Masculino y femenino en la intersección entre el psicoanálisis y los estudios de género 9587191765, 9789587191769


304 19 2MB

Spanish; Castilian Pages 147 [140] Year 2009

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD PDF FILE

Recommend Papers

Masculino y femenino en la intersección entre el psicoanálisis y los estudios de género
 9587191765, 9789587191769

  • 0 0 0
  • Like this paper and download? You can publish your own PDF file online for free in a few minutes! Sign Up
File loading please wait...
Citation preview

Contenido

Pr6logo

11

Introducci6n

17

Primera parte

21

Sobre los estudios de genero

21

Genero y parentesco

26

Genero e identidad

29

Androcentrismo y patriarcado

33

Los imaginarios sobre Ia feminidad

37

Mujer=Madre= Naturaleza

37

Mujer= Histeria

40 42

La masculinidad y sus avatares

53

Segunda parte La sexualidad en el psicoan;!ll isis

53

La construcci6n del cuerpo

54 ...... 57

Un nuevo concepto de sexualidad La construcci6n de Ia identidad sexual en Ia obra de Freud

61

Los primeros aportes de Lacan

68 68

Inconsciente, deseo y edipo Un aporte fundamental de Lacan: lmaginario, simb61ico y real

e/ objeto a

72 73

Lo imaginario

74

Lo simb6lico

79

Lo real

82

l dea l es e i dentifi cac i o n es Yo

ideal-

Yo -

Ideal del Yo

84 84

ldentidad y diferencia

88

Elrasgo unario

89 91

Frustraci6n, privaci6n y castraci6n: tres formas de Ia falta Frustraci6n

91

Privaci6n

93

Castraci6n

95 97

La funci6n paterna

........ 99

La diferencia sexual despues del seminario 20 Dellado del hombre

104

Dellado de Ia mujer

107

Mas sobre Ia f6rmula «La mujer no existe»

111

El falo y ellogos

113

A prop6sito del narcisismo

.

. . . . . . . . . . . .

...............................................................

117 118

Feminidad e histeria

122

LSigue siendo falocentrica Ia teorla lacaniana7 El peso de lo imaginario

124

Comentarios sobre algunos de los textos de inspiraci6n lacaniana

130

fndice de nombres fndice de lugares

.......... ................ ...... .. 145 147

Masculino y femenino en Ia intersecci6n entre el psicoanalisis y los estudios de genero

Pro logo

NO ME CABE LA menor

duda de la importancia de este libra del pro­ fesor Luis Santos Velasquez, medico psicoanalista, quien durante aiios, primero en el Departamento de Psicologia y luego en la Es­ cuela de £studios en Psicoanalisis y Cultura, se desempeiio como profesor y lidero la linea de investigacion Psicoanalisis y Genera, en la que inscribio su ejercicio docente. El reconocimiento que obtuvo en la comunidad academica y la importancia de su enseiianza si­ tuada «en la interseccion entre el psicoanalisis y los estudios de genera», como lo dice el titulo de su libra, lo llevaron muy pronto a formar parte del grupo de profesores que se comprometio con la divulgacion y el desarrollo academico de los estudios de genera en la Escuela del mismo nombre, fundada en la Facultad de Ciencias Humanas por la misma epoca en la que tambien le era reconocido al psicoanalisis su autonomia disciplinaria. La publicacion de su libra hace parte del proyecto editorial de la Escuela de £studios en Psicoanalisis y Cultura, orientado a presentar a la comunidad academica y al publico interesado los resultados del ejercicio docente e investigativo de un grupo de profesores, psicoanalistas, que en el marco de la universidad pu­ blica hacen del psicoanalisis una herramienta para el pensamiento critico y la reflexion sabre temas ineludibles, relativos al sujeto, al lazo social y a la cultura en general.

