Jóvenes, memoria y violencia en Medellín : una antropología del recuerdo y el olvido 9789586559928, 9586559920


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Jóvenes, memoria y violencia en Medellín : una antropología del recuerdo y el olvido
 9789586559928, 9586559920

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J 6venes, en

memoria y violencia

Medellin

Una antropologia del recuerdo y el olvido

mi hijo Sebastian. el barrio Antioquia

A Ya

Sebastian,

en

J 6venes, memoria y v�olencia en Medellin Una antropologia del recuerdo y el olvido Pilar Riafio Alcala

Antropologia Instituto Colombiano de Antropologfa e Historia - Icanh Editorial Universidad de Antioquia

Colecci6n Antropologla C Pilar Riaiio Alcal� C lnstituto Colombiano de Antropologfa e Historia - lcanh C Editorial Universidad de Antioquia

ISBN: 958-655-992-0

Titulo original: Dwellers cfMnt111rJ. l&ulla and Violmct in Medellin, ColombitJ Primera edici6n (en in�): Transaction Publishers, Nueva jersey, 2006 Primera edici6n (espaiiol): octubre de 2006 Traducci6n: Martha Segura Coordinaci6n editorial: Esther Fleisacher C. Diseiio de cubiena: Juan Pablo F.yardo y Andres Fresneda, La Silueta Ediciones Motivo de cubiena: FotograHas de Luigi Baquero Diagramaci6n: Marcela Mejia Escobar lmpresi6n y tenninaci6n: lmprenta Universidad de Antioquia

lmpreso y hecho en Colombia I Printed and made in Colombia Prohibida Ia reproducci6n total o parcial, por cualquier medio o con cualquier prop6sito, sin Ia autorizaci6n escrita de Ia Editorial Universidad de Antioquia Editorial Universidad de Antioquia Tel�fono: (574) 210 50 10. Telefax: (574) 210 50 12 E-mail: [email protected] P�gina web: www.editorialudea.com Apartado 1226. Medellin. Colombia lnstituto Colombiano de Antropologfa e Historia - lcanh Tel�fono: (571) 561 95 00 E-mail: [email protected] P�gina web: www.icanh.gov.co Apartado 407. Bogo�. Colombia El contenido de Ia obra corresponde al derecho de expresi6n del autor y no compromete el pensamiento institucional de Ia Universidad de Antioquia ni desata su responsabilidad frente a terceros. El autor asume Ia responsabilidad por los derechos de autor y conexos contenidos en Ia obra, asl como por Ia eventual informaci6n sensible publicada en ella

Riaiio-Aicahi, Pilar J6venes, memoria y violencia en Medellin : una antropologfa del recuerdo y el olvido I Pilar Riafio Alcal;l.. -- Medellin : Editorial Universidad de Antioquia, 2006. 338 p. : il. ; 22 em. -- (Antropologfa) lncluye bibliografia e Iodice.

ISBN: 958-655-992-0 I. Titulo Original : Dwellers of memory, youth and violence in Medellin, Colombia. I. Violencia juvenil - Medellin (Colombia) 2. Memoria -Aspectos sociales - Medellin (Colombia) 3. Violencia - Medellin (Colombia) Relatos Personales 4. Problemas sociales - Medellin (Colombia) I. Tit. II. Serie.

303.6 cd 20 ed. Al094185 CEP-Banco de Ia Republica-Biblioteca Luis Angel Arango

Contenido

Agradecimientos

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Presentaci6n ................................................................

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Prefacio

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Introduccion..................................................................

Colombia en Ia encrucijada ....................................

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xiii

xvii

XXIll

XXIX XXXIV

Los olvidos de los j6venes y las pugnas de Ia memoria .........................................................

xxxvn

Puentes de Ia memoria ...........................................

xliii

La circulaci6n de memorias y los traficos de violencia ......................................... Una antropologia del recuerdo y el olvido:

xlv

comentarios sobre el metodo ..................................

xlix

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Habitantes de Ia memoria: los j6venes en este libro

I vi

Capitulo 1 Historias locales bajo una luz nacional Nubes de humo: los aiios treinta . ...... ..................... ..

3

Una guerra de colores y de horrores: los aiios cincuenta ............................ ....... ...... . . .........

10

Luces rojas en el barrio: los aiios de Ia "tolerancia"

.

........................ ..............

14

X

Lenguajes del encubrimiento: los afios sesenta ......

19

V iajes y viajeros: los afios setenta .............................

24

.

Una perturbadora imagen de la juventud: las decadas de 1980 y 1990....................................... Congestiones callejeras .

.

...

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..

............ ............

.......

31 37

Guerras locales ..................................................

42

Cerdos por Ia paz ....................................................

45

..

.

"�Por que, a pesar de tanta mierda, este barrio es poder?" .. .

.....................................

49

Recordar el lugar: construir y percibir lugares ........

51

.

.....

Capitulo 2 .

Construir el lugar: paisajes y mojones de Ia memoria ......................................................... .

Un recorrido

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..

........

La memoria de las cosas vistas . El paisaje sonoro Habitar

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....................

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................................................................

Nombrar el lugar

. .

66 73 79

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81

y practicas espaciales ......................................... La afioranza de Ia "tierra" cuando se vive

85

en "tierra" ajena ................................................

89

..

....

.

61

.

....................

..

52 55

............

Cambiar nombres, cambiar dimimicas

..

.........

Tipologias del espacio social .

.

La imaginaci6n y el cruce de Ia frontera Comunidades de memoria en el lugar

..

. ........... .

92

..................

100

...

.

Capitulo 3 Las memorias vivas de Ia muerte: historias orales de muerte y de muertos

103

"Veo su sangre que cae como semilla": historias de los muertos .......................................... : ·············

I 05 114

Cronologias de muerte y listas de muertos ..............

124

Los eventos y su significado: . darle un Iugar a Ia muerte ......................................

