Pequeño Lexico Filosofico Del Anarquismo

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ÍN D IC E

Lista de entradas del léxico........................................................ 7 Advertencia por Daniel C olson................................................ 13 Léxico filosófico del anarquism o.............................................. 17 Obras citadas ......................................................................... 279

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Daniel Colson

Pequeño éx filosófico del anarquismo De Proudhon a Deleuze

413.028 COL

Colson, Daniel Léxico filosófico del anarquismo. De Proudhon a Deleu* ze.- 1a ed. - Buenos Aires: Nueva Visión, 2003. 288 p., 20x14 cm - (Claves. Mayor) Traducción de Heber Cardoso LS.B.N. 950-602-449-9 I. Título- 1. Lexicografía 2. Filosofía - Léxico

Título del original en francés: Petit lexique philosophique de Vanarchisme. De Proudhon á Deleuze © Librairie Générale Fran^aise, 2001

Toda reproducción total o parcial de esta obra por cualquier sistema -incluyendo el fotocopiadoque no haya sido expresamente autorizada por el editor constituye una infracción a los derechos del autor y será reprimida con penas de hasta seis años de prisión (art. 62 de la ley 11.723 y art. 172 del Código Penal).

€>2003 por Ediciones Nueva Visión SAIC. Tucumán 3748, ( 1189) Buenos Aires, República Argentina. Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723 . Impreso en la Argentina / Printed in Argentina

LISTA DE ENTRADAS DEL LÉXICO

A \irmn (práctica) Ai i ion directa \< utilecimiento Actividad genérica* Almidad (afinidad electiva) Afirmación Afuura/adentro 'Abundamiento» IA w n c e m e n t]

A luiría/tristeza Alianza Alienación jAl paredón! Altruismo Amigos de nuestros amigos Amo/esclavo Analogía (homología) An arcosindicalismo Anarquía Anarquía positiva Anarquismo Anarquismo cristiano (anarquismo religioso) Anarquismo de derecha Angustia Antiautoritario/poder Anti algo

Antiespecismo (antiespecistas) Anudamientos de fuerzas

Apeiron Apetitos Aplicación Armas Arriesgar la vida Asamblea general Asociación/desasociación Autocrítica Autodisciplina Autogestión (autogobierno) Autonomía Autosuficiencia

B Balance Base (horizontalidad) Bien/mal Bombas Bueno/malo

C Caos Capellán Capital Captura Caracterial

(larga natural Causalidad universal Causas Cerebro Ciencia Cinismo Circunstancias Clase (social, de sexo, de edad, etc.) Clasificación Colectivo (social) Comisario político Componentes Composición Común (proyecto común, disposición común) Comunicación Concepto Conciencia Confesión pública Confianza Conformismo Conmutación Contradicciones, Contradictorios Contrariedad Contrato Convención Cosa Cuerpo (cuerpo humano) Cuidado de sí Culpabilidad Cultura

D Deber de memoria Definición Democracia directa Dependencia Derecha/izquierda) Derecho (contratos, convenciones) 8

Desasociación Deseo Determinación Determinismo Devenir Diablo (diabólico, demonios) Dialéctica Dialéctica serial Diferencias Dignidad Dios Dirección de conciencia Directo Disciplina Dominación Dualismo

E Economía Eficacia Emancipación (afirmación) Encuentros Energía Ensayo Entelequia Entidad Entorno de las cosas Entre dos Equilibrio de fuerzas Esclavitud/libertad Espíritu de contradicción Espontaneidad (espontaneidad de acción) Espontaneísmo Estadística (matemática) Estado Eternidad Eterno retorno Ética. Evaluación

Kxperiencia Kxpurtos (sabios) Implosión social Kx presión Kxterior/interior V F alta

Federalismo Km/medios Foco (focalización) Frente principal/ frentes secundarios Fuerza (fuerza colectiva, ser colectivo) Fuerza plástica Fugaz (pasajero) G Genealogía Generosidad Gesto Gobierno Gran tarde Grupos (agrupaciones) Guerra (guerrero)

H Hagiografía Herramientas/armas Heteronomía Historia Homología Horizontalidad Huelga general (e insurreccional) Humanismo I Idea

Ideal (utopía) Identidad Ideomanía Idiosincrasia Igualdad Ilimitado dentro de los límites Imaginario Implicación (altruismo) Implícito Impotencia Impulso Impulso vital Inapresable Inconsciente Indefinido Indeterminación Indignación Indiscernibles Individuación Individuo Inmanencia Inmediato Instinto Insurrección Interior (interno) íntimo (intimidad, círculo íntimo) Intuición Ir hasta el límite de lo posible Irracional

J Jefe Jerarquía Juicio Justicia Justificación

L Laboratorio Lazo social Leyes científicas (causas) 9

Leyes naturales Liberalismo Libertarios Libertad Libre arbitrio Líder Límites Localismo Lucha de clases Lugar/sitio

M Mandato imperativo Manuales/intelectuales Masa (masas) Más allá de los propios límites (más allá de lo que se puede) Más que sí mismo Materia Mediación Medio (medio libertario) Militante Minorías actuantes Momento dado Mónada Monismo (pluralismo) Movimiento (devenir) Muerte Muerte en situación Múltiple Multiplicidad Multitud Mundos (pluralidad de los mundos) Mundo interior

N Naturaleza Naturalismo Necesidad (libertad) Negación 10

Neoconfucianismo Nociones comunes Nómada No mixto Nomos No violencia Núcleo O Objetivo Objetos Obligación Obrero (obrerismo) Opresión Orden (sistema) Organización Otro (el otro)

P Pacifismo integral Paro Particular Pasado Pasar a la acción Patriarcado Persona (personalismo) Perspectivismo (perspectiva) Perversión Piedad Plano de inmanencia (plano de consistencia, plano de composición) Planos de la realidad (planos de composición, mundos) Plataforma, plataformismo Plenitud Pliegue Pluralidad Pluralismo (pluralismo libertario) Poder

I - » mi) (propiedad) I - «Mr.

i in m (potencia colectiva) i ii» nriii do lo externo Inli IMia I I i II I K’ÍIS I »• individual Tm vmlo/público r»n ,iI)ío li nili|;ulidad Irministas I i upaj;anda mediante r\ hecho I 'i opiudad Tioyucto I ’iirhlo l'unto de vista

(¿uiniica anarquista K Racional Razón colectiva (razón pública) Razón de ser Reacción Rebaños Rebeldía Rebelión Rechazo Relación de fuerzas Relativismo Rendición de cuentas Representación (democracia representativa) Repugnancia Repulsión Resentimiento Reserva de ser Respeto Responsabilidad

Responsable Resultante Retroacción Revocabilidad Revolución Revolución social Ruptura S Sabios Secesión Secreto/transparencia Selección Sensibilidad Sentido común/sensatez Sentido práctico Separatismo obrero Separado de sí mismo Ser Seres colectivos Ser íntimo (Eternidad) Ser unívoco Series (seriar) Servidores del pueblo (del Estado o de toda otra causa e instancia consideradas como superiores) Servidumbre voluntaria Sexualidad Significado Símbolos/signos Sí mismo Sindicalismo revolucionario Sindicato (revolucionario) Singularidad Síntesis, sintesismo (plataforma, plataformismo) Situación Sobreabundancia Social 11

Soledad

Soli dari dad Subjetividad Subversión Sufrimiento Sujeto (sujeto revolucionario) Susceptibilidad T Taoísmo Temperamento (idiosincrasia) Tensión Teoría/práctica Terrorismo Tiempo Totalidad/totalitarismo Trabajo Trabajo sobre sí Tradición Trascendencia Transducción Transindividual Transmundo Transparencia Trifulca Tristeza/alegría U Unidad compuesta Universal Uno (unidad) Utilitarismo Utopía V Vanguardia Venganza Vida (fugaz) Violencia Virilidad 12

Vital (vitalismo, impulso vital, vitalismo político) Vitalismo político Voluntad Voluntad de poder Voluntarismo Y Yo

A D V E R T E N C IA

l v 11i •jí I del carácter tumultuoso, aveces cruel, de su historia, del • ■■ir «-mismo de sus exigencias, de la marginalidad o de la dimenihii popular de sus protagonistas, y también por la naturaleza de n . t«■x l os más teóricos, el anarquismo nunca fue verdaderamente i. « iMínenlo en el seno del pensamiento filosófico y político occideni il 11 ubo que esperar hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando hi i Herencia al anarquismo se fue transformando poco a poco en im.i a curiosidad familiar, en una referencia marginal más o j11i,a |h 'n° 1, invierno de 1997. s Émile Pouget, U A ctio n directe (1910), éditions CNT-AIT, s/f, pág. 23. 9Gilíes Deleuz e,D ifférence et rép étitio n , PUF, 1968, págs. 52 y siguientes. 10 Fernand Pelloutier, “Du role des Bourses du travail”, en Jacques Julliard, F ernand P ello u tier et les origines du syn d ica lism e d ’action d irecte , Seuil, 1971, pág. 41; y Émile Pouget, op. d¿., pág. 23.

