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Spanish Pages 608 [612] Year 2013
Laura C ola ntoni y C eles t e R o d rí g u ez L o u ro (ed s . )
P erspectivas te ór ic a s y e xpe r ime nta le s sobre el e spa ñol de la Arge ntina
L
i n g ü í s t i c a
i bero vo l . 5 6
d i r e c t o r e s
a m e r i c a n a
:
mario barra Jover, Université Paris viii ignacio bosque muñoz, Universidad Complutense de Madrid antonio briz gómez, Universitat de valència guiomar ciapuscio, Universidad de Buenos Aires concepción company company, Universidad Nacional Autónoma de México steven dworkin, University of Michigan rolf eberenz, Université de Lausanne maría teresa fuentes morán, Universidad de Salamanca daniel Jacob, Universität Freiburg Johannes kabatek, Eberhard-Karls-Universität Tübingen emma martinell, Universitat de Barcelona José g. moreno de alba, Universidad Nacional Autónoma de México ralph penny, University of London reinhold werner, Universität Augsburg
Laura Colantoni y Celeste Rodríguez Louro (eds.)
Perspectivas teóricas y experimentales sobre el español de la Argentina
i b e r o a m e r i c a n a · ve r v u e r t · 2 0 1 3
Reservados todos los derechos © iberoamericana, 2013 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 [email protected] www.ibero-americana.net © vervuert, 2013 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.ibero-americana.net iSBN 978-84-8489-759-0 (iberoamericana) iSBN 978-3-95487-300-5 (vervuert) Depósito Legal: M-29081-2013 Diseño de la cubierta: Carlos Zamora impreso en España Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico blanqueado sin cloro
ÍNDiCE
Agradecimientos............................................................................................
11
Laura Colantoni/Celeste Rodríguez Louro introducción...................................................................................................
13
sección i: aspectos fonológicos Laura Colantoni/José Ignacio Hualde Capítulo 1. introducción: variación fonológica en el español de la Argentina...........................................................................................
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Marcos Rohena-Madrazo Capítulo 2. variación y cambio de sonoridad de la fricativa postalveolar del español de Buenos Aires.........................................................................
37
Natalia Mazzaro Capítulo 3. Análisis sociofonético de la alternancia labial-velar en el español de Corrientes....................................................................................
59
Laura Colantoni/Yasaman Rafat Capítulo 4. Las consonantes róticas en el español argentino.......................
83
Christoph Gabriel/Andrea Pešková/Leopoldo Labastía/Bettiana A. Blázquez Capítulo 5. La entonación en el español de Buenos Aires...........................
99
sección ii: aspectos morfosintácticos María Cristina Cuervo Capítulo 1. introducción: Aspectos morfosintácticos del español argentino: datos y perspectivas......................................................................
119
Norma Carricaburo Capítulo 2. El voseo argentino: un fenómeno con abordajes múltiples.......
133
Laura Colantoni/María Cristina Cuervo Capítulo 3. Clíticos acentuados....................................................................
143
María Cristina Cuervo/Natalia Mazzaro Capítulo 4. Duplicación de la negación en el español de Corrientes...........
159
Pablo Zdrojewski Capítulo 5. ¿Por quién doblan los clíticos?..................................................
177
Gabriela Resnik Capítulo 6. Las nominalizaciones en -ada en el español rioplatense..........
191
Silvina Montrul Capítulo 7. La marcación diferencial del objeto directo en el español de Argentina: un estudio experimental..........................................................
207
Andrés L. Saab Capítulo 8. Copiá α, copiá. Condiciones sobre la duplicación verbal en el español del Río de la Plata...................................................................
229
sección iii: aspectos sintácticos y semánticos Chad Howe Capítulo 1. introducción: Aspectos sintácticos y semánticos del español argentino: preguntas formales y respuestas funcionales...............................
255
Ilpo Kempas Capítulo 2. Sobre la elección entre canté y he cantado en el español hablado de Santiago del Estero.....................................................................
269
Celeste Rodríguez Louro Capítulo 3. La referencia indefinida y la expresión de pasado en el español rioplatense argentino........................................................................
283
Francisco Ocampo Capítulo 4. No, pero siguen las supersticiones. Sí, las supersticiones siguen. El orden de palabras en rioplatense: factores cognitivos, sintácticos y pragmáticos...............................................................................
299
Alicia M. Ocampo Capítulo 5. Aumento de transitividad, topicalidad e inferencia deóntica en construcciones con objeto directo duplicado en rioplatense....................
321
Claudia Borzi Capítulo 6. Relativo complejo y que en las cláusulas hendidas..................
349
sección iv: sociolingüística y lenguas en contacto Celeste Rodríguez Louro Capítulo 1. introducción: variación fonológica, morfológica y sintáctica en el español monolingüe y bilingüe de la Argentina...................................
371
Claudia Enbe/Yishai Tobin Capítulo 2. variación sociolingüística en la entonación en el habla de Buenos Aires.................................................................................................
381
Angelita Martínez Capítulo 3. variación pronominal en la Argentina: los pronombres clíticos lo, la y le...........................................................................................
397
Andrea C. Menegotto Capítulo 4. Diferencias dialectales entre el español rioplatense y el peninsular: marcadores temporales y pretéritos simple y compuesto en indicativo y subjuntivo..................................................................................
417
Ángela Di Tullio Capítulo 5. Aspectos morfosintácticos del español argentino resultantes del contacto con el italiano............................................................................
439
Celeste Rodríguez Louro Capítulo 6. Actitudes lingüísticas de los hablantes rioplatenses: un estudio cualitativo....................................................................................
453
sección v: análisis del discurso María Laura Pardo Capítulo 1. introducción: El Análisis del Discurso, su origen y expansión....................................................................................................
473
Francisco Ocampo Capítulo 2. La discursivización de viste/vio en rioplatense.........................
487
Mabel Giammatteo/Hilda Albano Capítulo 3. La “voz” escrita: el español de Buenos Aires en los textos de internet......................................................................................................
507
María Isabel Kalbermatten Capítulo 4. Análisis discursivo de las funciones de la ironía verbal en conversaciones entre familiares y amigos de Santa Fe.................................
523
Salvio Martín Menéndez Capítulo 5. Estrategias, registro y género discursivos: los discursos de Ricardo Rojas y Américo Castro en la inauguración del instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires................................................
537
Referencias bibliográficas.............................................................................
553
Autores..........................................................................................................
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AgRADECiMiENToS
Agradecemos, en primer lugar, a los autores de los trabajos del presente volumen por ofrecer su ayuda para revisar muchos de los estudios que aquí se incluyen. También extendemos nuestro agradecimiento a los siguientes colegas por haberse hecho tiempo para actuar como revisores y por recomendar nuestro trabajo a varias instituciones académicas. Sin la generosa colaboración de todos, nos hubiera sido imposible llevar a cabo nuestra tarea. También extendemos nuestro cordial agradecimiento al personal de iberoamericana/vervuert que estuvo a nuestra disposición en todo momento. Cualquier error es nuestra total y absoluta responsabilidad. Marta Aller, Universidad Nacional de Mar del Plata Yadira Álvarez López, University of Toronto Talia Bugel, indiana University-Purdue University, Fort Wayne Alejandro Cuza, Purdue University April Edwards, University of Melbourne Carlos Henderson, Lund University Carol Klee, University of Minnesota Luis López, University of Chicago Alejandro Parini, Universidad de Belgrano Miguel Rodríguez-Mondoñedo, indiana University, Bloomington Miquel Simonet, University of Arizona Jacqueline Toribio, University of Texas at Austin Catherine Travis, Australian National University El volumen no habría sido posible sin dos generosas becas del victoria College, University of Toronto (Colantoni) y la Australian Academy of the Humanities (Rodríguez Louro). Quedamos en deuda con estas instituciones por confiar en nuestro trabajo.
iNTRoDUCCióN laura colantoni/celeste rodríguez louro University of Toronto/University of Western Australia
Se estima que cerca de 400 millones de personas hablan español como lengua materna y extranjera (Mar-Molinero 2004: 3). Además del gran número de hablantes de español en el mundo, la extensión e influencia del español es notable en publicaciones de todo tipo y en los medios de comunicación (Carreira 2002). Junto con México, Colombia y España, la Argentina contiene la mayor población hispanohablante (Stewart 1999: 5) y la más extensa superficie geográfica (Lipski 1994: 162). Por consiguiente, la Argentina representa uno de los países de mayor importancia en el mundo hispano (Mackenzie 2001: 5). El español de la Argentina se caracteriza por una serie de rasgos lingüísticos y sociolingüísticos que merecen ser investigados con atención. A nivel fonológico, los hablantes de Buenos Aires se distinguen por utilizar consonantes postalveolares asibiladas y por una entonación similar a la del italiano. A nivel morfosintáctico, el español argentino se caracteriza por el uso extendido del voseo, una serie de fenómenos que afectan los pronombres clíticos –por ejemplo, el doblado de clíticos y los enclíticos acentuados– y variación en el empleo de los tiempos verbales de pasado. El poner al alcance de investigadores de la lingüística una serie de fenómenos, no todos ellos lo suficientemente documentados en publicaciones existentes, fue solo uno de nuestros objetivos. Además de la cobertura empírica, nuestro proyecto se vio motivado por un afán de reunir en un volumen una amplia gama de enfoques teóricos que reflejara lo más fielmente posible los diversos intereses y la distribución geográfica de los investigadores que se ocupan de los distintos aspectos lingüísticos que, siendo propios de una región geopolítica, contribuyen a entender algo más la complejidad del lenguaje humano. guiadas por ese objetivo, decidimos convocar especialmente para este volumen a colegas interesados en la fonética, fonología, morfosintaxis, semántica, sociolingüística y análisis del discurso. Aunque de por sí el abarcar una gran variedad de áreas pueda parecer algo ambicioso, lo hicimos con el objetivo principal de mostrar cómo, en distintos centros de investigación del mundo, aunque la variedad estudiada sea la misma, los intereses teóricos son muy diversos. Así, por ejemplo, mientras que los estudios fonológicos incluidos provienen de investigadores residentes en Norteamérica o Europa, la mayoría de los trabajos realizados dentro del análisis crítico del discurso son producto de las investigaciones llevadas a cabo en la Argentina.
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laura colantoni/celeste rodríguez louro
Nuestro proyecto de ninguna manera constituye una ruptura con estudios anteriores. De hecho, esperamos que nuestra contribución continúe y enriquezca la larga tradición de estudios sobre el español hablado en la Argentina. Siguiendo la línea de los trabajos comprehensivos que documentan las áreas dialectales del país (por ejemplo, vidal de Battini 1966; Fontanella de Weinberg 2000), nos hemos esforzado por incluir fenómenos representativos de las principales zonas dialectales. De las seis zonas que distingue vidal de Battini (1964) y, como era de esperar, la zona del litoral, que tiene su epicentro en Buenos Aires e incluye las provincias de Santa Fe, parte de Entre Ríos y toda la Patagonia, es aquella que cuenta con el mayor número de contribuciones. Tres trabajos se ocupan de la región del Noreste, que abarca las provincias de Corrientes, Misiones, parte del Chaco y Formosa, y se caracteriza por el influjo del sustrato guaranítico. El estudio de Martínez presenta un ejemplo de la influencia del contacto lingüístico en la región del Noroeste (provincias de Salta, Jujuy y Tucumán), caracterizada por el prolongado contacto con el quechua. El habla de la región de Cuyo, limítrofe con Chile (provincias de San Juan y Mendoza), aparece ilustrada en el trabajo de Colantoni y Rafat sobre la realización de las vibrantes. Lamentablemente, no contamos con colaboraciones que ejemplifiquen particularmente el habla de la región central (Córdoba y San Luis), aunque muchos de los fenómenos que se describen en el volumen, como la duplicación y acentuación de clíticos, se encuentran también en esta región lingüística. Finalmente, la provincia de Santiago del Estero, que Vidal de Battini clasifica como una zona en sí por su contacto con el quechua y su aislamiento geográfico, está representada por la contribución de Kempas, que se ocupa de los usos específicos del pretérito perfecto simple y compuesto en dicha región. Este volumen, sin embargo, se acerca a algunos proyectos recientes (Di Tullio/ Kailuweit 2011) que han aportado valiosas conclusiones en las áreas de fonología experimental, prosodia, teoría sintáctica, contacto lingüístico y análisis del discurso, haciendo hincapié en dos aspectos principales: la diversidad de enfoques teóricos y la prioridad a trabajos que se basen en análisis de corpora, entendido en sentido amplio para incluir estudios tanto experimentales como sociolingüísticos y de análisis del discurso. Esperamos así apelar a una amplia gama de lectores, desde aquellos que buscan datos de habla espontánea hasta los interesados en cuestiones teóricas o en el análisis de un fenómeno específico de variación lingüística. Con el fin de orientar a los lectores y ordenar el material en función del nivel lingüístico del que se ocupa cada contribución, hemos dividido el libro en cinco secciones, cada una dedicada a un área lingüística en particular y precedida por un capítulo introductorio. La sección i trata aspectos fonológicos del español argentino e incluye cuatro capítulos. Tres de ellos se centran en la variación consonántica (postalveolares, róticas y alternancias labio-velares en fricativas y
introducción
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aproximantes) y uno en la prosodia del español de Buenos Aires. El capítulo introductorio a esta sección no solo discute los resultados de cada uno de los trabajos sino que también analiza distintos fenómenos de variación fonológica en el español de la Argentina comparando estos tratamientos con lo que se ha propuesto para el español peninsular. La sección ii –dedicada a los aspectos morfosintácticos– contiene siete capítulos y una introducción. Dos de los capítulos (caps. 2 y 6) se centran en aspectos morfológicos como las particularidades del voseo y las nominalizaciones en -ada, mientras que el resto cubre un amplio abanico de fenómenos sintácticos, que van de los más ampliamente descritos, como la duplicación o acentuación de clíticos (caps. 5 y 3, respectivamente) o el uso de la “a” personal (cap. 7), a los más novedosos, como la doble negación en el español en contacto con el guaraní (cap. 4) o la sintaxis de las construcciones capicúas (cap. 8). El capítulo introductorio a esta sección revisa las principales conclusiones de los trabajos incluidos resaltando la importancia de los datos utilizados y de la investigación sobre bases empíricas en el área de la morfosintaxis. En la sección iii se explora la relación entre la sintaxis y la semántica. Esta sección comienza con una introducción que discute la importancia de los estudios de corpus y comprende cinco capítulos, dos de ellos (caps. 2 y 3) dedicados a los usos divergentes del pretérito perfecto compuesto en Santiago del Estero y el Río de la Plata, respectivamente. También incluye diversos análisis de aspectos conocidos del español argentino, como el orden de palabras (cap. 4) o el rol de la transitividad en la duplicación de clíticos (cap. 5) y otros todavía no tan explorados como los usos del “que” galicado (cap. 6). La sección iv reúne una serie de investigaciones sociolingüísticas tradicionales –como la dedicada a la variación prosódica (cap. 2) o a las actitudes las actitudes lingüísticas respecto del español en la Argentina (cap. 6)–, además de otros estudios de variación dialectal realizados en el marco del modelo generativo (cap. 3). Esta sección se completa con dos trabajos que exploran el papel del contacto con lenguas amerindias en el uso de los clíticos objetivos (cap. 3) y con lenguas migratorias en el desarrollo de una serie de fenómenos morfosintácticos (cap. 5). El capítulo introductorio resume las principales conclusiones de los trabajos de la sección y se refiere a los contextos que propiciaron diversos tipos de investigación lingüística en la Argentina en las últimas décadas. Finalmente, la sección v se ocupa de la variación a nivel del discurso, explorando numerosos fenómenos discursivos y haciendo uso de datos diversos. Dos de los capítulos (caps. 2 y 4) se dedican al análisis de la conversación casual y examinan fenómenos que van del uso de partículas discursivas como “viste” (cap. 2) al empleo de la ironía verbal (cap. 4). El capítulo 5 se centra en el examen crítico del discurso del primer director del instituto de Filología Hispánica de la
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laura colantoni/celeste rodríguez louro
Universidad de Buenos Aires. Esta sección también indaga en una serie de recursos lingüísticos con base en un corpus innovador de interacciones en Fotoblogs y Facebook (cap. 3). La sección v se introduce con un trabajo que contextualiza históricamente los estudios del discurso en la Argentina. En síntesis, con un volumen de esta naturaleza –centrado en la investigación actual de aspectos teóricos y experimentales de diferentes rasgos del español argentino–, las editoras esperamos ofrecer un valioso aporte a los trabajos sobre el español, la lingüística hispánica y romance en general y la teoría lingüística, y reflejar lo más fielmente posible gran parte de los intereses de aquellos que se han dedicado a explorar las diversas variedades de español hablado en la Argentina. Como lo señalan los autores de las introducciones a las secciones ii y iii, los trabajos de este volumen reflejan un intento de acercamiento entre los análisis formales y los funcionales. Asimismo, el uso de datos y perspectivas diversas pone de manifiesto el esfuerzo de los autores por intentar capturar el lenguaje evitando las evaluaciones peyorativas acerca de los hablantes o comunidades de las diversas variedades en cuestión. Esta ideología –ya no prescriptivista sino en el marco de la investigación objetiva de la lengua– permite dar cuenta de fenómenos que raramente se han visto documentados en otros estudios del español de la Argentina. Con este volumen también pretendemos rendir tributo a nuestras maestras (y maestras de nuestros maestros), las Dras. ofelia Kovacci y Beatriz Lavandera, quienes han sido pioneras en los estudios lingüísticos y han formado a muchos de los autores de los capítulos que integran esta edición. Fruto directo o indirecto de su esfuerzo es el material que aquí se incluye y el haber puesto a los estudios de lingüística realizados en la Argentina en el plano internacional. La Dra. Kovacci no solo contribuyó al desarrollo de los estudios gramaticales con sus múltiples tratados, en particular con los dos volúmenes de El comentario gramatical, sino que muchos de los que aquí participamos hemos sido sus estudiantes y colaboradores directos, y hemos aprendido con ella la importancia de la sistematicidad y la apertura de miras en el análisis de cualquier fenómeno lingüístico. A Beatriz Lavandera le debemos los inmensos aportes a la sociolingüística teórica en su discusión con Labov acerca de los límites de la variable sociolingüística, como también, los que hemos pasado por la Universidad de Buenos Aires, le tenemos que agradecer por su participación en los cambios de planes de 1985 que introdujeron la lingüística tal cual la entendemos hoy en día. Sobre todo, les debemos a ambas las gracias por habernos abierto las puertas al mundo fascinante e infinitamente diverso de la lingüística teórica y experimental.
Sección I Aspectos fonológicos
Capítulo 1 iNTRoDUCCióN: vARiACióN FoNoLógiCA EN EL ESPAñoL DE LA ARgENTiNA laura colantoni/José ignacio hualde University of Toronto/University of illinois at Urbana-Champaign
1. Fenómenos característicos del español de la Argentina ¿Es posible hablar del español de la Argentina como una unidad desde el punto de vista fonológico? Cualquier lingüista que se haya interesado, aunque sea mínimamente, por el español hablado en este país, respondería rápidamente en forma negativa. Basta recordar los pocos estudios comprehensivos (por ejemplo, vidal de Battini 1964; Fontanella de Weinberg 2000) que coinciden en dividir el territorio en más de una zona dialectal y en indicar diferencias sistemáticas tanto a nivel segmental como prosódico. Sin embargo, el encarar esta pregunta desde un punto de vista del número de hablantes ha llevado a una respuesta afirmativa y ha hecho coincidir el español de la Argentina con el español de la ciudad de Buenos Aires y la provincia homónima. Esta sección no escapa totalmente a esta doble interpretación de la pregunta: la mitad de los capítulos que aquí se incluyen (caps. 2 y 5) se ocupan exclusivamente del español de Buenos Aires, mientras que los capítulos 3 y 4 hacen referencia al español de Corrientes (cap. 3) o a más de una variedad (cap. 4). En las secciones siguientes de este capítulo introductorio, nos vamos a ocupar de los principales fenómenos que distinguen a las distintas variedades del español de la Argentina desde un punto de vista fonológico (§ 1.1 y § 1.2) para luego comparar esta variación con la observada en el español peninsular (§ 2). Concluiremos el capítulo con una discusión de los temas que consideramos de importancia y que aún no han recibido la debida atención (§ 3). 1.1. variación en el nivel segmental Como es el caso en el español en general, las distintas variedades del español habladas en la Argentina se distinguen más por la realización de las consonantes que de las vocales. De entre los fenómenos de variación consonántica, quizás el que más destaque al español de la Argentina es la pronunciación variable de los
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Laura Colantoni/José Ignacio Hualde
fonemas representados por los grafemas . De este tema, y en particular de la realizaciones asibiladas [ʃ, ʒ] en el español de Buenos Aires, se ocupa RohenaMadrazo en el capítulo 2. Mediante un análisis acústico en el que se compara el grado de sonorización de las postalveolares con el de la /s/, el autor muestra cómo las variantes sordas predominan en los grupos jóvenes de clase media, mientras que las variantes sonoras aún se registran en los grupos de clase alta y en los adultos de clase media. Más allá de las realizaciones asibiladas de los grafemas predominantes en la provincia de Buenos Aires, La Pampa y toda la Patagonia, en el español de la Argentina se documentan, además, diferencias en el inventario fonológico, con variedades que aún distinguen en su pronunciación la de la ortográfica. Existen dos zonas de la Argentina donde, en mayor o menor medida, se sigue manteniendo una distinción entre la lateral palatal subyacente o histórica /ʎ/ y la aproximante o fricativa palatal /ʝ/. La primera de las zonas se encuentra en la provincia de Santiago del Estero, donde el español está en contacto con el quechua. Allí, como en otras zonas bilingües, el fonema correspondiente a la ortográfica tiene una realización palatal [ʝ] que contrasta con la realización postalveolar [ʒ] del fonema representado por el grafema (Honsa 1965; Lipski 1994: 172). Poco se sabe tanto acerca de los detalles de la realización acústica de las variantes de estos fonemas como del estatus actual del mantenimiento de la oposición en los distintos estratos sociales, dada la falta de estudios experimentales y/o sociolingüísticos al respecto. Las pocas observaciones existentes coinciden en apuntar que hay signos de fusión de ambos fonemas (por ejemplo, Lipski 1994: 172-173). La segunda de las zonas abarca parte de las provincias del noreste de Corrientes, Chaco y Formosa (vidal de Battini 1964). En estas provincias, a diferencia de lo que ocurre en Santiago del Estero, todavía se conserva la lateral palatal /ʎ/ y este fonema se opone a una africada palatal /ɟʝ/. Tanto el estatus de la oposición, como las características fonéticas de las distintas variantes, se han estudiado en detalle en estas zonas (Abadía de Quant 2000; Colantoni 2001). Los resultados de estas investigaciones parecen coincidir en que, aunque la oposición fonológica se mantiene, la lateral palatal está siendo sustituida por una aproximante palatal [j]. Como consecuencia de este cambio en progreso se produce una reestructuración de la oposición fonológica, ilustrada en (1), en el que la aproximante palatal se opone a una africada palatal sonora: (1) calló vs. cayó ca[j]ó vs. ca[d͡ʝ]ó
Este proceso, sin embargo, no afecta a todas las localidades por igual. Las zonas más cercanas a la ciudad de Buenos Aires (Colantoni 2005) o con mayor
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Variación fonológica en el español de la Argentina
contacto con la capital, como la ciudad de Corrientes (Abadía de Quant 2000), presentan un mayor grado de debilitamiento de la lateral palatal. La inestabilidad de las palatales no se limita a la lateral. Estudios pioneros sobre el español de la Argentina, como el de Malmberg (1950), señalaron ya indicios de despalatalización de la palatal nasal. Estudios articulatorios más recientes (Colantoni/Kochetov 2010) han confirmado esta observación, además de documentar que el proceso de despalatalización de la palatal nasal va acompañado de un proceso de palatalización de la nasal seguida de una semivocal, como se ejemplifica en (2). (2) pesta[ɲ]a vs. pesta[nj]a Alema[nj]a vs. Alema[ɲ]a
De hecho, los resultados obtenidos hasta el momento señalan que, al menos en el español de Buenos Aires, se registran los tres patrones. Como se puede ver en la Tabla 1, hablantes como A1 neutralizan la oposición a favor de una nasal alveolar (evidencia de esto es el mismo patrón de contacto en las dos primeras filas del paladar artificial), mientras que para A4 ambas nasales (esto es, la alveolar y la palatal subyacentes) se realizan como palato-alveolares, indicado por el contacto en las cuatro primeras filas del paladar artificial. Por último, A3 parece mantener la oposición: la palatal nasal presenta mayor contacto, mientras que la alveolar tiene un contacto anterior en las dos primeras filas del paladar. TAblA 1 Perfiles de los contactos en el paladar promediados sobre seis realizaciones de las palabras pestaña (arriba) y Alemania (abajo) A1
A2
A3
A4
/ɲ/
/n(j)/
Los distintos tonos de gris reflejan el grado de contacto entre la lengua y el paladar. Corpus recolectado por medio del software WinEPg systems –Wrench et al. 2002– (Colantoni/Kochetov 2010).
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Dentro de los fenómenos de variación consonántica, esta sección incluye un capítulo de Mazzaro (cap. 3) sobre las alternancias entre labiales y velares en el español de Corrientes, que afectan tanto a las fricativas [f, x] como a las aproximantes [β, ɣ]. Sobre la base de datos obtenidos en entrevistas sociolingüísticas, tareas de producción controladas y experimentos de percepción, Mazzaro argumenta que la confusión entre labiales y velares está motivada por cuestiones de similitud perceptual: las labiales y las velares son más semejantes seguidas por vocales altas posteriores y, en particular, por diptongos. En este capítulo se discute también un fenómeno generalizado tanto en el español de la Argentina como en el español general: el debilitamiento o la elisión de las aproximantes sonoras, en particular de [β]. El penúltimo de los capítulos de esta sección se ocupa de la variación en la realización de las vibrantes simples y múltiples en el español de las provincias de Corrientes y San Juan. En particular, Colantoni y Rafat exploran una posible correlación entre la asibilación de la vibrante múltiple y la realización de la vibrante simple. Mientras que la extensión de la asibilación ha sido objeto de varios estudios, comenzando con los datos ya clásicos presentados por vidal de Battini (1955, 1964), poco se sabe acerca de la realización de la vibrante simple. Según los resultados presentados, la variación en vibrantes simples y múltiples son fenómenos independientes. Las realizaciones asibiladas de la múltiple no van acompañadas de la asibilación de la vibrante simple, incluso en los grupos consonánticos, como parece ocurrir en otras variedades del español (cf. Lipski 1994). Lo que se observa, en cambio, es una asimetría general en la realización de la vibrante simple en ataques y en codas; mientras que en los primeros predominan las vibrantes simples y las aproximantes, en los últimos se observa un mayor porcentaje de realizaciones asibiladas. La variación vocálica en el español ha recibido menos atención que la consonántica, por razones comprensibles que incluyen tanto el número reducido de fonemas vocálicos como su relativa estabilidad en los distintos dialectos, a diferencia de lo que sucede en otras lenguas como el inglés (cf. Chládková et al. 2011). Como es de esperar, los estudios sobre la variación vocálica en el español de la Argentina no escapan a esta tendencia. Solo la realización de las secuencias vocálicas ha recibido cierta atención, específicamente la diptongación de vocales medias, ejemplificada en (3), y la realización hiática de diptongos en las zonas de contacto con el guaraní, ilustrada en (4). (3) lí.[ne.a] vs. lí.[nja] (4) v[ju].da vs. v[i].[u].da
Variación fonológica en el español de la Argentina
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El primero de los fenómenos parece extenderse a la totalidad del territorio (Luis/garcía Jurado 1983; Donni de Mirande 2000; Abadía de Quant 2000; Rojas 2000), aunque los autores no coinciden acerca de su distribución en los distintos estratos sociales. Para algunos (por ejemplo, Luis/garcía Jurado 1983), se trata de un fenómeno generalizado, mientras que otros (caso de Donni de Mirande 2000) lo consideran propio de los estratos socioeconómicos bajos. La realización hiática de las secuencias vocálicas, en cambio, está restringida geográficamente (Abadía de Quant 2000; Thon 1989) a la zona de contacto con el guaraní. Thon (1989), en su estudio sociolingüístico del español de distintas localidades de la provincia de Corrientes, concluye que, aunque la realización hiática de las secuencias vocálicas es frecuente, la inserción de un ataque glotal entre las vocales de la secuencia no lo es. De hecho, la autora observa que su frecuencia de aparición apenas supera el 30% (Thon 1989: 208) y no se encuentra en el habla de todos los participantes de su estudio. Estas variedades de contacto, sin embargo, parecen estar conformándose a la tendencia general del español a diptongar las secuencias de vocales. En un estudio reciente con datos provenientes de distintas localidades en Corrientes, Colantoni y Limanni (2010) concluyen que los hiatos son menos frecuentes de lo que se había observado. Además, indican que en estas zonas los diptongos son acústicamente diferentes de los producidos en otras zonas donde no hay contacto con el guaraní; la tendencia a diptongar en las variedades de contacto involucra una mayor duración de la segunda vocal de la secuencia, mientras que en las variedades de contacto la mayor duración corresponde a la transición entre ambas vocales. 1.2. variación prosódica Dentro de los estudios de variación prosódica, aquellos que han recibido más atención son los que se ocupan de los contornos entonativos. Aunque los primeros análisis sistemáticos sobre el tema tuvieron un claro enfoque comparativo, tendiente a caracterizar las entonaciones más divergentes que se observan en el territorio argentino (por ejemplo, Fontanella de Weinberg 1966, 1980), los estudios más recientes se han enfocado en la variedad hablada en la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores. El capítulo 5 de esta sección incluye una revisión comprehensiva de los estudios anteriores e ilustra dos temas que han sido el objeto de interés en los últimos años: las diferencias entre la entonación del español de Buenos Aires y otras variedades del español (el español de Madrid, en particular), y el papel que podría haber jugado el contacto con el italiano para dar cuenta de estas diferencias. Sobre la base de encuestas realizadas con 24 hablantes de la ciudad de Buenos Aires en las que se elicitaron distintos tipos de frases, Christoph
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y colaboradores concluyen que en esta variedad se observan seis acentos tonales diferentes y cinco tonos de juntura, dos de ellos bitonales. Aunque varios de estos acentos tonales se han documentado en distintas variedades del español, los autores argumentan que la influencia del contacto con el italiano se advierte en particular en el acento prenuclear en las declarativas y en las características del descenso final en el mismo tipo de frases, lo cual coincide con conclusiones de trabajos anteriores (cf. Kaisse 2001; Colantoni/gurlekian 2004). Las descripciones acústicas del español de Buenos Aires se asemejan a las caracterizaciones no instrumentales presentadas por Fontanella de Weinberg, quien, en una serie de trabajos pioneros (Fontanella de Weinberg 1966, 1980) comparó la entonación de Buenos Aires con las de Tucumán y Córdoba. En cuanto al español de Córdoba, la autora describe diferencias tonales y de duración. En particular, señala que esta variedad se distingue por sus contornos nucleares, en los que se produce un alargamiento de la sílaba tónica o pretónica acompañado de un movimiento tonal dentro de la tónica. Esta última característica asemeja el español de Córdoba al de Tucumán, distinguiéndolo del de Buenos Aires (Fontanella de Weinberg 1966). El español de Tucumán se caracteriza además por contrastes de duración entre sílabas átonas y tónicas, que serían mucho más marcados que los del español de Buenos Aires. Algunos estudios instrumentales recientes (Colantoni 2011) han confirmado en parte las observaciones de Fontanella de Weinberg y de vidal de Battini para las frases declarativas. Aunque en los datos analizados no se registraron alargamientos significativos de la pretónica en Córdoba, se confirmaron resultados previos acerca de la preferencia por los movimientos dentro de la sílaba tónica en San Juan y por el alineamiento de los picos en la postónica en Corrientes (cf. vidal de Battini 1964). En los acentos nucleares se observaron diferencias dialectales más marcadas, que posiblemente se deban al contacto con distintas lenguas. Más allá del marcado descenso tonal en Buenos Aires, al igual que lo que se había notado para el guaraní (cf. gregores/Suárez 1967), se observó un acento ascendente en Corrientes. En San Juan, los acentos nucleares se caracterizan por un ligero descenso y un final en un tono medio. En resumen, aunque a un ritmo relativamente lento, los estudios de la entonación del español de la Argentina no solo están comenzando a tomar en cuenta la variación regional, sino también la social, como lo demuestra el capítulo de Enbe y Tobin en este volumen. otros fenómenos prosódicos como los correlatos acústicos del acento léxico o las variaciones en su ubicación han recibido escasa atención. Con respecto al primero de los temas, cabe destacar los resultados ya mencionados de Fontanella de Weinberg (1966) y su aguda observación acerca de las diferencias rítmicas entre el español de Buenos Aires, que clasifica como de ritmo silábico (semejante duración entre átonas y tónicas) versus el español de Tucumán, que poseería ritmo acentual
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(tónicas largas vs. átonas breves). En cuanto al segundo tema, el de la posición del acento, conviene distinguir entre las referencias a la doble acentuación de un ítem léxico del de los desplazamientos acentuales. vidal de Battini (1964: 146), por ejemplo, menciona que una de las características distintivas de la entonación del noroeste (o del “esdrújulo”, en sus palabras) es la presencia de un acento rítmico que, en palabras graves de tres o más sílabas, se manifiesta en la primera sílaba (por ejemplo, ámarillo). El desplazamiento acentual, en cambio (por ejemplo, sándia en lugar de sandía), sería un fenómeno generalizado geográficamente, pero restringido al habla popular (vidal de Battini 1964). Cubo de Severino (2000: 190) se refiere a resultados de un estudio sociolingüístico en el que se documenta la mayor frecuencia del desplazamiento acentual. Al menos en el habla de Mendoza, este fenómeno se registra con una frecuencia elevada en las clases altas (70%) y medias (80%). Un fenómeno de aparente desplazamiento acentual que aún se presta al debate es el de los clíticos acentuados, discutido por Colantoni y Cuervo en este volumen (sección ii, cap. 4), que en estudios previos fue tratado como un caso de acentuación secundaria (Moyna 1999) pero que las autoras, sobre la base de datos acústicos, consideran un caso de desplazamiento acentual. 2. La fonología del español de la Argentina y la de otras variedades del español 2.1. comparación del inventario fonémico Comenzamos este apartado comparando el inventario fonémico del español peninsular con el del español de Buenos Aires y la zona sur de la Argentina, dado que es aquí donde las diferencias a nivel fonémico parecen ser más notorias. En la Tabla 1 se compara el inventario de fonemas consonánticos que podemos establecer para los hablantes más innovadores de Buenos Aires (los hablantes jóvenes de clase media) con el inventario que para el español peninsular establecieron autores como Navarro Tomás (1970 [1918]) y Quilis (1993). Los fonemas en negrita se encuentran solo en español bonaerense, mientras que los que indicamos en cursiva son exclusivos de la norma peninsular. Los demás fonemas son compartidos entre ambas variedades. Como podemos ver, al comparar los dos inventarios de fonemas encontramos diferencias considerables. La variedad bonaerense innovadora tiene un fonema /ʃ/ en palabras como calle y mayo, que no existe en español peninsular, y, por otra parte, la norma tradicional peninsular contiene los segmentos /θ/, /ʝ/, /ɲ/1 y /ʎ/ que no tienen estatus fonémico Aunque la evidencia existente parece apuntar en esta dirección, son necesarios más estudios para determinar el estatus de la palatal nasal en el español porteño. 1
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TAblA 2 Inventario fonémico del español peninsular y de Buenos Aires
Oclusivas Fricativas Nasales laterales Vibrantes
Labial
Dental
p
t
b f m
Alveolar
d θ
Postalveolar tʃ ʃ
s n l ɾ/r
Palatal ʝ ɲ ʎ
Velar k x
g
En negrita, los fonemas del español de Buenos Aires; en cursiva, los fonemas del español peninsular.
en la variedad argentina, aunque el estatus fonémico de la nasal palatal es debatible, como veremos. A continuación examinamos cada una de estas diferencias fonológicas entre las dos variedades que estamos comparando, incluyendo también fenómenos alofónicos no reflejados en este cuadro de fonemas. Organizamos la comparación comenzando por las consonantes, clasificadas según su modo de articulación y concluyendo con una breve mención a las diferencias en el tratamiento de las secuencias vocálicas. En las oclusivas no encontramos diferencias de inventario fonémico entre las variedades del español. Tampoco sabemos aún a ciencia cierta si hay diferencias de VOT condicionadas según la variedad geográfica (cf. Williams 1977; Rosner et al. 2000). Sí se han notado diferencias en los contextos que favorecen realizaciones aproximantes de los fonemas /b d g/, pero no entre las dos variedades cotejadas. En español peninsular, como en el canario y en el caribeño, las oclusivas sordas /p t k/ muestran una tendencia a sonorizarse en posición intervocálica, sin confundirse necesariamente con /b d g/ (cf. Torreblanca 1976; oftedal 1985; Hualde et al. 2011). En el español de la Argentina este fenómeno no parece ser frecuente, por lo contrario (cf. Colantoni/Marinescu 2010). Donde hallamos diferencias más notables es en la realización de las oclusivas en coda silábica, en particular antes de otra consonante. Aunque para el español argentino se han notado fenómenos de debilitamiento y neutralización de oclusivas en este contexto (cf. vidal de Battini 1964), estas pronunciaciones no suelen encontrarse en los hablantes con un cierto nivel de educación. En el norte de España, por lo contrario, registramos, como fenómenos muy extendidos, la realización de como [x] (signo [sixno]) y de y como [θ] (dictado [diθtaðo], admira [aθmiɾa]). También es frecuente en el español peninsular la elisión de las oclusivas en posición de coda. La diferencia es en el grado de estigmatización del fenómeno, que pensamos que es mayor en general en Latinoamérica que en España. Esto se aplica también a la pérdida de la /d/ en -ado.
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Es algo que se da en el habla estereotípica del gaucho (“Yo no soy cantor letrao…”, en Martín Fierro, i, 9), pero no en el habla más culta de la Argentina, mientras que hasta el rey de España elide la /d/ en sus discursos. Por otra parte, la pérdida de la /d/ en palabras como nada es común a ambas variedades. Entre las fricativas encontramos diferencias importantes de inventario fonémico dado que al sistema de fricativas sordas /f θ s x/ del español peninsular, la variedad bonaerense que examinamos, aquella en que se ha completado ya el cambio fonológico /ʒ/ > /ʃ/2 (véase el capítulo de Rohena-Madrazo en esta sección), opone el sistema /f s ʃ x/. Quizá la diferencia fonológica más importante que distingue al español peninsular del latinoamericano es la presencia en la primera de las dos variedades del contraste entre las fricativas sordas /s/ y /θ/. Esta es una isoglosa que cada vez separa más netamente el español europeo del americano. Aunque hasta hace tan solo unas décadas el español de grandes zonas de Andalucía coincidía con el latinoamericano en carecer de tal contraste, en las generaciones más jóvenes y en áreas urbanas se está estableciendo por influencia de la norma nacional de España. En estudios dialectológicos es tradicional distinguir los fenómenos de seseo y ceceo en áreas o hablantes sin contraste entre /s/ y /θ/ según la pronunciación del único fonema existente se asemeje más a uno u otro sonido. Así, en Andalucía se reconocían hasta hace poco áreas de seseo, de ceceo y de distinción. Aunque el español bonaerense, como el de toda la Argentina y prácticamente toda Latinoamérica, efectúa el seseo, la pronunciación ceceante formaba parte de un cierto estereotipo rural (cf. vidal de Battini 1964). Hoy en día, sin embargo, el adelantamiento del punto de la articulación de la /s/ parecería estarse generalizando al habla de la población porteña, como lo indican los resultados que se presentan en el apartado 2.2. La aspiración de /s/ ante algunas consonantes (como en espera, esto, fresco) forma parte de la norma bonaerense argentina. La aspiración en este contexto es prácticamente general en la Argentina, excepto en las zonas del noroeste, en contacto con el quechua. Aunque el fenómeno se da también con cierta frecuencia en el habla de Madrid (sobre todo antes de /p/ y de /k/), no es frecuente en zonas peninsulares más norteñas y se evita en la pronunciación normativa peninsular. A este respecto es interesante notar que aunque la aspiración de /s/ es ciertamente más común en el español andaluz y caribeño que en el bonaerense, la observación de la pronunciación de los locutores de radio y televisión puede llevar a la opinión contraria, ya que los profesionales de radio y televisión andaluces y caribeños tienden a suprimir la aspiración, mientras que los argentinos mantienen la aspiración preconsonántica en este estilo. Hay, pues, normas ortofónicas diferentes en las diferentes variedades hispanas. 2
Nos referimos aquí a los jóvenes de clase media y baja.
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El español de las generaciones más jóvenes de Buenos Aires tiene un contraste /s/ - /ʃ/, como en seno /seno/ vs. lleno /ʃeno/, del que carece el habla del norte y centro de España. Los hablantes monolingües de estas últimas zonas tienden de hecho a reproducir como /s/ el fonema /ʃ/ de palabras vascas, gallegas o catalanas (por ejemplo en la pronunciación de La Caixa, nombre de una entidad bancaria catalana, las Rías Baixas, topónimo gallego, o el nombre vasco Xabier), y en préstamos del inglés como show, pronunciado como /sou/. En comunicación interdialectal podríamos esperar, por tanto, confusiones donde en contextos ambiguos la /ʃ/ argentina se interpreta como /s/, como en callado interpretado como casado. Obviamente, este tipo de error en la decodificación de la señal acústica es aún más esperable en la interacción entre argentinos y hablantes de áreas donde /tʃ/ se debilita en [ʃ] como ocurre en zonas de Andalucía, del norte de México, del Caribe, Panamá y Chile, dado que, por ejemplo, [maʃo] corresponde al significado ‘mayo’ para unos hablantes y a ‘macho’ para otros. Es posible que la [ʃ] argentina procedente del ensordecimiento histórico del fonema /ʒ/ no sea, sin embargo, totalmente idéntica a la [ʃ] procedente del debilitamiento de [tʃ], como muestran los datos palatográficos de Kochetov y Colantoni (2011). El carácter estridente o ‘rehilado’ de la prepalatal argentina, sea en su variante sorda o en su variante sonora, crea suficiente distancia acústica con la semiconsonante palatal [j] como para permitir un contraste claro entre ambos sonidos, como en yeso [ʃeso] o [ʒeso] vs. hielo [jelo], o en cebolla [seβoʃa] vs. paranoia [paɾanoja], mientras que en otras variedades, incluyendo la norma peninsular, tal contraste es inexistente o dudoso. Estos hechos tienen consecuencias importantes para el análisis fonémico (Hualde 2004). Alternancias como las que encontramos en otras variedades entre los elementos finales de lexema de ley [lej] y leyes [leʝes] o iniciales de sufijo en, por ejemplo, perdieron [peɾðjeɾon] y creyeron [kɾeʝeɾon] son analizables como un fenómeno de alofonía en que la constricción algo mayor del segmento intervocálico [ʝ] es predecible de su posición inicial de sílaba. Es decir, la semiconsonante y la semivocal se realizan como algo más cerradas, como [ʝ], a principio de sílaba. Por lo contrario, es más difícil mantener este análisis cuando la alternancia es entre [j] y [ʃ]: ley [lej], leyes [leʃes], perdieron [peɾðjeɾon], creyeron [kɾeʃeɾon]. Claramente se trata de alternancias morfofonológicas entre dos fonemas diferentes, ya que en esta variedad [ʃ] contrasta con [j] en posición intervocálica (cebolla vs. paranoia). otra posible diferencia entre variedades concierne la presencia (marginal) de un posible fonema fricativo labiodental /v/. Las primeras versiones de las normas ortográficas de la Real Academia Española recomendaban pronunciar la como labiodental, como medio para fijar la nueva ortografía, siendo cons-
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cientes los miembros de la Academia de que los hispanohablantes no tenían una pronunciación diferenciada de /b/ y /v/ para entonces. Más recientemente, la Academia ha dado marcha atrás y ya no recomienda hacer un contraste entre /b/ y /v/ (cf. Real Academia Española 2005; bajo v). En la Argentina, como en otras partes de Latinoamérica, sin embargo, posiblemente se haya hecho hincapié en esta distinción y como resultado hay hablantes que tienen un contraste cuasifonémico entre /b/ y /v/, al menos en la lectura. Es probable que la influencia del italiano haya contribuido al mantenimiento de la fricativa labiodental entre ciertos hablantes. otra posible interpretación es que la labiodental emerge en la pronunciación enfática. Basta recordar la frase pronunciada por el expresidente Duhalde: “Yo no soy un presidente [de.vil]” (Clarín, 02-02-2002; p. 6). Es interesante notar que la ortografía del castellano medieval indica que la distribución histórica de /b/ y /v/ (o /β/), cuando estos eran fonemas diferentes, era bastante diferente de la que sugiere la ortografía moderna reformada por la Academia, y se acercaba bastante más a la que encontramos en variedades del portugués y el catalán que mantienen el contraste. También es diferente la distribución léxica de /b/ y /v/ en judeoespañol. Como hemos explicado más arriba (ver Tabla 1), en la variedad de Buenos Aires, al menos para algunos hablantes (por ejemplo A1 y A4 en Tabla 1), se ha producido una desfonologización del contraste entre la nasal palatal /ɲ/, como en alimaña, huraño, y la nasal alveolar /n/ seguida de semiconsonante palatal, como en Alemania, uranio. Es decir, las secuencias ortográficas y no contrastan en pronunciación, con lo cual los hablantes han de memorizar la escritura de las palabras que las contienen. De aquí deducimos que para estos hablantes posiblemente ha desaparecido el fonema /ɲ/ del inventario, siendo remplazado en los lexemas que lo contenían por /n/ seguido de /i/ (cf. guitart 2004: 131). Por otra parte, no obstante, se mantiene el contraste entre y , como en cañita y canita. Si el inventario fonológico carece del fonema /ɲ/, habremos de analizar cañita como /kanjita/ (o /kaniita/, según el estatus que concedamos a la semiconsonante palatal). Una dificultad para este análisis es que, en general, el español no tiene secuencias tautosilábicas (en la misma sílaba) del tipo [Cji]. Marginalmente, a través de límite de morfema, existe la secuencia heterosilábica /i.i/ como en tíito, chiíta, antiitaliano, pero no se dan nunca secuencias tautosilábicas en que la semiconsonante [j] vaya seguida de [i]. La consecuencia de eliminar la nasal palatal del inventario es, pues, que excepcionalmente tengamos que postular la existencia de la secuencia /ji/, pero solo después de /n/. La otra solución es incluir la nasal palatal /ɲ/ como fonema cuya distribución estaría restringida a la posición antes de /i/. La neutralización de /ɲ/ y /nj/ no es exclusiva del español de la Argentina; ha sido observada en varias otras áreas del mundo hispánico, tanto en Lati-
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noamérica como en España (Quilis 1993: § 7.8.2), así como en judeoespañol (Penny 2000: 180). La norma de pronunciación peninsular definida por Navarro Tomás, Quilis y otros autores incluye una lateral palatal /ʎ/ que corresponde a la ortográfica. En esta pronunciación existe un contraste entre, por ejemplo, calló y cayó, que no se da en Buenos Aires. Por otra parte, no hay contraste entre, por ejemplo, las primeras sílabas de yeso y hielo, mientras que estas secuencias sí contrastan en bonaerense, como ya hemos indicado. En los últimos cincuenta años, sin embargo, la distribución geográfica de la lateral palatal en España ha retrocedido enormemente, neutralizándose con el fonema representado ortográficamente por y que en esta variedad es normalmente una aproximante palatal sonora con un grado de constricción variable, que incluye realizaciones con oclusión. Hoy en día la lateral palatal se mantiene en España solo en algunas áreas rurales y en zonas de contacto con la lengua catalana. Por tanto, el mantenimiento de la lateral palatal ya no es un rasgo que sirva para caracterizar al español del norte y centro de la Península –aunque sigue siendo parte de la norma peninsular (cf. Martínez Celdrán et al. 2003), y por tanto la incluimos en nuestro cuadro de fonemas–. Un resultado estructural de la pérdida de la lateral, la desfonologización de la nasal palatal y el adelantamiento en la articulación de la aproximante/fricativa palatal a prepalatal o postalveolar es la desaparición completa del orden de las palatales en el sistema fonémico del español bonaerense, como podemos observar en el cuadro de fonemas consonánticos en la Tabla 2. Además de las diferencias consonánticas ya mencionadas, el español del centro y norte de la Península se distingue de la mayoría de las variedades argentinas en el tratamiento de algunas secuencias de vocales. En principio, en español son diptongos las secuencias formadas por vocal alta no tónica y otra vocal, mientras que el resto de las secuencias de vocales se silabean como hiatos, en sílabas separadas. Como hemos notado ya, el español de la Argentina, como el de gran parte de Latinoamérica muestra una tendencia a reducir las secuencias en hiato a diptongo, con transformación de las vocales medias en semiconsonantes/semivocales: teatro [tjatɾo], traeré [tɾajɾe]. Esto es a diferencia de lo que ocurre en español peninsular normativo, donde las vocales medias pueden perder la silabicidad en estos contextos pero sin neutralizarse con las altas. Por otra parte, en español peninsular hay casos en que una secuencia que esperaríamos que se silabificara como diptongo, según la regla general, excepcionalmente se silabifica como hiato. Así, hay, por ejemplo, un contraste entre cambiar, realizado siempre en dos sílabas cam-biar, y en-ví-ar y du-e-to contrasta con due-lo. La distribución de estos hiatos excepcionales en español peninsular se estudia en algún detalle en Hualde (2005: 81-86). No está claro que en español de la Argentina se den tales contrastes (salvo en casos muy concretos como hu-i-da, cui-da).
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2.2. posibles efectos de base de articulación Más allá de las diferencias de inventario discutidas en el apartado anterior, las distintas variedades del español presentan una serie de diferencias fonéticas más o menos perceptibles, algunas de las cuales han sido estudiadas recientemente desde un punto de vista articulatorio (Kochetov/Colantoni 2011). Nos referimos, en particular, a las diferencias de base de articulación (Honikman 1969), es decir, características articulatorias que afectan la realización de todas las vocales y consonantes del sistema, y no solo la de algunos sonidos aislados. En el estudio mencionado, se compararon las características articulatorias (punto y grado de contacto linguo-palatal) de las consonantes coronales, mediante una técnica conocida como electropalatografía dinámica. Los participantes en este estudio fueron cinco hablantes del español de Buenos Aires y tres hablantes provenientes de La Habana. Los resultados mostraron que, en general, todas las consonantes estudiadas tenían un punto de articulación más adelantado en los hablantes porteños. Esto se observa en la Figura 1 en la que se muestra que en el español de Buenos Aires, las consonantes tienen un índice de contacto alveolar (CAa = contacto en las primeras cinco hileras del paladar artificial) superior con respecto al español de La Habana. Esto no es sorprendente si se piensa en las diferencias en la realización de los grafemas , pero sí lo es en lo que se refiere a la realización de /s/ en ataque silábico. FIgurA 1 Consonantes coronales del español de Buenos Aires (izquierda) y La Habana (derecha)
El eje horizontal representa los valores del índice de anterioridad en la zona coronal (CAa) y el vertical el de posterioridad en la misma zona (CPa). valores promediados sobre cinco y tres hablantes para cada una de las variedades, respectivamente (Kochetov/Colantoni 2011: 330).
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Mientras que las diferencias en la realización de la /s/ en coda en el español de Buenos Aires y de La Habana estaban ampliamente documentadas (cf. Terrell 1979), se suponía, sin embargo, que la /s/ en ataque era semejante en ambas variedades. Lo que este estudio revela son diferencias sistemáticas en la realización de esta fricativa al igual que en el punto de articulación de laterales y vibrantes. Queda por explorar cuál sería la repercusión de estas diferencias tanto en la articulación de las consonantes no coronales como en la realización de las vocales. 3. Perspectivas para futuros estudios Concluimos esta introducción esbozando aquellos aspectos que hasta ahora han recibido menos atención, pero que consideramos de importancia a la hora de ofrecer un panorama más completo sobre la fonética y fonología de las diferentes variedades habladas en la Argentina. En primer lugar, es de interés contar con estudios detallados, sobre todo de carácter experimental, del español de algunas provincias. Poco se ha hecho en lo que concierne al español del noroeste y de la provincia de Santiago del Estero, donde se han descrito diferencias tanto a nivel fonológico, como el mantenimiento del contraste en la realización de los grafemas , como a nivel fonético en la realización de las fricativas en coda. Un segundo tema que merece más atención es la influencia que el contacto con lenguas nativas y migratorias ha tenido en el desarrollo del sistema fonológico de cada variedad, ya sea a nivel segmental como suprasegmental. Tampoco faltan temas específicos que merecen atención, en particular por sus conexiones con otros procesos documentados en las distintas variedades de la Argentina. Entre los fenómenos de variación consonántica es importante estudiar la palatalización de la lateral seguida de secuencias vocálicas (por ejemplo, fami[lja] > fami[ʎa]), por los paralelos que este proceso presenta con el de palatalización de la nasal (cf. Rost 2011). En palabras como utensilio y, en menor medida, Juvenilia (título de la novela de Miguel Cané, publicada en 1884), la pronunciación con fricativa prepalatal se encuentra generalizada en el habla de Buenos Aires. En cuanto a la variación prosódica, los correlatos acústicos tanto del acento léxico como de la marcación del acento nuclear necesitan ser estudiados con atención. Como señalara Fontanella de Weinberg (1966), las variedades del español de la Argentina difieren entre sí en la duración relativa de sílabas tónicas y átonas, y, posiblemente, estas variedades pertenezcan a distintas tipologías rítmicas. De ser así, cabe hipotetizar también que el español de Buenos Aires, el más estudiado hasta el momento, difiera de variedades peninsulares en el peso relativo de la duración frente a la frecuencia fundamental para marcar prominencia prosódica. Además de algunos trabajos específicos que parecen apuntar en esta
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dirección (cf. Kaisse 2001), existe evidencia indirecta al respecto en los estudios existentes acerca de tipologías rítmicas, que sugieren la falta de isocronía silábica en esta variedad (cf. Borzone de Manrique/Signorini 1983). Para concluir, nos interesa resaltar una tendencia prometedora en los capítulos contenidos en esta sección; es decir, el establecer paralelos entre los fenómenos descritos para el español de la Argentina y otras lenguas, lo cual permite reconducir el estudio de la variación fonológica a la teoría lingüística. Las comparaciones explícitas que cada uno de los capítulos incluidos presenta con otras lenguas romances y no romances contextualizan la relevancia de los datos presentados y contribuyen a extender nuestra comprensión de los factores perceptuales, articulatorios y acústicos que motivan la variación y el cambio lingüístico.
Capítulo 2 vARiACióN Y CAMBio DE SoNoRiDAD DE LA FRiCATivA PoSTALvEoLAR DEL ESPAñoL DE BUENoS AiRES marcos rohena-madrazo Middlebury College
1. Introducción1 El español hablado en Buenos Aires, Argentina, es una de las variedades del español más reconocibles en el mundo hispanohablante. Las principales características que hacen que se distinga frente a las otras variedades son el voseo, la entonación y, particularmente, la presencia de la fricativa postalveolar asibilada: /ʒ/. Esta fricativa corresponde al sonido representado ortográficamente como o en posición inicial de sílaba, por ejemplo, en palabras como ya, llave, playa, calle. El rasgo de sonoridad de esta fricativa postalveolar ha sido el foco de mucha investigación a lo largo del siglo xx. En muchas de estas investigaciones se ha descrito un proceso de ensordecimiento de /ʒ/ a [ʃ]. En este capítulo presentaré un análisis acústico instrumental de la realización variable de la /ʒ/ del español de Buenos Aires (EBA) y de los factores sociolingüísticos que la afectan. Además, caracterizaré esta variación en términos de un cambio lingüístico para determinar en qué etapa del cambio se encuentra. 2. Trasfondo: el yeísmo en Buenos Aires Históricamente en el español existía una distinción fonémica entre la consonante palatal central /ʝ/ y la consonante palatal lateral /ʎ/, representadas en la ortografía como y , respectivamente. Es decir que las palabras como cayó/calló y haya/halla eran pares mínimos. Esta distinción se mantiene aún hoy en algunas variedades del español habladas en áreas del norte de la Península, en áreas del 1 Me gustaría agradecer a Laura Colantoni, Miquel Simonet, Lisa Davidson y Danny Erker por su ayuda y sus sugerencias en varias etapas de este proyecto. gracias a los miembros del NYU PEP Lab por sus comentarios. Muchas gracias a Mercedes Paz y a toda su familia por su generosidad. Finalmente, muchísimas gracias a todos los participantes. Todos los errores son míos.
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Marcos Rohena-Madrazo
altiplano andino y del área guaranítica en Suramérica2. Sin embargo, en la mayor parte de las variedades del español, ha ocurrido una fusión fonológica de /ʎ/ > /ʝ/, denominada yeísmo. Las realizaciones del fonema son variables, tanto intercomo intradialectalmente, y pueden ser desde semivocal [i̯ ] a aproximante [j], fricativa [ʝ], oclusiva [ɟ] y hasta africada [ɟʝ], dependiendo de la zona dialectal, posición fonológica o estilo de habla. De hecho, Hualde (2004) clasifica la /ʝ/ como cuasi-fonema, ya que podría analizarse como alófono de /i/ no-acentuada en posición inicial de sílaba; incluso hay variación en la pronunciación de palabras como hielo ([i̯ elo]~[ʝelo]), de manera que en el habla espontánea se produce una fusión fonológica entre los supuestos pares mínimos llena y hiena. En el EBA, la /ʝ/ pasó por un proceso de fortalecimiento articulatorio hasta llegar a tener una realización de sibilante postalveolar sonora: /ʒ/. A este proceso fonológico se le conoce como žeísmo o yeísmo rehilado3, y es uno de los aspectos característicos del español bonaerense. En este caso, el estado cuasi-fonémico de /ʝ/ deja de ser relevante, ya que las posibles fusiones en otras variedades son pares mínimos clarísimos en el EBA: llena [ʒena] vs. hiena [i̯ ena]. En la Figura 1 se ve que el punto de constricción de la /ʒ/ argentina es anterior al de la palatal /ʝ/ peninsular y posterior al de la alveolar /s/ argentina, demostrando la realización postalveolar, o prepalatal, de este fonema en el español argentino. El desarrollo de este cambio fonético se detallará a continuación. FIgurA 1 Palatogramas, de izquierda a derecha, de la /ʝ/ peninsular (Fernández Planas 2007: 61), de la /ʒ/ y de la /s/ del español argentino (Kochetov/Colantoni 2011: 326)
Los cuadros más oscuros indican mayor contacto de la lengua con el paladar.
En las zonas urbanas de estas áreas la distinción también se está perdiendo en la generación más joven (Lipski 1994: 139-140; Hualde 2005: 44). 3 Navarro Tomás (1934: 274) define rehilamiento como “vibración relativamente intensa y resonante con que se producen ciertas articulaciones”, en otras palabras, el flujo turbulento de aire que se produce en el punto de constricción de las fricativas (Martínez Celdrán 2007: 53-55). 2
Variación y cambio de sonoridad de la fricativa postalveolar
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En la Argentina, como en la mayor parte del mundo hispánico, también se dio esta fusión de /ʝ/ y /ʎ/. Los primeros documentos bonaerenses que presentan confusión entre y , evidencia de yeísmo, datan del 1720 (Fontanella de Weinberg 1987: 163). A mediados del siglo xviii, el fonema /ʝ/ inicia un proceso de fortalecimiento articulatorio y comienza a pronunciarse [ʒ]. Según Fontanella de Weinberg (1973), la primera documentación del yeísmo rehilado se encuentra en El amor de la estanciera, un sainete gauchesco anónimo de la última década del siglo xviii, donde se transcribe el habla de un personaje con acento portugués. La palabra portuguesa gente /ʒẽte/ la transcriben y Fontanella de Weinberg afirma que la notación de la /ʒ/ portuguesa con “muestra, sin duda, la existencia del rehilamiento en la pronunciación bonaerense de la época” (1973: 342). Esta realización de /ʝ/ como [ʒ] fue extendiéndose en Buenos Aires, y ya para finales del siglo xix se vio generalizada. De hecho, gaston Maspero (1875: 55) señala que en el español rioplatense “Y devant une voyelle se prononce d’ordinaire comme notre J français”, dato que demuestra inequívocamente que el fonema /ʝ/ se pronunciaba [ʒ] ya en el siglo xix. A mediados del siglo xx, cuando el žeísmo ya se encuentra incorporado al español bonaerense, se publican varios artículos que describen el español de la capital Argentina (Zamora vicente 1949; Malmberg 1950; guitarte 1955; entre otros). En estos, se señala que el nuevo fonema /ʒ/ tiende a ensordecerse y realizarse [ʃ]. Varios estudios de finales del siglo xx (Wolf/Jiménez 1979; Fontanella de Weinberg 1979a; Wolf 1984) encuentran que esta innovación del ensordecimiento es un cambio en marcha y se va extendiendo en la comunidad lingüística de Buenos Aires, sujeta a factores sociales tales como edad, sexo y clase social. Sin embargo, en estudios más recientes parece haber evidencia de que el cambio está culminando, al menos para ciertos grupos de hablantes (Wolf 1984; Chang 2008; Rohena-Madrazo 2008). La fricativa postalveolar sonora está pasando por un proceso de ensordecimiento, lo que implica que coexisten por lo menos dos realizaciones: la sonora [ʒ] y la sorda [ʃ]4. Esta investigación se centrará en la variación en sonoridad de la fricativa postalveolar, ya que el ensordecimiento de /ʒ/, según se ha descrito, muestra patrones de cambio lingüístico en marcha. Labov (1972, 2001a) describe dos tipos de cambio lingüístico en marcha: el cambio “desde arriba” y el cambio “desde abajo”. La diferencia clave, al menos para la presente investigación, es que en los cambios “desde arriba” la innovación tiende a importarse desde afuera de la comunidad lingüística y los hablantes son conscientes de la innovación, y, por ende, presentan niveles de uso más altos en estilos de habla más cuidada. Por lo contrario, en los cambios “desde abajo” la Ocasionalmente se dan otras realizaciones ([dʒ], [ʝ], [j], [ʎ]), pero estas son mucho menos frecuentes que [ʃ] y [ʒ] (Chang 2008: 61). 4
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innovación surge de cambios espontáneos en el sistema lingüístico y los hablantes de la comunidad tienden a no tener conciencia de la innovación, por lo tanto no suelen mostrar variación estilística. Ambos tipos de cambios los suelen liderar las mujeres jóvenes de clase media. El cambio espontáneo del ensordecimiento de /ʒ/ > [ʃ] en el EBA está motivado fonéticamente si se consideran los procesos articulatorios y aerodinámicos involucrados en la producción de una fricativa sonora. Según la teoría mioelásticaaerodinámica de la fonación (Berg 1958), para la fonación se requiere una diferencia en presión de aire entre la cavidad subglótica y la cavidad supraglótica. Cuando se aducen las cuerdas vocales y se trata de expulsar el aire de los pulmones, el aire bajo mayor presión en la cavidad subglótica pasa por las cuerdas vocales al área de menor presión en la cavidad supraglótica para equilibrar la diferencia en presión. Este proceso es lo que hace que las cuerdas vocales vibren y se produzca la fonación. Para asegurar que se produzca una fonación óptima, la presión del aire en la cavidad oral debe ser lo menor posible y en la cavidad subglótica deber ser lo mayor posible. Por otra parte, la producción de las fricativas requiere fricación, que se consigue manteniendo la presión del aire lo más alta posible detrás del punto de constricción en la cavidad oral para garantizar que el aire pase por el punto de constricción a una velocidad máxima, lo que produce turbulencia, o sea, fricación (ohala 1997). La presión del aire en la cavidad oral ha de ser lo mayor posible para asegurar una fricación óptima. Por consiguiente, los requisitos para la fricación óptima confligen con los requisitos para la fonación óptima. Si la impedancia en un punto reduce sustancialmente la presión del aire en otro punto, entonces seguramente se perderá uno de los dos componentes de la señal: demasiada impedancia glotal perjudicará la fricación, mientras que demasiada impedancia detrás del punto de constricción perjudicará la fonación (cf. Hayes/Steriade 2004; Stevens et al. 1992). Según ohala (1983), la relativa rareza de las fricativas sonoras entre las lenguas se explica por este conflicto de los requisitos encontrados de la fonación y la fricación. Dadas estas razones, el cambio hacia el ensordecimiento es algo que se esperaría; particularmente en un caso como el del español, donde no existe una oposición fonémica en sonoridad para las fricativas. De hecho, este tipo de cambio hacia el ensordecimiento se dio ya en la historia del español. En el español medieval tardío, que contaba con un inventario de sibilantes comparativamente más complejo que el actual, se mantenía una distinción en sonoridad: /s̪ , s, ʃ/ vs. /z̪, z, ʒ/. A finales del siglo xvi esta distinción en sonoridad se perdió y quedaron solo las variantes sordas como fonemas sibilantes: /s̪ , s, ʃ/5 (Penny 2000: 43-45). Hoy en día la gran mayoría /s̪ , s, ʃ/ pasaron por un proceso de disimilación en su punto de articulación y resultaron en las fricativas /θ, s, x/ del castellano peninsular moderno, de las cuales solo /s, x/ se conservan en el español hispanoamericano. 5
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de las variedades del español no mantiene la distinción fonémica de sonoridad en las fricativas como existía en el español medieval y como se conserva aún en otras lenguas romances. El hecho de que los cambios sincrónicos y los diacrónicos tienden a asemejarse se debe a que las causas del cambio fonético, aunque no necesariamente las causas de la difusión del cambio, estriban en la interacción de factores fisiológicos y aerodinámicos de la producción del habla (Ohala 1993). 3. El ensordecimiento de /ʒ/ en Buenos Aires: estudios anteriores El ensordecimiento de /ʒ/ tiene su primera mención en las anotaciones de Alonso y Rosenblat al estudio de Espinosa (1930: 130), donde mencionan que el fonema /ʒ/ tiene como variantes enfáticas [dʒ] y [ʃ]. Sin embargo, luego Zamora Vicente (1949) documenta el ensordecimiento y niega que [ʃ] sea una variante enfática del fonema /ʒ/, sino que es característica entre hablantes de nivel cultural medio y se ve ya bastante difundida en Buenos Aires. guitarte (1955) añade que la variante sorda es más prevalente en el habla de las mujeres y concuerda con Zamora vicente en que es peculiaridad de los estratos medios. Malmberg (1950: 107), en su estudio minucioso de la fonética del español argentino, menciona que sus informantes muchas veces al pronunciar la /ʒ/ mostraban una sonoridad “imperfecta”; no obstante, a diferencia de Zamora vicente, en todo su estudio solo nota tres casos de la variante sorda [ʃ]. Ya a finales del siglo xx, varios estudios registran el avance del ensordecimiento de /ʒ/ no solo en la capital (Wolf/Jiménez 1979; Wolf 1984), sino también en las provincias de Buenos Aires (Fontanella de Weinberg 1978) y Santa Fe (Donni de Mirande 1992). Fontanella de Weinberg (1978) estudia el ensordecimiento en Bahía Blanca en la provincia de Buenos Aires, enfocándose en la reestructuración fonológica del sistema palatal. La autora encuentra que se está perdiendo la distinción fonológica entre /ʒ/ y /ʃ/ (siendo /ʃ/ el fonema de préstamos extranjeros como show y short) tanto en los hablantes que ensordecen la /ʒ/ como en los que sonorizan la /ʃ/. Fontanella de Weinberg (1978, 1983) encuentra efectos de estilo diferenciados por nivel de educación, donde los hablantes con nivel primario y con nivel universitario disminuyen los niveles de ensordecimiento de /ʒ/ a medida que aumenta la formalidad, mientras que los hablantes con educación secundaria aumentan los niveles de ensordecimiento en los estilos más cuidados, a pesar de que las variantes ensordecidas, según la autora, no son las de prestigio. Además, encuentra que el cambio del ensordecimiento lo impulsan los hablantes jóvenes, particularmente las mujeres, rasgo característico de los cambios en marcha. Wolf y Jiménez (1979) también estudian el ensordecimiento de /ʒ/, pero en la ciudad de Buenos Aires, donde documentan resultados similares a los de Fontane-
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lla de Weinberg: los factores de edad y sexo son los más importantes en determinar el uso de la variante sorda o sonora del fonema /ʒ/. Las mujeres menores de 30 años lideran el cambio y detrás siguen los hombres jóvenes con una generación de atraso. Wolf y Jiménez (1979) reportan que el efecto de la clase social es mínimo y que los hablantes que ensordecen no son conscientes del ensordecimiento (no encuentran ningún efecto de estilo en el ensordecimiento de /ʒ/). Además, concluyen que el ensordecimiento parece ser un cambio en marcha y que para algunos grupos está por culminar. Wolf (1984) hace un estudio en tiempo real de algunos de los hablantes que participaron en el estudio de Wolf y Jiménez (1979) y apunta que para los hablantes más jóvenes, el cambio del ensordecimiento parece estar culminado. Sin embargo, también identifica una sonorización por parte de los hablantes de clase alta, o sea, los hablantes jóvenes de sexo masculino que mostraban en el 1979 un porcentaje moderado de uso de [ʃ], en el 1984 mostraban un uso casi exclusivo de la variante sonora [ʒ]. Wolf interpreta este cambio en la frecuencia de [ʒ] como una reacción frente al ensordecimiento de la clase media. Aparentemente, estos hablantes sonorizadores son los únicos que tienen conciencia del cambio de /ʒ/ > /ʃ/ y lo evitan para mantener una distinción social. Por esta razón, Wolf (1984) propone que el ensordecimiento de /ʒ/ ya ha culminado en la generación joven y que el contracambio de la sonorización es evidencia de variación estable en la comunidad. En el siglo xxi, dos estudios nuevos (Chang 2008; Rohena-Madrazo 2008) utilizan técnicas de análisis acústico instrumental para investigar el progreso del ensordecimiento de /ʒ/ en el EBA. Chang (2008) analiza los niveles de ensordecimiento de /ʒ/ y observa que se encuentra ya bastante generalizado en la generación joven. Chang utiliza métodos categóricos (categorización auditiva) y graduales (porcentaje de sonoridad e intensidad relativa) para medir la sonoridad de la fricativa en la lectura de una tira cómica. Señala que los hablantes que nacieron antes de 1945 producen predominantemente alófonos sonoros, mientras que los hablantes nacidos después del 1975 producen casi exclusivamente variantes sordas. Los hablantes nacidos en el período comprendido entre estos años muestran variabilidad en el ensordecimiento de /ʒ/. Chang también investiga el factor de barrio de origen, pero no encuentra una correlación con el ensordecimiento. Chang (2008) no halla un efecto del factor sexo: los hablantes jóvenes, hombres o mujeres, producen [ʃ] consistentemente. Según Chang (2008: 62), “speakers in the youngest age bracket are all approaching a ceiling of 100% devoicing”, lo que sugiere que para ellos el cambio de /ʒ/ a /ʃ/ ya se ha completado. Rohena-Madrazo (2008) también empleó técnicas instrumentales para determinar los niveles de sonoridad/ensordecimiento de /ʒ/ en el EBA. Los datos fueron tomados de entrevistas sociolingüísticas y la sonoridad/ensordecimiento se determinó examinando la barra de sonoridad del espectrograma y la periodicidad
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en el oscilograma durante la duración de /ʒ/. Este estudio confirmó que los hombres de la generación joven ya habían alcanzado a las mujeres en la innovación, de modo que para la mayoría de los hablantes más jóvenes la fricativa postalveolar ya se había ensordecido. Además, a diferencia de Chang (2008), se encontró que el área de residencia como índice de clase social es un factor significativo en el progreso del cambio. En la generación mayor, los hablantes de clase media llevaban la delantera en la innovación, con respecto a la clase alta y la clase obrera, característico de los cambios “desde abajo” (Labov 1972, 2001a). Sin embargo, la distinción entre clase obrera y clase media en el ensordecimiento se pierde en la generación más joven, lo que indica que ensordecimiento podría estar llegando a sus etapas culminantes. 4. Variación en sonoridad: /ʒ/ vs. /s/ 4.1. rasgo de sonoridad en las fricativas del español Resulta complejo determinar qué es una fricativa sonora en una lengua que no cuenta con este contraste fonémico, ya que es difícil marcar el límite que separa a una fricativa sorda de una sonora, si no se tiene la ayuda de la percepción categórica de una distinción fonémica nativa. Las categorías intermedias de estudios pasados –variantes completamente sonora [ʒ], parcialmente ensordecida [ʒ̊] y completamente sorda [ʃ] (Fontanella de Weinberg 1978: 223)– son interpretables conceptualmente; sin embargo, no sabemos qué porcentaje de ensordecimiento correspondería a cada categoría. Cuando se habla de “ensordecimiento” o de compleción del cambio, tampoco está claro a qué se hace referencia exactamente. Al haber llegado a un nivel máximo de 100% de ensordecimiento de /ʒ/, como menciona Chang (2008: 62), no hay duda de que el cambio ha culminado. No obstante, es importante señalar que el hecho de que /s/ sea una fricativa fonológicamente sorda no implica que exhiba 0% de sonoridad. Las obstruyentes sordas del español pueden ocasionalmente realizarse con parcial o completa sonoridad (cf. Martínez Celdrán 2007: 69-84; Torreira/Ernestus 2011). Por extensión, para un hablante de EBA para quien el ensordecimiento de /ʒ/ se ha completado, no debe tomarse por sentado que producirá una [ʃ] con 0% de sonoridad en todos los casos. Por esta razón, más que medir los niveles absolutos de sonoridad de /ʒ/, resulta más informativo examinar la sonoridad de /ʒ/ contra un caso de sonoridad no marcada como /s/. Comparar /ʒ/ con /s/ resulta útil, ya que la /s/ es la fricativa más similar a la /ʒ/ acústica y articulatoriamente e, importantemente, la /s/ es una fricativa fonológicamente sorda, cuyos niveles de sonoridad no se han asociado con ningún factor social.
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4.2. obJetivos de este estudio Este estudio pretende investigar la variación en el proceso de ensordecimiento de la /ʒ/ del EBA, usando técnicas instrumentales que capturen la variabilidad en sonoridad de esta fricativa, para dilucidar el efecto de los factores sociales y estilísticos. Además, al comparar los resultados con los de estudios anteriores se podrá determinar el progreso del cambio. otro objetivo de este estudio es contrastar los niveles de sonoridad de la fricativa postalveolar /ʒ/ con los de /s/. Si el cambio del ensordecimiento verdaderamente ha culminado, los niveles de sonoridad de /ʒ/ no deberían ser distintos a los de /s/. De ser así, quizás resulte más apropiado hablar, no del fonema /ʒ/, sino del fonema /ʃ/ del EBA. Para tratar de investigar los objetivos aquí expuestos, se llevó a cabo el experimento de producción detallado a continuación. 5. Metodología 5.1. materiales Los datos analizados en este estudio fueron obtenidos mediante un experimento de producción donde los participantes leyeron una lista de palabras y una lista de oraciones. La lista de palabras aisladas incluía 75 casos de las fricativas en cuestión (35 de /ʒ/ y 40 de /s/) distribuidas en posición inicial de palabra y en posición intervocálica. Las mismas palabras de esta lista se usaron para elaborar la lista de oraciones. Se trató de que los contextos fonológicos en los que aparecían las dos fricativas fueran lo más similares posible. Las grabaciones se hicieron en una habitación silenciosa con una grabadora Sony MZ-RH910 y un micrófono de cabeza Audio-Technica ATM75. 5.2. análisis acústico: porcentaJe de sonoridad El porcentaje de sonoridad durante la fricación se midió instrumentalmente, tanto para /ʒ/ como para /s/, usando Praat 5.1.26 (Boersma/Weenink 2010). La segmentación de las fricativas se determinó tomando como referencia el comienzo y el final de la energía concentrada en las frecuencias más altas (de 3000 Hz para arriba). Una vez segmentada la fricativa, se marcaron 21 puntos equidistantes a lo largo de la duración de esta. En cada uno de esos puntos se determinó si se podía calcular F0. El valor de F0 está directamente correlacionado con la frecuencia de la vibración de las cuerdas vocales, por lo tanto el que se pueda calcular F0
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implica sonoridad. Para determinar el porcentaje de sonoridad de cada fricativa se calculó la proporción de los 21 puntos equidistantes a lo largo de la fricativa para los que se podía calcular F0. 5.1.1. Factores intraexperimentales: fricativa y estilo El factor fricativa tiene dos niveles: /s/ y /ʒ/. Si la /ʒ/ sigue siendo sonora, debería exhibir niveles de sonoridad mayores a los de /s/. Si al contrario resulta que los niveles de sonoridad de /s/ y de /ʒ/ no son significativamente diferentes, entonces sería evidencia de la compleción del cambio, o sea, que la /ʒ/ ha llegado a exhibir niveles de sonoridad equivalentes a los de una fricativa fonológicamente sorda. El factor de estilo también tiene dos niveles: palabras y oraciones. En su escala de estilos, Labov (1972: 80-85) describe la lectura de palabras aisladas como un estilo de habla más cuidado que la lectura de oraciones en un texto, por lo tanto exhibe niveles de uso más elevados de variantes asociadas a la formalidad o al prestigio. Si suponemos que el ensordecimiento de /ʒ/ no es una característica de prestigio (Fontanella de Weinberg 1978, 1983; Wolf 1984), cabe también suponer que estará sujeta a variación estilística; en este caso, esperaríamos que en el estilo más cuidado se presenten niveles de sonoridad más altos. Sin embargo, se espera que esto no suceda para /s/, ya que no estaría sujeta a variaciones de estilo, por no estar asociada a razones de prestigio consciente. 5.3. participantes y factores sociales Se analizaron los datos de 16 hablantes, todos nacidos y criados en la ciudad de Buenos Aires o en el conurbano bonaerense. Los 16 hablantes fueron estratificados en términos de edad (ocho de 18-30 años vs. ocho de 55 años o más), de sexo (ocho mujeres vs. ocho hombres) y clase social (ocho de clase alta vs. ocho de clase media). Mientras que la categorización de los hablantes de acuerdo con edad y sexo es relativamente sencilla, la clasificación de los hablantes en categorías socioeconómicas resulta más problemática. Son varios los factores que podrían determinar el estrato socioeconómico de alguien, tales como educación, nivel de ingreso, lugar de residencia, ocupación, raza, etc. (cf. guy 1988). Rohena-Madrazo (2008) encontró que el área de residencia podía funcionar como índice de la clase social de los hablantes, particularmente en la distinción entre clase alta vs. clase media. La decisión de hacer una oposición norte-sur en términos del área de residencia en la ciudad/conurbano se basó en estudios que discuten el desarrollo de la zona norte a fines del siglo xx, desarrollo que resultó
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en un aumento en el valor de las propiedades, lo que atrajo a residentes de mayor poder adquisitivo y un estatus social más alto (cf. Ciccolella 1999; Torres 2001). Además, en la comunidad de Buenos Aires la distinción norte-sur es muy prevalente en la sociedad y la cultura, incluso para antes de finales de siglo xx. varios participantes de Rohena-Madrazo (2008) trajeron el tema a colación en sus entrevistas. Un hablante (hombre, médico, de 60 años, de la zona sur) proporciona un ejemplo muy relevante con respecto a su lugar de origen y el de su esposa: “Los dos somos del sur, eso tiene una cierta connotación… sociocultural. La diferencia norte-sur existe”. Tomando en cuenta estos factores, se consideró como de clase alta a los hablantes de los barrios o localidades del norte de la ciudad y conurbano bonaerense, y de clase media a los hablantes de los barrios o localidades del sur de la ciudad y conurbano bonaerense (cf. Tabla 1). TAblA 1 Información demográfica de los participantes Hablante F1 F2 F3 F4 F5 F6 F7 F8 M1 M2 M3 M4 M5 M6 M7 M8
Sexo F F F F F F F F M M M M M M M M
Edad 23 23 20 29 58 65 66 63 24 24 27 27 63 67 60 60
Barrio/Localidad Recoleta Recoleta Adrogué Adrogué Martínez vicente López Adrogué Burzaco vicente López olivos Adrogué Adrogué Martínez Palermo Adrogué San Telmo
Clase Social Alta Alta Media Media Alta Alta Media Media Alta Alta Media Media Alta Alta Media Media
En términos del factor de edad, se tomaron los extremos de la comunidad lingüística (de 18 a 29 años vs. mayores de 55 años), que es donde deberían observar las diferencias más marcadas. Dados los hallazgos de estudios anteriores, se esperaría que en los hablantes de la generación más joven ya se haya completado el cambio de ensordecimiento, por lo tanto, no deberían exhibir diferencias en
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niveles de sonoridad entre /ʒ/ y /s/. Para la generación mayor se esperaría que mantuvieran la sonoridad de /ʒ/ y, por ende, que los niveles de sonoridad de /ʒ/ sean diferentes a los de /s/. Aunque en los estudios anteriores (Fontanella de Weinberg 1978; Wolf/ Jiménez 1979) el factor sexo era muy importante, y las mujeres les llevaban la delantera a los hombres, en estudios más recientes (Wolf 1984; Chang 2008; Rohena-Madrazo 2008), se ha encontrado que las diferencias debidas a sexo en el ensordecimiento de /ʒ/ se han ido erosionando. Por esta razón no se esperaría un efecto significativo del este factor. En investigaciones previas (Wolf 1984; Rohena-Madrazo 2008) se descubrió que la variante [ʒ] la producen con más frecuencia los hablantes de clase alta. Se predice, entonces, que los hablantes de clase alta en este corpus, o sea, de la zona norte de Buenos Aires, exhibirán niveles de sonoridad de /ʒ/ más altos que los de /s/, la sibilante sorda. Considerando los resultados de estas investigaciones, los jóvenes de clase media son los que muestran mayores niveles de ensordecimiento, por lo tanto, ese sería el grupo donde el cambio se tendría que haber completado. 6. Resultados y discusión La variable dependiente principal en esta investigación es el porcentaje de sonoridad de la fricativa en cuestión, ya sea /s/ o /ʒ/. Como la distribución de los porcentajes no muestra una distribución normal, se utilizó la transformación del arcoseno del porcentaje de sonoridad como la variable dependiente en los análisis estadísticos. Sin embargo, para efectos de claridad de exposición, los resultados se expresarán en porcentajes de sonoridad. 6.1. análisis generales Al analizar los datos acústicos se encontró que ambas fricativas exhibieron alófonos completamente sonoros al igual que alófonos sordos (véanse Figuras 2 y 3), hecho que confirma la variabilidad en sonoridad incluso para las fricativas sordas. Para determinar el efecto que cada uno de los factores tiene sobre los porcentajes de sonoridad de las fricativas se realizó una regresión lineal que incluyó los factores fricativa, estilo, edad, sexo y clase. Los resultados en la Tabla 2 muestran que todos los factores independientes afectan significativamente los niveles de sonoridad de las fricativas, excepto la variable de sexo.
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FIgurA 2 Oscilogramas y espectrogramas de la palabra allá
Nótese la realización completamente sonora a la izquierda [aʒá] (hablante F2) y la realización mayormente sorda a la derecha [aʃá] (hablante F3).
FIgurA 3 Oscilogramas y espectrogramas de la secuencia /asa/ en la palabra pasajeros
Nótese la realización completamente sonora a la izquierda [aza] (hablante F3) y la realización mayormente sorda a la derecha [asa] (hablante F2).
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TAblA 2 Resultados de una regresión lineal múltiple que presenta los factores que predicen significativamente el porcentaje de sonoridad de las fricativas Modelo Fricativa Fricativa, Estilo Fricativa, Estilo, Clase Fricativa, Estilo, Clase, Edad
r2 0,09 0,14 0,15 0,16
Δ en r2 0,09 0,06 0,01 0,01
df (1,2473) (1,2472) (1,2471) (1,2470)
p < 0,001 < 0,001 < 0,001 < 0,001
Los valores de r2 son cumulativos.
Notablemente, el factor con mayor incidencia en el nivel de sonoridad es el tipo de fricativa, ya que la /ʒ/ debería mostrar un mayor porcentaje de sonoridad en comparación a la /s/. A diferencia de lo hallado en estudios anteriores (Wolf/Jiménez 1979; Fontanella de Weinberg 1978, 1983), el efecto de sexo no es significativo (t(2469) = -1,63; p = 0,102), esto confirma los hallazgos de Chang (2008). El factor sexo fue excluido de los análisis subsiguientes. Para analizar no tan solo los efectos sino también las interacciones de los factores, los datos del corpus se sometieron a un modelo de regresión lineal de efectos mixtos, con participante como efecto aleatorio y con fricativa y estilo (intrasujeto), y clase y edad (intersujeto) como los cuatro efectos fijos. Para los modelos estadísticos, se reportará aquí la estimación promedio (β), su error estándar (SE) y su valor t correspondiente. Para un nivel α de 0,05 (p < 0,05), el valor necesario debe ser de t < -2 o t > 2 (Simonet 2011: 95). De haber interacciones se subdividirán los datos para así poder explorar sus efectos. TAblA 3 Resumen del modelo de regresión lineal de efectos mixtos ajustado a los niveles de sonoridad de la fricativa, con participante como factor aleatorio, para todos los hablantes combinados respuesta
% de sonoridad
Factor predictor (intercepto) Fricativa Estilo Clase Edad Fricativa:Estilo Fricativa:Clase Fricativa:Edad Clase:Edad Fricativa:Clase:Edad
β 0,322 0,151 0,173 0,033 -0,070 0,007 -0,179 0,385 -0,053 -0,043
SE
t
0,028 0,017 0,119 0,119 0,025 0,034 0,035 0,168 0,049
5,46 10,43 [0,279] [-0,585] [0,291] -5,256 10,993 [-0,313] [-0,882]
Intercepto = /ʒ/, oraciones, mayores, clase alta. Los valores entre corchetes indican efectos no significativos.
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El modelo de regresión lineal de efectos mixtos con la variable dependiente de porcentaje de sonoridad produjo los efectos significativos de los factores fijos fricativa y estilo. El porcentaje de sonoridad de /ʒ/ (M = 0,329; SD = 0,330) es significativamente más alto que el de /s/ (M = 0,165; SD = 0,155). El porcentaje de sonoridad de las fricativas en el estilo oraciones (M = 0,297; SD = 0,274) es significativamente más alto que el de las fricativas en el estilo palabras (M = 0,173; SD = 0,235). Ninguno de los factores externos edad y clase resultó significativo por su cuenta, solo sus interacciones con el factor fricativa. Esto no es sorprendente, ya que debería haber diferencias en sonoridad de acuerdo con clase y edad para la /ʒ/, pero no para /s/. Ninguna de las otras interacciones resultó significativa. Cabe notar que la interacción fricativa*estilo no es significativa, lo que sugiere que el factor estilo afecta a ambas fricativas de la misma manera (ver la discusión de estilo más adelante). 6.2. factores sociales y compleción de cambio Se ve que en el corpus general el cambio del ensordecimiento de /ʒ/ no se ha completado, ya que la /ʒ/ aún muestra niveles de sonoridad mayores a los de /s/. Para explorar las interacciones del factor fricativa con los factores clase y edad se dividieron los datos en cuatro subgrupos: 1) hablantes mayores de clase alta; 2) hablantes jóvenes de clase alta; 3) hablantes mayores de clase media; y 4) hablantes jóvenes de clase media. De esta manera se sabrá si el cambio se ha completado para algún subgrupo de los hablantes. En los modelos de regresión lineal de efectos mixtos de estos cuatro subgrupos los factores fijos son fricativa y estilo. Como en el modelo general el factor fijo estilo explica una cantidad considerable de la varianza, se conservó como factor fijo en los análisis de los subgrupos sociales para mantener el mejor modelo para la regresión. Si en el grupo hay un efecto significativo de fricativa, entonces se puede decir que el cambio del ensordecimiento de /ʒ/ no se ha completado y que /ʒ/ aún mantiene niveles de sonoridad más altos que los de /s/. Resultaron efectos significativos de fricativa, donde la /ʒ/ exhibe niveles de sonoridad más altos que los de /s/, en los hablantes mayores de clase alta (/s/: M = 0,140, SD = 0,102; /ʒ/: M = 0,522, SD = 0,385), jóvenes de clase alta (/s/: M = 0,185, SD = 0,197; /ʒ/: M = 0,278, SD = 0,331) y en los mayores de clase media (/s/: M = 0,125, SD = 0,117; /ʒ/: M = 0,348, SD = 0,355). El único subgrupo que muestra resultados diferentes para el factor fricativa es el de los jóvenes de clase media (/s/: M = 0,209, SD = 0,170; /ʒ/: M = 0,194, SD = 0,156). Todos los subgrupos manifestaron un efecto significativo de estilo, pero ninguno de los subgrupos mostró una interacción significativa entre fricativa*estilo (ver la discusión de estilo en el apartado 6.3.).
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TAblA 4 Resúmenes de los modelos de regresión lineal de efectos mixtos ajustados a los niveles de sonoridad de la fricativa, con participante como factor aleatorio, para los cuatro subgrupos divididos clase y edad respuesta
Clase social
Edad
Mayores Alta Jóvenes % de sonoridad Mayores Media Jóvenes
Factor predictor (intercepto) Fricativa Estilo Fricativa:Estilo (intercepto) Fricativa Estilo Fricativa:Estilo (intercepto) Fricativa Estilo Fricativa:Estilo (intercepto) Fricativa Estilo Fricativa:Estilo
β 0,283 0,485 0,119 0,099 0,286 0,170 0,245 -0,031 0,268 0,320 0,110 0,0002 0,330 -0,001 0,222 -0,042
SE
t
0,044 0,038 0,058
11,13 3,11 [1,71]
0,038 0,036 0,052
4,47 6,84 [-0,59]
0,039 0,035 0,052
8,31 3,19 [0,01]
0,025 0,023 0,033
[-0,06] 9,52 [-1,25]
Intercepto = /ʒ/, oraciones. Los valores entre corchetes indican efectos no significativos.
FIgurA 4 Promedio del porcentaje de sonoridad para /s/ y /ʒ/ en ambas tareas combinadas para los hablantes estratificados por clase social y edad
* *
*
Los asteriscos indican que la diferencia en porcentaje de sonoridad entre la /s/ y /ʒ/ es estadísticamente significativa.
52
Marcos Rohena-Madrazo
Estos resultados sugieren que el único de los subgrupos para el cual se ha completado el cambio del ensordecimiento es el de los hablantes jóvenes de clase media, ya que no hay diferencias significativas entre los niveles de sonoridad de /ʒ/ y /s/ (cf. Figura 4). Esto es consistente con los hallazgos de estudios previos (Rohena-Madrazo 2008; Wolf/Jiménez 1979) que observaron que los jóvenes de clase media eran los más avanzados en el cambio. Chang (2008: 62) nota que el cambio de [ʒ] a [ʃ] ya se había completado para los jóvenes. Sin embargo, los resultados de esta investigación muestran que no es así para todos los jóvenes: los de clase alta aún no han ensordecido la /ʒ/ del todo. Además, para que el cambio se haya completado, no es necesario que la /ʒ/ muestre 0% de sonoridad sino unos niveles de sonoridad similares a los de una fricativa fonológicamente sorda. Para los hablantes mayores de clase media y para los hablantes de clase alta el cambio no parece haberse completado. No obstante, aunque estos grupos exhiban una diferencia en sonoridad entre la /ʒ/ y la /s/, no significa que los todos hablantes de estos subgrupos tengan los mismos niveles de sonoridad de la /ʒ/. De hecho, si se comparan las medias de sonoridad de /ʒ/ entre los grupos para los cuales el cambio de sonorización todavía no se ha completado, los resultados de la ANovA muestran que hay diferencias significativas (F(2,820) = 33,1; p < 0,001). Un test de Tukey HSD revela que los niveles de sonoridad de la /ʒ/ de los hablantes mayores de clase alta (M = 0,522; SD = 0,385) son significativamente diferentes tanto de los jóvenes de clase alta (M = 0,288; SD = 0,331) como de los mayores de clase media (M = 0,348; SD = 0,335); sin embargo, la diferencia entre los jóvenes de clase alta y los mayores de clase media no son relevantes. Estos resultados sugieren que incluso en los grupos donde sonorizan la /ʒ/ más que la /s/ hay indicios de que el cambio sigue progresando. Es particularmente importante subrayar que, a diferencia de lo que proponía Wolf (1984), el ensordecimiento de /ʒ/ no parece ser un caso de variación estable: los jóvenes de clase alta, aunque puedan tender a sonorizar la /ʒ/, exhiben niveles de ensordecimiento más altos que los de la generación mayor. 6.3. variación estilística y factores fonéticos interesantemente, en los análisis anteriores el factor estilo siempre resulta significativo, pero nunca la interacción estilo*fricativa. En el estilo oraciones (M = 0,297; SD = 0,274) las fricativas siempre tienen niveles de sonoridad mayores a las del estilo palabras (M = 0,173; SD = 0,235). Si se observa la Figura 5, que enseña el porcentaje de sonoridad de /s/ y de /ʒ/ por tarea, se ve que las dos líneas son casi paralelas entre la lista de palabras y la lista de oraciones, lo que demuestra que
Variación y cambio de sonoridad de la fricativa postalveolar
53
tanto la /s/ (palabras: M = 0,103, SD = 0,079; oraciones: M = 0,219, SD = 0,183) como la /ʒ/ (palabras: M = 0,261, SD = 0,321; oraciones: M = 0,383, SD = 0,327) son afectadas de la misma manera con el cambio de estilo. El mismo patrón se repite en todos los subgrupos sociales, o sea que la variación estilística parece ser independiente del cambio hacia el ensordecimiento. FIgurA 5 Promedio de porcentaje de sonoridad de /ʒ/ y /s/ en cada uno de los estilos
Fontanella de Weinberg (1978, 1982) encontró un efecto similar para los hablantes con estudios secundarios, pero no para los hablantes con estudios primarios o universitarios, quienes mostraban menor número de variantes ensordecidas en el estilo más cuidado, patrón característico de una variante prestigiosa. Si la sonoridad de /ʒ/ estuviera asociada a prestigio, como afirman Fontanella de Weinberg (1978, 1982) y Wolf (1984), la lectura de palabras aisladas, por ser el estilo más cuidado, debería exhibir niveles más altos de sonoridad. Sin embargo, se ve el efecto contrario, ya que ambas fricativas incrementan su sonoridad en la tarea de lectura de oraciones. Este resultado aparentemente paradójico se puede deber a que el habla del estilo de las oraciones suele ser más rápida. Según Browman/goldstein (1990) y Byrd (1996), en el habla más rápida tiende a haber un incremento en la desincronización de los gestos articulatorios. En el caso de las sibilantes del EBA, el habla más rápida de la lectura de oraciones puede desfavorecer la coordinación de las articulaciones orales con las laríngeas. Como resultado, el gesto laríngeo de sonoridad de la vocal que sigue o precede a la fricativa puede irrumpir en la articulación oral de la fricativa y causar su sonorización completa o parcial.
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Marcos Rohena-Madrazo
Si el habla es más rápida en la lectura de oraciones, ambas fricativas deberían ser más cortas. De ser este el caso, tendría que haber un efecto significativo de estilo en la duración de las fricativas también. TAblA 5 Resumen del modelo de regresión lineal de efectos mixtos ajustado a la duración de la fricativa, con participante como factor aleatorio, para todos los datos respuesta
Duración
Factor predictor
β
(intercepto)
0,139
SE
t
Fricativa
-0,007
0,003
-2,86
Estilo Clase
-0,036
0,002
-22,79
0,003
0,013
[0,27]
Edad
0,029
0,013
2,27
Fricativa:Estilo
0,002
0,002
[0,714]
Fricativa:Clase
0,012
0,003
3,72
Fricativa:Edad
-0,023
0,003
-6,97
Clase:Edad
-0,004
0,018
[-0,20]
Fricativa:Clase:Edad
-0,004
0,005
[-0,95]
Intercepto = /ʒ/, oraciones, mayores, clase media. Los valores entre corchetes indican efectos no significativos.
De hecho, si se realiza un modelo de regresión lineal de efectos mixtos con la variable dependiente de duración (medida en segundos) da resultados muy similares a los del porcentaje de sonoridad (cf. Tabla 5). Hay efectos significativos de los factores fijos fricativa y estilo, aunque también de edad. La duración de /ʒ/ (M = 0,122; SD = 0,038) es significativamente menor que la de /s/ (M = 0,136; SD = 0,038). En el factor estilo, la duración de las fricativas en la lista de palabras (M = 0,149; SD = 0,038) es significativamente mayor que el de las fricativas en la lista de oraciones (M = 0,114; SD = 0,031). La única diferencia, algo extraña, entre los efectos fijos significativos en este análisis y los de sonoridad es el factor edad: las fricativas de los hablantes mayores (M = 0,137; SD = 0,041) tienen mayor duración que las de los jóvenes (M = 0,122; SD = 0,035). Esto podría deberse a razones de desgaste fisiológico con la edad, aunque considerando que ningún participante pasa de los 67 años, esta explicación parece poco probable. Al igual que en el análisis de la sonoridad, las interacciones de fricativa con clase y edad también son reveladoras e, importantemente, la interacción de fricativa*estilo no es significativa, mostrando de nuevo que ambas fricativas son afectadas de la misma manera en el cambio de estilo a otro (cf. Figura 6).
Variación y cambio de sonoridad de la fricativa postalveolar
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FIgurA 6 Promedio de duración de /ʒ/ y /s/ (en segundos) para cada estilo
Un test de Pearson indica que la correlación entre el porcentaje de sonoridad y la duración de la fricativa es significativa y considerablemente fuerte (r(2475) = -0,511; p < 0,001). En otras palabras, mientras más larga es la fricativa menor será su porcentaje de sonoridad. Las correlaciones de duración y sonoridad son significativas tanto para la /ʒ/ (r(1141) = -0,545; p < 0,001) como para /s/ (r(1334) = -0,467; p < 0,001). Esto tiene sentido tomando en consideración las restricciones aerodinámicas encontradas que existen entre la vibración de las cuerdas vocales y la producción de la fricación, discutidas en el apartado 2, mientras más largo sea el tiempo de fricación, más durarán las condiciones adversas para la fonación (ohala/Kawasaki-Fukumori 1997). Mientras más corta y rápida sea la articulación de la fricativa, más probabilidades habrá de que se sonorice. Es posible que la variación estilística, que antes era motivada por factores de prestigio, haya cedido a factores fonéticos. Esto muestra que tanto el cambio hacia el ensordecimiento de /ʒ/ como la variación estilística en sonoridad de las fricativas están motivados por factores aerodinámicos y articulatorios. 7. Conclusión En este capítulo he presentado un análisis acústico instrumental de la variación en el ensordecimiento de la fricativa postalveolar del EBA, comparándola con los niveles de sonoridad de /s/ para determinar en qué etapa se encuentra el cambio. Para los hablantes jóvenes de clase media, la fricativa postalveolar se ha ensordecido a
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Marcos Rohena-Madrazo
un nivel equivalente a los de la otra fricativa sibilante fonológicamente sorda: /s/. Esto es evidencia de que el cambio hacia el ensordecimiento –lo que había sido antes un ejemplo clásico de cambio en marcha– para un grupo de hablantes del español de Buenos Aires ya ha llegado a su culminación. Para el inventario fonológico de estos hablantes, sería más apropiado hablar ya no de /ʒ/, sino de un fonema de fricativa postalveolar sorda /ʃ/. Según los hallazgos de Chang (2008), para los hablantes de la generación más joven el ensordecimiento ya se había completado. En los resultados del presente estudio se ve que este no parece ser el caso, dado que los jóvenes de clase alta todavía mantienen niveles de sonoridad más altos que los de una fricativa sorda. Estos resultados también confirman que el barrio, como índice de clase social, sí parece afectar el nivel de sonoridad de la /ʒ/. Aunque el ensordecimiento de /ʒ/ pueda haber parecido una variable estable, con función de indicador social para la clase alta, como había notado Wolf (1984), el análisis instrumental de este estudio presenta evidencia de que la sonorización de /ʒ/ está cediendo al ensordecimiento en la clase alta también, aunque más lentamente. En los grupos que mantienen una diferencia entre la sonoridad de la /ʒ/ y de la /s/ los niveles de sonoridad no son los mismos, ya que los hablantes jóvenes de clase alta y los hablantes mayores de clase media sonorizan menos que los mayores de clase alta. La sonoridad de la /ʒ/ indudablemente sigue siendo una variable sociolingüística en el español de Buenos Aires, pero aunque aún pueda funcionar como indicador social para algunos hablantes, el cambio sigue en marcha para los que no se han completado todavía. Los resultados de esta investigación sugieren que el ensordecimiento de /ʒ/ sí es afectado por el factor estilo, pero no en términos sociales clásicos de normas de prestigio, como había descrito Fontanella de Weinberg (1978, 1982) para Bahía Blanca. Ambas fricativas exhiben niveles más altos de sonoridad en la lista de oraciones, estilo menos formal que la lista de palabras aisladas. Las diferencias en los niveles de sonoridad pueden cambiar de acuerdo con la rapidez del habla y la coordinación de los gestos articulatorios; por lo tanto, estas diferencias estilísticas se deben seguramente a las diferencias en velocidad del habla que hay entre la lectura de un texto y la de palabras aisladas. La variación estilística, más que de prestigio, parece depender de factores fonéticos. Este estudio instrumental de la sonoridad de la fricativa /ʒ/ proporciona información sobre la estratificación social del fenómeno del ensordecimiento, confirmando algunas predicciones de estudios anteriores en los que se había encontrado que los hablantes jóvenes de clase media eran los líderes del cambio. Una descripción acústica detallada de la variación en sonoridad de /ʒ/ nos puede revelar mucho, particularmente sobre su distribución en la comunidad lingüística. Sin embargo, no nos puede brindar mucho para determinar la compleción del ensor-
Variación y cambio de sonoridad de la fricativa postalveolar
57
decimiento, porque no considera la variabilidad inherente de las fricativas sordas en el sistema. El estudio presentado aquí propone un método independiente para establecer la compleción del cambio, al comparar los niveles de sonoridad de la variable sociolingüística /ʒ/ con los niveles de sonoridad de /s/, una fricativa fonológicamente sorda que no está asociada a factores sociales. El entendimiento de la variabilidad inherente al sistema nos brinda una base más firme desde donde abordar los temas de variación sociofonética y cambio fonológico en las sibilantes del español de Buenos Aires.
Capítulo 3 ANÁLiSiS SoCioFoNéTiCo DE LA ALTERNANCiA LABiAL-vELAR EN EL ESPAñoL DE CoRRiENTES natalia mazzaro University of Texas-El Paso
1. Introducción1 La alternancia labial-velar de fricativas y aproximantes es un fenómeno frecuente en diversos dialectos del español (Colombia, Nuevo México, El Salvador, Ecuador, Chile y México, entre otros). La fricativa labiodental /f/ alterna con la velar /x/ cuando está seguida de los diptongos , y la vocal . Así, una palabra como fuerza puede variar entre [f]uerza o [x]uerza en hablantes con poca educación formal (Quilis 1993: 283). Por su parte, la aproximante bilabial [β] alterna con la velar [ɣ], cuando precede a los diptongos , y a la vocal . Una palabra como abuelo puede realizarse como a[β]uelo o a[ɣ]uelo2. Además, la alternancia labial-velar es un fenómeno observado sincrónica y diacrónicamente en distintas lenguas y dialectos del español. Aunque este fenómeno ha sido descrito dentro de la lingüística histórica (Lloyd 1987; Penny 1991), aún no ha sido sometido a un análisis sincrónico, ya sea fonético o sociolingüístico. Sin embargo, el único modo de entender en profundidad los motivos y los mecanismos del cambio de sonido es analizar las características físicas (articulatorias y acústicas) de los sonidos involucrados (fonética), así como también los aspectos sociales del uso del lenguaje (sociolingüística). Dado que varias lenguas presentan alternancia labial-velar/velarlabial, por ejemplo, el coreano, el mandarín y el rumano, este análisis revelará aspectos naturales y universales de la variación y el cambio del lenguaje.
Deseo agradecer a irene Pérez y a Fabián Brisuela por su apoyo en la etapa de recolección de datos, a la Prof. Colantoni por su guía constante, a los revisores anónimos y a Anna Limanni por la edición de este trabajo, a Martín Lazzari por su ayuda con el análisis de los datos y a virginia Mazzaro por su increíble esfuerzo en la transcripción de las entrevistas. Todos los errores e inexactitudes son responsabilidad mía. 2 Nótese que /b/ y /g/ se realizan como [b] y [g] después de consonante nasal y de pausa, y como [β] y [ɣ] en los demás contextos (Quilis 1993: 201). 1
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Natalia Mazzaro
Este estudio tiene dos propósitos: 1) investigar los motivos perceptuales que condicionan las alternancias [f] > [x] y [b] > [ɣ], y 2) examinar su propagación en la comunidad de hablantes. En otras palabras, se estudiarán tanto las causas como la difusión de este fenómeno de variación lingüística. La hipótesis que se propone es que la alternancia labial-velar se origina en la similitud perceptual entre fricativas y aproximantes labiales y velares en el contexto de las vocales redondeadas [o, u] y de los diptongos [we], [wi]. La similitud acústica causa confusión y la confusión puede llevar a la variación sincrónica y, eventualmente, al cambio (ohala 1993). Se sostiene, además, que la variación labial-velar será menor en los grupos con mayor educación formal debido a que la ortografía ayuda a resistir cambios originados en la percepción. Este capítulo está organizado de la siguiente manera: el apartado 2 comienza con un resumen del desarrollo diacrónico de /f/ y /b/. El apartado 3 resume las características acústicas y perceptuales de las fricativas y aproximantes labiales y velares. Las preguntas de investigación y teorías de cambio de sonido sobre las cuales se basa este análisis se ofrecen en el apartado 4. La hipótesis se discute en el 5 y los métodos de recolección de datos, los sujetos y el lugar de investigación se describen en el 6. Finalmente, los resultados se presentan en el 7, seguidos por la discusión y conclusión en el 8. 2. Evidencia diacrónica 2.1. el cambio que afectó a /f/ En el desarrollo del latín al español antiguo, las seguidas por /a, e, i, o, u/ desaparecieron a causa de un proceso de debilitamiento que convirtió las [f] en [h] y luego en [Ø]. Por ejemplo, [f]arina pasó a ser [h]arina y luego [Ø]arina. Aunque las razones de este proceso fueron muy debatidas (Lloyd 1987), es importante resaltar que la /f/ ya ha sufrido cambios en el desarrollo diacrónico de la lengua y que esto indica un cierto nivel de inestabilidad al que esta fricativa está sujeta. Aunque el proceso diacrónico es similar al sincrónico, en lo que concierne al sonido afectado, tanto los contextos fonéticos en que se producen (ante vocales en el español antiguo y ante [w] en el español actual) como el resultado final ([Ø] en español antiguo y [x] en el argentino contemporáneo y en otros dialectos del español) son diferentes. Esto se verá en detalle en el análisis sociolingüístico ofrecido en el apartado 6.1.
Análisis sociofonético de la alternancia labial-velar
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2.2. el cambio que afectó a /b/ De acuerdo con mis registros, una de las primeras evidencias escritas de la alternancia labial-velar en el español de la Argentina data de 1872, en el poema épico del escritor argentino José Hernández (1953) El Gaucho Martín Fierro3. El habla del gaucho Martín Fierro presenta casos de alternancia labial-velar en /f/ y /b/ seguidas de [u], [we] y [wi]. Por ejemplo, el gaucho dice güeno en lugar de bueno (Hernández 1953 25). Esto no significa que la alternancia labial-velar se haya originado con los gauchos en el siglo xix. Al igual que sucede con la mayoría de las variaciones sincrónicas, estas permanecen en el habla por un tiempo considerable antes de ser reflejadas en la escritura. 3. Acerca del origen del cambio de sonido Uno de los descubrimientos más importantes de la fonética experimental fue poner en evidencia la gran cantidad de variación en la pronunciación, no solo en distintos hablantes, sino también dentro del mismo hablante. ohala (1989) sostuvo que la variación sincrónica en el lenguaje muestra un inusual paralelismo con los cambios de sonido que se manifiestan en variaciones dialectales. Por variación, Ohala (1989) se refiere a la ‘variación oculta’, es decir, la variación en la pronunciación que tanto hablantes como oyentes no reconocen normalmente como variación. En una situación de habla normal, sin embargo, los oyentes son capaces de descartar distorsiones debido a efectos coarticulatorios, ruido ambiental, etc. Pero en otras circunstancias, como sucede con oyentes novatos o analfabetos, no se aplican las correcciones debidas y se toma la señal errónea tal como fue percibida. De este modo, lo que era ruido en la señal termina interpretándose como la pronunciación intencional. El error en la percepción de un sonido es un buen candidato a ser un cambio del sonido en la producción. ohala (1989, 1993) y Blevins (2004) ubican el mecanismo del cambio de sonido en el dominio de la fonética y principalmente en el oyente (no en el hablante). Estas teorías tratan las condiciones previas al origen del cambio de sonido, pero no intentan explicar la propagación de tales cambios en la comunidad de
3 Dado que muchos escritores suelen manipular el lenguaje para crear distintos efectos, muchas veces se argumenta que las obras literarias no pueden ser usadas como evidencia lingüística. Sin embargo, es un hecho que José Hernández vivió muchos años como gaucho y su representación del habla rural no pretendía ser una burla a los gauchos, sino por lo contrario, una evocación romántica de la vida rural.
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Natalia Mazzaro
hablantes. En los términos de ohala (1989), la teoría se concentra en el origen del ‘mini-cambio’ de sonido, no en cómo se desarrolla un ‘maxi-cambio’ de sonido (propagación del cambio). Para explicar cómo una innovación se transmite, es necesario analizar los factores lingüísticos y extralingüísticos que influyen en el cambio. Este análisis se puede realizar dentro de la estructura de la sociolingüística variacionista desarrollada por Labov (1963). El método variacionista toma como locus de análisis el habla natural recolectada en su contexto social. Este enfoque asume que la variación es una parte integral de la capacidad lingüística y que se origina en una competencia subyacente que es probabilística (Cedergren/Sankoff 1974). Usando el método variacionista es posible determinar el efecto de los factores contextuales en la elección de una variante. 4. Hipótesis Este estudio propone que [f] ~ [x] y [β] ~ [ɣ] son buenos candidatos para la variabilidad sincrónica debido a la similitud perceptual entre fricativas labiales y velares, por un lado, y entre aproximantes labiales y velares, por el otro. La similitud perceptual hace difícil la discriminación entre estos sonidos e introduce variación en la percepción. La variación en la percepción da origen a variación en la producción (ohala 1993). Arguyo que dos de los factores más importantes en la posibilidad de la realización de la alternancia labial-velar son el contexto fonético y la educación. Con respecto al factor fonético, los segmentos siguientes [o, u] y [we, wi] favorecen la alternancia. Con respecto a la educación formal, se predice menos alternancia en hablantes con mayor educación formal, ya que la ortografía ayuda a clarificar señales de sonido ambiguas. 5. Metodología y datos 5.1. participantes Los datos presentados en este trabajo provienen de entrevistas sociolingüísticas y experimentos de percepción con hablantes nativos del español de Caá Catí, Corrientes. Los sujetos, nativos de Caá Catí, fueron seleccionados de acuerdo con las características sociales de edad, educación y sexo. Aquellos hablantes que se ausentaron de Caá Catí por más de cinco años no fueron considerados para el estudio, ya que se buscaban muestras de habla que no estu-
Análisis sociofonético de la alternancia labial-velar
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vieran influidas por otras variedades de español4. De un total de 45 sujetos, 22 fueron seleccionados para el análisis: 12 mujeres y 10 hombres. Aquellos participantes con seis años o más de educación primaria fueron considerados de ‘nivel educativo alto’, mientras que aquellos con primaria incompleta o menos de seis años de educación formal fueron considerados de ‘nivel educativo bajo’. Se distribuyó a los sujetos en tres grupos etarios: jóvenes (18-33), adultos (34-65) y mayores (+ 66)5. TAblA 1 Distribución de los sujetos de acuerdo con las categorías sociales de edad, sexo y educación
Edad
Sexo Jóvenes Adultos Mayores
Total (22)
Educación Nivel educativo alto Nivel educativo bajo Mujeres Hombres Mujeres Hombres 3 4 1 2 3 3 2 1 1 2 7 8 5 2
Tal como lo muestra la Tabla 1, los participantes están distribuidos de manera despareja en los grupos sociales divisados. Por ejemplo, fue difícil encontrar hablantes ‘jóvenes’ de ‘nivel educativo bajo’, mientras que fue más fácil encontrar hablantes mayores de ‘nivel educativo bajo’. Esto se debe a que las oportunidades de educación en Caá Catí han mejorado gracias a que se han abierto escuelas secundarias y terciarias en el pueblo. Por ejemplo, la escuela secundaria Almirante Brown se fundó en 1957, y la terciaria recientemente. 5.2. procedimiento Los sujetos fueron seleccionados usando la técnica de reclutamiento “amigo de un amigo” (‘friend-of-a-friend’) (Milroy 1987). Las entrevistas duraron alrededor de 45 minutos y fueron seguidas por el experimento de percepción que duraba 15 minutos. Las preguntas en la entrevista estaban organizadas en módulos (Labov Más detalles acerca de la selección de los sujetos se ofrecen en Mazzaro (2011). La clasificación en diferentes grupos de edades se basó en estudios sociolingüísticos previos sobre el español de la Argentina (Fontanella de Weinberg 1974; Terrell 1978; Sonou de los Ríos 1989). 4 5
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Natalia Mazzaro
1984) que representan distintos temas, por ejemplo, el barrio, actividades sociales y de esparcimiento, la infancia, etc. Todas las sesiones empezaban con la entrevista y terminaban con el experimento, el cual era más controlado y formal. Ya que esta investigación explora la correlación entre datos sociolingüísticos y experimentales, aquellos participantes que no completaron las dos partes no fueron incluidos en este estudio. Las entrevistas y experimentos fueron grabados con un grabador digital portátil profesional de dos canales marca M-Audio modelo Microtrack 24/96 y con un micrófono de solapa Audio Technica AT831-SP. Los estímulos fueron escuchados por medio de auriculares Logitech USB headset 350, que cancelan los ruidos externos. 5.3. análisis Los ejemplos que contenían las variantes de /f, x, b, g/ fueron analizados con un programa hecho especialmente para este estudio (Lazzari 2009), que identifica los sonidos relevantes codificando automáticamente los factores independientes y permitiendo al investigador clasificar la variable dependiente (una descripción más detallada se encuentra en Mazzaro 2011). El análisis de las entrevistas se basó en la transcripción auditiva de los sonidos. Cada fonema fue clasificado en sus correspondientes variantes, presentadas debajo junto con los ejemplos extraídos de las entrevistas: /b/ → [b] o [β], [ɣ], [Ø] Aproximante labial sonora [β] y oclusiva [b]: (1) Y yo [β]ine acá cuando ya tenía 15 años. (2) Son [b]illetes de Canadá. Alternancia labial-velar [ɣ]: (3) Acá por ejemplo a la [ɣ]uelta hay un doctor que le gusta el dulce de mamón que hago yo. Elisión de /b/ [Ø]: (4) […] me gusta mucho hablar en guaraní pero sa[Ø]és que, a [β]eces me atajo un poco […]. /ɡ/ → [ɣ] o [ɡ], [Ø] Aproximante velar sonora [ɣ] y oclusiva [ɡ]: (5) […] estaba perdiendo 1 a 0, pero después rapidito le empató y se ve que hizo el otro, yo no vi el se[Ø]undo [ɣ]ol, yo escuché que gritaron todos nomás. (6) Veo un [ɡ]ato y corro […].
Análisis sociofonético de la alternancia labial-velar
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/f/ → [f], [x], [Ø] Fricativa labial sorda [f]: (7) Y él [f]alleció cuando mis tíos eran chicos todavía. Alternancia labial-velar [x]: (8) Yo le dije a la señora del ingeniero para ir a[x]uera […]. Elisión de /f/ [Ø]: (9) No, pro[Ø]esor de boxeo era. /x/ → [x], [h], [f] Fricativa velar sorda [x]: (10) Un palito que se rompió detrás del baño que era todo de [f]unco, nuestro baño la pared le hacen todo de [x]unco como techo de paja, le armó este la pared del baño […]. Fricativa sorda [h]: (11) Hay mucha [h]ente comprando comida […].
El fonema fricativo velar /x/ fue casi categóricamente realizado como [x] y, por este motivo, excluido del análisis. Hubo pocos casos de elisión de /f/ (1%), por lo que se excluyó esta variante del análisis. Por lo contrario, la elisión de /b/ es bastante frecuente en el habla (13%), por lo que se la incluyó en el análisis. En resumen, las variantes consideradas para el análisis sociolingüístico son: [f], [x] (alternancia labial-velar de /f/), [β], [ɣ] (alternancia labial-velar de /b/), y [Ø] (elisión de /b/). Los datos fueron transportados a Goldvarb X (Sankoff et al. 2005) donde se sacaron los porcentajes y las probabilidades de realización de cada variante. 5.3.1. Factores sociales Los factores sociales que se evalúan son edad, educación y sexo. Con respecto a la edad, una mayor frecuencia de alternancia en los grupos de hablantes jóvenes indicaría un cambio lingüístico en progreso (Labov 1963, 1966). Con respecto a la diferenciación en el habla entre hombres y mujeres, los resultados más claros y consistentes en la investigación sociolingüística demuestran que en situaciones de variación estable, los hombres usan más frecuentemente variantes subestándares, mientras que las mujeres favorecen el empleo de las variantes con mayor prestigio social. En la mayoría de los cambios lingüísticos las mujeres tienen un porcentaje más alto de las variantes innovadoras, sean estas estándares o subestándares (Labov 1990). Siguiendo los
66
Natalia Mazzaro
principios mencionados por Labov, si la alternancia labial-velar es un caso de variación estable, entonces los resultados deberían mostrar que los hombres tienen un porcentaje más alto de uso de las variantes no estándares (alternancia [x] y [ɣ], y elisión de /b/), mientras que si hay un cambio lingüístico, las mujeres deberían favorecer el uso de estas. Dado que este tipo de variación se encuentra bloqueada por la educación formal (ver discusión a continuación) no se espera que sea un caso de cambio lingüístico. Con respecto al efecto de la lectoescritura en la pronunciación, las investigaciones señalan que durante el aprendizaje escolar la correspondencia entre fonema y grafema está fuertemente relacionada, de manera que se la considera como las dos caras de la misma moneda (Frost/Ziegler 2007). La conciencia fonológica, es decir, la capacidad de manipular fonemas, también depende de la adquisición de la lectoescritura (Carroll et al. 2003; Port 2007, 2008)6. En otras palabras, la adquisición de la lectoescritura da forma al sistema perceptual de manera que los oyentes integran la señal acústica con el símbolo ortográfico correspondiente. Por consiguiente, al haber adquirido los grafemas correspondientes, los hablantes con más educación formal deberían mantener una distinción más clara entre los fonemas /f/ ~ /x/ y /b/ ~ /ɡ/ que los hablantes con menos educación formal. Dado que la confusión entre sonidos da lugar a más variación en la pronunciación (cf. apartado 4), se espera más variación en la pronunciación (es decir, más alternancia) en hablantes con poca educación formal. 5.3.2. Factores lingüísticos Estudios preliminaries de la alternancia labial-velar en fricativas (Mazzaro 2005) y aproximantes (Mazzaro 2010) demuestran que estos fenómenos están fuertemente condicionados por las vocales redondeadas [o] y [u] y los diptongos [we] y [wi], con altos niveles de alternancia en estos contextos. Pero estos estudios previos carecen de un análisis probabilístico y, por ende, no indican la importancia relativa de cada grupo de factores, como la acentuación y la posición del sonido en la palabra y en la posibilidad de realización de la alternancia. Considerando todos los factores en el mismo análisis es posible evaluar la magnitud de la contribución de cada grupo de factores en la probabilidad de la realización de cada variante.
Cuando se habla de adquisición de la lectoescritura, se hace referencia a la adquisición del alfabeto romano, en el cual se mantiene una estrecha correlación entre grafema y segmento fonético. 6
Análisis sociofonético de la alternancia labial-velar
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Debido a que algunos trabajos han señalado que el fortalecimiento (MacLeod 2009) y el debilitamiento (Cole et al. 1999; ortega-Llebaría 2004; Colantoni/ Marinescu 2010) de aproximantes puede ser condicionado por los contextos precedentes y siguientes, el factor contextual fue considerado en este estudio. Con respecto a la alternancia labial-velar y a la elisión de /b/, se predice que el segmento precedente condicione la realizacion de [ɣ] y [Ø], ya que las aproximantes son afectadas por la coarticulación de los segmentos precedentes y siguientes. En primer lugar, se hipotetiza que las vocales redondeadas y los diptongos [we, wi] favorezcan la realización de la alternancia. En segundo lugar, investigaciones previas (Navarro Tomás 1957) reportaron que la posición intervocálica conduce al debilitamiento y elisión de obstruyentes, por lo que es probable que haya más elisión de /b/ entre vocales. Las fricativas no sibilantes, por otro lado, tienden a ser afectadas solo por el contexto siguiente (Mazzaro 2005, 2010), ya que existe más variación ante [u, we, wi], cualquiera sea el contexto anterior. Por ende, se espera un porcentaje más alto de alternancia labial-velar en estos contextos. La influencia de la acentuación ha sido observada en una variedad de procesos fonológicos en muchas lenguas. Se ha apuntado que condiciona al debilitamiento de oclusivas sonoras (Cole et al. 1999; ortega-Llebaría 2004; Colantoni/ Marinescu 2010, entre otros). En general, las sílabas acentuadas son más prominentes que las inacentuadas debido al aumento de tono, duración e intensidad (Hualde 2005). Esto indica una ventaja perceptual de las sílabas acentuadas, ya que una elevada prominencia acústica da lugar a una mejor percepción del sonido. De esta manera, se predice menor confusión y menor variabilidad en las sílabas acentuadas. La articulación de los segmentos también está condicionada por su posición en los diferentes niveles prosódicos (sílaba, palabra o niveles más altos) (Fougeron 1999). Se ha observado que la articulación de los segmentos es diferente en posición inicial, media o final dentro del constituyente. Si la alternancia labial-velar fuera un caso de fortalecimiento, su realización sería más común en posición inicial de la palabra, mientras que si fuera un caso de simple alternancia de dos sonidos parecidos debería haber más variación en posición media de la palabra. Debido a que la posición media es menos prominente, se espera que haya más variación de sonidos perceptualmente similares7. La Tabla 2 resume los factores sociales y lingüísticos que se tuvieron en cuenta en el análisis de /b/ y /f/.
La frecuencia del lema es otro factor tenido en cuenta en el análisis de la propagación de la alternancia labial-velar, pero por razones de espacio no se incluye en el presente capítulo (cf. Mazzaro 2011). 7
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Natalia Mazzaro
TAblA 2 Factores lingüísticos y extralingüísticos considerados en el análisis de la alternancia labial-velar Factores sociales
Factores lingüísticos Contexto precedente vocales /a/, /e/, /i/, /o/, /u/ Consonantes Pausa Contexto siguiente vocales /a/, /e/, /i/, /o/, /u/ Diptongos /we/, /wi/ Acentuación Acentuado inacentuado Posición inicial Media
Edad Joven (18-33) Adulto (34-65) Mayor (+ 66) Educación Nivel Educativo Alto (primaria completa y más) Nivel Educativo Bajo (sin educación o con primaria incompleta) Sexo Mujeres Hombres
5.4. resultados 5.4.1. Alternancia labial-velar de fricativas La distribución general de las variantes de /f/ en el español de Caá Catí se encuentra en la Tabla 3. Como se explicó anteriormente, la clasificación de variantes fue auditiva, es decir que al no haber estudio acústico en esta fase no es relevante distinguir si la /f/ se realizó como [x] o [h]. TAblA 3 Distribución general de las variables de /f/ en el español de Caá Catí [f] [x] [Ø]
% 91,7 7,3 1 N total
N 1661 132 18 1811
De acuerdo con la Tabla 3, [f] tiene el porcentaje más alto de uso (91,7%), seguido por la alternancia labial-velar –en adelante [x]– (7,3%) y la elisión, con un porcentaje mucho más bajo (1%.) La tabulación cruzada de los factores de
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Análisis sociofonético de la alternancia labial-velar
acentuación y posición (cf. Tabla 4) muestra que la alternancia es más frecuente en posición inicial acentuada (12%). Esto indicaría que [x] es un tipo de fortalecimiento, ya que ocurre principalmente en contextos prominentes. Los demás contextos revelan una frecuencia casi categórica de [f]. TAblA 4 Distribución de las variantes de /f/ de acuerdo con los factores de acentuación y posición en la palabra
Inicial
Media
[f] [x] [Ø] [f] [x] [Ø]
Acentuada N % 700 87 100 12 1 0 199 93 15 7 0 0
Inacentuada N % 440 96 16 4 0 0 321 95 1 0 17 5 N total
N total 1140 116 1 520 16 17 1810
Las 16 ocurrencias de [x] encontradas en posición inicial no acentuada corresponden a los términos fulano/a y fulanito/a, fumar, fundir y fundamental. La mayoría de los casos de alternancia en posición acentuada media corresponden a afuera, mientras que 15 de los 17 casos de elisión de /f/ en posición media inacentuada corresponden al lema profesor y los dos restantes a la palabra suficiente. La elisión de /f/ en suficiente es un fenómeno peculiar, ya que la vocal siguiente [i] es una vocal que no presenta un alto porcentaje de elisión. La elisión de /f/ en profesor podría estar relacionada con un efecto de difusión léxica, ya que esta palabra es muy frecuente en el habla diaria. Teniendo en cuenta que la alternancia ocurre mayormente en posición inicial acentuada, los otros contextos fueron removidos del análisis. Todas las vocales siguientes en las cuales no había mucha variación fueron colapsadas. Es interesante notar que se registró muy poca alternancia ante vocales redondeadas [o, u] (/f/ 15,6%8 and /b/ 1,8%), el cual, según la hipótesis propuesta, era un contexto que favorecía la alternancia. Por consiguiente, el análisis del segmento siguiente involucra las vocales, por un lado, y los diptongos [we, wi], por el otro. En este trabajo se omitirá el análisis del segmento precedente, ya que no influye signi-
De 19 realizaciones, 16 corresponden a las palabras fulano/a y fulanito/a, fumar, fundir y fundamental. 8
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ficativamente en la probabilidad de la realización de alternancia (cf. Mazzaro 2011). Luego de todas las exclusiones y reordenamiento de datos, 1416 casos de /f/ fueron considerados para el análisis binomial con Goldvarb X. La Tabla 5 presenta los resultados del análisis multivariado de aquellos factores que afectan la alternancia de /f/. Primero, se definirán brevemente algunos de los términos utilizados en la tabla. La ‘probabilidad de realización’, también conocido como ‘media corregida’, es la tendencia global de aplicación de la regla (es decir, de la alternancia). Los valores mayores que 0,5 favorecen y los menores que 0,5 desfavorecen la realización de la variante en cuestión. El ‘logaritmo de la probabilidad’ se refiere a la precisión del análisis (las medidas cercanas a 0 representan un análisis más certero); ‘rango’ a la fuerza relativa de cada grupo de factor; y ‘prob.’ a la influencia de cada factor en la realización de la variante. TAblA 5 Análisis de regla variable de los factores que contribuyen a la probabilidad de la realización de la alternancia labial-velar de /f/ variante Probabilidad de realización Logaritmo de la probabilidad N total gF*1: Sexo + Educación + Edad Hombre joven con NEB** Mujer mayor con NEB Mujer adulta con NEB Mujer jóven NEB Hombres y mujeres adultos NEA*** Hombres y mujeres jóvenes NEA Hombres y mujeres mayores NEA Rango gF3: Segmento siguiente Diptongos [we, wi] Vocales [a, e, i, o, u] Rango
Prob.
[x] 0,002 -149,450 1416 %
N
0,95
37
46
0,93 0,92 0,83 0,46 0,18 0,11 84
30,4 25,6 12 3,2 0,6 0,5
161 43 25 616 330 195
0,98 0,12 86
22 0,2
459 957
* gF = grupo de Factor; ** NEB = Nivel Educativo Bajo; *** NEA = Nivel Educativo Alto.
El segmento siguiente es el factor que más fuertemente influye en la realización de la alternancia labial-velar de /f/ (rango 86), con los diptongos [we, wi] favoreciendo la realización de [x] (0,98) y las vocales desfavoreciéndola (0,12).
Análisis sociofonético de la alternancia labial-velar
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El grupo de factores sociales también constituye un condicionamiento importante en la probabilidad de la realización de [x] (rango 84). La diferencia más clara está entre los hablantes de ‘nivel educativo alto’ y los de ‘nivel educativo bajo’: los últimos tienden a realizar [x], lo que no hacen los primeros. De hecho, con excepción de los adultos, los hablantes de ‘nivel educativo alto’ casi no presentaron casos de alternancia labial-velar. Dentro de la población de ‘nivel educativo bajo’, los ‘hombres jóvenes’ (0,95), las ‘mujeres mayores’ (0,93) y ‘adultas’ (0,92) tienen la probabilidad más alta de realización de [x]. La explicación que puede dar cuenta de la probabilidad más alta de [x] en ‘hombres jóvenes de nivel educativo bajo’ que en ‘mujeres jóvenes de nivel educativo bajo’ es que los tres hombres de ‘nivel educativo bajo’ eran totalmente analfabetos, mientras que la única mujer de ‘nivel educativo bajo’ tenía cinco años de educación. Desafortunadamente, fue difícil encontrar mujeres jóvenes analfabetas en la comunidad, lo que hace que la comparación con los hombres no sea del todo adecuada. Con respecto a la edad, los resultados de las ‘mujeres de nivel educativo bajo’ demuestran una probabilidad más alta de [x] entre las ‘mujeres mayores’ (0,93), seguidas por las ‘adultas’ (0,92) y las ‘jóvenes’ (0,83). Estos resultados revelan que el uso de [x] aumenta con la edad del hablante. Ya que solo había un grupo de edad de ‘hombres de nivel educativo bajo’, no fue posible comparar estos resultados con los de las ‘mujeres de nivel educativo bajo’. El hecho de que los hablantes mayores, que en este estudio tenían menos educación que los más jóvenes, tengan las probabilidades más altas de [x], da más relevancia a la hipótesis de la educación formal como fuerza frenadora de la variación. Resumiendo, fueron confirmadas las hipótesis de que tanto los diptongos [we, wi] como la falta de educación formal de los hablantes favorecen la realización de [x]. La interacción entre edad y sexo parece señalar que, en esta comunidad lingüística, el fenómeno de alternancia está en receso, ya que el porcentaje de alternancia decrece en los grupos más jóvenes. El hecho de que fuera más fácil encontrar hablantes mayores de nivel educativo bajo que hablantes jóvenes y adultos de nivel educativo bajo indica mejores posibilidades educativas en el presente. Se puede predecir que cuando estos jóvenes alcancen la edad adulta, habrá menos personas de nivel educativo bajo que ahora y, por ende, menos alternancia labial-velar. La influencia positiva de la acentuación y la posición inicial en la probabilidad de realización de [x] es una evidencia importante que indica que la alternancia es un proceso de fortalecimiento, el cual ocurre en los contextos fonéticos más prominentes (Keating et al. 2003). La comparación de estos resultados con los de la alternancia labial-velar de /b/ será altamente informativa, pues en este estudio se demostrará que los mismos condicionamientos fonológicos están operando en los dos tipos de alternancia.
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5.4.2. Distribución general de las variantes de /b/ La Tabla 6 presenta la distribución general de las variantes de /b/ en el español de Caá Catí. TAblA 6 Distribución general de las variantes de /b/ en el español de Caá Catí [β] o [b] [ɣ] [Ø]
% 84 3,5 13 N total
N 6931 286 1067 8284
De un número total de 8284 casos, [β] es la variante más frecuente (84%), seguida por la elisión de /b/ (13%) y la alternancia labial-velar (3,5%). Comparado con /f/, la elisión de /b/ es mucho más frecuente (13% vs. 1% para elisión de /f/), pero la alternancia labial-velar de /f/ es más frecuente que la de /b/ (7,3% vs. 3,5%, respectivamente). El debilitamiento y la elisión de aproximantes es un fenómeno común en los distintos dialectos del español, y ha sido frecuentemente estudiado (Cole et al. 1999; ortega-Llebaria 2004; Colantoni/Marinescu 2010). Pero, a mi entender, no se han realizado estudios sociolingüísticos de la alternancia labial-velar que afecta a las aproximantes del español, por lo que es difícil comparar estos datos con los de otros estudios. Como se notara para /f/, los segmentos precedentes que comparten el modo de articulación y tienen una distribución similar de las variantes fueron colapsados: /r/ con /l/ y /n/ con /m/. La tabulación cruzada entre acentuación y posición también revela un porcentaje de alternancia mayor para /b/ en posición inicial acentuada (6%). Como se observa en la Tabla 7, la alternancia de /b/ también ocurre en posición media acentuada. Esto difiere del patrón de alternancia de /f/, ya que [x] solo se da en posición inicial acentuada. Sin embargo, hay un efecto léxico fuerte que influye en estos resultados, pues casi todos los casos de alternancia en posición media acentuada corresponden a la palabra abuelo. Es importante agregar que abuelo se aprende temprano en la infancia, mucho antes de la alfabetización, lo que refuerza la hipótesis de la influencia de la educación en el bloqueo de la alternancia labial-velar. Excluyendo abuelo del análisis, la alternancia tiene lugar principalmente en posición inicial acentuada. Debido a este efecto léxico, y también a que abuelo se realiza con alternancia por casi todos los hablantes más allá de sus características sociales, esta palabra fue excluida del análisis. La importancia del efecto de posición y acentuación no fue anticipada por la hipótesis propuesta
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Análisis sociofonético de la alternancia labial-velar
TAblA 7 Tabulación cruzada de acentuación y posición para las variantes de /b/ Acentuada N % Inicial
Media
Inacentuada N %
N total
[β]
2733
84
963
95
3696
[ɣ]
211
6
4
0
215
[Ø]
304
9
43
4
347
[β] [ɣ] [Ø]
1304 70 155
85 5 10
1931 1 565
77 0 23 N total
3235 71 720 8284
originalmente, pero es auspicioso notar que el mismo efecto prevalece en la alternancia tanto de fricativas como de aproximantes. 5.4.3. La alternancia labial-velar de aproximantes La Tabla 8 presenta los resultados del análisis multivariado para los grupos de factores internos y externos que se proponen como relevantes para la realización de [ɣ]. Dado que la alternancia se da principalmente en posición inicial acentuada, el análisis binomial para la alternancia de /b/ solo incluirá los casos en dicha posición. Esto quiere decir que la probabilidad de 0,288 es una indicación general de la fuerza de la alternancia exclusivamente en posición inicial acentuada. Los segmentos precedentes [d] y [u] fueron excluidos del análisis por no haber alternancia en estos contextos. Ya que la variación solo ocurre con los segmentos siguientes [we] y [wi], el resto de las vocales no fueron consideradas en el análisis de la alternancia. Finalmente, 145 casos de abuelo fueron excluidos dejando un total de 577 casos donde [β] y [Ø] varían con [ɣ]. Hay que aclarar que como los grupos de factores segmento siguiente, acentuación y posición quedaron con un único factor, no pudieron entrar en el análisis y, por ende, no son presentados en la Tabla 8. El factor que más fuertemente influyó sobre la probabilidad de realización de la alternancia labial-velar es el factor social educación + edad + sexo (rango 74). La hipótesis de que los hablantes de menos educación tendrían más alternancia fue confirmada por los resultados que muestran una probabilidad más alta de realización de [ɣ] en hablantes de poca educación formal. Esto parecería sugerir que [ɣ] es un caso de cambio lingüístico. Pero considerando que los hombres tienden a favorecer [ɣ] más que las mujeres, la alternancia parece ser más un caso de variación estable asociado con la edad (“age graded variation”, Labov 2001a: 446).
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TAblA 8 Análisis multivariado de la contribución de factores externos e internos seleccionados como significativos a la probabilidad de realización de la alternancia labial-velar variante Probabilidad de la realización Logaritmo de la probabilidad N total Fg1: Sexo + Educación + Edad Hombre joven con NEB Mujer adulta con NEB Mujer joven con NEB Mujer mayor con NEB Hombre joven con NEA Mujer joven con NEA Hombre adulto con NEA Mujer adulta con NEA Mujer mayor con NEA Hombre mayor con NEA Rango Fg2: Contexto precedente Líquidas [r, l] [a] [e] Nasales [s] [o] [i] Pausa Rango
[ɣ] [ɣ] -284,684 577 Prob.
%
N
0,95 0,83 0,82 0,75 0,74 0,64 0,59 0,27 0,10 0,07 74
87,5 68,8 66,7 55,4 55,4 45,3 34,4 14,2 4,4 3,3
32 16 15 83 56 53 90 134 68 30
0,63 0,62 0,58 0,54 .0,50 0,50 0,47 0,31 32
50 47,5 42,3 41,8 40,6 40 32,6 18,8
8 80 78 55 32 40 172 112
A diferencia de la alternancia de /f/, el ‘segmento precedente’ fue seleccionado como significativo por el análisis multivariado. Las líquidas precedentes (0,63), [a] (0,62) y [e] (0,58) favorecen marginalmente la realización [ɣ], las nasales (0,54) y la [i] (0,47) parecen no influir en la realización de la alternancia, y la pausa (0,31) la desfavorece. Este efecto difiere del reportado para la alternancia de /f/, donde el segmento precedente no fue significativo. El hecho de que el
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segmento precedente sea significativo para la alternancia de /b/ sugiere que las aproximantes son más influidas por los sonidos vecinos que las fricativas. Esto puede deberse al hecho de que los formantes sufren modificaciones en relación con los sonidos vecinos, especialmente las vocales. La alternancia labial-velar está relacionada con el fenómeno del fortalecimiento de las deslizadas explorado en varios estudios (Harris 1969; Hwu 1994; Hammond 2001; Whitley 2002; Hualde 2005; MacLeod 2009). La inserción velar ocurre cuando la deslizada está en posición de ataque silábico y en posición posnasal entre palabras. Harris (1969) y MacLeod (2009) arguyen que la inserción velar se dispara por el debilitamiento de /gw/ subyacente a [w]. Dado que el debilitamiento también es común en la forma subyacente de /bw/ (por ejemplo, abuelo [awelo]), existe confusión con respecto al origen de la forma superficial de [w] en palabras que se escriben con and , tales como Güemes y Buenos Aires. Es decir que cuando el debilitamiento ocurre, la deslizada que contiene características tanto velares como labiales puede variar fácilmente entre [ɣw], [βw], y [w], ya que estas formas son perceptualmente similares. 6. Experimento de percepción 6.1. procedimiento La discriminación de los sonidos fue estudiada en un experimento de percepción, en el que los participantes tenían que escuchar estímulos que contenían las aproximantes o fricativas de interés en diferentes contextos fonéticos. Los estímulos fueron grabados por la autora, realizándose luego un análisis acústico para constatar que los sonidos en cuestión fueran significativamente diferentes (Mazzaro 2011). Un nivel alto de confusión de dos sonidos en las pruebas de percepción confirmaría su similitud perceptual. Se realizó una prueba de discriminación AX, en la que los participantes escuchaban pares de palabras inventadas (para evitar el efecto del conocimiento léxico) y decían si estas palabras eran iguales o distintas9. Por ejemplo, los participantes oían 1) [b]odan ~ [g] odan, y decían ‘diferente’, y 2) dra[x]eno ~ dra[x]eno, y decían ‘iguales’. Se usó un total de 112 palabras (56 para el contraste [f] vs. [x] y 56 para el contraste [β] vs. [ɣ]) que contenían los sonidos relevantes en posición inicial y media postvocálica (vCv o vCwv) y en sílabas acentuadas e inacentuadas. Estos sonidos estaban seguidos por las cinco vocales del español y por los diptongos
9
La lista de palabras usadas se encuentra en Mazzaro (2011).
