Diplomacy and trade in European Atlantic City / Diplomacia y comercio en la Europa Atlántica medieval 9788499600734

This book aims to study diplomacy and the role of trade from a comparative and transnational perspective throughout medi

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Spanish, English French, Italian, Portuguese Pages 323 [165] Year 2015

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Diplomacy and trade in European Atlantic City / Diplomacia y comercio en la Europa Atlántica medieval
 9788499600734

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14. ARÍZAGA BOLUMBURU, B. y SOLÓRZANO TELECHEA, J. Á. (Eds.): Construir la ciudad en la Edad Media, 2010, 640 p. 15. LARRAURI REDONDO, S. y LOSANTOS BLANCO, S.: Los hospitales del Camino Francés en La Rioja, 2010, 280 p. 16. OZANAM, D. y TÉLLEZ ALARCIA, D. (Eds.): Misión en París. Correspondencia particular entre el Marqués de la Ensenada y el Duque de Huéscar (1746-1749), 2010, 624 p. 17. ATIENZA LÓPEZ, Á., CATALÁN MARTÍNEZ, E. y MUÑOZ SÁNCHEZ, F.: Conventos de La Rioja. Su historia en las crónicas religiosas de época barroca, 2011, 233 p. 18. SOLÓRZANO TELECHEA, J. Á. y ARÍZAGA BOLUMBURU, B. (Eds.): La gobernanza de la ciudad europea en la Edad Media, 2011, 620 p. 19. CANTERA MONTENEGRO, M.: Colección documental de Santa María de Nájera, siglo XV. Regesta documental, 2011, 215 p. 20. SOLÓRZANO TELECHEA, J. Á.: Rodrigo Sánchez de Arévalo: Tratado sobre la división del reino y cuándo es lícita la primogenitura, 2011, 222 p. 21. ADÁN GARCÍA, J. Mª.: La transición en La Rioja. Memorias, 2011, 301 p.

This book aims to study diplomacy and the role of trade from a comparative and transnational perspective throughout medieval Atlantic Europe. Thus, the complexity of international relations in the Late Middles Ages, when diplomatic ties between communities were made permanent in Europe as a direct result of some new international factors, such as the search for peace and stability in the continent, the dialogue as a characteristic element of the Autumn of the Middle Ages, the multiplication of relations between northern and southern Europe, the consolidation of the most relevant European kingdoms, such as Spain, France or England, and emergence of a market economy at European stage. This book is part of a collective research project, entitled Urban societies in the townports of Atlantic Europe in the Later Middle Ages (HAR2012-31801) funded by the Government of Spain.

JESÚS Á. SOLÓRZANO TELECHEA BEATRIZ ARÍZAGA BOLUMBURU LOUIS SICKING (EDITORES)

13. PETERSON, D.: Frontera y lengua en el alto Ebro, siglos VIII-IX. Las consecuencias e implicaciones de la invasión musulmana, 2009, 464 p.

Este libro tiene por objeto el estudio de la diplomacia y el papel del comercio desde una perspectiva comparada y transnacional a lo largo de la Europa Atlántica medieval. Así, se analiza la complejidad de las relaciones internacionales bajomedievales en una etapa en la que los vínculos diplomáticos entre comunidades se hicieron permanentes en Europa, como consecuencia directa de nuevos factores internacionales, como la búsqueda de la paz y la estabilidad en el continente, el diálogo como elemento característico del Otoño de la Edad Media, la multiplicación de las relaciones de todo signo entre el norte y el sur de Europa, la consolidación de los Estados monárquicos europeos más importantes, como España, Francia o Inglaterra, y el surgimiento de una economía de mercado a escala europea. Esta monografía se inscribe en las tareas del proyecto de investigación, titulado Las sociedades urbanas de las ciudades y villas portuarias de la Europa Atlántica en la Baja Edad Media (HAR2012-31801), financiado por el Gobierno de España.

DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

32 CIENCIAS HISTÓRICAS

Colección CIENCIAS HISTÓRICAS

DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

24. SOLÓRZANO TELECHEA, J. Á., BOCHACA, M. y AGUIAR ANDRADE, A. (Eds.): Gentes de mar en la ciudad atlántica medieval, 2012, 365 p. 25. SOLÓRZANO TELECHEA, J. Á., ARÍZAGA BOLUMBURU, B. y AGUIAR ANDRADE, A. (Eds.): Ser mujer en la ciudad medieval europea, 2013, 534 p. 26. DELGADO IDARRETA, J. M. (Dir.): Un viaje sobre raíles. La Rioja (1863-2013), 2013, 258 p. 27. FANDIÑO PÉREZ, R. G., IZQUIERDO VOZMEDIANO, M. y SALAS FRANCO, Mª. P.: La radio en color. Historia de la radio en La Rioja (1933-2013), 2014, 512 p. 28. MARTÍNEZ MARTÍN, C.: Vida y obra del calceatense Juan de Samano, secretario de Carlos V para asuntos indianos, 2014, 338 p. 29. MARTÍN RODRÍGUEZ, I.: La documentación real del Archivo Municipal de Ezcaray (ss. XV-XVIII), 2014, 424 p. 30. SOLÓRZANO TELECHEA, J. Á., ARÍZAGA BOLUMBURU, B. y HAEMERS, J. (Eds.): Los grupos populares en la ciudad medieval europea, 2014, 574 p. Ayuntamiento de Nájera

Profesor Titular de Historia Medieval de la Universidad de Cantabria y Decano de su Facultad de Filosofía y Letras. Centra su investigación en Historia Social Urbana en el ámbito de la Europa Atlántica medieval, línea en la que dirige el proyecto transnacional Las sociedades urbanas en las ciudades y puertos de la Europa Atlántica en la Baja Edad Media (HAR2012-31801), y ha editado diversos artículos y monografías en medios nacionales e internacionales.

BEATRIZ ARÍZAGA BOLUMBURU

22. CALVO TORRE, R.: Diccionario de toponimia de la jurisdicción antigua de Soto de Cameros, 2012, 318 p.+CD. 23. HERREROS GONZÁLEZ, C. y SANTAPAU PASTOR, M.ª C.: Pedro Guerrero: vida y obra de un ilustre riojano del siglo XVI, 2012, 701 p.

JESÚS Á. SOLÓRZANO TELECHEA

JESÚS Á. SOLÓRZANO TELECHEA BEATRIZ ARÍZAGA BOLUMBURU LOUIS SICKING (EDITORES)

32 CIENCIAS HISTÓRICAS

Catedrática de Historia Medieval de la Universidad de Cantabria. Es especialista en Historia urbana medieval, línea en la que ha dirigido varios proyectos de investigación, como el Atlas de Villas Medievales de Vasconia. En la actualidad, su investigación está orientada a temáticas del mundo marítimo y portuario de las costas atlánticas de España y Francia, línea en la que ha publicado diversos artículos y monografías en medios nacionales e internacionales.

LOUIS SICKING Profesor de Historia Medieval de la Universidad de Leiden y ostenta la Cátedra Aemilius Papinianus en la Universidad Libre de Ámsterdam. Ha centrado su investigación Historia Marítima e Historia de las Relaciones Internacionales en la Edad Media y temprana Edad Moderna, líneas en las que ha publicado artículos y monografías en las editoriales más prestigiosas.

DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

JESÚS ÁNGEL SOLÓRZANO TELECHEA BEATRIZ ARÍZAGA BOLUMBURU LOUIS SICKING Editores

DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

Logroño, 2015

Diplomacia y comercio en la Europa Atlántica medieval / Jesús Ángel Solórzano Telechea, Beatriz Arízaga Bolumburu y Louis Sicking (editores). – Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 2015. 323 p.: il.col.; 24 cm. – (Ciencias Históricas; 32). – D.L. LR 1142-2015. – ISBN 978-84-9960-073-4

Índice

1. Población – – Europa – – Historia social – – S.V-XV. 2. Situación social—Europa – – S.V-XV. I. Solórzano Telechea, Jesús Ángel. II . Arízaga Bolumburu, Beatriz. Sicking, Louis. III. Instituto de Estudios Riojanos. IV. Título. V. Serie. 308-054(4)”04/14” 314-054(4)”04/14”

Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de esta publicación pueden reproducirse, registrarse o transmitirse, por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea electrónico, mecánico, fotoquímico, magnético o electroóptico, por fotocopia, grabación o cualquier

PRESENTACIÓN 9

otro, sin permiso previo por escrito de los titulares del copyright.

Los trabajos de la presente publicación fueron presentados en los XI Encuentros Internacionales del

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Leonor González Menorca, Consejera de Desarrollo Económico e Innovación de La Rioja Jonás Olarte Fernández, Alcalde de Nájera

Medievo en Nájera y han sido sometidos a una doble revisión anónima por pares y por el siguiente Comité Científico Internacional: Amélia Aguiar Andrade (Universidade Nova de Lisboa). Raphaela Averkorn

INTRODUCCIÓN

(Universität Siegen). Iñaki Bazán Díaz (Universidad del País Vasco). Michel Bochaca (Université de La

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Rochelle). David Ditchburn (Trinity College Dublin), Ariel Guiance (CONICET-Universidad de Córdoba de Argentina). Jelle Haemers (Universiteit Leuven). Juan Francisco Jiménez Alcázar (Universidad de Murcia). Ricardo Izquierdo Benito (Universidad de Castilla-La Mancha). Christian Liddy (University of Durham). Denis Menjot (Université de Lyon II). Esther Peña Bocos (Universidad de Cantabria). Giuliano

Diplomacia y comercio en la Europa Atlántica Medieval: nuevos estímulos para la revitalización de una disciplina académica Jesús Á. Solórzano Telechea, Louis Sicking y Beatriz Arízaga Bolumburu

Pinto (Universitá degli studi di Firenze). Sarah Rees Jones (University of York). Vicente Salvatierra Cuenca

(Universidad de Jaén). Urszula Sowina (Instituto Arqueológico de Varsovia). Isabel del Val Valdivieso

PRIMERA PARTE: LA DIPLOMACIA EN EL ATLÁNTICO

(Universidad de Valladolid).

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La diplomatie du roi d’Angleterre au secours des intérêts commerciaux bayonnais : la gestion des relations avec les Castillans et les Portugais à la fin du XIIIe siècle Michel Bochaca

45

Las ciudades y el poder regio en la diplomacia y el comercio medievales: aproximaciones a partir de las relaciones angloportuguesas Tiago Viúla de Faria

61

The Royal Origins of Norwegian Commercial Diplomacy: King Hákon IV Hákonarson and the Council of Lübeck, 1247-1250 Ian Peter Grohse

87

Leiden and the Wool Staple of Calais at the End of the Middle Ages. A Case Study in Urban Diplomacy Louis Sicking

Primera edición: noviembre, 2015 © Jesús Ángel Solórzano Telechea, Beatriz Arízaga Bolumburu y Louis Sicking (editores) © Instituto de Estudios Riojanos, 2015 C/ Portales, 2 – 26001, Logroño, La Rioja www.larioja.org/ier © Imagen de cubierta: Atlas de Pietro Vescote (1325). Depósito Legal: LR 1142-2015 ISBN: 978-84-9960-073-4 Diseño gráfico de la colección: Ice comunicación Producción gráfica: La Mirada comunicación (Logroño) Impreso en España. Printed in Spain.

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El Sacro Imperio y la diplomacia atlántica: el Itinerario de Hieronymus Münzer Pedro Martínez García

Leonor González Menorca Consejera de Desarrollo Económico e Innovación del Gobierno de La Rioja

SEGUNDA PARTE: COMERCIO Y NAVEGACIÓN 125

I mercanti italiani, Lisbona e l’Atlantico (XV-XVI secolo) Francesco Guidi Bruscoli

147

‘Marchands parfois, marins plus souvent’: le commerce breton à Bruges au quinzième siècle Bart Lambert

161

Los mercaderes de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar: agraviantes y agraviados en torno a las relaciones comerciales de los puertos atlánticos (1479-1520) Javier Añíbarro Rodríguez

187

Cláusulas comerciales: ¿Acatamiento o trasgresión? El factor de negocios en la Europa Atlántica Betsabé Caunedo del Potro Margarita Sánchez Martín

221

La ‘Nación de Vizcaya y de la Costa marina de España’: la colonia de mercaderes, marineros y transportistas del Cantábrico en la ciudad de Brujas en la Baja Edad Media Jesús Ángel Solórzano Telechea

245

Mercaderes vascos en la Sevilla bajomedieval Manuela Ronquillo Rubio

277

La aportación mallorquina al comercio y navegación entre ciudades atlánticas1300-1350 Antonio Ortega Villoslada

303

Os sistemas metrológicos ibéricos na Idade Média. Um diálogo entre o Mediterrâneo e o Atlântico Mário Viana

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DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

Los últimos siglos de la Edad Media fueron tiempos de grandes progresos en el ámbito de la tecnología náutica; gracia a ello se produjeron importantes contactos económicos y culturales. Pero también fueron años de conflictos, enfrentamientos y luchas en los que la diplomacia jugaba un papel fundamental a la hora de construir alianzas. Una época en la que se generaba una cultura compartida entre los habitantes de cada puerto y aquellos arriesgados marineros que divisaban el horizonte desde sus frágiles naves y arribaban a esos puertos En este libro de Actas se recogen las valiosas aportaciones científicas que quince autores presentaron en las ponencias sobre “Diplomacia, comercio y navegación entre las ciudades de la Europa Atlántica en la Edad Media”, programadas en los XI Encuentros Internacionales del Medievo de Nájera durante el pasado julio de 2014. Expertos medievalistas de las Universidades de La Rochelle, Leiden, Florencia, Azores, Nova de Lisboa, Trondheim, Durham, Valladolid, Autónoma de Madrid, Las Palmas de Gran Canaria, Uned y Cantabria exponen sus trabajos científicos. Los investigadores ofrecen interesantes visiones sobre las relaciones diplomáticas que se desarrollaban entre diferentes reinos y gobiernos en la Edad Media, así como del comercio y la navegación en el ámbito atlántico. Sin duda, estos Encuentros Internacionales, origen de esta publicación, han hecho posible que Nájera, y La Rioja, sean ya un referente en el medievalismo europeo y una interesante cita cada verano para investigadores de esta área, que les permite compartir y debatir durante unos días sus estudios y conocimientos sobre este fascinante periodo histórico.

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PRESENTACIÓN

Igualmente, el desarrollo de estos Encuentros sirven de un atractivo turístico más para este rincón de La Rioja Alta, paso del Camino de Santiago, con un glorioso pasado, entre los siglos X y XII, como capital del Reino de NájeraPamplona y que queda patente en su un rico patrimonio histórico artístico con una joya como el monasterio de Santa María la Real. Por todo ello, el Gobierno de La Rioja ha apoyado, desde su primera edición, los Encuentros Internacionales del Medievo.

Jonás Olarte Fernández Alcalde de Nájera

Los debates y ponencias presentadas durante la XI edición de estos Encuentros Internacionales se aglutinan en esta publicación, haciendo posible la divulgación de las investigaciones mostradas en esta ocasión. Para acabar, quiero animar a todo aquel a quien llegue este libro a que disfrute de su lectura y estudio; merece la pena ya que ayuda a reflexionar sobre la historia medieval, pero al mismo tiempo porque podemos comprobar la calidad de los trabajos realizados. Doy la bienvenida, una edición más, a la importante aportación científica que se contiene en este libro monográfico, resultado de los XI Encuentros Internacionales del Medievo de Nájera, dedicados al estudio de la Diplomacia y el comercio en la Europa Atlántica medieval, que tuvieron lugar la última semana de julio del pasado año de 2014. Los autores que han aportado los resultados de sus investigaciones merecen nuestro reconocimiento y gratitud por hacernos partícipes de sus conocimientos y rescatar una parte importante de nuestra historia medieval para todos. La Historia Medieval es para la ciudad de Nájera un referente glorioso al que siempre volver como inspiración para labrar un futuro de progreso para todos, pues esta ciudad, ya milenaria, tuvo en la Edad Media el honor de ser capital de reino. En esta monografía se estudia una parte de la historia medieval de Europa, pero al hacerlo profundizamos en la trayectoria universal de la Humanidad como ser único, medida del tiempo, sujeto y objeto de la historia humana, actor y protagonista de ella. Por ello, toda historia es siempre historia universal, ya nos refiramos a la Historia de Nájera, de La Rioja, de España o de Europa, pues no hay que olvidar que toda historia está siempre conectada, aunque con frecuencia sea la historia local la que más nos atraiga por proximidad con nosotros. Sin embargo, cualquier historia se inserta en el devenir general de nuestra especie y nada que haya ocurrido en el pasado es ajeno a nuestro tiempo.

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DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

JESÚS ÁNGEL SOLÓRZANO TELECHEA, BEATRIZ ARÍZAGA BOLUMBURU, LOUIS SICKING (Eds.)

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PRESENTACIÓN

Desde esta perspectiva, el conocimiento de las relaciones diplomáticas medievales y su influencia sobre las relaciones comerciales en la Europa medieval, objeto de análisis en este libro, constituye un pilar fundamental de nuestro desarrollo como sociedad. La génesis de las relaciones diplomáticas son tan antiguas como la historia de las propias sociedades humanas, pues el ser humano siempre ha tenido necesidad de relacionarse y comunicarse con otras comunidades. Las relaciones diplomáticas forman, junto con el comercio, el sustrato esencial de una sociedad internacional. En este libro se analiza la complejidad de las formas medievales de la diplomacia y el comercio, cuando, por vez primera en la historia de la humanidad, dichas relaciones entre comunidades se hicieron permanentes en Europa, como consecuencia directa de la concurrencia de nuevos factores internacionales, como la búsqueda de la paz y la estabilidad en el continente, la multiplicación de las relaciones Norte-Sur en Europa, el desarrollo del arte de la navegación, el nacimiento de los Estados monárquicos europeos más importantes, como España, Francia o Inglaterra, y el surgimiento de una economía de mercado. Estas y otras muchas cuestiones son analizadas en este libro. No queda más que felicitarnos por la excelente labor editorial, una vez más, del Instituto de Estudios Riojanos en la cuidada edición de sus contenidos, que va a permitir que el nombre de nuestra querida ciudad, Nájera, vuelva a ser un referente en los medios académicos y en las revistas científicas más importantes, tanto nacionales como internacionales. Al tiempo que nos congratulamos de que esta iniciativa permita la colaboración institucional entre el Gobierno de La Rioja, la Universidad de Cantabria y el Ayuntamiento de Nájera al que me honro en presidir.

Introducción

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DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

Diplomacia y comercio en la Europa Atlántica Medieval: nuevos estímulos para la revitalización de una disciplina académica Jesús Ángel Solórzano Telechea Universidad de Cantabria Louis Sicking Universiteit Leiden / V.U. Amsterdam Beatriz Arízaga Bolumburu Universidad de Cantabria

El objetivo del presente libro monográfico consiste en colocar en el centro de nuestra atención la diplomacia y su significado para las relaciones mercantiles con relación a la historia urbana y portuaria de la Europa Atlántica en la Edad Media al objeto de paliar cierto vacío historiográfico1. En esta presentación nos vamos a centrar, en primer lugar, en definir el término diplomacia y su desarrollo

1. Esta monografía se inscribe en el marco de las tareas del proyecto de investigación “Las sociedades urbanas de las villas y ciudades portuarias de la Europa Atlántica en la Edad Media” (HAR2012-31801), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España.

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DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL: NUEVOS ESTÍMULOS PARA LA REVITALIZACIÓN DE UNA DISCIPLINA ACADÉMICA

como disciplina académica y, en segundo lugar, pasaremos a desgranar los contenidos del libro y su aportación historiográfica.

consecuencias de la actividad diplomática hacia los procesos diplomáticos y sus rasgos económicos y culturales4.

1. LA DIPLOMACIA Y SU DESARROLLO COMO DISCIPLINA ACADÉMICA

Bajo la influencia de la Escuela de Annales y la emergencia de la historia social y económica, la historia diplomática fue arrojada a los márgenes de la historiografía y, con frecuencia, subestimada como una tendencia obsoleta o, cuando menos, como una forma tradicional de la historiografía de la segunda mitad del pasado siglo5. Mientras que otras especialidades históricas fueron profundamente influidas por la innovación metodológica y teórica, la historia diplomática se ha practicado durante mucho tiempo desde una perspectiva decimonónica, que tenía en cuenta la soberanía de la nación Estado y el sistema diplomático contemporáneo6. Los cambios que estaban sufriendo otras ramas de la historia no causaron ningún impacto sobre la historia de la diplomacia, pues los historiadores de esta disciplina no estaban dispuestos a aplicar nuevas percepciones y novedades, venidas de otras ciencias.

La diplomacia suele definirse como el proceso de negociación y deliberación que promueve el mutuo entendimiento y la cooperación entre Estados2, pero a pesar de su importancia, el estudio de la diplomacia medieval ha sido dejado de lado, ya que se le ha considerado como uno de los campos de estudio más ‘conservadores’ de la historiografía contemporánea. Sin embargo, desde aproximadamente hace tres décadas, la historia de la diplomacia ha experimentado profundas transformaciones. Antes de presentar cada uno de los trabajos que componen la presente monografía, nos proponemos trazar la manera en que esos cambios han sobrevenido debido a las nuevas perspectivas en otras disciplinas y al enorme impacto que ha tenido el llamado ‘giro lingüístico’. Hasta hace escasos años, las historias generales de la diplomacia se escribían sobre la base de los postulados de Donald E. Queller y, en particular, Garrett Mattingly3. Sin embargo, una nueva generación de investigadores, que ha aplicado recientes teorías sobre las relaciones internacionales a los estudios sobre historia medieval y de principios del siglo XVI, se ha abierto paso sobre las dimensiones de la vieja soberanía territorial de los Estados y ha dado un nuevo impulso a una nueva investigación al introducir conceptos, como ‘transnacional’. Igualmente, el ‘giro cultural’ ha originado una cadena de innovaciones en la historia diplomática, lo que ha cambiado nuestro foco de atención desde las

Sin embargo, esta situación ha cambiado radicalmente en los últimos años. El estudio de la historia diplomática ha experimentado una transformación que ha llevado a que la historiografía anglosajona la denomine la “Nueva Historia Diplomática”7. Desde hace dos décadas, la investigación ha contribuido a que los viejos manuales y trabajos de investigación, tras varias décadas de uso prolongado, hayan quedado desfasados y hayan sido gradualmente reemplazados8 y asistimos a un resurgimiento de la historia de la diplomacia medieval9. En primer lugar, la aproximación teleológica de la diplomacia

4. Vid. en especial, el trabajo de Maurits Ebben, M; Sicking, L. “Nieuwe diplomatieke geschiedenis van de premoderne tijd. Een inleiding”, Tijdschrift voor geschiedenis, 127, 2014: 541-552. 5. Vid. la diatriba de los Annales contra la historia política en Le Goff, Jc. “L’histoire nouvelle”, Id. (ed.) La nouvelle histoire. Paris, 1988: 35-75, 40-41. (La primera edición es de 1978. En España, se publicó en Bilbao en 1988). 6. Anderson, M.S. The rise of modern diplomacy 1450-1919. Harlow y New York, 1993. Hamilton, K.; Langhorne, R. The practice of diplomacy, its evolution, theory and administration. New York, 1995.

2. Davis Cross, Mai’a K. The European diplomatic corps. Nueva York, 2007: 3. Sobre el oficio de embajador y el arte de la negociación, véase el reciente monográfico de Andretta, S.; Péquignot, S.; Waquet, J.C. (Dirs.) De l’ambassadeur: les écrits relatifs à l’ambassadeur et à l’art de négocier du Moyen Âge au début du XIXe siècle. Roma, 2015. 3. Mattingly, G. La diplomacia del Renacimiento. Madrid, 1970 (1ª edición de 1955). Queller, E. D. Early Venetian legislation on Ambassadors. Chicago, 1966. Queller, E. D. The office of Ambassador in the Middle Ages. Princeton, 1967.

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7. La expresión está tomada de Osborne, T. Dynasty and diplomacy in the court of Savoy. Political culture and the Thirty Years War. Cambridge, 2002. 8. Bély, L. L’art de la paix en Europe. Naissance de la diplomatie moderne XVIe-XVIIIe siècle. París, 2007. Black, J. A history of diplomacy. London, 2010; Duchhardt, H.; Knipping, F. (Ed.) Handbuch der Geschichte der internationalen Beziehungen, 9 vol. Paderborn, 1997 – 2012. 9. Vid. VV.AA. Guerra y diplomacia en la Europa occidental 1280-1480. Pamplona, 2005. Moeglin, J.M.; Péquignot, S. (Dirs.) Négocier au Moyen Àge/Negociar en la Edad Media. Barcelona, 2005. VV.AA. Les relations diploma-

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medieval y de principios de época moderna para explicar la génesis de la compañía diplomática moderna ha dado lugar a nuevos estudios. La diplomacia medieval se está estudiando en el contexto de su propio tiempo, con su propia dinámica distintiva. En segundo lugar, la diplomacia ya no es considerada un monopolio de los príncipes soberanos y los Estados, ya que también interesa conocer las relaciones con los actores no estatales, tales como las regiones, las ciudades10, las ligas urbanas11, las órdenes religiosas y las uniones entre los propios actores no estatales. Este interés está de especial actualidad porque en la era de la globalización el Estado-nación ha ido perdiendo su significado, mientras que los actores no estatales, como las ONGs y las multinacionales han ganado importancia en la diplomacia12.

confirmado que la representación diplomática permanente fue casi inexistente en la Italia tardomedieval y la Europa de principios de la Edad Moderna. Los príncipes y las repúblicas no tenían los recursos, ni el personal para ello y, con frecuencia, las complicadas relaciones imposibilitaban el establecimiento de embajadas permanentes15, aunque ello no era óbice para que existieran acciones diplomáticas de diverso calado. Por ejemplo, la Guerra de los Cien Años no supuso la ruptura de las relaciones diplomáticas16. El hecho de que las prácticas diplomáticas medievales, como por ejemplo la política matrimonial de las distintas dinastías, continuaran hasta bien entrado el siglo XVIII, resta valor a la noción de fronteras cerradas entre la diplomacia medieval y la moderna17. Igualmente, en la actualidad hay un enfoque más interdisciplinario de la disciplina que no se centra exclusivamente en los aspectos políticos de los contactos entre diplomáticos, sino que tiene en cuenta también los intercambios materiales, culturales y socio-culturales.

Una tercera innovación en este campo de estudio ha consistido en la ruptura de los límites tradicionales entre la historia de la diplomacia medieval y moderna. Ha llamado mucho la atención la complejidad y la dinámica de la diplomacia medieval en Europa y se admite que los orígenes de la diplomacia moderna no se limitaron a las ciudades-estado italianas de finales de la Edad Media13, pues la diplomacia bizantina14, por poner un ejemplo, fue un auténtico modelo para su homóloga italiana, en muchos aspectos; de hecho, la palabra embajador (ambasciator) tiene su origen en Bizancio. La idea sostenida por Garrett Mattingly, consistente en que el establecimiento de embajadas permanentes, siguiendo el modelo italiano, habría sido decisivo en el desarrollo de la diplomacia moderna, se ha demostrado insostenible. La investigación ha

tiques au Moyen Âge. Formes et enjeux. Paris, 2011. Naegle, G. (Ed.) Frieden schaffen und sich verteidigen im Spätmittelalter. Múnich, 2012. 10. Por ejemplo, Marquez, P. “Urban diplomacy. Toulouse and its neighbours in the twelfth and thirteenth centuries”, Viator. Medieval and Renaissance Studies, 33, 2002: 87-99. 11. Vid. Behrmann, T. “Verhaltensformen zwischen Herrschern und Hansestädten. Beobachtungen zu den anglohansischen und dänisch-hansischen Beziehungen”, Hansische Studien, 13, 2002: 77-96. 12. Watkins, J. “Toward a new diplomatic history of Medieval and Early Modern Europe”, Journal of Medieval and Early Modern Studies, 38.1, 2008: 5. Davies, T.R. NGOs. A new history of transnational civil society, Londres, 2013. 13. Anderson (The rise of modern diplomacy); Hamilton y Langhorne (The practice of diplomacy) y Mattingly (Renaissance diplomacy) sostenían la idea de que la moderna diplomacia tenía sus orígenes en las ciudadesestado italianas. 14. Por ejemplo, vid. Mergiali-Sahas, S. “A Byzantine ambassador to the West and his office during the fourteenth and fifteenth Centuries. A profile”, Byzantinische Zeitschrift, 94, 2, 2001: 588-604.

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Asimismo, la reorientación de la historia de la diplomacia de las últimas décadas ha sido, en parte, el resultado de las innovaciones en la historia de las relaciones internacionales. Los investigadores de la Edad Media y la Época Moderna se han aprovechado de los estudios de las relaciones internacionales en los que se venía prestando, desde mucho antes, atención a las relaciones internas, la interacción entre la política interior y exterior, la imagen, la identidad y la opinión pública18. Se ha confirmado que los puntos de vista de las diversas

15. Carter, Ch. H. “The ambassadors of Early Modern Europe. Patterns of diplomatic representation in the early seventeenth century’, Id. (Ed.) From the Renaissance to the Counter-Reformation. Essays in the honour of Garret Mattingly. Londres, 1965: 296-95. Malettke, K. Hegemonie – multipolares System – Gleichgewicht, 1648/16591713/1714. Handbuch der Geschichte der internationalen Beziehungen. Paderborn, 2012: 53-61. 16. Chaplais, P. English Medieval Diplomacy. 2 vols. Londres, 1975-1982. 17. Val Valvieso, Mª. I. “El matrimonio como instrumento político. Dos acuerdos matrimoniales para la futura Isabel I de Castilla”, Sociedad y memoria en la Edad Media. Estudios en homenaje de Nilda Guglielmi. Buenos Aires, 2005: 107-117. Martin, R.E. “Gifts for the bride. Dowries, diplomacy and marriage politics”, Journal of Medieval and Early Modern Studies, 38, 2008: 119-145. Crawford, A. “The king’s burgen? The consequences of royal marriage in fifteenth-century England”, Patronage, the Crown and the Provinces in Later Medieval England. Gloucester, 1981: 33-56. Redworth, G. The prince and the infant. The cultural politics of the Spanish match. New Haven y Londres, 2003. 18. Habermas, J. Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona, 1981. Habermas, J. The Structural Transformation of the Public Sphere. Cambridge, 1989. Crossley, N.; Roberts, J.M. (Eds.) After Habermas: new perspectives on the Public Sphere. Oxford, 2004. Boucheron P.; Offenstadt, N. (Eds.) L’espace public au Moyen Âge. Débats autour de J. Habermas. París, 2011.

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escuelas son valiosos para la investigación de la diplomacia y las relaciones exteriores medievales, sobre todo cuando se trata de romper la orientación del Estado-nación territorial. En particular, los constructivistas han prestado atención a los actores transnacionales y los grupos, las ideologías y la religión que influyen en las relaciones internas y externas19. Los politólogos como Jeremy Larkins, Hendrik Spruyt y Benno Teschke argumentan que las nuevas concepciones de las fronteras políticas y la territorialidad que emergieron en la Baja Edad Media, habrían jugado un papel importante en la organización del panorama político internacional en el transcurso de los siglos siguientes20. Antes de que las relaciones internacionales comenzaran a desempeñar un papel principal entre Estados soberanos iguales, éstas estuvieron determinadas por la interacción entre las personas y las unidades políticas desiguales, en las cuales los límites entre interior y exterior no siempre estaban claros21. Esto hace que la historia de la diplomacia medieval y de principios de la Edad Moderna sean relevantes y estén de actualidad, porque, en la era postmoderna, los actores no estatales actuales han experimentado un avance imparable en las relaciones diplomáticas.

la antropología. Esto ha conllevado que la diplomacia se haya abordado desde muchas perspectivas, tales como el viaje de las embajadas y las misiones, los hábitos de los diplomáticos, la cultura diplomática, la etiqueta ceremonial, el protocolo y el ritual de la corte, la cultura literaria, el intercambio cultural, la importancia ritual de intercambio de regalos, el suministro de información y el influjo de la opinión pública.

No obstante, antes que las teorías de las relaciones internacionales, el ‘giro cultural’ fue el responsable de los cambios recientes en la historiografía de la diplomacia medieval22. El énfasis en los aspectos políticos de la diplomacia y las relaciones internacionales ha conllevado un desplazamiento hacia las dimensiones culturales y socio-culturales23. Los historiadores de la diplomacia han establecido lazos con la historia cultural, la historia de las mentalidades y

19. Vid. Nexon, D.H. The struggle for power in Early Modern Europe. Religious conflict, dynastic empires and international change. Princeton y Oxford, 2009. 20. Larkins, J. From hierarchy to anarchy. Territory and politics before Westphalia. Nueva York, 2010. Spruyt, H. The sovereign state and its competitors. Princeton, 1994. 21. Thiessen H.; Windler, Ch. (Ed.) Nähe in der Ferne. Personale Verflechtung in den Aussenbeziehungen der Frühen Neuzeit. Berlín, 2005. 22. Burke, P. Varietis of Cultural History. Ithaca, 1997. Burke, P. ¿Qué es la historia cultural? Barcelona, 2006 (primera edición de 2004). Mitchell, J.M. International cultural relations. Londres, 1986. Reynolds, D. “Debate forum. International history, the cultural turn and the diplomatic twitch”, Cultural and Social History, 3, 2006: 75-91. 23. Adams, R.; Cox, R. (Ed.) Diplomacy and Early Modern culture. Nueva York, 2011. Hunt, L. (Ed.) The new cultural history, Studies on History of Society and Culture, 6, 1989. Stollberg-Rilinger, B. (Ed.) Was heisst Kulturgeschichte des Politischen? Berlín, 2005.

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La influencia mutua entre la historia diplomática y la historia del arte ha demostrado cuán importante ha sido el papel del arte en la diplomacia y lo mucho que el ‘otro’ ha supuesto para la diplomacia formal e informal en la transferencia y el intercambio de ideas artísticas en la Europa medieval y moderna24. Los artistas en el papel de diplomáticos – Giotto o Jan van Eyck son ejemplos bien conocidos – y diplomáticos al servicio de las grandes y pequeñas potencias contribuyeron a profundizar la influencia cultural recíproca entre regiones europeas, tanto en las artes visuales, como en la literatura y la moda. Una multitud en expansión de misiones, cónsules y agentes de diversa consideración, además de obtener información política, también se ocupaban de la compra de obras de arte y libros para la colección personal de sus patronos regios25. Los vínculos creados a través de todos estos contactos diplomáticos

24. Villarroel González, O. El rey y el papa. Política y diplomacia en los albores del Renacimiento (Castilla en el siglo XV). Madrid, 2009. VV.AA. Diplomateurs, voyagers, artistes, pélerins, marchands, entre Pays Bourguignons et Espagne aux XVe et XVI siècles. Neuchâtel, 2011: 7-16. Biow, D. Doctors, ambassadors, secretaries. Humanism and Professions in Renaissance Italy. Chicago y Londres, 2002. Salazar, A. “El impacto humanístico de las misiones diplomáticas de Alonso de Cartagena en la corte de Portugal. Entre el medievo y el Renacimiento (14211431)”, Medieval Hispanic Studies presented to Rita Hamilton. Londres, 1976: 215-226. Colomer, J.L.; Cropper, E. (ed.) The diplomacy of art. Artistic creation and diplomacy in seicento Italy. (Milán, 2000. Domínguez, R. Arte y etiqueta de los Reyes Católicos. Artistas, residencias, jardines y bosques. Madrid, 1993. Ochoa, M.A. Embajadas y embajadores en la Historia de España. Madrid, 2002. Frigo, D. “Prudence and experience. Ambassadors and political culture in Early Modern Italy”, Journal of Medieval and Early Modern Studies, 38/1, 2008: 15-34. Hampton, T. Fictions of embassy. Literature and diplomacy in Early Modern Europe. Ithaca y Londres, 2009. Beceiro, I.: “La consolidación del personal diplomático entre Castilla y Portugal (1392-1455)”, La Península Ibérica en la Era de los Descubrimientos (1391-1492). Sevilla, 1997, vol. II: 1735-1744. Arquero Caballero, G. F. “Las labores diplomáticas de los confesores de los reyes de Castilla al servicio de la monarquía: siglos XIV y XV”, Nieto Soria J. M.; illarroel González O. (coord.) Pacto y consenso en la cultura política peninsular. Madrid, 2013: 205-236. López Portillo, J.J. (Ed.) Spain, Portugal and the Atlantic frontier of Medieval Europe. Farnham, 2013. 25. Bochaca, M. “Navigation entre la France et l’Écosse d’après le récit de l’ambassade de Regnault Girard auprès de Jacques Ier Stuart (1434-1436)”, Annales de Bretagne et des Pays de l’Ouest, 119/4, 2012: 35-54. Homen, A.L.C. “Diplomacia e burocracia nos finais da Idade Media. A propósito de Lourenço Anes Fogaça, chancelermor (1374-1399) e negociador do Tratado de Winsor”, Estudos e ensaios em homenagem a Vitorino Magalhães Godinho, Lisboa, 1988: 217-228. Noldus, B. “Dealing in Politics and Art: agents between Amsterdam, Stockholm,

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generaron redes de comunicación cultural, no sólo en el campo de la cultura material (objetos de la vida cotidiana, unidades de medida, emblemas), sino también en otros ámbitos culturales, como el marco jurídico, el vocabulario, la identidad iconográfica, así como sin duda, hubo otros vínculos relacionados con los intercambios intelectuales, consecuencia de la comunicación personal, como ideas, modelos, modas y actitudes, aunque son más difíciles de analizar por parte del historiador26.

Varios elementos que hoy son parte de las relaciones diplomáticas, tales como el uso de intérpretes, ya estaban presentes en el reino hitita y el antiguo Egipto. La práctica diplomática europea, de hecho, se remonta a la antigua Grecia, y por medio de ella a Roma y Bizancio. Además del creciente interés por la diplomacia extra-europea se sabe por la investigación más reciente que los contactos diplomáticos entre Europa y las zonas no occidentales no son exclusivamente el resultado de la expansión europea de Ultramar29. La dinámica de los intercambios diplomáticos entre las autoridades cristianas y musulmanas en el Mediterráneo medieval son un ejemplo llamativo de esto30.

Además de los temas habituales de la cultura diplomática, tales como las redes personales de las misiones, la corte como centro diplomático y el debate sobre el embajador ideal, se ha prestado más atención al significado del ceremonial diplomático y el protocolo. Entre los que se han ocupado de este tema cabe destacar a Lucien Bély, Barbara Stollberg-Rilinger y William Roosen, entre otros27. Estrechamente ligado se hallan los estudios que tratan, desde una perspectiva antropológica, las funciones simbólicas del intercambio físico de regalos entre representantes diplomáticos y funcionarios28. Asimismo, la diplomacia medieval ya no se considera como un asunto exclusivamente europeo. En realidad, la diplomacia no occidental se puede retrotraer históricamente aproximadamente hasta mediados del tercer milenio antes de Cristo entre las ciudades-estado de los sumerios en el Sur de Mesopotamia.

Mientras que con anterioridad la haute politique atraía la atención de la mayor parte del mundo académico, en la actualidad se pone el acento en los diferentes niveles en los que se desarrolla la diplomacia. Además de los contactos entre los príncipes y embajadores se presta más atención a otros funcionarios involucrados en la diplomacia y al papel de, por ejemplo, los administradores de archivos y espías que proporcionaron información a los diplomáticos31. La investigación sobre la diplomacia informal de individuos que fueron desplegados por los soberanos y los organismos gubernamentales como

29. Vid. Kang, D.C. East Asia before the West. Five centuries of trade and tribute. Nueva York, 2010. Bagchi, P.C. India and China. Interactions through Buddhism and Diplomacy. Nueva Delhi y Londres, 2011: 109-135. and Copenhagen’, Scandinavian Journal of History, 28, 2003: 215-225. Keblusek, M.; Noldus, B.V. Double agents. Cultural and political brokerage in Early Modern Europe. Leiden y Boston, 2011. Lebecq, S. “Echanges ou communications culturelles dans l’Europe médiévale conclusion”, Les échanges culturelles au Moyen Age. París, 2002 : 313-321. 26. Blockmans, W. “L’unification européenne par les circuits portuaires”, Aguiar Andrade, A.; Millán da Costa, A. (Eds.) La ville médiévale en débat. Lisboa, 2014: 133-144. Wright, L. “Medieval Latin, Anglo-Norman and Middle English in a civic London text: an inquisition of the river Thames, 1421”, Gregory, S.; Trotter, D.A. (dirs.) De Mot en Mot aspects of medieval linguistics : essays in honour of William Rothwell. Cardiff, 1997: 223-260. 27. Bély, L. “La naissance de la diplomatie moderne”, Revue d’histoire diplomatique, 12, 2007: 82-288. Pemseke, P. (Ed.) Diplomatieke cultuur. Lovaina, 2000. Roosen, W.J. “Early Modern diplomatic ceremonial. A systems approach”, The Journal of Modern History, 52, 1980: 452-476. Stollberg-Rilinger, B. Rituale. Frankfurt, 2013. Id. Des Keisers alte Kleide. Verfassungsgeschichte und Symbolsprache des Alten Reiches. Múnich, 2008. Id. “Die Wissenschaft der feinen Unterschiede. Das Präzedenzrecht und die europäischen Monarchien vanm 16. Bis zum 18. Jahrhundert”, Majestas, 10, 2002: 125-150. 28. Bijsterveld, A-J.A. Do ut des. Gift giving, memoria, and conflict management in the medieval Low Countries. Hilversum, 2007. Clavero, B. La grâce du don. París, 1996. Davies, W. Acts of giving. Individual, community, and church in tenth-century Christian Spain. Oxford, 2007.

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30. González de Arévalo, R. “Italian Renaissance diplomacy and commerce with Western Mediterranean Islam: Venice, Florence, and the Nasrid Kingdom of Granada in the fifteenth century”, I Tatti studies: essays in the Renaissance, 18/1, 2015: 215-232. García Fernández, M. “Las relaciones castellano mariníes en Andalucía en tiempos de Alfonso XI. La participación norteafricana en la Guerra de Estrecho, 1312 1350”, Las Relaciones de la Península Ibérica con el Margreb ( siglos XIII XVI). Madrid, 1988; 259-274. Jaspert, N.; Kolditz, S. “ChristlichMuslimische Aussenbeziehungen im Mittelmeerraum. Zur räumlichen und religiösen Dimension mittelalterlicher Diplomatie”, Zeitschrift für historische Forschung, 41/1, 2014: 1-87 y de Jaspert, N. “Interreligiöse Diplomatie im Mittelmeerraum – Die Krone Aragón und die islamische Welt im 13. und 14. Jahrhundert”, C. Zey, Claudia (Ed.) Aus der Frühzeit europäischer Diplomatie. Zum geistlichen und weltlichen Gesandtschaftswesen vom 12. bis zum 15. Jahrhundert. Zúrich, 2008: 151-189. Whalen, B.E. “Corresponding with infidels. Rome, the Almohads, and the Christians of thirteenth-century Morocco”, Journal of Medieval and Early Modern Studies, 41/3, 2011: 487-513. 31. Levy, J. Secret history. Hidden forces that shaped the past. Londres, 2004. Crowdy, T. The enemy within. A history of espionage. Oxford, 2006. Dvorník, F. Origins of intelligence services. The ancient Near East, Persia, Greece, Rome, Byzantium, the Arab Muslim Empires, the Mongol Empire, China, Muscovy. New Brunswick, 1964. Harari, Y.N. Special operations in the age of chivalry, 1100-1550. Woodbridge, 2007. Vose, R. Dominicans, Muslims and Jews in the Medieval Crown of Aragon. Cambridge, 2009: 222-249. Cirier, A. “La face cachée du pouvoir. L’espionnage au service d’État(s) en construction en Italie à la fin du Moyen Âge (XIIIe-fin XVe siècle)”, Publication du Centre Européen d’Études Bourguignonnes 48, 2008: 7-28. Vivo, F. Information and communication in Venice. Rethinking Early Modern politics. Oxford 2007.

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agentes en el extranjero – entre los cuales hay que considerar a los servicios consulares, porque los cónsules no disfrutaban de ningún estatuto claro en el derecho internacional32 – , ha ampliado los horizontes de la historia diplomática. Hay que mencionar, igualmente, la llamada diplomacia de abajo hacia arriba. Interesa en este caso conocer cómo los grupos de interés podían influir en las relaciones diplomáticas e, incluso, a veces cómo un actor no estatal estaba representado en los contactos con las autoridades fuera de los límites del poder del Estado soberano33. La Liga Hanseática nos ofrece uno de los ejemplos más notables, pero también hay que tener en cuenta las iniciativas más modestas de los actores urbanos y regionales, que mantuvieron relaciones exteriores o externas de otras muchas maneras34, como fue el caso de las villas portuarias de la España atlántica en el contexto de la Guerra de los Cien Años

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En resumen, se puede decir que la Historia de la Diplomacia desde hace varias décadas se ha involucrado cada vez más en el proceso de las relaciones diplomáticas desde todas sus dimensiones económicas, sociales y culturales, derivadas de las negociaciones diplomáticas. La Nueva Historia Diplomática ha dejado de fijarse exclusivamente en los representantes de los príncipes soberanos y las repúblicas para ampliar su mirada hacia otros actores, como consecuencia de que ya no cabía duda de que los Estados nacionales estaban claramente definidos como monopolios de poder. Europa ya no es un punto de partida, sino que la diplomacia es vista como un fenómeno global.

32. Este es el caso de los cónsules en los fondacos y colonias de las repúblicas marítimas italianas, vid. Constable, O.R. Housing the stranger in the Mediterranean World. Lodging, trade, and travel in Late Antiquity and the Middle Ages. Cambridge, 2003. Nef, A. (Ed.) Territoires de la Méditerranée XIe-XVIe siècle. Rennes, 2013. Caunedo del Potro, B. “Factores burgaleses. ¿Privilegiados o postergados?”, En la España Medieval, 21, 1998: 97-113. Sánchez Martín, M. “Mercaderes burgaleses en Flandes. Actividad económica y vida privada según el Cartulario del antiguo Consulado de España en Brujas (1ª parte, de 1280 a 1550)”, La Península Ibérica en la Era de los Descubrimientos, 1391-1492, II Jornadas Hispano-Portuguesas de Hª Medieval, Sevilla, 1991:453-486. Más recientemente, DeVries, K. “Into the Atlantic or into the Mediterranean? Spanish military choices in the late fifteenth and early sixteenth centuries”, Studies in the Medieval Atlantic. Nueva York, 2012: 207-227.

Todo lo expuesto hasta aquí nos lleva a la esencia de este libro monográfico que tiene por objetivo fundamental el estudio de las relaciones multidimensionales entre la diplomacia y el comercio en el ámbito de la Europa atlántica medieval, que pueden ser etiquetados como “diplomacia comercial”35. Sin duda, a pesar del interés del tema, la diplomacia y su relación con el comercio no han estado en el centro de las preocupaciones de los historiadores del mundo atlántico medieval36. Estas relaciones diplomáticas fueron multidimensionales, ya que los conflictos comerciales y su regulación o arreglo se desarrollaban en varios niveles: entre individuos y ciudades, y entre ciudades y príncipes. Hay muchos ejemplos de casos en los que estas dimensiones están estrechamente vinculadas, como, por ejemplo, los comerciantes que mantenían un conflicto podían contar con el apoyo de su cofradía, del consulado37, del ayuntamiento e, incluso, en muchos casos de su príncipe o rey38. La mediación de las autoridades judiciales en los conflictos entre los comerciantes no sólo era una manera importante de gestionar los problemas, sino que también se practicaba a través de la diplomacia por parte de príncipes y ciudades. Cabe, llegados a este punto, preguntarnos por ¿cómo apoyaban los soberanos y las ciudades los intereses comerciales de sus súbditos y naturales? ¿Qué papel jugó la diplomacia en las políticas comerciales regias y urbanas? ¿Hasta qué punto la monarquía y los gobiernos urbanos estaban dispuestos a utilizar los medios diplomáticos para apoyar los intereses de sus súbditos o vecinos o de ciertos grupos de interés dentro de sus territorios o muros de la ciudad? ¿Qué

35. Igual Luis, D. Valencia e Italia en el siglo XV. Rutas, mercados y hombres de negocios en el espacio económico del Mediterráneo Occidental. Vilareal, 1998. 36. Uno de los primeros trabajos pioneros en España fue Suárez Fernández, L. Navegación y comercio en el Golfo de Vizcaya. Un estudio sobre la política marinera de la Casa de Trastámara. Madrid, 1959.

33. Casado Alonso, H. “Los flujos de información en las redes comerciales castellanas de los siglos XV y XVI”, Investigaciones de Historia Económica, Revista de la Asociación Española de Historia Económica, 10, 2008: 35-68.

37. Maréchal, J.  “La colonie espagnole de Bruges du XIVe au XVIe siècle”, Revue du Nord, XXXV, 1953: 5-40. Gelderblom, O. “The Resolution of Commercial Conflicts in Bruges, Antwerp and Amsterdam (1250-1650)”, Law and Economic Development: a Historical Perspective, Stanford, 2001: 244-276.

34. Por ejemplo, Lloyd, T.H. England and the German Hanse, 1157-1611: study of their trade and commercial diplomacy. Cambridge, 1991.

38. Vid. Sicking, L. De piraat en de admiraal (Leiden and Boston 2014) 13-23 y la contribución de Michel Bochaca en esta monografía.

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papel jugó la diplomacia comercial en cuestiones de guerra y paz? ¿Qué formas adoptaron la diplomacia comercial regia y urbana (por ejemplo, presencia, aspectos materiales)? ¿Cómo se integraron las colonias de mercaderes en el extranjero? ¿Cómo se presentaron a sí mismas las ciudades cuando buscaron contactos con otras ciudades u otras autoridades, como los señores locales o el monarca, las potencias extranjeras o la misma Iglesia? Estas y otras muchas cuestiones han sido objeto de estudio en el presente libro, por lo que pensamos que va a suponer una importante contribución a la Nueva Historia Diplomática, tanto general, como más en concreto de la Europa atlántica medieval. Asimismo, en esta monografía se atiende al papel desempeñado por las instituciones centrales o regias y locales o urbanas en la promoción de los intereses empresariales, por lo que se contribuye en la Nueva Economía Institucional, que se ha convertido en una tendencia de interés primordial de la Economía, así como de la Historia Urbana39.

noruega llevó a cabo diversas iniciativas para promover el comercio extranjero con y dentro de su territorio en un tiempo en que el comercio con Noruega era considerado de alto riesgo por los mercaderes. Por su parte, el trabajo de Louis Sicking nos ofrece un estudio de caso sobre diplomacia urbana en el que analiza cómo el gobierno urbano de Leiden desarrolló unas relaciones directas con la ciudad de Calais y los mercaderes ingleses de la lana al objeto de apoyar los intereses de los tejedores y hacer frente a la crisis de la industria pañera de finales de la Edad Media. El siguiente trabajo de Pedro Martínez García estudia el viaje del patricio alemán Hyeronimus Münzer desde Núremberg hacia las capitales más importantes de España y Portugal en 1494 con el objetivo, entre otros, de informarse sobre la incipiente expansión atlántica de Castilla y Portugal, prestando especial atención a la carga diplomática del mismo, así como a las redes de contacto y de información de las que Münzer da cuenta a lo largo del relato.

La presente monografía se divide en dos grandes secciones. La primera tiene por objeto el estudio de la diplomacia en el ámbito atlántico. En primer lugar, Michel Bochaca analiza la diplomacia desarrollada por los reyes de Inglaterra al objeto de proteger los intereses de los habitantes de Bayona. En julio de 1293, Eduardo I de Inglaterra escribió a los reyes de Castilla y de Portugal después del robo en Lisboa, por castellanos, de bienes pertenecientes a bayonenses. Se firmó una tregua que duró hasta el final de año y una comisión asentada en Fuenterrabía o San Juan de Luz debía hacer cumplir los acuerdos y negociar un tratado de paz. Este intento de resolver las disputas comerciales y marítimas por el arbitraje y la indemnización está en el origen de los « tratados de buena correspondencia » entre las villas portuarias del Cantábrico y las del Labourd. En segundo lugar, Tiago Viúla de Faria estudia las acciones diplomáticas que la monarquía inglesa llevó a cabo con el apoyo de mercaderes, que mantenían unos variados vínculos interurbanos, interregionales e internacionales entre Inglaterra y Portugal. En tercer lugar, Ian IAN PETER GROHSE se pregunta sobre el apoyo que la monarquía noruega recibió de individuos y organizaciones privadas en los siglos XII y XIII y concluye que, de hecho, fue al revés. La idea que tenemos sobre la simbiosis entre intereses comerciales y de los gobiernos centrales corresponde sobre todo con un fenómeno moderno. La corona

La segunda parte del libro gira en torno al comercio y la navegación en el ámbito atlántico. En primer lugar, Francesco Guidi Bruscoli aborda la presencia de mercaderes italianos en Lisboa, asentados desde finales del siglo XIII, cuando esta ciudad se convirtió en un puerto fundamental en la ruta marítima hacia Flandes y, por lo tanto, un nudo comercial entre el Mediterráneo y el Mar del Norte. Primero los genoveses y poco más tarde los florentinos tuvieron un papel importante en la organización de la marina portuguesa, que en el siglo XV participarían también en la empresa atlántica portuguesa y en la comercialización de azúcar y esclavos africanos gracias a las relaciones comerciales que los italianos mantenían con los principales centros económicos de Europa. La siguiente contribución de Bart Lambert se centra en el papel de los transportistas de vino por parte de los marinos bretones en el puerto flamenco de Sluys en la segunda mitad del siglo XV, quienes apenas aparecen en Brujas, que era el gran centro comercial internacional, a pesar de estar situado a sólo 20 kms. de Sluys. Lambert argumenta en su trabajo que esto no ha de ser interpretado como una oportunidad perdida, sino que nos sirve para comprender la complejidad de la naturaleza del mercado de Brujas y las dificutades de acceso para aquellos que no participaban del comercio a gran escala o carecían de servicios financieros. Por su parte, Javier Añíbarro se centra

39. Ogilvie, S. Institutions and European Trade: Merchant Guilds, 1000–1800. Cambridge, 2011.

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en los protagonistas de los conflictos relacionados con la actividad comercial marítima de las llamadas Cuatro Villas de la Corta de la Mar con el fin de explicar los problemas a los que se enfrentaron los mercaderes medievales, como fraude, impago, incumplimiento de contrato o robo. Betsabé Caunedo y Margarita Sánchez analizan el despegue comercial castellano de fines de la Edad Media, que estuvo acompañado del desarrollo de un marco jurídico e institucional que se completó con los acuerdos privados de los propios mercaderes, aunque no faltaron las infracciones a estos compromisos. Ambas autoras analizan la figura del factor en el extranjero y los conflictos con los titulares de las compañías mercantiles, que ilustran la observancia o transgresión de convenios y contratos. Jesús Á. Solórzano Telechea analiza las conexiones de las villas del Cantábrico con Brujas, cuyos primeros testimonios se remontan al siglo XIII y el proceso de constitución de la Nación de la Costa de España, que agrupaba a los marineros, mercaderes y transportistas de las villas portuarias del Norte. Por su parte, Manuela Ronquilla se encarga de estudiar la presencia de los mercaderes vascos en Sevilla, rastreable de forma discontinua desde el siglo XIV, que se apoyaron en la alta calidad del transporte vasco para importar hierro y formar un nutrido grupo humano con asiento en el centro económico y del comercio internacional sevillano de la época, la calle Castro, cerca de la Catedral. Seguidamente, Antonio Ortega plantea la necesidad de repensar el momento cronológico en el que se establece definitivamente el intercambio mercante vía Estrecho de Gibraltar, pues sostiene que si bien se puede datar la aportación de marinos y mercaderes mallorquines al comercio entre las ciudades atlánticas desde el siglo XIII, los marinos del Cantábrico participaban también del comercio mediterráneo ya en los primeros años del siglo XIV. Por último, el libro se cierra con el trabajo de Mário Viana, quien muestra cómo la aplicación del concepto de “sistema métrico” a la historia metrológica desde el siglo XVIII ha hecho incomprensible la diversidad metrológica medieval, para lo cual analiza las medidas de capacidad del transporte marítimo, en especial del tonel medieval.

Para finalizar, agradecemos a todos cuantos colaboraron en el desarrollo de los XI Encuentros Internacionales del Medievo de Nájera, cuyos resultados escritos tiene el lector en sus manos: el Ayuntamiento de Nájera, la Dirección General de Cultura del Gobierno de La Rioja, la Secretaría de Estado de Investigación, desarrollo e innovación del Ministerio de Economía y Competitividad, la Universidad de Cantabria, la Sociedad Española de Estudios Medievales y, muy especialmente, el gran equipo editorial del Instituto de Estudios Riojanos.

Así pues, esperamos que la presente monografía sea considerada como un renovado estímulo para la investigación y el conocimiento de las relaciones entre la diplomacia y el comercio en la Europa atlántica en la Edad Media.

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Primera Parte: La diplomacia en el Atlántico

La diplomatie du roi d’Angleterre au secours des intérêts commerciaux bayonnais : la gestion des relations avec les Castillans et les Portugais à la fin du XIIIe siècle 1

Michel Bochaca Université de La Rochelle

Le commerce maritime de Bayonne a connu au cours du XIIIe siècle un important développement qui se marque, entre autres, par la présence de navires, de marins et de marchands de cette cité dans de nombreux ports de l’Europe atlantique, depuis la Flandre et l’Angleterre jusqu’au Portugal et à l’Andalousie2. Au début des années 1290, sur fond d’un regain de tensions politiques et

1. Cette étude s’inscrit dans le cadre de deux projets I+D financés par le Programa estatal de fomento de la investigación científica y técnica de excelencia (gobierno de España)  : nº HAR 2012-31801, Las sociedades urbanas de las ciudades y villas portuarias de la Europa Atlántica en la Baja Edad Media, dirigé par Jesús Ángel Solórzano Telechea (université de Cantabria), et nº HAR 2013-48433-C2-2-P, Solidaridad y/o exclusión en las fronteras marítimas. Castilla en la Baja Edad Media, dirigé par Eduardo Aznar Vallejo (université de La Laguna). 2. Goyheneche, E. Bayonne et la région bayonnaise du XIIe au XVe siècle. Universidad del País Vasco, Leioa, 1990: 343-428.

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MICHEL BOCHACA

LA DIPLOMATIE DU ROI D’ANGLETERRE AU SECOURS DES INTÉRÊTS COMMERCIAUX BAYONNAIS : LA GESTION DES RELATIONS AVEC LES CASTILLANS ET LES PORTUGAIS À LA FIN DU XIIIe SIÈCLE

militaires entre le roi de France Philippe IV le Bel et le roi d’Angleterre Édouard Ier, les Bayonnais subissent de violentes attaques de la part des Normands qui leur infligent en 1292 et 1293 de sévères pertes matérielles et humaines en mer et dans les ports de la Manche et de la côte atlantique de la France3. À ces déboires s’ajoutent des conflits occasionnels dans les eaux et dans les ports de la péninsule Ibérique, à l’exemple d’un différend survenu à Lisbonne en 1293 qui mit aux prises des Bayonnais et des Castillans et engagea la responsabilité du roi du Portugal.

Le roi d’Angleterre prend acte de la réponse du roi de Portugal qui, répondant à sa lettre antérieure, rejette toute la responsabilité de l’affaire sur les Castillans et proteste de l’innocence de ses sujets. Édouard Ier lui objecte cependant que des biens appartenant à des citoyens et marchands de Bayonne ont été « publiquement spoliés » « in terra vestri portus Ulexbon » (Lisbonne) et que, ne se sentant pas en sécurité, les victimes cherchèrent « l’immunité de l’Église ». Il faut comprendre qu’ils demandèrent le droit d’asile dans une église. Ce sont là autant d’allusions à peine voilées au fait que le roi du Portugal avait manqué à ses obligations de souverain, mais ne souhaitant pas s’aliéner ce dernier dans le contexte diplomatique et militaire difficile où il se trouvait avec le roi de France5, Édouard Ier terminait en faisant état de sa volonté de rechercher à court terme une trêve et, si possible, d’établir une paix durable entre les sujets respectifs des deux princes.

1. VIOLENCES ET PRÉJUDICES À L’ENCONTRE DES BAYONNAIS ET GESTION DE LA CRISE PAR ÉDOUARD IER Les faits nous sont connus par deux lettres datées du 15 juillet 1293 qu’Édouard Ier adressa au roi Denis Ier de Portugal (1279-1325) et au roi Sanche IV de Castille (1284-1295) et qui font état de violences perpétrées à l’encontre des Bayonnais. Bien que publiées l’une à la suite de l’autre par Thomas Rymer4, il n’est pas évident au premier abord qu’elles se réfèrent toutes les deux à la même affaire, qui est donc en cours au moment de l’intervention du roi d’Angleterre. On peut penser que les faits incriminés se sont produits dans la première moitié de l’année 1293 ou au cours de l’année antérieure.

1.1. TENANTS ET ABOUTISSANTS DE L’AFFAIRE La première lettre prend place dans un échange de correspondance déjà entamé entre Édouard Ier et Denis Ier dont nous n’avons pas retrouvé la trace.

Dans la seconde lettre, adressée à Sanche IV de Castille, Édouard Ier rappelle dans l’exposé des motifs les «  graves controverses et discordes  » qui se sont élevées entre des sujets du roi de Castille et des citoyens de Bayonne mais sans en préciser la nature exacte ni le lieu où elles se sont produites6. Il déclare ensuite ratifier la trêve négociée par les deux procureurs désignés par chacune des deux parties : maître Jean, juge de la cour du roi, et Martin Gundisalun du côté castillan, Arnaud de Bielar et Jean Dardir, chargés par les Bayonnais de les représenter7. Les deux procurations, respectivement datées du « 16 des calendes de juin 1293 », soit le 16 juin, et du « mercredi après la fête du bienheureux Barnabé apôtre », soit le 17 juin 12938, sont reproduites à la fin de l’acte. Au détour de la procuration rédigée par le roi de Castille on apprend incidemment que la discorde opposait les citoyens de Bayonne aux « hommes de nos villes de Castro et de Santander » (homines villarum nostrarum Castri et Sancti Emeterii). Avec quatre villes portuaires anciennement établies et dotées d’une charte de

3. Balasque, J. Études historiques sur la ville de Bayonne, E. Lasserre, Bayonne, t. 2, 1869: 497-505. Cet auteur s’appuie essentiellement sur une enquête publiée par Champollion-Figeac, J.-J. Lettres de rois, reines et autres personnages des cours de France et d’Angleterre depuis Louis VII jusqu’à Henri IV, t. I, De l’année 1162 à l’année 1300, Imprimerie royale, Paris, 1889 : nº CCCI, 392-400. Sans mésestimer la gravité des faits, le documents détaille une longue liste de vols, de coups et blessures, d’homicides, d’abordages et d’incendies de navires, il convient de garder présent à l’esprit que nous ne possédons que la version des sujets du roi d’Angleterre, duc d’Aquitaine, Bayonnais pour l’essentiel, qui ont déposé à charge contre leurs adversaires normands, sans mentionner les actes répréhensibles dont ils s’étaient eux-mêmes rendus coupables. Le 1293, le roi de France se plaignit à son tour des violences commises par des Bayonnais à La Rochelle (Rymer, T. Foedera conventiones, literae, et cujuscunque generis acta publica inter reges Angliae et alios quosvis imperatores, reges, pontifices, principes vel communitates, Tomi I, Pars III:122). Désormais : Rymer, T. Foedera, t. I, P. III.

5. Ce même 15 juillet 1293, Édouard Ier adressa une lettre à Philippe le Bel pour l’informer qu’il envoyait les pouvoirs suffisants à ses trois commissaires chargés de négocier un accord au sujet du contentieux sur mer entre ses sujets et ceux du roi de France (Champollion-Figeac, J.-J. op. cit., nº CCCV: 404).

4. Rymer, T. Foedera, t. I, P. III: 119-120.

8. La Saint-Barnabé, fêtée le 11 juin, tombait un jeudi en 1293.

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6. C’est le rapprochement des deux lettres qui fait penser qu’il s’agit des faits survenus à Lisbonne. 7. Les Bielar et les Dardir étaient deux familles importantes de Bayonne, qui exercèrent des responsabilités au sein de la commune.

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fondation  : Castro Urdiales (1163), Santander (1187), Laredo (1200) et San Vicente de la Barquera (1210)9, la Cantabrie avait développé un potentiel naval de façon plus précoce que les provinces voisines, Asturies à l’ouest, Biscaye et Guipúzcoa à l’est10. La présence à Lisbonne à la fin du XIIIe siècle de navires et d’équipages originaires de deux de ces ports n’a donc rien d’exceptionnel, pas plus que la concurrence économique avec les Bayonnais qui versa de façon on ne peut plus banale pour l’époque dans un affrontement violent.

l’absence prolongée de certains navires et équipages à qui la trêve ne pouvait être notifiée qu’à leur retour dans leur port d’attache ou dans un autre port sous l’autorité de leur seigneur. Ce délai de pleine entrée en vigueur de la trêve faisait courir le risque que des esprits prompts à la vengeance sous couvert de la défense de l’honneur, le sien propre, celui des membres de son groupe ou bien de son seigneur, entretiennent le cercle vicieux des représailles, rendant caduques les efforts d’apaisement.

1.2. LES DISPOSITIONS DE LA TRÊVE DE JUILLET 1293 ENTRE LE ROI DE CASTILLE ET LA COMMUNE DE BAYONNE Le fait que les pourparlers se tinrent en Angleterre et que le roi en personne reçut les accréditations des négociateurs11 semble indiquer qu’Édouard Ier, qui se plaçait dans une position d’arbitre, chercha à éteindre le différend par la voie d’une concertation directe entre les parties pour les amener à conclure une trêve (indutiae sive tregua). Peut-être craignait-il, non sans quelques raisons, que l’affaire ne rapproche les Castillans des Français, scellant une alliance dangereuse du point de vue militaire et économique tant pour lui que pour ses sujets ayant des intérêts sur mer.

La deuxième disposition de la trêve enjoignait au roi de Castille de restituer, avant le 1er décembre 1293, « toutes personnes, navires et autres biens pris ou saisis par quiconque, dans son royaume ou hors de son royaume, par des gens, ses sujets ou ses vassaux, qui furent des personnes, des navires ou d’autres biens bayonnais ». Mais s’il était saisi directement par des citoyens, des marchands ou la commune de Bayonne, ou par l’intermédiaire de leurs représentants, il devait s’exécuter avant la Saint-Michel. Le commune de Bayonne étaient tenue à la réciprocité envers les Castillans selon des modalités et un calendrier identiques. Troisième disposition, après la Saint-Michel, date limite d’entrée en vigueur totale de la trêve, et jusqu’à son expiration le 25 décembre 1293, il était prévu que le roi de Castille et la commune de Bayonne envoient des députés à Fontarabie, à Saint-Jean-de-Luz ou dans d’autres lieux choisis par lesdits députés pour régler les «  contentieux et discordes et aussi des quantités ou valeurs desdits biens pris, dont on dit qu’ils n’ont pas été pleinement restitués ». C’était le signe que tout n’avait pas été réglé lors des pourparlers en Angleterre. Les points d’accord auxquels les discussions avaient abouti et qui furent ratifiés par Édouard Ier le 15 juillet 1293 avait valeur de dispositif cadre qu’il restait à mettre en pratique de manière concrète. Le choix de deux villes situées de part et d’autre de la frontière séparant le royaume de Castille du duché de Gascogne, marquée par la Bidassoa, était significatif de la volonté d’inscrire les lieux de résolution des conflits dans un espace géographique connu et reconnu par les protagonistes. Des adaptations étaient possibles avec le choix d’autres lieux (alii locis), on peut imaginer sur le littoral castillan ou gascon voire à l’étranger si la situation l’imposait. Dans un bel élan d’optimisme et en sacrifiant à la politique des petits pas la porte restait ouverte à la poursuite des négociations afin que de transformer la trêve temporaire en une paix durable. Il appartenait à la commission paritaire siégeant à Fontarabie ou à Saint-Jean-deLuz d’en discuter. Enfin, pendant toute la durée de la trêve les Castillans et les

Il fut décidé en premier lieu que la trêve s’appliquerait jusqu’à la Noël 1293, le jour de la nativité du Seigneur inclus. Celle-ci devait être proclamée par le roi de Castille et par la commune de Bayonne avant la prochaine Saint-Michel, le 29 septembre 1293, dans leurs juridictions respectives afin que personne ne puisse prétexter, par ignorance, ne pas en avoir été informé. Sans doute ces deux mois étaient-ils nécessaires pour que la nouvelle se diffuse largement compte tenu de la lenteur de la circulation des informations à l’époque12 et du fait de

9. Solórzano Telechea, J. A.; Arízaga Bolumburu, B. (eds.) El fenómeno urbano medieval entre el Cantábrico y el Duero, Cuadernos de investigación, nº 2, Santander, 2002: 241-307. 10. Solórzano Telechea, J. A. “Santander y la construcción europea: comercia y mercaderes en la Edad media”, Gómez Ochoa, F. (ed.) Santander como ciudad europea: una larga historia, Publican, Santander, 2010: 33-66 (46-50). 11. Rymer, T. Foedera, t. I, P. III : 119: “in nostra presentia constituti” [suivent les noms des 4 négociateurs]. 12. Il fallait que les négociateurs reviennent d’Angleterre dans leur patrie d’origine, informent les autorités qui les avaient mandatés et que celles-ci prennent les dispositions nécessaires à la publication de la trêve, l’ensemble des ports atlantiques de la Castille dans le cas de Sanche IV.

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Bayonnais s’engageaient à ne pas transporter dans leurs navires des Placentins, des Génois et des Portugais, leurs biens ou leurs marchandises. Les raisons de cette mesure ne sont pas précisées. Peut-être faut-il voir là le motif ou un des motifs de la querelle survenue à Lisbonne. Frétant leurs navires à des marchands, les Castillans et les Bayonnais opéraient dans les mêmes ports en qualité de rouliers des mer et étaient donc concurrents au moment de trouver un chargement13.

contre des Bayonnais à Lisbonne en 1293. Le roi et son conseil eurent à traiter plusieurs affaires qui montrent que des marchands de Bayonne n’avaient pas obtenu la restitution de leurs biens ou pour le moins n’étaient pas satisfaits des compensations reçues, raisons pour lesquelles ils en appelèrent à celui qu’ils considéraient toujours comme leur seigneur.

2. LA PORTÉE DES ACCORDS DE 1293 2.1. DES RÉSULTATS ÉCONOMIQUES POUR LES BAYONNAIS DIFFICILES À ÉVALUER Nous ne savons rien de la façon dont la trêve de juillet 1293 fut appliquée, ni même si elle entra effectivement en vigueur. Des députés furent-ils désignés et la commission paritaire se réunit-elle à Fontarabie et/ou à Saint-Jean-deLuz ? Quelle partie des biens fut-elle restituée ? Il ne nous est pas possible de répondre à ces questions en l’état de la documentation retrouvée. Les rares informations disponibles apportent même un éclairage contradictoire mais, compte tenu du nouveau contexte politique en Aquitaine à partir de 1294, on ne peut interpréter le silence des sources sur la mise en œuvre de la trêve de 1293 comme le signe d’un échec total et d’accords restés lettres mortes. Après le pillage de La Rochelle par des marins bayonnais, Édouard Ier fut contraint de livrer le duché d’Aquitaine à Philippe IV en février 1294. Une fois passé le délai de 40 jours de la commise féodale, les Français tentèrent de se maintenir. Deux expéditions anglaises en 1294 et 1296 échouèrent autour de Bordeaux. Ce n’est qu’en 1303 qu’une révolte à Bordeaux donna le signal de l’expulsion générale des Français14. Bien que n’étant plus le maître effectif de Bayonne, Édouard Ier ne put rester à l’écart de certaines suites des violences commises

13. Calendar of Close Rolls, Édouard Ier, vol. 1 (1272-1279): 239, 13 mai 1277. Mandement du roi aux baillis et autres de la côte de la mer suite à une plainte des maîtres de navires de Bayonne, des Cinque Ports et autres, contre les marchands de Bordeaux et d’Angleterre qui affrètent leurs navires et font des innovations et essaient d’imposer de nouveaux contrats pour le jetage du vin ou des biens à la mer en cas de danger. Le roi interdit de molester les maîtres de navires par de telles innovations contre l’ancienne coutume (les Rôles d’Oléron). Cet exemple montre les tensions économiques, ici entre fréteurs et affréteurs, qui s’exerçaient sur le marché du fret maritime exposé à la concurrence entre les différents acteurs. 14. Higounet, C. (dir.) Histoire de l’Aquitaine. Privat, Toulouse, 1971:186.

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Après que des marchands de Bayonne se soient plaints que des biens et des marchandises leur appartenant leur aient été volés par des marins castillans dans la terre et pouvoir du roi de Portugal15, le roi avait ordonné à Étienne de Pencester, connétable de Douvres et garde des Cinque Ports, de recueillir la déposition sous serment de marchands de Bayonne et de Navarre dans le port de Southampton pour savoir quels biens du royaume d’Espagne se trouvaient dans ledit port et entre quelles mains ils étaient. Des marchandises pour un montant de 1610 livres et 4 deniers furent saisies à titre conservatoire par les officiers royaux. Mais des protestations ne manquèrent pas de s’élever suite à cette mise sous séquestre. Pierre de Vinea, marchand de Bayonne, prouva qu’il avait légalement acheté un certain nombre de quintaux de fer, d’un montant de 60 livres, parmi le chargement saisi dans le port sur le Saint Léon de Bayonne. Le roi ordonna à Étienne de Pencester de restituer le fer à Pierre de Vinea à concurrence de 60 livres et de partager le restant entre les autres marchands victimes du vol16. Le même jour, Bernard de Montégu, Jacques de la Posterne et André Charles, eux aussi marchands de Bayonne, remontrèrent au roi que 1500 quintaux de fer, 30 sacs de cumin et 24 balles de suif leur appartenant avaient été saisis par Étienne de Pencester, dont 350 quintaux de fer appartenant audit Bernard, saisi entre les mains de Hugues de Bayonne, son homme, et 450 quintaux de fer et 30 sacs de cumin appartenant audit Jacques de la Posterne et

15. Il s’agit de toute évidence de l’affaire qui nous intéresse, mais ayant travaillé sur les régestes des actes publiés dans les Calendar of Close Rolls, sans avoir pu accéder aux documents originaux, nous n’avons pas pu établir si ces derniers contenaient des allusions aux clauses de la trêve ratifiée par Édouard Ier le 15 juillet 1293. 16. Calendar of Close Rolls, Édouard Ier (1288-1296): 364. Ibidem: 377. En marge de cette affaire, Édouard Ier fut amené à statuer sur un cas annexe. En 1294, sans précision du quantième et du mois, après avoir rappelé l’affaire ci-dessus, Édouard Ier prend acte que Pierre Sans de Gyson, un des marchands volés, qui était en service pour le roi au moment du partage des biens évoqué ci-dessus, n’avait pas pu se présenter devant Étienne de Pencester pour recevoir sa part. Le roi ordonne à ce dernier de l’indemniser sur ce qui reste des biens en son pouvoir.

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700 quintaux et 24 balles de suif appartenant audit André Charles. Là encore le roi ordonna leur restitution17.

Cricq, Guillaume de Saint-Paul, Raymond d’Artiguelongue et Arnaud de SaintMartin d’autre part, estimés à 56 livres20.

Édouard Ier dut s’occuper d’une affaire similaire mais plus enchevêtrée encore. Le 21 août, après avoir rappelé la saisie de marchandises castillanes pour une valeur de 1610 l. 4 d. à la requête de Pélegrin Duran, Jean de Beryes, Guillaume de Saint-Paul, Arnaud de Saint-Martin, Jean de Saint-Cricq, Jean de Seignaus et Raymond d’Artiguelongue, marchands de Bayonne, et les deux restitutions faites en faveur de Pierre de Vinea et de Bernard de Montégu, Jacques de la Posterne et André Charles, Édouard Ier ordonna à Étienne de Pencester de payer le fret et les autres dépenses raisonnables desdits Pélegrin Duran et consorts sur les marchandises saisies18. Mais ces derniers eurent des difficultés à entrer en possession des biens sur lesquels le remboursement était assigné. En effet, dans le cadre de l’enquête sur les biens des Bayonnais volés au Portugal, le roi avait aussi chargé les baillis de Portsmouth, de Southampton et de Winchelsea d’enquêter sur les biens et les marchandises des hommes d’Espagne qui se trouvaient dans ces villes, dans quelles mains ils étaient et de les saisir sur la foi du serment d’hommes loyaux. Le montant de la saisie réalisée à Southampton et confiée à la garde de John de Bourgogne et de John le Mercier s’élevait à 58 livres 6 sous 9 deniers et demi. Le roi ordonna de prendre des garanties de Pélegrin Duran, Jean de Beryes, Guillaume de Saint-Paul, Arnaud de SaintMartin, Jean de Saint-Cricq, Jean de Seignaus et Raymond d’Artiguelongue avant de leur livrer les biens, à la suite d’une plainte des hommes de Yarmouth qui prétendaient avoir eux aussi des droits sur ces mêmes biens19. C’est seulement le 1er mars 1295 que le roi ordonna au maire et aux baillis de Southampton de faire droit aux hommes de Yarmouth sur les 68 l. 6 s. 9 d. et demi sous la garde de John de Bourgogne et John le Mercier, bourgeois de Southampton, réserve faite des dédommagements dus à Pélegrin de Fargues, d’une part, et à Jean de Beryes, Pélegrin Durau, Pierre Sans de Gyson, Jean de Seignaus, Jean de Saint-

L’importance des pertes ajoutée au retard apporté au paiement des indemnisations exacerbèrent les tensions, y compris entre Bayonnais. Dans un acte daté du 24 août 1295 on voit les mêmes Jean de Beryes, Pélegrin Durau, Jean de Seignaus, Jean de Saint-Cricq, Guillaume de Saint-Paul, Raymond d’Artiguelongue et Arnaud de Saint-Martin disputer à Dominique de Morlans, homme de Guillaume de Saubaynac et de Raymond Arnaud de Toulouse, Guillaume Bernard de Fayres, homme de Sanche Pierre de Bourgogne, Martin de Lesgona, homme de Garcie de Lesgona et Arnaud Guillaume, fils et homme de Pélegrin de Fargues, du fer saisi à Sandwich par ordre du roi21. Les premiers demandaient que le fer leur soit remis en réparation des dommages dont ils avaient souffert de la part des Castillans tandis que les seconds alléguaient que ledit fer appartenait à leurs maîtres et à des hommes d’Espagne. Il avait été décidé, avec le consentement des parties, que les seconds devraient prouver à Bayonne que le fer objet de la dispute était le leur. Jean de Saint-Jean, Amanieu de Labrit (d’Albret), le maire et les jurats de Bayonne envoyèrent une lettre certifiant que le fer, d’une quantité estimée à 3500 quintaux, était bien à Guillaume de Saubaynac et consorts.

2.2. ÉDOUARD IER SAUVEGARDE SES INTÉRÊTS Alors qu’il n’était plus maître de Bayonne, passée sous le contrôle des officiers du roi de France, mais devant toujours gérer les plaintes que des Bayonnais continuaient à lui adresser, Édouard Ier s’attacha à conserver de bonnes relations avec les rois de Portugal et de Castille. Le 23 avril 1294, il écrivit au premier dans le but de négocier une trêve afin « que vos gens et les nôtres, par votre seigneurie et par la nôtre, tant par terre que par mer, puissent aller et naviguer en sécurité […] jusqu’à la Pentecôte prochainement venant, dans un an »22. Ce délai laissait le temps d’aboutir à un accord (infra quem termimum satis videtur hujusmodi posse negocium terminare). Comme il l’avait fait avec Sanche IV de Castille, il proposait de confier les discussions à quatre représentants, deux de Bayonne

17. Ibidem: 365.

20. Ibidem: 408-409.

18. Ibidem: 365.

21. Ibidem : 452-453.

19. Ibidem: 370-371.

22. Rymer, T. Foedera, vol. 1, P. III : 128. En 1295, la Pentecôte tombait le 22 mai.

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et deux de la part du roi de Portugal. S’ils ne pouvaient s’accorder, il suggérait de leur adjoindre «  cinq hommes sensés et neutres  ». Durant les discussions les Portugais s’abstiendraient de charger leurs marchandises sur des navires castillans et les Castillans ne pourraient pas utiliser les navires portugais, il faut sans doute comprendre pour se rendre en Angleterre. Priorité serait donnée aux navires bayonnais ou anglais par les Portugais et aux navires portugais par les sujets du roi d’Angleterre. Denis IV de Portugal tarda jusqu’au 30 décembre 1294 avant de répondre. Il informa alors Édouard Ier qu’il avait nommé un clerc, Jean Suger, et un citoyen de Lisbonne, Pierre Martin, pour mener les discussions en son nom. Le 22 août 1495, Édouard Ier écrivit à Ferdinand IV de Castille, qui avait succédé à son père, Sanche IV mort en mars 1295, et qui, mineur, était assisté par un conseil de régence, pour le remercier de la proposition castillane de lui fournir 500, 1000 ou 2000 hommes pour reconquérir la Gascogne23. Le danger d’une alliance des monarchies ibériques avec le roi de France semblait momentanément écarté.

était indispensable au roi-duc pour faire face aux Castillans et aux Français sur mer.

Au terme des dispositions arrêtées le 15 juillet 1293, le roi de Castille, d’un côté, et la commune de Bayonne, de l’autre, devaient restituer les biens indûment confisqués ou pour le moins veiller à cette restitution, car responsables des agissements de leurs hommes. Ils étaient donc in fine les garants de l’application d’une trêve dans le maintien de laquelle Édouard Ier, de façon fort habile, ne s’engageait pas personnellement, sauf à ratifier des accords qu’il avait laissé le soin aux Bayonnais de négocier avec les envoyés castillans. Tout en sauvegardant sa position de seigneur éminent de Bayonne, il limitait son implication à quelques cas juridiques prévisibles à l’avance  : suppléer une défaillance de la commune dans l’application des clauses de la trêve pour honorer les engagements envers le roi de Castille et ses sujets, et, à l’inverse, soutenir les plaintes de la commune ou de ses membre qui en appelleraient à sa justice en cas de non respect des clauses par le roi de Castille ou parce que celui-ci ne contraignait pas ses hommes à les respecter. C’était aussi de la part d’Édouard Ier placer la commune de Bayonne dans une situation de grande autonomie en lui déléguant de larges pouvoirs, une contrepartie et une nécessité en raison de l’éloignement géographique de cette ville, essentielle à la défense de la frontière sud du duché de Gascogne et dont le potentiel naval

Même si Édouard Ier ne put rester en dehors de la gestion pratique des suites de la trêve de 1293, les différends qui s’élevèrent entre ses sujets pour l’obtention de réparations avaient l’avantage d’être circonscrits à un domaine juridique interne et étaient donc plus aisément contrôlables. Seules les saisies de biens étrangers pouvaient relancer les tensions avec la Castille et le Portugal mais le maintien de contacts diplomatiques avec les deux monarchies ibériques limitait les risques de détérioration des relations. Dans tous les cas, le fait de privilégier la voie de la négociation et de la justice pour régler les conflits, en limitant le recours à la violence et à la vengeance privée ou institutionnelle (lettres de marques et de représailles), confortait le pouvoir judiciaire du roi et son autorité souveraine. Enfin, on assiste en 1293 à l’ébauche et à l’expérimentation d’un dispositif cadre de résolution des conflits commerciaux et maritimes survenus à l’étranger avec la nomination de négociateurs choisis au plus près des parties – des Bayonnais dans le cas qui nous intéresse –, la ratification des accords par le roi-duc tout en laissant à la commune de Bayonne le soin de gérer l’application des dispositions, la mise en place d’une commission arbitrale paritaire siégeant à Fontarabie ou à Saint-Jean-de-Luz pour régler les cas litigieux et poursuivre les pourparlers en vue d’une paix durable, ce qui faisait retomber une fois encore sur les intéressés la viabilité des solutions envisagées tout en maintenant ouvert un espace de dialogue et de résolution des conflits. Dans ces conditions, peut-être ne faut-il pas s’arrêter exclusivement aux seuls échos négatifs que l’on rencontre dans les sources sous la forme de plaintes pour obtenir du roi d’Angleterre les dédommagements que le roi de Castille n’avait pas accordés, en concluant trop rapidement au caractère inopérant de ces accords. En général, les sources ne portent pas témoignage de ce qui a fonctionné ou des retombées bénéfiques dans la résolution des conflits. La seule entrée par les archives judiciaires ou diplomatiques, que les litiges et les procès viennent nourrir, constitue souvent un prime déformant. Il faut cependant admettre que le dispositif restait fragile car à la merci, à la base, d’actes incontrôlés d’individus ou de groupes isolés et, au sommet, exposé aux revirements d’alliances et d’équilibres entre les États. Mais il semble que l’on assiste en 1293 à la naissance de pratiques de

23. Rymer, T. Foedera, vol. 1, P. III :149.

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résolution des conflits qui ont été reprises et développées par la suite et que les historiens, sur la base de documents plus nombreux et plus détaillés pour l’époque moderne, ont qualifié de « traités de bonnes correspondance », une expression appliquée à rebours et sans autres formes d’interrogation au Moyen Âge alors qu’elle est absente des sources de cette période24.

3. CONCLUSION L’enquête est donc à reprendre pour l’ensemble de la période anglo-gasconne couvrant les années 1300 à 1450, en prenant soin de suivre la succession chronologique des crises et des négociations, en détaillant la teneur des accords et en tenant compte de l’entrée en scène de nouveaux acteurs  : marins et marchands de Saint-Jean-de-Luz, de Biarritz et de Capbreton associés aux Bayonnais, gens de mer des villes portuaires du Guipúzcoa et de Biscaye d’abord aux côtés puis en remplacement des Cantabres25.

Las ciudades y el poder regio en la diplomacia y el comercio medievales: aproximaciones a partir de las relaciones angloportuguesas 1

Tiago Viúla de Faria Instituto de Estudos Medievais, Universidade Nova de Lisboa

1. INTRODUCCIÓN 24. Amador Carrandi, F. “Les anciens traités de bonne correspondance entre les Basques de France et ceux d’Espagne”, Revue internationale des études basques, 18, 1927  : 55-69. Habasque, F. “Les traités de bonne correspondance entre le Labourd, la Biscaye et le Guipúzcoa”, Bulletin historique et philologique du Comité des Travaux historiques et scientifiques, 1894: 560-574. Lugat, C. “Les Traités de « Bonne Correspondance » entre les trois provinces maritimes basques (XVIe-XVIIe siècle), Revue historique, 304, 2002 : 611-655. Lugat, C. “Les Traités de Bonne Correspondance : une dérogation aux règles de droit maritime international ? (XVIe-XVIIe siècles)”, Itsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, San Sebastián, 2006  : 225-235. Yturbide, P. “Les anciens traités de bonne correspondance entre les Basques de France et ceux d’Espagne”, Revue internationale des études basques, 13, 1922 : 179-220 (étude des traités de 1536, 1537, 1553, 1675, 1690, 1694). 25. Fernández Duro, C. La marina de Castilla desde su origen y pugna con la de Inglaterra hasta la reformación de la Armada española, Madrid, 1894 : 234-248 (mention des négociations de paix, des trêves et des traités de 1311, 1328, 1353, 1432, 1466 et 1536). Balasque, J. op. cit., t. II et III. Goyheneche, E. op. cit.: 354-359 (reprise pour l’essentiel de J. Balasque, mention des accords de 1293, 1306, 1309, 1311, 1328, 1344, 1351, 1353, 1408, 1409, 1412 et 1447). Eugène Goyheneche ne semble pas avoir eu connaissance de la trêve signée entre Bayonne et Saint-Sébastien le 15 avril 1432 (Colección documental del archivo municipal de Hondarribia, t. 1, 1186-1479, Larrañaga Zulueta, M. y Tapia Rubio, I. (eds.), Eusko Ikaskuntza, San Sebastián, 1993: nº XXXI, 98-106).

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Normalmente se considera que el comercio y la diplomacia medievales pertenecen a esferas diferentes. Aunque en las últimas décadas de la Edad Media las monarquías europeas occidentales ejercieron un control progresivamente creciente sobre las actividades mercantiles, de tal modo que a principios del siglo XVI existían ya monopolios comerciales regios, especialmente sobre productos con valor añadido como las especias y el azúcar, es indudable que en el periodo

1. Este artículo está basado en la intervención oral del autor en el XI Encuentros Internacional del Medievo, que tuvo lugar en Nájera el 29 de julio de 2014 y ha sido revisado por el Comité Científico y revisión por pares. Las fuentes utilizadas aparecen citadas en su totalidad a pie de página, añadiéndose al final un breve listado en el que se incluyen otras obras relacionadas con esta temática. (Flávio Miranda most graciously solved a few last-minute technical complications for me. To Covadonga Valdaliso I owe particular thanks for her dedication and remarkable patience in turning this text into enjoyable Spanish. This research has been supported by a post-doctoral fellowship from the Fundação para a Ciência e Tecnologia . SFRH/BPD/94517/2013.).

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anterior –aproximadamente hasta mediados del siglo XV– la actividad comercial fue ejercida fundamentalmente por particulares o sociedades; y ello incluía el comercio a larga distancia, como el que llevaban a cabo los venecianos con el medio y el lejano Oriente. De hecho, los núcleos urbanos, y en particular las ciudades marítimas, fueron los principales motores de la economía comercial tardomedieval. La diplomacia medieval, por su parte, y pese a que cada vez somos más conscientes del papel desempeñado en ella por elementos ajenos a la monarquía, ha sido tradicionalmente estudiada considerando que formaba parte de las iniciativas de los gobiernos centrales; es decir, considerándola un asunto “estatal”. En aquel periodo los agentes diplomáticos, independientemente de su rango u oficio, e independientemente de la complejidad de la tarea que les era asignada, eran por lo general nombrados personalmente por el rey, a menudo tras la consulta con el consejo. El embajador recibía así “poderes” mediante los que se le autorizaba para representar a la persona del rey; y, en este sentido, podría decirse que el agente diplomático encarnaba a la entidad política a la que pertenecía. Con todo, ¿significa esto que al frente de la diplomacia regia estuvieron apenas los individuos más cercanos al rey, esto es, los nobles, y otros administradores y asesores no nobles, en los que confiaba?

Esta doble relación, entre el comercio y la diplomacia, por un lado, y entre los mundos cortesano y urbano, por otro, será el objeto de la breve reflexión que aquí se presenta. En ella trataré de subrayar la importancia de observar la diplomacia en la Europa occidental durante la baja Edad Media como un ejercicio político cuya ejecución estaba lejos de ser exclusiva de la esfera gubernamental regia. En primer lugar, intentaré contextualizar el vínculo que gradualmente fue emergiendo en el periodo entre el poder real y la actividad comercial. En segundo lugar, esbozaré la importancia creciente, tanto a nivel económico como político, de las ciudades mercantiles costeras y, especialmente, de los mercaderes locales relacionados con el comercio marítimo. El hecho de que dichos mercaderes acabasen desarrollando actividades diplomáticas me permitirá llamar la atención sobre los lazos existentes entre estos hombres y la Corona en el campo diplomático, que en estas primeras páginas ya se han empezado a mostrar. Todas estas cuestiones serán después contempladas bajo el prisma de un caso bien documentado: las relaciones políticas y comerciales entre Portugal e Inglaterra en un determinado intervalo del siglo XIV. Ello ocupará la última sección del presente estudio. Espero poder mostrar que algunos de los más importantes núcleos costeros de estos dos reinos fueron en esa época entidades políticas a tener en cuenta, debido a su relevancia como centros sociales, comerciales y económicos. Esta es una de las razones que explican el hecho de que jugasen un papel muy significativo en la diplomacia internacional. Del mismo modo, debe tenerse en cuenta que la coincidencia, a lo largo del tiempo, entre los objetivos de los gobiernos centrales y los de las élites urbanas llevó a la colaboración de ambos en el plano diplomático; aunque sin olvidar que las lógicas y las motivaciones de los distintos agentes políticos y económicos fueron igualmente variadas, y no necesariamente comunes. En este contexto, prestaré asimismo especial atención a determinados individuos que fueron particularmente influyentes a través de sus acciones combinadas, mercantiles y diplomáticas.