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A C C I Ó N D IR E C T A

y en trabas, impide cualquier asociación directa y cualquier com­ binación efectiva de las “fuerzas físicas, intelectuales y naturales” de la clase obrera.11 Negándose a desplegarse sobre la escena falsamente racional, transparente y ordenada del derecho y de la representación, el sindicato debe no sólo retirarse hacia “la irregu­ laridad’', la “diversidad” y la aparente “incoherencia” de la “vida obrera”, sino, pliegue a pliegue, incluirse e implicarse en su sola intim idad de “agrupación autónoma”.12 Debido a esta condición, en razón de la autonomía de su intimidad preservada y de la concentración que supone, el sindicato queda facultado, por una parte, para percibir y focalizar (véase esta palabra) bajo un cierto punto de vista, una “vida obrera demasiado compleja en sus manifestaciones de detalles para prestarse a las inepcias de los dirigentes”,13 y, por otra, para “expresar” esa “vida obrera”, para convertirse en la “tribuna” y “el eco” de las “preocupaciones íntimas del trabajador”.14 2) “Laboratorio de las luchas económicas”, según la fórmula de Pelloutier,16 “aglomerado viviente y vibrante”, que dispone de “vi­ talidad” y de “influencia” correspondiente a su “organismo”, para Pourget,16nuevo crisol alquímico de la revolución social, para Griffuelhes,17 el sindicato puede entonces, y en esa condición, unirse y confrontarse con los demás, ampliar su intimidad singular hasta la del conjunto de las organizaciones obreras (otros sindicatos, cooperativas, agrupaciones diversas, confederaciones, internacio­ nales). Gracias a esa unión y a esa confrontación, cada sindicato aumenta su propia fuerza, aumenta la intensidad de su percepción de la vida obrera, amplía la agudeza y la riqueza de su punto de 11Ib id U n “lazo-separación” que luego de Guy Debord, Giorgio Agamben explícita así: “lo que traba la comunicación es la propia comunicabilidad; los hombres están separados por lo que los une” (Giorgio Agamben, La comm unauté qui vient: théorie de la sin g u la rité qu elcon qu e , Seuil, 1990, pág. 84). Se trata de una afirmación a la que responde casi palabra por palabra la declaración del delegado de la Séte en el encuentro anarquista internacional realizado en Ginebra el 13 y 14 de agosto de 1882: “Estamos unidos porque estamos divididos” (citado por Jcan Maitron, H istoire du m ou vem en t anarchiste en F ranee (1880-1914), París, 1951, pág. 104). 12 Víctor Griffuelhes, Le S yn d ica lism e révolu tion n aire (1909), Editions Espoir, s/f, pág. 14. 13Victor Griffuelhes, Z/Acízon. syn d ic a liste (1908), Editions syndicalistes, s/f, pá£s. 15 y 16. 14Id., Le S yn d ica lism e révo lu tio n n a ire , op . cit. , págs. 29-30. 15Ib id ., pág. 404. 16I b í d págs. 8 y 4. 17Ib íd ., pág. 10.

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A F IN ID AD

- r.in, para al fin “hacer nacer” la potencia vital así creada y i* mmilada, “desarrollándola” hacia fuera, hasta la “lucha supreIII.i. «pío será la huelga general revolucionaria” .1S \< i ► NTECIM IENTO (véansep a ro, repetición y momento dado). orden parcial (y por tanto dominador) trata de dominar el r ,p: icio y el tiempo, de ordenar y fijar la totalidad de lo que es y de pi rvn* t.udolo que pueda ocurrir. Pero, porque es parcial y domina*11»i . nunca lo logra y constantemente debe dejar escapar lo nuevo v U imprevisto, lo sorprendente y lo no dominado. Estáincesanteii irn Ie atravesado por acontecimientos, minúsculos (el vaso que se ■ u\ el intercambio de una mirada) o de vasta amplitud (guerra, m volución), que se llevan consigo el orden y las previsiones más •11lunl así como las organizaciones y los programas más perdin .iMes. El acontecimiento es la otra cara de los órdenes dominalv Ks su apertura involuntaria e inevitable al poder de lo que . ■v «Ir lo que pretende dominar, a los posibles délos que es portador ln i r. il y que vanamente trata de dominar. El acontecimiento, feliz i. «Iiv.ilirhado, cada vez singular e indefinidamente repetido en su -nij'uhiridad, es la experimentación constante, la más directa, la iinr. inmediata y la más positiva, de los límites inherentes a toda •li i nación y de la posibilidad de afirmar otro orden que liberaría ■1inmlt r que esa dominación obstaculiza. En ese sentido y de una ;istarse por sí mismos. Rechaza la autosuficiencia, necesariamenl *1dominadora, que los lleva inevitablemente (al precio de mucho ■uTruniento, desdichas y opresión) a querer dominar la totalidad de ln que se encuentra en el interior de sus organizaciones, de sus discursos, de sus prácticas, de los planos de la realidad donde se despliegan y que, entonces, se convierten en formas forzosamente limitadas de su individualidad (véanse individuación, totalidad! (t(ditarismo, ideomanía). A diferencia de esa autosuficiencia que lleva a la guerra, a la confrontación externa de todos contra todos v a la dominación, la autonomía anarquista y la voluntad o la ti('terminación que la anima, están totalmente orientadas hacia el afuera, hacia el otro como único capaz, bajo un cierto punto de vista y a través de modalidades particulares de asociación, de aumenlar su poder, no el exterior, por sumatoria de fuerzas, sino el i nterior, revelando tanto el poder como al otro que cada ser porta consigo (véanse mónada, equ ilib rio de fuerzas, más que sí mismo), puesto que, según la fórmula de Deleuze, el “ adentro” no es más que un “pliegue” del afuera, dado que el “ afuera” se en­ cuentra enteramente en el interior de los seres, que es al mismo tiempo afuera y adentro, y que siempre está listo para, en un momento dado, desplegar su poder en lo que es, a poco que los seres se desprendan de sí mismos, del carácter limitado de su individualidad presente, que se abran, asociándose a otros, a lo indeterminado que los constituye como sujetos (véase esta pala­ bra), para así formar individualidades más poderosas y más libres. m ente

A G E N C IA M IE N T O » [A G EN C E M E N T] ( «A G E N C IA M IE N T O » C O L E C T IV O ) (véase seres colectivos). Esta palabra, que es un término deleuziano, permite evitar los presupuestos biologizantes de la noción de organización. El «agenciamiento» es el modo de composición de un ser colectivo que domínala cualidad de su deseo v su grado de poder y de autonomía. Desde este punto de vista, todo ser colectivo, toda fuerza colectiva es un «agenciamiento». A L E G R IA / T R IS T E Z A (véase bueno!m alo). 23

A L IA N Z A

A L I A N Z A (véanse amigos de nuestros amigos y asociación). La noción de alianza desempeña un gran papel en la historia del movimiento libertario, desde “la Alianza internacional de la demo­ cracia socialista” de Bakunin hasta las minorías actuantes del anarco sindicalismo. Es sinónimo, entonces, de círculos íntimos y muy a menudo secretos fundados en la afinidad (véase esta pala­ bra). En esta acepción muy particular escapa radicalmente al sentido que la palabra alianza reviste por lo general, cuando sirve para designar los acuerdos políticos, económicos o matrimoniales entre Estados, partidos, familias o empresas (véase amigos de nuestros amigos). Para el pensamiento libertario, y dentro de ese significado corriente, alianza se opone a asociación. En efecto, si la asociación permite a los seres que se asocian liberar, por composi­ ción y por afinidad (véanse estas palabras) las fuerzas y los po­ sibles interiores del que cada cual es portador, y así desimplicar y afirmar el poder de lo que es, la alianza, ya sea política, militar o económica, es siempre una simple adición exterior de fuerzas (familias, partidos, clanes, países, firmas), un reagrupamiento utilitario exigido por obligaciones o exigencias (todas ellas también exteriores) producto del miedo, la dominación o el beneficio. A L IE N A C IÓ N (véanse fa lta , deseo y apetito). Cercenadas sus posibilidades por un orden exterior opresivo y mutilante, incapa­ ces de encontrar en sí mismas los infinitos recursos de que son portadoras, las fuerzas colectivas son llevadas a intentar vanamen­ te colmar el vacío (véanse estos conceptos) provocado por esa mutilación, a buscar desesperadamente en la exterioridad de los demás seres la solución a su impotencia (véase exterior /interior). Que esta identificación con el otro tome la forma del amor o del odio, que pase por la abyecta sumisión de las masas (véase esta palabra) a los jefes o a los poderosos o por la lucha envidiosa y odiosa que ellos inspiran, o también por las ilusiones de distancia de la negación y de la dialéctica, el ser colectivo, cercenado de su poder, queda desposeído de sí mismo. En este sentido puede decirse que se encuentra alienado, porque depende enteramente del otro, sea amigo o enemigo, al no existir más que por él, no sólo en sus actos (véase am o/esclavo) o en la imagen que se hace de sí mismo, sino en el propio corazón de su subjetividad (véase esta palabra). La alienación justifica así dos tipos de opresión, simétricas pese a que pretenden oponerse: 1) la opresión de las dominaciones existentes, capaces de alimentarse con las fuerzas que han capturado y que se identifican con ellas; 2) la opresión de las dominaciones futuras, 24

AMO/ESCLAVO

■|in alimentan con la impotencia de las fuerzas que pretenden iil-ri.ir, a las que niegan cualquier autonomía porque, al estar i11 mas inmediatos pero también, a título de ejemplo, la larga y m, i inlrrancia que ciertas comentes del movimiento libertario Mnmir i a rnn hacia el antisemita y hombre cargado de resentimiento *i' *• in. I ‘aiil Rassinier.36 Ejemplos de anarquistas de derecha céle­ la . I*»:, rscritores Céline y Léo Malet (al final de su vida). \Nt ;i IS TIA (véasepotencia, de lo externo). \N I IA l IT O R IT A R IO / P O D E R . El anarquismo no es ante todo ni i.......pálmente un movimiento político cuya originalidad (muy m i ii iva i consistiría en oponerse (junto a los ultra liberales) al ! f nln ( véase libertarios) o en denunciar “al Poder” como entidad mi h i insa y esencial encarnada en el Estado, la Ley o la domina» nm dr tina clase sobre otra. La lucha libertaria opera en el interior < « a .-»i mas diversas y minúsculas que puedan ser, de lo que es. El ihin al.ívo antiautoritario sirve para designar esta diseminación «i. I rúmbate y del proyecto anarquista. Por eso, el movimiento 11) »i 11a fin, por su constante práctica, puede (en parte) hacer suya 1 .i Para un primer enfoque, cf. Georges Vignaux, Les sciences cognitives, une in tro d u ctio n , Editions La Découverte, 1992. 6 “Está en la esencia de la ciencia [...] manipular signos con los que reemplaza a los propios objetos. Esos signos diñeren sin duda de los del lenguaje por su mayor precisión y su más alta eficacia; no están menos sometidos a la condición general del signo, que consiste en notar bajo una forma detenida un aspecto fijo de la realidad''. Henri Bergson, L ’E volu tion créatricey PUF, 1962, pág. 328. 7Gilíes Deleuze, N ietzsch e et la p h ilo so p h ie , PUF, 1962, págs. 184 y 114. * Sobre las relaciones entre ciencia v anarquismo, cf. Daniel Colson, “La science anarchiste”, en B éfra ctio n s , n° 1, invierno de 1997.