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[we, wi]10. Los pares de palabras fueron combinados de manera AA, AB, BA y BB, resultando en un total de 84 combinaciones. Las 168 combinaciones fueron organizadas en tres secuencias diferentes y los sujetos fueron expuestos a una de estas tres secuencias al azar. Se pasaron los estímulos en Power Point y los pares fueron separados por un intervalo de un segundo. Cada cinco segundos la presentación avanzaba automáticamente para pasar un nuevo par de palabras. Dado que algunos de los participantes eran analfabetos, la respuesta fue oral. 6.2. análisis Para calcular el grado de discriminación entre [f] y [x], [β] y [ɣ], se contó el número de respuestas correctas e incorrectas en todos los hablantes y en cada uno en particular. Ya que se propone que las vocales redondeadas y la deslizada [w] afectan la percepción de aproximantes y fricativas, se analizó el grado de confusión en vocales redondeadas versus vocales no redondeadas11. Sin embargo, si no hay diferencia significativa entre el nivel de discriminación de aproximantes y fricativas en los distintos segmentos vocálicos puede concluirse que la vocal siguiente no afecta a la discriminación entre fricativas y aproximantes velares y labiales. Tres pruebas estadísticas fueron utilizadas en el análisis: Test-T de dos colas para comparar el comportamiento de los sujetos educados y (semi)analfabetos, análisis de varianza en el que se tuvieron en cuenta dos factores, y chi-cuadrado para analizar las frecuencias de los errores de discriminación. Los resultados de todas las pruebas estadísticas fueron considerados significativos debajo del valor ,05. Los resultados son presentados como media (M) y desviación estándar (DE), a menos que se indique de otra manera. 6.3. resultado El resultado total de errores de discriminación en aproximantes es mayor (329) que el de fricativas (210), aun cuando tienen el mismo número de combinaciones de los estímulos. La diferencia en la cantidad de errores de discriminación Dado que trabajos previos (Mazzaro 2005, 2010) indican que los únicos diptongos que presentan alternancia labial-velar son [we, wi], no se incluyeron otros diptongos en el estudio. 11 Un problema relacionado a la clasificación de las vocales del español es que las vocales redondeadas también son posteriores. Esto hace difícil determinar si es el redondeamiento o la naturaleza posterior de la vocal la característica relevante que favorece la alternancia labial-velar. 10
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para aproximantes y fricativas es solo marginalmente significativa (t(128) = 1,92; p = 0,057). La Figura 1 presenta el número de errores de discriminación para [β, ɣ] y [f, x] de acuerdo con los contextos vocálicos. FIgurA 1 Número de errores de discriminación para [f] y [x], [β] y [ɣ] de acuerdo con los contextos vocálicos
La [u] siguiente da el mayor número de errores de discriminación tanto para las aproximantes como para las fricativas ([β] y [ɣ], 79 errores, y [f] y [x], 50). En segundo lugar, está [wi] con 73 errores para [β] y [ɣ] y 37 errores para [f] y [x]; seguida de [we] con 68 errores para [β] y [ɣ] y 36 errores para [f] y [x]. La influencia del resto de las vocales [a, e, i, o] depende del tipo de consonante en cuestión. Para [β] y [ɣ], las vocales siguientes con mayor número de errores son [o] y [e], con 35 y 29 errores respectivamente. La [i] y la [a] tienen bajo número de errores con respecto a las demás vocales, 22 y 23 errores respectivamente. Para [f] y [x], [o] e [i] compiten por el cuarto lugar (25 errores cada una), mientras que [e] y [a] tienen el número más bajo de errores de discriminación, 21 y 16 respectivamente. En general, [a] es la vocal con mejor nivel de discriminación (36 errores incluyendo aproximantes y fricativas), mientras que [u] es la vocal con más errores de discriminación (129 errores incluyendo aproximantes y fricativas). Esto es consistente con el análisis acústico y perceptual de las fricativas sordas y sonoras del español argentino (Borzone de Manrique/Massone 1980: 1151), en el que se reporta que la identificación de la fricativa es afectada, en la mayoría de los casos, por la vocal siguiente. En sílabas con [o] y [u], la [s] y la [ʃ] se confunden con la [f]12. Estos autores se refieren a [β, ɣ] como ‘fricativas sonoras’, en vez de ‘aproximantes’. Pero dado que hay muy poca fricción en ellas, se prefiere el término ‘aproximante’ en vez de ‘fricativa’ (Ladefoged 1982; Martínez Celdrán 1991; Romero 1995). 12
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Las pruebas de chi-cuadrado (χ²) fueron usadas para determinar diferencias estadísticas en el nivel de discriminación de aproximantes y fricativas en los diferentes contextos vocálicos. Se agruparon las vocales anteriores [a, e, i] por un lado y las posteriores [u, o, we, wi], por el otro. Los resultados señalaron diferencias significativas en el nivel de discriminación de [β, ɣ] en vocales anteriores y posteriores (χ² (1, N = 329) = 55,7; p < 0,0001), con un mayor porcentaje de errores de discriminación en el contexto de vocales posteriores (72,1%), como lo muestra la Tabla 9. Los resultados para [f, x] también registran una diferencia significativa en el grado de discriminación de las consonantes en contexto de vocal posterior vs. anterior (χ² (1, N = 210) = 15,2; p < 0,0001), con un mayor porcentaje de errores (64,2%) en el contexto posterior. Estos resultados confirman la hipótesis de mayor nivel de confusión para aproximantes y fricativas en el contexto de vocales posteriores. La Tabla 9 muestra los porcentajes normalizados de los errores de discriminación para [β, ɣ] y [f, x] por contexto. TAblA 9 Porcentaje normalizado de errores de discriminación para [β, ɣ] y [f, x] en contextos vocálicos anteriores vs. posteriores
[β] ~ [ɣ] [f] ~ [x]
+ vocales anteriores + vocales posteriores + vocales anteriores vocales posteriores
% 27,9% 72,1% 35,8% 64,2%
No solo las aproximantes son más difíciles de discriminar que las fricativas, sino que el contexto vocálico parece afectar a las aproximantes más que a las fricativas, dado que los porcentajes de errores de discriminación aumentaron en la combinación ‘aproximante + vocal posterior’. La Tabla 10 presenta el número y porcentaje de errores de discriminación para aproximantes y fricativas en sílabas acentuadas e inacentuadas en posición inicial y media. TABLA 10 Número y porcentaje de errores de discriminación para [β, ɣ] y [f, x] de acuerdo con la acentuación de la sílaba y con la posición del sonido en la palabra
[β, ɣ] [f, x]
+ 139 104
Acentuación % 42 190 50 106
% 58 50
Inicial 180 93
Posición % Media 55 149 44 117
% 45 56
Total 329 210
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Hubo un porcentaje más alto de errores para las aproximantes en posición inicial (55% contra 45% en posición media), y para las fricativas en posición media (56% contra 44% en posición inicial). Sin embargo, la prueba de chi-cuadrado que compara las proporciones observadas con las esperadas (las proporciones esperadas son iguales al 50%), no reveló diferencias significativas en el nivel de discriminación para las aproximantes en posición inicial y media (χ² (1, N = 329) = 2,92; p = 0,087) y las fricativas (χ² (1, N = 210) = 2,74; p = 0,097). Con respecto a la influencia de la acentuación en la discriminación de las aproximantes labiales y velares, la prueba de chi-cuadrado mostró que las aproximantes acentuadas son mejor discriminadas que las inacentuadas (χ² (1, N = 329) = 7,9; p = 0,0049). En cuanto a las fricativas, no hubo diferencia significativa en el nivel de discriminación de estos sonidos en sílabas acentuadas e inacentuadas (χ² (1, N = 210) = 0,02; p = 0,89). El hecho de que la acentuación influya más en la discriminación de las aproximantes que de las fricativas es intrigante. No obstante, considerando el alto porcentaje de debilitamiento y elisión a la que están sujetas las aproximantes (Cole et al. 1999; ortega-Llebaría 2004; Colantoni/Marinescu 2010), este hallazgo es de alguna forma esperado. Volviendo ahora a los factores sociolingüísticos, se evaluó la influencia de la educación en la discriminación de aproximantes y fricativas. El análisis estadístico indica una diferencia significativa entre la conducta perceptual de los sujetos de ‘nivel educativo alto’ y los de ‘nivel educativo bajo’. Los primeros tuvieron menos errores de discriminación que los segundos (‘nivel educativo alto’: M = 19,21, DE = 6,68; ‘nivel educativo bajo’: M = 33,1, DE = 13,9; t(8) = 2,66, p = 0,029). Resultados similares fueron obtenidos para aproximantes y fricativas por separado, como lo muestra la Tabla 11. TAblA 11 resultados de Test T de dos colas comparando los errores de discriminación de sujetos de niveles educativos alto y bajo Aproximantes Fricativas Nivel Educativo Alto M = 12,36 DE = 3,89 M = 6,86 DE = 3,59 Nivel Educativo Bajo M = 18,88 DE = 5,67 M = 14,25 DE = 8,81 (t(10) = 2,89; p = 0,016) (t(8) = 2,27; p = 0,053)
Las medias presentan una pequeña, pero significativa diferencia (p = 0,016) entre la cantidad de errores de discriminación de los sujetos de niveles educativos alto y bajo para las aproximantes. Aunque la diferencia es marginalmente reveladora (p = 0,053), las medias de las fricativas muestran una gran diferencia en la cantidad de errores de discriminación de los sujetos de niveles educativos alto y
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bajo. Esto sugiere que la educación tiene una mayor influencia en la discriminación de [f] y [x]. Es interesante, pues, que la misma diferencia fuera observada en el habla de los sujetos de niveles educativos alto y bajo (la alternancia labialvelar de /b/ es frecuente en el habla de los sujetos de ambos niveles educativos), mientras que la alternancia labial-velar de /f/ se da solamente en el habla de los sujetos de nivel educativo bajo. Estos resultados señalan una clara relación entre la percepción y la producción lingüística. Un estudio importante que ha investigado el rol de la educación y su influencia en la percepción de los sonidos señala que nuestra capacidad de manipular los fonemas (conciencia fonológica) depende mayormente del conocimiento de la lectoescritura (Morais et al. 1979)13. De hecho, muchos estudios han notado que el entrenamiento en la lectoescritura favorece el desarrollo de la conciencia fonológica (Wagner et al. 1994). Estas ideas coinciden con los resultados de este estudio de percepción, en el que se encontró una relación positiva entre la adquisición de la lectoescritura y la capacidad de distinguir sonidos que pueden variar. De esta manera es posible explicar, aún con palabras inventadas, las diferencias entre la conducta lingüística de los hablantes de niveles educativos alto y bajo. 7. Discusión y conclusión El propósito principal de este estudio fue analizar y explicar tanto el origen como la propagación de la alternancia labial-velar mediante el uso de entrevistas sociolingüísticas y experimentos de percepción. De los resultados expuestos en este trabajo se puede concluir que esta alternancia se origina en la confusión perceptual de los sonidos involucrados. La mejor discriminación de los sonidos por los sujetos con mayor educación formal demuestra que la alfabetización es una fuerza frenadora de esta variación perceptual. Es decir que, tal como lo subraya ohala (1993), la ortografía sirve para clarificar las señales ambiguas. Como se ha mencionado anteriormente, los niños pequeños y los hablantes analfabetos (o de poca educación formal) que no poseen la forma escrita de las palabras para confirmar sus percepciones, tomarán la señal tal como la escuchan. Si se dan las condiciones sociales adecuadas, la variación en la pronunciación se propagará al resto de la comunidad lingüística. Sin embargo, los resultados sociolingüísticos de la alternancia labial-velar de /b/ y /f/ revelan diferentes patrones de realización en los distintos grupos etarios. La [x] es más favorecida por los ‘mayores’ y ‘adultos’ que por los ‘jóvenes’. Esto parecería probar que el uso de esta variante subestándar está en retroceso, lo que tiene sentido si se considera que los grupos jóvenes 13
Aquí, nuevamente, me refiero al sistema alfabético románico.
Análisis sociofonético de la alternancia labial-velar
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tienen, en general, más formación educativa que los mayores. La [ɣ], por otro lado, es más común en los hablantes jóvenes, lo que sugiere que podría ser un caso de cambio de la lengua. Pero el hecho de que esta variable subestándar se da en un número reducido de contextos, tiene mucha antigüedad en la lengua y es más común en los hombres, parece sugerir que el uso de la [ɣ] es un caso de variación sujeta a la edad de los hablantes (“age-grading variation”).
Capítulo 4 LAS CoNSoNANTES RóTiCAS EN EL ESPAñoL ARgENTiNo laura colantoni/yasaman rafat University of Toronto/University of Western ontario
1. Introducción En un libro sobre el español de la Argentina no puede faltar un capítulo que describa la variación en las vibrantes o consonantes róticas, puesto que las distintas realizaciones de estas consonantes se han usado como marcadores de límites dialectales (cf. Vidal de Battini 1964; Resnick 1975). La variación geográfica está íntimamente relacionada con la variación social. Ciertas realizaciones, como la asibilación de la vibrante múltiple, indican a la vez que el hablante es nativo de ciertas provincias, sobre todo de la zona central y norte del país y que, por lo tanto, no pertenece a la comunidad lingüística porteña. Como ejemplo, basta recordar las múltiples caricaturas que imitaban el habla del presidente Menem en la década de 1990. Las róticas no solo son importantes como marcadores dialectales. Desde un punto de vista diacrónico, tienen la particularidad de ser las únicas consonantes en las que se conserva el contraste de cantidad que existía en el latín. Esta distinción, sin embargo, no se mantuvo en todas las variedades del romance: mientras que en español, portugués e italiano se observa una oposición entre la vibrante simple (por ejemplo, pero) y la múltiple (por ejemplo, perro), otras lenguas como el francés o el rumano solo tienen una vibrante (cf. Sánchez Miret 2007). El punto de articulación también varía de idioma a idioma: las vibrantes múltiples pueden ser alveolares, como en español, o dorsales como en portugués o francés. Dada su naturaleza variable y sus particularidades en la evolución histórica, no es sorprendente que las róticas hayan despertado interés en la teoría fonológica. En primer lugar, se debate si las róticas son o no una clase fonológica (Lindau 1985), puesto que no parece haber propiedades acústicas que las caractericen como tales ni procesos fonológicos que se apliquen a esta supuesta clase de modo regular en las distintas lenguas. Esto ha llevado a pensar a algunos autores como Ladefoged y Maddieson (1996) que, en realidad, uno de los factores más importantes que las agrupa como clase es su historia y las convenciones ortográficas. En segundo lugar, y en lo que concierne al español en particular, no hay acuerdo
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acerca de cuántos fonemas vibrantes hay. La naturaleza defectiva de la distribución de las róticas (solo se mantiene el contraste en posición intervocálica) ha motivado tres propuestas diferentes: hay quienes mantienen que se trata de dos fonemas diferentes (cf. Colina 2010 para un resumen); quienes dicen que solo contamos con uno –la vibrante simple– y que la múltiple es el resultado de una diferencia de cantidad (por ejemplo, Núñez Cedeño 1989); y, finalmente, la propuesta de Hualde (2004) de la existencia de un contraste cuasi-fonémico. En este capítulo nos proponemos estudiar la realización de ambas vibrantes en el español de distintas zonas de la Argentina, con el objetivo de documentar procesos de variación y posible cambio en las realizaciones de la vibrante múltiple, y de relacionar esta variación con la realización de las vibrantes simples. Por último, con la presentación de estos nuevos datos buscamos confirmar o refutar hipótesis acerca de la naturaleza del contraste entre las róticas, como así también establecer paralelos entre la distribución de las vibrantes en el español de la Argentina, otras variedades del romance y el farsi, otro idioma indoeuropeo, en el que también hay un contraste fonológico de cantidad (Hansen 2003) que presenta signos de inestabilidad (Rafat 2010). 2. las róticas en el español de la Argentina Estudios anteriores sobre el español de la Argentina revelan que la vibrante múltiple es más variable que la simple. Entre las variantes más frecuentes de la primera, figura la vibrante múltiple alveolar, cuya distribución abarca mayormente la zona sur de la Argentina, incluyendo gran parte de la provincia de Santa Fe, las provincias de Buenos Aires y La Pampa, y toda la Patagonia. De acuerdo con estas mismas descripciones, en el resto del país predominan las realizaciones asibiladas más o menos ensordecidas. La vibrante simple, en cambio, parece realizarse mayormente como una breve oclusión sonora, con la excepción de algunas realizaciones asibiladas en grupos consonánticos, sobre todo en el grupo /tr/ observadas en las provincias de Santa Fe –zona norte– (Donni de Mirande 2000), Neuquén (Fontanella de Weinberg 2000) y del noroeste (Lipski 1984). Algunos trabajos cuantitativos, no obstante, revelan indicios de cambios en la distribución de las róticas. Abadía de Quant (2000), en un estudio sociolingüístico sobre la realización de las róticas en el español del noreste, concluye que las distintas variantes, entre las que se incluye la vibrante múltiple, se encuentran socialmente estratificadas. Por otro lado, Sanou de los Ríos (1987) indica que se registra un aumento de las formas no asibiladas en las zonas urbanas de la región de Cuyo. En particular, Colantoni (2001) muestra que las realizaciones asibiladas de la vibrante múltiple están en receso y argumenta que uno de los factores que podría
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estar promoviendo este fenómeno es la expansión de otro cambio: la extensión en esas mismas zonas de las realizaciones asibiladas de la consonante palatal (yo [ʒo], lluvia [ʒuβja]). Así, la pérdida de la asibilación en las róticas sería el resultado, en parte, de un cambio en cadena. La disimilación a nivel del inventario estaría acompañada por una disimilación en el nivel léxico: en palabras como reyes, en las que cabría la posibilidad de tener dos sonidos asibilados contiguos [řeʒes], los hablantes tienden a evitarlos, utilizando diferentes estrategias (cf. Colantoni 2001, 2005). Además de la disimilación a nivel del inventario y a nivel léxico, la presión del dialecto porteño en el que no existen las róticas asibiladas también promueve la pérdida de la asibilación en estas consonantes. De hecho, Colantoni (2005) infiere que en las localidades más cercanas a Buenos Aires las formas no asibiladas son más frecuentes. En los apartados siguientes, analizaremos en detalle la distribución de la vibrante múltiple (§ 3) y de la simple (§ 4), y discutiremos una hipótesis acerca de la dirección de los cambios que afectan a las vibrantes sobre la base de la caracterización acústica de las distintas realizaciones. 3. Las róticas en el atlas del español de la República Argentina 3.1. los datos Tanto el análisis de la distribución de la vibrante simple –el foco de este trabajo– como el de la vibrante múltiple que vamos a presentar aquí se basan en datos recogidos por la primera autora para el Atlas lingüístico-antropológico de la República Argentina durante los años 1994-1997. Este proyecto, dirigido por Kovacci, tenía por objetivo recoger datos de variación léxica, así como grabaciones de habla semiespontánea acerca de las tradiciones locales en cada una de las cabeceras de departamento de las provincias encuestadas, mediante entrevistas de aproximadamente unas dos horas de duración. En las localidades elegidas, se entrevistaba a dos sujetos (un hombre y una mujer), nacidos y criados en el lugar, de edad mediana y, preferentemente, sin educación universitaria. Para este trabajo, se tomaron materiales de ocho hablantes masculinos provenientes de dos provincias: San Juan (localidades: Jáchal, Rodeo, valle Fértil y villa Krause) y Corrientes (Alvear, Bella vista, Paso de los Libres y San Miguel). De las grabaciones digitalizadas se extrajo un mínimo de 100 ejemplos para cada una de las róticas, los cuales fueron codificados teniendo en cuenta variables lingüísticas (vocales anteriores y posteriores, acento, posición en la palabra y en la sílaba) y no lingüísticas (localidad y provincia). Las róticas fueron analizadas acústicamente para cada uno de los siguientes parámetros: duración, sonoridad, intensidad relativa y la amplitud del cepstrum (vibrante múltiple solamente).
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3.2. la vibrante múltiple 3.2.1. Procesos de pérdida de la asibilación Los resultados del estudio de los espectrogramas muestran, en primer lugar, que el proceso de pérdida de asibilación observado originalmente por vidal de Battini (1955, 1964) y para las localidades bajo estudio por Colantoni (2001) no incluye una realización vibrante, sino una aproximante. Así, los dos extremos del proceso, ilustrados en la Figura 1, comprenden una realización asibilida frecuentemente ensordecida y una aproximante. FIgurA 1 Rótica asibilada ensordecida en la palabra burrito, producida por el hablante de Valle Fértil, San Juan (izquierda) vs. aproximante, producida por el hablante de Bella Vista, Corrientes (derecha)
El análisis del primero de los parámetros acústicos, la duración, indica que aquellos hablantes que producen variantes asibiladas y sordas (vF) muestran realizaciones significativamente más largas que aquellos que presentan realizaciones asibiladas generalmente sonoras (vK, PL) o un mayor número de aproximantes (AL, Bv, SM, R, J), como lo apunta una ANovA (F(7, 532) = 26,68) seguida de un test post-hoc LSD de Fischer1. El análisis del porcentaje de la sonoridad de cada segmento reflejó resultados similares. Una vez más, una ANOVA indicó que los hablantes analizados difieren significativamente en el grado de sonoridad de las vibrantes múltiples (F(7, 532) = 40,68), Para más detalles acerca de las distintas variables contextuales que pueden influir en la duración de las róticas, ver Colantoni (2006). 1
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y un test post-hoc LSD de Fischer permitió agrupar a los hablantes en tres conjuntos. El hablante de vF es el que presenta el menor porcentaje de sonoridad promedio (13%). El segundo grupo está formado por dos hablantes de Corrientes (PL, SM) y dos de San Juan (vK, J), y el tercero, en el que el porcentaje promedio de sonoridad ronda el 90%, está representado por dos hablantes de Corrientes (A, Bv) y uno de San Juan (R). El último parámetro que analizaremos aquí se relaciona con el anterior y constituye una medida más que señala la periodicidad de un segmento; se trata de la amplitud del cepstrum. El rango de valores obtenidos va de 0,06 a 0,1 (cf. Figura 2); es decir, se trata de valores similares o inferiores a los obtenidos por Santagada y gurlekian (1989) para las asibiladas postalveolares del español de Buenos Aires. FIgurA 2 Diagramas de caja de los valores de la amplitud del cepstrum para todos los hablantes de la muestra
Los dos grupos que resultan del análisis están marcados con elipsis (tres hablantes de Corrientes) o rectángulos (tres hablantes de San Juan).
Los resultados de una ANOVA reflejaron diferencias significativas entre hablantes (F(7, 532) = 13,22; p < 0,0001), mientras que los tests post-hoc LSD de Fischer indicaron que seis de los ocho hablantes se pueden distribuir en dos grupos (cf. Figura 2), dada la falta de diferencias significativas entre ellos. Los dos hablantes restantes parecen constituir un grupo con valores intermedios, aunque existen diferencias significativas entre ellos también (cf. Colantoni 2006: § 6.4 para más detalles).
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3.3. la vibrante simple 3.3.1. Variantes de realización Los datos analizados hasta ahora señalan que en las dos provincias estudiadas hay una variación en la proporción de variantes asibiladas, las cuales, en general, son menos frecuentes en Corrientes que en San Juan. Esta variación va acompañada por diferencias en el grado de sonoridad de las variantes. Dado que trabajos con distintos enfoques han partido del supuesto de que la asibilación de la vibrante múltiple (cf. § 2) implica la asibilación de la vibrante simple, al menos en los grupos consonánticos, en este apartado nos proponemos determinar si este es realmente el caso en el español de la Argentina. Con este propósito, los ocho participantes cuyas vibrantes múltiples fueron analizadas en el apartado anterior fueron clasificados en dos grupos de cuatro hablantes cada uno, tomando como criterio el grado de asibilación obtenido para la vibrante múltiple. Así, el grupo de los que más asibilan (variedad A) está compuesto por tres hablantes de San Juan (vF, J, R) y uno de Corrientes (PL), mientras que el grupo que asibila menos (variedad B) está integrado por un hablante de San Juan (vK) y los tres hablantes restantes procedentes de Corrientes (AL, BV, SM). La clasificación de dos de estos hablantes (PL y vK) puede resultar problemática. Como el lector recordará, PL presenta valores de la amplitud del cepstrum intermedios entre los dos grupos obtenidos y porcentajes tanto de variantes asibiladas como de grado de sonoridad que lo acercan al grupo con mayor asibilación. vK, en cambio, podría ser agrupado con el resto de sus coprovincianos por los valores obtenidos para la amplitud del cepstrum, pero esto no sería posible si se tienen en cuenta los otros valores. Dado que no consideramos conveniente, al menos por el momento, crear una tercera categoría intermedia, estos hablantes fueron agrupados dentro de las dos categorías ya creadas, como se explicara previamente. Los primeros resultados reportados aquí (cf. Figura 3) son los referidos a los grupos consonánticos, ya que los estudios anteriores establecen una correlación implícita entre la asibilación de la vibrante múltiple y la simple en dicho contexto. De hecho, si la vibrante simple muestra rastros de fricativización, es de esperar que lo haga en este contexto. De estos resultados, obtenidos a partir del análisis del modo realizado sobre la base de la inspección de los espectrogramas, se puede concluir que ambas variedades que difieren en la proporción en la que se asibila la vibrante múltiple no lo hacen en la proporción de vibrantes simples ni en la proporción de realizaciones fricativas, aunque estas sean ligeramente superiores en la variedad B, donde, de hecho, se esperarían que fueran inferiores. Curiosamente, la mayoría de las escasas realizaciones asibiladas de los grupos consonánticos (4/6) –cf. Figura 4– se
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FIgurA 3 Modo de articulación de la vibrante simple subyacente en los grupos consonánticos en variedades con mayor (Variedad A) y menor (Variedad B) proporción de vibrantes múltiples asibiladas
FIgurA 4 Asibilación en el grupo /tr/ en la palabra trabajo; hablante BV (Corrientes)
encontraron en el habla de uno de los participantes (Bv) con menor proporción de vibrantes múltiples asibiladas. Cabe destacar que, en la totalidad de los casos, la asibilación solo se observó en el grupo /tr/. El análisis de los grupos consonánticos en estas dos variedades nos indica que la asibilación de la vibrante múltiple no va acompañada de la asibilación de
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la vibrante simple. Esto es particularmente importante porque los grupos consonánticos son el contexto que se ha empleado para establecer paralelos entre la asibilación de ambas vibrantes (cf. Lipski 1994). Cabe preguntarse, entonces, si la asibilación afecta a la vibrante simple en otros contextos, aspecto que exploramos en el apartado siguiente. 3.3.1.1. Asimetrías por posición silábica El objetivo de este apartado es determinar si es posible que la asibilación afecte a la vibrante simple en otros contextos. Así, analizaremos realizaciones en posición inicial y final de sílaba, en este caso tanto interior como final de palabra. El análisis de la variación en modo (Figura 5) muestra que, aunque la vibrante simple sigue siendo la realización más frecuente en ambas variedades, hay diferencias significativas en la proporción de las distintas realizaciones, según lo arrojado por los resultados de un test de Mantel-Haenszel (χ2(5,291) = 33,96; p < 0,00001). En particular, las diferencias son significativas en la proporción de vibrantes simples, que es mayor en la variedad que asibila menos, y de fricativas, que es mayor en la variedad que asibila más. FIgurA 5 Modo de realización de la vibrante simple subyacente en ataques silábicos en variedades con mayor (Variedad A) y menor (Variedad B) proporción de vibrantes múltiples asibiladas
Como muestra la Figura 5, se encontraron variantes fricativas en la posición de ataque en el contexto intervocálico en la variedad A. Dado que esta posición
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es una posición potencialmente contrastiva, medimos la duración de estas fricativas para verificar si todavía se preservan los límites de duración entre ellas y las variantes de las vibrantes múltiples, cuya duración promedio es de 60 a 100 ms. Las mediciones indican que la duración promedio de las variantes fricativas en posición de ataque es de 47 ms, con un rango de 35 a 61 ms. Es decir que todavía no se han neutralizado en términos de duración con las variantes de las vibrantes múltiples, aunque haya un solapamiento mínimo entre los valores inferiores de la vibrante múltiple y los superiores de la simple. Cabe destacar que otros factores como el número de sílabas, la posición en la palabra y el contexto vocálico parecen afectar la fricativización de la vibrante simple. Por ejemplo, 6/10 de estas fricativas aparecen en palabras tetrasilábicas como peluquero y todas en la última sílaba de la palabra. Además, en su gran mayoría, las fricativas se encuentran entre las vocales /e/ y /o/. El análisis de los parámetros acústicos de duración y sonoridad también muestra algunas diferencias entre variedades (Figura 6). FIgurA 6 Duración (ms) de la vibrante simple (izquierda) y porcentaje de sonoridad (derecha) promedio para cada una de las variedades estudiadas
En primer lugar, el análisis de la duración indica que las diferencias entre ambas variedades son estadísticamente significativas (F(1,279) = 21,07; p = 0,000), según los resultados de una ANovA. Estas diferencias, sin embargo, están por debajo del umbral de diferencias perceptibles. En cuanto a la sonoridad, las vibrantes presentan un mayor porcentaje en la variedad B, pero estas diferencias no son significaivas. Nuestro siguiente y último paso es estudiar el comportamiento de la vibrante simple en posición final de sílaba tanto en el interior como al final de palabra. Los resultados se presentan en las Figuras 7 y 8. Los resultados de los test estadísticos indican que las diferencias en la proporción de las distintas realizaciones tanto en el interior como al final de palabra
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FIgurA 7 Porcentaje de realización de la vibrante simple subyacente en posición final de sílaba e interior de palabra por variedad
FIgurA 8 Porcentaje de realización de la vibrante simple subyacente en posición final de sílaba y de palabra por variedad
no son significativas entre variedades. Si se comparan estos resultados con los de las realizaciones en posición de ataque silábico, se puede concluir que la variabilidad es mucho mayor en codas, lo que es consistente con un proceso de debilitamiento que comienza a manifestarse en esta posición y que parece ser
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independiente de la asibilación de (o estar ausente en) la vibrante múltiple. La evidencia de que el debilitamiento en coda afecta a ambas variedades por igual está dada, en primer lugar, por el hecho de que la vibrante simple ya no es la variante más frecuente. En segundo lugar, en ambas variedades las formas más frecuentes son las aproximantes, fricativas y vocalizaciones. En tercer lugar, el análisis de los parámetros de duración y sonoridad tampoco arroja diferencias significativas entre variedades. Las diferencias de duración, efectivamente, son mínimas (interna: 40 ms vs. 37 ms en las variedades A y B, respectivamente; final: 45 vs. 44 ms en las variedades A y B, respectivamente). Las diferencias en el porcentaje de sonoridad también son mínimas tanto en el interior (71% vs. 77% en las variedades A y B, respectivamente) como al final de palabra (75% variedad A vs. 81% variedad B), y en ambos casos son inferiores a los porcentajes obtenidos para la posición de ataque silábico. Por último, algunas variables contextuales, como la presencia o ausencia de acento léxico o la consonante siguiente (solo en posición interior de palabra), tienen un rol diferente en las distintas realizaciones obtenidas. Mientras que el acento no es significativo para explicar la distribución de las distintas variantes tanto en el interior como al final de palabra, la consonante siguiente influye significativamente en la realización de la vibrante. De hecho, en las variedades con mayor porcentaje de asibilación (variedad A), el punto de articulación de la consonante siguiente no afecta a la realización de la vibrante, pero sí a la sonoridad. Así, la proporción de fricativas ante consonantes sordas (73%) es mayor que ante sonoras (27%). En la variedad B, en cambio, ambas variables (punto y modo de articulación de la consonante siguiente) repercuten en la realización de la vibrante; las realizaciones fricativas resultan más frecuentes ante consonante coronal y también ante consonante sorda, como en el caso de la variedad A. En resumen, los resultados obtenidos indican que no hay evidencia que apoye la generalización de que las variedades que presentan asibilación en la vibrante múltiple también presentan un mayor grado de fricativización de la vibrante simple. Por tanto, el proceso de asibilación no afecta a las róticas como clase en sí, sino a la vibrante múltiple por separado. En segundo lugar, nuestros resultados revelan una conexión débil entre la asibilación de las vibrantes múltiples y la fricativización de la vibrante simple en posición de ataque silábico. En esta posición, la vibrante simple sigue siendo la forma más frecuente, pero las variantes fricativas, aunque aún poco frecuentes en proporción, presentan un porcentaje significativamente más elevado en las variedades con asibilación de la vibrante múltiple. Por último, los datos muestran una clara asimetría entre ataques y codas. Mientras que los ataques son relativamente estables, las codas son altamente variables en las dos variedades analizadas.
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4. Discusión 4.1. los cambios que afectan a las róticas en el español de la argentina Los datos presentados en este trabajo, en comparación con otros datos más o menos recientes, nos permiten concluir que ambas vibrantes están afectadas por distintos procesos fonológicos. La vibrante múltiple, en general, parece estar experimentando un proceso de pérdida de asibilación. Aunque aún existen variedades, como la de San Juan, en la que la mayoría de las realizaciones son asibiladas sordas, estas no alcanzan el 100% (cf. Sanou de los Ríos 1987 para resultados semejantes en San Juan). Por otro lado, la proporción de realizaciones aproximantes, como en el caso de Corrientes, parece ser superior a la observada en estudios anteriores. Cabe destacar, sin embargo, que trabajos como los de vidal de Battini (1964) o Colantoni (2001) no reportaban datos acerca de aproximantes sino sobre vibrantes múltiples. Con todo, se ha sugerido recientemente (Colantoni 2006) que es muy probable que la pérdida de la asibilación no resulte en una vibrante múltiple sino en una aproximante, dado que el análisis acústico no mostró la presencia de ninguna vibrante múltiple –incluso cuando era percibida por los transcriptores– y que la producción de este segmento requiere condiciones articulatorias y aerodinámicas muy precisas (cf. Solé 2002). En cuanto a la vibrante simple, este y otros estudios permiten establecer que en el español de la Argentina, como en la mayoría de las lenguas, se da una asimetría clara entre procesos que influyen en los ataques y codas silábicas. Mientras que los ataques tienden a ser relativamente estables, con la vibrante simple seguida de la aproximante como las variantes más frecuentes, las codas presentan una variedad de realizaciones, entre ellas aproximantes, fricativas y vocalizaciones, claro indicio de un proceso de debilitamiento. Así, es posible inferir que la suposición implícita en los estudios de lingüística hispánica de que la asibilación de la vibrante múltiple va acompañada de la asibilación de la vibrante simple, al menos en los grupos consonánticos, no encuentra asidero en nuestros resultados. No obstante, los datos de estas variedades sí nos permiten concluir que las vibrantes simples en posición final de sílaba son objeto de un proceso de debilitamiento, semejante al que afecta a otras consonantes como la /s/ en la misma posición. Los datos presentados aquí indican que la asibilación no afecta por igual a la vibrante múltiple y a la simple; por lo tanto, la aplicación del proceso de asibilación no puede ser empleado como argumento de que ambas vibrantes constituyen un solo fonema en español. El hecho de que las vibrantes múltiples sean cruciales en el proceso de asibilación, pero las vibrantes simples no, apoya la hipótesis de Bradley (1999) de que el contraste entre vibrantes es fonémico mientras que el proceso de asibilación o africación en grupos consonánticos (mucho más fre-
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cuente en la variedad ecuatoriana analizada por Bradley) es fonético. varios de los datos obtenidos proporcionan un apoyo ulterior a esta propuesta. En primer lugar, la vibrante simple en posición de ataque, es decir, en la posición en la que contrasta con la otra vibrante, es relativamente estable en modo de articulación. Segundo, el contraste en modo está suplementado por un contraste de duración; mientras que el rango de duración de la vibrante múltiple es de 60 a 100 ms, el de la vibrante simple varía entre 35 y 61 ms. Por último (en relación con el primer punto), las vibrantes simples son variables en las posiciones no contrastivas como en los grupos consonánticos y, en mayor medida, en las codas. 4.2. explicaciones sobre los patrones de variación observados Resulta de interés, en este punto, presentar una hipótesis acerca de los factores internos y externos que pueden estar promoviendo los procesos de variación y cambio descritos en el apartado anterior. En cuanto a los factores internos, la pérdida de la asibilación de las vibrantes múltiples se da en paralelo con otro cambio: la asibilación de las palatales (cf. Colantoni 2001). Así, se pueden suponer dos escenarios posibles de cambios en cadena. En un caso, se trataría de una cadena de empuje; es decir, las palatales se transforman en postalveolares asibiladas y este nuevo sonido asibilado en el sistema promueve la pérdida del otro sonido existente, o sea, la vibrante. La alternativa es una cadena de arrastre, en la que las róticas empiezan a cambiar primero dejando espacio para la entrada de las postalveolares asibiladas. Los procesos de disimilación a nivel de palabra reportados en el apartado 2 apoyan la hipótesis de una motivación interna para la pérdida de la asibilación de las vibrantes, al menos en lo que se refiere al nivel léxico. En cuanto a los factores externos, el papel más importante es el del contacto dialectal. De hecho, tanto la pérdida de asibilación de las vibrantes como la asibilación de las postalveolares son cambios que apuntan hacia la hipótesis de una nivelación dialectal que tiene a Buenos Aires, la variedad con el mayor número de hablantes en todo el territorio argentino, como epicentro. Aunque en el corpus recogido para el Atlas de la República Argentina no se obtuvieron datos directos acerca del contacto de cada uno de estos participantes con el español de Buenos Aires, correlaciones entre la frecuencia de las distintas variantes y la distancia en kilómetros sobre rutas nacionales revelan que las localidades que están más cerca de Buenos Aires (y que, por lo tanto, deberían tener más contacto con el variedad que ahí se habla) presentan también un mayor porcentaje de formas no asibiladas (cf. Colantoni 2005). Los patrones observados en el caso de la vibrante simple, en cambio, parecen deberse más que nada a motivaciones internas, relacionadas tanto con las pro-
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piedades intrínsecas del sonido como con procesos coarticulatorios. En cuanto a las primeras, la vibrante simple es un gesto articulatorio rápido que requiere de cierta precisión para ser completado. Además, dada su naturaleza breve, las pistas acústicas para el reconocimiento del segmento están en las transiciones más que en el segmento en sí (cf. guirao/garcía Jurado 1991). Es de esperar, entonces, que las vibrantes simples sean más afectadas en codas que en ataques silábicos (cf. Wright 2004). En lo que se refiere a los efectos de los sonidos siguientes, el debilitamiento de la vibrante está condicionado por la sonoridad de la consonante (en las dos variedades analizadas) y por su punto de articulación (solo en el caso de la variedad que menos asibila la vibrante múltiple). La variación en estos contextos es atribuible a procesos coarticulatorios. En grupos consonánticos de obstruyente más vibrante o vibrante más obstruyente, los miembros del grupo están separados por una vocal epéntetica (cf. Colantoni/Steele 2005; Bradley/Schmeiser 2003). Esta vocal es más breve cuando la consonante anterior (Colantoni/Steele 2005) o la siguiente es sorda (Schmeiser 2007), dependiendo del tipo de grupo. Colantoni y Steele (2011) sostienen que esta variación en duración se vincula con un proceso compensatorio: las consonantes sordas son más largas y la vocal en contacto con estas consonantes es más breve. Si la vocal es más breve, es de esperar que tanto la articulación como las pistas para reconocer a la vibrante se compliquen. 4.3. la vibrante simple y la fusión de las róticas Como se ha mencionado al comienzo del trabajo, los procesos de variación que afectan a las vibrantes en ataques y codas no son exclusivos del español de la Argentina; se han observado en otras variedades del español y del romance, tanto en aquellas que poseen dos vibrantes, como el catalán (cf. Recasens/ Espinosa 2007), como en las que tienen una sola vibrante, caso del francés (cf. O’Shaughnessy 1981; Sankoff/Blondeau 2007). En particular, los datos obtenidos presentan paralelos interesantes con datos del francés (cf. Colantoni/Steele 2007) en lo que se refiere a la variación en modo en las codas y a los factores que condicionan la realización de la vibrante, como la sonoridad de la consonante siguiente. Además de las semejanzas con procesos observados en otras variedades del romance, los resultados obtenidos ofrecen interesantes paralelos con otras lenguas indoeuropeas como el farsi. En especial, se nota que hay similitudes en el proceso de debilitamiento de la vibrante simple entre la variedad A y el farsi de Teherán, donde hay un contraste de cantidad en posición intervocálica (Hansen 2004), y se encuentra una asibilación de las vibrantes simple y múltiple (Rafat 2010). En primer lugar, tanto en farsi como en el español de la Argentina, hay un mayor grado de variación en codas que en ataques (Rafat 2010). En segundo lugar, hay
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evidencia de fricativización en los ataques como en la variedad A. A diferencia de lo que ocurre en el español de la Argentina, en el farsi se observa un mayor porcentaje de fricativización (23% en farsi vs. 12% en español). Mientras que en farsi los valores de la duración de las fricativas en los ataques varían entre 39 y 74 ms, en la variedad A la duración promedio es de 47 ms (rango 35-61 ms). Es decir que en farsi la duración máxima de estas fricativas se acerca más a la mínima de la vibrante múltiple (80 ms), mientras que en español las diferencias son mayores. Dadas las semejanzas entre los procesos que afectan a las róticas del español de la Argentina y otras variedades del romance, como el francés, en el que se ha perdido el contraste fonémico entre las róticas, cabe preguntarse si podemos inferir algo acerca de la fusión de las róticas en romance, estudiando variedades hispanas como las presentes en la Argentina que tienen mayormente realizaciones fricativas y comparando algunos de los datos con los obtenidos para otras lenguas, como es el caso del farsi. Un punto de partida para las inferencias son los signos de fricativización de la vibrante simple tanto en las codas (ambas variedades) como en los ataques, en las variedades con un mayor porcentaje de variantes asibiladas. Aunque estas realizaciones son poco frecuentes, es posible especular sobre un posible camino que llevaría a perder el contraste entre las vibrantes múltiples y simples en estas variedades. El proceso podría comenzar con un cambio en la proporción relativa de las vibrantes simples y fricativas, condicionado por factores como el número de sílabas, la posición silábica o la frecuencia de las palabras. Así, el contraste entre las vibrantes simples y múltiples dejaría de apoyarse en el modo y pasaría a basarse en la duración. Por último, es posible pensar que el contraste se perdería cuando las fricativas breves se alargaran o las largas se acortaran. De más está decir que estas son meras especulaciones sobre la base de algunos de los datos obtenidos. De hecho, la tendencia en el español de la Argentina no parece apuntar a la fusión sino al mantenimiento de la distinción a través, sobre todo, de un cambio en la realización de la vibrante múltiple. 5. Conclusiones Los resultados aquí presentados contribuyen al estudio del español en particular y de las lenguas romances, en general. A diferencia de lo reportado para otras variedades del español (por ejemplo, de los Heros Diez Canseco 1997), hemos demostrado que el proceso de pérdida de asibilación no tiene una vibrante múltiple como resultado sino una aproximante. Además, la comparación de la variación entre vibrantes múltiples y simples ha permitido establecer que la asibilación no afecta necesariamente a ambas vibrantes, como se había supuesto en estudios anteriores sobre el español, apoyando así la tesis de Bradley (1999)
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Laura Colantoni/Yasaman Rafat
de que las vibrantes mantienen un contraste fonológico y que los procesos de asibilación son de naturaleza fonética. Por otro lado, nuestro trabajo contribuye a los estudios del cambio fonético a través de un análisis de los factores internos y externos que gobiernan los procesos de pérdida de asibilación de la vibrante múltiple y el debilitamiento de la vibrante simple en codas. Así, hemos demostrado que el primero de los procesos involucra principalmente el grado de constricción, con consecuencias para la sonoridad y la duración, puesto que el paso de una asibilada sorda a una aproximante se realiza por una serie de ajustes posiblemente imperceptibles de la distancia entre los articuladores que se torna cada vez mayor. Este cambio, además, parece estar motivado por factores externos: la aproximación a la norma del español de Buenos Aires donde la realización predominante es una vibrante múltiple. En cuanto al análisis de las vibrantes simples, se han documentado asimetrías, en los estudios sobre el cambio lingüístico, que señalan debilitamientos en posición de coda, en particular para segmentos cuyas pistas acústicas no son intrínsecas (cf. Wright 2004). Por último, hemos intentado establecer algunos paralelos con otras lenguas que nos permiten proponer hipótesis para cambios que se han registrado en otras variedades del romance, como la fusión de las róticas.
Capítulo 5 LA ENToNACióN EN EL ESPAñoL DE BUENoS AiRES christoph gabriel*/andrea pešková*/leopoldo labastía**/ bettiana a. blázquez** * Universität Hamburg/**Universidad Nacional del Comahue
1. Introducción: el español bonaerense en contacto con el italiano1 El objetivo del presente capítulo es presentar las principales características de la entonación en el español hablado en Buenos Aires. Esta variedad se caracteriza por unos fenómenos lingüísticos que evidencian la influencia del italiano, probablemente debida a una inmensa oleada inmigratoria entre la segunda mitad del siglo xix y la primera mitad del siglo xx. Durante esa época llegaron a la Argentina o a l’Australia italiana más de tres millones de italianos (Devoto 2002: 25)2. Aunque solo hay poca información sobre el origen preciso de los inmigrantes, diferentes asociaciones culturales indican que muchos de ellos provenían de Calabria, Sicilia, Nápoles y génova3. Cabe añadir que los italianos constituían el grupo inmigratorio más grande de todos los europeos que entraban por aquellas épocas en la Argentina. Después de los italianos, el segundo grupo inmigratorio grande eran los españoles, sobre todo los gallegos (vázquez Presedo 1971: 44; Fontanella de Weinberg 1987: 133). La gran inmigración europea tuvo en consecuencia no solamente un crecimiento enorme de Buenos Aires, sino también una influencia 1 Quisiéramos agradecerles a Laura Colantoni, a ingo Feldhausen y a un redactor anónimo sus interesantes comentarios e importantes sugerencias. También nos gustaría darles las gracias a Elena Kireva y a Nina Nanula por su apoyo con el etiquetaje de los datos. Cualquier error, defecto u omisión es únicamente atribuible a los autores de este capítulo. 2 Los primeros inmigrantes eran sobre todo de génova y de otros lugares de Liguria; a partir del 1850 llegaron a la Argentina también los italianos de otras provincias del norte y desde fines del siglo xix de las provincias meridionales. Alrededor de un 35% de los italianos se quedaron en Buenos Aires, mientras que un 60% se establecieron en las provincias alrededor de la capital y 5% en otras provincias argentinas (cf. Devoto 2002: 30; Baily 1999: 59). 3 Por ejemplo, el apodo Xeneizes (‘genoveses‘) de la entidad deportiva Boca Juniors se da precisamente por el hecho de que este club atlético fue fundado en el 1905 por jóvenes inmigrantes de génova.
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Gabriel/Pešková/Labastía/Blázquez
innegable en la lengua. Aparte de numerosos préstamos léxicos, el contacto lingüístico influyó, ante todo, en la prosodia. Ya en los años sesenta del siglo pasado, la lingüista Vidal de Battini afirma en su descripción del español argentino que “Buenos Aires habla con entonación italiana” (1964: 144). La hipótesis de la influencia italiana en la prosodia bonaerense no solo se corrobora por la propia situación histórica, sino también por los patrones entonativos que esta variedad comparte con varios dialectos italianos y que la diferencian de otras variedades del castellano (Colantoni/gurlekian 2004; Feldhausen et al. 2010; gabriel et al. 2011)4. Este resultado puede interpretarse como un caso, ya sea de convergencia entre dos sistemas entonativos parecidos (Colantoni/ gurlekian 2004: 107) o de interferencia lingüística (McMahon 2004) que se produjo durante el proceso de adquisición del español como L2 por parte de los inmigrantes italianos. Como afirman Klee y Lynch, “lo más probable es que el cambio en los patrones de entonación se originara en el habla de las clases sociales bajas en Buenos Aires y de allí se extendiera a las hablas de grupos más acomodados” (2009: 191). La evolución diacrónica de los rasgos prosódicos típicos de la variedad porteña fue estudiada en Pešková et al. (2013). Este estudio comparó dos épocas, partiendo de datos de habla espontánea que fueron recopilados en 1983 (hablantes nacidos entre 1929 y 1932) y en 2008 (hablantes nacidos entre 1975 y 1990). Se pudo mostrar que las realizaciones tonales en las dos épocas no difieren de manera substancial, lo cual indica que los rasgos ‘italianos’ en la entonación bonaerense ya estaban presentes a principios del siglo xx. Esto confirma tanto la descripción lingüística de Vidal de Battini (1964), ya mencionada anteriormente, como el comentario literario de Jorge Luis Borges que en su obra Funes el memorioso describe el habla de un personaje ficticio: “Recuerdo claramente su voz; la voz pausada, resentida y nasal del orillero antiguo, sin los silbidos italianos de ahora” (1991 [1944]: 121). Puede decirse que hoy en día los rasgos ‘italianos’ en el español porteño funcionan como marcadores de identidad de los habitantes de Buenos Aires. El presente capítulo está estructurado de la siguiente forma: en el apartado 2 se describen la base teórica y las características entonativas del español bonaerense, en el 3 se presentan la metodología y el corpus de datos, y en el 4 se mostrarán los resultados antes de concluir con algunas observaciones finales (§ 5).
4 El hecho de que el contacto de lenguas pueda influir en el sistema prosódico de los idiomas en contacto se ha evidenciado también en otras variedades españolas, entre ellas las variedades habladas en partes del Perú (O’Rourke 2004), en el País Vasco (Elordieta 2003) o en Mallorca (Simonet 2008).
La entonación en el español de Buenos Aires
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2. Características entonativas del español bonaerense En lo que sigue, se expone una propuesta para la transcripción de la entonación del español bonaerense según el sistema de etiquetaje ToBi (Silverman et al. 1992; Beckman et al. 2002; Face/Prieto 2007; Estebas-vilaplana/Prieto 2009; Aguilar et al. 2009; Prieto/Roseano 2010). En 2.1 planteamos la base teórica del modelo métrico y autosegmental (inglés autosegmental-metrical, AM), antes de presentar, en 2.2, el inventario tonal propuesto para la variedad porteña. 2.1. la base teórica: el modelo am originalmente, el modelo AM fue elaborado para el análisis de la entonación del inglés (Pierrehumbert 1980; Ladd 2008), pero hoy en día ha sido adoptado para la descripción de varios idiomas, entre ellos el español (Beckman et al. 2002; Hualde 2003; Prieto/Roseano 2010). En este modelo se distinguen dos tipos de tonos: los acentos tonales (T*) que se asocian con las sílabas métricamente fuertes (o tónicas), y los tonos de frontera (o de juntura) que están asociados con los márgenes de constituyentes prosódicos de distintos niveles de la jerarquía prosódica (Selkirk 1984; Nespor/Vogel 2007 [1986]). Por tanto, se diferencian el tono de frontera (T%) de la frase entonativa (inglés intonational phrase, iP) y el tono de frontera (T-) de la frase intermedia (inglés intermediate phrase, ip). Para cada lengua se presume la existencia de un inventario limitado de elementos paradigmáticamente contrastivos, por lo cual se trata o bien de las unidades monotonales L (inglés low tone, ‘tono bajo’), H (inglés high tone, ‘tono alto’) o M (inglés mid tone, ‘tono medio’), o de combinaciones de estos elementos tonales básicos. En el caso de los acentos tonales formados por más de un elemento tonal básico, el asterisco (*) indica cuál es la parte asociada con la sílaba tónica (cf. 2.2 para una descripción más detallada de los tonos). Como se ve en la Figura 1 el conjunto de los elementos tonales está representado en un mismo nivel tonal (inglés tonal tier), independientemente de su estatus como acentos tonales o de tonos de frontera. Las asociaciones de los elementos tonales con distintos niveles de la jerarquía prosódica se representan mediante las líneas entrecortadas. Es importante destacar que en el modelo AM, se diferencia estrictamente entre el nivel fonológico subyacente, en el que se representan los acentos tonales y los tonos de frontera, y la superficie del contorno de F0, que resulta de la interpolación fonética entre los tonal targets (‘metas tonales’) definidos por los elementos T*, T- y T% representados en el nivel tonal. De ahí, el mismo elemento tonal subyacente puede realizarse fonéticamente de distintas maneras según el contexto dado. Estas diferentes variaciones de superficie corresponden al elemento subyacente de la misma manera que un conjunto de alófonos posibles corresponde a un mismo fonema.
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Gabriel/Pešková/Labastía/Blázquez
FIgurA 1 La jerarquía prosódica y la asociación de los elementos tonales según el modelo AM. El símbolo T debe interpretarse como una variable que puede sustituirse por cualquier elemento tonal (monotonal o combinado)
2.2. elementos del análisis tonal Dado a conocer por primera vez en Silverman et al. (1992), el sistema ToBi (inglés Tone and break indices) es esencialmente un modo estandarizado del etiquetaje prosódico concebido para la transcripción de la entonación del inglés. Contiene distintos estratos o niveles (inglés tiers) colocados debajo del trazado de frecuencia fundamental, entre ellos el nivel tonal en el que se anotan los acentos tonales y el de los índices de disyunción para la representación de los tonos de frontera. Respecto a estos últimos, se diferencia entre las disyunciones del nivel 3 (inglés boundary index, Bi), que equivalen a la frase intermedia (inglés intermediate phrase, ip), y las del nivel 4, correspondientes a las fronteras de frases entonativas (inglés intonation(al) phrase, iP). generalmente se utilizan algunos tiers suplementarios para la transcripción de palabras fonológicas, de sílabas o de segmentos, y para la notación de informaciones adicionales. Durante la última década, la entonación del español porteño fue estudiada en el modelo AM por varios investigadores (Sosa 1999; Kaisse 2001; Barjam 2004; Colantoni/gurlekian 2004; gurlekian et al. 2004; gabriel 2006; Toledo 2008; gurlekian/Toledo 2009). Según la propuesta de gabriel et al. (2010), el inventario tonal de la variedad bonaerense cuenta con dos acentos monotonales, cuatro acentos bitonales y uno tritonal. Respecto a los tonos de juntura, la variedad porteña puede describirse mediante tres tonos monotonales L, H y M, que ocurren tanto a nivel de la frase intermedia (Bi3) como de la frase entonativa (Bi4). Se proponen además dos elementos bitonales HL y LH; este último solo se manifiesta en el nivel Bi3 (Feldhausen et al. 2010; gabriel et al. 2011).
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FIgurA 2 Inventario tonal del español bonaerense según Gabriel et al. (2010, 2011) y Feldhausen et al. (2010)
El símbolo ¡ indica escalonamiento ascendente.
El etiquetaje representado en las figuras del apartado 4 está basado en un sistema de tres niveles que contiene, además de un nivel silábico, dos niveles para la notación de los acentos tonales y los tonos de frontera (Bi3 y Bi4). Cabe mencionar que mientras que el estudio cualitativo de gabriel et al. (2010) se limita a un análisis ejemplar de una parte del corpus, este capítulo se basa en un conjunto de datos más amplio, presentado a continuación. 3. Metodología El inventario tonal presentado en este capítulo parte del análisis de datos de habla semiespontánea, obtenidos a través de una encuesta de situaciones cotidianas simuladas. El investigador presenta una situación tras otra al hablante y le pide intervenir
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Gabriel/Pešková/Labastía/Blázquez
de acuerdo con cada una; este método incluyó en total 49 situaciones cotidianas que corresponden a diferentes contornos entonativos5. El presente capítulo presentará las configuraciones tonales básicas de los siguientes tipos de oraciones: declarativa neutra, exclamativa, interrogativa absoluta, interrogativa parcial, imperativa y vocativa. En la Tabla 1 se exponen todas las situaciones contextualizadas según fueron presentadas al hablante para conseguir los correspondientes contornos: TAblA 1 Situaciones presentadas a los hablantes para obtener distintos tipos de oración Tipo de oración Declarativa neutra Exclamativa interrogativa absoluta interrogativa parcial
imperativa a. directa
b. insistente
vocativa
Situación Mirá el dibujo y decime: ¿qué está haciendo María? Entrás a una panadería y olés unas rebuenas medialunas. Decíselo al panadero. Entrás a un negocio donde nunca estuviste antes y preguntás si tienen mandarinas. Un amigo tuyo que se dedica al alquiler de departamentos te cuenta que alquiló una casa que llevaba algún tiempo sin alquilar. Preguntale quién la alquiló. Estás en el parque con tu sobrina Natalia. De repente, ella echa a correr y sale del parque. Te asustás porque al lado del parque hay una avenida por donde pasan muchos autos. Decile que venga. Querés ir al cine con un amigo. Te dice que tiene que laburar, pero vos sabés que lo puede dejar para otro día. ¿Cómo lo convencerías? Decile que venga. Entrás a casa de tu amiga Natalia, pero cuando estás dentro, no la ves. Creés que está en su dormitorio. Llamala.
En total se grabaron 24 hablantes monolingües del español porteño, 12 hombres y 12 mujeres de 18-45 años de edad6. Todos los sujetos poseen o se encuentran cursando una carrera universitaria. Los datos fueron grabados directamente en archivos WAv con un micrófono Sennheiser (ME64) y una grabadora Marantz El procedimiento metodológico corresponde al descrito por Prieto/Roseano (2009-2010); la versión argentina de la encuesta usada para las grabaciones está disponible en . 6 En cuanto a la variación sociolingüística en la prosodia del español de Buenos Aires, remitimos a los trabajos de Enbe/Tobin (2008, 2009) y al capítulo 2 de la sección iv en el presente volumen. 5
La entonación en el español de Buenos Aires
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HD Recorder (PMD671). El análisis perceptual y acústico de los datos se realizó utilizando el programa Praat (Boersma/Weenink 2010). El corpus comprende 168 oraciones (siete oraciones por hablante), cuatro de las cuales fueron excluidas del análisis final porque no correspondían al tipo de oración que se esperaba. Utilizando el etiquetaje Sp_ToBi según Prieto y Roseano (2010), se describieron tanto los tonos de frontera como los acentos tonales. Respecto a estos últimos, distinguimos entre el acento nuclear (o de oración) que se encuentra al final de una frase entonativa, y los acentos prenucleares, que lo anteceden. El acento nuclear combinado con el tono de frontera se denomina configuración nuclear. 4. resultados En este apartado se presentan los contornos entonativos de oraciones declarativas, exclamativas, interrogativas, imperativas y vocativas. Los resultados de las configuraciones nucleares de cada tipo de oración, expuestas en las Tablas 2 a 8, parten del análisis tonal de los 24 hablantes porteños (véase arriba). Las imágenes de trazado de F0, incorporadas en el texto, se han realizado en el programa de análisis acústico (Praat). 4.1. oraciones declarativas El acento nuclear en las declarativas neutras se manifiesta típicamente como un descenso durante la sílaba tónica (acento tonal H+L*)7. Está seguido por un tono de frontera bajo L%8. Respecto a su estructura informativa, las oraciones neutras no demuestran ninguna repartición entre información dada (o presupuesta) e información nueva (o focal). Las construcciones de este tipo −también denominadas oraciones téticas− constituyen respuestas apropiadas a preguntas neutras como ¿Qué pasa? Por falta de espacio no podemos incluir otros tipos de estructura informativa, cuya interacción con el fraseo prosódico se considera en Pešková et al. (2011). Tampoco nos ocupamos de la separación en frases intermedias en oraciones neutras de tipo Svo. Se muestra en gabriel et al. (2011) que respecto a los patrones del fraseo, el español porteño sigue el modelo del castellano peninsular y exhibe una cierta tendencia a realizar una frontera ip entre sujeto y predicado, es decir, (ipS)(ipVO). Por lo que se refiere a las pistas fonéticas que señalan esta frontera intermedia, la variedad bonaerense ocupa una posición intermedia entre el italiano y el español peninsular. En cuanto al uso del alargamiento silábico ante una frontera intermedia, el español porteño se parece al español peninsular (aproximadamente en el 40% de los casos), mientras que la realización tonal de las fronteras ip se parece más al italiano (cf. gabriel et al. 2011). 8 Respecto de la notación del tono de frontera final, omitimos la del tono de nivel 3 (T-) que, 7
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Gabriel/Pešková/Labastía/Blázquez
TAblA 2 Configuración nuclear de las declarativas Oraciones declarativas H+L* L%
20
83%
L* L%
3
13%
L+H*+L L%
1
4%
Total
24
Como se observa en la Figura 3, el contorno melódico presenta un patrón descendente en forma de tobogán, que se puede percibir también en otras variedades del español (Sosa 1999). FIgurA 3 Trazado de F0 de la oración declarativa neutra María está comiendo mandarinas, producida con dos acentos prenucleares del tipo L+H* y un acento nuclear descendente (H+L*). El contorno no exhibe ninguna frontera de tipo ip (frase intermedia) y así no presenta ninguna interrupción del escalonamiento descendente
El acento prenuclear típico encontrado en dicho tipo de oración es L+H* (tanto según la jerarquía prosódica, precede el tono de nivel 4 (T%), cf. Figura 1. La notación L%, pues, equivale a L-L%. Kaisse (2001) destaca que las declarativas presentan un alargamiento de la sílaba nuclear. Sin embargo, nuestro trabajo está centrado en las características tonales y no incluye el análisis sistemático de rasgos durativos.
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el ascenso como el pico se realizan dentro de la sílaba acentuada). Si existe otro tono prenuclear, este es del mismo tipo, pero generalmente se sitúa a una altura menor que el anterior (escalonamiento descendente). El acento tonal L+H* prenuclear prevalece también en otros tipos de oraciones9. Es importante destacar que en numerosos dialectos italianos, por ejemplo, en la variedad napolitana, los acentos prenucleares se realizan también de esta forma (D’Imperio 2001; Colantoni/ gurlekian 2004). En cambio, la mayoría de los dialectos españoles se caracterizan en posición prenuclear por un uso predominante del acento L+>H*, cuyo pico está desplazado hacia la postónica (cf. Prieto/Roseano 2010). 4.2. oraciones exclamativas En las oraciones exclamativas, el acento nuclear típico consiste en un pico de F0 precedido por un ascenso y seguido por un descenso dentro de los límites de la sílaba métricamente fuerte (L+H*+L). Una vez realizado el descenso de este acento tritonal, el contorno permanece bajo hasta el final de la frase, que se completa con un tono de frontera L%. TAblA 3 Configuración nuclear de las exclamativas Oraciones exclamativas L+H*+L L%
15
65%
H+L* L%
7
30%
L+H* L%
1
4%
Total
23
La Figura 4 muestra un caso de oración exclamativa con un acento prenuclear L+H* en ricas, como en el caso de las oraciones declarativas neutras (cf. Figura 1), que constituye el acento prenuclear más frecuente en esta variedad del español. El acento nuclear en medialunas se realiza como L+H*+L, al igual que la primera frase entonativa (¡Mmm!). Esta configuración tonal es de naturaleza enfática y, además, se puede dar en oraciones declarativas con foco estrecho, en declarativas de obviedad y en enunciados categóricos (gabriel et al. 2010).
En todo el corpus encontramos en total 211 acentos prenucleares con la siguiente distribución: L+H* (número total 109/porcentaje 52%), L+>H* (20/9%), H+L* (33/16%), L+H*+L (5/2%), H* (22/10%) y L* (22/10%). 9
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Gabriel/Pešková/Labastía/Blázquez
FIgurA 4 Trazado de F0 de la oración exclamativa ¡Mmm! ¡Qué ricas medialunas!
El acento tritonal todavía no ha sido descrito como parte del inventario tonal de otros dialectos españoles (Prieto/Roseano 2010), pero sí respecto al de algunos dialectos del italiano. En la variedad italiana hablada en Pisa, por ejemplo, el foco contrastivo se expresa mediante un movimiento tonal parecido al descrito anteriormente (cf. gili Fivela 2002: 341)10. 4.3. oraciones interrogativas absolutas El contorno típico de las oraciones interrogativas absolutas de tipo neutro (¿Tiene mandarinas?) está caracterizado por un acento nuclear L+¡H* con escalonamiento ascendente, seguido de un tono de frontera bitonal HL%. TAblA 4 Configuración nuclear de las interrogativas absolutas Interrogativas absolutas L+¡H* HL% 11 L+H* HL% 9 L+¡H* H% 3 H+L* H% 1 Total 24
10
46% 38% 13% 4%
No obstante, el etiquetaje utilizado por Gili Fivela (2002) difiere del nuestro.
La entonación en el español de Buenos Aires
109
El tono complejo (HL%) exhibe un mantenimiento del F0 en el nivel de la parte alta del acento nuclear precedente antes de descender hasta al final del enunciado (Figura 5). Cabe destacar que este movimiento tonal fue descrito como patrón típico de las interrogativas absolutas en algunas variedades del italiano (Savino 2009)11. FIgurA 5 Trazado de F0 de la realización típica de la interrogativa absoluta ¿Tiene mandarinas? con el acento prenuclear realizado como L+H* y la configuración nuclear L+¡H* HL%
otro patrón entonativo de las interrogativas absolutas puede estar realizado con un acento prenuclear L+>H*12. obsérvese en la Figura 6 que el pico tonal en la palabra tienen está desplazado en la sílaba postónica (-nen), en la cual el tono empieza a descender. Es interesante ver que la forma de los dos contornos ascendente-descendentes realizados en tienen y -rinas, respectivamente, se parecen de manera isomorfa. Es importante señalar que también se han encontrado ejemplos de interrogativas absolutas cuyo contorno F0 se termina en un ascenso tonal (H%). Sin embargo, esta realización está restringida a las interrogativas que terminan en Por ejemplo, en las variedades habladas en Parma y Turín, Savino (2009) describe la configuración nuclear de las interrogativas absolutas como L*+H L%. Esto corresponde a la configuración nuclear de las interrogativas absolutas típicas en el español porteño (en la transcripción nuestra sería L+H* como acento nuclear seguido con un tono de frontera HL%). 12 Encontramos un total de 25 acentos prenucleares en las 24 oraciones interrogativas absolutas. De estos 13 están realizados como L+H* (52%), 10 como L+>H* (40%) y 2 como H+L* (8%). 11
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Gabriel/Pešková/Labastía/Blázquez
FIgurA 6 Trazado de F0 de la interrogativa absoluta ¿Tienen mandarinas? con el pico tardío L+>H* en la posición prenuclear y con la configuración nuclear L+¡H* HL%
una palabra oxítona, como por ejemplo en ¿Mandarinas, tenés? Nosotros interpretamos la realización de la frontera (H%) como un caso de truncamiento, que se produce en la superficie por falta de espacio fonético para la caída final (cf. Toledo/gurlekian 2009). Se puede decir, por consiguiente, que el tono subyacente /HL%/ se realiza fonéticamente como [H%] siempre y cuando una palabra aguda se encuentre en posición final de la frase entonativa13. 4.4. oraciones interrogativas parciales Las interrogativas parciales (o pronominales) se caracterizan por un ascenso en la palabra interrogativa (que corresponde al foco de la oración) y un descenso rápido a su margen derecho. La configuración nuclear típica de estas oraciones es, pues, L* L%. TAblA 5 Configuración nuclear de las interrogativas parciales Interrogativas parciales l* l%
23
96%
L+H* H%
1
4%
Total
24
Para un análisis de la variación en la realización tonal de las interrogativas absolutas, véase también Lee (2010). 13
La entonación en el español de Buenos Aires
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Como se ve en la Figura 7, el dominio posfocal se caracteriza por una serie de acentos tonales bajos (L*) que junto con L% da lugar a un contorno de tipo plateau bajo. La partícula interrogativa suele llevar el acento tonal L+H* o H*. FIgurA 7 Trazado de F0 de la oración interrogativa parcial ¿Quién te alquiló la casa esa?
Aunque el análisis propuesto muestra una secuencia de tonos L*, este enunciado también puede interpretarse como un caso de desacentuación (Barjam 2004; Labastía 2006; gabriel 2007: 195 y ss.), ya que no se observan movimientos del F0 a partir del primer L* (alquiló). Por lo tanto, el acento en la palabra interrogativa ¿quién? puede entenderse como un acento nuclear de la frase. Según este análisis, las demás palabras estarían desacentuadas. 4.5. oraciones imperativas Las oraciones imperativas se utilizan con frecuencia para realizar actos de habla directivos en los que el hablante pretende que el oyente efectúe la acción expresada en la proposición. Este tipo de enunciación varía desde enunciados imperativos directos hasta pedidos corteses. Los enunciados imperativos directos suelen presentar un acento nuclear H+L* realizado con un rango tonal amplio, seguido de un tono de frontera L%. El contorno típico de la oración imperativa se muestra en la segunda parte del enunciado representado en la Figura 8. La primera parte de este enunciado consiste en un sintagma vocativo cuyas particularidades tonales se exponen más adelante.
112
Gabriel/Pešková/Labastía/Blázquez
TAblA 6 Configuración nuclear de las imperativas Oraciones imperativas H+L* L%
12
57%
L+H*+L L%
7
33%
L* L%
2
10%
Total
21
FIgurA 8 Trazado de F0 de la oración imperativa ¡Natalia! ¡Vení para acá!
Los pedidos corteses resultan menos categóricos, aunque suelen presentar una configuración nuclear muy parecida. TAblA 7 Configuración nuclear de las imperativas insistentes Oraciones imperativas (insistentes) H+L* L% 12 50% L+H*+L L% 8 33% L+H* L% 3 13% L* L% 1 4% Total 24
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En el siguiente ejemplo (Figura 9), el hablante formula un pedido insistente con el propósito de persuadir al oyente para que acepte una invitación. Para realizarlo, utiliza una serie de frases cortas que exhiben dos acentos bitonales (H+L*, L+H*) y dos acentos tritonales (L+H*+L). A diferencia de los imperativos directos como ¡Vení para acá!, los imperativos insistentes exhiben el alargamiento de las vocales tónicas (en este caso, da[ː]le, o[ː]nda). Esto contribuye al énfasis. Sin embargo, el carácter del pedido resulta más familiar. FIgurA 9 Trazado de F0 de la oración imperativa de insistencia ¡Dale! ¡vení! ¡Ponele buena onda!
4.6. vocativos Por último, las expresiones vocativas se utilizan para atraer la atención del oyente. Como sucede en varias lenguas europeas (Ladd 2008), las expresiones vocativas muestran un tono alto en la sílaba tónica que puede analizarse como L+H*. Las mismas se completan con un leve descenso de la línea melódica a un nivel intermedio, seguido por un tono sostenido que interpretamos como M%. La Figura 10 muestra un ejemplo de este tipo de enunciado. Otra posible configuración de este tipo de enunciado es la que muestra la Figura 8 (¡Natalia!), la cual presenta un tono de frontera complejo HL%. Las expresiones vocativas también pueden utilizarse con rasgos imperativos para indicarle al oyente que no realice una acción. En estos casos, el tono de frontera suele ser L% (gabriel et al. 2010).
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Gabriel/Pešková/Labastía/Blázquez
TAblA 8 Configuración nuclear de las vocativas Expresiones vocativas L+H* M% 16 L+H* HL% 6 L+H* L% 2 Total 24
67% 25% 8%
FIGuRA 10 Trazado de F0 del vocativo ¡Natalia!
5. Resumen y conclusión El objetivo de este capítulo fue presentar el inventario tonal del español porteño, partiendo de un análisis de un corpus amplio de datos y utilizando el etiquetaje del sistema Sp_ToBi. Una de las características más llamativas son varios rasgos que la entonación porteña comparte con algunas variedades italianas, probablemente debido al contacto de las dos lenguas durante las olas inmigratorias mencionadas en la introducción. La primera característica del sistema prosódico del español porteño es la realización de los acentos prenucleares como L+H* (el movimiento tonal es ascendente y el pico acentual se da dentro de la sílaba tónica). En cambio, en la mayoría de los dialectos panhispánicos, el acento prenuclear suele realizarse como L+>H* (el movimiento tonal es también ascendente, sin embargo, el pico alcanza la sílaba postónica). La realización de los acentos prenucleares como
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L+H* en el español porteño evidencia las interferencias del italiano. otra característica “italiana” en el español porteño es la realización del acento nuclear de las declarativas neutras como H+L*. Este tono se ha manifestado también en el español peninsular, variedad en la que representa el acento nuclear de las interrogativas marcadas (Aguilar et al. 2009; Estebas-vilaplana/Prieto 2010). En cuanto a las exclamativas en el español porteño, este tipo de oración suele recurrir al acento nuclear L+H*+L, que consiste en un pico acentual precedido por un ascenso y seguido por un descenso dentro de los límites de la sílaba tónica. Este acento tritonal se encontró también en la posición nuclear de las oraciones declarativas con foco contrastivo, de las declarativas de obviedad y de las declarativas categóricas. Cabe mencionar que incluso en algunos estudios sobre el italiano se halló un movimiento tonal tritonal parecido en la realización de los focos contrastivos (gili Fivela 2002). Y, por último, las interrogativas absolutas están caracterizadas por un tono de frontera bitonal (HL%), lo cual refleja más el esquema de algunos dialectos italianos que el del español peninsular (cf. Savino 2009, para el italiano; Aguilar et al. 2009 y Estebas-vilaplana/Prieto 2010, para el español). Estas semejanzas entre varios dialectos italianos y la variedad bonaerense indican un cambio en los patrones entonativos del español porteño, los cuales pueden interpretarse tanto como un caso de convergencia entre sistemas prosódicos parecidos (Colantoni/gurlekian 2004) como el resultado de una interferencia que se produjo durante el proceso de adquisición del español como lengua extranjera por parte de los inmigrantes italianos (McMahon 2004).
Sección II Aspectos morfosintácticos
Capítulo 1 iNTRoDUCCióN: ASPECToS MoRFoSiNTÁCTiCoS DEL ESPAñoL ARgENTiNo: DAToS Y PERSPECTivAS maría cristina cuervo University of Toronto
No sospecha [el doctor Américo Castro] que tales ejercicios (“Con un feca con chele / y una ensaimada / vos te venís pal Centro / de gran bacán”) son caricaturales; los declara “síntomas de una alteración grave”, cuya causa remota son “las conocidas circunstancias que hicieron de los países platenses zonas hasta donde el latido del imperio hispano llegaba ya sin brío. Jorge Luis Borges, “Las alarmas del doctor Américo Castro”
1. Introducción El dialecto “argentino” suele ser fácil de distinguir para los hablantes de múltiples variedades de español. Fuera de la Argentina, los argentinos se pueden reconocer entre sí en dos palabras, aunque no se trate de che, piba ni de vení vos. gran parte de las propiedades salientes son de naturaleza sonora, particularmente ciertas consonantes y la entonación, como se discute en la sección i. Sin embargo, más allá de la pronunciación, y dejando de lado el léxico no funcional, existen aspectos morfosintácticos característicos de (algunas zonas de) la Argentina que abarcan desde las formas pronominales y verbales del voseo (Vos tenés; Caminá; No salgas/No salgás) hasta fenómenos de concordancia como la duplicación de clíticos (¿Los viste a los chicos?), la concordancia comitativa (Fuimos al cine con Gabi = Gabi y yo fuimos al cine) y el uso de afijos para la expresión de cuantificación (Es re-interesante; Es muy bocón). El interés en los estudios del español de la Argentina y sus regiones dialectales internas puede ser –y ha sido, como lo expone claramente Carricaburo en el capítulo 2 de esta sección– diverso: la descripción de un fenómeno y sus orígenes históricos; la descripción lingüística y sus orígenes de contacto entre lenguas; la descripción lingüística y sus explicaciones internas al sistema de la lengua; la descripción de un fenómeno y su adquisición por parte de hablantes monolingües; la descripción y su distribución a través de grupos sociales determinados por
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sexo, edad, nivel de educación formal, monolingüismo o bilingüismo; la breve descripción del “desbarajuste lingüístico”; y el largo vituperio normativo y/o la evaluación condescendiente. Tradicionalmente, los estudios del español de la Argentina, así como de las variedades ‘regionales’ de muchos otros idiomas, se han centrado en la descripción de fenómenos divergentes respecto de una norma (de por sí estandarizada) de la variedad estándar. En términos de explicaciones, se han presentado principalmente orígenes históricos o la infuencia del sustrato o contacto. En los últimos años se ha incorporado el interés teórico tanto a nivel de la explicación lingüística del contacto y del cambio como de la incorporación de la ‘nueva norma’ dentro de la gramática de la variedad estudiada. La inserción y contextualización de los estudios dialectales dentro de una teoría lingüística general es un aspecto saludable que permite el análisis desprejuiciado de los datos, particularmente si la teoría lingüística adoptada implica una visión igualitaria de todo idioma y dialecto humanos como sistema de conocimiento y comunicación que rechaza explícitamente las valoraciones sociales externas al lenguaje que presentan unas variedades como mejores que otras. Aun en estudios no normativos, el trabajo desde un marco teórico explícito tiene ventajas metodológicas que es importante resaltar. Primero, porque, como advierte Lope Blanch (1989: 230), “es preciso ser muy cautos antes de imaginar explicaciones sustratísticas para hechos que pueden explicarse dentro del sistema interno de una lengua”. Segundo, porque la explicación histórica y la de contacto representan la punta del iceberg respecto de cómo se incorpora cierto fenómeno dentro de una lengua y en el hablar de monolingües. Por ejemplo, los estudios del voseo en Hispanoamérica suelen presentar el voseo verbal como morfología de segunda persona plural, modificación de la formas verbales de vosotros. Si bien esto parece obviamente cierto desde el punto de vista histórico (véase la variación en las formas verbales en Donni de Mirande 1996; Siracusa 1977; vaquero de Ramírez 1996), es también obvio que los hablantes monolingües contemporáneos de la Argentina no adquieren las formas verbales en referencia a un sistema que incluye vosotros. Es así que el origen histórico deja intacta la necesidad de una descripción y explicación del fenómeno dentro del sistema interno a la variedad estudiada, es decir, la gramática que constituye parte del conocimiento lingüístico de los hablantes contemporáneos locales. En cuanto al contacto, dado un fenómeno en una lengua A cuyos orígenes se explican satisfactoriamente por contacto con la lengua B, cabe preguntarse por qué determinados aspectos de A se transfieren o afectan a la lengua B, mientras que otros aspectos no tienen ninguna influencia o se transfieren de B hacia A. Por ejemplo, ¿por qué el quechua influye en el sistema de pronombres átonos del español y en la expresión de evidencialidad (cf. cap. 2 de la presente sección;
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Sánchez 2010a, 2010b), pero el contacto resulta inocuo respecto del sistema de pronombres tónicos? ¿Hasta qué punto las respuestas a este interrogante requieren nociones sociolingüísticas, históricas o propiamente lingüísticas de uno y otro idioma en contacto? Los temas tradicionales de morfosintaxis del español –mencionados en la sección dedicada a la Argentina en todo tratado de dialectología hispanoamericana– son de forma consistente el voseo, el sistema de pronombres átonos y el uso o desuso de ciertos tiempos verbales. Existen en la actualidad, sin embargo, muchísimos estudios sobre temas de morfología y sintaxis muy variados. En los apartados siguientes de este capítulo –sin pretensión de exhaustividad– se mencionan o discuten brevemente áreas de variación dialectal, objeto de estudio de los capítulos de esta sección o de otros trabajos contemporáneos, o que recién ahora empiezan a ser descritas y estudiadas con atención. Creo importante aclarar que tanto este capítulo introductorio como los diversos capítulos de esta sección presentan fenómenos del español de la Argentina sin un énfasis comparativo sistemático. Es decir, si bien muchos de los aspectos morfosintácticos investigados son característicos del español argentino, no necesariamente se trata de fenómenos que ocurren en todo el territorio argentino ni de fenómenos que solo se dan en (variedades del) español argentino. En algunos casos, se explicita la región dialectal específica (por ejemplo, la del Río de la Plata o la provincia de Corrientes) pero los capítulos se organizan respecto de los fenómenos lingüísticos más que según criterios regionales. Esto no resta valor a los trabajos de esta sección, ni hace que sean menos pertinentes dado que, por un lado, el objetivo de esta obra no es presentar una descripción exhaustiva del ‘argentino’ y, por el otro, que los trabajos sobre dialectos siempre dialogan con estudios existentes o futuros de otras variedades y, a veces, se insertan claramente dentro de teorías lingüísticas generales. 2. Morfología verbal 2.1. voseo y la morfología verbal: aspectos categóricos y vacilaciones El voseo es sin lugar a duda la característica más saliente del español de la Argentina que se manifiesta en prácticamente todo intercambio con un hablante de esta variedad, ya sea nativo o hablante de segunda lengua. Los factores que hacen del voseo argentino un caso especial dentro de Hispanoamérica incluyen el uso del voseo por parte de hablantes de todas las clases sociales y niveles de educación, en situaciones informales y formales, y la generalización de formas del presente y el imperativo (aunque existen variedades regionales de voseo dentro
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de la Argentina). A partir del análisis de un corpus de 55 entrevistas correspondiente a la ciudad de Buenos Aires, Siracusa (1977) observa que mientras que no hay vacilación en el presente ni en el imperativo (> 95% voseante), la preferencia en el subjuntivo es por la forma tuteante (digas) en alrededor de un 80% frente a la voseante digás. Esta vacilación en las formas del presente del subjuntivo merece ser estudiada en más detalle tanto en sus propiedades formales como en su distribución a través de factores geográficos y sociales. En el capítulo 2, Carricaburo presenta la historia de los diversos enfoques que han tenido el voseo como objeto de estudio. Analiza, además, los significados sociales asociados al voseo y el modo en que factores psicológicos, sociales y económicos han afectado el uso u ocultamiento del voseo en los diversos universos personales, laborales, nacionales y globales que habitan los hablantes. 2.2. tiempo, modo y aspecto en la morfología verbal Como en otras regiones de Hispanoamérica, varios tiempos verbales del indicativo y del subjuntivo han caído en desuso o están relegados a contextos formales escritos. Se han perdido los futuros del subjuntivo (trabajare, hubiere trabajado) y el pretérito anterior (hubo trabajado), y el pretérito perfecto –de uso limitado en el lenguaje oral de Buenos Aires– se encuentra especializado para expresar referencia indefinida (cf. sección III, cap. 3, en este volumen). Se suele observar también que el futuro sintético o morfológico (trabajaré) suele ser remplazado por la perífrasis ir a + infinitivo. Menos común es la observación del uso de la misma perífrasis en imperfecto iba a + infinitivo en lugar del condicional (trabajaría), y del uso de la perífrasis progresiva estaba + gerundio en lugar del imperfecto (trabajaba). No se trata, en estos últimos casos, de la desaparición de una forma sino de un cambio en sus usos y funciones. El futuro simple se utiliza con significado modal epistémico (Juan seguramente estará en su casa ahora). El condicional se emplea casi exclusivamente con significado modal hipotético (Trabajaría con ella, si pudiera), mientras que el ‘futuro del pasado’ se expresa literalmente con la perífrasis de futuro en el pasado imperfecto (Ayer me dijo que iba a trabajar hoy). Con los verbos no estativos el imperfecto se usa con significado aspectual de hábito (El año pasado Juan trabajaba de noche) mientras que la perífrasis marca el evento en progreso en el pasado (Juan estaba trabajando cuando llegó Gabi) (el copretérito de Bello 1984 [1847]; Rojo/Veiga 1999). Un cambio en el uso, si es sistemático, implica una reorganización de los significados de las formas verbales. Debemos preguntarnos, entonces, acerca del nuevo sistema temporal del español argentino. Una generalización posible respecto del avance de formas perifrásticas es la
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siguiente: los contrastes temporales se expresan mediante perífrasis, mientras que las formas morfológicas se reanalizan como expresión de contrastes aspectuales (imperfecto) o modales (condicional, futuro). Esta generalización es una hipótesis que puede ser evaluada a partir del análisis de corpus, dado que se trata de significados temporales, modales y aspectuales comunes. 3. Duplicación y concordancia El español argentino presenta varios fenómenos de concordancia especiales; concordancia entendida como la manifestación morfofonológica de relaciones sintácticas que en otras variedades no son expresadas abiertamente. veremos estos fenómenos uno por uno, desde la duplicación de clíticos hasta las estructuras capicúas. Una característica saliente del español argentino es la posibilidad de coocurrencia de un pronombre átono de objeto directo acusativo y un sintagma nominal no pronominal, como en ¿Los viste a los chicos? Este tipo de duplicación es común para objetos dativos (Ya le hablé a Vicki de la fiesta) en todas las variedades de español, y obligatoria en el Río de la Plata salvo en casos contados de dativos aparentes (Cuervo 2003). La duplicación de clíticos ha sido analizada como un tipo de concordancia de objeto, similar a un cierto nivel de abstracción a la concordancia con el sujeto mediante sufijos verbales (Suñer 1988; Franco 2000). La duplicación en el español rioplatense ha recibido bastante atención en los últimos años debido, en parte, a los problemas que genera una construcción en la que un objeto aparece dos veces, manifestado por dos elementos que pueden satisfacer todos los requisitos del verbo y de la cláusula de forma independiente (Vimos a Juan; Lo vimos). Mucho antes, ya por lo menos desde Bello, se nota la duplicación y se la comenta como un caso de redundancia reprensible (tendencia que en la actualidad suele quedar relegada a libros de texto norteamericanos de enseñanza de español como segunda lengua). La coocurrencia de un clítico con un objeto pronominal (pronombre tónico precedido de a: Los llamamos a ellos para acusativo; Le pregunté a ella para dativo) es obligatoria en todas las variedades de español, en el sentido de que si hay objeto pronominal tónico necesariamente debe aparecer un clítico, *Llamamos a ellos, *Pregunté a ella. La duplicación es también obligatoria en el caso de sintagmas nominales definidos dislocados a la izquierda: El auto, no lo vimos frente a *El auto, no vimos. En el Río de la Plata, la duplicación de objetos no pronominales es posible aunque no estén dislocados, ¿Lo viste a Juan ayer? varios autores han investigado los factores que afectan la posibilidad y/o frecuencia de duplicación en estos
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casos (por ejemplo, Barrenechea/orecchia 1979; Di Tullio/Zdrojewski 2006). En el capítulo 5 de esta sección Zdrojewski desarrolla un análisis de los clíticos duplicadores en tanto elementos morfológicos que no entran en operaciones sintácticas. Su presencia está motivada por la necesidad de caso y de una relación de concordancia entre el núcleo verbal y rasgos del objeto. Esta propuesta evita los problemas que la duplicación presenta a teorías de los pronombres átonos como núcleos sintácticos. Asimismo, Zdrojewski deriva la relación parasitaria de la duplicación respecto de la a de acusativo (la marcación diferencial de objetos) como un caso de la generalización de Kayne –un objeto puede aparecer duplicado por un clítico solo si aparece precedido por una marca de caso (Jaeggli 1982). En el capítulo 7, Montrul presenta un trabajo experimental sobre la marcación diferencial de objetos (la a de acusativo) que resulta complementario al de Zdrojewski. Montrul se pregunta acerca de la distribución de la marca a en el español argentino, en particular, investiga si la marcación diferencial está en descenso (como en el castellano en Estados Unidos) o si, por lo contrario, está avanzando hacia su compatibilidad con objetos inanimados, como en el español de México. Los resultados de la prueba de aceptabilidad administrada a 26 adultos muestran una leve tendencia a la aceptación de la marca diferencial en caso de inanimados definidos topicalizados (A la casa la vio Mariela). Sus datos también corroboran claramente el paralelismo entre duplicación de clíticos y marcación mediante a defendida por Zdrojewski: en ningún caso los hablantes aceptaron oraciones con duplicación pero sin marcación, independientemente de los rasgos de definitud y animacidad del objeto. En el capítulo 4, por su parte, Cuervo y Mazzaro analizan la expresión de la negación en oraciones con palabras negativas preverbales en el español de la provincia de Corrientes. Basadas en el análisis de 45 entrevistas sociolingüísticas, las autoras muestran que en Corrientes la ausencia de no con palabras negativas preverbales (Nadie vino; variante estándar) convive y alterna con la presencia de no (Nadie no vino; variante agramatical en la mayoría de las variedades de español) aun respecto del mismo hablante. Cuervo y Mazzaro investigan la distribución de la variante de negación duplicada a través de factores sociales y lingüísticos. Con base en los resultados sobre las variables sociales (edad, sexo y educación formal), las autoras concluyen que esta alternancia parece ser un fenómeno de variación estable, no de cambio en proceso. En lo referente a la naturaleza del fenómeno, arguyen que no se trata de variación a nivel sintáctico sino a nivel de la expresión morfofonológica de la (concordancia de) negación. La concordancia verbal también presenta algunas características especiales dentro de la Argentina, en algunos casos compartidas en mayor o menor medida por otras variedades de español. Existe una tendencia general a marcar la concor-
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dancia del verbo con argumentos que no son sujetos con todas las propiedades sintáctico-semánticas típicas. Claros ejemplos de esta tendencia se manifiestan en las oraciones impersonales. En las oraciones impersonales con se, si el verbo es transitivo se tiende a concordar el verbo con un argumento plural (Se necesitan dos empleados nuevos), incluso si hay marca diferencial de objeto que, en principio, debería impedir el reanálisis del objeto como sujeto (Los cuerpos se encontraron a diez metros del rodado) (cf. ordóñez/Treviño 2011). La concordancia también aparece con el verbo impersonal haber, tanto de número (Hubieron muchas personas con las que pude conversar) como de persona y número (¿Cuántos pampeanos habemos en el foro?) (cf. Álvarez López 2009). otro fenómeno de concordancia menos extendido en otras variedades es la concordancia comitativa, como en Fuimos al cine con Vicki con el significado de ‘Vicki y yo fuimos al cine’. Este tipo de concordancia verbal parece ser sensible a la semántica del sujeto (el hablante y alguien más) pero presenta problemas a la hora de dar cuenta de las operaciones sintácticas necesarias para la interpretación plural de un sujeto conformado sintácticamente por un sintagma nominal de referencia singular (muchas veces vacío) y un sintagma preposicional. Estas estructuras –analizadas por Conti Jiménez (2005) y Rigau (1990) entre otros– son objeto de estudio en el reciente trabajo de Mare (en prensa) para el español rioplatense y de Arrizabalaga (2011) para el castellano del Perú. En el último capítulo de esta sección, Saab analiza las estructuras capicúa del tipo Limpiá la casa, limpiá que involucran la duplicación del verbo bajo ciertas condiciones especiales (el verbo duplicador v2 no puede aparecer adyacente al verbo V1, y V2 debe aparecer necesariamente en posición final de la cláusula). Saab muestra que las construcciones capicúas despliegan propiedades sistemáticas que corresponden a una cadena de dos núcleos verbales dentro de una misma cláusula (cadena producida por movimiento). Este fenómeno es reminiscente de los seudorresultativos de predicados duplicados, como en Lavó las camisas bien lavadas. La estructura de estas expresiones es analizada por Armstrong (2012) como otro caso de una cadena formada por dos copias de un predicado que, bajo ciertas condiciones –incluida la presencia de un modificador de v2 que genera antiadyacencia– se pronuncian las dos. Saab localiza la variación dialectal en la periferia izquierda de la cláusula, en forma consistente con el carácter enfático de las capicúas. En particular, Saab arguye que la variación depende del movimiento del predicado, y tiene consecuencias para la morfología (la antiadyacencia) y su realización fonológica (la reduplicación). Este análisis es consistente con la idea de Kayne (2005, 2011) de que toda variación es, en última instancia, microparamétrica. El trabajo de Saab ejemplifica el cambio ideológico y lingüístico que notamos en el primer apartado de este capítulo introductorio. Saab toma una estructura
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peculiar del español rioplatense que ha sido anteriormente observada y vapuleada tanto por lingüistas como por hablantes locales. El foco de su trabajo no es un intento de justificar la evaluación peyorativa de los datos, sino describirlos sistemáticamente y desarrollar un análisis de las propiedades de las construcciones. La búsqueda de un nivel explicativo se realiza dentro de una teoría gramatical que intenta dar cuenta de los puntos posibles de variación interlingüística y dialectal. 4. Acentuación y morfosintaxis Diversos fenómenos del español de la Argentina parecen obedecer a una misma tendencia: una acentuación especial, inesperada, que provoca, permite o señala –según el análisis– cambios morfosintácticos. En esta sección del presente volumen, esta tendencia está representada por el estudio de Colantoni y Cuervo (cap. 3) sobre la acentuación de clíticos posverbales (Dameló). A partir del análisis de un corpus de programas de televisión, las autoras muestran que en el español de la Argentina los enclíticos suelen recibir el acento primario en formas del imperativo, del gerundio y del infinitivo. En contraposición a los pocos estudios previos, arguyen que la acentuación no marca un contraste de significado en términos de énfasis ni contrastividad. Exploran la idea de que la acentuación sea un síntoma de cambio en el estatus morfológico de los enclíticos, en particular, de una diferenciación en la combinación verbo-clítico frente a clítico-verbo. La preferencia por la proclisis se manifiesta tanto en que es la posición obligatoria en la mayoría de los verbos (conjugados simples) como en la altísima incidencia de proclisis en los casos en que es optativa (subida de clíticos), como se discute en el apartado 6 de este capítulo. otra categoría de palabras funcionales que normalmente no pueden recibir acento pero que lo reciben son los determinantes definidos el, la, lo. Estos determinantes no constituyen una palabra fonológica sino que deben pronunciarse junto al nombre que preceden (son, en este sentido, clíticos). Sin embargo, los determinantes reciben acento en expresiones como Esa es LA pregunta, Emilio es LO bueno. otras expresiones relacionadas, que también asocian una entonación especial –en este caso, entonación suspendida– a un reanálisis de partículas o elementos funcionales, son los predicados preposicionales (Es de lindo…) o cuantificadores (Me dijo cada cosa…). Las propiedades sintácticas y semánticas de estas construcciones rioplatenses son descritas, comparadas y analizadas en una serie de trabajos recientes (Di Tullio 2004; Di Tullio 1998; Kornfeld 2010a). La idea general es que se trata de recursos especiales ponderativos que codifican exclamaciones implícitas (Es de lindo…) o elativos (determinantes acentuados).
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5. Procesos derivativos, flexivos y otros juegos morfológicos La morfología puede ser abordada desde diversos puntos de vista y con intereses diferentes. En este apartado mencionaré brevemente algunos fenómenos morfológicos que han empezado a recibir atención en trabajos recientes, aunque no se trata de una presentación de ningún modo exhaustiva. En el capítulo 6 de esta sección, Resnik investiga las propiedades aspectuales y argumentales de las nominalizaciones en -ada en el español rioplatense y muestra que este tipo de nominalizaciones incluye variantes eventivas agentivas (frenada, acampada, pintada) que habían sido omitidas en estudios anteriores. Resnik extiende el análisis a construcciones con verbos livianos compatibles con las nominalizaciones en -ada (pegar(se) una frenada, mandarse una corrida) y arguye que el hecho de que tanto las nominalizaciones en tanto proceso morfológico como las construcciones de verbos livianos sean sensibles al mismo tipo de rasgos (rasgos aspectuales) es una indicación de que las operaciones morfológicas de formación de palabras son fundamentalmente las mismas operaciones responsables de la formación de cláusulas en la sintaxis. A través de la comparación de las propiedades de estas expresiones en español rioplatense con otras variedades de español americano, Resnik sostiene que la variación dialectal se encuentra en contrastes sistemáticos en las categorías funcionales. La equiparación de recursos sintácticos y morfológicos figura también en forma prominente en los estudios de Kornfeld (2010b), y Kornfeld y Kuguel (en prensa). Kornfeld (2010b) analiza en detalle los recursos sintácticos (muy, demasiado, más) y morfológicos (prefijos hiper-, re-, súper; los sufijos -ito, -ón, -ázo, -ete) utilizados por hablantes argentinos para graduar (enfatizar, acotar, intensificar) la propiedad atribuida por un adjetivo. Por su parte, Resnik (2010) documenta y analiza un proceso de recategorización de adjetivos calificativos que se da en español rioplatense (alto, zarpado, bruto). Propone que existen cuatro etapas en el proceso de gramaticalización hasta la conversión en cuantificadores. Tanto Resnik como Kornfeld hacen un uso a la vez desprejuiciado y riguroso de fuentes de datos no convencionales. Por último, no puede hablarse de morfología en español argentino sin mencionar un juego popular, el vesre, que al decir de Borges es una “jerigonza […] inventada por institutos dialectológicos […] a base de los alumnos de cuarto grado” (“Las alarmas del doctor Américo Castro”). Este juego morfológico implica –como todo juego que involucre la lengua– la puesta en funcionamiento de profundos conocimientos lingüísticos por parte de los hablantes1. Conocimientos que cualquier El geringoso –que consiste básicamente en duplicar cada sílaba con una sílaba abierta con consonante p seguida de la vocal nuclear de la sílaba; así, queso → quepesopo, amigos → 1
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alumno de cuarto grado posee, pero no en virtud de su educación formal, sino por el hecho de ser hablante nativo. La formación de palabras mediante la alteración del orden de las sílabas (feca por café, gomía por amigo) conlleva la evaluación y toma de decisiones respecto de variados procesos fonológicos, morfológicos y sintácticos como la asignación de acento prosódico, la asimilación de nasales, la determinación del rasgo sintáctico de género, y la marcación morfológica de clase nominal o verbal de la nueva palabra y las flexiones correspondientes. Ninguno de estos procesos es trivial, como se evidencia en los pares el amigo → el gomía, la amiga → la gomía; cagar → garcar; los pantalones → los lompa; y (mi favorita) el calzoncillo → el solsiyonca. Como proceso productivo de formación de palabras, además de la forma derivada directamente de la palabra original por metátesis, se producen derivaciones y flexiones de las palabras vesre, así también como desplazamientos semánticos (quilombo → bolonqui → embolonquinado ‘desordenado’; hotel → telo [solo en referencia a un hotel alojamiento] → telos/*lesteo/*lesote), y los hablantes tienen intuiciones acerca de la aceptabilidad de distintas formas posibles. El hablar al vesre es objeto de comentarios metalingüísticos y observaciones humorísticas, pero también merece la atención de estudios lingüísticos descriptivos y teóricos. El trabajo de Bohrn (2010) resulta prometedor en este sentido. 6. Clíticos Junto con el voseo, tal vez son los pronombres átonos los que despliegan una serie de características que distinguen el español argentino de otras variedades en forma más notoria. La variedad en el sistema de clíticos dentro del español abarca fenómenos que van desde la codificación y manifestación morfológica de diversos rasgos sintáctico-semánticos (contrastes de género, número, animacidad, caso, especificidad), la posición respecto del verbo, el orden interno en grupos de clíticos, la coocurrencia del clítico y un sintagma nominal coreferente, hasta las propiedades fonológicas (acentuación e inclusión en unidades entonativas). Esta variación interna al español no es, sin embargo, sorprendente a la luz de la variación existente en este dominio entre las distintas lenguas románicas y también en forma interna a ellas, como ha sido extensamente estudiado para diversos dialectos del italiano (Manzini/Savoia 2004; Pescarini 2010; Suñer 1992). apamipigopos, traigo → traipagopo– es relativamente popular en Argentina (de hecho existen libros infantiles en geringoso, como Rapatonpocipitopo de Tallon y Roldán (2005). El geringoso, sin embargo, no tiene ni la productividad ni el grado de lexicalización del vesre; tampoco pone en juego la complejidad de procesos gramaticales de diversa índole implicados en el vesre.
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Ya discutimos la duplicación de clíticos en el apartado 3 de este capítulo y el fenómeno de clíticos acentuados en el 4. Respecto de la codificación de rasgos sintáctico-semánticos por parte de las formas morfofonológicas, la variación se da dentro de las tres formas de clíticos no reflexivos de tercera persona le, la, lo. En términos generales, el sistema en español argentino es mayoritariamente el etimológico que contrasta caso primero y género después: la tercera forma le distingue el caso dativo sin contraste de género mientras que en el acusativo se distinguen dos formas la, lo, según el género del sustantivo asociado; no hay codificación del rasgo animado o humano. Si bien las oposiciones de formas de la tercera persona no marcan contrastes de animacidad ni especificidad, estos rasgos referenciales son rasgos activos que afectan la presencia (versus la ausencia) de los clíticos, ya sean duplicados o no. El sistema etimológico de “caso primero” se mantiene aun en impersonales con objeto directo pronominalizado (A los conscriptos se los despierta temprano), contexto en el que estos clíticos se realizan como le(s) incluso en variedades no leístas. No obstante esto, existe cierta variación en este sistema. Por un lado, se encuentran usos de le para objetos directos (leísmo) animados tanto en el Río de la Plata –principalmente restringido a formas de la segunda persona formal (Le invita a usted)– como en zonas de contacto con el guaraní. Existen también zonas de loísmo, y de uso de lo que no responde a rasgos de género ni caso del sintagma coreferente (cf. Martínez 2008 y cap. 3, sección iv de este volumen). Finalmente, como en toda variedad de español, y aun en italiano, la oposición entre el dativo y el acusativo puede codificar un contraste entre tipos de influencia o causación en ciertos contextos. Así, la alternancia de caso puede estar asociada a distintas interpretaciones del argumento representado (o duplicado) por el clítico, interpretaciones que corresponden, a su vez, a distintas estructuras oracionales. Este es el caso de construcciones que aceptan acusativo o dativo, como las causativas perifrásticas analizadas por Strozer (1976) –Lo hice llorar de causación directa frente a Le hice llorar, de causación indirecta, a través de un sujeto de llorar más agentivo– y los verbos psicológicos del tipo preocupar, el segundo tipo en la clasificación de Belletti y Rizzi (1988) –el uso eventivo de No lo vayas a preocupar (a Emilio) con tus problemas frente al estativo A Emilio no le preocupa la economía. otras características sujetas a variación dialectal que el español de la Argentina comparte con otras variedades incluyen la omisión de la marca de plural en el clítico le en caso de argumento dativo plural explícito (No le robe a los jubilados), el traslado del morfema -s de plural en grupos de clíticos que incluyen el se espúreo ([les lo] → se los en Se los conté [el chiste] [a mis amigos]), y el orden me-se/ te-se (estigmatizado) en grupos de proclíticos (Me se cayó todo el café). otros fenómenos que requieren más estudio conciernen el así llamado “se aspectual”, prácticamente lexicalizado con verbos de consumición en diversas variedades de
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español, especialmente en México, como en Me comí toda la pizza frente a *Comí toda la pizza (cf. Armstrong 2011). Sin embargo, este se, que requiere objetos determinados, delimitados (*Me comí pizza, *Me comí un poco de pizza) y está relacionado con una interpretación télica del evento, puede aparecer en la Argentina en ausencia de un sintagma determinado de objeto. Lo que se requiere es que se + verbo aparezca seguido de todo como cuantificador del evento, no necesariamente del objeto directo: Me bailé todo o Se corrió todo con el significado de ‘bailé mucho’ y ‘corrió mucho o muy rápido’. Existe cierta variación también respecto de la alternancia con/sin clítico reflexivo de un grupo relativamente amplio de verbos inacusativos, como ir(se), caer(se), morir(se), venir(se), bajar(se). La variación se da a nivel del grado de lexicalización de las variantes (morir sin se parece estar restringido a un registro alto) y la posibilidad de usos transitivos de las variantes no pronominales (Lo fueron del trabajo a Emilio; Cayeron el muro) (cf. Cuervo 2011; Pujalte/Zdrojewski en prensa). Finalmente, el análisis del corpus de Colantoni y Cuervo revela una gran preferencia por la subida de clíticos, es decir, la proclisis en los casos de opcionalidad generados por formas verbales compuestas con infinitivos y gerundios (Se lo voy a comprar o Voy a comprárselo; Te están llamando o Están llamándote). Las autoras computan la subida de clíticos en el 82% de los casos (622/760), que llega al 97% con ir a + infinitivo. Aunque una interpretación comparativa sistemática requiere más estudio, estos porcentajes son más altos que los que Colantoni et al. (2010) encontraron en un corpus similar de programas televisivos de Madrid (76% [363/479]) y los reportados por Davies (1995) de 56% como el promedio de los distintas dialectos estudiados y de 59% para el corpus de Buenos Aires publicado en 1987. 7. Palabras finales Esta sección contiene capítulos de diversa índole (desde el estudio abarcador de los factores que afectan el uso del voseo de Carricaburo hasta el análisis detallado de las restricciones a las nominalizaciones en -ada de Resnik), que trabajan con datos de diverso origen y con distintas metodologías (trabajo de corpus, obtención de datos experimentales, entrevistas sociolingüísticas). Más allá de esta diversidad, los capítulos comparten una ausencia importante y bienvenida: sus autores no presentan juicios de valor hacia los datos ni hacia los hablantes que los producen. Como lo demuestran los trabajos de esta y otras secciones de este volumen, así como los estudios citados en este capítulo introductorio y demás capítulos de esta sección, la descripción sistemática y el análisis riguroso de fenómenos lingüísticos del español de la Argentina se viene desarrollado con energía y libre
Aspectos morfosintácticos: Datos y perspectivas
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de prejuicios normativos. Resulta alentador ver que las nuevas perspectivas han permitido que el estudio de la morfosintaxis del español de la Argentina (y los estudios dialectológicos en general) se haya ampliado más allá de los fenómenos tradicionalmente asociados al contacto de lenguas o al desarrollo histórico. Así, muchos estudios recientes definen y buscan las motivaciones de los contrastes dialectales, interlingüísticos e históricos dentro del sistema mismo de la lengua, colaborando de este modo con la teoría lingüística en general, y las teorías de variación (a través del tiempo, el espacio y la sociedad) en particular.
Capítulo 2 EL voSEo ARgENTiNo: UN FENóMENo CoN ABoRDAJES MúLTiPLES norma carricaburo CoNiCET/Academia Argentina de Letras
1. El voseo argentino Antes de iniciar el tema de los distintos tipos de enfoques que ha recibido este fenómeno, es conveniente trazar una apretada síntesis de su peculiaridad, su historia y la magnitud de esta forma de tratamiento. El voseo o empleo de la segunda personal plural para un único receptor es, indudablemente, el rasgo más característico del español de la Argentina. Traído a América por los conquistadores y colonizadores, tiempo después desapareció de algunas zonas, cuando los virreinatos de México y Perú así como algunas zonas de tránsito entre la Península y el nuevo continente se asimilaron a las renovadas normas imperantes en la Metrópoli, que había reestructurado su paradigma verbal y pronominal con la imposición de vuestra(s) merced(es) > usted(es), con las terceras personas pronominales y verbales para las segundas de personas de respeto y el tú y el vosotros para las segundas personas de confianza singular y plural, respectivamente. Como consecuencia de esa reacomodación de las formas de tratamiento en los virreinatos, se produjo una disyunción entre la América tuteante y la voseante, compuesta esta última por las regiones de menor contacto con España. Esta perduración del voseo en América fue decisiva para que no se utilizara en América la forma vosotros, que hubiera producido una confusión entre el vos del singular y el vosotros del plural, y se instaurara usted(es) tanto para el respeto como para la familiaridad. En la Argentina, el vos ha crecido diatópica y diastráticamente, y se ha constituido en la forma de tratamiento casi exclusiva para la confianza, intimidad o solidaridad. También ha aumentado en comparación con el usted ya que las formas de respeto o lejanía se utilizan cada vez menos, siguiendo una constante ampliamente verificada por los estudios de formas de tratamiento no solo en el orbe hispánico, sino en otras lenguas1. A pesar de la resistencia académica Para el español de Buenos Aires, la primera en señalarlo fue Weber (1941: 107) y, posteriormente, confirmaron esta evolución Weinerman (1976: 5-6) y Carricaburo (1997: 25). 1
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a la aceptación del uso voseante en la norma culta, finalmente la Academia Argentina de Letras terminó aceptándolo. El 9 de septiembre de 1982 se produce un Acuerdo, en la reunión 750ª, por el cual “se sugiere a la Corporación de Madrid la conveniencia de incluir en la próxima edición de su Diccionario la siguiente nueva acepción del artículo vos: Argent. Fam. Pronombre personal de segunda persona singular que cumple la función de sujeto, vocativo y término de complemento. Su paradigma verbal difiere según las distintas áreas de empleo” (Academia Argentina de Letras 1982: 295). veintisiete años más tarde, en 2009, el voseo ya se introduce en la Nueva gramática de la lengua española. En esta ocasión, la Real Academia Española ha resignado el peso normativo de las gramáticas anteriores en beneficio de la pluralidad geográfica, la cantidad de hablantes y el policentrismo de las normas cultas. De este modo, junto a la flexión verbal tuteante se le abre un espacio a la voseante y de forma similar se incorpora el paradigma pronominal voseante. El voseo argentino se caracteriza por ser pronominal y verbal. El paradigma pronominal es híbrido, compuesto por formas de la segunda persona del singular y del plural. El vos cumple las funciones sintácticas de sujeto y de término de la preposición o de la comparación. De la segunda persona singular, perduran las formas de pronombres objetivos, reflexivos y posesivos tanto tónicos como átonos (Vos te volviste a tu pueblo; Te conocen a vos y a los tuyos; Hablaba hoy con vos). En cuanto a la flexión verbal, coincide con el voseo centroamericano en ser monoptongado en la vocal abierta (amáis > amás, coméis > comés, partáis > partás). Se utilizan las formas voseantes en el presente del indicativo y en el imperativo. El presente de subjuntivo oscila entre la acentuación grave y la aguda, con marcada preferencia por la grave en la región rioplatense, en tanto que en otras regiones, como en Salta, se utiliza más la aguda (Martorell 1991). El futuro de indicativo tiene muy poco empleo en la lengua oral, que históricamente usó el futuro perifrástico, y así el futuro sintético, con valor puramente temporal, casi no se oye, aunque se aprende escolarmente y está relacionado, como lógica consecuencia, con el lenguaje escrito. El pretérito perfecto simple debería conservar la -s final etimológica de la segunda persona del plural, pero, debido a la presión realizada por la escuela para evitar la sibilante analógica en la segunda persona tuteante (en, por ejemplo, hicistes), terminó por perderse, por ultracultismo, la de la persona voseante. El caso del pretérito perfecto es similar al del futuro, ya que generalmente, en la mayor parte de la Argentina, la forma preferida es la del pretérito perfecto simple, y el aprendizaje del pretérito compuesto se efectúa en la escuela2. Las 2
Rodríguez Louro (2009 y en este volumen, sección iii, cap. 3) muestra que el uso del
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formas verbales de segunda persona restantes son homomorfas, o sea que, al tratarse de un voseo monoptongado, son coincidentes las formas del tuteo y del voseo (amabais > amabas, comeríais > comerías, fuerais > fueras, partierais > partieras, etc.). 2. Los distintos abordajes del fenómeno voseante Dada la complejidad social que revisten las formas de tratamiento, resultan lábiles y, por lo tanto, se modifican de acuerdo con los usos sociales y a expensas de los paradigmas gramaticales. Eso es lo que ha sucedido con el voseo a lo largo de su historia. El voseo argentino ha recibido distintas críticas y restricciones a su uso, y asimismo diferentes enfoques de estudio. Esto se debe a que constituye una forma vinculada a distintos aspectos socioculturales, no solo con la gramática. Entre los principales enfoques que se le han dado a este fenómeno se pueden señalar los gramaticales (especialmente normativos, aunque también descriptivos y explicativos), los pragmáticos o relacionados con la cortesía, los sociológicos o disyuntivos entre solidaridad y poder, los políticos (por lo común ligados a un enfoque nacionalista), los geolectales o diatópicos y los estudios historicistas y filológicos, entre otros. 2.1. abordaJes pragmáticos Las primeras observaciones hechas sobre el empleo del voseo en nuestro territorio atestiguan una preocupación pragmática. Datan de 1609 y aparecen en las Reglas de los estudiantes de los colegios de la Compañía de Jesús, que se aplicaron en la Universidad y en el Colegio Seminario de Santiago, en la provincia de Córdoba. Se trata de evitar actos descorteses o indisciplinados entre los condiscípulos, como se muestra en (1). (1) No jueguen de manos ni diciéndose palabras injuriosas, ni poniéndose nombres y apodos ni llamándose de vos unos a otros, sino guardándose todo respeto (Borello 1969: 39).
pretérito perfecto simple es limitado en la interacción oral espontánea y que los hablantes del español rioplatense tienden a utilizarlo más cuando se les pide completar un cuestionario. Por otro lado, Kempas (este volumen, sección iii, cap. 2) constata el uso del pretérito perfecto simple en la interacción oral en Santiago del Estero.
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Esta cita, tomada de los Documentos históricos coleccionados por el sacerdote jesuita P. Grenon, es interesante porque no refleja un empleo del vos de confianza o familiaridad sino que lo adscribe a actos de habla peyorativos, junto con apodos y palabras injuriosas. Tras haber sido una forma deferente, el voseo había pasado a señalar de arriba hacia abajo y el interlocutor lo sentía como una forma denigrante, ya fuera por manifestar enojo por parte del emisor o por señalar social o racialmente al receptor3. Lo mismo se constata en los Documentos históricos, ya mencionados, en una observación posterior, de 1791. (2) A esto me respondió que ni yo ni otra mejor qe yo le havia de quitar qe handuviese por aqui y tratandome como él ha querido a vista de muchos qe lo han bisto y atropellandome a caballo con su espada en la mano y maltratandome como la mas Ruyn y facinerosa del Mundo que soy una mulata y –perdonándome vmd el modo de hablar– de… y bos y de m…da (Borello 1969: 35).
De igual tenor fue cierto material recogido por Rosenblat y que pertenece a los documentos del general San Martín, tomo iii, correspondiente a la provincia de Mendoza en el año 1815. Asienta: (3) un incidente violento entre el Juez comisionado Don José Rodríguez y un oficial del ejército. El comisionado –informa el expediente– disputaba “tratándole de tú al oficial”. El oficial, con mucha moderación, se levantó y le dijo: “Paisano, no me trate usted de bos, que soy un señor”. A lo que contestó el comisionado que el señor estaba en el altar (Rosenblat 1960: n. 9).
De esta observación el crítico extrae la consecuencia de que ya por esa época era equivalente tutear y tratar de vos. Sin embargo, también se desprende que, cuando el voseo no era solidario o recíproco, podía ser tomado a mal por quien lo recibía. En general, los estudios sistemáticos del voseo con respecto a la cortesía se incrementan en las últimas décadas del siglo xx, sobre todo a partir de Brown y Levinson (1987), quienes a su vez se basan en el concepto de face (o imagen pública) de goffman. No obstante, en cuanto al voseo en la Argentina, estos planteos pragmáticos no han tenido mucha incidencia, ya que el voseo, en la actualidad, es prácticamente una forma neutra de tratamiento, dada su extensión diatópica y diastrática; cubre los mismos espacios que el tú en las zonas tuteantes.
Pla Cárceles (1923) recoge varias referencias al vos denigrativo, tomadas del teatro o atestiguadas por los gramáticos. 3
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2.2. abordaJes gramaticales Las primeras señales sobre el voseo como un uso espurio fueron recogidas por Raúl Alejandro Molina (1958), quien advierte que en los primeros años del siglo xix Sabina de Alvear y Ward apunta sobre las costumbres en el Río de la Plata. (4) El vestido y el lenguaje, fuera del mate y de tal o cual expresión como andate y vení, corrompidas del andad y venid de los tiempos de Felipe II […].
Cinco lustros más tarde, Juan Cruz varela publica en El Tiempo, en 1828, una serie de artículos sobre lengua y literatura nacional. En ellos menciona algunas peculiaridades en el uso del español en el Río de la Plata y, sin nombrar el voseo, observa: (5) Es generalísimo entre nosotros, pero muy principalmente en los niños, el alargar las sílabas finales de los imperativos, y aun de agregarles una letra, diciendo v. gr. tomá por toma, corré por corre, vení por ven (Borello 1969: 33).
varela se adelanta, con esta observación, a algunos estudios recientes sobre la entonación en el español de Buenos Aires, donde se observa el alargamiento de la sílaba final en oraciones declarativas (Colantoni/Gurlekian 2004) y también que la duración es el correlato principal del acento primario en formas como dameló (Colantoni y Cuervo en este volumen, sección ii, cap. 3). De mediados del mismo siglo datan algunas preceptivas gramaticales que previenen sobre el uso voseante. En Córdoba, en 1847, la Gramática castellana de Antonio valdez advierte: “Es también vicio pronunciar oís en lugar de oyes y así se puede advertir en otros de igual naturaleza” (Prevedello 1989: 293). En 1857, Marcos Sastre, por ese entonces inspector general de las Escuelas del Estado de Buenos Aires, publica Lecciones de gramática castellana para instruir a los maestros sobre el uso de las segundas personas. (6) El pronombre vos, que significa vosotros o vosotras, se usa cuando se habla a una persona empleando el verbo en el plural; v. gr. Señor (o Señora), vos debéis disculparos, que equivale a tú debes disculparte. Su declinación es la siguiente: N. vos; g. de vos; D. a vos, para vos, os; Ac. a vos, os; A. de, con, por, en, sin, sobre vos. En ningún caso se puede emplear el pronombre vos con el verbo en singular, diciendo, por ejemplo, vos debes, traeme vos eso (Sastre 1858: 15).
Ejemplifica así como correcto el uso de vos para el singular cuando no confunde los paradigmas de las segundas personas, conforme con lo que en siglos anteriores se había usado en la Península. Más adelante retoma el voseo para
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corregir el uso monoptongado o la ausencia de la -d del imperativo y señala como impropio el empleo de la segunda persona del plural por la del singular (Sastre 1858: 28 y 44). Estas primeras normativas sobre el uso del vos se incrementan cuando la inmigración aluvional hace tomar conciencia a las autoridades del Ministerio de Educación de la necesidad de imponer una lengua única, aglutinante y correcta a los inmigrantes y a sus hijos. La política lingüística se vuelve inflexible ya que el idioma pasó a constituir, para las autoridades, el principio identitario por excelencia de la nación. Entre la presión de la escuela y la inmigración, en gran parte tuteante, el tú tendría que haberse impuesto, por lo menos en la norma culta, como ocurrió en otros países, y, sin embargo, siguió vigente el voseo. Posiblemente, esto se haya debido a que, si bien no tenía prestigio académico, sí proporcionaba prestigio social. Ser argentino nativo o de varias generaciones y usar el vos conllevaba lustre frente al aluvión inmigratorio, políticamente indiscriminado y económicamente indigente. No hay que olvidar tampoco que por esos años existía en muchos argentinos la idea de una lengua nacional, propiciada por la publicación, en 1900, del libro Idioma nacional de los argentinos, del francés Lucien Abeille4. A partir de la fundación del instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires, y debido a la labor de Henríquez Ureña (1921), comienzan a realizarse, desde el ámbito académico, estudios gramaticales más amplios que apuntan al enfoque concienzudo del fenómeno voseante. Ya no se trata de prescripciones normativas sino de entender en la sincronía y en la diacronía la peculiaridad del voseo y la extensión de este empleo. Trabajo pionero dentro de esta perspectiva fue el de Eleuterio Tiscornia (1930) sobre La lengua del “Martín Fierro”. Posteriormente, en la Universidad del Sur, Fontanella de Weinberg, consagró dos décadas al estudio del voseo americano y argentino (fundamentalmente, ver Fontanella de Weinberg 1977 y 1979b). 2.3. abordaJes políticos En 1928 Capdevila publicó Babel y el castellano, donde prestaba especial atención al voseo. Partió del estudio de Henríquez Ureña, pero hizo sus propias interpretaciones y por primera vez enfocó el problema desde múltiples perspectivas. Lo analizó como un “fenómeno de cultura”, con distintas resoluciones a lo largo del español peninsular y americano, y lo atacó por diversos flancos: a) desde la El capítulo de Rodríguez Louro sobre las actitudes lingüísticas de los hablantes rioplatenses en este mismo volumen traza un panorama de la ideología del argentino sobre esta variedad del español (cf. sección iv, cap. 6). 4
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gramática; b) desde lo sociológico, por el hecho de ser el triunfo de la barbarie anarquista sobre la cultura de los hombres de Mayo; y c) desde lo político, dado que lo considera el avasallamiento de lo plebeyo federal sobre la expresión letrada de los unitarios, en tiempos de Rosas. Si bien Capdevila reconoce que se trata de un fenómeno hispánico, no critica a los españoles por el uso que hicieron de él, sino que los felicita por haber corregido ese empleo. Entre las causas por las cuales aquí seguía vigente, señala la falta de aceptación de lo académico por quienes están en la parte alta de la pirámide sociocultural y, desde un punto de vista histórico, culpa de la instauración del voseo en las ciudades en la época de Rosas a la política americanista y populista del caudillo. Proporciona, pues, los argumentos que luego retomarán otros autores, como la anarquía del argentino ante las normativas lingüísticas y la disyunción sarmientina entre civilización y barbarie aplicada al empleo de vos. Esta desafortunada aseveración fue retomada por Castro (1941), a quien le interesó el factor sociopolítico y repitió los conceptos del poeta cordobés en La peculiaridad lingüística rioplatense y su sentido histórico. Para Castro, Rosas no es solo responsable de la propagación del voseo a las clases cultas, sino que es el espíritu mismo de la barbarie, el símbolo del “instinto bajero” del hombre argentino. Sin embargo, este polémico libro, reeditado en España en 1961, llevó a otros investigadores argentinos, como Rosenblat (1960), Borello (1969) y Fontanella de Weinberg (1971), a realizar estudios sobre la época de Rosas y sobre otros momentos, como el de la Revolución de Mayo, y a revisar testimonios históricos y epistolares para poder verificar qué había de cierto en las afirmaciones de Castro. De todos modos, más allá del empleo del voseo en sí, en determinadas épocas populistas se acortan las distancias entre el pueblo y sus mandatarios. En el siglo xx hubo dos momentos de marcado avance social de la forma de confianza sobre la de respeto y fue durante el primer peronismo (1943 a 1954) y posteriormente en la década del setenta. Por ejemplo, los obreros y escolares entonaban, hacia 1950, la “Marcha peronista” dando un trato voseante al general Perón, presidente de la República Argentina. El estribillo repetía: “Perón, Perón, que grande sos, / mi general, cuánto valés. / Perón, Perón, gran conductor, / sos el primer trabajador”. 2.4. abordaJes historicistas y filológicos En general, los primeros estudios que se realizaron sobre el voseo tuvieron en cuenta el enfoque diacrónico, dadas las características del fenómeno y la impronta impuesta por el Centro de Estudios Históricos de Madrid, presidido durante décadas por Ramón Menéndez Pidal, y seguida por los primeros investigadores del instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires. Dentro de esta visión se
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encuentran trabajos como el realizado en España por Pla Cárceles (1923) sobre la evolución histórica del vuestra(s) merced(es) > ustedes. Estos estudios se siguieron llevando a cabo en ambas orillas del Atlántico a lo largo del siglo xx, sobre todo por imperio del modelo filológico de Lapesa. Para el voseo argentino retoman este modelo, entre otros, Rosenblat (1960), Borello (1969), Fontanella de Weinberg (1971) y Carricaburo (1999). 2.5. abordaJes diatópicos o geolectales En el año 1964 tiene lugar en Buenos Aires el iv Congreso de Academias de la Lengua Española. En esa oportunidad giusti (1966), en una “Ponencia acerca del mapa del voseo”, proponía trazar un panorama del voseo americano dado que el último estudio de ese tipo era el de Henríquez Ureña, en los años veinte. La recomendación del trazado conjunto por las academias americanas no llega a realizarse. Pero el uruguayo Rona (1967) se adelanta y publica su Geografía y morfología del voseo. Su libro fue un disparador de distintos estudios sobre el voseo, no solo en la provincia de Buenos Aires, con las investigaciones de Fontanella de Weinberg, sino en distintas regiones. Desde la década de 1980 y hasta la actualidad son muchos los trabajos que se realizaron sobre las formas de tratamiento, a partir de un proyecto de investigación conjunta sobre la lengua mediterránea en la Argentina, programado y dirigido por Malanca y Prevedello. Si bien este proyecto no arrojó un resultado conjunto, se fueron publicando los resultados parciales que mostraron el estado del tema en varias provincias argentinas. 2.6. abordaJes sociológicos Pese a que los estudios sociológicos se inician a raíz del la investigación realizada por Brown y gilman, en el instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires, Weber (1941) publica un trabajo pionero sobre “Fórmulas de tratamiento en la lengua de Buenos Aires”. Es una investigación que, desde una perspectiva tradicional, se anticipa a los estudios sociolingüísticos y aun pragmáticos de décadas posteriores. Sostiene la investigadora: (7) En el estudio de los tratamientos, como en el de otras manifestaciones del habla porteña, hay que destacar la existencia de diferentes grupos lingüísticos, aunque estos grupos no viven aislados. Las diferencias no suponen absoluta diferenciación y divorcio: la escuela, los periódicos, hasta la radio, facilitan una constante intercomunicación (Weber 1941: 105).
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A continuación distingue entre una clase media, una clase popular y otra aristocrática. El voseo no es el centro de este estudio pero, sin embargo, es relevante por la metodología. No realiza estudios gramaticales del voseo, no polemiza con Capdevila y observa que “sean cuales fueren los motivos y las circunstancias en que su empleo llegó a las capas superiores, hoy se extiende a todas las clases sociales”. Le interesa la dinámica de las formas de tratamiento en la relación social y así Weber afirma: (8) Vos se usa habitualmente entre quienes tienen confianza, entre iguales y de superior a inferior, en este caso con doble valor de destacador de distancia o de tono protector o cariñoso (Weber 1941: 106).
Weber tiene en cuenta otros parámetros sociolingüísticos como son la edad (los jóvenes usan más el voseo), el sexo (aunque los varones también dan preferencia al vos sobre el usted, lo destaca sobre todo entre señoritas o señoras, que utilizan más la forma de confianza) y la profesión (el magisterio como centro difusor del tú). Por otra parte, ya advierte la propensión hacia el uso del voseo al apuntar que: (9) Entre las mujeres parece haber una tendencia cada vez más sostenida al uso del vos en oposición a usted en el trato amistoso. Hace diez años, dos señoritas o dos señoras jóvenes se trataban de usted, y en muchos casos, tras muchos años de trato frecuente y aun íntimo, continuaban usando solamente usted. Ahora en cambio no se puede pensar en una amistad de personas jóvenes sobre la base de tal tratamiento: y no ya amistad, casi el simple conocimiento lleva al uso del vos en mujeres jóvenes (Weber 1941: 107).
En 1960 aparece el trabajo de Brown y gilman que incorpora al estudio de las formas de tratamiento el eje del poder, eje vertical o asimétrico (tuteo-ustedeo o ustedeo-tuteo), y el de la solidaridad, eje horizontal o simétrico (tuteo-tuteo o ustedeo-ustedeo). El eje vertical puede tener una dirección descendente, de + a – poder (en el caso de la Argentina quien trata de vos recibe el usted) o una ascendente de – a + poder (quien trata de usted recibe el vos). En los orígenes del uso del vos como forma de singular, en el imperio romano (siglo iv d. C.), el eje del poder era ascendente, ya que se empezó tratando de vos al emperador y luego se extendió a otras autoridades civiles, militares y eclesiásticas. En cambio, en la actualidad, en Hispanoamérica, el eje del poder del voseo es descendente (según la edad, los roles sociales o el poder económico de quien da a quien recibe el voseo) o se ubica en la línea horizontal de la solidaridad. En el año 1968 aparece un primer estudio sobre formas de tratamiento en la Argentina incorporando los ejes de Brown y gilman (1960) a una investigación
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sociolingüística. Se trata de un estudio de Weinerman sobre Un nuevo campo de investigación social: El estudio sociolingüístico del tratamiento pronominal en díadas. Esta investigación es ampliada por la misma socióloga en un estudio posterior, sobre la Sociolingüística de la forma pronominal (1976). Posteriormente, sin tratarse de estudios eminentemente sociolingüísticos, otros trabajos han apelado a estos ejes de Brown y gilman (Carricaburo 1997). 3. Abordajes actuales y futuros En la actualidad, los estudios sobre voseo realizados en otras regiones de la América voseante toman en cuenta, especialmente, los fenómenos sociolingüísticos o pragmáticos relacionados con la cortesía, en la fluctuación del paso del tuteo o del trato de usted al voseo y también viceversa. En la Argentina, en cambio, este tipo de investigaciones no tienen mucho peso, ya que el voseo es un uso no marcado y tan extendido que en algunos casos lo que está marcado es el usted, como en el uso del segundo usted (se llama así al uso de esta forma para la intimidad), cuando en vez de respeto pasa a señalar pertenencia a una clase social o un determinado nivel de intimidad o adscripción (Carricaburo 2010). En los últimos tiempos, los trusts de editoriales, preferentemente españolas pero también argentinas, han tratado de neutralizar, en manuales, las formas de tratamiento regionales, en busca de un mercado más amplio5. Para ello, dan las consignas con infinitivo en lugar de imperativo o apelan a la tercera persona del plural en subjuntivo (rellenen, completen, averigüen, pongan). A esto dedicaron una tesis doctoral López garcía (2010) y un artículo garcía Negroni y Ramírez gelves (2010). Una de las vacancias investigativas la constituye el abordaje del voseo desde la figura tonal. Sería interesante un estudio de la cantidad de la vocal tónica del imperativo según los actos de habla (ruego, orden, etc.).
Con respecto al mercado editorial literario, ya había señalado Carricaburo (1995), que a partir de la década de 1980 los autores de ficción, debido al debilitamiento del mercado editorial local y ante el auge de las editoriales y la prodigalidad de los premios españoles, habían optado por una forma de tratamiento más neutra, es decir evitando el pronombre vos y la conjugación voseante. En la televisión, las telenovelas argentinas usaban el tú porque se vendían a un mercado internacional. 5
Capítulo 3 CLÍTiCoS ACENTUADoS laura colantoni/maría cristina cuervo University of Toronto
1. Introducción Una de las propiedades que define a los clíticos como tales es su naturaleza átona (cf., entre otros, Wanner 1987; Klavans 1995; Quilis 1993; Hualde 2005). Sin embargo, esta misma propiedad parece ser la menos confiable para definir un clítico (cf. Zwicky 1985). Prueba de ello es que, tanto en el español como en otras lenguas romances, los enclíticos pueden, bajo condiciones prosódicas o semánticas específicas, recibir acento (cf. Moyna 1999; Huidobro 2005). El español de la Argentina constituye un ejemplo particularmente interesante para el estudio de los enclíticos acentuados puesto que de las formas alternantes ilustradas en (1), aquella que tiene el acento en el enclítico parecería ser relativamente frecuente. (1) dámelo ~ dameló
En este trabajo nos proponemos estudiar la frecuencia y distribución de los enclíticos acentuados en un corpus de telenovelas del español de la Argentina, con el objetivo de demostrar que los enclíticos llevan acento primario y que sus propiedades prosódicas se correlacionan con propiedades morfosintácticas que caracterizan a los clíticos del español de la Argentina, como la duplicación de clíticos de acusativo y la alta frecuencia de la subida de clíticos. 2. Antecedentes Se han observado excepciones al carácter inacentuado de los clíticos en numerosas variedades del romance, como por ejemplo en las distintas lenguas y dialectos del sur de italia (Loporcaro 2000; ordóñez/Repetti 2006), el gascón (ordóñez/Repetti 2006), el catalán (Torres-Tamarit 2009), el español antiguo (Menéndez Pidal 1992) y el del Río de la Plata (Moyna 1999; Huidobro 2005). ordóñez y Repetti (2006), sobre la base de las variaciones observadas en los
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distintos dialectos de italia, proponen una tipología de clíticos acentuados, que incluye cuatro posibilidades además de los casos de estabilidad acentual, como el del italiano estándar. Así, en algunas variedades, en casos de enclisis, el acento del verbo se puede desplazar en forma categórica a la penúltima o a la última sílaba. Existen también casos de desplazamiento acentual variable, dictado por el número de clíticos (el acento se traslada a la penúltima cuando se adjuntan dos clíticos) o por factores de tipo semántico, en cuyo caso el acento se mueve en forma variable a la penúltima sílaba. Dentro de los factores semánticos que se han invocado para explicar el desplazamiento acentual, el énfasis es el más frecuente (Menéndez Pidal 1992; Klavans 1995; Moyna 1999): las formas acentuadas serían más enfáticas que las no acentuadas. Huidobro (2005) propone un análisis semántico diferente de formas acentuadas y no acentuadas. De acuerdo con la autora, las primeras llevan ‘verum focus’; es decir, al acentuar el clítico el hablante enfatiza la verdad de una proposición según el contexto. Muy pocos trabajos se han dedicado a los clíticos acentuados del español de la Argentina. Bolinger (1978) nota su existencia en el español de Buenos Aires y los analiza como casos de énfasis motivado por el paradigma oxítono del imperativo de segunda persona. Moyna (1999) y Huidobro (2005) son los únicos en plantear acercamientos sistemáticos al fenómeno. Ambos sostienen que el acento en el clítico es opcional y motivado por factores semánticos, como el énfasis, en el caso de Moyna, o el ‘verum focus’, para Huidobro. Además de la motivación semántica, Moyna hipotetiza una motivación prosódica: el acento se desplaza al clítico por una reinterpretación de los contornos tonales descendentes que normalmente acompañan al verbo, el imperativo en particular, en posición final de enunciado. En cuanto a la naturaleza del acento en los clíticos y las condiciones que determinan su realización, el trabajo de Moyna es crucial para el presente estudio. Primero, la autora observa que el acento en el clítico es secundario y no primario. Segundo, concluye que el desplazamiento del acento al clítico se bloquea en las condiciones de “choque acentual”; es decir, el acento no se desplaza al clítico cuando el verbo es un monosílabo y está seguido por un solo pronombre. Tercero, la asignación del acento en los casos de verbo + enclítico procedería en la misma forma que la asignación del acento en los compuestos de verbo + objeto (v.g. sacacorchos), con la salvedad de que en estos casos el acento primario recae en el segundo miembro del compuesto, mientras que, en su análisis, los enclíticos recibirían acento secundario. En ninguno de los trabajos, sin embargo, se determina experimentalmente si el acento primario recae o no en el clítico. Tampoco se busca establecer si esta propiedad prosódica de los clíticos del español de la Argentina se correlaciona o no con algún comportamiento morfosintáctico particular de los clíticos.
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3. Objetivos e hipótesis Este trabajo se plantea tres objetivos principales. En primer lugar, nos proponemos estudiar los contextos variables, como en (1), con el fin de determinar la frecuencia y los factores que gobiernan la distribución de las formas acentuadas. En segundo lugar, investigaremos las propiedades fonéticas de las formas acentuadas para establecer si llevan o no acento primario. Por último, buscamos correlacionar las propiedades prosódicas y morfológicas de los clíticos para contribuir a la caracterización de las asimetrías entre proclisis y enclisis. Tres son también las hipótesis que guían este trabajo y que intentaremos evaluar: la primera, que los enclíticos tónicos son la forma por defecto y que no marcan un significado especial respecto de las formas átonas; la segunda, que los clíticos reciben acento primario y no secundario, y que el clítico acentuado y el verbo forman una única palabra prosódica; y la tercera, que la acentuación de clíticos en el español de la Argentina no es un fenómeno exclusivamente fonológico, sino que el acento es la marca explícita de una distinción morfológica entre enclíticos y proclíticos. 4. Metodología A fin de verificar las hipótesis, se creó un corpus de seis horas de duración de episodios grabados digitalmente de dos programas de televisión (Floricienta y Socias). La selección del corpus estuvo motivada por el carácter coloquial del fenómeno y la necesidad de obtener suficientes formas verbales en imperativo. De hecho, un intento anterior con entrevistas sociolingüísticas (cf. Colantoni/Cuervo 2009) arrojó un número muy bajo de formas acentuables. De este corpus se extrajeron todas las formas verbales que contenían clíticos, ya fueran enclíticos o proclíticos, y se las etiquetó respecto de variables lingüísticas como la forma verbal, el número y el tipo de clíticos y la persona del clítico y del verbo. Se incluyeron, además, algunas variables sociolingüísticas (como, por ejemplo, la edad y el sexo de los actores), que no van a ser analizadas en el presente trabajo. La presencia o no del acento en el clítico fue determinada en primer lugar por dos transcriptores de manera independiente y solo los casos en los que hubo total acuerdo fueron considerados en este trabajo. Por último, todas las formas con enclíticos con el potencial de llevar acento (cf. § 5) fueron analizadas acústicamente con PRAAT. En estos casos, se midió la duración, intensidad y frecuencia fundamental (F0) de la vocal del clítico, la vocal con acento léxico en el verbo y la vocal átona entre ambas (cf. Figura 1). Como el número de sílabas átonas entre dos sílabas tónicas tiene consecuencias para la realización de los acentos tonales
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(cf. Prieto et al. 1995), se tomaron solo ejemplos en los que hubiera una sola sílaba átona entre la sílaba tónica del verbo y el potencial clítico acentuado (v.g. cuídese; dámelo). Por último, se calcularon las diferencias relativas para cada uno de estos parámetros para minimizar las diferencias individuales. FIgurA 1 Ejemplo de segmentación de una forma verbal con enclíticos y de los intervalos empleados para calcular las diferencias relativas de duración y F0
vv = vocal tónica del verbo; vpost = vocal postónica; vcl = vocal del clítico.
5. Distribución De un total de 3208 clíticos, solo 89 (2,78%) están acentuados. Este ínfimo porcentaje, sin embargo, no significa que la acentuación de clíticos en el español de la Argentina es un fenómeno marginal. Para tener una perspectiva adecuada respecto del fenómeno, es necesario considerar los contextos lingüísticos en que un clítico podría recibir acento. Estos contextos están definidos principalmente en términos de la posición del clítico respecto de la base verbal (proclíticos versus enclíticos) y del patrón acentual de la forma verbal (acento en la última sílaba o no).
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En primer lugar, solo los enclíticos pueden recibir acento; los proclíticos, nunca. Por tanto, la incidencia de la acentuación debe ser estudiada dentro de los enclíticos. La proclisis es mucho más frecuente que la enclisis; en nuestro corpus, los proclíticos constituyen el 78% de los clíticos totales, como lo muestra la Tabla 1. TAblA 1 Distribución de clíticos en proclíticos y enclíticos Proclisis Enclisis Total
N 2489 719 3208
% 78 22
El porcentaje de clíticos acentuados sube al 12% (Tabla 2) cuando se los estudia dentro de los 719 casos de enclisis. Este porcentaje, no obstante, sigue siendo relativamente marginal. Es necesario considerar una restricción más, de naturaleza prosódica, para definir la subclase de enclíticos que potencialmente pueden recibir acento: las formas objeto. TAblA 2 Distribución de acentuación en enclíticos y en formas objeto
Total de enclíticos Formas objeto
No acentuado % N 88 630 29 36
Acentuado % N 12 89 71 89
Moyna (1999) observa que los clíticos solo pueden recibir acento si hay al menos una sílaba átona entre la sílaba tónica del verbo y el clítico en cuestión. Así, mientras que el enclítico me puede ser acentuado en (2), la acentuación es imposible en (3) y (4), donde el clítico sigue inmediatamente a la sílaba tónica del verbo (marcada en negritas). (2) disculpeME (3) *daME (4) *tomarME
La inaceptabilidad de los casos (3) y (4) es el resultado de un choque acentual (Moyna 1999).
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(5) Choque acentual: se deben evitar dos sílabas adyacentes acentuadas (Kager 2007: 1999; cf. también Liberman/Prince 1977; Selkirk 1984).
Debido a esta restricción, no todo enclítico es susceptible de recibir acento. Surgen así contextos invariables (enclíticos que nunca reciben acento) y contextos variables, donde es posible encontrar acentuación del enclítico. Los contextos invariables solo se dan cuando hay un solo clítico; el último clítico de un grupo de enclíticos siempre puede ser acentuado dado que el grupo provee las sílabas necesarias para que no se produzca un choque acentual. Los contextos invariables abarcan todos los infinitivos y todas las formas del imperativo en segunda persona informal vos, es decir, las formas verbales oxítonas, como por ejemplo *disculparLO, *tomaLO. Los contextos variables abarcan todas las formas verbales con acento en la penúltima sílaba (gerundios, imperativos en segunda persona formal usted y en segunda persona plural, y todas las formas seguidas de dos o más clíticos), como disculpándolo o disculpandoLO, tómenlo o tomenLO, dámelas o dameLAS. Dado que no todo pronombre enclítico puede ser acentuado, el análisis de la distribución se centra en los contextos variables, o sea, en los enclíticos que pueden recibir acento. Nos referimos a estos casos como “formas objeto”. Como muestra la Tabla 2, la incidencia de acentuación de enclíticos así considerada es del 71%. Es decir que el fenómeno no solo no es marginal sino que los clíticos acentuados son, en términos distribucionales, la opción no marcada. A fin de determinar qué factores lingüísticos influyen en la acentuación de enclíticos, el análisis incluye cuatro dimensiones de la distribución de las formas objeto: 1) las formas verbales con las que se asocian; 2) la acentuación de clíticos únicos y de clíticos que forman parte de un grupo; 3) el contexto entonativo posterior al enclítico, es decir, si el enclítico aparece seguido por otra(s) palabra(s) en la misma frase, o si le sigue una pausa; y 4) el carácter enfático o no enfático de la enunciación de la que forma parte el clítico en cuestión1. La Tabla 3 presenta los datos de la distribución de la acentuación respecto de las cuatro dimensiones arriba mencionadas. La distribución de formas objeto respecto de las formas verbales y los grupos de clíticos no muestra diferencias significativas entre enclíticos acentuados y no acentuados. En particular, es importante destacar que los enclíticos acentuados aparecen con todas las formas verbales posibles y tanto con un único clitico como en parejas2. 1 Dado que una gran cantidad de las formas objeto son imperativos, no estudiamos la propuesta de Huidobro (2005) de una diferenciación semántica en términos de ‘verum focus’. 2 Al considerar cada forma verbal por separado, se observa un contraste significativo entre la incidencia de clítico acentuado en imperativos versus gerundios e infinitivos: mientras que el 50% de los gerundios e infinitivos está acentuado en el clítico, el porcentaje de clíticos acen-
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TAblA 3 Distribución de formas objeto acentuadas y no acentuadas No acentuado N = 36 Formas verbales
Acentuado N = 89
Imperativo Infinitivo gerundio Imperativo Infinitivo gerundio 63%
29%
8%
86%
10%
4%
grupos de clíticos
1 clítico
2 clíticos
1 clítico
2 clíticos
83%
17%
79%
21%
Contexto posterior
Palabra
Pausa
Palabra
Pausa
80%
20%
35%
65%
Enfático
No enfático
Enfático
No enfático
50%
50%
30%
70%
Énfasis
Se analizó el contexto posterior al clítico para verificar la validez de la hipótesis de que el fenómeno de acentuación de clíticos es una reinterpretación de contorno descendente de final de frase (el contexto para desplazamiento acentual como cambio histórico). En el corpus, los clíticos no acentuados aparecen en su gran mayoría (80%) seguidos de otras palabras dentro de la misma frase entonativa. Los clíticos acentuados, en cambio, son seguidos por una pausa en la mayoría de los casos (65%). Estos datos indican que esta dimensión fonológica es un factor en la distribución de la acentuación de enclíticos. Con el fin de verificar la propuesta de Moyna (1999) de que la acentuación de clíticos es un tipo de expresión de énfasis o, al menos, que se correlaciona con el énfasis, todas las frases con formas objeto fueron codificadas respecto del valor enfático o neutro del enunciado. Se consideraron como marcas de énfasis estructuras de polaridad marcada, repeticiones insistentes o tonos de voz que expresan enojo. Dentro de las formas objeto no acentuadas, los casos se distribuyen en forma balanceada entre los contextos enfáticos y los no enfáticos. Las formas acentuadas se encuentran en su mayoría (70%) en contextos no enfáticos. Si bien las diferencias son estadísticamente significativas (χ2 = 4,2823; p = 0,0380), no parece razonable concluir que la acentuación es una marca de neutralidad. Lo importante de estos datos es que tanto las formas acentuadas
tuados con imperativos llega al 78%. Si estamos frente a un cambio prosódico, esta tendencia es consistente con la idea de que el cambio comienza con los imperativos y luego se generaliza a las otras dos formas.