En realidad, los límites entre estos dos aspectos de lo que podríamos llamar “las relaciones internacionales medievales” –fundamentalmente comercio y diplomacia– están lejos de ser precisos; pues, tal y como anteriores estudios han mostrado (los de Faria y Miranda en especial para el tema que nos ocupa), hay en ellos muchos matices. En la fachada occidental de Europa, abierta al océano Atlántico, el comercio y la diplomacia solo podían coexistir. Además, si bien el desarrollo de los núcleos urbanos se asocia fácilmente con el crecimiento financiero y económico, y si bien la configuración aristocrática de la corte real se relaciona, a su vez, con las actividades políticas y diplomáticas, no debe olvidarse que los mercaderes a menudo dependían de los incentivos legales y fiscales proporcionados por la Corona, ni que los regímenes monárquicos frecuentemente recurrían a los mercaderes para que ejerciesen como prestamistas, inversores o agentes económicos, dado que muchos de ellos eran lo suficientemente ricos como para inyectar sus fondos en las caras empresas regias, entre las que destacaba la guerra. Piénsese, por ejemplo, cómo habría podido Eduardo III de Inglaterra financiar sus ambiciones (y, finalmente, logros) militares en el continente si no hubiese contado con inversores dispuestos a financiarlas, como los mercaderes londinenses John Pyel y Adam Fraunceys.

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2. COMERCIO Y PODER REAL, HABITANTES DE LOS NÚCLEOS URBANOS Y DIPLOMACIA Las monarquías bajomedievales no solo se interesaban por las actividades comerciales que desarrollaban los habitantes de sus territorios; hasta cierto punto, eran capaces de controlar su efectividad. Uno de los rasgos que

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definieron el lento proceso de construcción del estado en el que se embarcaron –de manera independiente– diferentes entidades políticas europeas durante los siglos XIII y XIV, fue la habilidad mostrada por los gobiernos centrales a la hora de acoger bajo el –cada vez mayor– paraguas de la administración regia centralizada el derecho civil y la fiscalidad. Ello hizo que tuviese que aceptarse una creciente intervención monárquica en áreas como la recaudación de tasas o la legislación que afectaba directamente al comercio. Esta capacidad para dar forma a un marco jurídico dentro del cual los mercaderes pudiesen operar fue crucial, dado que la facultad de los gobernantes medievales para legislar ampliamente sobre los agentes económicos les abría la posibilidad de fortalecer los mercados existentes dentro de sus órbitas jurisdiccionales. De este modo, el crecimiento económico se vio condicionado por el variado grado de privilegios que los distintos gobiernos ofrecieron a aquellos que protagonizaban las relaciones comerciales. Un marco legal alentador beneficiaba a los mercaderes, y por ello no sorprende que éstos buscasen oportunidades para intervenir en la esfera política con el objetivo de conseguir que las acciones regias les favoreciesen. Un modo de lograrlo era ejerciendo puntualmente funciones diplomáticas. Aunque, en realidad, dentro de los núcleos urbanos la diplomacia en sí misma era un elemento clave de la cultura política, y más aún en el caso de las localidades marítimas. Veamos por qué.

puertos estaba siendo cada vez más lucrativo: anteriormente la nave italiana de mayor tamaño y el cog hanseático podían cargar cerca de mil toneladas entre los dos, mientras que a fines del siglo XIV algunas carracas genovesas eran capaces de transportar cada una de ellas esa misma carga, y en el siglo XV llegaron a embarcar no menos de ¡dos mil toneladas! Estas gigantescas embarcaciones comerciales cruzaban en ambos sentidos los profundos mares que rodeaban Europa, uniendo las costas de Anatolia y Flandes. Obviamente, las fortunas que se creaban gracias al comercio entre el Mediterráneo y el Atlántico estaban también a disposición de los no italianos. Las empresas náuticas surgieron por doquier, como prueban las villas costeras cántabras y vizcaínas, que comerciaban con Inglaterra y Flandes transportando hierro, lana y vino. Lo prueba también el hecho de que prosperasen gracias al mar hombres de negocios cuyos orígenes familiares estaban en el interior. Particularmente famoso es el caso de Jacques Cœur, cuyas raíces en Bourges, en el ducado de Berry, claramente no hacían esperar que emprendiese una carrera que comenzó en Montpellier y se desarrolló fundamentalmente en el tráfico marítimo.

Como ya se ha señalado, sobre las localidades marítimas gravitaba buena parte de la actividad económica del periodo. A partir de la reconquista de Sevilla, en el año 1248, la navegación en el estrecho de Gibraltar se hizo más segura, y la larga ruta marítima que unía las costas del Adriático y el Atlántico se convirtió en una alternativa –frente a las vías fluviales tradicionalmente utilizadas para atravesar gran parte del continente– a la hora de conectar la Europa noroccidental con la mediterránea. Aunque se sabe que las galeras genovesas llegaban a Flandes poco después, no es posible obtener una visión de conjunto que permita comparar el papel que jugaron, a partir de entonces, los puertos marítimos en relación a las rutas transcontinentales. Sí se pueden, sin embargo, calibrar las ventajas del tráfico por mar en relación al terrestre observando sus respectivos costes: de acuerdo con el empresario florentino Francesco Balducci Pegolotti, quien escribía a mediados del siglo XIV, llevar lana inglesa a Italia costaba aproximadamente ocho veces más cuando se hacía por tierra que cuando se hacía por mar. Las inversiones tecnológicas en la navegación prueban también el hecho de que el comercio entre los principales

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En consecuencia, el comercio internacional que puertos como los que acaban de mencionarse eran capaces de atraer exigió que surgiesen instituciones capaces de defender los intereses económicos y políticos de los mercaderes en relación tanto a sus competidores como a sus socios comerciales. A pesar de la considerable información que se conserva para algunas localizaciones, como la Liga Hanseática y varias ciudades del norte de Italia, lo cierto es que aún no sabemos bien qué tipo de asociaciones corporativas –gremios, por ejemplo– se desarrollaron, en respuesta a la necesidad de regular y proteger a los comerciantes, en determinadas localidades, regiones, o –en términos más generales– áreas de interés; de tal modo que no es posible crear, con los datos de que se dispone, un mapa comparativo que abarque toda Europa. Con todo, y siendo conscientes de que aún hay mucho por investigar en lo concerniente a la organización mercantil corporativa, no cabe duda de que los comerciantes más poderosos se organizaron también en otros sentidos; y, más concretamente, alrededor de las instituciones civiles que se encargaban de los gobiernos locales y de las administraciones públicas. Mercaderes de peso se convirtieron también en concejales o alcaldes, mostrando que no solo contaban con habilidades para la negociación, sino también con fortunas personales, y con los contactos adecuados. Sobre ello volveré más adelante.

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Gracias a su estatus local y, de manera bastante obvia, a sus considerables recursos financieros, los mercaderes pudieron llamar la atención de los gobiernos centrales con facilidad, y así ser reclutados para desempeñar una gran variedad de funciones oficiales. Para dar un solo ejemplo, de entre los muchos que se tienen de los siglos XIV y XV, hablaré brevemente de nuevo del gran magnate Jacques Cœur. Desde 1436, cuando fue convocado a la corte de Carlos VII de Francia, y a lo largo de los ocho años siguientes, recibió numerosos encargos reales, incluyendo el de asumir la administración tanto de la moneda francesa (como jefe de la ceca de París) como de las finanzas regias (como responsable de los gastos reales), llegando a representar al monarca en los États généraux del Languedoc desde 1444. Los empresarios marítimos eran también muy apreciados por sus buenas conexiones con el extranjero, y en especial con otros empresarios que estaban dentro del radar político de otros gobiernos centrales. Cœur, por ejemplo, tuvo valiosos contactos y una considerable influencia en el Mediterráneo oriental, y llegó a representar allí –con gran éxito– al reino de Francia como embajador de Carlos VII. Y así se cierra el círculo. Los mercaderes obtuvieron patrocinios y otros beneficios de las monarquías; y los reyes necesitaron servirse de las habilidades que estos hombres de negocios mostraban; incluyendo las que se relacionaban con la diplomacia, el tema que nos ocupa.

Aunque se suele establecer la reconquista de Lisboa (1147) como punto de arranque de las relaciones entre la monarquía inglesa y la portuguesa, se trataba de unas relaciones de naturaleza más comercial que política o militar; y con el tiempo se volvieron, además, bastante estables. La presencia de mercaderes portugueses en las costas inglesas fue atestiguada por Juan sin Tierra en 1202, cuando concedió a dichos mercaderes un salvoconducto, confirmado en 1204 “[pro] alii mercatores de Hispania qui voluerit”2. Sabemos qué tipo de productos se transportaban normalmente: sal, vino, corcho, frutos secos y frutas frescas. Los paños ingleses se situaban entre los más valiosos (y valorados) bienes que se importaban a Portugal, tal y como puede comprobarse en una ordenanza sobre precios promulgada ya en el siglo XIII3. Dejando de lado los ocasionales apresamientos de embarcaciones portuguesas, este tráfico se vio bastante beneficiado por el progresivo deterioro, a partir de la década de los sesenta, de las relaciones entre Castilla e Inglaterra debido a que la primera se vio envuelta en las disputas territoriales y dinásticas que enfrentaban a los Plantagenet ingleses y a los Valois franceses.

3. EL COMERCIO ANGLO-PORTUGUÉS Y LAS RELACIONES DIPLOMÁTICAS El modo en que la intrincada red de intereses que acaba de exponerse se traducía en la práctica puede estudiarse observando un episodio de las relaciones angloportuguesas que abarca un breve (pero intenso) periodo: de 1383 a 1389; o, en otras palabras, los años en los que se encuadra la firma del Tratado de Windsor (1386). Los antecedentes y las consecuencias de este tratado arrojan –a mi juicio– bastante luz sobre aquello que hasta ahora he venido señalando; esto es, que los mercaderes trataron de capitalizar las facultades de la Corona para conceder patrocinios y licencias; que la Corona, atendiendo tanto a sus contactos como a sus capitales, se sirvió de comerciantes para servicios diplomáticos; y, finalmente, que posiblemente las tensiones existentes en estas relaciones se hicieron más evidentes al encauzarse a través de las (cada vez más robustas) instituciones políticas de las ciudades mercantiles.

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Apenas un puñado de ciudades y villas estuvieron directamente involucradas en el comercio anglo-portugués. En Inglaterra fueron, fundamentalmente, Bristol, Londres y Southampton. Aunque el volumen variaba de unos puertos a otros, en todos los casos fue relativamente modesto, como ha comprobado Wendy Childs. Sabemos que Bristol fue en el siglo XIV el puerto inglés que más transacciones realizó con los portugueses, llegando a exportar en los mejores años aproximadamente un tercio de los paños que se destinaban a puertos lusos. Sabemos también que, hacia 1380, cerca de la mitad de los mercaderes que se dedicaban a empresas marítimas en Bristol comerciaban con la península Ibérica; pero, dado que las fuentes disponibles muchas veces hablan de hispanos, es difícil determinar cuántas de estas transacciones se realizaban con Portugal. En cuanto a los núcleos costeros lusos, Lisboa y Oporto encabezaban claramente el tráfico. La primera fue especialmente activa en las relaciones comerciales con las islas británicas, pues –como Flávio Miranda ya demostró–

2. Hardy, Th.D. (Ed.), Rotuli litterarum patentium in Turri Londinensi asservati (1201-1216): [Public Record Commission] Londres, 1835, 20b, 44a-b. 3. Ribeiro, J.P. (Ed.), Dissertações chronologicas e criticas sobre a historia e jurispridencia ecclesiastica e civil de Portogal, vol. 3 (t. 1): Lisboa, Academia das Sciencias de Lisboa, 1857, 60-74 (64-65).

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los lazos mercantiles establecidos entre la ciudad y los mercaderes italianos y flamencos –los otros dos grupos de peso– sumados no superaban el total de los que existieron con mercaderes ingleses. De hecho, la mitad de los mercaderes navales lisboetas comerciaba con Bristol.

supo que necesitaba desesperadamente el apoyo externo. En la Inglaterra de Ricardo II hubo dos factores que llevaron a ver cualquier avance portugués con buenos ojos. En primer lugar, Portugal disponía en aquel entonces de una armada, lo que no podía decirse de Inglaterra; y ello era especialmente grave, en parte porque los ataques franceses a las costas británicas eran relativamente frecuentes, y en parte porque existía la amenaza real de una invasión en toda regla de la isla con barcos procedentes del norte de Francia y los Países Bajos. Junto a ello, John of Gaunt, duque de Lancáster, tío de Ricardo II y esposo de Constanza, la hija del asesinado Pedro I de Castilla, mantenía una disputa dinástica en contra del monarca castellano, Juan I, a quien consideraba un usurpador; y estaba preparado para tomar las armas.

En cuanto a la protección regia, en 1353 se habían concedido importantes privilegios destinados a facilitar tanto la libre circulación de personas como el acceso de los pescadores portugueses a las costas de Inglaterra y Bretaña; años más tarde fueron los ingleses los que adquirieron derechos especiales para llevar a cabo el mantenimiento de sus embarcaciones en Portugal; y en 1367 a éstos últimos les fue permitido llevar sus disputas ante un juez específico. Más cerca del periodo que estudiamos, en 1383, los ingleses quedaron exentos de la ordenanza general que estipulaba que solo los barcos portugueses podían ser utilizados para exportar cargas; y en 1386 estos privilegios se ampliaron con el Tratado de Windsor, que establecía un marco legal y fiscal común para ambos. Nos encontramos, por tanto, ante una larga, y claramente establecida, relación comercial entre mercaderes marítimos portugueses e ingleses, que vino a ser fuertemente reforzada por las concesiones reales en un lapso relativamente corto, de apenas unas décadas. ¿Qué había tras este repentino interés por parte de las monarquías en proteger el tráfico marítimo? Esencialmente, una coyuntura política. Pasemos a ver cuál era esa coyuntura, y a identificar dentro de ella el conjunto de factores que influyeron en el comercio aunque, de entrada, poco tuviesen que ver con él; si es que tenían algo que ver. La particularmente compleja situación política que se vivía en el periodo no puede ser aquí abordada en profundidad. Para comprender en qué circunstancias se encontraban las monarquías inglesa y portuguesa a inicios de la década de los ochenta del siglo XIV deberá bastar con decir que en esos años los portugueses vivían una crisis sucesoria generada por la muerte de Fernando I y la existencia de una heredera, de apenas diez años de edad, casada con Juan I de Castilla; quien reclamaba para sí el trono de Portugal. Este fue el escenario de la elevación como regente, a fines de 1383, de un medio hermano ilegítimo de Fernando, João, hasta entonces maestre de la orden militar de Avis. Apenas se hizo con la regencia, João de Avis buscó la ayuda militar y política de Inglaterra; y en abril de 1385, cuando fue aclamado rey, mientras se preparaba para frenar una invasión militar castellana y, al mismo tiempo, se entretenía sofocando los brotes de oposición que surgían dentro del reino,

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Era el momento perfecto para que João de Avis pusiese en marcha la diplomacia. Comenzó, como ya se dijo, poco después de ser nombrado regente, a fines de 1383. En esas fechas, probablemente aconsejado por sus más cercanos partidarios, casi todos ellos miembros de las elites lisboetas, envió a dos hombres a la corte inglesa. Aunque no sabemos qué instrucciones llevaban, puede suponerse que serían muy similares a las de la segunda embajada, que partió la primavera siguiente, y cuyo propósito era obtener la autorización para reclutar tropas de mercenarios en Inglaterra, por un lado, y negociar algún tipo de tratado de amistad entre ambos reinos, por otro4. Los dos enviados elegidos para la primera embajada, la de finales de 1383, eran un miembro de la pequeña nobleza –que en otras circunstancias hubiese sido prácticamente un desconocido– y un tal Tomás Daniel a quien la principal crónica portuguesa que narra este periodo denomina “Ingres”; es decir, “inglés”. ¿Quién era ese Tomás Daniel? A partir de un conjunto de fuentes documentales dispersas es posible reconstruir una relativamente modesta –pero sin duda sugerente– lista de sucesos relacionados con este personaje. Le encontramos, por ejemplo, en 1378 como mercader en Bristol, exportando tejidos a la península Ibérica; casi con seguridad destinados a Portugal y, de manera más específica, a Lisboa. Parece haber sido el propietario de una embarcación comercial, la Seinte Marie de Bristol, que en 1379 se dedicaba al transporte de mercancías entre los dos reinos. Ese mismo año adquirió, junto con otro mercader, un

4. Kew (Londres), The National Archives [TNA], E 30/307.

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segundo barco, esta vez en Lisboa, que cargaba en esta ciudad y navegaba hasta Bristol. Quizá se trataba del Santo António de Lisboa que aparece en un documento de la aduana de Bristol tres años después5. Aparentemente, los vínculos de Tomás Daniel con Portugal iban mucho más allá de su implicación en empresas comerciales a larga distancia, pues estaba asociado a poderosos mercaderes locales como, por ejemplo, João Ramalho, de Oporto, quien no sólo destacó en el comercio con el Mediterráneo occidental, sino que capitaneó galeras de guerra y, además, apoyó a João de Avis a lo largo de sus casi tres años de regencia. Aunque quizá lo más destacable es que Tomás Daniel tenía el estatus de vecino en Lisboa; y además poseía propiedades en la ciudad, pues había recibido en 1381 del rey Fernando I unas casas y un olivar. El monarca dejó claro en esa fecha que la donación era hecha en reconocimiento por el gran servicio que hasta entonces había prestado, y por los que se esperaba que prestase en un futuro6. Por lo tanto, su presencia en Lisboa se relacionaba, al menos en parte, con sus vínculos con la monarquía.

bien porqué fue escogido por João de Avis en 1383 para la primera delegación enviada a la corte inglesa.

A todo ello ha de sumarse la muy destacada posición de que gozaba en su ciudad natal. Muestra de ello es que, en el reinado de Ricardo II, el gobierno de Bristol estableció que todos los tejidos que entrasen en el puerto debían depositarse en las instalaciones de Thomas Daniel; y que debían ser vendidos exclusivamente allí, y en ningún otro lugar. Además, es bastante probable que este mercader fuese conocido en la corte de Westminster, pues en 1377, o poco antes, se le encargó un servicio de transporte naval a cargo de la Corona. Por último, sabemos que desempeñó un oficio público en su ciudad, siendo en 1381 elegido, junto con otros, para hacerse cargo del gobierno local7. Alguien como Thomas Daniel representa un ejemplo perfecto de todas las posibles intersecciones que enuncié anteriormente, dado que su actividad profesional envolvió a dos –si no más– ciudades portuarias inglesas y portuguesas, y en ambas tuvo peso político gracias a sus contactos personales y a su riqueza, y también a las buenas relaciones que mantuvo con la Corona. Todo ello explica

Tanto los embajadores de 1383 como los de 1384 –cuyas instrucciones, como ya se ha indicado, conocemos– aparentemente partieron hacia Inglaterra con la misión de negociar asuntos que nada tenían que ver con los derechos o los privilegios comerciales; al menos de manera directa. Sin embargo, en el Tratado de Windsor sí encontramos una estrecha relación entre el comercio y los acuerdos diplomáticos. Mencionaré dos cláusulas: la segunda y la novena. Observadas en conjunto, estas cláusulas estipulaban que toda persona procedente de cualquiera de los dos reinos podía viajar libremente desde o hacia los dominios del otro, así como residir y establecerse allí, siempre y cuando respetase las leyes y costumbres locales. Además, todos los negocios debían llevarse a cabo como si se hiciesen en el lugar de origen. Si algún sujeto actuaba contra el tratado, causando que una de las partes protestase ante la otra, el monarca correspondiente debería hacerse responsable, compensando las pérdidas y castigando al infractor; y, además, éste sería colocado bajo la jurisdicción del monarca ofendido. En este punto se añadía que el tratado no debía verse afectado por cualquier desacuerdo de este tipo, y tampoco podía ser modificado, ni disuelto, por su causa8. Como se dijo, no hay evidencias directas de que los intereses mercantiles influyesen en las negociaciones, pero puede presumirse que los agentes comerciales ejercieron algún tipo de presión en ellas. El abanderado de estos agentes pudo haber sido Thomas Daniel, una vez que parece constatada su presencia en la agenda política de João de Avis. Oficialmente o no, los esfuerzos diplomáticos se dirigieron a asegurar que la forma final del tratado contemplase cuestiones como la extensión de los privilegios legales y fiscales a un sector de la sociedad que, claramente, tenía más que ver con la paz que con la guerra, y constituido por los mercaderes de las ciudades portuarias. A medida que este estudio se encamina a su fin se hace necesario introducir en la ecuación un último elemento, si bien un tanto perturbador: debe cuestionarse si esta relación diplomático-comercial que unía a la monarquía con los mercaderes

5. TNA, E 122/16, 13. 6. Lisboa, Arquivo Nacional (Torre do Tombo), Chancelaria de D. Fernando, Liv. 2, 457. 7. Por ejemplo, Calendar of the Close Rolls preserved in the Public Record Office: Richard II (vol 1, 1377-1381): Londres, Her Majesty’s Stationery Office, 1914, 22.

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8. Almada, J. de, A Aliança Inglesa. Subsídios para o seu estudo, vol. 2: Lisboa, Imprensa Nacional–Casa da Moeda, 1946, 17-23 (18-19, 21).

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locales apenas benefició a ambos de forma inmediata. O, planteándolo de otro modo, una vez que los motivos más apremiantes que llevaron a establecer estos acuerdos diplomáticos hubieron desaparecido, ¿qué quedó de todo ello? Como ya se ha señalado, mientras se desarrollaron las negociaciones que precedieron al Tratado de Windsor, los mercaderes que representaron al reino en misiones diplomáticas –sin ser necesariamente los intereses del reino los principales que tenían en mente– pueden haber esperado obtener de dichas misiones beneficios directos, como la extensión de los privilegios comerciales. El gobierno portugués, por su parte, debió servirse de estos agentes para apuntalar su agenda, pues poseían tanto el dinero como los contactos exteriores que la monarquía en ese momento necesitaba. Sin embargo, no hubo que esperar mucho para ver aparecer las primeras grietas en esa alianza de intereses; y, apenas tres años después de la firma del tratado, los mercaderes lisboetas ya se quejaban de sus consecuencias. Habiendo encuadrado el comercio angloportugués de manera tan firme dentro de la red política, el Tratado de Windsor había acabado por llevar a que las relaciones comerciales de los portugueses con los enemigos de Inglaterra se bloqueasen. Los contactos con los puertos castellanos y franceses, en concreto, estaban resintiéndose mucho de ello. Los lisboetas que hicieron oír sus voces institucionalmente, a través de sus procuradores, en las Cortes de Lisboa de 1389 pidiendo a João de Avis –por entonces ya João I– que se renegociasen las condiciones del tratado, eran los mismos que antes habían apoyado sus esfuerzos diplomáticos. En solo tres años los mercaderes ya estaban sintiendo el impacto negativo de las empresas diplomáticas que habían llevado a cabo a favor de la monarquía.

4. A MODO DE CONCLUSIÓN Aparentemente, cuando combinamos diplomacia y comercio en la baja Edad Media descubrimos un tipo de relaciones que parecen haber sido más coyunturales que duraderas, utilizándose en cada momento los recursos diplomáticos disponibles y, dentro de ellos, los que parecían más adecuados para un determinado fin. Quizá el mejor modo de sintetizar lo que esto supuso sea mostrando estas dinámicas por medio de un diagrama; y el que a continuación se introduce refleja lo relativo al ejemplo escogido: el anglo-portugués.

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Intereses comerciales – largo plazo Acción diplomática de mercaderes Política régia

1383

Tratado anglo-portugués (Windsor)

1386

Efectos institucionales

1389

Figura 1: La interacción de las fuerzas políticas y económicas en el contexto del Tratado de Windsor (1386)

Como se dijo al principio, los intereses de los actores comerciales y gubernamentales que en determinados momentos colaboraron compartiendo metas eran, en esencia, diferentes. En la medida en que fueron expresados a través de las actividades diplomáticas, creo que esos intereses respondieron fundamentalmente a dos imperativos: de naturaleza política y de naturaleza comercial. Ello se traduce, a su vez, en escalas temporales diferentes. Por un lado, las metas del gobierno parecen haber sido más coyunturales, más apremiantes, buscando soluciones rápidas y eficaces para las necesidades del momento. Por otro lado, los objetivos de los empresarios reflejan un largo historial de relaciones económicas, centradas en la optimización, y sobre todo en el mantenimiento, del tráfico mercantil a lo largo del tiempo. El hecho de que en ocasiones los objetivos de mercaderes y gobernantes fuesen los mismos no significa que las ambiciones mercantiles y monárquicas coincidiesen a largo plazo; tan solo refleja que en determinados momentos, cuando circunstancias específicas y transitorias beneficiaban a ambos, podía darse una intersección entre dos esferas de intereses diferentes. Al menos en lo que atañe a las relaciones anglo-portuguesas en el periodo estudiado así fue. Los monarcas y los mercaderes pudieron trabajar juntos en la conquista de logros que beneficiaron a ambas partes. En este sentido, conviene no olvidar la importancia que tuvo la

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LAS CIUDADES Y EL PODER REGIO EN LA DIPLOMACIA Y EL COMERCIO MEDIEVALES: APROXIMACIONES A PARTIR DE LAS RELACIONES ANGLO-PORTUGUESAS

presencia –y la influencia– en la vida política del momento de las instituciones de gobierno y administrativas a las que estos mercaderes normalmente pertenecían; esto es, además de las corporaciones mercantiles que creaban, los oficios municipales que desempeñaban, las reuniones de Cortes en las que participaban, etc.. Para entender de forma adecuada la estrecha interacción que se dio entre los empresarios urbanos, las acciones diplomáticas y la Corona debemos averiguar hasta qué punto las agendas de los mercaderes y las de los cuerpos institucionales de los que los primeros eran miembros coincidían.

Childs, W.R. Trade and Shipping in the Medieval West: Portugal, Castile and England. Brepols, Oporto, 2013

Las asociaciones por cuestiones diplomáticas entre la Corona y las ciudades en la baja Edad Media encierran una complejidad que no puede abordarse en estas páginas, ni sin que antes se desarrollen otros estudios dedicados a analizar, en un marco comparativo, la práctica diplomática y el gobierno. Con todo, los trabajos presentados en este encuentro científico por Louis Sicking e Ian Grohse, junto con otros estudios centrados en los siglos XIII a XV, demuestran que, por norma general, las acciones diplomáticas que las monarquías del periodo llevaron a cabo apoyándose sustancialmente en la intervención de mercaderes parecen haber surgido a partir de relaciones cuyo sustrato era fundamentalmente comercial y económico; tal y como expresan los varios lazos interurbanos, interregionales e internacionales subyacentes a ellas. Lo que hizo que los poderes centrales y los locales –urbanos– se uniesen fueron circunstancias excepcionales que rara vez se correspondieron rigurosamente con necesidades comerciales. Por el contrario, fueron coyunturas políticas concretas y urgentes las que provocaron que estas dos esferas se uniesen para colaborar en acciones diplomáticas.

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The Royal Origins of Norwegian Commercial Diplomacy: King Hákon IV Hákonarson and the Council of Lübeck, 1247-1250 Ian Peter Grohse Westfälische Wilhelms-Universität Münster

1. INTRODUCTION In recent studies of commercial history, medieval rulers are rarely portrayed as facilitators and promoters of foreign trade. On the one hand, the volatility of governance and the political fragmentation of European societies are believed to have prevented monarchs from enforcing concerted, consistent trade policies. On the other, the unwieldiness of their authority is understood to have infringed on the interests of merchants, often depriving them of rights more often than granting them. Avner Greif, for instance, emphasizes the role of private-order solutions in the absence of centralized governments, arguing that ‘before the emergence of the nation-state, foreign merchants could expect little military or political aid from their countrymen’1. Oscar Gelderblom agrees, claiming that

1. Greif, A. Institutions and the Path to the Modern Economy: Lessons from Medieval Trade. Cambridge University Press, Cambridge, 2006: 91. The ‘institutional’ development of medieval commerce, it is argued, lay with the formation of guilds, which rulers encouraged and were necessary enforce contracts and property rights and provide public goods. Thus the ‘state’ depended on extra-state institutions (Greif, A., Milgrom, P. and Weingast,

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‘when European merchants first started trading across longer distances in the eleventh and twelfth centuries, sovereign rulers wielded very little if any power because their territories were small and their fiscal and military resources were limited’2. Douglass North sees the growth of Europe commerce as a symbiosis between private market enterprises and state development, proposing that ‘a major player in this evolution was the state, and there was a continuous interplay between the fiscal needs of the state and its credibility in its relationships with merchants and the citizenry in general’3. Yet he too sees this as a very latemedieval and early-modern phenomenon and locates the nascence of the statesupervised market somewhere between the late-fourteenth and seventeenth centuries4. Thus, regardless of whether historians favor the private-order or the state-institutional perspective, it is widely held that trade at an earlier date, in the twelfth and thirteenth centuries, was driven by individual merchants, guilds, companies and towns, rather than sovereign rulers.

as the locus of diplomatic discourse, often provides a fruitful medium for investigating the impact of private groups and non-sovereign entities on market organization5. Louis Sicking’s contribution to the present volume, for instance, illustrates how merchants representing urban governments negotiated advantageous market solutions to their own advantage and independent of sovereign rulers6. This alternative approach to diplomatic history allows us to elucidate diplomatic strategies within fragmented and often undefined sociopolitical landscapes, particularly those which characterized the decentralized governments of Continental Europe.

This view also figures into the study of pre-modern commercial diplomacy. ‘New diplomatic history’, which deemphasizes the state and primary embassy

B. “Coordination, Commitment, and Enforcement: The Case of the Merchant Guild”, The Journal of Political Economy, 102, 1994: 745-66). Guilds provided a check on the coercive power of medieval rulers who might inhibit trade through an unaccommodating monopoly on commercial interests and authority (Greif, A. “Commitment, Coercion, and Markets: The Nature and Dynamics of Institutions Supporting Exchange”, in Menard, C. and Shirley, M. (Eds.), Handbook of New Institutional Economics. Spencer Science & Business Media, Heidelberg, 2008: 727-88, esp. 754). 2. Gelderblom, O. Cities of Commerce: The Institutional Foundations of International Trade in the Low Countries, 1250-1650. Princeton University Press, Princeton, 2013: 2. Gelderblom posits that urban governments, not sovereign rulers, provided physical, legal and administrative infrastructures within which private-order organizations could develop durable, lower-risk commercial enterprises. His thesis works from the premise that the jurisdictions, policies and strategies of sovereign rulers and urban officials in the Low Countries rarely or only ambiguously intersected in the Middle Ages. In keeping with Greif’s theory, the guild is viewed as the bulwark institution for protecting merchants from ‘predatory rulers’ (Gelderblom, O. and Grafe, R. “The Rise, Persistence and Decline of Merchant Guilds. Re-thinking the Comparative Study of Commercial Institutions in Pre-modern Europe”, The Journal of Interdisciplinary History 40, 2010: 477-511, esp. p. 8; Cf. Greif 2006: 91; Grafe, R. Distant Tyranny: Markets, Power, and Backwardness in Spain, 1650-1800. Princeton University Press, Princeton, 2012: 4), while the capabilities and interests of rulers to effectively and consistently enforce foreign trade policies is said to have occurred in the fifteenth and sixteenth centuries (Gelderblom and Grafe 2010: 8-9). 3. North, D. Institutions, Institutional Change and Economic Performance. Cambridge University Press, Cambridge, 1990: 129; North, D. and Weingast, B. “Constitutions and Commitment: The Evolution of Institutions Governing Public Choice in Seventeenth-Century England”, The Journal of Economic History 49, 1989: 803-33. 4. North 1990: 96; cf. Gelderblom and Grafe 2010: 8.

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If, however, we venture further to the European ‘periphery’, to the kingdom of Norway, we find a political system which historians have argued featured less fragmentation and a greater concentration of royal authority than was typical in many contemporary Continental societies7. Sverre Bagge argues that by the later

5. For ‘new diplomatic history’ see e.g. Watkins, J. “Toward a New Diplomatic History of Medieval and Early Modern Europe”, Journal of Medieval and Early Modern Studies 38, 2008: 1-14; Riches, D. Protestant Cosmopolitanism and Diplomatic Culture: Brandenburg-Swedish Relations in the Seventeenth Century. Brill Leiden, 2012: 1-8, cf. p. 4: ‘Rather than focusing exclusively on the great deeds of monarchs and ministers or the impersonal interactions of faceless state institutions as traditional diplomatic history has done, the new diplomatic history views diplomacy as a culturally-inflected activity carried out by multifaceted individuals whose own biographies, priorities, and personal relationships shape their understandings of the world and how its various parts fit together, affecting in turn their diplomatic activities in fundamental ways’. In introducing his study of English diplomatic relations with the Avignon Papacy, Karsten Plöger argues that diplomatic history which focuses on the foreign policies of individual rulers and states is outdated and that newer social-science-based approaches encourage the exploration of forms, rather than contents of medieval diplomacy (Plöger, K. England and the Avignon Popes: The Practice of Diplomacy in Late Medieval Europe. Modern Humanities Research Association, London, 2005: 1-2). For a seminal study on diplomatic practice see Chaplais, P. English Diplomatic Practice in the Middle Ages. Bloomsbury Academic Press, London, 2003. 6. Sicking, L. “Leiden and the Wool Staple of Calais at the End of the Middle Ages: A Case Study in Urban Diplomacy”, in present volume. 7. Literature on Norway’s political and administrative consolidation in the Middle Ages is extensive and cannot be fully encompassed here. Most historians accept the problematic connotations associated with the term ‘state’ in this context, yet apply it, after some discussion, to describe the centralized military, legislative, juridical, administrative and fiscal system in the late-twelfth and thirteenth centuries. Among the most influential works include Helle, K. Norge blir en stat. Universitetsforlaget, Oslo, 1974; Lunden, K. Norge under Sverreæten 1177-1319, Cappelens Norgeshistorie, vol 3. Cappelen, Oslo, 1976. More recently, the problem of political ‘institutionalization’ has been addressed by Sverre Bagge, whose research deals largely with the question of how the state-like institutions developed amidst political turmoil characterizing twelfth – and early-thirteenth century Norway. He attributes some of this to the success of individual, charismatic monarchs and the strength of the royal dynasty on the whole. See e.g. Bagge, S. “Borgerkrig og statsutvikling i Norge i middelalderen”, Historisk Tidsskrift (NO), 2, 1986: 145-97; idem, From Viking Stronghold to Christian Kingdom: State Formation in Norway, c. 900-1350. Museum Tusculanum Press, Copenahgen, 2010.

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thirteenth-century, the crown had also developed consistent foreign economic policies which reflected ‘a community of interests between the king and the aristocracy, clerical as well as secular’8. The crown’s efforts to promote and orchestrate Norway’s foreign commerce through diplomacy is exemplified by King Hákon Hákonarson’s (1217-63) amicable relations with the English crown and his frequent intercession in issues concerning Norwegian-English trade9. It was also during the reign of King Hákon that Norway was first anchored into the ambit of German mercantile networks taking shape across Northern Europe. On October 6, 1250, King Hákon signed a trade agreement with the Town Council of Lübeck, thereby resolving an immediate conflict which had impeded trade between Norway and Germany since 1247, on the one hand, as well as more general, longer-standing uncertainties about the Norwegian crown’s interest and investment in trade with Northern German towns on the other. The 1250 agreement is often cited as a crucial event in Norway’s foreign relations with Europe and as a precursor to Hanseatic involvement in the Norwegian market in the later Middle Ages. Remarkably, however, few studies have analyzed the Norwegian crown’s and, in particular, King Hákon’s diplomatic efforts to cultivate these relations in detail10.

to private-order organizations rather than central governmental institutions. It will be shown that matters of trade and commercial diplomacy began falling under the mantel of the crown in the late-twelfth century and had by the midthirteenth century become a crucial feature of King Hákon’s foreign strategies11. The localization of both political and economic enterprises within the western Norwegian town of Bergen enabled the crown to achieve greater oversight over matters of trade, while the close association between the commercial interests of kings, clerics and secular aristocrats facilitated the development of a concerted foreign trade policy aimed at benefiting various levels of the kingdom’s political hierarchy. Consequently, the creation of a market environment in Norway, and in Bergen in particular, depended on support from public authorities under the umbrella of the Norwegian crown. In order to demonstrate this, the following will focus on two issues: First, what were the conditions for foreign trade prior to 1247, and how much interest and oversight did Norway’s kings have in promoting it? Second, what diplomatic strategies did King Hákon employ to placate controversies between German and Norwegian merchants and facilitate the restoration of mutually-beneficial trade relations?

The following examines the diplomatic origins of Norwegian-German trade in the twelfth and thirteenth centuries and, in particular, King Hákon Hákonarson’s efforts to negotiate mutually beneficial terms with the council of Lübeck between 1247 and 1250. By underscoring the crown’s role in facilitating, promoting and sometimes orchestrating Norway’s foreign trade, the aim is to provide at least one alternative to theories which ascribe commercial success in medieval Europe

2. NORWAY AND THE FOREIGN MARKET Norway’s growth as a market for international trade in the central Middle Ages hinged upon its access to foreign grain12. Due to a scarcity of arable land and a limited capacity for agricultural production, Norway’s population lived primarily along the extensive coastlines and sustained itself from a combination of

8. Bagge 2010: 353. 9. Helle, K. “Trade and Shipping Between Norway and England in the Reign of Håkon Håkonsson (1217-1263)”, Sjøfartshistorisk årbok, 1967: 7-33; idem, “Anglo-Norwegian Relations in the Reign of Håkon Håkonsson (121763)”, Medieval Scandinavia 1, 1968: 101-14. 10. Thomas Behrmann’s study is a notable exception: Behrmann, T. “Norwegen und das Reich unter Hákon IV (1217-1263) und Friedrich II (1212-1250), in Kramarz-Bein, S. (Ed.), Hansische Literaturbeziehungen. Das Beispiel der Þhiðreks saga und verwandter Literatur. De Gruyter, Berlin and New York, 1996: 27-50. Behrmann offers a rich analysis of economic and diplomatic relations between Norway and the Holy Roman Empire, but does not inquire into the degree to which the Norwegian crown developed and employed a monopoly on commercial diplomacy. Cf. Harttung, J. Norwegen und die deutschen Seestädte bis zum Schluss des dreizehnten Jahrhunderts. Wilhelm Herz, Berlin, 1877: 21-25. Harttung examines the sequence of diplomatic correspondence between Norway and Lübeck between 1247-1250 in greater detail.

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11. For broad surveys on Norway’s foreign relations in the central Middle Ages see Bjørgo, N. “800-1536. Makt – og avmakt”, in Bjørgo, N., Rian, Ø. and Kaartvedt, A. (Eds.), Selvstendighet og union. Fra middelalderen til 1905, Norsk utenrikspolitikks historie, vol. 1. Universitetsforlaget, Oslo, 1995: 19-132. 12. Blom, G. “Kornhandel: Norge”, in Hødnebo, F. (Ed.), Kulturhistorisk leksikon for nordisk middelalder, fra vikingtid til reformasjonstid, vol. 4. Gyldendal, Oslo, 1964: 154-55; Schreiner, J. Hanseatene og Norges nedgang. Steenske Forlag, Oslo, 1935: 29, 36-47; Orrman, E. “Material Growth (to c. 1350): Rural Conditions”, in Helle, K. (Ed.), The Cambridge History of Scandianvia. Prehistory to 1520. Cambridge University Press, Cambridge, 2003: 270. For a critical take on Norway’s grain dependency, and the potential flexibility of the Norwegian domestic economy see Nedkvitne, A. The German Hansa and Bergen, 1100-1600, Böhlau, Cologne, 2014: 535-46, 56471, 585; Wubs-Mrozewicz, J. The Interaction of Lübeckers, Overijsslers and Hollanders in Late Medieval Bergen. Uitgeverij Verloren, Hilversum, 2008.: 189-90.

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subsistence farming, animal husbandry and fishing.13 While localized resource exploitation remained the primary livelihood of most Norwegians throughout the Middle Ages, it was gradually supplemented by a market-based economy in the twelfth and thirteenth centuries. New fishing and preservation techniques enabled the production of stockfish (dried codfish) as a viable commodity for long distance trade14. Favorable exchange rates between exported stockfish and foreign grain prompted communities in the western and northern districts of the country to limit domestic cereal cultivation15. Grain imports from England and German cities along the southern Baltic became increasingly vital for the diversification of Norway’s economy, allowing the kingdom to break out from a state of economic subsistence and develop a more lucrative economy16.

foreign merchants from grain-growing regions of Europe17. The town’s strategic advantages piqued the interests of kings, clerics and aristocrats who sought economic profit by localizing and exploiting their authority over trading enterprises in the town. Knut Helle explains that ‘there was a close correlation between the development of royal and ecclesiastic residential and administrative centers, on the one hand, and economic specialization and centralization, on the other’18. In contrast to many other towns in contemporary Europe, Bergen did not develop on the shoulders of an independent, specialized merchant class, but rather through the enterprises of clerics and liegemen of the crown who conducted trade to supplement their income from land rents and royal benefices19.

Bergen was Norway’s principal terminal for domestic and foreign exchange. Conveniently located between Britain, Continental Europe and the fishing waters of northern Norway, Bergen became a staple for the stockfish-for-grain trade from the twelfth century onward and attracted increasing numbers of

Norway’s most active trade routes in the twelfth and early-thirteenth centuries spanned the North Sea toward England20. There is strong indication that Norwegian kings not only looked favorably upon this trade, but also strove to

17. Helle, K. Kongssete og kjøpstad: Fra opphavet til 1536. Bergen bys historie, vol. 1. Universitetsforlaget, Bergen, 1982: 346-53; Wubs-Mrozewicz 2009: 192-97. 13. Arable land was scattered and made up less than three percent of Norway’s total land mass in the Middle Ages and Early Modern Era (Orrman 2003: 262-67; Sandnes, J. Ødetid og gjenreisning: Trøndsk busetningshistorie c. 1200-1600. PhD, Norges teknisk-naturvitenskapelige universitet, Trondheim, 1971: 16; Lunden 1976: 209-56. 14. For a general discussion of Norwegian strockfish trade in the Middle Ages see Wubs-Mrozewicz, J. “Fish, Stock and Barrel. Changes in the Stockfish Trade in Northern Europe, c. 1260-1560”, in Sicking L. and Abreu-Ferreira, D. (Eds.) Beyond the Catch: Fisheries of the North Atlantic, the North Sea and the Baltic, 900-1850. Brill, Leiden, 2009: 187-208. 15. Orrman 2003: 270; Nedkvitne 2014: 28-29. 16. Norway’s ‘dependency’ on grain was overestimated in older research by, for example, Alexander Bugge (Bugge, A. Den Norske sjøfarts historie fra de ældste tider til vore dage. Steenske Forlag, Oslo, 1923), Johan Schreiner (Schreiner 1935), and Harttung (Harttung 1877). Kåre Lunden estimates that Hanseatic grain satisfied the caloric needs of only 4-5% of Norway’s total population at the time (Lunden, K. “Hanseatene og norsk økonomi i senmiddelalderen”, Historisk Tidskrift, 46, 1967: 122, 124). Arnved Nedkvitne distinguished between true dependency, whereby the population depended on foreign grain for sustenance, and market dependency, whereby the growth of commerce hinged upon those imports (Nedkvitne 2014: 535-46, 564-71, 585, cf. 569: ‘Even if these alternative trading routes had not existed, most household would have avoided famine by exploiting their remaining resources skilfully[…] peasant fishermen operated a flexible economy, with safety nets which made it possible to avoid famine.’). The need for foreign grain was most appreciable in Northern Norway, where peasant-fishermen were at high risk of crop failures and livestock starvation, and gradually focused on fishing in order to produce commodities for trade (Nedkvitne, A. “How important was Hansa Trade for the Norwegian Economy?”, in Henn, V. and Nedkvitne, A. (Eds.), Norwegen und die Hanse: Wirtschaftliche und kulturelle Aspekte im europäischen Vergleich. Peter Lang, Frankfurt am Main, 1994: 11-15.).

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18. Helle 1982: 118; Bergen’s growth from a local to an international commercial terminal was a credit to the crown’s and the church’s ‘aptitude to urbanize’ their own estates around the main wharf at Vågen (Helle 1982: 120, 118, 281-303). King Olaf Kyrre (1067-93) is credited with urbanizing and elevating the area around Vågen, which was located in close proximity to the royal estate of Alrekstad, into a formal town, establishing the first episcopal seat in the region and laying the foundations for urban tenements in the area around Bryggen on the eastern side of Vågen (Andersson, H. “Urbanisation”, in Helle 2003: 327). King Eystein Magnusson (110322) moved the royal estate from Alrekstad directly to the mouth of Vågen, a move which propelled Bergen’s development into a center for international trade (ibid.; Helle, K. “The Emergence of the Town of Bergen in the Light of the Latest Research Results”, in Graßmann, A. (Ed.), Das Hansische Kontor zu Bergen und die Lübecker Bergenfahrer. Schmidt-Römhild, Lübeck, 2005: 24). See also e.g. idem, “Bergen blir by”, in Øye, I. (Ed.), Middelalderbyen. Onsdagskvelder i Bryggens Museum, vol. 1. Bryggens Museum, Bergen, 1985: 5-23; idem, “Holmen i Bergen – kongelig og kirkelig sentrum”, in Øye, I. (Ed.), Kjøpstad og rikssentrum. Onsdagskvelder i Bryggens Museum, vol. 2. Bryggens Museum, Bergen, 1986: 88-105. 19. Leading members of the royal retinue who owned private or administered royal estates in the town used their property to store and exchange goods collected as land-rents and to launch their own foreign trade expeditions (Helle 1982: 368). The King’s Mirror (Konungs skuggsjá), a contemporary work of didactic literature, demonstrates the intersection of aristocratic and commercial interests (Konungs Skuggsjá. Edited by L. Holm-Olsen. Norsk Historisk Kjeldeskrift-institutt, Oslo, 1983). Presumably written for the education of King Magnús Hákonarson in the mid-thirteenth century, the text includes extensive lessons on both the training of young merchants, which is portrayed as an initial step in a young aristocrats social training, and the training of young knights and courtiers, a later step in an aspiring royal servant. For discussion see e.g. Bagge, S. The Political Thought of the King’s Mirror. Odense University Press, Odense, 1987. 20. Helle 1967; Nedkvitne 2014: 31-33.

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cinch ties with English rulers as a means of facilitating commercial growth21. King Sverrir Sigurðarson expressed his appreciation of western merchants when, in a speech before the burghers and merchants of Bergen in 1186, he thanked ‘the Englishmen who have come here, bringing wheat and honey, flour and cloth’ as well as ‘those who have brought here linen or flax, wax or caldrons’22. In the king’s appraisal, this trade, as well as that with Orkney, Shetland, the Faeroes and Iceland, had ‘brought here such things as make this land richer, and we cannot do without’23.

ties to the English crown27, while English kings appreciated donations of Norwegian luxuries, including rarities such as goshawks and falcons which were highly-prized in European aristocratic circles28. English records contain dozens of accounts showing the import and sale of Norwegian birds of prey, many of which were commissioned for purchase by the English king. Although it has been suggested that English kings supplied Norway with grain merely as a means of accessing Norse birds of prey, it is more probable that bilateral gift-giving was a means of lubricating regular trade between Norway and England and allowing those sailing under the mantel of the Norwegian crown to make use of English protections29. With this aim in mind, Norwegian kings exploited their English counterparts’ avidity for luxuries in diplomatic correspondence and negotiations30. Gifts were also exchanged in connection to a brief diplomatic crisis in or around 1222, when merchant ships belonging to King Hákon Hákonarson and Archbishop Guttorm of Nidaros were seized

The extent to which Norway’s rulers were capable of providing a secure framework for merchants to and from England is demonstrated by King Hákon Hákonarson’s and Earl Skúli Bárðarson’s semi-formal trade agreement with King Henry III from 1217. That summer, the king and earl dispatched the abbot of Lyse Monastery, in the vicinity of Bergen, with a letter in which they requested an assurance that Norwegian and English merchants could move freely between the two kingdoms24. On October 10, Henry responded by confirming his interest in peace and his intention that ‘merchants and men under your authority, shall be able to travel freely and without impediment to our land’25. This agreement is the oldest surviving commercial accord between Norway and a foreign power and illustrates that the Norwegian crown was instrumental in laying the groundwork for an amicable and mutually beneficial commercial relationship between the two kingdoms. Gift-giving was an effective means of cultivating these relations26. For Norwegian rulers, gifts of grain were an attractive and practical incentive for developing

21. The crown’s interest was two-fold: On the one hand, kings could profit from an increase in domestic commodity production – which depended on foreign demand for the domestic surplus – by collecting land rents and taxes from those production areas On the other, kings and their vassals could trade produce and naturalia [e.g. fish, lumber, honey, etc.] taken from royal estates and fiefs (Orman 2003: 283-84; Helle 1982: 367-68. 22. Sverris saga, Konunga sögur, vol. 2. Edited by Jónsson, G. Íslendingasagnaútgáfan, Reykjavik, 1957: 193 23. Ibid. 24. Regesta Norvegica [RN], ed. by Gunnes, E. et al, Oslo 1989 – , vol. 1: nr. 407. The letter has not survived, but is named in Diplomatarium Norvegicum [DN], ed. by Lange, C. et al., Oslo 1847-1995, vol. 19: nr. 114. 25. DN 19: nr. 114. 26. For diplomatic gifts see e.g. Schreiner, P. “Diplomatische Geschenke zwischen Byzanz und dem Westen ca. 800-1200: Eine Analyse der Texte mit Quellenanhang”, Dumbarton Oaks Papers 58, 2004: 251-82; Häberlein, M.

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and Jeggle, C. (Eds.), Materielle Grundlagen der Diplomatie: Schenken, Sammeln und Verhandeln in Spätmittelalter und Früher Neuzeit, UVK Verlag, Konstanz, 2012. 27. In 1200, King John ordered 300 summae grain as well as fighting men to be sent as a ‘gift’ (‘de dono’) to King Sverrir of Norway (DN 19: nr. 75) and again, in 1201 or 1202, King John sent additional shipments of grain to Norway, one to be sent by the king’s ‘falconer’ (see note 28) (RN 1: nr. 300-02). In 1214, the king ordered Bishop Peter of Winchester to procure a ‘fitting gift of corn and malt’ to be transported to the king of Norway (DN 19: nr. 104). In 1222, King Henry III paid the same bishop 5 marks to cover the expenses of Earl Skúli’s envoy, plus 15 marks as compensation for the gifts which he had purchased for the earl (ibid.: nr. 141) and a year later, in 1223, King Henry III ordered the sheriff of Norfolk to deliver 50 quarteria of grain and 50 quarteria of malt to the Norwegian king’s men, which they should then transport as a gift to King Hákon Hákonarson (ibid.: nr. 149). 28. English kings were avid enthusiasts of falconry and hawking, and in particular Norwegian falcons and birds from the Norse islands in the North Atlantic. See e.g. Oggins, R. The Kings and their Hawks: Falconry in Medieval England. Yale University Press, New Haven, 2004. The tradition dates back to the eleventh century, when it is recorded in the Doomsday Book that the county of Worcester owed the king £10 or a Norwegian hawk (ibid.: 46). 29. It has been argued that access to Norwegian falcons, as well as birds from the Norse islands in the west, was a motivating factor in their cultivation of diplomatic relations, and that King John of England ‘kept on good terms with King Sverrir Birkibein of Norway, sending him a shipload of corn occasionally, so as to ensure a good supply of the favoured Norwegian birds’ (Warren, W. King John. University of California Press, Berkeley, 1961: 140). Oggins, however, points out that there were likely more substantial political and diplomatic reasons for the exchange of grain and birds (Oggins 2004:169). 30. In 1223, for instance, Earl Skúli sent a shipment of gifts to encourage King Henry III to prosecute offenders who had plundered the earl’s merchants in England. King Henry III responded by excusing himself for injuries committed against Earl Skúli’s men, but expressed his desire to ‘renew the alliance which stood between his father, king John, and the regent of Norway’, sending gifts – no doubt grain – to Norway (RN 1: nr. 470, 471, 474; DN 19: nr. 142). Earl Skúli later thanked John for the gifts, sending a hawk (ibid.: 148), but later reiterated his desire for compensation. As a token of his willingness for peace, he sent more ‘modest gifts’ (ibid.: nr. 152).

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by order of King Henry III in the town of Lynn. The English king later ordered the ships released31 and decreed that he had taken the Norwegian king’s men and merchants under his protection so that they could travel freely through the land with their wares’32. The following year, King Henry III ordered the sheriff of Cambridgeshire to compensate King Hákon’s envoys ‘who brought the goshawk to us on behalf of the king’33. The latter document suggests that King Hákon had either sent the goshawk to his English counterpart in order to encourage the release of his ships, or as a token of gratitude for the English king’s cooperation.

in Sverris saga, which reports for the year 1186 that ‘the Southmen had imported a large quantity of wine, so that wine in Bergen was then no dearer than ale’36. These imports fueled drunkenness and unrest, leading to a violent melee between the German merchants and some of the king’s men. Upon hearing of the conflict, King Sverrir intervened, bringing about a truce. While the king’s success in brokering a deal solved the immediate conflict, he also condemned the brand of trade that the Germans had been practicing in his ports. In the same speech in which King Sverrir thanked the English merchants mentioned above, he derided the newcomers from the south, explaining that ‘there are Germans who have come here in great numbers, with large ships intending to carry away butter and dried fish, of which the exportation much impoverished the land; and they bring wine in return, which people strive to purchase, both my men, townsmen and merchants’37. He concluded by pronouncing: ‘to those Southmen I feel great ill-will for their voyage here; and if they wish to preserve their lives or property, let them depart at once; their business has become harmful to us and to our realm’38. But the appearance of Germans from the Southern Baltic in subsequent decades heralded a change in the nature and trajectory of Norwegian-German trade. Capable of introducing large quantities of grain, these merchants gradually established a foothold in the receptive Norwegian market39. During negotiations between Norway and Lübeck in 1247 and 1250 (see below), King Hákon Hákonarson referred in a document to a previous

In the late-twelfth century, German merchants began to frequent Norway in increasing numbers and eventually, by the late-thirteenth century, surpassed the English as the most populous and productive merchant group in Bergen34. Unlike Norwegian-English trade, which was bolstered by a long-developing and personalized diplomatic relationship between kings and merchants from the two kingdoms, there is only sparse evidence that Norwegian rulers engaged in commercial diplomacy with merchants, cities or rulers of the Holy Roman Empire prior to the mid-thirteenth century35. The emergence of German traders in Norway was initially viewed with skepticism by the Norwegian crown. The first recorded evidence of German merchants in Bergen comes from an account

31. Ibid.: nr. 146. 32. Ibid.: nr. 147.

36. Sverris saga: 193

33. Ibid.: nr. 148.

37. Ibid.

34. English merchants continued to frequent Bergen, as did merchants from the Low Countries, Scotland and the Norwegian tributary provinces throughout the later Middle Ages, yet were less numerous and traded in smaller quantities than their German counterparts. For a comprehensive study of inter-group interaction between Germans and other merchants in Bergen see Wubs-Mrozewicz 2008.

38. Ibid.: 194. While the alleged speech may have more rhetorical than historical value, it contains some clues as to the state of Norwegian-German trade at that point, as well as the king’s interest in regulating it. The import of wine suggests that the Germans in Bergen in the late-twelfth century originated from the Rhine region, perhaps from Cologne, as this was the center for wine export in the German realm. (Nedkvitne 2014: 33-34. For general discussions of Cologne’s wine trade in the Middle Ages see e.g. Herborn, W. and Militzer, K. Der Kölner Weinhandel. Seine sozialen und politischen Auswirkungen im ausgehenden 14. Jahrhundert. Thorbecke Verlag, Sigmaringen, 1980; Hartmeyer, H. Der Weinhandel im Gebiete der Hanse im Mittelalter. Unikum Verlag, Barsinghausen, 2013: 50-51; Müller, H. “Weinbau und Weinkonsum in Westfalen”, in Wiegelmann, G. and Morhmann, R. (Eds.), Nahrung und Tischkultur im Hanseraum. Waxmann Verlag, Münster, 1996: 399-428). The king’s reference to ‘dried fish’ is also interesting; while it generally assumed that stockfish long provided the staple commodity for Norwegian trade, the king’s statements might suggest that its export had gotten out of hand, depleting the country of a resource that was needed for domestic consumption. Alternatively, and more likely, the exchange of stockfish for wine, the latter an unnecessary and unwelcome good, depleted stores of Norway’s only resource with which to trade for more valuable cereal commodities on a large scale.

35. It is possible that Norwegian merchants frequented Continental ports and managed to obtain privileges from German emperors at an earlier date. In a register of custom tariffs from Utrecht dated 1122, for instance, Emperor Henry V decreed that ‘Norwegians, are to be free from all existing tolls’ (Hansisches Urkundenbuch, vol 1, edited by Höhlbaum, K. Halle 1876, nr. 8), and, in 1188, Emperor Frederick I ordered that ‘Russians, Goths, Norwegians and other people from the east’ were free to travel and trade without toll in the town of Lübeck (ibid.: nr. 33). However, the latter has not survived in its original form, but rather as a forgery compiled in 1225 and containing additions that were perhaps not included in the original. The extant version was ‘confirmed’ by Emperor Fredrick II in 1226 (Bloch, H. “Der Freibrief Friedrichs I. für Lübeck und der Ursprung der Ratsverfassung in Deutschland“, Zeitschrift des Vereins für Lübeckische Geschichte und Altertumskunde, 16, 1914: 1-43). Furthermore, there is no indication that Norwegian rulers were involved in negotiating these privileges. Crucially, these privileges were not bilateral and did not grant German merchants any specific rights in the Norwegian market.

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39. For the most comprehensive survey of German involvement in Bergen see Nedkvitne 2014.

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‘liberty granted’ to the merchants from Lübeck, indicating that the crown had changed its stance on German involvement in the Norwegian market and laid the groundwork for a more formal, stable commercial relationship sometime between King Sverrir’s speech in 1186 and the start of the controversy in 124740. It is evident that by the mid-thirteenth century, Norwegian commercial diplomacy was largely within the purvey of the crown. At the same time, it is evident that Norway’s kings promoted foreign trade by developing cordial relations with their counterparts in England in order to ensure the safety of their subjects in English ports, on the one hand, and the promise that English merchants would continue to visit Norway with grain, on the other. This high degree of royal oversight can be explained by the gradual monopolization of both commerce and royal governance in the town of Bergen. The infrastructure and administration of the town was developed largely under the oversight of royal and ecclesiastic officials who plied their trade as a means of supplementing their staple income from subsistence farming, fishing and land-leasing. As part time-time traders with strong ties to the royal hierarchy, the commercial interests of the town’s aristocrats were not as prone to divergence from those of the crown as they might have been for a more autonomous, full-time merchant class. Bergen’s emergence as the favored residence of Norway’s rulers and the principle administrative and financial hub of royal governance allowed kings to

localize their commercial interests, and those of the kingdom’s elite directly at their doorsteps41.

40. DN, vol. 5: nr. 1; RN, vol. 1: nr. 757. The wording of that text indicates that King Hákon had formally granted privileges to the merchants from Lübeck prior to 1247, and, without further evidence of an older precedent, one can speculate that he was perhaps the first Norwegian ruler to do so. If there had, in fact, been an even earlier precedent of liberties for Lübeck’s merchants in Norway, then these were probably granted in the first quarter of the thirteenth century. One possibility is that the Lübecker’s gained privileges by way of Denmark when Lübeck was subject to the overlordship of the Danish crown, an arrangement which secured its merchants the same freedoms as other Danish merchants in foreign ports ( Jahnke C. “The City of Lübeck and the Internationality of Early Hanseatic Trade”, in Wubs-Mrozewicz, J. and Jenks, S. (Eds.), The Hanse in Medieval and Early Modern Europe, Brill, Leiden, 2013: 48-49). It is, therefore, conceivable that the privileges referred to by King Hákon between 1247 and 1250 were conferred to the Lübeckers during their tenure as Danish subjects. Jahnke notes that Lübeck lost ‘all of its privileges’ that it had once enjoyed while under Danish authority (ibid.: 49). However, this conclusion is based on merchant’s enterprises in London as well as towns within the ambit of the Holy Roman Empire. If merchants had enjoyed privileges in Norway under the umbrella of Danish authority, it is not certain that their release also lead to an immediate renunciation of their rights in Norwegian ports. Most historians, however, conclude that it was, in fact, King Hákon who first granted these privileges. Johan Schreiner suggested that the granting of those rights occurred in relation to a quarrel in Bergen in 1237 (Schreiner 1935: 22-23; cf. Helle 1983: 378-79; Wubs-Mrozewicz 2008: 37).

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3. DIPLOMATIC CRISIS 1247-48 The intersection of royal authority and commercial development in Norway is illustrated in the diplomatic crisis between Norway and the council of Lübeck in the mid-thirteenth century. Assaults on Norwegian merchants by Danes and Germans in the Baltic prompted a controversy which effectively halted Norwegian-German trade between 1247 and 1250. Surviving evidence from the period, which is unusually rich by Norwegian standards42, suggests that Norway’s ruler, King Hákon Hákonarson, was the prime mover in resolving the immediate conflict and restoring durable trade relations with Lübeck in 1250. The roots of the conflict lay in Denmark, where, in 1241, sons of the recently deceased King Valdemar Sejr went to war over succession to the Danish throne. That conflict, which would rage for another ten years, burgeoned into the western Baltic, placing foreign merchants at risk of piratical attacks and leading to a general disruption of trade in the region43. The town of Lübeck, which was drawn into the fray through its support of the royal pretender Abel, began participating in seemingly indiscriminate attacks on foreign merchant ships.

41. Helle points out that when the king laid the foundations of Bergen at Vågen, the main wharf, men in the king’s service received special advantages’ in establishing urban estates. Even though other men not directly associated with the crown were also involved in Bergen’s expansion, royal agents continued to play a central and supervisory role (Helle 1982: 303). Royal officials, including the ‘gjaldkerer’ (urban sheriffs), sýslumenn (district sheriffs) and logmenn (lawmen) supervised meetings of the urban council, where important matters of trade would be negotiated (ibid.: 452-53; 494-95). 42. King Hákon’s near contemporary and largely reliable biography, Hákonar saga hákonarsonar, recounts the controversy in remarkable detail. Scrutiny of this narrative, along with extant diplomatic correspondences and the culminating trade agreement between Norway and Lübeck, enables us to trace the general timeline of events and identify key figures involved in negotiations. For the historical quality of Hákonar saga see e.g. Helle, K. “Hákonar saga Hákonarsonar”, in Hødnebo, F (ed.), Kulturhistorisk leksikon for nordisk middelalder, fra vikingtid til reformasjon, vol. 6. Rosenkilde og Bagger, Copenhagen, 1961: 51-52; Bjørgo, N. “Om skriftlege kjelder for Hákonar Saga”, Historisk Tidsskrift, 46, 1967: 185-229. 43. Erslev, K. “Erik Provpennings Strid med Abel. Studier over ægte og uægte Kilder til Danmarks Historie”, Historisk Tidsskrift [DK], 6, 1889: 369-442; Olrik, H. “Bidrag til belysning af Valdemarssönnernes tidsalder”, Historisk Tidsskfrift [DK], 6, 1895: 611-60; Steenstrup, J. “Valdemar Sejrs Død og de ved Tronskiftet vedtagne Ændringer i Landets Styrelse”, Historisk Tidsskrift [DK], 10, 1934: 1-31.

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Hákonar saga reports for the year 1247 that ‘in the ‘Græning Sound’, the Danes took and completely plundered several Norwegian ships; in the wider area, Norwegians were attacked by both Danes and men of Lübeck’44. That summer, King Hákon was in Bergen to receive his coronation and negotiate important domestic and foreign diplomatic affairs with a papal legate, Cardinal William of Sabina. Enraged by news of the assaults, the king seized and confiscated the goods from ‘all ships that had come from Denmark and from Wendland, as well as some cogs belonging to the Germans’45. Merchants who lost their ships and goods sought support from the cardinal, who then persuaded the king to show clemency. The king returned the confiscated property, but explained that he ‘would never tolerate the kind of unrest and violence that the Danes had committed against the Norwegians, with robbery and wicked manslaughter’46.

King Hákon was not observing the ‘privileges’ that Germans had previously enjoyed in Norwegian ports47.

Although King Hákon’s release of the merchants’ goods placated the immediate conflict in the port of Bergen, it did not address the broader issue of piracy in the Baltic. Because this fell outside the king’s jurisdiction and beyond his military reach, an assurance of safe travel for his merchants depended on the cooperation of authorities situated in the region. Later that year, King Hákon initiated contact with the council of Lübeck, presumably to gain clarification for the previous assaults. The council responded by excusing themselves of any wrongdoing in the affair and, for their part, complained that a burgher of Lübeck, Bernhard, had been robbed of his property when he was stranded in the eastern Norwegian port of Tønsberg. They further expressed concerns that

King Hákon again reached out to the council in the winter of 1247/48, explaining that because ‘our honor as well as that of so many of our men, and as often out cities, has been damaged’, the issue could not be reconciled with ‘beautiful words and promises’, but rather only in ‘truth and laudable acts’48. As it stood, the king continued, Norwegian merchants ‘in your ports along the narrow sea over which you have custody’ continued to be assaulted by men and militants from Lübeck who resided and were protected in that city. ‘In the interest of friendship’, the king assured the council that the aforementioned Bernard’s property had been restored, apart from that which had been collected on shore, as was their right under Norwegian law49. The king also specified that he intended to amend this law in the future and would further ‘keep the peace and privileges [of the Lübeckers] without any diminishment’50. He closed the letter by asking the council to ‘send us your ships in the summer as usual, with grain and malt, and allow our merchants license to trade, for there is a scarcity of such things in our kingdom’51. King Hákon’s encouragements failed to achieve a resolution. In the summer of 1248, merchants of the king delivered a letter to the council of Lübeck in which the king complained that he had yet to receive a response to his previous correspondence, but assumed that the council still wished for peace

47. Neither of these correspondences has survived, but are referenced in a extant letter sent by the king to the council in the winter of 1247/48 (DN 5: nr. 1; RN 1, nr. 808). 44. Hákonar saga hákonarsonar, etter Sth. 8 fol., AM 325 VIII,4 og AM 304,4. Edited by Marina Mundt. Kjeldeskriftfondet, Oslo, 1977: 144. There is a Grøning Sound located to the north of Bergen on the western Norwegian coast, and Mundt believes that this is the waterway in question (ibid.: 228); however, based on the context, it is more plausible that the Græning Sound (‘grænínga-sundi’) in question refers to Grønsund, located between the islands of Falster and Møn on the western Danish coasts. John Allyne Gade assumes that the Norwegian merchants were en route to Visby and Lübeck and fishing off the Scanian coast when they were attacked by pirates (Gade, J. The Hanseatic Control Of Norwegian Commerce During The Late Middle Ages. Brill, Leiden, 1951: 32). 45. Hákonar saga: 144. The saga makes an interesting distinction between Danes, those from Wendland and Germans. The first alliance of ‘Wendish towns’ from 1280 included Lübeck, Kiel, Wismar, Rostock and Stalsund, but these towns had already been founded as German cities in the mid-thirteenth century. It is not clear why the writer of the saga distinguished between the ships of Wendland and the cogs of the Germans. 46. Ibid.

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48. DN 5: nr. 1. 49. Although Norwegian law guaranteed that skippers and merchants could recover their goods when shipwrecked, ‘dead wreckage’ which was not accompanied by its owner, was to fall to the king, who could then share the prize with the commons. This was an important source of income and a poor incentive for ensuring the safety of merchants (Brækhus, S. “Bergning av vrak og vrakgods. Juridiske betraktninger omkring Runde-funnet”, Tidsskrift for rettsvitenskap 1975, 1975: 511). For a more general discussion of the maritime laws on shipwreck, jettison and ship collision in Northern Europe, see Frankot, E. ‘Of Laws of Ships and Shipmen’: Medieval Maritime Law and its Practice in Urban Northern Europe. Edinburgh University Press, Edinburgh, 2012. 50. DN 5: nr. 1. 51. Ibid. The king’s only restriction was on the importation of beer, apart from that which was needed as drink for the merchants on their voyage.

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and friendship52. He asked that his merchant envoy be received with ‘good will and friendship under the protection of your merchants’ for he brought the council ‘things of necessity’53. The shipment was likely intended as a token of peace, much like the luxury goods frequently sent by Norwegian rulers as gifts to the kings of England. In exchange for this token, the king asked the council to allow his merchant to buy things that seemed ‘expediently necessary, especially grain, flour and malt’54. These efforts, however, also failed to break the diplomatic stalemate or encourage a resumption of trade. The effects of the embargo were presumably more palpable in Norway, as is witnessed by King Hákon’s repeated appeals for grain55. Although, as Nedkvitne argues, such disruptions in trade are unlikely to have caused a true humanitarian crisis, they no doubt stunted the growth of Norway’s commercial sector56.

52. DN 5: nr. 2. The editors of Diplomatarium Norvegicum note that the king ‘sent Norwegian merchants’. More precisely, the king specifies that the merchants were working in the capacity of royal envoys when he refers to them as ‘our merchants’ (‘mercatores nostros’). 53. Ibid. 54. Ibid. 55. Harttung 1877: 25. 56. Nedkvitne 2014: 535-46, 564-71, 585; cf. Lunden 1967. Although it is impossible to precisely calculate the economic significance of the embargo on the economy of either Norway or Lübeck, the evidence suggests that it had graver implications for the former than the latter. Bergen was a relatively new commercial frontier for Lübeck in the mid-thirteenth century and it would be another century before merchants established the Kontor in Bergen and monopolized the purchase and export of Norwegian stockfish. Consequently, we can assume that the profits of trade in Norway were limited compared to those earned from the regular trade witnessed in sources from subsequent centuries. Furthermore, Lübeck had already established footholds in other lucrative markets in England, Flanders and Russia, and was, therefore, not dependent on Bergen as a commercial hub. For the scope of Lübeck’s trade see Jahnke 2013; Hammel-Kiesow, R. “Neue Aspekte zur Geschichte Lübecks: von der Jahrtausendwende bis zum Ende der Hansezeit. Die Lübecker Stadtgeschichtsforschung der letzten zehn Jahre (1988-1997). Teil 1: bis zum Ende des 13. Jahrhunderts“, Zeitschrift des Vereins für Lübeckische Geschichte und Altertumskunde, 78, 1998: 47-114. The embargo must have had negative economic consequences for the Norwegian crown, aristocracy and clergy. Reduced circulation of grain limited the incentives for producing a stockfish surplus for export, thereby leading to a slowdown in the fishing industry and curtailing the income of wholesale trade, much of which was conducted by royal liegemen in Bergen. In traditional research, the emergence of German merchants is seen in correlation with the decline of Norwegian involvement in the mercantile transportation (Bugge, A. “Der Untergang der norwegischen Schiffart im Mittelalter”, Vierteljahrschrift für Sozial – und Wirtschaftsgeschichte, 12, 1914: 92-115). However, it is apparent that at this stage, Norwegians continued to travel to foreign ports and, according to Mike Burkhardt, although foreign merchants did dominate the foreign transport of commodities in later centuries, Norwegians continued to play a role in retail in Bergen (Burkhardt, M. Der hansische Bergenhandel im Spätmittelalter: Handel, Kaufleute, Netzwerke. Böhlau, Cologne, 2009: 137-38; cf. Helle 1974: 121; Nedkvitne 2014: 24-53).

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4. DIPLOMATIC RESOLUTION 1248-50 Recognizing the futility of his diplomatic overtures directly to the council of Lübeck, King Hákon sought an alternative avenue through which to compel the restoration of trade. In 1226, Emperor Fredrick II had elevated the town to the status of an Imperial Free City, thereby placing it under the emperor’s nominal supervision. Hákonar saga tells us that King Hákon and the emperor had a history of correspondence and gift-giving with one another and enjoyed ‘the greatest of friendships’57. Given the king’s favorable standing in the eyes of the emperor, as well as the emperor’s status as Lübeck’s direct overlord, imperial intervention was regarded as an expedient strategy for breaking the diplomatic stalemate which continued to disrupt Norwegian-German trade. Sometime in 1248, King Hákon sent a letter of grievance to Emperor Friedrich II in which he complained that Norwegian merchants could not sail in peace to Lübeck58. The emperor responded by informing the king that he had written to Lübeck and decreed that ‘Norwegians should enjoy the greatest peace’ in the German town59. The saga also alleges that the emperor expressed his will to ‘honor King Hákon more than any other ruler in the Northern Lands; he wished to give up the town of Lübeck to [the king’s] authority so that he could freely

57. Hákonar saga: 98. Behrmann elaborates on the courtly and diplomatic relationship between the king and emperor in Berhmann 1996: 41-47. The relationship must have meant a great deal to Norwegian observers; Behrmann notes ‘in jedem Fall ist auffällig, wie stark die Hákonar saga das gute Verhältnis zwischen beiden Herrschern betont. Der englische König, zu dem Hákon doch weit intensivere Beziehung gepflegt hat, wird dagegen kaum eines Wort gewürdigt‘ (ibid.: 43). Like in the case of Norwegian-English relations, the amicable relations between the Norwegian king and German emperor was cultivated through the exchange of gifts. 58. Hákonar saga: 154. In addition to appealing for assistance, the king’s message may have inherently alluded to the privileges granted to ‘Russians, Goths, Norwegians and other people from the east’ by the emperor’s grandfather, Fredrick I, in 1188 (Höhlbaum 1876: nr. 33). As noted previously, there is no indication that the Norwegian crown was involved in negotiating those original privileges; however, it is clear that by the mid-thirteenth century, King Hákon had a better handle on commercial relations in his kingdom than his predecessors, and was no doubt willing to invoke that late-twelfth century precedent on behalf of his subjects. Gade assumes that the 1188 privileges for Norwegians were irrelevant for the negotiations in the mid-thirteenth century, positing that ‘the Lübeckers had no idea of fulfilling their side of the bargain and granting the Norwegians free privileges in their city’ (Gade 1951:35). It is unclear whether Gade was aware of that earlier precedent when he wrote his study. 59. Hákonar saga: 154.

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act as both lord and commander over the town’60. Although one might initially assume that this (seemingly fantastic) twist was interjected into the narrative in order to bolster the king’s reputation, Julius Harttung and Thomas Behrmann argue convincingly for the validity of the saga’s claim61. He posits that the offer – which amounted to a promise of infeftment – fell within Emperor Fredrick II’s political strategies in the north. The emperor had previously used a land grant to obtain political backing from a Nordic king when, in 1214, he granted territory east of the Elbe River to King Valdemar Sejr as remuneration for that king’s support in a struggle against Otto IV, a rival for the imperial title62. The situation was similar in 1248; threatened by William of Holland, who had that same year received papal backing for his campaign to the German throne, the emperor may have sought King Hákonar’s support against William by transferring control of Lübeck to the Norwegian crown63.

from the council has been dated between 1247 and 1250 while the king’s response has been dated to 125065. Given the council’s uncommunicativeness up to this point, it is plausible that the emperor’s address spurred the council to resume diplomatic discourse with the Norwegian king.

Whether or not the details of that offer are to be accepted, there is in any event documental evidence which suggests that the emperor indeed intervened on behalf of the Norwegian king. Two letters, one that is now lost and the other extant, indicate that the council of Lübeck broke their silence with Norway at the emperor’s behest. In an undated letter to the council, King Hákon acknowledges that he had received a previous (lost) letter in which the council excused itself of blame for attacks on the king’s men near ‘Wisclemburch’ and expressed a desire to ‘live in peace with the Norwegian king’64. The lost correspondence

60. Ibid.: 155. 61. Harttung 1877: 24-55; Behrmann 1996: 37-40. Behrmann points out that Hákonar saga is widely regarded as a reliable historical source; its accounts are generally devoid of the dubiously heroic prose of earlier sagas and can often be corroborated by contemporary documental and foreign narrative evidence (ibid.: 37-38). 62. Harttung 1877: 24-25; Behrmann 1996: 40. 63. Behrmann 1996: 38. 64. DN 5: nr. 3. Wisclemburch has not been identified; however, several suggestions have been offered including Viskinde or Vigsø near Nykøbing on the Danish island of Zeeland (Höhlbaum 1876: 126), and Wesborg along the Mariager Fjord of eastern Jutland or Vesborg on the island of Samsø (Hirsch, F. Mitteilungen aus der historischen Literatur, vol. 7. Rudolph Gaortuer Verlag, Berlin, 1878: 261). Vesborg lies roughly midway between Jutland and Zeeland and directly in the path between Norway and Lübeck. It was located near the Danish royal estate and fortress at Brattingsborg. Either Vesborg or Brattingsborg was the ‘castrum Samsø’ destroyed by the Danish magnate Stig Anderson Hvide in 1289 (Nielsen, O. Liber Census Daniæ: Valdemar den Andens Jordbog. G. E. C. Gade Forlag, Copenhagen, 1873: xiv; Steenstrup, J. Studier over Kong Valdemars Jordbog efter trykte og utrykte Kilder, Rudolph Klein Forlag, Copenahgen, 1874: 422). The factors suggest that Vesborg was the sight of the

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Emperor Fredrick II’s alleged proposal to transfer Lübeck to Norwegian authority and the council’s recent overtures for peace prompted King Hákon to commission two embassies, the first, headed by Lord Askatin and Ámund Haraldsson, to the imperial court, and the second, headed by Bjarni Moisesson, directly to the council in Lübeck66. The English cleric Askatin was a forerunning councilor to King Hákon and, later, King Magnús Hákonarson67. He held the title of ‘chancellor’ during the 1260s and became the first cleric with the academic title of ‘magister’ to receive appointment as the bishop of Bergen in 127068. His prolific career in domestic affairs was mirrored on the international scene. Askatin headed at least six foreign embassies, including the negotiations of a peace treaty between Norway and Scotland between 1263 and 1266 as well as

attacks: First, the name squares roughly with the Latin Wisclemburch; second, it is located along the most direct path between Norway and Lübeck; third, it was the sight of considerable military fortification which would have proven strategically advantageous during the military strife gripping the region during the 1240s. 65. Höhlbaum 1876: 126. The editors of Diplomatarium Norvegicum specify that ‘this letter appears most likely to be from autumn 1250, when Lübeck negotiated a trade agreement with Norway, and when King Hákon dispatches an embassy to Emperor Fredrick’ (DN 5: 3). The lost letters must have been composed sometime after King Hákon complained about the council’s silence in the summer 1248 and before the autumn of 1250 as both letters propose the restoration of peace, yet neither refers to the peace and trade agreement signed between the parties on October 6, 1250 (see below). 66. Hákonar saga: 155. Narve Bjørgo regards them as members of Norway’s so-called ‘diplomatic corps’ or ‘corps of envoys’, a network of experienced delegates responsible for cultivating Norway’s expanding international relations (Bjørgo 1995: 50-51.). Although Bjørgo’s terminology exaggerates the institutionalization of Norwegian diplomacy in the thirteenth century – they were not, in fact, part of a formalized office – many of the men who represented the Norwegian crown in foreign courts were indeed seasoned in diplomatic arts. King Hákon and his successor, King Magnús Hákonarson, typically relied on an small, elite circle of courtiers to negotiate political resolutions, marriage arrangements and commercial agreements with foreign powers. 67. Bull, E. “Askatin”, in Norsk biografisk leksikon, vol. 1. Aschehoug Forlag, Oslo, 1923: 289; Lange, C. De norske klostres historie i middelalderen, Chr. Tønsberg Forlag, Christiania, 1856: 404-05; Waßenhoben, D. Skandinavier unterwegs in Europe (1000-1250). Untersuchung zur Mobilität und Kulturtransfer auf prosopographischer Grundlage, Oldenbourg Verlag, Berlin, 2006: 159. Askatin is presumed to have originated from England (Lange 1856: 404-05). 68. Bull 1923.

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a trade agreement with England in 126969. Askatin’s associate on that journey, Ámund, was a prominent member of Norway’s secular aristocracy and also an agent in the foreign service of the crown. He was one of the ‘eminent men’ commissioned by King Hákon to escort his daughter, Princess Kristin, to betroth Don Felipe, brother to King Alfonso X of Castile and Leon, in Spain in 125870. The envoy to Lübeck, Bjarni Moisesson, also enjoyed high standing at King Hákon’s court. Soon after negotiating the terms of peace with Lübeck in 1250 (see below), Bjarni was sent ‘with letters’ to orchestrate a personal meeting between King Hákon and King Abel of Denmark71. Like the aforementioned Ámund, Bjarni was also regarded highly enough to receive the king’s trust to accompany Princess Kristin on her voyage to the Spanish royal court in 125872. Nothing came of Emperor Fredrick II’s alleged offer to transfer Lübeck to Norwegian authority as the emperor died before the two Norwegian envoys reached Northern Italy to confirm the Norwegian king’s interest73. However, Lübeck’s prospective transfer to Norway was a merely supplementary interest of the Norwegian crown and was overshadowed by the more pressing need for a restoration of trade74. On that front, the king’s diplomacy was a success. According to Hákonar saga, Bjarni reached Lübeck and ‘in accordance with the king’s advice, established peace with the men of Lübeck so that each [party]

should sail to one another in peace. Since that time, the men of Lübeck were the best of friends with King Hákon’. The saga’s wording indicates that Bjarni held plenipotentiary powers in his talks with the council in Lübeck, and, as we will see, his input not only helped break the diplomatic stalemate and restore of German merchant’s previous trading privileges, but also laid down terms for a stronger, binding pact which would encourage bilateral protection of trade between Norway and Lübeck for decades to come.

69. Magnúss sögu lagabætis (brot úr), Konunga sögur, vol. 3. Edited by Guðni Jónsson. Íslendingasagnaútgáfan, Reykjavik, 1957: 467-68, 470-71. RN 1, nr. 36; DN 8, nr. 9; DN 19, nr. 284. 70. Hákoanar saga: 172. 71. Ibid.: 152. 72. Ibid.: 172. It is possible that the Bjarni mentioned in connection with the betrothal was a different figure as the saga account mentions him only by his first name, and not as B. Moisesson (Waßenhoven 2006: 165). However, given Moisesson’s service to the crown in foreign missions in Denmark and Lübeck, it is probable that it is a reference to that same agent. Their involvement in these diplomatic affairs, which involved dynastic, rather than commercial questions, suggests that they were aristocrats and courtiers, and not part of an independent merchant class. 73. Askatin and Ámund learned of the emperor’s recent death upon arriving in Venice in the winter of 1250/51 and, in hopes of pursuing the offer with the late emperor’s son, King Conrad of Germany, changed their course northward toward the Swabia. That strategy also faltered when they were arrested and held prisoner by unknown agents before being released at the behest of the German king. According to Hákonar saga, ‘they did not achieve the aim of their errand which they could have fulfilled had Emperor Fredrick still been alive’ (Hákonar saga: 155). 74. While Hákonar saga devotes more attention to Askatin’s and Ámund’s journey to the imperial court than to Bjarni’s mission to Lübeck, this is no doubt because the former was a more spectacular event which served to emphasize the scope of King Hákon’s connection to foreign courts.

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5. TRADE AGREEMENT, OCTOBER 6, 1250 King Hákon’s treaty with the council of Lübeck is the second oldest surviving trade agreement between Norway and a foreign power and the oldest involving a German town. Completed in Bergen on October 6, 1250, the agreement is described as a ‘firm peace’ between ‘our kingdom [of Norway] and your town [of Lübeck]’75. The list of witnesses assembled in Bergen for the occasion illustrates both the centrality of royal governance and the degree of intersection between government administration and commercial activity in that town. The written agreement carried the seals of King Hákon and his son and then coregent, King Hákon (‘ungi’) Hákonarson, and was witnessed by the king’s two sons, a number prominent clerics from Bergen, and a string of baronial and knightly members of the king’s court. Bjarni Mosesson was the final name on the agreement and was referred to as ‘our delegate’ (‘nuncio nostro’), a title which alludes to his leading role in the preceding negotiations with the council in Lübeck76. Present on behalf of the council of Lübeck were several ‘delegates’ (nuncios) under the leadership of Johan de Bardowick, a member of a prominent Lübeck family who later served as the town’s mayor between 1263 and 129077. It is likely that these men had mercantile backgrounds as it was customary for prominent merchants to serve on Lübeck’s town council78. Like

75. DN 5: nr. 4. 76. Given the narrative accounts of the preceding negotiations, there can be little doubt that ‘B’ is an abbreviation for ‘Bernardo’, the Latin form of Bjarni. 77. Fehling, E. Lübeckische Ratslinie von den Anfängen der Stadt bis auf die Gegenwart, vol. 1. Schmidt-Römhild, Lübeck, 1925: nr. 173; Bruns. F. “Die Lübecker Syndiker und Ratssekretäre bis zur Verfassungsänderung von 1851”, Zeitschrift des Vereins für Lübeckische Geschichte und Altertumskunde, 29, 1938: 92-93. 78. See e.g. von Seggern, H. “Sozialgeschichte der Lübecker Oberschichten im Spätmittelalter – Eine Einleitung”,

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their Norwegian counterparts, however, Johan and his companions represented a governing body and not a private trading enterprise79.

a bilateral obligation of armed protection: ‘If it should so happen that men from your town are attacked or harmed by your enemies, then men from our kingdom, if present, are obligated to protect them as best they can as friends and brothers’82. Citizens of Lübeck were bound to the same obligations. Because Lübeckers had not been solely responsible for the assaults on Norwegian merchants in preceding years, the pledge to bilateral protection was to provide an extra layer of safety for both parties against Danes and unnamed assailants from other communities around the Baltic.

Despite being in an economic disadvantage due to Norway’s pressing demand for foreign grain, the agreement is testament to King Hákon’s aptitude in mitigating his economic handicap through astute diplomatic strategy. This is witnessed by the fact that Johan de Bardowick and his companions ‘humbly remitted all of the aforementioned to [the king’s] will and prerogative’80. The delegate’s ‘remission’ of authority to the Norwegian king suggests that the council had been compelled to humble itself following Emperor Fredrick II’s intervention and, further, that the council was encouraged to recognize King Hákon as a legitimate diplomatic partner. The agreement outlined four points. The first was a pledge of peace and free movement between the kingdom of Norway and the town of Lübeck, as well as between their respective citizens in international waters. It stipulates that ‘our citizens [of Norway] and yours [of Lübeck], regardless of where they are with their goods, shall have free access to come and sail, and shall be welcomed by one another favorably and amicably, and treated in peace with respect to goods and person’81. Because the attacks which prompted the preceding dispute occurred not only in the waters around the German city, but also in other areas of the Baltic, the clause demands that the will of peace should extend beyond the territorial jurisdictions of the two parties, those being the ports and coastlines of Norway and Lübeck, and be maintained by all citizens in open, international waters. The second point addressed is the issue of security. In an effort to reinforce the safety of merchants in open waters, it was stipulated that the parties had

in von Seggern, H. and G. Fouquet (Eds.), Beiträge zur Sozialgeschichte Lübecker Oberschichten im Spätmittelalter. Vorträge einer Arbeitssitzung vom 14. Juli 2000 in Kiel. Christian-Albrecht-Universität Kiel, Kiel, 2005: 1-16.

The third point regarded the protection of the Germans’ older privileges: ‘Furthermore, we want and admit that merchants from your town who come to our parts shall enjoy the same privileges and freedoms as much as they have had before in our kingdom at any other time’83. Previous correspondences show that the council of Lübeck was concerned about the mitigation of their privileges in Norway and that King Hákon recognized and appreciated the validity of those concerns. Although his initial correspondences failed to reassure the council, the king’s explication here that old privileges would remain in force provided more formal confirmation. The fourth and final point emphasized the durability of the agreement and the judicial measures needed to bolster its validity in the face of injuries: ‘But if – God forbid – anyone, out of depraved obnoxiousness, dares to break this alliance of peace with us, that should not be reason to tear our alliance of peace into pieces or render it void; rather, those who commit this act in obnoxious audacity shall be punished with either the penalty they deserve or a fitting fine for the loss that is incurred or the damages that it causes people, so that that this, our decree, nevertheless remains secure and inviolate’84. Whereas ad hoc, private agreements could not reliably facilitate the continual growth of trade between Norway and Lübeck, the binding obligations of the agreement provided common points of reference for all merchants from those arenas. In this way, offenses by individuals or groups would not mitigate the broader will

79. Those present are known to have performed civic-administrative duties of court not related exclusively to commerce. This supports the theory that commercial diplomacy, at least as it concerned dealing with foreign partners, was directed by the king, and not private mercantile groups.

82. Ibid.

80. DN 5: nr. 4.

83. Ibid.

81. Ibid.

84. Ibid.

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of peace. At the same time, by localizing judicial authority with the king and council, the agreement obliged both governments to work collectively toward maintaining a framework for peaceful trade.

more remarkable is the fact that these overtures were initially met with staunch resistance by the invited merchants. For the council of Lübeck, the potential for profit at this stage may not have outweighed the risks faced by merchants in the relatively novel and seemingly inhospitable Norwegian market. Because the king could not expect merchants to visit his ports based solely on the prospect of profit, it fell to him to craft alternative diplomatic strategies to compel the German merchants to resume trade in his kingdom. This early phase of Norwegian-German commercial diplomacy displayed some similarities with Norwegian-English trade relations. Like in 1250, the pact between the Norwegian and English crowns was predicated upon a bilateral pledge of free movement for merchants in two distinct jurisdictions. Rather than simply granting freedoms to a specific merchant group within a single, local arena, the 1217 agreement was consensual, endorsed by two public governmental agencies, and intended for the mutual benefit of both the Norwegian and English realms. Also like in 1250, the correspondence leading to the 1217 agreement was initiated by the Norwegian crown and conducted by representatives of the Norwegian and English kings86. When weighing the role of the Norwegian king in the affair, we must appreciate the crown’s initiative and success as a public, ‘state’ agency in promoting foreign trade.

6. CONCLUSION Trade between Norway and Lübeck resumed and expanded in the years following the conclusion of peace in 1250. With the continued influx of German merchants, Norway was gradually anchored in the developing trade network known as the Hanse. Once-ambulatory merchants began to reside in Bergen for longer periods, often remaining over winter and, in the mid-fourteenth century, established one of four Hanseatic Kontore, thereby affirming their position as the preeminent mercantile force in the Norwegian town85. Given these later developments, and in reviewing the events which paved the way for them, we can return to the issue addressed at the start of this discussion: Could individuals and private organizations contract, maintain and cultivate commercial relations without reinforcement from the ‘state’? Examination of the extant material suggests that the Norwegian crown’s diplomatic intervention was crucial for the protecting Norwegian ships, breaking embargos and ensuring the continued import of German grain. This in turn indicates that merchants were not at this time independent and strong enough to maintain commerce in times of crisis without the backing and coordination of Norwegian public authorities. The process by which trading privileges were secured in 1250 is somewhat unique. Typically, visiting merchants petitioned and persuaded host rulers of their potential benefit for a town, country or kingdom. Consequently, it was often the merchants themselves, and not the host rulers who initiated diplomatic discourse with their hosts on their own behalf. In this early Norwegian-German case, however, it was not the foreign merchants, but rather the host ruler who pursued diplomacy as a means of drawing merchants to his kingdom. Even

85. Ample research has focused on the development of the late-medieval Hanseatic Kontor in Bergen, several of which (Schreiner 1935; Helle 1982; Graßmann 2005; Burkhardt 2009; Wubs-Mrozewicz 2008; Burkhardt 2009; Nedkvitne 2014) has been cited previously in this study. See also e.g. Wiberg, C. Hanseaterne og Bergen: forholdet mellem de kontorske og det bergenske bysamfund. Det hanseatiske Museums Skrifter, Bergen, 1941; Bruns, F. Die Lübecker Bergenfahrer und ihre Chronistik, Pass & Garleb, Berlin, 1900; Friedland K. (Ed.), Bergen. Handelszentrum des beginnenden Spätmittelalter, Böhlau, Cologne, 1971.

