Historias de polvo y sangre. Genesis y evolucion del trafico de drogas en el estado de Tamaulipas

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ANTROPOLOGÍAS • HISTORIAS • LENGUAJES • SOCIOLOGÍAS

Carlos Antonio Flores Pérez HISTORIAS DE POLVO Y SANGRE GÉNESIS Y EVOLUCIÓN DEL TRÁFICO DE DROGAS EN EL ESTADO DE TAMAULIPAS

P U B L I C A C I O N E S D E L A C A S A C H ATA

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Historias de polvo y sangre Génesis y evolución del tráfico de drogas en el estado de Tamaulipas

PUBLICACIONES DE LA CASA CHATA

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Historias de polvo y sangre Génesis y evolución del tráfico de drogas en el estado de Tamaulipas Carlos Antonio Flores Pérez

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364.157097212 F623h   Flores Pérez, Carlos Antonio. Historias de polvo y sangre : Génesis y evolución del tráfico de drogas en el estado de Tamaulipas / Carlos Antonio Flores Pérez. -- México : Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2013   410 p. ; tabs. ; 23 cm. ; + CD-ROM (4 3/4 plg.). -- (Publicaciones de la Casa Chata)

Incluye bibliografía, epílogo, índice analítico y anexo documental. ISBN 978-607-486-243-0

  1. Tráfico de drogas - México - Tamaulipas. 2. Crimen organizado -México Tamaulipas. 3. Tráfico de drogas - Política gubernamental - Tamaulipas Siglo XIX. 4. Tráfico de drogas - Política gubernamental - Tamaulipas Siglo XX. 5. Delincuencia - México - Tamaulipas - Siglo XX. 6. Cocaína Industria y comercio - México. 7. Traficantes de drogas. I. t. II. Serie.

Proyecto apoyado por Conacyt Tipografía y formación: Laura Roldán A. y Marlen Hernández Gómez Diseño de portada: Raúl Cano Celaya Corrección de estilo: Alejandrina González Gallegos

Primera edición: 2013 D.R. © 2013 Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Juárez 87, Col. Tlalpan, C.P. 14000, México, D.F. [email protected] ISBN 978-607-486-243-0

Impreso y hecho en México

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Índice

Agradecimientos ........................................................................................................... 9 Introducción ................................................................................................................ 13 1. Estado y delincuencia organizada.............................................................................. 23 Consideraciones teóricas sobre los vínculos entre poder y delincuencia organizada .. 24 De la fortaleza o debilidad del Estado ................................................................... 25 Un comentario sobre la naturaleza del objeto de estudio y las limitaciones que impone.......................................................................................................... 33 Tráfico de drogas y poder político en México durante el régimen autoritario ............ 35 Reconfiguración cooptada del Estado y su efecto en el proceso de falla ..................... 40 La falla del Estado: origen conceptual y dilemas ................................................... 42 La falla del Estado ................................................................................................ 47 Reconfiguración cooptada del Estado .................................................................. 49 La producción y el tráfico de cocaína ....................................................................... 56 2. El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad .. 69 Tamaulipas: de sus orígenes hasta el Porfiriato ......................................................... 71 Tamaulipas: de la Revolución a la hegemonía portesgilista ....................................... 81 Tamaulipas: contexto sociodemográfico (1940-1950) .............................................. 91 El alemanismo ..................................................................................................... 96 El alemanismo en Tamaulipas .......................................................................... 115 3. Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1946-1964) ........ 129 Protección política en los orígenes del Cártel del Golfo ............................................ 131 Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas y el homicidio de Gloria Landeros .............. 139 Tráficos ilícitos y el homicidio del comandante aduanal Octavio Villa Coss .......... 154 Miguel Alemán y Antonio Ortiz Mena: tráficos ilícitos y vinculaciones anticastristas... 164 Precursores y vinculaciones políticas ........................................................................ 167

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4. Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas (1964-1988) ........ 179 Tamaulipas: contexto sociodemográfico (1970-1980) .............................................. 182 El contexto del tráfico de drogas en México a comienzos de los setenta y sus particularidades en la región noreste ................................................................ 185 Tráfico de drogas en la región noreste.................................................................... 189 Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas ............................ 196 Cambios políticos, continuidad de intereses ......................................................... 199 Transición generacional ....................................................................................... 203 Carlos Hank González ..................................................................................... 208 Leopoldo Sánchez Celis .................................................................................... 211 Óscar Flores Sánchez ........................................................................................ 215 Alfonso Martínez Domínguez .......................................................................... 217 Reacomodos en Matamoros ................................................................................. 220 La Dirección Federal de Seguridad ....................................................................... 222 Cocaína ............................................................................................................... 224 El homicidio de Casimiro Espinosa Campos el Cacho .............................................. 228 El homicidio de Ernesto Flores Torrijos y Norma Moreno Figueroa ......................... 235 5. Un porvenir con hondas raíces en el pasado (1988-2000) ........................................ 241 Auge y ocaso del primer Cártel del Golfo ................................................................. 242 Motín en el penal de Matamoros.......................................................................... 252 Operaciones financieras y patrimoniales ............................................................... 267 Mario Ruiz Massieu ............................................................................................. 271 Antiguas relaciones, compromisos renovados ....................................................... 278 Rostuca Holdings y Emilio Martínez Manautou .................................................. 281 El surgimiento del nuevo Cártel del Golfo ............................................................... 285 El tráfico en el noreste tras la detención de Juan García Ábrego ............................ 286 Reacomodos tamaulipecos e incursiones sinaloenses ............................................ 293 El ascenso de Osiel Cárdenas Guillén y su guardia personal .................................. 309 Epílogo ......................................................................................................................... 327 Bibliografía ................................................................................................................... 339 Índice analítico ............................................................................................................. 383

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Agradecimientos

Quiero expresar mi reconocimiento y gratitud al Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas) por su buena disposición para des­ arrollar este trabajo; en especial, a la Dra. Virginia García Acosta, su directora general, y a mi colega y amiga, la Dra. Elena Azaola Garrido, por todo su interés en respaldar esta línea de investigación. Agradezco al Institute of International Education (iie) y a Robert Quinn, de la Universidad de Nueva York, junto con todo su equipo. Les doy las gracias por todo el respaldo en aspectos cruciales para la continuidad de la labor investigativa que permitió elaborar estas páginas. Asimismo, a la Universidad de Oslo, Noruega, por su cálida recepción y respal­do­. En este caso, debo mencionar con particular gratitud a mi amiga y colega, la Dra. Benedicte Bull, y, por supuesto, a la Dra. Kristi Anne Stolen. A Kristoffer Ring, por todo el apoyo en cuestiones informáticas. A Manhar Pat Harmansen, por toda la ayuda con diversas gestiones administrativas y todas las muestras de amigable solidaridad. Desde luego, a Ivan Briscoe, Osvaldo Dorich, Erik Berge, Mónica Guillén y Nelson Salinas, por su fraternal amistad. Gracias también a mis amigos del Instituto de Derechos Humanos y del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe de la Universidad de Connecticut. A sus respectivos titulares, el Dr. Richard Wilson y el Dr. Mark Overmyer-Ve­ lázquez, por todo el apoyo recibido. Con un énfasis muy particular, a la Dra. Anne Geblein, entrañable amiga y magnífica colega. A la Dra. Shareen Hertel y a la Dra. Kathryn Libal, por toda su generosidad. A Marisol Ramos y a Shika Sharma, por toda su ayuda en la ubicación de material pertinente para mi trabajo. Agradezco a mi buen amigo, el Mtro. Alejandro Peña García, por todo el diligente apoyo para nutrir esta investigación, que se benefició de su talento y disposición infatigable, a pesar de la distancia. Mi reconocimiento también al personal del Archivo General de la Nación y de la Hemeroteca Nacional, por su colaboración cotidiana y amable mientras tenía lugar mi investigación. Mi gratitud infinita y permanente para otras personas que han constituido elemento crucial para el buen desarrollo de este trabajo. Prefiero mantenerlos in pectore; ellos saben bien quiénes son. 9

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La verdad nos hará libres. Juan 8:32

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Introducción

¿Cuáles son las razones que han hecho del estado fronterizo de Tamaulipas una de las regiones arquetípicas en términos de tráfico de drogas y violencia asociada a este fenómeno? En la geografía nacional, la entidad está fuera del corredor donde se producen este tipo de sustancias, que no han arraigado en su suelo de manera significativa. Más allá de su ubicación fronteriza —que ciertamente constituye uno de los factores determinantes inexorables—, los procesos históricos que condujeron a la consolidación de estos fenómenos en Tamaulipas tienen que ver más con el establecimiento temprano de prácticas corruptas relacionadas con estas actividades, por parte de personajes que mantuvieron un amplio ascendente sobre la entidad por sí mismos o a través de sus herederos, desde finales de los años cuarenta. Aunque la presencia del tráfico de drogas y la violencia asociada al mismo parecen a simple vista una cuestión que irrumpe en el escenario regional a mediados de los ochenta, en realidad se encontraba presente desde tiempo atrás, paradójicamente con actores que las instituciones de seguridad y procuración de justicia mexicanas habían detectado varias décadas atrás. En Tamaulipas, el desarrollo acelerado de este fenómeno aparece más ligado a circunstancias artificiales auspiciadas por personajes específicos, que a un proceso relativamente natural de la ampliación de un mercado de sustancias autóctonas. Es éste el factor que se evidencia determinante y que hace que en la región noreste fuera Tamaulipas —y no otro estado fronterizo— la entidad que albergara a la organización criminal más poderosa de esa parte del país. El propósito de este trabajo es mostrar esos procesos y los personajes que —a partir de la evidencia contenida en documentos gubernamentales ahora públicos e información hemerográfica local e histórica—, parecen compartir la responsabilidad del desbordamiento institucional que hoy día enfrenta esa entidad y que comenzó a gestarse hace varios decenios. Esta investigación parte de una premisa básica: el conocimiento que se tiene sobre la delincuencia organizada para el tráfico de drogas requiere, en general, de elementos históricos que permitan, en la medida de lo posible, contar con la mayor­ cantidad de información objetiva sobre sus características, su dinámica y los 13

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­ iversos tipos de factores que la prohíjan. Es éste un requisito previo a la teorización d a la que aspiran diversos académicos y especialistas, sin el cual resulta difícil alcanzar­ puntos de acuerdo elementales sobre el tema, que permitan extender la comprensión del mismo. He sostenido en otros trabajos que un elemento central para entender el fe­ nómeno de la delincuencia organizada en México —en especial, la dedicada al narcotráfico— es su interacción con las estructuras de autoridad bajo una lógica de contubernio, presente en otras latitudes también, pero potenciada en este caso por las características del régimen político que imperó en el país durante más de se­tenta­años y que, en cierto sentido, sigue replicándose en el interior de algunos estados del país, donde el cambio político externo parece poco permeado. Me basé en testimonios obtenidos a partir de entrevistas con personajes que, dada su trayectoria­en cargos gubernamentales de gran responsabilidad, estuvieron en condiciones de observar de cerca la lógica en que dicha interacción tenía lugar.1 Este trabajo tuvo muy buena recepción entre la comunidad académica; de cualquier manera, algunos colegas expresaron la necesidad de llevar a un punto más allá la autoridad que representaban las fuentes testimoniales, haciendo pública­ su identidad, hecho imposible dado el compromiso original de anonimato asumido­ con ellas. En el contexto de investigaciones derivadas de este documento original, para su publicación parcial bajo la forma de artículos en revistas especializadas y arbitradas, algún otro colega expresó, dentro del beneficio del anonimato que también estos medios académicos conceden —aun tratándose de cuestiones mucho menos sensibles que la que nos ocupa—, que al no estar la información públicamente disponible, se podía incluso poner en duda la veracidad de la misma. Debido a la naturaleza de la cuestión, a la escalada de violencia que inundó al país poco tiempo después de la aparición de aquel trabajo —originalmente listo para publicarse desde 2005— y a los riesgos que implica la referencia pública a semejantes temas, no es difícil comprender el interés por el anominato de personas que hablaron de buena fe sobre la cuestión, pero que sin duda tienen otros intereses vitales más sustantivos que satisfacer pruritos académicos. No obstante, comprendí que para un trabajo posterior sería muy deseable contar con información que permita, sin duda alguna, efectuar, para quien así lo desee, procesos de comprobación intersubjetiva, es decir, que permita acceder de manera 1

Véase Carlos Antonio Flores Pérez (2009), El Estado en crisis: crimen organizado y política. Desafíos para la consolidación democrática, ciesas, México.

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libre a las mismas fuentes para verificar su contenido. Ese propósito se cumple en esta investigación. El tema de esta investigación, que es esencialmente la corrupción política y policiaca asociada al tráfico de drogas, es incómodo y de difícil tratamiento. Suele restar apoyos antes que sumarlos: genera desconfianza de autoridades —que en principio deberían ser las primeras interesadas en conocer el fenómeno y sus dimensiones—, porque consideran que su resultado puede alcanzarlas y ponerlas en entredicho. No suele contar con el respaldo de circuitos académicos que en buena medida viven de presupuestos públicos o contratos gubernamentales para brindar distintos tipos de asesoría a quienes ejercen el poder, que perciben en semejantes­ exposiciones un motivo potencial o fáctico de controversia, lesivo para el mecenazgo­ que les favorece. También puede parecer poco discreto o conveniente a la luz de políticas de cooperación, incluso internacionales, que en aras de mantener un tratamiento amistoso con sus beneficiarios, insisten en enfocar los problemas de inseguridad como un asunto exclusivo de falta de recursos materiales o humanos y su adecuada capacitación, olvidando la información que fluía de manera constante hace poco más de una década, que mostraba que la raíz del problema tenía que ver más con una corrupción endémica que con la falta de helicópteros de alta tecnología para el combate operativo a la delincuencia. Todo esto, sin mencionar el poco agrado que puede generar en los personajes aludidos, que es un asunto nada menor. Frente a todo ello, una de las ventajas que presenta este trabajo es el carácter público de la información que contiene. Todos los datos que pueda hallar el lector en las siguientes páginas, pueden ser encontrados en fuentes públicas: documentos oficiales en el Archivo General de la Nación; periódicos internacionales, naciona­ les­y de Tamaulipas; documentos judiciales que pueden obtenerse en diversas cortes­ federales de Texas y, ocasionalmente, alguna página web. Éste es un trabajo que pretende ser útil tanto al investigador especializado —por ello, un breve capítulo de carácter teórico y académico en su inicio y la profusión de notas de pie de página, a fin de permitirle rastrear la información—, como al público en general que puede interesarse en la materia y en las implicaciones que ésta ha tenido para su vida cotidiana y la de sus seres queridos. Para el primero de estos públicos, debo hacer explícitos algunos aspectos teórico-metodológicos que guiaron la investigación. Ésta se adscribe, en sentido general,­en la corriente institucionalista-histórica de la ciencia política, aunque el grueso de la obra es esencialmente histórico en su sentido tradicional, de búsqueda y exposición de información proveniente de fuentes primarias y secundarias. Parte­ de la noción del efecto de path-dependence, generado por ciertas prácticas corruptas­

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arraigadas dentro de las instituciones centrales y locales de seguridad y justicia, en una etapa temprana de su desarrollo, que favorecieron su reproducción a lo largo del tiempo, bloqueando o desviando permanentemente su desempeño formal. Este proceso puede ser entendido, en general, a partir de aspectos esenciales contenidos en el concepto de reconfiguración cooptada del Estado, desarrollado por Luis Jorge Garay et al., y que puede ser vinculado con una modalidad específica de falla del Estado, donde ésta no es producto de la ausencia de recursos estatales ni de su colapso material, sino de una disfuncionalidad crónica e inducida en su naturaleza­ de garante del interés público. La identificación de los actores y procesos que desempeñaron un rol especial en semejante inducción, a partir de su vinculación con intereses y grupos delictivos, constituye el elemento central para la comprobación de esta hipótesis. La indagación histórica se llevó a cabo a lo largo de tres años, en los fondos del ramo Presidentes del Archivo General de la Nación, especialmente en aquellos de Manuel Ávila Camacho, Miguel Alemán Valdés, Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Mateos. Asimismo, en versiones públicas de más de setenta expedientes personales contenidos en los acervos de la Dirección Federal de Seguridad y la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales —dependencias de la Secretaría de Gobernación extintas en 1985—, ubicados también en el agn. En este caso se recurrió, en múltiples ocasiones, a la solicitud de la generación de expedientes semejantes,­mediante requerimiento ante el Instituto Federal de Acceso a la Información (ifai). El expediente militar de Carlos I. Serrano también se obtuvo mediante esta vía, en el Archivo de Cancelados de la Secretaría de la Defensa Nacional, lo mismo que el de Juan N. Guerra, como agente de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, institución en la que se obtuvo la copia de la versión pública correspondiente. En algunos casos, documentos disponibles en el Archivo Nacional de los Estados Unidos son citados —a partir de las referencias establecidas en las fuentes bibliográficas en que fueron hallados—, en todo momento con los debidos créditos a sus respectivos autores. Se llevó a cabo investigación en fuentes hemerográficas, consistentes en 16 dia­ rios de circulación local (12 en Tamaulipas, uno más en Nuevo León y, ocasionalmente, tres más de otros estados); 16 periódicos y un semanario nacionales. En el caso de la prensa local, el periodo de investigación fue de 1947 a 1993, aunque la indagación se extendió hasta 1999 en el periódico El Norte, de Nuevo León, favorecida por su disponibilidad en línea. En lo referente a los medios de circu­lación nacional, la mayor parte de la investigación se llevó a cabo con recursos digitales, aunque ocasionalmente se rastreó en sus versiones impresas información relevante

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no contenida en los primeros, debido a su antigüedad. La información más reciente se rastreó en línea. Para la indagación informativa en prensa internacional se recurrió a los servicios­ de Newspaper Archives, sitio de paga en internet que ha compilado y digitalizado los ejemplares de múltiples periódicos a nivel mundial, y que cuenta con motores de búsqueda especializados para ubicar datos por país, nombre, lugar y periodo. Se accedió también, directamente, a los sitios web de otros periódicos. En total, en este caso, fueron consultadas 17 publicaciones. El criterio que guió la selección de fuentes hemerográficas fue el de brindar la perspectiva más amplia y panorámica posible de los hechos que se informan. En su inmensa mayoría, se refiere a notas periodísticas de las cuales se extrajeron los datos tal y como fueron reportados. No se recurrió, en absoluto, a artículos editoriales o de opinión. En muy pocos casos se hizo referencia a información contenida­ en columnas periodísticas, señalando específicamente cuando así ocurrió. En estos casos, por ejemplo, se refirió la asistencia de diversos personajes de interés a eventos sociales o la relación de amistad entre los mismos. No se privilegiaron medios informativos por corte ideológico, sino por el seguimiento de la información y la precisión en la cobertura. Un factor a considerar, además, fue la disponibilidad física de los diarios en los acervos de la Hemeroteca Nacional. Cuando la información proporcionada por diversos medios fue contrastante, se optó por aquella que evidenciara un seguimiento más preciso y sistemático, o bien, se hizo referencia explícita a la diferencia de versiones. Aspectos genealógicos relevantes se rastrearon en el sitio web My Family Search, que ha integrado los registros oficiales de nacimientos, bautizos, matrimonios y defunciones en muchos países, incluyendo México, desglosándolos por entidades e incluso por ciudades, por un periodo de tiempo que incluye varios siglos de acervos documentales. Se consultaron, también en su integridad, los casos penales y civiles seguidos respectivamente contra Juan García Ábrego y Mario Ruiz Massieu, en la Corte Federal de Houston, Texas, en los años 1996 y 1997. Asimismo, se incluye información contenida en documentos judiciales de las cortes de Texas, Estados Unidos, relativos al proceso penal en curso contra Antonio Peña Argüelles, donde aparece vinculado el ex gobernador Tomás Yarrington Ruvalcaba, así como la acusación de naturaleza civil en contra de este último. También se realizó investigación en fuentes bibliográficas especializadas en la historia de Tamaulipas. En este caso, especial relevancia cobraron aquellas en las que el autor fuera testigo presencial de los hechos narrados, como ocurrió con el

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trabajo de Ciro R. de la Garza Treviño, actor y cronista de muchos asuntos relevantes que, más allá de sus opiniones subjetivas, fue útil para establecer la existencia­ de relaciones personales en los que la relatoría de procesos generales usualmente no repara. Se debe aclarar, además, que este trabajo no es una historia exhaustiva y perfectamente secuencial de todos los aspectos o hechos relacionados con el tráfico de drogas en Tamaulipas. Semejante tarea hubiera requerido no un volumen, sino una enciclopedia, dada la abundancia de incidentes ocurridos entre 1947 y 2000, que constituye el periodo de referencia central de la investigación. Sin embargo, los datos que aquí se presentan constituyen, a mi juicio, los más relevantes para comprender el desarrollo de la organización delictiva que llegó a consolidarse como hegemónica no sólo en Tamaulipas, sino en toda la región noreste, en el periodo señalado: la denominada, de manera coloquial, como el Cártel del Golfo. Debido a la relevancia de la misma, y de algunos hechos especialmente relacionados con ella, algunas cuestiones ocurridas fuera de este periodo también fueron abordadas en un apartado específico, dentro del último capítulo de la obra. La exposición tampoco es en todo momento estrictamente secuencial, sino que en ocasiones hace referencia a hechos pretéritos o futuros, relacionados con aquel que se aborda de manera sustantiva. Lo anterior se realizó como una medida para facilitar al lector la ubicación de personajes y procesos que, de otra manera, dada la multiplicidad de nombres que aparecen en la investigación, podrían pasar desapercibidos. Uno de los puntos fuertes del trabajo es la exposición de información pública y oficial que corrobora los amplios niveles de corrupción institucional relacionada con el tráfico de drogas, su carácter central para la reproducción de las organizaciones­ dedicadas a esta actividad, y su naturaleza de orden político y no sólo policial. En contraste, uno de los elementos que constituyen una debilidad —además de aquellas que encuentre el lector— es que esta información es necesariamente parcial; no en el sentido de su interpretación, sino del carácter heterogéneo, limitado o incompleto en lo que se refiere al papel de personajes relevantes, de los cuales no existe registro público o a los cuales no fue posible acceder. Una cuestión a destacar es que los criterios de la desclasificación de información son variables y —aun en el Archivo General de la Nación— los propios para la presentación de las versiones públicas de los expedientes guardan diferencias­, probablemente debido a los cambios del personal encargado de semejante tarea. Así, por ejemplo, los expedientes desclasificados en tiempo más reciente se aprecian más completos y útiles en términos de investigación histórica, mientras que otros previos —donde el criterio prevaleciente fue sólo la recopilación de las fojas donde

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aparece el nombre del personaje de interés, sin presentar en su conjunto­el documento original del cual forman parte— resultan prácticamente inservibles, pues se evita la posibilidad de evaluar su contexto y valía. A pesar de haber entregado formalmente al Archivo General de la Nación los acervos correspondientes a la Dirección Federal de Seguridad y la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales, la integración de estos documentos continúa dependiendo, en buena medida, de personal del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), de manera que el acceso a determinados documentos, considerados sensibles por esta institución, pudiera ser sujeto a restricciones, más allá de lo expresado por la Ley Federal de Acceso a la Información y sus medidas de protección a datos personales, y de la voluntad de los propios investigadores del Archivo General de la Nación. No obstante, en beneficio de la labor y del profesio­ na­lismo del personal de ambas instituciones, encargado de sistematizar y propor­ cio­nar la información contenida en estos archivos, debo señalar que los casos donde­ ésta se apreciaba insuficientemente integrada o descontextualizada fueron pocos. El valor específico de la información contenida en estos acervos puede considerarse alto. Muchos de los reportes o memorandos fueron elaborados por dele­ gados de la dfs o la dips, o bien, por sus propios titulares. Particular relevancia guar­dan aquellos redactados bajo la dirección del coronel Manuel Rangel Escamilla,­ personaje que, a diferencia de varios de sus predecesores y sucesores, no se aprecia involucrado en juegos de poder o actividades irregulares, en el sentido que interesa­ a este trabajo. No se omite que la propia dfs tenía a su vez un amplio historial de corrupción, pero éste es también evidenciado a lo largo del trabajo. Cabe señalar, además, que en las disputas burocráticas entre las instituciones mexicanas de seguridad, la corrup­ción de alguna de ellas no ha sido nunca óbice para que ésta reporte, con la mayor precisión posible, la propia de las dependencias rivales o de personajes considerados contrarios a sus intereses políticos. Por otro lado, alguna parte de la información que aquí se presenta ha aparecido­ también ya ante la opinión pública, si bien de manera poco sistemática, aislada, y con frecuencia con imprecisiones relevantes, de manera que su exposición conjunta­ y verificada con los criterios académicos apropiados constituye otro elemento­enriquecedor. En general, se recomienda la lectura secuencial del trabajo. El primer capítulo aborda cuestiones teóricas esenciales y definiciones básicas para encuadrar el fenómeno que se estudia, que el lector especializado puede hallar útiles en términos de contribución académica a la comprensión del mismo, y el lector del público en general podrá encontrar, espero, no demasiado aburridas ni abstractas. En él

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analizo­criterios generales para entender las interacciones entre el Estado, el régimen político y la delincuencia organizada, en términos de contubernio, y las características que éstas tuvieron en el contexto mexicano vigente hasta 2000. Explico­ también los conceptos empleados de reconfiguración cooptada del Estado y la relación que tiene con una modalidad específica del proceso de falla del Estado, que asimismo describo. La comprensión de estos aspectos teóricos es deseable para encuadrar el resto de la información que se presenta en el trabajo, pero no sobrecarga el resto de la exposición ni limita las posibilidades de que ambos tipos de lectores realicen sus propias inferencias. Expongo la evolución general del tráfico de drogas en México, a la luz de las características específicas del régimen político posrevolucionario, así como del tráfico de cocaína en términos históricos, tanto en su contexto global como nacional, durante el periodo de referencia de este trabajo. En este último caso, señalo también algunos aspectos inherentes a la lógica de producción y comercio transnacional de esta última droga psicoactiva, que vale la pena tener en consideración para una mejor comprensión de los hechos descritos en las siguientes secciones del libro. El segundo capítulo es un contexto sociodemográfico e histórico de Tamaulipas.­ Recomiendo ampliamente su lectura porque permite apreciar procesos políticos que constituyen un eje fundamental para la comprensión de los hechos que se exponen y la familiarización con personajes que habrán de desempeñar un rol central en el resto del trabajo. Describe en particular la evolución de los hechos histórico-políticos derivados de la Revolución mexicana en la entidad, la consolidación de la camarilla de Emilio Portes Gil y su desplazamiento de las estructuras locales de poder por la de Miguel Alemán Valdés, con aquellos personajes que, dentro del estado, se asociaron con sus intereses. El tercer capítulo aborda algunos hechos delictivos cometidos entre finales de los cuarenta y principios de los años sesenta, por personajes que habrán de conformar en su momento la principal organización del tráfico de drogas en Tamaulipas. Se muestran sus relaciones con funcionarios y personajes políticos de primer nivel en los ámbitos central y locales, que en 1947 arribaron al poder en ambas dimensiones, y la protección que éstos les brindaron a determinados criminales, a pesar de estar plenamente identificados como autores de los delitos expuestos, por la confluencia de intereses entre unos y otros, en materia de tráficos ilícitos de orden diverso. Se relata la aparición de la figura de Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas, líder original de la estructura criminal que habría de conocerse como el Cártel del Golfo, y su estrecha vinculación con diversas figuras de poder. El periodo que se cubre es de 1946 a 1964.

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El cuarto capítulo expone la transición generacional entre personajes vinculados­ con el alemanismo y otros tantos que heredaron de ellos intereses y asociaciones irregulares, así como los procesos renovados de protección institucional sobre los mismos grupos criminales, que habrían de potenciarse a partir del surgimiento de un mercado internacional de drogas psicoactivas altamente demandadas. Este apartado muestra cómo los cambios políticos dentro de la clase política posrevolucionaria parecieron ya irrelevantes para la continuidad de intereses ilícitos a la luz de las grandes expectativas de enriquecimiento que éstos representaban desde finales de los años setenta. Se aborda la consolidación de la organización de Juan N. Guerra en el tráfico de drogas a lo largo del periodo 1964-1988, el surgimiento del liderazgo de su sobrino, Juan García Ábrego, su incursión acelerada en el tráfico de cocaína hacia los últimos años de esta época, y su consolidación amparada en amplias relaciones de protección política y policiaca. El quinto capítulo relata el auge y fin de esta última etapa de la organización. Expone algunas evidencias sobre los altos grados de corrupción que permitieron su operación, hasta la detención de García Ábrego. Expone también los reacomodos graduales que tuvieron lugar en el noreste, especialmente en Tamaulipas, tras este hecho, hasta la construcción de una nueva hegemonía en la región: la de Osiel Cárdenas Guillén. Se expone cómo la variación en las condiciones políticas, que culminarían en el cambio de régimen, afectaron las circunstancias del surgimiento de esta última organización y, en consecuencia, su propia lógica operativa y funcional. Asimismo, se abordan algunas cuestiones que darían lugar, años después, a la confrontación entre la organización de Cárdenas Guillén con otras originarias del noreste del país, causa fundamental de la violencia registrada en los últimos años. En este caso, el periodo abarcado es de 1988 a 2000. Finalmente, en el epílogo, se hace una reflexión sobre los hechos expuestos a lo largo del trabajo, a la luz de los planteamientos teóricos analizados en el inicio, además de una referencia a hechos ocurridos en años más recientes; en especial, investigaciones judiciales en contra de algunos ex mandatarios tamaulipecos que arrojan nuevos datos y parecen confirmar los altos y añejos grados de compenetración entre actores políticos y criminales en Tamaulipas, al punto de diluir la diferencia entre unos y otros a proporciones de sutileza analítica. Asumo de antemano las imprecisiones que pudiera contener el trabajo. No son de mala fe, sino, en todo caso, espero sean producto del propio carácter limitado o esquivo de la información y de la naturaleza del tema que se expone. Hasta donde­ fue posible procuré evitar juicios de valor; por el contrario, intenté dejar que la información aportara por sí misma las evidencias necesarias. Espero haber cumplido con tal propósito.

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Agradezco por igual el interés de los colegas y del público en general por leer estas páginas. Lo hago con especial sensibilidad en el caso de estos últimos lectores, muestra aleatoria de la sociedad mexicana que pagó con sus impuestos mi formación académica y mi posterior trabajo de investigación. Les agradezco su interés por estos temas, a pesar del agobio que en la actualidad representa, para su vida y su tranquilidad, la continua reproducción de hechos de violencia criminal que atestiguan en su entorno y que, acaso, pueden hacer palidecer a aquellos que aquí se relatan, más allá de si éstos salen a relucir ante la opinión pública o no. Les agra­ dezco por su disposición para conocer mi interpretación y análisis sobre una de las causas fundamentales de la violencia que hoy padecen: la suplantación del interés público por intereses de orden criminal en las instituciones que pretendidamente deberían velar por su bienestar y el de los suyos. Espero, con humildad, que este tra­ bajo contribuya no sólo al conocimiento académico, sino a la construcción de conciencia ciudadana, de reflexión en la búsqueda de nuevos caminos de acción para hacer de las instituciones representantes del interés de la gente, de renovación del espíritu de cambio democrático e institucional que nos lleve, por fin, al México­ justo al que aspiramos, basado en una convivencia armónica y equitativa,­cimenta­ da­en leyes e instituciones. Si para ello sirven estas páginas, así sea en grado ínfimo, cumplieron su propósito y me doy por bien servido.

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1. Estado y delincuencia organizada

El fenómeno de la delincuencia organizada se encuentra presente en una amplia diversidad de países, diferenciados a su vez por las más dispares características en términos de desarrollo económico, régimen político y características sociodemográficas. Dada su proliferación, puede suponerse que la delincuencia organizada deriva de las propias dinámicas de las sociedades contemporáneas. No obstante, los niveles de afectación que presentan los distintos casos muestran un notable contraste. En algunos de ellos, la delincuencia organizada opera con un perfil bajo, con escaso uso de la violencia y genera una afectación menor a la gobernabilidad, a la dinámica institucional y a la convivencia cotidiana de la población. En otros, su operación está asociada a grados muy altos de violencia, que en algunas ocasiones llegan a asemejar a aquellos presentes en condiciones de conflicto interno, acompañados por un profundo desgaste de las instituciones del Estado y una zozobra social permanente. En este capítulo se exponen algunas consideraciones teóricas encaminadas a explicar por qué algunos países muestran condiciones más favorables para el des­ arrollo de una delincuencia organizada de alta intensidad, con alta proclividad a la violencia y capaz de vulnerar la gobernabilidad, el funcionamiento de las instituciones y la convivencia social. Estas condiciones pueden ubicarse más en las profundas disfuncionalidades que estos países presentan en sus respectivas estructuras estatales —potenciadas por las características de sus regímenes políticos— que en los argumentos míticos y maniqueos que suelen proliferar en los discursos oficiales de sus respectivas esferas de autoridad. Discurso que suele reducir el problema a la lucha entre autoridades buenas y delincuentes malos, y pretende modelar el imaginario colectivo a partir de la repetición constante del imaginario oficial, construido artificialmente como una cadena interminable de arrestos, decomisos, incautaciones de bienes y sustancias ilegales, insuficientes para modificar el panorama en sentido positivo. La retórica de los grandes números de semejante discurso tiende a difuminar el hecho de que en varios de los estados donde la operación de la delincuencia organizada ha generado crisis arquetípicas, la interacción de actores públicos y 23

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delictivos suele estar bastante alejada de los cánones establecidos por las normas ins­titucionales formales. Como se verá a lo largo de estas páginas, en determinados estados el crecimiento­ exponencial de la delincuencia organizada ha estado directamente vinculado a las acciones y omisiones de múltiples actores públicos que, con propósitos de beneficio­ personal, prevaricaron en sus funciones y auspiciaron su operación validos de sus cargos oficiales o influencia personal en los círculos políticos y gubernamentales. En algunos casos, dada la jerarquía de los actores públicos involucrados, estos intereses desviaron el desempeño de múltiples instituciones políticas y de seguridad en una lógica de reconfiguración cooptada del Estado, de manera que su funcionamien­ to­normal fue obstaculizado y en su lugar se institucionalizaron prácticas corruptas de protección a la delincuencia. En estos casos, la crisis de seguridad no constituye sino la expresión más visible y violenta de una disfuncionalidad estructural más profunda, donde el desempeño cotidiano de múltiples instituciones está desprovisto de contenidos básicos de interés público y, por el contrario, refuerza otros de carácter estrictamente privado, e incluso criminal, a través de una corrupción endémica e institucionalizada, garantía permanente de impunidad. Se trata pues, de una situación en la que la disfuncionalidad del Estado, potenciada por la desviación inducida desde el propio interior de sus instituciones, le coloca en una situación de falla permanente para gestionar sus propios recursos con eficiencia, garantizar la preservación de sus instituciones y proveer bienes políticos esenciales a su población. Un Estado carcomido desde sus mismas entrañas, que atestigua entonces situaciones de creciente ingobernabilidad y violencia agravadas, producto de la operación de una delincuencia organizada agigantada, que creció bajo su propia tutela. Consideraciones teóricas sobre los vínculos entre poder y delincuencia organizada

La imagen oficial y mediática que se suele presentar del crimen organizado procura­, generalmente, convencer sobre la veracidad de varios supuestos: 1) que el ambiente público siempre es hostil a las organizaciones criminales; 2) que los funcionarios públicos en su conjunto son ajenos a las actividades il������������������������ ícitas������������������ de los grupos delictivos que se encargan de perseguir, salvo casos de excepción; 3) que los casos documentados de vinculación entre organizaciones criminales y funcionarios públicos del más diverso nivel jerárquico son producto de prevaricaciones individua-

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les, y no obedecen a prácticas institucionalizadas ampliamente arraigadas y difundidas dentro­de las instituciones gubernamentales; 4) que, en todo caso, son los delincuentes quienes corrompen de manera unilateral a funcionarios públicos generalmente conscientes de su deber. No obstante, una de las premisas fundamentales para la existencia de la delincuencia organizada de altas proporciones es la corrupción institucional que permi­te la perduración de las operaciones ilegales. No existe una definición consensua­da sobre delincuencia organizada, pero múltiples autores resaltan la importancia de la existencia de una amplia red de corrupción gubernamental para la operación perdurable del grupo delictivo.1 La delincuencia organizada está presente en todos los países del mundo, y si un ingrediente para su existencia es la corrupción, ésta afecta de manera variable a cada caso. Sin embargo, sólo en algunos tal relación es endémica, al grado de fractu­ rar gravemente la gobernabilidad y poner en duda la naturaleza pública de las ins­tituciones del Estado. Sostengo que la relación transaccional entre funcionarios y delincuentes puede articularse en distintas condiciones de equilibrio, que dependen de la fortaleza o la debilidad del Estado y que pueden acentuarse o no a partir de las características del régimen político. Estos dos factores constituyen las bases estructurales en las que se desarrolla el intercambio entre ambos actores sociales, y determinan los recursos que unos y otros emplean para maximizar sus respectivos beneficios. De la fortaleza o debilidad del Estado

La incapacidad crónica de algunos estados para dotar a su población con determinados bienes políticos, generalmente identificados como razón fundamental de su 1

Véase, por ejemplo, Naylor, R.T. (1997), “Mafias, Myths and Markets: On the Theory and Practice of Enterprise Crime”, Transnational Organized Crime, vol. 3, núm. 3, p. 6; Albini, Joseph (1971), The American Mafia: Genesis of a Legend, Appleton Century Crofts, Nueva York; Bailey, John y Roy Godson (2000), “Introducción: El crimen organizado y la gobernabilidad democrática: México y Estados Unidos. Las zonas fronterizas mexicanas”, Crimen organizado y gobernabilidad democrática. México y la zona fronteriza, Grijalbo, México, p. 19; Geffray, Christian (2002), “Drug Trafficking and the State”, Globalization, Drugs and Criminalization. Final Research Report on Brazil, China, India and Mexico, Management of Social Transformations, unesco, p. 47; Chambliss, William (1978), On the Take: From Petty Crooks to Presidents, Indiana University Press, Bloomington; Block, Alan (1994), East Side–West Side: Organizing Crime in New York City, 1930-1950, Transaction, New Brunswick, p. 10; Mcillwain, Jeffrey Scott (1993), “Organized Crime: A Social Network Approach”, Crime, Law & Social Change, núm. 32, Holanda, p. 304.

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existencia, ha sido un tema muy debatido en la comunidad de la ciencia política sin que se hayan alcanzado consensos en las definiciones del fenómeno. Ésta es una preocupación que ha atraído la reflexión de diversos autores. Desde Huntington, quien señalaba hace más de cuarenta años que la diferencia más importante entre los países no era su forma de gobierno, sino el grado de gobierno con que contaban,2 hasta los autores que, en años más recientes, analizan diversas condiciones deficitarias del Estado bajo la denominación del Estado fallido, como Rotberg.3 En consecuencia, en el debate han aparecido conceptos diversos como Estado débil,4 Estado­ frágil,5 Estados colapsados,6 entre otros. Una multiplicidad equiparable puede encontrarse en la variedad de metodologías encaminadas a medir el grado de debilidad o fortaleza, de gobernabilidad7 o falla del Estado.8 La diferencia en definiciones e indicadores considerados deriva en una amplia divergencia en la evaluación de casos específicos. Los Estados en situación crítica parecen multiplicarse o reducirse dependiendo del enfoque empleado, según mostraron Logan y Preble.9 No es el propósito de estas páginas exponer en detalle las diversas implicaciones­ analíticas de los distintos conceptos propuestos para definir tales casos ni de las metodologías encaminadas a medir el fenómeno. A partir del reconocimiento de diferencias de grado, aun entre casos que podrían incluirse en una misma categoría, 2 3 4

5

6 7

8

9

Huntington, Samuel P. (1972), El orden político en las sociedades en cambio, Paidós, Buenos Aires/ Barcelona-México, p. 13. Rotberg, Robert (ed.) (2004), When states fail. Causes and consequence, Princeton University Press, Princeton-Oxford. Buzan, Barry (1988), “People, States and Fear: The National Security Problem in the Third World”, en Azar, Edward y Chung-in Moon, National Security in the Third World, Cambridge University Press. Banco Mundial (2006), Engaging with fragile states, Washington, disponible en . Zartman, William (ed.) (1995), Collapsed States: The Disintegration and Restoration of Legitimate Authority, Lynne Rienner, Boulder co. Véanse, por ejemplo, los indicadores de gobernabilidad empleados por el Banco Mundial, en Kaufmann, Daniel, Art Kraay y Massimo Mastruzzi (2009), “Governance Matters VIII: Aggregate and Individual Governance Indicators, 1996-2008”, disponible en . Véase, por ejemplo, el índice de la Fundación para la Paz (Fund for Peace Failed State Index), disponible en . Logan, Justin y Christopher Preble (2008), “Fixing failed states. A cure worse than the disease?”, Harvard International Review, vol. 29 (4), invierno.

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y a la luz de la multiplicidad metodológica en su medición, opto por exponer una dicotomía cualitativa básica. Las consideraciones aquí expuestas no persiguen una caracterización exhaustiva con indicadores concretos expuestos en detalle. Se trata, fundamentalmente, de ofrecer definiciones esenciales que, más allá de las gradaciones lógicamente diferenciables en cada caso histórico, permitan centrar la discusión sobre determinados contrastes entre las expectativas que se guardan normalmente respecto al Estado y las deficiencias en el cumplimiento de sus propias premisas. Esta diferenciación esquemática parte de la concepción del Estado desarrollada­ por Guillermo O’Donnell, en una lógica donde integra aspectos aparentemente contradictorios de distintas teorías sobre el mismo.10 Expongo sucintamente sus aspectos centrales, que he explicado con más detalle en otro trabajo.11 En el pensamiento político contemporáneo sobre el Estado existen tres orientaciones predominantes. La primera, que define al Estado desde su esencia como monopolio legítimo de la violencia sobre un territorio determinado para el mantenimiento del orden vigente.12 La segunda, que aprecia al Estado como un instrumento reproductor de los intereses materiales de determinado segmento de la sociedad, que a partir del marco institucional, reflejo de una relación asimétrica de poder, subsume los intereses del resto.13 Una tercera, también instrumental, más antigua, pero muy influyente, concibe al Estado como emanación de la voluntad individual de los integrantes de la comunidad política que, en una lógica contractual, le instituyen para proteger sus propios intereses a partir de un esquema subsi­ diario y representativo.14 En términos resumidos, la concepción del Estado desarrollada por O’Donnell asume que los contrastes entre estas concepciones no son sino diferenciaciones analíticas de un fenómeno complejo de dominación social. El monopolio legítimo de la violencia es un prerrequisito fundamental de la existencia del Estado, pero el mismo da lugar a un ordenamiento interior que reproduce un reparto necesaria10 11 12 13 14

O’Donnell, Guillermo (1978), “Apuntes para una teoría del Estado”, Revista Mexicana de Sociología, vol. 40, núm. 4, Estado y clases sociales en América Latina (oct.-dic.), pp. 1157-1199. Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 20-69. Weber, Max (1983), Economía y sociedad, segunda edición en español, Fondo de Cultura Económica, México, pp. 43-44. Engels, Friedrich (1974), “Del socialismo utópico al socialismo científico”, en Marx, Karl y F. En­ gels,­ Obras escogidas, t. III, Editorial Progreso, Moscú, pp. 153-155. Locke, John (1998), Concerning civil government second essay: an essay concerning the true original extent and end of civil government, The Pennsylvania State University, Penn’s State Electronic Classic Series, pp. 49-50.

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mente desigual de los recursos socialmente disponibles, es decir, su constitución esencial se reviste simultáneamente de una dimensión instrumental. La inequidad en el reparto de recursos sociales que representa el Estado sólo se hace tolerable en la medida en que éste, a su vez, es capaz de instaurar un mecanismo de reciprocidad entre gobernantes y gobernados, y un principio paritario entre estos últimos en relación con el trato que reciben del Estado (igualdad ciudadana ante el Estado), como mecanismo fetichizado para atenuar la crudeza de la subyugación estatal. A partir de estas condiciones se genera un sentido de interés público diferenciable de los meros intereses hegemónicos y, en consecuencia, condiciones de legitimidad que brindan perdurabilidad al arreglo político. El monopolio fáctico de la violencia­ sólo se hace tolerable cuando da muestras claras de proteger al menos un umbral básico de intereses públicos, y cuando los distintos elementos que integran la comunidad política no están sistemática y permanentemente excluidos de la posibili­ dad de beneficiarse de los recursos sociales disponibles. Los Estados con mayor solidez, estabilidad y funcionalidad serían aquellos que ejercen de facto un monopolio de la violencia certero sobre su territorio. Además, han logrado trascender un carácter instrumental de mero aparato de subyugación, y garantizan a los gobernados la protección de un interés de naturaleza pública, así como una relativa equidad objetiva en el acceso a los recursos sociales y en el trato que los mismos reciben del Estado. CUADRO 1.1

Premisas de la fortaleza o debilidad del Estado Estado fuerte Amplia tendencia hacia el monopolio legítimo de la violencia.

Estado débil Incapacidad para garantizar el monopolio de la violencia.

Soberanía comparativamente sólida.

Soberanía notablemente mermada.

Cumplimiento de las estructuras normativas oficialmente reconocidas.

Aplicación discrecional de las leyes.

Funcionamiento del aparato público, de acuerdo con criterios propios de la dominación burocrática-legal weberiana.

Ejercicio patrimonial y clientelar del gobierno.

Atenuación del carácter instrumental del Estado como mero reproductor de intereses privados, mediante garantías institucionales de reciprocidad a favor de los ciudadanos.

Agudización del carácter instrumental del Estado, como mecanismo reproductor de condiciones inequitativas de reparto y acceso a los bienes socialmente deseables.

Fuente: Carlos Antonio Flores Pérez, El Estado en crisis: crimen organizado y política. Desafíos para la con­ so­lidación democrática, Publicaciones de la Casa Chata, ciesas, 2009, p. 120.

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Estas condiciones estructurales se ven reflejadas en el diseño y operación de las instituciones y normas del Estado. Varias de estas instituciones entrecruzan las di­ mensiones pública y privada, y sus fortalezas o debilidades tienen un efecto que trasciende los acotamientos analíticos con los que se les enfoca usualmente. Así, por ejemplo, el Estado de derecho no es materia exclusiva de una dimensión penal ni electoral, sino que implica también la vigencia de las normas estatales que afectan múltiples dimensiones de la vida privada también reguladas por el Estado.15 Aspectos nodales que por lo general han sido abordados analíticamente en el ámbito de las características del régimen político serían, bajo esta perspectiva, profundamente afectados por el cumplimiento o deficiencia de estos rasgos estructurales. La naturaleza del régimen político que se asienta sobre estas bases estructurales puede acentuar su fortaleza o exacerbar sus debilidades. CUADRO 1.2

Premisas de acuerdo con la naturaleza del régimen político Régimen democrático

Régimen autoritario

Elección del gobierno mediante sufragio popular.

El mecanismo fundamental de acceso al poder no es el voto popular.

Concepción contractual-garantista del Estado (la autoridad es subsidiaria del interés ciudadano).

Concepción orgánica del Estado y de la relación de éste con sus ciudadanos (la autoridad manda y el gobernado obedece).

Reparto del poder.

Concentración del poder.

Ejercicio del gobierno apegado a la norma jurídica.

Legalidad subordinada a intereses políticos. Legislación ad hoc a los intereses políticos del momento o interpretación arbitraria de la ley.

Garantía y protección de derechos políticos y libertades civiles.

Supresión variable de derechos políticos y libertades civiles.

Rendición institucional de cuentas orientada a la ciudadanía y abierta a la misma.

La rendición de cuentas sólo se ejerce hacia el superior jerárquico, con exclusión de la ciudadanía.

Ordenamientos y prácticas incluyentes.

Ordenamientos y prácticas excluyentes.

Fuente: Carlos Antonio Flores Pérez, El Estado en crisis: crimen organizado y política. Desafíos para la consolidación democrática, Publicaciones de la Casa Chata, ciesas, 2009, p. 121.

15

O’Donnell, Guillermo (1999), “Polyarchies and the (Un)Rule of Law”, en Méndez, Juan E., Guiller­ mo O’Donnell y Paulo Sérgio Pinheiro (1999), The (Un)Rule of Law and the Underprivileged in Latin America, University of Notre Dame Press, Notre Dame, pp. 318-319.

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La situación inversa caracterizaría a aquellos estados que muestran mayores deficiencias en las referidas condiciones estructurales. En ellos, el carácter instrumental de la violencia del Estado, como protección virtualmente exclusiva de los intereses privados de determinados segmentos sociales, se exacerba. Es aquí donde se encuentra el origen del perenne autoritarismo de sus gobiernos, de la aplicación discrecional de la ley y la lógica privatizada de la acción gubernamental, que no persigue otra cosa que el beneficio de actores privados específicos, transformándose con frecuencia en franca corrupción. El orden instituido tiene una legitimidad cuestionada, pues es profundamente excluyente y, como consecuencia, el monopolio­ de la violencia es precario. En estos estados, la democratización parcial e inacabada puede conducir al deterioro de los mecanismos formales e informales previamente empleados para subsanar de manera ad hoc diversas deficiencias estructurales. Dadas las paradojas observadas en múltiples países de reciente democratización,­ varios autores han resaltado la relevancia de la funcionalidad del Estado como prerrequisito para la fundación y el funcionamiento de una democracia liberal efectiva.16 En estados donde la distinción entre intereses públicos y privados es en general tenue, y donde el régimen político no integra condiciones operantes de transparencia, rendición de cuentas y cumplimiento de la ley, las condiciones favorables para la corrupción se multiplican. Son éstas las circunstancias más propicias­ para el surgimiento de profundos vínculos de contubernio entre autoridades y delincuentes, como una de sus variantes. Un esquema de la interacción entre la fortaleza o debilidad del Estado, el régimen político y su efecto sobre las características de la colusión entre funcionarios y delincuentes puede ser el que he descrito con mayor detalle en otro trabajo. 17 Muestro aquí sólo su esbozo e invito al lector interesado a remitirse al mismo para mayores precisiones. Añado simplemente que la tipología propuesta está articulada­ a partir de tres criterios: 1) la concentración o dispersión de actores que ejercen el control predominante en estos nexos; 2) la direccionalidad que tiene, es decir, la existencia o ausencia de un relación jerárquica relativamente clara entre funcionarios y delincuentes, en el sentido predominante en que se ejerce el control sobre el vínculo, y 3) la tendencia que pueda tener para proliferar e influir negativamente en el funcionamiento del Estado. 16

17

Véanse, por ejemplo, Diamond, Larry (1997), Is the third wave of democratization over?, working paper #237, The Helen Kellogg Institute for International Studies, University of Notre Dame, marzo, p. 13; Linz, Juan J. y Alfred Stepan (1997), “Toward consolidated democracies”, en Diamond, Larry, Marc F. Plattner, Yun-han Chu y Hung-mao (eds.), Consolidating the third wave democracies, Johns Hopkins University Press, Baltimore/Londres, p. 14. Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 105-136.

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El Estado monopoliza efectivamente la coerción y es capaz de controlar a todos los sujetos sociales, de manera que expolia verticalmente a los grupos criminales. Las actividades delictivas se encuentran limitadas a aquellas que permitan y sancionen los funcionarios públicos. La corrupción política que implica el vínculo

El Estado monopoliza efectivamente la coerción; los funcionarios gubernamen- tales han interiorizado un sentido de servicio al bien público. El vínculo entre criminales y autoridades existe con fluctuaciones variables en quienes controlan la relación. El vínculo criminal-político se encuentra acotado por la fragmentación del poder

El Estado tiende a mono- polizar la coerción, con deficiencias variables según el caso histórico. Tiende a organizar centralmente los mecanismos de control social, que le permiten dominar, de manera variable, a los diversos actores sociales, incluyendo a los grupos criminales. El uso discre- cional de la legalidad, y la concepción patrimonialista

Estado débil- régimen autoritario

Características.

Estado fuerte- régimen democrático Autoritarismo. contenido liberal. Centralizado- descendente- incremental.

Estado fuerte- régimen autoritario

Régimen. Totalitarismo. Democracia liberal. Tipo de vínculo Monopólico- Fragmentado- con las organiza- descendente- multidireccionado- ciones criminales limitado. limitado. endógenas.



CUADRO 1.3

Tipología propuesta de las relaciones entre crimen organizado y política

El Estado tiende a monopolizar la coerción, con deficiencias variables según el caso histórico. El poder está atomizado en instituciones políticas que operan con criterios patrimonialistas, clientelares e interpretan la ley a su propia conveniencia. La fragmentación del poder permite múltiples vínculos entre funcionarios públicos

Atomizadomultidireccionadoincremental.

Democracia con débil

Estado débilrégimen democrático

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Estado fuerte- régimen autoritario

Estado fuerte- régimen democrático y clientelar en el ejercicio público permiten la amplia proliferación del vínculo entre criminales y políticos y, en general, de la corrup- ción pública. Las intituciones de seguridad centrales pueden disputar entre sí por la extorsión de los criminales, pero la actividad de éstos, en general, requiere de la protección del poder central de manera constante.

Estado débil- régimen autoritario

y organizaciones criminales con fluctuación variable entre quienes ejercen el liderazgo de la relación. La dispersión del control se traduce en más amplias confrontaciones dentro del aparato gubernamental, motivadas por el contubernio con distintos intereses criminales porque no existen acuerdos perdurables que regulen las actividades ilícitas.

Estado débilrégimen democrático

Fuente: Carlos Antonio Flores Pérez, El Estado en crisis: crimen organizado y política. Desafíos para la consolidación democrática, Publicaciones de la Casa Chata, ciesas, 2009, p. 130.

Características. entre criminales y propio de la democracia; funcionarios existe en la existencia de controles y áreas específicas del contrapesos institucionales aparato público, pero, efectivos y la profesionali- en general, se ve acotada zación de los servidores porque una buena parte públicos. Los actores a de los funcionarios corromper son demasiados que integran el aparato y no todos son corruptibles. burocrático han interiorizado nociones de servicio al bien público y lealtad al Estado.



CUADRO 1.3

Tipología propuesta de las relaciones entre crimen organizado y política

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El contubernio entre funcionarios públicos y delincuentes puede ser concebido­ como una relación transaccional caracterizada por un intercambio desigual: los primeros participan en la relación para obtener ganancias ilegales adicionales a sus ingresos legítimos; los segundos se ven en la necesidad de compartir estas ganancias con los representantes del Estado, como vía para evitar la penalización que éste impone. Se trata de una relación clandestina que descansa en la coacción, y los recursos­que ambos actores sociales poseen para llevarla a cabo son igualmente distintos: los actores estatales emplean los recursos de la violencia institucional que el Estado les ha encomendado; los actores delictivos dependen fundamentalmente de recursos privados; esto es, la fortuna acumulada que les permite comprar voluntades, y su capacidad individual para ejercer la violencia.18 En algunos casos de debilidad aguda de las características estructurales del Estado, la prevaricación de los funcionarios públicos respecto a sus funciones formales hace muy difusa la línea divisoria entre los mismos y los delincuentes, al grado que la distinción puede ser relevante sólo en términos analíticos. En los hechos, los actores involucrados integran la matriz de la delincuencia organizada más allá de sus adscripciones formales o institucionales. Es aquí donde se encuentra el origen político de la impunidad como factor que prohíja la crisis de seguridad mexicana. La reproducción de esas prácticas corruptas no ha representado sólo el desvío limitado de determinadas dependencias o funcionarios menores: evidencia una disfuncionalidad sistémica mucho más profunda­, según se podrá apreciar en los capítulos siguientes. Un comentario sobre la naturaleza del objeto de estudio y las limitaciones que impone

La investigación académica sobre fenómenos clandestinos de la naturaleza del tema que nos ocupa obliga a señalar algunas limitaciones metodológicas que impone su misma condición. La primera es que a diferencia de otros temas de investigación éste ofrece una disponibilidad de información necesariamente deficiente: no existen­índices a consultar, la información pública oficial es dispersa o incompleta (independientemente de la confiabilidad que pueda tener) o simplemente no se cuenta con información pública oficial. Los criterios de validación de hipótesis, por tanto, no pueden ser los mismos que los que se aplican al análisis de otro tipo 18

Ibid., pp. 119-136.

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de fenómenos sociales y políticos. Las evidencias e indicios que pueden obtenerse a través de fuentes testimoniales, documentales o meramente periodísticas, por tanto, raramente pueden constituir pruebas irrefutables en los términos que cabría esperar, por ejemplo, en un juicio penal. Pero la multiplicidad en sus fuentes y la congruencia o coincidencia en los hechos descritos apuntan a la existencia cierta de semejantes hechos de colusión. Cuando existen relaciones de contubernio como las que interesa estudiar, los actores involucrados suelen tomar medidas para garantizar que su participación permanezca oculta. Cuando ésta se asoma a la luz, recurren a diversas estrategias para desviar la atención de la opinión pública y de los órganos de procuración de justicia. En la investigación donde se involucran acciones de delincuencia organizada, la navaja de Ockham puede no constituir el mejor criterio de certidumbre, pues en este caso existe un deliberado propósito de falsear los hechos, desviar la investigación y desvincular a los principales decisores de quienes se encargan de la comisión material del delito, a fin de mantenerlos impunes,19 hecho que no ocurre en otro tipo de fenómenos a investigar. No se trata aquí de elaborar una interpretación conspirativa para ofrecer una visión alterna de la evolución política reciente de México; se pretende mostrar el efecto de relaciones criminales clandestinas en dicho proceso político, que por su propia naturaleza tienen inevitablemente un carácter conspirativo.20 Se apuntan tan sólo indicios que han aparecido ante la opinión pública y que incluso han dado lugar a investigaciones judiciales, pero no se pretende asegurar culpabilidad alguna. La mayoría de las veces, tales procesos judiciales no han rendido fruto en términos de sentencia penal, y no pocas veces, cuando lo han hecho, sus resultados han sido revertidos. En campos de conocimiento que constituyen modelo de asepsia epistémica, como la lógica y las matemáticas, los teoremas respectivos de Gödel y Tarski muestran que un sistema no puede validarse exclusivamente a partir de sus propios 19

20

Herrán, Mariano, José Luis Santiago, Samuel González Ruiz y Ernesto Mendieta (eds.) (2007), Aná­­ li­sis, técnicas y herramientas en el combate a la delincuencia organizada y corrupción, Ediciones Coyoacán, México. La diferenciación entre actores materiales y otros tipos de participación, que sin embargo forman parte activa de la delincuencia organizada, se pone también de manifiesto en los artículos 2°, 5° y 6° de la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 15 de noviembre de 2000, disponible en . Véase González Ruiz, Samuel, Natalie Depuis y Gleb Zingerman, “La conspiración como modelo delictivo en el ‘Common Law’ y el sistema continental”, en Herrán et al., op. cit., cap. 9.

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axiomas.21 En estados donde existe un amplio historial de discrepancia entre las prácticas existentes y los procesos legales, lo que se asume como verdad jurídica puede guardar también una diferencia abismal respecto a la veracidad de determinados acontecimientos históricos. Más aún, cuando los organismos de justicia han estado secularmente influidos por criterios políticos, y cuando algunas de las más altas figuras de decisión en este campo podrían haber estado involucradas en los procesos que se relatan. Parafraseando a ciertos personajes literarios, existe una diferencia entre la verdad y la parte de la verdad que puede demostrarse.22 Tráfico de drogas y poder político en México durante el régimen autoritario

Tras esta advertencia, es posible señalar que en el México posrevolucionario, por lo menos hasta finales de la década de los noventa, debido a la capacidad de control político y social del régimen autoritario, la tendencia prevaleciente fue el predominio de los funcionarios sobre los delincuentes. El tipo de vínculo que existía entre ambos actores durante esta época puede caracterizarse como propio del modelo centralizado-descendente-incremental, propio de la tipología mostrada antes. En México, el control estatal sobre la geografía del país ha sido imperfecto, pero dentro de su debilidad ha sido comparativamente más sólido que aquel alcanzado por otros países de América Latina. Incluso, testimonios de oficiales del Ejército mexicano han evidenciado la precariedad del control estatal sobre diversas regiones del territorio nacional, aun durante el periodo de mayor centralización autoritaria del poder en los años sesenta y setenta.23 La centralización del control político en un partido de Estado, tras la Revolución mexicana, y las propias características del régimen autoritario que emanó de la misma, determinaron una condición diferente en la evolución de las relaciones entre delincuencia y el ámbito político. Desde los años cuarenta —época en que se consolida— y virtualmente hasta finales de los noventa, el régimen político mexicano se caracterizó por poseer consi­ derables rasgos autoritarios, fundamentalmente articulados en torno a una figura 21

22 23

Morin, Edgar (1991), El Método IV. Las ideas. Su hábitat, su vida, sus costumbres, su organización, Cá­ te­dra, Madrid, pp. 191-193. De hecho, Morin encuentra paradojas similares en la autorreferencia que se suele observar en las diversas teorías científicas. Véase ibid., pp. 132-147. Martínez, Guillermo (2004), Los crímenes de Oxford, Ediciones Destino, Barcelona. Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 172-175.

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institucional central: la presidencia de la República.24 Esta institución, que constituía el eje del sistema, contaba con poderosas prerrogativas institucionales. A ellas añadía otras tantas de orden metalegal que le permitían subordinar de facto a los demás poderes de la Unión y a sus contrapartes en las entidades federativas.25 Las relaciones de poder entre el Ejecutivo federal y sus contrapartes locales no fue siempre tersa, y la prevalencia del primero sobre los últimos no debe tampoco interpretarse como una condición en la que los gobernadores y demás poderes locales no tuvieran margen de resistencia y maniobra alguna distinta a la obediencia­ puntual y absoluta. Naturalmente, existían poderes locales con diferentes recursos disponibles, debido a su propio capital político o a los recursos bajo su control que, a su vez, les brindaban condiciones variables de negociación ante el poder central. Sin embargo, en términos generales, este último prevaleció al grado de deponer a múltiples gobernadores de estados formalmente soberanos. No se puede afirmar lo contrario, pues ningún gobernador (ni bloque de ellos) fue capaz de oponerse frontalmente a la presidencia de la República y sus secretarios de despacho sin sufrir serias consecuencias políticas y presupuestales (ya no se diga promover su destitución). La preeminencia política del Ejecutivo federal sobre el resto de las instituciones nacionales y estatales era reforzada por el control que el presidente ejercía sobre otra pieza nodal del régimen: el Partido Revolucionario Institucional (pri), el partido de Estado. En un contexto de ausencia de competencia política efectiva, esta estructura actuaba como mecanismo de control político y social que permitía, simultáneamente, la negociación entre los diversos intereses que integraban a la clase política posrevolucionaria y la construcción de apoyos sociales hacia las políticas oficiales, a partir de su estructura corporativa y clientelar.26 Reflejo de las luchas de poder entre las distintas fracciones que lo integraban, del pri emanaban casi todos los funcionarios electos del país, y a él afirmaban pertenecer todos los servidores públicos de la estructura administrativa en los diversos ámbitos de gobierno. El fiel de la balanza de los diversos intereses políticos 24 25

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Cosío Villegas, Daniel (1982), El sistema político mexicano. Las posibilidades de cambio, Cuadernos de Joaquín Mortiz, México, pp. 28-29. Carpizo, Jorge (1987), El presidencialismo mexicano, Siglo XXI Editores, México, p. 191; Meyer, Lo­renzo (2002), “La institucionalización del nuevo régimen”, en Historia general de México. Versión 2000, El Colegio de México, México, p. 915; Camacho Solís, Manuel (1977), “Los nudos históricos del sistema político mexicano”, Foro Internacional, vol. 17, núm. 4, abril-junio, México, p. 618. Morris, Stephen D. (1991), Corruption and politics in contemporary Mexico, The University of Alabama Press, Tuscaloosa-Londres, pp. 25-26.

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era el presidente de la República, quien tomaba la última decisión sobre nominaciones, candidaturas, designaciones y prebendas.27 Todas estas características permitían al presidente en turno sumar a su condición de jefe de gobierno y de Estado,­ el liderazgo indisputable sobre la clase política en su conjunto, que por el diseño y funcionamiento efectivo del régimen político, le permitían primar sobre toda la estructura institucional del país, concentrando un poder, si no incontestable, sí mucho mayor al que usualmente poseen sus pares en otros países. Como consecuencia de esta concentración de poder en torno al titular del Ejecutivo federal, sus colaboradores inmediatos, los secretarios de despacho, contaban a su vez con una marcada preeminencia en el espectro político nacional respecto a las estructuras de autoridad estatales, más allá de la configuración nominalmente federal del país. Finalmente, imbricado en la estructura formal de las instituciones políticas nacionales y locales, se encontraba también articulado un complejo conjunto de redes sociales. Sus células organizativas eran camarillas o grupos políticos que, en un contexto de competencia política limitado, empleaban sus influencias políticas, su contacto con otros actores sociales y la manipulación deliberada de los recursos institucionales bajo su control para promover sus aspiraciones políticas y proteger sus intereses privados, junto con aquéllos de sus respectivas clientelas y asociados.28 La falta de transparencia y contrapesos ante el poder, característico del régimen autoritario posrevolucionario, promovió la existencia de altos niveles de corrupción en las múltiples áreas del ejercicio de gobierno. Sin embargo, debido a ese mismo esquema autoritario y centralizado, el tráfico de drogas, presente en México desde principios del siglo xx, creció durante el régimen posrevolucionario como actor subordinado respecto al poder.29 En este caso, para los traficantes de droga no sólo resultaba altamente deseable contar con la protección de actores políticos y gubernamentales: en última instancia,­tal factor era decisivo para la continuidad de la organización delictiva. Las instituciones del Estado y los funcionarios a cargo de las mismas determinaban, en general, los lineamientos a los que debían apegarse los grupos delictivos de mayor relevancia, es decir, qué tipo de actividades ilegales podrían llevarse a cabo y por quiénes. Mientras que los delincuentes eran esencialmente piezas reemplazables en la dinámica de la operación ilegal, sujetos a una condición que entremezclaba la protección con la extorsión, los actores del Estado recibían grandes ganancias­ 27 28 29

González Casanova, Pablo (1972), La democracia en México, Era, México, p. 45. Meyer, Lorenzo (2002), op. cit., p. 919; Camacho Solís, Manuel (1977), op. cit., p. 619. Astorga, Luis (2003), Drogas sin fronteras. Los expedientes de una guerra permanente, Grijalbo, México, p.14; Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 137-228.

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económicas de procedencia ilícita. En estas condiciones de intercambio desigual, el traficante estaba subsumido en un entorno que no permitía su insubordinación en tanto actor social.30 En este contexto, durante los años del régimen posrevolucionario, el entramado­ complejo que integraba la delincuencia organizada funcionaba también en una lógica de red social, donde los integrantes, sin embargo, contaban con atribuciones, jerarquías y limitaciones desiguales. Este entramado contaba con una división funcional interna. El primero de ellos estaba integrado por delincuentes convencionales­ encargados de desarrollar operativamente la actividad ilícita; este grupo estaba sujeto a extorsiones diversas por parte de los representantes del Estado y, en general,­ integraba el eslabón más débil de la cadena, pues su perduración en la empresa­ criminal e incluso su propia supervivencia estaban determinadas por los umbrales de impunidad tolerados por sus asociados dentro de las instituciones. En el otro extremo se encontraban políticos de alto nivel en condiciones de manipular, desde las más altas esferas de decisión, el funcionamiento de las instituciones públicas, incluyendo las de seguridad, y de nombrar selectivamente a los responsables de las mismas. Esta preeminencia y capacidad de designación los cons­ tituía como garantes últimos de la cobertura necesaria para la operación continua de la empresa ilegal. Entre ambos actores se encontraban los integrantes de las diversas corporaciones­ de seguridad, que realizaban funciones de intermediación entre unos y otros. Se encargaban de subordinar y disciplinar a los actores delictivos, e incluso de co­labo­ rar frecuentemente con ellos en el desarrollo operativo o logístico del delito. Aunque contaban con una autonomía notable en el ejercicio cotidiano de sus funciones, estaban sujetos a los decisores políticos de alto nivel, en quienes recaía la capacidad de nombrarlos y removerlos. Esta estructura estaba presente a nivel nacional y se replicaba en los ámbitos de las entidades federativas. Naturalmente, en todo caso, esta réplica local operaba siguiendo siempre las reglas propias del régimen político, donde los poderes locales se encontraban subordinados de facto a las instituciones centralizadas, en particular, al Ejecutivo federal. Así, por ejemplo­, los comandantes policiacos federales tenían preeminencia sobre sus contrapartes estatales. Las disputas entre ambos estaban relativamente acotadas, más que por la separación clara de jurisdicciones, por la categoría política que sus respectivas instituciones implicaban y el interés del líder político local de no incurrir en falla ante los ojos de los decisores centrales, de quienes dependía, en última instancia, la continuidad de su carrera. 30

Al respecto, véanse los testimonios expuestos en Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 169-227.

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A esta estructura habría que añadir una adicional, integrada por actores económicos de diverso nivel, insertos en la estructura empresarial, capaces de reinvertir­ el producto del delito en la economía formal. Este subgrupo ha sido mucho más difícil de apreciar en el caso mexicano, pues no existe suficiente información disponible para caracterizarlo con la misma solidez, en comparación con los otros actores sociales mencionados. En los inicios del régimen posrevolucionario, la mayor parte del empresariado estuvo también subordinado en lo esencial —aunque­ en condiciones más laxas que otros actores sociales— a las reglas del régimen y a la voluntad última del presidente de la República.31 Sin embargo, hacia las postrimerías del mismo esa condición se fue atenuando al punto que los grupos empresariales colaboraron activamente en la promoción de alternativas políticas que condujeron a la alternancia en la presidencia en 2000. La caracterización de la autonomía de estos actores, la ubicación de aquéllos que eventualmente participaron en la estructura delictiva, en funciones de lavado de dinero y la determinación de su dependencia o autonomía frente a los actores políticos, es tema que compete a otra investigación. De cualquier manera, en las condiciones hasta aquí descritas, en lo referente a la dinámica de los grupos que integran la delincuencia organizada, no resulta extraño que especialistas como Peter Reuter señalen que el contexto de violencia crítica asociada a las mismas durante los últimos 10 años difícilmente pueda abordarse sin hacer referencia a la corrupción que ha plagado las políticas de drogas en este país e incluso la política pública en general. Este factor no ha cedido, y escándalos mayores de corrupción se aprecian también en la actualidad.32 Al preguntarse por las causas de esta violencia entre grandes organizaciones delictivas, y con base en las confrontaciones entre grupos mafiosos ocurrida en otras décadas en los Estados Unidos, Reuter observa que una respuesta podría ser que, ante todo, la disputa entre ellas es por la relación preferencial con actores estatales corruptos que protegen sus operaciones. De acuerdo con un informe oficial de evaluación del gobierno de los Estados Unidos, por ejemplo, el rol de la mafia americana era, sobre todo, gozar de la franquicia del cobro de rentas por actividades­ ilegales, originalmente en manos de departamentos de policía corruptos en diversas­ ciudades.33 31 32 33

Meyer, Lorenzo (2002), op. cit., pp. 906-908 y 937-938. Reuter, Peter (2009), “Systemic violence in drug markets”, Crime, law and social change, vol. 52, núm. 3. Reuter, Peter (2009), op. cit., p. 277. El informe que cita es Schelling, T. (1967), “Economic analysis of organized crime”, en President’s Commission on Law Enforcement and the Administration of Justice, Task Force Report: Organized Crime, US Government Printing Office, Washington.

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En México, una competencia semejante era facilitada por la integración autoritaria y centralizada del régimen político, donde actores del Estado decidían cuáles­ de estas organizaciones contarían con su protección y apoyaban su consolidación mientras atacaban a otras. La identificación de la dinámica de operación de algunos de estos actores, que según las evidencias históricas estuvieron aparentemente involucrados en la protección a la delincuencia organizada dedicada al tráfico de drogas en México, podrá ponderarse a partir de lo expuesto en los siguientes capítulos. Reconfiguración cooptada del Estado y su efecto en el proceso de falla

México se encuentra inmerso en una crisis de seguridad derivada de la violenta disputa entre organizaciones delictivas que pretenden hegemonizar el tráfico de drogas y otras actividades ilícitas en diversas zonas del territorio nacional. La última­ versión oficial, ofrecida en enero de 2011, es que la cifra de asesinatos relacionados con la delincuencia organizada, entre diciembre de 2006 y diciembre de 2010, ascendía a 34 612.34 La cuenta actualizada no se ha hecho pública, pero el reconocido semanario Zeta, de Tijuana, asegura que existe una gran cantidad de homicidios de esta naturaleza que no han sido incluidos en el recuento. Basado en cálculos de tarjetas­ informativas de instituciones federales y estatales, el semanario expone que, hacia julio de 2011, la cifra rebasa los 50 000 homicidios atribuibles a la delincuencia or­ ganizada.35 Por su parte, la dea estima que la cantidad de asesinatos es de aproximadamente 43 000, entre diciembre de 2006 y octubre de 2011.36 Ninguna de estas cuentas contempla el número de desaparecidos, heridos ni desplazados. Un especialista en estadísticas de la violencia, Arturo Arango, estimaba­ en 2010 que existían 1.3 huérfanos por cada muerto y, con las cifras de la época, calculaba que existían entonces 75 000 lesionados y de 18 000 a 20 000 viudas.37 En el caso de desapariciones forzadas, el grupo de trabajo de las Naciones Unidas constituido para evaluar ese tema señaló que en el caso de México los in34

El Universal (2011), “En el sexenio, 34 mil 612 muertes ligadas al crimen”, México, D.F., 12 de enero, versión en línea: . 35 Zeta (2011) “50 mil ejecuciones”, Tijuana, 11 de julio, versión en línea: . 36 El Universal (2011) “Van 43 mil muertos en la lucha a narco: dea”, 14 de octubre, versión en línea: . 37 Proceso (2010), “2006-2010. Estadísticas del horror”, 31 de octubre, núm. 1774, pp. 6-8.

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formes de las organizaciones de derechos humanos establecidas en el país, estimaban la existencia de más de 3 000 casos, desde 2006 hasta abril de 2011.38 En lo referente a la cantidad de desplazados, el Consejo Noruego para Refugiados estima que el número de personas que ha abandonado sus hogares en el norte del país debido a la violencia asociada a la delincuencia organizada asciende a 230 000, de los cuales aproximadamente la mitad habría cruzado hacia Estados­ Unidos, mientras que el resto sobrevive como desplazados internos.39 El carácter y magnitud de esta violencia ha desquiciado la gobernabilidad y puesto en entredicho la vigencia del Estado. Esta situación ha abierto un debate recurrente sobre la caracterización del Estado mexicano como fallido o en riesgo de falla. Resulta paradójico que a pesar de la seriedad del tema en debate las más de las veces no se aprecia que éste trascienda la mera opinión de los participantes, sin mayores explicaciones teóricas ni caracterizaciones metodológicas. No es de extrañar, si se considera que también en el ámbito internacional el concepto de Estado fallido ha sido empleado con frecuencia sin mayor elaboración explicativa e incluso para hacer referencia a fenómenos muy diversos. El presente apartado argumenta que el concepto falla del Estado puede tener relevancia, tanto en términos cognitivos como prácticos, si se hacen explícitas las concepciones teóricas que justifican su empleo y la naturaleza o modalidad específica que determina ese proceso de falla. Resalta la necesidad de abordar este fenómeno como un proceso dinámico que se puede revertir o empeorar en función de medidas concretas, no como un mero calificativo derogatorio y estático ni como un sinónimo de colapso absoluto del Estado. Pretende demostrar, además, que en el caso mexicano un aspecto fundamental para comprender la falla de aspectos clave del Estado ha sido la captura de circuitos institucionales específicos por intereses delictivos, auspiciados con frecuencia por los propios servidores públicos encargados de velar por el interés colectivo. La implantación de estos intereses en las instituciones ha obstruido su funcionamiento­ y determinado profundas desviaciones respecto a lo que en principio cabe esperar 38

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Organización de las Naciones Unidas (2011), “Observaciones preliminares. El grupo de trabajo sobre las desapariciones forzadas o involuntarias concluye su visita a México” disponible en . Norwegian Refugee Council (2010), “Informe del Observatorio de Desplazamiento Interno del Consejo Noruego para Refugiados sobre el desplazamiento forzado en México a consecuencia de la violencia de los cárteles de la droga”, diciembre, disponible en .

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de ellas. Este proceso de captura del Estado es concebido a partir del concepto reconfiguración cooptada del Estado,40 en el que un grupo de actores públicos y no públicos, con intereses compartidos de índole ilícita, se valen de diversas estrategias para utilizar en su favor los recursos del Estado, determinando u obstaculizando el diseño y funcionamiento institucional. El caso de Tamaulipas ofrece condiciones muy apropiadas para ilustrar este fenómeno. En esta entidad, el proceso de reconfiguración cooptada del Estado se habría iniciado durante el sexenio de Miguel Alemán, y las consecuencias que las designaciones y la dinámica implantadas tendrían en los años siguientes en el incremento exponencial de las actividades ilícitas del contrabando y el tráfico de drogas, hasta constituirle en uno de los principales referentes de falla en México, en 2011. Esta investigación parte de la perspectiva propia de la corriente institucionalista-histórica de la ciencia política, en especial, de la concepción del camino-depen­ diente (path-dependence), según la cual eventos, decisiones y prácticas que ocurrieron­ o se adoptaron en etapas tempranas de la evolución institucional, con frecuencia influyen profundamente en su posterior desarrollo, dificultando en ex­tremo la rup­ tura de los precedentes establecidos y disminuyendo el horizonte de cursos a seguir.41 La falla del Estado: origen conceptual y dilemas

El término Estado fallido apareció por primera vez a principios de los años noventa­ en un trabajo donde Helman y Ratner hacían referencia a estados agudamente inca­paces de conservarse a sí mismos como parte de la comunidad internacional, dado que estaban crecientemente afectados por disturbios civiles, deterioro gubernamental y económico.42 El artículo señalaba, además, que la creciente violencia

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Garay Salamanca, Luis Jorge, Eduardo Salcedo-Albarán, Isaac de León Beltrán y Bernardo Guerrero (2008), La captura y reconfiguración cooptada del Estado en Colombia, Fundación Método/ Fundación Avina/Transparencia por Colombia, Bogotá, pp. 49-59. Pierson, Paul (2000), “Increasing Returns, Path Dependence, and the Study of Politics”, en The American Political Science Review, vol. 94, núm. 2 (jun.), American Political Science Association, pp. 251-267. Véase también Pierson, Paul y Theda Skocpol (2002), “Historical Institutionalism in Contemporary Political Science”, en Ira Katznelson y Helen V. Milner (eds.), Political Science: State of the Discipline, W.W. Norton, Nueva York, pp. 693-721. Helman, Gerald B. y Steven R. Ratner (1992-1993), “Anarchy rules: saving failed states”, Foreign Policy, invierno, issue 89, pp. 21-45.