11

En el caso de este texto del profesor Santos, mas alla de la po­ litica academica de divulgaci6n adoptada por la Escuela, se trata de una publicaci6n que hemos promovido sus colegas como medio para valorar una ensefianza situada en las fronteras de estos dos campos, habida cuenta de los reconocidos debates que han sos­ tenido en las ultimas decadas. Se trata, en efecto, de una ensefianza que el profesor Santos orient6 hacia la presentaci6n razonada de una pregunta fundamental que los estudios de genero han dirigido a los psicoanalistas desde el momento mismo de su aparici6n en el ambito academico: «tEn que medida el sistema de genero andro­ centrico en el que surge y se desarrolla el psicoanalisis ha condi­ cionado sus descubrimientos y sus teorizaciones?». Desde la orilla del psicoanalisis, el profesor Santos asume el riesgo de responder a este interrogante con la convicci6n de la reconocida tradici6n epis­ temol6gica, segun la cual, el contexto sociohist6rico en el que se producen las teorias - en este caso el psicoanalisis- tiene impli­ caciones que no pueden ser desconocidas y que, por el contrario, alcanzan para cuestionar su andamiaje. El texto presenta de manera muy bien documentada los ele­ mentos pertinentes para el debate que adelanta, lo que supone un vasto recorrido por las fuentes autorizadas en los dos campos. Asi, en primer lugar, del lado de los estudios de genero, presenta los desarrollos relativos a la cuesti6n de las «identidades sexuales», su construcci6n cultural y los efectos que el genero determina a nivel de Ia organizaci6n social. Y, desde el punto de vista del psicoana­ lisis, despliega los elementos requeridos para dar cuenta de Ia de­ terminacion del lenguaje en Ia constituci6n del deseo y del cuerpo sexuado, del efecto de Ia instituci6n edipica en Ia elecci6n del sexo y, mas lejos aun, de Ia atenci6n a Ia diferencia de las modalidades de goce sexual, masculino y femenino. Una tal presentaci6n de teorias y conceptos puestos en Ia pers­ pectiva de aportar un saber sobre los fundamentos requeridos para aproximarse al tema de Ia diferencia sexual es de por si valiosa. No se trata, ciertamente, de cualquier tema. tNo es esta una epoca ca­ racterizada entre otras cosas por una preocupaci6n sin precedentes

12

sobre las cuestiones de la diferencia y la identidad? Suficientes ra­ zones para esta preocupaci6n han aparecido en la escena geopo­ litica y social por la parad6jica coexistencia de los pluralismos, una vez puestos en cuesti6n los referentes universales, y la vigencia re­ novada de los nacionalismos y credos tradicionales que retornan. Hay que decir que, en el curso del siglo xx y hoy dia, tanto el psi­ coanalisis como los estudios de genero han colaborado de manera decisiva en la reflexi6n sobre lo relativo a los delicados asuntos de las identidades y los goces sexuales. Me atrevo a pensar que en esto se encontraron en un comienzo, aunque ese encuentro haya sido seguido de un pronto y continuado desencuentro. El profesor Santos constata dicho desencuentro cuando dice que el intento de acercamiento entre estos dos campos choca con el obstaculo insuperable de la heterogeneidad de los puntos de partida, los supuestos te6ricos y las orientaciones metodol6gicas, es decir, que pone en evidencia la discordia entre los dos, relativa no a cualquier diferendo de segundo orden, sino a los elementos que determinan sus correspondientes estatutos disciplinares. No basta, en efecto, que los dos puntos de vista que aqui nos ocupan se alejen del modelo biol6gico para pensar los asuntos del sexo y la sexuaci6n; digamos que es ese el requisito para cruzados, para situarlos en la linea de debate. Estoy, pues, de acuerdo con la apreciaci6n del profesor Santos sobre el estado de cosas al respecto, con la irreductibilidad de las posturas entre el psicoanalisis y los estudios de genero, una irreduc­ tibilidad que creo insalvable . . . pero no por ello lamentable. El valor que concedo a su texto tiene que ver con el hecho de que plantea con claridad el punto fundamental de desacuerdo: ta que nos referimos cuando hablamos de diferencia sexual? 0, mejor aun, tcuales son las determinaciones que cada uno de estos dos sistemas de pensamiento exige como ineludibles para pensar esta diferencia sabiendo que ninguno de los dos apuesta por determinaciones de tipo biol6gico? Situar este par de preguntas ha sido mi forma de apropiarme del texto del profesor Santos. Si ahora me propusiera contestarlas en Ia perspectiva de sostener el debate que propone, me veria en-