129

.

"�C6mo se le habla al desaparecido?"

··

, .

.,

.

xi Un Iugar personificado para Ia muerte ..............

134

Sujetos de Ia muerte: los martires ............................

138



Capitulo 4 Fantasmas, cuerpos poseidos y guerreros: narraciones de miedo y violencia de genero ..............

145

Historias de aparecidos y regulaciones sociales .......

147



"Ami me ha pasado eso, lo he vivido": testigos y espiritus poseidos .....................................

154

Cuerpos guerreros, mujeres y terror .......................

159

Fisuras en el tejido social y tensiones sociales

170

Capitulo 5 eUn olvido generacional? .............................................

173

Otredad territorial ...................................................

175

Senderos de desconfianza y venganza .....................

185

Testimonio, sufrimiento y memoria ........................

190



Epilogo

198

El nuevo tratico de memorias

Del 2000 al 2005: �afios de cambio o de continuidad? .........................

201

Voces perturbadoras: j6venes, memoria y procesos de paz ........................

211

Mapas.............................................................................

215

Bibliografia ............................................ ....... ..............

2 23

indice analitico .............................................................

265

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Agradecimientos

Muchos me han acompaiiado en el trayecto que condujo a terminar este libro y a cada uno de ustedes muchas gracias. Recibi valiosos comentarios criticos, ademas de apoyo e ins­ piraci6n intelectual, de varias personas: mi hermana Y vonne Riafio, Dorothy Kidd, Joanne Rappaport, Catherine LeGrand, Mary Roldan, Liisa North, Maria Emma Wills, Clemencia Rodriguez, Amparo Sanchez, Maria Clemencia Ramirez, Mar­ garita Chavez, Elsa Blair, Alonso Salazar, Oline Luinenburg, Ann Macklem, Barry Wright, Victor Uribe y Garth Manning. Mi hijo, Sebastian Gil Riafio, desempefi6 un buen numero de tareas de apoyo a mi trabajo investigativo y, con la frescura de la v ida, ofreci6 comentarios y correcciones editoriales de gran valor. Mis agradecimientos a los miembros de mi comite de doctorado: Blanca Muratorio (mi supervisora), julie Cruiks­ llank y Brian Elliott. Ellos me brindaron su entusiasmo, sus Jbservaciones criticas y un apoyo fundamental para transformar Ia disertaci6n en un libro. En Medellin, mi enorme gratitud Jara los amigos e investigadores en Corporaci6n Regi6n por acilitarme un espacio intelectual vigoroso e inspirador, por su lpoyo a mis tareas investigativas y en el trabajo de campo, r por las muchas horas de placer y dolor que compartimos. :;.racias a Ruben Fernandez, Marta Villa y Ana Maria Jaramillo >or las horas interminables de discusi6n y por su entusiasmo :on este trabajo. En el grupo de investigaci6n, Marta, Ana y �miro ejercieron una profunda influencia en mis ideas. El tpoyo y sugerencias de Juan Fernando, Fulvia, La Mona, Javier, -Iumberto y Vicky (en Corporaci6n Presencia) fueron cruciales lurante mi trabajo de campo. Ellos me facilitaron contactos en

xiv

barrios y comunidades, me acompafiaron a diversos sitios y en interminables conversaciones sobre los j6venes de Medellin. Jorge Garcia, en Corporaci6n Presencia Colombo-Suiza, apoy6 y motiv6 de muchas formas el trabajo en el barrio Antioquia. Augusto, Rogelio, Wilson, Adriana, Alvaro, Cesar, Milton, Arlex, Sebastian, Arlen y Adriana caminaron y recorrieron sus barrios y zonas conmigo, mientras me regalaban muchas de sus historias y memorias. Estas historias e ideas han marcado mi trabajo. Sebastian y Diana fueron mis asistentes de inves­ tigaci6n y de ellos aprendi y recibi mucho. Sebastian asumi6 con gran entusiasmo Ia tarea de elaborar mapas, entrevistar y compartir sus ideas e infonnaci6n conmigo. Mas tarde trasla­ d6 ese entusiasmo a Ia universidad, cuando decidi6 estudiar sociologia. En los ultimos siete afios muchos colombianos de regiones y sectores sociales muy diversos han participado en los innumerables talleres de memoria que he llevado a cabo. Cada uno de ellos, con sus historias y reflexiones, ha sido una fuente de inspiraci6n. A mis maestras y maestros, fuente de inspiraci6n intelec­ tual y de vida: Francisco Ibanez Carrasco (compafiero en esta jornada y en Ia de Ia memoria), Maria Eugenia Vasquez, Julian Vargas, Alfredo Ghiso, Jesus Martin Barbero, Maria Teresa Uribe, Hernan Henao y Begofia Aretxaga. Mis padres, Jaime y Ceci, me han ofrecido a lo largo de los afios apoyo de todo tipo y me han motivado en cada paso de este trabajo; gracias mil por su dedicaci6n y entusiasmo. Mi hermana Jeannette apoy6 de muchas formas mi trabajo, seleccionando y archivando arti'culos periodisticos y haciendo transcripciones. Barry, esposo y amigo inseparable, me ha ofrecido su amor, solidaridad y compafiia (iaun en Ia lejania!) a lo largo del recorrido de este libro. Andrea, Raphaelle, Ga­ briel y Sebastian, mis hijos, entendieron y me apoyaron en mis prolongadas ausencias. Eva Veres, Mario Tello, Marshall Beck, Pascaline Nsekera, Anika Marcotte, Andrea Wright y Kenji Stewart apoyaron el trabajo de computador, Ia revision de textos y Ia elaboraci6n de mapas, y Dean Brown asumi6 el reto de las traducciones mas dificiles del espafiol al ingles. La traducci6n