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These findings do not discount studies of commercial history in other regions of Europe. The relative weakness of many other European ‘states’ in the central Middle Ages quite clearly inhibited rulers from scrutinizing and intervening in the affairs of individual merchants, companies and self-governing towns.

86. There are also similarities between the 1250 treaty and the so-called Artlenburg Privilege granted to Gotlanders in Lübeck by Duke Henry of Saxony and Bavaria in 1161. ( Jordan, K. Die Urkunden Heinrichs des Löwen. Herzogs von Sachsen und Bayern. Böhlau, Cologne, 1949: nr. 48-49). The Artlenburg Privilege is often regarded as a kind of ‘birth certificate’ of the German Hanse (Friedland, K. Die Hanse, Kohlhammer, Stuttgart, 1994: 83; cf. Christensen, A. “Das Artlenburg-Privileg und der Ostseehandel Gotlands und Lübecks im 12. und 13. Jahrhundert”, in Christensen, A. (Ed.), Danmark, Norden og Østersøen. Udvalgte Afhandlinger, Danske historiske forening, Copenhagen, 1976: 165-90; Kattinger, D. Die Gotländische Genossenschaft. Der frühhansisch-gotländische Handel in Nord – und Westeuropa. Böhlau Cologne, 1999: 85-109). Like the accord from 1250, the Artlenburg Privilege aimed to quell a feud and establish a durable peace. It also sought to reinforce and elaborate older privileges enjoyed by Gotlanders and Lübeckers in their foreign markets. The most striking contrast lay in the conditional nature of the Artlenburg Privilege and the unconditional nature of the 1250 accord. While the former proposed an ‘eternal and unshakable peace’ between Lübeck and Gotland, it was liable to nullification if the latter failed to respect the terms pitched by the duke. It was, therefore, a proposal, but not a guarantee for reciprocity and inter-jurisdictional cooperation in promoting trade. The 1250 agreement, however, stipulates that violations of the conditions of peace should not void the contract, and that due justice would ensure its durability.

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However, the preceding discussion does modulate the widely-held view that the symbiosis between commercial and central governmental interests is primarily a modern phenomenon. The case of central-medieval Norway reveals that the capabilities of sovereigns to promote and orchestrate trade depended on the degree to which those rulers monopolized power over the mercantile enterprises and key commercial centers of their realms. Furthermore, it suggests that even in the largely disjointed political environment of pre-modern Europe, ‘state’ diplomatic action, when directed wisely, could provide crucial protections for merchants and endorse the continued growth of trade to the benefit of merchants, towns and kingdoms.

Leiden and the Wool Staple of Calais at the End of the Middle Ages. A Case Study in Urban Diplomacy Louis Sicking Leiden University/VU University Amsterdam

1. INTRODUCTION1 Since its rise in the second half of the fourteenth century Leiden’s cloth industry had dominated the city’s economy. Prior the end of the century most of the wool necessary for this cloth production came from England and was acquired via the wool staple of the English town of Calais2. Leiden’s dependence on wool from Calais became evident at the end of the fifteenth century when travel to Calais became more dangerous and expenses due to the turmoil of

1. This article is part of a collective research project ‘Urban societies in the townports of Atlantic Europe in the Later Middle Ages’ (HAR2012-31801) funded by the Department of Science and Innovation “Government of Spain”. 2. I am indebted to my student Niels Olsthoorn for his assistance and to Ian IAN PETER GROHSE for revising my English. The usual disclaimer applies. See on the Calais wool staple: Rose, S. Calais. An English Town in France, 1347-1558. Woodbridge, 2008: 95-111 and Sandeman, G.A.C. Calais under English Rule. Oxford and London, 1908: 57-83. I have not been able to consult Grummitt, D. Calais, 1485-1547: A Study in Early Tudor Politics and Government. Thesis, London: 1997. Calais in the period 1485-1558 has been understudied. Curveiller, S. “Calais et l’influence anglaise (1347-1558)”, Bulletin historique et artistique du Calaisis 183, 2007: 29-43, 40.

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the Flemish Revolt. Moreover, several cloth producers, or drapers, were unable to pay for the wool, a dilemma which threatened the continuation of the cloth production. In order to guarantee the acquisition of English wool the Leiden city government established direct relations with the town of Calais and the English wool merchants. This article aims to show how and to what extent the city government was prepared to support the interests of its cloth makers and to what extent it managed to overcome the crisis facing Leiden’s cloth industry at the end of the Middle Ages. In 1489 Calais threatened to close its wool staple for merchants from Leiden due to the debts incurred by both the city of Leiden and its cloth manufacturers at the Calais wool staple. The wool traders at Calais were not the only debtors of Leiden. In fact Leiden itself had accumulated large debts to the sovereign of the Netherlands, Philip the Fair, in the wake of a serious slump in the town’s economy. By 1494 the debt had increased to such an extent that Leiden was forced to petition the sovereign for extensions of payment of its debts. This postponement, or moratorium, was approved with a so-called ‘staat en atterminatie’, a document which stipulated the conditions for this approval and way in which these conditions were to be observed. In 1504, when the situation had not improved, Philip the Fair decided to interfere and place Leiden under his direct financial control, an arrangement which lasted until 15103. Only after 1520 would Leiden’s economy emerge from its financial doldrums4. For the city it was of utmost importance to guarantee the continued delivery of wool to keep up its cloth industry. How did Leiden attempt to maintain its relations with the Calais wool staple in a period of economic crisis and financial depression? What diplomatic efforts did the town of Leiden make toward Calais in order to avoid interruption of the delivery of wool? How successful were

3. Brand, A.J. Over macht en overwicht. Stedelijke elites in Leiden (1420-1510). Leuven and Apeldoorn, 1996: 51. Zuijderduijn, J. Medieval Capital Markets. Markets for renten, State Formation and Private Investment in Holland (1300-1500).Leiden and Boston, 2009: 127-128. Gerrits, M. “Financiële relaties van Haarlem en Leiden met het landsheerlijke bestuur, 1508-1518”, Jaarboek der sociale en economische geschiedenis van Leiden en omstreken, 22, Leiden, 2010: 37-66, 44. Downer, W. “De financiële toestand van de stad Leiden omstreeks 1500”, unpublished lecture, Regionaal Archief Leiden: 10-11. 4. Ward, J.P. The Cities and States of Holland (1506-1515). A Participative System of Government under Strain. Unpublished doctorate Leiden University, 2001: 266.

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these efforts in the face of existing debts to the Calais wool staple? Although there is an extensive historiography dealing with Leiden’s textile industry, remarkably little research has been devoted to its diplomatic features5. In fact the diplomatic dimension of Leiden’s debt to the Calais wool staple has not received separate attention in the existing literature. This article aims to shed light on these issues by offering a case study within the framework of the socalled ‘new diplomatic history’. This approach distinguishes itself from the classic discourse of diplomatic history which focuses principally on the emergence of resident ambassadors as exponents of a developing network of permanent representation between the courts of European sovereigns. G. Mattingly’s Renaissance diplomacy (1955) is a formative work in this field, and has been further elaborated in M.S. Anderson ‘s The Rise of Modern Diplomacy 14501990 (1993)6. However, their account of the rise of the resident ambassador as constituting a break with medieval diplomacy has received criticism in recent years. John Watkins and Jeremy Black have proposed a ‘new diplomatic history’ by taking new approaches7. Recent research emphasizes the importance of ad hoc or temporary ambassadors and envoys during the entire Early-Modern period and thus points to a continuity between Medieval and Early Modern diplomacy in this respect. Although the resident ambassador emerged in the fifteenth century, it did not become a central feature of pre-modern diplomatic relations until much later.

5. The literature on the cloth trade of the Low Countries in the Middle Ages is vast. See first of all John H.A. Munro’s impressive work listed in Armstrong, L.; Elbl I. and Elbl, M.M. (Eds.), Money, Markets and Trade in Late Medieval Europe. Essays in Honour of John. H.A. Munro. Leiden and Boston, 2007: 11-38. In Spanish: C. Verlinden, El comercio de paños flamencos y brabanzones en España durante los siglos XIII y XIV (conferencia), Madrid 1952. The historiography on the cloth industry of Holland has long been dominated by that of Leiden until Kaptein, H. De Hollandse textielnijverheid 1350-1550. Conjunctuur & continuïteit. Hilversum 1998. More specifically on Leiden’s cloth industry and trade: Posthumus, N.W. De geschiedenis van de Leidsche lakenindustrie I-II. The Hague 1908-1939, is the classic work which remains of great importance. Examples of later studies: Moes, J.K.S.; de Vries, B.M.A. (Eds.), Stof uit het Leidse verleden. Zeven eeuwen textielnijverheid. Utrecht 1991, and H. Brand, “Een pre-industriële samenleving onder spanning. Leiden rond 1500”, Leids jaarboekje 100, 2008: 95120. Research for this article has mainly been based on the following source publication: N.W. Posthumus (Ed.), Bronnen tot de Geschiedenis van de Leidsche textielnijverheid II 1481-1573. Rijks Geschiedkundige Publicatiën 14, The Hague 1911, accessible via http://resources.huygens.knaw.nl/retroboeken/leidsetextiel/#page=0&accessor=toc&view=homePane 6. Mattingly, G. Renaissance Diplomacy. New York 1955; Matthew S. Anderson, The Rise of Modern Diplomacy 1450-1919. London 1993. 7. Watkins, J. “Towards a New Diplomatic History of Medieval and Early Modern Europe”, Journal of Medieval and Early Modern Studies 38 no. 1, 2008: 1-14; Black, J. A History of Diplomacy. London 2010.

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Furthermore the classic approach to diplomatic history limits itself to the diplomatic activities of great European sovereigns or states, while recent historiography devotes greater attention to diplomacy conducted by nonsovereign powers. While monarchs aspired to monopolise diplomatic conduct, their aims were rarely materialized in practice. Cities, city leagues like the Hansa, interest groups and influential individuals were often able to advance their interests through diplomacy and without the oversight of sovereign overlords. Consequently, this ‘new diplomacy’ approach has revealed a more dynamic, multi-layered and complex picture of the pre-modern diplomatic network in which non-state actors were capable of advancing their agendas parallel to and independent from princes and states. The ‘new diplomacy’ also involves a change in the object of study. Whereas traditional historiography focused on questions of a political nature, the emerging school also addresses questions of an economic nature: what role did trade and economic interests, for example, play in diplomatic contacts? Finally, new diplomatic history entails a whole series of novel questions and approaches, including those which address relations with non-western political entities, the cultural aspects of diplomacy and the relevance of International Relations theories8. One consequence of these new approaches to the history of diplomacy has been a shift in focus from the results of diplomatic contacts to the process of diplomacy9. The present paper will be limited to one specific kind of ‘new diplomacy’, that between cities. This form of urban diplomacy has particularly significant implications for highly urbanized regions such as the Low Countries10.

8. The introduction of Black, A History of Diplomacy, 11-42, offers an inspiring overview with a strong emphasis on medieval diplomacy. 9. For an overview of what ‘new diplomatic history’ entails see Ebben. M. and Sicking, L. “Nieuwe diplomatieke geschiedenis van de premoderne tijd. Een inleiding”, Tijdschrift voor Geschiedenis, 127, 4, 2014: 541-552. 10. On urban diplomacy see for instance: Marquez, P. “Urban diplomacy. Toulouse and its Neighbours in the Twelfth and Thirteenth Centuries”, Viator. Medieval and Renaissance Studies, 33, 2002: 87-99 and Behrmann, T. “Verhaltensformen zwischen Herrschern und Hansestädten. Beobachtungen zu den anglo-hansischen und dänisch-hansischen Beziehungen”, Hammel-Kiesow, R.; Frischmann, W. (Eds.), Vergleichende Ansätze in der hansischen Geschichtsforschung. Hansische Studien XIII, Trier 2002: 77-96. Urban diplomacy in the Low Countries has received remarkably little attention. See for example Sicking, L. “The fishing lobby of Flanders, 1485-1559”, Starkey, D.J. ; Holm, P.; Thor, J.Th.; Andersson, B. (Eds.), Politics and Peoples in the North Atlantic Fisheries since 1485. Studia Atlantica, 5, Hull: North Atlantic Fisheries History Association 2003, 9-24.

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LEIDEN AND THE WOOL STAPLE OF CALAIS AT THE END OF THE MIDDLE AGES. A CASE STUDY IN URBAN DIPLOMACY

We will first establish the economic background by examining how the city of Leiden became engrossed in the wool trade toward the end of the fifteenth century. We will then delineate the process of negotiations chronologically. We will then turn to the delegations which the city of Leiden sent to Calais before finally examining the composition of these delegations in greater detail.

2. THE CITY OF LEIDEN’S INVOLVEMENT IN THE WOOL TRADE WITH CALAIS, 1489-1504 In the course of the fifteenth century, the manner in which wool was paid for changed. Originally, the Leiden merchants buying wool in Calais paid exclusively in cash. But gradually merchants began acquiring wool on credit. From roughly 1480 onwards Leiden merchants used bills of exchange. This tendency to purchase wool on credit caused the Leiden merchants to accumulate an outstanding debt, which rose to such a level that by 1489 the wool staple had to take measures. Leiden apparently succeeded in avoiding a closure of the staple for its merchants and concluded a new trade agreement in 1490 which remained valid for another three years. Among other things the treaty stipulated that Leiden merchants arriving in Calais to purchase wool were required to provide a list of their business associates. The latter were other Leiden merchants who shared in the journey and for whom the merchants going to Calais also bought wool with the money that these associates or shareholders had given them. This requirement was probably demanded by the Calais wool staple as a means of holding these associates responsible if the Leiden merchants in Calais defaulted on their debts. ​​In this way the wool staple had more security for receiving the proper payment of the obligations11. Trade declined sharply due to the growing insecurity in Flanders as a consequence of the Flemish Revolt (1483-1485; 1488-1492)12. Due to the curtailed supply of wool to Leiden, the city government assumed the task of purchasing wool

11. Posthumus, De Geschiedenis I, 196-197. DuPlessis, R.S.; Howell, M.C. “Reconsidering the Early Modern Urban Economy: the Cases of Leiden and Lille”, Past & Present 94, 1982: 49-84, 54. 12. On the Flemish Revolt see Haemers, J. “Philippe de Clèves et la Flandre. La position d’un nobleau coeur d’une révolte urbaine (1477-1492)”, idem, van Hoorebeeck, C.; Wijsman, H. (Eds.), Entre la ville, la noblesse et l’État: Philippe de Clèves (1456-1528), homme politique et bibliophile. Turnhout 2007 : 21-99.

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on its own account in order to uphold production in the textile industry and thereby minimize adverse effects on the urban economy. In 1490 the city sent another delegation to Calais in order to negotiate with English merchants for the purchase of wool. Through these negotiations, the city procured fleeces and wool for 7,000 lb sterling, a sum which represented 2,6 times the usual annual income of the town. These fleeces and wool purchased by Leiden were in turn sold to the city’s textile producers. However, because the latter could not meet their payment obligations to the city, Leiden itself came into financial trouble and failed to meet its obligations to Calais. At the end of 1493 Leiden owed more than 11.000 lb sterling to Calais, a debt which increased13.000 lb sterling by 1494 (table 1). Year 1493 1494 1497 1504

Pound sterling 11,000 13,000 8,100 4,500

Table 1. Leiden’s debt to the Calais wool staple Source: Posthumus, N.W. De Geschiedenis van de Leidsche lakenindustrie I De middeleeuwen (veertiende tot zestiende eeuw) (The Hague 1908) 198, 202. N.W. Posthumus ed., Bronnen tot de Geschiedenis van de Leidsche textielnijverheid II 1481-1573 (The Hague 1911) no. 747.

It was during these years that Leiden’s overall debt increased sharply. The city’s debts towards the wool staple at Calais represented an important part of its overall debt in these years, although it was not the central cause of the city’s financial problems as will be discussed below. Trade between Leiden and Calais suffered as Leiden merchants were arrested in Calais due to the outstanding debts of their city. The risk of arrestment impeded the continuation of trade13. Table 2 illustrates the decline of woolen fleeces imports from Calais to Leiden.

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As a consequence Leiden was forced to negotiate with the wool staple at Calais on deferred payment14. Year Number of fleeces 1484 508.721 1485 199.396 1486 399.324 1487 267.378,5 1488 241.731 1491 136.058 (+ 102.834 and 155 sacks of wool bought by the city) 1493 207.442 1494 3.72215. Table 2. The Leiden import of woolen fleeces from Calais Source: N.W. Posthumus, De Geschiedenis van de Leidsche lakenindustrie I De middeleeuwen (veertiende tot zestiende eeuw) (The Hague 1908) 200-201.

3. THE DELEGATIONS TO CALAIS AND THEIR PREPARATIONS Leiden dispatched several delegations to Calais in order to safeguard the continuation of the wool trade. The first delegation, sent in 1490, resulted in the above-mentioned treaty with the Calais wool staple which determined the conditions of the wool for the following three years16. The same year another delegation was sent to purchase wool in the name of the city. As the city was not allowed to buy wool on credit the delegates were forced into debt stabbing; in other words they were held personally responsible by Calais17.

14. Posthumus, N.W. Geschiedenis I: 197-198. Posthumus, Bronnen II: no. 667, p. 101. Gerrits, “Financiële relaties”: 42. 15. The extremely low import of wool in 1494 was due to political tensions between England and the Low Countries. Posthumus, Geschiedenis I: 201. 13. Downer, “Financiële toestand”: 8. For an interesting case-study of hostage taking related to indebtedness: Ward, J.P. “Hostage-taking (gijzeling) in early Sixteenth Century Holland, and the Guelders War”, Damen, M. Sicking, L. (Eds.), Bourgondië voorbij. De Nederlanden 1250-1650. Hilversum 2010: 363-374.

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16. Posthumus, Bronnen II: no. 641 and 643, p. 78-79. 17. Posthumus, Geschiedenis I: 197, n. 3. Posthumus, Bronnen II: no. 666, p. 100-101; no. 667, p. 101-105.

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When a delegation of Leiden was prepared for travel to Calais, a meeting was first organized in order to install a committee charged with providing specific instructions for the delegation. Such a committee was installed by the city government on 8 April 1493 in order to prepare the negotiations with Calais about Leiden’s debts. The committee consisted of Clais Jan Claisz and Pieter Reymbrandtsz, members of the bench of aldermen (schepenbank) ; Jacob van Boschuysen and Jan Mathijs, members of the town council (vroedschap); and Jan van Lochorst and Jan Pietersz, cloth inspectors18. The burgomaster Clais Jan Claisz represented the cloth producers; with an estimated fortune of 5,800 lb (of 40 groten), Claisz was one of the twenty five richest inhabitants of the city at the end of the fifteenth century19. On 23 April 1493 Leiden sent a third delegation to Calais which included an accompaniment of six assistants. At Calais they requested postponement of payment and renewal of the existing commercial treaty between the two cities20. The request for postponement of payment was denied, however, and on 4 June 1493 the city government decided to discuss the results of the mission with the most important and wealthy representatives of the cloth industry. Another committee was formed by three or four members of the bench of aldermen (schepenbank), three or four members of the town council and three or four representatives of the cloth industry. The committee had to advise the city government on how to deal with its debts towards the Calais wool staple. Additional, revised instructions would be made for a new delegation for Calais21. The committee proposed contacting the Calais wool merchants by letter in order to explain in detail why Leiden was unable to pay its debt. The committee also advised the city government to request both the Council of Holland at The Hague and the Grand Council at Malines, which was the supreme court of the Low Countries at the time, to explain the difficult financial situation of Leiden to the Calais wool staple22.

18. Posthumus, Bronnen II: no. 688, p. 119-120. 19. Posthumus, Geschiedenis I: 386, 392. 20. The trip took 40 days and cost 411 lb 16 s 8 d. Posthumus, Bronnen II: no. 683, p. 116-117. 21. Posthumus, Bronnen II: no. 699. 22. Posthumus, Bronnen II: no. 700, p. 130.

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The concept letter has been preserved and provides a good impression of Leiden’s diplomatic abilities23. The city explained that it was unable to make the payments due in spite of all the combined efforts off all those involved. The terms of the payments set by Calais had been determined after Leiden had already informed Calais that it was unable to make these payments. Therefore the Leiden city government explained the reasons why it could not pay. – First, the war with Utrecht and the war with the lord of Montfoort had cost Leiden more than 50.000 Rhenish guilders24. – Leiden had also suffered from a strike by the Leiden fullers, which had cost the city over 13.000 Rhenish guilders. – The city had been occupied in 1481 by so-called “Hoeken” under the leadership of Reinier van Broekhuijsen. When his regime at Leiden came to an end the town and its inhabitants had to pay 50.000 pounds as punishment. The town was to pay two thirds, the citizens had to pay the remaining one third, except those who had been taken hostage by the “Hoeken”25. – If this was not enough, the Flemish revolt continued to hinder international trade and posed considerable risks for the transport of wool from Calais to Leiden. Leiden cloth producers had lost skins and wool of a value of more than 100,000 Rhenish guilders to the Flemish rebels operating from the town of Sluice, an outport of Bruges in Flanders. – Moreover, the city had to contribute, like other cities of the country, to all the wars of the country. – Finally, the Council of Holland had sentenced Leiden to pay the toll of Gravelines for the wool transported from Calais to Leiden. The city had obliged itself to pay 15,000 Rhenish guilders. Worse still, large quantities of wool for Leiden had been confiscated at Gravelines26.

23. Posthumus, Bronnen II: no. 701, p. 130-132. 24. 1000 lb sterling = 8000 Rhenish guilders. Posthumus: Bronnen II, no. 741 p. 171 and 180. 25. Brand, H. “Crisis, beleid en differentiatie in de laat-middeleeuwse Leidse lakennijverheid”, Smoes, J.K.S.; de Vries, B.M.A. (Eds.), Stof uit het Leidse verleden. Zeven eeuwen textielnijverheid. Leiden, 1991: 52-65, 59. 26. de Baar, P. “Leidse wolkooplieden en de tollenaars van Gravelines rond 1450”, Jaarboek der sociale en economische Geschiedenis van Leiden en omstreken 23, 2011: 21-30, 24-25. Posthumus, Geschiedenis I, 198-199.

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However, the letter did not mention the main reason for Leiden’s deplorable financial situation27. To pay its bills the city had contracted loans with private investors by issuing so-called annuities (lijfrenten) and losrenten. For the former Leiden had to pay an annual sum to the owner of the annuity until his death; for the latter an annual amount had to be paid until the city was able to redeem the losrente. These lijfrenten and losrenten were the main instruments for the creation of long-term debt in the late Middle Ages28. Although in the short term, the city in this way amassed considerable income, on the long-term the payments due consumed most of the city’s income. The result was that Leiden sank deeper and deeper into a quagmire of debt and deficits29. Leiden was not the only city of Holland with financial problems at the end of the fifteenth century. In fact several cities, including Haarlem, Dordrecht and Amsterdam had financial difficulties and were forced to request for deferral. The debts of the cities of Holland were a consequence of the large amounts of money these cities had paid to finance the wars of Maximilian of Austria as regent of the Netherlands against Utrecht and the revolting cities of Gent and Bruges30. At the end of the letter the city proposed in the most humble way to pay 1600 pound sterling per annum31. This letter was eventually sent to Calais as well as to the Council of Holland at The Hague and the Great Council at Malines32. On 12 June the Council of Holland obliged to Leiden’s request by sending a letter to

27. Posthumus, Geschiedenis, 199. Noordam, D.J. “Leiden in last. De financiële positie van de Leidenaren aan het einde van de middeleeuwen”, Jaarboek der sociale en economische geschiedenis van Leiden en omstreken 13, 2001: 17-40, 17.

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the staple merchants at Calais33. Several days later the city government request counsel from the cloth manufacturers and from the most wealthy citizens – no less than nineteen were asked to appear – on how to proceed34. It was decided that a new delegation would only be sent to Calais after an answer had been received from the staple merchants. Meanwhile those Leiden merchants that would travel to Antwerp in order to convene with merchants from Calais were advised to clarify the situation in such a way as to enhance the possibility that an agreement would be made about the postponed payments to the wool staple. Thus the city also turned to a kind of indirect diplomacy via its own merchants to influence the course of events35. In August 1493 Leiden appointed three deputies, all closely related to the cloth industry, that were to form the delegation to enter into negotiations at Calais36. They received an instruction which had been composed by the city government in close cooperation with representatives of the cloth manufacturers and the cloth inspectors37. One of the elements to make Calais agree on postponed payment was that Leiden offered the duties on beer, wine and grain to be used toward payment of the outstanding debts. This proposal was eventually agreed upon; the debts would be fully repaid within six or seven years. Deputies of the Calais wool staple then arrived in Leiden to acquire further reassurance of that agreement. To this end both Leiden and the Calais wool staple requested and received confirmation of the agreement from the sovereign lord of the Netherlands via both the Council of Holland and the Great Council38. The Calais wool staple’s initiative in seeking confirmation from the prince suggests that it had little confidence in Leiden’s promises. For its part, Leiden’s acquiescence demonstrates its limited scope of action at the time.

28. Zuijderduijn, J. Medieval Capital Markets. Markets for renten, State Formation and Private Investment in Holland (1300-1500). Leiden and Boston 2009: 20. 29. Downer, “De financiële toestand”: 7-8, 34. Marsilje, J.W. “Les modes d’imposition”, 169-170. Brand, A.J. “Nanne Paedze of het beheer van de stedelijke geldmiddelen”, Marsilje, J.W. et al. (Eds.), Uit Leidse bron geleverd. Leiden 1989: 43-60, 49. 30. Marsilje, “Les modes d’imposition en Hollande”: 163. Verloren van Themaat, L.M. Oude Dordtse lijfrenten. Amsterdam, 1983: 117. Prins, I. Het faillissement der Hollandsche steden: Amsterdam, Dordrecht, Leiden en Haarlem in het jaar 1494. Amsterdam 1922. Zuijderduijn, Medieval Capital Markets: 125-126. Kaptein, De Hollandse textielnijverheid: 87-90. 31. Posthumus, Bronnen II: no. 701, p. 132. 32. Posthumus, Bronnen II: no. 703, p. 134-135.

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33. Posthumus, Bronnen II: no. 702, p. 132-134. 34. Posthumus, Bronnen II: no. 704, p. 135 35. Posthumus, Bronnen II: no. 705, p. 136. Antwerp was of importance for the arrangement of deferred payments by the drapers and the wool merchants. Rose, Calais, 102. 36. Posthumus, Bronnen II: no. 709, p. 140. 37. Posthumus, Bronnen II: no. 710, p. 140-141. 38. Posthumus, Bronnen II: no. 712, p. 142; no. 716, p. 145, 717, 145-146, no. 719, p. 147-151; no. 720-722. Posthumus, Geschiedenis I: 199.

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In the same year 1493 Leiden concluded a new treaty with the Calais wool staple which renewed the framework of the wool trade between the two cities. Several points of the treaty concerned the payment of the outstanding debt. In contrast to manufacturers from Delft, who received attractive privileges through a parallel treaty with the Calais wool staple the same year, the Leiden cloth manufacturers were not granted any new privileges. Thus the financial problems were detrimental both for Leiden’s economy and its position in the international market39. However, in spite of the agreements concluded, Philip the Fair and his acting regent, Maximilian of Austria, allowed Leiden to postpone payment of its debts to Calais only a year later, in 1494. Although Leiden invoked and received support of its sovereign, the city did not curtail its own diplomatic efforts to achieve a postponement of payment. In 1496 Leiden sent yet another delegation to Calais that proposed an annual payment of 800 pound sterling, but the wool staple would accept no less than 1000 pound sterling per annum40. In 1498 Heynrick Florijsz travelled to London on behalf of Leiden’s city government in order to accompany ambassadors of Philip the Fair who were negotiating commercial relations between England and the Low Countries with the king of England. The English king was asked to write to the Calais wool staple that Leiden was unable to pay the annual due of 1000 lb, but could manage an annual payment of 500 lb sterling41. In 1499, another compromise was reached as the result of a final delegation, which included Heynrick Florijsz, sent by Leiden to Calais. It was then agreed that Leiden would pay 200 lb sterling at each of the four markets held in Calais each year until the debt was squared42. The same year Leiden was forced to borrow money to cover part of its obligations to the Calais wool staple43. The following years the town must have paid more than 800 lb sterling annually as the debt was fully repaid by 1505 (see table 1)44.

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4. THE COMPOSITION OF THE DELEGATIONS The Leiden city government consisted primarily of wealthy citizens who had built their fortune in the city’s cloth industry. In the fourteenth and fifteenth centuries the political elite diminished in size and was gradually concentrated into an urban oligarchy. When formulating the town’s economic policies, the city government typically invited the advice of entrepreneurs. As entrepreneurs were already figured quite prominently in the city’s government, there was a natural overlap between the political and economic elites. Family ties further strengthened the intersection of interests between the two elite spheres45. The delegations sent by Leiden to Calais consisted of members of the city government and of the wealthiest citizens, many of whom had also prospered through their enterprises in the cloth industry (table 3). · 1490: Florijs van Alcmade (knight, burgomaster), Jan Conincx (judicial councilor and inspector), mr Jacob Nuweveen (priest) · 1490: Willem van Bosschuysen (knight), Jan Conincx (burgomaster), Jacob Symonsz (treasurer) · 1493: Clais Jan Claisz (burgomaster), Pieter Reymbrandtsz (alderman), Jacob van Busschuyssen (treasurer), Jan Mathijsz (vroedschap), Jan Pietersz (inspector) and mr Joost Jansz (pensionary) · 1493: Heynric Paedze, Clais Aelwijnsz and Pouwels Pietersz · 1496: Heynric Paedze (burgomaster), Cornelis Mast (inspector), Adriaen Dircxz · 1499: Heynric Florijsz (burgomaster), Ysack Aelwijnsz (inspector), Adriaen Florijsz Table 3. The delegations of Leiden sent to Calais, 1490-1500

39. Posthumus, Geschiedenis I: 200.

Source: Posthumus, N.W. Bronnen tot de Geschiedenis van de Leidsche textielnijverheid II 1481-1573 (The Hague 1911) no. 641, 643, 666, 667, 683, 709, 710, 736, 754, 755, 756.

40. Posthumus, Bronnen II: no. 736, p. 166; no. 741, p. 171. 41. Posthumus, Bronnen II: no. 748, p. 180-181; no. 749. 42. Posthumus, Bronnen II: no. 754, 755, 756. 43. Posthumus, Bronnen II, no. 758, p. 190. 44. Posthumus, Geschiedenis I: 202. Posthumus, Bronnen II: no. 790, p. 235.

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45. H. Brand, “Urban Policy or Personal Government: the Involvement of the Urban Elite in the Economy of Leiden at the end of the Middle Ages” in: H. Diederikx, P. Hohenberg and Michael Wagenaar (Eds.), Economic Policy in Europe since the Late Middle Ages, Leicester, London and New York 1992: 17-34, 21-24, 31-32.

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Clais Jan Claisz for instance, who was part of the first delegation sent to Calais in 1493, was the seventeenth richest professional of Leiden in 1498, with an estimated fortune of 5,800 lb (of 40 groten). The second delegation sent in 1493 further illustrates the entrepreneurial character of Leiden’s diplomatic outfits: Heynric Paedze was a member of the city’s most affluent family; Clais Aelwijnsz’s mother, a widow of a cloth manufacturer, was the wealthiest individual of Leiden, whereas Pouwels Pietersz occupied a respectable thirteenth place on Leiden’s list of professionals and their wealth in 1498. All of their fortunes had been won in the cloth industry. This was also the case for the cloth manufacturer Adriaen Dircxz, who took part in the delegation of 1496. His capital was estimated at 1,800 lb in 1487 and at 9,300 in 1498 – a fortune made him one of the ten wealthiest professionals in town – and at 7,200 lb in 150846. One of the associates in the delegation, Cornelis Mast, owned a modest 80 lb in 1498, yet his fortune grew to 1,200 lb in 150847. The personal wealth and influence of these delegates positioned them as key representatives of the city and must have influenced the city’s decision to commission them with full mandate to negotiate and conclude agreements with the Calais wool staple. In weighing the motives for these delegates involvement, it is possible to trace a symbiosis of personal enterprise and ‘civic duty’. While they may have been acting for the common good of the city by relieving the stranglehold of debt, many of them also had a direct personal or family interest in guaranteeing the delivery of wool from Calais and garnering profits from a revived wool industry48.

5. CONCLUSION Toward the close of the fifteenth century, delivery of wool from Calais for Leiden’s cloth industry was threatened by both external factors, such as the Flemish Revolt, and internal factors, such as the indebtedness of Leiden’s cloth manufacturers. Consequently, the city government was willing to purchase wool

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on its own account as a means of maintaining the productiveness of its cloth industry, a sector which was vital for Leiden’s economy. Already in a severe financial crisis as a consequence of steep taxation from the central government, the city fell into further financial difficulties as cloth manufacturers were unable to reimburse their city for the wool it had purchased in Calais. Leiden sent several delegations to Calais in order to arrange a postponement of payment and ensure the continued delivery of wool. The members of these delegations were representatives of the city government and cloth manufacturers, most of whom were recruited from the city’s wealthiest citizenry. As several members of the urban government participating in these delegations were also cloth manufacturers, these delegations demonstrated the inextricable link between Leiden’s public interest and those of its private, cloth manufacturing sector. It is difficult to gauge the effectiveness of these urban diplomatic efforts towards the Calais wool staple. Leiden did its utmost to reach its goals by sending six ‘heavy’ delegations over the course of the decade, but the town did not limit its diplomatic efforts to Calais alone. It also mobilized the regional and central administrations of Holland and the Netherlands respectively in order to safeguard its interests. Both the Court of Holland and the Great Council of Malines were asked by Leiden to put pressure on Calais, requests which the central government duly obliged. Even the ambassadors of Philip the Fair who were present in London on unrelated affairs with the English king were addressed to use their influence by interceding in the affair. The case presented here provides an illustrative example of so-called bottom-up diplomacy in which urban governments and interest groups invoke the support of government institutions on higher levels in order to protect or advance their local interests. In the end, Calais and Leiden came to an agreement only thanks to the confirmation of the agreement by Philip the Fair which had been a condition sine qua non of Calais. Although urban diplomacy continued to be of importance, it was gradually linked to a form of policy making and diplomatic enterprise at elevated levels, including such institutions as the Court of Holland and, ultimately, the sovereign.

46. Posthumus, Geschiedenis I: 392-393. 47. Posthumus, Geschiedenis I: 396. 48. The literature on the common good is vast, e.g. Haemers, J. For the Common Good. State Power and Urban Revolts in the Reign of Mary of Burgundy, 1477-1482. Turnhout, 2009.

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The conclusion of the Magnus Intercursus between king Henry VII of England and archduke Philip the Fair in 1496 greatly improved the commercial relations

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between the two countries. Although the price of wool purchased in Calais was slightly reduced in 1499, Leiden’s bargaining position vis-à-vis the Calais wool staple would remain weak until 1504, when the final outstanding debt was repaid. By the end of that year Leiden resumed its complaints and negotiations with Calais about the conditions of the wool trade49. Leiden cloth manufacturers continued to buy wool at Calais until France conquered the English town in 1558. The ensuing closure of the wool staple meant that Leiden had to seek alternative avenues for procuring wool for its industry. Since the suspension of wool deliveries from Calais in 1490, Leiden had begun to shift some of its attention toward Spanish wool purchased either directly in Bruges or via Spanish merchants in Antwerp50. The Leiden demand for Spanish wool depended entirely on the conditions of the Calais wool staple. Only when the acquisition of English wool became too expensive or impossible did the Leiden cloth manufacturers purchase Spanish wool. Even after 1558 Leiden attempted to continue its purchase of English wool, in Bruges this time, yet the scarcity of English wool often compelled the city to supplement its imports with Spanish wool51.

El Sacro Imperio y la diplomacia atlántica: el Itinerario de Hieronymus Münzer Pedro Martínez García Universidad de Valladolid

1. INTRODUCCIÓN Los contactos diplomáticos y comerciales entre la Península Ibérica y los territorios del antiguo Sacro Imperio eran en la Edad Media más frecuentes de lo que se suele pensar1. De forma paralela a los intercambios de factores comerciales y a los acuerdos matrimoniales se desarrollaron numerosos viajes entre ambas zonas; como afirma Klaus Herbers en el caso concreto del Reich se conservan unos doce relatos de viajeros que tenían como destino final España y Portugal2. Si bien en la mayoría de los casos la motivación de estos viajes era la pura caballería, el comercio o la clásica peregrinación a Santiago o a

1. Véase, Valdeón, J; Herbers, K. y Rudolf, K. España y el “Sacro Imperio”. Procesos de cambios, influencias y acciones recíprocas en la época de la “europeización” (siglos XI-XIII). Universidad de Valladolid, Valladolid, 1999.

49. Posthumus, Bronnen II: no. 791, 792, 793, 795. Posthumus, Geschiedenis I: 201-202. 50. See for instance Sicking, L.“Los grupos de intereses marítimos de la Península Ibérica en la ciudad de Amberes: la gestion de riesgos y la navegación en el siglo XVI”, Solórzano Telechea, J.A:; Bochaca, M. Aguiar Andrade, A. (Eds.), Gentes de mar en la ciudad atlántica medieval. IER, Logroño, 2012: 167-199, 173-175 and further references in the footnotes on these pages. 51. Posthumus, Bronnen II: no. 646, p. 82. Posthumus, Geschiedenis I: 213-216.

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2. “Los comerciantes Peter y Sebald Ritter de Núremberg (1428-1462), el patricio Sebastian Ilsung de Augsburgo (1446), Ludwig von Dieswach y Hans von der Gruben (1447), Nikolaus Lankman que fue a Portugal a recoger a la futura esposa de Federico III (1451), el caballero suabo Georg von Ehingen (1457), el noble bohemio León de Rosmital (1465-1467), los acompañantes del comerciante de Lübeck Hinrich Dunkelgud (1479), el comerciante y noble de silesia Nikolas von Popplau (1483-1486), el médico nurembergués Hieronymus Münzer (1494-1495) y el noble renano Arnold von Harff (1496-1498)”. Traducción propia del trabajo de Herbers, K. “’Das kommt mir spanisch vor’. Zum Spanienbild von Reisender aus Nürnberg und dem Reich and der schwelle zur Neuzeit”, Herbers, K.; Jaspert, N. ‘Das kommt mir spanisch vor’: Eigenes und Fremdes in den deutsch-spanischen Beziehungen des späten Mittelalters. LIT Verlag, Münster, 2004: 1-30.

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Guadalupe, en muchas ocasiones las causas citadas se mezclarán con el interés informativo en el sentido más político y diplomático. Un caso paradigmático será el Itinerario de Hieronymus Münzer, en el que se dará cuenta del particular interés que los recientes descubrimientos en ultramar financiados por castellanos y portugueses han suscitado en Alemania.

2. UN MÉDICO AUSTRIACO EN NÚREMBERG Hieronymus Münzer, también llamado Monetarius era un patricio y médico residente en la ciudad libre imperial de Núrernberg. Nacido en 1437, sus primeros años de vida transcurrieron en Feldkirch, en la región austriaca de Vorarlberg. Tras pasar parte de su vida adulta entre Leipzig y Pavía estudiando medicina se instala en Núremberg, consiguiendo la ciudadanía en 1480. Ese mismo año contraerá matrimonio con Dorothea Kiefhaber, hija de Ulrich Kiefhaber, uno de los hombres más poderosos de la ciudad. En Franconia, Münzer hará fortuna trabajando como médico y elaborando productos farmacéuticos; esto le permitirá invertir en los negocios familiares y hacerse poco a poco con una importante biblioteca que le dará cierta fama. La adquisición de libros o de información para sus propias obras era una de las motivaciones que llevaban a Münzer a dejar Núremberg en varias ocasiones3. Otra de las excusas habituales para emprender un viaje era la enfermedad y el consecuente miedo a un contagio; es sabido que entre 1483 y 1484 viajará a Italia primero y luego a Holanda, huyendo de un brote de peste en Alemania. Huir de esta enfermedad será de hecho de una de las causas conocidas que llevarán al médico a la Península Ibérica en un viaje que comenzará en septiembre de 1494 y terminará en abril de 1495 y que motivará la redacción del relato que ocupará las próximas páginas de este trabajo: Itinerarium siue peregrinatio excellentissimi viri artium ac vtriusque medicine doctoris Hieronimi Monetarii de Feltkirchen ciuis Nurembergensis (en adelante Itinerario). El texto, escrito en latín, se conserva en la Bayerische Staatsbibliothek de Múnich (BSB, clm 431. Fol. 96-274v.) dentro de un códice de gran tamaño,

3. Véase: Goldschmidt, E. P. Hieronymus Münzer und seine Bibliothek. Studies of the Warburg Institute 4, Lodres 1938.

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compuesto entre 1498 y 1507 por Hartman Schedel, el escritor principal del Líber Chronicarum4. El viaje de Hieronymus Münzer tuvo sin duda una motivación múltiple. El viajero salió de Alemania huyendo de una epidemia de peste, pero junto a este motivo el relato evidencia muchas más causas: a lo largo del camino tendrá ocasión de ampliar sus redes de contactos con comerciantes, humanistas y nobles europeos, conseguirá información cosmográfica, cartográfica y cultural que sin duda tendrá influencia en ediciones posteriores de la crónica de Hartmann Schedel y en los círculos intelectuales de Núremberg. Además realizará labores diplomáticas y dará cuenta de multitud de novedades en la Península Ibérica. Münzer ya había colaborado en el liber cronicarum con este detallado mapa de Centroeuropa (Figura 1). Su aportación a esta obra no se limitó a la producción del mapa – que según se valoren los dos más pequeños de Nicolás de Cusa y de Donnus Nicolaus Germanus, podría considerarse como el primer mapa impreso completo de Centroeuropa5-. Sino que además repasó y corrigió muchos de los contenidos geográficos del libro. Por otro lado tampoco fue despreciable su ayuda en la construcción del Erdapfel6 de Martin Behaim7.

4. La primera edición impresa de los viajes la realizó el hispanista Ludwig Pfandl en 1920, aunque solo publicó la parte Ibérica del relato, sin incluir los capítulos dedicados a Francia o a Alemania. De la parte francesa se ocupó unos años más tarde Ernst Philip Goldschmidt en su edición: Le voyage de Hironimus Monetarius à travers la France. Estos dos libros reproducen el texto original en latín. Las primeras traducciones del Itinerario se harán en ese mismo tiempo en España y en Portugal: Julio Puyol edita una primera traducción de los viajes ibéricos de Münzer en el boletín de la Real Academia de la Historia en 1924; seis años más tarde Vasilio de Vasconcelos traducirá varios pasajes del texto en portugués que publicará la Universidad de Coímbra. En los años 50 se publicarán dos nuevas ediciones mejoradas en castellano: la de José López de Toro en 1951 (de nuevo reeditada en 1987) y la de García Mercadal en 1952. La última edición española es la de Ramón Alba en 1991. La información más completa sobre la bibliografía existente en torno a Hieronymus Münzer se puede encontrar en: Paravicini, W.; Halm, C. (Eds.). Europäische Reiseberichte des späten Mittelalters. Teil 1. Deutsche Reiseberichte. Peter Lang, Frankfurt am Main, 1994: 261-265. 5. Véase, Wawrik, F. Karte von Mitteleuropa. Archiv Verlag, Braunschweig, 2006. 6. El Erdapfel (Palabra alemana compuesta por la suma de tierra y manzana) creado entre 1490 y 1493 es el globo terrestre más antiguo que aún se conserva. El citado Donnus Nicolaus Germanus ya había realizado un mapa en forma de globo en 1477 que lamentablemente no se conserva. 7. Calero, F. “Jerónimo Münzer y el decubrimiento de América”, Revista de Indias, LVI, 207, 1996: 279-296.

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FIGURA 1: Mapa de Centroeuropa de Hieronymus Münzer en el Liber Chronicarum. Grabado de Anton Koberger. Núremberg, 1943 Fol. 296v-297r.

3. EL ITINERARIO Hieronymus Münzer parte hacia España como digo en septiembre de 1494, aunque en el viaje le acompañarán al menos tres personas, a lo largo del camino tendrá ocasión de encontrar otros compañeros de viaje y una vez en la Península contactará con numerosos alemanes. El itinerario del viaje será el siguiente: Tras salir de Núremberg en septiembre de 1494 irá hacia Lyon pasando por Nördlingen, Ulm, Zúrich y Ginebra. Desde allí bajará hasta Marsella para luego dirigirse a Barcelona pasando por Arles, Perpiñán y Figueras. Una vez en España, recorrerá la costa levantina hacia el sur, visitando Monserrat, Villareal, Valencia, Alicante, Lorca, Almería, Granada y Málaga, entre otras ciudades, hasta llegar a Sevilla. Desde este punto se dirigirá al norte, hacia Portugal, parando en Évora, Lisboa, Coímbra y Oporto, con Santiago de Compostela como destino. Tras ver los restos del santo, Münzer viajará hacia en centro de la Península por Benavente, Salamanca y Talavera. En esta región visitará el monasterio de Guadalupe, Toledo y Madrid, para encaminarse después de nuevo hacia el norte. Tras pasar por Aragón, haciendo paradas más largas en Zaragoza y Pamplona, atraviesa los Pirineos por Roncesvalles y desde allí se dirige a París cruzando Toulouse, Poitiers y Orleans. En su camino de vuelta a Alemania volverá a los Países Bajos –Brujas, Gante, Amberes – para terminar su itinerario de nuevo en Franconia aproximadamente seis meses después de su marcha. Lo primero que llama la atención de las descripciones que Münzer hace de las ciudades que visita es su forma de observarlas. En Barcelona cuenta: “Yo subí a una torre que es altísima, y desde ella, cual si mirase en un espejo, pude formar cabal idea del aspecto de la ciudad. ¡Qué hermosos espectáculo!”8. Encontramos otro ejemplo en Valencia, donde repetirá la misma operación: “Subimos a la torre por una escalera de bóveda de 206 peldaños, y desde lo alto contemplamos la comarca y la ciudad”9.

8. Mercadal García, J. “Jeronimo Münzer”, Viajes de Extranjeros por España y Portugal desde los tiempos más remotos hasta fines del siglo XVI. Tomo 1. Aguilar, Madrid, 1952: 330. 9. Id., ibid.: 339. Sin duda se trata del campanario de la Catedral de Valencia (La torre del Micalet) que tiene exactamente 206 peldaños.

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Esta forma de contemplar los lugares visitados da una imagen del viajero y de sus gustos, que van más allá de las clásicas visitas a los mercados o del habitual interés por las reliquias. Las descripciones tan minuciosas que ofrece  de las ciudades, así como la cantidad de pequeños detalles proporcionados, como el número de peldaños de esta torre, inducen a pensar que detrás del viajero patricio que huye de la peste dejando detrás mujer e hija, se esconde un interés geográfico y político profundo. Münzer, al igual que otros viajeros, siempre recurre a la comparación para ilustrar el tamaño de ciudades, edificios o unidades de medida. En este caso el austriaco suele utilizar en sus comparaciones tres ciudades concretas: Núremberg, que es comparada con ciudades grandes como Zaragoza y también con grandes extensiones – especialmente inquietante es el símil entre la ciudad imperial y el cementerio de Granada-; Ulm, la segunda ciudad en cuanto a tamaño es confrontada con localidades de tamaño medio como Guadalajara y finalmente, Nördlingen, que es usada para ilustrar la dimensión de las villas más pequeñas, como Sigüenza. En el caso concreto de Barcelona y de Valencia por encima del número de habitantes, llama la atención la pérdida de peso de la primera a favor de la segunda. Como ilustra esta descripción de la Lonja de Valencia: “Hace unos cincuenta años, el centro principal de negociación en España era Barcelona, como el de Alemania lo es Nuremberga; pero por causa de las contiendas intestinas de aquella ciudad, los mercaderes se trasladaron a Valencia, que hoy es la cabeza comercial del Reino”10.

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mostrarán algunas partes de la ciudad y les agasajarán “convidándonos a comer y regalándonos vestidos”11. Tendrán además la oportunidad de ver todo tipo de productos y mercancías poco comunes en Alemania, incluidos algunos nativos de las islas Canarias, que son descritos de esta manera: “Son muy morenos pero no negros, semejantes a los bárbaros; las mujeres son bien proporcionadas, de miembros fuertes y largos, y todos ellos bestiales en sus costumbres, porque hasta ahora han vivido sin ley y sumidos en la idolatría”12. La siguiente parada de importancia será Granada; el 22 de octubre de 1494 llega el viajero a la “grande y gloriosa”13 ciudad, pasando en seguida a visitar la mezquita mayor, donde le llama la atención el uso constante de la luz para venerar a Dios y a continuación “el alcázar de Granada, llamado “La Alhambra”14; allí será recibido por el conde de Tendilla que le hará entrega de un salvoconducto. El sur ibérico y Granada en concreto son presentados en el relato como un espacio cultural heterotópico15, un microcosmos lejano y hasta hace poco cerrado para la mayoría de los viajeros centroeuropeos. El viajero no oculta en ningún momento su admiración por los Reyes Católicos; la iniciativa de los monarcas en la toma de la ciudad andaluza y la agenda política y religiosa que se deriva del Edicto de Granada llevan a Münzer a

Valencia se está convirtiendo en esta época en un potente centro de negocios. En el momento en que Münzer visita la ciudad se está terminando la Lonja, anexa a la plaza del mercado y el peso. Precisamente en las dependencias del mercado los viajeros se encontrarán con dos comerciantes alemanes que les 11. Ibid. 12. Ibid. 13. Id., ibid.: 352. 14. Id., ibid.: 353.

10. Ibid.

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15. Véase, Foucault, M. “Des espaces autres. Hétérotopies”. (conférence au Cercle d’études architecturales, 14 mars 1967), Architecture, Mouvement, Continuité, 5, Octubre 1984: 46-49.

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presentarles como el “serenísimo e invictísimo monarca don Fernando y su casta y devotísima esposa la reina doña Isabel”16.

se hace cargo de la agenda evangelizadora de Granada. Boil será el “verdadero descubridor espiritual”20 de las Indias, según lo describe el propio Münzer.

En Granada el viajero también se entrevista con Hernando de Talavera. uno de los personajes más influyentes en la corte castellana que en este momento tenía el simbólico cargo de primer arzobispo de la ciudad y que también había sido el presidente de la primera junta encargada de valorar el proyecto de Cristóbal Colón de navegación hacia las indias por la “mar oceánica”. De talavera recibirá dos cartas de recomendación: una para el Rey y otra para el Consejo Real.

El monje aragonés, que acompañó a Colón en su segundo viaje a las Indias, había sido nombrado un año antes de la llegada del viajero primer vicario apostólico del Nuevo Mundo en la Bula Piis fidelium firmada por Alejandro VI. Boil había oficiado de hecho la primera misa aquel territorio que aún en este momento era percibido como una parte de las Indias y no como el “cuarto continente”. Aunque este segundo viaje del Almirante había durado casi tres años (de septiembre de 1493 a junio de 1496), Boil había regresado a la Península con la flota de Pedro Margarit después de un año en la Española21, llegando a puerto en noviembre de 1494, justo cuando Hieronymus Münzer se encontraba de camino entre Málaga y Lisboa.

Los contactos que Münzer hace por el camino, así como su forma de proceder para acceder a centros de poder y para conseguir cartas de presentación indican que el Patricio viajaba apoyado en una red de contactos amplia y con accesos directos a algunos de los personajes más poderosos de la España de los Reyes Católicos. En Portugal, el viajero se dejará recomendar por el poeta de la corte Cataldo para acceder al Rey17. Teniendo esto en cuenta, da la sensación de que los encargos diplomáticos, fundamentalmente la audiencia final con los Reyes Católicos de la que se hablará más adelante determinan en buena medida la ruta18. Tras dejar Granada, la siguiente parada importante en el itinerario es Málaga; la descripción de los edificios religiosos de la ciudad es aprovechada para presentar al lector a otro religioso con influencia en la corte: Bernardo de Boil. De la misma manera que Hernando de Talavera había sido el encargado de la “conversión de muchos sarracenos”19 – al menos hasta 1499, cuando Cisneros

16. Mercadal García, J. “Jeronimo Münzer”, Viajes de Extranjeros por España y Portugal desde los tiempos mas remotos hasta fines del siglo XVI. Tomo 1. Aguilar, Madrid 1952: 360. 17. Herbers, K. “Die “ganze” Hispania der Nürnberger Hieronymus Münzer unterwegs”, Paravicini, W.; Babel, R. (ed.) Grand Tour. Adeliges Reisen und Europäische Kultur vom 14. Bis 18. Jahrhundert. Akten der internationales Kolloquien in der Villa Vigoni 1999 und im Deutschen Historischen Institut Paris 2000. Beihefte der Francia 60, Ostfildern 2005: 302. 18. Id, ibid.: 303. 19. Mercadal García, J. “Jeronimo Münzer”, Viajes de Extranjeros por España y Portugal desde los tiempos más remotos hasta fines del siglo XVI. Tomo 1. Aguilar, Madrid, 1952: 366.

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Lamentablemente en el relato se aporta muy poca información sobre el posterior encuentro que ambos tendrán en Madrid: “en donde le traté muy familiarmente, me acompañó a visitar a los reyes y me contó sobre aquellas islas”22. La falta de información más concreta se debe a que Münzer probablemente prefiriera

20. Id., ibid.: 369. 21. Pedro Margarit era un noble catalán, que había servido a las ordenes del rey Fernando de Aragón en la campaña granadina. En 1493 será incluído en el grupo de expedicionarios del segundo viaje como jefe militar del grupo. Al poco tiempo de llegar a la Española se distanciará del consejo de gobierno de Colón, llegando a enemistarse con el propio Almirante, lo que le llevará a abandonar las Islas sin previo aviso, liderando a un grupo de personas descontentas con el devenir de la misión, entre las cuales se encuentra Bernardo de Boil. VV. AA. Diccionario de Historia de España. Alianza Editorial, Madrid, 3 volúmenes, tomo II, 1979, 1981, 1986: 885886. Disponible Online: [http://bib.cervantesvirtual.com/portal/exploradores]. Sobre la “deserción” de Margarit y Boil, véase: Poole, B.T.F. “Case Reopened: An Enquiry into the ‘Defection’ of Fray Bernal Boyl and Mosen Pedro Margarit”, Journal of Latin American Studies Vol. 6, No. 2, 1974: 193-210. 22. “[…] cui preest frater Bernardus de Boil Arrogonus. Qui ad insuhis indicas ut verus explorator missus est. Et tibi familiarissimus in Madril apud Regem fuit. Ht de insulis mihi dixit.”, en Pfandl, L. (ed.) “Itinerarium sive peregrinatio per Hispaniam, Franciam et Alemaniam, 1494-1495“, Revue Hispanique, 48, 1920: 69-70. En la edición de Mercadal la cita termina con la frase: „me acompañó a visitar a los reyes y me contó mil cosas del Nuevo Mundo“, Mercadal García, J. “Jeronimo Münzer”..., op. cit.: 369. Evidentemente existe un anacronismo peligroso en la traducción española del texto, ya que las indias serán consideradas como un mundo nuevo como muy pronto a partir de la publicación de Mundus Novus. Esta carta de Amerigo Vespucci será traducida al latín y al Alemán por primera vez en 1504, de forma que no tiene ningún sentido poner en boca de Hieronymus Münzer las palabras “nuevo mundo” para definir a las que aún son un grupo de islas en el Índico en este momento.

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utilizar este encuentro para su Tratado sobre el descubrimiento de las Indias, tristemente desaparecido23. Con todo, el hecho de que se destaque esta visita y más aún, la futura elaboración de todo un estudio sobre las primeras expediciones colombinas dan cuenta del profundo interés del viajero en las noticias sobre la expansión portuguesa y castellana en ultramar. El viaje continua en dirección a Portugal, pasando por Sevilla. De la ciudad hispalense hay poca información; el motivo es casi con toda seguridad el mismo que en el caso del encuentro con Boil. Es sabido que Münzer tendrá la oportunidad de ver en la ciudad a un grupo de nativos recién venidos de las Indias, ya que menciona el encuentro en el discurso pronunciado ante los reyes en Madrid. Es muy posible que la descripción de lo visto en la ciudad la reservara para su tratado sobre el descubrimiento. La visita a la Cartuja también evoca el recuerdo de Cristóbal Colón, ya que aquí se hospedará el navegante genovés en numerosas ocasiones, al menos a partir de 1498, debido entre otras cosas a la amistad que le unía con Gaspar Gorricio24, uno de los frailes del monasterio, que acabará convirtiéndose en albacea testamentario de Colón – que llegará incluso a estar enterrado en este monasterioMünzer entrará pocos días después de aquella visita al reino de Portugal. En Évora, él y sus acompañantes se encuentran con el rey Juan II, que les recibe de una manera sorprendentemente amable:

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le armó caballero públicamente en la regia capilla la víspera de Santa Catalina, regalándole espada y vaina doradas, espuelas y celada y al despedirnos de él al día siguiente, después de cenar, nos estrechó entre sus brazos”25. Tanta cortesía y familiaridad con los viajeros indica que posiblemente el citado doctor Cataldo no fuera el único intercesor de Münzer y sus acompañantes. Da la sensación, habida cuenta de sus contactos y de la forma en que es recibido, que Münzer habría acudido a los reinos peninsulares por encargo del emperador o al menos apoyado por él. El objetivo de Maximiliano y por tanto de Münzer sería conseguir información de primera mano sobre los viajes oceánicos y de descubrimiento comisionados desde los Reinos Ibéricos. Es posible, según destaca Ludwig Pfandl. que el viajero tuviera incluso que recoger personalmente la respuesta a una carta enviada el 14 de julio de 149326. Esta primera epístola27, escrita por el mismo Münzer por encargo del Emperador, habría tenido un doble objetivo: por un lado animar al rey Juan para que se embarcase en el proyecto de alcanzar las Indias viajando por el Atlántico desde las Azores y por otro lado presentar en la corte lusa a Martin Behaim – constructor del Globus – para que le ayudara en esta misión tan especial – lo segundo resulta algo extraño teniendo en cuenta que el cartógrafo ya había trabajado en Lisboa durante muchos años-. Son variados los argumentos utilizados para convencer al rey de la conveniencia de la misión. En la carta se comenta por ejemplo como el Este habitable y el Oeste habitable estarían en realidad más cerca de lo que se pensaba, como probaban la cantidad de elefantes que habitaban en sus extremos, así como la aparición de cañas de bambú a la deriva que se hallaban con regularidad en la

“A mí me sentó cuatro veces a su mesa y me habló de varios asuntos, mostrándose afabilísimo conmigo; a mi compañero Antonio Herwart

23. Véase, Calero, F. “Jerónimo Münzer y el decubrimiento de América”, Revista de Indias, Vol. LVI, 207, 1996: 279-296. Aquí: 291. 24. Véase: Cantera Montenegro, S. “Los cartujos en la Península Ibérica en la Edad Media”, García de Cortázar, J. A.; Teja Casuso, R. (ed.) Del Silencio de la cartuja al fragor de la orden militar. Fundación Santa María la Real, Aguilar de Campoo 2010: 33-60. Aquí: 54-57. Esta relación epistolar (12 cartas) es una de las mejor documentadas en la vida de Colón. El cartujo también mantendrá cierta familiaridad con el resto de la familia del genovés. Diego Colón sigue de hecho enterrado en el citado monasterio.

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25. Mercadal García, J. “Jeronimo Münzer”..., op. cit.: 377. 26. Pfandl, L. (ed.), “Itinerarium sive peregrinatio per Hispaniam, Franciam et Alemaniam, 1494-1495”, Revue Hispanique, 48, 1920: 147-148. 27. El documento se conservó a través de una copia portuguesa realizada por el capellán del Rey: Alvaro da Torre. La primera traducción al inglés la realizó H. Harrisse en 1892 para su libro: The Discovery of North America. A comienzos del S. XX se descubrió en Múnich una parte del original en latín en un códice de Hartmann Schedel. Véase, Ravenstein, E. G. Martin Behaim. His Life and his Globe. Philip and Son, Londres, 1908: 113.

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costa de las Azores28. Münzer aprovecha para desmontar algunas afirmaciones anticuadas de la cosmografía clásica. Resulta especialmente curioso el argumento utilizado para desacreditar a Alfraganus, conocido entre otras cosas por haber afirmado en el siglo IX que apenas un 25% de la tierra estaba por encima del agua, permaneciendo el 75% sumergida: “en los asuntos concernientes a la tierra habitable, deberíamos confiar en la experiencia y en los relatos fiables y no en opiniones fantásticas”29. Leyendo la carta con detenimiento y teniendo en cuenta el desarrollo del primer viaje colombino, es posible que más que ir a buscar una eventual respuesta, Münzer fuera invitado por el propio rey de Portugal para discutir el proyecto de circunnavegación propuesto. En este caso, el estallido de un brote de peste en Núremberg simplemente habría acelerado un viaje programado de antemano. Por otro lado, en el códice de Hartmann Schedel también se conserva un texto corto donde se describen las primeras campañas de expansión portuguesa en África, llamado: De Inventione Africae maritimae et occidentalis videlicet Genae per Infantem Heinricum Portugalliae. También escrito por Hieronymus Münzer30. En este texto se incluyen muchos de los testimonios recogidos por el viajero durante su estancia en Portugal; no parece casualidad que en Lisboa se hospedara en la casa de uno de los socios de Martin Behaim, llamado, Jodocus von Hurter31, originario de Brujas, que además era capitán de las islas de Fayal y Pico.En este pequeño escrito, Münzer también recoge los relatos de

28. Id., Ibid. Este tipo de elementos eran tenidos muy en cuenta por pilotos y marineros en el Atlántico, como se puede comprobar en el Diario de a bordo del primer viaje de Cristóbal Colón. 29. Traducción propia: “Alfraganus or of other persons of no experience, who asserted that only one-fourth of the earth was above the see and the other three-fourths were under the see , for in matters referring to the habitable earth, we should belive experience and trustworthy accounts rather than fantastical opinions” , Id. ibid.: 113. 30. La primera edición de este texto fue publicada en 1855 por la Academia Bávara de las Ciencias, con comentarios de Friedrich Kunstmann. Münzer, H. “Bericht über die Entdeckung der Guinea”, Kunstmann, F. (ed.). Abhandlungen der historischen Classe dr königlich bayerischen Akademie der Wissenschaften. Tomo 7. Verlag der K. Akademie, Múnich, 1855. 31. Jodocus von Hurter se convirtió en el suegro de Behaim, cuando este se casó con su hija Joanna de Macedo. Hurter era por otro lado capitán de la isla de Fayal y Pico, lo que debió facilitar al nurembergués el acceso a la corte portuguesa. Véase: Id., ibid.: 301.

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viaje de Diogo Gomes, capitán del castillo de Sintra y uno de los supuestos descubridores de Cabo Verde. Como se ve, Münzer muestra un gran interés en conocer a otros viajeros y en acceder a información sobre las conquistas y los descubrimientos castellanos y portugueses en el Atlántico. Para lograr este objetivo no solo será importante el acceso a las cortes y a los monarcas, sino que el contacto directo con navegantes, cosmógrafos y viajeros al servicio de las coronas ibéricas, le proporcionarán la información que necesita para elaborar al menos dos informes: uno sobre la expansión portuguesa en África occidental y otro sobre la expansión castellana en el otro extremo del Atlántico. Llegado a este punto es razonable preguntarse ¿por qué Hieronymus Münzer?, ¿a qué se debe esa cercanía del patricio con algunos de los personajes más poderosos del momento? El hecho de que el viajero fuera un personaje adinerado y muy bien conectado en la capital económica de Alemania, unido a su integración en el conocido grupo de cosmógrafos, cartógrafos e intelectuales de Núremberg es en mi opinión motivo suficiente para justificar su presencia en círculos de poder tan cerrados; el peso de su agenda de contactos se hace evidente en Lisboa, donde como se ha señalado se hospedará en la casa de uno de los socios de Martin Behaim. La capital lusa se muestra en el relato como lugar de encuentro de personas de origen muy diverso, así en unas grandes fraguas cercanas al puerto Münzer verá a un grupo de africanos trabajando en la fundición de áncoras y picas, a los que describe de la siguiente manera: “los operarios de los hornos eran negros, por lo cual nos parecía hallarnos entre los ciclopes de las herrerías de Vulcano”32. También tendrá la ocasión de citarse con un grupo de bombarderos alemanes. Uno de ellos, Georius Piet, originario de Feldkirch al igual que él, está en ese momento dirigiendo un grupo de 30 soldados alemanes encargados de escoltar varios barcos cargados de judeoconversos recién expulsados del reino hacia Nápoles. Un reino tan pequeño como Portugal, en pleno proyecto expansionista y a partir de comienzos del siglo XVI con intereses en cuatro continentes, necesitaba

32. Mercadal García, J. “Jeronimo Münzer”..., op. cit.: 381.

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obviamente apoyo logístico de lugares diferentes. En el caso del ejército, serán numerosos los soldados y mercenarios de otras regiones de Europa al servicio de los monarcas lusos. Muchísimos Lansquenetes alemanes, como el conocido Hans Staden33, combatirán a miles de kilómetros de sus hogares bajo bandera portuguesa. En el caso concreto de la flota atlántica, se crearán los bombardeiros da nómina, un cuerpo de artilleros alemanes con sede en Lisboa34. La expansión portuguesa por África, Asia y América será también aprovechada por numerosos comerciantes. En Iter Indicum de Balthasar Sprenger se relata con especial detalle las inversiones de las familias Fugger, Welser, Höchstätter y Hirschvogel en los viajes índicos portugueses en el reinado de Manuel I de Avis. (Un ejemplo de hacia donde se orientaron los negocios de muchas empresas familiares de Augsburgo y de Núremberg a partir de finales del siglo XV35). Las inversiones en esta primera etapa de expansión de las potencias atlánticas estarán dirigidas a la explotación de los nuevos recursos venidos del otro lado del océano, pero tampoco hay que olvidar que tanto la marina portuguesa como la castellana necesitarán suplirse de todo tipo de materiales, vituallas y armas para llevar a cabo su proyecto expansionista. Esto acelerará el endeudamiento de ambas coronas como es sabido, pero de forma paralela supondrá la llegada de numerosos viajeros, comerciantes, diplomáticos y artistas de otras regiones a la península, convertida en muchos casos en la puerta de entrada de mercancías, personas e ideas provenientes de tres continentes. Este ambiente transcultural se empieza a romper como muy tarde en 1536 con la implantación de la Inquisición en Portugal. A partir de ese momento las ideas

33. El artillero alemán Hans Staden pasó nueve meses cautivo de una tribu Tupinambá. Su historia sobre los indígenas antropófagos del Brasil tendrá un gran impacto en Europa a su regreso, véase: Staden, H. Warhaftige Historia und beschreibung eyner Landtschafft der Wilden Nacketen, Grimmigen Menschfresser-Leuthen in der Newenwelt America gelegen. Marbug, 1557.

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reformadoras de algunos alemanes residentes en el Reino comienzan a resultar incómodas, al punto de que en 1543 los artilleros alemanes de la hermandad de Bartolomeus serán denunciados ante el tribunal36. Es muy posible que Hieronymus Münzer y su hermano, el comerciante Ludwig Münzer, tuvieran algún interés mercantil en la visita. Al fin y al cabo un viaje de estas dimensiones y de esta duración debía ser aprovechado para satisfacer la mayor cantidad de objetivos posibles. Entre Castilla y Portugal, no podía faltar una de las metas clásicas: la peregrinación a Santiago de Compostela. De esta forma el nurembergués abandonará en reino luso para dirigirse a la ciudad del apóstol. Aunque el único dibujo incluido en el manuscrito original del Itinerario es el de la planta de la Catedral de Santiago (comparada, cómo no, con San Sebaldo de Núremberg) la ciudad gallega tiene muy poco peso en el relato. Abandonada Galicia, el viajero se dirige al monasterio de Guadalupe, al que llega tras bajar por Benavente, Zamora y Salamanca. La detallada presentación que se hace del monasterio extremeño dibuja la imagen de una casa en plena etapa de crecimiento y tremendamente rica37. Según Guadalupe vaya ganando importancia como núcleo de cierto peso económico y a la vez como lugar de peregrinación a lo largo de los siglos XV y XVI, Santiago de Compostela irá perdiendo repercusión en los relatos de muchos viajeros de forma paralela. Tras esta segunda peregrinación los viajeros cambiarán la dirección para dirigirse de nuevo hacia el norte, a Madrid, pasando por Toledo donde presencian de pura casualidad el entierro del cardenal Pedro González de Mendoza. Madrid es, como se ha comentado, el lugar escogido para la audiencia entre Hieronymus Münzer y los Reyes Isabel y Fernando. Los primeros días en la

34. Metzig, G. M. “Kanonen im Wunderland. Deutsche Büchsenschützen im portugiesischen Weltreich (14151640)”, Militär und Gesellschaft in der frühen Neuzeit 14-2, 2010:2 67 – 298. Aquí: 272 y Ss. El autor comenta que los artilleros habían formado la confraria des Alemans bombardeiros fundando en 1495 el Hospital de Bartolomeus, para el cuidado de heridos y enfermos, donde curiosamente moriría Martin Behaim en 1507.

36. Metzig, G. M. “Kanonen im Wunderland. Deutsche Büchsenschützen im portugiesischen Weltreich (14151640)”, Militär und Gesellschaft in der frühen Neuzeit, 14-2, 2010: 267 – 298. Aquí: 293 y ss.

35. Las familias Fugger y Welser conseguirán años más tarde los derechos de explotación de buena parte de la actual Venezuela. La región denominada Klein Venedig (Pequeña Venecia) será gobernada y explotada por alemanes desde 1528 a 1546, debido al impago de las deudas de Carlos I con las mencionadas familias.

37. Sobre el crecimiento económico del monasterio y su importancia a comienzos de la Edad Moderna, véase: Llopis Aguelán, E. “Milagros, demandas y prosperidad: el Monasterio Jerónimo de Guadalupe, 1389–1571”, Revista de Historia Económica, 16, 1998: 419-451.

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villa estarán marcados por el reciente fallecimiento del cardenal. Los reyes se habían retirado al monasterio de San Jerónimo acompañados por su hijo Juan de Aragón y Castilla38 para hacer luto por el religioso. Más tarde, durante las exequias, la familia real se dejará ver en público con los dos hijos que Muley Hacén, antiguo rey de Granada, había tenido con Isabel de Solís: Fernando de Granada y Juan de Granada. “Mozos adolescentes, altos. De gallarda presencia, que estaban muy instruidos en nuestra fe y son buenos cristianos”39. Los monarcas proporcionan de esta manera una poderosa imagen que evidencia su control absoluto sobre el antiguo reino nazarí. No solo se ha ocupado la ciudad de Granada tras lo que se considera un largo período de reconquista, sino que además se ha conseguido devolver al redil a los mismos hijos de un antiguo rey rival y de una de sus esposas, cristiana renegada40. Representando simbólicamente el triunfo del cristianismo sobre el islam y a la vez la supuesta magnanimidad de unos monarcas que a partir de 1496 serán conocidos por el sobrenombre de Catholici Regi. El 24 de enero de 1495, tras ocho días en Madrid, el viajero finalmente es recibido en audiencia publica en la cámara real. En el relato, Münzer incluye el discurso íntegro que pronunció ante los monarcas, que empieza de esta manera: “Sacratísimos y potentísimos reyes: la grandeza de las hazañas realizadas por vuestras majestades conocidas de todo el Universo, han llenado de admiración a los príncipes y señores de Alemania, quienes no aciertan a

38. Dos años después, el heredero de las coronas de Catilla y Aragón contraerá matrimonio con Margarita de Austria, hija del Emperador, falleciendo apenas seis meses después de la boda, con 19 años. Esta unión es una muestra del interés recíproco que Maximiliano I y los Reyes Católicos tenían en una eventual alianza, que finalmente se llevará a cabo a través de la unión entre Felipe de Habsburgo, primogénito del Rey de Romanos, y Juana de Castilla. Sobre labor diplomática castellana y aragonesa en ese sentido véase: Fitz James-Stuart y Falcó, J (Ed.). Correspondencia de Gutierre Gómez de Fuensalida. Embajador de Alemania, Flandes e Inglaterra (1496-1509). Madrid, 197: 1-9. Disponible Online: [https://archive.org/details/correspondenciad00gm] 39. Mercadal García, J. “Jeronimo Münzer”..., op. cit.: 403. Sobre Fernando y Juan de Granada, véase: López de Coca Castañer, J. E. “Granada en el siglo XV: las postrimerías nazaríes a la luz de la probanzade los infantes don Fernando y don Juan de Granada”, Cabrera Muñoz, E (ed.) Actas del V Coloquio Internacional de Historia de Andalucía. Diputación de Córdoba, Córdoba, 1988: 599-642. 40. A los cristianos convertidos al islam se les denomina en muchas ocasiones como elches, el propio Münzer explica en su relato el significado visitando la ciudad de Elche “que significa mixta o hermafrodita”.

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comprender cómo los reinos hispánicos, que no ha mucho contemplaron casi destrozados por las luchas intestinas, por los ocultos odios y por los bastardos intereses, han podido en tan corto tiempo, trocar la suma discordia en paz, sosiego y próspero estado de que gozan al presente. Por tal causa, y por merced de nuestro serenísimo rey Maximiliano y de otros próceres germánicos, he venido con mis compañeros a estos reinos desde los confines de Alemania, anhelando ellos y yo ver con nuestros ojos las maravillas que oímos referir”41. La presentación confirma de forma manifiesta el interés del Emperador y de otros príncipes alemanes en el devenir de los reinos hispanos. En su alegato, tras recalcar la fortaleza de los soberanos, el viajero destaca el encuentro en Sevilla con el grupo de nativos antes mencionado. La descripción tiene en este caso mucha más fuerza en el latín original: “Vidimus novos homines seculo nostro incognitos auspicio vestro Indicis insulis repertis illuc allatos. O rem incredibilem multisque incognitam!”42. Esta potente cita abre algunos interrogantes sobre los primeros viajes al Caribe y a la vez sobre la forma que los europeos tuvieron de percibir a los nativos de Guanahani. Por un lado, estos son descritos como “nuevos hombres”, seres ignorados de cuya existencia se desconocía hasta el momento, pero por otro lado, son vistos como individuos originarios de las Indias y como tales son nombrados. Además, el atuendo, la cultura material o las muestras de religiosidad sirven para acotar el ser en el mundo de los indios de esta otra India. La percepción de la cultura ajena está naturalmente determinada por los conocimientos previos y por la cosmovisión del que observa. En el caso de los primeros visitantes Guanahanis en Castilla, no por novos homines dejaran de tener un origen: las Indias y una identidad, que según el que describa variará entre lo demoniaco, lo bárbaro, lo salvaje o lo inocente entre otras43.

41. Mercadal García J. “Jeronimo Münzer”..., op. cit.: 404. 42. Pfandl, L. (ed.) “Itinerarium sive peregrinatio per Hispaniam, Franciam et Alemaniam, 1494-1495“, Revue Hispanique, 48, 1920: 128. 43. Sobre relatos de viaje y alteridad, véase: Martínez García, P. El cara a cara con el otro: la visión de lo ajeno a fines de la Edad Media y a comienzos de la Edad Moderna a través del viaje. Peter Lang, Frankfurt am Main, 2015.

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FIGURA 2: Ruta del viaje de Hieronymus Münzer a través de la Península Ibérica. Mapa: Hispania nach aller seiner gelegenheit in bergen, waesseren, stetten, voeltkern, künigreichen und inseln. Sebastian Münster, 1553.

En el caso concreto del viaje de Münzer, el encuentro refuerza aún más la idea de que uno de los principales objetivos del viaje era presenciar de primera mano estos nuevos descubrimientos. De hecho, cuando el viajero resuma a los reyes de Castilla y Aragón su estancia en Portugal, destacará únicamente su interés por las cosas concernientes a África. Tras su reunión con los monarcas el autor se cita con otras personalidades de la corte. Como se sabe Bernardo de Boil, recién llegado de Cuba, será una de ellas; además, en la capital el viajero tendrá la oportunidad de conocer al futuro autor de Las décadas del nuevo mundo, Pedro Mártir de Anglería. El poeta italiano, no muy conocido en este momento, había sido presentado a la reina por Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla44, aunque con el tiempo llegaría a ser su capellán personal y obispo de Jamaica, en 1495 estaba trabajando como preceptor y era el encargado de la educación de los hijos del duque de Villahermosa, del duque de Cardona y del sobrino de Mendoza entre otros. Finalizada la que parece la misión más importante del viaje, junto a la audiencia con Juan II de Portugal, el viajero deja Madrid para regresar a Alemania. Tras parar en Guadalajara, donde visita el Palacio del Infantado, Sigüenza y Medinaceli, llega a Zaragoza. En Zaragoza, al igual que en Granada, tendrá la oportunidad de visitar el barrio donde habitan los sarracenos; allí se le permitirá incluso la entrada en una mezquita. La población musulmana en Aragón es en este momento la mayor de los reinos Hispánicos; según cuenta el autor, es tal la cantidad de labradores sarracenos y tantos los tributos que pagan por trabajar las tierras que el viajero reproduce el siguiente proverbio: “in Hispania :Qui non habet moros, non habet aurum”45. Finalizada la visita, Münzer y sus acompañantes se dirigen al norte, hacia Roncesvalles, y tras pasar por Tudela y Pamplona entran en Francia. La ocasión perfecta para recordar a Carlomagno y para evocar la Canción de Roldán.

44. Revello Torre, J. “Pedro Martir de Anglería y su obra De Orbe Novo”, Thesaurus 12, 1957: 133-153. Aquí: 134. Disponible online: [http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/12/TH_12_123_141_0.pdf]. 45. Pfandl, L. (ed.) “Itinerarium sive peregrinatio per Hispaniam, Franciam et Alemaniam, 1494-1495“, Revue Hispanique, 48, 1920: 142.

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4. CONCLUSIONES Repasando el corpus de fuentes que conforman los relatos de viaje centroeuropeos en la baja Edad Media se hace evidente el creciente interés de numerosos comerciantes, caballeros, intelectuales y peregrinos por la Península Ibérica. Con todo parece claro que las motivaciones de aquellos que se desplazan a los reinos hispanos cambian notablemente a lo largo del S. XV. En el caso de los peregrinos, Santiago de Compostela perderá poco a poco interés en favor de Guadalupe; en el caso de los soldados y los caballeros, España perderá cierto atractivo bélico en favor de Italia y más adelante en favor de los territorios de ultramar portugueses y españoles. Esta misma expansión conllevará consecuentemente el creciente interés de las compañías comerciales y de las familias adineradas del Sacro Imperio así como de sus actores políticos, que verán con buenos ojos los futuros enlaces matrimoniales con España o la formación de la Liga de Venecia. En este contexto el Itinerario de Hieronymus Münzer se revela como una obra particularmente sugerente, siendo una de las poquísimas miradas extranjeras sobre la Península que se conserva para esta época. Además, el relato de Münzer complementa de manera fantástica los testimonios de otros viajeros alemanes anteriores como Peter Sebald, Georg von Ehingen, Gabriel Tetzel o Nikolas von Popplau, ya que entre todos consiguen hacer un dibujo muy completo de la evolución económica, política y social del mundo hispano en el siglo XV. Por otro lado, Münzer aporta un componente diplomático fundamental, compartido con otros viajeros de la época como von Popplau o Ludwig von Diesbach, que también informaban al emperador; o españoles como Pero Tafur o Ruy González de Clavijo, que mostraban interés en “venir en provecho de la cosa pública”. Lo que desde el punto de vista político, económico y diplomático diferencia las obras de estos viajeros de la de Münzer, es que el médico de Núremberg pondrá en evidencia de manera muy precoz el creciente interés del resto de Europa por el mundo atlántico y el consecuente surgimiento de un patio trasero de este océano, que con el tiempo se llenará de productos, ideas y proyectos venidos de ultramar.

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Segunda Parte: Comercio y navegación

I mercanti italiani, Lisbona e l’Atlantico (XV-XVI secolo) Francesco Guidi Bruscoli Università degli studi di Firenze

1. INTRODUZIONE Appena arrivato a Lisbona, nel 1509, Giovanni Morelli scriveva a Giansimone Buonarroti a Firenze1: “Ànno costuma al non ci essere ciessi nelle chase, e àsi per le vie puzza: non si può andare la matina, a buon’ora a digiuno, per amore di detto puzzo; sì che sono questi Portoghesi sono chostumati sì e non se ne churono nulla: par loro moschado”. Se dovessimo basarci esclusivamente su queste parole, avremmo l’impressione che la quotidianità a Lisbona fosse dura per un mercante straniero di inizio Cinquecento. In realtà la vita doveva essere piuttosto confortevole per gli italiani che si trasferivano nella capitale portoghese, almeno a giudicare da quanti, fra

1. Barocchi, P.; Loach Bramanti, K.; Ristori, R. (Eds.) Carteggio indiretto di Michelangelo. 2 voll., Spes, Firenze, 1988-95, vol. I: 15

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coloro che lo facevano, decidevano di restarvi, di farsi una famiglia e di dare poi origine a una discendenza che diventava sempre più portoghese e sempre meno italiana. Ciò, va detto, era una caratteristica peculiare soprattutto dei fiorentini, mentre ad esempio i genovesi – l’altra grande comunità di mercanti italiani a Lisbona in quest’epoca – tendevano maggiormente a rientrare in madrepatria2. Tra l’altro anche lo stesso Morelli si dovette ambientare presto, tanto che nella stessa lettera scriveva all’amico Buonarroti: “chominccio a chonprendere nello ischrittoio e a ’nparare la favella”3. Certo la vita di un giovane appena emigrato all’estero era molto faticosa, in quanto c’erano da tenere i conti, da copiare le lettere e da svolgere le altre masioni richieste da compagnie commerciali che erano molto attive ma disponevano di un personale numericamente piuttosto limitato. Comunque l’ambientamento nel complesso era rapido e anche Morelli – forse dopo un breve rientro a Firenze – negli anni Quaranta fu uno degli esponenti di spicco della comunità italiana di Lisbona, con un ruolo di rilievo anche nell’ambito della vita della chiesa nazionale di Nossa Senhora de Loreto4. I rapporti tra la penisola italiana e la capitale portoghese, come noto, risalivano ad almeno due secoli addietro, e in particolare agli inizi del XIV secolo. D’altronde, l’apertura della via marittima che legava il Mediterraneo e le Fiandre, a opera di navigli genovesi, nel 1277, aveva fatto sì che il Portogallo si trovasse all’interno di una delle principali rotte commerciali dell’Europa tardo-medievale. Situata proprio a metà tra le aree economicamente più avanzate del continente, l’Italia centro-settentrionale e i Paesi Bassi meridionali, Lisbona era così destinata a perdere quella marginalità a cui la sua collocazione geografica, agli estremi confini occidentali del continente europeo, rischiava di destinarla.

2. Ciò è vero anche per l’Andalusia, come sottolineato da Jacques Heers: “nessuno ha intenzione di formarsi una famiglia nella città né di restarvi a lungo […] Tornano a Genova per sposarsi e ristabilirvisi” (Heers, J. “Los genoveses en la sociedad andaluza del siglo XV: orìgenes, grupos, solidaridades”, Hacienda y Comercio, Actas del II Coloquio de Historia Medieval Andaluza (Siviglia 8-10 aprile 1981). Diputación Provincial de Sevilla, Siviglia, 1982: 419-444). 3. Barocchi; Loach Bramanti; Ristori (Eds.), Carteggio indiretto di Michelangelo …, op. cit.: 15. 4. Guidi Bruscoli, F. Bartolomeo Marchionni, «homem de grossa fazenda» (ca. 1450-1530). Un mercante fiorentino a Lisbona e l’impero portoghese. Olschki, Firenze, 2014: 45-47.

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I MERCANTI ITALIANI, LISBONA E L’ATLANTICO (XV-XVI SECOLO)

Genovesi furono i primi grandi personaggi italiani che ebbero un impatto sulla storia del Portogallo. Nel 1317, infatti, re Dionigi (1279-1325) decise di arruolare Emanuele Pessagna di Genova come Ammiraglio del regno, affidando a lui, e in eredità ai suoi discendenti, il comando dell’armata portoghese sia in pace che in guerra; Pessagna si impegnava anche ad assumere venti genovesi esperti del mare che potessero servire il re di Portogallo, ma si riservava la possibilità di utilizzarli per i propri affari commerciali nei momenti in cui il re non aveva bisogno dei loro servigi. Fino alla metà del Quattrocento varie generazioni di Pessagna impostarono quella marina portoghese che sarebbe stata alla base dei viaggi di scoperta nel periodo successivo5. Intanto, e in maniera crescente, i sovrani portoghesi concedevano a mercanti stranieri privilegi volti a incentivarne (e garantirne) la presenza nei territori del regno. Nel 1338, ad esempio, Alfonso IV (1325-1357) concesse ai mercanti fiorentini (e in particolare ai rappresentanti della compagnia dei Bardi) un salvacondotto volto a tutelare le persone e i beni; negli anni successivi del suo regno anche genovesi, milanesi e piacentini ricevettero privilegi analoghi. Queste misure comportavano l’aumento nel numero di mercanti stranieri presenti nelle città portoghesi e conseguentemente un incremento, per il Portogallo, delle opportunità di essere coinvolto in un più consistente e variegato commercio di importazione e di esportazione. Un salto di qualità si ebbe nel corso del Quattrocento, secolo in cui lo Stato lusitano dette iniziò a quel sistematico percorso di esplorazione lungo la costa africana che convenzionalmente si fa cominciare con la conquista di Ceuta del 1415. Anche nell’ambito dei viaggi legati a questa impresa gli italiani dettero il loro contributo, pur all’interno dei limiti stabiliti dal monopolio regio. Nella celebratissima epoca di Enrico il Navigatore, l’infante aveva il diritto esclusivo di concedere licenze per tali viaggi (conferitogli dal nipote, re Alfonso V, nel

5. Sulla famiglia Pessagna si vedano ad esempio Belgrano, L.T. “Documenti e Genealogia dei Pessagno Genovesi, ammiragli del Portogallo”, Atti della Società ligure di storia patria, XV, 1881: 241-316. Airaldi, G., “Due fratelli genovesi: Manuele e Antonio Pessagno”, Estudos em homenagem ao Professor Doutor José Marques. Universidade do Porto – Faculdade de Letras do Porto, Porto, 2006, II: 139-146; Daneri, A. Emanuele Pessagno. Dalla Val Graveglia a Lisbona. Un “sabedor de mar” fra la nobiltà portoghese. Gammarò, Sestri Levante, 2008; Rossi Vairo, G. “O genovês Micer Manuel Pessanha, Almirante dEl-Rei D. Dinis”, Medievalista online, 13, 2013 .

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1443). Due erano le alternative per chi avesse voluto intraprendere spedizioni, come fu spiegato al veneziano Alvise da Ca’ da Mosto allorché, nel 1454, in rotta per le Fiandre, fu costretto dai venti a fermarsi a Capo San Vincenzo, nei pressi dell’abituale residenza del principe Enrico6:

“nullis in mundi partibus, hospitalius, benignius, carius recipi et tractari quam in regno et quam a clemencia Vestrae Majestatis [in nessuna parte del mondo sono ricevuti e trattati con maggiore ospitalità, benevolenza e affetto che nel regno e dalla clemenza di Vostra Maestà]”.

“Facendo l’una delle due condizioni quello che vi voleva andare: cioè, che armasse la caravella a sue spese e mettervi la mercanzia; e poi di ritorno saria obbligato a pagar per diritto e costume al prefato signore il quarto d’ogni cosa ch’egli riportasse, e le altre parti fossero sue; o che veramente il detto signore armeria egli la caravella a chi volesse andarvi a tutte sue spese, solamente quello vi mettesse la mercanzia, e poi al ritorno partissero per metà tutto quello che si traesse de’ detti luoghi, e che in caso che non si traesse alchuna cosa, che la spesa fosse fatta a suo danno”.

Già vediamo, insomma, come la collaborazione italiana allo sviluppo commerciale portoghese si volgesse precocemente in varie direzioni: da una parte quella – più scontata – del rapporto con il Mediterraneo; poi quella del Nord-Europa; infine quella del mondo atlantico (che poi, dal primo Cinquecento, si sarebbe allargato fino all’Oceano Indiano).

Qualunque fosse l’opzione prescelta (nave armata dai mercanti o nave armata dal sovrano) si trattava comunque di condizioni piuttosto invitanti per i mercanti, che così potevano penetrare gli altrimenti quasi inaccessibili scambi commerciali con l’Africa. Dal canto suo, un Enrico ormai proiettato verso la ricerca della rotta per le Indie aveva da un lato bisogno dei capitali stranieri, ma dall’altro anche delle loro competenze, in generale per quanto riguarda il commercio, più in particolare per quanto riguarda il commercio con il Levante. A metà Quattrocento la presenza genovese era ancora largamente prevalente, ma le relazioni con i fiorentini si mantenevano comunque strette: tra l’altro, mentre Lisbona fu inserita dal Consolato del Mare come tappa fissa nel percorso verso il Nord-Europa delle galee fiorentine, rare erano le imbarcazioni genovesi e veneziane che vi facevano scalo. Tanto buoni erano i rapporti tra Firenze e il Portogallo, che in una lettera al re del 1456, la Repubblica fiorentina sottolineava con gratitudine che i fiorentini7

6. Caddeo, R. Le navigazioni atlantiche di Alvise da Cà da Mosto, Antoniotto Uso di Mare e Niccoloso da Recco. Alpes, Milano, 1928: 168. 7. Canestrini, G. “Intorno alle relazioni commerciali de’ fiorentini co’ portoghesi avanti e dopo la scoperta del Capo di Buona Speranza”, Archivio Storico Italiano, Tomo III, Appendice 13, 1846: 102.

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Numerosi sono i saggi scritti sull’apporto dato dagli italiani nel periodo di Enrico il Navigatore8. È importante sottolineare come all’infante fossero necessari, come collaboratori della colonizzazione, proprio degli uomini d’affari più che (o, almeno, in aggiunta a) dei “semplici” navigatori. Oltre che nei viaggi di esplorazione, tra l’altro, il contributo italiano – e in particolare genovese – si esplicitò anche nell’opera di sfruttamento delle isole che via via venivano scoperte in quell’Atlantico che i portoghesi navigavano spingendosi progressivamente più a sud: Antonio da Noli svolse un ruolo chiave a Capo Verde; i Doria, i Lomellini, i Salvago e altri a Madera e nelle Azzorre, dove aveva preso campo la coltivazione della canna da zucchero. A volte accadeva che questi mercanti divenissero capitani-donatari di isole: si possono ricordare l’appena menzionato Antonio da Noli (a Santiago, arcipelago di Capo Verde) o il piacentino Bartolomeo Perestrello (a Porto Santo, Madera). Inoltre, attorno alla metà del Quattrocento, uomini d’affari italiani si assicurarono il monopolio di alcuni prodotti portoghesi: nel 1443, ad esempio, il fiorentino Bartolomeo di Iacopo di ser Vanni, in società con il marsigliese Jean Forbin, ottenne il monopolio della pesca e del commercio del corallo dell’Algarve per 5 anni; nel 1456 un altro fiorentino, Giovanni Guidetti, ebbe il monopolio per la commercializzazione del sughero in società con i mercanti genovesi Marco Lomellini e Domenico Scotto. Inoltre nel 1460 lo stesso Guidetti, questa volta

8. Si vedano ad esempio: Verlinden, C. “Navigateurs, marchands et colons italiens au service de la découverte et de la colonisation portugaise sous Henri le Navigateur”, Le Moyen Age, 64, 1958: 467-497, e Caraci, G. “L’Italia e il principe Enrico”, Annali dell’Istituto Universitario Orientale, III, 1, 1961: 5-24.

