña a fines del siglo XV. Una aproximación a partir del padrón fiscal de 1496”, Solórzano Telechea, Jesús Ángel; Arízaga Bolumburu, Beatriz; Bochaca, Michel (Eds.) Las sociedades portuarias de la Europa Atlántica en la Edad Media. Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 2016: 82-114. 21. Romero Portilla, P. “La sal, elemento dinamizador de la ciudad y puerto de Coruña en la Edad Media”, García Hurtado, Manuel-Reyes (Ed.) Soltando amarras. La costa noratlántica ibérica en la Edad Moderna. Universidade da Coruña, A Coruña, 2019: 35-71. 22. Ferreira Priegue, E. “Pesca y economía regional en Galicia”, La pesca en la Edad Media. Sociedad Española de Estudios Medievales - Universidad de Murcia - Consejo Superior de Investigaciones Científicas - Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, 2009: 64. 23. Ferreira Priegue, op. cit., 2004: 180. 24. Sobre las salinas de Aveiro vid. Amorim, I. “O comércio do sal de Aveiro até meados de XVII. Relações comerciais com o Norte da Europa e Galiza”, Boletim Municipal de Aveiro, XVII, 1991: 9-15; Aveiro e os caminos do sal. Da produção ao consumo (secs. XV a XX). Câmara Municipal de Aveiro, Aveiro, 2001.
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la exportación de pescado, abriendo a los coruñeses los mercados mediterráneos y colocándolos en cabeza de los exportadores de la Corona de Castilla. Las continuas entradas de sal en el puerto fueron posibles por la regular exportación de vino –de varios tipos y orígenes– a muchas ciudades del Atlántico”25. La combinación vino-sal resultó un mercado complementario en las relaciones comerciales de Galicia. En este sentido, se comprenden las peticiones de exenciones de diezmos en las Cortes de Valladolid de 1351 para la exportación de vinos. Ferreira Priegue afirma que “lo consideraban un artículo de intercambio indispensable para su abastecimiento”26. Con todo, llega a afirmar que el tráfico del puerto de Coruña en este tiempo está íntimamente relacionado con las peregrinaciones y éstas fueron un factor decisivo para impulsar la economía de la ciudad27. El puerto de Coruña mantenía en época moderna el lugar destacado que comenzó a tener a mediados del XIII, cuando en las Cortes de Jerez de 1266 se encuentra entre los ocho puertos a los que se le otorgó el monopolio del comercio exterior desde Galicia. Bartolomé Sagrario de Molina al describir en el siglo XVII lo más destacado del Reino de Galicia dice “Uno de los reynos que en España tiene puertos y mar e costa de mar es este de Galizia y entre llos ay dos que dizen que son los mejores que ay en el mundo que es Ferrol y la Coruña”28. Así mismo destaca su puerto por la presencia de muchos navíos de España y extranjeros, ricas mercancías y el hecho de ser escala de importantes rutas comerciales: “Es gran escala de navíos que jamás faltan aquí de todas las naciones, carracas y urcas de ricas mercaderías. Porque ninguna viene a España de Flandes o Francia o de otra de aquellas partes que dexe tocar aquí; por consiguiente ninguna passa del mediterráneo por esta mar de España que no haga escala en este puerto”29.
3. LAS PEREGRINACIONES INGLESAS Desde el siglo XII Compostela se fue convirtiendo en unos de los destinos favoritos de los peregrinos ingleses. Solían hacerlo cruzando el Canal de la Mancha
25. Parrilla García, J.A. Historia del Puerto de La Coruña. Fundación Pedro Barrié de La Maza, La Coruña, 1996: 31. 26. Ferreira Priegue, op. cit., 2004: 183. 27. Ferreira Priegue, op. cit.: 574-575. 28. Sagrario de Molina, op. cit.: 61v. 29. Ídem: 72.
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y desembarcando en un puerto francés para luego continuar su camino a pie o llegando directamente a un puerto atlántico español, normalmente el de Coruña. La documentación sobre licencias concedidas a barcos ingleses para trasladar peregrinos lo muestra, así como la frecuencia y el número de peregrinos. Encontramos salvoconductos colectivos que se expedían al armador o propietario del barco para trasladar peregrinos, en ellos aparecía el nombre del barco y el número de peregrinos autorizado a trasportar. En la Baja Edad Media las peregrinaciones marítimas se incrementaron, la documentación habla de miles de peregrinos que viajan en barco y será Coruña su principal destino. Los acontecimientos históricos de mediados del siglo XIV a mediados del XV con el enfrentamiento entre Francia e Inglaterra, redujo la peregrinación por tierra por su extremada peligrosidad e incrementó las peregrinaciones por mar. La documentación muestra el crecimiento de licencias a barcos para el traslado de peregrinos aprovechando el corto viaje por mar al puerto de La Coruña. La peregrinación desde Inglaterra por mar era mucho más rápida, en condiciones idóneas la travesía hasta La Coruña se podía hacer en 5 o 6 días, ir y volver a Santiago de Compostela en 3 o 4 días y regresar a Inglaterra en otros 6 o 7, la peregrinación podía durar cerca de 20 días. En cambio, por tierra podía durar meses y el viaje estaba lleno de peligros. El viaje por mar era más rápido pero no siempre era seguro: al mal tiempo se sumaban las enfermedades o los ataques de otros barcos. Circunstancias que convertían la travesía en un viaje nada cómodo y no exento de riesgo, una verdadera aventura. Al gran número de peregrinos ingleses que habían viajado en barco hasta el puerto de La Coruña y regresaban de la misma manera, hay que sumar otros muchos que habían peregrinado por vía terrestre a Santiago de Compostela pero que regresaban a Inglaterra o a otro puerto europeo por vía marítima desde La Coruña. Desde mediados del siglo XIV, la llegada regular de navíos con peregrinos a La Coruña contribuyó activamente al incremento del comercio de la ciudad. Los navíos que llegaban eran principalmente de las islas británicas, pero también de los puertos hanseáticos y de Bretaña30. La situación bélica europea originó un aumento de las peregrinaciones por mar a Santiago de Compostela. Miraz Seco afirma en su tesis doctoral que fueron las peregrinaciones las que facilitaron el comercio con los ingleses en la segunda mitad del siglo XIV, a pesar de las dificultades motivadas por
30. Ferreira Priegue, E. “Galicia en la marisma de Castilla. La dinámica de los intercambios mercantiles”, Arízaga Bolumburu, B., - Solórzano Telechea, J.A. (Eds.) Ciudades y villas portuarias del Atlántico en la Edad Media. Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 2005: 172.
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la guerra de los Cien Años31. El traslado de peregrinos en los barcos junto a productos para comerciar fue en ese tiempo un negocio lucrativo para los armadores. Solían traer paños y llevarse, principalmente, vinos gallegos32. Aunque también se exportaba sal entre otros productos como aceite, pescado, cera, etc. Lo que parece constatado es la importancia adquirida por el puerto de La Coruña en el tráfico comercial con Inglaterra en la Baja Edad Media33. Las fuentes documentales recogen como la llegada de peregrinos al puerto de La Coruña recibe la protección real, del Concejo y la eclesiástica34. Los ingresos que generaban motivó su amparo incluso en épocas de enfrentamientos bélicos. El interés del arzobispado en el puerto y en las iglesias de La Coruña desde mediados del siglo XIII constata como el incremento de las peregrinaciones representó un aumento en los ingresos de la iglesia compostelana35. Ingresos que aumentaban considerablemente en los Años Santos, tenemos el ejemplo del año 1434 donde el rey de Inglaterra concedió licencia para trasportar a cerca de dos mil trescientos peregrinos y los derechos de anclaje que el arzobispado de Santiago tenía en el puerto de La Coruña se incrementaron pasando de unos 200 maravedís por año a cerca de catorce mil este Año Santo36. La estancia de los peregrinos en la ciudad fomentó sin duda la actividad comercial, acudían a los mercados, a las tiendas para comprar recuerdos que llevarse. Para
31. Vid. Miraz Seco, V. La peregrinación marítima. El camino inglés desde la ría de Ferrol en la Baja Edad Media. Tesis doctoral realizada bajo la dirección de Paz Romero Portilla y defendida en la Universidad de A Coruña en 2013. 32. Ferreira Priegue, E. “O cambio de rumbo do comercio marítimo na Baixa Idade Media”, Singul Lorenzo (Dir.) op. cit.: 174. 33. Vid. Miraz Seco, op. cit. 34. Sirvan como muestra los siguientes documentos: 1440.05.31. La Coruña. Requerimiento hecho por Fernán Rodríguez de Betanzos, canónigo de la Iglesia de Santiago, a los vecinos de La Coruña para que protegieran a los peregrinos que vinieran por mar y para que soltasen una nave inglesa que habían apresado. Archivo de la Catedral de Santiago de Compostela, S15/63. Publicado por Gonzalo Garcés, op. cit.: 618-620; López Ferreiro, A. Fueros municipales de Santiago y de su tierra. Ediciones Castilla, Madrid, 1975, t. VII, apéndice 21: 74 y ss. 1493.11.24. Valladolid. A los alcaldes mayores del reino de Galicia, que si Pero López, vecino de La Coruña, ha tenido y tiene el hospital llamado de los Ángeles, con ciertos edificios, sito en la pescadería de dicha ciudad, con destino a pobres y peregrinos, le amparen en su posesión. Consejo de Castilla y de León. Archivo General de Simancas (en adelante AGS), Registro General del Sello (en adelante RGS), leg, 149311, 186. En este sentido también la licencia dada el 19 de julio de 1494 en Segovia a todos los romeros que llegaren a puertos de Galicia para que –no obstante la nueva pragmática que prohíbe el uso de animal de silla a todo el que no fuere caballero– puedan alquilar caballo, mula u otro animal para realizar su peregrinación a Santiago. AGS, RGS, 149407, 19. 35. Barral Rivadulla, op. cit.: 288. 36. Vázquez de Parga, L., - Lacarra y de Miguel, J.M., - Uría Riu, J. Las peregrinaciones a Santiago de Compostela. Fondo de Publicaciones del Gobierno de Navarra, Pamplona, 1993, tomo I: 92.
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facilitar el cambio de moneda se instalaron en la ciudad judíos procedentes de los lugares de origen de los peregrinos37. De hecho, el puerto de La Coruña se había convertido entonces en el punto de entrada preferente de los peregrinos ingleses. Las intermitentes relaciones entre Inglaterra y Castilla a lo largo de este tiempo generaron inestabilidad en el comercio y en la llegada de peregrinos a la ciudad. A principios del siglo XV los ingleses apresaron varios navíos castellanos, que posteriormente fueron indemnizados en una tregua entre los reinos38. El acercamiento castellano a Francia frente a Inglaterra no había favorecido los intereses comerciales de Galicia, de hecho hizo que descendiera la actividad comercial. Los monarcas ingleses en momentos de enfrentamiento tomaron medidas restrictivas en la concesión de licencias a los barcos que trasladaban peregrinos a La Coruña. De 1426 es la petición de salvoconducto de dos años para la nave Santa Clara de La Coruña para cargar en ella desde Castilla a los puertos de Bristol, Southampton y Londres39. En otros momentos las otorgaron, como ocurrió el año 1445 en el que el rey de Inglaterra autorizó el viaje a cerca de 1700 peregrinos que llegaron a la ciudad. En 1456 John Bartalot, patrón de la nave Julyan de Dartmouth, que había sido apresada por unos bretones dentro del puerto de La Coruña cuando estaba allí con peregrinos, declaró que gracias a las reclamaciones del concejo de La Coruña se le había devuelto la nave y los efectivos que había a bordo40. Las licencias que se daban a los barcos ingleses que salían del país son una fuente de información necesaria para ahondar en el conocimiento de las actividades comerciales, de las mercancías y su relación con las peregrinaciones41. Tenemos el relato del peregrino inglés, William Wey que en el año 1456 nos ilustra la realidad de estos viajes en barco a La Coruña, y así sabemos la duración de la travesía, el ambiente de la ciudad con los peregrinos, la predicación en las iglesias, incluso da información de los barcos que había en el puerto. “Wey, que procedía del
37. Rodríguez, op. cit.: 188. 38. 1402. Extractos de una relación de navíos apresados por ingleses en los años 1400-1402, hecha para obtener indemnizaciones con motivo de una tregua entre Castilla e Inglaterra. Public Record Office (en adelante PRO), Chancery Miscellanea, C47/32/24. Publicado por Ferreira Priegue, op. cit., doc. 18: 825-826. 39. 1426.05.23. Richard Pedwell y Thomas Horwody, mercaderes de Wells, piden al rey un salvoconducto de dos años para la nave Santa Clara, de La Coruña, de 120 toneles, su maestre Johan Fernandes y 30 tripulantes, para cargar en ella desde Castilla a los puertos de Bristol, Southampton o Londres. PRO, Council & privy Seal Records, E28/47. Publicado por Ferreira Priegue, op. cit., doc. 30: 840. 40. 1456.11.18. La Coruña. Archives Départementales de la Loire-Atlantique. Nantes. Amirauté de Bretagne, E202/6. Publicado por Ferreira Priegue, op. cit., doc. 64: 879-882. 41. Calendars of the Close Rolls y Calendars of the Patent Rolls.
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puerto de Plymouth y viaja en el Mary White, indica que el día que el zarpó partieron seis naves con peregrinos jacobeos de distintos puertos ingleses”42. Como hemos apuntado ya, la guerra de los Cien Años suscitó obstáculos en el comercio con Inglaterra desde el puerto de La Coruña, pero la documentación muestra el interés regio y del concejo por facilitarlo. Podemos citar la carta dada por Enrique IV el 22 de agosto de 1456 para que pudieran venir a comerciar dos naves inglesas al puerto de La Coruña. El concejo, por su parte, otorgó licencias a dos naves de Bristol43, puerto con el que mantenía estrechas relaciones comerciales. O la concesión de Enrique IV al concejo de La Coruña del 6 de octubre de 1466 para que pueda concertar una tregua en la guerra con Inglaterra44. El documento del 5 de diciembre de 1475 en el que el rey de Inglaterra Eduardo IV concedió a un mercader de La Coruña una indemnización de 200 libras por el ataque que sufrió en alta mar a manos de unos piratas de Fowey. Todos ellos son una buena muestra de la actividad comercial del momento entre el puerto de La Coruña y los puertos ingleses45. Tras el fin de la guerra de los Cien Años la presencia de barcos gallegos (entre ellos de La Coruña) en puertos ingleses aumentó, y con frecuencia haciendo de enlace con puertos andaluces46.
CONCLUSIONES La simbiosis comercio-peregrinaciones es conocida y, sin duda, fue un elemento dinamizador del puerto y ciudad de La Coruña desde mediados del siglo XIII. El reflejo en la documentación inglesa de las peregrinaciones a Santiago de Compostela evidencia que esos viajes fueron más frecuentes de lo que se ha pensado hasta la fecha. Las peregrinaciones inglesas a Santiago de Compostela en esta época han dejado huellas en fuentes cuya principal finalidad era otra muy distinta que dejar
42. Anguita Jaén, op. cit.: 266-267. 43. AMC, AC, c-2612 (39). Publicado por Gonzalo Garcés, op. cit.: 643-645. 44. AMC, AC, c-2618 (321). Publicado por Gonzalo Garcés, op. cit.: 658-660. 45. 1475.12.05. Westminster. Edward IV concede a Pero Neto, mercader de La Coruña, una indemnización de 200 libras a deducir de los derechos de Customs & Subsidies correspondientes a los castellanos en los puertos de Sandwich, Southampton y Bristol, por el despojo que sufrió en alta mar a manos de unos piratas de Fowey. PRO, Treaty Rolls, C76/159. M.6. Publicado por Ferreira Priegue, op. cit., doc. 76: 895-896. 46. Ferreira Priegue, op. cit.: 617.
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constancia de las mismas. Emplear documentación no vinculada directamente con los viajes nos permite evidenciar y visibilizar que el fenómeno de la peregrinación estuvo presente en la sociedad inglesa. Esta peregrinación marcaba la vida del que la realizaba y también la de su familia. Evidentemente, hay que seguir investigando, pues advertimos en la documentación algunas cuestiones que merecen atención. Los peregrinos eran de toda condición social, pero el reflejo documental se reduce a unos pocos, y la presencia de mujeres en las fuentes es todavía más escasa. Sin embargo, sabemos que hubo embarcaciones en que viajaron familias enteras, así como que las mujeres de cierta categoría social viajaban acompañadas de familiares, servidores o clérigos47. Conocemos ejemplos de mujeres peregrinas que recibieron protección para hacer la peregrinación48.
47. Muestra de ello son estos documentos: 1315.02.14. Westminster. Simple protection for the same time for Thomas de Dakany, who with Alice de Insula the wife of Walter, is going on pilgrimage to Santiago. Calendar or the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward II A.D. 1313-1317. London, 1898: 221; 1330.04.24. Woodstock. Protection, without clause, until the feast of the Purification, for Alina late the wife of Edwars Burnel, going on pilgrimage to Santiago. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1327-1330. London, 1891: 514; 1330.04.24. Woodstock. Protection, without clause, until the feast of the Purification, for Alina late the wife of Edwars Burnel, going on pilgrimage to Santiago. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1327-1330. London, 1891: 514; 1331.02.06. Langley. Simple protection for one year for Alina late the wife of Edward Burnel going on pilgrimage to Santiago. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D.; 1332.01.28. Westminster. Reginald son of Herbet and Agnes his wife going on pilgrimage to Santiago Hve letteres nominating William de Herlaston and William de Sancto Albano their attorneys in England until Midsummer. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1330-1334. London, 1893: 247; 1332.02.12. Waltham Holy Cross. John de Monte Gomeri and Rose his wife, going on pilgrimage to Santiago, have letteres nominating Robert de Hoo and William de Norwyk their attorneys in England until the feast of St. Peter as Vincula. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1330-1334. London, 1893: 252; 1335.08.20. Perth. Matilda late the wife of Robert de Holand, going on a pilgrimage to Santiago, has letters nominating Master John de Blebury and Gervase de Wilford her attorneys in England for one year. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1334-1338. London, 1895: 163; 1336.03.12. Westminster. Matilda late the wife of Robert de Holand, going on pilgrimage to Santiago, has the like nominating Master John de Blebury and Gervase de Wilford in England for one year. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1334-1338. London, 1895: 235; 1344.10.07. Westminster. Margaret, countess of Hereford and Essex, going to Santiago and other holy places of pilgrimage in foreign parts, has letter nominating Robert de Brightwell and William de Somerdeby, clerks, as her attorneys in England for one year. John de Tamworth, Clerk, received the attorneys with the licence of John de Sancto Paulo. She has other such letters in the name of Margaret late the wife of John de Bohun, earl of Hereford and Essex, for the same time. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1343-1345. London, 1902: 350. 48. Morrison, S.S. Women Pilgrims in Late Medieval England. Private piety as public performance. Routledge, London - New York, 2000.
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Así pues, aunque persisten numerosas zonas por esclarecer y preguntas sin respuesta, consideramos que las fuentes que hemos expuesto nos van a ayudar a iluminar la realidad del fenómeno de la peregrinación a Santiago de Compostela desde Inglaterra desde otra perspectiva y contribuirán a avanzar en su conocimiento. Sin duda, la presencia de peregrinos en la ciudad de La Coruña fue un motor de dinamización del comercio, de su actividad económica. La necesidad de atender espiritual y materialmente a las numerosas personas que llegaban al puerto de La Coruña en su peregrinar a Santiago de Compostela, desarrolló su urbanismo con iglesias, conventos, hospitales, hospederías y comercios para su servicio. No podemos olvidar que además de los peregrinos que habían viajado en barco hasta el puerto de Coruña y regresaban de la misma manera a sus lugares de origen. Otros muchos que habían peregrinado por vía terrestre a Santiago de Compostela realizaron la vuelta por travesía marítima desde La Coruña. Trabajar con fuentes indirectas nos muestra como la realidad de la peregrinación fue en este tiempo algo presente en la sociedad inglesa. Sobre este aspecto hay que seguir investigando pues advertimos en la documentación algunas cuestiones que merecen una mayor atención.
4. FUENTES DOCUMENTALES En este apartado recogemos cronológicamente documentos referentes a diferentes cuestiones tratadas en este estudio, se encuentran en su mayoría en los Archivos Nacionales ingleses, Calendar of the Liberate Rolls, Calendar of Chancery Warrants, Patent Rolls y Close Rolls. 1269.02.22. Westminster. 613. To Peter de Winton’, keeper of the wardrobe, 60s. delivered to Henry de Nivelle for his expenses in going on pilgrimage to St. James in part payment of arrears of his wages, for which there is at the Exchequer a writ os liberate from which this sum is to be deducted. Calendar of the Liberate Rolls Preserved in the Public Record Office. Vol. VI. 1267-1272. With apéndices 1220-1267. London, 1964. 1270.11.15. Westminster. 966. To the sheriff of Dorset. Con. To let the king’s yeoman John de Vaym (Vein), who is about to set out with his license for St. James, have 9l.4s.7 1/2d. without fail or delay, being arrears of his wages for the time when Nicholas de Leukenor’ was keeper of the wardrobe.
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Calendar of the Liberate Rolls Preserved in the Public Record Office. Vol. VI. 1267-1272. With apéndices 1220-1267. London, 1964. 1284.02.15. Temple Bruer? Mandate to make a protection patent, with clause, until Michaelmas, for Simon Basset of Sapecote and Ralph his brother, going on pilgrimage to Santiago by the king’s licence. Calendar of Chancery Warrants, 1244-1326. London 1927, p. 18. 1311.04. 28. Bertwick on Tweed. Mandate to receive the attorneys of John Bourel of Neuwent, going by the King’s licence beyond the seas on pilgrimage, and then to make letters of attorney and protection for him, until Michaelmas next. Calendar of Chancery Warrants, 1244-1326. London 1927, p. 360. 1314.01.11. Windsor. Mandate to cause the businessin Chancery, touching the merchants of Spain for whom the king’s yeoman Giles Despaigne and others are bound, to continue in the state in which it is until the King has spoken with the keeper. Calendar of Chancery Warrants, 1244-1326. London 1927, p. 395. 1315.02.14. Westminster. Simple protection for the same time for Thomas de Dakany, who with Alice de Insula the wife of Walter, is going on pilgrimage to Santiago. Calendar or the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward II A.D. 1313-1317. London, 1898, p. 221. 1315.04.08. Windsor. The King has well understood the chancellor’s letter, sent by Messenger, and is well content with the sending of a knight to Boston to enquire m ordeore fully into the truth of the arrest of the ship there, and wishes to be certified of what is found. The chancellor has advised the King that the people of the marches of Wales and Scotland are going in great numbers (espessement) on pilgrimage to Santiago and taking much with them. Mandate to command the constable of Dover and the keepers of the passage there not to suffer any pilgrim to pass out of the realm until further orders from the King and council. Calendar of Chancery Warrants, 1244-1326. London 1927, p. 413. 1316.11.30. Scrooby. The King has given leave to Sir John de Crombwell, one of the king’s messengers to the pope, that after that message he may go on pilgrimage to Santiago; and he has given the King to understand that for his business in those parts he has need of the king’s letters to some of the king’s Friends of those parts. Mandate to make letters for accordingly.
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Calendar of Chancery Warrants, 1244-1326. London 1927, p. 450. 1316.12.28. Nottingham. Mandate to make letters of protection, for one year, for Philip de Kyme, going by the king’s licence on pilgrimage to Rome and Santiago. Calendar of Chancery Warrants, 1244-1326. London 1927, p. 453. 1330.04.24. Woodstock. Protection, without clause, until the feast of the Purification, for Alina late the wife of Edwars Burnel, going on pilgrimage to Santiago. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1327-1330. London, 1891, p. 514. 1330.05.14. Woodstock. Protection, without clause, until christmas, for Isolda, late the wife of John de Belbous, going on pilgrimage to Santiago. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1327-1330. London, 1891, p. 523. 1331.02.06. Langley. Simple protection for one year for Alina late the wife of Edward Burnel going on pilgrimage to Santiago. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1330-1334. London, 1893, p. 69. 1332.01.28. Westminster. Reginald son of Herbet and Agnes his wife going on pilgrimage to Santiago Hve letteres nominating William de Herlaston and William de Sancto Albano their attorneys in England until Midsummer. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1330-1334. London, 1893, p. 247. 1332.02.12. Waltham Holy Cross. John de Monte Gomeri and Rose his wife, going on pilgrimage to Santiago, have letteres nominating Robert de Hoo and William de Norwyk their attorneys in England until the feast of St. Peter as Vincula. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1330-1334. London, 1893, p. 252. 1335.08.20. Perth. Matilda late the wife of Robert de Holand, going on a pilgrimage to Santiago, has letters nominating Master John de Blebury and Gervase de Wilford her attorneys in England for one year. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1334-1338. London, 1895, p. 163. 1336.03.12. Westminster. Matilda late the wife of Robert de Holand, going on pilgrimage to Santiago, has the like nominating Master John de Blebury and Gervase de Wilford in England for one year. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1334-1338. London, 1895, p. 235.
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1344.10.07. Westminster. Margaret, countess of Hereford and Essex, going to Santiago and other holy places of pilgrimage in foreign parts, has letter nominating Robert de Brightwell and William de Somerdeby, clerks, as her attorneys in England for one year. John de Tamworth, Clerk, received the attorneys with the licence of John de Sancto Paulo. She has other such letters in the name of Margaret late the wife of John de Bohun, earl of Hereford and Essex, for the same time. Calendar of the Patent Rolls. Preserved in the Public Record Office. Edward III. A. D. 1343-1345. London, 1902, p. 350. 1403.05.11. Westminster. To Peter de Ville admiral of the city of Baioun. Order, upon petition of Peter Lopez of Ondaera, John Ortez of Galarzde and Feran Ve de Al de la Croun masters of three ships of Castile, to make restitution to them of their ships, merchandise and armour, and of their freight, suffering them thereof to dispose at their pleasure; as they have shewn the king that on 17 April last the admiral and great number of men of the said city and other the king´s lieges joined with him took the said ships at sea of Dartemuth with the merchandise and armour therein, and brought the same to the port of Dartmuth; and the king´s desire is that the love and friendship which there has long been between the king of Castile and león and himself and between their realms shall continue from good to better, and that the treaty of friendship now pending between them shall suffer no impeachment. By p.s (3808). Calendar of the Close Rolls preserved in the Public Record Office. Henry IV. Vol. II. A. D. 1402-1405. London, 1929, p. 67. 1403. 04. 26. Westminster. To Richard Spicer. Stric order at his peril and under pain of the king´s wrath, upon petition of Fernandus de Seint Ewe, John de Curtois (sic) of Besquey and Arys Alfons of Groyne merchants of the king os Castile, to make restitution and deliver to them their goods and merchandise and their fellows taken captive, and henceforward not to presume rashly by himself or any others to cause hurt, trouble or grievance to them or any other subjects of the said king; as the king has information how that the said Richard and his fellows, being the king´s lieges, did unlawfully and contrary to the present truce take certain goods and merchandise of the petitioners at sea to the value of 675 crowns in a ship called the “Marie Knyzt” of Danske, John Lilybringes of Prucia master; and the king´s desire and between their realms shall be continued from good to better, and that attempts whatsoever contrary to the shall be reformed. By p. s. (3688, 3689) Calendar of the Close Rolls preserved in the Public Record Office. Henry IV. Vol. II. A. D. 14021405. London, 1929, p. 70.
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1403.07. Westminster. To Bolt of Dertemuth, master of the king´s barge of la Groyn. Orden at his peril to restore and deliver to the owners thereof a ship of prucia called the “Seynte Marie” of Danske of 250 tuns burden, Frederik Barteramsoun master, laded with avoirdupois which was by Bolt and his accomplices taken at sea contrary to the present truce, or else to be before the king and council at Westminster on the day of St. Peter´s Chains next or whitin three days following in order to shew cause wherefore that ought not to be done. Calendar of the Close Rolls preserved in the Public Record Office. Henry IV. Vol. II. A. D. 1402-1405. London, 1929, p. 94. 1403.09.06. Westminster. To Robert Bolt of Dertemunth. Order under a pain of 200L as many times ordered, to deliver to Gunsalvus Maurus doctor of laws ambassador of John king of Castille and Leon, or to his attorney, a ship called “le Seynt Marie”, Frederick Bertason master, laded with divers goods and merchandise of merchants of Grunia and Santiago whatsoever to the value of 4.363L 6s. 8d. which was by the said Robert and other his accomplices taken at sea contrary to the present truce, or at least parcel of such goods, etc. If they exist, otherwise the Price or value thereof, or else to be before the council at Michaelmas next in order to shew cause whewfore he has despised the king´s repeated commands. By K. (Vacated, because otherwise below). Calendar of the Close Rolls preserved in the Public Record Office. Henry IV. Vol. II. A. D. 1402-1405. London, 1929, p. 108. 1405.12.17. Westminster. To the mayor and sheriff of Bristol. Order to spend his power to the end that a barge called the “Seint George” of Noe in Galicia, Peter Alfonso master, and the wine therein laded or the value thereof be delivered or país to John Fernandes of Santiago merchant thereof, according to the agreement between him and John Stevenes of Bristol and other merchants there; as the king is informed that they bought of him certain tuns of wine laded in the said barge for 5 marks the tun. By p.s. (4637) Calendar of the Close Rolls preserved in the Public Record Office. Henry IV. Vol. III A. D. 1405-1409. London, 1931, p. 18.
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Los Puertos de la Tierra de Santiago: impulsores económicos y objetos del control señorial Adailson José Rui Universidad Federal de Alfenas
INTRODUCCIÓN En el presente trabajo tenemos como objetivo tratar de la importancia de algunos puertos en la Tierra de Santiago como impulsores económicos y también instrumentos del control señorial por parte del arzobispo de Santiago. Los orígenes del señorío se encuentran en la concesión hecha por Alfonso el Casto (760-842, rey desde 791) a la iglesia de Santiago “del territorio que se extendía alrededor de dicha iglesia en radio de tres millas” 1. Con el tiempo, gracias a las concesiones y donaciones hechas por los monarcas, la dimensión territorial del señorío se fue expandiendo, según se puede verificar en documentos que forman parte de los cartularios, entre ellos los Tumbos A, B y C de la Catedral de Santiago2. Especificamente para el tema que aquí desarrollamos, se encuentran en esos cartularios documentos relativos a las fundaciones urbanas y a la
1. López Alsina, F. La ciudad de Santiago en la Alta Edad Media. Universidad de Santiago de Compostela, 1988: 130-135. 2. Sobre las dimensiones territoriales de la tierra de Santiago, véase el apartado “espacio del poder” en el artículo de: Pallares, M.C.; Pérez, F.J.; González, M.; Vaquero, B. “La tierra de Santiago, espacio de poder (siglos XII y XIII)”, SÉMATA, Ciencias Sociais e Humanidades, núm. 4. Poder y Sociedad en la Galicia Medieval.
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reorganización de espacios costeros en función de los puertos y del comercio marítimo allí existente. El análisis de la importancia de los puertos de la Tierra de Santiago nos conduce al estudio de temas relacionados con: incentivos a la repoblación, la formación y desarrollo de las ciudades gallegas, la dinámica portuaria, el comercio, la actuación de los reyes y también de los señores, acercándonos a la historiografía sobre la Galicia medieval. En este camino, observamos y consideramos significativo que los historiadores que lo fijaron como tema de investigación (y también aquellos que tuvieron la franja norte peninsular como su campo de trabajo y, en virtud de eso, también presentan en sus estudios informaciones sobre Galicia), dejaran claro a los lectores la importancia de los fueros y cartas pueblas como documentos para el estudio de la organización de la población y de la dinámica comercial de los centros urbanos gallegos en los primeros tiempos. Y, de manera especial, de las ubicaciones elegidas para los puertos como su punto de arranque. Según Elisa Ferreira Priegue, a la valoración de los fueros y cartas pueblas como documentos para el estudio de las orígines de muchas villas de la costa galega contribuyó el hecho de no existir, o ser muy escasos, otros documentos que posibiliten el estudio de los primeros tiempos3. Los fueros y cartas de población nos permirten acercarnos al conocimiento de la implantación de los medios de la gobernanza urbana. Tenemos en esos documentos el registro escrito de reglas, pero no tenemos específicamente relatos de casos concretos en que tales normas fueron aplicadas. Por lo tanto, a través de los documentos mencionados podremos conocer las intenciones y aspectos de la manera concebida para proceder en la administración, y también para promover el desarrollo y la seguridad de las ciudades en conformación en la costa gallega. En concreto, de los primeros tiempos hay informaciones al respecto de actuaciones que buscaban ofrecer seguridad en la costa. Es relatada en la Historia Compostelana la actuación del arzobispo Diego Gelmirez (1069-1140, arzobispo desde 1120) relativa a la construcción de una flota, con el objetivo de ofrecer protección al litoral de sus tierras, y en especial para defenderla de los ataques
1992: 133-174. El apartado “espacio y poder” en páginas 133-140. Consultado en: https://minerva.usc.es/xmlui/ handle/10347/4782?show=full 3. Ferreira Priegue, E. M. Galicia en el comercio marítimo medieval. Fundación “Pedro Barrie de la Maza”,1988: 67.
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musulmanes4. Sin embargo, salvo esas noticias, poco más se sabe. A este respecto, Elisa Ferreira Priegue afirma que “no se sabe nada, para Galicia, sobre los comienzos de su flota y comercio activo hasta muy tarde, en el último tercio del siglo XIII”, cuando empiezan a aparecer en documentos producidos fuera de Galicia informaciones sobre sus naves y mercancías5. Otro punto presentado por los historiadores está relacionado con la especificidad de Galicia en cuanto al cómputo de muchos señoríos eclesiásticos en su territorio. Sobre eso, Juan Ignacio Ruiz de la Peña escribió: “La existencia en Galicia de unas rígidas estructuras señoriales de cuño monástico y episcopal, mucho más atenuadas o incluso prácticamente nulas en los otros territorios de la franja cantábrica; los numerosos monasterios de la región y las importantes y poderosas sedes episcopales sobre las que se destaca la omnipotente silla compostelana – tenían bajo su control una gran parte de los hombres y tierras del país y constituirán un elemento hondamente perturbador para el desenvolvimiento de la política de promoción urbana” 6.
La especificidad gallega en función de los señoríos eclesiásticos es algo cierto para los investigadores. Así como que la existencia de dichos señoríos no impidió el desarrollo del proceso de repoblación y formación de centros urbanos, incluso de aquellos formados cerca de los puertos, en virtud de la intervención de los reyes. Una importante justificación de esto se desprende del hecho de que la actuación regia fuese buena para los intereses del señor. La reconstrucción de puertos, como el de Padrón, por ejemplo, favorecía el crecimiento del número de peregrinos que de lejanas tierras llegaban por mar a la costa gallega deseando ir a Santiago, ciudad que, según González Mínguez, “constituyó un gran foco ordenador de la repoblación de la costa gallega, e incluso de zonas del interior, pues se hizo en función de los intereses señoriales de la Mitra compostelana o del fomento de las peregrinaciones jacobeas” 7.
4. Falque Rey, E. (Ed.) Historia Compostelana. Madrid: Akal, 1995: 339-341. 5. Ferreira Priegue, E. “Galicia en la marisma de Castilla. La dinámica de los intercambios mercantiles”, Arizaga, B. y Solórzano Telechea, J. A. Ciudades y villas portuárias del Atlántico en la Edad Media: Nájera. Encuentros Internacionales del Medievo: Nájera, 27-30 de julio de 2004: 178. https://dialnet.unirioja.es/servlet/ articulo?codigo=1251668 Consultado en 8/05/2022. 6. Ruiz de la Peña, J. I. “Poblamientos y cartas pueblas de Alfonso X y Sancho IV en Galicia”, Homenaje a Don José Maria Lacarra de Miguel en su jubilación del profesorado. Zaragoza, La Bombarda, 1977: 30. 7. González Mínguez, C. “La urbanización del Litoral de Norte de España (siglos XII-XIV)”, Iglesia duarte, J. I. (coord.) III Semana de Estudios Medievales: Nájera 3 al 7 de agosto de 1992, 1993: 53. https://dialnet.unirioja.es/ servlet/articulo?codigo=554241 Consultado en 08/05/2022.
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El poder señorial y el regio fueron de la mano en el proceso repoblador del señorío de Santiago. Aunque la iniciativa regia se hacía presente, eso no perpetuó el control y mantenimiento por mucho tiempo del realengo, pues pocos años después de fundar las villas, el rey las concedía al arzobispo de Santiago. No hay duda de que la existencia de este señor, y el poder que tenía, fue un factor determinante que dificultó que los reyes alcanzaran, en especial en la Tierra de Santiago, el mismo éxito que obtuvieron en sus acciones de repoblación y formación de centros urbanos en la costa cantábrica, donde el monarca logró poner en evidencia su presencia y su poder, enfrentándose a los señoríos monásticos y posibilitando un equilibrio de poder8. La corta duración del realengo en muchas fundaciones promovidas por los reyes en la Tierra de Santiago llama la atención. El rey fundó, concedió fueros, en fin, creó en el ámbito jurídico el centro urbano, pero no los mantuvo. Pronto los concedió al señor de la Tierra de Santiago. Resultando así diferente de lo que ocurrió en fundaciones regias promovidas por las iniciativas de repoblación en otras partes de la costa norte peninsular, en que mantuvo el realengo e hizo de ellas enclaves cerca de las tierras cuya jurisdicción era monástica. Sobre esto nos podemos preguntar: ¿La política regia orientada a repoblar, fundar ciudades y con eso remarcar su presencia en territorios señoriales no tuvo éxito en la Tierra de Santiago? O bien, ¿en dicha tierra el éxito buscado por el rey vino dado de otra manera? Para responder estas preguntas haremos algunas consideraciones sobre el señorío de Santiago, cuyos orígenes, como mencionamos anteriormente, están vinculados a los cambios ocurridos en Galicia en función del hallazgo, según la tradición, del cuerpo del apóstol Santiago el Mayor hacia el año 830.
1. EL SEÑORÍO DE SANTIAGO La divulgación del hallazgo del cuerpo del apóstol provocó, al poco tiempo, que una población comandada por el obispo de Iria Flavia empezase a ganar
8. Es significativo a ese respecto lo que ocurrió en el litoral cántabro, donde el rey se hizo más presente. Sobre eso véase: Solorzano Telechea, L.A. “Los puertos del Rey: síntesis interpretativa del fenómeno urbano en el norte de España durante los siglos XII y XIII”, Temas Medievales, 17. 2009: 207-228. http://www.scielo.org.ar/pdf/tmedie/v17/v17a08.pdf Consultado el 08/05/2022.
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espacio en torno al sepulcro donde reposaba el sagrado cuerpo y, por medio de la donación hecha por el rey de Asturias, Alfonso el Casto (760-842), fuera creado un señorío, cuyo señor era el obispo iriense. Este, desde entoces, devino un importante miembro del séquito del monarca, condición que se manifestó no solamente en virtud de los aspectos religiosos derivados de la posesión de unas reliquias consideradas entre las más preciosas de la Cristiandad, sino también por las contribuciones materiales que ese señorío –mediante las actuaciones de su señor episcopal– hacía a la monarquía. Especiamente manteniendo la gobernanza del territorio, creando acciones que favorecían el movimiento de repoblación del área costera y, con ello, colaborando en la protección y seguridad de la misma área. Pero también, como hecho de gran importancia, la participación del arzobispo, juntamente con sus fuerzas de ataque, en empresas militares organizadas y dirigidas por el monarca, cuyo destino era enfrentarse a sus enemigos, fuesen cristianos o musulmanes. Sin embargo, en los primeros tiempos tras la inventio apostólica en Compostela, el obispado de Iria Flavia, al igual que los demás, continuó con una condición de dependencia del monarca, pues necesitaba de la acción y protección regias para conseguir mantenerse y tener su organización. Esta situación cambiará a principios del siglo XII en función de la postura que los obispos en general y, en especial, el de Santiago (en 1095 el papado aprueba el tralado de la sede episcopal de Iria Flavia a Compostela), pasan a tomar frente a cuestiones morales y políticas que forman parte de la vida de la monarquía. Según Manuel Recuero Astray, marca ese momento de ruptura el matrimonio de la reina Urraca con Alfonso I de Aragón. El temor con relación a las amenazas y posibles intervenciones del rey aragonés hizo con que los obispos saliesen de la condición de dependencia para, al menos, defender sus intereses, o sea, su señorío9. Desde entonces, por más que en tiempos del emperador Alfonso VII se buscó el equilibrio entre el poder temporal y el eclesiástico, la situación de plena dependencia de los obispos respecto al monarca no volvería a ser la misma. Los señores eclesiásticos, en particular el de Santiago, se tornaron muy fuertes e influyentes. Y el rey de turno necesitaba tener medios para poder contar con la presencia positiva del señor de Santiago.
9. Recuero Astray. M. “Relaciones entre la monarquía y la iglesia de León”, El legado cultural de la iglesa mindoniense, I Congreso do Patrimonio da Diocesis de Mondoñedo, 2000: 165-184. https://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/10975/CC%2055%20art%204.pdf?sequence=1&isAllowed=y Conultado en 08/05/2022.
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Creemos que también ese aspecto tiene que ser observado cuando buscamos entender la política de repoblación desarrollada especialmente en la región norte peninsular, en Galicia específicamente, territorio que comenzó a gozar de un poco de paz en virtud del fin de los infortunios promovidos por los vikingos y los piratas musulmanes10. Tiempo de relativa tranquilidad, de divulgación del hallazgo de las preciosas reliquias de Santiago y de su culto; tiempo de venida de peregrinos, quienes también llegaban por mar, incentivando con eso la necesidad de reactivación o incluso creación de antiguos puertos. Situaciones que podían ser favorecidas con la política repobladora conducida por Fernando II (1157-1188) y sus sucesores, que reconstruirán o fundarán centros urbanos, con actuaciones que contribuirán al desarrollo de la población y al control de la economía de esos centros portuarios, siendo así de gran importancia tanto para el señorío como para el propio reino. Las fundaciones urbanas impulsadas por el rey parecen responder a un mecanismo orientado a intentar hacerse presente en espacios muy cercanos al dominio del señor de Santiago y, asimismo, beneficiarse totalmente de las rentas cobradas por la actividad comercial que estaba en pleno crecimiento. Se nos sugiere así la idea de una disputa del poder o, más aún, tentativas de disminuir el poder del señor local en virtud del surgimiento de un área de realengo enclavada en el señorío de Santiago. En efecto, como en otras partes del norte peninsular, es significativo que la repoblación y consiguiente formación de centros urbanos por parte del poder regio tenga como puntos estratégicos, en el sentido geográfico, localizaciones cercanas a las zonas que ya tenían puertos o, en su defecto, que en ellas sí puedisen tenerlos. El puerto es el punto que posibilita el establecimiento de relaciones entre tierra y mar; entre la llegada y la salida de productos y también de personas, lo que lo supone un espacio que debe ser controlado. En el caso del señorío de Santiago, la llegada de peregrinos era muy valiosa, tanto por motivos religiosos específicos de aquel territorio como por las contribuciones e incentivos económicos derivados; y también por la fuerza que ese movimiento
10. Sobre este tema véase: González García, A. proyección europea del reino de Asturias: política, cultura y economia (718-910), El Futuro del Pasado, num.5, 2014.p 225.298. En las paginas 243 hasta 246 presenta informaciones sobre las incursiones piratas durante los reinados de Ramiro I y Ordoño I (842). https://revistas.usal.es// index.php/1989-9289/article/view/24791 Consultado en 08/05/2022. Sobre el tema de las amenazas que la costa gallega sufrió y lo que resulto ver: Burgoa Fernandez, J. J. “La armada gallega de Diego Gelmírez”, Compostellanum: revista de la Archidiosesis de Santiago de Compostela, vol, 58, nº3-4, 2013, p. 499-541.
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de personas en tránsito, llegando y saliendo de la ciudad apostólica, proporcionaba a su señor, haciendo de él un prelado muy respetado y necesario al lado de la monarquía, y por consiguiente uno de los señores más importantes y respectados del reino. Es común en las narraciones referidas a momentos importantes para la historia del reino (tanto de León inicialmente como más tarde de Castilla) las menciones a la presencia del arzobispo de Santiago entre los miembros de la comitiva regia, o como partícipe entre los principales que fueron testigos del establecimiento de acuerdos promovidos o realizados por los reyes. Con relación a su tiempo y a la manera en la que entonces se desarrollaban las relaciones de gobernanza, el arzobispo era también un señor territorial más, y así como los señores laicos, también él “debía acudir, con su auxilio militar, a la llamada de los reyes”11. Tenemos así noticias de la presencia de los arzobispos de Santiago en las campañas militares promovidas por los reyes. Pero más significativo para la realización de dichas campañas fueron las cantidades monetarias que ellos pusieron en las manos de los reyes. Según José Barrero Somoza, Fernando II “sólo apreciaba las fidelidades de los arzobispos campostelanos, cuando iban envueltas en cuantiosas sumas de dinero, necesarias para sus guerras con los reyes de Castilla y Portugal, expediciones en los territorios musulmanes y acciones de represalia contra insurrecciones internas” 12.
Tener el apoyo económico del arzobipo de Santiago fue fundamental para la organización y realización de las campañas militares conducidas por los reyes. Los arzobispos se hacían presentes con grandes sumas, aunque para ello fuera necesario endeudarse. Ejemplo de eso es lo que ocurrió en 1184 en virtud de los preparativos para el cerco de Cáceres: Fernando II, conforme a un documento presente en el Tumbo A de la Catedral de Santiago, reconoce el esfuerzo del arzobispo Pedro Suárez de Deza, afirmando que el arzobispo de Compostela siempre se mostró a él fiel y devotamente, especialmente en la expedición contra los musulmanes, y obedeciéndole, se cargó a sí mismo y a su iglesia con gastos y deudas13.
11. Pallares, M.C.; Pérez, F.J.; González, M.; Vaquero, B. “La tierra de Santiago, espacio de poder (siglos XII y XIII)”, SÉMATA, Ciencias Sociais e Humanidades, núm. 4. Poder y Sociedad en la Galicia Medieval. 1992:151. https://minerva.usc.es/xmlui/handle/10347/4782?show=full Consultado el 08/05/2022. 12. Barreiro Somoza, J. Señorío de la Iglesia de Santiago de Compostela (siglo IX-XIII). Diputación de A Coruña, Imprenta Provincial, 1987: 381. 13. “uos, domne Petre, compostellane archiepiscope, michi semper fideliter et deuote exhibuistis et precipue in nostra expeditione contra sarracenos, inquapro obsequio meo uos et ecclesiam uestram sumptibus et debitis
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Mediante las grandes sumas enviadas a los reyes, los arzobispos de Santiago no solo les demostraban el poder de su arzobispado a dichos monarcas, sino también a los demás señores del séquito real. Mostraban su valor y su importancia para el reino, haciendo que los reyes, en especial Fernando II, dependiesen del apoyo financiero del arzobispo compostelano. Las sumas de dinero enviadas desde Compostela habitualmente eran superiores a las de otros señoríos14, lo que obligaría a los reyes a gestionar buenas recompensas, necesitando contar con medios para hacerlo. Es desde esta última perspectiva que podremos observar el proceso de repoblación y formación de centros urbanos en las tierras gallegas, en especial en la Tierra de Santiago. Repoblar y promover por medio de privilegios enclaves urbanos fue algo que ocurrió en el norte y en el noroeste peninsular, fenómeno que pasó a tener mayor intensidad a partir de los reinados de Fernando II (1157-1188) y Alfonso IX (1188-1230). Estos reyes, sin dejar de prestar atención y de hacerse presentes en el norte y noroeste peninsular, luchando para protegerlos y para promover allí el mejor control administrativo y el fomento del desarrollo económico, a su vez miraron para el sur buscando ampliar el territorio del reino. La política regia desarrollada en el norte y noroeste, además de proporcionar la seguridad del territorio, un mejor control administrativo y el desarrollo económico, en ciertos casos hizo de esos objetivos también un medio de recompensar el auxilio militar recibido. Con esa perspectiva observamos las actuaciones de los reyes Fernando II y Sancho IV, fundadores de ciudades portuarias en la Tierra de Santiago. Como ejemplo presentaremos unas consideraciones sobre la concesión de fueros en el siglo XII a Padrón, Noia y Pontevedra, y en el siglo XIII a Muros.
2. ACCIONES DEL REY Y DE LOS ARZOBISPOS EN EL CONTROL DE LA COSTA GALLEGA La difusión del hallazgo del sepulcro con el cuerpo del apóstol Santiago y de la leyenda sobre cómo llegó milagrosamente a cierto lugar del litoral gallego, ubi-
suprauieres uestras onerastis”. Confirmación incluida en nota por Barreiro Somoza, J. Señorío de la Iglesia de Santiago de Compostela (siglo IX-XIII). Diputación de A Coruña, Imprenta Provincial, 1987: 381. 14. Barreiro Somoza, J. op. cit.: 382.
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cado en el estuario de los ríos Ulla y Sar, está directamente vinculado al pueblo que pasaría a ser conocido por el nombre de Padrón. La presencia humana en dicho espacio está constatada desde la Antigüedad, vinculada a las actividades dessarrolladas en la explotación de los recursos marinos, que motivó el surgimiento de la actividad portuaria. Esta, en virtud de la tradición hagiográfica comentada, vio ampliadas sus funciones, principalmente por convertirse en punto destacado de llegada de peregrinos que venían por mar a visitar las reliquias del apóstol15. Así, se vio intensificada la circulación de gentes y, con ella, el aumento de posibilidades de desarrollo de prácticas comerciales, convirtiendo dicha ubicación padronesa en un área de interés de la monarquía, que la insertó en su proyecto de repoblación y fundación de centros urbanos16. Siguiendo esa perspectiva de actuación política para el noroeste del reino, Fernando II de León (1157-1188) otorgó un fuero breve a Padrón el 21 de febrero de 1164. Conforme se indica en el mismo, el rey, después de haber sido aconsejado por los nobles, otorgó el fuero confirmando al pueblo de Padrón y a los sucesores de ellos “todas las buenas costumbres que os hayan sido otorgadas por mis Padres y por mis abuelos y aun por vuestros Arzobispos y Prelados, tanto de vuestra villa, como en aquellos lugares que á vuestra villa pertenezcan y según que se contiene en vuestras escrituras. Y si alguna cosa, por codicia de algunos, ha sido introducida contra dichas buenas costumbres, de raíz la extirpamos y abolimos”17.
Al estar confirmadas en el fuero las prácticas que ya se venían haciendo, tenemos una constatación de la antigüedad en cuanto a una serie de reglas que regían la
15. González Mínguez, C. “La urbanización del litoral de norte de España (siglos XII-XIV)”, Iglesia Duarte, J. I. (coord.) III Semana de Estudios Medievales: Nájera 3 al 7 de agosto de 1992, 1993: 50. https://dialnet.unirioja.es/ servlet/articulo?codigo=554241 Consultado el 08/05/2022. 16. Martínez Martínez, F., “Antología de textos forales del Antiguo Reino de Galicia (siglos XII-XIV)”, Cuadernos de Historia del Derecho. Nº 10. 2003: 310. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=856580 Consultado el 08/05/2022. 17. López Ferreiro, A. Fueros municipales de Santiago y su tierra. Santiago, vol. I, 1895:156. https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=nnc2.ark:/13960/t9184ck5f&view=1up&seq=94&size=125&q1=Fernando%20II%20fuero%20 de%20%20Padr%C3%B3n Consultado el 08/05/2022. Según López Ferreiro, él hizo la traducción a partir del documento en latín que pertenece al tomo V de la Colección de Privilegios del Archivo de Simancas, obra publicada en Madrid en 1830 por Tomás González. La misma traducción fue reproducida por Faustino Martínez Martínez en “Antologia de textos forales del antiguo Reino de Galicia (siglos XII-XIV)”, Cuadernos de Historia del Derecho. Nº 10. 2003: 310.