XV

del texto del ingles al espaiiol fue realizada por Martha Segura. Su entusiasmo y la calidad de su trabajo le han dado un nuevo vigor a este texto. Agradezco tambien a Esther Fleisacher por su excelente trabajo en la edici6n final del texto. El trabajo de campo fue posible con el apoyo financiero del Consejo Canadiense de las Ciencias Sociales y Humanas (SSHRC), del Centro Internacional de Investigaci6n para el Desarrollo (CIID) y de la Corporaci6n Region. Reescribi varios capitulos de este libro durante mi estadia como investigadora asociada en el Instituto Colombiano de Antropologia e His­ toria (Icanh), y mas tarde en el Centro de Investigaci6n sobre Latinoamerica y el Caribe (Cerlac) de la Universidad de York y en el Centro de Estudios del Refugio (CRS). Maria Victoria Uribe, en el Icanh; Viviana Patroni, en el Cerlac; y Peter Penz, en el CRS, me abrieron las puertas de estos institutos y me brindaron todo su apoyo. Durante el ultimo aiio de prepa­ raci6n de este manuscrito recibi el respaldo de la Escuela de Trabajo Social y Estudios de la Familia en la U niversidad de la Columbia Britanica.

Presentaci6n

En mi ya largo oficio de lector de libros aun no publicados me he topado pocas veces con un texto proveniente de una inves­ tigaci6n con fines academicos que, como este, haya logrado sumar tal rigor intelectual a un lenguaje tan desprovisto de jerga y, al mismo tiempo, tan cargado de pedagogia social, esto es, de Ia capacidad de retornar a sus protagonistas-objeto convertido en palabra generadora de sujetos. Un libro que introduce Ia paradoja desde el titulo mismo: �como pueden jun­ tarse las palabras 'j6venes" y "memoria", cuando todo en nuestra sociedad tiende a pensar sus referentes como mundos radical­ mente opuestos en terminos psicol6gicos y sociol6gicos? Menos hoy, cuando los adultos hemos hallado en Ia imputaci6n de Ia amnesia a los j6venes una de las mas socorridas escapatorias a nuestra incapacidad de hacernos cargo de sus incertidumbres y desazones. Pero lo que el titulo nos proporciona es justamente Ia pista de fondo: asumir Ia fractura generacional como una de las heridas mas profundas del conflicto que desgarra a este pais. Y a contracorriente de estereotipos que a derecha e izquierda despojan de valor a cuanto ocurre entre los j6venes, o de tan escaso interes como para estudiarlos a fondo, lo que aqui encontramos es una reflexi6n Iucida sobre lo que le duele a Colombia en sus j6venes, en Ia carne y el espiritu de Ia mayo ria de sus adolescentes. Abrirle camino a esa indagaci6n exige tener muy en cuenta Ia desproporci6n enorme entre Ia visibilidad y centralidad que adquirieron los j6venes como agentes de violencia a partir del dia en que un adolescente de dieciseis afios asesin6 al ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla, Ia marginaci6n a que se hallan sometidas las vidas de Ia mayoria de ellos y el pequefiisimo

xviii

grado de comprensi6n-valoraci6n de Ia complej idad de los cambios por los que atraviesan. Alejada tajantemente de Ia imagen light que Ia publicidad fabrica de lo joven, pero tambien de tanta simplificaci6n critica que Ia victimiza, vaciandola de responsabilidad, Pilar Riafto traza una figura contradictoria, densa y tensa, en Ia que hay olvido y tambien memoria, en Ia que hay un fuerte sentido de lo efimero y mucho sufrimiento, en Ia que el ansia de vivir choca intimamente con un perma­ nente sentimiento de muerte. Uno de los mayores aportes de este estudio reside en que mira Ia vida cotidiana de los j6ve­ nes desde el choque y el entrelazamiento de temporalidades muy diversas que, si de un lado desgarran, de otro dinamizan poderosamente Ia busqueda de supervivencia, potenciando Ia creatividad. Porque hablar de memoria implica hablar de aspectos muy distintos, de corto y largo alcance, ligados a un s6rdido resentimiento o a una perseverancia vital, capaces de alentar esperanza o de matar toda iniciativa; del mismo modo que en sus parches y bandas se entrelazan milicias guerrilleras o paramilitares, organizaciones comunitarias de servicio al barrio y movimientos culturales o contraculturales de rock y de teatro. Es a Ia luz de esa compleja trama como resulta comprensible e indispensable plantear Ia relaci6n entre j6venes y memoria, justamente porque ahi emergen, sin el menor reato de cultu­ ralismo, las dimensiones culturales de Ia violencia. Y quizas el mejor modo de adentrarnos en lo que esa mi­ rada ha permitido desentraftar, sea planteando Ia pregunta, Ia cuesti6n de Ia que verdaderamente parti6 Pilar Riafto para embarcarse a lo largo de cinco aftos en Ia aventura de una in­ vestigaci6n pie a tierra, participante y participada, en algunos de los barrios mas violentos de Medellin: �saben los j6venes por que arriesgan diariamente su vida o Ia arriesgan sin ra­ zones? Y si es esto ultimo, �que papel juega ahi el olvido y a que responde, esto es, que visiones-representaciones del pais se disputan esa memoria? Preguntas todas que encontraron su pista de elucidaci6n mas honda en otra desconcertante paradoja: mientras vivimos en uno de los paises con mayor indice de muertes (pero aun aquf Ia sociedad tardomoderna