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assieme al connazionale Lorenzo Berardi e al veneziano Giovanni Morosini, pagò a Enrico il Navigatore i diritti per allestire una peschiera di muggini9. Questa collaborazione, che spaziava dalla navigazione alla mercatura e alla finanza, contribuiva ad avvicinare gli italiani al re e ai membri dell’élite portoghese. Ciò scatenava ovviamente l’invidia dei mercanti portoghesi, i quali a più riprese cercavano di spingere il loro sovrano a revocare i privilegi accordati ai mercanti stranieri; a volte tali lamentele trovavano accoglimento, ma nella maggior parte dei casi i regnanti, che non potevano prescindere dall’aiuto di quelli, confermavano loro i privilegi. Le famiglie straniere più prestigiose, insomma, godettero sempre della stima e del favore dei sovrani e spesso – come detto – finirono per essere integrati nella società portoghese, acquisendo nel tempo anche accesso alla nobiltà locale.

2. GLI ITALIANI IN PORTOGALLO Abbiamo dunque visto finora che gli italiani assecondarono la vocazione marinara del Portogallo e il suo desiderio di volgere la propria attenzione al di fuori del continente europeo. Tuttavia c’era anche un altro settore molto importante in cui la collaborazione italiana si esplicitava, ovvero quello del commercio europeo. Un commercio per il quale Lisbona poteva guardare in due direzioni, come detto all’inizio: verso Nord (le isole britanniche, la Francia settentrionale e le Fiandre) e verso Est o, meglio, Sud-Est (il mondo Mediterraneo). Il commercio tra Portogallo e penisola italiana era l’ovvia conseguenza di rapporti tra le due aree che – come abbiamo visto – erano andati consolidandosi nel tempo. Tali rapporti, peraltro, non erano limitati esclusivamente a un ambito commerciale o finanziario, ma includevano anche aspetti culturali e artistici10.

9. Sousa Viterbo, F.M. “A pesca do coral no século XV”, Archivo Historico Portuguez, I, 1903: 315-320; Id. “O monopólio da cortiça no século XV”, Archivo Historico Portuguez, II, 1904: 41-52; Rau, V. “Bartolomeo di Iacopo di ser Vanni mercador-banqueiro florentino ‘estante’ em Lisboa nos meados do século XV”, Do Tempo e da História, IV, 1971: 101-103; Ead. “Aspectos do ‘trato’ da ‘Adiça’ e da ‘pescaria’ do ‘coral’ nos finais do século XV”, Do Tempo e da História, V, 1972: 143-158. 10. Si veda ad esempio Lowe, K.J.P. (Ed.) Cultural Links between Portugal and Italy in the Renaissance. Oxford University Press, Oxford, 2000.

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I MERCANTI ITALIANI, LISBONA E L’ATLANTICO (XV-XVI SECOLO)

Poiché, tuttavia, questo volume è incentrato sulle città atlantiche più che su quelle mediterranee, nel presente lavoro, seppure accenneremo ai rapporti commerciali tra penisola italiana e Portogallo, ci proponiamo di andare oltre, ovvero di analizzare come i mercanti italiani riuscirono a favorire gli scambi mercantili lusitani anche con altre aree, in particolare quelle europee affacciate sull’Atlantico. È evidente che per il Portogallo esistevano anche molti rapporti commerciali (specialmente con l’Inghilterra e con i Paesi Bassi) che prescindevano dall’apporto degli italiani e che nel Trecento erano andati consolidandosi11. Ma certamente, per l’integrazione nelle grandi reti di scambio internazionale, il contributo dei mercanti della penisola, i quali avevano collegamenti con tutte le principali piazze del continente europeo, giocò un ruolo decisivo. L’attività dei mercanti (mercanti-banchieri, mercanti-navigatori, ecc.) italiani a Lisbona nei secoli XV-XVI è stata oggetto di numerosi lavori, più o meno recenti. Già a metà Ottocento, ad esempio, Giuseppe Canestrini pubblicava un lungo saggio sulle relazioni commerciali tra i fiorentini e il Portogallo; nel 1907, poi, una pioneristica opera di Prospero Peragallo presentava uno studio prosopografico sugli italiani nel regno e, pur non limitando la propria attenzione solo a mercanti e navigatori, sottolineava il ruolo dei fiorentini nell’ambito dei viaggi portoghesi (“nella storia delle esplorazioni commerciali in India aperte alla attività europea dalle navigazioni portoghesi, nessun popolo spiegò tanta iniziativa, avvedutezza, intelligenza ed energia, quanto i cittadini i più illustri di Firenze”)12. Nel frattempo, il matrimonio tra Maria di Savoia (figlia del re d’Italia Vittorio Emanuele II) e re Luís I di Portogallo, nel 1862, aveva fatto crescere l’interesse per i rapporti luso-italiani, che si facevano risalire al matrimonio del primo re di Portogallo, Alfonso I (Alfonso Henriques), con un’altra esponente di Casa Savoia, Mafalda, addirittura nel 1146. La consonanza ideologica tra l’Estado Novo portoghese e l’Italia fascista, poi, portò negli anni Trenta del Novecento a un aumento del numero di studi – principalmente a carattere storico e storicoartistico – che culminarono nella pubblicazione, nel 1940, di un corposo volume

11. Si veda ad esempio Miranda, F. “Before the empire: Portugal and the Atlantic trade in the late Middle Ages”, Journal of Medieval Iberian Studies, 5, 2013: 69-85; Id. “Portuguese Traders in Atlantic Europe in the Middle Ages”, e-journal of Portuguese History, 12, 2014. 12. Canestrini, “Intorno alle relazioni commerciali de’ fiorentini co’ portoghesi”..., op. cit.: 94-110. Peragallo, P. Cenni intorno alla colonia italiana in Portogallo nei secoli XIV, XV e XVI. Stabilimento tipografico Vedova Papini e Figli, Genova, 1907 (citazione: 149-150).

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su Le relazioni storiche fra l’Italia e il Portogallo: memorie e documenti13. Ma le ricerche sono poi proseguite nel tempo; per quanto riguarda aspetti legati al commercio e alla navigazione basti citare ad esempio, fra gli anni Cinquanta e Sessanta, i lavori di Verlinden e di Heers, e poi di Melis e di Rau; in anni più recenti quelli di D’Arienzo, di Radulet, di Spallanzani e di altri studiosi. Alcuni sono lavori a carattere generale, e non li citeremo in questa sede per non appesantire eccessivamente l’apparato bibliografico; altri sono invece studi incentrati su specifici personaggi o su specifiche famiglie stanziate a Lisbona. Per il Quattrocento, è ben documentata l’attività, nella capitale portoghese, della compagnia fiorentina dei Da Colle (negli anni 1445-66), oggetto di un articolo di Marcello Berti e ora di una ricerca post-dottorale di Joana Sequeira14. Poi esistono due studi di Virginia Rau: uno sulla famiglia dei genovesi Lomellini, l’altro su Bartolomeo di Iacopo di ser Vanni, fiorentino15. Per la seconda metà del secolo è importante anche il corposo lavoro di Sergio Tognetti sul banco Cambini: tale banco, infatti, pur non avendo una vera e propria compagnia a Lisbona, iniziò proficui rapporti con il Portogallo fin dagli anni Venti del Quattrocento ed ebbe in loco, per molti decenni, propri rappresentanti spesso legati al banco da rapporti di accomandita. Il già citato Bartolomeo di Iacopo di ser Vanni, poi Giovanni Guidetti, Piero Ghinetti e Bartolomeo Marchionni sono i personaggi a cui essi si appoggiarono nel corso del tempo e che hanno molti conti nei libri fiorentini della compagnia Cambini16.

13. Le relazioni storiche fra l’Italia e il Portogallo: memorie e documenti. Reale Accademia d’Italia, Roma, 1940. Alessandrini, N.; Russo, M.; Sabatini, G.; Viola, A. “Introdução”, Id. (Eds.), Di buon affetto e commerzio. Relações luso-italianas na Idade Moderna. Cham-Universidade Nova de Lisboa-Universidade dos Açores, Lisbona, 2012: 17. Negli ultimi anni varie istituzioni portoghesi hanno organizzato a Lisbona una serie di conferenze “Lusoitalianas”, giunte attualmente (Ottobre 2014) al quarto ciclo (il volume citato in questa nota raduna i testi delle conferenze del primo ciclo). 14. Berti, M. “Le aziende da Colle: una finestra sulle relazioni commerciali tra la Toscana ed il Portogallo a metà Quattrocento”, Toscana e Portogallo. Miscellanea storia nel 650° anniversario dello Studio Generale di Pisa. Edizioni ETS, Pisa, 1994: 57-106; Sequeira, J. “A companhia mercantil Salviati-Da Colle na Lisboa do século XV”, Alessandrini, N.; Bastos Mateus, S.; Russo, M.; Sabatini, G. (Eds.) Con gran mare e fortuna. Circulação de mercadorias, pessoas e ideias entre Portugal e Itália na Época Moderna. Cátedra de Estudos Sefarditas “A. Benveniste”, Lisbona, in corso di stampa. 15. Rau, “A family of italian merchants”…, op. cit.: 717-726; Ead. “Bartolomeo di Iacopo di ser Vanni”…, op. cit.: 97-118. 16. Tognetti, S. Il Banco Cambini. Affari e mercati di una compagnia mercantile-bancaria nella Firenze del XV secolo. Olschki, Firenze, 1999.

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Altri camei sono stati forniti per il primo Cinquecento, anche se il più delle volte riguardano mercanti-navigatori recatisi in India sulle navi portoghesi (in particolare sono da segnalare i lavori di Marco Spallanzani su Giovanni da Empoli e altri, di Sanjay Subrahmanhyan su Piero Strozzi, di Virginia Rau su Francesco Corbinelli e Luca Giraldi, di Joan Pau Rubiés su Giovanni Buonagrazia)17. La famiglia Sernigi, che ebbe a Lisbona vari rappresentanti, è stata oggetto di alcuni lavori di Carmen Radulet18. Famiglie fiorentine e piacentine nella Lisbona del Cinquecento sono state poi studiate negli ultimi anni da Nunziatella Alessandrini; ma in essi l’aspetto economico resta un po’ sullo sfondo, mentre prevale l’attenzione all’aspetto sociale e prosopografico19. Chi scrive ha recentemente pubblicato una monografia su Bartolomeo Marchionni – menzionato poco sopra. Tale personaggio, stabilitosi a Lisbona nel 1470, vi rimase fino alla morte, quasi cinquant’anni dopo, e costituì uno dei traits d’union tra la capitale portoghese e le grandi reti commerciali europee. Ma, soprattutto, Marchionni fu presente in città nei decenni chiave dello sviluppo portoghese, quelli della costruzione dell’impero d’oltremare, durante i quali il fiorentino – potremmo dire – “accompagnò” l’evoluzione delle reti commerciali lusitane che, già in precedenza ampliatesi dall’Europa all’Africa occidentale e alle isole

17. Spallanzani, M. Giovanni da Empoli: un mercante fiorentino nell’Asia portoghese. Spes, Firenze, 19992; Id. Mercanti fiorentini nell’Asia Portoghese (1500-1525). Spes, Firenze, 1997; Subrahmanyam, S. “‘Um bom homem de tratar’: Pietro Strozzi, a Florentine in Portuguese Asia, 1510-1522”, The Journal of European Economic History, 16, 1987: 511-526; Rau, V. “Um grande mercador-banqueiro italiano em Portugal: Lucas Giraldi”, Estudios italianos em Portugal, 24, 1965: 3-35; Ead. Un florentin au service de l’expansion portugaise en outre-mer: Francesco Corbinelli, in Fatti e idee di Storia Economica nei secoli XII-XX. Il Mulino, Bologna, 1977: 277-286 (e in versione ampliata e corredata di documenti: “Um florentino ao serviço da expansão portuguesa. Francisco Corbinelli”, Memórias do Centro de Estudos da Marinha de Lisboa, IV, 1974: 107-141); Rubiés, J.P. “Giovanni di Buonagrazia’s letter to his father concerning his participation in the second expedition of Vasco da Gama (1502-1503)”, Mare Liberum, XVI, 1998: 87-112 (rist. in Id. Travellers and Cosmographers. Studies in the History of Early Modern Travel and Ethnology. Aldershot, Variorum, 2007). 18. Radulet, C.M. “Girolamo Sernigi e a importância económica do Oriente”, Revista da Universidade de Coimbra, XXXII, 1985: 67-77 (rist. in Ead. Os descobrimentos Portugueses e a Itália. Ensaios filológico-literários e historiográficos. Vega, Lisbona, 1991: 59-75). 19. Alessandrini, N. “Contributo alla storia della famiglia Giraldi, mercanti banchieri fiorentini alla corte di Lisbona nel XVI secolo”, Storia economica, XIV, 2011: 377-407; Ead. “Os Perestrello: uma família de Piacenza no Império português (séc. XVI)”, Alessandrini, N.; Russo, M.; Sabatini, G.; Viola, A. (Eds.) Di buon affetto e commerzio. Relações Luso-italianas na idade moderna. CHAM-FCSH-Universidade Nova de Lisboa-Universidade dos Açores, Lisbona, 2012: 81-111. La stessa studiosa ha attualmente in corso un progetto di ricerca post-dottorale sulla famiglia dei cremonesi Affaitati, altri esponenti di spicco della comunità mercantile italiana a Lisbona.

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atlantiche, arrivarono a comprendere anche l’Oceano Indiano e gli scambi con l’India e il Sud-Est asiatico20. Nel prosieguo di questo lavoro ci soffermeremo proprio su tale periodo, ovvero le ultime propaggini del Medioevo e l’inizio dell’età moderna, senza oltrepassare la prima metà del Cinquecento. Nel fare ciò – come detto – manterremo comunque un’ottica atlantica, limitando i cenni riguardanti gli scambi Lisbona-Mediterraneo e privilegiando invece quelli tra Lisbona e le città atlantiche, pur sempre nell’ottica del contributo che gli italiani offrirono a tali scambi. Vediamo innanzitutto quali prodotti caratterizzavano gli scambi commerciali incentrati sul Portogallo e aventi come mercati di provenienza (o di destinazione) quelli dell’Europa atlantica.

3. RETI COMMERCIALI E PRODOTTI NEL SECONDO QUATTROCENTO Dal Nord-Europa giungevano a Lisbona soprattutto tessuti di vario tipo (ad esempio le tele d’Olanda21) e poi varie merci destinate alla riesportazione, come la lana inglese o il cuoio irlandese. Verso Nord erano diretti in particolare: prodotti agricoli (vino e olio) e materiali tintori (grana) provenienti dal Portogallo o più in generale da tutta l’area iberica; prodotti mediterranei o orientali che facevano scalo a Lisbona nella rotta marittima che attraversava lo Stretto di Gibilterra; e, in maniera crescente a partire dalla metà del Quattrocento, prodotti provenienti dal mondo atlantico portoghese, ovvero dall’Africa e dalle isole che le stanno di fronte (soprattutto lo zucchero di Madera). Come dicevamo, già nel Quattrocento i mercanti italiani stanziati a Lisbona non si limitavano a spedire tali merci verso la madrepatria, ma si facevano promotori anche dell’invio di queste verso il Nord-Europa e dello smercio nel Mediterraneo dei prodotti provenienti da quelle aree. In particolare tali operazioni potevano aver luogo grazie ai rapporti o alla collaborazione tra italiani stanziati nelle varie

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piazze europee; a volte, tuttavia, si aveva addirittura la compartecipazione di altri personaggi, anche non italiani. Nel 1476-77, ad esempio, Francesco Muccini era socio accomandatario, in Lisbona, di una società a cui partecipavano i Medici di Bruges, il fiammingo Martin Lem e la compagnia Martelli di Firenze, con quote pari rispettivamente al 55%, 20% e 25%. In un’occasione, dalla capitale portoghese Muccini mandò a Bruges, a bordo di un «baleniere brettone», 40 tonelli d’olio di cui 12 per conto di Marchionni22. In direzione opposta venivano inviati a Lisbona panni, tele e “altre merce”: in particolare, la vendita nella capitale portoghese di 44 panni (pari a 1.666,25 alle di Bruges) fruttò un “ritratto netto” di 143.858 reali, pari a 470 ducati. L’assicurazione fu stipulata in parte a Bruges e in parte a Firenze e i profitti, al completamento dell’operazione, si attestarono attorno al 30%23. È interessante aprire una parentesi sul grande respiro internazionale del mercato assicurativo, che a volte trascendeva i luoghi (quello di provenienza o quello di destinazione) delle operazioni commerciali e andava alla ricerca di capitali in uno spazio economico molto più vasto. Come vedremo, si poteva assicurare a Valenza e a Firenze un carico di zucchero partito da Lisbona e destinato al Nord della Francia. L’Archivio dell’Ospedale degli Innocenti di Firenze, e in particolare i libri contabili delle già citate compagnie Cambini, presentano ad esempio numerosi contratti di assicurazione stipulati a Firenze e riguardanti le molte spedizioni a Bruges e a Londra di prodotti del mondo commerciale portoghese: prodotti locali come vino e olio, ma anche prodotti di quel mondo che il Portogallo stava lentamente esplorando e sfruttando, ovvero le isole atlantiche e l’Africa. In particolare, sono da segnalare contratti di assicurazione per l’invio nelle Fiandre dello zucchero di Madera, a volte assicurato per tutto il percorso, da Madera a Bruges24.

22. Melis, F. Documenti per la storia economica dei secoli XIII-XVI. Olschki, Firenze, 1972: 454.

20. Guidi Bruscoli, Bartolomeo Marchionni …, op. cit. 21. Melis, F. “Di alcune figure di operatori economici fiorentini attivi nel Portogallo del XV secolo”, Kellenbenz H. (Ed.), Fremde Kaufleute auf der iberischen Halbinsel, Kölner Kolloquien zur internationalen Sozial – und Wirtschaftsgeschichte. Bolhau Verlag, Colonia-Vienna, vol. 1, 1970: 56-73, rist. in Melis, F. I mercanti italiani nell’Europa medievale e rinascimentale, Ed. L. Frangioni. Le Monnier, Firenze, 1990: 15.

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23. FIRENZE, Archivio di Stato (ASF), Carte Strozziane, V serie, 1464: Debitori, creditori e ricordi di Carlo Martelli, cc. 90v, 94r, 99v, 102v. Su Martin Lem e sulla sua carriera politica (oltre che mecantile), si veda Haemers, J. For the Common Good. State Power and Urban Revolts in the Reign of Mary of Burgundy, 1477-1482. Brepols, Turnhout, 2009. 24. Tra i molti casi si vedano ad esempio FIRENZE, Archivio dell’ospedale degli innocenti (AOI), 12699, cc. 53s, 159s, 292s.

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Se i prodotti dell’agricoltura si muovevano tendenzialmente dall’ambito mediterraneo e iberico verso il Nord-Europa, altri prodotti facevano invece il percorso contrario. Tra questi, come abbiamo già accennato, possiamo ricordare il cuoio. Ad esempio i Cambini importavano in Toscana, tramite i loro corrispondenti, quantità molto rilevanti di cuoio, non solo portoghese – e questo forse interesserebbe meno nel contesto di questo volume, incentrato sugli scambi intercorsi all’interno dell’Europa atlantica – ma anche irlandese. E addirittura, se fino ai primissimi anni Sessanta prevaleva il cuoio portoghese, nel periodo successivo prese decisamente il sopravvento quello irlandese, che era verosimilmente meno pregiato del primo e che era quindi un prodotto di importazione e di riesportazione al tempo stesso. I mercanti-banchieri fiorentini monopolizzarono questo tipo di commercio, lasciandone a operatori portoghesi solo una parte marginale. Cuoiai pisani erano i destinatari di questo crescente flusso, che alimentava una manifattura cittadina (concia delle pelli e della lavorazione del cuoio) in deciso sviluppo25.

3.1. I PRODOTTI DELL’AFRICA E DELLE ISOLE ATLANTICHE Nel ricco inter-scambio tra Portogallo e Nord-Europa potevano anche rientrare – come detto – affari riguardanti tutti quei territori extra-europei che il Portogallo stava esplorando e su cui tentava di mantenere uno stretto controllo. Come noto, se pure la Corona lusitana si riservava il monopolio sui viaggi diretti verso l’Atlantico meridionale, essa aveva anche bisogno dei capitali dei mercanti stranieri. In primo luogo faceva ricorso a quelli dei residenti a Lisbona, ma poi – grazie al tramite e all’intermediazione di questi ultimi – poteva anche “agganciare” le risorse di uomini d’affari stanziati altrove. Questa forma di investimento da parte di mercanti residenti al di fuori dei confini portoghesi, come vedremo meglio in seguito, assunse quasi un carattere di normalità nella Carreira da Índia cinquecentesca; tuttavia essa trova esempi precoci anche nel secondo Quattrocento. Dal Nord, in altre parole, si poteva addirittura tentare di partecipare all’esplorazione (e allo sfruttamento) delle coste africane: ciò accadde già nel 1474-75, quando Tommaso Portinari coinvolse la filiale di Bruges del banco Medici in un’impresa in Guinea poi rivelatasi fallimentare

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(nella quale era forse associato anche Bartolomeo Marchionni)26. Va detto tuttavia che i contorni di tale operazione sono tutt’altro che chiari. I prodotti africani costituiscono la novità di un commercio inter-europeo che si era andato consolidando nel corso del XIV e del XV secolo attorno alle merci già menzionate. La Corona fu in prima linea, da un lato come promotrice dei viaggi diretti a Sud, nell’Oceano Atlantico, dall’altro come auto-nominata controllante del commercio dei nuovi prodotti, tra cui lo zucchero. Fin da inizio Quattrocento i sovrani portoghesi avevano incentivato la coltivazione della canna da zucchero nel sud del paese (Algarve), ma i pur incoraggianti risultati non avevano poi portato a piantagioni su larga scala. Investimenti consistenti furono invece indirizzati verso le isole atlantiche e in particolare Madera, le Azzorre e le Canarie. Nelle Canarie le piantagioni si estesero rapidamente, ma nel 1479 tale arcipelago, a seguito del Trattato di Alcáçovas, entrò in orbita spagnola. Il grande e duraturo successo lo si ebbe quindi a Madera, che i portoghesi avevano iniziato a popolare già dagli anni Venti del Quattrocento, per poi impiantarvi una produzione su scala industriale dopo la metà del secolo, grazie all’impulso dato da Enrico il Navigatore27. La prima stima dettagliata della produzione insulare, del 1494, indica per la Capitania do Funchal 80.451 arrobas, pari a 1.037,8 tonnellate; dato che Funchal produceva circa i tre quarti del totale, si può stimare quest’ultimo in poco più di 100.000 arrobas, cioè circa 1.300 tonnellate. Con un’ordinanza di poco successiva (21 agosto 1498) il sovrano portoghese limitava l’esportazione a 120.000 arrobas (= 1.548 tonnellate); l’apparente contraddizione fra i due dati può essere spiegata con il fatto che in quest’ultimo caso la cifra era forse un potenziale raggiungibile più che una produzione effettiva (che doveva essere leggermente inferiore)28.

26. De Roover, R. Il banco Medici dalle origini al declino (1397-1494). La Nuova Italia, Firenze, 1970: 506-507, 511. 25. Tognetti, S. “Aspetti del commercio internazionale del cuoio nel XV secolo: il mercato pisano nella documentazione del banco Cambini”, Gensini, S. (Ed.), Il cuoio e le pelli in Toscana: produzione e mercato nel tardo Medioevo e nell’Età Moderna. Pacini, Pisa, 1999: 18-20, 27, 32, 40 (Tabella 4).

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27. Ouerfelli, M. Le sucre: production, commercialisation et usages dans la Méditerranée médiévale. Brill, Leiden, 2008: 223-227. 28. Guidi Bruscoli, Bartolomeo Marchionni …, op. cit.: 96.

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Nell’ottica del commercio di riesportazione verso i porti del Nord europeo, comunque, segnaliamo che le Fiandre (con 40.000 arrobas) erano il maggior centro di destinazione dello zucchero; quantitativi minori erano invece diretti verso porti mediterranei quali Venezia (15.000 arrobas), Chio e Costantinopoli (15.000 arrobas), Genova (13.000 arrobas) e altri29. Non pochi mercanti italiani furono coinvolti nelle operazioni di esportazione dello zucchero verso queste destinazioni, a volte a partire da Lisbona, altre volte direttamente da Madera (dove alcuni erano presenti anche nelle vesti di produttori). Nel Nord, poi, essi trovavano propri connazionali pronti a rivendere sul mercato locale prodotti che venivano da così lontano: nel 1477, ad esempio, la filiale londinese del banco Medici era debitrice di Bartolomeo Marchionni della somma di 116 lire sterline per una partita di zucchero inviata in Inghilterra30; ma si potrebbero citare pure molti altri casi. Per dare un’idea di quanto anche il commercio di zucchero fosse internazionale e di come i mercanti italiani di Lisbona riuscissero ad attrarre capitali dall’estero (non solo dalla madrepatria), basti citare il seguente esempio: nella primavera del 1504 giunse a Lisbona un’imbarcazione inglese per caricare merci da portare verso Nord. Tra i prodotti che trovarono posto sulla nave vi fu zucchero destinato a Rouen (in Alta Normandia) e di proprietà per due terzi di Bartolomeo Marchionni e Leonardo Nardi di Lisbona assieme a un loro “amicho de l’ixole” (presumibilmente Feducho de Lamaroto, in Madera), e per il rimanente terzo della compagnia di Francesco Pitti e Amerigo Antinori di Lione. Il carico fu assicurato in parte a Firenze, in parte a Valenza. Durante l’estate l’imbarcazione si fermò a La Rochelle, dove si recò Benedetto Morelli, nipote e collaboratore di Marchionni, il quale era in quel momento di stanza a Lione; sull’immediato la vendita dello zucchero procedette a rilento, perché contemporaneamente erano arrivati in Francia anche alcuni portoghesi che miravano a smerciare lo stesso prodotto. Le prospettive future dovevano comunque essere buone se da Lione i Pitti-Antinori ne richiedevano per l’anno successivo altre cento casse (con la solita suddivisione in quote), da vendere stavolta probabilmente ad Aigues-Mortes (nella Francia mediterranea) piuttosto che a Rouen (Normandia);

29. Frutuoso, G. As Saudades da Terra, Ed. A. Rodrigues de Azevedo. Typ. Funchalense, Funchal, 1873: 682-685. 30. De Roover, Il banco Medici …, op. cit.: 489.

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tuttavia, avvertivano, “bisognerà avere miglore robe che qui abbyamo avute, che ssono riusciti molto neri et e pani troppo ghrossi”. Altre quantità nel corso del tempo furono inviate a Rouen (e da lì presumibilmente redistribute nel regno di Francia)31. Dall’Africa provenivano anche gli schiavi, destinati, nel corso del Cinquecento e ancor più dei secoli successivi, a diventare l’oggetto di una vera e propria tratta trans-Atlantica. Essi, però, furono anche venduti sul mercato europeo, a partire da Lisbona dove giungevano grazie alla rigida organizzazione approntata dalla Corona portoghese. Anche in questo caso, tuttavia, la collaborazione dei mercanti era fondamentale, e lo stesso Bartolomeo Marchionni, più volte citato, stipulò un contratto che gli permise – per circa sette anni, dal 1486 al 1493 – di essere l’importatore della maggior parte di neri africani condotti in Portogallo32. Non vi sono notizie di italiani che esportassero schiavi da Lisbona verso il Nord-Europa durante questo periodo; tuttavia non è da escludere che vi possano essere stati. Molti documenti, invece, danno conto di una riesportazione numericamente rilevante verso Valenza33, di sporadici invii verso la penisola italiana e – per quanto riguarda città atlantiche – verso Siviglia che, come noto, pur essendo città dell’interno, ha facile accesso al mare attraverso il Guadalquivir. Questo accadeva già dagli ultimi anni del Quattrocento e poi ovviamente accadde in misura maggiore allorché la città divenne il centro di riferimento dell’impero spagnolo e quindi la sede da cui veniva inviata la manodopera destinata alle grandi piantagioni americane (anche se poi iniziò la tratta diretta AfricaAmerica).

31. Guidi Bruscoli, Bartolomeo Marchionni …, op. cit.: 100-101. 32. Guidi Bruscoli, Bartolomeo Marchionni …, op. cit.: 118-123. Id. “Bartolomeo Marchionni and the Trade in African Slaves in the Mediterranean World at the End of Fifteenth Century”, Cavaciocchi, S. (Ed.) Schiavitù e servaggio nell’economia europea, secc. XI-XVIII – Serfdom and Slavery in the European Economy, 11th-18th Centuries, Atti della XLV Settimana di Studi dell’Istituto Internazionale di Storia Economica “F. Datini” (Prato 14-18 Aprile 2013), Firenze University Press, Firenze, 2014: 377-388. 33. Su questo argomento si veda la vasta documentazione pubblicata da Cortés, V. La esclavitud en Valencia durante el reinado de los Reyes Católicos (1479-1516), Ayuntamiento de Valencia, Valencia, 1964.

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4. IL CINQUECENTO: IL SECOLO DELLE SPEZIE Fin dagli inizi del Cinquecento, ai prodotti europei, africani e delle isole atlantiche si aggiunse, nelle rotte commerciali che passavano da Lisbona, anche un’altra merce: le spezie. Le spezie arrivavano in Europa da secoli, ma lo facevano attraverso un’altra via: quella che dall’Oceano Indiano lambiva la penisola arabica e giungeva nel Mediterraneo orientale. Ora, per la prima volta, esse giungevano direttamente nel Vecchio Continente, by-passando gli intermediari arabi e veneziani. In questa parte, riguardante il commercio portoghese del XVI secolo, ci soffermeremo esclusivamente sulle spezie, perché esse costituirono la grossa novità del periodo; ma ovviamente i prodotti di cui abbiamo parlato nel paragrafo precedente continuarono a essere scambiati. Nel 1498, dieci anni dopo l’impresa di Bartolomeo Dias (il quale aveva aperto ai portoghesi la rotta del Capo di Buona Speranza), Vasco de Gama approdò a Calicut inaugurando così la via marittima verso le Indie orientali. Dal 1500 in poi, con cadenza regolare, flotte portoghesi salpavano da Lisbona con destinazione l’Oriente, seguendo quella che è passata alla storia come Carreira da Índia. Nel contesto di questo volume è fuori luogo soffermarsi a lungo su tale impresa, alla quale pure gli italiani contribuirono in maniera rilevante con uomini e capitali: ciò, infatti, porterebbe troppo lontano dal tema principale. Né, per le stesse ragioni, parleremo dell’arrivo delle spezie dall’Asia a Lisbona. Tuttavia è opportuno sottolineare come questi viaggi influenzarono il rapporto tra la capitale portoghese e le altre città europee, atlantiche in particolare ma anche mediterranee. Da un lato spiegheremo come i prodotti asiatici, dopo essere giunti a Lisbona, trovavano poi altre vie; dall’altro ci soffermeremo su come questo commercio fosse alimentato, nutrito e stimolato anche da capitali che venivano da fuori Lisbona e anche dal mondo dell’Europa atlantica. Il presente paragrafo sarà suddiviso in due sezioni: la prima riguarderà il mercato dei prodotti – in particolare le spezie, appunto – che da Lisbona venivano redistribuiti nell’Europa atlantica. La seconda il mercato dei capitali, che da alcune sedi dell’Europa atlantica affluivano a Lisbona per essere investiti nei viaggi verso l’India, ovvero le imprese che permettevano il traffico di cui sopra.

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4.1. IL MERCATO DELLE SPEZIE: LA RIESPORTAZIONE Le spezie erano un prodotto ricercato in molti mercati europei, ma la vendita non era sempre agevole: poteva anzi richiedere molto tempo e soprattutto necessitava di una precisa conoscenza dell’andamento dei prezzi nelle varie località. Come ben spiegava l’ambasciatore veneto Quirini34, “dal 1504 fino al giugno passato, al giunger delle cinque navi ultime, sono stati messi in casa della Mina in Lisbona da circa cinquantaquattro mila cantari di spezie fra tutte, e finora vendute solamente da cantara quattordici in quindici mila, tra le quali il minor numero di tutte sorte è il pevere; e questo poco spaccio procede perché in Alemagna, Fiandra, e in altri luoghi dove si vendono le spezie e si consumano, sono falliti molti mercadanti dei più grossi, solo per la instabilità del prezzo che hanno tenuto i Portoghesi fino al 1504”. Quindi – come detto – fondamentale era la dimestichezza con i vari mercati europei e con i prezzi praticati in ciascuno di essi. Il prezzo era ovviamente collegato alle quantità disponibili, ma anche alle prospettive che si manifestavano: per questo motivo le informazioni dall’India e da Lisbona erano molto ambìte in tutte le principali piazze commerciali del continente, da cui si guardava con molta attenzione a ciò che accadeva nella capitale portoghese. I mercanti italiani, forti di capillari e consolidate reti di contatti, fornivano un contributo molto rilevante in tal senso35. Le fiere lionesi furono un importante luogo di smercio e possono essere considerate un “termometro” dell’andamento dei prezzi: ebbene, la diffusione a Lione di notizie relative a grandi carichi di spezie giunti a Lisbona faceva repentinamente abbassare il prezzo, anche del 15-20% all’interno di una stessa fiera (pur se, almeno in Portogallo, il re cercava di tenere calmierato il prezzo). In maniera molto colorita, si scriveva infatti che “tra chon vostra nuova e chon eserne venuto in asai mani se n’è ito nel ciesso e se n’è dato a bianchi 17 ½ e in principio di fiera si trovava a vemdere a

34. Albèri, E. Relazioni degli Ambasciatori Veneti al Senato durante il secolo decimosesto, Serie I, Appendice (Tomo XV). Tipografia e calcografia All’insegna di Clio, Firenze, 1863: 14. 35. Si veda ad esempio: Guidi Bruscoli, F. “Circolazione di notizie e andamento dei mercati nel basso Medioevo”, Lori Sanfilippo, I.; Rigon, A. (Eds.), Fama e publica vox nel Medioevo. Atti del Convegno Internazionale (Ascoli Piceno, 4-5 Dicembre 2009), Istituto storico italiano per il medioevo, Roma, 2011: 119-146.

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21”. Problemi analoghi si riscontravano comunque anche altrove, ad esempio a Bruges36. A inizio Cinquecento il grande centro di smistamento dei prodotti orientali, ma non solo, fu Anversa. Già a metà Quattrocento i portoghesi avevano istituito una feitoria nelle Fiandre, e più precisamente nella città di Bruges; nel 1499, tuttavia, la sede si era spostata in riva alla Schelda, anche grazie ai privilegi garantiti dall’imperatore Massimiliano I. Il vantaggio di Anversa era il suo essere snodo essenziale per il commercio non solo dei prodotti dell’Asia portoghese, ma anche quelli dell’America spagnola. Ebbene, nel 1508-14 due grandi compagnie commerciali italiane, quella dei cremonesi Affaitati e quella dei fiorentini Gualterotti, ottennero il monopolio della vendita di spezie nei Paesi Bassi con contratti che totalizzarono la somma di 117 milioni di reali; successivamente Affaitati e Gualterotti si associarono anche con i nuovi cristiani portoghesi Mendes37. Tuttavia non vi era solo Anversa, ovviamente, e il traffico commerciale poteva coinvolgere vari operatori stanziati in piazze diverse. Ancora una volta le fonti presentano contratti stipulati tra mercanti italiani (fiorentini) di Lisbona e di Bruges, ma per vendere spezie in una terza sede (Lione), grazie ad altri connazionali là residenti. Nella primavera 1504, ad esempio, Bartolomeo Marchionni inviò in Francia un grossa partita di spezie: come accadeva all’interno delle stive delle navi che rientravano dall’India, anche in occasione di tale invio il quantitativo maggiore era costituito da pepe. La prima “partita” consisteva in 54 balle di spezie, una parte delle quali “a chomune” con Giovan Gualberto Buonagrazia di Bruges. Francesco Pitti e Amerigo Antinori e compagni di Lione, che nei mesi precedenti si erano già occupati dello smercio di altre cento balle, valutavano con attenzione se fosse più conveniente venderle proprio a Lione (magari durante la fiera di Agosto), oppure a Rouen. L’anno successivo un

36. ASF, Ginori Conti, Serie Pitti, 4, cc. 101s-d, 130d, 152s-d; Ginori Conti, Serie Pitti, 146, Pitti-Antinori, in Lione, a Leonardo Nardi, in Lisbona (31 marzo, 15 aprile, maggio 1504, 30 agosto 1505, febbraio, 19 maggio 1506); a Bartolomeo Marchionni, in Lisbona (15 aprile 1504, agosto 1505, febbraio 1506); a Cesare Barzi, in Valenza (16 maggio, 1 settembre 1504, agosto 1505, febbraio 1506); ai Frescobaldi-Gualterotti, in Bruges (1 settembre 1504, 18 maggio 1506). 37. Marqués de Almeida, A.A. Capitais e capitalistas no comércio da especiaria. O Eixo Lisboa-Antuérpia (15011549). Aproximação a um Estudo de Geofinança. Edições Cosmos, Lisbona, 1993: 50.

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sacco di cubebe scaricato inizialmente ad Aigues-Mortes non trovava smercio a un prezzo conveniente né lì né (fatta eccezione per un piccolo quantitativo) nelle successive fiere di Lione; dopo aver scritto a Parigi “per intendere se llà fussi suo spacio”, i Pitti-Antinori decisero di inviarvi la metà del cubebe nella primavera 150638. Secondo Richard Gascon, tra il 1508 e il 1540 circa un terzo delle spezie importate da Lione provenne da Anversa, mentre la quota più consistente giungeva nella città fieristica attraverso il Mar Mediterraneo (spesso via Marsiglia)39. Bisognerebbe tuttavia valutare bene se a Marsiglia tali spezie giungessero da Venezia attraverso la rotta “tradizionale” (come pare implicare Gascon), o se invece arrivassero da Lisbona, come pare emergere dagli studi di chi scrive e di Sergio Tognetti per il primo trentennio del secolo40. Ad ogni modo non stupisce che a Lione anche in questo ambito – così come nel commercio dei tessuti di lusso – furono gli italiani, e in particolare i fiorentini, a svolgere un ruolo dominante, con due o tre famiglie che di volta in volta si spartivano la metà del commercio totale delle spezie: esponenti delle famiglie Capponi, Dati, Del Bene, Guadagni, Mannelli, Panciatichi ricorrono a più riprese nei carnets du garbeau lionesi del primo quarto del Cinquecento41. E, come detto, tali compagnie si associavano a operatori attivi su altre piazze europee (Lisbona, Bruges e Anversa soprattutto) per importare consistenti partite di spezie che poi rivendevano sul mercato lionese, in larga parte a speziali locali.

4.2. IL MERCATO DEI CAPITALI Un altro elemento che caratterizzò la presenza degli uomini d’affari italiani a Lisbona risiedette nella loro capacità di attrarvi capitali, come abbiamo in parte

38. ASF, Ginori Conti, Serie Pitti, 4, c. 252d; ASF, Ginori Conti, Serie Pitti, 146, Pitti-Antinori, in Lione, a Leonardo Nardi, in Lisbona (30 agosto 1505, 10 febbraio, 19 maggio 1506). 39. Gascon, R. “Un siècle du commerce des épices à Lyon, fin XVe-fin XVIe siècle”, Annales E.S.C., XV, 1960: 644-651. 40. Guidi Bruscoli, Bartolomeo Marchionni …, op. cit.: 184-185. Tognetti, S. I Gondi di Lione. Una banca d’affari fiorentina nella Francia del primo Cinquecento. Olschki, Firenze, 2013: 39-48. 41. Gascon, “Un siècle du commerce des épices à Lyon” …, op. cit.: 644-651. Come scrive ancora Gascon, “le commerce des épices à Lyon, de la fin du XVe à la fin du XVIe siècle, est un saisissant témoignage de la persistance de la primauté des marchands italiens, et, simultanément, de la vigueur des épices méditerranéennes” (Ibid.: 665).

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appena visto con il coivolgimento dei Buonagrazia di Bruges nella riesportazione delle spezie verso la Francia. Forti delle loro reti commerciali capillari, i mercanti che si trasferivano nella capitale portoghese non si limitavano a investire i propri denari o magari quelli della compagnia di famiglia nella città di origine, ma riuscivano anche a convogliare verso Lisbona capitali provenienti dalle città del Nord-Europa, e in particolare da quelle dei Paesi Bassi. Un caso emblematico è costituito dal viaggio verso l’India del 1503 (la quinta armada), che portò per la prima volta in Oriente Alfonso de Albuquerque, destinato ad assumere successivamente il ruolo di governatore generale dell’India. A bordo delle navi si trovavano due fiorentini, Giovanni da Empoli e Bernardo de’ Pilli; ma il contributo in termini finanziari venne, oltre che presumibilmente anche dai due mercanti-navigatori (i quali comunque non dovettero contribuire con grandi cifre), dalle principali case mercantili italiane di Lisbona (Marchionni e Sernigi), da una grande compagnia fiorentina di Bruges (Girolamo Frescobaldi e Antonio Gualterotti) e da un mercante-banchiere fiorentino attivo a Firenze e a Lione (Bernardo Gondi)42. Un altro esempio abbastanza ben documentato è costituito dall’armada del 1510, che portò Giovanni da Empoli in Asia per la seconda volta. Il deus ex machina di questa impresa fu Girolamo Sernigi, in Lisbona, che ricoprì il ruolo di “principale armatore” di una piccola flotta di quattro navi destinata a Malacca. Alcuni documenti ci danno conto di altri operatori che investirono “sotto nome” di Giovanni da Empoli: oltre a Raffaello de’ Medici, a Camillo da Diacceto e al servitore dello stesso da Empoli, contribuirono con quote più o meno rilevanti Antonio e Filippo Gualterotti e compagni di Bruges, la compagnia Nasi di Lione e Adriano Bava, ancora da Bruges43. È interessante segnalare come gli investimenti di questi operatori potessero essere compresi tra poche decine e alcune migliaia di fiorini (o di cruzados), a dimostrazione di quanto il mercato fosse fluido e aperto. Esempi analoghi si possono ritrovare anche nei viaggi di altri Stati europei, come ad esempio quelli francesi: la lunga lista dei finanziatori di Giovanni da Verrazzano, nel 1523, spaziava dai principali mercanti-banchieri

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fiorentini di Lione, al servitore di uno di essi (Antonio Gondi, la cui moglie faceva pure parte del consorzio)44. Coloro che salivano a bordo delle navi o i grandi uomini d’affari stabilitisi a Lisbona svolgevano insomma il ruolo di “capofila” di gruppi di investitori che da vari angoli del continente facevano pervenire capitali più o meno consistenti. Le fonti ufficiali non nominano spesso che i collettori di queste somme di denaro, ovvero di coloro che sottoscrivevano il contratto con la Corona o con le istituzioni preposte all’organizzazione del viaggio; ma dai pochi esempi fatti sappiamo che “sotto loro nome” vi erano in realtà molte persone, le quali guardavano con attenzione a ciò che accadeva in riva al Tago, pronte a effettuare investimenti che spesso si rilevavano molto profittevoli (anche se i risultati si vedevano dopo qualche anno). Purtroppo per ottenere informazioni di questo tipo dovremmo avere a disposizione molta più contabilità privata, che invece è pervenuta a noi solo in rari casi, e tutti di ambito fiorentino. Ma è naturale pensare che, laddove emergessero altre fonti, casi di questo tipo si dimostrerebbero la norma, e non l’eccezione45. Ecco quindi che, grazie ai capitali, siamo tornati al tema di questa conferenza, ovvero Lisbona e l’Atlantico, o Lisbona e le città atlantiche.

5. CONCLUSIONE Il commercio di Lisbona, ovviamente, aveva anche dei percorsi che non includevano gli italiani e delle rotte commerciali che vivevano e fiorivano pure in loro assenza (o quanto meno in compresenza). Pensiamo ad esempio al flusso di scambi che vedeva Lisbona da un lato e le isole britanniche o i Paesi Bassi dall’altro. Poi ovviamente vi era tutta la rete di rapporti con il resto della penisola iberica, ovvero i regni di Spagna, i quali si trovavano fisicamente a frapporsi fra il Portogallo e il mondo mediterraneo, ma al tempo stesso contribuivano anche ad aprirglielo.

44. Guidi Bruscoli, F. “Capitali fiorentini nei primi viaggi verso il Nord America: Giovanni Caboto e Giovanni da Verrazzano”, Pinto, G.; Rombai, L.; Tripodi, C. (Eds.), Vespucci, Firenze e le Americhe, Atti del Convegno di studi (Firenze, 22-24 novembre 2012). Olschki, Firenze, 2014: 113-115. 42. Spallanzani, Giovanni da Empoli …, op. cit.: 31-34, 137-138, 153-155. 43. Spallanzani, Giovanni da Empoli …, op. cit.: 43-47, 157-158, 220-222.

45. Per la febbrile attività di Bartolomeo Marchionni come investitore nella Carreira da Índia e come capofila di cordate di mercanti nel primo quarto del Cinquecento si veda Guidi Bruscoli, Bartolomeo Marchionni …, op. cit.: 135-177.

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A inizio Cinquecento Lisbona era una delle due “capitali” dell’espansione europea; l’altra era Siviglia. In entrambe le città le comunità italiane erano importanti, sia numericamente che per il ruolo svolto, e continue erano le interazioni tra di esse. Lo scambio di persone, merci e informazioni – di cui gli italiani erano tra i fautori – contribuiva ad avvicinare non poco città che formalmente erano rivali. Ma, come più volte ripetuto, gli italiani erano importanti più in generale per il collegamento del Portogallo con capitali internazionali che cercavano sbocchi verso proficui investimenti, oltre che per le tecniche finanziarie necessarie a gestirli. Nel momento della sua grande ascesa, infatti, Lisbona mancava di un ceto imprenditoriale adeguato a una città in così rapida espansione e aveva bisogno dunque sia del know-how che del capitale straniero, il quale entrava in azione per collegarsi a una sorta di capitalismo di Stato promosso dalla Corona portoghese. In un vecchio lavoro su “Le influenze italiane nella colonizzazione iberica”, il celebre studioso belga Charles Verlinden ha in maniera molto enfatica scritto46: “Si direbbe che, portatori della fiaccola del progresso economico, essi [gli italiani] circondano la penisola iberica come farebbero di un vasto rogo dove appiccherebbero il fuoco a poco a poco da tutte le parti”. Non c’è dubbio che le “fiaccole” portate dai mercanti italiani provenivano anche dalle città atlantiche e che il “rogo” da esse generato fu molto proficuo per tutti.

46. Verlinden, C. “Le influenze italiane nella colonizzazione iberica (uomini e metodi)”, Nuova Rivista Storica, XXXVI, 1952: 256.

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‘Marchands parfois, marins plus souvent’: le commerce breton à Bruges au quinzième siècle Bart Lambert Durham University

1. INTRODUCTION Le 27 avril 1491, Englebert de Nassau, commandeur militaire et lieutenant général de l’archiduc Maximilien d’Autriche, chargé de gouverner le comté de Flandre, a promulgué une ordonnance destinée à ses capitaines de guerre et à ses fonctionnaires judiciaires. Le texte stipulait que désormais, ‘tous les marchands de France, d’Angleterre, d’Espagne, de Bretagne et d’autres lieux’ avaient le droit de ‘transférer leurs marchandises vers Bruges et territoires environnants et de les y vendre’1. La décision d’Englebert a mis fin à une période de douze ans, lors de laquelle le commerce international au sein du comté avait souffert considérablement. En désaccord avec la politique autocrate de l’archiduc Maximilien, les villes flamandes avaient renoncé à la confiance qu’elles avaient eue en lui, ce qui avait provoqué un enchaînement de confrontations violentes et de tentatives de réconciliation. Les troubles de guerre avaient causé des pertes considérables pour les commerçants et en 1484, afin de punir la ville rebelle

1. Archives de la Ville de Bruges (AVB), Hallegeboden 1490-1499, folios 58 v.-59 v.

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de Bruges, le souverain avait contraint les associations de marchands étrangers de déménager à Anvers. Maintenant que la révolte avait été réprimée et que le calme était revenu, l’activité économique au sein de la ville avait besoin d’un nouveau souffle et la réputation de Bruges en tant que métropole du commerce en Europe du Nord-Ouest nécessitait d’être rétablie. Les commerçants étrangers n’ont pas tardé de revenir, ne fût-ce que temporairement. Charmés par les conditions commerciales de vigueur au Brabant où ils étaient exilés, ils ont fini par opter pour Anvers quelques années plus tard, et de ce fait, Bruges a été condamnée à se développer dans l’ombre commerciale2.

2. RELATIONS ENTRE LA FLANDRE ET LA BRETAGNE Qui étaient les commerçants bretons nommés dans l’ordonnance d’avril 1491? Qu’est-ce qui les avait conduits à Bruges et pendant combien de temps ont-ils fréquenté les côtés flamandes? Les liens entre le comté de Flandre et le duché de Bretagne étaient forts et n’étaient pas que de nature économique. Les deux territoires constituaient des fiefs importants, avides d’indépendance depuis leurs origines et confrontés sans cesse à l’ingérence de la monarchie française tout au long du Bas Moyen Âge. L’un comme l’autre entretenait des rapports politiques et économiques étroits avec l’Angleterre3. A plusieurs reprises, ces intérêts communs ont incité les gouvernants des deux souverainetés à entreprendre des initiatives communes. En 1481, c’est-à-dire dix ans avant l’ordonnance d’Englebert, Maximilien d’Autriche avait réussi à conclure une alliance diplomatique avec le roi anglais et duc François de Bretagne. L’accord stipulait en partie que les Bretons paieraient le solde des troupes de Maximilien et qu’ils lui accorderait un prêt généreux de quarante-neuf mille livres parisis qui devait lui permettre d’empêcher les Français d’envahir ses territoires4.

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De leur côté, des militaires bretons étaient également très actif en Flandres, d’une manière que la population locale n’a pas toujours dû apprécier. En 1382, deux ans avant son accession au pouvoir, Philippe le Hardi, le prédécesseur de Maximilien, avait fait appel à l’armée française afin de garantir sa succession en Flandre, où la révolte battait son plein une fois de plus. L’armée française comptait un contingent de mercenaires bretons, qui, suite à la bataille décisive de Westrozebeke, avaient complètement détruit la ville de Courtrai et alentours, à une cinquantaine de kilomètres au sud de Bruges5. Moins désastreuse était la présence dans le comté de nobles d’origine bretonne, qui, au quinzième siècle, faisaient carrière au service des ducs de Bourgogne. Parmi eux Hervé de Mériadec, premier écuyer et conseiller de Philippe le Bon, qui s’établissait dans la petite ville flamande de Wervicq6. A leur tour, les artisans qualifiés originaires de Bretagne débarquaient à Bruges, bien qu’en petit nombre. Déjà en 1340, un certain Jean Bertoen, originaire du duché, a acheté la citoyenneté brugeoise, ce qui constituait d’habitude une condition afin d’exercer un métier contrôlé par les guildes d’artisans au sein de la ville7. En 1457, le Nantais Jean de Lagree a fait la même chose8. Or, le plus connu d’entre eux, certainement pour les générations suivantes, c’était Jean Brito ou Jean le Breton. L’homme était originaire de Pipriac, pas loin de Redon. Il travaillait en tant que calligraphe et écrivain public à Tournai. Ensuite, il s’est établi à Bruges, où il a acquis la citoyenneté en 1455. Il est devenu membre de la guilde des libraires et a été l’un des premiers en Europe à fonder une entreprise d’imprimerie9.

5. Vaughan, R. Philip the Bold: The Formation of the Burgundian State. Woodbridge, Boydell, 2002: 27. 6. Paravicini, W. “Un tombeau en Flandre: Hervé de Mériadec”, Francia, 34 :1, 2007 : 85-146. Voir aussi Buylaert, F. Repertorium van de Vlaamse Adel (ca. 1350 – ca. 1500). Gand, Academia Press, 2011: 479-80. 2. Maréchal, J. “Le départ de Bruges des marchands étrangers (XVe-XVIe siècle)”, Handelingen van het Genootschap voor Geschiedenis te Brugge (Société d’Emulation), 88, 1951: 26-74.

7. Jamees, A. Brugse Poorters Opgetekend uit de Stadsrekeningen. Deel I: 1281-1417. Handzame, Familia et Patria, 1974: 51.

3. Boone, M. “D’un particularisme à l’autre: la Flandre et la Bretagne face à l’Etat centralisateur (XIVe-XVe siècle)”, Kerhervé, J. et Daniel, T. (Eds.), 1491. La Bretagne, terre d’Europe. CRBC/Société Archéologique du Finistère, Brest, 1992 : 197.

8. Parmentier, R.A. (Ed.). Indices op de Brugsche Poorterboeken. II: 1450-1794. Bruges, Descléé De Brouwer, 1938: 608-9.

4. Haemers, J. For the Common Good : State Power and Urban Revolts in the Reign of Mary of Burgundy, 14771482. Brepols, Turnhout, 2009: 24, 52.

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9. Geirnaert, N. “Nieuwe gegevens over leven en werk van Jan Brito”, Brugs Ommeland, 21, 1981: 183-9. Schouteet, A. “Begin en einde van Jan Brito’s drukkersbedrijvigheid te Brugge”, Handelingen van het Genootschap voor Geschiedenis Gesticht onder de Benaming Société d’Emulation te Brugge, 108, 1971: 26-38.

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3. PRÉSENCE COMMERCIALE À BRUGES Les artisans tels que Brito et Lagree faisaient-ils partie d’une communauté bretonne plus vaste à Bruges, qui comptait également des marchands? Lorsque l’activité commerciale n’était pas dérangée par des révoltes ou d’autres troubles politiques, la ville attirait plus de commerçants de plus de parties du continent que n’importe quel endroit en Europe du Nord-Ouest10. Or, jusque dans les années 1440, il semble n’y avoir eu parmi eux que très peu de commerçants bretons. Bien qu’ils puissent tirer profit de la position neutre que leurs ducs occupaient au sein du conflit franco-anglais et qu’ils n’avaient pas peur d’aller en Angleterre et en Normandie durant cette période, ils n’ont pas pleinement profité des nombreuses possibilités de ravitailler les marchés aux Pays-Bas. En dépit de la situation idéale du duché à mi-chemin de la route de navigation, c’était les Hollandais et les Zélandais qui étaient responsables du transport de vins de Gascogne et de Poitou vers les ports flamands, également lorsque la demande devenait plus importante que l’offre. C’était également les Hollandais et les Zélandais, de même que les Hanséates et les Flamands, qui faisaient des provisions de sel dans la baie bretonne de Bourgneuf, l’une des salines les plus importantes en Europe11. A cette époque-là, la liaison entre le reste de la Bretagne et le marché brugeois n’était pas tant assurée par les Bretons que par des marchands originaires de la presqu’île ibérique et de Gênes qui s’étaient établis dans le duché. Aux yeux des entreprises génoises tels que les Doria, les Spinola et les Lomellini, notamment Nantes constituait une escale idéale, où elles pouvaient acheter du drap, du lin et du froment en route pour ou en provenance de Flandre12. Ainsi, en 1440, Benedetto Spinola et Dominico Doria, qui étaient des Génois résidant à Bruges, ordonnaient Luciano Spinola, leur facteur à Nantes, de transporter par bateau trois paquets de garance vers la Flandre. Le même bateau transportait

‘MARCHANDS PARFOIS, MARINS PLUS SOUVENT’: LE COMMERCE BRETON À BRUGES AU QUINZIÈME SIÈCLE

également six pipes de poissons marins, commandées par auprès de son représentant en Bretagne13.

Rafaello Doria

Au cours des années suivantes, et, ironiquement, lorsque la politique de neutralité des ducs de Bretagne a été abandonnée, plusieurs facteurs faisaient en sorte que les Bretons se sont mis à jouer un rôle plus actif dans les rapports commerciaux avec la Flandre. Tout d’abord, les armateurs hollandais et zélandais ont commencé à se consacrer au transport direct de sel de Bourgneuf en direction de la région autour de la Mer Baltique, sans continuer à aborder dans les PaysBas. Ensuite, la position qu’ils avaient occupé dans le transport de vin du sudouest de la France vers la Flandre et la Zéelande a été récupérée par des cargos bretons, qui, à leur tour, se sont mis à importer du sel à grande échelle. Pendant les années suivantes, leur présence à L’Ecluse, qui constituait l’avant port le plus important de Bruges situé à l’embouchure du Zwin, a considérablement augmenté. En 1457, quarante-six navires bretons y mouillaient, c’est-à-dire trente-huit pour cent du nombre total14. Au printemps de l’année 1464, pas moins de quarante et un des soixante navires amarrés étaient originaires de Bretagne15. Pendant les années 1480, la Révolte flamande les a poussés à émigrer vers Walcheren, en Zéelande. Ainsi, en 1486 et 1487, soixante-deux navires originaires du duché mouillaient dans le port d’Arnemuiden. Toujours est-il que, la même année, vingt-cinq des soixante-quinze navires à l’Ecluse étaient bretons16. Des quarante cargaisons de vin transportées en bateau entre Bordeaux et la Flandre et enregistrées dans des actes notariaux entre 1470 et 1500, trente-trois étaient transportées dans des navires bretons17. Bien que, dans la majorité des cas, il s’agisse de petits bateaux de pêcheurs de trente à cent trente tonneaux, de par leur nombre, les Bretons pouvaient même rivaliser

13. AVB, Memoriaal van de Kamer 1439: folios 76 r.-v. 14. Craeybeckx, J. Un grand commerce d’importation: les vins de France aux anciens Pays-Bas, XIIIe-XVIe siècle. Paris, S.E.V.P.E.N., 1958 : 135-8.

10. Murray, J.M. “Of Nodes and Networks: Bruges and the Infrastructure of Trade in Fourteenth-century Europe”, Stabel, P., Blondé, B. et Greve, A. (Eds.). International Trade in the Low Countries (14th-16th Centuries).Merchants, Organisation, Infrastructure, Leuven, Garant, 2000: 1-14. 11. Touchard, H. Le commece maritime breton à la fin du Moyen âge. Paris, Belles Lettres, 1967 : 147-8. 12. Touchard Commerce maritime breton: 43.

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15. Degryse, R. “De schepen in de haven van Sluis in het voorjaar 1464”, Mededelingen van de Marine Academie, 20, 1968: 97-8. 16. Gilliodts-Van Severen, L. (Ed.). Inventaire des archives de la ville de Bruges. Section 1: treizième au seizième siècle. Inventaire des chartes. VI, Bruges, Gailliard, 1876: 275-6. 17. Drost, M.A. (Ed.). Documents pour servir à l’histoire du commerce des Pays-Bas avec la France jusqu’à 1585. Tome II : Actes notariés de Bordeaux 1470-1520, ‘s Gravenhage, Nijhoff, 1989 : passim.

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en quantité de cargaison avec les gigantesques caraques génoises et avec les galères vénitiennes empruntant le port brugeois.

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supplémentaire des conditions du droit d’estaple stipulait que les capitaines bretons avaient le droit de commercer plus de portage que les commerçants originaires d’ailleurs19. Cela n’a servi à rien: entre 1450 et 1479, le bailli de l’eau de l’Ecluse, représentant juridique du duc dans l’avant port chargé de punir les infractions au droit d’estaple, a enregistré vingt cas où des Bretons avaient négocié des produits dans un lieu qui ne le permettait pas ou sans payer de tonlieu. Responsables de plus de onze pour cent du nombre total d’infractions, ils étaient de loin le groupe le mieux représenté, mieux que les Flamands20. La plupart d’entre eux étaient pris en flagrant délit lors de la vente illégale de vin, de canevas et de bacon ou lors de l’achat d’harengs encaqués. En 1462-1464, Jehan Mahieu le Jous a vendu une quantité de fer à l’Ecluse au lieu qu’à Bruges, endroit vers lequel elle aurait dû être transportée, ce qui lui a valu une amende de dix livres parisis21. La plupart des infracteurs bretons étaient originaires de Penmarc’h, Conquet, Saint Pol de Léon et Saint-Malo. Dans certains cas, leur nom n’était même pas noté dans les comptes des baillis. En 1471-1472, un Breton anonyme a été pris en flagrant délit pour avoir vendu un jambon sans payer de tonlieu. L’homme affirmant ne pas être au courant des régulations, le bailli lui a accordé un arrangement financier plus avantageux22.

Figure 1 : l’estuaire du Zwin au quinzième siècle

Selon les conditions du droit d’estaple, les Bretons ne pouvaient vendre qu’une petite partie de leurs marchandises à l’Ecluse. Leur cargaisons de vin devaient emprunter le marché d’estaple obligatoire à Damme, situé plus loin le long du Zwin, et la plupart des autres marchandises devaient être acheminées vers Bruges. Sur tout ce qui était importé, ils devaient payer le tonlieu. Une quantité restreinte de produits, appelée le portage, en était exempte18. En 1441, une clause

L’implication massive des Bretons dans le commerce illicite à l’Ecluse signifiaitelle que leur participation au circuit commercial régulier sur le marché brugeois était plutôt réduite? En effet, toutes les indications semblent aller dans ce sens. Contrairement à bon nombre d’autres groupes de marchands étrangers, les Bretons résidant à Bruges n’avaient pas de guilde de marchands ni aucune autre structure susceptible de soutenir leurs activités. En 1440, dans le contexte d’un accord conclu entre la Bretagne, la Hollande et la Zéelande, il est question d’une commission permanente constituée de quatre membres bretons chargés de résoudre d’éventuels litiges futurs23, mais aucune trace n’a été conservée

19. Gilliodts-Van Severen, L. (Ed.). Cartulaire de l’Ancienne Estaple de Bruges. I. Bruges, De Plancke, 1904 : 650. 20. Archives Départementales du Nord, Lille (ADN), B 6118-6156. 21. ADN, B 6137: folio 1 v.

18. Nicholas, D. Town and Countryside: social, economic and political tensions in fourteenth-century Flanders, Bruges, De Tempel, 1971: 118-20.

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22. ADN, B 6148: folio 1 v. 23. Touchard. Commerce maritime breton: 120.

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de l’application de cette stipulation. En 1440 et 1469, les Bretons n’ont pas participé aux processions de commerçants étrangers à Bruges organisées à l’occasion des Joyeuses Entrées des ducs de Bourgogne24 et ils ne contribuaient pas aux prêts collectifs que la communauté de marchands attribuait à la ville au quinzième siècle25.

Figure 2 : le duché de Bretagne et ses principales places commerciales au quinzième siècle

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plus importants de Bruges en tant que ville commerciale. A cela s’ajoutait une infrastructure juridique élaborée octroyant aux commerçants l’assistance juridique nécessaire et leur permettant de dédouaner d’éventuels litiges. Le tribunal des échevins brugeois, qui représentait le principal collège juridique dans ces matières-là, était exploité par des commerçants originaires de toutes sortes de régions en Europe26. Par contre, les Bretons n’y ont guère fait appel. Entre 1465 et 1469, la période où ils fréquentaient l’Ecluse, il n’y avait que onze jugements notés dans les registres du tribunal des échevins qui concernaient les commerçants bretons, dans la plupart des cas après avoir été traduit en justice par un autre commerçant. De même, les cas où des Bretons paraissaient devant la Chambre, où la mise des affaires était inférieure à trente livres parisis, constituaient des exceptions27. Dans les cas où ils sont quand même traduits en justice, la plupart du temps, quelqu’un se portait garant de la liquidation d’une dette qu’ils avaient contractée ou d’une somme d’argent qui leur était due. Ainsi, en 1467, deux Brugeois ont promis de se porter garant de l’acquittement de trente-deux livres de gros dont Maurice Robert, originaire de Bretagne, prétendait que Nicholas Galgay, originaire de Waterford en Irlande, les lui devait28. En 1453, deux autres commerçants locaux se sont dit prêts à garantir l’acquittement de quatre-vingts livres de gros de Pierre Jonchee, originaire de Saint-Malo, à Jean Roy de La Rochelle, après que celui-ci avait saisi le navire transportant les marchandises de Jonchee29. D’autres Bretons ont fait appel aux échevins après être tombés dans les mains de pirates. En 1466, Raymond Quenec a réclamé quarante couronnes pour compenser le vin qui avait été subtilisé en mer par le Castillan Jean de Arbolance30. La piraterie exercée par des navigateurs hollandais, zéelandais, espagnols et bretons constituait une véritable plaie tout au long du quinzième siècle de même qu’un thème récurrent des discussions des Quatre Membres,

Le large éventail d’institutions commerciales permettant aux marchands de régler leurs affaires vite et de façon efficace constituait l’un des atouts les 26. Gelderblom, O. Cities of Commerce: The Institutional Foundations of International Trade in the Low Countries, 1250-1650. Princeton, Princeton University Press, 2013: 109. 24. Pour l’Entrée de 1440, voir De Jonghe, J. (Ed.). Cronijcke van den lande ende graefscepe van Vlaenderen, gemaect door jor Nicolaes Despars. III. Bruges, Messchert, 1840: 431-432. Pour 1469, voir d’Arbaumont, J. et Beaune, H. (Eds.). Mémoires d’Olivier de la Marche: maitre d’hotel et capitaine des gardes de Charles le Téméraire. III, Paris, Renouard, 1888 : 113-4.

27. AVB, Civiele Sententiën Vierschaar 1465-1469; Memoriaal van de Kamer 1474.

25. Pour le prêt de 1438, voir Gilliodts-Van Severen, Inventaire. V: 186-8.

30. AVB, Civiele Sententiën Vierschaar 1465-1469: folio 53 r.

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28. AVB, Civiele Sententiën Vierschaar 1465-1469: folio 125 r. 29. AVB, Civiele Sententiën Vierschaar 1453-1460: folio 35 r.

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l’organe représentatif chargé de défendre les intérêts des principales villes flamandes31. La contraction d’une assurance constituait l’une des techniques permettant de se munir contre d’éventuelles pertes provoquées par la piraterie. Au sein de la ville de Bruges du quinzième siècle, des marchands italiens offraient des formules particulièrement compétitives32. En 1469, Yvon Guyole de Nantes, le seul à être pris à L’Ecluse et à comparaitre devant le tribunal, a fait assurer la cargaison de vin qu’il faisait transporter vers Bruges par le spécialiste florentin Pierantonio Bandini-Baronchelli pour trente livres de gros. Les cargos ont été pris, mais Bandini prétendait que Guyole n’avait contracté l’assurance qu’après avoir appris qu’ils avaient été pris et refusait de payer. Le tribunal d’échevins brugeois l’a remis à sa place et a fait en sorte que le Breton touche sa compensation33. Ceci est le seul exemple connu d’un commerçant breton qui a conclu une assurance à Bruges. La plupart des Bretons qui ont paru devant le tribunal des échevins étaient des marins qui travaillent pour leur propre compte. Ils séjournaient dans des auberges à l’Ecluse, tels que l’Escu de Bretagne34, et ne passaient que des périodes restreintes en Flandre. Dans une affaire de 1440, les échevins ont été exhortés à faire au plus vite pour recueillir des informations auprès de quatre navigateurs bretons, parce qu’ils comptaient partir vite35. Dans un litige de 1470, l’hôtelier Claeys van den Beckene s’est porté garant pour son hôte, Yvon Paradis de Saint Pol de Léon, puisque celui-ci serait absent au moment où un jugement serait rendu36. Certains travaillaient sur une base plus professionnelle

31. Voir, par exemple, Blockmans, W.P. Handelingen van de Leden en van de Staten van Vlaanderen: Regering van Filips de Goede (10 September 1419-15 juni 1467). Excerpten uit de Rekeningen van de Vlaamse Steden en Kasselrijen en van de Vorstelijke Ambtenaren. 2. Vanaf de Onderwerping van Brugge (4 Maart 1438). Bruxelles, Paleis der Academiën, 2006: 845, 1075.

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et surgissent plus d’une fois dans les registres du tribunal d’échevins, tels que Jean Feillee de Rennes, en 1465 et en 147437, ou contestaient le paiement d’obligations créées des années auparavant, comme Jean Roussel, également originaire de Rennes, en 144038. Exceptionnellement, l’on trouve même des indications allant dans le sens de rapports de collaboration plus permanents et de transactions commerciales à grande échelle. En 1456, il s’est avéré qu’un certain Bernard dIrlande avait une dette de six cent trente livres de Bretagne auprès de Guillaume Rodigo de Bourgneuf, probablement à cause de la vente de sel, vu son lieu d’origine. DIrlande l’a reconnue tout en affirmant s’être acquitté d’une partie de la dette en livrant soixante-dix-sept tonnes de blé à Rodigo, ce dont Pierre Berceau, le représentant de ce dernier à Bruges, n’était pas au courant. Le tribunal d’échevins a cru bon de vérifier l’affirmation avant de se prononcer définitivement, et a envoyé Berceau en Bretagne afin de s’informer auprès de son maître39. En 1445, un marchand originaire de La Rochelle nommé Jean Bridoul, a prétendu que quatre ans auparavant et en compagnie de Flory le Blond de Nantes, il avait transporté cinq cent soixante-dix-sept cruches de vin vers la Flandre. Il prétendait l’avoir fait sur l’ordre d’Antonio di Francesco, un homme d’affaires florentin actif à Bruges et à Londres, pour qui le Blond travaillerait en tant que facteur et dont la cargaison portait la marque. Or, Di Francesco a nié toute forme d’implication dans la transaction. Bien qu’il ait conclu des contrats avec lui dans le passé, il n’avait jamais engagé le marchand de Nantes et celui n’était donc pas habilité à prendre des décisions en son nom. Cette fois-ci, l’affaire ne s’est pas limitée au tribunal d’échevins brugeois mais, ce qui était très exceptionnel pour un litige dans lequel un Breton était impliqué, s’est pourvue en appel devant le Conseil de Flandre et le Parlement de Paris, le tribunal suprême compétent pour les affaires intentées à Bruges. La seule chose que tous les parties étaient d’accord avec, était que Flory le Blond, qui a également été impliqué dans d’autres cas au cours de ces années, avait déjà

32. Edler De Roover, F. “Early Examples of Marine Insurance”, Journal of Economic History, 5, 1945: 172-200. 33. AVB, Civiele Sententiën Vierschaar 1465-1469: folios 214 v., 216 v., 220 r.; Civiele Sententiën Vierschaar 14691470: folio 7 r. 34. ADN, B 6156, folio 2 r.

37. AVB, Civiele Sententiën Vierschaar 1469-1470: folio 16 v; Memoriaal van de Kamer 1474: folio 14 r.

35. Gilliodts-Van Severen. Cartulaire de l’Ancienne Estaple. I : 623-4.

38. AVB, Memoriaal van de Kamer 1439: folio 101 v.

36. AVB, Civiele Sententiën Vierschaar 1469-1470: folio 20 v.

39. AVB, Civiele Sententiën Vierschaar 1453-1460: folio 185 v.

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négocié fréquemment avec di Francesco, qu’il séjournait souvent à Bruges et qu’il était familier avec de grandes transactions commerciales40.

4. CONCLUSIONS : UNE QUESTION D’ÉCHELLE

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flexible des armateurs bretons a garanti le ravitaillement du marché brugeois de quelques produits commerciaux essentiels durant une majeure partie du quinzième siècle. Cela a suffi comme argument pour que Englebert de Nassau plaide leur retour dans son ordonnance d’avril 1491.

Néanmoins, Flory le Blond et Guillaume Rodigo restent des exceptions au sein d’un monde caractérisé par la petite échelle. Tout d’abord, les Bretons accostant les côtes flamandes au quinzième siècle étaient des marins, qui ne se laissaient tenter qu’occasionnellement par des activités commerciales. Ou, pour citer Charles Edmond Perrin dans un compte rendu de 1968: ‘marchands parfois, marins plus souvent’41. L’on pourrait argumenter en disant, comme cela a déjà été fait dans le contexte des changements économiques à la fin du quinzième et au début du seizième siècle42, que les Bretons n’ont pas profité des chances qui leur ont été laissées et n’ont exploité que dans une mesure très restreinte les possibilités que leur présence sur ou à proximité des marchés internationaux leur ont offertes. Il est généralement admis qu’au quinzième siècle, à Bruges, vingt kilomètres plus loin le long du Zwin que l’endroit où, chaque année, des centaines de marins originaires de Bretagne amarraient, il était possible, grâce à la concentration inégalée de marchands internationaux et à l’offre exceptionnelle d’institutions commerciales, de créer des économies d’échelle et de faire du commerce à moindre coût que dans la plupart des autres lieux de l’Europe du Nord-Ouest43. Ce que l’on n’oublie que trop souvent, c’est que l’accès aux réseaux commerciaux internationaux et l’utilisation de ces institutions était réservé à ceux qui pouvaient se permettre les investissements requis en capital économique et social. Le monde hiérarchique des banques d’épargne et des lettres d’échange était bien éloigné de celui de la plupart des marins bretons, qui n’avaient fréquenté la ville de Bruges en masse qu’une fois que des autres avaient quitté la route vers la Flandre. Cela ne porte pas atteinte à leur mérite, au contraire. Le transport à petite échelle certes mais

40. Van Caenegem, R.C. Les arrêts et jugés du Parlement de Paris sur appels flamands conservés dans les registres du Parlement. Bruxelles, Commission Royale pour la Publication des Anciennes Lois et Ordonnances de Belgique, 1986 : 472-85. Touchard. Commerce maritime breton : 148. 41. Perrin, C.A. “Le commerce maritime breton à la fin du Moyen Âge”, Journal des Savants, 4 :4, 1968 : 250. 42. Touchard. Commerce maritime breton..., op. cit.: 379-80. 43. Murray. “Of Nodes and Networks”, .., op. cit

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Los mercaderes de las Cuatro Villas de la Costa de la Mar: agraviantes y agraviados en torno a las relaciones comerciales de los puertos atlánticos (1479-1520) 1

Javier Añíbarro Rodríguez Universidad de Cantabria

1 INTRODUCCIÓN Nuestro trabajo se centra en las dificultades que los comerciantes se encontraron en el desarrollo de sus actividades por el Atlántico2. Nos referimos a fraudes,

1. Este trabajo se enmarca dentro del proyecto de Investigación del Ministerio de Economía y Competitividad “Las sociedades urbanas de las ciudades y villas portuarias de la Europa Atlántica en la Baja Edad Media” (HAR2012-31801). 2. Es muy extensa la bibliografía disponible sobre el comercio y los conflictos comerciales relativos a Castilla en el Atlántico, pero creemos necesario citar los trabajos de Childs, W. R. Anglo-Castilian trade in the middle ages. University Press, Manchester, 1978; Arízaga Bolumburu, B. “La figura del mercader vizcaíno en la Baja Edad Media”, Congreso de Estudios Históricos, Vizcaya en la Edad Media. Eusko Ikaskuntza, San Sebastián, 1986: 319-327;Ferreira Priegue, E. Galicia en el comercio marítimo medieval. Fundación Pedro Barrie de la Maza, La Coruña 1988; Casado Alonso, H. “Las colonias de mercaderes castellanos en Europa, siglos XV y XVI”. Castilla y Europa. Comercio y mercaderes en los siglos XIV, XV y XVI. Excma. Diputación Provincial de Burgos, Burgos, 1995; Bazán Díaz, I. Delincuencia y criminalidad en el País Vasco en la transición de la Edad Media a la Moder-

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impagos, incumplimiento de contratos y, especialmente los robos. No obstante, la perspectiva que adoptaremos no se centrará únicamente en el mercader que sufría estos desaguisados, también nos interesa quien los perpetraba. A lo largo de nuestras investigaciones hemos constatado que en algunos casos también fueron mercaderes quienes se hallaban detrás de los delitos. Esta circunstancia nos hizo cuestionar el papel que tradicionalmente se ha venido atribuyendo al mercader bajomedieval como primer interesado en el mantenimiento de mecanismos legales que garantizasen la estabilidad y el buen desarrollo de sus negocios. Si bien es cierto que podríamos calificar a los comerciantes de la Edad Media como impulsores del marco jurídico en el que se desarrollará el capitalismo, también lo es que en ocasiones quebraron la regulación común que garantizaba la estabilidad de la incipiente economía mercantilista. Varias dudas nos asaltan al respecto sobre la actuación de estos agentes ¿Ir en contra de la legalidad no sería atentar contra sus propios intereses? ¿Qué motiva que un comerciante se arriesgue a transgredir la ley? ¿Es posible trazar un perfil del mercader que delinque? En caso afirmativo ¿las “reglas del juego” eran las mismas para todos, o se perciben diferencias entre unos y otros? ¿Acaso lo que consideramos hoy delito era percibido en el pasado como algo diferente y que entraba dentro de la legalidad?

na. Departamento de Interior, Vitoria-Gasteiz, 1995; Arízaga Bolumburu, B. Bochaca, M. “El comercio marítimo de los puertos del País Vasco en el Golfo de Vizcaya a finales de la Edad Media”, Itsas Memoria: revista de estudios marítimos del País Vasco, 4, 2003: 41-53 Ronquillo Rubio, M. Los vascos en Sevilla y su tierra durante los siglos XIII, XIV y XV. Fundamentos de su éxito y permanencia. Diputación Foral de Vizcaya, Bilbao, 2004;Bochaca, M. Arízaga Bolumburu, B. Tranchant, M. “La violencie en mer et dans les ports du golfe de Gascogne à la fin du Moyen Âge: bilan et perspectives de recherche, Augeron, M. Tranchant, M. (dir.) La Violence et la Mer dans l’espace atlantique (XIIe – XIXe siècle). Presses Universitaires de Rennes. Rennes, 2004: 27-50; Arízaga Bolumburu, B. Solórzano Telechea, J. A. (eds.), Ciudades y villas portuarias del Atlántico en la Edad Media. Instituto de Estudios Riojanos, Logroño 2005; Société des Historiens Médiévistes de l’Enseignement Supérieur Public, Ports Maritimes et ports fluviaux au Moyen Âge. Publications de la Sorbonne, Paris 2005; Spufford, P. Power and Profit. The merchant in Medieval Europe. Thames & Hudson , Nueva York, 2006; Caunedo del Potro, B. “El desarrollo del comercio medieval y su repercusión en la técnicas mercantiles. Ejemplos Castellanos”, Pecvnia, 15, 2012: 201-220; Solórzano Telechea, J. A. Bochaca, M. Aguiar Andrade, A. (Eds.) Gentes de mar en la ciudad atlántica medieval. Instituto de Estudios Riojanos, Logroño 2012; Bonachía Hernando, J. A. Carvajal de la Vega, D. (eds.), Los negocios del hombre. Comercio y rentas en Castilla. Siglos XV y XVI. Castilla Ediciones. Valladolid, 2012; Añíbarro Rodríguez, J. Las Cuatro Villas de la Costa de la Mar en la Edad Media. Conflictos Jurisdiccionales y Comerciales. Tesis Doctoral inédita. Santander, 2013.

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LOS MERCADERES DE LAS CUATRO VILLAS DE LA COSTA DE LA MAR: AGRAVIANTES Y AGRAVIADOS EN TORNO A LAS RELACIONES COMERCIALES DE LOS PUERTOS ATLÁNTICOS (1479-1520)

Teniendo en cuenta estas consideraciones, durante nuestro trabajo hablaremos de dos tipos de mercaderes en función de sus actos: los agraviantes3, es decir, aquellos que causaban problemas a sus socios o a otros mercaderes desconocidos, y los agraviados, que sufrían directamente las consecuencias de los primeros y que harían lo posible por que se les restituyera el daño inferido. Para aproximarnos a la resolución de los interrogantes que mencionamos anteriormente, hemos utilizado ejemplos de mercaderes de las Cuatro Villas de la Costa. Los enclaves urbanos a los que nos referimos constituyen cuatro puertos costeros situados en el Cantábrico Central, en el Norte de la Península Ibérica, y se corresponden con las poblaciones de San Vicente de la Barquera, Santander, Laredo y Castro Urdiales (Figura 1). En el momento estudiado, que transcurre desde 1479 hasta 1520, estos centros urbanos formaban parte del Corregimiento de las Cuatro Villas, dentro de la Corona de Castilla. Es posible detectar una colaboración económica entre los agentes de cada uno de estos centros; por ejemplo, es frecuente encontrar empresas pesqueras o comerciales conformadas por vecinos de villas diferentes, algo lógico si consideramos que la mayor parte de los habitantes de las Cuatro Villas dependían más del mar que de la tierra. La actividad agrícola fue secundaria en esta región debido al bajo rendimiento del suelo, circunstancia que sirvió para que desde época muy temprana las gentes del lugar se vieran forzadas a buscar el sustento a través de la pesca y el comercio marítimo. Consecuentemente, los vecinos fraguaron importantes relaciones comerciales en un amplio espectro del Atlántico: está documentada la exportación de vino a Irlanda e Inglaterra, de hierro a Francia, Flandes e Inglaterra, y la compra de cereal procedente de Flandes, Francia y Andalucía. Además, sabemos que frecuentaban caladeros pesqueros en Irlanda, Galicia, Andalucía y la Berbería (cerca de Canarias)4. Todo ello hizo de los mercaderes

3. Hemos optado por este término porque nos parece más conciso que el de “agresor”. Por “agraviante” la RAE entiende aquello que causa agravio, mientras que agresor contiene una carga semántica que tendemos a asociar con algún grado de violencia, la cual no tenía por qué darse en el desarrollo de las actividades que hemos estudiado. 4. Añíbarro Rodríguez, J. “Les circuits commerciaux du Nord de l’Espagne à la fin du Moyen Âge”, Annales de Bretagne et des pays de l’Ouest. Tome 119, nº 2, 2012: 125-142, 133.

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Figura 1: Ubicación de las Cuatro Villas de la Costa

de las Cuatro Villas unos grandes conocedores del escenario Atlántico, lo cual sirve, además, para dotar a nuestro estudio de un marco espacial privilegiado. Las investigaciones relativas a estos cuatro puertos medievales presentan, no obstante, algunas limitaciones. La principal de ellas es la escasez de fuentes. Poca información puede extraerse de los archivos locales y regionales, ya que se han conservado escasas referencias al comercio anterior al siglo XVI5. Tampoco disponemos de registros seriados tales como libros de aduanas o anotaciones de entradas o salidas; la información que aportamos ha sido obtenida a partir del Archivo General de Simancas y el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid6. También hemos reparado en fuentes extranjeras como los Patent Rolls ingleses, o trabajos de autores como Jacques Bernard donde figuran actividades referentes al comercio franco-castellano, si bien la información obtenida es mucho más escasa7.

5. Algunas de esas referencias quedaron transcritas en obras de eruditos locales antes de que los documentos originales se perdieran, como fue el caso de Sainz Díaz, V. Notas históricas sobre la villa de San Vicente de la Barquera. Ediciones Estvdio, Santander, 1986. Afortunadamente otros documentos se conservan en la actualidad y han sido transcritos y publicados, véase Solórzano Telechea, J. A. Patrimonio Documental de Santander en los Archivos de Cantabria. Documentación Medieval (1253-1515). Gobierno de Cantabria, Consejería de Cultura. Santander, 1998. Solórzano Telechea, J. A. Colección diplomática del Archivo Municipal de Santander, Fundación Marcelino Botín, Santander, 1995; Blanco Campos, E. Álvarez Llopis, E. García de Cortázar, J. A. Libro del concejo (1494-1522) y documentos medievales del Archivo Municipal de Castro Urdiales. Fundación Marcelino Botín, Santander, 1996; Cuñat Ciscar V. “Transcripción del privilegio de confirmación del fuero de San Vicente de la Barquera”, El libro de Confirmación de los privilegios de la villa de San Vicente de la Barquera, en el octavo centenario del fuero. Ayuntamiento de San Vicente de la Barquera, San Vicente de la Barquera, 2011: 115-158. 6. Aunque parte de la documentación de las Cuatro Villas conservada en estos archivos nacionales permanece aún inédita, se han podido publicar transcripciones que facilitan al historiador su labor, véase Solórzano Telechea, J. A. Catálogo del Patrimonio Documental de Cantabria. Archivo General de Simancas. registro General del Sello. Documentación Medieval, Gobierno de Cantabria. Consejería de Cultura y Deporte, Santander, 1999; Solórzano Telechea, J. A. Los conflictos del Santander Medieval en el Archivo del Tribunal de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid. Patrimonio Documental (1389-1504). Gobierno de Cantabria. Consejería de Cultura y Deporte, Santander, 1999; Solórzano Telechea, J. A. Colección Documental de la villa Medieval de Santander en el Archivo General de Simancas (1326-1498). Ayuntamiento de Santander. Concejalía de Cultura. Santander, 1999; Solórzano Telechea, J. A. Vázquez Álvarez, R. Arízaga Bolumburu, B. San Vicente de la Barquera en la Edad Media: una villa en conflicto. Archivo de la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid. Documentación medieval. Gobierno de Cantabria/AJHC, Santander, 2003; Blanco Campos, E. Álvarez Llopis, E. García de Cortázar, J. A. Documentación referente a Cantabria en el Archivo General de Simancas, Sección Cámara de Castilla (años 1483-1530). Fundación Marcelino Botín, Santander 2005. 7. Bernard, J. Navires et gens de mer à Bordeaux (vers 1400-vers 1550). Paris, 1968; Calendar of Patent Rolls, 12721590, 22 vols. Londres 1911-1963; Calendar of Patent Rolls 1232-1509, 52 vols. Londres, 1891-1916.

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Otra limitación metodológica lo constituye la naturaleza misma de la documentación consultada. Las fuentes se refieren casi exclusivamente a los conflictos que llegaron a la justicia en sus diferentes instancias lo que deja fuera a otros episodios de delitos que se dieron pero de los que no tenemos constancia documental; las razones pueden ser muchas y diversas, desde las pacíficas en las que las partes llegaron a un acuerdo antes de celebrarse el juicio, hasta las más violentas, en las que una parte impidió a la otra denunciar lo acontecido matándola, como podía ocurrir en un ataque armado a una embarcación.

clave sin el cual es imposible explicar el desarrollo de las complejas redes de comercio bajomedievales8.

Estas consideraciones nos han obligado a limitar nuestro análisis de la documentación al terreno cualitativo. En otras palabras; somos conscientes que lo que aquí presentamos son casos específicos que afectaron a mercaderes concretos. Pero en la medida que los pleitos describen una realidad certera que se dio en el pasado, nos permiten detectar el comportamiento entre mercaderes ante sus dilemas.

2.1. EL INCUMPLIMIENTO DE CONTRATO Este problema se producía cuando existían discrepancias entre los socios de una compañía o una comenda en la forma en la que el contrato había sido ejecutado. La forma de incumplimiento más frecuente que hemos hallado en las Cuatro Villas se debía a que el maestre vendía o descargaba la mercancía que su socio le había confiado en un puerto diferente al estipulado. Las causas que podían empujar al maestre de la nave a vender la carga en un lugar diferente al acordado eran muchas y variadas. Lo más sencillo era que el maestre vendiera el producto en un puerto donde se presumía un precio más elevado que en estipulado, lo que le permitía hacerse con un beneficio extra a espaldas de su socio.

2. LOS CONFLICTOS DE LOS MERCADERES EN EL EJERCICIO DE SU ACTIVIDAD Durante el ejercicio de la actividad comercial, los mercaderes medievales debían tener un gran cuidado si no querían perder dinero en sus negocios. Tan importante como la elección del producto con el que comerciar o el destino en el que vender, era la elección de las personas que debían viajar y encargarse del negocio. El éxito del viaje era competencia del maestre del navío en el que se transportaba la mercancía. Él no solamente era el responsable de que la mercancía llegara en óptimas condiciones al puerto estipulado; muchas veces figura como el encargado de venderla a buen precio. Por ello la figura del maestre debe ser contemplada más allá de su labor en la embarcación; también debemos atender a su papel de comerciante, y como tal, susceptible de sufrir o perpetrar engaños. En este sentido observamos, como bien ya ha hecho Hilario Casado, que la confianza entre mercader y maestre supuso un elemento

El estudio que aquí presentamos se centra en las consecuencias del comportamiento errático de aquellos mercaderes castellanos que bordearon o trasgredieron los márgenes de la legalidad con independencia de que lo hicieran voluntariamente o no. En el caso de las Cuatro Villas de la Costa, la documentación nos desvela que los agravios más frecuentes fueron cuatro: el incumplimiento de contrato, el impago, el fraude y el robo.

Las causas del incumplimiento podían ser más complejas; de las fuentes consultadas se deduce que el maestre en ocasiones decidía por su cuenta que no merecía la pena realizar un viaje largo o complicado (con el coste que ello implicaba) si la mercancía podía venderse en un lugar más cercano a buen precio. O que supiera que en un puerto concreto diferente al estipulado existía una mercancía atractiva que podría vender a un alto precio en el viaje de vuelta. Éstas y otras variables podían inclinar al maestre incumplir de forma consciente el contrato que mantenía con su socio, lo que podía acarrear problemas entre las partes.

8. Casado Alonso, H. “Crecimiento económico, redes de comercio y fiscalidad en Castilla a fines de la Edad Media”, Bonachía Hernando, J. A. Carvajal de la Vega, D. (eds.), Los negocios del hombre. Comercio y rentas en Castilla. Siglos XV y XVI. Castilla Ediciones, Valladlid, 2009: 17-35, 31.

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El mercader estante confiaba en que la otra parte entregara la mercancía en un lugar concreto y ello era por alguna razón: por ejemplo, un factor suyo podía estar esperando en puerto la llegada del maestre y su carga; o bien tenía la entrega apalabrada con otro comerciante; o simplemente quería evitar otros puertos en los que, pese a disponer de mejor precio por la mercancía, no ofrecían las mismas garantías. Ante la necesidad de evitar problemas por el incumplimiento del contrato, la legislación blindó la figura del mercader estante. Así, en el Libro del consulado del Mar al hablar de las encomiendas se especifica que “... si dicho encomendero la lleva [la encomienda] a otro viaje o destino que no sea el que concertó con el que le hizo la encomienda, y ésta se pierde, en este caso queda obligado a restituirla por entero al que se la encargó, puesto que la llevó a otro destino o viaje que no había concertado con su principal”9. En el supuesto en el que la carga no se hubiera perdido, la ley también castigaba al patrón de la nave que había arriesgado la carga: “... si dicho encomendero lleva la referida encomienda a viaje con su principal, y en ello se ganase, toda la ganancia que haga con la dicha encomienda deberá darla al que se la encargó, y no podrá retenerse para sí sino solamente lo que hubiere ajustado con el sobredicho dueño. Y si más se retuviese, quedará tan responsable a ello como si se lo hurtase del arca”10. En el ámbito Atlántico también encontramos que se protegía la carga de la actuación del maestre. Así la primera ley de los denominados Rôles d’Oléron por la que se regulaba la Cofradía de Mareantes de San Vicente de la Barquera, se protegía la mercancía de modo que el maestre no la puede alogar ni vender sin hordenamiento o procuraçion de los señores suya es. En esta ley la carga

9. Campany, A. de (Ed.). Libro del Consulado del Mar. Cámara de Comercio y Navegación de Barcelona, Barcelona 1965, 254-255, Título VI, Capítulo 209. 10. Idem.