13

frentada a una exigencia de rigor conceptual porque, en verdad, su trabajo termina siendo un requerimiento, dirigido a los psicoana­ listas, de dar cuenta del lugar y la funcion de ciertos conceptos en el edificio conceptual del psicoanalisis, en atencion a sus interpre­ taciones falo-logo-centricas. Dejo al lector el trabajo de situar con su propia lectura no solo el recorrido que mis preguntas sugieren, sino cualquier otro que la ri­ queza del texto le proponga. Es cierto que el alcance que le reconozco tiene que ver con el aporte al lector, tanto al que recien empieza a preguntarse por estos asuntos como a aquel que ya tiene un camino andado, en lo relativo a la posibilidad de ir identificando los ejes del debate entre los dos puntas de vista. Pero no quiero terminar estas palabras introductorias sin hacer mendon de algo que quizas no pase de ser una anecdota pero que, segun creo, nos situa en lo que, valiendome de una expresion del profesor Santos, podria designarse como la «escena inaugural» de los dos saberes, esta si compartida. Es que, en efecto, en los comienzos de los dos saberes, en el umbral del siglo xx, el encuentro fue posible, y lo fue por el hecho de que en dos escenarios muy disimiles las mujeres tomaron la palabra. Se reconoce ampliamente en el feminismo al precursor de los es­ tudios de genera: un movimiento social que hace oir en el espacio pu­ blico la voz de las mujeres denunciando un orden social y un sistema de poder adverso, nombrado bajo la designacion de patriarcado. No es por una cuestion de azar que por aquella epoca el inventor del psicoanalisis haya podido reconocer en el sintoma de la histerica una tentativa de solucion a lo que para entonces, y no antes, resulto a las mujeres insostenible del lugar que les era deparado en el lazo social. Se requirio para esto que Freud estuviera dispuesto a abandonar su posicion de medico-hipnotizador, pronto a descubrir a toda costa las escenas traumaticas de las que sufrian las histericas, y que aceptara callarse cuando alguna de ellas le dijo: « jdejeme hablar!». A partir de esta anecdota, se ve bien como mi propia grilla de lectura conduce a situar los asuntos concernientes a lo femenino en el centro de lo que es finalmente la encrucijada que el texto del profesor Santos nos ofrece. Y entonces, me veo obligada a hacer

14

una preclSlon que seguramente permitini abrir el panorama a otros aportes de su libro. En efecto, los desarrollos academicos del campo de los estudios de genero se han abierto en los ultimos tiempos hacia una perspectiva mas «relacional», menos centrada en lo femenino, dando cabida a un aumento significativo de es­ tudios sobre los hombres y la masculinidad, de lo cual se nos in­ forma en el texto mismo. Cierro con esta « apertura» a las posibilidades que brinda el libro que hoy entregamos a la comunidad academica, deseando al lector un buen encuentro con sus paginas. Bogota, noviembre de 2008 SYLVIA DE CASTRO KORGI

Psicoanalista Profesora Asociada Escuela de Estudios en Psicoanalisis y Cultura

15

lntroduccion

sobre una realidad, a Ia par que se responden algunos interrogantes, necesariamente se generan nuevas contradicciones, se plantean problemas que antes no existian, pero ante todo se producen mas preguntas. Este es el