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localidad. La mención a la existencia de normativas decretadas por el padre y por el abuelo de Fernando II remonta la existencia del poblamiento al reinado de Urraca I, reina de León desde 1109 hasta 1126, cuando falleció. Desde entonces Padrón ya pertenecía al señorío del arzobispo compostelano18, siendo una localidad importante, pues dado que se hallaba en el interior de la ría tenía, según palabras de Fernando López Alsina: “la función de centro de convergencia de las rutas marítimas y las terrestres”19. Estas rutas favorecieron el comercio, la llegada y la presencia de gentes, fuesen comerciantes o peregrinos, y que hicieron del puerto de Padrón un enclave de desarrollo de la actividad económica. Directamente relacionada con la función comercial, y al ser especificadas en el fuero las tarifas que debían ser pagadas al señor, Padrón muestra, por una parte, el dinamismo de su puerto, evidenciado en la llegada de embarcaciones con varios tipos de pescado y del mercado que ello generaba; y por la otra, la presencia implícita y simbólica del arzobispo, quien por medio de su mayordomo ejercía el control para recibir aquellos derechos y beneficios que le correspondían por derecho según dicha normativa foral. El pago se hacía en especie. Así, “del cento, de pescado que chaman do vallo VIII peces, e dos budiones que venieren en un barquo, quer sean muchos o poquos pagen al mayordomo siete budiones, e del barquo de las sybias, quer sean muchas, quer poquas, pagen al mayordomo siete sybias; e dos barquos de los poluos frescos un poluo de cada barquo, e del barquo de las pixotas frescas a voluntad del mayordomo; e del barquo de los congros, quer sean muchos, quer pocos, ha de aver el mayordomo un congro. Et se fuere de outro pescado grande que sena yuos o touinas o prasos, o otros peces grandes anse de avenir con el mayordomo sobre ello. Et del barquo de las sardinas, pocas o muchas en el barquo, ha de aver el vuestro mayordomo un ciento de sardinas e mas de cada millero dos purtugees” 20.
Tras hacer el pago, el comercio en el puerto ya estaba autorizado para los dueños de los pescados y de otras mercancías que, entonces, los podían vender
18. Martínez Martínez, F. op. cit., p. 310. 19. López Alsina, F. “La formación de los núcleos urbanos en la fachada atlántica del señorío de la iglesia de Santiago de Compostela en el siglo XII: Padrón, Noya y Pontevedra”, Jubilatio Homenaje de la Facultad de Geografia e Historia a los profesores D. Manuel Lucas Alvarez y D. Angel Rodriguez Gonzalez, Universidad de Santiago de Compostela, Servicio de Publicación e Intercámbio Científico. Santiago de Compostela, 1987: 109. 20. Martínez Martínez, F. op. cit.: 313.
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según los precios establecidos. Como representante del señor, el mayordomo ejercía en el puerto y en la villa la autoridad concedida para gestionarlos en nombre del señor de la Tierra de Santiago. Sin embargo, para gestionar administrativamente la villa no era suficiente con ser designado por el señor como mayordomo, pues igualmente era necesario que hiciese el pertinente juramento por el cual se comprometía a respetar y poner en práctica todas las normas contenidas en el fuero. Se demuestra así el valor atribuido al fuero como herramienta de gobernanza que debía ser respectada. Pero al mismo tiempo, para gestionar la villa también era necesario que hubiese jueces, siendo nombrados como tales dos canónigos y dos ciudadanos cuya función primera era cuidar del mantenimiento, aplicación y respeto por las normas contenidas en el fuero. Al contrario del mayordomo, que era designado directamente por el señor, los jueces eran elegidos y deberían tener la conformidad del pueblo y del concejo para actuar. Esta condición evidencia un cierto respeto por el pueblo, dando pie a un proceso de gestión de la villa que contemplaba así la participación de sus fuerzas en su administración. Es interesante destacar este punto, pues nos informa de la necesidad de contar con unas normas que posibilitasen la participación de los habitantes de la ciudad para intentar evitar revueltas como las que ocurrieron en Santiago en tiempos de Diego Gelmirez21. Los cuatro jueces, antes de dar comienzo a su función, tendrían que prestar “juramento de proceder en todo con consejo de juez y sin aceptación de personas y de procurar conservar en toda su integridad los referidos artículos”22. Los vecinos, por su parte, tendrían que prestarles auxilio y ayuda cuando fuese necesario. A través del fuero concedido a Padrón se observa el interés por compendiar una serie de normas que permitan a sus habitantes vivir en justicia. Por ello la dimensión de la importancia de ese documento fue de gran valor para la administración de la villa. Esa relevancia la encontramos en él, al garantizar a la ciudad que puede rebelarse contra aquel que no respetase las normas que deben ser practicadas:
21. Sobre ese tema véase: Barreiro Somoza, J. op. cit.: 294-302; Portela Silva, E. Diego Gelmírez (c.1065-1140): el báculo y la ballesta. Marcial Pons Historia, 2016: 253-266. 22. Martínez Martínez, F. op. cit.: 311.
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“Si alguno osare estorbar la práctica de todas estas costumbres, en parte confirmadas y en parte otorgadas por Nos, levántese toda la ciudad contra el estorbador, y aunque con tal motivo sea muerto ó herido, ni el Rey, ni el Arzobispo, ni ningún vicario, puedan por ello imponer pena alguna, ni los parientes, ni los hijos del muerto ó herido, tengan acción para vengarse quien quiera que sea 23.
Si por un lado es posible aproximarnos a la dimensión atribuida al fuero cuando observamos lo que puede ocurrir con quien osare estorbar lo que ha de ser puesto en práctica, por otro tenemos también indicaciones de su valor específico, dado que contiene reglas que, al tiempo que inciden en las obligaciones que deben ser cumplidas por los habitantes, revelan también el reconocimiento y respeto a ellos mismos, dejando claro que la buena gestión solamente puede existir si las fuerzas presentes en la villa son respetadas. Siguiendo esa perspectiva, las normas expresan los derechos del rey y del señor, o sea, del arzobispo compostelano mediante su mayordomo que, para desempeñar su función en la ciudad, hubo de jurar previamente respetar las normas presentes en el fuero. Es posible reseñar, asimismo, los derechos que tenían los habitantes de Padrón: por ejemplo, el pago de las tasas les otorgaba el permiso y libertad para que pudieran ejercer actividades comerciales y poder vivir en dicha ciudad. Por otro lado, el señor, según el fuero, no tenía privilegios, y nadie podía hacer o tener sin que antes pasase por el tribunal. Tampoco tenía derecho a obtener nada por medio de violencia o por la fuerza, pese a ser el señor, y tampoco podía disfrutar de privilegios o reducciones fiscales por las mercancías adquiridas. Tenía que seguir y respetar las normas y pagar el valor establecido, como los demás. Las decisiones eran tomadas por el consejo, que era quien determinaba y promulgaba las normas, los precios, el cauce en definitiva que debía seguir la vida económica de la ciudad. La importancia del consejo también es manifiesta cuando se trata de intervenciones de los oficiales de justicia. Esos no podían desempeñar su labor sin que antes las causas fuesen conocidas por el consejo y éste les autorizase a realizar sus funciones. El consejo tenía el deber de administrar la justicia cuando así era solicitado, incluso si era pedido por una persona de fuera. Y si alguien tomaba la justicia por su mano, con una intervención por cuenta propia, o como ya fue
23. Martínez Martínez, F. op. cit.: 311.
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indicado, en caso de “estorbar la práctica”, entonces se consideraba lícito “á todo el vecindario salir á arrebatarle en venganza sus bienes, demoler sus casas y destruir sus heredades”24. En virtud de las menciones a la actuación del mayordomo y de la necesidad de la intervención de los jueces, así como la pormenorización en cuanto a lo que debería ser cobrado en el puerto, es posible hacernos una idea de la importancia económica que para el arzobispo de Santiago conllevaba su condición de señor de Padrón. Es interesante destacar que, como ya se ha afirmado, fue el rey Fernando II de León quien otorgó el fuero, pero fue él también quien concedió el señorío de la villa al arzobispo de Santiago. De manera similar actuó el 9 de abril de 1168, cuando donó Noia al arzobispo compostelano y a ella extendió el fuero de Santiago de Compostela: “Statuo etiam et mando populari burgum ad forum Compostelle, ut omnes in eo habitantes ita uiuant et uobis cunctisque archiepiscopis Sancti Iacobi respondeant, sicut et ciues compostellani” 25.
Por esa época en dicho lugar ya existía una población cuyo centro estaba en el área en torno a la iglesia de Santa Cristina. También existen noticias más o menos precisas al respecto, complementadas por el hecho de la pervivencia entonces de las ruinas de un antiguo puerto por donde en épocas pasadas habían llegado muchos peregrinos con destino a Santiago. La concesión del fuero y la entrega de la ciudad al arzobispo tendrían como propósito el fortalecimiento, el desarrollo, el control de la localidad y, principalmente, la reconstrucción del puerto para volverlo otra vez activo. A través del fuero se verifica el interés del monarca por incentivar el poblamiento de aquel espacio y el consiguiente desarrollo de la actividad comercial, lo que por un lado implicaría un aumento de ingresos para el rey y para el arzobispo, y por el otro contribuiría al refuerzo de la propia seguridad del enclave frente a posibles amenazas. Para ello era necesario activar el puerto que un día allí existió. Es evidente la importancia del puerto como espacio de llegada y salida de personas y mercancías, demostrándose como una gran fuente de ingresos. También
24. Martínez Martínez, F. op. cit.: 311. 25. Martínez Martínez, F. op. cit.: 304.
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es evidente la importancia de la villa como centro poblacional y de comercio. El puerto y la villa contribuían al desarrollo económico, posibilitando ingresos para los habitantes y también para el rey. Este, de una parte (del puerto especificamente), reservaba para sí y para el fisco la mitad del portazgo de las naves; y de la otra (de los habitantes de la villa y de los mercaderes que la frecuentaban), también reservaba para sí una gran parte de lo recibido, por ejemplo: “ha de auer el mayordomo la meytad de los diesmo que dan los mercadores e todos los menestrales ferreyros e çapateyros e carniceyros e alfayates e tendeiros e Regateras e misquiteras de la villa de Noya, e las mugeres sachadoras e maçadoras de la villa por san juan, e de las avenencias que fasen de lo que ganan de todo el año con el clerigo de la eglesia e con el mayordomo”26.
La relación de compromiso del rey para con el arzobispo de Santiago sobre los derechos de gestión del puerto la detectamos en el fuero cuando leemos que el monarca garantiza al arzobispo que nunca cederá a otro que no sea el prelado compostelano o sus sucesores los derechos que tiene para sí. Según el fuero, “De portaticu uero nauium medietatem parti mee regi et mihi soli retineo, promittens et statuens, quod nulli umquam alii persone, non comiti, non militi, sed tantum mihi retineo et conseruabo” 27.
Si por una parte el rey garantiza para sí la mitad del portazgo de las naves, por la otra el arzobispo obtiene su parte mediante la acción de su mayordomo. Sin embargo, tiene obligaciones, que el rey especifica en las primeras líneas del fuero: “Sepan, pues, la edad presente y la futura como yo Fernando, por la gracia de Dios, Rey de los “Españoles, por amor de Dios Omnipotente y del Santísimo Apóstol Santiago, nuestra Cabeza y Patrón, os faculto y concedo á vos, mi leal Don Pedro, electo de Compostela, que podáis edificar y establecer un nuevo burgo y puerto en la Tierra de Santiago en la comarca de Santa Cristina de Noya – á orillas del río Tambre á gloria de Dios y de dicha Iglesia, que os eligió por Padre y Pastor. Y el tal burgo y puerto será llamado en adelante por todos Todo bueno [Totum bonun]” 28.
26. Martínez Martínez, F. op. cit.: 305. 27. Martínez Martínes, F. op. cit.: 304. La version en español: “(…) del portazgo de las naves me reservo para mí y para mi fisco la mitad, que prometo y decido no dar nunca á ninguna otra persona, ni Conde, ni Caballero, y en caso de cederla, solo lo haré a Vos ó á vuestros sucesores”. López Ferreiro, A. op. cit.: 160. 28. La version en español de Fuero de Noia es presentada por López Ferrero, A. op cit.: 159-160. Martínez Martínez, F. nos presenta el texto en latí: “(…) dono et concedo uobis fideli meo domino Petro electo compostellano
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Construir un burgo y también un puerto eran medidas que el arzobispo de Santiago debía entonces poner en práctica. Por un lado podemos entender la obligación de construir un burgo como fórmula para posibilitar la organización y la gestión de las personas y del comercio que ya existía en aquel lugar; asimismo, sería la manera de ofrecer las condiciones óptimas para el crecimiento de la población y también de las actividades comerciales, convirtiendo así a la villa en un punto de encuentro y destino a donde dirigirse los mercaderes provenientes de rutas marítimas y terrestres. La importancia del puerto era notable. Lo delata, primeramente, el hecho de recibir incentivos para proceder a su reconstrucción, y después los datos sobre la riqueza económica que del propio fuero se extrae. Sobre tal riqueza los redactores del fuero se ocuparon al describir los productos y las tasas que deberían ser pagadas al mayordomo. Destacan los varios tipos de pescado y también la sal como productos muy apreciados y rentables para incrementar la riqueza de aquel sitio. Podemos verificar el esfuerzo puesto para controlar esas mercancías mediante las especificaciones que fueron hechas al presentar las tarifas que el señor de la tierra de Santiago tenía que recibir. Unos años despues de la concesión del fuero de Santiago a Noia, Fernando II “fundó” Pontevedra también mediante la concesión de un fuero. Según César González Mínguez: “En diciembre de 1169 nuevamente el rey de León otorgó un fuero breve a una pequeña aglomeración que controlaba el paso de la ría de Lérez mediante un viejo puente romano. Así nació Pontevedra, cuya vocación comercial y marinera es patente desde el primer momento, llegando a convertirse en el primer puerto pesquero gallego en la Edad Media”29. Aunque el fuero otorgado en 1169 se perdió, tenemos de él la confirmación hecha en 1264 por Alfonso X, en cuyo texto está registrado lo que fue, probablemente, el fuero de 1169, por medio del cual Pontevedra era reconocida como una ciudad que pertenencia al rey30. Como su señor, el monarca concedió privilegios, entre los cuales destaca la exención a los habitantes de aquellas obliga-
ut nouum burgum et portum edificetis et instituatis in terra sancti Iacobi, territorio Sancte Xristine de Noya in ripa fluuii Tamari ad honorem Dei et ecclesie predicte, que uso in patrem et pastorem elegit. Hic autem burgus siue portus de caetero Totum bonum (…). Op. cit.:304. 29. González Mínguez, C. op cit.: 50. 30. Martínez Martínez, F. op. cit.: 321.
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ciones que poco aportarían al desarrollo que se pretendía obtener con la nueva situación, consideradas ya entonces obsoletas por derivar de un tiempo pasado donde la vida de aquella población no estaba condicionada por el comercio. El hecho de que los habitantes no tuviesen que atender a pagos de tributos tan frecuentes como la luctuosa, la fonsadera y la goyosa entre otros delataba una forma de cambiar aspectos de gestión, reconociendo y oficializando una situación nueva con la cual los habitantes pasaban a gozar de mayor libertad para praticar las actividades que aquel enclave les ofrecía31. Sin embargo, Pontevedra conservó por poco tiempo su condición de realengo, pues en 1180 el rey Fernando II la cedió al arzobispo de Santiago don Pedro Suárez de Deza. Según este diploma: “cum deliberatione et assensu maiorum curie mee facio chartam donationis et cautationis in perpetuum ualituram de burgo de Ponte uetere cum omnibus terminis et pertinentiis suis cum portu, cum mari, riuis et fontibus, cum montibus, torris cultis et incultis, pratis et pascuis per omnes terminos nonissimos et antiquos, ubicumque, uos archiopiscope compostellane, et vestri subcessores perpetuo potueritis inuenire” 32.
Desde entonces, oficialmente el señor de la Tierra de Santiago se hacía presente en aquel enclave por medio de su mayordomo que, como quedó indicado en el fuero de Noia, debía ejercer su función siguiendo el dictamen de las normas. Pontevedra, así como otras ciudades que formaban parte de la jurisdicción del arzobispo de Santiago, comenzó a tener como parte de su estructura gobernativa un consejo, constituido por moradores de la ciudad.
31. Conforme al fuero, los habitantes de Pontevedra estaban libres de ciertos tributos, entre ellos la luctuosa, fonsadera y goyosa. Por estar liberados del primero, tenían que pagar al señor del lugar donde vivían un valor elevado para obtener el permiso por el que, generalmente, después de su muerte sus descendientes pudiesen continuar viviendo y disfrutando del lugar donde su padre había visido; por ser liberados del segundo, la fonsadera, tenían que hacer compensaciones al rey relativas al servicio militar; y por el tercero, la goyosa, tenían que pagar tributo con ocasión del nacimiento de un hijo. Con relación a los tributos véase: Ladero Quesada, M. A., “El sistema impositivo en Castilla y Leon siglos X-XIII”. https://www.ucm.es/data/cont/docs/446-2013-08-22-12%20 sistema%20impos.pdf Consultado el 08/05/2022. 32. Traducción libre: Con la deliberación y asentimiento de mi curia hago carta de donación y fianza para el burgo del Puente Viejo con todas sus fronteras y sus dependencias, con puerto, mar, ríos y manantiales, con montes, marcas, tierra cultivada y baldía, prados y pastos por todas las fronteras los más antiguos y los más antiguos, dondequiera que os encuentre el arzobispo de Compostela, y vuestros sucesores para siempre. El diploma en el cual está registrada la donación de Pontevedra al arzobispo de Santiago está conservada en el Archivo de la Catedral de Santiago: ACS. Tumbo A, fol. 52r-2v, (López Ferreiro, A. Hístoria de la Aanta A.M. Iglesia de Santiago de Compostela, t. IV, Santiago, 1901, apénd. LV: 143-144.
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A mediados del siglo XIII, el arzobispo don Juan Arias (1238-1266) ordenó a los ricos hombres de Pontevedra que hiciesen el registro en lengua romance de un conjunto de normas en las cuales estubiesen presentes los usos y costumbres practicados en la villa. Y así fue cumplido. Conocemos tales normas como Costumbres quel arçobispo de Santiago dio a la villa de Pontevedra33. La manera como el mayordomo debía actuar estaba destacada en dichas Costumbres. Es indicado lo que él puede hacer, cómo debe hacer, así como también son especificadas las cuantías a las que tiene derecho a recibir en función de las situaciones. Al mostrar de qué manera actuar y lo que debía recibir, queda asimismo claro lo que no pudía hacer, es decir, no podía ir más allá de lo contemplado en las normas. Se observa en ello la preocupación por tener una gobernanza que consiguiese mantener las fuerzas de la ciudad en equilibrio. La obediencia a las normas era fundamental, así como igualmente era fundamental que el mayordomo las respetase. Esto era especificado de la siguiente manera: “El mayordomo de la villa et los sus seruentes que andan por el e las justicias e los andadores de la villa deuen de jurar cada años sobre los santos euangelios en mano de juez de la villa que tengan e garden las derechuras del consejo e de los otros onbre de fuera de la villa” 34.
Las normas estaban destinadas para la gobernanza de la ciudad y, por ello, también el señor, a través de la forma dictada en que su mayordomo debía actuar, conocía sus límites. El señor es el arzobispo, pero al menos, teóricamente, la autoridad mayor es lo que está escrito en las normas. Todos tienen que respetar y obedecerlas. De esa obediencia, teóricamente, deriva la buena gobernanza, hecha con justicia. Para que la justicia esté presente y garantice el orden es necesario que cuente con jueces. Y para eso se especifica que el consejo de la ciudad debe poner a disposición del arzobispo seis hombres buenos. De entre ellos debe escoger dos para la función de jueces, que pasarán a ejercer su labor
33. Estas son las costunbres quel arçobispo de Santiago dio a la villa de Pontevedra e los deue usar el mayordomo que anda por el. Et los quales fueron fechos en Remembramiento de los onbres buenos de la villa de Ponte vedra por mandado del arcebispo don Juan Arias e del cabildo,e lo dieron por fuero de la villa de Noya para que le dauan o foro de Ponte vedra, e enviaron por los onbres buenos de la villa de Ponte vedra, e fesieron que scripuiesen los usos e los costumbres desta villa e ellos scripuieron en esta guisa. Como el mayordomo del arçobispo deue aver as vozes, que se fasen en la villa. http://gmh.consellodacultura.gal/nc/buscador/resultados/ metadato/1/buscar/pan/infodoc/16%7C23%20B/op/az/ Consultado el 08/05/2022. 34. Martínez Martínez, F. op. cit.: 324.
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después de jurar al arzobispo o a su representante hacer guardar el “senorio do arçobispo en todas las cosas e sus derechuras e las derechuras del consejo e de los onbres de fuera”35. Si los usos y costumbres codificados a instancias de don Juan Arias nos permiten el conocimiento de la gestión de la villa, por otra parte también posibilita que nos demos cuenta del crecimiento de la ciudad y de la actividad comercial, principalmente la relacionada con el mar y, en consecuencia, con su puerto. De noventa y siete normas que componen los Costumbres, treinta y cuatro abordan directamente situaciones que están vinculadas con actividades resultantes de la acción del hombre con el mar. La importancia económica de la ciudad como centro de atracción de comerciantes y mercancías, tanto llegados por mar como por las vías terrestres, también es evidenciada al especificar cómo el mayordomo debía actuar en relación a situaciones que pudieran ocurrir durante las ferias o vísperas de días de mercado o, incluso, en días de mercado. Las Costumbres nos permiten hacernos una idea de la dinámica de la vida económica y también de coyunturas que podrían haber ocurrido o bien llegar a ocurrir en el devenir cotidiano de Pontevedra en el transcurso del siglo XIII. Siglo en que el comercio marítimo se expandía, atrayendo habitantes para las áreas costeras. A fines del siglo XIII otra ciudad con vocación marinera y para las actividades que del mar resultan fue creada en la ría cerca de Noia. Se trata de Muros, cuya carta puebla fue concedida por Sancho IV (1284-1295) alrededor de 1286. En dicha carta encontramos referencias a la existencia de personas que vivían dispersas en aquel lugar. Con la intención de reunirlas en una ubicación determinada, el rey fundó una villa36. Según se lee en la carta: “Por ende hauiendo grant fabor á leuar la puebla de muro adelante é de les fazer mucha merced, queremos que sepan por este nuestro previlegio todos los que agora son é serán de aquí adelante, como nos don Sancho por la gracia de Dios Rey de castilla de león de toledo de galicia de seuilla de cordaba de murcia de jaen é del algarbe en uno con la Reina doña maria
35. Foros de Pontevedra. Gallaeciae Monumenta Historica http://gmh.consellodacultura.gal/nc/buscador/resultados/metadato/1/buscar/pan/infodoc/16%7C23%20B/op/az/ Consultado el 08/05/2022. 36. Pousa Diéguez, R. “Configuración institucional de una villa costera: Muros en el tránsito de la Edad Media a la Edad Moderna”, Espacio, Tiempo y Forma. Serie III Historia Medieval, 34, 2021: 716. https://revistas.uned.es/ index.php/ETFIII/article/view/26461/23519 Consultado el 08/05/2022.
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mi muger e con el infante don fernando nuestro fijo primero é heredero, por fazer, bien i merced á los de la puebla de muro á los que agora y son é seran de aquí adelante para jamas e porque sean mas ricos e mas abonados e se pueble mejor el lugar damosles e otorgamosles que fagan puebla en este logar sobre dicho”37.
Con esta carta se reconocía oficialmente el poblamiento de aquel lugar y, más aún, lo elevó a la condición de ciudad, una vez que desde entonces contó con un fuero que permitía su gobernanza. Sin embargo, para tener la ciudad de facto fue necesario implementar normas que ejerciesen un efecto directo sobre las gentes, por un lado, atrayéndolas al lugar indicado mediante los privilegios concedidos y, por otro, con la prohibición de continuidad de las prácticas desarroladas antes de la atribución de la carta de población. Las órdenes del rey fueron minuciosas: “E mandamos que ninguno no venda pescado en el alfoz sino dentro de la puebla. E otro si que todos los menestrales del alfoz vengan poblar á la puebla. E otro si les damos que fagan mercado el domingo e ningunt recatero que non ande por el alfoz mas que vayan todos comprar é vender al mercado á la puebla. E mandamos que los juyzes e los alcaldes é el notario que moren en la puebla e tengan y las mugeres e las mayores casas de morada, e los que ansi no fizieren que non sean juyzes nin alcaldes ni notario, e otro si que ninguno non faga cabaña en el alfoz” 38.
Se observa el esfuerzo realizado para fijar el núcleo urbano, o sea, un espacio definido y controlable que contaba con medios legales que contemplaban la recepción de tributos por la actividad comercial desarrollada, principalmente, en función de la posición estratégica ocupada por la villa. Sancho IV, mediante la carta de población concedida a Muros, la hizo una ciudad de realengo. Las cuantías recibidas en función de las tasas cobradas, principalmente de los comerciantes, pertenencían al rey. Según Rodrigo Pousa Diéguez “El objetivo de la Corona era contar con un puerto realengo en la boca de la ría tras la pérdida de Noia”39. Sin embargo, si en tiempos de Sancho IV el incentivo al desarrollo de Muros proporcionó una fórmula para que las finanzas
37. Martínez Martínez, F. op. cit.: 302. 38. Martínez Martínez, F. op. cit.: 302. 39. Pousa Diéguez, R., op. cit.: 717.
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regias también tuviesen ingresos provenientes del rico comercio allí realizado, además de remarcar la presencia regia en aquel espacio geográfico que en su mayor parte pertenecía al señorío del arzobispo de Santiago, ya en tiempos de su hijo, Fernando IV (1285-1312, rey desde 1295), las cosas cambiaron. Este monarca, conforme el diploma conservado en el Tumbo B de la Catedral de Santiago concedió Muros al arzobispo en 1289: “damos a la eglesia de Santiago sobredicha la villa de Muro, que es en tierra de Santiago, cerca contra Noya, et damogela com toda su alffoz et con aquellos términos que dio el rey dom Alffonsso quando la pobló”40. La codificación de los costumbres, convertidas en instrumentos para ser utilizados para administrar la actividad comercial y gestionar las situaciones que pudieran plantearse en Muros, permitía la organización del espacio geográfico al tiempo que facilitaba su control y seguridad, favoreciendo así el desarrollo del comercio, y principalmente de aquellas actividades que favorecían un mayor dinamismo de su puerto. Por medio de las costumbres, el arzobispo también informaba a los moradores que, desde entonces, tendrían como fuero el de Benevente41.
CONSIDERACIONES FINALES La existencia de enclaves favorables al desarrollo de la actividad pesquera en las rías gallegas fue fundamental para su poblamiento desde la Antigüedad y, posteriormente, en los siglos centrales de la Edad Media, favoreciendo el repoblamiento y la evolución de la actividad comercial. En dicho proceso histórico se demostró decisiva la construción o reconstrución de puertos: gracias a ellos se vieron intensificados los intercambios comerciales, las relaciones entre pueblos cercanos. Como consecuencia se desarrolló un claro interés señorial por detentar el control sobre ellos, aspecto este que puede ser comprobado a partir de las iniciativas administrativas de los reyes y de los arzobispos compostelanos, señores de la Tierra de Santiago. El control de los puertos y del comercio
40. González Balasch, María Teresa: El Tumbo B de la catedral de Santiago, Granada, Universidad de Granada, 1987, p. 888-889. https://digibug.ugr.es/handle/10481/5977 Consultado el 08/05/2022. 41. Al respecto del Fuero de Benevente véase: Coronas González, S.M. Fueros Locales del Reino de León (9101230). Antología, Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado, Madrid, 2018: 123-131. https://www.boe.es/biblioteca_juridica/abrir_pdf.php?id=PUB-LH-2018-61 Consultado el 08/05/2022.
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derivado de ellos pasó directamente por la fundación de ciudades a través de la concesión de un fuero por el rey de turno. Al menos teóricamente hemos logrado destacar aspectos adminstrativos, una vez que los fueros presentan reglas que debían ser seguidas de cara a asegurar el control de estos enclaves. También es posible verificar en cierta medida cómo eran las relaciones entre el rey y el señor de la Tierra de Santiago. En esa dirección, al comprobar las fechas de concesión de los fueros por parte de los reyes a las villas y, a continuación, cuando observamos las fechas en las cuales el rey donó las villas al arzobispo, podemos apreciar en mayor medida cómo funcionaba el juego de poder en aquel tiempo. El rey, por ser la cabeza del reino, era el soberano por derecho, por lo que los demás señores deberían cumplir con sus obligaciones para con él, entre ellas auxiliarlo en las campañas militares con el envío de efectivos militares y, especialmente, recursos monetarios. En contraprestación, el monarca les otorgaba recompensas. En los casos aquí presentados se observa que las ciudades de Padrón, Noia, Pontevedra y Muros, al ser fundadas mediante la concesión de un fuero o de una carta de población, obedecieron en un primer momento a unas necesidades que pueden ser expresadas por varios factores: repoblación, seguridad, organización de la actividade comercial y, en consecuencia, aumento de las ganancias recibidas por el rey a través de las rentas cobradas. En un segundo momento, cuando se produce la donación al arzobispo de Santiago, notamos que esta acción fue implementada por el rey como fórmula de recompensa por las ayudas recibidas del arzobispo de Santiago. Tener el control directo de los puertos, entiéndase, de la dinámica comercial desarrollada en dichos enclaves urbanos, fue el objetivo de los reyes y de los arzobispos de Santiago. El rey, incluso tras ceder el control de las villas al arzobispo, no dejó de obtener algún tipo de beneficio, una vez que podía seguir contando con el apoyo militar y, principalmente, financiero, del señor de la Tierra de Santiago; mientras que este, a su vez, pudo mantener su influencia en los asuntos del reino.
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Conflict Regulation and Risk Management. Maritime Law and Jurisdiction in Medieval Europe Gisela Naegle Justus-Liebig-Universität Giessen
INTRODUCTION: TYPES OF RISK AND ACTORS OF CONFLICTS1 Conflict regulation and risk management were important topics of maritime law and jurisdiction in medieval Europe. Conflicts and risks could arise in different ways. Risks mentioned in the Rôles d’Oléron2, their adaptations and other law texts about similar matters can be roughly classified as follows: 1. Natural risks (dangers of the sea, storms and bad weather, tides, reefs, rocks, floods, winter, ice, epidemics as the pest, illness, etc.);
1. This article is part of the research projects “BARMER. From the ship to the market. Economic activity, social relations and armed conflicts in the port cities of Atlantic Europe in the late Middle Ages” (PID2020-118105GBI00) and “Más allá de la palabra. Comunicación y discurso político en la Castilla Trastámara (1367-1504) / Beyond the Word. Political Communication and Discourse in Trastámara Castile (1367-1504)”. (PID2021-125571NB-100), granted by MCIN/AEI/10.13039/501100011033/ and by FEDER “A way of making Europe” (Summer 2023). 2. About this text, see: Serna Vallejo, M. Los Rôles d’Oléron: el ‚coutumier‘ marítimo del Atlántico y del Báltico de época medieval y moderna. Centro de Estudios Montañeses, Santander, 2004; Krieger, K.-F. Ursprung und Wurzeln der Rôles d’Oléron. Böhlau, Köln, Wien, 1970; short summary of the state of recent research: Naegle, G. “Oléron, Seerecht von”, Cordes, A., Lück, H. et al. (Ed.) Handwörterbuch zur deutschen Rechtsgeschichte. 2nd edition, Schmidt, Berlin, 2008–, vol. 4, 2017: col. 144-148.
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2. Man-made risks: – Internal quarrels on board, mutiny, problems of discipline, absenting without leave, misconduct and quarrels in harbour towns; – Technical risks (break of ropes, distribution of the cargo on the ship, overload, etc.); – Economical risks (cyclical fluctuations of economic trends and prices, impairing and debasement of coinage, crises, bad harvests, etc.); – ‘Political’ risks and violence: war, feuds, piracy, wrecking; – ‘Legal’ risks as law suits, risks linked to the status as a foreigner. For the medieval actors of maritime trade and transportation, all these types implied considerable economic consequences and high potential damages. The Rôles d’Oleron, a famous text of medieval maritime law, circulated in a very large geographical area. Their general character made them easily adaptable to a wide range of ‘typical’ risks and dangers of maritime trade. Nevertheless, they needed completion and adjustments by regulations that referred to special regional conditions and, above all, to a crucial problem that was not solved by the oldest original versions of this compilation: the plurality of judicial orders and the vital question what kind of authority should decide conflicts between merchants of different origins and merchant nations, between members of the same nation in a foreign place or between merchants, sailors and third parties. The question who should act as judge or arbiter and by which procedure ongoing conflicts should be decided was of paramount importance. In this context, for the Hanseatic space, Albrecht Cordes attributes a decisive function to privileges, sources where this aspect is often subject to detailed regulations. He suggests that “the two most important concerns reflected in the procedural rules were to avoid delay to the next trading trip and to ensure a rational law of evidence. The former was addressed by pressing for short-term scheduling and swift judgement and by dispensation from appearing before the court in person. The latter included avoidance of duels and other ordeals and the attempt to obtain parity by appointing half of the jurors from Hanseatic cities”.3
3. Cordes, A. “Die Erwartungen mittelalterlicher Kaufleute an Gerichtsverfahren: Hansische Privilegien als Indikator”, Wirsching, A. (Ed.) Eine Grenze in Bewegung: Private und öffentliche Konfliktlösung im Handels- und Seerecht / Une frontière mouvante: justice privée et justice publique en matières commerciales et maritimes. Oldenbourg, Munich, 2013: 40-64, quotation from the English abstract: 63.
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CONFLICT REGULATION AND RISK MANAGEMENT. MARITIME LAW AND JURISDICTION IN MEDIEVAL EUROPE
A good deal of these observations can also be applied to merchants from other European regions and to merchant communities. All over Europe, the establishment of reliable, trustworthy and quick judicial, extra– and infra-judicial procedures of conflict resolution was a vital and urgent need. So, shipowners, sailors and merchants but also authorities as urban governments, townspeople, corporations and corporate organizations as urban leagues and the Hansa, kings, princes and other lords felt the need to promulgate rules for a better management of risks, dangers and conflict settlement. The first section of the article will present types of risks and actors of conflicts. The second will introduce some comparisons of conflict management and its regulation in the primitive versions of the Rôles d’Oléron, in later regional adaptations and in some other texts, as royal and urban privileges and ordinances. Depending on the respective kingdoms and regions, the part played by manifold types of authorities implied in conflict management was different. So, after a short description of structural differences in the judicial and political landscape of France and the medieval Holy Roman Empire, last but not least, some final reflexions will be dedicated to the man-made but often extremely dangerous and unpredictable risk of war and its management by treaties, privileges and jurisdiction.
1. COMPARISONS: CONFLICT REGULATION AND JURISDICTION IN THE RÔLES D’OLÉRON AND ADAPTATIONS BY OTHER SEA LAWS Not only ships and merchants but also customary law and sea law travelled in the same directions. The spread of one of the most important sea laws of the Atlantic and North-European area, the Rôles d’Oléron, took these ways from the region of Oléron / La Rochelle to Spain and the Netherlands and from the Netherlands to the Baltic. Presenting themselves as judgements, the Rôles were literally a ‘text in motion’ with a complicated genesis. They were fixing older customary law that, up to this time, had been transmitted orally. The transformation process of this text also implied legislators and councils of harbour towns4. Most of the more than forty known manuscripts of the Rôles d’Oléron date back
4. See my contribution: Naegle, G. “Judgements of experts and voices of legislators: the Rôles d’Oléron viewed and reviewed by sailors, merchants, councils and princes”, Solórzano Telechea, J.A., Haemers, J. (Ed.) Normativa y autoridad en la ciudad medieval atlántica (y más allá). Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 2022.
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to the 15th century, the oldest ones, as the Ms. Liber Horn5 and the Ms. Liber Memorandorum6, are from the early 14th century and were written down a long time after the first appearance of these regulations7. The oldest version is also the shortest and consists of 24 articles8. Due to the direct and frequent contacts of the Atlantic and wine trade9, these regulations reached the Netherlands (Vonnesse of Damme, sea laws of Westkapelle, Waterrecht, Ordonancie), the Hanseatic space and Scandinavia (Visby). There are also early prints and later adjustments (Ergänzungen) of the Rôles d’Oléron as the common printed edition with the Coutumes de Bretagne (1485)10, the Grand Routier of Pierre Garcie (1520)11, the Us et coustumes de la mer of Étienne Cleirac (1647)12. The Grand Routier contains 21 articles that appear in no other version. They refer to shipwreck, pilots, joint shipwreck and fishing rights. Garcie also offers an even more direct approach to maritime risks: his compilation does not only contain a version of the Rôles d’Oléron but detailed sailing directions and descriptions:
5. Ms. Liber Horn, Guildhall Archive, London, fol. 355v°-360r°. Edition in: Krieger, K.-F. Ursprung und Wurzeln…, op. cit.: 122-145. He and M. Serna Vallejo (Los Rôles d’Oléron…, op. cit., 33) agree that this version is to be seen as the oldest manuscript. 6. Ms. Liber Memorandum, Guildhall Archive, London, fol. 103v°-110v°. 7. Krieger, K.-F. Ursprung und Wurzeln…, op. cit.: 12-17; D’Aussy, D. J. “De l’origine des Rôles d’Oléron”, Revue d’Aquitaine scientifique et littéraire, 2, 1876: 148-159. 8. It can be found in an extremely large geographical area that reaches from South-Western France, Normandy, Brittany, Paris, England / Scotland (nine translations) the Dutch and Belgian Netherlands, to Castile, the Iberian Peninsula, the Hanseatic Space / the Baltic. For Scotland, see: Frankot, E., ‘Of Laws of ships and shipmen: Medieval Maritime Law and its Practice in Urban Northern Europe. Edinburgh University Press, Edinburgh, 2012. In Scotland, there are nine translations. The oldest is the Bute Manuscript (second half of the 14th century). Description and overview: ibid.: 81-85, table 4.1.: 83. 9. Craeybeckx, J. Un grand commerce d’importation: les vins des France aux anciens Pays-Bas, XIIIe-XVIIe siècle. SEVPEN, Paris, 1958; Dion, R. Histoire de la vigne et du vin en France des origines au XIXe siècle. Sévin, Paris 1959 (Reprint: CNRS Éditions, Paris, 2011). 10. [Les coutumes et constitutions de Bretagne]. Dalier, N., Racine, G., Du Tertre, T., (Ed.), Bréhan, Loudéac, 1485, BnF Paris, https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k8708299m [May 13th, 2022]. At the last unnumbered page of the book the three editors are designed as “advocatz”(lawyers). See also: Planiol, M. (Ed.), La très ancienne coutume de Bretagne avec les assises, constitutions de Parlement et ordonnances ducales suivies d’un recueil de textes divers antérieurs à 1491. Plihon, Hervé, Rennes, 1896. 11. Waters, D. The Rutters of the Sea. The Sailing Directions of Pierre Garcie. Yale University Press, New Haven, London, 1967 (with facsimile). Garcie, Pierre dit Ferrande. Le grant routtier et pilotage et enseignement pour encrer tant es portz havres que autres lieux de la mer…, Enguilbert de Marnef, Poitiers, 1520. Critical edition: Bochaca, M., Moal, L. (Ed.) Le ‘Grand Routier’ de Pierre Gracie dit Ferrande. Instructions pour naviguer sur les mers du Ponant à la fin du Moyen Âge. Presses universitaires de Rennes, Rennes, 2019. See also: Maisonneuve, B. (Ed.) Pierre Gracie dit Ferrande. Le routier de la mer, v. 1490, 1502, 1520. Cercle de la recherche sur l’histoire et le patrimoine de la Vendée, Saint-Gilles-Croix-de-Vie, 2015. 12. Cleirac, Estienne, Us et Coustumes de la mer. Jaques Mongiron Millanges, Bordeaux, 1661: 9-159.
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as, for example: “Si tu passe les chenaulx de nuyt passe tout pres du groignet du Conquet tant comme auseras et n’aye paour de la Vinatere”13. The Rôles d’Oléron roughly reflect the voyage of a ship and its crew: the start of the journey with the nomination of the captain (art. 1), the charging of the cargo, contracts between shipowners and merchants, the departure, the journey itself and its possible complications and dangers, the arrival in the port of destination, problems in the harbour and the journey of return. The voyage begins with the nomination of a captain, the ship is said to be owned by two or three persons, it comes from its region of origin (de pays dount ele est) and arrives in Bordeaux or La Rochelle or elsewhere where it gets its cargo before it takes up another journey to a foreign land (en pais estraunge)14. The regional adaptations of the text often keep the two place names of La Rochelle and Bordeaux and sometimes some more but they also add others, for example, in England or the Netherlands. The 24 articles of the original version mention the following risks: – Bad weather at the time of leaving a harbour. If a majority of the crew (compaignouns) says that it is too bad to leave, the captain has to respect this opinion or, in case of an accident, he has to reimburse the loss of the ship and the goods (art.2). – Shipwreck at any possible place and its financial consequences (art. 3, 4). – Damage of the ship in the harbour (art. 5). – Sailors who provoke quarrels in the harbour and are injured or who are injured when they are executing an order of the captain/ in exercise of their duties (art. 6). (‘Foreign versions’ of the Rôles d’Oléron also refer to the negative effects of drinking). – Illness and death of members of the crew (art. 7). – Storms and jettison [role and information of the merchants; they still seem to be on board frequently]: the captain is excused if he doesn’t respect their opinion if, after arrival on land, a third of the crew swears that he has only acted to save the lives of the crew (ses compaignouns) and to rescue the ship, the cargo and the wine. The financial consequences of
13. Bochaca, M., Moal, L. (Ed.) Le ‘Grand Routier’, ed. cit.: 297. 14. Krieger, K.-F. Ursprung und Wurzeln…, ed. cit.: 124.
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the jettison for the crew members are decided after their behaviour in the dangerous situation: if the captain swears that a sailor has done his duty and defended the ship “as a man” (si defent en la meer cum un homme”), he will get a certain part of the saved rest (art. 8). – Storm and the necessity to cut the mast (that has to be explained to the merchants) or to leave back the anchor; consequences if the ship runs aground and, because of debates of the crew, it gets a leak (art. 9). – Damage of the goods because of defective ropes (art. 10 = technical risk). – Damaged goods because of bad charging / because goods are not sufficiently tied up (art. 11, technical risk). – Peace and criminal law on board, the captain as a judge (art. 12). – Pilots in Brittany, Ile of Batz, Normandy, England, Calais, Scotland, Yarmouth (art. 13). – Quarrels between the captain and the crew (art. 14; important role of the ‘community of the table’). – Collision with another ship when the ship lies in the roads (dispositions against fraud); dangers in the harbour when it gets dry (art. 16). – Decisions about freight / freight owned by the crew. The search of freight shall not delay the journey; compensation in case of loss (art. 18). – ‘Native’ sailors of the harbour of origin of the ship; change of journey plans and duty to follow (or not) this decision and compensation; consequences of shorter or longer journeys as originally planned (art. 20). – Sailors at land (food, drink, injuries / damages for others because of unauthorized absence) (art. 21). – Delay for non-respect of dates by the fault of merchants (loss of good weather, damage, delay of more than 15 days) (art. 22). – Stay in a harbour without sufficient money (financial regulations, wine trade) (art. 23). – Pilots and harbour basins (duties of pilots and the captain); end of the duties of the pilot at the arrival in the harbour (art. 24)15.
15. With more detailed explanations about the choice of the used manuscripts: Shephard, J. W. Les Rôles d’Oléron. Étude des manuscrits et édition du texte. Dossier pour le D.E.A. d’histoire médiévale, direction: Robert Favreau,
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To sum it up, the text refers to a wide range of potential risks and gives much room for the conflict regulation on board (by the captain and the community of the table; in some cases, the crew can have a decisive influence). But it is noteworthy that the text does not mention any other jurisdictions, lords or law texts and, even if it presents itself as judgements, it does not refer to former decisions by giving facts or names, elements of judicial procedure (a contrast to the coutumier of Oléron16, who gives names of former parties and judges and says that frequently the decisions concerned sailors from Brittany). This rather ‘abstract’ character of the regulations makes the original articles of the Rôles d’Oléron easily adaptable to other contexts. In this respect, the privilege of the French king of 1364 for Castilian merchants17 is particularly interesting because it adds just this missing aspect of concrete procedures and jurisdiction to the original dispositions and makes them applicable outside the community of the ship: In case of conflicts in Harfleur and Leure, the judgement by the captain of the town of Harfleur, their ordinary judge, has to be quick “selon les merites des causes, et selon les coutumes de la mer, et les droiz de Layron dehors, et les estatus de leurs marchandises”18. This judge shall siege two times a day but “il appellera et jugera par le conseil de deuz bons hommes de ladicte ville de Harefleur, et de deuz bons hommes dudit royaume de Castelle, qui seront esleuz par les bonnes gens de ladicte ville de Harefleur”19. The comparison with risks mentioned by later versions of the Rôles d’Oléron and of elements of criminal law is particularly interesting: Later versions add articles about supplementary risks of wrecking, piracy, accidents of common fishing expeditions for herring or mackerel with loss of ships, injuries or
Université de Poitiers, Faculté des Sciences humaines, département d’histoire, July 1985. (Unpublished; I would like to thank Prof. Martin Aurell, University of Poitiers and the staff of the CESCM library of Poitiers for the possibility to consult this study and the DEA study of the same author and for their excellent reception): edition: 51-141 (38 articles, with notes); edition of the oldest version in 24 articles: Krieger, K.-F. Ursprung und Wurzeln…, ed. cit.: 122-145. 16. Bémont, C. (Ed.) “Le coutumier de l’Ile d’Oléron”, Bulletin philologique et historique (jusqu’à 1715), 1917: 262-340, edition: 287-334. 17. Edition of the text: Charles V, “Lettres contenant les priviléges accordés aux marchands castillans trafiquant dans le royaume” (April 1364). Isambert, F.-A., Jourdan A.-J.-L. et al. (Ed.) Recueil général es anciennes lois françaises…, ed. cit., vol. 5: 1357-1380, Belin-Leprieur, Paris, 1824: 188-208; Serna Vallejo, M. Los Rôles d’Oléron…, op. cit.: 44, 28-29, note 25. 18. Isambert, F.-A., Recueil général…, ed. cit., art. 42: 206. 19. Isambert, F.-A., Recueil général…, ed. cit., art. 42: 206.
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deaths and the financial sequels20. But one of the interesting examples for later regional adaptations concerns the articles 25 and 37 (after Shephard, it can be found in the ‘Brittany versions’ that are linked to the coutumes de Bretagne; 15th century). In the article 25, if a pilot leads a ship to Saint-Malo and there it gets damaged because he does not know how to guide it correctly, he has to compensate for the damage – or the captain, crew or merchants can cut his head (but first they have to see if he is able to give a financial compensation)21. The art. 37 goes even a step further: if the ship has been lost by the fault of the pilot, the crew can cut off his head because he has committed trayson à son entreprise de lodemanage and the maître and the sailors are not obliged to respond before any judge for this killing (“sans ce qu’en après le maistre ou nul de ses mariners, soit tenu d’en respondre devant aucun autre juge” [Manuscript Vespasian, early 15th century])22. Some other later ‘foreign’ versions (for example two Castilian manuscripts edited by Margarita Serna Vallejo)23 do not show these far-reaching consequences, whereas the version of Pierre Garcie sharpens the consequences and still gives much more details24. Texts like the Flandrischer Copiar n° 9 add specific dispositions about Versegelgeld (tariffs for delay / other trajectories, interestingly also for La Rochelle, the bay of Bourgneuf etc.)25. Some other additions or supplementary dispositions in texts that are also influenced by the Rôles d’Oléron and that contain further law texts (as the Schifferordnung of 1482, or the Hanserezesse and the Copiar) contain dispositions of criminal law (mutinery, wrecking, defence
20. Examples: Art. 27: company of two ships to fish herring or maquereau, both must have the same equipment and shall get equal parts of the gain, etc. (ed. Shephard, J.W. DEA, ed. cit.; 83); art. 26: financial consequences of accidents with two barrels of wine in the de-charging process in the harbour (ibid.: 82); art. 28: problems of freight / delay and their consequences for compensation (ibid.: 84-85). 21. Ed. Shephard, J. W. DEA, ed. cit.:81-82. 22. Ed. Shephard, J. W. DEA, ed. cit.: art. 37: 93. 23. Ex. art. 25, Ms. Biblioteca del Monasterio El Escorial, ed. Serna Vallejo, M. Los Rôles d’Oléron…, op. cit. : 225232, here: 232; art. 25, Ms. de la Biblioteca del Colegio de Santa Cruz de Valladolid (1436), ibid.: 240-247, here 247: “Un leman toma una nao sobre si para lebarla a san Malo, o a otro puerto qual quier si yerra la nao la entra da por non guardar bien las mareas si la nao tomare algund […]e leman es tenudo a lo emendar si ha de que este es el juicio en este caso”. 24. See also: Ms. Vespasian, art. 34-35, ed. Serna Vallejo, M. Los Rôles d’Oléron…, op. cit.: 256-257; Routier de Pierre Garcie, ed. Bochaca, art. 23: 348. 25. Jahnke, C. Graßmann, A. (Ed.), Seerecht im Hanseraum des 15. Jahrhunderts. Edition und Kommentar zum Flandrischen Copiar Nr. 9. Schmidt-Römhild, Lübeck, 2003: 85-86.