xix que nos moldea busca obsesivamente ocultar, tapar todo signo o alusi6n a Ia muerte, lo que valerosamente han denunciado Susan Sontag y Zygmunt Bauman), los j6venes de Medellin hacen de Ia muerte una de las claves mas expresivas de su vida. Primero, visibilizandola con barrocos rituales funerarios y formas multiples de recordaci6n que van de las marchas y pro­ cesiones, de los graffiti y monumentos callejeros, a las lapidas y collages de los altares domesticos; segundo, transformandola en hito y eje organizador de las interacciones cotidianas y en hilo conductor del relato en que tejen sus memorias. Todo el esfuerzo de busqueda desplegado en este libro vali6 Ia pena, aunque s6lo fuera por habernos descubierto ese rostro oculto de una juventud machaconamente acusada de frfvola y vada. Pues en un pais donde son tantos los muertos sin duelo, sin I'! mas minima ceremonia humana de velaci6n, es en Ia juventud de los barrios pobres, populares, con todas las contradicciones que conlleve, donde encontramos -por mas heterodoxas y excentricas que sean- verdaderas ceremonias colectivas de duelo, velaci6n y recordaci6_!!:J La autora constata que entre los j6venes de barrio, en Medellin, "lo que mas se recuerda son los muertos" y ello mediante un habla visual que no se limita a evocar, sino que busca convocar, retener a los muertos entre los vivos, poner rostro a los desaparecidos, contar con ellos para urdir proyectos y emprender aventuras. Y lo mas sorprendente: las practicas de memoria con las que los j6venes "significan a los muertos en el mundo de los vivos son las que otorgan a Ia vida diaria un sentido de continuidad y coherencia". Las pistas de investigaci6n de este libro convergen entonces en esta otra pregunta : �desde d6nde y con que materiales simb6licos cons­ truye esa juventud el senti do de su vida? Y Ia respuesta no es entera ni clara, pero si certera: en Iugar de vaciar de sentido Ia vida justificando cualquier conducta, Ia muerte anuda un tejido de memorias y fidelidades colectivas con las que se construye futuro y se dotan de un sentido de dignidad humana las vidas de los individuos. Lo que hay de contundente en ese modo de comprensi6n es que torna legibles e inteligibles algunas de las narrativas mas aparentemente opacas. Me refiero a aquello

XX

de lo que trata el capitulo 4: Ia recuperaci6n, por parte de los j6venes urbanos, de los mas viejos y tradicionales relatos rurales de miedo y de misterio, de fantasmas, animas y resucitados, de figuras satanicas y cuerpos poseidos, en "tenaz amalgama" con las narraciones que provienen de Ia cultura afrocubana, de los medios, del rock y del merengue, del cine y del video. Evocadores de "mapas del miedo", esos relatos y leyendas, amalgamados eclecticamente, pasan a convertirse en generado­ res de "un terreno sensorial com(m", para expresar emociones en figuras reivindicadoras de las hazafias non sanctas de sus heroes, otorgando una cierta coherencia moral y alguna esta­ bilidad a unas vidas situadas en los mas turbios remolinos de inseguridades y miedos, y sirviendo como dispositivo de des­ plazamiento (Freud) de los terrores vividos en Ia cruel realidad cotidiana bacia otras esferas y pianos de mediaci6n simb6lica -memoria, magia, sobrenaturalidad, teatralidad emocional-, desde los que se hace posible exorcizar y controlar de alg(ln modo Ia delirante violencia en que se desarrollan esas vidas. Y Ia autora va mas lejos al encontrar en esa mezcla de relatos rurales y urbanos un ambito estrategico de moldeamiento activo de sus culturas para dotarlas de supervivencia, tanto en sus dimensiones mas largas y raizales, como en sus valores mas utilitarios: los ligados al exito en los noviazgos o en las operacio­ nes de contrabando. Un tercer ingrediente clave de esa trama cultural desde Ia cual los j6venes negocian cotidianamente con Ia violencia es Ia fuerte articulaci6n entre memoria y territorio, ya sea que los lugares -el barrio, Ia calle, el parque, Ia tienda de Ia esquina- operen como desatadores de recuerdos, o que las practicas de memoria creen conexi6n entre diversos y basta apartados lugares. El mero circular por una ciudad como Medellin -y desgraciadamente tambien por Bogota o Cali-, que ha minado fisicamente buena parte de su memoria y en Ia que muchas de sus calles se hallan minadas por muy diferentes modalidades de "explosivos", exige de susj6venes el ejercicio de un especial saber proveniente de una experiencia sensorial -los modos como el joven habita el territorio-- y de una competencia colectiva capaz de ponerle nombre y apellido

xxi a los lugares. Porque nombrar es situar el lugar en el mapa de Ia memoria colectiva, y adjetivarlo es sefialar su temperatura en el term6metro de las violencias y en el de los gustos, espe­ cialmente los del sonido, del olor y del sabor. El rastreo de Ia historia del "barrio Antioquia" -uno de los mas excluidos, conflictivos y recursivos de Medellin, y Iugar neuralgico para esta investigaci6n-, hecho de Ia mano a Ia vez de analisis escritos y de relatos orales de sus vecinos, muestra de sobra porque este libro, tan honestamente referido s6lo a esa ciudad, esta sin embargo hablandole al pais entero, al que cifradamente remiten las mas desconcertantes y fecundas de sus paradojas.

JesUs Martin Barbero Bogota, febrero del 2005

Prefacio

La imagen esta impresa en mi memoria. Una iglesia en Bogota atiborrada con mas de quinientos dolientes y cerca de tres mil mas en las calles. En las primeras horas del 19 de mayo de 1 997, cinco hombres fuertemente armados irrumpieron en el apartamento de Mario Calderon y Elsa Alvarado, dos inves­ tigadores sociales y ambientalistas colombianos. La rafaga de balas asesino a Mario, a Elsa y a don Carlos, el padre de Elsa, y dejo gravemente herida a su madre. Ivan, su hijo de dos afios, fue el (mico que salio ileso. En Ia iglesia, Francisco, un muchacho de once afios, nos recordo que Ivan habia sobrevi­ vido solo porque su madre lo habia escondido en un armario. Lo que dijo a continuacion no lo puedo olvidar: " Me gustaria vivir toda mi vida en un armario para no tener que ver eso" . La masacre ocurrio mientras yo adelantaba trabajo de campo en Medellin, Ia segunda ciudad de Colombia y Ia capital del departamento de Antioquia. Ella marco otra fase de terror en un violento y complejo conflicto, en el que interactuan diversos actores armados, escenarios y formas de violencia. La perdi­ da de amigos en los horrores de Ia violencia armada orienta mis preocupaciones por el reto de comunicar el sufrimiento y las complejas posiciones de sujeto de quienes experimentan el terror: �pueden Ia investigacion y Ia escritura transmitir el sufrimiento, el miedo y el terror enclavados en sucesos como esta masacre? Este libro explora dicha posibilidad a traves del examen de como los jovenes, en Ia ciudad de Medellin, recuer­ dan y le dan sentido a sus experiencias con las violencias entre los afios 1 985 y 2000. Los antecedentes de este libro estan ligados a mi investiga­ cion previa sobre los jovenes, Ia cultura popular y los barrios