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como las no acentuadas se dan en contextos enfáticos; esto anula la hipótesis de que la acentuación distingue significados o valor pragmático en término de marca de énfasis. 6. Análisis acústico El objetivo de este apartado es el de verificar si los correlatos acústicos del acento apoyan un análisis en el que las formas enclíticas acentuadas reciben el acento primario. Para ello, es necesario recordar brevemente que estudios experimentales recientes sobre el acento en español han concluido que la duración es el correlato principal del acento primario (cf. Canellada/Kuhlman Madsen 1987; ortegaLlebaria 2008). El acento secundario, en cambio, se marca preferentemente con un acento tonal (Hualde 2009). Así, el primer parámetro que analizamos es la diferencia relativa entre la duración de la vocal tónica del verbo vs. la postónica, la vocal del clítico vs. la vocal tónica del verbo, y la vocal del clítico vs. la vocal postónica del verbo. Si el clítico acentuado recibe acento primario, se espera que la duración relativa de la vocal del clítico sea mayor que la vocal tónica del verbo. Esto es precisamente lo que encontramos. FIgurA 2 Diferencias de duración entre las tres últimas vocales de las formas enclíticas acentuadas vs. no acentuadas
Como muestra la Figura 2, en el caso de las formas que se perciben con acento en el clítico, la vocal del clítico es casi dos veces más larga que la del verbo, mientras que, en los casos en los que el acento se percibe en el verbo, ambas vocales tienen aproximadamente la misma duración. Estas diferencias de duración rela-
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tiva entre la vocal del verbo y la del clítico son estadísticamente significativas, según los resultados de una ANovA (F(2,84) = 18,02; p < 0,0001). En las Figuras 3 y 4 se presenta el análisis de las diferencias relativas de intensidad y tono, respectivamente. Una inspección de los gráficos revela tendencias similares para ambas condiciones de acento con respecto a estos dos parámetros; es decir, tanto en las formas en las que el acento se percibe en el clítico como en aquellas en las que se percibe en el verbo, se produce una caída de la intensidad (Figura 3) y un descenso de la F0 (Figura 4) a lo largo de las tres últimas sílabas. FIgurA 3 Diferencias relativas de intensidad en formas con clíticos acentuados y no acentuados
FIgurA 4 Diferencias relativas tonales en formas con clíticos acentuados y no acentuados
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Aunque las tendencias sean similares entre las formas acentuadas y las no acentuadas, existe una diferencia cuantitativa entre ambas: tanto las diferencias de intensidad como las tonales son mayores en los casos en los que el acento se percibe en el verbo. De hecho, las diferencias de intensidad entre la vocal tónica del verbo y la del clítico entre ambos contextos son estadísticamente significativas, al menos para uno de los parámetros: la intensidad (F(2,84) = 9,26; p = 0,0003). De los datos presentados en esta sección se puede concluir que la percepción del acento en el clítico se corresponde con diferencias significativas de duración (esto es, la vocal del clítico es significativamente más larga), lo cual es consistente con un análisis en el que el acento primario está en el clítico y no en el verbo. En los casos en los que el acento se percibe en el verbo, la vocal del verbo es más larga que la postónica pero es semejante a la del clítico en duración; en este caso, los correlatos más relevantes del acento son la intensidad y la frecuencia fundamental. Por último, en los casos en los que el acento se percibe en el clítico, el acento secundario en el verbo está marcado por un máximo tonal (ver Figura 4). 7. Análisis morfosintáctico La acentuación de clíticos equivale a la pérdida de una de sus características distintivas (cf., entre otros, Kayne 1975; Zwicky 1985; Wanner 1987). Nuestra hipótesis es que la diferenciación prosódica entre enclíticos y proclíticos se corresponde con una distinción a nivel morfológico, en particular, con una reinterpretación del estatus morfosintáctico de los enclíticos. varios estudios han observado asimetrías entre proclíticos y enclíticos. Más allá de las posibilidades de acentuación, exclusivas de los enclíticos, se han notado contrastes en el orden interno de grupos de proclíticos y enclíticos, y en el peso fonológico de unos y otros. En español, por ejemplo, aunque existen variantes no estándar en el orden interno de un grupo de clíticos como en me se cayó, los enclíticos nunca presentan variación (*caérmese, Heap 2005; cf. también Terzi 1999). En muchas lenguas hay formas de enclíticos que tienen un segmento o una sílaba más (loro vs. li en italiano), y hay clíticos que sufren procesos de reducción solo cuando son proclíticos (as, os vs. las, los en portugués). Estas asimetrías han sido analizadas como derivadas de contrastes morfosintácticos de diverso tipo. Según Saltarelli (1989), los enclíticos son formas pronominales y los proclíticos marca de concordancia. Basándose en la distinción tripartita entre formas pronominales fuertes, pronombres débiles y clíticos desarrollada por Cardinaletti y Starke (1996), ordóñez y Repetti (2006) proponen que, en lenguas y dialectos que exhiben acentuación de enclíticos, los proclíticos son verdaderos clíticos y los enclíticos son pronombres débiles (formas deficientes
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pero más fuertes que los clíticos, como loro en italiano). Por otro lado, Nash y Rouveret (2002) sostienen que los enclíticos son el resultado de la incorporación del clítico en el núcleo flexión, mientras que los proclíticos se dan por adjunción a una categoría de flexión proxy encargada de licenciarlos en casos en que la enclisis no sea posible3. Es posible pensar que en el caso del español de la Argentina el ser tónico es en estos enclíticos el equivalente a una sílaba más en otros idiomas: el acento provee al enclítico de más peso fonológico, posible indicación de distinto estatus morfosintáctico. Así, resulta necesario investigar dos dimensiones del comportamiento de los clíticos en busca de reflejos morfosintácticos del contraste prosódico: la duplicación y la subida de clíticos. En el español actual, la posición de los clíticos depende de las propiedades flexivas del verbo anfitrión. Los clíticos aparecen como proclíticos cuando el verbo simple contiene un morfema flexivo de tiempo (y persona y número); la enclisis solo es posible con formas sin tiempo: infinitivos, gerundios e imperativos. Las formas verbales compuestas presentan casos en que, en principio, tanto la proclisis como la enclisis son posibles; cuando el clítico se ubica como proclítico del verbo auxiliar se habla de ‘subida de clíticos’. Si bien la subida de clíticos suele ser analizada en forma independiente de las teorías de enclisis y proclisis con verbos simples (Kayne 1991; Rivero 1994; Nash/Rouveret 2002), creemos que resulta iluminador pensar la subida de clíticos como un caso más de proclisis. Davies (1995) muestra, a partir de un amplio estudio de corpus, que la subida de clíticos (es decir, proclisis cuando la enclisis es posible) se da en lenguaje oral en un promedio del 56% de los casos estudiados. Los datos indican que la proclisis es favorecida doblemente: primero, porque la mayoría de las formas verbales que toman clíticos son verbos simples conjugados y, segundo, porque cuando es posible, la subida de clíticos es la opción más usada. Así, los proclíticos en español son mucho más frecuentes que los enclíticos. Como lo muestra la Tabla 1, nuestra base de datos exhibe claramente la tendencia a la proclisis. Respecto de la subida de clíticos, los datos de Davies (1995: 373) registran un promedio de subida del 59% para el habla culta de Buenos Aires (corpus publicado en 1987). En nuestro corpus, la subida de clíticos es aún mayor: se da en el 79% de los contextos posibles (Tabla 4). El hecho de que el porcentaje de proclisis en formas simples y la subida de clíticos en formas compuestas sea similar puede ser interpretado como una indicación de que la posición de los clíti3 Los detalles de la distinta derivación de enclisis y proclisis no son pertinentes a nuestro trabajo; lo que importa es la generalización de que la relación de un enclítico con el anfitrión es más estrecha que la de un proclítico, y que los rasgos del núcleo flexión son en parte responsables de la distinción.
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cos en uno y otro caso está determinada por los mismos principios, y que se trata de un fenómeno relacionado, indicador de la misma preferencia por la proclisis. Más aún, si entre los casos potenciales de subida distinguimos formas objeto (las formas que pueden ser acentuadas si se manifiestan como enclíticos) de otras formas, encontramos que las formas objeto aparecen como proclíticos, es decir que suben, en un porcentaje significativamente mayor (86%) que las formas que no son acentuables (76%) (p = 0,02664). Estos datos son consistentes con la idea de que la acentuación de clíticos está asociada con una distinción morfológica entre proclíticos y enclíticos, y una marcada preferencia por la proclisis. TAblA 4 Subida de clíticos para formas objeto y otros enclíticos Subida de clíticos
Sin subida
Formas objeto (N = 125)
86% (N = 107)
14% (N = 18)
otras formas (N = 453)
76% (N = 346)
24% (N = 107)
Total (N = 583) (N/A = 2625)
79% (N = 458)
21% (N = 125)
Si consideramos solo los verbos tomados por Davies para computar los datos de subida de clíticos en Buenos Aires (los ocho verbos más frecuentes, como ir a, poder, tener que), el porcentaje de subida es del 86%. Esta diferencia (de 59% a 86%) en un período de poco más de 20 años podría ser indicativa de un cambio en proceso hacia la proclisis categórica. Lamentablemente no contamos con datos de subida de clíticos más recientes de otras variedades de español por lo que esta idea es, por el momento, una especulación4. otra característica pertinente a los clíticos en el español de Argentina es la posibilidad de la duplicación de objetos directos no pronominales, como en ¿(Lo) viste a Juan? En la “doble representación” de un argumento, uno de los exponentes es siempre un clítico: no hay duplicación entre un sintagma nominal y un pronombre fuerte (*A Susana, ¿quién entregó un libro a ella?) o un pronombre débil (en italiano, Gianni e Carlo, li hai telefonati? vs. *Gianni e Carlo, hai telefonato loro?). Si la acentuación de clíticos es indicativa de un cambio a nivel morfológico, en particular si se trata de un fenómeno de reforzamiento de los enclíticos en La diferencia con los datos de Davies podría deberse a que los datos de nuestro corpus provienen de un habla más popular que la norma culta. 4
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pronombres débiles, como proponen ordóñez y Repetti (2006), esperamos encontrar menos duplicación con enclíticos acentuados que con no acentuados, y, en general, menos duplicación con enclisis que con proclisis. Según se desprende de la Tabla 5, los enclíticos acentuados están proporcionalmente menos duplicados (6%) que las formas objeto no acentuadas (13%). La poca cantidad de casos, sin embargo, no permite verificar si las diferencias son significativas. TAblA 5 Duplicación de formas objeto acentuadas y no acentuadas Formas objeto
Duplicación
Sin duplicación
Acentuados (N = 62)
6% (N = 4)
94% (N = 58)
No acentuados (N = 24)
13% (N = 3)
87% (N = 21)
La segunda comparación interesante se da respecto de la duplicación de acusativos no pronominales, el caso que presenta opcionalidad y que distingue al español de la Argentina de muchas otras variedades. La diferencia que aparece entre la duplicación de acusativo con proclíticos (8%) y con enclíticos (4%) es estadísticamente significativa5. TAblA 6 Duplicación de clíticos acusativos para proclíticos y enclíticos6 Duplicación acusativo
Sin duplicación
Proclíticos (N = 628)
8% (N = 52)
92% (N = 576)
Enclíticos (N = 256)
4% (N = 10)
96% (N = 246)
La duplicación de proclíticos versus enclíticos en general (acusativos y dativos) exhibe la misma tendencia (9% de duplicación en proclíticos, 7% con enclíticos), pero la diferencia no llega a ser estadísticamente significativa. 6 Es importante aclarar que, dado el diseño del corpus, lo que se compara son los casos de duplicación (clítico y sintagma nominal) con casos de clíticos solos (sin sintagma nominal) “sin duplicación”. Esto difiere de la comparación estándar de sintagmas nominales solos versus casos de duplicación (sintagma y clítico). Barrenechea y orecchia (1979) presentan una discusión interesante de este tipo de cuestión metodológica. Las autoras encontraron una duplicación de acusativo del 4,33% en el corpus de habla culta de Buenos Aires; así, nuestros datos presentan un incremento de la duplicación (7%). También registraron una mayor incidencia de duplicación con proclisis que con enclisis. 5
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En conclusión, los datos del corpus son consistentes con la idea de un reforzamiento morfológico de los enclíticos, que pasarían a ser pronombres débiles de categoría sintagmática, combinándose con el verbo como compuestos del tipo v + N. Existe, sin embargo, un análisis alternativo, también consistente con el hecho de que los enclíticos acentuados reciban acento primario: los enclíticos funcionarían como verdaderos afijos flexivos de marca de concordancia de objeto en ausencia de concordancia con el sujeto. Este análisis, que está de acuerdo con la propuesta de Nash y Rouveret (2002), recibe apoyo adicional del fenómeno de traslación o duplicación de la flexión verbal en las formas (no estándar) de ciertos imperativos, como en vaya(n)sén, demenló, etc., en las que el clítico se combina con la base verbal ‘antes’ que los afijos de persona/número. Más allá de cuál de estas dos posibilidades opuestas sea correcta, la generalización es que la alta incidencia de subida de clíticos marca una fuerte tendencia a la proclisis, y la alta incidencia de acentuación de enclíticos sería indicativa de un cambio en el estatus morfológico de los enclíticos y en su relación con el anfitrión verbal. 8. Discusión y conclusiones En este trabajo nos propusimos evaluar tres hipótesis y los resultados obtenidos nos han permitido confirmar claramente las dos primeras y avanzar en la investigación de la tercera. En primer lugar partimos de la hipótesis de que los enclíticos tónicos son la forma por defecto en el español de la Argentina y, por lo tanto, no pueden ser enfáticos. Los datos presentados aquí indican que de todas las formas verbales con enclisis en las que existe la posibilidad de acentuar el clítico, las formas acentuadas claramente superan a las no acentuadas (71% vs. 29%, respectivamente), y no se correlacionan con contextos enfáticos. Los datos del análisis acústico avalan la segunda hipótesis: en las formas en las que se percibe el acento en el clítico la vocal del clítico es significativamente más larga en proporción que la vocal del verbo. Dado que la duración es el correlato más fiable del acento en español, es posible concluir que los enclíticos acentuados llevan acento primario y no secundario. Nuestra tercera hipótesis resultó ser la más difícil de evaluar, sobre todo por la insuficiencia de ejemplos necesarios para realizar comparaciones más sistemáticas y detalladas. Los resultados obtenidos hasta el momento parecen apoyar la hipótesis general de que la acentuación de los enclíticos no es un proceso puramente fonológico sino que tiene repercusiones a nivel morfosintáctico. El análisis apunta a una diferenciación entre enclisis y proclisis, en el sentido de que los proclíticos son las formas favorecidas y los verdaderos clíticos, mientras
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que los enclíticos estarían sufriendo una reinterpretación morfosintáctica. Los datos no aportan, sin embargo, detalles fehacientes de hacia qué extremo del continuum –entre formas pronominales fuertes y afijos de concordancia– se estarían desplazando los enclíticos. En este momento dejamos estos dos análisis como plausibles, a la espera de mayores avances en la investigación. No podemos concluir este capítulo sin una breve referencia a las posibles motivaciones que hacen que los clíticos acentuados sean aparentemente más frecuentes en el español de la Argentina que en otras variedades. Existe evidencia de que la variación en la acentuación de los enclíticos es un fenómeno de larga data en el español (Menéndez Pidal 1992: 255) y, como el mismo Menéndez Pidal menciona y nuestra investigación en curso corrobora (Colantoni et al. 2010), es un fenómeno presente, aunque poco frecuente, en el español peninsular contemporáneo. Más allá de esto, los enclíticos acentuados no han sido reportados en ninguna variedad. ¿Por qué entonces se habrían transformado en las formas no marcadas en el español de la Argentina? Siguiendo a Bolinger (1978), es posible pensar que la acentuación del clítico puede ser fomentada por el paradigma del voseo, que favorece los patrones yámbicos sobre los trocaicos, al menos en el imperativo. Es posible también especular acerca de las motivaciones externas: los clíticos acentuados están ampliamente descritos en variedades del sur de italia, variedades que estuvieron en contacto con el español de la Argentina, en general, y de Buenos Aires, en particular. Si el contacto ha influido en otros cambios prosódicos, como se demuestra en otros trabajos (cf. sección i, cap. 5, en este volumen), es perfectamente posible suponer que haya tenido también un papel importante en el caso de los clíticos.
Capítulo 4 DUPLiCACióN DE LA NEgACióN EN EL ESPAñoL DE CoRRiENTES maría cristina cuervo/natalia mazzaro University of Toronto/University of Texas-El Paso
1. Introducción Este trabajo ofrece una descripción y análisis de la variación en oraciones negativas que contienen una palabra negativa preverbal, como en (1). El español de Corrientes (EC) presenta dos variantes mientras que en el español estándar (EE), que incluye el resto de Argentina, solamente la forma (1a) es aceptable. (1) a. Nadie abrió la puerta. b. Nadie no abrió la puerta.
EE y EC EC
Como se ilustra en el ejemplo (1), la variación se centra en la presencia o ausencia del clítico negativo no en el caso de que la oración contenga una palabra negativa (nadie, nada, tampoco, nunca, etc.) en posición preverbal. Es importante establecer que la palabra negativa es preverbal, dado que cuando la palabra negativa es posverbal, la presencia del clítico no es obligatoria en todos los dialectos. El análisis de este fenómeno, que se conoce como concordancia de negación ya que no hay una lectura de doble negación, se basa generalmente en la idea de que la palabra negativa posverbal debe ser licenciada por un operador negativo. (2) a. No vino nadie. b. *vino nadie.
EE y EC EE y EC
La variante con la partícula no (1b), que llamaremos duplicada, no constituye una estructura extraña desde el punto de vista interlingüístico. Muchas lenguas expresan la negación oracional mediante una partícula, clítico o afijo de negación sin importar si la oración contiene una palabra negativa, y si esta es pre o posverbal. Este es el caso de una lengua cercana al español como el francés (3) y de una lengua tipológicamente lejana como el guaraní (4), con el que el EC está en contacto.
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(3) a. Je n’ai vu personne. Yo no he visto a nadie. ‘No vi a nadie.’
b. Personne n’a ouvert Nadie no ha abierto ‘Nadie abrió la puerta.’
(4) a. Nd-a-ikuaá-i mba’eve. No sé nada. ‘No sé nada.’
b. Avave nd-o-ikuaá-i. Nadie no conoce. ‘Nadie sabe.’
la porte. la puerta.
En resumen, en EC, la negación con una palabra negativa posverbal es idéntica a la del español de Argentina y el EE en general. La diferencia aparece respecto de la negación con palabras negativas preverbales, donde encontramos variación: tanto la ausencia como la presencia del clítico no son posibles. Existen innumerables estudios acerca de la negación, incluso muchos centrados en la variación en la concordancia de negación entre lenguas romances (cf., entre otros, Bosque 1994; guerzoni 2003; Haegeman 1995; Herburger 2001; Laka 1990; Watanabe 2001; Zanuttini 1997). Franco y Landa (2006) presentan un análisis de la duplicación de negación en español en contacto con el vasco. La variación dentro de esta variedad de español de Argentina, sin embargo, no ha sido descrita sistemáticamente, ni existe un análisis formal del fenómeno. La existencia misma de dos variantes aceptables dentro de un mismo dialecto es un aspecto fundamental del fenómeno que debe ser considerado a la hora de desarrollar un análisis. 1.1. preguntas de la investigación Nuestro estudio indaga dos dimensiones fundamentales de la duplicación de la negación en EC. La primera dimensión corresponde a la distribución de las variantes duplicada y estándar respecto de factores sociales y lingüísticos, y la segunda investiga la naturaleza misma del fenómeno en términos morfosintácticos. Respecto de los factores que afectan la aparición de la duplicación, nos preguntamos lo siguiente: - ¿Cómo se distribuyen las variantes respecto de la edad, el sexo y el nivel de educación formal de los hablantes? - ¿Cómo se distribuyen las variantes respecto del tipo de palabra negativa, la especificidad del argumento negado y la distancia entre la palabra negativa y el clítico no? La primera serie de preguntas intenta determinar si la duplicación es un fenómeno específico de un grupo social o si está generalizado y, en última instancia, si se trata de un fenómeno de cambio lingüístico o de variación estable. El estudio
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de las variables lingüísticas es necesario para caracterizar la variación en tanto variación libre o determinar los factores semánticos o sintácticos que distinguen las variantes. Así mismo, el estudio de la distribución de las variantes nos permite entender la naturaleza misma del fenómeno. La pregunta acerca de la naturaleza del fenómeno intenta responder a dos interrogantes. Primero, es necesario investigar si la variación observada puede ser entendida mejor como un fenómeno semántico, sintáctico, morfológico o léxico. La respuesta, a su vez, nos conduce al segundo interrogante y permite especular respecto del sistema que subyace a la variación: ¿Las variantes pertenecen a dos sistemas –gramáticas– distintos coexistentes o ambas forman parte de un mismo sistema variable? (Adger/Smith 2002). 2. Antecedentes 2.1. español de corrientes y contacto con el guaraní El español de Corrientes se define como la variedad de español hablada por personas bilingües español-guaraní y por monolingües de español en contacto con hablantes de guaraní. Junto con el español, el guaraní es una de las lenguas oficiales del Paraguay, hablada por más de cinco millones de personas. Similarmente, en Corrientes, el guaraní convive con el español y ambas son lenguas oficiales. Aunque en Corrientes el guaraní no está tan difundido como en Paraguay, de hecho es hablado principalmente en las zonas rurales de Corrientes, se ha observado que EC exhibe varias características morfosintácticas y léxicas que provienen del contacto con el guaraní, como falta de concordancia de adjetivos (5), el leísmo y la duplicación de clíticos (6) y de negación (7), uso de adjetivos posesivos donde el EE usa determinantes (8), uso más frecuente del orden v-o-S, préstamos léxicos, etc. Los siguientes ejemplos están tomados de nuestro corpus de entrevistas sociolingüísticas, como se detalla en el apartado 3.1. (5) a. La yerba lucero es muy lindo (B: 167)1. b. Tenía un cajoncito de esos cajón que eran de manzana (B: 193). (6) a. Y cada vez que se despertaba mi hijo yo tenía que entrar a verle (B: 192). b. Y yo ya andaba llorando ya porque no le encuentro a mi hijo (B: 305).
La representa el código asignado al sujeto y el número es la línea en la transcripción en la que se encuentra el ejemplo. 1
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(7) Nadie no abrió la carta (v: 937). (8) a. Para mi mate amargo yo suelo usar la menta […] (B: 143). b. Yo andaba mal también de mi dedo y se me encarnó también adentro (A: 112).
2.2. las construcciones negativas en guaraní El guaraní es una lengua aglutinante (Krivoshein/Acosta 2001: 108). Una palabra puede ser precedida o seguida por un número de afijos. La negación es siempre expresada por el uso de un prefijo y un sufijo, los que se ubican en los dos extremos de la palabra. Para formar el negativo, el prefijo nd(n)- y el sufijo -i(ri) se adjuntan al elemento negado. La negación de dos verbos como caminar y trabajar es la siguiente: (9) Afirmativo aguata – camino amba’apo – trabajo
Negativo ndaguatái – no camino namba’apói – no trabajo
La oración ‘nadie trabaja’, con la forma negativa preverbal, se expresa mediante la combinación de la palabra negativa seguida por el verbo con el afijo negativo: (10) Avave n-o-mba’apó-i Nadie no trabaja
De esta manera, mientras la duplicación de la negación en EC es opcional, la duplicación de la negación en guaraní es la única posibilidad, ya que los verbos siempre están marcados con los dos afijos negativos, haya palabra negativa preverbal o no. Dado que en guaraní la palabra preverbal aparece siempre con el clítico negativo, es posible que, como lo expresan Abadía de Quant e irigoyen (1980), la duplicación de la negación resulte del contacto con el guaraní. En otras palabras, asumiendo que el español de Corrientes tuvo su origen histórico primario en el habla de los bilingües español-guaraní, podría ser el caso de que los hablantes originales del español de Corrientes mantuvieran la estructura de negación del guaraní, admitiendo tanto la palabra preverbal como el clítico negativo en la misma construcción. otra posibilidad es que la duplicación de la negación esté relacionada con el estatus de EC como variedad vernácula del español. Según Chambers (2001) existe una variedad vernácula en cada lengua y esta variedad exhibe formas
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que son universales. Con respecto a la negación, Chambers (2001) sostiene que la duplicación de negación es un proceso gramatical que ocurre en la mayoría de los sistemas vernáculos, y es común en la adquisición del inglés como primera lengua. Esta visión de EC como lengua vernácula estaría sustentada por el hecho de que la duplicación de la negación estaba presente en el español antiguo (Granda 1988: 4.3). Posiblemente, tanto la influencia del guaraní como la idea del EC como variedad vernácula podrían estar actuando para que la duplicación de la negación sea una variante existente en el EC. Más allá del posible origen del fenómeno, es necesario determinar el nivel adecuado de descripción de la variación y desarrollar un análisis de las estructuras alternativas. ofrecemos a continuación una muy breve reseña de análisis alternativos de la negación. Luego, en el apartado 3 presentamos nuestros datos, la metodología de recolección y de los análisis realizados. 2.3. análisis de la negación En términos descriptivos, distinguimos tres formas negativas posibles en EC, también distribuidas en distintas lenguas romances: concordancia de negación, complementariedad de negación y duplicación de negación. (11) Concordancia de negación: copresencia de no y una palabra negativa posverbal (EE, EC, italiano, francés) No abrió la puerta nadie. (12) Complementariedad de negación: distribución complementaria de no y una palabra negativa preverbal (EE, EC, italiano) Nadie abrió la puerta. (13) Duplicación de negación: copresencia de no y una palabra negativa preverbal (EC, francés) Nadie no abrió la puerta.
La concordancia de negación hace referencia a las estructuras con palabra negativa posverbal donde hay copresencia de una palabra negativa y no. Esta estructura se da en EC, así como en español estándar, italiano, francés, etc. El rasgo particular del EC es que en el caso de palabras negativas preverbales, tanto la complementariedad (12) como la duplicación (13) son posibles. En otras palabras, el EC parece responder tanto a la gramática del español como a la del francés. Con el fin de dar cuenta del contraste entre la presencia obligada de no con palabras negativas posverbales (11) y su ausencia obligada con palabras nega-
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tivas preverbales (12) en idiomas como el español y el italiano, se ha propuesto que las palabras negativas como nadie, nessuno, nada, son en realidad ambiguas (cf., entre otros, Herburger 2001; van der Wouden 1997; Zanuttini 1991). En posición posverbal son términos de polaridad negativa (TPN) que deben ser dominados por un operador negativo para ser licenciados. Por lo contrario, en posición preverbal, nadie, nada, etc. son palabras negativas propiamente dichas que rechazan otro elemento negativo preverbal (o, en caso de haberlo, la estructura se lee como ejemplo de doble negación). En algunos idiomas, como el inglés, esta diferencia en tipo de palabras negativas se expresa morfológicamente. Así, la traducción al inglés de nadie posverbal (No vi a nadie) es anybody (I didn’t see anybody), mientras que la traducción de nadie preverbal (Nadie llamó) es nobody (Nobody called). Por otro lado, la palabra personne en francés (nadie) es siempre un TPN que requiere la presencia de la negación ne tanto en posición preverbal como posverbal. Este análisis en términos de ambigüedad suele implicar que existe una diferencia estructural entre las oraciones con TPN y oraciones con palabras negativas propiamente dichas. Las oraciones con TPN requieren la presencia de un sintagma de negación que contenga el operador negativo, mientras que en el caso de palabras negativas, la presencia de la palabra negativa basta para que la oración sea de polaridad negativa. Este análisis, si bien puede resultar atractivo para explicar contrastes entre idiomas como el inglés o el francés, ha sido criticado como explicación de idiomas como el español y el italiano, que presentan un contraste interno entre concordancia y complementariedad de negación según una misma palabra aparezca en posición pre o posverbal. Como alternativa, varios autores han propuesto que el sintagma donde se aloja el rasgo negativo se proyecta no solo con TPN posverbales sino también con palabras negativas preverbales. El sintagma en cuestión ha recibido distintos nombres (Sigma, Foco Negativo, Negación, Neg; cf., entre otros, Bosque 1994; guerzoni 2003; Laka 1990), pero la idea general es la misma: las estructuras con palabra negativa preverbal y posverbal son similares. La diferencia radica en que una palabra negativa preverbal se movió al especificador del sintagma negativo: dada la relación de concordancia entre especificador y núcleo, la expresión fonológica del núcleo Neg no es necesaria ni posible (Bosque 1980, 1994; Laka 1990). Estos análisis alternativos guían, en parte, nuestro análisis de las variables lingüísticas de distribución de la duplicación. A su vez, las alternativas serán evaluadas a la luz de los datos obtenidos en nuestro estudio de las variantes de negación en EC, en el apartado 5.
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3. Este estudio 3.1. datos y participantes Los datos utilizados en este estudio fueron recolectados en Caá Catí, una ciudad de 7545 habitantes, en la provincia de Corrientes, al noroeste de Argentina. Caá Catí es uno de los asentamientos más antiguos en la provincia, con una población que decrece con el tiempo: mientras mucha gente joven emigra de la ciudad, pocos vuelven (iNDEC 2001; Mazzaro 2011). En el invierno de 2007, 45 entrevistas sociolingüísticas fueron realizadas por la segunda autora (cf. Mazzaro 2011). Los hablantes seleccionados para participar en el estudio fueron distribuidos de acuerdo con los factores sociales de sexo, educación y edad (Tabla 1). TAblA 1 Distribución de los sujetos de acuerdo con los factores sociales de edad, sexo y educación Educación Escolarizado Sexo Joven Edad Adulto Mayor Total (45)
(Semi)analfabeto
F
M
F
M
6 6 2 14
8 4 1 13
1 5 4 10
3 2 3 8
Para reclutar a los hablantes se utilizó la técnica ‘friend-of-a-friend’ (Milroy 1987). Las preguntas estaban organizadas en módulos siguiendo el método de entrevistas elaborado por Labov (1984). Las entrevistas duraron aproximadamente de 45 a 60 minutos. Se analizaron las entrevistas a fin de determinar la frecuencia de la duplicación de la negación, así como los factores sociales (educación, edad, sexo) y lingüísticos (tipo de palabra negativa, especificidad, distancia) que condicionan su uso (Tabla 2). Los factores sociales que se evalúan como posibles influencias en la realización de la duplicación de la negación son edad, educación y sexo. Con respecto a la edad, una mayor frecuencia de la duplicación de la negación en los grupos de hablantes jóvenes indicaría un cambio lingüístico en progreso (Labov 1963, 1966). En cuanto a la diferenciación en el habla entre hombres y mujeres, los resultados más claros y consistentes en la investigación sociolingüística (Labov 1990) demuestran que en situación estable, los hombres presentan una mayor frecuencia de la variante no estándar, mientras que en la mayoría de los cambios lingüísticos las mujeres pre-
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TAblA 2 Factores sociales y gramaticales tenidos en cuenta para este estudio Factores sociolingüísticos Educación Escolarizado: primaria completa o más (Semi)analfabeto: primaria incompleta Edad Joven: 16-33 Adulto: 34-65 Mayor: + 66 Sexo Masculino Femenino
Factores lingüísticos Tipo de palabra negativa nadie, nunca, nada, tampoco, ni, ningún(o/a) Especificidad Específico No específico Distancia (cantidad de palabras entre la palabra negativa y el verbo)
sentan una mayor frecuencia de la variante innovadora. En otros términos, en caso de variación estable, las mujeres emplean con mayor frecuencia la variante estándar con prestigio social, mientras que en situaciones de cambio lingüístico son las mujeres las que favorecen las variantes que se desvían del patrón gramaticalmente aceptado. Con respecto al efecto de la educación, los grupos de hablantes más escolarizados tienden a favorecer el uso de las variantes estándar. Las variables lingüísticas que estudiamos también son tres: el tipo de palabra negativa, el valor de especificidad de la palabra negativa y la distancia entre la palabra negativa y el clítico negativo. Respecto del tipo de palabra distinguimos distintos ítems léxicos: tampoco, nadie, nada, ningún, ni y nunca, ya que a partir de una observación inicial de los datos, la duplicación parecía ser más frecuente con tampoco. Así, estudiamos esta variable a fin de determinar si la duplicación está circunscripta a un subconjunto de las palabras negativas o si se trata de un fenómeno generalizado a todas las formas. Con el término ‘especificidad’ nos referimos al carácter específico o no específico del uso de la palabra negativa, es decir, si el hablante la usa para hacer referencia a un individuo o grupo en particular en quien está pensando y que cree que el oyente puede identificar (cf. ejemplos en § 3.3). Los negativos indefinidos como nadie, nada y ningún, e incluso el adverbio nunca, pueden ser usados como cuantificadores (v.g., nadie como equivalente a ‘no existe persona alguna’) o pueden recibir una lectura referencial específica (v.g., nadie como equivalente a ‘ninguna de esas personas de las que estoy hablando’). La especificidad o la referencialidad han sido analizadas como requisitos o factores que favorecen la duplicación de clíticos o de negación (Suñer 1988; Sánchez 2006; Franco/Landa 2006). La idea en nuestro caso es investigar si la interpretación específica de la palabra negativa se correlaciona con la duplicación de la negación.
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La tercera variable es la distancia, en cantidad de palabras, entre la palabra negativa y el clítico no. Si la duplicación es un tipo de reforzamiento morfológico, sería esperable que a mayor distancia, mayor sea la probabilidad de la duplicación2. Por otro lado, si se trata de una ambigüedad de las palabras negativas, la distancia no debería afectar la distribución de las variantes. Se presentan a continuación los resultados del estudio y se discuten sus implicaciones. 3.2. factores sociales: edad, sexo y educación Un total de 437 casos de negación fueron analizados en goldvarb X (Sankoff et al. 2005). La distribución general de las variantes demuestra que el negativo estándar tiene un 86,3% (N = 377) de frecuencia mientras que la duplicación de la negación tiene un porcentaje total de 13,6 % (N = 60). La Tabla 3 presenta los porcentajes y probabilidades de realización de la duplicación de negación considerando los factores sociales de edad, sexo y educación. TAblA 3 Análisis de multivarianza de la contribución de factores externos a la probabilidad de la realización de la duplicación Español de Argentina Duplicación de la negación Entrada 0,137 Logaritmo de la probabilidad -174,814 N total 437 Fg1: Edad Prob. % Joven [0,65]* 17,8 Adulto [0,41] 10,3 Mayor [0,49] 15,3 Fg2: Sexo Mujeres [0,57] 16,2 Hombres [0,42] 10,8 Educación (Semi)analfabetos [0,58] 15,5 Escolarizados [0,44] 12,4
N 21 21 18 38 22 29 31
* Los números entre corchetes no son estadísticamente significativos. 2 En términos estructurales, la idea sería que la distancia está asociada con una posición más periférica. Así como los objetos dislocados generan duplicación de clíticos, la distancia de la palabra negativa respecto del sintagma de negación podría favorecer la expresión morfológica del núcleo.
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Como se observa en la Tabla 3, los factores sociales no condicionan significativamente el uso de la duplicación de negación. Aunque los jóvenes tienden a una mayor frecuencia de uso, el hecho de que las diferencias entre los distintos grupos de edad no sean significativas sugiere que la duplicación es un caso de variación estable. Los resultados para hombres y mujeres muestran una frecuencia más alta de uso de la duplicación en las mujeres. Esto es bastante sorprendente, ya que esta es la variante no estándar, y por ende se esperaría un mayor porcentaje en los hombres. Sin embargo, el hecho de que ninguno de los factores sociales haya sido seleccionado como significativo, sugiere la falta de condicionamiento social en la realización de la duplicación de la negación. Esta idea es reforzada por el factor Educación, donde la diferencia en el uso de la duplicación de negación entre hablantes escolarizados y (semi)analfabetos no es muy marcada ni tampoco significativa. Aunque existe evidencia anecdótica que sugiere cierta conciencia social de la duplicación de negación, los datos de este estudio no confirman que esta variante no estándar esté totalmente estigmatizada. No obstante, un análisis más exacto de conciencia social de la duplicación de la negación debería tener en cuenta la frecuencia de las variantes en los registros formal e informal. 3.3. factores lingüísticos: tipo de palabra negativa, especificidad y distancia La Tabla 4 presenta la frecuencia de la duplicación de negación de acuerdo con los factores lingüísticos tipo de palabra negativa, especificidad y distancia. Todos estos factores internos condicionan significativamente la realización de la duplicación de negación. El tipo de palabra negativa es el factor que más fuertemente condiciona la variante no estándar (con un rango de 61). Los datos muestran que la duplicación de la negación se da con todos los tipos de palabras negativas, siempre por debajo del 50%, aunque en proporciones significativamente distintas, como revela la Tabla 4. El análisis de las entrevistas confirma que tampoco es la palabra que aparece duplicada con más frecuencia (43,4%), con una probabilidad de 0,90, seguida por nada (probabilidad de 0,87). En el otro extremo, nunca, aunque de aparición relativamente frecuente, desfavorece la duplicación y solo aparece duplicada en el 3,4% de los casos. Ningún, ni y nadie no ejercen un marcado condicionamiento sobre la duplicación de negación. Estos datos de tipo de palabra indican que no se trata de un fenómeno de duplicación asociado a uno o dos ítems léxicos en particular, sino de un fenómeno productivo, ya que existe duplicación con todas las palabras negativas. A fin de comprobar la hipótesis de que la especificidad o referencialidad de la palabra negativa favorece la duplicación, se analizaron los contextos de aparición de cada instancia de nadie, nada, ningún(o/a) y nunca, y se los clasificó como de
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TAblA 4 Análisis de multivarianza de la contribución de factores internos a la probabilidad de la realización de la duplicación de la negación3 Español de Argentina Duplicación de negación Entrada 0,137 Logaritmo de la probabilidad -174,814 N total 437 FG1: Tipo de palabra negativa Prob. % Tampoco 0,90 43,4 Nada 0,87 39,1 Ningún 0,57 20 Ni 0,54 15,7 Nadie 0,53 9,5 Nunca 0,29 3,4 Rango 61 FG2: Especificidad N/A3 0,78 26,5 Específico 0,70 18,9 No-específico 0,29 2,9 Rango 49 Fg3: Distancia 2 0,81 35 1 0,50 19 0 0,49 10,8 Rango 32
N 23 9 2 13 6 7
36 18 6
14 8 38
uso específico o no específico (cuantificacional). El siguiente enunciado ilustra un caso de uso específico: Ya ninguno de los hijos ya no están con ella (C: 305). En Nadie le quiere a Videla (H: 33) el uso es cuantificacional, no-específico. Como muestra la Tabla 4, la probabilidad de duplicación con elementos en uso específico es significativamente mayor que en casos de usos no específicos; mientras que las palabras negativas específicas favorecen la duplicación (0,70), las no específicas
3 Las palabras ni y tampoco no fueron analizadas para especificidad, ya que no se trata de elementos pronominales que tengan posibilidad de actuar como cuantificadores ni como sintagmas referenciales. Se los catalogó como casos no aplicables, N/A.
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la desfavorecen (0,29)4. Estos cálculos fueron hechos sin considerar ni y tampoco. Finalmente, se analizó la distancia para determinar si la duplicación de la negación es más frecuente en casos en los que la palabra negativa preverbal y el verbo están separados por otros elementos en la oración. Se contó cada palabra entre la palabra negativa y el verbo, con la exclusión de clíticos. Así, en el caso de Nunca lamentablemente las propuestas o las ideas no se miden por la calidad (C: 106), hay seis palabras entre ‘nunca’ y ‘miden’ (no y se no se cuentan). Los casos en los que había dos o más palabras entre la palabra negativa preverbal y el verbo fueron colapsados, ya que los patrones de distribución eran parecidos (a mayor distancia mayor porcentaje de duplicación) y la cantidad de casos muy pequeña (N = 23) como para calcular estadísticas individuales. El análisis muestra que la mayor distancia entre la palabra negativa y el verbo (dos o más palabras) favorece la duplicación de negación (0,81), mientras que las distancias ‘0’ y ‘1’ son neutrales a la aplicación de la regla.
3.4. discusión de resultados El análisis de los factores sociales indica que la duplicación de negación está en variación estable con la negación estándar en el EC. La diferencia no significativa en la frecuencia de uso de la duplicación en mujeres vs. hombres y en hablantes escolarizados vs. (semi)analfabetos parece señalar que no existe una conciencia social de la variante no estándar. Esto no es compatible con las ideas iniciales de nuestra investigación, que asumían que la duplicación de negación era una variante estigmatizada y que, por lo tanto, habría una mayor frecuencia de uso en hombres y en hablantes (semi)analfabetos. Sin embargo, la tabulación cruzada de los grupos de factores ‘Educación’ y ‘Tipo de palabra’ (Figura 1) demuestra que, si bien no hay diferencias significativas en el uso de la duplicación de negación entre hablantes escolarizados y (semi)analfabetos, el uso de la duplicación aparece con una gama más amplia de ‘Tipo de palabra negativa’ en los hablantes (semi)analfabetos, mientras que en los hablantes escolarizados está prácticamente limitada a nada y tampoco. De estos resultados se desprende que la diferencia principal en el uso de la variante no estándar por parte de hablantes escolarizados y (semi)analfabetos radica 4 Las palabras negativas que no fueron codificadas para especificidad (tampoco y ni), también favorecen la duplicación. Sin embargo, estos resultados deben tomarse con cautela, ya que tampoco también es el ‘Tipo de palabra negativa’ que más fuertemente favorece la duplicación, lo que probablemente esté aumentando la probabilidad en el factor N/A.
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FIgurA 1 Porcentaje de duplicación de negación por tipo de palabra en hablantes escolarizados y (semi)analfabetos
en la distribución más avanzada de esta variante en los distintos ‘Tipos de palabra negativas’, más que en una mayor frecuencia de uso de la duplicación de negación en los hablantes (semi)analfabetos. Probablemente, es en este ámbito donde la conciencia social de la existencia de la duplicación de negación aparece; es decir, cuando la variante no estándar se encuentra con palabras negativas que no son frecuentemente duplicadas, como nunca o ninguno. Respecto de los factores lingüísticos considerados, ‘Tipo de palabra negativa’ muestra que la duplicación de negación, aunque es un proceso productivo, no ocurre simétricamente a lo largo del espectro de palabras negativas posibles, sino que ciertas palabras como tampoco y nada favorecen la duplicación mientras que otras, como nunca, la desfavorecen5. Estos datos son consistentes, en principio, con que la duplicación se dé primero con tampoco, y después se generalice lentamente a otros tipos de palabra negativa. Esto es, a su vez, es consistente con los datos de cruce con la variable de educación discutidos más arriba y presentados en la Figura 1. El análisis de la variable de especificidad no dio resultados categóricos: no se puede afirmar que haya una diferencia de significado sistemática entre las variantes. Se trata, más bien, de una tendencia: el valor referencial específico favorece Respecto de por qué son estas las palabras negativas más duplicadas, podría especularse que, por un lado, tampoco es de por sí una palabra de concordancia (con la polaridad negativa del contexto lingüístico anterior) y, como tal, favorece la expresión morfológica de la negación mediante el clítico no. En cuanto a nada, la tendencia podría estar relacionada con que se trate de objetos directos dislocados; como vimos, la distancia (que puede entenderse como dislocación) favorece también la duplicación. La certeza de estas especulaciones requiere de más investigación. 5
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la duplicación. veremos en el siguiente apartado que estos resultados apoyan un análisis morfológico de la variación. La distancia demostró ser otro factor no categórico en la distribución de la duplicación: los casos con más distancia entre la palabra negativa y el verbo favorecen la duplicación. Estos datos no se entienden mediante un análisis léxico-estructural de la variación, dado que no tenemos ninguna indicación de por qué la distancia hasta el verbo favorecería un análisis de TPN de la palabra negativa preverbal. Por lo contrario, los datos son consistentes con un análisis de la duplicación de negación en términos morfológicos –como un tipo de reforzamiento morfológico, o como caso de concordancia (agreement) entre un sintagma y el verbo. 4. Análisis de la variación El análisis de la negación en español en términos de ambigüedad léxica de las palabras negativas podría extenderse para cubrir la variación en EC. Así, en la variante no duplicada las palabras como nadie y nunca serían un caso de verdaderas palabras negativas, al igual que nobody y nothing en inglés, mientras que la variante duplicada correspondería a un análisis de la palabra negativa preverbal como TPN que requiere la presencia de no para su licenciamiento. La consecuencia estructural sería que las oraciones sin no (con verdaderas palabras negativas) no contendrían un sintagma negativo, como en EC, el mismo significado puede, alternativamente, obtenerse a través de una estructura con un TPN que sí contenga una proyección negativa, cuyo núcleo es expresado por no, como en francés. Sin embargo, este análisis léxico-estructural en términos de ambigüedad en el tipo de palabra negativa, que no resulta atractivo para el español estándar, es aún más problemático para el caso del EC, donde la ambigüedad léxica y las posibilidades estructurales correspondientes se multiplican. El análisis que ubica la diferencia entre la complementariedad y la concordancia de la negación en la expresión del núcleo del sintagma negativo nos permite capturar la variación en EC no como un caso de ambigüedad léxica o de variación estructural sino de variación en la expresión morfológica de la negación (cf. Watanabe 2001)6. El diagrama (14) ilustra la estructura de las oraciones con palabras negativas y el locus de la variación. Entendemos, entonces, que la distinción entre las variantes con complementariedad o duplicación es una opción entre expresar el núcleo negativo mediante El estudio de Martínez (2003) sobre la variación en la negación en portugués de Minas gerais también apoya este acercamiento. 6
Duplicación de la negación en el español de Corrientes
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un morfema nulo –la opción no marcada– o el clítico no. Específicamente, creemos que se trata de una distinción en el morfema que se inserta en el núcleo del sintagma de negación en caso de que se proyecte un especificador: o bien se inserta ø (como en EE) o bien se inserta no. En última instancia se trata de una distinción léxica en sentido amplio, es decir, una distinción en los significados –los rasgos interpretables en este caso de significados gramaticales– que se asocian a ítems de vocabulario (o sea, a formas fonológicas; véase la noción de léxico de la Morfología Distribuida, Halle/Marantz 1993, entre muchos otros). Así, la variación en los hablantes de EC es consecuencia de la competencia por inserción léxica de dos ítems de vocabulario diferentes. Según nuestros datos, la selección léxica marcada no es favorecida cuando el rasgo de especificidad está presente en el especificador del SNeg. Dado que en el caso de la selección de no se obtiene la doble expresión de un mismo rasgo, Neg, cotejado dentro del mismo sintagma, creemos que esta duplicación constituye un ejemplo de concordancia a la par de otros fenómenos de concordancia en español, como la concordancia de sujeto en la flexión verbal y la concordancia de objeto en los clíticos. Aquí también, la duplicación de negación involucra la presencia de un morfema sintáctica y fonológicamente deficiente (el elemento no se ubica en la oración respecto del verbo como proclítico y no puede recibir acento) que expresa concordancia con rasgos interpretables de un sintagma nominal presente en la oración. Los datos de la variable ‘Distancia’ –cuyo valor mayor favorece la duplicación– pueden ser interpretados asimismo en relación a la duplicación de clíticos: cuando el sintagma negativo aparece en la periferia izquierda de la ora-
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ción (como el caso de nada como objeto directo dislocado) se favorece la duplicación así como la dislocación de objetos (específicos si son acusativos) fuerza la duplicación de clíticos. Más allá del análisis detallado de este fenómeno, es interesante señalar que la duplicación de negación no es un fenómeno aislado, sino que parece estar presente en muchas variedades de español en contacto con otros idiomas, variedades que también exhiben duplicación de clíticos en contextos no obligatorios (y no permitidos) en español estándar. 5. Naturaleza de la variación volviendo a las preguntas que motivaron esta investigación, la evaluación de los factores sociales demuestra que la duplicación de negación es una variante en situación estable que se encuentra en todos los hablantes de EC, sin diferencias sociales significativas. Más aún, esta variación se da tanto entre hablantes como dentro del mismo hablante. Las variables lingüísticas indican que se trata de variación libre (no hay diferencia categórica de significado), aunque la variación está condicionada por factores sintácticos. Algunos de estos factores son los mismos que condicionan la duplicación de clíticos en español. Tanto el estudio de los factores lingüísticos como el de los sociales y, en particular, el hecho de que la variación se de dentro de un mismo hablante, apuntan a que la variación en EC es una diferencia morfológica en la expresión de la negación. Así, hemos analizado la variación como un fenómeno morfológico y de léxico funcional. Este análisis morfológico permite trazar un paralelo entre la duplicación y concordancia de negación y la duplicación de clíticos, y, más en general, con la concordancia de sujeto y objeto en las distintas formas en que se manifiesta en los distintos idiomas. Este análisis es capaz de capturar la variación dialectal e intrapersonal en la negación sin postular que los hablantes tienen dos gramáticas diferentes (por ejemplo, que una variante corresponde a una gramática del español y la otra al guaraní, o al francés). La variación dialectal es una variación en el mismo nivel en que se espera que las lenguas varíen: la selección de rasgos interpretables funcionales y su agrupamiento y asociación con ítems de vocabulario (es decir, en el léxico funcional). Nuestro análisis se ajusta, por ende, a la idea de que la variabilidad dialectal e interlingüística debe ser capturada dentro del sistema de la gramática, y no como un accidente externo, impredecible (Adger/Smith 2002; King 2002). Respecto del posible origen del fenómeno en EC, hay al menos dos factores que deben considerarse a la hora de especular acerca del origen de la variación
Duplicación de la negación en el español de Corrientes
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y, en particular, de la variante no estándar. Como factor interno, se puede pensar el fenómeno de la duplicación como una continuación del español antiguo: el fenómeno que se perdió en el EE, pero se encuentra en otras lenguas romances, se manifiesta también en esta variedad de español moderno. Por otro lado, el contacto con el guaraní es un probable factor externo. Es innegable que la duplicación de negación en EC aparece como la versión en español (con clítico) de la duplicación en guaraní (con afijos); lo mismo parece darse en español en contacto con el español paraguayo y en vasco. Todas estas variedades, más el español andino, se caracterizan además por la duplicación de clíticos en forma no presente en EE. La duplicación emerge, entonces, como un fenómeno de concordancia más generalizado del español en contacto con otras lenguas y se requieren estudios más completos para llegar a conclusiones válidas respecto de los factores que generan o potencian dicho fenómeno.
Capítulo 5 ¿PoR QUiéN DoBLAN LoS CLÍTiCoS? pablo zdroJewski Universidad de Buenos Aires
1. Introducción1 El objetivo del presente capítulo es indagar en las condiciones morfosintácticas que intervienen en el doblado de clíticos acusativos en el español rioplatense. Este tipo de duplicación se registra en todas las variedades del español; no obstante, el dialecto rioplatense presenta la particularidad de que el fenómeno no se restringe a los casos en que el objeto es un pronombre tónico (1a), sino que se extiende a otras clases de Sintagmas Determinantes (SSDD) (1b). (1) a. Juan *(la) vio a ella. b. Juan (la) vio a María/a la enfermera.
Esta característica del español rioplatense ha dado lugar a un amplio debate, ya que el fenómeno en cuestión ha planteado problemas tanto descriptivos como teóricos. Desde el punto de vista descriptivo, el debate ha girado en torno a las condiciones que inducen este tipo de duplicación. Desde el punto de vista teórico, la cuestión central ha sido explicar el problema del doblado (Belletti 2005); es decir, las aparentes violaciones del Criterio-θ y del Filtro del Caso. En cuanto al problema descriptivo, en la bibliografía se pueden encontrar dos discusiones: una corresponde a la pregunta sobre cuáles son los rasgos vinculados con las propiedades interpretativas del objeto que inducen la duplicación y la otra corresponde a la pregunta respecto de si el doblado obedece, también, una condición morfosintáctica. En el presente trabajo solo centraremos nuestra atención en la segunda discusión y mostraremos que el doblado de clíticos acusativos debe respetar estrictamente la generalización de Kayne (Jaeggli 1982), que para el caso del español puede formularse del siguiente modo: un SD
1 El presente trabajo está basado en los capítulos 2 y 3 de mi tesis de maestría. Quisiera agradecerle a Andrés Saab, Mercedes Pujalte, Laura Kornfeld, Ángela Di Tullio, Alicia Avellana, Andrea Bohrn, María Mare, gabriela Resnik e inés Kuguel por los comentarios, correcciones y discusiones de las ideas volcadas en este capítulo.
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objeto puede aparecer doblado por un clítico solo si está precedido por la marca a de caso acusativo. Al respecto del problema que suscita la generalización mencionada, demostraremos que el doblado es siempre concomitante con la presencia de la a acusativo (contra Suñer 1988, entre otros), y presentaremos evidencia empírica que favorece la idea de que esa concomitancia es el resultado de una dependencia entre ambos fenómenos (contra Bleam 1999 y Leonetti 2008). Con esta discusión como punto de partida, proponemos una respuesta al problema del doblado dentro del marco de la Morfología Distribuida (MD) (Halle/ Marantz 1993)2. En pocas palabras, sostenemos que el doblado de clíticos se resuelve postsintácticamente. En este sentido, argumentamos que los clíticos doblados deben ser analizados como morfemas disociados (cf. Depiante 2004; Zdrojewski 2008); es decir, como nodos terminales que se insertan tardíamente en la Estructura Morfológica o “Morfología” (cf. Embick/Noyer 2001). Desde este modo, al no estar presentes los clíticos doblados en la computación sintáctica, el problema del doblado desaparece. La organización del capítulo es la siguiente. En el apartdo 2, describimos las condiciones básicas en las que se da el doblado de clíticos en el español rioplatense. En el apartado 3, presentamos evidencia a favor de la validez de la generalización de Kayne. En el apartado 4, mostramos que existe una dependencia entre el doblado y la marcación con a del objeto. En el apartado 5, argumentamos que los clíticos doblados deben ser introducidos tardíamente. En el apartado 6, presentamos nuestro análisis y ofrecemos conclusiones generales en el apartado 7. 2. Datos El doblado de clíticos del español rioplatense es obligatorio cuando el objeto es un pronombre tónico –igual que en el resto de las variedades del español–, es opcional con nombres propios y otros SSDD definidos que admiten la marca a de caso acusativo, y es agramatical en todos los otros contextos, como se observa en los siguientes ejemplos: 2 En la bibliografía sobre el doblado de clíticos pueden reconocerse dos tipos de propuestas al problema: o bien el clítico pronominal es un argumento que está sujeto a una operación de movimiento que lo adjunta al verbo, de manera que el SD doblado ocuparía alguna posición no argumental (Uriagereka 1995, entre otros); o bien el clítico se genera en su posición superficial y el SD duplicado satisface los requerimientos del verbo (Jaeggli 1986; Suñer 1988, entre otros). Dadas las limitaciones de espacio, no presentaremos una discusión sobre estas propuestas. No obstante, cabe destacar que los datos que discutimos en los apartados 4 y 5, resultan problemáticos para ambas líneas de análisis. Para una discusión detallada, véase Zdrojewski (2008).
¿Por quién doblan los clíticos?
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Objetos definidos marcados con a (2) a. Juan *(la) vio a ella. b. Juan (la) vio a María. c. Juan (la) saludó a la enfermera. Objetos indefinidos marcados con a (3) a. (*Lo) saludé a alguien. b. No (*lo) vi a nadie. Objetos definidos no marcados con a (4) a. (*Lo) compré el camión. b. Te (*lo) regalé el libro. Objetos indefinidos no marcados con a (5) a. (*La) contraté una secretaria que habla inglés. b. Me (*la) compré una silla que tiene tapizado azul.
Estos datos pueden describirse, siguiendo a Jaeggli (1986), mediante dos requisitos independientes: (A) el SD objeto debe ser [+definido] y (B) un SD objeto puede estar doblado por un clítico solo si está precedido por la marca a de caso acusativo; es decir, debe respetarse la generalización de Kayne. Estas dos condiciones han recibido diversas críticas. No obstante, en este trabajo no discutiremos el requisito (A), que consideramos esencialmente correcto3, sino que centramos la discusión en la generalización de Kayne, cuya importancia ha sido soslayada en la bibliografía. Esta generalización captura el hecho de que la duplicación del objeto es concomitante con el fenómeno conocido como Marcación Diferencial de objetos (MDo) (Bossong 1991; Rodríguez-Mondoñedo 2007, entre otros). Este fenómeno consiste en que cierta clase de ooDD expresa, de manera diferenciada, una marca de caso. En el español, la marca en cuestión es sincrética con la preposición a y con la marca de caso aparece obligatoriamente con los dativos. Esta marca de acusativo precede típicamente, aunque no exclusivamente, a los SSDD animados/humanos específicos (6). 3 La discusión sobre el rasgo vinculado con las propiedades interpretativas del SD objeto escapa a los objetivos de este trabajo. Cabe señalar, no obstante, que no hay una coincidencia entre los autores en cuanto a cuál es el rasgo semántico, pragmático o discursivo involucrado. Una de las posiciones que ha tenido más aceptación e influencia es la de Suñer (1988), quien sostiene que es el rasgo [+específico] y no el rasgo [+definido] el que resulta relevante. Sin embargo, consideramos que la apreciación de Suñer es incorrecta, al menos para el español rioplatense. Para una discusión detallada véanse Di Tullio/Zdrojewski (2006) para el español rioplatense y Leonetti (2008) para el español en general.
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(6) a. Juan saludó *(a) María/*(a) la maestra. b. Juan compró (*a) la revista.
Ahora bien, Suñer (1988) sostiene que casos como el de (7) serían contraejemplos para la generalización de Kayne. (7) Ahora tiene que seguir usándolo el apellido (Suñer 1988: 178).
La autora niega que sean dislocaciones a la derecha –otra clase de duplicación de constituyentes superficialmente similar al doblado de clíticos–, porque no presentan el hiato típico entre el constituyente dislocado y el resto de la oración, que caracteriza la entonación de las dislocaciones, y porque pueden aparecer en contextos de subordinación. No obstante, ninguna de estas pruebas es suficiente para distinguir entre ambas construcciones. Zubizarreta (1998: 151-158) sostiene que el factor fonológico determinante en la dislocación a la derecha es la desacentuación del dislocado y que el hiato mencionado es opcional, mientras que villalba (2000) observa que la dislocación a la derecha puede ocurrir también en cláusulas subordinadas. En consecuencia, recurriremos a otros diagnósticos para determinar si (7) es una instancia de doblado y establecer la validez de la generalización de Kayne. 3. Sobre la validez de la Generalización de Kayne Una de las características centrales del doblado de clíticos acusativos es que los constituyentes duplicados pueden ser el foco o interpretarse dentro del ámbito del foco de la oración (Alexiadou/Anagnostopoulou 1997; Di Tullio/Zdrojewski 2006, entre otros). Esta característica puede corroborarse en los contextos de asociación con el foco. Como es bien sabido, los adverbios sólo e incluso se asocian con el foco de la oración. En casos sin duplicación, como los de (8), el foco puede interpretarse sobre el objeto (8a) o sobre todo el predicado (8b). (8) a. Juan sólo saludó [f a María], pero no a Cecilia. b. Juan sólo [f saludó a María], pero no la besó.
En estas configuraciones es posible observar que los casos de doblado de clíticos disponen de las mismas variantes interpretativas que se obtienen en (8). En efecto, el adverbio únicamente puede asociarse con el objeto (9a) o con todo el predicado (9b).
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(9) a. Juan sólo la saludó [f a María], pero no a Cecilia. b. Juan sólo [f la saludó a María], pero no la besó.
En cambio, en los casos de dislocación a la derecha –cf. (10)–, se pierde una de las variantes de asociación del adverbio. Dado que los objetos dislocados son siempre tópicos, la interpretación de foco estrecho sobre el objeto no es posible (10a) y la única interpretación disponible es la de (10b). (10) a. *Juan sólo la saludó, [f a María], pero no a Cecilia. b. Juan sólo [f la saludó], a María, pero no la besó.
Las variantes de interpretación que se observan en (9) muestran que los objetos doblados, a diferencia de los dislocados, presentan el mismo comportamiento que los objetos sin duplicación. Por otra parte, el que el adverbio sólo no pueda asociarse con el objeto en (10a) corrobora la idea de que en ese caso el objeto estaría dislocado a la derecha. Estas diferencias resultan relevantes para indagar qué sucede con las duplicaciones en las que el objeto no lleva la marca de acusativo. Tomemos como punto de partida un caso sin duplicación, como el de (11): (11) Yo te presté el libro.
En contextos de asociación con el foco, (11) da lugar a las mismas interpretaciones que observamos en (8), es decir, el adverbio sólo puede asociarse con el objeto (12a) o con el predicado como en (12b). (12) a. Yo sólo te presté [f el libro], (pero no la revista). b. Yo sólo [f te presté el libro], (pero no te lo regalé)
El contraste surge cuando el objeto duplicado no está marcado con a, como en (13). (13) Yo te lo presté el libro.
Bajo el supuesto de que la generalización de Kayne es espuria, podría considerase que (13) constituye un caso de doblado. De modo que sería esperable que este ejemplo presentara las mismas alternativas de asociación con el foco que exhiben los ejemplos de (8), (9) y (12). Sin embargo, en (14) se puede ver que la duplicación del objeto en (13) se comporta como la de dislocación a la derecha de (10). En otras palabras, el adverbio únicamente puede interpretarse con alcance sobre el predicado (14b) y no puede restringirse al objeto (14a).
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(14) a. *Yo sólo te lo presté [f el libro], pero no la revista. b. Yo sólo [f te lo presté] el libro, pero no te lo regalé.
A la luz de esta prueba, podemos mostrar que el ejemplo de (7), aducido por Suñer, solo admite la interpretación que es compatible con la dislocación a la derecha y no con el doblado, como se observa en (15b). (15) a. Ahora sólo [f tiene que seguir usándolo] el apellido, no tiene que hacer otra cosa. b. *Ahora sólo tiene que seguir usándolo [f el apellido], no el nombre.
A modo de síntesis parcial, las interacciones entre las duplicaciones pronominales y el foco permiten concluir que la generalización de Kayne es válida para el español rioplatense. Estos datos muestran que el doblado es siempre concomitante con la presencia de la marca a. Los objetos que participan de las construcciones de doblado y aquellos que no están duplicados presentan el mismo comportamiento en relación con el foco. En cambio, los objetos duplicados que no están marcados diferencialmente con caso exhiben una distribución que difiere de la que observamos en el doblado de clíticos y que se asemeja a la de la dislocación a la derecha. A pesar de lo expuesto, las pruebas recién presentadas no permiten determinar cuál es la naturaleza de la relación que existe entre el doblado de clíticos y la MDo. En efecto, las interacciones entre el doblado y el foco no ofrecen evidencia para establecer si existe algún tipo de dependencia entre ambos fenómenos o si, por lo contrario, el doblado y la MDo constituyen dos fenómenos que responden a propiedades semánticas independientes que se solapan. En este sentido, Bleam (1999) y Leonetti (2008) sostienen que las propiedades semánticas del doblado expresan un subconjunto de las propiedades semánticas de la MDo. Este hecho daría como resultado un efecto de dependencia aparente entre ambos fenómenos. En contraste con estas propuestas, a continuación mostramos que los dos fenómenos mencionados establecen una dependencia morfosintáctica. 4. Sobre la dependencia entre el doblado y la MDO Uno de los hechos mejor establecidos sobre la MDo en español es que la presencia de la marca a es obligatoria con pronombres tónicos, con nombres propios y, en la generalidad de los casos, con nombres comunes que portan los rasgos [+animado, +específico] (cf. Laca 1995, entre muchos otros). No obstante, resulta particularmente interesante observar que los hablantes de diversas variedades del español, entre ellas la rioplatense, deben “borrar” la marca a que precede al oD, cuando los dos argumentos internos de verbos como presentar se realizan como
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SSDD plenos (cf., por ejemplo, Rodríguez-Mondoñedo 2007; Zdrojewski 2008). Esto se puede ver claramente con nombres comunes (16) y nombres propios (17): (16) a. *Juan le presentó [od a la enfermera] [oi al doctor]. b. Juan le presentó [od la enfermera] [oi al doctor]. (17) a. *Juan le presentó [od a María] [oi al doctor]. b. Juan le presentó [od María] [oi al doctor].
Nótese que si el oi solo se realiza mediante el clítico, la presencia de la a en el oD vuelve a ser obligatoria, como se observa en (18), hecho que indica que es la presencia del oi en su forma plena lo que induce la eliminación de la marca de acusativo. (18) a. Juan le presentó [od *(a) María]. b. Juan le presentó [od *(a) la enfermera].
En virtud de estos datos, Rodríguez-Mondoñedo (2007) y Zdrojewski (2008) consideran que la caída de la a obedece a ciertas condiciones de distintividad, como las que propone Richards (2010). Estas condiciones suponen que dentro de ciertos dominios locales no pueden ocurrir dos constituyentes categorialmente idénticos; en consecuencia, la estructura debe ser modificada de alguna manera. En este sentido, ambos autores consideran que la marca a que precede a los ooDD y a los ooii no son preposiciones verdaderas, sino la realización morfológica de un núcleo K(aso). Este supuesto es consistente con el hecho de que el borrado de la marca de acusativo resulta agramatical en contextos en que el oD aparece adyacente a un Sintagma Preposicional, como en Juan envió *(a) María a París. Ahora bien, en las configuraciones de (16b) y (17b), el doblado de clíticos acusativos resulta imposible, como puede apreciarse en (19) y (20). De modo que estos ejemplos verifican la validez de la Generalización de Kayne, ya que si fuera espuria, como sostiene Suñer (1988), (19) y (20) deberían ser gramaticales, contrariamente a lo que sucede4. (19) *Juan se la presentó [od la enfermera] [oi al doctor]. 4 Quisiera agradecer a uno de los revisores anónimos, quien ha señalado oportunamente que conforme con lo argumentado en el apartado 3, los ejemplos de (19) y (20) deberían ser gramaticales en el caso en que tanto el oD como el oi estuvieran dislocados a la derecha. En efecto, de acuerdo con mis juicios y con los juicios de algunos de los hablantes consultados, que admiten el borrado de la marca de caso, tales configuraciones serían posibles. No obstante, resulta importante señalar que algunos de los hablantes que aceptan la caída de la a en contextos no marcados no admiten la ausencia de esa marca en las estructuras que presentan ambos constituyentes dislocados a la derecha.
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(20) *Juan se la presentó [od María] [oi al doctor].
Nótese que la agramaticalidad del doblado en estos contextos nos permite mostrar además que esta clase de duplicación es dependiente la MDo (contra Bleam 1999 y Leonetti 2008). De acuerdo con Rodríguez-Mondoñedo (2007), el “borrado” de la a es un fenómeno que tiene lugar en la Forma Fonética (FF) y no en la Sintaxis, dado que es sensible tanto a la adyacencia del oD y el oi (cf. Juan le presentó a María ayer al director), como al peso fonológico de los constituyentes involucrados (cf. Le presentó a la hermana de su mejor amigo a su jefe). El punto en cuestión es que si la correlación entre la MDo y el doblado de clíticos fuera únicamente el resultado de un solapamiento entre las propiedades semánticas de los dos fenómenos, sería esperable que la presencia de los clíticos en (19) y (20) no afectara la gramaticalidad de la oración, ya que el “borrado” responde a una restricción de la FF. En suma, los datos discutidos en esta sección no solo nos permiten concluir que la generalización de Kayne es válida, sino también que esa generalización expresa una dependencia entre el doblado de clíticos acusativos y la MDo. 5. Sobre el estatuto postsintáctico de los clíticos doblados En este apartado argumentamos que los clíticos doblados son elementos que no están presentes en la Sintaxis, sino que deben ser introducidos postsintácticamente. Nuestro argumento, formulado en el marco de la MD, es consistente con la explicación de la dependencia entre concordancia y caso morfológico de Bobaljik (2008). De acuerdo con Bobaljik, el caso morfológico tiene lugar en la FF, de modo que si la concordancia es dependiente del caso morfológico, este segundo fenómeno también tiene que tener lugar en la FF. De esta manera, siguiendo a Saab (2009), podemos aplicar el mismo razonamiento para el doblado. En las secciones previas, demostramos que el doblado es parasitario de la presencia de la MDo. Tomando en cuenta esta dependencia, lo que debemos mostrar es si la a es un objeto sintáctico o si, por lo contrario, es introducida tardíamente. Esta segunda opción ha sido propuesta por Hernanz y Brucart (1987), entre otros. Desde este punto de vista, la a no sería una preposición verdadera sino el resultado de una operación tardía, similar a la introducción de la preposición of en nominalizaciones como the destruction of the city. Un argumento en favor de la naturaleza tardía de la a es que los ooDD que llevan la marca de acusativo alternan en las mismas posiciones con objetos no marcados (21a-b) y pueden ser sujetos de predicaciones secundarias (22a). Las preposiciones verdaderas no admiten ninguna de estas opciones, como se observa en (21c-d) y (22b).
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(21) a. b. c. d.
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María ama a Juan. María ama el chocolate. María depende de Juan. *María depende el dinero.
(22) a. Juan encontró a Ana sentada. b. *Juan depende de Ana sentada.
Estos contrastes muestran que la a no se comporta sintácticamente como las preposiciones, de modo que podemos concluir que consiste en una marca de caso morfológico. Ahora bien, si el caso morfológico es un fenómeno de la Estructura Morfológica, como proponen ciertas versiones de la MD, entonces podemos sostener que la inserción del clítico se realiza en ese mismo componente de la gramática. A continuación, entonces, presentamos un análisis del doblado en los términos de una interacción entre operaciones independientes que tienen lugar en la Morfología. 6. Propuesta de análisis En esta sección presentamos nuestro análisis del doblado de clíticos acusativos dentro del marco de la MD (Halle/Marantz 1993)5. La arquitectura de la gramática que adopta la MD respeta el Esquema-T, tradicional en la gramática generativa. Dentro de ese esquema, Halle y Marantz consideran que en la rama de la derivación a la FF existe un componente al que denominan Estructura Morfológica o, simplemente, Morfología. Uno de los supuestos básicos de este marco es que la Sintaxis es el único componente generativo de la gramática, que opera con raíces y rasgos sintáctico-semánticos. Los rasgos fonológicos, en cambio, no están presentes en las derivaciones sintácticas, de modo que deben ser introducidos en los nodos abstractos, que construye la Sintaxis, mediante una operación de inserción de vocabulario (iv) que tiene lugar en la Morfología. En esencia, el componente morfológico es entendido como un componente interpretativo que toma el resultado de las derivaciones sintácticas y lo modifica de acuerdo con sus propios requisitos (es decir, condiciones morfofonológicas de cada lengua). Entre las operaciones morfológicas que resultan de interés para este trabajo, se encuentran las operaciones que copian e insertan rasgos y nodos que no están presentes en la sintaxis; estos elementos que son copiados e insertados en la morfología reciben el nombre Dadas las limitaciones de espacio, presentamos las líneas básicas de nuestro análisis. véase Zdrojewski (2008) para un desarrollo completo de la propuesta. 5
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de rasgos y morfemas disociados (Embick/Noyer 2001). Entre el conjunto de rasgos que son considerados típicamente como elementos disociados se encuentran los rasgos de concordancia y los de caso (cf., entre muchos otros, Halle/Marantz 1993; McFadden 2004). Con este esquema en mente, el análisis que proponemos consiste básicamente en que el doblado de clíticos es el resultado de la satisfacción en la Morfología de dos condiciones morfosintácticas independientes propias del español. Estas condiciones pueden ser formuladas informalmente como en (i) y en (ii): i. En la Morfología, ciertos SSDD objeto deben llevar una marca de caso morfológico; es decir, deben estar asociados con un morfema abstracto Kº. ii. En la Morfología, en la fase fuerte del Sv, el núcleo vº debe estar asociado localmente con el rasgo [+definido] si el SD objeto es [+definido]6. La condición (i) captura la idea de que ciertos SSDD objeto deben estar marcados diferencialmente con caso. Adoptamos el supuesto de que en el español los SSDD objeto que deben llevar una marca morfológica de caso son aquellos que poseen el rasgo [+animado] junto con algún otro rasgo vinculado con la estructura de la información; siguiendo a Chomsky (2001), nos referimos a ese rasgo como [+int(erpretación)]7. Seguimos, entonces, la propuesta de McFadden (2004), según la cual los marcadores de caso morfológico K(aso) son nodos disociados que se insertan en algún momento en la derivación de la Morfología como hermanos del SD. De este modo, proponemos, que la regla de (23) es la que inserta K° para satisfacer (i) y que el exponente fonológico de K° en español es /a/, como lo expresa la regla de iv de (24). (23) SDº[+anim, +int] → [Kº SD] / [sv ____ [v’ ]] (24) Kº ↔ /a/
La condición (ii), en cambio, constituye un modo de expresar el requisito que mencionamos en el apartado 1, según el cual únicamente los SSDD objeto
Uno de los revisores ha objetado que una regla que tiene lugar en el curso de la derivación en la FF haga referencia al rasgo [+definido], que es un rasgo semántico. Sin embargo, dentro del marco teórico que hemos adoptado, el componente morfológico opera con los rasgos sintáctico-semánticos que envía la Sintaxis. En este sentido, es importante señalar que en el español hay otras reglas morfológicas que deben hacer referencia al rasgo [+definido]; en particular, la regla de iv que interviene en la introducción de los exponentes fonológicos de los artículos definidos. 7 Con estos rasgos simplemente pretendemos describir el contexto más básico en el que ocurre la MDo en esta variedad. De ninguna manera consideramos que la regla de (23) da cuenta acabadamente del fenómeno. 6
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definidos pueden participar de construcciones de doblado8. Esta condición puede ser entendida de dos maneras: como un requisito de concordancia o como una propiedad EPP en el sentido de Landau (2007); es decir, una propiedad de selección fonológica de las categorías funcionales. La condición de estar “asociado localmente” que se expresa en (II) significa, simplemente, que puede ser satisfecha en una relación Especificador-Núcleo o en una relación Núcleo-Núcleo. Presentadas estas dos condiciones, nuestra propuesta de análisis es sencilla. En el común de los casos, la condición (ii) se satisface directamente en la configuración que envía la Sintaxis a la Morfología. No obstante, si por alguna razón el SD objeto con el rasgo [+definido] no puede asociarse localmente con el núcleo vº, entonces en el componente morfológico se desencadena una operación copiado de morfemas disociados. Así, el doblado de clíticos del español rioplatense puede entenderse como una operación morfológica de último recurso, que tiene lugar si (ii) no puede ser satisfecha de otro modo. Ahora bien, proponemos que lo que impide la satisfacción de la condición (ii) es, justamente, la satisfacción de la condición (i). Expresado de otro modo, la introducción del nodo disociado K° en la Morfología bloquea la relación entre vº y el rasgo [+definido] del objeto. En este sentido, el doblado de clíticos acusativos sería el resultado de una operación que copia en vº el nodo D°[+DEFiNiDo] del SD objeto, como lo muestra la regla de (25). Regla de doblado de clíticos (copiado de nodos disociados) (25) vº[TRANSiTivo] → [v D[+DEF]] /[ Sv [SK Kº [SD[+DEF]]] [v’ ____ ] ]
veamos la cuestión con mayor detalle. En primer lugar, asumimos que todos los objetos en las oraciones de (26) son categorialmente idénticos. (26) a. b. c. d.
Compró el auto. La saludó a María. La saludó a ella. La saludó.
Bajo ese supuesto, el auto en (26a), María en (26b), el pronombre ella en (26c) y el clítico la en (26d) son SSDD. Las diferencias entre estos SSDD residen o bien en su estructura interna o bien en las matrices de rasgos que poseen. Los SSDD María y el auto difieren en el valor del rasgo [animado], mientras que los pronombres ella y la difieren en el valor del rasgo [int.], puesto que por definición Es importante señalar el hecho de que la condición (ii) debe satisfacerse solo cuando el objeto es definido. Si el objeto es un indefinido, la condición no se aplica. 8
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los clíticos nunca pueden comportar un rasgo de estructura de la información; es decir, no pueden ser tópicos ni focos. Finalmente, el auto y María difieren de los pronombres en el hecho de que estos últimos SSDD no contienen una √raíz. En segundo lugar, suponemos que la sintaxis de los cuatro ejemplos de (26) es la misma. Una √raíz toma como complemento un SD. Las raíces se incorporan a v° y los objetos se mueven al especificador de Sv, como se puede ver en el esquema de (27)9. (27) a.
→
Sv SDsu
b.
v’
vº
v’
SDsu
SDod
√
vº
c.
Sv SDod
vº
S√ √
→
Sv
S√ √
Sv/v’ v’
SDsu vº
SDod √
vº √
S√ SDod
La estructura de (27c) es la que envía la Sintaxis a la Morfología en los cuatro ejemplos de (26). Consideremos, entonces, (26a). En este caso la condición (i) no se puede aplicar, porque el SD es [-animado]. De modo que la condición (ii) queda satisfecha directamente, como se observa en (28). (28)
En cuanto a (26b) y (26c), puesto que ambos objetos son [+animado, +int.], la regla (23) se tiene que aplicar para satisfacer (i) y, en consecuencia, se desencadena la regla (25) para satisfacer (ii), como se ve en (29) y (30).
9
Para la presente discusión, la posición del sujeto es irrelevante.
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(29)
(30)
Finalmente, el caso de (26d) se deriva del mismo modo que (26a), puesto que el objeto es [-int.], la regla (23) no puede aplicarse y, en consecuencia, la condición (ii) queda satisfecha trivialmente por la estructura que envía la Sintaxis a la Morfología. Claro está, el caso de (26d) hace surgir dos preguntas: a) ¿por qué el objeto en (26d) tiene la misma realización fonológica que los clíticos en los casos de doblado?; y b) ¿cómo aparece el clítico (es decir, el núcleo del SD objeto) adjuntado al núcleo vº en estos contextos? En cuanto a la primera pregunta, la respuesta es sencilla: el clítico en el doblado y en casos como el de (26d) está sujeto a las mismas reglas de inserción de vocabulario: en ambos casos es un núcleo D°. En lo que respecta a la segunda pregunta, consideraremos que la posición superficial del SD objeto en estos casos es una consecuencia directa de la deficiencia fonológica de los clíticos. Es un hecho bien conocido que los clíticos no se comportan como palabras independientes, de modo que deben apoyarse en un anfitrión. En el español, los pronombres clíticos siempre deben adjuntarse al verbo. De modo que el clítico queda sujeto a una operación de reordenamiento de nodos que tiene lugar después de la iv.
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En resumen, en este apartado presentamos un análisis del doblado que capta la dependencia que expresa la generalización de Kayne y explica el hecho de que el doblado es parasitario de la a de acusativo. Este enfoque, dentro del marco de la MD, tiene la ventaja de que las condiciones que inducen la duplicación no hacen referencia al doblado de clíticos per se, sino que son requerimientos independientes: por un lado, un requisito del SD objeto de expresar un morfema de caso y, por el otro, un requisito morfosintáctico de los v° de estar asociados con ciertos rasgos del objeto. Así, desde la perspectiva que aquí presentamos el problema del doblado, tan discutido en la bibliografía, resulta trivial, dado que los clíticos doblados no están presentes en las derivaciones sintácticas. 7. Conclusiones En este trabajo indagamos en las condiciones morfosintácticas que intervienen en el doblado de clíticos del español rioplatense. Siguiendo la propuesta de Jaeggli (1982, 1986), mostramos que, junto con una condición sobre ciertos rasgos semánticos, este tipo de duplicación de objetos en el español rioplatense obedece estrictamente a la generalización de Kayne. Asimismo, argumentamos que la correlación entre el doblado y la marcación con a del objeto debe ser entendida como una dependencia y que esa dependencia debe ser resuelta postsintácticamente. En este sentido, sostuvimos que los clíticos doblados no están presentes en la Sintaxis y que pueden recibir un mejor análisis si son entendidos como morfemas disociados. De este modo, presentamos un abordaje dentro del marco de la MD que capta las dependencias involucradas en el doblado a partir de la interacción de dos condiciones morfológicas independientes. Así, la duplicación nunca ocurre en el componente sintáctico, pues el doblado de clíticos sería un fenómeno que solo tiene lugar en la Morfología.
Capítulo 6 LAS NoMiNALiZACioNES EN -ADA EN EL ESPAñoL RioPLATENSE gabriela resnik Universidad Nacional de general Sarmiento
1. Introducción El sistema de sufijos nominalizadores del español incluye diversas formas, como -ción, -miento, -aje, -dura y -ada, además de las denominadas formas regresivas (o, alternativamente, con sufijo ø)1, que dan lugar a sustantivos como corte, pago o trata. En estudios generales sobre procesos de formación de palabras del español, como el de Lang (1992), se destaca que estos sufijos constituyen el grupo más numeroso dentro de los que cambian la categoría gramatical de la base a la que se adjuntan. Dentro de estas formas, el caso de -ada es particularmente interesante porque puede adjuntarse a bases tanto nominales como verbales2 y, en ambos casos, puede dar lugar a nombres eventivos y no eventivos (con diversos significados, cf. Lang 1992: 167; Lacuesta/Bustos Gisbert 1999: 4518; RAE, 2010: 390-395), lo que explica en parte su productividad. Este trabajo se centra, primeramente, en el estudio de las condiciones para la formación de nominalizaciones deverbales en -ada, así como en el de las propiedades de estas formas derivadas, para determinar su especificidad dentro del sistema de nombres eventivos del español rioplatense3. En el apartado 2.1, se analizan las bases 1 El análisis que considera que hay sufijación ø en los casos mencionados es neutro con respecto al orden en la derivación, a menudo debatible en casos como dudar/duda, o preguntar/pregunta. Los términos ‘sufijación regresiva’ o ‘posverbal’ (cf. Lang, 1992: 193) sugieren que la base es verbal. 2 El hecho de que se trate del mismo sufijo es en verdad objeto de debate, como se señala en RAE (2010: 383). La posición de que son dos sufijos distintos los que forman nombres y verbos es asumida más o menos explícitamente en Bordelois (1993) y Mondoñedo (2007b), quien asigna a estos nombres una estructura participial y los denomina “participios nominales de evento”. En este trabajo no tomamos posición al respecto, pero aportamos evidencia a favor de considerar dos sufijos distintos en Resnik (2010). 3 Con la denominación -ada nos referimos a todos los alomorfos del morfema que Bordelois (1993) denomina -Da, para incluir las formas con tema en -i (leída/venida) y las formas en -ta (vuelta). Seguimos en nuestra denominación la forma más estándar en los estudios generales de morfología del español (Lang 1992; Lacuesta/Bustos gisbert 1999; RAE 2010).
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verbales sobre las que se forman nominalizaciones en -ada, con el fin de identificar restricciones sobre ese proceso derivativo. Revisamos críticamente las restricciones vinculadas con la estructura temática de Bordelois (1993) y proponemos que existen restricciones aspectuales que explican la productividad de las nominalizaciones deverbales en -ada en el español rioplatense, en contraste con la que sucede en otras variedades del español, donde se producen formas como matada o perdida. En el apartado 2.2 se analizan las propiedades léxico-sintácticas de las nominalizaciones deverbales en -ada. En cuanto a la estructura argumental, partimos de la distinción entre nominalizaciones eventivas y resultativas (cf. grimshaw 1990), y corroboramos para las nominalizaciones en -ada la correlación entre la lectura de evento y ciertos efectos en la realización de argumentos que es común a otros sufijos nominalizadores. En cuanto a la estructura eventiva, justificamos la postulación de una proyección aspectual dentro del SD que domina la nominalización (Alexiadou 2001). El segundo objetivo del trabajo es el estudio de las condiciones bajo las que una nominalización en -ada se integra a los verbos livianos dar/pegar/mandar, como en dar una lavada o pegarse una corrida, para establecer un contraste entre el español rioplatense y otras variedades del español. En el apartado 3, explicamos la menor productividad de la construcción en rioplatense en relación con dos factores: por un lado, la menor productividad de la forma en -ada en nuestra variedad, que rechaza ciertas bases verbales que sí estarían disponibles en otras variedades; esto es, buena parte de las que denotan logros (cf. 2.1); por otro lado, condiciones más estrictas vinculadas con la formación de la construcción con dar, que se combina con nominalizaciones cuya estructura eventiva excluye el rasgo ‘instantaneidad’, por lo que rechaza logros y semelfactivos (Smith 1997). El análisis que presentamos explica las restricciones para la formación de nombres en -ada y de construcciones con verbo liviano (CvL) que los contienen en términos de rasgos aspectuales. En este sentido, refuerza la idea de la naturaleza transcategorial del denominado Aktionsart, aspecto léxico (Morimoto 1998), o Situation aspect (Smith 1997), además de sugerir cierta continuidad en los procesos de formación de palabras, sean estos morfológicos o sintácticos, y de contribuir a validar la hipótesis de que la variación se concentra en las categorías funcionales (cf. Borer 1984; Chomsky 1993). 2. Las nominalizaciones deverbales en -ada en el español rioplatense 2.1. propiedades de la base verbal Bordelois (1993) realiza un análisis de las nominalizaciones deverbales en -ada en el que establece que existe una relación entre la estructura temática del nom-
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bre derivado y el afijo involucrado en su derivación. Según la autora, el afijo -Da (siguiendo su terminología, cf. supra) selecciona bases que corresponden a verbos sin argumento externo: ergativos, como en los casos de salida, llegada o caída, o “meteorológicos”, como helada y nevada. Bordelois estudia las que considera cuatro aparentes excepciones a la generalización que propone, mirada, vista, bebida y comida, nominalizaciones vinculadas con verbos transitivos, y concluye que la estructura argumental/temática de los verbos mirar, ver, etc. no es la de los transitivos típicos con sujeto Agente. Según Bordelois, con estos verbos el argumento que se realiza como sujeto es un Experimentante, que corresponde a un argumento interno similar al de los verbos ergativos, generado dentro del Sv y luego movido a la posición superficial de sujeto. Ese papel temático no puede ser expresado sintácticamente en la construcción nominal, que bloquea su expresión (la vista de la ciudad *de Juan), tanto como la del Agente (*la salida/la mirada al cielo por Juan), pero no la del origen (la salida/la mirada al cielo de Juan). La conclusión de Bordelois es que el sufijo -Da reduce el número de papeles temáticos del verbo correspondiente al nombre al que se adjunta, dado que admite la expresión de los roles de Tema, Meta y origen, y bloquea la expresión del Agente y el Experimentante. Si bien algunos aspectos teóricos del análisis de Bordelois resultan discutibles (por ejemplo, la propuesta de derivar el sujeto-Experimentante de un verbo transitivo de la misma manera que el sujeto de un ergativo), nos centraremos aquí en los problemas metodológico-descriptivos y empíricos que se advierten en ese análisis. La idea de una clase de verbos transitivos sin argumento externo está fundada en la noción del carácter supuestamente no agentivo del sujeto de esos verbos, que se manifestaría en que este no puede expresarse por medio de un SP con por en una construcción nominal. Sin embargo, como lo señalan muchos estudios sobre nominalizaciones (cf., entre otros, Picallo 1999), la expresión del agente con por se produce en el SD solo cuando la nominalización es eventiva. Ninguno de los cuatros casos considerados por Bordelois (bebida, comida, vista y mirada) tiene lectura eventiva; se trata de nominalizaciones de resultado, por lo cual rechazan la realización del argumento interno y toda modificación temporal o aspectual: *la bebida de agua a la mañana, *la comida de mucha fritura lo indigestó, *la vista de unas huellas en el jardín, *la mirada de fotos durante la tarde. La prueba basada en el rechazo del SP con por, por lo tanto, no es válida. otro problema de carácter descriptivo es la aplicación uniforme de la etiqueta Experimentante al sujeto de comer, beber, mirar y ver. Los tres primeros verbos aceptan la modificación con sintagmas adverbiales orientados al sujeto, prueba habitual de agentividad: Comió a propósito lo más indigesto, Se demostró que bebió intencionalmente el veneno, Miró deliberadamente al acusado, #Vio deliberadamente una luz brillante. Dado que tres de los cuatro verbos transitivos considerados tienen
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un sujeto claramente agentivo, y que las nominalizaciones de los cuatro verbos son resultativas, ni el argumento basado en las características temáticas del sujeto ni el diagnóstico sintáctico elegido para ponerlas a prueba funcionan realmente. Por último, la propuesta de Bordelois (1993) adolece de un problema empírico: no considera la existencia de una gran cantidad de nominalizaciones transitivas e inergativas formadas con el sufijo -ada. Algunas de ellas, en sus variantes eventivas, son las de los ejemplos de (1), extraídos de páginas web argentinas. (1) a. La pintada del mural fue realizada la tarde del domingo4. b. El domingo era la señalada de llamas5. c. una acampada de tres días en un enclave de la ciudad6 d. la resbalada de un personaje al pisar un pan de jabón y su consecuente caída al agua7 e. En el momento de la patinada golpea también un colectivo de la línea 868. f. Si la frenada se produce en curva la distancia se incrementa9.
De hecho, al menos en el español del Río de la Plata, el sufijo -ada forma nominalizaciones eventivas como las de (1) de manera bastante productiva. Estas nominalizaciones, tal como sucede con las creadas a partir de otros sufijos, no retienen en todos los casos la eventividad del verbo base; de hecho, hemos visto que formas como bebida, mirada, etc. no tienen significado eventivo. Del mismo modo que en pares como construcción1 (= ‘evento’) y construcción2 (= ‘edificio’), existen casos de ambigüedad para la misma forma en -ada. En (2) puede verse el contraste entre las variantes eventiva (2a) y resultativa (2b) del nombre bajada. (2) a. La bolsa sucumbió por la bajada de los precios de las materias primas. (bajada = ‘evento de bajar’) b. el ensanche de la ruta 8 desde la bajada de Pilar. (bajada = ‘trecho de autopista’)
Las variantes eventivas de las nominalizaciones suelen mantener las propiedades aspectuales del verbo base, lo cual se advierte en la compatibilidad del verbo y la nominalización con el mismo tipo de modificador; por ejemplo, el durativo de (1c), de tres días, equivalente a tres días en el sintagma verbal paralelo nucleado 4 5 6 7 8 9
. . . . . .
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por el verbo acampar. En ambos casos, se trata de actividades, según la conocida clasificación de Vendler (1967)10. En relación con la estructura argumental del verbo base, pese al análisis de Bordelois (1993), no parece haber ninguna restricción para la formación de nominalizaciones en -ada; en efecto, se crean a partir de predicados transitivos (lavada/revisada), inergativos (frenada/dormida), inacusativos (llegada/salida) y sin requerimientos argumentales (nevada/granizada). En cambio, la estructura eventiva del verbo base sí parece imponer restricciones a la formación de nominalizaciones en -ada: encontramos nominalizaciones de este tipo formadas a partir de actividades (corrida), de logros (salida/llegada) y de realizaciones (la pintada del mural/la lustrada del mueble). No obstante, no se forman nominalizaciones en -ada a partir de estados, como vemos en los ejemplos anómalos de (3a) y (3b)11. (3) a. *la conocida/la sabida de los temas del examen b. *la amada de Juan hacia/por María c. *la existida/permanecida de problemas en la zona
Si se consideran distinciones más finas que las que ofrece la clasificación de vendler, se observa que tampoco muchos logros pueden ser base de nominalizaciones en -ada. Es el caso, como vemos en los ejemplos de (4), de los que denotan un cambio de estado, sean de causa externa o de causa interna, según la terminología de Levin y Rappaport Hovav (1995) (cf., para el español, Mendikoetxea 1999). (4) *la/una adelgazada, *la/una marchitada, *la/una florecida, *la/una envejecida, *la/una palidecida, *la/una mejorada, *la/una empeorada, *la/una aumentada.
Para algunos casos de eventos de cambio de estado con causa externa puede parecer que sí son posibles las nominalizaciones en -ada, pero en realidad en esos casos el evento denotado no se refiere a un logro, sino a una realización, es decir que se vincula con la versión causativa de secar, vaciar, etc. que requiere un complemento, y no con su variante anticausativa (secarse, vaciarse, etc.).
Esta tendencia a mantener las propiedades aspectuales del verbo se verifica también para las formas neológicas. Así, de los verbos apretar (‘presionar con amenazas’) y apilar (‘esquivar jugadores del equipo contrario en un partido de fútbol’), se crean las respectivas nominalizaciones en -ada, con el significado previsible: la apretada de los barras para obligar a renunciar a Marini en Newell’s; Ante River, Javier Gandolfi, tras una apilada, definió desde afuera del área. 11 La única excepción parece ser estada: la estada de Kirchner en la cumbre ibero-americana. 10
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(5) a. El costo de secada del grano es superado por el costo de las pérdidas por cosechar el cultivo demasiado seco12. b. antes o durante la vaciada de hormigón13 c. La “abaratada” de costos real fue poner esos mothers14. d. la ensanchada de la llanta trasera15
Dentro de la clase de los logros, tampoco se forman nominalizaciones en -ada a partir de verbos de aparición/desaparición (aparecer, emerger, desaparecer, expirar) y acaecimiento (ocurrir, suceder, pasar), como se ve en las formas anómalas de (6). (6) a. *la aparecida/desaparecida de un nuevo documento b. *la ocurrida/sucedida de un accidente
Esta restricción no se observa en otras variedades del español de América. Mondoñedo (2007a) presenta como normales en el español de Perú ejemplos con nominalizaciones en -ada formadas a partir de verbos de aparición/desaparición, como desaparecida y perdida, que corresponden a logros: La desaparecida de Ángel nos preocupó a todos al final, Ayer Ana se metió una perdida tal que casi no llega. Asimismo, se encuentran ejemplos similares en el español de Chile (Es de esperar que con la aparecida de los militares recobren la cordura) y de venezuela (El público quedó expectante ante la aparecida triunfal de este artista vallenato). En general, entonces, en el español rioplatense, solo los verbos de movimiento, dentro de los logros, parecen dar lugar fácilmente a nominalizaciones en -ada (salida, llegada, venida, subida, caída, etc.). En cuanto a las realizaciones, no se crean nominalizaciones en -ada a partir de los denominados verbos ‘de creación’ como construir o elaborar (7a), ni a partir de su reverso, verbos como destruir o destrozar (7b). (7) a. *la construida de un puente/*la elaborada de un plan b. *la destruida/destrozada/rompida de los muebles durante la pelea
En síntesis, la formación de nominalizaciones en -ada no está condicionada por las propiedades de la estructura argumental de las bases verbales, sino por propiedades de su estructura eventiva: puede decirse que en el español rioplatense la tendencia del afijo -ada es la de seleccionar bases cuya estructura eventiva . . 14 . 15 . 12 13
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cubra la parte inicial de la ‘cadena causal del evento’, en el sentido de Smith (1997), dado que se combina más exitosamente con actividades y realizaciones, pero no se adjunta a los estados ni a la mayor parte de los logros. En relación con estos últimos, se observa un contraste con otras variedades del español de América, menos restrictivas que la rioplatense. 2.2. propiedades de la nominalización En cuanto a la realización de los argumentos, las nominalizaciones eventivas en -ada no se diferencian de otras nominalizaciones eventivas del español. Suele señalarse (cf. grimshaw 1990; Picallo 1991, 1999; Alexiadou 2001) que las nominalizaciones eventivas se distinguen de las resultativas porque realizan obligatoriamente su argumento interno en ciertos contextos. Además, la forma sintáctica del argumento externo varía según la interpretación de la nominalización: si es eventiva, es un SP encabezado por la preposición por o la locución prepositiva por parte de. En cambio, con las nominalizaciones resultativas, como la de (2b), el argumento interno no se realiza o es opcional y el argumento externo es un SD en caso genitivo. En realidad, la realización obligatoria del argumento interno con las nominalizaciones eventivas se da solo en determinados contextos sintácticos, que se consideran desambiguadores: cuando el agente está expresado o cuando aparecen modificadores de valor aspectual, como el adjetivo adverbial frecuente. Así, nominalizaciones transitivas eventivas como carneada o sembrada requieren la realización del argumento interno si en la oración se expresa el agente con un SP (8a) o si la nominalización es modificada por frecuente (9a). (8) a. la carneada de los animales por (parte de) los peones b. *la carneada por (parte de) los peones (9) a. la frecuente sembrada de pejerrey en las lagunas b. *la frecuente sembrada en las lagunas
En muchos casos, sin embargo, el argumento interno de la nominalización no se realiza sintácticamente pero la lectura eventiva se mantiene. En el ejemplo de (10), al aparecer como complemento de SSPP encabezados por durante, solo cabe asignar a las nominalizaciones una interpretación eventiva, que evidentemente es compatible con la omisión o la realización del argumento interno16. Este ejemplo, entonces, muestra que la obligatoriedad en la realización del argumento interno no es producto de que la nominalización tenga estructura argumental/eventiva, como 16
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(10) Durante la señalada no está permitido tocar instrumentos de viento […] Durante la marcada y la señalada de los animales este instrumento es el único que se puede ejecutar17.
Las nominalizaciones en -ada son afectadas, tal como otras nominalizaciones, por otras restricciones relacionadas con el estatuto de los argumentos. Como apunta Pujalte (2009), las nominalizaciones retienen los dativos argumentales del verbo base, pero no los que corresponden a sintagmas aplicativos. (11) a. la entregada de alimentos esenciales a menores de hasta 5 años18. b. *la lavada del auto a Juan.
En cuanto a las propiedades de la estructura argumental, las nominalizaciones eventivas en -ada no se diferencian, pues, de las nominalizaciones creadas a partir de otros sufijos. Las propiedades típicamente verbales de las nominalizaciones eventivas (en español, la realización obligatoria del “objeto” en ciertos contextos, la expresión del agente con por, la admisión de adverbios en -mente; cf. Resnik 2007, 2009, 2010) han llevado a autores como Alexiadou (2001) a proponer que su estructura funcional tiene, entre la raíz léxica y el nodo D(eterminante), una proyección v “chiquita” (un nodo categorizador “intermedio” vinculado con los rasgos pertinentes para la interpretación de los argumentos) y una proyección aspectual, locus de rasgos eventivos como [del] (delimitado) o [dur] (durativo), que proponemos más abajo. El árbol de (12), correspondiente al sintagma la pintada del mural, muestra una estructura funcional de las nominalizaciones eventivas en español basada en esa propuesta. Con respecto a la estructura eventiva de las nominalizaciones en -ada, asumiendo la idea de que las propiedades aspectuales de la base se mantienen en el derivado, si -ada se adjunta a bases que corresponden a actividades y a realizaciones, las nominalizaciones resultantes serán eventos con causación19, durativos y no delimitados (o atélicos) en el primer caso y delimitados (o télicos) en el segundo. Las nominalizaciones que corresponden a los verbos inacusativos de movimiento, en cambio, denotarán eventos sin causación, instantáneos y télicos, características propias de los logros. propone grimshaw (1990), ya que, manteniendo la interpretación eventiva constante, puede darse tanto la realización como la omisión del argumento. Una explicación alternativa para la obligatoriedad del argumento interno en estos contextos se propone en Resnik (2010). 17 . 18 . 19 La localización estructural de los rasgos vinculados con la causación en las construcciones nominales se discute en Resnik (2010) a partir de una propuesta de Folli y Harley (2002) sobre tipos de v.
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(12) SD D la
SNúm Núm Núm
Sn n' n SAsp [gén] -da Asp' Asp [+dur] [+del]
Sv v' v -a-
S√ √' √
pint-
SD [genitivo] del mural
Duratividad La compatibilidad con modificadores durativos permite diferenciar eventos durativos de eventos instantáneos. En (13), se ve la compatibilidad de las nominalizaciones lavada y escalada con el modificador de 4 segundos (13a), o de dos días en (13b). Estos ejemplos muestran que el rasgo durativo de las construcciones verbales, que corresponden a realizaciones (lavarse las manos) y actividades (escalar, correr), persiste en las nominales.
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(13) a. Mientras se preparaban los alimentos, la lavada de manos fue de 4 segundos20. b. escalada de dos días en zona remota y sin asistencia21
Causación La posibilidad de controlar cláusulas de infinitivo puede distinguir los eventos causativos (actividades y realizaciones) de (14a) y (14b) de los eventos no causativos de (14c), que corresponden a logros. (14) a. la patinada/nadada/corrida/escalada solidaria para ayudar a una escuelita rural b. la limpiada del registro para optimizar el rendimiento de la PC c. ??la salida en hora del tren para llegar a tiempo/*la venida de la primavera para aumentar la temperatura
Telicidad La interpretación de las nominalizaciones cuando se combinan con modificadores puntuales permite distinguir entre eventos télicos (interpretación de evento completo) y atélicos (interpretación ingresiva). En (15a) y (15b) comprobamos que escapada, llegada y salida mantienen el rasgo [+delimitado] de la base verbal, dado que se interpretan como eventos completos con el modificador; en cambio, en (15c), patinada es, como la base verbal, un evento [-delimitado], de interpretación ingresiva con el modificador a las 10: (15) a. Hasta que llegó la escapada de Carrusca, a los 24’, [y] el tiro se metió despacito en el primer palo22 b. la salida /llegada del tren a las 13.45 c. El domingo la patinada es a las 10 (= empieza a las 10).
Las nominalizaciones deverbales en -ada pueden tener, por tanto, una estructura eventiva que corresponda a cualquier evento dinámico, es decir, no estativo, y mantienen los rasgos de delimitación, duratividad y causación del verbo base. Los rasgos propios del evento denotado por la nominalización se instancian en el nodo Asp, representado en (12) más arriba23. . . 22 . 23 Como hemos mencionado (cf. nota 19), el locus específico de ciertos rasgos aspectuales requiere de mayor discusión; así, el valor del rasgo de causación estaría vinculado con el tipo de v involucrado, de modo que podría estar alojado en esa misma proyección y no en Asp. 20
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3. Las CVL (construcciones con verbo liviano) y nominalización en -ada en el español rioplatense En esta sección nos ocuparemos del estudio de las condiciones bajo las que una nominalización en -ada puede integrar una construcción con los verbos livianos dar o pegar, como en dar una lavada o pegarse una corrida. Scher (2004, 2006) demuestra que las restricciones que inciden en la formación de CvL con el verbo dar y una nominalización en -ada en el portugués brasileño son de carácter aspectual. Intentaremos mostrar que esto también se verifica en las construcciones equivalentes del español rioplatense, de modo que el análisis que presentamos aquí muestra la posibilidad de que esta hipótesis resulte igualmente válida para otras variedades del español y otras lenguas romances que cuenten con este recurso fraseológico24. En el español rioplatense, son productivas las construcciones con los verbos livianos dar, pegar o mandar y una nominalización en -ada, como en dar una lavada, pegar(se) una patinada y mandarse una corrida, a menudo con un sintagma preposicional marcado con caso dativo y doblado por un clítico: le dio una limpiada a la mesa. La ocurrencia de estas construcciones está condicionada, en esta variedad del español, por dos factores. Por un lado, la productividad de la forma en -ada en sí, que está afectada por la naturaleza aspectual de la base verbal: como hemos visto en 2.1, el sufijo -ada no se adjunta a bases que corresponden a estados ni a muchas clases de logros –cf. (3), (4) y (6)–. Por otro lado, las condiciones específicas vinculadas con la propia formación de la construcción con dar, que actúan aun cuando exista la forma en -ada. A estas últimas nos referiremos aquí. Las restricciones para la formación de CvL en -ada en español rioplatense son, como ya hemos señalado, de naturaleza aspectual. Las nominalizaciones que corresponden a actividades y a realizaciones ocurren normalmente en estas construcciones, como puede verse en los ejemplos de (16) y (17), respectivamente. Con respecto a otras propiedades semánticas de las construcciones con dar, Scher (2004) observa que tienen un sentido de “diminutivización” de la eventualidad denotada, que incluye efectos de “incompletitud”, “singularización” o “falta de cuidado”, según el caso. Esta interpretación no es clara en el español rioplatense, al menos no en todos los casos: le dio una lustrada al mueble no denota necesariamente, por oposición a lustró el mueble, un evento de menor duración, realizado en parte o llevado a cabo de manera más descuidada. De hecho, como observa Andrés Saab (comunicación personal), la compatibilidad de sustantivos como lustrada con adjetivos como bueno o completo mostraría que en español no se da ese efecto: Le dio una buena lustrada/una lustrada completa al mueble. 24
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(16) a. Luego les dio una paseada por su modernísimo centro de cómputos25. b. El defensor de independiente se mandó una corrida hasta el área de Argentinos26. c. Tenemos que juntarnos a mandarnos una cocinada étnica27. (17) a. Dale una limpiada al registro de Windows28. b. Le di una lavada al auto en veinte minutos. c. Pegale una formateada y ponele Windows 729.
En cambio, no se forman CvL con nominalizaciones en -ada que correspondan a logros, como se observa en los ejemplos de (18): (18) a. *La temperatura dio una bajada/una subida30. b. *Juan se mandó una salida de la habitación/una venida a la fiesta. c. *El tren se pegó una llegada a la estación.
Tampoco se forman CvL con nominalizaciones en -ada que correspondan a verbos de contacto, como en (19): (19) a. *Le di una pegada/pateada a la pelota. b. *Dale una golpeada a la puerta/una tocada al timbre.
Los ejemplos de (19) pertenecen, en la clasificación propuesta en Smith (1997), a la de los eventos semelfactivos. otras nominalizaciones que también corresponden a eventos semelfactivos, como tosida en (20a), tampoco integran la construcción con dar, como vemos en (20b): . . El evento denotado por el Sv completo es télico; es decir, una realización, porque está delimitado por el adjunto encabezado por hasta; el hecho de que acepte este modificador muestra que mandarse una corrida es en sí mismo un evento atélico; esto es, una actividad, lo cual se ve también en (i), en la compatibilidad con el modificador de cinco minutos. En cambio, el predicado de (ii) admite el modificador en cinco minutos, típico de las realizaciones. (i) Todos los días se manda una corrida de/??en 5 minutos. (ii) Todos los días se manda una corrida hasta la estación *de/en 5 minutos. 27 . 28 . 29 . 30 Si bien (18a) es agramatical, algunos hablantes de español rioplatense aceptan la construcción análoga con pegar: La temperatura pegó una bajada/subida. 25 26
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(20) a. La inspiración y la tosida tienen que repetirse cada 2 segundos. b. *El paciente dio una tosida.
Los rasgos temporales que caracterizan los eventos semelfactivos, aparte de la dinamicidad, son la instantaneidad y la atelicidad, dado que son eventos que carecen de un resultado intrínseco. Los logros, por su parte, también son eventos dinámicos e instantáneos, pero desembocan en un resultado (sea un objeto afectado, un objeto creado o consumido, una meta alcanzada) (Smith 1997: 29-31). De manera que parece ser la instantaneidad, es decir, la presencia del rasgo [-durativo] en la estructura eventiva de logros y semelfactivos, lo que resulta incompatible con la construcción con dar y los otros verbos livianos. inversamente, como hemos observado, estos verbos son compatibles con realizaciones y actividades, ambos eventos durativos, con una estructura temporal interna que supone una serie de estadios. El español rioplatense resulta más restrictivo que otras variedades en la formación de estas construcciones con verbo liviano: hemos visto que el español de Perú admite expresiones como se metió una perdida (= ‘se perdió’), expresión que encontramos también en el español costarricense (21a). Los demás ejemplos de (21) muestran que las CvL formadas con nominalizaciones que corresponden a logros son comunes en diversas variedades del español de América31. (21) a. Se fue en bus y se pegó una perdida que tuvo que llamar por teléfono que lo fueran a recoger32. (Costa Rica) b. Manuel se dio la enfermada de su vida, no saben qué mal la pasó33. (México) c. En el curso del año se pegó una engordada monumental34. (Colombia) d. Cuando me puse a pololear por primera vez seriamente en mi vida, me pegué una engordada de 10 kilos35. (Chile) e. Al tío no le quedará más ganas de meterse una bajada de peso a campo libre36. (Perú) f. Hace dos años se pegó una matada terrible en una ruta del Cerro de la Muerte. (Costa Rica)
31 Los datos fueron extraídos de páginas de internet con dominios correspondientes a los diversos países y marcas claras de la variedad en cuestión (cuando fue posible, elegimos ejemplos en los que apareciera alguna de estas marcas). Algunas expresiones (como se pegó una matada) aparecen registradas en RAE (2010: 391) como propias de los países del Caribe continental y algunos centroamericanos y andinos. 32 . 33 . 34 . 35 . 36 .
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Gabriela Resnik
g. Debe estar baratísimo porque el dólar se pegó una bajada37. (Colombia) h. La acción se pegó una subida del 52%38. (Chile)
De manera que en la mayor parte de las variedades del español de América el rasgo de instantaneidad no impide la formación de CvL con nominalizaciones en -ada, por lo que la construcción es productiva con diversos tipos de logros (cambio de estado, movimiento, etc.)39. En cambio, en el español rioplatense, las ocurrencias de CvL con subida o bajada, las únicas de (21) que aparecen en la variedad, corresponden sistemáticamente a las variantes causativas/transitivas de las nominalizaciones (le voy a pegar una subida/una bajada al archivo/programa). A la luz de este contraste, se puede hipotetizar que el único rasgo excluido de las CvL con -ada en las otras variedades del español de América es el de estaticidad40. La productividad de las construcciones con dar/pegar + -ada estaría condicionada por rasgos aspectuales de distinto tipo según la región, como se muestra en la Tabla 1 a continuación. TAblA 141 Productividad de la CVL con -ada en español
Español rioplatense
Rasgo aspectual que bloquea la formación de cvl con dar/pegar estaticidad instantaneidad
otras
estaticidad
Variedades
Tipo aspectual de la nominalización en -ada actividad realización actividad realización logro ?semelfactivo41
. . 39 También en el español peninsular se encuentran algunos casos: Ese día la bolsa pegó una subida, La tensión de la luz pegó una subida y una bajada de las buenas. 40 El portugués brasileño es, asimismo, menos restrictivo en la formación de CvL con -ada. Así, según Scher (2004), aparte de la estaticidad, es el rasgo de telicidad intrínseca de la nominalización el que bloquea la formación de CvL con -ada (Scher 2004: 31), lo cual implica que en esta variedad se forman CvL con semelfactivos y ciertos logros: dar uma emagrecida/ tossida (‘dar una adelgazada/tosida’). 41 Los datos con verbos semelfactivos son sumamente escasos y no del todo claros, vista la polisemia de verbos como pegar o tocar. Con respecto a los verbos de emisión, muchos de los cuales corresponden aspectualmente a semelfactivos, suelen dar lugar a nominalizaciones resultativas con el sufijo -ido: ladrido, crujido, chasquido, graznido, etc., lo cual sugiere cierta tendencia a una “división del trabajo” entre los sufijos nominalizadores participiales en relación con la creación de nombres de evento y de resultado. 37 38
Las nominalizaciones en -ada en el español rioplatense
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4. Conclusiones Las nominalizaciones deverbales en -ada tienen propiedades semejantes a las de otras nominalizaciones del español rioplatense: presentan variantes resultativas y eventivas, cada cual con un patrón de comportamiento diferente en cuanto a la realización sintáctica de argumentos y la compatibilidad con predicados y modificadores. En cuanto a las propiedades eventivas específicas de las nominalizaciones en -ada, se ha mostrado que corresponden sobre todo a actividades y realizaciones, en menor medida a logros, y nunca a estados. La productividad de estas formas en español rioplatense, entonces, se ve afectada por la selección que el sufijo -ada hace de las bases verbales según su estructura eventiva. Sobre esta selección, se aplica a su vez otra restricción, también de naturaleza aspectual, para la formación de la construcción con verbo liviano: el rasgo ‘instantaneidad’ debe estar ausente de la estructura eventiva de la nominalización. Esta condición excluye nombres en -ada que correspondan a logros y semelfactivos de las CvL con dar/pegar/mandar en el español rioplatense. Entendemos que el análisis presentado aquí muestra la relevancia de los rasgos eventivos en los procesos de formación de palabras, sean morfológicos (nominalizaciones en -ada) o sintácticos (CvL + -ada). Si consideramos, además, el tipo de rasgo que interviene en la formación de la nominalización y de la CvL y el componente de la gramática en que se lleva a cabo ese proceso, se advierte una cuestión teórica interesante. En el español rioplatense, un rasgo de naturaleza aspectual (estaticidad) previene la formación de una palabra en la morfología y otro rasgo aspectual (instantaneidad) previene la formación de una construcción en la sintaxis. El hecho de que el mismo tipo de rasgo sea relevante para procesos morfológicos y sintácticos refuerza el interés de enfoques como el de la Morfología Distribuida (Halle/Marantz 1993; Embick/Halle, 2004), que adjudica a un solo componente de la gramática la función de construir palabras y frases. En el caso bajo análisis, pues, tanto la formación de las nominalizaciones en -ada como la de predicados con verbos livianos se daría en este único componente generativo de la gramática: la sintaxis, sea esta la sintaxis propiamente dicha (antes de Spell-out) o la Estructura Morfológica (cf. Embick/Halle, 2004). El estudio de las propiedades aspectuales de las nominalizaciones en -ada aporta asimismo datos para la discusión acerca de la importancia relativa de base y sufijo en la determinación de las propiedades eventivas del derivado nominal: la única restricción que impone el sufijo sobre la base es la de la dinamicidad, y preserva las propiedades de delimitación, duratividad y causación de la base verbal. En un nivel más general, el contraste entre el español de Argentina y las demás variedades del español en la formación de CvL + -ada, que involucra rasgos aspectuales, ilustra también el hecho de que la variación dialectal parece afectar particularmente las categorías funcionales, como lo sugieren ouhalla (1991) y Chomsky (1993).
Capítulo 7 LA MARCACióN DiFERENCiAL DEL oBJETo DiRECTo EN EL ESPAñoL DE ARgENTiNA: UN ESTUDio EXPERiMENTAL silvina montrul University of illinois at Urbana-Champaign
1. Introducción1 El uso obligatorio de la preposición a con objetos directos animados, como en Juan conoce a María, es una instancia bien conocida de la marcación diferencial del objeto en español. En general, los objetos inanimados no llevan dicha marca (Juan conoce la ley). Varios factores lingüísticos como la animacidad, la definitud, la especificidad y la topicalidad del objeto, así como la semántica del verbo y su aspecto léxico, entre otras cosas, parecen influir en el uso de la preposición a. Aunque esta distinción básica del uso de la preposición con objetos animados e inanimados (definidos) es típica en gramáticas descriptivas y pedagógicas, algunos estudios recientes sobre distintas variedades de español monolingüe y bilingüe indican que existe variabilidad en el uso de la preposición a con objetos animados e inanimados. Mientras que la a se está extendiendo a objetos inanimados en algunas variedades monolingües (Company 2001), la marcación obligatoria con objetos animados definidos y específicos parece estar restringiéndose en el español bilingüe (Montrul/Bowles 2009). Este estudio exploratorio investiga la marcación diferencial del objeto en la variedad monolingüe de español hablado en la Argentina. Uno de los objetivos de este estudio es establecer, mediante el uso de una prueba experimental con hablantes nativos del español de Argentina, que la omisión del marcado con objetos animados, lo cual es muy común en el español en contacto con el inglés de Estados Unidos, no es una característica generalizada del español monolingüe y que los factores animacidad, definitud y especificidad rigen la marcación diferencial del objeto tanto en esta variedad como en muchas otras. 1 Agradezco la colaboración de victoria Pasman con la administración de la prueba en Mar del Plata y Buenos Aires y a todos los participantes. También les agradezco a dos revisores anónimos, a Luis López y a Noelia Sánchez-Walker por su lectura crítica de una versión preliminar de este capítulo. Cualquier error es exclusivamente mi responsabilidad.
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Silvina Montrul
otro objetivo de este estudio es corroborar la posible extensión de la marcación de la preposición a a los objetos directos inanimados, lo cual según Company (2001, 2002) ya está ocurriendo en México. Además, dado que, a diferencia de otras variedades de español, y especialmente del español de México y de España, el español de Argentina admite el doblado de clíticos con objetos directos (Lo vi a Juan, La llamé a mi hermana), nos interesa determinar específicamente si los factores de doblado de clítico y topicalización contribuyen de alguna manera a la extensión de la marcación a objetos inanimados en esta variedad. Los resultados obtenidos con un test de juicios de aceptabilidad muestran que los objetos animados (definidos) llevan marcación obligatoria en el español de Argentina y que hay un grado confiable de aceptabilidad de marcación de objetos inanimados, especialmente si estos se encuentran topicalizados y doblados con un clítico, lo cual confirma de alguna manera la tendencia de extensión de la marcación a objetos inanimados notada en la literatura diacrónica más reciente (Company 2001, 2002). Si bien el doblado de clíticos acusativos es característico del español de la Argentina, la topicalización se da en todas las otras variedades. Lo que es diferente en Argentina es el uso de la marcación con objetos inanimados topicalizados. Este estudio destaca además la importancia de abordar el tema de la variación lingüística de manera experimental, y así corroborar y complementar, los resultados de muestras de habla o uso escrito de la lengua obtenidas con estudios de corpus (cf., por ejemplo, Dumitrescu 1997). Antes de presentar la descripción de la metodología y los resultados, presentaremos las características sintácticas de la marcación diferencial del objeto y un resumen del tratamiento diacrónico del tema. 2. La marcación diferencial del objeto El objeto directo de una oración es el argumento regido por el verbo generalmente asociado con el papel temático de paciente o tema. Dos características formales del objeto directo son su asociación con el caso acusativo y la posibilidad de ser sujeto en una oración pasiva, aunque esto último depende del verbo (tener y haber no admiten pasivización) y del tipo de objeto directo (cláusulas subordinadas y objetos sin modificación resisten la pasivización). El hecho de que en español los objetos directos reciben caso acusativo se detecta mediante la posibilidad de sustituirlos por un pronombre de objeto directo, como se muestra en el ejemplo (1) con el clítico acusativo femenino la. (1) a. María compró una casa. b. María la compró.
La marcación diferencial del objeto directo
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Sin embargo, si el objeto directo es animado, definido y referencial, se encuentra obligatoriamente marcado con la preposición a, la misma preposición que marca el caso dativo en objetos indirectos, como se aprecia en (2)2. (2) a. Miguel mandó a su hijo de vacaciones. b. Miguel envió un mensaje a su hijo.
acusativo dativo
La marcación morfológica de ciertos objetos directos es un ejemplo de lo que se ha denominado marcado diferencial del objeto directo (differential object marking o DoM), un fenómeno lingüístico que ocurre en muchas lenguas del mundo (Bossong 1991). Muchas lenguas manifiestan gramaticalmente la asimetría en prominencia de los argumentos verbales sujeto y objeto en las oraciones transitivas. generalmente, desde el punto de vista referencial, los sujetos tienden a ser animados y específicos mientras que los objetos directos tienden a ser inanimados y no específicos. En las lenguas que presentan marcación diferencial de sujeto, el sujeto se marca si presenta baja prominencia referencial en la jerarquía nominal. Por lo contrario, en el sistema de marcación diferencial de objetos, se marcan los objetos que presentan alta prominencia en esa jerarquía, o la prominencia típica de un sujeto. Aissen (2003), basándose en Silverstein (1976), propone que la prominencia de los argumentos nominales se basa en la escala de animacidad, ilustrada en (3) y la escala de definitud, en (4). (3) escala de animacidad humano > animado > inanimado (4) escala referencial de definitud pronombre personal > nombre propio > sintagma nominal definido > sintagma nominal indefinido específico > sintagma nominal indefinido no específico
Los parámetros más recurrentes en el sistema de marcación diferencial del objeto en las lenguas del mundo son animacidad, especificidad, definitud y topicalidad (von Heussinger/Kaiser, 2005) y sus límites varían de lengua a lengua. Los parámetros relevantes en español son animacidad (animado vs. inanimado) y especificidad (von Heussinger/Kaiser, 2005; Leonetti, 2004), como se aprecia en los ejemplos de la Tabla 1. Los objetos inanimados generalmente carecen de marca, sean definidos, específicos o no específicos, mientras que solo los objetos animados específicos llevan marca diferencial en español. Aunque la especificidad como característica de los objetos marcados se menciona en varias descripciones y análisis del fenómeno, 2
Caso acusativo marcado, según Torrego (1998).
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Silvina Montrul
TAblA 1 Marcación diferencial de objeto en español estándar según los parámetros de animacidad y especificidad Objeto directo Animado Inanimado marcado a. Juan vio a María. e. *Juan vio a la película. Específico no marcado b.*Juan vio María. f. Juan vio la película. marcado c. Juan vio a una señora. g. *Juan vio a una película. No específico no marcado d. Juan vio una señora. h. Juan vio una película.
varios lingüistas (Brugé/Brugger 1996; López 2009, 2012) Rodríguez Mondoñedo 2007, entre otros) han demostrado que esta noción es problemática ya que existen objetos animados no específicos marcados con a especialmente cuando se añade una cláusula relativa en subjuntivo (Juan busca a la secretaria ideal que le traduzca su manuscrito al chino). La marcación parece ser opcional con los objetos animados indefinidos, aunque en realidad no lo es: los indefinidos específicos llevan marca (Juan busca a una traductora de alemán que vive en Chicago); los indefinidos no específicos no la llevan (Juan busca una traductora de alemán que viva en Chicago). López (2012) aporta nuevos datos y discute en detalle por qué la especificidad, aunque vinculada y relevante, no da cuenta de los datos del español y de otras lenguas. Para López (comunicación personal), no hay correlación entre marca y especificidad sino entre ausencia de marca y ausencia de especificidad. Si el objeto indefinido no está marcado, solo puede ser no específico; si el objeto indefinido está marcado, puede ser específico. En el español de Argentina, donde el doblado de clíticos con caso acusativo es gramatical, parece haber una relación estrecha entre el doblado del clítico y la presencia del objeto marcado (Kayne 1975). El doblado del clítico en estos casos es generalmente aceptable con objetos directos animados y específicos, como se ilustra en el ejemplo (5), pero no es igualmente aceptable con objetos inanimados, como en el ejemplo (6)3. (5) Lo vi a Juan. (6) *Ayer la vi esa/una película.
Sin embargo, hay varios contraejemplos de la generalización que solo los objetos directos animados y específicos se ven marcados con el “a personal”
Cf. también Suñer 1988, quien cita algunos ejemplos con objetos inanimados específicos y que de hecho falsifica la hipótesis de Kayne (1975). 3
La marcación diferencial del objeto directo
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(otra forma en que se conoce este fenómeno dentro de la gramática pedagógica). Los cuantificadores negativos no específicos referentes a personas (animados) como nadie, ninguno, etc. siempre requieren marca (No vi a nadie). Del mismo modo, muchas veces los objetos directos inanimados aparecen marcados con la preposición a cuando el sujeto es también inanimado (La calma precede a la tormenta, Un adjetivo califica a un sustantivo). Cuando un animal aparece como objeto directo, dada su naturaleza de ser animado pero no humano, el uso de la preposición a es opcional dependiendo del animal (Mató el/al mosquito). En su estudio interlingüístico, Aissen (2003) explica que en muchas lenguas la marca diferencial del objeto se caracteriza por ser un fenómeno muy poco transparente, con lindes confusos, y el fenómeno en español no es una excepción a esta observación. Las condiciones sintácticas, semánticas y pragmáticas que regulan la distribución de la marcación con a en español son complejas y poco claras en la literatura lingüística existente (Dumitrescu 1997; Laca 2002, 2006; Leonetti 2004, 2008; Torrego 1998; Weissenrieder 1985, 1990, 1991; Zagona 2002). Según Torrego (1998), la definitud, la especificidad (aunque no siempre, según López y otros), el aspecto léxico, la topicalidad, la agentividad y el grado de afectación e individuación del objeto, además de otros aspectos pragmáticos, determinan cuándo se deben marcar los objetos directos en español. Company (2001) y Heusinger y Kaiser (2005) también sugieren que existe variación sincrónica en cuanto a los parámetros que regulan la marcación diferencial del objeto directo en diferentes variedades del español. Por ejemplo, en el español rioplatense, la definitud y la especificidad del objeto directo parecen determinar la marcación de objeto mientras que, en el español de otras regiones, la animacidad y la especificidad son considerados factores determinantes de la marcación. Como indicamos en la introducción, uno de los objetivos de este estudio experimental es determinar los parámetros que rigen la marcación diferencial del objeto en el español de Argentina. Antes de presentar los detalles del estudio mencionaremos brevemente el contexto diacrónico de este fenómeno. 3. Evolución de la marcación diferencial del objeto Del grupo de las lenguas romances, la marcación diferencial del objeto es una innovación en el español, el rumano y en ciertos dialectos del francés y del italiano (Bossong 1991), ya que el fenómeno no existía en latín. En latín, los objetos directos estaban marcados con caso acusativo pero no incluían una preposición. Aissen (2003) analizó instancias de objetos directos en el texto medieval Poema del Mio Cid y encontró que la marcación con a en objetos directos estaba mucho menos extendida en el castellano de entonces que en el de ahora. En el español
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medieval muchas frases nominales comunes referidas a seres humanos definidos o indefinidos no siempre estaban marcadas con una preposición, como se aprecia en el ejemplo (7), mientras que hoy en día esta misma frase se marca siempre, como lo ilustra el ejemplo (8). (7) […] quando dexaron mis fijas en el rrobredo de Corpes (CMC 3151). (8) […] cuando dejaron a mis hijas en el robledo de Corpes.
Según Pensado (1995) y Company (2002), la marcación de objetos directos con a en español es una extensión del caso dativo (cf. Torrego 1998). La preposición a tanto en objetos directos marcados y en objetos indirectos es para Company un marcador de animacidad e individuación. Cuando esta marca de dativo se extendió al acusativo, se inició con objetos acusativos humanos, que coinciden con los objetos indirectos, y luego se fue extendiendo gradualmente a otros objetos. La preposición a originalmente tenía significado de dirección a un lugar, o función locativa (latín ad), y todavía mantiene esta función. Sin embargo, la misma preposición locativa se comenzó a usar con objetos directos e indirectos para indicar entidad alcanzada por la acción del verbo, como recipiente o meta en dativos, y luego paciente o tema en acusativos. El resultado de este proceso fue la creación de un sistema de marcación de caso en español a través del reanálisis de la preposición locativa como marcador de caso (Company 2001; Pensado 1985). véanse los ejemplos en (2). Además, los estudios diacrónicos de Company (2001, 2002) muestran que lo que la autora llama la extensión del dativo al caso acusativo, ahora se observa también con objetos directos inanimados en algunas variedades del español (ejemplos de Company 2001: 147), como en (9) y en (10). La Tabla 2 resume el avance de la marcación en los objetos animados e inanimados basado en datos de corpus de Company (2001: 147). (9) Después de conocer mucho a la vida, ya no me interesa el teatro. (Proceso, mayo de 1999) (10) Para que no nos peleemos, puse a la silla en el medio. (México, español hablado)
Si bien la marcación diferencial está avanzando en algunas variedades monolingües, cabe destacar que estudios recientes del español en Estados Unidos (en un contexto bilingüe), revelaron una omisión significativa de la preposición a con objetos animados específicos y definidos (Luján/Parodi 1996; Montrul 2004; Montrul/Bowles 2009), y una extensión de la marcación a algunos objetos inanimados. No obstante, esta última tendencia con objetos inanimados es mucho
La marcación diferencial del objeto directo
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TAblA 2 Análisis de corpus del avance diacrónico de la marcación con a de objetos directos animados e inanimados en el español (adaptado de Company 2001) Objeto Animado Inanimado
Siglo xii 56% (420/752) 1% (2/300)
Siglo xiv 52% (440/849) 0% (1/300)
Siglo xv 52% (377/720) 3% (8/300)
Siglo xvi 60% (847/1416) 8% (54/641)
Siglo xx 74% (168/228) 17% (64/373)
menor que la omisión de la preposición con objetos animados, lo cual muy probablemente esté relacionado a la interferencia del inglés, una lengua que no marca los objetos directos de forma diferencial. Sánchez (2003) también menciona la omisión de la preposición a en objetos directos animados en el español en contacto con el quechua en Perú. Aunque desconocemos la existencia de datos de español bilingüe en contacto con otras lenguas que tengan la marcación (como el rumano), es interesante destacar que la tendencia en el español bilingüe (retroceso de la marcación en animados) es aparentemente opuesta a la tendencia diacrónica del español monolingüe (avance de la marcación con inanimados). Además de investigar si los parámetros animacidad, definitud (y especificidad) rigen la marcación diferencial de objeto en el español de Argentina, otro objetivo de este estudio es describir la posible extensión de la marcación a a los objetos directos inanimados, como está ocurriendo en México. En una comparación dialectal basada en datos de corpus oral, escrito y de un cuestionario, Dumitrescu (1997) observó diferencias notables entre el uso de la marcación de objeto diferenciado en Madrid y en Buenos Aires. Uno de los ejemplos que llamó la atención de Domitrescu, fue un letrero que vio en una calle de Buenos Aires, donde un objeto inanimado era topicalizado, doblado por un clítico y marcado con la preposición a, lo cual no ocurre en el español de Madrid: (11) A esta plaza la cuidan Aerolíneas Argentinas y Ud.
Los datos de corpus oral y escrito dan fe de las estructuras que ocurren en la lengua como la usan sus hablantes. Lo que este tipo de datos no nos dice es si un mismo hablante, o un grupo de hablantes, tiene conocimiento de la gramaticalidad o aceptabilidad tanto de estructuras que ocurren como de las que no ocurren naturalmente en la lengua. Por esa razón, en este trabajo presentamos datos experimentales sobre la aceptabilidad de la marcación de objetos directos animados e inanimados, definidos (+ específicos) e indefinidos (± específicos), con o sin clíticos, y en posición posverbal o topicalizados en el español de Argentina. El
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Silvina Montrul
propósito es describir hasta qué punto las tendencias diacrónicas y sincrónicas con objetos inanimados observadas por Company (2001) y Dumistrescu (1997) se reflejan en un grupo de hablantes del español de Argentina. 4. Método 4.1. participantes veintiséis adultos (siete hombres y 19 mujeres) de entre 21 y 70 años (edad promedio 45 años) participaron en el estudio. La mayoría de los participantes (20) eran de la provincia de Buenos Aires (Capital Federal, Mar del Plata y zonas lindantes), cuatro de Mendoza, uno de La Pampa y uno de Entre Ríos. Con la excepción de dos participantes que solo habían completado educación secundaria, todos los demás estaban cursando el ciclo universitario, ya tenían título universitario o estaban haciendo un posgrado. Las ocupaciones eran estudiante, docente, arquitecto, comerciante, empleado, contador, ama de casa y jubilado. Estos datos se recolectaron mediante un cuestionario escrito administrado a través de internet. 4.2. prueba Todos los participantes completaron una prueba de aceptabilidad de oraciones en una computadora. En este tipo de prueba, los participantes leen una lista de oraciones gramaticales y agramaticales. Debajo de cada oración se presenta una escala numérica que va del 1 al 5. El 1 indica que la oración es completamente inaceptable (y agramatical) mientras que el 5 indica que la oración es perfectamente aceptable y gramatical; los puntos intermedios (2, 3, 4) se incluyen para captar variabilidad. A veces hay oraciones que no suenan completamente bien ni completamente mal. El uso de una escala de aceptabilidad de este tipo es recomendable para investigar fenómenos caracterizados por variabilidad inherente como es el caso de la marcación del objeto diferencial del que se ocupa este estudio (cf. Bader/Häussler 2010). La prueba incluyó 240 oraciones, 140 de las cuales eran el objeto de este estudio y el resto eran de relleno. Como las variables independientes de interés eran el tipo de objeto (animado, inanimado) y su definitud (con artículo definido o con artículo indefinido) en estructuras sintácticas con topicalización (objeto preverbal, objeto posverbal) y con doblado de clítico (objetos doblados, objetos sin clítico) había seis ejemplos de 24 tipos de estructuras: ocho estructuras con objetos direc-
La marcación diferencial del objeto directo
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tos posverbales (Tabla 3), ocho con objetos directos posverbales doblados por un clítico acusativo (Tabla 4) y ocho con objetos topicalizados doblados por un clítico (Tabla 5). La Tabla 3 presenta los tipos de oraciones con objetos posverbales, donde manipulamos el tipo de objeto (animado vs. inanimado) y la definitud (y especificidad) a través del determinante (definido vs. indefinido), lo cual nos permite también evaluar el rol de la especificidad. Como se observa en la Tabla 3, los objetos animados específicos requieren obligatoriamente el marcado con a (al menos con los verbos utilizados en la prueba), mientras que en los objetos animados no específicos (con un determinante indefinido) el marcado es opcional. Con la marca de a el objeto indefinido se torna específico (aunque esto depende del contexto, el cual no fue manipulado). TAblA 3 Ejemplos de objetos directos posverbales incluidos en la prueba de juicios de aceptabilidad Definitud (Especificidad)
Marcación marcado
definido
(específico) no marcado (específico)
marcado
(no específico)
no marcado
indefinido
Objeto animado El policía atrapó al ladrón. *El policía atrapó el ladrón. Julieta vio a una mujer. Julieta vio una mujer.
Objeto inanimado *Mariela compró a la casa. Mariela compró la casa. *Pedro vio a una casa. Pedro vio una casa.
La Tabla 4 muestra ejemplos representativos de las oraciones con doblado de clítico presentadas en la prueba. Las oraciones más aceptables en este grupo son aquellas con objetos animados, específicos y definidos. Las oraciones con objetos indefinidos en general son agramaticales con marcación. Los objetos inanimados doblados (marcados o no) son considerados agramaticales en la literatura sobre el tema (Kayne 1975; Jaeggli 1982; Leonetti 2008). Finalmente, la Tabla 5 ilustra las oraciones con doblado de clítico y objeto directo topicalizado. Recordemos que Dumitrescu (1997) encontró varias instancias de objetos inanimados definidos topicalizados con marcación de objeto diferenciado al pasar por Buenos Aires, lo cual es agramatical en la mayoría de los dialectos del español, y es por eso que incluimos estas estructuras (*A la casa la compró Mariela). Los objetos indefinidos, sean estos animados o inanimados, son agramaticales en estas construcciones.
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TAblA 4 Ejemplos de oraciones con objetos posverbales con doblado de clítico incluidos en la prueba de aceptabilidad Definitud (Especificidad)
Marcación marcado
definido
(específico) no marcado (específico)
marcado
(no específico)
no marcado
indefinido
Objeto animado El policía lo atrapó al ladrón. *El policía lo atrapó el ladrón. *Julieta la vio a una mujer. *Julieta la vio una mujer.
Objeto inanimado *Mariela la compró a la casa. *Mariela la compró la casa. *Pedro la vio a una casa. *Pedro la vio una casa.
TAblA 5 Ejemplos de oraciones con objetos topicalizados y doblado de clítico incluidos en el test de aceptabilidad Definitud (Especificidad)
Marcación marcado
definido
(específico) no marcado (específico)
marcado
(no específico)
no marcado
indefinido
Objeto animado Al ladrón lo atrapó el policía. *El ladrón lo atrapó el policía. *A una mujer la vio Julieta. *Una mujer la vio Julieta.
Objeto inanimado *A la casa la compró Mariela. La casa la compró Mariela. *A una casa la vio Pedro. *Una casa la vio Pedro.
5. resultados Los juicios gramaticales expresados en la escala dada (1 = completamente inaceptable, 5 = perfectamente aceptable) fueron sometidos a tres análisis de varianza (ANovA) con medidas repetidas: el primero comparó los resultados de las oraciones con objetos directos posverbales (animados e inanimados, definidos e indefinidos) con o sin marcado (diseño 2 x 2 x 2); la segunda prueba de ANovA comparó las oraciones con objetos directos (animados e inanimados, definidos e indefinidos) posverbales con doblado de clítico con o sin marcado (2 x 2 x 2); y la tercera ANovA comparó las oraciones con obje-
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La marcación diferencial del objeto directo
tos (animados e inanimados, definidos e indefinidos) topicalizados y doblado de clítico con o sin marcado (2 x 2 x 2), como los ejemplos que se ilustran en las Tablas 3, 4 y 5. La variable dependiente para cada ANovA fue el promedio de aceptabilidad en la escala del 1 al 5 de cada tipo de oración. Las diferencias significativas entre pares de variables específicas (seis comparaciones por cada ANovA) fueron sometidas a pruebas t con corrección de Bonferroni (pairwise comparisons en inglés). 5.1. obJetos posverbales La Figura 1 muestra los resultados de los objetos directos animados y la Figura 2 la de los inanimados. Los resultados de la ANovA con medidas repetidas de los factores intergrupales animacidad, definitud y marcado mostraron un efecto significativo por cada factor independiente y efectos significativos de todas las interacciones posibles entre ellos, a una probabilidad menor de p < 0,001, como se resume en la Tabla 6. TAblA 6 Resultados estadísticos del ANOVA con los objetos posverbales (oraciones Tabla 3) Fuente Animacidad Definitud Marcado animacidad x definitud animacidad x marcado definitud x marcado animacidad x definitud x marcado
F 10,607 43,492 18,639 88,130 329,467 143,627 73,067
Sig. 0,003 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000
En la Figura 1 vemos que los objetos directos animados específicos (con determinante definido) llevan la marcación obligatoria y que la falta de dicha marca fue considerada consistentemente agramatical por 24 de los 26 hablantes (92%). La mayoría de los participantes considera que las oraciones con determinantes indefinidos pueden llevar la marca, pero no necesariamente, dependiendo de si el objeto se interpreta como específico o no específico (lo cual no se puede determinar concretamente en este tipo de prueba ya que las oraciones estaban descontextualizadas).
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Silvina Montrul
FIgurA 1 Promedio de aceptabilidad de oraciones con objetos directos animados posverbales con artículos definidos e indefinidos (1= totalmente inaceptable, 5 = perfectamente aceptable)
La Figura 2 muestra los datos de los objetos inanimados. ¿Se ve aquí una extensión de la marcación diferencial del objeto a los objetos inanimados, como observó Company (2001) en México? FIgurA 2 Promedio de aceptabilidad de oraciones con objetos directos inanimados posverbales con artículos definidos e indefinidos (1= totalmente inaceptable, 5 = perfectamente aceptable)
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La marcación diferencial del objeto directo
Se puede observar que todos los hablantes ofrecieron juicios de aceptabilidad muy altos, casi todos de 5, a las oraciones sin marcado, sean estas con determinante definido o indefinido. En general estos resultados contrastan con los resultados de las oraciones con marcado presentadas en la Figura 1, cuya diferencia fue estadísticamente significativa como lo indicó la interacción entre animacidad y marcado. Aunque el marcado de objetos inanimados no es generalmente aceptable, hubo nueve hablantes que sí tendieron a aceptar estas oraciones de forma consistente (más de tres oraciones de las seis en cada grupo recibieron juicios de 4 o 5), o al menos la mitad de las oraciones en cada grupo con objetos inanimados definidos. También seis personas aceptaron la a con objetos inanimados indefinidos, dando un promedio de aceptabilidad de cerca de 3 para estos individuos. Esto quiere decir que hay más personas que aceptan objetos inanimados marcados con a (como en *Mariela compró a la casa) que personas que omiten la a con objetos animados (solo dos personas) (*El policía atrapó el ladrón). Esto podría verse como una leve tendencia a la expansión de la marca con objetos inanimados a nivel individual. Una prueba-t entre estos dos tipos de oraciones (objetos animados definidos no marcados y objetos inanimados definidos marcados) confirmó una diferencia estadística significativa (t(25) = 3,08; p < 0,05). La marcación con objetos inanimados posverbales fue significativamente más aceptable con los definidos (específicos) que con los indefinidos (t(25) = 3,3; p < 0,03). 5.2. obJetos posverbales con doblado de clítico Recordemos que estas oraciones son características del español de Argentina. Los resultados de la ANOVA con medidas repetidas confirmaron exactamente estas observaciones, mostrando una interacción significativa entre animacidad, definitud y marcado, y todas las posibles interacciones como se ilustra en la Tabla 7. TAblA 7 Resultados estadísticos de los objetos posverbales con doblado de clítico (oraciones Tabla 4) Fuente Animacidad Definitud Marcado animacidad x definitud animacidad x marcado definitud x marcado animacidad x definitud x marcado
F 40,379 36,577 56,477 42,152 52,199 69,271 65,272
Sig. 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000
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La marcación diferencial de objeto fue en efecto más aceptable con los objetos animados definidos y específicos (promedio 3,73) que con los animados indefinidos (promedio 1,59). Ahora bien, hubo una diferencia entre las seis oraciones con objetos definidos: dos tenían objetos con nombres propios (por ejemplo, Madonna, Hilary Clinton), y las otras cuatro tenían sintagmas nominales con artículos definidos o posesivos (el ladrón, el paciente, mi madre) (ver lista de oraciones en el apéndice). Todas las oraciones con nombres propios recibieron juicios de aceptabilidad de 5, mientras que siete participantes asignaron juicios de aceptabilidad de entre el 1 y el 3 a las oraciones con sintagmas nominales definidos. Solo cuatro personas aceptaron oraciones con objetos animados indefinidos en construcciones con doblado de clíticos (promedio 1,59), y nadie aceptó la falta de marca con objetos animados indefinidos doblados por el clítico (*Julieta la vio una niña). En comparación con las oraciones con objetos doblados inanimados (Figura 4), que en general fueron juzgadas como inaceptables, las oraciones con objetos animados indefinidos (promedio 1,59) (Figura 3) también fueron juzgadas como las oraciones con objetos inanimados definidos (Figura 4) (promedio 1,55). FIgurA 3 Promedio de aceptabilidad de oraciones con objetos directos animados posverbales con artículos definidos e indefinidos y con doblado de clítico (1= totalmente inaceptable, 5 = perfectamente aceptable)
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La marcación diferencial del objeto directo
FIgurA 4 Promedio de aceptabilidad de oraciones con objetos directos inanimados posverbales con artículos definidos e indefinidos y con doblado de clítico (1= totalmente inaceptable, 5 = perfectamente aceptable)
5.3. obJetos directos topicalizados (con doblado de clíticos) La Tabla 8 muestra los resultados estadísticos de la ANovA con medidas repetidas de las oraciones con topicalización. Nótese que no se confirmó un efecto significativo para el factor animacidad, pero sí para los factores definitud y marcado. Asimismo, la interacción entre el factor animacidad y el factor definitud no fue significativa, mientras que todas las otras interacciones sí lo fueron. TAblA 8 Resultados estadísticos para los objetos topicalizados con doblado de clítico Fuente Animacidad Definitud Marcado animacidad x definitud animacidad x marcado definitud x marcado animacidad x definitud x marcado
F 1,067 136,431 118,681 0,555 127,865 27,316 16,543
Sig. 0,311 0,000 0,000 0,463 0,000 0,000 0,000
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En general, todos los objetos topicalizados fueron más aceptables con marcación de objeto que sin marcación, incluso los inanimados (aunque mucho menos), de ahí la falta de un efecto significativo de animacidad como en las otras construcciones sin topicalización. El hecho de que el promedio de aceptabilidad de los objetos animados e inanimados definidos sea mayor que 3 sugiere que los hablantes mostraron una tendencia a aceptar estas oraciones. Sin embargo, con objetos animados, la marcación de objeto con topicalización fue significativa con respecto a la definitud del objeto (t(25) = 6,59; p < 0,001). De hecho, 20 de los 26 hablantes aceptaron la marca con objetos animados definidos (A Madonna la vio Julieta) y 14 de 20 la aceptaron con objetos animados indefinidos (A una mujer la vio Julieta) de manera consistente. FIgurA 5 Promedio de aceptabilidad de oraciones con objetos directos animados topicalizados con artículos definidos e indefinidos y con doblado de clítico (1= totalmente inaceptable, 5 = perfectamente aceptable)
Parecería que la presencia del clítico en general tiende a favorecer el marcado de objetos en el español de Argentina, incluso con objetos inanimados. Quince de los 25 participantes asignaron un promedio de aceptabilidad mayor de 3 para las oraciones con objetos inanimados definidos (*A la casa la vio Mariela) y siete participantes lo hicieron con objetos inanimados indefinidos (*A una lección la escuchó Adán), de ahí los promedios grupales de 3,16 y 2,11 para estas oraciones, respectivamente.
La marcación diferencial del objeto directo
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FIgurA 6 Promedio de aceptabilidad de oraciones con objetos directos inanimados topicalizados con artículos definidos e indefinidos y doblado de clítico (1= totalmente inaceptable, 5 = perfectamente aceptable)
Realizamos luego una ANovA con medidas repetidas comparando todos los objetos inanimados (definidos e indefinidos) con marcación en las tres estructuras: objetos posverbales, objetos posverbales doblados y objetos doblados topicalizados (diseño 2 x 3). Hubo un efecto significativo de definitud (F(1,25) = 7,265; p < 0,012), ya que los inanimados definidos fueron más aceptables con la marcación que los indefinidos. También hubo un efecto significativo por estructura (F(2,25) = 12,208; p < 0,0001, y una interacción entre definitud y estructura (F(2,25) = 26,080; p < 0,0001). Esta interacción fue causada por las oraciones con topicalizaciones, la cuales fueron juzgadas como más aceptables con la marcación que las otras dos estructuras, tanto con objetos definidos como con objetos indefinidos. 6. Discusión Los objetivos principales de este estudio han sido corroborar el uso de la marcación diferencial del objeto con objetos animados en el español argentino monolingüe, e investigar hasta qué punto se dan en el español de Argentina las tendencias evolutivas de la marcación diferencial del objeto a objetos inanimados observadas ya en otras variedades de español. Si bien la tendencia en las variedades de español mono-
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Silvina Montrul
lingüe, a diferencia de las variedades en contacto o bilingües, es marcar los objetos animados, los estudios diacrónicos de Company (2001, 2002) sugieren que, en la actualidad, la marcación diferencial del objeto se está extendiendo gradualmente a los objetos inanimados en algunas variedades monolingües de español y en especial en México (cf. Tabla 2). Por otro lado, otros investigadores como Dumitrescu (1997) ya habían notado esta tendencia en el español de Buenos Aires, especialmente con objetos inanimados dislocados (topicalizados) y en presencia de clíticos. Recordemos que el doblado de clíticos con objetos directos es una característica del español rioplatense ampliamente discutida en los campos de sintaxis y semántica del español (Kayne 1975; Jaeggli 1982; Leonetti 2008). Los factores de animacidad, definitud (especificidad) y topicalidad fueron manipulados en nuestro experimento. La prueba principal consistió de una serie de juicios de aceptabilidad, donde los 26 hablantes debieron expresar sus intuiciones lingüísticas juzgando una lista de 240 oraciones (140 de las cuales constituyeron el estímulo base para este estudio). Tres tipos de objetos fueron observados: objetos posverbales, objetos doblados por un clítico acusativo y objetos topicalizados doblados por un clítico acusativo. Con los objetos posverbales los resultados demostraron que todos los objetos animados son altamente aceptables con la marca diferencial, de acuerdo con todas las variedades de español monolingüe. La marca es opcional con indefinidos (dependiendo de si se interpretan como específicos o no específicos), excepto con los objetos animados definidos (*Juan vio María/la mujer) con los cuales la falta de marcación resulta agramatical. Hubo una preferencia muy clara por los objetos inanimados sin marcado, pero también se observó una leve tendencia, estadísticamente significativa, a aceptar objetos inanimados definidos marcados (Mariela compró a la casa) y objetos inanimados indefinidos marcados (Pedro vio a una casa) en posición posverbal, aunque en mucho menor escala que con los objetos animados. Este último resultado podría interpretarse a favor de la propuesta de Company (2002) que la marcación se está extendiendo gradualmente a objetos inanimados. Las oraciones con doblado de clítico muestran claramente que el clítico acusativo tiende a favorecer la presencia de la marcación del objeto en el español de Argentina, aunque esto es muchísimo más aceptable con los objetos animados definidos que con los animados indefinidos y los inanimados. Estos resultados demuestran que el clítico es un marcador de definitud y referencialidad y atrae aún más la marca diferencial como ocurre en el rumano (Dumitrescu 1997). Los resultados de un estudio que actualmente se está llevando a cabo con hablantes mexicanos de guanajuato (Montrul 2010), empleando otra versión de la misma prueba utilizada en este estudio, demuestra que los hablantes mexicanos no aceptan oraciones con doblado de clítico acusativo con objetos animados o inanimados, tengan o no la marcación de objeto.