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against pirates, protection by weapons) or about the specific and climatic risks linked to other goods (as the prohibition of sailing in winter, about the storage of grains, etc.) or the specific form of organization of the Hanse. In Northern Germany, as will be shown for the ratification procedure of the truce between the Spanish nation of Bruges and the merchant nation of the German Hansa (1443), the Hansa itself, individual towns and corporations were leading actors for the development of ‘international’ maritime, merchant and commercial law26. Urban law, courts and other institutions of huge sea ports as Hamburg and Lübeck, or, for trade law and conflict regulation between merchants in general, important trade hubs and places of fairs as Nuremberg and Leipzig played a decisive role for the genesis of specialized jurisdictions27. Besides their urban courts and the jurisdiction of their Council, towns like Nuremberg and Augsburg developed a culture of ‘private’ or rather infra– or extrajudicial conflict settlement28 by arbitration, conciliation or mediation. These procedures often implied the participation of expert peers of the litigants, or in the case of family enterprises, relatives, in-laws, friends and allies who acted as mediators29. Experienced urban lay judges, who were often members of the urban government or close relatives of the leading families that were represented in the town councils (ratsfähige
26. Jahnke, C. “Hansisches und anderes Seerecht”, Cordes, A. (Ed.) Hansisches und hansestädtisches Recht. Porta-Alba-Verlag, Trier, 2008: 41-67; Landwehr, G. “Seerecht im Hanseraum im 15. Jahrhundert”, Jahnke, C., Graßmann, A. (Ed.) Seerecht im Hanseraum…, op. cit.: 95-117; Frankot, E. “‘Der ehrbaren Hanse-Städte See-Recht’: Diversity and Unity in Hanseatic Maritime Law”, Wubs-Mrozewicz, J., Jenks, S. (Ed.) The Hanse in Medieval and Early Modern Europe. Brill, Leiden, 2013: 109-128. For overviews about the history of commercial law, see: Goldschmidt, L. Universalgeschichte des Handelsrechts. 3rd ed. Enke, Stuttgart, 1891; Scherner, K. O. “Handelsrecht”. Handwörterbuch zur deutschen Rechtsgeschichte, 2nd ed., Erich Schmidt Verlag, Berlin, 2012, col. 714-730; Cordes, A., Höhn, P. “Extra-Legal and Legal Conflict Management among Long-Distance Traders (1250-1650)”. Pihlajamäki, H., Dubber, M. D., Godfrey, M. (Ed.) The Oxford Handbook of European Legal History, Oxford University Press, Oxford, 2018: 508528; Szramkiewicz, R., Descamps, O. (Ed.) Histoire du droit des affaires, 2nd ed., LDGJ-Lextenso, 2013; Miranda, F., Wubs-Mrozewicz, J. (Ed.) Continuity and Change 32/1, 2017 (Special issue “Merchants and commercial conflicts in Europe, 1250-1600”). 27. Scherer, K. O. “Formen der Konfliktlösung im Handels- und Seerecht in Nürnberg, Hamburg und Leipzig zwischen 1500 und 1800“, Wirsching, A. (Ed.) Eine Grenze in Bewegung…, op. cit.: 117-140. 28. Regarding the concept of ”infra-justice”, see: Härter K. “Konfliktregulierung im Umfeld frühneuzeitlicher Strafgerichte. Das Konzept der Infrajustiz in der historischen Kriminalitätsforschung“, Kritische Vierteljahresschrift für Gesetzgebung und Rechtsprechung, 95, 2015: 130-144; Loetz, F. “L’infrajudiciaire. Facetten und Bedeutung eines Konzepts”, Blauert, A., Schwerhoff, G. (Ed.) Kriminalitätsgeschichte. UVK Universitätsverlag Konstanz, Konstanz, 2000: 545-562; Garnot, B. (Ed.), L’infrajudiciaire du Moyen Âge à l’époque contemporaine. EUD, Dijon, 1996. 29. For examples, see: Isenmann, M. Mittel, Strategien und Wege der inner- und zwischenfamiliären Konfliktlösung oberdeutscher Handelshäuser im 15. und ‚langen‘ 16. Jahrhundert. Steiner, Stuttgart, 2020.
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Geschlechter)30, were an important complement in this pre-modern system of conflict management. In France, the situation was somewhat different. In later Medieval France, after the decline of the foires de Champagne, the king and his officers, as baillis and sénéchaux, central royal courts and institutions as the Parlement of Paris, the regional Parlements or the chambre des comptes played a much more important role than comparable institutions of their German counterparts31. In the XIIIth century, the first registers of the Parlement of Paris, the Olim (1254-1318) already give a striking number of examples for the implication of the royal justice in the regulation of commercial conflicts between merchants32. In the French case, powerful territorial lords as the dukes of Brittany (for example by the introduction of the brefs de Bretagne)33, or Burgundy (by their legislation and by ducal institutions as the chambre de comptes or the Grand Conseil de Malines) and, because of the possibility to appeal to the Parlement of Paris, once again, royal courts34 completed this picture of important actors. For risk management and marine insurance, the brefs de Bretagne35 provide a striking example for the decisive influence of powerful feudal lords as the dukes of Brittany, who were able to use risk management for their own political and economic benefit. At the origin, the brefs were a kind of insurance system. In La Rochelle and Bordeaux36, ducal offices sold “seaulx”, safe conduct passes against the risks of
30. For the political role of such groups in Medieval Germany and Castile, see: Naegle, G., Solórzano Telechea, J. Á. “Geschlechter und Zünfte, prinçipales und común. Städtische Konflikte in Kastilien und dem spätmittelalterlichen Reich”, Zeitschrift für Historische Forschung, 41/4, 2014: 561-618. 31. For Hanseatic law suits before royal / imperial courts, see: Oestmann, P. “Prozesse aus Hansestädten vor dem Königs- und Hofgericht in der Zeit vor 1400”, Zeitschrift der Savigny Stiftung für Rechtsgeschichte, Germanistische Abteilung, 128, 2011: 114-168; see also: Frankot, E. “Medieval Maritime Law from Oléron to Wisby: Jurisdictions in the Law of the Sea”, Pan-Montojo, J. L., Pedersen, F. (Ed.) Communities in European History: Representations, Jurisdictions, Conflicts. Edizioni PLUS, Pisa Univ. Press, Pisa, 2007: 151-172. 32. Hilaire, J. “La résolution des conflits en matière de commerce à travers les archives du Parlement au XIIIe siècle”. Wirsching, A. (Ed.) Eine Grenze in Bewegung…, op. cit.: 1-17. 33. Gallicé, A., Moal, L. “Les brefs de Bretagne”, Annales de Bretagne et des Pays de l’Ouest, 119/2, 2012: 81-104; Touchard, H. “Les brefs de Bretagne”, Revue d’histoire économique et sociale, 34/2, 1956: 116-140. 34. Dauchy, S. Les appels flamands au Parlement de Paris. Ministère de la Justice, Bruxelles, 1998. 35. Gallicé, A., Moal, L. “Les brefs de Bretagne”, art. cit.: 81-104; Touchard, H. “Les brefs de Bretagne”, art. cit.: 116-140. 36. Shephard, J. W. “The Rôles d’Oléron: A Lex Mercatoria of the Sea?”, Piergiovanni, V. (Ed.) From Lex Mercatoria to Commercial Law. Duncker & Humblot, Berlin, 2005: 207-253, here 224; for details about these offices: Tranchant, M. Le commerce maritime de la Rochelle à la fin du Moyen Âge. Presses universitaires de Rennes, Rennes, 2003: 190-193. See also: Naegle, G. “Judgements of experts and voices of legislators…, art. cit.
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maritime trade and dangerous places as the Pointe de Penmarc’h, the Pointe du Raz or the Pointe de Saint Mathieu37. In return, the shipmen received a guarantee against the droit de bris and the subsequent loss of their belongings in case of shipwreck and they could get help to cross the mer d’Iroise. Probably the brefs were introduced between 1190, and the 1260s. In 1265, they were well established38. In the second half of the XIIIth century, the power of the dukes grew39, so that the brefs turned more and more into a tax and helped them to foster their political aims40. Occupying an important strategic position, and particularly exposed to the dangers of the Hundred Years War, La Rochelle played an active role in the maritime trade41 relations and negotiations between Castile, France, Flanders and the Baltic space/ the Hanseatic towns – and, as will be shown in the next section, it was an important stepping stone in the maritime trade from Northern Spain to Bruges and the Hanseatic space.
2. THE MAN-MADE RISK OF WAR 2.1. THE SPANISH-HANSEATIC TRUCE OF 144342 The following section will present three examples for reducing and/or handling the man-made risk of war and its sequels. All of them are more or less directly linked to the context of the Hundred Years War: the Spanish-Hanseatic truce of 1443 and similar regulations in privileges of the French King for Spanish merchants and
37. Tranchant, M. “La ‘culture’ du risque chez les populations usagères des mers et littoraux du Ponant (XIe-XVIe siècles): première approche d’une histoire à construire”. Risque, sécurité et sécurisation maritimes depuis le Moyen Âge. Revue d’histoire maritime. Histoire maritime, Outre-mer, relations internationales, 9, 2008: 9-45. 38. Shephard, J. W. “The Rôles d’Oléron…”, art. cit.: 225. For the debate, see: Touchard, H. “Les brefs de Bretagne…”, art. cit.: 116-140 and the reaction from Pocquet du Haut-Jussé, B.-A. “L’origine des brefs de sauveté”, Annales de Bretagne et des Pays de l’Ouest, 66/3, 1959: 255-262. 39. Gallicé, A., Moal, L. “Les brefs de Bretagne…”: 106. 40. Gallicé, A., Moal, L. “Les brefs de Bretagne…”: 82; Tranchant, M. Le commerce maritime…, op. cit.: 190. 41. Overview in: Blockmans, W., Krom, M., Wubs-Mrozewicz, J. (Ed.), The Routledge Handbook of Maritime Trade around Europe (1400-1600), Routledge, London, New York, 2013. 42. Detailed description of the pre-history of this truce and the problems of its extension and application are described by: Abraham-Thisse, S. “Les relations hispano-hanséates au Bas Moyen Âge”, En la España Medieval, 14, 1991: 131-161 and particularly 15, 1992: 249-295; Häbler, K. “Der Hansisch-Spanische Konflikt von 1419 und die älteren spanischen Bestände“, Hansische Geschichtsblätter, 1894, 47-93.
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‘international’ problems created by this war in the commercial relations of France, Burgundy and the Hanseatic space that ended up in law suits before the Parlement of Poitiers in 1420s and 1430s. Important privileges of the French King Louis XI (1483) for the Hansa and their confirmation by his son, Charles VIII and privileges for Spanish merchants refer to the same problems – and illustrate the differences in the respective role of the implied actors and negotiators. In 1443, in Bruges, the merchant nations of the Germans / the Hansa and Spain43 (mercancie naciones et Germanie de hanza Theutonica et Hispanie)44 concluded a three years’ truce (treugas sive inducias et conuenciones lacius specificatas in duabus cedulis) that shows the strong link between politics, ‘international’ trade, law and economic questions. The truce gives a long list of names of representants of the concluding parties and of witnesses. The treaty is concluded by, “prudentes et sagaces viri”, that are also qualified as “aldermen” (aldermanni), as “jurati nacionis Alemannie hanse Theutonice nuncupate” who represent this nation (eandem nacionem representantes)45. This terminology refers to the concepts of honour, trustworthiness and social capital and also appears in other maritime law texts, for example in the first chapter of the Llíbre del Consolat de Mar that speaks of “prohòmens navegants, patrons e mariners”, “prohòmens de la art de la mar”46 and “bons hòmens de la art de la mar”47. Other medieval Romance languages use a similar terminology: (lat. boni homines48, probi homines; occitan prozom(e), it.
43. About the Spanish nation in Bruges, see: Solórzano Telechea, J.Á. “La Nación de Vizcaja y de la Costa marina de España: la colonia de mercaderes, marineros y transportistas del Cantábrico en la ciudad de Brujas en la Baja Edad Media”, Id., Sicking, L. (Ed.) Diplomacía y comercio en la Europa atlántica medieval, Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 2015: 221-244. 44. Nr. CLIX, “Vertrag zwischen den Aelterleuten des Hansischen Comptoirs in Brügge und der Spanischen Nation zur Sicherstellung eines gegenseitigen Friedens” (August 15th, 1443). Verein für Lübeckische Geschichte und Alterthumskunde (Ed.), Urkundenbuch der Stadt Lübeck, vol. 8: 1440-1450. Edmund Schmersahl, Lübeck, 1889: 192-198, here 193; Hirsch, T. Danzigs Handels- und Gewerbegeschichte unter der Herrschaft des Deutschen Ordens. Hirzel, Leipzig, 1858: 272-274. About the context, see: Hirsch, Danzigs Handel…, op. cit.: 85-89 (with description of the numerous setbacks of the peace negotiations); Dollinger, P. Die Hanse, neu bearbeitet von Volker Henn und Nils Jörn. 6th completely revised and actualized edition. Kröner, Stuttgart, 2012: 337-338. 45. Nr. CLIX, “Vertrag zwischen den Aelterleuten…“, Urkundenbuch der Stadt Lübeck, vol. 8, op. cit.: 193. 46. Schweitzer, J. Schiffer und Schiffsmann in den Rôles d’Oléron und im Llibre del Consolat de Mar. Peter Lang, Frankfurt am Main, 2007: 172; Germà Colon, Arcadi Garcia (Ed.) Llíbre del Consolat de Mar, 4 vol., 1981-1984, rep. Barcelone 2001: 395. 47. Llíbre del Consolat de Mar, ed. cit.: 395; art. “prou”, Coromines, J. (Ed.) Diccionari etimològic i complementari de la Llengua catalana, vol. 6, Curial, Barcelona, 1986: 835). 48. About early examples of this terminology see: Nehlsen-von Stryk, K. Die ‘boni homines’ des frühen Mittelalters unter besonderer Berücksichtigung der fränkischen Quellen. Duncker & Humblot, Berlin, 1981.
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produomo, castill. prohombre etc.). In French law of our own days, the conseil de prud’hommes, characterized by an equal representation of elected judges from both sides, is still an important first instance institution for the regulation of judicial conflicts between employees and employers. In pre-modern Germany art. 23 of the Hamburger Schiffsrecht (ca. 1292) mentions “gude lude” whose opinion was important for the liability in case of jettison when the ship might have been overloaded49. In France, depending on the concrete context, the terminology of “bonnes gens”50 could have similar functions. In the Spanish-Hanseatic truce of 1443, the enumeration of the Castilian counterparts of the German merchants shows some differences. It mentions rather ‘professional’ functions51: the first-mentioned man is a captain, several others are magistri nauium, but there are also consules and merchants. The two parties act not only for themselves but also for other absent members of their respective nations. The truce was concluded for the common good and the profit of commerce (ad augmentacionem reipublice ac in favorem mercancie). Its conclusion had also implied a member of the Order of Saint Augustine, Alfonso de los Barrios, a theologian. One of the two parts of the text was given to the notary by the aldermen, the other by the magistros nauium52. The text contains very detailed hints to the religious sphere (not only God, The Holy Trinity, but also the Virgin Mary and all male and female saints) and to the common weal of the Christian people as a whole. The past conflict of the two involved parties is presented as a work of the devil. Spaniards and the merchants of the Hansa had been capital enemies (inimici capitales)53. For the Hanseatic side, significantly,
49. Cordes, A. “Die Regelung von Interessenkonflikten im Seerecht des späten 13. Jahrhunderts”, Zeitschrift der Savigny Stiftung für Rechtsgeschichte, Germanistische Abteilung, 137, 2020: 52-90, here 81. 50. Dutour, T. Sous l’empire du bien. ‘Bonnes gens’ et pacte social (XIIIe-XVe siècle). Classiques Garnier, Paris, 2015; Id. Une société de l’honneur : les notables et leur monde à Dijon à la fin du Moyen Âge. Honoré Champion, Paris, 1998. See also, for the comparison of the terminology: Naegle, G. “‘Bonnes villes’ et ‘güte stete’: Quelques remarques sur le problème des ‘villes notables’ en France et en Allemagne à la fin du Moyen Âge”, Francia 35, 2008: 115-148; online: URL: https://journals.ub.uni-heidelberg.de/index.php/fr/article/view/44929/38420, (last accessed May 13th, 2022). 51. For the different categories of maritime personnel, see, for example: Solórzano Telechea, J. Á., Bochaca, M., Aguiar Andrade, A. (Ed.), Gentes de mar en la ciudad atlántica medieval. Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 2012. 52. Nr. CLIX, “Vertrag zwischen den Aelterleuten…”, Urkundenbuch der Stadt Lübeck, vol. 8, op. cit.: 193. 53. “Ad laudem et gloriam sancte trinitatis, patris et filii et spiritus sancti, exultacionem gloriosisssime Dei genitricis virginis Marie ac omnium sanctorum et sanctarum in celesti Jherusalem triumphancium, salutem populi Christiani et augmentacionem reipublice communisque mercancie naciones et Germanie de hanza Theutonica et Hispanie, procurante satana a retroactis longis temporibus inimici capitales, annuente pacis auctore sum-
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the text refers several times to the “Hanseatic cities”, to their authority and to political decisions they might take and their potential consequences (as the conclusion of other treaties or longer truces). In the medieval Empire, for this kind of ‘foreign policy’, it was not necessary to imply the emperor or a prince. The Hanseatic Towns explicitly mentioned this opinion in their report about the negotiations with the Dutch in Utrecht (1473)54. In the medieval Empire, towns lead wars, employed mercenaries and could decide about peace and war. They even lead collective wars (as the Süddeutscher Städtekrieg 1449/1450)55 or the war of the Hansa against the Danish King Waldemar IV. The peace of Stralsund (1370)56 is often considered as one of the biggest triumphs of the Hansa: it got the right to take part in the succession debate of the Danish King Waldemar IV. His successor should not be elected without their agreement57. So, after the conclusion of the truce of Bruges between Spaniards and German merchants of 1443, the text had to be approved by the Hansa towns, a procedure that led to several discussions that left their traces in the Hansa registers. The complicated process of ratification shows that the confirmation by the Hanseatic towns was not a mere matter of form. In August 1443, the text of the truce project was debated by an assembly of Hanseatic towns in Lübeck. Lübeck sent a copy of the text to other members of the Hansa, Hamburg, Wismar and Lüneburg. They should examine the text, and Lübeck invited
mo Deo in modum querende pacis mutuo conuenerunt et in modum, qui sequitur, se mutuo concordarunt”. (Ibid.:193-194). 54. Nr. 79, “Bericht über die Verhandlungen mit den Holländern zu Utrecht“, November 26-December 13, 1473, von der Ropp, G. (Ed.) Hanserecesse, 2. Abtheilung, vol. 7 (1431-1476). Duncker & Humblot, Leipzig,1892: 157176, § 34: 165. 55. Deigendesch, R., Jörg, C. (Ed.) Städtebünde und städtische Außenpolitik. Thorbecke, Ostfildern, 2019; Zeilinger, G. “Süddeutscher Städtekrieg, 1449/50”, published June 8, 2015, Historisches Lexikon Bayerns, URL: https://www.historisches-lexikon-bayerns.de/Lexikon/S%C3%BCddeutscher_St%C3%A4dtekrieg,_1449/50, 1449/50 (last accessed May 13th 2022). 56. “Olav II. (III.), König von Dänemark: Bestätigt den von den Reichsräten in Abwesenheit des Königs Waldemar zu Stralsund am Tage nach Christi Himmelfahrt im Jahre 1370 (24. Mai) mit den Hansestädten geschlossenen Frieden und alle denselben zugestandenen Gerechtsame und Handelsfreiheiten”, Stadtarchiv Stralsund, StU 0484, available online: PURL: https://www.digitale-bibliothek-mv.de/viewer/image/PPNHST_StU_0484/1/ (last accessed May 13th, 2022). 57. About this peace, see: Jörn, N., Werlich, R.-G., Wernicke, H. (Ed.), Der Stralsunder Frieden von 1370. Prosopographische Studien. Böhlau, Cologne, 1998; von Brandt, A. “Der Stralsunder Friede. Verhandlungsablauf und Vertragswerk 1369 bis 1376. Eine diplomatische Studie”, Hansische Geschichtsblätter, 88, 1970: 123-147; Dollinger, P. “Die Bedeutung des Stralsunder Friedens in der Geschichte der Hanse”. Hansische Geschichtsblätter, 88, 1970: 148-162. A collection of articles about this peace is published in: Hansische Geschichtsblätter,139, 2021.
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them to common deliberations before sealing it58. It reported this measure to the German Merchant in Bruges59. Later Hamburg, Rostock, Stralsund, Wismar and Lüneburg got a copy of the truce and a draft text for the act of confirmation that should be sealed by the six wendische Städte60. Wismar answered that it was willing to seal the text61. Elsewhere, the text was discussed and it provoked an alternative proposition by Hamburg. The latter sent its new text to Lübeck but wrote that this town could decide which text they would use. If Lübeck had sealed the chosen text, Hamburg was willing to do the same62. The answer of Stralsund was delayed, likewise in Rostock, in spite of the fact that the towns strived hard to get a quick decision63. But the confirmation by the seal of a member town of the Hansa could also be refused: in spite of several summons and letters by Lübeck64, Lüneburg, that was not a sea town and very active in the production of salt from salt springs / salines (and for whom the Baiensalz was a concurrence), was not willing to seal it65. Lübeck sent the confirmation, that had been sealed by itself and four other towns, Hamburg, Stralsund, Rostock and Wismar, to the German Merchant in Bruges, but the latter refused to accept it. Declaring it as insufficient, they sent it back. The missing/explicitly refused confirmation of Lüneburg should be replaced by that of Greifswald66. For the Spanish side, the text does not mention any particular city, it just mentions the King of Castile. The latter, King John II, ratified indeed the treaty in
58. Nr. 71, von der Ropp, G. (Ed.) Hanserecesse, 2. Abtheilung, vol. 3 (1431-1476). Duncker & Humblot, Leipzig, 1881: 36. 59. Nr. 72, Hansecerecesse, vol. 3: 36. 60. Nr. 74, Hanserecesse, vol. 3: 36. 61. Nr. 75, Hanserecesse, vol. 3: 36. 62. Nr. 76, Hanserecesse, vol. 3: 36-37. 63. Nr. 77-78, Hanserecesse, vol. 3: 37. Rostock informed Lübeck, that it had “groten arbeid gedan bi unsen heren unde sin gnaden otmodigen gesocht, une konnen nicht sate vinden, doch so sta wi noch in degedingen” (October 31, 1443): 37. 64. Letter of summons of Lübeck to Lüneburg: Nr. 89, Hanserecesse, vol. 3: p. 45 (December 23, 1443); Nr. 93, p. 45 ( January 17, 1444). 65. Nr. 99, Lübeck to the German Merchant in Bruges (February 1444): Hanserecesse, vol. 3: 48: “… unde nach dem unse vrunde, de rat to Luneborg, by der see nicht sint belegen, so hebben se de vroscreven confirmacien nicht mede bezegelt”. 66. Nr. 101-102 (August 1444): Hanserecesse, vol. 3: 49. The truce is qualified as “contract”.
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144467. The regulations of the treaty also refer to Campen, Bruges, Sluis and La Rochelle and mention the port of Sluis where the Spanish magistri naui had anchored their ships. The ceremony of conclusion of the truce took place in the refectorium of the Augustine convent of Bruges, in the presence of local men, two opidani of Bruges and two magistri artium who were pensioners of the German nation (nacio Theutonica). There were also a lot of Spaniards, six of them came from Bilbao. In order to ensure the comprehension of the text, the text is read out aloud to them by Alfonso de los Barrios and the captain Petrus Ynaiges de Meaury. The magistri naui swear to keep the truce and to do so also for the sailors of their regions of origin (“pro marinarum pagiis et gurmetis nauis sue, de qua est magister”, “dictus capitaneus ac alii magistri nauium Hispanie eciam in Sclusis jacencium in Brugis jurauerunt sub pena premissa necnon pena perjurii…”)68. According to this truce of three years, merchants, sailors, members of the German nation and the Hanse could freely come to places owned by the king of Castile and, in case they had taken with them too much food, they were allowed to sell it. But this was not applicable for other types of merchandise: if there were Spanish ships willing to bring them to those places and harbours they were meant for, the Germans had to use them. When Spanish and Hanseatic ships sailed together in the open sea and met enemies of Spain, as the English, the Hanseatic ships should make clear that they were no enemies and retire. They should not hinder the actions of the Spanish ships. If merchants and ships of both nations were together in a harbour or left it at the same time and if they had promised or sworn that they would help each other against enemies or pirates, in case they did not keep the promise, they should be judged by their respective nations as an example. In the harbour of La Rochelle, German merchants who bought there wine or other goods should prefer Spanish ships over those of other nations if they sailed to the destinations where the German merchants wanted to bring their goods69.
67. Edition of the ratification by John II ( January 15, 1444), in: Häbler, K. “Der Hansisch-Spanische Konflikt…, art. cit.: 91-93. 68. Nr. CLIX, “Vertrag zwischen den Aelterleuten…“, Urkundenbuch der Stadt Lübeck, vol. 8, op. cit.: 198. 69. Nr. CLIX, “Vertrag zwischen den Aelterleuten…“, Urkundenbuch der Stadt Lübeck, vol. 8, op. cit.: p. 192-198. Summary of the treaty: Dollinger, Die Hanse, op. cit., Nr. 11: 520-522. See also: Solórzano Telechea, J. Á., “Los extranjeros en las villas portuarias de la costa cantábrica en la Baja Edad Media”, Arizaga Bolumburu, B. et al. (Ed.) Mundos medievales: espacios, sociedades y poder. Homenaje al profesor José Ángel García de Cortázar y Ruiz de Aguirre, 2 vol., PubliCan, Santander, 2012, vol. 2: 1933-1948.
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The version given by the Hanserecesse mentions a supplementary article that is not mentioned in the edition of Hirsch that gave guarantees of security to the Spaniards: in the Hanseatic ports they should be as safe as in their own70. For a possible encounter with enemy ships in wartime, an English addition to the Rôles d’Oléron introduces similar elements as the beforementioned truce of Bruges of 1443: Art. 38: “Item. Ordonné estoit à Hastynges par loy et coustume de mer, ou temps du roy John, l’an de son regne second71 par advys de ses seigneurs temporelz, que se le lieutenant [du roy ou l’admirall du roy ou soun lieutenant], en aucun voyage ordonne par commun conseil du royalme, encontrent sur la mer aucunes nefz ou vesseaux chargées ou voide, que ne veullent avaller et abesser leurs trefs ou commandement du lieutenant du roy ou de l’amiral du roy ou son lieutenant mais combatant encontre iceulx de la flotte, que s’ilz puent estre pris, qu’ilz soient reputez comme ennemys, et leurs nefs, vesseaulx, et biens pris et forfaitz comme biens des ennemys, tout soit que les maistres ou possesseurs dicelles vouldroient venir apres et alleguer mesmes les nefs, vesseaulx, et biens estre biens des amys du roy nostre seigneur, et que le mayne estant en icelles soient chastiez par emprisonnement de leur corps pour leur rebellete par discrecion”72. The dispositions of the Spanish-Hanseatic truce of 1443 point out some important facts: the reference and the implication of the Spanish king and the importance of Bruges73 and La Rochelle for wine trade to the Baltic (and Flanders)74 – and as a place of interaction between Germans / the Hanse and Castile. Bruges and La Rochelle also played an important role in the pre-history of the truce and its predecessors and former negotiations and
70. Nr. 69-70, Hanserecesse, vol. 3: 35, note 1. 71. Ed. Shephard, J. W. DEA, ed. cit.: 93. 72. Ed. Shephard, J. W. DEA, ed. cit.: 94. 73. Dumolyn, J., Lambert, B. “Cities of Commerce, Cities of Constraints: International Trade, Government Institutions, and the Law of Commerce in Later Medieval Bruges and the Burgundian State”, Tijdschrift voor Sociale en Economische Geschiedenis, 11/4, 2014: 89-102; Stabel, P. “Bruges, plaque tournante du commerce hanséatique avec la France (XIVe-XVe siècles), Richefort, I., Schmidt, B. (Ed.) Les relations entre la France et les villes hanséatiques de Hambourg, Brême et Lübeck (Moyen Âge – XIXe siècle). Lang, Brussels, Bern, 2006 : 97-111. 74. Tranchant, M. Le commerce maritime de La Rochelle…, op. cit.; Craeybeckx, J. Un grand commerce d’importation, op. cit.; Dion, R. Histoire de la vigne, op. cit.
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helped to achieve this result75. The role of La Rochelle is noteworthy. In July 1436, shippers and admirals (scyppers unde ammeraels van der vlote van Almanyen) who were in the Baye, had met ambassadors of La Rochelle (sendebaden van der stede van Rosele) and negotiated about saufconduits for themselves and the Spanish side in Bourgneuf. The negotiations were triangular and, for example in art. 5, also referred to the French king76. The long-lasting conflict between Spaniards and the Hansa had started in 1419 by a Spanish attack of a Baienflotte of German and Flemish ships. Forty ships were taken and their cargo was sold. As for the reasons of this attack, contemporary documents and chroniclers as Hermann Korner (ca. 1365-1438) and the historiography give different and rather contradictory and confusing explanations: an order of the Castilian king, who was upset because Hanseatic ships had helped the English against the allied French and Spanish ships at the siege of Harfleur in 1416 (the ships had been impounded by the English to do so), or an attack by pirates77. Several allusions in the text of the ratification of the truce by the Castilian King John II (1444) seem to show that the king was implied in the background of the events and that they were part of the bigger conflict of the Hundred Years War (cf. the quotation from the king’s ratification in note 79).
75. The important role of La Rochelle in previous truce negotiations is mentioned in a letter of Hinrik Vorrath to Danzig: Nr. 4 (Hamburg, 1st of August 1436), von der Ropp, G. (Ed.) Hanserecesse, 2. Abtheilung, vol. 2, Hanserecesse von 1431-1476: 4-6, here p. 5 (Vorrath speaks about the “affairs with the Spaniards (de saken mit den Spannjerden): “… dat de stat Rossel [La Rochelle] so vel an den konynk to Frankrik heft gedan vlitige arbeid, dat wy 6 jar vrede und vruntlik bestant krigen”. See also: ibid. Nr. 5-7: 6-7. A summary of the previous events, negotiations and setbacks and the difficult reconstruction and evaluation of the events is given by: Häbler, K. “Der Hansisch-Spanische Konflikt von 1419…”, art. cit.: 47-93 and Abraham-Thisse, S., art. cit. (1992): 249-295. 76. Nr. 6, von der Ropp, G. (Ed.) Hanserecesse, 2. Abtheilung, vol. 2, op. cit., 6-7, here p. 7: “Art. 5. Item so is ghepuntert, also drade also [de] vorscreven Dudeschen senden oft bringen das saucundut vor de vorscreven Spanyers to der stede van Rosele, so hevet de stede von Rosele belovet unde is verbunden to geven dat vorscreven saucondut, dat de koningh van Spanyen sende den koningh von Vrancrik vor de vorscreven hanse van Almanyen”. 77. Häbler, K. “Der Hansisch-Spanische Konflikt von 1419…”, art. cit.: 49-58 (with discussion of the contradictions in the source material about the origins of the conflict); detailed explanations about the whole conflict and its several stages (that implied numerous acts of piracy): Abraham-Thisse, S. “Les relations hispano-hanséates…”, art. cit., En la España Medieval, 15, 1992: 249-295, see also: Dollinger, P., Die Hanse, op. cit.: 338. Dollinger and Hirsch give different reasons for this attack (see Hirsch, T. Danzigs Handels- und Gewerbegeschichte: 86-87). Dollinger stresses political reasons, Hirsch the economic rivalry of Spain and the Hansa; for a more detailed discussion of the reasons of the attack of 1419, see: Häbler, K. “Der Hansisch-Spanische Konflikt von 1419…”, art. cit.: 49-58; Abraham-Thisse, S. “Les relations hispano-hanséates…”, art. cit., En la España Medieval, 15, 1992: 251-256.
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After 1419, for more than ten years, the conflict went on and produced numerous new incidents. The Hansa also prohibited the transport of Spanish wool to Bruges and Germany78. So, in this case, the conclusion of a truce and the restoration of peace was a very long and difficult process, with a very tumultuous prehistory and many setbacks and delays. But, finally, the three-year truce of 1443, that could tacitly be extended for twelve years, until 1458, was ratified by the King of Castile, John II, in 144479 and by the Hanseatic towns in 144680. In its summary of previous events, it is interesting that the Castilian ratification does not refer to the Hansa or mention the name of towns but only speaks of “Germans” and the Empire as such. The French king is mentioned as close ally and “brother” (see quotation in note 79). Lübeck wanted to publish the twelve year’s extension in the presence of a notary, but still had some doubts. After it had been informed about further Spanish demands by the German Merchant of Bruges, it asked for more detailed information81. Later, the text of confirmation was sent to Hamburg that should seal it. In a second step, Lübeck would send it to Wismar, Rostock, Stralsund and Greifswald with the same purpose – the towns that had already sealed the original truce of 144382. Privileges of French King Louis XI (1483)83 and their confirmation by his son, Charles VIII for the Hansa refer to the same kinds of problems and the
78. Abraham-Thisse, S. “Les relations hispano-hanséates…”, art. cit., En la España Medieval, 15, 1992: 249-295. 79. Häbler, K. “Der Hansisch-Spanische Konflikt von 1419…”, art. cit.: 91-93. The ratification gives some details about the past conflict and violence on both sides: “… fuit nobis […] notificatum gravia et intollerabilia dampna et mala et capturas et depredationes, que ab Alamannie et aliis de dominio et imperio Alamannie crebro et frequenter et sepe fuerant passi propter stragem et dampna gravia, que ipsi Alamanni alias dicuntur se fore passos iuxta locum La Rocella a Johanne de Camporetondo, olim capitaneo nostro aliquarum fustarum et navium, quas armari feceram in favorem regis Francorum, carissimi et amantissimi fratris amici et confederati nostri… » (ibid. : 92). 80. Hirsch, T. Danzigs Handels- und Gewerbegeschichte…, op. cit.: 88; Nr. 259, Hanserecesse, vol. 3, op. cit.: 146; (August 12 1446), successful extension for twelve years: Nr. 260, Hanserecesse, vol. 3: 147-148 (October 16, 1446). 81. Nr. 261, Hanserecesse, vol. 3: 148 (November 10, 1446): 148. 82. Nr. 298, Hanserecesse, vol. 3: 201 ( June 21 1447). 83. The same text of Louis XI (Montilz-lès-Tours, August 1483) is printed in: Sprandel, R. (Ed.) Quellen zur Hanse-Geschichte. Wissenschaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt, 1982: Nr. 19, “Privileg König Ludwigs XI. von Frankreich” (August 1483): 234-250 (Latin, with German translation) and, as part of the confirmation of Louis’s son, Charles’ VIII (Amboise, September 1483) in Ordonnances, vol. 19, op. cit., 135-140 (Latin), here 136-139.
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consequences of the Hundred Years War for maritime trade84. At the same time, they show the differences in the respective role of the implied actors and negotiators. In the privileges of Louis XI of 1483, that call themselves also “pax scilicet et concordia” the two parties are described as the French king, his kingdom, territories and subjects (inter nos regnumque dominia et subditos nostros), the Hanseatic part mentions urban rulers and their towns (“magnificos viros amicosque nostros precarissimos proconsules, consules, mercatores et incolas civitatum de Hansa Teutonica parte ex altera bellorum inducie seu treuge pacte et inite fuerint, ut tandem pax firma et perpetua sequerentur”85. The French king not only concluded a peace with the Hanseatic towns but he also helped them to reinforce the internal discipline of their community: if a town rebelled against the Hansa, if it was disobedient or left it, or was excluded, it should also be excluded from the benefits of the privileges and advantages granted by the French king – until Lübeck had informed him that the disobedient member was reconciled with the Hansa and that the latter had recovered eventual damages (art. 7)86. The terminology of this part of the text is again very significant. The Hansa is called “corpus”, “communitas” and “liga”87. In the second half of the 15th century, in a conflict between the Hansa and the English about the right of retaliation, collective liability and compensation for damages, both sides had different ideas about the legal character of the Hansa (which, in recent historiography, is often seen as a specific type of association and qualified rather as a community of interests for the common
84. For the relations of France with the Hansa, see: Richefort, I., Schmidt, B. (Ed.) Les relations entre la France et les villes hanséatiques…, op. cit., particularly : Sarnowsky, J. “Die politischen Beziehungen der Hansestädte zu Frankreich im späteren Mittelalter”: 113-133; Abraham-Tisse, S. “Les relations commerciales entre la France et les villes hanséatiques de Lübeck et Brême au Moyen Âge” , ibid.: 29-74. 85. Nr. 19, ed. Sprandel, op. cit.: 236. 86. Nr. 19, art. 7: “Preterea si casus contingeret aliquam seu aliquas ex principalioribus vel aliis predicte Hanse civitatibus et oppidis a corpore, communitate et liga eiusdem Hanse defficere seu aldermanis predictis rebelle esse postea quam ea de re a proconsulibus et mercatoribus civitatis Lubicensis, que ipsius lige obtinet prinicipatum, necnon ab aldremendis predictis informati fuerimus, mercatores, naucleros aliosque earundem civitatum et oppidorum sic defficiencium hac presenti pace et concordia alliisque privilegiis et libertatibus per nos et predecessores nostros Francorum reges christianissimos eidem lige et communitati concessis nullatenus gaudere permittemus, quousque tamen ab eadem civitate Lubicensi certiores effecti fuerimus, eosdem sic defficientes eidem lige et communitati reconciliatos fuisse, eidemque de omnibus damnis, interesse et gravaminibus ab eisdem occasione ipsius deffectionis perpensis et sustentis plene et integre satisfecerint” (Nr. 19, ed. Sprandel, op. cit.: 242). 87. Nr. 19, ed. Sprandel, op. cit.: 242.
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pursuit of commercial aims than as a league)88. For the English, the Hansa was a “societas, collegium, universitas seu unum corpus vulgariter nuncupatum Hanza Theutonica, que aggregata universaliter et constituta per mutuum consensum et confederacionem diversarum civitatum, burgorum opidorum et villarum tamquam diversarum particularum communitatum, societatum et membrorum (ejusdem)”89. The Hansa refuted this argumentation and stressed that the imprisonment of Hanseatic merchants and the seizure of their belongings by the English was illicit because, even after the criteria of learned Roman and canon law, the Hansa was no universitas, because it had no common goods, seals, common in-house lawyer, etc.90 In this self-presentation the common defence against typical risks as pirates, robbers, etc. was one of the most important aims of the confederation: “Non est igitur Ansa Theutonica societas, collegium vel universitas, sed est multarum civitatum, opidorum et communitatum firma confederacio, ut intercursus negociacionum terra ac mari votivum ac prosperum habeat successum, ut piratis, latronibus ac aliis predas terra ac mari agentibus resistencia denture oportuna, ne eorum insidiis negociatores bonis suis et mercibus spolientur”91. In his privileges of 1483, the French king describes Lübeck as princeps of this corporation and helps him to discipline other Hanseatic towns. This shows that at least in certain contexts the claim of free and imperial towns to be treated according to the principle “civitas sibi princeps”92 could temporarily be recognized. Other free and imperial towns formulated the same pretensions: in its
88. For the difficulties of an appropriate historiographical description of the Hansa see: Höhn, P.“Pluralismus statt Homogenität. Hanse, Konflikträume und Rechtspluralismus im vormodernen Nordeuropa (1400-1800)”. Deigendesch, Jörg (Ed.), Städtebünde und städtische Außenpolitik…, op. cit.: 261-290; Cordes, A. “Die Rechtsnatur der Hanse, politische, juristische und historische Diskurse”, Hansische Geschischtsblätter, 19, 2001: 49-62. 89. Nr. 570, “Pro justificacione cujusdam sentencie late contra Hanzam Theutonicam per christianissimum ac serenissimum regem Anglie etc.“, (March 29, 1469) Stein, W. (Ed.) Hansisches Urkundenbuch, vol. 9, Leipzig, 1903: 453-457, here 453. 90. Ibid. Nr. 584 (before May 14, 1469): 462-474 here art. 1, 463: “Non est eciam universitas, quia ad hoc, quod aliqua communitas universitatis nomen mereatur, requiritur tam jure civili quam canonico, quod habeat res communes, communem archam, commune sigillum, commune sindicum et communen actorem, communia negocia gerentem, sed nullum illorum est reperire in Ansa Theutonica. Igitur non est universitas”. 91. Ibid. Nr. 584 (art. 4): 464. 92. Meier, U. Mensch und Bürger. Die Stadt im Denken, spätmittelalterlicher Theologen, Philosophem und Juristen. Oldenbourg, Munich, 1994: 150, note 45.
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power conflicts with the local bishop, Worms spoke of itself as “frey gefurste statt”93. Nevertheless, at imperial diets the position of the towns was rather weak94. At the end of the Middle Ages, their status provoked a controversial debate. According to a statement of the margrave Albrecht Achilles of Brandenburg (the adversary of Nuremberg in the so-called Markgrafenkrieg of 1449/1450) at the imperial diet of Frankfurt/Main (1454), the imperial cities only had been invited honestis causa, but it was not an obligation or necessity to do so. They should only obey but not really take part in the decisions (parere vostrum est, non consulere)95. It was only since 1648, that the towns, which until that time had only a votum consultativum, also got the right of the votum decisivum96. A law suit about lettres de marque shows another important aspect of the complicated ‘international’ relations between towns and their exposure and vulnerability in ‘big’ conflicts between medieval European kingdoms and princes.
2.2. SAUFCONDUIT AND LETTRES DE MARQUE: LA ROCHELLE, GERMAN MERCHANTS AND CONFLICTS WITH THE DUKE OF BURGUNDY (EARLY 15TH CENTURY) At the beginning of the 15th century, there were law suits from La Rochelle at the French Parlement that concerned German or Castilian merchants97. In the trade between Castile, Northern Spain and the Hanseatic space, La Rochelle and the Burgundian Netherlands played an important role. Two law suits from La Rochelle before the Parlement of Poitiers (the exile Parlement [1418-1436] of the future King Charles VII), of the late 1420s and the 1430s give a strik-
93. Bönnen, G. “‘Reichsstadt‘ als Argument in Konflikten um die Stadtherrschaft in der Reichs- und Bischofsstadt Worms (1480-1570)”. Kälble, M., Wittmann, H. (Ed.) Reichsstadt als Argument. Michael Imhof Verlag, Petersberg, 2019: 83-108, here 93. 94. Isenmann, E. “Die Städte auf den Reichstagen im ausgehenden Mittelalter”, Moraw, P. (Ed.), Deutscher Königshof, Hoftag und Reichstag im späteren Mittelalter. Thorbecke, Stuttgart, 2002: 547-577. 95. Annas, G., “Kein Reichstag ohne Reichsstadt? Des ‘Heiligen Reichs Stete’ und die Reichsversammlungen des späten Mittelalters”. Kälble, M., Wittmann, H. (Ed.) Reichsstadt als Argument…, op. cit.: 35-60; Latin quotations: 36. 96. Annas, G. “Kein Reichstag ohne Reichsstadt?“, art. cit.: 49. 97. For law suits of La Rochelle, see: Naegle, G. Stadt, Recht und Krone. Französische Städte, Königtum und Parlement im späten Mittelalter. 2 vol., Matthiesen, Husum, 2002, vol. 2, for internal conflicts in the city: 457-506.
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ing example for the complex, closely intertwined relations of ‘international’ politics, maritime trade and economic matters. As an economically and politically important harbour town in an outstanding strategically important geographical situation, over the last centuries, La Rochelle saw itself particularly exposed to the risks of warfare. In the Hundred Years War, close to English Gascony, it was a very important harbour town and stronghold. Its possession was often disputed and much coveted by France and England. Its medieval inhabitants were already well aware of this fact and regularly mentioned these particular dangers and strategic military implications in the pleadings of their law suits. As a harbour town, La Rochelle attracted not only many foreign merchants but also other potentially dangerous people, so that it had to be well guarded and needed reinforced urban watches98. In their relations with the French king and his institutions, La Rochelle also tried to ‘capitalize’ this particular burden for its own interests. The sacrifices of the town and its burghers for the common weal and the security of the French kingdom and their loyalty merited special rewards: “Barbin [for the city of La Rochelle] dit que la ville de La Rochelle est notable ville, assise et port de mer et l’une des plus notables que le roy ait en son obeissance et fut l’une des premieres reduictes a l’obeissance du roy du temps du Prince de Gales et a beaucoup souffert pour le fait du royaume et pour ce, les roys de France l’eurent donné plusieurs beaux privilleges […]” 99.
In another law suit, the city introduced itself not only as “l’un des plusfors ports de mer de ce royaume”, that had all the time been loyal to the French king and “l’une des premieres villes de pardeca qui de la subiection du roy d’Angleterre se remyt en l’obeissance du roy” but also mentioned its own military actions (“et là tuerent tous les Anglois qui y estoient”)100. The city and its maritime trade had severely suffered from war, the foreign merchants refrained from coming to its harbour and in compensation, in 1425, La Rochelle got lettres de saufconduit général from the French king that were published in
98. AN X/2a/18, fol. 98 r, quotation of the text in: Naegle, G., Stadt, Recht und Krone, op. cit., vol. 2: 462-463. 99. Archives Nationales de France, Paris, AN X/2a/18, fol. 212 v (May 26, 1430); Naegle, G. Stadt, Recht und Krone, op. cit., vol. 2: 637. 100. AN X/2a/18 fol. 14v. Naegle, Stadt, Recht und Krone, op. cit., vol. 2: 486.
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Flanders, Picardie and other places101. This context provides the background for a law suit of 1430 before the Parlement of Poitiers. Guillaume Moulin of Limoges was engaged in the wine trade and shipped his wine from La Rochelle to Flanders, but in execution of lettres de marque promulgated by the Duke of Burgundy against this city (who had not paid grain that it had bought from a Flemish merchant), his goods had been confiscated in Damme in Flanders. Moulin claimed that La Rochelle should compensate his losses of 1.500 écus. The town refused with the following arguments: – Moulin could not demand compensation for his losses by La Rochelle because the confiscation had not been induced by it. – It was not admissible to link the obligations of a community (universitas) with that of a private person102. – As a subject of the French king, the Duke of Burgundy could not promulgate lettres de marques against other subjects of the same king without hearing their arguments. – Contrary to his allegations, Moulin was no citizen of La Rochelle and lived with his family in Limoges. Therefore, he could not pretend to be protected by La Rochelle and the mission of two urban ambassadors to Flanders for negotiations about the conflict had no consequences for him. – According to the registers of the controller of the harbour of La Rochelle, he had exported less wine to Flanders than he pretended, so his damage was much less important. The confiscation had only been a temporary measure, later, the wine could be sold. At this time, the price was much lower than the 20 écus quoted by Moulin; at that time wine was difficult to sell and its sale barely covered the costs. If Moulin had suffered such a big loss, it was mainly the fault of his facteur. The decision of the Par-
101. “[…] pour mieulx conduire le fait de marchandise, ilz exposerent au roy comment les estrangiers laissoient a venir pour la guerre et obtindrent certaines lettres de saufconduit general pour touz marchans qui marchandamment y vendroient, pour eulx et leurs biens demourer sauves en venant, demourant et retournant, manda le roy icelui saufconduit estre gardé et observé et en estoit le gouverneur de La Rochelle l’executeur; publié fut solemnelment et vidimus faiz et envoiez en Flandres et Picardie et ailleurs” (AN X/1a/9199, fol. 32r [1st March, 1427/1428]). Naegle, Stadt, Recht und Krone, op. cit.; 639, note 3. 102. “[…] recusaverant nec eciam super hoc summati fuerant, preterea propter debitum universitatis qui particularis eiusdem conveniri non poterat” (AN X2a/9192, fol. 208).
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lement was more favourable to Moulin than to La Rochelle: mayor and échevins should pay him 73 livres 6 deniers in Flemish currency or the equivalent in French écus d’or (calculated at the date of September 7th 1424), as a complement, the city should pay him 400 royaux “pro damnis suis et interesse” and bear the cost of the law suit103. A second law suit also hints to a central problem of foreign merchants implied in long distance trade: the risk of dying abroad that could mean the loss of the heritage – in France by the institution of the droit d’aubaine. If someone who was born outside the French kingdom died, his heir was the French king or the local seigneur104. Merchants had managed to get privileges that guaranteed the rights of the heirs of the deceased person, but nevertheless the situation was very risky and heir’s claims could easily be endangered, as in the following case. In the first half of the 15th century La Rochelle was the theatre of frequent and long-lasting internal divisions and conflicts with local royal officers that lead to several regulations, even by direct intervention of the dauphin (1422)105. Repeatedly, the judicial power and competences of the urban court provoked debates and struggles. The question of urban judicial power about foreign merchants was an important part of the problem. In its argumentation, La Rochelle speaks of its “grant et notable justice”, mentions the wine trade, merchants from Picardy, Flanders and “Alemaigne” and vineyards in its banlieue, and the judicial power of maire and échevins not only about their own citizens (who, a significative fact, are qualified as ‘subjects’ [subgiez] but also about the foreign mer-
103. More detailed summary of the law suit: Naegle, Stadt, Recht und Krone, op. cit., vol. 2: 641-642. 104. On the right of aubaine, see: Contamine, P. “Qu’est-ce qu’un ‘étranger’ pour un Français de la fin du Moyen Âge”, Carozzi, C., Taviani-Carozzi, H. (Ed.) Peuples du Moyen Âge. Problèmes d’identification, Publications de l’université d’Aix-en-Provence, Aix-en-Provence, 1996: 27-43; about ‘aubain’, ‘forain’, ‘épave’: 34-35; D’Alteroche, B. De l’étranger à la seigneurie à l’étranger au royaume XIe-XVe siècle. LDGJ, Paris, 2002; Société des Historiens médiévistes de l’Enseignement Supérieur Public (Ed.) L’étranger au Moyen Âge. Publications de la Sorbonne, Paris, 2000; Borgolte, M. (Ed.) Migrationen im Mittelalter. De Gruyter, Berlin, 2017; Bottin, J., Calabi, D. (Ed.) Les étrangers dans la ville. Éditions de la Maison des Sciences de l’Homme, Paris, 1999; Tranchant, M. (Ed.) Au risque de l’étranger. Le protéger et s’en protéger dans les sociétés littorales de l’Europe atlantique du Moyen Âge à l’époque moderne. Presses universitaires de Rennes, Rennes, 2010; Moal, L. – L’étranger en Bretagne au Moyen Âge. Rennes: Presses universitaires de Rennes, 2008; summary of recent French studies: Fray, J.-L., “Polyethnizität und Migration als Chance und Gefahr in den französischen Städten des Mittelalters”. Jäschke, K.-U., Schrenk, C. (Ed.) Vieler Völker Städte. Polyethnizität und Migration in Städten des Mittelalters – Chancen und Gefahren. Stadtarchiv Heilbronn, Heilbronn, 2012: 189-200. 105. Naegle, G. Stadt, Recht und Krone, op. cit., vol. 2: 481-485.
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chants)106. The general saufconduit granted to La Rochelle by the French king helped to overcome the disastrous consequences of the Hundred Years War and brought back those merchants. A German merchant who dwelled in the house of a local merchant fell ill, made his last will and died. He made Quenaut, the local merchant, his executor. But after his death, the royal officers sued the latter, demanded justifications and claimed a sum of 100-120 écus from the dead man’s possessions. The procurator of La Rochelle was informed by other merchants. For him the behaviour of the royal officers was a break of the royal saufconduit and he tried to oppose this decision, but the lieutenant du gouverneur did not admit the procedure and so the procurator appealed. According to the adversary and the royal procurator of the Parlement of Poitiers, the measures of the royal officers were justified, because the case did not concern the saufconduit and had to be decided by the law of aubaine because the German merchant was not a subject of the town government and because no heirs had shown up and made their claims. For La Rochelle, Jouvenel formulated a detailed counter-argumentation. It was based upon general arguments and the well-being of ‘international’ trade relations: The measures of the local royal officers contradicted the sense of their king’s saufconduit that was meant to encourage and foster ‘international’ trade (“… afin que les marchans forains y [in La Rochelle] hantassent plus voulentiers…)”107. But another part of his argumentation is even more important: the behaviour of the officers endangered the position of the French merchants in other countries and was not conform to the principle of reciprocity. They had acted too rash and had not justified their measures: “…et que aussi a ceulx de La Rochelle es pays forains ne feust fait empeschement comme on y a fait a aucuns”108. By virtue of the saufconduit, the foreign merchants had to be as safe as if they were in their own country109. What had happened represented a danger for the trustworthiness of La Rochelle, “et a la ville interest de tenir et accomplir ses promesses de
106. AN X/1 a 9199, fol. 31r (1st March 1427/1428); For more details, see: Naegle, Stadt, Recht und Krone, op. cit., vol. 2: 639. 107. Naegle, Stadt, Recht und Krone, op. cit., vol. 2: 639. 108. Ibid., vol. 2: 640. 109. “… car les marchands par le saufconduit devoient estre seurs et leurs biens comme s’ilz feussent en leur pays” (AN X/1a/9199, fol. 32r).