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y anarquía que los afectaba suponía una situación de riesgo para su población y la seguridad de los estados vecinos. El concepto recibió bastante atención en los ámbitos académicos y de seguridad. En el primer caso, por ejemplo, la John F. Kennedy School of Government, de la Universidad de Harvard, y la Fundación World Peace desarrollaron un proyecto conjunto para evaluar y categorizar el fenómeno de naciones en proceso de implosión.43 En el segundo, la Agencia Central de Inteligencia (cia) desarrolló dos amplios estudios para analizar el proceso de falla del Estado y sus causas.44 La raíz de estas investigaciones, sin embargo, puede trazarse en años previos, cuando diversos investigadores del campo de la ciencia política advirtieron notables divergencias entre diversos estados, no sólo en términos de régimen político, sino en aspectos estructurales que apuntan a la capacidad de gobierno que éstos evidenciaban. Al respecto pueden consultarse, por ejemplo, los trabajos ya citados de Huntington45 o Buzan.46 Hacia finales de los años noventa, este tipo de estudios cobrarían un auge renovado, entre otras razones, por el fin de la Guerra Fría. La multiplicación de conflictos domésticos de diversa naturaleza y magnitud puso en evidencia la profunda disfuncionalidad de las estructuras de autoridad de múltiples países. Sin las anteojeras a conveniencia de la antigua lógica bipolar, el autoritarismo, la corrupción reinante y la continua violación de derechos humanos prohijaban la reproducción de condiciones constantes de confrontación. Desde luego, todos estos elementos estaban ya presentes con anterioridad en esos mismos países, con mucho arraigo en sus dinámicas políticas y estructuras sociales, pero fueron tolerados e incluso reforzados artificialmente a partir del apoyo a los gobiernos en turno, con frecuencia brutales e ilegítimos, a cambio de su alineación y colaboración con los principales participantes en la confrontación Este-Oeste. Sin embargo, a la luz de los nuevos tiempos, la perspectiva se transformó para ubicarlos como serios impedimentos para la estabilidad del orden internacional y el mercado global. En consecuencia, las burocracias de seguridad de los países hegemónicos, aquéllos en condiciones de proyectar hacia el exterior su poder nacional, absorbieron cada vez más la investigación sobre los procesos de falla del

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Rotberg, Robert I. (ed.) (2004), When the states fail. Causes and consequences, Princeton University Press, Nueva Jersey, p. IX. Rotberg, Robert I. (ed.) (2004), op. cit. Huntington, Samuel P. (1972), op. cit., pp. 13-19. Buzan, Barry (1988), op. cit., pp. 14-27.

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Estado,47 con frecuencia, en colaboración con centros de investigación académica vinculados con las mismas, pero, desde luego, con un fin práctico a partir de sus propios intereses y concepciones. Las preocupaciones de otros actores quedaron más o menos eclipsadas, derivadas de las múltiples crisis humanitarias producto de la violencia y la incapacidad de diversos estados para remontar condiciones de creciente caos. A partir de 2001, la dinámica internacional surgida a partir de los ataques del 9/11 potenció la pretensión interventora de los centros de poder ante el fenómeno del Estado fallido, considerado ahora como una amenaza evidente a los intereses hegemónicos, incluso como santuario de terroristas. Más allá del potencial riesgo de intervención que el uso del concepto Estado fallido implica cuando aparece en boca de las instituciones de seguridad de países con mayor historial de injerencia en los asuntos de otras naciones, lo cierto es que aun en el ámbito académico su referencia es tan frecuente como vago el sentido con que se le emplea. Desde luego existen trabajos donde se le aborda con mayor elaboración teórica,­ como el de Gros,48 Carment,49 Rotberg,50 Bates51 o Lemay-Hebert,52 por mencionar­ algunos. Pero la mayor parte de la literatura sobre la materia está constituida por estudios de caso donde se describen diversas situaciones que han desbordado la capacidad de respuesta del Estado, desde la hambruna, hasta el genocidio o la guerra civil, pero sin mayor clarificación de conceptos y premisas teóricas empleadas,­ incluso, sin hacer referencia explícita al mismo, más allá del título. En el primer caso, puede revisarse el trabajo de Ghani y Lockhart.53 En el segundo, el de

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Tokatlian, Juan Gabriel (2008), “La construcción de un Estado fallido en la política mundial: el caso de las relaciones entre Estados Unidos y Colombia”, Análisis político, vol. 21, núm. 64, sep.dic., Bogotá, pp. 70-72. Gros, Jean-Germain (1996), “Towards a taxonomy of failed states in the New World Order: decaying Somalia, Liberia, Rwanda and Haiti”, Third World Quarterly, vol. 17, núm. 3, pp. 455-471. Carment, David (2003), “Assessing state failure: implications for theory and policy”, Third World Quarterly, vol. 24, núm. 3, pp. 407-427. Rotberg, Robert (ed.) (2004), op. cit., pp. 1-20. Bates, Robert H. (2008), “State failure”, Annual Review of Political Science, vol. 11, junio, pp. 1-12. Lemay-Hebert, Nicolas (2009), “Statebuilding without Nation-building? Legitimacy, State Failure and the Limits of the Institutionalist Approach”, Journal of Intervention and Statebuilding, 3: 1, pp. 21-45. Ghani, Ashraf y Clare Lockhart (2008), Fixing failed states. A framework for rebuilding a fractured world, Oxford University Press, Nueva York.

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Grayson,54 que es el único que aborda el caso de México, pero sin mayor abundamiento teórico. En el caso de México, prácticamente no se aprecia una construcción teórica para abordar el análisis a la luz de la polémica suscitada respecto al riesgo de falla del Estado en este país. La mayor parte de la literatura consiste en debates mediáticos o, a lo más, en escritos de corte ensayístico que reflejan exclusivamente la opinión de sus autores, quienes confirman o niegan la falla del Estado en México, pero sin conceptualización o referente empírico sistemático.55 Por supuesto, esto no va en desdoro de semejantes trabajos, pero tal situación no contribuye a clarificar la precisión ni el sentido del concepto que aquí nos ocupa. Al respecto, se puede estar de acuerdo con Williams, quien señala que, en ausencia de mayores esfuerzos para comprender el origen de la crisis de seguridad en México, se corre el riesgo de que el término Estado fallido acabe siendo una mera etiqueta derogatoria.56 A ello habría que añadir que, en las mismas circunstancias, la posición contraria puede implicar, también, el riesgo de convalidar perspectivas que han minimizado sistemáticamente la gravedad de la crisis de seguridad que enfrenta México y el deterioro del Estado frente a la misma, sin referente objetivo ni argumento distinto a su propia convicción o preferencia ideológica. Naturalmente, ninguno de los dos escenarios parece deseable. Los intentos por construir metodologías consensuadas para evaluar al Estado fallido a partir de referentes concretos tampoco han gozado de la mejor de las suertes, incluso su aplicación puede mostrar la discrecionalidad en su adjudicación.­ Así, por ejemplo, se había mencionado ya que Logan y Preble57 evidenciaron lo anterior al referir un estudio desarrollado por la cia para contabilizar el número de Estados fallidos en el periodo comprendido entre 1955 y 1998. Cuando la defi­ nición operativa se restringía a aquellos casos en los que el Estado central hubiera colapsado por varios años, el número de casos era 20, lo que es insuficiente para establecer alguna correlación estadística. Con una definición más amplia, la cifra

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Grayson, George W. (2010), Mexico: Narco Violence and a failed state?, Transaction Publishers, New Brunswick/Londres. Véanse, por ejemplo, O’Neil, Shannon (2009), “The Real War in Mexico. How Democracy Can Defeat the Drug Cartels”, Foreign Affairs, vol. 88, núm. 4; Felbab-Brown, Vanda (2009), “The Violent Drug Market in Mexico, and Lessons from Colombia”, Foreign Policy at Brookings, policy paper, Brookings Institution, núm. 12, marzo, pp. 1 y 5. Véase Williams, Phil (2009), Drug Trafficking, Violence, and the State in Mexico, Strategic Studies Ins­­titute. Logan, Justin y Chistopher Preble (2008), op. cit., pp. 62-66.

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se incrementaba a 114, incluyendo, por ejemplo, realidades tan dispares como las de China, Egipto,­Irán, Iraq, Indonesia, Israel, Filipinas, Sierra Leona y Turquía. Más aun, en el Índice de Estados Fallidos 2009 elaborado por la Fundación para la Paz, tan sólo 13 países en todo el mundo (Noruega, Finlandia, Suecia, Suiza, Irlanda, Dinamarca, Nueva Zelanda, Australia, Holanda, Austria, Luxemburgo, Canadá e Islandia) estaban ubicados en la categoría sostenible, la más alta de todas y, por definición, la única satisfactoria. Con una condición de falla moderada estaban incluidos varios países desarrollados, como Francia, Alemania, Japón, Reino Unido y los Estados Unidos; mientras en situación de advertencia se ubicaba casi toda América Latina. Muchos Estados de África, Medio Oriente y el sudeste asiático eran caracterizados en situación de alerta.58 La lógica propia del análisis de la fortaleza y debilidad del Estado, que subyace al tema del Estado fallido, implica la existencia de diversas gradaciones que se ubican a lo largo de un continuum, entre las categorías extremas del Estado fuerte y sostenible y aquél en condiciones de colapso total. Éstas incluirían por lo menos las categorías Estado débil y Estado fallido, en un sentido progresivo de debilitamiento.59 Sin embargo, a partir de los resultados de los esfuerzos cuantitativos referidos con anterioridad, así como de otros que muestran paradojas similares, resulta­inevitable considerar con cautela la posibilidad de establecer umbrales claros entre las diversas categorías, así como la inexorable caracterización de un caso, pues ésta varía según las definiciones operativas y los indicadores seleccionados en el análisis. Puede ser relativamente fácil distinguir entre un Estado fuerte y uno colapsado, pero no lo es determinar en qué punto un Estado débil se convierte en uno fallido. Con semejantes antecedentes, no causa sorpresa que el concepto Estado fallido genere amplia polémica, cuando no rechazo. A pesar de todo lo anterior y con todas las reservas que las limitaciones antes expuestas imponen, la lógica del análisis de la falla del Estado puede resultar útil si se explica la base teórica que lleva a su empleo y se le aborda como un proceso dinámico, con características cualitativas que denotan una desviación profunda del Estado a la luz de sus propios términos de referencia, en lugar de aludir a una categoría específica e inconfundible establecida sólo a partir de criterios de grado. A menos que el colapso estatal sea absoluto —cuestión en realidad poco frecuente— es muy improbable que se alcance el consenso respecto a si un Estado es fallido o no. En ello intervienen tanto divergencias de58 59

Fund for Peace (2009), Failed State Index, disponible en . Carment, David (2003), op. cit., p. 409.

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finicionales y metodológicas como cuestiones de naturaleza metaepistémica. Comprender las diversas dinámicas que constituyen referentes de la falla del Estado o conducen a ésta resulta de indudable utilidad, como paso necesario para evitar mayor deterioro estatal o su reversión, sea que un país haya alcanzado­semejante condición o no. Contribuir en tal sentido a la reflexión es el propósito del siguiente­ apartado. La falla del Estado

De acuerdo con la propuesta conceptual de Rotberg,60 es el desempeño del Estado en la provisión de bienes políticos a su población el que determina la diferencia entre un Estado fuerte, débil, fallido o colapsado. Estos bienes son complejos y variables, pero se pueden integrar con propósitos analíticos en tres categorías jerárquicas. La primera es la seguridad, que constituye la piedra angular de la existencia del Estado en sentido weberiano. La seguridad que provee el Estado tiene pretensiones integrales: garantiza la soberanía territorial frente a amenazas externas, pero también genera condiciones internas de certidumbre, de orden normativo, de garantías en la protección vital y patrimonial de la sociedad, sin las cuales la vida comunitaria sería impensable. La segunda integraría libertades civiles y políticas, derechos humanos y, en general, derechos de inclusión en el entramado social político, y —aunque Rotberg no lo señala— debería añadirse el económico. Esta dimensión no es menos relevante, pero es difícil que pueda cumplirse sin la preexistencia de la anterior. La tercera categoría de bienes políticos estaría caracterizada por la provisión de infraestructura y servicios públicos. Aunque esta última dimensión no significa un elemento constitutivo del Estado, las expectativas de las sociedades contemporáneas le atribuyen a éste un papel fundamental en su generación, sea como provisor directo o como coordinador de acciones privadas. El proceso que caracteriza la falla del Estado está determinado por la provisión deficiente y crónica de una o más de estas categorías de bienes políticos, respecto a su población. Desde luego, entran aquí diferencias no sólo de grado, sino de sustancia y jerarquía: un Estado puede ser subdesarrollado en términos de la provisión de infraestructura que ofrece a su población, pero no por ello evidenciar un proceso profundo de falla del Estado. Para que ésta se encuentre presente, tal deficiencia no tendría que depender sólo de la limitación de recursos públicos para generar infraestructura, sino de desviaciones cualitativas profundas en las otras dos 60

Rotberg, Robert (ed.) (2004), op. cit., pp. 2-4.

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dimensiones, que obstaculizan el funcionamiento de la última. Así, por ejemplo, la mala calidad de la infraestructura provista por el Estado puede derivarse de una ausencia material de recursos para invertir o también de la corrupción endémica dentro de las instituciones gubernamentales. Mientras que en el primer caso el problema se podría restringir a una cuestión de pobreza y subdesarrollo, en el segundo, la desviación profunda del funcionamiento estatal en aspectos de relevancia estructural estaría determinando el desempeño deficiente. La falla del Estado como incapacidad crónica para proveer a la población de bienes políticos fundamentales puede derivarse de al menos cuatro escenarios no excluyentes entre sí: 1) un desastre que colapsa la infraestructura y capacidad material del Estado para atender las demandas de su población; 2) un factor exógeno que de igual manera colapse esa infraestructura (piénsese en el efecto de una guerra),­o bien, que representa una demanda externa excesiva que sobrecarga las capacidades domésticas del Estado (considérese el efecto que en algunas naciones tiene el esquema punitivo de reprimir sólo la producción de drogas psicoactivas ilegales); 3) una desviación crónica en el funcionamiento de las instituciones estatales en relación con los propósitos y lineamientos formales que les rigen, y 4) una situación de conflicto interno violento que erosione de manera creciente las capacidades fácticas del Estado para proveer los referidos bienes políticos y que, más aún, rompe con aquel de mayor jerarquía: la certidumbre que demandan todas las demás dimensiones de la vida comunitaria. La situación de violencia que ha asolado a múltiples regiones de México a lo largo de los últimos cinco años guarda relación con tres de los escenarios antes expuestos, exceptuando al propio del desastre. Sin restar relevancia a la sobrecarga que representa para el Estado mexicano el esquema vigente de combate a las drogas psicoactivas ilegales —desequilibrado y contradictorio—, este trabajo se concentrará, a lo largo de las siguientes páginas, en mostrar el efecto de la captura de espacios institucionales por parte de intereses criminales, en la desviación crónica de sus funciones que, según se ha definido con anterioridad, constituye una causa importante de un proceso de falla del Estado. Como se podrá observar, se trata no sólo de una cuestión de insuficiencia de recursos materiales o de cualificación de personal para proveer a la sociedad de un bien político fundamental —la seguridad—, sino de una profunda disfuncionalidad del Estado, en la que intereses ilícitos de actores públicos y delincuentes convencionales se han apoderado de instituciones estratégicas, para obstruir y desviar su funcionamiento formal.

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Reconfiguración cooptada del Estado

El concepto reconfiguración cooptada del Estado está emparentado con el término captura del Estado, de manera que su mejor comprensión requiere abordar en primer­lugar este último. En los primeros años de 2000, varios analistas de los procesos políticos y económicos en los países de Europa del Este comenzaron a apreciar un fenómeno que contradecía el resultado esperado tras 10 años de la desarticulación de los regímenes comunistas y su democratización: ahí donde se esperaba la consolidación de democracias liberales y la economía de mercado, el panorama ofrecía en cambio regímenes profundamente corruptos y condiciones de competencia sesgadas a favor de grandes consorcios cuasi monopólicos. Múltiples dependencias gubernamentales y reguladoras se apreciaban subsumidas a la voluntad de poderosos empresarios surgidos de las propias filas de las burocracias estatales o vinculados con ellas, que en tal condición manipulaban instituciones y leyes en su propio beneficio­ y en detrimento del interés público.61 Con énfasis en la dinámica del mercado legal, el concepto captura del Estado surgió para definir a un tipo específico de corrupción institucional en el que alianzas informales entre servidores públicos y empresarios imponían determinaciones o lineamientos dentro de las instituciones, con el fin de beneficiar sus propios intereses, así fuera en perjuicio de las condiciones generales de competencia y del bien público en general. A través de pagos o beneficios materiales hacia los funcionarios públicos, estos empresarios obtienen ventajas irregulares o ganancias al diseñar a su favor las normas e instituciones regulatorias, de manera que desde su origen, el resultado de su aplicación sesga las condiciones del mercado en su beneficio exclusivo.62 Este tipo de prácticas constituyen un tipo de corrupción institucional más grave que aquella de carácter administrativo, y se concibe como el pago directo de sobornos para evitar u obtener el favor de la acción del Estado en casos concretos.63 61

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Hellman, Joel S., Geraint Jones y Daniel Kauffman (2000), Seize the State, seize the day. State Captu­re, Corruption and Influence in Transition, policy research working paper 2444, World Bank Institute (Governance, Regulation and Finance Division, Europe and Central Asia Region Public Sector Group)/European Bank of Reconstruction and Development/Office of the Chief Economist, septiembre, disponible en , pp. 1-2. Hellman, Joel y Daniel Kauffman (2001), “La captura del Estado en las economías en transición”, Finanzas y desarrollo, septiembre, vol. 38, núm. 3, p. 31 Hellman, Joel et al. (2000), op. cit., pp. 1-2.

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En esta otra modalidad, la captura se establece de tal forma que aun la propia acción del Estado, incluso en los términos normativos establecidos, tiene por fin no la procuración del interés público, sino el beneficio de intereses estrictamente privados. En este caso, la corrupción se halla institucionalizada64 y, lejos de ser transitoria,­la captura del Estado evita la adopción y puesta en marcha de reformas institucionales que podrían revertir su proliferación. Esta modalidad de corrupción pública suele instalarse en contextos donde coexisten la transformación profunda de los ordenamientos e instituciones políticas y una redistribución masiva de recursos económicos.65 Pero ¿qué sucede cuando una práctica semejante es desarrollada no por intereses legales sino criminales, y se focaliza no en instituciones reguladoras de procesos­económicos lícitos, sino en aquéllas encargadas de reforzar las disposiciones normativas más esenciales del Estado? Es claro que el término de captura del Estado no es literal: éste es muy complejo­ y en ningún caso histórico actores individuales han estado en condiciones de impo­ ner su interés privado en todo el conjunto de instituciones y dinámicas estatales. Sin embargo, si se asume la jerarquía de bienes políticos provistos por el Estado, el efecto de semejante práctica sobre diversas instituciones relacionadas con distinto tipo de bienes puede tener efectos más o menos devastadores para el Estado y la sociedad. La captura del Estado también puede concebirse en una dimensión de inseguridad jurídica que no necesariamente está asociada a la regulación amañada de las actividades económicas, sino que puede identificarse en el manejo sesgado de los ámbitos de procuración de justicia, penales e incluso legislativos, en donde se pretende­ manipular el sentido de la norma o el funcionamiento institucional en beneficio de intereses delictivos. 64

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También la corrupción administrativa puede estar institucionalizada, sin embargo, por el condicionamiento y bloqueo intrínseco que implica la captura del Estado se asume que su carácter pernicioso es aun mayor. La corrupción institucionalizada se entiende de estructuras y procesos que se han arraigado en la sociedad de forma corriente para obtener beneficios particulares. Véase Suárez, Francisco, Marcela Jabbaz y Fernando Isuani (2001), “La corrupción organizacional: aportes para el desarrollo teórico-conceptual”, Revista Probidad, edición 14, mayo-junio, citado en Garay et al., op cit., p. 35. Banco Mundial (2000), Anticorruption in Transition. A Contribution to the Policy Debate, disponible en , pp. XIX.

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En estados donde el monopolio de la violencia no está aún consolidado, es precario o deficiente, y coexiste, además, una endeble institucionalización del Estado de Derecho, los actores interesados en capturar al Estado o parcelas del mismo son múltiples y no se restringen sólo a empresas lícitas. En la medida en que se incrementan los actores con intereses captores aumenta también la dimensión respecto a la cual éstos desean ejercer influencia, lo que multiplica los espacios susceptibles de ser capturados más allá de aquellos de orden económico. Algunos de estos actores pueden ser criminales y, en consecuencia, su interés fundamental es capturar instituciones que les garanticen el mayor grado posible de impunidad junto con la maximización de su ganancia ilícita. En condiciones agudas de debilidad del Estado, la captura que semejantes actores promueven puede estar basada no sólo en la transferencia de beneficios materiales hacia los funcionarios públicos coludidos, sino también en su mera intimidación a través de la capacidad de violencia ejercida por los criminales.66 A diferencia de lo que ocurre en los procesos de captura del Estado por actores lícitos, donde el interés fundamental es alterar no sólo el funcionamiento de las instituciones regulatorias, sino incluso sus propias normas, en la reconfiguración cooptada del Estado los intereses ilícitos no pueden del todo modificar, por ejemplo, todas las leyes que proscriben una amplia variedad de actividades en las cuales se involucran. Por eso, si bien semejante proceso puede mostrar un punto de inicio, requiere de esfuerzos deliberados para garantizar su continuidad temporal, las más de las veces ubicando personajes afines al mismo dentro de posiciones clave que eviten la reversión de lo alcanzado si se permite el funcionamiento normal de las instituciones. Esta dinámica podrá apreciarse a partir del análisis histórico que se muestra en las siguientes páginas. Uno de los primeros trabajos que identificaron la relación entre altos niveles de corrupción política y alta presencia de la delincuencia organizada es el de Buscaglia y Van Dijk, publicado en 2003.67 En este trabajo, los autores desarrollan un 66 67

Garay et al., op. cit., pp. 18, 52-53, 55. Buscaglia, Edgardo y Jan Van Dijk (2003), “Controlling organized crime and corruption in the public sector”, Forum on Crime and Society, vol. 3, núms. 2 y 3, diciembre. Los países estudiados fueron Albania, Alemania, Argentina, Australia, Austria, Azerbaiyán, Bielorrusia, Bélgica, Bolivia, Botswana, Brasil, Bulgaria, Canadá, China, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Croacia, República Checa, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estados Unidos, Estonia, Filipinas, Finlandia, Francia, Georgia, Grecia, Holanda, Hong Kong, Hungría, India, Indonesia, Irlanda, Italia, Jamaica, Japón, Kirguistán, Latvia, Lituania, Macedonia, Malasia, Malta, Mongolia, Paraguay, Perú, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumania, Rusia, Singapur, Suecia, Suiza, Sudáfrica, Tailandia, Ucrania, Uganda, Venezuela, Vietnam, Yugoslavia y Zimbabwe. Cinco años más tarde, en 2008, la

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índice compuesto para medir la corrupción de bajo, medio y alto nivel, generado a partir de regresiones estadísticas de datos empíricos que permitieron, a su vez, la formulación de diversos índices específicos. Conciben la corrupción de alto nivel como el grado y extensión en el que intereses privados penetran las instituciones y desvían sus políticas a su favor, es decir, la captura del Estado. A partir de ese estudio,­los autores demuestran que la corrupción y la delincuencia organizada no son fenómenos aislados. Evidencia empírica muestra la fuerte correlación entre uno y otro, los vínculos interdependientes entre las dimensiones políticas, socioeconómicas, la justicia criminal y el entramado legal.68 Estos autores advirtieron que la regulación institucional del sector privado es otro elemento de consideración en la correlación existente con la delincuencia organizada. Una ausencia de mecanismos institucionales y transparentes de control del sistema bancario, de la posibilidad de acceder a financiamiento, así como la inexistencia de medidas contra el lavado de dinero o su efectiva adopción y supervisión, favorecen una alta presencia de la delincuencia organizada. La discrecionalidad en el otorgamiento de apoyos y subsidios a determinadas entidades del sector privado se integra también en este factor.69 Buscaglia y Van Dijk ejemplifican también prácticas de captura del Estado sobre circuitos institucionales específicos. Es relevante que entre los mencionados como usuales o preferentes, estos autores refirieron el caso de las aduanas.70 Señalaron, también, la correlación entre altos niveles de delincuencia organizada y una escasa autonomía del aparato judicial.71 Vale la pena tener estas cuestiones en

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metodología empleada en este estudio se utilizaría por el propio Buscaglia para ampliarlo a 107 países. Véase Buscaglia, Edgardo (2008), “The Paradox of Expected Punishment: Legal and Economic actors Determining Success and Failure in the Fight against Organized Crime”, Review of Law and Economics, vol. 3, disponible en . Ibid., pp. 3-4, 8-9, apéndice A, tabla 4. Ibid., pp. 10-11, 18-19. Para la presente investigación esta observación es en particular significativa, pues una de las características del modelo de desarrollo económico impulsado por la administración de Miguel Alemán Valdés y subsecuentes fue la opacidad y discrecionalidad en las relaciones entre el gobierno y el sector privado, y las reglamentaciones sobre este último. Como se verá más adelante, esta situación parece haber dado lugar a múltiples casos de simbiosis entre capitales de origen lícito e ilícito. Ibid., pp. 11-12. Ibid., p. 12 y 15. Según podrá apreciarse, una de las prioridades de los intereses delictivos que se ex­­pondrán en las siguientes páginas fue, en el caso de Tamaulipas, el control de las aduanas y los circuitos judiciales. En el primer caso, el interés que representan semejantes instituciones para el flujo de bienes ilícitos es evidente. En el segundo, la independencia del aparato judicial es una vía

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consideración para la lectura de los siguientes capítulos, pues caracterizan de manera directa prácticas y condiciones directamente apreciables, a partir de las evidencias proporcionadas. Otro aporte del trabajo de estos autores es la correlación positiva entre condiciones­políticas autoritarias y de desigualdad socioeconómica, con la presencia de la delincuencia organizada o una alta proclividad a desarrollar este tipo de fenómeno. En el primer caso, los factores socioeconómicos considerados tienen que ver no sólo con la riqueza del país, sino con la distribución del ingreso nacional y cómo se invierten los recursos públicos en la estructura del Estado, lo que en términos generales influye en la calidad de vida de la población.72 Por ejemplo, la pobreza y el desempleo ofrecen oportunidades para el desarrollo de la delincuencia organizada no sólo por la provisión de mano de obra disponible, sino porque crean un ambiente favorable para que los grupos ilegales establezcan una base social propia y para que la lógica criminal se incorpore en diversos ámbitos de la vida lícita.73 En el segundo, aspectos centrales tienen que ver con la existencia de condiciones­ de rendición de cuentas y transparencia propias de un régimen democrático. Los regímenes autoritarios suelen basarse en aparatos judiciales ad hoc. También suelen tener un mayor grado de clientelismo y volatilidad en la designación y permanencia de los servidores públicos. Asimismo, suelen limitar la libertad de prensa y desincentivar la acción de la sociedad civil. Todos son factores favorables para la presencia de altos niveles de delincuencia organizada.74 De acuerdo con el análisis empírico de Buscaglia y Van Dijk, las características de la burocracia también favorecen (o no) la corrupción y la delincuencia organizada. Aquellas en las cuales existe una escasa independencia frente a la presión política o están estructuradas a partir de relaciones de patronazgo clientelar, antes que servicios de carrera basados en aptitudes técnicas y meritocráticas, constituyen el entorno más vulnerable.75 Ésta es una de las precondiciones más favorables para el desarrollo de procesos de captura del Estado.

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fundamental para combatir la corrupción de alto nivel en el que altos funcionarios y políticos están involucrados, de manera que su captura es un elemento indispensable para garantizar su impunidad. Ibid., p. 14. Ibid., p. 7. Ibid., pp. 8, 14 y 16. En el caso de México, semejantes condiciones socioeconómicas y políticas han estado presentes y parecen haberse arraigado a partir de mecanismos políticos y económicos instituidos desde el sexenio alemanista. Ibid., p. 18.

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Finalmente, a partir de los casos revisados en su estudio, Buscaglia y Van Dijk distinguen cinco niveles de infiltración de la delincuencia organizada en la estructura estatal, el más grave es la captura del Estado por actores e intereses criminales.­76 Es a este tipo de condición a la que se refiere el concepto reconfiguración cooptada del Estado, explicado a continuación. La reconfiguración cooptada del Estado implica un proceso sofisticado de captura estatal mediante el cual un grupo de interés se apodera de instituciones para reconfigurarlas de manera que sirvan fundamentalmente a sus propios objetivos, con independencia de la función formal y carácter público que posean.77 Se define como: La acción de organizaciones legales e ilegales que mediante prácticas ilegítimas buscan modificar, desde adentro, el régimen político de manera sistémica e influir en la formación, modificación, interpretación y aplicación de las reglas de juego y de las políticas públicas, para obtener beneficios sostenibles y lograr que sus intereses sean validados política y legalmente, y legitimados socialmente en el largo plazo, aunque éstos no obedezcan al interés rector del bienestar social.78

Cuando el móvil de esta práctica son intereses criminales, su racionalidad intrínseca es la búsqueda de la mayor ganancia posible con el menor riesgo de castigo­ penal. En este caso, el interés sustantivo del grupo captor implica la comisión de actividades ilegales que, en principio, están sujetas a un mayor grado de escrutinio social e incluso a mecanismos de regulación internacionales, de manera que la reconfiguración cooptada del Estado puede permanecer incompleta en sentido formal sin que por ello se anule la premisa racional que guía su acción. Por ejemplo, una organización poderosa de traficantes de drogas podría cooptar múltiples instituciones de seguridad y justicia, sea a través de la transferencia de beneficios materiales o de su capacidad de coerción, de manera que obtuviera un alto umbral de impunidad fáctica, pero resulta muy improbable que estuviera en condiciones de transformar de motu propio el sentido de las disposiciones penales en contra del tráfico de drogas sin incrementar su exposición a la represalia internacional. Garay et al. desarrollan una tipología de los distintos escenarios que pueden observarse en la captura de espacios institucionales, privilegiando el caso de los partidos políticos, vía fundamental para el acceso al poder en regímenes democrá76 77 78

Ibid., pp. 23-24. Garay et al., op. cit., p. 59. Ibid., p. 96.

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ticos.79 Es preciso enfatizar que la reconfiguración cooptada del Estado se promueve­ desde dentro de las propias estructuras de autoridad, como medio indispensable para lograr su perdurabilidad. Pero en regímenes autoritarios donde el acceso al poder no suele pasar por la contienda electoral, las instituciones a cooptar no son necesariamente los partidos políticos. Esta consideración es relevante para analizar el caso mexicano, en el que diversos elementos apuntan a que este proceso tuvo lugar en etapas tempranas de la consolidación del régimen posrevolucionario, en instituciones burocráticas que, dadas las características centralistas de aquél, sentaron las condiciones para la consolidación de los intereses ilícitos de determinados grupos de actores públicos y delictivos con presencia perdurable en diversas regiones del país, y les garantizaron altos umbrales de impunidad en las décadas siguientes. Debido a la coincidencia histórica entre la implantación de estas prácticas y la consolidación del régimen y la simultánea creación de algunas instituciones de seguridad clave —como la Dirección Federal de Seguridad, por ejemplo—, la reconfiguración cooptada del Estado parece constituirse, a momentos, en una definición de origen y no de rediseño. Diversas estructuras gubernamentales parecen haber nacido capturadas por los intereses ilícitos de sus propios creadores. En otros casos se trata del precedente de funcionamiento que estos actores promovieron en instituciones ya existentes, pero aún en proceso de consolidación. Como se ha señalado, en una lógica que puede entenderse bajo la perspectiva teórica del pathdependence expuesto por Pierson y Skocpol,80 las prácticas de estos actores marcaron­el desarrollo posterior de diversas dependencias gubernamentales y contribuyeron en gran medida a la institucionalización de la corrupción dentro de ellas. Esta tendencia fue reforzada, además, por la continuidad temporal en su control hegemónico sobre las mismas, caracterizado por el nombramiento de funcionarios afines a esos grupos de poder, en su titularidad o en sus jerarquías de mayor relevancia. Acciones semejantes contribuyeron a consolidar la discrepancia entre reglas formales y prácticas efectivas en diversas instituciones fundamentales del Estado mexicano, y a acrecentar su disfuncionalidad respecto a su objetivo formal de velar por el interés público. La reproducción y agravamiento de estas condiciones, al conjugarse con el incremento en el tráfico de drogas y la ruptura de los métodos tradicionales de control del Estado sobre el mismo, profundizaron las deficiencias 79 80

Ibid., pp. 67-80. Pierson, Paul y Theda Skocpol (2002), op cit., pp. 693-721.

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y disfuncionalidades estructurales de un Estado débil81 que, en función de lo anterior, estaría evidenciando características propias de un proceso de falla del Estado en múltiples regiones del país. Todo esto se ilustrará en los siguientes capítulos con la revisión de la dinámica del contrabando, el tráfico de drogas, las aduanas y las instituciones políticas, de seguridad y justicia, que se implantó en Tamaulipas a partir de 1946. Pero antes de proceder a ello conviene detenerse en dos cuestiones: la primera es una exploración panorámica de la lógica del mercado de la cocaína, el polvo al que hace referencia el título de la presente investigación; la segunda es la revisión de información relativa a las características generales de este estado y su historia, relevantes para entender el contexto del tema central que se analiza. Este recuento de procesos y actores resulta indispensable para apreciar las cuestiones que se abordarán con posterioridad. La producción y el tráfico de cocaína

La planta de coca, Erythroxylon, se remonta a 5 000 años de antigüedad en la región andina que actualmente comparten Perú, Ecuador y Bolivia. Ha tenido un uso milenario ritual y estimulante entre las culturas indígenas establecidas en esas regiones. No fue sino hasta 1860 que la cocaína, uno de sus 14 alcaloides conocidos, fue aislado de manera sintética.82 El proceso no fue fortuito: se debe al estudiante de química Albert Niemann, de la Universidad de Göttingen, quien buscaba obtener el componente activo de la hoja de coca.83 Su consumo bajo la forma usual de clorhidrato de cocaína —que puede ser inyectada, fumada, o inhalada por la nariz— es un poderoso estimulante del sistema nervioso, que inhibe la absorción de la dopamina.84 De acuerdo con algunos especialistas médicos, pese a su reputación y a la imagen construida sobre la misma, no produce una adicción física.85 En una sociedad como la decimonónica, en proceso de industrialización, la perspectiva de una sustancia energética semejante despertó la simpatía y atención de la comunidad científica. Incluso figuras intelectuales de la talla del propio Sig81 82 83 84 85

Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 325-326. Gootenberg, Paul (2008), Andean cocaine. The making of a global drug, The University of North Carolina Press, Carolina del Norte, p. 16. Ibid., p. 22. Ibid., p. 17. Waldorf, Dan, Craig Reinarman y Sheigla Murphy (1991), Cocaine Changes: The Experience of Using and Quitting, Temple University Press, Filadelfia. Citado en Gootenberg, op. cit., p. 17.

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mund Freud experimentaron su consumo directo.86 En esa época, su uso farmacéutico como potente anestésico, empleado para realizar cirugías hasta entonces no practicadas por la sensibilidad de las zonas a intervenir, está documentado, lo mismo que su empleo como tónico empleado en la elaboración de bebidas de consumo popular.87 Semejante uso le brindó el estatus de bien económico global.88 El comercio inicial de cocaína floreció en Perú como fuente de aprovisionamiento industrial para Europa, especialmente para Alemania. Bolivia fue un actor secundario que no se consolidó en este circuito, sino que a lo más su producción de hoja de coca sirvió para abastecer el consumo de comunidades andinas en diversos países sudamericanos. Para entonces, Colombia no figuraba en absoluto dentro de esta producción.89 Hacia inicios del siglo xx, en los Estados Unidos, el consumo de productos que contenían cocaína estaba también presente, y ese país constituía uno de los mercados más significativos de semejantes bienes.90 No obstante, hacia 1910, la actitud del público estadounidense y sus políticas hacia esta sustancia observó un viraje notorio. En 1900, la comunidad médica estadounidense ya había externado críticas al comercio de cocaína sin regulación. El nuevo panorama de rechazo estaba relacionado con sentimientos similares hacia drogas narcóticas, también usadas con propósitos no medicinales, que fueron adjudicadas a sectores sociales no privilegiados, como las comunidades afroamericanas del sur. Tal perspectiva se extendió incluso al alcohol.91 En 1915, Estados Unidos emprendió una cruzada mundial contra la cocaína, que incluía promover una imagen de la entonces enemiga Alemania como un imperio perverso de la droga.92 En general, ésta era una extensión de la creciente inclinación prohibicionista que ya se había hecho manifiesta en el respaldo e im-

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Gootenberg, Paul (2008), op. cit., pp. 23-24. Ibid., pp. 25, 26, 107, 108, 112-113. Ibid., p. 107. Ibid., p. 113. Ibid., pp. 118-121. La compañía farmacéutica estadounidense Parker y Davis, por ejemplo, se es­ pe­cializaba en la producción de medicamentos compuestos con cocaína. Véase, también, Musto, David F. (1993), “Pautas en el abuso de drogas y la respuesta en los Estados Unidos”, en Smith, Peter H., El combate a las drogas en América, fce, México, p. 77. Gootenberg, Paul (2008), op. cit., pp. 122, 192 y 193; Musto, David F. (1993), op. cit., pp. 72-77. Ibid., p. 122. Véase, también, Musto, David F. (1993), op. cit., p. 75.

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pulso de ese país a políticas semejantes sobre el opio, implantadas en la convención de 1912.93 En diciembre de 1914, el presidente Woodrow Wilson firmó el proyecto de ley propuesto por el representante demócrata por Nueva York, Francis Burton Harrison, integrante del Comité de Relaciones Exteriores del Congreso estadounidense. Esta iniciativa, que sería en lo subsecuente conocida como la ley Harrison, marcó el inicio de políticas restrictivas hacia varias drogas psicoactivas en ese país, que guiarían su política exterior en la materia.94 Desde esa época temprana, los Estados Unidos asumieron “el papel de jefe del control internacional de narcóticos, papel que mantiene hasta el día de hoy”.95 En 1922, el Acta Jones-Miller proscribió el ingreso de cocaína por la frontera estadounidense y reguló estrictamente la importación legal residual con fines médicos.96 En la década los años veinte y treinta, las propias empresas importadoras es­ tadounidenses, virtuales oligopolios de esta actividad en ese país, junto con aquellas de carácter farmacéutico, favorecieron el cambio de la política hacia la cocaína y cooperaron con las nuevas estrategias de control punitivo.97 Tales empresas tenían interés por limpiar su imagen ante un problema social derivado del consumo no médico de la cocaína, en buena medida exagerado.98 El tipo de consumidor al que se proscribía, junto con la sustancia de uso, era considerado un desviado social o criminal y no sin una buena dosis de racismo se le identificaba persistentemente con la minoría afroamericana. Este tipo de consumidores no empleaban la inyección­de cocaína, reconocida por la industria médica como estimulante cerebral,­sino la inhalación nasal, práctica concebida en términos derogatorios.99 A mediados de los años treinta, de acuerdo con información de la Liga de las Naciones publicada por Gootenberg, la producción mundial total de cocaína ascendía a 14 486 kg, de los cuales Japón producía 23.3% (3 606 kg); los Estados Unidos, 21.3% (3 292 kg); Alemania, 15% (2 329 kg); Reino Unido, 9.9% (1 540 kg); Francia, 8.3% (1 284 kg); la Unión Soviética, 6.1% (940 kg); Bélgica, 3.7% (574 kg); Suiza, 3.6% (564 kg); Checoslovaquia, 3.2% (496 kg); Holanda, 2.2% (347 kg); y otros países como Formosa, Polonia, India, Yugoslavia y Corea sumaban­, 93 94 95 96 97 98 99

Musto, David F. (1993), op. cit., pp. 72 y 74. Ibid. pp. 72-81; Gootenberg, Paul (2008), op. cit., p. 191. Musto, David F. (1993), op. cit., p. 72. Gootenberg, Paul (2008), op. cit., p. 191. Ibid., pp. 194-198. Ibid., op. cit., p. 197. Ibid., pp. 192-193 y 197.

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en conjunto, 3.3% (514 kg).100 Ninguno de los países sudamericanos donde se produce la hoja de coca figuraba entre los productores de cocaína. Por otra parte, el tráfico irregular —aquel que surtía precisamente al consumo no médico, según se caracterizaba en el párrafo anterior— era, durante esta época, claramente marginal. En 1936, de acuerdo con el Buró Federal Antinarcóticos (fbn, por sus siglas en inglés), el total de cocaína de contrabando incautada en los Estados Unidos­fue de 725 gramos de los cuales 277 gramos fueron asegurados en la frontera.101 En el periodo entre guerras existía aún una multiplicidad de regímenes de control sobre la cocaína. Muchos de ellos eran todavía bastante tolerantes respecto a la misma y eran aceptados por la Liga de las Naciones. Esta condición, junto con una baja demanda de la sustancia, evitó el surgimiento de redes de tráfico alternas durante este periodo, pues las ganancias por semejante actividad eran aún relativamente menores.102 Hasta 1970, las incautaciones de cocaína contrabandeada se cuantificarían oficialmente en cantidades de gramos o, a lo sumo, kilogramos; sin excepción, en este último caso, con cifras de dos dígitos o menos. A partir de 1970, los reportes de incautaciones comenzaron a referir cantidades de cientos de kilogramos y a finales de los años setenta, de toneladas.103 Con el cambio de estatus de la cocaína como bien mercantil ahora proscrito, hacia finales de los cuarenta comenzaron a articularse redes alternativas para su distribución. Se trataba de precursores del contrabando ilegal de esta sustancia que, según Gootenberg, constituye una etapa precolombiana del negocio, que se extendió hasta mediados de los sesenta y principios de los setenta. En esta etapa, los actores sustantivos eran fundamentalmente peruanos, bolivianos, cubanos, chilenos,­mexicanos, brasileños o argentinos.104 El principal punto de producción y exportación de hoja de coca lo constituía, durante la primera mitad del siglo xx, la zona andina del este de Perú, en las proxi100

Ibid., pp. 213, 325-328. Aunque el autor previene, en general, sobre la laxa fiabilidad de las cuantificaciones oficiales de la cocaína, el hecho de que en este caso se trate de estimaciones de la producción de empresas legales puede proporcionar un mayor grado de certidumbre, al menos en términos comparativos, frente a las propias presentes en el posterior régimen prohibicionista. En el primer caso, si bien las cifras pueden ser inexactas (e incluso caracterizarse por un subreporte), su proporción total muestra, de cualquier manera, dado su uso industrial, la discrepancia entre la marginal disponibilidad eventual para usos no médicos o industriales y la construcción de una ima­gen oficial de amenaza por la proliferación de este tipo de consumo. 101 Ibid., p. 336, apéndice, tabla A.5, “Contrabando de cocaína. Incautaciones reportadas, 19351970”. 102 Ibid., op. cit., p. 217. 103 Ibid., pp. 252-336. 104 Ibid., p. 245.

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midades de la población de Huánuco. Después de los años cincuenta y hasta entrados los ochenta, esta zona constituiría también el punto de abasto para la producción ilegal de cocaína.105 Según los propios comentarios de Harry Anslinger, titular del Buró Federal Antinarcóticos, precedente institucional de la actual Drug Enforcement Administration (dea) señalaba, a principios de los años treinta, que el flujo de cocaína ilegal hacia los Estados Unidos era marginal, así parece corroborarse con los datos sostenidos sobre incautaciones de esta sustancia, ya mencionados.106 Es preciso tener en mente, como señala el autor, que las estimaciones oficiales del contrabando ilícito de drogas suelen basarse en las cantidades incautadas, no en aquella que eventualmente logra llegar al mercado. Semejante consideración era válida entonces­ y ahora. De cualquier manera, la tendencia antes señalada parece confirmarse. Vale la pena apuntar que los autores más reconocidos que han escrito sobre las estimaciones económicas del mercado de la cocaína y, en general, apreciaciones cuantitativas respecto al fenómeno del tráfico de drogas, coinciden en la dificultad para tomar con seriedad las cifras históricas oficiales que muestran grandes discre­ pan­cias en sus valores e incluso en los propios sistemas de medición, que se modifican con frecuencia y sin razón aparente.107 Incluso un autor observa sin ambages que estas diferencias son empleadas con fines políticos para mostrar una pretendida­ eficiencia por parte de las instituciones de seguridad o justificar los crecientes presupuestos destinados a esta materia.108 No obstante, con todas las reservas señaladas, la información disponible convalida que hacia comienzos de los años treinta el tráfico de cocaína era relativamente­ desorganizado y poco continuo, y las organizaciones involucradas no parecían tener aún una relación estable.109 Por ejemplo, aunque se menciona algún tráfico incipiente de cocaína por la Costa Pacífico, manufacturada en Japón y transportada­

105

Ibid., pp. 245-247. Ibid., p. 251. 107 Ibid., pp. 10-11, 325-328; Thoumi, Francisco (2005), “The numbers game: Let’s all guess the size of the illegal drug’s industry!”, en Journal of Drug Issues, Florida State University/School of Criminology & Criminal Justice, invierno, Miami, pp. 185-199; Reuter, Peter (1996), “The Mismeasurement of Illegal Drug Markets: The implications of its irrelevance”, en Susan Pozo (ed.) (1996), Exploring the Underground Economy: Studies of Illegal and Unreported Activity, W.E. Upjohn Institute for Employment Research, Kalamazoo. 108 Allen, Chistian M. (2005), An industrial geography of cocaine, Routledge, Latin American Studies, Nueva York-Oxon, p. 4. 109 Gootenberg, Paul (2008), op. cit., p. 251. 106

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a través de la frontera con México,110 las organizaciones mexicanas de los años treinta y cincuenta aparecen mucho más involucradas en la producción local de mariguana y goma de opio y su traslado hacia los Estados Unidos.111 El tráfico de cocaína en Colombia se remonta a los años cincuenta, cuando algunos productores locales proveían este producto a grupos criminales cubanos. Cuando estos últimos se trasladaron a Florida, tras la Revolución cubana, comenzaron a su vez a surtir ese mercado, aún de reducidas proporciones. Por su parte, productores colombianos de mariguana transformarían gradualmente sus redes de contrabando para comerciar, en su lugar, la más redituable y compacta cocaína.112 En los años cincuenta, los principales traficantes internacionales de cocaína fueron chilenos o cubanos. En el primer caso, la presencia relevante se mantendría hasta inicios de los años setenta, cuando el golpe militar de Augusto Pinochet estableció un esquema de extremo autoritarismo que aplastó, entre otras cosas, semejante negocio.113 En los años cincuenta, Cuba fue el núcleo principal para el desarrollo de un mercado ilegal de la cocaína. Varios factores fueron conducentes para ello: fun­ damentalmente, la existencia de una vasta red de personajes vinculados con circuitos ilícitos de orden transnacional, incluyendo aquéllos establecidos en los Estados Unidos­por la mafia italoamericana desde los años de la prohibición del alcohol y que en La Habana se habían establecido también explotando el juego y la prostitución bajo el amparo de una secuencia de regímenes autoritarios considerablemente corruptos.114 Fue en este contexto que el uso de la cocaína con fines recreativos floreció con nuevos bríos; con efectos atractivos para el turista que buscaba placeres afines a semejante ambiente. Con una demanda estimulada, las primeras redes de producción y contrabando de cocaína destinada a este mercado y al estadounidense solían incluir a cubanos entre sus integrantes, quienes establecieron contactos locales en las regiones cocaleras andinas.115 110

Ibid. Aunque para los parámetros de hoy resulte sorprendente, el autor refiere la síntesis química de cocaína realizada en ese país oriental. Como se recordará, Japón se encontraba entre los principales países productores de cocaína, según la información estimada por la Liga de las Naciones. 111 Astorga, Luis (2005), El siglo de las drogas. El narcotráfico, del Porfiriato al nuevo milenio, Plaza y Janés, México, pp. 39-98. 112 Allen, Christian M. (2005), op. cit., p. 57. 113 Gootenberg, Paul (2008), op. cit., p. 261. El tráfico realizado por chilenos estaba más vinculado con fuentes de aprovisionamiento bolivianas. 114 Idem. 115 Gootenberg, Paul (2008), op. cit., p. 264.

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Al final de esa década, con la defenestración del régimen de Fulgencio Batista por la Revolución cubana, y con la subsecuente emigración de personajes involucrados en estas actividades, el know-how del negocio se expandió a nuevas regiones; tras su arribo a Florida, comenzaron a surtir ese mercado, aún de reducidas propor­ ciones.116 Según establece Allen, una de las razones que pudo haber favorecido el establecimiento y desarrollo de esta nueva red criminal identificada por una nueva pertenencia nacional y étnica fue que, tras su expulsión de Cuba, la mafia italoamericana tenía, durante los años sesenta, un interés prioritario por consolidar sus intereses en Las Vegas, de manera que el incipiente negocio de la cocaína desarrollado en Florida por los recién llegados cubanos, ya en relación con los anteriores, no enfrentó una rivalidad enconada. López Restrepo y Camacho señalan, además, que la buena voluntad y colaboración de las autoridades estadounidenses hacia los grupos anticastristas asentados en Miami, a comienzos de los años sesenta, con el propósito de derrumbar el régimen de Fidel Castro, favorecieron que se mostrara eventualmente algún grado de complacencia hacia las actividades de tráfico de drogas desarrolladas por algunos de estos exiliados.117 De acuerdo con Gootenberg, no fue sino hasta comienzos de los años setenta, cuando comienzan a surgir las redes de tráfico de cocaína colombianas.118 El traba­ jo de este autor está basado en investigación de archivo en los acervos correspondien­ tes al Buró Federal Antinarcóticos (fbn), que muestra virtualmente la nula referen­ cia de decomisos de cocaína provenientes de Colombia en los Estados Unidos­o transportada hasta ese país por colombianos, previos a la década de los setenta. No obstante, Allen ubica en los años cincuenta el origen del tráfico colombiano de esta droga.119 Por su parte, los reputados académicos colombianos, Andrés López Restrepo y Álvaro Camacho Guizado, documentan la existencia aislada de algunos laborato­ rios de procesamiento químico de heroína y cocaína en Colombia, asegurados por autoridades de ese país con el apoyo de sus pares estadounidenses, desde los años cincuenta. Asimismo, ofrecen evidencias de la relación entre traficantes cubanos y 116

Allen, Christian M. (2005), op. cit., p. 57; Gootenber, Paul (2003), op. cit., pp. 264-266; véase,­ también, López Restrepo, Andrés y Álvaro Camacho Guizado (s.f.), “From smugglers to drug-lords to ‘traquetos’: changes in the Colombian illicit drugs organizations”, working paper, Kellog Institute for International Studies/University of Notre Dame, disponible en , p. 7. 117 López Restrepo y Camacho Guizado (s.f.), op. cit., p. 7. 118 Gootenberg, Paul (2008), op. cit., pp. 273, 300 y 301. 119 Allen, Chistian M. (2005), op. cit., p. 57.

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colombianos, y consideran que estos últimos eran los proveedores sustantivos de aquéllos.120 Más allá de esta polémica, lo cierto es que entre finales de los sesenta y principios de los setenta, organizaciones dedicadas al tráfico de cocaína comenzaron a multiplicarse en Colombia. La transición hacia el predominio de los grupos delictivos originarios de este país sobre el tráfico de cocaína, desarrollado a lo largo de las dos siguientes décadas, se explica por diversos factores que constituyeron una ventaja comparativa para su arraigo y crecimiento exponencial.121 Francisco Thoumi, economista reconocido como uno de los principales expertos­sobre este tema, señala que la ventaja competitiva de Colombia para el tráfico de drogas en general, y de cocaína en particular, frente a las otras naciones andinas, se debe a un conjunto complejo de factores políticos y socioeconómicos, no necesariamente vinculados al sentido económico clásico del término, generalmente expresado a partir de la lógica de producción per se; no pueden entenderse tampoco como mero efecto lineal de una demanda externa y creciente por el producto en cuestión.122 Estas condiciones son a su vez funcionales para el desarrollo de diversas destrezas no estrictamente económicas y de carácter ilícito, que favorecieron el arraigo y crecimiento vertiginoso de estas organizaciones criminales. Thoumi refiere, por ejemplo, el comercio de insumos ilegales, la siembra y cuidado de plantíos ilícitos, el desarrollo de sistemas clandestinos de manufactura de drogas, la existencia de conocimientos y redes para sacar el producto del país como contrabando, la capacidad para establecer redes ilícitas de mercado y distribución en el extranjero, así como para transportar de regreso la ganancia obtenida e invertirla en la propia estructura económica.123 Este autor añade también una laxitud en los controles sociales respecto a los comportamientos aceptados y las

120

López Restrepo y Camacho Guizado citan un documento presentado en el Congreso esta­dou­ni­ den­se, en 1980, según el cual, hacia 1965, los colombianos proveían casi 100% de la cocaína que ingresaba a los Estados Unidos por medio de traficantes cubanos. Véase op. cit., p. 7. 121 Gootenberg, Paul (2008), op. cit., pp. 371-372. 122 Thoumi, Francisco (2002), El imperio de la droga. Narcotráfico, economía y sociedad en Los Andes, Planeta, Bogotá, pp. 78-105. En un trabajo posterior publicado en inglés, Thoumi aborda específicamente este tema. Véase Thoumi, Francisco (2005), “The Colombian competitive advantage in illegal drugs: the role of policies and institutional changes”, en The Journal of Drug Issues, 1 de enero, pp. 7-26. 123 Ibid., p. 79.

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normas formales e informales a respetar, lo mismo que una familiaridad con la violencia y la disposición a usarla.124 Además de la capacidad sofisticada en el uso de la violencia extrema y la prontitud para recurrir a ella, producto de la presencia prolongada de conflictos armados dentro de su territorio, la existencia de añejas redes dedicadas a diversos contrabandos en Colombia constituye también una variable relevante para explicar esta consolidación.125 Todo ello combinado con una estructura empresarial comparativamente más moderna que la existente en Perú y Bolivia, acostumbrada a la ganancia económica pronta y con pocos pruritos respecto a la legalidad en sus procedimientos.126 A ello hay que añadir las dificultades del Estado colombiano para ejercer un efectivo control presencial y funcional sobre su territorio, y las actividades que se desarrollan dentro de él, característica compartida con otros países donde la producción y el tráfico de drogas se han desarrollado de manera considerable.127 No obstante, algunas consideraciones establecidas por Allen resultan en especial­significativas para entender este proceso, mismas que ofrecen también referencias importantes para el caso sustantivo de este trabajo. La dinámica del mercado de la cocaína no está totalmente divorciada de aquella­ de otros bienes lícitos. La transferencia de habilidades y tecnología desde el ámbito­ de los negocios legales le ha convertido en una moderna industria transnacional.128 En su sentido mercantil, la lógica de las organizaciones del tráfico de cocaína no está demasiado divorciada de la propia de firmas de carácter legal. Incluso,­según expone este autor, en un estricto sentido económico y comercial, las estrategias de exportación de cocaína parecen inspiradas en los consejos sobre políticas del desarrollo recomendadas por organismos internacionales, como el Banco Mundial.129 A lo largo del amplio periodo histórico aquí descrito y hasta la fecha, el Estado ha sido y continúa siendo el primer factor en la regulación comercial, promotor del crecimiento y, en general, de la política económica que proyecta el florecimiento­ del mercado. El desarrollo de mercados ilegales transnacionales al que aquí se hace referencia forma parte del proceso complejo de globalización que se aceleró en las 124

Ibid., pp. 79-80 y 85-87. Allen, Chistian M. (2005), op. cit., p. 63. 126 Ibid., pp. 63-64; Gootenberg, Paul (2008), op. cit., pp. 301-302. 127 Thoumi, Francisco (2005), op. cit., pp. 9-10. 128 Allen, Chistian M. (2005), op. cit., p. 1. 129 Ibid., pp. 1-2. Este autor refiere la reflexión de Manuel Castells (1998), “The Perverse Connection­: The Global Criminal Economy”, en End of Millennium, Blackwell Publishers Ltd., Oxford-Malden, p. 173. 125

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últimas décadas, pero surge, por lo menos, desde la primera mitad del siglo xx. Estos mercados ilegales transnacionales no están desconectados del capital global y sus principales circuitos y dinámicas vigentes durante las diversas etapas de este periodo. Como señala Allen, en su interacción con las localidades, la globalización es procesada a partir de sus propias condiciones e instituciones. Esto favorece que, independientemente de la lógica similar que pueden tener sus procesos económicos, éstos sean reconvertidos a partir de las circunstancias de los propios enclaves.130 El lugar de origen de las empresas, aun las ilegales, marca su impronta en su funcionamiento y lógica, debido a que supone una adaptación específica al contexto institucional, a las prácticas y costumbres establecidas en ese lugar.131 Más aun, no pueden ser enteramente ajenas al modelo específico de capitalismo adop­ta­do y a sus peculiares características locales. Si bajo cierto paradigma teórico el Estado es promotor del modo de producción­ capitalista y de sus relaciones de producción, una infraestructura económica compleja­ofrece mejores condiciones de desarrollo también a las empresas ilegales, frente a otra comparativamente más débil y de menor proporción, cuando la primera mantiene amplios umbrales de discrecionalidad y falta de controles transparentes, según se vio más arriba con lo expuesto por Buscaglia y Van Dijk.132 Gran parte de las ventajas comparativas para el tráfico de drogas descritas más arriba por Thoumi, atribuidas a las organizaciones colombianas, es compartida también por sus contrapartes mexicanas; con la salvedad de que semejantes intereses ilegales, en este caso, y según se podrá apreciar en las páginas siguientes, contaron con el respaldo de actores estatales en condiciones de movilizar también a su favor prácticas identificadas con el modelo de desarrollo económico que habría de resultar en el denominado milagro mexicano. En este caso, resulta significativo el paralelismo entre las estrategias económicas­ de brindar protección comercial a ciertas empresas cercanas al poder en turno, frente a sus competidoras, hasta constituirlas en virtuales monopolios u oligopolios arraigados en México durante el sexenio de Miguel Alemán. De hecho, cabe la posibilidad, a la luz de las evidencias que se expondrán más adelante, de que en estos procesos de promoción del crecimiento económico, algunos de sus principales artífices compartieran intereses en ámbitos que resultan, por lo menos, de legalidad cuestionable, mismos que se habrían vinculado con el propio desarrollo de la economía lícita. 130

Allen, Christian M. (2005), op. cit., p. 1. Ibid. 132 Buscaglia y Van Dijk (2003), op. cit., pp. 7-12, 17-18. 131

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En referencia a las organizaciones del tráfico de drogas mexicanas, Peter Andreas señala que éstas constituyen “the quintessential expression of the kind of private sector entrepreneurialism celebrated and encouraged by neoliberal economic orthodoxy that guides imf and World Bank policy prescriptions”.133 Como podrá apreciarse en el último capítulo de este trabajo, no deja de resultar­ significativo que, en el periodo en que semejantes políticas arraigaron en México­ e implantaron una supuesta modernización en el modelo de desarrollo nacional para anclarlo en la nueva economía globalizada, algunos de sus promotores arquetípicos aparezcan —según parecen indicar las evidencias—, de nuevo en el centro de relaciones y procesos igualmente dudosos o cuestionables. Se trata otra vez de la imbricación de intereses lícitos e ilícitos, auspiciados desde los espacios de poder, con tenues barreras entre empresas legales y otras de distinta naturaleza. Todo esto reviste especial relevancia a la luz de las observaciones realizadas por un alto ex funcionario de la pgr en una investigación previa del autor. El personaje refería su percepción de la puesta en marcha de una estrategia durante uno de los más recientes periodos de ajuste de la economía mexicana a las nuevas demandas de modernización del entorno globalizado. Su aplicación, basada en fines ilícitos y estrictamente privados e impulsada desde diversas instituciones públicas, estaba encaminada a favorecer la extracción de rentas del tráfico de cocaína. El recurso de esta peculiar medida proteccionista era evitar el libre tráfico enfocando el aparato de seguridad contra grupos independientes o extranjeros, al tiempo que se consolidaban otros de carácter nacional.134 En México, la presencia de productos legales elaborados con coca o cocaína, entre finales del siglo xix y hasta 1939, ha sido documentada por Astorga.135 La esca­sez posterior de esta sustancia, derivada del quiebre de sus cadenas de producción y comercialización referidas por Gootenberg, se refleja en su relativa ausencia del panorama nacional, más allá de las transacciones ocasionales y esporádicas, que este mismo autor refiere, entre traficantes cubanos y mexicanos.136

133

“La quinta esencia del tipo de mentalidad empresarial en el sector privado, celebrada y apoyada por la ortodoxia neoliberal que guía las prescripciones políticas auspiciadas por el fmi y el Banco­ Mundial”. (Traducción libre del autor.) Véase Andreas, Peter (1999), “When Policies Collide: Mar­ ket­Reform, Market Prohibition and the narcotization of the Mexican Economy”, en Richard H. Friman y Rowman P. Andreas (eds.), (1999), The illicit global economy and state power, Rowman & Li­ttlefield Publishers Inc., Maryland, p. 125. 134 Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 193-196. 135 Astorga, Luis (2005), op. cit., pp. 24-25. 136 Gootenberg, Paul (2008), op. cit., pp. 273-275.

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En este país, el tráfico de cocaína comienza a surgir hacia los años setenta, pero crece de manera acelerada en los ochenta. En este periodo, las organizaciones colombianas, ya entonces hegemónicas, se vieron presionadas para establecer nuevas­rutas para transportar su producto hacia los Estados Unidos, cuando a principios de esta última década un incremento en las medidas de seguridad costera en el Caribe dificultó la continuidad del contrabando por Florida.137 Los traficantes colombianos buscaron asociarse con sus contrapartes mexicanas,­ expertas ya en contrabandear drogas y otros bienes a través de la larga frontera­ compartida con los Estados Unidos. Estos últimos encontraron así el acceso continuo a una droga de mayor demanda respecto a la mariguana y los opiáceos, a los que tradicionalmente se habían dedicado, más compacta y con niveles de ganancia mucho más redituables. Los colombianos, por su parte, encontraron un ambiente receptivo, pero más centralizado y adverso a incursiones independientes, que aquel que enfrentaban en su propio entorno. Con todas las precariedades que pudiera tener, el Estado mexicano había logrado establecer una hegemonía territorial y funcional considerablemente mayor a la de su contraparte colombiana. A diferencia de este último caso, en México el tráfico de drogas había sido una actividad sujeta a los designios de actores del poder, en condiciones de utilizar el aparato de seguridad para su protección discriminativa y vinculados estrechamente a una estructura económica más compleja y de mayores dimensiones que la colombiana.138 Aunque sus cifras no se refieren exclusivamente al tráfico de drogas, ni se reportan transacciones en efectivo ni el lavado de dinero doméstico, lo anterior se puede dimensionar si se considera, por ejemplo, el informe de Global Financial Integrity. Esta organización, dedicada a medir los flujos de capital ilícito en el mun­do, reportó que entre 1970 y 2010 la cantidad de recursos ilícitos provenientes­ de México en el sistema financiero internacional ascendía a 872 000 millones de dólares estadounidenses. En promedio, tales flujos ilícitos representaron anualmente 5.2% del pib, durante ese periodo. En 1995, sin embargo, alcanzaron el máximo de 12.7%.139 Las organizaciones mexicanas, respaldadas por una estructura política y policial considerablemente centralizada en los hechos, más allá de las formas democrá137

Allen, Christian M. (2005), op. cit., pp. 72-73 y 84. Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 278, 279, 324-326. 139 Kar, Dev (2012), México: flujos financieros ilícitos, desequilibrios macroeconómicos y la economía sumergida, Global Financial Integrity, p. i., disponible en . 138

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ticas y federalistas, favorecieron gradualmente un pago en especie por parte de los grupos colombianos, a quienes incluso obligarían, a principios de los noventa, a aceptar condiciones leoninas.140 Como factores añadidos a lo anterior, su conocimiento para el contrabando fronterizo, su igualmente notable propensión a la violencia y la existencia de una amplia comunidad mexicana que facilitaba la construcción de redes de distribución­ propias permitieron que, desde mediados de los años noventa, las organizaciones mexicanas comenzaran a consolidar su propia hegemonía en el tráfico de cocaína hacia los Estados Unidos.141

140

Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 193-194. Véase, también, Flores Pérez, Carlos Antonio (2010), “Organized crime and oficial corruption in Mexico”, en Robert A. Donnelly y David A. Shirk (2010), Police and Public Security in Mexico, University Readers, EU, pp. 100-106, 116. Sobre el pago en especie, véanse González-Ruiz, Samuel, Ernesto López Portillo-Vargas y José Arturo Yáñez (1994), Seguridad pública en México. Problemas, perspectivas y propuestas, unam, México, pp. 75-76; Allen, Christian M. (2005), op. cit., p. 78. 141 Esta tendencia ya se advertía, por ejemplo, en el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito en 1999. Véase United Nations Office for Drug Control and Crime Prevention (1999), Global Illicit Drug Trends, United Nations Publications, Nueva York, p. 46.

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2. El contexto tamaulipeco: antecedentes generales e historia contemporánea de la entidad

La evolución del tráfico de drogas y la delincuencia organizada en Tamaulipas no pueden entenderse sin vincular sus características esenciales con la dinámica político-institucional y social de la entidad. Estos rasgos que pueden tener similitudes considerables respecto a aquellos presentes en otras entidades de la frontera norte del país —donde problemas similares se han hecho presentes—, guardan, sin embargo, especificidades que han hecho de Tamaulipas un estado donde este fenó­ me­no se ha arraigado con especial virulencia y profundidad. Esta raíz se aprecia en diversos sectores de la sociedad, pero sobre todo en las instituciones políticas y de seguridad,­locales y federales, que tuvieron mayor relevancia e influencia en el tema que nos ocupa, durante el periodo que comprende esta investigación (1947-2000). Tamaulipas constituye el punto de cruce fronterizo más cercano al centro y sur de la República, lo que le convierte en un punto estratégico para los intercambios mercantiles entre México y los Estados Unidos, sean estos de carácter lícito o no. Es un estado donde las prácticas del contrabando hacia uno y otro sentido de la frontera cuentan con una historia secular, incluso de carácter fundacional en algunos de los casos de las ciudades gemelas que se han establecido a lo largo de la línea fronteriza. Las ciudades del norte de Tamaulipas han constituido polos de atracción de poblaciones migrantes que llegaron a la entidad con el propósito de cruzar hacia el vecino del norte, o bien, para encontrar opciones laborales en el contexto de lo que alguna vez fue una floreciente agroindustria algodonera y, más tarde, el establecimiento local de maquilas. De cualquier manera, a lo largo del periodo señalado, Tamaulipas ofrece uno de los panoramas más notables en la perduración de indicadores que evidencian un desarrollo social inequitativo, con segmentos de población no desdeñables viviendo en condiciones de marginación. A estas condiciones, ya en sí mismas favorables para el surgimiento de situaciones de violencia y criminalidad, deben sumarse las características propias de la dinámica política e institucional locales. Desde su fundación, la entidad ha estado bajo el control político de caciques, hecho que ha determinado —y en buena medida limitado— la lógica funcional de las instituciones existentes. La influencia del poder central fue relativamente periférica, por lo menos hasta el Porfiriato. Pero aun el propio triunfo de la Revolución mexicana derivó en el control político 69

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establecido por un núcleo estrecho de camarillas que se han heredado el poder exclusivamente entre sus propios miembros, a veces incluso de manera dinástica, sin que la oposición política externa al pri logre constituir una alternativa real de disputa política. Estas condiciones determinaron que la historia política estatal esté caracterizada por las disputas entre camarillas adscritas al partido oficial, que muestran con frecuencia notables rasgos caciquiles, que cuentan con poder local y estrecha vinculación­con otras de dimensión nacional. Es la continuidad de estas fuerzas, y a lo sumo la disputa entre ellas, el referente continuo de la política local, que desde los años veinte se percibe caracterizada por esta condición, antes que estar determinada por pugnas ideológicas y electorales entre fuerzas políticas con proyectos alternativos claramente definidos y diferenciables. Todo ello en un contexto en el que el funcionamiento de las instituciones políticas y de gobierno, incluyendo las de seguridad, muestran tradicionalmente un amplio desfase entre sus planteamientos­ formales y la realidad cotidiana. Este rasgo, que bien puede aplicarse al régimen posrevolucionario en general, adquirió en Tamaulipas carácter de permanencia y se arraigó quizá de manera más acusada que en otras entidades donde el surgimiento y desarrollo de otras fuerzas políticas presionaron para la adopción de nuevos marcos institucionales y condiciones­de competencia política y de interacción entre la sociedad y el poder. Uno de sus efectos fue la generación de umbrales muy bajos de transparencia y rendición de cuentas, que junto con las condiciones descritas más arriba, favorecieron a su vez vinculaciones endémicas y permanentes entre actores de poder y la delincuencia­ organizada. Como se verá en los siguientes capítulos, en buena medida estas organizaciones se arraigaron en el estado gracias a la garantía de impunidad que les brindaron sus asociados dentro de los espacios de poder, que obstruyeron de manera permanente­ y deliberada el funcionamiento de las instituciones de seguridad y justicia encargadas de hacerles frente. A continuación se describen algunos de los procesos políticos y características sociodemográficas de la entidad que, a juicio del autor, revisten especial relevancia para entender las razones que han hecho de Tamaulipas el lugar de origen y operación de algunas de las organizaciones delictivas más poderosas de México. El lector podrá apreciar el proceso de reconfiguración cooptada del Estado que, por el carácter temprano en que tuvo lugar, podría asemejar una configuración de origen donde la camarilla de Miguel Alemán Valdés estableció una influencia significativa en los ámbitos políticos, judiciales, de seguridad y empresariales, donde aparecen

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imbricados intereses lícitos e ilícitos que determinarían, en el tiempo por venir, la limitación en el desempeño de diversas instituciones del Estado, permitiendo amplios umbrales de impunidad. Varios de los ejemplos que se ofrecen tienen el propósito fundamental de mostrar las dimensiones de la corrupción de alto nivel asociada a estos personajes, la naturaleza autoritaria y patrimonialista de su actividad política y gubernamental, y la profundidad de su arraigo en los sectores público y privado del país, en una etapa en la que ambas dimensiones comenzaban a articularse tras la Revolución mexicana. Tamaulipas, de sus orígenes hasta el Porfiriato

En la región que se conoce en la actualidad como Tamaulipas, la cultura prehispánica­ más definida fue la huasteca, que estaba asentada en el sur del estado y se expandía también hasta algunas zonas de San Luis Potosí, Veracruz, Querétaro, Hidalgo y Puebla. Esta cultura no integró una estructura de poder centralizada, sino que estableció una serie de señoríos o cacicazgos que regían a sus propias comunidades,­ sólo vinculadas por su cultura y no por instituciones políticas, caracterizadas, además, por una considerable estratificación social.1 Si una conformación del poder dispersa parece caracterizar a esta región secularmente, acciones de violencia, de crueldad extrema, también se hunden en la memoria local. La brutalidad de la conquista hispánica se hizo presente en los territorios que hoy constituyen el estado de Tamaulipas; así, por ejemplo, para sojuzgar a los pueblos huastecos asentados en esta región, en rebelión por el arribo de una hueste hambrienta a sus dominios, Hernán Cortés envió a Gonzalo de Sandoval al frente de un ejército de mexicanos y acolhuas. Tras vencer la resistencia­ indígena, Sandoval decretó la captura de 400 principales huastecos junto con los cabecillas de la revuelta; los encerró atados dentro de un corral y les prendió fuego.2 Esta acción desarticuló el liderazgo huasteco y ubicó a la población en condiciones de indefensión ante los nuevos embates de los conquistadores, quienes para garantizar el sometimiento y evangelización de la región emplearon a otro grupo

1 2

Herrera, Octavio (1999), Breve historia de Tamaulipas, Fideicomiso Historia de las Américas, Serie Breves Historias de los Estados de la República Mexicana, El Colegio de México, México, pp. 17-18. Ibid., p. 31.

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indígena, el de los olives. De hecho, la raíz toponímica de la palabra Tamaulipas se origina en un vocablo de este grupo: Tamaholipa.3 Los olives eran descritos como una población blanca, de cabello bermejo y elevada estatura, que constituían guerreros muy diestros. Tras tomar el partido del rey español, fueron empleados para enfrentar a los chichimecas y garantizar el dominio hispano sobre la zona. A cambio recibieron el privilegio de no pagar tributo a la corona, el derecho de usar caballos y armas, y a nombrar a sus propias autoridades, que eran ratificadas por el virrey en turno, e incluso cobraban un sueldo de la Real Hacienda.4 No obstante, el proceso de colonización del actual territorio tamaulipeco fue largo y sólo se consolidó hacia el siglo xviii, cuando la monarquía española la promovió de manera más activa, ante el riesgo de que la zona le fuera arrebatada por otras potencias europeas. Hacia finales de 1748, con la fundación de la villa de Llera, inició el establecimiento del Nuevo Santander.5 Durante la época colonial se establecieron en el Nuevo Santander diversas villas que se transformarían, al paso del tiempo, en asentamientos que persisten hasta el presente, como es el caso de Soto la Marina, San Fernando, Reynosa, Camargo, Mier y Laredo, entre otras. En 1755, esta región estaba integrada por 8 989 personas, según el censo de ese año. A comienzos del siglo xix alcanzaría los 34 445, y en 1821 la población era de 67 784.6 Tras la consumación de la Independencia, la unidad político-administrativa de las entonces denominadas Provincias Internas de Oriente se fragmentó. En el Nuevo Santander existía un deseo autonomista que se tradujo en la conformación, a principios de 1822, de una diputación regional, autorizada por el Congreso nacional.7 En julio de 1823, las autoridades locales santandereanas, bajo la jefatura­ política de José Manuel Zozaya, aceptaron añadirse en la instalación de un congreso federal constituyente, y un año más tarde nueve entidades de reciente creación firmaron el Acta Constitutiva de la Federación; entre ellas, el Estado Libre y Soberano de Tamaulipas.8 Hacia 1821, la población asentada en su territorio era de 67 434 personas y en 1838 la cifra se había incrementado a 94 695, para llegar a 108 512 en 1853.9 3 4 5 6 7 8 9

Ibid., p. 34. Ibid., pp. 34, 37. Ibid., pp. 61, 65-66. Ibid., p. 90. Ibid., p. 105. Ibid., p. 107. Ibid., p. 121.

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Con anterioridad a la consumación del movimiento independentista, el mercantilismo estrecho de la corona española, que se empeñaba en mantener a Veracruz­ como único puerto para la Nueva España, limitó el comercio normal en la región tamaulipeca, condición que a su vez habría de favorecer el desarrollo del contrabando.10 El sistema colonial de la dominación hispánica favorecía la explotación de las zonas mineras, hecho que había relegado comparativamente su interés respecto a otras regiones, incluyendo el Nuevo Santander. Sin embargo, esta región sí revestía un atractivo especial para otras naciones, ya inmersas en una acelerada transformación económica de carácter capitalista y que, en consecuencia, precisaban de nuevos mercados para ofertar sus respectivas producciones. Hacia 1820 ocurrió un primer flujo de pobladores anglosajones que se asentaron en la región del río Bravo­, con el propósito de comerciar hacia México, en una frontera aún débilmente­establecida. Sin embargo, ya con anterioridad a estas fechas era frecuente el arribo de goletas repletas de contrabando que introducían de manera ilegal mercaderías a México, y que serían después comercializadas en el interior del país.11 En 1820, una pequeña congregación en la región noreste del actual territorio tamaulipeco, denominada El Refugio, fue constituida como puerto —a pesar de encontrarse en realidad varios kilómetros tierra adentro—; pocos años más tarde cambió su nombre por Matamoros, que se constituyó en puerto de altura y en la población más importante de la región, pero que en su origen tuvo la misma razón: facilitar los intercambios ilegales de mercancías.12 Ya en 1822 el contrabando por Tamaulipas cobraba tales proporciones que Agustín de Iturbide, entonces emperador mexicano, designó al coronel Manuel Gómez Pedraza para contener dicha actividad e incrementar la producción de las aduanas en la región.13 La principal de ellas se ubicaba en Matamoros. Varias de las ciudades que se encuentran hoy al norte de la frontera mexicana tuvieron un propósito similar en sus orígenes: el de facilitar el comercio ilegal ha­cia­ 10 11 12

13

Ibid., p. 89. Alarcón Cantú, Eduardo (1990), Evolución y dependencia en el Noreste: las ciudades fronterizas de Tamaulipas, El Colegio de la Frontera Norte, Tijuana, p. 15. Ibid., p. 15. Sobre la introducción del contrabando en el noreste mexicano, así como su papel en los orígenes fundacionales de Matamoros, el autor remite a Paredes, Eliseo (1976), Homenaje a los fundadores de la heroica, leal e invicta Matamoros en el sesquicentenario de su nuevo nombre, H. Ayuntamiento de Matamoros, Matamoros, p. 59. Véase, también, Vizcaya Canales, Isidro (1971), Los orígenes de la industrialización de Monterrey, 1867-1920, Librería Tecnológico, Monterrey, p. VIII. Alarcón Cantú, Eduardo (1990), op. cit., p. 17.

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México. Así, por ejemplo, la texana Corpus Christi, asentada en la desembocadura­ del río Nueces, contaba con una bahía cerrada por islas y con una sola entrada navegable, que era empleada frecuentemente para el contrabando. En 1833, un agente de una casa comercial asentada en Matamoros, H.A. Gilpin, trasladaba la mercancía que introducía a México desde Corpus Christi, para después llevarlas hasta Zacatecas y Durango.14 También, hacia 1839, Henry Lawrence­Kinney, fundador y promotor de Corpus Christi, introducía grandes cantidades de contrabando en Tamaulipas, protegido por Mariano Arista, entonces comandante militar en la entidad. Las mercancías de Kinney eran trasladadas en carreta hacia el río Bravo, cruzadas por Matamoros y después transportadas hacia Camargo,­donde eran introducidas al interior del país.15 Un efecto de la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo fue la pérdida de la tercera parte del territorio tamaulipeco, así como el establecimiento de ciudades paralelas a lo largo del río Bravo. Muchas de las ciudades erigidas en el lado estadounidense tomarían provecho de las altas tarifas arancelarias establecidas en sus vecinas del sur, convirtiéndose en activas plazas mercantiles estrechamente vinculadas al contrabando.16 Así, por ejemplo, frente a Reynosa se estableció Edimburg; enfrente de Camargo surgió Río Grande; del otro lado del río, paralela a Mier, se estableció Roma, y enfrente de Guerrero se asentó Bellville. El fenómeno inverso ocurrió respecto a Laredo, que con el establecimiento de la nueva frontera quedó del lado estadounidense; Nuevo Laredo se construiría cruzando el río.17 Estas tendencias se favorecieron porque, tras la nueva delimitación fronteriza, enclaves fundamentales para estos flujos comerciales irregulares, como la localidad de Brazos de Santiago, se ubicaron ahora en territorio estadounidense. Serían también pobladores estadounidenses quienes mantendrían el control —ya alcanzado desde años atrás— de la navegación fluvial en el río Bravo, elemento esencial para su desarrollo logístico.18 En Tamaulipas, el tráfico de drogas se desarrolló como extensión de otras actividades­ilícitas antiguamente arraigadas, en especial, el contrabando de otro tipo de mercancías. Reportes de 1850 muestran la existencia de importantes redes dedicadas al contrabando de mercancía en ciudades que años después se cons­ti­tui­ 14

15 16 17 18

McCampbell, Colleman (1952), Texas seaport: the History of the Growth of Corpus Christi and the Coastal Area, Exposition Press, Nueva York, p. 25. Citado en Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 15. Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 18. Herrera, Octavio (1991), op. cit., p. 146. Ibid., pp. 146-147. Ibid. Véase, también, Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., pp. 16-17.