La marcación diferencial del objeto directo
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Finalmente, los resultados de las topicalizaciones con doblado de clítico acusativo favorecen aún más la marcación diferencial del objeto en el español de Argentina, como lo mencionó Dumitrescu (1997). La tendencia es más alta con objetos animados que con objetos inanimados, pero incluso es aceptable para algunos hablantes con los objetos animados indefinidos (A una mujer la vio Julieta). La marcación con objetos inanimados topicalizados y doblados por el clítico resultó también más aceptable que con los objetos inanimados en posición posverbal y sin doblado de clítico. 7. Conclusión Este estudio ha comprobado que el español de Argentina presenta marcación diferencial del objeto en objetos animados específicos, con doblado de clítico y en topicalizaciones. Los objetos animados con determinantes indefinidos son también aceptables con la marca de la preposición a, excepto en construcciones con doblado de clítico y objeto en posición posverbal. La marcación con a parece estar extendiéndose gradualmente a objetos inanimados, especialmente si estos están topicalizados y doblados por un clítico. Resta investigar si esta tendencia también se observa en otros dialectos del español hispanoamericano y del castellano en España. Al ser este estudio de carácter preliminar, no se incluyó hablantes de otras variedades regionales de español. Por el momento, no podemos señalar con más precisión si las tendencias con la topicalización manifestadas en este estudio no se dan en otras variedades pero es un tema que continuamos investigando.
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APÉNDICE: lISTA DE orACIoNES INCluIDAS EN El TEST DE ACEPTAbIlIDAD Animado, definido, marcado Marina vio a Madonna. Juan visitó a sus padres. El policía atrapó al ladrón. Mi madre admira a Hillary Clinton. El médico atendió al paciente. Rolando conoce a mi hermana.
Animado, definido, no marcado *Julia vio Shakira. *Ernesto visitó sus hermanos. *El bombero atrapó el delincuente. *Mi padre admira Bill Clinton. *La enfermera atendió el paciente. *Esteban conoce mi prima.
Animado, indefinido, marcado Julieta vio a una mujer. Juan consultó a unos abogados. El policía arrestó a unos ladrones. Mi madre necesita a una empleada. La profesora busca a unos estudiantes. Mi abuelo conoce a unos pintores.
Animado, indefinido, no marcado Antonia vio una gitana. Ricardo consultó unos asesores. El policía arrestó unos drogadictos. Mi hermana necesita una niñera. La maestra busca unos niños. Mi abuela conoce unos artistas.
Inanimado, específico, marcado *Mariela vio a la casa. *Josefa eligió al auto rojo. *ismael visitó a la biblioteca. *Francisco conoció al museo. *Amanda siguió a las direcciones. *Alejandro escuchó a la lección.
Inanimado, específico, no marcado Marcela vio la ambulancia. Juana eligió el vestido amarillo. ignacio visitó la universidad. Armando conoció el obelisco. Ana siguió las indicaciones. Héctor escuchó la conferencia.
Inanimado, indefinido, marcado *Marcela vio a una casa. *georgina eligió a un auto rojo. *ismael visitó a una biblioteca. *germán conoció a un museo. *Adriana siguió a unas direcciones. *Adán escuchó a una lección.
Inanimado, indefinido, no marcado Eva vio una montaña. Cecilia eligió un sofá verde. Carlos visitó una escuela. Marcos conoció un templo. Raquel siguió unas instrucciones. Pablo escuchó un concierto.
Con doblado de clítico acusativo Animado, definido, marcado Manuela la vio a Madonna. Juan los visitó a sus padres. El policía lo atrapó al ladrón.
Animado, definido, no marcado *Marina la vio Mafalda. *Paco los visitó sus vecinos. *El policía lo atrapó el drogadicto.
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Mi madre la admira a Hillary Clinton. El médico lo atendió al paciente. José la conoce a mi hermana.
*Mi tía la admira Hillary Clinton. *La enfermera lo atendió la víctima. *Juan la conoce mi novia.
Animado, indefinido, marcado Estela la vio a una mujer. Santiago los consultó a unos abogados. El policía los arrestó a unos ladrones. Mi madre la necesita a una empleada. La profesora los busca a unos estudiantes. Mi abuelo los conoce a unos pintores.
Animado, indefinido, no marcado *Julieta la vio una niña. *Juan los consultó unos asesores. *El policía los arrestó unos delincuentes. *Mi abuela la necesita una enfermera. *La maestra los busca unos muchachos. *Mi abogado los conoce unos políticos.
Inanimado, definido, marcado *Mónica la vio a la casa. *Jasmín lo eligió al auto rojo. *Diego la visitó a la biblioteca. *Ricardo lo conoció al museo. *Ema las siguió a las direcciones. *Andrés la escuchó a la lección.
Inanimado, definido, no marcado *Juliana la vio la biblioteca. *virginia lo eligió el sofá verde. *Lucas la visitó la universidad. *Adrián lo conoció el edificio. *Silvana las siguió las instrucciones. *guillermo la escuchó la audición.
Inanimado, indefinido, marcado *victoria la vio a una casa. *Fernanda lo eligió a un auto rojo. *gonzalo la visitó a una biblioteca. *Alberto lo conoció a un museo. *Daniela las siguió a unas direcciones. *Agustín la escuchó a una lección.
Inanimado, indefinido, no marcado *Paula la vio una montaña. *Carolina lo eligió un auto nuevo. *Facundo la visitó una clínica. *Eduardo lo conoció un cementerio. *Antonia las siguió unas indicaciones. *gabriel la escuchó una conferencia.
Objetos topicalizados Animado, definido, marcado A Madonna la vio Marina. A sus padres los visitó Juan. Al ladrón lo atrapó el policía. A Hillary Clinton la admira mi madre. Al paciente lo atendió el médico. A mi hermana la conoce Rolando.
Animado, definido, no marcado *Shakira la vio Julia. *Sus hermanos los visitó Ernesto. *El delincuente lo atrapó el bombero. *Bill Clinton lo admira mi padre. *El paciente lo atendió la enfermera. *Mi prima la conoce Esteban.
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Animado, indefinido, marcado A una mujer la vio Julieta. A unos abogados los consultó Juan. A unos ladrones los arrestó el policía. A una empleada la necesita mi madre. A unos estudiantes los busca la profesora. A unos pintores los conoce mi abuelo.
Animado, indefinido, no marcado Una gitana la vio Antonia. Unos asesores los consultó Ricardo. Unos drogadictos los arrestó el policía. Una niñera la necesita mi hermana. Unos niños los busca la maestra. Unos artistas los conoce mi abuela.
Inanimado, definido, marcado *A la casa la vio Mariela. *Al auto rojo lo eligió Josefa. *A la biblioteca la visitó ismael. *Al museo lo conoció Francisco. *A las direcciones las siguió Amanda. *A la lección la escuchó Alejandro.
Inanimado, definido, no marcado La ambulancia la vio Marcela. El vestido amarillo lo eligió Juana. La universidad la visitó ignacio. El obelisco lo conoció Armando. Las indicaciones las siguió Ana. La conferencia la escuchó Héctor.
Inanimado, indefinido, marcado *A una casa la vio Marcela. *A un auto rojo lo eligió georgina. *A una biblioteca la visitó ismael. *A un museo lo conoció germán. *A unas direcciones las siguió Adriana. *A una lección la escuchó Adán.
Inanimado, indefinido, no marcado Una montaña la vio Eva. Un sofá verde lo eligió Cecilia. Una escuela la visitó Carlos. Un templo lo conoció Marcos. Unas instrucciones las siguió Raquel. Un concierto lo escuchó Pablo.
Capítulo 8 CoPiÁ α, CoPiÁ CoNDiCioNES SoBRE LA DUPLiCACióN vERBAL EN EL ESPAñoL DEL RÍo DE LA PLATA andrés l. saab CoNiCET/Universidad de Buenos Aires
1. Introducción1 En este capítulo exploro la morfosintaxis de la duplicación verbal en el español del Río de la Plata del tipo que se observa en (1). (1) ¡Salí de acá, salí!
Mi objetivo principal es puramente lingüístico, a saber: hacer participar oraciones como las de (1) en el debate sobre la microvariación lingüística. Puesto en los términos de Kayne (2005), los estudios microparamétricos no solo contribuyen a la dilucidación de diferencias dentro del ámbito de la inteligibilidad entre hablantes (por lo menos, ese es el caso de la duplicación en español), sino que constituyen un tipo de experimento ideal para la determinación de diferencias más radicales a través de las lenguas. En otras palabras, de acuerdo con este enfoque, no hay parámetros (en el sentido de Chomsky 1981 y muchos trabajos relacionados) ni macroparámetros (en el sentido de Baker 1996) sino una acumulación de diferencias microparamétricas que afectan, por hipótesis, 1 Este capítulo está basado en una sección del capítulo 4 de mi tesis de doctorado. Le agradezco a Jairo Nunes su guía constante en cada paso del trabajo. He expuesto también partes de este material en el V Encuentro Gramática Generativa (general Roca, Argentina), en Going Romance 23 (Niza, Francia), en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales-CSiC (Madrid, España), y en el Linearization Workshop-DgfS (Berlín, Alemania). Quisiera agradecer a las audiencias de todos esos encuentros, en especial, a Roberta D'Alessandro, Andrea Bohrn, José María Brucart, Laura Colantoni, violeta Demonte, Ángela Di Tullio, isabel Pérez Jiménez, Mercedes Pujalte, Francesc Roca, olga Fernández Soriano y Pablo Zdrojewski. Asimismo, los comentarios y sugerencias de un evaluador anónimo me han permitido aclarar y mejorar algunos aspectos de este trabajo. Finalmente, agradezco a las editoras de este volumen, Laura Colantoni y Celeste Rodríguez Louro, la intención de incluir este trabajo aquí y su asesoramiento permanente. Por supuesto, todos los errores, contradicciones e inconsistencias me pertenecen.
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solo el ámbito de las categorías funcionales (cf. Borer 1984; Chomsky 1995; y muchos trabajos relacionados). Antes de avanzar, es importante observar que hablar en capicúa o en sanguche –o sea, producir oraciones como las de (1)– significa en el imaginario colectivo de la mayor parte de los hablantes rioplatenses una marca de desprestigio, un modo evidente de mostrar un origen social. Por ejemplo, Roberto Arlt ya observa que los inmigrantes genoveses del barrio de la Boca se distinguen por este modo de decir2. En Argentina (Buenos Aires, en particular): (2) Comunicábame un distinguido erudito en estas materias que los genoveses de la Boca cuando observaban que un párvulo bostezaba, decían: “tiene la ‘fiaca’ encima, tiene”. Y de inmediato le recomendaban que comiera, que se alimentara (Roberto Arlt, El origen de algunas palabras de nuestro léxico popular).
Un breve recorrido por blogs de internet (presentados aquí respetando la ortografía del texto original) muestra a las claras que en la actualidad hablar en capicúa sigue siendo una marca de distinción social3. (3) Totalmente de acuerdo con el Beche, hablar en capicua es una de las características principales de los cumbiamberos “Te voy a caga’ a corchazo’ te voy!!” Yo nunca vi a esos personajes dando vuelta por la facu o inmediaciones… en serio que están robando mucho por ahí??? [SIC]4 (4) Ahhh tambien esa costumbre de mierda de hablar en capicua Ej, Me fui a la cancha a ver a boca, me fui (a la que se le puede agregar un “vistes?” (para hacerlo todavia mas insoportable). [SIC]5
En Uruguay, los signos de valoración no son equivalentes, hablar en capicúa es una marca de identidad de lo “uruguayo”: En uruguay (Montevideo): (5) Somos 3 millones y medio de técnicos de fútbol, de médicos, de presidentes, somos como 3 millones de Encartas vivientes.
véase Di Tullio (sección iv cap. 5, en este volumen) para una discusión sobre la posible influencia del italiano en las construcciones capicúas. De hecho, en distintas variedades del italiano actual se atestigua un tipo de construcción similar, que ha sido analizado por gullì (2003). véase el apartado 2 para mayor discusión. 3 Todas las negritas en los ejemplos que siguen son mías. 4 . 5 . 2
Copiá α, copiá. Condiciones sobre la duplicación verbal
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Hablar capicúa, hablar, es algo bien nuestro, Samy lo conoció aquí y se ríe al escuchar a nuestra chiquita decir “te lavaste la cara, te lavaste”. Hablále a un extranjero en jeringoso, a ver si te entiende… jaja QUE No Ni No, eso solo se dice aquí. […] jaja, hablar capicua fue parte de mi, fue, jajaja y jeringoso JA! nipi quepe hapablarpa!!!! [SIC]6 (6) Porque acá sabemos de todo, y cuando no, inventamos. Seguro que vos también alguna vez hablaste capicúa, hablaste. “gusta tuyo” es algo que se dice al oído. “Al fondo que hay lugar”, “marche un canadiense”, “está lavado”, “que no ni no”. Cuando uno escucha esto, está en Uruguay. [SIC]7
Todo este conjunto de observaciones pertenece al ámbito exclusivo de la Doxa. En el caso particular de Buenos Aires, las opiniones recogidas se ajustan muy bien a la siguiente caracterización de Bloomfield (1944: 45)8: On other than a scientific level, our culture maintains a loosely organized but fairly uniform system of pronouncements about language. Deviant speech forms in dialects other than the standard dialect are described as corruptions of the standard forms (‘mistakes’, ‘bad grammar’) […].
vale la pena notar, sin embargo, que hay un componente adicional en los discursos porteños sobre las capicúas que revela un origen de clase. Los pronunciamientos en (3) y (4), por ejemplo, definen claramente su enunciación, en particular, su posición hacia el otro en la sociedad argentina actual: el cuambianchero, el bostero9, etc. Los estudios dialectológicos sobre el español hablado en América no han rebatido esta posición de la opinión pública. Por lo contrario, en muchas ocasiones apuntan en una dirección similar. En su clásico estudio sobre el español de América, Kany señala en relación con las capicúas que “otro curioso fenómeno propio de las personas incultas de determinadas regiones es la repetición del verbo al final de una ora-
. . 8 ver el capítulo de Rodríguez Louro (sección iv, en este volumen) sobre la noción de lengua estándar en el español rioplatense argentino. 9 En Argentina, cuambianchero refiere despectivamente a aquellos que escuchan cumbia villera, un tipo de música popular cuyo origen social está asociado a la marginalidad en las villas miserias. El término bostero refiere generalmente a los fanáticos del club de fútbol Boca Juniors. Este término es usado en muchas ocasiones con connotaciones de clase y xenófobas. 6 7
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Andrés L. Saab
ción o frase” (Kany 1969: 315-116)10. En este sentido, llama la atención que carezcamos de estudios gramaticales no normativos sobre las capicúas en este momento del desarrollo de la teoría lingüística. Por lo tanto, el presente capítulo pretende dar un primer paso en esta dirección. El modo de cumplir este objetivo general es describir y explicar las principales características morfosintácticas de las oraciones capicúas. El capítulo está organizado de la siguiente manera. En el apartado 2, describo la morfosintaxis de las oraciones capicúas, especialmente, el comportamiento de los verbos duplicados y la distribución particular de los clíticos. Asimismo, comparo algunas de estas propiedades con el portugués europeo, lengua en que la duplicación verbal es un fenómeno productivo (Martins 2007). En el apartado 3, propongo un análisis de la construcción, de acuerdo con el cual los verbos duplicados forman una cadena nuclear con más de un eslabón realizado. La razón de esta realización fonética de copias nucleares se debe a la falta de adyacencia entre los dos verbos involucrados en la construcción. o sea, argumento que una de las condiciones para el borrado de copias de núcleos es la adyacencia estricta. En vista de que esa condición no se satisface para el caso de las capicúas, una de las copias verbales bajas debe realizarse fonéticamente. El apartado 4 contiene las conclusiones. 2. la morfosintaxis de las capicúas Superficialmente, una oración capicúa responde al patrón que vemos en (7), donde el segundo verbo sigue a un breve hiato11. (7) a. ¡vino Juan, vino! b. v1 SX, v2
Aunque es un tema que no abordaremos aquí con el detalle que merece, es necesario hacer unas breves observaciones sobre algunos aspectos semánticopragmáticos de las construcciones capicúas. Cuando comparamos una oración duplicada con su contraparte no duplicada (e.g., Vino Juan), hay en primer lugar una diferencia de énfasis (cf. también Kany 1969). Claramente, la versión dupliAgradezco a Andrea Bohrn por haberme señalado este pasaje de la obra de Kany. Queda pendiente para una investigación futura la cuestión del patrón prosódico de las capicúas. Cabe señalar, sin embargo, que en un estudio reciente sobre la duplicación de constituyentes en griego y turco, göksel et al. (2011) muestran que este fenómeno está fuertemente condicionado por las propiedades prosódicas de cada lengua particular. En griego, por ejemplo, el elemento duplicado es siempre el foco de la oración, mientras que en turco tanto el foco como los constituyentes a su izquierda pueden ser duplicados. En ambas lenguas, no obstante, el copiado siempre toma como objetivo una frase fonológica. 10 11
Copiá α, copiá. Condiciones sobre la duplicación verbal
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cada codifica énfasis. Desde este punto de vista, las capicúas involucran ciertas propiedades de la periferia izquierda en el dominio oracional, lo que está en consonancia con el comportamiento de otros tipos de duplicaciones a través de las lenguas (cf., entre otros, gullì 2003; Martins 2007; Kandybowicz 2008; göksel et al. 2011). Al respecto, gullì (2003) hace la misma observación en relación con la duplicación verbal en italiano que se ilustra en (8) (cf. la nota al pie 2). A este tipo de oraciones las denomina declarativas enfáticas12. (8) Mangia la pizza, mangia (gullì 2003: 31).
Quisiera, por lo tanto, sugerir que un aspecto de la microvariación entre, por ejemplo, el español peninsular y el español rioplatense debe rastrearse en el dominio alto de la cláusula. otras particularidades del español rioplatense, tales como las estructuras exclamativas o la estructura de las oraciones focales, parecen apuntar en la misma dirección (cf., entre otros, Di Tullio 2004, 2008; gutiérrez-gonzález/Zdrojewski 2010). En los dos apartados que siguen justifico esta observación en detalle. Aunque el carácter enfático de la duplicación en español rioplatense parece fuera de discusión, no es fácil delimitar con precisión cuál es su importe semántico-pragmático, sobre todo cuando se la compara con fenómenos similares en otras lenguas románicas. De acuerdo con Martins (2007), por ejemplo, la reduplicación verbal en portugués europeo se utiliza para afirmar enfáticamente la falsedad de un enunciado negativo previo: (9) a. Ele não comprou o carro. b. Ele comprou o carro, comprou (Martins 2007: 81).
En el mismo contexto de (9), la contraparte española es cuando menos extraña pragmáticamente: (10) a. Juan no compró el auto. b. #Compró el auto, compró.
12 Es interesante señalar que, al menos de acuerdo con gullì, las declarativas enfáticas en italiano admiten el foco contrastivo del elemento que interviene entre los verbos duplicados: (i) È andato a PARigi, è andato, non a Londra. (ii) Ha MANgiATo, ha, non dormito (gullì 2003: 97). Esto no es lo que encontramos en el corpus analizado del español rioplatense. No obstante, con el contexto y la entonación adecuados, las siguientes oraciones parecen aceptables: (iii) Fui a PARÍS, fui, no a Londres. (iv) voy a CoMER, voy, no a dormir.
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(11) a. No vino Juan. b. #¡vino Juan, vino!
En principio, entonces, la duplicación en portugués europeo porta un tipo de significado contrastivo ausente en la duplicación rioplatense. Esta primera observación se ve corroborada por el hecho de que las construcciones capicúas pueden ser respuesta a una pregunta parcial (12) y también ser inicio de discurso (13), contextos en los cuales el contraste es imposible. (12) a. ¿Quién vino? b. ¡vino Juan, vino! (13) Llegaron los tíos, llegaron.
otra diferencia entre el portugués europeo y el español es la compatibilidad o no con la negación. Según Martins, la duplicación verbal en portugués europeo rechaza la negación. Las capicúas, en cambio, son compatibles con enunciados negativos, aunque su productividad es menor que en contextos afirmativos. Compárese al respecto (14) con (15). (14) a. o João ganhou a lotaria. b. *o João não ganhou a lotaria, ganhou. b’. *O João não ganhou a lotaria, não ganhou (Martins 2007: 85). (15) Adore como a jessica le salio hablar en capicua… No ME DiERoN UNA PUTA FOTO, NO ME DIERON!!!!jaajajajjaja [SIC]13
La conclusión –necesariamente provisoria– sobre el valor semántico-pragmático de las capicúas es que son variantes estilísticas de las correspondientes oraciones no duplicadas que codifican un valor enfático14. A diferencia del portugués europeo, la duplicación en el español rioplatense no conlleva ningún contraste, como lo demuestra el hecho de que puede darse en inicio de discurso y ser respuesta a preguntas parciales. Sin embargo, lo que sí está claro es que en ambas lenguas la duplicación estaría relacionada con la periferia izquierda de la cláusula. Esta afirmación lleva implícita una respuesta a la pregunta de si la duplicación verbal es la realización de una estructura subyacente bi- o mono-oracional. Martins (2007) presenta evidencia 13 . 14 Una conclusión similar es la que obtienen göksel et al. (2011) con base en la duplicación en griego y turco. De acuerdo con estos autores, la función de duplicación es el resultado de un morfema abstracto de énfasis.
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en favor del carácter mono-oracional de la reduplicación en portugués europeo y, en Saab (2009), he hecho lo propio con la duplicación en el español rioplatense. No obstante, el tipo de evidencia relevante en cada lengua difiere considerablemente, lo que indica quizás una correlación entre la estructura subyacente del doblado verbal y el diferente valor semántico-pragmático que tienen estas estructuras en cada lengua. Martins afirma explícitamente que no hay reduplicación verbal en español o en el portugués de Brasil por razones relativas al modo en que estas lenguas expresan la afirmación enfática. Así, la contraparte española (rioplatense o no) de la respuesta en (9b) no es (10b), sino (16): (16) Juan sí (que) compró el auto.
Nótese, sin embargo, que las capicúas son problemáticas para un análisis como el de Martins, puesto que muestran que el doblado verbal es independiente del tipo de estrategias que se utilizan para expresar la polaridad en las distintas lenguas. Dicho de otro modo, la duplicación verbal en español rioplatense emerge por razones sintácticas no relacionadas directamente con esta función semánticopragmática particular, razón por la cual la correlación establecida por Martins entre expresión de la polaridad y duplicación es cuando menos dudosa. En el apartado 3, desarrollo con más detalle este problema y, en lo que resta de este apartado, presento las características morfosintácticas más relevantes de las capicúas comparándolas con el portugués europeo cuando resulte pertinente. 2.1. antiadyacencia Las oraciones capicúas presentan una particularidad esencial cuando se las compara con otros tipos de duplicaciones en distintas lenguas: los verbos duplicados deben ser estrictamente antiadyacentes. Este patrón es general y se da con todo tipo de verbos. Transitivos: (17) a. ¿Qué hiciste? b. Rompí el auto, rompí. b’. *El auto rompí, rompí. Inergativos: (18) a. ¿Quién corre esta tarde? b. Corre Juan, corre. b’. *Juan corre, corre.
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Inacusativos: (19) a. ¿Quién vino? b. vino Juan, vino. b’. *Juan vino, vino.
Es importante agregar que es posible también la combinación con clíticos tanto enclíticos como proclíticos. En este caso, la antiadyacencia también es necesaria. (20) a. ¿No tendrías que bañarte algún día? b. Me bañé el viernes, me bañé. b’. *El viernes me bañé, me bañé. (21) a. Ponéte un saco, ponéte. b. *Un saco ponéte, ponéte.
La antiadyacencia es evidentemente una prueba fuerte en contra de un análisis bi-oracional. La simple repetición de verbos a través de dos o más oraciones no impone un requisito de este tipo. (22) a. ¿Hiciste el trabajo hoy? b. Hoy no lo hice. Lo hice ayer. (23) a. ¿vino Juan? b. Sí, Juan vino. vino hace una hora.
Por lo demás, hay que señalar aquí otra diferencia con el portugués europeo, lengua en la que oraciones como las de (9) coexisten con un tipo de duplicación enfática cuya ocurrencia típica es como respuesta a preguntas confirmatorias del tipo sí/no. (24) a. o João não comprou o carro, pois não? b. Comprou, comprou (Martins 2007: 86).
Como se observa en (24b), los verbos duplicados ocurren bajo adyacencia. Martins (2007) señala que este tipo de duplicación no puede ser totalmente equiparado a los casos vistos en (9), aunque es cierto que ambas construcciones comparten algunas propiedades. Por un lado, el uso pragmático es un tanto diferente, ya que el doblado local de (24b) es respuesta a una pregunta, mientras que el doblado no local de (9b) rechaza una presuposición negativa introducida previamente en el discurso. Por otro lado, tal como tendremos ocasión de comprobar más adelante, la estructura subyacente de los dos tipos de doblado difiere también en aspectos no triviales.
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Entre las lenguas románicas, la duplicación verbal en italiano también está condicionada por el mismo requisito de antiadyacencia que las capicúas15, lo que no es sorprendente si se tiene en cuenta la influencia del italiano en la conformación de ciertos aspectos del español rioplatense (cf. Di Tullio, sección iv, cap. 5, en este volumen): (25) a. Mangia la pizza, mangia. b. Ha mangiato, ha. c. *Mangia, mangia (gullì 2003: 31).
2.2. aparentes obJetos nulos Como es sabido, el español rioplatense no permite objetos nulos definidos, a menos que se den ciertas condiciones sintáctico-pragmáticas (Masullo 2003). Por lo tanto, cuando hay un objeto definido en el contexto lingüístico, debe recuperarse mediante la pronominalización, tal como se muestra en la respuesta de (26b). En las capicúas, sucede exactamente lo contrario (26b’): (26) a. ¿Limpiaste algo hoy? b. Limpié la casa. La limpié a la mañana. b’. Limpié la casa, (*la) limpié.
En este sentido, hay que preguntarse si el español rioplatense permite objetos nulos definidos en contextos de construcciones capicúas. Si así fuera, estaríamos frente a una situación conflictiva. En primer lugar, si la estructura subyacente de (26b’) contuviera un objeto definido nulo, la construcción debería analizarse en términos bi-oracionales, lo que entraría en conflicto con los efectos de antiadyacencia discutidos en el apartado anterior. Habría que agregar además la estipulación de que estos objetos solo se legitiman en contextos de capicúas, puesto que, como he señalado anteriormente, el español rioplatense no legitima objetos nulos en general (con la excepción de los casos estudiados por Masullo). Por ejemplo, el dialecto rioplatense no permite objetos nulos en otros contextos típicos de objeto directo nulo, como los analizados por Suñer y Yepez (1988) para el español de Quito. (27) a. ¿Cuándo quieres que te mande las tarjetas? b. ¿Quieres que te mande mañana? (Suñer/Yépez 1988: 513-514) De acuerdo con göksel et al. (2011), en griego y turco se atestiguan tanto duplicaciones locales como no locales. 15
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Por ende, sería un tanto misterioso si el español rioplatense permitiera objetos definidos restringidos a un solo tipo de construcción, las capicúas. Afortunadamente, se puede mostrar que la supuesta presencia de objetos nulos definidos es espuria y que no es la legitimación de un tipo específico de categoría vacía lo que subyace a la diferencia dialectal. En concreto, el verbo en posición final debe llevar el clítico (o los clíticos) cuando el primer verbo también va acompañado de clíticos16: (28) a. Lo atamos con alambre, (*lo) atamos17. b. ¡Le faltaba hablar en capicúa, (*le) faltaba!18 c. Te lavaste la cara, (*te) lavaste19.
o sea, la generalización correcta respecto de la distribución de los clíticos en contextos de capicúas es que deben coocurrir en cada uno de los verbos duplicados. Si v1 lleva uno o más clíticos, lo propio debe suceder en v2. En otras palabras, los clíticos también aparecen reduplicados. Este hecho aboga en contra de un análisis bi-oracional de las capicúas y nos da una primera pista sobre cuál podría ser el análisis correcto. En este aspecto, las capicúas contrastan una vez más con el portugués europeo, ya que, tal como observa Martins, la presencia de clíticos en v2 en esta lengua es imposible, aun cuando v1 esté asociado con alguno (29). En el caso de las duplicaciones locales del tipo que ilustramos en (24), ninguno de los verbos duplicados puede alojar clíticos (30). (29) a. Não lhe trouxeste o livro que ele te pediu. b. Eu trouxe-lhe o livro que ele me pediu, trouxe. b’. *Eu trouxe-lhe o livro que ele me pediu, trouxe-lhe. (30) a. Não me devolveste o livro que eu te emprestei, pois não? b. Devolvi, devolvi. b’. *Devolvi-te, devolvi-te. b’’. *Devolvi-to, devolvi-to. (to = clíticooi +clíticooD) (Martins 2007: 110)
Según Martins, esta restricción sobre la distribución de los clíticos constituye evidencia en favor de su hipótesis de que v2 se fusiona con el núcleo del complementante que lo aloja. Esta operación es la que produce el efecto de duplica16 Los paréntesis y los juicios de gramaticalidad son nuestros. En los ejemplos originales, todos los clíticos aparecen duplicados. 17 De la canción de ignacio Copani. 18 . 19 .
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ción, pues, de acuerdo con Nunes (1999, 2004), la fusión de una copia con un núcleo cualquiera impide que sea reconocida como parte de una cadena de copias. En otras palabras, las copias que se reanalizan morfológicamente cuentan como elementos distintos a los fines de la realización fonética. Dado que la fusión es una operación que crea un solo nodo terminal a partir de dos nodos distintos en relación de hermandad (Halle/Marantz 1993) es esperable que el resultado de su aplicación sea un objeto morfológicamente simple. La imposibilidad de asociar clíticos con los verbos duplicados sería evidencia, por lo tanto, de que una de las copias del verbo duplicado se ha fusionado con el núcleo del complementante. Ahora bien, nótese que la distribución de clíticos en contextos de capicúas es incompatible con el análisis en términos de fusión, a menos que se estipule la operación en cuestión (cf. Saab 2009 para una discusión extensa). En realidad, la diferencia entre las dos lenguas en cuanto a la distribución de clíticos en estructuras de doblado verbal debe buscarse en propiedades independientes de cada lengua. Hay dos factores que son relevantes en este aspecto. Por un lado, el portugués europeo es una lengua con enclisis (esto es, v-CL), mientras que en el español la posición de los clíticos en cláusulas finitas (con excepción de los imperativos) es preverbal (es decir, CL-v). Por otro lado, el portugués en general, pero no el español, es una lengua con elipsis del predicado más movimiento del verbo a una posición alta de la cláusula. Tómese como ejemplo el análisis de Martins para una oración duplicada como (24b), que repetimos a continuación. (31) a. o João não comprou o carro, pois não? b. Comprou, comprou (Martins 2007: 86).
Según Martins, el verbo en (24b) se mueve desde su posición de origen hasta el núcleo del complementante y el predicado complemento de Σ (es decir, el núcleo que codifica la polaridad) se elimina por elipsis. Como mencioné previamente, la duplicación en este caso es una consecuencia de que la copia alta del verbo se fusionó con C creando así un elemento distinto de los fines de la realización fonética. (32) [SC [C’ [C comproui] [SΣ [Σ’ comproui [ST [T’ comproui [Sv (o João comprou o carro )] ] ] ] ] ] ] (Martins 2007: 86)
De este análisis se sigue que, si los clíticos están en el dominio del ST o en alguna proyección por debajo de la posición final del verbo más bajo, su ausencia en contextos de doblado verbal (y de elipsis en general) se explica porque están dentro de la frase afectada por la elipsis. La respuesta de (30b) tendría, según este análisis, la siguiente estructura:
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(33) Devolvi, [devolvi [ST …CL …
Una consecuencia interesante de este enfoque es que explica directamente por qué no se atestiguan oraciones de este tipo en el español en general. En primer lugar, esta lengua no tiene elipsis con verbo sobreviviente como el portugués. En segundo lugar, la proclisis en español sugiere que los clíticos podrían estar más altos que en portugués, de modo que, incluso en contextos de capicúas, estos deben ser visibles en v2 cuando están también presentes en v1. El tipo de doblado verbal del español está más bien relacionado con las duplicaciones no locales del portugués europeo que ejemplificamos en (9b) y (29b), oraciones que, como veremos, no involucran elipsis, sino movimiento del predicado. En el apartado 3, explicito los detalles de este análisis y muestro que la distribución de los clíticos en cada lengua se deriva sin mayores dificultades también en contextos de duplicaciones no locales. 2.3. posición final de v2 otra propiedad relevante de las capicúas es que v2 debe ocurrir siempre en posición final. Esto ocurre con todo tipo de constituyentes. Adverbios: (34) a. ¿Qué hiciste hoy? b. *Limpié la casa, limpié hoy. (35) a. ¿Quién corrió rápido? b. *Corrió Juan, corrió rápido/rápidamente. Sujetos: (36) a. ¿Qué hizo Juan hoy? b. *Limpió la casa, limpió Juan. (37) a. ¿Le gusta mucho su casa a Juan? b. *Le gusta mucho, le gusta su casa. Objetos: (38) a. ¿Cuándo besó Juan a María? b. *La besó hoy, la besó a María. (39) a. ¿Cuándo le diste el libro a María? b. *Se lo di hoy, se lo di a María.
Por supuesto, cuando tenemos simples repeticiones de verbos en oraciones diferentes (por ejemplo, 26b) esta restricción no se observa.
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En suma, las oraciones capicúas requieren: a) antiadyacencia entre los verbos involucrados; b) reduplicación de clíticos; es decir, cuando alguno aparece en v1 tiene que aparecer también en V2; y c) que V2 ocurra siempre en posición final de oración. En el apartado que sigue propongo un análisis de las construcciones capicúas enmarcado en la teoría general de la elipsis que defendí en Saab (2009). 3. Propuesta de análisis: realización de copias y antiadyacencia En el apartado anterior, mostré que las capicúas deben analizarse en términos mono-oracionales, en acuerdo general con el análisis de Martins (2007) para el fenómeno de la duplicación en el portugués europeo. En este apartado, propongo un análisis específico de las capicúas que permite capturar las propiedades observadas anteriormente. En Saab (2009), he sugerido una unificación de los fenómenos que cabe englobar dentro de lo que llamaré aquí simplemente elipsis. Entre estos fenómenos se incluyen el borrado de frases de cierto tipo categorial (Sv, ST, etc.), el de pronombres nominativos (sujetos nulos) y el de las copias dejadas por el movimiento (cf. Nunes 2004). Es importante señalar que el término borrado significa, en sentido estricto, no pronunciación. En efecto, el supuesto central que subyace a este enfoque es que la elipsis se produce mediante una transformación de asignación de rasgos, la Asignación-I. Un objeto sintáctico recibe un rasgo [+I] (por identidad) o bien en la sintaxis o bien en la morfología bajo condiciones propias de cada nivel. El resultado de la Asignación-I es bloquear la inserción de matrices fonológicas en los nodos sintácticos abstractos que son la salida de la sintaxis y la entrada a la morfología. o sea, supongo una arquitectura de la gramática como la de la Morfología Distribuida (en especial, Embick/Noyer 2001), según la cual la sintaxis consiste solamente de un conjunto de rasgos sintáctico-semánticos abstractos. Las matrices fonológicas de los nodos terminales se agregan mediante una transformación de inserción léxica. La Asignación-I, por lo tanto, tiene el efecto de bloquear esta transformación. La definición relevante es la de (40) con las definiciones asociadas de (41)-(43): Definición de No-Inserción: (40) Ninguna regla de inserción léxica RI se aplica en el dominio de X0, donde X0 es una palabra morfosintáctica PM, si X0, o alguna proyección de X0, está especificada con el rasgo [+I]. Definiciones asociadas: (41) Dominio de X0 El dominio de X0 es el conjunto de nodos terminales contenidos en X0. (donde la noción de dominio es reflexiva)
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Morphosyntactic word20 (42) At the input to Morphology, a node X0 is (by definition) a morphosyntactic word (MWd) if X0 is the highest segment of an X0 not contained in another X0. Subword (43) A node X0 is a subword (SWd) if X0 is a terminal node and not an MWd (Embick/ Noyer 2001: 57).
Como ya he señalado, la Asignación-I puede proceder en el ciclo de la sintaxis o en el ciclo morfológico. En la sintaxis, la Asignación-I solo afecta frases, mientras que en la morfología solo afecta núcleos. Ahora bien, cabe preguntarse cuáles son las condiciones generales que legitiman la Asignación-I. Una condición evidente es la identidad. En Saab (2009), establecí que la identidad se aplica de manera estricta para cada morfema abstracto y para cada raíz. Esta condición, sin embargo, es necesaria pero no suficiente. Hay también restricciones de localidad para la Asignación-I que, en el mejor de los casos, se siguen independientemente del diseño general de la gramática. El caso que aquí me interesa discutir es el de la Asignación-I morfológica, que, además de la identidad, debe satisfacer también condiciones de localidad estrictamente morfológicas. Dos condiciones relevantes que afectan las transformaciones de desplazamiento en este nivel son la localidad inmediata (la relación entre un núcleo y el núcleo de su complemento) y la adyacencia entre nodos terminales de distinta naturaleza. En inglés, por ejemplo, la formación de superlativos y comparativos se realiza desplazando el afijo de grado a la base adjetival siempre y cuando haya adyacencia entre los nodos terminales involucrados en la operación. En cambio, la unión de la base verbal con sus afijos de tiempo/concordancia se lleva a cabo bajo localidad inmediata (cf. Embick/Noyer 2001 para una discusión detallada). Podemos ahora definir la Asignación-I morfológica: Asignación-I morfológica (o elipsis de núcleos): (44) Dada una palabra morfosintáctica X0, asigne un rasgo [+I] a X0, si y solo si hay un nodo Y0 idéntico a X0 contenido en una PM adyacente o inmediatamente local a X0.
La definición en (44) resume un poco lo dicho: los núcleos pueden recibir un rasgo [+I] solo bajo identidad y bajo las mismas condiciones de localidad que afectan las operaciones de movimiento postsintácticas. De ser correcta, esta hipó-
20 Palabra morfosintáctica: en la entrada de la morfología, un nodo Xº es (por definición) una palabra morfosintáctica (PM) si y solo si Xº es el segmento más alto de un Xº que no está contenido en otro Xº. Subpalabra: un nodo Xº es una subpalabra si y solo si Xº es un nodo terminal y no es una PM (mi traducción).
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tesis permitiría unificar movimiento y borrado en el marco de una teoría integral de la localidad morfológica. Antes de continuar, cabe señalar que la diferencia entre la adyacencia y la localidad inmediata viene dada por el proceso de linearización que, por hipótesis, ocurre tardíamente en el componente fonológico, pero antes de la inserción de vocabulario (cf. Embick 2007; Saab 2009). El sistema de la Asignación-I es capaz de derivar las propiedades esenciales de las capicúas, en especial, el efecto de reduplicación y el de antiadyacencia. La evidencia discutida indica que el doblado verbal es el resultado de una falla en la Asignación-I a la copia del verbo en posición final. En otras palabras, las capicúas ilustran un caso más de duplicación de copias nucleares, como los discutidos en Nunes (1999, 2004), Martins (2007) y Kandybowicz (2008), entre otros. En la teoría de Nunes, por ejemplo, las copias dejadas por el movimiento deben eliminarse por razones de linearización. Hay situaciones, sin embargo, en que la morfología reanaliza alguna copia de una cadena volviéndola invisible para la linearización. En el apartado anterior, señalé que, según Nunes (1999, 2004), la fusión instancia un caso particular de reanálisis morfológico que produce realización de copias. vimos, sin embargo, que esta operación no parece pertinente para dar cuenta del efecto de duplicación en contextos de capicúas. Nótese que, de hecho, el sistema de Asignación-I es menos restrictivo, pues la realización de copias puede deberse a factores más amplios que el reanálisis morfológico. En el caso de las capicúas, es la derivación sintáctica –y no la morfología– la responsable indirecta de la duplicación. veamos por qué. Simplificando mucho el análisis, la derivación de una oración como Vino Juan, vino procede de la siguiente manera. En primer lugar, el verbo se mueve a una posición alta de la cláusula. Supongamos que esa proyección es una instancia de algún núcleo de foco. Luego, el predicado remanente se mueve por encima del verbo a la posición de especificador de SFoc. (45) [SFoc [SΣ vino Juan] Foc+vino [SΣ vino Juan]]
Que la categoría remanente es SΣ (la categoría que codifica la polaridad) parece bastante claro, pues las capicúas son comunes en contextos imperativos (por ejemplo, ¡Salí de acá, salí!). Por ende, si la morfología imperativa es una de las realizaciones de la polaridad en español (Laka 1990), no podemos suponer que la categoría remanente sea más baja que SΣ. La estructura simplificada de (45) es muy similar a la propuesta por Martins (2007) para el caso de la reduplicación no local en portugués europeo (cf. 9b y 29b). En concreto, Martins analiza (9b), repetida más abajo, como se muestra en (47).
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(46) a. Ele não comprou o carro. b. Ele comprou o carro, comprou. (47) [SC [SΣ ele comproui o carro ]k [C’ [C comproui] [SΣ elej [ Σ ’ comproui [ST [T’ comproui [Sv elej comproui o carro] ] ] ] ]k ] ] (Martins 2007: 87)
De acuerdo con Martins, el verbo se mueve de V a Σ y luego todo el predicado remanente (es decir, SΣ) se mueve al especificador de SC. La pronunciación de copias, como ya he mencionado, es el resultado de fusionar el verbo más bajo con C. El análisis de (45) es esencialmente idéntico al de (47) y, de ser correcto, avalaría mi afirmación inicial sobre la fuente de la microvariación. En concreto, la periferia izquierda de la cláusula (en este caso, la gramática del énfasis) es la responsable de ciertas características particulares del dialecto del Río de la Plata y de otras lenguas románicas relacionadas, como el portugués europeo. Asimismo, se corrobora, al menos en parte, la hipótesis de Kayne (2005) según la cual no hay parámetros en sentido estricto sino diferencias atribuibles al movimiento o al modo en que las categorías se realizan o no fonéticamente. Por lo demás, si bien la estructura de las construcciones capicúas confirma también el análisis de Martins, al mismo tiempo pone en duda algunas de sus afirmaciones más importantes. En concreto, Martins argumenta que en español y en portugués de Brasil la duplicación es imposible por cuestiones que atañen al movimiento nuclear y su relación con la expresión de la polaridad (véase el apartado 1). Así, el movimiento del verbo a Σ y luego a C sería imposible en español21 y, de ahí entonces, la ausencia de duplicación verbal en esta lengua. Empíricamente, ha quedado en evidencia que esta afirmación no se sostiene, pues la duplicación verbal es dialectalmente posible en español. Conceptualmente, el análisis es también problemático, ya que, en sentido estricto, no se sigue que la duplicación sea una consecuencia del movimiento verbal, sino de la fusión morfológica. Desde este punto de vista, la pretendida correlación entre polaridad enfática, movimiento nuclear y duplicación queda en el terreno de la estipulación. Si la fusión es la causa de la duplicación, deberíamos esperar un patrón duplicativo mucho más arbitrario y menos sistemático. En el análisis propuesto aquí, en cambio, la duplicación verbal está directamente relacionada con el movimiento del predicado en (45) y (47). veamos en detalle por qué esto es así. La estructura de (45) permite explicar las propiedades de las capicúas discutidas en el apartado 2. Comencemos por la aparente presencia de objetos definidos nulos. En (48), repetimos el ejemplo (26b):
En sentido estricto, Martins argumenta que en español en particular el movimiento a Σ está vedado. 21
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(48) a. ¿Limpiaste algo hoy? b. Limpié la casa, (*la) limpié.
En (48b) la pronominalización del objeto de v1 es imposible en v2. Anteriormente, di razones para rechazar la hipótesis de que el español del Río de la Plata tenga objetos nulos definidos en contextos de duplicación verbal. El análisis que estoy sugiriendo ahora permite avalar esta afirmación. En primer lugar, la estructura de (45) es una estructura mono-oracional en la que hay una sola selección de ítems léxicos que entran en el componente sintáctico. Con referencia a (48b), v1 y v2 forman una cadena de núcleos y no dos verbos en oraciones independientes, razón por la cual la ausencia de pronominalización es una consecuencia natural y esperable. En segundo lugar, tampoco hay un objeto nulo definido asociado con V2. En realidad, el silencio que sigue a V2 es la copia eliminada de SΣ que se ha movido a la periferia izquierda como remanente. Por supuesto, si un clítico ocurre en v1, también debe ocurrir en v2, como mostramos en el ejemplo (28a) repetido a continuación. (49) Lo atamos con alambre, (*lo) atamos.
La conclusión es que los clíticos son también casos de realización de copias. Supongamos que en su movimiento al núcleo SFoc el verbo arrastra al clítico hasta su posición final. Luego, el movimiento de SΣ al especificador de SFoc también debe contener la copia del clítico acusativo. Es decir que el clítico debe ocurrir en estos casos por la simple razón de que está presente desde el comienzo de la derivación: (50) [SFoc [SΣ lo atamos con alambre] [Foc’ [lo+atamos]+Foc [SΣ [lo+atamos] con alambre] ]
En el mismo sentido, la posición final de V2 se sigue también del análisis propuesto: (51) *Corrió Juan, corrió rápido/rápidamente.
Si la estructura de (45) es correcta, entonces no hay ningún espacio estructural para alojar un constituyente luego de v2. Recuérdese que el espacio luego de v2 es la copia eliminada de todo el predicado remanente. El análisis de (45)/(47) se aplica sin mayores diferencias a las duplicaciones no locales del portugués europeo. En este sentido, no hay desacuerdo entre mi análisis y el de Martins, sino más bien una interpretación diferente de los hechos, fundamentalmente en lo que se refiere a la operación de fusión. Ya
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he señalado que esta hipótesis es problemática para dar cuenta de las construcciones capicúas. En particular, mostré que la distribución de los clíticos en contextos de doblado verbal no puede tomarse como evidencia en favor de una operación de fusión. Recuérdese que, a diferencia del español rioplatense, en portugués europeo (49) contrasta con (52b), puesto que en esta lengua v2 no puede ocurrir con clíticos aun cuando estos estén asociados a v1. (52) a. Não lhe trouxeste o livro que ele te pediu. b. Eu trouxe-lhe o livro que ele me pediu, trouxe. b’. *Eu trouxe-lhe o livro que ele me pediu, trouxe-lhe.
Según Martins, la ausencia de clíticos en v2 constituye una prueba más en favor de la fusión morfológica, que, en última instancia, produce la reduplicación. En vista de la diferencia observada entre el portugués europeo y el español rioplatense, se hace necesario buscar una alternativa. Por supuesto, siempre es posible estipular que la fusión se aplica solo en portugués europeo. Después de todo, la fusión es una operación morfológica regida por idiosincrasias de las lenguas y dialectos particulares. Sin embargo, si esto es así, no hay manera de relacionar ahora la fusión con los efectos de duplicación. Una alternativa más razonable es intentar explicar la distribución de los clíticos no a partir de las propiedades particulares de la construcción duplicativa de cada lengua, sino a partir de factores más generales. vimos en el apartado 2 que esta solución parece adecuada para explicar el caso de las duplicaciones locales en portugués europeo. Argumenté que la ausencia de clíticos en ejemplos como (30b), repetido más abajo, es una consecuencia de su posición baja en la estructura de la cláusula. Por lo tanto, el clítico queda afectado por la elipsis –cf. (54). (53) a. Não me devolveste o livro que eu te emprestei, pois não? b. Devolvi, devolvi. b’. *Devolvi-te, devolvi-te. b’’.*Devolvi-to, devolvi-to. (54) Devolvi, [devolvi [ST …CL …
La diferente distribución de los clíticos en el español y el portugués explica también el contraste entre (49) y (52b): mientras que en español el clítico se mueve junto con el verbo a su posición final, en portugués europeo el clítico queda in situ. (55) [SC [Eu trouxe-lhe o livro que ele me pediu] trouxe [SΣ [Eu trouxe-lhe o livro que ele me pediu]]]
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La ventaja de este análisis es que no resulta necesario postular un tratamiento distinto para la estructura de la duplicación en cada lengua. Al mismo tiempo, tiene también la ventaja de que dar cuenta de manera bastante simple de por qué en español rioplatense solo se atestiguan duplicaciones no locales. Como argumenté en el apartado 2, casos como los de (53b) son una opción gramatical solamente en lenguas con elipsis con verbo sobreviviente, una opción de la que el español carece. Las duplicaciones no locales, en cambio, solo hacen uso del movimiento del verbo a una posición periférica de la cláusula más movimiento remanente del predicado, una estrategia, sin duda, mucho más general entre las lenguas románicas. Descartada la hipótesis de la fusión, queda pendiente una explicación satisfactoria de los efectos de realización de copias nucleares que se observan en contextos de doblado verbal. A mi entender, la clave del efecto duplicativo está en la propiedad distintiva de las construcciones capicúas, la antiadyacencia –cf. (19). (56) a. ¿Quién vino? b. vino Juan, vino. b’. *Juan vino, vino.
Considérese nuevamente (45). Recuérdese que en este punto de la derivación sintáctica no hay matrices fonológicas asociadas a los nodos sintácticos. La inserción léxica se produce recién en el punto en que la estructura se lineariza (Embick/ Noyer 2001). El resultado de la linearización aplicado a (56b) es como se muestra de manera simplificada en (57). (57) vino^ Juan^ vino
Nótese que no hay ningún punto en la derivación que va de la sintaxis a la morfología en el que la copia más baja pueda ser asignada-I por adyacencia o localidad inmediata, como requiere (44), repetido a continuación. Asignación-I morfológica (o elipsis de núcleos): (58) Dada una palabra morfosintáctica X0, asigne un rasgo [+I] a X0, si y solo si hay un nodo Y0 idéntico a X0 contenido en una PM adyacente o inmediatamente local a X0.
En (45), v1 y v2 no están en relación de localidad inmediata porque v2 no es el núcleo del complemento de v1. En (57), por su parte, v1 y v2 no son adyacentes. o sea, en ningún caso obtenemos el contexto para la aplicación de la Asignación-I nuclear. Por lo tanto, al no recibir su rasgo de identidad, v2 se realiza fonéticamente. Nótese que (56b’) sí satisface el contexto para la Asignación-I ya que la linearización produce el resultado adecuado.
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(59) Juan^ vino^ vino
Por ende, la única condición de posibilidad para una capicúa es que algún constituyente interrumpa la adyacencia entre los dos verbos involucrados en la construcción. En suma, la derivación sintáctica particular de las capicúas es el resultado de una falla en las condiciones de localidad que habilitan la eliminación de núcleos en la morfología. Debe notarse, sin embargo, que el sistema de Asignación-I no predice que la duplicación verbal deba dar resultados antiadyacentes en cada caso. La definición de No-Inserción que dimos en (40), repetida como (60), impone una condición de localidad en el cómputo del borrado cuyo límite son las palabras morfosintácticas. Definición de No-Inserción: (60) Ninguna regla de inserción léxica RI se aplica en el dominio de X0, donde X0 es una palabra morfosintáctica PM, si X0, o alguna proyección de X0, está especificada con el rasgo [+I].
Esta definición contiene un corolario sobre el límite del borrado. En concreto, las partes de palabras, las subpalabras, no pueden elidirse independientemente de la palabra morfosintáctica que las contiene. En Saab (2009), formulé este corolario de la siguiente manera. (61) Ninguna SubP puede estar sujeta a No-Inserción si la PM que la contiene no está asignada-I.
Es decir, el sistema predice que puede haber duplicación nuclear en relación de adyacencia siempre y cuando los nodos terminales involucrados sean subpalabras. Esto explicaría ciertos casos de duplicación verbal en vata analizados por Nunes (1999, 2004) y, en particular, daría cuenta de los casos de duplicación local en portugués europeo que discutimos en el apartado 2 –cf. (24). (62) a. o João não comprou o carro, pois não? b. Comprou, comprou.
En Saab (2009), argumenté que, en efecto, este tipo de duplicación local se sigue mediante movimiento por excorporación; es decir, el núcleo más bajo se mueve como subpalabra a su núcleo de destino por propiedades seleccionales relacionadas con el movimiento nuclear. Este movimiento crea una configuración en la cual tanto v1 como v2 son subpalabras y, en consecuencia, no pueden quedar sujetas a No-Inserción. Remito al lector interesado a Saab (2009) para un análisis detallado en estos términos.
Copiá α, copiá. Condiciones sobre la duplicación verbal
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Antes de concluir, vale la pena señalar que otros casos de duplicación nuclear podrían deberse a razones que no están contenidas en el corolario sobre el borrado de subpalabras. Dicho de otro modo, el sistema de Asignación-I solo hace referencia a la eliminación de elementos abstractos desprovistos de matrices fonológicas y al copiado morfosintáctico previo a la inserción léxica. Desde este punto de vista, es posible concebir operaciones de copiado posteriores a la inserción léxica. Ciertos datos de la duplicación en español y otras lenguas apuntan en favor de esta distinción entre copiado sintáctico y fonológico. Por ejemplo, Roca y Suñer (1997-1998) observan que la duplicación de nombres y adjetivos del tipo de (63) debe respetar una condición de adyacencia estricta, entre otras propiedades que no discutiremos en este capítulo: (63) a. b. c. d.
Quiero un café café inmediatamente. *Quiero un café inmediatamente café. Es realmente guapa guapa. *Es guapa realmente guapa (Roca/Suñer 1997-1998: 50).
o sea, tenemos aquí el patrón inverso a las capicúas, un hecho novedoso que requiere una explicación. Si mis observaciones van en la dirección correcta, podemos conjeturar que los casos de (63) no son casos de copiado sintáctico sino fonológico, lo que explicaría por qué la adyacencia es obligatoria con este tipo de duplicación22. Espero que investigaciones futuras puedan determinar la validez de tal hipótesis. 4. Conclusión En este capítulo, he explorado la sintaxis del hablar capicúa en el dialecto del español del Río de la Plata. He sostenido la hipótesis de que la particularidad de este dialecto debe buscarse en la periferia izquierda de la cláusula, más específicamente, en la gramática del énfasis. He mostrado cómo las propiedades esenciales de la construcción se siguen si se adopta un análisis en términos de movimiento verbal a una posición alta de la cláusula (Foco, probablemente) seguido del movimiento del predicado remanente al especificador de esa misma posición. En la morfología, el resultado de la estructura enviada por la sintaxis produce los efectos de antiadyacencia y reduplicación característicos de la construcción. Al haber incluido a las capicúas como parte del discurso gramatical, espero haber contribuido también al objetivo pedagógico que me impuse de manera vaga Aunque véase Saab (2011) para una sugerencia de cómo derivar este fenómeno del corolario sobre el borrado de subpalabras. 22
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al comienzo de este capítulo. Esto significa apartar un poco a las construcciones capicúas del discurso de la opinión pública (la Doxa) e incluirlas como parte del debate acerca de cuál es el locus de la variación lingüística. Asimismo, espero haber mostrado que las capicúas constituyen un terreno empírico relevante para la formulación de afirmaciones generales sobre la arquitectura de la gramática. Estas afirmaciones hacen referencia a las condiciones de localidad que regulan la pronunciación de los objetos que la sintaxis produce.
Sección III Aspectos sintácticos y semánticos
Capítulo 1 iNTRoDUCCióN: ASPECToS SiNTÁCTiCoS Y SEMÁNTiCoS DEL ESPAñoL ARgENTiNo: PREgUNTAS FoRMALES Y RESPUESTAS FUNCioNALES chad howe University of georgia
1. Introducción Toda cuestión lingüística representa un conjunto de perspectivas ya que son muy pocos los problemas cuyas soluciones se basan en un solo campo de análisis. Por lo tanto, un análisis lingüístico contemporáneo requiere aproximaciones dinámicas para poder dar cuenta de los varios aspectos que rodean el uso lingüístico. Son estos aspectos ‘dinámicos’ del habla actual los que presentan mayor dificultad para las teorías que toman por supuesto una conceptualización de la lengua como objeto estático e invariable. Los estudios presentados en esta sección del volumen se apartan de esta noción de la lengua y en cambio ofrecen perspectivas analíticas y metodológicas que se derivan de un interés en cómo representar la estructura y el significado en el lenguaje natural. Este enfoque surge lógicamente del tipo de cuestiones que tratan estos análisis, cuestiones que tratan asuntos ya establecidos en la tradición sintáctica generativa (D’Introno 2001; Bosque/Gutiérrez-Rexach 2009), como el orden de palabras, las cláusulas hendidas y reduplicación de objetos descritos por Francisco ocampo, Claudia Borzi, y Alicia M. ocampo, respectivamente. En relación a diferencias de tipo semántico, se presentan los trabajos, de ilpo Kempas y Celeste Rodríguez Louro, cuyos análisis se basan claramente en cuestiones de interfase entre el tiempo/aspecto y su asignación estructural. Tomando todos estos trabajos como un conjunto, el perfil teórico y metodológico de esta sección nos ofrece una visión variada sobre cómo se puede (y tal vez se debe) abarcar el análisis sintáctico y semántico del habla natural. Lo que se discutirá en esta breve introducción son dos perspectivas analíticas relevantes a la hora de considerar datos lingüísticos para poder dar cuenta de la interacción dinámica e interesante entre la teoría y los aparatos formales del análisis lingüístico y el comportamiento lingüístico en el habla natural. La relación entre las aproximaciones ‘formalistas’ y ‘funcionalistas’ durante los últimos 50
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años de investigación lingüística se ha caracterizado por una desconfianza mutua. Los trabajos presentados en esta sección intentan reconciliar estas dos perspectivas, considerando preguntas tradicionales de la literatura formal y ofreciendo respuestas basadas en métodos funcionalistas. Este capítulo introductorio está organizado de la siguiente forma. Comienzo en el apartado 2 haciendo referencia a un caso particular en el que se observa la necesidad de cooperación entre las perspectivas formalistas y las funcionalistas y su rol en la explicación de los datos naturales. En el apartado 3, ofrezco un resumen de las principales aportaciones teóricas y metodológicas de los trabajos incluidos en esta sección del volumen, concentrándome en los aspectos innovadores. Como conclusión, al final del capítulo, presento algunos comentarios generales sobre las perspectivas representadas en estos trabajos y su contribución al estudio de la estructura y el significado en el habla natural. 2. un caso particular: la construcción hacer + tiempo Entre las cuestiones que suelen preocupar a los lingüistas se encuentran aquellas que piden que propongamos una división clara entre los diferentes componentes lingüísticos (la famosa ‘división del trabajo’). Al formular una respuesta para estas cuestiones híbridas, nos comprometemos a representar de forma paralela las variadas aportaciones, en este caso sintácticas y semánticas, que puede tener una determinada estructura. Para ilustrar, se presentan abajo algunos casos del verbo hacer con un complemento temporal (hacer + tiempo)1. (1) Y, esa carrera hace muy poquito, hace unos cinco años que se inició. (HCBA) (2) a. hace muchos años me vino a ver. (HCBA) b. me vino a ver hace muchos años.
Los temas de interés lingüístico que surgen a partir de esta construcción tienen que ver con su caracterización estructural y semántica. vemos en el ejemplo (1) que la instancia de hacer + tiempo parece funcionar como cláusula principal que introduce una cláusula subordinada cuyo núcleo verbal en (1) sería se inició. Según algunos autores, la supuesta morfología verbal mostrada por el elemento hace es prueba definitiva del estatus verbal de este elemento. De hecho, Herrero Ruiz de Loizaga opina que “la movilidad temporal que presenta hacer (hace, hacía, hará, etc.) no permite considerarlo como una preposición” HCBA = El habla culta de Buenos Aires (Buenos Aires: instituto de Filología y Literaturas Hispánicas Amado Alonso, 1987). 1
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(2007: 617). La presencia del complementante que también se puede interpretar como evidencia de esta propuesta. Por otro lado, el ejemplo (2a) presenta otra variante estructural de esta construcción donde hacer + tiempo se antepone con respeto al predicado modificado, al igual que en (1), pero no se encuentra el complementante como prueba explícita de la relación entre las dos cláusulas. Una posible explicación sintáctica podría ser que esta instancia de hacer + tiempo tiene lugar en su posición no marcada –es decir, en posición posverbal (cf. Zagona 2002: 114)– y después se topicaliza2. Nótese que la variante en (2b) también es común en español, lo cual parece verificar inicialmente el análisis de (2a) como un caso de topicalización. Los ejemplos en (1) y (2) despiertan varias preguntas sobre la manera apropiada de caracterizar esta estructura. otra vez, Herrero Ruiz de Loizaga propone que “hay que distinguir, a la hora de explicar el funcionamiento de estas oraciones, entre las estructuras con el verbo hacer formalmente yuxtapuestas a otra oración [como en el ejemplo (2a)] , y las que aparecen enlazadas mediante que [como en (1)]” (2007: 615). Aquí, la noción de “funcionamiento” se refiere primariamente a la relación estructural que se da entre el elemento hace y el verbo finito de la cláusula modificada, una relación que se hace más opaca en los casos como (2) donde no hay complementante explícito. A pesar de esta distinción estructural, la función semántica de estos ejemplos de hacer + tiempo es bastante clara: delimita un intervalo de tiempo cuyos bordes temporales se establecen a la derecha por la referencia temporal del verbo hacer –en (1) y (2) siendo el momento de habla– y a la izquierda por la cantidad de tiempo representado por el complemento temporal. El efecto temporal que se manifiesta es un significado puntual en que la expresión con hace ubica el evento –perfectivo en los ejemplos (1) y (2)– al borde izquierdo del intervalo (garcía Fernández 1992). La variable aparición del complementante no parece influir en la realización de este significado temporal, lo cual sugeriría cierto solapamiento funcional. Con otros casos de hacer + tiempo, esta variabilidad del complementante tiene un efecto más notable. En el ejemplo (3a), la construcción con hace modifica una cláusula cuyo verbo está en el presente de indicativo. El significado resultante es durativo, siendo el complemento temporal (es decir, tres años) la indicación de la duración del intervalo durante el cual se obtiene un predicado atélico (no pisa). Este caso de hacer + tiempo comparte ciertas características con los ejemplos puntuales en (1) y (2). Primero, el que en (3a) indica otra vez una relación particular estructural entre hacer + tiempo y el predicado modificado3. Segundo, la consSáez (1991: 7) observa que el comportamiento de hace en (2b) se asemeja a otros tipos de movimiento de tópicos –por ejemplo, [ToP Las manzanas] te dije que comieras. 3 Dado nuestro enfoque en explicar e ilustrar, es suficiente notar este paralelo entre los 2
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trucción con hacer se puede posponer con respeto al predicado, como se ve en (3b). El punto de distinción entre estas dos formas tiene que ver con la presencia del complementante, obligatoria en los casos como (3). Nótese el ejemplo (3c). (3) a. Hace tres año[s] que no pisa la calle, no ha querido salir. (HCBA) b. No pisa la calle (desde) hace tres años. c. *Hace tres años no pisa la calle.
Las observaciones presentadas hasta este punto ilustran un problema típico con relación al análisis estructural. Al encontrarse con una situación que parece ir en contra de la norma sintáctica en el español, en este caso la yuxtaposición de dos cláusulas principales sin un mecanismo explícito de subordinación, nuestro trabajo es el de encontrar una solución que haga hincapié en un proceso ya reconocido por los modelos dominantes lo cual ofrece una aproximación uniforme al estudio estructural. En este caso, el deseo de uniformidad nos lleva a la conclusión de que se debe analizar estas instancias de hacer como formas verbales, con todas las características y comportamientos que se esperarían de estas. Y, por supuesto, dichos rasgos verbales tienen que calcularse en el análisis porque, según el paradigma aceptado, un núcleo verbal (se comporte este como el resto de los núcleos verbales o no), debe tratarse con el aparato formal apropiado. La idea que intento transmitir aquí es que un análisis que dé cuenta de la distribución y uso de hacer + tiempo requiere un reconocimiento de que lo que predicen nuestros modelos analíticos sobre la estructura y significado lingüístico. Este tipo de análisis tiene que estar informado no solo por nuestras intuiciones abstractas sino también por la observación de la lengua natural y, como sabemos, la lengua natural presenta innumerables instancias que no se ajustan a los patrones esperados. En relación a este punto, Howe (2011: 265) nota que a pesar de la observación de que el complementante en (3a) es obligatorio cuando la estructura con hace se encuentra en posición preverbal hay ejemplos en que esta restricción parece ser flexible, como se ve en (4). (4) podríamos provocar un grave daño respecto de una situación que hace mucho tiempo se viene discutiendo. (CREA, oral)
Herrero Ruiz de Loizaga también ofrece evidencia sobre la compatibilidad de + tiempo en posición preverbal con un predicado que contiene un verbo en
hacer
ejemplos. Sin embargo, según algunos autores (Alcina Franch/Blecua 1982; Rasmussen 1981) el que introduce un relativo cuyo antecedente es la expresión temporal introducida como complemento del verbo hacer. otros autores han rechazado este análisis (por ejemplo, Porto Dapena 1983).
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el presente (2007: 61). Basándonos en estas observaciones nuevas, lo que podemos decir con bastante confianza es que esta restricción particular no es absoluta. No obstante, en un análisis de varios corpus orales del español, Howe (2011: 275) observa que las tendencias en cuanto al uso de que en casos de hacer + tiempo en posición preverbal dependen del verbo modificado. Como se ve en la Tabla 1, la preferencia general es por el no uso de que –64,5% (147/228) vs. 35,5% (81/228)–4. La única forma verbal en la que no se observa para nada la tendencia general es con el presente, donde un complementante explícito es más frecuente –69,1% (47/68) vs. 30,9% (21/68)–. interpreto estos datos como corroboración empírica de la tendencia a tener un complementante explícito en casos como el ejemplo (4), aunque es obvio que la situación es la opuesta con las demás formas verbales observadas en la Tabla 1. otro caso en que el comportamiento de esta estructura no se ajusta con lo que se esperaría de un verbo “bien comportado” se encuentra en el ejemplo (5). En este ejemplo, el verbo modificado es un pluscuamperfecto –se había venido– que hace referencia a un punto temporal ubicado en el pasado con respecto a otro momento en el pasado, establecido por el adjunto temporal en el mes de octubre del año pasado. Es este elemento, el adjunto temporal, y no el tiempo verbal de hace que establece el ancla temporal en (5). Entonces, este ejemplo demuestra que además de la flexibilidad temporal que ya hemos observado también hay variabilidad semántica, manifestada en (5) como falta de referencia al momento de habla con hace. (5) que se vino en el mes de octubre del año pasado –hace un año ya que se había venido a Buenos Aires. (HCBA) TAblA 1 Distribución de que en casos de hacer + tiempo en posición preverbal que Presente Pretérito simple imperfecto Pretérito compuesto Pluscuamperfecto Total
% 69,1% 16,4% 21,3% 30% 50% 35,5%
sin que N 47 11 13 9 1 81
% 30,9% 83,6% 78,7% 70% 50% 64,5%
N 21 56 48 21 1 147
Ignoro aquí casos del pluscuamperfecto cuya frecuencia en los datos no es suficiente para formular conclusiones sólidas. 4
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Este ejemplo de hacer + tiempo indica claramente la necesidad de ser flexible a la hora del análisis, lo cual nos permite observar que esta construcción muestra características formales divergentes. De hecho, este análisis está de acuerdo con la observación presentada por garcía Fernández de que “el constituyente cuyo núcleo es hacer tiene un comportamiento más próximo al de un sintagma preposicional que al de una oración subordinada adverbial” (1999: 3172). Aquí parece contraproducente insistir en un sistema de clasificación léxica que asume una estricta asignación entre los elementos de una gramática y las categorías gramaticales –por ejemplo, silla → N, comer → V, etc.–5. En el ejemplo (5) vimos un caso en que las supuestas características verbales de hace deben incluir una conexión con el momento de habla, realizada por la morfología y el significado temporal asociado. Sin embargo, la contribución semántica de hace no parece tener una influencia en el intervalo creado por hace un año ya cuyo borde derecho se establece por la referencia temporal del verbo modificado (se había venido). Es así que, si insistimos en una relación isomórfica entre, por un lado, los elementos lingüísticos y, por otro, las categorías gramaticales, se pierden precisamente estos aspectos inesperados, tanto estructurales como semánticos, que suelen caracterizar el habla natural. A la vez, al interpretar los datos se tiene que tomar en cuenta también las aportaciones formales. Por ejemplo, aunque los datos de la Tabla 1 muestran claramente una preferencia por un complementante explícito para los casos en los cuales la expresión temporal con hacer modifica un verbo en el presente, estos casos todavía son relativamente infrecuentes. De hecho, representan la tendencia opuesta; es decir, la preferencia de complemente explícito y el mantenimiento de características estructurales que indican estatus de cláusula. Como explicación, garcía Fernández propone que en casos como Viven aquí hace un año (su ejemplo 36) los elementos “viven y hace tienen la misma relación temporal y tienen que hacer entre ellos una relación antecedente anáfora, cumplida en [Viven aquí hace un año] pero no en [*Hace un año viven aquí]… donde hace un año esta fuera del alcance del mando-c de viven” (1992: 326). Por ende, lo que se presenta en el ejemplo (4), combinado con los datos de la forma del Presente mostrados en la Tabla 1, ofrece evidencia de que a pesar de la posibilidad de neutralización de esta restricción en el discurso todavía hay cierta preferencia por un complementante explícito en estos casos, especialmente cuando se compara con las demás formas verbales. Se refiere aquí a la propuesta de Roberts (2010: 46) quien rechaza la existencia de gradualidad estructural. Por contraste, la noción de ‘categoría gramatical’ que se presenta en este capítulo y que tiene una presencia no explícita pero todavía fuerte en los demás trabajos de esta sección es la de Aarts quien observa que “[structural/morphosyntactic] gradience is an undeniable property of grammar” (2007: 4). Claro que el análisis de variabilidad estructural presupone en cierta medida una categorización léxica flexible y permeable (cf. Cheshire 2009). 5
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La variabilidad de hacer en su función temporal ejemplifica la posible interfase entre distintas aproximaciones analíticas. La cuestión que se presenta aquí es de caracterización estructural, lo cual requiere el uso de criterios ya establecidos. Por ejemplo, la supuesta “movilidad temporal” –según Herrero Ruiz de Loizaga (2007)– que se observa con hacer en estas construcciones parece dar prueba definitiva del estatus verbal de hacer. Sin embargo, lo que sucede en el habla natural nos ofrece una perspectiva diferente, sobre todo si aceptamos que los patrones gramaticales no se definen solo por su conformidad con expectativas abstractas basadas en modelos teóricos sino que también pueden, y de hecho deben, caracterizarse por su comportamiento en el discurso, y este lado del análisis estructural nos pide que tomemos en cuenta cuestiones de frecuencia y probabilidad. Con base en todo esto, mi propuesta en este capítulo introductorio es que un análisis comprensivo requiere una aproximación bipartita que considere cuestiones de variabilidad estructural tanto en su perfil teórico, basándose en alguna perspectiva lingüística corriente6, como en su distribución funcional, y esto surge como resultado de la observación sistemática de dicha construcción en el habla. Lo que muestra el caso de hacer + tiempo es que las fronteras estructurales y semánticas descritas por los análisis lingüísticos pueden ser vagas (o fuzzy). Según Jackendoff (2004: 124-125), “fuzziness must not be treated as a defect in language; nor is a theory of language defective that countenances it”. Así pues, este repaso de la caracterización de hacer temporal sirve como prólogo general a los temas de análisis sintáctico y semántico que se observan en los trabajos de Francisco ocampo, Claudia Borzi, Alicia M. ocampo, Celeste Rodríguez Louro e ilpo Kempas. El efecto cumulativo de estos trabajos es el equilibrio que se logra mediante la consideración de la vaguedad (es decir, el fuzziness, en el sentido de Jackendoff7) tanto en la observación descriptiva como en las explicaciones teóricas. 3. Aproximaciones teóricas y metodológicas En lo que sigue, ubicaré cada trabajo en relación con el argumento presentado en el apartado anterior, haciendo hincapié en aquellos aspectos analíticos relacionados con 6 Hasta este punto me he referido a “perspectivas formales” como un conjunto monolítico de teorías, ofreciendo la gramática generativista como ejemplo. No obstante, la propuesta que presento aquí no asume ningún paradigma teórico específico, lo que sí intento comunicar es que el investigador formal considera la caracterización estructural con respeto a un modelo abstracto. Para un resumen de los varios modelos lingüísticos corrientes, se dirige al lector al trabajo de Heine/Narrog (2010). 7 En el trabajo de Jackendoff, el concepto de la vaguedad (fuzziness) se define de la siguiente manera: “a set whose membership is defined not categorically, but in terms of degree or probability of membership” (2004: 123).
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la interfase entre lo formal y lo funcional. Como se ha mencionado anteriormente, esta selección de trabajos tiene como objetivo principal la consideración simultánea de, en primer lugar, las teorías generales sobre la estructura y el significado y, en segundo lugar, su aplicación a la descripción de casos específicos del habla argentina. Dentro del panorama de estudios sobre los diversos rasgos dialectales de la Argentina, los temas más conocidos suelen tener que ver con la variación fonológica/fonética (por ejemplo, el žeísmo) y morfológica (por ejemplo, el voseo). Dada esta tendencia, los estudios incluidos en esta sección del volumen constituyen una contribución original respecto de los usos lingüísticos presentes en diversas zonas de la Argentina8. 3.1. un eJemplo del español argentino Como breve ilustración de un caso particular en el español argentino, presento aquí unas observaciones preliminares sobre el re intensificador, ejemplificado en (6), (7), y (8)9. Lo que se nota en estos casos es la variabilidad en cuanto al elemento modificado por re. Los ejemplos en (6) muestran el uso de re con adjetivos (fácil y modernos), uso bien documentado en la literatura y bastante extendido en el habla. Menos común es la modificación de verbos y sustantivos, ilustrada en (7) y (8) respectivamente. Esta flexibilidad en cuanto a la modificación da fe del estatus avanzado de re en un proceso de cambio semántico cuyo resultado es el desarrollo de un intensificador general al estilo de muy10. (6) a. Nos gusta mucho el periodismo ahora. Yo quiero ser periodista porque antes pensaba que era re fácil, pero no. Tenés que saber mucho, tenés que saber todo prácticamente. b. Dice que tiene unos aparatos re modernos, que hasta vamos a poder saber el color de sus ideas políticas. (7) a. Pizza y vino rosado. Raro, no? Pero a mí me re va. b. Me re copa la cumbia.
véase la sección ii del presente volumen para una selección de trabajos sobre morfología (por ejemplo, Carricaburo y Resnik) y sintaxis (por ejemplo, Montrul, Zdrojewksi y Saab). 9 Los ejemplos presentados en esta ilustración de re vienen de Polidori (2011), quien obtuvo sus datos de varias fuentes digitales (Facebook y fotolog). Para facilitar la comprensión, la ortografía de estos ejemplos ha sido estandardizada. 10 Debo destacar aquí que, según Polidori, el proceso de cambio semántico que se observa con re no se caracteriza como gramaticalización sino de degramaticalización, donde un morfema ligado adquiere cierta autonomía estructural separándose de su dominio morfológico y funcionando más como elemento léxico (Norde 2009). 8
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(8) […] a pesar [de] que mucho no nos conocemos me haces re bien se nota que sos una re chica y tierna […].
En estos ejemplos, se observa el uso ‘intensificador’ de re, elemento que, además de su uso como prefijo para indicar repetición (rehacer) o intensificación (reconocer)11, tiene una variante (cuasi) independiente, en el sentido morfosintáctico, que también tiene función intensificadora. Los estudios de los intensificadores revelan que además de cierto nivel de variación léxica12 –muy, un montón, mogollón– “[e]l uso y sobreuso de intensificadores hace que se vuelvan parte del léxico particular del grupo social” (Polidori 2011: 3). En cuanto a su relación al español de la Argentina, Polidori también comenta que “[l]a naturaleza más libre de re- en el español se ejemplifica aún más en el caso especial del dialecto rioplatense, en que se permite no solo la intensificación relativamente libre de todas las clases de palabras [mostrado en los ejemplos (6)-(8)], pero también la modificación de los predicados verbales enteros” (2011: 4). Nótese el siguiente ejemplo: (9) […] yo acá me re estoy cagando de frio, no veo la hora de que llegue el verano.
El ejemplo (9) muestra que el alcance estructural y semántico incluye tanto los elementos léxicos individuales como adjetivos, sustantivos, y verbos y las frases sintagmáticas13. Las cuestiones involucradas en un análisis de re, que incluirían por supuesto cuestiones de caracterización estructural y cambio semántico se relacionan claramente con la interfase analítica/metodológica mencionada anteriormente. Esta interfase es también relevante en los trabajos presentados en esta sección del volumen. 3.2. el análisis de la sintaxis y la semántica del español de la argentina Las cuestiones analíticas presentadas en los trabajos de esta sección del volumen se pueden dividir en dos: por un lado, aquellos trabajos relacionados con
11 Citando a Pharies (2009), Polidori (2011) observa que el re tiene su origen como prefijo en el latín (para expresar repetición/iteración) y que el uso intensificador se desarrolló más tarde. 12 Otros estudios que tratan el tema de variación dentro del dominio de la intensificación incluyen Salazar-garcía (2008) para las lenguas románicas y Macaulay (2006). 13 De hecho, si aceptamos el análisis de Polidori de re como un caso de degramaticalización, nos vemos obligados a aceptar el argumento de que el uso de re en (9) representa una expansión en el alcance sintáctico/semántico, lo cual, como observa Norde (2009), va en contra del “Parameter of Structural Scope” de Lehman según el cual “[t]he structural scope of a sign decreases with increasing grammaticalization” (1995: 143; mi énfasis).
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la flexibilidad sintáctica en el español rioplatense y, por otro lado, aquellos que toman como su paradigma analítico la variabilidad semántica. Dentro del primer campo se encuentran los trabajos de Borzi, A. ocampo, y F. ocampo. Como característica unificadora en estos tres análisis, los autores ofrecen explicaciones funcionales para tópicos que además de su considerable visibilidad en la literatura general sobre la sintaxis española también son particulares a las variedades lingüísticas de esta zona hispanohablante. Por empezar, Borzi analiza el que galicado, una opción dentro del inventario de construcciones hendidas donde hay un complementante que contrapuesto mediante el verbo ser. Borzi observa que el que galicado ocurre en las hendidas propias –en (10a) y (10b)– como en seudohendidas inversas –en (10c)–. Lo que encuentra la autora al final es que la selección entre el Esquema A y el Esquema B se basa fundamentalmente en el deseo del hablante de “re-conceptualizar” la frase nominal de la construcción hendida, lo que termina por favorecer el Esquema A cuando el hablante quiere destacar la relación causal entre el nominal, que es normalmente determinado, y la proposición de base. De esta forma, Borzi demuestra que las estructuras en (10a) y (10b) no tienen el mismo significado en el discurso. (10) Se mudó por el ruido. a. Fue por el ruido que se mudó. b. Fue por el ruido por lo que se mudó. c. Por el ruido fue que se mudó.
[= Borzi, ejemplo (1)] [= Borzi, ejemplo (1a)] [= Borzi, ejemplo (1b)] [= Borzi, ejemplo (3)]
De acuerdo con nuestra categorización de los trabajos en esta sección, el próximo estudio es el de A. ocampo, quien propone un análisis de un tema bien tratado en la literatura de lingüística hispánica: la duplicación de los objetos directos, ejemplificado en (11). A. Ocampo observa que el clítico acusativo lo en (11) ocurre a la vez con su antecedente nominal, Trotsky, una opción que, a pesar de su frecuencia en el discurso, se considera fuera de la norma culta. (11) […] y es – y es un escritor, el tipo loi va a matar a Trotskyi [= A. ocampo, ejemplo (10)]
En su trabajo, A. ocampo intenta distinguir entre las construcciones transitivas que permiten la duplicación de objetos directos y las que no. Para poder lograr esta meta, se adopta la noción de transitividad presentada por Hopper y Thompson (1980) quienes exponen una concepción prototípica que toma en cuenta los varios parámetros que influyen en el grado de transitividad. A. Ocampo propone que hay un “juego complejo” entre, por un lado, los factores antedichos que influyen en el grado de transitividad –principalmente, la animacidad del objeto y la distribución de “volición” mostrada por el predicado– y, por otro lado, las necesidades prag-
Aspectos sintácticos y semánticos
265
máticas del hablante en relación con la eficacia discursiva. Es así que A. Ocampo comenta que la duplicación del objeto directo no se justifica a nivel sintáctico, sino que es un fenómeno de significado. Otra vez, se ve con este estudio un tipo de híbrido analítico cuyos objetivos generales se relacionan con elementos básicos de la sintaxis y la semántica del español pero la postura analítica que se asume intenta explicar el fenómeno en términos cognitivos. En el capítulo de F. ocampo también se encuentra evidencia del tema dominante de esta selección de trabajos donde lo que se observa son los factores que rigen el orden de palabras en un corpus oral de español rioplatense. Dentro de este grupo de factores, F. ocampo invoca dos categorías fundamentales: los factores cognitivosintácticos y los factores pragmáticos. Son varias las ventajas que presentan estas categorías para el análisis del orden de palabras, sobre todo si se toma en cuenta la noción básica descrita por F. ocampo de que la función no marcada de todas las emisiones lingüísticas, en términos generales, es la de “comunicar algo”. Los significados pragmáticos que adquiere una construcción en un contexto discursivo se calculan según este orden no marcado. Entre los factores cognitivo-sintácticos F. Ocampo destaca específicamente el rol del tipo de construcción, presentando varias permutaciones estructurales en las cuales se puede observar la interfase sintácticadiscursiva. Y concluye que existe un conjunto de estrategias semánticas y pragmáticas que se ha codificado en el español como parte tanto de la estructura sintáctica como de la competencia pragmática y refleja una interacción compleja entre los componentes gramaticales y las necesidades discursivas de los hablantes. Los últimos dos trabajos presentan dos perspectivas distintas sobre la división semántica-pragmática entre el pretérito perfecto simple (PPS) y el pretérito perfecto compuesto (PPC) en variedades del habla argentina. En el ejemplo (14) se encuentran las dos formas: ha estado como ilustración del PPC y estuvo como caso del PPS. (14) Sí, bueno, amigos, tengo amigos en España, tengo primos en España, tengo mi hermana que ha estado ya […] en EEUU estuvo 5 veces, estuvo en Europa, ahora se va a Nueva Zelanda. (SLI08MP23) [= Rodríguez Louro, ejemplo (9)]
Dada la letanía de trabajos anteriores que existen sobre este tema, la yuxtaposición de los análisis de Rodríguez Louro y de Kempas ofrecen al lector observaciones bien motivadas sobre dos aspectos importantes de esta discusión. Empezando con el trabajo de Rodríguez Louro, vemos que el PPC en el habla rioplatense parece mostrar un significado bien distinto de las demás variedades del español donde esta construcción o se está gramaticalizando al estilo francés con más usos perfectivos similares al PPS (por ejemplo, en algunas variedades del español peninsular) o se ha vuelto menos frecuente frente al PPS, limitán-
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Chad Howe
dose a contextos específicos aspectuales (por ejemplo, el español mexicano)14. En oposición a los argumentos a favor de una distribución paralela del PPC en los diversos dialectos hispanoamericanos, Rodríguez Louro propone que, a pesar del número limitado de casos del PPC en su corpus, el PPC en el español rioplatense tiene una función particular; específicamente la de indicar referencia indefinida, descrita por la autora como la posibilidad de “situar una situación particular en un momento pasado no específico”. Dentro del panorama de formas perifrásticas en las variedades del español, el desarrollo de esta función del PPC destaca el dialecto rioplatense y cuestiona la validez de las propuestas sobre la división de trabajo entre el PPC y el PPC en las lenguas románicas15. El tratamiento de Rodríguez Louro pone en evidencia la riqueza pragmática y contextual de los usos del PPC utilizados para expresar referencia indefinida, un tratamiento particularmente notable dado que parece no encajar en los sistemas de clasificación tradicionales. De forma similar, el capítulo de Kempas también intenta extender las fronteras analíticas de este tema. La cuestión que investiga tiene que ver con el uso elevado del PPC en el español hablado en Santiago del Estero, una zona norteña de la Argentina en que se encuentra algún grado de contacto con el quechua. Partiendo de la “hipótesis indígena”, la cual argumenta que la mayor frecuencia del PPC en esta variedad (y de hecho en otras) se debe explicar como transferencia epistémica entre el español y el quechua, Kempas desarrolla su análisis con la idea de que el PPC en la variedad santiagueña no sigue la ‘norma’ porteña, descrita como el uso del PPC en contextos de referencia indefinida. Kempas demuestra, mediante el uso de cuestionarios lingüísticos, que el PPC es la forma preferida por los hablantes para expresar significado perfectivo, lo cual lo distingue del uso que se observa en el español rioplatense. El análisis de Kempas ofrece entonces otra demostración de que no se puede presuponer que la clasificación del PPC de una variedad particular necesariamente sea similar a las tendencias observadas en otras variedades del mismo país. De este modo, hay una conexión clara entre los trabajos de Kempas y Rodríguez Louro en cuanto a su enfoque contrastivo y su cuestionamiento de los paradigmas dominantes en el campo. 4. Algunas observaciones finales Como conclusión a este capítulo introductorio, queda por decir que las aproximaciones de todos los trabajos en la presente sección del volumen asumen pers14 15
Cf. Schwenter/Torres Cacoullos (2008). Cf. Harris (1982); Squartini/Bertinetto (2000).
Aspectos sintácticos y semánticos
267
pectivas cognitivas y utilizan métodos cuantitativamente y cualitativamente consonantes con estas perspectivas. Por ejemplo, el uso de datos conversacionales sirve como base empírica para los temas que, en las tradiciones analíticas generativistas, suelen tratarse con ejemplos construidos y pruebas intuitivas. El análisis del habla, como se observa en estos capítulos, muestra la complejidad del lenguaje, un comportamiento humano único que además de sus aspectos gramaticales consta de una interacción dinámica entre las necesidades de los hablantes y el contexto discursivo. En relación a este “juego complejo” –como importante contribución– se centraliza el habla como punto de inicio para todo tipo de cambio lingüístico. De acuerdo con esta postura, los métodos cualitativos y cuantitativos ejemplificados en esta sección son imprescindibles a la hora de llevar a cabo el análisis lingüístico. La intención del presente capítulo no es la de rechazar el rol ni la importancia de los mecanismos formales dentro del análisis lingüístico (de hecho, la sección ii del presente volumen resalta la importancia de los enfoques lingüísticos formales). Lo que estos trabajos señalan, más bien, es la conciliación de ideas funcionales y formales en el análisis de aspectos sintácticos y semánticos en el español. La perspectiva dominante en la dialectología hispánica ha sido que estos fenómenos del español argentino ilustran la dicotomía entre distintas maneras de ver cuestiones lingüísticas, estableciendo una línea divisoria entre los componentes que se deben tratar de forma puramente formal (por ejemplo, la duplicación de objetos) y los que suelen ser vistos como propiedades pragmáticas que no entran en cuestiones de estructura y significado (por ejemplo, el PPC vs. el PPS). El aporte más destacado de este conjunto de análisis es exactamente la noción de que no es necesario aceptar esta dicotomía. De hecho, esta sección establece que una aproximación relevante y bien motivada tiene la obligación de ver simultáneamente las distintas perspectivas analíticas; sin estas, se ignora la interrelación esencial entre los aspectos formales y funcionales de la gramática.
Capítulo 2 SoBRE LA ELECCióN ENTRE CANTé Y HE CANTADO EN EL ESPAñoL HABLADo DE SANTiAgo DEL ESTERo ilpo kempas University of Helsinki/Seinäjoki University of Applied Sciences
1. Introducción En el presente capítulo se investiga el uso del pretérito perfecto compuesto, por ejemplo, he cantado, en el español hablado de Santiago del Estero, situado en el noroeste de Argentina. Esta zona se caracteriza por el frecuente uso del pretérito perfecto compuesto (PPC) en lugar del pretérito perfecto simple (PPS), forma predominante en las variedades del español de América (por ejemplo, Flórez 1953: 114; Kany 1969: 199; Alarcos Llorach 1994: 167; De Bruyne 1995: 448; gili gaya 1993: 160; Lapesa 1981: 590). También en el seno del español argentino, el noroeste difiere de las demás zonas por su preferencia por el PPC. El área geográfica donde el PPC se utiliza con frecuencia no está muy bien delimitada; según la bibliografía, abarca por lo menos Bolivia (Mendoza 1991), pero se ha registrado además en Lima (DeMello 1997; Jara Yupanqui 2006; RojasSosa 2008) y Calca (Klee/ocampo 1995: 61) y Cuzco (Howe 2006) en Perú. Este fenómeno se asocia, pues, con el contacto con el quechua, que se habla en las zonas andinas, aunque justamente Santiago del Estero se sitúa en una planicie. En estas zonas se hablan las lenguas indígenas quechua y aimara; en el caso de Santiago del Estero, la variedad local del quechua se llama quichua. Por ello, cabe plantear si el frecuente uso del PPC puede explicarse por influencias de estas últimas lenguas, como opina Escobar (1997a, 1997b). La autora concluye que, en los hablantes bilingües (quechua-español), el PPC se utiliza independientemente de la distancia temporal entre el momento de la enunciación y el evento si este presenta relevancia para aquel. Además, la autora destaca el papel fundamental que desempeña la deixis espacial para la elección del PPC: si el evento narrado se vincula con el lugar donde está el hablante, esto favorece el uso del PPC. Por último, Escobar nota que también el PPC expresa evidencialidad de igual manera que el pluscuamperfecto, uso que caracteriza el habla de las zonas bilingües quechua-aimara (cf., por ejemplo, Sánchez 2004). Este uso no tiene nada que ver con la temporalidad de esta forma verbal, sino que el hablante emplea el pluscuamperfecto para expresar que no es testigo ocular del evento referido, sino que está pasando información de segunda mano.
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Ilpo Kempas
No obstante, tendemos a rechazar la propuesta de que el frecuente uso del PPC en las zonas andinas se explicaría primariamente por influencias de los sistemas verbales de las lenguas indígenas (conocido como “hipótesis indígena”), ya que la expansión del PPC se encuadra en el proceso panrománico de gramaticalización de la perífrasis , descrito originalmente por Harris (1982) y Fleischman (1983), y perfeccionado después por varios autores, como Camus Bergareche (2008) (cf. el apartado 2 más abajo). En segundo lugar, aunque dichas lenguas indígenas han influido en la sintaxis verbal de la zona en que se registra el frecuente uso del PPC, no presentan usos o construcciones con los que este último pueda asociarse por unanimidad. Como hemos visto, las variables relacionadas con la elección del PPC son muy diversas (relevancia al momento del habla, espacialidad, evidencialidad) para tener como resultado directo un mayor uso del PPC. Sin embargo, el quechua sí distingue entre el pasado reciente y el pasado más lejano (Hintz 2007: 263). Hintz (2007: 27) también ofrece ejemplos de un cambio aspectual (Perfecto > Aoristo) semejante al ocurrido en algunas variedades del español en una variedad del quechua peruano hablado en Conchucos. Por consiguiente, no descartamos la posibilidad de que los fenómenos de las lenguas indígenas hayan fomentado indirectamente lo ocurrido en español. Como veremos a continuación, la variedad santiagueña difiere del estándar bonaerense o rioplatense en el uso del PPC. El español de Buenos Aires tiende a ser visto como la norma para el resto del país (Lipski 1994)1. El que la variedad bonaerense goce de un gran prestigio es natural, ya que Buenos Aires es la capital y la ciudad más grande del país. Además, es sabido que las urbes suelen desempeñar un gran papel en cambios lingüísticos (Mac giolla Chríost 2007). El PPC español se basa en la perífrasis latina (habeo cantatum), que a lo largo de la historia ha experimentado cambios semánticos en el dominio lingüístico románico. Se trata de un proceso de gramaticalización, donde la perífrasis en cuestión ha experimentado un reanálisis (cambio semántico), cobrando un nuevo valor, seguido de su propagación a nuevos contextos por analogía. Esencialmente, por gramaticalización se entiende la transformación de un morfema léxico a un morfema gramatical, o, para el caso del PPC español, la evolución posterior de un morfema ya gramatical (Kuryłowicz 1965: 69). Esta perífrasis expresa distintos valores en distintas lenguas y variedades románicas, dependiendo de su fase evolutiva (Harris 1982; Fleischman 1983; Camus Bergareche 2008). Cabe notar, sin embargo, que la gramaticalización de no se limita a las lenguas románicas, sino que ver el trabajo de Rodríguez Louro (sección iii, cap. 3, en este volumen) para un tratamiento de las diversas actitudes y estándares lingüísticos operantes en la Argentina contemporánea. 1
Sobre la elección entre canté y he cantado
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ha ocurrido también en otras lenguas indoeuropeas, como el alemán y algunas lenguas eslavas (esloveno). La fase más arcaica de este proceso la representan el gallego-portugués, el siciliano y el calabrés, y, respectivamente, la más avanzada, el francés, el sardo, el italiano (septentrional) y el rumano (Camus Bergareche 2008: 98). Como parte de este proceso de gramaticalización, el PPC ha cobrado distintos valores de perfecto expresados anteriormente por la forma simple, el PPS (canté). Por Perfecto, se entiende un valor aspectual donde el evento se ha producido (Perfecto experiencial, Perfecto resultativo) o ha empezado a producirse (Perfecto continuativo) antes del momento de referencia, respecto del cual presenta relevancia2. Esto puede expresarse también, como hace Carrasco gutiérrez (2008: 31), quien ha aplicado al español el modelo propuesto por Klein (1992), que el Tiempo del Foco es posterior al Tiempo de la Situación. En el caso del PPC, el momento de referencia coincide temporalmente con el momento de la enunciación, lo que hace que el evento se perciba como relevante para el momento presente. Según Camus Bergareche (2008: 98), el “español americano” (en general) estaría incluido entre las variedades más arcaicas junto con el gallego-portugués en que solo admitiría el uso continuativo (o universal) –denominado inclusivo por el autor–. Se trata de casos como: (1) a. Me he sentido cansado últimamente. b. He trabajado mucho para aprender euskera.
En cuanto al presente trabajo, opinamos que, teniendo en cuenta la gran extensión geográfica del dominio del español americano, y los diversos contextos sociolingüísticos en los que estas formas se utilizan, es recomendable tener cautela al sostener que las demás lecturas del Perfecto (por ejemplo, la de relevancia presente y la de experiencia) estén ausentes en el español americano, ante todo porque la evidencia muestra lo contrario, como ilustramos a continuación. El siguiente ejemplo, basado en el famoso ejemplo de Comrie (1976), se relaciona con el Perfecto experiencial. Según Camus Bergareche (2008: 98), pues, no existiría en el español americano: (2) Bill ha estado en América. (En vez de: Bill estuvo en América = [ingl.] Bill has been to America.)
2 Se adopta la mayúscula para distinguir el aspecto Perfecto de los tiempos que contienen el mismo nombre (pretérito perfecto compuesto). Como término sinónimo, sobre todo en estudios realizados en países anglosajones, se utiliza anterior. Para las diferentes lecturas del Perfecto, ver Comrie (1976).
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Contrariamente a la propuesta de Camus Bergareche –basada en el análisis de un corpus de lengua hablada espontánea– Rodríguez Louro (2009: 116) propone que, aunque de uso limitado, el PPC se utiliza en el español porteño para expresar pasado indefinido y experiencia. Ilustra su postura con los siguientes ejemplos: (3) a. No lo ve [al padre] ahora, pero lo ha visto. b. –¿Te ha costado crecer? –Sí, y me sigue costando. c. Yo me he enamorado de tipos; me enamoro de tipos.
Así mismo, los siguientes ejemplos de Henderson (2010) ponen en evidencia el uso del PPC, también con valor experiencial, en otros países hispanoamericanos: (4) a. –¿Alguna vez has sido asaltada y robada? –Sí, eh → bueno me han robado sin que me dé cuenta y me han ro[bado] (Henderson 2010: 109; ejemplo chileno). b. –Supongo que debe haber habido un desgaste a nivel de la población; eh de la involución que ha sufrido el país, y por esa razón, se produjo este cambio, el cambio me refiero a que llegue al gob[ierno→] (Henderson 2010: 128; ejemplo uruguayo). c. –Bueno, entonces ¿has viajado bastante dentro del país? –Y creo que sí, he visto muchas cosas (Henderson 2010: 167; ejemplo paraguayo).
De los ejemplos anteriores –que representan la lengua hablada, utilizada en situaciones comunicativas informales– se desprende que el uso del PPC en el español americano no se limita al Perfecto continuativo. Cabe mencionar todavía el trabajo de Soto y Zenteno (2010), en el que se anota un total de cinco valores distintos del Perfecto en el discurso de la presidente de Chile. El otro valor que puede tener el PPC es el de Aoristo, denominado también Perfectivo. Deriva de un reanálisis donde el PPC ha empezado a expresar eventos percibidos como conjuntos independientes y temporalmente delimitados, como lo hace el pretérito imperfecto (PI). Concordamos con la definición de Carrasco gutiérrez (2008: 31), según la cual en el caso del aspecto Aoristo, el Tiempo del Foco incluye todo el Tiempo de la Situación, de principio a fin. La aoristización del PPC, que tiene paralelos en francés, italiano y rumano, es la última fase del proceso de gramaticalización del PPC. Se trata de la penetración del PPC en el campo semántico del PPS. En el español peninsular “estándar”, el PPC ha llegado a sustituir por completo al Pi en contextos de
Sobre la elección entre canté y he cantado
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pasado inmediato, cuando el evento se ha producido unos escasos segundos antes, salvo en el rincón conservador compuesto por Asturias, León y galicia. En consecuencia, el empleo del PPC en lugar del PPS en casos como (5) es la única opción en esta variedad. (5) a. Perdón, no he oído lo que me has preguntado. b. ¡Por fin, el motor ha arrancado!
En su tesis doctoral, Copple (2009: 63) ilustra el carácter paulatino de la sustitución del PPC por el PPS a lo largo de la historia del español peninsular, utilizando en parte de los datos de Schwenter y Torres Cacoullos (2008) para el siglo xx. La aoristización del PPC caracteriza también al español andino (ver ejemplos en el apartado 3). No obstante, no ha empezado necesariamente por los contextos de pasado inmediato, como en la España peninsular, sino que su introducción sugiere un patrón de inicio distinto. 2. Material y método Los resultados presentados en el apartado 3 se obtuvieron a través de distintos métodos, pero aplicando un enfoque estrictamente empírico. Los datos para nuestra tesis doctoral (Kempas 2006) se recogieron en Santiago del Estero a través de dos pruebas, una encuesta sobre actitudes y creencias sobre el fenómeno investigado (el uso prehodiernal del PPC) y una prueba de evocación. En esta se invita a los informantes a rellenar lagunas en oraciones con palabras y en formas que le parezcan apropiadas para cada caso. Las primeras pruebas se completaron más tarde (2009) con otras, una nueva prueba de evocación, relacionada esta vez con los contextos hodiernales (59 informantes), y una breve prueba entre seis informantes santiagueños sobre su elección del tiempo en casos que corresponden al PPC de valor Perfecto. Las oraciones empleadas en la Tabla 3 (más abajo; en este orden) son las siguientes: 1) 2) 3) 4) 5) 6) 7)
Mi esposa me ____ hace dos minutos. Lo siento, pero su tren ____ hace dos minutos. Los abuelos ____ aquí hace dos horas, y ahora están en el salón. ¡Uy, qué tarde es! Tengo mucho sueño porque esta mañana ____ ya a las seis. Hoy ___ a la universidad justo antes de que ____ a llover a cántaros. Hoy ___ al trabajo a las siete. Hoy (yo) ___ a las seis y pico, luego ___ al baño a ducharme.
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El estudio incluye también un análisis del uso del PPS y PPC en un corpus compuesto por seis cuentos escritos por autores santiagueños contemporáneos: Clementina Rosa Quenel: “La creciente”; Dante (Tito) Fiorentino: “El padre”, “Aunque sea por un año”, “Los terrones”; Carlos Zurita: “Tenemos que hablar”, “Dinero de otro mundo”. En el análisis se incluyeron los diálogos y las narrativas en primera persona incluidos en estos cuentos, esto es, las porciones de texto que representan la narración directa. Era de esperar que la variación entre el empleo de ambos tiempos se manifestara en estas. 3. El pretérito perfecto simple y compuesto en Santiago del Estero: resultados Empezamos por dirigir nuestra atención a la elección del tiempo verbal en casos donde el predicado es de valor Perfecto. Para examinar esta cuestión, preguntamos a seis informantes académicos santiagueños, originarios de Santiago del Estero, cuáles de las siguientes opciones, que representan el Perfecto resultativo (6a), continuativo (6b) y experiencial (6c), mejor correspondían a la variedad santiagueña. Los números de informantes por alternativa figuran después de las alternativas: (6) a. He cambiado (4) / Cambié de coche (2). Ahora tengo un Mercedes Benz. b. últimamente he estado (5)3 / estuve (1) muy ocupado. c. ¿Has visitado (4) / visitaste (2) Córdoba alguna vez?
Con base en los resultados presentados en (6a), se puede concluir que, para expresar el aspecto Perfecto, el PPC es la forma preferida en Santiago del Estero, aunque también está representado el PPS (cf. también los resultados del análisis de los cuentos santiagueños, más abajo). Rodríguez Louro (2009) demuestra la gradual disminución del PPC en la variedad rioplatense argentina y su sustitución por el PPS (de valor Perfecto) a lo largo de la historia. Las opiniones de informantes en (6) sugieren que también el uso del PPC de valor Perfecto en Santiago del Estero difiere de lo que ocurre en Buenos Aires (y en otras zonas): en Santiago, el PPC se mantiene con este valor con vigor. No obstante, vemos que también el PPS de valor Perfecto, típico por ejemplo de la variedad rioplatense, está representado en las respuestas a nuestra prueba –ejemplo (6)–. Como la variedad santiagueña ofrece un patrón opuesto, la aoristización del PPC, es de suponer que la elección del PPS en las oraciones del ejemplo se explica por influencias del estándar nacional.
Uno de los encuestados no excluía tampoco el PPS en este caso, aunque el PPC le parecía la forma más utilizada. 3
Sobre la elección entre canté y he cantado
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A continuación nos ocupamos del PPC de valor Aoristo, que representa la última fase de la gramaticalización de la perífrasis. Tenemos resultados conseguidos con distintos métodos. En Kempas (2006; ver también Kempas 2008a), donde se examinan las frecuencias de uso del PPC de valor Aoristo en contextos prehodiernales, esto es, cuando el evento es anterior al día de la enunciación –cf. ejemplo (7)–, se muestra la gran diferencia que existe entre la España peninsular y Santiago del Estero. En esta última localidad, los encuestados utilizan el PPC en el 22,7% de los casos en contextos donde el español general requeriría el PPS, mientras que en la Península las frecuencias varían entre tan solo 0,2% y 1,5% (cf. Tabla 1). Este resultado es importante teniendo en cuenta que, en la bibliografía, las zonas sudamericanas de frecuente uso del PPC se han asociado antes con Madrid, es decir, como si ambas áreas geográficas presentasen un patrón similar en el uso de este tiempo (Kany 1969; gili gaya 1993; Butt/Benjamin 2004). A la luz de los resultados de Kempas (2006), en términos de frecuencias, es un evidente error. El siguiente es un ejemplo del uso prehodiernal del PPC en el material, que se recogió mediante pruebas de evocación en Santiago del Estero y diferentes localidades en España, esto es, a los informantes se les invitó a rellenar espacios vacíos con palabras y en formas que escogían espontáneamente: (7) a. La semana pasada Lisa y yo hemos ido al cine. b. Este abrigo rojo lo he comprado hace dos días.
La diferencia entre las muestras peninsulares y la santiagueña está ilustrada en la Tabla 1 a continuación. TAblA 1 Frecuencias del PPC prehodiernal por zonas en el material de Kempas (2006) localidad vitoria León Alicante Santander oviedo granada Bilbao Madrid Santiago del Estero
PP (%) 0,5 0,4 0,2 0,9 1,5 0,2 0,5 0,2 22,7
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El PPC se utiliza un 22,7% de las veces en Santiago del Estero, un uso elevado comparado con las variedades peninsulares. No obstante este uso, es importante anotar que el PPS, la forma predominante en Argentina por lo general, aparece con un 77,3%. Para ilustrar la gran diferencia que existe entre la variedad santiagueña y la rioplatense, una comparación entre los resultados de Kempas (2006), complementados con resultados más recientes sobre el complemento adverbial de tiempo CA anoche y los de Rodríguez Louro (2009), permite concluir que los contextos prehodiernales presentan el predominio del PPS en Buenos Aires (cuestionario: 86% [489/570], habla espontánea 99,9% [919/920]) mientras que, en Santiago del Estero, el PPC se utiliza a menudo (26% [156/591]) con complementos adverbiales de tiempo específicos (Rodríguez Louro/Kempas 2010). Los resultados de Kempas (2006) revelan también una fuerte polarización entre aquellos informantes que utilizan los tiempos verbales adhiriéndose a la norma bonaerense y aquellos que favorecen el PPC, siguiendo la norma regional. Kempas (2006: 278) contrasta los resultados de Santiago con las respuestas de diez informantes de otras regiones del país (provincia de Santa Fe: Ceres 3, Santa Fe 2, Rafaela 1; provincia de Buenos Aires: Buenos Aires 2, San Antonio de Areco 1; provincia de Córdoba: Córdoba 1). Aunque esta muestra es muy pequeña, permite evidenciar la gran diferencia que existe respecto al noroeste: la incidencia del PPC prehodiernal es tan solo del 0,9% fuera de Santiago del Estero. A diferencia del cuadro de Kempas (2006: 264), donde están presentadas las frecuencias relativas de cada complemento adverbial de tiempo con base en la totalidad de las ocurrencias del PPC prehodiernal, calculamos para el presente capítulo las frecuencias del PPC sobre la totalidad de las ocurrencias del PPS y PPC en los contextos prehodiernales para ilustrar la variación en términos de frecuencias relativas respecto del PPC y el PPS. Los resultados figuran en la Tabla 2. Los valores calculados con este método no muestran linealidad de ningún tipo, sino que, paradójicamente, el PPC incluso resulta más frecuente en el intervalo hace tres días/hace unos meses que al utilizar ayer. No obstante, la frecuencia del PPC disminuye de forma decisiva al referirse a un evento ocurrido hace un año. A pesar de esto, se observa que los complementos adverbiales ayer y el año pasado tienen una distribución bastante uniforme (desviación estándar = 2,6). Antes de realizar el estudio principal de Kempas (2006), se examinaron también los juicios gramaticales de los santiagueños hacia el uso prehodiernal del PP, ilustrado en (6). Antes de recoger datos a través de pruebas de evocación, realizamos entre la misma población una entrevista que permite concluir que los santiagueños saben asociar el frecuente uso del PPC en contextos prehodiernales con el noroeste de Argentina y lo ven como gramaticalmente correcto (Kempas 2002). De hecho, el 61,5% de los santiagueños entrevistados conside-
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TAblA 2 Frecuencias del PPC prehodiernal por complemento adverbial de tiempo en el español de Santiago del Estero (Kempas 2006) Complemento adverbial 1. Ayer
PP (%)
N
21,6
32/148
2. Anteayer
19,4
24/124
3. Hace dos días
20,4
21/103
4. Hace tres días
24,2
15/62
5. La semana pasada
22,6
14/62
6. Hace dos semanas
25
5/20
26,3
5/19
8. Hace unos meses
7. Hace un mes
25
5/20
9. El año pasado
20
4/20
10. Hace un año
13,5
5/37
Total
21,1
130/615
ran el ejemplo Ayer he ido a ver a mi abuela como gramaticalmente correcto (Kempas 2006: 162) y el 90% atribuyen el uso del PPC en este caso a su propia zona (Kempas 2006: 161). Con el propósito de completar el panorama, hicimos una nueva prueba de evocación en Santiago del Estero en 2010 con un nuevo cuestionario, relacionado con los contextos hodiernales (es decir, relacionados con el hoy de la interacción). Como resultado, obtuvimos un total de 367 ocurrencias del PPC, lo que corresponde al 59% de las respuestas en que la elección se hacía entre el PPC y el PPS. El siguiente es un ejemplo del uso hodiernal del PPC en el material: (8) a. Hoy me he levantado a las seis y pico, luego me he ido al baño a ducharme. b. Lo siento, pero su tren ha partido hace dos minutos.
Al contrastar los resultados obtenidos con los de Rodríguez Louro (2009) (con base en un cuestionario), se llega a la conclusión de que los contextos hodiernales y de pasado reciente favorecen el uso del PPC en la variedad santiagueña (59,3% [367/619]) mientras que el español rioplatense prefiere el PPS (88,7% [649/732]) (Rodríguez Louro/Kempas 2010). En la Tabla 3 se presenta parte de los resultados, los relacionados con determinados complementos adverbiales de tiempo. En los casos ilustrados, el predicado aparece en indicativo. Para los ejemplos utilizados, ver el apartado 2.
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TAblA 3 Frecuencias del PPC hodiernal por complemento adverbial de tiempo en el español de Santiago del Estero
PPS PPC Total (293)
hace dos minutos Caso 1 Caso 2 33 22 (58,9) (40,7) 23 32 (41,1) (59,3) 56
54
hace dos horas
esta mañana 22 (46,8) 25 (53,2)
Caso 1 12 (27,9) 31 (72,1)
hoy Caso 2 10 (31,3) 22 (68,8)
Caso 3 18 (46,2) 21 (53,8)
6 (27,3) 16 (72,7) 22
47
43
32
39
A estas alturas, puede plantearse a qué se debe la diferencia de frecuencias entre los contextos prehodiernales (22,7%) y hodiernales (59%) en Santiago del Estero. Aunque a primera vista sería lógico atribuirla a las diferencias temporales (la distancia entre el evento y el momento de la enunciación), aquí preferimos explicarla con base en la antedicha polarización entre hablantes, que se adhieren a una u otra norma. El cuestionario usado en la nueva prueba (Kempas 2008a, 2009) contenía una única oración con un complemento adverbial de tiempo prehodiernal, a saber: anoche. El PPC aparece con anoche en el 47,3% de los casos, y su frecuencia es inferior al promedio (60,7%) de los complementos adverbiales de tiempo hodiernales y los demás casos (pasado inmediato) incluidos en la prueba. Como habíamos reconocido la susodicha polarización en los resultados de la prueba de evocación anterior en Kempas (2006), realizamos un análisis estadístico, la prueba de chi-cuadrado, a las respuestas de los mismos informantes a una oración con el complemento adverbial de tiempo hace dos minutos (8b) y a la que incluía anoche. Los resultados de la prueba demuestran una total correlación (p = 0,000) entre el uso de uno u otro tiempo en ambas oraciones (χ2 = 19,383; número de grados de libertad = 1). Esto confirma, por tanto, que los hablantes tienden a utilizar de forma consecuente un mismo tiempo verbal. Por ello, no nos atrevemos a concluir que, en Santiago del Estero, el uso del PPC de valor Aoristo sea más frecuente en los contextos hodiernales que en los contextos prehodiernales, sino que atribuimos la diferencia registrada a una mayor presencia de aquellos que favorecen la norma rioplatense en la primera prueba. En esta, el 47,6% de los informantes no utilizan el PPC de indicativo ninguna vez, mientras que en la segunda prueba su proporción es del 15,3%. Por otra parte, Rodríguez Louro y Jara Yupanqui (2011) han registrado el uso del PPC en contextos hodiernales en el español peruano hablado en Lima (donde tanto el PPC como el PPS expresan actividades llevadas a cabo en el hoy de la interacción). Este resultado merece tenerse en cuenta en futuros estudios sobre la variedad santiagueña.
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Completamos nuestro estudio con el análisis de seis cuentos escritos por autores santiagueños (cf. apartado 2), donde se registraron todas las ocurrencias (N = 193) de ambos tiempos que aparecen en diálogos o narrativas personales (en primera persona de singular). Aunque un cuento escrito difiere de un acto de habla real, su lenguaje tiene en este caso como finalidad parecerle al lector tan auténtico como sea posible para ser creíble. Dahl (1984) señala la existencia de lenguas donde, en contextos narrativos, se utilizan tiempos específicos, sobre la base de lo cual puede plantearse si la narrativa es una categoría discursiva aparte, distinta del lenguaje conversacional, incluso en el área del uso de tiempos verbales. Como ejemplo cabe mencionar la tendencia, observada en varios idiomas, de utilizar el tiempo presente en narrativas en ciertas condiciones (Wolfson 1982). No obstante, no creemos que este problema concierna nuestro material, que deliberativamente tiende a un lenguaje muy conversacional –cf. ejemplos (9)-(11). Además de calcular las frecuencias de estos tiempos, los examinamos caso por caso desde el punto de vista de su aspectualidad, apuntando si el PPS o el PPC expresa el aspecto Perfecto o Aoristo. Para expresar el valor Aoristo, el PPS resulta el tiempo predominante, usado el 70,8% de las veces. (9) a. ¿Qué dijiste? –se preocupó Carlos (“Tenemos que hablar”, p. 3) b. Me lo dejaron el hijo (“Aunque sea por un año”, [s. p.]).
Además, es el único tiempo de valor Aoristo en dos de los seis cuentos (Quenel: “La creciente”; Zurita: “Tenemos que hablar”). Por lo tanto, la misma tendencia a la polarización en el seguimiento de normas (del noroeste frente a la nacional) que se da en las respuestas de los hablantes aparece también en los diálogos de los cuentos regionales. No obstante, aunque mucho menos frecuente (12,2% de los tiempos de valor Aoristo), el PPC de valor Aoristo aparece en el material: (10) a. Pero yo jamás he llegado a sospechar que mi hijo era culpable del robo no… ¡qué esperanza! Y me iba a hacer cortar la mano que no era él (“El padre”, [s. p.]) (Este ejemplo se refiere a un evento terminado en el pasado, lo que queda también patente por el empleo del PPS en las demás oraciones: la situación entera se presenta como anterior al momento de la enunciación.) b. ¡Debe ser muy grande porque ha gritao muy fuerte! (“Los terrones”, [s. p.]). (Este ejemplo se refiere a un evento terminado, al grito de una persona al caerse de un árbol grande.)
El análisis de los cuentos confirma también la presencia del PPC de valor Perfecto en la variedad santiagueña: aparece en el 68,9% de la totalidad de las ocurrencias del PPC:
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Ilpo Kempas
(11) a. Si quieres quedáte vos; yo tengo que ir a dejar el caballo. Ya he demorado muy mucho (“Los terrones”, [s. p..]; Perfecto continuativo). b. ocurre que han surgido evidencias en el caso de la falsificación de dinero (“Dinero de otro mundo”, [s. p.]: Perfecto resultativo). c. –¡Es mi tata, ya lo ha volteao! (“Los terrones”, [s. p.]; Perfecto resultativo). d. He leído varios libros de sus aventuras. Me gustó, especialmente, A Study in Scarlet (“Dinero de otro mundo”, [s. p.]; Perfecto experiencial).
Este resultado está en línea con el sondeo realizado entre informantes santiagueños –cf. ejemplo (6). 4. Discusión y conclusiones Hemos visto el carácter particular del uso del PPC en la variedad santiagueña, representativa del noroeste del país, en el seno del español argentino. La variedad en cuestión contrasta no solo con la norma rioplatense sino también con la española peninsular, caracterizada por su preferencia por el PPC. En contextos prehodiernales, la diferencia entre Santiago del Estero y España es demostrada por Kempas (2006). En lo que respecta a los contextos hodiernales, una comparación con las respuestas españolas en su conjunto no es del todo relevante debido a la gran variación que existe entre las zonas peninsulares (Kempas 2008b). No obstante, los resultados de Santiago del Estero pueden contrastarse con los de Kempas (2008b) por zonas. Los resultados presentados en la Tabla 3 sitúan a Santiago en el mismo nivel con Tolosa, Cataluña, valencia, las zonas españolas con las mayores frecuencias del PPC. De la Tabla 3 se desprende, además, que con excepción de un caso donde la frecuencia del PPC es del 41,1%, en los restantes seis resulta más frecuente que el PPS. Sin embargo, la situación de Santiago del Estero difiere de la de España en cuanto a que presenta una polarización: algunos hablantes siguen la norma regional, otros la rioplatense –que no comparte el frecuente uso del PPC–. Ambos grupos tienden a hacerlo de forma consecuente, por lo que también la frecuencia del PPC puede llegar (casi) al 100% en algunos hablantes. Hemos visto (en el apartado 3) que sobre la base de nuestros resultados empíricos y mediante frecuencias de uso, Santiago del Estero y Buenos Aires se presentan como “polos opuestos” en el marco argentino (Rodríguez Louro/Kempas 2010). En Santiago se prefiere el PPC, en Buenos Aires el PPS, respectivamente. Aun así, como hemos notado antes, la preferencia por uno u otro tiempo no es tan exclusiva que no permita excepciones. En Santiago del Estero, se registra una fuerte influencia de la norma bonaerense en algunos hablantes y en Buenos Aires se utiliza el PPC de valor experiencial / pasado indefinido (cf. Rodríguez Louro 2009 y este volumen, sección III, cap. 3.
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Como nuestros datos de Santiago se basan en fuentes escritas (pruebas de evocación, cuentos literarios cuyos diálogos imitan el habla oral espontánea), puede plantearse si este enfoque condiciona las respuestas. La expresión escrita está fácilmente expuesta al efecto condicionante de la norma prescriptiva, por poco que sea, porque el acto de escribir novelas y libros conlleva más planificación previa de lo que ocurre al hablar, cuando la planificación es más o menos simultánea con la enunciación. Por ello, no descartamos la posibilidad de que la lengua hablada espontánea de Santiago del Estero presente frecuencias de uso aún más elevadas del PPC; es posible que, en las pruebas de evocación, algunos de los informantes cuyas respuestas escritas se corresponden con la norma bonaerense actúen de modo distinto al hablar. En efecto, Rodríguez Louro (2009) muestra un claro efecto del género o contexto de uso en cuanto a la elección del PPC en el español bonaerense (conversación espontánea versus cuestionario). En cuanto al origen del frecuente uso del PPC en Santiago del Estero y determinadas zonas andinas, lo atribuimos al proceso panrománico de gramaticalización del perfecto compuesto. No obstante, no excluimos la influencia indirecta de las lenguas indígenas (quechua, aimara). Hintz (2007: 27) opina que un cambio aspectual (Perfecto > Aoristo) semejante al ocurrido en algunas lenguas románicas estaría en curso en las lenguas indígenas de los Andes. En cambio, nos cuesta creer que los fenómenos andinos como el uso evidencial del pretérito pluscuamperfecto en, por ejemplo, el español de La Paz (Aikhenvald 2004: 114), explicable por un sustrato aimara, tengan nada que ver con el uso del PPC en las zonas andinas. Como dijimos en el apartado 1, las variables relacionadas con la elección del PPC por hablantes bilingües, citadas por Escobar (1997a, 1997b), son muy diversas (relevancia para el momento del habla, espacialidad, evidencialidad) como para tener como resultado directo un mayor uso del PPC. No obstante, sobre este punto, se observa una vinculación interesante entre los resultados presentados en la Tabla 2 (Santiago del Estero) y los de Howe (2006). Howe sugiere que, en la variedad peruana de Cuzco, el PPC se utiliza con distintos complementos adverbiales de tiempo independientemente de la distancia temporal entre el momento de la enunciación y el evento referido. En efecto, este es también el caso de nuestros resultados santiagueños recogidos en la Tabla 2. Para terminar, como cuestiones a discutir en futuros estudios cabe mencionar, en primer lugar, las frecuencias de uso de las diferentes lecturas del aspecto Perfecto (continuativa, resultativa, experiencial) en la variedad santiagueña. En segundo lugar, se puede plantear si los resultados obtenidos para Santiago del Estero son generalizables al noroeste argentino en su totalidad. Las distintas localidades del noroeste fueron pobladas desde distintas direcciones, lo que probablemente haya influido las condiciones sociolingüísticas imperantes. Además, hay que notar que, en la Argentina, el dominio lingüístico del quechua está limitado a
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la zona santiagueña, y no continúa ininterrumpidamente al norte de esta; empieza de nuevo junto a la frontera con Bolivia. En el apartado 3, mencionamos que Rodríguez Louro y Jara Yupanqui (2011) han registrado el uso del PPC en Perú en contextos hodiernales. En las pruebas de evocación, registramos una mayor frecuencia de uso del PPC en los contextos hodiernales que en los prehodiernales. Sería interesante examinar si los contextos hodiernales de hecho favorecen la aparición del PPC en Santiago, tal como ocurre también en el español peninsular. Un resultado positivo podría también verse como un apoyo a la hipótesis sobre el origen indígena del fenómeno en cuestión, sobre el cual tenemos dudas, pero que podemos acabar por aceptar si los estudios futuros apoyan esta postura. Como se desprende de la bibliografía, los últimos años han visto un notable aumento en la investigación sobre estas cuestiones. Para terminar, puede plantearse si las demás zonas donde se habla quechua y aimara (situadas en Perú y Bolivia, respectivamente) presentan resultados semejantes a los obtenidos en Santiago del Estero, dado que esta ciudad se encuentra aislada de los principales dominios lingüísticos de las lenguas indígenas.
Capítulo 3 LA REFERENCiA iNDEFiNiDA Y LA EXPRESióN DE PASADo EN EL ESPAñoL RioPLATENSE ARgENTiNo celeste rodríguez louro University of Western Australia
1. Introducción En este capítulo se estudian la expresión de pasado y la referencia indefinida en relación al uso del Pretérito Perfecto Simple (PPS) –ejemplo (1)– y el Pretérito Perfecto Compuesto (PPC) –ejemplo (2)– en el español rioplatense argentino contemporáneo1. Canónicamente, el PPS se utiliza para referirse a situaciones pasadas terminadas y que no tienen relación con el momento del habla en el presente. En (1), el vivir en Buenos Aires se presenta como una situación completa en el pasado (más específicamente, en el año 1995). Por otro lado, el PPC prototípico une una situación pasada con el momento del habla, ya sea por la extensión de la misma hacia el presente –por ejemplo, el vivir en Buenos Aires en (2)– o por su relevancia con respecto al momento de la enunciación (Comrie 1976: 52; Bybee/Dahl 1989: 67), aunque la noción de relevancia es controvertida y por ende discutible (Fleischman 1983: 200; Binnick 1991: 99; Klein 1992: 531; Squartini/Bertinetto 2000: 414). (1) Juan vivió en Buenos Aires desde 1980 hasta 1995. (2) Juan ha vivido en Buenos Aires toda su vida.
En distintas lenguas, el (presente) perfecto se asocia con un número de valores semánticos, incluyendo la expresión de resultado, continuidad, relevancia presente,
Este trabajo se basa en la propuesta de vidal de Battini (1966) que divide las regiones dialectales argentinas en cinco zonas principales: “región litoral, región guaranítica, región noroeste, región cuyo y región central”. La variedad conocida como “español bonaerense”, “español porteño” o “español litoral” se denomina aquí “español rioplatense” y se refiere exclusivamente a la variedad hablada en la Argentina (es decir, no incluye el español rioplatense uruguayo). Para una perspectiva diacrónica del uso del PPS y PPC en el español rioplatense argentino, ver Rodríguez Louro (2012). 1
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Celeste Rodríguez Louro
experiencia, noticias recientes y pasado perfectivo o terminado (Comrie 1976)2. Estos valores se ejemplifican en (3) a (8) a continuación3. Las instancias de PPS y PPC aparecen en negrita y los adverbios temporales (y otras formas relevantes al tema en cuestión) se subrayan en los diferentes ejemplos a lo largo del trabajo. Resultativo (3) Porque es algo que se ha creado aquí. (SLi08Mg65)4 Continuativo (4) Siempre hemos tenido una buena relación. (SLi08MC60) Pasado reciente (5) ¿Lo que hemos comido ahora? (SLi07FJ13) Experiencia (6) He vivido tantas cosas difíciles. (FW08F115) Noticias recientes (7) Queríamos avisarles que hemos sido abuelos. (FW08M38) Pasado perfectivo (8) Uno de veintiocho años que ya ha cumplido en diciembre. (SLi07MQ55)
En este capítulo se siguen las convenciones adoptadas por Bybee et al. (1994) y se utilizan letras minúsculas para nombrar la forma utilizada en distintas lenguas (presente perfecto, perfecto) y mayúsculas para señalar la forma que corresponde al castellano o español (Pretérito Perfecto Compuesto). 3 Los ejemplos (3) a (15) han sido tomados de los datos naturalísticos recogidos por la autora en Argentina entre 2006 y 2009 (Rodríguez Louro 2009: cap. 4). La determinación de los diferentes valores semánticos del PPC es compleja, como lo explican Schwenter y Torres Cacoullos (2008) quienes señalan que “la atribución [de una cierta motivación] a los hablantes puede ser consecuencia de la postura teórica adoptada” (nuestra traducción). Para evitar estas dificultades, Rodríguez Louro (2007, 2009) calcula un índice de confiabilidad (Cohen Kappa) entre tres codificadores y analiza sus ejemplos de PPC de acuerdo con los resultados de dicha medida estadística. 4 Para los datos recogidos por la autora (se hace uso de datos extraídos de películas más adelante; ver apartado 3), las primeras abreviaciones entre paréntesis al final de los ejemplos indican la procedencia de los datos dentro del corpus de la autora (CC: conversación casual; SLi/Si: entrevista sociolingüística; FW: notas de campo; BCN: datos de Barcelona), el sexo del participante (F: femenino; M: masculino) y el código de identificación asignado en el protocolo de organización de los datos (letra y número). Cabe anotar que todos los nombres incluidos en los ejemplos son seudónimos. 2
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El PPC se encuentra relacionado con el PPS tanto históricamente (Penny 2000: 142) como en cuanto a la variación que existe entre estos dos tiempos verbales, como se ilustra en (9) donde el hablante se detiene y reformula su afirmación “mi hermana que ya ha estado” utilizando el PPS “estuvo”5. Esta variación permite entender al PPC y el PPS como formas que comparten espacios funcionales similares, de acuerdo con el principio de “complementariedad débil” (weak complementarity) propuesto por Sankoff y Thibault (1981). De hecho, el contraste semántico entre el PPC y el PPS – en especial en cuanto a la “definitud temporal” (temporal definiteness) – es clave en la descripción de los usos innovadores del PPC rioplatense argentino, tal como se indica más adelante. (9) Sí, bueno, amigos, tengo amigos en España, tengo primos en España, tengo mi hermana que ha estado ya…en EEUU estuvo 5 veces, estuvo en Europa, ahora se va a Nueva Zelanda. (SLi08MP23)
En el español rioplatense argentino, los usos descritos en (3) a (8) ocurren con mayor frecuencia en presencia del PPS (vidal de Battini 1966; Donni de Mirande 1967; Martorell de Laconi 2000b; Burgos 2004; Rodríguez Louro 2009), ilustrado en los ejemplos (10) a (15). Nótese que el hablante del ejemplo (11) continúa viviendo en Buenos Aires en el momento de la enunciación. Resultativo (10) Me quedaron grabadas muchísimas anécdotas. (SLi07MJ51) Continuativo (11) Siempre viví en Buenos Aires, desde que nací. (SLi07Fg45) Pasado reciente (12) Algo muy importante que ahora me vino a la mente. (Si07FA160) Experiencia (13) Yo me ví superado en alguna situación. (SLi08Mg65) Noticias recientes (14) Hablé con el contador y Cristina me dijo que contemos con ella. (CC07FA24) Pasado perfectivo (15) Leo trajo ayer dos baldes de moras. (CC06Fg6)
El PPC en español también muestra variación con el Presente Simple en ciertos espacios funcionales (por ejemplo, en contextos continuativos) (Howe/Rodríguez Louro 2013). 5
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El desarrollo diacrónico del perfecto, desde la expresión de resultado hasta la codificación de pasado perfectivo es un proceso de gramaticalización notado en diversas lenguas, incluidas el español, el francés y el italiano. La Tabla 1 muestra el desarrollo del perfecto en las lenguas romances a través del tiempo. Nótese que cada etapa corresponde a los contextos de resultado, continuidad, pasado reciente, experiencia y pasado perfectivo mencionados anteriormente. TAblA 1 Evolución de los tiempos de pasado en las lenguas romances (Adaptado de Fleischman 1983: 195; Engel & Ritz 2000: 125) Etapa 1
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Pretérito
(Presente) perfecto uso actual Estados presentes que Todas las funciones resultan de situaciones calabrés, siciliano pasadas pasadas Situaciones durativas e portugués, algunas varieCasi todas las situacio- iterativas que se extien- dades de español latinones pasadas den hasta el momento americano (por ejemplo, presente español mexicano) Situaciones perfectivas Situaciones pasadas catalán, español peninsin relevancia con el con relevancia en el sular presente presente Utilizado solo en registro Todas las situaciones francés, italiano del formal; lenguaje escrito pasadas norte
El español presenta una situación especialmente interesante. En Madrid y valencia el PPC es de uso extendido (Howe 2006) y ocurre con frecuencia en contextos hodiernales (o sea, dentro del mismo día) (Schwenter 1994). Por otro lado, el español hablado en Latinoamérica favorece el PPC en menor medida (Westmoreland 1988; De Kock 1991; Penny 2000; Schwenter/Torres Cacoullos 2008), aunque estos usos del PPC evidencian diferentes patrones de cambio semántico y pragmático tanto en comparación con el español peninsular (Howe 2006, 2009) como dentro de distintas zonas latinoamericanas (ver, por ejemplo, Rodríguez Louro/Jara Yupanqui 2011 para una discusión del uso del PPC en el español limeño peruano y rioplatense argentino). Para ilustrar, la diferencia entre el español peninsular (en este caso, de Barcelona) y el rioplatense argentino es clara en contextos narrativos hodiernales, donde el español peninsular prefiere el PPC –ejemplo (16)– y el rioplatense argentino, el PPS –ejemplo (17)–(Howe/Rodríguez Louro 2013). Nótese que el ejemplo (17) proviene del habla de una hablante argentina residente en Barcelona.
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(16) Bueno, esta mañana estaba durmiendo en mi cama tranquilamente cuando a las 7 y media más o menos me ha empezado a sonar el móvil, pensaba que era el despertador y resulta que era una alarma que me puse ahí a la 1 y cuarto de la tarde pero que no sé por qué ha sonado a las 7 de la mañana. (BCN08FA) (17) Bueno, habíamos puesto el despertador a las 8 porque queríamos hacer la homework, nunca nos levantamo(s). La tuve que despertar a ella porque es peor que yo, “levantate, levantate, levantate” como 5 veces, así que… yo tipo 9 salí de la cama, nada, me lavé los dientes, me lavé la cara, me desperté fácil […] nada, desayunamos, vinimos para acá, y nada, y eso y empezamos la clase. Hoy no tuvimos corte pero a mi se me pasó más rápido. Porque hubo como más actividad. Y después te esperé a vos y acá estamos. (BCN08FJ)
El uso exclusivo del PPS en contextos narrativos en el español rioplatense argentino indica que, en esta variedad, el PPC no se encuentra transitando el camino de gramaticalización de perfecto a perfectivo ilustrado en la Tabla 1. De hecho, Lindstedt sugiere que “cuando un presente perfecto puede utilizarse como un tiempo verbal narrativo este ha dejado ya de ser un perfecto” (Lindstedt 2000: 371; nuestra traducción), pero este no es el caso en el español rioplatense argentino. Aquí se sugiere que, a pesar de que el cambio notado en el uso del PPC argentino en el Río de la Plata no evidencia gramaticalización de perfecto a perfectivo en sentido estricto, existe un cambio semántico importante que diferencia al español rioplatense argentino de otras variedades hispanas latinoamericanas y peninsulares (ver apartados 4 y 5). Más allá de los contextos hodiernales, Squartini y Bertinetto (2000: 413) explican que en el español de Buenos Aires (denominado “español rioplatense” o “rioplatense argentino” en el presente trabajo), el PPC se refiere a situaciones durativas o iterativas que incluyen el momento del habla. De forma similar, Kubarth (1992) analiza entrevistas con un grupo de hablantes porteños y concluye que todas las situaciones pasadas y terminadas se expresan mediante el PPS y que el uso del PPC se restringe a acciones que continúan hasta el momento del habla –es decir, usos continuativos, como en (4) y (11) más arriba–. En general, las investigaciones indican semejanzas entre el español rioplatense argentino y el español mexicano en cuanto al uso del PPC en contextos resultativos y continuativos (Howe 2006: 76). o sea que tiende a asumirse que –de manera similar al español mexicano– el PPC argentino se utiliza cuando la situación se extiende para incluir el momento presente, rasgo fundamental del valor aspectual continuativo (Martínez Atienza 2008: 226). Sin embargo, Rodríguez Louro (2009, 2010) muestra que el PPC rioplatense argentino se utiliza frecuentemente en el habla espontánea en contextos en los que la relación de la situación pasada con el momento presente es tenue o
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inexistente y, en algunos casos, la perífrasis –subrayada en los ejemplos (18) y (19) a continuación– aparece para establecer la conexión con el momento del habla6. (18) Este mes ha sido y sigue siendo agitado. (FW08F105) (19) Lo he vivido y lo sigo viviendo a diario. (FW09F125)
El estudio de datos naturales recogidos en la Argentina entre 2006 y 2009 y de los provenientes de otras fuentes como películas actuales y presentado en este capítulo indica que, además de la tenue relación entre la situación pasada y el momento del habla del PPC argentino, esta forma se utiliza especialmente en registros informales para expresar experiencia y pasado indefinido –ejemplo (20)–. Dicho uso es especial en la zona rioplatense ya que el noroeste del país utiliza PPC con frecuencia y de forma similar a otras variedades andinas (Donni de Mirande 1992; granda 2003; Kempas 2008a)7. No obstante esta diferencia dentro de la Argentina, Henderson (2008, 2010) también observa usos del PPC en contextos de experiencia y referencia indefinida en Chile, Paraguay y Uruguay. (20) Me recuerda a muchos lugares que conozco por los que he viajado. (FW08F129)
El presente capítulo está organizado de la siguiente manera. En el apartado 2 se discute la noción de referencia indefinida y los valores de experiencia en relación con los tiempos verbales, prestando especial atención al presente perfecto y el pretérito a través de las lenguas. En el apartado 3 se presenta la metodología utilizada en este estudio para luego analizar los datos relevantes en el apartado 4. La discusión y conclusiones presentadas en el apartado 5 destacan la importancia de los estudios dialectales en la investigación del cambio lingüístico. 6 En términos sociolingüísticos, Rodríguez Louro (2009) muestra una división entre el uso del PPC en contextos orales naturales (conversación casual y entrevista sociolingüística) y situaciones controladas como un cuestionario. De hecho, parece existir en la zona rioplatense un uso del PPC que cambia según lo hace el registro. Específicamente, mientras que los contextos formales (por ejemplo, artículos en diarios y revistas) mantienen un uso del PPC que expresa significados mas allá de la experiencia y la referencia indefinida, el registro oral presenta un uso elevado del PPC para referirse a situaciones genéricas e indefinidas. Rodríguez Louro (2009) explica que esta división sugiere un cambio importante en el español rioplatense argentino. El cambio no afecta solo al PPC sino que va de la mano con el amplio uso del PPS (junto con adverbios temporales definidos) para cumplir una serie de funciones que otros dialectos del español (y demás lenguas) asignan al presente perfecto. 7 ver el trabajo de Kempas sobre el uso del PPC en el español de Santiago del Estero en el presente volumen (sección iii, capítulo 2).
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2. La referencia indefinida y el perfecto de experiencia Como agregado a las funciones de resultado, continuidad, relevancia presente y noticias recientes descritas en el aparado 1, el perfecto también se utiliza para referirse a situaciones pasadas e indefinidas, explotando de esta forma uno de sus potenciales semánticos (Rodríguez Louro/Howe 2010). La referencia indefinida expresada por el perfecto permite situar una situación particular en un momento pasado no específico. De hecho, el perfecto de experiencia incluye este tipo de referencia indefinida, utilizándose para referirse a situaciones que han sucedido aunque sea una vez en un momento no definido (Comrie 1976: 58; Dahl 1985: 143). El perfecto de experiencia suele caracterizarse como una forma principalmente temporal (en lugar de aspectual). La temporalidad de esta forma radica en que la conexión entre el momento pasado y el momento del habla, presente en otros tipos de perfecto (por ejemplo, el perfecto resultativo), no es necesaria con el perfecto de experiencia (Mittwoch 1988: 210). Quizás una de las características más importantes del perfecto de experiencia es su aparición con predicados de cualquier tipo de Aktionsart o valor aspectual (iatridou et al. 2001: 191), como se muestra con base en ejemplos del corpus en el apartado 4. Canónicamente, el perfecto de experiencia también se caracteriza por su subjetividad y relación con diferentes adverbios temporales. En cuanto a la subjetividad, el perfecto de experiencia suele utilizarse para referirse a experiencias personales subjetivas, por lo que el agente tiende a ser animado (Bybee et al. 1994: 62). De hecho, los predicados que incluyen un perfecto de experiencia pueden ser expresados como “Yo he tenido la experiencia de hacer X” (iatridou et al. 2001: 191; nuestra traducción). Este tipo de perfecto también suele ocurrir con frecuencia en contextos interrogativos y negativos (Dahl 1985: 141 y 143), por ejemplo, en la pregunta “¿Has estado alguna vez en Europa?”. En cuanto a la modificación por parte de adverbios temporales, el perfecto de experiencia tradicional suele ocurrir acompañado de adverbios de frecuencia como nunca, alguna vez, etc., y con modificadores verbales que contribuyan a resaltar su referencia no específica, como ocurre con el pasado indefinido (Lindstedt 2000: 370, 2006: 271). La ausencia de adverbios temporales definidos (como ayer, esta mañana, etc.), la presencia de objetos en plural, de nombres colectivos indefinidos (gente) y de cuantificadores (un montón) son características propias del perfecto de experiencia (Comrie 1976: 58; Dahl 1985: 143; Bybee et al. 1994: 62; Mittwoch 2008: 326). A pesar de que los usos que se discuten en detalle en el apartado 4 tienen relación con las características propias del perfecto de experiencia canónico (por ejemplo, la presencia de adverbios de frecuencia), el PPC rioplatense
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argentino se da en contextos que van más allá de la mera expresión de experiencia subjetiva (por ejemplo, esta forma ocurre con sujetos de tercera persona, es casi nulo en contextos interrogativos y tiende a aparecer sin modificación adverbial alguna). Esta tendencia en el uso del PPC en Argentina indica que –como lo sugiere Rodríguez Louro (2009)– el PPC rioplatense argentino se asemeja a las formas experienciales (experiential grams) (Dahl 1985; Bybee et al. 1994) utilizadas en diversas lenguas y codificadas mediante distintos morfemas, como por ejemplo el sufijo -guo en chino mandarín (iljic 1990). Estas formas experienciales se caracterizan por: 1) prestar atención a la ocurrencia de una situación pasada en lugar de los resultados de dicha situación en el momento del habla; 2) favorecer la referencia genérica, en lugar de la de caso (ver Dahl/Hedin 2000); 3) resaltar la ocurrencia del hecho mismo, en lugar de la experiencia que un sujeto tenga de ese hecho (Kim 1998: 163); 4) ser expresadas mediante construcciones nominales indefinidas, ausencia de adverbios temporales definidos (por ejemplo, a las 5) y ausencia de información específica en cuanto al agente/experimentador/resultado involucrado en la situación en cuestión. La noción global de referencia (in)definida es de particular importancia en lo que a la distinción entre el pretérito o pasado simple y el presente perfecto se refiere. La diferencia entre la referencia definida y la indefinida es entendida por Dahl y Hedin (2000: 386-389) en términos de lo que ellos llaman “referencia de caso” (token reference) y “referencia genérica” (type reference)8. Basándonos en algunos ejemplos del español, la propuesta de Dahl y Hedin (2000) sugiere que mientras el PPS (por ejemplo, “Juan guiñó el ojo”) se refiere en forma específica a la cantidad de veces que Juan guiñó el ojo (en este caso, una vez), el PPC (“Juan ha guiñado el ojo”) hace referencia a una o más instancias del evento de “guiñar el ojo” durante un período de tiempo dado. De la misma forma, Leech (2004: 63) explica que una de las funciones del Present Perfect inglés es señalar pasado indefinido. Leech sugiere que dentro de este uso el Present Perfect no se refiere a un punto temporal específico y que para anclar una determinada situación pasada se debe recurrir al Simple Past. Es así que dentro del dominio verbal nos encontramos con una oposición entre la referencia indefinida –expresada por el presente perfecto– y la referencia definida y puntual –codificada mediante el pretérito o pasado simple. Como lo argumentara Henderson (2008: 4), la noción de definitud y su relación con la referencia temporal indefinida es comparable con lo que ocurre a nivel nominal. Por ejemplo, Langacker (1987) explica que una instancia deter8
Traducción basada en el trabajo de Henderson (2010).