CUANDO SURGEN MIRADAS NUEVAS

proceso inevitable de las teorias y pnicticas humanas. Lo anterior es lo que ha ocurrido con el surgimiento de los estudios de genero en el ambito academico: han cuestionado planteamientos estable­ cidos y aceptados como certezas unicas y han propuesto otras al­ ternativas para pensar a las mujeres y a los hombres desde distintos campos del conocimiento. En lo que concierne al psicoanalisis, Ia perspectiva de genero ha problematizado algunos de sus principios teoricos y permite avanzar en lo que, con Foucault, podemos Hamar una arqueologia del saber psicoanalitico particularmente en Ia siguiente pregunta: ten que medida el sistema de genero androcentrico en el que surge y se de­ sarrolla el psicoanalisis ha condicionado sus descubrimientos y sus teorizaciones? La interrogacion puede parecer obvia para quienes, como los historiadores de las ideas o los epistemologos, estan fa­ miliarizados con el cuestionamiento permanente de las teorias en funcion del contexto sociohistorico en que han sido producidas. Pero no es el caso de Ia mayoria de los teoricos del psicoanalisis, quienes hasta ahora han hecho caso omiso de los debates que se les han planteado desde el campo de los estudios de genero.

17

Las dos partes en que esta dividido el libro pretenden dar una panoramica de los desarrollos en cada uno de los campos en cuesti6n. Es evidente Ia simultaneidad de los desarrollos en los dos campos: se trata de una producci6n academica que se inicia a fi­ nales del siglo XIX, y que forma parte de un proceso hist6rico de cambio, tanto en las relaciones entre hombres y mujeres como en las concepciones y practicas sexuales occidentales. Es obvio que tenemos que pensar en procesos culturales mucho mas complejos, de los que solo podemos dar raz6n parcialmente en un texto con un horizonte epistemol6gico inevitablemente circunscrito a las principales polemicas que se han dado a lo largo del siglo en Ia intersecci6n que le da el nombre a este libro. Mi trabajo pretende acercar dos campos heterogeneos: por un lado, Ia producci6n de te6ricas feministas que, trabajando desde Ia antropologia, Ia sociologia, la psicologia, Ia lingiiistica y otras disciplinas, han logrado la creaci6n de un Iugar propio dentro de las ciencias sociales, el de los llamados «estudios de genero»; y, por otro, las teorizaciones del psicoanalisis, disciplina que esta todavia en un dificil proceso de inserci6n dentro del universo de los sa­ heres universitarios. Ese intento de acercamiento se encuentra frente a un obs­ taculo, por ahora, insuperable: la imposibilidad de un dialogo claro entre los dos campos debido a la heterogeneidad de sus puntos de partida, sus metodologias y sus supuestos te6ricos fundamentales. Es el mismo obstaculo que podemos evidenciar para el dialogo entre el psicoanalisis y otras ciencias sociales como Ia psicologia o Ia antropologia: carecemos de un lenguaje comun que nos permita entender lo mismo cuando utilizamos terminos identicos para refe­ rirnos a objetos te6ricos diferentes. Es asi como las palabras sujeto,

sexualidad, deseo, inconsciente, fantasia, Jalo, por mencionar solo algunas, tienen diferentes acepciones dentro y fuera del psicoana­ lisis. tC6mo resolver semejantes impasses, que ademas aparecen re­ petidamente y en diferentes niveles de Ia discusi6n? Se trata de una disyunci6n nada trivial entre ciencias sociales con desarrollos marcadamente positivistas y una disciplina como el psicoanalisis, que rompe con los paradigmas fundament ales de 18