XXIV

durante las decadas de 1 970 y 1 980, y a mis veinte af10s de trabajo en educaci6n popular, comunicaci6n alternativa e investigaci6n-acci6n participativa. Sali de Colombia en 1 986 para realizar mis estudios de grado y regrese en 1 996 con el fin de llevar a cabo el trabajo de campo para este libro. Mis investigaciones previas, al igual que mis experiencias comunitarias y educativas, me ofredan una ventaja a Ia hora de reconocerme con mi antigua comuni­ dad investigativa, establecer contactos con los investigadores y Ia comunidad, y situarme culturalmente como alguien "de Ia casa". 1 Las bases de mi experiencia facilitaron mi trabajo y, al mismo tiempo, motivaron el interes de mis amigos, conocidos, investigadores y otros, asi como sus expectativas en torno a lo que yo podria proponer, particularmente en el area de inves­ tigaci6n sobre violencia. Era claro para mi que el prospecto de ofrecer esto a traves de un futuro producto escrito -en un idioma diferente, bajo el formato de un libro-disertaci6n y unos cinco a siete af10s mas tarde- seria intangible para Ia mayoria de ellos y, en el mejor de los casos, resultaria util s6lo para unos cuantos. El modelo de investigaci6n-acci6n, con el cual tenia experiencia, no era aplicable en este contexto porque Ia direcci6n y el prop6sito principal de mi indagaci6n estaban ba­ sicamente determinados por las exigencias de una disertaci6n doctoral que seria presentada ante una universidad canadiense. Aunque mi labor integraba los numerosos elementos de un proceso de investigaci6n-acci6n participativa (v. g;r., Ia combina­ ci6n de investigaci6n social, trabajo educativo y vinculos con las acciones de Ia comunidad), no podia definirse como tal porque

Mi referencia a ser culturalmente "de Ia casa'' es problematica. Obtuve mi grado en antropologfa en Colombia y alii practique Ia disciplina durante diez afios. Los departamentos de antropologia en Colombia, como en cualquier otra parte, se fun dan y debaten en torno a las mismas problematicas y legados coloniales. Mi educaci6n estuvo enraizada en este legado. Cualquier cultura se transforma en el transcurso de una decada, y yo necesitaba comprometer­ me en un esfuerzo concertado para entender las dinamicas culturales y las transformaciones politicas y sociales que Medellin habia sobrellevado desde mi partida.

XXV

los participantes no tendrian control sobre el proceso total y el problema abordado no seria identificado por ellos. Mi aproximaci6n al dilema de Ia contribuci6n social que Ia investigaci6n podria hacer se resolvi6 en el nivel metodol6gico e investigativo en Ia pragmatica de c6mo realizaba mi labor. Respondi a estas expectativas asegurando que los procesos y Ia metodologia tendrian algunos usos practicos para los j6venes, los grupos comunitarios y las ONG con los que trabaje. En al­ gunos casos, Ia investigaci6n y su metodologia sustentaron sus reflexiones sobre experiencias pasadas con el fin de desarrollar posteriores planes de acci6n. En otros, mi trabajo se vincul6 al proceso de revaluar su aproximaci6n al quehacer en comunidad y, en otros, como parte de una tarea de sistematizaci6n de su experiencia. La obra y las reflexiones de antrop6logos colom­ bianos como Heman Henao, 2 quien explor6 las posibilidades de una investigaci6n que "conecte Ia universidad con el mundo real" y construya destrezas dentro de sectores mas amplios de Ia poblaci6n, me ayudaron en esta labor. Por ejemplo, participe en discusiones interdisciplinarias sobre el desarrollo de un plan estrategico para Ia ciudad de Medellin. Mi trabajo sirvi6 de enlace con iniciativas nacionales y municipales que buscaban una resoluci6n pacifica de los conflictos, a traves de los muchos seminarios y talleres de memoria que realice con una variedad de organizaciones nacionales no gubemamentales y sociales, grupos sociales, antrop6logos, colegios y universidades. En este amplio contexto social, mi etnografia y escritura constituyen, hist6rica y socialmente, productos especificos que se han ido gestando a partir de ideas sociales mas amp lias (Ramos, 2000). Mientras escribia este libro me debati entre Ia incertidumbre de

2

Hernan Henao dedic6 sus 25 aiios de vida profesional a Ia practica de una antropologia que "promueva el dialogo y que ayude a los agentes sociales a confrontarse, a imaginar futuros escenarios" (Rappaport, 1990b: 59). Hernan, profesor del Departamento de Antropologia de Ia Universidad de Antioquia y director del Instituto de Estudios Regionales -Iner- de dicha un iversidad, fue asesinado por un escuadr6n paramilitar a quemarropa en su oficina, el 4 de mayo de 1999.