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la seurté”110. Jouvenel also mentioned that the merchant had not died without heirs, because he had a brother and a sister111. Later, in the privileges of Louis XI for the Hansa (1483), this point was clarified by extended guarantees (art. 3). The Hanseatic merchants had to be treated as if they were French subjects of the king and had been born in France112. Strangers could be very welcome as customers and stimulators of the local economy or the one of the respective kingdoms. But, especially in towns, they could also be seen as unwanted rivals by local craft corporations113. After the pest and other epidemics, towns or kings sometimes made plans to attract qualified experts. In 1486, the plans of Charles VIII for Montpellier and Languedoc explicitly mention that aim. They are particularly interesting. The region of Languedoc “lequel est principallement fondé sur fait de merchandise et navigaige, est grandement depopulé à cause des grans mortalités”. It had not only close contacts with its neighbours, but both sides were absolutely necessary for each other: “… et ont noz subgectz et habitans dudit pays continuelle frequentation et communication avec Cathelans, Espaignolz et autres estrangiers, qui ne se peuvent bonnement passer les ungs des autres”114. Hoping to repopulate these regions with qualified merchants (Cathelans, Valenciens, Maillorquins, Espaignolz et autres), the king offered the naturalization as French to future and already established migrants and gave extended privileges for the merchants, their families, their entire household, slaves, factors, other employees, goods, tools, jewels (!) and economic claims115. Even in case of conflicts of the king with their native regions, the letters explicitly excluded the use of “quelzconques marque, contre-marque ou repressailles qui ont esté par cy-devant ou pourroient ester cy-après de par nous [the French king]
110. AN X71a/9199, fol. 32r. 111. AN X/1a/9199, fol. 333. 112. Nr. 19, Privilege of King Louis XI of France, August 1483, ed. Sprandel, ed. cit. : “… si nostri naturales subditi ac ex nostro regno oriunde essent” (240). 113. Naegle, G. “Experts recherchés et refugiés répudiés? Société urbaine et expulsion de forains en France et en Allemagne à la fin du Moyen Âge”. Aguiar Andrade, A., Tente, C. et al. (Ed.) Inclusão e exclusão na Europa urbana medieval. Instituto de Estudos Medievais, Lisbon, 2019: 443-474. 114. Letters, Charles VIII (Partenay, April 1486), De Laurière, E. et al. (Ed.), Ordonnances des rois de France de la troisième race. Imprimerie nationale, Paris, 1723-1847, 21 vol., vol. 19: 716-718, both quotations: 716. 115. Ibid., all people who “vouldront venir demourer et habiter actuellement en nostredit royaume, et ceulx qui jà y sont venuz et demourans, le puissent faire seurement et sauvement avec leurs femmes, enfans, serviteurs, esclaux, exclaves, bagues, joyaulx, ustenciles et biens quelconques, de quelque espece et qualité qu’ilz soient, ensemble leurs commandes, tremeses, marchandises, changes de quelques lieu qu’ilz soient, et leur facteurs, entremecteurs et conducteurs d’icelles…” (716-717).
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laxées contre les Cathelans et autres nacions estranges”116. The protection was also granted against the droit d’aubenage, they were able to pass freely their goods by inheritance and to transfer them117. As the last examples and law suits have shown, wars were an important threat to the security and the economic welfare of maritime trade and harbour towns.
CONCLUSIONS The Rôles d’Oléron, its different adaptations, other sea laws, privileges and law suits offer revelatory insights into conditions of late medieval maritime trade and the management of different types of natural and man-made risks. The oldest original version of 24 articles of the Rôles d’Oléron offers a sample of rather general patterns for conflict resolution. It can be applied easily for the settlement of frequent types of conflicts and dangerous situations during a merchant journey on the sea. Its regulations apply above all to the ship and its immediate users (owner, captain, crew, merchants who, frequently, are still presumed to be present on the ship). Their general, ‘passepartout’-character accounts for the widespread transfer to numerous other European regions. Nevertheless, particularly for conflicts with third parties, the articles of the ‘basic’ version did not say where, by whom/by which authority and by which procedure ongoing conflicts should be judged. It required adjustments and additions. In general, other law texts and privileges introduced additions that referred precisely to the before-mentioned ‘missing’ aspects of the oldest version of the Rôles d’Oléron –and not only to regional specificities (for example: no strong tides in the Baltic, but in the Atlantic [Cantabria, Brittany] the Wattenmeer / North Sea); other products: grains, herring, etc. instead of wine and salt). Treaties as the Spanish-Hanseatic truce of 1443 and special royal privileges addressed risks of war, protection against lettres de marque, the status of foreigners before local and royal courts, collective liability, droit d’aubaine, quick judicial decisions, etc.– vital questions for long-distance traders, towns and the welfare of urban economies. Other sea laws, royal privileges, ‘international’ or interurban treaties and urban statutes defined competent
116. Ordonnances, vol. 19: 717. 117. Ibid., p. 717.
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jurisdictions and introduced rules about procedure, the compensation of financial and economic damages in war times, criminal law, illegal wrecking, piracy and punishment of criminals, other offenders and of fraud by local or royal authorities on dry land after the end of the journey. The way of integration of the original 24 articles in other sea laws and their practical use in different regions are very revelatory. Regulations in urban statutes and royal privileges, and, particularly, in ‘international’ treaties and truces highlight important regional differences (as the different degree of autonomy of towns in the constitutional system of various European kingdoms and territories; the special role of collective organizations like the Hansa, urban leagues, merchant nations, etc.). Completed by infra– and extrajudicial mechanisms of conflict settlement that were implemented by expert peers, relatives, in-laws, friends, allies or corporations, the medieval sources reflect the great variety of alternative ways of conflict resolution and risk management (by urban, royal, seigneurial and ecclesiastical courts, by arbitration, mediation, conciliation, etc.). They underline the coexistence of multiple competing and conflicting legal orders. Hanseatic towns and port towns as La Rochelle strived hard to use legal, infra– and extrajudicial instruments to foster the benefit of their own economy and specific political interests. Thus, they were important actors in the genesis of commercial law, medieval diplomacy and even ‘international’ politics. It seems promising to deepen these aspects.
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Parte segunda. Políticas portuarias y estrategias financieras
Privileges, Taxes and Loans. The Financial Relationship between Antwerp and its Rulers in the Fifteenth Century Michael Limberger Universiteit Gent
During the sixteenth century, the city of Antwerp obtained an extraordinary position as a centre of commerce and finance, and at the same time became a cosmopolitan city with a population of 100 000 inhabitants, and a centre of printing, art and cultural production more in general1. The so-called Golden Age of Antwerp inspired its contemporaries who spoke in terms of superlatives of the ‘greatest marketplace in the world’, and the like2. It also received broad attention by economic historians of our times, including outstanding authors such as Fernand Braudel, Immanuel Wallerstein, Peter Spufford, and even cultural historians like Peter Burke and more recently Serge Gruzinski3. The key to
1. This article is part of the research project “BARMER. From the ship to the market. Economic activity, social relations and armed conflicts in the port cities of Atlantic Europe in the late Middle Ages” (PID2020-118105GBI00). 2. Voet, L., De gouden eeuw van Antwerpen bloei en uitstraling van de metropool in de zestiende eeuw, Mercatorfonds, Antwerp, 1974; Van der Stock, J., (Ed.), Antwerp story of a metropolis : 16th-17th century, Snoeck-Ducaju, Ghent, 1993; Blondé, B. and Puttevils, J., “Antwerp in the Renaissance”, Idem, (eds.), Antwerp in the Renaissance, Brepols, Turnhout, 2020 (Studies in European Urban History 49): 9-28. 3. Braudel, F., Le temps du monde, Civilisation matérielle, économie et capitalisme, XVe-XVIIIe siècle, tome 3, Armand Colin, Paris, 1979: 118 - Wallerstein, I., The Modern World-System I: Capitalist Agriculture and the Origins of the European World-Economy in the Sixteenth Century, Academic Press, Cambridge, Ms.: 175-199. Spufford, P., From Antwerp to London: The Decline of Financial Centres in Europe, NIAS, Wassenaar, 2005. Burke, P., “Antwerp,
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MICHAEL LIMBERGER
Antwerp’s economic rise lay in its strategic position as a port city, situated 80 km from the mouth of the river Scheldt into the North Sea, and its good access to the major markets of Northwestern and Central Europe, or as Lodovico Guicciardini declares in his discourse on the Sea, in the general introduction of his ‘Descrittione di tutti i Paesi Bassi’: “But the sea brings all kinds of goods not only to feed the people but all other necessities, for these lands and others, as we will explain in the chapter on Antwerp, which is the base of the merchants. This favorable circumstances makes that this land (the Low Countries) becomes a port, staple and market for the whole of Europe, and even the whole world from East to West, from which such trade, exchange and commerce arises, that countless foreign merchants come to this place”4.
This quote refers to the Low Countries in general, and not specifically to Antwerp, although Guicciardini states that the latter is ‘the base of the merchants’ at the time he writes his description, in 1567. The rise of Antwerp to its outstanding position during its Golden Age, which lasted more or less between 1495 and 1585, has been explained by a combination of two major factors: one is the gradual decline of Bruges, the former commercial center of the Low Countries and Northwestern Europe more in general, which has been related to the silting of the Zwin, the canal linking Bruges with the North Sea, but also to the difficulties of the Flemish cloth trade, the leading industrial sector of the area. At the same time, Antwerp, a centre of annual fairs already since the 14th century, attracted the most dynamic trades of its time, the expanding English cloth trade, the Southern German trade in copper and silver, and the Portuguese trade with Western Africa, and after 1501, with the Indian Ocean5. The critical moment in the transition of the commercial activity from Bruges to Antwerp was the political crisis and the uprising of the Flemish cities against the regency of Maximilian of Habsburg between 1482 and 1488, among which Bruges and Ghent played a leading role. Antwerp, which sided with its ruler, Maximilian, at the time, benefitted
a Metropolis in Europe” Van der Stock, J., (Ed.), Antwerp story of a metropolis : 16th-17th century: 49-58.; Gruzinski, S. Les quatre parties du monde: histoire d’une mondialisation, Martinière, 2006. 4. Guicciardini, F. Descrittione di tutti i Paesi Bassi, altrimenti detti Germania inferiore, Guglielmo Silvio, Atwerp, 1567: 21. 5. Van der Wee, H., The Growth of the Antwerp Market and the European Economy (14th-16th centuries), Martinus Nijhoff, The Hague, 1963: II, 113-142.
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PRIVILEGES, TAXES AND LOANS. THE FINANCIAL RELATIONSHIP BETWEEN ANTWERP AND ITS RULERS IN THE FIFTEENTH CENTURY
from the privileges bestowed upon the city, among which was the staple right for alum, as part of economic sanctions imposed on the rebellious city of Bruges. Once the revolt was finished, the balance had shifted into the advantage of Antwerp, although some of the measures against Bruges, like the obligation imposed on the foreign trading communities to leave the city and move to Antwerp, had been withdrawn by the time6. Antwerp and its Habsburg rulers, such as Maximilian, Philipp the Handsome, Charles V, and Philipp II, established a close relationship of mutual interdependence, based on the benefits of the city’s trade, and the capital accumulated in the city7. The wealth of the city made Antwerp a major source of taxation, its quota in the subsidies of the Brabant estates was considerable, and moreover incomes related to Antwerp’s trade came from tolls and other tariffs, not the least from special taxes on the profits of foreign trade, such as the so-called 100th penny tax of 1542-43 on all imports and exports, or the direct taxes introduced by the Duke of Alba as governor of the Low Countries between 1567 and 1573, in which Antwerp had a major share8. Moreover, Antwerp and its merchant community also became an indispensable source of credit for the Habsburgs. Together with the commercial activities, also the financial market shifted from Bruges to Antwerp, albeit with some delay. Many Italian, Spanish and Hanse merchants had been active in Bruges and provided financial services for the merchants community there. The major bankers at the same time served as moneylenders for the Burgundian dukes, such as the Medici, Bardi and Peruzzi and others9. From the beginning of the sixteenth
6. Van Uytven, R. “Stages of economic decline: late medieval Bruges”, Peasants and townsmen in medieval Europe: studia in honorem Adriaan Verhulst, Duvosquel, J.-M. (edit.), Belgisch Centrum voor Landelijke Geschiedenis, Ghent, 1995: 259-269. 7. Limberger M. “ ‘The greatest marketplace in the world’ : the role of Antwerp in the economic and financial network of the Habsburg Empire”, Les villes des Habsbourg du xve au xixe siècle : communication, art et pouvoir dans les réseaux urbains. Pelizaeus L.(ed.), Épure: Reims, 2021: 45-62; Wells, G.E. Antwerp and the Government of Philip II: 1555-1567, PhD-dissertation, Cornell University, Ithaca, NY, 1982. 8. Stabel, P. Vermeylen, F. Het fiscale vermogen in Brabant, Vlaanderen en in de heerlijkheid Mechelen: de honderdste penning van de hertog van Alva (1567-1572), Koninklijke commissie voor geschiedenis, Brussel. 1997; Grapperhaus, F.M., Alva en de tiende penning, Zutphen, 1982. 9. Boone, M. “In Defence of a Medieval Banker. Tommaso Portinari and the Burgundian State”. City and state in the Medieval Low Countries: collected studies by Marc Boone. Studies in European Urban History (1100-1800) 52, Brepols, Turnhout: 111-131; Blockmans, W.P. “Financiers italiens et flamands aux XIII-XIV siécles”, Aspetti della vita economica medievale. Atti del Convegno di Studi nel X anniversario della morte di Federigo Melis, Florence-Pisa-Prato, 10-14 March 1984, Universitá degli Studi di Firenze, Florence, 1985: 212-13.
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century, Antwerp started to take over Bruges’ role as leading financial market, both for commercial and government credit. Charles V had a close relationship with the German firm of the Fuggers, which made Richard Ehrenberg speak of the ‘Age of the Fuggers’ in his renowned study from 189610. The financial dependence of the Habsburgs on the Antwerp money market would reach a peak in the 1550’s. After the 1557-state bancruptcy, Antwerp’s role became of secondary importance, and it was mainly Genoese bankers, who provided credit via the fairs of Piacenza, Milan and Besançon11. On the other hand, the Antwerp city government also provided important credit facilities by selling annuities for the benefit of the Prince, which was a very advantegeous form of long-term credit for a relatively moderate interest rate12. How did this relationship take shape in the fifteenth century, during the rise of Antwerp as a commercial center, and to what extent did it play a role in the decision of Antwerp’s city government to side with archduke Maximilian? To what extent was the relationship between Antwerp and its ruler different from that of cities like Ghent and Bruges? These questions will be at the center of this article. We will focus in particular on the financial ties between the prince and the city, and the role of taxation and other related incomes, such as tolls, on the one hand, and credit relations to the other. Urban taxes and incomes from tolls, staple rights and other monopolies were essential tools for the city to generate incomes for the municipality, but at the same time also to provide funds for the sovereign. Therefore, the city attempted to obtain the rights to collect taxes, tolls and staple rights, often in exchange for loans granted to the sovereign, which resulted in a close mutual dependency13.
10. Ehrenberg, R. Das Zeitalter Der Fugger: Geldkapital Und Creditverkehr Im 16. Jahrhundert. Fischer, Jena, 1896; see also: Braudel, F., ‘Les emprunts de Charles-Quint sur la place d’Anvers’. Charles-Quint et son temps, Centre national de la recherche scientifique, Paris, 1972: 191-202. 11. Braudel. Civilisation matérielle, économie et capitalisme: 136. 12. Limberger, M. “The making of the urban fiscal system of Antwerp until 1800: excises, annuities and debt managment”. Taxation and debt in the early modern city, Andrés Ucendo J.I., Limberger M. (eds.) Pickering & Chatto, London, UK, 2012: 131-48; Boone, M., Davids, K. Janssens, P. (eds.) Urban public debts, urban government and the market for annuities in Western Europe (14th-18th centuries) Brepols, Turnhout, 2003, Studies in European Urban History (1100-1800) 3. 13. Limberger, “The making of the urban fiscal system of Antwerp”; ’t Hart M. van der Heijden, M. “Het geld van de stad. Recente historiografische trends in het onderzoek naar stedelijke financiën in de Nederlanden”, Tijdschrift voor sociale en economische geschiedenis 3, 2006 nr. 3: 3-35.
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Il. 1 The Meal of the Lords of Liere in Antwerp 1523. Oil on panel. Collectie Centraal Museum, Utrecht; bruikleen 1997. © Centraal Museum, Utrecht.
The relationship between the Flemish cities, in particular the big and powerful cities of Ghent and Bruges, and their rulers, in the particular the dukes of Burgundy and later the Habsburg princes, has been subject of a wide historiography. Generations of historians, including H. Pirenne, W. Prevenier, W. Blockmans, M. Boone, J. Dumolyn and J. Haemers, have studied different perspectives of the Burgundian state formation and the resistance of the Flemish cities and the urban revolts14. The recent historiography about Antwerp in the Middle Ages, on the contrary, and its political and financial relations with its rulers, is relatively limited15. As was the case for the Flemish cities of Gent and
14. For a recent survey, see: Haemers, J., For the Common Good. State Power and urban Revolts in the Reign of Mary of Burgundy (1477-1482). Studies in european urban History 17 (1100-1800), Brepols, Turnhout, 2009: 1-10. 15. An exception is the recent PhD. thesis by Janna Everaert. Macht in de Metropool. Politieke elitevorming tijdens de demografische en economische bloeifase van Antwerpen (ca. 1400-1550), Amsterdam University Press, Amsterdam, 2023. The political situation of Antwerp in the broader framework of the history of Brabant has been studied in several publications by R. van Uytven: Van Uytven, R., “Vorst, adel en steden. een driehoeksverhouding in Brabant van de twaalfde tot de zestiende eeuw”, Bijdragen tot de Geschiedenis 59/1976, pp. 93-122, idem, “Politiek en economie: de crisis der late XVe eeuw in de Nederlanden”, Belgisch Tijdschrift voor Filologie en geschiedenis/Revue belge de philologie et d’histoire, tome 53, fasc. 4, 1975. Histoire (depuis l’Antiquité) – Geschiedenis (sedert de Oudheid) pp. 1097-1149; There is also useful information in the classic surveys on the history of Antwerp, such as Mertens, F.H. Torfs, K.L. Geschiedenis van Antwerpen sedert de stichting der stad tot onze tijden, 8 vols., J.P. Van Dieren en Cie., Antwerp, 1845-1853; Prims, F., Geschiedenis van Antwerpen, 28 vols., Standaard, Brussels, 1927-1949, vol. V and VI.
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Bruges, the relationship between Antwerp and its rulers was not always harmonic. During the fourteenth and fiftenth century, Antwerp saw itself confronted with its princes at several occasions, saw a number of popular uprisings, and protested against princely politics. These conflicts regarded the city’s privileges, such as toll exemptions, staple rights and jurisdiction, as well as the role of the craft guilds in the government of the city. Nevertheless, during the conflicts of the 1480’s, which culminated in civil war between the Flemish and part of the Brabantine cities, led by Ghent and Bruges, and archduke Maximilian, the city decided to choose the side of Maximilian, hoping for long term economic advantages, especially via the incomes of international trade at the fairs. The economic advantages the city could expect from this decision seem obvious in hindsight. In fact, Antwerp witnessed a spectacular rise in its commercial fortune soon after the end of the Flemish Revolt. However, for the members of the city government and the town council, other arguments also played a role, such as the claims for political stability, respect for the urban privileges, a fair system of taxation and rights of political representation for the guilds. In many towns of Flanders and Brabant, including Bruges, Ghent, Brussels and Louvain, these were the arguments for joining the rebellion against archduke Maximilian, whereas Antwerp, and a number of other Brabantine cities stayed loyal to Maximilian, as their lawful ruler, and sustained him actively in his fight16. Stimulating trade and attracting foreign merchants was a priority for Antwerp already since its origins. Antwerp was a center of trade in the first place. In the thirteenth century, this trade included the exchange of wine from the Rhine area, fish and metals against English wool, tin and grain. In 1295, the English had established their wool staple in Antwerp, and shortly after, English merchants obtained special privileges, which were later extended to other foreign merchants coming to Antwerp17. At the turn of the thirteenth to the fourteenth century, the dukes of Brabant favored Antwerp with privileges for its yearly fairs, which were established around 1320. The citizens of Antwerp were also exempt of the payment of the tolls to be paid for their commodities along the
16. Haemers, For the common good. For Brabant, see: Vrancken, V. “Opstand en dialoog in laatmiddeleeuws Brabant. Vier documenten uit de Brusselse opstand tegen Maximiliaan van Oostenrijk (1488-1489)” Bulletin de la Commission royale d’Histoire/Handelingen an de Koninklijke Commissie voor Geschiedenis 181, 2015: 209-266; and L. De Mecheleer, Leuven, “Antwerpen en het centraal gezag (1477-1506). een bronnenexploratie”, Bijdragen tot de Geschiedenis, 79, 1996: 143-171, 145-46. 17. Van der Wee, The Growth of the Antwerp Market II, 18.
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the estuary of the Scheldt. These tolls were in the hands of several vassals of the duke, and the privilege of exemption frequently led to conflicts18. A right which was particularly disputed was the staple right on oats, herring and salt. Its origins date from the thirteenth century, but already in 1301, a first dispute arose between Antwerp and the city of Mechelen, situated 20 km south of Antwerp, when duke John II bestowed the staple on Mechelen instead of Antwerp. After several years, and protests by the Antwerp aldermen, emperor Henry VII overruled the decision and returned the staple rights to Antwerp, in 1309. However, this ruling was only a temporary solution. The conflict concerning the staple rights between Antwerp and Mechelen would continue until the early fifteenth century, when it escalated into an outright clash between Mechelen and the cities of Brabant, and finally was resolved in a major lawsuit19. During the fourteenth century, Antwerp was considered one of the four principal cities of Brabant, together with Brussels and Louvain, and Hertogenbosch20. As such it was represented in the Estates of Brabant, and could therefore negotiate with the representatives of the duke about the urban quota in the common taxes (beden), the loans to the prince and other financial matters. The political role of the Brabantine cities was considerable at that time. They were the most active group in the Estates of Brabant. They also dominated the rural territories via the formation of areas of influence (kwartieren), like in the county of Flanders. The frequent dynastic conflicts, wars and the resulting financial difficulties put the dukes in a weak position, shifting the balance of power in favor of the cities21. In the period between 1314 and 1320, the Brabantine cities, led by Brussels, Louvain, Antwerp and ‘s Hertogenbosch, actually took control over the duchy, via a council of regency. In the conflict concerning the succession of duchess Johanna, after the death of her father John III (1355), the power of the cities obliged the duchess to sign the so-called Joyful Entry (Blijde Inkomst), a
18. Mertens & Torfs, o.c., II: 59-77. 19. Idem, 77-88, see also De Laet, M. “Mechelen versus Antwerpen – De strijd om het bezit en het behoud van de stapels voor vis, zout en haver (1233-1467)”, Handelingen van de Koninklijken Kring voor Oudheidkunde, Letteren en Kunst van Mechelen, 90, 1986: 57-89. 20. Van Gerven J. “Antwerpen in de veertiende eeuw. Kleine stad zonder toekomst of opkomend handelscentrum?”, Belgisch Tijdschrift voor Filologie en Geschiedenis/Revue belge de philologie et d’histoire, 76, 4, 1998. Histoire medievale, moderne et contemporaine - Middeleeuwse, moderne en hedendaagse geschiedenis: 907-938: 912-13. 21. Van Uytven, R., “Vorst, adel en steden. een driehoeksverhouding in Brabant van de twaalfde tot de zestiende eeuw”, Bijdragen tot de Geschiedenis 59/1976, pp. 93-122.
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charter which guaranteed the privileges of the subjects, which the dukes had to accept at the beginning of their reign, and which was considered as the Brabantine constitution until the end of the old regime22. The financial basis of the political power of Antwerp and the other Brabantine cities lay in the incomes generated by the urban taxes and other types of municipal incomes. Since the thirteenth century, the aldermen, the governing body of Antwerp, were entitled to administer the urban finances23. The exact composition of the incomes of the municipality in the thirteenth century is unknown. There are only indirect references about the exemption of all urban taxes for the urban hospital from 1230, and another, from 1263, confirming the exemption of the clergy from the payment of taxes on wine24. According to the first conserved town accounts, dating from 1324, the city perceived excises on a number of commodities such as wine, beer, mead, wool, cloth, bread, flour, fish, meat, dyes, leather, pelts, iron, dairy products, fruit, salt, gruit25 and linen. The excises for wine and beer made up for 30,9 % and 15 % respectively, followed by the excise for cloth, with 7,5 % of the total receipt. Furthermore the city collected taxes for paving the streets, and usage rights for the cloth hall and the crane, fees for the membership in certain guilds, and the excises of the village of Wilrijk, situated close to the city. From these incomes, the city had to cover its administration costs, public works, and a number of payments to the duke, like the general taxes, or subsidies, but also a rent on the cloth hall and a yearly payment, which can be interpreted as a recognition fee for the collection of urban excises. Finally, the accounts also refer to a substantial sale of life annuities26. The situation changed fundamentally for Antwerp with the annexation of the city by the count of Flanders, Louis of Male, in 1357, in the aftermath of the
22. Van Uytven, R. Blockmans, W., “Constitutions and their Application in the Netherlands during the Middle Ages”, Belgisch Tijdschrift voor Filologie en Geschiedenis/Revue belge de Philologie et d’Histoire, 1969, 47-2: 399424. 23. Boumans, R. Het Antwerps stadsbestuur voor en tijdens de Franse overheersing: bijdrage tot de ontwikkelingsgeschiedenis van de stedelijke bestuursinstellingen in de Zuidelijke Nederlanden. De Tempel, Bruges, 1965: 10; Prims, Geschiedenis van Antwerpen, II/1, p.72-73. 24. Kreglinger, A. Notice historique sur les impôts communaux de la ville d’Anvers, depuis leur origine jusqu’en 1794, Devroye, Bruxelles, 1845: 49-50. 25. Gruit was a mix of herbs used to give a bitter taste to beer, before the introduction of hops. Woordenboek der Nederlandsche Taal Online (https://gtb.ivdnt.org/iWDB/search?actie=article&wdb=WNT&id=M022509&lemmodern=gruit&domein=0&conc=true), accessed 27-10-2022. 26. Kreglinger, o.c.: 52-53, 130-134.
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Brabantine war of succession. The city remained formally a Brabantine city, but was held in fief by the count27. According to authors such as Mertens & Torfs and Prims or Laurent, one of the objectives of the annexation was to neutralize Antwerp as a competitor of the Flemish cities, especially of Bruges, as well as of Mechelen, situated 20 km south of Antwerp, and also in the hands of Louis of Male28. Many historians followed this argument and stressed the negative impact of the annexations. Van der Wee and Van Uytven on the other hand rather pointed out that at the same time the Antwerp fairs came into contact with the international business world, and thus profited from the close relationship with Bruges29. The annexation of Antwerp started a new period in the political relations of the city with its sovereign. Just like in 1301, the count decided to grant the staple rights for herring and oats to Mechelen, which was perceived as an injustice in Antwerp, and led to serious tensions and protests of the city. As retaliation, Louis imposed the payment of a fine of 1500 lb. gr. in 1360, which the city could only pay by means of a direct tax. Furthermore, the count imposed a payment of an octroy for the right to perceive excises of 1500 lb, which was increased in the 1370’s to 2000 lb30. In 1370, the count took control over the urban finances which were in a catastrophic situation after the costs of the Brabantine war of succession and the fine they had to pay to the count. Only in 1379, the incomes of the city in excises recovered and the sale of annuities was re-established. At the same time, also the economic development of the Antwerp fairs improved. They were increasingly visited by foreign merchants, including Venitians, Genoese and Florentines, as well as merchants from the Hansa cities31. By that time, the relationship between the city and its prince had improved. During the revolt of the Flemish cities between 1379-1385, the count banned foreign merchants from Bruges, but offered them to come to the Antwerp fairs instead,
27. Blockmans, F., “De erfstrijd tussen Vlaanderen en Brabant in 1356” Bijdragen en Mededelingen van het Historisch Genootschap 69, Kemink en Zoon, Utrecht, 1955: 11-16. 28. Mertens, F.H. Torfs, K.L. Geschiedenis van Antwerpen sedert de stichting der stad tot onze tijden, vol. 2, Antwerp, 1846: 249-300; Laurent, H. Quicke, F., Les origines de l’Etat bourguignon. L’accession de la maison de Bourgogne aux duchés de Brabant et de Limbourg (1383-1407). Première partie: jusqu’à l’acquisition du duché de Limbourg et des terres d’Outre-Meuse (1383-1396) (Académie royale de Belgique, Classe des Lettres, Mémoires, Tome XLI, fasc. 2). 1939. 29. Van der Wee, The Growth of the Antwerp Market: II, 18-20. 30. Kreglinger, A. Notice historique sur les impôts communaux de la ville d’Anvers, depuis leur origine jusqu’en 1794, Devroye, Bruxelles, 1845: 55. 31. Van der Wee, The Growth of the Antwerp Market: II, 11.
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just like Maximilian would do a century later. In 1380, Antwerp remained loyal to count Louis during the revolt of the skippers of Ghent under Jacob van Artevelde and granted him loans32. The annexation of Antwerp by count Louis of Flanders and his successors ended in 1406, when the city was reintegrated into the duchy of Brabant, under duke Anthony of Burgundy. During the first decades of the fifteenth century, the dukes of Burgundy managed to unite the principalities of Flanders, Brabant, Hainaut, Holland Zeeland, Namur and Limburg under their rule, and thus created an extensive complex of power, which also included the duchy of Burgundy and the Franche-Comté. The Burgundian dukes had ambitious plans to integrate their different territories into one centralized state and even to achieve the position of kings. In order to achieve their goals, they required huge financial means which they could only mobilize with increasing taxation and credit. The general taxes granted by the estates had already increased in both frequency and amount during the second half of the fourteenth century, but by the early fifteenth century, they had become practically permanent taxes33. This increaing fiscal pressure led to conflicts with the cities. The strong concentration of power of the Burgundian dukes heralded a shift in the power relations between the cities and the prince. The dukes intented to impose their princely power and thus infringed upon the urban autonomy and the privileges the cities had established throughout the previous centuries. During the reign of Philipp the Good and his successor Charles the Bold, the fiscal pressure increased incessantly. The Brabant Estates granted subsidies of 300 000 rijders, spread over six years in 1435, 44000 rijders in 1437, 250 000 guilders in 1443, 150 000 rijders in 1451, 108 000 Crowns, the so-called Grote Bede (great subsidy) in 147634. As a consequence, throughout the Low Countries, but especially in Flanders, conflicts arose between the big cities and the dukes, such as in Bruges in 1436, 1485 and 1488, and in Ghent in 1447-53, 1467, 1485 and 1487-92. These revolts generally resulted in the submission of the city in question, often combined with the payment of a fine, and an institutional reform, reducing the urban au-
32. Lampo, J., Vermaerde coopstadt. Antwerpen in de Middeleeuwen, Davidsfonds, Leuven, 2000: 75. 33. Moureaux-Van Neck, A. “Un aspect de l’histoire financière du Brabant au moyen âge: les aides accordées aux ducs entre 1356 et 1430”, Annales de la Société Royale d’Archéologie de Bruxelles 1984: 66. 34. De Moy, H., Tractaet van allen het gene gehandelt is in de vergaderingen van heeren staeten van Brabant tsedert jaer 1404 tot 1577. Antwerp City Archives, Felixarchief, Old Archive, Privilegiekamer nr. 2376: 66-76.
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tonomy35. Generally, the revolts were however controlled moderately, in order to maintain the continuity of fiscal incomes36. Antwerp was no exception to this tendency. In 1435, under the government of duke Philipp the Good, the city removed the ducal ship, which controlled the payment of the herring toll at Kallo, as it saw the ducal intervention as an infringement against the urban privileges. After a blockade of several months, the city was condemned to pay a fine of 40 000 Philip guilders and strict conditions and another 6000 fl. Ph. for the privilege not to have to break out the gates at the entry of the duke. On the other hand, the agreement also included the creation of an advisory council in which the craft guilds were included, later known as Monday Council37. The craft guilds also were entitled to choose two additional urban receivers, or rentmeesters, which were to assist and to control the rentmeester in their task. In the Monday Council, 21 guilds were represented. The craft guilds had played a rather limited political role in Antwerp up to that moment, as a result of political conflicts during the fourteenth century and a strict control by Louis of Male, count of Flanders, after the annexation of Antwerp since 1356. Granting them special political rights as part of the agreement indicates that the guilds were in some form involved in the issue of the Herring toll38. The leading guilds in Antwerp were those of the skippers, the mercers, and the fruit and vegetable dealers and -cultivators39. Trade and shipping were activities which were strongly represented among te professional population in Antwerp: trade and transport represented ca. 40 % of the professional population. These were also sectors which were directly concerned with the issue of the Scheldt toll.
35. Blockmans, W. “La répression de révoltes urbaines comme méthode de centralisation dans les Pays-Bas bourguignons”. Publications du Centre Européen d’Etudes Bourguignonnes, 1988. 7-8. 36. Boone, M. Prak, M. “Rulers, Patricians and Burghers: The Great and the Little Traditions of Urban Revolt in the Low Countries.” K. Davids, J. Lucassen, A Miracle Mirrored. The Dutch Republic in European Perspective, Cambridge University Press, Cambridge, 1995: 99-134. 37. Mertens, Torfs, Geschiedenis van Antwerpen, III: 120-123. See also: De Munck, B., Haemers, J., “Het politiek zelfbewustzijn van ambachtslieden: een lange termijn-perspectief”. Noordbrabants Historisch Jaarboek, 35 (2018): 23-49. 38. Blockmans, F. “Het vroegste officiële ambachtswezen te Antwerpen”, Bijdragen voor de geschiedenis der Nederlanden 8, nr. 3-4 (1953): 161-201; cited in Everaert, Macht in de Metropool: 28. 39. Boumans, Het Antwerps stadsbestuur: 22-23.
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The payment of a fine was a convenient way for the duke to settle the conflict with the city. Antwerp was increasingly important as a commercial center, which also had an impact on its financial potential. During the fifteenth century, the Antwerp fairs continued their commercial activity. Merchants from Italy, Spain, Portugal, England, the Hansa cities and from Southern Germany visited the fairs and bought export commodities from the Low Countries, including cloth, tapestries, artwork, linen, leather and furs. At the same time, the city also increased its population substantially. While the population can be estimated being about 7000 - 10 000 inhabitants at the end of the fourteenth century, the numbers increased throughout the fifteenth century. According to the hearth account of 1437, Antwerp had probably around 13 000 inhabitants, and by 1480 the number had increased to ca. 3300040. The Brabant hearth accounts were actually introduced, in order to provide a more accurate fiscal assessment. Up to that moment the fiscal burden was distributed evenly among the three estates. The seven biggest cities contributed 30 % of the fiscal burden in the general subsidies, as against 30 % of the major abbeys, as representatives of of the clergy, and another 30 % for the smaller cities and the countryside, representing the contribution of the nobility. In practice, however, the representatives of the clergy managed to negotiate a lower quota for themselves most of the time, leaving the cities with a share of up to 50 % in the general taxes41. By means of the hearth accounts, the distribution among the different cities and rural communities could be made on the basis of the number of hearths, as a proxy of the number of households42. Due to the changes of the demographic situation, the hearth accounts had to be revised regularly. In 1459, there were complaints about the hearth accounts and the resulting quota of the Antwerp district in the ducal subsidies. The deputies of Antwerp were cited to Brussels to discuss the quota. Shortly after, a new hearth account was drawn up43. As a consequence of its demographic growth, Antwerp’s share in the population of the four major cities of Brabant increased from 23% in 1437
40. Klep, P. M. M., Bevolking en arbeid in transformatie. Een onderzoek naar de ontwikkelingen in Brabant, 1700-1900, SUN, Nijmegen, 1981: 354. 41. Moureaux-Van Neck. “Un aspect de l’histoire financière”: 72-3. 42. Cuvelier, J. Les dénombrements de foyers en Brabant (XIVe – XVIe siècle). Commission Royale d’Histoire, Bruxelles, 1912-1213: vol. I, I-LIX; for a critical discussion of the hearth census, see M.A. Arnould, Les relevés de feux (Typologie des sources du Moyen Âge occidental, 18, A-IV.1), Turnhout, 1976. 43. De Moy, Tractaet: 70.
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to 30 % in 1480 and even 34% in 1496, which also resulted in a larger fiscal contribution44. The contributions to the general taxes were generally paid from the receipts of the urban excises. For the payment of extraordinary amounts, like the fines imposed by the duke, the city had to sell annuities, but it also mortgaged the the fee of 1000 lb. which it was due to the duke for the right to collect excises. In 1440, the incomes from the excises as well as the toll were mortgaged, in case of debt default. In 1441, 1446, 1452 and 1453, the duke engaged the recognition fee for the collection of excises in exchange for the annuities sold by the city in his favor. Finally, in 1453, the octroy was granted permanently, and the city bought half of the recognition fee from the Duke45. This was part of a larger sale of domanial incomes, which had become necessary after the duke had been incapable to raise the sum of 4000 rijders through the sale of annuities. The Estates gave their permission to sell parts of the ducal domain, on the condition that no fortresses were affected and the rights could be redeemed for the same value at a later moment. Selling domanial rights to a city like Antwerp was the preferable option for both sides, because, besides the short term yield of the sale for the duke, the incomes provided the city with a solid income-base, and hence the domainal incomes were not lost altogether, but returned to the duke in the form of taxes and loans46. This concession was of great importance for the fiscal policy of Antwerp. It contained the consent to collect, increase or diminish the excises without permission of the duke, on a permanent basis. This autonomy was maintained throughout the fifteenth and sixteenth century, until the reconquest of Antwerp by Spanish troops in 1585, during the Dutch revolt47. Besides the constantly increasig fiscal pressure, the city also granted loans to the prince. Often these were advances on the quota in the subsidies. The frequency and amount of these loans increased particularly in the 1470’s, under the reign of Charles the Bold, and even more so under the tumultuous period of the revolt against archduke Maximilian, between 1482 and 148848.
44. Calculated on the basis of Cuvelier, Les dénombrements: CCLXXIX. 45. De Moy, Tractaet: 73. 46. De Vijlder, N. “De Antwerpse publieke rentemarkt in de vroegmoderne tijd”. HistoriANT. Jaarboek voor Antwerpse geschiedenis, 2, 2014: 27-57. 47. Kreglinger, Notice historique: 60. 48. De Moy, Tractaet: 73-76.
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In 1477, after the death of duke Charles the Bold, a widespread revolt movement against the fiscal pressure and the policy of centralization took place throughout the Low Countries. Many cities witnessed urban revolts against the local authorities, many of which were led by members of the craft guilds. They were challenging the political order, to get recognition of their privileges, social rights, and participation in the local power structures. The Dukes of Burgundy had challenged the urban autonomy the cities had achieved during the late Middle Ages by imposing regulations concerning the government of the cities, and by replacing members of the urban governments by persons in favor of the prince49. In Antwerp, an established, pro-Burgundian, elite held the reigns of the urban government throughout the fifteenth century50. In april 1477, a revolt against the town government broke out, which was called the Quaeye Werelt (Angry World). The rebels, led by members of the mercers and skippers guilds, imprisoned some of the members of the town magistrate, accusing them of abuse of power and corruption. Besides accusations of corruption for personal interests, that is, increasing the urban excises and appropriating public money for personal profit, the city treasurer and other members of the city government were accused of bribery of the chancellor, Guillaume Huguonet, Guy de Brimeu, lord of Humbercourt, and other members of the Central State institutions, such as the Great Council of the Netherlands, and the Council of Finance51. Guy de Brimeu was one of the leading figures in Charles the Bold’s administration. He and Huguonet actually were both beheaded during the revolt in Ghent. Under pressure of the rebels, an agreement was achieved. The guilds obtained participation in the city governemnt. A new city government was appointed and two of the former aldermen, Claus and Peter Van der Voort were to condemned to death for corruption52. The predominent role of the guilds did not last however. In the summer of 1477 most of the participants in the revolt were trialed, and the former power elites were soon back in office. This intervention of Maximilian was resented
49. Dumolyn, J, Haemers, J. “Opstanden in de middeleeuwse stad”.: 67-84. 50. Everaert, Macht in de Metropool: 257-260. 51. Prims: Geschiedenis van Antwerpen, VI/1: 12. 52. A detailed account is given in Prims, F. Geschiedenis van Antwerpen, VI - Onder De Eerste Habsburgers (1477-1555), 1ste Boek, De Politische Orde, De Standaard Boekhandel, Antwerpen, 1938: 3-13; see also: Génard, P. (ed.), De gebroeders Van der Voort en de volksopstand van 1477-1478: verhalen en ambtelijke stukken, Kockx, Antwerpen, 1879, Uitgaven der Antwerpsche bibliophilen / Maatschappij der Antwerpsche Bibliophilen. - Antwerpen; vol. 3.
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by the Antwerp guilds. Guild members who tried to disturb the Joyful Entry of Maximilian in Antwerp, were convicted and condemned to pilgramages to St. Andrews, Milano and Cyprus. In 1486, the composition of the city government was once again without any participation of the guilds and composed only by citizens of the urban elites. This indicates, that the dukes of Burgundy managed to re-impose a traditional, pro-Burgundian governing elite in the city53. The close financial relations between the Antwerp city government and the duke continued also after the guild revolt. In 1477, the city obtained permission by Maximilian and Mary to sell annuities “after falling in great arrears due to the taxes and the assistance to the duke”. The permission was however linked to special conditions, that is, that they presented the account to the deputies of the court, and obtained the consent of the majority of the citizens54. These conditions of the octroy may be read from the perspective of the allusions of corruption made by the representatives of the guilds. On the basis of this octroy, the city turned to annuity sales on various occasions during the following years. In 1479, Maximilian and Mary gave the herring toll, which had caused a conflict back in 1435, because it was considered an obstacle to the traffic on the river Scheldt, to Antwerp in perpetual fief, in what seems yet another trade-off of privileges against financial support55. After the death of Mary of Burgundy, in 1482, her husband Maximilian assumed the regency for his son Philipp the Handsome. While most of the principalities recognized Maximilian as regent, the county of Flanders protested and finally contested the regency of Maximilian. The resistance against Maximilian, especially by Ghent and Bruges, ended in an arrest of Philipp and his sister Margaretha in Ghent and the nomination of a regency. The situation deteriorated and ended in a full-fletched civil war56. The position of Antwerp in this conflict was generally in favor of Maximilian, although there were several moments of tension. In 1483, the two mayors of Antwerp were imprisoned and one of them beheaded, while the other died in prison, because they had maintained secret negotiations with the representatives of Flanders,
53. Van Uytven, R. “1477 in Brabant”, Le privilège général et les privilèges régionaux de Marie de Bourgogne pour les Pays-Bas 1477/1477, het algemene en de gewestelijke privilegien van Maria van Bourgondie voor de Nederlanden, Blockmans, W. P. (ed.). Kortrijk-Heule, 1985, Anciens pays et assemblées d’Etats 80 Everaert, Macht in de Metropool: 36. 54. De Moy, Tractaet: 73. 55. Kreglinger, Impots communaux: 61. 56. Haemers, For the Common Good
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concerning the regency of Maximilian, which was considered as an act of treason57. They were accused of collaborating with the king of France in order to deliver the Low Countries to the latter. In reaction to this sentence, the renewal of the city magistrate was met with resistance, which ended with the prince coming to Antwerp in order to negotiate with the guilds58. Both in Brussels as in Antwerp, the archduke could only impose his power after sentencing his opponents to death, and in 1485, a military intervention was necessary. In 1488, after new revolts in Bruges and Ghent, Maximilian was captured in Bruges, and the revolt extended over the whole of the Southern Netherlands. The rebels, under Philipp of Cleve, took control in Brussels, Louvain and Nivelles. Mechelen and Antwerp remained in the hands of Maximilian, and from there he recovered Brussels, Bruges and Ghent. The city of Antwerp contribted to this military effort by a huge financial contribution to raise an army in the service of the Archduke. The cost of this army was no less than 128 289 lb. art59. The city and its fiscal district had to carry almost the entire financial cost of the suppression of the uprising of Flanders and southern Brabant. Their contribution was estmated at 285 000 lb60. Antwerp therefore not only proved a loyal subject to Maximilian during the Flemish and Brabantine rebellion, it also was a indespensable source of financial support. The tax incomes, advances and loans granted by the city were all the more essential for the Archduke, when the other big cities, like Ghent, Bruges, Brussels and Louvain were in open rebellion, and therefore did not contribute to the needs of their disputed ruler. It is therefore quite understandable that Maximilian withdrew his favors from Bruges and bestowed them on his faithful city of Antwerp, such as in 1485, when he forbade Bruges merchants the access to the
57. Blockmans W. “Autocratie ou polyarchie ? La lutte pour le pouvoir politique en Flandre de 1482 à 1492, d’après des documents inédits”. Bulletin de la Commission royale d’histoire. Académie royale de Belgique. Tome 140, 1974: 257-368, 277. 58. Prims, Geschiedenis van Antwerpen, VI, 1: 39. Prims stresses the fact that Maximilian negotiated with the guilds on this occasion, in spite of the fact that their claim to power in 1477 had been repulsed by the central authorities. For him this is an explanation that Antwerp finally chose side with Maximilian, against the Flemish and Brabatine rebels. 59. Buylaert, F. Van Camp J. & Verwerft, B. “Urban Militias, Nobles and Mercenaries. The Organization of the Antwerp Army in the Flemish-Brabantine Revolt of the 1480s”, Journal of Medieval Military History, 9, 2011, p. 146-166. 60. “Soo heeft die stadt van Antwerpen en haer quartier moeten draeghen, grote onkosten geleden ter cause van het beschudden des selfte quartier, tegens d’ongehoorsaeme van Loven en Brussel in den jaere voorleden sedert september 1488 waeraf de somme beloopt 285 m 17 lb 5 sch artois.” De Moy, Tractaet: 78.
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Antwerp fairs, or in 1488, when he awarded the city the staple right on alum, an important mordant to fix dyes. The privileges bestowed upon Antwerp were completed with a trade agreement between Egland and the duke of Burgundy, which included the decision that the English merchant Adventurers would settle in Antwerp and Bergen op Zoom as main distribution center for their cloth exports in 1496 for the whole of the Burgundian Low Countries. Like this he created a basis for the textile manufacture in Antwerp, as well as a market for dyes and other related products. Finally, in 1498, king Manuel of Portugal decided to establish his staple for spices in Antwerp. In return, the Southern German firms, like te Fuggers chose for Antwerp to export copper, brass and silver, to Lisbon, where they were shipped in payment for spices and other lurury commodities to Africa and India. These monopolies were essential for the rise of Antwerp as commercial metropolis61. Monopolies such as the herring toll of the river Honte, and the alum staple which he granted to Antwerp in 1491 were not just favors, however, they were also instruments to provide a broader income -base for Antwerp and therefore provided a more solid financial basis for his own policies. The city literally bought these privileges from the duke.
CONCLUSIONS The financial relationship between Antwerp and its rulers followed the same general principles as that of other cities in the Low Countries, and in Europe more in general. It was based on a balance between financial support by the city to the prince, in the form of taxes and credit, and the granting of privileges, which provided the city with the means to collect its own taxes and other incomes, both for its own financial needs as well as to be able to answer to those of the prince, just as in other cities of the Low Countries. At the same time these privileges increased the urban autonomy, and its political influence within the territorial state, in particular within the framework of the representative assembly of the estates. The particular socio-economic profile of Antwerp, as a port city and commercial center, created a special dynamic, with a particular interest in trade and the related issues of tolls and trade-related privileges. The city government had a keen
61. Soly, H. Capital at Work in Antwerp’s Golden Age, Turnhout, Brepols, 2021, Studies in European Urban History 55: 20-21, 29.
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interest in defending and enhancing its staple rights, tolls, and privileges granted to foreign merchants, as became quite visible during the complicated period of the annexation of the city by Louis of Male and the conflict concerning the staple-rights for herring, salt and oats. In the fifteenth century, Antwerp increased its commercial and financial potential becoming a major source of of taxation and financial support for the dukes of Burgundy, and later Maximilian of Habsburg. This strategic position of Antwerp became even more essential during the Flemish revolt, when the two largest and most wealthy cities, Bruges of Ghent turned against Maximilian. Moreover, with Bruges, the major financial market, and hence major source of credit, was all at a sudden out of reach for the archduke. It seems therefore understandable, that he would undertake major efforts to maintain the credit functions of Antwerp, and to transfer the international merchant community and its financial resources to a reliable and loyal place, that is, the fairs of Antwerp. The degree of loyalty or dissent of a city can therefore be related with its socio-economic profile. Related to the latter, the internal power structures within the city played a fundamental role, in particular the representation of different groups of interest, such as the craft guilds, the merchants or the urban patriciate or nobility. The revolts against the dukes of Burgundy and Maximilian of Habsburg were mainly carried by the craft guilds, led by the weavers. They held a dominant position in the Flemish cities of Bruges and Ghent, but much less so in Antwerp. The coup of the craft guilds in the Quaeye Wereld-revolt of 1477 was only of very short duration. For most of the time the city of Antwerp was governed by a traditional power elite of noblemen, which was much less prone to stand up against the prince than the members of the guilds. They defended a commercial policy aimed at attracting trade and foreign merchants, and hence depended on the goodwill of the prince and the commercial privileges bestowed upon the city. Moreover, it was these urban elites who could expect personal profits from the annuity payments made on behalf of prince. What is remarkable in the position of Antwerp during the Flemish revolt, is the high financial cost of this political choice. Besides the tax burden, which was high in any case, particularly during the period that other cities refused to contribute to the general taxation, the city contracted loans for the duke and paid advances. But in fact, the cities did not have much choice anyway. In any case, they would have to pay their share eventually, either voluntarily, and in exchange for new sources of incomes, like tolls and other princely rights, or, in case of a failed revolt, in the form of a fine and the loss of its privileges and status as a good and loyal city, as Bruges and Ghent would have to undergo repeatedly during their history.
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The crown and the customs administration in late medieval Scotland, c. 1275–c. 1513 David Ditchburn Trinity College Dublin
‘The origins of the Scottish great customs,’ Martin Rorke remarked with depressing candour1, ‘are obscure’2. The purpose of this article is neither to contradict his assessment, nor to repeat existing discussions of either the mechanics by which customs dues were levied in Scotland, or those which consider how much the customs levies delivered to the royal exchequer3. Instead, the primary focus of the present contribution is to consider when, how and why the financial interests of the Scottish crown were intruded upon port towns. These financial interests are evident from almost the very first evidence we have of ‘royal towns’ (or to use Scottish terminology ‘royal burghs’). The first royal burghs are
1. This article is part of the research project “BARMER. From the ship to the market. Economic activity, social relations and armed conflicts in the port cities of Atlantic Europe in the late Middle Ages” (PID2020-118105GBI00). 2. Rorke, M. “Scottish Overseas Trade, 1275/86-1597”. University of Edinburgh, Ph.D. thesis, 2001: 2. 3. The administrative arrangements in place for levying the customs are outlined in Ewan, E. Townlife in Fourteenth-century Scotland. Edinburgh University Press, Edinburgh, 1990: 128-9. For the volume and value of the levies, see Grant, A. Independence and Nationhood: Scotland, 1306-1468. Edward Arnold, London, 1984: 236-7; Lynch, M. and Stevenson, A. “Overseas Trade: The Middle Ages to the Sixteenth Century”. McNeill, P. G. B. and MacQueen, H. L. (Eds.) An Atlas of Scottish History to 1707. The Scottish Medievalists, Edinburgh, 1996: 241-60; Stevenson, A. ‘Trade with the South’, 1070-1513’, in Lynch, M., Spearman, M. and Stell, G. (Eds.). The Scottish Medieval Town. John Donald, Edinburgh, 1988: 180-205.