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C IN IS M O

**• • ■■i

Miu •mi rl idundo directo e inm ediato : “Existe real» l.t ros; »s un plano o, si se quiere, una especie de ser

i.......... . ■•■n ¡disoluto inaccesible, pero que re su lta in a p r o ►a i r " *l m i. nn;i. Noesdeningunam aneraelseríntim odelque h i i M . i iiin \ lodos los metafísicosy que, según ellos, constituiría ■i h i >i< I i . tí»,;is y td porqué de los fenómenos; al contrario, es el ¡ i \ ■un nu i-.«'nn;il, el menos interior, el más exterior y a la vez ■i mi.i m J y l< irlaí-innes cambiantes, pero igual estrechamente depen­ do oh dr la dominación que se impone a ellas y que define su ser ..... . memento dado (véase emancipación), las clases dominadas

. ............ .. infladoras de un posible em ancipador, que depende de un i.i.im numero de condiciones, de su poder derebelión y, sobre todo, •i. iu a pacidad pcLYd.componer> con otras fuerzas así como con todo i.. *11111 escapa a las relaciones de dominación que las definen •■».in:,r paro y analogía ), un poder (véase esta palabra) más ,-i ande. En resumen, la situación de dominado no es en nada la i:ai ani.ía o la fuente suficiente de un posible emancipador, de un mundo sin dominación (véase esta palabra).

i I A S IF IC A C IÓ N (véanse analogía y series). Porque se reclama del devenir y del movimiento y porque, con Bakunin, define la naturaleza como “la suma de las transformaciones reales de las cosas que se producen y se producirán incesantemente en su seno”,12 el pensamiento libertario se opone a cualquier clasifica­ ción, forzosamente exterior, reductora y opresiva. Por esta razón, Proudhon (como Gilíes Deleuze y otros) puede, en el marco de las ciencias de la naturaleza, tomar partido por Geoffroy Saint-Hilaire 12 C onsidérations ph ilosoph iqu es su r le fantóm e d ivin , su r le m onde réel et su r l ’homme, (Euv? es} Stock, t. 3, 1908, pág. 217.

C O L E C T IV O

contra Cuvier: “Sí, como dice Geoffroy Saint-Hilaire, los ^nnurtlM de la creación han evolucionado unos de otros; sin eso no fot nmitm entre ellos los géneros y las especies. Lo que demuestra ol n tul áp Cuvier, el rey de las clasificaciones, es que pretendiendo rol uhir (|^ teoría de Geoffroy Saint-Hilairc entraba en contradicción mmalgl mismo; fuera de la unidad de generación, los órdenes, < géneros, especies, variedades, ya no tienen razón de ser; al iMtUf que el régimen constitucional, son ficciones del espíritu, quiiiMfc: ras”.13 C O L E C T IV O (S O C IA L ). Para Proudhon, todo colectivo on til) individuo y todo individuo es un colectivo, un “compue^tn t|§ poderes” .14 Pero es sin duda Gilbert Simondon quien, desdo punto de vista libertario, permite pensar mejor esta realidad parezca más útil. Lo común no es nunca un campo de lucha, im marco exterior que fuerzas exteriores invisten y se disputan comii se disputa un hueso, una silla o el volante de un vehículo. Lo com 11n no es ni un marco (“común”, a la manera de una sala de espera o u11» sala de gimnasia) ni una herramienta. Si bien es más que Ijin fuerzas que lo componen, nunca les es exterior, puesto que provie ne de su asociación y no existe sin ella. Asociarse (en amor como en política o en cualquier otra actividad) es aceptar transformarse en el interior de esa asociación, significa correr el riesgo de conver* tirse en un ser diferente (para mejor o para peor). En ese sentido, toda verdadera asociación presupone la confianza; sólo la expe­ riencia de los efectos de semejante transformación, experimenta­ dos como buenos o como m alos , pueden llevar a retirarse de la asociación. (Por el contrario, como ejemplo, entre otros, de sumi­ sión y de instrumentalización de seres colectivos vaciados de cualquier contenido propio, de cualquieraz/fojiozma, cf. la infiltra­ ción de los sindicatos por el partido comunista inmediatamente después de la Primera Guerra mundial.) C O M U N IC A C IÓ N (véase mediación). C O N C E P T O . Se opone a definición (véase esta palabra). C O N C IE N C IA (véanse persona , yo y cuerpo ). 56

C O N T R A D IC C IO N E S ,

c o n t r a d ic t o r io s

H W H " I . . N l'l iltt J C A (véase rendición de cuentas). Vieja M * 1 - *» '» »"•' dr ‘inmisión y de humildad, retomada por ios i ¡«. i.hi,, m il \i:.1a-leninistas con el nombre de autocrítica, i i i r t íh.....i. tu rl marco y la puesta en escena de procesos ■ ' l»miiIr lo.; culpables, al confesar sus errores y sus faltas MííI* i íí m■•l« Ikk ia la comunidad y sus representantes, someten i iilm.i .1i .iim 111n ♦ • ■ I ri lores.

Í

| IIN I I AN/A i rn la masa uniforme. El anarquismo denuncia violentaioh.i. * i.i forma de igualización en nombre de una igualdad 11*.!*’ ♦Imrni r diferente, la que se funda en la absolutadí/ere/iciay *i.,, ni,t*-i mImiI iva, que rechaza y combate, ejercida de manera autoritam 1 ,) •-111ir de una instancia vertical -Estado, tribunal, director de - u. I.» o de fábrica, Dios-, la que, mediante un juicio, reparte las h Mu aciones y los castigos según el mérito, un mérito medido >i* d* r I exterior por una ley, sobre una escala graduada del mal al i.... . \\) una justicia conmutativa y libertaria, fundada en el .ni *■i c,-1mbio directo, sobre la igualdad de las cosas intercambiadas, ninr la equivalencia de las obligaciones y de las cargas, y sobre - niii i a los o pactos de asociación o de alianza (véanse estas palaIH .i., v tIr.recho); se trata de una conmutación interna ala asociación dr los seres, que excluye cualquier tercero y cualquier intermedia>io, cualquier instancia exterior. < N T R A D IC C IO N E S , C O N T R A D IC T O R IO S (véanse violeni m, equilibrio de fuerzas, dialéctica y dialéctica serial). La anar.////í/ y la pluralidad de los seres o de las fuerzas colectivas implican necesariamente que éstas sean conducidas a chocar entre sí y a is A la inversa, sobre las características y efectos del conformismo en el movimiento libertario, allí donde ha revestido un carácter masivo, cf. Eduar­ do Colombo “Quelques réflexions sur les relations entre l’idéologie et la i-mnposition sociale du mouvement anarchiste”, en C om position sacíale du m ouvem ent an a rch iste , CIRA, 1972.

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COSA

confrontar, por el propio hecho de sus diferencias y de su volunl tul no sólo de perseverar en lo que son, sino de aumentar su podinv Solamente el sentido p ráctico, la experimentación, la rebelión, o| arte de esquivar los malos encuentros y promover los burnon pueden llevar no sólo a evitar la dominación de una fuerza sobro otra o la lucha suicida de las fuerzas entre sí, sino, sobre todo, u favorecer el desarrollo de seres colectivos que extraen un podnr mayor de esta libre asociación de las fuerzas que los componen. Incluso en este caso, las contradicciones no sólo son inevitable, sino también deseables. Son al mismo tiempo el signo de la liberl.211! de las fuerzas asociadas y también la garantía del poder y de In vitalidad de los seres que resultan de esa asociación, de su capaci­ dad para abrazar y regular el conjunto de las determinaciones dn lo real. La contradicción anarquista no tiene nada que ver con In contradicción marxista (o hegeliana). La concepción de un desarro­ llo “dialéctico” de la naturaleza y de la humanidad es ajeno ni pensamiento libertario. Para el anarquismo, existen malas y bue­ nas contradicciones, contradicciones que matan y disminuyen el poder de vivir y otras que hacen vivir y aumentan dicho poder. Hay que evitar las primeras, impedirles que se produzcan, y mantener cuidadosamente las segundas, sin nunca pretender resolverlas (véase equilibrio de fuerzas). C O N T R A R IE D A D (véase afinidad). C O N T R A T O (véase derecho). C O N V E N C IÓ N (véase derecho). C O SA (véaseobjeto). Noción frecuentemente empleada por Baku­ nin para designar todo ser colectivo, sea cual fuere. Es una posición que se reencuentra en Gabriel Tarde, para quien “toda cosa [desde la molécula a las realidades humanas, pasando por las plantas, los animales o cualquier otro ‘fenómeno’] es una sociedad”19 y también en Whitehead, para quien “cosa”, “ser” y “entidad” son sinónimos y “todo objeto físico ordinario [...] es una sociedad”, o la propia “piedra” es “una sociedad de moléculas separadas en estado de violenta agitación” .20 19M onctdologie et so cio lo g ie , Les empécheurs de penser en rond, 1999, pág. 58. 20 Alfred North Whitehead, Procés et réalité, essa i de cosm ologie, Gallimard, 1955, págs, 72, 344, 91 y 154. 58