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minada (el gato) en lugar de un tipo de instancia (un gato) tiene una ubicación particular en el dominio de la referencia. La referencia genérica o de tipo se entiende –sostiene Langacker– como potencialmente realizable dentro de cualquier parte en un dominio determinado. Como se muestra en el apartado 4, estas distinciones son importantes a la hora de determinar los usos del PPC y el PPS en el español rioplatense argentino. Como conclusión –y reiterando lo expresado en el apartado 1–, el español rioplatense argentino se distingue de otros dialectos hispanos en cuanto a que: a) la relación de la situación pasada con el momento presente expresada mediante el PPC es tenue o inexistente en contextos continuativos –ejemplos (18) y (19)– (Rodríguez Louro 2009, 2010); b) el PPS es de uso extendido en contextos en los que otros dialectos prefieren el PPC –ejemplos (10)-(15); y c) el PPC aparece en la interacción oral informal –como uso vernáculo– para indicar experiencia pasada y referencia indefinida. Este último punto se retoma en el apartado 4, donde se analizan una serie de datos basados en diálogos informales y entrevistas sociolingüísticas. 3. Metodología La mayor parte de los datos utilizados en este estudio proviene de un corpus de conversaciones espontáneas y entrevistas sociolingüísticas labovianas recogidas por la autora entre 2006 y 2008 (Rodríguez Louro 2009: cap. 4). El análisis también se vale de ejemplos derivados de diálogos ficticios (diálogos en películas recientes) anotados por la autora en 2009 y 2010. Todos los datos son representativos del español rioplatense argentino usado por hablantes de clase media de varias edades en tiempos contemporáneos. El corpus de conversaciones espontáneas y entrevistas sociolingüísticas incluye 11 horas de interacción oral entre parejas y grupos de tres personas en Buenos Aires y Mar del Plata y cerca de cuarenta horas de entrevistas sociolingüísticas con un total de 123 participantes (77 mujeres y 46 hombres de 17 a 77 años y de educación secundaria, terciaria y universitaria). Las conversaciones se obtuvieron con el consentimiento previo de los participantes, a quienes se les pidió que interactuaran de forma natural durante aproximadamente 20 minutos. La entrevista sociolingüística fue diseñada siguiendo lo propuesto por Labov (2001b). La primera parte incluía preguntas sobre la vida personal del entrevistado: su familia y amigos, su educación, sus actividades recientes, experiencias con extranjeros y emigrantes; mientras que la segunda parte intentaba obtener opiniones respecto del uso de la lengua en la Argentina (cf. el trabajo de Rodríguez Louro sobre actitudes en este volumen, sección iv, cap. 6). Es importante
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Celeste Rodríguez Louro
notar que en todo momento se evitó condicionar la respuesta de los hablantes; para esto, en las entrevistas sociolingüísticas la entrevistadora no utilizó ni el PPC ni el PPS en sus preguntas9. 4. Análisis de los datos Como se explicara en el apartado 2, el PPC de experiencia y el pasado indefinido se asemejan en tanto que la situación pasada se localiza temporalmente de manera no específica. De hecho, una de las características más notables del PPC de experiencia incluye la presencia de objetos plurales, los nombres colectivos indefinidos y los cuantificadores, como se muestra en los ejemplos (21) a (23) provenientes del corpus (los elementos lingüísticos relevantes aparecen subrayados y en negrita). Objetos plurales (21) He visto embarazadas en los cursos de pre-parto. (FW08F28) Nombres colectivos indefinidos (22) gente que no ha tenido suerte. (FW08F113) Cuantificadores (23) Yo he ido a tu casa montones de veces. (FW08M62)
En cuanto a la subjetividad, como se indicara más arriba, el PPC de experiencia suele ocurrir con sujetos animados, particularmente cuando estos elementos aparecen en la primera persona del singular yo –ejemplo (23)–. En el corpus analizado en este trabajo, el PPC aparece en presencia de yo con frecuencia (40% [64/160]) y con la primera persona plural nosotros en menor medida (12% [19/160]) –ejemplo (24)–. Esto es, el PPC rioplatense argentino tiende a ocurrir con sujetos de primera persona, tanto singular como plural, con una frecuencia relativa de 52% (83/160). El resto de las instancias del PPC se da con diversos sujetos gramaticales, entre los cuales la tercera persona (singular y plural) tiene
El corpus original de charlas espontáneas y entrevistas sociolingüísticas intentaba establecer el uso del PPC y PPS en registros informales para luego compararlo con usos menos naturalísticos a través de un cuestionario y con datos históricos extraídos de diarios y revistas publicados en los siglos xix, xx y xxi (Rodríguez Louro 2009: caps. 5 y 6). Aunque los usos del PPC rioplatense argentino muestran cambios importantes a través de los diferentes registros y momentos históricos, las limitaciones de espacio solo nos permiten ahondar en los usos del PPC y PPS derivados de la interacción en contextos contemporáneos e informales. 9
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una presencia importante (30% [48/160]) –ejemplos (25) y (26)–. Nótese que en (25) y (26) el PPC se refiere a la experiencia de terceras personas (“gente” y “Sandra y María Elena”), lo que muestra que el PPC argentino no se encuentra limitado a la primera persona, como es común con el perfecto de experiencia canónico (ver apartado 2 más arriba); y también que la entrevista sociolingüística puede haber de alguna forma motivado el uso de la primera persona en las respuestas a las diversas preguntas. (24) Creo que nosotros lo hemos hablado porque estamos en eso. (FW08F100) (25) gente que a través del oficio ha descubierto un lenguaje. (CC0702) (26) Sandra y María Elena se han ido a Buenos Aires juntas. (FW08M111)
Como señalado en el aparado 2, el perfecto de experiencia canónico suele ocurrir con frecuencia en contextos interrogativos. Sin embargo, en el corpus, el PPC aparece solamente el 3% (5/160) de las veces en preguntas. Cabe advertir que cuatro de las cinco preguntas son absolutas –ejemplo (27)–, mientras que solo una de ellas es pronominal –ejemplo (28). (27) ¿vos has ido a [nombre de restaurante]? (FW08F19) (28) ¿Tu día cómo ha sido, María Fernanda? (CC0705)
En relación con los contextos interrogativos y el uso de las oraciones experimentales en chino, japonés y coreano, Kim (1998: 197) explica que las preguntas pronominales suelen requerir información que incluye referencia específica (importante en este caso en cuanto al intervalo temporal) y, por lo tanto, el uso de formas indefinidas no es apropiado en estos contextos. Los datos aquí analizados muestran lo mismo: la aparición del PPC rioplatense argentino en preguntas pronominales que requieren información que incluya una referencia temporal específica no es viable, dado que esta forma se utiliza con frecuencia para referirse a situaciones pasadas no específicas e indefinidas. En cuanto a la presencia de adverbios temporales como nunca y alguna vez –que prototípicamente suelen acompañar al perfecto de experiencia (Comrie 1976)–, en el español rioplatense argentino estas formas son frecuentes con el PPS (cf. Rodríguez Louro 2009, 2010) –ejemplo (29)–. De hecho, el PPC ocurre en el corpus el 74% (119/160) de las veces sin ningún tipo de modificación adverbial, haciendo patente el carácter indefinido de la situación en cuestión –ejemplo (30).
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Celeste Rodríguez Louro
(29) Tuve la oportunidad de viajar algunas veces. (SLi08MJ51) (30) A mí hay profesores que me han fomentado, digamos, el hablar bien y también en mi casa. (Si07FF24)
Como se señalara en el apartado 1, los estudios previos sobre el español latinoamericano indican que el PPC se encuentra en una etapa anterior en el proceso de gramaticalización de perfecto a perfectivo, apareciendo principalmente en contextos continuativos (Harris 1982: 50; Fleischman 1983: 196; Schwenter 1994: 79; Squartini/Bertinetto 2000: 413), de forma similar al español mexicano. Sin embargo, basándose en los resultados obtenidos mediante la comparación de los pesos relativos de diferentes factores significativos en el análisis multivariacional, Rodríguez Louro (2009: cap. 7) muestra que, paralelamente con el español peninsular y en contraposición al español mexicano, el PPC rioplatense argentino no está sujeto a restricciones aspectuales. Además de los contextos lingüísticos presentados anteriormente que favorecen la creación de un significado indefinido y en los que es común encontrar el uso del PPC en el español rioplatense argentino, algunos ejemplos de nuestro corpus muestran que –pragmáticamente– el PPC rioplatense argentino funciona como una forma capaz de transmitir significados faltos de especificidad, mientras que el PPS expresa definitud y especificidad –ver ejemplo (9) más arriba–. De esta forma, y en parte gracias a la configuración lingüística de los elementos que rodean el PPC, la implicatura conversacional que se asocia con el uso del PPC rioplatense argentino tiende a incluir nociones de vaguedad e indeterminación, como se muestra en los ejemplos (31) y (32) a continuación. (31) Yo te he atendido a vos. Te atendí. (FW08F15) (32) S: ¿Estuviste extremadamente mal? C: Sí, he estado alguna vez. S: ¿Te ha costado crecer, Caro? C: Ahora me sigue costando… S: Ya tenés 27… C: …y sigo creciendo, ¿Qué te pasa? ¿No me ves?, de alto o de ancho, pero bueno. (CC0702)
En el ejemplo (31), recogido en un salón de belleza, la hablante reconoce la cara de la cliente y comenta “Yo te he atendido” mientras intenta recordar el momento exacto de ese encuentro. En la segunda parte del ejemplo, “Te atendí”, la mujer termina por reconocer a la cliente y, a pesar de que no se ofrecen detalles específicos de una previa atención (por ejemplo, cuándo), el uso del PPS da
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a entender que la hablante se siente segura de haber atendido a la cliente en el pasado. Este cambio de actitud respecto de la situación expresada por el verbo se indica lingüísticamente mediante el paso del PPS al PPC. De forma similar, en (32) el hablante S formula la primera pregunta utilizando el PPS “estuviste”, a lo que su compañera responde con el PPC “he estado” dado que la respuesta señala que la mujer ha tenido varias experiencias tristes en su vida. La pregunta continúa con el PPC “ha costado”, a lo que la mujer responde con la perífrasis para establecer la conexión con el momento del habla. Este último uso confirma una vez más la propuesta de estudios previos que indican que el PPC rioplatense argentino presenta una relación sumamente tenue, o inexistente, con el aquí y ahora (cf. Rodríguez Louro 2009, 2010), de forma similar a lo que sucede con formas experienciales como el sufijo -guo en chino (iljic 1990: 306). A modo de ilustración, y paralelamente con lo expuesto en el párrafo anterior, el siguiente ejemplo tomado de la película Igualita a mí (2010, instituto Nacional de Cine y Artes visuales y Patagonik Film group) también muestra el uso del PPC para expresar pasado indefinido. En el diálogo que aparece en (33), Fredy (Adrián Suar) y Elena (Claudia Fontán) hablan sobre las experiencias afectivas de Fredy. Nótese el uso del PPS (“tuve”, “fue pasando”, “quise”) y la aparición del PPC (“he tenido”) hacia el final del primer turno conversacional de Fredy. Esta primera parte puede verse como una enumeración de experiencias definidas que tuvieron lugar en la vida del hablante (específicamente, el sentirse atraído a mujeres jóvenes aunque esto no fuera premeditado). El resto de la información –que se ofrece como oposición a “ojo” (forma coloquial similar a la conjunción adversativa “pero”)– es una forma de PPC que indica de manera indefinida y general que Fredy también ha tenido –en un momento no especificado temporalmente– relaciones con mujeres mayores de 40 (la edad de Elena). Esta falta de definición por parte de Fredy lleva a Elena a pedir información específica (“¿Con quién?”) –dejando de lado el PPC de acuerdo con la explicación de más arriba sobre las preguntas pronominales–, a lo que Fredy responde “He tenido…” antes de cambiar de tema. vemos aquí que el rol del PPC en este diálogo es el de introducir información no especifica, tanto con respecto a la ubicación temporal del hecho como a los participantes del mismo (la ausencia de frases adverbiales como “en 1997” y el uso de la frase nominal plural “mujeres” en lugar de un nombre propio u otra identificación específica como “Araceli” o “la mujer”). El PPC rioplatense argentino sirve entonces para proveer información que el hablante presenta como vaga e indefinida. En el caso de Fredy, se podría asumir que sus relaciones con mujeres de la edad de Elena fueron pocas o inexistentes y, en consecuencia, la referencia indefinida le permite introducir esa información de manera genérica, sin entrar en detalles.
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Celeste Rodríguez Louro
(33) Fredy: Siempre tuve piel con las pibas y entonces es algo que fue pasando, no lo quise buscar, pero –ojo– he tenido historias con mujeres de tu edad. Elena: ¿Con quién? Fredy: He tenido… Además vos no calificás porque tenés novio. (Igualita a mí, 2010)
El ejemplo (34) proveniente de nuestro corpus presenta una situación similar. La hablante se refiere genéricamente al haber hecho “linda cerámica” en un momento indefinido en el pasado, usando el PPC para dicha referencia. Cuando el discurso introduce una instancia específica que es parte de esta “linda cerámica” –es decir, “la última pieza que hice”– la hablante utiliza el PPS “hice”. (34) Yo he hecho linda cerámica […] linda para mí, ¿no? La última pieza que a vos decís que te gusta, la hice en este mismo taller. (CC07MS22)
Los usos ilustrados en (34), junto con los contextos lingüísticos señalados más arriba y los datos extraídos de interacciones espontáneas recogidas y analizadas en este trabajo, muestran que el PPC rioplatense argentino sirve para referirse a situaciones pasadas de manera indefinida, mientras que el PPS indica situaciones definidas y específicas en el pasado. 5. Discusión y conclusiones En este trabajo se sugiere que, a pesar de que el cambio notado en el uso del PPC argentino del Río de la Plata no evidencia gramaticalización de perfecto a perfectivo en sentido estricto (es decir, no se encuentran usos del PPC en secuencia narrativa o con adverbios temporales definidos como ayer), existe un cambio semántico importante mediante el cual el PPC rioplatense argentino aparece en contextos de experiencia y para expresar referencia indefinida, de forma similar a lo propuesto por Henderson (2010) para Uruguay, Paraguay y Chile. En resumen, se propone que el PPC rioplatense argentino tiende a: a. denotar eventos que ocurren más de una vez; b. tener referencia genérica, en lugar de referencia de caso; c. encontrarse en compañía de adverbios temporales indefinidos (alguna vez) o sin ningún tipo de adverbio temporal; d. aparecer con objetos plurales y nombres colectivos indefinidos; e. no aparecer en preguntas pronominales que requieren información específica. f. establecer una relación tenue o inexistente con el momento del habla.
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En cuanto a los motivos por los que el PPC rioplatense argentino muestra una evolución distinta al resto de las variedades hispanoamericanas, Rodríguez Louro (2009) sugiere que el matiz de pasado indefinido del PPC existe como reacción a la referencia de caso expresada por el PPS, de uso muy extendido en la zona rioplatense. La pregunta es, sin embargo, por qué el PPC rioplatense argentino no puede calificarse como un mero “perfecto de experiencia” (ver apartado 1). Cabe recordar que, canónicamente, el perfecto de experiencia tiende a ocurrir con sujetos de primera persona y en preguntas. No obstante, en el español rioplatense argentino el PPC se da con sujetos de diversas personas gramaticales y es casi nulo en contextos interrogativos. La noción de referencia indefinida permite incluir casos que el presente perfecto de experiencia prototípico (a la Comrie) no podría explicar, como usos del PPC con sujetos de tercera persona, ausencia del PPC en preguntas pronominales que suelen requerir respuestas ancladas en un intervalo temporal específico y preferencia por el PPC en ausencia de adverbios de tiempo. En este trabajo se ofrece evidencia preliminar sobre la diferencia entre el perfecto de experiencia y las formas experienciales en general. Con todo, un tratamiento profundo es necesario para entender de qué forma estas dos categorías lingüísticas se relacionan y hasta qué punto una integra la otra. De hecho, la presencia de adverbios de tiempo favorece el PPS (Rodríguez Louro 2009, 2010), indicando que el español rioplatense argentino presenta dos evoluciones relacionadas: por un lado, referencia de caso con el PPS y adverbios de tiempo definidos y, por el otro, referencia genérica con el PPC y con adverbios de tiempo indefinidos o sin adverbios de tiempo. La oposición entre el PPC y el PPS rioplatense argentino no se basa entonces en la noción de “distancia temporal” (como es el caso, por ejemplo, en el español peninsular) sino en la definitud temporal y las oposiciones semánticas relevantes aparecen en el ámbito de lo específico/no especifico y lo definido/indefinido. Para concluir, el análisis presentado en este capítulo establece que el uso del PPC rioplatense argentino no condice con lo descrito en cuanto a la gramaticalización de perfecto a perfectivo. De hecho, las etapas propuestas por Harris en cuanto al desarrollo del perfecto en las lenguas romances (y presentadas en la Tabla 1 más arriba) no parecen explicar los usos del PPC rioplatense argentino discutidos en este trabajo. En realidad, tal como lo señalan Amaral y Howe (2009), las etapas propuestas por Harris necesitan ser revisadas, ya que el desarrollo semántico del presente perfecto a través de las lenguas no constituye pasos aislados o estáticos sino que el potencial lingüístico del presente perfecto se actualiza de manera diferente dependiendo de cada dialecto.
Capítulo 4 No, PERo SigUEN LAS SUPERSTiCioNES. SÍ, LAS SUPERSTiCioNES SigUEN. EL oRDEN DE PALABRAS EN RioPLATENSE: FACToRES CogNiTivoS, SiNTÁCTiCoS Y PRAgMÁTiCoS francisco ocampo University of Minnesota
1. Introducción1 En este trabajo se exploran los factores que se correlacionan con el orden de palabras en el español rioplatense. El estudio se basa en un corpus de conversaciones informales. Trabajos anteriores en castellano que utilizan corpus de datos no elicitados son los de Kahane y Kahane (1950), y Hatcher (1956). Los autores emplean fuentes literarias. Kahane y Kahane (1950), además, suplementan el corpus escrito con datos tomados de informantes. En este estadio primero, las generalizaciones a las que se puede llegar son tentativas. Los primeros trabajos que utilizan con exclusividad datos conversacionales son los de Silva-Corvalán (1977, 1983, 1984), Bentivoglio (1989), y Bentivoglio y Weber (1986). En ellos, se analizan construcciones con un verbo y un sujeto, y un verbo con un objeto, y se demuestra que el orden de palabras en castellano se correlaciona con factores sintácticos y pragmáticos. El mérito de estos trabajos es que han sido los primeros en emplear esta concepción sintáctico-pragmática para el análisis del orden de palabras en castellano. Aunque los tipos de construcciones analizados son pocos, los resultados de estas investigadoras apuntan en la dirección correcta: el análisis empírico de los datos del presente trabajo confirma la correlación mencionada antes. 2. Corpus y hablantes El presente estudio se basa en un corpus de 20 horas de conversaciones informales, transcriptas siguiendo una notación conversacional (cf. Apén1 El presente trabajo constituye la primera generalización de mi proyecto de investigación sobre el orden de palabras, desarrollado a lo largo de varios años, con resultados parciales presentados en diversas publicaciones. Agradezco a las editoras de este volumen. Me han sido muy útiles los comentarios y sugerencias de los dos lectores anónimos. La responsabilidad final es mía.
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dice). Los hablantes que participan son 36, con un total de 20 mujeres y 16 varones. Su selección se realizó siguiendo los siguientes criterios: a) nacidos y educados en La Plata; b) residentes de esta ciudad al tiempo de la grabación; y c) que no hayan estado fuera de La Plata por más de un año2. Además, se escogieron utilizando una red de contactos sociales: amigos o parientes del investigador o hijos de los amigos o parientes. El investigador, nativo también de La Plata, estuvo presente durante las grabaciones y participó en las conversaciones. La edad de los hablantes oscila entre los 2 y los 76 años, pudiéndose establecer tres grupos: menos de 15 años (10 hablantes: 5 mujeres y 5 varones), entre 31 y 54 años (17 hablantes: 10 mujeres y 7 varones), y más de 71 años (8 hablantes: 5 mujeres y 5 varones)3. La mayoría de los hablantes del segundo grupo tienen educación universitaria, los hablantes del tercer grupo tienen educación primaria o secundaria. Las grabaciones se efectuaron en dos oportunidades, en 1986 y 1987. Hasta el presente se ignora si el comportamiento de una oración simple es similar al de una subordinada con respecto al orden de palabras. También se ignora si el comportamiento de una oración interrogativa o exclamativa es similar al de una oración aseverativa. Por eso, y para eliminar factores ocultos que pudieran estar influyendo el orden de las palabras, al seleccionar construcciones del corpus para su análisis solamente se consideraron oraciones simples y aseverativas. Por otra parte, el número de constituyentes y el tipo de sintagmas presentes en una oración influye en su orden de palabras (Ocampo 1995a). Por esta razón se analizaron de forma separada las oraciones con un verbo y otro constituyente de las oraciones con un verbo y dos constituyentes más. Por ejemplo, el orden de palabras de (1), que presenta una oración con dos constituyentes: un verbo intransitivo y un sintagma nominal sujeto (1) m sí sí, tá y revienta el cerebro (8a6)4
se analiza de forma separada del orden de (2): (2) ya tiene un nenito (9b18)
que consta de tres constituyentes: un sintagma adverbial, un verbo transitivo y un sintagma nominal objeto directo.
2 Con una única excepción: el dueño de un restaurante que interviene brevemente en una conversación de forma espontánea, del cual desconozco los datos personales. 3 En estos grupos no se incluye al dueño del restaurante antes mencionado. 4 Las convenciones para la transcripción de los ejemplos figuran en el Apéndice.
El orden de palabras
301
En este estudio se consideran solamente oraciones con dos y tres constituyentes. El orden de palabras de las construcciones con un verbo y más de dos constituyentes, como en (3), es tema para una investigación futura. (3) [sn[mamá]sn sv[sadv[todavía]sadv tenía sn[un poquito más de acento]sn]sv] (4a10)
Construcciones de este tipo no se incluyen porque constan de cuatro constituyentes: un sintagma nominal sujeto, un sintagma adverbial, un verbo y un sintagma nominal objeto directo5. El rótulo tradicional de ‘orden de palabras’ no es preciso; lo que en realidad se estudia es el orden de constituyentes. Por ejemplo, aunque la construcción (4) consta de seis palabras, estas se agrupan en tres constituyentes: un verbo y dos sintagmas adverbiales: (4) [sv[Ponelo sadv[arriba de la silla]sadv sadv[ahí]sadv]sv] (1b1)
Al seleccionar las construcciones para su análisis no se consideraron entre los constituyentes las partículas discursivas porque actúan fuera de la oración (Martín Zorroaquino/Portolés Lázaro 1999; ocampo 2006a). (5) vienen este maestras con puntaje que son las que te van a defender a vos que hiciste la prue:ba, vienen este asistentes, vi - un jurado r:e:famoso se forma (12a12)
La construcción en (5) se consideró formada por un verbo intransitivo y un sintagma nominal sujeto en posición posverbal. No se tuvo en cuenta la partícula discursiva este. En el caso de los sintagmas nominales se excluyeron los formados por pronombres personales. No se incluyeron construcciones con los adverbios negativos tampoco, nunca y nada. Además, las construcciones con sintagmas nominales que pueden funcionar como adverbios como los sábados no se consideraron. Estos tres casos presentan problemas particulares que requieren más investigación. En los datos, los objetos directos pueden estar acompañados o no por un pronombre átono, como en (6): (6) a. lo traje el papelito (23b6) b. pido el libro (12a5)
5 Se considera sujeto al sintagma nominal con el cual el verbo concuerda en número y persona. Se considera objeto directo a los sintagmas nominales que pueden ser substituidos por los pronombres átonos lo, los, la, las, y objeto indirecto a los sintagmas nominales que pueden ser substituidos por los pronombres átonos le, les.
302
Francisco Ocampo
En (6a) el objeto directo el papelito aparece con el clítico correferencial lo. SilvaCorvalán (1984) considera estos casos un fenómeno de concordancia verbal con el objeto, que se está difundiendo. Por otra parte, en el castellano rioplatense, la duplicación de clíticos es un fenómeno ya generalizado (Barrenechea/orecchia 1979). Como consecuencia, en mi análisis no supongo diferencias fundamentales con respecto al orden de palabras entre (6a) y (6b). Esto no significa que no haya diferencias semántico-pragmáticas entre ambas construcciones (ver los trabajos de Zdrojewski y A. ocampo, en la sección ii, cap. 5 y la sección iv, cap. 5 de este volumen). Las construcciones estudiadas son las listadas en las Tablas 1 y 2. Siguiendo la notación introducida por Dixon (1972) se utilizará el símbolo S para designar el sintagma nominal sujeto de verbo intransitivo6 y A para designar al sintagma nominal sujeto de verbo transitivo7. TAblA 1 Construcciones con dos constituyentes89 Tipo de construcción
N
vS
71
vA
29
v oD
494
v oi
12
vpresentativo8 SN
115
vgustar SN
8
v ADv
237
v SP
190
9
Total
1156
6 No utilicé una clasificación a priori y discreta de verbos intransitivos o transitivos, es decir, independiente de los datos. Con esta etiqueta me estoy refiriendo a verbos que tienen un uso intransitivo en las construcciones donde aparecen. Por otra parte, es verdad que hay verbos que por su contenido léxico son usados casi exclusivamente como transitivos o como intransitivos como, por ejemplo, matar y llegar, respectivamente. 7 Las construcciones listadas designan tipos de construcciones y no un orden de palabras específico. Por ejemplo, V A representa una construcción formada por un verbo transitivo y un sintagma nominal sujeto. En los datos esta construcción puede aparecer con el orden de palabras A v o v A. 8 Considero presentativo al verbo haber, que tiene una relación sintáctica no prototípica con el SN que lo acompaña y es utilizado por los hablantes para introducir referentes totalmente nuevos en la conversación: había un remate (14b15). 9 Sintagma Preposicional. Estos números reflejan construcciones tomadas de nueve horas de conversaciones.
303
El orden de palabras
TAblA 2 Construcciones con tres constituyentes10 Tipo de construcción
N
v A oD
175
v oD ADv
275
v A ADv
40
v S ADv
135
v S SP
41
v ADv ADv
84
CóPULA S ADJ
215
CóPULA S SN
226
CóPULA ADJ ADv
70
Total
1261
Una vez seleccionadas las construcciones se fijó para cada una de ellas la prominencia prosódica de manera global, es decir, sin distinguir si esta resulta de la amplitud, longitud, altura o de una combinación de ellas. Para cada construcción se establecieron tres grados de prominencia, denominados acento primario, secundario y terciario. Aunque no se ha hecho un análisis acústico, los resultados son confiables por lo que se explica hacia el final del párrafo. Por un lado, un análisis acústico no determina automáticamente la prominencia prosódica sino que presenta al analista una serie de factores que este debe interpretar. Por otro, las conversaciones del corpus se realizaron en contextos reales con ruidos externos (automóviles que pasan, perros que ladran, conversaciones paralelas, etc.). Aunque sería posible eliminar las frecuencias que causan estos ruidos, habría que hacerlo con cada construcción analizada, lo cual demanda tiempo. De todas maneras, si la prominencia prosódica comunica algo, un hablante de la variedad en cuestión debe poder percibirla. El autor es hablante rioplatense, los participantes son sus parientes y amigos, y estuvo presente durante las conversaciones. Por lo tanto, está en condiciones de percibir la prominencia prosódica. Para asegurar la veracidad del análisis, una breve selección de las construcciones fue presentada a otro hablante rioplatense, quien confirmó los resultados. De todos modos, para 10 Los datos están tomados de 20 horas de conversaciones. La única excepción son las construcciones con sintagmas preposicionales, que están tomados de nueve horas de conversaciones. Las construcciones con sintagmas preposicionales incluyen verbos de una valencia: intransitivos no presentativos (venir) y presentativos (haber).
304
Francisco Ocampo
eliminar factores que podrían estar incidiendo en los datos, se descartaron casos dudosos, así como también construcciones con pausas, interrupciones, etc. (Estas construcciones no se eliminaron de los datos sino del subconjunto de construcciones analizadas para determinar la relación de la prominencia prosódica con el orden de palabras.) Aunque las conclusiones generales sobre el orden de palabras se basan en las construcciones que aparecen en las Tablas 1 y 2, por motivos de espacio se utilizarán solamente algunas para ejemplificar los factores que afectan el orden de las palabras: construcciones con verbos, sintagmas nominales y sintagmas adverbiales. No se incluyen verbos del tipo gustar, presentativos, reflexivos, seudorreflejos, impersonales y copulativos. En la exposición, primero me voy a referir a la relación entre los factores prosódicos y el orden de las palabras. En segundo lugar, voy a exponer dos clases de factores que afectan el orden de las palabras: factores cognitivo-sintácticos y factores pragmáticos. Por último, voy a incluir una breve conclusión. 3. Factores prosódicos El análisis de los factores prosódicos muestra que hay un una correlación no exclusiva entre estos y los factores conversacionales: las autocorrecciones o el intento de ganar el turno pueden estar acompañadas de un acento primario. El ejemplo (7) ilustra un caso de autocorrección. (7) Y:: y un día había ido al cementerio, no sé, para hacer un trámite, no sé (qué cosa) y por a´hí una seño´ra - ll´aman a una seño´´ra: ¡Co:´sta! y vie´ne una seño´´ra. Y yo le digo, señora, ¿usted es pariente de Pedro Costa? Era la madre. (6b15)
Nótese la interrupción después de la palabra señora, donde el hablante se autocorrige. La construcción encabezada por llaman inicia esta autocorrección y está acompañada de un acento primario. Esta correlación no es exclusiva: no todas las autocorrecciones llevan acento primario. Por un lado, el acento primario se correlaciona con el foco, definido en términos de centro de atención (ocampo 2003a). No existe un algoritmo externo al hablante para determinar el foco sino que es el hablante mismo quien decide dónde está el foco. Para ello toma en consideración varios factores, entre ellos la presuposición11, el estadio cognitivo del referente en la mente del oyente (Prince 1981), el contexto comunicativo, sus propios objetivos, su conoci-
11
Es decir, la información conocida por los otros participantes.
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miento de los otros participantes, etc. (ocampo 2003a). Asimismo, el acento primario tiene una correlación exclusiva con el constituyente contrastivo. Por otra parte, los datos conversacionales muestran que para las construcciones analizadas el foco no tiene incidencia directa en el orden de las palabras, es decir que no hay una relación directa entre el acento primario que indica foco y el orden de las palabras. 4. Factores que afectan el orden de palabras Los factores que afectan el orden de las palabras pueden agruparse en dos categorías: factores cognitivo-sintácticos, y factores pragmáticos. Me refiero a cada una de estas en los apartados 5 y 6, respectivamente. 5. Factores cognitivo-sintácticos Los factores cognitivo-sintácticos incluyen varios factores, de origen probablemente cognitivo, que se han codificado en la sintaxis a causa de una serie de procesos (ocampo 2006b). Estos factores comprenden: a) número de constituyentes; b) tipo de construcción; y c) la noción de tópico. Los factores cognitivo-sintácticos que influyen en el orden de palabras aparecen en los datos acompañados de la función pragmática de transmitir información, concebida simplemente en términos de comunicar algo. Es la función no marcada que tienen todas las emisiones. Al orden de palabras que resulta de estos factores cognitivo-sintácticos junto con la función pragmática recién mencionada lo denomino orden informacional. Este orden es el que tiene la mayoría de las construcciones del corpus (entre 64% y 89%, dependiendo del tipo de construcción) y constituye el orden no marcado. Aclaro que la denominación orden informacional es una etiqueta solamente. No estoy postulando aquí una función informativa; la información –mejor dicho el mensaje (Contini-Morava 1995)– que transmite estas construcciones puede ser utilizada con diversos propósitos por los hablantes, no solamente para informar de un estado de cosas. Lo central en estos casos es la presencia de una sola función pragmática. En este apartado me referiré a construcciones con orden informacional. Una construcción, además de transmitir información, puede aparecer con otra función pragmática adicional que se correlaciona con un cambio del orden de palabras informacional. Estas funciones pragmáticas se tratan en el apartado 6.
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5.1. número de constituyentes El número de los constituyentes presentes en una construcción afecta el orden de las palabras. Las construcciones con dos constituyentes (verbo más otro constituyente) tienen solo dos posibilidades combinatorias: el constituyente no verbal puede aparecer en posición preverbal o posverbal. En este tipo de construcciones la correlación con los factores que afectan el orden de palabras es directa, porque el constituyente no verbal se vincula solamente con el verbo. En las construcciones con tres constituyentes (verbo más dos constituyentes), las posibilidades combinatorias son nueve. Los constituyentes no se relacionan únicamente con el verbo, sino que pueden relacionarse con toda la construcción o pueden ser afectados por el comportamiento del otro constituyente no verbal. 5.2. tipo de construcción Como la interrelación de factores es compleja, para facilitar la exposición se va a presentar la posición del verbo en relación a otro tipo de constituyente (o a dos constituyentes del mismo tipo, por ejemplo v + SN + SN). Una vez mostradas estas relaciones, se verá en el apartado 5.2.3 el juego del verbo con dos constituyentes de distinto tipo (v + SN + SADv). Como se expresó antes, los tipos de construcciones que se verán son verbo y sintagma nominal, y verbo y sintagma adverbial. 5.2.1. Verbo y sintagma nominal Los sintagmas nominales constituyen argumentos centrales del verbo, es decir que su relación con el verbo está determinada por la semántica de este (Thompson 1997). Las relaciones de agente y tópico con respecto al verbo están codificadas en las funciones S, A y oD que detentan los SN (Comrie 1981). Con respecto al orden de palabras de los SN, la relación que interesa es la de tópico. Todo sintagma nominal, sea A, S u oD, aparece en posición preverbal cuando es el tópico de la proposición12 (ocampo 2003b). En este trabajo, el término tópico designa exclusivamente el tópico de la oración. (En una conversación puede presentarse el tópico del discurso, que es el tema del que se trata en una porción de la conversación y que puede coincidir con el tópico de la oración.) Considero que el tópico es una relación entre un referente y el resto de la proposición, de manera que esta porción de la proposición expresa 12
Este término refiere al contenido semántico de la oración.
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algo acerca de este referente (Lambrecht 1994: 131), además “the topic sets a spacial, temporal, or individual framework within which the main predication holds” (Chafe 1976: 50). En castellano, el tópico de la oración constituye la codificación sintáctica de un mecanismo cognitivo: According to the Structure Building Framework, comprehension involves building coherent, mental representations or structures13. These structures represent clauses, sentences, passages, and so forth. Building mental structures involves several cognitive processes. The first cognitive process is laying a foundation for their mental structures. The next cognitive process is mapping: incoming information that coheres or relates to previous information is mapped onto the developing structure (gernsbacher/ Hargreaves 1992: 87).
La posición preverbal de un SN cuyo referente es de alta topicalidad se debe a este mecanismo cognitivo: “First mentioned participants form the foundation of their sentence-level structures, and, therefore, the remainders of the sentence are represented vis-à-vis those initial participants” (gernsbacher/Hargreaves 1992: 89). La Escuela Lingüística de Praga (Firbas 1964) sostiene que las oraciones siguen el orden tema-rema14. En las oraciones analizadas del corpus rioplatense se clasificó el estatus cognitivo del referente del SN en la mente del oyente de acuerdo con la tipología de Prince (1981)15. Si bien es cierto que la mayoría de los SN con referentes viejos aparecen en posición preverbal y los SN con referentes nuevos en posición posverbal, esta correlación no es absoluta. En el corpus se da el caso de referentes nuevos que ocupan una posición preverbal porque tienen alta topicalidad y referentes viejos en posición posverbal porque tienen baja topicalidad. En (8) se muestra un SN en posición preverbal cuyo referente es nuevo: (8) C: Llegás, por ahí, prendés el televisor, no mirás. A: e: he he= C: =pero no importa, las imágenes entran, se registran y se: eliminan (8a6)
El referente del SN sujeto las imágenes es nuevo ya que es la primera vez que se lo introduce en la conversación16. Como su topicalidad es alta, porque el resto de la oración y las oraciones subsiguientes agregan información sobre este referente, el SN aparece en posición preverbal. En negrita en el original. Es decir, información conocida-información nueva. 15 Considero referentes nuevos las categorías de Prince (1981) brand-new, brand-new anchored, inferrable y unused; referentes viejos sus categorías textually evoked y situationally evoked. 16 El referente pertenece a la categoría inferrable de Prince (1981). 13 14
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En (7) está presente la oración viene una señora, donde el referente del SN es viejo, ya que ha sido nombrado antes17. El referente de una señora es de baja topicalidad en esta construcción porque la oración solo sirve para instalar al referente en la conversación y por eso aparece en posición posverbal. (Una vez presentado el referente, este pasa a ser el tópico de la última oración: Era la madre. Como ya está presente en la mente del oyente, este referente está representado en la morfología del verbo cópula.) Por lo tanto, los datos muestran que la posición preverbal o posverbal de un SN no está motivada por la estimación por parte del hablante del estatus cognitivo nuevo o viejo del referente en la mente del oyente sino por su topicalidad. Lo que ha dado origen a estas observaciones funcionalistas es que hay una tendencia estadística entre alta topicalidad y referente viejo. Por ejemplo, en construcciones del tipo A v oD los A de alta topicalidad tienen un referente viejo 73,73% de las veces (ocampo 2009). Esta tendencia está motivada cognitivamente (ocampo 2003b). La influencia de la topicalidad del referente del sintagma nominal en el orden de palabras puede observarse en los dos ejemplos siguientes. En (9) se muestra el caso de una construcción con un oD de alta topicalidad y un A de baja topicalidad, cuyo orden es oD v A. Forma parte de una conversación de una hija con su madre y su tía. El tópico de la conversación anterior son unas vitaminas que ella les llevó: (9) é´´stas me las tra^jo A´na, porque yo le dije le quiero llevar a mi mamá (0.6) le dije (1a9)
El referente del SN objeto directo éstas es de alta topicalidad ya que la función de toda la oración es agregar información sobre él y por lo tanto aparece en posición preverbal. El sujeto posverbal de la oración Ana tiene baja topicalidad, constituye el foco y recibe el acento primario. Aunque no es frecuente, ya que aparece un solo caso en el corpus, puede suceder que tanto el sujeto como el objeto directo sean de alta topicalidad. En ese caso, ambos aparecen en posición preverbal y el orden resultante es A oD v (ocampo 2009): (10) P: que yo veo que los chicos tienen () un tiempo distinto - (digo). o sea ellos se t () se rigen más por un tiempo que debe ser normal. () o más más () más más [ A: tiempo tie necesitan más P: biológico tienen un tiempo - claro aqué^llos el tie"mpo lo: lo: regu'lan (22b8) 17
El referente pertenece a la categoría textually evoked de Prince (1981).
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El hablante P se está refiriendo a la actitud que tienen sus hijos pequeños con respecto al tiempo, por lo tanto la oración es sobre el tiempo y los hijos. En la conversación, una vez que el hablante ha establecido un referente como tópico puede elegir expresarlo de manera no prominente (ocampo 2003b). Para ello coloca el SN en posición posverbal, como se observa en el siguiente ejemplo: (11) René sigue mal (0.8) porque: () tá muy deprimi:da, qué sé yo, este: si estará con un terapeuta como la gente o no pero: () pasa de médico en médico, () o sea, va por los o este: - porque le duele la cintura, a uno, después tiene turno con este:, qué sé yo, con otro, () y después va al al siquiatra y está () llena de pastillas y no - y no tie´´ne ningún incenti´vo la po´´bre René´. No tiene ganas de vivir. (11a10)
El SN objeto directo ningún incentivo tiene baja topicalidad, el SN sujeto la pobre René es el tópico de la oración, aunque el hablante lo expresa de manera no prominente. Como resultado, ambos SN aparecen en posición posverbal y el orden resultante es v oD A. La presencia de estos tópicos no prominentes ha sido notada para el francés por Lambrecht (1994), quien los denomina antitópicos. 5.2.2. Verbo y sintagma adverbial Los sintagmas adverbiales son argumentos externos al verbo donde la relación argumento-verbo está controlada no por la semántica del verbo sino por elementos externos a este. Por ello, en la construcción con un verbo y un sintagma adverbial, los factores que afectan el orden de palabras son: a) el tipo de adverbio núcleo del sintagma adverbial, y b) dos tipos de funciones sintácticas que el sintagma adverbial puede cumplir en la oración. 5.2.2.1. Tipo de adverbio En esta sección, por motivos de espacio solo voy a referirme a los principales tipos de adverbio que aparecen en los datos. La clasificación que sigo en esta sección es empírica y refleja cómo se comportan sintácticamente los adverbios en mi corpus rioplatense. La mayoría de los adverbios aparece en posición posverbal cuando la función pragmática de la oración es la de transmitir información. A estos adverbios se los puede considerar el caso no marcado y los denomino adverbios posverbales, ejemplificados en (12): (12) y después tres meses más no dormí, porque quedé - yo quedé a la miseria para - un traumatismo terrible. (Sobre todo e) - todas las cenizas (0.8) o:cho (tuve que) comprar ocho - ocho cajas y meter en un en una caja de un televisor.
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La llevamos a - a: donde vive mi hermano, en ingeniero Mashwitz, y alqui y alquilamos un nicho, en el cementerio, y lo m (en Pilar) y quedó ahí´. Por fin se terminó eso. (6a15)
En esta narrativa oral el hablante cuenta los problemas que le trajo desocupar la bóveda familiar cuando la viuda de uno de sus hermanos decidió venderla. En (12) el adverbio ahí aparece en posición posverbal y constituye el foco de la oración. Hay una clase de adverbios que aparece inmediatamente después del verbo en el orden informacional. A esta clase la denomino adverbios inmediatamente posverbales. Los adverbios de este tipo que figuran en el corpus son los siguientes: (13) adverbios inmediatamente posverbales: mucho, tanto, bastante, bien, mal, más, menos, poco.
Los adverbios mucho, tanto, bastante no admiten un constituyente entre ellos y el verbo, a menos que se repita el adverbio o se presente una coordinación: (14) a. compró bastante bastante b. compró mal y mucho
Una excepción a este comportamiento la constituye (15), que no se encuentra en el corpus pero que he escuchado en boca de hablantes rioplatenses de bajo nivel educativo: (15) trabaja [muy → mucho]
En el resto de los adverbios listados en (13) bien, mal, más, menos, poco, todo constituyente que se coloque entre ellos y el verbo va a formar un sintagma adverbial, con el adverbio inmediatamente posverbal como núcleo: (16) trabaja [demasiado → poco]
La posición inmediatamente posverbal de estos adverbios se debe al hecho de que comunican propiedades muy básicas de la situación verbal. Probablemente se están gramaticalizando y van en camino de convertirse en afijos (ocampo 1999). Una clase de adverbios que aparece en posición preverbal en el orden informacional es la de los adverbios aspectuales, listados en (17): (17) adverbios aspectuales: ya, todavía, aún, siempre, casi.
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El adverbio ya transmite aspecto perfectivo y los adverbios todavía, aún, siempre y casi transmiten aspecto imperfectivo (ocampo/ocampo 2000; ocampo 1995a, 2001). El orden de palabras con un adverbio aspectual se ejemplifica en (18): (18) Qué sé yo, el día de mañana el - que que se case primero, dice, se queda con la casa. o tenerla para estu:dio, tenerla con (0.4) tenerla a la otra casa, no dejarla. Eso es lo que ellos pensaban. (1) Pero yo les desbaraté:, porque no acepté el el - el crédito. (1) Cosa que después me arrepentí. Pero ya está´, ya´´ lo hi´ce. Porque, - n - no había conversado con él. (23b6)
En estas dos construcciones el adverbio aspectual ya aparece en posición preverbal. La función pragmática de las dos oraciones es la de solamente transmitir información. 5.2.2.2. Adverbios oracionales y adverbios relacionales En las construcciones con adverbios hay dos factores sintácticos que afectan el orden de palabras. El sintagma adverbial en vez de ser un argumento no central del verbo, puede estar modificando toda la oración. Cuando un adverbio tiene esta función ha sido denominado adverbio oracional (Barrenechea 1977; ifantidouTrouki 1993). Los adverbios oracionales aparecen en posición preverbal: (19) P: Y uno le impone un tiempo () comé rápido, por ejemplo. Y el tipo come rápido y después le hace mal. A: sí segurame´´nte es así´. Segurame´´nte es así´. (22b9)
La construcción tiene dos adverbios del tipo posverbal: seguramente y así. El adverbio seguramente modifica a toda la construcción y esto se correlaciona con su posición preverbal. El adverbio así, que constituye un argumento no central del verbo, aparece en posición posverbal. El segundo factor sintáctico es la función relacional. El adverbio puede funcionar como un nexo, relacionando la construcción al discurso previo. Cuando el adverbio tiene esta función relacional aparece en posición preverbal, como se ejemplifica en (20): (20) P: también aquello de cuando Antonio fue a votar. () Que casi le da un ataque de nervios M:claro pero eso fue cuando estaban los conservadores [ P: que fue a votar y: - y le dijeron e estaban los conservadores, y le dijeron usted ya votó F: he he he [risas]
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M: bueno pero eso fue en el treinta cuando los conservadores tenían el cuarto oscuro P: en el cuarto oscuro. () Pero usted ya votó. [con voz más alta] Pero yo no entré en el cuarto oscuro [volumen normal] ya se este empezaba a enfurecer () ento^nces ha´´ce así´ y le muestra el revólver, usted ya votó. Entonces agarró la libreta y he () (ya) voté. (16a9)
El adverbio entonces relaciona temporalmente la construcción a la porción anterior de la narrativa oral. El adverbio posverbal así aparece después del verbo. En principio, dado el contexto apropiado, cualquier adverbio podría cumplir esta función relacional. Sin embargo, en los datos hay un grupo de adverbios que figuran frecuentemente con esta función a causa de su significado: (21) adverbios con función relacional: además, ahora, después, entonces, luego.
En construcciones con dos sintagmas adverbiales estos se comportan de manera predecible, como se observó en (19) y (20). El ejemplo (22) muestra una construcción con un adverbio aspectual y un adverbio posverbal. (22) A: bueno, entonces esto como es de madera, siempre flo:ta. (0.4) ¿no es cierto? [ M: cla:ro A: Porque siempre flota y sie´´mpre que^da arri´ba. (1a40)
El adverbio aspectual siempre aparece en posición preverbal y el adverbio posverbal arriba después del verbo. En construcciones con un adverbio inmediatamente posverbal y otro adverbio posverbal, ambos van después del verbo en un orden predecible: el adverbio inmediatamente posverbal siguiendo inmediatamente al verbo: (23) P: entonces ella quería estar en la - en la comisión () ese día no sé qué estaban tratando, cosas muy serias […] entonces - serían las doce y media, entonces - dice () va el marido y le dijo () pero yo tengo el agua hirviendo para los fideos ya hice el estofado y todo () ¿cuá:ndo pensás dejar esa reunión y venir a casa?= A: =ah y (allí) en medio de la comitiva [ L: sí P: allí () allí reunidos y ella parece que se levantó y que le gritó y le contestó^ ma´l ahí^ () bueno. (9b17)
Construcciones con un adverbio con función relacional y un adverbio aspectual se ejemplifican en (24); ambos adverbios aparecen en posición preverbal:
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(24) esos setecientos y pico que () m: m - no los no lo votan para que entre porque (…) un sueldo - enorme pero () para qué les dieron trabajo a esa gente que se podía haber ido a trabajar en otro lado. () Los tenían allí. Aho´´ra, ya´ - los quieren echa´r. (17a4)
La hablante se está refiriendo a 700 personas a quienes la Municipalidad dio un empleo temporario para que votaran al partido político dominante. Tras las elecciones, este partido perdió el poder y el partido ganador quiso terminar con estos puestos. Esta construcción podría interpretarse como una cláusula principal con el verbo quieren, más una subordinada con el verbo echar, pero el verbo quieren se ha gramaticalizado y funciona como un auxiliar resultando una oración simple con un verbo complejo quieren echar (Lehmann 1988)18. De manera predecible, ambos adverbios se hallan en posición preverbal. Lo que queda por resolver es por qué ahora aparece primero y ya en segunda posición. La función relacional de ahora hace que, icónicamente, este aparezca en primera posición, ya que es el que relaciona la construcción al contexto anterior. 5.2.3. Construcciones con sintagmas mixtos En las construcciones con sintagmas de distinto tipo, por ejemplo verbo, sintagma nominal y sintagma adverbial, los constituyentes se comportan de manera predecible con respecto al orden de palabras cuando la función pragmática de la emisión es de transmitir información. Dadas las restricciones de espacio, voy a ejemplificar solamente con construcciones con un verbo, un sintagma nominal objeto directo y un sintagma adverbial (ocampo 2004). Una construcción con un adverbio aspectual y un objeto directo de baja topicalidad, aparece en los datos con el orden ADv v oD, como se observa en (25): (25) L: F: J: F:
¿vos lo conocés a Becho Calará? Becho Calará? sí eh: () sí sí un amigo de Ca:rlos sí sí sí si lo conozco sí () y lo he v - y no no lo lo conozco personalmente pero alguna vez hab - he hablado [ L: tienen campo en Bolívar F: aha L: y: este y sie´´mpre trae cue:^ntos de los paisa:´nos, viste. (10a1)
La diferencia entre verbo principal + verbo subordinado y verbo auxiliar + verbo principal se da a lo largo de un continuo. Un índice, de entre los que aparecen, que el verbo principal comienza a convertirse en verbo auxiliar es que pierde independencia semántica (Lehmann 1988). 18
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El adverbio siempre es un adverbio aspectual, lo que se correlaciona con su posición preverbal. El tópico de la oración es el referente de Becho Calará; el objeto directo es de baja topicalidad y por eso aparece en posición posverbal. El objeto directo es el foco y recibe acento primario. De manera predecible, una oración con un objeto directo de alta topicalidad y un adverbio posverbal tiene un orden Do v ADv: (26) C: este: (0.8) y ya ve, cuarentidós años, dos - dos hijas, F: mhm C: qué desgracia. F: y - sigue la - la o las nie´tas las tiene acá´´, no? las () viven acá, no, en La Plata? C: sí, después este::, entonces e: vendieron la casa e que que era de la suegra. (6a18)
El hablante C venía relatando las circunstancias que acompañaron a la muerte de su yerno a causa de un ataque al corazón. El hablante F, para evitar las lamentaciones de C, trata de introducir un nuevo tópico19. Para ello inserta un objeto directo con alta topicalidad; nótese que el referente de las nietas sigue siendo el tópico de las oraciones siguientes. El objeto directo forma parte de una autocorrección y por ello recibe acento primario. 6. Factores pragmáticos Los órdenes de palabras mencionados anteriormente se dan cuando la función pragmática de la emisión es la de transmitir información solamente. Como ya se expresó, estos órdenes informacionales pueden considerarse el caso no marcado y comprenden la mayoría de las construcciones analizadas. Cuando una construcción determinada, con determinados factores cognitivo-sintácticos, aparece con una función pragmática adicional a la de transmitir información, sufre un cambio con respecto a su orden de palabras informacional. En los datos hay varias funciones pragmáticas, por ejemplo, constituyente realzado, hipótesis, constituyente contrastivo, contrario a lo esperado, etc.; por motivos de espacio me referiré solo a las dos últimas. Las funciones pragmáticas no funcionan a nivel de significado sino a nivel de mensaje (Contini-Morava 1995; Ocampo 2004), es decir que no están codificadas en la lengua sino que el oyente las infiere dado el contexto adecuado.
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Esta interpretación subjetiva es válida porque yo soy el hablante F.
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Un constituyente puede tener una relación de contraste con el resto de la proposición y con un conjunto cerrado de constituyentes alternativos, miembros del mismo grupo semántico. La emisión expresa cuál es el candidato correcto (Chafe 1976; Silva-Corvalán 1983). El constituyente contrastivo aparece primero en la construcción y lleva acento primario: (27) T: no, en la pieza aparecieron las ranas. Un día que cacé cien ranas y me y - en Punta Lara [risas] y las metí en una bañadera. Lleno de agua. Y resulta que yo creí que se iban a quedar. Y cuando voy allá están […] no había ni una. Y mi hermana, se subió en la cama, desgracia::do, () te voy a mata::r [risas] T: [riéndose] taban por toda la casa las - ranas. [risas] M:qué espanto::so [ E: qué espanto, y las ranas son insoportables [risas] T: (y para peor) me la había encargado= E: =el sa´po se que´´da, pero las ra´nas son treme:´ndas. (12a4)
La hablante E contrasta el referente de sapos con el de ranas. varias circunstancias discursivas pueden hacer que el hablante coloque un acento primario en otros constituyentes de la oración además del constituyente contrastivo, pero en todos los casos el constituyente contrastivo lleva acento primario. Una emisión expresa la función pragmática de contrario a lo esperado cuando transmite un mensaje no esperado dado el contexto anterior, el conocimiento de los participantes de la conversación, el conocimiento de la cultura, el conocimiento del mundo, etc. Esta función pragmática comprende dos nociones relacionadas: a) noticias inesperadas o sorpresivas y b) negación de una afirmación o suposición previa. Cuando una emisión tiene la función pragmática de contrario a lo esperado, se da un cambio del orden de palabras informacional correspondiente. El cambio depende del tipo de construcción. En el caso de construcciones con un verbo y otro constituyente, la oración que expresa contrario a lo esperado aparece con un orden de palabras invertido: (28) T: en ese tiempo decían que las p:alomas traían mala suerte A: ¿sí? E: sí: F: ¿dicen así? E: antes (…) T: en ese tiempo. Te estoy hablando de - tiempo que: - era - era s […] era Mitre presidente.
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[risas] E: no:, pero si´guen las supersticio´nes, sí [ M: no:, sí: F: ¿sí? [ E: sí:, las supersticiones siguen (…) [ T: sí, sí hay, sí. (14b3)
La hablante E piensa que, como ella y T han expresado que la superstición sobre las palomas es antigua, los hablantes A y F pueden inferir que esta superstición no existe en la actualidad, por ello niegan esta suposición. Nótese que su emisión comienza con la negación no que rechaza esta conjetura previa. La construcción está formada por un SN sujeto y un verbo usado intransitivamente. El SN es el tópico de la oración, que es acerca de las supersticiones. Como ya se dijo, un SN de alta topicalidad aparece en posición preverbal, en este caso con el orden S v, cuando la función pragmática de la emisión es la de transmitir información solamente. Como esta construcción transmite la función pragmática adicional de contrario a lo esperado, aparece con un orden de palabras invertido v S. Cabe distinguir que en un turno subsiguiente la hablante E vuelve a repetir la información, esta vez como respuesta al pedido de confirmación de F. En esta ocasión la emisión ya no transmite más contrario a lo esperado, el efecto ya pasó, sino que simplemente confirma la información. Por eso aparece con el orden informacional S v. Como ya se expresó antes, la noción de contrario a lo esperado es un mensaje que infiere el oyente tomando en cuenta varios factores. En este caso la hablante coloca el SN tópico en posición posverbal lo cual disminuye su prominencia. El verbo, en posición inicial, tiene acento primario lo que da realce a la idea de continuidad de la superstición. Nótese que el verbo también podría interpretarse como contrastivo (opuesto a no siguen). Las nociones de contraste y contrario a lo esperado no son mutuamente exclusivas: en los datos, muchas veces el mensaje de contrario a lo esperado se obtiene mediante un constituyente contrastivo (ocampo 1995b). 7. Conclusiones La Tabla 3 ilustra la correlación de factores cognitivo-sintácticos, factores pragmáticos y orden de palabras expuesta en los apartados anteriores, dentro de un tipo específico de construcción: verbo intransitivo, sintagma nominal sujeto y
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adverbio posverbal. Los datos presentes en la Tabla 3 fueron tomados de ocampo (2005). Por razones de espacio no se explicarán todas las construcciones presentes aquí, sino que me voy a centrar en las funciones ya expuestas. Para más detalles consultar el trabajo arriba citado. TAblA 3 Construcción con un V intransitivo, un SN sujeto y un ADV posverbal20 Función Transmitir información S Tópico baja prominencia S contrastivo Contrario a lo esperado Cambio de significado Sintagma Casos no claros Total
Orden de Palabras Stop v ADv v ADv Stop Stop v ADv v Stop ADv ADv v Stop S [ADV V]
N 32 6 6 2 2 1 1 50
% 64 12 12 4 4 2 2 100
De manera predecible, construcciones con un sujeto de alta topicalidad y un adverbio postverbal, tienen un orden S v ADv. Asimismo, cuando el sujeto presenta un tópico de baja prominencia, aparece en posición posverbal, luego del adverbio posverbal. Un sujeto contrastivo va en posición preverbal21. La construcción que comunica la función pragmática contrario a lo esperado presenta, icónicamente, un cambio en el orden esperado, con un sujeto de alta topicalidad en posición inmediatamente posverbal. La Tabla 3 muestra también que la mayoría de las construcciones 76% (64% + 12%) tienen la función pragmática de transmitir información y que solamente 22% de las construcciones contienen una función pragmática adicional. Se puede observar que 98% de las construcciones analizadas siguen la hipótesis. Para concluir, he tratado de demostrar que el orden de palabras en contextos conversacionales no es libre, como se ha hipotetizado, sino que se puede predecir. Es el resultado del juego complejo de un conjunto de factores agrupados en dos niveles que operan simultáneamente. En el nivel cognitivo-sintáctico figuran El total de construcciones con un verbo intransitivo, un SN sujeto y un adverbio es 135, como figura en Tabla 2. De ese total se escogieron construcciones con adverbios posverbales, que suman 50. 21 Cuando un SN es contrastivo, también tiene alta topicalidad –ver ejemplo (27)–. Como consecuencia, en este tipo de construcción el orden de palabras coincide con el orden informacional. La diferencia es que el SN contrastivo recibe acento primario (ver ocampo 2005). 20
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factores de origen cognitivo que se han codificado y forman parte de la sintaxis del castellano. El segundo nivel comprende factores pragmáticos y corresponde al uso de la lengua en la conversación. El trabajo se basa en conversaciones grabadas en la ciudad de La Plata y por lo tanto muestra el orden de palabras rioplatense. Cuáles de las características que se presentan aquí son propias del rioplatense y cuáles están presentes en otras variedades del español es una cuestión empírica que requerirá el análisis de otros corpus de datos. APÉNDICE: CoNVENCIoNES uTIlIzADAS EN lA TrANSCrIPCIóN DE lA CoNVErSACIóN -
Los números y la letra al final del ejemplo indican su ubicación en el corpus. Las construcciones que no presentan esta indicación constituyen oraciones creadas por mí con propósitos de ejemplificación. En un contexto extenso, la construcción relevante para el análisis aparece en negrita. Un corchete [ entre dos turnos de habla indica que se emiten de manera simultánea. El signo = entre una emisión y la siguiente indica que hay una pequeña superposición entre el final de un turno y el comienzo del siguiente. Las emisiones aparecen entre paréntesis cuando la precisión de lo transcripto no es segura. Los tres puntos entre paréntesis (…) indican que fue imposible transcribir lo que dice el hablante. Los tres puntos entre corchetes […] indican que, por razones de espacio, se omitió parte de la transcripción en el ejemplo. Toda interrupción en el habla (un saltillo glótico por ejemplo) se indica con un guión -. Una pausa se indica por medio de paréntesis: (). Si hay números entre paréntesis, por ejemplo, (1.4), estos indican la duración de la pausa en segundos y décimas de segundo. Los trozos subrayados indican que son salientes: acento primario, tono alto, alta intensidad, etc. El alargamiento vocálico o consonántico se indica por medio de dos puntos después de la vocal o consonante. Un punto indica entonación de punto. Una coma indica entonación de coma.
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Acentos: acento primario: ´; acento secundario: ´´; acento terciario: ^. Toda información adicional aparece entre corchetes: [risas]. Los nombres mencionados por los hablantes durante la conversación fueron cambiados para preservar el anonimato.
Capítulo 5 AUMENTo DE TRANSiTiviDAD, ToPiCALiDAD E iNFERENCiA DEóNTiCA EN CoNSTRUCCioNES CoN oBJETo DiRECTo DUPLiCADo EN RioPLATENSE alicia m. ocampo University of Minnesota
1. Introducción El presente trabajo analiza características sintácticas, semánticas, pragmáticas y discursivas de dos construcciones transitivas, ejemplificadas a continuación en una conversación entre hablantes nacidos en La Plata, Argentina1. (1) T: entonces cuando - m:e junté con una barrita de: - de cuarto grado (1) en el fondo decían che no des la lección, no des la lección. vení a sentarte acá. (1) Me engrupieron. (0.8) Tonces me junté con ellos, y me decía la maestra ¿a ver las cuentas? No, no la hice, decía [yo] [risas] Tonces me empezó a poner (0.8) nota mala. Y la lección no la da:ba. […] Tonces mandaban a llamar al padre. M: cla:ro T: este chico anda mal. (0.8) Y lo mandaron a llamar a mi viejo, una vez. Y después otra vez. […] Tres en conducta. (14b21)
La primera construcción, mandaban a llamar al padre, presenta un Sujeto/ Agente tácito (que se interpreta como las autoridades de la escuela), una perífrasis verbal y un objeto directo/paciente nominal2 (el padre), Humano y con referencia genérica. La acción de llamar a los padres es presentada como habitual: era la norma cuando T asistía a la escuela primaria, si los alumnos no estudiaban y obtenían malas notas. La intencionalidad/volición del Agente se presenta como no marcada. La segunda construcción, lo mandaron a llamar a mi viejo, incluye los mismos constituyentes, más un pronombre clítico acusativo lo, correferencial con el objeto directo (oD), mi viejo, que tiene referencia Específica. La intencionalidad/volición del Agente (el Sujeto tácito las autoridades de la escuela) se interpreta como marcada
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Las convenciones de transcripción de las conversaciones se incluyen en el Apéndice. Nominal: usado en oposición a pronominal.
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o destacada3: el narrador no se refiere ahora a una situación habitual sino a una experiencia propia en particular, cuando por mal comportamiento debió responder ante la escuela y su padre. En la narración, las autoridades de la escuela tenían la fuerte intención de informar y responsabilizar al padre de T cada vez que su mala conducta y falta de estudio se repetían (“una vez. Y después otra vez”). En la primera construcción, el padre se introduce como referente nuevo; en la segunda, el narrador lo retoma como tópico utilizando una apelación menos formal: mi viejo. Estos dos tipos de construcciones transitivas son las que examinaremos con el propósito de indagar sobre las posibles interpretaciones aplicables a cada una. Para ello será necesario revisar la noción de transitividad (trans), sus componentes y su condición prototípica, así como también estudios anteriores sobre construcciones transitivas. El presente trabajo propone la hipótesis de que entre las construcciones transitivas sin duplicación del oD y las que tienen duplicación hay una diferencia en cuanto a transitividad (noción que consideramos prototípica). La trans sería mayor, o sea menos prototípica, en las construcciones con duplicación y por esto aparecerían como marcadas/destacadas dentro del contexto, y también en relación a las construcciones sin duplicación. El uso de la construcción con duplicación en rioplatense estaría motivado por la topicalización del oD/ Paciente y, además, por la focalización del punto de vista del Sujeto/Agente. La doble función distinguiría a esta variedad de otras, y además podría explicar la alta frecuencia de uso de la construcción en el habla del Río de la Plata. La información se distribuirá según los siguientes apartados: en el 2 se comenta sobre la importancia de trabajar con un corpus de conversación informal, y se especifican los datos utilizados en el estudio; en el 3 se presentan las fuentes en las que se basa este trabajo, que entiende la trans como noción prototípica. El apartado 4 refiere a autores que han tratado la construcción con duplicación en español, de quienes fueron tomadas ideas para el análisis e interpretación de los datos de La Plata; el 5 trata el elemento volitivo en las construcciones transitivas. El apartado 6 presenta la interacción entre agentividad e intencionalidad, definiendo esta última desde una perspectiva filosófica; el 7 incluye ejemplos tomados del corpus para mostrar el modo en que fueron analizados los datos; el 8 presenta las frecuencias observadas en relación a factores de tipo lingüístico, dentro del estudio cuantitativo realizado; en el 9 se discuten los principales elementos del estudio cualitativo, en tanto que el 10 contiene las conclusiones generales. Con esta designación se intenta traducir la palabra salient, noción utilizada en la semántica cognitiva para transferir al campo conceptual el efecto que produce un elemento perceptual destacado de otros dentro de un campo visual o auditivo, por ejemplo. 3
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2. Corpus Silva-Corvalán (1980-1981: 568) comenta sobre las ventajas metodológicas que tiene el hecho de analizar un fenómeno como la ocurrencia de un pronombre clítico acusativo correferencial con un oD utilizando un corpus oral: “el habla revela una variación sistemática en la gramática con respecto a la concordancia verbo-objeto, una sistematicidad que podemos suponer que existe en la gramática de todos los dialectos donde ocurre este hecho lingüístico”. Vázquez Rozas (2006: 407) se refiere al discurso conversacional como “la manifestación más espontánea y natural del lenguaje humano”; y le atribuye características antropocéntricas y subjetivas basándose en las afirmaciones de otros autores (Dahl 1997; Thompson/Hopper 2001). Por estas razones, hemos considerado imprescindible trabajar con datos de lengua conversacional del rioplatense, ya que, por su naturaleza subjetiva, parecían ofrecer más terreno para observar la intencionalidad del Agente en las construcciones transitivas. A menos que se incluyan explícitamente formas léxicas o, en algunos casos, el futuro perifrástico4, no es posible tener evidencia directa de la intención que el Agente dirija hacia una determinada acción. Sin embargo, se pueden buscar indicios dentro de un contexto amplio, por los que sea posible inferir la presencia de un componente intencional. Barrenechea y orecchia (1977) fueron las primeras en estudiar la duplicación de objetos en el español de Buenos Aires a partir de un corpus oral, el que se tomó de las entrevistas realizadas para el “Proyecto de la norma lingüística culta de la ciudad de Buenos Aires”5. Dado que este trabajo es puramente descriptivo, y el análisis, aparentemente6, se basa en oraciones aisladas del contexto conversacional, para realizar un cuidado estudio explicativo eran necesarias dos condiciones: trabajar con un corpus de lengua espontánea, marcadamente informal7, y analizar las construcciones transitivas tomando en cuenta todas las piezas de información presentes en un contexto amplio. De este modo se garantizaría una interpretación precisa de cada mensaje. En relación a este concepto, se necesita explicar que distinguimos entre significado y mensaje (garcía 1975; Diver 1995; Contini-Morava 1995; Huffman ir a + infinitivo, como en el ejemplo: Voy a hacer dieta por dos meses. Este fue parte del “Proyecto de estudio coordinado de la norma lingüística culta de las principales ciudades de iberoamérica y de la Península ibérica”. En 1987 fue publicada una selección de las encuestas grabadas en Buenos Aires con el título: El habla culta de la ciudad de Buenos Aires, bajo la dirección de Ana María Barrenechea. 6 Los ejemplos proporcionados son muy escasos. 7 Por ejemplo, intercambios orales de sobremesa, en que los hablantes se sintieran cómodos para hacer bromas y contar relatos personales o íntimos. 4 5
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2001). El significado está codificado en el signo lingüístico. El mensaje es lo que el oyente infiere teniendo en cuenta el significado de la forma lingüística, el contexto lingüístico en el que aparece, el contexto situacional y el conocimiento del mundo. Por consiguiente, el mensaje no está codificado en la lengua, sino que es el resultado de complejas inferencias. De acuerdo con las consideraciones expuestas, el presente estudio se ha basado en selecciones extraídas de un corpus de veinte horas de conversaciones informales grabadas en casas de amigos o familiares, cafés y restaurantes, en 1986 y 1987 (ver F. ocampo, sección iii, cap. 4 y sección v, cap. 2, en este volumen). Estas fueron transcriptas siguiendo una notación conversacional8. En relación a los participantes se tuvieron en cuenta los siguientes criterios: a) los mismos eran amigos o parientes de los investigadores; b) todos nacidos y educados en La Plata, Argentina; c) residentes de esa ciudad al tiempo de la grabación; y d) que no hubieran estado fuera del área de La Plata por un período mayor de seis meses. En el análisis se han incluido emisiones de 26 hablantes de clase media (15 mujeres y 11 varones) entre las edades de 31 y 76 años. Las construcciones transitivas analizadas en este trabajo son de dos tipos: a) sin duplicación con oD nominal, y b) con duplicación con oD nominal pospuesto al verbo9. En total fueron analizadas 424 construcciones transitivas, de las que solamente 50 presentan duplicación del oD. La decisión de seleccionar el tipo b) como objetivo principal de este estudio fue tomada con base en los siguientes criterios. Según trabajos anteriores (referidos más abajo), se trata de la construcción transitiva que más extendida está en rioplatense, en comparación a otras variedades de español (lo que la hace especialmente interesante). Además, el hecho de concentrarse en un solo tipo de construcción asegura resultados más precisos en cuanto a las variables estudiadas. Por otra parte, a) es la construcción transitiva prototípica, que serviría de control en relación a b). 3. La transitividad como noción prototípica Hopper y Thompson (1980) expresan que la trans ha sido entendida tradicionalmente como una propiedad global de toda una cláusula mediante la cual una actividad se transfiere de un Agente a un Paciente. Desde el punto de vista traver Apéndice. En español existen construcciones transitivas con diversas variantes: el orden de palabras (el oD antepuesto o pospuesto al v); las clases de palabras (el oD puede ser nominal o pronominal); la estructura gramatical para marcar el oD como determinado o indeterminado; la selección de distintas categorías semánticas (Animado/inanimado); y la presencia o ausencia de un pronombre clítico correferencial con el oD. 8 9
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dicional, la trans comprende dos participantes y una acción; pero en su estudio, estos autores caracterizan esta noción intuitiva de una manera universal aislando sus componentes y tratándolos como propiedades dentro de una concepción prototípica. Hopper y Thompson (1980: 252-253) se refieren a parámetros de trans que sugieren una escala por la que las cláusulas pueden ser evaluadas como más o menos transitivas. Así, se presenta una lista en la que cada elemento puede ofrecer una faceta distinta con relación a la intensidad con la que la acción se transfiere de un participante a otro. En (2) se incluyen los parámetros que particularmente nos interesan en el presente trabajo: (2) a. Kinesis: las acciones son altamente transitivas, los estados no; b. Volitividad10: el efecto en el Paciente es típicamente más notable cuando el Agente actúa con un propósito u objetivo; c. Agentividad: un Agente Humano produce más trans que un Agente inanimado, ya que la capacidad de la intención no está presente en los seres inanimados; d. Afectabilidad del OD/Paciente: el grado en que una acción llegue a transferirse al Paciente es una función de la medida en que el Paciente resulta afectado; e. Individuación del OD/Paciente: a mayor individuación, mayor trans. Habrá alta trans si el Paciente tiene las siguientes características: propio, humano/animado, concreto, singular, contable, definido/referencial. La trans será mucho menor si la individuación del Paciente no es tan precisa: común, inanimado, abstracto, plural, masa, indefinido/no referencial.
La Hipótesis de la Transitividad de Hopper y Thompson (1980) expresa que: entre dos oraciones que difieran en trans, si aparece una forma codificada en la oración de alta trans, ese elemento será de alta trans. Según estos autores, este es el caso de a, ya que un oD marcado con esta preposición debe ser Humano (o humanizado), y además referencial11, no solamente definido: (3) a. Busco mi libro. b. Busco a mi amigo.
La presencia de a en (3b) aumenta la trans en relación a (3a) porque esta preposición marca el OD como Humano/Específico. En (3a), en cambio, el OD es Inanimado y definido pero no necesariamente referencial/Específico. El ejemplo (4) presenta la diferencia entre (a), con oD no necesariamente Específico, y (b), en que se requiere a para señalar que el OD tiene referente Específico: 10 Volitividad es la palabra que hemos empleado para traducir el término inglés volitionality, usado por Hopper y Thompson (1980). 11 Referencialidad es la propiedad de tener un referente Específico (Hopper/Thompson 1980: 288).
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(4) a. José quiere encontrar una secretaria. b. José quiere encontrar a una secretaria.
Dada la individuación más precisa del oD/Paciente, (4b) presenta mayor que (4a). En su estudio, Hopper y Thompson (1980) utilizan implícitamente la noción de prototipo, ya que su trabajo es anterior a la formulación de la Teoría de Prototipos. Taylor (1989) retoma el tema de la trans, enmarcándolo explícitamente en esa teoría; observa que no todas las instancias de la construcción transitiva (como categoría gramatical) exhiben las mismas propiedades sintácticas, ya que hay elementos que caen en medio de un continuo. De este modo, considera la construcción transitiva como categoría prototípica y la describe por medio de una fórmula compuesta de una serie ordenada de elementos, algunos obligatorios y otros opcionales. Luego se refiere a la construcción transitiva prototípica con ejemplos como (5): trans
(5) El chico pateó la pelota.
Con respecto al significado, este autor lo trata a nivel de mensaje, incluyendo aspectos pragmáticos y discursivos. Explica que el significado de la construcción transitiva no es complejo ya que tiene el estatus de una gestalt experiencial primitiva, cognitivamente más simple que cualquiera de sus atributos. Expresa también que cada una de las propiedades que lista debe ser entendida en términos de un previo conocimiento de la gestalt. Es decir que, a diferencia de la aplicación de condiciones suficientes y necesarias, la Gestalt no emerge de la suma de características independientes. De este modo, Taylor (1989: 206-207) caracteriza semánticamente la construcción transitiva basándose en los trabajos de Lakoff (1977), y Hopper y Thompson (1980). Para ello, presenta una serie de propiedades, de las cuales anotamos en (6) las consideradas relevantes para este estudio. (6) a. El Sujeto tiene volición y actúa conscientemente y, como consecuencia, controla el evento. Como conciencia y volición son cualidades humanas, el Agente prototípico es Humano; b. Como consecuencia de la acción del Agente, algo le sucede al Paciente. El Paciente prototípico frecuentemente es inanimado; c. El evento tiene un componente causativo: la acción del Agente causa un cambio en el Paciente; d. El Agente y el Paciente están en una relación de oposición.
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4. Construcciones con duplicación del español: el rioplatense y otras variedades El fenómeno de la presencia de un clítico acusativo correferencial con un oD nominal dentro de una misma oración se ha considerado tradicionalmente muy extendido en Buenos Aires (Barrenechea/orecchia 1977) en relación con otras variedades del español. Según Fernández Soriano (1999: 1252), el rioplatense “se distingue por permitir la reduplicación por un clítico acusativo de los objetos directos que son específicos”, tanto animados como no animados12. Belloro (2007: 210) se refiere a la variedad del Río de la Plata como “the most paradigmatic ‘doubling’ dialect” (ver la sección II del presente volumen para tratamientos formales de este fenómeno). En el estudio cuantitativo de Barrenechea y orecchia (1977) sobre dativos y acusativos, se incluyen para estos últimos las siguientes frecuencias: consideradas juntas las construcciones transitivas con oD nominal o pronominal, antepuesto o pospuesto al verbo (v), solo el 4,33% presentan duplicación comparados con el 95,66% de casos sin duplicación. Al separar los casos de oD nominal en pre/posverbales, la cantidad de instancias de oD preverbales es menor (solo 43) que la de los posverbales (1030 ejemplos). Pero en los preverbales la proporción de duplicación es mucho mayor (86%) que en los posverbales (solamente 1,84%). Barrenechea y orecchia (1977) también combinan los factores: oD nominal y orden posverbal –que es específicamente el caso tratado en el presente estudio– con la categoría Humano, obteniendo los siguientes resultados para los casos con duplicación: con oD Humano: 8,10% (comparar con 91,90% para los casos sin duplicación); con oD de tipo No Humano: 0,80% (comparar con 99,20% para los casos sin duplicación). En comparación con el español rioplatense, la extensión y frecuencia de la duplicación son mucho menores en otras variedades. En sus datos de Santiago de Chile, Silva-Corvalán (1984) reporta la presencia de solo 65 instancias de oD posverbal en coocurrencia con un clítico acusativo en la misma oración, de un Resulta sorprendente la elección del ejemplo (144a) “¿Tú la friegas a la cocina? (Espontánea)” en el texto de Fernández Soriano (1999: 1251), atribuido a la variedad rioplatense, dado que en esta está excluido totalmente el uso del pronombre tú y la forma verbal correspondiente friegas (que se reemplaza por vos fregás), especialmente en el habla espontánea. Asimismo, no parece válida la afirmación de Fernández Soriano (1999: 1246) según la cual el fenómeno del doblado de clíticos “distingue a nuestra lengua de otras […] como el francés o el italiano, que no admiten nunca la coaparición de un pronombre átono y un sintagma complemento”. Cf. los siguientes trabajos referidos por Belloro (2007): Capone (2003), Duranti/ochs (1979), Wanner (1987) (en relación con el italiano); y Auger (1994), Carroll (1982), Kaiser (1994) (sobre el francés). 12
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total de 5086 oD posverbales (o sea, un 1,27%). Diversos estudios y datos sobre la duplicación de oD en español hablado han indicado variabilidad dialectal en el uso de esta construcción: entre otros, Bentivoglio (1978), Bordelois (1974), Campos (1999), Colantoni (2002), Lipski (1994), Marcos Marín (1978), Parodi/Santa Ana (2002), Poston (1953), Quilis et al. (1985), Roldán (1971) y Suñer (1989). Tradicionalmente, la duplicación del oD fue interpretada incorrectamente como pleonástica o redundante. Tanto Bello como la RAE ofrecen esta misma explicación, posiblemente porque no se hayan buscado razones discursivas. En el caso de la duplicación de oD preverbal (“A los desertores los han indultado de la pena de muerte”), Bello (1981: 541) indica: Esta especie de pleonasmo, a veces verdadera redundancia que se aviene mal con el estilo serio y elevado, es otras natural y expresiva: “[…] porque velas no las tenían […]” (Cervantes). […] si precede el acusativo complementario, la duplicación por medio del nombre indeclinable produciría muy mal efecto: “Los empleaba los tesoros en sus gustos”.
No obstante, Bello encuentra algunos raros casos aparentemente aceptables, de entre los cuales, los atribuidos a claridad, énfasis y contraste podrían tener que ver con fenómenos discursivo-pragmáticos que han sido estudiados más recientemente: identificación de referentes, topicalidad/alta trans, y foco de contraste13, respectivamente: “En general esta duplicación del acusativo o dativo debe estar justificada por algunos de los motivos antedichos: claridad, énfasis, contraste, elipsis” (Bello 1981: 543). De todos modos, Bello no llega a precisar las excepciones que, según él, merecen justificación. En cuanto a la relación entre duplicación y topicalidad, Silva-Corvalán (19801981, 1981, 1984) examina en el habla natural los factores que motivan la duplicación del oD, y encuentra que este no es un fenómeno redundante de habla descuidada sino que se halla motivado por factores semánticos, pragmáticos y sintácticos relacionados con la topicalidad. Específicamente, según Silva-Corvalán (1980-1981: 564), “[l]a función pragmática de estos clíticos es la de señalar que el referente de un sintagma nominal dado tiene un valor alto de topicalidad”. Se trata de un fenómeno variable de concordancia entre v y oD en proceso de difusión. La expectativa es que la mayor frecuencia de duplicación se dará en los casos de OD clasificado como Humano y Específico; o sea, que tenga una alta posibilidad de ser tópico de la oración. Esto apoya la idea de givón (1976) de que la concordancia gramatical se origina en la concordancia entre v y tópico, y que la Colantoni (2002: 327, n. 10) ya había notado la posible conexión de las palabras de Bello con la noción de foco de contraste: “[Bello] offers an exception to the pleonastic use that may be interpreted as a case of contrastive focus”. 13
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correferencialidad entre un clítico acusativo y un oD nominal debe interpretarse como marca de concordancia motivada por la topicalidad del oD. otra línea de investigación sobre la duplicación es ofrecida por Belloro (2007), quien presenta un extenso análisis del fenómeno en el marco de la teoría llamada “Role and Reference grammar”. Belloro utiliza el mismo corpus de datos del español de Buenos Aires usado por Barrenechea y orecchia (1977), pero lo hace de un modo distinto: siendo su análisis principalmente cualitativo, considera contextos muy amplios para poder interpretar construcciones transitivas e intransitivas desde una perspectiva discursivo-pragmática. Según Belloro, las construcciones con duplicación codifican el nivel relativo de accesibilidad cognitiva de los referentes pertinentes; o sea, constituyen un mecanismo para instruir al interlocutor sobre la accesibilidad de los referentes dentro del intercambio comunicativo. Por último, vázquez Rozas y garcía Salido (2012) tratan el origen, difusión y gramaticalización del fenómeno de la duplicación de clíticos en español, entendido como caso de concordancia, dentro de un marco funcional. El análisis está basado en la frecuencia de uso de los clíticos en construcciones con duplicación y construcciones sin duplicación. Los datos indican que, históricamente, la concordancia ha sido consecuencia de la frecuente codificación del OD por clíticos. Esta interpretación se opone a la de givón (1976), quien propone que la duplicación del oD tuvo su origen en la construcción usada para marcar cambio de tópico (topicshift). El estudio de vázquez Rozas y garcía Salido se hizo utilizando textos de los siglos xiii a xvii, y también datos de español contemporáneo. La duplicación de oD se registra ya en el siglo xiii (2,7%), baja en los siglos siguientes a porcentajes de casi 1% y menos de 2%, y sube a más del doble (4,9%) en el siglo xx. 5. Elemento volitivo en las construcciones transitivas No ha sido posible encontrar estudios sobre la variabilidad del elemento modal volitivo del Agente en las construcciones transitivas, o de la incidencia que este elemento pudiera ejercer en la trans de tales construcciones. Nuestro trabajo ha investigado, de manera tentativa, algunas conexiones observadas en este sentido. El componente (2b) de la lista de parámetros de la trans de Hopper y Thompson (1980), y (6a) de la lista de propiedades de la construcción transitiva prototípica de Taylor (1989) han sido el punto de partida para esta parte de la investigación. Si vamos a observar la intencionalidad del Agente dentro de la construcción transitiva –y consecuentemente, el mayor o menor control de la acción del Agente sobre el Paciente– se hace necesario determinar el área de significado correspondiente.
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intención y control solo son posibles en los seres conscientes altamente desarrollados: típicamente el ser humano. Son aspectos de la voluntad, que se encuentran expresados a través de formas lingüísticas o elementos discursivos en el contexto de la comunicación. Dentro de los estudios semánticos, la volición es parte de la modalidad deóntica. Palmer (1986) estudia las diferencias entre lo deóntico y lo epistémico: la diferencia entre modalidad epistémica y modalidad deóntica implica una distinción entre el uso del lenguaje para informar y el uso del lenguaje para actuar. Los significados asociados con la modalidad deóntica difieren de los de la modalidad epistémica en que esta está conectada con las creencias, el conocimiento y la verdad en relación a la información dada; mientras que, por su parte, la modalidad deóntica contiene algún elemento relacionado con la voluntad y tiene que ver con las acciones del hablante mismo o de otros (Palmer 1986: 18, 121). 6. Conexión entre agentividad e intencionalidad Searle (1983), dentro de su teoría sobre la intencionalidad, se refiere al hecho de que, dado que el lenguaje es esencialmente un fenómeno social, las formas de la intencionalidad que subyacen lo lingüístico constituyen formas sociales. Continuando con una larga tradición filosófica, Searle (1983: 1) describe la intencionalidad como una propiedad de ciertos estados mentales y acciones por la que estos son dirigidos hacia objetos y circunstancias en el mundo. Si se tiene una intención, por ejemplo, debe ser una intención de hacer algo. En esta definición, intencionalidad implica direccionalidad. Para este filósofo, intentar hacer algo es solo una forma de intencionalidad, entre otras como desear o tener esperanza. Recordemos ahora que una de las características de la construcción transitiva prototípica, según Taylor (1989) es (6c): el evento tiene un componente causativo; la acción del Agente causa un cambio en el Paciente. Con respecto a este punto, es interesante observar que Searle encuentra una conexión entre causalidad e intencionalidad, y así habla de “causalidad intencional”. Aunque podamos observar dos eventos relacionados por causa-efecto, la relación misma (o sea, el nexo causal) no es observable: solo identificamos esa relación por haber observado regularidades causales entre eventos del mismo tipo. Searle nota que algunos filósofos han distinguido una clase especial de causalidad que se produce en relación al Agente; en ese caso, habría que diferenciar dos clases de causalidad según se origine en un Agente o en un evento14. Pero esto no convence a Searle, quien propone que En relación con esta información, Searle (1983: 11) provee la siguiente nota: “See R. M. Chisholm, ‘Freedom and action’, in K. Lehrer (ed.), Freedom and Determinism (New York: Random House, 1966), pp. 11-44”. 14
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la relación interna de causa-efecto es esencialmente la misma en los dos casos, excepto que en la causalidad intencional existe un contenido intencional que está causalmente relacionado a sus condiciones satisfactorias. Lo que es peculiar a este tipo de causalidad es que los seres humanos tenemos una experiencia directa de la relación causa (intención)-efecto (evento). Wilson (1989: 88-89), al hablar de actos e intenciones, asigna a la agentividad un elemento deóntico: las acciones de un Agente están conectadas con sus intenciones, metas y deseos; o sea, sus actos tienen un propósito, y por ello implican algún tipo de intencionalidad. Cuando el Agente intenta realizar determinada acción de acuerdo con un plan que tiene en mente, la acción debe conducir al resultado intentado respondiendo al plan (lo cual podrá lograrse, o no lograrse). Wilson (1989: 69) discute una diferencia de tipo deóntico que aparece cuando contrasta dos construcciones en inglés: [a] Ag performed an act of turning on the light. [b] Ag performed an act that turned on the light15. [T]here is a difference between these phrases, but I believe it is a difference in what they respectively do and do not, in Grice’s sense, ‘implicate’ or suggest.
Aparentemente, [a] ejemplificaría lo que Searle llama “causalidad intencional”. Por su parte, Wilson explica que la intencionalidad del Agente presente en [a] es una implicatura16, ya que podría cancelarse si se dijera explícitamente que el Agente actuó en forma accidental o inadvertida al encender la luz. La interpretación de [b], por otra parte, no implica intencionalidad de parte del Agente, sino que conecta dos acciones en una relación de causa-efecto. Por su parte, givón (1984: 107) expresa que, en todas las lenguas en que fue estudiada, la agentividad se manifiesta como un grupo de propiedades, y no como una característica discreta. A su vez, cada una de esas propiedades presenta una gradación. La volición aparece entre las propiedades de la agentividad y, según givón, su gradación típica es la siguiente: (7) volición: intención fuerte > intención débil > involuntario
7. Análisis de los datos En este apartado presentamos una muestra del análisis de construcciones transitivas extraídas del corpus de La Plata. Los ejemplos incluyen un contexto amplio 15 16
En Wilson (1989: 69) estas oraciones corresponden a los ejemplos (12) y (12.1). En el sentido de grice (1991).
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para dar mayor precisión a la interpretación de los datos. Fueron observados los siguientes factores: presencia (construcción con duplicación) o ausencia (construcción sin duplicación) de concordancia entre v y oD nominal posverbal por medio de un clítico acusativo correferencial; topicalidad del oD; intencionalidad del Agente; clasificación del OD según categorías semánticas (Humano, Animal, Inanimado) y estatus de especificidad (Específico, Inespecífico, Genérico). 7.1. construcciones sin duplicación En el ejemplo (8) se observa que el oD/Paciente continúa un tópico del que se viene hablando en la conversación; la intencionalidad del Sujeto/Agente se clasifica como no destacada: (8) T: Había un remate. Se rematan, qué sé yo, gran: Remate, zapatos de charol, hh (y yo de h era) me:dias, qué sé yo, de todo, puló:veres, de todo […] entonces, yo iba - mucho a los bailes, a los casamientos. (1.4) A las fiestas iba p iba mucho a bailar. (1) Y entonces voy al rema:te, qué sé yo, zapatos de charol. Y dije zas, me lo - se remató, me compré un par, de zapa zapatos de charol, (1) y medias de seda, negras. Que se usaba, en ese tiempo. (1.2) Y voy a mi casa, (1) me los pongo, () me puse el zapato y se: hizo f:: () se desc:osió to:do. [risas] Todas las costuras se descosió todo. Tendrían la fecha del año de garay, esos zapatos, porque tendrían: quinientos años. (14b15)
En (8), T relata una anécdota de cuando él era joven. En esa ocasión había comprado unos zapatos de charol en un remate de ropa, pero más tarde descubre que lo habían estafado porque cuando se los prueba se desarman. Zapatos de charol, inanimado, es el tópico general de esa narrativa, con dos menciones de referente Inespecífico en la ‘orientación’; una mención de Inespecífico [un par de…] y dos de Específico [los, el zapato] en la ‘acción complicante’; dos menciones de Específico [todo, todo] en la ‘resolución’; y, finalmente, una mención de Específico [esos zapatos] en la ‘evaluación’17. La construcción transitiva me puse el zapato, una de las ‘cláusulas narrativas’ de la ‘acción complicante’, presenta el OD/Paciente como Específico en singular, significando “el zapato (del par recién comprado) que T se prueba primero”. En tal construcción no hay duplicación. Y en este sentido es interesante advertir que, aunque zapato(s) sigue siendo el tópico, el hablante elige no marcarlo especialmente con un clítico correferencial. En mi opinión, esta elección tiene que ver con la dinámica de la narrativa, y con los intereses del hablante sobre cómo presentar 17
ver descripción y análisis de la estructura de la narrativa oral en Labov y Waletzky (2003).
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y dosificar la información. Si el OD hubiera estado duplicado, se habría producido un aumento de trans, con más desbalance entre Agente y Paciente. Sería entonces una construcción transitiva menos prototípica, y por lo tanto más destacada que la que el hablante usa en su narrativa. Y esto no es lo deseado, porque se obtiene un efecto mayor colocando esa ‘cláusula narrativa’ al mismo nivel de importancia que las anteriores, para lograr que la ‘resolución’ (se desc:osió to:do. [risas]) produzca más impacto en la audiencia18. Hay, además, otro elemento a considerar. La intencionalidad del Agente en cuanto a probarse el zapato no es destacada, ya que T realiza esto como un acto casi mecánico. Si se hubiera usado duplicación, se habría agregado un aumento en la intencionalidad del Agente (por aumento de control sobre la acción): una inferencia no deseada, porque probarse el zapato no era el objetivo último de T. Esto es un ejemplo de que las construcciones sin duplicación no marcan alta trans. En (8) la relación entre Agente y Paciente está presentada como prototípica. El hablante le indica al oyente que la trans no presenta saliencia, a pesar de que el oD continúa el tópico del discurso. 7.2. construcciones con duplicación El ejemplo (9) reúne las siguientes características: el oD/Paciente retoma un tópico del que se viene hablando en la conversación; la duplicación produce aumento de topicalidad del referente del oD/Paciente. Además, no existe intencionalidad de la entidad que aparece como Sujeto, dado que su rol semántico no es de Agente sino de instrumento: (9) C: pero es - es otra cosa que - que que - a - a mí me da bro:nca. (No sé.) La señora ésta de Solari e: (0.4) el año pasado (0.8) e: (0.8) estuvo de profesora - tuvo (0.6) un chico (…). A los dos o tres meses, otra vez con la panza. […] La - la de Rocco tuvo uno, al - al poquito, o:tra vez. […] La de Morales […] ya está con la panza. Pero viejo, pero - son tres me:ses que después tiene que perder de curso. Hay que poner un suple:nte. los tipos tienen un profesor, tienen otro, tienen otro, y eso - e - esa discontinuidad los los perjudica a los alumnos. (6b8)
En (9), C es un profesor intolerante hacia el repetido estado de maternidad de varias profesoras del instituto donde él trabaja. Su preocupación principal (o tal vez, la justificación de su intolerancia) está centrada en los estudiantes de esas Se debe notar que la ‘resolución’ aparece transcripta en subrayado y con alargamiento vocálico y consonántico, lo que indica que el transcriptor la percibió con prominencia prosódica. Así, el narrador utiliza esos elementos prosódicos para lograr la reacción de la audiencia: las risas. 18
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profesoras, quienes seguramente deberán tener distintos suplentes durante las licencias por maternidad. El Paciente (los alumnos, Humano) continúa un tópico iniciado con el referente los tipos19. En este caso, la duplicación marca no solo esa continuidad, sino también un aumento de topicalidad de los alumnos, que se convierte en tópico principal para C por ser el centro de su preocupación. Además, la alta trans de la construcción con duplicación produce saliencia, que es aprovechada por el narrador para destacar la construcción transitiva que, desde su punto de vista, contiene la síntesis del problema que está explicando: esa discontinuidad los perjudica a los alumnos. En sus dos formas de apelación, el referente de tipos/ alumnos fue clasificado como Genérico: porque la implicación es que, siempre que un profesor no puede atender su trabajo, el estudiante se perjudica. En cuanto a la intencionalidad del Sujeto de la construcción transitiva, aquí es nula, ya que discontinuidad es Inespecífico y no puede experimentar volición. Su rol semántico no es el de Agente sino el de instrumento. Por ser la interacción entre topicalidad del Paciente y volición del Agente el tema central del presente trabajo, se incluyen a continuación dos ejemplos, (10) y (11), que ilustran las siguientes características: el oD/Paciente continúa un tópico del que se viene hablando en la conversación; el Sujeto/Agente presenta intencionalidad destacada. Así, la duplicación marca topicalidad del oD/Paciente y, principalmente, fuerte intencionalidad del Sujeto/Agente: (10) F: es decir, a mí me gusta un poco como escribe, lo que dice y (… eso), es bastante decadente el hombre, pero aparte de eso, cuando hace - se burla un poco de Carpentier, cuando escribe, es para mata:rse de la risa. Y Carpentier parece que no le gustó nada, se enojó. El asesinato de Trotsky, dice, narrado por varios escritores, ¿no? y uno de ésos es por Carpentier S: entonces= F: =y es - y es un escritor, el tipo lo va a matar a a Trotsky, entonces, claro, llega, () y empieza a mirar la parte de la habitación, y se pierde, viste, en la contemplación de la puerta. (11b12)
En (10), F está hablando de la novela Tres tristes tigres (1981), y de cómo Cabrera infante se burla del estilo personal de distintos escritores, entre ellos Carpentier. La parodia reside en la actitud del asesino, que debe postergar su objetivo al quedar atrapado en la barroca descripción de Carpentier. La duplicación del 19 Prince (1981) refina la dicotomía información vieja/información nueva distinguiendo una taxonomía en relación con el estatus que el hablante estima que el referente tiene en la conciencia del oyente: brand-new, brand-new anchored, inferrable, unused, textually evoked, situationally evoked. Según la categorización de Prince, en (9) los alumnos sería un caso de referente “textually evoked”.
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oD/Paciente marca la topicalización de Trotsky (Humano, Específico), cuyo referente se encuentra textualmente evocado por una mención anafórica. La alta intencionalidad del Agente (el tipo), o sea el asesino, resulta evidente ya que su propósito es perpetrar el crimen político. Pero, además, esta inferencia está reforzada por la utilización del futuro perifrástico. En este contexto, va a matar es ambiguo: por un lado, va funciona literalmente como verbo de movimiento (el asesino se desplaza hacia la habitación donde está Trotsky con el propósito de matarlo); por otro lado, va a matar es el futuro perifrástico, que originalmente marcaba la intención de realizar una acción futura. La duplicación en la construcción transitiva es principalmente una marca de la intencionalidad destacada del Sujeto/Agente, ya que se produce un contraste entre la intención original del asesino y la postergación inesperada de su objetivo. A continuación se ofrece el ejemplo (11): (11) P: entonces me contaba ella una anécdota cuando vino de Italia, […] cuando la traían, en el auto […] vos viste () cuando vos vas por los terrenos que ves () los () los cardos () los cardos […] entonces ella venía de Italia () donde la tierra es poca para sembrar, […] y venir de Buenos Aires y pasar por tanto terreno y ver - tonces dice pero - ¿có:mo? dice () acá en la Argentina ¿así dice crecen los alcauciles en la Argentina? () entonces eh () el chofer le […] dijo ah sí acá nosotros cuando precisamos alcaucil señora paramos el coche y nos agarramos todo un montón […] le dijo el vivo ¿no? […] entonces ella le dijo () ¿y yo puedo bajar ir a re - buscarme alcauciles? () entonces dijo él sí: cómo no señora, baje agárrese todo () dice […] ah ña Pepa20 có:mo se rieron después de mí ña Pepa () y ¿sabe qué era todo lo que yo decía alcauciles? Cardo. () Era cardo. () Pero no importa, yo igual no me di: por vencida, los corté los cardos y le dije igual me va a servir a mí. (9b28)
(11) presenta una narrativa de P, quien reconstruye una anécdota que le había sido relatada por Dina, una vecina italiana21. Recién llegada a Argentina, Dina confunde los cardos silvestres con plantas de alcauciles comestibles, y se sorprende porque piensa que estas crecen libremente en el campo. Ella tenía la intención de cortar los alcauciles para comerlos, lo que produce la ridiculización de los que están con ella en el vehículo. A pesar de darse cuenta de su equivocación, Dina (el Agente) mantiene su firme voluntad de cortar algunos cardos: no me di por vencida, los corté los cardos… (la ‘resolución’ de la narrativa), posible-
ña Pepa es aféresis de la forma de tratamiento Doña Pepa. Nótese que la construcción con duplicación no está verdaderamente usada por Dina, sino que está incluida en la narrativa de P (hablante platense). Solo P conoce la versión original de Dina: la audiencia únicamente oye la interpretación de P. 20 21
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mente para demostrar que no se dejaría amedrentar por las burlas. La duplicación sirve en (11) para reforzar la intención original del Sujeto/Agente, quien insiste en concretar su objetivo contrariamente a lo esperado, ya que ahora sabe que su acción carece de propósito. Es interesante observar que toda la narrativa de P está construida para producir sorpresa ante la obstinación de Dina. De esta manera, su intencionalidad resulta ser lo esencial en la ‘resolución’. En la construcción con duplicación, el oD/Paciente los cardos (inanimado, Específico) continúa el tópico, cuyo referente se encuentra textualmente evocado. La expresión no me di por vencida comunica en forma explícita la intencionalidad del Agente. En (12), el último ejemplo de este apartado, puede observarse que el oD/ Paciente introduce cambio de tópico22; el Sujeto/Agente presenta intencionalidad destacada. La duplicación, por otra parte, cumple dos funciones: produce saliencia para indicar cambio de tópico/contraste entre referentes y, secundariamente, marca la intencionalidad del Sujeto/Agente: (12) V: este, el marido es, este, ¿qué es? ingeniero en […] construcción. Y consiguió: un trabajito lindo, hace mu:cho de esto, no? este, en Ecuador. Y:: se fue primero él:, él solo, para ver cómo andaba la cosa, y después, la mandó llamar a: la esposa, y ya tenían un nene. (0.8) Entonces allá: (0.6) con el encuentro (0.4) que ella quedó embarazada e he he y tuvieron, ahí en Ecuador, una nena. (8a21)
En este ejemplo, v relata lo sucedido a un amigo ingeniero que se había ido a trabajar a Ecuador. Este es el tópico del discurso en la primera parte del ejemplo. Luego, en la construcción con duplicación se introduce un cambio de tópico por medio del oD/Paciente la esposa (Humano, Específico), que se continúa en la mención anafórica ella. La función principal de la duplicación es remarcar el cambio de tópico entre el marido y la esposa, produciendo un contraste entre estos referentes. El referente de la esposa no constituye, sin embargo, información nueva dentro del discurso. Por un lado, se considera que los parientes y amigos dentro de un grupo social son referentes identificables en su primera mención, ya que los interlocutores los conocen o asumen su relación con la persona que habla, o de quien se habla. Por otro lado, si se toma en cuenta un contexto mucho mayor para (12), existe una mención anterior, distante de la que incluye la construcción con dupli22 En relación con los tipos de referentes que pueden ser usados (en español) para producir cambio de tópico, ocampo (2003a: 203) indica: “The referents present in the category topic shift can be new or given. Although new referents are dispreferred as topics, […] when they occur they signal topic shift only. Also, […] a speaker can shift the topic to a referent that has been previously mentioned, and therefore is given”.
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cación. En esa instancia, la esposa aparece referida como Lorena, una amiga, por lo que habría que clasificar el referente como ‘textualmente evocado’. Debemos hacer notar que los datos no registran ningún caso de cambio de tópico marcado por la duplicación del oD, cuyo referente represente información totalmente nueva, o sea, ‘brand-new’ en la categorización de Prince (1981). A nivel de mensaje se interpreta que en (12) existe una intencionalidad destacada por parte del Agente de la construcción con duplicación, quien desea fuertemente la reconstitución de su familia lejos de Argentina. 8. Estudio cuantitativo En este apartado se presentan los resultados que arrojó la cuantificación de diversos factores de tipo lingüístico que afectan la construcción transitiva. Fueron analizados en total 424 ejemplos de construcción transitiva, pertenecientes al corpus de La Plata: 374 sin duplicación (88,21% del total), y 50 con duplicación de oD posverbal constituido por frase nominal (11,79% del total de construcciones analizadas). La Tabla 1 presenta estas cifras23. TAblA 1 Número de ejemplos y porcentajes correspondientes a las construcciones transitivas analizadas Construcciones transitivas analizadas Construcciones Ejemplos %/424 Sin duplicación 374 88,21 Con duplicación 50 11,79 Total 424 100
8.1. estatus semántico del referente del od Tanto los 374 ejemplos sin duplicación como los 50 con duplicación fueron analizados según categorías correspondientes al tipo de referente del oD, las que se detallan a continuación. La categoría Animado no aparece en nuestra clasificación, sino que se prefirió dividirla en Humano y Animal. Junto a estas dos se consideró una tercera: Inanimado. Además, el referente del OD fue clasificado según fuera Inespecífico, Específico o Genérico. Por razones de claridad los porcentajes han sido redondeados al decimal más próximo en todas las tablas. 23
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Aunque existen diversos estudios lingüísticos en que se prefiere agrupar los referentes Genéricos dentro de los Específicos, en mi opinión, distinguirlos de los otros dos parece más apropiado. En tanto las categorías Inespecífico y Específico clasifican referentes-individuo, Genérico clasifica referentes-tipo (es decir, refiere a clases de entidades), y por tanto no podría incluirse en ninguna de las categorías correspondientes a individuos. La especificidad de un referente presenta muchos problemas desde el punto de vista semántico. Se la ha estudiado desde diversos enfoques y con interpretación y propuestas diferentes24. No es posible asignar una categoría Específico al referente de un sustantivo solo por la presencia del artículo definido o, inversamente, asignar una categoría Inespecífico solo porque el sustantivo esté acompañado del artículo indefinido. Aunque en la mayoría de los casos esto podría funcionar, no siempre es así, ya que se encuentran instancias en que el artículo indefinido está asociado a una frase nominal con referente Específico, y viceversa. La interpretación de Específico o Inespecífico en muchos casos es composicional: no se puede encontrar una marca lingüística única, sino que se obtiene a nivel de mensaje. A pesar de ejemplos como (4a) y (4b), arriba, que parecerían indicar codificación de especificidad por parte de la preposición a, según Leonetti (2004, 2007) el español no presenta este tipo de codificación. Leonetti (2004: 99) indica que la especificidad se infiere pragmáticamente con base en los significados de los elementos en cuestión en combinación con la información provista por el contexto oracional y la situación comunicativa. En el presente estudio la regla general ha sido asignar Específico o Inespecífico según el analista determinara si el referente de un OD podía ser o no semánticamente identificable por el hablante según cada contexto25. En la Tabla 2 se comparan el número de ejemplos y los porcentajes entre construcciones sin duplicación y construcciones con duplicación. Con base en esta Tabla, se han obtenido las siguientes observaciones. La categoría Animal no resultó significativa debido a que las conversaciones incluyen muy pocas referencias a animales. En las construcciones sin duplicación la mayor parte de los oD son inanimados (casi 88%), contrastando con los Humanos (solo un 11%). Entre las construcciones sin duplicación y las construcciones con duplicación se advierte que los oD Humanos tienen un porcentaje mucho más alto en el segundo tipo de construcciones: 42%, vs. 11% en las construcciones sin duplicación. Esto era esperable, de acuerdo con conclusiones de estudios anteriores; en cambio, lo inesperado resultó ser el porcentaje de inanimados registrado para ver la excelente discusión que ofrece Belloro (2007: cap. 4) al respecto. Aquí no se considera si el referente puede ser o no accesible al oyente por razones de procesamiento de la información. 24 25
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las construcciones con duplicación: 52% (más de la mitad de los ejemplos analizados). Y aún más notable fue la proporción entre inanimados y Humanos en las construcciones con duplicación: los inanimados, 52%, sobrepasan a los Humanos, 42%, en un 10%. Esto demuestra un alto grado de extensión de las construcciones con duplicación en cuanto a su uso en contextos con oD inanimado (cf. con los resultados de Barrenechea y orecchia 1977 en el apartado 4). En relación con los nombres propios usados en el rol gramatical de oD, todos los casos analizados fueron encontrados en las construcciones con duplicación; o sea que las construcciones sin duplicación no incluyen ningún ejemplo en este sentido. La segunda sección de la Tabla 2 muestra el comportamiento de los dos tipos de construcción transitiva en cuanto a las categorías Inespecífico, Específico o Genérico, asignadas al OD. Mientras que los Inespecíficos predominan en las construcciones sin duplicación (66%), los mismos se encuentran ausentes en las construcciones con duplicación. Los Específicos constituyen la mayoría en las construcciones con duplicación (80%), contrastando con una presencia mucho menor en las construcciones sin duplicación (solo 22%). La presencia de los genéricos es casi doble en las construcciones con duplicación (20%) que en las construcciones sin duplicación (11,7%). Se pueden observar los porcentajes referidos en la Tabla 2. TAblA 2 Estatus del referente del OD: número de ejemplos y porcentajes por categoría en construcciones sin duplicación y construcciones con duplicación Construcciones sin duplicación Categoría del oD Ejemplos % Humano 42/374 11,23 Animal 4/374 1,07 inanimado 328/374 87,7 Inespecífico 247/374 66,04 Específico 83/374 22,19 genérico 44/374 11,77
Construcciones con duplicación Categoría del oD Ejemplos % Humano 21/50 42 Animal 3/50 6 inanimado 26/50 52 Inespecífico 0/50 0 Específico 40/50 80 genérico 10/50 20
Si bien ha sido útil la clasificación de ejemplos por categorías únicas, también hemos agrupado los datos según categorías combinadas. Los resultados obtenidos pueden observarse en la Tabla 3, abajo. En este caso, cada uno de los tipos de entidades asignados al referente del oD (Humano, Animal, inanimado) fue combinado con las tres clases de referentes (Inespecífico, Específico, Genérico) que figuran en la segunda sección de la Tabla 2.
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TAblA 3 Estatus del referente del OD: número de ejemplos y porcentajes (parciales y totales) según categorías combinadas en construcciones sin duplicación y construcciones con duplicación Construcciones sin duplicación Categoría % Ejemplos %/374 del oD parcial Humano/ 25/42 59,52 6,69 Inespecífico Humano/ 10/42 23,81 2,67 Específico Humano/ 7/42 16,67 1,87 genérico Animal/ 2/4 50,00 0,54 Inespecífico Animal/ 2/4 50,00 0,54 Específico Animal/ 0/4 0,00 0,00 genérico inanimado/ 220/328 67,07 58,82 Inespecífico inanimado/ 71/328 21,65 18,98 Específico inanimado/ 37/328 11,28 9,89 genérico
Construcciones con duplicación Categoría % Ejemplos %/50 del oD parcial Humano/ 0/21 0,00 0 Inespecífico Humano/ 18/21 85,71 36 Específico Humano/ 3/21 14,29 6 genérico Animal/ 0/3 0,00 0 Inespecífico Animal/ 3/3 100,00 6 Específico Animal/ 0/3 0,00 0 genérico inanimado/ 0/26 0,00 0 Inespecífico inanimado/ 19/26 73,08 38 Específico inanimado/ 7/26 26,92 14 genérico
Los ejemplos fueron computados dos veces para obtener dos porcentajes. El porcentaje parcial fue obtenido sobre el número total de ejemplos de cada categoría (Humano, Animal, inanimado); y el porcentaje total, sobre el número total de ejemplos de cada tipo de construcción: 374 para las construcciones sin duplicación y 50 para las construcciones con duplicación. En las construcciones sin duplicación, entre las tres posibilidades de los Humanos se destacan los Humanos/Inespecíficos, con un porcentaje parcial de casi 60%. En cambio, en las construcciones con duplicación el mayor porcentaje parcial fue asignado a los Humanos/Específicos, con más de 85%. No se pueden sacar fuertes conclusiones en relación con los de categoría Animal, por su baja frecuencia, pero puede observarse una tendencia: su distribución es más pareja en las construcciones sin duplicación, mientras que, en las construcciones con duplicación los de categoría Animal parecen comportarse como los Humanos, ya que los únicos tres ejemplos son
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de tipo Animal/Específico (100%). Entre los Inanimados, los que más abundan en las construcciones sin duplicación son los Inanimados/Inespecíficos (porcentaje parcial: 67%). En tanto que, nuevamente, los más numerosos en las construcciones con duplicación son los Inanimados/Específicos (porcentaje parcial: 73%). Cabe recordar que en las construcciones con duplicación no hay cifras para los Inespecíficos en ninguna de las tres categorías por su ausencia absoluta en este tipo de construcción. Con respecto a los totales absolutos, para las construcciones sin duplicación el porcentaje mayor corresponde a los Inanimados/Inespecíficos (casi 59%, muy distante del resto de las categorías); y los que le siguen son los inanimados/Específicos (casi 19%). Para las construcciones con duplicación, es interesante notar que los Humanos/Específicos (36%) y los Inanimados/Específicos (38%) se reparten los dos porcentajes mayores, muy parejos, pero aun mayor para los últimos. En estas construcciones los inanimados/genéricos se ubican en tercer lugar: 14% del total de ejemplos analizados de las construcciones con duplicación. 8.2. volición/intencionalidad del agente En este estudio también hemos cuantificado los datos en relación a intencionalidad del Agente en ambas construcciones transitivas. El análisis se hizo con base en las inferencias que se desprenden del contexto en el caso de cada ejemplo. En cuanto a la expresión lingüística de intencionalidad en español, la única marca morfológica que podría indicar intencionalidad del Agente sería el futuro perifrástico: ir a + infinitivo, que históricamente ha servido para marcar la intención de realizar una acción futura26. Hay, además, adverbios, expresiones, verbos y perífrasis que indican léxicamente una acción intencional: a propósito, sin darse por vencido, en forma intencional, proponerse, intentar, tener la intención de, cometerse a, por ejemplo. Pero, cuando estos elementos léxicos no están presentes, puede existir intencionalidad del Agente en forma no explícita. En estos casos se deben formular inferencias, o sea, se debe interpretar la intencionalidad como mensaje. Existen también elementos léxicos para indicar ausencia o cancelación de toda intencionalidad, como es el caso de los adverbios involuntariamente, inadvertidamente, accidentalmente. destacada
26 El problema con esto en la variedad rioplatense es que esta forma de futuro es la única usada para expresar referencia futura de una acción, ya que la forma verbal simple de futuro constituye una marca modal epistémica y se usa para indicar suposición, no necesariamente con referencia temporal futura (ocampo 1987). No obstante, existen contextos en los que el futuro perifrástico del rioplatense retiene aún su valor modal deóntico para marcar intencionalidad.
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En ausencia de signos léxicos o morfológicos que la indiquen explícitamente, reiteramos, la intencionalidad del Agente se comunica a nivel de mensaje, producido por la interacción de la construcción transitiva y un contexto amplio. La Tabla 4 muestra los resultados cuantitativos por tipos de entidad del oD/ Paciente (Humano, Animal, inanimado). Los casos de volición/intencionalidad destacada fueron separados de los que presentaban volición no destacada o neutra. El objetivo era averiguar la distribución de los ejemplos con intencionalidad destacada entre las construcciones sin duplicación y las construcciones con duplicación. Los totales entre construcciones indican que su presencia es mucho mayor en las construcciones con duplicación: 25/50, o sea, el 50% de todos los ejemplos de ese tipo de construcción; pero solo 41/374, es decir, un 11% en las construcciones sin duplicación. Estos porcentajes marcan una diferencia significativa en la frecuencia de uso de ambas construcciones cuando existe alta intencionalidad del Agente. Además, en las construcciones con duplicación, las construcciones con volición destacada tienen los referentes de oD/ Paciente distribuidos equitativamente: tanto los Humanos como los inanimados registran 48%. Por otra parte, en las construcciones sin duplicación los Pacientes inanimados son la mayoría (68%), con más del doble del porcentaje de los Humanos (casi 32%). TAblA 4 Número de ejemplos con intencionalidad destacada y porcentajes en construcciones sin duplicación y construcciones con duplicación según tipo de entidad del oD Volición/intencionalidad destacada del Agente Construcciones sin duplicación Construcciones con duplicación Categoría del oD Ejemplos % Categoría del oD Ejemplos % Humano 13/41 31,71 Humano 12/25 48 Animal 0/41 0,00 Animal 1/25 4 inanimado 28/41 68,29 inanimado 12/25 48 ToTAL 41/374 10,96 ToTAL 25/50 50
8.3. presencia del verbo tener Al hacer el análisis de los ejemplos ha sido observada una alta frecuencia del verbo tener en las construcciones sin duplicación. Es, sin lugar a dudas, el verbo más usado en ese tipo de construcción. Se registra en 115 ejemplos sobre un total de 374, lo que representa más de un 30%. A primera vista sorprenden estas cifras
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si las comparamos con las de las construcciones con duplicación: solo dos ejemplos sobre un total de 50, o sea, un 4%. La Tabla 5 muestra estos porcentajes. TAblA 5 Frecuencia del verbo tener en construcciones sin duplicación y construcciones con duplicación Verbo tener Construcciones Ejemplos Sin duplicación 115/374 Con duplicación 2/50
% 30,75 4,00
En relación con la diferencia observada entre clases de construcciones transitivas hemos anotado los siguientes puntos: a) tener, un verbo de posesión, es estativo y produce muy baja trans –cf. Hopper/Thompson 1980: (2a) sobre kinesis–. Su presencia frecuente en las construcciones sin duplicación parece indicar que estas son aptas para expresar una gradación de trans entre prototípica y baja; b) el poseedor no es verdaderamente Agente sino Experimentador27; en la mayoría de los casos su control sobre la situación es casi inexistente. Esto también indica baja trans; por último, c) la alta frecuencia de tener en las construcciones sin duplicación estaría vinculada con el tipo de referente más frecuente del oD, o sea inanimado (87,7%). La posesión de algo inanimado es, naturalmente, más frecuente que la de seres humanos. Sin embargo, estas observaciones no explican totalmente la ausencia casi absoluta de tener en las construcciones con duplicación, ya que en estas los oD de tipo inanimado se registran en la mitad de los ejemplos (52%). En las construcciones con duplicación solo se han encontrado dos ejemplos con tener. Al analizarlos, hemos notado que podrían considerarse especiales. Además, es importante explicar la presencia simultánea de topicalidad del Paciente e intencionalidad del Agente. Uno de los ejemplos mencionados es (13): (13) v: yo me puedo presentar como Directora de Tercera a un concurso para ascender directo a Directora de Primera, que es lo que tengo intenciones de hacer. Primero, porque ya al haber estado tres años o cuatro en una dirección, aunque sea de Tercera […] aprendés cualquier - cualquier cantidad de cosas y de experiencia. Entonces, yo voy a empezar con - ya con la experiencia […] la voy a tener la experiencia. (12a 18)
27
Mi traducción de Experiencer.
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En (13) V se refiere a los requisitos exigidos para ser Directora de Primera Clase de escuelas primarias, que es el trabajo que desea tener en el futuro (como lo indica explícitamente). Para ello es necesario haber pasado por una experiencia similar, aunque de menor responsabilidad, en escuelas pequeñas. Por eso v se presentará primero a un cargo de Tercera Clase como paso previo. Ella tiene la intención de tener la experiencia básica necesaria para obtener un puesto de categoría más alta, que es su propósito último. En la construcción con duplicación (La voy a tener la experiencia) la intencionalidad del Agente está marcada en la forma perifrástica de futuro, como también por la explicación de v, quien intenta tener control sobre la situación de tener la experiencia. En el ejemplo (13) el uso de la construcción con duplicación se origina aparentemente en la topicalidad del oD: la experiencia se mantiene como tópico discursivo. Pero también está presente el factor de la intencionalidad destacada del Agente. La construcción con duplicación (altamente transitiva, destacada del contexto) resulta más apta que la construcción sin duplicación para presentar la situación desde el punto de vista de la hablante. En (13) se desdoblan los roles semánticos de v quien, por un lado, funciona como Agente porque tiene una fuerte voluntad de tener la experiencia, pero, por otro lado, será Experimentador en la situación futura de tener la experiencia. Así, la construcción sin duplicación (por su trans prototípica) no hubiera sido útil para transmitir estos mensajes. 9. Discusión 9.1. construcciones con duplicación y topicalidad del paciente Como se demostró en el apartado 7.1, la topicalidad del oD/Paciente no es suficiente para producir duplicación cuando hay otros factores en juego. No obstante, en la mayoría de los casos la construcción con duplicación es la construcción preferida cuando se necesita que el oD/Paciente continúe el tópico –como en (10)-(11)–, lo cambie (12), o eleve el grado de topicalidad de un referente (9). Es necesario preguntarse sobre la relación existente entre la presencia del clítico en la construcción con duplicación y el aumento de trans que se produce si la comparamos con la construcción sin duplicación. Para ello debemos considerar (2e), sobre la individuación del Paciente. Según Hopper y Thompson (1980), esta noción tiene que ver con la medida en que el oD se encuentra presentado como entidad concreta, particularizado y bien distinguido de su contexto. Además, entre todas las propiedades incluidas en (2e), definitud y referencialidad
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del oD/Paciente son las que tienen el rol más importante al interactuar con otros elementos de alta trans (Hopper/Thompson 1980: 287). En la construcción con duplicación, la presencia del clítico replica los significados esenciales contenidos en un oD nominal: persona, género, número, caso28. Además, señala la referencialidad del OD. Por último, marca definitud ya que, en español estándar, un clítico no puede ser correferencial con un OD Indefinido, como en: *Los vi a unos chicos. De este modo, el clítico calca las propiedades de individuación del OD, reforzándolas. Al reforzarlas, particulariza y distingue al oD en una mayor medida, destacándolo del contexto. En mi opinión, el clítico codifica alta individuación del referente correspondiente al oD/Paciente. Así, se produce un aumento de control por parte del Agente sobre un Paciente altamente individualizado. Y la consecuencia es un aumento en trans. En este sentido, se cumple la Hipótesis de la Transitividad de Hopper y Thompson (1980), ya que entre la construcción sin duplicación y la construcción con duplicación, la diferencia es la codificación del clítico en la construcción de alta trans. Y por esto mismo, el clítico se puede considerar un elemento de alta trans dentro de la construcción. Esta interacción entre los planos sintáctico (el clítico) y semántico (definitud/referencialidad = alta individuación) tiene consecuencias a nivel pragmático y discursivo (topicalidad del oD). Dentro de la construcción con duplicación, la marca de alta trans del clítico lo hace apropiado para señalar la topicalidad del oD. 9.2. construcciones con duplicación e intencionalidad del agente Ejemplos como (10) a (13) sugieren que hay casos en que al hablante le interesa enfatizar el rol que el Agente tiene en consumar la acción. Las inferencias derivadas del contexto en cada uno de estos ejemplos son claras: la fuerza volitiva del Agente por controlar la ejecución de la acción es alta. Si bien un componente volitivo generalmente está presente, en alguna medida, en las acciones controladas por un Agente Humano, ese componente puede llegar a ser muy marcado en algunas circunstancias. A este respecto, recordemos los puntos (6a,b) de la caracterización que Taylor (1989) hace de la construcción transitiva prototípica; y también los parámetros (2b,c) volitividad y agentividad de Hopper y Thompson (1980), que pueden incidir en un aumento de la trans. Así, cuando existe una intención fuerte del Agente, esto nos lleva a percibirla como especialmente destacada o saliente, y por ello la perspectiva o punto de vista del Agente se presenta como foco o centro de atención para el interlocutor. 28
No todos los clíticos tienen todos los significados.
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La noción de punto de vista ha sido considerada dentro de la lingüística cognitiva para explicar fenómenos codificados en distintas lenguas29. Langacker (1987: 122, 140) explica esta noción, que se basa en la posibilidad de mirar un objeto físico desde distintos ángulos. Si se observa una escena con múltiples participantes desde diferentes posiciones, se producirá una variación con respecto a la proximidad y saliencia con que se los percibe. Esta habilidad física es un modelo para efectuar transformaciones mentales de punto de vista. Como consecuencia, el hablante podrá utilizarlo al construir una situación con propósitos lingüísticos, conceptualizando cuál sería la perspectiva más ventajosa para presentar tal situación. En el caso de la intencionalidad del Agente en las construcciones transitivas del español, no existe codificación para marcar punto de vista del Sujeto/Agente. Sin embargo, a nivel de mensaje se puede inferir un viraje desde la perspectiva habitual del hablante (al presentar las situaciones) a la perspectiva del Agente, lo que produce una empatía mayor en relación a su fuerza volitiva. La construcción con duplicación es apropiada para transmitir intencionalidad destacada del Agente. Según (6b,c,d) (Taylor 1989) hay una relación de oposición entre Agente y Paciente, que puede aumentarse según aumente la trans. Como se expresó anteriormente, la presencia del clítico asegura una alta trans. En este sentido, la estructura ya está dada para focalizar la fuerza volitiva del Agente: si este actúa en relación a un Paciente que presente alta individuación –cuya especificación se halla especialmente marcada por el clítico– esto es indicación de un grado muy alto de control del Agente. De este modo, la inclusión del clítico produce un cambio en la relación de fuerzas existente en la oposición entre Agente y Paciente. A nivel pragmático, se produce entonces una implicatura que sigue la Máxima de Relevancia de grice (1991) –cancelable según los contextos–: si el Agente aumenta su control sobre el Paciente, se implicaría que está actuando con una marcada intención de afectarlo. Y aquí entra en juego la afectabilidad del Paciente (2d) de Hopper y Thompson; es decir, el grado en que una acción llega a transferirse al Paciente. Como se ha tratado de explicar, la construcción con duplicación incluye entonces un elemento de significado modal deóntico que no se da en la construcción sin duplicación. La construcción con duplicación resulta apropiada para presentar el punto de vista del Agente, indicando alta volición y alta agentividad. Al mismo tiempo, por su elevada trans esta construcción se percibe como prominente dentro del discurso, y esto sería un índice de su carga cognitiva y su complejidad semántico-pragmática y discursiva. Sobre punto de vista, ver Dahl (1997) y DeLancey (1981), sobre relaciones gramaticales y aspecto, respectivamente. 29
construcciones con objeto directo duplicado
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10. Conclusiones Este estudio no solo confirma lo referido en trabajos anteriores sobre extensión y frecuencia del fenómeno de la duplicación del oD en rioplatense en relación con otras variedades, sino que registra un aumento de las mismas (cf. con los resultados de Barrenechea y orecchia 1977 en el apartado 4). Hay que considerar que el aumento en los porcentajes obtenidos en el presente trabajo podría estar motivado, en parte, por el alto nivel de informalidad de los datos utilizados. Los ejemplos con duplicación extraídos de nuestro corpus representan casi un 12% del total de construcciones transitivas analizadas (Tabla 1), incluyendo en esta cifra solo construcciones con oD nominal pospuesto al verbo. En cuanto a la extensión a contextos con oD inanimado, este estudio indica un uso mayor para los referentes inanimados (52%) que para los Humanos (42%), como puede observarse en la Tabla 2. La construcción con duplicación presenta un porcentaje total de 80% de casos con OD Específico (Tabla 2); y de estos, los predominantes son Humanos e inanimados, presentes en proporciones casi iguales. Respecto de la distribución de intencionalidad destacada del Agente, los resultados muestran una diferencia muy marcada entre las construcciones sin duplicación y las construcciones con duplicación: solo un total de casi 11% en el primer tipo de construcción, versus 50% en el segundo. Esto sugiere la existencia de una conexión entre la intencionalidad destacada del Agente y su expresión en una estructura de alta trans que conlleva un elemento de significado deóntico, como lo es la construcción con duplicación. La duplicación del OD no puede justificarse mecánicamente a nivel sintáctico, sino que es un fenómeno esencialmente de significado. La presencia del clítico se correlaciona con un complejo juego de factores semánticos, pragmáticos y discursivos: aumento de individuación y afectabilidad del Paciente; aumento de agentividad y volición del Agente; cambio de fuerzas en la oposición entre Agente y Paciente, y por consiguiente, aumento de la transitividad; topicalización del oD/ Paciente, y focalización del punto de vista del Sujeto/Agente. Estos operan a nivel de mensaje y, además, tienden a influirse entre sí. Tal complejo juego de significados de la construcción con duplicación puede ser utilizado por el hablante con distintos propósitos, ya que es el hablante quien elige usar la duplicación según sus necesidades comunicativas. Para concluir, se podría hipotetizar que la alta frecuencia del uso de la construcción con duplicación en el español del Río de la Plata estaría principalmente motivado, no solo por la topicalización del oD/Paciente, sino también por la focalización del punto de vista del Sujeto/Agente; lo que distinguiría al rioplatense de otras variedades de español contemporáneo.
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APÉNDICE: CoNVENCIoNES DE lA TrANSCrIPCIóN -
Los números y letras indican la ubicación del ejemplo en el corpus. El corchete [ entre dos emisiones marca superposición. El signo = indica superposición parcial entre turnos. El guión - remite a un hiato en el habla. Un silencio breve se indica con paréntesis: (). Los números entre paréntesis, por ejemplo, (1.4), representan un silencio en segundos y décimas. Los subrayados indican prominencia de intensidad o tono agudo. Los dos puntos marcan duración en la pronunciación de vocales o consonantes. Los tres puntos entre corchetes […] indican que se omite parte de la transcripción. Cuando no se puede asegurar la precisión de la transcripción el material aparece entre paréntesis. La información adicional y las palabras agregadas para mejorar la comprensión aparecen entre corchetes: [se ríe]. En cada ejemplo, lo que es relevante para el análisis aparece en negrilla. Los nombres de los participantes han sido cambiados para proteger su identidad.
Capítulo 6 RELATivo CoMPLEJo Y QUE EN LAS CLÁUSULAS HENDiDAS claudia borzi CoNiCET/Universidad de Buenos Aires
1. Introducción1 El presente trabajo investiga las causas de la elección de que en lugar de un relativo adverbial o complejo en cláusulas hendidas. En este caso el marco del análisis son las cláusulas hendidas propias que realzan un constituyente con por causal. Se compara la alternancia que, llamado en estos contextos galicado2, versus preposición por causal + artículo + que en el español de Buenos Aires. Se atiende, en particular, al grado de determinación del nominal del constituyente causal hendido (en adelante CCauHen), fenómeno que en estudios previos no ha sido contemplado para la justificación del uso del galicado. A continuación se ejemplifican dichas alternancias. Dado (1), las opciones bajo estudio varían en (1a) y en (1b) (en adelante Esquemas A y B respectivamente)3: (1) Se mudó por el ruido. (1a) Fue por el ruido que se mudó. (1b) Fue por el ruido por lo que se mudó.
Agradezco los comentarios y sugerencias siempre atinadas de los revisores que han mejorado en mucho la propuesta de este trabajo. Agradezco también la invitación de las editoras. La responsabilidad final queda en mis manos. 2 Si bien como mostraron Sedano (1990), Bentivoglio et al. (1987) y Dufter (2010) el que bajo estudio no es un mero préstamo del francés clásico, continuamos usando, en la línea de la Gramática de la Academia de 2009, la denominación “galicado” para la inmediata identificación del fenómeno. 3 Se espera no encontrar la combinación “por + que”, por su cercanía con el causal porque. Sin embargo, Santana Marrero (2004: 85), que estudia la combinación preposición + relativo con y sin artículo en relativas, registra un caso aunque relacionado con el verbo: “luchar por”. 1
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2. Breve tratamiento del estado de la cuestión Las cláusulas hendidas4 se construyen a partir de una oración base (2), para enfatizar, realzar, focalizar o insistir en un constituyente de dicha oración que se corresponde con la función sujeto o con funciones de predicado5. Con este objetivo, el hablante escinde el constituyente y forma una perífrasis con ser y cláusula de relativo6. Se reconocen tres tipos de hendidas: hendidas propias o de cópula (2a), seudohendidas o de relativo (2b), y seudohendidas inversas (2c): (2) (2a) (2b) (2c)
Juan viene. Es Juan el que viene. El que viene es Juan. Juan es el que viene.
El uso de que galicado se da tanto en hendidas propias (1a) como en seudohendidas inversas (3): (3) Por el ruido fue que se mudó.
Se han elegido las hendidas propias como contexto de análisis por tres causas. Primero, de todas las hendidas, son estas las que especialmente realzan un constituyente y las que semánticamente definen e identifican (sin caracterizar ni atribuir, significados propios de las cláusulas de ser + Predicativo)7. Sedano (1996: 125) hace hincapié en que su principal función es la de marcar foco en el constituyente escindido, y Moreno Cabrera (1999: 4295-4300) enriquece la noción de “foco” al describir los contextos discursivos donde aparecen: contextos decisorios, enfáticos o de corrección de lo previamente dicho8. Todas estas caracterizaciones apo4 Estas construcciones recibieron distintos nombres. Fernández Ramírez las llama “fórmulas perifrásticas de relativo” (1987: § 174/176); la RAE, “oraciones perifrásticas con ser” (1973: § 2.7.4); Sedano (1987), “seudohendidas”; verdonk (1983), “construcción enfática con ser”; Moreno Cabrera (1999), “perífrasis de relativo” y “ecuacionales” por su sintaxis (como Alarcos Llorach 1994: § 144); y Fernández Leborans (2001), “escindidas”. 5 También pueden hendirse el predicado en sí Juan salta > Lo que hace Juan es saltar [dar ejemplo] y una oración Ocurre que Juan ha llegado tarde > Lo que ocurre es que Juan ha llegado tarde [dar ejemplo]. Cf. Moreno Cabrera (1999: § 65.4) 6 La RAE, por ejemplo, describe este proceso (1973: 221, n. 4). 7 Cf. Moreno Cabrera (1999: 4248). 8 En esta línea argumenta también Pinuer Rodríguez (2002: 130), quien va más lejos al decir que las hendidas permiten establecer de modo exclusivo la relación designativa signo/ referente. Siendo la reiteración léxica uno de los recursos que contribuyen a focalizar. Estas apreciaciones acompañan los resultados del presente trabajo que trata por primera vez el grado de identificación del constituyente hendido correlacionado con la elección de la forma Qu’.
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yan la hipótesis que se defiende en el presente trabajo: el objetivo del hablante al usar las hendidas propias sería, fundamentalmente, realzar, focalizar e identificar el constituyente hendido, y la elección de que o del relativo complejo estaría fuertemente ligada a estos objetivos y al grado de determinación del constituyente hendido que la construcción define e identifica. Segundo, si bien las hendidas propias no son las más frecuentes9, como en el presente trabajo se estudia la escisión de constituyentes circunstanciales causales con preposición por, según estudios cuantitativos previos las hendidas propias son las que escinden preferentemente circunstanciales (además de sujetos)10, y las que presentan, en particular, escisión de frase preposicional (además de frase nominal). Tercero, entre otros autores, Sedano (1987, 1990 y 1996) y Bentivoglio et al. (1999) muestran mayor frecuencia de que galicado cuando se escinde un circunstancial –como ocurre por ejemplo en (1a) y (1b)– que cuando se escinde una frase nominal –como en (2a), (2b) y (2c)–11. Cuando verdonk (1983) compara hendidas propias e inversas corrobora esta tendencia de que el galicado prevalece en escisión de circunstanciales en hendidas propias. Agreguemos que, en cuanto al significado del constituyente escindido, estudios cuantitativos muestran que prevalece el galicado cuando el constituyente escindido es causal12. Es decir, para el presente trabajo se eligió un contexto semántico (causal) y sintáctico (hendidas propias con escisión de circunstancial), tal como se ejemplifica en (1a) y (1b), que favorece la elección del galicado. De los tres tipos de hendidas, las propias serían las menos frecuentes (así Sedano 1987, verdonk 1983 y Navarro 1998). Pinuer Rodríguez (2002: 143) es el único autor que contabiliza más hendidas propias (N=178), que seudohendidas (N=176), siendo menos frecuentes en su corpus las inversas (N=60). Lamentablemente Pinuer Rodríguez no incluye datos precisos de la constitución del corpus. 10 véase Sedano (1996: 128). 11 Esto va a favor de la hipótesis de realce que se defiende en este trabajo. Debe decirse que los resultados de Sedano (1987) y verdonk (1983) también señalan que los constituyentes circunstanciales prevalecen más en las inversas que en las propias. Esto, sin embargo, no contradice las hipótesis que se sostienen aquí. 12 Sedano (1987) concluye que prevalece el galicado en orden creciente con constituyente hendido de: frase nominal > complemento locativo > modal > temporal > causal. Bentivoglio et al. (1999) y Sedano (1990) muestran que la mayor parte de las hendidas (el 57%) presenta galicado. verdonk (1983) registra ocho casos de hendidas propias de los cuales cuatro son con en y por. Por otro lado, Navarro (1998) por ejemplo, en casos de CCauHen registra un 100% de galicado en el habla de valencia (venezuela). Si bien no discrimina cuántos complementos causales hay en las hendidas propias y cuántos en las seudohendidas inversas (Navarro 1998: cuadro i) y en consecuencia no sabemos cuántos son en total los galicados en hendidas propias, nuestro contexto de análisis, la preeminencia de galicado con CCauHen coincide con distintos estudios de Sedano y de Alario (1991) para Caracas. 9
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El relativo complejo, la combinación artículo + que en las hendidas, es la elección que los autores consideran más canónica. Desde lo morfológico se espera que el artículo de dicho relativo complejo concuerde en género y número con el núcleo del Nominal de la escisión. Moreno Cabrera (1999: § 65.2.2.1) despliega la concordancia en género y número del relativo con la escisión cuando analiza sujetos escindidos, aunque extiende las conclusiones a todas las funciones sintácticas entre las que quedan nuestros casos de escisión de circunstanciales de causa. Correlaciona el género y el número del relativo con el significado del núcleo del Nominal. Asigna el/la/los/las que cuando la escisión tiene un Nominal singular, plural o coordinado [+humano] y lo que cuando es [-humano]. Si bien estas afirmaciones no surgen de cuantificaciones, el autor está analizando hendidas y de los ejemplos se concluye que lo que presenta alto grado generalizador, en particular porque queda asignado a Nominales con distinto signo [+/-humano] o colectivos como en (4) y (5) así como a escisiones con preposición (6): (4) Es Juan y el coche lo que me ha estropeado la tarde. (5) Es la inflación y el déficit público lo que empeora la economía del país. (6) Con lápiz y papel es con lo que escribe.
Pinuer Rodríguez (2002) asigna en hendidas, el/la/los/las que si la entidad de la escisión es [+humana/animada] y, a diferencia de Moreno Cabrera, también dichas variantes o lo que si es [-animado/-humano]13. Según Pinuer Rodríguez, lo que es obligatorio cuando el constituyente escindido es una palabra neutra (esto o eso por ejemplo), un grupo de palabras14 o una oración, un nombre sin artículo o con artículo indefinido (como se ve en los ejemplos siguientes Esto es lo que no me gusta; ir al cine es lo que no me agrada; una tristeza enorme es lo que sintió). Puntualmente aclara que con CCauHen se usa por lo que. Morales (2005: § 3.3), estudia condicionamientos pragmáticos en el uso de relativos complejos del español de Puerto Rico en hendidas. Encuentra, de un total de 26 hendidas propias con relativo complejo, 12 casos (46%) con lo que frente a 14 casos (54%) con el/la/ los/las. Su interpretación se orienta a destacar que son las seudohendidas las que prefieren lo que y, a mi juicio, consecuentemente con esto ejemplifica las hendidas
13 Sedano (2008) considera adecuado no hacer recomendaciones en la elección entre relativo complejo o galicado con CCauHen. Da, sin embargo, un ejemplo con lo que, en línea inversa a lo planteado por Moreno Cabrera: (2) b Fue un gato lo que/que compramos. El trabajo de Sedano persigue un fin normativo y no agrega nuevas mediciones. 14 No queda claro a qué alude sintácticamente esta caracterización.
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propias siempre con usos con el/la/los/las que con escisión de sujeto [+humano]15. Mirando sus resultados podemos concluir que se confirma un uso bastante frecuente de lo que (46%) en hendidas propias16. Desde Cuervo, se llama “que galicado” al que contrapuesto mediante el verbo ser a adverbios y complementos (1955 [1867-1872]: § 460), un fenómeno reconocido actualmente como panhispánico, aunque considerado por los autores como más frecuente en Hispanoamérica17. Si bien es posible el uso de galicado con escisión de funciones distintas de las circunstanciales, los gramáticos –Cuervo (1955 [1867-1872]); Bello (1981); Kovacci (1992) y Alarcos Llorach (1994), entre otros– registran solamente casos de galicado siempre en función circunstancial, en lugar de relativo adverbial (donde, cuando, como) o de relativo con preposición (por lo que, en donde). Se ve así que el contexto de análisis del presente trabajo está arraigado en la lengua desde hace tiempo y que los autores justificaron el uso del galicado en lugar del relativo adverbial o del complejo como variación dialectal y no como un cambio en el significado proposicional. En este trabajo, enmarcado en el enfoque cognitivo, se parte de un presupuesto diferente según el cual todo uso responde a un objetivo comunicativo particular y acarrea significado propio. En cuanto a la caracterización gramatical del galicado, morfológicamente no marca ni género ni número, lo que lo diferencia del relativo complejo con el que lo estamos comparando. Respecto de la clase de palabra a la que pertenece, los gramáticos18 adoptan dos posturas: lo consideran un relativo que introduce una cláusula relativa (adjetiva) (Bello y Alarcos Llorach) o lo consideran otra clase de palabra. Kovacci (1992: 215 y 1991: 45-46), por ejemplo, al ocuparse de las formas sintácticas de relieve analiza el galicado no como un relativo, sino como incluyente dentro de una construcción ecuacional. Moreno Cabrera (1999) reúne los casos con galicado en un parágrafo especial (“otras construcciones perifrásticas”), aunque dentro del capítulo de construcciones escindidas, y sostiene, sin ofrecer justificación pre-
pero son los adultos los que la rigen. Llama la atención que la autora no mencione casos con circunstancial escindido y registre 21 casos del total de 29 hendidas con núcleo nominal. Téngase presente, sin embargo, que excluyó explícitamente las escisiones de adverbios (ejemplifica con allí) “para una mejor interpretación” y porque resultaron cuantitativamente pocos en un estudio precedente donde encontró un 1,47% (Morales 2005: 81). Este dato puede ayudar a evaluar la preeminencia de frases nominales que registra en hendidas propias, como resultado de medirlas en oposición a pronombres personales, demostrativos y frases preposicionales. 17 Bentivoglio et al. (1987), verdonk (1983), Kovacci (1992), Alarcos Llorach (1994); RAE (2009) y Dufter (2010) coinciden con esta apreciación. 18 Digamos que no todos lo hacen, Fernández Ramírez, por ejemplo, trata las hendidas sin aludir a este que (1987: § 174/176). 15 16
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cisa, que el galicado es una clase de palabra diferente de los relativos y en especial del que combinado con artículo. Para este autor, el galicado sería una conjunción que encabeza una oración o sintagma verbal (no una relativa libre) y habla así en este caso de perífrasis “conjuntivas” (1999: 4281), no ya de “perífrasis relativas” como en el caso de las restantes hendidas. La Nueva gramática de la RAE (2009: § 40.12a) le dedica un parágrafo especial al galicado y deja abierta la discusión en cuanto a su naturaleza relativa o conjuntiva. La importancia de que ciertos autores propongan el galicado como una clase de palabra diferente de los relativos radica en que la asignación de otra clase de palabra, con distinta función, es un primer paso para esperar una diferencia de significado en el mensaje. Ni Kovacci ni Alarcos Llorach buscan justificar sistemáticamente el uso del galicado, pero sí lo hace Moreno Cabrera (1999), quien retoma a gutiérrez ordóñez (1986) y se centra en la economía del que frente al relativo complejo que supone un doble señalamiento de la función –en (1b) la causa “por el ruido” se replica en “por lo que”–. Desde la sociolingüística, Sedano (1987), en comparación con todos los restantes relativos (como por ejemplo de artículo + que y adverbiales), se refiere a la elección del galicado atendiendo a tres fenómenos de distinto valor. vuelve sobre la economía, presenta menos sonidos que sus competidores, y agrega la armonía fónica y la claridad. La invariabilidad morfológica de que, su característica monosilábica y su neutralidad significativa lo volverían una forma más económica, que fónicamente evita la repetición de los relativos adverbiales en particular, como ocurre en (7), contribuyendo de esta manera a la armonía fónica: (7) Cuando llegué allá fue cuando comprendí.
Estos fenómenos, en consonancia con la posición antepuesta del constituyente escindido (en las hendidas propias, nuestro contexto de análisis), facilitarían a juicio de Sedano el proceso psicolingüístico, pero atentarían contra la claridad. Autores como Navarro, y Pinuer Rodríguez coinciden con sus apreciaciones. Cabe decir, sin embargo, que quienes siguen estas explicaciones no desarrollan pruebas psicolingüísticas. oportunamente Dufter (2010: 271) se pregunta qué se está entendiendo por “claridad”, en tanto en un caso como (8) no puede haber equívoco en la interpretación: (8) Es acá que te duele.
3. Propuesta En consonancia con los planteos del enfoque cognitivo que nos sirve de marco (Langacker 1987), partimos del presupuesto de que todo uso es significativo;
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por lo tanto, dado que el hablante en contexto de hendida propia con CCauHen elige a veces Esquema A y otras Esquema B, se espera que estas elecciones respondan a objetivos comunicativos diferentes y marquen diferencias de significado. Como hipótesis general se sostiene, en la línea de trabajos anteriores (Borzi 2006 y 2008), que el hablante, cuando busca realzar un constituyente, icónicamente con el acto de levantar algo desde una mesa para mostrarlo, toma el constituyente simultáneamente con “una mano” a la izquierda (una partícula o un verbo, ser en este caso) y con “otra mano” a la derecha (una forma Qu’), y lo “levanta” desde el discurso, es decir, lo diferencia del resto del discurso. Por las limitaciones que impone el cuerpo humano, las manos (que son en sí pequeñas como lo son las partículas y el verbo ser), no pueden levantar cosas muy pesadas y, en consecuencia, los objetos livianos son más fáciles de levantar que los pesados. Es así que en la lengua el constituyente realzado, que es levantado del discurso y puesto en un nivel más alto para llamar la atención, debe ser lo suficientemente liviano como para que el verbo ser y las formas Qu’ implicadas puedan levantarlo, o sea, el CCauHen debería estar constituido por pocas palabras. La iconicidad de la lengua con los hechos consistiría en que los constituyentes cortos son más aptos para ser realzados que los extensos porque se destacan fácilmente contra el fondo (el discurso). En el caso que nos ocupa, la ausencia de preposición y de marca morfológica de que en el Esquema A, frente al conjunto de fenómenos de orden semántico (relación causal de por con el verbo de contenido), léxico (repetición de por y presencia de artículo) y morfosintáctico (concordancia en género y número del artículo o ausencia de dicha concordancia con lo generalizador) en el Esquema B (por + relativo complejo), nos lleva a pensar, en consonancia con lo que predicen los principios del enfoque, que el despliegue de recursos del Esquema B frente a la total ausencia de estos en el Esquema A con galicado no han de ser en vano, sino que deben responder a objetivos bien diferenciados para influenciar al interlocutor. Puede pensarse entonces que, estando el Nominal del CCauHen ya lo suficientemente determinado, la elección del galicado (Esquema A) ayuda a realzar el CCauHen porque no es la morfología de la forma Qu’ o del artículo la que puede llamar la atención del interlocutor, sino la relación causal del verbo de contenido con ese CCauHen que pasa libremente a través del que galicado y favorece un movimiento interpretativo de derecha (desde el verbo de contenido) a izquierda (donde está el CCauHen). Retomo así parcialmente la metáfora de la transparencia del que presentada por Lavandera (1971) que, como bien ha sugerido uno de los revisores, puede aclararse en este caso diciendo que la falta de la preposición y del artículo facilitan al oyente/lector procesar la relación causal.