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attested from the earlier twelfth century and, with the exception of Roxburgh, Peebles and Jedburgh, which lie on or near the land frontier between England and Scotland, the other royal burghs in existence before 1153 – all thirteen of them – were located on, or within easy access of, the sea4. Tolls – or what became known as the ‘small’ or ‘petty’ customs – were levied by the crown in all royal towns from an early date, probably, indeed, from their earliest establishment as royal burghs. These tolls were payable on merchandise passing to and from both landward areas and overseas destinations, and eventually they became the possession of the urban communities themselves5. The process of growing urban autonomy in Scotland, of which the devolution of revenue-raising responsibilities was part, can be sketched here only in part, but it was underway in Berwick, the largest and wealthiest royal town, by the earlier thirteenth century. Financial devolution (and specifically of the petty customs) continued elsewhere during the fourteenth and fifteenth centuries. In 1370, for example, the burgesses of Inverness and of Montrose were each granted the proceeds of their town’s petty customs (and other local dues) in return for a fixed annual payment to the crown of £80 Scots and £16 Scots respectively6. This type of arrangement (known as few-ferme tenure) was similar to that which by then already pertained in the larger royal burghs, such as Berwick, Edinburgh, Aberdeen, Perth and Dundee, and which even small burghs, such as Peebles, were subsequently to acquire in the fifteenth century7.
4. In order of foundation, the remaining royal burghs were: Berwick-upon-Tweed, Dunfermline, Edinburgh, Perth, Stirling, Aberdeen, Forres, Haddington, Renfrew, Rutherglen, Elgin, Linlithgow and Montrose. See Pryde, G. S. The Burghs of Scotland: A Critical List (Ed.) A. A. M. Duncan. Oxford University Press, Oxford, 1965. Rivers enabled several towns, such as Perth and Stirling, to access the sea, but other towns, including Dunfermline, Edinburgh, Linlithgow and Haddington, were to develop satellite ports on the coast. 5. For the petty custom tariffs, see Barrow, G. W. S. (Ed.) The Charters of David I: The Written Acts of David I, King of Scots, 1124-53. Boydell, Woodbridge, 1999: nos 33, 35, 55, 90, 101, 127-8, 159; Innes, C. and Renwick, R. (Eds.) Ancient Laws and Customs of the Burghs of Scotland, 2 vols. Scottish Burgh Records Society, Edinburgh, 1868-1910, vol. 1: 99-112; and for Berwick in 1303, Gras, N. S. B. The Early English Customs System. Harvard University Press, Cambridge, Mass., 1918: 164-7. Additional local levies were periodically introduced at later dates to fund harbour repairs. See, for example, Marwick, J. D. (Ed.) Extracts from the Records of the Burgh of Edinburgh, 5 vols. Scottish Burgh Records Society, Edinburgh, 1869-92, vol. 1: 3, 7-8, 16-19, 23; Hay, W. (Ed.) Charters, Writs and Public Documents of the Royal Burgh of Dundee … 1292-1880, Provost, Magistrates and Town Council, Dundee, 1880: 24-6. 6. Barrow, G. W. S. et al. (Eds.) Regesta Regum Scottorum, 6 vols, Edinburgh University Press, Edinburgh, 1960–, vol. 6: nos 463, 467. 7. Aberdeen’s feu, agreed in 1323, was £213 6s 8d; that of Peebles, agreed in 1452, was £9 6s 8d: Anderson, P. J. (Ed.) Charters and Other Writs Illustrating the History of the Royal Burgh of Aberdeen, XCLXXI–MDCCCIV, Lord Provost, Magistrates and Town Council, Aberdeen, 1890, 13; Chambers, W. (Ed.) Charters and
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But there was another type of custom duty levied too – the so-called ‘great’ customs, which were initially sometimes also called the ‘new’ customs. An outline of the revenue raised from these levies do not survive in Scottish records until 1327 and, except for some towns under English occupation, detailed accounts, listing the merchants who paid tax, along with their ships and cargoes (the equivalent of the English ‘particular’ accounts), do not survive for Scotland until 14998. Customs duties had, however, first been instituted at some point before 1292, when a now lost account of the return from levies on wool and hides raised at Berwick was recorded in an inventory of royal documents preserved in Edinburgh castle9. It is generally assumed that the customs had been introduced at some point after 1275, following the imposition of a similar tax in England and Ireland10. Certainly, in both England and Ireland, and in Scotland, customs duties were applied to the export of the same three commodities: wool, woolfells (that is, sheepskins with the fleece still attached) and hides (or leather skins, the fleece having been detatched). And in all three countries the new duties were initially of similar value: 6s 8d per sack of wool and per 240
Documents Relating to the Burgh of Peebles …, A.D. 1165-1710, Scottish Burgh Records Society, Edinburgh, 1872, 17. By 1400 the following royal burghs enjoyed feu-ferme status: Aberdeen, Edinburgh, Crail, Dumfries, Dundee, Forfar, Haddington, Lanark, Linlithgow, Montrose, Perth, Rutherglen and Stirling: Stuart, J. and Burnett, G. (Eds.) Exchequer Rolls of Scotland, 23 vols. H. M. General Register House, Edinburgh, 1878-1908, vol. 3: 501-7. Berwick was of a similar status, but by 1400 it was in English hands. Renfrew was paying a feu by 1425-6. Of the other royal burghs extant by 1153, neither Roxburgh nor Jedburgh, both adversely affected by war with England, had been accorded the privilege. Royal Dunfermline had disappeared under the shadow of the neighbouring and eponymous monastic burgh. Both Elgin and Forres had been annexed to the earldom of Moray in 1312 and thus were no longer royal burghs, until 1455. Renfrew had been granted to the Stewart family and only resumed its position as a royal town (with a feu of £10 6s 8d) in 1397, after its overlord secured the crown. 8. For the first summary accounts, see Stuart, J. & Burnett, G. (Eds.) Exchequer Rolls… op. cit., vol. 1: 74-83. For the first more detailed accounts, for Aberdeen for 1499-1500, see Edinburgh, National Records of Scotland, E71/1/1; and for those from Leith, the port of Edinburgh, E71/29/2 and E71/29/3; Ditchburn, D. “Destination of Shipping from Leith, 1510 to 1513”, in McNeill, P. and MacQueen, H. L. (Eds.) An Atlas of Scottish History… op. cit.: 261. 9. Thomson, T. and Innes, C. (Eds.) Acts of the Parliaments of Scotland, A.D. 1124-1707, 13 vols. Edinburgh, 1814-75, vol. 1: 114. An account of the customs on wool levied at Berwick was also recorded in 1296 (ibid., 118), though it is not clear if this was the same roll as that listed in 1292. 10. On these assumptions, see, for example, Duncan, A. A. M. Scotland: The Making of the Kingdom. Oliver & Boyd, Edinburgh, 1975: 604; Stevenson, A. “Trade with the South” … op. cit.: 187; Rorke, M. “Scottish Overseas Trade”… op. cit.: 2. On the introduction of the customs regime in England, see Prestwich, M. Edward I. Methuen, London, 1988: 98-101; Brown, A. L. The Government of Late Medieval England, 1272-1461. Edward Arnold, London, 1989: 65-70; Gras, N. G. S. Early English Customs… op. cit.: esp. 59-65. For Ireland, see MacNiocaill, G., Na Buirgéisí: XII-XV aois, 2 vols. Cló Morainn, An Charraig Dhubh [Blackrock, Dublin], 1964, vol. 2: esp. ch. 7; McNeill, T. E. Anglo-Norman Ulster: The History and Archaeology of an Irish Barony, 1177-1400. John Donald, Edinburgh, 1980: 132-5.
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woolfells, and 13s 6d per last of hides – at a time when the exchange rate of the Scottish and English currencies was 1:111. In England and Ireland the customs network was more-or-less national in scope, though it did not extend to the palatine counties of Durham and Cheshire. It has generally been assumed that in Scotland too the customs regime was, in theory at least, levied throughout the kingdom; but, in one of his last publications, Professor Duncan characteristically challenged this received wisdom, by pointing out that before 1304 the disparate references to customs levies in Scotland mention only that they were raised in Berwick – but, he claimed, nowhere else specifically12. He went on to suggest that when introduced into Scotland, customs duty was perhaps imposed only on wool, woolfells and hides that reached Scotland from England, having crossed the land frontier for export overseas from Berwick. There is some merit to this argument. Wool from northern Northumberland routinely did cross the border, presumably (since Scotland was in no need of foreign wool) mainly for export through Berwick; and had this English wool not been subject to a new customs levy in Scotland, then the English crown might have lost significant amounts of revenue, as ever more English wool might have been exported through Berwick, lured by the competitive advantage of exporting goods duty free. The original Scottish levy, in other words, plugged a potential loop-hole in the English customs network which might otherwise have become a point of friction between the English king, Edward I (1272-1307), and his Scottish brother-in-law, King Alexander III (1249-86). Instead, their relations remained, ostensibly at least, cordial. Also of relevance to Duncan’s argument is that, when for 1304 more detail survives of the export levies imposed in Scotland, the customs duties were occasionally now dubbed ‘new’ and arrangements were put in place to appoint customs officials in, and to send new cockets to, ports through-
11. The only difference was that in England until 1368 300 woolfells were charged at the same rate as 240 woolfells in Scotland. See Gras, N. G. S. Early English Customs… op. cit.: 595; Carus-Wilson, E. and Coleman, O. England’s Export Trade, 1275-1547, Oxford University Press, Oxford, 1963, 194-5; Rorke, M, “Scottish Overseas Trade”… op. cit.: 5. For the size of the sack in both countries, see R. D. Connor and A. D. Simpson, Weights and Measures in Scotland: A European Perspective (Ed.) A. D. Morrison-Low, Tuckwell, Edinburgh, 2004: 132-52. On Anglo-Scottish exchange rates, see the summary table in Grant, Independence and Nationhood… op. cit.: 240. 12. Duncan, A. A. M. (Ed.) Scottish Formularies. Stair Society, Edinburgh, 2011: 23. For the references to customs levies, see, for example, Stevenson, J. (Ed.) Documents Illustrative of the History of Scotland, 2 vols. H. M. General Register House, Edinburgh, 1870, vol. 2: nos 392, 490; Thomson, T. and Innes, C. (Eds.), Acts of the Parliaments… op. cit.: vol. 1: 114, 118; Macpherson, D. (Ed.) Rotuli Scotiae in Turri Londinensi et in Domo Capitulari Westmonasteriensi asservati, 2 vols. Record Commission, London, 1814-19, vol. 1: 17b.
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out what Edward now called the ‘land’ of Scotland (which he had ostensibly just conquered), not just Berwick13. Yet, there are problems with Professor Duncan’s hypothesis too. For a start, his argument is in part based on the silence of the sources before 1304, rather than on what they reveal. There are, moreover, possible explanations for their silence on the levy of customs dues at ports other than Berwick, one of which Duncan himself had previously posited: the ‘missing’ customs accounts for ports other than Berwick before 1304 may have been recorded on the dorse of other burgh-related documents that were listed as having existed in the royal archives in 1292.14 It is conceivable too that the customs for these other ports had been leased, as, indeed, was planned for Scotland from 1299, once ‘that land is in good peace’15. If such were to have been the case, the crown’s accounts of the income generated would probably have been very brief and included in other documentation, easily overlooked when the summary inventory of letters and rolls was compiled in 1292. Meanwhile, there are other factors which must be taken into account when considering Professor Duncan’s suggestion that Scottish customs were initially levied only on English wool exports. English customs duties levies were certainly imposed on English goods, including wool and hides, that crossed the land frontier with Scotland16. A further, Scottish levy on English wool then exported from Berwick would have substantially added to the cost of Northumberland wool. Since Northumberland wools were probably of a similar quality to those of southern Scotland, and since, Duncan suggested, Scottish wool was not taxed on its export, this would have provided Scottish wool with a very significant price advantage17. This might, of course, have been the case; but it would prob-
13. Bain, J. Simpson, G. G. & Galbraith, J. D. (Eds.), Calendar of Document Relating to Scotland, 5 vols. H. M. General Register House, Edinburgh, 1881-1986, vol. 2: nos 1611, 1646 (at pp. 440-1); Stevenson, J. (Ed.) Documents Illustrative of the History of Scotland, no. 646. For references to the ‘land’ of Scotland, see Stones, E. L. G. (Ed.), Anglo-Scottish Relations, 1174-1328: Some Selected Documents. Oxford, Clarendon, 1970: no. 33. 14. Thomson, T. & Innes, C. (Eds.) Acts of the Parliaments… op. cit., vol. 1: 115-6; Duncan, Making of the Kingdom… op. cit.: 604, arguing that “each burgh accounted for its ferme etc., in detail; the customs account would be on the back of this. But Berwick had a single-payment feu-ferme and a separate customs account would be necessary.” 15. Calendar of Patent Rolls… [of] Edward I, 4 vols. H.M.S.O., London, 1893-1901, vol. 3: 414, 418. 16. See, for example, London, The National Archives, E122/105/2, m. 1; Davies, J. C. (Ed.) “The wool customs accounts for Newcastle upon Tyne for the Reign of Edward I”, Archaeologia Aeliana, fourth series, vol. 32 (1954): 220-308, at 295-6. 17. On the similarities between Scottish and Northumbrian wool, see Blanchard, I. S. W. “Northern wools and Netherlands markets at the close of the middle ages”. G. G. Simpson (Ed.) Scotland and the Low Countries, 1124-
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ably have squeezed north Northumberland wool out of Scottish ports, to no one’s obvious advantage. It is perhaps significant that at a later date, from 13612, the Scottish crown applied a reduced rate on English wool exported through Scottish ports – presumably in order that it should not be priced out of Scottish ports18. If, moreover, customs had been levied in thirteenth-century Scotland only on English wool, and not on Scottish wool, English exporters would have been incentivised to disguise their wool as Scottish – to the detriment of royal income in both kingdoms. More tellingly still, a hitherto little noticed document reveals that in 1298 three merchants from Lübeck had taken advantage of the increasingly unsettled political situation in Scotland – multiple risings against English rule had begun in 1297 – to have departed from Dundee without having paid customs dues of £80 on a cargo of wool and hides19. If customs dues were anticipated at Dundee in 1297-8, it seems likely that, at the very latest, they would have been an innovation of the English government which took control of Scotland following the collapse of King John’s authority in 1296 – a regime in effect headed by the unpopular and grasping Treasurer, Hugh Cressingham. But there are other possible dates for the introduction of widespread customs duties too: during John’s reign (1292-6), which is more generally noteworthy for administrative and financial innovations20; or, as was traditionally assumed before Professor Duncan’s grenade, during the reign of Alexander III (1249-86), shortly after, or simultaneously with, their introduction in England and Ireland. How, though, are we to interpret the references to a ‘new’ custom in 1304? In England the ‘new’ customs duties were originally those imposed in 1275 but ‘new’ came subsequently to be applied to the revision of the customs levies which were introduced there in 1303. These ‘new’ arrangements, as stipulated by the Carta mercatoria, left the duties to be paid by native English merchants unchanged but imposed an increase of 50% on those paid by foreign merchants. Moreover, duty was now newly imposed on aliens dealing in other commodities too: wine, cloth, wax and an ad valorum rate of 3d on the £ on other goods. It has been suggested that higher rates were levied on alien exports from Scotland too during Robert I’s
1994. Tuckwell, East Linton, 1996: 76-88, esp. 83. 18. Stuart, J. and Burnett, G. (Eds.) Exchequer Rolls of Scotland… op. cit., vol. 2: 88, 89, 91. 19. Kunze, K. (Ed.) Hanseakten aus England, 1275-1412. Verlag der Buchhandlung des Waisenhauses, Halle, 1891: no. 21. 20. Beam, A. G. The Balliol Dynasty, 1210-1364. John Donald, Edinburgh, 2008: 124-5; Barrow, G. W. S. Robert Bruce and the Community of the Realm of Scotland, 3rd edn, Edinburgh University Press, Edinburgh, 1988: 55-6.
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reign (1306-29), as they certainly were between 1331 and 133321. Professor Duncan reckoned that a similar deal to that in England, where the crown had bargained with, and then exempted, native merchants from increased rates, was made in Scotland, perhaps at a parliament held in 131222. It is, however, just as likely that the ‘new’ custom was already applied in Scotland from 1304, by the English administration which seemed in that year to have taken control of all Scotland for the first time since 1296. Edward I’s government was at around this time certainly interested in matters relating to the customs in Scotland23; and it was on the same basis as the new English levies of 1303 that the Lucchese merchants to whom the Scottish customs were now leased calculated the extent of their privileges in Scotland24. Once in power, Robert I may, in other words, have simply continued an arrangement already put in place by the regime that he usurped in 1306. If the English administration did, indeed, introduce new customs levies to Scotland in 1304, it faced a more particular conundrum: should English merchants trading in Scotland (and for that matter Scottish merchants trading in England) be regarded as aliens rather than denizens – and, therefore, subject to the higher rather than the lower customs levies, as stipulated by the Carta mercatoria? In 1329 Robert I had complained to the English government that Scottish merchants trading in England were being subjected to the additional levies imposed on foreigners and in later years Scottish merchants active in England were certainly treated as aliens25; but in the 1330s, with south-eastern Scotland ceded to Edward III (1329-77) by King John’s son, King Edward Balliol (1332-56), the political landscape was less clear cut. The customs accounts which survive for English-occupied Scottish ports from the 1330s are insufficiently detailed to offer a definitive answer26; but it is striking that, where their origins can be de-
21. Stuart, J. (Ed.) Exchequer Rolls….op. cit., vol. 1: cxix; but see Rorke, “Scottish Overseas Trade”… op. cit., 6 and n. 20. For the double duty levied on foreigners between 1331 and 1333, see Stevenson, A. “Foreign traffic and bullion exports, 1331 to 1333”. McNeill, P. and MacQueen, H. (Eds.) Atlas of Scottish History… op. cit.: 249. 22. Duncan, A. A. M. (Ed.) Scottish Formularies… op. cit.: 24. 23. Maitland, F. W. (Ed.) Memoranda de Parliamento, Rolls Series, London, 1893: 184. 24. Bain, J. et al. (Eds.) Calendar of Documents… op. cit., vol. 5: no. 382; Stevenson, J. (Ed.) Documents Illustrative of the History of Scotland, vol. 2: 487. 25. Barrow, G. W. S. et al. (Eds.) Regesta Regum Scottorum… op. cit., vol. 5: no 377; Bain, J. et al. (Eds.) Calendar of Documents… op. cit., vol. 3: no. 984. 26. Bain, J. et al. (Eds.) Calendar of Documents op. cit., vol. 3: 343-4, 392-3. The issue is not discussed in the otherwise authoritative Tuck. A. “A medieval tax haven: Berwick upon Tweed and the English crown, 1333-1461”.
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termined, English merchants predominate in these accounts. Given the strange lack of locals, it might be wondered, if these records were of the higher impost levied on ‘aliens’? Did one king preside over two customs regimes? So in Scotland the new customs network applied in theory, from at least 1296 and perhaps from c. 1275, to the whole country, and the tentacles of royal authority seemingly reached into the furthest corners of the realm to claim what might be raised: in 1315 Robert I granted the royal burgh of Cromarty, in the far north of the country, to his brother-in-law, Sir Hugh Ross, but the king reserved royal rights to the new custom or ‘malatouta’27; and in 1328 a cocket seal was made for the new burgh which Robert I seemed to be developing next to the refurbished castle of Tarbert in the Kintyre peninsula28. Nevertheless, as a consequence of the decision to impose duties on the relatively narrow range of wool-related exports, there was little point in establishing a complex customs administration ‘in certain parts [where, parliament noted in 1368] there are no sheep, but other animals are abundant’29. The great sheep flocks of medieval Scotland were located in the south and east of the country; by contrast, in the far north and west cattle dominated livestock farming, sheep were limited in number and probably the possession of small tenants rather than large landowners.30 It is telling, in this respect, that when, at the beginning of the sixteenth century, Inverness accused inhabitants of Dingwall and Tain, two towns north of Inverness, of evading customs payments, wool and its related products were not among the commodities which fell under the Invernesian spotlight31. Royal burghs, in which the customs administration was based, were, in any case, sparser in the north and west than in the east and south; and, despite the references to customs levies at Cromarty and Tarbert, there is little indication that duties were actually raised north of Inverness in the east or north of Dumbarton in
Britnell, R. and Hatcher, J. (Eds.), Progress and Problems in Medieval England: Essays in Honour of Edward Miller, Cambridge University Press, Cambridge, 1996: 149-67. 27. Barrow, G. W. S. et al. (Eds.) Regesta Regum Scottorum… op. cit., vol 5: nos 77-8. See too ibid., nos 86, 246. 28. Stuart, J. (Ed.) Exchequer Rolls….op. cit., vol. 1: 118. 29. Brown, K. M. et al. (Eds.) Records of the Parliaments of Scotland. University of St Andrews, St Andrews, 200722: 1368/6/16 (, date accessed 28 November 2022). 30. Boardman, S. I. The Campbells, 1250-1513, John Donald, Edinburgh, 2006: 301-3; Dodgshon, R. A. From Chiefs to Landlords: Social and Economic Change in the Western Highlands and Islands, c. 1493-1820, Edinburgh University Press, Edinburgh, 1998: 61, 64-6, 162-3. I am grateful too to Professor T. C. Smout for discussion on this point. 31. Neilson, G. and Paton, H. (Eds.) Acts of the Lords of Council in Civil Causes, Volume 2: 1496-1501, HMSO, Edinburgh, 1918: 487; A. B. Calderwood and A. L. Murray (Eds.) Acts of the Lords of Council, Volume 3: 1501-1503. HMSO, Edinburgh, 1993: 22.
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the west. In the west the responsibilities of the Dumbarton customs officials came by the later fifteenth century to include the more northerly reaches of the Firth of Clyde32, but there is no evidence of customs officials routinely active in the Hebrides. In the far north of the kingdom, meanwhile, customs evasion was noted in 1304-5 in Caithness, where policing of the customs regime relied upon burgesses from Inverness, more than 120km to the south by sea33. On the very rare occasions that customed goods from the far north are subsequently mentioned in the extant sources, they were shipped to Aberdeen or Edinburgh for export34. In reality, then, the customs administration roughly coincided with the wool-producing regions of the country and they, in turn, corresponded approximately with the area within which Scotland’s itinerant kings were to be found: kings were rarely seen north of Dumbarton or Inverness35. It is altogether less clear why the Scottish crown imposed customs duties on goods exported from the kingdom. The levy of the customs in England and Ireland from 1275 was the result of a protracted period of political and commercial dispute with Flanders. The levy of customs also offered a solution as to how the debts owed by the English crown to Italian merchants – partly incurred by the English king’s crusading adventures of the early 1270s – were to be repaid36. There is, however, no history of commercial friction between Scotland and Flanders at this juncture, and the debts accrued by Alexander III – the Scottish king who supposedly introduced the great customs – related to his significant, but still much more modest, wine purchases than to the massively expensive business of crusading37. So, why might the Scottish crown have introduced the levy known as the great customs? There are several possibilities, not necessarily exclusive of each other, above and beyond that the crown possessed the administrative capacity to levy
32. Stuart J. & Burnett, G. (Eds.), Exchequer Rolls… op. cit., vol. 9: 65, 66, 145-6, 210-11, 292, 340, 438, 542; vol. 10: 306; vol. 11: 371; vol. 12: 79-80, 155, 176, 267, 370-1, 462, 592 33. Bain, J. et al. (Eds.) Calendar of Documents… op. cit., vol. 2: no. 1646, at p. 449. 34. Stuart J. & Burnett, G. (Eds.), Exchequer Rolls… op. cit., vol. 4: 479, 537 (both references to Wick in Caithness); Edinburgh, National Records of Scotland, E71/29/2 (references to Tain and Dingwall). 35. For the places at which royal charters were issued from the twelfth to sixteenth centuries, see Barrow, G. W. S. et al. “Administration”. McNeill and MacQueen, (Eds.), Atlas of Scottish History… op. cit.: 158-82. 36. On the introduction of the customs regime in England, see Prestwich, Edward I… op. cit.: 98-101; Brown, Government of Late Medieval England… op. cit.: 65-70; Gras, Early English Customs System… op. cit.: esp. 59-65; Lloyd, T. H. The English Wool Trade in the Middle Ages. Cambridge University Press, Cambridge, 1977: 28-39, 60-62. 37. Bain, J. et al. (Eds.) Calendar of Documents… op. cit., vol. 2: nos. 252, 255, 264, 295, 297, 299, 352, 353, 359, 360, 688; Reid, N. H., Alexander III, 1249-1286: First Among Equals. John Donald, Edinburgh, 2019: 285.
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the new dues, and that the profits to be made from wool exports, were sufficiently large to withstand the imposition of a new tax – it accounted for about 6% of the value of wool38. Both these factors were, however, fundamental. The bureaucracy necessary to administer the system came cheap and uncomplicated. It was almost always townspeople in the ports who were appointed to collect the levies and their fees were, in effect, paid by the exporters and deducted directly from the revenue collected. The customs officials accounted for their income and expenditure at the exchequer, but this was not an institution modelled on English practice. Rather, the Scottish exchequer was an ad hoc accounting body39. No great bureaucracies, in other words, had to be created in order to raise customs dues. Meanwhile, the volume of Scotland’s exports, and the profits they made, could withstand these new dues, which in effect were ultimately paid for by the foreign purchasers of wool in Flanders and Artois. Admittedly, since the customs records themselves do not survive for the thirteenth century, we must turn to other evidence to substantiate these hypotheses. But numismatists are broadly convincing in their arguments that the money supply in Scotland grew exponentially in the thirteenth century, and especially in the second half of the century40. Now that historians have significantly reduced their estimates of the output of the silver mines in northern England – mines which for much of the twelfth century had been controlled by Scottish kings – it seems highly likely that this increase in Scotland’s money supply was the result of international trade, in other words of wool sales41. If so, this means that circumstances were conducive to the crown raising revenue in the ports – but this still does not mean that revenue was therefore raised. Presumably the crown raised the new levies because it required new sources of income. There are several circumstances and events that might explain this.
38. Donnelly, J. “An open economy: the Berwick shipping trade, 1311-1373”. Scottish Historical Review 96:1 (2017): 1-31, at 4. 39. For the most recent and authoritative study of the Scottish exchequer, see Taylor, A. The Shape of the State in Medieval Scotland, 1124-1290. Oxford University Press, Oxford, 2016: 357-64. 40. Mayhew, N. “Alexander III – a silver age? An essay in Scottish medieval economic history”. N. H. Reid (Ed.) Scotland in the Reign of Alexander III, 1249-1286. John Donald, Edinburgh, 1990: 53-73, esp. 61-3. See too Donnelly, J. “Skinned to the bone: Durham evidence for taxation of the church in Scotland, 1254-1366”. Innes Review 50 (1999): 19-20. 41. Allen, M. R. “Silver production and the money supply in England and Wales, 1086-c. 1560”, Economic History Review, 2nd ser., 64 (2001): 114-31; Allen, M. R. “Henry II and the English coinage”. Harper-Bill, C. and Vincent, N. (Eds.). Henry II: New Interpretations (Woodbridge, 2007): 257-77. Comment in these studies on the production of Cumbrian silver supersedes the arguments of Blanchard, I. “Lothian and beyond: the economy of the ‘English empire’ of David”. Britnell, R. and Hatcher, J. (Eds.), Progress and Problems… op. cit.: 23-45.
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The first relates to the relationship between the petty customs and the great customs. Did the crown begin to raise the great customs because its hold on the small customs was beginning to loosen, as a result of growing urban autonomy? This was not necessarily a conflictual development between town and crown; and neither was the process one which necessarily happened at the same point in all towns. The small customs were almost certainly awarded to Berwick’s burgesses long before the same happened elsewhere, probably, indeed, in the earlier thirteenth century, when Berwick was awarded feu-ferme status42. But, if this was the case, Berwick’s experiences proved not only a pointer and an aspiration for other royal towns, but also an encouragement for the crown to seek out new sources of income for itself. That, then, is one possible explanation for the introduction of the great customs. But there are possibilities too. Were the great customs introduced because the crown’s expenditure was rising? There are signs that more money was needed to pay for more extensive royal patronage, especially of ecclesiastical institutions, for more extensive royal itineration and for more lavish royal hospitality; but there are indications too that the associated costs were not met by maximising royal income from the profits of lordship and justice43. Without explicit evidence of royal expenditure for this period, it is difficult to be certain that the great customs plugged the gap. Nevertheless, the crown’s growing international pretensions did not come cheap. While Alexander III’s lavish entertainment, exemplified by the wine debts which he presumably accrued over a longer period, there were also some more intensely expensive moments in his reign, such as the marriage to the Norwegian king, agreed on behalf of the king’s daughter, Margaret, in 1281. That entailed delivery of an expensive dowry, in three instalments between 1281 and 1284, which was probably raised and certainly paid through the kingdom’s largest town of Berwick44. If that was one expensive moment in the reign, perhaps conducive to the levy of new customs, there was another, which might also have necessitated the crown’s search for new forms of income. Ever since the mid-thirteenth century Scottish kings had sought to acquire the islands off the Atlantic coast of Scotland. These were Norwegian possessions; and it was only after a policy of
42. On Berwick’s feu-ferme, see Duncan, A. A. M. Scotland… op. cit.: 494-501. 43. Taylor, A. The Shape of the State… op. cit.: 379-89, esp. 388. 44. Barrow et al. (Eds.). Regesta Regum Scottorum… op. cit., vol. 4/1: nos 134, 135.
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flagrant aggression that in 1266, by the terms of the treaty of Perth, the islands were incorporated into the Scottish kingdom. This was on condition of payment of 4,000 merks (payable over four years) and an annual payment thereafter to be made by the Scottish government to the Norwegian crown45. That was not an end to the expense of westward expansion. The Isle of Man did not take kindly to its new Scottish king; a revolt in 1275 was vigorously supressed by what chronicles indicate was a large Scottish army46. Although Scottish armies were largely unpaid and assembled on the basis of ‘feudal’ and older, more traditional obligations, the crown, nevertheless, had to pay for some military support in the Manx campaign, and especially for specialists, such as crossbowmen47. Even if, for lack of evidence, we cannot proceed much further with these lines of enquiry, my argument is that we should look to Scottish circumstances, rather than to English precedents, for an explanation of why the crown started to impose these new levies on trade. This remains the case for explaining developments in later centuries. Over the course of the fourteenth and fifteenth centuries the customs network in Scotland was gradually expanded. But, if the initial Scottish impositions had followed the English model, they subsequently ceased to do so. By the end of the Middle Ages customs duties had come to be levied on virtually all goods which were either exported from, or imported to, England. The records of these levies – preserved mainly in the E122 classification at The National Archives in London – remain at the core of the rich historical analysis of medieval England’s international trade. The geographical and fiscal expansion of the Scottish customs network was, however, a more modest affair. In so far as there was an expansion of the customs regime, it was prompted largely by the need to pay the ransoms of two Scottish kings – David II (1329-71) and James I (1406-37) – who fell into English captivity in 1346 and 1406 respectively, though both kings were also renowned for their extravagant and expensive tastes. The response to the first royal ransom was to raise existing customs duties, but not to raise new
45. For payments between 1282 and 1291, see Thomson, T. & Innes, C. (Eds.) Acts of the Parliaments… op. cit., vol. 1: 115. For non-payment of Scottish debts to the Norwegians in the 1290s, see Nicholson, R., “The Franco-Scottish and Franco-Norwegian treaties of 1295”, Scottish Historical Review 38:2 (1959): 114-32, esp. 122-7. 46. McNamee, C. “The Isle of Man under Scottish rule, 1266-1333”, in Duffy, S. and Mytum, H. (Eds.) A New History of the Isle of Man. Volume III: The Medieval Period, 1000-1406. Liverpool University Press, Liverpool, 2015: 118-50, at 121-4. 47. Barrow, G. “The army of Alexander III’s Scotland”. Reid, N. (Ed.), Alexander III…op. cit.: 132-47, esp. 141-2.
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duties on hitherto untaxed commodities. The levy on wool was thus doubled in 1358, very quickly tripled and then in 1368 quadrupled48. And, while earlier initiatives – such as the levy on the export of bullion, doubling charges on alien exports and taxing English imports49 – had soon lapsed, the quadrupled rate on wool exports now remained in place. So duties on wool rose, but there was no expansion in the range of commodities taxed. Meanwhile, little was done to plug the geographical gaps in the customs network, noted above. Even within the regions in which the customs administration operated there were extensive exemptions for many favoured individuals and institutions. The earl of Douglas, for example, was allowed to export 140 sacks of wool free of duty in 1384-8, and remissions granted to the duke of Albany ‘seem to show that the whole, or nearly the whole, wool and hides of the earldoms of Fife and Mentieth were exported duty free’ in the final decade of the fourteenth century and first of the fifteenth50. Among the ecclesiastical institutions, only the excess raised by the tripling and quadrupling of rates (i.e. not the core great custom levied on wool) reached the crown from St Andrews, the seat of Scotland’s premier bishopric51. Favoured abbeys, including Arbroath (founded by, and burial place of, King William I ([1165-1214])52, Culross53, Deer54 and Melrose55 (burial place of King Alexan-
48. Brown, K. M. et al. (Eds.) Records of the Parliaments… op. cit., 1357/11/1; 1365/1//14; 1367/9/9; 1368/6/16; Stuart, J. & Burnett, G. (Eds.) Exchequer Rolls… op. cit., vol. 2: passim; Rorke, M. “Scottish Overseas Trade”… op. cit., 7-8. 49. See above, note 21. 50. Stuart, J. & Burnett, G. (Eds.) Exchequer Rolls… op. cit., vol. 3: lxxxv, 117, 150, 189. See too Barrow, G. W. S. et al. (Eds.) Regesta Regum Scottorum… op. cit., vol. 6: no. 136, for exports from Fife through the town of Cupar. 51. Barrow, G. W. S. et al. (Eds.) Regesta Regum Scottorum… op. cit., vol. 6: no. 296; Stuart, J. & Burnett, G. (Eds.) Exchequer Rolls… op. cit., vol. 2: 188; vol. 3: 50, 70, 96, 121, 138, 155, 179, 194, 207, 226, 258, 301, 331, 363, 491, 415, 445, 474, 524, 623. 52. Brown, K. et al. (Eds.) Records of the Parliaments… op. cit.: 1358/1/4; Barrow, G. W. S. et al. (Eds.), Regesta Regum Scottorum … op. cit., vol. 6: nos 116, 123, 172, 433, 440; Stuart, J. & Burnett, G. (Eds.) Exchequer Rolls… op. cit., vol. 3: 207, 325, 359, 386, 413, 443, 475, 500, 523, 553, 571, 603, 623. 53. Stuart, J. & Burnett, G. (Eds.) Exchequer Rolls… op. cit., vol. 4: 6, 48, 85, 104, 149, 151, 171, 195, 219, 246, 248, 294, 317, 338, 361. 54. Stuart, J. & Burnett, G. (Eds.) Exchequer Rolls… op. cit., vol. 3: 631; vol. 4: 13, 51, 86, 109, 170, 225, 248, 274, 314, 359. 55. Brown, K. et al. (Eds.) Records of the Parliaments… op. cit.: 1358/8/1; 1394/8/1; Barrow, G. W. S. et al. (Eds.) Regesta Regum Scottorum… op. cit., vol. 6: no. 195; Stuart, J. & Burnett, G. (Eds.) Exchequer Rolls… op. cit., vol. 2: 284, 321, 352, 379, 408, 436, 470, 516, 545, 565, 591, 593, 618; vol. 3: 3, 53, 67, 89, 116, 150, 186, 204, 283-4, 321, 352, 379, 408, 436, 470, 515, 516, 545, 565, 591, 593, 618. Further entries are recorded in later volumes, passim.
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der II [1214-49]), exported wool at reduced rates or free of customs – even though Melrose is likely to have owned the largest sheep flocks in medieval Scotland, its wool of better quality, and, therefore, more valuable, than that of other abbeys56. Meanwhile, no customs revenue at all reached the crown from Dunfermline, Kirkcaldy, Musselburgh and (South) Queensferry, burghs which belonged to Dunfermline abbey, the shrine of Queen Margaret (d. 1093), the royal dynasty’s most revered saint57. The limited approach taken to extending duties in the emergency of funding David II’s ransom continued. The range of commodities taxed in Scotland remained much narrower than in England. Attempts in 1398 to levy a charge on exports of salmon, salted meats, marts, tallow, butter, horses and cloth, and to revive the impost on English cloth imports, seemingly came to nothing58. But faced with delivering another ransom after 1424, the crown turned again to the great customs. Although exports of some types of horse and tallow were now expressly forbidden59, exports of cloth and of salmon bought by foreign merchants and of English cloth imports were again targeted and this time with effect60. Exports of animals skins (including those of deer, fox, marten, ottar, polecat, rabbit and roe), as well as some hitherto uncustomed types of lamb and sheep skin (lenternware, futefells, schorlings and skaldings from 1424), along with exports of herring (in the 1420s) and salt (from 1429) were now subjected to tax61. Ostensibly the rate on wool remained unchanged; indeed, it may have been, in practice, reduced because of a reduction in the official weight of the wool sack though, even if so, from 1431 a significant currency
56. On Melrose’s exports, see Lynch, M. and Stevenson, A. “Overseas Trade: The Middle Ages to the Sixteenth Century”… op. cit.: 251. 57. Barrow, G. W. S. et al. (Eds.), Regesta Regum Scottorum … op. cit., vol. 6: nos 188, 190, 303, 310. After 1363 the exemption applied only to commodities exported through the abbey’s own towns, not elsewhere in Scotland. The trade of Kirkcaldy, Musselburgh and Queensferry was facilitated by their coastal locations. Dunfermline was further away from the sea but in 1363 the abbey was granted the right to develop a port at Wester Rosyth or Gellet (ibid., no. 311) which was presumably related to the qualification to its trading privileges granted in the same year. 58. Brown, K. et al. (Eds.) Records of the Parliaments… op. cit.: 1398/11-14, 18. No revenue raised on these commodities was recorded in the custumars’ accounts. 59. Brown, K. et al. (Eds.) Records of the Parliaments… op. cit.: 1425/3/8-9. 60. Brown, K. et al. (Eds.) Records of the Parliaments… op. cit.:, 1436/1/10-11. 61. For animal skins, see Brown, K. et al. (Eds.) Records of the Parliaments… op. cit.: 1424/12. The other levies were not covered by extant parliamentary legislation, but revenue raised is recorded in Stuart, J. & Burnett, G. (Eds.) Exchequer Rolls… op. cit., vol. 4: passim.
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devaluation, and its manipulation in the accounting process, in effect again raised the rate on wool62. While imports, other than those from England and Ireland, remained untaxed, the loophole which the legislation of 1425 had created – enabling English merchants to collaborate with Scottish merchants in order to avoid payment of customs duties on salmon and English cloth – was closed in 143663. Most importantly of all, perhaps, the crown sought to stop the haemorrhaging of revenue through the extensive exemptions granted in previous reigns. In May 1424 parliament agreed that ‘all the customs of the realm, great and small … abide and remain with the king to his living’64. Yet, while this brought an end to many of the export-free perquisites previously enjoyed by secular and ecclesiastical lords, some privileges continued: those of Melrose abbey and of the Dunfermline burghs, for example, remained undisturbed; and many of the new duties in any case lapsed for many years in the aftermath of the assassination of King James in 1437. By the end of the Middle Ages, then, the customs regime in Scotland looked quite different from that in England which, in the thirteenth century, it had originally closely resembled. These differences beg questions. Why, in Scotland, during financial emergencies generated by the need to fund royal ransoms was the decision taken to raise existing customs rates, but to extend the levy on other exported commodities only very haphazardly? Why were imports, other than sometimes those which arrived from England and Ireland, not taxed? There was another gap too – a geographical gap – which also requires some explanation. One answer to these questions, framed in a traditional historiographical context, entails a discussion of medieval Scotland’s comparative poverty, its relatively weak governmental structures and limited monarchical reach into the far corners of the kingdom. The range of exportable commodities, so it could be argued, was limited, and so it made sense to concentrate on those commodities that were valuable, in other words especially on wool and its related products, and on the ports from which wool was most readily shipped. There was an element of efficiency in such a strategy too, since it limited the amount of counting – and accounting – that had to be undertaken by royal officials.
62. Stuart, J. & Burnett, G. (Eds.) Exchequer Rolls… op. cit., vol. 4: cxxiv; Stevenson, A. “Trade with the South”… op. cit.: 194 – whose argument on the reduction in weight is qualified by Rorke, M. “Scotland’s Overseas Trade”… op. cit.: 12-13. 63. Brown, K. et al. (Eds.) Records of the Parliaments… op. cit.: 1436/10/11. 64. Brown, K. et al. (Eds.) Records of the Parliaments… op. cit.: 1424/8.
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This would explain too why the customs regime did not extend far north of Dumbarton or Inverness. Kirkwall aside, there were no recognisable, or at least sizeable, towns with attached ports in northern parts and the usual assumption is that there was no significant overseas trade in the north to be taxed. Elements of this reasoning are certainly persuasive. But this cannot have been the whole story. For a start, it presupposes that income from the great customs and the crown’s financial requirements remained at broadly similar levels throughout the later Middle Ages. In fact, there was a catastrophic collapse in wool exports, and, therefore, in royal customs receipts, from the end of the fourteenth century. Secondly, it fails to take due account of the value of fish, demand for which, partly because of religious influences on diet, were high throughout western Europe. Unlike sheep, fish stocks were not confined to the south-western and eastern parts of Scotland and by the later fifteenth century at least French, Spanish and Portuguese merchants were active in waters off Scotland’s west coast, presumably often in search of fish. In the north, meanwhile, Dutch and Hanseatic merchants made good on the rich fish stocks around Orkney and Shetland – the northern isles which had been ceded to the Scottish crown by the Danish monarchy in 1468-965. But the Scottish crown seems not to have made any attempt to tax these foreign catches of fish. It was apparently aware too of customs evasion, even in the crown’s heartland of the Forth estuary – but only in the aftermath of the catastrophic Scottish defeat at the battle of Flodden (1513) did the government order that all ‘boats be laden in Leith and no other place so that the custumers may have in their book what goods pass’66. There are perhaps two possibilities to consider in attempting to work out what influenced the government’s approach to the customs. Did the crown lack the political and the administrative strength to apply a more rigorous customs regime? Or, with limited military expenditure compared to many other kings, did the crown simply did not need the money – a sign, in other words, not of royal weakness, but rather of limited royal expenditure and of success in identifying
65. Degryse, R. “De laatmiddeleeuwse haringvisserij”, Bijdragen voor de Geschiedenis der Nederlanden 21 (19667): 81-121; Degryse, R. “De Vlaamse haringvisserij in de XVe eeuwe”, Annales de la Société d’Emmulations de Bruges 88 (1951): 116-33; Friedland, K. “Hanseatic trade with Scotland” and Boelmans Kranenburg, H. A. H. “The Netherland fisheries and the Shetland Islands”. Withrington, D. J. (Ed.) Shetland and The Outside World, 14691969. Aberdeen University Press, Aberdeen, 1983: 86-95, 96-106. 66. Edinburgh, National Records of Scotland, CS5/26, fos 92v-93r.
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other sources of income? James IV (1488-1513) famously maximised his income from feudal casualties and other sources while allowing his customs income to decline proportionately compared to that of his fourteenth-century predecessors67. So, while customs were perhaps originally introduced to Scotland to pay for royal extravagance, exemplified by its wine consumption, and for military adventurism in the Western Isles, that their scope was never to be as all-embracing in Scotland as in England is perhaps, at least in part, to be explained by the relatively modest military expenditure of the crown in the later Middle Ages.
67. See, for example, Nicholson, R. Scotland: The Later Middle Ages. Oliver & Boyd, Edinburgh, 1974: 565-72.
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Les textes de coutumes, témoignages et points d’appui de l’exercice de l’autorité seigneuriale sur les activités des ports normands Laurence Jean-Marie Université de Caen Normandie
Le contrôle et la taxation des activités par les détenteurs de pouvoirs dans les ports normands n’ont pas attendu la mise par écrit de coutumiers pour exister1. Les chartes des XIe et XIIe siècles accordant exemptions de coutumes ou part des revenus sur ces dernières témoignent de l’existence d’un prélèvement seigneurial. Les coutumiers reprennent les données de ces écrits antérieurs. Le terme “coutumes” désigne ici des taxes imposées sur le déchargement des marchandises et les transactions, mais il englobe plus largement les règles de droit s’appliquant dans les territoires où s’exercent les prérogatives des seigneurs. Ainsi, l’appellation de “coutumier”, même si le mot est rarement employé, ou de “textes de coutumes” convient bien à ces textes. Le rassemblement de l’ensemble des coutumiers conservés pour les villes de Normandie dans le cadre d’un programme de recherche financé et leur édi-
1. Cet article prend part au projet de recherche : “BARMER. From the ship to the market. Economic activity, social relations and armed conflicts in the port cities of Atlantic Europe in the late Middle Ages” (PID2020-118105GBI00).
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tion critique est ainsi à même de permettre leur exploitation comparée2. Les investigations dans les fonds d’archives ne peuvent être considérées comme absolument exhaustives mais elles ont été très larges3. En l’état actuel, ce sont 19 coutumiers, parfois dans plusieurs versions, qui sont édités. Or, 13 d’entre eux sont totalement ou en partie consacrés à des usages concernant des ports. Ce sont ceux de Caen, Dieppe, Eu, Fécamp, Harfleur, Honfleur, Leure, Le Tréport, Pont-Audemer, Roncheville, Rouen, Touques et ponctuellement celui des foires de Montmartin en relation avec l’activité du port de Regnéville. Le coutumier de la vicomté de l’eau de Rouen n’est pas encore consultable4. Ce sont des ports côtiers et fluvio-maritimes, avant tout de la Seine pour ces derniers. Ces textes sont à la fois le témoignage de la complexité des coutumes portuaires et de l’importance économique des ports de Normandie. Ces ports sont aux mains d’autorités seigneuriales diverses. Le duc de Normandie puis le roi de France, après le rattachement de la Normandie au domaine royal en 1204, exercent ces pouvoirs à Rouen et Caen. Le roi acquiert ensuite d’autres ports. Le port de Leure est au début du XIIIe siècle une possession des descendants de Guillaume le Maréchal, grand baron au service de Jean sans Terre, puis passe entre les mains du roi5. En 1281, Philippe le Hardi fait l’acquisition du port immédiatement voisin d’Harfleur, dont les comtes de Gueldre étaient seigneurs6.
2. L’édition constitue l’un des trois volets du programme Norécrit : https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/norecrit/accueil. html. Elle bénéficie d’une indexation personnes et lieux et un thésaurus matières est en cours de réalisation. L’ensemble des références aux coutumiers (cotes d’archives, éditions antérieures et bibliographie) figure sur le site. 3. Des coutumiers peuvent en effet être conservés dans des registres dont le contenu n’est pas inventorié. 4. L’édition du coutumier de la vicomté de l’eau de Rouen, long texte dont les témoins sont nombreux, est l’un des objets de la thèse de Laure Cébe en cours : La mise en écriture d’un droit coutumier: Les coutumes de la vicomté de l’eau de Rouen (XIIIe-XVI siècles). 5. Rotuli litterarum clausarum in turri Londinensi asservati, Hardy T. D. (Ed.), Londres, Public Records Commission, vol. 2, 1844: 48b ; Documents historiques relatifs aux Iles de la Manche tirés des archives conservées dans le Public Record Office à Londres, 1199-1244, Saint-Hélier ( Jersey), Le Feuvre C., Beresford Library, 1879: 26 ; Patent Rolls of the reign of Henry III preserved in the Public Record Office, AD 1225-1232, Londres, H.S.M.O, 1903: 374375; en 1292, le port est entre les mains du roi de France: Comptes royaux (1285-1314), Fawtier R. et Maillard F., Paris, Impr. Nationale-Libr. Klincksieck (Recueil des historiens de la France. Documents financiers, t. III), t. II, Comptes particuliers et comptes spéciaux ou extraordinaires, 1954, n° 14491 ; Jean-Marie L., Dubois A., “Harfleur et Leure, intérêts communs et concurrence (XIIIe-XIVe siècles)”, colloque Le Havre avant Le Havre, 14-15 septembre 2017, Harfleur, Sansy D. (dir.), Presses universitaires de Rouen et du Havre (à paraître). 6. Delisle L., Cartulaire normand de Philippe-Auguste, Louis VIII, Saint-Louis et Philippe le Hardi, Caen, Hardel, Mémoires de la Société des antiquaires de Normandie, vol. XVI, 1852, n° 971; “Acte 3900”, dans SCRIPTA Base des actes normands médiévaux, dir. Pierre Bauduin, Caen, CRAHAM-MRSH, 2010-2019. [En ligne] https://www. unicaen.fr/scripta/acte/3900.
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LES TEXTES DE COUTUMES, TÉMOIGNAGES ET POINTS D’APPUI DE L’EXERCICE DE L’AUTORITÉ SEIGNEURIALE SUR LES ACTIVITÉS DES PORTS NORMANDS
Honfleur fait partie de la seigneurie de la famille des Bertran au XIIIe siècle encore7. Le Tréport dépend des comtes d’Eu. D’autres ports sont sous la domination de grands seigneurs ecclésiastiques, tel l’archevêque de Rouen à Dieppe depuis la fin du XIIe siècle, ou l’abbé de la Trinité de Fécamp pour le port de ce lieu. Dans les textes de coutumes, la part des prescriptions liées au port dépend de l’importance de ce dernier et de l’étendue des droits du seigneur. Un port majeur nécessite une gestion particulière, comme en témoigne l’existence de la vicomté de l’eau de Rouen, mais le duc puis le roi de France ne sont pas les seuls seigneurs de Rouen. Dans d’autres cas, la réglementation des activités portuaires est intégrée dans un texte dont les dispositions sont larges et correspondent à l’ensemble des droits d’un seigneur pouvant s’étendre à d’autres activités économiques telles que les foires, le marché (Caen, Dieppe), les activités de production, voire la détention de biens fonciers. Dans de petites agglomérations portuaires, le coutumier reflète l’ensemble des pouvoirs d’un seigneur prédominant. Les coutumiers ne constituent donc pas un ensemble homogène en raison de la marqueterie des pouvoirs qui s’exercent dans les villes. Le propos est ici constitué de quelques éléments d’une recherche en cours qui englobe l’histoire des pratiques de l’écrit, l’organisation des activités économiques, l’exercice des pouvoirs seigneuriaux ou encore l’étude des formes de prélèvement. En effet, ces textes permettent de prendre la mesure de la complexité de l’exercice de l’autorité seigneuriale sur les activités portuaires. Afin de le mettre en évidence, il faut se pencher sur les pratiques de l’écrit qui ont conduit à l’élaboration des coutumiers. L’analyse du contenu de ces derniers permet de montrer que la définition des territoires est primordiale. Les règles définies sont multiples et on tentera une première approche de ce foisonnement.
1. PRATIQUES DE L’ÉCRIT : DES TEXTES VIVANTS La variété des formes de ces textes est grande, depuis la liste de taxes assez brute jusqu’à une structure composite. La rédaction ou mise à l’écrit pourrait être interprétée comme le passage d’un droit oral à un droit écrit. Elle l’a été ainsi à propos
7. Jean-Marie L., “La définition des juridictions dans un espace terrestre et fluvio-maritime: Honfleur et ses environs (XIe-XIIIe siècles)”, Annales de Normandie, 2018, 68 (1): 7-26.