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quedaba legalmente blindada, no podía ser vendida en un lugar diferente al estipulado hasta el punto que que si la tripulación requería dinero urgentemente se contemplaba que el maestre puede empeñar los aparejos con consejo de los marineros, pero se prohibía negociar con la carga11. Pese a este blindaje legal, hemos encontrado casos en los que los maestres incumplieron los contratos establecidos con sus socios vendiendo sus mercancías en puertos diferentes a los acordados en un primer momento. Un ejemplo: en 1520 los mercaderes bretones J. de Nauges, Bernard Olier y Anthony Heuc Heberard encargaron que se transportara trigo y pastel desde Burdeos hasta Bilbao con la condición expresa de que el maestre no arribara en Castro Urdiales, Laredo o Santander12. A primera vista podría tratarse de una cláusula de monopolio que garantizase el abastecimiento de Bilbao, pero sorprende que se prohíba recalar en estas villas concretas, las cuales se hallan todas al oeste de Bilbao, y que al mismo tiempo no se mencionen otras villas que también competían con Bilbao y que se encuentran más cerca de Francia, como Plencia, Bermeo o Lequeitio. La razón la encontramos en otros documentos de la época, concretamente en las quejas expuestas a comienzos del siglo XVI por mercaderes y transportistas del Cantábrico a causa del derecho y costumbre de las Cuatro Villas de secuestrar la mitad de la carga de aquellas naves que surcaran sus aguas jurisdiccionales. Tal secuestro se hacía siempre que se cumplieran dos condiciones: que la mercancía fuesen alimentos y la villa pasara tiempos de hambre. En este caso era el concejo de la villa quien generaba el agravio, puesto que obligaba al maestre a vender la mercancía de su socio en un puerto distinto al acordado. Desde el concejo de Laredo se especificaba que “tenian poder e facultad para tomar la metad de la dicha probision real para que la tal se descargase y bendiese en esta villa de Laredo a los prezios e de la manera que su duenno quisiese”13. Independientemente de que realmente se pagara el precio real del producto o

11. Serna Vallejo, M. Los Rôles d’Oléron. El coutumier marítimo del Atlántico y del Báltico de época medieval y moderna. Centro de Estudios Montañeses. Santander 2004, 234. 12. Bernard, J. Navires et gens... op. cit. Tomo III, 482-483. 13. VV.AA. Colección documental del Archivo Histórico de Bilbao, San Sebastián, 1999, Vol. 3, doc. 354, 1136-1138.

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no, lo cierto era que se vendía un producto en un punto diferente al acordado. Ello explica en parte, a nuestro juicio, las cláusulas que frecuentemente encontramos en las que se señalan “puertos prohibidos” que el maestre debía evitar a toda costa para evitarse futuros problemas. No obstante, cabía la posibilidad de que el transportista acabara en alguno de estos puertos en contra de su voluntad con el fin de evitar algún peligro mayor como una tormenta o un ataque de piratas. En ese caso el puerto en el que se veía obligado a recalar no se mostraba compresivo con la situación: el concejo obligaba a la nave a pagar las costas de entrada en el puerto como debía hacer cualquiera que recalase en él y además, podía aplicar las ordenanzas que obligaban al maestre a vender una parte de la carga. Ocurrió, por ejemplo, cuando en 1515 un navío procedente de Nantes que se dirigía a Bilbao se vio obligado a refugiarse en Santander debido a una tormenta14. Este fenómeno no fue una singularidad; en otras partes del Atlántico fueron los mercaderes de las Cuatro Villas quienes sufrieron este tipo de agravios. Por ejemplo, eso le ocurrió a Martín de Otañes, un mercader de Laredo que en 1496 viajaba en su nave por órdenes de Arnao de Somao (también vecino de Laredo) desde Sevilla a Flandes transportando cinco toneles de vino bastardo y once botas de vino pertenecientes a Juan Pena, vecino de Gibraleón. Martín de Otañes se vio obligado a desviarse de su rumbo en el momento en el que unas naves francesas salieron a su encuentro para asaltarles. Tras una persecución, su nave y la mercancía acabaron refugiándose en un puerto Irlandés donde sus habitantes mostraron poca clemencia con los recién llegados: “[...] que estando allí [En las costas de Irlanda] dos naos de françeses le querian tomar e robar la dicha nao e mercadorias [a Martin de Otañes] e que por el temor desio habló con los de una çiudad de la dicha ysla que estavan allí çerca para que les diese favor e ayuda y no fuesen robados, e que los de la dicha çibdad no le quisyeron defender ny ayudar salvo

14. VV.AA. Libro de acuerdos y derechos municipales de la villa de Bilbao (1509-1515). San Sebastián, 1995, doc. 2, 209.

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con tanto que descargase e vendiese los vynos que llevaba a la dicha çiudad...”15. En este punto la aventura comercial de Arnao de Somao se tornó pesadilla por la decisión de su maestre y comenzaron las pérdidas: la nave quedaba inmovilizada en Irlanda y no podía emplearse en otras actividades, la mercancía tardaba en venderse demasiado tiempo a un precio razonable y, Juan de Pena, el propietario de la carga exigía que le reintegraran los 138.000 maravedíes que habría valido la carga si se hubiera vendido en Flandes, el puerto estipulado en el contrato16. Por tanto, aunque el incumplimiento del contrato no puede considerarse como delito, generó numerosos problemas a quienes lo sufrían. Más que la pérdida de beneficios en potencia, este agravio generaba pérdidas porque perjudicaba a la red comercial de los hombres de negocios. Y ello, debemos insistir, se debía a decisiones tomadas por el maestre del navío en función de unos acontecimientos que en ocasiones se escapaban a su control.

2.2. IMPAGO En cuanto al agravio del impago, podía darse bien por malentendidos, bien por la mala fe de alguna de las partes. Consistía en que uno de los socios reclamaba a otro el pago de dinero o mercancía una vez el negocio había sido cerrado. Las causas que hemos encontrado en la documentación siempre se deben a una mala praxis en el ejercicio de la actividad comercial. Por ejemplo, en el caso de Sancho de Hurueña, vecino de San Vicente de la Barquera, que se había encargado de trasportar unos vinos por mar desde Galicia a San Vicente de la Barquera en 1512, encontramos que el pago que debía haber hecho a sus

15. AGS RGS Agosto 1497, fol. 178; AGS RGS, Mayo 1498, fol. 189. 16. AGS RGS, Mayo 1498, fol. 189, “porque despues de descargados [los vinos] vendio [Martín de Otañes] algunos de ellos e que otros no pudo vender en la dicha çibdad se los quiso comprar al presçio que valian a la rason que el havya asentado con ellos, e que por esta causa el se ovo de quedar en la dicha ysla vendiendo los dichos vinos muchos tiempos e hiso muchas cosas e gastos a cabsa de ello”. AGS RGS Agosto 1497, fol. 178 “...Martyn de Otannes vesyno de la dicha villa de Laredo, el qual se fue a Irlanda con los dichos vinos e lo vendio syn la liçençia del dicho Juan de la Penna, de manera que el dicho Arnao de Somado seria e es obligado a dar e pagar los maravedis que valieron los dichos toneles[...] lo qual estymo a diez myll maravedis el tonel e a ocho myll maravedi por la bota de vino que valian donde las avian de llevar”.

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socios (Sancho González de Hurueña, vecino de Dueñas, y Gutiérrez Díes de Merced, vecino de San Vicente de la Barquera) no lo hizo ni en tiempo ni en forma17. En este caso es Sancho de Hurueña quien evita encontrarse con sus otros socios y cuando estos van en su búsqueda dilata de forma repetida la entrega del dinero18. Finalmente, Sancho de Hurueña culpó a su factor, Juan Helices como el responsable de la transacción, quien pese a ser llamado a declarar en el pleito no lo hizo quedando Sancho libre del impago19. Por ello, si un mercader no quería ser acusado de impago, era necesario que la entrega de dinero a sus socios se hicera lo más rápida y claramente posible.

17. A.R.Ch.V. Reales Ejecutorias, c. 280, 34 18. Ibid. fol. 2r-2v “[...] e asy mysmo estando en el aldea de Serdio el dicho su parte e el dicho parte contrarya e otros el dicho su parte de [roto] dicho parte contraria que le diese e andiese con los dichos dos [roto: tercios] de los çiento e setenta e syete myll e seteçientos maravedis que venyan por los dichos dos terçios el qual dicho parte contraria que le plaçia e que dende alli que daba e le dar e pagar a el por sy y en nombre del dicho Sancho Gonçales de Hurueña los dichos dos terçios [roto] dichos çiento e setenta e siete myll e seysçientos maravedis en que montavan en las dichas dos terçias partes çiento e diez e ocho myll e quatroçientos e sesenta e syete maravedis los quales el dicho parte contraria quedo de llano en llano de le dar e pagar sin ante [roto] de juyçio e como quien que sobre ello abia sydo requerido lo avia querido haçer poniendo a ello sus escusas y [roto]/ udas e pedio al dicho alcalde que pronunçiado la relaçion por el hecha[...]”. 19. Ibid. fol. 4r, “[...] la qual dicha demanda el dicho alcalde mando notificar e fue notificada a Maria Gonçales muger del dicho Sancho de Hurueña la qual la nego e por un escrito de execuçion que contra ella presento ante el dicho alcalde en nombre e como conjunta persona del dicho Sancho de Hurueña, su marido, entre otras cosas dixo que el dicho su marido no hera tenido ny obligado a dar ny pagar a los dichos partes contrarias la suma de maravedis en contrario pedidos por las razones seguientes: [...] por que non contenya relaçion verdadera e la nego por que con verdad no podia parezer el dicho su marido aver fecho la dicha contrataçion ny asy mysmo los dichos partes contrarias aver dado al dicho su marido ny el aver reçibido de ellos nynguna suma ny cantidad de maravedis ny de lo decir en cargo por nigund contrato solene ny fe de dino ny por otra solene contrataçion ny tal novedad podia parezer, e caso non consesudo que el dicho su marido oviara conprado e vendido e traydo nyngunos vinos a la dicha villa de San Viçente, aquello seria como mercader llano que usaba a comprar e vender e de su propia haçienda por donde no hera obligado a dar nynguna cuenta a los dichos partes contrarias ny a otra persona mayormente que pues por la dicha su demanda confesaban ser en la contrataçion de los dichos vinos Juan Helizes, mercader, su factor al qual uso que alguna mercadoria conpro de los dichos vinos a el como favor devian de mandar la dicha cuenta, e non al dicho su marido, pues hera notorio que el dicho Juan Helizes los habia conprado e tratado e dispuso de ellos lo que quiso e los avia dado e entregado a los dichos partes contrarias e a otras personas en sus nombres, que el dicho Juan Helizes, e ellos e sus mugeres madavan façienda e contratando los dichos partes contrarias en su favor por lo qual nynguna razon tenyan de demandar cuenta al dicho su marido. Lo otro por que alegaba el dicho su marido ser obligado por la relaçion que dize en su demanda ny tal verdad podia parezer asy por no ser a ello obligado como por que pusieron en su poder e del dicho su factor los dichos vinos primeramente e avia de justificar e declarar la dicha cuenta del dicho factor e darla conforme a derecho a los dichos partes contrarias […]”.

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El impago también podía producirse por el poco celo en la elaboración del inventario de la carga en los navíos. Ello ocurrió en 1517, cuando unos mercaderes de San Vicente de la Barquera llevaron a juicio a un socio suyo que vendió vino, alumbre y azafrán en Irlanda para allí comprar pescado (congrio y pellate) que estaba bien cotizado en Castilla20. Los socios consideraron que el transportista se había quedado parte de los beneficios que les correspondían y lo llevaron a juicio. Durante la pesquisa, el juez ordenó a varios contadores que escudriñaran los libros de cuentas de la compañía, el resultado de lo cual fue que existieron multitud de errores en el registro de mercancía: mala contabilidad de la carga, ambigüedad a la hora de determinar la propiedad de ciertos productos, recipientes a medio llenar, etc21. También se detectó una anomalía en la actuación por parte del maestre, que registró pan y abastecimientos para el consumo de la tripulación que en realidad se encontraron excesivos y que probablemente se vendieron como una mercancía más22. En todo caso el análisis de los libros de contabilidad era lento, confuso, y problemático. En el

20. A.R.Ch.V. RR.EE. c. 377, 7; fol. 2r-2v “[…] que entre ellos avia çiertas diferençias sobre razon de çierta compañya e contrataçion que en aquel presente año que hera en el año de myll e quinientos e diez e syete años, en uno tovieron en el reyno de Yrlanda sobre averiguar todas las cuentas de la dicha contrataçion por ende que ellos querian tomar dos buenas personas para averiguar las dichas quentas [...]”. 21. Idem. “fallamos que Juan Merçed puso una pipa de vyno a la compañya e dize el dicho Juan de Oreña que hera pequeña. En esto mandamos que Juan Merçed satisfaga al dicho Juan de Oreña lo que falta en la pipa para ynchamyento de una bota de vino. [...]Pareçe que le fueron mostradas quatro botas de vino para que escogese las dos mejores. Pareçe que el dicho Juan Merçed no señalo las dos botas de vino que avia de tomar en este estava a la mytad de una bota de vino que se fue que era a cargo del dicho Juan de Oreña. Pareçe que el dicho Juan Merçed no las señalo ny quedaron por suyas. Pareçe que Juan de Oreña resçibio de Juan Merçed diez e ocho libras de açefran en que el dicho Juan de Oreña dezia que faltaban dos libras que esto vymos nuestra ynformaçion. Fallamos que puede aver de falta una libra e una honça, lo restante que lo pague Juan de Oreña asy de dinero la honça las dos libras de ellas que pareçe que las vendyo el moço a ocho dyneros que los pague el dicho Juan de Oreña a ocho dineros que entregadase que esas dos libras valieron sesenta e dos reales la libra de açafran que se robo que la paguen como hera den. Pareçe que Juan de Oreña resçibio en esta villa de Alonso González Herrero e de Juan Merçed un barril de alumbre que peso tres quintales e sesenta e ocho libras mayores peso lo que traxo que el barril que no se vendio çiento e nobenta e tres libras mayores de esto mandamos que se la abatan de falta con todo lo yme [sic.] libras menores, lo que resta que lo paguen del dicho Juan de Oreña al dicho Alonso Gonzalez e Juan Merçed con dinero e medio la libra de diez e seys honças tyendas e que le an de abatir veynte libras menores”. 22. Ibid, fol. 4r, “Dezimos en quanto a la dada del pan dize que no pudo gastar tanto como llevo e pareçio hechado de mas que dize que compro media bota de pan e mas otros seys reales que dize Juan de Oreña que compro en çiertas tortas”.

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pleito se indica que hicieron falta unas 20 semanas de trabajo para desentrañar los detalles contenidos en el libro de cuentas de esta compañía23. El impago entre mercaderes ocurría por lo general como consecuencia de la confusión generada en alguna de las fases del negocio (aderezar la nave, elaborar el inventario, cargar los productos, venta de la mercancía, reparto de beneficios). Por tanto, no necesariamente tenía por qué haber una parte de los socios que actuara de mala fe. Para evitar conflictos lo ideal era pagar de forma clara, rápida y si era posible, con testigos. De lo contrario, el paso del tiempo, las malas prácticas o la desconfianza complicaban mucho averiguar quién debía y cuánto a quién, incluso si se disponía de un libro de cuentas.

2.3. EL FRAUDE Por fraude entendemos estafa. Se da cuando uno de los socios trata de obtener un beneficio ilegítimo utilizando la farsa y el engaño. La mayor parte de los fraudes que hemos detectado en las Cuatro Villas consisten en la venta de una mercancía barata y de baja calidad haciéndola pasar por una cara y de rango superior. Otras veces encontramos casos en los que uno de los socios de una compañía trataba de simular la pérdida de la mercancía por un ataque pirata o una tormenta, cuando en realidad había vendido la carga en otro puerto. Por ejemplo esto último es lo que le ocurrió en 1497 a Pedro de Urista, un mercader bilbaíno que encargó a Nicolás de Quejo, mercader de una localidad muy próxima a Laredo, que llevara una carga que había comprado en Sevilla hasta Bilbao24. La carga nunca llegó, pues Nicolás adujo haber sido atacado por la armada francesa. De nuevo observamos cómo la confianza entre los socios y la información de la compañía resultaba vital, pues en la documentación se dice que “Pedro de Urista hyzo çierta provança con los mysmos compañeros suyos de dicho Nycolas de Quexo, e que por ellos se prueva no averle robado françeses salvo lo que avya vendido en Portugal”25. Es decir, que Pedro de Urista disponía

23. Idem. “Visto por nos la costa que podian faser seys onbres e un moço que tardaron en ynquerir e estudiar fasta que vinieron a esta villa que podieron ser veynte semanas. Dezimos que pudo bien gastar el dicho pan con la compra que hizo del pescado por ende que en quanto a este se tiene o que queda por byen gastado segund esta en la quenta primera”. 24. A.G.S. R.G.S. Enero 1500, fol. 454. 25. Idem.

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de mecanismos de información para averiguar si su socio le engañaba; en este caso resulta muy revelador que fueran los propios compañeros de Nicolás quienes denunciaran la “traición” de su superior. En ocasiones el fraude era rocambolesco y muy elaborado. Así, se demostró que en 1478 Diego Martínez de Bazozabal, vecino de Bilbao, había hecho construir un “arteficio diabolico de madera del cuerpo de la nao que sobya a juntar muy cerca del tellado de la nao”26. El objetivo era que pareciera que la nave se hallaba cargada de lana de gran calidad y cuando la mercancía se enviara a Nantes, provocar su hundimiento. Ello debía hacerse sin testigos, por lo que a la altura de Laredo, Diego alertó al pasaje de que se acercaba una tormenta y ordenó abandonar la nave a toda la tripulación dejando secretamente a su cómplice. Entonces, “quando se vieron solos, horadaron la nao por muchas partes con taladros e fueronse a Laredo a folgar con su compañía”. El fraude hubiera tenido éxito si no fuera porque la nave fue arribada por unos vecinos de Laredo que se hallaban en el mar, y al acudir a éstos a socorrer a la tripulación, “vieron como el agua entrava por las taladraduras e vieron el sobrado artefiçial el qual jamas otro tal onbres vieron, e en que vieran todo el seno de la nao basio, conosçieron la maliçia e fueronlo a desir a Laredo”27. Otra práctica fraudulenta atestiguada en el Mar Cantábrico fue forzar los naufragios28. Este tipo de engaño consistía en que el maestre aproximaba temerariamente su nave a acantilados o zonas con poco calado en donde las rocas podían quebrar la embarcación de forma que ésta terminase por encallar y quedar inutilizada. En ese momento, el maestre extraía la carga y la ocultaba en un lugar seguro, de forma que pareciera que la mercancía se había perdido a consecuencia del “accidente”. La costumbre le amparaba porque tras un naufragio, el propietario de la carga disponía de un año y un día para reclamar la carga perdida, después de lo cual

26. García de Cortázar, J. A. Vizcaya en el siglo XV. Aspectos económicos y sociales. Ediciones de la Caja de Ahorros Vizcaína. Bilbao 1966, doc. 27, 399-401. 27. Idem. 28. Arízaga Bolumburu, B. “La figura del mercader...” op. cit. 324; Bazán Díaz, I. Delincuencia y criminalidad... op. cit. 448.

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tanto la mercancía como los restos de la embarcación y sus aparejos pasaban a manos de quien los encontró. Sin embargo debemos mencionar que la ley obligaba a devolver los bienes de los naufragios a sus legítimos propietarios, salvo si éstos eran enemigos del rey o del reino29. Si aquella no se aplicaba era por el fuerte raigambre de la costumbre popular de quedarse con lo que procedía de la mar; prueba de ello son los constantes e infructuosos intentos de concejos urbanos y la corona por acabar con esa práctica30. Este tipo de fraude era muy peligroso para quien lo cometía; en primer lugar el piloto que gobernaba la nave debía disponer de una gran experiencia y destreza, pues surcaba aguas peligrosas; el mínimo error podía costarle la vida o perder la carga de forma irremedieble. Además, aunque hubiera logrado provocar el naufragio de la embarcación con éxito, cabía la posibilidad de que la justicia descubriera el engaño, en cuyo caso el delito era penado con la pena capital, tal como se muestra en Las Partidas: “En el caso de que los marineros, á sabiendas, dirigiesen la nave por lugares peligrosos, con el fin de hurtar o robar las riquezas que en ellas van, los que esto hicieren, siéndoles probado, deben morir por ello, y el juez ante quien esto ocurra cuidará de que se resarzan los daños y perjuicio á aquellos que lo recibieron, de los bienes de los que causaron el mal; debiendo ser creido sobre los daños y perjuicios, bajo juramento, y tasándolos primeramente ante el juez según su alvedrío”31

2.4. EL ROBO En nuestro estudio tratamos el robo como el ataque entre naves que tiene como fin hacerse con las mercancías del adversario. A este respecto cabe incidir

29. Así se contempla en las “Partidas” de Alfonso X; Partida 5ª, título 9, ley 7; “Las cosas halladas en la ribera del mar que sean de pecios de navíos o arrojadas, deben ser vueltas a sus dueños; Mandamos que las cosas que asi fueren echadas, cualquiera que las hallare esté obligado a volverlas a sus dueños, o a sus herederos. Lo mismo diremos si la nave se pediere por tormenta u otro modo, y prohibimos que lo puedan retener aunque tengan costumbre o privilegio de adquirir para sí estas cosas, a menos que sean de los enemigos del rey o del reino, que entonces deben ser del que las encuentre”. 30. Arízaga Bolumburu, B. “La figura del mercader...”, op. cit. 223. 31. Partida 5ª, Título 9, ley 10.

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que el robo no era necesariamente un delito; por ejemplo, el atacante podía disponer de un permiso real especial que le permitiera atacar ciertas naves de reinos rivales (las denominadas cartas de marca, por ejemplo), también podía suceder que se atacara a una nave enemiga en tiempos de guerra, o que la otra nave fuera de musulmanes32. Ambos casos estaban amparados por la ley y se consideraban una forma de enriquecimiento legítimo. Sin embargo, la autorización de esa violencia por parte de particulares llevó a abusos; de hecho gran parte de los procesos que hemos estudiado se basaban en defender que el ataque y robo eran legítimos y se ajustaban a la ley. A la hora de identificar a los protagonistas, hemos constatado que habitualmente los asaltantes y los mercaderes fueron las mismas personas. Se dedicaban a transportar o comerciar mercancía y, si la ocasión lo permitía y las condiciones les eran favorables, también a asaltar las naves de sus rivales33. Un ejemplo lo encontramos fuera de las Cuatro Villas, pero muy cerca, en la imagen del bilbaíno Pedro de Larramondo, que en 1510 se dedicaba a transportar y comerciar entre el Atlántico y el Mediterráneo. Tras sufrir un ataque contra su nave, Pedro cambió de carácter y buscó vengarse de sus enemigos, lo que le llevó a caer en una espiral de violencia que lo convirtió en un proscrito. Se enemistó con italianos y catalanes, hasta que éstos le dieron captura en el Mediterráneo y le entregaron al Sultán de Bagdad, quien lo obligó a convertirse al Islam o morir34. Dado que Pedro de Larramondo eligió esto último, su figura pasó al imaginario colectivo como el de un mártir; es decir, que la sociedad mostraba cierta flexibilidad ante las acciones de estos piratas, o al menos su fe justificaba su comportamiento y ennoblecía su imagen. En Santander, encontramos el caso de los hermanos Fernando de Escalante y Juan de Agüero que fueron acusados en 1489 de haber atacado y robado dos

32. Bazán, I. Delincuencia y criminalidad... op. cit. 457. 33. Arízaga Bolumburu, B. “La figura del mercader vizcaíno”, op. cit. 322. Unali, A. Marineros, piratas y corsarios catalanes en la Baja Edad Media. Barcelona 2007, 20 34. Ferrer y Mallol, Mª T. “Corsarios vascos en el Mediterráneo medieval (siglos XIV-XV)”, Itsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 5, 2006: 95-110; Ferrer y Mallol, Mª T. Corsarios castellanos y vascos en el Mediterráneo Medieval, Barcelona, 2000, 258-293. Sobre la figura de Pedro de Larraondo, véase Ferrer y Mallol, Mª. T. “Transportistas y corsarios vascos en el Mediterráneo medieval. Las aventuras orientales de Pedro de Larraondo (1406-1409)”, Itsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco 2, 1998: 509-524.

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naves valoradas en 30.000 ducados de oro pertenecientes a Ulises Salvador, un importante mercader veneciano35. Si investigamos la procedencia social de estos dos hermanos, encontramos que eran parte de una importante familia de Santander: los Barcenilla, estudiada por Jesús Ángel Solórzano Telechea36. Con ello se demuestra que la figura de los asaltantes en las Cuatro Villas no tenía por qué asociarse a los marginados de los estratos más bajos la sociedad. El hecho de pertenecer a los Barcenilla, sirvió a Fernando y Juan como protección durante un tiempo. Un detalle que convendría aclarar es que en un momento del proceso se dice que ambos hermanos no tenían bienes muebles ni raíces, pero ello no indica que su familia viviera en la pobreza: al contrario, encontramos que detrás de esa falta de bienes se hallaba una estrategia de protección consistente en traspasar los bienes de los hermanos a la madre o al familiar más cercano, quien era ajeno al delito y no se responsabilizaba de ellos. En este caso parece que se lo cedieron a su madre, Clara Gutiérrez de Barcenilla, quien durante el pleito adujo que no estaba obligada a devolver los 150.000 maravedís en que estaba valorada la carga tomada por sus hijos, ya que ella no tenía nada que ver con el delito, a lo cual la justicia le terminó por dar la razón37. La forma en la que actuaban los asaltantes dependía de la avaricia, astucia y clemencia de su capitán. Siempre cabía la posibilidad de que no quisiera dejar testigos vivos, en especial si los agredidos habían puesto resistencia al ataque enemigo entrando en batalla. Así, en 1484, una compañía formada por dos mercaderes de Bilbao y otro de Laredo fue atacada en los bancos de

35. Solórzano Telechea, J.A. Colección Documental... op. cit. doc. 50, 88-89; Solórzano Telechea, J. A. Santander en la Edad Media. Patrimonio, parentesco y poder. Universidad de Cantabria, Santander, 2002, 252, nota 20. 36. Sabemos que la madre de ambos fue Clara Gutiérrez de Barcenilla, Solórzano Telechea, J. A. Colección Documental... op. cit. doc. 51, 89-90. 37. Idem “Sepades que Clara Gutierres de Barzinylla, vesyna de esa vylla [de Santander] nos fizo relaçion por su petyçión que ante nos en el nuestro consejo fue presentada desyendo que a pedimiento de vos el dicho Pedro de Arbolancha le an seydo enbargados todos sus bienes muebles e rayzes e plata e otras cosas desyendo que porque Hernando de Escalante, su fijo, avya tomado un carracón que venya de Turquía, que hera de veneçianos, non a querido ella avydo de los bienes que ansy venyan en el dicho carracón cosa alguna, antes avyendo él lleuado el dicho su fijo más de çiento e çinquenta myll maravedís e non seyendo ella obligada por el danno que el dicho su fijo fiso…” “E nos tovymoslo por bien, porque vos mandamos que sy ansy es que de los bienes que el dicho su fijo tomó en el dicho carracón non vynieron algunos al poder de la dicha Clara Gutierres ny ella los tyene [...]”.

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arena existentes antes de llegar al condado de Flandes38. Se dice expresamente que tras el asalto, los agresores llevaron a los marineros de esta compañía a Dinamarca y allí se deshicieron de los testigos arrojándolos al mar. Este episodio lo conocemos porque hubo tres hombres que pudieron escapar de sus captores, nadar y llegar milagrosamente a Middleburg, pero si ello no se hubiera producido, jamás habrían sabido en su tierra natal cómo se perdió la embarcación y su tripulación. La tensión existente durante el proceso del robo era muy grande. Podemos hacernos una idea ella a través de los testimonios de cuatro vecinos de San Vicente de la Barquera que relataron en un interrogatorio cómo fueron atacados en las costas Irlandesas por un pirata (o corsario) de la zona llamado Duncan de Gulian que resultó ser el hijo del lord del lugar39. El mercader que estaba a cargo de la expedición castellana, Pedro Gutiérrez de Comillas, vecino de San Vicente aseguró que les asaltaron y no pusieron la menor resistencia; ni siquiera dijeron nada que pudiera enfurecer a sus captores. A través de su testimonio nos revela que existía una descompensación de fuerzas; los castellanos eran

38. Suárez Fernández, L. Política Internacional de Isabel la Católica: estudios y documentos. Universidad de Valladalod, Departamento de Historia Medieval. Valladolid, 1969, Tomo II, 1482-1488, doc. 75, 335 “[...] que vinieron sobre ellos çiertos nabios de armada con dos capitanes que se llamaban Pinel e Potas con gente del dicho condado de Flandes e se armaron en la villa de Medialburque e salieron con su armada e dis que conbatieron a las dichas sus carabelas, e dis que por fuerça e contra su voluntad ge las tomaron e llevaron al regno de Dunamarque que es en Alemaña, e dis que non contentos del dicho robo quesyeron echar sus gentes en la mar porque no se quexasen nin se supiese del dicho robo salvo porque tres onbres dellos se echaron a nado e salieron en tierra e fueron a Medialburque donde abian salido los dichos armados [...]”. 39. A.G.S. Cámara de Castilla, Pueblos, leg. 17, doc. 360, 12 de Febrero de 1515. “[...] Thenya alla un barco con sus aparejos e con el quatro ombres e dos moços, e mas my parsona, e oviendo ya vendido las dichas mercadoryas e yendo con el dicho barco e gente e con el dinero que asy avia fecho de las dichas mercadorias al lugar de Ventris, que es en el dicho Reyno [de Irlanda] a comprar e pescar pescado , salieron contra my e los contra los que comigo yvan Duncan de Gulian, hijo mayor familiar de Duncan de Gulian e con el doze ombres armados con sus arcos e flechas, e espadas, e cochillos largos saltaron comigo e con los que comigo estavan en el dicho barco e nos tomaron e robaron, syn haser ny dezir cosa alguna por que mal ny dapno oviesemos de reçebir, los cordeles que llevabamos, e la ropa, e armas de nuestros cuerpos, e pan, e vino, e otras bituallas que llebavamos e nos ataron las manos atrás, e a uno de los dichos compañeros que se acogio a una iglesia de Sant Françisco, que en ella estava junto, saltaron con el e le sacaron de la dicha yglesia por fuerça e contra su voluntad aguyjonandole con las armas que asy llevaban, e le desnudaron e robaron e tomaron quatroçientos reales de plata e nueve ducados de oro de los que cogen por el dicho Reyno de Yrlanda que mios llevaba e nos llevaba, e nos llevaron presos atados como dicho es las manos atrás e con violartes a los pescueços a unas montanas arriba en que nos dexaron,[...]” Existe un extenso regesto del documento en Blanco Campos, E. Álvarez Llopis, E. García de Cortázar, J. A. Documentación referente a Cantabria… op. cit,. 296, doc. 458.

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siete personas (el propio Pedro, más cuatro hombres y dos mozos), mientras que los irlandeses eran doce; casi les doblaban en número. Tras someter a la tripulación, los asaltantes tomaron todo lo que encontraron de valor en la nave; desde la mercancía y el dinero hasta los aparejos del barco. También privaron a los castellanos de las vituallas y mantenimientos, incluso aquellos considerados básicos, como el pan y el vino.

maravedíes, según estimación del propio Pedro Gutiérrez y su tripulación41. En este caso encontramos algunas similitudes respecto al caso de los hermanos santanderinos: los agresores son gente poderosa, con fuertes vínculos en la comunidad local y comarca. En consecuencia, no sorprende que atropellaran la justicia eclesiástica al violar un espacio sagrado con el fin de capturar a Juan Román, pues eran conscientes de que sus actos quedarían impunes.

No contentos con el robo, los agresores desnudaron a Pedro y sus compañeros. Con ello se ahorraban registrar a los tripulantes, por si llevaban algún dinero encima o incluso armas ocultas; además obtenían sus ropas, les dejaban desarmados y de paso, les humillaban al despojarles de toda dignidad. Según se desprende de los testimonios, Pedro Gutiérrez consiguió que uno de sus hombres, un mozo llamado Juan Román, escapara del barco con la esperanza de conseguir ayuda. Ignoramos los detalles, pero el hecho de que Pedro le diera al mozo cuatrocientos reales de plata y nueve ducados de oro nos induce a pensar que lo tuvo que hacer antes del asalto, y por tanto que los mercaderes tomaban medidas cautelares como ésta de ocultar parte del dinero ante un eventual peligro inminente.

Una vez que el mercader había perdido su mercancía en un robo, lo habitual era poner todos los medios a su alcance para recuperarla. Para ello el comerciante comenzaba acudiendo a la justicia ordinaria de la región. No debemos desdeñar los esfuerzos que los comerciantes tenían a su disposición para conseguir su meta: si volvemos al caso de Ulises Salvador, el mercader veneciano cuya nave fue asaltada por Fernando de Escalante y su hermano Juan de Agüero, podemos afirmar que fiscalizó todos los movimientos de los hermanos de la familia Barcenilla; a través de los testimonios de los pleitos sabemos que este comerciante disponía de una red de información que le permitía saber cuándo Fernando y Juan visitaban a sus familiares, incluso se enteraba de dónde habían pernoctado: en 1490 sabía que los hermanos habían estado “en Valladolid, e estovieron e posaron muchos dyas en una posada que lo tobo ende reçebtado e escondydo por myedo de la justiçia el dicho Sancho” [Sancho de Barcenilla, el tío materno de los hermanos].

El joven Juan Román consiguió llegar a tierra y refugiarse en un monasterio franciscano donde se acogió a sagrado. Pero los hombres de Duncan hicieron caso omiso a las leyes eclesiásticas y sacaron al mozo de la iglesia por la fuerza y de modo violento. Al igual que sus compañeros, Juan fue desnudado y amenazado de muerte, pero finalmente se le perdonó la vida. Después pusieron una correa en la cabeza de Pedro Gutiérrez para asirle por el cuello y a otro hombre llamado Sancho le ataron sus manos tras la espalda40. A este último, además, le llevaron a lo alto de una montaña donde fue abandonado a su suerte. Las pérdidas por aquel episodio fueron cuantiosas; a los cincuenta mil maravedíes de la carga robada, habría que sumar los objetos personales y aparejos de los barcos, que se estimaron en doce mil maravedíes. El dinero perdido unido al dejado de ganar podían sumar en total más de cincuenta mil

Desconocemos si Ulises consiguió recuperar su mercancía, pero sabemos que la presión dio sus frutos: Juan de Agüero terminó por entregarse a la justicia. Juan de Agüero era menor de edad y ello le otorgaba ciertas garantías durante el proceso. Sin embargo, su hermano mayor, Fernando de Escalante, no fue encontrado; sabemos que no acudió a los juicios y fue declarado en rebeldía, terminando condenado a muerte, pero sin que sepamos si fue apresado para que se cumpliera su condena42.

41. Ibid. Preguntas realizadas por Pedro Gutiérrez de Comillas a sus compañeros, novena pregunta“[...] Yten sy saben etc. que ademas de lo que dicho es, yo [Pedro] perdi e dexe de ganar por culpa e falta de los dichos Duncan e de los que con el yban e fueron a faser el dicho robo, hasta çinquenta myll maravedis e mas que buenamente obieramos de ynterese e ganançia con el dicho barco e gente [...]”. 40. AGS. Cámara de Castilla, Pueblos, leg. 17, doc. 360, Testimonio de Juan Román “[...] dixo que al dicho Pedro Gutierrez le echaron un cabestro al pescuezo e a otro que se llama Sancho, a este que le llevaron a una montaña arriba e que todos los maltrataron”.

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42. Solórzano Telechea, J. A. Colección Documental... op. cit. doc. 66, 118 “[...] en el qual dicho pleito condenó al dicho Fernando de Escalante a pena de muerte e restituciçion del dicho robo...”. Sabemos que Juan de Agüero era menor porque así se dice durante el proceso: Ibid.,doc. 62, 112, “por quanto el dicho Juan de Agüero era menor de hedad de veynte e çinco años, que le devia ser dado curador [...]”.

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A Gonzalo Guerra, vecino de San Vicente le fue imposible recuperar la mercancía que le fue sustraída en Coaba, Portugal en 148043. El documento del que tenemos noticia de este suceso ilustra las gestiones que tuvieron que realizar los factores de Gonzalo Guerra para poder intentar conseguir la mercancía robada. En primer lugar se quejaron al rey portugués, ya que los responsables eran sus súbditos. Dado que los mercaderes fueron ignorados, se dirigieron a la justicia castellana, concretamente al Consejo Real, donde se les dispensó unas requisitorias dirigidas al rey portugués para entregárselas. Los factores regresaron a Portugal, esta vez amparados por la justicia castellana, pero sus demandas volvieron a ser desoídas y retornaron de nuevo al Consejo de Castilla. Esta vez la justicia castellana les otorgó una carta de marca por valor de la cantidad robada, dos mil quinientas doblas de oro. Habían transcurrido catorce años desde el robo. Finalmente, Gonzalo Guerra no disfrutó de la carta de marca el tiempo suficiente, ya que antes de poder ejecutarla sobre algún mercader portugués, los Reyes Católicos emitieron una orden por la cual se sobreseían todas las cartas de marca expedidas sobre súbditos de Portugal44. Cabe destacar que la recuperación de mercancía por la vía judicial en el extranjero requería de gestión e inversión de dinero que no podía permitirse cualquier mercader; quienes recurrían a ella fueron comerciantes que disponían de amplias redes sociales internacionales

43. A. G. S. Cámara de Castilla, Pueblos, leg. 17, doc. 303 fol. 1v-2r, “Fasemos vos saber que Gonçalo Guerra nuestro sudito vesino de la villa de Sant Biçente de la Barquera nos fiso relaçion desiendo que puede aver quatorçe años que el enbio unos factores suyos con çiertas mercaderias a vuestro reyno e que estando en tierra firma en una vuestra villa que se dise la Coaba, dis que le fueron tomadas las dichas mercaderias por los vesinos de la dicha/ villa disiendo que heran portogueses, sobre lo qual dis que los dichos factores se ovyeron quexado al rey Duarte vuestro predeçesor que a la sason reynava e ante las justiçias de la dicha villa de Coba para que les fisieses cumplimyento de justiçia del dicho robo e como quier que fisieron todas las diligençias que devian, nunca se les hiso justiçia de los dichos robadores, sobre lo qual dis que sus factores se ovyeron quexado ante nos en el nuestro consejo, e que sobre ello le ovimos mandado dar nuestras cartas requesitorias para el dicho rey para que les fisiese complimyento de justiçia sobre lo suso dicho con las quales dis que le requirieron e hisieron todas las diligençias que se devyan faser e porque no les hiso justiçia de los dichos robadores ny les hiso restituyr el dicho robo que asy le hisieron los dichos vuestros suditos, ellos se tornaron a quexar ante nos y mostraron todo lo suso dicho ante los del nuestro consejo e vistas todas las diligençias nos le mandamos dar nuestra carta de marca e represariaçion a vuestros suditos de contra de dos myll quinientas doblas de oro en que fueron estimadas el valor de las dichas mercaderias que asy le fueron tomadas e robadas por los dichos vuestros suditos […]”. 44. Ibid. fol. 2r; “[...]que a cabsa de una nuestra carta que mandamos dar por la qual mandamos sobreseer el efecto de las cartas de marca que nuestros suditos[castellanos] toviesen contra los vuestros[portugueses], dis que el no ha podido ser pagado de la dicha coantia de las dicha dos myll quinyentas doblas”.

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(miembros de tripulación en diferentes naves, agentes locales, factores, criados, contactos con el cabildo de turno, etc.), y en todo caso, cabía la posibilidad de no dar con el culpable y que la justicia le restituyera lo tomado a través de una carta de marca, en cuyo caso, el comerciante requería de una nave armada con tripulación dispuesta a entrar en combate. Sin embargo cabe destacar que las cartas de marca no fueron un buen mecanismo para resarcir al mercader agraviado; el problema no se solucionaba, sino que se traspasaba a una tercera persona, y además, el comercio marítimo se resentía. Además, una vez que un mercader lograba que el monarca le otorgara una carta de marca, era frecuente que abusara de ella, de forma que el antiguo agraviado ejercía lo que Iñaki Bazán denomina una “piratería encubierta”. Simplemente bastaba con continuar el asalto de naves de otros reinos incluso después de haber recuperado el total de la cantidad tomada en un principio y por la que se había otorgado la carta. No hemos encontrado casos de mercaderes de las Cuatro Villas que realizaran tales prácticas, aunque Iñaki Bazán habla de mercaderes de villas vascas cercanas, como el caso del bilbaíno Martín Pérez de Fagaza, quien siguió atacando naves extranjeras aún después de recuperar lo que estas le habían tomado. Gracias a su carta de marca pudo haber tomado hasta siete u ocho veces lo que le habían tomado en un principio45. Otra forma de hacer pagar lo robado por agraviantes extranjeros era imponer una tasa en el reino a todas las mercancías que trajeran sus compatriotas. Así, por ejemplo, Juan de Arbolancha consiguió cobrar un 3% de todas las mercancías descargadas por bretones en todos los puertos cantábricos situados entre Fuenterrabía y Betanzos desde 1499 hasta 1505. De nuevo, la cantidad que obtuvo por ello fue muy superior a las 23.500 coronas en las que se había estimado lo tomado, por lo que probablemente se trataba de un abuso por parte de Juan Arbolancha46.

45. Bazán Díaz, I. Delincuencia y criminalidad... op. cit. 450-451. 46. Ibid. 452.

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Por todo ello los monarcas fueron muy reticentes a otorgar cartas de marca. Prefirieron optar por vías más diplomáticas mucho menos lesivas para el comercio marítimo y que favoreciesen la paz y concordia entre los vecinos de diferentes reinos. Así, Betsabé Caunedo indica que en los años setenta del siglo XV los reinos de Castilla e Inglaterra acordaron un sistema de compensación destinado a los mercaderes guipuzcoanos atacados por ingleses consistente en reducir los aranceles que los castellanos debían abonar en Inglaterra hasta que se pagara el montante total tomado por los ingleses47.

3. CONCLUSIONES En términos generales podemos afirmar que los mercaderes agraviantes ocasionalmente quebrantaron la ley para conseguir un mayor beneficio en sus negocios. Eran unas ganacias inmediatas, elevadas, muchas veces ilegítimas, no siempre fáciles. Aquellos que conscientemente traspasaban el umbral de la legalidad para obtener ese beneficio rápido exponían mucho: su dinero, sus vidas e incluso su prestigio. Atentar contra la legalidad era también atentar contra el conjunto de los intereses de todos los mercaderes, y el precio a pagar era muy elevado. Por ello si el mercader agraviante deseaba obtener dinero rápido, era preferible recurrir a tácticas “poco elegantes” desde nuestra perspectiva de seres humanos del siglo XXI, pero que entraban dentro de los márgenes de la legalidad en la Baja Edad Media. En este sentido, apreciamos que no todos los actos que hoy consideraríamos como delitos eran entendidos como tales a finales de la Edad Media. Por ejemplo, el ataque a una nave de mercaderes de un reino enemigo con el único objetivo de saquearla, o la carga contra un navío para cobrar una carta de marca expedida por la corona son dos ejemplos que manifiestan la firme voluntad por parte de los mercaderes de conseguir dinero rápida y legalmente utilizando la fuerza. Otro elemento fundamental que se deduce de nuestro trabajo es el papel de la información. La capacidad para emprender negocios exitosos pasaba por que

47. Caunedo del Potro, B. Mercaderes castellanos en el Golfo de Vizcaya (1475-1492). Madrid, 1983, 236, 242-250; Bazán Díaz, I. Delincuencia y criminalidad... op. cit. 453 – 455.

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el mercader realizase una adecuada elección de las personas a las que confiaba su mercancía. La gente a su servicio debía ser de confianza y al mismo tiempo debían desempeñar eficaz y honradamente su trabajo. En este sentido, los maestres y mercaderes de las Cuatro Villas se muestran como gentes informadas más allá de su labor en la nave y el puerto: por ejemplo, conocían los precios de compra y venta de los diferentes productos en el Atlántico y también sabían desenvolverse en los ámbitos políticos y de justicia en los reinos extranjeros en caso de que hubieran sido robados o se quedaran sin recursos. Ello nos sirve, además, para reafirmarnos en los estudios de Hilario Casado sobre la conexión entre flujos de información y redes comerciales en el sentido que estas gentes no actuaban solas; en torno a ellas se entramaba una red social que se extendía por diversos países y se activaba si uno de sus miembros era agredido. También hemos presentado varios ejemplos de cómo se quebraba esa confianza que daba solidez a la red: traiciones entre los socios, engaños, mal funcionamiento de los mecanismos de control dentro de las sociedades, etc. No obstante, debemos tener en cuenta la naturaleza de las fuentes consultadas e interpretar que los pleitos a los que nos referimos fueron la excepción y no la norma en el funcionamiento del comercio atlántico y del mediterráneo. Los conflictos que aquí presentamos reflejan, eso sí, una parte de la realidad que nuestros protagonistas siempre tuvieron en consideración. Queda demostrado que algunos mercaderes agraviados disponían de eficientes recursos orientados a conseguir información real y de calidad: desde su capacidad para que una tripulación estuviera dispuesta a desenmascarar a su maestre por fingir un robo y mentir, hasta averiguar en qué lugares del reino pernoctaba aquel fugitivo que había robado una de sus naves en el pasado. Ello ocurría con independencia de la nacionalidad del mercader agraviado, pues hemos ofrecido tanto ejemplos de castellanos pleiteando en reinos extranjeros, como de foráneos pleiteando en Castilla. En este sentido, podemos concluir que los hombres de negocios de las Cuatro Villas estaban perfectamente al tanto de los mecanismos jurídicos y económicos que operaban en el arco atlántico. En consecuencia, la figura del mercader agraviado no debe ser contemplada como un mero sujeto pasivo; su empeño en conseguir resarcirse de los agravios se ha demostrado en ocasiones denodado, hasta el punto de estar dispuesto a obtener una carta de marca y así cobrar legalmente lo tomado. Ello implicaba

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arriesgar su vida al asaltar una nave por la fuerza, y al mismo tiempo que este mercader pasaba de ser un mercader agraviado a uno agraviante. Esta dinámica provocaba que el círculo de agravios, lejos de cerrarse, entrase en una espiral expansiva que implicaba a cada vez más gente y complicaba el comercio pacífico entre los diferentes reinos. No obstante, los monarcas fueron conscientes de los problemas que originaban las cartas de marca y optaron por restringir su concesión.

Cláusulas comerciales: ¿Acatamiento o trasgresión? El factor de negocios en la Europa Atlántica Betsabé Caunedo del Potro Margarita Sánchez Martín Universidad Autónoma de Madrid

1. INTRODUCCIÓN No constituye ninguna novedad afirmar que la conveniencia y necesidad de regular la actividad comercial exterior estuvo muy presente en los últimos siglos medievales. También sus ventajas. Si nos referimos a la Corona de Castilla y al ámbito atlántico, el contexto imperante en esos años añadía una cuota de urgencia a la tarea, pues había que superar las tensiones generadas por los diferentes conflictos englobados en la denominada Guerra de los Cien Años. La Corona, las instituciones y los propios mercaderes trabajaron con ahínco, las negociaciones resultaron fructíferas y ayudaron a alcanzar la hegemonía en esas aguas que tanto interesaban a la nueva dinastía ibérica. Esta había iniciado el proceso alentando el esfuerzo de los marinos vascos quienes, como expertos hombres de mar y amparados en una valiosa tradición, invadían esferas de acción cada vez más amplias y abrían paso a los productos peninsulares. Desde el Estrecho de Gibraltar hasta Flandes, la hegemonía de los buques de Castilla parecía indiscutible en la simbólica fecha de 1375. Se afianzaba así una ruta comercial que acabaría por unir las costas del Mar del Norte con

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las de África, enlazando con el Mediterráneo. Desde entonces fue objeto de múltiples empeños para su organización, consolidación y ampliación. Estos objetivos parecían plenamente logrados en los años centrales de la siguiente centuria con la atractiva incorporación del mercado inglés y el reconocimiento hanseático del monopolio castellano en el ámbito del Golfo de Vizcaya. A la vez, en el otro extremo, en la ruta del Atlántico Sur, un amplio horizonte de expansión parecía no tener fin1. En los años finales de la Edad Media – también con anterioridad – el pujante comercio exterior servía de plataforma a todo el juego de la política internacional, al tiempo que constituía una pieza clave en la economía del país, economía dirigida y puesta al servicio de unos mayores ingresos para el Estado y para satisfacción de la sociedad aristocrática sobre la que se asentaba la monarquía hispana. Esta llevó a cabo una auténtica política económica poniendo en juego una serie de herramientas y estrategias que no solo alcanzaron importantes resultados económicos sino que moldearon comportamientos y formas de actuación en los negocios. La reglamentación de las transacciones con otros países y la firma de tratados reguladores de las condiciones específicas de sus intercambios, con inclusión de concesiones mutuamente beneficiosas, resultó primordial. Se multiplicaron las normas y disposiciones relativas a impuestos, bienes sujetos o no a intercambio, jurisdicción para la resolución de conflictos, riesgos derivados de perturbaciones políticas o bélicas, privilegios concedidos a naturales de diferentes países, etc. La propia abundancia de regulaciones evidencia que el carácter sistemático de los objetivos precisaba de un marco institucional fortalecido para su implantación y coordinación. Los diferentes gobiernos lo crearon y defendieron con celo, custodiando los privilegios comerciales como el más preciado de sus bienes. Es sintomático que en Brujas, la Nación Española se muestre extremadamente sensible a todo cuanto

1. En Caunedo del Potro, B. “Usos y prácticas mercantiles en la Baja Edad Media”, González Jiménez, M. y Montes Romero Camacho, I. (Ed.), La Península Ibérica entre el Mediterráneo y el Atlántico, siglos XIII – XV, Sevilla – Cádiz, 2006: 35-53 se presenta un breve resumen de la ampliación de esta ruta siguiendo los trabajos clásicos del profesor Luis Suárez Fernández, quien tras más de 50 años de estudio del tema ofrece su visión de la consolidación de la ruta en Proyección atlántica castellana en el siglo XV: el mar y la tierra, Actas del V Centenario del Consulado de Burgos, Burgos, 1995: 25-30. También se recogen las interesantes aportaciones de Eduardo Aznar Vallejo sobre la ampliación hacia el Atlántico Sur.

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pudiera menoscabar las prerrogativas adquiridas, como indican las constantes referencias en este sentido presentes en la documentación flamenca2. En paralelo a los grandes tratados firmados bien por los monarcas europeos bien por representantes de las ciudades volcados en una política económica concreta, se fueron creando diferentes instituciones que fijaron mecanismos para ordenar y normalizar el comportamiento de los diversos grupos involucrados en la actividad comercial. Trascendiendo las voluntades individuales, se afanaron en la elaboración de reglas o normas más o menos flexibles. Una de las más significativas fue, sin lugar a dudas, la Universidad de Mercaderes de Burgos dado el trascendental y decisivo liderazgo de los comerciantes de esa ciudad en el ámbito atlántico. Esta corporación, embrionaria en los primeros años del siglo XIV, atendía todo tipo de asuntos relacionados con la actividad mercantil: de representación y control del mercado, problemas judiciales o mutualistas. Podemos decir que funcionó de modo eficaz, erigiéndose en el más claro precedente del Consulado de Burgos, instituido por los Reyes Católicos en 14943. Este nuevo organismo, aunque heredó sus competencias, funcionó

2. H. Casado Alonso ordena las libertades y franquicias de los mercaderes castellanos en distintas plazas europeas en varias categorías: autonomía política, autonomía jurisdiccional, exenciones fiscales y autonomía religiosa. Las colonias de mercaderes castellanos en Europa (siglos XV y XVI), Casado Alonso, H. (Ed.) Castilla y Europa. Comercio y mercaderes en los siglos XIV, XV y XVI. Burgos, 1995: 15-56. Aunque es indiscutible que los beneficios fiscales son los más valorados, lo cierto es que en Brujas, los mercaderes castellanos no consienten la más mínima falta de respeto hacia sus derechos adquiridos protestando con energía ante las autoridades municipales y condales y emprendiendo costosos y prolongados litigios contra hanseáticos o italianos. Este celo alcanza incluso a los medios que se ponen para la conservación de las escrituras de concesión, cuidadosamente guardadas en un arca con cerradura. Con posterioridad los documentos pasan a un arca de tres cerraduras depositada en el cajón marcado con la letra A de un mueble de madera instalado en el contador de la sala de audiencias de la Nación. A mediados del XVI un cofre de hierro vino a sustituir a este de madera. Datos en Maréchal, J. L’armoire aux privilèges et titres du consulat de Castille-Léon à Bruges en 1441, Société d’Emulation de Bruges. XCVIII, 1961: 105-109. Los privilegios se copian una y otra vez para evitar la consulta y constante manipulación de los originales: Yten se remostro en dicho ayuntamiento como seria cosa conbiniente a la nación y a su avtoridad que los prebilejios y escripturas oreginales que tiene se pongan todas en un libro por ynventario y que el dicho ynventario con los dichos prebilejios y escripturas se pongan todos en el caxon y archibio dela nación (va entre renglones: que esta en el contador). Del qual de aqui adelante los tres ocnsoles tengan cada uno su llave y que del dicho archivo ningún ynstrumento se pueda sacar sin que todos [los] consoles estén presentes o los dos dellos, estando el otro ausente y abiendoles dexado la llave, Stadsarchief, Brugge [en adelante SAB], Spaans Consulaat, Ayuntamientos y Ordenanzas, 2º registro (1522-1548), fol. 158v. 3. Con motivo de los 500 años de la erección del Consulado se celebró en la ciudad del Arlanzón un simposio internacional cuyos trabajos se plasmaron en un interesante volumen al que remitimos: Actas del V Centenario del Consulado de Burgos, Burgos, 1994. más reciente es el estudio de González Arce, J. D. “La Universidad de mercaderes de Burgos y el Consulado castellano en Brujas durante el siglo XV”, En la España Medieval, 33, 2010: 161 – 202 que cuenta, además con una bibliografía actualizada.

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fundamentalmente como tribunal mercantil para todo el reino hasta que se fundaron, ya en el siglo XVI, el Consulado de Bilbao, la Casa de Contratación de Sevilla y la Universidad de los Cargadores a las Indias4. El éxito del Consulado burgalés debe explicarse por la adecuación de sus disposiciones a la finalidad perseguida y a la realidad social y por el dinamismo de una institución abierta a la participación de todos sus miembros. Sus normas – racionales y consensuadas – y su aplicación en el grupo mercantil fueron fruto de un acuerdo tácito. No debemos olvidar que fueron elaboradas por los destinatarios de las mismas, los propios mercaderes, conocedores directos de las necesidades y condicionantes del tráfico mercantil y, comprensiblemente, los primeros interesados en adoptar medidas válidas y eficaces para el desarrollo de su actividad.

frecuente del que se valieron los mercaderes castellanos para implantarse fuera de su lugar de origen fue la apertura de factorías, establecimientos comerciales que desarrollaban en diferentes plazas una actividad de manera más o menos continua y regular. Como representación de la compañía establecida en Burgos las factorías resultaron una forma muy efectiva de extenderse por la Europa atlántica y otras áreas y de aumentar y diversificar la base de clientes al tiempo que facilitaban el acceso a nuevos mercados5. Cada factoría estaba dirigida por un factor, representante de la compañía y encargado de administrar los negocios de la misma en la plaza donde prestaba sus servicios6. Sobre esta figura profesional, el factor comercial en el extranjero, centraremos nuestra exposición.

A pesar de la prolijidad de las competencias de estas y de otras muchas instituciones mercantiles, también hubo circunstancias en las que se necesitaron acuerdos privados complementarios de las reglas generales. De este modo, los protagonistas de la actividad mercantil se sumaron a la fiebre reglamentista. Sus pactos, aplicados a todo tipo de relaciones contractuales, fueron ampliamente utilizados para plasmar gran número de operaciones, desde prestación de servicios hasta transacciones de bienes. En todas ellas resultaron fundamentales. También en las relaciones societarias en las que vamos a fijarnos especialmente, pues dotaron de mecanismos de control a las compañías comerciales burgalesas, principal instrumento de gestión comercial del momento. Entre sus objetivos, la optimización de su funcionamiento facilitando la interrelación entre los socios y la fluidez en la marcha de negocios. Se busca, por tanto, evitar que problemas en la gestión y coordinación de intereses particulares entorpeciesen el trato mercantil. Aunque trataron de sortear cualquier práctica desleal o ilícita, no faltaron los conflictos.

2. FUENTES DOCUMENTALES

A medida que la actividad comercial se hacía más compleja y el horizonte de las compañías se ampliaba a diferentes espacios, se hizo imperativa la necesidad de contar con otros elementos que ayudasen a cumplir su cometido. El recurso más

Los privilegios fundacionales y los que, con el tiempo, siguieron a estos proporcionan las coordenadas en que se desarrollaba la actividad de las colonias castellanas en el extranjero7 en las que se integraban los factores. Más difícil resulta conocer el día a día de una comunidad concreta, la actuación cotidiana de sus miembros y sus relaciones con la ciudad que los acoge8. Rarísimos son los contratos de factoría que conservamos fechados en el siglo

5. En una carta enviada por el destacado mercader burgalés Diego de Soria, a su factor en Londres, el también burgalés Alonso de Compludo en 1495, se contienen instrucciones concretas sobre el comercio del hierro en la plaza y además, se deslizan noticias sobre el potencial mercado escocés. Se subraya el papel de Escocia como posible proveedor de diferentes tipos de pescado y excelente mercado de recepción para los frutos secos y frescos, Caunedo del Potro, B. “Los negocios de Diego de Soria, mercader burgalés”, La Ciudad de Burgos, Actas del Congreso de Historia de Burgos, MC Aniversario de la fundación de la ciudad 884-1984, Madrid, 1985: 163-172. 6. Hace ya varios años el profesor Basas Fernández los definía como agentes de comercio, delegados del mercader que le ayudaban a resolver sus negocios, Basas Fernández, M. El Consulado de Burgos en el siglo XVI, Madrid, CSIC, 1963, p. 102. En Caunedo del Potro, B. “Factores burgaleses. ¿Privilegiados o postergados?”, En la España Medieval, 21, 1998: 97-113 son presentados como mandatarios generales de los mercaderes o de las compañías comerciales, como apoderados que realizaban múltiples funciones: administrar, contratar, representar legalmente, etc. 7. Compilados por Gilliodts van Severen, L. Cartularie del’Ancien Consulat d’Espagne à Bruges, 2 vol., Bruges, 1901-1902.

4. Modelo sobre el que se erigieron los tribunales mercantiles americanos y los Consulados del Imperio español del siglo XVII: Madrid (1632) y San Sebastián (1682). Vid. Souto Mantecón, M. “Los Consulados de Comercio en Castilla e Indias: su establecimiento y renovación (1491-1795)”, Anuario Mexicano de Historia del Derecho, 2, 1990: 227-250, p. 235.

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8. Una primera aproximación a este día a día de los mercaderes castellanos en el extranjero en Sánchez Martín, M. “Mercaderes burgaleses en Flandes. Actividad económica y vida privada según el Cartulario del antiguo Consulado de España en Brujas (1ª parte, de 1280 a 1550)”, La Península Ibérica en la Era de los Descubrimientos, 1391-1492, II Jornadas Hispano-Portuguesas de Hª Medieval, Sevilla, 1991:453-486.

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XV9 y muy dispersas las referencias a su reclutamiento, formación, derechos, obligaciones, etc. Como viene siendo habitual para el estudio de muchos aspectos del comercio internacional bajomedieval, se hace necesario el recurso a fuentes documentales de carácter judicial, conscientes de las limitaciones e inconvenientes que supone partir de una situación anómala – como es un pleito – para conocer el desarrollo normal de una actividad. Hasta la Chancillería de Valladolid llegaron algunos de los litigios entre mercaderes y factores. Para este trabajo hemos recogido información sobre los relativos a factores peninsulares en Flandes, algunos anteriores a la fundación del Consulado de Burgos que, a partir de 1494, asumiría la jurisdicción en la materia y otros posteriores a esa fecha, en la que siguen llegando casos en grado de apelación. Por lo que respecta a la plaza de Brujas, principal mercado del comercio castellano bajomedieval y sede del primer Consulado castellano constituido en el norte de Europa10, sus archivos municipales custodian los excepcionales fondos del Consulado Español (Spaans Consulaat)11. A esta información fundamental hay que añadir el rastro documental dejado por la actividad de los mercaderes peninsulares en otras secciones del Archivo de la Ciudad de Brujas, en especial los tribunales escabinales reunidos en Camer o en Vieskaar. Los pleitos en grado de apelación y los conflictos entre castellanos y miembros de otras naciones o castellanos y flamencos se dirimían

9. Algunos datos en Caunedo del Potro, B. Factores burgaleses, o.c, p. 104-107. Muy similares los presenta Casado Alonso, H. en Crecimiento económico, redes de comercio y fiscalidad en Castilla a fines de la Edad Media, Bonachía Hernando, J.A. y Carvajal de la Vega, D. (Ed.), Los negocios del hombre. Comercio y rentas en Castilla. Siglos XV y XVI, Castilla Ediciones, Valladolid, 2012: 17-35. 10. De los trabajos existentes sobre la Nación de Castilla (o de España) en Brujas destacamos el ya clásico de Maréchal, J.  “La colonie espagnole de du XIVe au XVIe siècle”, Revue du Nord, XXXV, 1953: 5-40 ; las publicaciones de H. Casado Alonso, en especial,  La nation et le quartier des Castillans de Bruges (XVe et XVIe siècles), Handelingen van het Genootschap voor Geschiedenis te Brugge, 133, 1996 : 61-77; y el más reciente de González Arce arriba citado. 11. Una presentación de los mismos puede consultarse en Sánchez Martín, M. “Los archivos españoles de Brujas”, Medievalismo, 7, 1997: 325-342. La excepcionalidad de los fondos radica en que son los únicos que se conservan de las naciones extranjeras establecidas en la ciudad del Zwin.

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en otras instancias como el Consejo de Flandes en Gante, o el Gran Consejo de Malinas12. En suma, aunque fragmentarias, son múltiples, variadas y complementarias las piezas con que contamos para tratar de reconstruir una imagen adecuada y viva de la figura del factor comercial castellano en la plaza más importante de su actividad exportadora.

3. FUNCIONES Y OBLIGACIONES DEL FACTOR A finales de la Edad Media las dimensiones alcanzadas por el comercio internacional castellano y las limitaciones para los desplazamientos y comunicaciones rápidas consolidaron el sistema de factoría, con agentes estables – factores – en las más importantes plazas de negocio europeas13. Facultado para recibir, comprar, vender y cobrar mercancías, el factor actuaba siempre por cuenta del mercader principal14 de quien recibía poder expreso o tácito. La doctrina mercantil clásica distingue entre factor con poderes inscritos – cuyo poder de representación se fundamenta en un acto expreso y publicado – y factor notorio, cuya representación tiene su origen en un consentimiento tácito del principal. Dicho consentimiento debía apoyarse en la notoriedad o fama pública adquirida por el factor al venir dirigiendo la factoría a ciencia y paciencia del señor sin él lo contradecir15. En ambos casos la revocación de los poderes de representación ha de ser expresa.

12. Sobre las instituciones competentes en materia mercantil y su evolución en Flandes y los Países Bajos, puede consultarse el trabajo de Gelderblom, O. “The Resolution of Commercial Conflicts in Bruges, Antwerp and Amsterdam (1250-1650)”, Debin Ma and Jan Luiten van Zanden (Eds.), Law and Economic Development: a Historical Perspective, Stanford UP, 2001: 244-276. 13. Este modelo de gestión mercantil estuvo vigente hasta mediados del XVI momento en que el sistema se asfixia por los costes derivados del mantenimiento de sucursales y es sustituido por el sistema de la comisión. Angulo Morales, A. “En poco tiempo vienen ricos e hacen a sus amos pobres. De factores o encomenderos a protagonistas directos del gran comercio internacional (siglos XV-XVII)”, García Fernández, E. (Ed.), Bilbao, Vitoria y San Sebastián: Espacios para mercaderes, clérigos y gobernantes en el Medievo y la Modernidad. Universidad del País Vasco, Bilbao, 2005:79-115. 14. En relación a su factor o factores, el mercader principal aparece en los documentos bajo los términos de «patrón», «señor», «amo» o simplemente «principal». 15. Uría, R. Derecho Mercantil, Madrid, 1988, p. 48. La distinción entre factor notorio y factor con poderes inscritos era admitida por la doctrina mercantil. En el primer supuesto las obligaciones del factor se limitaban a

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El factor es, por tanto, un apoderado general colocado al frente de una factoría para realizar en nombre y por cuenta del principal de la compañía el tráfico y operaciones propias de aquel, administrando y dirigiendo los asuntos concernientes a dicha factoría. Su obligación fundamental será la de realizar con la diligencia propia de un buen comerciante las funciones encomendadas por el principal, ante quien es responsable16. En cuanto a los cometidos concretos en los que se materializaba esta representación, gran parte del tiempo del factor en el extranjero lo ocupaban las labores relacionadas con la recepción de la mercancía. El factor espera la flota de las lanas desde que el preciado producto inicia su viaje en los puertos del Cantábrico. Alimenta esta espera con los correos, noticias o simples rumores que llegan a Brujas informando sobre el periplo, las escalas o los contratiempos en la navegación17. Cuando las embarcaciones llegan al puerto de La Esclusa, el factor supervisa la descarga y confirma que el número de sacas se corresponda con el consignado en la carta de averías. Además debe identificar la marca de la firma comercial para la que trabaja y comprobar el estado de los embalajes, puesto que un desgarro o rotura de los mismos podía perjudicar el estado de la lana. El factor contrataba el servicio de carreteros para transportar la mercancía desde el puerto hasta Brujas, donde las sacas eran almacenadas en lonjas a la espera de pasar al peso de la villa según el estricto orden fijado por la autoridad consular. Una vez examinadas, reparadas – si era necesario – y pesadas, las sacas estaban en condiciones de ser entregadas a sus compradores, los productores industriales flamencos18. Algunas de estas operaciones eran realizadas personalmente por el factor como la revisión de las marcas mientras que para otras subcontrataba los servicios de otros profesionales. Esta contratación podía hacerla a título individual aunque era habitual que la propia Nación se concertase con

los términos del poder mientras que en el segundo se extendían a los asuntos propios del giro o tráfico de la empresa mercantil. 16. También tiene unas obligaciones de carácter prohibitivo: no hacer competencia desleal al principal ni delegar en otro el encargo recibido sin el consentimiento del aquel según el principio delegatus non potest delegare. 17. En los libros de reuniones de la Nación custodiados en el Stadsarchief de Brujas son frecuentes las menciones a informaciones y noticias oídas a los maestres y navegantes que arriban a los puertos de Brujas. 18. Caunedo del Potro, B. ; Sánchez Martín, M. “Exportación de lana: diferentes manipulaciones en su transporte marítimo”, Actas de las I Jornadas sobre Minería y Tecnología en la Edad Media Peninsular, León, 1996: 704-716.

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carreteros, descargadores, transportistas, etc. con objeto de reducir costes. En sentido inverso, la organización y despacho de las flotas de la ropa que, partiendo de Flandes llevaban a la Península paños, textiles en general y otras manufacturas era asimismo cometido de la Nación. El contacto y las gestiones directas con los clientes y proveedores eran asimismo tarea del factor quien, buen conocedor del mercado textil, de las calidades y precios de las manufacturas flamencas, reunía información sobre la oferta de productos. Su labor de intermediario entre las exigencias – a menudo contrapuestas – de la compañía y de los productores textiles era fundamental. A estas ocupaciones se sumaban los negocios dinerarios: el factor debía estar familiarizado con las distintas modalidades e instrumentos de pago vigentes en la Europa atlántica y operar con letras de cambio, solicitar o conceder préstamos, buscar avalistas o bien actuar él mismo como fiador, concertar seguros, etc. De todos estos trabajos llevaba un estricto control en sus libros de contabilidad. La teneduría de libros, periódicamente revisados por su principal en Burgos, junto con la redacción de cartas y compromisos, era una de sus tareas cotidianas. La complejidad de la contabilidad por partida doble y la multiplicidad de libros y registros exigían un aprendizaje afianzado por la práctica diaria. No en vano la lectura, junto con la escritura y el cálculo, eran disciplinas básicas en la formación de un factor, siendo valoradas como herramientas de trabajo que les permitían una mejor administración de propiedades y negocios19. El mercader trabajando en el contador20 es una imagen clásica en la representación iconográfica de este grupo profesional. Los mercaderes y factores castellanos en Brujas solían tener sus oficinas o contadores en la Casa Negra (Zwart Huis),

19. La destreza aritmética eleva la valoración que se tiene en Burgos a finales del siglo XV de Fernando de Covarrubias. De él se dice que era entendido en cuentas, uno de los que en estos reinos más saben e entienden en libros de caja y en cuentas entre mercaderes. En Caunedo del Potro, B. “Comercio y hombres de negocios castellanos en tiempos de los Reyes Católicos. Técnicas y aprendizaje”, Casado Alonso, H. y García Baquero, A. (Ed.), Comercio y hombres de negocios en Castilla y Europa en tiempos de Isabel la Católica, Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales 2007: 251-277, p. 271. Un siglo antes, en 1397, los conocimientos contables constituían la base de una excelente carta de presentación para el muchacho que la compañía Datini enviaba a Valencia. Se decía del muchacho que escribe y calcula muy bien. 20. En el dicho su contador escrivia en medio pliego de papel puede leerse en Caunedo del Potro, B. “La Formación y educación del mercader”, De la Iglesia Duarte, J.I. (Coord.) El Comercio en la Edad Media, XVI Semana de Estudios Medievales, Nájera y Tricio, 2005: 417-454: 447.

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su hotel en la villa flamenca situado en la aún hoy sigue denominándose calle de los Españoles (Spanjaardstraat)21. Así, inclinado sobre su contador del hotel de los españoles, será como los testigos recuerdan haber visto en numerosas ocasiones a Ventura del Castillo, agente de Martín Fernández durante los dos años que éste permaneció en España y del Castillo se hiciera cargo de sus negocios ocupando su cámara en la Casa Negra22. Los mismos testigos manifiestan haber visto a Ventura del Castillo escribiendo cartas. No es de extrañar puesto que el factor vive permanentemente pendiente del correo con el principal en España y con otros agentes, familiares, clientes o amigos23. En las reuniones del Consulado se leen públicamente las cartas que escriben los cónsules de Burgos e incluso cartas privadas con información de interés para toda la Nación24. En el intercambio de correspondencia, la transmisión de noticias, informaciones e incluso rumores o intuiciones se prima

21. Maréchal, J. “La Casa Negra. Het Zwarthuis de Spanjaardstraat te Brugge”, Revue du Nord, XXXV, 1963: 156162. 22. Probança hecha ante los magnificos señores los consules dela nación d’España en presencia de mi, Pedro de Paredes, notario publico a pedimiento de Martin Fernandes, SAB, Spaans Consulaat, Registro de Pedro de Paredes 1544-1547, fol. 159r-174v. Juan López Gallo declara: y este testigo se allo muchas vezes presente al azer delas letras porque entraba e salía al contador del dicho Martin Fernandez muchas vezes e lo beya asi pasar por vista de los ojos y más adelante: y vio como Ventura del Castillo tenia los mesmos libros de caxa e manual del dicho Martin Fernandez. 23. Un cúmulo de papeles, primero fichas sueltas, después registros, cuadernos, libros de cuentas, etc. que conservan el recuerdo de obligaciones y vencimientos, también colecciones de cartas, constituyen toda una auténtica organización escrituraria avanzada. Su uso se considera una técnica probada del éxito comercial de cualquier mercader. La lectura y la escritura, eran, pues, unas primeras destrezas imprescindibles. A su adquisición, se han dedicado los primeros trabajos y estudios sobre la formación del mercader. Hay que remontarse a las primeras décadas del siglo XX para encontrarnos con uno de los primeros trabajos de H. Pirenne sobre este tema “L´instruction des marchands au Moyen Age”, Annales d´Histoire Économique et Sociale, 1, 1929: 13-28 al que seguirían Fanfani, A. La préparation intelectuelle et professionelle à l´activite économique en Italie du XV au XVI siécle, Le Moyen Age, 57, 1951: 327-346, Sapori, A. “La cultura del mercante medievale italiano”, Studi di storia económica I (secoli XIII, XIV, XV), 1955, y por supuesto Bec, H. Les Marchands écrivaines. Affaires et humanisme á Florence, 1375 – 1434, París, 1967. J. Le Goff en su delicioso Mercaderes y banqueros en la Edad Media, Buenos Aires, 1984, p. 127 se hace eco de la importancia de esta escritura comercial, limpia y rápida, que expresa energía, equilibrio y gusto, frente a la escritura notarial, embrollada y abreviada, y frente a la cancilleresca, elegante y cuidada. Recoge también cómo ya en el siglo XII, un genovés aconseja no debes olvidarte nunca de asentar bien por escrito todo lo que haces. Escríbelo enseguida, antes de que se te haya ido de la mente. Un anónimo florentino del siglo XIV añadirá: no se debe tener pereza de escribir. Frases similares encontraremos en todos los manuales para mercaderes. 24. En los Libros de Ayuntamientos son frecuentes las expresiones: Escriben de Burgos, Dicen de España, Dicen los de Burgos.

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la rapidez para no perder la ventaja de adelantarse provechosamente en la toma de decisiones. Como sucede en la actualidad también en el siglo XV la información constituía un poderoso recurso a la hora de obtener ventajas competitivas. El Consulado de Burgos dedica importantes recursos humanos y financieros a crear y mantener un sistema de correos rápido y efectivo, hecho que por sí solo es indicativo de la importancia capital que se concedía a contar con una información fidedigna, rápida y puntual25. En Brujas, rara es la reunión de la Nación en la que no se haga referencia, de un modo u otro a la necesidad de noticias, a la llegada – o a la tardanza – de mensajeros y correos, etc.26. Pero para adelantarse a la competencia no basta con utilizar los mismos canales que los demás mercaderes de la Nación: para ser el primero en dar la noticia el factor debe anticiparse y utilizar un servicio de correos propio y exclusivo de su compañía o acudir a viajeros o maestres a quienes confiar las cartas para su entrega en los puertos peninsulares. Queda patente que la función de dirección que corresponde al principal de una compañía, debe analizarse ante todo en sus componentes de información, decisión y control. Resultaba clave para el éxito empresarial disponer de información sobre cualquier dato relativo a la compañía y su entorno ya que ayudaba a optar por una acción u otra en la gestión comercial. No menos importante era asegurar el seguimiento de las acciones emprendidas con el fin de controlar la posible desviación entre previsiones y realizaciones y corregir, dado el caso, las acciones iniciadas. En este contexto, el de satisfacer la necesidad de información del principal que facilitase la dirección y control sobre su firma, una carta clara y sin ambigüedades ni equívocos manipuladores, resultaba necesaria y determinante del éxito, sobre todo si se añadían los componentes de rapidez y celeridad, que casi siempre pudieron darse gracias a un eficaz sistema de correo27.

25. Casado Alonso, H. “Los flujos de información en las redes comerciales castellanas de los siglos XV y XVI”, Investigaciones de Historia Económica, Revista de la Asociación Española de Historia Económica, 10, 2008: 35-68. El autor destaca cómo la posesión de una buena circulación de las noticias fue una de las ventajas competitivas que explica el éxito en los negocios y estima la partida destinada al correo en un 5% de los gastos totales del Consulado en la primera mitad del siglo XVI. 26. Numerosos ejemplos en los Libros de Ayuntamientos del Spaans Consulaat de Brujas: llegada de correos, pagos a los mismos, gratificaciones a mensajeros, comisiones para desplazarse a los puertos para recabar noticias, etc. 27. La importancia de una correcta información, el control sobre las nuevas y la velocidad en su transmisión queda reflejada de forma patente en la misiva que Diego de Soria dirige a Alonso de Compludo, su factor en

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Obtener información se presenta como una tarea más de la actividad cotidiana del factor quien, además de atender regularmente su correspondencia y cultivar las relaciones sociales, acude a aquellos lugares donde las noticias circulan con fluidez. En Brujas cualquier novedad de cualquier especie llega rápidamente a la Plaza de la Bolsa, espacio de reunión frecuentado por mercaderes de todas las naciones representadas en la villa flamenca. Conviene también frecuentar el peso, donde los negociantes entretienen la espera para pesar sus sacas comentando noticias de toda índole. Una visita a los muelles, a las lonjas y posadas de otros mercaderes o a alguna de las cantinas bastaba a un factor perspicaz para hacerse una idea acertada de la marcha de la ciudad. Noticias y habladurías captadas en la calle, a la salida de Misa o en una conversación de taberna pasaban a engrosar el caudal de información necesario para gestionar eficazmente sus negocios y mantener puntualmente informado a su amo en Burgos28. Las ocupaciones del factor señaladas hasta aquí entran dentro de las obligaciones expresadas en virtud de su contrato de factoría o simplemente sancionadas por el uso y costumbre. Pero si el factor es diligente, resuelto y animoso no se limitará al estricto cumplimiento de lo estipulado y a la obediencia de las instrucciones del principal. En una plaza de la importancia de Brujas, un factor avispado y con espíritu de iniciativa puede identificar oportunidades de negocio,

Londres (vid. supra nota 5). En ella le ordena que le mantenga informado continuamente del precio del hierro en el mercado londinense, ya que precisa esos datos para concertar las ventas en la península con el mayor beneficio posible. Aquí había oportunidades para vender hierro cada dia y cada hora como uno quiere. En la misma carta comenta las buenas expectativas que ofrece el mercado escocés, proveedor de pescado y receptor de frutos frescos y secos castellanos y también se indica cómo los asuntos internos portugueses – se refiere al fallecimiento del monarca portugués y a una nueva ocupación del trono – no deben alterar la actividad comercial de la compañía. Finalmente, tras esta primera parte exclusivamente comercial, se precisan detalles sobre el matrimonio de la princesa Catalina con el príncipe Arturo y los conciertos con Escocia, exigiéndose la intervención inglesa en Francia. Se cree que esta parte iba dirigida no al factor burgalés sino al doctor De la Puebla, embajador en Inglaterra de Isabel y Fernando. En efecto, los Reyes Católicos utilizaron en varias ocasiones los servicios de emisarios y correos mercantiles de la compañía de Diego de Soria para hacer sortear la vigilancia de la corte inglesa. Calendar of letters, despatches and state papers relating to the negotiations between England and Spain preserved in the Archives at Simancas and elsewhere, I, (1485-1509), London, 1862, nº 117, p. 76. 28. La mera ausencia de un mercader en alguno de los lugares habitualmente frecuentados por tratantes y maestres hace sospechar de sus intenciones de abandonar la villa sin saldar sus deudas. Los acreedores de Fernando de Mújica acuden a las justicias de Brujas alegando que es evidente y notorio que el acusado se halla ausentado y oculto sin frecuentar la bolsa ni otros lugares públicos desde hace más de cinco meses. Gilliodts van Severen, L., Cartulaire, p. 328-330.

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prospectar mercados, hacer un diagnóstico certero de la demanda, fidelizar clientes y proveedores y establecer provechosas relaciones con miembros de otras naciones o con las autoridades municipales e incluso condales. Los viajes a Amberes, a la corte o a la costa francesa eran otras tantas oportunidades para un joven emprendedor. Todas las experiencias y relaciones entretejidas y cultivadas durante el período que durase su factoría redundarán en beneficio de la compañía a la que sirve y también de su posible trabajo como comerciante por cuenta propia. El desempeño como factor en Brujas era, sin duda, una situación idónea para planificar y proyectar una actividad futura, asentando los cimientos de su propio comercio. En este sentido, no es casual que algunos de los más importantes hombres de negocios burgaleses del siglo XV se iniciasen en la carrera comercial sirviendo como factores en distintas plazas europeas durante su primera juventud29. Las ocasiones para desplegar sus habilidades y poner a prueba su ingenio no habían de faltar en el complejo y dinámico mercado flamenco. Dos pleitos para recuperar mercancías retenidas por las autoridades flamencas sirven para ilustrar esta afirmación. El primero de ellos nos informa de la inventiva de Arberto (sic) factor del castellano Alonso de León que logra sortear hasta en dos ocasiones la severidad de las autoridades portuarias: en primera instancia recurriendo a un natural del país – el barquero de Amberes Rombout Huygensone – para que reciba y guarde en su nombre ocho fardeles de paño procedentes de Middelbourg consignados a su amo. Una vez superado este primer escollo, Arberto recoge los paños de casa de Huygensone para continuar

29. Fue el caso, entre otros, del regidor Diego de Soria, factor de los Pardo en La Rochela. Su yerno, Alonso de Lerma, sirvió como factor de la compañía de los Covarrubias en Bretaña y Flandes. Así se desprende del pleito que el joven Lerma mantuvo con su suegro quien, en el momento de concertar el matrimonio con su hija Beatriz, lo admitiría como socio de su compañía invirtiendo 200.000 mrs. de la dote de la joven en la empresa del mencionado Diego de Soria. Archivo de la Real Chancillería de Valladolid [en adelante ARChV], Pleitos Civiles, Ceballos Escalera, leg. 135, p.2. Por su parte, García Martínez de Lerma, padre del joven, colocó 200.000 mrs. de la dote correspondiente a su hijo en la compañía de los Covarrubias, de la que el joven Lerma era factor: en pago de las dichas doscientas mill maravedis reçebio el dicho Alonso de Lerma de la dicha compañía de los dichos Covarrubias en Flandes, çien libras de gruesos y en Bretaña quinientas coronas. más adelante dirá: fueron las doscientas mil quel dicho Garçia Martínez de Lerma le libró en los dichos Covarrubias e lo restante para en pago de lo qual dicho Alonso de Lerma avía estado en compañía de los dichos Covarrubias. ARChV, Pleitos Civiles, Ceballos Escalera, leg. 135, cuadernillo cosido sin foliar. En Caunedo del Potro, “La disgregación de una rica hacienda: el ocaso mercantil de los descendientes de Diego de Soria. ¿Un problema político?”, Espacio, Tiempo y Forma. Serie III, Historia Medieval, 19, 2006: 77-97.

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el viaje en carreta; sin embargo, el guardián del muelle arresta la mercancía. En este momento Arberto vuelve a servirse de su relación con el barquero flamenco para ganarse la voluntad del oficial. Finalmente este aceptará del factor castellano la entrega de un anillo de oro como garantía de un posterior pago en metálico30.

negocios en que onestamente pudiese venir y estar e por le fazer bien e yndustriar le tomo por su criado e fator e como tal le enbio a la çibdad de Nantes que es en el ducado de Bretaña y después de alli le mando yr a la çibdad de Tolosa que es en el reyno de Françia33.

En una situación muy parecida, Gonzalo de Burgos – factor de Juan de Burgos – emprende acciones legales ante el Gran Consejo de Malinas con objeto de recobrar una carga de vinos del Poitou arrestados en la Esclusa por el bailli de l’eau31. Si de Arberto podemos encomiar su desenvoltura y picardía a la hora de actuar en provecho de su amo, de Gonzalo de Burgos valoramos su capacidad para moverse con soltura por la maraña de jurisdicciones y tribunales flamencos hasta alcanzar la más alta instancia judicial del condado. Ni a uno ni otro parecen faltarle los recursos – de distinta índole, como hemos visto – para cumplir con sus responsabilidades de factor.

Múltiples, exigentes y complejos son los cometidos que deben asumir los factores de negocios en el extranjero. Para cumplir satisfactoriamente estas tareas, ¿qué cualidades y aptitudes se busca en ellos?, ¿dónde se reclutaban? El primer semillero eran los jóvenes vástagos de mercaderes burgaleses de cuyos servicios tenemos múltiples noticias. Incluso podemos afirmar que, al menos para ellos, la faceta de aprendizaje y formación primaba sobre cualquier otro interés. Así se estima que ocurrió en el caso de Diego de Soria el mozo quien, a juicio de su propio hermano, fue enviado por su abuelo a Bretaña para que aprendiese y se adiestrase en el trato de la mercadería34.

Los años de servicio en una plaza tan activa y animada como Brujas podían constituir, si se sabían aprovechar, la mejor escuela de negocios de la Europa medieval. Ciertamente, la villa flamenca era el ámbito laboral más favorable para adquirir experiencia, conocimientos y contactos de gran utilidad, que podrían rentabilizarse a medio plazo, cuando emprendiesen negocios por su cuenta, bien fundando su propia compañía bien integrándose en la misma en la que sirvieron pero esta vez como socios.

Es razonable que se acuda al entorno más cercano si pensamos en la factoría como preparación para hacerse cargo en un futuro de compañías en las que con frecuencia los socios comparten lazos de parentesco. El deseo de continuidad, las relaciones familiares y la cohesión de grupo son otros tantos elementos a tener en cuenta en la incorporación a la firma comercial de los jóvenes hijos de mercaderes. Se presume en ellos, además, una cierta familiaridad y conocimiento del mundo de los negocios y la ambición de mantener y acrecentar – junto con las ganancias derivadas del comercio – el prestigio del propio linaje.

Juan de Medina, mercader burgalés establecido en Brujas en el siglo XVI, recuerda en su testamento las enseñanzas impartidas a su factor Gabriel de Biana. Las indicaciones y avisos, con otras ventajas que le abran aprovechado si lo a sabido guardar con los buenos consejos que contino le tengo dicho y mostrado de lo que debiera de hazer32. En 1486 Fernando de Segovia declara ante las justicias de Segovia que se ocupó de la formación de su sobrino, Juan de Sedeño quien estaba en la dicha çibdad syn entender en cosa alguna de

30. Amberes, 10 de marzo de 1491. Recogido en Doehaerd, R. Études Anversoises. Documents sur le commerce international à Anvers. 3 vol., Paris, 1962-1963. 31. Malinas, 25 de Agosto de 1473. Grand Conseil de Malines, Árchives Générales du Royaume, Bruxelles, 792.38, fol. 125r-126v. 32. SAB, Spaans Consulaat, Testamentos pasados ante Pedro de Paredes (1544-1566), fol. 33r-39v.

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El parentesco entre principal y factor aparece con frecuencia en la documentación flamenca y española y no solo en el caso de las grandes firmas, sino también en el seno de familias mercantiles de menor proyección internacional35. Más

33. ARChV, Reales Ejecutorias, 2,3. 34. La factoría entendida como periodo de formación ha sido estudiada por B. Caunedo en “Factores burgaleses y en Negocios laneros: iniciación de una carrera comercial”, Actas de las I Jornadas sobre Minería y Tecnología en la Edad Media Peninsular, León, 1996:638-648. En este último trabajo traza una carrera modélica en los hijos de los mercaderes y sus diferentes etapas: desde el conocimiento de la materia prima, la lana, en las sierras castellanas hasta su servicio en distintas plazas peninsulares y extranjeras. 35. Las relaciones que aparecen con más frecuencia en la documentación son las hermanos, hijos y sobrinos del principal ocupando la factoría en Flandes. Los ejemplos son abundantísimos: en Brujas encontramos a Diego de Soria y Diego del Castillo operando como factores de sus hermanos Alfonso de Soria y Alfonso del Castillo,

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raras son las ocasiones en las que la factoría recae sobre un extranjero: a finales del XV Pedro del Castillo cuenta con un factor en Amberes, el flamenco Dyale Fals. También tenemos noticias de las operaciones que Jan Cosellis, Aerd Symonsone y Hans Fels realizan para su patrón, Diego de Haro36. Pero tal vez el elemento decisivo y de mayor aprecio a la hora de contratar a un factor sea la confianza que, necesariamente, el principal debe depositar en quien va a gozar de amplios poderes para gestionar fondos de la compañía. En efecto, a pesar de que el factor actúa en nombre de su patrón y recibe instrucciones de forma constante, en la práctica no es posible prever todas las situaciones, contingencias y escenarios en los que actuará un agente en el extranjero. Debe ser, por tanto, digno de confianza y estar plenamente identificado con los fines de la empresa. Como contrapartida a esta confianza se exige del factor una lealtad sin fisuras. Será precisamente la lealtad la cualidad básica que se reclame de él, coronada con otros atributos como la docilidad, obediencia, rectitud y probidad. Expresiones del tipo servir muy bien e diligentemente e con mucha obediencia, fidelidad e diligençia, (…) considerando su deligençia e fidelidad e saber meresçer, deligençia e recabdo e gana37 son frecuentes en la documentación. También los Manuales de Mercadería medievales son unánimes al enumerar los valores reconocidos por el grupo. Sea cual fuere su origen y lugar de elaboración, coinciden en destacar la integridad, presteza, honradez y honestidad como virtudes fundamentales y más estimadas por el grupo mercantil38. Entendemos la confianza y lealtad mutuas como las dos caras

respectivamente. A lo largo de la segunda mitad del siglo XV los burgaleses Juan Díaz de Arceo, Pedro García de Orense, Pedro García de Medina y Alonso Fernández de Espinosa están representados en la villa flamenca por sus respectivos hijos Pedro de Arceo, Pedro de Orense, Alonso de Medina y Fernando de Espinosa. Los factores Juan de Sedeño y Sancho de Embito actúan en nombre de sus tíos Fernando de Segovia y García Martínez de Mazuelo, etc.

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de una misma moneda, apreciándolas no solo como valores de orden moral sino como auténticos inputs de la empresa comercial. Estas actitudes del factor debían venir acompañadas de su capacidad profesional, su habilidad adquirida sobre todo de la experiencia directa e implicación en el negocio familiar, habitualmente desde edades muy tempranas. Un factor dotado de todas estas cualidades era la mejor de las garantías para el éxito en los negocios, la prosperidad de la compañía y el incremento de las ganancias de sus socios. E que por la industria e trabajo del dicho Alvaro de Aguilar los dichos Diego del Castillo e Francisco de Santa Qrus ganaron grandes quantias de maravedís, leemos en la reclamación que, en 1493, hace Aguilar de su salario como factor de los mencionados Castillo y Santa Cruz39. Años después el factor Francisco de Atienza reclama sus salarios atrasados en parecidos términos: que le devia myrada la calidad de su persona e myrados los buenos e leales servicios que le abia fecho del dicho tiempo a esta parte e myrando lo mucho que le avia dado a ganar e interesar en el dicho trato de la dicha mercadería (…); y más adelante: los quales meresçia myrada la calidad de su persona e de su sagacidad e saber que para tratar en la dicha mercadería avia tenido e tenya 40.

4. DERECHOS DEL FACTOR En el capítulo de los derechos, el primero de ellos era la remuneración por el desempeño de su trabajo. Un salario medio para los factores burgaleses en las postrimerías de la Edad Media e inicios de la modernidad oscilaba entre los 12.000 y 50.000 mrs. anuales. La cantidad percibida obedecía, entre otras variables, a la importancia y volumen de negocio de la plaza en la que se servía, a la eficacia del trabajo desempeñado y a la pericia del propio factor, sin olvidar sus vínculos familiares. El contrato de factoría establece un importe anual por este concepto sin que se vincule el sueldo del factor a lo abultado de la cuenta de ganancias41.

36. De Hans Fels conocemos sus tratos con el mercado hanseático como factor del citado Diego de Haro. Ver Doehaerd, R. Études Anversoises. 37. Recogidas en Caunedo del Potro, B. “Factores burgaleses”, p. 98. 38. En estos manuales además de unas habilidades técnicas se incluían un conjunto de normas de conducta, valores y virtudes exigibles a los mercaderes en el ejercicio de su actividad. Ver al respecto los trabajos ya citados de Caunedo del Potro, B. “Algunos aspectos de los Manuales de Mercaduría y La Formación y Educación del mercader”, p. 451 – 452.