objetividad, medicion, experimentacion, etc., y que propone un acercamiento a la subjetividad que, al establecer limites a la apli­ cacion de estos paradigmas, inevitablemente entra en contlicto con ellos desde sus supuestos fundamentales. Podriamos decir, en­ tonces, que estamos frente a un dialogo imposible, al menos por ahora. Cada vez que se intenta, los interlocutores-contrincantes se afirman en sus prejuicios y se niegan a escuchar lo que del discurso del otro no tiene cabida en el suyo propio. Conocedor de estas dificultades, he asumido el reto de pre­ sentar una vision panoramica de los desarrollos tanto en el campo de los estudios de genero como en el del psicoanalisis, tratando de centrarme en los elementos mas polemicos, con el fin de que el lector interesado pueda no solo actualizarse, sino continuar sus in­ dagaciones alrededor de los problemas fundamentales que se plantean al intentar un acercamiento entre los dos puntos de vista. Este escrito pretende ser un texto universitario, dirigido prin­ cipalmente a los estudiantes interesados tanto en los estudios de genero como en el psicoanalisis. Es tambien una invitacion a con­ tinuar con el ejercicio propio del quehacer universitario: dialogar, cuestionar, propiciar el debate y seguir en la busqueda de los puntos de encuentro y de desencuentro entre las distintas disciplinas que comparten el espacio de la Universidad. El trabajo esta dividido en dos partes. En la primera, presento una panoramica de los aportes de los estudios de genero en el campo de la construccion cultural de las identidades sexuales, a traves de la revision de aportes que han logrado el reconocimiento de la comu­ nidad academica en los ultimos decenios. En la segunda, resumo las teorias mas relevantes del psicoanalisis en torno a la construccion subjetiva de la identidad sexual, con especial enfasis en los aportes de Freud y Lacan. Finalmente, presento algunos de los problemas que surgen de la lectura de textos clasicos de estos autores y de al­ gunos de sus continuadores, a la luz de los estudios de genero. En cuanto a las conclusiones, en ningun caso me propongo ah o r r arl e al l ector la di ficultad de construirlas a partir de confrontar los planteamientos contradictorios con que se va a encontrar entre el psicoanalisis y los estudios de genero. Las contradicciones estan 19

alii, invitandonos a continuar un trabajo de profundizaci6n desde cualquiera de las multiples vertientes que pretendo haber dejado planteadas o de otras que mis propias limitaciones me hayan im­ pedido conocer.

zo

Primera parte

Sobre los estud ios de genero

«estudios de genero» es, por un lado, un vasto campo de estudios en el que confluyen diversas disciplinas (antropologia, sociologia, psicologia, psicoanalisis, eco­ nomia, historia, entre otras) y, por otro, una perspectiva academica que considera prioritariamente los efectos de la organizaci6n social de las diferencias sexuales. La categoria de genero es una herramienta analitica de reciente creaci6n. El concepto entr6 apenas a comienzos de los ochenta en las ciencias sociales, y, en la producci6n academica latinoame­ ricana, en los aiios noventa. El termino fue introducido por los in­ vestigadores anglosajones en el campo de la sexualidad humana. Al parecer, fueron Robert Stoller (1968), psiquiatra y psicoanalista, y John Money (1982), psic6logo, quienes primero utilizaron el vo­ LO QUE ACTUALMENTE LLAMAMO S

cablo ingles gender para referirse a los diversos aspectos de la orga­ nizaci6n cultural del sexo. Como seiiala Lamas (1996: 328), el uso de la categoria genero presenta algunas dificultades. La primera, es que el termino ingles gender no corresponde totalmente a genera en espaiiol; en ingles tiene una acepci6n que apunta directamente a los sexos (sea como accidente gramatical, sea como derivado de engendrar), mientras que en castellano se refiere a Ia clase, especie, tipo o grupo taxo­ nomico al que pertenecen las cosas, a los articulos o mercancias 21