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rían­­como puntos referenciales para el tráfico de drogas. El cónsul general prusiano, Ferdinand Von Seiffert, informó ese año a Berlín respecto a las consecuencias del contrabando, tras la firma del tratado de paz de Guadalupe Hidalgo (1848). En referencia a Matamoros y Tampico señaló que tales ciudades “ya no tienen casi ninguna importancia para el comercio legal, ni para el proveniente de Europa”.19 El sentido del flujo del contrabando era inverso en esa época. En la entonces recientemente anexada Texas se había establecido una ciudad, Brownsville: […] cuya actividad es casi sólo el contrabando a México. Brownsville es hoy el de­pó­ sito de todas las mercancías prohibidas destinadas a ingresar clandestinamente a la República. Desde allí se van río arriba hasta Camargo, donde, como en todas partes, la custodia es tan mala que la desfachatez de los yankees no encuentra obstáculos, y las mercancías, por Monterrey, se trasladan a Coahuila, Zacatecas y San Luis.20

El resultado de la situación de entonces guarda evidentes reminiscencias para la interpretación del contexto actual: Los funcionarios de aduanas, al ver que con los ingresos arancelarios no alcanzaban­ ni a cubrir sus propios salarios, decidieron aliarse a los contrabandistas, para conservar más o menos algún tráfico comercial en la ciudad. Por un precio fijo, o por una participación en la ganancia que portara el contrabando, otorgan todo tipo de certificaciones. El Gobierno es incapaz de tener este fenómeno bajo control, y aunque tuviera los medios para hacerlo, tampoco osaría por temor a que los Estados fronterizos se separen de la Federación, pues lo que hoy mantiene vivo el comercio en esos Estados, es el contrabando.21

La dinámica del contrabando, favorecida por los esquemas proteccionistas impuestos­desde la metrópoli central, parece haber erosionado la propia capacidad funcional de las aduanas en la región y su capacidad para captar recursos. En Matamoros, los registros fiscales de 1826 mostraban importaciones por 51 000 pesos. La cantidad se incrementaría al grado de que en 1832 la cifra alcanzó los 100 000 pesos, y pocos años más tarde, el balance anual 1834-1835 reportó cifras que supe­ 19 20 21

Citado en Bernecker, Walther L. (1994), Contrabando. Ilegalidad y corrupción en el México del siglo xix, México, Universidad Iberoamericana, Departamento de Historia, México, pp. 126-127. Bernecker, op. cit., 126-127. Idem. Resulta significativo que, según el reporte citado, otras zonas del país donde también floreció de manera importante el contrabando, como Sinaloa y Chihuahua, sean igualmente en la actualidad puntos geográficos de primera importancia para el tráfico de drogas.

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raban el millón de pesos. No obstante, hacia 1842 esos recursos habían decrecido a 252 227 pesos, e incluso la población local había disminuido de 15 000 habitantes, en 1835, a 7 000, en 1846.22 Para Manuel Payno, quien publicó sus impresiones sobre Matamoros en 1842, destacaba el hecho de que la mayor parte del comercio en la localidad era controlado por extranjeros, quienes además lo llevaban a cabo de manera ilegal. Sin ambages expresó que “es público y notorio que esta población debe su existencia al contrabando”.23 En 1826, el censo realizado en la localidad contabilizó a 12 comerciantes, de los cuales 10 eran extranjeros y dos mexicanos.24 Poco menos de veinte años después, el predominio continuaba; el contrabando era manejado de manera prácticamente abierta y las mercancías eran desembarcadas aun sin contar con documentación alguna.25 Medidas administrativas tomadas por las autoridades estadounidenses también favorecieron y potenciaron el desarrollo del contrabando hacia México. En 1852, una nueva reglamentación aprobada en ese país determinó que mercancías europeas introducidas a los Estados Unidos, mediante el depósito de una fianza, podían después permanecer de manera indefinida en la frontera con México, y que una vez trasladadas hacia este último, no causarían ningún impuesto.26 En condiciones de notable debilidad presencial y funcional del Estado mexicano, la consecuencia clara fue la proliferación del contrabando hacia México promovido por redes bien organizadas. Oficiales del ejército estadounidense, como W.W. Chapman, reportarían a sus superiores que “el contrabando es llevado con vastedad a todo lo largo del río”.27 Puntos de entrada de bienes, del lado mexicano, serían, además de la ya mencionada Matamoros, las localidades de Reynosa, Camargo y Mier; esta última cer­cana a la ciudad de Monterrey, pujante núcleo urbano con buenas oportunidades­ industriales y mercantiles, por lo que constituyó un destino predilecto para el traslado de mercancías procedentes del lado estadounidense.28 22 23 24 25

26 27 28

Herrera, Octavio (1999), op cit., p. 128. Citado en Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 17. El autor remite a Paredes, Eliseo (1976), op. cit., p. 30. Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 17. Ibid., p. 18. El autor refiere como fuente a Chatfield, W.H. (1893), The Twin Cities of the Border. Brownsville, Texas, Matamoros, Mexico and the Country of the Lower Rio Grande, E.P. Brandao, Nueva Orleans, pp. 12-15. Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 20. Kelley, Pat (1986), River of Lost Dreams: Navigation on the Rio Grande, University of Nebraska Press, Nebraska, p. 38. Citado en Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 20. Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 16.

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También las poblaciones mexicanas establecidas a lo largo de ese corredor co­ mercial ilícito serían las que mostrarían transformaciones más notables: Mier contaba con 2 821 habitantes en 1828, y 10 años más tarde la cifra se había incrementa­ do­a 4 920; Camargo tenía 4 119 habitantes en 1838, mientras que Monterrey, que tenía 12 282 habitantes en 1824, incrementó su población a 16 000 en 1837.29 Sin embargo, hacia 1848 el establecimiento de ciudades ribereñas en el lado estadounidense daba ya muestras claras de impacto negativo a la actividad comercial­ realizada en el lado mexicano. Incluso ciudades como Matamoros habían atestiguado un decremento en su población, pues varios comerciantes habían cerrado sus negocios para establecerlos en allende la frontera, con el fin de aprovechar las facilidades de exportación brindadas por las autoridades estadounidenses. La respuesta de la contraparte mexicana, determinada en principio por el gobernador tamaulipeco Ramón Guerra y por el jefe militar del estado, general Juan José de la Garza, fue decretar la libre importación de bienes destinados al consumo de la población del estado, en marzo de 1858. Esta medida sería respaldada por el Congreso de la Unión en julio de 1861, y en noviembre de 1870 se haría extensiva a Nuevo León, Coahuila y Chihuahua.30 La zona libre favoreció un nuevo incremento en la población de las ciudades fronterizas tamaulipecas —una preocupación central de México para evitar nuevos intentos de despojo territorial—, pero derivó también en la continuidad del contrabando. Las mercancías seguían llegando del exterior a Tamaulipas, para después destinarse a diversas zonas del interior del país, pero, además, algunos flujos incipientes se realizaban ahora también en sentido inverso: mercaderías europeas eran introducidas a Texas desde la frontera con Tamaulipas.31 Las quejas estadounidenses no se hicieron esperar y aun años después algún autor señaló: La zona libre fue una puñalada para el comercio de Estados Unidos, puesto que muchas casas comerciales que inicialmente habían sido localizadas en el lado ameri­ cano, se pasaron al lado mexicano inmediatamente después de la proclamación de la zona libre. Y respecto al contrabando hacia Texas, se argumentaba que la exen­­ción de impuestos en la zona libre fue un estímulo al contrabando de bienes extranjeros de regreso a los Estados Unidos.32 29 30 31 32

Ibid., pp. 16-18. Ibid., p. 22. Ibid., p. 23. Chatfield, W.H. (1983), op. cit., p. 33. Citado en Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 23.

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Desde luego que el argumento pasaba por alto que el establecimiento de esas casas comerciales —y como se ha visto, la propia formación de las ciudades fronterizas donde se asentaron— había tenido originalmente, entre sus motivos sustantivos, el de contrabandear mercancías hacia México. El gobierno estadounidense presionó continuamente a su contraparte mexicana para que ésta aboliera la zona libre. Incluso, según un documento mexicano de 1873, en los Estados Unidos algunas voces se alzaron para exigir, como única solución al problema, “apoderarse del territorio mexicano entre el Bravo y la Sierra Madre”.33 Hacia el último cuarto del siglo xix, el propio gobierno del general Porfirio Díaz enfrentaría, como condicionante para su reconocimiento por parte de los Estados Unidos, la exigencia de desaparecer la zona libre.34 Finalmente, ésta sería abolida en 1905.35 De nuevo, en 1848, cabe señalar que la redefinición de las fronteras fue, asimismo, factor de nuevas violencias entre las poblaciones asentadas a ambos lados de la misma, con la desventaja, para la parte mexicana, de la escasa presencia de un Estado ya de por sí derrotado en la guerra acontecida entre los dos países. La tensión­y violencia que se suscitaron tras la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo­ afectaron sobre todo a la población mexicana, que fue presa de incursiones de filibusteros y gavillas de abigeos.36 En algunas ocasiones, acciones semejantes contaron con el apoyo de algunos mexicanos, como fue el caso de la denominada rebelión de la Loba, encabezada por un individuo de nombre José María Carbajal, quien para financiarla entró en tratos con diversos comerciantes de Brownsville, a quienes prometió la introducción­ de un contrabando de mercancías a Tamaulipas. También formó un ejército merce­ nario integrado en su mayoría por estadounidenses, que en octubre de 1851 asedió Matamoros, saqueó los comercios y provocó incendios que obligaron el desalojo de la ciudad.37

33 34 35

36 37

Informe de la Comisión Pesquisidora de la Frontera Norte al Ejecutivo de la Unión (1873), Monterrey, Nuevo León, reproducción facsimilar, citado en Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 24. Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., p. 24. Ibid., pp. 23-24. Las protestas estadounidenses no fueron las únicas: a lo largo de su funcionamien­ to, comerciantes de otras localidades del país, como Tampico, Veracruz o Monterrey, manifestaron­ también su inconformidad por el desplazamiento de la actividad comercial que la zona libre de la frontera tamaulipeca originaba, en perjuicio de sus propios intereses. Herrera, Octavio (1991), op. cit., p. 161. Ibid., pp. 161-162.

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Otro caso digno de mención fue el de N.P. Norton, juez del condado de Starr. Este personaje, no obstante su condición de figura pública, promovía el abigeato y apoyaba a algunas organizaciones de filibusteros que asolaban la frontera de Tamaulipas. En alguna ocasión cruzó el río Bravo y tomó Reynosa; apresó al alcalde y a vecinos notables, amenazando con fusilarlos si no le eran entregados 30 000 pesos. Debido a que los prendidos no contaban con esa cantidad, el juez había aceptado el pago de 2 000 pesos, al tiempo que permitía el saqueo de la población por sus hombres armados. Aunque las autoridades mexicanas habían promovido una queja formal ante sus pares estadounidenses, que motivó una causa judicial contra Norton en Brownsville, ésta fue desechada a los dos años, sin mayores consecuencias.38 En lo referente al abigeato, éste fue también causa de violencia hacia la población mexicana, que involuntariamente surtía por esta vía la alta demanda de la floreciente industria ganadera que se comenzaba a desarrollar en Texas. Hacia 1860, la región comprendida entre los ríos Nueces y Bravo, en el sureste de Texas, contaba ya con 3 700 000 cabezas de ganado, mismas que 10 años después se incrementarían a cinco millones.39 Un elemento que favoreció el desarrollo inicial de esta producción ganadera fue la apropiación de bovinos abandonados por mexicanos tras su partida, debido a las condiciones de guerra.40 Con posterioridad, el traslado de ganado mexicano hacia Texas continuaría a través de lo que Alarcón describe como tráfico ilegal.41 Según Herrera, miembros destacados de la recién instalada élite angloamericana en Texas se convirtieron en promotores activos del abigeato y reclutaron por igual a estadounidenses y mexicanos que participaban en esta actividad a cambio de dinero. De acuerdo con el autor, fortunas del sur de Texas, como la de Richard King, Adolfo Gleavecke y Thadeus Rhodes deben su origen a esta actividad. El 38 39 40

41

Idem. Alarcón Cantú, E. (1990), op. cit., pp. 20-21. Ibid., p. 21. Parte de la población de origen mexicano que decidió permanecer en Texas sería objeto de nuevas depredaciones para despojarlos de sus tierras y bienes pecuarios, a pesar de haber recibido formalmente la doble nacionalidad y derechos de residencia. El despojo, violento en sus inicios, sería reforzado por el apoyo de las autoridades judiciales locales y el desconocimiento de los mexicano-estadounidenses de la lengua y las disposiciones legales de ese país. Tales condiciones causaron la rebelión de Juan Nepomuceno Cortina, quien decidió hacer justicia en mano propia: tomó Brownsville por asalto, ejecutó a un personaje prominente y liberó a los presos, para refugiarse después en Tamaulipas y Nuevo León, adonde lo persiguieron los rangers texanos. Véase Herrera, Octavio (1991), op. cit., pp. 164-165. Ibid., p. 21.

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primero de ellos estableció una gran empresa ganadera en las cercanías de Corpus Christi, al tiempo que participaba en la transportación fluvial y la comercialización de mercancías. Los segundos eran, además, funcionarios de condados texanos en la frontera con México. El mencionado Rhodes incluso habría asentado una gavilla­ de abigeos en el rancho Rosario, en los alrededores de Edimburg, Texas, desde el cual realizaba incursiones para robar ganado en las regiones norteñas de Tamaulipas y Nuevo León.42 Todo ello muestra el arraigo de flujos comerciales ilícitos en el norte de Tamaulipas, con importantes vasos comunicantes en ambos lados de una frontera inmersa con frecuencia en condiciones de violencia e ilegalidad, en un contexto de vecindad compleja, donde la parte mexicana había sido virtualmente dejada a su suerte por un Estado central incapaz de resguardarla e imponer el orden establecido­ en lo formal. En el ámbito político, hacia 1870, la figura de un militar liberal, el general Servando Canales, que había intervenido en las distintas conflagraciones bélicas desde las intervenciones estadounidense, francesa y las guerras de Reforma, consolidó una fuerte influencia personal en el estado. Canales mantuvo una considerable independencia frente a las tendencias centralistas del gobierno de Juárez y, hacia 1876, respaldó el Plan de Tuxtepec proclamado por Porfirio Díaz.43 Durante la etapa temprana del régimen porfirista, Servando Canales maniobró para mantener su influencia política en el estado: pretendió, sin éxito, su carácter de jefe militar de la entidad con el de gobernador —a lo cual se opuso Díaz—, pero logró ubicar a su hermano, Antonio Canales, al frente de este último cargo. Servando Canales murió un año después, pero con él se inauguró la etapa en la que el dominio político en la entidad estuvo ejercido de manera sucesiva por caudillos. La estrategia de consolidación central del poder ejercida por Porfirio Díaz dio fin al dominio de los Canales en la política tamaulipeca en 1888, pues el caudillo apoyó a un incondicional propio, el general Eulalio Vela, como jefe militar en la entidad. Los Canales habían respaldado a su cuñado, el general Rómulo Cuéllar, para alcanzar la gubernatura del estado en 1884, tras ocupar la comandancia militar local. Cuéllar aspiraba a heredar el poder político local a su propio hijo. En 1887, Díaz apoyó la candidatura del ingeniero Alejandro Prieto a la gubernatura del estado.­Tras asumir el poder promovió la modificación de la constitución estatal­

42 43

Ibid., pp. 162-163. Ibid., p. 198.

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para permitir sólo una reelección, hecho que le permitió gobernar un periodo más.44 A Prieto lo sustituyó el abogado y periodista matamorense, Guadalupe Mainero,­quien inició su mandato en 1896 y murió en 1901. Tiempo atrás había sido opositor a Díaz, pero después se incorporó al sistema personal de cooptaciones y dádivas del dictador. Tras el deceso de Mainero, Díaz designó a otro matamorense,­ Pedro Argüelles, quien además de ser tío materno de su esposa, Carmen Romero Rubio, había ya recibido como premio la administración de la aduana de Nuevo Laredo —con todas las oportunidades de enriquecimiento que ello implicaba—, por su lealtad al caudillo durante la rebelión de Tuxtepec.45 Como se verá, esta lógica sería continuada en los años por venir y es determinante para el tema central de este trabajo. Tamaulipas: de la Revolución a la hegemonía portesgilista

Según el censo poblacional realizado en 1910,46 la población de Tamaulipas era de 249 641 habitantes, esto la ubicaba como la segunda entidad menos poblada de la frontera norte, sólo superada por Baja California, que contaba entonces con poco más de la quinta parte de la tamaulipeca (52 272 habitantes). En comparación, los estados limítrofes de Coahuila y Nuevo León excedían en más de cien mil habitantes cada uno a la población de Tamaulipas, con 362 092 y 365 150, respectivamente. En este año, la población de Chihuahua fue de 405 707 y la de Sonora, de 265 383. La población tamaulipeca se había incrementado en 1.4% desde 1900, la tercera tasa más baja de crecimiento en la frontera norte, inferior a las de Chihuahua, Coahuila y Sonora. Tamaulipas tenía entonces una densidad poblacional de 3.13 habitantes por kilómetro cuadrado, lo que le confería el lugar 25 a nivel nacional. De su población, 79.6% era rural (198 770), mientras que el resto, 20.4% (50 871), era urbana. El porcentaje de población rural era el más alto de los estados de la frontera noreste (Coahuila, 66.2% y Nuevo León, 72.2%). En 1910, la población tamaulipeca que manifestó hablar algún idioma nativo fue sólo de dos

44 45 46

Ibid., pp. 202-204. Ibid., p. 206. Todos los datos censales que se proporcionan a continuación fueron tomados de inegi (2010), México. Compendio censal siglo xx, disco compacto, México.

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personas, cifra muy inferior a la de los estados fronterizos del norte, salvo Nuevo León, que no proporcionó datos. El censo de 1910 sólo incluyó a cinco localidades con el carácter de ciudad. La más poblada de ellas era Tampico, al sur de la entidad, con 16 528 habitantes. Le seguía, en el centro, Ciudad Victoria, la capital del estado, con 12 103. En el noro­ este, Nuevo Laredo contaba entonces con 8 143, mientras que en el noreste Mata­ moros tenía 7 390. Desde 1895 existía una ligera disparidad en la proporción poblacional entre mujeres y hombres, con un predominio relativo de los últimos: 1895, 51.04% de hombres y 48.96% de mujeres; en 1900, la proporción fue de 50.75% contra 49.25%; y en 1910, de 50.83% y 49.17%, respectivamente. Una tendencia similar­ se apreciaba en cinco de los demás estados de la frontera noreste, sin embargo, ésta no se acercaba a la proporción de Baja California, por ejemplo, de 53.32% de hombres contra 46.68% de mujeres en 1910, o a la propia de otro territorio ubicado en el extremo opuesto del país, Quintana Roo, donde en ese mismo año existía 66.82% de hombres y 33.18% de mujeres. Lo anterior podría significar que hacia los años finales del siglo xix la zona de la frontera tendría un ligero excedente­ de varones que probablemente se dirigieron a esa zona del país con propósitos laborales o migratorios de carácter transitorio, pero no de establecimiento familiar. Esto supondría la aparición incipiente de una tendencia que se habría de agudizar en los años siguientes, sin llegar a los referentes señalados de Baja California y Quintana Roo, que, según las cifras proporcionadas, no parecían ofrecer condiciones propicias para el asentamiento familiar de largo plazo. Si se analiza esta población por rangos de edad de cinco años, se puede apreciar que el número de mujeres comienza a guardar una proporción decreciente respecto al de varones en el rango de edad de 30 a 35 años, y no vuelve a recuperarse en los siguientes. No obstante, en los rangos anteriores, que suponen la edad de mayor fertilidad (1530), la proporción de mujeres respecto a los varones es, en cada uno de los casos, mayor. Esta apreciación parece corroborarse si se considera el notable excedente de varones solteros respecto a la población de mujeres en la misma condición, que ofrece un evidente contraste en el caso de la proporción guardada entre varones y mujeres casados. En el primer caso, en 1910, descontando menores de edad, existía en la entidad una población de 40 415 varones solteros, frente a 36 635 mujeres solteras. En el caso de la población casada, las proporciones son más cercanas: 32 854 varones por 32 403 mujeres. En 1910, la población analfabeta de Tamaulipas respecto al total era alta: 100 904, con concentraciones mayores en las regiones denominadas centro y cuarto­, a las que deben añadirse proporciones de poco más de la quinta parte de

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esta cifra, en cada caso, en el sur y norte de la entidad. De esta población, 54 988 eran mujeres. Ese era en general el contexto del estado cuando inició la Revolución mexicana.­ Hacia 1909 surgió en Coahuila el Partido Antirreeleccionista, que tenía al hacendado Francisco I. Madero como líder y candidato aspirante a suceder en la presidencia de la República a Porfirio Díaz, en la elección de 1910. En Tamaulipas, su movimiento fue secundado por Emilio y Francisco Vázquez Gómez, oriundos del municipio­de Tula. La represión del intento electoral de Madero de poner fin pacífico a la dictadura de Díaz derivó en una insurrección a la que convocó el propio Madero, el 20 de noviembre de 1910, y que inició la Revolución mexicana. Alberto­ Carrera Torres, profesor de primaria y agrarista radical tomó Tula en mayo de 1911, en respaldo al movimiento armado.47 En Tamaulipas, al igual que en otras regiones del país, la segunda década del siglo xx fue considerablemente volátil. En la entidad, el triunfo de la revolución maderista condujo al establecimiento, en febrero de 1912, del gobierno de Matías Guerra, candidato del Partido Liberal de Tamaulipas, respaldado por Madero en la elección local. No obstante, Guerra reconoció al gobierno golpista de Victoriano­ Huerta, que había asesinado a Madero en febrero de 1913, y su partido respaldó­ la fórmula contrarrevolucionaria de Félix Díaz y Francisco León de la Barra. Huerta­ resolvió designar al general Antonio Rábago para que se hiciera cargo del control de la entidad.48 El apoyo a los constitucionalistas en Tamaulipas tuvo dos vertientes: la primera­, encabezada por Alberto Carrera Torres, abiertamente agrarista y contrario a los nexos porfiristas de la nueva dictadura militar; la segunda, por Luis Caballero, pequeño propietario rural y jefe de fuerzas rurales del centro del estado durante el gobierno maderista, ahora adherido a las fuerzas del general constitucionalista Lucio Blanco.49 Estos grupos se habrían de confrontar, a su vez, tras la ruptura entre convencionalistas y constitucionalistas, en 1914. El agrarismo de Alberto Carrera Torres había terminado por confrontarlo con el carrancismo. Carrera se alió a Villa, mientras­que Luis Caballero continuaría aliado a Carranza y enfrentaría a Carrera Torres. Tras la derrota de la villista División del Norte, los constitucionalistas se erigieron como la facción triunfante de la Revolución. Carranza designó a Luis Caballero gobernador de Tamaulipas, quien se encargó de desarticular las fuerzas 47 48 49

Herrera, Octavio (1991), op. cit, pp. 220-221. Ibid., pp. 222-224. Ibid., pp. 224-225.

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de Carrera Torres y limitar el agrarismo en la entidad. El gobierno de Caballero terminaría por fusilar a Carrera Torres en febrero de 1917.50 En Tamaulipas, el triunfo de los constitucionalistas derivaría en el enfrentamiento entre dos grupos integrantes de este movimiento, que no se diferenciaban tanto por sus respectivos contenidos ideológicos, sino por su pretensión de dominar­ la administración pública estatal. El primero de ellos estaba encabezado por Luis Caballero, general y ex gobernador que lideraba el Partido Liberal o Verde, y que tenía por líder formal al profesor Lauro Aguirre. Este partido estaba identificado con el obregonismo y los sectores privilegiados del ámbito rural: hacendados y rancheros pudientes. Como contraparte, la otra facción estaba representada por el general matamorense César López de Lara, quien participaba en el Partido De­ mócrata o Rojo, encabezado a su vez por José L. Morante; este partido apoyaba al carrancismo.51 Ambos partidos se disputarían la gubernatura del estado y la integración del legislativo local, tanto en las urnas como en enfrentamientos armados. Uno y otro eran esencialmente estructuras clientelares organizadas en torno al poder personal de sus respectivos caudillos, con lealtades basadas, en lo esencial, en sus respectivas capacidades para garantizar prebendas a sus seguidores. En ambos casos, los liderazgos­habían surgido de los sectores influyentes de la sociedad agraria estatal, así como profesionistas provenientes de sectores medios urbanos. Aunque el sentido ideológico de la disputa era difuso, los sectores sociales que uno y otro partido representaban mostraban algunas diferencias relativas: López de Lara incluía entre sus bases de apoyo a una coalición de trabajadores de diversos gremios asentados en Nuevo Laredo, Ciudad Victoria y Tampico. Caballero, proveniente de una familia de ganaderos, era percibido ajeno a las causas proletarias.52 La política agraria de ambas facciones fue conservadora y en ambos casos estuvo ligada a los intereses de los hacendados. Paradójicamente, fue Caballero el que realizó algún intento de reparto agrario y de reglamentación del arrendamiento­ de tierras.53 Para solucionar el conflicto entre estos grupos, que habían llegado a proclamar cada uno a su propio triunfador en las elecciones de gobernador, el Senado anuló las elecciones en el estado y designó a un gobernador provisional en mayo de 1918: Andrés Osuna. Este hecho motivó el levantamiento armado de Luis Caballero 50 51 52 53

Ibid., pp. 228-232. Ibid., pp. 235-236. Alvarado Mendoza, Arturo (1992), El portesgilismo en Tamaulipas. Estudio sobre la constitución de la autoridad pública en el México posrevolucionario, El Colegio de México, México, pp. 45-47. Ibid., pp. 47-48.

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junto con 1 600 hombres. Caballero permaneció insurrecto hasta enero de 1920, cuando fue amnistiado y nombrado embajador de México en Guatemala. Esta situación mantuvo continuos conflictos violentos en Tamaulipas.54 También, el gobernador Osuna sería depuesto por el mismo Senado por no convocar a nuevas elecciones. Carranza lo reemplazó por el general Francisco González Villarreal, quien integró una nueva legislatura, la XXVII, que tuvo carácter de constituyente, y redactó una nueva constitución para el estado, que entró en vigor en 1920 y sustituyó a la de 1871.55 Hacia 1920, la situación política nacional se había tensado nuevamente con la pretensión de Venustiano Carranza de heredar el poder a algún personaje incondicional, marginando al general Álvaro Obregón, auténtico caudillo militar de la Revolución. El resultado fue la rebelión de Agua Prieta, llevada a cabo por la facción obregonista del antiguo constitucionalismo, y el asesinato de Carranza en Tlaxcalantongo, Puebla, en mayo de ese mismo año, por las fuerzas insurrectas. En Tamaulipas, la campaña política de Obregón había sido hostilizada por el gobierno del general Rafael Cárdenas, afecto a Carranza. El principal promotor de la campaña en Tamaulipas era un abogado litigante vinculado a los obreros locales, quien había sido diputado federal en 1917 y secretario general de gobierno­ del gobernador Osuna. Se trataba de Emilio Portes Gil, quien debido a las hostilidades mencionadas debió, incluso, abandonar el estado tras la visita proselitista de Obregón.56 En el noreste, el plan de Agua Prieta se tradujo en varias acciones armadas: el general Marcelo Caraveo ocupó Ciudad Victoria, Tamaulipas, lo que motivó la huida del gobernador Rafael Cárdenas. En la región de las Huastecas, el general Arnulfo R. Gómez se adhirió al movimiento secundado por un jefe local, Manuel Peláez. Francisco Carrera Torres y Saturnino Cedillo también secundaron la insurrección. Todo ello implicó el colapso de la estructura de poder carrancista. Emilio Portes Gil se trasladó de Sonora a Nuevo Laredo para hacerse cargo del gobierno del estado de Tamaulipas. Según Herrera, su administración no se consolidó debido­ al enfrentamiento que tuvo con dueños de casas de juego y cantinas de Tampico y la región fronteriza, “protegidos por fuertes intereses económicos ligados­a políticos y militares de altas esferas”. El senador José L. Morante fue designado gobernador, prácticamente como preámbulo de trámite al arribo del general César López de Lara a la gubernatura de Tamaulipas, en 1921.57 54 55 56 57

Ibid., p. 47. Herrera, Octavio (1991), op. cit., p. 236. Ibid., pp. 236-237. Véase, también, Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., p. 49. Herrera, Octavio (1999), op. cit., pp. 236-237.

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El general César López de Lara se había aliado a Obregón a pesar del apoyo que había recibido de Carranza, a fin de consolidar su poder personal en el estado. Cuando alcanzó la gubernatura en 1921, su perfil político era esencialmente conservador, y fincó sus bases de apoyo social en líderes comerciales, terratenientes y algunos sectores obreros, sin incorporar en el fondo al campesinado ni a los trabajadores organizados a su proyecto. Respecto a estos últimos, rechazó la organización de sindicatos independientes, especialmente en el ramo petrolero, por la influencia que sobre ellos ejercía Portes Gil, entonces diputado ante el Congreso nacional. Los intereses políticos de López de Lara entrarían en oposición directa con los de Emilio Portes Gil y Candelario Garza, quien también era diputado federal. Para hacerles frente, López de Lara se aliaría al general Carrera Torres.58 Esta nueva disputa ponía de manifiesto, y con toda claridad, el carácter personalista y fagocitario de la política tamaulipeca del periodo: Portes Gil había militado en el Partido Demócrata Laborista y el Gran Partido Demócrata de Tamaulipas, ambos encabezados por el general César López de Lara, de quien había sido partidario y quien confrontaba ahora sus aspiraciones políticas.59 Sin embargo, las perspectivas políticas representadas por Portes Gil sí evidenciaban un contraste relevante respecto a las propias de las figuras de poder que constituían el referente inmediato de la entidad. Así, por ejemplo, López de Lara evitó el reparto agrario, mantuvo el sistema de aparcería para los campesinos que carecían de tierras laborables y estableció buenas relaciones con la familia del ex presidente Manuel González, de quienes adquirió varias de sus propiedades, e incluso disolvió la Comisión Local Agraria sólo para reorganizarla bajo el control de los hacendados.60 Luis Caballero, por su parte, se había valido de su posición de influencia sobre el gobierno del estado para usufructuar irregularmente haciendas intervenidas, como la de San Pablo, El Molino y La Polvareda, en el municipio de Jiménez, de donde era originario, mientras que arrendaba al gobierno­federal otra más, denominada La Diana, en el de Güemez.61 En cambio, la política des­ arrollada por Portes Gil era cercana a fuerzas campesinas y sociales a las que pretendía reorganizar bajo esquemas inéditos en el estado, e incluso en el país, como se verá más adelante. 58 59 60 61

Ibid., p. 238. Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., p. 49. Herrera, Octavio (1999), op. cit., pp. 238-239. Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., p. 49. El autor remite al Archivo General de la Nación, ramo Presidentes, Obregón-Calles, exp. 771-C-13, De Luis Caballero al presidente de la República, 29 de octubre de 1921 y 16 de marzo de 1922; véase, también, exp. 808-C-38, De Caballero al presidente de la República, 18 de noviembre de 1921.

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Como resultado de su apoyo a la rebelión de Agua Prieta, Portes Gil contaría con el respaldo de Obregón para alcanzar, de nuevo, una diputación federal por Tamaulipas. Durante el gobierno de éste, Portes Gil respaldó la política obregonista­ dentro del Congreso y realizó trabajo político a favor de la candidatura presidencial de Calles. Por su parte, López de Lara, gobernador en funciones, apoyó la fallida rebelión delahuertista, motivo que lo llevó a huir del país.62 Estos acontecimientos marcaron el inicio de un periodo de más de veinte años en los que la principal figura política de Tamaulipas fue Emilio Portes Gil. Su apoyo a la candidatura de Calles a la presidencia de la República le franqueó las puertas para alcanzar la gubernatura del estado, hecho que aprovechó para construir su propia base de poder bajo la figura del Partido Socialista Fronterizo (psf ).63 Esta base de poder estuvo conformada por una amplia red de colaboradores dentro de la burocracia local, a los que se sumó el respaldo político organizado de sectores de campesinos y obreros, bajo el aparato aglutinador del referido partido. Se trataba de un pacto político entre sectores de poder locales, vinculados con el grupo que se había vuelto hegemónico tras las distintas confrontaciones de las fuerzas revolucionarias, con la figura de Portes Gil como intermediario.64 El Partido Socialista Fronterizo fue un mecanismo aglutinador de las fuerzas políticas y sociales presentes en Tamaulipas: incluyó a la clase media, obreros, campesinos, e incluso a algunos terratenientes y miembros del antiguo régimen. El partido mediaba en los conflictos entre estos sectores a fin de conciliar sus intereses, legitimaba las decisiones a través de prácticas plebiscitarias y servía como medio de reclutamiento político, movilidad social y control de masas. Todo ello supeditado a la hegemonía personal de Portes Gil.65 La lógica y dinámica políticas articuladas dentro del psf servirían como referente directo para el diseño del Partido Nacional Revolucionario (pnr), del cual el propio Portes Gil sería también uno de los principales arquitectos.66 En el contexto de la crisis política surgida tras el asesinato del presidente electo,­ Álvaro Obregón, en 1928, el general Calles solicitó a Portes Gil que le explicara­la organización y el funcionamiento del psf. Éste lo describió como un “organismo político de Estado” que había permitido zanjar las diferencias seculares entre grupos po­líticos en la entidad; un “aparato gobiernista” que tenía la función de legitimar, en el ámbito electoral, las decisiones tomadas por sus miembros y movilizar apoyo de 62 63 64 65 66

Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., pp. 51-52. Ibid., pp. 54-55. Ibid., p. 55. Herrera, Octavio (1999), op. cit., pp. 240-241. Alvarado Mendoza, Arturo (1992) op. cit., p. 57

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masas a favor de las acciones del gobierno, además de permitir el reclutamiento y formación de las élites del poder.67 Gracias al psf, el portesgilismo se constituyó en los circuitos políticos y burocráticos del estado como una coalición cuasi monopólica, según reconocería años más tarde uno de sus miembros distinguidos, el ex gobernador Hugo Pedro González.68 El sistema desarrollado por Portes Gil era ante todo un arreglo pragmático de grupos de poder con intereses de permanencia, que no dependía de una línea ideológica ni pretendía transformaciones sociales radicales.69 Los logros indiscutibles­ en materia de estabilidad política y construcción de respaldo social hacia el gobierno­ tendrían por correlato, según exponen sus críticos, un anquilosamiento de la política estatal, donde se institucionalizó el silencio y la sumisión.70 Todas estas características, ensayadas originalmente en la política tamaulipeca, fueron transferidas al diseño institucional del pnr, en el ámbito nacional, y habrían de caracterizar la lógica funcional del partido de Estado, una de las piezas esenciales­ del régimen posrevolucionario. La habilidad política de Portes Gil, un civil con imagen progresista, construida­ a lo largo de su administración como gobernador de Tamaulipas, a partir del reparto agrario y la conciliación de los intereses de las diversas fuerzas locales, hicieron­ de él un personaje idóneo para evitar una nueva confrontación violenta entre los generales revolucionarios agrupados en torno a las figuras de Calles y el difunto Obregón. Portes Gil tenía afinidades políticas con ambos grupos, sin estar identificado exclusivamente con uno de ellos. El presidente Calles ofreció al grupo obregonista la designación de Portes Gil como presidente interino, para sucederlo en el poder, al tiempo que llamaba a fundar el pnr como medio para dar fin a las continuas confrontaciones entre las fuerzas revolucionarias durante las sucesiones presidenciales.71 67 68 69 70

71

Portes Gil, Emilio (1941), Quince años de política mexicana, Ediciones Botas, México, pp. 13-14. Citado en Alvarado Mendoza (1992), op. cit., pp. 65-66. González, Hugo Pedro (1983), Portesgilismo y alemanismo en Tamaulipas, Universidad Autónoma de Tamaulipas, Instituto de Investigaciones Históricas, Ciudad Victoria, p. 20. Herrera, Octavio (1999), op. cit., p. 241. Guerrero Villarreal, Juan (1979), La historia como fue: comentarios políticos, Miguel Ángel Porrúa/ Universidad Autónoma de Tamaulipas, Ciudad Victoria, p. 32. Cabe señalar que, en todo caso, semejante tendencia no fue resultado exclusivo del portesgilismo, como podrá deducirse de lo ex­puesto en la presente investigación, ésta fue reforzada por los subsecuentes gobiernos centrales y locales. Meyer, Lorenzo (2000), “La institucionalización del nuevo régimen”, en Historia general de México,­El Colegio de México, México, pp. 831-832.

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Portes Gil ejerció el cargo de presidente interino entre finales de 1928 y 1930. En Tamaulipas, en 1927, se había valido de su hegemonía política sobre el estado, maniobrando para que Francisco Castellanos Tuexi fuera designado candidato del psf y electo gobernador.72 Francisco Castellajos Jr., como era también conocido, era creación política de Portes Gil e integrante de su camarilla. Como se verá más adelante, este personaje sería de particular relevancia para el tema central del presente trabajo. En 1931, tras su interinato presidencial, Portes Gil fue designado embajador en Francia. No obstante, aspiraba a ser electo nuevamente como gobernador del estado, en la sucesión de Francisco Castellanos. Calles, ya en su carácter de jefe má­ximo, de poder real tras la figura del entonces presidente Pascual Ortiz Rubio, tenía interés en la centralización del poder y en la contención de los liderazgos re­ gio­nales, de manera que reprobó la aspiración de Portes Gil y maniobró para evitar su reelección.73 Según Hugo Pedro González, el gobernador tamaulipeco, Francisco Castellanos,­habría escrito en 1931 a Portes Gil, entonces embajador en Francia, manifestándole el apoyo de las fuerzas representadas en el psf para su postulación como candidato al gobierno estatal.74 No indica si Castellanos rindió tal apoyo presionado­a su vez por Portes Gil, o lo hizo motu propio. Ciro de la Garza Treviño, otro político local que dejó testimonio sobre la época, adversario permanente del portesgilismo, sostiene que fue Portes Gil quien presionaba a Castellanos para favorecer su reelección, a pesar de que éste le había manifestado que el sentir local era antirreeleccionista.75 De cualquier manera, Portes Gil renunció a su cargo diplomático y emprendió el regreso a Tamaulipas para empezar su campaña proselitista.­No obstante, Calles habría expresado ya su negativa a apoyar la reelección de Portes Gil y emitido la consigna correspondiente para que el gobernador Castellanos y las fuerzas locales restaran su apoyo a semejante candidatura. Castellanos y una facción del portesgilismo se alinearon a los designios de Calles y postularon a Rafael Villarreal, líder de la legislatura local, como su candidato, quien ganó los plebiscitos del psf-pnr y fue después electo gobernador. Las heridas políticas nunca se restañaron y el portesgilismo quedó permanentemente dividido.76 72 73 74 75 76

Herrera, Octavio (1999), op. cit., pp. 243-244. Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., pp. 72-73. González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 41-43. De la Garza Treviño, Ciro (1975), La Revolución mexicana en el estado de Tamaulipas, t. II, Librería­ de Manuel Porrúa, México, p. 549. González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 41-43; Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., pp. 72-73; Herrera, Octavio (1999), op. cit., pp. 244-245.

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De nueva cuenta, en el ámbito local, la pugna así originada parecía estar más determinada por intereses personales que por contenidos ideológicos o programáticos. Según Hugo Pedro González, el grupo castellano-villarrealista no era sino una fracción del propio portesgilismo que aprovechó la consigna expresada desde el centro a fin de alcanzar su propia hegemonía local.77 El grupo portesgilista perdió la gubernatura, pero mantuvo su presencia en di­versos circuitos políticos locales, especialmente en la Liga de Comunidades Agrarias.­Portes Gil fue compensado con la titularidad de la Procuraduría General de la República, bajo la administración del general Abelardo L. Rodríguez, todavía bajo el influjo de Calles. Por su parte, la administración gubernamental de Rafael Villarreal fue débil, debido a la división del propio portesgilismo y a diferencias entre la propia facción triunfante.78 Hacia 1935, el grupo portesgilista habría de recuperar su hegemonía en Tamaulipas. Su líder había trabajado con diligencia la candidatura presidencial del general Lázaro Cárdenas, dentro del pnr. Cuando Cárdenas entró en confrontación con Calles, tras pocos meses de iniciado su gobierno, Portes Gil se alineó al cardenismo. El exilio de Calles restó respaldo al grupo castellanista-villarrealista en Tamaulipas, y en agosto de 1935 su gobierno se derrumbó, tras el asesinato de un líder portesgilista: Conrado Castillo. En su lugar fue designado el arquitecto Enrique L. Canseco, partidario de Portes Gil.79 Los líderes de la facción castellanistavillarrealista salieron del estado para asentarse en la capital de la República.80 Portes Gil fue designado presidente del Comité Ejecutivo Nacional del pnr por el presidente Lázaro Cárdenas, lo que refrendó su carácter de figura política nacional. No obstante, su confrontación con las fuerzas que el cardenismo impulsaba derivó en su renuncia a dicho cargo en 1936. La centralización del poder político favorecida por Cárdenas dejó cada vez menos espacio para la intermediación ejercida por figuras como Portes Gil en los ámbitos locales, de manera que el liderazgo de éste inició entonces un lento declive.81 De cualquier manera, si bien la influencia ejercida sobre ellos pudo ser relativamente variable, lo cierto es que las siguientes tres gubernaturas fueron ejercidas por integrantes de la camarilla portesgilista, hecho que no era ajeno al manejo polí77 78 79 80 81

González, Hugo Pedro (1993), op. cit., pp. 58-60. Herrera Octavio (1999), op. cit., pp. 244-245. Véase, también, Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., p. 74. Herrera, Octavio (1999), op. cit., p. 245. González, Hugo Pedro (1983), op. cit., p. 60. Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., pp. 74-75.

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tico de su líder. Tal fue el caso de Marte R. Gómez (1937-1941), Magdaleno Aguilar (1941-1945) y el ya mencionado Hugo Pedro González (1945-1947).82 Sería durante el gobierno de este último que el arribo de una nueva camarilla al ejecutivo federal y el efecto de su operación política en Tamaulipas habría de poner fin a la hegemonía del portesgilismo en el estado. Pero antes de abordar este proceso, conviene dar una nueva mirada a los cambios poblacionales que tuvo el estado en los años cuarenta y cincuenta. Tamaulipas, contexto sociodemográfico (1940-1950)

El censo de población realizado en 194083 estableció que la población total del país era de 19 653 552 personas. Tamaulipas tenía entonces 458 832 habitantes, lo que representaba un incremento de más de cien mil en una década, pues el censo de 1930 contabilizó 344 039 personas. En 1940, la brecha ya señalada entre la población de hombres y mujeres se ahondó, con proporciones deficitarias del género femenino en la entidad: 231 298 hombres contra 227 534 mujeres. Esta tendencia se había agudizado en la última década, pues en 1930 la proporción era de 172 739 hombres contra 171 300 mujeres. Otros estados fronterizos, como Chihuahua y Baja California, mostraban también una proporción relativa deficitaria de mujeres, lo que podría confirmar la ya mencionada percepción de estas regiones como lugar de trabajo para determinados segmentos de la población masculina que radicaba ahí sin necesariamente trasladar también a sus familias. Diez años después, en 1950, la población del país era de 25 791 017 habitantes, y la tamaulipeca de 718 167 personas: 360 278 hombres y 357 889 mujeres. En 1950, la población tamaulipeca menor de 25 años era de 434 265 personas. La densidad de población, que en 1940 era de 5.76 habitantes por km2, no fue espe­ cificada en el siguiente levantamiento. En 1950, 52.95% de la población era urbana (380 281), mientras que 47% era rural (337 886). Tamaulipas fue la entidad fronteriza del noreste que más había incrementado su población entre 1940 y 1950: 56.5% frente a 36.8% de Nuevo León y 30.8% de Coahuila. 82 83

Camp, Roderic Ai (1992), Biografías de políticos mexicanos, Fondo de Cultura Económica, México.­ Las fuentes de los datos son de inegi (2010), México. Compendio censal siglo xx, disco compacto, México, e inegi (2010), Tamaulipas. Compendio censal del siglo xx, disco compacto, México. Es preciso señalar que no siempre la información recabada en estos censos guardó continuidad, de manera que, en ocasiones, determinados rubros no fueron reportados en el segundo periodo, mientras que otros tantos fueron reportados sólo en el segundo, donde aparecieron por primera vez. Como consecuencia, las comparaciones directas no siempre fueron posibles.

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A lo largo del periodo comprendido entre 1940 y 1950, los indicadores de pobreza y marginación en los tres estados de la frontera noreste mostraban similitudes considerables. En 1950, 8 481 hogares tamaulipecos, 5.70% del total, carecían del servicio de agua. Ésta era una cifra mayor a la de Coahuila (7 592; 5.37% de todas las viviendas),­pero menor que la de Nuevo León (9 000; 6.13% del total). En 1940, 27.22% de la población tamaulipeca era analfabeta. Esta cifra era ligeramente menor a la de Coahuila (29.18%) e, igualmente, un poco mayor a la de Nuevo León (24.65%). En 1950, el porcentaje de analfabetismo en Tamaulipas había descendido a 21.01%, mientras que en Coahuila era 20.83% y en Nuevo León, 17.56%. La disminución relativa respecto a la población total, en el caso tamaulipeco, había sido comparativamente menor: 6.21% frente a 8.35% de Coahuila y 7.09% de Nuevo León. Sin embargo, debido al rápido incremento poblacional en Tamaulipas, esto significó que mientras en los dos últimos estados la población analfabeta disminuyera en cantidades absolutas, en Tamaulipas se incrementara, pasando de 124 923 a 150 954 personas. En 1940, en Tamaulipas, una cifra de 122 181 personas declaró no tener estudios de primaria, mientras que sólo 50 214 manifestó haberla completado. En 1950, ese era el caso de 25.62% de la población del estado. En este último año, 78 104 habitantes declararon no tener ningún año aprobado de educación, mientras que 176 436 expresaron tener entre uno y seis años de educación aprobados. Ninguno de los dos censos reportaron población que hablara exclusivamente alguna lengua indígena. En 1950, la población económicamente activa en el estado era de 231 919 personas. En ese año, el censo reportó sólo 2 202 desocupados (integrando aquellos que llevaban 12 y 13 semanas, o más, sin empleo). En 1940, el total de habitantes desocupados por un mes o más en la entidad había sido de 2 631. En 1950, la po­ bla­ción desempleada se concentraba en los municipios de Ciudad Madero, Mante­, Matamoros, Nuevo Laredo, Reynosa, Victoria, Xicoténcatl y, con las mayores cifras, Tampico. Sin embargo, la población desocupada era considerablemente­baja respecto a aquella en actividad. Otro indicador de marginación socioeconómica considerado en los censos de 1940 y 1950 fue el del consumo del pan de trigo. A la ingesta de este producto se añadió el indicador del lugar donde se dormía (1940) o el tipo de calzado usado­ —o su falta de uso— (1950). Los dos datos no son susceptibles de una comparación lineal, pues es probable que, debido al cambio de indicadores contemplados, las poblaciones consideradas en uno y otro caso se entrecrucen. No obstante, es posible realizar algunas consideraciones de contexto: en 1940, 196 181 tamaulipecos­

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declararon no comer pan de trigo. De ellos, 23 030 indicaron, además, que dormían en el suelo. La primera de estas cifras correspondía a 42.7% de la población, mientras que la segunda a 5.01%. En los casos de Coahuila y Nuevo León, las cifras fueron de 233 966 para el primero, de los que 47 077 dormían en el piso (42.48% y 8.54% de la población total), y 163 348 para el segundo, con 32 042 que descansaban en el suelo (30.18% y 5.92% del total). Cabe señalar que existía también una población que afirmó consumir con regularidad pan de trigo, pero también dormir en el piso, lo que en sí mismo puede suponer un indicador de pobreza­. La población en estas condiciones fue de 10 940 personas en Tamaulipas, y de 20 170 y 23 997 en Coahuila y Nuevo León, respectivamente. En Tamaulipas, en 1940, y según estos dos indicadores combinados de nutrición y lugar para dormir, las localidades con mayor marginación eran Tula, con 4 495 personas que no comían pan de trigo y dormían en el suelo; Jaumave (4 190), Bustamante (1 225), Matamoros (1 182), Palmillas (941), Reynosa (874), Miquihuana (780), Victoria (773), Nuevo Laredo (743), Mante (592), Madero (580), Camargo (557) y Mier (533). En 1950, 207 981 tamaulipecos no comían habitualmente pan de trigo, mientras que 66 090 personas usaban huaraches o sandalias y 24 307 andaban descalzas. En este caso, si se considera como indicadores de pobreza el uso de huaraches o sandalias y el andar descalzo, una buena parte de los municipios tamaulipecos mostraban una afectación relevante: Abasolo (169-139),84 con 973 pobladores; Antiguo Morelos (972-1 003), con una población total de 3 367 habitantes; Burgos (789-618), con 4 060 habitantes; Bustamante (2 956-81), con 5 981; Casas (1 381-277), con 3 643; Gómez Farías (683-474), con 4 185; Güemez (3 721561), con 10 242; Hidalgo (7 556-1 102), con 19 458; Jaumave (6 051-1 393), con 12 257; Mainero (1 346-591), con 4 121; Miquihuana (1 303-156), con 3 521; Nuevo Morelos (158-122), con 1 180; Ocampo (3 718-608), con 10 975; Padilla (2 170-83), con 9 095; Palmillas (1194-128), con 2 253; San Carlos (3 203-437), con 8 665; San Nicolás (496-66), con 983; Tula (7 159-1 406), con 15 372; Victoria (5 767-1 468), con 42 659 y Villagrán (2 807-852), con 8 547. En la frontera norte y con estos mismos indicadores, Matamoros tenía cifras que excedían a las propias de otros municipios (1 894-1 957). No obstante, la proporción que representaban era considerablemente menor frente a su cantidad de habitantes: 128 347. Un caso similar era el de Nuevo Laredo (272-555), con 59 496. También Reynosa (2 318-3 574) con 69 428. Algo similar ocurría también 84

En este párrafo y en el siguiente las cifras entre paréntesis corresponden a la población que usaba huaraches o sandalias y a la que andaba descalza (como indicadores de pobreza), respectivamente.

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al sur, en Tampico (625-973), con una población total de 96 541 personas. Las ciudades fronterizas que varios años después serían las más afectadas por el tráfico de drogas no eran aquellas más afectadas por condiciones de marginalidad, sino que se caracterizaban por una prosperidad relativa. Como puede apreciarse, entre 1940 y 1950 los niveles de pobreza y marginación­ en la entidad no eran desdeñables, si bien no ofrecían contrastes drásticos frente a aquellos presentes en otros estados fronterizos del noreste. Todos estos datos permiten­apreciar el contexto socioeconómico de Tamaulipas durante el periodo en que comienza y transcurre buena parte de la administración de Miguel Alemán, que constituye un punto de especial relevancia para el objeto de esta investigación. En esta década, Tamaulipas no evidenciaba condiciones socioeconómicas únicas que pudieran explicar por qué el narcotráfico se arraigó con particular virulencia en esta entidad y no en otros estados de la frontera noreste. La respuesta a esta interrogante se encuentra más en los antecedentes históricos del contrabando en la frontera tamaulipeca, que serían retomados y potenciados a partir del periodo presidencial de Miguel Alemán, como se verá más adelante. En el apartado siguiente se analizarán algunas de las características generales más relevantes del alemanismo, como preámbulo obligado para el posterior análisis de la forma en que sus intereses se posicionaron en suelo tamaulipeco, desplazando a los antiguos grupos portesgilistas. CUADRO 2.1 Tamaulipas, población por municipio y tipo (1950) Municipio

Población total

Población urbana

Población rural

Tamaulipas Hombres Mujeres

718 167 360 278 357 889

380 281 183 701 196 580

337 886 176 577 161 309

De la cabecera De las demás municipal localidades

373 524 176 577 194 094

344 643 180 848 163 795

Municipios Abasolo Aldama Altamira Antiguo Morelos

973 7 963 12 625 3 367

973 7 963 12 625 3 367

288 685 2 087 5 876 1 349 11 276 912 2 455 (Continúa)

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CUADRO 2.1 Tamaulipas, población por municipio y tipo (1950) Municipio

Población total

Población urbana

Burgos Bustamante Camargo Casas Ciudad Madero Cruillas Gómez Farías González Güemez Guerrero Hidalgo Jaumave Jiménez Llera Mainero Mante Matamoros Méndez Mier Miquihuana Nuevo Laredo Nuevo Morelos Ocampo Padilla Palmillas Reynosa San Carlos San Nicolás San Fernando Soto La Marina Tampico Tula Victoria Villagrán Xicoténcatl

4 060 5 981 25 845 9 388 3 643 41 144 41 074 2 983 4 185 7 297 10 242 3 073 19 458 12 257 3 207 12 354 4 121 35 397 21 291 128 347 72 353 2 479 6 0346 1 494 3 521 3 521 59 496 57 668 1 180 10 975 2 864 9 095 2 253 69 428 38 717 8 665 983 11 116 4 097 96 541 94 345 15 372 3 709 42 659 31 815 8 547 10 254 4 000

Población rural

4 060 5 981 16 457 3 643 70 2 983 4 185 7 297 10 242 3 073 19 458 12 257 3 207 12 354 4 121 14 106 55 994 2 479 4 852 1 777 1 828 1 180 8 111 9 095 2 253 30 711 8 665 983 11 116 4 097 2 196 11 663 10 844 8 547 6 254

De la cabecera De las demás municipal localidades

541 1 114 3 433 288 41 074 415 685 1 912 684 1 986 1 867 1 884 1 359 1 653 980 21 291 45 846 2 182 1 494 1 744 57668 580 2 864 2 036 1 165 34 087 887 228 1 887 423 94 345 3 709 31 815 1 051 4 000

3 519 4 867 22 412 3 355 70 2 568 3 500 5 385 9 558 1 087 17 591 10 373 1 848 10 701 3 141 14 106 82 501 4 852 1 828 600 8 111 7 059 1 088 35 341 7 778 755 9 229 3 674 2 196 11 663 10 844 7 496 6 254

Fuente: inegi (2010), Tamaulipas, Compendio censal del siglo xx, disco compacto, México.

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El alemanismo

Para tener una perspectiva de los procesos que habrían de favorecerse en Tamaulipas­ con el desplazamiento del portesgilismo por su contraparte alemanista, es preciso analizar antes algunos de los rasgos definitorios de la camarilla de Miguel Alemán, su gobierno, los intereses que se crearon en torno a ellos, la rampante corrupción que le caracterizó y las implicaciones que todo esto tuvo para la política y el modelo­ nacional de desarrollo. Es ésta la camarilla política que aparece como autora de este proceso de reconfiguración cooptada del Estado, explicado en detalle en el primer capítulo de este trabajo. Las dinámicas afines a intereses ilícitos que impulsó,­ dentro­del aparato institucional de seguridad y judicial, tanto en el ámbito nacional­ como local, directamente o a través de sus asociados en los estados, constituyeron ese path-dependence al que se hizo ya referencia y que implica que las prácticas de corrupción entonces instituidas determinarían una tendencia continua dentro de múltiples dependencias gubernamentales. Entre 1935 y 1946, la escena nacional observó transformaciones que gradualmente perfilaron rasgos esenciales del régimen político mexicano, que habría de culminar su consolidación en los siguientes seis años. El exilio de Calles, impuesto por el general Cárdenas, había implicado la desaparición de figuras alternas como ejes del poder central, mismo que se concentró en la figura del presidente de la República. La presidencia adquirió desde entonces un virtual carácter hegemónico sobre el régimen, que a sus ya considerables facultades formales sumó prácticas institucionalizadas que le permitieron primar sobre el resto de las instituciones y la clase política en su conjunto. La paulatina centralización del poder, que implicó la limitación del propio de los actores y fuerzas locales, se favoreció por la transformación estructural del partido de Estado. En 1938, el pnr se convirtió en Partido de la Revolución Mexicana (prm), sustituyó su estructura territorial y redefinió su organización interna a partir de sectores corporativos que articularon a las fuerzas políticas y sociales del país. Este nuevo diseño limitó la influencia de los hombres de poder locales y acrecentó, en contraste, el predominio de la institución presidencial,­que ejercía la jefatura real del partido.85 La organización corporativa auspiciada por Cárdenas, que en principio tendría por fin garantizar la representación de los obreros y campesinos frente a una clase política revolucionaria cada vez más separada de sus orígenes, sería utilizada,

85

Meyer, Lorenzo (2000), op. cit., pp. 855-857.

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tras el término de su gobierno, como mecanismo de control político y social del régimen sobre esos mismos grupos.86 El gobierno de Cárdenas representó el momento cumbre de las transformaciones sociales que en buena medida dieron lugar a la Revolución mexicana. La reforma agraria se llevó a cabo con todo el respaldo de la presidencia, lo que se tradujo en la mayor cantidad de tierras repartidas a los campesinos por parte de los gobiernos revolucionarios. El apoyo a las demandas obreras por mejoras salariales y de condiciones laborales se tradujo en mejoras materiales y socioeconómicas significativas para los trabajadores.87 Este periodo contrasta con el creciente conservadurismo favorecido por Calles, durante la etapa del Maximato,88 y con la regresión igualmente conservadora que sería adoptada por los dos gobiernos siguientes: el de Manuel Ávila Camacho, pero especialmente por el de Miguel Alemán.89 Hacia 1945, la Segunda Guerra Mundial había llegado a su fin y las expectativas­ de una buena relación comercial con los Estados Unidos, continuidad de aquellas ya establecidas durante la conflagración bélica, auguraban un proceso de desarrollo­ económico para México. En el contexto interno, las confrontaciones políticas entre los grupos revolucio­ narios se habían acomodado ya a los límites del partido oficial, del cual incluso el sector militar había desaparecido. Los choques armados entre las propias fuerzas constitucionalistas habían depurado para entonces a la mayor parte de caudillos revolucionarios y las fuerzas armadas se habían institucionalizado, de manera que la transición hacia el gobierno de los civiles era inminente. El general Manuel Ávila Camacho eligió a su secretario de Gobernación, Miguel­Alemán Valdés, para sucederlo en la presidencia de la República. Alemán había sido coordinador de campaña de Ávila Camacho y, en el periodo cardenista, gobernador de Veracruz. Miguel Alemán, un joven abogado formado en la Universidad Nacional, representó la transición de la Revolución hacia los gobiernos civiles, pero también el arribo de un modelo de desarrollo que beneficiaría desde entonces al capital, a 86 87 88 89

Hansen, Roger D. (1971), La política del desarrollo mexicano, Siglo XXI Editores, México, pp. 142145. Ibid., pp. 123-125; Meyer, Lorenzo (2000), op. cit., pp. 855-856. Meyer, Lorenzo (2000), op. cit., pp. 844-845 y 853. Hansen, Roger (1971), op. cit., p. 126. Niblo, Stephen R. (2001), Mexico in the 1940’s. Modernity, Politics and Corruption, A Scholarly Resources Public Inc., Wilmington, pp. 183-184.

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expensas de las bases sociales a las que formalmente apelaba y afirmaba proteger la retórica revolucionaria: las masas campesinas, obreras y populares.90 Alemán, nacido el 29 de septiembre de 1900, era hijo de un general revolucionario, Miguel Alemán González, quien había militado bajo las órdenes del general Cándido Aguilar, yerno, a su vez, de Venustiano Carranza. La lealtad de Alemán González a Carranza le había confrontado de manera permanente con Obregón y Calles, pues apoyó también la rebelión de los generales Francisco R. Serrano y Arnulfo R. Gómez, en contra de los primeros. El general Alemán González, insurrecto contra el gobierno federal, murió abatido por un regimiento del Ejército mexicano, en marzo de 1929,91 durante la presidencia interina de Emilio Portes Gil, cuando su hijo ya era estudiante universitario y opositor al gobierno de los sonorenses. La carrera de Miguel Alemán marcaría también los paradigmas del reclutamiento político y la conformación de camarillas que predominaron en el régimen posrevolucionario, al menos hasta finales de los años setenta.92 Según su propio testimonio, en 1927, desde sus años como estudiante de la Escuela Nacional Preparatoria, y a una edad en la que la mayoría de los jóvenes tienen otras preocupaciones en mente, Alemán integró un grupo compacto de amigos a los que incluso convocó a firmar un juramento de ayuda mutua, que en su exposición de motivos, fundamentalmente utilitaria, desdecía sus pretensiones de signarse “en los años más puros de la vida”.93 Su propósito era garantizar el apoyo entre sus miembros, quienes se manifestaban seguros de “ocupar prominentes lugares en nuestra vida social o política, (y quienes lo consigan) quedarán obligados para ayudar a aquellos que lo necesiten del grupo”.94 En efecto, entre los firmantes se encontraban personajes como Raúl López Sán­chez —futuro asociado en el bufete jurídico de Alemán y su colaborador en el gobierno de Veracruz—, el senador y gobernador de Coahuila, durante su adminis­ tración presidencial: Gabriel Ramos Millán —también socio del despacho de abogados señalado, miembro de su gobierno en el mismo estado y titular de la Comisión Nacional del Maíz de 1947 a 1949, hasta su fallecimiento— y Óscar Soto Maynez, 90 91

92 93 94

Meyer, Lorenzo (2000) op. cit., pp. 886-887. Castañeda Iturbide, Jaime y Francisco Castañeda Iturbide (1987), General Miguel Alemán González. Breve semblanza, Fundación Miguel Alemán A.C., disponible en . Camp, Roderic Ai (1976), “Education and Political Recruitment in Mexico: The Aleman Generation”, en Journal of Inter American Studies and World Affairs, vol. 18, núm. 3, agosto, pp. 301-302. Alemán Valdés, Miguel (1987), Remembranzas y testimonios, Grijalbo, México, pp. 56-57. Ibid., pp. 56-57.

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magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Veracruz durante la gubernatura de Alemán —y diputado federal por Chihuahua de 1949 a 1950 y gobernador de ese estado desde 1950—.95 En esa etapa de su vida estableció también amistad con Antonio Ortiz Mena, integrante del referido bufete jurídico, quien no ocupó un cargo político de primer nivel durante la administración alemanista —fue subdirector del Banco Nacional de Crédito Urbano—, pero con quien mantuvo una estrecha relación política en las décadas siguientes.96 En la Facultad de Jurisprudencia, Alemán se encontró de nuevo con varios ex condiscípulos de la Escuela Nacional Preparatoria con los que renovaría sus relaciones personales. Hizo también nuevas amistades, varias de las cuales alcanzaron puestos de importancia durante su gobierno. Entre los antiguos amigos se encontraban Braulio Maldonado, Gabriel Ramos Millán, Andrés Serra Rojas —secretario­ del Trabajo y Previsión Social en el gabinete de Alemán—, Antonio Ortiz Mena, Manuel Ramírez Vázquez, Raúl López Sánchez y Óscar Soto Máynez. Entre los nuevos, Antonio Carrillo Flores, director de Nacional Financiera durante su sexenio,­y secretario de Hacienda y Crédito Público en la siguiente administración federal; Alejandro Gómez Maganda, gobernador de su natal Guerrero, gracias al apoyo de Alemán; Ernesto Peralta Uruchurtu, subsecretario de Gobernación y titular de esa dependencia, tras la designación de Adolfo Ruiz Cortines como candidato presidencial del pri; Ángel Carvajal, gobernador de Veracruz y secretario­ de Bienes Nacionales en el sexenio alemanista y secretario de Gobernación en el gabinete de Ruiz Cortines;97 Fernando Casas Alemán, socio en el despacho de abo­ gados, secretario general de Gobierno en Veracruz y gobernador provisional de esa entidad, subsecretario de Gobernación bajo las órdenes de Alemán y jefe del Departamento del Distrito Federal, durante la presidencia de este último; Rogerio de la Selva, secretario particular de Alemán en sus cargos de magistrado del Tribunal­ Superior de Justicia del Distrito Federal, gobernador de Veracruz, secretario de 95

96 97

Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., pp. 57-58. Los datos curriculares corresponden a Camp, Roderic Ai (1992), Biografías de políticos mexicanos, 1935-1985, Fondo de Cultura Económica, México. Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., p. 59. Ibid., pp. 81-83. Ángel Carvajal y José Castro Estrada, otro amigo de Alemán de la Escuela de Jurisprudencia de la Universidad Nacional, quien sólo ocupó el cargo de subsecretario de Fauna y Recursos Forestales en la Secretaría de Agricultura y Ganadería durante el último año de su go­ bier­no, serían designados magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al término del gobierno de Adolfo Ruiz Cortines; Carvajal ejerció ese cargo de 1958 a 1972, mientras que Castro lo hizo de 1952 a 1967. Véase Camp, Roderic Ai (1992), op. cit., pp. 102 y 116.

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Gober­nación y, cuando éste alcanzó la titularidad del ejecutivo federal, secretario de la presidencia; Fernando López Arias, magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Veracruz durante la gubernatura alemanista, senador durante su presidencia, procurador general de la República durante el gobierno de Adolfo López Mateos y gobernador de Veracruz de 1962 a 1968;98 Francisco González de la Vega, su profesor en la universidad, quien sería nombrado procurador general de la República durante su gobierno y alcanzaría, en las siguientes administraciones federales, la senaduría y gubernatura de Durango.99 Sería también el caso de José Aguilar y Maya, profesor de derecho en la universidad, a quien Alemán convertiría en gobernador de Guanajuato durante su administración, y quien sería designado procurador general de la República de 1955 a 1958.100 Durante esa época, Alemán hizo amistad con Carlos Franco Sodi, procurador general de justicia del Distrito Federal durante su administración, y procurador general de la República, con Ruiz Cortines, cuando ambos se oponían a los intentos reeleccionistas de Álvaro Obregón, y apoyaban a los generales Gómez y Serrano.101 Otro abogado, amigo cercano de Alemán, aun 15 años menor, fue Marco Antonio Muñoz Turnbull, quien ocupó el cargo de oficial mayor de la Secretaría de Industria y Comercio de 1947 a 1949, y fue apoyado por el entonces presidente para alcanzar la gubernatura de Veracruz, que ejerció de 1950 a 1956.102 Aunque no era profesionista ni abogado, entre los amigos más cercanos a Alemán es preciso incluir también al coronel Carlos I. Serrano, de quien no fue posible determinar el punto de contacto inicial con el ex presidente, pero quien gozaba de una relación especialmente estrecha con él. En sus memorias, Alemán le prodiga grandes elogios: le considera su “gran amigo y hombre cabal como pocos”,­testigo en el registro civil del nacimiento de su hijo Jorge.103 El coronel Serrano fue electo senador durante el periodo alemanista, época en la que fungiría como líder del Senado, lo que no obstó para que tuviera una gran influencia en el Ejecutivo federal y en las cuestiones políticas internas de varios estados del país. Como se verá, la figura de Carlos I. Serrano es de gran importancia para el tema central de este trabajo. 98 99 100 101 102 103

Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., pp. 151-152; respecto a los datos curriculares, véanse los resúmenes curriculares correspondientes en Camp, Roderic Ai (1992), op. cit. Camp, Roderic Ai (1992), op. cit., pp. 238-239. Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., p. 90. Ibid., p. 85. Ibid., pp. 359-396; Camp, Roderic Ai (1992), op. cit., p. 401. Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., p. 267.

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A esta camarilla se sumaron otros personajes que probablemente no contaban con una añeja amistad con Alemán, pero que en lo subsecuente estrecharían sus vínculos personales y compartirían intereses y proyectos políticos con su líder. Tal fue el caso de Ramón Beteta, subsecretario de Relaciones Exteriores con Cárdenas, pero quien había cambiado de ideología para abrazar las concepciones proempresariales del alemanismo, fungiendo como secretario de Hacienda y Crédito Público­ durante el gobierno de Alemán. Un caso similar fue el de Adolfo Orive Alba, nombrado secretario de Recursos Hidráulicos.104 Menos visible, pero semejante, es el de Óscar Flores Sánchez, subsecretario de Ganadería en la Secretaría de Agri­ cultura,­quien se encargaría de afrontar el problema de la epidemia de fiebre aftosa­ en el gobierno alemanista, y quien sería designado senador por Chihuahua en el siguiente sexenio, para alcanzar después la gubernatura de ese estado y el cargo de procurador general de la República de 1976 a 1982.105 Alemán también incluyó en su gabinete a empresarios, hecho relativamente inédito hasta entonces. No se trataba sólo de generales enriquecidos durante su ejercicio en el poder, como Aarón Sáenz —quien había sido director de finanzas de la campaña de Alemán, y cuyo hijo fue designado director de crédito en la Secre­ taría de Hacienda durante este periodo— o Abelardo L. Rodríguez, titular de Teléfonos de México durante el mismo,106 sino de los miembros de una incipiente clase empresarial que florecería a partir de esta época, en buena medida, gracias a los apoyos recibidos de Miguel Alemán. Entre ellos se cuenta a Antonio J. Bermúdez, vinculado a empresarios chihuahuenses y designado director general de Pemex­; Antonio Díaz Lombardo, nombrado titular del Instituto Mexicano del Seguro Social; Antonio Ruiz Galindo, empresario con intereses financieros en la industria manufacturera, hotelera e inmobiliaria, puesto a cargo de la Secretaría de Economía­, y Manuel Gual Vidal, quien ciertamente había sido profesor universitario, pero además estuvo a cargo de la Asociación Mexicana de Banqueros, antes de ser designado secretario de Educación Pública por Alemán.107 La camarilla de Alemán muestra un cambio significativo de la clase política posrevolucionaria, que inauguraba entonces una etapa de predominio de profesionistas con formación jurídica a lo largo de las siguientes décadas, y la incorporación de una visión proempresarial en la concepción del modelo de desarrollo implantado desde entonces. La trayectoria de estos personajes y su vinculación a Alemán 104 105 106 107

Niblo, Stephen R. (2001), op. cit, pp. 177-178. Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., pp. 279-282. Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., pp. 168, 178-179 y 273. Ibid., pp. 178-179; Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., p. 243.

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da cuenta de la continuidad de influencia del círculo alemanista más cercano en la política y la economía mexicanas, aun cuando la administración de su líder había concluido. La relación personal de Alemán con su sucesor, Adolfo Ruiz Cortines, era también muy cercana, pues su carrera política había estado directamente ligada a aquél en Veracruz, en la Secretaría de Gobernación y como miembro de su gabinete.108 Una vez en la presidencia, Ruiz Cortines marcó sus propios límites, marcó distancia frente a su antecesor y de ninguna manera podría decirse que su gobierno representó una mera continuidad de la camarilla alemanista en el poder; sin embargo, sí heredó a diversos funcionarios del alemanismo en su administración. En el periodo de Ruiz Cortines, algún sentido de prudencia política o lealtad personal hacia su antiguo patrocinador contuvo, dentro de límites moderados, las acciones que hubieran podido ejecutarse para llamar a cuentas al ex presidente y sus principales allegados. Por otra parte, algunas fuentes identifican una relación de amistad de Alemán con Adolfo López Mateos, a quien habría apoyado para alcanzar la senaduría por el Estado de México durante su sexenio.109 El presidente López Mateos también incorporó a su gabinete a cercanos colaboradores y amigos de Miguel Alemán. Más aun, le confió a Alemán la dirección del Consejo Nacional de Turismo, creado por el gobierno de López Mateos. Como se verá en el siguiente capítulo, este último también mantuvo un trato de benevolencia hacia las irregularidades en que parecían implicados algunos de los miembros del gabinete vinculados originalmente con Alemán. Finalmente, uno de los personajes que también había alcanzado la senaduría por su estado, gracias a Miguel Alemán, fue Gustavo Díaz Ordaz, quien en 1951 se había sumado a la campaña para glorificar a Alemán y construir el camino hacia la reelección de éste en la presidencia de la República.110 108 109

110

Camp, Roderic Ai (1992), op. cit., p. 512. Gil Mendieta, Jorge y Samuel Schmidt, con la colaboración de Alejandro Ruiz León (2005), Estudios sobre la red política de México, iimas-unam, México, p. 55. Estos autores incluyen a López Mateos en el grupo de amigos de Alemán, quien, en efecto, se refiere a López Mateos en sus memorias como uno de los personajes con quienes tendría amistad desde antes de alcanzar la presidencia. Véase Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., pp. 133-214. De cualquier manera, Ló­pez Mateos no parece haber formado parte del círculo más cercano a Alemán ni participado en las prácticas irregulares a las que hace referencia este apartado, por lo menos no se encontraron evidencias al respecto. Krauze, Enrique (1997), La presidencia imperial. Ascenso y caída del sistema político mexicano (19401996), Tusquets Editores, México, p. 114.

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Fuera de los cargos públicos, Alemán establecería también una amplia red de vínculos con personajes del ámbito privado. Muchos de ellos, conspicuos integrantes del mundo de los negocios, beneficiarios —y, aparentemente, en algunos casos socios— del entonces mandatario. La lista difícilmente podría ser exhaustiva, pero entre ellos se cuenta, por ejemplo, a algunos contribuyentes de su campaña: Raúl Bailleres, Samuel Rosoff, A.C. Blumenthal. También tenía relación estrecha con Luis y Agustín Legorreta, Fernando Buch de Parada, Emilio Azcárraga Vidaurreta y Rómulo O’Farrill.111 De acuerdo con Stephen R. Niblo, vinculaciones semejantes implicarían que Alemán tuviera una participación muy relevante en empresas como Tubos de Acero de México, Siderúrgica Tamsa, Metalever, D.M. Nacional, Herramientas de Acero,­ Ferrero Enamel de México y Automagnético S.A., diversos establecimientos turísticos y la naciente industria de los medios electrónicos radiofónicos y televisivos.112 Según Niblo, diversa información apunta a la participación de personajes como los ya citados Rosoff y Blumenthal, junto con Ben Smith, Bruno Pagliai y Jorge Pasquel, como posibles prestanombres —o por lo menos asociados— de Alemán. A ellos habría que añadir a los ya citados Carlos I. Serrano, a Enrique Parra Hernández, así como al secretario particular del mandatario, Jorge Viesca Palma.113 Según diversas evidencias, Pasquel, Serrano y Parra Hernández estaban también relacionados con otro tipo de círculos y actividades de dudosa legalidad. En sus propias memorias, Alemán deja entrever algunas de las más inocuas, que ya muestran la disposición ética de varios integrantes de su círculo cercano. En el despacho que abrió junto con Gabriel Ramos Millán y otros, Alemán incursionó­ en la especulación en bienes raíces. Según su exposición, la participación del grupo en tales negocios habría ocurrido inmediatamente después de su primer y fallido intento de iniciar una carrera política en su natal Veracruz como diputado local, hacia 1932. Al tiempo que Alemán litigaba a favor de la causa de diversos sindicatos­ ante la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, su socio, Ramos Millán, habría tenido la supuesta visión de adquirir vastos terrenos agrestes en Cuernavaca, Morelos, para urbanizarlos y fraccionarlos y después venderlos a precios muy acrecentados. Alemán afirmaba haberse mantenido al margen de la operación, tanto en su concepción —que, según señala, tenía como premisa “no tenerle miedo a los seis

111 112 113

Niblo, Stephen R. (2001), pp. 212-215, 344-347. Ibid, pp. 212 y 215. Ibid., pp. 168-213.

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ceros”— como en su puesta en marcha, más allá de la revisión de los asuntos legales de la misma.114 Aunque no lo menciona, es evidente que semejantes operaciones no podían ser mero producto de la casualidad ni de un particular sentido comercial, pues requerían de montos económicos y contactos gubernamentales de los que sus memorias no añaden dato alguno. Alemán no parece dispuesto a reconocer ninguna deuda política o económica directa, y los individuos que desempeñarán un rol fundamental como sus posibles prestanombres o colaboradores en negocios poco claros, aparecen sólo ocasionalmente referidos, como ocurre con Carlos I. Serrano, a quien reconoce como amigo leal, pero cuya relación no explica en ningún momento en términos de orígenes y evolución. Jorge Pasquel no es nombrado en absoluto. La irrupción de Alemán en la política aparece en sus memorias como mero producto del voluntarismo, hecho inconcebible para un civil en una época en la que los caudillos militares hegemonizaban el escenario. No obstante, Alemán brinda algunas pistas que pueden explicar con mayor lógica el repentino éxito de su grupo en los negocios. Mientras él afirma que cedieron un par de lotes al propio Manuel Ávila Camacho y a su futuro rival por la candidatura presidencial, Ezequiel Padilla, con el objeto de atraer la benevolencia gubernamental hacia su proyecto y atractivo comercial por el renombre de los obsequiados,115 el historiador Enrique Krauze señala que fue la influencia de poderosos­generales revolucionarios lo que permitió que los noveles empresarios obtuvieran préstamos en condiciones muy convenientes.116 Cabe destacar, sin embargo, que la facción político-militar entonces hegemónica seguía estando ligada a los sonorenses, precisamente a aquellos con los que Alemán y su padre se habían confrontado hacía unos cuantos años, hechos que incluso le habían costado la vida al segundo, de manera que la benevolencia gratuita de semejante sector resulta­ poco verosímil. Dadas las prácticas y los predominios de la época, no se puede descartar que este grupo de abogados civiles no fuera sino una fachada de la inversión de actores de poder consolidado. Sería justamente Ramón Beteta quien, en una entrevista con James W. Wilkie, haría explícita la lógica de acciones semejantes­ en el México de la época:

114 115 116

Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., p. 130. Ibid., p. 130. Krauze, Enrique (1999), Mexico. Biography of power. A history of Modern Mexico, 1810-1996, Harper Collins Publishers, Nueva York, pp. 535-537.

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Digamos que un funcionario público sabe que se va a hacer una carretera y que conoce a la persona encargada de construir o dirigir la obra. Puede comprar, directa o indirectamente, los terrenos que van a ser afectados por esa carretera y así obtiene una posición ventajosa. Esto no es correcto de acuerdo con la ética, pero legalmente no es un delito, y estas cosas son muy comunes, mucho más de lo que piensa la gente.117

Lo cierto es que Alemán y sus socios del despacho de abogados se valdrían del supuesto genio empresarial de Ramos Millán para fraccionar y vender terrenos que hoy constituyen las zonas residenciales en la Ciudad de México y su zona conurbada. Adquirieron los terrenos de Polanco y Lomas de Chapultepec a precios irrisorios. El método de adquisición expuesto en sus memorias parece igualmente asombroso, pues afirma que se basó meramente en el poder de convencimiento de Ramos Millán: […] acudió a entrevistarse con Carlos Cuevas, propietario del enorme predio, quien accedería a venderle —en sólo dos pesos el metro— la parte correspondiente a lo que había sido el rancho de Polanco. Tal era el poder persuasivo de Ramos Millán, que el propio don Carlos intercedió como su aval ante Nacional Hipotecaria, adquiriendo los terrenos sin dinero alguno además de conseguir la autorización para fraccionarlos.118

Lejos de esclarecer la dinámica de tales transacciones, los métodos de compra descritos por Alemán, donde los vendedores parecen actuar en contra de sus propios­intereses, evocan a cierto personaje literario de Mario Puzo, que realizaba “ofertas que no se podían rechazar”. Además de los beneficios por el producto de semejante especulación inmobiliaria, el propio Alemán, Ramos Millán, Carlos I. Serrano, Enrique Parra Hernández y Antonio Ortiz Mena construyeron sus residencias en tales terrenos.119 El aprendizaje en diversos métodos de despojo fue después transferido al estado­ de Veracruz, cuando Alemán era ya secretario de Gobernación y había heredado la gubernatura a uno de sus allegados. En el archivo del gobierno del general Manuel 117

118 119

Wilkie, James W. (1968), The Mexican Revolution: Federal Expenditure and Social Change since 1910, University of California Press Berkeley, Los Ángeles, p. 8. Citado en Hansen, Roger (1971), op. cit., p. 166. Alemán Valdés, Miguel (1987), op. cit., pp. 130-131. Ibid.