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39. ARChV, Registro de Ejecutorias, 51, 40. 40. ARChV, Registro de Ejecutorias, 383, 29. Atienza pleitea durante años contra su patrón llegando su reclamación, como vemos, hasta el tribunal de la Real Chancillería. 41. Situación distinta es la de los factores ingleses del XVI cuyo salario consistía en un porcentaje de las ganancias de la compañía mientras que en el siglo XV los factores venecianos en Constantinopla percibían el 2% sobre las

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Acerca del sueldo que debe percibir un factor determinado por sus años de servicio fuera del reino contamos con los testimonios de tres mercaderes burgaleses. Estos fueron llamados a dar su parecer como expertos en la materia para ayudar al juez a dictar sentencia en el pleito que enfrentaba a Andrés de Melgosa y Francisco de Atienza42 que reclamaba su salario de factor a razón de 30.000 mrs. por cada año de servicio: que el dicho alcalde devia condenar al dicho Andres de Melgosa en las dichas trezyentas e treynta mil mrs. que devia y hera obligado a pagar al dicho su parte delos dichos honze años de servicio de cada un año treynta mil mrs. por razón del dicho servicio e trabajo que en los dichos honze años tovo el dicho su parte estando e viviendo con el dicho Andres de Melgosa. El demandado Andrés de Melgosa rehúsa el pago de tan abultada cantidad negando que el salario de su factor estuviese fijado de antemano (que no hera çierto ny verdadero que el dicho Andres de Melgosa hiziese con el dicho [Francisco de Atienza] parte de le dar en cada un año salario sino salvo lo que meresçiese myrada la calidad de su persona). Niega también que los años de servicio ascendiesen a 11 alegando que Atienza entró a su servicio como criado siendo casi un niño y durante cerca de una década vivió en su casa, a su costa por lo que rechaza también el pago de dietas de manutención: que quando entro en casa del dicho su parte el dicho parte contraria hera de hedad de treze años e estobo ocho años e medio con el dicho su parte e avia tres años e medio que no vivia con el e claro estaba que los años primeros, syendo de tan poca hedad hasta que tovyese veynte e çinco años no se devia tanto salario ny jamas se acostumbro a dar en la dicha çibdad de Burgos a ningund criado de mercader.

ventas y el 1% sobre las compras. Datos recogidos por Lanero Fernández, J. y Ortega Montes, E. “De aprendiz a mercader. El factor en el comercio internacional inglés del siglo XVI”, Pecvnia, 5, 2007: 145-180. 42. El dicho liçençiado Herrera, alcalde del proçeso del dicho pleito (…) dixo que para más clara e buena e justa determinaçion del dicho pleito e avtos e averiguaçion della mandava e mando a amas las dichas partes que dentro de tres días primeros siguientes nombrasen sendas buenas personas, mercaderes. ARChV, Registro de Ejecutorias, 383, 29.

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Además, a pesar de los tintes elogiosos con que Francisco de Atienza se describe a sí mismo y a su gestión, Andrés de Melgosa insiste en la ineptitud del joven: le reprocha que escriba mal, fallo imperdonable en un factor: e la parte del dicho Andres de Melgosa presento ante el dicho alcalde çiertos quadernos de escripturas e cuentas de mano del dicho Françisco de Atiença para decir quan mal escrito hera. Y más adelante continua cuestionando la capacidad profesional del demandante: en sus primeros años de servicio a causa de su juventud (no meresçiendo la mitad del salario de lo que meresçia despues que obo veynte años a cabsa de su poca avilidad e poca hedad e saber) y, en general, porque no le sirvió bien: porque segund lo poco que sirvió la dicha parte contraria [e] de la manera que sirbio no meresçia dos mil mrs.43 Ante testimonios tan encontrados el juez solicita el parecer de tres expertos que, de acuerdo con su experiencia y una vez examinada la contabilidad aportada en el proceso del juicio, declararen qué cantidad anual debía pagarse al factor demandante44. Se nombra a tres mercaderes de Valladolid: Tomás de Bustamante – nombrado por parte del factor Francisco de Atienza – establece un sueldo anual de 8.000 mrs.45; García Cocón – declarante por parte del mercader

43. En pieza aparte del expediente reseñado, Melgosa acusa a su factor de haber retenido indebidamente el cobro de rentas y deudas: hasta en quantia de dozientos mil mrs., el qual se avia quedado con ellos e non abia dado quenta al dicho su parte y más adelante: porque avia más de dos años que se andaba ascondiendo e absentandose (….) porque le debía çinquenta mil mrs. de alcançe de çiertos prestamos que abia cogido el año pasado de mil e quinientos e diez e nueve, del qual no avia podido cobrar los dichos mrs., ARChV, Registro de Ejecutorias, 384, 12. Asimismo le culpa de manipular los libros de cuentas: lo otro porque paresçia en las dichas cuentas que tenya de las que se hizieron en la dicha çibdad de Burgos el dicho parte contraria despues de vistas en la dicha nuestra avdiençia, añadio e puso de su mano en la margen de las dichas cuentas un capitulo de tres mil e dozientso mrs. lo qual añadio y dezia que estos mrs. heran para le gratificar lo qual demas de ser falsamente puesto aun aquello hazia más contra la parte contraria porque si mrs. su parte le dio para gratificar claro hera que no le devia nada y en todos los salarios estaban ya conçertados. 44. E mando a amas las dichas partes que dentro de tres días primeros siguientes nombrasen sendas buenas personas, mercaderes, cada uno la suya y sobre juramento que primero fiziesen averiguasen entre el dicho Françisco de Atiença e Andres de Melgosa lo que justamente el dicho Françisco de Atiença pudo meresçer en cada un año por el servicio que hizo al dicho Andres de Melgosa e tasasen e averiguasen por los libros e cuentas de las partidas que el dicho Andres de Melgosa dezia que le avia dado todo aquello que justa e buenamente se devia resçibir en cuenta del dicho servicio para que ansy averiguado e liquidado lo traxiesen ante el para que sobre ello proveyese lo que de justiçia devia ser fecho e que sy los dichos contadores no se concertasen que el nombraría un terçero. ARChV, Registro de Ejecutorias, 383, 29. 45. Yo el dicho Tomas de Bustamante, contador nombrado por mandado de vuestra alteza por parte de Françisco de Atiença digo que es my paresçer que se de e pague al dicho Françisco de Atiença por cada año delos años que paresçe que el dicho Françisco de Atiença syrbio al dicho Andres de Melgosa le de e pague ocho mil mrs. por cada

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principal, Andrés de Melgosa – cuya estimación se reduce a 4.500 mrs. por año46 y, por último, Francisco de Torquemada, nombrado por el tribunal cifra el salario en 5.000 mrs. anuales47. Los dos últimos aclaran que estas cantidades corresponden únicamente al sueldo del factor (por su servicio y persona). Las dietas de manutención y transporte debían integrar una partida aparte que fijan en 1,5 reales por día de servicio48. Finalmente la sentencia determina que el dicho Andres de Melgosa de y pague al dicho Fançisco de Atiença por razon del tiempo que le sirvió, diez años a razon de çinco mil mrs. cada año que montan çinquenta mil mrs. e no mas49. El litigio entre Atienza y Melgosa ilustra que al salario se sumaban otras partidas que corrían también por cuenta de la compañía como los gastos de alojamiento, manutención y vestido: más el gasto de comer y bever y bestir de la manera que otros semejantes factores se bisten honestamente50. Estos costes se computaban

uno delos dichos años y este es my paresçer e fírmelo de my nombre. (…) Digo yo Tomas de Bustamante que me paresçe que los dichos ocho mil mrs. de suso declarados que los meresçe muy bien el dicho Françisco de Atiença por quanto en Burgos se dan muy mayores salarios que en esta villa a las personas que sirven, de lo que el dicho Françisco de Atiença servya. Ibidem. 46. Yo, el dicho Garcia Cocon, contador por Andres de Melgosa, digo que vistos los testigos presentados por ambas las dichas partes e conformandome con lo que yo e otros mercaderes desta villa damos a nuestros criados e myrando unos años delos que el dicho Françisco de Atiença bibio con el dicho Andres de Melgosa, meresçia algo más unos con otros digo que es my paresçer que el dicho Andres de Melgosa de y pague al dicho Françisco de Atiença por cada un año de todos los dichos años que paresçiere por verdad que le syrvio, quatro mil e quinientos mrs. e este es mi paresçer e lo firmo de mi nombre. Ibidem. 47. Françisco de Torquemada, terçero nombrado por madado de vuestra alteza en el pleito que es entre Andres de Melgosa y Françisco de Atiença, su criado, sobre cerca del servicio lo que meresçe en cada uno delos años en los que el dicho Françisco de Atiença hizo e servio al dicho Andres de Melgosa, digo que ynformado de lo que en Burgos se da a criados de mercaderes segund de lo que este Françisco de Atiença servia al dicho su amo e segund lo que en esta villa otros mercaderes dan a sus criados, digo que me paresçe que el dicho Andres de Melgosa de y pague al dicho Françisco de Atiença por cada uno de los años que paresçiere averle servido çinco mil mrs. (…) E este es my paresçer del dicho Françisco de Torquemada, fecho el dia, mes e año sobredichos. Ibidem.

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junto con los de desplazamiento (transporte, monturas, establo, etc.) formando una partida única51. En 1493, por ejemplo, Álvaro de Aguilar reclama 50.000 mrs. de costas por 6 años de servicio como factor en Flandes52. A esta cantidad aun podían añadirse el pago a los criados y sirvientas que asistían al factor, y excepcionalmente los gastos médicos. Podríamos englobar estos conceptos en una partida considerada «gastos de representación» puesto que el factor es, en todo momento, la imagen de la compañía. Yo estando por vuestra merçed es una fórmula constantemente empleada. No solo su actuación profesional, también su vida privada, su forma de presentarse y su apariencia debían reflejar la misma credibilidad, pulcritud y mesura con que cerraba un contrato o anotaba una suma en sus registros contables. De ahí el cuidado de su apariencia y vestido, la atención a dónde se alojaba, en qué lugares debía dejarse ver y aquellos que no debía frecuentar. Entre estos últimos, las tabernas de mala reputación, los bajos fondos y, sobre todo, los lugares de juego. Siempre se les recomienda mantenerse apartados de los naipes, dados y otros juegos de azar, (…) huir de la gula y dela embriaguez53. En Castilla, el mercader Fernando de Segovia recrimina a su sobrino y factor en Flandes, Juan Sedeño, su afición al juego que le había llevado a dilapidar el patrimonio de la compañía del que indebidamente se había apropiado: Y como vino a la dicha çibdad syn restituyr ni dar al dicho Fernando de Segovia, su parte, sus bienes y fazienda, mostro muchas joyas de oro y plata y mercadurias y otras cosas de asaz cantidad y mostrara más sy no lo jugase y perdiese como persona que le pareçia que jugaba y perdia lo ageno. Y más adelante: que

48. Que se entienda que lo suso dicho Andres de Melgosa de y pague al dicho Françisco de Atiença con condiçion que el dicho Andres de Melgosa aya dado todo el tiempo que paresçiere averle servido mula e de comer al dicho Françisco de Atiença e que sy esto no le oviere dado, que demás del dicho salario le devia pagar real e medio por cada un dia delos días que paresçiere que no le dio de comer al dicho Françisco de Atiença e a la cabalgadura con que le sirvia. Ibidem

51. Andrés de Melgosa sostiene haber satisfecho a su factor los gastos de mantenimiento y los desplazamientos, presentando como prueba unos apuntes contables: que sy la parte contraria servia a su costa e con su caballo, no pasando ansy en verdad, porque en el proçeso del dicho pleito estaban presentadas unas ojas de cuentas de costas que le avia contado en vezes al dicho su parte de las vestias que le enviaba e de lo que le dava para el camino e de lo que avia menester e todo yba a costa del dicho su parte y estaba sacada la cuenta en un pliego que tenya resçibido para en cuenta de su salario, lo qual se averiguo en su presençia delante de Diego de Valderrama y un primo de la parte contraria y estaba firmado de su nombre. Ibidem.

49. Valladolid, 17 de Noviembre de 1525.

52. ARChV, Registro de Ejecutorias 51, 40 y 56. 22.

50. Archivo Histórico Nacional, Clero, leg. 998. En la primera reclamación que hace Francisco de Atienza en la que solicita de su amo 30.000 mrs. anuales distingue entre ambos conceptos: los quales dichos treynta mil mrs. (…) meresçia cada un año delos dichos honze años que le serbio, los veynte dellos e más por su persona e los diez mil por la costa e mantenimiento de su persona e cabal[ga]dura. ARChV, Registro de Ejecutorias, 383, 29

53. Esta recomendación aparece prácticamente en todos los Manuales de Mercaduría al uso recogidos por B. Caunedo del Potro en “Algunos aspectos de los Manuales de Mercaduría. El valor del aprendizaje. La pereza es la llave de la pobreza”, Anuario de Estudios Medievales, 41/2, 2011: 803-817.

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jugaba e fazia otros gastos e malos recabos de los dichos bienes54. En ocasiones los problemas por impago de deudas de juego llegan hasta las justicias municipales de Brujas como ilustra la condena del tribunal de los escabinos al burgalés Alonso de Castillo quien deberá a Francisco de Verona las 12 lb. que había apostado – y perdido – a la parture55. Es evidente el interés en proporcionar al factor los medios adecuados para que viva con cierto acomodo y represente dignamente a su firma comercial. Su papel de representación, al que ya hemos hecho referencia, tiene aún otro nivel por encima de sus propios negocios e incluso de la consideración de su compañía. La actuación de los factores y negociantes castellanos en Brujas simboliza y encarna la imagen corporativa de la Nación de España en la ciudad y en el condado de Flandes. Cabe interpretar en este sentido la esmerada participación de los castellanos en las fiestas, ceremonias y procesiones cívicas o religiosas celebradas en la villa así como su implicación en la vida ciudadana como benefactores de iglesias y conventos. La visibilidad de estos espectáculos de masas medievales (conmemoraciones y desfiles, triunfos, albricias, procesiones, etc.) en los que la Nación participaba colectivamente56 hacía de los mismos el vehículo idóneo para proyectar una imagen identitaria de unidad, cohesión y riqueza. Como escenificación del poder, desfilar por las calles de Brujas con sus mejores galas constituía además una forma de medirse con las otras naciones con representación en la ciudad. Valores como identidad, inclusión y diferenciación presentes en la fiesta contribuían a consolidar una imagen de solidez y credibilidad fundamental para en los tratos comerciales57. Los mecanismos de defensa de la reputación corporativa no se limitan a la participación en las celebraciones gozosas o luctuosas de la vida ciudadana. Hay que señalar también el celo con que se vigila el respeto a los privilegios concedidos a la corporación mercantil. La documentación flamenca ofrece

54. ARChV, Reales Ejecutorias, 2,3. Valladolid, 21 de marzo de 1486. 55. Gilliodts van Severen, L., Cartulaire, p. 360. 56. El cuerpo de la Nación, leemos en los documentos. 57. Es sintomático que la Nación nunca renuncie a participar en estas festividades, ni siquiera en épocas de estrechez, cuando los cónsules informan de la falta de fondos para afrontar estos gastos y sea preciso un sobreesfuerzo económico que – parece – se da por bien empleado para mantener una imagen de prosperidad.

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múltiples ejemplos de la actuación de los cónsules frente a comportamientos que consideran injuriosos para la Nación. Si es necesario, llegan hasta el Consejo de Flandes para protestar por la detención en lugar público – la Bolsa de Brujas – del mercader Diego de Aranda. Significativamente no niegan los cargos contra el castellano; su demanda se basa en el carácter vergonzante del arresto y en la posibilidad del pago de una fianza para evitar la pena de cárcel, más deshonrosa para el culpado y, sobre todo, para sus connacionales, para el prestigio y buen nombre de la Nación58. Es solo una muestra de las numerosas gestiones y desembolsos de la comunidad de mercaderes para sortear a toda costa la prisión de sus miembros menos ejemplares. Como de la mujer del César, del mercader se espera que sea honesto y también que lo parezca. Es comprensible, por tanto, que la compañía se preocupe de la imagen de sus factores, de que su apariencia externa, vestido y alojamiento sean acordes con la firma que representan. La Nación hace lo propio con la imagen corporativa59. A fines de la Edad Media el comercio a larga distancia continúa siendo una actividad peligrosa. Por eso las compañías se hacían cargo de los gastos extraordinarios derivados del riesgo y violencia sufridos en el ejercicio de la profesión: que en la dicha çibdad de Burgos entre los dichos mercaderes e tratantes della es costumbre que quando algun fator o criado, yendo e estando en serviçio della le prenden, que esta tal su rescate a costa de la misma compañía e quel mismo rescate se pone a cargo de la misma compañia. La compañía de Diego de Soria asumió el pago para la liberación de su factor Diego de Soria el mozo, hecho prisionero en Francia cuando viajaba a Flandes para hacerse cargo de la factoría de su abuelo en la Rochela60.

58. Ledit Wouter Despars, comme bourgmestre du cours, fait prendre au corps Diego Daranda, suppost de ladite nation, en lieu publique, assavoir au lieu de la bourse en contrevenant aux privileges, transactions et appointemens accordez et octroyez a icelle nation. Transcrito en Cartulaire du Consulat, I, 220-221. 59. Es revelador que Ventura del Castillo, en ausencia de su patrón, ocupase los mismos aposentos que este tenía alquilados para su propio alojamiento: tenyendo cámara e aposento por mi en la casa nombrada la casa negra situada en la calle delos españoles, Vid. supra nota 22. Como espacio representativo de la potencia de la corporación mercantil valoramos asimismo las obras de construcción y acondicionamiento de la sede de la Nación en la Langhenwincle de Brujas, detalladas por J. Maréchal en su estudio arriba citado. Vid. supra nota 21. 60. Citado por Caunedo del Potro, C. en Factores burgaleses, p. 108.

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Si todo desplazamiento entrañaba riesgo, este aumentaba cuando el viaje suponía movimiento de capital, como señalan algunos factores a la hora de reclamar o ajustar salarios. Durante el tiempo en que Francisco de Atienza sirvió a Andrés de Melgosa fue muchas e diversas vezes a Estremadura e al Andaluzia e a reynos estranjeros que es a Portugal e a Aragon con mucha suma de mrs. que llevaba e traya en gran peligro de su persona a cabsa de traer consigo el dicho dinero muchas vezes aventuro su vida e persona61. Las sumas obtenidas en concepto de salarios y dietas podían fácilmente incrementarse si se hacía al factor partícipe de los beneficios de la compañía. Este recurso servía de incentivo a su productividad, a su eficacia en palabras de la época, al admitir una cantidad de capital del factor en el fondo de la compañía. Se asignaba por esa cantidad una participación en los beneficios, fijada de antemano y que oscilaba en torno al 5%. Incluso, en algunos casos, se estipula que el salario percibido se coloque en el capital de la sociedad, convirtiéndose de este modo en un socio más62. De lo expuesto podemos concluir que el cargo de factor estaba bien remunerado económicamente – era opinión común – y era un desempeño con proyección si se sabía aprovechar.

5. MECANISMOS DE CONTROL DE LA COMPAÑÍA La distancia que separaba al principal de sus agentes en el extranjero unida a los importantes recursos que depositaba en sus manos para que los administrase en su nombre constituía una combinación arriesgada. El peligro de que el factor, fuera del alcance de la vigilancia de su señor, estuviese tentado de actuar en beneficio propio y usase indebidamente el dinero o la marca de su principal, debía ser conjurado mediante la aplicación de mecanismos de control. Significativamente, cuando los mercaderes burgaleses solicitan de

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los Reyes Católicos la erección de un Consulado de comercio, uno de los argumentos en que apoyan su petición es la necesidad de poner freno a los abusos de los factores: “Quejábanse después de los males que traían a los comerciantes los factores, «que robaban a sus amos y a cabo de cinco o seis años que habían tenido la factoria, tenían más hacienda que sus amos, y sobre las cuentas ponían pleito con el dicho su amo, con el favor que los abogados les dan, que diz que no pueden haber justicia y razón con ellos». Dolíanse también de que los factores que enviaban fuera del reino se negaban a acudir a Burgos a dar sus cuentas, cuando se las pedían (…) y que desta manera hacían fraudes y encubiertas en las haziendas y negociaciones que de ellos confiavan, y robaban a sus amos63”. Dos fueron los tipos de instrumentos para fiscalizar y supervisar la recta actuación de los factores. En primer lugar, podemos hablar de unas herramientas formales, sistematizadas, que se contemplan en las propias Ordenanzas del Consulado de Burgos. Como primera medida se establece una auditoría anual en la que, coincidiendo con la celebración de la Feria de Medina del Campo, los factores en el condado de Flandes y en los reynos de Francia y Inglaterra y Ducado de Bretaña y en otras cualesquier partes fuera destos dichos nuestros reynos, presenten sus libros contables para su examen por una comisión de cuatro mercaderes: mandamos a los dichos factores e Cónsules que envíen cada año á los dichos Prior y Cónsules para aquellos la traygan á la feria que se hiciere en la villa de Medina del Campo cada año: e traydas á la dicha feria mandamos que quatro mercaderes, dos de la dicha ciudad de Burgos y otros dos elegidos por los mercaderes de las otras ciudades e villas de los nuestros reynos, los cuales todos examinen las dichas cuentas, y lo que por ellas fallaren que non se debe recibir en quenta, que non lo reciben, é lo fagan restituyr á los que lo mandaron gastar64.

61. Ambos mercaderes burgaleses se enfrentan en un largo pleito en el que Atienza reclamaba a Melgosa su salario como factor tras 11 años de servicio. ARChV, Registro de Ejecutorias, 383, 29. 62. Datos sobre este uso en Caunedo del Potro, B. Factores burgaleses… , p. 109-10 y en Casado Alonso, H. Crecimiento económico, redes de comercio… , p. 27, que considera esta práctica como la más interesante de este tipo de contratos.

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63. García de Quevedo, E. Ordenanzas del Consulado de Burgos de 1538 [en adelante Ordenanzas], Burgos, 1905, p. 48-49. 64. Ordenanzas, p. 160.

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Además de esta anual, las Ordenanzas imponen una segunda auditoría y rendición de cuentas previa a la boda del factor siempre que este tenga intención de contraer matrimonio en el extranjero65. Otrosi mandamos que los dichos factores delos dichos mercaderes de la dicha ciudad de Burgos sean obligados a venir a la dicha ciudad de Burgos a dar las quentas de las mercaderias o haciendas que les fuesen encomendados á sus amos y estén en la dicha ciudad ante los dichos Prior y Cónsules á derecho sobre las deudas que de las dichas cuentas se recrecieren, aunque los dichos factores sean é bivan fuera de la jurisdicción de la dicha ciudad é sean casados fuera dellas antes ó después que tienen las dichas factorias66… Esta medida se explica por la práctica abusiva de sustraerse a la fiscalización del principal alegando que el enlace con una mujer extranjera los situaba fuera de la autoridad consular castellana: “que ansi mismo sabíamos que muchos de los factores que venían de Flandes é de otras partes, por se excluir de no dar quenta a sus amos se ivan a casar á otros lugares fuera de la dicha ciudad de Burgos, y de su jurisdicción: é que cuando les enviaban á mandar que viniesen á dalles quenta respondían que les demandasen en su jurisdicción: lo cual diz que era contra justicia y en daño y perdición de la dicha mercaderia pues los tales cargos les avían seydo dados en la dicha ciudad de Burgos y por los mercaderes della67”. La confirmación de los privilegios de la Nación realizada por el archiduque Maximiliano en 1528 es – si cabe – aun más explícita puesto que ni siquiera

65. En Caunedo del Potro, B. y Sánchez Martín, M. “Menores y huérfanos en la comunidad castellana de Brujas: Una primera aproximación a su estudio”, Espacio, Tiempo y Forma. Serie III, Historia Medieval, 11, 1998: 39-60, se especifica que el 39% de los mercaderes que aparecen en el Libro de Tutorías de la Nación había contraído matrimonio con mujeres flamencas, signo inequívoco de su integración en la sociedad local.

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la naturalización como flamenco eximía al factor de la obligación de rendir cuentas en Castilla: “Yten que todas y quantas vezes algunos supuestos dela dicha nasçion d’España se casasen en esta villa abiendo sido o otramente demandaren ser bruxeses aviendo sido factores o servidores conpañeros o parçioneros en echo de mercaderia de algunos dela dicha nasçion sus amos y mercaderes estando en España sean tenidos y obligados dentro del primer año que fueren casados o echos brugeses de se trasnportar en persona en España para dar quenta a sus dichos amos o conpañeros de todo de lo qual ellos abran la administraçion no obstante el dicho mariaje (sic. mariage) o franqueza de brujes y a que en este caso no les aprovechar e sy algunos refusasen desto a estos reusantes los dichos dela nasçion d’España los pueden azer y tomar prisioneros y seran delibrados en manos delos consoles dela dicha nasçion por los ynviar a España a sus dichos amos o conpañeros e asy les aremos toda ayuda e asystençia al avanzamiento de justicia68”. A este control institucional hemos de añadir otros mecanismos menos formales pero igualmente eficaces: la incardinación de los factores en el seno de la Nación, el trato continuo en reuniones y comisiones, las relaciones de vecindad, los encuentros profesionales y personales hacen que el factor viva permanentemente en un escaparate, bajo la atenta mirada de sus connacionales. Cualquier actitud o proceder que desmerezca lo que se espera de él va a ser conocido por todos, cuestionado y comunicado a Burgos. Se evalúa su trabajo y también su vida privada pues, como ya hemos señalado, la reputación del mercader no distingue el ámbito profesional del personal. Las deudas con la justicia o con los acreedores pueden saldarse, el dinero y los bienes defraudados pueden restituirse pero, ¿puede hacerse otro tanto con el desprestigio y la pérdida de confianza provocados por una mala praxis en los negocios o una conducta escandalosa? La condena social – mas severa que la de los tribunales – es persistente y estigmatizadora y la quiebra de la confianza, valor imprescindible en el trato mercantil, difícilmente recuperable. La pena del banimiento – o

66. Ordenanzas, p. 158-159. 67. Ordenanzas, p. 154.

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68. SAB, Spaans Consulaat, Cartulaire A, fol. 36v.

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inhabilitación por un período de tiempo – aplicada por los cónsules tenía un fuerte componente de rechazo y deshonra para quienes la padecían69. A pesar de estas medidas de control para sortear el fraude y el abuso de confianza entre los titulares de las compañías y sus factores, no faltan ejemplos de situaciones conflictivas que conocemos a través de sus expedientes judiciales. Un primer grupo de conflictos son los derivados del incumplimiento de las obligaciones del principal hacia sus factores. La mayor parte de los pleitos por esta causa se centran en reclamaciones salariales. A los ejemplos ya mencionados de los factores Francisco de Atienza y Álvaro de Aguilar70 podemos añadir el caso de Juan López Pardo, factor en Brujas de la compañía de los Pardo. En 1470, ante el retraso en el pago de las 1.350 lb. gr. de su salario de factor, acude a las justicias municipales que emiten sentencia a su favor. En virtud de dicha sentencia los escabinos proceden al embargo de mercancías de la compañía por valor de 1.200 lb. gr.71. Las transgresiones también pueden venir por parte del factor. En este segundo grupo la causa más habitual fue el incumplimiento de la obligación de someterse a las auditorías de cuentas previstas en las Ordenanzas. En 1494 el mercader burgalés García Martínez de Mazuelo declara que Sancho de Embito, su factor en Londres por espacio de 7 años, no enbargante que en este tiempo muchas veces le fue escripto e enbyado a llamar que viniese a le dar cuenta del

69. Sobre el banimiento, ver Sánchez Martín, M. Los archivos españoles…, p. 333. 70. Vid. supra nota 39 y 52. Aguilar reclama su salario por 6 años de factoría en Portugal y Flandes que estima en 140.000 mrs. desglosados en 15.000 mrs. anuales más 50.000 mrs. de costas (las costas necesarias que en la administración dela fazienda fizo). El pleito se prolonga durante varios años y el demandado se lamenta de su indefensión presentándose como joven y necesitado ante el abuso de sus poderosos amos: E que lo fazien por el ser pobre e menor. 71. Integraban la compañía de los Pardo los mercaderes Pedro y Alfonso Pardo y Diego de Soria. Finalmente Juan López Pardo retira la demanda y pide la absolución de los demandados. Con este objetivo se presenta ante el tribunal escabinal y declara actuar libre de toda coacción por parte de sus patronos: Sed quia dictus Johannes Loupes tamquam penitentia ductus in nostra presentia dixit quod in dicta causa et lite dicti arresti actionis seu petitionis nullatenus insistere volebant, sciens si non bonam causam sed litem fovere, ideo sua sponte et libera voluntate, etiam non aliqua vi aut metu coactus, dicte cause et liti, et actioni seu petitioni quas ratione dicti arresti intentaverat, aut imposterum intentare poterit, etiam alie cuilibet actioni seu petitioni sibi quomodolibet et qualitercumque competente, tam reali personali vel mixte renunciavit expresse. Transcrito en Cartulaire du Consulat, I, 108-110. No resulta descabellado pensar que el factor llegaría a un acuerdo privado con sus patronos.

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fasymiento que no lo ha querido faser yendo contra el dicho juramento que asy fiso e que se le ha alçado con grand parte dela fasyenda e que se la retiene e que lo podía ser en cargo más de quatroçientos mil mrs. los quales le ha retenido dos años ha72. La negativa al control periódico de la contabilidad solía ser indicio de problemas mayores, desde pequeños hurtos hasta el desfalco del capital de la compañía. Otra de las acusaciones que se repiten en la documentación es la de apropiación y uso indebido de dinero y bienes de la compañía, generalmente para negociar por cuenta propia. El mercader Fernando de Segovia acusa a su factor Juan de Sedeño de retener 14.000 doblas la qual dicha suma syn cabsa ni razón alguna de fecho y contra voluntad del dicho Fernando de Segovia, su parte, retuvo y retiene en sy e lo que más grave era la nonbrava fazienda y bienes suyos73. Los procesos por manipulación de la marca de la compañía tampoco faltan en este catálogo de irregularidades74. Un tercer grupo de litigios está motivado por situaciones confusas, en las que se juega con la ambigüedad en los contratos de factoría. Las partes interpretan arbitrariamente los compromisos adquiridos en virtud de dichos contratos, en especial cuando estos son verbales o tácitos y no se han plasmado sobre el papel. Aumenta así la dificultad para determinar la duración exacta del contrato. En estos casos el factor sostiene haber actuado en nombre de la compañía y en cumplimiento de las instrucciones del principal, pero este puede negarlo y alegar que el periodo de factoría ha expirado. También se da el caso contrario: que el factor continúe actuando como representante de una firma comercial aunque su servicio con el principal esté cumplido y acabado. En 1475 Juan López Pardo pretende cobrar en beneficio propio las deudas que varios mercaderes franceses tienen con la compañía de los Pardo; la intervención de su antiguo principal, Alonso Pardo, demuestra que Juan López Pardo ya había cesado en el cargo de factor y que los acreedores contrajeron la deuda con la citada compañía no

72. AGS, RGS. 149404, 240. 73. ARChV, Reales Ejecutorias, 2, 3. 74. En 1466 Diego de Gumiel, factor de Juan de España es acusado de traficar con lanas con la marca de la compañía tiempo después de la disolución de esta. SAB, Spaans Consulaat, Civiele Sententien, Vieskaar, 14651469, fol. 38v-39v.

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con el mencionado factor a título personal75. Tanto si el fraude es imputable al principal como al factor, la primera disposición de los tribunales era requerir la presentación de pruebas (documentales y/o testificales) en las que las partes aclarasen los términos del contrato. Solo así sería posible determinar y juzgar si un trato comercial determinado era imputable al factor a título personal o como representante de la compañía. En muchos casos la ambigüedad es, sin duda, deliberada y la propia denominación parece alentar los equívocos. Cuando habla de sus factores el principal utiliza expresiones como está por mi, recibió por mí, mi criado, mi procurador, etc. Fernando de Segovia es mucho más preciso al referirse a Juan de Sedeño como su qriado, fator, negociador y gestor76. La imprecisión puede ser una baza del principal a la hora de rehuir compromisos, pagos, etc. En 1448, los acreedores flamencos de Juan Díaz de Arceo son incapaces de demostrar ante las autoridades municipales de Brujas que Pedro de Arceo es factor de su padre, el mencionado Juan Díaz de Arceo y, por tanto, responsable de las deudas contraídas por este77. El cierre de cuentas al finalizar el contrato de factoría y la sucesión de factores en el extranjero son situaciones delicadas en la vida de la empresa y en la de los propios factores. Es en este momento cuando salen a la luz las torpezas, las incorrecciones y – si los ha habido – los abusos de su gestión. La minuciosa revisión de los libros contables hace difícil esconder conductas abusivas o incluso delitos como la retención de fondos de la firma o la manipulación en las cuentas.

75. Jehan Loupes avoit autresfois este facteur de lostel et compaignie de ceulx de Pardo, et que en rendant ses comptes et en deportant de ladite compaignie il rendy entre autres debtes et cedules a ses maistres certaine cedule par laquelle Gregoire de Moulles, marchant de Tournay, estoit obligie envers ledit Jehan Loupes en la somme de XXV lb. gros. Gilliodts van Severen, L. Cartulaire de l’Ancienne Estaple de Bruges, Bruges, 1904, vol. II, p. 220-221. 76. ARChV, Reales Ejecutorias, 2, 3. 77. A quoy le dessusdit Pierre d’Archeo, deffendeur, eust respondu denyant estre tenu et obligie aucunement envers lesdis demandeurs ni aucun d’eulx en aucunne somme de deniers et nyant aussi estre facteur ou compaignon en merchandise dudit Jehan Dies d’Archeo, son pere, et disant enoultre que point n’estoit trouve qu’il ait eu ou ait encoires aucune maniance, gouvernement ou administration d’aucuns biens appartenans a sondit pere ou aussi auxdits Sanse et Guillem de La Lo, requerant pourtant estre absolz des demandes desdis demandeurs. SAB, Spaans Consulaat, Civiele Sententien, Vieskaar, 1447-1453, fol. 62.

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Sin llegar al fraude o abuso de confianza, era habitual que el factor saliente dejase asuntos inacabados por la propia dinámica del trato comercial: pagos aplazados, compromisos futuros de compra, operaciones cambiarias, pleitos pendientes, etc. Todos estos problemas pasan al factor entrante. En el pleito arriba mencionado contra Juan Díaz de Arceo, los demandantes invocan los usos mercantiles vigentes en la villa de Brujas según los cuales el sucesor en factoría estaba obligado a satisfacer las deudas y compromisos de su predecesor en el cargo78. Abundan las noticias de factores que han cesado ya en su obligación y que remiten las reclamaciones que reciben a su sucesor en la factoría79. En definitiva, ocupar una factoría en el extranjero no consistía tan solo en hacerse cargo de los libros de cuentas sino en tomar el relevo de una figura que, habitualmente llevaba años actuando como intermediario e interlocutor con clientes, proveedores, autoridades, etc. No es de extrañar que Juan de Segura y Juan de Bilbao, factores de la compañía de Pedro de la Torre, rueguen a Francisco de San Vítores, su predecesor en el cargo de factor, que continuase un tiempo con los negocios, confesando su desconocimiento del mercado de pieles y su inexperiencia en la plaza flamenca: Ytem (…) rogaron al dicho Francisco de San Bitores e le mandaron que lo vendiese e tubiese la quenta por estar como estaba más platico (sic. práctico) en la tierra y en el conosçimiento delos pelegeros e porque los dichos fatores eran reçien ydos a Flandes e no estaban tan yntitutos en lo que conbenia al despacho dela mercadería80.

78. Et pour tant requeroient que selon les loix, drois, coustumes et usages dela ville de Brugge par lesquelles le sucesseur en factorie ou administration d’aucun marchand est tenu a satisfaire, contenter et paier les changes et debtes du predecesseur dicelluy merchant. 79. El tribunal escabinal de Brujas condena a Sancho de la O, factor de Juan Díaz de Arceo, a satisfacer las deudas contraídas por Pedro de Arceo, el anterior factor de la compañía. Brujas, 23 de Octubre de 1448, SAB, Spaans Consulaat, Civiele Sententien, Vieskaar, 1447-1453, fol. 62. Ante ese mismo tribunal, Rodrigo de Carrión reclama el pago de una deuda de 10 lb. gr. a Gonzalo de la Mota, sucesor de Pedro de Orense como factor en Flandes de Pedro García de Orense. Brujas, 26 de Octubre de 1465. SAB, Spaans Consulaat, Civiele Sententien, Vieskaar, 1465-1469, fol. 8v. 80. SAB, Spaans Consulaat, Registro de Pedro de Paredes, 1544-1547, 134r-140v.

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6. CONCLUSIÓN En el complejo sistema de relaciones que conforma el comercio internacional a finales de la Edad Media, el factor no es un mero agente pasivo con la única función de obedecer maquinalmente las instrucciones de su señor, sino una pieza clave. Las compañías dedican tiempo, dinero y esfuerzo para proporcionar a sus factores la formación adecuada para la tarea que han de desempeñar y depositan en ellos una confianza de la que esperan reciprocidad. El papel del factor se presenta, por tanto, insustituible por su facultad para obrar, por su conocimiento del mercado internacional, por su actuación para dar continuidad a los negocios y por su capacidad para crear y mantener contactos con otros agentes económicos, generando una red de confianza más allá de los socios y colaboradores directos de la empresa.

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tanto en términos económicos como por el daño que se infringía al prestigio y credibilidad de la empresa. En múltiples ocasiones se ha puesto de manifiesto la enorme dedicación en recursos humanos y materiales de los tratantes castellanos que operan en el mercado internacional. Uno de los recursos más valiosos de las compañías era contar con factores competentes, solícitos y bien relacionados. Las redes de confianza que un factor tal está en condiciones de generar e implementar suponen una ventaja competitiva que a medio y largo plazo redunda en beneficio de la compañía a la que sirve.

De ahí que el robo de factores entre mercaderes se prohíba expresamente en las Ordenanzas Consulares: aun porque no es cosa que se debe hacer entre tales personas, ni es justa ni razonable que haya tales sosacamientos, que un criado o factor que su amo con mucho trabajo e dificultad, y aún con riesgo de su hacienda, le ha puesto en los negocios y experimentado, que después otros de la universidad se le quiten por acrecentamientos de partidos o otros prometimientos, con que los criados e factores ligeramente se moverían si no se diese este remedio para que cesen tales persuasiones81… Las mismas Ordenanzas penalizan este transfuguismo profesional con una multa de 20.000 mrs. Es comprensible asimismo la resistencia de las compañías a desprenderse de un factor al que se ha formado, en quien se confía y que, además conoce los entresijos de la empresa: su capacidad operativa, sus problemas de solvencia financiera, sus debilidades y fortalezas. Consentir el paso de un factor a otra compañía o mercader, al que se percibe como competidor y posible rival en el trato comercial supone poner a su disposición información privilegiada, de primera mano sobre la marcha de los propios negocios. De ahí también que la conducta fraudulenta o delictiva de un factor resultase muy perjudicial

81. Ordenanzas, p. 210. Recogido en Basas Fernández, M. “El factor de negocios entre los mercaderes burgaleses del siglo XVI”, Boletín de la Institución Fernán González, 148, 1959, 742-749.

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La ‘Nación de Vizcaya y de la Costa marina de España’: la colonia de mercaderes, marineros y transportistas del Cantábrico en la ciudad de Brujas en la Baja Edad Media 1

Jesús Ángel Solórzano Telechea Universidad de Cantabria

El propósito del presente trabajo es dar a conocer las características y los mecanismos de la internacionalización de los centros urbanos portuarios de la España Atlántica en la Baja Edad Media, que tuvo por objetivo la eliminación de las barreras comerciales y la resolución de los conflictos para que las sociedades portuarias pudieran realizar sus actividades en otras regiones y países, en el contexto de la génesis de la globalización de la economía europea

1. Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación Las sociedades urbanas de las ciudades y villas portuarias de la Europa Atlántica en la Baja Edad Media (HAR2012-31801), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España.

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y española ocurrida entre los siglo XIII y XV. Para ello, nos vamos a centrar, muy especialmente, en una de las dos colonias de mercaderes españoles en Brujas, la de las gentes del Cantábrico, que ha recibido tradicionalmente una menor atención que la de los mercaderes burgaleses2.

1. LA PRESENCIA DE LAS GENTES DEL CANTÁBRICO EN LOS PUERTOS ATLÁNTICOS El mar ejerció una influencia determinante en el desarrollo urbano de la costa norte de la España Atlántica. Las gentes del mar, con el apoyo de la tradicional alianza de la monarquía, consolidaron medio centenar de puertos entre los siglos XII y XIV3. Las villas portuarias del Cantábrico constituyeron una red urbana que cumplió un papel fundamental en el conjunto de los sistemas urbanos jerarquizados de la Corona castellana y el exterior4. Del medio centenar de puertos del Cantábrico, los centros urbanos del sector vascocántabro se diferenciaron del astur-galaico por su dinamismo económico, animado con ventajosos privilegios comerciales concedidos por los monarcas,

2. Casado Alonso, H. “Las Colonias de mercaderes castellanos en Europa (s. XIV-XV)”, Castilla y Europa. Comercio y mercaderes en los siglos XIV y XV. Burgos, 1995: 30. Casado Alonso, H. “Crecimiento económico, redes de comercio y fiscalidad en Castilla a fines de la Edad Media”, Bonachía Hernando, J.A. y Carvajal de la Vega, D. (Eds.), Los negocios del hombre. Comercio y rentas en Castilla. Siglos XV y XVI. Castilla Ediciones, Valladolid, 2012: 17-35. Sánchez Martín, M. “Mercaderes burgaleses en Flandes. Actividad económica y vida privada según el Cartulario del antiguo Consulado de España en Brujas (1ª parte, de 1280 a 1550)”, La Península Ibérica en la Era de los Descubrimientos, 1391-1492, II Jornadas Hispano-Portuguesas de Hª Medieval, Sevilla, 1991:453-486. Maréchal, J. “La colonie espagnole de Bruges du XIVe au XVIe siècle”, Revue du Nord, XXXV, 1953: 5-40. González Arce, J. D. “La Universidad de mercaderes de Burgos y el Consulado castellano en Brujas durante el siglo XV”, En la España Medieval, 33, 2010: 161 – 202. 3. Solórzano Telechea, J.A. “La primera internacionalización de la economía española en la baja Edad Media. De la ‘Hermandad de la Marina’ del Cantábrico a la ‘Nación de la Costa de España’ en Brujas”, Solorzano Telechea, J.A. Viana, M. (Eds.), Economia e instituiçôes na Idade Média. Novas abordagens. Universidade dos Açores, Ponta Delgada, 2013, pp. 155-182. Solórzano Telechea, J.A.; Martín Pérez, F.; Cayón Cagigas, A. “‘Grant fortuna del mar’: construcciones portuarias y espíritu emprendedor en las villas portuarias de la España Atlántica en la Edad Media”, Carmo Ribero, M.C.; Sousa Melo, A. (Eds.), Evoluçâo da paisagem urbana. Transformaçâo morfológica dos tecidos históricos. Centro de Investigaçâo Transdisciplinar Cultura, Espaço e Memória. IEM – Instituto de Estudos Medievais y FCSH – Universidade Nova de Lisboa, Braga, 2013: 245-272. 4. Solórzano Telechea, J. Á. “Villas y redes portuarias en la fachada atlántica del norte peninsular en la Edad Media”, Val Valdivieso, Mª I. Martínez: (Dirs.), Castilla y el mundo feudal. Homenaje a Julio Valdeón Baruque. Vol. I. Universidad de Valladolid, Valladolid, 2009: 485-502. Solórzano Telechea, J. Á. “Los puertos del Rey: síntesis interpretativa del fenómeno urbano en el Norte de España durante los siglos XII y XIII”, Temas Medievales, 17, 2009: 207-228.

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LA ‘NACIÓN DE VIZCAYA Y DE LA COSTA MARINA DE ESPAÑA’: LA COLONIA DE MERCADERES, MARINEROS Y TRANSPORTISTAS DEL CANTÁBRICO EN LA CIUDAD DE BRUJAS EN LA BAJA EDAD MEDIA

lo que facilitó los contactos de los mercaderes e impulsó el comercio exterior. Los reyes otorgaron exenciones generosas de impuestos sobre la explotación y comercialización de las mercancías, así como medidas proteccionistas. La conquista de Sevilla en 1248 y la creación de un espacio económico cristiano aceleró las relaciones entre la Europa Mediterránea y Atlántica, y España jugó un papel destacado en su desarrollo5. Desde mediados del siglo XII, los mercaderes del norte peninsular entablaron estrechos vínculos mercantiles con los principales puertos de la fachada atlántica, en especial los del territorio del Imperio Plantagenet6. Santander es uno de los primeros puertos vinculados con el sur de Inglaterra, como revela, por ejemplo, en 1226 la arribada de un inglés que iba en dirección a Santiago de Compostela7. La importancia de este puerto queda patente al ser citado por Alfonso X en la Ley LXXVII de la Partida III, que regulaba los contratos de fletamiento y establecía Santander como escala natural en la singladura atlántica entre Sevilla y La Rochelle8. A partir de mediados del siglo XIII, la presencia de mercaderes españoles a lo largo de la costa atlántica es estable, tal como los hallamos asentados en Brujas en 1230 y en los Cinco Puertos en el sur de Inglaterra en 12379. Estas conexiones comerciales se consolidaron gracias al matrimonio de Leonor de Castilla con Eduardo I y el tratado anglo-castellano de 1254. De este modo, en 1260, mercaderes castellanos alquilaron unas casas en Southampton y, en 1279, varios mercaderes españoles recibieron la protección de las autoridades en el puerto de Portsmouth10. El mismo lugar y año en que

5. Fernández Armesto, F. Antes de Colón. Exploración y colonización desde el Mediterráneo hacia el Atlántico, 1229-1492. Cátedra, Madrid, 1998: 66-67. 6. Nightingale, P. “The London Pepperers Guild and some Twelfth-Century English Trading links with Spain”, Bulletin of the Institute of Historical Research, LVIII, 1985: 123-132. Childs, W. Anglo-Castilian Trade in the Later Middle Ages. Manchester, 1978. 7. Calendar patent Rolls. Henry III, Vol. 2: 81. 8. Las siete partidas: el libro del fuero de las leyes, Madrid: Reus, 2004. Partida III, Título XVIII, ley 77. 9. Marechal, J. Europese aanwezigheid te Brugge. De vreemde kolonies (XIVde-XIXde eeuw). Brujas, Genootschap voor Geschiedenis, 1985: 91. Marechal, J. “La colonie espagnole de Bruges du XIVe au XVIe siècle”, Revue du Nord, XXXV, 1953: 7. Teófilo F. Ruiz “Mercaderes castellanos en Inglaterra, 1248-1350”, Anuario Juan de la Cosa, vol. I. 1977: 11-38. Bullón-Fernández, M. England and Iberia in the Middle Ages, 12th-15th centuries. Cultural, literary and political exchanges. Palgrave Macmillan, New York, 2007. 10. Calendar of Patent Rolls. Edward I, Vol. I: 338.

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aparece Desgo Alveris, maestre de la nave San Juan de Santander, acusado por las autoridades aduaneras de haber arrojado por la borda las mercancías estando en dicho puerto11. La presencia de las gentes del Cantábrico en el Atlántico era incontestable a finales del XIII, como lo demuestra el hecho de que el 40% de los mercaderes de los Registros de Deudas del puerto de Londres del año 1285 eran españoles y las naves cantábricas servían, con frecuencia, a los reyes ingleses12. Estos mercaderes además establecían pequeñas compañías con base en el sur de Inglaterra para importar productos peninsulares, caso en 1338, de mercaderes como John Alfons y John Ocho, que alquilaron un barco en Southampton, la Juliane, para importar aceite de oliva y vinos de la península13. Los mercaderes y transportistas de la España atlántica fueron creando una red de pequeños asentamientos, que llevó a la inserción plena de los territorios atlánticos peninsulares en los circuitos de comercio en Occidente y se podría afirmar, incluso, que la aportación fundamental de los mercaderes del Cantábrico consistió en la valorización de la ubicación de ciertos puertos de la Francia Atlántica, como Nantes y La Rochelle, y haber apoyado la articulación de la relaciones regionales de la Bretaña, Normandía, Anjou y Poitou en el contexto de las intercambios atlánticos bajomedievales14. Durante los siglos XIII y XIV, documentamos a los comerciantes y transportistas de La Coruña, Avilés, Santander, Laredo, Castro Urdiales, Bilbao, Deva y San Sebastián, entre otros, en las grandes y medianas plazas europeas, y aun cobraron mayor importancia en el siglo XV, bien actuando como agentes de los grandes comerciantes internacionales de Burgos, Medina del Campo, Sevilla, bien de forma independiente, como mercaderes. La presencia de transportistas y

11. Calendar of Patent Rolls, Henry III. Ed. H. C . Maxwell Lyte Vol. 1, 1901: 342. 12. Calendar of Patent Rolls. Edward I, Vol. III: 590. Childs, W. “El consulado del mar. Los mercaderes de Burgos e Inglaterra”, Actas del V centenario del Consulado de Burgos. Burgos, 1995: 355. . 13. Studer, P.; Lit, D.; Gidden, H.W. The port books of Southampton. Southampton, Southampton Record Society, 1913: XXVI. 14. Vid. Sarrazin, J.L.  “Nantes et son espace économique à la fin du Moyen Age”, Nantes dans l’Histoire de la France, 1991: 51-52. Solórzano Telechea, J.A. “Villas y redes portuarias en la fachada atlántica del norte peninsular en la Edad Media”, Val Valdivieso, Mª I., Martínez, P. (Dirs.) Castilla y el mundo feudal. Homenaje a Julio Valdeón Baruque, vol. I. Valladolid, Junta de Castilla y León, 2009 : 485-502.

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mercaderes cantábricos en los puertos atlánticos es lo que permite comprender la red comercial tejida y su papel vertebrador del territorio15. Cuando las relaciones mercantiles y de confianza entre los mercaderes se transformaron en un elemento importante en la vida de los habitantes de los puertos, éstos pasaron a buscar fórmulas institucionales que les permitiera sobrepasar las limitaciones de la compartimentación política de los reinos cristianos occidentales. El crecimiento del comercio internacional de los puertos del Cantábrico se vio acompañado por la creación de redes de mercaderes y la inserción plena de Castilla en los circuitos comerciales a escala europea. Desde los grandes hasta los pequeños mercaderes y transportistas del Cantábrico vieron la necesidad de disponer de unos lazos de solidaridad transnacionales, compartidos por todos aquellos que pertenecían a una misma colonia mercantil, integrada por personas que tenían un origen, una lengua y una religión comunes, lo que tuvo su correspondencia en la fundación de organizaciones corporativas –naciones y consulados – en diversos puertos de Europa. Para ejemplificar este proceso, vamos a centrarnos en la colonia de los mercaderes del Cantábrico en Brujas.

2. LA COLONIA DE LA “COSTA MARINA DE ESPAÑA” EN BRUJAS Una de las colonias españolas en el extranjero mejor conocidas es la de Brujas, en la que participaron los mercaderes, marineros y gentes de oficios diversos de los puertos del Cantábrico oriental16. A finales del siglo XV, la colonia recibía el

15. Ruiz de la Peña, I. “Comercio a escala interregional e internacional: el espacio comercial astur-leonés y su proyección atlántica”, El comercio en la Edad Media. IER, Logroño, 2006: 39-91. Ferreira Priegue, E. “Las rutas marítimas y comerciales del flanco ibérico, desde Galicia hasta Flandes”, El fuero de San Sebastián y su época. San Sebastián , 1981: 217-234. Verlinden, Ch., “The Rise of Spanish Trade in the Middle Ages”, The Economic History Review, vol. 10, nº 1, 1940: 44-59. Aznar Vallejo, E. “Los itinerarios atlánticos en la vertebración del espacio hispánico. De los Algarbes al Ultramar Oceánico”, Itinerarios medievales e identidad hispánica – Gobierno de Navarra, Pamplona, 2001: 47-82.

16. Finot, J. Étude historique sur les relations commerciales entre la Flandre et l’Espagne au Moyen Age, París, 1899. Verlinden, Ch. “The Rise of Spanish Trade in the Middle Ages”, en The Economic History Review, vol. 10, nº 1, 1940, pp. 44-59. Ferreira Priegue, E. “Las rutas marítimas y comerciales del flanco ibérico, desde Galicia hasta Flandes”, El fuero de San Sebastián y su época, San Sebastián, 1981, pp. 217-234. Sánchez Martín, M. “Mercaderes burgaleses en Flandes. Actividad económica y vida privada según el Cartulario del antiguo Consulado de España

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nombre de la ‘Nación de Vizcaya y de la costa marina de España’, aunque sus cimientos habían comenzado a construirse en el siglo XIII, como veremos un poco más adelante. Flandes, en general, y Brujas, por excelencia, representaron la ‘tierra prometida’ en el imaginario de los mercaderes, factores, marinos, transportistas y negociantes del Cantábrico17. La principal razón de su presencia fue la venta de la fina lana española a los tejedores de Flandes y, de retorno, la importación de productos flamencos como las ropas, tapices y objetos artísticos y culturales. En los años veinte del siglo XIV, han sido bien documentadas las actividades de Pedro Amor, patrón de Santander, que hacía la ruta entre Flandes y las islas Baleares. En 1329, lo hallamos en Brujas, ciudad en la que se comprometió con Pedro Debo, factor de la compañía de los Catocho, a entregar ochenta y cinco sacas de lana y seis balas de paños en Sevilla a Roger de Berto, de los Bardi, tras lo cual siguió rumbo hasta Mallorca. No obstante, su carga fue requisada en Cádiz, al pensar las autoridades que pertenecía a venecianos. El 14 de mayo de 1330 ya se encontraba en Palma y regresó el 26 de octubre de 1332. En 1338 concertó un contrato con unos venecianos, los Nigri Cocho, para llevar vino griego y alumbre a La Esclusa, pero no respetó lo estipulado y arribó a Harfleur, donde denunció que la titularidad del flete correspondía a los Bardi y Peruzzi. Es decir, en nueve años, había hecho la ruta de Baleares-Países Bajos, al menos en dos ocasiones18. En los primeros tiempos de la colonia en Brujas, los mercaderes y marinos se instalaron en hospederías, donde dormían, comían y depositaban sus mercancías en lonjas, como fue el caso del albergue de Jacques van der Beurse. Las gentes del Cantábrico estuvieron asentadas en torno a la Plaza de la Bolsa hasta 143419. A partir de esa fecha, abandonaron el régimen de pensión y se instalaron en casas, donde recibían a familiares, mercaderes, transportistas y

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marinos durante su estancia en Brujas. Los vizcaínos se asentaron en torno a la llamada Plaza de los Vizcaínos y a lo largo de la Reie, entre el puente de San Juan y el de la Grue y, en 1493, se les concedió oficialmente esta zona de Brujas como barrio propio para su mayor comodidad20. Es difícil datar la primera presencia española en Brujas, que es muy anterior a los privilegios de los que disfrutó. En 1230, aparecen documentados en el canal del Zwin21. El más antiguo fue concedido el 26 de agosto de 1280 por el conde de Flandes, Guy de Dampierre. Unos años antes, los mercaderes de la costa cantábrica y la Gascuña se habían quejado ante el conde de Flandes de los abusos cometidos por Brujas en la imposición de peajes y, junto con los mercaderes alemanes, hicieron un boicot que duró dos años, lo que demuestra que su posición comercial en Flandes era muy sólida. Los mercaderes españoles se marcharon a Ardenbourg y, con el ánimo de hacerles regresar a Brujas, el conde de Flandes les entregó una carta de libertades, compartida con los mercaderes alemanes, que sentó las bases de los futuros privilegios de los españoles, pues les concedía cuatro procuradores para la defensa de sus intereses, y les garantizaba la seguridad de las personas y sus bienes: “Dautre part ke li marchant dEspaigne, dAlemaigne et de toutes autres terres, ki a ceste compaignie sacorderon puissent avoir quatre procureurs. Et ke cil quatre procureur ou le doi[en] des quatre u li unns diaus puissent demander les tors et les outrages, kon feroit a iaus u a aucun de leur compaignons, et don despeos, ke cil quatre procureur feront u si uns diaus pour les besoignes des marchaos deseure dis poursivir et avanchier en quel maniere ke ce soit» 22. Los “marchands e des mariners de Espaigne” estaban bien protegidos por los condes flamencos, tal como lo revela el que, en 1297, consiguieron un

en Brujas (1ª parte, de 1280 a 1550)”, La Península Ibérica en la Era de los Descubrimientos, 1391-1492, II Jornadas Hispano-Portuguesas de Hª Medieval, Sevilla, 1991: 453-486. 17. Blockmans, W.; Prevenier, W. The promised lands, The Low Countries under Burgundian Rule, 1369-1530. Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 1999. Blondé, B. ; Gelderblom, O. ; Stabel, P. “Foreign Merchant comunities in Bruges, Antwerp and Amsterdam, c. 1350-1650”, Calabi, D.; Christensen, S. (Dirs.), Cities and cultural exchange in Europe, 1400-1700, vol. II, Cambridge, Cambridge University Press, 2007: 154-174. 18. Ortega Villoslada, A. El reino de Mallorca y el mundo atlántico (1230-1349). La Coruña: Netbiblo, 2008: 261. 19. Vandewalle, A. “El consulado de Burgos en los Países Bajos”, en Actas del V centenario del consulado de Burgos (1494-1994). Diputación de Burgos, Burgos, 1994: 291.

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20. Marechal, J. Europese aanwezigheid te Brugge…, op. cit.: 93. 21. Maréchal, J. “La colonie espagnole de Bruges du XIVe au XVIe siècle”, Revue du Nord, XXXV, 1953: 7. 22. Höhlbaum, K. Hansiches Urkundenbuch, vol. 1, Halle, 1876, p. 295-299.

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salvoconducto del rey Eduardo I de Inglaterra a petición del conde de Flandes, ya que les beneficiaría a ambos23. El inicio de la Guerra de los Cien Años puso en peligro el comercio de Flandes con España y Eduardo III intentó que cesaran las relaciones entre ambos. Sin embargo, Luis I de Flandes concedió, en 1336, varios privilegios, ya que entendía que “los bienes que a sus súbditos y naturales se les seguían y ocasionaban con el comercio, trato y mercadoría de los onrrados mercaderes, almirantes, maestres de naos y marineros sujetos al reyno y señorío de Castilla”24. Pocos años después, en 1343, los “honerables hommes, les admirals, marchantz, mestres de neifz et maronniers de la flote Despaingne” recibían unas franquicias especiales del conde de Flandes, quien les otorgó la jurisdicción civil sobre las tripulaciones y las mercancías de sus embarcaciones durante el tiempo de estancia en Brujas en manos de los almirantes de las flotas que los hubieran llevado a Brujas, si bien la criminal siempre quedó en manos de los condes; les ofrecía la protección condal y de las ciudades de Gante, Ypres y Brujas; les permitía que se les devolviera la carga en caso de naufragio; que pudieran ir armados, entre otros muchos25. Además, con la finalidad de mitigar las consecuencias de la guerra, que perjudicaban el comercio, se establecieron varias concordias. El 1 de agosto de 1351, por ejemplo, se firmó una tregua entre el reino de Inglaterra y las gentes de la Marisma de España con el fin de hacer prosperar el comercio26; y, en 1404 y 1407, todos los puertos de la Marisma de España refrendaron sendas concordias con los puertos ingleses de la Gascuña para agilizar las relaciones mercantiles27. En 1361, la colonia española quiso abandonar Flandes, suponemos que a causa del devenir de la guerra, pero tras la confirmación de los privilegios en 1367 por parte de Luis de Mâle, además de conceder que los marineros pudieran

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pasar con sus naves desde La Esclusa hasta Brujas, tanto de día como de noche, pagando el correspondiente derecho, además de permitirles arreglar sus naves tanto en la Esclusa como en cualquier otro lugar de Flandes sin pago alguno; además, aseguraba un pronto desembarco de las mercancías28. Con todo, la alianza de Castilla con Francia perjudicó los intereses de los mercaderes y marinos en Flandes, ya que el tratado firmado entre Eduardo III y las ciudades flamencas estipulaba que ninguna nave cargara bienes de españoles, pero la tregua de 1375 junto con la confirmación de todos los privilegios en 1384 por Felipe de Borgoña restableció el anterior orden favorable de los intereses españoles29. El autor del Libelle of Englyshe Polycye (ca. 1436) calificaba a los ingleses de asnos por no aprovecharse de la oportunidad para hacerse con el comercio español en Brujas. No se explicaba el motivo por el que los ingleses dejaban pasar los barcos españoles por el Canal de La Mancha hacia Flandes, cargados con vinos, licores y otras mercancías para comprar paños elaborados en Inglaterra30. La respuesta del duque de Flandes, Felipe el Bueno, fue prohibir la importación de lana inglesa, lo que ligó aun más los intereses de Flandes a los de España. Los privilegios recibidos y la creciente importancia del comercio entre Flandes y España debido a la industria pañera y la lana castellana permitieron que la colonia de mercaderes y transportistas pasara a tener una representación institucionalizada31. El 15 de junio de 1411 los miembros de la colonia figuraban entre los mercaderes extranjeros que habían suscrito un préstamo con Juan sin Miedo, conde de Flandes, para financiar su guerra contra los armañacs32. Tres años después, en 1414, la comunidad recibía el privilegio de disfrute de la capilla de Santa Cruz en el convento de los franciscanos para que sirviera como lugar

28. Pernoud, R. Les villes marchandes aux XIVe et XVe siècles. La table ronde, París, 1948: 177. 23. Benavides, A. Memoria del rey Fernando IV. Tomo II. Real Academia de la Historia, Madrid, 1860: 118. 24. Apud Carlé, C. “Mercaderes en Castilla”, Cuadernos de Historia de España, XXI-XXII, 1954: 250. 25. Finot, M. Relations commerciales et maritimes... op. cit.: 55-59. Konetzke, R. El Imperio español. Orígenes y fundamentos. Nueva época, Madrid, 1946: 33-40.

29. Gilliodts-Van Severen, L. Cartulaire de l’ancienne consulat…, op. cit.: 18. 30. Wright, T. (Ed.) Political Poems and Songs relating to English history. Vol. II. Londres, Longman & Roberts, 1859-61: 157-205.

26. Vid. documento 1 del apéndice documental.

31. Marechal, J. Europese aanwezigheid te Brugge…, op. cit.: 97. Vandewalle, A. “Les nations étrangeres à Bruges”, en Les marchands de la Hanse et la banque des Médicis. Bruges, marché d’échanges culturels en Europe. Stichting Kunstboek, Oostkamp, 2002: 37.

27. Solórzano Telechea, J.A. Patrimonio documental de Santander en los archivos de Cantabria. Documentación medieval. Gobierno de Cantabria, Santander, 1998, docs. 18-22.

32. Casado Alonso, H. “Las Colonias de mercaderes castellanos en Europa (s. XIV-XV)”, en Castilla y Europa. Comercio y mercaderes en los siglos XIV y XV. Burgos, 1995: 30.

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de sepultura de la nación33. Estos años se caracterizaron por el enfrentamiento abierto entre los castellanos y los ingleses. La reanudación de la Guerra de los Cien Años afectó a las relaciones entre el reino de Castilla y Flandes, debido a los ataques de los marinos del Cantábrico, a quienes el rey de Castilla aliado de Francia, había concedido cartas de marca para capturar naves inglesas. Los corsarios atacaron también a los flamencos que, desde 1408 hasta 1435, tenían firmados un tratado con Inglaterra34. Los flamencos quisieron incautar los bienes de los mercaderes, que amenazaron con marcharse de Flandes y, después, aplicaron un impuesto especial a las mercancías provenientes de las provincias marítimas de España35. A pesar de la crisis en las relaciones, la presencia española en Flandes se mantuvo, como lo demuestran los pleitos por asaltos a naves, como el que denunció Juan López de Arana porque Pedro Chensis había tomado su nave, la San Juan de Lequeitio, cargada de telas; o las multas por peleas, transbordos de mercancías indebidos a gentes del Cantábrico, etc36. Además, desde 1421, los mercaderes pasaron a pagar un impuesto, el vingtième denier sobre las ventas de los bienes y mercaderías procedentes de las provincias de Galicia, Asturias, Castilla la Vieja, Vizcaya y Vasconia, a excepción hecha de los súbditos del rey de Navarra37. Este nuevo impuesto, derogado diez años después, unido a la inseguridad en el mar, debido al corso y la piratería, llevó a que las Cortes de Toledo de 1436 ordenaran en los puertos de la costa que los maestros de las naves que zarparan rumbo a Flandes, Francia, Bretaña o cualquier otro destino del norte, fueran ordenadamente y juntos cuando salieran de los puertos más de tres naves en compañía38. La violencia en el mar perjudicaba los intereses de todos los actores comerciales, por lo que fueron muy bien recibidos los compromisos alcanzados en 1435, como el de los patrones de la flota castellana, amarrada en el Zwin, Juan Ochoa

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de Madariaga, Juan Roiz de Ea, Sancho de Larrauri y Juan de Torado, ante los Estados Generales de Flandes, reunidos en Brujas de no atacar a los navíos de la Hansa; o, en segundo lugar, el acuerdo de los Aldermans de la Hansa, François Buetin, Diederic Oldevelt y Gerard Trappe para no molestar la nave del patrón español Martín Sancho Daldonado. Estos compromisos sirvieron de prólogo al gran acuerdo sellado entre la Hansa y los capitanes de los navíos españoles, que estaban anclados en la Esclusa en 1443, según el cual se establecía una tregua de tres años, se otorgaba libertad a los mercaderes de la Hansa para comprar mercadería en España, aunque sólo podrían vender productos comestibles, pues cualquier otro producto debía ser transbordado a una nave española; se permitía a los de la Hansa traficar en La Rochelle, aunque sin embarcar mercancías y, además, los de la Hansa deberían permanecer neutrales en caso de ataque a una nave española. Entre los firmantes del acuerdo se hallan capitanes y marinos de la Costa Cantábrica, como Pedro Inaigues de Maury, Juan Ortiz de Ojanguren, Juan Ochoa de Madanga, Juan de Bedia, Martín Sánchez de Labargena, Ochoa Inaigues Dasqueo, entre otros39. En estos años, los nombres y apellidos de procedencia norteña parecen multiplicarse, Juan Martínez de Guilesceguy en 1447, Martín Ibáñez de Telechea de Bilbao, Sancho de la Torre, maestre de San Vicente de la Barquera, Ochoa de Motrico de Deva, Juan Pérez Arsuriaga, en 1448, Juan Pérez de Larauri en 1449, Juan de Ugaz, Rodrigo de Zumelzu y Martín Juan De Aróstegui en 1450, etc.40 En el otoño de 1428, el duque de Flandes, Felipe el Bueno, y el rey de Castilla, Juan II, acordaron fomentar las relaciones mercantiles mutuas, para lo cual el primero reconoció a la Nación de España el derecho de tener sus propios oficiales, los cónsules, tras la demanda puesta por Sancho Esquerra, embajador de Juan II, y de los Cuatro Miembros de Flandes41. Sin embargo, el ejercicio de este derecho por parte del rey de Castilla fue puesto en entredicho por sus propios súbditos, ya que entendieron que atentaba contra sus privilegios

33. Gilliodts-Van Severen, L. Cartulaire de l’ancienne consulat…, op. cit.: 22. 34. Finot, J. Etude historique sur les relations…, op. cit.: 140. 35. Ibid.: 156.

39. Gilliodts-Van Severen, L. Cartulaire de l’ancienne consulat…, op. cit.: 27. Finot, M. Relations commerciales et maritimes... op. cit.: 173-175.

36. Gilliodts-Van Severen, L. Cartulaire de l’ancienne consulat…, op. cit.: 13. Finot, J. Étude historique sur les relations comerciales entre La Flandre et l’Espagne au Moyen Age. A. Picard et fils, París, 1899: 141.

40. Gilliodts-Van Severen, L. Cartulaire de l’ancienne consulat…, op. cit.: 32-40.

37. Gilliodts-Van Severen, L. Cartulaire de l’ancienne consulat…, op. cit.: 23. 38. Cortes de los antiguos reinos de León y de Castilla. Tomo III. Real Academia de la Historia, Madrid, 1866: 264.

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41. En este documento se hace referencia a que la Nación de España representa a los mercaderes de las “Cinco provincias de España”, que eran Galicia, Asturias, Castilla Vieja, Vizcaya y Guipúzcoa. Gilliodts-Van Severen, L. Inventaire des archives de la ville de Bruges. Section première: Inventaire des chartres. Brujas, 1871-1885: 497.

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y pretendían elegir a los cónsules sin la intermediación. Por este motivo, el nombramiento del cónsul Diego López de Laredonda no tuvo efecto alguno. Veinte años después, en 1447, Juan II acabó confirmando los antiguos privilegios de la nación y renunció al derecho de nombrar al cónsul42. En estos años, la colonia de los mercaderes burgaleses se multiplicó en Brujas, debido al comercio de la lana, y entró en conflicto con los de la Costa Cantábrica. En 1441, los mercaderes de Burgos se reunieron en el monasterio de los franciscanos con el fin de constituirse en Nación de España y redactar sus propios estatutos43. Dado que los mercaderes del Cantábrico usaban una denominación similar –la Nación de Vizcaya y Costa de España-, se abrió un conflicto de intereses entre los burgaleses y los cantábricos. El asunto, en principio, giró en torno a la utilización del nombre y a la posesión de la capilla de San Francisco y acabó en el colegio de los escabinos en 1451. Los mercaderes de la costa reclamaban su uso porque estaban presentes en Flandes y Brujas antes que ellos; por su parte, los burgaleses adujeron que tenían la preeminencia porque su ciudad originaria era la caput Castellae, la primera del reino de Castilla. Sin embargo, como ambos eran súbditos del rey de Castilla, los escabinos los reenviaron a la justicia regia de Castilla. Mientras el asunto se dirimía en los tribunales castellanos, ambos grupos decidieron dejar la dirección de la Nación de España en manos de un colegio de cuatro miembros, dos por cada grupo. La sentencia regia del monarca Enrique IV llegó en julio de 1455, en la que se ordenó que la capilla de San Francisco fuera compartida y se pusieran los escudos del Rey y de Vizcaya y, debido a las desavenencias irresolubles entre los mercaderes burgaleses y cantábricos, la nación fue dividida en dos: la Nación de Castilla y la Nación de la Costa de España. La primera, que también se denominó la Nación de España, aunque impropiamente, agrupó a los mercaderes de Burgos, Sevilla, Toledo, Segovia, Soria, Valladolid, Medina del Campo, Logroño, Nájera, Navarrete y otras villas del interior del reino. Por su parte, la nación que reunía a las gentes del Cantábrico se denominó, de

42. Marechal, J. Europese aanwezigheid te Brugge…, op. cit.: 101. Gilliodts-Van Severen, L. Cartulaire de l’ancienne estaple de Bruges: Recueil de documents concernant le commerce intérieur et maritime, les relations internationales et l’histoire économique de cette ville, L. de Plancke, 1904: 679-681. 43. Sánchez Martín, M. “Mercaderes burgaleses en Flandes. Actividad económica y vida privada según el Cartulario del antiguo Consulado de España en Brujas (1ª parte, de 1280 a 1550)”, La Península Ibérica en la Era de los Descubrimientos, 1391-1492, II Jornadas Hispano-Portuguesas de Hª Medieval, Sevilla, 1991:453-486.

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manera abreviada, la “Nación de Vizcaya y de la Costa de España” e integraba a todos los mercaderes de la costa, desde Galicia hasta Guipúzcoa44. Tras la separación, el 6 de septiembre de 1465, los cónsules y mercaderes de ambas naciones llegaron a un acuerdo, en Brujas, sobre la forma en que se iniciaría la tramitación de las averías y los conflictos que pudieran surgir entre ambas partes con vistas a su posterior resolución. Así, tras notificarlo a los cónsules habrían de juntarse en la Plaza de los alemanes, los de Castilla habrían de pagar 31 libras por la obtención del salvoconducto del duque de Borgoña a favor de la nación de España, mientras que los de la costa contribuirían con doce libras; de las averías ingresadas por llevar mercancías de extranjeros desde España o desde otros lugares – las cuales habrían de ser atribuidas a la Nación de España-, de cada sesenta coronas recaudadas, 38 debían ser para los cónsules castellanos y 22 para los cónsules del Cantábrico; en relación con el control de estas averías los vizcaínos y guipuzcoanos serían responsables de dar cuentas de todo lo recaudado desde Cartagena hasta Levante y de Cartagena, sin incluir las costas de Portugal y Andalucía; en Portugal los mercaderes y fletadores de las naves tendrían que rendir cuentas a los cónsules que les correspondiera, castellanos o cantábricos, y éstos debían notificar los ingresos obtenidos de las averías cada medio año45. En todo caso, cada uno de los dos grupos asociados, cantábricos y burgaleses, dispondrían de su propio sello, un dato relevante de la personalidad jurídico-pública de estas organizaciones. En el mismo acto, se fijó el sello de la Nación que debía tener un tamaño de 61 mm, llevar la leyenda `Hoc est sigillum nacionis [vis]caine’, y representar Santiago a caballo, portando en la mano derecha una espada y en la izquierda una bandera con la cruz de Santiago46. Desde la década de los ochenta del siglo XV se asistió al declive de Brujas debido a los conflictos políticos entre las ciudades flamencas y el archiduque Maximiliano, quien transfirió los consulados extranjeros de Brujas a Amberes el 30 de junio de 1488, aunque sin mencionar el español. Los conflictos afectaron

44. Gilliodts-Van Severen, L. Cartulaire de l’ancienne consulat…, op. cit.: 68-73. 45. Guiard Y Larrauri, T. Historia del Consulado y Casa de Contratación de la villa de Bilbao. La gran Enciclopedia vasca, Bilbao, 1972: XLIX. 46. Marechal, J. “La colonie espagnole...”, op. cit.: 113.

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a las relaciones mercantiles de los mercaderes del Cantábrico. Un ejemplo lo tenemos en lo acontecido, en 1492, a Fernando del Hoyo, mercader de Laredo, quien en un viaje realizado en 1489 con un cargamento de 380 toneles de diversa mercancía valorado en 11.600 ducados desde Lisboa a Irlanda, entre las que llevaba naranjas, aceite, vino, sal, corcho, peletería, sirope, cera, etc. recaló en Brujas47, donde los rebeldes lo atacaron y le robaron el navío y las mercancías, tras lo cual se llevaron la nave al puerto de la Esclusa. Fernando del Hoyo consiguió escapar de sus captores en un pequeño batel y acudió a las justicias de Brujas, pero éstas desestimaron su demanda, por lo que acudió al Emperador, que le dio la razón, si bien la carta imperial fue ignorada por Brujas. Muy probablemente, las autoridades de Brujas sabían que una nave de Fernando del Hoyo había participado en la flota que el emperador Maximiliano organizó para combatir al rey de Francia48. De retorno a Laredo, Fernando solicitó una carta de marca a los Reyes Católicos que le fue concedida y los monarcas requirieron a Juan Enríquez, mercader en Brujas, que interviniese en favor de Fernando del Hoyo para que los tres miembros de Brujas que le habían robado, le devolvieran todo en el plazo de un año49.

exacto de la mayor parte de los barcos, sabemos que los capitanes tenían apellidos vascos y cántabros: Pedro Vasco, Juan de Arana, Juan de Lazaria, Pedro de Castro, Juan de Barando, Pedro de Bilbao, Gonzalo Vasco o procedían de Bilbao, San Sebastián y Laredo52. No obstante, algunos mercaderes no regresaron, como sucedió con Fernando del Hoyo, a quien vemos en Amberes, cuyas autoridades municipales nos informan de que, en 1495, transportaba higos al puerto de Arnemuiden por encargo del mercader burgalés Juan de Cerezo53.

Esta complicada situación de los mercaderes españoles llevó a ambas naciones a trasladarse a Amberes en 148950 y, en 1492, estaban sólidamente instaladas, ejerciendo sus actividades como lo habían hecho en Brujas51. Así, según las cuentas aduaneras del puerto de La Esclusa de los años 1486 y 1487 de un total de 75 navíos que entraron en él, 33 eran españoles, aunque se ignora el origen

A esto se sumó que la villa de Brujas les cedió sendos solares para que construyeran las casas de las naciones55. Esta cesión formaba parte del agradecimiento de

Sin embargo, ambas naciones volvieron lentamente a Brujas entre 1492 y 1494, primero la Nación de la Costa de España en 1493 y, tras ella, la Nación de Castilla, en 1494, gracias a los privilegios obtenidos. El primero de septiembre de 1493, la villa de Brujas concedía a la Nación de la Costa de España una carta de privilegios de 51 artículos, que confirmaban los privilegios anteriores, permitían que sus navíos entraran al puerto de la Esclusa y cargaran y descargaran sin pagar licencia e incluso traspasar las mercancías a otros navíos para ir a Brabante, Holanda y Zelanda y otras muchas franquezas54.

52. Finot, J. Étude historique sur les relations comerciales entre La Flandre et l’Espagne au Moyen Age. A. Picard et fils, París, 1899, p 217-222. 53. Doehaerd, R. Études anversoises. Documents sur le commerce international à Anvers (1488 – 1514). París, 1963. Vol. II: 271-272.

47. AGS. RGS. 149201, fol. 20 48. De La Torre, A. Documentos sobre relaciones internacionales de los Reyes Católicos. Barcelona, 1950. Vol. II. p. 431. 49. AGS. RGS. 149311, fol. 41. Casado Alonso, H. “Crecimiento y apertura de nuevos horizontes económicos en la España de los Reyes Católicos: el ejemplo de Laredo”, en Anales de historia medieval de la Europa atlántica: AMEA, vol. 1, 2006: 29-59. 50. Haemers J.; Stabel P. “From Bruges to Antwerp: international commercial firms and governments credit in the late 15th and early 16th century”, Sanz Ayán, C.; García García, B. J. (eds.) Banca, crédito y capital: la monarquía hispánica y los antiguos Países Bajos (1505-1700). Fundación Carlos Amberes, Madrid, 2006: 20-38. 51. Un ejemplo de la rápida integración del colectivo se aprecia en la celebración de la conquista de Granada, que fue motivo de fiesta para los españoles de Amberes: ofrecieron un manto dorado a la Virgen de la Catedral y distribuyeron limosnas e hicieron una gran fiesta en la Gran Plaza. Goris, J.A. Etude sur les colonies marchandes meridionales (portugais, espagnols, italiens) à Anvers de 1488 à 1567. Librairie universitaire, Lovaina, 1925: 56-57.

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54. Gilliodts-Van Severen, L. Cartulaire de l’ancienne consulat…, op. cit.: 152-161. 55. “Item, a los de la dicha nación, por su comodidad y para complacerles, hemos consentido, acordado y ordenado el cuartel o barrio de hacia el puente San Juan, a lo largo de la Baye hasta el puente de la Crane tomando hacia la iglesia de San Juan y retornando en este cuartel hacia el dicho puente San Juan hasta el hotel de la Mareminne; para que en este cuartel y sus casas y lonjas estén y pongan sus lanas, hierros y sus otras mercaderías” […] “Item, y por mejor demostrar aún el buen amor y afecto que tenemos a los de la dicha nación, las hemos prometido y prometemos por estas presentes otorgarles la dicha casa de la Mareminne u otra, a su voluntad, estante en el dicho cuartel; de la cual gozarán como de sus propios bienes y nosotros la franquearemos a expensas de dicha ciudad, para tener en ella sus asambleas y la residencia de su nación”. Echegaray Corta, B. La vida civil y mercantil de los vascos a través de sus instituciones jurídicas. Eusko Ikaskuntza, París, 1922: 612. Casado Alonso, H. “La nation et le quartier des Castillans de Bruges (XVe et XVIe siècles)”, en Botín, J . ; Calabi, D. (eds) Les étrangers dans la ville. Minorités et espace urbain du bas Moyen Âge à l’époque moderne. Paris, 1999: 365-376. Sánchez Martín, M. “Mercaderes burgaleses en Flandes. Actividad económica y vida privada según el Cartulario del Antiguo Consulado de España en Brujas (Primera parte, de 1280 a 1550)”, en La Península Ibérica

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Brujas a la ayuda de la Nación de la Costa de España, a quien debía 4800£ en 149556. La ciudad compró dos casas contiguas a la Mareminne: una llamada Doornik, de Adriana Despars, viuda de Juan Losschaert, por 200 libras gruesas; la otra, denominada Gapaest, de la viuda de Juan Valcke, por el mismo precio. En el solar que ocupaban estas dos casas se levantó la sede de la Nación de Vizcaya y la Costa de España, con el nombre de Domus Cantabrica57. Tras el regreso de los mercaderes cantábricos a Brujas, los vemos actuar con la misma normalidad que antes de la crisis política en Brujas, pero la creación del Consulado de Burgos el 21 de julio de 1494, institución de la que dependía la Nación de Castilla, vino a complicar las relaciones entre ambas naciones58. La competencia entre los mercaderes burgaleses y los de la Costa Cantábrica se dejó notar tras constituirse el consulado de Burgos, con jurisdicción hasta las estribaciones del litoral y conllevó el surgimiento de conflictos entre los mercaderes de Burgos y los de la Costa de España. Uno de los temas más problemáticos era el precio del fletamiento de los navíos, motivo por el cual los patrones del cantábrico se opusieron y, finalmente, la costa cantábrica quedó fuera de la jurisdicción del consulado burgalés en 149559. En Bilbao, el puerto más potente del Cantábrico a finales del XV, se constituyó el principal foco de protesta contra el Consulado de Burgos. El entramado de intereses, integrado por el concejo, la cofradía de mercaderes y maestres de nao de Santiago – constituida en 1489 – y la Nación de la Costa de España comenzaron a trabajar para tener su erigir su propio consulado, con el objetivo de controlar las mercaderías del puerto, lo que acabó llegando el 22 de junio

en la era de los descubrimientos 1391-1492. Actas III Jornadas Hispano-Portuguesas de Historia Medieval, vol. I, Sevilla, 1997: 453-468. 56. Finot, J. Étude historique sur…, op. cit.: 222.

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de 1511, a petición de Juan de Ariz, representante de los mercaderes de Bilbao, la reina Juana concedió el privilegio de creación del Consulado de Bilbao con los mismos derechos que el de Burgos60. Las relaciones de la Nación castellana y la Nación de Vizcaya y la Costa de España se enrarecieron, una vez más, a causa de la utilización de la capilla del monasterio mendicante. Los burgaleses se habían hecho con el uso exclusivo de la Capilla de la Santa Cruz, a pesar de la dura contestación los vizcaínos, quienes al menos aspiraban a compartir la capilla. La querella fue llevada antes las justicias de Brujas que dieron la razón a los burgaleses, si bien aceptaron que los vizcaínos pudieran colocar unos candelabros61. *** Los mercaderes, emprendedores, navegantes y factores de los puertos de la Costa Cantábrica establecieron unas sólidas conexiones con el resto de puertos atlánticos medievales, cuya ruta finalizaba en Brujas. En especial, los navíos de la España atlántica comenzaron a establecer colonias de mercaderes en la principal ciudad flamenca desde el primer cuarto del siglo XIII, cuyos integrantes trabajaron para conseguir privilegios mercantiles y buenos negocios y cuya presencia acabó formando la Nación de la Costa de España. Los navegantes atlánticos comerciaron con algo más que artículos de género, ya que con sus transportes intercambiaron destrezas y nuevas técnicas de la navegación y la construcción de navíos, conocimientos geográficos, etc. La acción exterior de las gentes del Cantábrico fue un éxito, que produjo no sólo unos intercambios mercantiles, sino también cultural, que creó una comunidad europea de gentes de la mar que se situó en el centro de las relaciones de una comunidad atlántica emergente. Aquella unidad la crearon las personas –mercaderes, transportistas, navegantes, factores – , que con sus movimientos en el mar y la consolidación de rutas “fiables” construyeron redes de conocimiento y confianza, pero también de desconfianza entre los propios españoles, ya que los intereses de las gentes del Cantábrico chocaron con los de la pujante ciudad mercantil de Burgos.

57. Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Real Audiencia y Chancillería de Valladolid, Pergaminos, Signatura 06, caja 201, 8. 58. González Arce, J. D. Gil Sáez, “La universidad de mercaderes de Burgos y el consultado castellano en Brujas durante el siglo XV”, en En la España medieval, 33, 2010: 161-202. González Arce, J.D. “La ventaja de llegar primero: estrategias en la pugna por la supremacía mercantil durante los inicios de los consulados de Burgos y Bilbao (1450-1515)”, en Miscelánea medieval murciana, 33, 2009: 77-97.

60. Inclán Gil, E. “El dinero de la mar: el comercio de la costa vasca con Europa durante los siglos XIV-XVI”, E. García Fernández (Ed.),  Bilbao, Vitoria y San Sebastián. Espacios para mercaderes, clérigos y gobernantes en el Medievo y la Modernidad, Bilbao, Universidad del País Vasco, 2005: 17-78.

59. Guiard Y Larrauri, T. Historia del Consulado y Casa de Contratación de la villa de Bilbao. Bilbao, 1972: 11-19.

61. SAB (Stadsarchief Brugge), Coll. de Chartres, números 79 y 80.

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APÉNDICE DOCUMENTAL DOCUMENTO 1 1351, agosto, 1. Londres. Tregua entre Inglaterra y las villas de las Costa Cantábrica para mantener unas buenas relaciones comerciales. Biblioteca Municipal de Santander, colección Eguaras, ms. 219, tomo II, 52-59. Sepan todos que habiendo ocurrido debates y dissensiones entre los ingleses de una parte, y las gentes de las villas de la Marisma de la Señoría del Rey de Castilla y del Condado de Bizcaya de otra parte, por causa de males y daños hechos de una parte y otra, las gentes de las villas suso dichas embiaron hacia el muy excelente Príncipe Rey de Inglaterra y de Francia, mensageros a Cortes: Juan López de Salcedo, Diego Sánchez de Lupard, y Martín Peris de Golindan, con plenos poderes para tratar sobre los debates y dissensiones mencionados, para pedir, tomar y hacer enmiendas de daños y perjuicios, para establecer treguas y suspensión de guerra, a un cierto tiempo; con esperanzas de arreglo que podrá combenirse durante las treguas mencionadas. Y después reunidos en la ciudad de Londres los diputados del dicho muy alto Príncipe Rey de Inglaterra y de Francia de una parte, y los dichos mensageros de otra, pidieron, primeramente enmiendas y satisfacción de los daños y perjuicios que ellos han recivido en mar por los ingleses del tiempo del Rey don Pedro, actual Rey de Castilla. Los diputados por el Rey de Ynglaterra mencionado han pedido a los diputados de las ciudades suso dichas enmiendas y satisfacción de todos los daños y perjuicios hechos a las gentes de Ynglaterra, de Gascoña, y otros súbditos del dicho Rey de Inglaterra y de Francia por las gentes del dicho Rey de Castilla y del Condado de Bizcaya en dicha época. E después, dichos asuntos dilucidados, salvo el derecho y las peticiones de cada parte en esperanza de buen resultado y amistad entre el Rey de Ynglaterra y de Francia, y sus súbditos de una parte; y las gentes y súbditos del Rey de Castilla y del Condado de Bizcaya de otra parte, los dichos diputados del dicho Rey de Ynglaterra han hecho fiel relación a su dicho Señor Rey de Ynglaterra y de Francia, y dicho Rey otorga

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a la requisición de dichos mensageros de Castilla y Bizcaya treguas y combenios en la forma siguiente: [1] Concede buenos y leales treguas se efectúen por mar y tierra entre todas las gentes y súbditos del Rey de Ynglaterra y Francia, exceptuando las gentes de la Baronía de Biaritz, por causa que han tomado una tregua con los de España por cuatro años, a la qual tregua el rey se adhiere de una parte, y las gentes y los súbditos de la Señoría del rey de Castilla, y los Condados de Bizcaya de otra parte. Las quales treguas duraron desde el día de este tratado hasta veinte años cumplidos. [2] Tomarán las dichas treguas pleno efecto y fuerza en mar y en tierra desde el día de esta presente contrata, ya sea por publicación y proclamación de las dichas treguas, cuya publicación y proclamación se hará en Inglaterra dentro de un mes de estos documentos, y en Burdeos dentro de dos meses, después de la fecha de este documento, y en las villas marítimas de Castilla y Bizcaya antes de tres meses, y combendrán los dichos diputados de la Marisma suso dicha, que todos los demás puertos del Señorío del Rey de Castilla, que no han dado poder a los dichos diputados respeterán con lealtad la dicha tregua. [3] Idem, están conbenidos que durante dichas treguas ningún súbdito del dicho Rey de Francia y de Ynglaterra causarán daño y perjuicios ni en las personas ni en bienes ni en géneros, ni en qualquiera otros valores, a gentes ni a súbditos de la dicha Señoría del Rey de Castilla y del condado de Bizcaya no causarán daños y perjuicios en personas ni en géneros, ni en otros bienes a gentes de Gascoña, Inglaterra, Irlanda, Gales, ni a ninguno de los súbditos del dicho rey de Ynglaterra y de Francia. [4] Idem, concede que durante las dichas treguas ninguno de las gentes ni súbditos de una parte en contra u en perjuicio de la otra parte no harán alianzas ni darán socorro en ninguna manera a los enemigos, contrarios u adversarios de la otra parte. [5] Idem, que la gentes, súbditos, capitanes, marineros, y comerciantes de una parte, y de otra de qualquier condición que sean puedan

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seguramente, francamente y salvamente ir y pasar por tierra y por mar a todas las Marismas, puertos y ciudades de la una parte; y de la otra y a todos los demás reinos y partes donde corte habrá, grandes y pequeños, y a todos los géneros que serán cargados en las dichas naves de qualquier pays que sean dichas gentes y géneros. [6] Idem, que sean ciertas personas diputados, guardianes de estas presentes treguas con plenos poderes para obligar y castigar a todos los que infringiesen las dichas treguas, y reparar todo atentado que se haga de una parte y de otra durante dicha tregua, y que los dichos guardianes harán reparación plenaria de todos los atentados hechos durante las dichas treguas a los dos meses después que dichos atentados sean probados por requerimiento delante de ellos. Y que la persona que haya sufrido los daños sea indemnizada, y hará su declaración en estilo claro de la persona que ha hecho el daño, la que responderá ya con sus bienes. Y en el caso que no hubiese bienes suficientes para las multas que se han aprehendido que los guardianes de la tierra hagan justicia de la persona, a petición del que ha recibido el daño.

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Estaple o a su teniente seis meses después de estas presentes letras los nombres de los capitanes de dichos desterrados, que no quieran ser comprendidos en dicha tregua y de sus compañeros de quienes podrán saver los nombres, y en este caso las gentes de la Marisma de Castilla y Condado de Bizcaya no darán ayuda ni socorro a dichos desterrados ni los recibirán en su compañía. [9] Idem, que en caso que el Rey de Inglaterra y de Francia o sus gentes cojan o ganen de su adversario sea qual fuere ciudad, castillo o puerto, sean encontrados bienes de las gentes de la Señoría de Castilla o del Condado de Biscaya, o naves en las cuales géneros u otros bienes de la Señoría o del Condado suso dicho sean encontrados.

[7] Idem, está combenido que si ocurre que durante la dicha tregua algún daño sea hecho por gentes y súbditos de una parte y de la otra, no por esto quedará rota la tregua, sino que se ampliará y se hará reparación por los referidos diputados en la manera mencionada.

Que el dicho Rey de Ynglaterra y de Francia o el que hará de capitán por él hará buscar sus bienes en cualquiera mano en que se hallen, y hará su leal poder sobre seguridad de dicha tregua de hacer devolver las dichas naves, géneros y bienes de las gentes del Reyno de Castilla y Condado de Biscaya, de quienes harán sobre su juramento que non sean armados los enemigos del dicho Rey de Ynglaterra y de Francia, no favoreciéndolos con socorro alguno, y si alguno de ellos se encuentra armando, socorriendo o confortando a los dichos enemigos del Rey de Ynglaterra y Francia, que pierda sus bienes y el cuerpo, y que los demás que observen lealmente la tregua sean indemnizados por ello.

[8] Idem, está combenido que los dichos diputados de la Marisma suso dicha harán saver a los desterrados de la dicha Señoría del Rey de Castilla y del Condado de Bizcaya, que están fuera de su pays, si quieren estar comprendidos en esta tregua u protestan, y en el caso que quieran ser comprendidos en la dicha tregua que lo sean plenamente como los demás. Y en consecuencia los diputados mencionados mandarán a Brujas en Flandes al alcalde de Estaples del leynes de Inglaterra o a su teniente los nombres de dichos desterrados, y en caso que no quieran ser comprendidos en dicha tregua que queden fuera de la misma, y que el Rey de Ynglaterra y de Francia haga con ellos lo que con sus enemigos, y que con las buenas gentes de la Marisma suso dicha non sean vituperadas ni perjudicadas por ningún daño que los dichos desterrados hagan; y que los dichos diputados participarán a Brujas al alcalde de

Y si las gentes del dicho Rey de Ynglaterra y de Francia toman en mar o en puerto naves de sus adversarios o enemigos, y en dichas naves se encuentran géneros u otros bienes de los de la Señoría del Rey de Castilla o del Condado de Biscaya, que sean devueltos a los comerciantes de Castilla o de Biscaya, a quienes pertenezcan con su leal declaración, y en caso que algunt comerciante de Castilla o de Bizcaya sea encontrado en la nave, que en este caso los dichos bienes sean llevados a Inglaterra y depositados en seguridad hasta que dichos comerciantes hayan probado que los dichos bienes eran suyos, e igualmente harán en semejante caso los del Señorío del Rey de Castilla y del Condado de Bizcaya, pudiendo venir y pescar francamente y con toda seguridad en los puertos de Inglaterra y de Bretaña, y en todos los demás lugares y puertos donde quieran pagando los derechos de costumbre a los señores del pays.