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En la elección del Esquema B, puede pensarse que la presencia de la preposición, (re)instaura la relación con el verbo de contenido buscándolo hacia la derecha y la presencia del artículo (re)instaura el nominal (después de la “barrera” preposicional) cuando coincide en género y número con el núcleo del CCauHen o crea otro nominal al re-conceptuarlizarlo en los casos de no coincidencia morfológica de lo generalizador. Se propone entonces como hipótesis particular que el hablante elige el Esquema A (Fue por el ruido que se mudó) en lugar del Esquema B (Fue por el ruido por lo que se mudó) para solamente realzar el CCauHen –sin re-conceptualizarlo, ni (re)instaurarlo–. Si el hablante solamente quiere realzar el CCauHen elegirá Esquema A cuando no necesite discursivamente ni determinar, ni re-conceptualizar, ni (re)instaurar ese constituyente causal sino meramente hacer foco en la relación semántica de este con el verbo de contenido19. Por lo tanto, ese nominal estará constituido por palabras y construcciones determinadas que se caracterizan por garantizar la relación signo/ designado (pronombres personales, pronombres demostrativos, sustantivos con artículos determinantes, posesivos y cuantificadores). Y como se plantea el Esquema A como el más apto de los dos para realzar, el CCauHen de dicho esquema no solamente presentará nominales determinados sino que además será breve (de pocas palabras). En consonancia con lo dicho, el hablante elegirá el Esquema B cuando el nominal no esté lo suficientemente identificado, es decir, no tienda a presentar los recursos previamente enunciados, o cuando sea necesaria una reconceptualización20, acciones que llevará a cabo por medio justamente del artículo parte del relativo complejo. El papel de la preposición por en este Esquema B opera en idéntico sentido: reinicia la relación causal con el verbo de contenido. Por otro lado, como marca de la presencia de reconceptualización, el hablante preferirá elegir de entre todos los relativos complejos el lo que generalizador (y no el/los/la/las). En el contexto causal, el lo generalizador permite una resignificación del designado reconstruyéndolo no ya como un objeto en sí, sino como un objeto parte de o involucrado en un evento relacionado causalmente con el verbo de contenido, 19 La relación [+/-determinación] del nominal y [+/-presencia de artículo] es mencionada por Brucart (1999: § 7.5.1.3) en otro contexto sintáctico, las relativas oblicuas con elisión de artículo (preposición + que versus preposición + artículo + que). Brucart propone que dicha elisión se daría con antecedentes modales y definidos. Borzi (2010) correlacionó determinación y relativo con resultados positivos en relativas con en. 20 Moreno Cabrera (1999: § 65.2.2.2) contempla el rasgo de indefinición en perífrasis de relativo, no en conjuntivas y con escisión de sujetos. Sostiene que se rechaza (El que viene es algún/un hombre) y que tiene lectura atributiva a menos que haya identificación (No, es un cartero el que viene [no un policía]).
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algo que no hace el relativo complejo con artículo masculino o femenino. Por ejemplo, en (9) se percibe una diferencia de significado según qué artículo elija el hablante: el recupera el designado puntualmente, lo, por lo contrario, abre la interpretación a toda la situación que rodea al objeto (la pérdida del bolso o su olvido por ejemplo). (9) Fue por el bolso por el que/por lo que volvieron al aeropuerto.
En resumen, se sostienen las siguientes hipótesis particulares: 1. el hablante elige Esquema A cuando el antecedente está determinado o claramente conceptualizado; y Esquema B cuando dicho antecedente no está determinado, o necesita una reconceptualización a los fines de ese discurso; 2. el hablante elige Esquema A cuando el antecedente es breve (de pocas palabras). 4. Análisis Seguidamente se estudia el fenómeno en cuerpos de datos escritos y orales (apartado 4.1) y se llevan a cabo dos pruebas (apartado 4.2). 4.1. análisis sobre cuerpo de datos Se hicieron rastreos de la alternancia bajo estudio en hendidas propias en distintos cuerpos de datos. Como se señaló antes, las hendidas propias no son muy frecuentes. Esta afirmación de los autores mencionados oportunamente se corroboró en tanto se rastrearon artículos de periódicos de circulación actual en Buenos Aires (aproximadamente 7952 palabras), cuatro libros de ensayos (de Bonet, Modern, Constant y Borges) y dos de ficción (de Borges y Bioy Casares) –aproximadamente 178 807 palabras–, y no se registraron hendidas propias con escisión del complemento causal. En el CREA correspondiente a Argentina se encontraron (iniciando y dentro de oración) 329 casos, 313 con Esquema A y 16 con Esquema B. Las secuencias es por, fue por, será por y sea por presentaron ejemplos, mientras que no se registraron ejemplos de las secuencias era por, ha sido por, habrá sido por, había sido por y haya sido por. Sobre los datos del CREA (Argentina) primero se analizaron los Nominales de los CCauHen con Esquemas A y B según las marcas de determinación que presentaban. Se encontraron los pronombres demostrativos esto, eso y ello,
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y los personales ella, ellos y mí. Las construcciones sustantivas ofrecieron basamentos con demostrativos, artículos determinantes, posesivos y cuantificadores. Todos los determinantes (en combinación con otros modificadores en ciertos casos) precisan e identifican el designado del nombre que acompañan. Los sustantivos son todos comunes abstractos (razón, motivo, causa, circunstancia, asunto, obra, cosas, fecha, fe, formación, exceso, ejercicio, necesidad, seguridad, mediación). Hay un caso sin basamento, en plural (por cosas así) que se identifica en el marco discursivo. Las construcciones sustantivas que se acercan a frases hechas tienen sustantivos sin basamento: miedo, oportunismo, afán de aventura, envidia, temor, capricho, sugerencia de…, mandato de…, mediación, pedido y costumbre. Se mostraron las construcciones verboidales de infinitivo: querer a alguien, salir al paso de tanta cháchara, y un caso de pronombre indefinido alguien. Una vez listados los constituyentes de las construcciones sustantivas, se ordenaron los nominales en un continuo de más a menos determinación identificando cinco subgrupos: pronombre demostrativo o personal; construcción sustantiva; un grupo nominal [Nueva gramática de la Lengua Española 2009: § 12.9]; construcción verboidal (que se consideraron de baja determinación por cosificar eventos); y pronombre indefinido. En lo que sigue se ejemplifican estos subgrupos. Los ejemplos (10) y (11) presentan pronombre demostrativo, cada uno con distinto Esquema; (12) un nominal determinado con un artículo determinado y otro con un pronombre personal término de primera persona singular; (13) muestra una preposición acompañada por el grupo nominal más simple (constituido por un solo nombre) “por miedo” con un Nominal con sustantivo común (“miedo”) sin artículo; (14) presenta una construcción verboidal en el CCauHen; y (15) un pronombre indefinido. (10) Todos sabemos que los instantes mágicos son pocos, pero es por eso que nos aferramos a ellos. [PRENSA, El Amante, 2000-CREA] (11) Justamente este aspecto de lo mágico, entendido positivamente tal como lo señala acertadamente L. Maldonado (1993), no hace alusión a prácticas fetichistas, sino a lo suprarracional, a lo intuitivo, a una lógica participativa y comunicativa y no meramente analítica e instrumental. Es por eso precisamente por lo que la sabiduría popular estimula al pensamiento filosófico… [Seibold, “Religión y magia en la religiosidad popular latinoamericana”, 1993-CREA] (12) En todo caso sepa, querida victoria, que es por la obra y por mí que le pido que lo haga; es un proyecto muy muy querido. [ocampo, Testimonios, 1977CREA]
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(13) Ella le pregunta entonces si no es por miedo que se mata a un enemigo indefenso [Puig, El beso de la mujer araña, 1993-CREA] (14) No es por querer a alguien que nos duele su muerte, pensó Marta en los días que siguieron [Canto, Ronda nocturna, 1980-CREA] (15) No es por alguien por lo que se va a la cárcel. [ocampo, Sur, 1977-CREA]
En la Tabla 1 se comparan ambos Esquemas entre sí en los cinco subgrupos descriptos ordenados de izquierda a derecha de más a menos determinación. Se ve en la celda A1 de dicha tabla la acumulación de casos de Esquema A con galicado, zona donde está más identificado el nominal del CCauHen, acumulación que disminuye fuertemente hacia la derecha en la fila A, zona de menor identificación del nominal. Los casos con Esquema B son muy escasos para sacar conclusiones. Se pueden mencionar, sin embargo, fenómenos interesantes. Cuando el hablante no identifica al designado, elige el relativo complejo para re-conceptualizarlo (celda B5), donde no se registra ningún caso con galicado aunque es el conector más frecuente (celda A5). En (16) se ve dicha reconceptualización cuando se elige lo que generalizador (y no el que más esperado para un nominal [+humano]): (16) –Siempre son los mismos los que van a la cárcel. Katow iría, aunque no me quisiera profundamente. iría por la idea que tiene de la vida y de sí mismo. No es por alguien por lo que se va a la cárcel. [ocampo, Sur, 1977-CREA]
Por otro lado, de los 15 casos restantes, tres muestran también interesantes re-conceptualizaciones; en (17), por ejemplo, el nominal femenino singular es re-conceptualizado con por lo que. (17) Y es por su culpa por lo que estoy donde estoy. [Ekaizer, Vendetta, 1996-CREA]
Respecto del Esquema A hay que hacer notar además que, el galicado, a la inversa de lo que logra el hablante cuando usa el relativo complejo, se presta fácilmente para constituir grupos nominales. Así, dentro de los 255 casos de la celda A1, hay 134 con es por eso que21 y 98 con es por ello que, de la misma manera que es el galicado el elegido para los casos de grupos nominales de la celda A3 (que no registra ningún uso en la celda B3). Digamos que los 23 casos restantes, excepto tres con pronombres personales, tienen esto. Aunque en seudohendidas inversas y en otra función sintáctica, Morales (2005:85) registra alta frecuencia de escisión de eso. 21
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TAblA 1 Determinación de los nominales del CCauHen en el CREA 1 2 3 4 5 Pronombre Construcción grupo Construcción Pronombre Totales demostrativo sustantiva nominal verboidal indefinido o personal A que galicado Esquema A b por + art. + que Esquema B
255/313 81,47%
44/313 14,05 %
11/313 3,52%
3/313 0,96%
0
6/16 37,50%
9/16 56,25%
0
0
1/16 6,25% Total
313
16
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En segundo lugar se midió la cantidad de palabras del CCauHen, para corroborar si la extensión del constituyente simplifica el realce o si no ocurre así. Del total de 313 casos de Esquema A, 227 (72,53%) están formados con por más una sola palabra (por ejemplo por eso, por oportunismo). Se encontraron 39 casos de dos palabras (12,46%) (por la obra, por ejemplo), es decir que el 84,99% del corpus con Esquema A (con galicado) es corto, o sea, muy apto para ser realzado porque su extensión lo diferencia del resto extenso del discurso. 4.2. pruebas de completamiento En general, los estudios revisados respecto del relativo complejo se centran en cláusulas relativas (adjetivas) que no constituyen nuestro contexto de análisis. Como se dijo, Pinuer Rodríguez (2002), a diferencia de Moreno Cabrera (1999), asigna para nominal escindido [-humano/-animado] no causal tanto el/la que como lo que; y para los CCauHen asigna lo que. En el CREA, se registraron seis casos (sobre 16) con relativo complejo la que, ninguno con la variante masculina el/los que, y los restantes casos con lo que, no siempre en consonancia con el género del núcleo del CCauHen como en (17) y un caso [+humano]. Dado esto, y como para evaluar la variación Esquema A versus B (que / por el/la/lo(s)/las que) debían ofrecerse opciones para el completamiento, se hizo la prueba 1 para orientar la elección del artículo del relativo complejo a proponer en la prueba 2. Partiendo de esos resultados se construyó la prueba 2 para evaluar el atributo [+/-determinación] del CCauHen (cf. las pruebas en el Apéndice).
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En la prueba 1, según los contextos discursivos que favorecen hendidas22, se propusieron mensajes con CCauHen de nominales de sustantivo masculino singular que combinaban los atributos [+/-concreto] y [+/-animado/humano] con las siguientes características: común concreto contable identificado, con artículo determinado y complemento con de preposicional [-humano/-animado] (el ticket del cine) (cf. Tabla 2, columna 1), de sustantivo común abstracto con artículo determinado con dos grados distintos de cosificación a partir de una conceptualización verbal que dio lugar en el segundo caso a la incorporación de un complemento preposicional con de del actante paciente correspondiente a la base extraviar (el contenido y el extravío de la valija) (cf. Tabla 2, columnas 2 y 3). Se propusieron también casos animados, un sustantivo común abstracto [+fuerza de la naturaleza] (el temporal) (cf. Tabla 2, columna 4) y un sustantivo común concreto contable determinado [+humano] con atributo (el hijo menor) (cf. Tabla 2, columna 5). Para completar el blanco se dieron dos opciones de relativo complejo el que y lo que. En virtud de la propuesta de reconceptualización, se esperaba que se prefiriera un lo, que no sería neutro en estos casos, sino generalizador, porque estando ya identificado el designado, el lo generalizador permitiría una resignificación de dicho designado viéndolo no como un objeto en sí, sino como un objeto parte de o involucrado en un evento relacionado causalmente con el verbo de contenido, algo que el que no aseguraba. De la prueba 1 se contabilizaron respuestas de 50 alumnos (hombres y mujeres) de la Escuela Media para Adultos Nº 4 de Buenos Aires. Los datos se muestran en la Tabla 2. En la prueba 2, se incorporaron dos ejemplos con blancos uno con el nominal del CCauHen muy determinado, común concreto contable [-humano] (el caño de la cocina) y otro con el nominal del CCauHen no determinado, común concreto incontable [-humano] (el polvo que venga de la fábrica). Siguiendo los resultados de la prueba 1, ambos núcleos eran masculinos singulares y las opciones, que/lo que. De la prueba 2 se contabilizaron respuestas de 140 estudiantes, 50 de la Escuela Media mencionada y 90 hombres y mujeres de 20 a 40 años, del Profesorado “Joaquín v. gonzález” (Ciudad de Buenos Aires). Los datos aparecen en la Tabla 3. 4.2.1. Elección del artículo del relativo complejo De la prueba 1, se contabilizó en cada mensaje qué opción había elegido el encuestado para completar cada espacio en blanco y se sacaron los porcentajes. Como señalan distintos autores (Moreno Cabrera 1999: § 65.6; Dufter 2010: 255), las distintas formulaciones de las hendidas tienen una distribución sintáctica condicionada por la estructura informativa dependiente del contexto discursivo. 22
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Los resultados se ven en la Tabla 2, según el artículo del relativo complejo elegido y el contexto del blanco para el completamiento. Los contextos de los blancos se ordenaron ubicando el nominal [+concreto] y [-animado/-humano] en la columna 1 y el nominal [+concreto] y [+animado/+humano] en la columna 5. En la columna 2 se ubicó el nominal [-concreto] y [-animado] y en la columna 4 el nominal [-concreto] y [+animado/-humano]. En la columna central 3 se situó el nominal que cosifica un hecho [-concreto] y [+/-animado] TAblA 2 El Nominal del CCauHen: elección del artículo lo/el 1 2 5 3 4 el ticket del el contenido el extravío el hijo eltemporal cine menor de la valija A + por lo que 33/50 66% 34/50 68% 34/50 68% 28/50 56% 14/50 28% b + por el que 17/50 34% 16/50 32% 16/50 32% 22/50 44% 36/50 72% Total 50 50 50 50 50
La lectura vertical de las columnas 1, 2 y 3 de la Tabla 2 muestra altos porcentajes de lo que generalizador (en contraposición a el que) cercanos al 70%. En los tres casos los nominales son masculinos singulares, a pesar de lo cual ni siquiera en el caso 1, que conceptualiza una figura claramente delimitada contra un fondo (“el ticket” designa un objeto delimitado, concreto, singular dentro de un nominal con artículo determinante), los encuestados prefirieron el que. El ejemplo del CREA que sigue, en el marco del énfasis que caracteriza a todo el párrafo (conector extraoracional copulativo enfático y contexto discursivo de reproche), muestra la resignificación del núcleo de género femenino, que justifica la duplicación de la preposición y el relativo complejo en (18): (18) Y es por su culpa por lo que estoy donde estoy [Ekaizer, Vendetta, 1996-CREA]
Se advierte así que el hablante no busca solamente realzar el CCauHen, lo que hubiera logrado con un mero que; tampoco se conforma con solamente volver a identificar el actante23, lo que hubiera logrado eligiendo meramente el que24, sino que busca re-significarlo, objetivo que alcanza al elegir un lo generalizador. El 23 Para Sedano (1996: 137) la “principal función” del relativo es representar al constituyente bajo foco. 24 Esto ya ha sido señalado por otros autores como Pinuer Rodríguez (2002: 130) cuando sostiene que uno de los recursos que contribuyen a focalizar un constituyente en las hendidas propias es la reiteración léxica.
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ejemplo que sigue también va en esa línea, el masculino singular es re-conceptualizado con lo generalizador: (19) Pero cuando Horacio […] me pidió de casarse con ella, le dije que lo necesitábamos pensar, porque yo ya había visto que la hija de orlando se había casado con uno de los vueltos hacía tres años y no había tenido hijos. […] Era por ese miedo, no por desprecio del muchacho, por lo que le pedí que lo tenía que pensar. [Fogwill, Cantos de marineros en las pampas, 1998-CREA]
volviendo ahora a la Tabla 2, a partir de la columna 4 hacia la derecha, se ve el peso del atributo [+fuerza de la naturaleza/animado/+humano] que orienta la elección de el que en el caso [+humano] (el hijo menor) (Tabla 2, Columna 5), y que hace disminuir fuertemente la diferencia entre los porcentajes de una y otra elección cuando el núcleo del CCauHen es [+fuerza de la naturaleza/animado] (el temporal). Estos resultados siguen más lo dicho por Navarro (2006) (quien no encontró lo que con antecedente [+humano]) y los gramáticos en general, que lo augurado por Pinuer Rodríguez (2002) (prevalencia de lo que en CCauHen). En el CREA se registraron seis casos con núcleo del CCauHen [+humano], de los que cinco presentan pronombre personal y están acompañados de galicado –se ejemplifican con (20)– y uno presenta pronombre indefinido (alguien) y está acompañado de lo que –cf. ejemplo (16). (20) Pero ¿no te das cuenta? No es por ella que se quiere casar, es por él. [Campanella/ Castets, El hijo de la novia, 2002-CREA]
Las características de los ejemplos del CREA25, la expectativa confirmada del peso del atributo [+humano/+animado/+fuerza de la naturaleza] así como la inclinación de los datos de la Tabla 2 ya ante el núcleo temporal sugieren la necesidad de tratar en un trabajo posterior los sustantivos [+animados] y [+/-humanos]. La Tabla 2 nos permite concluir que la combinación lo que es preferida por los hablantes, en lugar de el que cuando el núcleo del CCauHen es de sustantivo concreto, abstracto (y de evento) masculino, singular [-humano/-animado/-fuerza de la naturaleza]. También se encontraron en el CREA, además del caso femenino generalizado con lo que de (18), siete casos con Esquema B con núcleo esa/la razón en el CCauHen y la que, como en (21). Esto indica que lo que no es el único relativo complejo usado en estos CCauHen (como sugería Pinuer Rodríguez 2002); por Recordemos que, como se anotó previamente, Morales encontró un importante porcentaje de hendidas propias con nominal escindido con el que y sus variantes. 25
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ende, es necesario hacer un estudio detallado de los nominales que pueden favorecer la elección de artículo femenino, antes de hacer la comparación entre la elección del relativo complejo femenino y que galicado. (21) El pH se altera y es por esa razón por la que no se permite la venta de todo pescado que acude un pH superior a 7,5 y más de 125 mg de nitrógeno amoniacal por 100 g de materia seca [Alimentos y nutrición, 1988-CREA]
4.2.2. Grado de determinación del Nominal del CCauHen y elección del Esquema De la prueba 2 se contabilizó en cada mensaje qué opción había elegido el encuestado para completar cada espacio en blanco y se sacaron los porcentajes. Los resultados se muestran en la Tabla 3, según el Esquema elegido (celdas A y B) y la característica [+/-determinado] del Nominal del CCauHen (celdas 1 y 2). Se hicieron pruebas de chi-cuadrado y odds ratio. TAblA 3 Grado de identificación del Nominal [-humano] del CCauHen26
A que galicado Esquema A B por + lo + que Esquema B Total
2 1 [-hum] [+determinado] [–hum] [-determinado] 56,52% 43,48% 91 70 66,42% 50% 39.66% 60,34% 46 70 33,58% 50% 137 140 100% 100% χ² = 7,65 (p > 0,05)
Total 100% 161 100% 116 27726
Odds ratio = 1,98
En la Tabla 3, la lectura vertical muestra la influencia del atributo determinación del nominal del CCauHen en la elección del que galicado, 66,42% (celda A1), mientras que cuando el nominal no está lo suficientemente determinado los hablantes no muestran una tendencia específica (50% en las celdas A2 y B2, respectivamente). La lectura horizontal es interesante, en la fila B, dentro de todos los casos en los que los hablantes eligieron lo que, prefirieron usarlo cuando el contexto era [-determinado], lo que de alguna manera apoya la influencia del bajo 26
Se anularon tres casos porque no contestaron, corrigieron o dieron más de una opción.
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grado de determinación en la búsqueda de reformulación del nominal del CCauHen. La prueba del χ² asegura que hay dependencia entre las variables y el valor del odds ratio muestra un desvío importante a favor de la predicción. 5. Conclusiones De acuerdo con los ejemplos del CREA (y con los resultados de la prueba de completamiento), la elección de que galicado (Esquema A), en lugar de un relativo complejo (Esquema B) en casos de CCauHen se ve favorecida cuando el nominal está determinado y lo que queda por realzar es solamente la relación causal de este constituyente con el verbo de contenido. Los ejemplos del CREA muestran que el hablante re-conceptualiza el nominal del CCauHen usando el relativo complejo con lo generalizador. A partir de esto podemos decir que el que galicado y la combinación por + relativo complejo parecen no cumplir idéntica función y, de hecho, expresan distintos significados. Estos primeros resultados abonarían la propuesta de autores como Kovacci (1992) y Moreno Cabrera (1999) que no analizan como un relativo al que galicado. Se percibe también, a partir de los datos del CREA, una fuerte tendencia a la constitución de grupos nominales –tal como los define la Nueva Gramática de la Lengua Española (2009: § 12.9)–, en las que el núcleo del CCauHen está determinado, pero además es un demostrativo eso o ello preferentemente. Digamos, por último, que de acuerdo con los datos del CREA, se confirma que en el español general de la Argentina las hendidas propias con CCauHen favorecen la elección del galicado, aunque se registran casos con relativo complejo, lo que marca una diferencia con los resultados de Navarro (1998) sobre el español de valencia (venezuela), quien registraba un 100% de galicado en CCauHen.
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APÉNDICE Prueba 1: Nombre de pila:
Edad:
institución:
Lea comprensivamente cada oración. Complete el espacio en blanco con la opción que le resulte más natural. 1. A: –¿Ayer llamó por el ticket? B: –Sí. Fue por el ticket del cine ……………… llamó ayer. a. por lo que b. por el que 2. A: –¿La quería certificada porque iba al norte? B: –No. Fue por el contenido ……………… pidió que mandaran la carta certificada. a. por el que b. por lo que 3. A: –No quisieron cruzar por el temporal ¿no es cierto? B: –Sí. Fue por el temporal ……………… no quisieron cruzar el río. a. por el que b. por lo que 4. A: –No sé a causa de qué, pero se volvieron al aeropuerto. B: –Fue por el extravío de la valija ……………… volvieron al aeropuerto. a. por lo que b. por el que 5. A: –Aunque se fueron a vivir al centro, alquilaron una casa con jardín. B: –Fue por el hijo menor ……………… alquilaron una casa con jardín. a. por el que b. por lo que
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Prueba 2: Nombre de pila:
Edad:
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institución:
Lea comprensivamente cada oración. Complete el espacio en blanco con la opción que le resulte más natural. 1. A: –Sellaron las ventanas por el polvo, ¿no? B: –Claro. Fue por el polvo que venga de la fábrica ……………… sellaron las ventanas. a. que b. por lo que 2. A: –No sé por qué necesitamos un plomero. B: –Es por el caño de la cocina ……………… necesitamos un plomero. a. que b. por lo que
Sección IV Sociolingüística y lenguas en contacto
Capítulo 1 iNTRoDUCCióN: vARiACióN FoNoLógiCA, MoRFoLógiCA Y SiNTÁCTiCA EN EL ESPAñoL MoNoLiNgüE Y BiLiNgüE DE LA ARgENTiNA celeste rodríguez louro University of Western Australia
1. Introducción El principal objetivo de la sociolingüística es entender y explicar la relación entre el lenguaje y la sociedad. La sociolingüística hispanoamericana ha tenido por delante una tarea monumental dada la variación y riqueza lingüística de Europa y América (cf. Penny 2000). Las áreas a las que se les ha prestado mayor atención incluyen el contacto lingüístico entre lenguas de igual o diferente tipología, en especial la innovación y cambio que se originan a partir del encuentro de lenguas diferentes (Klee/Lynch 2009); por ejemplo, el español y el catalán, vasco o gallego en la Península ibérica (Atkinson et al. 2010), las lenguas amerindias y el español en América del Sur (Escobar 2000; Cerrón Palomino 2003), y el inglés y diversos dialectos del español en Estados Unidos (Silva-Corvalán 2001). Más recientemente, dada la importancia del español como lengua internacional, se han problematizado los procesos de globalización que influyen el uso y las actitudes hacia este idioma en el mundo (Mar-Molinero/Stewart 2009). En la Argentina, los estudios sociolingüísticos se han centrado en diversos temas relevantes a cada una de las regiones dialectales en cuestión. Dentro del área de la variación fonológica, Wolf y Jiménez (1979) investigan –en lo que ya es un clásico– el ensordecimiento del žeísmo porteño utilizando el modelo variacionista laboviano, donde el cambio lingüístico se estudia a partir de datos del habla real para captar la sistematicidad inherente a la variación y su relación con factores extra lingüísticos, como la clase social, la edad y el sexo/género. Wolf y Jiménez proponen el estudio de sonidos consonánticos, expandiendo un campo de investigación que –hasta entonces– se había concentrado mayormente en el tratamiento de las vocales. Las autoras encuentran que el cambio /ž/ > /š/ está casi completo para el grupo de mujeres jóvenes pertenecientes a la clase media, que –de acuerdo con las predicciones labovianas– son las promotoras y líderes de este cambio en marcha. Conclusiones similares son alcanzadas por Fontanella de Weinberg (1979a) en su estudio sobre el
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ensordecimiento del žeísmo en Bahía Blanca1. Un estudio en tiempo real llevado a cabo por Wolf (1984) propone que –más que un cambio en marcha, como se había sugerido en 1979– el ensordecimiento de las consonantes fricativas postalveolares porteñas es en realidad un caso de variación estable. En su estudio seminal, Lavandera (1978) indaga sobre la validez del método laboviano a la hora de estudiar variables mas allá de la fonología. Su obra, de gran vigencia en la actualidad, genera una serie de debates esenciales en el área de la sociolingüística moderna (Labov 1978) dando origen a la noción de “complementariedad débil” (weak complementarity en inglés) (Sankoff/Thibault 1981) que permite llevar a cabo estudios variacionistas teniendo en cuenta variantes de una misma variable lingüística sin que estas sean dos formas idénticas de decir lo mismo (como sucede, de manera casi indiscutible, en la variación de distintos alófonos de un mismo fonema) (Labov 1972). El trabajo de Lavandera es, pues, no solo un aporte central a nuestro entendimiento de la variación en la lengua, sino también –de forma crucial– un canon indiscutible de la sociolingüística moderna. La sociolingüística en Argentina recibe también un fuerte ímpetu, desde una perspectiva diacrónica, en los estudios de sociolingüística histórica (Fontanella de Weinberg 1996). Dentro de esta línea de investigación, y con el objeto de examinar la variación sociolingüística existente en una comunidad determinada a través del tiempo, Fontanella de Weinberg (1992: 434) revisa el desarrollo de diferentes rasgos distintivos del español bonaerense (por ejemplo, el seseo, el yeísmo rehilado, la caída y aspiración de /s/, el voseo con paradigma regularizado) explicando que “no cabe duda que desde principios del siglo xix se produce un decidido proceso de estandarización en el ámbito bonaerense, que tiene como consecuencias más rápidamente observables una marcada normalización e intelectualización”. Estudios de esta naturaleza han permitido llevar a cabo investigaciones diacrónicas de varios de los fenómenos característicos del español argentino (Rigatuso 1992) y de cuestiones lingüísticas importantes incluidas las actitudes hacia el español en la Argentina (Blanco 1994). En las últimas dos décadas, el estudio de las lenguas en contacto ha visto un crecimiento importante. Entre ellos, se distinguen los trabajos sobre el contacto entre el quechua y el español en el noroeste argentino (granda 1993) y los estudios sobre la variación en el uso de variable lingüísticas (por ejemplo, el clítico le) en contextos de habla natural –como la narrativa oral de Chaco y Formosa (Martínez 1996)–. En lo que respecta a la enseñanza e investigación lingüística, el estudio 1 Algunos de los capítulos de fonología experimental presentados en la sección i de este volumen estudian la relación entre la variación fonológica y variables sociales (por ejemplo Colantoni y Rafat consideran el rol de la variable social “lugar de residencia” en su análisis lingüístico).
Variación fonológica, morfológica y sintáctica
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sociolingüístico de las lenguas amerindias argentinas y de estas en contacto con el español de varias regiones ha recibido menos atención que otras áreas de estudio (como, por ejemplo, la fonología, la sintaxis y la semántica) (golluscio 2009). Asimismo, en la literatura sociolingüística y de lenguas en contacto en general se observa una tendencia a explicar los diversos fenómenos que caracterizan el español de la provincia de Buenos Aires, especialmente las variedades habladas en Buenos Aires y Bahía Blanca (Elizaicín 1996: 3), mientras que la variación regional fuera de la región bonaerense se encuentra representada en menor medida (Fontanella de Weinberg 2000). Con el espíritu de indagar sobre algunas de estas áreas de interés sociolingüístico, la presente sección ofrece una serie de trabajos cuya intención principal es dar cuenta de la variación sociolingüística en contextos diversos, señalando posibles direcciones para trabajos futuros. 2. El estudio de la variación en la lengua Dar cuenta de la variación sistemática en una variedad lingüística determinada es una preocupación fundamental de la sociolingüística. La variación lingüística es importante a la hora de entender procesos de identificación individual y grupal, incluida la formación de nuevas naciones desde sus orígenes como colonias de países europeos hasta el presente. Dentro de la sociolingüística, la variación y el cambio (lingüístico y en cuanto a las actitudes que los hablantes tienen respecto de su lengua) son de central importancia. En su estudio sobre el inglés poscolonial, Schneider (2007: 29-55) propone cinco fases en el desarrollo de nuevas variedades coloniales: fase 1, “Fundación”; fase 2, “Estabilización exonormativa”; fase 3, “Nativización”; fase 4, “Estabilización endonormativa”; fase 5, “Diferenciación” (mi traducción). Las fases 1 y 2 presuponen un alineamiento mental con la madre patria –y la existencia de normas externas– mientras los nuevos emigrantes se instalan en su nuevo destino. En la fase 3 la identidad tradicional entra en conflicto y hay espacio para la innovación y el cambio. En la fase 4 se construye la nación y esto lleva a que se establezcan normas internas a seguir y un fuerte sentido de identidad nacional. Finalmente, en la fase 5, la fragmentación lingüística da lugar al surgimiento de diferentes identidades y variedades lingüísticas (por ejemplo, la existencia de una variedad de inglés australiano estándar y un inglés australiano aborigen en Australia) (Schneider 2008: 265). Según este modelo, lo que comienza como una extensión de la lengua del país de origen se transforma de a poco adquiriendo rasgos únicos a la nueva comunidad de habla. Dada la importancia de la lengua vernácula en la evolución lingüística (Labov 1972), la mejor forma de capturar estos rasgos únicos es con base en una serie de datos derivados del habla real, en el registro conversacional y –más reciente-
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mente– en textos producidos en línea (ver giammatteo y Albano, sección v, cap. 3, en este volumen). Desafortunadamente, la comparación casi inevitable entre lo que se dice y lo que se escribe en la mayoría de las publicaciones en papel (que se someten a algún proceso de edición previo) tienden a alimentar el mito de que la lengua hablada es una reproducción impura del registro escrito. Una de las consecuencias directas de esta postura –en el ámbito académico de investigación– es la tendencia a estudiar documentos escritos altamente editados, lo que resulta en la descripción de una serie de rasgos de la denominada “norma culta”, una variedad de lengua normativa y por demás conservadora. Muchos de los trabajos incluidos en esta sección rompen con esta tradición al hacer uso de datos orales –en la mayoría de los casos, naturalísticos–. Asimismo, los estudios en esta sección (así como este volumen en general) muestran de forma convincente que el español argentino es divergente, en mayor o menos medida, del español de la Península a nivel prosódico y morfosintáctico, tanto en contextos monolingües como situaciones de lenguas en contacto. Entre estas divergencias –visibles en el habla coloquial y espontánea– se encuentran, sin embargo, una serie de actitudes negativas respecto del español en la Argentina, especialmente en cuanto a su corrección y autoridad como norma lingüística a seguir. 3. El español en la Argentina: variación, contacto y actitudes En el primer trabajo de esta sección, y como exponente de la investigación fonológica, Enbe y Tobin se proponen “determinar los patrones entonativos del español de Buenos Aires” utilizando datos del habla natural de 132 adultos y niños para oraciones de diferente tipo, incluidas las declarativas, interrogativas pronominales y exclamativas. El trabajo es pionero en su campo ya que da cuenta del rol de variables sociales como sexo y edad en la prosodia –un área poco explorada en estudios de variación fonológica tanto en el español como en otras lenguas–. El estudio de Enbe y Tobin también compara los patrones argentinos con los patrones prosódicos que se le atribuyen al español peninsular. Mediante el uso de rigurosos métodos en la preparación del estímulo y análisis de los datos (los autores someten las oraciones grabadas al juicio de un panel de expertos y usan medidas estadísticas para determinar la significación de sus resultados), Enbe y Tobin identifican patrones entonativos similares (en declarativas simples como El agua hierve) y diferentes (en declarativas con sujeto compuesto como El agua y el aire dan vida) a los del español peninsular y explican que el sexo y la edad son las dos principales variables sociales en la variación de los patrones bonaerenses. Este patrón de similitudes y diferencias respecto del español peninsular también es claro con las oraciones encabezadas por una palabra interrogativa (o palabra
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Qu-). El trabajo de Enbe y Tobin ofrece una visión complementaria a la propuesta de gabriel et al. presentada en la sección i, cap. 5, del presente volumen. El análisis de datos de una población de 132 hablantes de diferente sexo y edad les permite a los autores arribar a resultados significativos. Además de las diferencias notadas entre la entonación en Argentina y España, los autores señalan, dentro de la Argentina, diferencias entre mujeres y varones: las mujeres prefieren un contorno terminal alto, mientras que los varones prefieren los contornos bajos. Los niños siguen la tendencia de las mujeres, tal como lo describe Labov (2001a) en su tratamiento del cambio lingüístico a nivel fonético: “la lengua vernácula que hablamos –el primer idioma que hemos adquirido perfectamente y que usamos sin duda o inseguridad– es la lengua vernácula de nuestra madre” (2001a: 307; mi traducción). Enbe y Tobin ofrecen entonces una contribución importante no solo a nivel interdialectal pero –de forma crucial– en cuanto a la variación intergeneracional y entre hablantes de diferente género existente en la entonación del español de Buenos Aires. La variación anotada por Enbe y Tobin pone de manifiesto el carácter dinámico del español argentino. Más allá de la fonología, en el segundo capítulo de esta sección, Menegotto estudia la variación lingüística en el español rioplatense y el peninsular. La autora adopta una perspectiva dialectológica al comparar juicios de gramaticalidad producidos por hablantes argentinos y españoles. De acuerdo con los métodos de la lingüística generativa, la variación lingüística se estudia ya no con base en los datos de habla natural –un componente esencial de la sociolingüística laboviana– sino en la comparación de juicios respecto de diferentes estructuras que contienen pretéritos en indicativo (Ayer han ganado el partido/ Ayer ganaron el partido) y subjuntivo (Ojalá que hayan ganado anoche/Ojalá que ganaran anoche). Como agregado a los juicios gramaticales propios de la lingüística generativa, Menegotto también incluye “ejemplos de lenguaE” recogidos de la observación de profesores argentinos y españoles que enseñan clases de español para extranjeros. Menegotto utiliza estos datos para demostrar que, mientras que el profesor español prefiere el pretérito perfecto compuesto (ha pasado/he tenido; ejemplo 1) para referirse a una situación reciente, el argentino utiliza el pretérito perfecto simple (pasó/tuve; ejemplo 2). (1) Diálogo propuesto por el profesor español –¿Qué te ha pasado? –He tenido un accidente con la moto. [Menegotto, sección iv, cap. 4, ejemplo (31)] (2) Diálogo propuesto por el profesor argentino –¿Qué te pasó? –Tuve un accidente con la moto. [Menegotto, sección IV, cap. 4, ejemplo (32)]
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Los resultados de Menegotto complementan los estudios sociolingüísticos de estas formas en la Argentina y España (Schwenter/Torres Cacoullos 2008; Rodríguez Louro 2009), confirmando que el conocimiento lingüístico de los hablantes –obtenido a través de juicios de gramaticalidad y observado a la hora de enseñar su variedad lingüística a hablantes de otros idiomas– va de la mano con los usos notados en la interacción natural en el registro coloquial. La variación interdialectal notada por Menegotto permite establecer con certeza que las diferencias lingüísticas entre la Argentina y España van mas allá de innovaciones o retenciones léxicas (cf. “argentinismos”) extendiéndose a otras áreas de complejidad lingüística, incluida la morfosintaxis. Los capítulos de Martínez (sobre los pronombres clíticos lo, la y le en los registros orales y escritos) y Di Tullio (sobre aspectos morfosintácticos del español argentino resultantes del contacto con el italiano) también estudian el cambio gramatical –aunque desde otra perspectiva analítica– en diferentes variedades del español argentino. Ambos trabajos se valen en su mayoría de datos naturalísticos haciendo posible encajar estas investigaciones dentro de la etnosintáctica, definida como “el estudio de las conexiones entre el conocimiento cultural, las actitudes y las prácticas de los hablantes y los recursos morfosintácticos que estos emplean en el habla” (Enfield 2002: 3; mi traducción). Martínez examina las principales características del paradigma de clíticos en la Argentina, utilizando datos cualitativos y cuantitativos en variedades lingüísticas de Buenos Aires, el litoral y el noroeste. Partiendo de la propuesta de que en la Argentina “el valor de los clíticos le, lo y la sigue siendo el etimológico de caso, sin excepción”, la autora explora el dinamismo del sistema de clíticos en el país, incluidos –por ejemplo– el aumento de la selección del acusativo sobre el dativo con verbos que implican situaciones de dos participantes (Permítame que la ayude en lugar de Permítame que le ayude), el uso del clítico le para referirse a entidades extraordinarias y de relevancia cultural (como el mítico Pombero guaraní) y seres animados/vivos (Le pegué con un palo en la cabeza), versus el uso de los clíticos lo y la en referencia a seres no animados/muertos (La recordamos y la extrañamos mucho). Martínez también investiga la influencia de lenguas amerindias argentinas como el guaraní y el quechua en las variedades de español habladas en el norte argentino. El análisis cualitativo y cuantitativo de Martínez demuestra que –de forma contraria a lo sugerido para el castellano general (Company 2001)– en el español rioplatense el acusativo (lo y la) se encuentra invadiendo el terreno del dativo (le). Este cambio del sistema rioplatense de clíticos en franca dirección inversa a lo esperado en el español general da fe una vez más de las características únicas del español argentino. Di Tullio estudia el contacto lingüístico entre el italiano y el español argentino mas allá de meros “italianismos” léxicos (como tratativa), prestando especial
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atención a lo que la autora denomina “italianismos gramaticales” –en la medida en que “expresiones como pagariólamos y locatelli suponen la creación de morfemas gramaticales: uno, de modalidad contrafáctica -iola y otro, un diminutivo -eli, surgidos del reanálisis a partir de elementos que connotan italianidad (como algunos apellidos italianos)”–. Di Tullio también considera los cambios morfosintácticos de otras estructuras (como la expresión otra que) que se adapta al sistema genérico del español. Las construcciones que Di Tullio analiza se encuentran con frecuencia en el registro conversacional informal, por lo que los ejemplos examinados por la autora provienen en su mayoría de google (Argentina) y otros corpus hispanoamericanos como el Corpus Diacrónico del Español (CoRDE) y el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA). En resumen, los estudios de Martínez y Di Tullio tratan distintos tipos de evolución lingüística, ya no a nivel fonológico y léxico, sino a nivel de la gramática, demostrando que el español argentino ha atravesado ya una serie de cambios esenciales que deben ser explicados en detalle. Los datos de la interacción natural utilizados en estos estudios les permiten a las autoras capturar las diversas innovaciones y trazar los caminos evolutivos de la morfosintaxis que hacen del español argentino una variedad única. La importancia del tipo de datos analizados se hace presente en la propuesta de Di Tullio, quien señala que los “italianismos gramaticales” han tendido a rechazarse o ignorarse en la investigación del español argentino porque estos aparecen en el registro informal y los sociolectos populares, bien por fuera de la “variedad culta o estandarizada” que –como se señalara más arriba– se ha visto favorecida en la investigación lingüística en la Argentina. Dada la importancia del contexto social en las investigaciones de variación y cambio lingüístico como las hasta aquí descritas, es esencial intentar comprender las actitudes que los hablantes tienen respecto del cambio y de su propia lengua. Con esto en mente, Rodríguez Louro presenta un estudio cualitativo de las actitudes que los hablantes bonaerenses tienen respecto del español hablado en esa región, utilizando datos cualitativos recogidos en entrevistas sociolingüísticas con hablantes bonaerenses. La autora nota que la mayoría de los hablantes argentinos percibe como correcta la variedad de español peninsular, mientras que el español rioplatense carece de autoridad como norma modelo. Rodríguez Louro se vale de la propuesta del concepto de lengua estándar de Milroy (2001: 531) para explicar la postura de los entrevistados rioplatenses, quienes entienden el español peninsular como una entidad invariante y dotada de un grado de corrección, pureza y autoridad ausente en la variedad argentina. Las conclusiones de Rodríguez Louro también encuentran sustento empírico en los resultados de Bugel (2012) para la zona rioplatense argentina. Bugel apunta que, en la porción de “encuestas con matched guise” (técnica de diferencial semántico), las actitudes de los hablantes señalan una valoración “muy positiva” respecto del español peninsular, valor
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superior al otorgado a la variedad local de español rioplatense. No obstante, Bugel explica que –en cuanto a la escolarización de los niños en el Río de la Plata (tema presentado a sus participantes como parte de un cuestionario)– los rioplatenses expresan una preferencia por su variedad local frente al español peninsular, lo que sugiere un cambio positivo en las actitudes de los argentinos de la región. Los resultados que se desprenden de los trabajos incluidos en esta sección de sociolingüística y lenguas en contacto dejan en claro los siguientes puntos: a) La lengua hablada ofrece un ambiente ideal para el estudio de la variación y el cambio lingüístico; b) Es importante analizar el español fuera de la provincia de Buenos Aires para poder dar cuenta de la riqueza y potencial lingüístico en toda la Argentina de forma representativa; c) Dadas las actitudes negativas expresadas respecto del español argentino y de cara al español peninsular, es importante diferenciar los usos vernáculos y los usos formales que tienen como inspiración –en la mayoría de los casos– lo que los hablantes consideran ser cánones peninsulares (cf. Rodríguez Louro 2009: cap. 7). 4. Direcciones futuras y conclusiones Las áreas de sociolingüística y lenguas en contacto tienen por delante un sinfín de estudios promisorios en la Argentina. Como se notara más arriba, queda una deuda pendiente en cuanto al estudio del contacto entre el español y las diversas lenguas amerindias argentinas para poder dar cuenta de la inmensa riqueza lingüística del país. Asimismo, aspectos gramaticales innovadores del español argentino (por ejemplo, las construcciones adverbio + pretérito perfecto simple como Nunca vino o Ahora me dijo) deberían someterse al estudio variacionista para poder establecer el grado de gramaticalización de estas estructuras y su posible estratificación social. De forma crucial, el español argentino necesita ser descrito en su totalidad y no solo en términos de los usos y actitudes bonaerenses. Esta representatividad es el motor de un estudio en curso sobre las actitudes de los hablantes argentinos en Corrientes, Entre Ríos, Córdoba, San Luis, Misiones y la provincia de Buenos Aires (Colantoni/Rodríguez Louro en preparación). Los estudios sociolingüísticos y de lenguas en contacto presentados en la presente sección dan cuenta de la diversidad lingüística en el español argentino en diversos registros y contextos sociales. La inmensa variación registrada en los capítulos que siguen da fe del proceso irreversible de cambio que la lengua ha tomado desde sus comienzos en la Argentina. Las actitudes de los hablantes bonaerenses en el último trabajo ponen de manifiesto la inseguridad lingüística que Mar-Molinero (1997: 60) propone para Latinoamérica de cara a la “pureza”
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que se le suele adjudicar al español peninsular. No obstante –como sucede con los cambios prosódicos y estructurales–, estas actitudes también se encuentran en constante fluctuación y es probable que muy pronto la riqueza lingüística del español argentino vaya de la mano con actitudes de aceptación y orgullo hacia las múltiples variedades lingüísticas utilizadas a lo largo y a lo ancho del país.
Capítulo 2 vARiACióN SoCioLiNgüÍSTiCA EN LA ENToNACióN EN EL HABLA DE BUENoS AiRES claudia enbe/yishai tobin Ben gurion University
1. Introducción La presente investigación tiene como objetivo determinar los patrones entonativos del español de Buenos Aires (EBA) en el habla natural para diferentes tipos de oraciones: declarativas, interrogativas pronominales y exclamativas. Al mismo tiempo, se pretende comparar estos patrones con los patrones prosódicos clásicos descritos para el español hablado en España y Latinoamérica en general (Navarro Tomás 1974 [1944]; Sosa 1999, 2003). Las normas prosódicas clásicas para el español fueron inicialmente presentadas por Navarro Tomás (1918 [1921], 1974 [1944]) a través del estudio quimiográfico de oraciones emitidas por nativo hablantes del castellano de nivel universitario. Sus observaciones fueron analizadas posteriormente a través de espectrogramas en diferentes dialectos del español (cf. Quilis 1993; Canellada/Kuhlman Madsen 1987). otros trabajos, siguiendo el modelo de análisis métrico autosegmental (AM) y el modelo de etiquetado ToBi, incluyen el estudio del español de Argentina, especialmente del dialecto de Buenos Aires (por ejemplo Sosa 1999; Beckman et al. 2002; Toledo 2008 Colantoni/gurlekian 2002, 2004; Barjam 2004; Enbe 2009 a, b, c; Enbe et al. 2006; Enbe/Tobin 2007, 2008, 2009). En los últimos dos años, se han introducido nuevas revisiones del etiquetado ToBi para la entonación del español en general (Prieto/Roseano 2010) y para el español de Buenos Aires en particular (Feldhausen et al. 2010; gabriel et al. 2010, 2011). Parte de las revisiones se encuentran en este volumen (cf. sección i). Sin embargo, a pesar del incremento de investigaciones en el área de prosodia para el EBA, la mayoría de los estudios mencionados anteriormente utilizan una muestra poblacional muy reducida, limitando así la posibilidad de analizar los patrones entonativos según las variables de edad y género. Antecedentes de estos hallazgos se han observado en investigaciones previas para el EBA (cf. Enbe et al. 2006; Enbe/Tobin 2007, 2008, 2010; Enbe 2009a). Los estudios muestran diferencias estadísticamente significativas en la distribución de los patrones entonativos entre los hablantes de acuerdo con la variación de sexo y edad.
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En el presente trabajo, la población incluye 132 hablantes nativos del EBA, niños y adultos, divididos en tres grupos etarios (5-8 años, 18-50 años y 51-78 años) apareados equitativamente según el género. Los hablantes seleccionados para la muestra han sido evaluados con audición normal y con estructuras físicas y funcionales normales a nivel de cuerdas vocales y tracto vocal. La evaluación se realizó a través de una revisión médica efectuada por un especialista en otorrinolaringología y la audición fue medida por medio de una audiometría tonal (la audición normal es definida por una disminución de la audición de hasta 20 dB en las frecuencias 500, 1000, 2000 y 4000 Hz correspondientes a la audiometría tonal). En este trabajo se analizarán los componentes de la entonación denominados acentos tonales y contornos terminales para cada tipo de oración. Los resultados serán analizados y explicados de acuerdo con los principios de la teoría de la Fonología como Comportamiento Humano (Phonology as Human Behavior, PHB) de la escuela Columbia de Lingüística (Diver 1979; Tobin 1997a, 1997b, 2000, 2002a, 2002b, 2009). 2. Metodología experimental 2.1. corpus El corpus está constituido por siete oraciones (dos declarativas, tres interrogativas pronominales y dos exclamativas). El método elegido es el de repetición de frases. Consideramos que el método de repetición de frases facilita la obtención de los patrones prosódicos de niños entre cinco y ocho años. Los niños de esa edad pueden no haber adquirido la habilidad para la lectura o aún es poco fluida y pueden presentar dificultades con otros métodos comúnmente utilizados en los estudios de español como el habla espontánea y la lectura (cf. Navarro Tomás 1974 [1944]; vidal de Battini 1964; Fontanella de Weinberg 1966, 1980; Kvavik/olsen 1974; Canellada/Kuhlman Madsen 1987; Quilis 1993; Sosa 1999; Beckman et al. 2002; Colantoni/gurlekian 2002, 2004; Barjam 2004). Las oraciones modelo para el estudio fueron grabadas por un fonoaudiólogo (“speech therapist”), la primera autora, quien es hablante nativa de EBA. Las oraciones modelo fueron aceptadas por un comité de evaluadores entrenados en voz quienes juzgaron que cada oración fuera representativa de su clase ya sea un enunciado declarativo, interrogativo o exclamativo. Para este estudio, se ha solicitado a cada hablante que escuche la oración y la reproduzca según el uso habitual o natural de su voz, y respetando también el patrón entonativo de cada tipo de oración. El uso de este método ha sido investigado en un trabajo piloto realizado
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con hablantes que poseen entrenamiento en voz y habla, como fonoaudiólogos, músicos y maestros. Estos hablantes –después de haber escuchado solo una o dos veces el modelo– han producido la oración escuchada con el patrón entonativo natural de su voz. Por lo tanto, es esperable que en condiciones similares, la población sin entrenamiento auditivo responda según su uso habitual de la voz evitando así la imitación al modelo. Las oraciones que componen el corpus han sido construidas únicamente con sonidos sonoros para obtener un mejor análisis de la curva de entonación. Se han seleccionado las siguientes oraciones con diferente estructura gramatical: Declarativas: (1) El agua hierve (2) El agua y el aire dan la vida
S-v (S1+S2)-v-o
Interrogativas pronominales: (1) ¿Dónde vive el nene? (2) ¿Cómo era el avión? (3) ¿Quién era el amigo?
Qu-v-S Qu-v-S Qu-v-S
Exclamativas: (1) ¡gol! (2) ¡viva!
2.2. análisis del material Los enunciados fueron grabados en una sala parcialmente sonoamortiguada; se ha utilizado un micrófono acústico dinámico AKg D50S y el material se ha grabado en un mini disc Sony MZ-R37. Posteriormente las señales acústicas fueron digitalizadas y almacenadas en un disco rígido segmentadas en 16 bits usando una frecuencia de muestreo de 44 kHz. El análisis acústico de los enunciados se realizó con el sistema de análisis acústico “Anagraf” (gurlekian 1997). Para el análisis del material se utilizó el modelo métrico y autosegmental (teoría AM) (Pierrehumbert 1980) con las adaptaciones del sistema ToBi (Beckman/Ayers 1997; Hualde 2003), y la adaptación del sistema ToBi para el español de Argentina denominado ToBI-Ampliado (ToBi-A) (gurlekian et al. 2001b, 2004). Dado que nuevas modificaciones fueron introducidas en el ToBI para el español y aún están en observación (Face/Prieto 2007; Estebas-vilaplana/ Prieto 2009 Prieto/Roseano 2010; gabriel et al. 2010), hemos convenido utilizar el método de ToBi-A como forma de obtener un análisis fonético más simple de los contornos entonativos dejando de lado el análisis del nivel fonológico subyacente.
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Se ha utilizado el test de análisis estadístico chi-cuadrado (chi-square test) (χ² test) del programa computarizado de análisis estadístico SPSS (Statistics 10.0) para explorar la relación entre la variación prosódica, el género y la edad. 2.2.1. Etiquetados según el modelo de ToBI-A La versión Argentina del ToBi, denominado ToBI-Ampliado (ToBi-A) (gurlekian et al. 2001b, 2004), utiliza el análisis perceptual y espectrográfico de la frecuencia fundamental (f0) para la descripción de los contornos entonativos de forma similar a la de las normas establecidas por el ToBi. En el caso del etiquetado de acentos tonales, un acento alto (H*) o bajo (L*) es ubicado en las sílabas prominentes del enunciado. Esas marcas tonales asumen un valor relativo de acuerdo con el tono de la sílaba –o sílabas– que aparece justo antes de la sílaba acentuada y/o de los tonos de juntura de la oración. En el contorno terminal de los grupos melódicos de la frase se ubican los acentos de frase (H-/L-) y los tonos de juntura (H%/L%). Sin embargo, más allá de estas similitudes descritas anteriormente, la versión del ToBi-A incorpora dos innovaciones: 1. El enunciado es etiquetado describiendo la cantidad de sílabas ortográficas que se ubican antes y después del acento tonal. Cuando el contorno tonal es descendente, incorpora un acento tonal bajo, por lo tanto, no es necesario caracterizar la sílaba anterior al acento. 2. El f0 está caracterizado según los valores de la escala psicoacústica de ERB (Equivalent Rectangular Bandwidth scale) (gurlekian et al. 2001b, 2004). Esta escala permite medir la curva de f0 teniendo en cuenta las diferencias perceptuales que se encuentran en las distintas frecuencias. Para ello, la escala de ERB traslada el valor en Hz de la curva de entonación a una escala equivalente de valoración 1-12. El uso de esta escala facilita el etiquetado tanto para una descripción más simplificada de las diferencias en la curva de entonación como para realizar comparaciones de los valores obtenidos entre los hablantes. Para el estudio de prosodia, también hemos encontrado que el etiquetado según el número de “sílabas ortográficas” favorece el análisis del enunciado evitando así confundir el etiquetado con variaciones segmentales como asimilaciones, reducciones u otros cambios fonéticos que pueden aparecer en el habla continua. En la Tabla 1 se puede observar un ejemplo de etiquetado tonal según el modelo de ToBi-A: “n” indica el nivel de la escala de ERB (1-12) y “m” el número de sílabas ortográficas hacia la derecha o izquierda del acento tonal. Este número está determinado por la cantidad de sílabas necesarias para llegar a la máxima altura del acento tonal (0, 1, 2, 3…). Por ejemplo, 7H*+5L1 representa un acento tonal alto con nivel 7 en la escala de ERB que cae hacia el nivel de 5 ERB una sílaba después del acento tonal (gurlekian et al. 2001b, 2004).
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TAblA 1 Ejemplo de etiquetado según el modelo ToBI-A Etiquetado ToBi-A Ejemplo
nH* 7H*
nH*+nLm 7H*+5L1
En síntesis, en el presente trabajo se ha etiquetado cada enunciado de acuerdo con cuatro niveles de análisis: a) ortográfico, b) tonal, c) fonético y d) pausas. Los niveles ortográfico y tonal ya han sido descritos en el párrafo anterior. La transcripción fonética se ha realizado a través del sistema SAMPA y su adaptación para el español argentino (gurlekian et al. 2001a). La caracterización de las fronteras o junturas prosódicas se ha realizado al final de cada palabra según los principios de las guías del ToBi considerando un valor 0 a la unión percibida entre palabras hasta la pausa con valor 4 que representa la frontera más larga entre dos palabras (Beckman/Ayers 1997: 32). 3. resultados 3.1. análisis de las oraciones declarativas según las variables de género y edad Las oraciones declarativas simples (S-v), basadas en la oración El agua hierve, muestran que los patrones prosódicos son similares a los descritos para el español peninsular. La mayoría de los hablantes (79%, 104/132) coloca el acento tonal más alto de la frase en la sílaba tónica del sustantivo del sujeto de la oración (agua). En el presente trabajo este acento tonal es denominado Hif0 (high f0). El 94% de los hablantes (124/132) realiza un acento tonal bajo (L*) en la sílaba tónica del verbo (hierve). Sin embargo, siguiendo el análisis de Navarro Tomás (1974 [1944]) podemos encontrar dos patrones usados comúnmente en las oraciones declarativas para el español peninsular. El primero es el patrón entonativo no marcado (en Enbe et al. 2006, ha sido denominado patrón Tipo-1), según el cual después de un acento alto en el sujeto de la oración le sigue un descenso tonal hasta el final del predicado. Desde el punto de vista del hablante, este patrón prosódico requiere menos esfuerzo para realizar el contraste entonativo entre ambas partes de la oración (cf. Figura 1). El segundo patrón entonativo es más marcado (en Enbe et al. 2006, denominado patrón Tipo-2) ya que después del acento alto en el sujeto, el hablante realiza una subida tonal hacia el final del sujeto de la oración y luego desciende en el predicado hasta terminar con el clásico descenso tonal de las oraciones declarativas. Consideramos que para efectuar el patrón entonativo Tipo-2, el hablante
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debe realizar un mayor esfuerzo para crear el contraste entre ambas partes de la oración como sujeto-predicado. En (1) se observa la oración El agua hierve emitida por un niño de siete años de edad nativo hablante de EBA. La oración es dividida en dos grupos melódicos por un cambio tonal (se percibe como una juntura prosódica en nivel 3 respetando el contorno entonativo Tipo-2). (1) el 6,4L%
Agua 7,36 Hif0 7,67H-
HiERve 6,77L* 6L- 5,9L%
FIgurA 1 oración El agua hierve emitida por un niño de siete años
Nuestros resultados indican que la diferencia en la distribución de los patrones prosódicos para las oraciones declarativas S-v de acuerdo con la variable de género es estadísticamente significativa (χ² = 9,426; df = 2; p = 0,009). El 50% de mujeres (33/66) prefiere el patrón Tipo-2. El 29% de mujeres (19/66) difiere de ambos patrones peninsulares descritos anteriormente y solo el 21% de mujeres (14/66) produce el patrón Tipo-1. Para los hombres, hemos observado que casi la mitad de los hablantes –45% (30/66)– difiere de los patrones Tipo-1 y Tipo-2. Un 30% de varones (20/66) produce el patrón no marcado Tipo-1 y un 25% (16/66) el patrón prosódico Tipo-2. Respecto a la variable edad, no ha habido diferencias estadísticamente significativas para las declarativas S-V. La mayoría de hablantes de ambos géneros –96% (127/132)– utilizan el clásico descenso tonal en el final de frase descrito para los dialectos del español
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peninsular y Latinoamericano (cf. Navarro Tomás 1974 [1944]; Vidal de Battini 1964; Fontanella de Weinberg 1966, 1980; Kvavik/olsen 1974; Canellada/ Kuhlman Madsen 1987; Quilis 1993; Sosa 1999; Beckman et al. 2002; Colantoni/ gurlekian 2002, 2004; Barjam 2004). Por lo tanto, para las oraciones declarativas S-v existen diferentes preferencias prosódicas según el género. Sin embargo, para ambos géneros, se conserva el patrón de descenso final de frase como es observado en el español peninsular. El análisis de las oraciones declarativas con sujeto compuesto –(S1+S2)v-o–, basado en la oración El agua y el aire dan la vida, muestra que la mayoría de hablantes –84% (108/132)– usa tres patrones tonales observados únicamente en Buenos Aires (descritos en Enbe 2009a, 2009b, 2009c; Enbe/ Tobin 2009) como patrón EBA-Tipo0 (“BAS-Type0”), patrón EBA-TipoA (“BAS-TypeA”) y patrón EBA-TipoB (“BAS-TypeB”). En estos patrones, el sujeto de la oración tiene dos acentos tonales altos ubicados en los sustantivos del sujeto (agua-aire). El predicado contiene dos acentos tonales, los cuales pueden tener un tono alto o bajo. Un acento tonal es producido en el verbo dan, seguido por el último acento tonal de la frase en la sílaba tónica del sustantivo vida. Para los tres patrones descritos anteriormente, hemos observado algunas generalidades: 1) en el sujeto de la oración, el segundo acento lleva el acento tonal máximo de la oración (descrito en los ejemplos como Hif0) para el 79% (17/22) de varones y (17/22) de mujeres; 2) en las fronteras de las frases intermedias, la mayoría de los hablantes de todas las edades y de ambos géneros tiene una preferencia por un tono bajo (L-); y 3) la minoría de hablantes de todas las edades (20% de hablantes por grupo etario) y casi la mitad de los varones de 51 a 78 años (10/22) produce una subida tonal después del segundo acento tonal (aire) hasta la frontera de la frase intermedia (H-). Este tipo de frontera ascendente ha sido percibido como el patrón comúnmente utilizado para oraciones declarativas con contexto neutral (Feldhausen et al. 2010). La diferencia de esos hallazgos con nuestras observaciones puede deberse a que en el presente trabajo el análisis se ha realizado en una oración declarativa compuesta de dos sujetos, tipo de oración no considerada en la muestra de Feldhausen et al. (2010). Además, otra de las diferencias con los resultados obtenidos en el presente estudio puede deberse a que, si bien Feldhausen et al. (2010) analizan una población más limitada (24 hablantes de Buenos Aires), no indican a qué edad y género corresponde la población. Posiblemente también el uso de diferentes metodologías y materiales de evaluación puedan afectar la comparación de los resultados. En el patrón no marcado, EBA-Tipo0 –cf. ejemplo (3) y Figura 2–, ambos acentos tonales del predicado muestran un descenso tonal hasta el final del enunciado tal como es descrito en la literatura para las oraciones declarativas.
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(3) el Agua y el Aire DAN 2,7L% 3,61H*+3,46L1 3,75Hifo 3,73L-3,52L* 3,02L*
la vida 2,47L- 2,47L%
FIgurA 2 la oración El agua y el aire dan la vida es emitida por un varón de 19 años usando el patrón entonativo EBA-Tipo0
El patrón EBA-TipoA –cf. ejemplo (4)– responde a un patrón más marcado. En estos casos, el acento tonal del verbo es realizado en un tono alto y desde ahí comienza el descenso tonal hasta el final de la frase. (4) el L%
Agua y el H*+L1
Aire Hifo L-
DAN la H*+L1 L*
vida L-L%
Por último, en el más marcado de los patrones, EBA-TipoB –cf. ejemplo (5)–, tanto el verbo como el acento tonal final reciben tonos altos. Una vez concluido el último acento tonal, se realiza el típico descenso tonal de final de frase declarativo. (5) el L%
Agua y el H*+L1
Aire Hifo L-
DAN la H*+L1 H*
vida L-L%
Los resultados demuestran diferencias estadísticamente significativas en la preferencia de estos patrones según la edad (χ² = 36,078; df = 6; p = 0,000), mientras que no se observaron diferencias significativas de acuerdo con el sexo. En la Tabla 2 a continuación se puede observar la distribución de los patrones entonativos de acuerdo con las variables de género y edad.
Variación sociolingüística en la entonación
389
TAblA 2 Oraciones declarativas con sujeto compuesto: distribución de los patrones entonativos según la edad y el género Oraciones declarativas con sujeto compuesto: (S1+S2)-V-O EBA-Tipo0 EBA-TipoA EBA-TipoB otros patrones Hablantes Muestras % Muestras % Muestras % Muestras % 5-8 7/22 32 4 18 8 36 3 14 Varones 18-50 4/22 18 14 64 3 14 1 5 51-78 3/22 14 3 14 7 32 9 41 5-8 5/22 23 2 9 9 41 6 27 Mujeres 18-50 15/22 68 4 18 3 14 0 0 51-78 1/22 5 7 32 9 41 5 23
Los resultados para las oraciones declarativas –(S1+S2)-v-o– muestran la siguiente distribución de acuerdo con la variable de edad: 1. Los adultos de 18-50 años prefieren el patrón no marcado EBA-Tipo0 (45% [19/44]) por sobre el patrón marcado EBA-TipoA (41% [18/44]) y EBA-TipoB (14% [6/44]). 2. Los niños prefieren el patrón marcado EBA-TipoB (39% [17/44]) por sobre el patrón no marcado EBA-Tipo0 (27% [12/44]), otros patrones (20% [9/44]) y el patrón marcado EBA Tipo-A (14% [6/44]). 3. Los adultos de 51-78 años prefieren el patrón marcado EBA-TipoB (37% [16/44]) por sobre otros patrones (32% [14/44]), EBA Tipo-A (23% [10/44]) y EBATipo0 (9% [4/44]). En los contornos terminales de las oraciones declarativas con sujeto compuesto –(S1+S2)-v-o–, la mayoría de los hablantes de ambos géneros (97% [128/132]) produce el clásico descenso tonal (L-L%) descrito para las oraciones declarativas. 3.2. acentos
tonales y contornos terminales en las oraciones interrogativas
según las variables de género y edad
El análisis de 396 enunciados basados en tres oraciones interrogativas encabezadas por una palabra interrogativa (o palabra Qu-) –¿Dónde vive el nene?, ¿Cómo era el avión? y ¿Quién era el amigo?– muestra que existen similitudes y diferencias entre los patrones de EBA y las descripciones observadas en el español peninsular para las oraciones interrogativas pronominales.
390
Claudia Enbe/Yishai Tobin
En cuanto a los acentos tonales, casi la mitad de hablantes de Buenos Aires (48% [189/396]) produce el máximo acento tonal del enunciado en la palabra interrogativa (palabra Qu-) como ha sido descrito en la literatura para el español de esta y otras regiones (Alcoba/Murillo 1998; Barjam 2004; Canellada/Kuhlman Madsen 1987; Navarro Tomás 1918 [1921, 1970], 1974 [1944]; Quilis 1993; Sosa 2003; Di Tullio 2007a; Lee et al. 2010). En el ejemplo (6) y Figura 3, una mujer de 22 años produce el enunciado en dos grupos melódicos divididos por un cambio tonal. La palabra Qu- cómo posee el mayor acento tonal de la frase. (6) ¿Cómo Era 7,08L% 7,58Hif0+7,23L1
el 7,49H* 7,16L-
avióN? 5,4L1+6,58H* 7,51H-7,63H%
FIgurA 3 Oración interrogativa ¿Cómo era el avión? emitida por una mujer de 22 años
Sin embargo, como también se observa en la Figura 3, hemos encontrado que la mayoría de hablantes de EBA tiende a realizar acentos tonales altos en las sílabas tónicas tanto en el verbo como en el sustantivo del sujeto. Estas características ya han sido descritas para el EBA en investigaciones anteriores (Enbe 2009a, 2009c; Enbe et al. 2006; Enbe/Tobin 2007, 2008, 2009). Esta tendencia prosódica difiere de las descripciones del español clásico para las oraciones interrogativas pronominales, en las cuales el acento tonal alto es realizado en la palabra Qu- seguido por un descenso tonal hasta el final de la frase como en las oraciones declarativas. Los resultados de nuestro trabajo muestran que, para las oraciones interrogativas con palabra Qu-, los hablantes de Buenos Aires tienen diferentes preferencias en la posición del acento tonal más alto de la oración (cf. Tabla 3). El 52% (102/198)
391
Variación sociolingüística en la entonación
de las mujeres y el 44% (87/198) de los varones colocan el acento más alto de la oración en la palabra Qu-, mientras que el 43% (85/198) de los varones y el 39% (77/198) de las mujeres prefieren colocarlo en el verbo, y el 13% (26/198) de los varones y el 9% (17/198) de mujeres en el sustantivo que encabeza el sujeto. En el ejemplo (7) y la Figura 4, una mujer de 68 años emite la oración ¿Quién era el amigo? ubicando el acento tonal más alto de la frase en el verbo era. TAblA 3 Distribución del acento tonal más alto de la frase según la variable de género Acento más alto en el pronom- Acento más alto Acento más alto en el en el verbo sustantivo del sujeto Hablantes bre interrogativo (palabra Qu-) Muestras % Muestras % Muestras % Varones 87 44% 85 43% 26 13% Mujeres
102
(7) ¿QUiéN 6,9L% 7,92H*+8,39H0
52%
77
Era 9,3 Hif0 8,85L-
39% el 6,3L1+6,91H*
17
9% aMigo? 7,94 H-H%
FIgurA 4 Oración interrogativa ¿Quién era el amigo? emitida por una mujer de 68 años
En particular, en la palabra Qu-, la mayoría de hablantes de Buenos Aires (95% [188/196] de varones y 93% [184/196] de mujeres) produce un acento alto, el cual puede o no ser el acento más alto de la oración. El análisis estadístico usando el test chi-cuadrado (χ²) demostró que no hay diferencias significativas en cuanto al género en la preferencia por un acento alto en la palabra Qu- (χ² = 3,343; df = 2; p = 0,188). Sin embargo, hemos encontrado diferencias significativas de acuerdo
392
Claudia Enbe/Yishai Tobin
con la variable de edad (χ² = 7,293; df = 2; p = 0,026). Los adultos de 51-78 años (98% [64/66] de varones y [64/66] mujeres) conservan el uso de un acento alto en la palabra Qu- más que los adultos jóvenes (94% [62/66] de mujeres y 92% [60/66] de varones) y los niños (94% [62/66] de varones y 88% [58/66] de mujeres). En los finales de frase de las oraciones interrogativas pronominales, los hablantes de Buenos Aires realizan los tres patrones prosódicos clásicos descritos por Sosa (2003) para este tipo de oración en diversos dialectos del español. Los patrones son el descenso tonal (aceptado como patrón no marcado), el ascenso tonal (distinguido como patrón de cortesía) y el ascendente-descendente (distinguido como patrón enfático). En esta investigación observamos que existen diferentes preferencias entonativas para los contornos terminales de las oraciones interrogativas pronominales de acuerdo con las variables de género y edad. El análisis estadístico revela la siguiente distribución según la variable de género (χ² = 18,898; df = 2; p = 0,00): el 62% (122/198) de las mujeres y el 41% (81/198) de los varones producen el patrón clásico de cortesía con entonación ascendente (H-H%); el 45% (89/198) de los varones y un tercio de las mujeres (59/198) producen el patrón clásico enfático de contorno ascendente-descendente (H-L%); solo un pequeño número de hablantes de ambos géneros (14% de los varones y 8% de las mujeres) realiza el patrón no marcado de descenso tonal (L-L%). También hemos hallado diferencias estadísticamente significativas en la preferencia de los contornos terminales de las oraciones interrogativas pronominales de acuerdo con la edad (χ² = 15,374; df = 4; p = 0,004): el 61% (40/66) de los niños, el 50% de adultos entre 18 y 50 años (33/66) y el 48% de los adultos entre 51 y 78 años (32/66) producen el patrón de ascenso tonal; el 45% de los adultos entre 51 y 78 años prefiere el patrón ascendente-descendente seguido por casi un tercio de niños de entre 5 y 8 años y adultos de entre 18 y 50 años); solo un pequeño número de hablantes de todos los grupos etarios realiza el patrón no marcado de descenso tonal. En los estudios de Barjam (2004) y gabriel et al. (2010), como así también en este volumen (cf. sección i), se ha notado que el patrón predominante del contorno terminal de oraciones interrogativas pronominales en EBA es el descenso tonal (L%). En las investigaciones mencionadas, los resultados se han basado en una población muy reducida sin considerar diferencias en cuanto a edad y género. En nuestros hallazgos, las diferencias pueden deberse a que la población es mucho más amplia (132 hablantes) y los resultados muestran diferencias estadísticamente significativas en las preferencias de los contornos terminales de acuerdo con la edad y el género. Así, las mujeres tienen mayor preferencia por un contorno terminal alto (H%) mientras que casi más de la mitad de varones prefieren contornos terminales bajos (H-L%, L%).
Variación sociolingüística en la entonación
393
En este trabajo, hemos encontrado que los niños tienen una preferencia por contornos terminales ascendentes siguiendo la tendencia de las mujeres. Esta última observación, a nuestro entender, podría dar muestras de rasgos lingüísticos tomados de la lengua materna. Estos hallazgos prosódicos necesitan ser profundizados en futuros trabajos como se sugiere en las investigaciones propuestas por Lavob respecto del rol de la mujer en la transmisión de patrones sociolingüísticos (Chesire 2002). 3.3. oraciones exclamativas según las variables de género y edad El análisis de 264 oraciones exclamativas ¡Gol! y ¡Viva!, frecuentemente utilizadas por los hablantes de EBA, muestra mínimas diferencias entre ambos géneros. La mayoría de los hablantes produce un acento tonal alto en la sílaba tónica de la palabra de contenido, seguido por un descenso tonal hasta el final de la frase. En el final de frase, la gran mayoría de hablantes (90% [118/132] de varones y 92% [121/132] de mujeres) produce el tradicional descenso final registrado en el patrón clásico del español peninsular (Navarro Tomás 1974 [1944]). Sin embargo, hemos descubierto que cerca de un 10% de hablantes de ambos géneros realiza un patrón descendente-ascendente (L-H%) que no ha sido reportado en la literatura clásica para este tipo de oraciones. En trabajos anteriores hemos hallado que este patrón fue utilizado mayormente en niños de habla normal (Enbe/Tobin 2009) y fue usado con mayor frecuencia en individuos con patologías del habla (Enbe/ Tobin 2010). Por lo tanto, consideramos necesario tener en cuenta para futuros estudios si este patrón entonativo podría estar relacionado con una variación dialectal para el EBA, y/o podría mostrar rasgos de variación entonativa según la edad y/o identificar síntomas de patología de habla. 4. Conclusiones Los resultados obtenidos en el presente trabajo muestran una proporción inversa entre el grado de dificultad de la oración y las variaciones prosódicas observadas entre los hablantes de EBA de acuerdo con las variables de edad y género. En las oraciones declarativas con estructura gramatical simple (S-v), se observaron las mayores diferencias prosódicas entre los hablantes de ambos géneros. Para las oraciones exclamativas, las cuales poseen una estructura gramatical simple pero con un contorno entonativo más marcado, las diferencias entre ambos grupos fueron menores. En las oraciones interrogativas, las más complejas tanto gramatical como prosódicamente por la presencia de la palabra interrogativa
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Claudia Enbe/Yishai Tobin
y la inversión del orden sintáctico del sujeto y verbo de forma obligatoria, las diferencias de género para el acento tonal en la palabra Qu- parece estar neutralizada ya que todos los hablantes coinciden en adecuar un acento alto. Sin embargo, hemos encontrado diferencias de edad y género para los contornos entonativos de los finales de frase. Podemos entonces concluir que, de acuerdo con las variables sociolingüísticas de género y edad, los resultados del presente estudio implican que: 1) las mujeres de todas las edades tienen mayor preferencia por patrones entonativos marcados; 2) los niños varones tienden a producir patrones similares a las mujeres adultas; y 3) los varones adultos poseen patrones prosódicos más variados para todos los tipos de oraciones –o incluso pueden producir innovaciones en los patrones entonativos como en las oraciones declarativas simples (S-v)–. Estos hallazgos pueden ser el punto de partida para futuras investigaciones en el campo de la prosodia teniendo en cuenta las diferencias entonativas de acuerdo con las variables de edad y género. Por otro lado, dado que los estudios prosódicos para el español de Argentina son limitados y carecen de discriminación según grupos etarios y género, este trabajo aporta una contribución preliminar para el área sociolingüística de la prosodia. Por último también, de acuerdo con las variaciones prosódicas observadas según la edad y el género, este trabajo contribuye al área de la clínica del habla y del lenguaje, en el momento de evaluar las diferencias prosódicas encontradas en los individuos con patología del habla. Hemos observado que todos enunciados de los hablantes de EBA responden al axioma fundamental de la teoría PHB (Tobin 1997a, 2009), según ya ha sido descrito en trabajos previos para el EBA (Enbe 2009a, 2000b; Enbe et al. 2006; Enbe/Tobin 2007, 2008, 2009). La teoría PHB ha sido aplicada al desarrollo de la fonología y de los procesos funcionales o errores en la clínica del habla. Básicamente, la teoría se fundamenta en la definición que el lenguaje es una herramienta simbólica cuya estructura está dada tanto por su función de comunicación como por las características de sus usuarios. Asimismo, la teoría considera que el lenguaje representa un compromiso para el hablante de obtener una máxima comunicación a través del uso de mínimo esfuerzo (Tobin 1997). Los resultados del estudio muestran que los contornos entonativos de los hablantes de EBA se adecuan a los principios de la teoría PHB de la siguiente forma: en las oraciones más complejas gramatical y prosódicamente (por ejemplo, en las interrogativas por la presencia del pronombre interrogativo y por la inversión del orden de las palabras, y en las exclamativas, en comparación con las declarativas) los hablantes hacen un mayor esfuerzo para crear contrastes entonativos más claros favoreciendo así el uso de contornos más marcados. Por lo tanto, las variaciones individuales y/o del grupo social se ven neutralizadas o bastante reducidas. En las oraciones declarativas más simples (S-v), las
Variación sociolingüística en la entonación
395
cuales implican un menor contraste prosódico, hemos encontrado las mayores variaciones entre los hablantes de acuerdo con la edad y el género. En este tipo de oraciones, los hablantes necesitan un mínimo esfuerzo para crear las oposiciones prosódicas básicas para la comunicación, por lo que se da la mayor variación entonativa individual.
Capítulo 3 vARiACióN PRoNoMiNAL EN LA ARgENTiNA: LoS PRoNoMBRES CLÍTiCoS LO, LA Y LE angelita martínez Universidad de Buenos Aires
1. Introducción Los fenómenos conocidos como leísmo, laísmo y loísmo evidentes en el norte de España han provocado el interés descriptivo y explicativo plasmado en numerosos textos lingüísticos y continúan siendo, especialmente a la luz de una mirada analítica “microsintáctica”, una inagotable fuente de conocimiento en lo que respecta al funcionamiento de la lengua en general y de las variedades del español en particular. En trabajos anteriores (Martínez 1996, 2000, 2006, 2008, 2010a) hemos intentado mostrar que, contrariamente a la versión tradicional que hace referencia a “focos de leísmo en América” (vidal de Battini 1964: 61-62), el uso de la forma le para remitir a acusativos (“le vieron todas las lavanderas del lugar”) y de la forma lo para señalar dativos (“lo quitó las botas al ogro”), propios de algunas regiones de la Argentina, no se corresponden con la estrategia desarrollada en Castilla. Si bien superficialmente pareciera tratarse del mismo fenómeno lingüístico, la diferencia resulta medular puesto que, mientras que el paradigma castellano es el producto de la recategorización de la sustancia de caso en favor de la de género (garcía 1986, 1992; Klein-Andreu 1999a), en la Argentina, el valor de los clíticos le, lo y la sigue siendo el etimológico de caso, sin excepción. En efecto, si bien se advierte, específicamente en diferentes regiones, que la frecuencia relativa de uso de las formas muestra distribuciones paradigmáticas heterogéneas, el análisis de las mismas revela que se trata de desplazamientos sistemáticos en el paradigma que redistribuye la misma sustancia semántica y la misma categorización ligada al caso, es decir, al grado de actividad del actante en el evento, y que, en relación con el agente, las formas lo(s) y la(s) significan lo menos activo mientras que la forma le(s) señala actividad intermedia. En este artículo, partimos del contraste entre el sistema referencial de base género de Castilla y el sistema etimológico, centrado en el caso (Klein-Andreu
398
Angelita Martínez
1981) y nos ocupamos del análisis de los desplazamientos que se manifiestan en el empleo de los clíticos lo, la y le en variedades del español de la Argentina1. Justificaremos dichos desplazamientos en términos de estrategias que, ligadas a la sustancia semántica del caso, responden a necesidades comunicativas del grupo que las produce. Analizaremos, específicamente, el desplazamiento de la forma del acusativo lo en el español rioplatense, en situaciones de dos y de tres participantes; el desplazamiento de la forma del dativo le en el español del litoral argentino, en situaciones de dos participantes; y el desplazamiento de la forma del acusativo lo en el noroeste argentino en situaciones de tres participantes. Nos plantearemos la posibilidad de la influencia de las lenguas indígenas guaraní y quechua en las situaciones de contacto de lenguas y arribaremos a conclusiones que remiten a la relación de los hallazgos analíticos con principios teóricos acerca del funcionamiento del lenguaje. 2. El empleo de los clíticos lo, la y le en distintas variedades del español Como es sabido, de los pronombres demostrativos latinos illum, illam, illi derivan los clíticos del español lo, la y le. En efecto, la forma illum –acusativa, masculina/neutra– dio lugar a la forma lo; la forma illam –acusativa, femenina– se convirtió en la; y la forma illi –dativa, sin marca de género– en le. A partir del sistema etimológico latino, de base caso e información parcial de género, se produce, en el norte de España, la recategorización en un sistema de base género que es lo que habitualmente se conoce como leísmo, laísmo y loísmo. Los trabajos de garcía (1986, 1992), Klein-Andreu (1981, 1999a, 1999b) y Fernández ordóñez (1999), entre otros, dan cuenta de dicho proceso. Por el contrario, en América2, y específicamente en la Argentina, se mantiene el sistema cognitivamente más complejo, es decir, el etimológico3 (Mar-
1 Dado el dinamismo que han cobrado las migraciones en las últimas décadas, considero que establecer regiones dialectales es una tarea por demás compleja. De todos modos, tradicionalmente, se han reconocido algunas regiones por sus características lingüísticas, entre ellas la región rioplatense, la región del litoral y la región del noroeste, según vidal de Battini (1964). 2 Es importante destacar que si bien las frecuencias de uso de las formas en algunas regiones americanas fueron interpretadas como focos de leísmo a la manera castellana, el análisis de corpus correspondiente a Ecuador (Palacios 2005), guatemala (garcía Tesoro 2006), México (Company 2004), por ejemplo, permite mostrar que no se trata del leísmo peninsular. 3 El sistema etimológico (de caso) implica mayor complejidad cognitiva que el innovador referencial (de género) dado que el primero es un sistema relacional que indica grado de actividad relativa.
Variación pronominal: Los clíticos lo, la y le
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tínez 1996, 2000, 2010a), a pesar de la variación que se hace manifiesta en distintas regiones del país en las que se privilegia el uso de la forma le para señalar acusativos o bien el de la forma lo para remitir a dativos, hechos que han sido tradicionalmente señalados en las descripciones dialectales del litoral (Abadía de Quant/Yrigoyen 1980) así como del noroeste (Martorell de Laconi 1992). Los estudios que hemos llevado a cabo en repetidas ocasiones, con interés explicativo, nos conducen a señalar que en la Argentina no hay “focos de leísmo” a la manera castellana puesto que no ha habido recategorización de la sustancia de caso sino diferentes desplazamientos sistemáticos dentro del mismo paradigma etimológico. Dichos desplazamientos de las categorías del paradigma y su relación con los contextos de uso de las mismas han sido explicados (Martínez 2000) a la luz de necesidades comunicativas de los hablantes, todas consistentes con la asignación de grado de actividad del actante en el evento. En efecto, una y otra vez hemos podido comprobar que en las distintas variedades del español de la Argentina el problema que se dirime en la selección del clítico es la responsabilidad del actante en el evento y que la categoría gramatical de caso señala el grado de participación que el emisor asigna a cada uno de los actantes. 3. Desplazamientos en el paradigma de clíticos en diferentes espacios comunicativos de la Argentina Con el propósito de visibilizar un panorama del empleo de los clíticos lo, la y le en la Argentina, nuestro objetivo es mostrar algunos de los desplazamientos que configuran la convivencia de distintos usos en distintas regiones. Para ello, y para afianzar nuestra hipótesis sobre la persistencia del sistema de caso y, en consecuencia, el contraste medular con el resultado de la recategorización castellana, se analizarán casos paradigmáticos correspondientes a distintas variedades del español argentino. Formulamos, por tanto, la hipótesis que intentaremos defender en este trabajo, a la luz de nuestro recorrido analítico que ya lleva más de diez años (Martínez 2000, 2006, 2008, 2010a, 2010b): En diferentes variedades y diferentes registros, se manifiesta, dentro de la Argentina, un continuo de frecuencia relativa de uso de las formas que se corresponde con necesidades comunicativas propias pero, que, en todos los casos, responde al sistema etimológico de caso. Las diferencias observadas pueden justificarse cualitativamente (a la luz de necesidades comunicativas de los grupos considerados) y cuantitativamente (a la luz de los posibles desplazamientos intracategoriales en el paradigma). En todos los casos, la perspectiva cognitiva de los hablantes frente a la escena representada y la
400
Angelita Martínez
consolidación de puntos de vista ligados a las conformaciones culturales de la comunidad juegan un papel preponderante4.
3.1. el corpus seleccionado Presentaremos evidencia del empleo de los clíticos en registros de variedades propias de nuestro país que muestran diferencias entre sí, específicamente en el español escrito rioplatense, en el español oral y escrito de la región guaranítica argentina, y en el español oral de la región del noroeste5. El corpus escrito considerado ha sido extraído de la prensa actual, de los diarios La Nación y Página 12, y de las producciones narrativas de estudiantes correntinos recogidas y publicadas por gabriela gonzález Sandoval (2005)6, que consta aproximadamente de 18 500 palabras. En lo que respecta a la oralidad, hemos considerado las colecciones de cuentos y leyendas de Berta vidal de Battini (1984) y de Margarita Fleming de Cornejo (1988), y hemos tenido en cuenta los resultados de trabajos anteriores (garcía 1995; Martínez 2000, 2006) fundados en dicho corpus narrativo. El recorte del corpus, que atiende a registros tanto orales como escritos, pretende dar cuenta de la relevancia de la consideración del género del discurso en el empleo de la selección sistemática de formas en variación e, indirectamente, de la incidencia que la normativa posee en dicho empleo. En principio, el corpus responde a la selección de aquellos contextos en los que se dan los usos más diferenciados entre sí. Recordemos que partimos de la consideración de que en todas las variedades dialectales de la Argentina el uso de clíticos está ligado a la categorización del caso. En ese sentido, el español rioplatense se inclina a favor del uso de la forma menos activa y la manera La Etnopragmática (garcía 1995; Martínez 2000) se fundamenta en la opinión de que las opciones sintácticas de los hablantes pueden traducirse en términos de categorías culturales. Esta visión, coherente con la que proponen los estudios sobre Etnosintaxis (Enfield 2002) se diferencia, en la metodología de análisis, específicamente, en la relevancia que la Etnopragmática otorga a los sesgos de frecuencia relativa de uso de las formas en diferentes contextos, a partir de los cuales surgen las interpretaciones sobre la relación entre selecciones sintácticas y pautas culturales. 5 La monumental obra de vidal de Battini (1984) que recoge cuentos y leyendas de todo el país y el respeto de la autora por la fidelidad de los datos elicitados nos ha brindado el punto de partida para de la delimitación general de las zonas en las que se manifiesta contraste en lo que respecta al empleo de los clíticos. 6 Agradecemos la posibilidad de analizar dicho corpus a partir de la generosa decisión de la autora de publicarlo. La posibilidad de debatir la relevancia de los datos dentro de un mismo corpus nos asegura homogeneidad en, al menos, el recorte de los mismos. 4
Variación pronominal: Los clíticos lo, la y le
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más contundente de demostrar esta situación es probar que dicha estrategia ya se ha consolidado en registros escritos formales. En la variedad guaranítica o del litoral argentino, el uso relativamente más frecuente de la forma activa le, se manifiesta, como es natural, para los usos no estandarizados en registros orales y escritos menos formales. En efecto, nuestros sondeos en el periodismo escrito en la región nos permiten afirmar que en dicho registro no se muestran diferencias con la variedad rioplatense estandarizada. De la misma manera, en el noroeste argentino, las diferencias que señalaremos surgen preponderantemente en la oralidad. 3.2. variación en el uso rioplatense 3.2.1. Situaciones de dos participantes: la necesidad de señalar la afectación del referente investigaciones llevadas a cabo en los últimos años (Martínez 2008, 2010a) nos han permitido observar que el uso variable de los clíticos a los que estamos aludiendo, aun en emisiones de la prensa escrita que revela el mayor ajuste a los cánones normativos, manifiesta, en la variedad rioplatense, una tendencia de cambio hacia el aumento de la selección del acusativo sobre el dativo con verbos que implican situaciones de dos participantes. Este hecho es interesante porque aparentemente se trata de una tendencia inversa al resto de América en donde, según los estudios realizados en los últimos años, se observa un aumento de la selección del dativo sobre el acusativo. Company (2001), por ejemplo, afirma que el dativo está invadiendo progresivamente el terreno del acusativo en castellano, en un proceso de cambio lingüístico que tiene lugar desde el español antiguo7. En efecto, en los trabajos sobre el empleo rioplatense de clíticos en el contexto del verbo ayudar (Martínez/Mauder 2003, 2007) se advierte la preferencia por la selección de las formas lo y la, incluso en contextos de cortesía, en los que se esperaría, consecuentemente con el valor relativo de mayor actividad de le sobre
La autora afirma, en este sentido, que el uso de las formas pronominales de dativo por las de acusativo puede entenderse como una clase de promoción del dativo, ya que este ocuparía una posición más alta que el acusativo en una jerarquía implicacional. Basa su argumentación en la tipología lingüística, y afirma que “there exists in many languages a migratory case behavior whereby prototypically high animacy cases, such as Dat[ive], may extend their functions to serve the role of low animacy cases, such as Acc[usative], but the inverse situation does not hold or is very rare” (Company 2001: 36). 7
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Angelita Martínez
lo, la preferencia del uso de le8. Los resultados obtenidos hacen evidente que, ante el factor cortesía, un mismo grupo de contextos se repite con la selección del clítico le mientras que, en la gran mayoría de las otras emisiones corteses, se acude al clítico lo (la). Por ejemplo: (1) Permítame que la ayude. Usted en los ojos tiene una venda (La Nación, 03-012010).
Por otra parte, los resultados del análisis llevado a cabo sobre las construcciones del verbo preocupar en la prensa escrita (Martínez 2008) muestran, en el terreno de la aseveración, la preferencia relativa por el clítico lo/la. Por ejemplo: (2) El pluralismo lo angustia y no sólo lo preocupa… (La Nación, 20-08-2010).
Dentro de este recorrido en el que estamos considerando la variación en el ámbito del contexto de cada verbo, en esta oportunidad, a manera de ejemplo, presentaremos evidencia cualitativa y cuantitativa del uso del verbo molestar en infinitivo con clítico variable pospuesto (molestarle/molestarlo), sobre un corpus de 113 emisiones provenientes de la prensa escrita del español rioplatense, en términos de cuáles son los factores contextuales que inciden en la variación. La observación de dicho corpus nos ha permitido establecer, en primer lugar, que el referente del clítico puede ser una tercera persona o bien la segunda persona Usted9, tal como presentamos en los ejemplos siguientes: (3) a. No está en la cama, estaba sentado, pero estuvimos unos segundos para no molestarlo. Sabemos que pudo hablar con la familia y, te repito, está bien (La Nación, 20-08-2007). b. …los que delinquen también son ciudadanos, aunque tal circunstancia no parece molestarle a Usted (La Nación, 15-12-2007). 8 De hecho, el Diccionario panhispánico de dudas de la RAE dice: “otro caso de leísmo generalizado en todo el mundo hispánico es el llamado ‘leísmo de cortesía’. Se trata del uso de le(s) en función de complemento directo cuando el referente es un interlocutor al que se trata de usted. Este leísmo se justifica por el deseo de evitar la ambigüedad de sentido que acarrearía el uso de los pronombres de acusativo lo(s), la(s), ya que estos podrían referirse tanto a un interlocutor presente como a una tercera persona no partícipe en la conversación: ‘Ande, y discúlpelo [a él], que yo en seguida le acompaño [a usted]’ (MDíez Expediente [Esp. 1992]); ‘Que Dios le acompañe y le proteja. Yo aquí le espero’ (Chao Altos [Méx. 1991]); ‘¿Quiere que le acompañe? [Dirigido a una mujer]’ (Rossetti Alevosías [Esp. 1991])”. 9 En el español rioplatense los pronombres usuales de segunda persona del singular son vos y usted. El pronombre tú (Rizzi 2004: 282 y ss.) sigue teniendo vigencia en contextos en los que se quiere destacar un referente de simbología especial como los muertos, Dios, la poesía, la amada en registros poéticos, etc.
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Variación pronominal: Los clíticos lo, la y le
Dado que, como ya hemos argumentado más arriba, la forma del dativo resulta adecuada para remitir referentes más activos, podríamos esperar que fuera la segunda persona la que favoreciera la selección de le. Para comprobar, entonces, si la alternancia se muestra consistente con la persona del referente, hemos medido la frecuencia relativa de la selección de las formas en ambos contexto, como se ilustra en la Tabla 1. TAblA 1 Frecuencia relativa de la selección del clítico en relación con la persona del referente (usted versus tercera persona) le Usted Tercera persona
1 32
lo 1% 29%
10 71
90% 69%
Los resultados de la tabla nos conducirían a la posibilidad de considerar una hipótesis contraria. Sin embargo, a la luz de otras inmersiones analíticas a las que hemos aludido anteriormente, respecto del empleo de los clíticos con el verbo ayudar, las frecuencias obtenidas en la Tabla 1 no nos sorprenden y nos permiten subrayar la inoperancia del factor “cortesía” al menos en el uso general10 de los clíticos que estamos estudiando. otro factor que tradicionalmente se ha considerado en la selección del clítico es la influencia de la índole (animada o no animada) del sujeto. En efecto, un sujeto animado y humano, es decir, muy activo, muy agentivo, favorecería (por contraste) la presencia de la forma menos activa lo para señalar al objeto, en tanto que un sujeto inanimado, poco activo, sería contexto apropiado para la selección de le. Al respecto, García (1975: 310) remite a la emisión: “No haga ruido, m’hijito, que lo/le molesta a su padre” de la cual se infiere: “el ruido” le molesta en tanto que “el hijo” lo molesta. Hemos procedido, entonces, a observar, en nuestro corpus, la influencia de “la índole de la causa de la molestia” (o sea, quién o qué molesta) en la selección de los clíticos. En ese contexto, medimos la frecuencia relativa del uso de la variable, presentado en la Tabla 2. La Tabla 2 permite observar que, tal como esperábamos, cuando el sujeto es animado se favorece, casi categóricamente (en el 98% de los casos), el clítico lo. El único ejemplo hallado en el que un sujeto que puede ser categorizado como “animado” (4) favorece le, trata de una entidad colectiva y, por lo tanto, no prototípica, como vemos a continuación: Es habitual que el verbo invitar, en participaciones sociales, se emplee con el clítico le para referir a Usted(es): “X e Y le(s) invitan a participar de la ceremonia religiosa…”. 10
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TAblA 2 Frecuencia relativa de uso de molestarle vs. molestarlo/la en relación con la índole inanimada o animada del sujeto Causa de la molestia Qué molesta Quién molesta
31 1
molestarle 60% 2%
molestarlo/la 21 40% 60 98%
(4) Siempre está dispuesto, amable y simpático. No parece molestarle el periodismo, cualquiera sea (La Nación, 07-06-2003).
Pero contrariamente a lo esperado, también se registra una extensión del empleo del clítico lo en contextos de sujeto inanimado, pues, si bien en estos casos se manifiesta un sesgo favorable a la selección de le, la variación se presenta activa. Los ejemplos que siguen dan cuenta de la alternancia: (5) a. Naturalmente me imagino que la gente que tocaba sus obras no tenía ese coraje del cual hemos hablado, y eso debía molestarle mucho (La Nación, 26-06-2002). b. Pero hoy no hay nada que pueda molestarlo (La Nación, 16-10-2006).
Entendemos entonces, si relacionamos estos resultados con los obtenidos anteriormente de los análisis de los verbos ayudar y preocupar que, al menos en Buenos Aires, se está operando un desplazamiento en dirección a la opción por el acusativo lo, ligado a la necesidad de evaluar la afectación del referente. Como hemos señalado más arriba, este cambio es de dirección contraria a la tendencia registrada en otros sitios de América, donde se manifiesta la ampliación del espacio categorial correspondiente al dativo le (Company 2001). 3.2.2. ¿Situaciones de tres participantes? Hemos observado que la necesidad de señalar la afectación del referente se advierte, incluso, en situaciones de tres participantes. El cambio hace su entrada en los contextos más sensibles, en este caso, las situaciones poco transparentes en cuanto a la presencia del tercer actante11. En este sentido, y como hemos apuntado en otros trabajos (Martínez 2010c), la opacidad en el número de participantes del evento es un factor que favorece 11 La variación se pone de manifiesto de la mano de la misma estrategia que estamos señalando ante la presencia de construcciones OCI (objeto más infinitivo). El análisis de las mismas muestra que, cuando el objeto del infinitivo se explicita, se favorece, coherentemente, la presencia de la forma más activa le: Lo dejó comer vs. Le dejó comer un sándwich.
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la preferencia de la forma lo. En efecto, tenemos evidencia de que en situaciones poco transparentes de tres participantes –lo/le robaron, lo/le aconseja–, se observa dicha tendencia que constituye una estrategia innovadora en Buenos Aires pero que, como veremos más abajo, se halla muy explotada en la narrativa oral del noroeste argentino. Las emisiones que siguen dan cuenta, por ejemplo, del uso variable que se da en contextos con el verbo robar para remitir al dativo o participante de actividad intermedia: (6) a. Al parecer, cerca de las 23.30 del sábado, mientras promediaba su turno laboral en el playón de la estación, el joven fue abordado por un solo delincuente que estaba a pie. Según los policías que investigan el hecho, el ladrón amenazó a Maturano con la intención de robarle (Página 12, 16-03-2009). b. otro nivel es el inmediato, o sea cómo reacciona cada cual frente a la violencia de que es objeto. Es innegable que la bronca sube y obnubila, a quién le gusta, por más progre que sea, que un imbécil, de cuatro neuronas, venga a robarlo o a matarlo (Página 12, 21-03-2009).
Creemos que la opacidad del tercer participante provoca ambigüedad respecto del número de actantes con los que el emisor conceptualiza la escena y, consecuentemente, selecciona el clítico más coherente con su evaluación. 3.3. variación
en el litoral argentino: el género del discurso y la necesidad
de señalar referentes activos
En variedades no estandarizadas de la llamada región guaranítica argentina se observa la alta frecuencia de uso de le para remitir a acusativo incluso cuando se trata de referentes femeninos o inanimados (Martínez 2000). En efecto, en los relatos orales recogidos en Chaco, Corrientes y Formosa (vidal de Battini 1984) hemos registrado los ejemplos siguientes: (7) La mujer salió y él le llevó a la casa de ella (vii, 2170, 596-597). (8) Cuando un finado quiere dar a una persona su tesoro enterrado, le hace soñar el lugar donde le tiene (vii, 1499, 403).
El análisis cualitativo y cuantitativo de datos correspondientes a narraciones orales y a producciones escritas nos permite dar cuenta de que dicho uso de le no implica una recategorización del sistema a la manera de Castilla. Como adelantamos, el leísmo castellano es el producto de la pérdida de los valores de caso en beneficio
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de los de género, y eso no es lo que sucede en la Argentina, donde están vigentes los valores etimológicos cuya categorización, en distintos espacios comunicativos, responde a desplazamientos pragmáticamente motivados por la asignación relativa de nivel de actividad a los participantes del evento. Dicha asignación, como hemos comprobado en sucesivos trabajos, se relaciona con pautas culturales propias de cada comunidad. En el ámbito del nordeste, la variación registrada privilegia el uso relativo de le en situaciones de dos participantes y responde a factores que son cognitivamente congruentes con el sistema de caso y se hallan determinados, en gran parte, por el tipo de género discursivo. En efecto, sucesivos análisis del uso de clíticos en esta región del país nos han permitido observar la relevancia del género del discurso en la configuración del sistema. Este hecho ha conducido nuestra atención, tal como se verá en los parágrafos siguientes, a la consideración de las variables independientes que influyen en cada corpus. Desde una perspectiva funcional cognitiva que privilegia el aporte significativo de las formas lingüísticas y su relación con los contextos que las favorecen es plausible obtener explicaciones etnopragmáticas que den cuenta de las frecuencias de uso de las formas en variación (garcía 1995; Martínez 2000; Mauder 2000). 3.3.1. Los relatos orales En la narrativa oral popular del nordeste argentino se advierte el uso extendido de la forma le para remitir a acusativo en contextos en que los referentes son entidades extraordinarias, culturalmente connotadas, a las que se les atribuye poder12 y sobre las cuales los narradores se manifiestan para brindarles interpretación mágica y asignarles fuerza sobrenatural. El ejemplo que sigue remite a uno de estos seres míticos: el Pombero. (9) Había una vez una mujer que una noche se encontró perdida en el monte. Lloraba desesperadamente. El Pombero, que andaba por esos lugares oyó los gritos, se le acercó y le pregunta: ¿Por qué llorás, mujer? Y ella le reconoció y le dice: No me hagas mal, Pombero. Estoy perdida, no encuentro mi casa (vii, 2170, 596-7). 12 Estos mitos han dejado profundas huellas en la cosmovisión actual de la comunidad guaranítica. La presencia constante, en la narrativa popular, de personajes sobrenaturales, humanos y no humanos, a quien la comunidad teme y respeta, es prueba de ello. Los periódicos de la zona también recogen las supersticiones populares y la referencia al duende de la noche, o Pombero, se hace presente en las conversaciones de los lugareños.
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Es decir, coherentemente con un sistema de caso, la forma le (relativamente más activa que lo/la) se ve favorecida para referentes que, por alguna razón –inspiran temor, respecto, adoración–, son valorados dentro de la comunidad. En el corpus correspondiente a relatos de la región, la selección de la forma le para remitir acusativos, entonces, que superficialmente podría ser encasillada como “leísmo”, no conlleva las características de la estrategia peninsular puesto que: 1. No responde a la influencia del género masculino, tal como vemos en la Tabla 3. TAblA 3 Frecuencia relativa de le vs. lo/la en relación con el género del referente Masculino Femenino
% le 60 73
Total 111 19
2. Tampoco responde a la índole animado/inanimado del referente, como se observa en la Tabla 4. TAblA 4 Frecuencia relativa de le vs. lo/la en relación con la índole (animada/no animada) del referente Animado Inanimado
% le 62 59
Total 108 22
Sin embargo, muestra correspondencia con la connotación cultural tanto para señalar referentes humanos como no humanos. La Tabla 5 da cuenta de los resultados obtenidos. TAblA 5 Frecuencia relativa de le vs. lo/la en relación con la connotación cultural del referente
Referentes humanos Referentes no humanos
connotados neutros connotados neutros
Total 30 36 43 21
% le 80 47 77 29
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Es decir, de acuerdo con nuestro análisis, al menos en el mundo de la leyenda, la “connotación cultural del referente” es un factor que favorece la selección del clítico le. En el apartado siguiente veremos que en otras manifestaciones discursivas se advierten distintos factores que, en la misma dirección cognitiva, o sea, la asignación de mayor grado de actividad, favorecen la selección de le. 3.3.2. Producciones escritas en la escuela En textos producidos por estudiantes correntinos en situación de contacto con la lengua guaraní, cuya temática no está ligada a la leyenda sino a experiencias cotidianas, hemos podido establecer que la distribución de los clíticos responde a la distinción “animado/no animado” o “vivo/muerto”. Coherentemente, el contexto “animado” “vivo” favorece la selección del clítico activo le y, por lo contrario, cuando el referente es “no animado” “muerto” se ve favorecida la opción del clítico menos activo lo. En trabajos anteriores hemos destacado este hecho (Martínez 2010a), del que dan cuenta los ejemplos siguientes: (10) Una vez me fui a pescar con unos amigos. Tiro el ril, después de tres horas de no picar nada empezó a picar el ril y después de 25 minutos de guerrear salió el pez: era un surubí de aproximadamente 15 Kg. Fue lo único que sacamos en toda la noche. Luego llego en casa, lo cuelgo y me voy a dormir. Cuando me levanto encuentro la mitad del surubí porque la otra mitad se la comió el gato. Agarré la escopeta, cargué un cartucho y le maté al gato (p. 204). (11) Cuando mi hermano se iba subiendo vimos una víbora que era una yarará amarilla. Mi hermano se asustó porque casi le muerde. Yo me bajé rápido y le pegué con un palo en la cabeza. Mi hermano me dijo. “Ya está muerta”. Yo le dije “Sí”; agarramos una piola y la llevamos a la casa de mi tía. Cuando estábamos pasando la laguna, la víbora se movió y salió de la piola, se escondió detrás de los camalotes, y cuando volvimos a la vuelta le vimos comiendo un pescado (p. 189). (12) Era un día domingo. Salimos a pasear a caballo con mis cinco amigos por el campo. Ellos se llaman Diego, Carolina, Tamara, Walter y Marisol. Llevaron muchas cosas para comer; también llevaron mate. Cuando llegamos al árbol de la costa nos bajamos y atamos los caballos en la sombra, por el alambre. Luego nos sentamos, nos pusimos a charlar. Cuando Marisol se paró para cambiar la yerba del mate, a la pobre le picó una víbora ponzoñosa. Al instante le llevamos al hospital, pero ella no pudo aguantar tanto tiempo y murió. Hoy en día, cuando salimos todos juntos, la recordamos y la extrañamos mucho (p. 182).
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Los tres textos que, como ya dijimos, corresponden a la producción escrita de estudiantes correntinos, constituyen verdaderos pares mínimos en cuanto a la diferencia de asignación de clítico a las entidades caracterizadas como muertas (lo/la) o con vida (le). La estrategia se manifiesta incluso cuando se trata de la misma entidad, tanto no humana (11) como humana (12). La Tabla 6 muestra los resultados de la medición de dicha estrategia en todo el corpus. TAblA 6 Frecuencia relativa de uso de le, lo/la y Ø de acuerdo con la índole del referente (animado/no animado) en situaciones de dos participantes (corpus: González Sandoval) le referentes animados referentes no animados
104 3
lo/la 67% 5%
51 56
33% 95%
Como podemos observar, mientras que el 67% de los referentes animados son señalados mediante la forma más activa le, el 95% de los referentes no animados se ven favorecidos por la forma menos activa lo/la. Queremos enfatizar, a partir del análisis de los datos presentados, que las características del género discursivo constituyen un factor que influye en la selección sistemática de los clíticos pero de ninguna manera invalidan la hipótesis de la persistencia del sistema etimológico en la Argentina. En efecto, la posibilidad de contrastar corpus tan diferentes (de la oralidad y de la escritura) añade interés al análisis en tanto nos permite observar que en el género leyenda al igual que en las producciones de los estudiantes las variables relevantes a la alternancia se manifiestan cognitivamente coherentes entre sí –asignación de grado de actividad al referente– y se relacionan una y otra vez con la distribución paradigmática de base caso que responde al aporte significativo de las formas. 3.4. variación en el uso de los clíticos en el noroeste argentino: el número de participantes del evento
En el noroeste argentino, al menos en la narrativa oral no estandarizada, se manifiesta la alternancia de las formas le y lo para señalar dativo (Martínez 2000) y, como hemos anticipado en el apartado 3.2.2, se halla muy presente una estrategia mediante la cual la selección de lo para referir al participante de actividad intermedia se hace productiva en situaciones opacas de tres participantes.
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En efecto, análisis anteriores (Martínez 2010c) nos han permitido observar que, en cuanto al actante menos activo del evento, puede presentarse como una entidad con muy poca autonomía cuando depende semánticamente de los otros elementos del sintagma: el verbo, el sujeto o el dativo. En estos casos, en los que uno de los actantes se “opaca”, se promueve ambigüedad respecto del número de participantes y, consecuentemente, se favorece la selección de la forma menos activa lo prototípica de las situaciones de dos participantes. veamos los ejemplos correspondientes, tomados del corpus narrativo del noroeste argentino: (13) Entonces la hermanita lloraba, lloraba, gritándolo al hermanito (vidal de Battini, vii, 682). (14) Himos venío después del diluvio y los antiguos han sido di antes porque se han muerto del miedo que han teníu, porque a la luz lo han tenido miedo (vidal de Battini, vii, 789). (15) Y que Pulgarcito se levantó y se saca las botas, lo saca las botas al ogro (Fleming de Cornejo, 26).
En (13), el acusativo se hace poco perceptible porque repite el significado del verbo (gritar gritos). En general, las emisiones que describen estas situaciones no lexicalizan al participante menos activo del evento porque este es interno al verbo y la lexicalización resultaría excesivamente redundante. De la misma manera, en (14), el actante menos activo miedo pierde autonomía si bien, esta vez, debido a su fuerte dependencia con el sujeto. En (15), por su parte, la dependencia se produce entre el acusativo y el dativo, de tal manera que ambos, por contigüidad semántica, podrían conceptualizarse como una y la misma entidad. TAblA 7 Frecuencia relativa de uso de lo vs. le en contextos narrativos de acuerdo con el grado de dependencia del acusativo le Dependiente del sujeto Dependiente del dativo Dependiente del verbo Independiente
11 19 12 74
lo (59%) (61%) (63%) (88%)
8 12 7 10
(41%) (39%) (37%) (12%)
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En las tres situaciones descritas, el emisor selecciona el clítico lo (en vez de le). Entonces, a favor de la hipótesis basada en la congruencia –cognitiva– que nos permite asociar la presencia del clítico le con la transparencia del tercer participante, presentamos, en la Tabla 7, los resultados del análisis de un corpus configurado por cuentos y leyendas del noroeste en el que se mide la frecuencia relativa de los clíticos a la luz de la opacidad o transparencia de los acusativos en juego13. De la Tabla 7 se desprende que, en el corpus que hemos analizado, el aparente uso “loísta” sigue, también, estrictamente, el paradigma casual en tanto se relaciona, como hemos argumentado, con la poca evidencia de un participante de actividad intermedia. Los datos indican, por lo contrario, que la transparencia de dicho participante es el factor que incide más fuertemente en la presencia canónica de la forma le. 4. La intervención de las lenguas indígenas: trasvases por contacto de lenguas Evidentemente, la naturaleza del sistema de clíticos del español permite que se sucedan una y otra vez desplazamientos como los aquí presentados. Creemos que el “continuum categorial” que subyace a la conceptualización del caso es el responsable de que se produzcan dichos movimientos y, en consecuencia, de que distintas variedades muestren diferentes explotaciones del mismo sistema. En efecto, la variación le/lo –que hemos analizado– supone la flexibilidad de lo que puede conceptualizarse como acusativo o como dativo. Los datos que surgen de las investigaciones de otros estudiosos del tema (granda 1993; Abadía de Quant/Yrigoyen 1980; gonzález Sandoval 2005), las posibilidades que nos ha brindado el trabajo que, durante muchos años, con interés sociolingüístico, hemos llevado a cabo en diferentes regiones de la Argentina y la existencia del magnífico corpus que constituyen los cuentos y leyendas de la Argentina, legado inapreciable de Berta vidal de Battini (1984), nos permiten dar cuenta de la evidencia de que las zonas en las que se manifiestan usos paradigmáticos diferenciados de los del rioplatense son, en lo que respecta a los clíticos de tercera persona, aquellas en las que existe contacto o sustrato de lenguas indígenas14. Por esa razón nos parece relevante preguntarnos, al menos, sobre la 13 Nos referimos a los cuentos y leyendas de Berta vidal de Battini en lo que corresponde a la región del noroeste y a los cuentos de Fleming de Cornejo. 14 Por otra parte, en el litoral, en el noroeste y en la Patagonia cordillerana, zona de contacto con la lengua mapuche, se observa una frecuencia relativamente elevada de ausencia de clítico respecto de lo esperable desde la variedad rioplatense. Un estudio minucioso de la alternancia de la presencia y la ausencia del clítico en situaciones de dos participantes nos ha permitido concluir que el sistema se fundamenta en la mayor o menor obviedad del referente en el discurso y en la explotación icónica de la “no mención” de referentes misteriosos (Martínez 2001, 2006).
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posibilidad de trasvase de una lengua a otra en las regiones consideradas y en tal caso sobre qué se trasvasa en dichas circunstancias. En cuanto al nordeste argentino, la presencia de la lengua guaraní es de gran vitalidad. Los rasgos de la gramática guaraní que son consistentes con las estrategias descritas y, por lo tanto, podrían estimularlas, son: 1. La ausencia de marca morfológica de género. 2. La presencia de la posposición PE- y sus alomorfos -vE, -ME para señalar al objeto animado. Por ejemplo: (16) Juan ohai kuri peteï Juan escribir PAS. un/uno/una Juan le escribió una carta a María.
kuatia ñe’ë María pe. papel palabras María PoSP.
Cuando el objeto es la tercera persona pronominal, se usa la forma del complemento pronominal ‘a él’: (i)chupe. (17) Juan ohai kuri chupe peteï kuatia ñe’ë. Juan escribir PAS. a ella un/una/uno papel palabras Juan le escribió una carta.
Por su parte, en el noroeste argentino, la lengua quechua ha dejado su impronta. Las características estructurales de esta lengua que podrían actuar como disparadores de la estrategia considerada son: 1. La ausencia de marca morfológica de género. 2. La no utilización de sufijo para la tercera persona objeto. 3. La posibilidad de emplear el sufijo -ta para señalar “ditransitividad”. En el ejemplo (18), se utiliza la misma marca -ta para los dos actantes: taytanta (a su padre) y tantata (pan). (18) qaynam taytanta tantata qurqan. ayer padre PoSP. pan PoSP.dar Pas. 3° Le dio pan a su padre ayer.
Por lo tanto, desde la perspectiva que adoptamos (garcía 1995; Diver 1995; Reid 1995)15, consideramos que la gramática es cristalización del uso. Al respecto, dice garcía: 15 Seguimos los postulados de la Teoría lingüística del signo promovida por la Escuela de Columbia y expuesta, con gran maestría, por Diver (1995). Desde esta perspectiva, la gramática es producto de la consolidación de categorizaciones reiteradas a partir de la compatibilidad del aporte significativo de las formas y el contexto de aparición de las mismas. La frecuencia de uso de las formas constituye un síntoma de la perspectiva cognitiva del hablante.
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La sintaxis constituye, como lo sugiere el término “emergent grammar” adoptado por Hopper (1987), una cristalización del uso. En ese uso se “juntan”, se yuxtaponen, se co-locan formas lingüísticas apropiadas al mensaje que desea transmitir el hablante, de tal modo que no resulte demasiado difícil su inferencia por parte del interlocutor. La regularidad del resultado es innegable: pero lo regular de las estructuras sintácticas no garantiza que los hablantes estén siguiendo reglas: por mucho que se trate de “regular behaviour”, éste responde esencialmente a principios cognitivos que apenas comenzamos a vislumbrar (garcía 1995: 53).
Adhiriendo a esta postura frente a la gramática y como consecuencia del análisis de datos concretos que hemos llevado a cabo, nos inclinamos a considerar que la creatividad de los usuarios de la lengua que, en las zonas del litoral y del noroeste, se manifiesta en diferencias de frecuencia relativa en el empleo de los clíticos a la luz de diferentes contextos, es compatible con la conceptualización que supone la presencia de la marca de “animacidad” en la gramática de la lengua guaraní y de la posibilidad de señalar ditransitividad en la lengua quechua. En ese sentido, las lenguas de origen, materna o de sustrato constituirían un disparador de las estrategias señaladas y promoverían coherentemente la abundancia del uso del dativo en contacto con la necesidad de marcar la “animacidad” en guaraní o de reducir su frecuencia en consonancia con la ditransitividad del quechua. Estrategias diferentes pero resultantes de un mismo proceso cognitivo. 5. Conclusiones En esta apretada presentación de las principales características que, a nuestro criterio, delinean la explotación diferenciada del paradigma de clíticos en la Argentina, hemos presentado datos cualitativos y cuantitativos que dan cuenta de que el sistema casual es el que subyace al juego paradigmático en las variedades observadas. La sustancia semántica del caso pone en relación los elementos oracionales y, como hemos visto, lo relacional –es decir, la tensión entre los actantes del evento– se muestra muy productivo en variedades de Buenos Aires, del litoral y del noroeste. También hemos señalado la relevancia del género del discurso para explicar los fenómenos gramaticales. En efecto, en el litoral, una misma estrategia lingüística, la abundancia del uso de le acusativo en dos tipos de géneros (narrativa oral popular y producciones escritas por estudiantes), se relaciona con distintas características del referente –poder místico o condición de animado– que pueden asociarse a mayor grado relativo de actividad en el evento.
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Diferentes factores en géneros diferentes responden al mismo proceso cognitivo que implica la conceptualización del grado de participación y de actividad relativa de los actantes. En lo que respecta al noroeste, hemos considerado el carácter continuo de los factores que influyen en la selección de las formas en contexto, incluso en aquellos que parecen discretos (el número de participantes de un evento, por ejemplo), para proponer la ambigüedad en el número de participantes como responsable del uso de lo como dativo, característica que ha sido tradicionalmente mencionada por los estudiosos de las variedades lingüísticas de la región. En el español del Río de la Plata, los desplazamientos en el sistema de clíticos no están ausentes (Mauder 2008) pero se manifiestan en una proporción relativa mucho menor que la observada en las otras variedades que hemos considerado. Esta circunstancia, creemos, promueve el hecho de que la región no llegue a percibirse como leísta o loísta. De todas formas, un análisis microsintáctico deja al descubierto estrategias asociadas a la categorización de la misma sustancia semántica: el caso. intentamos mostrar que estudios de esta naturaleza, que privilegian el análisis de la variación en el lenguaje, ponen en evidencia el dinamismo de la gramática que va de la mano del “juego” de los sistemas de la lengua, constituidos como reflejo de la percepción humana (Martínez 2010a, 2010c)16. Los resultados obtenidos constituyen una contribución a la perspectiva teórica que contempla la motivación semántico-pragmática de la sintaxis y la relación entre la gramática y el uso de la lengua (García 2009). Específicamente, hemos intentado mostrar algunas de las posibilidades del interjuego en el que los usuarios de la lengua española filtran sus necesidades comunicativas y hacen emerger gramática. Es decir que la gramática es un mapa de conceptualizaciones propias de un grupo humano que nos permite interpretar pautas culturales. El uso diferenciado del sistema de clíticos nos invita, por ejemplo, a reflexionar sobre la relevancia de señalar la afectación del referente, o de enfatizar las características sobrenaturales del mismo. En esta dirección nos queda una deuda: integrar al juego paradigmático la ausencia del clítico, que se manifiesta especialmente productiva en las variedades en contacto con lenguas indígenas. Creemos que, en la medida en que el miembro ø aumenta su potencial en el paradigma, otra categoría del mismo
16 Me encuentro desarrollando esta noción de “juego interparadigmático” y su relación con la percepción desde hace un tiempo (Martínez 2003). A partir de intercambios orales en el ámbito de encuentros académicos sobre el español de los Andes estamos promoviendo, en la actualidad, la investigación del tema junto con mis colegas Stefan Pfaender y Azucena Palacios. No he encontrado otros aportes sobre el concepto.
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paradigma lo pierde. Esta presunción nos abre la posibilidad de hacer nuevos análisis que nos permitan complementar la comprensión de los desplazamientos observados y discutir la idea de que, en algunas variedades, hay procesos de neutralización del sistema en un único clítico. Muy por lo contrario, el sistema sigue activo, en estos casos, en su juego con el miembro ø mediante el cual los hablantes pueden (re)hacer sus elecciones sintagmáticas.
Capítulo 4 DiFERENCiAS DiALECTALES ENTRE EL ESPAñoL RioPLATENSE Y EL PENiNSULAR: MARCADoRES TEMPoRALES Y PRETéRiToS SiMPLE Y CoMPUESTo EN iNDiCATivo Y SUBJUNTivo andrea c. menegotto CoNiCET/Universidad Nacional de Mar del Plata
1. Introducción Las intuiciones de hablantes argentinos y españoles son diferentes en cuanto a la gramaticalidad de oraciones que incluyen un verbo en pretérito perfecto simple (PPS) (por ejemplo, ganaron) o pretérito perfecto compuesto (PPC) (por ejemplo, han ganado) con marcadores temporales. Los datos de Menegotto (2004a) muestran que el PPC de indicativo con ayer genera agramaticalidad en Madrid, mientras que no la genera para los hablantes rioplatenses: (1) *Ayer han ganado el partido. (Madrid) (2) Ayer han ganado el partido. (Buenos Aires)
En un sondeo preliminar en el que preguntamos a tres profesores de lengua madrileños acerca de la interpretación de la oración (3), obtuvimos los siguientes resultados: (3) El equipo X ha ganado la semana pasada. a. La acción no está terminada y se sobreentiende, por ejemplo: “pero han perdido esta semana, o perdieron la anterior, o van a perder, etc.”. Si fuera una oración aislada, usaría […]: “El equipo X ganó la semana pasada”. b. No es agramatical, aunque valdría igualmente, en principio, “el equipo X ganó la semana pasada”. c. Mi español la rechaza, con toda claridad. Sin embargo, creo que es posible oír en Madrid actualmente (en realidad, desde hace ya unos cuantos años) expresiones de ese tipo.
Es decir, hablantes pertenecientes a la misma comunidad lingüística, altamente alfabetizados y dedicados a la enseñanza de la lengua española, difieren
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Andrea C. Menegotto
notablemente en su evaluación de la aceptabilidad de un PPC con un marcador temporal de pasado como la semana pasada. Por lo contrario, la misma pregunta realizada a 75 profesores de lengua de la región del Río de la Plata dio como resultado que la mayoría (70/75) consideró que no había diferencias de significado entre ambas oraciones. En este sondeo preliminar nos encontramos, pues, con hablantes de diferentes variedades de español que tienen intuiciones diferentes respecto de la gramaticalidad de las oraciones con PPC en indicativo, particularmente cuando hay adverbios o marcadores temporales explícitos como ayer y la semana pasada. En términos normativos, la RAE registra explícitamente que la aparición de marcadores temporales de pasado genera agramaticalidad con el PPC. (4) En este año hemos avanzado mucho. (RAE 2010: 438) (5) *En ese año hemos avanzado mucho. (RAE 2010: 438) (6) *En aquel año hemos avanzado mucho. (RAE 2010: 438)
De acuerdo con la interpretación de Cartagena (1999), en español peninsular, el PPS y el PPC se asemejan en que ambos indican acciones perfectas así como una relación de anterioridad respecto del momento de habla, pero difieren en que la forma simple señala la mera anterioridad respecto del momento de habla, del cual se separa constituyendo un ámbito propio en el pasado, mientras que la forma compuesta, en cambio, indica anterioridad dentro del ámbito del presente. De ahí que, también para los hablantes peninsulares, los marcadores temporales presentes generen agramaticalidad con el PPS. (7) *Esta mañana los alumnos llegaron tarde. (Menegotto 2004a)
Sin embargo, los hablantes no peninsulares tienen otras intuiciones. En trabajos anteriores registramos que los juicios de gramaticalidad de hablantes de la región rioplatense consideran totalmente gramaticales y aceptables las siguientes oraciones que no se ajustan a los juicios de los hablantes peninsulares. (8) Recién entraron. (Menegotto 2004a: 73) (9) Dijo que recién salió. (Menegotto 2004a: 73) (10) Ayer los alumnos han llegado tarde. (Menegotto 2004a: 74) (11) Esta mañana los alumnos llegaron tarde. (Menegotto 2004a: 74)
Diferencias dialectales: Marcadores temporales
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(12) Dice que llegó recién. (Menegotto 2004a: 75)
Esta diferencia de interpretación en el valor de los distintos tiempos no es ajena a la historia de la filología hispánica. Se puede observar incluso en los cambios de nomenclatura que los tiempos verbales han sufrido, aunque esa variación no está necesariamente correlacionada con la distribución dialectal sino con la gramática que se generalizó en los usos escolares1. En este trabajo, analizando los fenómenos desde una perspectiva generativa minimalista y lexicista, desarrollamos la hipótesis de que las diferencias entre el español rioplatensei y el español peninsulari –es decir, entre ambas variedades consideradas desde la perspectiva de la lenguai según Chomsky (1985)– son consecuencia de la fijación de valores diferentes del parámetro [±T1] asociado al rasgo temporal , que estará presente con algún valor en las formas verbales del PPS y en el verbo haber cuando el parámetro haya sido fijado como activo, y estará ausente cuando el parámetro haya sido fijado como inerte. Asumiremos el análisis referencial del tiempo verbal de vikner (1985) basado en la clásica teoría de Reichenbach (1947), y consideraremos que los tiempos verbales gramaticalizan la relación entre el momento del evento (E), el momento del habla (H) y un momento de referencia (R), relaciones expresadas como pares de puntos en los que siempre está presente un punto R2. Así, siguiendo a Cinque (1999), formulamos que el rasgo manifiesta la relación entre el momento de habla y un punto de referencia y la relación entre el momento del evento y una referencia. Sostenemos que los rasgos que identifican las entradas léxicas de haber y de las cadenas sonoras del PPS son diferentes en ambas variedades: mientras en el español peninsulari ambos rasgos son activos (es decir, toman algún valor), en el español rioplatensei solo el rasgo (el que expresa la relación con el evento) se manifiesta sintácticamente. La aparición o no de este rasgo permite predecir un comportamiento sintáctico diferente: la presencia de con algún valor marcado o no marcado –o sea, la fijación del parámetro positivo– habilita la coocurrencia de marcadores temporales con el mismo valor y genera agramaticalidad con un marcado temporal 1 En las zonas fuertemente influenciadas por la gramática de Bello llaman antepresente al PPC y pretérito al PPS, en las regiones influenciadas por la tradición angloparlante llaman presente perfecto al PPC y en las regiones influenciadas por las gramáticas de la Academia se observan las mismas inestabilidades de nomenclatura que manifiestan los textos oficiales a partir de la publicación del Esbozo, alternándose las denominaciones de pretérito indefinido y pretérito perfecto simple para llegué y pretérito perfecto o pretérito perfecto compuesto para he llegado. 2 Cf. Cinque (1999) para una explicación detallada de las diferencias del análisis clásico y la reformulación de vikner.
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con valor opuesto. En cambio, la no aparición del rasgo en las piezas léxicas –es decir, la fijación del parámetro como inerte– permite la coocurrencia de las piezas léxicas con marcadores temporales que manifiesten cualquiera de los dos valores. La hipótesis permite predecir que el mismo fenómeno ocurrirá en todos los tiempos y modos que involucren las mismas cadenas sonoras: en todas las formas de haber en presente o que involucren el tema del PPS (entendiéndose tema morfológicamente como la base verbal sin la flexión de persona y número)3. Crucialmente, en los tiempos pretéritos del subjuntivo debería manifestarse el mismo contraste dialectal que se expresa en los pretéritos de indicativo. Presentamos datos de lenguaE que efectivamente muestran que ese contraste también aparece en el subjuntivo, por lo que sería un error considerarlo un fenómeno dialectal independiente. 2. El marco teórico 2.1. lenguai, lenguae, lenguas Un enfoque generativo es, básicamente, un enfoque individual, intensional e interno del fenómeno a estudiar en un hablante oyente idealizado: el fenómeno es visto desde la perspectiva de la lenguai (Chomsky 1985). El conocimiento que el hablante tiene de su propia lengua le da la habilidad de juzgar si ciertas secuencias de palabras son o no oraciones posibles de su lengua materna: los juicios de gramaticalidad son los datos primarios de la lingüística generativa, con los que pone a prueba sus hipótesis4. Una hipótesis sintáctica sobre una lenguai permite predecir si una determinada forma: 1. es esperable en la lenguaE de un hablante que tiene esa(s) regla(s) en su lenguai: permite predecir que la forma converge simultáneamente en FF y en FL; 2. es imposible en la lenguaE de un hablante que tiene esa(s) regla(s) en su lenguai: permite predecir que esa forma no converge en FF, en FL o en ninguna de las dos. Por lo tanto, cuando se trabaja con contrastes dialectales, resulta crítico identificar cuáles de las afirmaciones que se realizan se refieren a fenómenos de la lenguai, y cuáles no. Las formas registradas en corpus y bibliografía son datos Los verbos regulares tienen el mismo tema en todos los tiempos, los verbos irregulares pueden tener varios temas diferentes agrupados en tres correlaciones de irregularidades: por ejemplo, para el verbo tener, los temas del presente son teng-, tien- y ten-, el tema del pasado es tuv- y el de futuro tendr-. 4 ver el trabajo de Montrul (en este volumen: sección ii, cap. 7) donde se utilizan también juicios de gramaticalidad. 3
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concretos de lenguaE: de lengua externalizada, pero su presencia puede ser considerada, bajo ciertas condiciones, prueba de la existencia de cierta regla en la lenguai del hablante. Esto es, el hecho de que aparezcan determinadas formas en corpus y en registro bibliográfico puede ser visto como un juicio de gramaticalidad positivo, que permite verificar la existencia de una determinada forma en la lenguai. Al mismo tiempo, es fundamental identificar también que una determinada forma es considerada agramatical por el hablante para verificar las consecuencias sintácticas de una hipótesis. Los juicios de gramaticalidad de un hablante son una muestra cercana de los fenómenos de lenguai: el hablante determina si las formas están o no de acuerdo con las reglas de su gramática interna. Discriminar los juicios de agramaticalidad resulta un desafío metodológico trascendental en cualquier estudio generativista que intente explicar las diferencias dialectales como fenómenos externalizados de lenguasi diferentes. Para eso, trataremos de ser metodológicamente cuidadosos y discriminaremos con un subíndice E las afirmaciones respecto de lo que se observa en los datos externalizados –es decir, en la producción oral o escrita de algún o algunos individuo(s)– y con un subíndice S para la lengua externalizada de un conjunto de individuos definido por medio de algún criterio extralingüístico –es decir, en la lengua de una comunidad, determinada política, geográfica o socialmente–. Estrictamente, para considerar un fenómeno como propio de la lenguaS se requieren datos cuantitativos que permitan confirmarlo. Así, los subíndices nos permitirán restringir el alcance de nuestras afirmaciones: 1. un fenómeno del español rioplatenseS es un hecho lingüístico que se considera generalizado en la lengua de la zona argentina del Río de Plata, con epicentro en la ciudad de Buenos Aires; 2. un fenómeno del español peninsularS es un hecho generalizado en la lengua de la zona española de Castilla-La Mancha, con epicentro en la ciudad de Madrid; 3. un fenómeno del español rioplatenseE o peninsularE es un hecho lingüístico observado directamente o registrado en algún texto producido por un argentino en la zona del Río de la Plata o por un español en la zona de Castilla-La Mancha, respectivamente. Esto significa que se trata de oraciones, emisiones o discursos observados en al menos un hablante, o registrados en corpus, o citados en bibliografía, sin la exigencia de cuantificación. Es prueba suficiente de la gramaticalidad de determinadas formas en la lenguai de al menos un hablante; 4. un fenómeno del español rioplatensei o del peninsulari es (parte de) la descripción estructural postulada para los hablantes que producen determinadas construcciones de español rioplatenseE o del peninsularE, respectivamente. Esto significa que es la descripción de la estructura cognitiva que se postula para los hablantes que producen determinadas oraciones.
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Un fenómeno del español a secas remite a un análisis o a un corpus de datos que no discrimina el origen regional, y que se supone general. Esta distinción no es un mero tecnicismo5, sino que nos permitirá delimitar con precisión los datos, las conclusiones y las hipótesis que requieran más datos para su confirmación. 2.2. la interpretación temporal en la lenguai Siguiendo a Cinque (1999) y a Menegotto (2004a) consideramos que los tiempos se manifiestan en la lenguai a través de rasgos gramaticales , y que expresan una relación de anterioridad o simultaneidad entre tres puntos temporales posibles E, H y R: un momento del Evento, un momento del Habla y un momento de Referencia. Asumimos que esas relaciones son siempre binarias y siempre a través de un punto de referencia (cf. vikner 1985; Cinque 1999), lo que da dos posibles interpretaciones por cada par de puntos: un caso no marcado de simultaneidad (representado aquí por una coma) y un caso marcado de anterioridad/posterioridad de uno respecto del otro (representado aquí por el guión –): rasgo T1 . Simultaneidad o anterioridad entre el momento de habla (H) y un punto de referencia (R1): o rasgo T2 . Simultaneidad o anterioridad entre el momento del evento (E) y un punto de referencia (R2): o
5 La clarificación de los conceptos lenguai y lenguaS nos permite superar una primera imposibilidad aparente de contacto epistemológico entre una teoría biológica del lenguaje y una teoría social. Partimos del supuesto de que todos los individuos llegan a este mundo dotados de una cierta capacidad biológicamente determinada y común, la gramática Universal (gU), que impone ciertos límites a las posibles lenguasi que se generan en la mente de cada individuo. Aceptado eso, es posible desarrollar un modelo teórico que estudie profundamente cuáles son las posibles relaciones entre las lenguasi y las lenguasS. Es decir, es posible imaginar una teoría de la lenguaS, un modelo teórico que no oponga ambos conceptos (el enfoque social y el individual) sino que busque encontrar de qué manera se influyen mutuamente. Esa es la línea que seguimos en este trabajo. Quienes estén dispuestos a aceptar que las unidades de análisis de la lenguaS y las de la lenguai puedan ser cualitativamente diferentes, podrán, quizás, coincidir con los análisis que presentaremos en las páginas siguientes. Pero el análisis que presentaremos es incompatible con una perspectiva que sostenga que la variabilidad propia de la lenguaS es una prueba directa de la variabilidad de la lenguai. Particularmente, si se pretende que el carácter no discreto de las unidades que pueden utilizarse para el análisis de la lenguaS se refleje en las propiedades de la lenguai de manera tal que las unidades constitutivas de la lenguai deban también ser caracterizadas como no discretas, entonces no habrá acuerdo posible, y la incompatibilidad de los marcos teóricos se hará evidente, porque el presupuesto básico del generativismo es el de la infinitud discreta, que nos exige partir de un repertorio limitado y preciso de unidades provistas por la gU. En este trabajo, esas unidades son rasgos formales que toman valores binarios.
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rasgo T3 . Simultaneidad o anterioridad entre ambos puntos de referencia: o Cada tiempo gramatical, entonces, considerado desde la perspectiva de la lenguai, es un fenómeno de interpretación compleja: el resultado de la composición de tres pares de relaciones. Así, la interpretación clásica del sistema temporal del españoli daría las lecturas de tiempo que se observan en la Tabla 1. TAblA 1 Interpretación del sistema temporal del españolI aplicando el modelo de Cinque (1999) Tiempo gramatical Presente Futuro Pasado Anterior Anterior del pasado Futuro del pasado Anterior del futuro Anterior del futuro del pasado
rasgo T1 R1,H R1,H R1–H R1,H R1–H R1–H R1,H
rasgo T2 E, R2 E,R2 E,R2 E–R2 E–R2 E, R2 E–R2
rasgo T3 R1, R2 R1–R2 R1,R2 R1,R2 R1,R2 R1–R2 R1–R2
Ejemplo Trabaja Trabajará Trabajó Ha trabajado Había trabajado Trabajaría Habrá trabajado
R1–H
E–R2
R1–R2
Habría trabajado
R1: referencia uno; R2: referencia dos; H: momento de habla; E: momento del evento. Las comas indican simultaneidad; el guión indica anterioridad del punto de la izquierda. Los valores coincidentes (los que tienen coma) representan el valor no-marcado del rasgo, el valor por defecto.
El valor marcado del rasgo se interpreta como referencialmente anterior al momento de habla. El valor no marcado expresa una referencia simultánea: es decir, la forma no marcada de indica que la referencia es el momento de habla. En cambio, el valor no marcado de expresa la simultaneidad del evento con la referencia (la referencia es el evento), mientras que el valor marcado de expresa que el evento es anterior a la referencia. De acuerdo con este modelo, entonces, tanto el PPS trabajó como el PPC ha trabajado se interpretarían en la lenguai de los hablantes de español como un evento anterior al momento de habla, pero la interpretación sería fruto de Formas Lógicas diferentes: - el PPS trabajó señala un evento anterior al momento de habla porque y entonces ; - el PPC ha trabajado también indica un evento anterior al momento de habla , dado que si y entonces .
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2.3. el análisis de la variación: la hipótesis de los parámetros léxicos La variación, en el marco generativo, se explica a través del concepto de parámetro. Si dos hablantes tienen lenguasi diferentes, entonces han fijado valores diferentes de alguno de los parámetros de variación que provee la facultad de lenguaje. Asumimos los supuestos de la parametrización léxica, y la expresión de los parámetros en términos binarios y absolutos (si-no) sobre cada uno de los rasgos (giorgi/Pianesi 1997; Menegotto 2004a)6. Es decir, admitimos que y son rasgos propios de ciertas piezas léxicas –típicamente, de los verbos flexionados, pero también de otras piezas léxicas posibles como los adverbios– que aparecerán en la estructura de la cláusula solo si es necesario. Al aceptar y como rasgos de tiempo posibles, reconocemos también la posibilidad teórica de que en la cláusula existan dos sintagmas temporales distintos, es decir que existan las categorías T1 y T2 que se proyecten en ST1 y ST2. 3. Hipótesis: los parámetros [±T1] y [±T2] Postulamos la existencia de un parámetro binario por cada rasgo: los parámetros [±T1], [±T2], etc. La elección del valor positivo del parámetro, [+T1] por ejemplo, implica que el rasgo debe estar activo como o como en las piezas léxicas que comparten la misma cadena sonora. La elección del valor negativo (inerte) del parámetro [-T1] supone que las piezas léxicas no manifiestan ninguno de los dos rasgos. Es decir, el hablante no registra la relación temporal con el momento de habla como parte de la Consideramos, además, los siguientes supuestos teóricos que omitimos para simplificar la lectura. Partimos de un enfoque minimalista y lexicalista según el cual las piezas léxicas ya entran flexionadas a la sintaxis y se combinan y mueven en la medida que requieran satisfacer los requisitos que imponen los rasgos que portan. Asumimos también que toda pieza léxica se proyecta en una categoría léxica (N, v, A, P) o en, al menos, una categoría funcional híbrida que se estructura a partir de una jerarquía universal de rasgos –que refleja la misma jerarquía de las categorías funcionales de Cinque (1999) pero en términos de rasgos léxicos– y el principio de dispersión de los rasgos (feature scattering principle) de giorgi y Pianesi (1997). Respecto de la estructura de la cláusula, aceptaremos como operaciones básicas a Ensambla (merge) que conecta un ítem léxico con otro para formar una estructura mayor y satisfacer los requerimientos temáticos, y Mueve (move) que permite mover elementos (Chomsky 1995). El movimiento solo será posible si es necesario satisfacer los requerimientos que imponen los rasgos funcionales. Trataremos a los rasgos , los de y los de como rasgos funcionales. 6
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estructura de esa palabra, y, en consecuencia, no la registra tampoco como parte de la cláusula. Rechazamos, entonces, la idea de que T1 y T2 sean categorías por defecto en la estructura de la cláusula. Consideraremos que las categorías T1 y T2 y sus proyecciones (a saber, ST1 y ST2) aparecerán solamente si así lo exigen las piezas léxicas que se combinen en la oración: técnicamente, cuando los rasgos requieran dispersarse (giorgi/Pianesi 1997). ¿Cuándo será necesaria la dispersión –esto es, la proyección– del rasgo en una categoría sintáctica? ¿Cuándo será necesario que los rasgos y se proyecten en una categoría T1 y T2 y en un ST1 y ST2? 1. Siempre que el rasgo tome el valor marcado; es decir, cuando en la interpretación temporal hay precedencia y no coincidencia de puntos. 2. Siempre que aparezca un adverbio temporal que incluya entre sus rasgos alguno que refiera directamente al momento de habla H, al evento E o a alguno de los dos puntos de referencia (R1 o R2) que haga evidente la manifestación de esa categoría (porque requiere descargar los rasgos de forma compatible con ella). La hipótesis que sostenemos es que, en el español rioplatensei, las piezas léxicas correspondientes a los verbos flexionados en PPS (trabajó, leyó) y al auxiliar haber flexionado en presente (ha, han) han fijado el valor inerte [-T1] para el parámetro [±T1], mientras que en el español peninsulari, en cambio, esas mismas formas fijaron el parámetro con el valor activo [+T1]. El mecanismo de adquisición del lenguaje requiere que haya alguna señal en las formas o en las oraciones en las que aparezcan esas formas que le permitan al niño fijar un determinado valor: el gatillo o trigger (Lightfoot 1991). Si la hipótesis es correcta, el gatillo para la identificación del valor del parámetro es la aparición de los marcadores temporales de manera sistemática. 4. Análisis 4.1. los rasgos y en las y a los verbos en pps
piezas léxicas correspondientes a haber
En el español rioplatensei, las piezas léxicas en PPS habrían fijado el valor inerte [-T1] para el parámetro [±T1], por lo que ni el rasgo , ni sus proyecciones aparecerían en la cláusula de oraciones en pasado. Lo mismo sucedería con las formas correspondientes a haber. Al seleccionar el valor inerte del parámetro, ni el rasgo aparece en la entrada léxica de los verbos ni el ST1 aparece en la estructura de las oraciones en PPS o PPC en el Río de la Plata.
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Esto significa que ni las formas de PPS ni las formas de PPC tienen interpretación deíctica automática en relación con el momento de habla, porque el rasgo no está presente, por lo que no hay ninguna referencialidad en relación con el momento de habla aportado por esas formas. (13) Rasgos de entradas léxicas en el español rioplatensei: leyó: CASo Conc T2 leído: CASo T2 ha: clítico, CASo , T2 , Conc
En el español peninsulari, en cambio, el parámetro fue fijado con el valor activo [+T1], dando como resultado las siguientes entradas léxicas: (14) Rasgos de entradas léxicas en el español peninsulari: leyó: CASo , T1, T2 Conc leído: CASo T2 ha: clítico, CASo , T1 , Conc
Es decir que ambas variedades contrastan en los rasgos que presentan las piezas en PPS y en PPC con haber en presente, como se resume en la Tabla 2 a continuación. TAblA 2 Valores que toman los rasgos y en las entradas léxicas de los verbos en PPS y del verbo haber en presente, para el español peninsularI y para el español rioplatenseI
verbos en PPS Haber en presente
Español peninsulari [+T1] [+T2]
R1–H E,R2 R1,H E–R2
Español rioplatensei [-T1] [+T2]
No se manifiesta E–R2 No se manifiesta E–R2
E = momento del evento; H = momento de habla; R1 y R2 = puntos de referencia. La coma significa simultaneidad, el guión significa anterioridad. Resaltados los valores marcados.
La propuesta de entradas léxicas con rasgos diferentes que aparece en la Tabla 2 permite derivar estructuras diferentes en ambas variedades, tal como se observa en el Gráfico 1. Sin embargo, esa diferencia de estructura no será evidente en las oraciones con verbos en PPS sin modificadores adverbiales. En esos casos, solamente habrá diferencia en la interpretación en Forma Lógica y no habrá problemas de convergencia.
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gráFICo 1 Estructura de una cláusula con verbo en PPS en español peninsularI y rioplatenseI Español peninsulari Cláusula en PPS sin adverbio
Español rioplatensei Cláusula en PPS sin adverbio
La estructura presentada en el Gráfico 1 indica que en oraciones que contengan un verbo en PPS ambas variedades se comportarán sintácticamente igual excepto en lo que concierne a su interpretación temporal: una pregunta como ¿Quién llamó? o ¿Qué te pasó? no será interpretada por un hablante peninsular como cercana al momento de habla, pues tiene un sintagma T1 que fija la interpretación a una referencia R1 (la llamada, lo sucedido) anterior al momento del habla H. Por lo tanto, alguien llamó (o algo sucedió) antes, no ahora, aun cuando no se utilice ningún marcador temporal. En cambio, un hablante rioplatense puede fácilmente atribuirle a esas preguntas una referencia temporal de coincidencia con el momento de habla, pues marcado indica anterioridad del evento (la llamada, lo sucedido) respecto de una referencia. A falta de una referencia marcada, se asume deícticamente la referencia como coincidente con el momento de habla. Por lo tanto, alguien llamó o algo sucedió puede ser interpretado como recién sucedido: Juan llamó ahora, algo pasó ahora, recién. El hablante de español peninsular no puede asignarle esa interpretación, para la que requiere del PPC. 4.2. la compatibilidad con los marcadores temporales Los adverbios temporales que cargan un rasgo son aquellos que permiten especificar la relación entre una referencia y el momento de habla. Es decir, son adverbios y marcadores deícticos vinculados con el hablante y el momento de habla: hoy, recién, ayer y todas las combinaciones con los determinantes de cercanía/lejanía: esta mañana/tarde/noche, este mes/año/sábado, etc.