XXVI

como preservar Ia "profundidad cultural" de las narrativas de los jovenes de Medellfn y, al mismo tiempo, transmitir Ia falta de coherencia, Ia insensatez de las violencias, sin deshumani­ zar a los sujetos mismos (Feldman, 1 995). Indudablemente, Ia ambigiiedad y Ia contradiccion habitan en mi propia ubicacion y en mi escritura (Daniel, 1 996). La elaboracion de este texto implica el ejercicio de Ia interpretacion etnografica y asumir Ia responsabilidad por mi linea de indagacion (Aretxaga, 1 997). Esta responsabilidad induyo Ia manera como lleve a cabo el trabajo de campo, mi postura no neutral sobre el topico de este trabajo, y las decisiones que tome en torno a las historias que tejen estas paginas. La escritura de este texto es parte intrinseca de un proceso mas am plio de comunicacion con jovenes, residentes e inte­ lectuales que se inici6 con mi trabajo de campo. La memoria fue Ia herramienta metodol6gica que use para explorar las multiples dimensiones de Ia violencia en Ia ciudad de Medellin, y es Ia que me conduce a escribir: escribir como un acto de re­ membranza inmerso en mi mas amplia conciencia social y en mi praxis como antropologa y como colombiana. Urdido por este proceso de encuentros dialogicos y de Ia memoria, este texto se presenta como una contribucion hacia el entendimiento de las complejas paradojas y dilemas humanos involucrados en las pugnas de Ia memoria, tanto en aquellas sociedades sumidas en Ia guerra, como en las que negocian procesos de paz, justicia y reconciliacion. El trabajo de campo y Ia escritura de este texto han acarreado una exploracion personal y social de mi propio laberinto de recuerdos. Trabajo de campo y escritura se yerguen como practicas de memoria, por medio de las cuales he con­ figurado mi conocimiento (Ibanez Carrasco, 1 999), y reflejan mi vision del sujeto de Ia memoria como intelectual. Ni Ia vio­ lencia ni Ia memoria se presentan ante mi como algo externo a mi universo social, a mi ser conciente e historico (Feldman, 1 995). La rabia y dolor que se originan en Ia destruccion que tiene Iugar en Colombia, y el sentimiento de duelo por aquellos jovenes, amigos, parientes, compafieros de trabajo, colegas in­ telectuales y civiles que se han perdido en Ia violencia marcan

xxvii mis tareas investigativas. Este hilo emocional esta tejido en mi investigaci6n, escritura y practicas de memoria. Es mi deseo que este texto transmita respetuosamente las historias y sucesos que presencie en Medellin, rinda homenaje a las memorias de aque­ llos perdidos en Ia violencia, y se convierta en una herramienta para el fomento de otros encuentros dial6gicos.

Introduccion

Este libro considera las pnicticas de recuerdo y olvido entre los j6venes, de Ia ciudad colombiana de Medellln, como parte de un proyecto antropol6gico humanista que examina las man eras en que los individuos hacen frente a Ia violencia y se construyen como sujetos. Examino como los individuos reconfiguran sus vidas y sus universos culturales en medio de violencias genera­ lizadas que transgreden los li'mites mas familiares y destruyen los soportes sociales basicos y las redes de confianza. Durante el ultimo cuarto del siglo xx, muchas formas entrecruzadas de po­ li'tica, droga, crimen organizado y violencia ordinaria afectaron profundamente Ia vida cotidiana en Medellin. En estos afios, los j6venes se convirtieron en actores sociales claves en tanto diseminadores o victimas de violencia, pero tambien en li'deres de una variedad de iniciativas culturales y ciudadanas. El evento representativo de este cambio generacional tuvo Iugar en abril de 1 984, cuando dos sicarios en motocicleta ulti­ maron al ministro de justicia, Rodrigo Lara Bonilla, por orden del Cartel de Medellln. Uno de los asesinos fue eliminado y el otro capturado. La imagen de un adolescente de dieciseis afios, Byron de Jesus Velasquez, habitante de uno de los barrios mas pobres de Medellin, le dio Ia vuelta al pais ("Antioquia reacciona , 1 984: 1 ) y se convirti6 en el even to emblematico de dos grandes tendencias sociales. La primera era el peso que las redes del trafico de drogas habian llegado a tener en el tejido econ6mico, politico y social del pais. La opulencia y los recursos producidos por Ia economia de Ia droga corrom­ pieron todas las instituciones de Ia sociedad colombiana: Ia rama judicial, el ejercito, Ia iglesia y los gobiernos regionales y locales. Los efectos tambien se sintieron en el ambito social, "

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con la erosion de los valores, el aumento de la violencia armada y, mas visiblemente a(m, con el vasto m1mero de jovenes que se unieron a las bandas urbanas al servicio del crimen organizado. La segunda tendencia fue el surgimiento de representaciones publicas y mediaticas de los jovenes como amenaza social y un otro criminal. La imagen juvenil de los asesinos saco a la luz los dilemas de una generacion inmersa en el consumismo y a Ia vez afectada por la falta de oportunidades economicas y sociales (Cano, 1 99 1 ). A medida que sucedian las muertes de politicos, jueces, periodistas y trabajadores de los derechos humanos, y a cada una de elias se asociaba la imagen de un joven sicario, aumentaban las representaciones de una otredad violenta y la actitud discriminatoria hacia los jovenes marginales (Mar­ tin Barbero, 1 998; Salazar et al, 1 996). La espiral de muerte, bombas, crimen y terror que asolo al pais, particularmente a Medellin, desde mediados de los afios ochenta hasta principios de los noventa -lapso en el cual el Cartel presiono al Estado para revertir la extradicion de colombianos a Estados Uni­ dos-, se vistio con una imagen generacional. Las estadisticas de muerte, crimen y actores armados estaban contenidas en su mayoria en un rango de edad (dieciocho a veinticuatro) y con frecuencia (aunque no exclusivamente) eran hombres de una clase social pobre. Entre 1 987 y 1 990, mas del 78% de las victi­ mas de muertes violentas en Medellin fueronjovenes entre los quince y veinticuatro afios, y ocho de cada diez eran hombres (Consejeria Presidencial para Medellin y su Area Metropolitana, 1 992; Rodriguez, 200 1 ). La muerte se volvio una mercancia altamente apreciada y requerida por oscuros intereses economicos y politicos, y por los carteles de la droga, Una mercancia que circulaba en un trafico de terror y violencia, que alcanzo sus expresiones mas dramaticas en la segunda mitad de 1 980. Asociados con los asesinos a sueldo y las bandas juveniles, los jovenes se con­ virtieron en los administradores de esta valiosa mercanda y en los mas visibles agentes del ejercicio del terror (Camacho, 1 992; Perea, 1 998). La expansion del Cartel de Medellin en estos afios corres-