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En testimonio de este combenio el dicho Rey de Ynglaterra y Francia a una parte de estas presentes letras a favor de las villas de la Marisma de Castilla y de Bizcaya suso dichas, ha puesto su sello. Y los dichos Johán López de Salcedo, Diego Sánchez de Lupard, Martín Pérez de Golindan, mensageros y procuradores de dichas villas y de la dicha Marisma. A la otra parte de estas presentes letras, endente demorante cerca del dicho Rey de Ynglaterra y Francia han puesto su sello. Dado en Londres el primero día del mes de agosto del año de gracia de mil trescientos cincuenta y uno.

DOCUMENTO 2 1484, mayo, 18. Valladolid Carta de tregua y seguro dada por los Reyes Católicos entre Juan de Escalante, vecino de Laredo y Antonio de Segovia, tras un ruido ocurrido en Brujas. Archivo General de Simancas, Registro General del Sello, vol. V, fol. 87. Don Fernando e donna Ysabel, por la graçia de Dios rey e reyna e etcétera. A los alcalldes de la nuestra casa e corte e chancillería e a todos los corregidores asistentes, alcalldes e otras justicias e juezes qualesquier, asy de la villa de Laredo commo de todas las otras çibdades e villas e logares de los nuestros reynos e señoríos, e a cada uno e qualquier de vos a quien esta nuestra carta fuere mostrada o el traslado de ella signado de escribano público. Salud e graçia. Sepades que Antonyo de Segovia nos fizo relaçión por su petyçión diziendo que sobre çierta questión y debate que ovo entre él e Juan de Escalante, vezino de la dicha villa de Laredo en la vylla de Brujas, que es en el Condado de Flandes, el dicho Juan de Escalante diz que le quiso amenguar sobre lo qual se ovo de rebolver un ruydo de donde dyz que el dicho Juan de Escalante fue ferido de una cuchillada, el qual diz que ha levantado e publicado que él ge la avía dado, diz que non seyendo ello ansy e diz que muchas personas se an entrometido en ello para que el dicho Juan de Escalante quesyese ser su amigo, el qual diz que non lo ha querido ni quiere faser a cabsa de lo qual diz que él se ovo

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de absentar e absentó de la dicha villa de Brujas. Por ende que nos // (fol. 1vº) suplicava e pedya por merçed porque entre ellos non oviese más questión ny ruydo mandásemos poner entre ellos tregua e seguro o mandásemos prover çerca de ello, lo que la nuestra merçed fuese. E nos tovímoslo por byen, e por la presente mandamos a vos las dichas nuestras justiçias e a cada uno de vos , cada uno en su logar e jurediçión que luego que con esta nuestra carta fuéredes requerido pongades entre los dichos Juan de Escalante e Antonyo de Segovia y entre cada uno de ellos e los suyos e sus parientes e amygos e valedores tregua e seguro de nuestra parte por el tiempo o tiempos e so las penas que a vosotros byen visto fuére. La qual dicha tregua y seguro nos por esta nuestra carta ponemos entre ellos e entre cada uno de ellos e e so las penas y segund que por vosotros de nuestra parte entre ellos será puesta e so las otras penas en que cahen e yncurren aquellos que quebrantan tregua y seguro puesto por carta e mandado de su rey e reyna e sennores naturales, e que lo fagades asy luego pregonar públicamente por las plaças e mercados de esas dichas çibdades e villas e logares por pregonero e ante escrivano público porque todos lo sepan e de ello non puedan pretender ynorançia, e sy los sobre dichos o qualquier de ellos non otorgaren luego la dicha tregua //[fol. 2rº] o alguna escusa o dilaçión en ello pusyeren los prendades los cuerpos e los non dedes sueltos ny fiados fasta que la otorguen segund que por vos les fuere mandado, para lo qual sy nesçesario es vos damos poder complido por esta nuestra carta con todas sus ynçidençias e dependençias, anexidades e conexidades, y los unos ni los otros non fagades ende al por alguna manera so pena de la nuestra merçed e de diez myll maravedíes para la nuestra cámara a cada uno de vos que lo contrario fiziere. E demás mandamos al ome que vos esta nuestra carta mostrare que vos enplaze que parescades ante nos en la nuestra corte do quier que nos seamos del dya que vos emplazare fasta quinze dyas primeros siguientes, so la dicha pena so la qual mandamos a qualquier escrivano público que para esto fuere llamado que dé ende al que vos la mostrare testimonio sygnado con su sygno, porque nos sepamos en commo complides nuestro mandado.

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Dada en la noble villa de Valladolid a diez e ocho dyas del mes de mayo, anno del nasçimiento del nuestro Salvador Jesu Cristo de myll e quatro çientos e ochenta e quatro annos. El almyrante don Alfonso Enriques, almirante mayor de Castilla, por virtud de los poderes que tiene del rey e de la reyna, nuestros sennores, la mandó dar. Yo Sancho Ruyz de Cuezo, secretario del rey e de la reyna, nuestros sennores, la fyz escribir con acuerdo de los del consejo de su alteza. Gundisalvus liçençiatus. Garsías liçençiatus. Gundisalvus dottor. Alfonso dottor.

Mercaderes vascos en la Sevilla bajomedieval 1

Manuela Ronquillo Rubio Universidad de Las Palmas de Gran Canaria

Durante la Baja Edad Media, la ciudad de Sevilla se había convertido en un dinámico centro comercial y en el foco de una rica región agrícola con una atractiva producción rural exportable de altos beneficios, lo que supuso una de las bases de su desarrollo como centro mercantil. En la ciudad se creaba demanda, ocupación y servicios, que crecían al ritmo de los beneficios y de la circulación comercial al tiempo que la población iba saliendo de la crisis. Es, posiblemente, la capitalidad económica de Sevilla como centro de un considerable territorio agrícola, lo que explicaría la llegada de artesanos vascos primero, desde la década de los treinta del siglo XV, y de mercaderes de lugares del resto de la Corona como se constata en el caso de vascos, burgaleses y gallegos desde mediados de siglo. Sevilla se convierte en la Baja Edad Media en foco de atracción para individuos y grupos que viven en sus lugares de origen ciertas circunstancias negativas que pueden condicionar o acelerar su salida del entorno. Hasta ahora, si nos atenemos a los mercaderes, los más conocidos son los extranjeros, sobre todo los genoveses, que ayudaron a potenciar el desarrollo

1. Este trabajo forma parte del proyecto de investigación “De mar a mar. Los puertos castellanos en la Baja Edad Media” (ref. HAR2010-17693)

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mercantil urbano2, y últimamente también los catalanes3. Ciertamente el papel de la preeminencia del mercader en Sevilla4, y su capacidad para establecer estrategias políticas, está en la base de la imagen de la ciudad que en el trescientos y el cuatrocientos fundó su riqueza económica en la vitalidad de un comercio conectado con su riqueza agropecuaria y la de la zona rural que controlaba, y al mismo tiempo con las finanzas de todo un sector geográfico de la Península (las plazas de Valencia-Sevilla-Medina o Burgos)5. Muchos personajes y grupos estuvieron implicados en dicho desarrollo. Entre ellos, desde la óptica castellana, han sido analizados en Sevilla y su Tierra los vascos entre los siglos XIII y XV, los mercaderes burgaleses en la ciudad a partir del último tercio del siglo XV, y los gallegos en el siglo XV tanto en la ciudad como en la Tierra6. A partir de la documentación del Archivo Municipal de Sevilla

2. Bello León, J. M. Extranjeros en Castilla (1474-1501). Notas y documentos para el estudio de su presencia en el reino a fines del siglo XV. Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias-Centro de Estudios Medievales y Renacentistas de la Universidad de La Laguna, La Laguna, 1994; Igual Luis, D. Navarro Espinach, G. “Los genoveses en España en el tránsito del siglo XV al XVI”, Historia. Instituciones.Documentos, 1997: 261-332 3. Bello León, J. M. “La presencia catalana en Andalucía a finales de la Edad Media”, Anuario de Estudios Medievales, 40/1, 2010: 93-127. 4. Collantes de Terán, A. Sevilla en la Baja Edad Media. La ciudad y sus hombres, Ayuntamiento de Sevilla, Sevilla, 1977. Y “Los mercaderes”, en García Baquero, A., Collantes de Terán, A. (Coord.), Andalucía 1492: razones de un protagonismo. Sevilla, 1992: 185-211. Otte, E. Sevilla y sus mercaderes a fines de la Edad Media, Bernal, M. y Collantes de Terán, A. (Eds.), Universidad de Sevilla, Sevilla, 1996. Una excelente síntesis interpretativa además de la inclusión de fuentes fiscales puede verse en Bello León, J. M. ¿Quiénes eran los mercaderes de Sevilla a finales de la Edad Media?, Solórzano Telechea , J. A.; Bochaca, M.; Aguiar Andrade, A. (eds.), Gentes de mar en la ciudad atlántica medieval. Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 2012: 249-274. Las fuentes fiscales se utilizaron asimismo en Aznar Vallejo, E.; Palenzuela Domínguez, N. “El comercio andaluz en 1502. Las fuentes fiscales”, Val Valdivieso, Mª. I., Martínez Sopena, J. (Dirs.), Castilla y el Mundo Feudal. Homenaje al profesor Julio Valdeón. vol. I. Junta de Castilla y León-Universidad de Valladolid, Valladolid, 2009: 673-689. 5. Igual Luis, D. “Banqueros y comerciantes italianos en España en tiempos de los Reyes Católicos”, Casado Alonso, H. y García Vaquero, A. (Ed.), Comercio y hombres de negocios en Castilla y Europa en tiempos de Isabel la Católica. Congreso Internacional, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Madrid, 2007: 151-179. Y del mismo autor “Valencia y Sevilla en el sistema económico genovés a finales del siglo XV”, Revista d’Història Medieval, 3, 1993: 79-110. Collantes de Terán, A. “Moneda y cambios en la Sevilla medieval”, Bernal, A. M. (Ed.), Dinero, moneda y Crédito. De la Monarquía Hispánica a la integración monetaria europea. Fundación ICOMarcial Pons, Madrid, 2000: 59-82. 6. Ronquillo Rubio, M. Los vascos en Sevilla y su Tierra. Fundamentos de su éxito y permanencia. Diputación Foral de Bizcaya, Bilbao, 2004. Palenzuela Domínguez, N. Los mercaderes burgaleses en Sevilla a fines de la Edad Media. Universidad de Sevilla, Sevilla, 2003. Ronquillo Rubio, M. “Los gallegos en Sevilla en el siglo XV. Cuestiones previas: número, ubicación, niveles socio-profesionales y relacionales”, Medievalismo, 17, 2007: 151-186.

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(AMS), que va desde los Papeles de Mayordomazgo, Actas, hasta los cientos de padrones de diversos tipos que se conservan en sus fondos, articulamos la base de estudio. La documentación notarial del Archivo de Protocolos (APS), que se conserva en el Archivo Histórico Provincial, examinada desde la década de los cuarenta del XV hasta 1503, es el otro pilar fundamental en todo estudio sobre grupos humanos si se quieren conocer sus niveles relacionales o profesionales, así como retazos de la pequeña biografía, o realizar una completa base de datos prosopográfica. Los archivos nacionales, en concreto el Registro del Sello del Archivo de Simancas (AGS-RGS), la Chancillería de Valladolid (ARCHV), o el Archivo General de Indias (AGI), se han revisado para fijar el grado de movilidad y para conocer la situación de quienes se decían hidalgos y completar la información pues, como se sabe, no se conserva la documentación portuaria de Sevilla. Cuando se trata de un grupo de castellanos la situación se complica porque en sus lugares de origen no siempre se conservan datos que los relacionen con Sevilla o que indiquen siquiera su existencia. Las palabras de Heers respecto a los genoveses son aplicables a cualquier grupo foráneo cuando no se puede sino presentar a un individuo que parece haber salido de la nada, ha llegado solo y no parece tener pasado7. En el caso de los vascos, sus mismos nombres, patronímicos y toponímicos, ayudan a identificarlos y más aún si añaden el gentilicio “vizcaínos” o “guibuscanos viscainos”. En el caso burgalés, además del gentilicio, fue su elevado nivel económico y su papel mercantil en la urbe lo que permitió reconocerlos pese a que sus apellidos no siempre parecían corresponderse con originarios de esa ciudad.

1. DEL SIGLO XIV A MEDIADOS DEL XV Los mercaderes vascos propiamente dichos son los que actuando en beneficio personal se dedican como principal actividad al comercio que era una de las ocupaciones vitales del País Vasco en la Baja Edad Media, y la que los dio a conocer genéricamente en toda Europa como “vizcaínos” en palabras de B.

7. Heers, J. “Los genoveses en la sociedad andaluza del siglo XV: orígenes, grupos, solidaridades”, Actas del II Coloquio de Historia Medieval Andaluza. Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla, 1982: 430.

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Arízaga8. En Sevilla se presentan como mercaderes vizcaínos o “guibuscanos viscainos”. El hecho de la escasez de cereales, por lo menos en las dos provincias costeras vascas, explica por sí mismo ese “primer impulso” como lo llama B. Arízaga, pero la situación geográfica en una de las áreas más relevantes para la Corona (el Golfo de Vizcaya) señala que su emplazamiento convirtió al País Vasco en “lugar primordial” de negociación para los mercaderes de Castilla que participaban en el comercio internacional9. En este trabajo presentamos solamente a los que en Sevilla se autocalifican como “mercaderes vizcaínos”, o guipuzcoanos, ya que a través de nuestro estudio sobre los vascos mostramos que eran distintos a los transportistas de ese origen que aparecen en la ciudad o sus antepuertos en las mismas fechas, y ello pese a insistirse en que desarrollan al unísono ambas actividades en otras áreas; quedan así excluidos los que nunca aparecen como mercaderes en la documentación10. Es, como explica B. Arízaga, que la realidad es más compleja si nos detenemos a delimitar las funciones comerciales de maestres, patronos, pilotos, mercaderes, comerciantes o fletadores. Pero en nuestro caso nos hemos decidido por esta opción porque, como decimos, son distintos los personajes que se dedican a una u otras actividades en Sevilla11.

8. Entre la amplia bibliografía de esta autora destacamos aquí: García de Cortázar, J. A. Arízaga Bolumbura, B. Val Valdivieso, M. I. Ríos Rodríguez, M. L. Vizcaya en la E. Media. Evolución demográfica, económica, social y política de la comunidad vizcaína medieval. Haranburu, San Sebastián, 1985. T. II. “La actividad comercial del País Vasco en la E. Media”, II Congreso Mundial Vasco. Historia de Euskal Herría. II. Txertoa, San Sebastián, 1988: 287-304. “La figura del mercader vizcaíno en la BEM”, Vizcaya en la Edad Media. Congreso de Estudios Históricos. Eusko Ikaskuntza, San Sebastián, 1984: 319-325. “El abastecimiento de las villas vizcaínas medievales: política comercial de las villas respecto a su entorno y a su interior”, En la España Medieval, 6, 1985: 293-316. 9. Val Valdivieso, M. I. “Vascos en las ferias de Medina a fines del Medievo”, Estudios dedicados a la memoria del profesor L. M. Díez de Salazar. T. I. Universidad del País Vasco, 1992: 315-333. Caunedo del Potro, B. Mercaderes castellanos en el Golfo de Vizcaya (1475-1492). Univ. Autónoma, Madrid, 1983. 10. Es cierto que en esta época el término “mercader” puede englobar situaciones variadas; la más clara es la que se refiere a los mercaderes del comercio internacional o inclusive a algunos de menor peso, pero también en el ámbito urbano encontramos diversos tipos de comerciantes, maestres artesanos enriquecidos, corredores, o directamente transportistas marítimos entre otros, que se dedican a la actividad mercantil. Remitimos para ello a Bello León, J. M. ¿Quiénes eran los mercaderes…?, art.cit.; Caunedo del Potro, B. “Los «medianos»: mercaderes y artesanos”, Medievalismo, nº 13-14, 2004: 157-179; Navarro Espinach, G. “Los protagonistas del comercio: oficios e identidades sociales en la España bajomedieval”, El comercio en la Edad Media. García de Cortázar, J. A. et alii (coord.), Instituto de Estudios Riojanos, Nájera, 2006: 147-188. 11. Arízaga, B.; Bochaca, M. “El comercio marítimo de los puertos del País Vasco en el Golfo de Vizcaya a finales de la Edad Media”, Itsas Memoria. Revista de Estudios Marítimos del País Vasco, 4, Untzi Museoa-Museo Naval, Donostia-San Sebastián, 2003: 41-53.

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La mayoría son mercaderes de hierro y, si bien son distintos a los transportistas, es cierto que su comercio está “amparado” como indicaba M. I. del Val por la actividad transportista de sus convecinos, de manera que al disponer de un reconocido sistema de transporte les fue factible insertarse en el trasiego mercantil de la zona. La actividad transportista vasca había sido considerable en Barcelona, Valencia y Génova, pero desde los años sesenta del siglo XV las medidas proteccionistas a las naves nacionales de la Corona de Aragón, al igual que las de Génova, incidieron en una mayor llegada a Sevilla y a los puertos de la desembocadura del Guadalquivir de transportistas vascos que al quedar inactivos buscaron otros fletadores, en su mayoría genoveses y burgaleses, y al aumentar estos sus relaciones con Sevilla se acrecienta la de los vascos12. Nos interesa conocer también si realmente existió un comercio específicamente vasco en la ciudad, en el sentido de estar practicado y capitalizado por ellos siguiendo el modelo que presenta B. Arízaga para el resto de los mercaderes vascos, aunque no fuese de tan altos vuelos como el de los burgaleses. En la Baja Edad Media las circunstancias fueron favorables, porque en la Corona de Castilla el impulso productivo y la aceleración y extensión de los intercambios lograron superar la etapa del siglo XIV y recuperar las actividades comerciales desde por lo menos mediados del XV, cuando se vive una nueva etapa de crecimiento visible en la ampliación de mercados y el aumento del volumen de mercancías. Para entonces, el vasco había traspasado sus fronteras e iniciado múltiples relaciones, manteniendo las del interior complementarias a base de hierro-pescado/trigo-lana, utilizando su potente marina mercante, y aprovechando los privilegios otorgados a la actividad mercantil castellana. Otro punto de interés es el nivel de dichos mercaderes porque nos es difícil separarlos en los grupos de Beatriz Arízaga para aplicarlos a Sevilla, ya que propone una mayoría de pequeños mercaderes errantes que utilizan la vía marítima, junto a un limitado número de mercaderes internacionales. En Sevilla, los mercaderes vascos parecen pertenecer al primer grupo en su mayoría, y entre los que destacan por la diversificación de productos y el nivel económico se observa que siguen realizando operaciones menores también. Hasta la segunda mitad del XV no podemos realizar un estudio sistemático de mercaderes vascos

12. Ronquillo Rubio, M. Los vascos en Sevilla…, 209-228.

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en Sevilla por la falta de datos; no obstante presentamos un análisis de estos primeros momentos. En la primera mitad del XIV las referencias al comercio vasco en Sevilla son las referidas a los privilegios de rebajas dados a diversas ciudades vascas costeras en la aduana de Sevilla (Bilbao, Lequeitio, Guetaria), lo que permite suponer que permanecía el interés que mostraron en mantener abierto ese contacto mercantil desde la segunda mitad del XIII cuando los habían logrado otras muchas villas. Los datos presentan a algún cargador vasco con hierro y algo de lana en una nave gallega que llega a Londres en 1311 con carga andaluza y gallega13. En 1342, la documentación balear recoge “hierros de Sevilla”, que podría ser vasco, reexportado desde Mallorca hacia Levante14. En 1378 el bermeano Juan Pérez de Trobica, con otro mercader de Castro y mercaderes de Vivero, iba de Sevilla a Flandes en una barca de Vivero con maestre y marineros de Bermeo entre otros15. El también bermeano Juan Pérez de Gámiz, vendió en Barcelona un niño gomero en 1393 y aparece como mercader, puede que ocasional porque había realizado el viaje a la aventura actuando como señor de presa, y estaba también en Barcelona Juan Bravo de Santarem que había llegado en una nao de Juan Ortiz de Arizcuranaga en 1393. Tal y como se organizaron esos viajes a Canarias tuvieron que pasar por Sevilla o por algún puerto de la desembocadura del río. Juan Bravo consta también como patrón de una de las barcas tomadas a los portugueses en el cabo de San Vicente cuando los Trobica y otros de Bermeo iban hacia el Mediterráneo y se denomina a sí mismo marinerius e mercator16. De forma que con estos datos solo se muestra el carácter ocasional del mercader vasco en la zona por entonces. En la primera mitad del siglo XV son todavía escasas las referencias, por las mismas razones apuntadas para los transportistas pues los intereses vascos

13. Ferreira Priegue, E. Galicia en el comercio marítimo medieval. Fundación Pedro Barrie de la Maza, La Coruña, 1982: 612. 14. Sevillano Colom, F. “Mallorca y Castilla (1276-1343)”, Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura, XLVI, 1970:321-366. 15. Ferreira Priegue, E. op.cit., 501. 16. Ferreira Priegue, E. “Unos mareantes vascos en Barcelona en 1393”, Congreso de Historia de Euskal Herrria. T. II. Txertoa, San Sebastián, 1988: 339.

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estaban en el Mediterráneo Occidental, y además Sevilla ponía problemas a los estantes, como observamos en las actas de 1446 cuando los mercaderes genoveses y otros estantes se quejaron de los agravios recibidos en la toma de mercancías por algunos navíos que andaban armados por la mar17. Los que aparecen nos recuerdan a los estudiados por Heers en Italia, esto es, individuos de escaso nivel económico, no grandes negociantes, que realizan un viaje rápido junto al transportista vasco al que deben prestar dinero a veces para la vuelta18. Heers concluye que ese mercader no suele instalarse en Génova para negociar sino que actúa como sostén financiero del transportista o de otros mercaderes. Sería el caso de Juan de Verie, de Fuenterrabía, estante en 1441, que se erigió en pagador de Gonzalo Ibáñez de Menceta vecino de Motrico y maestre de la nao Santa María19. O el de los bilbaínos Martín Sánchez de Aldanondo (también capitán de nave) que prestó dinero a Martín de Sánchez de Villela en Sanlúcar en 1438 y que recibiría a su vuelta a Bilbao20. Respecto a vascos asentados en la ciudad y que tengan relación con el comercio, tan solo constan Aparicio Martínez vizcaíno21 en 1408, y Juan Ortíz de Juanguren

17. Palenzuela Domínguez, N. Las actas capitulares del concejo de Sevilla (1434-1447). Mem. Licenciatura inédita, Universidad de Sevilla. Nº 135 (1446, septiembre, 26, f. 66). Los agravios van dirigidos contra los que “traían mantenimientos” a la ciudad. 18. Heers, J. “Le commerce des basques en Mediterranée au XVè siècle aprés les Archives des Gênes”, Société et économie à Gênes (XIVe-XVIe siècles), Variorum Reprints, Londres, 1979: 318-320. 19. APS, Oficio 5-3210, f. 39 v. Ante el corredor y mercader sevillano Antón Álvarez por 2.060 mrs. a pagar en 15 días 20. Enríquez Fernández, J.; Hidalgo de Cisneros, A.; Lorente, R.; Martínez, A. Libro de Autos judiciales de la alcaldía (1419-1499) y Libro de Acuerdos y Decretos Municipales (1463) de la villa de Bilbao. Eusko Ikaskuntza, Donostia, 1995: 76. En un nivel puramente transportista estaría Martín de Villalva de Bermeo que transportó trigo a Sevilla durante la carestía de 1412, ver Collantes de Terán, A., op.cit., p. 213. AMS, Sección 15, Mayordomazgo. Año 1412, f. 99v. 1413, abril, 12. Precisamente el encargado por Sevilla de ir a las “carracas que estaban en Cádiz en razón del pan que llegó” fue Juan de Zorroza, posiblemente vasco y asentado en Sevilla. Carta de pago a Juan de Çorroça por 1000 mrs. para ayuda de costa de su despensa por el trabajo de ir a las carracas que están en el puerto de Cádiz sobre razón del pan que en ellas viene. 21. ACS, Sección IX, carpeta 182, nº 28. Reconocimiento de bienes aportados por Inés Guillen por matrimonio con Aparicio Martínez vizcaíno vecino de Santa María en la calle Castro, hecho en Manzanilla el 19 de septiembre de 1408. Tiene todos los visos de haberse asentado en relación con la actividad mercantil y transportista, tanto por su ubicación en la ciudad, en la calle Castro, como por su casamiento con Inés Guillén en cuya dote constan casas de la morada, bodegas, tinajas, vino, viñas, la mitad de dos barcos y dinero.

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desde la década de los treinta22. Las parcas referencias no permiten presentar un modelo concluyente del mercader, ni siquiera de algún factor vasco, caso de Martín Ochoa de Irive vecino de Deva, estante en Londres, porque lo es de mercaderes ingleses, y solo acudía a los puertos de la desembocadura del río para cargar bastardos y romanias en su nombre23. Siempre terminamos en ese bloque indistinto de “marinos y mercaderes” como a fines del XIV.

2. MERCADERES VASCOS ENTRE 1460 Y 1500 Pese a que la falta de la documentación portuaria de Sevilla no permite llegar a ciertas conclusiones, de ahí la división cronológica tan simplista que presentamos en el análisis de los mercaderes, desde mediados de siglo la documentación va abriendo otras vías de estudio y observamos cómo se mantiene la línea de transporte vasco por cuenta ajena24 y se abre la del mercader propiamente dicho, porque así se autodefinen y en nuestro análisis nos hemos limitado a estos últimos. En primer lugar, y como no podía ser de otra manera, eran mercaderes de hierro, herraje y armas (astas y dardos), y aparecen tanto en los protocolos cordobeses25, como en los sevillanos según iremos viendo en este trabajo. Llegan a algún puerto de la zona, casi siempre Sanlúcar, a veces Cádiz, y terminan concentrándose en Sevilla para iniciar los contactos precisos para redistribuir el hierro, de lo que se encargan ellos mismos a veces y otras lo pueden llevar en carretas desde Sevilla los compradores cordobeses. Lo que interesa es que aunque realicen ventas en Córdoba, puntualizan que son estantes en Sevilla la mayoría.

22. Finot, J. Étude historique sur les relations commerciales entre la Flande et L’Espagne au Moyen Age. Archiviste du Département du Nord, París, 1899: 174, 181-182. Guilliodts van Severen, L. Cartulaire de l’ancien Consulat d’Espagne à Bruges I. Imp. Louis de Plancke, Brujas, 1901: 26. El cómitre Juan Ortiz de Juanguren o Jangul, estaba en Brujas en 1443 junto con otros mercaderes sevillanos (como Juan Rodríguez Calderón) cuando los capitanes, mercaderes y cónsules de la nación española realizaron el acuerdo con los de la Hansa. En 1467-68 fue uno de los que metió trigo en Sevilla durante la crisis alimentaria. 23. Childs, W. R. Anglo-Castilian trade in the later Middle Ages. Manchester University Press, Bristol, 1978: 227. 24. Ronquillo Rubio, M. op.cit., 209-228. 25. Córdoba de la Llave, R. “El comercio del hierro en Córdoba, un capítulo de la actividad económica vascongada en Andalucía”, II Congreso Mundial Vasco. II. Instituciones, Economía y Sociedad (Siglos VIII-XV). San Sebastián, 1988: 317-325.

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Entre enero y noviembre de 1463 son mercaderes de Azpeitia y Elorrio, estantes en Sevilla, los que venden hierro, herraje y astas a mercaderes y asteros cordobeses en Córdoba: Peribañez de Elorrio, Pedro de Elorrio o de Berrio el Mozo, Juan de Mendizábal hijo de Juan Sánchez de Mendizábal vecino de Azpeitia y estante en Sevilla, y aplazan pagos hasta Santa María de agosto; la entrega del hierro puede ser en Sevilla, igual que el finiquito, o en Córdoba. Los de Elorrio permiten que el mercader que les compró 300 quintales (mitad pletina y mitad badajón), a 190 mrs. el quintal – que corresponde a quintal y medio de los de Sevilla “con su atara”-, vaya a verlos a Sanlúcar o a Sevilla, y si ya han llegado a esta ciudad pagará la costa del viaje; si no queda contento le devolverán los 1.000 mrs. que dio de señal26. En Sevilla aparecen en los Protocolos desde 1465. En agosto, el mercader Juan Pérez de Zarauz, de Tavira de Durango, vende costales de astas para lanzas de madera de fresno y dardos. En 1467 dos mercaderes de Tavira de Durango, Paso de Cenarruza y Rodrigo de Laris, vendían 10 fejes de asteria al astero de Córdoba Juan Martínez de Mondragón. En 1469 son mercaderes de Elorrio, Azpeitia y Durango los que aparecen tanto en Sevilla como en Córdoba vendiendo hierro y astas. Curioso que sean Juan Sánchez de Mendizábal que constaba como padre de Juan de Mendizábal que vendía herraje en Córdoba en 1463, y Martín de Elorrio posiblemente relacionado con los de Elorrio de Córdoba de ese mismo año27. Por entonces, entre 1467 y 1469, con el precedente de 1412, los bilbaínos Martín de Fagaza y Martín Sánchez de Bilbao, junto con Lope de Loriega, Martín Ochoa y Nicolás de Orio, llevaron trigo a Sevilla con ocasión de la carestía que vivía

26. APC, Oficio 14, legajo 2, cuaderno 1, f. 2 v. En enero de 1463 Peribánez de Elorrio, mercader vizcaíno hijo de Periguañez de Elorrio, y Pedro de Elorrio el Mozo, vecinos de Elorrio, estantes en Sevilla, venden “mercadería de astas” por 1.000 mrs. a pagar en Santa María de agosto. APC, Oficio 4, legajo 2, cuaderno 1, f. 17 v, 269 r, f. 369 y 370 r. Ver Ronquillo Rubio, M. op.cit. 245 y nota 378. 27. APC, Oficio 14, legajo 4, caja 16, f. 20 r. 1469, junio, 9. Córdoba. Pedro Rodríguez, mercader de Córdoba, debe pagar a Juan Sánchez de Mendizábal mercader vizcaíno estante en Sevilla y vecino de Azpeitia, 25.700 mrs. por cierto hierro. APC, Oficio 14, legajo 4, caja 16, f. 23 r. El 13 de junio de 1469, la mujer del astero Juan Martínez de Mondragón, acepta el pago de la deuda contraída por su marido antes de morir consistente en 6000 mrs. por 10 fejes de asteria comprados en Sevilla en 1467 a Paso de Cenarruza y Rodrigo de Laris, mercaderes vizcaínos vecinos de Tavira de Durango. Y, f. 30 r, Martín de Elorrio vende astas a ciertos vecinos de Córdoba en marzo de 1469.

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esos años. Estos se conocen como transportistas, mercaderes y piratas, caso de Martín de Fagaza, o de Martín Ochoa de Larrea que actúa con los Fagaza siempre, y aparecen también en Flandes donde posiblemente entablasen relaciones con mercaderes burgaleses y genoveses que fueron quienes se obligaron a llevar el trigo a Sevilla28. Consideramos que fue en ese momento cuando acudieron a Sevilla como transportistas de burgaleses o de genoveses, puesto que las cantidades que meten son pocas, de 3 a 74 cahices, mientras los burgaleses introducen de 91 a 1.200 cahices29. Parecen haber aprovechado la ocasión para comerciar una parte del trigo transportado por sí mismos, tal vez de sus quintaladas; de hecho no vuelven a aparecer en la zona pese a que sabemos que continúan su trato con el Mediterráneo. En este grupo por tanto, tenemos propietarios de naves (como los Fagaza) que se dicen además mercaderes, en contraste con los mercaderes de hierro y astas tratados más arriba que actúan de otra forma: van tanteando el terreno (desde 1463) hasta asegurar mantener el trato y para eso vuelven ellos o sus familiares en 1467 ó 1469. Bien es verdad que se conoce a un Juan Sánchez de Mendizabal vecino de Azpeitia entre los que robaron al escocés Juan de Maturin hacia 1480, con lo que siempre queda la duda del tipo exacto de mercader30, no obstante creemos que son diferentes a los que transportan trigo porque su interés estaba en introducirse en los mercados sevillano y cordobés de abastecimiento de hierro. En esta década, por tanto, los vascos han prestado un servicio a Sevilla durante la crisis agrícola y la ciudad se lo agradecerá en forma de seguros que esgrimirán en la siguiente.

28. Guilliodts van Severen, L. Cartulaire…, I, pp. 104-105. Martín de Fagaza estaba en Brujas el 4 de enero de 1468, junto a otros mercaderes de la “nación de la costa de España”, y como uno de los cónsules, tratando la garantía que debían dar por dos naves que habían llegado a Arnemuiden. Martín Ochoa, posible Martín Ochoa de Larrea, suele aparecer con los Fagaza, y estaba allí el 27 de junio de 1467 como árbitro entre unos alemanes y unos vascos junto a Rodrigo de Fagaza. 29. Marchena, R. “Economía sevillana en la Baja Edad Media: una crisis de subsistencia”, Archivo Hispalense, 166, 1971: 202-203. Martín Ochoa mete 54 cahices de trigo por 54 doblas, Martín de Fagaza 53 cahices y 3 fanegas por 12.820 mrs., Martín Sánchez de Bilbao 3 cahices por 720 mrs., Nicolás de Orio 35 cahices y 6 fanegas por 8.250 mrs. Y López de Loriega 74 cahices y 4 fanegas y media por 17.85 mrs. Todos en agosto de 1468. AMS, Sección 15, Mayordomazgo, nº 55. Pan que descargó en esta ciudad Martín de Ochoa vizcaíno, en la lonja de cal de Castro: en jueves 4 de agosto 68 cargas a 4 fanegas cada carga que son 25 cahices y 6 fanegas; el 5 de agosto 66 cargas que hacen 28 cahices y 6 fanegas. Se da carta de pago en 5 de agosto por 54 doblas 30. Bello León, J.M. Extranjeros…, nº 247, 269 y 273.

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En la década de los setenta los problemas para los vascos en Sevilla fueron varios pero en todo caso muestran que las relaciones comerciales se han hecho estables. Las actas del concejo contienen quejas por asaltos a manos de sevillanos y otros andaluces, intentos de cobro de nuevas imposiciones, y prohibiciones de sacar el hierro que acercaban a Sevilla para evitar el desabastecimiento de la ciudad. Los vascos terminan reaccionando y esgrimen los seguros otorgados a los mercaderes y sus naves, insistiendo en que desean mantener el trato con la ciudad. Los asaltos fueron sufridos en el Puerto de Santa María y en Sanlúcar por varias naos de vecinos de Bilbao, de Motrico y de Ondarroa (1471-1472) infringidos por la armada del Duque de Medina Sidonia31. Los mercaderes se quejan a Sevilla por no respetarle los seguros que había otorgado la ciudad a los del condado de Vizcaya y la Provincia de Lepuzca para “venir salvos e seguros a esta ciudad e a sus ríos con sus naves e mercadurias”, de forma que aúnan las actividades transportistas y mercantiles, y se habían dado en un momento especial de la lucha entre el Duque de Medina Sidonia y el marqués de Cádiz que se entorpecían el tráfico respectivamente. También tiene relación con los asaltos sufridos por mercaderes sevillanos a manos de Juan Beltrán de la Rentería “e otros sus secuaçes” que fue uno de los asuntos que entró entre los tratados en el escrito que la Junta de Usárraga envió a Sevilla en setiembre de 1472 sobre los asaltos32. Los vizcaínos se habían quejado en julio de 1472 y el cabildo sevillano reiteró la carta de seguro que había dado a “los vizcaínos que aquí están o vinieren de aquí adelante con sus mercadurías a esta ciudad”,

31. AMS, Sección 10, Actas, caja 16, carpeta 66, ff 54 y 58. 1472, 1-16 octubre. Quejas presentadas a Sevilla por Antón de Leura maestre de la nao San Antonio, y de Sancho de Leura maestre de la nao San Pedro, ambos vecinos de Bilbao, porque en septiembre fueron asaltados por una armada del Duque de Medina Sidonia en la que iban vecinos de Sevilla (uno de ellos el cómitre Luis de Lamezqueta), en el Puerto de Santa María, y además de la violencia empleada se quejan de que no se han respetado los seguros dados por Sevilla y que se los quitaron los de la armada. Sanz, M. J; Simó, M. I. Catálogo de documentos contenidos en los libros de cabildo del concejo de Sevilla. Universidad de Sevilla, Sevilla, 1975: nº 913, 916. En marzo de 1472 los procuradores de la Hermandad de Guipúzcoa se quejaron a Sevilla de que el Duque de Medina Sidonia hizo tomar en Sanlúcar dos naos de vecinos de Motrico a los que habían apresado; Vizcaya se queja de lo mismo por el apresamiento de dos naos de Ondarroa. 32. AMS, sección 10, Actas, caja 16, carpeta 66, ff. 75-76. En 1472 la Junta dio poder completo para tratar este y otros asuntos a Juan Sánchez de Azpeitia, mercader guipuzcoano. Carta de la Junta sobre que Juan Sánchez trate directamente con el Duque. Pese a todo no se ha encontrado el documento sobre ese asalto concreto. Guiral, Hadziiossif, J. Valencia, puerto mediterráneo en el siglo XV (1410-1525). Alfons el Magnànim,Valencia, 1989: 262, 307-308. El único Juan Beltrán de la Rentería que se conoce era un vecino de Ondarroa, maestre y propietario de la nao Santa Cruz, que en 1484 y 1485 la fletó al mercader florentino del Vinyo, asentado en Valencia, para ir de Candía a Londres o Flandes

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aceptando no represaliarlos salvo por deudas propias33. Los seguros no se dieron exclusivamente a los vascos, porque en 1473 un vecino de Sevilla se quejaba de los asaltos indicando que dichos seguros se dieron a mercaderes vizcaínos y gallegos “por respeto a que trajeron mercadurias y proveimientos” a la ciudad en aquel tiempo (c. 1469, concreta que hace cuatro años), y que no debían extenderse a casos de violencia. En última instancia, insiste, éstos mercaderes “no son los por vuestra merçed asegurados”34. El asunto del asalto al sevillano lo pasan al Almirante, pero el testimonio indica que aquellos mercaderes vascos que llegaron para la carestía no volvieron, sino que son otros los que tratan regularmente en la ciudad. Las imposiciones al tráfico comercial llevaron a otra tanda de quejas que concernían al almojarifazgo, a las prohibiciones de sacar hierro sin licencia, y al cobro de nuevos impuestos. Los vizcaínos se quejan en 1471 de que los almojarifes querían cobrarles antes de vender el hierro; el concejo lo prohibió y permitió que no pagasen alcabalas hasta que no vendiesen sus mercancías. La preocupación del concejo por la cantidad que salía de hierro una vez introducido provoca las quejas de los arrendadores de la renta del hierro puesto que si no se saca no podrían cobrarla, y también la de los mercaderes cordobeses que habían compraron hierro procedente de Vizcaya y no podían sacarlo, y finalmente la de los vascos pues siendo su producto principal debían venderlo para volver a su tierra35. Por todo ello, el procurador de la Junta se quejaba del menoscabo que suponía para los mercaderes de la Provincia “que siguen y tratan con esa ciudad” los elevados derechos que pagan y la necesidad de guardar coto. Si no se soluciona tendrán que abandonar el comercio, cuando su deseo e interés era continuar en Sevilla y en su tierra de origen, o como

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ellos dicen “en ella y allá”. El concejo acuerda se les diese ventaja y ganancia razonable y encarga un informe que no se ha conservado36. Los seguros fueron la respuesta al tráfico continuado de la década anterior y el agradecimiento por la introducción de cereal, pero aquí se toparon con la superposición de jurisdicciones que se dedicaban a cobrar impuestos comerciales: la real (concejo, Corona, Almirantazgo), y la señorial en los puertos de la desembocadura del río tras el intento del Duque de imponer un nuevo derecho de la barqueta. Aún así continua el tráfico pues tenemos noticias en 1471, 147337, y en 1475 y 1477 varios mercaderes vascos venden hierro en Córdoba y Sevilla respectivamente. Ese último año se queja la Junta, reunida en Fuenterrabía, de la cantidad de imposiciones sobre sus mercancías especificándolas: anclajes, afreitamientos, barquetas, almojarifazgo y alcabalas, “allende de lo que fue usado e acostumbrado en tiempos pasados”38. La Provincia está sufriendo un mal momento por la guerra contra Francia y consideran que Sevilla se aprovecha exigiéndoles derechos para sacar trigo y otras mercaderías cuando ellos pensaban que en eso precisamente era donde iban a tener más franquezas y libertades debido a su situación. Explican que normalmente se proveían de Francia, pero ahora han de hacerlo de Inglaterra, Bretaña y de Sevilla y sus comarcas, y añaden que siendo el camino para ellos tan largo y tan caro no entienden la actitud de la ciudad39. La queja de la Junta se leyó en cabildo en 1478, y ese año se vivía en Sevilla una grave carestía debida entre otras razones a la estancia de la corte y al volumen de población; pero los vascos consiguieron de los reyes permiso para la travesía por el río, puesto que

36. AMS, Sección 10, Actas, caja 16, carpeta 76, f. 75. 1472, noviembre. 33. AMS, Sección 10, Actas, caja 16, carpeta 66, f. 49 r. 34. Ibídem, caja 17, carpeta 67, ff. 9 y 11. El vecino de Sevilla, Alfonso Ponce, se queja en 1473 de haber sufrido el embargo del aceite que llevaba a vender a La Coruña por Juan Blanco hacía año y medio. Ferreira Priegue, E. Galicia…, op.cit. p. 667 y nota 158. Juan Blanco se quejó a Sevilla, junto a su socio Miguel Sánchez de Guetaria, del robo sufrido en 1470 en Cartagena por un sevillano, y desde entonces iniciaron las represalias 35. Sanz, M. J.; Simó, M. I. Catálogo de documentos…, nº 2043 y 2044. En febrero de 1471 (f. 11, 12 y 13), relación de cosas tratadas en Cabildo referente a los mercaderes que venían a la ciudad a traer hierro y se llevaban pan a cambio. Nº 2073, igualmente, en julio de 1471, quejas de los arrendadores sobre hierro y herraje y la prohibición de sacarlo. Nº 2135, en febrero de 1478 queja de los mercaderes cordobeses a quienes prohibieron sacar hierro que tenían en Sevilla procedente de Vizcaya.

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37. Además de los datos anteriores, AMS, Sección 10, caja 17, carpeta 70, f. 34 v. El 3 de diciembre de 1473, y en contraste con las peticiones de los “mercaderes vizcaínos” como grupo que llegó a ser habitual, consta el seguro a un mercader vizcaíno para él y sus mercancías. El nombre aparece en blanco. Y ese mismo año, en otro documento (Sección 10, carpeta 67, f. 56v), en mal estado, Garciarán de San Juan presenta un escrito de ciertos mercaderes que no puede leerse. 38. AMS, Sección 10, Actas, caja 21, carpeta 85, f. 26 v y 27 r. 39. Se había concertado el traslado del cereal desde Córdoba, la Rambla y Lora, para acercarlo por el río a Sevilla, y los vascos exigen que los dejen pasar. Incluso los arrieros de Carmona pidieron al concejo intervenir para impedir que les cobrasen la alcabala del pan “que se vendió a los vizcaínos en la lengua del agua”. González Jiménez, M. Catálogo de documentación medieval del Archivo Municipal de Carmona, 1475-1504, II. Excma. Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla, 1981: nº 62 (1478, junio).

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el concierto era anterior a la prohibición de paso, así como el respeto a sus privilegios y la exención del de la barqueta40. No obstante, siguen necesitando licencia para sacar el hierro a otros lugares y persisten las quejas sobre los derechos que les cobran, si bien no podemos enumerarlas pues – no sabemos si es algo habitual entre los vascos – se llevan las peticiones una vez leídas en cabildo41 Los mercaderes (de Elorrio, Durango y Vergara)42 lo eran de hierro y manufacturas de dicho metal: herraje, clavo de herrar, sartenes y astas, consignados por ellos como “hierro, ferraje e otras cosas”. Llegan, realizan ventas en Sevilla (aunque sean para Córdoba) y otros se desplazan a Córdoba ese mes o los siguientes (concentrados en febrero-marzo, y agosto-octubre)43. La mayoría no aparece más44 salvo Juan Pérez de Recabal, Pedro Martínez de Zabala y Juan de Arrázola.

40. AMS, Sección 1ª, Tumbo, vol. II, ff, 260, 281, 319, 320 y 348. Rufo Ysern, P. Documentación andaluza en el Registro General del Sello. Universidad de Huelva, Huelva, 1996: nº 1411 y 1473. Los reyes a las autoridades del reino, a causa de dos peticiones de Pedro Ochoa de Beci y de Martín Yánez de Garagarza, procuradores de Vizcaya y de Guipúzcoa, sobre que pasado el pago de imposición en Sevilla del 1% y del 5%, se respeten los privilegios de los mercaderes oriundos de ambas zonas así como la exención del derecho de la barqueta. 41. AMS, Sección 10, Actas, caja 22, carpeta 92, f. 18 v (1479). Presentación de una petición de mercaderes vizcaínos a la ciudad para obtener licencia para sacar cierto hierro. No se conserva el documento. AMS, Sección10, Actas, caja 23, carpeta 94, f. 47 r (1480). Petición de los mercaderes vizcaínos, al final consigna el escribano “llevaronla luego”; el concejo insta a no agraviar a los dichos mercaderes ni “les llevar más de lo que ya otras veces les han llevado”. 42. En los años setenta aparecen en Sevilla Pedro de Ovante, Juan de Arrázola y Juan de Monta vecinos de Elorrio. Sanjuan de Astorga vecino de Durango. Martín López de Vergara, Fernando de Izaguirre, Pedro Martínez de Zabala, vecinos de Vergara; y Juan de Aracena y Juan Pérez de Recabal o Rezabal. En Córdoba, en 1475, Juan de Iturbe vecino de Elorrio, Pedro de Iregui vecino de Durango, y Perucho “mercader vizcaíno de Aristizábal” en 1480. 43. APC, 14-10, carpeta 15, f. 8 v. 1477, 29 septiembre. Pedro Ruíz de Recua, mercader y cerrajero de Córdoba, debe a Sanjuan de Astorga, mercader vizcaíno vecino de Tavira de Durango, estante en Sevilla, 27.688 mrs. de cierto hierro y sartenes, a pagar en Córdoba antes de 80 días. APC, 14-10, carpeta 14, f. 24 r. 1477, septiembre, 4. Deuda del mismo cerrajero a Martín López de Vergara por 189.000 mrs. por clavos de herrar, a 130 mrs. cada millar; a pagar cuando se los demande. APC, 14-10, carpeta 3, f. 14 r. 1477, febrero, 11. Juan Ruiz de Recua, mercader vecino de Córdoba, debe a su cuñado Juan Sánchez 42.316,5 mrs. como tercera parte de la obligación que este hizo en Sevilla con Juan de Arrazola mercader vizcaíno estante en Sevilla por 129.950 mrs. de cierto hierro y herraje. APC, 14-10, carpeta 17, f. 11 r. 1477, mayo, 3. El cerrajero Pedro Ruíz de Recua debe pagar a Juan de Monta, mercader vizcaíno hijo de Pedro Íñiguez de Monta vecino de Elorrio, 50.800 mrs. de 548 cabos de hierro que le compró en Sevilla en abril pasado; a pagar en dos pagas, la mitad antes de fin de mayo, y el resto mediado junio. 44. Algunos se localizan por sus deudas con cambiadores sevillanos o por salir por pagadores de asteros, caso de Pedro de Ovante, Sancho de Azpeitia, Juan de Aracena y Juan Pérez de Recabal. APS, Oficio 23/ 15962, f. 21

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Sin ser grandes mercaderes, su nivel de ventas alcanza a veces casi 200.000 mrs., pero continúan vendiendo artículos entre 4.000 y 20.000; aparecen en invierno y entre fines de verano y otoño (seguramente cuando atracan los barcos vascos en los que viajaban), y parecen concentrarse en años específicos. Vizcaínos y guipuzcoanos comparten los mismos intereses y como grupo, que es lo interesante, van ganando un trozo del espacio económico sevillano siendo conocidos como “mercaderes vizcaínos estantes”, y así se dirigirán al concejo desde entonces. En los años ochenta y noventa su número asciende y podemos hablar de mercaderes que llegan de núcleos urbanos vascos de importancia, de larga tradición ferrona, y convenientemente conectados con la costa. Del occidente guipuzcoano destacan los de la cuenca del Deba (Mondragón, Vergara, Plasencia, Elgoibar), y del Urola (desde Oñate, Villarreal, Azcoitia y Azpeitia); zonas cercanas al área vizcaína que aporta buen número de mercaderes en Sevilla como es la de Durango. También los de la cuenca del Oria desde Segura y Tolosa. En Vizcaya tenemos a los de Durango (con Durango, Berrio y Elorrio), camino de la costa los de Marquina y en la costa uno de Ondarroa. Así que hay buen número de los del interior (incluso alguno de Vitoria y Orduña), además de ciudades costeras como Bilbao, pero solo uno de Guernica y otro de Fuenterrabía. Pese a designarse como vizcaínos, el grupo guipuzcoano parece ser ligeramente superior cuando indican su origen (29 frente a 23 vizcaínos), pero de otros 29 desconocemos la vecindad y por el topónimo pueden ser de Durango (Arrazola), o vizcaínos en general (Irázabal, Albizua, Lili), o guipuzcoanos como de Mondragón, Orio, Azpeitia o Vergara, u otros como los de Maya, de Villarreal, o los Zabala que suelen ser de Vergara o de Azcoitia. De todos modos, a poco que se busque en las colecciones documentales publicadas por la Eusko Ikaskuntza pueden ser de una u otra provincia.

r. En 1472, reconoce deber Juan de Vargas, astero, a Gonzalo de la Lonja cambiador, 6.200 mrs. que a su ruego pagó Pedro de Ovante, mercader vizcaíno, que él debía y era obligado por mercaderías que compró. APS, Oficio 23/15962, f. 13 r, el mismo año un reconocimiento de deuda a Gonzalo de la Lonja cambiador por Sancho de Azpeitia, vizcaíno estante, de 31.000 mrs., a pagar en un mes. García Pástor, P. Protocolos notariales, 1441-1494. Actividades artesanales. Mem. De Licenciatura inédita, Universidad de Sevilla, Sevilla, 1987. Oficio 4.1. f. 257, en 1479, Juan de Aracena y Juan Pérez de Recabal, mercaderes vizcaínos estantes en Sevilla, reconocen deber a Andrés de Toledo cambiador 24.260 mrs. por préstamo; a pagar en Sevilla en cuatro meses.

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Limitándonos a los que tratan con Sevilla, constan 10 mercaderes en los sesenta, 12 en los setenta, 16 en los ochenta (dos de la etapa anterior), y 24 en los noventa de los que 7 mantienen trato desde los ochenta y 12 aparecen más de un año, así que la continuidad es más visible, y en los primeros años del XVI (de 1500 a 1503) el número asciende a 37 de los que 10 vienen de atrás y 14 aparecen más de un año. En total el número asciende a 107 y, como vemos, no alcanzan a los burgaleses estudiados por N. Palenzuela que llegan a ser más de 250 entre mediados del siglo XV y las primeras décadas del XVI. Evidentemente los estantes superan a los permanentes hasta los ochenta cuando parece equilibrarse la diferencia aunque siempre con predominio de los primeros. Doce de ellos han tomado la ciudad residiendo en ella años enteros como Juan Pérez de Rezabal entre 1474-1502, Pedro Martínez de Zabala el Viejo de Vergara en 1477-1500, Miguel de Vergara (1481-1502), Pedro de Villarreal (14811495), Juan Pérez Dalza (1481-93), Martín de Arrázola de Durango (1488-1500), Asencio Yanez de Hernani de Oñate (1484-1513), Juan Pérez de Recalde de Azcoitia (1492-97), Juan López de Lizarralde de Vergara (1492-1503) que en 1505 era vecino de Sevilla, Juan Martínez de Aguina de Vergara (1492-1502), Juan de Malla 1492 y 93 pero dice ser vecino de Sevilla, Antón de Novia de Bilbao (1500 hasta su muerte en1517), Juan López de Recalde de Azcoitia desde 1500 (es contador de la Casa de Contratación hasta 1522), y podríamos añadir algunos más que aparecen años sueltos caso de Juan Pérez de Irazabal de Guernica en 1494-98, el guipuzcoano Juan Pérez de Irazabal o Irarrazabal en 1500-01, Pedro de Vergara de 1492 a 1495, Juan Dacha o Dache en 1490-91, Martin de Recalde de Oñate o Vergara en 1500-01, Ochoa Pérez de Salinas (1501-02), Juan Martínez de Lili (1501-1502) y Lope Pérez de Lasalde de Elgoibar (1501-02). Y algunos otros parecen mantener también una conexión más seguida como vemos a través de procuraciones45 o reclamaciones del cabildo para repartos cuando se prueba que llevaban un tiempo residiendo caso de Juan Sánchez vizcaíno, Pedro de Yllanes y Juan Pérez de Villarreal46, todos ellos en el Barrio la Mar, o a partir de aprendizajes caso de Pedro Martínez de Zabala el Mozo, y

45. APS, Oficio 5/3213 (5.14), f. 5 r. El 4 de agosto de 1492, Alfonso de Madrigal vecino de Triana en nombre de Juan de Ayala de Fuenterrabía y por su poder ante un escribano de Bollullos, hace su procurador sustituto a Álvaro Ruiz Dalche vecino de Sevilla. APS, Oficio 4/2160, f. 216 v. En septiembre de 1501, Jerónimo de Vergara mercader vizcaíno consta como personero de Juan Pérez de Irazabal. 46. APS, Oficio 4/2155, f. 475 v. En octubre de 1495 es requerido Juan Pérez de Villarreal por el jurado del Barrio de la Mar para pagar; se le embargan 31 tablas de pino a unos 100 mrs. cada una.

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de búsqueda de exención de cargas mediante pruebas de hidalguía como Juan López de Rezabal o Irezabal, Pedro de Larrinaga y Lope Pérez de Lasalde a principios del XVI47. Ninguno de los mercaderes vascos es propietario del barco que transporta sus mercancías, ni tan siquiera consta la nave en la que viajan, lo que demuestra que no son los mismos que los transportistas. Siempre hay excepciones pues Martin de Ocariz y Pedro de Urresti se dicen mercaderes y maestres (en 1485 y 1486, el primero de hierro, el segundo vende un paño a un burgalés). Antón de Novia, residiendo ya en Sevilla, compró una nao para negociar sus partidas y fletarla a otros mercaderes a Londres y Flandes. Y se dan casos en que los maestres actúan como mercaderes o en nombre de mercaderes como los encargados del transporte de cereal a Sevilla o viceversa. Es de destacar, asimismo, que tras el rastreo por otras áreas, no son los mismos que trabajan en el Mediterráneo o Flandes o Inglaterra, de forma que su radio de acción se limita a Sevilla y sus antepuertos.

2.1. PRODUCTOS Entre 1480 y 1500, al crecer el número de mercaderes vascos estantes en Sevilla, estamos en mejor disposición para aclarar los rasgos definitorios, entre ellos los productos de su interés. En primer lugar, quienes acuden a Sevilla lo hacen en su mayoría para vender hierro, herraje y armas, y en menor medida madera, envases y textiles atlánticos; en cuanto a la vuelta, hemos de suponer que el dinero en metálico entraba en sus intereses además del cereal, el aceite y el vino, los envases y el azúcar. A través de los protocolos notariales parecen ser partidas pequeñas en general, si bien, al no conservarse la documentación portuaria, esta afirmación no es concluyente.

47. La mayoría de los mercaderes que se dicen hidalgos están entre los de trato continuado con Sevilla, unos doce, pero otros que parecen hacer una breve aparición son computados entre los pecheros siendo exentos e inician por ello pruebas de hidalguía ante la Chancillería, lo que demuestra que su estancia no era tan breve. AMS, Sección 1ª, Tumbo, volumen V, f. 342 v, en 1500 carta de emplazamiento para la hidalguía de Juan López de Reçabal; f. 362 y 363 v, el mismo año carta de hidalguía de los “siete mercaderes vizcaínos estantes”, entre ellos Pedro de Larrinaga mercader guipuzcoano estante. Los testigos de todos ellos son de Vergara y Oñate, por lo que en realidad eran guipuzcoanos (f. 451 v). Y ver AMS, Sección 1ª, Tumbo, volumen VI, 21 r a 27 r, en 1502 hidalguía de Lope Pérez de Lasalde vecino de Elgoibar.

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El producto principal era el hierro, y manufacturas de ese metal48, herraje con su clavo49, clavos de herrar, y armas (hierros de lanzas, astas), además de anclas y sartenes50. La pauta de llegada de los productos la obtenemos a través del registro del Almojarifazgo Mayor de Sevilla en 1481 estudiado por L. M. Díez de Salazar51. Miguel de Vergara y Pedro de Villarreal introducen diversos productos en su nombre, y en el de otros vascos que no viajan, y que llegan consignados en varias naves que esperan en Sanlúcar y otros puertos; al tratarse de cargamentos importantes evitarían riesgos de esa forma52. Podría tratarse en

48. APC, 14-17, 1, f. 6 r. En 1481 Pedro Martínez de Jaúregui vecino de Vergara vende hierro en Córdoba por valor de 107.000 mrs.; APC, 14-17, 2, f. 59 r; venta de Juan Martínez de Aróstegui por 36.000 mrs. APC, 14-19, f. 59 r, en 1484 es Sancho de Maya quien vende hierro a un cerrajero por 10.675 mrs. APC, 14-23, 18, f. 21 v, Martín de Arrazola en 1488 vende 120 quinales de hierro de plancha a 104 libras el quintal por 420 mrs. cada quintal. APC, 14-32, 15, f. 13 r, venta del mismo mercader de 120 quintales de hierro por 46.200 mrs. APS, Oficio 4/ 2161, f. 122 v, Juan López de Lizarralde tiene consignadas varias ventas en 1503 a un cuchillero de Sevilla por 700 mrs., y en 1504 a un herrero. Otte, E. Sevilla y sus mercaderes…, p. 90, nota 256. Ochoa López de Elgueta vende 10 quintales por 3.200 mrs. en 1507, y Juan Martínez de Lili 40 quintales por 15.000 mrs. en 1502. 49. Los mismos mercaderes de hierro lo eran también de productos elaborados como puede verse entre los de las décadas de los sesenta y los setenta tanto en Córdoba como en Sevilla. En la década de los ochenta sobresalen las ventas de Miguel de Vergara y Pedro de Villarreal, guipuzcoanos, según veremos más abajo, Martín de Ocádiz vecino de Ondárroa que vende herraje y clavo por 17.072 mrs. en Sevilla en 1485 (APS, Oficio 9/17416, P3, f. 135 v) y astas (APS, Oficio 15/9100, f. 165). ARCHV, Registro de Reales Ejecutorías, I.21/19 (SM), 1490-1520. En los años noventa, Pedro Ruiz de Mugurza y “consortes” venden 400 docenas de herraje y clavo a un vecino de Sevilla. No se realizó la entrega, de ahí el pleito. APC, 14-5, 19, f. 37 r, Antón Pérez de Vergara y Pedro de Veraceartu, vecinos de Vergara, venden hierro, clavo y acero en Córdoba en 1489; a 140 mrs. la docena de 12 libras, y clavo a 9 libras cada millar, para entregar en las Atarazanas de Sevilla. Además de 500 docenas de herraje y clavo en las que no entren ninguna “herradura quebrada”, a 90 mrs. la docena de herraje. APS, Oficio 4/2159, f. 256 v, Martín de Recalde, de Oñate o de Vergara, vende hierro en 1501 a un pichelero sevillano por valor de 3.750 y 3.712 mrs., y a un borceguinero herraje y clavo por 6.530 mrs. (Oficio 4/2150, f. 214 r; y 2159, f. 440 v). 50. Vemos que no se centran, en general, en un solo producto porque venden también astas, por ejemplo. Además de los citados tenemos en 1481 a Miguel de Albizúa, en Córdoba, que vende hierro y herraje por valor de 145.200 mrs., y astas por valor de 1.700 (APC, 14-17, 2, f. 58 v y 57 v). O a Asencio Ibáñez de Hernani que vende hierro y herraje en 1484 en Córdoba por valor de 108.300 mrs. (APC, 14.19, 9, f. 21 r), y astas en Sevilla en 1488 a un astero (APS, Oficio 15/9100, f. 353 v, roto).

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este caso de una compañía para el transporte de mercancías, y estos mercaderes contrastan con los de partidas menores que parecen viajar ellos mismos en la nave. Los mercaderes andaluces que compran el producto pueden ir a buscarlo a Sanlúcar, o comprarlos en Huelva (Lepe) y Cádiz, aunque se hace saber que en el puerto de llegada era más barato y que una vez que esté el producto en el puerto de Sevilla se encarecerá53. La venta para fuera de Sevilla, en este caso concreto, se realizó tanto en la ciudad (en las Atarazanas), como en Córdoba si era el caso, encargándose de ello el mismo mercader vasco o el comprador (que seguramente lo transportaba por tierra en carretas como hizo Rodrigo de Vergara, vecino de Córdoba, que introdujo varias carretadas de hierro vizcaíno). Es importante destacar que Sevilla se muestra como el centro de redistribución de estos productos en una amplia comarca ya que en Lora, Fregenal, Aznalcázar o Coria, y hasta para Carrión de los Condes o para un cerrajero de León estante en Sevilla, se destinan compras54. Con menor frecuencia han cargado textiles atlánticos que redistribuyen en Sevilla: lienzos, cañamazos, fustanes o hilo de Flandes. Desde 1441 aparecen vascos vendiendo textiles, como Martin Ocho de Iribe, vecino de Deva, “maestre y mercader”, actuando como factor de mercaderes ingleses, y que llevó paños a Sanlúcar55. O el piloto Jacome vecino de Guetaria que lo hizo con lienzos en

tones de lanzas, una de clavo de tillado, otra de clavo de medio tillado, y un costalejo de hierros de lanzas. Por su parte, Miguel de Vergara, de una nao que aportó a Sanlúcar metió en Sevilla el 13 de agosto 230 cabos, 22 cajas de herraje y clavazón, 200 rejas de hierro, dos docenas de sartenes, 22 cajas de herraje y clavo, seis cajas de hierros de lanzas, tres de hierros de azagayas, y dos de saetas. El 22 de septiembre metió 800 cabos; el 27 de septiembre tres cajas de hierros de lanzas, una de herraje y clavazón, y diez docenas de sartenes. 53. APS, Oficio 4/2158, f. 12 r, en 1500 Asencio Ibáñez de Hernani y su hermano Juan López vendieron 75 docenas de “ferraje”, 500 lures de clavo, y 4 quintales de hierro en Huelva a un mercader sevillano. AGS, RGS, f. 235, 1490, abril, 29. El genovés, Jacome de Sorvanis, estante en Sevilla, compró a Pedro de Acha (o Dacha, o Dache), vecino de Plasencia, 40 quintales de hierro en Cádiz. Aún no ha pagado.

51. AGS, EMR, Legajo 18. Cit. en Díez de Salazar, L. Ferrerías en Guipúzcoa (siglos XIV-XVI). Haranburu, San Sebastián, 1983: 346 y nota 761. En la revisión de la EMR no hemos tenido tanta suerte, tan solo este documento aporta datos.

54. APS, Oficio 4/2164, f. 48 r. Y, Oficio 4/2161, f. 17 r; un cerrajero vecino de León compró “çierto hierro” por valor de 505 mrs. a Juan López de Lizarralde. Y Ochoa López vende 10 quintales a un vecino de Carrión. Otte, E. Sevilla y sus mercaderes…, p. 90. Miguel de Gaviria, vende hierro y herraje por valor de 5.700 mrs. Juan Ibánez vende hierro por valor de 22.500 mrs. y 4.150 mrs. respectivamente. Ídem, nota 257: Ochoa López vende a un vecino de Coria 10 quintales de hierro por 3.100 mrs.

52. Ídem. Pedro de Villarreal introduce en una nao que aportó a Sanlúcar el 18 de marzo, 1.350 cabos de hierro entre otros productos. En una nao que llegó de Lepe el 6 de octubre descargó el 10 de ese mes 400 cabos de hierro de Vizcaya, once cajas de herraje y clavazón, tres cajas de hierro de azagayas, cuatro cajas de hierros de lanzas, cuatro cajas de saetas y 500 cabos de hierro. De esta nave descargó el 17 de octubre dos cajas de rega-

55. Childs, W. R. op.cit. p. 140. Díez de Salazar, L. M. op,cit. p. 346, nota 761. El 18 de marzo de 1481, Pedro de Villarreal descarga de una nao que llegó a Sanlúcar 1.350 cabos de hierro, un barril de hilo de Flandes y espejos pequeños. APS, Oficio 4/2163, f. 378. En febrero de 1503, Juan López de Yrraçalarde, mercader vizcaíno vecino de Sevilla,

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Cádiz en 149056. Antón de Novia vecino de Bilbao y residente en Sevilla desde 1500, introduce paños de courtrai, lienzos y paños ingleses, y cañamazos; este mercader residió hasta su muerte en Sevilla y por su actividad podemos considerarlo como mercader del comercio internacional57. La Madera aparece en pocas ocasiones, pero creemos que la venta de este producto entre los vascos debió ser mayor, sin llegar al nivel de los gallegos, y son los mismos mercaderes de hierro quienes aportan madera, en concreto tablas de pino como en 1490 Juan Dache, o en 1495 Juan Pérez de Villarreal58. Relacionado con la madera está el comercio de envases, toneles y pipas de fabricación vasca muy apreciados en Andalucía, sin olvidar el número de toneleros vascos asentados en Sevilla desde la década de los treinta59. En 1506, un maestre de nao de San Sebastián y el burgalés Juan de Nájera, se obligan a llevar a Sevilla 56 botas abatidas de las de San Sebastián “según suelen venir de la dicha villa a esta Andalucía”, para entregarlas en el Puerto de Santa María. Es otro renglón del comercio de Antón de Novia, que prestaba a tres toneleros 30 pipas abatidas y 24 haces de aros de avellano de San Sebastián en 151160.

había vendido ciertas precias de fustán a un bonetero por valor de 3.200 mrs. APS, Oficio 4/2162, f. 34. En marzo de 1503, reconocimiento de deuda a Pedro de Llano mercader vizcaíno estante en Sevilla, ausente, por 1.200 mrs. de cierto lienzo. 56. ARCHV, Registro de Reales Ejecutorías, L30/4 SM. 57. APS, Oficio 3/1489-P (sig. Antigua), f. 83 (1495-1500). Antón de Novia, mercader vizcaíno estante, ausente, vende tres paños de courtrai negros por valor de 450.000 mrs. Oficio 15/9101-P, f. 216 v: en 1501, venta de lienzo por 5.050 mrs. y 4.975 mrs. Oficio 3/1499, f. 808 v: en 1501 reconoce una deuda Lope de Urrea a Antón de Novia por valor de 16.852,5 mrs. por lienzos cañameses. En el mismo documento por lienzos y cañamazos 3.800 mrs. Oficio 4/2161, f. 214 v: en 1502, reconocimiento de deuda a Antón de Novia, ausente, por 7.863 mrs. de lienzos. El trapero sevillano, Luis de Vergara, en su testamento de 1512, reconocía deber a Antón de Novia 130.000 mrs. por paños ingleses. 58. AMS, Sección 15, Mayordomazgo. Gastos de las fiestas celebradas ante las Atarazanas para la boda de la hija de los reyes con el infante de Portugal. Parte de la madera la tomaron de Juan Dache, vizcaíno de la calle Castro. Asimismo otras tablas de pino se las tomaron para la justa celebrada para la ocasión. Y ver AMS, sección 10, Actas, caja 25, carpeta 105, ff. 37-39. Queja de Pedro de Acha (sic) vizcaíno estante, porque les compraron las tablas a 280 y 248 mrs., cuando a otros mercaderes pagaron 400 mrs. A Juan Pérez de Villarreal, el concejo le embargó ciertas tablas de pino por negarse a pagar cargas fiscales. 59. Ronquillo Rubio, M. “La promoción de una familia de artesanos vascos en el siglo XV: Nicolás Martínez de Durango, mercader, jurado y mayordomo del cabildo sevillano”, Archivo Hispalense, 259-260, 2002:83-112. 60. Otte, E. “El comercio exterior andaluz a fines de la Edad Media”, Actas del II Coloquio de Historia Medieval Andaluza. Diputación de Sevilla, Sevilla, 1982: 233, nota 178. Y Sevilla y sus mercaderes…, p. 91. En 1510 un

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Los vascos que comercian entre Sevilla, Cádiz y Sanlúcar, se dedicaban a ese comercio utilizando estos últimos puntos como lugares de almacenamiento y depósito de mercancías por lo menos desde 148961. Estos mercaderes concurren también con otros productos como sardinas62, estaño63, vidriado de oro en el caso de Juan Martínez de Lili64, pez (en la armada de Indias de 1496 se consignan 20 quintales de pez de Vizcaya) 65, y “mercadurias” que venden casi todos pero que no podemos concretar salvo cuando manifiestan de qué se trata como la mercadería de astas de los vascos en Córdoba en la década de los sesenta y setenta, o los espejos pequeños de Pedro de Villarreal en 1481. Este último capítulo dependería de la dedicación de cada mercader y ya sabemos que casi todos lo eran de hierro, excepto Antón de Novia que lo hace con textiles y otros productos pero nunca con hierro66.

vizcaíno vendía a un tonelero 6 toneles abatidos, y en 1508 un vecino de Estella vendió 100 toneles de San Sebastián por 27.000 mrs. 61. APS, Oficio 3/1496 bis, P. 2, f. 199 r. En septiembre de 1489, León de Armoya, de Fuenterrabía, dispone de 112 toneles y 55 pipas “batidas sin arcos”, más 600 piezas de fondillas de toneles y pipas en Sanlúcar, en casa de Juan de Orio; y otras 100 botas vacías que tenía en el Puerto de Santa María. Los utiliza como fianza de la deuda que tiene con Diego de Basurto, mercader burgalés, y Martín de Arrazola, en Sevilla, debiendo pagar a fines de abril. Para una visión completa de la región véase Aznar Vallejo, E. “Cádiz y su región en la expansión atlántica”, Estudios de historia y arqueología medievales. 10, 1994: 11-23. Bello León, J. M. “Mercaderes del siglo XV en Jerez de la Frontera”, Historia. Instituciones. Documentos. 41, 2014: 11-44. 62. APS, Oficio 5/3219, 5.33, f. 28 r. En enero de 1500, Nicolás Ferrández vizcaíno, vecino de Villarreal de Urrechu “en el Sennorio de Vizcaya”, se obligó en una deuda por 100 millares de sardinas que tenía en poder de un cómitre, para que llegado el caso puedan ejecutar en ellas. 63. APS, Oficio 4/2160, f. 213 v, en 1501 Antonio de Maya vizcaíno estante, ausente, vendió a un pichelero de Sevilla cierto estaño por 45.000 mrs.; a pagar en Sevilla en un año; el pichelero, Juan Álvarez, compraba también hierro a Martín de Recalde. 64. Gestoso, J. Historia de los barros vidriados sevillanos. Ayuntamiento de Sevilla, Sevilla, 1995: 290. En 1500, un ollero se obligó a pagar al mercader vizcaíno Juan Martínez de Lili 15.000 mrs. por 40 quintales de hierro a precio, cada quintal, de vidriado de oro que de él recibió. 65. APS, Oficio 5/3217, f. 20 v. En mayo o abril de 1498, Sancín de Verdero o Berdero “lipuzcano”, vecino de Fuenterrabía, entró 70 quintales en la carabela de Juango de Lezo, su convecino, en Sanlúcar. El comprador fue un carpintero de ribera sevillano que lo llevaría hasta Sevilla en veinte días, pero según Verdero si no las había vendido antes su primo Petre. Y, Aznar Vallejo, E. “La organización de la flota real de Castilla en el siglo XV”. González Jiménez, M. et. allii (eds). La Península Ibérica entre el Mediterráneo y el Atlántico. Siglos XIII-XV. Diputación de Cádiz, Cádiz, 2006: 323-340. 66. APS, Oficio 4/2159, f. 71 r. Venta por 2.824 mrs. en abril de 1501 por Ochoa Pérez de Salinas mercader vizcaíno, ausente. APS, Oficio 4/2162, s.f. Francisco de Plencia vende mercaduría por valor de 3.400 mrs. APS, Oficio 5/3214, f. 12 r; en 1493 venta por parte de Martín de Razola mercader vizcaíno estante por 39.800 mrs. APS, Oficio

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Ya sabemos que en momentos de carestía en Sevilla, entre otros mercaderes de mayor nivel económico, acuden vascos con trigo del Norte, como vimos en 1412, entre 1467-69, y en 1506. Este último año, Domingo y Jean Martín de Berobi, vecinos de Deva, propietarios del barco San Julián, llevaron trigo a Andalucía y volvieron con aceite a Amberes67. Claro que, como puede observarse, en todos los casos se trata en realidad de transportistas y no de mercaderes propiamente dichos. Para conocer los productos de retorno disponemos de menos documentación en los protocolos sevillanos. A partir de algunas referencias, y de licencias de saca, observamos que debían volver en muchas ocasiones con cereal, al que añaden aceite y vino, y también cáñamo, lino o cerámica. Respecto al cereal, las villas guipuzcoanas son asiduas en tales licencias, pero esta se consignan para Andalucía en general, o para Jerez y Córdoba en particular, con excepción de Sevilla y su Tierra, (en la Campiña sevillana y Jerez se recogía el 70% de la cosecha de todo el reino de Sevilla excepto en momentos de crisis como entre 1503 y 1507)68. Suelen ser transportistas los encargados por una villa vasca para la compra y la conducción del cereal, y no se corresponden sus nombres en líneas generales con los de los mercaderes habituales en Sevilla que vendían hierro y retornaban con otros productos y no siempre con cereal. Las escasas compras directas de cereal encontradas en Sevilla nos llevan a abundar en esta idea. No obstante, es cierto que en la década de los setenta, los vascos que acuden a Sevilla y se quejan por diversos motivos como vimos más atrás, declaraban que les exigían demasiados derechos para sacar trigo y “otras mercadurias” (1478), y el mismo cabildo, entre las causas tratadas en 1471 colocaba la referente a los mercaderes que acudían a la ciudad a llevar hierro “y se llevaban pan a cambio”.

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Entre los que venden hierro, como indicamos, muy pocos se dedican al retorno con cereal. Lo hacen Juan López de Lizarralde, Juan Pérez de Irázabal, López de Rezalardi, Martín de Recalde, Juan Ibáñez de Hernani (este último se dedicará sobre todo al comercio americano) y Juan Martínez vizcaíno. Martín de Zamudio y un Lope vizcaíno no aparecen como mercaderes de hierro, en cambio; el contador de la Casa de Contratación Juan López de Recalde lo hace en nombre del rey en 1512, pero es verdad que en 1501 compró trigo a título personal junto a otros vascos. En este punto, entendemos que los que mantienen residencia en Sevilla, caso de Juan López de Lizarralde e Ibáñez de Hernani, debían actuar como intermediarios de otros vascos. Cuando son compras en el área cercana de la Campiña, lo conciertan para entregar en la lengua del agua en un día prefijado para evitar las costas del flete del vendedor y las de los arrieros69; y si llega de más lejos (Olvera) tienen que pagar a los arrieros hasta Sevilla70 o procurarse su acercamiento en carretas a Cantillana para embarcarlo en el Bodegón del Rubio71. Parece también que conciertan las ventas, en el caso de Marchena, en uno de sus viajes, por lo que podemos considerarlos como uno de los grupos de operadores que modifican la tendencia de precios, aunque como solo consta la entrega no podemos asegurar que sea la tónica general72.

69. APS, Oficio 4/2159, f. 66 r, en este caso puede que al ser el vendedor arriero, se encargue él mismo del transporte aumentando el precio. En 1501, el arriero Pedro Guerra vecino de Carmona vendió a Juan López de Lizarralde mercader vizcaíno vecino de Santa María, 110 cahices, de la medida nueva, de trigo limpio y nuevo, puesto en Bañuelos cerca de los muros de ciudad en la lengua del agua. Se entregará desde el 2 de abril en 15 días, a 940 mrs. el cahiz, de los que recibió adelantados 30.000; el resto cuando entregue la carga; si no remata en ese tiempo deberá pagar las costas que el vasco deba en la nao. 70. APS, Oficio 4/2160, f. 167 r; en 1501 reconoce Pedro Martínez arriero vecino de Mairena del Alcor, haber recibido de López de Reçalardi y de Iohan Perez de Yrraçabal, mercaderes vizcaínos estantes en Sevilla, 2.000 mrs. en cuenta de los jornales que le deben por traer 230 fanegas de trigo de la villa de Olvera a Sevilla, a 60 mrs. la carga. Esos 2.000 mrs. los compre de cebada de momento y lo lleve a Sevilla donde se le pagará el jornal.

3/1499, f. 522 v, en 1501 venta de Antón de Novia vizcaíno estante por 7.200 mrs. 67. Doehaerd, R. Études Anversoises. Lettres Échevinales 1490-1514, SEVEPEN, París, T. III, 1962: 184, nº 3474. 68. Sobre el transporte vasco en Andalucía Occidental y las licencias de sacas, ver Ronquillo Rubio, M. Los vascos…, pp. 99-102, 261-263. De las 17 licencias analizadas entre 1450 y 1502, 11 lo fueron para la Provincia y 7 para Vizcaya. De ellas solo en 3 casos se permite la saca de Sevilla, el resto de Cádiz, Jerez, Córdoba, el obispado de Badajoz y el Maestrazgo.

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71. Otte, E. art.cit. p. 207. Es lo que hace Juan Ibáñez de Hernani en 1513, que junto con Hernando de Holaze compró 300 cahices de trigo y 10 de cebada a Juan Pérez de Lazárraga, lugarteniente del contador mayor de la mesa maestral de Santiago, para llevar a Vizcaya y Guipúzcoa. Apodera al maestre Juan Ochoa de Laranga y a otros mercaderes, Pedro de Urdaneta guipuzcoano y Fernán Sánchez vecino de Llerena, para comprar 200 cahices de trigo y 6 de cebada y llevarlos en carretas o bestias hasta Cantillana. 72. APS, Oficio 4/2161, f. 328; en 1502, Juan Martínez mercader vizcaíno estante, reconoce haber recibido de Diego de Tovar, mayordomo del señor Don Luis Ponce de León, ausente, 110 cahices de trigo en cuenta del que Francisco de Capra, por mandado del Duque, le vendió del trigo de la villa de Marchena.

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Ya entrado el siglo XVI, entre1501 y 1515, quienes han recibido mercedes de licencias como el continuo de la reina Pedro Muñoz, o el corregidor de Jerez que la obtiene para la Provincia, lo venden a mercaderes guipuzcoanos y a algunos vizcaínos en Sevilla73. Y es que el trigo era uno de los productos controlados por mercaderes del comercio internacional, italianos y burgaleses, que son quienes registran compras para Génova, para los presidios africanos ya entrado el XVI, o para el País Vasco en 1510 caso de Stefano Centurion o en 1514 el burgalés Bernaldino de Isla. Era asimismo una de las mercancías que se cargaban para servicio real, y encontramos a los genoveses realizando fletes sobre naves portuguesas con destino a Fuenterrabía y San Sebastián entre 1510 y 1515. Por lo tanto este comercio, aunque pudiese ser beneficioso para los transportistas vascos, no lo era tanto para los mercaderes porque ya estaba copado el espacio económico por mercaderes internacionales de alto nivel económico, y no parecen dejarle mucho margen a los vascos salvo ya entrado el siglo XVI. En relación con el aceite y el vino encontramos la misma situación; genoveses y burgaleses, entre otros, eran los compradores dominantes. De los mercaderes más conocidos, solo el bilbaíno Antón de Novia realiza compras anticipadas de aceite, como era lo habitual, y lo hace junto al genovés Bernardo Grimaldo.

73. Otte, E. Sevilla y sus mercaderes…, p. 92. En 1515, el continuo de la reina, Pedro Muñoz, obtiene una licencia por 500 cahices, de los que vende 80 a Andrés Pérez de Artiaga y a Sanjuan de Oxiriondo, mercaderes guipuzcoanos. Y p. 116: licencia para Gómez de Cervantes, corregidor de Jerez de la Frontera, por 1.500 cahices de cereal en 1501 para la Provincia. Venta a Juan Pérez de Rezabal, Nicolás Sánchez de Aramburu y Martín de Ricalde, mercaderes guipuzcoanos estantes en Sevilla, y a Juan López de Recalde vecino de Sevilla y mercader. Se vende a 100 mrs. el cahiz. AMS, Sección 1ª, Tumbo, Vol. VI, f. 154 r, en 1502 Juan de Oñate, vecino de Sevilla, recibió licencia de saca de Jerez por 300 cahices de trigo para venderlos en Vizcaya, Guipúzcoa, Galicia, o donde él decida. A veces existían problemas con la Alhóndiga pese a las licencias reales (ejemplo: APS, Oficio 21/14227, s. f., en 1506, requiere el escribano Juan Ruiz de Porras, en nombre de Pedro López de Barraondo y Fortuño de Gemiz, maestres de nao vecinos de Bilbao, y presente Martín de Zamudio vecino de esa ciudad, a Juan Díaz de Alcocer hacedor en la mitad de la Alhóndiga, para que cumpla las cartas reales, puede referirse a licencias de sacas). Tal vez porque algunos vascos revendían parte del cereal, como ocurrió con Lope Vizcaíno en 1505 “sobre çierta harina que diz que vendió”, y el cabildo acuerda que dando fianzas estará en derecho, devuelva el dinero, “e por agora se disimule este caso” (AMS, Sección 10, Actas, caja 29, carpeta 118, f. 77). Ocurre igual con Juan López de Urreste vecino de San Sebastián que obtuvo licencia en 1515 de 100 cahices y vendió 225 fanegas a un portugués; o con Juan Ibáñez de Hernani que vendió trigo a un vecino de Sevilla en 1512 (Otte, E. Sevilla y sus mercaderes…, p. 42 y nota 126).

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Antón de Novia disponía en Sevilla de almacenes de aceite y tinajas en el Barrio de la Mar como consta en su testamento, y está claro que su propósito estaba en la reventa y exportación del producto a Flandes y Londres74. El vino es el artículo con el que tal vez se muestre mejor la disposición de los vascos por productos andaluces; Aparicio Martínez vizcaíno en 1508 ya disponía de viñas en Manzanilla (Aljarafe) y envases para el vino. Aquí es más difícil diferenciar a maestres de mercaderes y así, Martín Ocha de Iribe de Deva maestre y mercader, iba a Inglaterra con vino, licor, pieles y comino entre 1434 y 1457, y como factor de mercaderes de Southampton compró bastardos y romanias en 1441. Desde mediados del XV el vino era la mercancía habitual que llegaba regularmente al País Vasco desde Andalucía. En el arancel de mercancías que llegaban en barco a la villa de San Sebastián, aprobado por Enrique IV en 1463, se consignaba “la pipa de vino bastardo que sea de Andalucía” a 15 blancas viejas, compitiendo con los de la Rochela, Burdeos, de la costa, y otros vinos extranjeros75. En 1498 Pedro de Cariasa, mercader de Ondárroa, es apoderado por Pedro de Arrona de Guetaria y maestre de la nao surta en la bahía de Cádiz, para fletarla con vino, frutas y mercaderías para el viaje inmediato a Flandes76. Pero entre los mercaderes vascos estantes y residentes en Sevilla, es nuevamente Antón de Novia el que sobresale comprando vinos en Jerez en 1509, e igualmente en 1511 Miguel de Gaviria guipuzcoano estante, que realiza compras en Villalva del Alcor77. La fruta es otro de los productos clave, pero las referencias apuntan claramente a transportistas (Pedro de Cariasa, Juan de la Torre), y casi siempre a fruta pasa del antiguo reino de Granada aunque transportada hasta Cádiz para su exportación. Y puede que Antón de Novia tuviese interés por el producto

74. Otte, E. op. cit.:196, 200, 202 y 205. Novia apoderó al genovés para la recogida. La compra se realizó en mayo de 1506 para entregar a comienzos del año siguiente, y fue por 250 quintales a muchos pequeños productores vecinos de Albaida. Y también algunos transportistas vuelven con aceite a Amberes ese año, como Domingo y Jean de Berobi, vecinos de Deva, en su barco San Julián. 75. Enríquez Fernández, J. Hidalgo de Cisneros, A. Lorente, R. Martínez, A. Colección documental del Archivo Municipal de Lequeitio. I. Eusko Ikaskuntza, Donostia, 1992: 184 y nº 71. 76. APS, Oficio 4/2156, f. 387 r. El maestre respetará los vínculos que establezca el mercader. 77. Otte, E. op. cit.: 43 y 44, notas 95 y 97.

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porque estaba muy relacionado con burgaleses y genoveses con negocios en Málaga y Flandes78. El cáñamo y las cuerdas eran otro de los géneros de interés de los vascos, pudiendo pagarse en metálico o en hierro, formando pequeñas compañías para su obtención79. Juan López de Lizarralde se concierta con el cordonero Andrés Rodríguez en 1501 entregándole 30.000 mrs. para emplear en cáñamo en pelo y labrarlo en cuerdas, ganando el vasco 2/3 y el cordonero un tercio con duración de seis meses80. De forma esporádica aparecen lienzos81, loza sevillana82, o un caballo83. En otros renglones son más activos; por ejemplo en el mercado de esclavos canarios

78. APS, Oficio 3/1501, R. 4, f. 69 v. En 1504, Antón de Novia hace su personero para pleitos a Gaspar Italián, mercader genovés estante en Málaga. Desde su conquista, Málaga fue residencia de algunos vascos dedicados a la compra de fruta pasa para su exportación. Es el caso de Blasio de Motrico en 1498, o del mercader de Azpeitia Martín Ibáñez de Garagarza que terminó por avecindarse en 1488: López de Coca, J. E. “El comercio exterior del Reino de Granada”, Actas del II Coloquio de Historia Medieval Andaluza. Diputación Provincial de Sevilla, Sevilla, 1982: 396; y López Beltrán, M. T. El puerto de Málaga en la transición a los tiempos modernos, UMA, Málaga, 1986: 222-225. 79. APC, 14-15, caja 2, f. 29 r. En 1481, un vecino de Palma del Río (Córdoba) se iguala con Juan Pérez de Rezabal, mercader vizcaíno estante en Sevilla, para venderle 400 arrobas de cáñamo por 28.000 mrs. (a 70 la arroba). El vasco pagará 14.000 en dineros en 8 días, y la otra mitad en hierro, puesto en el río en el término de la villa “en su barco albado del álamo” y allí entregará el hierro. Ha entregado de señal 2000 mrs. que perderá si se deshace el concierto. 80. APS, Oficio 4/2159, f. 167 v. En 1501, reconoce Andrés Rodríguez cordonero vecino de Santa María en la Carretería, haber recibido de Juan López de Lizarralde, mercader guipuzcoano vecino de Santa María, 30.000 mrs. para emplear en cáñamo en pelo y labrarlo en cuerdas de su oficio. El cordonero queda obligado además a pagar la deuda en seis meses. 81. APS, Oficio 4/2158, f. 139 r. En julio de 1500, Juan López de Ylarraga mercader vizcaíno estante y un trapero sevillano deben a Rodrigo de Ballesteros, mayordomo de Sevilla, 40.119 mrs. por lienzos. A pagar fin de enero de 1501. APS, Oficio 4/2164, f. 239 v. Reconocimiento de deuda, en septiembre de 1503, de Juan Ochoa de Novia por sí y en nombre de Fernando de Alsedo maestre de la nao Santa María y vecinos de Portugalete, a Rodrigo de Ballesteros, Diego de Covarrubias, Diego de Sanjuan y Pedro Arnedo, mercaderes estantes en Flandes, de 42 ducados de oro por 424 y ¾ varas de lienzo largo de presilla a 37 mrs. la vara. A pagar en Brujas o Delenvas en seis meses. 82. APS, Oficio 5/3320, f. 186 r. En noviembre de 1501, Iñigo de Gurizavalen, vizcaíno estante y vecino de Deusto, reconoce haber recibido de un ollero sevillano 212 vasos de loza en cuenta y pago de los 300 que compró. El ollero deberá ponerlos en Sanlúcar, como quedó concertado. Cit. en J. Gestoso, Historia de los barros vidriados sevillanos, p. 262. 83. APS, Oficio 5/3219, f. 154 r. Miguel de Tolosa “vizcaíno”, vecino de Tolosa en Guipúzcoa, da poder en marzo de 1500 para demandar a Gonzalo Albaceta vecino de Sevilla 1000 mrs. por una deuda de un caballo que le compró.

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que venden tanto en Sevilla como en el área mediterránea. No obstante, los mercaderes de los que hemos tratado hasta ahora no son mercaderes de esclavos. Quienes aparecen en este comercio, por lo menos en parte, son señores de presa, caso de un tal Baracaldo en los setenta, o de Lope de Salazar que se había instalado en las Islas Canarias y se dedicaba a la presa de esclavos guanches en las islas por conquistar desde 148584. En 1490 y 1491, Perucho vizcaíno vendió un esclavo canario de 22 años, y Machín vizcaíno un niño gomero de 8 años, pero estos son vecinos de Sevilla y tampoco coinciden con nuestros conocidos85. Ni siquiera en la lista que presenta A. Franco sobre mercaderes de esclavos y en la que aparecen varios vascos coinciden los nombres, y el único que aparece como comprador es Antón de Novia en 150686. La novedad vendrá cuando se inserten en el comercio americano, pero para entonces son otros mercaderes los que han llegado a Sevilla en las primeras décadas del XVI, caso de los Urrutia. El azúcar era un producto especulativo de alto nivel comercial y muy apreciado en los mercados europeos; en las Islas venden azúcar quienes están asentados hacia 1500 como Iñigo Martínez de Azpeitia o Perucho de Aguirre que son productores. Juan de Santurce estante en Cádiz lo compra en 1508 a Juan de Berriz mercader estante en Tenerife, y por supuesto Antón de Novia que se incorpora a este comercio desde 150587.

84. Ronquillo Rubio, M. “La presencia vasca en las Islas Canarias a raíz de la conquista realenga (1476-1500)”. Mundos medievales espacio, sociedades y poder: Homenaje al Prof. José Ángel García de Cortázar. Arízaga, B., Mariño, D., Díez, C., Peña, E., Solórzano, J., Guijarro, S. Añíbarro, J. (Eds.), Universidad de Cantabria, Santander, 2012: 1857. Ladero Quesada, M. A. “Las cuentas de la conquista de Gran Canaria, Anuario de Estudios Atlánticos, 12, 1966: 82-87. Ventas por Lope de Salazar de varias tandas de 5 y 6 esclavos guanches introducidos en Gran Canaria para quintarlos. 85. Aznar Vallejo, E. Documentos canarios del Registro del Sello, I, Instituto de Estudios Canarios, La Laguna, nº 183, 290. Heers, J. “Le commerce des basques…”, p. 309: Juan López de Ondarroa transporta a Génova desde Sevilla en 1472, con escala en Barcelona y Tortosa, grana y un esclavo canario, además de atún y cuero. 86. Franco Silva, A. La esclavitud en Sevilla y su Tierra a fines de la Edad Media. Diputación Porvincial de Sevilla, Sevilla, 1979: 383 y ss. Y, Regesto documental sobre la esclavitud sevillana (1453-1515). Pub. Universidad de Sevilla, Sevilla, 1979. 87. Ronquillo Rubio, M. “La presencia vasca en las Islas Canarias a raíz de la conquista realenga (1476-1500)”, p. 1861.