Luis Santos Velasquez

que son objeto de comercio y a las telas. Si la referenda al sexo es inmediata en ingles, en nuestro idioma esa referenda es un tanto criptica, y aun hoy solo es clara para los iniciados. La creaci6n de este campo de estudios se da en un proceso que abarca buena parte del siglo xx. Aunque no es usual en el area de genero plantearlo asi, es necesario subrayar que la entrada del psicoanalisis en el escenario cientifico y cultural de Occidente in­ dudablemente tiene un efecto fundante, ya que al poner en primer plano el caracter cultural y simb6lico de la sexualidad, y al se­ ftalar su importancia fundamental en todos los aspectos de la vida humana, inaugura una manera de pensar la sexualidad que la saca del terreno de la biologia. Es asi como en la decada de los veinte y ya como efecto de las primeras propuestas del psicoanalisis, se producen los trabajos iniciales de Malinowski (1974) en culturas muy diferentes a las de Occidente (Melanesia), en los que se comienza a considerar la im­ portancia de la prohibici6n del incesto como norma universal y las implicaciones del complejo de edipo en el desarrollo de la sexua­ lidad. A continuaci6n, entre los aftos treinta y los cincuenta, el culturalismo norteamericano, en cabeza de Ruth Benedict (1946) y Margaret Mead (1972, 1982), abre una perspectiva mas amplia a los estudios transculturales en el campo de la sexualidad. Benedict, por ejemplo, muestra como los patrones de comportamiento y de diferenciaci6n sexuales de algunas comunidades indigenas de Nor­ teamerica son muy diferentes a los de la cultura anglosajona. Seftala tambien que en esas sociedades no existian los conceptos de niftez ni de infancia como los representamos en la sociedad occidental de los ultimos siglos. En consecuencia, las categorias de sexo y edad comienzan a ser problematizadas, separandolas de un supuesto orden biol6gico transcultural que habia sido construido a imagen y semejanza de las sociedades occidentales modernas. Por su parte, Mead (1972) comprueba las diferencias entre las formas de introducci6n a la sexualidad en Samoa en comparaci6n con la cultura occidental, y observa diferencias en los patrones de control de la sexualidad y de la influencia de las fi guras maternas y pate r na s en la construcci6n de las identidades individua tes. En 22

Masculino

y femenino

en Ia interseccion ...

estos trabajos, aunque todavia no se habla de genera, se enfatiza la diferencia entre sexo biologico y patron o rol sexual. El aporte de Levi-Strauss sera considerado mas adelante, pero es necesario mencionarlo en este momenta, ya que por esta misma epoca -mediados del siglo XX- introduce SU tesis de que la prohi­ bicion del incesto y el intercambio de mujeres constituyen las bases sabre las que se organiza cualquier sociedad humana. Estos plan­ teamientos, como veremos, jalonaron avances muy significativos en el campo del genera. Indudablemente, el desarrollo del campo de estudios de genera es consecuencia de la creciente y masiva participacion de las mu­ jeres en el sistema educativo, reflejo, a su vez, de grandes transfor­ maciones economicas y sociales en la situacion de las mujeres en las sociedades occidentales desde mediados del siglo XIX. La in­ fluencia de los movimientos de mujeres en sus inicios es decisiva. De hecho, la primera produccion academica en el campo del genera se refirio siempre al problema de la subordinacion femenina y sus consecuencias en los multiples aspectos de la vida social. La relacion entre estudios de genera y estudios feministas, ini­ cialmente fusionados, es persistente. En el campo universitario e institucional colombiano se puede todavia constatar con frecuencia la asociacion entre genera y mujeres, y mas que la asociacion, la con­ fusion entre ellos (Viveros, 2ooo: 57). Esta confusion se encuentra en el origen mismo del uso del termino genero, ya que se introdujo para sustituir el de mujeres, en la busqueda de legitimidad para un corpus academico que se situaba en el mismo campo del feminismo politicamente beligerante. La necesidad de estudiar el dominio masculino y la con­ siguiente subordinacion de la mujer sigue estando presente en primer plano en diversas producciones en el campo de estudios de genera. Indudablemente, de este problema inaugural depende la importancia de algunos temas que apareceran en este trabajo: la pregunta por la universalidad del patriarcado, la discusion sabre la utilidad del concepto de patriarcado para las ciencias sociales y la conveniencia de sustituirlo por el de androcentrismo, eventual­ mente mas util como categoria analitica. 23