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de la coutume de Normandie ou d’autres8. La réalité est bien plus complexe. La réglementation et la détermination des taxes et des règles s’est effectuée progressivement. Ce phénomène renvoie, ici comme ailleurs, à l’affirmation et la structuration graduelle des droits seigneuriaux sur une longue période, depuis le XIe siècle. D’une part, l’écrit existe déjà, et on le constate par la mention de textes antérieurs dans les coutumiers. Ces allusions figurent dans le prologue du coutumier de Dieppe où il est affirmé que “les coustumes et drois de la ville” sont notamment extraites “de plusseurs registres vieux et anciens”9. À Honfleur, le texte est établi à partir d’un “chartrier faisant mention des droitures, libertés et préeminences de la coutume et prévôté de Honfleur et travers de Seine, sain et entier en seing et écriture duquel la teneur ensuit”, le terme chartrier désignant peut-être ici un codex, sous forme de cartulaire, plus qu’un ensemble de chartes10. D’autre part, on le voit par les références explicites ou non à l’existence d’actes authentiques antérieurs, voire par leur transcription, plus ou moins complète. Ces passages renvoient à des règles parfois anciennes de plusieurs siècles. Dans le coutumier de Rouen, c’est le cas pour l’article traitant des navires arrivant avec des fourrures d’Irlande, article que l’on peut mettre en relation avec un acte d’Henri II Plantagenêt11. Dans le cas de Dieppe, le registre qui contient le coutumier compile également des copies d’actes auxquels il est fait allusion dans le texte lui-même : “comme cy aprés apperera par la coppie des lettres sur ce faitez ”. Des actes peuvent aussi être insérés dans le coutumier lui-même, ainsi à Dieppe où figurent, par exemple, une lettre de l’archevêque à propos des bouchers12 et une lettre du bailli concernant des cordonniers13.
8. À ce sujet, et plus largement sur les coutumiers, voir Gilissen J., La coutume, Turnhout, Brepols, Typologie des sources du Moyen Age occidental, fasc. 41, 1982 ; Van Dievoet G., Les coutumiers, les styles, les formulaires et les “artes notariae”, Turnhout, Brepols, Typologie des sources du Moyen âge occidental, fasc. 48, 1986. 9. Laboratoire de textes Norécrit, Coutume de Dieppe, “Prologue”, état d’établissement du texte annoté par Lény Retoux et Laurence Jean-Marie, sous la responsabilité de Laurence Jean-Marie, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne : https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/dieppe/Dieppe.xml/G851.1.1.html] 10. Laboratoire de textes Norécrit, Coutumes de la prévôté d’Honfleur, “Pancarte ou tarif des droits de coutume dus à S.A.S. Monseigneur le duc d’Orléans […]”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne : https://emmsm.unicaen. fr/norecrit/honfleur/Honfleur.xml/CC1070.1.html] 11. Voir infra à ce sujet. 12. Laboratoire de textes Norécrit, Coutume de Dieppe, “Aprés ensuit une sentence ja piecha donnee sur les bouchers et pastoiers.”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne : https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/dieppe/Dieppe. xml/G851.1.3.5.html] 13. Laboratoire de textes Norécrit, Coutume de Dieppe, “Autre coustume a Dieppe sur sueurs et cordouaniers.”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne : https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/dieppe/Dieppe.xml/G851.1.3.34.html]
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LES TEXTES DE COUTUMES, TÉMOIGNAGES ET POINTS D’APPUI DE L’EXERCICE DE L’AUTORITÉ SEIGNEURIALE SUR LES ACTIVITÉS DES PORTS NORMANDS
Le recours aux témoignages et donc à la mémoire d’habitants de la ville est parfois explicitement mentionné, y compris par les noms de ceux auxquels il est fait appel. À Harfleur, ce sont les “manans et habitans” qui jurent “aux sainctz Euvangilles de Dieu la main tendue hault que ilz diront et nommeront par tous les droictz, acquistz et coustumes qui deubz sont au roy notre seigneur a cause de ladicte prevosté, tant des marchandises qui se poisent comme de celles quy ne se poisent point”14. Les règles sont souvent confirmées par l’invocation d’un passé vécu et de l’usage. Par exemple, à Dieppe, l’archevêque demande la rédaction du coutumier à son receveur “pour conservacion de lesdiz drois et son eglise, et aussi pour eviter a faire nouvelletés pour le temps a venir au puepple subget auxdites coustumes”. L’explication peut aussi être trouvée dans les destructions de la guerre : on sait par exemple que le matrologe qui contient le texte des coutumes de la prévôté Caen a été reconstitué après la prise de la ville en 1346. Ce sont aussi des conflits qui conduisent à la compilation des règles avec la volonté d’éviter le recours à la justice en établissant un texte qui se veut une référence afin de pallier une forme d’insécurité juridique. À Rouen, il est spécifiquement fait allusion aux potentiels abus des fermiers15. Ces éléments plaident pour des rédactions visant à fiabiliser les prélèvements, les justifier et ainsi éviter les contestations. En conséquence, on pourrait s’attendre à la production d’écrits authentiques, dûment validés. Or, certains d’entre eux ont une structure totalement informe et aucun ne se rapproche du modèle de la charte. Le coutumier de la vicomté de Dieppe est l’un de ceux qui bénéficie d’éléments de contexte de rédaction et de l’indication de l’autorité qui l’a commandité et du nom de celui qui l’a produit, le receveur de l’archevêque. Ainsi, plus qu’à un moment d’élaboration du droit, la mise en place des coutumiers correspond probablement à un moment de compilation et d’actualisation, surtout lorsqu’il existe des versions successives. Il s’agit aussi d’ordonnancement. Dans certains cas, la volonté de classement est en effet évidente, en
14. Laboratoire de textes Norécrit, Coutumes de la prévôté d’Harfleur, “C’est le livre des acquistz et coustumes de la prevosté de Harfleu.”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne : https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/harfleur/ Harfleur.xml/harfleur.1.html] 15. En attendant l’édition critique de Laure Cébe à partir de la comparaison de l’ensemble des manuscrits, on donne ici le texte de l’édition de C. de Beaurepaire (De la vicomté de l’eau de Rouen et de ses coutumes au XIIIe et au XIVe siècle, Évreux, A. Hérissey, 1856: 277) : “Comme nostre entente soit en ceste présente euvre à desclérier les droitures et les coustumes avé les apartenances de la Visconté de l’Eaue de Rouen etant comme nos porron, pour aler encontre la couvoitise d’aucuns, non pas refreinte qui, en guise de fermiers, peussent u tens à venir entrer en la dite Viscontée, que aucun ne fust esgené ne malement par icels fermiers, por la cause de l’argent que il n’eust pas paié por sa coustume, si comme il deust”.
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témoignent la structuration en articles, les titres voire les tables des matières (Rouen), mais la logique n’en pas toujours aisée à déterminer. La longévité de ces textes est attestée par les copies modernes de textes médiévaux, hors de toutes copies d’érudits à vocation historique. Pour les textes conservés en états successifs, une analyse comparative fine des versions, à savoir des états différents d’un coutumier16 et des témoins17 de cet état, permettra de restituer les mécanismes de la production de ces écrits et de l’évolution de leur contenu. Les différences parfois non négligeables de rédaction posent aussi la question de mises par écrit indépendantes les unes des autres et donc du statut de ces textes et des objectifs de leur rédaction. Ces derniers sont pluriels et non exclusifs les uns des autres: aide-mémoire pratique ou encore texte de référence pour l’affirmation des droits considéré comme ayant valeur juridique. Reste que cette valeur dépend aussi de l’existence d’éléments d’authentification ce qui est loin d’être le cas de tous. Seule une étude approfondie devrait permettre de déterminer dans quel contexte, par qui et dans quel buts la rédaction a été effectuée. Ces éléments préliminaires sont essentiels à la compréhension du contenu des coutumiers. Parmi les objectifs qui conduisent à la production de ces textes, figure la nécessité de définir strictement les territoires de la juridiction, spécialement en matière d’activités des ports.
2. CIRCONSCRIRE L’ESPACE DES ACTIVITÉS PORTUAIRES : DES TERRITOIRES ORIENTÉS VERS LE FLEUVE ET LA MER Indice de l’existence de contestations ou volonté de mise au clair, le souci de déterminer des limites de juridiction est évident. Plus que dans le cas de seigneuries foncières, où le bornage peut être plus aisé, en matière d’activités portuaires les règles nécessitent des définitions à plusieurs niveaux. À l’intérieur du territoire où s’exercent les prérogatives du seigneur, souvent celui d’une vicomté ou d’une prévôté, il s’agit notamment de déterminer les lieux d’accostage, de décharge-
16. Dans le cas de Caen, subsistent une version latine, une version en français du XIVe et une version du XVIe siècle. 17. Entendu ici au sens diplomatique du terme. Voir les conventions d’édition : https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/coutumiers/conventions.html
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ment et de chargement des marchandises mais aussi de délimiter la zone au sein de laquelle ceux qui ne respectent pas les prescriptions peuvent être poursuivis.
Il. 1. Carte des coutumes de Normandie.
Le moment de l’arrivée et du départ de marchandises est sujet à contrôle et prélèvement. En conséquence, les espaces de déchargement sont souvent précisément définis. À Caen, les navires ont interdiction de décharger dans l’avant-port de Ouistreham et doivent remonter l’Orne jusqu’à Caen pour ce faire18. Il s’agit sans doute de favoriser le marché caennais mais aussi de faciliter le contrôle des activités. Même si la Bresle est aménagée à la demande du comte Henri (mort en 1140) afin que les navires de mer puissent remonter son cours depuis Le Tréport jusqu’à Eu, une telle règle ne semble pas exister dans les rapports qui unissent les deux ports, tous deux aux mains des comtes d’Eu, mais on ne dispose pas d’un texte de coutumes très élaboré19. A Honfleur, les chargements, déchargements ainsi que les ventes dans le navire sont soumis à coutumes et obtention d’un congé dans le port même et, plus largement, dans une zone de bord de Seine définie comme allant “de la Croix du Perier,
18. Jean-Marie L., “La coutume de la prévôté de Caen, une définition des règles de prélèvement des taxes sur le commerce (Sources). Histoire urbaine, Société française d’histoire urbaine, 2011: 147-179. 19. Deck S., “Le comté d’Eu sous les ducs”, Annales de Normandie, vol. 4, 1954: 112.
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dit Nogueron, jusqu’au Neuf-Rocher de Vasouy”20. La même volonté de définition de portions du rivage existe de l’autre côté de l’embouchure de la Seine, à Harfleur et Leure, deux ports à la fois complémentaires et concurrents dont les territoires des prévôtés sont strictement partagés. Leur proximité mais aussi les problèmes liés à l’espace très mouvant des rives de la Seine dans ce secteur, avec des envasements qu’attestent des travaux de maintien en eau, nécessite plus de précision encore dans la détermination des limites. Ainsi, le coutumier de la prévôté d’Harfleur signale que la crique de Graville dépend de cette prévôté21. D’autre part, un mémoire présenté à l’Échiquier en 1403 indique que la “prévosté de Harfleur s’étend depuis la moitié du vieux havre de Leure, en amont, vers Harfleur; et que la prévosté de Leure s’étend depuis la moitié du vieux havre de Leure, situé au-dessous de la crique de Graville, en allant vers l’aval du côté de Leure”22. Cette description témoigne par ailleurs des évolutions majeures de la géographie de cette zone puisque la mention d’un “vieux havre” suggère des modifications de la topographie et des aménagements successifs23. Dans le coutumier de la prévôté de Leure, si la géographie n’est pas explicitement indiquée, la répétition de l’expression “es mectes de ladicte prevosté”, soit à l’intérieur des limites de la prévôté, pour toutes les opérations impliquant des navires, suffit à montrer qu’il y a là un enjeu territorial24. Les liens très étroits des juridictions avec la mer et/ou le fleuve, alors même que les pouvoirs seigneuriaux s’étendent à d’autres domaines que les activités portuaires, apparaissent nettement dans leur configuration géographique polarisée sur ces espaces. Ainsi, la prévôté de Caen s’étend sur une trentaine de kilomètres le long du fleuve, en aval et en amont de la ville, où l’eau de l’Orne
20. Laboratoire de textes Norécrit, Coutumes de la prévôté d’Honfleur, “Cy commence la table de la coutume et Prevosté de Honnefleur et travers de la rivière de Seine […]”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne: https:// emmsm.unicaen.fr/norecrit/honfleur/Honfleur.xml/CC1070.1.1.html] 21. Laboratoire de textes Norécrit, Coutumes de la prévôté d’Harfleur, “C’est le livre des acquistz et coustumes de la prevosté de Harfleu.”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne: https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/harfleur/ Harfleur.xml/harfleur.1.html] 22. Fréville E. de, Mémoire sur le commerce maritime de Rouen, depuis les temps les plus reculés jusqu’à la fin du XVIe siècle, Rouen, Le Brument, vol. 1, 1857: 82 ; Noël de la Morinière S.-B.-J., Tableau statistique de la navigation de la Seine, Rouen, Imprimerie des arts, an XII (1802): 190. 23. En attendant de nouvelles recherches, se référer à ce sujet à : Blanchet F., Harfleur, du début de la guerre de Cent Ans à la fondation du Havre, Thèse manuscrite, École des Chartes, 1929 ; Le Cain B., Le port d’Harfleur au Moyen Âge, XIVe-XVe siècles : les aspects d’un port militaire médiéval, mémoire de maîtrise, université de Paris 1, 1993, 2 vol. 24. Laboratoire de textes Norécrit, Coutumes de la prévôté de Leure, “Cy ensuit les acquitz et coustumes de la prevosté de Leure des marchandises vendues et achaptez, chargés et partant d’illec et des metes d’icelle prevosté […]”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne : https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/leure/Leure.xml/Leure.1.html]
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est sous la juridiction du prévôt25. Si à Caen, il n’est fait allusion qu’à ceux qui traverseraient l’Orne avec leurs marchandises et éviteraient de passer par Caen, donc à un commerce par voie terrestre, à Rouen les vicomtes de l’eau peuvent poursuivre les contrevenants aux règles édictées par le coutumier sur la Seine depuis Rouen jusqu’à la mer en aval et jusqu’à Paris en amont, alors que par voie terrestre leur pouvoir se limite à la banlieue autour de la ville26. La volonté de déterminer ces territoires tient à la multiplicité des règles définies dans ces coutumiers ainsi qu’aux principes généraux et nombreux cas particuliers relatifs aux prélèvements.
3. UNE RÈGLEMENTATION COMPLEXE : PISTES D’ANALYSE Les arrivées et les départs des navires, de même que le déchargement ou le chargement des marchandises ou encore les ventes et achats sont soumis à des règles, un contrôle et des taxes. La complexité tient notamment au fait que les normes ont été définies progressivement et qu’elles souffrent de nombreuses exceptions. Une étude comparative de l’ensemble de la réglementation et des prélèvements reste à mener tant ces derniers sont divers et les cas particuliers pléthoriques. Les contradictions apparentes qui ont parfois fait dire que certains de ces textes étaient incohérents tiennent notamment à l’existence de plusieurs couches de rédaction ou à la référence systématique à des règles successives parfois contradictoires; c’est seulement par une restitution de la chronologie que la logique peut être retrouvée. Un exemple rouennais permet de mettre en évidence la multiplicité des prélèvements sur un même produit. Les taxes qui pèsent sur la guède, plante tinctoriale, dépendent du mode de transport par la Seine ou par voie terrestre, de l’endroit d’où elle vient (amont de Rouen) ou de celui où elle va (aval), du fait qu’elle est déchargée ou non, du mode de transport (navire, bateau, charrette ou cheval) permettant d’estimer des quantités et du fait qu’elle est transportée
25. Laboratoire de textes Norécrit, Coutumes de la prévôté de Caen (latin), “De navibus Anglie terre”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne: https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/caen/Caen_LA.xml/caen_la.1.24.html] Texte des coutumes de la prevôté de Caen (français), “Neif qui sera d’Engleterre”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne: https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/caen/Caen_AF2.xml/caen_af.1.19.html] 26. C. de Beaurepaire, op. cit, article XLVIII: 337.
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ou non en tonneau. Dans toutes ces circonstances, le montant de la coutume correspondante est indiqué, ainsi qu’un potentiel paiement supplémentaire au sergent lorsqu’il s’agit d’un transport par voie d’eau27. En outre, certaines marchandises peuvent être soumises à plusieurs taxes: à Rouen encore, selon les cas, très divers également, le vin est soumis à la muaison et à la coutume28. Chacun des coutumiers peut se prêter à une analyse des marchandises taxées et des montants des coutumes. Une telle étude mériterait d’être menée de façon comparative entre les ports. Elle doit prendre en compte la question des poids et des mesures et le fait que certains montants peuvent être fossilisés et qu’il conviendrait de les confronter à la réalité des pratiques lorsque des comptes détaillés sont conservés. En effet, on peut être frappé de la répétition des mêmes montants des taxes à plusieurs siècles d’intervalle. Ainsi, un acte d’Henri II datant de 11461150 accorde des privilèges aux bourgeois de Rouen ; parmi eux, le fait que sur chaque navire venant d’Irlande et apportant des fourrures de martres, est prélevé un “tymbre” (mesure de quantité) de ces fourrures à destination du duc, ou bien la somme de 10 livres de Rouen si le navire ne transporte pas de fourrures. En outre, le vicomte perçoit 20 sous, et le chambellan ducal, un autour (oiseau de chasse) ou 16 sous. Or, les mêmes règles et montants figurent dans le coutumier de la vicomté de l’eau dont la mise par écrit est bien postérieure (au plus tôt, à la fin du XIIIe siècle) et sont répétés dans les versions postérieures. La quantité de fourrures de martres due est toujours de 10 livres, certes des livres tournois au lieu des livres de Rouen. Ce cas d’espèce pose la question de la pertinence des montants des prélèvements dans la durée. Il interroge aussi sur celle des circuits commerciaux lorsque le contexte économique et politique a changé. Plus largement, l’analyse des taux réels de taxation doit être effectuée au regard de la typologie des monnaies réelles en circulation, ainsi que de l’inflation et des dévaluations monétaires. De même attention doit être portée au vocabulaire désignant les marchandises29. Les maîtres des ports ont accordé exemptions de taxes et parts de revenus à des communautés religieuses30. Ils ont aussi fixé des conditions favorables pour certains
27. C. de Beaurepaire, op. cit. article LVII: 345. 28. C. de Beaurepaire, op. cit. article XV: 291. 29. Pour un même type de marchandise, la diversité des appellations (sans parler des graphies) est notamment le reflet de la variété du travail effectué à partir de la matière première. C’est par exemple le cas pour les peaux et fourrures. La création en cours d’un thésaurus arborescent permettra de rendre compte de cette variété et de favoriser les recherches. 30. Les “dîmes” dont elles bénéficient dont on retrouve la mention dans les chartes de donation sont un témoignage de l’importance des revenus générés par les activités commerciales des villes portuaires.
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de leurs dépendants, ou pour d’autres, tels les marchands rouennais à Dieppe, déterminant ainsi des devoirs et droits particuliers. Certains groupes d’individus sont considérés comme de “dehors” ou étrangers et soumis à des règles particulières. Au Tréport, les “vaisseaulx estranges” apportant des denrées peuvent être utilisés pendant un jour par le comte d’Eu moyennant paiement31. Certains marchands ont aussi obtenu des droits particuliers, tels les Portugais et Castillans dans les ports de l’embouchure de la Seine32. Les mentions de droits spécifiques alourdissent le texte des coutumiers. Celui de Dieppe débute par une longue énumération de tous ceux, individus ou collectifs, qui sont francs dans la ville à certaines conditions. La multiplicité des cas d’espèce et plus largement l’indispensable efficacité du système rendent le contrôle des flux nécessaire. Dans certains ports, les navires sont soumis aux épousailles et au siège. À Dieppe, Caen, Rouen, sur la Touques ou encore à Fécamp, le droit de siège est dû par tout navire arrivant dans le port. À Rouen s’y ajoutent les épousailles pour certains navires, payées une fois pour toutes. Il semble que cette coutume particulière ne s’applique qu’aux navires venant d’Angleterre. Dans de nombreux cas, il est nécessaire d’obtenir congé (ou licence)33 afin de pouvoir décharger et vendre les marchandises de la cargaison, ainsi à Caen, Rouen, Honfleur, Touques, Leure, Harfleur ou Dieppe. Dans ce dernier port, les prescriptions concernant les cas où un congé doit être obtenu sont nombreuses. Par exemple, lorsque des poissons royaux34 sont apportés au port, seul un congé permet de les vendre ce qui indique par la même occasion qu’ils ne reviennent pas ou plus au seigneur. Il en est de même lorsque des navires rapportent moules et huitres. Si un navire se dirigeant vers un autre port est contraint “par fortune de tempeste” de se réfugier à Dieppe et désire alors y vendre le fruit de sa pêche, autorisation doit être obtenue35. Il en est de même pour les harengs frais et salés apportés par les Dieppois comme
31. Laboratoire de textes Norécrit, Coutumes du Tréport (français), “Coutumes du Tréport”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne: https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/treport/Treport.xml/Treport.1.html] 32. Ordonnances des roys de France de la troisième race, Secousse M., Imprimerie royale, Paris, vol. 4, 1734: 239-246: 423-443. 33. Cette autorisation existe pour d’autres activités commerciales. Le terme licence est parfois employé. 34. Une part des poissons et cétacés de valeur est réservée au duc puis au roi mais le bénéfice peut en être cédé. 35. Laboratoire de textes Norécrit, Coutume de Dieppe, “Autre coustume generale pour nefs entrens ou hable chargeez ou widez”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne: https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/dieppe/Dieppe. xml/G851.1.3.37.html]
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les étrangers. Ces prescriptions particulières peuvent paraître étonnantes puisqu’une règle générale est donnée dans un autre article : “Il est assavoir que de toutes marchandises venans a Dieppe et alans par mer, la coustume et acquit, selon la chose et marchandise, en appartient a monseigneur. Et doit estre le congié demandé a la viconté tant en deschargent comme en chargent et l’acquit enregistré”36. Elle impose un congé dans tous les cas de figure, au départ comme à l’arrivée des navires rendant a priori inutiles les règles particulières. Peut-être y a-t-il ici un témoignage de la compilation systématique de décisions successives, spécifiques ou plus générales, sans volonté de synthèse. Le congé n’est pas uniquement un moyen de contrôle, le terme désigne aussi la somme acquittée (parfois désignée par le terme acquit) pour obtenir l’autorisation37. Dans de nombreux cas, il est explicitement indiqué que le non-respect de la réglementation ou le non-paiement des coutumes implique la confiscation. À Dieppe, sans autorisation du garde de la vicomté “tout ce qui seroit trouvé chargé auxdites nefz sanz congé seroit forfait et acquis a monseigneur”38. D’autres situations peuvent conduire à des sanctions. Dans les grands ports, la précision de la réglementation annonce l’importance potentielle des activités mais aussi la nécessaire police du port. Ainsi à Rouen, le navire à quai alors qu’aucune activité ne le concerne, doit céder la place à un autre. Si tel n’est pas le cas, et même si l’emplacement appartient au maître de la nef, le sergent de la vicomté peut couper la corde qui l’amarre sans être responsable des éventuels dégâts occasionnés. De même, est envisagé le cas du navire qui se détache de son amarre à Rouen et nuit à la navigation39. Ailleurs, est considérée la situation
36. Laboratoire de textes Norécrit, Coutume de Dieppe, « Autre coustume generale a Dieppe nottoirement gardee par la veille[…] », consulté lundi 27 juin 2022. [En ligne : https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/dieppe/Dieppe.xml/ G851.1.3.38.html] 37. Laboratoire de textes Norécrit, Coutume de Dieppe, Lardin P., “La pluriactivité dans le port de Dieppe: hôtes-vendeurs et guerre de course à la fin du Moyen Âge”, Tranchant M. (Ed.), Face aux risques maritimes. La pluriactivité et la mutualisation comme stratégies individuelles et collectives (XIIIe-XVIIIe siècle), Annales de Bretagne et des Pays de l’Ouest, t. 120, n°2, 2013: 17-38. 38. “Nota des drois aux pesqueurs et marchans.”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne: https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/dieppe/Dieppe.xml/G851.1.4.7.html]; ou encore “Autres franchises a pescheurs pour les lieux ensuivens.”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne: https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/dieppe/Dieppe.xml/ G851.1.2.2.html] 39. “Meitre les nez a quai ou a port. La nef fermée à kais Rothom., rien fesante ou volente rien feire, doit départir du kay por donner lieu et plache à i autre nef volente et preste à ouvrer et à laborer, ja ce soit-il que le kai soit au mestre à cui la nef est. Et, se il avient que l’en ne l’oste ne ne la veulle l’en oster du kai desus dit simplement et débonnairement, par le contredit d’aucun, au mandement des Viscontes de l’Eaue de Rouen, par leur sergans,
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des navires qui sont réfugiés dans un port ou ne peuvent en sortir en raison du gros temps40 ; ou encore de ceux qui sont naufragés avec leurs marchandises41. Ces cas particuliers rendent indispensable la détermination précise des limites de la juridiction concernée, telle qu’évoquée plus haut, puisque l’espace dans lequel le seigneur peut agir et éventuellement poursuivre les contrevenants doit être strictement borné, sous peine de conflit avec les seigneurs voisins.
CONCLUSION Les textes de coutumes ne se donnent pas aisément à interpréter tant du point de vue de leur compréhension littérale que de celui de leurs objectifs et de leur utilisation. C’est peut-être ce qui explique qu’ils aient fait l’objet de peu d’attention dans l’historiographie récente. Ils définissent des normes qu’il faut prendre garde, comme pour les coutumiers régionaux, de ne pas associer trop aisément à des pratiques sans les confronter à d’autres sources. L’analyse partielle menée ici ne permet pas de déterminer totalement les objectifs de la rédaction de ces coutumiers. On hésite à voir dans ces textes, dont le contexte de production et les auteurs ne sont pas toujours connus, une affirmation seigneuriale visant à imposer plus nettement le prélèvement ou une volonté de ceux qui sont soumis à la taxation de bénéficier de garanties, à moins que les deux objectifs soient complémentaires. Les allusions à des contestations qui conduisent à dire le droit plaident pour une élaboration d’une partie des normes coutumières dans un contexte de contentieux. L’affirmation du pouvoir, la codification des pratiques dans le cadre de la seigneurie mais aussi la bonne administration et l’adhésion des populations sont probablement aussi importants que les enjeux financiers pour l’autorité seigneuriale. Il semble
si comme ce a esté accostumé à feire […], les dis sergans pueent coupper la feste ou la corde de quoi la dite nef estoit fermée sus terre au kai […]”,Beaurepaire C. de, op. cit. article LIII: 342. 40. Laboratoire de textes Norécrit, Coutume de Dieppe, “Autre coustume generale pour nefs entrens ou hable chargeez ou widez”, [En ligne : https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/dieppe/Dieppe.xml/G851.1.3.37.html]; Coutumes de Fécamp, “Coustume escripte et uzage du hable de Fescamp, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne: https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/fecamp/Fecamp.xml/Fecamp.1.2.html]. 41. Laboratoire de textes Norécrit, Coutume de Dieppe, “La coutume du varest.”, consulté le lundi 27 juin 2022. [En ligne: https://emmsm.unicaen.fr/norecrit/dieppe/Dieppe.xml/G851.1.3.32.html].
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bien, puisque la majorité des coutumiers concerne peu ou prou des ports, que les activités portuaires nécessitent particulièrement cette mise au net. Les coutumiers donnent à voir une véritable forêt de normes et de taxes, témoignage de l’empilement de règles successives qui sont conservées car non abolies. C’est en procédant à une véritable archéologie du texte que l’on peut mettre au jour une logique à ces compilations. Leur confrontation avec les sources de la pratique, et spécialement les comptes, peut permettre d’en comprendre l’utilisation. C’est un vaste chantier qui participe aussi de la compréhension des pratiques de l’écrit42. En outre, les coutumiers mettent en lumière que chaque port ou couple de ports, est une forme de cellule réticulaire avec noyau et périphérie, constituant un élément essentiel de la seigneurie. L’attention portée par les seigneurs à la définition des territoires portuaires et à leurs usages atteste leur importance dans l’affirmation des pouvoirs tant sur le plan politique qu’économique.
42. Deux thèses en cours s’y rattachent, celle de Laure Cébe déjà citée et celle de Lény Retoux intitulée Coutumiers et perception des coutumes dans les seigneuries de l’archevêque de Rouen à la fin du Moyen Âge: pratiques scripturaires et comptables comme outils d’administration.
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A dimensão marítimoportuária da cidade de Lisboa na estratégia fiscal da Coroa portuguesa (séculos XIV e XV) Catarina Rosa Universidades Nova de Lisboa Instituto de Estudos Medievais
INTRODUÇÃO: LISBOA NA REDE PORTUÁRIA DO REINO PORTUGUÊS No decurso do processo de recuperação territorial por demais conhecido por Reconquista, Portugal integrou um conjunto significativo de núcleos urbanos portuários, implantados ao longo da linha costeira e/ou na embocadura dos principais cursos fluviais. A conquista definitiva do Algarve, ocorrida em 1249, assinalou o término deste processo e abriu caminho à estabilização das fronteiras do reino português, proporcionando-se uma maior abertura ao Mediterrâneo e afirmando o seu papel de ponto de passagem nas linhas de navegação que ligavam o Norte ao Sul da Europa. Um papel, por sinal, já evidenciado pela participação de armadas de cruzados em ações de conquista portuguesa, designadamente a de Lisboa, em 1147, e a de Alcácer do Sal, em 1217. Assim, situado no extremo Ocidental da Europa, voltado para o Atlântico, mas aberto ao Mediterrâneo, o território português ostentava uma evidente feição marítima, patente na sua extensa fachada oceânica, à qual estava associada uma vasta rede fluvial1.
1. Andrade, A. A. “A importância da linha costeira na estruturação do reino medieval português. Algumas reflexões”, Historia, Instituciones e Documentos, 35, 2008: 9-10.
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A partir da segunda metade do século XIII, as áreas litorais adquiriram, progressivamente, uma importância cada vez maior, tendo beneficiando não só do fim da guerra contra o Islão e o subsequente afastamento dos corsários muçulmanos do litoral português, mas também da estratégia de consolidação da presença régia na linha costeira desenvolvida por D. Afonso III e D. Dinis, que visava a exploração e aproveitamento dos recursos marítimos e fluviais. A ação dos reis portugueses, –por sinal, análoga à desenvolvida pelos reis de Castela na respetiva fachada atlântica2–, produziu um reforço efetivo do controlo régio sobre as áreas litorais e revelou-se decisiva para o crescimento demográfico e económico das povoações litorâneas, que viviam da pesca, da extração do sal, da construção naval, da navegação e do comércio à escala local, regional e, em alguns casos, internacional3. Com efeito, nos séculos XIV e XV, a rede portuária portuguesa ostentava uma densidade equiparável à da fachada atlântica do Norte peninsular4, pois compreendia, no total, 53 centros urbanos, distribuídos por uma orla costeira de 848 km, ou seja, em média, a cada 16 km de litoral percorrido, existia um porto5. Não obstante, esta rede articulava, principalmente, núcleos urbanos de pequenas dimensões e de projeção económica regional ou interregional, admitindo-se, porém, algumas exceções, nomeadamente a cidade de Lisboa, a principal do reino6. De facto, Lisboa destacava-se das demais urbes do reino, das quais guardava grande distância, impondo-se não só pelas suas dimensões e peso demográfico, –que, já em finais do século XIV, a colocavam entre as cidades de grande porte a nível peninsular e de médio porte a nível europeu–; mas também pelo seu papel de espaço privilegiado da presença régia e cenário preferencial de exercício do poder
2. Solórzano Telechea, J. A. “Villas y redes portuarias en la fachada Atlántica del Norte peninsular en la Edad Media”, Valdivieso, M. I.; Martínez Sopena, P.; Valdeón Baruque, J. (Coord.) Castilla y el mundo feudal: homenaje al profesor Julio Valdeón, vol. 1, 2009: 485-502. Solórzano Telechea, J. A. “Los puertos del rey: una síntesis interpretativa del fenómeno urbano en el norte de España durante los siglos XII y XIII”, Temas medievales, nº 17, 2009: 207-228. 3. Andrade, A. A. “A estratégia régia em relação aos portos marítimos no Portugal Medieval: o caso da fachada atlântica”, Arízaga Bolumburu, B.; Solórzano Telechea, J. A. (Eds.) Ciudades y Villas Portuarias del Atlántico en la Edad Media, Actas Nájera - Encuentros Internacionales del Medievo, Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 2005: 57-88. 4. Arizaga Bolumburu, B.; Bochaca, M. “Caractères généraux des villes portuaires du nord de la péninsule Ibérique au Moyen Age”, Actes des congrès de la Société des historiens médiévistes de l’enseignement supérieur public, La Rochelle, 2004: 63-78. 5. Marques, A. H. O.; Dias, J. A. Atlas Histórico de Portugal e do Ultramar Português, Centro de Estudos Históricos, Lisboa, 2003: 92. 6. Andrade, A. A. “A importância da linha costeira na estruturação do reino medieval português. Algumas reflexões”, Historia, Instituciones e Documentos, 35, 2008: 20.
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POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
A DIMENSÃO MARÍTIMO-PORTUÁRIA DE LISBOA NA ESTRATÉGIA FISCAL DA COROA PORTUGUESA (SÉCULOS XIV E XV)
real. Para além disso, destacava-se pela elevada concentração de atividades e funções e pela amplitude da sua área de influência, plasmada numa intricada rede de ligações que abarcavam todo o reino português e englobavam as principais cidades europeias, conferindo-lhe o papel de principal centro redistribuidor do reino7. A preponderância de Lisboa no contexto de rede portuária portuguesa resultava, desde logo, da sua situação geográfica excecionalmente favorável, assegurada pela sua implantação na foz do rio Tejo, pela sua proximidade ao Atlântico e pela sua posição central na linha costeira portuguesa. De facto, o rio Tejo, por sinal, o mais extenso e o segundo mais navegável da Península Ibérica, desaguava num vasto regolfo, o Mar da Palha, um viveiro de peixe, marisco e molúsculos, capaz de sustentar uma intensa atividade piscatória, aliada à exploração das salinas, formadas pela penetração das marés no curso fluvial. Mais ainda, o Tejo era navegável numa extensão total de 212 quilómetros para montante da sua foz e abria a cidade ao vasto e rico hinterland que se estendia desde a Cordilheira Central ao Alto Alentejo. O seu estuário, que configurava um porto natural, amplo, abrigado e de eficaz ligação ao Oceano, oferecia excelentes condições à navegação fluvial e marítima. Uma panóplia de vantagens às quais acrescia ainda o fácil acesso às reservas de madeira da zona florestal de Leiria e da Península de Setúbal, indispensáveis à construção naval8. Não obstante, as possibilidades oferecidas pelo seu sítio, por si só, não fizeram de Lisboa a principal cidade do reino, uma situação que, na verdade, resultou, em larga medida, da intervenção do poder régio, que, desde cedo, se apercebeu do seu potencial, tendo procurado promovê-lo. Esta estratégia, –inserida numa política mais alargada de afirmação da autoridade régia e maximização das receitas fiscais da Coroa–, traduziu-se, pelo menos em parte, na valorização e apoio das atividades ligadas ao mar desenvolvidas na urbe, através da edificação de infraestruturas de apoio à construção naval (ex. taracenas); e da
7. Andrade, A. A. “La dimensión urbana de un espacio atlántico: Lisboa”, Mercado Inmobiliario y paisajes urbanos en el Occidente europeo (siglos XI-XV), Actas da XXXIII Semana de Estudios Medievales, Gobierno de NavarraInstitución Príncipe de Viana, Pamplona, 2007: 367-371. Andrade, A. A., Miranda, F. “Lisbon: Trade, Urban Power and the King’s Visible Hand”, Blockmans, W.; Wubs-Mrozewicz, J.; Krom, M. (Eds.) The Routledge Handbook of Maritime Trade Around Europe, 1300-1600: Commercial Networks and Urban Autonomy, Routledge, London, 2017: 336-342. 8. Para uma visão global das vantagens do sítio de Lisboa, veja-se: Gaspar, J. “Lisboa, o sítio: ocupação e organização do território”, Lisboa subterrânea, Electa, Milão, 1994: 13-20. Daveau, S. “A foz do Tejo, palco da história de Lisboa”, Lisboa subterrânea, Electa, Milão, 1994: 24-30.
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centralização do comércio internacional em Lisboa (a partir de 1375) por via da promulgação de uma lei que proibia aos mercadores estrangeiros a venda de mercadorias fora desta cidade. Para além disso, no século XV, foi também escolhida como base da expansão ultramarina portuguesa, quer enquanto ponto de partida e chegada das embarcações que faziam escala nas ilhas atlânticas e na costa africana; quer na capacidade de lugar de eleição para a instalação das instituições responsáveis pela gestão do tráfico comercial procedente dos territórios ultramarinos (Casa de Ceuta; Casa da Guiné e da Mina; e Casa da Índia)9. Naturalmente, o poder régio procurou assegurar o aproveitamento fiscal das atividades económicas desenvolvidas em Lisboa, tendo, para o efeito, estabelecido um complexo aparato fiscal, que foi objeto de um primeiro enquadramento em 1179, sob a forma de uma carta de foral10. O quadro fiscal consagrado no texto foralengo foi posteriormente objeto de sucessivas alterações através da atualização das taxas adscritas a impostos exigidos pelo fisco régio; da atribuição de privilégios de isenção fiscal aos moradores da urbe; da extinção de determinados encargos fiscais; e, finalmente, através da adoção de novas soluções fiscais, sendo que as principais modificações se produziram na sequência da Crise Dinástica de 1383-85, em que ocorreu uma verdadeira reordenação do aparelho fiscal régio na cidade; e também no âmbito da formação de uma fiscalidade “nova” de tipo estatal, que se sobrepôs à “antiga” de tipo senhorial e que conheceu os seus anos decisivos no reinado de D. João I11, conforme adiante será explicado em maior detalhe. Evidentemente, a fiscalidade régia aplicada em Lisboa não incidia, exclusivamente, sobre as atividades marítimo-portuárias, recaindo também sobre atividades diversas, nomeadamente a exploração agrícola, a caça, a escrita e o comércio urbano. Não
9. Andrade, A. A. “La dimensión urbana de un espacio atlántico: Lisboa”, Mercado Inmobiliario y paisajes urbanos en el Occidente europeo (siglos XI-XV), Actas da XXXIII Semana de Estudios Medievales, Gobierno de NavarraInstitución Príncipe de Viana, Pamplona, 2007: 366-375. Miranda, F.; Faria, D. “Lisboa e o comércio marítimo com a Europa nos séculos XIV e XV”. Fontes, J. L.; Oliveira, L. F.; Tente, C.; Farelo, M.; Martins, M. G. (Coord.) Lisboa Medieval: Gentes, Espaços e Poderes. Instituto de Estudos Medievais, Lisboa, 2016: 251-266. Miranda, F.; Sequeira, J. “‘A port of two seas’. Lisbon and European Martime Networks in the Fifteenth Century”, Maritime Networks as a factor in European Integration. Firenze University Press, Firenze, 2019: 339-353. 10. Para uma análise do conteúdo fiscal do foral, veja-se: Rosa, C. Fiscalidade régia: o caso da Lisboa medieval (dissertação de mestrado apresentada à Faculdade de Ciências Sociais e Humanas da Universidade Nova de Lisboa), [s.n.]: Lisboa, 2020: 38-48. 11. Sobre esta questão veja-se: Rosa, C. Fiscalidade régia: o caso da Lisboa medieval (dissertação de mestrado apresentada à Faculdade de Ciências Sociais e Humanas da Universidade Nova de Lisboa), [s.n.]: Lisboa, 2020. Rosa, C. “Na Lisboa de D. João I (1385-1433): fiscalidade régia e abastecimento”, Andrade, A., Silva, G. M. (Eds.) Abastecer a cidade na Europa Medieval. Lisboa: Instituto de Estudos Medievais/ Câmara Municipal de Castelo de Vide, 2020: 515-521.
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obstante, o presente texto pretende demonstrar que os direitos fiscais ligados direta ou indiretamente à dimensão portuária da cidade ocupavam um papel de particular relevo, pelo que, nos apartados seguintes, iremos destacar os impostos e taxas que oneravam a pesca (2.1); a exploração do sal (2.2); a entrada e saída de mercadorias por via fluvial e marítima (2.3); e a atividade comercial associada, procurando situar os referidos direitos no quadro global da fiscalidade régia aplicada nesta cidade.
1. A FISCALIDADE RÉGIA SOBRE A ATIVIDADE PORTUÁRIA DE LISBOA 1.1. SOBRE A ATIVIDADE PISCATÓRIA Em Lisboa, a atividade piscatória, que, desde cedo, se impôs como uma das suas principais riquezas, achava-se onerada pela dízima do pescado, cuja aplicação correspondia à décima parte do peixe capturado pelos pescadores da cidade nas águas enquadradas pelo concelho12, uma área de difícil definição à luz dos dados disponíveis13. Por seu turno, sobre a venda do peixe fresco recaía a redízima, ou seja, 1 de cada 12 peixes vendidos devia ser entregue ao fisco régio, revertendo depois para os hospitais e albergarias da cidade, conforme ditava um costume antigo de origem incerta14. O peixe seco não estava sujeito à redízima e sobre o pescado defumado acrescia a dízima sobre o valor de cada milheiro vendido15. Estes direitos sobre a captura do pescado e a respetiva comercialização, a par de outros de natureza/incidência distinta cobrados igualmente pela Coroa na cidade, integravam a chamada fiscalidade régia de tipo senhorial, aplicada pela monarquia ao nível dos concelhos e das terras que pertenciam ao senhorio régio e que, apesar da existência de elementos fiscais comuns aos vários concelhos e reguengos, tinha uma configuração própria em cada um, subjacente à sua carta de foral, às suas práticas consuetudinárias e aos privilégios atribuídos pela Coroa. Ou seja, esta fiscalidade régia de tipo senhorial não tinha um âmbito de aplicação geral, nem tão-pouco
12. Caetano, M. “Foral de Lisboa de 1179”, A administração municipal de Lisboa durante a primeira dinastia (1179-1383). Academia Portuguesa da História, Lisboa, 1981 (reedição): 117. 13. Sobre o termo de Lisboa, veja-se: Marques, A.H.O. “Lisboa”, Atlas de Cidades Medievais Portuguesas: séculos XII-XV, Centro de Estudos Históricos da Universidade de Lisboa, Lisboa, 1990: 55. 14. Arquivo Nacional Torre do Tombo (TT), Núcleo Antigo, 357 (Foral da Portagem de Lisboa), fl. 23. Livro dos Pregos. Estudo introdutório, transcrição paleográfica, sumários e índices, Viegas, I. M., Gomes, M. (Coord.); Martins, M. G., Loureiro, S. M. (Transcrições), Câmara Municipal de Lisboa, Lisboa, 2016: 213-214 (doc. 98). 15. TT, Núcleo Antigo, 357.
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uniforme. Não obstante, no último quartel do século XIV, –à semelhança do que aconteceu nos restantes territórios da Europa Ocidental16–, assistiu-se, em Portugal, à consolidação uma fiscalidade régia de tipo estatal, enformada por impostos arrecadados de forma uniforme em todo o território português, –inclusive nos domínios senhoriais, que, por noma, escapavam ao fisco régio–, e que pertenciam em exclusivo ao poder régio, pois nenhum outro senhor, nobre ou eclesiástico, podia cobrá-los no interior dos seus domínios17. Um desses novos impostos foi precisamente a sisa (sisas, no plural), um direito fiscal que originalmente pertencia aos concelhos, que o cobravam a título extraordinário, mas que foi objeto de uma apropriação por parte da Coroa, já definitiva e irreversível a partir de 1387, tendo-se, a partir de então, convertido num imposto de caráter ordinário. Uma vez que as sisas incidiam sobre todas transações comerciais, a partir dessa data a compra e venda do peixe ficou também sujeita ao seu pagamento, do qual ninguém estava dispensado18. A taxa aplicada às sisas sobre o peixe, satisfeita a meias entre o comprador e o vendedor, foi objeto de diversas atualizações ao longo da cronologia aqui privilegiada, patentes nos regimentos das sisas elaborados em 1387, 1398, 1418 e 1476 [tabela 1]. Com base na análise comparada destes textos, verifica-se que, entre 1387 e 1398, a taxa sofreu um agravamento, configurando, a partir de 1398, um acréscimo de 10% sobre cada transação, dado que 1 libra valia 20 soldos19. Em 1418, foi elaborado um novo regimento, que, todavia, manteve a taxa aplicada às sisas gerais20. O ajuste feito em 1476 fez corresponder a libra e o soldo ao real, mas manteve a taxa nos 10%21.
16. Sobre esta questão, veja-se, por exemplo: Bonney, R. (Ed.), Rise of the Fiscal State in Europe c. 1200-1815. Oxford University Press, Oxford, 1999. Sánchez Martínez, M. – El naixement de la fiscalitat d’Estat a Catalunya: segles XII-XIV, Eumo Editorial - Universitat de Girona, Girona, 1995. Menjot, D. “L’etablissement du systeme fiscal etatique en Castille (1268-1342)”, Rucquoi, A. (Ed.) Genèse médièvale de l’état moderne: la Castille et la Navarre (1250-1370). Ambito, Valladolid, 1987: 149-172. Sanchéz Martínez, M.; Furió, A.; Sesma Muñoz, Á. “Old and New forms of taxation in the Crown of Aragon (13th-14th centuries)”, 39 Settimana di Studi dell’Istituto Internazional di Storia Economica “Francesco Datini” di Prato. Firenze University Press, Firenze, 2008: 99-130. 17. Sobre esta questão, veja-se: Rosa, C. Fiscalidade régia: o caso da Lisboa medieval (dissertação de mestrado), [s.n.], Lisboa, 2020: 107-151. 18. Sobre as sisas, veja-se: Rosa, C. Fiscalidade régia: o caso da Lisboa medieval (dissertação de mestrado), [s.n.], Lisboa, 2020: 137-151. 19. Gonçalves, I. Pedidos e empréstimos públicos em Portugal durante a Idade Média, Centro de Estudos Fiscais da Direção Geral das Contribuições e Impostos – Ministério das Finanças, Lisboa, 1964: 213-215, doc. 3 (1387). TT, Chancelaria de D. João I, liv. 5, fólio 50v. (1398). 20. TT, Chancelaria de D. João I, liv. 5, fólio 116v. (1418). 21. Systema ou Collecção dos Regimentos Reais, Oficina de Francisco Borges de Sousa, Lisboa, 1783, tomo 1: 205.
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TABELA 1 Evolução das taxas aplicadas às sisas gerais Ano
Sisas gerais
1387
1 soldo por libra
1398
2 soldos por libra
1418
2 soldos por libra
1476
1 real branco por cada 10 reais
A partir do século XV, a atividade piscatória ficou sujeita a novo encargo fiscal, que pertencia igualmente à referida fiscalidade régia de tipo estatal: a dízima nova do pescado, estabelecida por D. João I, em 1420. Este imposto destinava-se a responder às dificuldades subjacentes ao recrutamento dos galeotes que serviam nas galés do rei, sendo que a solução encontrada foi desobrigar os homens do mar (pescadores, barqueiros, etc.) de serem arrolados nas vintenas contra a sua vontade, mediante o pagamento de mais uma dízima sobre todo o peixe por si apanhado. Ou seja, a partir dessa data, o fisco régio passou a cobrar duas dízimas: o chamado quinto do pescado, que correspondia à entrega de 20% da fauna piscícola capturada22. Assim, fica claro que o fisco régio onerava a captura do pescado e a respetiva comercialização, tendo-se verificado, ao longo dos séculos XIV e XV, uma sobreposição de encargos e, por conseguinte, um agravamento da pressão fiscal exercida pela Coroa sobre a atividade piscatória. Não foi possível, porém, determinar a importância destes direitos no quadro da fiscalidade régia aplicada em Lisboa, pois a arrecadação da redizima e do quinto do pescado pertenciam à Portagem, –uma das instituições fiscais instaladas na cidade–, da qual dispomos apenas de alguns informes relativos à sua receita global que, para além destes direitos, englobava ainda outros. Por sua vez, a sisa do pescado escapava à jurisdição da Portagem, sendo, por norma, arrendada em conjunto com a sisa da madeira, configurando um único ramo, do qual nos chegaram alguns dados referentes à segunda metade do século XV [tabela 2].
22. Sobre este imposto, veja-se: Fontes, J.L. “Dízima nova do pescado”, Glosario Crítico da Fiscalidad Medieval, IMF. Disponível em: http://www.1minut.info/glosariofiscalidad.org/wp/?page_id=41. Rosa, C. Fiscalidade régia: o caso da Lisboa medieval (dissertação de mestrado) [s.n.]: Lisboa, 2020: 58-60.
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TABELA 2 Evolução da renda das sisas do pescado e da madeira Período
Média anual
1473
1.039.000 reais23
1489-1493
1.783.173 reais24
2.2. SOBRE A EXPLORAÇÃO E COMERCIALIZAÇÃO DO SAL A intensa atividade piscatória praticada nas águas enquadradas pelo termo de Lisboa desenvolvia-se a par da exploração e comercialização do sal, que, entre as suas múltiplas utilizações, servia para a salga do peixe. O termo de Lisboa compreendia diversas salinas (Frielas, Tojal, Santo Antoninho, Apriate, Santos e Alcântara), cuja exploração pertencia a senhores e instituições diversas25. Uma situação, portanto, idêntica à que se verificou no restante território português, com exceção do Algarve, onde D. Afonso III reservou para si o monopólio da exploração e venda do sal. Em Lisboa, o aproveitamento fiscal deste produto traduziu-se na aplicação de dois encargos fiscais distintos: o alfolim e a imposição do sal, cuja cobrança teve lugar em cronologias diferenciadas e que correspondem, respetivamente, à já referida distinção entre fiscalidade régia de tipo senhorial e de tipo estatal26. À luz dos dados disponíveis, por sinal, bastante escassos, não é possível situar o momento a partir do qual se estabeleceu a aplicação do alfolim do sal nesta cidade, afigurando-se, todavia, plausível que, à semelhança do seu homólogo castelhano (alfolíes), configurasse um direito fiscal aplicado pela Coroa em contrapartida pelo monopólio régio sobre a venda deste produto nos alfolins, isto é, os armazéns ou celeiros do sal. A evolução deste direito, todavia, foi bastante diferente do seu homólogo castelhano, pois enquanto na Galiza, nas Astúrias e na Cantábria, os alfolíes
23. Faro, J. Receitas e Despesas da Fazenda Real de 1384 a 1481: subsídios documentais, Instituto Nacional de Estatística, Lisboa, 1965: 83. 24. “Cartas de quitação del Rei D. Manuel”, Archivo Historico Portuguez, Freire, A.B. (Ed.), 2ª ed., vol. 1, Câmara Municipal de Santarém, Santarém, 1903: 206. 25. Silveira, A.C. “Lavrar o mar: a dinâmica de produção de sal em Setúbal no contexto dos salgados portugueses. Etapas de uma afirmação internacional”, Revista de Guimarães, vols. 126/127, Guimarães, 2018: 345-346. 26. Rosa, C. Fiscalidade régia: o caso da Lisboa medieval (dissertação de mestrado), [s.n.], Lisboa, 2020: 70-72.