CUERP O

l l ’ l l i r o i( 'U ftR P O H U M A N O ) (véanse persona, sujeto, cere. »\ (pie lleva consigo. “Compuesto de poderes”,23 “compuesto -i- . >i>n/aneidades”u (véase esta palabra) como cualquier fuerza •mi. c11v a t el cuerpo humano es múltiple. Así lo explica nuevamente r» nim11ion a propósito de la persona (véase esta palabra): “En • 1.1 in. ¿íi qué llamamos una personal (subrayado por Proudhon) \ «pu •m tiende esa persona cuando dice Yo? ¿Acaso se refiere a su im.i .r.n. a su cabeza, a su cuerpo o bien a su pasión, a su inteligencia, ■. n talento, a su memoria, a su virtud, a su conciencia? ¿A alguna mi :; facultades? I...]”.25O como dice Nietzsche: “Se es más rico de -pH* se piensa, se tiene en el cuerpo con qué hacer diversas i mi :;onas, se toma por carácter lo que simplemente forma parte de 1Spinoza, E th iq u e , libro III, escolio de la proposición 2. "(...I en todo ser organizado o simplemente colectivo, la fuerza resultan«-.la libertad del ser, de manera que a medida que ese ser-cristal, planta mi m al-se acerque más al tipo humano, mayor será en él la libertad, mayor Ai .mee tendrá el libre arbitrio en él. En el propio hombre, el libre arbitrio se inui’.’.l ni tanto más enérgico cuando los elementos que lo engendran por su >-'lí i i.ividad se encuentran ellos mismos más desarrollados en poder: filosoIm. ciencia, industria, economía, derecho”. Pierre-Joseph Proudhon, De la /// .Y/ív», t. 3, pág. 403. ' * Pierre-Joseph Proudhon, L a Guerre et la p a i x , Riviére, pág. 128. '-'i “El hombre puede ser visto como un compuesto de espontaneidades lilailas entre sí, que por efecto de las circunstancias, lo solicitan cada una por mi parte” (Pierre-Joseph Proudhon, Économie , inédito, biblioteca municipal .Ir lí(-san9on, 2863 [74]). •’ Pierre-Joseph Proudhon, De la ju s ti c e , í:. 3, pág. 172.

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C UE RP O

la persona, de una de nuestras máscaras. [...] es una equivocación juzgar a un hombre por actos aislados: los actos aislados no permiten ninguna generalización”26 (los subrayados son de Niel/* che). Pluralidad de “espíritus”, de "fuerzas”, de “almas” y úv “voluntades de poder”,27 el cuerpo humano, en particular a travo* de su cerebro, supuesta sede de su conciencia, es un “nudo t. VII, pág. XXXI). HDe la ju stice, t. 3, págs. 433-434. Para una explicitación sobre el carácter enigmático del papel esencial que Proudhon confiere a Satán en el significado del universo, véase potencia de lo externo. 15 Didier Franck, Nietzsche et Vombre de D ieu , PUF, 1998.

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DIALÉCTICA

i .t. { /.:;che16 responde “la anarquía” de los “poderes” constitutivos .1.1 :rr humano de las que habla Proudhon, allí donde “se reúnen im.1.1.; las espontaneidades de la naturaleza, todas las instigacioin-. del Ser fatal, todos los dioses y demonios del universo” .17A V.11unay Mitra, el rey mago y el sacerdote jurista, el déspota y el l« r.islador, los dioses del enlace y del pacto, se opone Indra, el du»:; guerrero, el dios de “la multiplicidad pura y sin medida” , t•1intM's, la fuerza contraria o contrariante no es en absoluto la neiMimti de la fuerza que suscita o polariza su existencia, sino la iln marión singular de lo que esta fuerza ignora o mutila por su insularidad, en un momento y en una situación dadas. La contradin ion en Proudhon (en sus pensamiento y en sus escritos) es n'inpre un todo anárquico de fuerzas y de afirmaciones que, i•i (»rarando oponerse término a término, polarizarse, se conforma ion “seriar” su profusión, intentar descubrir y construir un orden « u la anarquía de lo real (véanse dialéctica serial, anarquía ir.iitiva y tensión). El sometimiento de un ser colectivo a otro, como Imi ilación de poder, pero también la destrucción de un ser por parte de otro, como pérdida de poder o, a veces y máspositivamenIr, como condición de emancipación y de recomposición de las lucrzas y de las relaciones que las unen (véase rebelión), son >ii*inpre el horizonte inmediato de las relaciones entre fuerzas i-ontrarias, el efecto más probable de su encuentro. Pero esa perdida de poder que implica con la mayor frecuencia el enfrenta­ miento de fuerzas opuestas, comprendidos los momentos de lucha v de rebelión, e incluso cuando ellas son pensadas, en la concepción revolucionaria libertaria, de la manera más breve posible (véase i\ran tarde, huelga general), el anarquismo proudhoniano preten­ de justamente aboliría por su concepción del equilibrio seriado de las fuerzas contrarias, allí donde “las fuerzas dejan de luchar por mi. momento para reconocerse, controlarse, confirmarse y clasifi­ carse”.13 De donde una segunda diferencia fundamental entre la concepción libertaria de las contradicciones y la dialéctica hegeliana y marxista. Dentro de los movimientos emancipadores, la oposición entre dos fuerzas no tiene que resolverse ya sea por la victoria de una sobre la otra, ya sea por la síntesis de las dos (“síntesis” de la que el Estado, el Capital, la Iglesia y todos los exigencias contradictorias que suscita toda obra colectiva, ya se trate cons­ tantemente de evaluar, seriar, jerarquizar, tarea que en vano la sociología procura vincular con un número limitado de regímenes de justificaciones o de determinaciones. 19 La Guerre et la paix, Riviére, pág. 134.

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E Q U IL IB R IO DE F U E R Z A S

poderes absolutos, dominantes y verticales son la inevitable mam festación). Las fuerzas deben “equilibrarse” nos dice Proudhon, un contradecirse sino ampliarse hasta los extremos: “Hasta e n t o n c r u había creído, con H egel,14 que los dos términos de la antinomia, tesis, antítesis, debían resolverse en un termino superior,síntksin Me di cuenta después que, de la misma manera que los polou opuestos de una pila eléctrica no se destruyen, los términuM antinómicos no se resuelven, que no sólo son indestructibles, qur son la causa generadora del movimiento, de la vida, del progreso, que el problema consiste en encontrar no su fusión, lo que sería I;i muerte, sino su equilibrio, equilibrio incesantemente inestable, variable según el propio desarrollo de las sociedades”.15 Paradóji­ camente, al equilibrarse por un momento, dos fuerzas o dos series de fuerzas contrarias no se neutralizan. A l contrario, por la tensión (véase esta palabra) y, por tanto, a causa de la inestabilidad de esr equilibrio, pueden liberar el poder infinito de que son portadoras y del que es portador su encuentro contradictorio. Pueden hacer posible la superación de los límites de su punto de vista y del carácter determinado de su poder singular, permitir la emergencia de otras fuerzas, de otras asociaciones de fuerzas, las que de inmediato también deben aprender a combinar y a equilibrar sus relaciones para que otras fuerzas también puedan nacer; y así hasta el infinito. La composición de un mundo que permita a cada fuerza ir hasta el límite de lo posible, desplegar todo el poder de que es portador lo real, exige, así, toda una práctica de selecciones y experimentaciones (véase experiencia) de las buenas y malas contradicciones, de la buenas y malas asociaciones. ¿En qué mo­ mentos y durante cuánto tiempo, en un c Champ libre, pág. 8.

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E S C L A V I T U D / L I BE R T A D

•l* m¡oíiinnía que, en las interacciones más minúsculas, hacen iim ii.lr, sobre un plano de la realidad dado, en un momento dado, ■"mplnncritariedades jerarquizadas, sin que estas puedan transi , i,i.u sm irm lrr imponerse a las demás, para que ninguna fuerza, al mil i ior de cada una de ellas, por ejemplo en nombre de las m I.M'mnos con el exterior, pueda pretender someter a las otras ■ n punto de vista y a su deseo? ¿Cómo evaluar, en cada *m.ni iruto, la calidad de las relaciones entre las fuerzas, afinida*l« ■■ u enemistades que las acerquen o las separen? ¿Cuáles >'t mies colectivas o cuáles nociones comunes son necesarias imi ;i rsa evaluación, para la confianza entre fuerzas diferentes ■>i unl.rarias, para la posibilidad de percibir y pensar “al otro”, de im i ribir y pensar la antinomia y la pluralidad de los seres? La I'í .m lica libertaria pretende resolver todos estos problemas y (>.u:j ello el equilibrio de fuerzas constituye la piedra de toque, i»ursU> que, más allá de sus propios efectos (en los planos de la ifMiaidad, d éla autonomía, del poder y, por tanto, de la libertad), |hm nes emplean el primer sentido que expliciten ante sí mismos : n»i < l(Euvres completesy Gallimard, t. IV, págs. 61 y 152. 14Arthur Rimbaud, “Les poetes de sept ans”, en Poésies , le Livre de Poche, 1984.