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Ávila Camacho constan diversas quejas enviadas a la presidencia de la República, por el despojo masivo de terrenos a comunidades campesinas por parte del coronel Carlos I. Serrano, en la zona de Mocambo y Boca del Río. Así, por ejemplo, en agosto de 1942, la Federación Autónoma de Trabajadores de la Zona Marítima de Veracruz, encabezada por Lucio García, remitió un telegrama al presidente de la República solicitando su intervención, ya que el coronel Carlos I. Serrano, administrador del balneario Mocambo, pretendía desalojar de sus ejidos a un grupo de campesinos integrantes del Comisariado Ejidal Mocambo, municipio de Boca del Río, quienes tenían posesión legal de esas tierras y las cultivaban desde 1937. Según el telegrama, el coronel afirmaba contar con influencias oficiales que respaldaban sus procedimientos.120 Un año después, aún de manera más explícita, el Comité Manos Fuera de Veracruz, encabezado por Juan García González y Antonio­Jiménez, reprodujo una carta pública que había dirigido previamente a Miguel Alemán, cuando éste era gobernador de la entidad. Vale la pena reproducir algunos de sus párrafos: Estamos plenamente convencidos de sus buenas intenciones para darle a Veracruz lo que en realidad necesita, pero esas buenas intenciones se han visto estorbadas por la labor insana de un grupo de aventureros políticos, que no sabemos validos de qué medios y con apoyo de quién, han convertido a Veracruz en tierra de conquista. Este grupo se encuentra encabezado y reconoce como Jefe a un llamado Coronel Carlos Serrano, quien al principio del gobierno alemanista y en forma abierta y descarada y hoy desde las sombras, ha absorbido y monopolizado todos los negocios que pasan a través del Gobierno del Estado, obteniendo en esta forma grandes éxitos económicos, contando con la complicidad de algunos funcionarios que le son adictos.   Su labor de perfidia y voracidad no se ha concretado a enriquecerse por todos los medios imaginables, sino que ha llegado hasta el crimen para ver satisfechos sus deseos y buena prueba de esto fue el asesinato cometido en la persona de nuestro gran amigo y camarada el Lic. Adolfo Moreno, Procurador de Justicia del Estado, crimen que fue preparado y fomentado por Serrano, quien a raíz de consumado (sic) se ausentó del Estado, confirmando así su intervención directa, pero con sorpresa de todos sigue desde México siendo el influyente de antes, quitando empleados a su antojo y acaparando negocios que les deja pingües utilidades.

120

Archivo General de la Nación (en lo subsecuente agn), Archivo Presidencial de Manuel Ávila Camacho (Arch. Pres. mac), exp. 404.1/2292.

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  No menos vergonzante y nefasta es la intervención de este señor en el contrato­ para la introducción del agua potable a la ciudad de Orizaba, que ha manejado desde sus principios por conducto de su testaferro, el señor Horacio Xóchiha. Este contrato que es gravosísimo para la ciudad de Orizaba, que ha tenido en cambio­ beneficios económicos cuantiosos para Serrano y su camarilla. Estimamos nuestro deber hacer del conocimiento del pueblo veracruzano que Serrano otorgó por medio de sus influencias, permisos para juegos de azar en Tlacotalpan, recibiendo en cambio grandes sumas de dinero, que se llevó para una Hacienda que tiene en el camino de México a Pachuca unas gallinas del Departamento de Agricultura del Gobierno local y que tenían un valor de $4 000.00, y que se encuentra en perfecto acuerdo con el hacendado Manuel Parra, promotor de la muerte de nuestro inol­ vidable amigo el Lic. Manlio Fabio Altamirano. ¿Ignora Ud. todos estos hechos, Sr. Lic. Alemán?121

La carta pública continuaba con la afirmación de que Serrano vendía también las candidaturas a la diputación local. En un comentario de actualización señalaba­ que “el amigo y socio de D. Miguel Alemán” buscaba ahora una diputación federal,­ con José Luis Tejeda como suplente, un personaje que, según establecía este documento, era de nacionalidad cubana. A pocos días de haber iniciado la administración de Alemán, una comunicación del embajador estadounidense, Walter Thurston, al secretario de Estado de su país, arrojaba luz respecto a la falta de interés del ahora mandatario en atender las denuncias de despojo cometidas por Serrano, en sus cargos previos de gobernador del estado y secretario de Gobernación. La misiva exponía: “It seems that he [Alemán] was the owner of ‘Mocambo’, an extremely valuable property consisting of a large part of waterfront land extending from Veracruz south to Boca del Río, including the resort Hotel Mocambo”.122 De manera similar se urbanizaría también la zona que actualmente constituye Ciudad Satélite, un asentamiento de clase media en el área conurbada de la ciudad de México, así como el puerto turístico de Acapulco, donde Alemán habría tenido 121 122

Ibid. Embajador Thurston al secretario de Estado, 12 de diciembre de 1946. Memorándum de Horace H. Braun del 4 de diciembre de 1946, usna/59, 812.00/12-1246. Citado en Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 290. El paréntesis fue agregado por el autor de este trabajo; “Parece que él [Alemán] era el dueño de ‘Mocambo’, una propiedad extremadamente valiosa, consistente en una gran porción de tierra costera que se extiende del sur de Veracruz a Boca del Río, incluyendo al centro turístico Hotel Mocambo”. (Traducción libre del autor.)

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intereses en términos de propiedad inmobiliaria, construcción e infraestructura.123 En el caso de Acapulco, el despojo a los campesinos locales sería también auspiciado­ por Alemán, utilizando a un intermediario, Melchor Perrusquía, recaudador de impuestos y presidente de la Junta Federal de Mejoras Materiales de la localidad. A través de éste, algunos de los inversionistas asociados fueron el petrolero estadounidense J. Paul Getty, además de personajes cercanos a William O’Dwyer, nombrado embajador en México por el presidente Harry S. Truman. O’Dwyer era ex alcalde de Nueva York, a quien la Comisión Kefauver del Senado de los Estados Unidos comprobó estrechos vínculos con Frank Costello, uno de los líderes de la Cosa Nostra en ese país.124 Ya desde sus años como secretario de Gobernación, Alemán se había vuelto afecto a frecuentar ciertos círculos sociales en ese país, donde diversos medios periodísticos dieron cuenta de sus affaires con estrellas hollywoodenses.125 También, durante ese periodo, atrajo la atención de otros sectores estadounidenses. Diplomáticos de ese país informaron a su gobierno que Alemán, en su calidad de secretario de Gobernación, había facilitado la regularización migratoria de empresarios asociados al régimen nazi, a cambio de sobornos, a través de su secretario particular, Jorge Viesca Palma, aun cuando la guerra había iniciado ya.126 En la sucesión de Ávila Camacho, Alemán no era el precandidato favorito de los estadounidenses. Algunos sectores de la política del vecino del norte ya habían manifestado sus preocupaciones por la cercanía que en su momento tuvo Alemán con el presidente Cárdenas, de quien coordinó la campaña presidencial en el estado­ de Veracruz. En su condición de gobernador del estado, Alemán había sido uno de los principales apoyos políticos a la decisión de Cárdenas de nacionalizar el petróleo.­127 No obstante, otros sectores muy influyentes dentro de los círculos de poder estadounidense ya tenían de tiempo atrás una imagen más clara de las perspectivas políticas del personaje. En 1940, J. Edgar Hoover escribió sobre él: He accommodates himself readily to whatever situations arise and apparently has few fixed political opinions, but governs himself more according to the expediency 123 124 125 126

127

Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 214. Ibid., pp. 274-276. Ibid., p. 160. Thurston al secretario de Estado, 24 de abril de 1947, usna/59, 812.001 Alemán, Miguel/4-2447; véase, también, George Messersmith a Nelson Rockefeller, 27 de abril de 1945, usna/59, 812.00, Alemán, Miguel/4-2745. Citados en Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., pp. 162-163. Krauze, Enrique (1947), op. cit., pp. 537-538.

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of the situation […] He plays ball first with the leftist and then with the rightists, as the exigencies of the situation may dictate, with the greatest benefit to himself.128

La camarilla de Alemán tendió puentes de entendimiento hacia los diplomáticos estadounidenses, a quienes procuraron convencer de que Alemán no se dejaría influir por los sectores izquierdistas y que, por el contrario, las condiciones de inversión serían muy favorables para el capital proveniente de ese país. Un estadounidense residente en México, Guy Ray, cercano al secretario de Estado de los Estados Unidos, le tradujo estos acercamientos sin ambages: Judging by all indications that can be observed, the graft and corruption which now exists would pale into insignificance compared with what Alemán and his supporters could demonstrate. American capital would apparently be welcome in Mexico, provided, of course, that it ‘treated Alemán right’.129

Esta disposición y apertura le valdría a Alemán un recibimiento apoteósico en los Estados Unidos hacia 1947, en una visita oficial al presidente Truman, a pesar de los poco encomiables antecedentes del personaje y su círculo. Esta disponibilidad, junto con la adopción de un modelo de desarrollo favorable al capital, y que ejerció una represión no desdeñable sobre las demandas de los trabajadores y campesinos, probablemente le valió también un trato de continua benevolencia por parte de los círculos de poder de ese país, interesado en revertir o contener las reformas económicas y sociales de la Revolución e inmerso ya en los prolegómenos de la Guerra Fría.130 Todo ello, aun si el conocimiento que esos mismos círculos 128

129

130

Hoover a Berle, “Biographies of Members of the Cabinet of the Mexican Government”, 16 de di­­ciembre de 1941, usna/59, 812.001, Alemán, Miguel/4-2447. Citado en Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 162. “Se acomoda con rapidez a cualquier situación que surja y aparentemente tiene pocas opiniones políticas fijas, pero se rige más a partir de la situación […] Primero juega con los izquierdistas, luego con los derechistas, según las exigencias del entorno dicten, con el mayor beneficio para sí mismo”. (Traducción libre del autor.) Guy Ray al secretario de Estado, 6 de noviembre de 1945, usna/59, 812.00/11-645, y 7 de noviembre de 1945, usna/59, 812.00/11-745. Citado en Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 168. “A juzgar por todos los indicadores que se pueden observar, los sobornos y la corrupción que ahora existen palidecerían y parecerían insignificantes comparados con lo que Alemán y sus apoyadores pueden demostrar. El capital estadounidense sería aparentemente bienvenido en México, claro está, asumiendo que ‘trate bien a Alemán’”. (Traducción libre del autor.) Durante el sexenio de Alemán fueron creadas piezas centrales del mecanismo coercitivo del régimen posrevolucionario: la Dirección Federal de Seguridad (dfs), virtual policía política, y los delitos contra la seguridad de la nación, especialmente, el delito de disolución social, fueron

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evidenciaban respecto a otras irregularidades, y que en los años por venir se constituirían como factores aún más graves de atención, al menos en el discurso formal. En enero de 1951, en un reporte sobre la situación en México, la Agencia Central de Inteligencia (cia) escribió sobre el amigo entrañable de Alemán, Carlos­I. Serrano, lo siguiente: Serrano, an unscrupulous man, is actively engaged in various illegal enterprises, such as the narcotics traffic. He is considered astute, intelligent, and personable, although his methods of operating violate every principle of established government administration. He is said to aspire to the Presidency of the Republic.131

Más aun, en febrero de 1948, un senador de oposición, Mauro Angulo, de Tlaxcala, fue asesinado en la ciudad de México. La diplomacia estadounidense reportó a su gobierno que los principales sospechosos de la responsabilidad intelectual del crimen eran todos miembros del círculo de Alemán: Enrique Parra, quien arreglaba asuntos irregulares de orden financiero o amoroso; Gabriel Ramos Millán, conocido por ejercer presión entre los banqueros para que éstos concedieron­ préstamos a recomendados del presidente; Carlos I. Serrano, dueño de varios prostíbulos y líder de un grupo de pistoleros; y Jorge Pasquel, considerado el principal importador de narcóticos.132 redefinidos­dentro del Código Penal Federal para facilitar la eliminación de la oposición política y social. Estas instituciones serían fundamentales para contener las demandas sociales y limitar o suprimir, según fuera la decisión del momento, a la izquierda organizada. Véase Torres Mejía, David­ (1998), Proteccionismo político en México, 1946-1977, unam, tesis doctoral, pp. 108-109. La unam ha publicado este trabajo como libro. De hecho, uno de los propósitos políticos centrales del alemanismo fue eliminar a la izquierda de las estructuras gubernamentales y de las estructuras de representación sindical. Medina, Luis (1979), Historia de la Revolución mexicana. Civilismo y modernización del autoritarismo. 1940-1952, El Colegio de México, México, p. 2. 131 cia (Central Intelligence Agency) (1951), Situation Report: Mexico, 24 de enero, p. 69. Citado en Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 178. Véase, también, el mismo documento en Aguayo Quezada, Sergio (2001), La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México, Grijalbo, México, p. 75. Este documento me fue proporcionado por mi colega y amigo Sergio Aguayo, a quien agradezco por ello. En su trabajo, la cita está traducida. Se describe a Serrano como “un hombre poco escrupuloso, involucrado activamente en empresas ilegales, entre ellas, el tráfico de narcóticos. Se le considera astuto, inteligente y agradable, aunque sus métodos de operación vio­lan cualquier principio de buena administración. Se dice que aspira a la presidencia de la República”. 132 S. Walter Washington to Secretary of State, “Political Gangsterism in Government...”, March 3, 1948, USNA/59, 812.00/3-348. Citado en Niblo, op. cit., p. 261. El autor recomienda revisar también el expediente 812.00/2-1848, donde se exponen otras acusaciones contra Pasquel y Parra.

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En suma, uno de los sellos característicos del alemanismo fue un aprovechamiento sin precedentes de los cargos públicos para el beneficio personal del entonces­mandatario y su camarilla. Esto no implica que la corrupción institucional fuera ajena a los gobiernos precedentes. Ya en los años treinta, el enriquecimiento desmesurado de varios generales revolucionarios, gracias a su desempeño en los cargos públicos, era una realidad incontrovertible.133 Pero el arribo de una camarilla con mayor formación profesional, en condiciones de ejercer una amplia hegemonía política sobre el país gracias al régimen autoritario que ella misma se encargaría de consolidar —en un momento histórico que implicaba la construcción de una nueva plataforma de desarrollo económico para el país— acrecentó esa corrupción de manera exponencial, incluso amplió sus variantes de manera considerable. En el gobierno de Lázaro Cárdenas, 37.6% del presupuesto federal había sido destinado a estimular el crecimiento económico; con Ávila Camacho, esta proporción se incrementó a 39.2%; mientras, con Alemán, superó el 50%.134 El alemanismo articuló ese modelo de desarrollo de tal manera que beneficiara fundamentalmente a sus propios asociados políticos y económicos. Por ejemplo, Alemán concedió monopolios a sus allegados: a Jorge Pasquel le favoreció con la distribución de gasolina virtualmente sin contendientes, y a Antonio Díaz Lombardo, con condiciones similares en los autobuses de transporte.135 Se hablará más adelante sobre favores similares al propio Pasquel y su agencia aduanal en la frontera norte, especialmente, en Tamaulipas. Algunos manejos arbitrarios en las condiciones regulatorias de diversos produc­ tos evocaron, durante el alemanismo, las clásicas prácticas de captura del Estado­ en sentido tradicional expuestas en el capítulo anterior, promovidas en este caso por actores políticos, como los agentes principales de las mismas; por ejemplo, los incrementos de precios de diversos productos industriales o manufacturados eran controlados por la Comisión de Precios, misma que estaba bajo el control de facto de la Oficialía Mayor de la secretaría de la presidencia. Esta circunstancia podía ser

En el siguiente capítulo, volveremos con información relacionada con estos personajes, obtenida en el Archivo General de la Nación de México, relevante para el tema que ocupa a este trabajo. La participación de Jorge Pasquel en el contrabando -si bien no precisa respecto al tipo de mercancías traficadas- es también referida por Krauze, La presidencia imperial, op. cit., p. 112. 133 Meyer, Lorenzo (2000), op. cit., p. 830. 134 Ibid., pp. 886-887. 135 Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 273.

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empleada de manera discrecional, lo que presionaba a empresarios nacionales y extranjeros a mantenerse cercanos y afines a los intereses de la camarilla alemanista.136 Incluso Marte R. Gómez, ex gobernador tamaulipeco originalmente vinculado­ a Emilio Portes Gil, terminó aliado con el alemanismo y daría muestras de cómo esas prácticas de captura del Estado, en sentido tradicional, beneficiaban a los allegados al régimen. Tras fungir como secretario de Agricultura en el gabinete de Manuel Ávila Camacho, Gómez se convirtió en el presidente de la filial mexicana de la compañía manufacturera de bombas de irrigación, Worthington de México, S.A. de C.V. Sus contactos con el gobierno alemanista le permitieron obtener créditos millonarios de Nacional Financiera. En 1952 acudió a Alemán para obtener contratos gubernamentales por encima de su competidora, Peerless Pumps.137 Otro ejemplo sería el caso de las modificaciones regulatorias sobre la extracción del oro. En 1948, los ejecutivos de la American Smelting and Refining Company (Asarco) —una compañía minera estadounidense— en México se quejaron ante la embajada de su país por una maniobra realizada por las autoridades del gobierno­ federal: el costo por la sustracción del oro era usualmente de 35 dólares por libra, pero una reclasificación del mismo, como oro industrial, había incrementado el precio a 38 dólares. Dada la cantidad anual extraída, 15 000 kg, la diferencia del incremento en el precio arrojaba un monto considerable de dinero, que se convertía­ en ganancia personal de figuras influyentes dentro del poder.138 A pesar de la queja, es probable que la camarilla alemanista no estuviera sino beneficiándose de un ya de por sí inequitativo negocio de la explotación de minas, prácticamente en manos de compañías estadounidenses: Asarco, Phelps-Dodge, American Metals Company o la National Lead Company, con intereses conjuntos que representaban 20% de la inversión extranjera en el país.139 Si se consideran los antecedentes ya expuestos de las prácticas de Alemán y su camarilla, surge la incógnita de si un esquema similar de intermediación o de obtención irregular de beneficios privados no estuvo también presente en la reinversión de empresas extranjeras en la industria petrolera durante su periodo presidencial. Un ejemplo significativo de la misma tuvo lugar precisamente en Tamaulipas. El 25 de marzo de 1948, una nota periodística apareció en las páginas interiores de algunos periódicos estadounidenses. Hacía referencia a la venta de la mitad de 136 137 138 139

Ibid., p. 209. agn, Arch. Pres. Miguel Alemán Valdés [mav, en lo subsecuente] 008.2(8)/1706. Citado en Niblo,­Stephen R. (2001), op. cit., p. 209. Ibid., p. 267. Ibid., pp.209-210.

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los intereses de una compañía petrolera mexicana —la New England Fuel and Oil Company of Mexico, propiedad de Pablo H. Bush Romero— a un grupo de texanos­encabezados por Neville G. Penrose. La transacción había tenido un valor de 200 000 dólares.140 Así lo consigna también, en su historia de la Revolución mexicana en Tamaulipas, Ciro de la Garza Treviño, cronista y figura política de ese estado: 1948. Marzo 20.- Primera inversión extranjera en materia de petróleo después de la expropiación. El señor Pablo H. Bush Romero, de la Ciudad de México, propietario de la New England Fuel and Oil Company, vendió la mitad de los intereses de la compañía en un millón de pesos, que le fueron pagados en Tampico el día de hoy, intereses que fueron adquiridos por Neville G. Penrose, J.M. Zachary, Agustín Arriaga y R.B. Byrd, de Fort Worth, Texas. La empresa tiene algunos pozos que le producen unos doscientos mil barriles anuales, la cual puede ser incrementada, según afirma el señor Bush, quien quedó de Presidente de la Compañía. Todo el petróleo que se obtenga será vendido a Pemex.141

El reporte de prensa consigna la aparente sorpresa de Antonio R. Bermúdez, director general de Pemex, quien se dijo sorprendido por la decisión de Pablo H. Bush Romero de vender esta parte de su empresa a extranjeros y no a Pemex, como pretendidamente se venía negociando. Se trataba de la primera inversión extranjera de grandes proporciones en la industria petrolera mexicana, después de la nacionalización, ocurridida 10 años antes.142 Según George W. Grayson, la decisión de permitir de nuevo la inversión extranjera en el petróleo mexicano fue impulsada por el propio Alemán.143 Desde luego que el personaje no era el único actor interesado. Desde su candidatura presidencial, Alemán se había comprometido a favorecer al capital estadounidense­ en los proyectos de modernización de Pemex. El proyecto de industrialización estaría anclado en los Estados Unidos, no vinculado a Reino Unido y mucho menos a la Unión Soviética.144 140 141 142 143 144

El Paso Herald Post (1948), “Mexican oil deal surprises official”, 25 de marzo, El Paso, Texas, p. 20. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 735-736. El Paso Herald Post (1948), “Mexican oil deal surprises official”, op. cit., p. 20. Grayson, George W. (1980), The Politics of Mexican Oil, University of Pittsburgh Press, Pittsburgh­, p. 31. Memorándum de la conversación entre Guy Ray y Miguel Alemán, 29 de marzo de 1946, usna/59, 812.00/3-2946. Citado en Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., pp. 201-202.

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En 1948, ese compromiso le sería tácitamente recordado, cuando el gobierno mexicano solicitó al Departamento del Tesoro estadounidense la creación de un fondo de diez millones de dólares para sostener la paridad peso-dólar; su titular, John W. Snyder, aceptó vinculando el tema al inicio de pláticas para determinar la participación de capital extranjero en Pemex y la industria mexicana del petróleo.145 De nuevo en la referida transacción, otras notas de prensa consignan que Pablo H. Bush Romero, empresario de la ciudad de México, había comprado la New England Fuel and Oil Company of Mexico tres años atrás, a la Magnolia Petroleum Company. Ahora, tras la venta, Bush continuaría como presidente de la compañía, que contaba con nueve pozos petroleros cerca de Tampico.146 Pablo H. Bush Romero no era un personaje desconocido para Miguel Alemán. Ya en octubre de 1945, durante la campaña presidencial de Alemán, Pablo H. Bush Romero­había viajado desde la ciudad de México a Nuevo Laredo, Tamaulipas, para organizar la bienvenida al candidato en esa localidad. Al banquete de salutación, preparado en el Casino Laredense, acudieron integrantes de la Cámara de Comercio, la banca, la industria, los clubes de Leones y Rotarios, así como agentes aduanales de la localidad y representantes obreros y campesinos.147 En enero de 1947, tras el viaje oficial de Alemán a los Estados Unidos, y como resultado de su invitación al capital estadounidense para invertir en la industrialización de México, la compañía Dallas Rupe and Son proporcionó un préstamo de dos millones de dólares a otra mexicana, la Financiera y Fiduciaria Bush, encabezada por Pablo H. Bush Romero. Esta acción también fue considerada la primera gran inversión de capital estadounidense en México, después de la Segunda Guerra Mundial.148 Más allá de la improbabilidad de que un personaje con esa cercanía y esos favores recibidos por parte del gobierno de Alemán pudiera realizar una transacción de semejante nivel a espaldas de dicha administración, y contraviniendo los acuerdos presuntamente establecidos con ella sobre la venta a Pemex de sus intereses en la New England Fuel and Oil Company of Mexico, lo cierto es que no fue posible 145 146 147

148

Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 220. Lubbock Evening Journal (1948), “Mexican firm sold to Texans”, 22 de marzo, Lubbock, p. 12. El Tiempo de Laredo (1945), “Preparativos para la recepción de Alemán en Nuevo Laredo”, 19 de octubre, Laredo, Texas, p. 1. De la organización también formó parte Héctor Ponce Sánchez, amigo de Alemán y su colaborador en la Secretaría de Gobernación, a quien Alemán había enviado­a Cuba para estudiar el sistema penitenciario de Fulgencio Batista, y sería bien recordado años después en los círculos anticastristas de Miami, en los Estados Unidos. Véase Libre (2007), “Cuba, sus cárceles de ayer y las de hoy”, 2 de mayo, p. 71, disponible en . Durante su mandato, Alemán nombraría general del ejército a Ponce Sánchez. Lubbock Evening Journal (1945), “Mexican Firm Gets Big Loan”, 5 de junio, p. 16.

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encontrar ninguna evidencia en los archivos hemerográficos digitalizados sobre el papel de Pablo H. Bush Romero, como presidente de tal compañía, después de la operación de venta a los petroleros texanos. Las múltiples referencias al personaje sólo lo vincu­lan a la cacería de animales exóticos, la arqueología maya, el buceo y el establecimiento de un resort turístico en Akumal, Quintana Roo.149 A la luz de todo lo anterior, cobra sentido la frase emitida en julio de 1946 por uno de los miembros más conspicuos del alemanismo, Fernando Casas Alemán, tras conocerse el triunfo en las elecciones presidenciales de Miguel Alemán Valdés: “El primero de diciembre [fecha de la toma de posesión] quebraremos la piñata. A ver qué nos toca”.150 La piñata sería generosa en extremo: algunos años después de terminar su mandato, la revista Fortune incluyó a Miguel Alemán entre los hombres más ricos del mundo.151 Su ruptura representaba, para el nuevo mandatario y su camarilla, todas las posibilidades de enriquecimiento legal e ilegal a partir de su hegemonía sobre la política nacional y la burocracia federal. Para afianzar esa hegemonía y tomar provecho de todas esas oportunidades, el mandatario y su camarilla maniobraron para ampliar su red y colocar personajes afines en los gobiernos locales. Durante el gobierno de Alemán se decretó la desaparición­de poderes en 12 estados, más de la tercera parte del país.152 Uno de esos casos sería precisamente el de Tamaulipas, donde el grupo de Alemán emprendería una amplia estrategia para remover al portesgilismo y colocar a sus propios representantes al frente del poder local. El alemanismo en Tamaulipas

Durante el sexenio del presidente Manuel Ávila Camacho, la política tamaulipeca estuvo de nuevo bajo la influencia de Emilio Portes Gil y su camarilla. En el ámbito federal, un personaje que hasta entonces estaba identificado con el portesgi149

150 151 152

Esta información fue rastreada en el sitio web de suscripción Newspaper Archives, una de las colecciones más grandes de periódicos digitalizados, disponible en . Citado en Krauze, Enrique (1997), op. cit., p. 97. El paréntesis es propio. Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., pp. 207-208. Meyer, Lorenzo (2001), op. cit., p. 913. Ésta fue la cifra más alta de remociones de gobernadores, sólo superada por el periodo de Luis Echeverría y por el de Carlos Salinas de Gortari, en los que un número mayor de gobernadores fue obligado a renunciar a sus cargos. Antes de Alemán, Ávila Camacho desapareció poderes en seis estados; después, Ruiz Cortines lo haría también en seis, López Mateos en cinco y Díaz Ordaz en tres.

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lismo, Marte R. Gómez, se desempeñaba como secretario de Agricultura. En el local, Magdaleno Aguilar, un líder agrarista afín al ex presidente, fungió como gobernador de la entidad de 1941 a 1944; para sucederlo, el portesgilismo apoyó a Hugo Pedro González, hijo de Pedro González, ex procurador general de justicia del estado y primer secretario general de gobierno durante la gubernatura de Emilio Portes Gil.153 El liderazgo de los grupos tamaulipecos opuestos al portesgilismo había abandonado la entidad desde mediados de los treinta, con los reacomodos cardenistas del poder, favorables a Portes Gil. Sin embargo, continuaban insertos en la política­ nacional y mantenían su interés de disputar la hegemonía en Tamaulipas. Francisco Castellanos, el antiguo gobernador que había roto con su mentor Portes Gil desde 1931, había sido designado procurador general de justicia del Distrito y Territorios Federales el 11 de septiembre de 1941, integrándose así al gabinete presidencial.154 En agosto de 1941, en la ciudad de México, se reunían en el despacho del general López de Lara diversos tamaulipecos contrarios al portesgilismo. Entre ellos, los doctores León F. Gual y Luciano Ibarra Córdoba, los abogados Ernesto Urtusuástegui, Praxedis Balboa —quien después sería gobernador de la entidad—, Guadalupe Mainero, Carlos Herrera, José E. Quintana y Ciro de la Garza Treviño.155 En Tamaulipas, en la ciudad de Reynosa, un par de hermanos que habrían de cobrar creciente relevancia política también se oponían al portesgilismo; se trataba de Manuel Garza Zamora, presidente municipal de esa localidad entre 1933 y 1934, y su hermano, el entonces coronel Tiburcio Garza Zamora.156 Manuel Garza­ Zamora había sido senador por Tamaulipas entre 1934 y 1940, cargo en el que coincidió, como compañero de bancada, con el mencionado Francisco Castellanos Tuexi, también representante de la misma entidad, pero además con Miguel Alemán Valdés, entonces senador por Veracruz.157 Estos personajes, que ya se habían confrontado con el portesgilismo a comienzos­ de los años treinta, renovaron sus actividades políticas en el estado a principios de 153 154 155 156

157

Herrera, Octavio (1999), op. cit., p. 246. Respecto a Pedro González, véase Portesgilismo y alemanismo…, p. 83. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 709. Ibid., pp. 708-709. González, Hugo Pedro (1983), op. cit., p. 64. No sin paradoja, dados los acontecimientos que ocurrirían a continuación, y según testimonio del propio Hugo Pedro González, ambos tenían con él relaciones de amistad. Se sugiere al lector recordar el nombre de Tiburcio Garza Zamora, que será de interés en el siguiente capítulo. Camp, Roderic Ai (1976), op. cit., pp. 634-635.

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1944, en el contexto de las elecciones de gobernador que tendrían lugar ese año. En febrero, la prensa local mencionaba, entre los aspirantes al cargo, al general Raúl Gárate y al licenciado Horacio Terán.158 Ambos personajes serían en su momento la vanguardia de la estrategia alemanista para desplazar al portesgilismo de Tamaulipas. No obstante, sus proyectos no marcharon lejos. Un mes más tarde, sólo dos personajes continuaban en el proceso: Candelario Reyes y Hugo Pedro González; ambos eran considerados portesgilistas. Según Ciro de la Garza Treviño, para resol­ ver la sucesión local, el entonces presidente, Manuel Ávila Camacho, había solicitado a los tamaulipecos integrantes de su gabinete —Francisco Castellanos, Marte R. Gómez, así como al ex presidente Emilio Portes Gil— reunirse en distintos días para tratar el asunto. Ávila Camacho habría también solicitado a Castellanos reunirse con Gómez y Portes Gil para unificar criterios. Castellanos se excusó de reunirse con Portes Gil, pero lo hizo con Marte R. Gómez, quien aparentemente se habría opuesto a la candidatura de Candelario Reyes, por lo que el acuerdo recayó en Hugo Pedro González.159 González rindió protesta como gobernador de Tamaulipas el 5 de febrero de 1945, electo por primera ocasión para un mandato sexenal que debió concluir en 1951. A su toma de posesión y con la representación presidencial, acudió el se­cretario de Gobernación, Miguel Alemán. Francisco Castellanos y el general López de Lara, quienes habían sido invitados especiales a la ceremonia, declinaron asistir.160 Hasta entonces, el resultado del proceso favorecía nuevamente a los portesgilistas. No obstante, esa correlación cambió dos años más tarde. En enero de 1946, ya con Miguel Alemán como candidato a la presidencia, un grupo de tamaulipecos contrarios a Portes Gil y residentes en la ciudad de Mé­ xico publicaron un desplegado donde culpaban a éste por ejercer un cacicazgo sobre Tamaulipas, mediante el cual había aprovechado, para sí y su camarilla, las riquezas de la entidad, excluyendo a otras corrientes políticas y favoreciendo las condiciones que condujeron a protestas y disturbios tras las elecciones municipales. El manifiesto señalaba que los municipios de Ciudad Victoria, Tampico, Nuevo Laredo, Matamoros, Ciudad Mante, Llera, Jaumave y otros que no se mencionaban, estaban “en pie de lucha”, y advertían que si se ignoraban sus demandas, los hechos podrían derivar en “actos de violencia incontenible”. Los firmantes, aunque entonces menos notorios que sus líderes, estaban vinculados con los grupos ya 158 159 160

De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 715-716. Ibid., pp. 716-717. Ibid., p. 721.

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referidos de Francisco Castellanos, César López de Lara, etcétera. Entre ellos, figuraba el aún poco connotado Praxedis Balboa Gojon, futuro gobernador de la entidad, así como el propio Ciro de la Garza Treviño.161 Hugo Pedro González narra que siendo gobernador recibió mensajes —o presiones— para apartarse de Portes Gil y hacerlo patente, por parte del círculo cercano del nuevo presidente de la República, Miguel Alemán Valdés. Fernando López Arias —quien había coincidido como diputado de la XXVIII Legislatura del Congreso de la Unión con González— así se lo habría expresado de manera explícita.­En una gira por el estado de Tamaulipas, Carlos I. Serrano, ya investido como líder del Senado, habría expuesto a colaboradores del gobernador González que el nuevo grupo en el poder iba a acabar con el portesgilismo. Enrique Parra Hernández, ex condiscípulo de Hugo Pedro González durante sus años de formación como jurista, le había señalado que “si el porfirismo duró en el poder treinta años, el ale­manismo dominará el país por cuarenta”. Rogerio de la Selva había solicitado al entonces mandatario estatal que eliminara todo lo que “oliera a portesgilismo”.162 A principios de 1947, la estrategia del alemanismo se puso en marcha con tal fin. El 12 de marzo, en el municipio de Llera, un conjunto de personas armadas intentaron tomar el palacio de gobierno, lo que condujo a un violento enfrentamiento que tuvo por saldo cuatro muertos. Según De la Garza, la confrontación tenía por origen la presunta imposición del ayuntamiento, en enero de 1946.163 No obstante, la versión del entonces gobernador González ofrece detalles de los hechos que muestran la maniobra de personajes pertenecientes al círculo cercano del ya entonces presidente Miguel Alemán para desestabilizar a la entidad y provocar la caída del gobierno local. Los atacantes actuaron por sorpresa, al amanecer, disparando desde las azoteas de las casas aledañas a la plaza y al ayuntamiento. Aunque no lograron tomar el palacio gubernamental, la acción perseguía, ante todo, la provocación de las autoridades constituidas, de manera que la respuesta violenta de las mismas violara disposiciones constitucionales o fuera de tal magnitud que hiciera insostenible la continuidad de la administración estatal. Según González, la acción fue promovida directamente desde la capital de la República: el general Raúl Gárate Legelu, entonces­designado subsecretario de la Defensa Nacional, habría enviado armas y parque a los sublevados, con la autorización de Rogerio de la Selva, secretario de 161

162 163

De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 723-725. De la Garza había sido subjefe de Inves­ ti­gaciones Previas cuando Francisco Castellanos Tuexi era procurador general de justicia del Distrito Federal. González, Hugo Pedro (1933), op. cit., pp. 78-79. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 727.

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la presidencia. Otro de los implicados por el gobernador González era el coronel Carlos I. Serrano, con quien el propio gobernador sostendría poco después una comida de avenimiento, en el Tampico Club de la ciudad de México.164 Aunque la versión de una parte interesada debe tomarse con reservas, lo cierto es que otros hechos confirman la apreciación de Hugo Pedro González sobre el caso. Destaca, por ejemplo, el hecho de que, según el expediente de Carlos I. Serrano, que consta en el Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional, esta institución proporcionó con frecuencia a dicho personaje cantidades considerables de parque, sin costo y sin mayor especificación del uso que haría del mismo. Así, por ejemplo, el 24 de octubre de 1947, un acuerdo firmado por el propio general Gilberto R. Limón, entonces secretario de la Defensa Nacional, ordenaba al jefe del Servicio de Parques y Almacenes de Armamento y Municiones de esa dependencia, que proporcionara 2 000 cartuchos calibre .303 British al coronel Carlos I. Serrano. Dos meses después, el 26 de diciembre de ese mismo año, Serrano recibió una nueva entrega de 1 000 cartuchos de calibre .30, por acuerdo del general Jesús González Lugo, entonces subsecretario de la Defensa Nacional.165 Según González, él mismo, en su calidad de gobernador, había solicitado al jefe de la guarnición militar en Ciudad Victoria que enviara un destacamento a Llera, e incluso puso un camión a su disposición para que movilizara a la fuerza pública. El comandante militar no envió a la tropa. González deduce que habría recibido órdenes del centro de no llevar a cabo la movilización. El comandante de la Octava Zona Militar era entonces el general Bonifacio Salinas Leal, ex gobernador­ de Nuevo León, y quien, como se verá más adelante, tenía una buena relación personal con Miguel Alemán Valdés y lo apoyaría en tareas confidenciales de orden político en la entidad, durante el gobierno de este último. Como evidencia adicional­del origen del ataque a Llera, el ex gobernador González señaló que durante la administración que habría de reemplazarle, los involucrados en el asalto de Llera no fueron juzgados por los homicidios cometidos.166 Más aun, los siguientes hechos confirman que el acercamiento amistoso de Hugo Pedro González con Serrano era de nuevo una maniobra dilatoria para la continuidad de la embestida alemanista. El 31 de marzo de 1947, el entonces jefe de policía del estado, Julio R. Osuna de León asesinó en una habitación de hotel

164 165 166

González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 65 y 129-134. Secretaría de la Defensa Nacional, Archivo Histórico, Departamento de Archivo, Correspondencia­ e Historia, Archivos Cancelados, exp. XI/111/4-4802, Serrano Santibáñez, Carlos I., fojas 6-9. González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 70-72.

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en Ciudad Victoria al director del periódico El Mundo, de Tampico, Vicente Villasana.167 Villasana, un periodista que, según De la Garza Treviño, se había hecho miembro­del Partido Acción Nacional (pan) y simpatizaba con las causas de la extrema derecha y los países del Eje, había confrontado con frecuencia al gobierno de Hugo Pedro González.168 Según González, la campaña de prensa en su contra era organizada por la propia camarilla alemanista. El Mundo acusaba al gobierno local de violar la libertad de prensa y de expresión, de no pagar al magisterio local y de reducirle los sueldos; le culpaba por los choques entre campesinos y trabajadores en el ingenio del Mante, de los conflictos entre líneas de transporte urbano en Tampico, Madero y Nuevo Laredo.­ También vinculó al gobernador con el tráfico de drogas, debido a que un hermano de éste era abogado de un traficante de este último municipio.169 Osuna, el jefe de la policía estatal, habría recibido también los ataques de Villasana, con quien además disputaba los favores de una dama, a quien habría encontrado en situación comprometida junto a su rival, en la habitación del hotel donde, celoso y ebrio, le dio muerte.170 Tras el homicidio, Osuna informó de lo ocurrido al gobernador, en su residencia. Las omisiones del gobernador González para ordenar la captura inmediata de Osuna —el entonces mandatario argumentó­ incapacidad material para llevarla a cabo cuando se enteró de la noticia en su domicilio— dieron lugar a la desaparición de poderes en el estado.171 Los poderes fueron desaparecidos por solicitud del Ejecutivo federal a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, entonces presidida por el coronel Carlos I. Serrano.172 El decreto era ejemplo de laconismo, pero mostraba con claridad la nueva correlación de fuerzas en el estado: I. Han desaparecido los Poderes Constitucionales en el Estado de Tamaulipas. II. Es gobernador provisional del mismo Estado el C. Raúl Gárate.173

167 168 169 170 171 172 173

De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 729-730. Ibid., pp. 717 y 729-730. González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 67 y 130-131. Ibid., pp. 106-107. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 729-730. Ibid., p. 731. González, Hugo Pedro (1983), op. cit., p. 146.

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Además del hasta entonces subsecretario de la Defensa, Raúl Gárate, la terna para designar gobernador provisional del estado había estado integrada por Eutimio Rodríguez y Horacio Terán, jefe de los Servicios Jurídicos del Departamento del Distrito Federal,174 amigo cercano del presidente Miguel Alemán. Como se ha visto, desde 1944, Gárate y Terán maniobraban para acceder a la gubernatura de la entidad. Hugo Pedro González, el gobernador depuesto, argumentó años después que los tres poderes del estado de Tamaulipas no habían desaparecido; que el Congreso­ de la Unión tampoco había llevado a cabo ningún juicio previo de responsabilidades­ contra quienes constituían físicamente esos poderes locales, hechos que constituían vicios de procedimiento.175 También expuso las violaciones a la constitucionalidad tamaulipeca, cometidas desde el centro, al imponer a Raúl Gárate como gobernador provisional. La Constitución del estado de Tamaulipas, en su artículo 156, establecía explícitamente qué personas estaban en condiciones de sustituir al Ejecutivo local, en caso de desaparición de poderes, según el cargo institucional que hubieran desempeñado en la administración precedente: el último secretario general de Gobierno, siempre y cuando fuera tamaulipeco por nacimiento; en su defecto, el último presidente del Supremo Tribunal de Justicia, o bien, a falta de éste, los demás magistrados por orden numérico; finalmente, el último presidente del Congreso, y en su ausencia, los anteriores.176 La Constitución local establecía también un requisito de domiciliación en el estado, por parte de quien eventualmente sería designado, por un periodo mínimo de cinco años.177 El general Raúl Gárate no cumplía ninguno de estos requisitos. Sin embargo, la observación de los mismos era, con toda evidencia, contrario al interés fundamental de esta acción: romper la hegemonía portesgilista en Tamaulipas y consolidar la propia del círculo cercano de Miguel Alemán. El gobernador interino, Raúl Gárate, cometió una nueva violación a la Constitución del estado: no convocó a elecciones, como preveía el artículo 84, sino que se convirtió sin mayores dificultades en gobernador sustituto. Desde el inicio de su gestión se dedicó a desarticular la estructura de poder portesgilista.178 A partir de entonces, la política local se hizo cada vez más dependiente de la nacional, de 174 175 176 177 178

De la Garza Treviño, Ciro (1975) op. cit., p. 731. González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 147-148. Ibid., p. 149. Ibid., p. 151. Alvarado Mendoza, Arturo (1992), op. cit., pp. 76-77.

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manera que la designación desde el centro de los candidatos del partido oficial a las posiciones políticas más relevantes sería la constante hasta finales del siglo xx. El poder de buena parte de los miembros más conspicuos de la política local, desde 1947 y hasta el final de ese periodo, derivaría, en buena medida, de sus propios contactos e influencia con actores del centro.179 La violencia que implicaba la desaparición de poderes no era sólo figurada o implícita. Durante la toma de posesión del general Gárate, en el contexto de la transmisión forzada de poderes, el general Bonifacio Salinas Leal, comandante de la Octava Zona Militar, previno al gobernador defenestrado, Hugo Pedro González,­ de no dar la espalda al balcón de la oficina de la Secretaría General de Gobierno, donde éste se encontraba, durante el acto. Temía que pudieran dispararle.180 El gobierno alemanista previno en su estrategia limitar cualquier intento del ex gobernador por prevenir acciones penales en su contra: envió al subprocurador general de la República, Enrique Canudas, para pedir a los jueces de distrito de Tamaulipas y Nuevo León que no concedieran la suspensión en caso de que el gobernador Hugo Pedro González solicitara el amparo y la protección de la justicia federal.181 Un año después de ser depuesto, Hugo Pedro González fue recibido en audien­ cia por el presidente Miguel Alemán. Según relata González, como respuesta a su queja por el trato recibido, el mandatario le señaló que el procurador general de la República, Francisco González de la Vega, había preparado un proyecto de decreto donde se solicitaba la consignación penal del gobernador, y que el propio Alemán no lo había aprobado, ordenando su modificación. Tiempo después, Alemán concedería al gobernador depuesto un cargo sin significación política.182 El desplazamiento de los representantes del portesgilismo en los espacios políticos y gubernamentales fue inmediato y se les sustituyó con los integrantes de la antigua facción identificada con Francisco Castellanos, ahora respaldados desde el centro por la camarilla de Alemán y aliados al general Gárate dentro del estado. El ánimo de revancha no dejaba lugar a dudas. El procurador general de justicia del estado designado por Gárate era Zeferino Fajardo. De acuerdo con De la Garza, Fajardo le habría hecho un comentario al pasar, que refleja la lógica del momento: “Hasta que los linchamos”, en referencia al grupo portesgilista.183 179 180 181 182 183

Herrera, Octavio (1999), op. cit., pp. 258-259. González, Hugo Pedro (1983), op. cit. p. 137. Ibid., p. 152. Ibid., pp. 89-91. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 733.

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Al frente de la Secretaría General de Gobierno, Gárate designó a Rafael Le­ gorreta.184 Sin embargo, según De la Garza, este nombramiento fue el resultado de la falta de consenso que recibió su primera propuesta: Praxedis Balboa Gojon. El gobernador Raúl Gárate iba a designar también a Venustiano Guerra como oficial mayor del gobierno del estado; sin embargo, las disputas internas entre el nuevo grupo en el poder local impidieron que su propósito se lograra.185 Magdaleno Aguilar, el antiguo gobernador portesgilista —quien aparentemente había cambiado de bando— fue designado como tesorero general del estado. Este nombramiento, que en principio desconcertó a las fuerzas locales contrarias a Portes Gil, fue una maniobra para evitar el encono de las fuerzas agraristas locales mientras se consolidaba la nueva camarilla en el poder. Aguilar fue removido del cargo tan pronto como el grupo alemanista controló la crispación derivada de la desaparición de poderes.186 Justamente para controlar la situación, Gárate designó a los integrantes del Supremo Tribunal de Justicia del estado de Tamaulipas: Agustín Aguirre Garza, Aniceto Villanueva, Lauro Rendón Valdez y el propio Ciro de la Garza Treviño.187 El nombramiento de De la Garza fue resultado de la promoción de su persona, que realizó Praxedis Balboa ante el gobernador Gárate.188 La designación ad hoc del tribunal de justicia fue funcional para la consolidación del control alemanista. Las reuniones para acordar los nombramientos de los ministros tuvieron lugar en la propia casa del gobernador, donde de manera paralela se decidió también quién sería el juez que debería conocer el proceso contra el ex jefe policiaco Osuna, así como el agente del ministerio público que habría de guiar las investigaciones del caso: el licenciado Pompeyo Gómez y el pasante de derecho José Ma. Zárate Leal, respectivamente.189 El 19 de abril de 1947, el gobernador Gárate decretó la desaparición del Ayuntamiento de Llera y designó en su lugar una junta de administración civil. Pocos días después, los ayuntamientos de Ciudad Victoria, el Mante, Matamoros, Nuevo­ Laredo y otros más sufrieron la misma suerte.190 184 185 186 187 188 189 190

Ibid., p. 733. Ibid., p. 734. Se sugiere al lector recordar el nombre de Venustiano Guerra, que será de interés en el siguiente capítulo. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 731-732. González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 87-88. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 731-732. Ibid., pp. 732-733. Ibid., pp. 731-732. Ibid., p. 733.

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La figura del general Raúl Gárate fue muy adecuada para desplazar a los grupos portesgilistas de la hegemonía política local. Su formación como militar le permitió­ establecer una dinámica de control acorde al propósito de erradicar a estas fuerzas de los espacios de poder en el estado. Desde 1923, y en contraste con lo ocurrido en la mayor parte del país, Tamaulipas había sido gobernada por civiles. El nuevo gobernador tendría por costumbre movilizarse rodeado de guardias armados, aun en la propia capital de la entidad, para acudir a su despacho. Adicionalmente, según Hugo Pedro González, nombró a militares ajenos al estado como jefes policiacos de las ciudades importantes de la entidad, quienes establecieron control social como representantes del gobierno del estado.191 La alusión general de González es dotada de nombres y apellidos por De la Garza. Según este último, Gárate cubrió buena parte de la burocracia estatal con personajes externos al estado, que arribaron al mismo durante su mandato: El propio general Gárate “invadió” el Estado con “extranjeros” en los altos puestos administrativos. Con efecto, no eran tamaulipecos Juan de Dios Hinojosa, alcalde de Laredo; Ernesto Elizondo, de Matamoros; Jesús Ramírez, de Ciudad Victoria; Patricio Reyna, del Mante; Federico Chapoy, de Ciudad Madero, y Manuel Guzmán Willis, de Tampico. Tampoco lo era el licenciado Antonio Rocha, Secretario General de Gobierno; Demetrio Bustamante, Tesorero General del Estado; el coronel Bernal; Jorge García Peralta, jefe de policía y tránsito, ni los capitanes Bernardino Brizuela, Jesús de la Mora, Jesús Rodríguez Moreno, Milanés; el ingeniero Carlos Aguilar (Sub-jefe de Catastro); el ingeniero López Gómez, Jefe de Obras Públicas; el Director de la Penitenciaría Genovevo Martínez, el licenciado Martínez Luna, segundo adscrito a la Procuraduría, ni los jueces Franco, de Ciudad Madero; Pedraza, de Nuevo Laredo, y Morales Farías, de H. Matamoros.192

Gárate, sin embargo, no actuaba de modo propio en el establecimiento de semejante control, pues recibía instrucciones de Carlos I. Serrano, aun en asuntos de interés menor y carácter local, como el pago de bonos para saldar presuntas deudas contraídas por el gobierno precedente, con personajes cercanos a Portes Gil. La información que aporta Ciro de la Garza puede mostrar la disciplina de Gárate ante uno de los operadores predilectos de Alemán, y también, en alguna

191 192

González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 157-159. De la Garza, Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 755-756. Se sugiere al lector recordar el nombre de Raúl Morales Farías, que será de interés en el siguiente capítulo.

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medida, irregularidades cometidas por la camarilla portesgilista en beneficio privado de su líder y personajes asociados: Al cambiar impresiones con el Ejecutivo nos informa que en la Tesorería hay vales­ por doscientos ochenta mil pesos aproximadamente […] $90 000 Guillermo García (cuñado del señor licenciado Portes Gil); $8 000 de un señor Yáñez Salazar; $14  000 del señor licenciado Tristán Canales, quien inmediatamente reintegró $9 000; $35 000 del señor Raúl González. Yáñez Salazar, cobró $5 000 por alojamiento en el hotel Lincoln de la ciudad de México, de la propiedad del señor licenciado Portes Gil. Al día siguiente, el Tampico Club pretendía cobrarle al Gobierno del Estado […] $16 000 por concepto de alimentos de algunos funcionarios. El señor general Gárate manifestó que no pagaría ni dieciséis mil centavos. Después le habló por teléfono el coronel Carlos I. Serrano y el Gobernador “se ablandó”, ordenando el pago.193

Después de todo, la nueva camarilla en el poder no se distinguía por su escrupu­ losa separación entre intereses públicos y privados. Entre las razones expuestas por Hugo Pedro González, respecto al interés de los alemanistas por establecer su hegemonía sobre Tamaulipas, se contaba el de obtener tierras productivas que, según el ex gobernador, estaban destinadas a los campesinos de la entidad. Carlos I. Serrano sería el dueño formal del rancho El Canelo, en el municipio de San Fernando,­ de grandes proporciones; el propio Raúl Gárate establecería otro, denominado­El Garateño. Ambos tenían miles de hectáreas de extensión. También establecerían los suyos otros favoritos de Alemán: Rogerio de la Selva y Enrique Parra, con propiedades de 800 y 600 hectáreas, respectivamente.194 Como se verá en los siguientes­ capítulos, no era la propiedad irregular de latifundios el único interés de esta cama­ rilla, sino aprovechar al máximo todas las oportunidades de enriquecimiento legal e ilegal que les representaba la riqueza del estado y su ubicación­geográfica estratégica. Para lograr ese propósito, el general Raúl Gárate representaba una vanguardia de control efectiva y funcional para el desplazamiento­de la antigua élite portesgilista, pero subordinada a las líneas de mando y los intereses­políticos establecidos desde el centro por el gobierno federal a cargo de Miguel Alemán. No obstante, hacia 1949, el gobernador Raúl Gárate se sentía en condiciones de imponer a su sucesor, con prescindencia de la voluntad del presidente Alemán, que se había decantado ya por Horacio Terán, abogado y amigo personal del man193 194

Ibid., p. 732. González, Hugo Pedro (1983), op. cit., pp. 100-101.

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datario. Como se recordará, Terán ya había aspirado con anterioridad a la gubernatura del estado y formaba parte de los grupos contrarios al portesgilismo. Pero el prospecto del general Gárate era Tiburcio Garza Zamora,195 quien en julio de ese mismo año había recibido el ascenso al grado de general brigadier del presidente­ Miguel Alemán, a quien remitió un telegrama de agradecimiento.196 Varios de los hechos que ocurrieron hacia octubre de 1949, según fueron expuestos por Ciro de la Garza, muestran la integración de una facción de la camarilla alemanista que en los años siguientes tendría especial relevancia para el tema central de este trabajo. Hacia esa fecha, además de los mencionados Tiburcio Garza Zamora y Horacio Terán, otros aspirantes a la gubernatura eran Lauro Villalón de la Garza, Norberto Uriegas, Praxedis Balboa, Juan Guerrero Villarreal y Agustín Aguirre Garza. Debido a que en el mes de septiembre había sido Terán quien había acudido a la lectura del informe de labores del gobierno del estado, los demás aspirantes se alarmaron ante lo que parecían ser señales claras de preferencia, por parte del Ejecutivo federal, hacia la candidatura de aquél. En Valles se reunieron Balboa, Garza Zamora y Uriegas, con el beneplácito del gobernador Gárate, y establecieron un pacto político para que uno de ellos tres fuera el candidato, al tiempo que unificaban sus esfuerzos para evitar la candidatura de Terán. Mientras tanto, el gobernador Gárate se aproximó a los diputados locales, a fin de disciplinar su conducta política en función de este mismo acuerdo.197 Al poco tiempo de estas reuniones, Miguel Alemán viajó a Coahuila para dedicarse a la cacería en unos días de asueto. Invitó al general Bonifacio Salinas Leal, jefe militar de Tamaulipas, quien a su vez invitó a Tiburcio Garza Zamora. El coronel Carlos I. Serrano, quien también les acompañaba, le expresó a Garza Zamora­ que Alemán tenía ya definido su propio candidato. Como compensación, Bonifacio­ Salinas le consiguió a Garza Zamora el mando de un regimiento asentado en la ciudad natal de este último, Reynosa. De manera simultánea, el alcalde de Tampico,­ Manuel Guzmán Willis, se reunió con el gobernador Gárate, participándole un mensaje del secretario de Gobernación, Adolfo Ruiz Cortines, quien le señalaba también la predilección de Alemán por Horacio Terán. En consecuencia, Gárate reunió en Ciudad Victoria a los diputados y les explicó que el pacto previo quedaba­ roto y que ahora todos eran teranistas. Tras lo anterior, Gárate debió viajar a la ciudad de México, ausencia que fue aprovechada por algunos de sus allegados para intentar desaforarlo desde el Congreso local, en represalia a la ruptura del 195 196 197

De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 737-741. agn, Arch. Pres. mav, exp. 556.1/188. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 738.

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pacto referido. Gárate se comunicó con Tiburcio Garza Zamora, quien se encargaría de desactivar la maniobra política contra el gobernador.198 De acuerdo con De la Garza, Carlos I. Serrano también apoyaba la candidatura de Garza Zamora.199 Raúl Gárate Legleu, Bonifacio Salinas Leal y Tiburcio Garza Zamora constituyeron­el liderazgo de una facción tamaulipeca vinculada a la camarilla de Miguel Alemán, en particular, con un sector especialmente turbio de la misma: el representado por personajes como Carlos I. Serrano. Este grupo conservaría su operación concertada y tendría considerable influencia en Tamaulipas durante las décadas­siguientes, no sólo en los ámbitos de la política tradicional, sino que, según muestran varias evidencias históricas, en el desarrollo del tráfico clandestino de sustancias y bienes ilegales, que se incrementaría gradualmente desde entonces hasta alcanzar niveles sin precedentes en la región. Conspicuos personajes del ámbito del tráfico de drogas en Tamaulipas se desarrollaron, en buena medida, gracias a la protección brindada por estos actores políticos. Éstos constituían la extensión local del poder de otras figuras, también partícipes en este contubernio, quienes hegemonizaron la política nacional de 1946 a 1952 y mantendrían después una gran influencia sobre ella, por sí mismos o a través de sus herederos políticos. Todo esto podrá apreciarse con detalle en los siguientes capítulos.

198 199

Ibid., pp. 738-740. Ibid., p. 744.

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En 1947, la mayor parte de tráficos ilícitos que se registraban en Tamaulipas no estaban relacionados con las drogas psicoactivas ilegales. Esta última actividad, aunque presente, estaba lejos de cobrar las proporciones que tendría décadas después. En la geografía mexicana, el estado de Tamaulipas está situado fuera de la zona donde tradicionalmente se han producido en gran escala los cultivos de los que se extraen las sustancias más demandadas: la Cannabis sativa (mariguana) y la Papaver­ somniferum (amapola). Esta producción se ha concentrado en la zona occidental del país, de manera que el trasiego de dichas sustancias, en su mayor parte con fines de exportación, tuvo lugar hacia la frontera noroeste. Es por ello que la información­ más antigua sobre la cosecha de estas plantas y la existencia de un mercado ilegal de drogas producidas con las mismas proviene generalmente de esas regiones del país. Al ubicarse en el otro extremo de la frontera norte, Tamaulipas no formaba parte de las principales rutas de un tráfico de drogas incipiente —si se consideran las dimensiones observadas en las últimas décadas—, pero ya muy presente en otros estados del noroeste: Baja California, Chihuahua, Sinaloa y Sonora.1 En 1947, en entidades como Sinaloa, el tráfico de drogas ya daba lugar a escándalos por el presunto involucramiento de altos políticos locales en la protección del negocio, como fue el caso del general Pablo Macías Valenzuela, gobernador de la entidad, a quien algunos reportes de prensa de la época identificaban como dueño de aviones en los que se transportaban drogas ilegales.2 En Tamaulipas, varios de los actores clave que habrían de desarrollar el tráfico de drogas a gran escala estaban ya presentes y participando en actividades ilícitas en esta época, pero el desarrollo del negocio de las drogas tendría lugar de una manera más artificial en comparación con lo ocurrido en la zona occidental del país. Este proceso se caracterizaría también por ser más soterrado. En Tamaulipas, el crecimiento del tráfico de drogas sería tanto o más dependiente del apoyo reci1 2

Astorga, Luis (2003), op. cit., p. 147. El Mañana de Nuevo Laredo (1947), “El gobernador de Sinaloa complicado en el tráfico de drogas­. Los aviones para llevar narcótico son del Gral. Macías Valenzuela, al que antes se le había acusado del asesinato del coronel Loaiza”, 14 de noviembre, Nuevo Laredo, Tamaulipas, pp. 1 y 4. 129

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bido por figuras del ámbito político local y nacional, quienes estuvieron en condiciones de brindar protección operativa a determinados grupos criminales que operaban en la región y asegurar la impunidad de su liderazgo, gracias a la hegemonía o influencia que ejercieron, durante varias décadas, sobre instituciones clave­ en el estado y la federación. Se ha demostrado correctamente que en México, la delincuencia organizada, en especial aquella dedicada a su actividad más lucrativa, el tráfico de drogas, evolucionó como actor subordinado al poder político, dadas las características autori­ tarias del régimen mexicano posrevolucionario.3 Ésta ha sido una de las características que diferencian a la evolución del tráfico de drogas en México de aquel ocurrido en otros lugares donde el mismo ha alcanzado también una amplia proliferación.4 Sin embargo, en el caso de Tamaulipas, a diferencia de lo ocurrido en otras entidades, o quizás de manera aun más notable, existió una simbiosis entre determinados actores políticos y delictivos, hecho que hace difícil distinguir con precisión los roles efectivos de unos y otros, más allá de las diferencias nominales o analíticas. Es ésta una de las características centrales del fenómeno de la reconfiguración cooptada del Estado. En Tamaulipas, la organización criminal más importante dentro del tráfico de drogas estuvo encabezada por personajes que no sólo ocuparon ocasionalmente algún cargo de autoridad —hecho de por sí raro y fortuito frente a lo que Astorga considera­ como una tendencia general, de los actores de poder, a excluir de manera deliberada a los traficantes de droga respecto a su participación en el poder político—, durante el régimen posrevolucionario.5 En este caso, estos personajes participaban de modo directo dentro de una de las camarillas políticas más influyentes dentro del estado, extensión a su vez de otra, poderosa en grado sumo, con presencia nacional. Fueron estas características específicas las que permitieron a esta organización consolidarse como la más importante del noreste de México —que a mediados de los noventa sería bautizada coloquialmente como el Cártel del Golfo—. Ellas le 3 4 5

Esta concepción fue originalmente demostrada por Astorga (2003, pp. 13, 14, 355 y 356; 2005, 181-182). Mi propio trabajo (2009, p. 137; 2007) confirma la misma perspectiva. Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 324-325. Astorga, Luis (2003), “México, Colombia y las drogas ilegales: variaciones sobre un mismo tema”. Conferencia dictada en la VIII Cátedra Anual de Historia “Ernesto Restrepo Tirado”, “Análisis histórico del narcotráfico en Colombia”, organizada por la División Educativa y Cultural del Museo Nacional de Colombia, la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Colombia, la Embajada­ de España en Colombia, la Embajada de los Estados Unidos en Colombia y la Embajada de México­ en Colombia, Bogotá, 29-31 de octubre.

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permitieron mantener una exposición baja ante la opinión pública, alcanzar condiciones significativas de respetabilidad y aceptación social, continuidad en su lide­razgo operativo y gozar de las más amplias garantías de impunidad. Esta organización creció y se consolidó bajo la tutela de actores políticos estatales y nacionales que desempeñaron un papel fundamental en la creación y diseño de piezas institucionales clave del régimen posrevolucionario. Ello tuvo lugar en una etapa temprana, en la que el régimen consolidaba su centralización hegemóni­ ca del poder político, inauguraba algunos de sus aparatos de coerción más importantes y acababa de definir sus mecanismos de control sobre las fuerzas sociales. El hecho de que algunos de los personajes más influyentes en la creación de estas instituciones estuvieran, según apuntan las evidencias, involucrados en actividades ilegales favorecidas a partir de su control del aparato público, parece poner de manifiesto que tales mecanismos de autoridad del Estado mexicano nacieron capturados por intereses criminales. Se trata de un proceso de definición de origen que a falta de una denominación más adecuada a las especificidades mexicanas se asemeja a aquel analizado en el primer capítulo de este trabajo: la reconfiguración cooptada del Estado. Con la salvedad de que, en este caso, las prácticas captoras no habrían sido llevadas a cabo por actores externos al poder. Por el contrario, varias instituciones de seguridad —o por lo menos, la definición de aspectos nodales de las funciones que desempeñarían desde entonces— habrían sido configuradas desde su origen por actores de gran influencia dentro de los propios espacios de poder, para garantizar la impunidad selectiva y la continuidad de las operaciones ilegales de las que aquéllos eran unos de los mayores beneficiarios. Todo ello, en un contexto en el que la distinción entre delincuencia y política se hace sumamente difusa­ y probablemente sólo pertinente para propósitos analíticos. Fue el bloqueo permanente del funcionamiento normal de semejantes instituciones, producto de la referida reconfiguración cooptada del Estado, para garantizar­ la impunidad de intereses delictivos, lo que llevaría, con el tiempo, a su virtual colapso, haciendo de Tamaulipas un referente local del proceso de falla descrito en el primer capítulo de este trabajo. Protección política en los orígenes del Cártel del Golfo

En 1947 ocurrieron hechos en distintos ámbitos de la vida nacional y en Tamaulipas que habrían de constituir puntos de inflexión muy relevantes en el desarrollo del tráfico de drogas en el país y en la entidad.

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En el primero, se estrenaba el gobierno de Miguel Alemán, quien había accedido al poder apenas el 1° de diciembre de 1946. Entre esa fecha y los primeros días de enero de 1947 nació la Dirección Federal de Seguridad (dfs), que dependió originalmente de la presidencia de la República.6 La institución fue formalmente encabezada por el teniente coronel Marcelino Inurreta, antiguo pagador de la policía del Distrito Federal durante el sexenio precedente. Sin embargo, el liderazgo­ real lo ejercía el coronel Carlos I. Serrano, quien habría sido el creador intelectual de la dfs, y ejercía patronazgo político sobre Inurreta y sus principales subordi­ nados en la jerarquía interna.7 Inurreta, así como el segundo y tercero al mando, Juan Ramón Gurrola y Manuel Mayoral, estaban todos involucrados en el tráfico de drogas. Incluso Mayoral había sido enjuiciado y puesto en prisión años antes y se aseguraba que controlaba la venta de drogas en la ciudad de México.8 El 25 de junio de 1946, un sobrino de Juan Ramón Gurrola, Francisco Gurro­ la, fue detenido en Laredo, Texas —localidad fronteriza con Tamaulipas—, cuando transportaba 63 latas de opio fumable en un automóvil Cadillac modelo 1941. Según expuso el representante del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos en México, D.J. DeLagrave, el vehículo pertenecía al coronel Carlos I. Serrano.9 En el capítulo anterior se mencionó el reporte de situación sobre México, preparado por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, de 1951,

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No existe registro de la fecha exacta de su creación ni del decreto correspondiente. Aguayo Quezada, Sergio (2001), La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México, Grijalbo, México p. 62. Astorga, Luis (2003), op. cit., pp. 283-284; Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 259; Aguayo, La charola…, p. 63. Astorga, Luis (2003), op. cit., p. 59; Niblo, Sterphen R. (2001) op. cit., pp. 259-260. Ambos autores hacen referencia a la misma fuente; sin embargo, para facilitar la localización del documento se transcribe textualmente la manera en que cada uno la cita. Astorga remite a Maurice C. Holden, Asst. Military Attaché, “Misuse of power by National Security Police”, México, D.F., 16 de julio de 1947, General Records al Departamento de Estado, rg 59, lm 112, 1945-1949, Confidential Files, 812.00-812.34, rollo 17, nacp. Niblo a “Lt. Col. Maurice C. Holden al secretario de Estado, 16 de julio de 1947, usna/59,812.105/9-477”. “Extracto del reporte del 26 de diciembre de 1947, de Mr. D.J. DeLagrave, Treasury Representa­ tive at Mexico City, Mexico”, Drug Enforcement Administration, Subject Files of the Bureau of Narcotics and Dangerous Drugs, 1916-1970, rg 170, Special File Col. Carlos Serrano, nacp, citado en Astorga, Luis (2003) op. cit., p. 287.

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donde se describe a Serrano como “hombre poco escrupuloso, involucrado activamente en empresas ilegales, entre ellas el tráfico de narcóticos”.10 Todos estos personajes utilizarían la dfs como una fachada para la operación de diversas actividades ilegales, incluido el tráfico de drogas, con el objeto de su enriquecimiento personal. Hasta qué punto semejantes actividades pudieran haberse realizado sin el conocimiento del presidente Miguel Alemán es una interrogante que difícilmente podría responderse de manera conclusiva, sin embargo, múltiples evidencias apuntan en el sentido de que ello habría sido muy improbable; sobre todo si se tiene en consideración información como la que refiere Astorga, quien ha relatado las versiones de informantes de las autoridades estadounidenses que ligaban al propio Alemán en la solicitud irregular de liberación de un barco que transportaba un cargamento de opio y morfina, durante su gestión como gobernador de Veracruz.11 Durante la campaña de Alemán para alcanzar la presidencia de la República, Serrano realizaría funciones de intermediación y acopio de contribuciones financieras y materiales de particulares. En 1948, en una carta dirigida al propio Alemán,­ uno de ellos, Carlos Torres Ibarra, preso por tráfico de drogas en la cárcel de Ciudad Juárez, Chihuahua, admitió ser contrabandista —negó ser traficante de drogas— y afirmó que Carlos I. Serrano sabía de sus actividades ilegales cuando aceptó recursos monetarios y en especie que Torres donó para la campaña presidencial. Atribuía su prisión a intrigas del propio Serrano.12 Alemán y Serrano aparecen de nuevo vinculados a la propiedad de múltiples ranchos en estados de la frontera norte, especialmente Baja California, Chihuahua y Tamaulipas, entidades donde el tráfico de drogas cobraría gran auge en las décadas por venir. En este último caso, una de las propiedades era el rancho El Canelo, ubicado en San Fernando, un punto de paso obligado para el transporte terrestre procedente o con destino a Reynosa y Matamoros. En 1960, un informe de la dfs firmado por su titular, coronel Manuel Rangel Escamilla, señalaba que la propiedad­ 10

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cia (1951), Situation Report: Mexico, 24 de enero, p. 69. Citado en Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 178. Véase, también, el mismo documento en Aguayo Quezada, Sergio (2001) op. cit,. p. 75. Este documento me fue amablemente proporcionado por Sergio Aguayo, a quien agradezco por ello. En su trabajo, el párrafo citado está traducido al español. Astorga, Luis (2003), op. cit., p. 58. La fecha referida es 1944, lo que sería inexacto: Alemán fue gobernador de Veracruz entre 1936 y 1939 (Camp, 1992: 20). El documento citado por Astorga es “A.M. Monroy, a Harry J. Anslinger, Commisioner of Narcotics, Washington dc, Phoenix, Arizona, 22 de septiembre de 1946, dea, sfbndd, 1916-1970, rg 170, nacp. agn, Arch. Pres. mav, exp. 549.44/496.

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era de Miguel Alemán,13 mientras que el dueño aparente era Carlos I. Serrano, a quien se le expropiaría hasta 1972.14 Durante sus giras por Tamaulipas, Alemán solía retirarse a descansar y sostener reuniones privadas en El Canelo. Entre los asistentes a las mismas estaba el general Raúl Gárate Legleu, gobernador a quien impuso tras decretar la desaparición de poderes en el estado para desplazar al portesgilismo; Jesús Vidales Marroquín, administrador de la aduana de Nuevo Laredo; Carlos I. Serrano; Ramón Beteta, secretario de Hacienda, e incluso Antonio J. Bermúdez, director general de Pemex.15 Si se tienen en consideración los antecedentes e intereses colaterales que, según las evidencias mostradas, estos personajes tenían, más allá de sus cargos públicos formales, resulta especialmente significativo su afán por desplazar a las camarillas portesgilistas de la hegemonía política y gubernamental, en una entidad estratégica­ para el tráfico ilegal de diversos bienes. En noviembre de 1947, la Procuraduría General de la República (pgr) sería instituida como encargada formal de las campañas antidrogas desarrolladas por el gobierno mexicano.16 A finales de ese año, el titular de esa dependencia, Francisco González de la Vega, investigaba, por órdenes del presidente Miguel Alemán, la presunta participación de los gobernadores de Sinaloa, Pablo Macías Valenzuela; de Chihuahua, Foglio Miramontes, y de Baja California, Alberto Aldrete, en la protección al tráfico de drogas.17 En ese mismo mes, Miguel Alemán tomaba unos días de descanso en un lugar indeterminado de la sierra de Chihuahua, acompañado por Mario Pasquel, Jorge Pasquel, Enrique Parra Hernández y Carlos I. Serrano.18 La pgr informó que la campaña contra las drogas arrojaba resultados, tras los descubrimientos de plantíos de amapola en Sinaloa y Durango. De paso, señaló­ que en Tamaulipas existía un tráfico importante en Nuevo Laredo y Tampico.19 De acuerdo con Astorga, en 1946 la banda más conocida de traficantes de drogas en Nuevo Laredo era la encabezada por los hermanos Treviño —Enrique, 13 14 15 16 17

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agn, dfs-ips. Versión pública exp. Miguel Alemán Valdés, dfs, leg. 1, foja 41. agn, dfs-ips. Versión pública exp. Carlos I. Serrano, dfs, leg. 1, fojas 93-97. El Mañana de Nuevo Laredo (1949), “‘Tenemos un gran presidente’, es comentario que hace el administrador de la aduana, sobre el Sr. Lic. Alemán”, 30 de abril, Nuevo Laredo, Tamaulipas, p. 2. Astorga, Luis (2005), op. cit., p. 69. Noticiero de Ciudad Victoria (1947), “Los gobernadores de Sinaloa y Chihuahua complicados [sic] en el contrabando de drogas. Así como el ex gobernador del territorio norte de Baja California, Alderete [sic]”,­17 de noviembre, Ciudad Victoria, Tamaulipas, p. 1. El Mañana de Nuevo Laredo (1947), “Presidente Alemán en un lugar ignorado de la sierra. Pasará corto descanso con pocos acompañantes”, 14 de noviembre, Nuevo Laredo, Tamaulipas, p. 1. Noticiero de Ciudad Victoria (1947), “El tráfico de drogas”, 20 de noviembre, p. 1.

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Alfonso y Arturo—, quienes operaban abiertamente sin mayor molestia de las autoridades, a pesar de la proscripción de las sustancias con que comerciaban, según las autoridades estadounidenses. Se caracterizaban por negarse a realizar entregas de droga más allá de la frontera mexicana. El autor menciona que hacia 1952 esa misma organización continuaba siendo la principal proveedora de mariguana y heroína en Nuevo Laredo.20 Fueron sujetos a investigación e intentos de captura, encabezados por el visitador de la pgr, Arnulfo Martínez Lavalle, quien sugería el uso de agentes encubiertos de México y los Estados Unidos para comprar droga a los hermanos y contar con evidencias suficientes para su proceso. El resultado fue negativo: informantes de los hermanos les revelaron el plan y éstos ordenaron la suspensión de la venta de drogas durante el tiempo en que los investigadores provenientes de la ciudad de México se mantuvieran en la localidad.21 También serían objeto de extorsión directa por parte de agentes de la Policía Judicial Federal: el agente Manuel de la Paz Carrillo habría solicitado a Alfonso Treviño 50 000 pesos por no proceder en su contra. El acuerdo rebajó la cantidad a 35 000.22 Sin embargo, había ya una organización criminal en ciernes que, a partir de 1947, consolidaría contactos mucho más altos dentro de las autoridades locales y federales. Esta organización no se dedicaba exclusivamente al tráfico de drogas, sino también al contrabando. Pero antes de analizar este caso, es preciso atender la dinámica impuesta por la administración de Alemán en instituciones estratégicas para semejantes actividades: las aduanas. A finales de los cuarenta, el contrabando en Tamaulipas continuaba siendo una actividad muy lucrativa, que atrajo el interés de determinados miembros de la camarilla alemanista, quienes lo favorecieron con designaciones promovidas por las más altas esferas de autoridad de la época. En este caso, la referencia de Buscaglia y Van Dijk sobre el papel de las aduanas como institución especialmente atractiva para su captura, por parte de intereses ilícitos, cobra significado a partir de un referente concreto.23 Durante el sexenio de Miguel Alemán, una constante fue el uso de los nombramientos aduanales como prebendas para sus allegados. Tamaulipas sería un caso paradigmático al respecto. Así, por ejemplo, Jesús Vidales Marroquín fue 20

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Astorga, Luis (2003), op. cit., pp. 150-152. El reporte que cita el autor es “Benjamin S. White Jr., Treasury Representative, al Commissioner of Customs, Bureau of Customs, Division of Investigations, Washington, D.C., México, D.F., 3 de marzo de 1952, dea, sfbndd, 1916-1970, RG 170, nacp”. Ibid., p. 152. Ibid., p. 154. Véase el capítulo 1, apartado “Reconfiguración cooptada del Estado”.

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designado por el propio Alemán mediante acuerdo presidencial en febrero de 1947, como administrador de la aduana de Nuevo Laredo;24 también designó al administrador de la aduana de Tampico, Dr. Juan Gómez Sariol, su amigo personal. La relación personal entre Gómez Sariol y Alemán era tal que el primero solicitaba un cargo burocrático para su hijo, Juan Gómez Lemus, quien por tales gestiones sería nombrado administrador de la Aduana de San Pedro Roma —futura Ciudad Miguel Alemán— en 1949.25 Un pariente, Miguel Solís Alemán, fungió como primer comandante del Resguardo Aduanal de Matamoros, de donde fue trasladado para cumplir con esa misma función en Tampico, y en julio de 1950 fue designado de nuevo en la primera de esas ciudades.26 El nombramiento de parientes en aduanas estratégicas también ocurrió en otras entidades del país. Por ejemplo, un primo de Miguel Alemán, Xicoténcatl Leyva Alemán —padre del futuro gobernador de Baja California del mismo nombre—, fue designado por el entonces presidente administrador de la aduana de Tijuana, y le solicitaba su cambio, con el mismo cargo, a la aduana de Ciudad Juárez, Chihuahua.27 Como se ha señalado con anterioridad, en el contexto de uso patrimonial de los cargos públicos que caracterizó al periodo alemanista, el funcionamiento de diversas instituciones mantendría una tendencia permanente a articularse no en función de los intereses públicos que nominalmente constituían su razón de ser, sino de in­tereses privados e incluso delictivos. La razón que llevaba a un presidente de la República a ocuparse directamente del nombramiento de funcionarios menores no puede entenderse sin tener en cuenta los intereses irregulares en los que estaban involucrados varios integrantes de su círculo cercano —y muy probablemente él mismo—. La causa fundamental para establecer un margen certero de control sobre semejantes aduanas no parece limitarse al mero beneficio de sus parientes o amigos ni tampoco a atender favores especiales para otros tantos allegados de la camarilla en el poder. Semejantes solicitudes eran de uso corriente durante la época, según consta en los archivos presidenciales. Si bien ninguna solicitud es explícita, se sobreentiende que se requiere de la omisión de las aduanas respectivas ante los bienes no permitidos que habría de introducir, en cantidades indeterminadas, el favore24 25 26 27

agn, Arch. Pres. mav, exp. 702.11/46. agn, Arch. Pres. mav, exp. 702.22/2284. La Voz de la Frontera (1950), “Miguel Solís Alemán es nuevamente comandante”, 21 de julio, Matamoros, Tamaulipas, p. 1. agn, Arch. Pres. mav, exp. 101/43.

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cido; de lo contrario, no hace sentido la petición de “facilidades y atenciones” requeridas, por ejemplo, al secretario particular del presidente, en relación con las aduanas.28 No obstante, los intereses involucrados, según las evidencias, apuntan a irregularidades mayores y más complejas. Como se expuso en el capítulo anterior, a pesar de la relativamente escasa investigación histórica sobre el tema,29 es un hecho aceptado que la administración de Alemán permitió de manera amplia el enriquecimiento de varios de sus miembros, y que varias de las fortunas más poderosas que persisten hasta nuestros días se acrecentaron en gran medida durante la época gracias a la vinculación directa de sus poseedores con el entonces presidente.30 Algunas de las prácticas características de la corrupción durante el sexenio de Alemán evocaban las ya descritas como propias de la captura del Estado, como fueron, por ejemplo, las órdenes expresas del propio titular de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas en julio de 1947, Agustín García López, quien exigía a sus subordinados que todas las importaciones de la secretaría deberían hacerse exclusivamente a través de la Agencia Aduanal Pasquel, propiedad de Jorge­ Pasquel, uno de los personajes más allegados a Miguel Alemán.31 Diversos agentes aduanales del país expusieron quejas ante Alemán por el trato inequitativo en beneficio de la agencia de Pasquel quien, por ejemplo, podía importar grandes cantidades­de automóviles a pesar de la prohibición expresa de la autoridad fiscal. Una foto de prensa muestra una fila de al menos veinte vehículos introducidos al país bajo la vista de la aduana de Nuevo Laredo.32 Como se ha señalado ya, al frente de ésta se desempeñaba Jesús Vidales Marroquín, administrador designado por acuerdo del presidente Miguel Alemán en febrero de 1947.33 Sin embargo, las actividades de Pasquel, según informantes del Departamento de Estado estadounidense, no se limitaban al comercio de bienes legales. Estas fuentes le señalan como sos­ pechoso de ser el mayor importador de narcóticos de México durante esa época.34 La vinculación de determinados personajes del primer círculo de Alemán con la delincuencia organizada es una constante y no se limita a Tamaulipas. Tal es, por 28 29 30 31 32 33 34

Lo anterior se puede constatar, por ejemplo, en la solicitud de Arnulfo Torres a Rogerio de la Selva, agn, Arch. Pres. mav, exp. 546.6/315. Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., pp. XVII-XXIII. Ibid., pp. 207-215. agn, Arch. Pres. mav, exp. 564.2/214. Diario de Nuevo Laredo (1948), “Pasquel sin restricciones”, Fotografía, 16 de noviembre, Nuevo Laredo, Tamaulipas, p. 1. agn, Arch. Pres. mav, exp. 702.11/46. Niblo, Stephen R. (2001), op. cit., p. 261.