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pondi6 a Ia rapida multiplicaci6n en Ia ciudad de bandas de sicarios, pandillas juveniles y milicias urbanas. I Estas ultimas surgieron a principios de

1 990 como un hibrido de celulas de

guerrilla urbana y asociaciones comunitarias de autodefensa. Controlaron territorios en las areas perifericas populares de Ia ciudad y se encargaron de erradicar de los barrios a las bandas, el consumo de drogas y los crimenes menores. Durante estos afios Medellin padeci6 una profunda transformaci6n debido a Ia penetraci6n del narcotrafico en todas las areas de Ia vida social e institucional de Ia ciudad. Semejante transformaci6n no se vio en un grado tan dramatico en ning6n otro Iugar del pais. Medellin ostentaba el dudoso record de ser Ia ciudad mas violenta del pais y de America Latina (el punto mas alto se alcanz6 en

1 99 1 y 1 992 con una tasa de 444 homicidios por

1 00.000 habitantes), al tiempo que exhibia los mayores (35% de desempleo juvenil en 1 99 1 ) y de concentraci6n de riqueza del pais (Melo, 1 995).

cada

indices de desempleo

Durante estos mismos afios hubo u n ambiente social con­ trastante de activa participaci6n juvenil en cientos de grupos de j6venes2 y un florecimiento paralelo de expresiones contracul­ turales

v. gr.,

-

poesia, graffiti y expresiones musicales de rock,

punk, rap y metal- (Rincon,

1 99 1 ; Giraldo, 1 997). Medellin

fue Ia unica ciudad en America Latina y una de las pocas en el mundo que eligi6 un Consejo Municipal de Juventud para asesorar al concejo y Ia administraci6n municipales en materias y politicas relacionadas con los j6venes. La gran mayoria de los j6venes elegidos para este consejo proven ian de los mismos

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Entre 1985 y 1990, Ia Polida de Medellin y el Ejercito registraron Ia presencia territorial de 153 bandas en el area metropolitana de Medellin (Salazar y Jaramillo, 1994). De acuerdo con el censo de 1994, realizado por Ia Oficina de Ia Juventud de Medellin, existian 600 grupos juveniles en el area metropolitana. E stos comprendian una gama diversa de grupos de tipo comunitario, cultural, social y religioso. Casi Ia mitad (47,5%) de losj6venes encuestados respondi6 que se unia a estos grupos porque deseaba ayudar a sus comunidades, y el 49% declar6 que permanecia en ellos porque queria proyectarse bacia sus comunidades (Gaviria et al, 1995 ).

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barrios que quienes protagonizaban Ia violencia armada. En el ambito nacional, los j6venes organizaron el Movimiento de Ia Septima Papeleta, que promovi6 una respuesta afirmativa al re­ ferendo sobre una nueva constituci6n (Giraldo, Hoyos y Zapata, 1 997). Varios representantes juveniles participaron activamente en Ia Asamblea Nacional que redact6 la Constituci6n Nacional de 1 99 1 y reconoci6 a Colombia como un pais pluricultural, es decir, que respeta y promueve sus diferentes identidades lingiiisticas y culturales. Cuando llegue a Medellin, en 1 996, las cuestiones sobre juventud y violencia continuaban desconcertando al pais. Las estadisticas de muerte y participaci6n juvenil en los grupos armados y el crimen organizado seguian siendo altas y Ia ciudad mantenia el record de ser Ia mas violenta en Ia regi6n, con un promedio anual de 1 50 homicidios por cada 1 00.000 habitantes y mas de 1 00 grupos armados de bandas y milicias que operaban en Ia ciudad (ver mapa n. 0 5) (Daza y Salazar, 200 1 ; Yarce, 2002). Seg(tn un peri6dico local, Medellin corria el riesgo de convertirse en "una ciudad de viejos", dado que los j6venes continuaban siendo el mayor grupo de victimas de homicidio (" Medellin seria una ciudad de viejos", 1 997: 2A). La caida del Cartel de Medellin, en 1 992, produjo un remez6n de poder y diversific6 las actividades y servicios de las bandas juveniles hacia una variedad de redes de pequefios traficantes de drogas, crimen organizado y delincuencia urbana. La ciu­ dad padeci6 nuevas divisiones y luchas internas territoriales, al tiempo que aumentaba Ia variedad de actores armados. En el periodo comprendido entre 1 992 y 1 998, las milicias se convirtieron en los principales detentadores del control terri­ torial de los barrios. En 1 995, dos de los mas grandes grupos de milicianos firmaron un acuerdo de paz con el gobierno nacional. Hacia 1 997 existian numerosas milicias a(m activas en los barrios, aunque sus abusos en el control de Ia pobla­ ci6n, sus desalmadas practicas de justicia privada en contra de consumidores de droga o delincuentes, y Ia revitalizaci6n de algunas bandas menoscabaron su poder. Igualmente habia autodefensas comunitarias que se oponfan a las actividades de