Luis Santos Velasquez

A p artir de los trabajos feministas se ha ido abriendo paso a una per spectiva mas relacional, menos centrada en la mujer, y es asi com o estamos asistiendo, en los ultimos decenios, a un aumento signific a tivo -en calidad y cantidad- de la bibliografia sobre hombre s y masculinidad en America Latina (Viveros, 1997). tO ue define, entonces, una perspectiva de genero en ciencias sociales? No se trata de agregar los problemas de las mujeres al tema p a rticular que se aborde ni de trabajar unicamente sobre la condici 6 n de la mujer, sino de considerar las consecuencias de las diferencias sexuales como fundamentales para el estudio de cual­ quier as p ecto de la vida social. Par a una definici6n de genero, tomare como punto de partida tres intentos muy conocidos: los de Gayle Rubin (1986), Marta Lamas (199 5) y Joan Scott (1996). En primer Iugar, considero pertinente tomar una expresi6n de Gayle Rubin en su trabajo ya clasico «El trafico de mujeres: notas sobre la "economia politica" del sexo», en el que propone hablar de

sistema s de sexo-genero y los define como conjuntos de disposiciones por los que una sociedad transforma la sexualidad biol6gica en pro­ ductos de la actividad humana, y en los cuales se satisfacen esas necesidades humanas transformadas (Rubin, 1986: 97). Si hablamos de un s is tema, y no solo de genero, estamos haciendo enfasis en que se trata de un conjunto bastante complejo, que abarca componentes muy he terogeneos del entramado cultural, y que reclamamos un Iugar para este concepto al nivel de categorias de analisis tan im­ portantes en las ciencias sociales como las de clase o etnia. Para Lamas, «el genero es una simbolizaci6n cultural de la diferencia (sexual) anat6mica que toma forma en un conjunto de practicas, ideas, discursos y representaciones sociales que dan atri­ buciones a la conducta objetiva y subjetiva de las personas en funci6n de su sexo» (1995: 62). O tr a definicion de genero importante a tener en cuenta es la de Joan Scott (1996: 289). En su trabajo, la historiadora propone una definic ion del genero en dos partes: 1) el genero como un elemento constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias

24

Masculino

y femenino

en Ia intersecci6n••.

que distinguen los sexos, y 2) como forma primaria de relaciones significantes de poder. La primera parte, el genero como construccion cultural y rela­ cional, comprende para Scott cuatro elementos interrelacionados: el primero es el simb6lico. Simbolos culturalmente disponibles que evocan significaciones multiples y a menudo contradictorias (p. ej,. Eva y Maria como representaciones de la mujer en la tradicion cris­ tiana occidental. Tambien mitos de luz y oscuridad, de purificacion y contaminacion, de inocencia y corrupcion). Desde el punto de vista de los historiadores se plantea la pregunta de en que contextos surgen y se evocan estas representaciones simbolicas y que alcances tienen. El segundo elemento se refiere a los conceptos normativos que manifiestan las interpretaciones de los significados de los sim­ bolos, ya que dicha significacion debe tener unos limites y las po­ sibilidades de sustitucion metaforica siempre estan restringidas en el contexto cultural del que se trate. Esos conceptos normativos se expresan en doctrinas de tipo religioso, educativo, cientifico, legal, politico, que afirman de una forma casi siempre categorica y univoca los significados de var6n y de mujer, de masculino y de

femenino. Ademas, estos conceptos normativos reprimen posibili­ dades alternativas, para constituirse siempre como normas hege­ monicas. El efecto de esa normatividad social es el de producir una ilusion de naturalidad y de normalidad: una vez establecido ese codigo tiende a borrarse su origen historico y a verse a la luz de una supuesta naturaleza humana que esta definida desde los mismos parametros culturales que construyeron esa normatividad sexual. El tercer elemento al que hace referenda la autora, y que tambien es necesario subrayar y ampliar, se refiere al ge nero en los aspectos ins­

titucionales de las organizaciones sociales: el parentesco, Ia familia, el mercado de trabajo y los organismos educativos y politicos. El cuarto elemento del genero en Scott es el de Ia identidad sub­ jetiva, en el que reconoce Ia importancia de los aportes del psicoanalisis. La autora aclara que, para ella, su definicion de genero en rea­ lidad se desarrolla en Ia segunda parte: que el genero es una forma primaria de relaciones significantes de poder, o tambien, que es el campo primario por medio del cual se articula el poder. «Aunque 25