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ejemplo, el caso de Enrique Parra Hernández. En un informe fechado en 1959 sobre Enrique Parra Hernández, uno de los amigos y colaboradores cercanos de Alemán, el titular de la dfs, Manuel Rangel Escamilla, expone que se trataba de un abogado de posición económica modesta, a quien el arribo al poder de Miguel Alemán le había cambiado la fortuna. Según el informe, Parra Hernández se habría asociado con el propio Alemán en varios negocios, hasta convertirse en uno de los hombres más ricos del país, siendo poseedor de acciones del Hotel Hilton Continental de la ciudad de México, de Teléfonos de México y del Hipódromo Agua Caliente, en Tijuana. Era propietario del Hotel Copacabana, en Acapulco, y del restaurante del Puerto Central Aéreo. El mismo documento refiere que tenía múltiples negocios en ramos diversos, incluyendo las autopistas.35 Una de las inversiones­ de Parra —o de Alemán, si se considera el hecho de que el primero es mencionado como presunto prestanombres del ex presidente—, el hipódromo Agua Caliente, tenía también como asociado a John Alessio, un personaje al que diversas fuentes vinculan con la mafia italoamericana.36 El control de las aduanas, a través de personajes vinculados con Alemán y su camarilla, favorecería la protección sistemática al contrabando organizado de mercancías diversas y drogas ilícitas. En Matamoros, Tamaulipas, por ejemplo, el administrador de la aduana local fue, durante la mayor parte del sexenio alemanista,­ Cristo Lapierre,37 con quien colaboró el referido Miguel Solís Alemán, pariente del presidente, en calidad de comandante del Resguardo Aduanal.38 Al término de la administración, Lapierre fue designado visitador general de aduanas, un cargo superior al ejercido con anterioridad, y sustituido por Francisco Castellanos Tuexi, quien estuvo al frente de la aduana matamorense entre 1952 y 1958. Como se recordará, Castellanos Tuexi era, además, ex gobernador de Tamaulipas, ex pro­ curador general de justicia del D.F. (1941-1946) y aliado de Alemán y Raúl Gárate­ en contra de Emilio Portes Gil y su camarilla, en los hechos que condujeron a la remoción del gobernador de Tamaulipas, Hugo Pedro González, en 1947. Más allá de que el cargo de administrador de la aduana local no parece en sí mismo acorde con las aspiraciones lógicas de un ex gobernador de Tamaulipas y 35 36

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agn, dfs-ips, Versión pública del expediente de Enrique Parra Hernández, dfs, fojas 1-2. Lupsha, Peter A. (1995), “Transnational Narco-corruption and Narco-investment. A focus on Mexico”, primavera, disponible en . Noticiero Diario de la Tarde (1956), “Dejará la aduana el Lic. Castellanos y ocupará importante cargo, dicen. Hasta amenazan con el regreso de Cristo Lapier [sic]. Versiones de que irá en lugar del Lic. Armendáriz”, 7 de marzo, Matamoros, Tamaulipas, p. 1. La Voz de la Frontera (1950), “Miguel Solís Alemán...”, p. 1.

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ex procurador general de justicia de la capital de la República, a no ser por las oportunidades colaterales que representaba para su titular; el hecho incontrovertible­ es que semejantes personajes no podían desconocer los antecedentes y actividades del protagonista de los hechos que a continuación se relatan. Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas y el homicidio de Gloria Landeros

El 23 de julio de 1947, un hecho de sangre ocurrido en Matamoros causó gran consternación en el estado: la señora Gloria Landeros, de 23 años, había sido asesinada a balazos por su esposo, en su propia casa y delante de sus propios padres e hijos, estos últimos, con edades de entre dos meses y cuatro años. Gloria Landeros Olivera gozaba de reconocimiento social, pues había sido actriz e hija del matrimonio formado por Carlos Landeros y María Teresa C. de Landeros, dueños de una compañía teatral que había hecho presentaciones en toda la República. El hecho conmocionó a la sociedad tamaulipeca y generó titulares de primera plana en Ciudad Victoria, Tampico, e incluso también en Brownsville, Texas.39 El marido homicida era un sujeto conocido como Juan N. Guerra —Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas— quien, según la prensa era “un sujeto de pésimos antecedentes; que siempre ha vivido fuera de la ley y que el cuantioso capital que posee lo ha hecho a base de contrabandos de toda especie”.40 Según la prensa, Guerra Cárdenas afirmaba contar con influencias en el gobierno y aseguraba que no estaría en prisión por más de un mes. Por su parte, el procurador general de justicia del estado, Zeferino Fajardo —designado en tal cargo tan sólo cuatro meses atrás por el gobernador Raúl Gárate, tras la desaparición de poderes—, señalaba que el crimen se castigaría con todo rigor.41

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El Mundo (1947), “Una tragedia impresionante registrada en H. Matamoros. La Sra. Gloria Lan­ de­ros fue muerta a balazos por su marido. Porque la visitaron sus padres [sic]. Delante de sus hijos y de sus suegros, la dejó moribunda”, 24 de julio, Tampico, Tamaulipas, p. 1. Véase, también, Noticiero (1947), “Comerciante de H. Matamoros que asesina a su joven esposa. Horrible tragedia­ que se incubó con los humos del licor y un complejo absurdo”, 24 de julio, Ciudad Victoria, Tamaulipas, p. 1. Este encabezado fue de ocho columnas, el principal de esa edición. Asimismo, The Brownsville Herald (1947), “Matamoros wife is shot to death”, 24 de julio, Brownsville, Texas, p. 1. Noticiero (1947), “No quedará impune el salvaje asesinato de la señora G. Landeros”, 25 de julio, Ciudad Victoria, p. 1. Ibid.

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Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas había sido parte del grupo de tamaulipecos­ que Francisco Castellanos Tuexi —el antiguo gobernador que había roto con Emilio­Portes Gil, se había aliado al general Raúl Gárate, y más tarde se haría cargo­ de la aduana de Matamoros— había incorporado a la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, durante el tiempo que estuvo al frente de ella. Durante­ este periodo,­entre 1943 y 1944, ocupó el cargo de agente de cuarta de la Policía Judicial del Distrito Federal.42 Juan N. Guerra, como se le solía nombrar, sería señalado por múltiples fuentes como un reconocido contrabandista y traficante de drogas en Tamaulipas.43 Guerra­ fue la cabeza fundadora de la organización criminal del Cártel del Golfo, que décadas después sería encabezado también por su sobrino, Juan García Ábrego. Los hechos que se relatan a continuación no están directamente relacionados con el tráfico de drogas, pero resultan indispensables para dimensionar las influencias de este personaje, las irregularidades que se cometieron en la justicia local para protegerle, mismas que en su momento serían sucedáneas en sus demás actividades ilícitas. Según el censo de 1930, Juan N. Guerra había nacido en Tamaulipas, en 1915, del matrimonio formado por Plácido Guerra Lerma y María Eloísa Cárdenas Benavides. Residía en el rancho El Tahuachal, junto con sus padres y hermanos: Refugio, de 14 años; Sofía, de 13; Roberto, de 12; Leonor, de 10; Pablo, de siete y Ernesto, de cinco.44 El lugar de nacimiento de Juan N. Guerra ha sido sujeto de controversia, incluso algunas fuentes señalan la posibilidad de que fuera originario de los Estados Unidos.45 Sin embargo, la información genealógica apunta a que era de Matamoros, Tamaulipas, localidad en la que aparecen registros de su familia desde antes de su nacimiento.46 42

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En 2011 se solicitó la versión pública del expediente de Juan N. Guerra Cárdenas a la Procuraduría­ General de Justicia del Distrito Federal, que la resguarda en la Dirección General de Política y Estadística Criminal. En el Instituto de Acceso a la Información Pública del Distrito Federal, el número de la solicitud es rr. 1190/2011. agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, leg. 1, foja 46. La búsqueda de estos datos fue realizada en el sitio web Family search, que contiene una de las colecciones genealógicas más ricas (disponible en ). Debido a la caligrafía borrosa en el documento original, el nombre de la madre aparece erróneamente como “Gloria”, aunque si se observa con cuidado la imagen, puede apreciarse que el correcto es “Eloísa”. agn. dfs-ips. Versión pública del expediente de Octavio Villa Coss, dfs, leg. 1, foja 12. Todos los datos fueron obtenidos en el sitio web genealógico . Existe una fe bautismal bajo el nombre de María Eloísa Cárdenas Benavides, en la iglesia Nuestra Señora del Refugio, el 8 de noviembre de 1895. (Indexing Project (Batch) Number: I04065-0; System Origin: Mexico-EASy; Source Film Number: 1511749; Reference Number: p. 96). Este registro

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El 26 de julio de 1947, Carlos Landeros, ex suegro de Guerra Cárdenas, dirigió­ un telegrama al presidente Miguel Alemán donde le comunicaba el asesinato de su hija y, además, que sus nietos habían sido entregados a los padres del marido homicida. Añadía que la familia de Juan N. Guerra tenía pésimos antecedentes —que no mencionó—. Solicitaba la intervención presidencial para que los menores fueran­puestos bajo su custodia, así como la acción del gobierno para evitar que el crimen permaneciera impune.47 En una carta al procurador general de justicia del estado, Zeferino Fajardo, publicada por el El Noticiero, en Ciudad Victoria, Carlos Landeros señalaba que no podía conseguir abogado para defender su causa, pues los litigantes matamorenses temían las represalias de la familia Guerra. Asimismo, exponía que el juez de primera instancia y los abogados defensores de Juan N. Guerra pretendían esta­blecer que la causa de la muerte de Gloria Landeros había sido accidental. El proceso se instruía sin que los padres de la víctima tuvieran representación legal y el agente del Ministerio Público, Ciro Espinosa, mostraba una actitud parcial en favor del inculpado por el homicidio. Entre otras cosas, había sido Espinosa quien

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parece congruente con la edad que la madre de Juan N. Guerra proporcionó en el censo de 1930: 35 o 36 años. Su padre, Plácido Guerra Lerma, murió el 24 de marzo de 1962 en un hospital del condado Cameron, Texas. El certificado de defunción que fue llenado con la información que proporcionó su hijo, Roberto Guerra, señala que Plácido Guerra Lerma, hijo de Plácido Guerra y Francisca Lerma, nació en Texas —no se establece la localidad— el 28 de agosto de 1890 (Film Number: 2116933; Digital Film Number: 4028431; Image Number: 02642; Reference Number: 13575). Plácido Guerra Lerma había indicado que su lugar de nacimiento era Matamoros, Tamaulipas, en el censo de 1930. Adicionalmente, sus hermanos fueron bautizados en la iglesia Nuestra Señora del Refugio, en Matamoros, Tamaulipas: Juan Guerra Lerma, el 16 de abril de 1889 (Indexing Project (Batch) Number: I04064-7; System Origin: Mexico-EASy; Source Film Number: 1511749; Reference Number: p. 7); María Francisca Guerra Lerma, el 7 de diciembre de 1900 (Indexing Project (Batch) Number: I04065-2; System Origin: Mexico-EASy; Source Film Number: 1511749; Reference Number: p. 724); María Ana Elisa Guerra Lerma, el 22 de octubre de 1902 (Indexing Project (Batch) Number: I04065-3; System Origin: Mexico-EASy; Source Film Number: 1511749; Reference Number: p 118). También su abuela, Francisca Lerma, hija de Alexander Lerma y Clara Lerma, fue bautizada en la misma parroquia el 21 de junio de 1871 (Indexing Project (Batch) Number: C04324-9; System Origin: Mexico-EASy; Source Film Number: 1511748; Reference Number: item 8, p. 98). Respecto a su abuelo, Plácido Guerra, la búsqueda arrojó varios homónimos en la región, de manera que no fue posible identificarle con precisión. Sin embargo, existe una fe bautismal a nombre de Plácido Guerra, en el referido templo Nuestra Señora del Refugio, en Matamoros, Tamaulipas, fechada el 17 de noviembre de 1858, de manera que es probable que fuera éste el abuelo de Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas (Indexing Project (Batch) Number: C64666-2; System Origin: Mexico-EASy; Source Film Number: 1511748; Reference Number: item 4, p. 181). agn, Arch. Pres. mav, exp. 541/223.

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había ordenado que los hijos de la occisa fueran puestos bajo la custodia de la familia Guerra Cárdenas. El juez —Pompeyo Gómez, quien como se vio en el capítulo anterior era el jurista elegido por la nueva camarilla en el poder local para juzgar el caso del ex jefe de policía Osuna, del depuesto gobierno de Hugo Pedro González—, junto con el mencionado fiscal, había designado a dos militares para que dieran peritaje balístico, mismos que habían hecho todo lo posible para sostener la versión del supuesto accidente, buscando presuntas huellas del rebote del disparo en el techo. No obstante, el casquillo de la bala fue encontrado en el charco de sangre donde había estado la cabeza de Gloria al momento de su muerte.­ Landeros añadía que el acta había sido redactada por el secretario del juez, quien sólo admitió las rectificaciones de los abogados de Guerra. El juez Gómez y el fiscal Espinosa se negaron a registrar las expresiones del hijo mayor de Juan N. Guerra, de cuatro años, quien en su lenguaje de niño le había dicho al propio agente del Ministerio Público: “Papi, pum pum, mató mami —pitola—, ya no coce mami”, frente al cuerpo muerto de su madre.48 En respuesta, el general Gárate —quien había sido jefe de policía del Distrito Federal en 1920—49 redactó un telegrama al referido juez y al agente del Ministerio­ Público, según publicó el mismo diario, exponiéndole al primero que el gobierno del estado “por ningún motivo permitirá obtenga su libertad Juan N. Guerra y hará responsable autoridad que la decrete, ya que sociedad encuéntrase vivamente­ interesada, castíguese con mayor rigor dicho homicida”. Al segundo le ordenaba: “Sírvase intervenir activamente caso Juan N. Guerra y opóngase enérgicamente a que dicho homicida obtenga su libertad”. Por su parte, el procurador Fajardo tam­ bién envió un telegrama al agente del Ministerio Público en Matamoros, a quien le instruía a “oponerse legal y enérgicamente a toda resolución tienda a libertar bajo cualquier pretexto al homicida Juan N. Guerra”.50 48

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Noticiero (1947), “Pide justicia el padre de Gloria Landeros, acusando a todas las autoridades de Matamoros de estar vendidas o atemorizadas ante el sádico asesino Juan N. Guerra. Ningún abogado matamorense se atreve a patrocinar la parte civil, porque temen a la familia Guerra. Toda clase de consideraciones se están dispensando al criminal, las actas se levantan a su antojo y se le está preparando ya la libertad bajo caución”, 31 de julio, Ciudad Victoria, p. 4. Noticiero (1947), “Ahora van a ver cómo muere un presidente”, 26 de julio, Ciudad Victoria, p. 3. Se trata de un escrito del propio Raúl Gárate Legleu donde describe sus experiencias como jefe de la policía capitalina, en el contexto de la rebelión de Agua Prieta, que depuso a Venustiano Carranza, a quien Gárate se mantuvo leal, lo mismo que el general Miguel Alemán González, padre de Miguel Alemán Valdés. Noticiero (1947), “La rápida intervención del Sr. gobernador evitó que quedara en libertad el uxo­ricida Juan N. Guerra. Cese del agente del M. Público en Matamoros, por venal negligencia. Patética carta del padre de la asesinada en la que exhibe la corruptela del personal judicial de allá.

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Por instrucciones del gobernador Gárate, el procurador Fajardo se trasladó a Matamoros para supervisar las condiciones en que se estaban dando las investigaciones del caso y para hacerse directamente cargo de las mismas.51 En efecto, Ciro Espinosa había sido removido, pero se le había intentado sustituir con Humberto de la Garza Kelly, abogado defensor de Juan N. Guerra.52 De la Garza Kelly sería el futuro magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia del estado en los años ochenta, durante el gobierno de Emilio Martínez Manautou. Según reporta la prensa, el procurador Zeferino Fajardo instruyó tanto al agente del Ministerio Público —no se precisa quién habría quedado finalmente como fiscal al frente de la investigación— como al propio juez Pompeyo Gómez, para que se evitaran subterfugios para favorecer a Guerra, y habría repuesto el proceso viciado que le seguía. En paralelo, la guarnición militar, por instrucciones del general de división Raúl Gárate, emprendía una campaña de despistolización en Matamoros. Según la prensa, la población matamorense tomaba la medida con beneplácito, pues era “sabido que todos sus hermanos [de Juan N. Guerra] son de extrema peligrosidad, y que tienen pistoleros a sueldo en gran cantidad”.53 De acuerdo con Noticiero, el diario de la capital del estado que más seguimiento­ le dio al caso, la reposición del proceso llevada a cabo por Fajardo había puesto de manifiesto que, tal como exponía Carlos Landeros, aquel instruido por el juez Gómez y por el fiscal Espinosa había sido encaminado a liberar a Juan N. Guerra, haciendo pasar el homicidio como un accidente. Paradójicamente, el procurador sólo amonestó a ambos funcionarios sin ningún otro tipo de consecuencias.54 Un reportero del diario logró entrevistar a Guerra, a quien describió como un hombre de estatura y corpulencia poco común, y quien insistía en que la pistola que portaba se había disparado accidentalmente al caer al suelo, tras forcejear con

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Salió para Matamoros el nuevo agente del Ministerio Público para evitar que se tuerza la acción de la justicia con dinero y las amenazas del criminal”, 31 de julio, Ciudad Victoria, p. 1. Noticiero (1947), “El C. procurador de justicia salió ayer para Matamoros. El gobierno decidido a restaurar el imperio de la ley en aquella ciudad de la frontera. Quedó sin efecto el cambio de agentes del M. Público, pues De la Garza Kelly era el defensor de Juan N. Guerra. Por órdenes expresas del señor gobernador, toda la población ha sido despistolizada por fuerzas militares de la guarnición local”, 1 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1. Ibid. Ibid. Noticiero (1947), “Querían hacer aparecer como muerte accidental el cobarde asesinato de Gloria Landeros. El agente del M.P., Ciro A. Espinosa y el juez Pompeyo Gómez, parciales al asesino. El procurador, Lic. Z. Fajardo, se concretó a amonestarlos y ordenó reponer el expediente”, 2 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.

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su esposa occisa.55 No obstante, las pruebas eran irrefutables: la bala había ingresado por el rostro y salido por la parte posterior de la cabeza, siguiendo una trayectoria que sólo podía ocurrir si el disparo se realizaba de arriba hacia abajo, con la víctima tendida en el piso.56 Fajardo había ordenado que dos agentes de policía brindaran protección al matrimonio Landeros, pues Plácido Guerra Lerma, padre de Juan N. Guerra, les había amenazado de muerte. La prensa de Ciudad Victoria comentó que los hermanos Guerra eran sujetos sumamente peligrosos; que tenían atemorizada desde hacía tiempo a la población matamorense e incluso a autoridades locales.57 A principios de agosto de 1947, el matrimonio Landeros había conseguido por fin a un abogado que representara la causa de la víctima. Se trataba de Eusebio Elizondo, llegado desde Monterrey, pues en Matamoros ningún litigante había aceptado el caso. Elizondo solicitó que mientras se seguía el juicio por la patria potestad de los hijos de Juan N. Guerra y la difunta Gloria Landeros, éstos salieran del domicilio de los padres del primero. Asimismo, que el hijo mayor de la occisa declarara en el juicio.58 La Asociación Nacional de Actores, en la ciudad de México, manifestó su protesta por el homicidio y remitió un telegrama al gobernador Gárate, en exigencia­ de justicia.59 La proporción del escándalo llevó a que el Tribunal Superior de Justicia del estado se reuniera en pleno para determinar si el juez Pompeyo Gómez y el agente del Ministerio Público, Ciro Espinosa, habían obrado con lenidad. El presidente del mismo, Agustín Aguirre Garza, recibió la encomienda de investigar la actuación del juez Gómez.60 Como se recordará, según el testimonio de Ciro de la Garza Treviño, integrante del referido tribunal, sus integrantes, incluyendo­a Aguirre Garza, habían sido electos para ocupar ese cargo por el general Gárate, tras reuniones celebradas en su propio domicilio, en el contexto de las medidas adoptadas para garantizar el control político y judicial tras la desaparición de poderes y 55

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Noticiero (1947), “Entrevista Noticiero con el torvo asesino de Gloria. ‘Debías haber matado a los dos viejos también, pues de la cárcel te saco con dinero’, dijo su padre al criminal. El Lic. Humberto de la Garza Kelly, es defensor del sombrío y rudo matarife”, 2 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4. Noticiero (1947), “Querían hacer aparecer…”, p. 1. Noticiero (1947), “Entrevista Noticiero…”, p. 4. Ibid. Ibid. Noticiero (1947), “Se volcó el automóvil en el que viajaba el señor procurador. El coche se hizo pedazos, pero sus ocupantes, por fortuna, salieron ilesos. El presidente del Tribunal investigará si el juez de Matamoros ha sido leniente”, 3 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.

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la deposición del gobernador Hugo Pedro González. En esas mismas reuniones se eligió tanto al procurador general de justicia del estado, Zeferino Fajardo, y al juez Pompeyo Gómez, para dar seguimiento al caso del ex jefe de policía del gobernador defenestrado. En otras palabras, se trataba de una misma camarilla política, con integrantes que actuaban por consigna, supervisando pretendidamente­a sus propios integrantes. El 4 de agosto de 1947, Noticiero publicó una nota donde refería que Carlos Landeros había enviado de nuevo una misiva al presidente Miguel Alemán, donde manifestaba que, a pesar de la reprimenda del procurador Fajardo, el juez Pompeyo Gómez y el fiscal Espinosa continuaban al frente del caso y actuando con parcialidad en beneficio de Juan N. Guerra. Más aun, exponía que el padre de éste, Plácido Guerra Lerma, era compadre del progenitor del fiscal Espinosa. La nota refería, también, que el abogado Elizondo había decidido abandonar la defensa de la causa del matrimonio Landeros e incluso que la venta del diario estaba siendo boicoteada en Matamoros, pues se pretendía evitar su circulación por personajes que adquirían los ejemplares de manera masiva.61 Un día después, el diario publicó un editorial tan certero como premonitorio de las tendencias que se habrían de observar en lo subsecuente: Los gangsters que están adueñados de Matamoros han sido favorecidos abiertamente­ por administraciones anteriores, pues no de otra guisa puede imaginarse que se haya permitido la entronización de los maleantes hasta el grado de que la vida humana valga menos que la de un animal diestro en trabajos agrícolas. He aquí dónde tiene el actual gobierno una brillante ocasión de demostrar al Estado­entero [que] su gestión política tiende a la limpia general de elementos indeseables, no porque sean portesgilistas, no porque hayan sido martistas, huguistas o magdalenistas, sino simple, sencilla y diáfanamente, son enemigos de la sociedad, sin importar la bandería a que hayan pertenecido o pertenezcan en la actualidad. Gente de la laya de los asesinos de Matamoros, y cómplices, pueden incluso haber sido oposicionistas a los regímenes anteriores; pueden ser, en última instancia, hasta garatistas, ya que esa clase de elementos siempre van a favor de los vientos que corren con tal de obtener protección para sus perniciosas actividades.

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Noticiero (1947), “El juez y el agente del M.P. en Matamoros siguen protegiendo al asesino Juan N. Guerra. El padre de Gloria Landeros teme ser asesinado, y el abogado que lo patrocinaba mejor regresó a Monterrey. Noticiero boicoteado por los gangsters; ¡Matamoros pide garantías, señor gobernador!”, 4 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.

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Lo que importa es que son enemigos de la sociedad; y que a su alrededor, gira un mundillo burocrático indigno de ostentar ninguna representación oficial, repetimos,­ no por su bandería política, sino por su descarada inmoralidad en el manejo de la cosa pública.62

El 8 de agosto, el presidente de Tribunal Superior de Justicia, Agustín Aguirre Garza, había retornado a Ciudad Victoria tras su viaje de inspección a Matamoros. Al ser interrogado por los reporteros, expuso que la causa penal era llevada a cabo “con regularidad y hasta diligencia” por el juez Pompeyo Gómez, de quien no ha­ bía encontrado irregularidades, en sentido de coadyuvar a presentar el homicidio de Gloria Landeros como accidental. Responsabilizaba al fiscal Espinosa de no ha­­­­ber descrito a cabalidad las condiciones del cadáver, y a los médicos legistas de omitir, deliberadamente o por descuido, las lesiones por golpes que el cadáver de Gloria presentaba. Señaló que el matrimonio Landeros deseaba obtener la patria potestad de los hijos de ésta, pero no habían iniciado el juicio civil correspondiente­.63 El 13 de agosto de 1947, la prensa victorense informaba que, de manera extraoficial, circulaba la versión de que ningún abogado matamorense aceptaba fungir­como agente del Ministerio Público, en sustitución de Espinosa, para continuar con el proceso penal.64 Noticiero entregó también al procurador Zeferino Fajardo las diversas cartas que había recibido de la población de Matamoros, donde se solicitaba que trasladaran a Juan N. Guerra al penal del estado en Ciudad Victoria, pues en la primera localidad gozaba de privilegios irregulares, no concedidos a otros prisioneros. Se afirmaba, por ejemplo, que Guerra pernoctaba todos los días en su domicilio, con excepción del breve tiempo en que estuvo de visita de inspección el presidente del Tribunal Superior de Justicia. Asimismo, se señalaba que las mismas misivas exponían que la familia de Juan N. Guerra intentaba sobornar a los peritos en balística que pretendidamente darían su opinión técnica sobre el disparo que causó la muerte­a Gloria Landeros.65 62 63

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Noticiero (1947), “Matamoros, fuera de la ley”, 5 de agosto, Ciudad Victoria, p. 3. Noticiero (1947), “Que sí se pretendió desvirtuar los hechos en torno al asesinato de Gloria Landeros. Conclusiones del Sr. Lic. Aguirre Garza. Responsabilidad del agente del M.P. y de los médicos legistas, patente”, 9 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1. Noticiero (1947), “Nadie acepta la agencia del M. Público, en H. Matamoros. El procurador no invadió terreno del tribunal; se concretó a actuar dentro de sus deberes y de la ley”, 13 de agosto, Ciudad Victoria, p. 2. Noticiero (1947), “Piden traslado de Juan N. Guerra a la penitenciaría. Lo están dejando ir a dormir a su domicilio y goza de privilegios. Anarquía en la cárcel de aquel lugar, narrada por un presidiario”, 16 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4.

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El diario publicó, también, que el careo que debería realizarse entre Guerra y una testigo del homicidio se postergó por la inasistencia de ésta; se trataba de la sirvienta de la familia, quien en declaraciones previas ante el magistrado presidente­ del Tribunal Superior de Justicia, Agustín Aguirre Garza, había señalado que escuchó a su patrona exclamar “¡mátame, cobarde!”, tras lo cual vino la detonación del arma. Asimismo, dio testimonio de la ruptura de los sellos que resguardaban el domicilio como escena del crimen, pues las puertas fueron abiertas para sustraer un par de metralletas que Juan N. Guerra tenía dentro del hogar en el momento del crimen;66 días después ratificaría su declaración. Carlos Landeros escribió una nueva carta a Noticiero, que también apareció publicada en el diario. Agradecía que la publicación mantuviera su caso vivo ante la opinión pública; elogiaba al gobernador Gárate y al procurador Fajardo, de quienes aseguraba sentirse seguro y amparado. Manifestaba su esperanza de que el nuevo agente del Ministerio Público designado, José Ramos Lozano, quien venía de fuera de la localidad, obrara también con corrección. Añadía que el juez le había indicado que no podía ordenar que sus nietos —aún bajo la custodia de los padres del homicida— les visitaran, y pedía al periódico que no se callara hasta que se les hiciera justicia.67 El fiscal Ciro Espinosa fue destituido de su cargo. Su sustituto, al tomar posesión, indicó que llegaba a Matamoros con la intención de obtener un castigo ejemplar para Juan N. Guerra, a pesar de “sus poderosas influencias con políticos de administraciones anteriores y las enormes cantidades de dinero que ha derramado”.68 El 27 de agosto, Noticiero dio a conocer la renuncia del juez primero mixto, en Matamoros, Pompeyo Gómez, quien se separó de su cargo tras haber recibido el respaldo de Agustín Aguirre Garza, magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia, en relación a su actuación sobre el caso. En su lugar fue designado

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Noticiero (1947), “La criada de Juan N. Guerra, amenazada. Si ratifica ante el juez todo lo que declaró ante el Lic. Aguirre Garza”, 17 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4. Noticiero (1947), “El padre de Gloria Landeros admite que ya se empieza a hacerle justicia. Se muestra agradecido al gobernador y al procurador, por su valiosa intervención. Asimismo, aplaude nuestra modesta labor de higiene pública y social”, 19 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4. El nombre correcto del nuevo fiscal era José Adame Lozano. Noticiero (1947), “El nuevo agente del Ministerio Público en Matamoros, recibió (sic). Se evitará el escarnio de que el asesino Juan N. Guerra salga a dormir. El Sr. Landeros tiene un nuevo apoderado que se encargará se le imparta plena justicia”, 24 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.

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Lázaro de la Garza Camargo, hasta entonces juez primero de lo penal en Tampico.69 En todo caso, el movimiento no implicaba cambios de fondo: Lázaro de la Garza formaba parte del grupo vinculado al ex gobernador Francisco Castellanos, que había firmado desplegados en contra de Portes Gil y que anunciaban, desde 1946, la violencia que se habría de desatar en el municipio de Llera, a comienzos de 1947.70 Esta continuidad en el control del aparato judicial, por parte del mismo grupo, puede asumirse como otra evidencia de la captura de semejantes instituciones­ para garantizar la impunidad de los grupos delictivos con los que estaban ligados,­a través del desvío o bloqueo deliberado de su funcionamiento. Las nuevas indagatorias de Adame se toparon con la negativa de los vecinos del domicilio del matrimonio Guerra-Landeros a proporcionar cualquier información­sobre los hechos. Algunos incluso señalaron que no habían escuchado­ la detonación del arma de fuego; temían represalias de Juan N. Guerra. Sin embargo, una novedad fueron las declaraciones del policía Guadalupe Haro Cervantes,­ puesto a cargo de la custodia del inmueble tras el crimen, con orden expresa de impedir el ingreso de cualquier persona. No obstante, según expuso el oficial, el mismo día del crimen, por la noche, arribó a la casa el padre del homicida —Plácido Guerra Lerma—, junto con el agente del Ministerio Público Ciro Espinosa y un número impreciso de hombres; solicitaron ingresar al domicilio, del cual extrajeron gran cantidad de bultos voluminosos, sin conocerse su contenido.71 En una nueva carta a la prensa, Carlos Landeros se quejaba nuevamente de la “actitud pusilánime” de los jurisconsultos locales, que se negaban a representarle en el caso, y solicitaba al director de Noticiero de Ciudad Victoria, Cristóbal Garcilazo, que no cejara en su disposición a informar del proceso, como único medio para hacer presión y evitar nuevas irregularidades.72 Finalmente, logró que su causa fuera representada por Salvador Herrera Muro, un abogado que también era capitán del Ejército mexicano.73 Sus indagaciones 69

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Noticiero (1947), “Renunció el juez primero mixto de la H. Matamoros. Inmediatamente fue nombrado para sustituirlo, al Sr. Lic. De la Garza. Las investigaciones hechas sobre su actuación en el caso Guerra, lastimáronlo”, 27 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4. Véanse los firmantes del desplegado, reproducido en De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 723-725. Noticiero (1947), “El ex agente del M.P. en Matamoros, cómplice de maniobras de Juan Guerra”, 29 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1. Noticiero (1947), “Ningún abogado se atreve a asesorar a la parte civil en el crimen de Juan N. Guerra. Carlos Landeros pide a la prensa cooperación para obtener justicia”, 31 de agosto, Ciudad Victoria p. 4. Noticiero (1947), “El nuevo agente del Ministerio Público…”, 21 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4.

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permitieron descubrir que Juan N. Guerra había sido comandante de policía en Jo­ jutla, Morelos, donde tenía dos causas penales pendientes por herir de bala en un pie a un menor de edad y por haber golpeado con severidad a un delincuente, a fin de despojarlo de dos mil pesos.74 Sus tendencias violentas no eran menores ni pasajeras: mientras permanecía en prisión, Juan N. Guerra había amenazado de muerte a uno de los celadores, el cabo José Sandoval, hecho que negó en el careo correspondiente, al tiempo que continuaba gritando y emitiendo exclamaciones soeces al guardia.75 El 30 de septiembre, la prensa victorense publicaba que el gobernador Gárate había recibido instrucciones presidenciales de trasladarse a Matamoros, donde debería atender un problema de invasiones de tierra en la localidad; le acompañaba­ el coronel Tiburcio Garza Zamora.76 Como se recordará, Garza Zamora sería pocos años después apoyado por el general Gárate, por Carlos I. Serrano y por el general Bonifacio Salinas Leal para suceder al primero en el gobierno del estado. Aunque esta referencia puede parecer innecesaria o fuera de lugar al lector, se le sugiere tenerla muy presente para una mejor comprensión de cuestiones que se abordarán más adelante. A mediados de octubre de 1947, la información sobre el caso comenzaba a escasear. Sin embargo, Noticiero publicó que Juan N. Guerra había perdido un amparo contra la detención de la que era objeto. Asimismo, el periódico dio a co­ no­cer que los nuevos peritajes balísticos echaban por tierra a los anteriores y su conclusión de que el balazo que había matado a Gloria Landeros había sido producto de un accidente.77 El mismo día en que Noticiero publicaba estos hechos daba a conocer que el secretario particular del gobernador Gárate, José Juan de Olloqui, se encontraba en Matamoros, en compañía del general Cándido Aguilar —temprano promotor de la carrera de Miguel Alemán y vocal ejecutivo de la Confederación Nacional Campesina— analizando cuestiones agrarias.78 El problema de tierras que había 74

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Noticiero (1947), “Fue procesado en Jojutla el uxoricida Juan N. Guerra. Por haber herido a un menor de edad y haber despojado de dos mil pesos a otro delincuente”, 16 de septiembre, Ciudad Victoria, p. 4. Noticiero (1947), “Juan N. Guerra tiene sed de sangre. Amenazó de muerte a un cabo celador. La peligrosidad del uxoricida llega a límites de locura”, 10 de septiembre, Ciudad Victoria, p. 1. Noticiero (1947), “El gobernador sale hoy para H. Matamoros”, 30 de septiembre, Ciudad Victoria, p. 1. Noticiero (1947), “Juan N. Guerra perdió un amparo. Lo había interpuesto contra el auto de formal prisión”, 19 de octubre, Ciudad Victoria, p. 1. Noticiero (1947), “El Sr. Olloqui regresó de H. Matamoros”, 19 de octubre, Ciudad Victoria, p. 1.

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surgido­en Matamoros se debía al despojo que el coronel Carlos I. Serrano había llevado­a cabo sobre un grupo de campesinos.79 Ese día el periódico informó que el procurador Zeferino Fajardo había enviado­ al agente del Ministerio Público de Matamoros, José Adame Lozano, un oficio donde le instaba a proporcionar fecha aproximada para que se determinaran las conclusiones del caso de la muerte de Gloria Landeros, pues “nada o casi nada se avanza en el proceso respectivo”.80 Menos de una semana después, Fajardo volvería a enviar un oficio al fiscal de Matamoros, inquiriéndole sobre las informaciones que había recibido, donde seña­ laban que Guerra Cárdenas seguía gozando de privilegios indebidos dentro de la prisión, entre los que se contaba la portación de un arma de fuego.81 En lo que parecía constituir un esfuerzo por evitar que el caso saliera de la atención de la opinión pública, Noticiero divulgó de nuevo, y a ocho columnas, que el peritaje balístico era adverso a las declaraciones de Juan N. Guerra, sobre el supuesto disparo accidental que había causado la muerte de su esposa. El dictamen asentaba con claridad que el disparo había sido realizado de manera deliberada;82 el diario ya lo había informado en días anteriores. El 11 de noviembre de 1947, Noticiero, de Ciudad Victoria, volvió a publicar una carta redactada por Carlos Landeros, donde otra vez reclamaba le fueran entregados sus nietos, aún en custodia de la familia de Juan N. Guerra. Por primera vez, su misiva se abstuvo de mencionar a éste por su nombre.83 79

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Krauze, Enrique (1997), La presidencia imperial. Ascenso y caída del sistema político mexicano (1940-1996), Tusquets Editores, México, p. 114. La confrontación entre el general Cándido Aguilar, fervoroso agrarista, con los intereses de Carlos I. Serrano, llevarían a que el primero se alejara de Miguel Alemán Valdés, con quien tenía una estrecha relación desde sus primeros años, pues Aguilar había sido superior jerárquico del padre de Alemán en sus años revolucionarios, fiel a Carranza, de quien era yerno, durante la rebelión sonorense. Su rompimiento con Alemán se traduciría en su apoyo a la candidatura, opositora al pri, del general Miguel Henríquez Guzmán. Noticiero (1947), “El procurador de justicia activa el proceso contra el feroz asesino Juan N. Guerra. Enérgica orden giró al agente del Ministerio Público de H. Matamoros”, 19 de octubre, Ciudad Victoria, p. 4. Noticiero (1947), “El feroz asesino Juan N. Guerra hasta en su respectiva celda porta pistola. Informes que recibió el C. procurador así lo aseguran”, 23 de octubre, Ciudad Victoria, p. 4. Noticiero (1947), “El dictamen de los peritos en balística es adverso al asesino Juan N. Guerra. Después de minucioso estudio, concluyen que el disparo no fue accidental”, 24 de octubre, Ciudad Victoria, p. 1. Noticiero (1947), “Centenares de personas ante la tumba de Gloria Landeros, en Matamoros”, 11 de noviembre, Ciudad Victoria, p. 3.

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A partir de entonces, la prensa tamaulipeca dejó de publicar noticias sobre el caso y el resultado de éste se desvaneció en la incógnita. Desde entonces, y hasta el presente, sería la última vez que los medios de comunicación locales hicieran referencia con semejante ahínco a hechos delictivos relacionados con Juan N. Guerra y su familia. El 8 de marzo de 1948, desde Ciudad Mante, Tamaulipas, María Teresa O. de Landeros, madre de Gloria, escribió de nueva cuenta al presidente Miguel Alemán, solicitando castigo para Juan N. Guerra y que le fueran entregados sus nietos, en poder de la familia del homicida. Hacía notar que Guerra se paseaba impune por Matamoros.84 Su mensaje fue remitido al gobierno del estado. La respuesta de éste corrió a cargo del secretario general de Gobierno, Antonio Rocha —futuro procurador general de la República en el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz—, quien el 1º­de abril de ese año señaló al secretario particular del presidente Alemán que: Por acuerdo del C. Gobernador del Estado acuso recibo de su atento oficio número 9356, de fecha 18 de marzo del corriente año, relacionado con la queja presentada por María Teresa O. de Landeros, del Mante, Tamps., al C. Presidente de la República, permitiéndome manifestarle, que el presunto responsable de la muerte de Gloria Landeros, viene siendo juzgado por los tribunales competentes y con apego a la ley, estando pendiente de dictarse la resolución definitiva correspondiente; y por lo que toca a los nietos de la quejosa, se ha turnado el memorial al C. Procurador­ de Justicia del Estado para que proceda en los términos de las facultades que le atribuye el Código Civil del Estado.85

La resolución final llegaría pocos meses después. El 29 de junio de 1948, desde Ciudad Victoria, Carlos Landeros envió un nuevo telegrama al presidente Miguel Alemán Valdés: Diríjome Ud. última instancia, protestar airadamente motivo haberse libertado asesino brutal mi hija Gloria. Crimen cometiose ciudad Matamoros hace menos un año; sociedad Tamaulipas encuéntrase escandalizada y yo exijo ante Ud., no sólo se

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agn, Arch. Pres. mav, exp., 541/223. Ibid.

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reencarcele asesino mi hija, sino castíguese responsables su libertad, objeto sentarse precedente de moralidad y justicia. Respetuosamente.Carlos Landeros.86

Dada la coincidencia de espacio y tiempo, y la atención generada por este homicidio, resulta difícil considerar que la operación de Guerra sería después desconocida por las autoridades aduaneras en Tamaulipas, varias de ellas designadas directamente por Alemán durante su mandato. Más aun, si se considera que algunos de los allegados a Alemán ya mencionados, identificados por su presunta vinculación con actividades de contrabando y tráfico de drogas, tenían una presencia relevante­en esa entidad. Ya se ha mencionado el caso del líder real de la dfs, Carlos I. Serrano, su automóvil detenido en Laredo, Texas, y las reuniones sostenidas en su propiedad, en el municipio de San Fernando. Jorge Pasquel, por su parte, tenía una fuerte presencia social en Matamoros87 —lugar de residencia de Juan N. Guerra— y operaba también su agencia aduanal en Nuevo Laredo. Juan N. Guerra salió libre y continuó con sus actividades, que por lo visto no fueron interrumpidas por ninguna autoridad federal o local. Progresó lo suficiente­ para inaugurar, en junio de 1952, su restaurante-bar Salón Piedras Negras.88 Todo ello a pesar de que en 1951 se vio nuevamente envuelto en hechos de sangre. El 9 de marzo de 1951, Juan N. Guerra mató en Matamoros, con un disparo de pistola calibre .45, a Charles R. Porter, de 51 años y originario de Corpus Christi, Texas. Guerra se entregó a las autoridades cuatro días después del homicidio,­tras obtener un amparo de un juez federal en Monterrey, Nuevo León, lo que evitó que fuera encarcelado mientras se desahogaba el juicio.89 El 14 de septiembre de 1952, el ya para entonces juez de primera instancia en Matamoros, José Adame Lozano, sentenció a Guerra a seis años de prisión.90 Su defensa apeló la sentencia ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El abogado defensor

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Ibid. La Voz de la Frontera (1950), columna “Bazar”, 13 de julio, p. 3. La nota, firmada por Mancera­, da cuenta de la contribución personal de 500 pesos que proporcionaron Jorge Pasquel, Amador Garza, Manuel Cavazos y Luis H. Ávila, a Isabel Torres Parra, candidata a reina de la simpatía, en Matamoros. El Regional de Matamoros (1952) (anuncio), “Grandiosa inauguración del Salón Piedras Negras”, 6 de junio, Matamoros, p. 6. San Antonio Express (1951), “Corpus death hearing set”, 24 de marzo, San Antonio, Texas, p. 2. Brownsville Herald (1952), “Guerra draws six years in slaying”, 14 de septiembre, Brownsville, Texas, p. 1.

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era Raúl Morales Farías,91 parte de los personajes externos a Tamaulipas que llegaron a ocupar cargos públicos con el arribo del general Raúl Gárate al gobierno del estado. Morales Farías había sido designado juez en Matamoros en ese periodo.92 Según se puede apreciar, el proceso de captura institucional, que implica la reconfiguración cooptada del Estado, mantuvo una amplia temporalidad. Raúl Morales Cadena, hijo del abogado de Juan N. Guerra, Raúl Morales Farías, sería subprocurador general de justicia del estado en el sexenio de Américo Villarreal Guerra, y alcanzaría la titularidad de esa institución en el gobierno de Manuel Cavazos Lerma. En 1956, Raúl Morales Farías tenía su despacho en los altos del bar Piedras Negras, propiedad de Juan N. Guerra, y desde ahí representaba la causa de otros personajes que en los años por venir serían identificados como traficantes de drogas; es el caso de Melquiades Sosa, quien enfrentó la acción de la justicia por la muerte de un mesero.93 No obstante, a diferencia de Juan N. Guerra, Sosa parecía no contar con los mismos apoyos o amigos para permanecer impune: el juez Venustiano Guerra, amigo de la familia Guerra Cárdenas, no tuvo empacho para sentenciar a Sosa a prisión por el crimen referido.94 Justamente en 1956, durante la gubernatura de Horacio Terán, como se vio en el capítulo anterior, otro personaje impuesto en Tamaulipas por Miguel Alemán —de quien había sido compañero en la Escuela Nacional de Jurisprudencia—,95 la prensa local reportó que Juan N. Guerra negociaba en la capital del país la contratación de variedades para su Café Matamoros, uno de los centros nocturnos más exclusivos de la localidad.96 Su aceptación social —y en círculos políticos— se hizo evidente en algunos eventos que tuvieron lugar en tal establecimiento. Por ejemplo, a la boda de su hermana, en abril de 1956, acudieron el juez segundo en materia penal, Venustiano­ 91 92 93 94 95 96

The Corpus Christi Time (1951), “Mexican Supreme Court must rule on Porter case”, 19 de abril, p. 1. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 755-756. Noticiero Diario de la Tarde (1956), “Localizado por Noticiero, Melquiades Sosa se pasea impunemente por las calles céntricas de H. Matamoros”, 7 de abril, Matamoros, pp. 1-4. El Bravo de Matamoros (1956), “Descartó el juez la versión dada por Melquiades Sosa y decretó su prisión”, 17 de octubre, Matamoros, p. 6. Camp, Roderic Ai (1992), Biografías de políticos mexicanos 1935-1985, Fondo de Cultura Económica, México, p. 564. Noticiero Diario de la Tarde (1956), columna “Piscando”, 3 de marzo, Matamoros, p. 3. Guerra también anunciaba su establecimiento en la prensa de Texas. Véase, por ejemplo, The Brownsville Herald (1954) (anuncio), “The Matamoros Cafe proudly presents Rosa de Castilla, ‘Mexico’s finest song stylist’ ”, 21 de octubre, p. A-10. En el anuncio se puede leer: “Juan N. Guerra, Mgr.”. En realidad, era el propietario, no el manager por lo visto, al menos desde 1954.

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Guerra —futuro presidente del Congreso estatal y presidente del Comité Directivo­ Estatal del pri, a comienzos de los años setenta—, Bertha Cárdenas —hermana de Leticia Cárdenas de Martínez Manautou, esposa del futuro gobernador—, José López Cárdenas, presidente de la Junta Federal de Mejoras Materiales; Amelia Zolezzi —hermana de Ricardo Zolezzi Cavazos, entonces subinspector de policía y futuro jefe de la Policía Judicial del estado en el sexenio de Emilio Martínez Manautou—, y Manuel Yarritu Flores, funcionario aduanal.97 En el Café Matamoros de Juan N. Guerra se reunían el alcalde de la localidad, Augusto Cárdenas, y el ex presidente municipal de la misma, Juan B. García.98 El 12 de enero de 1957, la afamada Miss Universo, Christiane Martell, futura nuera de Miguel Alemán Valdés, hizo una presentación especial a favor de la Cruz Roja local, en el Café Matamoros,99 propiedad de Juan N. Guerra, quien a pesar de sus antecedentes parecía contar, por lo menos, con un alto grado de aceptación entre la sociedad y los funcionarios de la localidad, no obstante su conocido historial­homicida y contrabandista. Tráficos ilícitos y el homicidio del comandante aduanal Octavio Villa Coss

Tres años más tarde, en abril de 1960, un primer indicio de la situación que aguardaba a Tamaulipas debido a la consolidación de organizaciones criminales poderosas que crecieron al amparo del poder, se hizo presente con el asesinato del comandante de Sobrevigilancia Aduanal en Reynosa, teniente coronel Octavio Villa Coss. Mostraba, de nueva cuenta, la importancia de la captura de las aduanas para el funcionamiento de operaciones ilícitas. En este caso, las redes delictivas que se dedicaban al tráfico de drogas psicoactivas y al contrabando de otro tipo de bienes, entraron en confrontación con algunos­miembros del resguardo aduanal. Los motivos no se muestran totalmente 97

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Noticiero Diario de la Tarde (1956), “Elegante enlace del señor Edemir Hernández y la señorita Leonor Guerra”, 9 de abril, Matamoros, Tamaulipas, p. 5. Sobre la trayectoria de Ricardo Zolezzi Cavazos, véase la página web de la Sociedad Tamaulipeca de Historia: . Sobre el parentesco entre Ricardo y Amelia Zolezzi: ambos fueron hijos de Juan Bautista Zolezzi Argüelles y María Eulogia Cavazos Garza. La información se puede verificar en . Noticiero Diario de la Tarde (1956), Columna “Pizcando”, 28 de abril, Matamoros, p. 3. El Bravo de Matamoros (1957) (anuncio), “Mañana sábado dos presentaciones. Christiane Martell, pro construcción de la Escuela de Enfermeras, Café Matamoros, 21 horas, cine Alameda, 20 horas”, 11 de enero, Matamoros, p. 4.

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claros: es posible que los delincuentes no estuvieran dispuestos a pagar extorsiones demandadas por actores recién llegados a la frontera tamaulipeca; que estos últimos hubieran tocado intereses de quienes, como se verá, aparecían involucrados en la protección a estos tráficos ilegales desde sus posiciones de influencia política, al bloquear determinados contrabandos y arrestar a ciertos personajes. En todo caso, las hipótesis no se excluyen necesariamente entre sí, pero la exposición del caso permitirá apreciar los intereses en juego y algunos de sus representantes, integrantes de la camarilla alemanista que arribó al poder local en 1947, así como algunas de sus contrapartes en el ámbito nacional. El desvío al debido proceso judicial que se apreciará en el caso evoca con claridad a aquel ya analizado en el caso del homicidio de Gloria Landeros, e incluso, reitera la cercanía de Juan N. Guerra con algunos de los personajes con los que el lector ya ha podido familiarizarse, por todo lo expuesto con anterioridad. Hijo del extinto general revolucionario Francisco Villa y ex diputado suplente ante el Congreso de la Unión por el estado de Coahuila,100 Villa Coss fue asesinado en el bar Piedras Negras, propiedad de Juan N. Guerra, el 14 de abril de 1960. El agente del Ministerio Público, Emiliano Fernández Garay, solicitó la detención de varios integrantes del personal del bar; en particular, del mesero Manuel Duarte­ Araujo —quien había atendido a Villa Coss y a sus acompañantes—, del militar y comandante del Resguardo Aduanal en Reynosa, Felipe García Segovia, y el jefe del Punto Aduanal en Matamoros, Zeferino Vega Cantú. Según las declaraciones del mesero Duarte, Villa Coss había sido asesinado por Carlos García, alias La Máquina, chofer de Juan N. Guerra, despúes de que el militar había discutido con su patrón y amenazado con matarle. La defensa de Duarte y de Vega Cantú corría a cargo de Raúl Morales Farías, abogado de Juan N. Guerra.101 Sus declaraciones estuvieron plagadas de contradicciones, hecho que en su momento derivaría en que a varios de los presuntos testigos se les procesara por encubrimiento.102 Según la nota de prensa, García Segovia había insistido a Villa Coss que acudieran al bar de Juan N. Guerra, que “vinieran a arreglar el asunto”, y que se refería, según todos los datos, al propósito de elementos aduanales de Reynosa en extor100 101 102

Crónica Parlamentaria (1958), información del Diario de los Debates, 23 de agosto, México, disponible en . Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Consignación del ‘caso Piedras Negras’”, 16 de abril, Matamoros, pp. 1-2. El Regional de Matamoros (1960), “Juan N. Guerra es buscado en C. Reynosa. Declararon los detenidos en el crimen del ‘Piedras Negras’”, 17 de abril, Matamoros, página policiaca.

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sionar a contrabandistas de la localidad.103 La nota añadía que Duarte declaró haber escuchado cuando Villa Coss espetaba con voz violenta a Guerra: “Yo te mato” o “lo mato donde quiera”, y que fue en ese momento cuando la Máquina, Carlos García, sacó una pistola y le disparó varias veces al comandante aduanal. Villa Coss no habría tenido tiempo de tomar el arma que tenía sobre su asiento. Pero quizás uno de los datos más significativos de la nota, que no se vuelve a mencionar en el resto de informes de prensa que aparecieron sobre el caso, es el siguiente:­ “Si el Teniente Coronel Villa Coss tuvo intenciones de usar su pistola, sin duda no se acordaba que sólo traía un tiro la pistola, ya que el resto de la carga lo había gastado tirando al blanco en el rancho del General y Diputado Tiburcio Garza Zamora”.104 Es decir, Villa Coss había acudido a la cita con Juan N. Guerra después de estar en el rancho del antiguo aspirante a la gubernatura, que contó con el apoyo­del general Raúl Gárate, del general Bonifacio Salinas Leal y del coronel Carlos I. Serrano. La trayectoria de los disparos, según la autopsia practicada al cadáver, señalaba a Juan N. Guerra como el homicida.105 Éste se había dado a la fuga y buscaba ampararse para evitar su detención. Agentes de la Procuraduría General de la República arribaron al estado para buscar a Juan N. Guerra, pues además de la muerte­ de un funcionario federal se consideraba que la causa del crimen tenía que ver con el contrabando que se realizaba por Matamoros, Reynosa y Miguel Alemán.106 También la Dirección Federal de Seguridad recibió la encomienda de investigar el crimen y sus causas.107 La Procuraduría General de Justicia del Estado envió a un agente investigador especial a Matamoros, José Infante, ex defensor de oficio en esa localidad, comisionado especialmente por el titular de la dependencia, Mario Garza Ramos, para participar en las investigaciones sobre el homicidio de Villa Coss.108 Ninguna de estas corporaciones detuvo a Juan N. Guerra. El chofer de Guerra, Carlos García, alias La Máquina, se entregó a las autoridades —las autoridades de Matamoros hicieron parecer que había sido detenido 103 104 105 106 107 108

Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Consignación del ‘caso Piedras Negras’”. Ibid. El Regional de Matamoros (1960), “El juez federal le negó el amparo a Juan N. Guerra”, 11 de junio, Matamoros, página policiaca. El Regional de Matamoros (1960), “Juan N. Guerra es buscado en C. Reynosa. Andan tras su pista policías de la Procuraduría General de la República”, 17 de abril, Matamoros, página policiaca. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Enérgica batida al contrabando dispone el Gobierno Federal”,­26 de abril, pp. 1 y 3. El Regional de Matamoros (1960), “Llegó anoche el investigador especial de la Procuraduría”, 20 de abril, Matamoros, pp. 1 y 3.

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por el jefe de policía local, Agapito González, futuro cacique tamaulipeco vinculado a la ctm—109, y se inculpó como el asesino, a pesar de que su madre y esposa declararon que se encontraba en su casa la noche del asesinato, y le inquirieron en plena audiencia si Guerra le había ofrecido dinero para declararse culpable de un crimen que no había cometido.110 Su abogado era también el mismo de Juan N. Guerra, Raúl Morales Farías.111 El asesinato de Villa Coss causó revuelo local e incluso nacional. Corresponsales de diarios locales, que cubrían la capital del país, se referían a una batida del gobierno federal contra contrabandistas y traficantes de drogas, y hacían alusión directa a Juan N. Guerra, “a quien se considera como uno de los principales y más peligrosos cabecillas de las bandas de contrabandistas que operan en aquella zona fronteriza, y de quien ya tienen su negra historia autoridades superiores de esta Capital”.112 La prensa local señalaba que el homicidio se habría derivado de diferencias entre Guerra y los funcionarios aduanales, por cuestiones de un contrabando de café transportado en un camión de Roberto Guerra Cárdenas, hermano de Juan. El vehículo había sido detenido en las instalaciones de la aduana de Ciudad Miguel Alemán y tenía propaganda de la cerveza Carta Blanca.113 Desde marzo de 1957, Juan y Roberto Guerra Cárdenas tenían la concesión de la cervecería Moctezuma para distribuir sus productos en Reynosa.114 109

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Una breve reseña biográfica de Agapito González Cavazos se encuentra en la página web de la Sociedad Tamaulipeca de Historia: . Sobre la supuesta detención de Carlos García, véase El Regional de Matamoros (1960), “Carlos García (A) ‘La Máquina’ fue capturado hoy en la madrugada”, 19 de abril, pp. 1 y policiaca. El Regional de Matamoros (1960), “Que ‘La Máquina’ no mató al militar. Sorpresivas revelaciones hacen la esposa y madre de Carlos García”, 20 de abril, Matamoros, página policiaca. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Dramático careo entre ‘La Máquina’, su madre y su esposa”, 21 de abril, Matamoros, pp. 1-4. El Regional de Matamoros (1960), “‘¿Por qué te declaras culpable de un crimen que no cometiste? ¿Qué acaso no te importan tus pobres hijos desamparados?’ Dura interpelación de la esposa y la madre de ‘La Máquina’”, 21 de abril, Matamoros, pp. 1 y policiaca. El Regional de Matamoros (1960), “Carlos García (A) ‘La Máquina’ fue capturado…”, 19 de abril, Matamoros. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Nube de agentes de la Policía Judicial en la frontera”, 27 de abril, Matamoros, pp. 1 y 3. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Los Villa se enfrentan a los contrabandistas. Dos hermanos más colaboran con Trinidad, jefe de vigilancia. Amplias facultades les dio el presidente, al que prometieron no ejercer venganza”, 14 de mayo, Matamoros, pp. 1 y 3. El Bravo de Matamoros (1957), columna “Radar”, 21 de marzo, Matamoros, p. 3.

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Sin embargo, según evidencian diversas fuentes, el asesinato habría ocurrido también en el contexto de una disputa interna en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público —institución federal encargada del combate al contrabando, de la cual dependían las aduanas fronterizas—, entre el secretario Antonio Ortiz Mena y el subsecretario Eduardo Garduño.115 Entre las razones de la tensión se cuenta la creación de un servicio de sobrevigilancia, con la presunta responsabilidad de supervisar a las comandancias de Resguardo Aduanal, a fin de evitar el contrabando y la corrupción que en ellas se generaba. Dicha estructura paralela estaba dirigida por el suegro del subsecretario Garduño, el coronel Enrique Carrola Antuna, y el teniente coronel Octavio Villa Coss era uno de sus colaboradores cercanos. Según un informe enviado al capitán Fernando Gutiérrez Barrios, de la Dirección Federal de Seguridad -por un informante de nombre Jorge Lire Recio, desde Mérida, Yucatán-, Enrique Carrola Antuna y Octavio Villa Coss ya habían desempeñado funciones similares en esa entidad y en Quintana Roo. La carta menciona también a uno de los investigadores que serían enviados a indagar el homicidio de Villa Coss: Jesús Galindo, un afamado policía que había formado parte del Servicio­Secreto de la ciudad de México. A los tres se les menciona como participantes en actividades “fuera de toda ley” y múltiples atropellos en su ejercicio como policías fiscales; según el mismo documento, la Policía Judicial Federal habría solicitado su consignación. En Yucatán habrían entrado en conflicto con Narciso Campos Millet,­inspector general de policía, entre otros personajes del gobierno local, también por cuestiones de contrabando.116 Tras el asesinato de Villa Coss en Matamoros, Carrola Antuna hizo señalamien­ tos acusatorios contra el comandante de Resguardo Aduanal de Reynosa y el jefe de Punto Aduanal en Matamoros, Felipe García Segovia y Zeferino Vega Cantú, respectivamente.117 Carrola Antuna sostenía que Villa Coss había sido asesinado en una celada que le había tendido el grupo de contrabandistas que controlaba el negocio ilícito en Matamoros y Reynosa.118 No obstante, los primeros resultados de las investigaciones realizadas por agentes­de la pgr —entonces a cargo de Fernando López Arias, miembro de la 115 116 117 118

agn, Arch. Pres. alm, exp. 432/115. agn, dfs-ips. Versión pública del expediente de Octavio Villa Coss, dfs, legajo único, foja 7. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Enérgica batida…”, 26 de abril, Matamoros, pp. 1-3. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Limpia general de elementos inmorales en las aduanas. Nombran a Juventino Paredes en lugar de F. García Segovia. Enfrentará el gobierno a los contrabandistas pistoleros fronterizos”, 29 de abril, Matamoros, p. 1.

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camarilla del ex presidente Miguel Alemán Valdés, quien para entonces había sido incorporado al gabinete del presidente Adolfo López Mateos como titular del Consejo Nacional de Turismo—119 omitían las cuestiones referentes al contrabando e intentaban mostrar el homicidio como disputa originada por las pretendidas condiciones de embriaguez entre los participantes sustantivos.120 Cabe señalar que la aparente carencia de personal suficiente, por parte de la Procuraduría General de la República, se había traducido en Matamoros en el hecho de que el titular de la Oficina Federal de Hacienda, Ciro Domínguez, desempeñara, al mismo tiempo, la función de agente del Ministerio Público Federal.121 Es decir, la pretendida represión formal del contrabando y las investigaciones sobre delitos federales —que incluían también esta actividad— dependían de las autoridades de los ya mencionados Antonio Ortiz Mena y Fernando López Arias, integrantes ambos de la camarilla de Miguel Alemán y titulares de la Secretaría de Hacienda y la Procuraduría­ General de la República, respectivamente. En Matamoros, el funcionario más alto de la primera dependencia era también el encargado de llevar a cabo las funciones fundamentales de la segunda. La debilidad en los primeros resultados de las investigaciones derivó en que la familia de Octavio Villa Coss ejerciera presión y se quejara ante el presidente Adolfo­López Mateos, quien permitió que varios de los hermanos del occiso —también militares de carrera— participaran en las nuevas indagaciones. Sin embargo, el proceder equívoco en la respuesta institucional para atender el crimen y el escándalo relacionado con el contrabando parece confirmar la disputa interna. Los señalamientos de Carrola Antuna, suegro del subsecretario Garduño y jefe del Servicio de Sobrevigilancia, derivaron en la destitución del comandante de Resguardo Aduanal en Reynosa, y testigo presencial del homicidio de Villa Coss, 119 120 121

Alemán Valdés, Fernando (1986), Remembranzas y testimonios, Grijalbo, México, p. 214. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Enérgica batida…”. El Regional de Matamoros (1960), “La Policía Secreta consignó al fiscal al traficante de yerba”, 19 de abril, Matamoros, Tamaulipas, p. 4. La consignación de un individuo que portaba siete cigarrillos de mariguana fue realizada por el jefe de las Comisiones de Seguridad de Matamoros, Ricardo Zolezzi Cavazos. Su eficiencia no fue igual para atrapar a Juan N. Guerra, función que también le correspondía. No lo hizo entonces ni tampoco a lo largo de las siguientes décadas en que desempeñó funciones policiales de primer nivel en el estado. A juzgar por la asistencia de su hermana a la boda de Juan N. Guerra, es poco probable que no tuviera antecedentes del personaje que había alcanzado tal notoriedad en los ámbitos de policía en la entidad. Sobre el papel de Ciro Domínguez como titular de la Oficina Federal de Hacienda y su desempeño paralelo como agente del Ministerio Público Federal, véase, también, The Brownsville Herald (1963), “Hearing held in Matamoros bombing plot”, 11 de octubre, Brownsville, Texas, p. 12; The Brownsville Herald (1963), “New Mexico Tax will hit autos”, 9 de enero, Brownsville, Texas, p. 1.

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Felipe García Segovia, y su traslado por avión especial a la capital de la República, llevado a cabo por agentes judiciales federales.122 La prensa informó que el director de Resguardos Aduanales, general de división Sebastián Barriguete Andrade, le sustituyó con el “conocido pistolero” Juventino Paredes, ex comandante de la policía estatal en Ciudad Mante, durante el gobierno de Horacio Terán, el segundo­ gobernador impuesto por Miguel Alemán en Tamaulipas.123 El director general de Aduanas, Efraín Cervantes Altamirano, fue cesado en sus funciones. La prensa publicó que en círculos aduaneros de la frontera tamaulipeca corrían versiones de que sería sustituido por Horacio Terán.124 La Sobrevigilancia Aduanal comisionó también a Jesús Galindo, ex jefe del Servicio Secreto en la ciudad de México, y ya mencionado previamente en el asunto en que estuvieron involucrados Carrola Antuna, Villa Coss y el propio Galindo, en Yucatán. Junto con él, un coronel de nombre José Guajardo y un capitán no identificado se trasladaron a Matamoros para realizar pesquisas sobre el crimen.125 Galindo intentó­ realizar sus actividades con bajo perfil: cuando algún reportero buscó entrevistarlo,­ le dijo que era visitador general de Aduanas, que se trataba de una inspección de rutina, y le pidió “que mejor ahorrara tinta su periódico hablando de él y que no dijera nada”. Con carácter de empleados de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Galindo y los militares que lo acompañaban presentaron oficios al juez primero mixto de primera instancia para acceder al expediente del caso, cuestión que evidentemente estaba fuera de sus facultades formales.126 De cualquier manera,­ su investigación se sumaba a la que hacían ya la Policía Judicial Federal, la Dirección­ Federal de Seguridad y los propios familiares del occiso, incorporados a las estructuras aduanales. La prensa nacional y local dio a conocer que los hermanos del fallecido colabo­ rarían en la investigación y ocuparían la función de comandantes aduanales, a fin 122 123 124

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Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Limpia general de elementos…”, 29 de abril, p. 1. Ibid. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “El director general de Aduanas cesado por proteger a los contrabandistas. Lo consideraron un obstáculo para la campaña moralizadora”, 30 de abril, Matamoros, Tamaulipas, p. 1. Sobre la referencia a Horacio Terán, véase Noticiero Diario de la Tarde (1960), “La aduana local recibió con gusto el cese de E. Cervantes Altamirano”, 2 de mayo, Matamoros, pp. 1 y 3. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Los peces gordos del contrabando están en México. Según las investigaciones es allá donde están los gordos. Villa Coss estorbaba al mismo director general de Aduanas y por eso fue muerto”, 4 de mayo, Matamoros, pp. 1 y última. El Regional de Matamoros (1960), “Agentes de Hacienda revisaron expediente de la muerte de Villa Coss. Asimismo, se comprobó que Juan N. Guerra sí solicitó amparo de la Justicia Federal”, 7 de mayo, Matamoros, página policiaca.

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de combatir con energía al contrabando, designación que contaba con el respaldo presidencial. Incluso uno de ellos, Trinidad Villa, nombrado comandante regional aduanal, expresó que tenía facultades presidenciales para proceder implacablemente contra los contrabandistas, pero recalcó que él y sus hermanos mantendrían su promesa, presuntamente hecha ante el primer mandatario, de mantener­sus investigaciones dentro de cauces legales y no tomar la justicia en sus propias manos.127 Las indagaciones que realizaron los hermanos Villa Coss se enfocaron, en principio, hacia el comandante del Resguardo Aduanal en Ciudad Miguel Alemán, Alejandro Bernal Garza, de quien la prensa local señalaba que era compadre de Juan N. Guerra. El teniente coronel Octavio Villa Coss había ordenado la detención,­en la aduana de Ciudad Miguel Alemán, de un camión que presuntamente transportaba un cargamento de contrabando perteneciente a la familia Guerra.­Bernal Garza había intentado que el vehículo fuera liberado, sin mayores explicaciones.128 Los Villa Coss buscaban también la remoción de Zeferino Vega Cantú, de la aduana de Matamoros, y su consignación penal. Hacia esas fechas, los reporteros pudieron inspeccionar el referido camión. Éste continuaba en el patio de la aduana; tenía grandes anuncios de cerveza Carta Blanca y aparecía como propiedad no de Juan, sino de su hermano, Roberto Guerra­ Cárdenas.129 Días después, la designación de los hermanos Villa Coss al frente de establecimientos aduanales en el estado era revertida por la shcp, que argumentó la pretensión­de evitar que se hiciera justicia por propia mano en contra de Juan N. Guerra, o bien, que los hermanos fueran muertos por los contrabandistas. En su lugar, fueron nombrados el capitán primero Enrique Rolón, al frente del Servicio de Sobrevigilancia en el Resguardo Aduanal, y David Peña Cantú, quien realizaría funciones de sobrevigilancia en las aduanas a lo largo de toda la frontera tamaulipeca. Según la nota, a pesar del escaso tiempo que desempeñaron su función, los Villa habrían continuado las investigaciones de su familiar difunto, y comprobado el contubernio entre múltiples funcionarios aduanales y los delincuentes. Afirmaba,­ 127

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Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Los Villa se enfrentan a los contrabandistas. Dos hermanos más colaboran con Trinidad, jefe de Vigilancia. Amplias facultades les dio el presidente, al que prometieron no ejercer venganza”, 14 de mayo, Matamoros, pp. 1 y 3. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Posible captura del comandante de la aduana Alejandro Bernal. Resulta culpable de varios asuntos ‘chuecos’ en Reynosa. Minuciosa investigación lleva a cabo el hermano del asesinado Villa Coss”, 13 de mayo, Matamoros, pp. 1 y 3. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Los Villa se enfrentan a los contrabandistas…”, 14 de mayo, Matamoros, pp. 1 y 3.

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asimismo, que habrían rendido un informe detallado de ello al procurador general de justicia de la República, el alemanista Fernando López Arias.130 No se había esclarecido aún el homicidio de Villa Coss cuando el capitán Javier Ramírez Mitchel, también comandante aduanal, fue gravemente herido a balazos por contrabandistas.131 La prensa local denunció la existencia de una situación de impunidad. Incluso, en Matamoros, Noticiero Diario de la Tarde reprodujo algunos extractos de un reporte especial que aparentemente le habrían compartido integrantes­de la dfs, donde se hacía un recuento sobre las irregularidades auspiciadas desde diversas instituciones locales, a fin de proteger a pistoleros, contrabandistas y traficantes de drogas, quienes permanecían impunes a pesar de contarse con información sólida que los ligaba a múltiples hechos de sangre. Entre los responsables que aparecían en el reporte, el diario mencionó al presidente municipal, Miguel Treviño Emparán, quien parecía poco interesado en limitar la expedición de credenciales de policía que amparaban a los delincuentes para portar armas de grueso calibre; al jefe de las Comisiones de Seguridad, Ricardo Zolezzi Cavazos, quien como se ha dicho, sería despúes director de la Policía Judicial del estado; al subalcalde de la prisión local, Juan Beltrán, e incluso al general comandante de la zona militar, Juan F. Trujillo, a quien el informe describía como un “agente pasivo” que no procedía con suficiente energía contra los criminales.132 Lo cierto es que la autoridad federal poco hizo más allá de enviar un grupo reducido de investigación integrado por miembros del Estado Mayor Presidencial, coordinados con funcionarios de la Secretaría de Hacienda, quienes iniciaron una campaña de desarme. Los comisionados, capitán Alfonso Solís Bolaños, del Estado Mayor Presidencial, y el mayor Óscar González Sánchez, jefe de un denominado­ Grupo Especial de la presidencia de la República, se reunieron con el presidente municipal, el jefe del sector militar y con el titular de la Oficina Federal de Hacienda.­Según la prensa, al alcalde Treviño Emparán le comentaron que el presidente López Mateos no deseaba que en Matamoros se repitiera la historia que había ocurrido en Poza Rica, donde el presidente municipal había sido depuesto hacía poco y sustituido por otro que emprendiera una campaña de despistolización para abatir a la criminalidad. Treviño Emparán dio instrucciones para cesar la validez de todas las credenciales giradas por la Inspección de la policía municipal. 130 131 132

Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Nuevos jefes aduanales para sustituir a los Villa Coss”, 24 de mayo, Matamoros, pp. 1-2. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “L. Mateos interesado en combatir el pistolerismo”, 10 de agosto, Matamoros, pp. 1 y 4. Ibid.

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Se establecieron retenes en los puntos de entrada y salida de las carreteras de Matamoros, donde incluso se detenía a los vehículos para verificar que no se portaran armas.133 De cualquier forma, la campaña duró aproximadamente un mes y tuvo escasos resultados, aunque entre ellos se encontró la entrega, a mediados de agosto, del contrabandista Servando Treviño, agresor del capitán Javier Ramírez Mitchel. Debido al arribo de militares comisionados por el Ejecutivo federal temía que se le fuera a ejecutar de manera extrajudicial, de modo que se entregó a la autoridad federal por conducto de Agapito González Cavazos, inspector de la policía municipal.134 A principios de septiembre de 1960, la Secretaría de Hacienda removió a varios jefes del servicio aduanal en Matamoros. La prensa local resaltó la paradoja de que los removidos tenían un expediente limpio, mientras que quienes permanecieron contaban con múltiples antecedentes de corrupción. Incluso uno de los ratificados era precisamente Zeferino Vega Cantú, señalado por su involucramiento en el asesinato de Villa Coss.135 Había estado involucrado en el contrabando de café, convenció al militar de asistir al bar Piedras Negras y estuvo presente en el momento­ del asesinato. El general Lucas González Tijerina, entonces administrador de la aduana, fue marginado de la decisión y acudió a quejarse al respecto con el propio presidente de la República, quien le habría manifestado su respaldo al frente del cargo.136 Sin embargo, su influencia dentro de la aduana de Matamoros sería cada vez menor. Si la disputa interna en la shcp existió, quien venció fue Antonio Ortiz Mena, pues permaneció al frente de la institución hasta 1970. Eduardo Garduño abandonaría la dependencia, junto con su suegro, el coronel Enrique Carrola Antuna, encargado de la estructura de vigilancia que había generado roces burocráticos dentro de las aduanas, a la que pertenecía el extinto Villa Coss.137 No parece, sin 133

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Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Guerra al pistolerismo. ¡Interviene la Presidencia! Militares y policías especiales llegaron de México; comenzaron a actuar hoy mismo. La agresión al comandante Ramírez Mitchel provocó la intervención directa del presidente López Mateos”, 12 de agosto, Matamoros, pp. 1 y 4. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Consignan mañana al cobarde matón Treviño Alanís. Temeroso de los militares prefirió entregarse ayer. Sospechosa actuación del juez Rodríguez Luna; investigación”, 15 de agosto, Matamoros, pp. 1 y 3. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Destituye la aduana a los mejores y escoge a los peores”, 2 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Acabará la anarquía en la aduana”, 15 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Modificará Hacienda su política en las aduanas”, 29 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4.

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embargo, que Eduardo Garduño hubiera caído en desgracia política ni perdido la confianza presidencial: fue puesto al frente de la recién creada Comisión Federal de Electricidad (cfe). Miguel Alemán y Antonio Ortiz Mena: tráficos ilícitos y vinculaciones anticastristas

En lo referente a Ortiz Mena, existen otros indicios relevantes respecto a ciertas acciones de contrabando desarrolladas durante su gestión por personajes aparentemente relacionados con él. A la luz de las implicaciones del concepto de reconfiguración cooptada del Estado, semejante vinculación no es menor, si se tiene en cuenta el rol que este personaje tuvo en el diseño de la política económica para promover el desarrollo en México durante un amplio periodo de tiempo. La imbricación de intereses legales con otros ilícitos, en esta esfera de decisión, constituiría un indicio de la profunda compenetración entre los mismos en el ámbito de la economía nacional auspiciada por autoridades que, en principio, debieron garantizar el cumplimiento de la ley en su área de responsabilidad. El paréntesis vale la pena, porque permite apreciar la existencia probable de otro tipo de vinculaciones,­ allende las fronteras nacionales, que eventualmente pudieron favorecer la continuidad­de diversos personajes tanto en las estructuras de poder como en el desarrollo­de tráficos ilícitos en los años por venir, así como el nivel en el que estos últimos tenían lugar. Por ejemplo, en febrero de 1960, el reporte de una investigación de la dfs ordenada por las más altas esferas de la Secretaría de Gobernación y remitido por su propio titular, el coronel Manuel Rangel Escamilla,138 estableció que la empresa­ Marinos Mexicanos S.A., que decía tener un capital sueco de 40 millones de dólares y dedicarse al desarrollo aeronáutico, era en realidad usada para otros fines. Su gerente, Enrique Padilla Ávila, así como su principal agente comercial, Leo Joseph Dorney Fitzpatrick —un ex piloto de la marina estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial—, utilizaban un hidroavión para transportar armas a un lugar no precisado de Centroamérica. La empresa no aparecía en el Registro Público de la Propiedad y no existía ningún antecedente laboral de Padilla en las compañías aeronáuticas del país, excepto de su posición previa de subgerente de la compañía Aeronaves Reforma, propiedad de Ricardo Rico Pani, de la que había 138

agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Antonio Ortiz Mena, dfs, legajo único, fojas 13-19.

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salido por defraudación. Padilla estaba relacionado con el general divisionario retirado, Enrique Benítez Vargas, y con el general brigadier Joaquín Gordillo Peniche,­ jefe del departamento de Materiales de Guerra de la Secretaría de la Defensa Nacional.­Juntos promovían un negocio de contenido impreciso que, según Padilla,­contaba con el apoyo de Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda. Una tercera­parte en esta relación era otro contacto de Padilla, el cubano Germán Cortés de Lara, quien había fungido en México como delegado comercial del gobierno de Fulgencio Batista, y era también parte del Servicio de Inteligencia Militar Cubano. Según el informe, Cortés de Lara realizaba frecuentes viajes a República Dominicana, donde recibía instrucciones de un individuo de apellido Pedraza, quien se encontraba en ese país realizando preparativos subversivos auspiciados por Batista. Cortés de Lara era el contacto con otros cubanos que habían tenido cargos prominentes­en el gobierno depuesto de Batista, que se habían establecido en la ciudad de México. Tal era el caso de Amleto Battisti, diputado durante el régimen del coronel Batista, pero también uno de los más reconocidos miembros de la mafia estadounidense­que operaba en la isla, y que ahora vivía en los departamentos Altamira en la ciudad de México, desde donde hacía viajes a Miami, Florida.139 Cortés de Lara estaba también en contacto con otro personaje, Andrés Domínguez Álvarez del Castillo, y con el entonces general Marcelino Inurreta,­primer titular de la Dirección Federal de Seguridad en 1947, designado por Miguel Alemán y vinculado con Carlos I. Serrano, según se vio con anterioridad,­“quien le ha proporcionado varias personas para su protección, así como campos de entrenamiento­ para refugiados políticos con fines de derrocar al actual gobierno cubano”.140 Enrique Padilla Ávila, acompañado de Jerges Michel, se reunió el 9 de junio de 1959 en la Embajada de Francia con André Pons, directivo de Scodimex Aviation,­Compage Generale de la T.S.F., quien los presentó con el agregado comercial Ivon Lavand. La dfs sospechaba que el asunto a tratar era la preparación de un viaje de Padilla a Francia, con alguno de los referidos militares mexicanos y exiliados cubanos, a fin de adquirir aviones bélicos. 139

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La información que identifica a Amleto Battisti —dueño del Hotel Sevilla Blitmore y congresista en La Habana— como parte de la mafia italoamericana dedicada al juego y al tráfico de drogas, vinculada a Meyer Lanski y a Charles Lucky Luciano, es múltiple y proviene de las más diversas posturas ideológicas respecto al régimen de Fulgencio Batista. Los casos son múltiples y muestra de ello puede apreciarse en Rojas, Rafael et al. (2011), El último paredón. Asesinatos de la repu­ tación en Cuba, Eriginal Books, Miami, Florida, pp. 106-107; Cirules, Enrique (1999), El imperio­ de La Habana, Editorial Letras Cubanas, La Habana, Cuba, pp. 31, 61. agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Antonio Ortiz Mena, dfs, legajo único, foja 14.