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REPULSIÓN

compromete la propia naturaleza de los seres en un momento dado. Cada “agenciamiento”, propio de una fuerza colectiva y de sus asociaciones con otras, define la calidad del deseo resultante. Y es a partir de esa calidad y de esa resultante que j uegan los gustos y los disgustos, indicadores preciosos de la naturaleza de los mundos donde los seres cobran fuerza y significado. En ese sentido, la repugnancia es la faz repulsiva (véase repulsión) de la afinidad. En su violencia y en su intensidad subjetiva, en el carácter intuitivo y aparentemente irracional de sus manifestaciones, expresa siem­ pre con exactitud un juicio sobre el mundo donde se quiere vivir y sobre la calidad y la naturaleza de las asociaciones que le corres­ ponden y lo hacen posible. R E P U L S IÓ N (véanse repugnancia, afinidad y asociación). A la oposición frontal y brutal donde los seres en conflicto se encuentran estrecha y perdurablemente ligados en sus relaciones mutilantes, destructoras de potencia (véansepotencia y dialéctica), el planteo libertario reemplaza la repulsión, el rechazo fuera de sí, fuera de sus deseos y de sus apetitos, de las fuerzas que no nos convienen, por pertenecer a otro mundo, a un mundo ajeno (por mutilado y mutilante) al que tratamos de construir.15 R E S E N T IM IE N T O . Reacción perdurable de un dominado que no logra transformar la relación de dominación que experimenta en rebelión y en fuerza emancipadora y afirmativa (véanse estas expresiones). El resentimiento, que también afecta al propio movi­ miento anarquista ,16 siempre queda colocado bajo el signo de lo negativo, de la acritud, de la queja y de la denuncia. El hombre y la mujer con resentimiento siempre pretenden luchar contra la opresión que experimentan, luchar contra quienes los dominan y los explotan, poner fin a ese dominio y a esa explotación. Pero en realidad no pueden vivir sin ese dominio y sin esa explotación. Se convierten en su razón de vivir. Los necesitan, precisan encontrar­ los en todas partes y siempre para continuar sintiendo indefinida­ mente la injusticia de que son objeto, esa injusticia que los autori­ za, también indefinidamente, a no dejar de denunciar a los demás. Jf' Sobre la importancia de la noción de repulsión en astrofísica (gravedad repelente), véase el informe de los decimoterceros Encuentros internaciona­ les de Blois, en Le M onde del 29 de junio de 2001. 36 Como lo hace notar muy justamente John Clark, luego de Nietzsche (véase John P. Clark, La Pensée sacíale cVElisée R eclu sygéographe anarchiste, ACL, 1996, pág. 48).

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RESPONSABLE

R E S E R V A DE S E R (véanse indeterminación y potencia de lo externo). R E S P E T O (véanse igualdad y autonomía). Reconocimiento mu­ tuo de la autonomía y, por tanto, d éla igualdad, de los seres. En el corazón de las modalidades de asociación y desasociación, el respe­ to implica una gran atención a los otros, a lo que los constituye y a lo que esa constitución autoriza en cuanto a relaciones nuevas. Fuente de rebelión y de violencia muy particular que se le adosa, el respeto excluye cualquier intento de dominación y cualquier violencia intrusiva o destructiva. En ese sentido, se encuentra en el centro de las relaciones libertarias. R E S P O N S A B IL ID A D (véanse culpabilidad y eterno retorno). Paraguas o prótesis interior orientada a estabilizar a los seres humanos y a someterlos a un orden exterior a lo que los constituye como seres vivos. Si el ojo de Caín estaba en la tumba, la respon­ sabilidad es del ojo que Dios y el Estado implantan en cada uno de nosotros para garantizar la perennidad del orden que funda su potencia. R E S P O N S A B L E (véasepoder). “¡Al paredón!” , el antiguo grito de guerra y resentimiento de los comerciantes y rentistas en quiebra o de los combatientes de la primera mitad del sigloxx podría servir como consigna para todas las extremas derechas de este siglo: encontrar a los “responsables” de los males propios, a los “gordos” , a 1os “metecos”, a los “judíos”, a los “francm asones”, a los “bolches”, a los “podridos”, arrastrarlos a los tribunales o, mejor aún, hacer “justicia” por mano propia, degollarlos con las propias manos y así, con su sangre, aplacar durante algún tiempo la impotencia y la furia de no entender nada de lo que se experimenta, las razones de la desdicha de no ser más de lo que se es, de no ser más hermoso, más rico, de tener mala salud, de envejecer y de tener que morir. Como escribía Bernanos, quien por sus compromisos del pasado algo sabía al respecto: “¡La cólera de los imbéciles llena el mun­ do!”17 En efecto, el “paredón”, los “pelotones de ejecución” y los asesinatos en lo profundo de los bosques, por una buena causa, en nombre de la salud pública, no son algo específico de la extrema derecha, ni incluso de las guerras de identidad nacional, que siempre están recomenzando, todas las veces que sea posible, 17 De Georges Bernanos, lóase Les G rands Cim etieres sous la lañe, Plon.

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RESPONSABLE

cuando los imbéciles se echan unos contra otros, sobre el “otro”, ya sea el hasta ayer vecino o el desconocido que simplemente pasaba. Paredones y asesinatos políticos también se aplican, en términos aparentemente mas científicos y más fríos, a una buena parte de la izquierda revolucionaria del siglo pasado, en Rusia, en China y en todas partes del mundo donde “burgueses”, “esposas de burgue­ ses”, “pequeño burgueses”, “enemigos del pueblo”, “oportunistas de izquierda en apariencia, pero en realidad, de derecha”, “contrarre­ volucionarios” y demás “víboras lujuriosas” debieron pagar con su vida, en masa, anónimamente, su supuesta responsabilidad “obje­ tiva” y “colectiva” en los desastres económicos, las hambrunas y las catástrofes que el socialismo real, al igual que el capitalismo, nunca dejó de producir. Porque rechaza toda moral, toda remisión a un código exterior o trascendente, que pretenda decir qué se es y qué debe hacerse, la ética libertaria rechaza la responsabilidad, junto a su cortejo de culpabilidad, de proceso, de jueces, de procu­ radores, de profesores, de curas, de psicólogos, de educadores y demás impartidores de “lecciones”.18 Los libertarios pueden com­ prometerse en acciones comunes, perdurables, que exigen muchos esfuerzos y dominio de sí mismo. Lo que las enlaza siempre tiene que ver con la naturaleza y la calidad de la acción emprendida, con las razones que unos y otros encuentran para emprenderlas y para aceptar las obligaciones que entonces se transforman en necesi­ dad. En este sentido, se puede hablar de confianza (véanse estas palabras). Pero la perpetuación de estos lazos y del compromiso que suponen nunca se apoyan en una moral exterior, en un código de buena conducta que pretendiera fijar el marco (jurídico o de otro tipo) de una acción común, independientemente de la naturaleza y de las modalidades de esa acción. Por eso, en el funcionamiento libertario, cualquier fuerza asociada puede, en cualquier momen­ to, romper su asociación, retomar su independencia o rebelarse apenas se le discuta ese derecho o en el caso de que se invoquen imperativos superiores, trascendentes ala acción emprendida, así también como cualquier otra fuerza evidentemente puede elegir no asociarse nunca con aquellas cuya extrema susceptibilidad, dema­ siado a menudo experimentada, se opone a una acción común algo duradera. Porque rechaza, en lo que la constituye, la lógica de la responsabilidad, el movimiento libertario la rechaza también en aquellos a los que es llevado a combatir. La violencia libertaria 1S La “lección” es siempre un saber (asestado) y una “corrección”, en el sentido a la vez distinguido y trivialmente violento de la palabra.

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RESULTANTE

(véanse rebelión, insurrección, guerra /guerrero) siempre está li­ gada a las circunstancias y a las posiciones de unos y otros en determinado momento, en una situación o en un contexto dados. El enemigo a combatir o el enemigo (aveces) muerto lo es siempre por su posición momentánea y no ciertamente porque se lo haga responsable de una opción política o social supuestamente intan­ gible o esencial (véase movimiento). Es cierto que las luchas libertarias, en España o en cualquier otra parte, estuvieron acom­ pañadas, luego o paralelamente a los movimientos de rebelión y de insurrección (véanse estas palabras), por ejecuciones y “arreglos de cuentas” (curas, patrones, grandes propietarios), explicables por la violencia de una dominación experimentada durante dema­ siado tiempo. En sí mismas, y sea cual fuere su justificación, esas “ejecuciones” sumarias o no, sin otra relación directa con la situa­ ción inmediata que la que se establece entre verdugo y víctima, son radicalmente contrarias a la dinámica y a la lógica de una eman­ cipación libertaria. Se limitan a mostrar, una vez más, que la posición de dominado no es en absoluto garantía de emancipación, que la rebelión y la insurrección siempre pueden convertirse en venganza, en resentimiento y en “arreglo de cuentas”, pueden estar corrompidas o contaminadas por las relaciones de domina­ ción que les han d ado nacimiento, que ellas tratan de destruir y que entonces se conforman con reproducir bajo otra forma (véanse afirmación y emancipación ).19 R E S U L T A N T E (véanse fuerza colectiva, asociación /desasocia­ ción, individuación y uno). Bergson explica, a propósito de William James, como “se puede ser espiritualista, materialista, panteísta, como se puede ser indiferente a la filosofía y conformarse con el sentido común: uno siempre se representa uno o varios principios simples, mediante los cuales se explicaría el conjunto de las cosas materiales y morales ”.20 El concepto de resultante fue forjado por Proudhon, luego de Leibniz ,21 para pensar la primacía de la fuerza 19 Acerca de esta ética libertaria y sobre los debates que puede suscitar, incluso durante las peores condiciones de una guerra civil, véase, a propósito de Simone Weil y de Louis Mercier-Vega, los muy hermosos textos publicados por ACL, en Présence de Louis M ercier , octubre de 1999. M) Henri Bergson, “Sur le pragmatismo de William James. Vérité et réalité”, en La pensée et le mouvant, essais et conférences , Alean, 1934, pág. 268. 21 Sobre la noción de resultante (y sus relaciones con la noción deinnculum subtantiale) en la teoría de Leibniz, cf. Yvon Belaval, Leibniz, initiation á sa p h iloso ph ie , Vrin, 1993, págs. 245 y siguientes, y, mas ampliamente, Chris-