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(15) ayer (16) recién
Nuestra hipótesis predice que en el español peninsulari la combinación del PPS con un modificador adverbial resultará agramatical. En cambio, en el español rioplatense, [T1] no se manifiesta, por tanto es posible combinar el verbo con cualquier adverbio de anterioridad o simultaneidad con el momento de habla. Esto puede observarse claramente en el Gráfico 2: los rasgos temporales o de los adverbios podrían descargarse en ST2 en el español rioplatensei, pero no en el peninsular, donde necesariamente encontrarán un rasgo T1 con el que deben cotejarse. gráFICo 2 Estructura de una cláusula con verbo en PPS y marcador temporal en español peninsulari y rioplatensei Español peninsulari Cláusula en PPS
Español rioplatensei Cláusula en PPS
4.3. el gatillo: la aparición de los marcadores temporales ¿Qué evidencias tiene el hablante en la lenguaS de cualquiera de estas dos variedades de español de que las formas del auxiliar haber que participan en el PPC del indicativo tienen alguno de los valores de los rasgos o ? Precisamente, la aparición de los marcadores temporales.
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El niño que crece en la España castellana, recibirá un estímulo en el que habrá de manera consistente tanto formas simples como compuestas, asociadas a diferentes frases adverbiales deícticas [R1,H] vs. [R1–H] (esta mañana, hoy, ahora frente a ayer, anoche, hace mucho tiempo). Ese contraste consistente hace que el niño pueda identificar en la estructura de ambas formas la existencia de un rasgo . El hecho de que el adverbio pueda aparecer delante del auxiliar (entre el sujeto y el auxiliar) es suficiente para que ese rasgo se le atribuya al auxiliar y no al participio. También se puede justificar la adquisición del rasgo con el valor no marcado en la forma del PPS en el español peninsular recurriendo al paradigma. ¿Cuál es la evidencia que tiene el niño de la existencia de ese rasgo de anterioridad? La característica semántica más importante de este rasgo es que no está directamente relacionada con el momento de habla. Habitualmente, en la comunicación cotidiana, la referencia temporal deícticamente vinculada con el momento de habla no se manifiesta. Por ejemplo, las madres españolas les preguntan a sus hijos ¿Cómo te ha ido en la escuela? o ¿Qué has hecho?, o les avisan Te ha llamado Juan, y todos los niños entienden claramente que la pregunta se hizo en referencia a algo que es evidente ahora: entiende cómo le ha ido hoy en la escuela o qué ha hecho cuya consecuencia la madre puede ver ahora, o que lo ha llamado en el día de hoy. Por otro lado, es de esperar que nunca escuchen de manera aislada la oración con PPS sin una marca explícita, a menos que convivan con argentinos y uruguayos. Pocas veces le preguntarán al niño ¿Cómo te fue? o ¿Qué hiciste? sin antes haber anclado temporalmente el evento: ¿Cómo te fue en el examen de la semana pasada?, ¿Qué hiciste cuando descubriste lo que había pasado? Es decir que la clave para determinar si hay gatillo o no para el parámetro reside en el hecho de que en el español peninsularS existe una frecuencia muy baja de interacciones en PPS sin marca de tiempo explícita. Los datos de Schwenter y Torres Cacoullos (2008) son coincidentes con este análisis para el español peninsularS. Ahora, si ha/han/has tienen el rasgo no marcado y todas las formas de PPS tienen el rasgo marcado, entonces es fácil para el niño asociar el rasgo con las cadenas sonoras correspondientes en cada caso: con la base léxica correspondiente al tema de haber en presente y al tema del pretérito. En cambio, un niño criado en el Río de la Plata a diario escucha frases en PPS con y sin marca temporal explícitamente relacionada con el evento. Lo interesante del hecho es que cuando aparece la frase aislada sin marcador de tiempo, entonces la frase se interpreta como deícticamente relevante con respecto del momento de habla: si el emisor no fijó la referencia del punto R2, el oyente interpreta naturalmente la referencia con respecto del momento de habla: en la zona de influencia del Río de la Plata, Llamó Juan no se interpreta automáticamente como “Juan llamó alguna vez” o “Juan llamó el año pasado”.
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Cuando no se explicita claramente, la referencia R2 se interpreta deícticamente, lo que exige buscar su relevancia para la comunicación actual. Por ende, a falta de una referencia explícita, se entiende que el evento de llamar es anterior al momento actual pero relacionado con él (“Juan llamó hoy”), del mismo modo que se interpreta que Juan llamó al hablante o al oyente, o a alguien relevante y evidente para ambos (es decir, deícticamente, dado que el punto R2 no ha quedado referencialmente fijo en la cláusula ni tampoco los rasgos pertinentes del objeto implícito a quien Juan llamó). Es necesaria una investigación más detallada acerca de si realmente el niño tiene evidencia en su entorno de ambas formas. Los datos de corpus de Rodríguez Louro (2010), sobre 20 horas de conversaciones casuales y entrevistas sociolingüísticas en la zona del Río de la Plata, muestran 1559 casos de PPS (90%) frente a tan solo 162 (10%) de PPC. En caso de que el niño no escuchara en su entorno la forma del PPC, entonces directamente la existencia tanto de adverbios relacionados con el presente del habla como con el pasado sería suficiente para determinar que el parámetro T1 no está activo. 4.4. las predicciones de la hipótesis: la compatibilidad de los marcadores temporales en datos de lenguae
Como en el español rioplatensei no se manifiesta en el verbo en PPS, es posible combinar el verbo con cualquier adverbio de anterioridad o simultaneidad con el momento de habla y darle cualquiera de las dos intepretaciones7. (17) Ayer los alumnos leyeron una novela. (18) Hoy los alumnos leyeron una novela. (19) Esta mañana los alumnos leyeron una novela. (20) Ayer a la mañana los alumnos leyeron una novela.
otra de las consecuencias es que, en el español rioplatensei, la distribución de los sintagmas adverbiales con PPC es mucho más libre que en el español peninsu7 El ejemplo provisto por uno de los revisores confirma que el uso rioplatense permite ambas interpretaciones: A: ¡Qué bueno el desayuno que comimos! (dicho dos horas después de haber desayunado). B: ¿Cuándo? (los hablantes habían desayunado otros días esa semana) A: ¡Hoy!
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lari, llegando incluso a aparecer entre el verbo auxiliar y el participio. Los ejemplos (21) y (22), tomados de la prensa argentina, resultan inaceptables para el español peninsular. (21) Los bomberos han rápidamente respondido al llamado (Telenoche, 19 de mayo de 2009) (22) [la vía de la razón] que desde el Sindicato hemos infructuosamente buscado y aportado al sostenimiento de la paz social… (Solicitada aparecida en diarios locales y nacionales, 13 de julio de 2009)8
El resultado de la lenguai de los hablantes de español rioplatenseS y peninsularS es apenas perceptible en la lenguaE: en las oraciones con PPS, la estructura de la cláusula solo se diferencia por el nombre de una categoría funcional, T1 o T2; es decir, únicamente porque una establece la referencia en relación con el momento de habla, mientras que la otra lo establece con el momento del evento. En tanto no aparezcan adverbios que permitan identificar la diferencia, no se observará en los datos de lenguaE que las estructuras subyacentes de cada uno son diferentes, pero cada hablante le estará asignando a la frase que oiga la interpretación (la forma lógica) que le corresponde desde su propia lenguai. De acuerdo con los datos de Menegotto (2004a), los juicios de gramaticalidad de hablantes de ambas regiones difieren fuertemente cuando se agregan adverbios: los ejemplos de lenguaE (23) a (30) fueron todos considerados inaceptables por hablantes madrileños (N = 6) y perfectamente normales por hablantes porteños (N = 75). (23) Recién entraron. (24) Dijo que recién salió. (25) La reunión ayer ha sido muy interesante. (26) Los alumnos hoy llegaron tarde. (27) Dice que llegó recién. (28) Los chicos hoy leyeron Harry Potter. (29) Ahora fueron a lo de la abuela y después van a fútbol. (30) Recién se fue. 8
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obsérvense también los siguientes ejemplos de lenguaE, obtenidos por la autora en el registro de clases de español para extranjeros con profesores argentinos y españoles. Ante la misma situación (la aparición de un amigo con obvias señales de golpes), los diálogos propuestos por el profesor argentino y el español difieren, como se muestra en (31) y (32) –ver los ejemplos (16) y (17) en Rodríguez Louro (en este volumen, sección iii, cap. 3) donde hablantes oriundos de Barcelona y Buenos Aires narran sus actividades hodiernales (del mismo día) usando, respectivamente, el PPC y el PPS. (31) Diálogo propuesto por el profesor español –¿Qué te ha pasado? –He tenido un accidente con la moto. (32) Diálogo propuesto por el profesor argentino. –¿Qué te pasó? –Tuve un accidente con la moto.
Los datos de Rodríguez Louro (2010) y sus conclusiones también son consistentes con nuestro análisis: no hay nada de presente en el perfecto rioplatense. Según la autora, apenas el 5% de los hablantes argentinos le da al PPC una interpretación vinculada al momento de habla, mientras que el 95% de las apariciones del adverbio hoy vienen acompañadas por el PPS. (33) vinieron hoy. (Rodríguez Louro 2010: ej. 22) (34) ¿Te comiste las tortitas hoy o estaban feas? (Rodríguez Louro 2010: ej. 23) (35) Hoy me levanté tipo 10 de la mañana. (Rodríguez Louro 2010: ej. 26)
4.5. más predicciones de la hipótesis: las diferencias en el subJuntivo Como se notara en el apartado 2.1, una hipótesis sintáctica sobre una lenguai debe permitir predecir qué otras formas son esperables en la lenguaE de los hablantes. Las consecuencias de nuestra hipótesis se extienden al subjuntivo: si los rasgos que identifican las entradas léxicas de haber y de los verbos en PPS son diferentes en ambas variedades, debemos concluir que el mismo fenómeno ocurrirá en todos los tiempos y modos que involucren la misma cadena sonora. Si el rasgo está adherido a la evidencia morfológica, aparecerá en todas las formas que compartan el tema. Si el rasgo se asocia en el español peninsulari al tema de cada verbo –entendiendo tema a la manera tradicional como raíz + morfema de tiempo–
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entonces es de esperar que esos mismos rasgos se manifiesten en todas las otras formas verbales que lo compartan: no marcado aparecerá en las formas de perfecto de subjuntivo (haya leído), y marcado en las formas de imperfecto de subjuntivo (leyera) en el español peninsulari, mientras que marcado aparecerá en el Río de la Plata tanto en las formas de perfecto de subjuntivo (haya leído) como en las formas de imperfecto de subjuntivo. En suma, la consecuencia de nuestra hipótesis es que en los tiempos pretéritos del subjuntivo se manifestará el mismo contraste dialectal que en los pretéritos de indicativo. Esto fue verificado por dos vías diferentes: la observación participante de clases de español como lengua extranjera dictadas por profesores argentinos y españoles, y un cuestionario tendiente a elicitar juicios de gramaticalidad. 4.5.1. La opinión de los profesores La observación participante de clases de profesores argentinos y españoles mostró que todos consideraban aceptables las oraciones con ojalá y cualquier tiempo de subjuntivo –ejemplo (36)–, pero nuevamente presentan un patrón diferente al agregar marcadores temporales explícitos: (36) Juicios de gramaticalidad compartidos a. ojalá que ganen el partido. b. ojalá que ganaran el partido. c. ojalá que hayan ganado el partido. d. ojalá que hubieran ganado el partido. (37) Juicios de gramaticalidad de profesores españoles (N = 3) a. ojalá que ganaran anoche. b. *ojalá que hayan ganado anoche. (38) Juicios de gramaticalidad de profesores argentinos (N = 8) a. *ojalá que ganaran anoche. b. ojalá que hayan ganado anoche.
Esos mismos profesores argentinos consideraron sin excepción que los ejemplos en (39), extraídos de la Gramática descriptiva de la lengua española (Bosque/Demonte 1999) son agramaticales. La aceptabilidad y la interpretación posible se obtuvo reemplazando el imperfecto de subjuntivo por el pretérito perfecto. (39) Juicios de gramaticalidad de profesores argentinos a. *Quizá viniese ayer. (Ridruejo 1999: 3216) vs. Quizá haya venido ayer. b. *Espero que mi hermano viniera ayer. (Ridruejo 1999: 3229) vs. Espero que mi hermano haya venido ayer.
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c. *No es discutible que viniera. (Ridruejo 1999: 3237) vs. No es discutible que haya venido. d. *En esta editorial no ha publicado nunca un escritor que ganase el premio Cervantes- (Pérez Saldanya 1999: 3264) vs. En esta editorial no ha publicado nunca un escritor que haya ganado el premio Cervantes.
4.5.2. El contraste dialectal en subjuntivo: una prueba experimental La prueba experimental realizada por Menegotto (2004a) permite mostrar que los hablantes madrileños y los rioplatenses tienen juicios de gramaticalidad acordes con nuestra predicción: los datos de lenguaE revelan que en la Argentina el pretérito perfecto de subjuntivo es compatible con adverbios pasados, mientras que en el español peninsular, no. El experimento tenía la intención de verificar si los pretéritos perfecto e imperfecto de subjuntivo tienen un valor temporal diferente en España y la Argentina, y consistió en una prueba de selección múltiple escrita, suministrada a estudiantes del profesorado de Letras y de la especialización en Español como Lengua Extranjera en la Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina) y en la Universidad Antonio de Nebrija (España), respectivamente. En total, la prueba fue suministrada a 34 individuos, 15 españoles y 23 argentinos, pero para que las muestras fueran dialectalmente consistentes, fue necesario eliminar los resultados de todos aquellos individuos que no pudieran identificarse claramente como originarios de la zona de Castilla o del Río de la Plata. Así, aunque la muestra fue tomada en Madrid y en Mar del Plata, tuvimos que eliminar hablantes procedentes de León y de Sevilla en la muestra española, y de Salta, Mendoza y Misiones en la muestra argentina. De esta manera, el cómputo de los porcentajes se realizó sobre un universo de ocho hablantes castellanos y 20 hablantes rioplatenses. La prueba constaba de 10 oraciones con un blanco, que podía ser llenado con una o varias de las siguientes formas: el año pasado, el año que viene, ya, alguna vez, siempre, ninguna de las anteriores. La lista de oraciones sin completar fue la siguiente9: 1. 2. 3. 4.
Espero que los chicos ganen el partido ............... Espero que la Selección ............. haya ganado el partido. ojalá mis alumnos estudiaran para el examen .............. ojalá Boca hubiera ganado el campeonato ..............
9 Para la toma en España se modificaron superficialmente las oraciones 4 (Ojalá el Realma hubiera ganado el Derby), 8 (los índices de paro) y 10 (contigo) para facilitar la comprensión sin afectar las variables bajo estudio. Los ejemplos en presente y en pluscuamperfecto de subjuntivo (1) y (4) fueron los distractores de la prueba, en los que se esperaba total acuerdo entre ambas variedades.
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5. 6. 7. 8. 9. 10.
No creo que Eduardo conociera a su novia .............. No creo que Carlos haya perdido el empleo .............. Es probable que ................... la intención de voto para presidente haya cambiado. Es probable que ........ los índices de desocupación aumentaran a causa de la inflación. Temo que Antonio ..................... haya tenido problemas con la policía. Me preocupa que María ................. tuviera problemas con vos.
En cada una de las oraciones, las opciones para completar el blanco fueron las siguientes: a. b. c. d. e.
Sintagma con valor adverbial relacionado con T1 (pasado): ayer, el año pasado. Sintagma con valor adverbial relacionado con T1 (futuro): mañana, el año que viene. Sintagma con valor adverbial relacionado con T2 (anterior) o aspectual: ya/ alguna vez. Sintagma con valor adverbial aspectual o relacionado con T2: siempre/ya. Ninguna de las anteriores opciones.
La respuesta (a) fue en todos los casos un sintagma con valor adverbial de pasado (el año pasado, ayer, anoche). Las únicas dos preguntas que mostraron total coincidencia entre España y la Argentina fueron los distractores 1 y 4 (presente y pluscuamperfecto de subjuntivo respectivamente). En la oración 1, en presente de subjuntivo, ningún hablante consideró posible completar con el marcador de pasado ayer. En la 4, en cambio, en pluscuamperfecto de subjuntivo, todos los hablantes de ambas variedades coincidieron en su respuesta: el año pasado10. En todos los otros casos, las diferencias en el porcentaje de respuesta son altamente significativas para el valor adverbial + pasado, como se muestra en la Tabla 3. TAblA 3 Porcentajes de respuestas [+pasado] en la muestra de español rioplatense y peninsular para todas las preguntas de la prueba
Argentina España
1 0 0
2 80 0
3 0 12,5
4 100 100
5 40 100
6 75 12,5
7 15 0
8 40 100
9 20 12,5
10 5 87,5
A pesar de que también hubiera sido gramaticalmente posible responder con la opción disponible alguna vez, el hecho de que tanto Boca como el Real Madrid ganaron más de una vez el campeonato en cuestión condicionó pragmáticamente la respuesta. 10
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Se observa un patrón de comportamiento claramente diferenciado, con diferencias porcentuales altísimas y de gran significatividad. En la oración 2, mientras el 80% de los argentinos acepta como respuesta válida anoche, ningún español considera posible esa opción. En las oraciones en las que aparecía el verbo en pretérito perfecto de subjuntivo (Tabla 4) los españoles mostraron reticencia casi absoluta a aceptar la respuesta de pasado. obsérvese que las respuestas (a) de la muestra española muestran resultados de 0% absoluto en dos oraciones –ninguno de los ocho individuos marcó la opción (a) en las oraciones 2 y 7– y en las otras dos oraciones un único individuo consideró posible aceptar la respuesta en pasado. TAblA 4 Respuestas a las oraciones en pretérito perfecto de subjuntivo. Acepta pasado (a), acepta futuro (b), acepta valor aspectual (b y c), y no acepta ninguna de las anteriores (e)
% España % Argentina
a 0 80
% España % Argentina
a 0 15
b 0 0
oración 2 c d 75 0 30 0
oración 7 b c d 62,5 37,5 0 65 45 0
e 25 15
oración 6 a b c d 12,5 12,5 37,5 0 75 0 20 0
e 50 15
oración 9 c d 87,5 75 70 30
e 0 5
e a 37,5 12,5 5 20
b 0 0
Crucialmente, para verificar nuestras predicciones, el mismo patrón de comportamiento en el que uno de los grupos dialectales rechaza las oraciones que el otro grupo da por válidas se observa en varias oraciones en las que todos (N = 5 y N = 8) o casi todos (N = 10) los españoles se vuelcan hacia la respuesta en pasado: notablemente, se trata de oraciones en las que aparece el imperfecto de subjuntivo, lo que da por perfectamente aceptables las siguientes oraciones en el español peninsulari (que solo el 40% de los hablantes argentinos consideró válidas). (40) No creo que Eduardo conociera a su novia el año pasado. (41) Es probable que el año pasado los índices de paro aumentaran a causa de la inflación.
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(42) Me preocupa que María el año pasado tuviera problemas contigo.
Solo el 5% de los argentinos propuso como posible la oración siguiente: (43) Me preocupa que María el año pasado tuviera problemas con vos.
4.6. otras predicciones Es necesario considerar la posibilidad de que la evidencia morfológica no esté dada por la cadena del tema del presente de haber, sino por la base léxica del mismo auxiliar. En ese caso, el mismo contraste dialectal debería darse en todas las formas en las que aparezca haber, independientemente del tiempo. Si el rasgo está activo en el auxiliar haber, todos los tiempos con haber en el español rioplatenseS deberían tener una lectura de pasado y ser totalmente compatibles con marcadores temporales de pretérito, cosa imposible en el español peninsular. Es decir que sería esperable el siguiente comportamiento:
(44) Habrán salido ayer. (45) Recién habrán salido. (46) Habrían salido ayer. (47) Recién habrían salido.
Peninsulari
Rioplatensei
*
oK
oK
oK
*
oK
oK
oK
Existen juicios de gramaticalidad de individuos aislados y evidencia no concluyente que permite apoyar esta idea. obsérvese el siguiente contraste registrado informalmente por la autora en Buenos Aires y avalado por la bibliografía. (48) Ejemplo de la bibliografía (Matte Bon 1992: 46) –Son las once. Tenían que estar aquí a las diez. –Ya sabes cómo son. Saldrían tarde y perderían el tren. (49) Ejemplo reformulado por los profesores argentinos –Son las once. Tenían que estar aquí a las diez. –Ya sabés cómo son. Habrán salido tarde y perdieron el tren.
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5. Conclusiones Hemos mostrado que, sosteniendo la hipótesis lexicalista y aceptando la parametrización en los rasgos del léxico de acuerdo con los lineamientos básicos del programa minimalista, es posible explicar una diferencia dialectal largamente documentada. El análisis nos ha permitido, además, predecir y confirmar que esa misma diferencia se extiende al subjuntivo. Hemos dado cuerpo a la propuesta de parametrización de los rasgos léxicos al proponer un parámetro binario por cada uno de los rasgos que hemos analizado: los parámetros [±T1] y [±T2]. El análisis minimalista del parámetro T1 nos permitió correlacionar la aparición de formas verbales de pasado con adverbios en el indicativo y en el subjuntivo con dos valores diferentes del parámetro. gracias a los datos de lenguaE que analizamos pudimos confirmar que, efectivamente, el mismo contraste se manifiesta en el subjuntivo, tal como predice el análisis del fenómeno desde la perspectiva de la lenguai.
Capítulo 5 ASPECToS MoRFoSiNTÁCTiCoS DEL ESPAñoL ARgENTiNo RESULTANTES DEL CoNTACTo CoN EL iTALiANo ángela di tullio Universidad Nacional del Comahue
1. Introducción1 Entre las experiencias inmigratorias de las naciones modernas, la de la Argentina ha sido única por la masividad de los extranjeros, que igualaron, e incluso superaron en la región del Litoral, a la escasa población nativa; entre ellos, el porcentaje de los italianos fue el dominante. El balance del contacto entre el italiano y el español rioplatense aún no está cerrado. Aunque se suele reconocer la incidencia del italiano en la entonación o en el léxico, se rechazan –o se ignoran– los italianismos gramaticales, en gran medida porque la descripción gramatical ha privilegiado, entre las opciones estilísticas, la propia de la variedad culta o estandarizada, frente a la del registro informal y los sociolectos populares, en los que estos préstamos aparecen. La ubicación del italianismo en términos del registro y del sociolecto se inicia con el primer trabajo estrictamente académico dedicado al tema, Contribución al estudio del italianismo en la República Argentina (1925) de Renata Donghi de Halperín. Al año siguiente, en El patrimonio lingüístico extranjero en el español del Río de la Plata (1926), el lexicógrafo Rudolf grossmann se refería a la influencia del italiano en la evolución del español rioplatense en términos despectivos2: Agradezco a gabriela Resnik, a Kathrin Engels y a Francisco Petrecca (de la Academia Argentina de Letras) por haberme proporcionado ejemplos de algunas de las construcciones analizadas en este trabajo, y a ilaria Magnani y a los revisores por sus valiosos juicios y comentarios. 2 grossmann se oponía enfáticamente a la tesis del idioma nacional de los argentinos propuesta por Lucien Abeille (1900): mientras que el francés justificaba la formación del nuevo idioma por cambios espontáneos (es decir, “cambios desde abajo” o “changes frow below [consciousness]” de Labov), como algunos procesos de origen popular en la morfología y la fonética, y en indigenismos y extranjerismos en el léxico, a menudo incorporados de las lenguas inmigratorias, grossmann desechaba esta tesis haciendo hincapié en la variedad culta y en los “cambios desde arriba” o “changes frow above” de Labov introducidos por las clases dominantes, como la incorporación de europeísmos. 1
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Las expresiones foráneas italianas se encuentran, a pesar del poderío numérico de los italianos en el país, sólo aisladamente, y en este caso también mayoritariamente en terrenos subalternos: allí donde se trata de las necesidades corporales de la comida y la bebida, y la primitiva satisfacción de la necesidad del adorno (2008 [1926]: 256).
La gravitación de una lengua en la situación de contacto dependía, según grossmann, de la contribución de su pueblo a la cultura y civilización, en términos del progreso intelectual, científico, tecnológico y económico. Este aporte se medía en la cantidad y variedad de los neologismos y extranjerismos que se introducían en el español de la Argentina, sin menoscabo de su integridad, como ocurría con el francés, el inglés o el alemán. En cambio, por su escaso nivel cultural, los inmigrantes italianos carecían de la conciencia lingüística necesaria para preservar su lengua de la mezcla; así lo demostraba el surgimiento de una lengua mixta, el cocoliche, que, por su extrema variación, desaparecería con la primera generación de inmigrantes. Esta influencia, desdeñable en el terreno léxico, era nula en el gramatical. Borges manifestó sistemáticamente su rechazo por los italianismos que habían penetrado en los registros formales, como tratativa (“palabra atroz”, “guayaquil”; Borges 1974: 1067), y su desdén por expresiones como pagariólamos o mezzo locatelli, que pone en boca del “cocoliche”3 giusti (Bioy Casares 2006: 490). A su vez, Cortázar, que nunca fue acusado de cocoliche, usa una locución propia del registro conversacional, otra que, que es un calco del italiano (altro che), en un diálogo en el que el hablante desestima un argumento propuesto por su interlocutor: “[la conquistada plenitud del adagio] […] Pero otra que adagio, si con la primera luz se nos vinieron encima por todas partes, y hubo que renunciar a seguir hacia el noroeste” (Reunión y otros relatos, p. 187)4. Como intentaré demostrar aquí, cabe hablar de italianismos gramaticales –y no meramente léxicos– en la medida en que expresiones como pagariola y locatelli suponen la creación de morfemas gramaticales: uno, de modalidad contrafáctica -iola y otro, un diminutivo -eli, surgidos del reanálisis a partir de ele-
3 Para Borges cocoliche es un término valorativo que aplica a quienes pronuncian el español con sonidos italianos. En algún momento observó, irónica o resignadamente: “Seguramente los argentinos hablamos y gesticulamos como cocoliches” (Bioy Casares 2006: 795). En “El Aleph”, caracterizaba de manera similar a Carlos Argentino Daneri: “A dos generaciones de distancia, la ese italiana y la profusa gesticulación italiana sobreviven en él” (Borges 1974: 618). 4 El uruguayo Eduardo galeano la usa con idéntico valor: “–Pero si vienen ellos, ¿vas a saltar? –otra que saltar. Si venían ellos, iba a volar. El pánico convierte a cualquiera en campeón olímpico” (galeano, Días y noches de amor y de guerra, 1979; CREA).
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mentos que connotan italianidad (como algunos apellidos italianos)5. Asimismo, la locución otra que introduce una estructura compleja, tanto desde el punto de vista sintáctico como pragmático, que no se identifica totalmente con la italiana altro che; así, la diferencia de género significa una adaptación al sistema genérico del español, en particular, al denominado “femenino de indeterminación” (Mariner 1973) –la forma que más se aproxima al neutro del italiano–. Estas construcciones son propias de la lengua conversacional en el registro informal; por eso, los ejemplos provienen en su mayor parte de google Argentina y algunos de los corpus de la Real Academia Española –el Corpus diacrónico del español (CoRDE) y el Corpus de referencia del español actual (CREA)–, pero en otros casos han sido inventados. Como se advierte, el contacto entre las dos lenguas –o mejor dicho, entre una variedad específica del español y diferentes variedades dialectales del italiano, dado que la competencia lingüística de la mayoría de los inmigrantes no incluía el italiano estándar– fue intenso y dio lugar a un “préstamo estructural extensivo” (Thomason/Kaufman, 1988: 65), propio de situaciones en los que las condiciones sociolingüísticas como el tamaño relativo de las poblaciones, la duración del contacto y el grado de bilingüismo son las adecuadas. Además de estos factores, en el caso que analizamos hay que tener en cuenta la cercanía tipológica y genética entre las lenguas en contacto, que favorece, de acuerdo con la hipótesis de Silva-Corvalán (2001), la transferencia de los elementos compatibles con la gramática de la lengua recipiente, comenzando por los de la interfase. En el apartado 2 trazaré un escueto panorama de los estudios dedicados al contacto entre el español rioplatense –argentino y uruguayo– y el italiano. En el apartado 3, trataré algunos problemas específicos que supone el estudio del italianismo gramatical. En el apartado 4 se analizará un fenómeno morfológico, la sufijación apreciativa y, en particular, la formación de algunos sufijos diminutivos; y en el 5, otro sintáctico, las locuciones ma qué, otra que y te la voglio dire. Finalmente, esbozaré algunas líneas sobre rasgos del español rioplatense, a veces compartidos con otras áreas hispanohablantes, pero que han alcanzado un mayor desarrollo probablemente por el refuerzo que el contacto con el italiano les ha proporcionado.
5 De este modo anunciaba Scalabrini ortiz (1931) la desaparición de la lengua y la cultura inmigratorias: “Así, cuatro millones de italianos que vinieron a trabajar a la Argentina, después de la maravillosa digestión, cuyos años postrimeros vivimos, no han dejado más remanente que sus apellidos y unos veinte italianismos en el lenguaje popular, todos muy desmonetizados: fiaca, caldo, lungo, laburo” (1931: 57).
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2. El contacto entre el español rioplatense y el italiano Los estudios dedicados al contacto entre el italiano y el español en la región rioplatense se han desarrollado en tres líneas, correspondientes de manera aproximada a tres períodos sucesivos. Comienzan con la recolección y análisis de italianismos –además del ya citado de Donghi de Halperín (1925), Meo Zilio (1965) y Cancellier (1996), en particular los incorporados al lunfardo (Teruggi 1974; Casas 1991; y los diccionarios de lunfardo)–. Entre los ochenta y los noventa, el interés recae en cuestiones sociolingüísticas: la interacción comunicativa entre italianos y argentinos y, especialmente, el mantenimiento y pérdida del italiano en diferentes comunidades, como Fontanella de Weinberg (1995), Hipperdinger (2004, 2007), Rigatuso y Suardiaz de Antollini (1996), Blanco de garcía (1999). En tercer término, se realizaron algunos análisis sobre rasgos sintácticos del cocoliche y, más recientemente, sobre la influencia del italiano en los rasgos característicos del español hablado en la Argentina. Meo Zilio fue el iniciador de los estudios sobre el cocoliche (1960, 1964, entre otros). Entre los escasos estudios dedicados a la gramática, se refieren al cocoliche Lavandera (1984b), que señala la falta de alternancia modal en subjuntivo de los hablantes cocoliches, y Asencio (2003), que muestra que las oraciones relativas de estos hablantes se construyen de acuerdo con las pautas más básicas del modo pragmático de comunicación, es decir, encabezadas con que y en posición final de la oración. De todos modos, los dos rasgos parecen más propios de una distinción social y estilística –hablantes que no suelen alternar los registros, sino que están limitados básicamente al registro coloquial– que de una peculiaridad de esta variedad de contacto. Las dos variables señaladas –que coinciden con las reconocidas por Donghi de Halperín (1925)– son precisamente las que Pountain (2006) identifica como las que hacen posible el préstamo sintáctico: ni del lado italiano corresponde al italiano estándar en su registro formal, ni la variedad afectada es el español culto de la Argentina. En efecto, a diferencia de las variedades estandarizadas, en las comunidades bilingües el registro informal y los sociolectos bajos no solo no inhiben los cambios “desde abajo”, sino que son los escenarios propicios en que se producen y pueden llegar a fijarse interferencias, transferencias y calcos. En este sentido, la introducción de italianismos, léxicos y gramaticales, en el habla rioplatense procede del continuo lingüístico propio del cocoliche, con el abanico de variables, dialectales e individuales que lo forman, y su consecuente alto grado de plurimorfismo. Este material fue filtrado y procesado a través de la mediación del lunfardo6, que aprovecha las posibilidades expresivas del El lunfardo recibió, en principio, una definición estrecha como “jerga de los delincuentes, orilleros y compadritos”, pero hoy prevalece una más amplia, modalidad estilística pro6
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italianismo (su valor irónico, sarcástico, afectivo) y lo modifica en los aspectos gramatical y semántico. El cocoliche, por el alto grado de variación y de inestabilidad interna, resulta difícil de sistematizar y hoy está prácticamente desaparecido (Di Tullio 2007a). Por eso, en la tercera línea de estudios mencionada, la relativa a la influencia del italiano en los rasgos característicos del español rioplatense, la tarea pendiente es reconocer la influencia del italiano en rasgos gramaticales propios de la región rioplatense –incluido el español de Uruguay– donde se produjo de manera directa y profunda, y desde donde a veces se difundió a otras regiones del país y de América7. Como punto de partida, asumiré la siguiente hipótesis: (1) Los rasgos propios del español rioplatense que no se encuentran en otras modalidades dialectales del español europeo o americano tienen una alta probabilidad de deberse al contacto con el italiano.
Esta hipótesis impone dos condiciones: por una parte, los rasgos deben documentarse en la gramática del italiano (estándar o dialectal); por la otra, si se encuentran en otras regiones, se debe descartar que se trate de un arcaísmo8 y probar la expansión a partir del Río de la Plata. 3. El italianismo gramatical Tradicionalmente, el italianismo en el terreno gramatical se acotaba a la interferencia en el uso de algunas preposiciones, como de por da en Voy del doctor por Vado dal dottore, o a las consecuencias en las relaciones de concordancia derivadas de la pérdida de -s, cambio fonético atribuido al contacto italiano en zonas pia de la intimidad porteña, que corresponde a un registro específico del habla de Buenos Aires y de su zona de influencia, incluida Montevideo. Aunque este argot urbano se nutre de materiales procedentes de diferentes orígenes (indigenismos, galicismos, lusitanismos, términos de la germanía española y del caló de los gitanos), es indiscutible el predominio cuantitativo y cualitativo del italianismo. 7 Así lo demuestran, en el terreno léxico, los trabajos de Martorell de Laconi (2000b) sobre el lunfardo en el noroeste argentino y de germán de granda (1980) sobre italianismos en el español de Paraguay. 8 Por ejemplo, el participio sospechado aplicado a personas, anómalo por derivar de un verbo que no admite objetos directos personales, como en un político sospechado de corrupción, solo se encuentra en el CREA en 22 ejemplos de Argentina y uno de Paraguay. El hecho de que coincida con el italiano un politico sospettato di corruzione puede llevar a la conclusión de que se trata de un italianismo sintáctico (ya que afecta al régimen del verbo); sin embargo, en el CoRDE también se registra ampliamente en España y en otras regiones de América.
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del Litoral (lo ladrone). También se mencionaban algunas interjecciones, como atenti o guarda, y locuciones interjectivas, como alla madonna o per piacere. Sin embargo, como vemos, los préstamos morfosintácticos del italiano son más extendidos y complejos. Los préstamos gramaticales están a menudo vinculados con los léxicos; así, aunque en algunos compuestos una de las bases o incluso dos procedan del italiano, no son meros préstamos léxicos porque se han producido cambios tanto en el significado de estas como en algunos de sus rasgos morfológicos: manyacirios (y los sinónimos manyahostias y manyavelas), manyaoreja, manyapapeles, piantavotos, parlatuti, garpatuto9 (este último con la forma invertida de la base). Corresponde incluir también entre los gramaticales los casos en los que por influencia del italiano se han alterado los rasgos flexivos o combinatorios de alguna unidad. Por ejemplo, salame es un préstamo léxico que tanto en italiano como en el español rioplatense acepta dos lecturas: una literal y otra, de nombre de cualidad, equivalente a “tonto”, en construcciones apositivas como el salame de tu amigo / la salame de tu amiga. Una polisemia similar admite, en el registro coloquial del rioplatense, el sustantivo flor, que también se usa en la construcción apositiva una flor de chica, precedido del artículo femenino de acuerdo con su género en español, pero que alterna con el artículo masculino, correspondiente al sustantivo italiano fiore, cuando va seguido de un sustantivo masculino, como en un flor de muchacho; esta alternancia genérica queda circunscripta a la expresión ponderativa, y no se extiende a los otros usos de flor. Dado que se altera, entonces, una de las propiedades gramaticales de la palabra (concretamente, el género), no se trata de un mero préstamo léxico, sino que concierne a la gramática (NgRALE 2009: § 2.7g). Asimismo, algunos hablantes usan una vuelta –como en el italiano una volta– por una vez, como en A mi una vuelta me dijo que iba a morir de cáncer (CREA, Argentina, oral efímero, Weblog_2003) o en Una vuelta fui invitado a una reunión en el laboratorio Pfizer (google.lagazeta.com.ar); también en este caso la equivalencia entre vuelta y vez queda acotada a una locución, y no afecta a otros contextos como *a vueltas, *de vuelta en cuando, *a la vuelta que. A su vez, en las locuciones interjectivas ma qué, ma sí o ma pero (esta última usada en el español de Bahía Blanca), se reconoce la conjunción adversativa italiana ma. Si bien A mitad de camino entre la morfología y la sintaxis, la duplicación de palabras graduables constituye un recurso cuantificador tanto para el español como para el italiano, aunque más desarrollado en el segundo: Es lindo lindo; È bello bello. Una variante de esta construcción consiste en la formación de parejas de adjetivos yuxtapuestos ordenados en un sentido ascendente en relación con el grado de la propiedad, como Sono stanco morto, en el italiano coloquial, y Está flaca escuálida, en el español argentino. Podría tratarse de una pauta compartida, aunque los ejemplos concretos no tienen correspondencia en la otra lengua. 9
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ma es equivalente a pero, no lo es en estas expresiones, al menos desde el punto de vista expresivo10. La sintaxis no ha recibido aún un impulso decidido, a pesar de que los estudios de contacto lingüístico entre español e italiano ofrecen un campo promisorio en los estudios de variación sintáctica, sobre todo en estudios microparamétricos entre lenguas genética y tipológicamente cercanas. Las construcciones capicúas, analizadas por Saab en este volumen (cf. sección ii, cap. 8), pueden considerarse un préstamo sintáctico, puesto que son desconocidas en la dialectología hispanoamericana, pero se encuentran en casi todos los dialectos del italiano septentrional y meridional; así, la misma pauta sintáctica de “Faciva il broncio, faciva” (‘Hacía pucheros, hacía’; Camilleri 2010: 265) se halla, por ejemplo, en “Dicen que el Sr. Santiago era un asaltante, dicen” (Arlt 1998 [1958]: 501) o en Los bifes, los vecinos me decían, parecían aplausos, parecían (Celedonio Flores, tango Biaba). En ambas lenguas, este rasgo sintáctico marca el escaso nivel cultural del hablante. Los resultados del proceso de reanálisis y el calco sintáctico serán ilustrados en los apartados que siguen. Comenzaremos por un cambio morfológico, la incorporación de algunos sufijos diminutivos: unos, tomados del italiano dialectal; otros, inexistentes en italiano, pero derivados de algunos apellidos a partir de un proceso de reanálisis. Estos morfemas se registran exclusivamente en el español rioplatense (NGRALE, § 9.7q) y amplían los recursos de la sufijación apreciativa. 4. Diminutivos rioplatenses El español rioplatense conserva, de manera poco productiva, algunos sufijos apreciativos del italiano: el diminutivo -ino/-ina11 del italiano estándar, en algunos En “Resignación y lenguaje” Feinmann analiza así los componentes de esta locución: “El ma sí se forma con el lunfardismo ma y el adverbio de afirmación sí. Ma es ‘pero’, un italianismo. o sea, ma sí es ‘pero sí’. El pero es el que le da ese matiz conclusivo. Como un ramalazo fastidioso. ‘¡Pero sí, cortala!’, ‘Pero sí, no lo pienso más. Yo me mando”. No sería lo mismo decir: ‘Sí, yo me mando’. O: ‘Sí, cortala’. ‘Sí, no hablés más’. El sí –solo– carece de ese matiz de irritación, de urgencia, de ‘terminemos de una vez con esto’. El sí –solo– tiene un inevitable matiz reflexivo que le otorga frialdad o, al menos, le quita a la expresión ma sí la densidad, el pathos que suele tener” (contratapa de Página 12 del 14-10-00). 11 El español peninsular cuenta con el sufijo diminutivo -ín/-ina (librín, pequeñina, tontín), que se diferencia en el masculino y del que el rioplatense conserva formas lexicalizadas: chiquilín, botín, culebrina. Tampoco es productivo el sufijo -ina, que a partir de bases verbales forma sustantivos que indican acciones que se extienden en el tiempo: así, una silbatina es “una rechifla prolongada” (DRAE), y una pegatina no significa la mera “acción de pegar” ni un tipo especial de adhesivo, como en el español peninsular, sino la actividad de pegar panfletos y otros escritos, por lo general políticos, en paredes públicas. 10
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nombres de parentesco como nonino o mamina y en nombres propios como Antonino o Pascualina, y el despectivo -ún/-una del genovés, incorporado en bases nominales italianas, como en fiacún (de fiaca, ‘pereza, desgano, falta de voluntad’), esquenún (de schiena, ‘espalda’), pelandrún (de origen discutido), los tres con el significado de ‘holgazán’12, y las hoy desusadas belinún (de belín, ‘pene’) o piedrún (de pietra13), en ambos casos ‘tonto’; este sufijo se extendió más tarde a bases españolas, como en bestiún, gilún, grasún. Los apellidos italianos han dado lugar a juegos verbales, como en “Salga lo que Salgari” (Bioy Casares 2006: 97)14, o a falsas etimologías, como en “[Creía] que se llamaba Barbieri porque tenía barbita” (Bioy Casares 2006: 200). A partir de los cruces con palabras españolas, muchos de estos apellidos se reinterpretan como palabras complejas, con una raíz y un sufijo –estructura de la que carecen en italiano–. Si bien no existen en italiano loco, roncar ni barato, así se segmentan los apellidos de personas muy conocidas en el medio, como Locat-elli (nombre del aviador Antonio Locatelli), Ronc-oni (director de teatro y de ópera, asimilado al verbo “roncar”) o Barat-ieri (militar italiano oreste Baratieri; en cruce con el español barato, “de poco valor”, “ordinario”). El mismo proceso se reconoce, por ejemplo, en Pagan-ini (violinista y compositor, reinterpretado como “persona que acostumbra pagar gastos ajenos o comunes”15), Scas-ani (nombre de una relojería, en cruce con “escaso”, sobre todo de dinero), Gratar-ola (del nombre de una casa de artículos para hombres, que se reinterpreta por cruce con “gratis”, como gratar-iola). Al igual que se le asigna un significado a la base, también se reinterpreta el supuesto sufijo como un diminutivo o, más bien, un aproximativo, que aporta un valor estilístico afectivo, atenuativo o ponderativo, por su connotación italianizante. Son los siguientes formantes -eli, -eti, -ini, -ieri, -ani, -ola, -ini, -oni, -ucci, -uti, -ichelo, -ato (cf. Meo Zilio 1959), algunos de los cuales están restringidos a unas pocas palabras o incluso a una sola (cortoni, morfoni; fiaquini, festichola), mientras que otros alcanzan cierto grado de productiviA ambos Arlt (1998 [1958]: 65-70) dedica sendas aguafuertes. Reinterpretado como ‘adoquín’, que es el equivalente rioplatense de ‘persona dura de entendederas’. 14 En algunos sainetes el juego con los apellidos se convierte en un recurso humorístico, como en el siguiente pasaje de El conventillo de la Paloma de vacarezza): “miguel: ¡Caramba! ¿osté está enojada con Mingroni? / paloma: ¿Con quién? / miguel: Conmigo. / paloma: No, señor. Yo no estoy enojada con usted ni con nadie; al contrario. / miguel:¿Entonce per qué non quiere participare del Ballerini, digo, del baile?”. 15 Reanálisis que proviene del italiano; así, el día 27 de cada mes se solía llamar San Paganini por ser el día en que se pagaban los sueldos. Agradezco a ilaria Magnani (c.p.) la información. 12
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dad, como -eli, que se registra, por ejemplo, en los adjetivos careli (‘caro’), sordeli, falluteli, taradeli, crudeli, curdeli, en sustantivos como pinteli (‘buen aspecto’), camiseli, corbateli (‘corbata’), en algunos adverbios como rapideli e incluso en construcciones como de costadeli (‘de costado’). Aunque por lo general equivale a un diminutivo, cuando se aplica a adjetivos o a adverbios graduables, -eli a veces aporta un significado atenuativo (‘no del todo’). véanse los ejemplos de (2), tomados de google Argentina: (2) a. La comida es muy rica y es medio careli, pero vale la pena. b. Respondo rapideli porque me estoy yendo. c. En un espectáculo deportivo, con 40 grados a la sombra y los hinchas en cueros, curten saco y hasta corbateli. d. Franco está de costadeli.
Aunque menos frecuente y prácticamente restringido a los adjetivos, -eti, registrado en apureti, desespereti, colgueti (de colgado, ‘distraído’), figureti, garroneti, gordeti, pascualeti, pesadeti presentan un comportamiento similar, ejemplificado en (3): (3) a. Usaba bigotes, era más gordeti, más cabezón, me parece. b. En fin, me retiro apureti y les deseo lo mejor de lo mejor!!!! c. Hola Zepp, acabo de leer tu mail! gracias por acordarte de mí, che! Ya sé que yo soy bastante colgueti. d. No seas pesadeti.
En algunas bases alternan los sufijos sin un cambio apreciable de significado: así, a la persona que usa barba, se le suele aplicar el ya mencionado barbieri o barberini, pero también chivatelli o chividini (de chiva, ‘barbita’). El sufijo -ato forma adjetivos, como chicato (‘corto de vista’), colifato (a partir de la forma invertida, es decir, el vesre de loco) o avivato (‘aprovechado, pillo’); de este último, por un proceso inverso al de los casos anteriores, se forma el nombre propio de un personaje de historieta. A la misma tendencia lúdica obedece la adición del sufijo -iola a bases verbales para expresar la noción de irrealidad (Di Tullio/Kornfeld 2012); por ejemplo, cuando el hablante expresa su descreimiento acerca de la realidad de un cierto acontecimiento futuro, puede presentarlo como posible: –¿Me va a pagar? –Sí, le pagaría si cobrara (‘No pagó, pero es posible que lo haga’), o bien como irreal: –¿Ya pagó? –Pagariola (‘No pagó y es altamente probable que no pague’). Este sufijo no necesariamente modifica a un verbo flexionado, sino que también puede adosarse a un participio, como en el siguiente ejemplo de Arlt (1998 [1958]: 473): –La revolución está sofocada. –Sofocariola. Un significado similar se reconoce en
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-ola de gratar-ola, por lo que puede entenderse como una variante del sufijo -iola, sin marcas de persona ni número. De hecho, esta expresión, adjetival o adverbial, puede ser una respuesta contrafáctica a una pregunta, como en el siguiente diálogo: –Voy a un recital. –¿Gratis? –Gratarola. 5. Préstamos sintácticos La locución otra que, muy frecuente en todos los sociolectos del español rioplatense en el registro informal, presenta la particularidad de alternar el calco español otra que con el italianismo “crudo” altro que: “Altro que dar vuelta a los bolsillos” (Cortázar, Rayuela); “Altro que lovestory” (nombre de una obra teatral de José ignacio Serralunga). El interés que ofrece para este trabajo es que se trata de una pauta sintáctica muy productiva, con un valor pragmático específico, que coincide en ambos aspectos con el correspondiente italiano. Por otra parte, como se verá a continuación, contrasta con la ya mencionada locución ma qué, que también se ajusta, tanto en lo gramatical como en lo pragmático, con la expresión italiana correspondiente: macchè16. Tanto otra que como ma qué se usan en un contexto de réplica para desestimar un enunciado previo, pero mientras ma qué corresponde a una negación enfática de lo dicho por el interlocutor (con el valor negativo de ‘todo lo contrario’), otra que indica que el interlocutor “se quedó corto” en cuanto al grado, la cantidad o el número de alguna magnitud; por eso, se interpreta con el valor positivo de ‘mucho más’ (cf. Meo Zilio 1965), como se ilustra en los ejemplos de (4): (4) a. –Ana es muy bonita. –Ma qué bonita. Es un cuco. b. –Ana es muy bonita. –otra que bonita. Es un bombón.
Como se advierte, las dos locuciones introducen el primer segmento de la réplica, que es el que se contrapone al enunciado previo; por eso, si no aparece el segundo segmento, las dos coinciden en rechazarlo. Sin embargo, es el segundo El segmento qué de ma qué puede ser también un pronombre interrogativo, como en los dos textos que siguen: “Que si el Diretor me hostiga / y en lonjiarme se encapricha, / encogeré la barriga / y le diré a lo Bachicha; / ¡ma!… ¿qué quiere que te diga?” (Hilario Ascasubi, Aniceto el Gallo, 1872; CoRDE); “Lo mismo el tango que el fóbal, que el carnaval, que el corso, ma qué sé yo” (Ernesto Sábato, Sobre héroes y tumbas, 1961; CoRDE). Como se ve, Ascasubi dice explícitamente estar imitando la manera de hablar de los italianos (“a lo Bachicha”), por lo que la expresión puede interpretarse como un marcador de italianidad, o a veces de sociolecto, como en el texto de Sábato. 16
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el que explicita la orientación argumentativa que cada uno representa17. La de ma qué coincide con la de la pregunta retórica ¿Qué va a ser alto ese?, que marca el escepticismo o el rechazo de lo dicho por el interlocutor. Por lo contrario, el desacuerdo que expresa otra que es relativo: no niega el enunciado precedente, sino que indica que debe preferirse un elemento aún más alto en la escala negativa o positiva en cuestión. Aunque con diferente orientación argumentativa, ambas pueden afectar a un fragmento, de cualquier categoría: un grupo nominal, adjetival, adverbial, cuantificativo o preposicional –cf. (5)–, o bien referirse a toda la oración por medio de una cláusula flexionada o de una cláusula de infinitivo, gerundio o participio –cf. (6): (5) a. –Es que tengo mucho laburo. –Ma qué laburo / otra que laburo. b. –El novio era muy alto. –Ma qué alto / otra que alto. c. –Queda muy lejos. –Ma qué lejos / otra que lejos. d. –iban a venir cinco invitados. –Ma qué cinco / otra que cinco. e. –viven en Recoleta. –Ma qué Recoleta / otra que en Recoleta. (6) a. –Ma qué vas a ser vos el novio. b. –Lo que quieren es jugar tranquilos. –Ma qué jugar / otra que jugar. c. –Se pasan el día paseando. –Ma qué paseando / otra que paseando. d. –Ya tiene el trabajo terminado. –Ma qué terminado / otra que terminado.
Tanto en los enunciados introducidos por otra que como en los de ma qué pueden aparecer las formas propias de las oraciones independientes, incluso el subjuntivo o el imperativo: ¡Otra que me llame! Lo que yo quiero es que me pague; ¡Ma que vení! Vos a mí no me das órdenes; en ambos casos, en usos En los textos esta estructura, aquí muy simplificada, es más compleja tanto desde el punto de vista gramatical como pragmático. véanse los siguientes ejemplos: “Eso del socialismo irá con los subdesarrollados muertos de hambre, no con nosotros que comemos carne todos los días. Otra que palomas y globos les daría yo. Plomo. Corte de alas. Este país sólo se arregla con mano dura” (T. E. Martínez, La novela de Perón; CREA); “Si yo fuera una de esas vagas que con tal de no caminar compran en cualquier lado, otra que cuatro mil pesos. Cinco o si te descuidas seis mil pesos tendríamos que pagar” (Pacho O’Donnell, Lo frío y lo caliente, 1977; CREA). 17
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metalingüísticos. Por otra parte, mientras que la negación no puede afectar al marcador modal (*No otra que está seguro), es compatible con la proposición modificada (Ma que / Otra que no está seguro). Ambos tipos de enunciados se asocian con la entonación exclamativa, por lo que resultan incompatibles con la modalidad interrogativa: *¿Otra que bonita?, *¿Ma que lejos? Ahora bien, a pesar de que en todos los comportamientos mencionados se advierte un paralelismo entre la construcción rioplatense y la italiana, los rasgos flexivos parecen oponer el masculino de altro che y el femenino de otra que, sin una explicación clara del contraste genérico. Nótese que lo que se oponen no son dos entidades, sino más bien dos proposiciones: la formulada por el interlocutor y la que le opone el hablante. En cada una el pronombre indefinido inicial adelanta el tipo semántico al que corresponde la expresión que le sigue: por consiguiente, el supuesto masculino de altro che es un neutro18, mientras que el femenino del español corresponde al llamado “femenino de indeterminación” (Mariner 1973), que se usa precisamente en los casos en que la expresión (pronombre o grupo nominal) carece de referencia o esta es inespecífica, además de no humana ni concreta, como es propio de las locuciones. También aparece este valor del femenino en la locución adjetiva que te la voglio dire, que, a pesar de constar de palabras italianas, resulta una creación rioplatense, con un significado idiomático estrictamente expresivo –al igual que en la mayor parte de las unidades consideradas–. Lo que se pondera en este caso –y en grado extremo– es alguna de las propiedades del sustantivo al que modifica: así, en Lo mismo que en Italia, los sinuosos sangiovese dan tintos que te la voglio dire (La Nación, 23-12-07), la calidad del vino, mientras que en el siguiente texto de Ricardo Piglia, el horror del ‘espectáculo’: “Los cinco hermanitos Goñi desparramados en el patio, todos en fila, en el patio, los cinco […]. Un espetáculo que te la voglio dire, dijo el tipo, otra que la masacre de San Quintín” (Respiración artificial; CREA). 6. Proyecciones para futuras investigaciones Hasta aquí hemos visto ejemplos en los que el préstamo morfológico o sintáctico se vincula con préstamos léxicos, incluidas las pautas sintácticas productivas de otra que o ma que. Todos ellos cumplen con los requisitos de la hipótesis plan18 El pronombre indefinido otro carece de neutro en español, pero altro puede ser masculino o neutro en italiano, como se ve en los siguientes contrastes en ejemplos construidos para ilustrar: Non voglio altro che lui (masculino). No quiero a otro que a él. / Non voglio altro che cantare (neutro). No quiero {*otro ~ otra cosa} que cantar.
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teada en (1), es decir, se trata de fenómenos que no se dan en otras variedades del español, de manera que pueden ser considerados italianismos gramaticales. Sin embargo, el contacto con el italiano puede haber actuado también en un sentido más sutil, como refuerzo de una cierta construcción ya existente en el español, pero poco desarrollada en otras regiones, a menudo por el peso de la sanción normativa (sobre el peso de la normativa, véase el trabajo de Rodríguez Louro en este volumen, sección IV, cap. 6). Me refiero a los siguientes rasgos, cada uno de los cuales requiere un estudio diacrónico y sincrónico que, por razones de espacio, es imposible aquí. Se ha señalado reiteradamente que la entonación rioplatense es muy parecida a la italiana –como se estudia en este volumen (cf. gabriel et al., sección i, cap. 5)–. Ahora bien, la línea tonal no es ajena a ciertas características de la gramática, en particular, al orden de palabras y a su relación con la estructura informativa de la oración. En la NGRALE (§ 40.2b y § 40.2k) se señala que en el español peninsular son raros los sujetos tópicos –ejemplo (7)– y las dislocaciones a la derecha –ejemplo (8)–; por lo contrario, en el español de Argentina, como en el italiano, ambos rasgos son sumamente frecuentes: (7) a. Non erano stati mittuti, i sigilli. (Camilleri 2010: 34) b. No habían sido puestos, los precintos. (8) a. Gallo proprio non arrinisciva a trovarla, ‘sta mallitta via Brancati (Camilleri 2010: 42). b. gallo realmente no podía encontrarla, esa maldita calle Brancati.
Esta tendencia compartida se pone de manifiesto en una línea tonal formada por un exiguo cuerpo central, franqueado por segmentos marginales. En el español peninsular, en cambio, son relativamente frecuentes los sujetos pospuestos al verbo, lo que favorece una línea tonal menos quebrada. Los objetos dislocados, tanto a la izquierda como a la derecha, aparecen duplicados por un clítico: Esta plaza la conozco muy bien; La conozco muy bien, esta plaza. Lo característico del español rioplatense es la casi obligatoriedad –por ejemplo, cuando el objeto es un nombre propio– de la forma más integrada de las duplicaciones, es decir, el doblado de clíticos, en el que el clítico y el objeto léxico forman parte de la misma unidad sintáctica y entonacional (sobre esta construcción, véase Zdrojewski en este volumen, sección ii, cap. 5). igualmente en este rasgo el rioplatense coincide con una característica del italiano hablado: Hoy no lo vi a Juan; Oggi non l’ho visto Giovanni, aunque existan diferencias menores en cuanto a algunos de los rasgos involucrados. otra característica del español rioplatense es el uso sistemático de los pronombres acusativos como sustitutos o duplicaciones del objeto directo, sin alternancias
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leístas. Este rasgo se extiende, por una parte, a las oraciones impersonales con objetos directos de persona: Se los persigue con rigor o Se lo trató con dureza, frente a la variante leísta más general tanto del español peninsular sino también del de México, Colombia, Antillas y zona andina (NGRALE, § 16,9k): Se les persigue con rigor o Se le trató con dureza. Por la otra, en el rioplatense con objetos directos no personales, las construcciones pasivas alternan con las impersonales, que llevan clíticos acusativos: Se ordenaron alfabéticamente todos los archivos~Se los ordenó alfabéticamente. El italiano coincide con el español rioplatense en el uso sistemático del acusativo para el objeto directo, sin hacer uso del leísmo o el laísmo19. Asimismo, al menos en algunos dialectos20, alternan las construcciones pasivas con las impersonales. Es posible que esta coincidencia sea totalmente casual; pero también que el contacto con el italiano la haya favorecido (o reforzado). Evidentemente, estos rasgos son mucho más escurridizos que los anteriores, y requieren un análisis micro y macroparamétrico entre una variedad del español y las variedades dialectales del italiano que más peso han tenido en la inmigración –sean septentrionales, como el genovés, el piamontés, el véneto o el lombardo, o meridionales, sobre todo el napolitano–. Hoy se dan las condiciones para llevar a cabo este tipo de estudio no solo por el interés de la lingüística actual hacia la variación, sino también por el fin de mitos como el de las lenguas o variedades “puras”. Desde este punto de vista, lo que hallamos más bien son diversas formas y grados de hibridación21. La situación de contacto entre lenguas genéticamente emparentadas y tipológicamente próximas, en el contexto de intercambios orales no formales y en las condiciones sociolingüísticas adecuadas, da lugar a la incorporación de elementos gramaticales y de estructuras léxicas complejas, e incluso puede favorecer el desarrollo de ciertas tendencias presentes en la lengua recipiente. Mientras que en las lenguas pidgin y criollas la ‘mezcla’ supone un drástico empobrecimiento de la estructura gramatical, en nuestro caso solo afecta a elementos marginales, por lo general relacionados con las zonas de la expresividad y la modalidad, que se incorporan como opciones en el registro coloquial sin comprometer la estructura gramatical de la lengua.
Una evidencia indirecta de que el italiano puede haber contribuido al mantenimiento del sistema etimológico lo proporciona el leísmo que se registra en el español del nordeste, que está en contacto con el guaraní, y los procesos de neutralización de caso y género que se dan en el noroeste, en contacto con el quechua. 20 Como puede inferirse a partir del análisis de Mendikoetxea (1990) del se impersonal en castellano y en el dialecto coniglianese. 21 Refiriéndose a la historia del inglés, Borges resume así esta perspectiva: “El inglés es lo que es porque nadie lo cuidó. El idioma fue una suerte de cocoliche, sin duda muy desagradable para la gente culta que lo oía […]. Gracias a que fue un idioma cocoliche pudo ser una lengua imperial” (Bioy Casares 2006: 967). 19
Capítulo 6 ACTiTUDES LiNgüÍSTiCAS DE LoS HABLANTES RioPLATENSES: UN ESTUDio CUALiTATivo celeste rodríguez louro University of Western Australia
1. Introducción1 El objetivo de este estudio es establecer dónde reside la autoridad lingüística en la Argentina. Para esto, se exploran las actitudes –entendidas como “sentimientos que la gente tiene respecto de su propia lengua o la de otros” (Crystal 1992; mi traducción)– de 50 argentinos residentes en Buenos Aires en relación con su propia variedad de lengua. Los datos cualitativos obtenidos mediante entrevistas sociolingüísticas muestran que, a pesar de que el 44% (22/50) de los hablantes explica que el uso del español en Buenos Aires es más o menos deseable, el resto de los participantes expresan actitudes de rechazo, señalando la inferioridad del español rioplatense argentino y colocando al español peninsular como la variedad lingüística modelo2. Esta ambivalencia en las actitudes expresadas por los hablantes rioplatenses condice con la observación general de Lipski (1994: 140) para la Argentina y Uruguay; esto es, que además de un sentido de orgullo y nacionalismo en lo referente a la lengua, existen corrientes de inseguridad lingüística en dichos países. De hecho, Rodríguez Louro (2008) se refiere a esta posición contradictoria en la expresión de actitudes lingüísticas por parte de hablantes bonaerenses con el término “estándares dobles”. El concepto de lengua estándar es de central importancia en este estudio. Respecto a este punto, Milroy (2001: 531) explica que los hablantes de lenguas como el español, el inglés o el francés viven en lo que él denomina “culturas de
1 Agradezco el consejo y sugerencias brindados por la Dra. Talia Bugel (indiana UniversityPurdue University, Fort Wayne). Cualquier error es mi total y absoluta responsabilidad. 2 Este trabajo se basa en la propuesta de vidal de Battini (1966) que divide las regiones dialectales argentinas en cinco zonas principales: “región litoral, región guaranítica, región noroeste, región Cuyo y región central”. La variedad conocida como “español bonaerense”, “español porteño” o “español litoral” se denomina aquí “español rioplatense” o “espanol rioplatense argentino” y se refiere a la variedad de español rioplatense hablada en la Argentina (sin incluir la variedad rioplatense uruguaya).
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lengua estándar”; es decir, la lengua de dichos hablantes se entiende como una entidad estandarizada. La noción de lengua estándar es compleja; por ejemplo, Lippi-green (1997) sostiene que en países como Estados Unidos el concepto de “lengua estándar” se encuentra estrechamente ligado a la raza blanca. Por otro lado, Bucholtz (2001) se refiere al doble valor de la noción de “lengua estándar” estableciéndola como término no marcado (es decir, estándar en referencia a lo que se considera uso común o “normal” ) por un lado, y como elemento de poder o autoridad (esto es, el estándar como entidad reguladora), por el otro. El debate sobre la lengua estándar es de gran importancia en Latinoamérica, donde el colonialismo, el deseo de independencia y el nacionalismo han tenido un papel central en la configuración sociolingüística del español, las lenguas indígenas, africanas e inmigrantes en los diversos países y regiones. En relación con la situación poscolonial en Latinoamérica en el siglo xix Arnoux y Lois (1998) explican: Toda la actividad política y cultural del siglo xix hispanoamericano está relacionada con el proyecto de construcción de las naciones, y el planteamiento de la cuestión de la lengua (dimensión simbólica de su uso, normas orales o escritas, representación gráfica, etc.) es inseparable de la problemática de la identidad nacional.
En cuanto a la América contemporánea, a pesar de que en el mundo hispanohablante ninguna región en particular se reconoce como la poseedora de un estándar lingüístico más o menos apropiado (Lipski 1994: 136), los hablantes latinoamericanos tienden a mostrar un cierto grado de inseguridad lingüística con respecto a su propia variedad de lengua y en contraposición a la “pureza” que se le suele adjudicar al español peninsular (Mar-Molinero 1997: 60; Muysken 2008: 19). Esta postura se hace evidente en las actitudes lingüísticas de los hablantes entrevistados en este trabajo, como se muestra en el apartado 4 más adelante. El presente capítulo se encuentra organizado de la siguiente manera. En el apartado 2 se describe la noción de lengua estándar en general y con respecto al español en la Argentina. En el apartado 3 se presenta una breve revisión de estudios actitudinales y se describe la metodología utilizada en este trabajo. Los resultados obtenidos se estudian en el apartado 4 y se discuten en el apartado 5. El capítulo concluye en el apartado 6, donde se problematiza la cuestión de autoridad y lengua dentro y fuera de la Argentina. 2. La noción de lengua estándar y la situación en la Argentina Las lenguas con una extensa tradición escrita, como el español, el inglés y el francés, presentan un caso de “cultura de lengua estándar” ya que ciertas varie-
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dades lingüísticas son consideradas canónicas y, por consiguiente, tienden a verse como poseedoras de estatus y autoridad. En estas culturas, la estandarización es altamente ideológica: la lengua se entiende como una entidad que existe en un estado de permanente invariación (Milroy/Milroy 1985). En este sentido, Durand (1996: 79) sostiene que la noción de lengua estándar no solo se asocia con un estado lingüístico de perfección, uniformidad e invariación, sino que presupone la superioridad inherente de la variedad estándar frente a otras variedades lingüísticas. Por otra parte, lo que entendemos como lengua estándar lleva a cabo funciones instrumentales, comunicativas y simbólicas; esto es, la lengua estándar se utiliza en contextos administrativos, aparece en la interacción cotidiana y representa el espíritu de un pueblo a nivel nacional (valle/gabriel-Stheeman 2002: 8). La noción de lengua estándar es de central importancia en situaciones de colonialismo lingüístico, donde varios estándares existen conjuntamente. En dichas situaciones coloniales, explica gallardo (1978), dos escenarios son posibles. Por un lado, la variedad europea puede verse como el estándar a seguir mientras que las variedades americanas pueden considerarse subestándar. Por otro lado, la variedad local de una región determinada puede constituir el estándar nacional adoptando lo que gallardo denomina un patrón de “estandarización policéntrica”. De hecho, el español presenta un caso de estandarización policéntrica; es decir, existe –al menos en principio– un conjunto de posibles lenguas estándares. En la Argentina, una variedad estándar propia se origina en el siglo xix (Fontanella de Weinberg 1992: 429). Esta variedad de español argentino desarrolla sus propios rasgos distintivos a nivel fonológico, morfosintáctico y léxico que la diferencian de otras variedades hispanoamericanas (López Morales 1998). El carácter diferenciador del español argentino es visible no solo en la estructura lingüística de esta variedad (por ejemplo, el uso de vos como segunda persona de singular, en lugar de tú), sino en los ideales románticos de los intelectuales del siglo xix, como lo ilustran las palabras de Esteban Echeverría y Domingo Faustino Sarmiento en (1) y (2) respectivamente. El escrito de Sarmiento en el ejemplo (2) tuvo como destinatario al presidente argentino Bartolomé Mitre en 1867. (1) Nos parece absurdo ser españoles en literatura y americanos en política. El lenguaje argentino no es el lenguaje español (Rosenblat 1961 [1960]: 558). (2) ¡Estamos hablando un idioma muerto! Las colonias no se emanciparán, sino abandonándolo, o traduciendo entero otro. Esto último será obra de varón. Lo otro sucederá por la lenta acción de otras razas, que poblarán nuestro suelo, sirviendo nosotros de abono de tierra. (Sarmiento 1911: 370).
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Las citas presentadas en (1) y (2) muestran la actitud emancipadora de los pensadores de la época (ver también Ciapuscio/Miotto 2011). Dicha postura en relación con el desarrollo del español argentino en la etapa poscolonial concuerda con lo que Schneider (2003, 2007, 2008) denomina “nativización” (mi traducción); esto es, el comienzo de un cuestionamiento respecto de la identidad tradicional y la liberación de alineamientos sociales impuestos desde afuera, en el caso de la Argentina, desde España (ver el cap. introductorio a esta sección). De hecho, Alonso (1968: 117) señala que “en algunos americanos actúa más conscientemente el deseo de justificar la legitimidad de las formas del idioma desde el uso local y no desde el de España”, agregando que México y la Argentina son “las dos naciones hispanoamericanas de más fuerte personalidad”. Sin embargo, como se nota más adelante en el análisis y discusión de los datos, los hablantes argentinos no parecen haberse liberado del peso de las normas españolas por completo. Por otro lado, según lo afirman autores como Lipski (1994) y Mackenzie (2001: 156), en la actualidad la lengua estándar de la Argentina reside en Buenos Aires y zonas aledañas. Lipski (1994: 162) explica que “dentro de los límites de la Argentina se encuentra un número de dialectos regionales y sociales, todos eclipsados por el habla prestigiosa de Buenos Aires, el prototipo del español argentino en el resto del mundo hispanohablante” (mi traducción). La importancia del español hablado en Buenos Aires como norma nacional se desprende del uso mayoritario de esta variedad en los medios masivos de comunicación (granda 2003: 207). No obstante el rol central del español de Buenos Aires como norma nacional, como se muestra en el apartado 4 más adelante, el español argentino no suele describirse como una variedad digna de ser enseñada o promovida entre extranjeros. De hecho, Bugel (2006) apunta que –a la hora de decidir qué variedad de español es la más apta para la enseñanza a extranjeros– los hablantes argentinos (y uruguayos) en su estudio consideran que sus variedades de español son menos adecuadas que el español peninsular. La cuestión de variedades lingüísticas más o menos adecuadas para la enseñanza –propone garcía (2008)– se encuentra ligada a la dicotomía lengua oral/lengua escrita (donde el español rioplatense se ve como la variedad oral o vernácula y el español peninsular como la forma “neutra” utilizada en el discurso escrito) y se hace evidente en la preferencia por la norma peninsular en los libros de texto que se utilizan para enseñar lengua castellana o española en las escuelas argentinas. Los apartados venideros elaboran estos puntos más en detalle. Dentro de la Argentina, Blanco (1994) revisa una serie de artículos del boletín oficial de la Academia Argentina de Letras –como “guardianes públicos del uso [del lenguaje]” (Milroy/Milroy 1985)– para estudiar las actitudes de esta institu-
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ción respecto de la lengua. Con base en el análisis de estos documentos oficiales, Blanco señala un cambio de actitud desde una “concepción monocentrista” que entendía al español peninsular como la variedad modelo a un “reconocimiento de la realidad policéntrica” del español y un “consecuente sostenimiento de la variedad culta nacional como norma ejemplar” (Blanco 1994: 115). Sin embargo, tal como lo subraya Blanco (1993) en otro de sus estudios, el léxico del purismo –y, en contraposición, la supuesta corrupción de ciertas variedades lingüísticas– tiende a dominar el discurso sobre el lenguaje en la Argentina. La actitud negativa frente al español hablado en Buenos Aires también se hace presente en el estudio de Solé (1991: 95) donde el “59% de los entrevistados opina que el español porteño no puede considerarse como buen español” (ver también Solé 1992). De la misma forma, como se muestra en el apartado 4 más adelante, la mayoría de los entrevistados en este estudio describen su variedad lingüística como “incorrecta”, utilizando para esa caracterización metáforas de enfermedad y corrupción. 3. Metodología El estudio de las actitudes de los hablantes de una lengua determinada en relación con su propio sistema lingüístico (o el de otros) se lleva a cabo dentro diferentes áreas de investigación ligadas a la lingüística aplicada y la sociolingüística entendida en sentido amplio (ver garrett 2010). Estas incluyen estudios sobre la motivación de los estudiantes al aprender una lengua extranjera (lingüística aplicada) (por ejemplo, los estudios recientes de Bugel 2009; Rodríguez Louro/Clyne 2011), el análisis de los prejuicios existentes en comunidades bilingües (psicología social y sociolingüística) (Lambert et al. 1960), la evaluación de la eficiencia de ciertas políticas lingüísticas (por ejemplo, Bugel 2006, 2009) y estudios sobre lo que en sociolingüística se conoce como “lingüística popular” (Preston 2002b). Un estudio pionero en el área de las actitudes lingüísticas es el de Lambert et al. (1960). Lambert y sus colegas evalúan las actitudes de dos grupos de hablantes canadienses –66 francohablantes y 64 anglohablantes– respecto a grabaciones hechas en inglés y francés canadiense. La investigación sugiere que los participantes que escuchan las grabaciones las relacionan con diferentes características (por ejemplo, nivel de inteligencia y sentido del humor) que poco tienen que ver con la producción lingüística del hablante en sí y reflejan más bien las actitudes que los sujetos en cuestión asocian con las lenguas que escuchan en las grabaciones. Este tipo de investigación se conoce como “técnica de diferencial semántico” (matched guise technique) en la literatura y se ha usado ampliamente en el estudio de las actitudes en relación a muchas lenguas y dialectos alrededor del mundo (ver, por ejemplo, Preston 2002a).
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otros estudios analizan las actitudes de los hablantes ya no a través de grabaciones sometidas al juicio de un grupo de informantes sino mediante encuestas y discusiones semiestructuradas que intentan obtener evaluaciones y actitudes por parte de los hablantes de la lengua analizada. Por ejemplo, Solé (1991) utiliza una encuesta en la que los informantes contestan una serie de preguntas para determinar la “postura actitudinal del bonaerense culto” (1991: 95). Por su parte, Bugel (2009) se vale de una encuesta para investigar las actitudes de los hablantes brasileros respecto de qué variedad de portugués debe enseñarse en Brasil. Por otro lado, Kelly et al. (2010) utilizan discusiones informales semiestructuradas en su investigación de las actitudes de los hablantes de Murrinh-Patha –una lengua aborigen polisintética hablada por aproximadamente 2000 personas en la zona cercana a Wadeye (Port Keats) en el Territorio del Norte en Australia– que, en lugar de extinguirse como la mayoría de las lenguas aborígenes australianas, presenta un alto grado de vitalidad lingüística. Los datos que se analizan en el presente capítulo se desprenden de una serie de entrevistas sociolingüísticas llevadas a cabo entre 2006 y 2008 en Buenos Aires y zonas aledañas (cf. Rodríguez Louro 2009: cap. 4). Cincuenta hablantes de la variedad rioplatense del español argentino –de clase media y media alta y con educación secundaria completa como mínimo– fueron entrevistados por un hablante del mismo dialecto. La muestra incluye 21 hombres y 29 mujeres cuyas edades oscilan entre los 17 y los 77 años. Las actitudes que se anotan en este estudio se obtuvieron como respuesta a una serie de preguntas en el módulo sobre la lengua. Dentro de la entrevista sociolingüística, el módulo que incluye preguntas sobre el idioma se ubica hacia el final; esto es, una vez que el entrevistado ha respondido y discutido temas más personales (por ejemplo, su niñez) (cf. Labov 2001b: 90; Tagliamonte 2006: 39). Las preguntas que nos conciernen en este estudio aparecen a continuación. Nótese que las preguntas incluían los pronombres vos o usted de acuerdo con la edad y relación entre el entrevistador y el entrevistado. (a) Si un extranjero le preguntara qué idioma se habla en Argentina, ¿qué le contestaría? (b) ¿Piensa que deberíamos usar otro nombre para referirnos a nuestro idioma? (c) ¿Qué variedad de castellano/español (por ejemplo, español colombiano o mexicano) cree debería enseñarse en el exterior? (Por ejemplo, a un estudiante alemán estudiando castellano en Alemania.)
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4. resultados Las actitudes expresadas por los 50 hablantes entrevistados pueden ubicarse en un continuo de valorización que va de una visión un tanto “neutral” (es decir, indiferencia respecto de qué lengua se habla en Argentina o debe enseñarse en el exterior) a una postura negativa (o sea, una valoración negativa respecto del valor del español rioplatense argentino –o lo que los hablantes denominan “español argentino”– dentro y fuera del país). Recuérdese que el término actitudes se entiende en el presente trabajo como “sentimientos que la gente tiene respecto de su propia lengua o la de otros” (Crystal 1992; mi traducción). Dado que las preguntas utilizadas tienen como objeto obtener comentarios generales sobre el idioma hablado en Argentina y la variedad de lengua hispana a enseñarse en el exterior –en lugar de generar respuestas afirmativas o negativas sin más (como lo hace, por ejemplo, Solé 1992)– en este estudio se ofrece un análisis cualitativo de los datos, destacando “palabras clave” (como por ejemplo, “corrupción”, “purismo”, etc.), como lo hacen garrett et al. (2005). El análisis presentado en este capítulo intenta establecer si las actitudes de los entrevistados señalan una aceptación y defensa de la variedad rioplatense como entidad de autoridad o si otras variedades aparecen como candidatas a funcionar como lengua nacional y modelo para la enseñanza en el contexto argentino. El análisis de dichas actitudes tiene como objetivo determinar qué variedad lingüística posee autoridad en la Argentina. Por empezar, las preguntas (a) y (b) dan lugar a una serie de posturas que van desde proponer el uso del nombre “argentino” para el idioma –ejemplo (3)–, a justificar que la variedad argentina es producto del cambio lingüístico que afecta a cualquier lengua –ejemplo (4)–, hasta explicar que en la Argentina existen “modismos” particulares a la región –ejemplos (5) y (6)–. Los primeros tres ejemplos ilustran posturas relativamente neutrales respecto de la lengua usada en la Argentina. (3) El idioma nacional podría ser argentino; el idioma de la Nación Argentina, podría ser. (MM59) (4) Todos los idiomas evolucionaron, por así decirlo, o fueron transformándose. (NM24) (5) No [diría castellano], porque un extranjero interpreta como castellano lo que es el español, el europeo. Pero nosotros tenemos una gran diferencia con lo que es el español de España. Tenemos nuestros modismos. (CM56) (6) Tenemos modismos. El problema es ese, tenemos muchos modismos. (PM41)
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Nótese que sin ser una actitud completamente negativa, la palabra problema en (6) presenta la existencia de “modismos” como algo poco deseable. El ejemplo en (7) a continuación también propone la variación como parte inherente al cambio lingüístico. Sin embargo, el hablante valida su postura nombrando a la Real Academia Española, lo que pone en evidencia la autoridad que emana de esta institución en cuanto al uso de la lengua. Nótese también que la palabra modismo supone la existencia de un estándar general que no condice con la variedad en cuestión. Esta postura se relaciona con la idea de que lo que se conoce como, por ejemplo, “americanismos” o “mexicanismos” solamente puede entenderse en contraposición a un canon; es decir, a la lengua hegemónica de España –tal como lo señala Ávila (1998). (7) Tenemos algunas expresiones propias pero como en cualquier lugar. Así que no creo que sea como para generalizar eso en una palabra que embolse todo lo que en realidad es un mismo idioma. Estamos regidos por la Real Academia igual que cualquier otro país de habla hispana y todos nuestros modismos particulares están todos aceptados y regulados. (AH28)
Algunas de las actitudes representadas en la muestra presentan la variedad de español rioplatense como un “dialecto”. Técnicamente, el lingüista entiende la palabra dialecto como sinónimo de “variedad lingüística”, sin adjudicar ninguna asociación negativa a la variación dialectal en cuestión. Sin embargo, la lingüística popular se encuentra plagada de opiniones respecto del significado de esta palabra. Por ejemplo, Wolfram y Schilling-Estes (2006: 3) explican que el término dialecto suele referirse, entre otras cosas, a un tipo de lengua “deficiente o corrupta” –tal como se advierte en (8) y (9) a continuación. (8) Nosotros el castellano lo hemos llevado hasta un dialecto. No se utiliza el castellano puro como lo aprendemos estudiando en el colegio. (gH34) (9) Castellano, pero con un poco de dialecto hoy en día. Porque hay muchas palabras del lunfardo deformadas del castellano como “pibe”, etcétera. Es como un castellano pero con dialecto para mí. Pero en general está deformado el castellano. (RH28)
Como se notara en el apartado 2, el discurso purista y la supuesta corrupción de ciertas variedades lingüísticas han tendido a dominar el discurso sobre el lenguaje en la Argentina (Blanco 1993). Esta preocupación por la “pureza” y “corrección” de la lengua –dos de las palabras claves más salientes en este estudio– también se hace notar en los datos que aquí se presentan, como se ejemplifica en (10) y (11).
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(10) Ese idioma que tenemos nosotros que está tan deformado por nosotros mismos. (CH25) (11) Porque tenemos un castellano vulgar, nosotros. generalmente nosotros tenemos palabras de uso y costumbre le llamaría yo mal pronunciadas que no están bien pronunciadas… pero bueno es lo que usamos nosotros. [A un extranjero debería enseñársele] un castellano más puro, más correcto. (SH36)
La importancia del español peninsular como canon de corrección y pureza es evidente en la mayoría de las respuestas obtenidas a las preguntas (a) y (b) y en relación con el interrogante (c) sobre el idioma que habría que enseñarle a un extranjero interesado en aprender español. Los comentarios (12) a (15) se ofrecen como ejemplo. Nótese el uso de términos referentes a la “pureza” del lenguaje, su “deformación”, “transformación” e “incorrección” en comparación con la lengua “verdadera” de España; y también la observación presentada en (15) que el lenguaje a enseñarse debe ser “formal”. Esta actitud coincide con la dicotomía lengua oral/lengua escrita propuesta por garcía (2008) para la situación escolar argentina (cf. apartado 2 más arriba). (12) Algunos dicen que hablamos “argentino”. Que no es español; español para mí es quizás más el español que hablan en España, directamente. El nuestro está un poco desacomodado. Como que deformamos algunas veces el idioma. (PM29) (13) [Nuestro idioma es] el español, deformado. Obviamente es el español pero no es el perfecto español. Pero el verdadero español está en España. (JH51) (14) Hablamos cualquier cosa menos castellano, el léxico nuestro está todo transformado […]. Pero el correcto que se tendría que hablar no se habla, se habla en España. (NF50) (15) Yo calculo enseñarle, habría que enseñarle el castellano o el español de base…el que se habla en Madrid que tienen un español o un castellano más formal […]. Pero de base, el idioma base, sería el formal. Para enseñar de cero, bueno, la base. Muestra como la general, la mejor dicha, la más formal. (CH25)
Abeille (2005: 139) –cuyo manuscrito original se publica en 1900 por la editorial Libraire émile Bouillon en París– sostiene que “el idioma nacional de los argentinos provoca principalmente los ataques de muchos españoles porque esa lengua no es el castellano puro” (énfasis en original). Es interesante notar que esta postura por parte de los propios hablantes rioplatenses todavía es evidente en el siglo xxi, como se muestra en (8) a (15). Asimismo, Bugel (2009: 2-3) señala la idealización del español peninsular, la supuesta homogeneidad de la lengua
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utilizada en España y los preconceptos relacionados con la corrección, precisión, generalidad y claridad de la lengua que describen sus participantes brasileros respecto de la variedad de español que debe enseñarse a los extranjeros estudiantes de esta lengua en Brasil. Paralelamente a lo anotado en el presente trabajo, Bugel explica que muchos de los hablantes brasileros en su estudio favorecen el español peninsular, indicando que dicha variedad es más fácil de entender o gramaticalmente más correcta que las variedades de español latinoamericano3. De la misma forma, mientras que en (15) el hablante se refiere al español madrileño, los ejemplos (12), (13) y (14) presentan el español de España como entidad homogénea y ausente de variación social, geográfica o política. Esto condice con lo que Bugel (2009) sugiere en su trabajo. En general, las actitudes negativas respecto de la lengua en la Argentina pueden verse como la consecuencia del discurso paternalista que presenta a España como la “madre patria” y a las naciones latinoamericanas como sus “hijas”4. Respecto de este punto, garcía Blanco (1952: 253) explica: Cierto también que ahí [en Buenos Aires] parece han dominado prejuicios antiespañoles, triste correspondencia de los prejuicios anti-americanistas que aquí dominaban y aun dominan. Todo eso se corregirá el día en que nosotros los españoles abandonemos la necia pretensión de seguir siendo, ni en lenguaje, ni en nada, la metrópoli, la madre patria, la que dirige y da la ley, y cesemos de ver en esas repúblicas hijuelas nuestras.
La escuela cumple un rol central en la transmisión de una cierta ideología con respecto a lo que se considera “lengua estándar”. De hecho, Lippi-green (1994: 167) comenta que –junto con los medios de comunicación, la industria del ocio, las corporaciones y el sistema judicial– el sistema escolar estadounidense forma parte de un “bloque dominante” que se encarga de establecer y divulgar la ideología de la lengua estándar (como la entienden Milroy/Milroy 1985). La importancia de la escuela en la enseñanza del “castellano puro” es notable en el ejemplo (8) (como recordatorio: “Nosotros el castellano lo hemos Para un tratamiento de cuestiones de lengua e identidad en la obra de Borges y Arlt ver el trabajo de Di Tullio (2011). 4 La importancia de la Real Academia Española como modelo a seguir y –de ser posible– “alcanzar” es clara en las palabras del presidente de la Academia Argentina de Letras, Dr. Pedro Luis Barcia. Refiriéndose a la compilación de una Historia de la Academia Argentina de Letras, Barcia (2002) explica: “El paradigma será, claro está, la Historia de la Real Academia Española, porque cuando uno es ambicioso, pobre y limitado, debe ser lo suficientemente inteligente para saber elegir los buenos modelos, y crecer y empinarse a su sombra, aun sabiendo que no alcanzará la altura y amplitud del árbol que lo ampara. Que nos valga aquello de que: ‘El que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija’. Que así sea” (mi énfasis). 3
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llevado hasta un dialecto. No se utiliza el castellano puro como lo aprendemos estudiando en el colegio”). El rol de la escuela aparece nuevamente recalcado en el comentario (16), donde la hablante reflexiona sobre la inconsistencia entre lo que se enseña en las instituciones escolares (en este caso, la forma pronominal tú) y el “uso popular” de los hablantes en interacciones habituales (el pronombre vos). (16) Yo hay una cosa que no entiendo muy bien de Argentina, que es por ejemplo: cuando nosotros vamos al colegio […] a nosotros no nos enseñan “vos” (“yo, vos, él”), nos enseñan “yo, tú, él”, ¿por qué nosotros seguimos repitiendo “vos”?… o sea, es como que tenemos una instrucción que te pone el “tú” y el uso popular que te usa el “vos”… eso es lo que no entiendo […]. No te enseñan “yo, vos, él, nosotros, ustedes, ellos”. (JM27)
Cabe advertir que las reflexiones de la hablante en (16) condicen con lo propuesto por garcía (2008: 2) sobre la estigmatización del voseo en el contexto escolar de la Argentina. Mediante “entrevistas informales” con docentes argentinos garcía observa “la existencia de una concepción del voseo como rasgo estigmatizado y relegado a los registros coloquiales”, agregando que la estigmatización del voseo “impediría su consideración como parte de una variedad estandarizada y, con ello, se restringe su enseñanza escolar”. Una posible explicación histórica a lo que se pregunta la hablante en (16) se encuentra en el trabajo de Alonso (1968: 119) que señala que, en el siglo xix, el gobierno nacional enviaba cartas a las diferentes instituciones escolares defendiendo la enseñanza del español peninsular por sobre el argentino. Esta ideología sigue en pie en el siglo xxi, tal como lo demuestran las palabras de la hablante de 27 años en el ejemplo (16). De hecho, Mar-Molinero (1997: 60) indica que los hablantes latinoamericanos todavía creen que existe una variedad correcta de la que sus propias variedades se han apartado. Según Mar-Molinero, esta actitud se desprende –entre otras cosas– de una larga tradición prescriptivista en el sistema educativo de las naciones latinoamericanas, incluida la Argentina. Por último, una de las entrevistadas en Buenos Aires, proveniente de Chaco, ofrece una perspectiva diferente respecto del español rioplatense –ejemplo (17)–. Esta vez, la variedad porteña se presenta como correcta y el idioma “del norte” se describe como falto de belleza y pureza. Nótese que los hablantes rioplatenses utilizan palabras similares para referirse a su propia variedad –cf. ejemplos (12) a (15). (17) Los porteños hablan bien. El idioma en el norte está atravesado. No es un lindo idioma. Porque hay mucho de argentinismos, hablamos de una manera que no es castellano puro. (KM30)
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La observación “No es un lindo idioma” en (17) refleja un mito registrado con frecuencia en las actitudes lingüísticas de los hablantes. Por ejemplo, giles y Niedzielski (1998) proponen que algunos idiomas –como el italiano y el francés– suelen generar emociones positivas en las personas que los escuchan, mientras que otros –como el alemán– tienden a ser vistos de manera negativa. El ejemplo (17) presenta una contraposición en el valor estético del español rioplatense y el “del norte” –el primero es el modelo a seguir y el segundo un dialecto “atravesado”–. Esta diferencia en las actitudes de hablantes de diferentes zonas en la Argentina ciertamente requiere un estudio detallado. Para resumir, el español rioplatense se describe como una variedad lingüística “deformada”, “desfigurada”, “desvirtuada”, “impura” y “manchada”. El hecho de que la mayoría de los entrevistados considere el español rioplatense como una variedad “contaminada” y no lo suficientemente “correcta” como para representar una forma estándar de la lengua sugiere que la noción de lengua estándar es en sí un constructo altamente ideológico, sujeto a variación sociopolítica. Mis resultados ofrecen soporte empírico para la dicotomía propuesta por Pennycook (2002: 22) entre lo puro/tradicional y lo impuro/híbrido que ha dominado la vida sociopolítica de muchas áreas colonizadas alrededor del mundo. Los datos analizados indican que el valor de la educación prescriptivista refuerza la dicotomía correcto/ incorrecto, oposición que a su vez es vista de forma diferente dentro y fuera de la región rioplatense. 5. Discusión Una de las tantas observaciones pertinentes a la discusión que aquí nos concierne se relaciona con la idea que muchos hablantes expresan respecto de la lengua como entidad externa a ellos mismos. De hecho, en su explicación sobre las diferencias esenciales entre la “teoría lingüística” y la “lingüística popular”, Preston (2002a: 63) sostiene que mientras que la primera se origina a partir del concepto de lengua como elemento cognitivo a nivel individual para luego extenderse a un nivel más alto como constructo social, la lingüística popular funciona de manera contraria. Es decir, una realidad platónica y externa al hablante en sí existe como lengua –por ejemplo, el español– y los hablantes que se relacionan con esta entidad externa que es la lengua hablan correctamente. Si bien el utilizar formas vernáculas es un símbolo de solidaridad entre hablantes de una misma variedad y tiende a ser aceptado en ciertos contextos informales, la incorrecta utilización del idioma en contextos menos informales suele verse como una infracción a las reglas impuestas por este sistema externo. En nuestros ejemplos, el hablante en (15) se refiere a la lengua peninsular como una variedad correcta y “formal”, reiterando que a la hora de ense-
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ñar la lengua a un extranjero la variedad a utilizar debe corresponder con lo que se emplearía en un contexto formal de uso. Cabe notar que la variedad rioplatense es utilizada ampliamente en varios registros –incluyendo los formales– pero, para este hablante, la noción de formalidad parece ir de la mano con la de corrección y la corrección (o “lo mejor dicho”) –según se describe en (15)– no es una característica del español rioplatense argentino. Los conceptos de prestigio lingüístico explícito (overt) y encubierto (covert) son fundamentales para entender las diversas orientaciones que los hablantes muestran respecto de la lengua en general y en la región rioplatense argentina en particular. Schneider (2007: 314), por ejemplo, sostiene que las dos nociones de prestigio se relacionan con la existencia de un estándar (generalmente escrito) y una forma vernácula (generalmente hablada). Schneider explica que mientras que las reglas prescritas por academias y otros organismos autorizados tienden a llamar la atención en el discurso público, el prestigio encubierto que conlleva utilizar ciertas formas lingüísticas vernáculas es mucho más poderoso que el discurso prescriptivista y tiende a influir la estructura lingüística a través del acto comunicativo. La propuesta de Schneider (2007) nos permite explicar la postura de los hablantes en cuanto a la existencia de una variedad típicamente rioplatense, que los hablantes denominan “argentina” y otras variedades de lengua. La postura popular prescriptivista se orienta a la norma peninsular en general, presentando así lo vernáculo de la región rioplatense –y de acuerdo con los hablantes representativo de la Argentina en general– como una desviación de cara al español peninsular5. Como se notara en la introducción al presente capítulo, la noción de lengua estándar es compleja. Las actitudes de los hablantes ofrecidas en este trabajo ponen en evidencia su ambivalencia en cuanto a qué variedad constituye el estándar en la región rioplatense argentina. volviendo a la propuesta de Bucholtz (2001) introducida en el apartado 1, existen dos valores asociados con el concepto de lengua estándar: término no marcado y elemento de poder. Las actitudes de los hablantes aquí presentadas ejemplifican esta dicotomía. Por un lado, la variedad rioplatense se entiende como la variedad estándar propia de Argentina –ver ejemplo (3)–, por otro lado, la cuestión de autoridad parece más compleja. Si bien los hablantes reconocen que ciertos elementos lingüísticos –denominados “modismos”– representan El valor normativo del español peninsular es claro en otros ámbitos lingüísticos. Por ejemplo, Bradford (2009: 230) señala que dentro del campo de la traducción literaria el español peninsular sigue siendo la norma a seguir, formando lo que la autora llama un “género discursivo transnacional” (mi traducción). Además, Bradford (2009: 246) afirma que la elección de ciertos ítems léxicos en una serie de traducciones literarias pone en evidencia el carácter conservador del género; por ejemplo, mediante la creación de una “persona lingüística” que no admite el uso de rasgos propios del español argentino, como el voseo (ver también Blanco 1994: 96). 5
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a la variedad rioplatense argentina –ver ejemplos (4), (5), (6) y (7)–, se cuestiona si esta variedad lingüística sudamericana puede de alguna forma representar autoridad. Las actitudes de varios hablantes apoyan la postura de que la lengua “correcta” o “pura” es la que se encuentra en la Península y la que debe ser enseñada, tal como lo nota garcía (2008: 4): “La escuela argentina reguló desde sus inicios en 1880 el espacio de circulación de los saberes y también de la lengua. Este español, regulado por el Estado-nación desde la ley 1420, encontraba y encuentra todavía hoy su referencia en la Península”. Esta situación refleja la observación de Mar Molinero (2004: 5) respecto de la conexión ambigua e inestable entre el lenguaje y la noción de identidad nacional en Latinoamérica. volviendo a la propuesta de Schneider (2007) en cuanto a las variedades lingüísticas poscoloniales, al comienzo del capítulo se propuso que la Argentina del siglo xix podría ubicarse en la fase 3 (nativización) ya que los intelectuales de aquella época expresaban un claro rechazo de la lengua de España –ver ejemplo (2)–. Sin embargo, las actitudes de los hablantes analizadas en este estudio no parecen indicar una “liberación” total de la norma peninsular sino que, en muchos casos, dicha norma se presenta como el estándar a seguir. La situación lingüística argentina es paradójica: por un lado, existen una serie de rasgos lingüísticos (por ejemplo, el llamado “yeísmo rehilado”, la entonación y el voseo) que cumplen el rol simbólico de señalar una cierta identidad rioplatense y argentina6. Sin embargo, por otro lado, la mayoría de los argentinos entrevistados en este estudio muestran una actitud conservadora al defender un estándar que reside fuera del país, en España. Es más, muchas de las opiniones respecto de la variedad local parecen relacionarse con lo que Schneider (2007: 56) llama “tradición de la queja”. Las actitudes ilustradas en los ejemplos (8) a (16) ponen en evidencia dicha tradición en la Argentina. Esta ambivalencia respecto de la lengua muestra la existencia de estándares dobles (cf. Rodríguez Louro 2008). 6. Conclusiones Establecer dónde reside la autoridad lingüística en la Argentina es particularmente complejo debido a la situación descrita en este capítulo; es decir, la percepción de lengua estándar por parte de muchos de los hablantes rioplatenses como una variedad hablada en España. En su página de internet7, la Academia Argentina de 6 ver, en el presente volumen, los trabajos de Rohena-Madrazo sobre el yeísmo rehilado (sección i, cap. 2), de gabriel et al. sobre la entonación (sección i, cap. 5) y de Carricaburo sobre el voseo (sección ii, cap. 2). 7 .
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Letras señala como uno de sus fines el “velar por el uso correcto y pertinente de la lengua” y esta preocupación por el uso correcto del idioma se refleja también en las actitudes de los hablantes rioplatenses. No obstante, de acuerdo con las actitudes de dichos hablantes, la variedad de español rioplatense argentino no parece tener autoridad suficiente como canon de “corrección”. De hecho, algunas de las actitudes analizadas en el apartado 4 muestran que los entrevistados entienden el español peninsular como una entidad invariante y dotada de un grado de corrección, pureza y autoridad ausente en la variedad argentina. Esta visión del español peninsular como variedad lingüística modelo refleja la base política y cultural de los diferentes grupos humanos y se relaciona con lo que Anderson (1991) denomina “comunidades imaginarias”. Esto es, las actitudes de los hablantes aquí analizadas no ocurren al azar sino que son el producto de una serie de mitos y creencias que se basan en siglos de normas prescriptivistas en el sistema educativo imperante y surgen de los círculos culturales que dominan el ámbito político en general y tienden a residir en Europa (Mar-Molinero 1997: 60). Asimismo, la existencia de la Real Academia Española y la dependencia que la Academia Argentina de Letras todavía presenta respecto de la institución en España contribuyen a esta visión8. La dinámica que concierne la variedad de lengua estándar en Argentina es ciertamente compleja. En este capítulo hemos observado actitudes de hablantes rioplatenses que presentan a España como la variedad canónica a seguir. Resta investigar las actitudes lingüísticas de los argentinos fuera de la zona rioplatense. El comentario en (17) ofrecido por una oriunda de Chaco indica que dichos hablantes tienden a adjudicar prestigio, belleza y corrección a la variedad rioplatense por sobre sus propias variedades, proponiendo una situación aun más compleja respecto de las actitudes lingüísticas existentes en la Argentina del siglo xxi. Es imperante establecer –mediante un estudio exhaustivo de las actitudes de los hablantes en cuanto a su lengua y utilizando una variedad de métodos– cuáles son las diferencias y similitudes en todo el territorio argentino. ¿Por qué estudiar las actitudes lingüísticas de los hablantes? En su monografía sobre actitudes lingüísticas, garrett (2010: 15) explica que la importancia del estudio de actitudes respecto de la lengua radica en que estas nos permiten explicar el cambio y la variación lingüística y se vinculan –por ejemplo– con una serie de fenómenos sociales y psicológicos conectados con la forma en la que nos posicionamos socialmente en relación con otras personas y comunidades. Las actitudes notadas en este trabajo indican que existe en la Argentina de hoy un conjunto La Academia Argentina de Letras “fue creada por decreto el 13 de agosto de 1931. Desde su comienzo mantiene estrechos vínculos con la Real Academia Española en carácter de Correspondiente” (acceso a la página de la Academia Argentina de Letras el 30-09-2010). 8
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de actitudes negativas respecto de la lengua hablada en Buenos Aires y –aunque representado en menor medida en el corpus aquí analizado– en otras regiones argentinas. Estas actitudes se encuentran situadas dentro del contexto político, social e histórico de la Argentina y es importante evaluar y –en lo posible– rever por qué la lengua en la Argentina todavía carece de autoridad y prestigio. Como se estableciera en el apartado 4, la escuela y los libros de texto parecen tener un rol importante en esta situación de desprestigio, pero resta investigar la cuestión en detalle. Por el momento, y para terminar con una nota optimista, el comentario a continuación resume –aunque continuando con la idealización de la lengua como entidad homogénea e invariante– uno de los posibles desarrollos del español argentino en los años venideros, tal como lo ve una de las hablantes de la muestra. La evaluación crítica pone de relieve el potencial del español de la Argentina para tener “estatus propio” (es decir, autoridad). El tiempo dirá. Creo que “español” o “castellano” no describen correctamente el idioma que hablamos. Español o castellano es como una transición pero que va a llegar un momento, o tendría que llegar un momento, que lo que nosotros hablamos tenga algo, una denominación, un estatus propio. No sé, argentino (como los italianos hablan italiano). En capital y gran Buenos Aires es porteño. El idioma nacional podría ser argentino, el idioma de la Nación argentina, podría ser. (MM59)
Sección V Análisis del discurso
Capítulo 1 iNTRoDUCCióN: EL ANÁLiSiS DEL DiSCURSo, SU oRigEN Y EXPANSióN maría laura pardo CoNiCET/Universidad de Buenos Aires
1. Introducción El Análisis del Discurso (AD de aquí en más) es, para muchos, una disciplina dentro de la Lingüística funcional y, para otros, una disciplina en sí misma. Esta, como tal, comienza aproximadamente en la década de los sesenta y pone el énfasis en el lenguaje en uso, en su contexto y, por esto mismo, en la comunicación. En los sesenta, América Latina estaba bajo la influencia de la Sociolingüística Laboviana y, por ende, del estructuralismo (es decir, del positivismo). En general, las investigaciones realizadas bajo la Sociolingüística Laboviana y la Filología llegaban, como mucho, al plano morfológico. El pasaje al texto supuso el abandono de estas corrientes. Sin duda, el trabajo más importante sobre los límites de la variable sociolingüística es el de Lavandera (1978). La aparición del AD también implicó un cambio epistemológico, de paradigma: el pasaje del positivismo al interpretativismo. Si bien el interpretativismo es muy anterior (década de los cincuenta), en la Argentina y el resto de América Latina, coincide con el fin de las dictaduras militares (década de los ochenta) en estos países. La excepción es Chile, que seguiría bajo régimen militar por varios años más. En el postestructuralismo (la última etapa del positivismo) la investigación es deductiva, parte de una hipótesis general, la que, mediante una metodología cuantitativa, es validada o refutada; tiene pretensión de objetividad por parte del investigador, con la idea de que los resultados pueden generar leyes generales, válidas para cualquier universo, sin tener en cuenta los contextos sociales particulares. El interpretativismo se contrapone al proponer una investigación inductiva, que parte de los datos para generar teoría, que reconoce la intervención continua del investigador en lo que se analiza, por lo que se acepta la subjetividad (doble hermenéutica); no hay hipótesis porque no hay nada que corroborar (a veces pueden mencionarse hipótesis teóricas que surgen de una investigación exploratoria); la metodología es cualitativa, los estudios son solo de caso, no se pretenden leyes generales, sino que se entiende que las investigaciones son válidas solo para el momento histórico, el lugar y los individuos bajo análisis. otra de las diferencias
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que presenta respecto de los estudios positivistas es que solo se trabaja con corpus producidos por hablantes reales y en situaciones espontáneas. El uso de historias de vida y entrevistas también debe ser realizado en las condiciones más informales posibles. El positivismo, en cambio, muchas de las veces trabaja con datos inventados por el mismo analista, o bien, como suelen hacerlo algunos gramáticos, con oraciones de la literatura. En aquellos casos en que se usan datos reales, en general, se limitan al análisis del contexto mediato (fragmentos), por lo que no suelen pasar de la oración. Sin embargo, el corte no es tan categórico: el pasaje del postpositivismo al interpretativismo no ha sido ni es fácil, y una mezcla de ambos se da muchas veces en la forma en que se encaran las investigaciones. Esto mismo sucede en el AD en cuanto a la diferenciación de planos (fonológico/sintáctico/morfológico/textual) y aún hoy conviven estudios dentro de esta rama en los que confluyen unidades de análisis muy diferentes. Basta observar algunos de los trabajos presentados en este libro (véanse los comentarios y el cuadro al final de este capítulo). Una de las posibles explicaciones de este fenómeno quizá se encuentre en que, en Latinoamérica, el AD tiene su origen en diferentes corrientes, especialmente de Europa y Estados Unidos , cuyas concepciones sobre qué es el discurso y cómo debe estudiarse son muy diversas (Maingueneau 2011). Según van Dijk (2011), los estudios del discurso (que es el término con el que él denomina al AD) han sido multidisciplinares desde sus orígenes, ya que: emergieron de la Antropología con la Etnografía del Habla, de la Sociología con el Análisis de la Conversación, de la Lingüística con la gramática del texto, de la Psicología con la investigación sobre procesos mentales de comprensión, y se posicionaron junto con la Semiótica y la Pragmática, como otra transdisciplina de las Ciencias Sociales y Humanas (van Dijk 2011: 27).
No obstante, y tal como este mismo autor sostiene, muchos de los desarrollos que se dieron en estas disciplinas madres no son en sí mismos multidisciplinares, en gran parte porque el Análisis de la Conversación se separó del AD, la Psicología no tuvo una gran prominencia en el AD y la Sociolingüística debió redefinirse, de modo tal de apartarse de la concepción laboviana para poder ingresar en el AD. otro tanto sucedió con los estudios cognitivos. 2. El Análisis del Discurso en América Latina En América Latina, el AD tuvo una gran influencia de investigadores de otras disciplinas: filósofos como Grice, Searle, Austin; antropólogos como Bateson, Hymes; sociólogos como Goffman, Pêcheux, Garfinkel, Foucault, Althusser, si
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bien sus impactos en los países latinos fueron muy diferentes. La obra de Pêcheux, como la de Althusser y Lacan, influyó fuertemente en Brasil, y en menor escala en Argentina, Chile, venezuela o Colombia. De allí que, si bien –como sostiene Maingueneau (2011)– esta corriente se inscribe en la Lingüística, a diferencia de la de Foucault, el resultado es que hoy en día en Brasil prima, y mucho, el Análisis de Contenido. Por otro lado, así como sucedía en Francia, en la Argentina el interés por el AD estuvo vinculado con el estudio del discurso político. Probablemente porque tanto en Argentina como en América Latina coincide con el despertar de la democracia después de años de dictaduras, tal como lo comenta Pardo: Algo que enriqueció a nuestro paradigma latinoamericano en su desarrollo fue su contacto con la política, lo económico y lo social. Los frutos pudieron verse en los discursos que emanaban de los académicos de carácter crítico y comprometido (2010: 186).
En cuanto a la Lingüística, la corriente más influyente en este continente fue la europea. Teun van Dijk, sin duda, hizo que el AD se difundiera por toda Latinoamérica desde sus famosas conferencias en Río Piedras. otros dos investigadores europeos también tuvieron una fuerte impronta: Ruth Wodak y Norman Fairclough. van Dijk también contribuyó a la creación de la actual Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso (ALED) en 1995, de vital importancia en el campo de la investigación y difusión discursiva para nuestros países. Hoy en día, además, otros autores de diferentes procedencias son referentes indiscutidos en trabajos de AD: voloshinov, Halliday, Charaudeau, Fant, Maingueneau, Beaugrande, Dressler, Kristeva, Dressler y Zimmermann, Hodge y Kress. Es importante recalcar que desde la creación de la ALED hay un gran intercambio entre académicos latinoamericanos, ya que se realizan no solo congresos bianuales de la ALED en diferentes países, sino congresos nacionales en cada uno de ellos que sirven para fortalecer los lazos entre los investigadores y el flujo de la información. Si bien muchos de ellos tienen formación europea o estadounidense, han sido precursores de un cambio que lleva ya más de una década y que apunta a ir dejando la replicación de modelos o teorías no latinoamericanas para dar paso a teorías propias y a una profunda preocupación por problemas que nos conciernen particularmente de este lado del mundo. Desde el comienzo de la democracia, el análisis del discurso político fue uno de los ejes centrales de las investigaciones latinoamericanas. Así, se abordaron los procesos dictatoriales, la desaparición de personas o las etapas de democratización (Lavandera 1986; Bolívar/Kohn 1999; Pardo 2001a; Berardi 2003;
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Burdach/Samaniego 2009; Molero de Cabeza 2009; Bietti 2010), el discurso sobre la pobreza1 (Pardo Abril 2008; Pardo 2008; Montecino 2010; garcia da Silva/Pardo Abril 2010; Coraccini 2011) y los conflictos armados, como el caso de Colombia o el de la guerra de Malvinas (Pardo Abril 2007; Pardo/LorenzoDus 2010), entre otros. También el estudio del discurso de los medios masivos de comunicación cobró una vital importancia (Fonte 2002; Raiter/Zullo 2008; Carbó 2009; Molina 2010; Santander Molina 2010; D’Angelo 2011; Pardo y Buscaglia 2011). otra temática fundamental es la de discurso y educación. Esto abarca la enseñanza en diferentes niveles educativos, la enseñanza de lenguas maternas y extranjeras (Uyeno/Cavallari 2011), el discurso de profesores, maestros y alumnos (garcia et al. 2010) la violencia en el aula e incluso el discurso académico como género (Parodi 2008; Harvey 2009). De este modo, el AD toma un componente crítico que se vuelve una forma de entender y comprender la propia historia. También ha habido un importante desarrollo teórico-metodológico, como puede verse en estos libros: Un modelo lingüístico para el análisis integral de discursos (Reyes/Pardo Abril 1991); Teoría y metodología de la investigación científica. Método sincrónico-diacrónico de análisis lingüístico de textos (Pardo 2011); Cómo hacer análisis crítico del discurso (Pardo Abril 2007); Análise de discurso crítica (Melo Resende/Ramalho 2011). 3. El Análisis del Discurso en la Argentina El AD en la Argentina siguió el mismo rumbo que el latinoamericano: fue dejando de lado los estudios labovianos, que hasta ese entonces eran la rama de mayor interés en el país, para dar paso a otro tipo de investigación menos estructuralista, apartándose del generativismo que esta línea conlleva. Las investigaciones comenzaron, pues, a volcarse a una mirada más funcional sobre la lengua, que permitiera articular lo social con lo discursivo en planos que superaran ampliamente a la morfología, haciendo de su unidad de análisis no solo el texto, sino también su contexto situacional y más recientemente su contexto histórico, político y cultural. Esto llevó a la adhesión del paradigma epistemológico interpretativista, a que, por lo tanto, la metodología fuese eminentemente cualitativa, generando así teoría
1 En el año 2005, se creó la Red Latinoamericana de Análisis del Discurso de la Pobreza, que nuclea a investigadores de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, venezuela y México, y realiza coloquios anuales en diferentes países con el fin de discutir la agenda de trabajo e investigación que se pauta año a año. Esto ha servido para hacer visible esta problemática, hacer tomar conciencia de ella a la ciudadanía y buscar soluciones a la vez que prácticas sociales concretas.
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especialmente desde el dato (conocimiento inductivo). De cualquier modo, siguen coexistiendo hipótesis a verificar en estudios supuestamente inductivos o que continúan dándole poca prioridad al pasaje de la oración al texto, o trabajando con representaciones discursivas que no logran ser bajadas al texto en sí y, sobre todo, dan origen a una mezcla de análisis de contenido con poco análisis lingüístico que, además, otorga poca relevancia a la relación entre texto, género y contexto social. Podría decirse que el AD en Argentina es una gran mezcla de métodos y posiciones teóricas que recorren distintos paradigmas dentro del positivismo y el interpretativismo. Es llamativo, pero aún hoy no existe un trabajo que dé cuenta de la historia del AD en la Argentina. Apenas existen comentarios sobre su devenir en América Latina y en nuestro país (Pardo 2002, 2010; Pardo/Lorenzo-Dus 2010; Londoño Zapata 2011). Por esta razón, intentaré, aunque brevemente, hacer un recorrido de algunas de las investigaciones que surgieron en el campo del AD, el que, como en toda reseña, no es exhaustivo ni muestra la complejidad de la red académica que alcanzó este campo en nuestro país. El AD comienza a desarrollarse en la Argentina luego del advenimiento de la democracia en el año 1983. Los estudios estuvieron centrados en el discurso político, especialmente, en los discursos presidenciales (Lavandera 1986; Sigal/verón 1986; garcía Negroni 1988). Años más tarde (alrededor del 2004), comenzaría una reflexión acerca de si debía continuar dándosele la palabra a quien de por sí tenía todos los medios masivos a su alcance o si no era mejor darle voz a los llamados “sin voz” (pobres, pueblos originarios, minorías étnicas, o cualquier otro grupo que sufriera discriminación). Esto provocaría un importante cambio de eje en las investigaciones sobre discurso político. Trabajos sobre estos sectores de la población comienzan a aparecer lentamente en el horizonte de estos estudios discursivos. Una década más tarde, en el año 1995 ocurrían dos hechos importantes para el AD en Argentina: 1) la creación de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso regional Argentina (ALEDar) y 2) la regularización de la Sociedad Argentina de Lingüística (SAL). ALEDar, en los últimos años, ha mostrado ser uno de los congresos de mayor convocatoria en el país. isolda Carranza, desde Córdoba, participó activamente en la expansión del AD, no solo como profesora e investigadora, sino también como delegada regional, desde el 2007 hasta el 2011, y responsable de la organización de varios encuentros que permitieron la reunión de estudiosos del discurso de todo el país. El último se realizó en villa María, Córdoba, en 2011, y contó con la participación de referentes latinoamericanos del AD. En cuanto a la SAL, su reorganización permitió que se reiniciaran los congresos, prácticamente ausentes durante la dictadura, y se comenzara a convocar a
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nuevos socios. El congreso pionero de la SAL fue el que tuvo como temática central a la oralidad. Este se llevó a cabo en Tucumán en 1996, bajo la presidencia de Magdalena viramonte de Ávalos y contaba como su organizadora a Elena Rojas Mayer. Ya entonces, se percibe el viraje de la mirada variacionista a la discursiva en los tópicos elegidos como ejes del congreso: la oralidad y los medios de comunicación (Ávila de Jalil 1998 Alonso de Rúffolo 1998); la pragmática y el análisis del discurso (ghío/iglesia 1998) Fernández, 1998); y la enseñanza y aprendizaje de la lengua materna (Cortés 1998; Colantoni/Marcovechio 1996). La problemática educativa ha sido, desde siempre, materia de investigación en los estudios de AD desde diferentes ángulos y perspectivas. El discurso oral sigue hoy concitando un gran interés en los lingüistas argentinos. En La Plata, Luisa granato cuenta con un grupo de colaboradores que investigan la oralidad y la conversación (granato 2009) en estudios comparativos con el habla de Chile en los que trabaja, especialmente, con Ana María Harvey. volviendo al trabajo sociolingüístico y luego discursivo desarrollado por Elena Rojas Mayer, se destaca una de sus discípulas, Elena Cohen de Chervonagura, quien, en los últimos años, investiga sobre lenguas en desaparición, inmigración y análisis del discurso de la comunidad judía en Tucumán (Cohen de Chervonagura 2011). Asimismo, en relación con la cuestión educacional, se destaca la creación de la Cátedra Unesco para la lectura y escritura en 1996. La presidente de esta Cátedra en América Latina fue María Cristina Martínez de Calí, de Colombia, mientras que para la regional de Argentina fue Elvira Arnoux. Actualmente, esta regional es presidida por Liliana Cubo de Severino. Arnoux, mediante un marco teórico basado en teorías francesas, investiga en las áreas del discurso didáctico, el discurso político y políticas lingüísticas (Arnoux/Bein 2010), mientras que Cubo de Severino (2005) investiga, especialmente, la comprensión lectora. Discípula de Kovacci, guiomar Ciapuscio y su equipo estudian el discurso de la ciencia como género, desde una perspectiva con fuertes aportes de la lingüística del texto alemana (Ciapuscio 2010; Ciapuscio et al. 2010). otra teoría que se imbricó con el AD es la corriente Sistémico Funcional de Halliday. Muchos son sus adeptos en nuestro país. Esta adhesión proviene de la enseñanza universitaria de esta propuesta, que tiene una fuerte impronta gramatical y discursiva. En Santa Fe y dentro de los lineamientos de la Lingüística Sistémico Funcional, se encuentran los equipos de investigación de la actual presidenta de la Asociación Sistémica Funcional de América Latina (ASFAL), Elsa ghío, y de la profesora María Delia Fernández. A pesar de las críticas recientes a esta teoría realizadas por van Dijk –véase la entrevista hecha por Londoño Zapata a van Dijk (2009), en especial referidas a los conceptos de campo, tenor y modo–, esta mantiene su vigor y vigencia no solo en nuestro
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país sino también en América Latina. Menéndez se alinea con esta tradición sistémica, a la que le agrega su impronta mediante lo que él denomina Análisis estratégico del discurso (AED). Un excelente ejemplo del aporte que realiza es su capítulo en este mismo libro y sección. otra línea, deudora, en gran parte, de la Sistémica Funcional, es la Lingüística Crítica, precursora también del Análisis del Discurso con una perspectiva crítica (ACD). Alejandro Raiter es un claro exponente de la Lingüística Crítica. él y su equipo han sido importantes diseminadores de esta corriente, que sostiene que las diferencias lingüísticas asociadas a las sociales, que implican desigualdad de oportunidades y de acceso a los beneficios del trabajo, ayuda a mantenerlas y perpetuarlas (cf. Raiter et al. 1999). Pardo orientó sus estudios del discurso hacia el ACD. Esta corriente de raigambre europea tiene como fundadores a Fairclough, Wodak y van Dijk. Muchos de los estudios de AD, hoy en día, podrían ser considerados ACD. La preocupación central de estas investigaciones radica en el abuso de poder al que suelen estar sometidos sectores de la sociedad. Especialmente, Pardo ha trabajado en Discurso Legal (Pardo 1992, 1996, 2001b) y político (Pardo/Noblia, 2000; ortiz et al. 2003) enmarcando en este último sus trabajos sobre discurso y pobreza (Pardo 2008). Zoppi-Fontana también trabaja con una orientación crítica, aunque en la ciudad de Campinas, Brasil, y continuamente dicta cursos de posgrado en la Universidad de Buenos Aires. Su visión viene imbuida de la influencia que las obras de Pêcheux y Lacan tuvieron en Brasil. Sus trabajos se orientan al discurso sobre pobreza, discurso legal y memorias discursivas (Zoppi-Fontana 2004). Menéndez, Raiter, Pardo, Zoppi-Fontana y María Martha garcía Negroni pertenecen a la escuela de Beatriz Lavandera, pionera de los estudios discursivos y de la introducción de Halliday y van Dijk en la Argentina. Los últimos cambios producidos en el AD han sido: a) la incorporación al análisis de la imagen y b) los estudios sobre nuevas tecnologías o la comunicación mediada por computadora (CMC). Los primeros se vinculan con la aparición de la teoría multimodal. Estas investigaciones se han visto reflejadas en los dos últimos congresos de ALEDar. En Argentina se han desarrollado métodos alternativos a los provenientes de Europa (D’Angelo 2010, 2012; Menéndez 2012), el de D’Angelo, especialmente, orientado para hacer accesibles los audiovisuales a personas sordas o ciegas. Respecto de los segundos un referente en nuestro país y en América Latina es valentina Noblia. Ella ha estudiado la CMC en varios de sus subgéneros, como chats, mails, fotologs en textos en español (Noblia 2000, 2009). Las profesoras Mabel giammatteo e Hilda Albano desarrollan su trabajo en el área del discurso, pero con una sólida impronta gramatical anclada en la tradición hispánica. Sin embargo, sin dejar de lado dicha impronta, en este libro y sección estudian también el discurso del Facebook (véanse comentarios a este trabajo más adelante en este capítulo).
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Los cambios son incesantes. Resta explicar varios de ellos, pero esto es solo un inicio de un proyecto que debería desarrollarse en el corto plazo: generar un espacio común que permita dar cuenta de la riqueza y diversidad de los estudios del discurso en nuestro país. 4. El Análisis del Discurso en esta sección Este es un libro peculiar, en tanto todos los trabajos tienen un corpus de ejemplos o textos que responden a materiales recogidos en Argentina, aunque muchos de sus autores viven fuera de este país. Es importante señalar que el hecho de que los textos, orales o escritos, utilizados en estos trabajos hayan sido recolectados en Argentina muestra la preocupación que estos investigadores tienen por utilizar usos naturales de la lengua, lo que, a su vez, evidencia su interés por el AD, en tanto buscan analizar ejemplos en situaciones reales. Los artículos aunados en esta sección exponen diferentes corpus, unidades de análisis, formas distintas de ejemplificación, que los muestran más cerca o lejos del paradigma interpretativo en el que se encuentra el AD que desarrollan2. En el capítulo 2, Francisco ocampo analiza el paradigma viste/vio en conversaciones espontáneas. La investigación se basa en 290 ejemplos tomados de ocho horas de conversaciones informales con un total de 28 hablantes (12 hombres y 16 mujeres, sus edades van de los 7 a los 75 años), nacidos y educados en La Plata, Argentina. El corpus que enmarca dichas conversaciones es más amplio, ya que contiene 20 horas de conversaciones, con un total de 36 hablantes platenses. Las grabaciones se hicieron en 1986 y 1987. Los hablantes forman una red social de amigos o parientes de los investigadores y los intercambios orales tuvieron lugar durante cenas, almuerzos o reuniones informales. ocampo plantea como hipótesis que las formas léxicas viste/vio tienen origen en el verbo latino vĭdĕre, con el significado central de ‘percibir por la vista’. Ocampo sostiene que los usos discursivos se desarrollan a partir de este significado y postula cómo se da la evolución de las formas viste/vio de verbo a partícula discursiva. El sentido transmitido por estas formas son mensajes que se infieren a partir del significado ‘percibir por la vista’, el cual desaparece en los estadios más avanzados. Este desarrollo forma parte de un proceso más amplio de cambio que comprende cuatro movimientos: gramaticalización, degramaticalización, recodificación y discursivización. Podemos, entonces, comprender, gracias a este trabajo, el proceso que va desde un uso anclado en la gramática a otro solo asible en el discurso. La lectura se hace amena por la claridad con que ocampo explica 2
Véase el cuadro final de este artículo.
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este desplazamiento del verbo a partícula discursiva y por la ejemplificación que realiza con el mencionado corpus. Se trata de un análisis de los verbos-partículas en fragmentos elegidos en las diferentes conversaciones, por lo que se tiene en cuenta el contexto mediato (fragmentos). En el capítulo 3, Mabel giammatteo e Hilda Albano indagan, mediante un amplio corpus basado en algunas formas textuales que, hoy en día, nos ofrecen las nuevas tecnologías, el vínculo entre estos textos y la vigencia y renovación del español coloquial de Buenos Aires. Estas formas están relacionadas, por un lado, con el voseo y las fórmulas de tratamiento, y, por otro, con los usos pronominales, para finalizar con la supervivencia y vitalidad de voces tradicionales provenientes del lunfardo, extranjerismos y el surgimiento de nuevos vocablos y expresiones, sobre todo en el cronolecto adolescente. No mencionan hipótesis, dado el carácter cualitativo-interpretativo de esta investigación. El corpus está conformado por muestras extraídas de dos de los géneros que se desarrollan en la Web: fotologs y Facebook. Ambos corpus cuentan con imágenes que de hecho predominan por sobre la escritura. La importancia de estos sitios, para giammatteo y Albano, es que constituyen muestras con un alto grado de espontaneidad, ya que sus productores, por lo general, no corrigen lo que escriben. En su gran mayoría, los usuarios, tanto jóvenes como adultos, se encuentran en plena actividad y pertenecen, por tanto, a las capas más dinámicas de la sociedad. La ejemplificación se desarrolla mediante casos seleccionados que se presentan como una muestra representativa de la dinámica de la lengua en relación con distintos aspectos fonológicos, morfosintácticos y léxicosemánticos propios del español de Buenos Aires. Estos ejemplos también, como sucede con el trabajo de ocampo, están insertos en fragmentos discursivos, por lo que el contexto analizado es el situacional. El aporte de este trabajo es que se trata de un análisis detallado de las formas lingüísticas del español en nuevos contextos, que presentan un desafío a la hora de trabajar la noción de género y la cuestión etnográfica. En el capítulo 4, María isabel Kalbermatten realiza un estudio de las funciones de la ironía verbal a través del análisis discursivo y etnometodológico de conversaciones espontáneas realizadas entre hablantes de la ciudad de Santa Fe en Argentina. Para tal fin, la autora analiza fragmentos de diez conversaciones informales entre hablantes de la ciudad de Santa Fe, las que fueron grabadas y transcriptas de acuerdo con las convenciones de algunas teorías del AD. El análisis discursivo de las instancias irónicas se realiza también mediante estas conversaciones espontáneas. Se busca mostrar empíricamente que la ironía verbal es usada con diferentes propósitos en la conversación. El análisis lingüístico revela que el uso de la ironía es una estrategia discursiva mediante la cual los hablantes evitan la crítica directa hacia otra persona, mover a la risa y controlar
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sus emociones. En términos de Brown y Levinson, no hacer ostensible el ataque discursivo. Kalbermatten toma también en cuenta las diferencias de género en el uso de la ironía, siguiendo los lineamientos constructivistas y colocando su trabajo expresamente en el interpretativismo, y explica: Los construccionistas consideran que el género no es un atributo de los individuos sino un modo de darle sentido a las transacciones sociales. Además, ellos estudian la conversación porque consideran que el uso del lenguaje es uno de los dominios donde el género es coconstruido por los hablantes. Siguiendo este enfoque construccionista, en un futuro trabajo voy a investigar si el uso de la ironía verbal en el presente corpus (re)produce las relaciones de poder y el actual orden de género.
También hace hincapié en que los participantes de su investigación son miembros de un grupo socioeconómico y de un dialecto particular del español, y que los resultados presentados aquí no pueden ser generalizados al resto del área de la ciudad de Santa Fe. Su trabajo resulta sumamente claro y no solo da cuenta de sus conocimientos discursivos, sino también metodológicos, un hallazgo más que interesante que no suele aparecer con mucha asiduidad en los artículos de AD. En el capítulo 5, Martín Menéndez busca establecer las relaciones interdependientes entre estrategias discursivas, registro y género dentro del marco del Análisis estratégico del discurso (AED). Menéndez sostiene que: el funcionamiento sociohistórico de los discursos debe explicarse en términos estratégicos, esto es, a partir de la combinación de diferentes clases de recursos de naturaleza gramatical y pragmática o semántico-discursiva.
El supuesto que subyace es que, mientras las lenguas son descritas gramaticalmente como sistema de recursos para significar, el AED lo hace como conjunto de estrategias discursivas para interpretar. Su investigación se encuadra en la lingüística sistémico-funcional. El AED adopta una perspectiva pragmáticodiscursiva que contempla tres aspectos complementarios: gramatical, discursivo y crítico. A su vez, el AED distingue cuatro unidades de análisis, también complementarias: cláusula, texto, discurso y serie discursiva. Menéndez toma una serie discursiva para analizar, a la que denomina: “Discurso del instituto de Filología (1922-1990)”. A su vez, dentro de esta, elige una subserie vinculada con los discursos inaugurales del instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires en 1923. Se trata de dos discursos, uno de Rojas, que entonces era decano de la Facultad y propulsor del proyecto que permitió la fundación de ese centro, y otro de Américo Castro, a quien eligió como primer director.
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Si bien el autor toma como unidad mínima de análisis a la cláusula, el pasaje de esta al texto se hace mediante los recursos cohesivos. Por lo que el texto es “la unidad gramatical” sobre la que se funda su análisis. El trabajo busca demostrar la pertinencia del análisis estratégico, que pone en relación el conjunto de recursos que provee tanto la gramática como la pragmática para dar cuenta del movimiento estratégico que caracteriza el proceso discursivo. Para Menéndez, además, es importante mostrar la interacción efectiva de los dispositivos estratégicos con el registro y el género. En relación con la subserie analizada puede claramente detectarse la tensión existente en el momento de la inauguración del instituto de Filología del nombramiento de un español como director de un centro de investigación de un país latinoamericano. El aporte de Menéndez no queda solo en el plano del discurso, sino también en el metodológico, al proponer una nueva manera de encarar el discurso con su método, AED, que busca completar, aunque él no lo mencione, la teoría de Halliday, brindándole el aspecto estratégico cuya ausencia tanto se le ha criticado al autor inglés. Podríamos decir, entonces, que los artículos, tal como se han ido comentando, van de un análisis de menor alcance en relación con la totalidad del texto a otros más complejos que incluyen más de un discurso de varias personas. En la Tabla 1, podemos visualizar rápidamente esas diferencias: Como puede apreciarse en el cuadro, podríamos plantear un paralelo entre el desarrollo del AD en la Argentina y el de esta sección. Los trabajos, tal como fueron expuestos en este capítulo, van desde unidades de análisis más acotadas como un verbo o partícula discursiva, pasando por fórmulas de tratamiento, un tipo especial de acto de habla como es la ironía, hasta una serie de discursos dados en una misma situación comunicativa. otro tanto sucede, en consecuencia, con la ejemplificación. Cada vez es mayor el contexto que se analiza. Pasamos de contextos muy mediatos (fragmentos) al texto en sí mismo. Es importante señalar que todos los trabajos utilizan un corpus de habla natural, en muchos casos con la intervención del investigador como observador y participante (ocampo y Kalbermatten). También giammatteo y Albano nos dan la posibilidad de asomarnos a un corpus surgido de las nuevas tecnologías. Menéndez es el único que trabaja con textos escritos de carácter, a esta altura, histórico o clásico. Algo que es fundamental remarcar es que la mitad de los artículos tienen reflexiones metodológicas. Menéndez, yendo aún más lejos, nos propone su método, el análisis estratégico del discurso.
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TAblA 1 Diferencias entre corpus, ejemplificación y análisis entre los artículos de esta sección Autor
ocampo
Título
Corpus
La discursivización de viste/vio en rioplantense
20 horas de conversaciones informales, con un total de 36 hablantes platenses
Ejemplificación
Análisis
20 fragmentos de dichas conversaciones
Significadomensaje-sentido verbo-partícula viste/vio
giammatteo y Albano
voseo, fórmuAspectos las de trataCorpus basado fonológicos miento; usos en las nuevas La “voz” escrita: (a base de mues- pronominales, formas textuael español de tras escritas), supervivencia les presentes en Buenos Aires morfosintácticos voces lunfardo, internet en los textos de y léxico-semán- extranjerismos y Muestras con internet ticos propios surgimiento de un alto grado de del español de nuevos vocablos espontaneidad Buenos Aires y expresiones en adolescentes
Kalbermatten
Análisis discursivo de las funciones de la ironía verbal en conversaciones entre familiares y amigos de Santa Fe
Menéndez
Estrategias, registro y género discursivos…
Conversaciones espontáneas
Discursos de académicos
Cuatro fragmentos de las conversaciones
Fragmentos de los discursos
Ejemplos de ironías
Estrategias Cláusula Texto Una serie discursiva
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5. A modo de conclusión Los trabajos aquí incluidos parecen seguir un devenir, un proceso que va mostrando diferentes modos de aproximación al discurso, a su contexto, con algunos ejes ya fijos: ejemplos en habla espontánea, presencia del investigador en la recolección de los datos, una reflexión propia en el plano metodológico, más allá de la aplicación de “modelos” americanos o europeos, y la incorporación de diferentes contextos como nuevos objetos de estudio, cada vez más complejos, pero siempre interesantes y brindándonos un desafío que los lingüistas, como puede verse aquí, estamos dispuestos a enfrentar.
Capítulo 2 LA DiSCURSiviZACióN DE VISTE/VIO EN RioPLATENSE francisco ocampo University of Minnesota
1. Introducción1 En español rioplatense, el paradigma viste/vio, puede aparecer en la conversación con la categoría de verbo, con el significado de ‘haber percibido por la vista’ como se observa en el ejemplo (1): (1) A: ahora - éstos son - dátiles creo que incluso yo los he comprado acá. (0.2) No son - los dátiles extraordinarios que yo les quería traer. Resulta que los dátiles extraordinarios (0.4) no: - no estaban - estos últimos días. - Me: f me fijé. Diez, desde diez días antes, e:ste, me vengo fijando porque las venden la otra vez en Trader Joe’s. Son unos dátiles así de grandes. […] Son así:, son así, y son todos tiernos porque son recién d de arrancados de la palmera. […] tan gra:ndes, y tienen un carocito chiquitito, es t:odo dátil. Y no había, y no […] pude trae::r. […] éstos, estaban en las heladeras de todas maneras. […] pero - siempre es mejor eh, porque medio frescos deben ser igual ¿no? éstos son más frescos de los que puedan vender acá, de todas maneras. M:eh, claro. [ A: pero - este: no son (0.4) e dice: - sun - giant dice gigantes, pero éstos no [ M: está bien. 1 Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el XV Congreso Internacional de ALFAL que tuvo lugar en Montevideo del 18 al 21 de agosto de 2008 y fue publicada en las Actas (ocampo 2008). En esa presentación, el análisis se basaba en 75 ejemplos tomados de cuatro horas de conversaciones con un total de 11 hablantes. El presente estudio trasciende esta exposición primera en datos analizados y resultados. Muchas gracias a las editoras por la cuidadosa revisión del manuscrito y las excelentes sugerencias. Agradezco a las dos lectoras anónimas por sus valiosas observaciones que me llevaron a reconsiderar la hipótesis sobre la evolución de esta forma léxica y a mejorar la claridad de la exposición. La responsabilidad final es mía.
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A: son gigantes ni s n L: no:, claro. (0.4) Como aquellos que viste, no. (2a31)2
La hablante A compara los dátiles que quería llevar de regalo a su amiga con los que consiguió. En la emisión de la hablante L, viste es el núcleo del sintagma verbal de una cláusula subordinada relativa. Por otra parte, esta misma forma léxica puede aparecer en la conversación como partícula discursiva, ejemplificada en (2): (2) S: Se ponían la cera. Se la dejaban que se enfriara bien y después se la arrancaban hashí= A: =a:h y en lugar de hacérselo tibia, a:h [ [ S: claro cla:ro en lugar de hacerse el: el tratamiento como correspo:nde, viste, es decir, ponerse la cera arrancársela brbrbr este en todas las piernas (0.6) aún tibia. (0.6) Ellas no. La dejaban media hora, viste, a la media hora te la arran:caban con todas las ganas (hasta que…) no sabés lo que es, una cosa espantosa. (3a31)
Como ya se expresó, en (1) viste es el núcleo del sintagma verbal de una cláusula relativa, es decir que forma parte de una estructura sintáctica dentro de la cual tiene determinadas funciones. El significado que transmite es ‘haber percibido por la vista’. En (2), la forma viste no pertenece a una estructura sintáctica más amplia. Está insertada entre una cláusula subordinada y una oración de infinitivo que se ha discursivizado en coordinador disyuntivo conmutativo (Kovacci 1990: 151), pero viste no depende sintácticamente de estas construcciones. Su función aquí no es sintáctica sino que va más allá de la sintaxis y entra en el dominio de la regulación de la conversación. No hay consenso total entre los investigadores sobre lo que son las partículas discursivas. En este trabajo adopto la siguiente caracterización, basada en Blakemore (2002), Fischer y Drescher (1996), Leech et al. (1962), Martín Zorroaquino y Portolés Lázaro (1999), y Travis (2006): (3) Partícula discursiva: el grupo heterogéneo de formas lingüísticas que no tiene una función sintáctica dentro de otra construcción mayor y que actúa en relación a un segmento de la conversación para: (a) guiar inferencias, indicando cómo ese segmento debe ser interpretado en el contexto donde aparece, y/o (b) regular los mecanismos de mantenimiento o cambio de turno entre los hablantes.
Los números y letra indican la ubicación del ejemplo en el corpus. Las convenciones utilizadas en la transcripción figuran en un apéndice al final del capítulo. 2
La discursivización de viste/vio
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Esta caracterización es intencionadamente vaga e incompleta porque todavía se ignora mucho sobre la función de estas formas léxicas para poder efectuar una definición más precisa. Asimismo, mi terminología es consecuente con esta visión: denomino a viste/vio una partícula discursiva, tomando el concepto de partícula de Trask (1993: 201): “any lexical item which exhibits no inflectional morphology and hence is invariable in form […]. A label typically applied to some more-or-less well-defined class of uninflected words in the grammar of some particular language when no more obvious label presents itself”. Las formas viste/vio pueden ser incluidas en esta categoría porque, aunque conservan la flexión, se han blanqueado de significado sus afijos flexionales, con la excepción de la diferencia de cortesía usted versus vos. Por otra parte, el término partícula, al no designar una función específica como parte de la categoría, permite su estudio sin supuestos previos. En mi análisis distingo entre significado y mensaje (Diver 1995; ContiniMorava 1995; Huffman 2001). El significado está codificado en el signo lingüístico. El mensaje es lo que el oyente infiere teniendo en cuenta el significado de la forma lingüística, el contexto lingüístico en el que aparece, el contexto situacional y su conocimiento del mundo. Es decir que el mensaje no está codificado en la lengua sino que es el resultado de una inferencia que realiza el oyente. Cuando no es posible o necesario diferenciar entre significado y mensaje utilizo el término sentido. En este trabajo voy a trazar la evolución de las formas léxicas viste/vio desde un uso verbal a un uso discursivo. Es de notar que esta partícula no figura en la larga lista de las descritas por Martín Zorroaquino y Portolés Lázaro (1999), por lo que el presente estudio es un aporte original en el área de la discursivización de partículas discursivas en el español. 2. Datos y hablantes El análisis se basa en 290 ejemplos tomados de ocho horas de conversaciones informales con un total de 28 hablantes, nacidos y educados en La Plata, Argentina (el mismo corpus utilizado en los trabajos de Alicia y Francisco ocampo en la sección iii de este volumen). Los hablantes son 12 hombres y 16 mujeres, sus edades se extienden de 7 a 75 años. Los datos forman parte de un corpus más amplio de 20 horas de conversaciones, con un total de 36 hablantes platenses. Se grabaron en dos ocasiones, en 1986 y 1987. Los hablantes constituyen una red social de amigos o parientes de los investigadores3. Se informó a los participantes 3
El corpus fue grabado y transcripto por Alicia y Francisco ocampo.
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que los investigadores estaban estudiando el castellano rioplatense y que necesitaban grabar la conversación. Se evitó de forma consistente el uso del término entrevista ya que esto provoca en los hablantes expectativas de preguntas a las que hay que contestar y promueve en ellos un marco de pasividad4. Se utilizó un grabador pequeño colocado en un lugar donde no llamara la atención y se lo encendía durante la conversación. Se observó que, con muy pocas excepciones, los hablantes olvidaban la presencia del aparato. Los intercambios orales tuvieron lugar durante cenas, almuerzos o reuniones informales. 3. Hipótesis Las formas léxicas presentes en (1) y (2) tienen origen en el verbo latino vĭdĕre, con el significado central de ‘percibir por la vista’ (Blánquez Fraile 1961). Este significado central pasó al castellano. Moliner (1994) cita como primer significado ‘poseer el sentido de la vista; percibir algo por el sentido de la vista’. Mi hipótesis es que los usos discursivos se desarrollan a partir de este significado. Basándome en el análisis de los datos tomados de las ocho horas de conversaciones informales postulo la siguiente evolución de las formas viste/vio de verbo a partícula discursiva. Los ejemplos pertinentes para cada categoría, que se introducen y explican en el apartado siguiente, aparecen indicados entre paréntesis; las flechas indican la dirección de la evolución. FIgurA 1 La evolución de las formas viste, vio de verbo a partícula discursiva
4
Agradezco a Carmen Silva-Corvalán la sugerencia de esta metodología.
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Las categorías que figuran en este esquema son las que están presentes en los datos rioplatenses. Estas categorías son prototípicas: en los datos hay ejemplos que marcan una transición entre los estadios postulados en la Figura 1. Mi hipótesis es que el significado de las formas viste/vio, es ‘haber percibido por la vista’. Los otros sentidos que aparecen en la Figura 1 son mensajes que el oyente infiere. Este significado de percibir visualmente y algunos de los mensajes que se infieren son luego explotados con fines discursivos. El mecanismo responsable por esta extensión semántica es la reinterpretación inducida por el contexto (Heine et al. 1991). En el siguiente apartado voy a explicar la evolución de cada uno de los mensajes postulados arriba y los voy a ilustrar con ejemplos tomados de mis datos. Por motivos de espacio no me es posible enumerar exhaustivamente todos los tipos de uso discursivo que aparecen en el corpus. 4. De verbo a partícula discursiva El uso prototípicamente verbal de esta forma, con el significado de ‘haber percibido por la vista’ se ejemplifica en (1). Dado el contexto adecuado, el hablante puede inferir el mensaje ‘juzgar’ a partir del significado de ‘haber percibido por la vista’. En los datos aparece un solo caso con este mensaje, que se ejemplifica en (4). Nótese que esta evolución no constituye un uso discursivo, el verbo tiene una función sintáctica dentro de una construcción mayor: es el núcleo del sintagma verbal de una cláusula subordinada sustantiva. (4) F: ¿qué hay si encontraste macanas, por ejemplo? ¿si hacen macanas? lo tenés que poner.= v: =se pone. Se pone todo porque - justamente, como tenés un supervisor que te acompaña, () ello - él también la vio. F: claro v: tonces vos no - no podé:s, este, tratar de salva:r a la: - dueña del jardín, o la directora del jardí:n. F: claro v: decir que viste todo bien, porque tenés el supervisor ahí al lado. Tonces - se supone que l los aspectos que vos vas observando, vas haciendo - un informe. (12a12)
En este contexto la hablante v describe a F el examen de un curso de capacitación pedagógica para maestras jardineras, parte del cual consiste en una visita y evaluación crítica a un jardín de infantes. La forma viste codifica el significado de ‘haber percibido por la vista’ pero al aparecer con la construc-
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ción todo bien este significado de percepción visual permite inferir el mensaje más abstracto ‘juzgar’. Como se esquematiza en la Figura 1, a partir del significado ‘haber percibido por la vista’, por un proceso de metonimia y en el contexto apropiado puede inferirse que quien percibe visualmente a otra persona, al estar situado espacialmente frente a esta persona, conversa con ella o la visita, es decir que tiene una interacción cara a cara. Este mensaje, que figura en los diccionarios latino (Blánquez Fraile 1961) y castellano (Moliner 1994), se ejemplifica en (5): (5) L: ¿y ahora la manager esa ya no la viste más? F: sí: (…) [ A: ella sí, solo que no es mana - manager más. (1a14)
Nótese que en este contexto el sentido es ambiguo. La forma viste todavía mantiene el significado ‘haber percibido por la vista’, pero al mismo tiempo la emisión de L puede interpretarse como una pregunta a A si ella tuvo una interacción cara a cara con la manager. El uso es verbal: viste es el núcleo del sintagma verbal. En la Figura 1 puede observarse que el hablante utiliza el significado ‘haber percibido por la vista’ para traer a la conciencia del interlocutor algo que este conoce. El hecho de haber percibido algo por la vista permite la inferencia de que lo percibido se incorpora a la mente del perceptor. Lo que está presente en la mente se puede considerar conocido. De esta manera, el significado de percepción visual de viste permite la inferencia de conocés. Así, el contexto de interrogación de la pregunta ¿viste X? lleva a la inferencia ¿conocés X? como puede observarse en (6). Nótese que en (6) la hablante no espera una respuesta. La formulación de la pregunta es un recurso para introducir un referente en la conversación. Luego, en la mayoría de los casos en el corpus, el hablante utiliza este referente para desarrollar algo más: (6) Q: y sin embargo: en en todos los grupos que he m - integrado este () e sin conocerme sin saber nada ¿eh? A: mh Q: e:: siempre me apodaban igual e d gallego A: ¿ah sí:? M:cla:ro bueno pero por l () por por tus ra:sgos, Pepe. () sí:, por tus ra:sgos. [imitando a un español] Eh Manolo: [se ríe] […] No, te digo que toda la familia de Pepe, pero - mirá, el pelo les sale desde acá, de acá: (…) pero desde acá hasta el cuello tienen, () ¿no?