xxxiii limpieza social de las milicias y centraban su accion en defender sus territorios U aramillo, Ceballos y Villa, 1 998). Aun despues de haber firmado acuerdos de paz, existian bandas de jovenes que proporcionaban servicios de limpieza callejera y vigilancia a los barrios, y una amplia variedad de grupos juveniles armados que suministraban servicios a las redes del trafico de drogas y al crimen organizado. Las diferencias entre una milicia y una banda eran mas dificiles de establecer, especialmente desde que el discurso politico de las milicias se debilito y numerosas bandas empezaron a prestar "servicios sociales" a las comuni­ dade� U aramillo, Ceballos y Villa, 1 998). El controvertido modelo de seguridad de las asociaciones de autodefensa, conocido como las Convivir, 3 promovido por el gobernador Alvaro Uribe Velez (quien se convirtio en presi­ dente de Colombia en el 2002), se consolido en estos afios, y para 1 995 existian 45 asociaciones en Ia region (ver mapa n.0 3). El rapido crecimiento de estas asociaciones de "civiles" armados de caracter privado coincidio con Ia agudizacion de las luchas por el control territorial entre fuerzas paramilitares y guerrilla, que tuvo como epicentro el departamento donde esta ubicada Medellin, espedficamente Ia region de Uraba (ver mapa n.0 1 ). Desde 1 996, los grupos paramilitares de extrema derecha au­ mentaron su presencia en Ia ciudad de Medellin (Daza, 200 1 ) y las Milicias Bolivarianas surgieron como el frente urbano de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) (ver mapa n.0 3). Con Ia mayor diversificacion de los actores arma­ dos, Ia intensificacion de Ia confrontacion armada y Ia estrecha similitud en sus modus operandi -control territorial, ejercicio de Ia justicia privada, regulacion social y financiacion por medios ilegales en alianza con el crimen organizado-- , las fronteras entre las violencias politica, criminal y cotidiana se hicieron cada vez mas difusas. Este libro examina este periodo mas reciente de violencia, espedficamente el lapso entre mediados de 1 980 y 3

Sus aspectos mas controvenidos fueron sus vinculos con el proyecto paramilitar en Antioquia y el ejercicio del terror y de acciones armadas que sobrepasaban su misi6n de ser proveedoras de informaci6n para el Ejercito.

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el afio 2000, cuando se intensifica el conflicto armado, aunque hace enfasis en las continuidades hist6ricas entre expresiones de violencia presentes y pasadas (Roldan, 2002). La violencia de los ultimos veinte afios en Medellin no puede entenderse unica­ mente en relaci6n con Ia economia de Ia droga. Se enlaza con una larga historia de conflicto social; luchas por Ia tierra y los recursos; tensiones geopoliticas, culturales, religiosas y etnicas; y sangrientas contiendas civiles como Ia Guerra de los Mil Dias ( 1 899- 1 902), y La Violencia ( 1 946- 1 965).4 Las continuidades entre violencias presentes y pasadas se basan en el predominio de acentuadas desigualdades econ6micas, las dinamicas de Ia inclusi6n-exclusi6n social, etnica y religiosa, y fundamental­ mente en las pugnas nacionales en torno a Ia memoria (Rol­ dan, 2002). Los temas de Ia memoria en una sociedad como Ia colombiana, que no se ha ocupado de su violento pasado, constituyen un vinculo entre las guerras anteriores y el actual conflicto armado y entre formas de violencia sanguinaria. En ellos se enlazan las acciones y dilemas que encaran los j6venes marginados en Medellin con fracturas sociales mucho mas amplias y las pugnas de Ia memoria. Colombia en Ia encrucijada

El analisis antropol6gico que aqui se presenta esta animado por una preocupaci6n en relaci6n con las dimimicas culturales de las violencias en un pais situado en el centro de un escenario en el que compiten intereses y fueras intemacionales (v. gr., el paquete de ayuda norteamericana por US$ 1 . 300 millones diferidos a

4

Los investigadores colombianistas subrayan Ia presencia del conflicto armado durante Ia mayor pane de Ia historia colombiana (Payne, 1 968 ; Safford y Pa­ lacios, 2002 ; Bergquist, Pefiaranda y Sanchez, 200 1 ). Ya en 1 968, J ames Payne anotaba que, desde Ia independencia, Colombia habia tenido diez guerras civiles nacionales. Coatswonh (2003) senala que, desde 1 820, ha habido por lo menos veinte picos de violencia. Los trabajos de Maria Teresa Uribe (200 1 ) y Mary Roldan (2002) aponan los antecedentes hist6ricos para examinar estos nexos en Ia regi6n de Antioquia.

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cinco afios, conocido como el Plan Colombia, Ia Iniciativa Regio­ nal Andina). En los albores del siglo XXI, Ia violencia colombiana representa Ia crisis mas grave que afecta al continente, dados su impacto geopolitico en toda Ia regi6n, su singular entramado de lucha guerrillera, guerra sucia, crimen organizado, guerra contra las drogas y violencia social cotidiana, y Ia estrategica ubicaci6n del pais. Las repercusiones de este conflicto multiforme para Ia regi6n no s6lo radican en Ia amenaza a las naciones limitrofes y en el impacto desestabilizador en los mercados. Tambien tienen que ver con los dramaticos costos humanos, sociales y culturales de una guerra que se siente en el desplazamiento interno ma­ sivo ( 1 de carla 40 colombianos abandona su regi6n debido a Ia violencia); las estadisticas de muerte en ciudades como Medellin (40.000 j6venes asesinados entre 1 985 y el 2002); el aumento del m1mero de refugiados (en diciembre del 2003 los colombianos refugiados en todo el mundo sumaban 233.600);5 las elevadas cifras de personas que abandonan el pais; y los mas altos indices de secuestro en el mundo (50% del total mundial). Colombia es uno de los muchos paises enfrascados en un conflicto armado que cobra las vidas de miles de civiles carla afio y ostenta un record de violencia (77 homicidios por carla 1 00.000 habitantes en promedio entre mediados de 1 980 y el 2000) que lo sima como uno de los mas violentos entre las sociedades con­ temporaneas (Palacios, 1 997). 6 Mario Calder6n y Elsa Alvarado --