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RETROACCIÓN

colectiva, pero también el rechazo anarquista a cualquier principio originario y, por tanto, la prioridad de lo múltiple sobre lo uno. Cualquier fuerza colectiva (ser colectivo, individuo) es una resul­ tante, la resultante de múltiples fuerzas que, al asociarse y compo­ nerse, le dan vida. En la realidad que nos constituye no existe ningún principio, ningún comienzo, ningún ser inicial: sólo resul­ tantes. Capital, Estado, Idea, teoría, nación, clase, sexo son resul­ tantes. Dios es una resultante. El propio ser humano, con las ilusiones de su yo, de su conciencia y de su libertad, es una resultante, un “compuesto de potencias”, nos dice Proudhon .22 En otras palabras, en el hombre, como en cualquier cosa, lo que parece ser el principio, el comienzo, sólo viene después, no es más que un efecto de composició?iyla libertad como el alma, las facultades como el conjunto de elementos o de esencias aparentemente en el origen del compuesto humano, la unidad de la creación como la unidad del yo. Esa manera de ver vuelve a encontrarse en Bakunin, cuando explica que “cada hombre” no es “más que la resultante de una cantidad innumerable de acciones, de circunstancias y de innume­ rables condiciones, materiales y sociales, que continúan produ­ ciéndolo en tanto viva”, y esto al mismo título que la totalidad de lo que es: “la solidaridad universal [...] no puede tener el carácter de una causa absoluta y primera; al contrario, no es más que una resultante (subrayado de Bakunin), siempre producida y reprodu­ cida nuevamente por la acción simultánea de una infinidad de causas particulares, cuyo conjunto constituye precisamente la causalidad universal, la unidad compuesta, siempre reproducida por el conjunto indefinido de las transformaciones incesantes de todas las cosas que existen [...] (el subrayado es nuestro ).23 En ese sentido, el anarquismo puede reconocerse en el pensamiento de Whitehead, para quien las “entidades actuales'’ (véase esta pala­ bra) “no son sustancias, sino procesos; no realidades congeladas, sino resultados ”.24 R E T R O A C C IO N (véanse identidad y rebaños). Noción propuesta por los etnólogos Jean-Loup Amselle y Elikia IVTBoko para definir tiane Frémont, L ’É tm et la relation, lettres de Leibniz á Des Bosses, Vrin, 2999 (1984). 22 L a Guerre et la p a i x , Riviére, pág. 128. -3 C onsidérations philosophiqiw.s su r le fantñme divin, sur le monde réel et su r Uhomme, (Euvi'es >Stock, 1908, t. 3, págs. 245 y 218. r/ADominique Janicaud, “Traduire la métaphysique en procés”, en Isabelle Stengers, L ’effet W h itehead , Vrin, 1994, pág. 71.

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REVOLUCIÓN

la manera en que las identidades y las divisiones definidas por un orden opresor son asumidas subjetivamente por los seres humanos, transformadas en subjetividades mortíferas y negativas.*" R E V O C A B IL ID A D (véase democracia directa). En tanto procedi­ miento de la democracia directa, la revocabilidad de los delegados expresa una actitud más general del movimiento libertario: la determinación en el instante y en una situación dada de la validez de una acción o de un “agenciamiento” colectivos (véanse estas palabras). Los libertarios pueden preferir esperar antes de determi­ narse a tal o cual toma de posición, a tal o cual ruptura, esperar a estar seguros de no comprometer una acción en curso en nombre de otro imperativo, pero en derecho (ese derecho tan particular que ponen en práctica), desde un punto de vista libertario, siempre tienen la posibilidad de volver a cuestionar cualquier situación y cualquier compromiso en el momento en que estimen que éstos se inscriban en una lógica opresiva o experimenten demasiado los efectos del orden general de la dominación. Queda a su cargo asumir las consecuencias de tal ruptura de una acción o de un proyecto común (véase esta palabra): la separación, provisoria o perdurable, con el colectivo comprometido en esa acción o en ese proyecto. R E V O L U C IÓ N . Antigua concepción del siglo xix, surgida de la Revolución francesa, donde la transformación del mundo es conce­ bida bajo la forma de un golpe de Estado o de jornadas populares en favor de las que un cambio de Constitución o de régimen afecta a la cabeza del Estado (República, Imperio, monarquía absoluta, monarquía constitucional). Una vez reemplazada, a mediados del siglo xix, por la idea de la Revolución social (véase esta expresión), una manera totalmente diferente de concebir la transformación de la sociedad, la vieja revolución política reencuentra toda su actua­ lidad un siglo más tarde en el marco del marxismo y del marxismo leninismo. La cuestión del Estado volvía a ser el problema clave del cambio, y la dictadura del proletariado venía a agregarse, junto al fascismo y al nazismo, al largo cortejo de enmascaramientos que los Estados nunca dejaron de inventar para perpetuar su dominio. La idea de revolución no debe ser confundida con las de gran tarde y huelga general insurreccional (véanse estas expresiones) inventa­ das por los movimientos obreros libertarios entre los siglos xix y xx. 25 Jean-Loup Amselle y Elikia M ’Boko, A u cazur de V&thnie. Ethnie, tribalism e et E tats en A friq u e , La Découverte, 1999 (segunda edición).

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REVO LUC IÓN SOCIAL

R E V O L U C IÓ N S O C IA L (véase gran tarde y huelga genei'al). Amplio proyecto de transformación social y económica nacido a mediados del siglo xix y que. durante cierto tiempo, suplantó a la idea de revolución legada por la destrucción de la monarquía absoluta francesa. A l volverse social, en el transcurso del siglo xix (con la “cuestión” del mismo nombre), la Revolución deja de ser pensada en el nivel vertical y milagroso del Estado, del poder político y de los grandes aparatos de poder. Por el contrario, actúa al interior de las relaciones sociales, en el terreno de las clases (véase esta palabra) y de las diferencias, de la propiedad y de la justicia, de las relaciones de autoridad y de las modalidades de asociación, allí donde se juega el orden o el equilibrio general de la sociedad, de una multitud de maneras y a través de una transfor­ mación de conjunto (por multiforme) que vuelve caducas las gran­ des instancias dominadoras que son Dios, el Estado y el capital. Sinónimo de una rebelión polimorfa contra el orden existente, una rebelión que rechaza ser instrumentalizada por quien fuere, que se vuelve el único tema de la historia emancipadora, la Revolución social deja igualmente de identificarse sólo con los movimientos de masas, sólo con las “jornadas insurreccionales”, con las coyunturas revolucionarias, tan escasas como efímeras. Madurada en el cora­ zón de las cosas, aguerrida por luchas incesantes, fuente de un “reagenciamiento” del conjunto de las fuerzas emancipadoras, com­ pletamente armada de su potencia, la Revolución social puede finalmente desembocar en un abarcamiento general -la Gran Tarde del imaginario popular de entonces- donde todo se encuen­ tra transformado, puesto que todo ha contribuido, sin jerarquías, sin distinción táctica y estratégica, con ese movimiento de transfor­ mación. La idea de revolución social se encuentra estrechamente ligada a la de anarquía (véase la serie de artículos publicados por Proudhon en 1849 enLa Voixdu peuple). El proyecto de revolución social se prolongó hasta la guerra de 1914 - 1918 , en particular a través de la idea de gran tarde y de huelga general (véanse estas expresiones), antes de ser suplantado por las nuevas formas de golpes de Estado inventadas por el marxismo leninismo, el fascis­ mo, el nazismo y los apetitos de los jefes militares. R U P T U R A (véanse rebelión, insurrección, jerarquía y acción directa). La libre asociación de los seres colectivos (en amor como en política) exige imperativamente que puedan romper esa asocia­ ción en cualquier momento, apenas lo estimen necesario. Si la rebelión es la forma que reviste la ruptura en el seno de una 230

RUPTU RA relación de dominación y de opresión, la ruptura entre fuerzas colectivas asociadas puede obedecer simplemente a una contradic­ ción improductiva, portadora de tristeza, y, por tanto, de disminu­ ción de la potencia de la asociación (véanse estas expresiones). Toda ruptura sólo puede acentuar provisoriamente ese sentimien­ to de tristeza, pero, salvo que se transforme en resentimiento perdurable (véase esta palabra), crea las condiciones para nuevas asociaciones y, a través de ellas, de una recomposición emancipa­ dora de las relaciones que nos unen.

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s S A B IO S (véanse ciencia y expertos). S E C E S IÓ N (véanse ruptura, rebelión, y amo ! esclavo). S E C R E T O / T R A N S P A R E N C IA (véanse acción directa, ín tim o, privado!público, afinidad y símbolos). A menudo los anarquistas han sido descriptos como conspiradores ocultos en las sombras y vestidos con largas capas negras, donde disimulaban sus bombas y puñales ,1 representación que se vio acentuada por la inclinación de Bakunin hacia las sociedades secretas (véase íntim o). El anar­ quismo tiene efectivamente cierto gusto por lo secreto, contra la transparencia y las ilusiones de la comunicación, cierta tendencia a lo privado (o a lo p a rticular) contra lo público (o lo general) (véanse estas palabras). Pero ese aspecto del gusto por el secreto del anarquismo no tiene mucho que ver con el modo en que el orden existente lo representa. Muy a menudo informal, surge de lo ín tim o, de lo afinitario y de lo im p lícito, y si rechaza las trampas de la comunicación y de una transparencia orientadas a privar a los seres de cualquier interioridad (por lo tanto, de cualquier autono­ mía), a someterlos a su propio orden, a desplegarlos sobre las mesas de sus clasificaciones, a constreñirlos a confesar lo que son en los confesionarios de los curas o en los divanes de los psicoanalistas, el secreto anarquista está, al mismo tiempo, entero en la superficie (véase ser ín tim o), fácilmente accesible, o destruido, según uno se interese en él o se le tema. Siempre recomenzando, está del lado de 1 Acerca de estas representaciones, en particular durante los atentados en Francia entre 1892 y 1894, cf. Uri Eisenzweig, Fictions de Vanarchisme, Christian Bourgois, 2001.