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Q: sí M:es una cantidad treme:nda. Y vos sabés que el papá de Pepe () ¿viste a Manuelito, el amigo de Mafalda? bueno igua:l era, igual igual. Tenía los pelos así parados. (15b23)5
La hablante M utiliza la figura del personaje de Quino para evocar en la audiencia la cantidad y el tipo de pelo que tiene su marido. La forma viste tiene un uso verbal: es el núcleo del sintagma verbal. El mensaje ‘te traigo a la conciencia algo que conocés’ puede ser explotado por el hablante para recordarle al interlocutor que fue testigo de algo que sucedió (Figura 1). El hablante suele utilizar este procedimiento para apoyar un proceso de elaboración mental en desarrollo: (7) E: no:::, a veces este:: () se complica c - a las horas del mediodía cuando se van los otros - cuando nos vamos turnando a comer u:y y ahora hay que hacer una eh:: [inspirando] () che: Pa:to: () nos dijeron hoy a última hora e - porque siempre ¿viste que yo te decía que por ahí nos íbamos cuatro y me::dia? El [ F: sí sí E: horario de salida es cinco y cuarto. () Pero como no::: - prácticamente m no n el p - como la atención la redujeron ahora - es de cinco horas en vez de seis como era antes, […] e::m::: () sobraba mucho tiempo para el - el cierre de: de operaciones se hacía más o menos rápido y siempre () los días de p de poco: de poca gente: se d se d se nos íbamos (es) media ho::ra, cuarenticinco minutos antes. […] No: el asunto es que: () e::: m:: () ahora nos trajeron () [riéndose] no sé no sé si es una cosa que inventaron () para darnos trabajo o qué () tenemos que hacer () e::h entre todos […] bueno, lo más cómico () es que por supuesto, bueno, antes de las cinco y cuarto:, no se va nadie () porque el que no tenga […] nada que hacer cuando termina, hasta las cinco y cuarto: […] a hacer eso, ¿viste? () tipo colimba. (7a15)
El hablante E trabaja en un banco. Su objetivo es contarle a su esposa (Pato) que en los meses siguientes no va a poder salir antes a causa de una nueva tarea adicional para todos los empleados. Para introducir este tópico en la conversa5 Es interesante observar que en (6) aparece la forma verbal mirá con uso discursivo, presente también en otras variedades del castellano y registrada en Martín Zorroaquino y Portolés Lázaro (1999). Este verbo proviene del deponente latino mīrāri, con forma pasiva y signficado reflexivo ‘admirarse’ (Blánquez Fraile 1961). Pasó al castellano con el significado ‘dirigir la vista a un objeto’ y de aquí desarrolló el mensaje ‘prestar atención’. Los hablantes rioplatenses utilizan este mensaje con una función focalizadora discursiva y la explotan para autoseleccionarse en la conversación, introducir narrativas orales, expresar oposición o contrario a lo esperado (ocampo 2008). En (6) mirá tiene una función focalizadora discursiva.
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ción, le recuerda a su cuñado F algo que E dijo antes. En el mensaje que transmite viste, la percepción visual se extiende a lo visual y auditivo: el hablante supone que el oyente presenció y fue parte de una interacción conversacional. El uso es verbal: viste tiene la función sintáctica de núcleo del sintagma verbal. El mensaje ‘te traigo a la conciencia algo que conocés’ (Figura 1) puede utilizarse para traer a la conciencia de la audiencia un esquema cultural: (8) Q: y después este () se vinieron para acá. M:y acá la conoció a Ña Beatriz [se ríe] Q: sí, y acá este: () conoció:: a mamá F: mh (acá cómo vino este) [ M: claro como se da: siempre () salvo que: e: se casan medio así como: por pode:r ¿cómo es la cosa? () sí se casan por poder () casi sin [ A: sí M:conocerse viste esos arreglos que hacen en la fami:lia. (15a1)
El tópico de la conversación es cómo se conocieron los padres de Q. Su esposa, M, trae a la conciencia de los oyentes el esquema cultural de ‘matrimonio arreglado por los padres’. En este ejemplo, la forma viste es el núcleo de un sintagma verbal, con un sintagma nominal objeto directo: esos arreglos que hacen en la familia. Cabe subrayar que son construcciones de este tipo las que constituyen uno de los contextos posibles a partir de los cuales emerge el uso discursivo. Solamente hace falta una entonación de coma para que se dé una situación de ambigüedad y el sintagma nominal pueda dejar de interpretarse como el objeto directo del verbo. Con entonación de coma luego de viste, el sintagma nominal se convierte en un fragmento inconcluso y el verbo comienza a interpretarse como una partícula discursiva. Se crea así un contexto ambiguo. Son precisamente estos contextos ambiguos los que dan origen a nuevos usos. Obsérvese, sin embargo, que aun con una entonación de coma, el significado ‘haber percibido por la vista’ todavía está presente en la inferencia: las interacciones entre los familiares para arreglar un matrimonio se pueden observar visualmente. El ejemplo (9) constituye una etapa más avanzada en la discursivización de viste/vio. De forma similar a (8), el mensaje ‘te traigo a la conciencia algo que conocés’ se explota para traer a la conciencia de la audiencia un esquema cultural: (9) [la hablante L es escribana, J es su marido] A: mn () ¿m no tienen () no tienen alguna anécdota de clientes de esos? sin mencionar los nombres ¿No?
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[…] L: Yo te puedo decir las caga:das que hice. […] Una vez () me () pidiero:n: () este para certificarle la firma a un señor que tenía que ir a la casa porque estaba enfermo. […] No veí:a, () no hablaba, () estaba sentado () yo le tenía que agarrar el de:do para () para () ponerle la: la impresión digital, porque no podía agarrar la lapicera […] Cuando me voy le digo, bueno, que siga bien, ha, ha […] le digo, bueno que siga bien, le digo J: Que siga bien, ha, le dijo, ha, ha, ha () y estaba todo chacabuco el tipo ha, ha, ha, desarmado, que siga bien, ha, ha, ha A: lo y le ha, ha, ha, le dejó todo marcado, ha, ha, ha J: no no, pero además que siga bien, decirle que siga bien al tipo que estaba () que estaba estroladí:simo […] Estaba estrolado y no servía para nada, el tipo y ésta le dice que siga bien. L: Yo me acerqué: y lo palmeé así porque era medio so:rdo, no veí:a= A: =Ha, ha L: Que siga bien, ha, ha, [risas] L: viste, esas cosas que decís porque:= A: =Esas tonterías que uno no p no tienen ningún significado a veces. (10a30)
Tanto (8) como (9) comparten la misma estructura: (10) viste [sustantivo núcleo [cláusula subordinada relativa atributo del núcleo] ] sn
sn
La diferencia es que en (9) una entonación de coma separa a viste del sintagma nominal. Además, el sintagma nominal de (9) denota un fenómeno que no es observable por medio de la vista. Como consecuencia, la entonación de coma, por un lado, y el significado del sintagma nominal, por otro, impiden su interpretación como objeto directo. Aquí estamos en presencia de una partícula discursiva: la forma viste está afuera de la sintaxis, ya no tiene una función dentro de una construcción mayor. El mensaje ‘te traigo a la conciencia algo que conocés’ es explotado con fines discursivos, para anunciar que se va a traer a la conciencia de la audiencia un esquema cultural de cortesía. La hablante L intenta explicar que su comportamiento seguía este esquema cultural. obsérvese que la respuesta de la hablante A indica que ha comprendido la explicación de L. En algunos casos el hecho de traer a la conciencia del oyente un esquema cultural puede explotarse para introducir este esquema cultural como tópico de la conversación: (11) F: pero ojo, que los vinos de allá - es decir, el vino está visto como - es decir, el tipo común, viste, el tipo shashasha, ashí? (0.6) toma cerveza. va y se toma una cerveza, así.
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A: sí= F: =en cambio P: sí F: el tipo - fi:no es el que toma vino. No cualquiera toma vino. (2a26)
El hablante F explica que la elección de consumir vino o cerveza en Estados Unidos se correlaciona con la clase social. La forma viste no pertenece a una estructura mayor. El hablante F utiliza la partícula discursiva para traer a la conciencia de la audiencia el esquema cultural ‘persona de clase social baja’; luego convierte esta noción en el tópico de la conversación subsiguiente. Explotando el hecho de traer un esquema cultural a la conciencia del interlocutor, viste puede utilizarse para categorizar a una situación social como predecible: (12) F: ¿qué me ibas a decir, qué me ibas a contar de:= v: =a:h, que a mi mamá:, F: m V: le han - afanado el auto de la puerta de mi casa, […] más o menos cuatro o cinco veces. […] Pero, como el auto andaba tan mal, porque era un modelo reviejo […] siempre aparecía a dos o tres cuadras de acá. […] entonces yo - mamá se levantaba a la mañana miraba por la ventana () ne:na, me robaron el auto. Yo me vestía () agarraba la bici, ni dos cuadras hacía que ya estaba el auto ahí […] F: ¿y cuántas veces se lo robaron? v: cinco veces. Cinco veces pero ya te digo, nunca más de tres cuadras. El día que estuvo más lejos estaba - dos cuadras para allá. otro día acá a la vuelta. otro día movido, ¿viste? Salió Mamá por acá y no lo vió: () Nena, me robaron el auto () y yo me vi:sto, viste, [riéndose] toda porque est - era a la mañana siempre, ¿no? () e levanto, me visto, salgo a buscarlo y estaba - allá, en la otra esquina. (12b2)
La hablante sitúa la situación a la mañana, lo que permite la inferencia que estaba con ropa de entrecasa. Entonces, es predecible que para salir a la calle tenga que vestirse de manera apropiada. La partícula discursiva está insertada en una breve narrativa oral que comienza en la emisión Otro día [apareció] movido. La hablante quiere destacar lo repetido y, por lo tanto, predecible de la situación6. Para ello, alarga la sílaba acentuada del verbo (me vi:sto)7 y recurre a la partícula discursiva para categorizar así a la acción de vestirse.
6 Además, como se observa en el ejemplo, la hablante ya había expresado la información de vestirse unos turnos antes. 7 Lo cual también provoca la inferencia ‘pierdo el tiempo haciendo esta acción preparatoria inútil porque el auto no desapareció’.
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El mensaje ‘te traigo a la conciencia algo que conocés’ (Figura 1) puede utilizarse para categorizar la información presentada como conocida por la audiencia y cuya verdad no se discute. Este uso se ejemplifica en (13): (13) C: Corell e:, es decir, tuvo que cerrar el - el institu:to porque les iba ma:l F: claro e: (…)= C: =y después no la he - no ha - no ha ido más a la Alianza, no la vi más. La vi un día (0.2) un día: (1) una vez la vi: que fue a una función de teatro, no sé, me regaló un li:bro, me tra:jo, y después no la vi más. F: claro, como estaba la situación económica, vio, no: no: C: no: no no: - no podía (0.8) no andaba. (6b17)
El hablante F emplea viste para categorizar la información sobre la mala situación económica del país como conocida por C, como presupuesta (Levinson 1983) y de segundo plano. Un factor que apoya la presuposición de la información es el hecho de que esta se transmite por medio de una cláusula subordinada causal (Kovacci 1990: 197). Al categorizar esta información como presupuesta y de segundo plano, su verdad no se discute. La acción de clasificar una información como conocida por el interlocutor puede ser utilizada discursivamente para incluir a este en la emisión y lograr con ello su empatía (Figura 1). A continuación se ejemplifican algunos de los usos que explotan este recurso. En (14) el sentido presente en la pregunta ¿viste? de requerir al interlocutor si conoce un hecho puede reinterpretarse como una pregunta de confirmación. Al mismo tiempo, el mensaje ‘te traigo a la conciencia algo que conocés’ es explotado para lograr su empatía: (14) E: hoy estuve terminando de: m () de mirar los mapas A: ¿sí? E: el mapa de italia= A: =¿sí? E: volviendo a mirar otra vez ese lugar donde había nacido mamá, a asegurarme bien el lugar dónde era, porque en los mapas que tengo yo no: m […] en los mapas que tengo yo no:: no estaba ese lugar. Ni en el mapa ni en los [ T: ¿los otros los llevás? E: diccionarios T: los mapas? A: no - los ma e:: T: te los llevás o te lo:s () no allá:
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A: no - cua e: los que yo m ti me: quiero llevar son los de Europa porque no tengo - los mapas de Europa […] y los libros - me los llevo allá, porque yo no tengo otros (es decir no tengo allá nada) [ T: no, no, por eso. No sabía A: no, no= L: =Tato quería saber eso A: sí a - sí sí, allá:, allá: a: […] y si - y si:: lo est tuviera que volver a viajar de golpe los tendría, no los tengo que volver a comprar, ¿viste? [ T: claro E: claro A: y es eso () ¿los qu - los querías? (1a42)
La hablante A vive en Estados Unidos. Está visitando a sus parientes en La Plata y les llevó unos mapas que trajo de un reciente viaje a Europa. Como a E, la esposa de T, le gustaron los mapas, este último quiere saber si A se los va a llevar de vuelta a Estados Unidos o si los va a dejar en La Plata. A interpreta esta pregunta de T como un acto de habla indirecto de pedido8 y, en consecuencia, expresa las razones por las que se los va a llevar a Estados Unidos. Utiliza la partícula discursiva, que aparece al final de la explicación, para lograr la empatía de T y a la vez comprobar si T entendió sus razones. La empatía se logra porque viste califica a la información como conocida por el oyente. Es entonces una manera de incluirlo en la decisión. Al mismo tiempo, al ser una pregunta con el sentido de ‘¿conocés?’, está verificando la comprensión de T. La función de empatía también puede ser utilizada para tratar de forzar un acuerdo con el interlocutor: (15) F: ¿qué le - ¿qué le pasó a ella?= C: =si usted viera la t - si usted viera la tumba de Elisa. Un yuyal, es. F: ¿sí? C: pero tuvo: - E - Elisa tuvo una especie de: de: (1) de proceso pulmonar o bronco pulmonar, ¿no? pero agu:do. Y: y: y: después - s salió. Pero tuvo una recaída. F: ah C: tres días se murió. F: tres días C: sí:, rápidamente. Cuando yo supe que se murió Elisa, fui a la Alianza, ya la habían enterrado. […] 8
Nótese que luego A formula explícitamente esta interpretación en el turno final de (14).
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F: m: (1.8) pero ¿y cómo fue la cosa? (…) como de: de - digo - com - yo creo que - me - dijeron, me contaron por carta que el- el el: sobrino de él me escr - de ella me escribió. Porque yo le había mandado una ca:rta, y no sé si la recibió o no: est [ C: sí porque tenía sobri:no. F: sí C: este:, que fueron los que se encargaron del asunto, pero (0.2) e:: después nadie se acordó ni de ponerle na:da en le tumba. ¿Usted - usted va siempre a verla? Porque es un yuya:l. No hay nada. F: de todos modos, vio, si se murió, se murió y qué le va a hacer. El asunto de [ C: no: sí F: la tumba [ C: y bueno, pero - pero le dejó: le dejó bienes a la los - eh? (…) mucha guita: [ [ F: los sobri ¿sí? C: tenía mucha gui:ta. Tenía los pesos en la calle ocho, una casa de: de: (0.6) do:ble, una casa gra:nde. Tenía guita ahí en diecisiete, un montón de gui:ta, te [ [ [ F: sí sí sí sí sí ¿sí?= C: =a plazo fijo. Sí:. Elisa tenía, guita. (Elisa). Sí. Y: les dejó a l - dejó a los nietos le - a los sobrinos les dejó, todas esas cosas. La ca:sa, de todo. (…) F: sí (0.8) bueno, de todos modos, vio - el asunto de que ya se murió, la tumba está ahí pero no C: ah no no, pero eh hay que tener ciertos miramientos, por lo menos un poco de [ F: claro, sí C: de de qué sé yo:, e agradecimie:nto. No le hace nada al muerto, [...] y pero por lo menos, qué sé yo, es una especie de de de (0.6) consuelo para uno mismo. (6b12)
En este extenso ejemplo, los hablantes C y F tienen distintos puntos de vista. El hablante C piensa que es importante mantener en condiciones la tumba de alguien a quien uno apreció, mientras que F piensa que una vez que la persona muere, lo que se haga con sus restos materiales no importa. En dos ocasiones F trata de llevar a C a que acepte su punto de vista, utilizando la partícula discursiva vio, que categoriza la información como conocida, pero fracasa, ya que C sigue manteniendo su posición. Relacionado con el uso anterior, la empatía con el oyente también puede utilizarse para que este se imagine la situación, es decir, se ponga en el lugar del hablante:
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(16) F: ¿qué hiciste, por ejemplo? S: y me quedé todo el tiempo en Buenos Aires, este, ya te digo, caj e callejié, () este:, andaba hasta las tres de la maña:na, en la ca:lle:, viste:, yendo de un lado a otro, F: mhm S: e:: () qué sé yo, por ahí me iba a oli:vos, o con alguna amiga a un clu:b F: mhm S: no, lo pasé: - bien. (11b19)
La hablante S trae a la conciencia de F la noción de ‘trasnochar’ y por medio de viste la utiliza para que F se ponga en su lugar y no tener que listar sus acciones exhaustivamente. Reforzando esto, nótese que en el turno siguiente S emite la partícula discursiva qué sé yo para indicar que no va a ser precisa y solo va a citar algunos ejemplos (ocampo/ocampo 2011). Teniendo en cuenta el esquema de la evolución presentado en la Figura 1 y el análisis de los datos que se acaban de exponer, se puede llegar a la conclusión de que no hay una dicotomía entre el uso verbal y el discursivo de la forma viste/vio. Aunque el criterio sintáctico presentado en (3) ayuda a distinguir entre ambos usos, hay contextos potencialmente ambiguos, como se observó en (8). Cabe subrayar que el significado ‘haber percibido por la vista’ está presente en los estadios iniciales y es el originador de los mensajes presentes en estos. Pero a medida que avanza la discursivización este significado va perdiendo su importancia. En los estadios más avanzados, como es en los usos para lograr empatía (15), (16) es difícil percibirlo. Este fenómeno no es exclusivo de viste/vio: la misma situación se da en la discursivización del adjetivo bueno donde el significado original ‘lo que tiene bondad en su género’ está ausente en los usos más discursivos (Ocampo 2006a). 5. ¿Qué es la discursivización? En este apartado intentaré brevemente insertar el proceso de discursivización de esta forma léxica dentro de un marco teórico más amplio. Algunos autores asimilan el movimiento hacia el discurso a la gramaticalización (onodera 1995; Brinton 1990, 1996; Pinto de Lima 2002). otros registran en este desarrollo la presencia de rasgos que no entran estrictamente en la gramaticalización pero se consideran fronterizos (giacalone Ramat/Hopper 1998). otros (Traugott 1995: 5; Lenker 2000: 229) modifican las nociones de gramaticalización para que incluyan la evolución que da nacimiento a las partículas discursivas. Por su partte, Wischer (2000: 355-357) postula dos subtipos de gramaticalización: (i) movimiento hacia el morfema y (ii) movimiento hacia el discurso. Hay también autores que postulan la noción de pragmaticalización para dar cuenta de este fenómeno (Aijmer 1997;
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günthner/Mutz 2004). Más recientemente, Norde (2009: 21-23) lista el movimiento hacia el discurso bajo el subtítulo de “Controversial types of grammaticalization” y también lo denomina pragmaticalización, sosteniendo que es diferente del proceso de gramaticalización. Primero voy a resumir los principales rasgos de la gramaticalización, luego voy a compararlos con el desarrollo que sigue viste/vio, finalmente voy a insertar ambos desarrollos dentro de un marco más amplio de cambio diacrónico. La existencia de este proceso ya era conocida en China en el siglo x; los filósofos franceses del siglo xviii étienne Bonnot de Condillac y Jean-Jacques Rousseau la mencionan (Heine et al. 1991). La descripción contemporánea de la gramaticalización es la de Meillet (1912) quien le dio el nombre con el que se la conoce. Las definiciones actuales parten de la de Kuryłowicz (1975): (17) grammaticalization consists in the increase of the range of a morpheme advancing from a lexical to a grammatical or from a less grammatical to a more grammatical status, e.g. from a derivative formant to an inflectional one.
Esta definición se refiere solamente al proceso de cambio sufrido por el morfema. otros autores incluyen también al léxico en este desarrollo: “grammaticalization, the process by which grammatical morphology develops out of lexical items” (givón 1984: 19). Posteriormente, Hopper y Traugott (1993: Xv) completan esta definición incluyendo a la sintaxis y añadiendo la noción de contexto: (18) We define grammaticalization as the process whereby lexical items and constructions come in certain linguistic contexts to serve grammatical functions, and, once grammaticalized, continue to develop new grammatical functions.
Por último, la gramaticalización también puede concebirse desde una perspectiva sincrónica: “grammaticalization refers to the degree of grammatical function a linguistic item has on a scale between purely lexical and purely grammatical meaning” (Diewald/Wischer (2002: iX). En todos estos casos, la gramaticalización comprende un movimiento desde la morfología, la sintaxis o el léxico hacia la gramática. Teniendo esto en cuenta, es conveniente, entonces, listar las características de los conceptos gramaticales prototípicos. Para ello me baso en Heine et al. (1991): (19) Conceptos gramaticales prototípicos a. Son más abstractos. b. Son sinsemánticos, es decir, toman su semántica por su asociación con otros elementos. Los conceptos no gramaticales son autosemánticos: tienen significado propio.
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Pertenecen a clases cerradas. Forman parte de un sistema. Son relacionales. Determinan la estructura. Los elementos no gramaticales contribuyen al contenido. g. Tienden a estar codificados como preposiciones, auxiliares, clíticos, afijos flexionales, etc.
Al constituir un proceso, la gramaticalización es una cuestión de grado y puede determinarse en términos de una serie de parámetros (Lehmann 1985): (20) Parámetros de la gramaticalización a. Desgaste: pérdida gradual de substancia (i) semántica y (ii) fonológica. b. Paradigmatización: creciente integración del elemento sintáctico en el paradigma morfológico. c. obligatoriedad: la elección del elemento lingüístico llega a estar gobernado por reglas. d. Condensación: disminución del alcance del elemento lingüístico. e. Coalición: una vez que la unidad sintáctica se vuelve morfológica, aumenta su cohesión con el elemento al cual esta unidad gobierna hasta incluso fusionarse con él. f. invariabilidad: el elemento pierde su variabilidad sintagmática.
Considerando las características y parámetros listados en (19) y (20) hay que ver cuáles están presentes en el proceso que sigue viste/vio: (21) Características de la evolución de viste/vio a. (19a) Es más abstracto. El significado ‘haber percibido por la vista’ evoluciona hasta llegar a un uso de empatía. b. (19b) Es sinsemántico: los mensajes se infieren teniendo en cuenta el contexto. c. (19c) No pertenece a una clase cerrada. d. (19d) No forma parte de un sistema. e. (19e) Es relacional. f. (19f) No determina una estructura porque está fuera de la sintaxis. g. (19g) No está codificado por ninguna de las formas listadas. h. (20a) No experimenta desgaste fonológico (ii). Por otra parte, el significado original de ‘haber percibido por la vista’ no aparece en los estadios más avanzados (i). i. (20b) No hay paradigmatización. La forma sale de la sintaxis y se integra al discurso. j. (20c) No se da la obligatoriedad: la elección de la forma no está sujeta a reglas, sino que depende de lo que el hablante quiere expresar. k. (21d) No hay condensación, sino que se amplía el alcance: sale del dominio limitado de la sintaxis para operar en dominios discursivos más amplios.
La discursivización de viste/vio
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l. (20e) No hay coalición ya que la forma no se integra a la morfología. m. (20f) Invariabilidad: la forma pierde los afijos flexionales con la excepción de la diferencia vos/usted.
En (21) se puede observar que, si bien el movimiento hacia el discurso tiene rasgos en común con la gramaticalización: (21 a, b, e, h(i), m), también posee una larga serie de características que lo diferencian de ella: (21 c, d, f, g, h(ii), i, j, k, l). Estas cualidades hacen difícil su asimilación a la gramaticalización sin modificar esta noción. Mi hipótesis es que el movimiento hacia el discurso es parte de un proceso más amplio de cambio que comprende cuatro movimientos: gramaticalización, degramaticalización, recodificación y discursivización. Este proceso se esquematiza en la Figura 2. Los dos vértices superiores del triángulo forman parte de un nivel abstracto, sinsemántico y relacional. El vértice inferior representa un nivel concreto, autosemántico y no relacional, con elementos no gramaticales y no discursivos. Utilizo el término gramaticalización para designar el cambio sincrónico que va desde este FIgurA 2 El proceso de cambio abstracto sinsemántico relacional
r e
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Gramática d g e r g a r m a a m t a i t c i a c l a i l z i a z c a i c ó i n ó n
discursivización d i s c u
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concreto autosemántico no relacional
recodificación
Discurso
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i ó n
Léxico
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Francisco Ocampo
punto hacia afijo flexional y eventualmente cero, y que sigue el declive postulado por Heine et al. (1991). El proceso contrario, degramatizalización9, comprende los casos que proceden diacrónicamente en dirección contraria a los estadios postulados por Heine et al. (1991), o al declive de gramaticalidad, según la definición de Norde (2009: 8). El proceso diacrónico que va desde el discurso al léxico o del discurso hacia la sintaxis lo denomino recodificación. Un ejemplo de este proceso aparece en la lengua australiana Tiwi donde la partícula discursiva apa, que indica que el hablante no ha terminado su turno, en determinados contextos se reinterpreta como una conjunción de coordinación (Mithun 1989: 345). otro ejemplo de recodificación son los deícticos (Levinson 1983) que codifican elementos del discurso en el léxico. La discursivización es el proceso diacrónico que va desde la gramática o el léxico al discurso10. Este movimiento es el que siguen las formas léxicas viste/vio. Coincido con Joseph (2004) en que el declive que siguen todos estos procesos no es obligatorio: pueden darse interrupciones, procesos laterales, revertirse la dirección del cambio, etc.11 Para concluir, en este trabajo he tratado de establecer el proceso mediante el cual las formas viste/vio evolucionan de verbo a partícula discursiva. He ilustrado el proceso con datos tomados de conversaciones reales. Mi hipótesis, esquematizada en la Figura 1, es que el sentido transmitido por estas formas son mensajes que se infieren a partir del significado ‘percibir por la vista’, el cual desaparece en los estadios más avanzados. Por último, expreso que este desarrollo forma parte de un proceso más amplio de cambio que comprende cuatro movimientos: gramaticalización, degramaticalización, recodificación y discursivización. APÉNDICE: CoNVENCIoNES uTIlIzADAS EN lA TrANSCrIPCIóN DE lAS CoNVErSACIoNES -
Un corchete [ entre dos emisiones indica que hay superposición. El símbolo = indica superposición parcial entre el fin de un turno y el comienzo de otro. Un hiato en el habla se indica con un guión: -. Un silencio se indica con paréntesis: (). Cuando hay números entre paréntesis, por ejemplo, (1.4), estos indican la longitud del silencio en segundos y décimas.
o antigramaticalización, según la terminología de Haspelmath (2004). Para una exposición más detallada, cf. ocampo (2006a, 2006b). 11 ver, por ejemplo, el trabajo de Rodríguez Louro (en este volumen, sección iii, cap. 3) sobre el proceso diferente de gramaticalización del pretérito perfecto compuesto en el español rioplatense. 9
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La discursivización de viste/vio
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Las porciones subrayadas indican prominencia (más intensidad, tono agudo, etc.). La longitud en la pronunciación se indica con dos puntos luego de vocales o consonantes. Una coma indica entonación de coma. Un punto indica entonación de punto. Cuando no se puede asegurar la precisión de la transcripción, el material aparece entre paréntesis. Tres puntos entre paréntesis (…) indican que no se pudo entender lo grabado. Tres puntos entre corchetes […] indican que en el ejemplo se omite un trozo de la transcripción por razones de espacio en la exposición. Toda información adicional, o palabras agregadas al texto para mejorar la comprensión aparecen entre corchetes: [se ríe]. En cada ejemplo, las formas viste y vio relevantes para el análisis aparecen en negrilla. Los nombres propios mencionados por los hablantes han sido cambiados para preservar el anonimato.
Capítulo 3 LA “voZ” ESCRiTA: EL ESPAñoL DE BUENoS AiRES EN LoS TEXToS DE iNTERNET mabel giammatteo/hilda albano Universidad de Buenos Aires
1. Introducción Hace un tiempo, para una revista universitaria de México, en la que nos habían invitado a sumarnos al debate sobre “la evolución” del español, comentábamos que: […] una nueva discusión sobre el tema se ha desencadenado recientemente, desde que las tecnologías digitales han empezado a mostrar su influencia sobre el idioma cervantino. El correo electrónico, el chat, los blogs, fotologs y mensajes de texto, entre otros, han reavivado el debate entre los que piensan que la lengua se corrompe con los cambios y aquellos que apuntan al dinamismo y se hacen cargo de las consecuencias de la evolución (giammatteo/Albano 2009).
En esta oportunidad, nuestro objetivo no es centrarnos en el impacto que las nuevas tecnologías están ejerciendo sobre el español, en general, sino que vamos a utilizar el amplio corpus que las nuevas formas textuales que se encuentran en internet nos ofrecen para describir y analizar fenómenos lingüísticos que dan cuenta de algunas características fundamentales del español de Buenos Aires1. Para ello, partimos de una sucinta caracterización de los dos géneros textuales de la Web que han constituido la fuente de nuestro corpus –Facebook y fotolog–, y después nos centramos en algunos aspectos específicos de la morfosintaxis y del vocabulario del español de Buenos Aires, tal como se reflejan en los textos de internet que analizamos. Los fenómenos que hemos seleccionado son, en primer lugar, el voseo y las fórmulas de tratamiento; en segundo lugar, los usos pronominales; y, por último, la supervivencia y vitalidad de voces tradicionales provenientes del lunfardo2, extranjerismos y el surgimiento de nuevos vocablos y 1 Con español de Buenos Aires nos estamos refiriendo al que se habla en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la zona que la circunda, conocida como conurbano bonaerense. 2 Si bien coincidimos con Conde (2004: 14) en que “muchas veces no resulta sencillo frente a un vocablo cualquiera, precisar la diferencia entre argentinismo y lunfardismo”, siguiendo a
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expresiones, sobre todo en el cronolecto adolescente. En el final, presentamos una breve evaluación del panorama descrito. 2. La lengua de Internet y los géneros escogidos El corpus de textos que analizamos está formado por muestras extraídas de dos de los géneros que se están desarrollando actualmente en la Web: fotolog y Facebook3. Se trata de sitios web gratuitos destinados al contacto entre las personas4. En ambos se encuentra un perfil del usuario y fotos que reciben comentarios por parte del titular de la cuenta o de sus amigos y conocidos. La diferencia fundamental es que, en Facebook, las fotos constituyen un álbum, mientras que el fotolog actúa como un cuaderno de bitácora, donde las fotos son subidas a diario, por lo que la fecha es un elemento insoslayable. En ambas variedades predomina la imagen por sobre la escritura. Si bien aquí no entraremos en mayores detalles respecto de las diferencias sociológicas entre los productores de cada género, en líneas generales, podemos señalar que, según muestran los perfiles que figuran en las páginas analizadas de los fotologs y de Facebook, mientras en los primeros los titulares de cuenta son adolescentes que aun no han completado la escuela secundaria o recién han egresado de allí, los de Facebook presentan un rango etario más amplio, que también abarca profesionales con nivel terciario o universitario y ya en pleno ejercicio de su actividad. Esta característica sociológica de los productores se refleja en los textos elaborados (como se verá en los ejemplos que se presentan en el apartado 3); de modo que si bien ambos géneros nos permiten encontrar las particularidades del habla coloquial de Buenos Aires, los textos que corresponden al corpus de Facebook muestran un vocabulario más cuidado y mayor gobello (1989: 15-16), consideramos al lunfardo como un “repertorio léxico, que ha pasado al habla coloquial de Buenos Aires y otras ciudades argentinas y uruguayas, formado con vocablos dialectales o jergales llevados por la inmigración, de los que unos fueron difundidos por el teatro, el tango y la literatura popular, en tanto que otros permanecieron en los hogares de los inmigrantes, y a los que deben agregarse voces aborígenes y portuguesas que se encontraban ya en el habla coloquial de Buenos Aires y su campaña, algunos términos argóticos llevados por el proxenetismo francés, los del español popular y del caló llevados por el género chico español, y los de creación local”. 3 Para una fácil referencia, los textos se citan del siguiente modo: con “I” se identifican los que corresponden al corpus de Facebook y con “ii”, los del corpus de fotolog. En ambos casos los ejemplos van seguidos de las iniciales del productor y de la fecha del mensaje. Todos los ejemplos son copia exacta del original. 4 El corpus de datos utilizado para la investigación corresponde a personas de nuestro conocimiento a quienes se les pidió autorización para emplear sus textos.
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dominio de los recursos de la lengua, mientras que en los fotologs se advierte un uso mucho más limitado y descuidado del lenguaje5. Para nuestro estudio, la importancia de estos sitios deriva de que constituyen muestras con un alto grado de espontaneidad6, ya que sus productores tienden a no editar sus textos unas vez escritos. Es importante notar, como sostiene Crystal (2002: 60), que existe una gran variabilidad entre los usuarios y modalidades de la Web. Así, respecto del correo electrónico plantea que: […] varía enormemente. A algunas personas les basta con enviar mensajes sin revisarlos en absoluto, sin importarles los errores tipográficos, las incorrecciones gráficas ni otras anomalías que aparecen en sus mensajes; otras personas se toman tantas molestias para revisar sus mensajes como se las tomarían en otros contextos no relacionados con la Red […].
2.1. oralidad versus escritura Desde la perspectiva lingüística, se constata en estos géneros un carácter “híbrido”, dado que, como muchos otros de los surgidos en la era de la comunicación electrónica, ya sea en internet (chat, blog, mail) o fuera de ella (mensajes de texto en teléfonos celulares), han sumado un nivel más de complejidad al tradicional debate entre oralidad y escritura. En general, estos textos han sido calificados como escritura oralizada u oralidad escrita, o, en palabras de Baron (2000: 248), como un “emerging language centaur – part speech, part writing”. Esta particularidad resulta sumamente interesante cuando se quiere trabajar las características actuales de un dialecto: se trata de muestras escritas que poseen casi la inmediatez y la espontaneidad del habla oral, aunque al mismo tiempo no solo responden a las convenciones del texto escrito, sino que las explotan intensamente. Efectivamente, muchos de los recursos lingüísticos empleados (ortográficos, morfológi5 Las diferencias a las que hacemos mención aquí se pueden corroborar en los textos que analizamos en el resto del trabajo, sobre todo en el nivel léxico. En Facebook, los hablantes revelan tener un vocabulario más amplio y propio de un mayor nivel de escolaridad, por eso utilizan expresiones de la lengua cuidada como “caerse de la soberbia”, en (40), o colegas en (42), término con el que se hace referencia a profesionales de una especialidad. Por lo contrario, los textos de fotologs, construidos en torno a una imagen, son más descuidados y, dado que es un medio de comunicación propio de adolescentes, predomina un vocabulario más acotado. 6 Mayans (1999) (citado en Yus 2002: 140) atribuye esta característica al chat respecto del que plantea: “[…] nos enfrentamos al más inorgánico y espontáneo de los registros escritos […] su característica reflexiva pierde enteros ante la imposibilidad práctica de revisar cada frase […] el sistema de argumentación es más similar al de una conversación oral: el contenido se improvisa más, se distribuye fragmentado”.
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cos y léxico-sintácticos) tratan de compensar carencias, como la gestualidad y la prosodia, al mismo tiempo que buscan manifestar un alto grado de afectividad7. (1) diossssssssssssssssssssssssssssssssss...espectacular!!!!!...de 10!!!! seguiiii no aflojes jamas!!!!sos el unico!!!!!y vos adri...definitivamente kres q siga yyyyorando.....idola total!!!!ademas..tas barrrrbaraaaa!!!!! los quiero muchoooo. (i-AN-02/03/10)8 (2) Feliz Cumple. Mmmm.... quedó medio seco el saludo, ahí va otra vez: FelizzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzCumpleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! bsoos. (ii-ML-29/03/10) (3) …se les echa arto de menos iwal ke amis primos… (i-FS-04/05/10)
Según evidencian los ejemplos presentados, se trata, pues, de modalidades textuales dominadas por la necesidad imperiosa de mantener el vínculo, es decir que en ellas predomina la función fática o de mero contacto entre emisor y receptor (Jakobson 1984). Por ello, hay un constante uso de procedimientos transmisores de emotividad, como interjecciones –xD = por Dios, hey en el ejemplo (7)– y vocativos –idola total!!!!, diossssssssssssssssssssssssssssssssss...espectacular, en (1)–, con frecuente duplicación de vocales y consonantes –barrrrbaraaaa!!!!!, muchoooo, en (1)–. Por lo contrario, la supresión de grafemas –kres q siga en (1), bsoos en (2)– y el acortamiento o la aglutinación de palabras –tas = estás, en (1) y pa = para, en (14)–, pueden llegar a conformar una especie de siglación (como, por ejemplo, tkm = te quiero mucho), cuya función primaria, sin duda, es la de agilizar la transmisión, aunque también, como señala Crystal respecto de los mensajes de texto, el artilugio tiene un sentido lúdico esencial9. En cuanto a los aspectos relativos a la normativa ortográfica, se advierte que esta resulta despojada de su función normalizadora y es, en cambio, puesta al servicio de la expresividad de los usuarios, mediante estrategias de fonologización como yyyyorando –ejemplo (1)– o iwual ke amis primos –ejemplo (3)–, que buscan acercar la escritura a la oralidad y acortar la distancia entre emisor y receptor que produce la comunicación escrita al carecer de señales acústicas. Asimismo, Para la convención de cita de los textos, ver nota 3. Todos los ejemplos se reproducen con la ortografía y demás características de escritura del texto original. En negrita se destacan los elementos que son objeto central de nuestro análisis. 9 Crystal (2008: 10) lo explica de la siguiente manera: “Why abbreviate? The usual answer is that abbreviations help to speed things up […]. We do not have to go back into history to learn that if we are in a hurry and want to leave a written message, we are likely to abbreviate […]. But the need to save time and energy is by no means the whole story of texting […]. Another factor is involved: the human ludic temperament. In short, it’s fun”. 7 8
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la despreocupación por la ortografía es tan notoria que una misma palabra puede aparecer con grafías distintas, como se observa en el siguiente texto respecto de extrañar: (4) Te extraño amor...te extraño....(aunque wendy y yo nos peleamos y nos dimos besitos y dormimos juntitas y sali con mi mami y disfrute mi casa)...te estraño amor...te extraño. (i-Eg-06/11/09)
3. El español de buenos Aires El español de Buenos Aires posee una serie de características bien particulares que lo diferencian de otras variedades, tanto las que se hablan en la Península como las del resto de Latinoamérica. Estas singularidades se reconocen no solo en el nivel léxico, sino también en cuanto a los aspectos fonológicos, morfosintácticos, semánticos, como muchos trabajos en este mismo volumen lo demuestran. Muchos de estos rasgos se deben al particular proceso de inmigración que se produjo en el país entre fines del siglo xix y principios del xx. Se trata de un fenómeno con características únicas, que hizo que durante más de cincuenta años los extranjeros que vivían en la ciudad y hablaban distintos idiomas y dialectos, en su mayoría de origen europeo, superaran en número a los pobladores nativos (Fontanella de Weinberg 1987: 136). En este sentido, es evidente la fuerte influencia de estas comunidades en el habla nacional, lo que le ha dado al español de Buenos Aires su “personalidad” tan especial en el concierto de países hispanohablantes, la que a su vez también lo diferencia del habla propia de las otras regiones del país, donde se han dado distintas influencias de las lenguas indígenas, como el quechua, el mapuche o el toba, entre otras. 3.1. voseo, fórmulas de tratamiento y apelativos El voseo constituye una de las características más sobresalientes del español de la Argentina. Según lo explica Carricaburo (2004 y en este volumen, sección ii, cap. 2), el voseo argentino es doble: pronominal y verbal. El paradigma pronominal utilizado es el común a toda Latinoamérica: con vos para la función sujeto y para el complemento de preposición y de comparación. Se pierde en cambio para la función de objeto, donde se mantiene la forma general te y para los posesivos, donde se usa tu y tuyo. En cuanto a las formas verbales, la característica del voseo argentino (denominación proveniente de Henríquez Ureña) es que es monoptongado en la vocal más abierta del diptongo: amás, temés, partís.
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En nuestro corpus se observa el uso onmipresente de las formas voseantes. No hemos encontrado ningún registro de tú en función de sujeto o complemento de preposición, excepto que se trate de hablantes españoles o de otras regiones de América. Dado el carácter informal que prevalece en la comunicación que se establece en los géneros analizados, la forma de respeto Ud. aparece de modo muy restringido, sobre todo en el trato entre profesores y alumnos, pero Uds. es la forma predominante para el plural. veamos los casos: (5) Hola querida. No se nada de vos (complemento de preposición). Estoy preparando el trabajo final de Enfoques y Metodos Ele. Me restan las prácticas, pero x cuestiones de trabajo no curso y vos? (nominativo) (i-SL-28/08/10) (6) Che nico no puede..nos juntamos igual?..gaby ofrece la casa!..avisen! [Uds.] (imperativo de segunda persona plural) (i-Cv-28/08/10) (7) Hey chango!!! como va?, un abrazo grande.. Cuidate [= Cuidáte vos] (imperativo de segunda persona singular) (i-Fv-06/11/09) (8) si me acuerdo de vos (complemento de preposición)....[vos] trabajabas en segafredo10 no? (i-Eg2-06/11/09) (9) Adriana !!!!!! Te felicito!!!!!!!!Una voz espectacular, la tuya y la de tu hijo!!!!!!Me encantó, el mundo del arte es maravilloso (i-LS-03/10) (10) Profe, feliz cumple! De haber sabido te hubiera saludado hoy... pero no sé por qué, tengo el recuerdo de que usted nos dijo que cumplía el 28 de Diciembre, el día de los inocentes, pero bueno al parecer me equivoqué. Que lo termines muy lindo! Besitos, hasta mañana. (i-CF-17/06/10)
En (5), encontramos ambos usos de vos: como complemento de preposición y como sujeto en nominativo. En (6), aparece la forma verbal correspondiente al plural del imperativo: avisen! Respecto de este ejemplo, es muy interesante la presencia de che, apelativo tan característico del español argentino que, nominalizado, sirve a los habitantes de los países vecinos para referirse a los argentinos en general como los che. En (7), aparece otro apelativo, de origen regional, pero utilizado ahora también entre los jóvenes de Buenos Aires: chango11, junto a una interjección de llamada de atención: hey, y a una fórmula nueva, que está extendiéndose en los saludos, sobre todo entre los jóvenes: ¿Cómo va?, que analizaremos más ade-
Cadena de cafeterías de Buenos Aires. Según el diccionario de la RAE (2001: 517), la denominación se utiliza para referirse “a un individuo de un pueblo americano que habitaba al norte de Chile”. 10 11
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lante en relación con los usos pronominales. En este mismo ejemplo, se encuentra un imperativo, pero para la segunda persona singular: Cuidate [vos] que, según la pronunciación de Buenos Aires, debe ser leído con el acento en la penúltima sílaba (cuidáte), aun cuando la ortografía omita la tilde correspondiente. En (8) aparecen el pronombre en función de complemento de preposición y el imperfecto para la segunda persona singular –trabajabas–, que, en este caso, es homomórfico con el del español general correspondiente a tú (Carricaburo 2004). El ejemplo (9) registra las grafías correlativas de vos: la forma objetiva te y los posesivos tuya y tu, que le dan al paradigma el carácter híbrido que plantea Carricaburo (2004). El fenómeno que se registra en (10) es también otra de las características del habla actual de Buenos Aires: la alternancia entre el tratamiento formal e informal en el diálogo. Así el ejemplo muestra el paso de la expresión tuteante con te a la de respeto con Ud. y la vuelta al tuteo en que lo termines. Al respecto, Susevich (2005: 174), sostiene: Hoy en día es difícil identificar los tratamientos formales e informales en los hablantes porteños. A pesar de que se usa usted para dirigirse a personas mayores desconocidas y de más jerarquía social o laboral, la regla no es general. Durante una conversación, dos personas pueden pasar del uso de usted al vos, si la situación lo permite (negritas del original).
3.2. usos pronominales En este apartado presentamos ejemplos de algunos de los nuevos usos pronominales que están apareciendo en el habla de Buenos Aires. El primer grupo de casos (11-15) presenta construcciones pronominales con se con valor atenuador. Los ejemplos del tipo (11-14) se dan con verbos que manifiestan afecto, como querer y extrañar, con los que, además de se, aparece otra forma pronominal en caso acusativo, no omisible, con la que el emisor hace referencia a su interlocutor. El fenómeno que aquí se registra pone en evidencia que, al mismo tiempo que expresa abiertamente sus sentimientos, el emisor parece sentir pudor de hacerlo, por lo que se escuda en una formulación impersonal que le permite tomar distancia de lo que dice12. Este efecto se acentúa cuando, como en (12) y (14), elige referirse a su interlocutor, y objeto de su afecto, mediante la forma de acusativo la correspondiente a la forma de respeto para la segunda persona, Ud. No obstante, en (14), el Según Rodríguez Ramalle (2005: 397), “[u]na oración impersonal no es una oración que carezca de sujeto, todo lo contrario, posee un sujeto identificado temáticamente por el verbo principal”. En el caso de estas oraciones: el sujeto de extrañar/querer es el emisor. Sin embargo, continúa esta autora, “[l]a razón de la impersonalidad estriba en que la posición de sujeto no aparece realizada fonéticamente y carece de referencia definida”. Desde esta perspectiva, “siempre requiere de un antecedente que le asigne rasgos semánticos” (2005: 399) y permita una interpretación ya sea genérica –‘todos te quieren/ te queremos’– o bien de tipo existencial –‘alguien (como yo) te quiere’. 12
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involucramiento del emisor aflora en el dativo ético de se me cuida (que aparece en lugar del más convencional: cuídese [Ud.]). El caso de (15) es diferente porque no aparece ningún verbo afectivo ni otra forma pronominal. Pero también se trata de un uso atenuador, ya que con la construcción con se, el emisor busca disminuir su responsabilidad en el hecho de no haber asistido y deja entrever que circunstancias ajenas a su voluntad se lo impidieron. (11) Eli amiga, cada dia que vivimos juntos es muy lindo, se te extraña [a vos] cuando no estas!! Besotes (i-MD-23/11/09) (12) Se la extraña mucho [a Ud.] (I-DV-17/09/10) (13) aii dioss este año mis nuevos compañeros me van a tener q aguantar nadie me aguantaba tanto como ustedes esas 4 hs diarias aii dioss u.u jejej besiitoss mi amor (L se te kiereee ….) (ii-JT-12/26/08) (14) en realidad soy yo pero ella me paso la contraseña del flog jejejej aldu sabes q estoy pa lo que necesites okas se me cuida y bueno todo se ba arreglar sabeloooo nada se lakiere mucho [a Ud] sepaLooo!!!!!!!!! (ii-LBX-01/02/09) (15) sii martaa, me hubiera gustado ir pero no se pudo... (i-gC-18/09/10)
En el segundo grupo de ejemplos, encontramos dos casos –(16) y (17)– de formas pronominales expletivas, es decir, omisibles, y un ejemplo de reformulación sintáctica (18). En (16) aparece un uso que se está extendiendo en el habla oral de Buenos Aires: con la forma expletiva de segunda persona –Un syrah13 no te lo rechazo– el emisor no plantea aceptar un ofrecimiento particular de su interlocutor (cf. Te acepto [a vos] una galletita), sino que la expresión tiene un sentido generalizador y se interpreta como ‘Un syrah no lo rechazo nunca’, con lo que adopta un cierto valor enfático y encarecedor. De esta manera, creemos, te funciona más pragmática que oracionalmente, o sea que la posibilidad de que la forma proposicional te pueda omitirse sin que se altere el contenido conceptual de la oración, revela que se trata de un recurso de carácter pragmático usado por el productor del texto para incluir en este a su interlocutor. Por eso, la forma pronominal te no cumple el papel temático de Fuente respecto del verbo de la oración: ‘No te lo rechazo a vos’; introduce más bien al receptor del mensaje y supone un verbo de ‘habla’ implícito: ‘Te digo a vos que un syrah (yo) no lo rechazo (nunca)’. El caso de (17) es similar al de (16), en tanto que el pronombre me es también del mismo modo omisible y, aunque no tiene valor generaliza13
Merlot y syrah son tipos de vinos.
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dor, puede considerarse que desempeña una función pragmática: mediante el dativo ético el emisor logra introducirse a sí mismo en la estructura oracional. El uso registrado en (18) se encuentra igualmente en franca expansión en el habla cotidiana: se trata de la tendencia a sustituir el complemento de régimen preposicional por formas pronominales acusativas o dativas, es decir, a manifestarlo mediante transitividad directa. En (18) observamos que compartir –que exigiría un complemento objeto directo y un complemento de compañía (‘compartir algo con alguien’)– se reformula mediante una construcción ditransitiva de complemento objeto directo y complemento objeto indirecto –compartirme algo (en vez de ‘compartir conmigo’). (16) Una vuelta compre un merlot14 frances hace como 12/13 años en la bodega del Coto (tenía muy buena bodega ese super) que fue inolvidable....por eso de a poco ir probando uno, otro y me quedé con el merlot. un syrah no te lo rechazo igual pero con el tema de la alcoholemia y que manejo todo el dia .......deje el alcohol. (i-DR-18/02/10) (17) Mi canción favorita!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! recuerdo a mis antepasados, los que llegaron en barco a la Argentina, la tierra de la Esperanza. Como lo hicieron nuestros abuelos o padres dejando a la madre Patria España o a la italia quizás silenciando en sus memorias todo lo que implica su terruño. Vos me lo vas a interpretar !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Un beso (i-MP-19/08/10) (18) El que quiera devolverme un libro, compartirme algo que escribió o comentarme cualquier cosa, el lunes 20 estoy por el colegio!! Besosss (i-LB-18/09/10)
En el último grupo de ejemplos, retomamos una expresión ya aparecida en (7) más arriba, reformulado aquí como (19). Se trata de una forma frecuente en el saludo entre conocidos, en donde se omite el pronombre. En efecto, ¿Cómo va? deriva de la más tradicional ¿Cómo te va?, pero al elidir la forma pronominal de segunda persona, que refiere directamente al interlocutor, confiere a la expresión un sentido más despersonalizado, interpretable como: ‘¿Cómo va la cosa/ la vida/ el hecho de vivir?’ o bien un valor indefinido y general: ‘¿Cómo va todo?’. (19) Hey chango!!! como va?, un abrazo grande.. Cuidate (Fv, 06/11/09) (20) Hola Maria Marta: Como va? veo que muy bien con el facebook Facebook jajaj. gracias por invitarme. Besos (i-iC-18/04/10)
14
ver nota 13.
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(21) sebassssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss cmo va nene no pods hacerte esto en el flog dejate de joder sos re piola pro ewsto m pso de la raya bldo nunca cambies sois15 re buen amigo (ii-TM-12/02/08)
3.3. aspectos léxicos El léxico muestra el aspecto más variado y creativo del español de Buenos Aires. Una de sus características más sobresalientes es el uso abundante de términos de origen extranjero, por lo general, sin adaptación a las formas propias del español, como se advierte en la mayoría de los ejemplos que siguen, aunque también se combinan para formar expresiones “mixtas”, como la de (25): (22) gracias por tu saludo Lore, sos más poderosa que el facebook, no importan las horas de delay (i-vN-10/02/10) (23) hola elii mi amor!! el lunes a las diez un poquito mas paso por el coffee a saludarte y a darte el regalo que te trage el tuyo y el de cata , antes de entrar a mi laburo entro a las doce asi que paso, vos entras a las diez no?? (i-NR-29/10/09) (24) Hoy todo depende de algún software! Desde una máquina cafetera hasta un semáforo.... El software es la base del futuro... Como dice Steve Jobs, es puro software, sin la aplicación el iPhone no es más que un celular igual al resto... la diferencia está en el software... (i-NM-17/02/10) (25) Estas a full con la facu? a ver si te haces un tiempito...avisa (i-MA-14/09/10) (26) che revisando la guia internacional del comic, seres fabulosos y espartajos de otras galaxias Bueeeeeeno tan nerd [= muy estudioso, tragalibros] no vas a ser… (i-gg-21/04/10)
Según se puede ver más arriba en (23), y en (27) a (29) a continuación, junto con los extranjerismos, abunda el uso de lunfardismos, tales como laburo, bondi, piba: (27) Tomémonos un bondi y nos bajamos en la esquina del carajo... (ii-PB19/09/10) (28) hey como andas piba?? todo bien? te acordas de mi no? (i-EA-06/11/09)
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Sois por sos.
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otra de las características del habla de Buenos Aires es la tendencia a acortar o apocopar palabras y nombres de personas y lugares: (29) si pibaaaaa....a ver cuando nos vemos!!!!este finde [= fin de semana] le festejo el cumple a facu,te animas a venirte hasta tigre???avisame a mi celu y te indico como llegar. besos (i-NM-05/05/10) (30) recuperame los datos de mi compu muerta ya q solucionas cosas jajaja avisame posta te digo... (i-YDS-21/07/10)
También hemos registrado formas neológicas que hacen referencia a usos y costumbres del Buenos Aires actual: (31) No caben dudas: el fernet cola es el gran trago nacional. Una pasión de origen italiano que estalló en Córdoba y se diseminó por todo el país. Entre marcas caras, baratas y de cabotaje, el mercado fernetero se ha diversificado y hoy ofrece muchas marcas. (i-SW-06/11/09) (32) Caroooooooo,digo, musa ferneteraaa (ii-DRMFS-28/01/09) (33) che porque tu cancha tiene las 4 tribunas diferentes???la hicieron con las sobras de los otros estadios!!???jajajajaja que porqueria encima con esos toldos!!!!que es una boliferia ???jajajaja30.000 personas!!! es un metegol!!!jajajajaja. (i-MC-18/02/10) (34) Mi gato es en realidad un puma, si la veterinaria casi me demanda! ahora parece que la droga le queda chica necesita mas gotas, resulto un gato drogon. (i-Lg-16/07/10)
En (31) y (32) encontramos un adjetivo denominal: fernetero, formado a partir del nombre de una bebida: fernet16. En (33) aparece un compuesto formado con acortamiento de la primera base: boli(via) feria, que constituye una denominación despectiva para referirse a las ferias populares donde venden los bolivianos sus productos. En (34), hay otro adjetivo denominal con valor aumentativo: drogón, que se emplea con el sentido de adicto o afecto a las drogas, en el ejemplo, con sorna. En epígrafes a fotos aparecen formas neológicas derivadas, referidas a las costumbres alimentarias: cerveceando, en (35), está formada sobre un inexistente cervecear (= tomar cerveza) y pizzeada, sobre pizza, a imitación de parrillada. El sustantivo fernet no figura en el DRAE. Diferentes sitios en Internet (; ) la definen como una bebida alcohólica amarga elaborada a base de diferentes hierbas y especias. 16
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(35) Cerveceando (i-MD-24/05/10) (36) Fotos del álbum “Parrilada con Rom en lo de Man” (i-HA-24/05/10)
Abundan también formas y expresiones sumamente coloquiales y populares, entre las que hemos extraído las siguientes: (37) Dejame de joder [= exclamación de indignación]17, una colombiana cantando la canción del mundial de Sudafrica!!! Esto es cualquiera [= esto es cualquier cosa, no se entiende] la canción del mundial tiene que ser de alguien nativo ! (I-AP07/10) (38) solo queda el final de LOST!18 (aunque voy atrasada dos cap) creo que haremos juntada mundial [= nos juntaremos todos como en el mundial de fútbol] para el mismoo , t copas [= te gusta, te parece bien]? espero q estes bien Nico (I-FK21/05/10) (39) no posta [= seguro] hay algo q no me cierra entre dracula superman y jesus (el dueño de la cruz no?) (i-gg-21/04/10) (40) ¿Quién habló con Sir árbitro en el entretiempo? Ja, los mundiales son joda [= algo poco serio], córtenla [= termínenla] con este negocio de las emociones. Bravo por Holanda, tercer subcampeonato. Lo lamento por España, cuando se caigan de la soberbia que no vengan a matarse el hambre con los sudacas19. Me calenté [= me enojé] (I-MG-12/07/10) (41) OK, banco [= aguanto, sostengo] tu opinión solo si me decis que no gritaste el primer gol de Tevez contra Mexico... (i-DA-12/07/10) (42) Martu, lástima que nunca hay tiempo para charlar: tenemos colegas con mucha chispa, luz, inteligencia y cope mental [= mente brillante] !! (I-BH-30/07/10) (43) …pero bueno ponete las pilas [= no te dejés estar, hacé algo], a ver si nos vemos a fin de año!!!!! (I-NM-04/05/10) (44) yo tambien amiga, estoy medio bajon [= un poco deprimida] porque me cambiaron el franco … (i-MD-01/12/09)
17 Entre corchetes, precedida por un igual, colocamos una glosa o explicación para aclarar el significado de las expresiones destacadas en negrita. 18 Serie norteamericana de moda. 19 Según el diccionario de la RAE (2001: 2103), el término sudaca es un adjetivo despectivo y coloquial que significa ‘suramericano’. También se emplea como sustantivo.
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En (44) se advierte que bajon resulta equivalente al adjetivo coloquial bajoneada (es decir, deprimida), a partir del cual estaría formándose por acortamiento, según una tendencia predominante en el español de Buenos Aires, que ya hemos considerado –ver ejemplos (29) y (30)–. También hemos detectado algunas expresiones que se utilizan como insulto –(45) y (47)–, aunque muchas veces, en el uso, este valor expresivo se va perdiendo y se conservan solo como apelativas –(46) y (47): (45) totalmente de acuerdo, fue feo haber sido eliminado por Alemania en el colegio alemán, encima nos atacaron otros colegios y vecinos con basura y huevazos y yo me tuve que bancar [= aguantar] que giles me preguntaran por ser descendiente de alemanes: quién querés que gane: acaso le pregunto a un Rodríguez si quiere que gane España o a un Mcgee si quiere que gane inglaterra? No ! hay gente pelotuda por Dios ! (i-BH-28/07/10) (46) guille... no digas boludeces. Yo escribo en ese diario. (i-Lv-15/07/10) (47) Ximª!!!!!!!!!!!!! ayer no te pude hablar que taba con kilombos ajajajaj ... che cuándo volves? veni a visitarme buuu que te extraño! (i-ML-13/07/10) (48) primero el tipico comentario de chabones calientes (ii-DRMFS- 25/01709) (49) Nicolás Manuel Ruiz jajajajajaja que chabon! (ii-NR-18/02/10)
Quilombo –escrita kilombo en (47)– es una palabra de origen africano que significa ‘prostíbulo’ (RAE 2001: 1880); se usa coloquialmente con el significado de ‘lío, problema’. En cuanto a chabón, ha sido despojado de su sentido propio del habla rural, de ‘persona torpe o inexperta’, vinculada con la voz mapuche, charabón, con la que se designa al “ñandú joven, que comienza la muda de su plumón” (DAAL: 210, acep.1) o con el español chambón (Conde 2004: 95), del portugués antiguo chamba, forma coloquial que significa chiripa (RAE 2001: 534): “suerte favorable que se gana por casualidad, en el juego de billar” (acep. 1) y, por extensión, “casualidad favorable” (acep. 2). En este sentido, chambón es “el que consigue por chiripa algo” (acep. 3) y no por habilidad (acep. 2), de ahí su significado de “torpe, inhábil”. En el lenguaje juvenil, chabón se emplea como modo displicente o familiar de referirse a alguien, equivalente a ‘tipo’ o al español ‘tío’ (Albano/Giammatteo 2008: 226). Por último, entre las expresiones interjectivas, está ganando fuerza la forma dale, que puede ocupar distintas posiciones en el texto y está ampliamente registrada en el corpus: (50) hola Diana!!! Dale, a ver cuándo nos vemos. Pongámosnos las pilas y arreglemos de una vez por todas. Besos a.. (i-SN-12/08/10)
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(51) Dale, Rocío, te esperamos en la próxima, realmente fue bárbaro. Besos (i-Mg19/09/10) (52) creo que no se mete mas o algo asi....pero le digo que aunque sea te escriba un mail dale? (i-Eg-29/10/09)
4. Conclusión En este trabajo nos hemos ocupado de examinar las particularidades del español de Buenos Aires utilizando como fuente dos corpus de textos conformados a partir de géneros de internet: fotolog y Facebook. Nuestra elección se ha basado en que en ellos predomina el carácter coloquial, espontáneo y lúdico en la comunicación, más allá de la edad y nivel socio cultural de sus participantes. No hemos considerado todas las particularidades propias del español de Buenos Aires, sino que nos hemos centrado en algunos fenómenos representativos de esta variedad. El primer aspecto analizado ha sido el que Di Tullio considera “el rasgo gramatical más destacado de nuestra modalidad dialectal, prácticamente nuestra seña de identidad” (2010: 47). En efecto, el voseo es una característica esencial del español no solo de Buenos Aires, sino de toda la Argentina, en la que, a diferencia de lo que sucede en otros países de Latinoamérica, es norma culta. Según hemos visto, el voseo no solo sigue vigente en el trato informal, sino que se está extendiendo como una alternativa que permite a un hablante pasar del trato formal con Ud. al de confianza con vos, en un mismo acto de comunicación y respecto de un mismo interlocutor – cf. ejemplo (10). otro aspecto tratado es el que corresponde a las formas pronominales, especialmente las referidas a la segunda persona. Al respecto, hemos puesto nuestra atención en algunos usos innovadores utilizados por los productores para ocultar, en el caso de los mecanismos atenuadores, como los que aparecen en los ejemplos (11) a (14) –se te quiere, se la extraña–, con los que el hablante busca tomar distancia de lo que dice; o bien, como en (15), disminuir su responsabilidad en la conducta asumida –no se pudo (asistir)–. Se reconocen también formas expletivas, que pueden omitirse sin que se altere lo que se quiere transmitir. No están exigidas por la estructura oracional, sino que se relacionan con las funciones pragmáticas que permiten al emisor incluir al interlocutor en su discurso. Registramos, además, un cambio en el tradicional saludo ¿Cómo te va?, que tiende a formularse sin el pronombre, ¿Cómo va?, tomando un cierto valor generalizador y despersonalizado, equivalente a ‘¿Cómo van tus cosas?’ o ‘¿Cómo va todo?’.
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En cuanto al léxico que, sin duda, representa el aspecto más dinámico de cualquier variedad de lengua, el español coloquial de Buenos Aires, tal vez por el ascendiente multirracial y multicultural de sus habitantes, no solo no rechaza los extranjerismos, sino que por lo general los acepta con su grafía y pronunciación originales. De modo semejante, dado que en su origen muchos lunfardismos provienen de voces extranjeras incorporadas hace tiempo en la lengua, estos resultan abundantes en el uso. Se advierte una fuerte tendencia al acortamiento de palabras –compu (computadora), facu (facultad), celu (celular)– que predomina asimismo para los nombres propios (por ejemplo, Nico en lugar de Nicolás), así como también interesantes creaciones neológicas –fernetero, drogón, pizzeada, cervezeada–, por lo general vinculadas con los usos y costumbres del Buenos Aires actual. De modo semejante, se han recogido voces y expresiones sumamente coloquiales y populares, tales como bancar (= aguantar), dejarse de joder (= no molestar), cortarla (= terminar una cosa), posta (= seguro), etc. Junto a la vigencia indiscutida de che, apelativo identificador de los argentinos en el exterior (como en el conocido caso de Ernesto Che guevara) y forma vocativa general, registramos otras en crecimiento, como chabón, chango y algunas, que, si bien originalmente tenían solo valor despectivo, el uso frecuente ha convertido en simples formas de tratamiento entre pares, como boludo y pelotudo. Por supuesto, el panorama presentado dista mucho de ser completo. varios fenómenos morfosintácticos, así como lexemas y expresiones de todo tipo presentes en el rico corpus estudiado, han quedado fuera de nuestro análisis. Sin embargo, creemos que los ejemplos y casos seleccionados constituyen una muestra representativa de la dinámica de la lengua en relación con distintos aspectos fonológicos, morfosintácticos y léxico-semánticos propios del español de Buenos Aires. Asimismo, junto con el registro de formas en uso, consideramos importante para nuestro trabajo haber podido mostrar cómo el hablante opera a partir de los múltiples recursos que le ofrece la lengua y va seleccionando los que mejor le permiten comunicar sus puntos de vista y valoraciones afectivas. Así, respecto de los fotologs, Parini (2009) plantea que los adolescentes que participan despliegan una serie de estrategias lingüísticas que les posibilitan manifestar afecto y proyectar su identidad grupal y social. En nuestro caso, hemos podido extender esta perspectiva para mostrar cómo también en Facebook, que abarca un registro etario y sociocultural más amplio, los productores se distienden y, junto con expresiones más cuidadas, incluyen marcas que les permiten destacar su subjetividad, activando tanto su presencia en el texto como la del otro al que se dirigen. Entre los mecanismos que ponen en juego, los recursos léxicos cobran un papel predominante: emplean así voces sumamente coloquiales, que les posibilitan dar cuenta de sus afectos e intereses más inmediatos.
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Por último, es necesario señalar que nuestro trabajo se enmarca en la línea de investigación interesada en la caracterización del lenguaje cibernético y en la identificación de su valor respecto de la evolución de la lengua. En principio, considerar los factores lingüísticos que involucra este tipo de intercambio nos ha permitido mostrar que dos de las características que se le asignan a la comunicación electrónica, a saber, la transgresión respecto de las normas y la creatividad, son posibles porque la lengua utilizada está fuertemente sustentada en el sistema, el cual constituye la garantía de inteligibilidad entre los usuarios. Es solo el firme conocimiento de las reglas de la gramática el que permite a los usuarios violarlas para ser creativos. Según han mostrado los ejemplos transcriptos, los productores escogen entre las diferentes formas disponibles en el sistema y extraen de todo el repertorio existente en un determinado momento, lo cual muestra el habilidoso y estratégico dominio del sistema que poseen. Sin embargo, en relación con sus características propias, tal vez el rasgo más sobresaliente que presenta la lengua de la comunicación mediada por internet es su naturaleza híbrida, que la coloca a caballo entre la lengua oral, espontánea y coloquial, y las formas escritas que la contienen. Según nuestro análisis, si bien la escritura provee el molde, al menos en los géneros considerados, se advierte un importante avance de las formas expresivas, fuertemente afectivas y subjetivas, propias de la oralidad. La lengua estudiada constituye así un registro único y particular, que se permite, como señalan Tagliamonte y Denis (2008: 3) respecto de los mensajes de texto en inglés, “la fusión de un amplio rango de variedades de la comunidad de habla: formal, informal, y altamente vernácula”. Para terminar, en cuanto a la validez de estos géneros cibernéticos para estudiar las variedades de una lengua, el lenguaje de la Web presenta la misma heterogeneidad y exhibe la misma dinámica de los procesos de cambio de la lengua que muestran otros géneros y variedades. En suma, la lengua propia de internet constituye en sí misma una variedad única “hetereogénea, en transición y sumamente creativa” (giammatteo/Albano: 2010), cuyo estudio pormenorizado arrojará gran luz acerca de las propiedades evolutivas de las lenguas en general y de la nuestra en particular. Empresa a la que esperamos haber colaborado con el presente capítulo dedicado a la variedad del español de Buenos Aires.
Capítulo 4 ANÁLiSiS DiSCURSivo DE LAS FUNCioNES DE LA iRoNÍA vERBAL EN CoNvERSACioNES ENTRE FAMiLiARES Y AMigoS DE SANTA FE maría isabel kalbermatten gustavus Adolphus College
1. Introducción En general, existen tres tipos de ironía: la dramática, la situacional y la lingüística. En este capítulo me ocupo de la ironía lingüística, llamada ironía verbal, la que prefiero describir como la ironía usada en la conversación. Desde los orígenes de la retórica, la definición de la ironía verbal ha dividido y confrontado a lingüistas, psicólogos, psicolingüistas y retóricos. Tradicionalmente, ha sido definida como la negación, contradicción u oposición del significado literal de un enunciado. Sin embargo, en trabajos recientes, algunos lingüistas y retóricos han cuestionado esta definición tradicional porque −según ellos− es muy limitada y específica, y no da cuenta de algunas instancias de ironía verbal en las cuales no se da tal negación, contradicción u oposición. Algunos autores han propuesto nuevas definiciones desde distintas perspectivas teóricas pero, aunque muchos de ellos son conscientes de que existen diferentes instancias de ironía verbal, la mayoría la ha definido como una categoría aristotélica con bordes claros y condiciones necesarias y suficientes. Además, muchas de estas definiciones se fundan en el análisis de oraciones aisladas de todo contexto y, por lo tanto, no pueden explicar algunas de las instancias irónicas presentes en la conversación. En realidad, muy pocos autores (Torres Sánchez 1984; Clift 1999; gibbs 2000; Kotthoff 2003; Baena 2005; Kalbermatten 2006) han propuesto nuevas definiciones basadas en el estudio de conversaciones espontáneas. Por ejemplo, en trabajos previos he caracterizado la ironía verbal prototípica como una estrategia conversacional usada por el hablante para indirectamente criticar a una persona o a un grupo de personas dando a entender −principalmente− lo opuesto de lo que dice (Kalbermatten 2006, 2009b). Por otra parte, relativamente pocos investigadores (Myers Roy 1981; Kreuz et al. 1991; Dews/Winner 1995, 1999; Dews et al. 1995; Jogersen 1996; Colston 1997; Colston/O’Brien 2000; Toplak/Katz 2000; Colston/Lee 2004; Alvarado ortega 2009) se han ocupado explícitamente de las funciones de la ironía verbal. En general, estos autores sostienen que, si bien la crítica indirecta es el principal
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propósito, no es el único por el cual se usa la ironía en la conversación. En efecto, ha sido demostrado en diferentes trabajos que el hablante prefiere usar la ironía verbal en lugar del lenguaje directo porque le permite desempeñar diferentes funciones sociales y pragmáticas tales como mostrar emociones negativas (Roberts/ Kreuz 1994), ser chistoso (Kreuz et al. 1991; Roberts/Kreuz 1994; Dews et al. 1995; Colston/Lee 2004; Flores Treviño 2009), suavizar o atenuar la agresividad de una crítica (Dews et al. 1995; Dews/Winner 1995), resaltar una crítica (Colston 1997; Toplak/Katz 2000; Colston/O’Brien 2000; Colston/Lee 2004), insultar (Colston/Lee 2004), burlarse o ridiculizar a la víctima (Kreuz et al. 1991; Flores Treviño 2009), expresar sorpresa (Colston 1997; Colston/Keller1998), mostrarse en control de sus emociones (Dews et al. 1995), evitar dañar la relación con el oyente o víctima (Dews et al. 1995) y salvar su imagen pública y la de su víctima además de proteger la relación entre ambos (Brown/Levinson 1987; Dews et al. 1995; Jogersen 1996; Alvarado ortega 2009). Finalmente, a través del análisis de fragmentos de conversaciones, Myers Roy (1981) demuestra que la ironía funciona a nivel individual como una estrategia comunicativa de control y a nivel social como un dispositivo que permite la cohesión o solidaridad grupal. Cabe señalar aquí que la mayoría de los estudios citados anteriormente se han hecho desde una perspectiva psicolingüística teniendo en cuenta las percepciones y reacciones de los participantes a estímulos de laboratorio. Por lo tanto, sus resultados no reflejan lo que realmente ocurre cuando se usa la ironía en conversaciones espontáneas. Myers Roy (1981), Flores Treviño (2009) y Alvarado ortega (2009) son las únicas investigadoras que trabajan con conversaciones espontáneas en inglés y español, pero sus análisis difieren del que se presenta en este artículo. Las tres autoras parten, respectivamente, del principio de cortesía (Lakoff 1973), de la teoría de la cortesía (Brown/Levinson 1987) y de la noción de configuración irónica (Ballart 1994) para analizar sus corpus. En cambio, en el presente trabajo se identifican las funciones de la ironía verbal a través de un análisis etnometodológico de las conversaciones; en otras palabras, mi análisis parte del corpus, de las reacciones de los participantes y de sus propios comentarios, para reconocer las funciones de la ironía verbal en intercambios comunicativos concretos. 2. Metodología 2.1. el corpus Para identificar las funciones de la ironía verbal se analizaron fragmentos de diez conversaciones informales entre hablantes de la ciudad de Santa Fe en Argentina, las que suman un total de 15 horas. Dichas conversaciones fueron grabadas y
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transcriptas de acuerdo con las convenciones del Análisis del Discurso. Cada fragmento de conversación citado en este trabajo tiene un número y un título para una fácil referencia. El número es el del casete. La letra (A o B) que sigue al número se refiere al lado del casete. Los nombres de los participantes han sido cambiados para proteger su identidad. Las convenciones utilizadas en la transcripción de los datos aparecen en el apéndice al final del capítulo. 2.2. los participantes La mayoría de los autores (entre ellos, Myers Roy 1981; Barbe 1995; Dews/ Winner 1995; Clift 1999; Kotthoff 2003; Baena 2005) reconocen que la información contextual compartida por los participantes de una conversación desempeña un rol fundamental en la interpretación de un enunciado como irónico. Por ejemplo, Barbe (1995: 80-81) señala: “The closer the participants’ relationship, the larger the amount of shared knowledge, and the easier they may understand each other’s ironies”. Es por ello que los participantes de la presente investigación son mis familiares y amigos con quienes comparto información contextual. Ellos han completado al menos la escuela secundaria y pertenecen a un nivel socioeconómico medio-alto. Son cinco hombres y quince mujeres cuyas edades oscilan entre los treinta y setenta años. 2.3. la identificación de las instancias irónicas Finalmente, la identificación de las instancias irónicas principalmente se basó en mi intuición como hablante nativa del español de la Argentina y como miembro de la misma comunidad hablante a la que pertenecen los participantes de la presente investigación. Por otro lado, el análisis discursivo y etnometodológico también me permitió reconocer y estudiar las instancias irónicas presentes en el corpus al utilizar las reacciones de los participantes y sus propios comentarios. Como resultado de dicho análisis, he identificado cuarenta y cuatro ejemplos. He observado en el corpus que en la mayoría de los intercambios irónicos no hubo reacción de los oyentes. En diecinueve de los cuarenta y cuatro intercambios irónicos (43,18% [19/44]) los oyentes ignoraron el enunciado irónico. En los intercambios irónicos restantes (56,82% [25/44]), las reacciones más frecuentes fueron respuestas verbales a lo que fue dicho por el ironista y risas. once de las cuarenta y cuatro respuestas (25% [11/44]) fueron reacciones al significado literal del enunciado irónico. Como fue señalado por Kotthoff (2003: 1394) este tipo de reacción “has the potential to lead to playful discourse (teasing)”. Seis de las cuarenta y cuatro res-
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puestas (13,64% [6/44]) fueron risas. La tercer reacción más frecuente en el corpus fue una repuesta a lo que fue implicado en el enunciado irónico (es decir, al mensaje irónico). Ocho de las cuarenta y cuatro respuestas (18,18% [8/44]) fueron respuestas serias a lo que el ironista daba a entender o implicaba. Este tipo de reacciones hace que la conversación no continúe en un tono irónico sino en un tono serio. 3. Análisis del corpus ¿Por qué preferimos usar la ironía verbal en lugar de decir directamente lo que pensamos? generalmente, cuando hablamos tenemos en cuenta las consecuencias que nuestras palabras pueden tener en nuestra audiencia y expresamos verbalmente nuestras ideas de acuerdo con dichas consecuencias. En otras palabras, que elijamos usar la ironía en lugar del lenguaje directo depende, además del efecto que queremos lograr en nuestra audiencia, del tema que se esté hablando, de la presencia o ausencia de la víctima en la conversación, y de la relación social y afectiva que tengamos con ella. Por lo tanto, las razones por las cuales elegimos usar la ironía verbal en lugar del lenguaje directo son varias y dependen de cada situación comunicativa en particular. Sobre la base de estas observaciones, en la presente investigación se analizaron las diferentes instancias irónicas presentes en el corpus teniendo en cuenta la presencia o ausencia de la víctima o blanco de la ironía en la conversación. En primer lugar, se estudiaron las funciones desempeñadas por la ironía en la conversación cuando la víctima está presente. En dicha situación se consideró el tema de la conversación y la relación social y afectiva entre el ironista y su víctima (por ejemplo, si eran familiares o amigos; si la relación entre ellos era amistosa o no). En segundo lugar, se analizaron las funciones de la ironía cuando la víctima no está presente; es decir, la víctima es una tercera persona. Como lo he indicado anteriormente, en el presente corpus he identificado cuarenta y cuatro instancias de ironía verbal. La mayoría de dichas instancias (75% [33/44]) fueron dirigidas a una víctima ausente. Once de las treinta y tres tienen como blanco a una mujer y veintidós a un hombre. Por otro lado, once de las cuarenta y cuatro (25% [11/44]) fueron dirigidas a una víctima presente. El blanco o víctimas de estas instancias fueron siete mujeres y cuatro hombres. Dieciocho de las cuarenta y cuatro instancias irónicas (41% [18/44]) fueron enunciadas por el hablante para ser chistoso y hacer reír a la audiencia; quince (34% [15/44]) se usaron para estrechar vínculos entre los participantes de la conversación; siete (16% [7/44]) para tomarle el pelo o burlarse de la víctima; tres (7% [3/44]) para controlar las emociones; y una (2% [1/44]) para no parecer agresivo ante la víctima. La Tabla 1 presenta los resultados de este análisis.
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funciones de la ironía verbal en Santa Fe
TAblA 1 Funciones de la ironía verbal según el tipo de víctima Funciones Hacer reír a la audiencia Estrechar vínculos Tomar el pelo No ser agresivo Controlar emociones Totales
Víctima Ausente Mujer Hombre 7 10 4 11 0 0 0 0 0 1 11 22 33
Víctima Presente Mujer Hombre 0 1 0 0 6 1 0 1 1 1 7 4 11
Total 18 15 7 1 3 44
A continuación se presentan algunos ejemplos de estos usos de la ironía en la conversación. El siguiente fragmento es un ejemplo de una instancia irónica dirigida a uno de los participantes de la conversación. Todos están sentados en el jardín de una casa durante una tarde de verano. N e i son los dueños de casa, y C y g sus amigos cercanos. Ellos acostumbran a pasar los veranos en un barrio privado en las afueras de la ciudad. Los dueños de las casas forman una comisión que es responsable del funcionamiento del barrio y N es uno de sus miembros. El tema de la conversación es la conducta de C, quien, durante la tarde de ese día, cuando N estaba en la pileta de natación, envió a un hombre para que hablara con él. Este hombre estaba muy enojado y quería discutir con algún responsable el uso de las instalaciones del club. N estuvo casi una hora discutiendo con él y, por eso, no pudo disfrutar la tarde con su familia en la pileta de natación. Más tarde, en su casa y ante la presencia de C, N, aún molesto por la situación, interrumpe (línea 4) la conversación entre C y su esposa g, para introducir un enunciado irónico dirigido a C. (1) B 185 [Los Molinos] 1. g: Bueno. (…) Pero mientras tanto yo disfruté el cigarrillo y todo el pre[parativo fue fantástico hasta que llegó el momento. 2. C: [Pero, che, ¿Cómo que disfrutaste un cigarrillo? ocho. Desde que me fui de la, desde que me fui [a la pileta hasta que volví, ocho, ocho, ocho cigarrillos. 3. g: [No, no, no, no, desde esta [mañana fumé ocho cigarrillos. 4. N: [Ahora, eh, tengo un gran amigo yo, eh, [(0.05) en C. 5. g: [¿Sí? 6. N: Sí.
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7. C: No le conté nada 8. N: [Ah, no le contaste nada. 9. g: [No me contó nada. ¿Qué pasó? 10. N: Había un paisano ahí que peleó con el, con el horario, peleó, peleó con, con la pileta que estaba abierta, que no estaba abierta, que la reposera, que él tenía ocupadas cinco, se fue a comer, cuando vino no encontró más ninguna, y que él quería hablar con algún directivo, algún res[ponsable. 11. g: [Y te mandó al frente [Risas] […] 23. N: La cuestión que le dice al hombre, eh, mirá, dice, ese señor ahí te va a atender, es muy amable, muy atento, andá a explicarle tu problema. [Risas] Pongo un pie en la pileta, me doy la ducha y me doy vuelta y un tipo “¿Puedo hablar con usted?”. “Sí, cómo no”, digo. “Yo soy gómez”, me dijo. Ah, [bueno. 24. g: [Mucho gusto, señor. […] 36. N: Me mandó al frente1. Después se arrepintió y me vino para salvar pero yo ya me había tragado toda la historia.
En la línea 4, cuando N dice que C es “un gran amigo” en realidad quiere dar a entender lo contrario: “tengo un mal amigo”. Esto se pone de manifiesto al final de la narración de N (línea 36) cuando evalúa la conducta de C como la de un mal amigo, al decir que lo “mandó al frente”. En otras palabras, lo que N quiere significar en la línea 4 es que C es un mal amigo porque lo puso en una situación difícil con un desconocido. La intención de N es criticar la conducta inapropiada de su amigo (C) pero en lugar de hacerlo directamente, lo hace indirectamente al dar a entender lo contrario de lo que afirma. En efecto, la crítica está asociada al mensaje intencional del enunciado lo que le permite a N mantenerse disociado de la misma. Al criticar a su víctima indirectamente, N es libre de toda responsabilidad al dejar que la víctima y los otros participantes decidan cómo interpretar el enunciado. C es el único que sabe lo que ocurrió ese día y porque lo sabe puede reconocer la intención crítica de N quien no quiere dañar la imagen pública de ambos y usa la ironía para protegerlas. Precisamente, el uso de la ironía en esta situación hace que N aparezca menos crítico, enojado, agresivo e injusto que en el caso de haber usado la crítica directa. Por otro lado, como lo he indicado anteriormente, los participantes en una conversación reaccionan de diferentes maneras a un enunciado irónico (Kotthoff Mandar al frente es una expresión que se usa en Argentina para indicar que alguien nos responsabilizó de algo o que alguien nos puso en evidencia ante otras personas en una determinada situación. 1
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2003). El oyente puede reírse o ignorar el enunciado irónico, o puede reaccionar al mensaje literal o al mensaje intencional de la ironía. Cuando el oyente reacciona al mensaje literal, mantiene la ironía; en cambio, cuando reacciona al mensaje intencional no continúa con la ironía y la conversación sigue en un tono serio. En (1), C (la víctima) no reacciona inmediatamente al enunciado irónico de N. C, consciente de la situación a la que N se refiere implícitamente en la línea 4 y, tal vez, sintiéndose culpable por lo que hizo, se limita a decir que no le había comentado a su esposa nada de lo que había pasado esa tarde (línea 6). En otras palabras, C no se defiende de la crítica indirecta de N porque no siente que N lo haya agredido. Además, porque su relación con N es amistosa, puede pensar que su amigo está bromeando al usar la ironía. En síntesis, la víctima, si bien puede defenderse de la crítica, no se siente tan insultada como si hubiera recibido la crítica directamente. Por lo tanto, la relación entre ironista y víctima es afectada menos negativamente cuando se usa la ironía verbal que cuando se critica directamente a la víctima. El próximo ejemplo es otra instancia de ironía verbal en la que la víctima está presente en la conversación. Sin embargo, se diferencia del ejemplo anterior en que la relación entre el ironista y su víctima no es amistosa. En (2) los participantes, que son miembros de una familia, están sentados en el jardín de una casa ubicada a aproximadamente dieciséis kilómetros del centro de la ciudad. El hijo de dos de los participantes (E y M) ha decidido viajar con sus abuelos al día siguiente y necesita ir a la ciudad a empacar lo que debe llevar para el viaje. El abuelo (N) le dice al nieto que le pida a su padre (M, el yerno de N) que lo lleve hasta la ciudad para buscar lo que necesita para el viaje. El niño lo hace pero su padre le dice que no va a ir porque tienen que manejar dieciséis kilómetros2. Por su parte, el abuelo (N) dice que si el niño fuera su hijo, él lo haría sin pensar. Entonces, M le dice a N que lo haga él, lo que desencadena una reacción irónica de su suegro. (2) 7 A515 [Los Molinos] 1. E: A. Fijáte cómo complicaste las cosas hoy, ¿no? (...) no me dejaste ni ir a la pileta (...) Se te ocurre ir a Buenos Aires. [...] 2. N: Sí, pero tenés que ir a buscarte la::, andá a buscarte, andá a buscar la ropa, andá. 3. A: (...) 4. N: Decíle a tu papá que te lleve de una escapada. 2 Los participantes no saben el número exacto de kilómetros desde la casa a la ciudad. Cada uno de ellos se refiere a los kilómetros haciendo diferentes estimaciones de la distancia real. Como resultado hay cierta inconsistencia en cada una de las referencias (por ejemplo, “dieciséis kilómetros” en la línea 6, “diecisiete kilómetros” en la línea 10 y “catorce kilómetros” en la línea 23).
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[...] 5. A: Papi, ¿por qué no vamos? 6. M: Porque son dieciséis kilómetros 7. i: Salvo que te lo traigan mañana temprano. 8. M: Ah. Sí, igual. 9. i: ¿Eh:::? 10. M:igual son diecisiete kilómetros. 11. N: Sí, la verdad. 12. E: Ale. 13. N: A mí, si mi hijo me hubiera dicho yo ya hubiera ido, ya. A buscarlo. 14. M:Bueno, entonces vaya. 15. N: Acá lo tenés al abuelo. No. Es tu hijo. 16. M:Bueno. 17. N: No, no, no. Yo no quiero ayudar. 18. Mi:Mañana, mirá, Ale. 19. N: Pero el piloto no entra a la ciudad. 20. Mi:Ale, mañana. Son todos unos complicados. vos levantáte temprano, nosotros mañana te vamos a buscar. 21. N: No. Yo no, eh. 22. Mi:Bueno. Yo me levanto y lo voy a buscar y lo::: 23. N: Son catorce kilómetros. 24. M:Dieciséis. 25. N: Dieciséis con la vueltita. Si no están los piqueteros3.
En (2), cuando N dice “Son catorce kilómetros” (línea 23) repite la idea de M (líneas 6 y 10) con el propósito de darle a entender a su yerno que él tiene presente lo que M ha manifestado anteriormente; es decir, que él no quiere ir a la ciudad por la distancia que debe manejar para llegar hasta allá. N repite la proposición de M manteniendo el significado original de “una gran distancia” pero al mismo tiempo añade otro mensaje para indirectamente criticar la actitud de M. N está implicando que “si es lejos para vos, también es lejos para mí”. Además, al implicar esto, N indirectamente critica a M, que es su víctima, por el mal desempeño como padre al no responder positivamente al pedido de su hijo. Por otra parte, la relación entre M (el yerno) y N (el suegro) nunca ha sido muy amistosa. Como lo he expresado anteriormente, una de las variables contextuales que es relevante en la interpretación de la ironía es la relación previa entre el ironista y su víctima. En efecto, debido a la ambigüedad del enunciado irónico, a menudo es difícil decidir si el ironista está tratando de ser más o menos En Argentina se llama piqueteros a activistas que provienen de movimientos de trabajadores o desocupados y que se caracterizan por cortar calles, rutas o caminos impidiendo que la gente circule por esas vías. 3
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agresivo. Por ende, para interpretar la agresividad de la ironía el oyente siempre tiene en cuenta lo que ya sabe con respecto a la actitud del hablante hacia él. Por ejemplo, en (3), M sabe que N no tiene ninguna simpatía por él, ni tampoco M la tiene por N. En realidad, M reacciona corrigiendo la cantidad de kilómetros expresada por N, mostrándose en poder y control de la conversación. En síntesis, la actitud de la víctima (M) es más defensiva que en el ejemplo anterior porque M, que es consciente de la actitud agresiva de su suegro hacia él, se ha sentido atacado por su enunciado. Treinta y tres de las cuarenta y cuatro instancias irónicas (75% [33/44]) presentes en el corpus están dirigidas a un blanco que no está presente en la conversación. Quince de las treinta y tres se usaron para estrechar vínculos entre los participantes de la conversación. El siguiente fragmento es un ejemplo de esta situación. Los participantes están hablando sobre P que es uno de sus vecinos. P es un policía retirado y es considerado un fugitivo de la justicia. (3) 2B 391 [Los Molinos] 86. Mi:¡Qué caradura4! 87. i: Este. 88. Mi:Y qué, ¿era policía éste? 89. C: Era. 90. N: Sí, Comisario. La policía, la policía no lo pudo encontrar. Está, está prófugo. 91. C: No lo puede encontrar. 92. N: No lo encuentran. 93. g: ¿En serio que está prófugo? 94. N: Sí. 95. Mi:¿Era pirata del asfalto5? 96. N: Sí, pero está prófugo. 97. i: Y no sale de acá. 98. Mi:Sí, si salió, mami. 99. C: Sí. Sale. 100. g:Sale y entra y la policía sabe dónde esta. 101. N:¡Bah! Y todos los meses va a cobrar la jubilación allá a la avenida.
En la línea 90, N dice que la policía no ha podido encontrar a P y que P está prófugo. Lo que N dice es literalmente verdadero pero contextualmente irónico porque la persona a la que describe como “fugitivo” no se comporta como tal en el mundo real. Además, podemos inferir de este enunciado que la Caradura: sinvergüenza, descarado. Los “piratas del asfalto” son delincuentes que detienen camiones en las rutas y se llevan sus cargas junto con el camión. 4 5
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policía es corrupta porque no puede capturar a uno de sus propios miembros. De este modo, N critica indirectamente a la institución policial evitando toda responsabilidad. En (3) es interesante observar la forma en que los participantes toman sus turnos para contribuir al marco irónico establecido por N en la línea 90. En efecto, en la línea 91, C reacciona al mensaje literal del enunciado de N repitiendo su enunciado y, al hacerlo, continúa con el tono irónico del fragmento. Luego, N (línea 92) sigue ironizando al reafirmar que la policía no puede encontrar a P. Sin embargo, lo expresado por C y N resulta extraño para uno de los participantes: aunque g (línea 93) pregunta sobre la veracidad de lo dicho anteriormente, luego ella afirma que la policía sabe donde está P (línea 100). En realidad, ella y el resto de los participantes comparten la misma información sobre la vida de P, quien se mueve libremente por la ciudad (líneas 98-100). Es precisamente este conocimiento compartido lo que les permite inferir el mensaje irónico y, además, estrechar vínculos entre ellos. En otras palabras, como lo ha señalado Myers Roy (1981), la ironía crea solidaridad entre los miembros de un grupo. En este caso todos los participantes están en contra de la corrupción en la policía. Finalmente, la mayoría de las instancias irónicas (18/44) fueron enunciadas por el hablante para hacer reír a la audiencia. Por ejemplo, en (4) los participantes están hablando sobre la corrupción en el Partido Radical. C, uno de los participantes, está hablando sobre la falta de honestidad de los miembros del partido. (4) 6A 399 [Los Molinos] 1. C: B. El presidente del Con[cejo Deliberante. 2. Mi: [Consejo, sí. 3. C: Pero todos han tren[zado. Ha trenzado con el gordo, ha trenzado con el = 4. N: [No, era, era. = gordo H. Con todos los peronistas. Todos son iguales. Todos son iguales. La, la, la, la, la, la, lo que tiene el, el, el radicalismo es que no reparte lo que consigue. Lo agarra todo para ellos. Yo los he visto a los diputados, se llevan todo, todo, todo. Nombran ocho o diez asesores, cinco asesores. Los hacen jubilar por quinientos pesos y los otros mil pesos se quedan ellos. Es una voracidad. Es una cosa que no [tiene nombre. 5. N: [Pero eso lo aprendieron de los pero[nistas. 6. C: [Por eso te digo de que el pero[nista, a veces es = 7. g: [Son todos iguales. Entre ellos son leales. Son iguales. = más leal, el peronista. Porque nosotros tenemos el halo de que, de que. Para mí, el único honesto que hay en este momento en el radicalismo [(0:02) es Raúl Alfonsín.
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8. N: [Es De la rúa. 9. MI: [Risas] Fue un gran demócrata Alfonsín. 10. C: Nunca le han, no le han comprobado nada, nunca le dijeron nada, nunca [choreó nada. 11. N: [Sí, puede caminar por la calle tranquilo, [pero viste, sí pero. 12. C: [Tranquilo (…). 13. i: Sí, tiene sus agachaditas.
En la línea 6, C afirma que solo hay una persona honesta en el Partido Radical, y antes de que él diga quién es esta persona, N completa el enunciado de C diciendo “De la Rúa”. N se refiere al expresidente radical de la Argentina, Fernando de la Rúa6. Precisamente, durante esos días, las noticias constantemente mostraban uno de los casos de corrupción del gobierno del presidente De la Rúa: las coimas pagadas a algunos senadores para promulgar una nueva Ley de Trabajo. Alguien lo denunció y la Justicia argentina estaba investigando al expresidente y a algunos miembros de su gabinete. En este caso, la ironía reside en que el expresidente De la Rúa no es justamente un ejemplo de honestidad. Cuando N completa el enunciado de C, él afirma que De la Rúa es el único honesto de los miembros del Partido Radical. Sin embargo, lo que N declara en este caso es lo opuesto a lo que los participantes saben sobre el expresidente. Todos los participantes saben que N no puede estar hablando en serio porque todos ellos conocen cuál es la situación legal del expresidente. En otras palabras, N está bromeando sobre la honestidad del expresidente. Al hacerlo, N critica indirectamente a De la Rúa, quien es la víctima de su crítica, y lo hace además con un propósito humorístico. El enunciado de N hace reír a Mi (línea 9), lo que pone de manifiesto que ella percibió la ironía y el propósito humorístico de N. Dicho efecto es posible porque la ironía comparte el mismo mecanismo humorístico presente en textos humorísticos (Kalbermatten 2009a, 2009b, 2010). De hecho, las actuales teorías del humor verbal7 sostienen que un texto humorístico se caracteriza por la presencia simultánea de dos interpretaciones incompatibles e incongruentes. La percepción de esa incongruencia o contraste entre ambas interpretaciones crea tensión y sorpresa, lo que es percibido como chistoso y puede provocar la risa de la audiencia. En (4), al igual que en los textos humorísticos, hay dos mensajes que son percibidos simultáneamente como inconFernando de la Rúa fue elegido presidente de Argentina en el año 1999. De la Rúa no pudo manejar la crisis económica que reinaba en el país y, después de protestas y manifestaciones, renunció como presidente el 21 de diciembre del 2001. 7 Entre estas teorías se encuentran el “frame-theoretical bisociation analysis” propuesto por Norrick (1986), la “general Theory of verbal Humor (gTvH)” propuesta por Attardo (1994) y Attardo/Raskin (1991), y la “Discourse theory of humor” desarrollada por giora (1991, 1995). 6
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gruentes e incompatibles. La presencia de la risa (línea 3) pone en evidencia que la audiencia ha percibido dicho contraste y ha interpretado el enunciado irónico de N como cómico o chistoso. Por otra parte, la ironía verbal, a diferencia de un chiste o de una anécdota personal cómica, no se anuncia y sirve, a menudo, para interrumpir el turno del hablante. Esto es lo que ocurre en el ejemplo (4), en el que N interrumpe el turno de C, lo que no es bien recibido por C, quien continúa la conversación en la línea 10 sin reconocer el propósito humorístico de N. En efecto, para C la interrupción de N no es oportuna porque implica la pérdida de su turno en la conversación. Finalmente, los resultados muestran también que el número de instancias irónicas emitidas por los hombres es mayor que el de las emitidas por las mujeres. Sobre un total de 44 instancias irónicas, 27 (61,36%) fueron emitidas por los hombres y 17 (38,64%) por las mujeres. Estos resultados son aún más reveladores si tenemos en cuenta que el número de mujeres (15) que participaron en las conversaciones es mayor que el número de hombres (cinco) y que, por lo tanto, el promedio de instancias irónicas enunciadas por género es de 5,4 entre hombres y 1,1 entre mujeres. Podemos concluir, pues, que los hombres usaron más la ironía que las mujeres en el presente corpus. Por otro lado, las diferencias más notables se observaron en el uso que cada género hizo de la ironía en la conversación. Por ejemplo, aunque los hombres la usaron para criticar tanto a una víctima presente (diecinueve veces) como a una ausente (ocho veces), las mujeres lo hicieron para criticar más a una víctima ausente (catorce veces) que a una presente (tres veces). Los hombres usaron más la ironía para hacer reír a la audiencia cuando criticaban tanto a una víctima presente o ausente y, principalmente, cuando el blanco era un hombre. En cambio, las mujeres usaron la ironía fundamentalmente para estrechar vínculos con los otros participantes de la conversación. El siguiente fragmento es un ejemplo de esta situación. Las participantes son ocho mujeres que están hablando sobre el difícil trabajo que una de ellas tenía cuando era directora de una escuela media de la ciudad. (5) 5A 359 [Casa S] 1. MA:Me alegro de haberte visto, [y que te vaya tan bien, que te vaya [tan bien. 2. Mi: [Bueno, gracias. 3. Si: [Sí, sí, realmente. 4. Mi: Ah, sí. vos sabés que yo pensaba, digo, de, cuando estaba en la, la dirección de la tres ochenta y nueve, que a veces ni dormía de los quilombos que teníamos, o llorar porque no sabía cómo resolver, a de golpe estar de, a volver a ser estudia[nte, jodas, viajes. 5. MA: [Y a hacer lo que te gusta, además. 6. o: Decíle que tiene una excelente reemplazante ahí, en la escuela. 7. SO: [Risas]
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8. SU: Ah, sí, eso es bueno, eso la d[eja mu:::y tranquila. 9. Mi: [¿Eh? 10. o: Quedáte tranquila porque tenés una[una persona que se ocupa de la escuela:: 11.MI [Ah. Sí. [Risas] 12. Si:La ironía. 13. L: La ironía, chicas.
En la línea 6, O introduce un nuevo tema a la conversación refiriéndose irónicamente a la directora que ocupa actualmente el lugar de MI. O afirma que MI tiene una excelente reemplazante pero quiere significar lo opuesto. O usa el adjetivo excelente para marcar la ironía. Por otra parte, en la línea 8, SU reacciona al mensaje literal del enunciado de o y, al hacerlo, continúa el intercambio irónico. Finalmente, en la línea 10, O intensifica aún más la ironía al decir a MI: “Quedáte tranquila porque tenés una, una persona que se ocupa de la escuela”. Este enunciado es reconocido como irónico por Si y L, quienes explícitamente señalan su naturaleza irónica en las líneas 12 y 13. Los participantes pueden inferir el mensaje irónico de dichos enunciados porque saben que la reemplazante de Mi no es una excelente directora. Para finalizar, lo que el ejemplo (4) demuestra es que el uso de la ironía en la conversación crea solidaridad entre las participantes de la conversación: las que están a favor de Mi y en contra de su reemplazante. 4. Discusión y conclusiones El análisis discursivo y etnometodológico de la instancias irónicas presentes en el corpus muestra empíricamente que la ironía verbal es usada con diferentes propósitos en la conversación. En efecto, el presente análisis revela que el hablante prefiere usar la ironía en lugar del lenguaje directo porque le permite, además de criticar a la víctima, hacer reír a la audiencia, mostrarse en control de sus emociones, no ser agresivo, crear solidaridad con los otros participantes de la conversación y tomar el pelo o burlarse de la víctima. Por otra parte, el presente análisis, a diferencia de los estudios previos, muestra que estos propósitos no se excluyen mutuamente, sino que pueden combinarse en una misma instancia irónica. Por ejemplo, la crítica y el humor suelen aparecer juntos en este tipo de enunciados. Finalmente, se han observado diferencias notables en el uso que cada género hizo de la ironía. Cabe señalar que dado que los participantes de la presente investigación son miembros de un grupo socioeconómico particular además de hablantes de un dialecto específico del español, los resultados presentados aquí no pueden ser generalizados al resto del área de la ciudad de Santa Fe, ni a la región, ni al país. Esta limitación da origen a una futura investigación sobre el uso de la ironía verbal por
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argentinos de otras áreas del país. Los resultados de dicha investigación apoyarán o no lo propuesto en este trabajo. Por ahora no hay estudios de este tipo en Argentina. Quiero terminar subrayando que el estudio que he presentado en este trabajo difiere de los previos en que he analizado instancias de ironía en conversaciones reales. En otras palabras, en la presente investigación he propuesto un nuevo enfoque que considera el intercambio irónico en su totalidad, el que he analizado usando el análisis del discurso y la etnometodología para descubrir las funciones de los enunciados irónicos en la conversación. APÉNDICE: CoNVENCIoNES uTIlIzADAS EN lA TrANSCrIPCIóN: [ =
indica que hay superposición entre dos emisiones indica que ambas líneas son del mismo hablante. Usualmente aparece en pares (uno al final de una línea, y el otro al comienzo de la línea siguiente o inmediatamente después de una breve superposición). (el hombre) indica que yo no estoy segura de la fidelidad del enunciado transcrito. (…) indica que fue imposible entender lo grabado. […] indica que los datos fueron omitidos. indica un hiato en el habla. (.) indica una “micropausa”. (2.5) indica la longitud de la pausa en segundos y décimas de segundo. Itálica indica que estas palabras fueron percibidas como salientes (más intensidad, tono agudo). : indica la longitud de las vocales y las consonantes. [Risas] indica información adicional. Negrita indica que la oración es relevante para el análisis.
Capítulo 5 ESTRATEgiAS, REgiSTRo Y géNERo DiSCURSivoS: LoS DiSCURSoS DE RiCARDo RoJAS Y AMéRiCo CASTRo EN LA iNAUgURACióN DEL iNSTiTUTo DE FiLoLogÍA DE LA UNivERSiDAD DE BUENoS AiRES salvio martín menéndez Universidad Nacional de Mar del Plata/Universidad de Buenos Aires/CoNiCET
1. Introducción Este trabajo pretende establecer las relaciones interdependientes entre estrategias discursivas (Menéndez 2000), registro (Halliday 1978) y género (Bajtín 2002 [1944]); Martin/Rose 2003) dentro del marco del Análisis estratégico del discurso (AED, de aquí en más) (Menéndez 2005a, 2006). Este enfoque sostiene que el funcionamiento sociohistórico de los discursos debe explicarse en términos estratégicos; esto es, a partir de la combinación de diferentes clases de recursos de naturaleza gramatical y pragmática o semántico-discursiva. Se maneja el supuesto general que, mientras las lenguas son descritas gramaticalmente como sistema de recursos para significar (Halliday 1978), el AED lo hace como conjunto de estrategias discursivas para interpretar. inscribimos nuestra investigación dentro del marco general de la lingüística sistémico-funcional (Halliday 1978, 2002) que entiende el lenguaje como un potencial de significado realizado en forma de textos/discursos, es decir, unidades de lenguaje en uso. Su descripción se hace sobre la base de un conjunto de opciones disponibles (paradigmática) que se realiza efectivamente cuando los hablantes producen sus discursos (sintagmática) en determinadas situaciones dentro de un contexto sociohistórico y cultural específico. El discurso, entonces, aparece como un proceso en el que las opciones potenciales devienen recursos efectivos que lo inscriben en un determinado registro (Halliday 1978) y género (Bajtín 2002 [1944]). Por lo tanto, sostenemos que el registro se realiza, desde el punto de vista discursivo, estratégicamente y su configuración depende de cómo se combinan los recursos en función de su inscripción genérica. Mostraremos la eficacia de este análisis a partir de la selección de corpus de la serie “Discurso del instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires
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(1922-1990)”. La selección de esta serie obedece a la finalidad de hacer una historia de este centro de investigación fundamental para el desarrollo de las teorías lingüísticas y literarias en la Argentina, en particular, y en todo el ámbito hispánico, en general. importa que esa historia esté explícitamente basada en los diferentes discursos producidos por el instituto. Nos interesa, pues, mostrar una línea de continuidad teórico-metodológico que puede sintetizarse en las posturas de tres lingüistas destacados (dos fueron, de hecho directores del instituto). Sostenemos que hay una línea de continuidad que va desde la lingüística histórica, la estilística y el estructuralismo (planteo que puede representarse en la figura y la obra de Amado Alonso) a la de un versión del estructuralismo funcional (representado en la figura y la obra de Ana María Barrenechea) que habilita los planteos de la sociolingüística y, en especial, del análisis del discurso (representados por la figura y la obra de Beatriz Lavandera) (Menéndez 1995). Para ello organizaremos nuestra exposición de la siguiente manera. En el apartado 2, describiremos las características generales del AED. En el 3, caracterizaremos las estrategias discursivas; en el 4, el registro; y en el 5, el género. En el apartado 6, analizaremos un ejemplo puntual de lenguaje en uso a partir del recorte de una subserie dentro de la serie del corpus seleccionado. Finalmente, daremos nuestras conclusiones. 2. La perspectiva pragmático-discursiva El AED adopta una perspectiva pragmático-discursiva (verschueren 1999; Menéndez 2005 a, b) que contempla tres aspectos: gramatical, discursivo y crítico. El aspecto gramatical tiene como característica dominante la variabilidad entendida a partir del sistema de opciones disponibles; el aspecto discursivo, la negociabilidad entendida a partir de la combinación de las opciones realizadas, es decir, de recursos, en forma de estrategias discursivas; y el aspecto crítico, la adaptabilidad entendida desde su inscripción genérica a partir de la interpretación crítica que se lleva a cabo. Los tres son complementarios. El gramatical privilegia la descripción del sistema; el discursivo, la explicación estratégica; y el crítico, la interpretación genérica a partir de los efectos que las series de discursos tienen dentro de una sociedad en un momento histórico determinado. El AED distingue cuatro unidades de análisis complementarias: cláusula, texto, discurso y serie discursiva. La cláusula es el lugar en el que se proyectan simultáneamente las tres funciones del lenguaje: la ideativa, la interpersonal y la textual (Halliday 1978, 1994; Halliday/Mathiessen 2004). El texto es el conjunto de relaciones semánticas cohesivas que relacionan las cláusulas. La cohesión (Halliday/
discursos de Ricardo Rojas y Américo Castro
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Hasan 1976) es la propiedad que permite asignar coherencia interna al texto. El discurso es definido como sujeto más texto (Menéndez 1997). El sujeto discursivo es entendido como una reconstrucción analítica que se produce en el discurso; incorpora la dimensión pragmática o semántico-discursiva; esta es la que posibilita que los discursos sean unidades dinámicas y estratégicamente analizables. La serie discursiva (Menéndez 1997) es un constructo teórico-analítico conformado por un conjunto de discursos que depende fundamentalmente del recorte que lleva a cabo el analista a partir de la siguiente serie de características: (i) tópico común; (ii) identidad de sujeto discursivo; (iii) identidad de audiencia o destinatario; (iv) identidad de registro; (v) identidad de género. Estas no son, por supuesto, mutuamente excluyentes sino, por lo contrario, pueden y suelen complementarse. La serie discursiva tiene como función limitar y, en consecuencia, permite fundamentar una interpretación determinada por sobre otras posibles en función de las relaciones interdiscursivas que se establecen entre las discursos que forman parte de ella. Para eso, en primer lugar caracterizaremos brevemente el concepto de estrategia, luego el de registro y finalmente el de género. A continuación mostraremos cómo funciona nuestra propuesta dentro de una subserie perteneciente a la serie discursiva “Discurso del instituto de Filología Hispánica (1922-1990)”. 3. Estrategias discursivas Las estrategias discursivas constituyen el principio que permite dar cuenta del análisis discursivo. Una estrategia es la reconstrucción analítica de un plan de acción en la que el sujeto discursivo pone en relación recursos gramaticales y pragmáticos o semántico-discursivos con una finalidad interaccional (Menéndez 2000, 2005a). Los primeros suponen las opciones realizadas de los sistemas de transitividad, modo y tema, y las relaciones cohesivas (Halliday 1985; Halliday/ Mathiessen 2004, Halliday/Hasan 1976). Los segundos recursos pragmáticos o semántico-discursivos son realizados por medio de las fuerzas ilocucionarias (Austin 1988 [1962]), los dispositivos suposicionales e inferenciales (Grice 1975; Sperber/Wilson 1986), los mecanismos de indireccionalidad (Brown/Levinson 1987) y evaluación (Martin/White 2007). La reconstrucción de estos dispositivos estratégicos permite explicar el funcionamiento discursivo. Debe aclararse, sin embargo, que el analista selecciona los recursos que considera más importantes en función del análisis que está llevando a cabo. Esto no implica que no estén todos los recursos involucrados sino que, simplemente, se pueden elegir aquellos que se consideran más representativos en función del análisis en cuestión
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4. registro El registro ha sido caracterizado como una variedad de uso que está determinada por la situación y definida a partir de tres elementos que permiten su descripción: el campo, el tenor y el modo (Halliday 1978). Dos son los problemas que enfrenta esta caracterización: el primero es su estatismo; el segundo, su dependencia directa con las funciones del lenguaje. El estatismo se funda en que las tres categorías que permiten dar cuenta del contexto de situación describen tanto la situación, la relación y el canal elegido a partir de categorías sociológicas dadas (cf. Halliday 1978 para una discusión al respecto) que etiquetan pero no explican el funcionamiento de cómo los recursos operan para que tanto esa situación, esos roles y ese canal configuren el contexto que hace posible la interpretación de un texto. Ese estatismo se proyecta también en relación con las funciones del lenguaje ya que se vinculan con cierto grado de automatismo las tres categorías del contexto con las tres funciones del lenguaje. Sin duda, la relación existe pero debe marcarse claramente la distinta naturaleza de los elementos que entran en contacto y la modificación que esa relación produce (cf. Mathiessen 1993). Nos interesa proponer un principio de explicación del concepto de registro dinámico y no especular en relación con las funciones de lenguaje. Sostenemos, por consiguiente, que el registro se realiza estratégicamente en relación con el género discursivo en el que se inscribe (Menéndez 2006, 2007). Esta realización supone la interacción de los diferentes recursos de los subsistemas, tanto de naturaleza gramatical como pragmática, que conforman un determinado discurso. Esta combinación se realiza estratégicamente y permite explicar el funcionamiento discursivo. Al igual que la descripción gramatical se lleva a cabo en términos paradigmáticos, la explicación del funcionamiento del registro se hace en términos estratégicos. 5. Géneros Los géneros discursivos han sido definidos tradicionalmente como convenciones de uso (Bajtín 2002 [1944]). Estas convenciones son constitutivas de los discursos ya que actúan como condiciones previas y básicas para su establecimiento e interpretación. El género actúa, de este modo, como el contexto cultural mediato que hace posible que un discurso pueda ser interpretado de una manera determinada. En este sentido, la interpretación genérica se basa y está condicionada por la descripción gramatical y la explicación estratégica.
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El hablante opta en función del género. La realización de esa opción depende de él. Doble es, entonces, el condicionamiento discursivo. Por una parte, es gramatical en tanto depende del sistema de opciones que el hablante tiene (que representa solo idealmente todas las opciones posibles que podría tener no las que efectivamente tiene y usa por ser miembro de una determinada comunidad); por otra, es genérica en tanto depende del conjunto de convenciones de uso que conforman la cultura de la forma parte. La lingüística sistémica reconoce dos orientaciones en relación con la definición de género. La primera lo describe a partir de patrones estructurales recurrentes, lo que Hasan (1994, 1995) denomina estructura potencial de género. La segunda lo caracteriza a partir de la finalidad que tienen dentro de una cultura y que, además, se realizan por medio del registro (Martin 1992, 1997). Esto supone ver al género más dinámicamente y con una relación efectiva dentro del contexto no solo situacional sino, y fundamentalmente, cultural. Retomando el aspecto estructural, la finalidad y la realización que suponen, nos interesa complementar esta caracterización de un género discursivo mediante la focalización de dos elementos que no han sido señalados de manera puntual pero que tienen, sin duda, importancia central a la hora de llevar a cabo un análisis discursivo. Consideramos un género discursivo, entonces, a partir de la intersección de un conjunto de estrategias discursivas recurrentes y un conjunto de rasgos culturales dominantes (Menéndez 2008). Esto supone que determinados conjuntos de estrategias son esperables en determinados géneros; no implica que deban necesariamente aparecer. Estos conjuntos realizan el registro y los diferentes estilos que pueden encontrarse dentro de él. La diferencia estilística puede ser realizada por diferentes recursos que, sin embargo, tienen un margen importante de previsibilidad y un grado de variedad lingüística pero no social (Lavandera 1984a). Desde este punto de vista, la dimensión estratégica del género es evidente y permite explicar el funcionamiento y la interpretación discursivos. Los rasgos culturales son marcas que todo discurso comporta y cuyo grado de activación y jerarquización orienta sus interpretaciones posibles. Por lo tanto, un género discursivo debe ser considerado como un marco general de interpretación cultural e histórica. En consecuencia, la interpretación está siempre enmarcada por el género a partir del conjunto de recursos que se combinan estratégicamente. 6. un ejemplo: los discursos inaugurales del Instituto de Filología de Ricardo Rojas y Américo Castro Dentro de la serie discursiva que denominamos “Discurso del instituto de Filología (1922-1990)” elegimos una subserie parcial conformada por los discursos
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de Ricardo Rojas y de Américo Castro1 con motivo de la inauguración del instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires en 1923. Rojas era entonces decano de la Facultad y propulsor del proyecto que permitió la fundación de ese centro y Castro fue su elección como su primer director. Procederemos, entonces, a transcribir, segmentar y analizar el corpus seleccionado. 6.1. transcripción del corpus a analizar Discurso del decano al inaugurar el Instituto de Filología Señor ministro de instrucción pública, Señor embajador de España, Señoras y señores: La filología europea no se ha organizado como una ciencia que me atrevería a llamar biológica, hasta la segunda mitad del siglo xix. Influída [sic] primero por el dogma teológico, y fluctuante luego entre el detalle empírico y la generalización ingeniosa, careció del método que constituye una verdadera ciencia. Con decir que España misma ha carecido de una escuela filológica seria antes de Menéndez Pidal, habremos adquirido el derecho de no quejarnos con demasiado rigor sobre la penuria de tal disciplina entre nosotros. Discurso de don Américo Castro Muy grande ha de ser el esfuerzo que yo realice para poder cumplir, siquiera en parte mínima, el programa que en forma tan bella y con tan hondo sentido de la cuestión acaba de exponer el doctor Ricardo Rojas ante vosotros. La fe que el señor decano pone en mi futura labor viene, sin duda, de la confianza que le inspira la escuela científica que yo aquí represento, aunque modestamente. Por esa razón permitidme que acepte esas elogiosas y cordiales palabras como un homenaje a don Ramón Menéndez Pidal, fundador de los estudios científicos sobre el habla hispana entre nosotros. Sin su esfuerzo, sin su visión honda y personalísima de los problemas relacionados con la historia del idioma, no habríamos salido del período de los ensayos empíricos, o habríamos sido mera secuencia del extranjero en un ramo del saber que tan de cerca afecta a la conciencia de nuestra raza. El fondo de nuestra cultura, que en más de un punto no ha encontrado aún quien lo saque a la luz, ha hallado en tal caso, lo mismo que en el
Los discursos fueron editados por la Facultad de Filosofía y Letras en 1923. Los fragmentos que citamos provienen de esta publicación. 1
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dominio cultivado por Ramón y Cajal, quien dé la modalidad hispana a dominios que antes, no ha mucho, podemos decir que nos eran extraños. Permitid, pues, a un español, conmovido por la gentil acogida de este gran pueblo hermano, que exteriorice la íntima emoción que le causa el hecho, lleno de auspicioso sentido, de la coincidencia en Buenos Aires de dos discípulos y colaboradores de los máximos representantes de la ciencia española de nuestros días.
6.2. segmentación El primer paso de nuestro análisis es la segmentación del texto en cláusulas que nos sirven como unidad gramatical de base para el análisis estratégico. La cláusula supone la proyección de los sistemas de transitividad, modo y tema que permiten dar cuenta de cómo el lenguaje crea significado y cómo permite intercambiarlo por medio de textos. El pasaje de la cláusula al texto se lleva a cabo a partir de los recursos cohesivos. El texto es, desde nuestro punto de vista, la unidad gramatical sobre la que nuestro análisis se funda. Eso queda demostrado en las Tablas 1 y 2 en las que separamos claramente los conectores, tanto coordinantes como subordinantes, del contenido ideativo, interpersonal y textual de la cláusula. Los conectores (junto con otros procedimientos cohesivos que aquí no detallamos) son el núcleo de la articulación texto-gramatical. TAblA 1 Segmentación del discurso de Ricardo Rojas Nº
Conexión
La filología europea no se ha organizado como una ciencia (2), hasta la segunda mitad del siglo xix
1 2
Que
3 4
Claúsulas
me atrevería a llamar biológica Influída [sic] primero por el dogma teológico,
y luego
5
fluctuante luego entre el detalle empírico y la generalización ingeniosa careció del método
6
Que
constituye una verdadera ciencia
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Con decir que
España misma ha carecido de una escuela filológica seria antes de Menéndez Pidal
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habremos adquirido el derecho
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de no quejarnos con demasiado rigor sobre la penuria de tal disciplina entre nosotros.
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TAblA 2 Segmentación del discurso de Américo Castro Nº 1 2
Conexión
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para
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que que que aunque
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Por esa razón
que
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que quien que quien que Que
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Pues
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Que
Cláusula Muy grande ha de ser el esfuerzo yo realice poder cumplir, siquiera en parte mínima el programa, en forma tan bella y con tan hondo sentido de la cuestión acaba de exponer el doctor Ricardo Rojas ante vosotros La fe (6) viene, sin duda, de la confianza (7), el señor decano pone en mi futura labor le inspira la escuela científica (8) yo aquí represento modestamente. permitidme que acepte esas elogiosas y cordiales palabras como un homenaje a don Ramón Menéndez Pidal, fundador de los estudios científicos sobre el habla hispana entre nosotros. Sin su esfuerzo, sin su visión honda y personalísima de los problemas relacionados con la historia del idioma, no habríamos salido del período de los ensayos empíricos, habríamos sido mera secuencia del extranjero en un ramo del saber tan de cerca afecta a la conciencia de nuestra raza. El fondo de nuestra cultura, (15) ha hallado en tal caso, lo mismo. en más de un punto no ha encontrado aún (16) lo saque a la luz, en el dominio cultivado por Ramón y Cajal, (18) dé la modalidad hispana a dominios antes, no ha mucho, podemos decir nos eran extraños Permitid, pues, a un español, que exteriorice la íntima emoción lleno de auspicioso sentido conmovido por la gentil acogida de este gran pueblo hermano, le causa el hecho de la coincidencia en Buenos Aires de dos discípulos y colaboradores de los máximos representantes de la ciencia española de nuestros días
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6.3. análisis Planteamos el análisis de dos estrategias discursivas. Ambas suponen la inscripción en una situación específica, la asunción del primer director, Américo Castro, del recién creado instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires, y un género determinado, el académico. La primera “Dar la bienvenida” es la que utiliza Ricardo Rojas. “Agradecer” es la que utiliza Américo Castro. Ambas son esperables en función de la situación. Explicaremos su funcionamiento a partir de la combinación de su contenido ideativo (el sistema de transitividad), su organización textual (el sistema de tema), la interpersonalidad (el sistema de modo), la dimensión ilocucionaria y la evaluación que presentan. Partiremos, en cada uno de los casos, de una tabla en la que describimos la organización de los recursos y luego explicamos su funcionamiento discursivo para poder fundamentar la explicación e interpretación que hagamos de esta interacción. 6.3.1. Estrategia discursiva del discurso de Ricardo Rojas: Dar la bienvenida Comienza Rojas su discurso con una ilocución [+declarativa] que mantendrá a lo largo de todo este inicio en el que aparecerán marcas de polaridad negativa que tienen su correlato semántico-discursivo en una evaluación predominante negativa (ver Tabla 3, cláusulas 1, 3, 4, 5, 7). La organización de la información presenta una posición temática recurrente que se hace explícita desde la primera cláusula “La filología europea” (y aparece elidida en 3 y 4, y reformulada con focalización en 7) con una serie de remas en el que se critica y evalúa negativamente su aparente cientificidad (rema de 1). En las posiciones remáticas de 3, 4, 5 y 6 se dan las causas de esa evaluación. La cláusula 7 presenta un rema cuya evaluación consta claramente de dos partes: la primera está realizada por el sintagma nominal “ha carecido de una escuela filológica seria” y tiene una evaluación negativa (el verbo carecer y el adjetivo seria son sus marcas evidentes), y la segunda, realizada por el sintagma prepositivo “antes de Menéndez Pidal” que tiene una evaluación positiva basada en los supuestos que el nombre del filólogo español permite inferir. Los temas de 2 (que = yo) 4 (que = método) siguen con la organización temática fijada en 1 –la relación cohesiva por colocación entre “filología europea, ciencia (1), biológica (2), dogma teológico (3), detalle empírico, generalización ingeniosa (4) así lo demuestra– pero adquieren una evaluación positiva que se continúa en las cláusulas 8 y 9. El tratamiento del contenido ideativo (transitividad) está en correlación directa con la organización temática. Predominan los verbos de conducta (1, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9) pero los responsables de los procesos (los conductores) aparecen sin el rasgo
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explícito [-humano]. Los elementos que tienen ese rasgo aparecen explícitamente cuando el sujeto discursivo coincide con el conductor y adopta evaluaciones positivas –2, 7 (con la observación hecha), 8 y 9–. La justificación es evidente: cuando se evalúa negativamente se atenúa el alcance de los sujetos responsables de las conductas criticadas. El tratamiento del modo está también en correlación con lo que acabamos de decir. En 1 aparece explícitamente la marca de polaridad negativa no. En el resto de las cláusulas aparece en relación con la selección de los procesos y de sintagmas nominales cuyos supuestos activan esa negatividad. Así, en la cláusula 3 el verbo influir adquiere su interpretación negativa a partir de los supuestos negativos que activa el sintagma “dogma teológico”; sucede lo mismo en la cláusula 4 con el verbo fluctuar y los sintagmas “detalle empírico” y “generalización ingeniosa” en los que el sustantivo detalle y el adjetivo ingenioso tienen el mismo rasgo modal y evaluativo. Finalmente, queda el rasgo positivo en 8 (adquirir) en función de la justificación que se da en 9 a partir de negar un verbo con claro matiz negativo (quejarse) que al negarse adquiere el matiz contrario. 6.3.2. Estrategia discursiva del discurso de Américo Castro: Agradecer (la bienvenida) Comienza Castro su discurso con una ilocución [+declarativo, +enfática] que mantendrá a lo largo de su discurso que enfatizará o atenuará con distintas marcas modales para ir marcando el dispositivo estratégico del agradecimiento que está llevando a cabo. La organización de la información presenta una distribución que puede dividirse en tres partes. La primera iría desde la cláusula 1 a la 13 (ver Tabla 4); la segunda de la 14 a la 20; la tercera de la 21 a la 23. En la primera, el tema está marcado por quien agradece (cláusulas 2, 3, 8, 9, 10) y a quiénes le agradece. Aquí aparecen temáticamente Ricardo Rojas y la valoración que él ha hecho de Castro en función de la escuela a la que pertenece (cláusulas 4, 5, 6, 7, 8, 9). Los remas se ligan con las limitaciones del propio Castro para cumplir su tarea (cláusulas 1, 2, 3), la confianza de Rojas (cláusulas 5 y 6) y la valoración positiva de la escuela científica a la que representa, la de Ramón Menéndez Pidal (cláusulas 7, 8, 9, 10). En la segunda, a partir de la tematización de la figura y la tarea de Menéndez Pidal (cláusula 11: “Sin su esfuerzo, sin su visión honda y personalísima de los problemas relacionados con la historia del idioma”) comienza a establecer remáticamente una relación con la raza y la cultura (cláusulas 12 a 20). En la tercera vuelve al agradecimiento personal (cláusulas 21 a 23). El rema de la última cláusula (23) le sirve para explícitamente establecer el vínculo de unión con
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TAblA 3 Análisis de los sistemas de transitividad, tema, modo y de los dispositivos ilucionarios y evaluativos en el discurso de Ricardo Rojas Tema
Cláusula
Transitividad
1
organizar
La filología europea
2
llamar
que
3
influir
4
fluctuar
5
carecer
6
Tema
carecer
8
adquirir
9
quejarse
careció de método
(neg)
Ilocución Evaluación
+declarativo
-
+declarativo
+
+declarativo
-
+declarativo
-
+declarativo
-
constituye una +declarativo verdadera ciencia ha carecido de España una escuela filolóha +declarativo misma gica seria antes de Menéndez Pidal adquirido el derecho habremos +declarativo de no quejarnos con demasiado rigor sobre la penuria de no +declarativo tal disciplina entre nosotros
constituir que (método)
7
Modo rema no se ha organizado como una ciencia no haber (2), hasta la segunda mitad del siglo xix me atrevería a llamar Atrever a biológica Influída [sic] primero por el dogma (ser) teológico fluctuante luego entre el detalle empírico (ser) y la generalización ingeniosa
+
-/+ +
+
Rojas: ser discípulos y colaboradores del iniciador y referente de los estudios filológicos en el ámbito hispánico: Ramón Menéndez Pidal. El tratamiento del contenido ideativo está en correlación directa con la organización temática. Predominan los verbos de conducta (cláusulas 2, 3, 6, 7, 8, 9, 11, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 21, 22, 23) pero, a diferencia de Rojas, los responsables de los procesos (los conductores) aparecen predominante con el rasgo explícito [+humano] (cláusulas 1, 2, 3, 4, 8, 9, 10, 11, 12, 16, 18, 21, 22). La evaluación es
TAblA 4 Análisis de los sistemas de transitividad, tema, modo y de los dispositivos ilucionarios y evaluativos en el discurso de América Castro Cláusula
Transitividad
Tema Tema
1
ser
Muy grande
2
realizar
Yo
3
4 5 6 7 8 9
10
11
rema ha de ser el esfuerzo
realice poder cumplir, siquiera en parte mínima el procumplir Yo grama, en forma tan bella y con tan hondo sentido de la cuestión el doctor Ricardo exponer ante exponer Rojas vosotros viene sin duda de venir La fe la confianza (6), el señor decano poner que pone en mi futura labor le inspira la inspirar que escuela científica representar Que Yo aquí represento [representar] aunque modestamente acepte esas elogiosas y cordiales palabras como un homenaje a don Ramón Menéndez aceptar permitidme que Pidal, fundador de los estudios científicos sobre el habla hispana entre nosotros. Sin su esfuerzo, sin su visión honda no habríamos y personalísima salido del período salir de los problemas de los ensayos relacionados con la empíricos, historia del idioma
Modo
Ilocución
Muy grande ha de + declarativa ser el esfuerzo +declarativa poder Siquiera + declarativa en parte mínima
Evaluación
+
+
+
acaba de +declarativa
+
sin duda + declarativa
+
+declarativa
+
+ declarativa
+
+declarativa + declarativa
+ +
permi+ declarativa tidme
habría+ declarativa mos
-/+
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12
ser
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afectar
14
hallar
15
encontrar
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sacar a la luz
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habríamos sido mera secuencia o del extranjero en un ramo del saber tan de cerca afecta que a la conciencia de nuestra raza. El fondo de nuestra (15) ha hallado en cultura tal caso, lo mismo en más de un que punto no ha encontrado aún Quien
lo saque a la luz
+declarativa
-
+ declarativa
-
+declarativa
+
+ declarativa
-
+declarativa
-
en el dominio cultivado por Ramón + declarativa y Cajal, dé la modalidad dar Quien hispana a +declarativa dominios antes, no ha podeque mucho, podemos mos decir ser que nos eran extraños + declarativa (22) exteriorice la íntima emoción exteriorizar Que un español Permitid + declarativa lleno de auspicioso sentido conmovido por la gentil acogida de conmover + declarativa este gran pueblo hermano, le causa el hecho de la coincidencia en Buenos Aires de dos discípulos y colaboradores causar que +declarativa de los máximos representantes de la ciencia española de nuestros días. cultivar
que
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predominante positiva salvo en las cláusulas 12, 13, 15 y 16. Es esperable que un agradecimiento se haga en primera o tercera persona (oscila la marca de primera persona del singular, el “yo” y “un español”). El tratamiento del modo está también en correlación con lo que acabamos de decir. En 1 aparece “Muy grande ha de ser” que tiene un valor modal exhortativo. El verbo modal poder aparece en 3 (reforzado por el adjunto modal “siquiera en una parte mínima”) y en 19. Especialmente interesante son los imperativos “Permitid(me)” (cláusulas 10 y 22) que conforman un pedido que tiene un valor meramente retórico ya que no cuentan como pedidos sino como afirmaciones enfáticas: la primera se vincula con su lugar en relación con la escuela de Menéndez Pidal; la segunda con la recepción que le ha hecho “este gran pueblo argentino”. 7. Conclusiones Nuestras conclusiones apuntan en dos direcciones diferentes pero complementarias. En primer lugar, demostramos que el concepto de registro no puede desligarse ni del de estrategia ni del de género. El primero lo realiza discursivamente; el segundo lo interpreta socialmente. Las estrategias son las que efectivamente permiten explicar el registro en función de los recursos que comportan. El género actúa como marco general y restrictivo de interpretación limitando sus alcances posibles. Quisimos demostrar, por lo tanto, la pertinencia del análisis estratégico que pone en relación el conjunto de recursos que provee tanto la gramática como la pragmática para mostrar el movimiento estratégico que caracteriza el proceso discursivo. Dicho proceso supone la interacción efectiva de los dispositivos estratégicos con el registro y el género. Los grados de previsibilidad en la variedad de uso utilizada en función de la situación dan cuenta de que el registro se explica a partir del funcionamiento estratégico y la restricción genérica. No es el registro meramente una selección léxica o gramatical sino una combinatoria que debe, a su vez, formar parte del género discursivo del que los discursos forman parte. En este caso un registro formal que claramente supone una escritura previa para ser leído pero también conservado se inscribe perfectamente dentro del género académico en el que la relación recurrente entre la organización escrita para ser leída actúa como uno de sus elementos (no el único, por supuesto, ya que esta es una característica del género pero no la única). Con respecto a la subserie analizada, puede detectarse la tensión existente en el momento de la inauguración del instituto de Filología y el nombramiento de un español como director de un centro de investigación de un país latinoameri-
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cano. Rojas acentúa esta necesidad en virtud de la calidad científica de Castro ya que forma parte de los discípulos de Menéndez Pidal, referente indiscutible en la materia en ese momento. Castro, por su parte, es absolutamente consciente de esa tensión. Apela, como es previsible a los vínculos de unión en dos planos complementarios: el general y el particular. En el primero, el vínculo de unión es la cultura y la raza (para ver el alcance de esos conceptos en el marco historiográfico remito al excelente trabajo de Toscano y garcía 2009). En el segundo, el vínculo de unión con Ricardo Rojas, que lo nombró y la avala. Aquí aparece la figura de Menéndez Pidal que es la garantía de excelencia científica y el referente básico que justifica no solo su nombramiento sino la tarea a llevar a cabo. El análisis propuesto nos permite mostrar cómo esa tensión se pone de manifiesto en la convergencia de los diferentes recursos que las estrategias combinan y que permiten justificar la interpretación discursiva. No nos interesó, por lo tanto, ampliar los alcances tradicionales del análisis del discurso sino ampliar la naturaleza de los discursos con los que trabaja. Nos parece relevante mostrar cómo esta clase de análisis discursivo pone de manifiesto no solamente la instrumentalidad inherente como marca de especificidad del lenguaje sino también las posibilidades de demostrar discursivamente las afirmaciones que desde otros ámbitos se producen. Nos importa señalar el funcionamiento estratégico como base para el análisis discursivo que integra múltiples recursos (ahí estaría la marca de su diferencia con otros orientaciones que tienden a privilegiar los recursos pero, en general, atomizándolos) y, además, mostrar cómo un tema que tradicionalmente se trataría en el marco de la historiografía lingüística o la historia de las ideas lingüísticas tiene en el correlato estratégicodiscursivo su posibilidad de demostración efectiva (Menéndez 2009). Dos polos tradicionalmente entran en colisión cuando se hace análisis del discurso. Uno es el polo lingüístico y el otro es el temático. Muchas veces el atractivo social del segundo logra opacar el aporte que a una teoría lingüística hace el primero. Mostrar ese delicado equilibrio entre ambos es tarea de todo analista del discurso. El AED no solo es consciente sino que trata de mostrar que ese equilibrio es posible, efectivo y productivo.
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AUToRES
Hilda Albano es doctora en Letras (Lingüística) por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, institución que la designó profesora honoraria. En dicha Facultad dicta clases en la Cátedra de Sintaxis, en la Maestría de Análisis del Discurso y cursos de doctorado. También es docente de Lingüística general en la Universidad del Salvador, donde fue designada profesora emérita. Es evaluadora externa del instituto de Formación Docente (iNFD), del Ministerio de Educación de la Nación. Dicta cursos en maestrías y doctorados en Argentina y en el extranjero. Ha publicado varios libros y numerosos trabajos en libros y revistas nacionales e internacionales. Dirigió y dirige tesis de maestría y de doctorado. Bettiana Andrea Blázquez es asistente de docencia en el área de Fonética y Fonología de la Universidad Nacional del Comahue (Argentina). Se desempeña como codirectora del proyecto “Prosodia y significado en el español rioplatense: implicancias en la enseñanza/aprendizaje del inglés como lengua extranjera”. Además, cursa el programa de doctorado en Educación, orientación Lingüística Aplicada en la Universidad internacional iberoamericana, México. Claudia Borzi es profesora de gramática en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires e investigadora independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Sus publicaciones, orientadas en general por un enfoque cognitivo, tratan distintos problemas de la gramática del español y el discurso, en particular sintaxis posicional; relaciones sintácticas entre cláusulas; conectores y marcadores y clasificación de verbos. Norma Carricaburo es doctora en Letras por la Universidad de Buenos Aires, investigadora de carrera del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CoNiCET), académica de número y secretaria general de la Academia Argentina de Letras y académica correspondiente de la Real Academia Española. María Cristina Cuervo es profesora en los Departamentos de Español y Portugués y de Lingüística de la University of Toronto. Sus investigaciones se centran en la sintaxis, morfología y estructura argumental.
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EL ESPAñoL DE LA ARgENTiNA
ángela Di Tullio es doctora en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Sus intereses profesionales se han centrado en la gramática del español y en la historia de la lengua española, en ambos casos con particular atención al español rioplatense. Es autora del Manual de gramática del español y de Políticas lingüísticas e inmigración: el caso argentino, entre otras muchas publicaciones. Participó en la elaboración de la Nueva Gramática de la Lengua Española de la RAE. Clauda Enbe (PhD) es especialista en trastornos de habla, voz y lenguaje. Trabaja en terapias de voz y lenguaje en centros de servicios médicos y en consultorio privado en israel. Es profesora en el Colegio Académico de Educación Kaye, israel. Sus áreas de interés son habla, voz y prosodia en el habla típica y atípica del español y hebreo en niños y adultos. Christoph Gabriel es catedrático del Departamento de Lenguas Románicas de la Universität Hamburg (Alemania) y hasta 2011 fue director del Centro de investigación sobre Multilingüismo (SFB 538), subvencionado por la Fundación Alemana de investigación (DFg). Sus investigaciones se ocupan principalmente del multilingüismo, del contacto lingüístico y de la adquisición de segundas lenguas, con foco especial en la prosodia. Mabel Giammatteo es doctora en Letras, especializada en Lingüística (Facultad de FFyL, UBA). Profesora a cargo de las Cátedras de gramática B y de Sintaxis (FFyL, UBA) y profesora titular de Lingüística (USAL). Fue profesora asociada visitante en la University of Massachusetts (2011) y dictó cursos y seminarios de posgrado en universidades argentinas y del extranjero. Dirigió seis proyectos sobre léxico, gramática y aprendizaje (UBACyT). En 1999 recibió el premio ALFAL y en 2004 uno de sus proyectos obtuvo la beca premio del Banco Santander-Río para investigación aplicada. Ha publicado libros y numerosos trabajos de investigación en revistas argentinas y extranjeras. Actualmente preside la Asociación Argentina de Lingüística (2012-2014). Chad Howe es profesor asociado en el Departamento de Lenguas Romances en la University of georgia. Sus principales áreas de investigación tienen que ver con la variación lingüística y el cambio semántico y estructural. José Ignacio Hualde obtuvo su doctorado en Lingüística por la University of Southern California. Actualmente es profesor en el Departamento de Español, italiano y Portugués y en el Departamento de Lingüística de la University of illinois at Urbana-Champaign. Entre sus intereses figuran la fonología sincrónica y diacrónica, segmental y suprasegmental, con especialización en español y otras lenguas románicas y en vasco.
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María Isabel Kalbermatten es doctora en Lingüística Hispánica (University of Minnesota), licenciada en Letras (Universidad Católica, Santa Fe, Argentina) y profesora de Castellano, Literatura y Latín (instituto Nacional Superior del Profesorado, Paraná, Entre Ríos, Argentina). Actualmente es profesora de Lingüística Hispánica en gustavus Adolphus College (St. Peter, Minnesota). Ha publicado artículos sobre la ironía verbal en publicaciones especializadas en México, España, Chile, Estados Unidos y Holanda. Ilpo Kempas (PhD) trabaja como profesor de Español, Francés e inglés de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Seinäjoki y como profesor agregado de Filología Española de la Cátedra de Filología ibero-románica de la Universidad de Helsinki, Finlandia. Su investigación se centra en la sintaxis verbal del español, que también enseña en esta universidad. Ha publicado sobre la sintaxis verbal del catalán y últimamente se ha dedicado también a estudios sobre el uso u omisión del artículo determinado en grupos relativos preposicionales del español. Leopoldo Labastía es docente de Lengua y Fonética inglesa en la Facultad de Lenguas de la Universidad Nacional del Comahue (Argentina). Dirige un proyecto de investigación sobre la prosodia y pragmática del español rioplatense y del inglés en esa universidad, y es miembro del proyecto Semántica Procedimental y Contenido Explícito iii, dirigido por el Dr. Manuel Leonetti, Universidad de Alcalá de Henares, España. Angelita Martínez dirige, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata, el CEiL (Centro de Estudios e investigaciones del Lenguaje) y la Maestría en Lingüística. Es profesora titular ordinaria de Lingüística en la misma universidad e investigadora del instituto de Lingüística de la UBA. Es responsable, a su vez, de la Delegación Regional de la Asociación de Lingüística y Filología para la América Latina (ALFAL) y de la subsede La Plata de la Cátedra UNESCo en Procesos de Lectura y Escritura. Desde hace más de diez años dirige el programa de investigación “Etnopragmática” y participa activamente en el núcleo del programa internacional “El español de los Andes”. Sus últimas publicaciones focalizan problemas teóricos relativos al contacto de lenguas y al cambio lingüístico, en esta última área como colaboradora en la elaboración de la Sintaxis Histórica de la Lengua Española con sede en la Universidad Nacional Autónoma de México. En los últimos años ha coordinado los libros colectivos El entramado de los lenguajes (2009); Cuadernos de la ALFAL Nº 4 (2013) y dirigido el libro Huellas teóricas en la práctica pedagógica. El dinamismo lingüístico en el aula intercultural.
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Natalia Mazzaro es profesora asistente de Lingüística Hispánica en la University of Texas at El Paso. Se especializa en fonología de laboratorio, fonética y sociolingüística variacionista del español. También investiga la percepción y producción de sonidos del español en contacto con el inglés en Estados Unidos. Andrea Cecilia Menegotto, profesora en Letras, UBA, 1989; experta en español como lengua extranjera, Universidad Antonio de Nebrija, 2002 y doctora en Letras, UBA, 2004. Es investigadora en CoNiCET y profesora de Lingüística en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, donde diseñó y puso en marcha el Programa de Español para Extranjeros. Se especializa en lingüística aplicada a la enseñanza del español como lengua segunda y extranjera y en morfosintaxis del español en situación de contacto lingüístico. Salvio Martín Menéndez es profesor y licenciado en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras la Universidad de Buenos Aires y doctor por la misma universidad. Es profesor titular de Lingüística i y Lingüística ii de la carrera de Letras de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata; profesor asociado de Lingüística general, Cátedra B, y gramática Textual de la carrera de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Es investigador independiente del CoNiCET. Actualmente es director del instituto de Lingüística de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Sus áreas de especialización son lingüística sistémico-funcional, pragmática y análisis del discurso. Silvina Montrul es profesora de Lingüística, Español y Adquisición de segundas lenguas en el Departamento de Español, italiano y Portugués y en el Departamento de Lingüística de la University of illinois at Urbana-Champaign. Sus áreas de especialización son la lingüística generativa y del español, la adquisición de segundas lenguas, el bilingüismo, la pérdida de la lengua en hablantes de herencia, morfología, sintaxis, semántica y metodologías experimentales de la psicolingüística. Alicia M. ocampo es profesora en Letras por la Universidad Nacional de La Plata; máster en Lingüística por la State University of New York en Buffalo; y doctora en Lingüística Hispánica por la University of Southern California. Actualmente es senior lecturer en la University of Minnesota, Departamento de Español y Portugués. Se especializa en semántica cognitiva, pragmática y estudios lingüísticos del humor hispánico. Francisco ocampo obtuvo su doctorado en Lingüística Hispánica en la University of Southern California. Es actualmente profesor asociado en el Departamento de Español y Portugués de la University of Minnesota. Su investigación se centra en la sintaxis, la conversación, lenguaje e ideología y lenguaje y humor.
AUToRES
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María laura Pardo (PhD) es investigadora independiente del CoNiCET, directora del Departamento de Lingüística del CiAFiC-CoNiCET, profesora a cargo de la materia Análisis de los lenguajes de los medios masivos de comunicación social en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Dirige actualmente el proyecto “El rol del discurso en el cambio social. Tres problemáticas fundamentales para las familias que viven en situación de pobreza urbana en América Latina”, en la misma facultad. Las temáticas de su interés son: discurso de las personas que viven en situación de pobreza, lingüística y psiquiatría, derecho y lingüística y metodología de la investigación lingüística. Sus dos últimos libros incluyen: Metodología de la investigación lingüística (2011) y (junto con virginia Buscaglia) Lingüística y Psiquiatría (2013). Andrea Pešková es ayudante de investigación (predoctoral) en el Departamento de Lenguas Románicas de la Universität Hamburg. De 2008 a 2011 trabajó en el proyecto “La Entonación del español de la Argentina” en el Centro de investigación sobre Multilingüismo (SFB 538). Además de la prosodia, su investigación trata también la sintaxis del español, la variación y el contacto lingüístico. Yasaman rafat obtuvo su doctorado en la University of Toronto en 2011. Su investigación se enfoca en la adquisición de la fonología de segundas lenguas. En particular, ha investigado el efecto de la interacción entre el input oral y ortográfico en la adquisición segmental del español por parte de aprendices principiantes. Se ha interesado también en temas de variación y cambio fonético y ha realizado estudios en la comunidad iraní-canadiense en Toronto. En la actualidad es profesora asistente de Lingüística Hispánica en el Departamento de Lenguas Modernas de la University of Western ontario, Canadá. Gabriela Resnik es doctora en Ciencias del Lenguaje y Lingüística Aplicada (Universidad Pompeu Fabra) y profesora adjunta de la Universidad Nacional de general Sarmiento. Su área de investigación teórica está referida a la interfaz entre el léxico y la morfosintaxis en el dominio nominal. Su principal área de aplicación es la lexicografía. Marcos Rohena-Madrazo es profesor asistente en el Departamento de Español y Portugués de Middlebury College. Recibió su doctorado en Lingüística en la New York University. Su área de investigación comprende la intersección de la fonética y la sociolingüística, particularmente el estudio de la distribución social de la producción y percepción de los cambios fonéticos y fonológicos en distintas variedades del español.
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EL ESPAñoL DE LA ARgENTiNA
Andrés L. Saab es investigador asistente del Consejo Nacional de investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y realiza sus investigaciones en el Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas “Dr. Amado Alonso” perteneciente a la Universidad de Buenos Aires. Sus principales áreas de interés se centran en la teoría general de las categorías vacías y en ciertos problemas de interacción sintaxis-morfología, con especial referencia a la gramática española en su variante rioplatense. Yishai Tobin está actualmente a cargo de la creación del Departamento de Trastornos de la Comunicación en el Colegio Académico Achwa (israel) y es profesor emérito en la Universidad Ben-gurion del Negev. Sus principales intereses en la teoría lingüística radican en la teoría funcional del signo lingüístico, como así también la fonología de habla típica y atípica en niños y adultos. Es editor de la serie “Studies in Functional and Structural Linguistics” de la editorial John Benjamins. Pablo Zdrojewski es magíster en Lingüística por la Universidad Nacional del Comahue y está finalizando su doctorado en la Universidad de Buenos Aires. En la actualidad desempeña tareas docentes en las materias gramática y Lingüística Chomskiana de la carrera de Letras perteneciente a la Universidad de Buenos Aires. Su investigación se ha centrado en la morfosintaxis del español, especialmente, en el dominio de las duplicaciones pronominales, la marcación diferencial de objetos, la estructura argumental y estructura de la información.