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2.3. PRÁCTICAS COMERCIALES. ESTANCIA EN SEVILLA Estos mercaderes llevan sus negocios de forma personal, viajando con sus mercancías casi siempre, salvo si realizan operaciones mediante encargos a quienes viajan. De ahí que Miguel de Vergara en 1481 metiese diversas partidas de hierro, herraje y armas en su nombre, y otras a través de licencias y albalaes para tres vascos más. Son las cartas de poder y procuración los instrumentos principales, dada su movilidad, porque les permitían mayor capacidad de acción mediante contratos estando ausentes, cobros de deudas, cobros en testamentos o cobros de sueldos de Indias88. Preferían el pago en metálico, o eso parece, aplazándolo de varios días a pocos meses (en un caso un año), y entonces permanecían en la región pero no exclusivamente en Sevilla. No acostumbran a practicar el trueque pues se observa solo una venta de hierro en la que se acepta la mitad en cáñamo89. Los vascos utilizan las técnicas e instrumentos mercantiles que necesitan. Se conservan letras de cambio entre patrones vascos en Génova según Heers en 1458, o seguros sobre el grueso del navío, préstamos a riesgo o a la gruesa empleados por maestres en Génova y Valencia. Desde Sevilla casi no se observan tales instrumentos, pero Sancho Martínez de Bilbao sí reclamaba al gobernador de Tenerife más de 50.000 mrs que le entregó contra una letra de cambio y que en 1501 no había cobrado aún90. Sin embargo, mercaderes como prestamistas de maestres no son tan frecuentes tal vez porque no faltaban capitales de otros prestamistas (genoveses y burgaleses) para invertir91. Tan solo Nicolás de Garduza de Motrico parecía especializado en ello92. Se conservan asimismo comendas mercantiles con transporte de

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mercancías entre mercaderes y artesanos, caso del astero y mercader Pedro de Zabala de Vergara quien hizo una compañía de herraje e hierro y otras cualquier “mercadurías” en 1477 con un astero cordobés93. Recordemos la asociación entre el mercader Lizarralde con el cordonero sevillano para labrar cuerdas de cáñamo en 1501, e igualmente Antón de Novia junto con el burgalés Álvaro de Valladolid y otros mercaderes, establecieron una comenda para comprar madera y hacer con ella toneles y pipas para sus cargazones y encargar su fabricación94. La empresa parece ser el mismo mercader apoyado por algún familiar (padres, hijos, sobrinos), unidos por acuerdos verbales o apoderando a convecinos que se quedan en Sevilla o iban y volvían a la ciudad. Los mercaderes que han creado relaciones estables pasan en Sevilla meses y años enteros como explican en sus pruebas de hidalguía diciendo que “van y vienen frecuentemente” como Juan Lopez de Lisalde de Vergara, o Antón de Novia “que estaba en Andalucía y otras partes”, y tal hecho lo esgrime el cabildo para cobrarles repartiéndoles entre los pecheros. Sevilla había conseguido de los reyes que todos los mercaderes que estuviesen año y día les repartiesen pechos excepto a los genoveses, como consta en 1501. Este grupo se fijó en la calle Castro, en la collación de Santa María en el Barrio de la Mar, en el centro del comercio internacional de la ciudad, y allí acudían los recién llegados para iniciar sus contactos. Era frecuentada la casa de Juan López de Lizarralde pues Pedro de Marquina entregó allí la documentación que traía de Valladolid para Martín de Arrázola y Antón de Novia – pruebas de hidalguías seguro a las que llaman cartas reales con interrogatorios y dos poderes y tres mensajes – y otros asuntos; en la de Pedro de Vergara vivía en 1495 también Juan Pérez de Villarreal.

88. Caunedo del Potro, B. “Usos y prácticas mercantiles en la Baja Edad Media”, La Península Ibérica entre el Mediterráneo y el Atlántico. Siglos XIII-XV. SEEM, Sevilla-Cádiz, 2006: 35-53. Son instrumentos sencillos pero muy efectivos para agilizar los negocios, sin gastos de factores y representantes. 89. Ferreira Priegue, E. Galicia…, op.cit.: 400-402. 90. Heers, J. “Le commerce des basques…”, p. 319 y 322. Aznar Vallejo, E. Documentos Canarios del Registro del Sello… op.cit., I, nº 507. 91. APS, Oficio 3/1500; 1502, 27 agosto, f. 428. El jurado sevillano Pedro de Valladolid apodera a Pedro de Aranda mercader y vecino de Sevilla y a Juan de Orduña, mercader estante, para cobrar de Sancho de Guarnizo, maestre vecino de San Sebastián, 31.000 mrs. que le debía. 92. APS, Oficio 5/3221, f. 45 r. Prestó a su convecino, Nicolás de la Herrería, maestre de una nao surta en Sanlúcar, para fornecer la nave para un viaje a Flandes en 1502, treinta y dos ducados y medio, igual que para Juan López de Astigarribia vecino de Ondarroa y maestre, apoderando a un sobrino suyo para cobrarlos. Y, f. 70r. Del mismo

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Nicolás de Garduza constan otros préstamos a riesgo para el maestre Lorenzo de Arrendo, en su navío surto en el Guadalquivir en 1502 con destino a Colliure, y otro para Martín Alos de Deva ante un escribano del Puerto de Santa María. Se encargará de cobrarlos en este caso otro sobrino suyo, Pedro de Azterrica. 93. APC, 14-10, 10, f. 5 v. Se comprarán en Sevilla y el astero las venderá en Córdoba, repartiéndose pérdidas y ganancias por mitad. 94. Otte, E. Sevilla y sus mercaderes…, p. 92. Los otros mercaderes, en su mayoría burgaleses, eran Andrés de Carrión, Álvaro de Sandoval, Alberto Pérez, Diego de Covarrubias, Diego Bayto, Pedro de Espinosa, Pedro de Espinosa, el jurado Bernardino de Isla, etc. que dieron poder al burgalés Alonso de Mazuela para comprar la madera necesaria para hacer todos los toneles y pipas necesarios para sus cargazones así como para encargar su fabricación.

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Entre estos mercaderes se identifica hidalgo con “libre exento”, porque ambos términos significan lo mismo para ellos y eso alegan vizcaínos y guipuzcoanos en el pleito que inician con el concejo en 1496 para que se les reconozca su condición y por tanto su exención95. El interés es que las alegaciones son conjuntas, mostrando una gran cohesión96 entre ellos para ser sacados de las listas de pecheros y que no se confunda así su condición. Los testigos de las probanzas muestran que desde los 16 ó 20 años viajan a Sevilla donde toman su asiento “de trato y conversaçion”, caso de Juan Martínez de Aguina que era viudo; estaban casados en su tierra, por regla general, y tenían unos 30 años. Conocen su situación por otros mercaderes que suelen verlos “en el Andaluzia”. Los mercaderes vascos estantes en Sevilla intentaron que se les reconociese su hidalguía para evitar contribuir en determinadas derramas, puesto que así lo habían conseguido genoveses y burgaleses, presentando por lo menos dos demandas, una en 1496 y otra en 1502. No obstante, la política del concejo respecto a ellos fue más dura al considerar que debían contribuir, cuando los vascos insisten en que se diferencie entre ellos a los estantes “naturales vezinos del dicho Condado de Vizcaya e provincia de Guipuscoa que no son casados en la dicha ciudad... aunque estén e residan en ella en sus trabtos e mercaderias (1496)”, de los que “fuesen vezinos arraydados desta ciudad o en ella tovieren sus mugeres e casas e asyentos (1502)”, ordenándose por la Corona que en este último caso contribuyan por haberlo hecho ya en su tierra. Con la salvedad, aún siendo guipuzcoanos, de los que tienen mujer y casa en Sevilla97.

95. AMS, S. 1ª, Tumbo, vol. V, f. 6-7v. Carta de emplazamiento de los vizcaínos sobre su hidalguía: Martín de Arrazola (Durango), Juan Pérez de Arrazabal, Miguel de Vergara, Asencio Ibáñez de Hernani (Oñate), Juan Martínez de Aguina (Vergara), Juan Pérez de Villarreal, Juan Pérez de Recalde, Juan de Mallea y “de los otros vizcaynos e guipudcanos estantes en dicha çibdad”. En 1500 la presenta Pedro Martínez de Zabala el viejo, en Sevilla desde 1484, Juan López de Recalde guipuzcoano, Juan López de Rezabal, Pedro de la Rinaga (podrían ser de Oñate o Vergara por presentación de testigos). Martín de Plasencia (Martín Sánchez de Arreguian, de Oñate, 1498). Juan López de Lasalde (o de Liseldi, de Rizarralde o Lizarralde, de Vergara) 96. Dicha cohesión, en otro sentido, se observa también entre los inmigrantes vascos de localidades menores como puede verse en Navarro Espinach, G., Igual Luís, D., Aparici Martí, J. “Los Inmigrantes y sus formas de inserción social en el sistema urbano del reino de Valencia (siglos XIV-XVI)”, Revista d’Història Medieval, 10, 1999:161-199.

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3. CONCLUSIONES Desde que la flota mercante vasca comienza a decantarse por las riberas andaluzas, a partir de los años sesenta del siglo XV, los mercaderes que se apoyan en su estructura transportista empiezan a ser habituales en la Baja Andalucía. Estos hombres, verdaderos mercaderes de hierro, muy activos y móviles, al principio de villas del interior y más tarde de las situadas en los caminos hacia la costa o en esta misma, van conformando un nutrido grupo en Sevilla. Aunque su movimiento no fuese lineal y definitivo como el de los artesanos vascos, asentados de los treinta del mismo, sino circular y temporal en la mayor parte de los casos, logran obtener desde los ochenta y noventa del siglo XV un espacio económico propio en la ciudad, con domicilios fijos en la calle Castro, basado en la venta de hierro y herraje, que amplían con paños, envases y cordaje, entre otros productos. Por su carácter estante, pese a viajar mucho a Sevilla, tienen poca continuidad familiar en la ciudad. De hecho, a través de las ejecutorías de hidalguía, se demuestra que están enraizados en su tierra, siguen casados allí, y muchos de ellos formaban parte de familias cuyos miembros pertenecían o habían pertenecido a la oligarquía local, lo que posibilita el acceso al poder puesto que no les estaba negado en origen. La actividad en Sevilla hemos de considerarla, por ello, como base para conseguir un grado de enriquecimiento suficiente para mantener su nivel o aumentarlo en su tierra, y de salvaguardar la posibilidad de acceder al poder, así como de aumentar el prestigio de su linaje, puesto que eran en su mayoría jóvenes de entre 20/40 años. Esta, entre otras razones, muestra su falta de interés en una instalación permanente en la ciudad, pese a que algunos llegan a vivir en ella años enteros. Es cierto que no formaron una comunidad por entonces, no eran tan importantes numéricamente y no articularon mecanismos conscientes de unión, salvo entre guipuzcoanos y vizcaínos para conseguir el respeto de sus privilegios, manteniendo una estancia más o menos prolongada en Sevilla para conservar su nivel comercial. Estos fueron quienes lograron ese espacio propio pese a la ambigüedad con que los trata Sevilla.

97. AMS, Tumbo, Cédula sobre el hacer de la carraca. 1502.

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La aportación mallorquina al comercio y navegación entre ciudades atlánticas 1300-1350 Antonio Ortega Villoslada Centro Asociado de la UNED (Islas Baleares / Illes Balears)

1. INTRODUCCIÓN Las relaciones entre el Atlántico y el Mediterráneo han padecido tradicionalmente de cierta tendencia a la “modernidad” histórica. Situación comprensible al advertir que sólo desde el siglo XV cuenta Europa con una masa archivística relevante con la que poder elaborar una visión del conjunto de relaciones mercantiles. Ello ha conducido frecuentemente a la paradoja de equiparar inconscientemente la falta de documentación con la ausencia de hechos. Es cierto que la labor de escrutar la escasa documentación del siglo XIII no es gratificante pues no permite elaborar trabajos de conjunto al contar únicamente y en el mejor de los casos con fragmentos de series que apenas permiten esbozar unas pinceladas de la historia. El mundo mercante no es una excepción y ha sido, y es, objeto de un análisis cuyo sesgo viene condicionado por la falta de información. Lentamente las

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fuentes van exhumando un mundo complejo y dinámico mucho antes de la época moderna y el “ecúmene” marítimo europeo. Así pues, diplomacia, comercio y navegación de la Europa atlántica se ven influenciados por el mediterráneo ya desde el siglo XIII. Siendo mallorquines y genoveses los primeros marinos que se aventuran en el océano no es de extrañar su temprana presencia en el norte europeo. En sentido opuesto, los navegantes del golfo de Vizcaya se aventuran ya en la primera mitad del siglo XIV, antes de la entrada sistemática de los transportistas gallegos.

2. ANTECEDENTES El proceso global de expansión cristiana iniciado en el continente europeo desde finales del siglo X se plasma en la reactivación comercial del siglo XII y el inicio del dominio mediterráneo. Los genoveses van a liderar una nueva visión de la realidad económica optando por pactar con el enemigo infiel, lo que les lleva a establecerse momentáneamente en las costas atlánticas1. Durante el siglo XIII el potencial cristiano somete lentamente al musulmán y el control del mediterráneo occidental pasa a manos cristianas. Conquistadas las islas italianas, quedan las Baleares para garantizar dicho control. La expedición de 1114-1115 protagonizada por los pisanos con ayuda de los condes catalanes se traduce en el saqueo de Medina Mayurqa y su inmediato abandono. Un siglo más tarde la Corona de Aragón posee el potencia militar suficiente como para acometer la empresa2. Jaime I la somete en los primeros días de enero de 1230 y una vez organizado el nuevo reino regresa a la Península con la intención de abordar la conquista de la taifa valenciana3. Si se analiza la procedencia de aquellos a los que dejó al cuidado de la isla se observa la presencia de gente

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atlántica. Desde el infante Pedro de Portugal, primer señor de Mallorca, al de la Menorca musulmana, Sa’id ibn hakam, oriundo del Algarve; pasando por Nuño Sans, emparentado con los Lara castellanos y los Traba gallegos, el peso del mundo atlántico es notorio4. En el repartimiento de la isla se aprecia la presencia de vascos, gallegos y un flamenco en el año de la conquista. Situación nada anormal ya que el paso por Gibraltar de cruzados nordeuropeos a lo largo del siglo XII supuso un acercamiento entre ambas realidades culturales5. Dominado el occidente mediterráneo, el control del Estrecho deviene en objetivo inalienable de la monarquía castellana, alcanzado por Fernando III en 1248 con la participación de un contingente de la corona de Aragón en el que participa el infante Pedro de Portugal6. Una vez Castilla llega al Atlántico la situación en el Estrecho varía sustancialmente y la salvaguardia que proporcionan las galeras lusas y castellanas permiten a mediados de la década de los setenta consolidar, pese a la confrontación con los merinís, la reapertura de la antigua ruta atlántica a Inglaterra. Mientras, en el norte europeo se ha producido la guerra anglo-flamenca (1270-1274) cuyas consecuencias más relevantes son la presencia italiana tras la expulsión por parte de Eduardo I de los flamencos y la respuesta de Gui de Dampierre cerrando la ruta terrestre a Gran Bretaña. Años en los que el vasconi A. Pini alquila – 1272 – un obrador en la palmesana plaza de la Cuartera. No es casual que el primer contrato ligur conocido que constata la navegación de una galera mercante hacia Inglaterra sea de 12747. Tales galeras contratan patrones

4. Ortega Villoslada, A. “La “Extremadura” mediterránea…”, op. cit.: 73-85. 5. Ortega Villoslada, A. “Viajes a Flandes e Inglaterra. ¿cabotaje o recta via?”, Espacio, Tiempo y Forma. Serie III. Historia Medieval, 16, 2003: 229-249. 1. Ortega Villoslada, A. El reino de Mallorca y el mundo atlántico (1230-1349). Evolución político-mercantil. NETBIBLO-UNED, La Coruña, 2008: 5-6 y siguientes. En 1135 Génova firma el primer tratado comercial en el Magreb. 2. Acuciado por la necesidad, el joven Jaime I necesita perentoriamente una victoria que le de prestigio internacional. Así lo confiesan sus nobles en la reunión en la que se acuerda la expugnación de Mallorca. Ortega Villoslada, A. “La “Extremadura” mediterránea: Mallorca en el siglo XIII”. La historia peninsular en los espacios de frontera: las “extremaduras históricas” y la “Transierra” (siglo XI-XV). SEEM, 2012: 76. 3. Coincide en el tiempo con la unión definitiva de Castilla y León.

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6. El infante Pedro Sanches era segundogénito de Sancho I de Portugal y Dulce, hija de Ramón Berenguer IV. Por lo tanto, era tío de Jaime I. Nace en un momento en que Portugal se ha consolidado y afianza relaciones marítimas con Bretaña, Normandía, Inglaterra o Flandes. 7. Datos aportados por Doehaerd y comentados por Roberto Sabatino López quien propone a los mallorquines como los primeros marinos, por delante de los genoveses, que aproan a los puertos ingleses y flamencos. López, R.S. “Majorcans and Genoese on the North Sea Route in the Thirteenth Century”, Revue belge de philologie et d’histoire, 29, 1951: 1163-1179.

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mallorquines y en agosto de 1281 Guillem Bona se encuentra en el puerto de Londres estibando sacas de lana en la galera que capitanea8.

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la que los mediterráneos navegan por la costa atlántica europea. Para ello se presenta en este artículo el más antiguo conservado en el que intervienen mallorquines y genoveses.

2.1 MALLORQUINES EN SANTANDER (1296) El 24 de diciembre de 1306 se redacta en la curia del lugarteniente de Mallorca Pere de Bellcastell un memorándum dirigido al cónsul de los genoveses en Sevilla con el propósito de aclarar unos hechos acaecidos diez años atrás y cuya diferente apreciación está dando lugar al pleito que mantiene Elisenda, madre y heredera de Nicolau Tarida, y Lanfranco Negre, ligur ciudadano de Mallorca11.

Mapa 1, Primera presencia documental de patrones del Golfo de Vizcaya en Mallorca.

3. CONSOLIDACIÓN DEL INTERCAMBIO: LAS RUTAS MALLORQUINAS Antes del siglo XIV, una vez finalizada la larga guerra civil que culmina con la consolidación de los meriníes, los mallorquines cuentan con colonias estables en el litoral atlántico africano9. La documentación silencia su temprana presencia en Portugal10 aunque algunos pleitos pueden darnos idea de la normalidad con

8. Ortega Villoslada, A. El reino de Mallorca…, op. cit.: 202. 9. Larache y Salé son villas en las que comercian los mallorquines en los años 1296-1297. No son los únicos mediterráneos. En el arco galáico, el Tumbo nuevo de la catedral de Lugo ha preservado la actividad comercial de los Pistoia, dedicados al préstamo de numerario al propio obispo Juan. Las 250 libras turonenses prestadas por el socio de la compañía Paganellus le son devueltas el año 1280 en La Rochela por Miguel de Burgo Novo. AHN. Códice 267 B, fols. 257r-258r. Citado por Renouard, Y. “Les hommes d’affaires italiens à La Rochelle au Moyen Âge”, Études d’histoire médievale, SEVPEN. PARIS, 1962: 255-267. 10. No así la de los genoveses, a los que acuden los monarcas lusos para consolidar su flota. En sentido inverso, Abril Martins y su esposa la lisboeta Estefanía se casan en Constantina en diciembre de 1281, se establecen temporalmente en Túnez y en los años noventa del siglo XIII trasladan su residencia definitiva a Mallorca, donde fallecen con el cambio de siglo. Así, el testamento de Estefanía, redactado el 21 de febrero de 1301, nombra al caballero Gómez Ferrándiz, de origen luso, su ejecutor testamentario. Véase Ortega Villoslada, A. “Ciudadanos atlánticos en Mallorca (1230-1349)”, XXVI Jornades d’Estudis Històrics Locals. El Regne de Mallorca: cruïlla de gents i de cultures (segles XIII-XV), 2088: 347-359.

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En la primavera de 1296 se materializaba en Mallorca una sociedad entre Nicolau Tarida y Daniel de la Torre cuyo objetivo era negociar en Sevilla la adquisición de una coca, mercar trigo en el litoral africano y aproar a La Rochelle, recientemente descercada. Relato que es refutado por la parte contraria pues, como se verá, afirma que el objetivo societario era otro. Siguiendo la tradición jurídica insular, se habían elegido jueces a tres mercaderes que, al estar ambas partes bajo jurisdicción de las leyes del reino de Mallorca por ser ambos ciudadanos mallorquines, debían dictar sentencia arbitral de obligado cumplimiento. Los tres árbitros han dejado huella documental de sus actividades. Bernat Net mantiene un activo comercio y al tiempo que está ejerciendo de árbitro en la presente cuestión, la compañía que tiene con Pere Segarra negocia cinco piezas de telas de Malinas en la capital hispalense a través de su factor Guillem Badía12. El segundo, Arnau Cases, mantiene negocios en el Estrecho y en 1319 reside en Anfa representando la sociedad de Berenguer Castelar13. Motivo por el cual él o Guillem Ripoll son los receptores finales de

11. Es frecuente el proceso de nacionalización de mercaderes genoveses que adquieren la nacionalidad mallorquina. Caso de uno de los actores del proceso, Lanfrancho Nigro, de los Nigri Cocho, que desde la plataforma insular proyecta expediciones comerciales más allá del estrecho de Gibraltar. 12. Ortega Villoslada, A. El reino de Mallorca..., op. cit.: 147 y 206. Los tres pertenecen a linajes mercantiles ligados con el Atlántico. Así, el gerundense Pedro Net transporta en 1315 cuatro botas de vino a Anfa. 13. Ortega Villoslada, A. El reino de Mallorca..., op. cit.: 147, 170. Pedro Cases mantiene en 1328 sociedad con Pere Safont y Guillem Mel exportando telas europeas, en especial flamencas, a Arcila, villa en la que este último fallece intestado. Motivo por el cual doña Sancha reclamará a los ejecutores testamentarios en Mallorca el valor de la mercancía. Uno de dichos ejecutores es Guillem Aulí, linaje de notarios de Pollensa estrechamente vincu-

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las 60 doblas de oro que el musulmán oriundo de Salé Mahomet ben Raammo transporta por orden de Arnau Llobet que le ha prometido la libertad una vez entregada dicha cantidad; por lo que Arnau Cases o Guillem Ripoll serán los encargados de extenderle la carta de alforría. El tercer árbitro es Francesc de Comelles cuyo linaje gozará de los favores de la dinastía mallorquina. Acaso un descendiente de este Francesc, otro Francesc Comelles, sea uno de los dos recolectores del laudo de los castellanos que se impuso en Mallorca a partir de los años 30 del siglo XIV a raíz de los hechos acontecidos en el puerto de Túnez el 12 de marzo de 1320 cuando buques castellanos armados en Sevilla y al mando de marinos cántabros que, en teoría, debían patrullar el estrecho de Gibraltar, asolan el puerto tunecino y agreden algunas naves mallorquinas que se encontraban allí fondeadas o navegaban rumbo a dicho puerto14.

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doblas de oro entre mayo y julio de 1296 y a quién o a nombre de quién se vendió.

Nicolau Tarida y Daniel de la Torre zarpan del puerto de Palma con pimienta, azafrán y doblas de oro rumbo a Sevilla en la nave de Daniel Can, marino de origen genovés y muy cercano a la figura de Jaime II, con el objetivo, según su madre, de adquirir una coca con la que estibar trigo en Larache y negociarlo en La Rochela. No obstante, al negar la parte contraria tal intención se ha de levantar testimonio al tercer miembro de la expedición que se unió a ellos en Sevilla y que aún reside allí: el ligur Luquín Dugo. Para ello redactan un cuestionario con el que aclarar a través de sus veinte preguntas qué sucedió durante el viaje. Los tres primeros puntos pretenden aclarar si al arribar a la capital hispalense toparon con hostilidad hacia los catalanes y si por ello tuvieron que vender las mercancías y a qué precio; qué mercancías eran, cual era el cambio de las Figura 2. ARM. AH-3, contracubierta. Coca mallorquina de 1343.

lado al Océano y en especial a las Canarias. En 1336 es Pericono Cases, nieto de Pere Cases, que se encuentra en Cádiz con dieciséis costales de pez y por cuya descarga obtiene del alcalde real gaditano la conformidad y el correspondiente albarán que debe ser presentado en Mallorca. 14. Ortega Villoslada, A. El reino de Mallorca..., op. cit.: 279, 288. Arnau Comelles reside en 1313 en Sevilla y va a ser comisionado por el gobierno sevillano ante Sancho I de Mallorca para tramitar el amparo que el joven Alfonso XI decreta a favor de los mallorquines. Francesc Comelles mantendrá el cargo con Pedro IV de Aragón. Un resumen de lo acaecido en Túnez en Ortega Villoslada, A. ““…et secum deferebant usque ad femoralia”. Actitud de mercaderes y corsarios frente a la violencia”, XVIII Congrés d’Història de la Corona d’Aragó, Universitat de València, 2004: 1175-1189.

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Del cuarto al noveno se interesa por el trayecto Sevilla-Lisboa tras comprar una coca15. En primer lugar se interesan por si cuando levantaron viaje para ir a la Rochela se constituyó una nueva sociedad y si negociaron por otros lugares antes de arribar a la capital lusa y si por ello obtuvieron algún tipo de beneficio.

15. De origen atlántico, la coca devendrá en el modelo naval más representativo de la primera mitad del siglo XIV, decayendo su uso en los decenios posteriores. Ortega Villoslada, A. “La coca en el intercambio mercante Atlántico-Mediterráneo”, Anuario de Estudios Medievales, 38/1, 2008: 429-444.

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Nicolau Tarida enferma mortalmente durante el viaje y quieren saber si cuando fallece en Lisboa se levantó inventario alguno, qué le dejó a Daniel de la Torre y si éste constituyó nueva compañía con Luquín Dugo, el genovés que se les había unido en Sevilla. El décimo punto afirma que desde Lisboa zarparon hacia Larache con el objetivo de mercar trigo y se interesan por el precio del mismo, puerto de descarga, precio del cahíz de Larache, a cuanto vendieron la faneca y si su venta pudo asumir el coste financiero de la operación. Es decir, que según el relato defendido por Lanfranco Nigro la idea de navegar hacia el sur para comprar trigo en Larache y transportarlo al norte se habría fraguado en el puerto de Lisboa entre Daniel de la Torre y Luquín Dugo una vez fallecido Nicola Tarida16. A partir del punto once el cuestionario se centra en Santander. La coca arriba al puerto cántabro y allí es embargada17 por lo que pretenden que Luquín Dugo les informe de la protesta que Daniel de la Torre hizo contra Lanfranco Nigro cuando el alcalde, prohombres, naucheros, mercaderes y buenos hombres subieron a la coca para estimar su valor, incluido el grano. Se interesan por el tipo de sociedad que constituyeron, si se traspasó la titularidad entre ellos o con algún otro a nombre de Daniel de la Torre y si Lanfranco Nigro pagó un precio justo o inferior a su valor. Por lo que indica el punto catorce, Lanfranco Nigro subió a la coca en el cabo de San Vicente (Cap de Sent vincens) y Elisenda Tarida quiere saber si Daniel de la Torre entregó al italiano sus dos partes de la coca, incluido el trigo, y si Lanfranco Nigro se dió por pagado. Si se redactó alguna escritura o albarán

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privado en la coca o en algún puerto o si existe el cartulario, en cuyo caso se pide una copia para su examen en Mallorca. Los últimos puntos se interesan por el valor del flete en Santander, si se redactó alguna carta de liquidación de la empresa al venderse la coca y el grano, si dicha venta fue por subasta y quien la adquirió. Asimismo, le ruegan copia de los libros de cuentas y de viaje y pretende le aclaren un punto fundamental: si Luquín Dugo y Lanfranco Nigro eran personeros de Daniel de la Torre. Carecemos de la respuesta con la que contrastar la veracidad de las prestensiones de los litigantes pero el análisis de los veinte puntos, que no corresponde a los objetivos del presente artículo, permite trazar una nítida visión de los procedimientos comerciales de finales del siglo XIII.

3. PENETRACIÓN ATLÁNTICA: ¿TÍMIDOS INTENTOS? Si la presencia mediterránea en el Atlántico había sido descartada para fechas tempranas, la atlántica en el Mediterráneo ha padecido, pese a las evidencias, un rechazo similar. Un sucinto repaso de los escasos datos que han llegado hasta nuestros días permite aventurar la hipótesis opuesta. En la Mallorca recién expugnada reside – 1232 – un flamenco y portugueses, gallegos y vascos habitan en la isla desde mediados del siglo XIII18. Las siguientes referencias son escasas pero significativas. La Escribanía de Cartas Reales ha preservado la comanda que Bisilduno de Bayona había entregado en 1259 a A. Cercosi, residente en la parroquia palmesana de Santa Eulalia19. Trece años más tarde ya se ha visto cómo A. Pins/Pini, calificado de vasconi, alquila un obrador de su propiedad que tiene en la plaza de la Cuartera a Arnau Morell20.

16. No era inusual este tipo de trayectos. Según narra Alfonso X en su crónica, cuando en 1259 el infante de Castilla zarpa de Inglaterra rumbo a su exilio en Túnez lo hace en buques bayoneses que le facilita Eduardo I. Años más tarde, la inoportuna marca que el lugarteniente de Eduardo I en Vasconia impone en 1295 al bayonés Bernardo Dongresilli informa del viaje redondo Inglaterra-África de la nave Santa Maria de Bayona, expoliada en Lagos durante el tornaviaje. 17. El conflicto que mantienen Eduardo I y Felipe IV interfiere en el intercambio mercante y portugueses y castellanos han de tomar partido. Finalmente Sancho IV se inclina por Francia lo que certifica el cierre de la ruta marítima al norte y el enfrentamiento con Bayona. La reacción de las principales villas marítimas de golfo de Vizcaya será unirse en la Hermandad de las Marismas, creada el mismo mes en que los mallorquines inician su aventura comercial. El conflicto provoca la navegación hacia el sur y patrones de las villas del norte peninsular fondean y negocian en Lisboa a la espera de las cartas de aseguramiento que en 1297 concede Eduardo I a lusos y castellanos que negocien en Flandes. No obstante, será necesario el primer decenio del siglo XIV para que la zona vea nuevamente la paz.

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18. La historiografía tradicional sitúa la entrada de marinos del golfo de Vizcaya en el Mediterráneo ya en los años 20 del siglo XIV coincidiendo con los registros de anclaje preservados en Mallorca. En cuanto a los portugueses, su presencia se inicia con la llegada del infante Pedro de Portugal, primer señor de la isla. 19. Ortega, A. El reino de Mallorca…, op. cit.: 39. El mal estado del documento impide apreciar la verdadera naturaleza de la operación pues la lectura es fragmentada. 20. De la misma serie de Escribanías de Cartas Reales, el documento fue dado a conocer por Santamaría Arández, A. “La reconquista de las vías marítimas”, Anuario de Estudios Medievales 10, 1980: 41-133.

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Superadas las guerras de final del siglo XIII con la Paz de París de 1303, se inicia un periodo expansivo en la Europa occidental que sin embargo no estará libre de conflictos menores que marcan el devenir del comercio. La estructural carestía de trigo en las Baleares aboca a marinos y mercaderes insulares a transfretar las columnas de Hércules para mercar el preciado grano en los puertos del reino meriní. Ello implica cruzar una zona siempre conflictiva en la que la labor de control de las flotas lusas y castellanas es intensa. Dada su condición de súbditos del reino de Mallorca, los burgueses de Montpellier, aliados a narbonenses y bayoneses abastecen su propia villa adquiriendo el trigo en Cádiz o Sevilla21. El asunto resulta un tanto rocambolesco debido a la actuación en 1311 del Adelantado de Sevilla Sancho Sánchez de Velasco. Las fuentes insulares dan cuenta de las expediciones que desde Mallorca navegan al atlántico meriní en busca de trigo. Dada la conflictividad del Estrecho, los castellanos fiscalizan regularmente la carga. Así, el almirante Pedro Moro intercepta en el cabo Espartel la nave San Jorge de Jaume Tender. Similar suerte corre la tarida de Bernat Beltran y Esteban Lladó. No obstante es la coca de Daniel Can la que corre peor suerte22. Presionado por los castellanos, acepta estibar únicamente noventa de los trescientos cahíces de trigo que tenía que transportar a la isla. El resto será embarcado en la coca de Nicolás Montferrer, propiedad del Adelantado de Sevilla Sancho Sánchez de Velasco, depositado en Cádiz y puesto a la venta como trigo castellano. Hugo Orts, nuncio del burgués de Montpellier Pedro Causit, compra ciento veinte cahíces y lo embarca, con trigo de narbonenses y bayoneses, en la coca del genovés Jacobo Catano con destino a Montpellier. Al recalar en el puerto de Palma el patrón va a ser retenido pues se afirma que pertenece al que robaron a Daniel Can. Informado Sancho I de Mallorca, éste ordena dejarle proseguir viaje pues la carestía frumentaria en Montpellier es enorme y en la curia hay preparadas 1.000 libras barcelonesas para avalar la estiba23.

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Son años en que la documentación silencia la presencia de bayoneses en el archipiélago balear hasta 1319, en plena acentuación del corso ligur24. No es coincidencia que en 1318 la ciudad de Sevilla confirmara a los vecinos de San Sebastián unos privilegios muy similares a los que gozaban los bayoneses25. En el otoño de 1319 se encuentra fondeada en el puerto de Palma la Santo Espíritu, nave/coca propiedad del bayonés Arnaldo de Santo Luca, patroneada por Juan Fiyol y administrada por Pedro Ricardi, de San Juan de Bayona. Su estancia viene motivada por la retención que le ha impuesto el lugarteniente y cuya liberación está en ciernes. Urge, pues, aprestar la nave para proseguir viaje por lo que han de recurrir a los mercaderes en busca de préstamos26. El 21 de octubre hacen embarcar al notario Pere Antich quien redacta en la propia coca el contrato de préstamo, teniendo las anclas en el puerto27. En este acto los gestores de la nave reconocen haber recibido de easonenses Pedro de Segur y Martín de Guello 30 marcas esterlinas de plata en buenos cruzados ingleses cuyo valor a quedado estipulado por las partes. Es decir, incluyen veladamente el interés de la operación al pactar la relación de cambio de ambas monedas. Se comprometen a devolver las 30 marcas en la villa de San Sebastián o allí donde tomen tierra, a voluntad de los acreedores.

24. No así su presencia por aguas mediterráneas. En 1313 es capturada una coca castellana en el cabo de San Martín por una galera valenciana armada en corso. La coca se había armado en Sevilla y estaba al mando del easonense Pedro Segura: ...Demi Alfonso Guillem, saluts... ...fets uos saber que jo, anan guanyar ab una Galea que aua de present he armada en valencia e ne la terra pret sexona, que diluns XIX dies dagost me encontre(sic) en les mars de cap de marti, ben fora en mar, ab una coca de Xibilia dela qual es patro en P. segura, de sant Sabestia al qual fiu calar per saber siy auia res de enamics del Senyor Rey Darago.. ARM. LR-3, fol. 114r-v. 25. Ortega Villoslada, A. El reino de Mallorca..., op. cit.: 209.

21. Ver documentos 1 y 2. 22. El mismo Daniel Can que en 1296 había transportado a Nicolau Tarida y Daniel Torres a Sevilla. 23. Un estudio de la importación de trigo atlántico en Ortega Villoslada, A. “Mallorca y la importación de trigo atlántico (1230-1350). SUMMA, 3, primavera 2014: 73-91.

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26. Véanse los documentos 3-7. 27. Detalle no baladí pues la normativa marítima estipula que los contratos firmados en los buques únicamente son válidos si éste está amarrado a tierra o fondeado en lugar seguro pues no se da crédito a aquellos documentos redactados en alta mar o en medio de un temporal ya que el miedo a la muerte puede llevar a los no avezados al mar a rubricar cualquier acto lesivo con tal de intentar salvar la vida.

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ante Bernat Corber, nuncio de los guardianes del puerto, y Arnau Cases alcanza con el deudor un acuerdo29. Durante los siguientes años la presencia de personajes del golfo de Vizcaya será constante en las islas. Así, en Palma recalan y negocian entre mayo de 1332 y marzo de 1333 veinticuatro patrones provenientes de Santander, Castro Urdiales, Escalante, Cabras, Bayona, San Juan de Luz, San Sebastián, Fuenterrabía, Bilbao, Guetaria, Bermeo, el Somorrostro o Ardinxo30.

4. CONCLUSIONES

Gráfico 1. Patrones peninsulares (1319-1349)

Firman el mismo día otros dos préstamos. Uno de 7 marcas de plata en cruzados ingleses con A. de Limoges, vecino de San Sebastián, comprometiéndose a devolverlas nada más llegar a San Sebastián a Desirader de Perqui, esposa de A. de Limoges. El segundo es con Pedro de Limoges, asímismo donostiarra, por otras 6 marcas de plata a tornar en el lugar de San Lucas a A. de Limoges o a Juan de Perer. No siendo suficiente, el 29 del mismo mes recurren al mercader mallorquín Juan Pont quien aporta 20 libras mallorquinas28. Finalmente, con la nave aprestada únicamente queda por recuperar los 72 sueldos que A. Lopello ha cobrado de más, por lo que el 3 de noviembre nombran procurador a Juan Buiach quien

28. Mercader firmemente relacionado con el Atlántico. En 1318 abona la libra y 12 sueldos que cuesta el derecho de salida de sarracenos para que Xufi pueda navegar a Anfa. Diez años más tarde figura como ejecutor testamentario de los bienes de Guillem Mel, socio de Pere Safont y Pere Casas, personajes ligados al comercio atlántico. El ocho de agosto de 1329 vuelve a actuar en favor de un sarraceno, en este caso de Ahamet a quien le paga el impuesto de sarracenos para que pueda zarpar rumbo a Cádiz. Ortega Villoslada, A. El reino de Mallorca..., op. cit.: 187, 172, 218.

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Si es conocido el momento en que genoveses y mallorquines se aventuran a reabrir la ruta de Inglaterra, no así en el que cántabros y vascos entran en el Mediterráneo. Pese a la escasez documental se puede apreciar la intensidad con la que nautas y comerciantes mediterráneos y atlánticos intercambiaron experiencias y mares. Con Sevilla como nexo, la entrada sistemática de naves del golfo de Vizcaya se produce mucho antes de lo que atribuyen las tesis tradicionales pues Mallorca y el golfo de Vizcaya entablan relaciones estables ya con el cambio de siglo. La documentación presentada permite observar la intensa actividad mercantil desarrollada en las villas del sur atlántico europeo antes del siglo XIV, así como la implantación de compañías italianas en el golfo de Vizcaya. Cabe, pues, incidir en la investigación de los años del cambio de siglo con la finalidad de avanzar en el conocimiento del intercambio mercante. Este artículo pretende, pues, plantear la necesidad de repensar el momento cronológico en el que se establece definitivamente el intercambio mercante vía estrecho de Gibraltar.

29. Arnau Cases mantiene en 1319 sociedad con Berenguer Castelar y Guillem Ripoll y el 2 de noviembre firman en la notaría de Bernat Olives la carta de alforría de Mahomet ben Rahammo, oriundo de Salé, con la condición de que el musulmán deberá entregar en el plazo de ocho meses en Anfa 60 doblas de oro al que de ellos esté en ese momento en la plaza africana. Ortega Villoslada, A. El reino de Mallorca..., op. cit.: 170. 30. Remito al apéndice del presente artículo y a El reino de Mallorca y el mundo atlántico... para completar la información relativa a los navegantes cántabros y vascos.

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APÉNDICES APÉNDICE DOCUMENTAL 1 1312, febrero, 17. Perpiñán Sancho I ordena a su lugarteniente Berenguer de Santjoan que libere los ciento veinte cahíces de trigo que Hugo Orts, nuncio en Sevilla de Pedro Causit, burgués de Montpellier asociado con narboneses y bayoneses, le enviara en la nave del genovés Jacobo Catanio ante la carestía del mismo en esta villa. El grano había sido retenido en Mallorca por ser del que los castellanos habían robado a mercaderes mallorquines. ARM. LR-3, 12v-13r

Vº idus Marcii, anno quo supra. Super facto frumentum prouincialium

Sancius, dei gratia Rex Maiorice, Comes Rossilionis et Ceritanie et dominus Montispessulani. Dilecti Berenguer de Sancto Johan, Militi tenenti locum nostrum in Regno Maiorice. Salutem et Dileccionem. Ex parte petri causit, burgenssis nostri Maiorice Montispesulani oblata nobis suplicatio continebat quod hugo de ortis, instructor suus, eius nomine empti ciuitatis Sibilie CXX cafficia frumenti que portaui faciebant in Montispesulani in naui Jacomo catanio, Januensem, cum alio frumentum mercatorum Narbone, et cum dicta Nauis venit in Maiorice ubi est dictum frumentum arestatio eo quod aliqui de Maiorice dicunt dicta CXX cafficia frumenti pertinere ad eos, quod fuerunt de illo frumento quod armata Illustris Regis Castelle abstulit gentibus nostris Maiorice, quod dictis P. causit et eius pro(curatorem) difficetur allegans aliquas rationes per quas videtur esse non posse. Cum agitur frumentum predictum sit valde necessarium ville nostre Montispesulani, ubi est carestia magna bladi, volumus, et vobis mandamus, quot dictum ffrumentum, videlicet, dicta CXX cafficia frumenti, faciatis absolui et tradi predicto ius(...) dicti Petri causiti, aut presentium portatori, qualibet mora et occasione cesante ; nos enim hic, in Curia baiuli perpiniani, fecimus cru(...) per bonos fideiussoris pro quantitate Mille librarum barchinonam; quod sumam autem determinatio que ibi feretur seu fiet de dictis CXX cafficiis frumenti, mandabitur exequtioni et soluetur indicatum ibi ad plenum prout

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in diffinicione Curie Maiorice continebitur. Si uero ibi caucionem aliquam aut pignora recepit Curia nostra predicta ratione significetis nobis (...) faciemus absolui dictam cautionem hic datam uolentes per hoc uel aliud restitucionem seu absolutionem dictorum CXX cafficorum frumenti aliquatenus retardari super quest(io)ne etiam per ad cautione significamus nobis dictarum CXX caficiorum frumenti. Dicitur faciatis feri justicie et complementum quan(to) breuius nec expeditius feri poterit et debebit qualibet calumpnia et cau(...)tione cessante. Datum Perpiniani, XIII kalendis Marcii, anno domini Millesimo CCCº undecimo 2 1312/03/18, Perpiñán Sancho I ordena a su lugarteniente en Mallorca Berenguer de Santjoan que le remita precintado todo el proceso relativo al trigo comprado en Sevilla y en el que están involucrados mercaderes de Montpellier, Narbona y Bayona. ARM. LR-3, 18r-v Super facto mercatorum Montispessulani, Narbone et Bayone fuit registrata sequentis litera, VIIº idus aprilis. Sancius, dei gratia Rex Maiorice, Comes Rossilionis et Ceritanie et dominus Montispessulani. Dilecto suo berenguer de Sancto Johanne, Militi tenenti locum nostrum in Regno Maioricarum. Salutem et dileccionem. Cum nobis plures fuerit suplicatum et facte requisiciones super questionem seu causa que vertitur inter quosdam mercatores Montispessulani, Narbone et bayone ex una parte, et aliquos ciues nostros Maioricarum ex altera, ratione cuiusdam quantitatis frumenti empti Sibilie quod vehebatur in Naui Jacobi catanni, Januensem. Mandamus uobis quot totum processum habitum super predictis et totum negotium plene instructum nobis sub uestro sigillo mitatis, Nam illud secundum eius uerba uolumus per nos seu in nostra presencia terminari. Datum perpiniani, XVº kalendis aprilis, anno domini MºCCCºXIº 3 1319, octubre, 21. Muelle de Palma, dentro de la coca Pedro Fiyol, patrón de la coca “Santo Espíritu” – propiedad del bayonés Arnaldo de Santo Luca – y Pedro Arnaldo – de San Juan de Luz – reconocen deber a los easonenses Pedro de Segur y a Martín de Guello 30 marcas esterlinas de plata en buenos cruzados ingleses, valorados según el precio estipulado por las partes

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en Mallorca e invertidos en el buque. El pago se efectúa en el muelle de Palma y se comprometen a restituir esta cantidad en San Sebatián. A.C.M. Protocolos notariales nº 14807, fols. 33v-34r Johanes fiyol, procuratore siue ministro Nauis siue coche domini arnaldi de sancto lucha, de bayona, vocate sanctus spiritus que nunc est in portu siue mollo ciuitate Maiorice ubi fuit et est detenta per venerabilem locum tenentem Maiorice; et petrus ricardi, de sancto Johanne de bayona, dispenserius eiusdem coche, uterque nostrum insolidum tam nomine nostro proprio quam nomine predicti Arnaldi de sent luch domino predicte coche, absentis, pro quo satisdamus de rato super bonis nostris, confitemur et recognoscimus inueritatem nos debere habuisse et recepise ex causa mutui uobis, petro de segura et Martino de guello, de sancto sebastiano, presentibus et stipulantibus et uestris, Triginta marchas argenti sterlinorum bonorum croatorum anglie quas auobis ponderatas et numeratas in Maiorice, in portu Maiorice habuimus et recepimus et ipsos misimus et conuertimus in expedicionem predicte nauis et marinariorum eiusdem et in necesariis eiusdem Renunciando excepcioni predictorum sterlinorum a uobis non habitorum et non receptorum et doli, mali atque... et in neccesariis predicte nauis non conuersorum et doli, mali atque infermus. Quos quidem triginta unam marchas argenti sterlinorum uel valore ipsorum promitimus per stipulacionem vobis, uel cui vos volueritis, soluere intus villam sancti sebastiani incontinenti cum nos uel terram aliter ibi fueramus aplicati requisitioni et voluntati uestre, saluas in terra ab omni periculo mare et gentium. Sine dampo, missione et interesse vestri et uestrorum et querela certe, et nichilominus restituere promitimus vobis dictis missiones et interesse quod uel quas pro parendis, petendis et recuperandis anobis feceritis uel sustitueritis in iudicio siue extra. Et pro predictis sic complendis et firmiter attendendis, obligo vobis et uestris tam nomine proprio quam... ...nostrum insolidum nomine et vice domini A. et pro ipso specialiter dictam cocham cum omnibus exarciis, apparatibus et causa nomine nostro proprio qua rata habente, dicti A. obliga vobis insolidum suis nos et omnia bona nostra presentia etc... Renuncians quantum ad hoc beneficio, diuidendo, accione, etc... et omnibus aliis etc... actum in mollo ciuitate Maiorice, intus dictam cocham, tenente dicta cocha ancoras in portu. XII kalendis nouembre.

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4 1319, octubre, 21. Palma Juan Fiyol y Pedro Arnaldo, de San Juan de Bayona, reciben de Pedro de Limoges, vecino de San Sebastián, 7 marcas esterlinas de plata en buenos cruzados ingleses invertidos en la coca. Las devolverán en San Sebastián a Desidarer, esposa de Pedro de Limoges. A.C.M. Protocolos notariales nº 14807, fol. 34v Johanes fiyol, procurator siue administrator Nauis siue coche domini Arnaldi de sancto lucha de bayona, vocate sanctus spiritus que nunc est in portu siue mollo ciuitate maiorice et ego, Petrus Arnaldi de sancto Johanne, de dicto loco de bayona, dispenserius eiusdem coche, uterque nostrum insolidum tam nomine proprio quam nomine predictum Arnaldi de sent luch, pro quo satisdamus de rato super bones nostris confitemur et recognoscimus nos debere tibi petro de limocges, vicino de sancto sebastiano et testis, septem marchas argenti sterlinorum bonorum croatorum anglie quas numeratas et ponderatas a te habuimus etc... Renuncians etc... et ipsas misimus et comitimus in expedicione predicte nauis et marineriorum et in neccesaris eiusdem. Renuncians etc... soluere saluas in terra ab omni periculo maris et gentium tibi uel domine desirader de perqui, uxori tue, intus dictum locum de sancto sebastiano incontinenti cum ibi fuerimus aplicati sine etc... et restituere misiones et interese etc... obligo specialiter dictam cocham et eam etc... et tam nomine proprio quam de rati (...) dicti Arnaldi obligat nos et omnia bona nostra etc... Renuncians etc... Testes: Menaut despaleta, Johanes delesgoo, bernardum de benesa, marinarii dicte coche

Gomeusaldus de spaleta, Johanes delesgoo, amorosius dela graylardia et bernardus de saresa, ciuis bayone et marinarii dicte coche

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5 1319, octubre, 21. Palma Juan Fiyol y Pedro Arnaldo deben a A. de Limoges 6 marcas esterlinas de plata a devolver al prestamista o a Juan Perer en el lugar de San Lucas. A.C.M. Protocolos notariales nº 14807, fol. 35r Johanes et petrus A. insolidum confiteor debere A. de limoges Sex marcas argenti sterlinorum soluere in dicto loco de sancto lucha dicto A. uel Johani de perer, pro eo fiat in omnibus ut supra (...)

6 1319, octubre, 29. Palma Juan Fiyol y Pedro Arnaldo, de San Juán de Bayona, reconocen deber a Juan Pont, mercader de Mallorca, 20 libras mallorquinas. A.C.M. Protocolos notariales nº 14807, fol. 35r Johanes fiyol et p. A., de sancto Johan de bayona, et uterque nostrum in solidum commorantes et recognoscimus in veritate nos debere vobis Johani pont, mercatore Maioricarum viginti libras regalium Maioricarum, quas numeratas a te habuimus etc... Renuncians etc... soluere voluntate vestra etc.. sine etc... insolidum etc... renuncians etc...

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7 1319/11/03, Palma Juan Fiyol y Pedro Arnaldo, de San Juán de Bayona, nombran procurador a Juan de Beniach para que en su nombre y según composición alcanzada ante Bernat Corber, nuncio de los guardianes del puerto de Mallorca, recupere los 72 sueldos que adeuda de su salario A. Lopello. Johannes Fyol et A. de Sancto Johanne bayonensem. Regentes nauem siue cocha domini A. de Sancto Lucha de bayona, vocata Sanctus Spiritus que nunc est in portu Maiorice, constituimus te Johanem de beniach procuratorem nostrum ad petendum et recipiendum a vobis A. lopello, cubicinatore, et bonis suis LXXII solidos regalium Maiorice que nobis restant pro ipsum ad reddendum seu restituendum de salario quod retens de dicta cocha causa sequendi viaticum, iuxta compositionem inter nos et ipsum factam in presentia Bernardi corber, nuncii guardianorum portus Maiorice et A. de casis procuratore litium. Ita quod huius procuratoris auctoritate possis contra dictum lupellum et bona sua agere libellos, suplicationes et querimonias etc... litere contestari, excipere, respondere, etc... de calumpnia etc... omnia proborum etc... scripturas etc... appellandum etc... componere, compromitere etc... finem etc... procuratores etc... Renuncians etc... Ratum etc. obligo etc... cum liberi ac generali etc... Testes: Bernardi corbera et P. lupeti

Testes: p. julii, R. daydinia, G. de benesa, bayonenses

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295

ANTONIO ORTEGA VILLOSLADA

LA APORTACIÓN MALLORQUINA AL COMERCIO Y NAVEGACIÓN ENTRE CIUDADES ATLÁNTICAS 1300-1350

APÉNDICE 2. PATRONES ATLÁNTICOS INSCRITOS EN EL ANCORAJE REGISTRO

FECHA 1321/06/25

RP-1097

1321/09/07 1321/10/03 1321/10/29 1321/11/18 1322/03/01 325/03/28e Luznde de Portugal, osea, de Oporto; o Pedro Porto, de Portugal? 1324/05/02 1324/05/28 1324/06/06 1324/06/08 1324/06/23

RP-1098

1324/06/27 1324/07/16 1324/10/16 1324/10/17 1324/10/26 1324/10/29 1324/11/12 1324/11/15 1324/12/05 1324/12/07 1324/12/10 1324/12/19 1324/12/29 1325/01/15 1325/01/19 1325/01/23 1325/01/25 1325/02/21 1325/03/23 1325/03/28

296

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PATRÓN Juan Garuso Manuel Vento Gonzalo García P. Manuel Vento Juan Peris Lorenzo Duiler

PUERTO

BUQUE

OTROS

Genoveses

2 Galeras

Rumbo Flandes

Sevilla Oporto Flandes Portugal Castro Urdiales

Coca Coca Galera Coca Coca

Regreso Flandes

Juan Descastell

Santander

Coca

Juan Munsans D. Tarini Juan Dercargi A. Sefua P. de Noya Diego Sánchez Juan Mungrans Juan Descastell Juan Desceyeh Alfonso Demuntans Alfonso Ferrándiz ----Mateo Dorta P. Delescabanes A. de Limoges Beltrán de Albiñá Risso González Domingo de Usua Juan Domingos P. Delescabanes Juan Blanco G. Pineda P. de Sanjuan A. Deusayn Juan Juan Derfos Juan Loga Juan Descastell Pedro Ferrándiz

Sevilla Venecia Bayona San Sebastián Fuenterrabía Bilbao Sevilla San Sebastián Lisboa Sevilla Sevilla Venecia Bayona San Sebastián San Sebastián Bayona Santander San Sebastián Sevilla Sevilla Castro Urdiales Sevilla Santander Fuenterrabía San Juan de Luz Santander Sevilla Santander Santander

Coca 11 galeras Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Galeras Coca Coca Leño Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Leño Leño Coca Coca Coca Coca Coca

Rumbo Flandes

Vendida en Palma

Regreso Flandes

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297

REGISTRO

FECHA

PATRÓN

PUERTO

BUQUE

1330/04/18 1330/04/23 1330/05/05 1330/05/08 1330/05/11 1330/05/12

Juan Bono Lapo García Juan Ibañez Ferrán Vara Lop Gonsalvis Ferrán Gonsalvis P. Delescabanes P. Amor Juan Martí Juan Deriaga Domingo deFua Pedro Ferrándiz Sebastián Juan Martí Juan G. Juan Martínez Roys Goceris Juan Bono Juan Denordin Zarpa coca de bayoneses Diego López Roys Goceris Juan Martinis Sancho Lopis Juan García P. Amor P. Bonasa A. Vinagre Brenso Bugayo Esteban Ibáñez Juan Goceris Lorenzo Atzegaya G. Pineda Miguel Liure P. Castillo Diego López Miguel Martinis Lorenzo Bugay Domingo Debanol Juan Vilar A. Vinagre Sancho Lopis Andrés Nunxiart Ferrán Peris Martín Burgués Sancho Martí Domingo Sanjuan Martín Ibañez P. Desgores

Vizcaya Sevilla Guetaria Sevilla Santander Santander San Sebastián Santander Bermeo Sevilla San Sebastián Cabras Getaria Guetaria San Sebastián Guetaria Escalante Guetaria San Sebastián

Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca

1330/05/14 R.P-1102

1330/05/23 1330/06/01 1330/06/08 1330/07/16 1330/07/19 1330/07/23 1330/08/07 1330/08/13 1331/02/14 1331/02/16 1332/05/08 1332/05/28 1332/05/27 1332/06/12 1332/09/28 1332/10/26 1332/11/14 1332/11/21

R.P-1100

1332/12/01 1332/12/18 1332/12/22 1332/12/29

R.P-1101

298

1333/01/16 1333/01/26 1333/02/05 1333/02/13 1333/03/01 1333/03/06 1333/03/18 1333/03/27 1340/05/11 1340/11/13 1340/12/09 1341/01/09 1341/03/26 1340/12/13

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Castro Urdiales Escalante Castro Urdiales Castro Urdiales Castro Urdiales Santander Santander Lisboa Lisboa Lisboa Escalante Castro Urdiales Sevilla San Sebastián San Sebastián Vizcaya Guetaria Lisboa Fuenterrabía Castro Urdiales Lisboa Castro Urdiales San Sebastián Santander Sevilla Sabisbas ----Bermeo -----

Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Leño Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Coca Leño Coca Leño Coca Coca Coca Leño

bay. bay. bay. bay. bay. bay. bay. bay.

bay. bay. bay. bay. bay. bay. bay. bay.

OTROS

Esclavo griego a San Sebastián

A Colliure

bay. bay. bay. bay. bay. bay. bay. bay.

bay. bay. bay. bay. bay.

Viene de Lisboa ies delisbona venc delixbona

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APÉNDICE 3. PATRONES CÁNTABROS Y VASCOS. MAYO DE 1332 A MARZO DE 1333 1332 Mayo Junio

Agosto, 27

Septiembre Octubre

Diciembre

Diego López

Castro Urdiales

Coca

Roys Goceris

Escalante

Coca bay.

Juan Martinis

Castro Urdiales

Coca bay.

Sancho Lopis

Castro Urdiales

Coca bay.

Sancho Sánchiz

Bilbao

Patrón

Bernat de Puy

Bayona

Patrón

Martí García

Bilbao

Patrón

Martí Gonzalvo

Santander

Patrón

Juan de Ardinxo

¿Ardinxo?

Patrón

Miguel Liura

San Sebastián

Patrón

Nuño Martínez

Vermeyo

Patrón

Martí Doria

San Sebastián

Patrón

Juan García

Castro Urdiales

Coca

Pedro Amor

Santander

Coca bay.

Pedro Bonasa

Santander

Coca bay.

Juan Goceris

Escalante

Coca bay.

Lorenzo Atzeaga

Castro Urdiales

Coca

Miguel Liure

San Sebastián

Coca

Pedro Castillo

San Sebastián

Coca

Diego López

Vizcaya

Coca bay.

Miguel Martinis

Guetaria

Coca

Domingo Debanol

Fuenterrabía

Coca bay.

Juan Vilar

Castro Urdiales

Coca

Sancho Lopis

Castro Urdiales

Coca bay.

Andrés Nunxiart

San Sebastián

Leño

ADM. MSL-252, fol. 103r: 1332, agosto 27 Item, pagam an bernat de riutort, sayg, per so corsercha – xanxo xanxis, de bisbau – en bernat del puy, de bayhona – en marty garcia de bisbau – en marti gonsaluis de sen tander – en johan dardinxo – en miquel liura de sant sebestia – nutxo martinis de uermeyo – en marty doria de sant sebestia tots VIII patrons de coches per so cor los cita dauant lo batle eferen homenatge que con agesen carregat en cicilia uengesen en mayorcha

1333 Enero Febrero Marzo

Fuentes: Registros de Ancoraje y volumen 252 de la serie Miscelánea del Archivo Diocesano de Mallorca

300

DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

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301

Os sistemas metrológicos ibéricos na Idade Média. Um diálogo entre o Mediterrâneo e o Atlântico 1

Mário Viana Universidade dos Açores

1. INTRODUÇÃO A expressão «sistemas metrológicos ibéricos» não significa que vá proceder a uma síntese da metrologia ibérica na Idade Média. Este objetivo, legítimo, mas vasto e ambicioso, não é realizável no presente contexto. Os meus objetivos reais não podem deixar de ser bastante mais modestos, a saber, discutir a aplicação do conceito de sistema à história metrológica e explorar de forma um pouco mais aprofundada o caso das medidas de capacidade e do transporte marítimo2.

1. Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación Las sociedades urbanas de las ciudades y villas portuarias de la Europa Atlántica en la Baja Edad Media (HAR2012-31801), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España. 2. Siglas utilizadas: a) arquivos: ANTT: Arquivo Nacional / Torre do Tombo (Lisboa). b) fundos: SVF: Mosteiro de São Vicente de Fora. c) publicações: CCLP: Corpus Codicum Latinorum et Portugalensium. OA: Ordenações afonsinas.

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303

MÁRIO VIANA

2. SISTEMAS METROLÓGICOS O termo «sistema» tem uma ampla utilização na literatura europeia desde finais do século XVIII, significando um qualquer conjunto organizado de elementos. Foi utilizado como aspeto distintivo da metrologia científica então nascente e afirmou-se em expressões como «sistema métrico» e «sistema métrico decimal». Uma consequência do triunfo deste novo sistema, que se desenvolveu a longo prazo, foi a despromoção das anteriores metrologias até ao limite do incompreensível ou do caótico3, em particular no que diz respeito à Idade Média. Mas a diversidade metrológica medieval não tem nada de incompreensível. Deriva de um conjunto de factores, de que se salientam a política de concessão por parte dos estados de um determinado peso ou de uma determinada medida, nuns casos a título de privilégio, e noutros casos a título de benefício fiscal, a disseminação das competências reguladoras ao nível do poder local, a dificuldade de construção de padrões de qualidade, enfim, a falta de uma base universal e imutável de referência. Os estados ibéricos começaram a desenvolver políticas corretivas de alguns destes factores, de maneira mais evidente a partir de meados do século XIV, mudando da posição de agentes de diversidade metrológica para a posição de agentes de uniformidade metrológica. Trata-se de uma mudança com alcance económico considerável pois os governos passaram a utilizar a metrologia como instrumento da política económica, nomeadamente como forma alternativa de controlar os preços e de aumentar os impostos. Encontramos reflexos da nova posição, em Portugal, no reforço das competências dos corregedores das comarcas, nos primeiros projetos de uniformização metrológica (1352, 1357-1358), no alargamento da competência do corregedor da corte em matéria metrológica e, já no século XV, na criação do cargo de almotacé-mor.

3. Entre outros, Boutaric, E., 1860: 318 (“confusion inextricable”), Ten Ros, A. e Salvador Peláez, F., 2002: 530 (“verdadero caos que el paso del tiempo contribuye a aumentar”), 533 (“el caos metrológico se incrementa”), 534 (“caos metrológico castellano”).

304

DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

OS SISTEMAS METROLÓGICOS IBÉRICOS NA IDADE MÉDIA. UM DIÁLOGO ENTRE O MEDITERRÂNEO E O ATLÂNTICO

Os autores que se referem às reformas metrológicas ocorridas nos estados ibéricos têm-no feito, na maioria, na perspetiva de essas reformas resultarem em tentativas fracassadas de uniformização4. Em alternativa, alguns estudos mais recentes conseguiram mostrar a efetiva e bem sucedida aplicação no terreno de algumas delas, apesar dos factores limitativos apontados5. No aprofundamento desta segunda perspetiva, penso que é muito mais produtivo interpretar o conjunto das menções a reformas de pesos e medidas que ocorrem na documentação de cortes de Portugal e Castela como indicador de que o assunto se tornara recorrente nas discussões da política económica. Castela

referência

Portugal

referência

1268

Cortes de Jerez de 1268, pet. 26.

1352

Cortes de Lisboa de 1352, art. 15.

1348

Cortes de Alcalá de 1348, pet. 58.

1361

Cortes de Elvas de 1361, art. 80

1367

Cortes de Burgos de 1367, pet. 8.

1371

Cortes de Lisboa de 1371, art. 35.

1435

Cortes de Madrid de 1435, pet. 31.

1390

Cortes de Coimbra de 1390, art. 6.

1436

Cortes de Toledo de 1436, pet. 1.

1418

Cortes de Santarém de 1418, art. 22.

1438

Cortes de Madrigal de 1438, pet. 12.

1455

Cortes de Lisboa de 1455, art. 7.

1447

Cortes de Valladolid de 1447, pet. 61.

1490

Cortes de Évora de 1490, art. 33.

Figura 1 – Menções a reformas de pesos e medidas na documentação de cortes de Portugal e Castela (séculos XIII-XV) Fontes: Serna Vallejo, M. 2006; Marques, A. et al., 1982, Marques, A. et al., 1986, Marques, A. et al., 1990-1993, Sousa, A. 1990.

4. Por exemplo, Barros, H., 1945-1954, tomo 10: 15: “Frustraram sempre o intento não só o espírito de rotina, mas também, e provavelmente ainda mais, o interesse de quem fosse prejudicado pelas reformas”. Citação retomada por A. H. de Oliveira Marques no seu artigo “Pesos e medidas” do Dicionário de história de Portugal Marques, A., 1963-1971). 5. Lopes, L., 1997-1998, 2000, 2003; Viana, M., 2009, 2010-2011.

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305

MÁRIO VIANA

A hipótese que coloco é a de que a tendência para uma maior articulação entre o sistema metrológico e o sistema económico teve como consequência direta a tendência crónica para o crescimento das medidas de capacidade, em particular de cereais. No modelo anterior, em que o Estado favorecia a diversidade metrológica, os agentes económicos mais beneficiados eram os agentes comerciais, os quais, conhecedores atentos das diferenças metrológicas regionais as utilizavam para aumentarem as suas margens de lucro. No novo modelo, em que o Estado favorece a uniformidade metrológica, os agentes económicos mais beneficiados são os proprietários e todos os que vivem de rendas agrárias. Para estes, aumentar as medidas constitui uma oportunidade de aumentar os rendimentos ou de reagir à sua diminuição. Assim, a partir dos séculos XIV e XV, as medidas de capacidade crescerão continuamente, de acordo com os interesses dos proprietários, senhorios e rendeiros, coroa incluída. Já em 1913, num dos seus artigos pioneiros sobre metrologia medieval, Paul Guilhiermoz notava, para a região francesa de Bordeaux, o enorme crescimento do muid de cereal entre a época romana e o século XVIII, boa parte dele supostamente verificado na Idade Média6. Estudos recentes para o caso português permitem também demonstrar que na região de Entre Douro e Minho o aumento das medidas de capacidade para cereal atingiu, no mínimo, mais do dobro, entre 1258 e 1817-18197. O testemunho mais elucidativo é o do próprio rei português D. Fernando, em 1371, que diz terem os reis seus antecessores acrescentado as medidas de cereais várias vezes8.

OS SISTEMAS METROLÓGICOS IBÉRICOS NA IDADE MÉDIA. UM DIÁLOGO ENTRE O MEDITERRÂNEO E O ATLÂNTICO

3. RELAÇÕES ENTRE O MEDITERRÂNEO E O ATLÂNTICO Se o conhecimento das diferenças metrológicas regionais permitia aos mercadores nacionais aumentarem as margens de lucro, podemos esperar que o mesmo fenómeno se dê nas relações económicas internacionais. E, de facto, temos excelentes indicadores deste fenómeno nos manuais mercantis italianos, que são redigidos, em grande parte, como uma espécie de listas de equivalências de pesos e medidas entre cidades portuárias. Mas uma das principais caraterísticas destas fontes é que a informação incide sobretudo nos grandes centros portuários mediterrânicos como Florença, Génova e Veneza. Em comparação, a Península Ibérica e a Europa Atlântica têm uma representação bastante minoritária. autor

origem

datação

nº de cidades ibéricas

Zibaldone da Canal

Veneza

1311

-

Francesco Balducci Pegolotti

Florença

1340

9

anónimo

[Florença]

1385-1386

6

Saminiato de’ Ricci

Génova

1396-1418

4

anónimo

Veneza

séculos XIV-XV

-

Antonio da Uzzano

[Pisa]

1440

6

Georgio di Lorenzo Chiarini

Florença

2ª metade do século XV

11

Figura 2 – Cidades ibéricas mencionadas nos manuais mercantis italianos (séculos XIV-XV)

6. Guilhiermoz, P., 1913: 316-317. 7. Viana, M., 2009, 2014. 8. Marques, A., et al., 1990, cortes de Lisboa de 1371, artº 35: “porque a medjda que entom corria era muy pequena depois desto os Reijs que ante nos forom fezerom mudamento de medidas acreçentando em elas cada uez”.

306

DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

Concretamente, são mencionadas as localidades de Almeria, Barcelona, Ibiza, Laredo, Santander, Loredo (Catalunha), Maiorca (Palma), Málaga, Sevilha, San Lúcar (la Mayor), Tarragona, Tortosa, Valência, e, do lado português, Lisboa, Sintra e Beja. Na fachada atlântica, a norte de Lisboa, apenas são citadas as cidades de Laredo e Santander, e as regiões de Biscaia e Guipúzcoa, por

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MÁRIO VIANA

causa da exportação de ferro pesado a chantare9. Em contraste, na fachada mediterrânica, Sevilha é uma das cidades ibéricas mais destacada, com equivalências estabelecidas a 26 outras localidades, desde Constantinopla a Bruges, passando por Lisboa. Apesar das diferenças de representação, podemos estabelecer, dentro de um mesmo texto, rationes entre localidades mediterrânicas e atlânticas que utilizem a mesma denominação de peso ou medida. Este método permite conhecer as relações proporcionais entre os pesos e medidas de determinados conjuntos de localidades, o que coincide com um dos objetivos primários deste tipo documental. Uma boa aplicação do método das rationes é possível no texto de Francesco Balducci Pegolotti, La pratica della mercatura. Libro di divisamenti di paesi, e di misure di mercatantie, e d’ altre cose bisognevoli di sapere a mercatanti di diverse parti del mondo (1340). Assim, no campo das medidas de capacidade para cereais, comparando a salma general ou salma delle piagge10 da Sicília com os cafizes e quarteiros de várias localidades, constatamos que a mesma denominação de unidade de medida pode corresponder a capacidades bastante diferentes, como é o caso do cafiz de Sevilha, mais de quatro vezes menor que o cafiz atribuído a Portugal e aproximadamente três vezes maior que o cafiz de Valência ou de Tarragona. Também o quarteiro de Londres é bastantes maior que os quarteiros de Barcelona ou de Maiorca.

OS SISTEMAS METROLÓGICOS IBÉRICOS NA IDADE MÉDIA. UM DIÁLOGO ENTRE O MEDITERRÂNEO E O ATLÂNTICO

salma generale

cafissi

quartieri

1

0,117

-

Niffe (Casablanca)

1

0,119

-

Portugal

1

0,350

-

Loredo

1

0,525

-

Sevilha

1

0,530

-

Tortosa

1

0,775

-

Tripoli

1

1,120

-

Tunes

1

-

1,130

1

1,500

-

Tarragona

1

1,500

-

Valência

1

-

4,000

Maiorca

1

-

4,000

Barcelona

localidade

Londres

Figura 3 – Rationes entre a salma generale da Sicília e cafissi e quartieri de várias localidades (1340)

salma grande

cafissi

quartieri

1

0,480

-

Sevilha

1

0,700

-

Tripoli

1

1,000

-

Tunes

1

-

1,020

Londres

1

-

3,640

Maiorca

1

-

3,640

Barcelona

localidade

Figura 4 – Rationes entre a salma generale da Sicília e cafissi e quartieri de várias localidades (1340)

9. Chiarini, G., 1936: 111, 118, 123, 125, 132, 136. 10. Pegolotti, F., 1936: 112-114.

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MÁRIO VIANA

A salma de Manfredonia11, na Apúlia, região costeira do Mar Adriático, um pouco menor que a salma generale da Sicília, fornece relações proporcionais parecidas. Estes exemplos das salmas citadas por Pegolotti, para além do ensinamento de que que a mesma denominação de unidade de medida de cereal pode corresponder a capacidades muito diferenciadas, permitem ainda saber que a mesma medida, na mesma região, pode variar de capacidade consoante a área portuária a que está ligada, e que pode ter capacidades diferentes determinadas pelo modo de medição. Assim, na Sicília, a salma grande , em vigor na parte oriental da ilha, é 20% maior que a salma generale, em vigor na parte ocidental, e na Puglia, a salma de Barletta é 2,5% maior que a salma de Manfredonia12. Por outro lado, em Florença, o staio pode ser medido raso (rase) ou de cógulo (colme), levando neste caso cerca de 15% a mais. O mesmo se pratica em Pisa, sendo a diferença de apenas 6% a mais13. Em termos gerais, as denominações das unidades que integram os sistemas metrológicos ibéricos mostram uma forte influência mediterrânica, latina e árabe. Influência mista bem exemplificada no caso das medidas de capacidade portuguesas através de palavras como moio (latim: modius), quarteiro (latim: quartarius), sesteiro (latim: sextarius), teiga (árabe: talica), fanga (árabe: faniqah), quarta (latim: quarta), quaira (latim: quadra), almude (árabe: al-mudd) e alqueire (árabe: al-kail). A influência árabe, ou pelo menos mediterrânica, está também muito bem exemplificada no caso dos pesos e medidas nomeados por Pegolotti para Sevilha: o cântaro (cantaro; grego: kantharos), o rótulo (ruotolo; árabe: ratl), a arroba (rova; árabe: rob), a jarra (giarra; árabe: djarra) e o cafiz (cafisso; árabe: qafiz).

OS SISTEMAS METROLÓGICOS IBÉRICOS NA IDADE MÉDIA. UM DIÁLOGO ENTRE O MEDITERRÂNEO E O ATLÂNTICO

4. TRANSPORTE MARÍTIMO: EM TORNO DO TONEL As influências mediterrânicas ocorrem mais ao nível da produção e das trocas locais e regionais. Se passarmos para o nível das trocas internacionais, e em simultâneo ampliarmos o campo de pesquisa documental, verificamos que os nomes atribuídos aos contentores utilizados no transporte marítimo pertencem a um âmbito linguístico e cultural diferente. No Portugal medieval, tonel, pipa e rondela, só para citar alguns dos mais conhecidos, entram mais tardiamente e por via da Europa atlântica. nome tonel* pipa* quarto redondeleta rondela piparote barril

data 1220 1347 1347 1347 1408 1430 1443

fonte SANTOS (M.), 1998, p. 34. CCLP, vol. 5, nº 17. CCLP, vol. 5, nº 17. CCLP, vol. 5, nº 17. ANTT, SVF, 1ª inc., mç. 21, nº 17. MARQUES (A.), et al., 1998-2002, vol. 2, nº 41. MARQUES ( J.), 1944-1971, vol. 1, nº 337.

bota

1443

MARQUES ( J.), 1944-1971, vol. 1, nº 337.

Figura 5 - Menções a contentores de transporte marítimo de líquidos na documentação portuguesa (séculos XIII-XV). (*) Com ocorrências antroponímicas ( João Tonel – 1197) e toponímicas (Pipa – 1318) anteriores. 1 tonel = 2 pipas = 4 quartos.

Como o transporte marítimo de líquidos exige maior contentorização do que o transporte marítimo de sólidos, o tonel, a pipa ou a bota aplicam-se principalmente ao vinho e ao azeite, típicas exportações ibéricas, embora pudessem conter outros produtos, como o peixe salgado14. A primeira menção conhecida ao tonel na documentação portuguesa (1220), relativa à região de Coimbra, é contemporânea de uma menção ao mesmo

11. Pegolotti, F., 1936: 166-168. 12. Pegolotti, F., 1936: 112, 166. 13. Pegolotti, F., 1936: 112, 167.

310

DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

14. Alguns exemplos: uma postura municipal de Bilbau, de 1493, determina que “ninguno no sea hosado de tener pipa ni tonel/ de pescado ni sardina ni de otra mercaderia en la calle/ ni en canton mas de vn dia que se descargaren” (Enríquez Fernández, J. 1995); em Lagos, por volta de 1520, mercadores sicilianos compravam sardinha salgada que embarcavam em barris e botas (Cunha, R., 1971, nº 5). Cf. Ferreira Priegue, E., 1988: 150-151.

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311

MÁRIO VIANA

tipo de contentor do outro lado da península, em Barcelona (1222)15. Porém, na fachada mediterrânica o contentor mais divulgado era a bota, que tinha, segundo Pegolotti, uma capacidade inferior à do tonel16. É importante reconhecer estas zonas distintas de influência dominante do tonel e da bota para evitar erros como os que acontecem numa recente edição bilingue do Llibre del consolat de mar de Valencia, manuscrito de 1407 cujo conteúdo remonta à primeira metade do século XIV, em que as palavras botes, boters e boteria são traduzidas respetivamente por toneles, toneleros e tonelería17. No contexto do transporte marítimo de vinho das regiões de Bordéus e La Rochelle para o Norte da Europa, o tonel, a par da pipa, já é citado na famosa compilação de normas de direito marítimo conhecida por Rôles d’ Oléron (c. 1200)18. A difusão mais meridional deste tipo de contentor articula-se com o desenvolvimento dos núcleos urbanos da orla ibérica como escalas nas rotas entre o Atlântico e o Mediterrâneo e também com a ascensão da Hansa (desde c. 1266) e de Bruges, cidade portuária que por volta de 1315 substitui as feiras da Champagne como centro financeiro do comércio internacional. Uma primeira questão a colocar é se existem indicadores de uma tendência para a uniformização do tonel nas áreas abrangidas pela fachada atlântica. A resposta, positiva, baseia-se na análise de um documento emitido pelos medidores de Paris (Jaugeurs de la ville de Paris) no ano de 133019. Neste documento, o termo moison (moisons des tonneaux de vins) significa uma avaliação da capacidade dos contentores de vinho de acordo com a capacidade padrão de 6 moios por tonel (droite moison) em uso na cidade. Pela droite moison regulava-se a cobrança dos direitos que incidiam sobre o comércio de vinho20 por forma

15. http://pares.mcu.es: Código de Referencia: ES.08019.ACA/9.1.3.9. ACA, Cancillería, Pergaminos, Jaime I, Serie general, 0197 – Venda de dois tonéis, uma bota e um pisador. 16. 1 tinello del vino alia misura di Parigi =1 e 1/2 botte di mena di Napoli (Pegolotti, F., 1936: 189). 17. Simó Santonia, V., 2006: 178. 18. Travers Twiss, 1871-1876, vol. 1: 122 (“Cestassavoir de dix tonnels un pipe et a lavenant du surplus.”)

OS SISTEMAS METROLÓGICOS IBÉRICOS NA IDADE MÉDIA. UM DIÁLOGO ENTRE O MEDITERRÂNEO E O ATLÂNTICO

a impedir fraudes (fausses moisons). O tonel de moison de Paris tinha uma capacidade de 6 moios (muis) ou 96 sesteiros (sextiers) de vinho, tal como o «tonel francês» (tonnel françois). Na maioria das localidades citadas, o termo tonneau é utilizado para identificar um contentor com esta capacidade, ou um pouco maior, enquanto noutras identifica contentores bastante mais pequenos, o que leva os oficiais parisienses a corrigir a sua designação para queue. Por exemplo, o tonel de Laon é idêntico ao de Paris, o de la Rochelle cerca de 8% maior, mas o de Orleães tem pouco mais de metade da capacidade daquele, e por isso lhe chamam queue. localidade

contentor

moios

sesteiros

capacidade em moios

% em relação ao tonel de Paris

Gascogne

tonneau

6

10

6,625

110,417

S. Jehan [d’ Angely]

tonneau

6

8

6,5

108,333

Rochelle

tonneau

6

8

6,5

108,333

Espaigne

tonneau

6

6

6,375

106,25

SaintPourçain [et Souvigny]

tonneau (alias, queue)

3

12

3,75

62,5

Anjou

tonneau (alias, queue)

3

12

3,75

62,5

Orliens et de Dervoy

tonneau (alias,queue)

3

5

3,313

55,208

Gastinois

queue

3

4

3,25

54,167

Nevers

tonneau

4

8

4,5

75

Biaune

tonneau

6

0

6

100

Bourgoigne

tonneau

6

0

6

100

François

tonneau

6

0

6

100

Drouais

tonneau

6

0

6

100

Loonois et de Soissonnois

tonneau

6

0

6

100

19. Publicado por Renouard, Y., 1956. 20. “Et se ils tiennent plus, celui qui achète doit rendre le surplus d’ icelle moison; et se ils tiennent moins, le vendeur le doit rendre et parfoire à l’ achateur” (Renouard, Y. 1956: 273).

312

DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

Figura 6 – Equivalências entre o tonel de vinho de Paris e alguns tonéis que entram nesta cidade (1330)

JESÚS ÁNGEL SOLÓRZANO TELECHEA, BEATRIZ ARÍZAGA BOLUMBURU, LOUIS SICKING (Eds.)

313

MÁRIO VIANA

O tonel mais a norte é o de Douai (Drouai), perto de Bruges, igual ao de Paris, e o tonel mais a sul é o tonel ibérico (tonnel d’ Espaigne), com capacidade de 6 moios e de 6 sesteiros, ou seja, apenas 6% maior que o tonel de Paris. Comprovase portanto, em 1330, a existência de uma unidade comum de referência para representar cargas transportadas entre as áreas portuárias da fachada atlântica europeia. Pegolotti e Chiarini confirmam em parte estes dados ao permitirem deduzir que o tonel de vinho de Paris e o tonel de vinho de Bruges possuem capacidades idênticas quando comparadas ao cogno florentino21. Na documentação portuguesa ocorre desde 1331 a expressão “moyaçom”, aplicada ao tonel e aos seus submúltiplos. É provável que o termo português «moyaçom», em geral emitido em contextos onde ressalta uma intenção uniformizadora de base fiscal, derive de “moison”22. Não provocará também surpresa encontrar-se documentado em Portugal o uso de denominações de submúltiplos dos tonéis de Paris e de Bruges, como são a pinta (< pinte)23 e o lote (< lot), respetivamente. A ocorrência, em 1459, do termo lote é muito significativa, pois integra a declaração de que as pipas de “moyaçom” da cidade» do Porto são maiores que as de Lisboa três lotes. O tonel de Bruges levava 360 lotes24, o que torna evidente serem as medidas por grosso (tonéis, pipas, quartos) das duas cidades portuguesas que dominavam o escoamento das principais regiões produtoras de vinho pouco diferentes entre si.

OS SISTEMAS METROLÓGICOS IBÉRICOS NA IDADE MÉDIA. UM DIÁLOGO ENTRE O MEDITERRÂNEO E O ATLÂNTICO

data

expressão

nº de almudes

nº de almudes no tonel

fonte

1331

tonel de “moyaçom”

-

-

Maerques, A. et al., 1982, p. 79.

1347

vasilha de “meyaçom”

-

-

CCLP, vol. 5, nº 17.

1352

tonel de “moyaçom” pela medida de Lisboa

50

50

OA, liv. 2, título 74.

1418

pipa de “moiaçom”

27

54

Sousa, M. 1814, p. 262; Viterbo, F. 1798-1799.

1433

tonel de “moyçom” de marca de Lisboa

-

-

Marques, A. et al., 1998-2002, vol. 1, nº 37.

1433

tonel de “moyçom”

-

-

Ferreira Priegue, E. 1988, p. 660.

1459

pipas de “moyaçom” da cidade do Porto (maiores que as de Lisboa três lotes)

-

-

Marques, J. 19441971, suplemento ao vol. 1, nº 1195.

1459

pipa de “meaçom”

-

-

Santos, M. 1998, p. 302.

1550

tonel, pipa e quarto de “meaçam”

[52, 26, 13]

52

Rodrigues, M. 1974, pp. 364, 366, 378.

1572

tonel de meação

52

52

Correia, V. 1926, p. 126.

Figura 7 – Menções a «meação» na documentação portuguesa (séculos XIV-XVI) 1 tonel = 2 pipas. 21. Pegolotti, F., 1936: 202, 247, Chiarini, G., 1936: 37-38. 22. Não é de aceitar a hipótese, colocada por Ferreira Priegue, E., 1988: 660 e nota 121, de representar uma localidade portuguesa de nome Monção. 23. Viterbo, J., 1798-1799, s. v. 24. Pegolotti, F., 1936: 238. Uma vez que o tonel de Paris levava 768 pintas (= 96 sesteiros * 8 pintas – cf. Pegolotti, F., 1936: 201), e o tonel de 50 almudes compreendia 600 canadas (= 50 almudes * 12 canadas), o lote era, entre estas três medidas para venda a retalho, a maior.

314

DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

Uma segunda questão a colocar é a da capacidade do tonel medieval em litros, ou seja, da sua equivalência ao sistema métrico decimal. Sintetizando muito a produção historiográfica sobre o assunto, esta questão tem sido tratada sobretudo na perspetiva do imobilismo metrológico, alcançada, regra geral, pela assunção de valores de equivalência modernos ou contemporâneos. Especialmente pela assunção dos valores produzidos nos diferentes contextos

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315

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nacionais de introdução do sistema métrico decimal, como, por exemplo, os relativos a submúltiplos do tonel (pinte, demipot, chopine, etc.) multiplicados por uma determinada conta desses múltiplos. Os valores finais oscilam em números redondos entre os 800 e os 1000 litros por tonel. autor / data

GUILHIERMOZ (P.), 1913

capacidade capacidade observações do tonel da bota (litros) (litros) 873

-

a capacidade do tonel é obtida por via da equivalência 1 pinte = 0,931318 litros (“en l’ an VII, la comission de la Seine a évalué la pinte de Paris en pouces cubes à 49,95, ce qui fait en litre 0,931318”) (p. 321)

RENOUARD (Y.), 1953

800-900

-

a capacidade do tonel é obtida por via da equivalência 1 demipot = 1,1357 litros (“la commission de nivôse [1798-1799] an VII évalua directement un demipot à 1 litre 1357”) (p. 257)

LANE (F.), 1964

800-900

-

valida (p. 225 e nota 3) o valor atribuído por RENOUARD (Y.), 1953, ao tonel

FERREIRA PRIEGUE (E.),1988

900-1000

-

a origem dos valores não é explícita (cf. pp. 195, 224) Apúlia, azeite; a capacidade da bota é obtida por via das equivalências 1 libra grossa de Veneza = 0,476999 kg (MARTINI (A.), 1883, p. 818) e 1 metro de azeite de Constantinopla = 25 libras de Veneza (Pegolotti), tendo em consideração os pesos específicos do azeite e do vinho

HOCQUET (J.-C.), 1989

-

274

HOCQUET (J.-C.), 1989 HOCQUET (J.-C.), 1989

-

552 680

Constantinopla, vinho; idem

779

-

a capacidade do tonel é obtida por via da equivalência 1 chopine = 0,507 litros; a capacidade deste submúltiplo do tonel foi calculada supondo a inalterabilidade do pé real (0,327 m) entre os séculos XIII e XVIII

COSTA (L.), 1997

800

-

a origem do valor não é explícita (cf. p. 68; talvez seja LANE (F.), 1964, referido na bibliografia)

-

a capacidade do tonel é obtida por via da equivalência 1 arroba = 16,14 litros; a origem deste valor não é explícita (p. 461, nota 36) mas trata-se na realidade do valor legal atribuído à arroba em 1852 em Espanha

-

a capacidade do tonel é obtida por via da equivalência 1 almude = 16,8 litros, sendo este almude o do reinado de D. Sebastião; considera que em Inglaterra, França, Portugal e Espanha, se pode falar de um tonel com esta capacidade desde a Alta Idade Média até á época moderna (p. 38)

CASTRO (F.), 2012

888

874

Mas a ideia de imobilismo metrológico do tonel durante os séculos XIV a XIX colide com o que já aprendemos sobre as medidas de capacidade para cereais, a saber, a tendência para crescerem ao longo do tempo sob a pressão constante de senhorios e rendeiros. Um dos mecanismos concretos através do qual se realizava o crescimento foi identificado por Paul Guilhiermoz há mais de um século25, embora muitos historiadores o tenham depois ignorado. Trata-se do conflito permanente entre dois modos de medir, raso ou rasoira e cógulo, ciclicamente resolvido pela introdução de uma nova medida rasa de capacidade idêntica à anterior medida de cógulo. É evidente que este mecanismo não era aplicável às medidas de capacidade para líquidos, o que não significa se tenham mantido imóveis desde a Idade Média até à época da introdução do sistema métrico decimal. Um mecanismo alternativo para o crescimento das medidas de capacidade para líquidos foi o aumento da capacidade dos contentores como forma de iludir o fisco. A sonegação fiscal podia ocorrer em relação com os contentores utilizados quer para a exportação quer para o abastecimento local. No caso do barril genovês, Pietro Rocca26 deixou bem claro, numa obra fundamental publicada em 1871, como a pressão constante dos vendedores a retalho de vinho provocou um aumento de quase 70% da sua capacidade entre o primeiro quartel do século XIV e o início do século XVII.

Veneza, vinho; idem

PORTET (P.), 1991

MENA GARCÍA (C.), 2004

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25. Guilhiermoz, P., 1913: 319. 26. Rocca, P., 1871: 68-76. O estudo de Pietro Rocca serviu de fundamento à opinião de Lane, F., segundo a qual nos séculos XIV-XVI “wine casks ann units of liquid measure in the Mediterranean underwent considerable change” Lane, F. , 1964: 222.

Figura 8 – Alguns exemplos de capacidades atribuídas a tonéis e botas (épocas medieval e moderna)

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317

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data

nº de pintas no barril

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nº de pintas na mezzarola

1322

48

96

1428

50

100

1442

50

100

1462

56

112

1523

60

120

1570

72

144

1589

75

150

1596

78

156

1606

80

160

Figura 9 – Crescimento da capacidade do barril de vinho em Génova (1322-1606) 1 mezzarola = 2 barris.

Como já vimos também no caso português, nos séculos XIV a XVI houve alterações no número de almudes dos tonéis e das pipas. Os 26 almudes que uma pipa tinha em 1572 irão aumentar para 26,5 em 1689 e 30 em 1765, sabendose que na realidade muitas vezes atingiam uma conta de 33 almudes ou mais27. E ainda é preciso ter em consideração que o próprio almude aumentou de capacidade. O almude do reinado de D. Sebastião situava-se nos 16,8 litros28 e, embora em 1817-1819 o valor do almude de Lisboa, e seu termo, fosse de 16,95 litros, fora da capital e da sua área de influência os valores dos padrões de 1575 estavam perfeitamente obliterados, sendo os valores médios do almude nas três províncias mais a norte de 27,1 litros (Trás os Montes), 25,3 litros (Beira) e 25,1 litros (Entre Douro e Minho)29.

27. Tomás, M., 1843: 146, Oliveira, E. 1885-1911, tomo 9: 126-141 (1689), tomo 17: 89-97 (“É bem sabida a diminuição que têem os direitos reaes, pelo doloso abuso que introduziram os lavradores dos vinhos e os negociantes ou compradores delles, de alterarem a devida medida dos cascos em que fazem a entrada dos vinhos nesta cidade, levando cada um 33 almudes e muito mais, «quando a paga dos direitos é feita só pela conta de pipa de 26 almudes” – 1765.). 28. Lopes, L., 2003: 437. 29. Viana, M., 2014.

318

DIPLOMACIA Y COMERCIO EN LA EUROPA ATLÁNTICA MEDIEVAL

Em suma, a tradição historiográfica sobre a capacidade do tonel durante os séculos XIV a XIX não só não é sustentada por dados arquivísticos ou arqueológicos sólidos30, como é colocada em causa pelo que sabemos àcerca do barril genovês e do tonel português. Infelizmente, os manuais mercantis italianos não constituem uma ajuda muito esclarecedora no sentido de determinar se estamos de facto, e em que medida, a sobreavaliar a capacidade do tonel medieval. O grau de precisão destas fontes varia bastante, sendo mais elevado nos pesos e mais baixo nas medidas de capacidade para líquidos.

5. CONCLUSÃO A história do tonel medieval é ainda mal conhecida e muito prejudicada pela projeção no passado da informação metrológica mais abundante produzida nas épocas moderna e contemporânea. A ideia de imobilismo metrológico do tonel durante os séculos XIV a XIX colide com a tendência para o regionalismo e o crescimento das medidas de capacidade, bem como com a história fiscal. Não se trata, em última análise, de uma matéria menor da história económica europeia medieval, tendo em conta a revisão que pode implicar de muitos dados relativos a cálculos de produção, produtividade, preços e consumos alimentares. Merece por isso que se lhe continuem a dedicar novos estudos, em especial do tipo comparativo entre as realidades mediterrânica e atlântica.

30. Os tonéis utilizados no transporte marítimo são praticamente desconhecidos em comparação com os tonéis encontrados em sítios arqueológicos terrestres. Veja-se o caso dos tonéis de grande dimensão, dos séculos I a. C. a II, reutilizados como revestimento de poços de água em contextos dos acampamentos militares da Gália romana (Marlière, E., 2001).

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