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SENSIBILIDAD

la intuición, de la inmediatez y de la acción directa (véanse estas expresiones), sin intermediarios, sin necesidad de interpretación, sin traductor ni traducción, en la misma medida en que la relación que establece entre los seres es justamente una relación interior, una relación que ha sido posible por la preservación de la intim i­ dad. Aunque sea una aparente paradoja, en esta acepción, como lo señalan Deleuze y Hawad, pueden reprochárseles al secreto y a la intimidad anarquistas “espacios lisos” y abiertos en la máquina de guerra nómada, allí donde los seres colectivos ya no están someti­ dos “al monopolio de un poder orgánico”, sino arrastrados por “la potencia de un cuerpo arremolinado en un espacio nómada”.2 S E L E C C IÓ N (véase eterno retorno). Como muchas otras pala­ bras, desde el punto de vista libertario, selección tiene varios sentidos. En el orden jerárquico y externo que prevalece actual­ mente, la selección designa los procedimientos que autorizan a ciertos seres a pasar de un escalón a otro, a subir en la jera rq u ía , pero también, a través de este pasaje, el modo en que ese orden puede, al mismo tiempo, como la palabra selección lo indica, reprimir y apartar la infinidad de posibles de que es portadora la realidad y elegir en esa realidad todos los elementos útiles o necesarios para la reproducción y la ampliación de su dominación (véase exterior Iin terior). En la acepción libertaria, selección es ala vez interior, horizontal y sin remanentes. Designa el modo en que los seres colectivos componen sus relaciones, eligen tal o cual encuentro, evitan tal o cual otro (véase afinidad) y así logran componer, en sí y con los demás, un mundo portador de potencia y de libertad (véanse estas palabras), un “agenciamiento” de fuerzas colectivas capaces de liberar la totalidad de la potencia de lo que es (véaseplano de inmanencia). S E N S IB IL ID A D (véase susceptibilidad). Capacidad de un ser colectivo para percibir la diversidad y la fineza, a menudo minús­ cula, de las relaciones que, en un momento dado, lo constituyen y lo unen o lo oponen a otros seres colectivos. La sensibilidad se opone a la grosería tranquilizadora y rudimentaria de las palabras que, muy a menudo, se emplean para el enjuiciamiento y la apreciación automáticos y exteriores de aquellas relaciones. Como escribe Nietzsche: “Cólera, odio, amor, piedad, deseo, conocimiento, ale­ 2 Gilíes Deleuze y Félix Guattari, C a p ita lism e et sck izo p h rén ie. M ille Plateciux, Les Éditions do Minuit, 1980, págs. 453-454..

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S E N T I D O COMÚ N/ S EN SA TE Z

gría, dolor, todas estas palabras sólo convienen en estados extre­ mos: los estados más suaves, más medianos y, sobre todo, más bajos, que constantemente están enjuego, se nos escapan, aunque sean ellos quienes tejen la trama de nuestro destino. Esas explosio­ nes extremas - e incluso el gusto o el disgusto muy moderado pero consciente que se experimenta al degustar un plato, al escuchar un sonido, tal vez constituya, si se los aprecia en su justo valor, una explosión extrem a- desgarran muy a menudo esa trama y forman entonces excepciones brutales, casi siempre constitutivas de acu­ mulaciones y ¡cuánto, a este título, pueden inducir a error al observador! De la misma manera que inducen a error al hombre de acción. N inguno de nosotros es lo que parece ser según solamente los estados de los que tenemos conciencia y para los cuales tenemos palabras [...1”.;J S E N T ID O C O M Ú N /S E N S ATE Z (véase experie?icia). El pensa­ miento libertario rechaza la suficiencia de la ciencia cuando pre­ tende romper con el sentido común y la experiencia habitual, para, desde Durkheim a Bourdieu, pasando por Lenin, Althuser y todos los sostenedores de la ruptura epistemológica, decir desde el exterior el sentido de la vida de cada uno, el destino y los determinismos que la modelan. El anarquismo afirma, al contrario, la capacidad de los seres colectivos para poseer en sí mismos, bajo un cierto punto de vista, la totalidad de sentido de lo que es, es decir, de los posibles (véanse nociones comunes y razón colectiva). Para el anarquismo, el punto de vista de la ciencia no es más que un punto de vista entre otros, pero cuya autosuficiencia, su fatalismo y sus pretensiones de exterioridad y de superioridad representan el más seguro signo de su carácter opresor, mutilado y mutilante (véase potencia). Con Whitehead, el pensamiento libertario no confunde el sentido común con la sensatez, esa evidencia limitada de las ideas hechas, constantemente encargada (al modo del profesor Ramsay en A l faro de Virginia Woolf) de someter las fuerzas colectivas a la desilusión del orden existente .4 Presente en los juicios más habituales como “en los enunciados teóricos más ambiciosos” (y, por tanto, de la propia ciencia), la sensatez pretende 3 A urore t “115. Le prétendu moi”, CEuvres completen, Gallimard. Al pretender captar la esencia de las cosas, la ciencia permanece exterior a una interioridad determinante, que justamente sólo se expresa en lo más inme­ diato, en lo más aparente, en lo más fugaz. 1 Sobre este punto, véase igualmente Isabelle Stengers, Tj’effet W h iteh ead , Vrin, 1994, pág. 12.

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SER Í N T I M O ( E T E R N I D A D )

distribuir a cada uno su lugar en un orden del mundo fijado de una vez para siempre, mientras que el sentido común, “insistente murmullo” bajo “la autoridad de las teorías” y de las evidencias, en los “intersticios de los discursos autorizados ”,5 afirma, por el contrario, la potencia infinita de invención, de creación y de novedad de lo que es. S E N T ID O P R A C T IC O (véanse experiencia, intuición y entorno de las cosas). Capacidad para percibir lo que nos hace vivir y, por tanto, evaluar las cosas y las relaciones con los seres (humanos o no humanos) al interior mismo de las situaciones (véase esta palabra) constitutivas de estas cosas y de estas relaciones, y esto en función de su capacidad (o no) para promover una vida más fuerte y más libre. Esa evaluación, como la palabra lo indica, es pues ante todo un juicio de valor sobre la calidad emancipadora propia de cada situación y de lo que la compone. No tiene nada de utilitario o de utilitarista (véase utilitarism o). O, más bien, desde el punto de vista libertario, cualquier evaluación utilitarista de una situación es portadora, de inmediato o a cierto plazo, de relaciones de dominación. S E P A R A T IS M O O B R E R O (véase am,o/esclavo). S E P A R A D O DE S Í M IS M O . Todo ser colectivo es más que sí mismo (véase esta expresión e individuación), puesto que porta en sí la totalidad de lo que es (véase mónada). En este sentido es que dispone de una subjetividad portadora de otros posibles (véase sujeto). Cualquier orden dominante (y, por tanto, parcial) exige, al contrario, de los seres colectivos que integren en su seno no ser más de lo que son en ese orden (rol, función, lugar, identidad). Y también en este sentido los cercena de lo que pueden, de la potencia que portan consigo (véase potencia de lo externo). S E R (véanse ser íntimo y uno). SE R E S C O L E C T IV O S (véanse fuerza colectiva, “agenciamiento” y planos de la realidad). S E R ÍN T IM O (E T E R N ID A D ) (véanse sujeto, íntim o). Noción propuesta por Bakunin para definir la realidad y la dimensión 5Ibíd. 235

SER Í N T I M O ( E T E R N I D A D )

subjetiva y singular de los seres. Para Bakunin, “el ser íntimo” (qur se puede acercar a “la esencia más íntima del ser” de la que habhi Nietzsche para caracterizar la voluntad d e p o d erf no es esa falsn interioridad, profunda e inaccesible, de los metafísicos, de donde provendría todo. Para Bakunin, “existe realmente en todas las cosas un lado o, si se prefiere, una especie de ser íntimo que no es inaccesible, pero que sí resulta inapresable para la ciencia. No es en absoluto el ser íntimo del que habla Littré con todos los metafísicos y que constituiría según ellos el en sí de las cosas y el porqué de los fenómenos”.7 Para Bakunin y para el pensamiento libertario, “el ser íntimo5’ es por cierto un “mundo interior” que los niños, por ejemplo, se van dando a medida que la “voluntad nace en ellos” y que adquieren un “comienzo [...] de domino sobre sí mismos”.8 Pero ese mundo interior no es más que un pliegue del afuera y se expresa enteramente en el conjunto de relaciones que los seres mantienen con el mundo exterior, “esas relaciones múltipies, a menudo inapresables y que la mayor parte del tiempo son inobservadas ”.9 Para Bakunin, el ser íntimo no remite a una esencia misteriosa y fundadora de las cosas y de los seres, “al contrario, es el lado menos esencial, el menos interior, el más exterior y, a la vez, el más real y más pasajero, el más fugaz de las cosas y de los seres: es su materialidad inmediata, su real indivi­ dualidad, tal como se presenta únicamente a nuestros sentidos y que ninguna reflexión del espíritu podría retener, ni ninguna palabra podría expresar”10 Muy precisamente en razón de esta superficialidad y exterioridad aparentes -a llí donde, como dice Deleuze a propósito de Foucault, el “adentro” es “más profundo que cualquier mundo interior” puesto que también es un “afuera [...] más lejano que cualquier mundo exterior ”- 11 que el ser íntimo de los seres puede acceder a la eternidad, en la misma medida en que “no hay ser íntimo que no se haya manifestado completamente en la suma total de sus relaciones exteriores o de sus acciones sobre el mundo exterior ”.12 Y en este sentido Bakunin puede afirmar la eternidad del ser íntimo de Nicolás Stankévitch, un amigo de la 6 CEuvres p h ilo so p h iq u e s co m pletes. F ra g m en ts p o s th u m e s , t. XIV, 14 (80). 7Mijaíl Alexándrovich Bakunin, C onsidérations philosophiques su rlefa n to me d ivin , su r le monde réel et su r Vliomme, (Euvres , Stock, 1908, t. 3, pág. 393. s Ib íd .. pág. 387. 9 Ib id 10Ibid, pág. 393. 1J G ilíes D eleuze, F ou cau lt, Les É ditions de M inuit, 1986, pág. 103. 12 C o n sid éra tio n s , pág. 390,