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El asociado de Padilla Ávila, Leo Joseph Dorney, había ingresado al país por Matamoros, Tamaulipas, y se especializaba en “introducir al País aviones de diferente tonelaje, citándose entre ellos un C-82 con adaptación de jet que hacía que dicha máquina aterrizara y despegara en campos de cortas dimensiones a semejanza­ de los que se usan para el contrabando”.141 Dorney le estaba vendiendo un avión B-18 a un grupo de cafetaleros chiapanecos, a través de Claudio Robles Ochoa, ex subdirector de Aeronáutica Civil de México. Según el informe, el 2 de febrero de 1959, Dorney había sido ubicado por la dfs en compañía de Luis Bello Bando, contrabandista de armas, quien había trasladado a Cándido de la Torre, subdirector de la Policía Secreta Cubana, a La Habana,­y quien había realizado vuelos ilegales sobre la isla durante la revolución, internando y desalojando cubanos. Bello Bando realizaba frecuentes viajes de prueba en aviones de Dorney. En los talleres de la compañía de Dorney, un avión PBY-P-M-52, propiedad de la Secretaría de Marina, estaba siendo reparado para ser vendido a un grupo de particulares centroamericanos no identificados en el documento. La dfs concluía que la empresa de Padilla Ávila era únicamente un membrete, que no estaba registrada ni reportaba mayor actividad, salvo la contestación del teléfono por parte de un individuo de apellido Chapa. Las operaciones con las que Padilla buscaba obtener grandes ganancias económicas se beneficiaban por su amistad­ con Pascual Gutiérrez Roldán, director de Pemex, con Antonio Ortiz Mena, secretario de Hacienda, y con militares de alta graduación.142

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Ibid. Ibid. En los archivos de la dfs existen también señalamientos de otro tipo de irregularidades cometidas en ámbitos sustantivos de la Secretaría de Hacienda, en las que su titular, Antonio Ortiz Mena, habría deliberadamente bloqueado la continuidad a las investigaciones que el caso requería. Por ejemplo, en septiembre de 1969, José Yee Pérez, jefe de la Oficina Federal de Hacienda del Control Centralizado de Causantes del Impuesto Sobre la Renta en el Distrito Federal envió un memorándum a Emilio Bolaños Díaz, director de la Policía Fiscal Federal, donde daba cuenta de acciones de defraudación fiscal por más de 200 millones de pesos, a favor de las empresas Ron Castillo, S.A. de C.V. y Pepsi Cola Mexicana S.A. Según el memorándum, los responsables eran el subsecretario de Ingresos, Francisco Alcalá Quintero; el procurador fiscal de la Federación, Lorenzo Mayoral Pardo; el administrador general de Impuestos al Ingreso, Roberto Hoyo, y el subdirector del Impuesto al Ingreso Global de las Empresas, Alfredo Gutiérrez. El documento establece que estas empresas habrían proporcionado, cada una, la gratificación de cinco millones de pesos a los referidos funcionarios a través del abogado Rafael Mancera, quien habría recibido 5% por comisión. Señalaba también que se tenía conocimiento de que la Procuraduría General de la República no ejercitaría acción penal contra los funcionarios coludidos, en virtud de que el

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No sería la última vez que miembros del círculo cercano de Miguel Alemán aparecieran ligados con actividades de exiliados cubanos anticastristas ni a tráficos ilícitos. Según otro reporte de la dfs firmado por Miguel Nazar Haro, en junio de 1962, el general Humberto Mariles, amigo personal de Miguel Alemán, formaba parte del presídium de un acto realizado en la casa de Herminio Ahumada en la ciudad de México, por el Partido Pro Unidad Cubana, donde participaron también el ex embajador de Cuba en Filipinas, Sergio Pérez y Pérez, Carmen Villares de Guzmán, el Dr. Rolando Rojas y el ex presidente de Costa Rica, José Figueres Ferrer. Todos clamaban por la derrota de Fidel Castro y su régimen en la isla. Humberto Mariles, quien colaboraría con Miguel Alemán en la Comisión Nacional­de Turismo, sería detenido en Francia por tráfico de heroína, durante un viaje que había realizado comisionado a ese país por la referida institución —que incluso le tramitó un pasaporte diplomático oficial con tal fin y por instrucciones del ex presidente—.143 Semejantes vinculaciones no dejan de ser paradójicas con la preeminencia in­ ter­nacional que personajes como Miguel Alemán y Antonio Ortiz Mena alcanzaron.­ Por ejemplo, el segundo sería nombrado titular del Banco Interamericano de Des­ arrollo, en marzo de 1971.144 Alemán, quien incluso había sido nominado para recibir el Premio Nobel de la Paz a comienzos de los cincuenta, mantendría un rol de promoción internacional del país en su carácter de director de la Comisión Nacional de Turismo. Hacia los años setenta, la aceptación social de los dos en los ámbitos internacionales era indudable, como lo demuestra un reporte de la Dirección Federal de Seguridad, que daba cuenta de la recepción privada que, para agasajar al ex presidente estadounidense Lyndon B. Johnson, tuvo lugar en Acapulco, en la residencia de Bruno Pagliai, el antiguo asociado de Miguel Alemán Valdés, y que contó con la asistencia de éste y de Antonio Ortiz Mena.145 Precursores y vinculaciones políticas

De cualquier manera, de nuevo en Matamoros y en el contexto de las investigaciones­ por el homicidio del teniente coronel Octavio Villa Coss, Juan N. Guerra se había

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propio titular de Hacienda, Antonio Ortiz Mena, había intervenido para evitarlo. agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Antonio Ortiz Mena, dfs, legajo único, fojas 229-231. agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Humberto Mariles Cortés, dfs, legajo único, fojas 3, 4 y 30-36. Sitio web del Banco Interamericano de Desarrollo: . agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Antonio Ortiz Mena, dfs, legajo único, foja 251.

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presentado por propia voluntad ante los miembros del Estado Mayor comisionados en la entidad, el 20 de septiembre de 1960. Durante el tiempo que estuvo­ oculto logró tramitar un amparo de fondo concedido por el juez segundo de Nuevo Laredo, Manuel G. Toro Flores, quien había amparado también a Zeferino Vega Cantú y al mesero Manuel Duarte;146 sin embargo, el documento no evitaba su detención por parte de las autoridades federales o locales. Los allegados de Guerra promovieron diversas acciones para evitar que éste enfrentara a la justicia. La prensa informó que el consulado estadounidense en Matamoros analizaba la situación de la ciudadanía de Juan N. Guerra, ya que se decía que había nacido en el condado de Cameron, Texas, por lo que la oficina evaluaba si requería su asistencia.147 Finalmente, un tribunal de Nuevo León le concedió el amparo de la justicia federal para evitar la ejecución de la orden de aprehensión en su contra.148 Se presentó ante los militares comisionados por la presidencia de la República, Leopoldo Tapia, Óscar González Sánchez y Jorge Antonio Bielba, quienes para entonces desarrollaban labor de fichaje sobre las personas detenidas en la prisión local por contrabando. Juan N. Guerra acudió ante ellos acompañado del ex gobernador Francisco Castellanos Tuexi, su antiguo jefe en la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, ex gobernador de Tamaulipas y ex administrador de la aduana­ de Matamoros.149

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El Regional de Matamoros (1960), “No se presentó a declarar ante el juez, Juan N. Guerra”, 11 de mayo, Matamoros, Tamaulipas, página policiaca. Véase, también, El Regional de Matamoros (1960), “Zeferino Vega y Manuel Duarte se ampararon contra formal prisión”, 13 de mayo, pá­ gina policiaca. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Estudia el consulado la ciudadanía de Juan N. Guerra”, 10 de junio, Matamoros, Tamaulipas, p. 4. Diarios texanos también hacían referencia a Guerra como poseedor de ambas ciudadanías. Véase El Paso Herald-Post (1960), “Gunman charged in Villa slayed”, 23 de abril, El Paso, Texas, p. 11. Véase, también, The Brownsville Herald (1961), “New Probe Asked in Murder Case”, 6 de diciembre, final edition, Brownsville, Texas, p. 1. En este último caso, además de señalar que Juan N. Guerra había nacido en los Estados Unidos, el diario le menciona como una figura financiera y política en Matamoros, Tamaulipas. The Brownsville Herald (1960), “Pistolero ‘Census’ lists Many Killers”, 25 de agosto, final edition, Brownsville, Texas, p. 1. Sobre el fichaje de contrabandistas, véase Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Varios homicidas y contrabandistas fichados hoy”, 19 de septiembre, Matamoros, p. 4. Respecto a la presentación de Juan N. Guerra, véase Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Juan N. Guerra expresa sus deseos de respetar la ley. Acudió hoy ante los militares de la Presidencia”, 20 de septiembre, pp. 1 y 3.

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Francisco Castellanos les indicó a los militares que Juan N. Guerra tenía la intención de “mantenerse al margen de actos indebidos”. El mayor González Sánchez le respondió que a ellos no les correspondía analizar situaciones pasadas y resueltas por la ley; que estaban obligados a velar por la tranquilidad de la población, y le recomendaron a Guerra que se abstuviera de hacer ostentaciones y andar armado porque, en caso contrario, sí procederían en contra suya. La entrevista no duró más de media hora y tuvo lugar en las habitaciones del hotel Ritz, donde se hospedaban los referidos militares.150 La campaña de despistolización se mantuvo por breve tiempo y las armas requisadas fueron entregadas a la Dirección General de Aduanas.151 Se anunció la cancelación de documentos migratorios de todas aquellas personas registradas como contrabandistas, por los militares comisionados por el Estado Mayor Presidencial.152 Mientras tanto, la situación en la aduana matamorense continuaba indefinida, pues el administrador formal, general Lucas González Tijerina, era desplazado en los hechos por el visitador nombrado desde la Secretaría de Hacienda, Rafael Fernández García.153 El 30 de septiembre, Eduardo Garduño fue removido de la subsecretaría. No obstante, los ceses de personal en la aduana de Matamoros y su sustitución­por otros personajes de carácter cuestionable —varios de ellos con antecedentes de vinculación con el contrabando, como el referido Zeferino Vega Cantú— no fue rectificada.154 Paradójicamente, la prensa tamaulipeca publicó que en el municipio de Camargo, un contrabandista de altos vuelos aspiraba a la alcaldía. Se trataba de Juan P. Salinas, propietario de la bodega Congregación San Francisco, donde se habían resguardado los bultos de café que dieron lugar al diferendo en el que perdería la 150 151

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153 154

Ibid. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Proseguirá la campaña de despistolización en la región. Procederán sin miramientos en esta cruzada. El contrabando será eliminado también”, 21 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Impedirán la entrada de contrabandistas a Estados Unidos. Cancelarán en Migración sus pasaportes. Enérgica medida para terminar con el contrabando”, 21 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4. Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Prevalece la anarquía en la Aduana local”, 24 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 2. Sobre la salida de Garduño, véase Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Modificará Hacienda su política en las aduanas. Favorables cambios con la salida del subsecretario Lic. Garduño”, 29 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4. Respecto a la ratificación del personal referido, véase Noticiero Diario de la Tarde (1960), “No reconsiderarán absurdos ceses en la aduana. Seguirán los sustitutos de sospechosa conducta”, 8 de octubre, pp. 1 y 3.

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vida el teniente coronel Octavio Villa Coss. Según la nota, le apoyaba Leonel Longoria, un político local que aspiraba a la diputación por Nuevo Laredo.155 Juan P. Salinas no era, ni de lejos, el contrabandista que contaba con los mejores respaldos políticos en el Tamaulipas de la época. Varios meses antes, en abril de 1960, la presidencia de la República recibió una carta dirigida a Adolfo López Mateos, fechada apenas una semana después de cometido el homicidio de Villa Coss. Lo firmaba un celador aduanal que prefirió omitir su nombre, pero proporcionaba en detalle aspectos relevantes para el esclarecimiento del crimen. En su carta refería que la razón del asesinato de Villa Coss era que éste no había aceptado los tratos que le ofrecía el general Tiburcio Garza Zamora, el antiguo protegido del general Raúl Gárate Legleu, a quien éste y Carlos I. Serrano apoyaban para suceder al primero en la gubernatura de Tamaulipas, según se expuso más arriba.156 El autor de la misiva señalaba a Tiburcio Garza Zamora como protector del contrabando, junto con Manuel Adame Garza, administrador de la aduana en Reynosa, quien antes se había desempeñado en Matamoros. Según la misma carta, ambos tenían estrecho contacto con Juan N. Guerra. El asesinato habría sido originado porque Villa Coss había consignado a varios incondicionales de Adame, incluyendo a su cuñado. Según la misma fuente, después de cometido el crimen, Juan N. Guerra habría permanecido oculto de la justicia en un rancho de Tiburcio Garza Zamora.157 Como se ha señalado, Garza Zamora era un militar que había alcanzado el grado de general, promovido por Miguel Alemán.158 Además, tenía estrechos víncu­los con el coronel Carlos I. Serrano; con el general Raúl Gárate, ex gobernador del estado, y con el general Bonifacio Salinas Leal, comandante de la zona militar en Tamaulipas durante el gobierno alemanista.159 Desde 1957, la dfs había detectado que los generales Bonifacio Salinas Leal, Raúl Gárate Legleu y Tiburcio Garza­Zamora formaban una camarilla de militares con intereses políticos en el noreste­del país.160 El proceder de esta camarilla constituye un ejemplo claro de reconfiguración cooptada del Estado, donde sus integrantes persiguen intereses políticos, económicos y otros de índole netamente criminal, a través del control del 155

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Noticiero Diario de la Tarde (1960), “Contrabandista de altos vuelos candidato a alcalde en Camargo. No quieren a Juan P. Salinas como aspirante a presidente. Denuncian sus nexos con grupos de contrabandistas en toda la región”, 28 de septiembre, Matamoros, pp. 1-2. agn, Arch. Pres. alm, exp. 541/248, fojas sin numerar. Ibid. agn, Arch. Pres. mav, exp. 552.1/188, fojas sin numerar. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 738 y 744. agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Bonifacio Salinas Leal, dfs, legajo. único, foja 29.

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aparato burocrático y judicial. Como se podrá apreciar, la distinción entre política y criminalidad en estos casos es sólo una sutileza analítica. En octubre de 1960, un memorándum redactado bajo el nombre del propio titular de la dfs, coronel Manuel Rangel Escamilla, confirmaba varios puntos de la ya mencionada comunicación del agente aduanal anónimo. Con el objeto de exponer las condiciones políticas prevalecientes en Matamoros, el funcionario dio a conocer los movimientos de diversos grupos políticos, algunos de ellos formalmente­ adheridos al pri, aunque según lo expuesto, no afines a la administración del entonces gobernador, Dr. Norberto Treviño Zapata.161 Entre estos últimos figuraba uno encabezado por Manuel Bazán, Abel Cavazos,­ Guadalupe Galván y el ya mencionado Roberto Guerra Cárdenas, hermano de Juan N. Guerra. Este grupo estaba afiliado a una organización nacional del pri, la Coalición Nacional Revolucionaria. Según consta en el memorándum, Roberto Guerra habría recibido 11 000 credenciales de afiliación del Comité Nacional del pri, por instrucciones del ex gobernador tamaulipeco, Magdaleno Aguilar (19411945), y de Juan Fernández Albarrán, entonces secretario de Acción Agraria y general del dicho órgano partidista. El coronel Rangel Escamilla abundó que Roberto Guerra se preciaba ante sus agremiados de que su organización local contaba con influencia hacia los dirigentes nacionales del partido.162 Según el memorándum, este grupo, a quien Rangel Escamilla identificaba todavía como portesgilistas, trabajaba activamente para colocar a uno de sus miembros­al frente de la presidencia municipal de Matamoros, y su principal financiador era Roberto Guerra Cárdenas. El objetivo del grupo era claro y vale la pena mencionarlo de manera textual. El financiamiento era “para esperar que el nuevo presidente municipal sea persona a la que pueda controlar, con las consiguientes ventajas que le resultarían para sus negocios, entre los que tiene la de distribuidor de la Cervecería Carta Blanca”.163 Lo significativo es que los negocios familiares no se limitaban a la venta de cerveza. El director federal de Seguridad, coronel Manuel Rangel Escamilla, expuso sin ambages su participación, no sólo en el contrabando, sino en el tráfico de drogas: Roberto y Juan N. Guerra están considerados en el Norte de la República como los más grandes contrabandistas en armas, artículos comerciales y drogas enervantes. En épocas pasadas desarrollaron una labor de terrorismo y se encuentran implicados­ 161 162 163

agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Octavio Villa Coss, dfs, leg. 1, fojas 9-16. Ibid. agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Octavio Villa Coss, dfs, leg. único, fojas 11-12.

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como los autores intelectuales de varios crímenes, entre ellos el del Presidente Municipal Ernesto Elizondo, además del que ya se dijo anteriormente, o sea del Tte. Corl. Octavio Villa Coss, a quien dieron muerte en el interior de una cantina de la población, crimen que hasta la fecha permanece impune, ya que el Lic. Raúl Morales Farías, Asesor Jurídico de los hermanos Guerra, logró mediante una maniobra sucia, que la responsabilidad de dicho asesinato la aceptara un chofer de Juan N. Guerra, haciéndolo aparecer únicamente como encubridor.164

Según el coronel Rangel Escamilla, este grupo apoyaba al menos a seis precandidatos a la presidencia municipal de Matamoros: el mencionado abogado de los hermanos Guerra, Raúl Morales Farías; Raúl Lozano Contreras, presidente de la Cámara de Comercio y de la Feria Regional de Matamoros; Florentino Cuéllar, ex gerente de la Cámara de Comercio; Jesús Rodríguez, amigo personal del general Tiburcio Garza Zamora —quien, según el documento, también apoyaba a esta agrupación— y vinculado a los hermanos Guerra; Armando Argüelles, comerciante­ en materiales para construcción, y Benito Juárez Ochoa, ex diputado federal, ex gobernador interino del estado en 1927 y procurador general de justicia de Tamaulipas en 1932. Todos ellos se registraron como precandidatos para la elección interna del pri; sin embargo, según Rangel, se trataba de una maniobra en la que el verdadero candidato del grupo era el referido Raúl Morales Farías, quien contaba con el apoyo económico de los hermanos Guerra Cárdenas. No tuvieron éxito en esa ocasión, porque el candidato que triunfó en el proceso­ interno fue Virgilio Garza Ruiz, personaje considerado apolítico y de gris trayectoria dentro de la Junta Municipal de Asistencia, según Rangel Escamilla. Garza Ruiz habría contado con el apoyo del gobernador Norberto Treviño Zapata. A pesar de los antecedentes de los hermanos Guerra Cárdenas, ya conocidos por las instituciones de seguridad federales, Roberto sería consultado por emisarios de la propia dfs como uno de los hombres fuertes con influencia en el estado, justamente en el proceso de auscultación para la designación del sucesor de Treviño­ Zapata. Según consta en un informe fechado en marzo de 1962, y dirigido al capitán Fernando Gutiérrez Barrios, en esa ocasión, Roberto Guerra —ya para entonces presidente de la Cámara de Turismo y, junto con la mayor parte de los entrevistados­, integrante de la camarilla política de los generales Gárate Legleu y Garza Zamora— no erró y brindó todo su apoyo a Praxedis Balboa Gojon.165 En efecto, Praxedis Balboa sería postulado candidato de ese partido a la gubernatura 164 165

agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Octavio Villa Coss, dfs, legajo único, foja 12. agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Raúl Gárate Legleu, dfs, legajo único, fojas 10-21.

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del estado en el sexenio siguiente (1963-1969). En el mismo sentido se habrían pronunciado los referidos Raúl Gárate y Tiburcio Garza Zamora.166 El apoyo político rindió frutos. A pesar de los antecedentes mencionados, Roberto Guerra Cárdenas fue designado titular de la Oficina Fiscal del estado, en la administración de Praxedis Balboa Gojon,167 quien, como se recordará, fue también parte de la camarilla que participó en el desplazamiento del grupo de Emilio Portes Gil. Por su parte, Juan N. Guerra habría seguido con sus mismas actividades sin recibir mayor molestia por parte de las autoridades del estado. Su familia seguiría gozando de prestancia social: en 1962, su hija, Marbella Guerra, fue electa Reina de los Charros en Matamoros, e incluso participó en un desfile en Brownsville, durante la fiesta Charro Days,168 una celebración binacional auspiciada por empresarios y notables de ambas ciudades desde los años treinta, de la que el propio Juan N. Guerra había sido fundador.169 En 1967, esta organización se conjuntaría con otra denominada Mr. Amigo, que en 1964 había designado a Miguel Alemán Valdés como su primer homenajeado y representante.170 A esta última ceremonia asis­tieron, entre múltiples personalidades, Terrance Leonhardy, director de la Oficina­de Asuntos Mexicanos del Departamento de Estado; el procurador general de Texas, Wagonner Carr; el comisionado de Seguridades e Intercambio, de Austin, Texas, William King; el director ejecutivo de la Comisión Texana del Buen Vecino, Glenn Garret; el alcalde de Houston, Louie Welch; el alcalde de Brownsville, Tony González; y, por la parte mexicana, Miguel Guajardo, coordinador del Consejo Nacional de Turismo; el coronel Carlos I. Serrano; el gobernador de Tamaulipas, Praxedis Balboa, y el alcalde de Matamoros, Isidro González Saldaña.171 Además, en el contexto de la celebración por su arribo a Brownsville, el candidato a senador, George Bush, había viajado expresamente a la localidad para saludar al ex presidente mexicano, con quien incluso se tomó una fotografía que aparece en

166 167 168 169 170 171

Ibid. Solorio Martínez, José Ángel (1997), Grupos de gobierno: Tamaulipas 1919-1992, Amacalli Editores, México, p. 360. The Brownsville Herald (1962) (fotografía), “Matamoros Queen participates”, 4 de marzo, Browns­ ville, Texas, p. 12A. The Brownsville Herald (1936), “Charro Club is organized. Unit in Matamoros to aid Fetes”, 22 de junio, Brownsville, Texas, p. 3. Véase y . The Brownsville Herald (1964), “Alemán receives warm reception as 1st Mr. Amigo”, 12 de octubre, Brownsville, Texas, p. 1.

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The Brownsville Herald.172 La Cámara de Turismo de Matamoros publicó un desplegado­en el mismo periódico para felicitar a Miguel Alemán Valdés por el honor recibido.­173 Entre 1961 y 1964, el presidente de esa asociación era Roberto Guerra Cárdenas.174 Décadas después, el hijo de Roberto Guerra Cárdenas, Jesús Roberto Guerra Velasco, sería electo presidente municipal de Matamoros en 1984. El hijo de Raúl Morales Farías —abogado de los hermanos Guerra—, Raúl Morales Cadena, sería designado primer subprocurador general de justicia de Tamaulipas en 1987, durante el sexenio de Américo Villarreal Guerra,175 y en 1993 sería nombrado procurador general de justicia del estado, en la administración de Manuel Cavazos Lerma.­ A mediados de los ochenta, otro sobrino de Juan N. Guerra, Juan García Ábrego, se haría cargo de operar su organización, que en los años noventa­era conocida como el Cártel del Golfo. En 1962, denuncias ciudadanas enviadas a la presidencia de la República daban­ cuenta de la continuidad de las operaciones de contrabando de diversos bienes y sustancias ilegales en la frontera tamaulipeca. En una carta remitida el 22 de noviembre de ese año al presidente Adolfo López Mateos, José Pérez Mendoza daba detalles de cómo se llevaban a cabo estas operaciones en las aduanas de Matamoros y Ciudad Miguel Alemán, en Tamaulipas, y Piedras Negras, Coahuila, con el contubernio de los jefes aduanales. Según la misiva, 70% del contrabando pasaba por Ciudad Miguel Alemán, 15% por Matamoros y otro 15% por Piedras Negras. En la primera de estas localidades, la operación contaba con el respaldo del comandante del Resguardo Aduanal, Alejandro Bernal Garza, y el administrador, Eduardo González. Recibiría también el apoyo de Guillermo Ortiz Rubio, jefe de la Primera Zona Fiscal, y del primer comandante, Antonio Guerrero Velázquez. Quienes llevaban a cabo las operaciones de contrabando eran, según la denuncia, Ramiro Barrera, Juan González el Chapeado y Ramón Rodríguez, de quienes señalaba­eran muy conocidos en Ciudad Miguel Alemán, donde gozaban de impunidad­e influencias en los ámbitos aduanales. Según el informe, estarían en172 173 174

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The Brownsville Herald (1964) (fotografía), “When politicos meet”, 12 de octubre, Brownsville, Texas, p. 1. The Brownsville Herald (1964) (desplegado), “Sr. Lic. Miguel Alemán Valdés”, 12 de octubre, Brownsville, Texas, p. 12. agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Roberto Guerra Cárdenas, ips, legajo único, foja 2. Véase, también, agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Raúl Gárate Legleu, dfs, legajo único, fojas 10-21. Prensa de Reynosa (1987), “El nuevo equipo. Mentes frescas nos gobiernan”, “Raúl Morales Cadena, primer subprocurador”, 3 de marzo, Reynosa, p. 1C.

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cargados de traer la mercancía ilegal hasta la ciudad de México, donde se hospedaban en el hotel El Diplomático. Asociados con ellos estarían varias personas de origen árabe, entre ellos, Nicolás P. Canavati y Pedro Canavati, dueños de fábricas de ropa en Monterrey, Nuevo León.176 Se trataba del mismo Juan González que, según cronistas históricos de Ciudad Mier, como Antonio Guerra, contrabandeaba armas por la región, junto con Santiago Guerra Barrera el Chago y Lauro Balderas. De acuerdo con el historiador local, estos personajes habrían sido proveedores de armas para Fidel Castro, que en su momento habría de embarcarlas en el Granma, a finales de 1956.177 Aunque no fue posible corroborar con documentos la versión de Antonio Guerra, lo cierto es que Fidel Castro sí realizó viajes a Reynosa, Ciudad Victoria y otras localidades del estado. En 1956 había establecido al menos un campo de entrenamiento para su grupo insurgente en Abasolo, Tamaulipas, donde, en efecto, permanecieron varios de sus seguidores.178 Aparentemente, el grupo también traficaba drogas psicoactivas. Desde marzo de 1948, el referido Santiago Guerra Barrera había enviado una carta al presidente­ Miguel Alemán, firmando como Santiago G. Barrera, donde denunciaba que un celador de la aduana de apellido Medrano, en San Pedro de Roma —futura Ciudad Miguel Alemán—, había despojado a Lauro Balderas, originario de Mier, de una cantidad de mariguana que el propio celador había vendido en 100 dólares, los que habría compartido con el administrador aduanal de la estación.179 La creación del municipio de Ciudad Miguel Alemán, escindido de Mier en septiembre de 1950, había tenido como trasfondo una disputa entre el grupo del gobernador Raúl Gárate y el de Horacio Terán, quien habría de sucederle en el gobierno local. El diputado de ese distrito, Valentín Barrera, cercano a Raúl Gárate, había tenido dificultades con el alcalde de Mier, Marcial Garza Sarabia. Este último había sido depuesto con el apoyo del gobernador Gárate, motivo por el que se amparó ante la Suprema Corte, asesorado por Horacio Terán. El amparo le fue concedido y por tanto fue repuesto en su encargo al frente de la alcaldía. La creación del nuevo municipio limitaba los poderes de Garza Sarabia y preservaba los intereses de la camarilla de Gárate en la región, a través de los parientes

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agn. Arch. Pres. alm, expediente 541/248, fojas sin numerar. Conversación con el autor, julio de 2011. Acosta, Heberto Norman (2006), La palabra empeñada, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, Cuba, pp. 277, 378, 384, entre otras. agn, Arch. Pres. mav, expediente 703.4/328, fojas sin numerar.

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del diputado Barrera.180 En efecto, las familias Guerra y Barrera mantendrían el control político del nuevo municipio durante varias décadas.181 En enero de 1996, el periodista Dane Schiller, del Brownsville Herald, entrevistó a Juan N. Guerra, quien habría indicado que su padre, Plácido Guerra Lerma, provenía de Ciudad Mier, cerca de Ciudad Miguel Alemán.182 Juan N. Guerra tenía operaciones importantes en la región. Como se recordará, el camión propiedad­de Roberto Guerra Cárdenas, que transportaba el contrabando que había originado la muerte del teniente coronel Octavio Villa Coss, había sido detenido en la aduana de Ciudad Miguel Alemán. Según la versión de Óscar López Olivares el Profe —un testigo protegido en el caso que se habría de seguir en contra de Juan García Ábrego a mediados de los noventa, y quien había trabajado estrechamente con Juan N. Guerra y con García Ábrego—, los personajes denunciados como contrabandistas en la carta enviada al presidente Adolfo López Mateos, eran cercanos a Juan N. Guerra. Según este testigo, Guerra era afecto a trasladarse al municipio de Agualeguas, Nuevo León, para asistir a las carreras de caballos organizadas por Juan González el Chapeado, donde, además, éste le presentaría a otros personajes de especial importancia, también oriundos de ese lugar: Raúl y Carlos Salinas Loza­ no.183 Entre 1958 y 1964, Raúl Salinas Lozano era secretario de Industria y Comercio —la dependencia encargada de otorgar permisos de importación y exporta180 181

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De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 754-755. En 1962, un reporte de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales sobre Advento Guerra Barrera, figura política local, manifestaba cierto hartazgo popular por la continua permanencia de estas familias en los cargos públicos. agn, dfs-ips, versión pública del expediente de Advento­ Guerra Barrera,­ ips, legajo único, fojas 1-2. La continuidad de estas familias en el gobierno­local se puede verificar en . De 20 presidentes municipales electos entre 1950 y 2007, 12 tenían uno u otro apellido, o ambos. The Brownsville Herald (1996), “‘Destiny’ made Juan N. Guerra rich, powerful”, 26 de enero,­ Brownsville, Texas, disponible en . Los registros oficiales de Plácido Guerra Lerma le señalan, por una parte, como originario de Texas (según información proporcionada por su hijo, Roberto Guerra Cárdenas, en su acta de defunción), mientras que aquél habría señalado a Matamoros como su lugar de origen, en el censo de 1930. Su fecha de nacimiento: 28 de agosto de 1890. Sus herma­nos fueron bautizados en Matamoros. Dadas las características de la época y las migraciones temporales de familias dedicadas a labores agrícolas, resulta posible que se hubiera trasladado a Matamoros a una edad muy temprana, obteniendo su documentación oficial en esta localidad, o que, siendo originario de ella, habitara durante diversos periodos en diferentes lugares en la zona. Todos los datos fueron obtenidos en el sitio web genealógico: . El Norte (1995), “Data de juventud amistad de los Salinas con capo”, 7 de junio, Monterrey, versión electrónica.

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ción— en el gobierno de Adolfo López Mateos.184 Además, era cuñado de Antonio Ortiz Mena, quien se había casado con su hermana, Martha Salinas.185 En 2001, un trabajo periodístico de Jean Francois Boyer refirió el contenido de un documento del Centro de Inteligencia Antinarcóticos (Cian) del Estado Mayor de la Secretaría de la Defensa Nacional, titulado “Avances en el Análisis de la Información sobre el Narcotráfico en México”, producido en 1995. Este documento aseguraba que la relación entre Raúl Salinas Lozano y Juan González el Chapeado­era añeja, y que este último era padrino de uno de sus hijos, Carlos Salinas de Gortari, nacido en 1948, a quien incluso habría obsequiado un rancho.186 De nuevo, en 1960, una nota aparecida en la prensa tamaulipeca dio cuenta de un encuentro singular. Una caravana de hombres de negocios y representantes sociales de Tamaulipas se encontró con sus pares en el estado de Sinaloa. Se estrechaban lazos de amistad entre ambos grupos, que se consolidaban a partir de la inauguración de una carretera que habría de unir las localidades de Mazatlán, Sinaloa, y Matamoros, Tamaulipas. La ceremonia se llevó a cabo en una zona conocida­como El Espinazo del Diablo, en los límites de Durango y Sinaloa, y estuvo encabezada por el presidente Adolfo López Mateos. A ella asistieron el gobernador de Tamaulipas, Norberto Treviño Zapata, y una amplia comitiva de funcionarios y notables tamaulipecos, así como diversas autoridades sinaloenses. Por lo que se refiere al grupo de tamaulipecos, uno de sus integrantes, Emilio Villarreal Guerra —director de Información y Turismo del gobierno estatal, y hermano del futuro gobernador Américo Villarreal Guerra— entregó un puño de tierra tamaulipeca y un garrafón con agua del Golfo de México, para significar la unión simbólica entre ambas latitudes. La comitiva tamaulipeca estaba integrada, también, por el presidente municipal de Matamoros, Miguel Treviño Emparán; Raúl Garza González, presidente de la Junta Federal de Mejoras Materiales; Óscar Pérez Cárdenas, del Comité Pro Puerto Marítimo; Luis H. Ávila, de la Asociación Algodonera Mexicana; Alfredo Alarcón, presidente de la Asociación Algodonera Mexicana; Jesús de la Garza, de la Asociación de Uniones de Crédito; señor J. Guadalupe Cantú, gerente de la Cámara de Comercio; señor Dionisio Sáenz, del 184 185 186

Camp, Roderic Ai (1976), op. cit. El parentesco entre ambas familias se puede apreciar en la versión en inglés de la misma obra de Camp (1976: 641). Boyer, Jean Francois (2001), La guerra perdida contra las drogas. Narcodependencia del mundo actual, Grijalbo, México, p. 116. Extractos de este documento fueron también publicados por el reportero Juan Veledíaz, en Milenio Semanal (1998), “La red política del narco: Carrillo Olea, Hank, Federico De la Madrid. Informe secreto de Inteligencia Militar”, 18 de mayo, México, pp. 26-33.

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Casino Matamorense; Fernando Talavera, presidente del Club de Leones; Arnoldo Gutiérrez, presidente del Club Rotario; Mario Martínez Carrouche, de la Asociación Médica; Óscar Zolezzi, por el Club de Sembradores de Amistad; Delmiro Villarreal, del Club 20-30; Ramiro González, del Centro Bancario; Alfonso Montemayor,­ del Club de Leones; José Ma. González, por la Cámara de Comercio, y Frago Sandoval, director general del periódico Noticiero Diario de la Tarde, representando a la prensa de Tamaulipas.187 La contraparte sinaloense contó con la presencia del entonces senador por esa entidad, Leopoldo Sánchez Celis, y el presidente municipal de Mazatlán, Antonio Toledo Corro, entre otras personalidades.188 La vinculación entre ambas entidades y la amistad de algunos de los hombres de prosapia en Tamaulipas y Sinaloa habría de fructificar en otros asuntos, más allá de la construcción de infraestructura carretera, según se verá en el siguiente capítulo.

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Noticiero Diario de la Tarde (1960), “La voz del tamaulipeco escuchada con cariño en una ceremonia presidencial. Del ‘Espinazo del Diablo’ llegó el mensaje de cariño y armonía. Profunda experiencia de la Caravana de Amistad del Pueblo Matamorense; funcionarios y estados nos estrechan la mano”, 13 de diciembre, Matamoros, pp. 1 y 3. Noticiero Diario de la Tarde (1960) (fotografía), “Una prueba de su amistad”, 13 de diciembre, Matamoros, p. 1.

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A mediados de los años sesenta, las instituciones y prácticas del régimen posrevolucionario estaban ya plenamente consolidadas. La clase política mantenía una hegemonía sin precedentes, que mostraba la continuidad de varios personajes que habían iniciado su carrera política a edad temprana, 20 años antes, y ahora, ya maduros, mantenían una influencia considerable en las estructuras de autoridad y la toma de decisiones. Es también en los primeros años de esta época cuando comienza a establecerse una transición generacional, con la aparición de nuevos actores que con frecuencia­crecieron en el sistema bajo la influencia de mentores de prosapia en la política mexicana, de quienes heredaron no sólo usos y tradiciones, sino inclinaciones y contactos. Las camarillas se regeneraron a partir de la inclusión de nuevos miembros, más jóvenes, hacia los cuales canalizaron su apoyo político a fin de favorecer la preservación de su influencia, sus proyectos e intereses, mediante la continuidad de sus integrantes en los cargos públicos. La concepción patrimonialista de la política mexicana y su ejercicio autoritario arraigaron con especial virulencia en las instituciones de seguridad. En ellas, las condiciones de corrupción endémica favorecieron prácticas ajenas a toda ley, de uso arbitrario del poder y desvío permanente en el funcionamiento institucional para proteger a actores delictivos. Todo ello, potenciado por un contexto de des­ arrollo acelerado de un mercado de productos ilegales altamente solicitados. La creciente demanda de drogas psicoactivas ilegales al norte de la frontera agravó las disfuncionalidades ya existentes del Estado mexicano, especialmente, la corrupción extrema en el sistema de seguridad y justicia, subordinado con frecuencia a los designios de actores políticos vinculados con intereses criminales, capaces de desviar o impedir su funcionamiento para brindarles impunidad. Estas condiciones, apenas limitadas por los propios mecanismos disciplinarios formales e informales del régimen, se multiplicarían hasta generar problemas de in­se­guridad y violencia, que ya a mediados de los años ochenta comenzaban a erosionar las condiciones de gobernabilidad y convivencia social en diversas regiones­del país, incluido el estado de Tamaulipas. Dada la debilidad institucional que semejantes situaciones habían prohijado, esa violencia y zozobra social estallarían­ 179

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hasta niveles inéditos, años después, una vez que la vigencia del régimen posrevolucionario llegase a su fin, junto con los antiguos mecanismos de contención­que le caracterizaban. Desde luego, semejantes procesos no pueden ser considerados producto de la voluntad o responsabilidad de todos y cada uno de los integrantes de una clase política, por más que ésta estuviera inmersa en la dinámica de un sistema de corrupción institucionalizada. Siempre hay excepciones de funcionarios y figuras de autoridad probas, en cualquier contexto político posible. La información pública disponible para analizar los hechos es incompleta y, por tanto, tampoco es posible asignar responsabilidad exclusiva de todo el fenómeno complejo del tráfico de drogas sólo a determinadas figuras. Sin embargo, fetichizar a la delincuencia organizada dedicada a esta actividad y su evolución en el pasado reciente, y suponer que ésta se desarrolló sin la participación específica de personajes determinados puede ser, por lo menos, igual de erróneo. A ello apuntan las evidencias documentales, parciales e incompletas, pero lo suficientemente sólidas para considerar probable la existencia de responsabilidades concretas de algunos de los involucrados, aquellos que en sus acciones dejaron diversas huellas, rastreables en fuentes oficiales y en información pública. Es posible suponer que las acciones de otros tantos pudieran no haber sido documentadas por las instituciones o que los investigadores no tengamos acceso a los informes correspon­ dientes, o bien, que la permanencia en el poder de determinados actores les hubiera­ permitido borrar sus propios elementos incriminatorios. Como consecuencia, la información que aquí se presenta sólo establece correlaciones que, a la luz del tiempo transcurrido y la propia naturaleza circunstancial o si acaso indicativa de las evidencias, no aspiran a otra cosa que a aportar elementos para la construcción gradual de una verdad histórica. En el ámbito nacional, la camarilla de Miguel Alemán mantuvo una fuerte influencia no sólo en los ámbitos financieros, sino en los de procuración y administración de justicia. Como se vio en el capítulo anterior, y se hará de nuevo patente aquí, en este nuevo periodo, algunos de sus antiguos integrantes y otros tantos vinculados políticamente con la misma, parecen haber estado involucrados en la protección al tráfico de drogas. En el caso de Tamaulipas, uno de los rasgos característicos de la política local en el periodo del que este capítulo se ocupa, sería también la continuidad de personajes que arribaron al poder a partir de 1947, en muchas de las instituciones de mayor relevancia de la entidad. Con la excepción del periodo comprendido entre 1975 y 1981, a cargo de Enrique Cárdenas González, es posible considerar que la

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política del estado siguió controlada, en términos generales, por los grupos que habían desplazado al portesgilismo en Tamaulipas apoyados por la camarilla de Alemán y por sus herederos. En el ámbito local, una nueva influencia poderosa surgió hacia 1964, cuando un político tamaulipeco perteneciente a una nueva generación, Emilio Martínez Manautou, fue designado secretario de la presidencia durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, y quien fuera uno de los principales prospectos para sucederle en el poder. Desde su encargo en la presidencia de la República, Martínez Manautou estuvo en condiciones de ejercer gran influjo sobre la política del estado. La sucesión presidencial de 1970 conjuntó, en torno de Martínez Manautou, a algunos integrantes del antiguo círculo alemanista y a nuevos personajes de la política mexicana. Entre los primeros se encontraba, por ejemplo, Óscar Flores Sánchez y, entre los segundos, Carlos Hank González, Raúl Salinas Lozano y Leopoldo Sánchez Celis. Martínez Manautou perdió la sucesión presidencial de 1970 y fue sujeto al ostracismo político durante el gobierno de Luis Echeverría, pero en 1976 regresaría al gabinete presidencial de José López Portillo, quien, en 1981, le impulsó para alcanzar la candidatura al gobierno de Tamaulipas, lo que implicó de nueva cuenta el posicionamiento de varios actores vinculados con las camarillas políticas que habían ejercido el poder desde 1947, ahora con nuevos respaldos dentro del ámbito­ federal. De cualquier manera, la breve interrupción en la hegemonía establecida por estos grupos políticos en el estado no sería óbice para que la organización de Juan N. Guerra continuara acrecentando su poder e influencia en la entidad, en buena medida, gracias al apoyo recibido por varios de los actores con ambas camarillas, que en tal aspecto parecen haber compartido los mismos intereses. El cambio generacional no fue obstáculo para una nueva etapa de la reconfiguración cooptada del Estado, que tomaría, además, nuevas dimensiones hacia finales de los años ochenta. La imbricación de intereses políticos, económicos y criminales,­ el sesgo en el funcionamiento de los aparatos judiciales y de seguridad para brindarle impunidad a determinados grupos criminales, favorecido por personajes políticos vinculados estrechamente con los delincuentes, se mantuvo constante. Semejante tendencia alcanzó nuevas proporciones debido a la confluencia de estas prácticas con el crecimiento exponencial de la demanda de drogas, en particular, de cocaína.

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Tamaulipas: contexto sociodemográfico (1970-1980)

Vale la pena iniciar con una semblanza de la situación socioeconómica del estado de Tamaulipas en el periodo que transcurre entre 1970 y 1980, época en que el tráfico de drogas en la entidad habrá de presentar un crecimiento inusitado. En 1970, Tamaulipas contaba con una población total de 1 456 858 habitantes (1 004 435 urbanos y 452 423 rurales), que en 1980 ascendería a 1 924 484 (1 445 960 urbanos y 478 524 rurales).1 En el inicio de la década de los setenta, 34.2% de la población vivía en localidades de menos de 5 000 habitantes; en el primer año de la década siguiente, la proporción se redujo a 27.9%.2 La tasa de crecimiento poblacional en la década de 1970 a 1980 fue 3.6% en promedio anual. Las mayores concentraciones poblacionales eran los municipios de Tampico (267 957), Matamoros (238 840), Reynosa (211 412), Nuevo Laredo (203 286), Ciudad Victoria (153 206), Ciudad Madero (132 444), Ciudad Mante (106 426), Río Bravo (83 522), Valle Hermoso (48 343) y San Fernando (45 343).3 En 1970, la densidad de población en el estado fue de 18 personas por kilómetros cuadrados, mientras que en 1980 se incrementó a 24 por kilómetros cuadrados.4 En 1980 Tamaulipas contaba con el mayor porcentaje de habitantes nacidos en el extranjero (1.8% de su población total), respecto a los demás estados de la frontera norte. De la población asentada en la entidad, 23.4% había nacido en otro

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inegi, XI Censo General de Población y Vivienda, 1990. Citado en Piñera Ramírez, David (coord.) (1994), Visión histórica de la frontera norte. Tomo VI. La frontera en nuestros días, Universidad Autónoma de Baja California/Editorial Kino/El Mexicano, Tijuana, Baja California, p. 237. Datos obtenidos de los censos de población y vivienda del Consejo Nacional de Población. Citados en una presentación de Jorge Trujillo, sociólogo de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, titulada Tamaulipas. Marginación y pobreza (s.f.). La cantidad de habitantes es retomada de la Secretaría de Programación y Presupuesto, X Censo­ General de Población y Vivienda, 1980, estado de Tamaulipas, vol. I, t. 28, 1983, citado en Zorri­lla, Juan Fidel y Manuel Ignacio Salinas Domínguez, “El Noreste: Tamaulipas”, en Piñera Ramírez, David (coord.), Visión histórica de la frontera norte…, p. 78. Los datos referentes al número de habitantes para cada municipio corresponden a 1980. Cabe señalar que el municipio de Matamoros tuvo un crecimiento vertiginoso entre 1940 y 1950, años en que pasó de contar con una población de 54 136 habitantes a 128 347. La razón fundamental de ese crecimiento fue la inmigración de trabajadores hacia la localidad, debido a la instalación de plantas despepitadoras de algodón. En fechas posteriores a 1960, los costos de producción de este cultivo y el declive de su mercado favorecieron cambios en los productos agrícolas generados a partir de esa época. Ibid., p. 82. Zorrilla, Juan Fidel y Manuel Ignacio Salinas Domínguez, op. cit., p. 67

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estado de la República —cifra sólo inferior a Baja California (43.7%) y Nuevo León (24.7%)—.5 En 1970, 15.7% de la población de 15 años o más era analfabeta, proporción que disminuyó a 9.7% en 1980; adicionalmente, 65.2% de ese mismo universo de población no había concluido sus estudios de primaria en 1970, mientras que 10 años más tarde el porcentaje era 44.4%.6 En 1970, 54.3% de la población tamaulipeca habitaba en viviendas que carecían de drenaje y excusado, condición en que se encontraba 45.7% de la gente en 1980. En 1970, 35.9% de la población carecía de energía eléctrica en sus casas, y en 1980 la cifra se redujo a 21.9%. En 1970, 33.9% de la población no tenía agua entubada, y en 1980 esta proporción disminuyó ligeramente a 27.8%. En 1970, 40.5% de la población habitaba viviendas con algún grado de hacinamiento;­en 1980 la cantidad aumentó a 63.9%. En el primer año mencionado, 33.6% de la población habitaba viviendas con piso de tierra, mientras que 10 años más tarde el número se redujo a 18%.7 En 1970, Tamaulipas generaba 3.18% del producto interno bruto (pib) de México, con 14 144 000 pesos, de los 444 271 000 que integraban el total nacional,­ cifra que le confería el tercer lugar de mayor generación de recursos en la frontera norte.8 Diez años más tarde, en 1980, su participación en el pib nacional se reduciría a 2.95%, con 126 084 000 pesos de los 4 276 490 000 pesos que integraban el total.9 La población económicamente activa (pea) de Tamaulipas fue, en términos absolutos, la tercera más amplia de todas las entidades ubicadas en la frontera norte, tanto en 1970 como en 1980.10 En 1970, la pea tamaulipeca era de 381 771 personas, de las cuales 33% se dedicaban a la agricultura, 23% a la industria, 39% al ramo de servicios y 3% adicional a actividades no especificadas.11 En 1980, la pea era de 624 497 personas, de las cuales 19% se dedicaban a la agricultura, 20%

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Datos tomados del inegi, Censo General de Población y Vivienda 1980, citado en Piñera Ramírez et al., op. cit., p. 232.  6 Trujillo, Jorge, op. cit.  7 Ibid.  8 inegi, Dirección General de Contabilidad Nacional y Estadísticas Económicas. Las cifras se consideran a precios de productor.  9 Ibid. 10 Véase Piñera Ramírez, op. cit., p. 233. 11 La información procede de los censos generales de población, citada en Piñera Ramírez, op. cit., p. 138.

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a la industria, 61% a los servicios y 1% a actividades no especificadas.12 Sin embargo, en 1970, sólo 25% de la población total del estado era económicamente­ activa, incluyendo en esta consideración a todas las personas mayores de 12 años; y en 1980 esta se redujo a 24.5% del total.13 En 1970, 50.8% de la población ocu­ pa­da percibía ingresos de hasta dos salarios mínimos; 10 años más tarde, la proporción se incrementaría considerablemente, para alcanzar 75.2%.14 En síntesis, en la década de 1970-1980, Tamaulipas era una entidad inmersa en un proceso de urbanización acelerado, atractiva para la migración interna, e incluso para el establecimiento de extranjeros en su suelo, con una densidad poblacional media compuesta mayoritariamente por una población joven que contaba con una masa crítica relevante de personas con ingresos formales dedicada especialmente al sector terciario. No obstante, se caracterizaba también por poseer una población formalmente remunerada que era proporcionalmente menor a la de otras entidades fronterizas, con una amplia porción de habitantes de bajos recursos, de manera que evidenciaba grados no desdeñables de marginación. La acelerada urbanización, la presencia relevante de grupos poblacionales con poco arraigo social en la entidad, y las condiciones notables de marginación de importantes estratos de la sociedad tamaulipeca favorecerían, por una parte, los significativos grados de violencia en varias de sus localidades, especialmente, las fronte­ rizas, por otra, la reproducción de esquemas de poder caciquiles y clientelares agudizados por las características propias del régimen político vigente durante esa época en el país. El carácter fronterizo de Tamaulipas le dotaba de condiciones favorables para la proliferación de actividades ilícitas, favorecidas por antecedentes históricos ampliamente arraigados de ilegalidad y corrupción, vinculados, sobre todo, con el contrabando de bienes diversos, según se verá más adelante. Por lo pronto, una semblanza de las condiciones en que operaba el tráfico de drogas en la región a comienzos de la década de los setenta es útil para apreciar algunos de los factores que se mantendrían constantes en los años por venir, y las transformaciones en la operación del negocio ilícito a partir del fortalecimiento de la protección institucional sobre el mismo, durante el régimen autoritario.

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Ibid. Zorrilla, Juan Fidel et al., op. cit., p. 67. Trujillo, Jorge, op. cit.

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El contexto del tráfico de drogas en México a comienzos de los setenta y sus particularidades en la región noreste

A finales de los años sesenta, el consumo de drogas se había incrementado entre los jóvenes de clase media de los Estados Unidos, motivado por la expansión de un movimiento contracultural y las secuelas de adicción que generó el amplio uso de enervantes por parte de las tropas estadounidenses en la guerra de Vietnam.15 México era, en esos años, un proveedor importante de mariguana y goma de opio para el mercado estadounidense. El gobierno de ese país, cada vez más presionado por su propia opinión pública, comenzó a su vez a ejercer presión sobre su homólogo mexicano. En 1968, durante la campaña presidencial estadounidense, el candidato Richard Nixon retomó dentro de su discurso el combate a las drogas. En 1969, como presidente, Nixon puso en marcha la Operación Intercepción destinada a presionar al gobierno mexicano para que éste prestara una mayor colaboración en el combate al tráfico de drogas.16 Esta operación mantuvo prácticamente­ cerrada la frontera entre Tijuana y San Isidro por tres semanas, durante el otoño de 1969, lo que generó amplias críticas del lado sur de la frontera.17 Dos años después de la puesta en marcha de la Operación Intercepción, el director de la Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas de los Estados Unidos, John Ingresoll, entregó a la Procuraduría General de la República una carta de felicitación, firmada por el propio Richard Nixon, en la que reconocía a México como “el colaborador más estrecho de su país en la campaña contra el narcotráfico”.18 Entre los principales logros se destacaba que en menos de dos años el gobierno mexicano había logrado destruir 25 millones de metros cuadrados de superficie dedicados al cultivo de opio, así como 10.6 millones de metros cuadrados de plantaciones de mariguana.19 El primer subprocurador general, David Franco Rodríguez, señaló que era encomiable la labor de la Policía Judicial Federal (pjf ), entonces bajo las órdenes del general Edmundo Arriaga López, y señaló que, por primera vez en la historia, 15 16 17 18 19

Ruiz-Cabañas I., Miguel (1993), “La campaña permanente de México: costos, beneficios y consecuencias”, en Smith, Peter H., El combate a las drogas en América, fce, México, p. 212. Ibid., p. 212. Castañeda, Jorge G. y Robert A. Pastor (1989), Límites en la amistad. México y Estados Unidos, Joaquín Mortiz/Planeta, México, p. 304. Excélsior (1971), “El presidente Nixon felicita a México por su labor en la lucha al narcotráfico”, 1 de julio, México, p. 1, secc. C. Ibid.

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en los seis meses previos se habían logrado decomisar más de 100 kilos de drogas. La cifra exacta eran 149 kilos, de los cuales 109 habían sido cocaína y 40, heroína.20 Desde entonces se aprecia la proclividad de los funcionarios mexicanos a desarrollar cálculos económicos estratosféricos —así fuera a precios de la época—, cuando se trata de estimar el negocio de las drogas. Franco Rodríguez señaló que esos decomisos contaban “[…] con un valor de 149 millones de pesos— los cuales se hubieran triplicado en caso de haber llegado al mercado negro, en el menudeo, una vez ya alterada la droga como lo hacen los narcotraficantes”.21 La Policía Judicial Federal reportó los siguientes datos en materia de combate a las drogas en todo el país, entre octubre de 1969 y mayo de 1971: Amapola: plantíos destruidos: 10 356; superficie en m2: 26 208.942; matas destruidas: 283 330 068; semillas decomisada: 307.5 kilogramos. Mariguana: plantíos destruidos: 2 168; superficie en m2: 13 415 931; mariguana incinerada: 418.5 toneladas; semilla decomisada: 336 kilos. Otros decomisos: opio: 76 kilogramos: heroína: 40.5 kilogramos; morfina: 7 kilogramos; avionetas: 4; barcos: 5; automóviles: 25. Acción penal: averiguaciones previas: 1 338; personas detenidas: 4 570; extranjeros inculpados: 846.22

Según la fuente de estos datos, la mayor parte de extranjeros detenidos por delitos contra la salud en México eran estadounidenses.23 A principios de los años setenta no había iniciado el comercio de grandes proporciones de cocaína sudamericana. El traslado de cocaína a México tampoco era aún competencia virtualmente exclusiva de las organizaciones delictivas colombianas, como lo sería tan sólo unos años más tarde, durante las décadas de los ochenta y noventa. De hecho, las autoridades estadounidenses consideraban entonces que los principales países abastecedores de clorhidrato de cocaína de las organizaciones delictivas estadounidenses eran Bolivia, Ecuador y Perú, según señaló Raymond Shafer, presidente de la Comisión Nacional de Estados Unidos

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Ibid. Ibid. El Día (1971), “México debe dejar de ser productor de narcóticos o trampolín de venta”, 1 de julio, México, p. 2. Ibid.

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sobre la Mariguana y Abuso de Drogas, durante su visita a Perú, declaración que fue recogida por la prensa mexicana.24 En julio de 1971 fue detenido en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, por agentes de la pjf adscritos a la Interpol, el peruano Octavio Felizes Jeri (o Felices Jari) que, según los diarios mexicanos, era un reputado traficante internacional de drogas.25 Según una nota periodística, el peruano estuvo al frente de una corporación policiaca del Perú —cuyo nombre no indica— durante 15 años, y poseía un laboratorio de procesamiento de cocaína en Lima, Perú.26 Utilizaba su cargo para vender protección a traficantes de droga e incluso para manejar una red de tráfico que, en 1970, le había permitido introducir en México más de 40 kg de cocaína pura que fueron vendidos a un argentino de apellido Macuito.27 Felices Jari reveló los valores de producción y ganancia de la droga: “El costo de fabricación por kilo es de dos mil pesos y esa misma cantidad se vende en Perú a cuatro mil dólares, y más tarde, en los EU, en cerca de dos millones de dólares”.28 La prensa mexicana, en general, fue menos atraída por hechos que mostraban la existencia de problemas similares a los que se pueden apreciar en el caso del peruano Felices Jari, relativos a las instituciones de seguridad mexicanas. En agosto de 1971, el coronel mexicano Manuel Suárez Domínguez, ex titular de la Policía­ Judicial Federal, se ahorcó en su celda en la prisión de San Antonio, Texas, donde purgaba una condena de seis años de prisión —llevaba dos— por los delitos de tráfico­ de drogas. Según la fuente periodística, “el militar había sido hallado culpable­de contrabando de estupefacientes y se sabía de sus estrechas ligas con una red interna­ cional que se dedicaba a la ilícita actividad”.29 Había sido detenido en San Antonio, Texas, en 1970, junto con su mujer. Transportaba 89 libras de heroína procedentes de Francia e introducidas a los Estados Unidos por Laredo, Texas, localidad colindante con Nuevo Laredo, Tamaulipas.30 Incluso en el contexto del combate a la guerrilla rural en el estado de Guerrero­ por parte de las fuerzas de seguridad del Estado se aprecian ya claramente la comi24 25 26 27 28 29 30

El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Bolivia, Ecuador y Perú, principales abastecedores de drogas a EU”, 10 de enero, Nuevo Laredo, p. 1, primera sección. Avance (1971), “Narcotraficante internacional fue capturado por agentes federales”, 27 de julio, México, p. 6. El Heraldo de México (1971), “El narcotraficante peruano resultó ex jefe policiaco; lo consignan”, 29 de julio, México, p. 12. Ibid. Avance (1971), “Narcotraficante internacional…”, p. 6. Avance (1971), “Se ahorcó Suárez Domínguez”, 5 de agosto, México, p. 8. The Victoria Advocate (1972), “Mexican mobsters spread blood, violence”, 27 de agosto, Victoria, Texas, pp. 1-10A.

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sión de actos de extorsión directa de éstas sobre los traficantes de drogas. En julio de 1971, una nota periodística de un diario de circulación nacional señaló que: Diez y ocho “agentes confidenciales” adscritos a la zona militar de Guerrero han resultado inútiles en la captura del grupo de abigeos de Lucio Cabañas y Jenaro Vázquez Rojas [sic], debido a que en lugar de perseguir a éstos se han dedicado a capturar traficantes de opio y mariguana.   Lo anterior fue revelado en fuentes de la Procuraduría General de la República, en donde se sabe que los agentes encargados de combatir el tráfico de enervantes en Acapulco y las Costas grande y chica, han tenido frecuentes fricciones con los llamados “agentes confidenciales” que son nombrados —según afirman ellos mismos— en forma privada por el Jefe de la Zona Militar.   Resulta que con el pretexto de que están ligados a supuestos movimientos subversivos, muchos traficantes son detenidos en la zona militar, de donde, después de ser interrogados durante varios días, salen libres de ahí mismo y sólo algunas veces son consignados al Ministerio Público Federal.   El inconveniente radica, según nuestros informantes, en que tales “agentes” son reclutados entre hampones, gente sin escrúpulos o ex agentes cesados de alguna policía por hechos de sangre. No llevan ninguna identificación. Se dice que actualmente hay 8 en Chilpancingo y 10 en Acapulco.   El “agente confidencial” Armando Cortés Colmenares y su pareja Efrén Gómez Olivares extorsionaron a dos norteamericanos con 50 mil pesos por traficar mariguana­, las víctimas se quejaron y ambos están procesados por extorsión ante un juez fe­ deral.31

En Guerrero, en 1971, entre los principales jefes militares encargados de ar­ ticular el combate a la guerrilla de Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas Barrientos se encontraban Francisco Quirós Hermosillo y Mario Arturo Acosta Chaparro; este último también participó dentro de instituciones civiles como jefe de la Policía­ Judicial del estado.32 Ambos serían procesados por la justicia militar a principios de la década de 2 000 por considerárseles protectores de la organización del traficante de drogas Amado Carrillo Fuentes. 31 32

El Sol de México (1971), “Contratan a ex hampones como agentes confidenciales”, 17 de julio, México, p. 1 secc. A. El Sur. Periódico de Guerrero (2002), “Acusan a Acosta Chaparro y Quirós de 134 homicidios en Guerrero en los 70”, Acapulco, Guerrero, disponible en .

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En México, las cantidades de cocaína incautada —modestas para los parámetros­ actuales, según se pudo constatar en las cifras proporcionadas en las declaraciones jubilosas de los funcionarios de la Procuraduría General de la República de la época— eran con frecuencia transportadas por personas oriundas de los estados del noroeste del país, particularmente de Sinaloa. Por ejemplo, el 3 de julio de 1971, un joven sinaloense de 27 años, Héctor Manuel Elenes Gastélum, estudiante­ de medicina, fue detenido en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, procedente de Guayaquil, Ecuador, con 2.1 kg de cocaína oculta en su equipaje. De acuerdo con la nota, recibiría 10 000 pesos por realizar el viaje, transportar la droga y entregársela a sus compradores. La prensa de la época incluso confunde con frecuencia la heroína y la cocaína. En agosto de 1971 se dio a conocer el aseguramiento de 2.3 kg de cocaína —otra fuente periodística señaló que era heroína— en Culiacán, Sinaloa. La pjf detuvo a Rosa Lilia Lara Pérez, su hermana Florentina, y sus cuñadas, Blanca Estela Salazar­ de Lara y Elba Villa de Lara, quienes según sus propias declaraciones llevaban ya tiempo dedicándose al tráfico de drogas, surtiéndose de ellas con un individuo de nombre Ernesto Fonseca.33 Es probable que el proveedor señalado fuera Ernesto Fonseca Carrillo don Neto, importante traficante de drogas sinaloense, quien 15 años más tarde saltaría a la fama pública nacional y sería detenido por las autoridades mexicanas en el contexto de las investigaciones derivadas del asesinato del agente de la dea, Enrique Camarena Salazar. Tráfico de drogas en la región noreste

En la región noreste del país se ensayaba la producción masiva de cultivos ilícitos que, sin embargo, no ha logrado perdurar desde entonces. En agosto de 1971, en Nuevo León, fueron destruidos siete plantíos de mariguana, con una superficie de 11 700 m2. La nota no precisa la ubicación específica de los mismos ni la identidad­ de las tres personas detenidas en estos hechos.34

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El Universal Gráfico (1971), “Capturan cocaína pura valuada en un millón de pesos, en Culiacán”, 6 de agosto, México, p. 7. Véase, también, Excélsior (1971), “Cayó en Culiacán una banda de mujeres traficantes de heroína”, 6 de agosto, México, p. 16. El Heraldo de México (1971), “Elementos del ejército asestaron severos golpes a traficantes de estupefacientes”, 7 de agosto, México, p. 11.

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En el noreste de México existían también operaciones de tráfico de drogas durante esa época, mismas que evidencian un espectro muy amplio en su capacidad y sofisticación. Algunos casos evidenciaban una capacidad de tráfico nada despreciable. En julio de 1971, en Torreón, Coahuila, Rogelio Puentes Martínez, Salvador­ Contreras Martínez y Juan Rodríguez Gallegos fueron detenidos por autoridades federales, con 1 650 kg de mariguana en greña y 332 carrujos.35 También, en Roma, Texas, cerca de la frontera con el municipio tamaulipeco de Miguel Alemán, fueron aseguradas dos toneladas de mariguana transportadas en un camión, por el fbi y el Buró Federal de Narcóticos de ese país. La transportaban David Molina Jaramillo, oriundo de Ciudad Mier y Jorge de Valencia Ortiz, de Ciudad Miguel Alemán.36 Pero uno de los aseguramientos más importantes de la época tuvo lugar en Ciudad Mier, donde 15 agentes de la pjf y otros tantos elementos del ejército se enfrentaron con un grupo de traficantes de droga, tras lo cual lograron capturar a dos de ellos, de nombre Juventino Cavazos —reconocido agricultor de la región— y otro individuo de apellido Hinojosa. Tras la confrontación fueron aseguradas ocho toneladas de mariguana.37 Hacia 1973, la presencia de las instituciones federales de seguridad, a lo largo de la frontera tamaulipeca, era irregular y precaria, al grado que el arresto de traficantes de droga fue llevado a cabo, en ocasiones, por la participación directa de policías extranjeros. El 11 de enero de ese año, la prensa local resaltó la detención de cinco narcotraficantes en Reynosa, que tenían en su poder 1 kg de heroína valuado en un millón­de pesos. El arresto había sido realizado el día anterior, en el motel El Virrey, donde fueron detenidos Horacio Vázquez García, de 29 años de edad, con domicilio en ciudad Díaz Ordaz, Tamaulipas; Francisco Treviño González y Fernando Cantú García, con domicilios en Reynosa; y Elmer Snell García y Ramón Ortega, de nacionalidad mexicana, pero con domicilio en Puerto Isabel, Texas. El hecho a destacar es que el aseguramiento fue realizado por elementos del Departamento de Narcóticos de los Estados Unidos, junto con policías uniformados, quienes auxi-

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La Prensa (1971), “Plantíos de amapola y mariguana, destruidos”, 23 de julio, México, p. 29. El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Detienen dos toneladas de mariguana en Roma, Texas”, 19 de enero, Nuevo Laredo, p. 3, primera sección. El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “En Cd. Mier, judiciales federales capturaron un cargamento de 8 toneladas de mariguana”, 21 de enero, Nuevo Laredo, p. 8, segunda sección.

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liaron al único agente de la policía Judicial Federal que se desempeñaba en la ciudad­de Reynosa, de apellido García Montes.38 Los detenidos fueron trasladados a Nuevo Laredo, debido a que no existía agencia del Ministerio Público Federal en Reynosa. Los propios federales estadounidenses refirieron que “en sus investigaciones se han percatado de que en Reynosa hay más narcotraficantes que se vienen dedicando a la venta de estupefacientes, pero no encuentran la cooperación suficiente para combatirlos.”39 El inspector de la policía local, Jaime Villarreal Tijerina, se manifestó sorprendido por la rápida acción de los agentes federales estadounidenses, y manifestó a la prensa: “Si los venían siguiendo desde la ciudad de San Antonio, Texas, ¿por qué no los esperaron a que regresaran con la droga para detenerlos en su país?”.40 Nacionalismos aparte, la respuesta indirecta podía hallarse en una nota que apareció algunos días después. Tampoco las autoridades mexicanas encontraban el mejor espíritu de colaboración entre ellas mismas: el agente del Ministerio Público Federal, Guillermo García González, habilitado como tal por el Ministerio de Ley, dada la ausencia de una representación formal de esa institución, había enviado oficios al inspector de policía, Jaime Villarreal Tijerina, solicitándole que le fueran presentados todos los elementos de la policía a su cargo, que se encontraban de turno el día en que se fugó de la prisión preventiva el reo federal Leandro Martínez Pérez. Villarreal Tijerina ignoraba sistemáticamente la solicitud. Martínez Pérez, el reo en cuestión, estaba formalmente preso por contrabando y delitos contra la salud.41 El tráfico de drogas a lo largo de la frontera tamaulipeca generalmente se enfocaba, en esta época, en la mariguana y, con menor frecuencia, la heroína, como productos principales. Sólo de manera ocasional se reportan decomisos de otro tipo de sustancias, como fue el caso del aseguramiento de una cantidad incierta de cocaína, que fue valuada en nueve mil dólares, al menor Patricio Vázquez,

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39 40 41

El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Decomisan más de un kilo de heroína y capturan a cinco narcotraficantes”, 11 de enero, Nuevo Laredo, p. 4, segunda sección. Véase, también, El Mañana de Reynosa (1973), “Narcotraficantes aprehendidos”, 11 de enero, Reynosa, p. 2, segunda sección. Ibid. El Mañana de Reynosa (1973), “Sorprende al inspector la actuación judicial”, 12 de enero, Reynosa, p. 8, segunda sección. El Mañana de Reynosa (1973), “No hacen caso al fiscal federal”, 12 de enero, Reynosa, p. 8, segunda sección.

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radicado­ en San Antonio, Texas, quien fue detenido por inspectores del Departamento de Aduanas de los Estados Unidos, en la garita internacional de Laredo.42 En 1971, Nuevo Laredo era escenario importante de disputas entre traficantes de drogas. En julio de ese año, Francisco García González, de 38 años de edad, fue ultimado con 13 impactos de bala calibre .38 y se constituyó en la víctima número­ 17 en la reyerta entre delincuentes locales.43 Estos hechos ocurrían en el contexto de una disputa por el control del tráfico de drogas y el contrabando de artículos diversos a través de la localidad. Entonces, una de las facciones locales más poderosas era la encabezada por la familia Reyes Pruneda, que tuvo la audacia de ejecutar­ a un comandante de la Policía Judicial Federal, Everardo Perales Ríos. El policía había sido enviado para abatir el incremento de la violencia en Nuevo Laredo, que según cálculos de las autoridades mexicanas y estadounidenses, tan sólo en 1972 había cobrado 35 vidas, la mayoría de las víctimas, ametralladas. Perales Ríos sólo había durado dos meses en el encargo.44 La represalia gubernamental fue inmediata: dos semanas después del asesinato, la Procuraduría General de la República envió a Nuevo Laredo a un grupo de policías judiciales federales encabezado por Salvador del Toro Rosales. Este funcionario era un veterano agente del Ministerio Público, quien llevó a cabo varios de los procesos penales seguidos contra los líderes del Movimiento Estudiantil de 1968, en la ciudad de México.45 42 43 44 45

El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Incautan droga. Su valor es de 9 mil Dls”, 11 de enero, Nuevo Laredo, p. 4, primera sección. El Sol de México (1971), “Narcotraficantes convierten en campo de batalla a Nuevo Laredo”, 1 de julio, México, p. 11. The Victoria Advocate (1972), op. cit. Del Toro Rosales, Salvador (1996), Testimonios, Sindicato de Trabajadores Universitarios de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, Nuevo León, pp. 269-281. Salvador del Toro Rosales fue el agente del Ministerio Público que tomó la declaración, por ejemplo, de Sócrates Campos Lemus, entre otros dirigentes estudiantiles. En 2005, la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) de la pgr, a cargo de Ignacio Carrillo Prieto, solicitó la detención de varias autoridades de la época, entre ellas, el propio Salvador del Toro Rosales. Véase La Jornada (2005), “Pide la Femospp que se aprehenda a Echeverría por la matanza del 68”, 20 de septiembre, versión electrónica. En lo referente a Campos Lemus existe una fotografía donde aparece retratado con Juan N. Guerra, Juan García Ábrego y José Carlos Aguilar Garza, y su publicación le valió la destitución como asesor del procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha, en 2004. Véase Proceso (2004), “Cae Sócrates Campus Lemus, asesor de Macedo de la Concha”, 22 de abril, México, versión electrónica. Campus Lemus afirmó que en el momento de tomarse la foto —no pudo precisar la fecha— realizaba investigación periodística y no había órdenes de aprehensión contra Juan N. Guerra o Juan García Ábrego.

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En agosto de 1972, como respuesta al asesinato del mencionado comandante Perales, Del Toro realizó un cateo en el rancho de los Reyes Pruneda —un caserío de viviendas de adobe en las afueras de la ciudad—, respaldado por varias decenas de agentes de la Policía Judicial Federal y elementos del ejército. La prensa internacional reportó el aseguramiento de drogas y armas, y el arresto de una veintena de personas, incluyendo a la matriarca de la familia, Simona Reyes Pruneda.46 En el operativo, dos hijos de la referida mujer, quienes eran aparentemente menores de edad, fueron abatidos por las fuerzas estatales. Un desplegado firmado por abogados de Nuevo Laredo, dirigido al entonces presidente Luis Echeverría, aseguraba que se había tratado de ejecuciones extrajudiciales, pues los jóvenes no se encontraban armados y uno de ellos había recibido el tiro de gracia.47 Entre los firmantes se encontraba un litigante de nombre Francisco Javier Bernal López, a quien cronistas de la época señalan como abogado de la familia Reyes Pruneda.48 Salvador del Toro Rosales habría de ganarse el sobrenombre de el Fiscal de Hierro, por su dureza para abatir el tráfico de drogas en la región. En poco más de un año al frente de las operaciones redujo drásticamente las operaciones de la familia Reyes Pruneda y aseguró 70 toneladas de mariguana, junto con diversas cantidades de heroína y cocaína, así como rifles de asalto AK-47, según reportó la prensa a finales de 1973.49 En 1975 llegaría a ser nombrado subprocurador general de la República.50 En 1984 sería designado jefe de la policía municipal de Matamoros, por el alcalde Jesús Roberto Guerra Velasco, sobrino de Juan N. Guerra. En Camargo y Ciudad Mier existían en esa época hechos de sangre relacionados­ con el tráfico de drogas. Uno de los mismos muestra aspectos de desaseo institucional, violencia y extorsión que en décadas posteriores habrán de repetirse continuamente. A principios de enero de 1973 fue hallado sin vida el cuerpo de un individuo de nombre Juan González, que yacía con un balazo en el cuello, a orillas del río Bravo, cerca de Camargo. Su viuda refirió que poco tiempo antes, varios individuos, a bordo de dos camionetas, habían acudido a su domicilio “a levantar a su marido, como ya en otras ocasiones lo habían hecho, y que aunque no pudo

46 47 48 49 50

The Victoria Advocate (1972), op. cit. agn, versión pública del expediente de Salvador del Toro Rosales, ips, legajo 1, fojas 2-3. Carta abierta al C. Lic. Luis Echeverría Álvarez. Véase . The Victoria Advocate (1973), “Though Mexican agent reduces drug traffic”, 23 de diciembre, Victoria, Texas, p. 3C. agn, versión pública del expediente de Salvador del Toro Rosales, ips, legajo 1, foja 5.

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reconocer a estos sujetos, sí pudo ver que una de estas camionetas era la del ex agente de tránsito de Ciudad Mier, Isidro Mejía”.51 El Ministerio Público del Fuero Común solicitó a la Policía Judicial del estado la detención de Isidro Mejía, quien declaró haberle permutado la camioneta en cuestión, tiempo antes de los hechos, a Erasmo Jaimes, radicado en Ciudad Mier. De manera paralela, el síndico de Camargo, Eleazar Díaz Bazán, inició investigaciones con datos proporcionados por la viuda de González sobre las amistades que frecuentaba su marido. Díaz Bazán detuvo para investigación, en Camargo, a un allegado del difunto, Cleodomiro Peña —ambos eran oriundos de Ramones, Nuevo­ León—, quien declaró que habían sido contratados la noche de los hechos para cruzar un cargamento de mariguana al lado texano por el río Bravo, pero que no­ supo qué sucedió después. A pesar de las declaraciones de Peña, Díaz Bazán lo puso en libertad argumentando que no tenía nada en contra suya y que el plazo constitucional de detención había llegado a su fin, tras lo cual se dirigió a Ciudad Mier, con una lista de nombres proporcionada por Peña, sobre sus presuntos cómplices. El objetivo de Díaz Bazán era extorsionarlos. De acuerdo con la nota, el hecho dio lugar a reclamos por parte del alcalde de Ciudad Mier con su homólogo de Camargo, para que el segundo disciplinara al funcionario de su jurisdicción.52 Unos días más tarde, el agente del Ministerio Público Federal, Regino Vargas, ordenó la liberación del ex agente de tránsito, Isidro Mejía, pues afirmó que se había comprobado que desde el 22 de diciembre de 1972 había vendido la camioneta que la viuda de Juan González identificó como una en las que llegaron las personas que se llevaron a su marido. Además, según Vargas, Isidro Mejía comprobó­ que la noche del asesinato había estado libando en una cantina en Ciudad Mier.53 No obstante, en esas mismas fechas desapareció Cleodomiro Peña, de quien sus familiares no sabían más desde que fue liberado por Díaz Bazán. De acuerdo con el diario, entre los nombres proporcionados a éste por Peña “figuran los de conocidos traficantes internacionales, como son Erasmo Jaime, Juan Espino, Isidoro Mejía y Gonzalo Garza, todos con residencia en Ciudad Mier, Tamaulipas”.54 En 51 52 53 54

El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Un detenido por el crimen cometido en el río Bravo”, 7 de enero, Nuevo Laredo, p. 3, primera sección. Ibid. El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Pide el fiscal el expediente del asesinato de J. González”, 10 de enero, Nuevo Laredo, p. 3, primera sección. El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Posible secuestro cometió la mafia”, 10 de enero, Nuevo Laredo, p. 4, primera sección. Véase, también, El Mañana de Reynosa (1973), “Averiguación sobre sonado asesinato”, 11 de enero, Reynosa, p. 4, cuarta sección.

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lo que habría de ser una tendencia constante en los años siguientes, las autoridades no proporcionaron ningún dato adicional sobre el caso o la prensa no volvió a tratar el tema. A principios de los setenta, varios grupos involucrados en el tráfico de drogas por la frontera noreste operaban con frecuencia desde Nuevo León, entidad en la que radicaban o a la cual utilizaban de manera privilegiada para el trasiego de estas sustancias. Usualmente, lo hacían con la participación de tamaulipecos. Por ejemplo, en un hecho que muestra el tráfico de drogas procedentes de Michoacán hacia la región noreste del país, con la participación de traficantes tamaulipecos y neoleoneses, en julio de 1971 fueron detenidos, en la carretera Saltillo-Matehuala, Antonio Barrera Salinas y Juan Álvarez Soto, residentes en Reynosa, Tamaulipas, y Montemorelos, Nuevo León, respectivamente. Trasladaban 105 paquetes de mariguana y cuatro costales de la misma hierba, a bordo de un auto en el que viajaban. Habían adquirido la droga por medio de un individuo de nombre Alberto López, quien vivía en el rancho La Perota, en Arteaga, Michoacán.55 El último ejemplo, uno de los más significativos, fue reportado por el corresponsal de uno de los principales diarios tamaulipecos en Nuevo León. Se trataba de la captura de Alejandro Aburto Torres y Pablo Valdez Maciel, tras amplias investigaciones desarrolladas por la Policía Judicial del estado de Nuevo León, en hechos que tuvieron lugar en Monterrey, Nuevo León, y en Ciudad Mier, Tamaulipas —localidad donde fueron aseguradas, en esas mismas fechas, ocho toneladas de mariguana—,56 y en los que se detuvo a Andrés González, Ramón Peña Loza, Facundo Hernández, Inés García, José Rumbo y Agustín Alicia, con una cantidad total de media tonelada de mariguana. Todos ellos eran considerados integrantes de “una banda de narcotraficantes que operan en nuestra República, en América Central y del Sur, y posiblemente hasta en los Estados Unidos de Norteamérica”.57 Se presumía que las seis últimas 55 56

57

El Nacional (1971), “Detiene la judicial a dos narcotraficantes que introducían mariguana a Estados Unidos”, 16 de julio, México, p. 2. Ciudad Mier era un importante punto de almacenamiento de droga. En 1977 nuevamente fueron decomisadas en la localidad siete toneladas de mariguana empaquetadas en 405 costales en el rancho de Celerino Peña Garza. La droga se la había proporcionado Artemio El Artista González Peña, quien fue capturado por la pjf en 1979 y era considerado “peligroso multihomicida y narcotraficante”. Véase El Mañana de Nuevo Laredo (1980), “Recibe El Artista nueva sentencia”, 10 de mayo, Nuevo Laredo, p. 6, segunda sección. El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Capturó la judicial de Nuevo León cargamento de mariguana y logró capturar a dos traficantes”, 21 de enero, Nuevo Laredo, p. 8, segunda sección.

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personas mencionadas “eran las encargadas de hacer el contacto con la ‘fantasma’ familia Guerra, a quien, se asegura, iban destinadas todas esas cajas”.58 Estos seis individuos y la mayor parte de la hierba fueron hallados en Tamaulipas, por lo que quedaron a disposición de la autoridad federal en Nuevo Laredo.59 Actores de poder, instituciones y tráfico de drogas en Tamaulipas

En febrero de 1964, el candidato del pri a la presidencia de la República, designado­ para suceder al presidente Adolfo López Mateos, era Gustavo Díaz Ordaz, quien había alcanzado la senaduría de Puebla durante el sexenio de Miguel Alemán. En ese mes, durante su gira por Tamaulipas, fue acompañado por los generales Raúl Gárate Legleu y Tiburcio Garza Zamora, junto con una nueva figura política local, muy cercana al entonces candidato, doctor Emilio Martínez Manautou.60 Gárate aspiraba a ser senador por el estado. No alcanzó la nominación, pero en su lugar fue designado Magdaleno Aguilar, quien a juzgar por sus antecedentes, se había comprometido también con la camarilla contraria a Portes Gil desde 1947, y proporcionaba credenciales del pri a la Coalición Nacional Revolucionaria, organización­auspiciada en el estado por Gárate, Garza Zamora y Roberto Guerra Cárdenas, según se vio en el capítulo previo.61 El 1° de diciembre de 1964, Emilio Martínez Manautou fue designado secretario de la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz. Había sido regidor del ayuntamiento­ de Matamoros en 1952, diputado federal por un distrito de la misma localidad y senador por Tamaulipas.62 Como se verá más adelante, tenía también estrechas relaciones con la familia Guerra. Ciro de la Garza Treviño señala que, en su gestión como secretario de la presidencia, Martínez Manautou ayudó a pocos tamaulipecos, pero entre ellos estuvo Humberto de la Garza Kelly,63 el abogado de Juan N. Guerra, a quien se intentó nombrar agente del Ministerio Público para que diri-

58 59 60 61 62 63

Ibid. Ibid. De la Garza Treviño, Ciro (1975), La Revolución Mexicana en el estado de Tamaulipas, t. II, Librería de Manuel Porrúa, México, pp. 800-801. Op. cit., p. 802. Op. cit., p. 811. Véase, también, Nuevo Diccionario Biográfico de la Heroica Matamoros, disponible en . De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 884.