Luis Santos Velasquez

el genero no es el unico campo, parece ser una forma persistente y recurrente de facilitar la significacion del poder en las tradiciones occidental, judeocristiana e islamica» (1996: 292). Como seflala Viveros (2ooo: 62), la definicion de Scott resulta de gran utilidad, ya que permite entender el genero en toda su com­ plejidad como categoria analitica de las relaciones sociales y abordar sus aspectos politicos, tanto en lo referente a las relaciones entre el ambito privado y el publico, como a las relaciones de poder, autoridad y legitimidad que la organizacion social del genero determina. El sistema de genero construye la realidad en dos sentidos: en primer lugar, cualquier accion y cualquier interpretacion que se de de esa accion solo son posibles dentro del contexto del conjunto de disposiciones en el que ocurre; en segundo lugar, el significado, tanto de la accion como de la experiencia, se establece primaria­ mente en funcion del genero. Bourdieu (2ooo) muestra muy bien como, una vez estable­ cidos, los sistemas de genero estructuran la percepcion y la orga­ nizacion concreta y simbolica de toda la vida social. El sistema de genero encarna -se vuelve cuerpo- en cada una de las personas que conforman un conjunto social, constituyendo el entramado ideativo-emocional basico a traves del cual se vive e interpreta cualquier aspecto de la dinamica social. El sistema de clasificacion y organizacion de la vida social que es el genero esta relacionado con otros sistemas clasificatorios fun­ damentales, a traves de los cuales todas las sociedades ordenan los intercambios que se puedan dar a su interior. Tal es el caso del sistema de parentesco. Genero y parentesco

El parentesco, entendido como un sistema clasificatorio, pro­ ducto de una imposicion de la organizacion social sobre los hechos de la procreacion biologica, es un sistema que organiza la actividad economica, politica y sexual de una sociedad, a traves de la codifi­ caci6n de los vinculos que se establecen entre las personas en raz6n de su origen y de su sexo.

26

Masculino

y femenino en

Ia intersecci6n•..

Las primeras formas de organizacion social dependen casi completamente del sistema de parentesco: los deberes, las res­ ponsabilidades y los privilegios de un individuo frente a otros se definen en terminos del mutuo parentesco o de la falta de el. El intercambio de bienes y servicios, su produccion y distribucion, la hostilidad y la solidaridad, los rituales y las ceremonias, todo tiene lugar dentro de la estructura organizativa del parentesco. La ubicuidad y la eficacia adaptativa del parentesco han llevado a diversos antropologos a considerar su desarrollo, junto con el del lenguaje, como niveles decisivos de la evolucion que marcaron la ruptura entre la naturaleza y la cultura. Los sistemas de parentesco varian considerablemente de una cultura a otra; contienen toda clase de reglas acerca de con quien puede alguien casarse y con quien no, o con quien esta obligado a hacerlo. Su complejidad interna ha sido objeto de innumerables es­ tudios antropologicos. La obra de Levi-Strauss, principalmente Las estructuras elementales del parentesco, constituye un hito decisivo en la historia de estas investigaciones, ya que el logra establecer dos principios fundamentales en el funcionamiento del parentesco, por encima de su enorme variabilidad: la prohibicion del incesto y la division sexual del trabajo. A juicio de Rubin (1986: 108), la importancia que da Levi-Strauss a la prohibicion del incesto es un efecto del trabajo de Marcel Mauss «Ensayo sobre el don». El planteamiento de Mauss establece el dar y recibir regalos, el intercambio de dones, como un proceso definitivo en la evolucion de la especie, y muestra como la dinamica del don es un factor determinante en la vida de las sociedades humanas. La cir­ culacion de toda clase de cosas: alimentos, hechizos, rituales, palabras, nombres -y Levi-Strauss agrega, mujeres- es un principia funda­ mental de funcionamiento social, que tendria en terminos evolutivos una gran eficacia, ya que permitiria que los grupos sociales establezcan relaciones de intercambio y alianza con otros grupos fronterizos, con los cuales inevitablemente entrarian en conflicto y en guerra. Levi-Strauss (1981 : 558) coloca el intercambio de mujeres en la base de los sistemas de parentesco cuando concluye que