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SER Í N T I M O ( E T E R N I D A D )

juventud :13 “Durante la juventud tuve un amigo muy querido, Nicolás Stankévitch. Era de una naturaleza verdaderamente ge­ nial: una gran inteligencia acompañada por un gran corazón. Y, sin embargo, aquel hombre no hizo nada ni escribió nada que pudiera conservar su nombre en la historia. ¿He ahí entonces un ser íntimo [subrayado de Bakunin] que se habría perdido sin dejar manifesta­ ciones ni rastros? De ninguna manera. A pesar de que -o tal vez precisamente porque- fue el ser menos pretencioso y el menos ambicioso del mundo, Stankévitch fue el vivo centro de un grupo de jóvenes en Moscú, quienes durante varios años vivieron, por así decirlo, de su inteligencia, de sus pensamientos, de su alma. Yo estuve entre ellos y de alguna manera lo considero como mi creador. [...] Su ser íntimo se había manifestado completamente en las relaciones con sus amigos ante todo y luego con cuantos tuvieron la felicidad de estar cerca de él”.14 De Bakunin a nosotros, el ser íntimo de Nicolás Stankévitch, ese pliegue o esa sonrisa del ser, continúa así estando presente en el mundo y actuando sobre él. De una manera muy cercana a la de Bakunin, Gilbert Simondon vincula esa eternidad de las cosas y de los seres -ya sea el “gesto desesperado, desconocido, del esclavo rebelado” o el genio de un “libro de Horacio” - lri con el hecho de que todo individuo es siempre más de lo que es, en lo que lo constituye como sujeto (véase apeiron), pero también en la trama del “medio [...] asociado” a su individualidad, ese pliegue o esa configuración del ser donde se expresó el mundo interior de Nicolás Stankévitch, esa marca o ese símbolo (véase esta palabra) de la “solución” singular que ese individuo constituyó en un momento dado para el devenir del ser en su totalidad .16 En ese sentido se puede decir igualmente, esta vez con Simondon, que todo individuo es eterno, “no en tanto sustancia, sujeto o sustancia corporal, concien­ cia o materia activa”, sino “en tanto ser transductivo” (véaseÉrcmsducción) que dejó su marca en el “medio” donde surgió y cuyo aniquila­ miento llevaría a “suponer que el medio también se aniquiló”.17 n Sobre este punto, cf. Alain Thévenet. “La trace de Nicolás Stankélevitch”, en R éfractión s , n° 1, invierno de 1997. 14 C on sidération s , pág. 389. Sobre la juventud y la formación intelectual de Bakunin, cf. Benoit-P. Hepner, Ba kounine et le p a n sla v ism e réuolutionn a ire , Riviére. 1950. 15 Gilbert Simondon, U In d iv id u a tio n p sy chique et collectiue , Aubier, 1989, pág. 105. 16 “El individuo [...J es la expresión de una resolución. Es [...] el símbolo complementario de otro real, el medio asociado.” (Gilbert Simondon,L ’in d ivid u et sa genéae ph ysico-biologiqu e , Million, 1995, pág. 62.) 17 In dividu ation p sych iq u e et collectiue , op. c i t , pág. 102.

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SERI ES ( SE RI AR )

S E R U N IV O C O . Noción deleuziana (véase fuerza plástica). S E R IE S (S E R IA R ) (véanse dialéctica serial, equilibrio de fuer zas, analogía, planos de la realidad y tensión). Noción propuesta por Proudhon, principalmente en Lte la création de Vordre y lucf;n de sus lecturas de Charles Fourier, para pensar las disposiciones y la naturaleza de las relaciones que, de manera infinita, hacen compatible la multitud de seres posibles. La colocación en serie no es solamente y ante todo el orden del conocimiento; no tiene nada que ver con lo arbitrario mutilante e inmóvil de las clasificaciones (véase clasificación) propias de todos los órdenes dominadores. Actúa al interior de las fuerzas y de sus relaciones como al interior del conocimiento que podemos tener. De modo transductivo diría Simondon, el seriado de Proudhon opera, por analogía, afinidad y contrariedad, a través de los campos más diversos de lo que es, haciendo posible una multitud de órdenes diferentes. Por eso nunca se sabe de lo que es capaz un ser al interior de los aconteci­ mientos en los que participa, en las situaciones por las que atravie­ sa, con los seres a los que encuentra o con los que se asocia. Una compañía de asalto de Barcelona puede encontrarse junto con los militantes de la F A I 18 para disparar contra los militares insurgen­ tes, un contador alemán escrupuloso y devoto puede revelarse como un eficaz director de un campo de concentración, el empleado de una concesionaria convertirse en un pintor reconocido, una señal de rebelión transformarse en emblema o fetiche del poder, un martillo convertirse en arma, las espadas metamorfosearse en carretas, el viento destruir los bosques y posibilitar el vuelo de los páj aros, los océanos devastar las costas y permitir el descubrimien­ to de nuevos continentes, “como si el navio fuera un pliegue del mar ”.19 S E R V ID O R E S D E L P U E B L O (D E L E S T A D O O D E T O D A O T R A C A U S A E IN S T A N C IA C O N S ID E R A D A S C O M O SU ­ P E R IO R E S ) (véanse pro algo y expertos). Desconfíese de todos aquellos que se dicen “servidores” o al servicio de otra realidad que no sean ellos mismos. Desconfíese muy particularmente de los servidores del pueblo, que son los más hipócritas. Como la expre­ sión bastaría para indicarlo, cualquier servidor participa de una potencia opresiva (véase esta palabra) que muy a menudo, tras las 1SFederación Anarquista Ibérica. 19Gilíes Deleuze, F ou cau lt , Les Éditions de Minuit, 1986, pág. 104.

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SEXUALIDAD

-*P;i riendas del servicio o del interés común, so esfuerza por inotificar su dominación. S E R V ID U M B R E V O L U N T A R IA (véase exterior /interior). S E X U A L ID A D (véanse cuerpo, persona y potencia). Porque “el hombre es un grupo”, un “compuesto de potencias”/20 también es portador de una multitud de deseos y de pulsiones, que el orden y r\ lenguaje existentes clasifican y fijan en numerosos campos, icrarquizados entre sí (alimentarios, motores, sexuales, espiritua­ les, etc.). La sexualidad no es más que uno de esos campos, provisorios y obligatorios, que, no más que los demás, no puede, en i'l pensamiento libertario, ser vinculado con un principio fundador o con un motor inicial (Eros, libido) considerado como más o menos i H i t )

I Les empécheurs de penser en rond, 1999), haya podido reducir, contra lo que dicen los propios textos, las nociones de fuerzas y de energía tardianas a una dimensión estrechamente vitalista (en el sentido corrien­ te del término) y que titule su texto “Gabriel Tarde: un vitalismo político”, aprisionando así las implicaciones políticas y revolucionarias de los análisis de Tarde en el marco, por otra parte interesante, pero estrecho y engañoso (frente a la dimensión libertaria de l^s análisis de Tarde), de las cuestiones del bio-poder.

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VOLUNTARISMO

obligación que éste se impone a sí mismo, resulta siempre el indicador de una relación de dominación, de la sumisión de ese ser a otro, exterior a él, único origen (esta vez bien real) de la voluntad que se impone a sí mismo y que lo cercena de su propia potencia, de su propia voluntad (véase autodisciplina). V O L U N T A D D E P O D E R . Noción nietzscheana (véanse fuerza plástica, potencia y deseo). V O L U N T A R IS M O (véase voluntad, con la que el voluntarismo no debe ser confundido). Concepción idealista y, por tanto, autoritaria de un orden opresor, donde se supone que los seres someten sus deseos a prescripciones externas, decretadas por otros (Dios, el Estado y sus numerosos curas y servidores), según el principio de que se puede lo que se debe. A la inversa, con el filósofo Jean-Marie Guyau, el anarquismo pretende promover una lógica social sin deber ni obligaciones, donde sólo se debe lo que se puede .6 Propues­ ta que sólo aparentemente resulta restrictiva, en la medida en que la potencia propia de cada ser es infinitamente más rica en posibles, buenos o malos (véanse estas palabras) que cualquier ley o precepto moral y normativo.

6 Jean-Marie Guyau, E squ isse d'une m orale san s o bligation ni san ction (1884), Fayard, 1985.

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Y Y O (véanse cuerpo y persona). Ilusión subjetiva que oculta la gran diversidad de fuerzas y de posibles que nos constituyen, y que nos impide hacer nacer otras formas de subjetividades más poderosas y, por tanto, más libres (véanse estas palabras).

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