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giera la investigación del homicidio de Gloria Landeros.64 De la Garza­Kelly sería designado delegado del Instituto Mexicano del Seguro Social (imss) en Tamaulipas. En 1968 aspiró a la candidatura del pri a gobernador de Tamaulipas.65 Otro de los personajes que apoyaba era Francisco Covarrubias, a quien Ciro de la Garza califica como “un zar del vicio”.66 Martínez Manautou lo respaldaría como candidato a la presidencia municipal de Matamoros, en la década de los ochenta. Covarrubias no era ajeno a la familia Guerra. En 1980, El Bravo de Matamoros publicó fotos de Arturo y Jesús Roberto Guerra Velasco, hijos de Roberto Guerra Cárdenas y sobrinos de Juan N. Guerra, brindándole su apoyo.67 Según De la Garza, también había aspirado a la candidatura priista a gobernador de Tamaulipas en 1968.68 Otros aspirantes habían sido Augusto Cárdenas —cuñado de Martínez Manautou, pero a quien éste presuntamente no habría apoyado en ese anhelo—,­y Tiburcio Garza Zamora, entonces jefe de la Tercera Zona Militar, con sede en Monterrey, Nuevo León.69 El 1° de diciembre de 1964, Antonio Rocha, personaje muy cercano a Raúl Gárate Legleu, de quien fuera secretario general de Gobierno, fue también designado procurador general de la República.70 Era el mismo funcionario que, en el primero de estos cargos públicos, había firmado un mensaje destinado a la presidencia de la República en respuesta a las demandas de justicia de Carlos Landeros, el padre de la esposa asesinada de Juan N. Guerra, afirmando que el proceso penal seguido contra éste se llevaba a cabo de manera normal, hecho que, como se ha visto, era del todo falso.71 En los años sesenta y setenta, el contrabando de bienes de consumo mantuvo su pujanza desde entonces en la región. Como se ha señalado, el fundador original del Cártel del Golfo, Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas (Juan N. Guerra), fue un contrabandista que incursionó, según se puede apreciar en la evidencia pública 64

65 66 67 68 69 70 71

Noticiero (1947), “El C. procurador de justicia salió ayer para Matamoros. El gobierno decidido a restaurar el imperio de la ley en aquella ciudad de la frontera. Quedó sin efecto el cambio de agentes del M. Público, pues de la Garza Kelly era el defensor de Juan N. Guerra. Por órdenes expresas del señor gobernador, toda la población ha sido despistolizada por fuerzas militares de la guarnición local”, 1 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1 De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 852-853 Ibid. El Bravo de Matamoros (1980) (fotografía), 1 de octubre, Matamoros, p. 6, segunda sección. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 852-853. Ibid., p. 855. Ibid., p. 812. agn, Arch. Pres. mav, exp. 541/223.

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disponible, en el tráfico de drogas ilícitas, valido, muy probablemente, de su relación con múltiples integrantes de las instituciones de seguridad y figuras políticas, en tiempos tan tempranos como los años cuarenta. La misma información señala a semejantes personajes públicos como probables protectores de esta empresa criminal. Juan N. Guerra fue quien constituyó originalmente las redes de apoyo político de la organización delictiva. Algunas fuentes señalan que Juan N. Guerra tenía también relaciones con grupos políticos de Hidalgo: los Rojo Gómez, al igual que uno de sus hermanos, Roberto Guerra Cárdenas, que se habría hecho compadre de Jorge Rojo Lugo, secretario de la Reforma Agraria y gobernador de Hidalgo en la presidencia de José López Portillo (1976-1982).72 Años más tarde, Rojo Lugo, como delegado del pri en Tamaulipas, operaría, con la anuencia del gobernador en turno, Emilio Martínez Manautou, la designación de un sobrino de Juan N. Guerra, Roberto Guerra Velasco, como candidato a la alcaldía de Matamoros, Tamaulipas, cargo que ejerció entre 1984 y1987, durante el inicio del liderazgo de Juan García Ábrego.­ Como se vio en el capítulo anterior, Roberto Guerra Cárdenas, hermano menor de Juan, fue jefe de la Oficina Fiscal del estado, en Tamaulipas, durante el gobierno de Praxedis Balboa, en 1963, y se convertiría en una de las figuras políticas­ de prosapia en la entidad. En una biografía escrita años más tarde por su viuda, ésta relataría la amistad que le unía con “el ex presidente de la República, Emilio Portes Gil, y los ex gobernadores Norberto Treviño Zapata y Enrique Cárdenas”.73 Estas relaciones no dejan de ser paradójicas, si se recuerda que desde 1960 las autoridades mexicanas tenían identificados a Juan y Roberto Guerra Cárdenas como los más conspicuos contrabandistas de armas, artículos comerciales­y drogas psicoactivas en la región,74 más aun si se tienen en cuenta los antecedentes del último de los personajes nombrados, Enrique Cárdenas.

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Figueroa, Yolanda (1996), El capo del Golfo. Vida y captura de Juan García Ábrego, Grijalbo, México, pp. 35 y 146. Jorge Rojo Lugo inició su carrera política federal en 1961, auspiciado por su coterráneo, Alfonso Corona del Rosal, ex gobernador de Hidalgo y entonces dirigente nacional del pri, bajo la supervisión del delegado en la entidad, Emilio Martínez Manautou, quien, como se verá más adelante, desempeñó aparentemente un papel muy relevante en el desarrollo del Cártel del Golfo. Sobre la designación de Rojo Lugo como candidato a legislador, véase Archivo General de la Nación, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 1, fojas 27-28. Citada en Solorio Martínez, José Ángel (s.f.), Grupos de gobierno. Tamaulipas 1929-1992, p. 360, disponible en . agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Octavio Villa Coss, dfs, legajo 1, foja 12.

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Cambios políticos, continuidad de intereses

En 1972, el tamaulipeco Enrique Cárdenas González fue designado subsecretario de Investigación Fiscal, en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, por el presidente Luis Echeverría; entre sus funciones se contaba la de combatir el contrabando fronterizo.75 En 1973, Cárdenas González hizo señalamientos de que tan sólo en ese año la subsecretaría a su cargo había logrado incautar mercancías irregulares que, en conjunto, alcanzaban un valor de 300 millones de pesos, y ofrecía que la campaña que había emprendido contra ese ilícito continuaría con igual o mayor energía.76 El subsecretario renunció al cargo para aceptar la candidatura del pri a la gubernatura de Tamaulipas, que ejerció entre 1976 y 1981.77 Enrique Cárdenas González es un personaje cercano a Luis Echeverría Álvarez, quien le apoyó para alcanzar el cargo poco antes de finalizar su mandato. Tiene con él lazos de amistad que datan desde su infancia, pues ambos convivieron en Ciudad Victoria. Cárdenas apoyó a Echeverría en su búsqueda de la candidatura presidencial,­frente a su contendiente, el secretario de la presidencia, Emilio Martínez Manautou, también tamaulipeco. Desde 1970, con los inicios del gobierno de Echeverría, Emilio Portes Gil hizo declaraciones que evidenciaron su respaldo a la nominación de Enrique Cárdenas González a la gubernatura de Tamaulipas. Concretamente, señaló: “Vendrán tiempos mejores, si siguen unidos en torno de él”. Incluso, confiado en el sentido de los cambios que preveía, el ex presidente hizo señalamientos críticos contra el entonces gobernador, Manuel A. Ravizé, que tenía “estancado el estado”,78 y a quien identificaba como parte de la camarilla que mantenía marginado a su propio grupo­dentro de la política local. El apoyo de Echeverría hacia Cárdenas González despertó expresiones de ira de integrantes de la antigua camarilla alemanista que ejercía el poder en el estado desde 1947. Por ejemplo, uno de sus integrantes, Ciro de la Garza Treviño, expresó:­ “El Ejecutivo Federal está proyectando desde ahora para gobernador de Tamaulipas a un pobre patán ignorante llamado Enrique Cárdenas González, para quien inventó una subsecretaría desde donde se puede ‘pasar corriente’”.79 75 76 77 78 79

De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 1014. Ibid., pp. 1042-1043. Camp, Roderic Ai (1992), Biografías de políticos mexicanos, 1935-1985, Fondo de Cultura Económica, México, p. 95. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., pp. 1031-1032. Ibid., p. 1034.

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Los remanentes de las antiguas camarillas alemanistas tenían motivos fundados para suponer que el gobierno de Echeverría favorecería su desplazo en las estructuras de poder locales. Algunas de sus decisiones apuntaban en tal sentido. Por ejemplo, fue su administración la que presionó al coronel Carlos I. Serrano a entregar su rancho­El Canelo, en San Fernando Tamaulipas, a la Secretaría de Agricultura y Ganadería. La maniobra gubernamental había sido realizada a través del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, encabezado por Augusto Gómez­ Villanueva, uno de los personajes más cercanos a Echeverría. El rancho tenía una extensión­ de 5 000 hectáreas y su valor estaba calculado en 35 millones de pesos, sin contar las 3 154 cabezas de ganado con que contaba. Sería cedido para satisfacer las demandas de tierras para el establecimiento de nuevos centros de población, un programa gubernamental que pretendía evocar las antiguas prácticas de la reforma agraria car­ de­nista. El mensaje expresado por Augusto Gómez Villanueva no dejaba lugar a dudas: señaló que el plan de trabajo de su institución era dar cumplimiento a lo estipulado en el Artículo 27 constitucional y a la Ley de Reforma Agraria, y que el latifundismo y caciquismo rural se estaban eliminando.80 A tres años de gobierno de Cárdenas González, el semanario Proceso definió de la siguiente manera la situación prevaleciente en el estado: El panorama tamaulipeco es desolador: venalidad judicial generalizada, protección de funcionarios al narcotráfico y al contrabando, porrismo universitario institucionalizado, arbitrariedad, nepotismo subrayado, ineficacia administrativa. Anulación práctica del poder legislativo, gatillerismo, crisis política y enriquecimiento escandaloso de funcionarios públicos.81

La perspectiva pesimista no carecía de fundamento. Durante el gobierno de Cárdenas González, fenómenos como la corrupción endémica de las instituciones locales de seguridad y el virtual encubrimiento de actividades ilícitas diversas por parte de las mismas arraigarían con particular virulencia en la entidad. Oriundo de Ciudad Victoria, Enrique Cárdenas González vivió varios años de su juventud en Matamoros, junto con su hermano Jorge Cárdenas González, con quien adquiriría varias radiodifusoras al paso del tiempo.82 Entre 1969 y 1970, Enrique Cárdenas González fungió como presidente municipal de la capital de Tamaulipas, Ciudad Victoria, tras lo cual fue electo senador 80 81 82

agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Carlos I. Serrano, dfs, legajo 1, fojas 93-96. Proceso (1978), “Sólo sus chicharrones truenan. En Tamaulipas, corrupción y cinismo”, 16 de enero, versión cd. Ibid.

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de la República y, de manera paralela, ocupó diversos cargos dentro del Partido Revolucionario Institucional. Cárdenas González había colaborado con José López Portillo, futuro presidente­ de la República, de 1976 a 1982, cuando éste era titular de la Secretaría de Hacienda­ y Crédito Público. En sintonía con el estilo lopezportillista de gobierno, Cárdenas González articuló una amplia red de nepotismo en la estructura gubernamental tamaulipeca, con especial tendencia a controlar las dependencias fiscales a través de sus familiares, especialmente las fronterizas: Jaime Cárdenas González (su hermano) es director del Registro Público de la Propiedad y del Comercio […] Jorge Cárdenas (hermano también) es presidente de la Junta de Mejoras Materiales en Matamoros; José del Avellano (suegro), jefe de la Oficina Federal de Hacienda en Ciudad Victoria; Mariano González Gutiérrez (primo), subsecretario general de gobierno; Mariano González (sobrino), agente del Ministerio Público en Nuevo Laredo: Alejandro Zorrilla González (primo),­ subtesorero del estado […] Juan Gastélum (yerno), jefe de la Oficina Fiscal de Reynosa;­Roberto Cárdenas Lozano (sobrino), director de Promoción Económica Industrial; Jorge Salazar Cárdenas (primo), jefe administrativo de Fomento Agropecuario; Humberto Salazar Cárdenas (primo), juez segundo penal en Matamoros; Juan Martín del Campo (cuñado), jefe de la Oficina Fiscal en Valle Hermoso.   Además, a su hermano Francisco le llaman “el ministerio sin cartera” por su inje­ rencia en los asuntos del estado, y su primo Carlos González Moreno acaba de dejar la alcaldía de Tampico y luego sus compadres, todos ellos colocados por el gobernador como jefes de oficinas fiscales: Francisco Cortés Delgado (Nuevo Laredo), Isidro Aman Vega (Matamoros) y Alfonso Ailloud (Tampico). También­es su compadre Mario Flores, inspector general de Policía y Tránsito del estado.83

Enrique Cárdenas González fue uno de los personajes que inicialmente fueron sujetos de indagación bajo sospecha de haber participado en el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, secretario general del pri en 1994. A raíz de ese suceso, el ya mencionado testigo protegido de las autoridades estadounidenses, Óscar López Olivares el Profe, originalmente un operador de la organización de Juan N. Guerra y Juan García Ábrego, señaló que el ex gobernador era uno de los aliados de la organización.84 Muchos años después, en 2006, tras la detención de Juan García 83 84

Ibid. El Norte (1994), “Denuncian alianza de senador y cártel”, 13 de octubre, versión electrónica. No obstante, una de las dificultades para discernir la información veraz de otra de carácter ficticio en las

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Ábrego y el fallecimiento de Juan N. Guerra, en un documento judicial que resolvió en sentido negativo el amparo interpuesto por un presunto traficante de drogas —Roberto Rangel Gutiérrez, colaborador de Osiel Cárdenas Guillén—, los magistrados del Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal del Segundo Circuito,­ ubicado en Toluca, Estado de México, valoraron diversos documentos que comprobaban la participación del personaje en el tráfico de drogas. Entre éstos, el oficio 27588, remitido en 2001 por el comandante de la Octava Zona Militar, quien informó sobre los vuelos realizados por tres aeronaves con matrícula hb-hpb, xb-aec y xb-eat, que efectuaron nueve viajes de Reynosa al rancho del ex gobernador Enrique Cárdenas González; según el documento, las aeronaves eran utilizadas para transportar cocaína.85 En abril de 1987, Carlos F. Salinas Domínguez, ex director del Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales del pri, fue designado delegado estatal de la Dirección de Investigación y Seguridad Nacional (Disen), institución que sustituyó en 1985 a las antiguas Dirección Federal de Seguridad y Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación, por su titular, Pedro Vázquez Colmenares.86 Antes, Salinas Domínguez había publicado una columna política en el Diario de Nuevo Laredo. En 1994 fue entrevistado por el semanario Proceso, al que dio diversos detalles de la vinculación del tráfico de drogas en Tamaulipas y las estructuras de poder. Hizo referencias concretas a Juan Gastélum Castro, sinaloense de origen, quien fuera yerno del gobernador Enrique Cárdenas González. Según Salinas Domínguez, Gastélum Castro tenía relaciones de parentesco con Miguel Ángel Félix Gallardo.87

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86 87

declaraciones de semejantes testigos se hizo también patente en el caso de López Olivares, quien refirió en esa misma entrevista que la guerrilla chiapaneca estaba financiada por el narcotráfico. Evidentemente, López Olivares, quien enfrentaba la acción de la justicia por su participación en el asesinato de Casimiro El Cacho Espinosa Campos, según se verá más adelante, no podía estar al tanto de procesos en los cuales ya no estaba relacionado con García Ábrego. Amparo directo penal 327/2006. Quejoso: Roberto Rangel Gutiérrez. Magistrada ponente: Martha María del Carmen Hernández Álvarez. Acuerdo del Primer Tribunal Colegiado en Materia Penal del Segundo Circuito, 15 de noviembre de 2006, pp. 247 y 285. Prensa de Reynosa (1987), “Nuevo delegado del disen en N. Laredo”, 23 de abril, Reynosa, p. 4E. Proceso (1994), “Cárdenas González, Martínez Manautou, Américo Villarreal y Cavazos Lerma prohijaron corrupción y delincuencia. La versión de un complot exclusivo de priistas tamaulipecos, maniobra que encubre a personajes de alcance nacional”, 10 de octubre, versión electrónica.

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Transición generacional

Desde los primeros años de la década de los setenta existen ocasionales referencias mediáticas a la participación de los Guerra en el tráfico de drogas, como ocurrió a raíz de la incautación, en Nuevo León, de un camión que transportaba media tonelada de mariguana, destinada a Tamaulipas.88 Pero su repunte exponencial en el tráfico de drogas trasnacional comenzó a apreciarse en mayor medida en el periodo­ 1981-1987, con el arribo a la gubernatura de Emilio Martínez Manautou, pero, como se ha señalado ya, el poder de este personaje sobre la entidad se remonta­a su paso por las altas esferas del gobierno federal entre 1964 y 1970. Es preciso retroceder en el tiempo de la narración para apreciar la continuidad de su influencia y el nivel de la misma. Aunque asumió la gubernatura en el declive de su carrera, Martínez Manautou no era un personaje secundario en el contexto político nacional. Había sido senador­ de la República entre 1958 y 1964, secretario de la presidencia con Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y uno de los más fuertes candidatos a suceder a éste en el cargo, perdiendo la designación frente a Luis Echeverría. El poder que la cercanía con el presidente Gustavo Díaz Ordaz le había conferido, al grado de convertirle en uno de los favoritos para sucederle, le permitió incluso mantener una fuerte influencia sobre su estado natal; tan es así que el ex gobernador Manuel A. Ravizé, —quien gobernó la entidad del 5 de febrero de 1969 al 4 de febrero de 1975—, explícitamente señaló en una entrevista pública: A mí me puso Emilio Martínez Manautou, cuando era secretario de la Presidencia, en el régimen de Gustavo Díaz Ordaz. Con Emilio trataba cualquier asunto relacionado con Tamaulipas. Por eso, cuando destaparon a Luis Echeverría, mi primer impulso fue presentarle mi renuncia al presidente Díaz Ordaz. Le dije: “Don Gustavo, usted sabe que a mí me impulsó Emilio Martínez Manautou; a don Luis no lo conozco ni por teléfono. Y no quiero ser un problema. Así que por el bien de mi estado, renuncio”.

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El Mañana de Nuevo Laredo (1973), “Capturó la judicial de Nuevo León cargamento de mariguana y logró capturar a dos traficantes”, 21 de enero, Nuevo Laredo, p. 8, segunda sección.

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  Porque eso sí, Emilito siempre estuvo pendiente del estado. Él puso al secretario general de Gobierno, al oficial mayor, al jefe de la policía y a casi todos los alcaldes de los municipios importantes.89

Pero ésta no era la primera ocasión en que algunos actores de poder en el estado­ intentaron posicionar a Manuel A. Ravizé como candidato al gobierno de Tamaulipas. Ravizé tenía amistad con Rogerio de la Selva, secretario de la presidencia de Miguel Alemán Valdés. También con Juan Gómez Sariol, alcalde de Tampico entre 1943 y 1945, y administrador de la aduana de ese puerto, durante la administración de Alemán. Manuel A. Ravizé había sido operador de la campaña de Miguel Alemán en el estado, e incluso fungió como tesorero del Comité de Recepción­Pro Miguel Alemán. En febrero de 1947, Sariol escribió a De la Selva, para interceder por Ravizé, para quien solicitaba la titularidad de la Nacional Distribuidora en la localidad. Le adelantaba que el general Bonifacio Salinas Leal también le escribiría para abordar ese mismo asunto, y solicitaba una audiencia para tratarle directamente asuntos de la aduana al presidente Miguel Alemán.90 Aunque no existe registro de la pretendida carta mencionada por Sariol, el general Bonifacio Salinas Leal indudablemente operaba designaciones políticas en el estado. En un memorándum escrito en mayo de 1948, desde Tampico, la familiaridad­entre el militar y el presidente se muestra de manera evidente. Salinas Leal sugería obrar con tacto para evitar agitaciones políticas en esa localidad, previas a la designación del candidato del pri a presidente municipal. El general reportaba a Alemán sobre las potencialidades de los principales prospectos: Gabriel F. Legorreta, a quien vinculaba con Juan Andrew Almazán y con Ezequiel Padilla, opositores al régimen; Bartolo Rodríguez, de quien reconocía la amistad con el presidente, pero quien tenía, desde su punto de vista, alguna oposición de la clase obrera y a quien dedicaba sólo tres líneas en su mensaje; y Manuel A. Ravizé: Amigo y admirador de usted, y de su obra como Gobernante, colaborador activo en servicio de la colectividad, de solvencia moral reconocida, alejado de vicios, honesto, joven, entusiasta y de gran simpatía entre todos los grupos, ya obreros, del sector popular al que pertenece, como de la Patronal. Es en torno de este elemento, 89 90

Diario de Nuevo Laredo (1986), “Tamaulipas es un botín de caciques”, 23 de marzo, Nuevo Laredo, pp. 1 y 6, secc. C. agn, Arch. Pres. mav, exp. 710.11/317, fojas sin numerar. Sobre el antecedente de Juan Gómez Sariol como alcalde de Tampico, véase .

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donde se han unificado los Grupos Militantes y, no teniendo puntos vulnerables de ataque es visto con interés por todos los sectores del lugar.91

Como se recordará, el general Bonifacio Salinas Leal tenía estrechas ligas políticas con el general Raúl Gárate Legleu, gobernador de la entidad, y con el general­ Tiburcio Garza Zamora, integrantes de una facción de la camarilla alemanista que se había consolidado en la entidad desde 1947. Aunque no parece que Alemán hubiera apoyado la candidatura, la coincidencia entre los intereses de esta facción con la de Martínez Manautou se extendería también a otros campos, más allá del estrictamente político. Un documento de la dfs, firmado en 1970 por el delegado de la corporación en Nuevo León, Ricardo Condelle Gómez, dirigido a su entonces titular, capitán Luis de la Barreda Moreno, informaba de una reunión realizada el 24 de diciembre en el estado de Nuevo León, en el rancho de Juventino González Ramos —un ex diputado de la XLIV Legislatura del Congreso de la Unión, donde coincidió con Emilio Martínez Manautou, Carlos Hank González, Leopoldo Sánchez Celis y Tiburcio Garza Zamora—. El documento afirma que la participación de González Ramos era en calidad de representante del gobernador, Eduardo Livas Villarreal. El propósito del encuentro era “organizar el contrabando de acuerdo con la jefatura de la Primera Zona del Resguardo Aduanal con sede en la ciudad de Monterrey”.92 Asistieron el capitán Alfonso Domene —hermano de José Juan Domene, oficial mayor de la Secretaría de la Presidencia de la República, cuando esta oficina era dirigida por Emilio Martínez Manautou—, quien, según el documento, sostenía frecuentes reuniones con políticos que apoyaron las aspiraciones presidenciales de este último. Asimismo, José Cruz Contreras, ex presidente municipal de Reynosa y ex secretario de gobierno del gobernador Norberto Treviño Zapata, y Rafael Sierra de la Garza, presidente municipal de Reynosa, en funciones. También, personajes de antecedentes cuestionables, como Mario Flores Lara, traficante de personas; Lino González Pérez, traficante de drogas, contrabandista y concesionario de la cervecería Corona en Villa de Guadalupe, Nuevo León; y “Juan N. Guerra, famoso contrabandista, lenón y traficante de Matamoros, generoso contribuyente de la pre-campaña de su amigo, el Dr. Martínez Manautou”.93 La derrota de Martínez Manautou frente a Echeverría le mantuvo en el ostracismo durante el sexenio de éste, pero volvería a la vida pública como secretario de 91 92 93

agn, Arch. Pres. mav, Exp. 550/44, fojas sin numerar. agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 1, fojas 182-183. Ibid.

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Salubridad y Asistencia en el gobierno de José López Portillo, quien fue su colaborador en la Secretaría de la Presidencia durante el gobierno de Díaz Ordaz. Es López Portillo quien invita a Martínez Manautou a hacerse cargo del gobierno de Tamaulipas, a finales de los ochenta. Éste fue designado oficialmente candidato al gobierno del estado el 15 de junio de 1980.94 Su primer acto de campaña en la entidad tuvo lugar en Matamoros, en la Asamblea Estatal del Sector Obrero, donde expresó: No es casualidad que el Sector Obrero escogiera Matamoros para llevar a cabo su Convención; Matamoros representa para mí una etapa fundamental en mi vida […] Llegué aquí siendo un joven médico, aquí me forjé como hombre y como político,­mis hijos y mi esposa son matamorenses, aquí inicié mi vida política desde el honroso puesto de regidor del honorable Ayuntamiento de Matamoros, diputado­ federal,­senador por la República, secretario de la Presidencia, y hasta hace unas horas secretario de Salubridad y Asistencia.95

En efecto, Martínez Manautou había empezado su carrera política en Matamoros, Tamaulipas, como regidor del Ayuntamiento. Aspiró a la gubernatura del estado en 1962. La voluntad del presidente Adolfo López Mateos le fue adversa entonces, pues la designación recayó en Praxedis Balboa Gojon. La suerte le cambiaría cuando López Mateos designó como sucesor a Gustavo Díaz Ordaz, amigo cercano de Martínez Manautou. Sin embargo, un documento de la dfs —la policía­ política del régimen—, donde se había expuesto un análisis de los precandidatos, señaló las estrechas ligas de su cuñado, Augusto Cárdenas, ex alcalde matamorense,­ señalado como “cómplice de Juan N. Guerra, conocido contrabandista de toda clase de mercancías y aun de drogas”.96 Varios de los integrantes de la camarilla política a la que pertenecía Martínez Manautou tuvieron, aparentemente, un rol muy relevante en términos del crecimiento exponencial en el poderío de la familia de Juan N. Guerra. Vale la pena analizar quiénes eran los aliados de Martínez Manautou. 94 95 96

El Bravo de Matamoros (1980), “Servir y honrar a Tamaulipas; único poder al que aspira mm”, 16 de junio, Matamoros, p. 1, primera sección. El Mañana de Nuevo Laredo (1980), “En todo lugar hice honor a mi tierra y a mi gente: emm”, 9 de junio, Nuevo Laredo, p. 4, segunda sección. agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 1, foja 46. Documento “Estudio económico, social y político del estado de Tamaulipas”.

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Muchos de los personajes que habrían de respaldar su aspiración presidencial coincidieron con él en su paso por la XLIV Legislatura del Congreso de la Unión (1958-1961), cuando Emilio Martínez Manautou era senador por Tamaulipas. En esa misma legislatura, Leopoldo Sánchez Celis era senador por Sinaloa; Carlos Hank González era diputado por el Estado de México; Enrique Olivares Santana, diputado por Aguascalientes; y el general Tiburcio Garza Zamora, también diputado por Tamaulipas. Algunos de ellos tenían a su vez relación de cercanía personal y política con otros, como Alfonso Martínez Domínguez, Francisco Galindo Ochoa y Alfonso Corona del Rosal, todos ellos integrados al Comité Ejecutivo Nacional del pri, encabezado por este último. Según un reporte del director de la dfs, Manuel Rangel Escamilla, varios de los nombrados asistieron, por ejemplo, a una comida en el Tampico Club, de la ciudad de México, donde se reunieron el 11 de agosto de 1961, con el único propósito de “estrechar los lazos políticos y de amistad que los unen”.97 En efecto, en los años por venir respaldarían sus respectivas carreras políticas e intereses. Estos contactos se extendían también hacia algunos miembros del gabinete presidencial de Adolfo López Mateos, por ejemplo: un memorándum de la dfs fechado en agosto de 1962 —y también firmado por su propio titular de la época, coronel Manuel Rangel Escamilla—, refiere una reunión entre los ex presidentes Emilio Portes Gil, Lázaro Cárdenas y Adolfo Ruiz Cortines, donde el primero habría expresado que, en la sucesión en Tamaulipas, el secretario de Industria y Comercio de entonces, Raúl Salinas Lozano, apoyaba a Emilio Martínez Manautou­ para alcanzar la candidatura al gobierno del estado.98 Años más tarde, según declaraciones de su hijo, el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, Raúl Salinas Lozano le habría apoyado también en su búsqueda de la candidatura presidencial.99 Diversas evidencias apuntan a que varios de estos personajes desempeñarían un rol significativo en procesos de interés para este trabajo, que se agudizarían hacia los años ochenta, según se verá más adelante. 97

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agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, dfs, legajo 1 de 5, fojas 57 y 58. De los mencionados, los asistentes fueron Leopoldo Sánchez Celis, Carlos Hank González, Enrique Olivares Santana, Alfonso Martínez Domínguez, Francisco Galindo Ochoa y Alfonso Corona del Rosal. agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 1, fojas 60-62. Documento “Memorándum”. Castañeda, Jorge G. (1999), La herencia. Arqueología de la sucesión presidencial en México, Extra Alfaguara, México, p. 233.

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Carlos Hank González

A finales del sexenio de Díaz Ordaz, entre los personajes cercanos a Emilio Martínez que apoyaron sus aspiraciones presidenciales en la sucesión de 1970, se contaban el mencionado Carlos Hank González, ex titular de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo), ex gobernador del Estado de México, regente­ del Distrito Federal y anterior compañero de legislatura de aquél. Hank González tenía estrecha relación con Raúl Salinas Lozano, según documentos de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales, con quien compartía intereses en varios negocios, incluido el de la comercialización de la harina de maíz producida por la empresa de Roberto González Barrera, consuegro de Carlos Hank.100 En una entrevista concedida a cnn en español, Roberto González Barrera —una persona de origen humilde que no concluyó el primer año de educación secun­ daria— afirma que su suerte cambió cuando conoció a Juan González, quien se dedicaba al comercio en diversas localidades del norte de Nuevo León: Cerralvo, General Treviño, Melchor Ocampo, Parás y Agualeguas. Lo común del nombre no permite determinar, fuera de toda duda, que el personaje referido fuera precisamente Juan González el Chapeado. Sin embargo, dada la red social en la que se desenvolvía, la posibilidad no puede descartarse. Según González Barrera, conoció a Hank en 1959 durante la semana de toma de posesión del general Bonifacio Salinas Leal como gobernador de Baja California Sur. Hank González, entonces diputado por el Estado de México, apoyó al general para estructurar el gobierno estatal, y González Barrera ayudaba organizando audiencias. También colaboraba un personaje de nombre José Ortiz, futuro gobernador de Campeche y desarrollador­ del fraccionamiento Las Brisas, en Acapulco. Hacia finales de 1970, la compañía de González Barrera, productora de harina para hacer tortillas de maíz, Maseca, fue objetivo de compra para el equipo del presidente electo, Luis Echeverría. La administración saliente de Gustavo Díaz Ordaz le ofertó 400 millones de pesos. El propio Antonio Ortiz Mena, entonces secretario de Hacienda, sugirió a González Barrera no vender su empresa, y le ofreció a cambio gestionarle, a través de Nacional­ Financiera, un préstamo de 100 millones de dólares para que Maseca continuara desarrollándose. González Barrera habría recapacitado y reculó en la venta. Ortiz

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agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, dips, legajo 2, fojas 21-23.

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Mena se convertiría en uno de sus consejeros cercanos;101 otro de sus consejeros sería el propio Raúl Salinas Lozano.102 Carlos Hank González había sido gobernador del Estado de México, impulsado por Gustavo Díaz Ordaz, pero la mayor parte de su gestión coincidió con el gobierno de Luis Echeverría. Según el referido reporte de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación, fechado en marzo de 1974, Carlos Hank tenía relaciones políticas muy cercanas con Antonio Ortiz Mena, el sinaloense Leopoldo Sánchez Celis, el general Bonifacio Salinas Leal y con Raúl Salinas Lozano. Según el documento, el verdadero dueño de la empresa Maseca era el general Bonifacio Salinas Leal, a quien vinculaba en términos de parentesco con Raúl Salinas Lozano. Roberto González Barrera, ahijado del militar,­ estaría al frente de esta industria, protegida y favorecida por Carlos Hank cuando encabezó la Conasupo.103 La gestión de Hank como gobernador del Estado de México coincidió con las acciones del presidente Luis Echeverría, encaminadas a revitalizar la reforma agraria­ y expropiar algunos latifundios, entre ellos, las propiedades del coronel Carlos I. Serrano en Tamaulipas, según se discutió con anterioridad. Serrano también poseía intereses de tierras en el Estado de México, en el municipio de Santiago Tequixquiac, lugar en el que, junto a uno de sus socios, Gabriel Suárez, ex presidente municipal de Coacalco, habían despojado a varios ejidatarios para favorecer su empresa Leche Pura, S.A. Según un reporte de la dfs firmado por su titular, capitán Luis de la Barrera, el secretario general del Consejo Agrarista Mexicano, Humberto Serrano Pérez, solicitó el apoyo del gobernador Carlos Hank González, en agosto de 1971. Éste le conminó a que los ejidatarios que habían invadido las tierras que demandaban las abandonaran en un plazo no mayor de 24 horas o, de lo contrario, serían desalojados por la fuerza pública.104 En 1973, la dfs reportó que el expresidente Miguel Alemán Valdés acudió al informe de gobierno de Carlos Hank González.105 La dfs recopiló, poco tiempo después, una nota de prensa que aseguraba que Miguel Alemán Valdés apoyaba 101

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cnn-Expansión (2007), “González Barrera, el banquero improbable”, 29 de noviembre. El con-

tenido reproducido en tal entrevista es parte del capítulo de Alberto Bello, publicado en el libro de Zepeda Patterson, Jorge (2007), Los amos de México, Editorial Planeta, México. La versión aparecida en cnn-Expansión puede ser consultada en . Castañeda, Jorge G. (1999), op. cit., pp. 206 y 432. agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, dips, legajo 2, fojas 21 y 23. agn, versión pública del expediente de Carlos I. Serrano, dfs, legajo único, fojas 91-92. agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, dfs, legajo 2 de 5, foja 144.

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la candidatura de Carlos Hank a la presidencia de la República —hecho para el que estaba impedido, según las leyes de la época, por ser hijo de ciudadano extranjero—.106 Aparentemente, la relación entre Hank y Martínez Manautou se estrechó también en los negocios. Un hermano de Emilio Martínez Manautou, Federico, fue secretario general de Gobierno de Baja California de 1965 a 1971,107 y también alcalde de Mexicali, Baja California (1960-1962).108 Según reportes de la Dirección Federal de Seguridad, durante su gestión como secretario de Gobierno, Federico habría entrado en tensión con el gobernador de la entidad, Raúl Sánchez Díaz; por lo menos, eso consignaban los diarios locales de la época. Según el reporte de la dfs, los diarios atribuían la disputa al intento del gobernador por regular distintas actividades semiclandestinas, como el juego y la prostitución, hecho que generó resistencia en su secretario general de Gobierno, quien según la prensa, les brindaba protección. Federico, amparado por la posición de su hermano Emilio, como secretario de la Presidencia de la República, hacía caso omiso de los deseos de su superior jerárquico. El asunto llevó incluso a un desmentido signado por el propio titular de la dfs, Fernando Gutiérrez Barrios, quien exculpó elogiosamente al hermano del entonces poderoso presidenciable Emilio Martínez Manautou.109 De cualquier manera, años más tarde, una carta publicada en Proceso, por un lector de nombre Roberto Soto, aseguraba que en Baja California existían versiones de que Federico Martínez Manautou había recibido en obsequio una casa ubicada en Playas de Rosarito, que había sido en el pasado un casino; el obsequio era presuntamente de parte del empresario Johnny Alessio.110 Desde 1963, éste era el concesionario del hipódromo Agua Caliente.111 El referido Alessio estaba aparentemente vinculado con la mafia italoamericana. La propiedad de ese hipódromo y 106

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agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, dfs, legajo 2 de 5, fojas 158 y 182. La dfs también archivó otra nota semejante, aparecida en Guanajuato un año después, en 1974, que aseguraba que Miguel Alemán Valdés apoyaba la candidatura de Hank. Blancornelas, Jesús (1997), “Querer y no poder”, Pasaste a mi lado, Centro Cultural Tijuana, Tijuana. Enciclopedia de los municipios de México. Estado de Baja California. Mexicali, disponible en: . agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 1, fojas 109-111. Proceso (1984) (carta de lector), “Datos sobre Federico Martínez Manautou”, 18 de junio, versión en cd. Revista Fortuna (2005), “José María Guardia, ¡Me pueden llamar el zar de los casinos!”, septiembre­, versión en internet. El empresario José María Guardia narra cómo la concesión del hipódromo de Ciudad Juárez, que también tenía en concesión hasta 1990 el citado Johnny Alessio, le fue ofrecida por el entonces secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios.

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de diversos centros de apuestas relacionados han estado, desde hace años, vincu­ lados con la familia Hank.112 De hecho, el oficial mayor del gobierno del Estado de México, durante la gestión de Hank González, era Jesús Garduño, nombrado ge­ rente del hipódromo al término de la administración de aquél. Cuando Hank fue designado regente de la ciudad de México, Garduño regresó a la administración pública con la calidad de oficial mayor del Departamento del Distrito Federal.113 Como se recordará, el hipódromo y casino Agua Caliente había sido propiedad de Emilio Parra Hernández, presunto prestanombres de Miguel Alemán Valdés, vincu­lado con el referido John Alessio, personaje asociado a la mafia americana.114 En 1983 entraría en funciones el hipódromo de Nuevo Laredo, inaugurado por el gobernador Emilio Martínez Manautou.115 Con una inversión de 2 000 millones de pesos, el monto de las apuestas que en él se realizaban se estimaban, en 1984, entre los 50 000 y 60 000 dólares diarios.116 Leopoldo Sánchez Celis

Otra figura política que apoyó la precandidatura de Martínez Manautou fue Leopoldo Sánchez Celis, ex compañero de legislatura de aquél y de Hank. Fue gobernador de Sinaloa (1963-1968) y ha sido identificado por múltiples fuentes como amigo personal de Miguel Ángel Félix Gallardo, capo sinaloense y figura principal del tráfico de drogas en México en los años setenta y ochenta, quien desde su asentamiento en Guadalajara, Jalisco, inauguró el tráfico masivo de cocaína sudamericana hacia los Estados Unidos.117 A finales de 1990, Roberto Sánchez Duarte, hijo de Sánchez Celis, bautizado por Félix Gallardo, fue ejecutado con disparos de rifle de asalto AK-47, de pistola 112 113 114

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Martínez, José (1999), Las enseñanzas del profesor: indagación de Carlos Hank González. Lecciones de poder, impunidad y corrupción, Oceáno, México, pp. 161-173. Proceso (1984), “Alemán, Hank, Balsa, Larrea, Moreno Valle Jr., entre los dueños. El gobierno bendice y subsidia el juego en cuatro hipódromos”, 28 de mayo, versión cd. Lupsha, Peter A. (1995), “Transnational Narco-corruption and Narco-investment. A focus on Mexico”, primavera, disponible en . Ibid. Ibid. Sobre la relación entre Leopoldo Sánchez Celis y Miguel Ángel Félix Gallardo, véase Proceso (1989), “Alternaba públicamente con políticos y funcionarios. Félix Gallardo, ‘el hombre más buscado del mundo’ durante 18 años, nunca se ocultó”, 17 de abril, versión cd.

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.9 mm y con tiro de gracia, en Ecatepec, Estado de México. Su hermano Leopoldo, entonces asesor de Carlos Hank en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, expresó a la prensa: “Éste es un asunto de familia”.118 Tras el término de su mandato, Leopoldo Sánchez Celis fue acogido por Carlos­ Hank, entonces gobernador del Estado de México, a quien le confirió diversas responsabilidades de carácter agrario. Hank y Sánchez Celis estrecharon sus relaciones; de hecho, en el último informe de su gobierno, Hank hizo especial mención de gratitud a Sánchez Celis.119 Reportes de la dfs dan cuenta de las versiones de que “gran número de los diputados federales en funciones fueron financiados para sus campañas por el Prof. Hank González a través de Leopoldo Sánchez Celis”.120 Aparentemente, la capacidad de Sánchez Celis para conseguir recursos de campaña era proverbial. Ya en 1962, teniendo como contexto su precandidatura para alcanzar la gubernatura de Sinaloa, fuentes citadas por el reconocido historiador del tráfico de drogas en México, Luis Astorga, identificaban a Sánchez Celis como el candidato de los productores de adormidera (amapola), quienes aparentemente le proporcionaban financiamiento.121 La identidad específica de los mismos no fue mencionada. Sin embargo, reportes de la dfs refieren que entre los adinerados personajes sinaloenses que contribuyeron a la campaña, una vez consolidada la candidatura de Sánchez Celis, estuvieron “Canuto Ibarra, Gilberto Figueroa y Franco Olivier, de los Mochis; Miguel Leyson y José Chuy Sánchez, de Guasave; Germán Rosas, Alberto Bom Bustamante, Lic. Alejandro Barrantes, el propio Jesús Beltrán, Guillermo y Francisco Chavarría, de Culiacán”.122 Estos personajes reunieron un millón de pesos, mismos que le habrían proporcionado a Sánchez Celis, a través de Jesús Beltrán. Los cronistas de la historia sinaloense podrán informar mejor si entre estos personajes pudiera eventualmente encontrarse alguno de los señalados por las fuentes de Astorga.

118 119 120 121

122

Proceso (1990), “Asunto de familia, dijo su hermano. Rodolfo Sánchez Duarte y dos amigos, ametrallados”, 26 de noviembre, versión cd. agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, dfs, legajo 2 de 5, foja 274. agn, versión pública del expediente de Leopoldo Sánchez Celis, dfs, legajo 2, foja 216. Astorga, Luis (2003), Drogas sin fronteras. Los expedientes de una guerra permanente, Grijalbo, México, pp. 144-145. Astorga refiere una misiva de John Reese, estadounidense asentado en Mazatlán, Sinaloa, al capitán James Hamilton, de la División de Inteligencia de la policía de Los Ángeles. Véase John Reese al capitán James Hamilton, Intelligence Division, Los Angeles Police Department, Mazatlán, Sinaloa, 20 y 29 de agosto de 1962, dea, sfbndd, 1916-1970, rg, 170, nacp. agn, versión pública del expediente de Leopoldo Sánchez Celis, dfs, legajo 1, foja 96.

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La relación de Sánchez Celis con Martínez Manautou era estrecha. La Di­rec­ ción­de Investigaciones Políticas y Sociales reportó viajes que realizaban en conjunto Sánchez Celis y un hermano de Martínez Manautou, con quien recorrió varios municipios de Sinaloa durante una semana de abril de 1972.123 Sánchez Celis había apoyado las maniobras de Martínez Manautou para defenestrar al rector de la unam, Ignacio Chávez. Un informe de la dfs señala la operación del Grupo Sinaloa, integrado por estudiantes del Instituto Politécnico Nacional y de la Universidad Nacional Autónoma de México, que habrían participado en diversas actividades de movilización estudiantil, incluyendo la que condujo a la renuncia del referido rector. El informe señala explícitamente que “las actividades del llamado Grupo Sinaloa han tenido como común denominador a Leopoldo Sánchez Duarte,­ hijo del ex gobernador de Sinaloa, considerándose que a través de éste, ha llegado el dinero para las actividades de este grupo”.124 En 1966, las movilizaciones del grupo estudiantil de Sánchez Duarte, contaron con el trato benevolente del encargado de los Servicios Especiales de la policía de la ciudad de México, Raúl Mendiolea Cerecero.125 Mendiolea Cerecero era un personaje directamente vinculado con otro aliado de Martínez Manautou en la sucesión de Díaz Ordaz: Óscar Flores Sánchez, gobernador de Chihuahua a finales de los sesenta, y futuro procurador general de la República, en el gabinete de José López Portillo. Vale la pena mostrar la continuidad en la influencia de la camarilla alemanista sobre el sistema de procuración de justicia en México, que puede trazarse desde finales de los años cuarenta hasta bien entrados los años setenta. Es referencia aceptada que este grupo ha mantenido el control de las políticas financieras del país a través de personajes como Antonio Carrillo Flores, Antonio Ortiz Mena y los propios descendientes de este último.126 Sin embargo, un correlato que no parece del todo apreciado es que esa misma camarilla también mantuvo­ una fuerte influencia dentro de la Procuraduría General de la República (pgr), pieza fundamental para la contención —o auspicio— de actividades ilícitas.

123 124 125 126

agn, versión pública del expediente de Leopoldo Sánchez Celis, ips, legajo 1, foja 7. agn, versión pública del expediente de Leopoldo Sánchez Celis, dfs, legajo 2, foja 201. Proceso (1980), “De bandolero estudiantil a delegado del ddf. Sánchez Duarte, inventado como líder para la agresión al rector Chávez”, 21 de enero, versión cd. Gil Mendieta, Jorge y Samuel Schmidt (2005), Estudios sobre la red política de México, Laboratorio de Redes/Instituto de Investigaciones Matemáticas Aplicadas, unam, México, pp. 52-54.

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Por ejemplo, Carlos Franco Sodi, procurador general de justicia del Distrito Federal con Alemán, sería nombrado titular de la pgr (1952-1956).127 Entre 1956 y 1958, la institución estuvo encabezada por José Aguilar y Maya, quien ya había ejercido el cargo entre 1940 y 1946; fue compañero de gabinete de Alemán, y alcanzó la gubernatura de Guanajuato con su apoyo, durante su mandato presidencial. En 1958, el nuevo procurador fue Fernando López Arias, senador por Veracruz de 1946 a 1952 y amigo personal de Alemán.128 Con el cambio de gobierno de 1958, López Arias fue relevado por Óscar Treviño Ríos, quien fuera subprocurador bajo su mando. Este último fue sustituido en 1964 por Antonio Rocha Cordero, jurista ligado a Gonzalo N. Santos, en cuyo gobierno fuera procurador de justicia y secretario general.129 Santos fue uno de los promotores de Alemán para alcanzar la presidencia de la República;130 también tenía estrecha relación con el procurador José Aguilar y Maya.­131 Más aun, Rocha también había sido secretario general de Gobierno del gobernador Raúl Gárate Legleu, en Tamaulipas, en 1948.132 Julio Sánchez Vargas se hizo cargo de la pgr en 1967; entre 1947 y 1952 fue magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Distrito y Territorios Federales, designado por Miguel Alemán. En 1971, Pedro Ojeda Paullada fue nombrado titular de la pgr. Aunque Camp resalta su relación personal con el entonces presidente Luis Echeverría, diversas versiones señalan que inició su carrera con Miguel Alemán Velasco, hijo del ex mandatario del mismo nombre, quien le habría abierto las puertas de la política. Lo cierto es que Ojeda Paullada era consejero activo de la Fundación

127 128 129 130 131

132

Todos los siguientes datos biográficos fueron obtenidos en Camp, Roderic Ai (1992), op. cit., salvo que se señale otra fuente. Gil y Schmidt, op. cit., p. 55. Santos, Gonzalo N. (1984), Memorias, Grijalbo, México, pp. 777-778. Ibid., pp. 819-820. Ibid., pp. 760-763. Según información contenida en los Archivos Nacionales de los Estados Unidos,­el cacique potosino Gonzalo N. Santos, que ocupó múltiples cargos públicos incluyendo la gubernatura de San Luis Potosí entre 1943 y 1949, estaba involucrado en actividades de tráfico de drogas y contrabando. Véase Cedillo, Juan Alberto (2007), Los nazis en México, Debate, México,­p. 52. En esas mismas actividades estaría presuntamente involucrado Miguel Alemán Valdés, junto con otros políticos de la época. El autor intentó obtener copia de los documentos citados en ese trabajo en los Archivos Nacionales de Washington. La respuesta que se obtuvo del personal de esa institución fue que las referencias documentales citadas por Cedillo no eran suficientes para su localización. Juan Alberto Cedillo me proporcionó parte de los documentos, pero sin la fuente para citar el expediente. De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 812.

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Miguel Alemán,133 fue asistente asiduo a los homenajes luctuosos al ex presidente134 y mantuvo cercanía política notable con Alemán Velasco.135 Óscar Flores Sánchez

En 1976, tras el cambio de gobierno y la asunción a la presidencia de José López Portillo, Óscar Flores Sánchez fue designado procurador general de la República. Había sido subsecretario de Ganadería durante el sexenio de Miguel Alemán, con el encargo expreso del mandatario de asumir el problema de la fiebre aftosa, junto con Raúl Mendiolea Cerecero. En este nuevo encargo de procurador, Flores Sánchez lo designaría titular de la Policía Judicial Federal. De acuerdo con un documento de la dfs clasificado como secreto y fechado en agosto de 1978, Flores Sánchez fue partidario de Martínez Manautou en la sucesión de Díaz Ordaz. Además, era el protector político de Raúl Mendiolea Cerecero, quien bajo su gestión fue designado jefe de la Policía Judicial Federal. Flores Sánchez era también el promotor político de la carrera de Carlos Aguilar Garza, coordinador de agencias del Ministerio Público Federal en Sinaloa, Chihuahua y Durango, durante la Operación Cóndor, que comenzó en 1975 e implicó el despliegue de 10 000 militares que, junto con policías federales, realizaron acciones­ para erradicar cultivos ilícitos en la zona referida. El documento señala: Nosotros no tenemos evidencia alguna que demuestre que el Lic. Flores en una u otra forma haya estado inmiscuido directamente en este comercio, sin embargo, tenemos evidencias amplias de que algunos de sus más cercanos colaboradores sí estuvieron —y lo están actualmente— inmiscuidos, directa o indirectamente en el negocio del tráfico de drogas, y nosotros también pensamos que es imposible que Flores no tenga conocimiento de estas actividades pasadas y presentes.136

Entre los personajes cercanos a Flores Sánchez se menciona explícitamente a Mendiolea Cerecero y Aguilar Garza, a quienes la información caracterizaba, 133 134 135 136

Fundación Miguel Alemán, A.C. (2010), Informe anual de actividades 2009, disponible en , p. 54. Proceso (1984), “Muchos ex políticos recordaron a Alemán a un año de muerto, en una ceremonia”, núm. 0394-24, 21 de mayo, versión cd. Reforma (1999), “Abandona Televisa la familia Alemán: el efecto político”, 7 de abril, versión en línea. agn, versión pública del expediente de Raúl Mendiolea Cerecero, dfs, legajo 1, fojas 155-169.

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además,­como protectores operativos del narcotráfico.137 Presuntamente, uno de los principales contactos operativos de Miguel Ángel Félix Gallardo durante los años setenta, fue precisamente Carlos Aguilar Garza, quien años después sería trasladado­a Tamaulipas con las mismas funciones, prácticamente de manera simultánea a la designación de Martínez Manautou como candidato a gobernador de Tamaulipas, en 1980. Carlos Aguilar Garza fue designado coordinador en Tamaulipas el 17 de junio de 1980, dos días después del destape de Martínez Manautou como candidato a gobernador. La información a la prensa, relativa al nombramiento de Aguilar Garza, fue proporcionada por el propio procurador general de la República, Óscar Flores Sánchez, y por el director de la Policía Judicial Federal, general Raúl Mendiolea Cerecero.138 Años más tarde, en 1985, todavía durante el gobierno estatal de Martínez Manautou, Aguilar Garza se estrelló en Nuevo León, en una avioneta procedente de Chetumal, Quintana Roo, con destino a Nuevo Laredo, Tamaulipas. El piloto de la misma era el propio comandante de la Aeronáutica Civil del aeropuerto de esta ciudad, Manuel Amozorrutia, quien declaró ante las autoridades que en el avión transportaban cocaína y que Aguilar Garza participaba en el tráfico de la misma con Juan N. Guerra.139 El 16 de junio de 1980, un día después de que Emilio Martínez Manautou fue designado candidato del pri para el gobierno de Tamaulipas, Emilio López Parra fue nombrado nuevo comandante de la pjf en Matamoros, por instrucciones del titular de la corporación, Raúl Mendiolea Cerecero. Durante todo el año previo a su nombramiento había ejercido el mismo cargo en Tijuana, Baja California.140 En 137 138

139

140

Ibid. El Mañana de Reynosa (1980), “Nuevo coordinador de la campaña antidrogas”, 18 de junio, Reynosa, Tamaulipas, p. 6, tercera sección. Martínez Manautou había sido designado candidato dos días antes, el 15 de junio de ese año. Véase, también, El Bravo de Matamoros (1980), “Servir y honrar a Tamaulipas; único poder al que aspira MM”, 16 de junio, Matamoros, p. 1, primera sección. El acta de la Policía Judicial Federal que contiene la declaración de Amozorrutia aparece reproducida en un blog del periodista tamaulipeco Óscar Treviño, disponible en . El Bravo de Matamoros (1980), “Nuevo comandante de la Policía Judicial Federal en Matamoros”,­ 17 de junio, Matamoros, Tamaulipas, p. 8, primera sección. Otra fuente refiere que se desempeñaba en la plaza de San Luis Río Colorado, Sonora. Véase El Mañana de Reynosa (1980), “Nuevo comandante de la Judicial Federal”, 17 de junio, Reynosa, p. 8, segunda sección. De cualquier manera, esta plaza dependía de la misma Coordinación Regional de Agencias del Ministerio Público, a cargo de Carlos Aguilar Garza, en la misma época.

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ese periodo, el fiscal encargado de la Coordinación Regional de Agencias del Ministerio Público Federal en esa zona era Carlos Aguilar Garza. Una de las pocas investigaciones periodísticas que se han realizado respecto al tráfico de drogas en la entidad identifica a López Parra como primo de Juan García Ábrego y señala que también había fungido como agente de la dfs y como comandante de la pjf en Nuevo León.141 En mayo de 1989, López Parra fue detenido bajo la acusación de lavado de dinero. El 18 de noviembre de 1990 fue puesto en libertad con el argumento de falta de evidencias.142 En 1993, testigos protegidos de las autoridades estadounidenses brindaron testimonio de la protección institucional que Emilio López Parra proporcionaba a la organización de García Ábrego, con quien tenía amistad personal.143 Alfonso Martínez Domínguez

De nuevo, en 1980, el 14 de junio, un día antes de la designación de Martínez Manautou como candidato, otro personaje de los ámbitos de seguridad fue enviado­ a Tamaulipas. Se trataba del general de brigada Manuel Díaz Escobar, quien entonces ocupó el cargo de comandante de la Octava Zona Militar, con sede en Tancol, Tamaulipas. Pocos años antes, Díaz Escobar había estado a cargo de la Operación Cóndor en Badiraguato, Sinaloa, una de las localidades emblemáticas en la historia del narcotráfico en México.144 Manuel Díaz Escobar había sido el militar encargado de formar y entrenar al grupo paramilitar Los Halcones, en 1968, que intervino en la represión del movimiento estudiantil de ese año y, tres años más tarde, en la matanza de estudiantes del Jueves de Corpus, el 10 de junio de 1971. Díaz Escobar habría cumplido tal

141 142 143

144

Figueroa, op. cit., p. 98. Ibid. cr. no. h-93-167-SS, United States of America v. Juan García Ábrego, United States District Court for Southern District of Texas, Houston Division, Docket’s document 443, Appendix A to United States Memorandum in Support of its answer to motion for new trial and to 2255 motion and its request for rule 8(a) determination by USA as to Juan García Ábrego, filed. (pgalvan) (Entered: 01/21/2000), p. 6. El Mañana de Reynosa (1980), “Asumirá el mando militar”, 14 de junio, Reynosa, p. 1, tercera sección.

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función por instrucciones del general Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.145 Sin embargo, en 1971, Díaz Escobar operaba bajo el mando institucional de otro antiguo aliado de Martínez Manautou: Alfonso Martínez Domínguez, quien en 1980 fungía como gobernador de Nuevo León, estado vecino de Tamaulipas. Martínez Domínguez era otro de los damnificados políticos del triunfo de Luis Echeverría en la sucesión de Díaz Ordaz. Habiendo apoyado la precandidatura de Martínez Manautou, alcanzó una posición en el gabinete de Echeverría por su calidad de presidente del pri, durante la campaña de éste y por influencia de Gustavo Díaz Ordaz. La matanza del Jueves de Corpus había dado fin a su carrera, hasta que José López Portillo lo rehabilitó. Según un documento de la Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales fechado en agosto de 1973, tenía también estrechas relaciones con Carlos Hank González.146 En abril de 1974, un reporte de la dfs que aparece bajo el nombre del capitán Luis de la Barrera Moreno, exponía las relaciones de Alfonso Martínez Domínguez con el comandante del Resguardo Aduanal Interior de Torreón, Coahuila, Abelardo­ Manzo Puente. Hijo del general Amador Manzo Estévez y originario de Guadalajara, Jalisco, Abelardo Manzo había sido ayudante de plena confianza de Martínez Domínguez, en su función como presidente del cen del pri, y regente del Departamento del Distrito Federal durante la campaña presidencial de Echeverría y al inicio de su administración. Tras la salida de Martínez Domínguez del gabinete, había mantenido su relación cercana con éste y había sido nombrado al frente de la citada aduana, en 1971. Manzo ya se había desempeñado en esa aduana como segundo comandante, en 1968. El informe destacaba que tras haber llegado a Torreón sin dinero dos años después vivía con gran ostentación. A ocho meses de fungir como comandante del Resguardo Aduanal había adquirido un avión con valor aproximado de 600 000 pesos, y contratado a un piloto profesional,­al que pagaba un sueldo superior a los 6 000 pesos mensuales. En marzo de 1973, ese avión se había caído en Coahuila después de realizar un viaje al rancho La Marina Vieja, propiedad del subsecretario de Investigación y Ejecución Fiscal, Enrique Cárdenas González, en Tamaulipas. De acuerdo con el documento, Manzo­Puente­ envió celadores aduanales a resguardar los restos del aparato accidentado, quienes impidieron a los curiosos y a otras autoridades aproximarse al avión. Cuando estas 145 146

El Universal (2008), “Fallece el general Manuel Díaz Escobar, presunto creador de Los Halcones”,­ 11 de septiembre, versión en línea. agn, versión pública del expediente de Carlos Hank González, ips, legajo 1 de 3, foja 140.

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últimas pudieron hacerlo, sólo encontraron el cadáver del piloto, sin hallar ninguna­ huella de la carga transportada.147 Manzo Puente había comprado un segundo avión de mejor calidad. Según el mismo reporte, los viajes que esta última aeronave realizaba los hacía con el propio Manzo como única tripulación y, en ocasiones, sin nadie más que el propio piloto a bordo; asimismo, rentaba un avión bimotor. Ambos aparatos hacían viajes recurrentes­ a Laredo o a Cotulla, Texas, de donde partían hacia Tuxpan, Jalisco; también al rancho El Borrego, propiedad de Alfonso Martínez Domínguez, con quien Manzo Puente seguía sosteniendo una relación personal estrecha y se comunicaba­con frecuencia por teléfono. El resultado de estas llamadas era el viaje de Manzo, en alguno de estos aviones, a Monterrey o directamente al rancho de Martínez Domínguez. Según el documento, la dfs contaba con información confidencial acerca de que, en ocasiones, el avión transportaba armas o parque, como fue el caso de un cargamento que la corporación detectó, dirigido a Tuxpan, Jalisco, consistente en 50 cajas con 2 500 cartuchos para fusil de asalto AR-15 y 60 cajas con cartuchos para otros de tipo M-1 o M-2, así como ocho piezas de las primeras de estas armas.148 Según la dfs, el avión de Manzo Puente también era empleado con frecuencia por Rubén Zuno. Manzo realizaba varios viajes a diversas localidades de Jalisco para entrevistarse con él.149 En 1989, Rubén Zuno Arce sería uno de los personajes sentenciados por la justicia de los Estados Unidos, por su participación en el asesinato del agente de la dea, Enrique Camarena Salazar.150 Y en junio de 2010, Francisco Martínez Cárdenas, hijo de Alfonso Martínez Domínguez, fue arrestado por la Secretaría de Marina en Monterrey, Nuevo León, y puesto a disposición de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, tras ser detenido con un grupo de personas que por­

147 148 149 150

agn, versión pública del expediente de Alfonso Martínez Domínguez, dfs, legajo 6 de 9, fojas 101-106. Ibid. Ibid. Los Angeles Times (1989), “Camarena Indictment Names Business Figure: Narcotics: Rubén Zuno Arce is the 16th person to be charged in the kidnap-murder of the U.S. drug agent. He is a brother-in-law of a former president of Mexico”, 12 de diciembre, disponible en .

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taban seis armas largas, más de mil cartuchos y equipo de comunicación.151 Fue liberado tres meses más tarde por un amparo interpuesto para su defensa.152 Reacomodos en Matamoros

En Tamaulipas, cuando los grupos locales que habían llegado al poder con Echeverría presintieron que podían ser arrinconados de nueva cuenta en el cambio de gobierno local, buscaron afianzarse hasta donde les fue posible. Jorge Cárdenas González, hermano del ex gobernador Enrique Cárdenas González, se postuló como candidato opositor a la presidencia municipal de Matamoros, en 1980. El domingo 30 de noviembre de 1980, a las 10:00 am, el cierre de campaña del candidato Martínez Manautou tendría lugar en el mismo lugar donde había arrancado: Matamoros. Un acto similar estaba previsto por la tarde, para la clausura del proselitismo del candidato a la presidencia municipal de la localidad, Jorge Cárdenas González. En ese contexto, El Mañana de Nuevo Laredo publicó información enviada por su corresponsal en el puerto, que señalaba que el ejército patrullaba las calles de la ciudad desde el día anterior, con vehículos provistos con metralletas, generando temor entre los ciudadanos.153 El operativo estaba a cargo del comandante de la Zona Militar, Manuel Díaz Escobar. El mismo diario señaló que también desde el día anterior habían arribado a la localidad grupos de choque enviados por el entonces gobernador de Nuevo León, Alfonso Martínez Domínguez y por el dirigente petrolero, Joaquín Hernández Galicia, con la consigna de evitar que simpatizantes de la oposición se infiltraran en los contingentes de apoyo a Martínez Manautou para respaldar a Jorge Cárdenas­ González.154 Jorge Cárdenas González obtendría el triunfo en Matamoros, a pesar de la resistencia del aparato de gobierno. La relación entre éste y Martínez Manautou fue tensa, al grado que reportes de la Dirección de Investigaciones Políticas y So151

152

153 154

La Jornada (2010), “Confirman captura de hijo de Martínez Domínguez en NL. Lo tiene la siedo; le imputan nexos con el crimen organizado”, 29 de junio, disponible en . Milenio (2010), “Congratula a Mauricio liberación de hijo de Martínez Domínguez”, 13 de diciembre, disponible en . El Mañana de Nuevo Laredo (1980), “Patrulla el ejército en Matamoros; MM cierra su campaña”, 30 de noviembre, Nuevo Laredo, p. 1, segunda sección. Ibid.

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ciales de la Secretaría de Gobernación indicaban que el gobierno del estado le tenía detenido a su homólogo municipal el reparto de 40 millones de pesos correspondientes a las participaciones federales y estatales. Por esta razón, no estaba en condiciones de pagar una quincena de sueldo a 2 000 empleados municipales.155 El gobernador Emilio Martínez Manautou respaldaría —para alcanzar la candidatura del pri y suceder en 1984 a Jorge Cárdenas González en la alcaldía de Matamoros— a Jesús Roberto Guerra Velasco, hijo de Roberto Guerra Cárdenas, sobrino de Juan N. Guerra y primo de Juan García Ábrego. El trato de Martínez Manautou hacia el nuevo alcalde fue muy distinto. La misma dependencia de la Secretaría de Gobernación refirió en sus informes múltiples reuniones y giras que el gobernador y Guerra Velasco realizaron en conjunto, particularmente para inaugurar obras con inversión estatal y municipal, algunas de ellas valuadas hasta en 1 500 millones de pesos.156 Incluso realizarían actos conjuntos con el entonces secretario de la Defensa Nacional, Juan Arévalo Gardoqui, quien en visita oficial a algunos municipios de la entidad haría escala en Matamoros, donde sería recibido por el alcalde Guerra Velasco junto con el gobernador Martínez Manautou.157 Peculiar reunión de semejantes actores institucionales, teniendo en cuenta las múltiples versiones que señalan la participación del general Arévalo Gardoqui en el tráfico de drogas durante la época.158 De 1958 a 1964, el entonces mayor Juan Arévalo Gardoqui, originario de Chihuahua, era jefe de ayudantes del presidente Adolfo López Mateos, hecho que le mantenía en constante contacto con todas las personas que se acercaban al mandatario, incluyendo a los propios miembros del gabinete presidencial. Las oportunidades de hacer fortuna, en tales condiciones, no eran menores. En enero de 1960, una investigación de la dfs sobre la empresa Impulsora de Turismo de Baja California derivó en un reporte redactado por su titular, coronel Manuel Rangel Escamilla, quien estableció que ésta era propietaria de todas las máquinas tragamonedas que operaban en Tijuana, Mexicali y Ensenada. Se contaba con datos que apuntaban que la misma operaba incluso en San Luis Río Colorado, en Sonora; no obs155 156 157 158

agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, ips, legajo 1, foja 296. agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, ips, legajo 1, fojas 45, 47, 50 y 51. agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, ips, legajo 1, foja 72. Algunas de ellas pueden apreciarse en Astorga, Luis (2005), El siglo de las drogas. El narcotráfico­, del Porfiriato al nuevo milenio, Plaza y Janés, México, pp. 143-144. Véase, también, Proceso (1992), “Caracterizado como represor, a Bartlett se le acusa de ligar a Gobernación con el narco”, 8 de junio, versión cd.

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tante, tras verificar la información, se determinó que las establecidas en Baja California eran propiedad de esa compañía y que había obtenido permiso de las autoridades locales por injerencia del ex gobernador Braulio Maldonado. Sin embargo, aquellas que funcionaban en San Luis Río Colorado no eran propiedad de Impulsora de Turismo de Baja California, sino de un hermano del mayor Juan Arévalo Gardoqui, ayudante del presidente de la República.159 Impulsora de Turismo de Baja California contaba con el apoyo de Miguel Alemán Valdés, del coronel Carlos I. Serrano, del general Abelardo Rodríguez y del propio gobernador del estado, Eligio Esquivel Méndez.160 La Dirección Federal de Seguridad

En lo referente a la Dirección Federal de Seguridad, en 1980 el comandante Rafael Chao López era coordinador regional de la dfs en el noreste del país, razón por la que era el principal mando de la dependencia en Tamaulipas, cargo en el que se mantuvo hasta inicios de 1984.161 En 1973, Chao desempeñaba la función de jefe de vigilancia del estado —no se informa a qué institución pertenecía— en Sinaloa, según reporta el propio director de la dfs, capitán Luis de la Barreda Solórzano.162 De acuerdo con reportes de la dfs, desarrollaba tareas antinarcóticos, pues los mismos dan cuenta de la detención de diversos traficantes de droga en la región..163 Hacia finales de los setenta, Chao había sido enviado a la región noreste por instrucciones expresas del entonces director de la corporación, Miguel Nazar Haro.­164 Chao contaba con el respaldo de otro grupo político distinto al de Martínez Manautou: el que respaldaba a Nazar Haro, originalmente alineado bajo las órdenes de Fernando Gutiérrez Barrios. Hacia finales de los setenta, Nazar Haro habría cambiado su lealtad política hacia otro ex director federal de seguridad y relevante figura política: Javier García Paniagua.165 159 160 161 162 163 164 165

agn, versión pública del expediente de Juan Arévalo Gardoqui, dfs, legajo único, fojas 1-5. Ibid, foja 3. Diario de Nuevo Laredo (1984), “Carlos Aguilar Garza podría suceder a Chao López”, 23 de enero, Nuevo Laredo, p. 3 C. agn, versión pública del expediente de Rafael Chao López, dfs, legajo 1, foja 1. Ibid. agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 2, fojas 88-91. De Miguel Nazar Haro a Fernando Gutiérrez Barrios. Aguayo Quezada, Sergio (2001), La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México, Grijalbo, México, p. 234.

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Por estas razones, las actividades de Chao en Tamaulipas, entre finales de los setenta y principios de los ochenta, muestran más una extorsión directa hacia traficantes de droga, delincuentes diversos e incluso personas sin aparentes antecedentes delictivos.166 En 1979, la propia dfs reportó la detención de individuos que fungían como auxiliares del comandante Chao, dedicados a la extorsión.167 Chao López fue detenido cinco años más tarde en Manzanillo, Colima, tras la delación de su propio sobrino, quien fue arrestado con un cargamento de cocaína oculto en un camión que transportaba manzanas.168 Tiempo después, Chao López también fue mencionado como protector de grupos sinaloenses del narcotráfico. Específicamente, se le atribuye haber protegido,­ en 1985, la fuga hacia Sinaloa de familiares de Rafael Caro Quintero tras que éstos ultimaran a un agente de la Policía Federal de Caminos en Nuevo León.169 Asimismo, tras su detención, el propio Rafael Caro Quintero señaló que proporcionaba sobornos a Chao. Según una nota periodística a mediados de 1985, las autoridades federales habían detectado propiedades de Chao López con un valor conjunto de 2 000 millones de pesos.170 En Tamaulipas, la actuación de los elementos de la dfs encabezados por Chao estaba basada en los esquemas extorsivos tradicionales, en su trato con los traficantes­ de droga. Ello condujo a tensiones y disputas ocasionales entre los mismos, las cor­ poraciones policiacas locales y sus respaldos políticos, por una parte, y agentes de la dfs, por otra. Así se evidencia, por ejemplo, en las presiones políticas de los asociados de Martínez Manautou sobre los comandantes de la dfs, encaminadas a removerles. Semejante situación se puede apreciar también en lo expuesto en un documento que Miguel Nazar Haro, titular de la dfs, envía al subsecretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios, como respuesta a las quejas que a este último había dirigido el gobernador tamaulipeco, Emilio Martínez Manautou, sobre la conducta de Chao López y sus agentes. Nazar Haro negaba categóricamente las acusaciones de irregularidades y violencia contra policías locales que se hacían contra sus agentes.171 Por otra parte, también los agentes de la dfs hacían 166 167 168 169 170 171

agn, versión pública del expediente de Rafael Chao López, dfs, legajo 1, foja 6. agn, versión pública del expediente de Rafael Chao López, dfs, legajo 1, foja 2. El Norte (1989), “Delata Chao a otros quince implicados”, 13 de julio, Monterrey, versión en internet. El Norte (1989), “Chao protege a primos de Caro Quintero”, 5 de julio, Monterrey, versión en internet. Ibid. agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, dfs, legajo 2, fojas 88-91. Además, sobre las referidas presiones, véase El Mañana de Nuevo Laredo (1981), “Denuncian ante Gobernación y la pgr, abusos de la Federal de Seguridad”, 20 de mayo, Nuevo Laredo, p. 1,

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especial despliegue de sus capacidades de investigación para presionar al gobernador, como sucedió a raíz del supuesto contrabando de trailers cargados con tubería pvc, presuntamente propiedad de Martínez Manautou, que un comandante de la dfs persiguió con singular ahínco.172 De acuerdo con los antecedentes de los involucrados, según se ha visto, podría tratarse fundamentalmente de una disputa por el botín que el tráfico de drogas y otro tipo de contrabando representaban para diferentes grupos de poder pertenecientes a la clase política posrevolucionaria. A final de cuentas, los intereses económicos­sobre el tráfico de drogas habrían de diluir estas diferencias. Tras su arresto, en sus primeras declaraciones, Chao aceptó estar involucrado con el tráfico de drogas y señaló la participación de Carlos Aguilar Garza en la misma actividad. Especialmente, confirmó que el avión en el que este último se accidentó transportaba 600 kg de cocaína, y que el propio Chao se había encargado de garantizar­que la droga fuera sustraída de la avioneta y ocultada. Había provisto, asimismo, la protección inmediata de Aguilar Garza, del abogado y socio de éste, Miguel Ángel del Bosque Cardona, del piloto Manuel Amozorrutia Silva, del entonces comandante­de la dfs, Manuel García García, y del copiloto Fernando de la Jara Martínez,­quienes también fueron víctimas del accidente aéreo.173 En 1996, testigos protegidos presentados por la fiscalía en el juicio contra Juan García Ábrego, señalaron la relación de amistad cercana entre éste y Rafael Chao López, el comandante de la dfs encubridor de Carlos Aguilar Garza.174 Cocaína

Es esta etapa la que inaugura el tráfico masivo de cocaína por la región noreste del país, especialmente por Tamaulipas. Mientras que el coordinador de agencias del Ministerio Público Federal sustituido por Aguilar Garza declaró que entre abril de 1977 y junio de 1980 la Policía Judicial Federal confiscó solamente 10.4 kg de esta droga,175 en octubre de 1984 la prensa local consignó, en Nuevo Laredo,

172 173 174 175

segunda sección; El Bravo de Matamoros (1981), “Aprehenderán a Federales por extorsionadores”, 1 de julio, Matamoros, pp. 6-5, segunda sección; El Bravo de Matamoros (1982), “Se generaliza la protesta contra la dfs”, 12 de marzo, Matamoros, p. 1, segunda sección. agn, versión pública del expediente de Emilio Martínez Manautou, ips, legajo 2, fojas 20-21. El Norte (1989) “Delata Chao a otros quince…”, versión electrónica. cr. no. h-93-167-SS, Docket’s document 443, p. 6. El Mañana de Nuevo Laredo (1980), “Transfieren a Sonora al Lic. Juárez Jiménez”, 17 de junio, Nuevo Laredo, p. 5, segunda sección.

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Tamaulipas,­la incautación de cocaína más cuantiosa hasta entonces en la historia del país: 300 kg.176 Éstos procedían de Medellín, Colombia y, antes de arribar a Tamaulipas, fueron transportados a Guadalajara, Jalisco, zona entonces controlada por la organización de Miguel Ángel Félix Gallardo, a quien se ha mencionado con anterioridad.177 Un año más tarde, en 1985, el asesinato del agente de la dea, Enrique Camarena Salazar, derivó en la investigación de varios comandantes policiacos. En ese contexto, también se ordenó la detención del comandante de la Policía Judicial Federal, Rogelio Hirachi Coutiño, quien se desempeñaba en Baja California, pero había sido varios años el coordinador de esa corporación en la Zona 11, que comprendía Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Un lugarteniente de Caro Quintero, José Contreras Subías, declaró que personalmente había proporcionado dinero a Hirachi para que permitiera el paso de más de 20 toneladas de mariguana pertenecientes a su jefe, por Nuevo Laredo. Según la nota de prensa, Hirachi también recibía pagos de traficantes de personas, incluido Arturo Martínez Herrera El Texas, líder de una organización que décadas más tarde participaría también en el tráfico de drogas en Nuevo Laredo y que desde entonces contaba con una importante visibilidad pública. Asimismo, Hirachi habría estado involucrado en la protección de aquel histórico cargamento de 368 kg de cocaína que había sido decomisada por Guillermo González Calderoni en Nuevo Laredo. Según Subías, esa droga pertenecía a Miguel Ángel Félix Gallardo y a Ernesto Fonseca Carrillo Don Neto. Hirachi había sido transferido a Tijuana antes de que el cargamento aterrizara.178 Según declaraciones de testigos protegidos, Guillermo González Calderoni, un comandante policiaco que cobraría especial relevancia en el sexenio 1988-1994, cuando fue designado director de Intercepción Aérea, Terrestre y Marítima de la Policía Judicial Federal, era uno de los protectores de la organización de Juan N. Guerra y Juan García Ábrego.179 En ese sexenio, González Calderoni operaría di176 177 178 179

Diario de Nuevo Laredo (1984), “Confirman captura de contrabando de cocaína más grande de [la] historia”, 6 de noviembre, Nuevo Laredo, p. 3C. Diario de Nuevo Laredo (1984), “Habrá más detenciones aquí”, 16 de noviembre, Nuevo Laredo, p. 6 C. El Mañana de Nuevo Laredo (1985), “Hirachi Coutiño es buscado por Interpol”, 14 de abril, Nuevo Laredo, pp. 1 y 5, primera sección. Proceso (1994), “Como brazo derecho de Coello Trejo, obtuvo del Cártel del Golfo unos 50 millones de dólares, según un cómplice de García Ábrego. González Calderoni, hilo de la maraña de corrupción y compadrazgos entre altos funcionarios mexicanos y narcotraficantes”, 26 de septiembre, versión digital. Véase, también, Proceso (1994), “Expediente de la Procuraduría de la República sobre el imperio de García Ábrego. Contubernio de autoridades civiles y policiacas con el Cártel del Golfo”, 3 de octubre, versión digital. En una entrevista con la cadena de televisión

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rectamente bajo la supervisión del subprocurador antinarcóticos, Javier Coello Trejo. Hacia 1993, González Calderoni se separó de sus funciones y viajó a los Estados Unidos al enterarse de la existencia de una investigación en su contra. Según el entonces subprocurador general de la República, Alfonso Navarrete Prida, esa investigación evidenció que González Calderoni era dueño de 400 tráilers, casas, joyas y vehículos que rebasaban con mucho sus ingresos como servidor público.­180 En los Estados Unidos obtuvo inicialmente la protección de la dea, según expuso Héctor Berrellez, ex funcionario de esa corporación, hasta que recibió órdenes de retirársela y no volver a hablar con él. Fue entonces cuando el fbi lo detuvo, en julio de 1994, en Las Vegas, Nevada.181 En febrero de 2003 fue asesinado en las calles de McAllen, Texas. De acuerdo con la documentación contenida en el caso penal contra Juan García Ábrego, en Houston, Texas, éste habría empezado a traficar mariguana en 1979, con Casimiro Espinosa Campos el Cacho. Después cambió al mercado de la cocaína, porque la primera era una droga de estación. A mediados de los años ochenta ya estaba en condiciones de imponer a otros traficantes el pago de dinero por cada avioneta cargada con cocaína que arribara a Matamoros, a cambio de que aquéllos no tuvieran problemas con las autoridades. Ese fue el caso de Fernando Martínez el Aguacate, personaje que había sido introducido a García Ábrego a través de Reséndez Bertolucci. Aceptó pagar 200 000 dólares por cada avioneta.182 Tiempo después, las condiciones del acuerdo habrían sido cambiadas por el propio García Ábrego, quien habría arreglado con los colombianos que recibiría en especie­ 40% o 50% de cada cargamento a cambio de su transporte.183 Aunque algunos de los traficantes que utilizaban la ruta de Matamoros recibían la cocaína del Cártel de Medellín y pagaban derecho de piso a la organización de

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181

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pbs, realizada el 10 de octubre de 2000, González Calderoni dio su propia versión de las cosas. Ahí reconoció tener una relación de amistad desde la niñez con Juan García Ábrego, si bien aseguraba que no era su socio. La transcripción de esta entrevista en inglés puede encontrarse en pbs (2000), “Drug Wars: Part Two”, 10 de octubre, disponible en . El Universal (2003), “Ejecutan en McAllen a González Calderoni. Hechos: de un tiro en el cuello ultiman al excomandante; autoridades de EU desconocen aún los motivos; presumen ajuste de cuentas de Osiel Cárdenas”, 6 de febrero, versión en línea. El Universal (2001), “Revela González Calderoni ser amigo de Juan García Ábrego. Rompe el silencio el ex funcionario de la Procuraduría General de la República y ofrece nueva información sobre el narcotráfico; permanece en una prisión de Texas”, 22 de agosto, versión en línea. cr. no. h-93-167-SS, United States of America v. Juan García Ábrego, Docket’s document 443, pp. 4-5. Ibid., p. 9.