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continuaram a ser arrecadados, tendo-se convertido num dos principais ingressos fiscais da monarquia castelhana nessa região27; em Portugal, entre 1378 e 1379, D. Fernando abdicou da cobrança do alfolim do sal, não só em Lisboa, mas também no Ribatejo, Oeiras, Sacavém, Valença do Minho, Aveiro, Setúbal, Alcácer do Sal e Vagos, –ou seja, os principais centros salineiros do país -, tendo, porém, conservado o já referido monopólio sobre a produção e venda de sal no Algarve. Assim, D. Fernando visava promover a exploração e exportação deste produto, aproveitando uma conjuntura favorável, proporcionada, em larga medida, pelo declínio da salicultura na região Norte e Noroeste da Bretanha, no contexto da Guerra dos Cem Anos28. Entretanto, em data incerta, mas anterior a 1398, foi instituída a imposição do sal, (isto é, a sisa do sal), sobre o qual recaía uma taxa diferenciada das chamadas sisas gerais, que já tivemos oportunidade de referir. Em 1398, a imposição do sal configurava uma taxa ad ponderum de 20 soldos por alqueire de sal vendido, comprado ou trocado, satisfeito a meias pelas duas partes envolvidas na transação29. Em 1418, a taxa foi atualizada devido às desvalorizações monetárias ocorridas neste período30, tendo passado de 20 soldos para 5 libras por alqueire31. Mais tarde, em 1476, D. Afonso V duplicou o seu valor, fixando-o em 10 libras por alqueire32 [Tabela 3]. Ao longo da segunda metade do século XV, a imposição do sal teve uma evolução relativamente positiva, situando-se, todavia, entre os ramos menos lucrativos das sisas, juntamente com a sisa da fruta33. Uma circunstância que resulta do reduzido valor comercial destes produtos, embora fossem duas das principais exportações da cidade.
27. Rubio Martínez, A. El reinado de los Reyes Católicos en Galicia: actividad económica y fiscalidad regia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas/Xunta de Galicia, Santiago de Compostela, 2016: 65-71. 28. Silveira, A.C. “Lavrar o mar: a dinâmica de produção de sal em Setúbal no contexto dos salgados portugueses. Etapas de uma afirmação internacional”, Revista de Guimarães, vols. 126/127, Guimarães, 2018: 350-352. 29. TT, Chancelaria de D. João I, liv. 5, fólio 52 (1398). 30. Sobre esta questão, veja-se: Marques, A. H. O. “A moeda portuguesa durante a Idade Média”, Ensaios de História Medieval Portuguesa. Editorial Veja, Lisboa, 1980: 195-220. 31. TT, Chancelaria de D. João I, liv. 5, fólio 120v. (1418). 32. Systema ou Collecção dos Regimentos Reais, Oficina de Francisco Borges de Sousa, Lisboa, 1783, tomo 1: 255. 33. Faro, J. Receitas e Despesas da Fazenda Real de 1384 a 1481: subsídios documentais, Instituto Nacional de Estatística, Lisboa, 1965: 83.
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TABELA 3 Taxas ad ponderum aplicadas à imposição do sal (1387-1476) Regimentos das Sisas
Taxa da Imposição do sal
1387
-
1398
20 soldos por alqueire
1418
5 libras por alqueire
1476
10 libras por alqueire
2.3. SOBRE O TRÂNSITO DE MERCADORIAS Nesta cidade, a navegação fluvial e marítima, quando traduzida no trânsito de mercadorias, obrigava à satisfação das portagens e das costumagens, cuja arrecadação pertencia à Portagem34. As costumagens correspondiam a uma taxa ad valorem única de 4 dinheiros do maravedi, que incidia sobre os artigos de marçaria, latoaria, especiarias, ouro, prata, ferro, pez e aljôfar35. Sobre os restantes produtos, recaíam as portagens, que configuravam taxas ad ponderum (3 soldos e 9 dinheiros, 5 soldos, 7 soldos e meios, 15 soldos, 1 almude por tonel, etc.) e ad valorem (dízima, 3 dinheiros do maravedi, etc.) diferenciadas em função do lugar de proveniência da mercadoria, da sua via de acesso à cidade (terrestre, fluvial ou marítima), e do volume da carga (grande, pequena, argã, costal, etc.), aplicando-se ainda taxas diferentes para a entrada e saída dos produtos36. Um situação que conferia à Portagem uma notória complexidade. Não obstante, os vizinhos de Lisboa, mediante o pagamento anual de 1 soldo, estavam dispensados do pagamento destes direitos. Um privilégio consagrado no foral de 1179 e posteriormente alargado, pois, de início, não se aplicava aos produtos importados ou exportados para efeitos comerciais, nem tão-pouco às mercadorias trazidas pela foz37. Porém, no contexto da crise dinástica de 13831385, D. João, Mestre de Avis, na qualidade de regente do reino, isentou os
34. Para uma visão geral sobre estes impostos, veja-se: Rosa, C. Fiscalidade régia: o caso da Lisboa medieval (dissertação de mestrado), [s.n.]: Lisboa, 2020: 73-83. 35. TT, Chancelaria de D. Fernando, livro 1, fólios 84v.-86. TT, Núcleo Antigo, 357, fólios 17-20. 36. Caetano, M. “Foral de Lisboa de 1179”, A administração municipal de Lisboa durante a primeira dinastia (1179-1383). Academia Portuguesa da História, Lisboa, 1981 (reedição): 117. TT, Núcleo Antigo, 357. 37. TT, Chancelaria de D. Fernando, livro 1, fólio 86v.
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moradores de Lisboa da satisfação das portagens e costumagens na cidade e em qualquer lugar do reino, procurando, desta forma, recompensá-los pelo apoio e serviços prestados38. Com efeito, a partir de 1384, estes direitos recaíam, quase exclusivamente, sobre as pessoas de fora, o que, naturalmente, se revelou bastante vantajoso para os mercadores da cidade39. Todavia, a Portagem não foi a única instituição responsável pelo aproveitamento fiscal do trânsito de mercadorias, dado que, na segunda metade do século XIII, o poder régio estabeleceu em Lisboa duas novas instituições fiscais: a Alfândega e o Paço da Madeira, cada qual dotada de uma jurisdição e de um oficialato próprio, embora idêntico, sendo encabeçado pelo respetivo almoxarife, recebedor e escrivães40. O Paço da Madeira foi erguido em data incerta, mas anterior a 1299, do lado exterior da muralha, entre a Torre da Escrivaninha e a Porta do Mar41. Nesta estância fiscal, dizimava-se a madeira importada do estrangeiro por via marítima e outros produtos ligados à construção naval (cordéis, fios, cortiça, etc.), um dado, por sinal, indicativo da importância desta atividade já nesta cronologia42. Por seu turno, na Alfândega, –cujo edifício, instalado junto à Ribeira, no Largo do Pelourinho43, foi construído em data também incerta, mas anterior a 1288–, procedia-se à arrecadação da dízima alfandegária, uma taxa ad valorem de 10% sobre o valor das mercadorias aí desembargadas nesta instituição fiscal, à qual pertenciam os produtos importados do estrangeiro por via marítima, com a evidente exceção dos já referidos artigos que pertenciam ao Paço da Madeira44. As exportações estavam
38. Livro dos Pregos. Estudo introdutório, transcrição paleográfica, sumários e índices, Viegas, Inês M., Gomes, M. (Coord.), Martins, M. G., Loureiro, S. M. (Transcrições), Câmara Municipal de Lisboa, Lisboa, 2016: 261-262 (doc. 133). 39. Para uma visão geral dos privilégios fiscais atribuídos pelo Mestre de Avis à cidade e o seu impacto na fiscalidade régia aplicada em Lisboa, veja-se: Rosa, C. “Na Lisboa de D. João I (1385-1433): fiscalidade régia e abastecimento”, Andrade, A., Silva, G. M. (Eds.) Abastecer a cidade na Europa Medieval, Instituto de Estudos Medievais/ Câmara Municipal de Castelo de Vide, Lisboa, 2020: 517-519. 40. Sobre o Paço da Madeira e a Alfândega, veja-se: Rosa, C. Fiscalidade régia: o caso da Lisboa medieval (dissertação de mestrado), [s.n.]: Lisboa, 2020: 83-86, 86-95, respetivamente. 41. Para a localização do Paço da Madeira na malha urbana da cidade, veja-se: Fialho, M., Mutação Urbana na Lisboa Medieval: das taifas a D. Dinis (tese de doutoramento), [s.n.] Lisboa, 2017: 355. Disponível em: http://hdl. handle.net/10451/29987. 42. TT, Núcleo Antigo, fólio 24v. 43. Para a localização da Alfândega, veja-se: Gonçalves, I. “Na Ribeira de Lisboa, em finais da Idade Média”, Um olhar sobre a cidade, Patrimonia Historica, Cascais, 1996: 61-75. Fialho, M., Mutação Urbana na Lisboa Medieval: das taifas a D. Dinis (tese de doutoramento), [s.n.], Lisboa, 2017: 333-339. 44. TT, Núcleo Antigo, fólios 4, 4v., 5.
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sujeitas ao princípio de lealdamento, estabelecido pela Lei da Almotaçaria, promulgada em 1253, segundo a qual os mercadores estrangeiros que levassem de Portugal quaisquer mercadorias ficavam obrigados a importar outras de igual valor no prazo de um ano, não lhes sendo exigida a dízima das exportações45. Não obstante, a jurisdição da Alfândega sofreu um paulatino alargamento, patente no regimento que lhe foi atribuído em 1463, segundo o qual lhe cabia o desembargo de todas as mercadorias trazidas à cidade pela foz, inclusive os produtos provenientes de outras partes do reino, salvo apenas algumas exceções, pois o peixe, bem como os vinhos de Odemira, Sines, Alcácer do Sal e Setúbal continuaram sob a alçada da Portagem46. Assim, em finais do século XV, o tráfico marítimo pertencia à Alfândega e ao Paço da Madeira, enquanto à Portagem competia a fiscalização do trânsito fluvial e terrestre. A arrecadação da dízima alfandegária fazia-se de forma articulada, configurando, por isso, a existência de uma rede de alfandegas, que se foi progressivamente organizando, à medida que a Coroa impôs este direito nos principais portos marítimos do reino (Caminha, Esposende, Viana, Vila do Conde, Porto, Aveiro, Salir do Porto, Peniche, Atouguia da Baleia, Lisboa, Sesimbra, Setúbal, Cascais, Odemira, Sines, Vila Nova de Mil Fontes, Lagos, Silves, Portimão, Loulé, Faro, Tavira)47. Não obstante, nem todos os núcleos portuários sujeitos à aplicação deste direito dispunham de instalações alfandegárias próprias, sendo que, por exemplo, as dízimas de Setúbal, Sesimbra e Cascais pertenciam à Alfândega de Lisboa, que, dentro da rede alfandegária do reino, ocupava um lugar de destaque, pois, em finais do século XV, rendia mais do que qualquer outra alfândega do país, das quais, aliás, guardava uma grande distância48. Este dado não é surpreendente, uma vez que Lisboa, conforme foi já referido, configurava o principal núcleo portuário do reino.
45. Pinheiro, A., Rita, A. (Introdução, Tradução e Notas), Lei da Almotaçaria: 26 de Dezembro de 1253, 3ª ed., Banco Pinto & Sotto Mayor, Lisboa, 1988: 18. Fontes, J. L., “Dízima I”, Glosario Crítico de Fiscalidad Medieval, IMF. Disponível em: http://www.1minut.info/glosariofiscalidad.org/wp/?page_id=41. 46. Lencastre, F. S. Estudo sobre as Portagens e as Alfândegas em Portugal: séculos XII-XVI, Imprensa Nacional, Lisboa, 1891: 90-91. 47. João Cordeiro Pereira, Para a História das Alfândegas em Portugal no início do século XVI (Vila do Conde – Organização e Movimento), Lisboa, Faculdade de Ciências Sociais e Humanas da Universidade Nova de Lisboa, 1983. 48. Faro, J. Receitas e Despesas da Fazenda Real de 1384 a 1481: subsídios documentais, Instituto Nacional de Estatística, Lisboa, 1965: 82-85.
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POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
A DIMENSÃO MARÍTIMO-PORTUÁRIA DE LISBOA NA ESTRATÉGIA FISCAL DA COROA PORTUGUESA (SÉCULOS XIV E XV)
Dentro do quadro da fiscalidade régia aplicada na cidade, a Alfândega ocupava também um lugar de destaque [Tabela 4], relegando para segundo plano a Portagem [Tabela 5] e o Paço da Madeira [Tabela 6], que, ainda assim, geravam rendimentos bastante significativos.
TABELA 4 Rendimento anual da Alfândega (1473-1496) Período
Renda anual (aprox.)
Fontes
1473
4.7000.000 reais
Faro, J. Receitas e Despesas…, doc. 8, p. 82.
1484 1485 1486
6.100.000 reais 6.100.000 reais 6.666.666 reais
“Cartas de quitação del Rei D. Manuel”, Archivo Historico Portuguez…, vol. 3, p. 393.
1487
5.622.773 reais
1488 1489 1494 1495
5.550.000 5.500.000 6.000.000 6.000.000
1496
6.000.000 reais
reais reais reais reais
“Cartas de quitação del Rei D. Manuel”, Archivo Historico Portuguez…, vol. 3, p. 167. “Cartas de quitação del Rei D. Manuel”, Archivo Historico Portuguez…, vol. 3, p. 94. “Cartas de quitação del Rei D. Manuel”, Archivo Historico Portuguez…, vol. 2, p. 78. “Cartas de quitação del Rei D. Manuel”, Archivo Historico Portuguez…, vol. 1, pp. 94-95.
TABELA 5 Rendimento anual da Portagem (1473-1498) Período
Renda anual (aprox.)
1473
1.575.000 reais
1480
1.563.572 reais
1491
2.200.000 reais
1496
1.898.604 reais
1497
1.925.000 reais
1498
1.925.000 reais
Fonte Faro, J. Receitas e Despesas…, doc. 8, p. 82 “Cartas de quitação del Rei D. Manuel”, Archivo Historico Portuguez…, vol. 3, p. 387 “Cartas de quitação del Rei D. Manuel”, Archivo Historico Portuguez…, vol. 2, p. 79 “Cartas de quitação del Rei D. Manuel”, Archivo Historico Portuguez…, vol. 2, p. 352 “Cartas de quitação del Rei D. Manuel”, Archivo Historico Portuguez…, vol. 2, p. 352 “Cartas de quitação del Rei D. Manuel”, Archivo Historico Portuguez…, vol. 2, p. 352
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CATARINA ROSA
TABELA 6 Rendimento anual do Paço da Madeira (1473-1495) Período
Renda anual (aprox.)
1473
260.000 reais
Faro, J. Receitas e Despesas…, doc. 8, p. 83
450.000 reais
“Cartas de quitação del Rei D. Manuel”, Archivo Historico Portuguez…, vol. 3, p. 313
1484-1495
Fontes
CONSIDERAÇÕES FINAIS Ao longo do presente texto, foi possível observar a evolução da fiscalidade régia especialmente ligada às atividades marítimo-portuárias desenvolvidas em Lisboa. Um quadro fiscal que, no período em análise, sofreu modificações de importância notável, sobretudo no âmbito da formação de uma “nova” fiscalidade régia de tipo estatal, que se sobrepôs à fiscalidade “antiga” de tipo senhorial consagrada na carta de foral atribuída pelo poder régio ao concelho em 1179. Mais ainda, verificou-se que a arrecadação dos impostos que recaíam sobre a pesca, a exploração do sal, a entrada e saída de mercadorias e a atividade mercantil associada auferiam rendimentos bastante significativos, que, no entanto, só é possível conhecer em datas específicas, a partir das cartas de quitação disponíveis e de um documento excecional no contexto das fontes medievais portuguesas: o registo orçamental de 1473, no qual figura um elenco das rendas da Coroa em cada almoxarifado (unidades fiscais em que o reino estava dividido para efeitos de recolha e gestão fiscal) e um rol das suas receitas em Lisboa [Tabela 7]. Com efeito, a partir deste registo, que tivemos oportunidade de referir por diversas vezes, é possível ensaiar um cálculo do peso relativo desses impostos, quer no cômputo das receitas da Coroa em Lisboa (15.965.000 reais), quer no cômputo global das receitas da fazenda real (47.268.500 reais)49 desse ano, considerando, portanto, o rendimento da imposição do sal (320.000 reais), o da Portagem (1.575.000 reais), o da Alfândega (4.700.000 reais), o do Paço da Madeira (260.000 reais) e o da sisa do pescado e da madeira (1.039.000 reais), verificando que, no seu conjunto, correspondiam a 49% das receitas do poder real na cidade e 17% das receitas globais da monarquia nesse ano. Ou seja, valores que evidenciam a relevância desta fiscalidade para os cofres régios; bem como a importância da própria cidade na estratégia fiscal da Coroa portuguesa.
49. Faro, J. Receitas e Despesas da Fazenda Real de 1384 a 1481: subsídios documentais, Instituto Nacional de Estatística, Lisboa, 1965: 82-85.
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POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
A DIMENSÃO MARÍTIMO-PORTUÁRIA DE LISBOA NA ESTRATÉGIA FISCAL DA COROA PORTUGUESA (SÉCULOS XIV E XV)
TABELA 7 Registo orçamental de 1473 Renda
Valor esperado (em reais)
Alfândega
4.700.000
Sisa dos Panos
2.045.000
Sisa de Haver-o-Peso
1.800.000
Portagem
1.575.000
Sisa do Pescado e Madeira
1.039.000
Sisa da Marçaria
900.000
Sisa das Vinhos
700.000
Sisa dos Carnes
800.000
Sisa das Herdades
650.000
Sisa do Pão
650.000
Imposição do Sal
320.000
Paço da Madeira
260.000
Sisa da Fruta
315.000
Armazém
180.000
Total
15.965.000
Fonte
Faro, J. Receitas e Despesas…, doc. 8, pp. 82-83.
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Gestión de rentas y control del tráfico comercial sevillano en el siglo XV: Los Álvarez de la Becerra (1437-1457) Lorenzo Lage Estrugo Universidad de Cádiz
INTRODUCCIÓN LOS AÑOS CENTRALES DEL SIGLO XV: MALOS TIEMPOS PARA EL ALMIRANTAZGO La ambición conquistadora que le valió a Fernando de Antequera su sobrenombre fue la última actuación de relieve del almirante de Castilla hasta el reinado de los Reyes Católicos1. El titular del oficio, por su parte, estuvo consagrado plenamente a las intrigas de la corte casi de manera ininterrumpida desde 1437 a 1445, lo cual hacía enormemente difícil supervisar los diversos derechos del oficio en el reino de Sevilla2. Por otra parte, es un
1. Calderón Ortega, J. M. El Almirantazgo de Castilla: historia de una institución conflictiva. Universidad de Alcalá de Henares, Fundación Duque de Alba, Alcalá de Henares, 2003: pp. 83-87. 2. Las intrigas del almirante se enmarcan en las encarnizadas disputas por el control de las instituciones del reino y los resortes de la alta política castellano-leonesa. Álvaro de Luna se erige como el pilar, interesado por otra parte, de la facción realista, frente a los nobles liderados por los infantes de Aragón, el almirante don Fadrique y su medio-hermano, el adelantado don Pedro Manrique. La inestabilidad comenzó con el golpe de Tordesillas de 1420 y continuó hasta la muerte del Condestable, quien tras sus primeros éxitos alienó al almirante y sus parientes. González Sánchez, S. “Un ‘golpe de estado’ y sus consecuencias: el gobierno del infante don Enrique en Castilla (julio-diciembre de 1420)”, En la España Medieval, 36, 2013: pp. 155-156; Sa-
JESÚS ÁNGEL SOLÓRZANO TELECHEA, DAVID DITCHBURN Y MARÍA ÁLVAREZ FERNÁNDEZ (EDS.)
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LORENZO LAGE ESTRUGO
período durante el cual Castilla está centrada en sí misma, en conflictos intestinos, lo cual anula la proyección marítima de la corona. Con la vertiente naval opacada durante años, el foco de la institución derivó entonces a la recaudación de las rentas del almirante, así como a la gestión de elementos arancelarios asociados con su control teórico sobre el tráfico marítimo y el comercio3. La gestión de los asuntos del almirante fue consiguientemente arrendada a terceros por parte del noble castellano, tornando básicamente la institución en una renta privativa. Es la evidencia más clara del desinterés de los Enríquez por ocuparse personalmente de dichas cuestiones. No es coincidencia, que aquellos años de inicio de los arrendamientos, 1433-1445, fueran años de intenso conflicto en la corte: entre Fadrique Enríquez y el condestable Álvaro de Luna. Además, el almirante tenía asiento en el consejo real y sus posesiones estaban en Tierra de Campos –emplazada Valladolid y Palencia4. El contexto favorece, pues, una manifiesta desconexión personal del almirante con sus asuntos. El arrendamiento supone, pues, una solución perfecta: permite al titular del oficio percibir un monto fijo de sus rentas evitando tener que involucrarse personalmente.
lazar y Acha, J. “La nobleza titulada medieval en la corona de Castilla”, ARAMHG, XI, 2008: pp. 45-50; Álvarez Álvarez, C. “Los infantes de Aragón”, Álvarez Palenzuela, V. (coord.) Historia de España de la Edad Media. Ariel, Barcelona, 2007: pp. 734-736; Ortega Gato, E. “Los Enríquez almirantes de Castilla”, Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 70: pp. 34-35; Álvarez Palenzuela, V. “Del gobierno de la oligarquía a la Tiranía de D. Álvaro (1435-1438)”, Espacio, Tiempo y Forma. Serie III, Historia Medieval, 30, 2017: pp. 21-22; Carbó, L. “Hacia la negociación cooperativa. Un estudio de caso: las tratativas para la destitución de Álvaro de Luna de la corte de Juan II (1439)”, Fundación: Actas de las Sextas Jornadas Internacionales de Historia de España, 9, 2008-2009: pp. 1-13. 3. Aznar Vallejo, E. “Las rentas del almirantazgo: entre la ley y la costumbre”, En la España Medieval, 37, 2014: pp. 156-158. 4. Los Enríquez tenían un patrimonio considerable, fruto del matrimonio del primer Alonso con Juana de Mendoza y de las donaciones regias de Enrique II y Juan I. Medina de Rioseco y Palencia se alternaban como corazón de sus posesiones y centro de su patronazgo. Pero, jamás les hubiera permitido dichas posesiones por si mismas alcanzar los primeros niveles de la nobleza castellana, dependían del almirantazgo para ello. Véanse: Ortega Gato, E. op. cit.: pp. 30-31; de Castro, M. El Real Monasterio de Santa Clara de Palencia y los Enríquez, Almirantes de Castilla. Institución Tello Téllez de Meneses, Diputación Provincial de Palencia, Palencia, 1982: 272 p.; García Chico, E. La Ciudad de los almirantes. Diputación Provincial de Valladolid, Valladolid, 1945; Martínez Sopena, P. El estado señorial de Medina de Rioseco bajo el Almirante Alfonso Enríquez (1389-1430). Universidad de Valladolid, Valladolid, 1977.
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POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
GESTIÓN DE RENTAS Y CONTROL DEL TRÁFICO COMERCIAL SEVILLANO EN EL SIGLO XV: LOS ÁLVAREZ DE LA BECERRA (1437-1457)
EL REINO DE SEVILLA Y LOS LUGARTENIENTES: EL ARRENDAMIENTO La jurisdicción del almirantazgo tenía una vertiente territorial, el litoral atlántico del reino de Sevilla. Fuera de dichas costas el impacto de la institución es escaso: no hay rastros sobresalientes del posible impacto del oficio en las villas costeras del Norte. Sólo en Andalucía podrá percibir los derechos asociados a su oficio, como los beneficios derivados del control de las cosas vedadas. Sin embargo, era una zona compleja, con grandes poderes regionales con jurisdicciones propias, como los Guzmanes y los Ponce de León, así como gobiernos concejiles poderosos que podían resistir la injerencia señorial de los Enríquez. Muchas de las rentas y derechos eran usurpados o ignorados de manera por agentes fácticos de la zona. En 1427, se redacta el contrato de arrendamiento –primero del cual se tiene constancia– entre el almirante y el veinticuatro sevillano, Luis Fernández de Marmolejo5. Éste lo renueva en 1433 por otros tres años, consignando el contrato junto su mujer, doña Leonor, y su hijo6. Luis Fernández era hijo de Francisco Fernández de Marmolejo y su esposa Inés Martel: una familia con interesantes conexiones marítimas7. En 1407-1411 colaboró estrechamente con Nicolás Martínez de Medina, cobrador real, apoderándolo para percibir el cobro de los pedidos regios de 1407-1408, 1409 y 1410: lo cual indica tenía experiencia en la gestión de la percepción de rentas y tasas impositivas –así como interés en dicho tipo de negocios-8. El documento en sí describe los elementos arrendados: la mayor parte de los derechos jurisdiccionales del almirantazgo, salvo los quintos de presas, que el almirante se reserva –probablemente porque fuera una suma demasiado importante. El contrato duró, sin incidencias, hasta la fecha de expiración contenida en éste –fue renovado en 1434 en los mismo términos-9. Sin embargo, Luis de Marmolejo no ejercería el oficio personalmente, sino que haría una subsiguiente delegación en un criado suyo, Sancho López de Madrigal, al que nombra su
5. Aznar Vallejo, E. op. cit.: pp. 131-133. 6. Sevilla: AGA, Colección Documental del Ducado de Alba, Fondo del Almirante, C. 77-28. 7. Sánchez Saus, R. Linajes sevillanos medievales. Real Maestranza de Caballería de Sevilla, Sevilla, 1991: p. 161. 8. Acabó casando con la hija de su socio –una maniobra usual en estos círculos sociales–, Leonor Martínez de Medina, la esposa mencionada en el tenor del contrato de arrendamiento con el almirante don Fadrique. Ibídem. Nicolás Martínez de Medina era un financiero judeoconverso, en torno a 1400 era tesorero mayor de Andalucía y luego contador mayor de Castilla. Sánchez Saus, R. “Nuevos datos y sugerencias acerca del entorno sevillano de las primeras expediciones a Canarias”, En la España medieval, 25, 2002: p. 388. 9. Sevilla: AGA, Colección Documental del Ducado de Alba, Fondo del Almirante, C. 30.
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apoderado general, y que es mencionado en el texto como “alcalde de armada y desarmada”10. Tampoco pudo ostentar la lugartenencia mucho tiempo, ya que el veinticuatro de Sevilla murió en 1434, después de lo cual sus atribuciones debieron de pasar a su hijo y heredero, Francisco Fernández de Marmolejo11. El apoderado Sancho López ejerció la lugartenencia interinamente hasta el cumplimiento del contrato dos años más tarde, tras lo cual no fue renovado.
1. DIEGO ÁLVAREZ: AL SERVICIO DEL ALMIRANTE En 1436 la lugartenencia pasaría a otro vecino de Sevilla, de la collación de San Salvador, Diego Álvarez de la Becerra12. El monto total del arrendamiento es de seis mil quinientas doblas de oro, por el uso y disfrute de todos los derechos del almirantazgo; sin incluir las rentas sobre la saca de pan. Nuevamente es un contrato por tres años, cumpliéndose en 1439. Marmolejo y Becerra pertenecían a la oligarquía sevillana, no equiparables a los nobles titulados, pero sí pertenecientes al grupo de los caballeros y, por tanto, a la nobleza urbana13. Los Marmolejo tenían una mayor prominencia social, habiendo alcanzado oficios del gobierno ciudadano como la veinticuatría. Un buen número de miembros de esta élite tenía una hacienda considerable y unos intereses económicos diversificados, que incluía el comercio por el Guadalquivir, y por extensión, el mar. Ello ofrece una explicación a porqué una serie de adinerados vecinos de Sevilla emplearon grandes sumas en arrendar el oficio de lugarteniente. No solo aspiraban obtener grandes beneficios, sino también ganaban un sobresaliente patrón en el almirante, uno de los pares del reino.
10. Sánchez Saus, R. “El almirantazgo de Castilla y las primeras expediciones y asentamientos en Canarias”, En la España medieval, 18, 2005: p. 186. 11. Ibídem. Ello aparece relatado en extenso en la obra del mismo autor acerca de los linajes hispalenses en la Edad Media. Debió de ocurrir su muerte en 1434 porque de dicha fecha es la partición de sus bienes entre sus herederos. Sánchez Saus, R. Linajes sevillanos medievales. Real Maestranza de Caballería de Sevilla, Sevilla, 1991: p. 161. 12. Sevilla: AGA, Colección Documental del Ducado de Alba, Fondo del Almirante, C. 34. 13. Para estos hombres buenos, hombres principales de la ciudad, que solían ocupar puestos en el gobierno concejil esta clase de arrendamientos y tenencias eran fundamentales para complementar los ingresos derivados de las posesiones inmobiliarias y rurales de la familia, dentro y fuera de la ciudad. Nunca miembros de la alta nobleza titulada ocupó la lugartenencia, pero si Barbas, Becerras, Marmolejos y Pinedas. Ladero Quesada, M. Á. Andalucía a finales de la Edad Media. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 1999, pp: 140-145; Sánchez Saus, R. Linajes sevillanos medievales. Real Maestranza de Caballería de Sevilla, Sevilla, 1991: pp. 17-24, pp. 45-47, pp. 184-189, pp. 225-229; Sánchez Saus, R. “Los orígenes sociales de la aristocracia sevillana del siglo XV”, En la España Medieval, 9, 1986: pp. 1.122-1.133.
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POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
GESTIÓN DE RENTAS Y CONTROL DEL TRÁFICO COMERCIAL SEVILLANO EN EL SIGLO XV: LOS ÁLVAREZ DE LA BECERRA (1437-1457)
Diego Álvarez, como se ha mencionado, logró extender el arrendamiento hasta 1445, en lo que supone una renovación continuada del contrato original. Su gestión debió ser competente y debió, por tanto, de contar con la confianza del almirante. Su tenencia fue interrumpida abruptamente en 1445 por eventos que escapaban tanto al contexto sevillano como al propio titular del oficio: la batalla de Olmedo y la derrota del bando capitaneada por los infantes de Aragón, Juan y Enrique –rey de Navarra y duque de Albuquerque respectivamente–, y el almirante de Castilla, Fadrique Enríquez14. A partir de 1445 y hasta 1455 no hay una lugartenencia real, ni un arrendamiento, ni siquiera el almirante de Castilla percibe sus rentas, ya que el oficio se hallaba perdido. En Olmedo se saldaba el triunfo de Álvaro de Luna, que ya sí podía gobernar el reino sin oposición; aunque efímeramente15. Teniendo en cuenta que Fadrique Enríquez había sido el líder de los opositores al condestable junto con su medio hermano, Pedro Manrique de Lara, el Adelantado de León, las consecuencias de la batalla fueron desastrosas para el oficio. El rey secuestró el almirantazgo en el real de Olmedo y despojó de todas sus posesiones y mercedes a don Fadrique, que partió al exilio con Juan de Navarra. La caída en desgracia del almirante lo mantuvo apartado de la corte durante años –mala fortuna que llevó a Hernando del Pulgar a trazar un paralelismo con el estoico senador romano Catón de Útica16.
14. La batalla en sí tuvo escasas bajas –la más señalada el infante Enrique, muerto a raíz de una herida contraída en la lucha–, pero sus efectos políticos fueron determinantes. Fue una batalla de baja intensidad, breve y poco cruenta, alrededor de dos horas de combate. Castillo Cáceres, F. “¿Guerra o torneo?: la Batalla de Olmedo, modelo de enfrentamiento caballeresco”, En la España medieval, 32, 2009: pp. 161-162. Todo ello si lo comparamos con los baños de sangre de la Guerra de las Dos Rosas (1455-1487), la contienda civil entre bandos aristocráticos en Inglaterra, que tuvo batallas como la de Towton de 1461, la cual dejó miles de muertos y aniquiló la facción de Lancáster. Wolffe, B. Henry VI. Yale University Press, New Haven, 2001: pp. 335-337. 15. Juan de Navarra continuaría hostigando desde el reino pirenaico, usándolo de plataforma para intervenir en Castilla. Ostolaza Elizondo, Mª I. “D. Juan de Aragón y Navarra, un verdadero príncipe Trastámara”, Aragón en la Edad Media, 16, 2000: pp. 598-599; Diago Hernando, M. “Política y guerra en la frontera castellano-navarra durante la época Trastámara”, Príncipe de Viana, año 55, 203, 1994: pp. 535-537. La hegemonía política de don Álvaro comenzaría a decaer a partir de 1447 con la nueva boda del rey Juan II con Isabel de Portugal, hija del condestable D. João y nieta del primer Avís, João I. El fracaso del condestable en atraerse los afectos del heredero y la oposición del marqués de Villena minarían sus apoyos. Pontón Choya, M. “Don Álvaro de Luna, el rey y los nobles”, López Gómez, O. (coord.) Don Álvaro de Luna y Escalona. Poder, propaganda y memoria histórica en el otoño de la Edad Media. Ayuntamiento de Escalona, Escalona, 2013: pp. 119-122. 16. Ortega Gato, E. “Los Enríquez almirantes de Castilla”, Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 70: pp. 38-39.
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LORENZO LAGE ESTRUGO
1.1. LOS CONFLICTOS ENTORNO A UN OFICIO PERDIDO: DISPUTAS POR LA POSESIÓN DE LAS RENTAS La inherente debilidad del oficio es evidente en aquellos años de disputas civiles y fragilidad de la autoridad central. La pérdida del oficio, además, provocó el surgimiento de toda una serie de problemas asociados. Ejemplo de ello, el conflicto habido entre el arrendador y lugarteniente, Diego Álvarez de la Becerra, y los hombres de Juan de Guzmán, duque de Medina Sidonia, el 30 de junio de 1445: “[…] dentro en las casas de la morada de Diego Alvares de la Beserra lugarteniente que fue de almirante del don Fadrique que son en esta cibdad de Seuilla en la collaçion de San Saluador estando y el dicho Diego Alvares dela Beserra e otrosi estando Pedro de Xeres criado de don Juan de Gusman duque de Medina conde de Niebla e otros omnes caualleros escuderos oficiales e criados del dicho duque en presençia de my Juan Ferrandez escribano del dicho señor rey e su notario publico en la su corte e en todos en todos los sus reynos e de los testigos que fueron presentes alo de yuso escripto luego el dicho Pedro de Xeres dixo al dicho Diego Alvares por cuanto el venia a en nombre dicho señor duque e con so mandamiento a tomar e facer toma de todas e cualesquier escripturas e contraptos quel tenia en las sus casas de debdas que fueron deuidas del dicho ofiçio de almirantazgo perteneciente al dicho almirante don Fadrique para las llevar e dar e entregar al dicho señor duque según mas largamente dijo e que contenían en un mandamiento del dicho duque el qual y mostro e presento e fizo leer por my el dicho escribano cuyo tenor dice en esta guisa […]” 17.
El noble andaluz, por tanto, había enviado varios hombres, liderados por un criado –Pedro de Jerez– a la casa del antiguo lugarteniente, con órdenes de obtener ciertos documentos en poder del arrendatario. Éstos contenían deudas –“escripturas y contraptos quél tenia en las sus casas de debdas que fueron deuidas del dicho ofiçio”– que Juan de Guzmán alegaba se habían contraído durante la tenencia del oficio del citado Diego Álvarez. “Yo don Johan de Gusman duque de Medina conde de Niebla por virtus de los poderes que del Rey my señor tengo mando a vos Pedro de Xeres my criado que luego vista la presente vayades alas de la morada de Diego Alvares de la Becerra lugarteniente que fue del almirante don Fadrique e abrades e fagades abrir e catar ciertas arcas en las dichas sus casas están que fueron cerradas e
17. Sevilla: AGA, Colección Documental de la Casa de Alba, Fondo del Almirante, C. 77-44.
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POLÍTICAS Y ESTRATEGIAS SOCIOECONÓMICAS EN LA CIUDAD MEDIEVAL ATLÁNTICA
GESTIÓN DE RENTAS Y CONTROL DEL TRÁFICO COMERCIAL SEVILLANO EN EL SIGLO XV: LOS ÁLVAREZ DE LA BECERRA (1437-1457)
selladas por my mandando e asi abiertas tomedes todos e cualesquier contraptos e escripturas que falladles en las dichas arcas o en cualesquier otro lugar de las dichas sus casas que sean de debdas de maravedís oro e plata e otras cualesquiar cosas deuidas del dicho ofiçio de almirantazgo en cualquiera manera […]” 18.
Refugiándose en su propia autoridad, el duque ordena literalmente allanar el domicilio del arrendador para tomar la documentación requerida. Significativamente, ello nos da una pequeña muestra del día a día de la gestión del almirantazgo: Diego Álvarez tenía en su poder toda una serie de documentos, contratos y letras de pago o fe de deudas o incluso legajos con cuentas, que permanecían en su aún tras el fin de la tenencia misma –probablemente en mayo de 1445. Además, las fechas son significativas. El 19 de mayo de 1445 fue la batalla de Olmedo, donde el almirante cayó en definitiva desgracia, perdiéndose el oficio de almirantazgo hasta 1455. Un mes más tarde, el 30 de junio, el duque ordena irrumpir en las casas del que había sido lugarteniente de don Fadrique durante varios años, lo cual es sintomático de la quiebra de la influencia de éste último, que ya no puede proteger al que había sido su hombre de confianza. Juan de Guzmán, aprovecha la coyuntura y el vacío de poder existentes para vulnerar la persona y propiedades del lugarteniente, buscándose apropiar de documentación asociada del oficio. Ciertamente una maniobra tan abiertamente hostil sólo podría haber sido posible en un tiempo en que el almirante en sí mismo no tenía poder alguno. En otras condiciones don Fadrique hubiera actuado en consecuencia, algo que incluso el duque de Medina Sidonia habría querido evitar. Por ende, se puede relacionar el documento directamente con los eventos que sucedieron a la debacle de la facción nobiliaria en 1445. También es revelador de las ambiciones e intenciones del susodicho noble andaluz, así como de la creciente rivalidad jurisdiccional en el reino de Sevilla, cuya señorialización era cada vez mayor. “[…] mostrando e leído el dicho mandamiento el dicho Pedro de Xeres dixo que pedia e requeria e requirió al dicho Diego Alvares de la Beserra que diese las llaues de las arcas que en una cuadra de las dichas sus casas estaban cerradas e selladas las cuales dijo que fueron mandadas cerrar e sellar por mandado del dicho señor duque por el pudiesen abrir e tomar las escripturas e contraptos que ellas fallase de dedbas deuidas al dicho almirante don Fadrique e al dicho Diego Alvares commo su lugarteniente del dicho ofiçio de almirantazgo según en el dicho mandamiento se contiene. E luego el dicho Diego
18. Sevilla: AGA, Colección Documental de la Casa de Alba, Fondo del Almirante, C. 77-44.
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Alvares de la Bezerra dixo que el non tenia llaues algunas de las dichas arcas nin las podiar dar al dicho Pedro de Xeres e luego el dicho Pedro de Xeres dixo que sy las dichas lleues le non diese que a el era forçado de deçerrajar e abris las dichas arcas según que el dicho señor duque ge lo mandara por dicho mandamiento e luego el dicho Diego Alvares dixo que requeria e requerio al dicho Pedro de Xeres que se fuese en buen ora de su casa e que le non quisiese abrir las dichas sus arcas protestando que sy por lo hacer algún danno perdida o menoscabo vieniese al dicho almirante a el como su lugarteniente de lo cobrar del dicho señor duque e de sus bienes e de se quejar dél merçed del dicho señor Rey e dixo otras aças palabras e quexandose de lo quel dicho señor duque mandaua e non embargante lo sobre dicho, el dicho Pedro de Xeres decerrajo unas arcas de las que en la dicha quadra estauan con unas teneças de fierro que tenya en su poder e abrió la dicha arca por fuerça e contra voluntad del dicho Diego Alvares non catando de sus palabras e tomo e saco de la dicha arca un envoltorio en el cual estaban honze contraptos públicos firmados e signados escriptos en papel los cuales según por ellos paresçia eran de debdas deuidas del dicho almirantazgo al dicho Diego Alvares de la Bezerra como lugarteniente del dicho almirante de las rentas tocantes e pertenecientes al dicho ofiçio […]”19.
Por tanto, Pedro de Jerez no sólo irrumpía en la casa de Diego Álvarez a la fuerza, sino que además ante la negación de éste fuerza una de las arcas, que curiosamente estaban en las cuadras, con unas tenazas, tomando un legajo con once contratos públicos que contenían las deudas requeridas por el duque Juan de Guzmán. Ello supone un momento de violencia abierta y una escalada de animosidad contra la persona que había encarnado al almirante por delegación hasta hacía menos de un mes, además un caballero sevillano y en su propia vivienda. Significativamente, las deudas que el duque demanda a Diego Álvarez no son a sí mismo, sino al almirante de Castilla, sobre las cuales el duque de Medina Sidonia no debería tener responsabilidad alguna. Las motivaciones del noble andaluz para llevar a cabo tales acciones contra Becerra deben haber sido muy diferentes a simplemente percibir unas deudas en nombre de un hombre caído en desgracia. Probablemente, en dichos contratos estaría implicado Guzmán o algún miembro de su clientela, o contravenía sus propios intereses. Razonablemente, Diego Álvarez responde al forzoso requerimiento que, en todo caso, las deudas fueron contraídas con el almirante y ante este debe responder, no ante
19. Sevilla: AGA, Colección Documental de la Casa de Alba, Fondo del Almirante, C. 77-44.
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el duque de Medina Sidonia, quien, básicamente, se está entrometiendo en una relación contractual ajena y en el oficio y en la jurisdicción del almirante. “E luego el dicho Pedro de Xeres dixo que cuanto el dicho señor duque le mandaua por el dicho mandamiento que sy el dicho Diego Alvares non dieses rason de los dichos contraptos según dicho es que le prendiese el cuerpo e lo lleuase antél e por quel dicho Diego Alvares non quería dar rason de lo sobredicho según el dicho señor duque lo mandaua. Por ende, que el que prendia e prendio al dicho Diego Alvares de la Bezerra e echo mano dél e requerio que le plugiese de yr con el al dicho señor duque por su voluntad donde non que ouiese paçiençia que lo lleuaria preso avnque non quisiese e el dicho Diego Alvares quexandeso delo sobredicho dixo que fiziese lo que quisiesen que non declararía cosa alguna. E luego el dicho Pedro de Xeres requirió a ciertos caualleros e escuderos criados e oficiales del dicho señor duque que estauan dentro en las dichas casas del dicho Diego Alvares que le diese todo el fauor e ayuda que ouiesen menester prender el el cuerpo al dicho Diego Alvares e lleuar lo al dicho señor duque. E luego los dichos caualleros e escuderos que del dicho señor duque estauan dentro en las dichas casas especialmente Anton Gonsales secretario del dicho señor duque que ende estaua dixeron al dicho Diego Alvares le plugiese de cumplir loquel dicho señor duque mandaua e non quisiese reçebir injuria alguna porlo non faze que e luego el dicho Diego Alvares de la Bezerra dixo que según el poder quel dicho señor duque oy tenia en esta cibdad del dicho señor Rey que bien podía fazer qualquier cosa que quisiese ansi contra el commo contra otro de mayor estado quel e por ende dixo quel que jurara e jura a Dios e a Sancta Maria e a la señal de la cruz en que puso su mano derecha que de los dichos contraptos que le son tomados según dicho es de las rrentas del dicho almirantazgo las personas en ellos contenidas deuen e son obligados de dar e pagar de sus arrendamientos mil e cuatroçientas doblas de oro castellanas las le deuen e son obligados de dar e pagar del anno que pago del señor de mil e cuatroçientos e cuarenta cuatro annos e deste presenta anno enque estamos según por dichos contraptos se contiene. E luego el dicho Pedro de Xeres dixo quel por virtud del dicho mandamiento que fazia e fizo toma delo dichos contraptos e delos maravedíes e doblas que delas contenidas ellos restan por pagar al almirante don Fadrique e al dicho Diego Alvares commo su lugateniente los quales dichos contraptos el dicho Pedro de Xeres lleuo en su poder desapoderando dellos al dicho Diego Aluares por fuerça e contra su voluntad”20.
20. Sevilla: AGA, Colección Documental de la Casa de Alba, Fondo del Almirante, C. 77-44.
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La última parte del documento es interesante. Pedro de Jerez pone las manos encima del lugarteniente y literalmente lo prende a la fuerza, amenazando con llevarle ante la presencia del duque Juan de Guzmán. Ante la amenaza de violencia física –estando en presencia de varios caballeros y escuderos– el lugarteniente cede y admite la existencia de una deuda de mil cuatrocientas doblas, lo cual era una suma bastante importante. Realmente, eran una serie de deudas contraídas ante Diego Álvarez como lugarteniente de almirante por la percepción de una serie de derechos del oficio durante su tenencia de éste. Con lo cual debían formar parte de la recaudación de las rentas del almirantazgo de Castilla en el reino de Sevilla. El interés que pudiera tener Juan de Guzmán en dichas deudas es cuanto menos oscuro, probablemente respondiese a sus intereses jurisdiccionales y económicos en la región. Éste, además, era un tiempo en el que el duque de Medina Sidonia tenía una influencia casi absoluta sobre la capital hispalense y su entorno, lo cual se menciona explícitamente en el texto. El documento no es sólo una muestra de la injerencia de otros poderes regionales en la gestión de los derechos del almirantazgo en Sevilla y su reino, sino también de la serie de conflictos ocasionados por la existencia de dichos personajes influyentes en la región. Así como por la propia naturaleza delegada de la institución, administrada por lugartenientes y criados. También es sintomático del estado de los asuntos andaluces, con un preponderante duque de Medina Sidonia que busca ejercer una hegemonía en dichas tierras y no admitiendo la existencia de disputa alguna a dichas pretensiones. Un conflicto muy revelador de la cuestionada naturaleza y jurisdicción del almirantazgo mayor de Castilla en una zona progresivamente dividida por grandes señores que se disputaban el control absoluto de la ciudad de Sevilla y su reino. Asimismo, un buen ejemplo de la debilidad de la institución y sus representantes tras la batalla de Olmedo y la pérdida del oficio que ésta ocasionó.
1.2. EL ALMIRANTE CONTRAATACA: EL RETORNO DEL LUGARTENIENTE Y LAS DISPUTAS JURISDICCIONALES DE LA TENENCIA DE RODRIGO ÁLVAREZ DE LA BECERRA En 1455, Fadrique Enríquez recupera su posición en Castilla. A su retorno, sin embargo, su oficio, estaba “perdido” en el reino de Sevilla. Enrique IV tuvo incluso que remitir una carta a su favorito, Juan Pacheco, marqués de Villena, para que pusiera en orden los asuntos en Andalucía relacionados con dicha
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institución21. El almirante una vez recuperados sus privilegios, los arrendaba nuevamente, hasta 1457. Esta vez el elegido fue el sevillano Rodrigo Álvarez de la Becerra –vecino de la collación de Santa María Magdalena. Este era el hijo de Diego Álvarez de la Becerra, lo cual supone una interesante transmisión del oficio entre dos generaciones de una misma familia. Probablemente, el almirante recompensaba así la fidelidad del antiguo arrendador en la figura de su hijo Rodrigo. En dicho período, y para intentar recobrar todo lo perdido en los años precedentes, Fadrique Enríquez había enviado a su criado Alonso de Valladolid. Éste no sólo se encargó de intentar resolver los numerosos problemas derivados de una década de ausencia, sino también de sentar los nuevos términos del arrendamiento22. Ello le llevó a visitar las villas del litoral gaditano, reclamando los derechos impagados entre 1445-1455. Claramente, se topó con una sólida resistencia por parte de los poderes locales, incluyendo el concejo de Cádiz, que rechaza pagar los porcentajes del quinto adeudados al almirante alegando que no era costumbre ni se había pagado en años en la dicha localidad; lo cual era técnicamente cierto23. De particular interés es el contrato de Rodrigo Álvarez de la Becerra, ya que enumera los elementos que le fueron cedidos por dicho arrendamiento. Supone el documento, obra del criado del almirante, el citado Alfonso de Valladolid, un resumen del estado teórico de las rentas del oficio en la ciudad de Sevilla
21. El rey ordenaba en esta carta al marqués de Villena que pusiera orden en los asuntos de la institución y resolviera los pleitos pendientes con dicho oficio en el reino de Sevilla y dentro de la propia capital hispalense. Sevilla: Archivo General de Andalucía, Colección documental del Ducado de Alba, Fondo Almirante, C. 77-56. Debe recordarse que Juan Pacheco era corregidor perpetuo de Jerez de la Frontera (desde 1456), la gran ciudad de realengo en el litoral andaluz, y tenía fuertes intereses e influencia en la región –también fue alcaide de la villa de Estepona. Véase: Franco Silva, A., Cruz Mariño, R. “Juan Pacheco, privado de Enrique IV, y el oficio de Corregidor de Jerez de la Frontera”, En la España Medieval, 35, 2012: pp. 285-316. 22. Calderón Ortega, J. M. El Almirantazgo de Castilla: historia de una institución conflictiva. Universidad de Alcalá de Henares, Fundación Duque de Alba, Alcalá de Henares, 2003: pp. 204-205. 23. Cádiz se negó a pagar en 1455. Pero diez años antes, en 1445, el concejo del Puerto de Santa María ignora las demandas de los arrendadores de las rentas y el almirante hubo de reclamar contra Lorenzo de Padilla, el alcalde mayor de dicha villa. En Lepe ordenaron a Pedro de Zúñiga entregar los quintos al almirante, ya que se resistía a ello. Y, una vez asumida la gestión del oficio por la corona en dicho período y hasta 1455, el rey Juan II se quejó de la usurpación de tales derechos institucionales, que había sido usurpados por los nobles locales, pese a que se consideraba que no entraban en la donación de dichos señoríos por la corona a dichos nobles. Aznar Vallejo, E. “Las rentas del Almirantazgo castellano. Entre la ley y la costumbre”. En la España Medieval, 37, 2014: pp. 137-139; Calderón Ortega, J. M. op. cit.: pp. 210-213.
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a mediados del siglo XV24. Aparte de servir como una suerte de ordenanzas de organización de la lugartenencia, sus derecho y obligaciones, durante los años de tenencia. “Estas son las condiciones e capítulos conque el senior don Fadrique almirante mayor de Castilla mando arrendar a Alfonso de Valladolid, su criado e logarteniente en su nombre arrendo el dicho su almirantazgo e los oficios e derechos e rentas e guardas deél Rodrigo Alvares de la Becerra fijo de Diego Alvares de la Becerra fijo de di que Dios aya vesino dela muy noble e muy leal cibdad de Sevilla dia desde primero de mayo que agora paso deste anno de mil e cuatrocientos e cincuenta e annos fasta en fin deél, que son ocho meses e por los annos primeros que vienen del señor de mile e cuatrocientos cincuenta e seis e cincuenta e siete annos que son dos años ocho meses ssegun mas largamente se contiene el dicho arrendamiento en un recabdo que paso ante Juan Sánchez de Bilbao escribano de nuestro señor el Rey e escribano del dicho señor Almirante e su secretario”.
El enunciado deja claro la duración del contrato, dos años y ocho meses, de 1455 a 1457, lo cual se corresponde con la duración habitual de este tipo de arrendamientos. La lugartenencia de Luis Fernández de Melgarejo fue originalmente por tres años, renovada por otros tres términos completos, 1427-1430, 1430-1433 y de 1433-1436 –aunque murió antes del fin del contrato en 1434. El propio Diego Álvarez lo arrendó por tres años, renovando en dos ocasiones, 1439 y 1442. Con lo cual, el contrato sigue los términos establecidos en 1427 por el entonces almirante, Alonso Enríquez. “Primeramente que sean para el dicho Rodrigo Alvares de la Becerra logarteniente del dicho señor Almirante por los dichos dos annos e ocho meses todos los derechos de grindaje e de ramaje de los toneles e mercaderías que se grindaran y arramaren en la dicha cibdad de Sevilla e su arzobispado e en el obispado de Cadis según syenpre que sea costumbre por cuanto dicho señor almirante le place dello” 25.
El primer de los elementos arrendados a Rodrigo Álvarez de la Becerra fueron los derechos sobre el guindaje y el ramaje. El primero de ellos hace referencia a los sueldos de los cargadores de los navíos, que debía transportar a bordo las
24. Sevilla: AGA, Colección documental del Ducado de Alba, Fondo Almirante, C. 58. 25. Sevilla: AGA, Colección documental del Ducado de Alba, Fondo Almirante, C. 58.
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mercancías26. Por tanto, son imposiciones fiscales sobre el tráfico comercial de los puertos del litoral andaluz. Sin embargo, esta es una renta de monto variable, flotante, ya que depende del uso y la costumbre y el volumen de negocios existente, no teniendo un monto fijo. Concejos como el de Sevilla consideraban esta serie de obligaciones arancelarias como lesivas para el comercio de la ciudad a través del río, ocasionando pleitos y quejas derivados de su percepción potencialmente abusiva27. “Otrosi que sean para el dicho logarteniente todos los derechos dela saca del pan que se sacare de Xeres de la Frontera e de Sevilla e su arzobispado para cualesquier cibdades e villas e logares del dicho arzobispado de Sevilla y del obispado de Cadis e del Condado en cualesquier barcos e carcas e otros cualesquier navios. Otrosi que sean para el dicho logarteniente todos los derechos del pan que se sacare para Fuenterrabia e San Sebastian e de Cartagena por virtud delos priuillejos que del dicho señor Rey tyene”28.
El siguiente elemento arrendado es la saca del pan29 –englobando todo tipo de cereales, desde el trigo hasta la cebada–, uno de los más beneficiosos –detrás del quinto real– con los que contaba la institución, por el enorme volumen de dicho comercio dentro de las exportaciones y su importancia en el abastecimiento de la población30. Además, era un producto estratégico. Como tal, se
26. Ladero Quesada, M. A. “El almirantazgo de Castilla en la Baja Edad Media. Siglos XIII a XV”, Cuadernos Monográficos del Instituto de Historia y Cultura Naval: La institución del Almirantazgo en España, 42, 2003: p. 74. 27. El más sobresaliente es el largo pleito entre el concejo de la ciudad de Sevilla y el almirante iniciado en 1497 y que duró hasta bien entrado el siglo XVI. En dicho pleito se examinaron todas las rentas y derechos del almirantazgo, por una y otra parte, que presentaron sus argumentos y testigos, véase: Aznar Vallejo, E. “Las rentas del Almirantazgo castellano. Entre la ley y la costumbre”, En la España Medieval, 37, 2014: pp. 149-152. 28. Sevilla: AGA, Colección documental del Ducado de Alba, Fondo Almirante, C. 58. 29. Acerca de las instituciones involucradas en dicho tráfico comercial véase: Montes Romero-Camacho, I. “Las instituciones de la ‘saca’ en la Sevilla del siglo XV. Aproximación al estudio de la organización institucional del comercio exterior de la corona de Castilla al final de la Edad Media”, Historia, Instituciones, Documentos, 31, 2004: pp. 417-436. Sobre el rol del almirantazgo y los lugartenientes en la saca de pan, véase: Lage Estrugo, L. “El Almirantazgo de Castilla y la saca de pan en la segunda mitad del siglo XV: el control de un tráfico marítimo”, Aguiar Andrade, A., Melo da Silva, G. (eds.) Abastecer a cidade na Europa medieval. Instituto de Estudos Medievais, Cámara de Castelo de Vide, Castelo de Vide, 2020: pp. 607-621. 30. Las crisis de abastecimiento cerealífero podían llegar a provocar grandes alzas de los precios, especulación e incluso peligrosísimas hambrunas. Por tanto, el continuado suministro de pan era un asunto de primera prioridad en la época para el mantenimiento de la población, cuya alimentación estaba fundamentada en los cereales. Borrero Fernández, M. “Crisis de cereales y alzas de precios en la Sevilla de la primera mitad del siglo XVI”, Historia,
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enmarcaba dentro de las llamadas “cosas vedadas”, cuya exportación fuera del país estaba prohibida salvo en ciertas ocasiones. Para sacar pan había que expedir una licencia, lo cual requería un pago a la autoridad competente, en este caso, el almirantazgo, siempre que se hiciera por mar y río. Por tierra, como por ejemplo en la frontera con Portugal, se encargaban de ello los guardas de la saca, apostados en las localidades limítrofes con la corona lusa, vigilando e intentando regular este flujo comercial31. Sin embargo, era un negocio demasiado lucrativo como para que no ocasionase la resistencia de poderes regionales que se negaban a pagar al almirantazgo por la saca de pan, como era el caso del duque de Medina Sidonia, que alegaba que sus puertos eran francos. De forma bastante llamativa el documento explicita la inclusión del Condado (de Niebla) entre las zonas incluidas en el contrato: dicho señorío era propiedad de Juan de Guzmán. Singularmente, también se incluyen tres localidades en el arrendamiento que estaban más allá del espacio andaluz propiamente dicho: Fuenterrabía (Hondarribia), San Sebastián (Donostia) y Cartagena. Las dos primeras localidades eran grandes puertos vascos –en competencia con villas cántabras y, sobre todo, Bilbao– y San Sebastián era el punto por el cual salían y entraban las mercancías del reino de Navarra, cuyos reyes siempre se preocuparon por mantener la libertad de tránsito de los naturales de su reino en dicha villa, ya que suponía su principal acceso al comercio marítima32. La tercera, Cartagena, era el gran puerto del reino de Murcia, la salida de Castilla al mar Mediterráneo y una base militar y naval de primer lugar para la corona. Por tanto, el almirante tiene control sobre la exportación de cereales en el litoral andaluz y en otras grandes villas portuarias, lo cual es sobresaliente. Cabe pre-
Instituciones, Documentos, 18, 1991, pp. 39-57; González Jiménez, M. “Las crisis cerealistas en Carmona a fines de la Edad Media”, Historia, Instituciones, Documentos, 3, 1976: pp. 283-308. 31. Era un flujo comercial bastante continuado y próspero, no interrumpido totalmente ni siquiera en tiempos de guerra. Medrano Fernández, V. “El comercio terrestre castellano-portugués a finales de la Edad Media: infraestructuras de apoyo a la actividad comercial y mercaderes”, Edad Media. Revista de Historia, 8, 2007: pp. 332-336; Medrano Fernández, V. “El contrabando de Castilla a Portugal al final de la Edad Media”, Ávila Seoane, N. Cultura y mentalidades: de la Antigüedad al siglo XVII (Nuevas Investigaciones). Castellum, Madrid, 2007: pp. 137-167. 32. Véanse: Tena García, Mª S. “Comercio y transporte marítimo en San Sebastián durante la Edad Media (11801474)”, Itsas memoria: revista de estudios marítimos del País Vasco, 4, 2003: pp. 129-142; Etxezarraga Ortuondo, I. “La organización del territorio de San Sebastián y su entorno durante la Edad Media: una visión panorámica de su evolución”, Irujo, X., Álvarez Berastegui, A. (coords.) Los fueros de Estella y San Sebastián. Fundación para el Estudio del Derecho Histórico y Autonómico de Vasconia, San Sebastián, 2020: pp. 69-90.
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guntarse cómo podría Álvarez de la Becerra gestionar Sevilla y su río, el litoral gaditano y a la vez esos tres puertos, sin un subarriendo o una delegación por poderes. Además, ni siquiera su padre, Diego Álvarez, había tenido la saca en arriendo, tampoco los Marmolejo: es la primera aparición de dicho derecho en un contrato de estas características33. “Otrosi que sean para el dicho logarteniente todos los derechos de los embargos e desembargos de los navios de qualquier manera se embarguen e desembarqune enla dicha cibdad de Sevilla e su arçbispado con el obispado de Cadiz […] Otrosi con condición que sean para el dicho logarteniente todos los derechos e quintos que al dicho señor almirante pertenecen delos canarias e canarios esclavos e esclavas troxeren delas Yslas de Canaria e que los otros quintos e derechos de las armas e presas de la mar que sea para el dicho señor almirante” 34.
Los arriba mencionados son dos elementos jurisdiccionales muy distintos pero asociados a la actividad marítima: las presas y los derechos de embarque y desembarque. Éste último hace referencia a la carga y descarga de las naves en el puerto, con lo cual es un gravamen estándar sobre el comercio marítimo y se cobraba dependiendo del tonelaje del barco en sí y de la calidad y entidad de la mercancía. Este sería uno de los puntos de fricción con los órganos de poder concejil. Por otro lado, el quinto real era la renta más importante asociada al almirantazgo de Castilla, con una relevancia creciente a lo largo del siglo XV35. Originalmente sólo incluía las presas en la mar, las naves capturadas durante las campañas militares o por la actividad del corso. Paulatinamente, llegó a englobar a las personas cautivadas en el África y en el archipiélago canario –que son teóricamente presas de guerra–, que eran vendidas como esclavos por una cantidad de dinero importante, lo cual sitúa al almirantazgo como una de las muchas instituciones beneficiadas por el tráfico humano, que aumentó en importancia relativa a lo largo del siglo XV36.
33. Aznar Vallejo, Eduardo. “Las rentas del Almirantazgo castellano. Entre la ley y la costumbre”, En la España Medieval, vol. 37, 2014: p. 133. 34. Sevilla: AGA, Colección documental del Ducado de Alba, Fondo Almirante, C. 58. 35. Ídem, pp. 137-143. 36. La esclavitud tuvo una presencia considerable en la economía y el tejido social del reino de Castilla y en especial de Sevilla durante la Baja Edad Media. La mayor parte eran cautivos, presas de cabalgadas por tierra y mar
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“Otrosy el dicho logarteniente pueda dar e de los comitrajes delos cómitres de Xeres de la Frontera e de Cadis e de Sancta Maria del Puerto a las personas quel entendiere que cumple a serviçio del Rey nuestro señor e del dicho señor Almirante non estando el dicho señor Almirante en Sevilla nin en su arçobispado en el obispado de Cadis” 37. Esto es una cuestión relevante. El almirante cedía en su lugarteniente la capacidad de nombrar los cómitres en las villas gaditanas: Jerez, el Puerto de Santa María y la propia Cádiz. Los cómitres eran oficiales de rango medio que se encargaban de comandar naves y de servir como sus patrones. Eran una de las figuras más relevantes dentro del heterogéneo colectivo de los llamados hombres o gente del mar38, que englobaba desde la propia marinería embarcada en las naves a los trabajadores de ribera, cargadores, carpinteros y calafateadores. Gentes de muy diversa extracción y nivel socio-económico, los cuales teóricamente quedaban bajo la jurisdicción del almirante. Que Becerra tuviese capacidad para nombrarlos significa que podría extender su red de influencia por toda la región y el litoral andaluz. También la mención a la existencia de cómitres en Jerez de la Frontera proporciona una nueva evidencia documental a la vertiente marítima y naval de una ciudad aparentemente rural, pero en realidad con fuertes conexiones con el comercio exterior y las rutas comerciales que cruzaban el Estrecho en ambas direcciones39.
en el Magreb o procedentes del archipiélago canario. Véanse: Franco Silva, A. La esclavitud en Sevilla y su tierra a fines de la Edad Media [tesis doctoral]. Sevilla: Universidad de Sevilla, 1979; Franco Silva, A. “La esclavitud en la península Ibérica a fines del Medievo. Estado de la cuestión y orientaciones bibliográficas”, Medievalismo, 5, 1995, pp. 201-209; Verlinden, C. “L’esclavage dans la Peninsule Iberique au XIV siècle”, Anuario de Estudios Medievales, 7, 1971: pp. 577-592; Verlinden, C. “L’esclavage dans le monde ibérique médiéval”, Anuario de historia del derecho español, 12, 1935; pp. 361-424; Vallejo Aznar, E. “Corso y piratería en las relaciones entre Castilla y Marruecos en la baja Edad Media”, En la España medieval, 20, 1997, pp. 407-418. 37. Sevilla: AGA, Colección documental del Ducado de Alba, Fondo Almirante, C. 58. 38. Véanse sobre la cuestión de los cómitres en el conjunto de los hombres o gentes del mar: Arízaga Bolumburu, B. “Gentes de mar en los puertos medievales del Cantábrico”, Solórzano Telechea, J. A., Bochaca, M., Andrade, A. Aguiar (coords.). Gentes de mar en la ciudad atlántica medieval. Instituto de Estudios Riojanos, Nájera, 2012: pp. 95-122; Aznar Vallejo, E. “La regulación de los oficios del mar en Andalucía”, Solórzano Telechea, J. A., Bochaca, M., Andrade, A. Aguiar (coords.). op. cit.: pp. 19-44; García de Castro, F. J. La marina de guerra de la corona de Castilla en la Baja Edad Media. Desde sus orígenes hasta el reinado de Enrique IV [tesis doctoral inédita]. Universidad de Valladolid, Valladolid, 2011: pp. 108-109, pp. 354-363; Aznar Vallejo, E. “La guerra naval en Castilla durante la Baja Edad Media”, En la España medieval, 32, 2009: pp. 169-170, p. 172. 39. Considerar Jerez como una ciudad de interior, campestre, sería obviar la fuerte conexión con el mar que tenía la urbe a finales de la Edad Media, conectada con el Puerto de Santa María y las villas portuarias de la Bahía de Cádiz a través del río Guadalete. La villa formaba un todo cohesionado con dichas localidades costeras, confor-
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“Otrosy con condiçión que sin el dicho señor Rey mandase pidiere e diera liçençia por. sus cartas […] por la mar del dicho arçobispado de Sevilla e obispado de Cadis e para otras partes de sus regnos e a otros regnos e prouinçias en caso que dicho logarteniente sea requerido por la tal carta o cartas quel non de logar ni liçençia para cargar nin llevar el dicho pan antes lo deifiendan e embarguen si son su poder fasta quel dicho señor almirante sea requerido con la real cartas el de su carta o cartas para el dicho logarteniente que sea requerido con ellas quelo dexe e consienta […] en que todos derechos que dela real saca de pan que ouiere a dar e sea para el dicho señor almirante[…]” 40.
Este es un elemento meramente jurisdiccional. El almirante tenía potestad sobre el control de la saca del pan, como se ha visto, y por tanto todo aquel que no expidiese licencia no tenía autorización para ello hasta que el titular del oficio diera su aprobación. El lugarteniente, por tanto, recibiría ingresos de las multas por toda actividad relacionada con la exportación de cereales, lo cual no debía ser un monto total despreciable, sino más bien lo contrario. “Otrosy con condiçión al dicho logateniente non pueda dar ny de liçençia nin alvara para sacar e cargar en la dicha cibdad de Sevilla e su arçobispado ningún xabon salvo las personas que tovieren arrendadas las partes de las jabonerías dela cibdad e asy del Rey nuestro señor como delas otras personas en cada uno por la parte que toviere arrendada e non mas por que nenguno non faga nin labre nin saque mas delo que pagare por la renta”41.
Ello hace referencia a las rentas de las jabonerías de la ciudad y el reino de Sevilla, que habían sido concedidas al padre del almirante largo tiempo atrás (1424), que implícitamente también había de tener arrendadas a terceros, tal y como tenía el propio almirantazgo42. El jabón, en su mayor parte elaborado con
mando un auténtico complejo portuario, de primer nivel económico dentro de la corona de Castilla. Ello ha sido caracterizado por Enrique Ruiz Pilares en varios trabajos, particularmente véanse: Ruiz Pilares, E. J. “El paisaje portuario en la Bahía de Cádiz a finales de la Edad Media: los muelles fluviales”, RIPARIA, Suplemento 2, 2019: pp. 173-210; Ruiz Pilares, E. J. “Jerez de la Frontera: El gran centro productor del complejo portuario de la Bahía de Cádiz a finales de la Edad Media”, Estudios sobre Patrimonio, Cultura y Ciencias Medievales, 20, 2018: pp. 355-386. 40. Sevilla: AGA, Colección documental del Ducado de Alba, Fondo Almirante, C. 58. 41. Ibídem. 42. El almirante Alonso Enríquez el 20 de julio de 1424 recibió de Juan II una parte proporcional de las jabonerías de Sevilla y su arzobispado, en una concesión en la que también participaron Álvaro de Luna, Juan de Navarra y Diego Gómez de Sandoval. Teniendo en cuenta que tres de ellos vieron sus propiedades confiscadas es probable el almirante tuviera un porcentaje mayor de los beneficios o fuera el único, fuera parte de la corona, que los conservaba hacia 1455. Toledo: AHNOB, Fondo de la Casa de Osuna, OSUNA, C.496, D.2. En 1445 se repetía la concesión y el 3 de agosto de 1465 se explicitaba que el almirante tenía partes que solían ser “de Diego Gómez
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aceite local en las almonas sevillanas, era un negocio próspero, mayormente destinado a la exportación, fácil de producir por la gran extensión de olivar que circundaba la ciudad y sencillo de exportar a través del río43. Finalmente, estos derechos fueron traspasados a Pedro Enríquez, Adelantado Mayor de la Frontera, como parte del más que probable intento de su padre, don Fadrique, de dotarlo de un patrimonio meramente andaluz con que sostener su poder en el reino de Sevilla –también acabó siendo receptáculo del señorío de Tarifa, lo cual venía contemplado en el contrato matrimonial con Beatriz de Ribera44. El almirante se reserva una única cuestión: los derechos derivados del flete y composición de las armadas del rey y de los potenciales beneficios que ello pudiera ocasionar. Ello, en puridad, era el núcleo auténtico de la institución, el caudillaje marítimo, mientras que el resto de derechos eran rentas asociadas que el oficio de almirante había ido ganando en los últimos dos siglos para costear su actividad militar y el mantenimiento de los barcos del rey en campaña. Por todo ello, el capítulo de Alonso de Valladolid acompañaba al contrato de arrendamiento en sí, detallaba el monto total que adeudaba anualmente al almirante el dicho Rodrigo Álvarez de la Becerra45. Esta suma nos aproxima al valor que debían de tener estas rentas del almirantazgo arrendadas a mediados del siglo XV y, por tanto, a los beneficios que podía obtener el titular del oficio de éste en dichos años: ofrece una visión de conjunto del potencial económico del almirantazgo. En torno a estos años hubo varias cuestiones relacionadas,
de Sandoval e otras personas”, además por juro de heredad para don Fadrique y sus herederos. Toledo: AHNOB, Fondo Ducal de Osuna, OSUNA, C.496, D.3. 43. Aranda Bernal, A. “Sevilla y los negocios de la mar. Recursos que financiaron la arquitectura y el arte a fines del siglo XV” atrio, 18, 2012: pp. 10-11. 44. La cesión de los derechos de las jabonerías del arzobispado de Sevilla a Pedro Enríquez, adelantado, se data el 18 de noviembre de 1465, unos meses después de la cesión de esta renta por juro de heredad a su padre. Toledo: AHNOB, Fondo Ducal de Osuna, OSUNA, C.496, D.4. La cesión fue aprobada por los otros herederos, Alonso y Enrique, junto con la de la villa de Palenzuela (Palencia) en septiembre de 1465. Toledo: AHNOB, Fondo Ducal de Osuna, OSUNA, C.504, D.50-51. Sobre el contrato matrimonial y la cuestión de la unión del linaje de Afán de Ribera con los Enríquez, véase: Ladero Quesada, M. A. “De Per Afán a Catalina de Ribera: siglo y medio en la historia de un linaje sevillano (1371-1514)”, En la España medieval, 4, 1984, pp. 471-478. La cesión de la renta, fue definitiva en 1473, alcanzando un monto de 120.000 maravedíes en juro de heredad. Los Enríquez de Ribera lograrían un virtual monopolio sobre la producción de jabón, al controlar buena parte de las almonas sevillanas. Esta industria les proporcionó enormes beneficios con los cuales costear sus espléndidos patronazgos artísticos. Aranda Bernal, A. op. cit.: p. 8, pp. 10-12. 45. 2.450 doblas, un precio bastante notable, que aumentaría en los siguientes arrendamientos: el de Pedro Barba entre 1463 y 1466 fue de 2.600 doblas. El alza de los precios se debió a la inclusión en el contrato de nuevos elementos, como la saca de pan, ausentes entre 1427-1445. Aznar Vallejo, E. “Las rentas del Almirantazgo castellano. Entre la ley y la costumbre”, En la España Medieval, 37, 2014: pp. 133-134.
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incluyendo conflictos jurisdiccionales. Uno de los más significativos fue el habido entre Rodrigo Álvarez y uno de los trece regidores de la ciudad de Jerez de la Frontera, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, miembro de un importante linaje local, lo cual hace particularmente interesante el caso, por el fuerte interés de la oligarquía jerezana en los negocios de la región. Así pues, el 1 de septiembre de 1455, se desarrollaba la siguiente escena en el solar del caballero jerezano, entre éste y el arrendador sevillano del oficio: “[…] Alvar Nuñes Cabeza de Vaca regidor dela noble cibdad de Xeres dela Frontera yo Rodrigo Alvares de la Bezerra lugarteniente de my señor el magnifico e noble señor don Fadrique almirante mayor de castilla en su nombre e por virtud del poder que de su merçed tengo el qual vos presento e mostro vos digo e fago saber que el dicho almirante my señor me derechos e sacas e guardas e barquetas e todas las otras cosas a el anexas e pertenecientes en la cibdad de Sevilla e en la dicha cibdad de Xeres e en sus termino e en todos los otros lugares e partes de su almirantazgo según en el dicho poder mas largamente se contiene al qual me refiero. E agora es mi dicho e fecho saber a vos el dicho Alvar Nuñes diciendo tener algún poder del dicho almirante mi señor vos entremetedes en el dicho ofiçio de almirantazgo e en las rentas e derechos e sacas e guardas del que al dicho almirante mi señor perteneçen en esta dicha cibdad de Xeres e en sus términos dando liçençias e alvalas para sacar pan por la mar e levando (sic) derechos delas tales liçençias e alvalas e poniendo guardas en el Puerto de Sancta Maria por vos que registren vuestro alvalas e liçençias que dades para sacar el dicho pan lo qual asi pasase el dicho Almirante mi señor e sus rentas e yo en su nombre recibiramos muy grande agrauio e daño en las dichas sus rentas que esta cibdad de Xeres e en sus términos le pertenecen minoscabaran grand contia de maravedís dela que siempre en los tiempos pasados estuieron arrendadas por vos poner la mano e vos entremeter en dar las dichas alvalaes de liçençias para sacar el dicho pan según las dades non teniendo poder ni facultad para ello lo qual de maniefiesto se muestra e paresçe e yo en nombre del dicho almirante mi señor e por virtud del dicho su poder vsando del commo su lugarteniente e puesto las dichas rentas e ofiçios e derechos del dicho almirantazgo desta dicha cibdad de Xeres e sus términos que al dicho almirante mi señor pertenece con guardas e sacas dél en almoneda mi e por la dicha rason e causa de vos entremeter en lo que dicho es non fallo quien las quieran arrendar ni arriende e viene grande quiebra e daño en ellas”46.
46. Sevilla: AGA, Colección documental del Ducado de Alba, Fondo Almirante, C. 58.
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Se trata, evidentemente, de un conflicto abierto entre ambos, un pleito en torno a la posesión de los derechos del oficio. Rodrigo Álvarez de la Becerra, como se ha visto, había arrendado recientemente el almirantazgo mayor de Castilla, habiendo recibido ordenanzas y capítulos de manos del criado del noble castellano, Alfonso de Valladolid a primeros de mayo de 1455. En septiembre se encuentra reclamando al regidor acerca de una usurpación jurisdiccional en la ciudad de Jerez de la Frontera, alegando que éste se ha entrometido en los derechos de la institución en la zona –que significativamente extiende hasta el Puerto de Santa María, suerte de antepuerto de la urbe. El supuesto crimen cometido por Cabeza de Vaca sería la improcedente expedición de licencias de saca de pan –lo cual pertenecía al almirante o a su lugarteniente por delegación. El pan sacado de la ciudad lo hace por vía del Puerto de Santa María, siendo la salida lógica al mar de Jerez, siguiendo el trazado fluvial del Guadalete. Rodrigo Álvarez alega esta práctica por parte del caballero y regidor está causando gran menoscabo. Asimismo, el supuesto usurpador de rentas saca en almoneda pública los derechos del almirantazgo en la ciudad de Jerez, buscando (sub)arrendarlos. Ello supondría una completa transgresión de los elementos fundamentales del contrato de arrendamiento de la lugartenencia de Becerra. “Por ende, yo vos pido e requiero una e dos e tres veces e cuantas mas puedo e devo de derecho que vos luego desensacades e apartedes delo que dicho es e vos non entremetedes en el dicho ofiçio de almirantazgo e guarda e saca dél nin dedes las tales alvalaes e liçenças para sacar pan alguno por la mar so protestaçion que fago quel dicho almirante mi señor e yo en su nombre podamos cobrar e cobremos de vos e de vuestros bienes mil doblas de oro castellanas que en las dichas sus rentas derechos e guardas e sacas que al dicho almirante mi señor pertenecen en la dicha cibdad de Xeres e en sus termino se pueden retroçer e menoscabo por la dicha cabsa e rason vuestra e de commo lo digo e pido e requiero pido al escribano e notario publico que esta presente que melo de asi por testimonio para guarda e conserbaçion del derecho del dicho Almirante mi señor” 47.
Aquí, lo cual es interesante, cifra Rodrigo Álvarez la cuantía exacta de las pérdidas, mil doblas, lo cual es una suma importante, que indica, el volumen potencial del comercio de exportación de grano y los beneficios que conlle-
47. Sevilla: AGA, Colección documental del Ducado de Alba, Fondo Almirante, C. 58.
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vaba. A continuación, inserta el sevillano traslado de la carta que tiene del almirante don Fadrique, que le nombra su lugarteniente desde el 1 de mayo de 1455: el documento redactado por Alfonso de Valladolid, cuyos capítulos Becerra había aceptado. El documento copiado en el cuerpo del texto es, sin embargo, del 18 de abril de 1455, redactado en Medina de Rioseco, una de las principales posesiones patrimoniales del magnate castellano-leonés. Una carta que, además, cuenta con una amplia jurisdicción delegada que debe ser respetada por la enumeración de individuos relacionados con el oficio, incluyendo no sólo las autoridades cívicas, como jurados o alcaldes, sino también a marineros, maestres, capitanes, patrones, cómitres, barqueros, marineros y todo individuo que se hallase asociado a lo marítimo48. La cesión por delegación de derechos institucionales es bastante extensa, ya que también arrienda el mero y mixto imperio, la capacidad judicial del almirante en lo civil y lo criminal indistintamente, pudiendo incluso ejecutar al reo –lo cual usualmente era prerrogativa de la Corona. El traslado de la carta de don Fadrique habría debido concluir el pleito, pero al día siguiente se reunieron los pleiteantes en la morada de Cabeza de Vaca, quien debió sorprender a propios y a extraños declarando que: “[…] mi señor el almirante le encargo [a Cabeza de Vaca] su ofiçio de almirantazgo con sus rentas e derechos e sacas e guardas e otras cosas a el anexos ansi en la dicha cibdad de Sevilla commo en la dicha cibdad de Xeres e en todos los otros lugares de su almirantazgo segund se contiente en un poder del cual fizo muestra e requiriome e enfrentome que yo non me entrometiese e me apartase del dicho ofiçio de almirantazgo e guarda e saca dél nin diese alvalas e liçençias digo que todo lo pedido e requerido e afrontado por el dicho Rodrigo Alvares es ninguno de derecho e yo non so obligado nin deuo fazer lo por el pedido por muchas rasones que para esto declarar al dicho señor almirante algunas delas cuales declare en el modo siguiente: La primera por quel dicho Rodrigo Alvares non se mostro parte suficiente para fazer dicho requerimiento nin le compete acçion contra mi bien visto e entendido el dicho poder. E la segunda por que non fizo el dicho requerimiento segund deuia nin declaro las cosas sustançiales amuas es ynçierto es (…) e mal formado e non procede nin puede sustir efecto de requerimiento.
48. Sevilla: AGA, Colección documental del Ducado de Alba, Fondo Almirante, C. 58.
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La tercera porque bien visto e acatado el dicho poder e mostro e carta del dicho señor Almirante fabla en otro caso diverso delo contenido en la carta e mando a mi dado por el dicho señor almirante de la qual vos fago menester e pido que sea asentado al pie del dicho requerimiento”49.
Las razones aducidas por Alvar Núñez, primero que Rodrigo Álvarez no tiene potestad para requerir nada, segundo que no hizo el requerimiento adecuadamente y tercero y cuarto, que él también tenía en su poder una carta del almirante que nulifica el efecto de aquella en poder del sevillano: “La quarta por que la dicha carta del dicho señor almirante dada al dicho Rodrigo Alvares fue ganada e dada en la villa de Medina de Rio Seco a diez e ocho días del mes de abril (…) en la carta a mi dirigida por el dicho señor almirante e mando fue a ocho días de agosto deste dicho anno por la qual dicha carta a mi dada el dicho señor Almirante me dio poder complido para que por el e en su nombre pueda demandar a reçebir e auer e cobrar de cualesquier personas que tomaren e tovieren las tomas e presas que se fazen e toman por la mar e todo el derecho que dellas se pudiera aver […] en esta dicha cibdad e el Puerto de Sancta Maria e a los puertos de la mar e para dar carta de pago e de tener e enbargar que non se saque ni cargue por la mar ningún pan trigo nin çevada desta dicha cibdad e del Puerto de Sancta Maria sin liçençia del dicho señor Rey e de la suya e para que yo pueda fazer todas aquellas cosas e cada una dellas quel mismo podía fazer por lo cual todo me dio tan complido poder commo el tenia por virtud del qual yo puedo e deuo e exercer e vsar del dicho ofiçio de almirantazgo e fazer todas las cosas a mi mandadas e si alguna cosa yo he fecho cerca del dicho ofiçio o fiziere de aquí adelante será por mandado del dicho señor Almirante usando del dicho poder a mi dado e non entiendo exeder nin traspasar su mandado salua executarlo en el dicho su poder contenido e cierto es quel dicho poder a mi dado fue póstumo en tiempo quel poder dado al dicho Rodrigo Alvares e por consiguiente mejor en derecho pues que en todos casos el primero poder es derrogado a anullado por el segundo a mi dado ca las cosas postumas derrogan a las primeras e quand los dichos poderes primeros en semejantes fechos anullados e casos e rotos que se infiere quelo por fecho en esta parte es valido e estable e firme e requiero con el mayor afincamiento que puedo al dicho Rodrigo Alvares que jamas non use del dicho su poder so protestaçion que si lo contrario fiziere me pueda dél quexar a quien con derecho deuan e
49. Sevilla: AGA, Colección documental del Ducado de Alba, Fondo Almirante, C. 58.
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contra el esecutar lo quel derecho manda e cobrar del e de sus bienes todos los dannos e intereses e costas e menoscabos que sobre la dicha rason se recreçieren a mi señor el Almirante que estimo en dos mil doblas de oro castellas dela vanda de buen oro e de justo peso e por las rasones sobredichas yo non deuo fazer lo que pide el dicho Rodrigo Alvares e estos le do por respuesta al dicho su requerimiento non consentiendo en sus protestaciones e afrentos que las contra digo asy commo anbiçiosas e negando lo perjudicial requiera a vos el dicho escriuano e notario que asentades estas dicha mi respuesta con el dicho requerimiento e si la parte aduersa sacar quisiere testimonio dadgelo encorporado conella e non en otra manera e nin otro tal e razón para guarda e amparo de mi derecho e alos presentes ruego que sean dello testigos […]”50.
Cabeza de Vaca, por tanto, presenta traslado de una carta del almirante, don Fadrique, del 8 de agosto de 1455, posterior a la que estaba en poder de Álvarez de la Becerra. Ello supone una peculiar superposición de nombramientos, conviviendo sendos contratos en el tiempo y con jurisdicciones contrapuestas. Alega el jerezano que a él corresponden los derechos sobre los quintos de las presas tomadas en la mar y la expedición de licencias para la saca en Jerez y el Puerto de Santa María. Al haber sido redactado después del contrato de Becerra, claramente el documento aportado por Cabeza de Vaca tiene un peso legal superior. Sin embargo, debe considerarse que la jurisdicción citada en el texto aportado por el regidor jerezano es únicamente la ciudad de Jerez y la vecina villa de El Puerto, no teniendo potestad sobre ningún otro lugar del litoral andaluz, mientras que explícitamente a Rodrigo Álvarez le correspondía toda la fachada costera atlántica e incluso puertos como Hondarribia y Murcia. Por tanto, es bastante probable que el nombramiento de Alvar Núñez responda a la necesidad de reconocer fácticamente la realidad socioeconómica de la Bahía de Cádiz, que desde la ciudad de realengo de Jerez se estaba configurando como un ámbito comercial de primer nivel, parte de las grandes rutas comerciales que conectaban el Atlántico y el Mediterráneo. Finalmente, llega Alvar Núñez a alegar que de vulnerarse los derechos y privilegios recibidos de manos del almirante don Fadrique llegaría a solicitar el pago de dos mil doblas –el doble de lo pedido por Becerra– por el perjuicio a sus ingresos y el menoscabo del oficio en Jerez –que no en Sevilla, lo cual es el quid de la cuestión.
50. Sevilla: AGA, Colección documental del Ducado de Alba, Fondo Almirante, C. 58.
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Teniendo en cuenta ambos documentos presentados estaban sellados y firmados por el almirante Enríquez, sendos textos estaban validados y tenían peso legal. Probablemente, esta aparente superposición debía responder, más bien, a una voluntad del noble castellano de subdividir el reino de Sevilla en dos ámbitos jurisdiccionales: el ámbito sevillano propiamente dicho, y la Bahía de Cádiz; lo cual permitiría una mejor gestión de elementos tan heterogéneos. Además, significativamente, el nombramiento de Alvar Núñez Cabeza de Vaca no menciona buena parte de los derechos contenidos en el contrato de Rodrigo Álvarez de la Becerra, como las presas de canarios, los derechos de embarque o el ramaje, lo cual parece indicar un desdoblamiento de la lugartenencia, en lugar de una superposición o simple usurpación de ésta por parte del regidor jerezano.
CONCLUSIONES La sucesión de arrendatarios del almirantazgo sevillano demuestra la pertenencia de los lugartenientes a un círculo social concreto, estando en buena medida relacionados y emparentados entre sí. En 1466 arrendó el oficio Juan Fernández de Marmolejo, que era hijo de Luis Fernández de Marmolejo, lugarteniente. Casó con Mayor Barba, que era hija de Pedro Barba, arrendador alrededor de 1425 y hermana o al menos pariente del predecesor de Marmolejo en el arrendamiento, Juan Barba, lugarteniente entre 1463-146651. Por tanto, en un momento concreto los arrendadores de la lugartenencia pertenecían todos a un entorno común, transmitiéndose el oficio entre parientes cercanos. La sucesión entre Diego y Rodrigo Álvarez, por tanto, encaja dentro de las dinámicas existentes desde 1427 en adelante. Además, se puede vislumbrar la futura mediatización del almirantazgo, ante la progresiva oposición organizada en contra de la recaudación de dichas rentas. Es en estos años de transición entre los reinados de Juan II y Enrique IV, cuando los poderes regionales en el reino de Sevilla comienzan un consciente proceso de alienación y usurpación de los elementos jurisdiccionales del almirantazgo de Castilla. Conduciendo, finalmente a una situación de pleiteo y enfrentamien-
51. Sánchez Saus, R. Linajes sevillanos medievales. Real Maestranza de Caballería de Sevilla, Sevilla, 1991: p. 349, p. 383.
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to continuados bajo los Reyes Católicos. Todo ello causado por la debilidad de la autoridad central debido a los fuertes conflictos en el seno de la monarquía y por el creciente grado de señorialización de Andalucía occidental. Es en estos años, bajo Fadrique Enríquez, cuando se termina de concluir el proceso de conversión del oficio de Almirante en un patrimonio del linaje de los Enríquez, y no en uno de los grandes oficios del reino por concesión graciosa del rey. Finalmente, deben ponerse en relieve una serie de cuestiones interconectadas. Primero, la tenencia de los dos Álvarez de la Becerra supone un desarrollo marcado de la figura del lugarteniente y de la administración por delegación del almirantazgo. Los conflictos, las disputas, las usurpaciones, provocan el surgimiento de una documentación asociada, lo cual ayuda a delimitar las funciones de esta figura, así como permiten encajarla con mayor comodidad en el tupido mosaico relacional de los oficios radicados en Sevilla. Además, da indicios sobre la complicada realidad del Almirantazgo y la recaudación de sus derechos en el reino de Sevilla. Segundo, la transmisión entre padre e hijo no es una cuestión excepcional, simplemente un síntoma del nivel de patrimonialización de los oficios urbanos y la tendencia existente a intentar conservarlos dentro de un mismo grupo familiar. Tercero, esto está en relación con el manifiesto interés por parte de las élites de las grandes ciudades en los arrendamientos de oficios con una proyección rentista, arancelaria y hacendística. Que varias familias de caballeros sevillanos arrendaran el almirantazgo, o que hubiera quien se lo disputara, es muestra de su atractivo y potencial económico para el poseedor de dicha prebenda. Ello, a su vez, evidencia la encendida y manifiesta competencia regional y local en torno a los más importantes derechos de la institución en el reino de Sevilla. Finalmente, también se hace evidente que el sistema de arrendamiento tiene peligros y debilidades inherentes, lo cual provoca su relativa obsolescencia. Ello conducirá a la aparición de las figuras de los criados del almirante, subalternos directos de éste y administradores de los derechos de la institución de forma directa. Ante todo, es una muestra no sólo del clima económico en la ciudad y el reino de Sevilla, sino que también ayuda a vislumbrar el nacimiento de una nueva realidad socio-económica que se haría finalmente evidente bajo el reinado de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, y que, irónicamente, conduciría a la decadencia y ocaso formal del oficio de almirantazgo y, por ende, del de su lugarteniente.
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Pobre mar condenado a eterno movimiento*. Aspectos conclusivos María Álvarez Fernández Universidad de Oviedo
El mar fue, en la Edad Media, una fuente de riqueza, pero también de peligro1. Riesgos potencialmente elevados derivados de tormentas, mareas, arrecifes, motines, averías, roturas, guerras, piraterías y conflictos jurídicos entre extranjeros convirtieron el Atlántico en un espacio comercial susceptible de regulación jurídica, exigiendo de los reyes y de las autoridades municipales un derecho marítimo capaz de amortiguar el desastre y compensar las pérdidas. Como bien ha podido analizar Giela Naegle, el carácter general de los Rôles d’Oleron pronto los convirtió en un derecho fácilmente adaptable a la diversidad de situaciones, pero, al mismo tiempo, los hizo vulnerables a la especificidad, siendo necesarios ajustes, adiciones y complementos jurídicos que amparasen la pluralidad de jurisdicciones marítimas y la enorme multiplicación de costumbres de todas las naciones mercantiles implicadas en el negocio comercial. Se hizo, por lo tanto, vital y urgente regular procedimientos capaces de resolver conflictos judiciales de una forma rápida y eficaz y ello se tradujo en
* Federico García Lorca: “Mar”, Libro de Poemas (1921). Ariel, Barcelona, 2012: 98. 1. Este trabajo ha sido realizado en el marco del proyecto “BARMER. Del barco al mercado. Actividad económica, relaciones sociales y conflictos armados en las ciudades y villas portuarias de la Europa Atlántica bajomedieval” (PID2020- 118105GBI00).
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MARÍA ÁLVAREZ FERNÁNDEZ
la multiplicación de tratados internacionales, privilegios reales especiales, estatutos urbanos, reglas sobre compensaciones de daños financieros y normas de derecho penal de aplicación general para las ciudades portuarias de la Europa atlántica. El derecho consuetudinario, en efecto, siguió regulando, en muchos casos, “usos portuarios” tradicionales, como el control y la tributación de las actividades portuarias o el registro de aduanas y de todo tipo de impuestos sobre la descarga de bienes y transacciones, tal y como ha podido documentar, para el caso normando, J. Marie Laurence. Una complejidad jurídica derivada, en parte, de situaciones de litigio y conflicto entre comerciantes y mercaderes y que tuvo como objetivo la buena gobernación y administración de mares y puertos y la reafirmación de los poderes regios y señoriales. Junto al derecho marítimo, la diplomacia mercantil resultó decisiva para las relaciones entre las potencias extranjeras, cuestión del máximo interés que, sin embargo, no ha recibido la atención historiográfica que merece en el caso castellano, si exceptuamos los siempre ricos y documentados estudios de Raúl González Arévalo. Conocemos bien el modus operandi de la colonia genovesa, considerada modelo y paradigma por los privilegios que obtuvieron de los monarcas castellanos no sólo como consecuencia del alcance de sus operaciones mercantiles y financieras sino también por su fuerte arraigo en el territorio. Pero, además del comercio ligur, es cierto también que otras naciones italianas desplegaron en la península su acción diplomática bajo parámetros igualmente ambiciosos, aun teniendo una presencia desigual en el sur peninsular. Esta monografía los rescata del olvido para ilustrar, con sugerentes ejemplos, su participación en las redes del comercio atlántico y mediterráneo. Piratas y naufragios truncaron vidas y fortunas. Jesús A. Solórzano Telechea ha podido estudiar las negativas consecuencias que tuvo la piratería para las economías bajomedievales al impactar en el comercio marítimo internacional y generar inseguridad y pérdidas, de hombres y de barcos. Las estrategias de prevención y penalización arbitradas desde el poder y desde las ciudades portuarias para mitigar los peligros de estas prácticas fueron, casi siempre, inconexas y aisladas lo cuál supuso una amenaza grave para la seguridad económica europea y sólo cuando se articularon políticas colaborativas y se firmaron acuerdos y pactos entre ciudades y reinos se pudo garantizar el control de las rutas de navegación y la seguridad de los mares. Son esos acuerdos los que están detrás del nacimiento del derecho marítimo y de las relaciones internacionales de los Estados a fines de la Edad Media.
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POBRE MAR CONDENADO A ETERNO MOVIMIENTO. ASPECTOS CONCLUSIVOS
A principios del siglo XIV asistimos a la soldadura definitiva de las relaciones comerciales entre las dos grandes áreas de la Europa marítima. El comerciante y diplomático italiano G. Villani afirmaba en la primera década de aquella centuria que: “in questo medesimo tempo certi di Baiona in Guascogna colloro navi le quali chiamano cocche, passarono per lo stretto di Sibilia e vennero in questo nostro mare corseggiando e feciono danno assai; e d’allora innazi i genovesi e’ viniziani e’ catalani usaro di navicare co le cocche e lasciarono il navicare delle navi grosse per più sicuro navicare, e che sono di meno spesa: e questo fue in queste nostre marine grande mutazione di navilio”2.
Es decir, que el paso en corso del Estrecho de cocas procedentes de Gascuña en dirección hacia el Mediterráneo causó importantes daños obligando a genoveses, venecianos y catalanes a emplear también las cocas, convertidas a partir de ese momento en prototipo de gran navío mercante, el más seguro y el menos costoso y provocando, en consecuencia, una “mutación” en los modos de navegar. La noticia, además, viene a confirmar otro dato de interés: naves y mareantes de todos los puertos castellanos norteños estaban ya presentes en las rutas de navegación extendidas entre el arco atlántico del norte de Europa y el espacio del Mediterráneo, no ya con carácter ocasional, sino regular y estable, y conectadas a través del Estrecho de Gibraltar. Los poderes fácticos no sólo buscaron la seguridad marítima, sino que, detrás de la protección dispensada a comerciantes y mercaderes, se intuye una clara estrategia fiscal impulsada desde arriba. En el caso de los Países Bajos, magníficamente estudiados por M. Limberger, las relaciones financieras se definieron bajo el común denominador de los privilegios regios, los impuestos y los préstamos. Las grandes ciudades comerciales, como Amberes, y las financieras, como Brujas, buscaron el equilibrio entre el apoyo a los príncipes, en forma de créditos, y la compensación regia en forma de privilegios comerciales y franquicias. Sólo así podían garantizar las ciudades su supervivencia y afrontar, entre otras cosas, las demandas de la Corona. Estos privilegios aumentaron consecutivamente la autonomía urbana y reforzaron el potencial comercial y financiero de unos centros urbanos que, sin embargo, iban sellando unos lazos de dependencia cada vez más férreos con los príncipes benefactores.
2. Porta, G. (Ed.) Crónica de Giovanni Villani. Fondazione Pietro Bembo/Guanda, Parma, 1991, capítulo LXXVII: 636.
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En otros lugares de Europa, como Escocia, David Ditchburn ha podido documentar igualmente los intereses de la Corona en el control de las aduanas ya desde el mismo momento del nacimiento de los primeros burgos reales, a principios del siglo XII. Con el paso del tiempo, ese intervencionismo regio consolidó en el territorio las llamadas “nuevas o grandes costumbres”, tributaciones directas gravadas sobre las exportaciones de lanas, pieles, vino, cera y telas de los comerciantes ingleses llegadas a Escocia y cuyas tasas aumentaron en momentos puntuales, como ocurre en 1331-1333. Una fiscalidad regia que no precisó, en Escocia, de grandes burocracias y que permitió a los monarcas afrontar unos gastos que iban en aumento (pretensiones internacionales, pago de rescates reales). El refuerzo del control sobre la costa resultó también decisivo para Portugal. Su evidente vocación marítima, asociada a una vasta red fluvial, explica la temprana estrategia fiscal iniciada por los monarcas para sacar el máximo rendimiento a la dimensión portuaria de sus núcleos urbanos, de manera mucho más intensa y articulada a partir de la segunda mitad del siglo XIII. Sobre esos puertos, que vivían de la pesca, la extracción de sal, la construcción naval, la navegación y el comercio a escala local, regional y, en algunos casos, internacional, gravitó el intervencionismo regio con el objetivo de optimizar y centralizar el grueso del comercio internacional, especialmente el lisboeta. Y así, aquellos nudos comerciales se convirtieron en punto de partida y de llegada del tráfico marítimo gestionado a través de instituciones encargadas de fiscalizar cualquier actividad comercial y financiera mediante la imposición de sisas sobre la pesca, la explotación salinera y el tráfico de mercancías, por vía fluvial y marítima. En 1473, el 17% de los ingresos globales obtenidos por la hacienda regia procedían del tráfico comercial portugués, tal y como evidencia en su estudio C. Rosa. Y al otro lado de la frontera, en Sevilla, el atractivo y el potencial económico de las rentas derivadas de la comercialización portuaria ligó a familias de círculos sociales concretos, relacionados y emparentados entre sí, al punto de poder hablarse de una patrimonialización de los oficios vinculados con el arrendamiento del almirantazgo. Apunta con razón L. Lage Estrugo que, como consecuencia de ello y a lo largo de todo el siglo XV, nacerán conflictos, enfrentamientos y disputas que están evidenciando una marcada competencia local y regional en torno a uno de los más importantes derechos de la institución en el Reino de Sevilla y que deben enmarcarse, además, en el proceso general de señorialización vivido en Andalucía a fines del Medievo.
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También en el noroeste peninsular los puertos costeros se convirtieron en centros dinamizadores de las economías locales verificándose el interés de reyes y poderes señoriales por detentar el control de la actividad pesquera, especialmente en las favorables rías atlánticas, incentivar la repoblación urbana, promover el desarrollo de las dinámicas portuarias y reconstruir sus puertos. En Galicia, la necesidad de potenciar el flujo comercial, pero también las demandas de unos peregrinos que llegaban a la Tierra de Santiago cada vez en mayor medida vinieron a justificar este interés señorial. Las decisiones adoptadas por reyes y arzobispos para controlar la costa gallega, analizadas en esta monografía por A. J. Rui, han demostrado algo que ya Elisa Ferreria Priegue pudo advertir, hace muchos años: que la revitalización de la flota gallega y de su comercio activo llegó tarde, en el último tercio del siglo XIII. Por su parte, La Coruña, como otras ciudades atlánticas, tuvo en su puerto un importante elemento de desarrollo económico y social gracias a la magnífica y estratégica ubicación de su núcleo urbano que, con una fácil comunicación con el norte de Europa, la incorporó pronto a las rutas comerciales internacionales como puerto de escala hacia el Mediterráneo. No olvidemos, además, que, desde mediados del siglo XIII, fue destino habitual de peregrinos llegados por mar, principalmente desde Inglaterra y que los suculentos ingresos derivados de estas visitas motivaron a reyes, concejos y obispos a intervenir en la defensa del puerto coruñés y aprovechar la coyuntura: las licencias, los permisos y los salvoconductos concedidos por los monarcas para favorecer estos viajes devocionales están revelando su interés por fomentar la presencia forastera. Las conclusiones de Paz Romero Portilla son, en este sentido, sumamente interesantes. Pocos trabajos hasta la fecha se han ocupado de analizar el rol femenino en el comercio de amplio radio durante la baja Edad Media. Y, sin embargo, la actividad mercantil femenina ofrece, a partir de fuentes excepcionales como los registros de averías del puerto de Bilbao, noticias verdaderamente llamativas que permiten replantear muchas cuestiones hasta ahora poco conocidas: por ejemplo, el protagonismo de las mujeres en las sociedades preindustriales, como bien apunta José D. González Arce. Las mujeres bilbaínas fueron emprendedoras y las únicas protagonistas de algunas sociedades mercantiles, traspasando los límites que las convenciones sociales de la época les tenían preparadas. Los registros portuarios conservados sitúan a estas mercaderas como titulares de compañías mercantiles, haciéndose con el control de empresas familiares bien como herederas en solitario, bien como esposas —aportando como dote la empresa paterna— bien como viudas.
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“El mar fue un mal necesario para los hombres de entonces”. Así se expresaba Oliveira Marqués hace ya algunos años en su estudio sobre Cascais. Y advertía el autor que “se utilizaba para transitar y para proveerse de alimentos, pero no para vivir cerca de él. El viento y el aire marino entorpecían las cosechas, hacían inclinarse a los árboles e inundaban de arena la tierra. Sólo en las aldeas y ciudades, rodeadas de altas murallas que creaban un entorno protegido y acogedor, se aceptaba la proximidad del mar”3. Ciertamente, el mar fue en el Medievo una fuente de peligros y aventuras, el peso tempestuoso de la espuma, que diría Neruda, pero también de oportunidades y de riqueza al conectar las ciudades peninsulares con los principales mercados europeos. Esta monografía pretende precisamente enfatizar ambas visiones y avanzar, con nuevos datos, en el conocimiento de las políticas y estrategias socioeconómicas de esas ciudades medievales volcadas a los mares europeos.
3. Oliveira Marques, A.H. Carta de vila de Cascais 1364. Estudo e transcriçao. Cascais, 1989. Apud Aguiar Andrade, A. “A estratégia régia em relaçaõ aos portos marítimos no Portugal medieval: o caso da fachada atlántica”, Solórzano Telechea, J.A., Arízaga Bolumburu,B. (Eds.) Ciudades y villas portuarias del Atlántico en la Edad Media. Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 2005: 57.
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Editum est hoc opus Lucronio in domo editoria, cui nomen est Instituto Studiorum Riogensi, anno MMXXIII ante diem II Kalendas Iulias. Laus Deo