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García Ábrego, a través de sus principales operadores, Óscar Malherbe y Luis Medrano, la muerte de algunos de ellos, como Jesús Chuy Espinoza, en 1986, derivó en que los traficantes independientes fueran crecientemente absorbidos por la estructura delictiva de García Ábrego. Comenzaron a adquirir la cocaína que les proporcionaban Malherbe y Medrano, quienes la compraban al Cártel de Cali.184 García Ábrego adquirió ranchos en Soto La Marina y San Fernando, donde aviones Turbo Commander colombianos, cargados de cocaína, aterrizaban para entregar su mercancía, que continuaba su traslado hacia Matamoros en avionetas de menor dimensión.185 El 12 de agosto de 1986, el procurador general de la República, Sergio García Ramírez, anunció en Culiacán, Sinaloa, el inicio de la Operación Pacífico VII, en días previos a su reunión con su homólogo estadounidense, Edward Meese. En ese contexto, dio a conocer datos estadísticos sobre el decomiso de drogas, informó que entre 1975 y 1984 se había incautado en el país un total de 2 303.5 kg de cocaína; en 1985 se decomisaron 2 562.7 kg de la misma sustancia; y en los seis meses transcurridos desde su declaración hasta entonces, se incautaron 3 578.6 kg.186 El volumen del tráfico se distanciaba considerablemente de las proporciones que, en principio, podrían suponerse partiendo de la consideración de las cantidades incautadas y de la hipótesis de un esfuerzo decidido de las autoridades me­ xicanas de la época. Sólo el 11 de agosto de 1986, en una sola acción, 450 kg de cocaína fueron decomisados por corporaciones estadounidenses en McAllen, Texas, ciudad estadounidense que colinda con Reynosa, Tamaulipas.187 El día 23 del mismo mes, la prensa de Nuevo Laredo anunció que la policía mexicana había incautado 350 kg de cocaína en Matamoros.188 Semejantes cantidades parecen muy modestas a la luz de los decomisos que tendrían lugar en los años por venir, sin embargo, evidencian un agudo incremento en el tráfico de cocaína. El 13 de agosto, el senador demócrata por Arizona, Dennis Deconsini, se reunió con el presidente Miguel de la Madrid, en la embajada de México en Washing­ ton, D.C., previamente a la reunión del mandatario con su homólogo estadou­ni­ dense,­ Ronald Reagan. Le solicitaba investigar al gobernador de Sinaloa, Antonio 184 185 186 187 188

Ibid., pp. 4-5. Ibid., pp. 5-6. Diario de Nuevo Laredo (1986), “Operativo conjunto México-EU contra armas y drogas”, 12 de agosto, Nuevo Laredo, p. 1A. Diario de Nuevo Laredo (1986), “Aprehende la Federal a dos narcotraficantes”, 16 de agosto, Nuevo Laredo, p. 3C. Diario de Nuevo Laredo (1986), “Confiscan en Matamoros cargamento de cocaína”, 23 de agosto, Nuevo Laredo, p. 3A.

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Toledo Corro, y al ex gobernador de Sonora, Manuel Ocaña, de quienes afirmaba tener información que los incriminaba como participantes directos en el tráfico de drogas.­También le proporcionó información sobre agentes y mandos de la Policía Judicial Federal involucrados en el mismo ilícito. El presidente mexicano se mostró receptivo, pero insistió en que semejantes asuntos eran cuestión de competencia exclusiva de México.189 Cuestiones equivalentes en el noreste mexicano no fueron mencionadas. Aparentemente, la atención se focalizaba en regiones geográficas lejanas a Tamaulipas, donde se pasaron por alto los procesos ya presentes y en marcha, que harían de la entidad uno de los principales puntos de exportación­de cocaína y otras drogas en las siguientes décadas. Todo ello, a pesar de que dos decomisos de cocaína ocurridos en la zona fronteriza Texas-Tamaulipas, con escasos días de diferencia, arrojaban cifras equivalentes a 21% de todo lo asegurado en México en el transcurso de 1986, y a 29% de la cantidad incautada en 1985. En la primavera de 1990, un grupo de operadores de la organización de Juan García Ábrego se reunió con compradores estadounidenses en Houston, Texas. Los primeros informaron a sus clientes que estaban bien conectados con las más altas esferas del gobierno mexicano y que estaban alistándose para introducir un cargamento de 40 toneladas de cocaína.190 Para entonces, su margen de operación se extendía hasta Nueva York, a donde transportaban cargamentos con regularidad.191 El homicidio de Casimiro Espinosa Campos, el Cacho

Es también a mediados de los ochenta cuando inicia un recrudecimiento de la violencia asociada al narcotráfico en Tamaulipas, con el aparente propósito de consolidar a la organización delictiva de Juan N. Guerra y su sobrino, Juan García Ábrego. Manuel Amozorrutia, el piloto de Carlos Aguilar Garza, quien atestiguó el transporte de cocaína en el incidente del avionazo, dio también fe de la vinculación de Aguilar Garza y Juan N. Guerra en el tráfico de drogas. En mayo de 1984, ambos habrían autorizado la ejecución de un antiguo asociado en el narcotráfico,

189 190 191

Diario de Nuevo Laredo (1986), “Toledo Corro y Manuel Ocaña sí son narcos dicen a mmh”, 13 de agosto, Nuevo Laredo, p. 1A. cr. no. h-93-167-SS, Docket’s document 443, p. 33. Ibid., pp. 20 y 22.

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Casimiro Espinosa Campos el Cacho, en Matamoros, hecho que ocurriría ya bajo la supervisión operativa de Juan García Ábrego.192 De acuerdo con la investigación de la dfs, que consta en un memorándum en los archivos de esa institución, y que recoge la versión de Óscar López Olivares el Profe, subordinado de Juan García Ábrego y Juan N. Guerra, Casimiro Espinosa Campos se había dirigido a la casa del primero para matarlo.193 Varios años después, López Olivares sería testigo protegido de las autoridades estadounidenses y proporcionaría testimonio judicial en contra de García Ábrego. La dfs señalaba tener conocimiento de que tanto López Olivares como Espinosa­ Campos se dedicaban al tráfico de drogas, pero afirmaba ignorar su rol espe­cífico. Según la versión de López Olivares, entre ambos existían antiguas renci­llas, porque cinco meses atrás Espinosa Campos había golpeado las extremidades inferiores de aquél, con la cacha de su pistola, y le había amenazado de muerte. En consecuencia, al verlo venir hacia su domicilio, López Olivares se pertrechó con una ametralladora­ y repelió a balazos los disparos que Espinosa Campos le habría hecho. López Olivares ignoraba el número de impactos que había causado a el Cacho.194 Espinosa, por su parte, con varias heridas de bala, habría logrado regresar a su vehículo, en el que se alejó en busca de auxilio. A algunas cuadras de distancia del domicilio donde habían sucedido los hechos, Espinosa Campos impactó su vehículo­contra otro, lo que motivó el arribo de un policía de tránsito, a quien entregó su pistola Browning calibre .9mm, tras lo cual fue internado en el hospital Alfredo Pumarejo. Ahí recibió las primeras atenciones médicas, fue sometido a una intervención quirúrgica y se determinó que había recibido un impacto en el tórax, que le dañó un pulmón. La operación tuvo lugar a las 9:30 horas y, ese mismo día, a las 16:00 horas, fue trasladado a un sanatorio particular, la Clínica Raya, propiedad del Dr. Alfredo Raya Barragán.195 La versión parece un tanto inconsistente, pues no se determina cómo le habría disparado Espinosa Campos a su oponente sin ingresar a su domicilio. Algunas notas de prensa también consignaron la versión de Casimiro Espinosa, quien había acudido al domicilio de López Olivares, tras una invitación de éste a tomar un café, lo que constituía una celada para matarlo, pues al tocar el timbre fue recibido a disparos por López Olivares, quien se encontraba en compañía de otro sujeto, Enrique Ortiz Castillo. Añadía detalles de la versión de López Olivares, quien 192 193 194 195

Ibid., pp. 2-3. agn, versión pública del expediente de Casimiro Espinosa Campos, dfs, legajo único, foja 1. Ibid. Ibid.

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afirmaba haber sido agredido a balazos por Espinosa Campos en el momento en que le abría la puerta, es decir, prácticamente a quemarropa, logrando evadir los impactos al pegarse a una pared.196 Más allá de la controversia en las declaraciones de ambos participantes, el reporte­de la dfs expone que López Olivares no había sido detenido, a pesar de herir a su adversario con una metralleta Thompson calibre .45, que no se precisa si le fue requisada o no. Por el contrario, el inspector Ernesto Danaché Cantú, perteneciente­a la Inspección de Policía de Matamoros —que dependía de la presidencia municipal—, ordenó vigilancia policiaca en el domicilio de López Olivares en prevención de un atentado.197 El reporte establecía que el agente del Ministerio­Público local, Jorge Valdés Zayas, le había tomado su declaración ministerial en el propio domicilio, sin reparar en las lesiones que éste había provocado ni en su posesión y disparo de un arma de fuego de uso exclusivo de las fuerzas armadas.198 Lo más significativo es que exponía que el día de los hechos, tras la agresión cometida, López Olivares había recibido en su domicilio la visita del comandante Emilio López Parra, quien arribó armado con metralleta, al igual que otros dos sujetos que lo acompañaban. López Parra y los otros personajes habían permanecido­ en la casa de El Profe de las 18:00 a las 20:00 horas, de la que salieron sin ningún incidente. Según el reporte, la prensa había identificado a López Parra como comandante de la dfs, hecho que el propio redactor del documento confirmaba, tras consultar al delegado estatal de la institución, Fernando Zárate Cosío, quien explicó que López Parra estaba comisionado bajo las órdenes del comandante Rafael Chao López, en Monterrey, Nuevo León.199 Documentos probatorios aportados por la fiscalía en el juicio contra Juan García Ábrego en 1996, y que le valieron una sentencia condenatoria, muestran que, entre otros funcionarios, Emilio López Parra, que en realidad era un comandante de la Policía Judicial Federal, y Rafael Chao López, de la dfs, formaban parte de la estructura de protección de la organización delictiva, con quienes les unía, además, una estrecha amistad.200 No fue sino hasta dos días después de los hechos cuando el Ministerio Público estatal giró 196 197 198 199 200

Prensa de Reynosa (1984), “Herido en una gangsteril emboscada. Maestro invita a un sujeto a su casa a tomar café y lo recibe con ráfagas de metralleta”, 16 de mayo, Reynosa, p. 8A. agn, versión pública del expediente de Casimiro Espinosa Campos, dfs, legajo único, foja 1. Ibid. Ibid., foja 2. cr. no. h-93-167-ss, United States of America v. Juan García Ábrego, Docket’s document 443, p. 6.

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orden de aprehensión en contra de López Olivares, a quien, sin embargo, nunca detuvieron.201 El fallido intento original de asesinar a Espinosa Campos derivó en un nuevo atentado, mientras Espinosa convalecía de sus heridas en un hospital en Mata­ moros.­202 El 17 de mayo de 1984 un grupo armado tomó por asalto la Clínica Raya buscando rematar a Casimiro Espinosa Campos. La prensa describió los hechos como un baño de sangre. Los pistoleros ingresaron al hospital y dispararon de manera indiscriminada hacia el interior de varias habitaciones. Espinosa Campos, quien se encontraba en la número 6, se ocultó debajo de la cama cuando escuchó el estruendo causado por los disparos. Según la nota periodística, la pared del cuarto presentaba huellas de más de 200 impactos de bala.203 Frente al sanatorio se encontraba la casa del Cacho, que era resguardada por sus propios pistoleros, quienes intentaron repeler la agresión, lo que obligó a que el grupo armado que había atacado las instalaciones sanitarias se diera a la fuga. Como resultado inmediato del atentado, cinco personas murieron: un policía, dos visitantes, una paciente y la propia hermana del Cacho, Norma Alicia Espinosa Campos. Tras los hechos de violencia, el ejército intervino estableciendo un perímetro de seguridad en torno a la clínica.204 Paradójicamente, Espinosa Campos sobrevivió al nuevo intento de asesinato. Con el deceso posterior de otras dos víctimas circunstanciales del ataque, un total de siete personas internadas en la clínica murieron en lo que podría ser considerada la primera irrupción pública, altamente violenta, de la organización del Cártel del Golfo. El gobernador Emilio Martínez Manautou envió a Matamoros al subprocurador general de Justicia del estado, Leopoldo Bello López, para que participara con las autoridades federales en la investigación del caso. El presidente municipal, 201

202 203 204

Si la prensa fue irónica o candorosa en su cobertura del caso, es difícil de determinar. Lo cierto es que el 17 de mayo una nota periodística señalaba que López Olivares seguía oculto en su domicilio particular, ubicado en la esquina de las calles Palito Blanco y 21. Véase Prensa de Reynosa (1984), “Rumores de que huyó el heridor de El Cacho”, 17 de mayo, Reynosa, p. 6C. La orden de aprehensión había sido girada por el mismo fiscal que le había tomado su declaración, Jorge Valdés Zayas. cr. no. h-93-167-ss, United States of America v. Juan García Ábrego, Docket’s document 443, pp. 2-3. Diario de Nuevo Laredo (1984), “Resurge la mafia. Corre la sangre en Matamoros”, 18 de mayo, p. 6C. Ibid.

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Jesús Roberto Guerra Velasco, suspendió su estancia en el Distrito Federal y envió un mensaje a través de un vocero municipal, Rafael Romero, señalando que había decretado drásticas medidas de vigilancia en la ciudad, en prevención de que ocurrieran nuevos choques violentos entre las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas.205 También, el jefe de la Policía Judicial del estado, Ricardo Zolezzi Cavazos, con antigua relación con la familia Guerra, declaró que había ordenado a su personal que se aclarara la matanza.206 No era ésta una estrategia nueva de las autoridades ante hechos de violencia que habían conmocionado a los habitantes de Matamoros en otros momentos de su historia reciente, pero, al igual que entonces, era bastante­funcional para simular una respuesta pronta y eficiente del gobierno. El grupo armado había desaparecido y —según expresaban los voceros gubernamentales— se había ocultado en Brownsville, Texas, pero, el cuñado de Casimiro Espinosa, Roberto Chapa el Chapita, se encontraba bajo custodia policial por haber sido testigo presencial de los hechos. Chapa proporcionó su testimonio de que el grupo armado responsable de la agresión se trasladaba en una camioneta pick-up y en un automóvil Grand Marquis, vestían ropa de camuflaje y empezaron a disparar a la residencia del Cacho, al tiempo que otra parte del grupo se internaba en el hospital. De cualquier manera —y con argumentos que habrían de ser la constante algunas décadas después ante nuevos hechos de violencia de alto impacto—, Salvador del Toro Rosales, ex coordinador de agentes del Ministerio Público en el noreste del país y entonces jefe de las corporaciones municipales de Matamoros, exponía de manera escueta que éstas no contaban con personal ni recursos suficientes para enfrentar a bandas bien armadas. Casimiro Espinosa permanecía fuertemente resguardado en su casa, donde sus guardaespaldas habían instalado un “nido” de metralletas en la azotea, al tiempo que patrullas de policía mantenían bloqueados los accesos de las calles. 207 El 20 de mayo de 1984, la prensa reportó la muerte de Casimiro Espinosa Campos el Cacho. Sus allegados habían intentado trasladarlo en avión a la ciudad de México, porque sus heridas se habían agravado debido a los movimientos bruscos­que debió realizar para salvar su vida, en el atentado en la Clínica Raya. Entró en coma en pleno vuelo y los doctores que lo acompañaban —incluido

205 206 207

Diario de Nuevo Laredo (1984), “Investigan masacre de Matamoros”, 19 de mayo, Nuevo Laredo, p. 6C. El Bravo de Matamoros (1984), “Son novatos los asesinos: Zolezzi. Resolveré el caso, prometió”, 19 de mayo, Matamoros, p. 4B. Ibid.

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Alfonso Raya, dueño del sanatorio— decidieron aterrizar en Monterrey para que recibiera atención urgente. Espinosa expiró en el trayecto.208 Aunque la causa de la muerte no era especialmente controvertida y los médicos que supervisaban el traslado podían dar fe del hecho, los acompañantes del Cacho —sus hermanas, su sobrino, dos guardaespaldas e incluso los propios galenos— fueron puestos bajo custodia por la Policía Judicial Federal en Nuevo León y trasladados en calidad de detenidos a Matamoros en un avión especial de la Procuraduría General de la República.209 En esta localidad, las corporaciones policiacas, que habían recibido refuerzos, realizaron múltiples detenciones entre los allegados y colaboradores de Casimiro Espinosa Campos. El día anterior habían llegado a Matamoros 25 agentes de la pjf, bajo la dirección del comandante Miguel Aldana Ibarra.210 El trato recibido por López Olivares no podía ser más contrastante. El fiscal del fuero común, Jorge Valdés Zozaya, había acudido personalmente a tomar la declaración del Profe, y sólo de manera tardía expidió la orden de aprehensión, de manera que éste había seguido libre. La prensa hizo referencia a los rumores de un presunto pago de cuatro millones de pesos que el agente del Ministerio Público habría recibido por favorecer a López Olivares.211 Paradójicamente, un informe adicional de la dfs, del 17 de mayo de 1984 a las 17:05, dijo que la corporación había recibido reportes de la Dirección de Seguridad Pública del municipio, que halló los vehículos, armas y objetos empleados en el ataque a la Clínica Raya en puntos distintos de Matamoros. De los vehículos, el Grand Marquis carecía de placas, pero era de procedencia estadounidense y tenía datos del propietario. La camioneta pick-up fue hallada en otro lugar; tampoco tenía placas, pero estaba blindada y contaba con reporte de robo desde 1983 ante la policía de Brownsville, Texas. Cada uno de estos vehículos portaba armas y cargadores de abastecimiento. En un tercer punto, la policía encontró fusiles automáticos AR-15 y semiautomáticos calibre .762, pistolas calibre .45 y múltiples cargadores, así como ropa de camuflaje con etiquetas de la tienda Batsell’s, de Brownsville, Texas. Todo esto permanecía bajo la custodia de la Dirección de Seguridad Pública municipal a cargo de Salvador del Toro Rosales, quien, junto con Antonio Sánchez Torres, jefe de grupo de la Policía Judicial, era el encargado de 208 209 210 211

Diario de Nuevo Laredo (1984), “Muere El Cacho; culpan al alcalde. Nube de agente ‘de élite’ de la pgr. Orden de aprehensión contra responsables”, 20 de mayo, Matamoros, p. 6C. Ibid. Ibid. Ibid.

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llevar a cabo la investigación, que no había derivado en ninguna detención de los integrantes del grupo armado.212 De acuerdo con la nota del Diario de Nuevo Laredo, un periódico vespertino local, El Popular, consignó las declaraciones de Esther Espinosa Campos, hermana del Cacho. Ella acusó directamente al presidente municipal, Jesús Roberto Guerra­ Velasco, y a un tío suyo —del que el primero de estos medios no proporcionó el nombre— de brindar protección a las bandas dedicadas al tráfico de drogas y de conocer la identidad de los autores de ambos atentados contra Casimiro Espinosa. Expresamente, la hermana de El Cacho señaló: “Si quieren, podrían investigar y descubrir que fueron Juan García Ábrego, Óscar López Olivares, Emilio López Parra y Sergio González el Checón, quienes compraron los uniformes militares en Brownsville, Texas”.213 La policía municipal —dependiente del alcalde Jesús Roberto Guerra Velasco—, a cargo del otrora Fiscal de Hierro, Salvador del Toro Rosales, la Dirección de Seguridad Pública del estado —a cargo del mayor Abdón Trejo Nava, antiguo colaborador de Martínez Manautou desde la Secretaría de la Presidencia—, la Policía Judicial­del estado —a cargo de Ricardo Zolezzi Cavazos—, nombrado direc­tamente por el gobernador Emilio Martínez Manautou214 el ejército, la dfs y la pjf —con el grupo especial dirigido por Miguel Aldana Ibarra—, fueron totalmente incapaces de encontrar­a los perpetradores. A lo sumo, este último logró determinar, el 21 de mayo, que Óscar López Olivares El Profe se encontraba hospedado en el hotel Sheraton, en Brownsville, Texas, según consigna el Diario de Nuevo Laredo. Tal publicación dio a conocer también la continuidad en las detenciones de personas, de las que se ignoraba su identidad hasta el momento de ser liberadas, por comprobarse que nada tenían que ver con la realización del atentado contra la Clínica Raya. Asimismo, que las hermanas del Cacho habían sido liberadas ya, lo mismo que los doctores que le habían acompañado en su malogrado vuelo. También desmentía que se hubiera efectuado un cateo en la residencia de Juan N. Guerra, tío del presidente municipal, “a quien se atribuye el manejo del narcotráfico en todo Tamaulipas”, según expresó.215 212 213 214

215

agn, versión pública del expediente de Casimiro Espinosa Campos, dfs legajo único, fojas 3-4. Diario de Nuevo Laredo (1984), “Muere El Cacho; culpan al alcalde”, 20 de mayo, p. 6C. Zolezzi fue durante varios años comandante de la Policía Judicial del estado en Matamoros. La de­signación fue decisión directa del gobernador Emilio Martínez Manautou. Véase El Mañana de Nuevo Laredo (1982), “Asumió Zolezzi la dirección de la polijudicial [sic]”, 16 de abril, Nuevo Laredo, pp. 1 y 6, segunda sección. Diario de Nuevo Laredo (1984), “Localizan al mafioso que ordenó matanza matamorense”, 21 de mayo, Nuevo Laredo, p. 6A.

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El homicidio de Ernesto Flores Torrijos y Norma Moreno Figueroa

Todas estas autoridades gubernamentales, jefes policiacos y sus respectivas corporaciones fueron del todo incapaces para encontrar a los responsables de la violencia­ que, desde entonces, comenzó a cobrar magnitud creciente y que, según diversos­ indicios, con frecuencia apuntaba a los mismos orígenes. No pudieron ubicar, por ejemplo, a los autores del homicidio de los periodistas Ernesto Flores Torrijos y Norma Moreno Figueroa, editor y reportera del diario El Popular, quienes fueron asesinados en Matamoros, Tamaulipas, el 17 de julio de 1986.216 Estos periodistas ya habían entrado en conflicto con el alcalde, Jesús Roberto Guerra Velasco, e incluso habían desplegado en su periódico una carta abierta dirigida al secretario de Gobernación, Manuel Bartlett, donde se quejaban por maltratos de hecho y de palabra, que presuntamente aquel funcionario habría ejercido contra Norma Moreno, de tan sólo 24 años de edad.217 Flores Torrijos también había sido agredido por Rodolfo León Aragón, futuro director de la Policía Judicial Federal, quien de visita en Matamoros lo golpeó en rechazo a ser fotografiado.218 Flores Torrijos había sido detenido por integrantes de esa corporación, según expuso en su diario, por hacer pública la relación que éstos tenían con delincuentes, a quienes obligaban a proporcionarles pagos periódicos.219 Según el semanario Proceso, cuando ocurrió la matanza en la Clínica Raya, en el ataque contra Casimiro Espinosa Campos el Cacho, el periódico El Popular había denunciado la autoría intelectual de Juan N. Guerra.220 Según Proceso, la columna escrita por Norma Moreno, dos días antes de su muerte, vinculaba a jefes policiacos locales con los delincuentes, y se dolía de que traficantes de drogas aparecieran en las páginas de sociales de los periódicos del estado.­221 Cabe señalar que, en el proceso de esta investigación, no fue posible encontrar ejemplar alguno del periódico El Popular. No hay ejemplares del mismo en la Hemeroteca Nacional ni en el Archivo General de la Nación. El asesinato causó múltiples protestas por parte de medios de comunicación. El Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa envió una misiva al presidente 216 217 218 219 220 221

Proceso (1986), “Los periodistas inermes. Se alarga la lista de asesinados”, 27 de julio, versión electrónica. agn, versión pública del expediente de Ernesto Flores Torrijos, dfs, legajo único, foja 5. Ibid., fojas 2-3. Ibid., foja 1. Proceso (1986), “Los periodistas inermes…”, versión digital. Ibid.

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Miguel de la Madrid exigiendo justicia.222 Periodistas de medios impresos y radio se congregaron para realizar una manifestación silenciosa frente a la estatua de Belisario Domínguez, en Matamoros, también en reclamo por el asesinato de sus colegas.223 En San Fernando, Tamaulipas, periodistas locales se reunieron en torno al busto erigido en honor de Benito Juárez, exigiendo el esclarecimiento del asesinato.224 La Asociación de Periodistas de Matamoros realizó un plantón en la Plaza Hidalgo de la localidad, y envió representantes para entrevistarse con el entonces procurador general de justicia del estado, Felipe A. Flores García, y con el alcalde Jesús Roberto Guerra Velasco. Este último afirmó estar hondamente consternado por semejante ataque contra la libertad de expresión.225 Con un procedimiento que parecía evocar la respuesta gubernamental al homi­ cidio de Gloria Landeros en 1947, el gobierno del estado, a cargo de Emilio Martínez Manautou, envió al procurador general de justicia del estado, Felipe A. Flores­, para que se hiciera cargo de las investigaciones, junto con el propio director de la Policía Judicial de la entidad, Jesús Pérez Güemez, quienes a su llegada se entrevistaron con el comandante de la Policía Judicial en Matamoros, Ricardo Zolezzi Cavazos, y con el secretario del Ayuntamiento, Jorge Max Castillo, quien les manifestó la voluntad del alcalde, Jesús Roberto Guerra Velasco, por brindarles todas las facilidades para esclarecer el caso y capturar a los culpables del homicidio.­226 El 21 de julio, la presidencia municipal de Matamoros publicó un desplegado en varios periódicos —entre ellos, la Prensa de Reynosa—, que vale la pena reproducir­: El H. Cabildo de Matamoros, reunido en pleno, analizando los lamentables acontecimientos de hoy, jueves 17 de julio de 1986, durante los cuales resultaron muertos el señor Ernesto Flores Torrijos y la señorita Norma Moreno Figueroa, director y propietario, y reportera del periódico El Popular

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Prensa de Reynosa (1986), “Sindicato de redactores pide a mmh aclare crimen de periodistas”, 19 de julio, Reynosa, p. 1A. Diario de Nuevo Laredo (1986), “Protesta muda de periodistas por crimen de Matamoros”, 19 de julio, Nuevo Laredo, p. 9C. Prensa de Reynosa (1986), “Plantón de protesta por crímenes de periodistas”, 22 de julio, Reynosa­, p. 2A. Prensa de Reynosa (1986), “Periodistas exigen justicia ante el alcalde y ante el procurador de justicia en el Edo.”, 19 de julio, Reynosa, p. 5D. Prensa de Reynosa (1986), “Encabeza el procurador investigación sobre el doble crimen”, 19 de julio, Reynosa, p. 5D.

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Manifiesta: 1. Que condena enérgicamente el asesinato de estas dos personas por constituir un suceso al que realmente no puede calificarse, pues la información que tenemos es que se trató de una emboscada. 2. Que exigimos de las autoridades judiciales, especialmente del procurador general de justicia en el estado, Lic. Felipe A. Flores, una investigación a fondo hasta esclarecer plenamente estos lamentables hechos. 3. Que la actual administración municipal ha fincado su actuación en el propósito­ de otorgar garantías y seguridad a todos los ciudadanos de este municipio, y los hechos de este día están contra esta política. 4. Que condenamos el atentado [sic] de los citados periodistas pues ha sido principio de la actual administración municipal y de este H. Ayuntamiento, el respetar la libertad de expresión. 5. Se han girado órdenes inmediatas a la Policía Preventiva para que se ponga a disposición de las autoridades judiciales encargadas de la investigación del caso, a fin de que coadyuven y en los trabajos que esperamos sean plenamente exitosos a fin de esclarecer los hechos a que hacemos referencia [sic]. 6. El H. Ayuntamiento no escatimará esfuerzos y elementos a su disposición para que las autoridades competentes lleguen hasta sus últimas consecuencias en la investigación y la aclaración de este crimen. H. Matamoros, Tam., a julio 17 de 1986. Jesús Roberto Guerra Velasco El Presidente Municipal Lic. Jorge Max Castillo El Secretario.227

También el 21 de julio, cuatro días después del asesinato, el comandante Zolezzi manifestó a la prensa que lamentablemente no se había alcanzado ningún resultado positivo, si bien las investigaciones continuaban.228 La declaración no dejaba de evidenciar un trasfondo paradójico: Ricardo Zolezzi Cavazos había estado al frente de las comisiones de seguridad en Matamoros, cuando el homicidio de Octavio Villa Coss, y era el titular de la Policía Judicial del 227 228

Prensa de Reynosa (1986) (desplegado), 21 de julio, Reynosa, p. 4D. Prensa de Reynosa (1986) “Sin avance en las investigaciones sobre la muerte de los periodistas”, 21 de julio, Reynosa, p. 4D.

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estado en la época en que ocurrió el ataque a la Clínica Raya. En todas esas ocasiones, su pericia policiaca nunca fue suficiente para ubicar a los involucrados. Sin duda, la relación entre la familia Zolezzi y los Guerra era cercana. En 1983, el hijo de Ricardo Zolezzi Cavazos, Ricardo Zolezzi García, se había integrado al equipo de campaña de Jesús Roberto Guerra Velasco, y en 1988 inició labores como subgerente de Constructora Azteca, propiedad de Saúl García Guajardo y de Elsa Guerra Velasco de García.229 De acuerdo con el semanario Proceso, la viuda de Flores Torrijos, Amelia Gil, responsabilizó directamente al alcalde, Jesús Roberto Guerra Velasco. La revista añadió que los responsables de la muerte de los periodistas eran La Familia, denominación con que eran conocidos Juan N. Guerra, Juan García Ábrego y Jesús Roberto Guerra Velasco.230 Amelia Gil se quejaba de que la delincuencia organizada controlaba buena parte de la prensa del estado.231 En diciembre de 1986, la empresa editorial Argos, encabezada por Ninfa Deándar, dueña de El Mañana de Nuevo Laredo, publicó un desplegado en ese diario donde daba a conocer la noticia de que el periódico vespertino La Tarde, perteneciente al mismo grupo, había sido vendido a José Carlos Aguilar Garza, el antiguo coordinador de agencias del Ministerio Público, transformado en traficante de drogas.232 Aguilar Garza aseguró que La Tarde continuaría siendo un medio veraz e independiente y anunció que designaría como director general a Luis G. Olloqui, quien fuera el primer secretario particular del gobernador Raúl Gárate Legleu.233 Aguilar Garza añadió que también nombraría a Manuel Ayala García —hijo del político de Reynosa, Manuel Ayala Ayala—, como subdirector del diario, y a Carlos Arteaga García —el comandante policiaco que viajaba en el avión que transportaba cocaína, en el cual se accidentó el propio Carlos Aguilar— lo designaría jefe de información.234 229 230 231 232 233 234

Nuevo Diccionario Biográfico de la Heroica Matamoros, disponible en . Proceso (1986), “En Matamoros todos conocen a los asesinos, pero se esfumaron”, 4 de agosto, Matamoros, versión electrónica. Proceso (1986), “Los periodistas inermes…”. El Mañana de Nuevo Laredo (1986) (desplegado), 28 de diciembre, Nuevo Laredo, p. 2, primera sección. Sobre el antecedente de Luis G. Olloqui, véase De la Garza Treviño, Ciro (1975), op. cit., p. 734. El Mañana de Nuevo Laredo (1986), “ ‘La Tarde’ seguirá siendo un medio de comunicación independiente y veraz: José Carlos Aguilar Garza. Luis G. Olloqui, designado director general”, 30 de diciembre, Nuevo Laredo, pp. 1 y 7, sección Locales. Sobre Carlos Arteaga García, véase Diario

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Por su parte, las autoridades federales de la época participaron también en la investigación. La pgr destinó un grupo de 70 investigadores en Tamaulipas para que indagaran el caso; la Disen realizaría sus propias pesquisas.235 De cualquier manera, el homicidio nunca sería esclarecido. Según está documentado en el juicio seguido contra Juan García Ábrego en la corte de Houston, Texas, en 1996, uno de los testigos que la fiscalía usó en su contra —Carlos Reséndez Bertolucci, un antiguo policía ministerial de Tamaulipas que se convirtió en uno de los principales operadores de aquél— declaró que García Ábrego le había manifestado que ordenó el asesinato de dos periodistas que lo habían señalado como traficante de drogas.236 El 17 de junio de 1986, el propietario de los periódicos Frontera, de Reynosa, y El Río, de Río Bravo, también fue asesinado en su domicilio, en la primera­de esas localidades, por un sujeto que ingresó a su casa y le disparó en cinco ocasiones con un arma de grueso calibre, cuando aquél tenía una reunión con su equipo editorial. Tras el asesinato, el atacante regresó a la calle, donde subió a la parrilla de una motocicleta que lo esperaba para darse a la fuga. Según una nota de prensa, el motivo podía ser la confrontación que había tenido con la Policía Judicial del estado por señalar nexos entre ésta y traficantes de droga.237 Antes de su propia muerte, Ernesto Flores Torrijos dio una entrevista a la agencia United Press, en relación con el asesinato de Brennes; en ella vaticinó que jamás habría arrestos.238 El tiempo le daría la razón, añadiendo su propio caso y el de su colaboradora, Norma Moreno. Aunque las causas del homicidio de Brennes nunca fueron clarificadas y tampoco fueron detenidos los perpetradores, cabe señalar que García Ábrego tenía una predilección por realizar los actos de violencia en los días 17 de los diversos meses. La masacre de la Clínica Raya, el asesinato de Flores Torrijos y Moreno Figueroa, y el de Brennes, ocurrieron todos en un día 17.

235 236

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de Nuevo Laredo (1985), “Propietarios del ‘Palacio del Río’ heridos al desplomarse su bimotor”, 8 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1A. Diario de Nuevo Laredo (1986), “pgr y Gobernación investigan crímenes de los periodistas”, 22 de julio, Nuevo Laredo, p. 1A. cr. no. h-93-167-ss, United States of America v. Juan García Ábrego, United States District Court for Southern District of Texas, Houston Division, Docket’s document 443, Appendix A, op. cit., p. 3. Diario de Nuevo Laredo (1986), “Asesinan a editor de un periódico de Reynosa”, 18 de junio, Nuevo Laredo, p. 6C. Prensa de Reynosa (1986), “Asesinaron a dos valientes periodistas de Matamoros. Ernesto Flores Torrijos y Norma Moreno, acribillados”, 18 de julio, Reynosa, 5D.

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En 1988, el tráfico de cocaína por territorio nacional está plenamente consolidado. Las organizaciones mexicanas tienen acuerdos de aprovisionamiento sólidos con sus contrapartes colombianas. Las ventajas comparativas de las primeras, sin embargo, se evidencian en este periodo. Los hechos que se narran muestran una estructura amplia y compleja de corrupción de alto nivel protegiendo las operaciones de agrupaciones específicas de la delincuencia organizada para el tráfico de drogas, entre ellas, y de manera especial, el Cártel del Golfo. Hacia la primera parte de este periodo, las vinculaciones se aprecian considerablemente estrechas e incluyen los ámbitos políticos y de seguridad federales y locales. Un proceso renovado de reconfiguración cooptada del Estado parece conducido por los herederos de los antiguos intereses ilícitos de protección al narcotrá­ fico, dentro de la estructura de poder del país, adaptado ahora a los nuevos esquemas de la modernización y la economía global. El bloqueo permanente de las instituciones se muestra con mayor fuerza, sobre todo, en su falta de acción selectiva en contra de las organizaciones mejor posicionadas dentro del ánimo de los funcionarios públicos que, para dar una apariencia de probidad y eficiencia, focalizan sus esfuerzos hacia otras menores. Según se podrá apreciar, la transformación de semejantes condiciones sólo tendrá lugar a partir de una ruptura en la cúpula que condujo a un intento de desmantelamiento efectivo de esta amplia red de intereses ilegales, sin embargo, con resultados limitados debido a la magnitud de los mismos y a la multiplicidad de elementos afines a ellos dentro de las instituciones. Fue en estas condiciones que la organización de Juan N. Guerra y Juan García Ábrego llegó a su ocaso, con la detención del segundo y su expulsión ipso facto hacia los Estados Unidos, tras el debilitamiento político de sus principales asociados. El juicio seguido en su contra en Houston, Texas, en 1996 y 1997, permitió atisbar las dimensiones de este entramado y la responsabilidad de algunos de sus principales protagonistas. Todo este proceso se desarrolló de manera paralela a una acelerada apertura política que tuvo como corolario la derrota del pri en la elección presidencial de 2000, factor que habría de modificar la dinámica funcional del régimen mexicano y, 241

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dados los antecedentes, las condiciones de interacción entre la delincuencia organizada y las estructuras centrales y locales de poder. Con la nueva correlación de fuerzas, que no obligaba ya a la antigua disciplina política de los poderes locales respecto al centro y con instituciones insuficientemente saneadas, los vínculos de corrupción y contubernio se fragmentaron, pero no desaparecieron. En Tamaulipas, el vacío de poder tras el colapso de la organización de Juan N. Guerra y García Ábrego daría paso a la reconstrucción gradual de una nueva hegemonía delictiva un par de años después, la de Osiel Cárdenas Guillén. Se trata, en este caso, de una agrupación que construye su propio dominio a partir de estrategias basadas, en mayor medida, en la violencia dirigida en contra de sus rivales y de los propios funcionarios públicos. Se valdría, para ello, de una medida inédita en el caso mexicano: la integración de desertores de las fuerzas especiales del Ejército mexicano y su empleo sistemático para abatir a sus oponentes, sentando así la semilla de la irrupción de una delincuencia organizada de carácter paramilitar. Cárdenas Guillén construyó redes de protección política de abajo hacia arriba, vinculándose primero con diversos funcionarios de jerarquía menor o media, para ampliarlas posteriormente hacia otros de mayor importancia. Sin embargo, sus apoyos parecieron establecerse, sobre todo, en los ámbitos de poder locales: en las instituciones políticas y de seguridad del gobierno del estado y entre los funcionarios adscritos a las delegaciones federales ubicadas en la entidad. La ausencia de predominios políticos efectivos y la contraposición entre las fuerzas locales y centrales sería conducente para la irrupción de nuevos liderazgos delictivos. Tales grupos, ansiosos de construir su propia hegemonía, erradicando a sus contrapartes y amparados aparentemente por intereses de poder confrontados, incre­ mentarían con su disputa los niveles de violencia en el estado. Ésta habría de alcanzar proporciones sin precedentes en los años por venir, y se extendería a otras entidades de la República en una vorágine de terror que no cesa hasta nuestros días. Auge y ocaso del primer Cártel del Golfo

En 1987, García Ábrego había alcanzado un poder notable que le permitió, incluso,­ asesinar al ex comandante de la dfs, Tomás Morlet, junto con otro acompañante, el traficante Saúl Hernández, afuera del bar Piedras Negras, propiedad de Juan N. Guerra. Según expresó un testigo protegido en el juicio a Juan García Ábrego en Houston, Texas, en 1996, éste expresó que había ordenado su muerte por traficar

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cocaína a sus espaldas.1 En 1985, Tomás Morlet fue detenido en Tijuana, Baja California, como sospechoso de haber participado en el secuestro del agente estadounidense Enrique Camarena Salazar, de la dea.2 Hacia finales de los ochenta, dados los antecedentes examinados, había pocas razones para que la organización de Juan N. Guerra y Juan García Ábrego temiera que la impunidad de la cual gozaba pudiera verse alterada. Las relaciones políticas y policiacas construidas por la organización a lo largo de las décadas se evidenciaban sólidas. En lo referente a estas últimas, como se recordará, documentación presentada por la fiscalía en el juicio en contra de Juan García Ábrego en 1996, y que le valió una sentencia condenatoria, señala que en los años ochenta su organización recibía protección del ya referido comandante de la Policía Judicial Federal, Emilio López Parra, y también del comandante de la misma corporación, Luis Esteban García Villalón, quienes participaban directamente en el tráfico de cocaína.3 En 2008, un periódico nacional informó que Luis Esteban García Villalón, ex director de Enlace y Concertación de la Dirección General de Investigaciones de Narcóticos de la pgr estaba a punto de recuperar 25 millones de dólares, dos aviones y otras propiedades que le habían sido incautadas en 1990, tras el proceso que la Procuraduría General de la República le había fincado por su vinculación con Juan García Ábrego. La Suprema Corte de Justicia de la Nación atrajo el caso para conocer el amparo que le habían concedido los magistrados del Primer Tribunal del Cuarto Circuito, con sede en Monterrey. En 1990, García Villalón fue detenido junto con Emilio López Parra. Javier Coello Trejo y Luis Soto Silva los consignaron ante el agente del Ministerio Público Federal.4 Algunos testigos protegidos que brindaron testimonio durante el juicio aseguraron que a finales de los ochenta, en el contexto de un nuevo sexenio, García Ábrego pagaba una cuota mensual de 1.5 millones de dólares al subprocurador general de la República, Javier Coello Trejo y a sus colaboradores, García Villalón y López Parra.5 De acuerdo con el mismo documento,­en 1990 las presiones hacia 1 2 3 4

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cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 9. Diario de Nuevo Laredo (1985), “Detienen a ex-federales y un piloto ‘sospechoso’ del secuestro de Camarena Salazar”, 26 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1A. cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 6. Milenio (2008), “Ex funcionario de pgr, cerca de recuperar bienes asegurados. Luis Esteban García Villalón está a punto de recuperar los más de 25 millones de dólares, dos aviones y otras propiedades que le fueron aseguradas el 24 de mayo de 1990”, 16 de noviembre, disponible en . CR. NO. H-93-167-SS, Docket’s document 443, p. 6.

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García Ábrego se incrementaron, justamente porque el flujo de los sobornos que éste enviaba no había llegado a instancias superiores de la procuraduría, hecho que derivó en la detención de García Villalón y López Parra.6 Entre 1987 y 1988 hubo un recambio de funcionarios locales y federales. Dadas las relaciones entre personajes hasta aquí expuestas, una hipótesis sería que algunos de esos movimientos podrían haber favorecido la consolidación de la organización, expandiendo su influencia y logística operativa hacia otros estados de la República. En Tamaulipas, en 1987, Emilio Martínez Manautou cedió al poder a Américo Villarreal Guerra, un ingeniero agrónomo con escasa presencia política en la entidad —si bien había fungido ya como senador por el estado—, quien tenía buena relación con el presidente Miguel de la Madrid.7 El 1° de agosto de 1986, la prensa tamaulipeca publicó que el senador Américo­ Villarreal Guerra había sido aclamado como precandidato único del pri al gobierno­ del estado, por los tres sectores del partido. Sus primeros señalamientos fueron que habría de atender el problema de violencia que aquejaba a la entidad, y que su gobierno haría énfasis en cuestiones de seguridad pública y administración de justicia.8 A comienzos de febrero de 1987, el gobernador Américo Villarreal dio a conocer a los integrantes de su gabinete. En la Procuraduría General de Justicia del estado nombró a Aníbal Pérez Vargas; en la Secretaría de Seguridad Pública, a Raúl Flores Morán.9 Pérez Vargas nombró a Porfirio Castillo Delgado como jefe de la Policía Judicial­ del estado, quien había fungido como director del departamento jurídico en la administración de Emilio Martínez Manautou.10 Castillo, a su vez, nombró al co­ man­dante Silvio Brussolo como su segundo al mando.11

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cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, pp. 29-30. Diario de Nuevo Laredo (1986), “Un técnico prestigiado”, 1 de agosto, Nuevo Laredo, p. 2A.  8 Diario de Nuevo Laredo (1986), “Calmar tensiones y violencia se propone el senador Américo Villarreal G.”, 1º de agosto, Nuevo Laredo, p. 1A.  9 Prensa de Reynosa (1987), “Lista de funcionarios en el nuevo gabinete de Tamaulipas”, 3 de febrero, Reynosa, p. 5F. 10 Prensa de Reynosa (1987), “Nuevo director de Policía Judicial del Estado”, 7 de febrero, Reynosa, p. 1B. 11 Prensa de Reynosa (1987), “El Lic. Aníbal Pérez extiende nombramientos”, 7 de febrero, Reynosa, p. 1B.  7

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Al comienzo de su gestión, Castillo Delgado llevó a cabo una pretendida recomposición de la Policía Judicial del estado que, sin embargo, se caracterizó por la reubicación, en distintas plazas, de los mismos personajes que ya formaban parte de las corporaciones estatales de seguridad en la administración anterior. Movimientos semejantes se efectuaron en la Procuraduría General de Justicia del estado, bajo instrucciones de Aníbal Pérez Vargas.12 En el caso de la pje, incluso se ratificó a Ricardo Zolezzi Cavazos como comandante encargado de esa institución, en Matamoros.13 Ernesto Danaché, quien desde su cargo como director de Seguridad Pública en Matamoros había ordenado la protección policiaca a la casa de Óscar López Olivares el Profe tras el atentado contra Casimiro Espinosa el Cacho en 1984, fue designado comandante de la Policía Judicial del estado en Nuevo Laredo.­14 Como había ocurrido en la administración de Emilio Martínez Manautou, las instituciones de seguridad locales fueron —o pretendieron ser— totalmente incapaces para detectar la operación de la organización de Juan N. Guerra y Juan García Ábrego, que, como se ha visto, cometía acciones violentas de consideración, competencia de las autoridades del fuero común, es decir, de la procuraduría estatal. En esta institución, un matamorense de 32 años de edad fue nombrado primer subprocurador, el segundo funcionario de mayor jerarquía después de su titular, Aníbal Pérez Vargas. Se trataba de Raúl Morales Cadena, hijo de Raúl Morales Farías, el antiguo abogado de Juan N. Guerra, quien tenía sus oficinas en los altos del bar Piedras Negras, e integrante de la camarilla política de los generales Raúl Gárate Legleu y Tiburcio Garza Zamora.15 12

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Véase, por ejemplo, Prensa de Reynosa (1987), “En una o dos semanas, cambios en jefaturas de la Judiestatal”, 7 de febrero, Reynosa, p. 4E. Ibid., “César de la Garza jefe de la pje”, 12 de febrero, p. 7B. Ibid., “Cambios en cascada en la Judicial y Ministerio Público. Domingo Serna, a la Judicial de Alemán; ratifican a Ramírez Franco; nombran a fiscales”, 22 de febrero, p. 1E. Ibid., “Pedro Cavazos suple a J.A. Gutiérrez en Camargo”, 22 de febrero, p. 1E. Ibid., “Aplaude en Camargo la ratificación de Antonio Ramírez como jefe de la Judicial”, 22 de febrero, p. 1E. Ibid., “Formarán ‘Grupo Especial’ en la Judicial. Quedaría integrado por ex comandantes y ‘supervisores’ de la corporación”, 23 de febrero, p. 6B. Prensa de Reynosa (1987), “Ricardo Zolezzi Cavazos ratificado en la Judicial”, 24 de febrero, Reynosa, p. 7D. Prensa de Reynosa (1987), “Ernesto Danaché, nuevo comandante de pje. No más abusos de poder, promete”, 11 de marzo, Reynosa, p. 8E. Prensa de Reynosa (1987), “El nuevo equipo. Mentes frescas nos gobiernan. Raúl Morales Cadena, primer subprocurador. Profesional del Derecho con cultura jurídica. Tan moderado y prudente como Aníbal Pérez V.”, 3 de marzo, Reynosa, p. 1C.

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Jaime Cárdenas González, hermano del ex gobernador Enrique Cárdenas González, fue designado jefe de la Oficina Fiscal del estado por el nuevo mandatario estatal, Américo Villarreal Guerra, quien también mantuvo a un personaje cercano a su antecesor, Manuel Robles Flores, al frente del penal del estado, en Ciudad Victoria.16 En Tamaulipas, en 1987, diversas instituciones federales hicieron también importantes modificaciones de personal. Tal fue el caso, por ejemplo, de las aduanas­ en Tamaulipas. El 28 de febrero de ese año, Prensa de Reynosa dio a conocer que el administrador de la aduana, Hugo Ramón Pimentel, había nombrado a Antonio Galindo Ochoa Musa como segundo comandante de Resguardo Aduanal en Matamoros, bajo las órdenes del primer comandante y jefe de tal oficina, Rodolfo Larrazolo Rubio.17 Antonio Galindo Ochoa Musa era hijo de Francisco Galindo Ochoa, un político de larga trayectoria, vocero de las administraciones de Gustavo Díaz Ordaz y de José López Portillo, y amigo personal de Emilio Martínez Manautou y de Leopoldo Sánchez Celis. En 1951 había sido diputado federal en la XLI Legislatura. En el Senado, ésta era encabezada por el coronel Carlos I. Serrano.18 De acuerdo con Claudio de la O —un agente del fbi infiltrado en la organiza­ ción de Juan García Ábrego, que brindó testimonio en el juicio en su contra realizado en Houston, en 1996—, un incidente en el lado estadounidense del puente­ internacional entre Brownsville y Matamoros derivó en la detención, en marzo de 1987, de Antonio Galindo Ochoa, funcionario aduanal mexicano, quien habría amenazado con un arma de fuego a un oficial estadounidense. Por petición de Juan García Ábrego, De la O. habría facilitado la liberación de Antonio Galindo. García­ Ábrego era amigo suyo y de su hermano, Francisco Galindo Ochoa Musa, quien trabajaba en la Procuraduría General de la República.19 A la luz de semejantes vínculos, el nombramiento de Antonio Galindo Musa en la aduana de Matamoros parece poco casual, más si se tienen en cuenta los 16 17

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Prensa de Reynosa (1987), “Designan nuevos funcionarios en gabinete de avg”, 3 de marzo, Reynosa, p. 1A. Prensa de Reynosa (1987), “Antonio Galindo Ochoa, nuevo segundo Com. del Resguardo Aduanal. Le dio posesión el administrador de la Aduana Hugo Ramón Pimentel”, 28 de febrero, Rey­ no­sa, p. 6D. Esa coincidencia entre ambos personajes se puede verificar en múltiples documentos legislativos. Un ejemplo de ello se corrobora en Diario Oficial de la Federación (1952), “Decreto que reforma los Artículos 43 y 45 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, 16 de enero, México, pp. 1-2. cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 7.

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propios de Rodolfo Larrazolo Rubio, su superior inmediato, quien había sido subcomandante de la dfs, comisionado en Reynosa por su titular, Antonio Zorrilla­ Pérez. La supervisión regional de la dfs en Reynosa estaba a cargo de Rafael Chao López.20 Rodolfo­Larrazolo, originario de Matamoros, era también hermano de José María Larrazolo Rubio, comandante de la Policía Judicial Federal en esa localidad en 1991, a quien diversos testimonios señalaron como parte de la estructura de protección policiaca de Juan García Ábrego.21 En el caso de la Procuraduría General de la República —para entonces la principal dependencia de lucha del gobierno federal contra las organizaciones criminales—, se realizaron cambios de interés. El coordinador de la Campaña Contra el Narcotráfico de la pgr en Tamaulipas, Mario Alberto Cueva Cerpa, fue sustituido en junio de 1987 por Enrique Santillana Santillana, funcionario ligado a la camarilla de Carlos Hank González, quien incluso fue subdelegado en Benito Juárez entre 1981 y 1982, bajo las órdenes del entonces delegado Humberto Benítez Treviño, a su vez, futuro procurador general de la República. Este cargo le fue conferido a Santillana durante la gestión de Hank González como regente de la ciudad de México. Más tarde, en 1994, Santillana fue designado procurador general de justicia del Distrito Federal y, años más tarde, primer secretario de Seguridad Pública municipal del gobierno de Jorge Hank Rhon, hijo de Carlos Hank.22 20 21

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El Bravo de Matamoros (1982), “Llaman a México a jefe y subjefe de la Polijudicial de Cd. Reynosa”, 7 de marzo, Matamoros, p. 12, primera sección. Houston Chronicle (1991), “Mexico official vows to probe drug lord’s corruption claims”, 31 de mayo, Star Edition, Houston, Texas, p. 1, sección A. Véase, también, Valle, Eduardo (1995), El segundo disparo. La narcodemocracia mexicana, Océano, México, pp. 34-35. Aunque en este último caso hay una confusión de nombres, pues se menciona el nombre de José Luis Larrazolo Rubio, también comandante de la pjf en Sonora, como protector de la organización. Varios de los hermanos Larrazolo Rubio desarrollaron carreras policiacas y con frecuencia fueron señalados por su presunto involucramiento en el tráfico de drogas. Por ejemplo, Juan Alberto Larrazolo Rubio fue subdelegado de la pjf en Sinaloa. En 1993, la pgr giró al delegado de la institución en ese estado, Rodrigo Esparza Cristerna, la instrucción de detenerle, por presuntos vínculos con la organización de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, y Héctor Palma Salazar, el Güero. El entonces delegado permitió la fuga de Larrazolo. Véase La Jornada (2009), “Acusan al titular de la ssp de violar la ley al designar a un comisionado. Nombró García Luna a funcionario que fue cesado de la pgr”, 8 de junio, México, p. 20, disponible en . En su Nuevo Diccionario Biográfico de la Heroica Matamoros, la Sociedad Tamaulipeca de Historia incluye a Juan Alberto Larrazolo Rubio, a quien señala exclusivamente por sus logros deportivos, sin mencionar en absoluto sus vínculos familiares ni carrera policiaca, disponible en . Prensa de Reynosa (1987), “Toma posesión nuevo funcionario de la pgr. El licenciado Ernesto Santillana Santillana será el nuevo coordinador de la campaña contra el narcotráfico”, 18 de

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También en junio de 1987, Luis Esteban García Villalón —a quien los testigos protegidos presentados por la fiscalía estadounidense en el juicio contra Juan García Ábrego identificaron como protector de éste—, fue designado coordinador de la Campaña Contra el Narcotráfico de la pgr en Nuevo León.23 Un par de meses antes, en marzo de ese año, en Matamoros, Tamaulipas, el comandante de la Policía Judicial Federal, Joaquín Salvador Galván Suárez, fue sustituido por Luis Soto Silva. Este último había sido comandante de la pjf, inclu­ so­­había encabezado un grupo especial coordinado con la Interpol, había recibido varios cursos por parte de agencias norteamericanas para realizar tareas antidrogas. En 1981 fue nombrado inspector general de policía en Nuevo Laredo, por el propio gobernador, Emilio Martínez Manautou.24 En 1987, nuevamente comandante­ de esa corporación, fue transferido de Guadalajara, Jalisco,­y sustituido por el comandante Guillermo González Calderoni, quien provenía, a su vez, de Ciudad Juárez, Chihuahua.25 Luis Soto Silva tendría estrecha relación con González Calderoni y Javier Coello Trejo, subprocurador encargado del combate al narcotráfico.26 En la pgr, durante la administración Salinas, Luis Soto Silva llegaría a ser nombrado director general de Investigación de Delitos Contra la Salud.27 Fue cesado por la institución en 1993, por presunta pérdida de confianza.28 En los años setenta había sido jefe de grupo entre los agentes de la pjf que apoyaban la labor

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junio, Reynosa, p. 4E. Sobre los antecedentes de Santillana, véase Presidencia de la República, Unidad de la Crónica Presidencial (1993), Diccionario biográfico del gobierno mexicano, Fondo de Cultura Económica, México, p. 91. Sobre su carácter de director de Seguridad Pública Municipal en Tijuana, Baja California, véase Proceso (2007), “El ingeniero Hank”, 2 de agosto, disponible en . Prensa de Reynosa (1987), “Toma posesión nuevo funcionario…”, 18 de junio, p. 4E. La referencia a este personaje en el juicio contra García Ábrego puede verificarse en cr. no. h-93-167-SS, Docket’s document 443, p. 6. El Mañana de Nuevo Laredo (1981), “Comandante de la Interpol, nuevo inspector de policía”, 6 de marzo, Nuevo Laredo, pp. 1 y 11, segunda sección. Prensa de Reynosa (1987), “Toma posesión nuevo funcionario…”, 18 de junio, p. 4E. Proceso (1993), “Novedades de Yucatán: la lista de narcoperiodistas”, 7 de junio, versión cd. Véase, también, Proceso (1994), “Plática de narcos, grabada por el fbi: ‘tenemos buenos amigos en este gobierno’”, 12 de julio, versión cd. Así consta en documentación oficial de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Véase cndh (1992), Recomendación 72/1992, 27 de abril, disponible en , p. 9. Proceso (1993), “Ceses, consignaciones y un nuevo organismo, ante la corrupción de la pgr”, 21 de junio, versión cd.

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contra las organizaciones del tráfico de drogas del agente del Ministerio Público, Salvador del Toro Rosales, enviado ex profeso para combatirlas en Nuevo Laredo.29 El 21 de abril de 1987, el comandante de la Policía Judicial Federal, Guillermo Salazar Ramos, fue asignado para encabezar esa corporación en Nuevo Laredo, quien sustituyó a su homólogo, Guillermo Robles Liceaga, transferido a Mexicali, Baja California.30 En diciembre de 1996, el periódico regiomontano El Norte publicó una nota donde se daba a conocer una nómina de la organización de Juan García Ábrego. En ella, además de nombrar a Rodolfo León Aragón, quien sería director general de la Policía Judicial Federal durante una parte del sexenio 19881994, señalaba también al comandante Guillermo Salazar Ramos. Luis Pérez de la Rosa el Amable contabilizaba dos pagos que ascendían a 1 100 000 dólares.31 Guillermo Salazar Ramos fue implicado también por el traficante colombiano, Juan Carlos Ramírez Abadía Chupeta, vinculado con el Cártel de Cali, quien aseguró haber realizado pagos en su favor para que permitiera el paso de casi treinta cargamentos de cocaína entre 1987 y 1991. Señalamientos similares hizo respecto a quien fuera subprocurador antinarcóticos, Javier Coello Trejo.32 En octubre de 2000, Guillermo Salazar Ramos fue detenido por agentes de la Policía Judicial Federal, quienes lo investigaban por cuestiones de tráfico de drogas. En el sexenio 1988-1994 había llegado a fungir como director operativo de esa corporación. En junio de 1987, en Reynosa, el comandante de la pjf era Miguel Silva Caballero, también vinculado con Guillermo González Calderoni y Luis Soto Silva; sería removido de la institución junto con este último en 1993.33 La misma nómina­ del Amable mencionaba a Silva Caballero como receptor de un pago por 100 000 dólares.34 En septiembre de 1987, Regino Vargas González, un personaje que había pasado más de veinte años como agente del Ministerio Público en Reynosa, fue

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Prensa de Reynosa (1987), “El Cmdte. Galván entregó la plaza a su sucesor”, 26 de junio, Reynosa, p. 6B. Prensa de Reynosa (1987), “Toma posesión nuevo comandante de la pjf”, 22 de abril, Reynosa, p. 4E. El Norte (1996), “El cuaderno de ‘El Amable’”, 18 de febrero, Monterrey, versión digital. Esta información había sido dada a conocer originalmente en Valle (1995), El segundo disparo…, p. 129. Reforma (1997), “Implica capo de Cali a Coello con el narco”, 13 de abril, versión en línea. Proceso (1993), “Novedades de Yucatán: la lista…”, 7 de junio. Ibid., “Ceses, consignaciones y un nuevo organismo…”, 21 de junio. Valle (1995), El segundo disparo…, p. 129.

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designado visitador general de la Procuraduría General de la República.35 Se trataba del mismo funcionario que, en su calidad de fiscal federal en Reynosa, había favorecido la exculpación de policías de Ciudad Mier involucrados en la extorsión y asesinato de un traficante local, en enero de 1973, según se relató más arriba, en este mismo capítulo.36 El 17 de marzo de 1987, Prensa de Reynosa dio a conocer el nombramiento de Francisco Cayuela Villarreal, originario de Ciudad Camargo, como agente del Ministerio Público federal en el municipio de Miguel Alemán, Tamaulipas.37 Un día antes, un columnista político del mismo diario había anunciado semejante designación.­Refería la existencia de una relación de amistad entre Cayuela y el gobernador Américo Villarreal, y aseguraba que el primero tenía cercanía con “las vacas sagradas de la política nacional”.38 Francisco Cayuela sería puesto al frente de la Procuraduría General de Justicia del Estado en el gobierno de Tomás Yarrington. El 5 de octubre de 1987, en las esferas de la política nacional, la prensa de México dio a conocer que Carlos Salinas de Gortari era el precandidato del pri para contender en las elecciones de 1988 por la presidencia de la República.39 Días más tarde, un comentarista político de Nuevo Laredo, Daniel Ulloa Campos, señaló la cercanía del precandidato con Alfonso Martínez Domínguez y vaticinó —con sorprendente acierto, si se considera lo temprano de la observación—: Podemos asegurar que después de Américo [Villarreal], el tamaulipeco más fuerte en el ánimo de Carlos Salinas de Gortari es el matamorense Manuel Cavazos Lerma­ que después de colaborar en Programación y Presupuesto, pasó a la diputación federal por el distrito electoral de San Fernando, y actualmente ocupa el cargo de oficial mayor de Gobernación.   Otro matamorense que igualmente es distinguido con la amistad del próximo presidente de México, es el joven licenciado en Economía Tomás Yarrington. Él tuvo un cargo en la spp, y cuando se hizo un recorte masivo de personal, quedó

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Prensa de Reynosa (1987), “Regino Vargas designado visitador general de la pgr”, 19 de septiembre, Reynosa, p. 1A. Véase más arriba el apartado “Tráfico de drogas en la región noreste”. Prensa de Reynosa (1987), “Designan nuevo ampf en Miguel Alemán. El Lic. Francisco Cayuela Villarreal sustituye al Lic. Armando Moreno G.”, 17 de marzo, Reynosa, p. 1E. Prensa de Reynosa (1987), (Columna “En Concierto”, firmada por Ángel Guerra), “Hoy asume la fiscalía federal el licenciado Francisco Cayuela”, 16 de marzo, Reynosa, p. 1E. Diario de Nuevo Laredo (1987), “Salinas de Gortari. El reto, la justicia. La revolución no se ha consumado ni detenido, afirmó”, 5 de octubre, Nuevo Laredo, p. 1A.

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fuera. Sin embargo, Salinas de Gortari no lo desamparó y le costeó una beca para que hiciera una maestría en Economía.40

Ungido como candidato presidencial del pri, Carlos Salinas de Gortari realizó una gira por Tamaulipas. El 13 de noviembre, en Nuevo Laredo, señalaría en un discurso que la persecución a los narcotraficantes era una necesidad de seguridad nacional, para que el territorio mexicano no pasara de ser una entidad de paso o siembra a una de consumo.41 Acicateados por la urgencia de mostrar resultados, a los pocos días de externadas­ semejantes palabras, agentes de la Policía Judicial Federal en el estado detuvieron, en Vallehermoso, a 33 integrantes de una organización dedicada al tráfico de drogas. Sus operaciones se habían detectado en Matamoros. Entre ellos se encontraba Erasmo Tovar, secretario general de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares del pri en la localidad; Eloy Omar González, un personaje adinerado de la región, y Juan José Tamez Fuentes, presidente municipal de Vallehermoso. Estaban vinculados con la organización de Fernando Martínez el Aguacate, narcotraficante en Miguel Alemán, Tamaulipas, también detenido.42 El comandante de la pjf, José Manuel Rodríguez Lorrabaquio, informó a la prensa, en la ciudad de México, que a raíz de la detención de Fernando Martínez Garza el Aguacate, considerado el principal introductor de mariguana a los Estados Unidos, se había roto “uno de los más importantes eslabones del narcotráfico en la zona norte del país”, y anunció que agentes de la corporación iniciaban una “cacería” de traficantes en los estados de Michoacán, Jalisco, Tamaulipas, Nuevo León, Guerrero y Oaxaca. Marco Antonio Díaz de León, director de Control de Procesos de la pgr, añadió que la institución había establecido un embargo precautorio sobre 150 cabezas de ganado de alta calidad, propiedad de Martínez, y su rancho, ubicado en Linares, Nuevo León, con extensión de 1 000 hectáreas.43 El referido Fernando Martínez era el mismo personaje que Carlos Reséndez había reunido con Juan García Ábrego, por solicitud del primero, debido a su 40 41 42 43

Diario de Nuevo Laredo (1987) (columna “Grilla Tamaulipeca”, escrita por Daniel Ulloa Campos), “En Agualeguas, el arranque”, 8 de octubre, Nuevo Laredo, p. 3C. Diario de Nuevo Laredo (1987), “Una necesidad combatir el narcotráfico: sg”, 13 de noviembre, Nuevo Laredo, p. 10A. Diario de Nuevo Laredo (1987), “Envían a la capital a narcos de Vallehermoso”, 18 de noviembre, Nuevo Laredo, p. 8A. Diario de Nuevo Laredo (1987), “Cacería de narcos en todo el estado”, 19 de noviembre, Nuevo Laredo, p. 10A. El periódico retomó esta información de Excélsior, publicado en la capital de la República.

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interés por traficar con cocaína vía Matamoros, plaza bajo el control de la organización Guerra-García Ábrego, según aseveraciones de testigos de la fiscalía presentados en el juicio contra este último.44 Los mismos funcionarios que detuvieron al Aguacate fueron de nuevo incapaces de ubicar a la organización de Juan N. Guerra y Juan García Ábrego, que de esta manera avanzaba un paso más en la consolidación de su hegemonía en Tamaulipas, y en la absorción de las operaciones de otros traficantes que operaban en la entidad. En la información expuesta en el juicio de Juan García Ábrego en Houston, el agente infiltrado del fbi, Claudio de la O, expuso que éste le había solicitado­ apoyo para remover a Fernando Martínez de la escena local del tráfico de drogas. García Ábrego pretendía asesinarlo para limitar la competencia en el flujo de cocaína en Tamaulipas.45 Según diversos indicios, todas las condiciones descritas se potenciarían en los siguientes años, en un sexenio turbulento, cuyo análisis detallado y sistemático requeriría un trabajo de las mismas o mayores dimensiones que el presente; sin embargo, vale la pena reparar en algunas cuestiones que tuvieron lugar durante este periodo. Motín en el penal de Matamoros

Un nuevo caso donde se haría patente la distinción en el tratamiento penal y de seguridad de autoridades federales y estatales respecto a la organización de Juan García Ábrego y sus competidores se hizo patente a mediados de 1991, en los hechos relacionados con un motín carcelario en Matamoros. El 18 de mayo, la prensa local dio cuenta de una fuerte disputa entre organizaciones dedicadas al tráfico de drogas, sucedida el día anterior en el Centro de Readaptación Social (Cereso) de esa localidad. El día 17, hacia las 17:30 horas, los grupos encabezados por Elías García García, —también apodado el Profe—, y Oliverio Chávez Araujo —a quien la prensa apodaba el Zar de la cocaína— sostuvieron un enfrentamiento que tendría por resultado la muerte del primero y una herida maxilofaciar, producida por disparo de arma de fuego, para el segundo. En total, se reportaban 17 muertos y tres heridos.46 44 45 46

cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 4. cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 8. Prensa de Reynosa (1991), “¡Masacre en el penal! Saldo sangriento en Matamoros: 17 muertos y 3 heridos”, 18 de mayo, Reynosa, p. 1A.

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Prensa de Reynosa refirió como primera versión de la causa del enfrentamiento, diferencias sobre operaciones de tráfico de drogas en el interior del penal.47 No obstante, ninguna de las dos organizaciones limitaba sus intereses al espacio de la cárcel, si bien las dimensiones reales de una y otra eran considerables. Oliverio Chávez Araujo era un ex sargento segundo del ejército, oriundo del estado de Guerrero, que había desertado de esa institución cinco años atrás. Prensa de Reynosa publicó un artículo con sus antecedentes, basado en el expediente 45/86 del juzgado cuarto penal en Matamoros. Según esta información, tras desertar, Chávez Araujo se habría iniciado en el tráfico de drogas trabajando como burrero, es decir, transportador individual, y en baja escala, de goma de opio. Apoyaba a su tío, Hilario Guillén Araujo, en el rancho Los Corrales, en Coyuca de Catalán, Guerrero, donde se cultivaba y procesaba amapola para producir heroína.­48 Hacia 1986, tras un par de viajes a Tamaulipas para trasladar cantidades menores de opiáceos, Chávez Araujo fue capturado en Matamoros. Según Prensa de Reynosa, en esta localidad entró en contacto con traficantes de mayor significación, entre los que se menciona al propio Juan García Ábrego.49 A principios de abril de 1987, Oliverio Chávez Araujo se fugó del penal de Matamoros, junto con el estadounidense Héctor García Rosales. Purgaba una sentencia de ocho años de prisión por delitos contra la salud.50 Según información de prensa, las autoridades estadounidenses tenían ubicados a los prófugos en Brownsville, Texas. Por su parte, sus homólogas mexicanas debatían la responsabilidad del director de la cárcel, Francisco Cortinas, y del cuerpo de celadores a su cargo. De hecho, uno de ellos, Alfredo Salinas Navarro o Navarrete, habría amagado­con una pistola a otros custodios para conducir a los prófugos al exterior del centro penitenciario.51 A pesar de las evidencias que los incriminaban, estos funcionarios no serían consignados.

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Prensa de Reynosa (1991), “¡Masacre en el penal…” 18 de mayo, p. 1A. Prensa de Reynosa (1991), “‘Oliverio el poderoso.’ En sólo cinco años formó su imperio de narcotráfico”, 1 de junio, Reynosa, p. 7E. Idem. Prensa de Reynosa (1987), “Rara fuga de reos”, 3 de abril, Reynosa, p. 6D. Véase, también, Prensa de Reynosa (1987), “Huyeron a los Estados Unidos los que escaparon de la cárcel. El celador cómplice tampoco ha sido detenido”, 4 de abril, Reynosa, p. 4D. Prensa de Reynosa (1987), “La fuga de dos reos federales pone a descubierto argucias millonarias aquí. Difícil situación de celadores y hasta la del director de la cárcel, según se dice”, 5 de abril, Reynosa, p. 5D. Véase, también, Prensa de Reynosa (1987), “Huyeron a los Estados Unidos...”, 4 de abril, p. 4D.

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En prisión, Chávez Araujo estableció relaciones con traficantes colombianos, quienes en su momento le introducirían con sus socios y coterráneos. Tras su fuga, estas relaciones fructificarían, de manera que, según Prensa de Reynosa, Chávez Araujo se constituiría como un contacto relevante del Cártel de Medellín, participando en el tráfico de cocaína enviada por esta organización, en el noreste de México.52 Fue reaprehendido el 29 de septiembre de 1989 en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México por agentes de la Policía Judicial Federal, cuando llegaba procedente de Acapulco y esperaba abordar un avión que lo trasladara a Matamoros.53 No obstante su detención, Oliverio Chávez Araujo continuó realizando operaciones de tráfico de cocaína. Resulta difícil identificar con precisión su magnitud, pues una de las características que acusó la prensa local durante la época fue la magnificación de su figura, que contrastaba con la considerablemente escasa visibilidad que se le otorgaba a Juan García Ábrego. Además del título de Zar de la cocaína, la prensa local atribuía a Chávez Araujo la propiedad de gasolineras, ranchos,­residencias, terrenos y distintos negocios en Tamaulipas, Guerrero y Brownsville, Texas.54 Si bien resulta difícil distinguir la realidad del mito mediático, construido probablemente a partir de la información sesgada que proporcionaban las propias autoridades tamaulipecas, lo cierto es que el tráfico de drogas realizado por Chávez Araujo le permitía contar con varias comodidades en el interior del penal, e incluso­ mostrar generosidad con los demás reos. En agosto de 1990 habría repartido dinero entre los reclusos para auspiciar un motín que permitiera su fuga, maniobra que fue frustrada.55 Por su parte, Elías García García el Profe era un operador de la organización de Juan García Ábrego —no confundir con Óscar López Olivares, apodado de la misma manera, quien también fuera integrante de esa agrupación y partícipe del atentado a Casimiro Espinosa el Cacho—.56 trabajaba a las órdenes de Luis Medrano, uno de los principales lugartenientes de García Ábrego.57 Este nuevo Profe había sido detenido en 1990 junto con Sergio Gómez. Ambos declararon respecto a la protección que esta estructura delictiva recibía de los comandantes Emilio 52 53 54 55 56 57

Prensa de Reynosa (1991), “‘Oliverio el poderoso’…”, 1 de junio, p. 7E. Ibid. Prensa de Reynosa (1991), “Oliverio, de militar a ‘capo’”, 31 de mayo, Reynosa, p. 5A. Ibid. cr. no. h-93-167-SS, Docket’s document 443, pp. 11-13, 17, 19-24, entre otras. cr. no. h-93-167-SS, Docket’s document 443, p. 11.

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López Parra y del director de Concertación y Enlace de la Dirección General de Investigaciones de Narcóticos de la pjf, Luis Esteban García Villalón.58 La disputa entre los dos personajes tenía más que ver con cuestiones del tráfico­ de drogas fuera del penal que dentro del mismo. Según múltiples evidencias, existió­ una confluencia de intereses de actores políticos, de seguridad y delictivos, para consolidar la hegemonía de la organización de Juan N. Guerra-Juan García Ábrego­ en el tráfico de cocaína por el noreste del país. Si competidores como Fernando Martínez el Aguacate fueron removidos sin dañar al mismo tiempo al Cártel­ del Golfo, los hechos relacionados con el motín en el penal de Matamoros y la disputa­ con Oliverio Chávez Araujo darían una nueva muestra de un combate sesgado, focalizado en las organizaciones no protegidas por actores de poder. A finales de abril de 1991, la pjf decomisó 692 kg de cocaína en un operativo realizado en el estado de Guerrero. La droga estaba destinada a Matamoros y pertenecía a la organización de Oliverio Chávez Araujo.59 La confesión del encargado de transportarla, Severo Ramírez Gutiérrez, detenido en Acapulco, condujo al arresto de varios colaboradores de Chávez en Matamoros y Ciudad Victoria: los hermanos José, Beatriz y Ernesto Torres Monje, así como José Luis López Ortiz, José Guadalupe Salazar, Jesús Medina Zavala y Candelario Ortiz. La nota de prensa que consignó el hecho refería de nuevo que Oliverio Chávez Araujo estaba asociado con el Cártel de Medellín y señaló que el referido Héctor García Rosales, con quien Oliverio se había fugado del penal de Matamoros en 1987, era Elmer García Rossel, de origen colombiano.60 El 10 de mayo de 1991, una pareja de colombianos recién liberados de la cárcel de Matamoros, Judith María Pontón y William de Jesús Botero, de 29 y 25 años, respectivamente, realizaban trámites ante las oficinas locales de la delegación regional del Instituto Nacional de Migración para ser repatriados a Colombia; les asistía su abogada, Dolores Córdoba.61 Habían sido detenidos por las autoridades migratorias mexicanas el 27 de noviembre de 1989, quienes los pusieron a disposición del Ministerio Público 58 59 60 61

El Norte (1990), “Niegan vender protección a narco. ¡Niegan proteger a García Ábrego!”, 21 de septiembre, versión en línea. Diario de Nuevo Laredo (1991), “ ‘Capo’ gobierna en Cereso de Matamoros”, 26 de abril, Nuevo Laredo, p. 8A. Ibid. Diario de Nuevo Laredo (1991), “Comando rescata a 2 narcos colombianos en Matamoros. Armados con metralletas se dicen federales”, 10 de mayo, Nuevo Laredo, p. 1C. La identidad de la abogada aparece en Diario de Nuevo Laredo (1991), “Mataron a colombianos secuestrados”, 15 de mayo, Nuevo Laredo, p. 6A.

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federal como sospechosos de estar involucrados en el tráfico de cocaína. El 5 de diciembre de ese año fueron recluidos en el penal de Matamoros, del que se les excarceló el 9 de mayo de 1991, tras ser eximidos de delitos contra la salud; se disponían­a ser deportados. Mientras realizaban sus trámites, un grupo de ocho individuos armados con rifles de asalto descendieron de un par de camionetas, irrumpieron en las oficinas gubernamentales al grito de “Procuraduría General” y “Judicial Federal”, y apuntaron con sus armas a todos los presentes —incluso al propio delegado, Antolín Licona López—. Se llevaron a los colombianos, a su abogada y abandonaron el lugar.62 Las oficinas de migración se comunicaron con la comandancia de la pjf en Matamoros, que negó haber realizado semejante operativo y afirmó que iniciaría la búsqueda de los secuestrados en carretaras y aeropuertos, bajo la presunción de que habían sido rescatados. Sus cadáveres fueron encontrados cinco días después, en las riberas del río Bravo, del lado estadounidense.63 Debido al lugar del hallazgo, las autoridades de los Estados Unidos iniciaron investigaciones sobre el homicidio, que afirmaron, serían conjuntas con las realizadas por sus homólogas mexicanas.64 De hecho, Judith Pontón y William de Jesús Botero tenían antecedentes penales por tráfico de drogas en ese país. En mayo de 1988 fueron detenidos por el fbi en Houston, junto con otros colombianos. Los detenidos eran buscados por órdenes de esa institución policiaca o del Servicio de Migración. El vocero del fbi en esa ciudad, John Joyce Jr., declaró que se trataba de la operación más grande llevada a cabo hasta entonces por esa oficina: 250 agentes intervinieron 20 departamentos y varios negocios, y encontraron cantidades indeterminadas de cocaína, así como registros bancarios por aproximadamente seis millones de dólares. Los colombianos arrestados fueron acusados formalmente por el fbi por su participación en el tráfico de drogas, como integrantes del Cártel de Medellín.65 Las razones por las que Pontón y Botero fueron puestos en libertad y posteriormente aparecieron operando en México son desconocidas, aunque es posible que su caso se encontrara dentro de aquellos buscados por el Servicio­ 62 63 64 65

Diario de Nuevo Laredo (1991), “Comando rescata a 2 narcos colombianos…”, 10 de mayo, p. 1C. Diario de Nuevo Laredo (1991), “Mataron a colombianos...”, 15 de mayo, p. 6; Prensa de Reynosa (1991), “Masacran a 2 colombianos”, 16 de mayo, Reynosa, p. 4E. Prensa de Reynosa (1991), “Investiga el fbi y judiciales caso triple en Matamoros”, 17 de mayo, Reynosa, p. 7A. Houston Chronicle (1988), “Suspected drug ring hit in fbi-led raid”, 7 de mayo, Edition 2 Star, Houston, Texas, p. 19, secc. 1.

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Migratorio estadounidense, de manera que, eventualmente, pudieron haber sido deportados. En mayo de 1991, indagaciones policiales en ambos lados de la frontera habían tenido por consecuencia el arresto de varios individuos involucrados en la introducción de un cargamento de aproximadamente tres toneladas de cocaína a Texas. En México, la pjf detuvo en Reynosa a Alfredo Ayala Trujillo, José de Jesús Ortiz, Amperio Castellanos Santana y Francisco García Vega, quienes transportaban la cocaína desde Sinaloa hasta Vallehermoso, Tamaulipas. Según la pjf, en el momento de su detención sólo tenían en su poder 376 gr de la sustancia. Ésta había sido conducida en un camión Kenworth, con razón social “Transportes Refrigerados D.I. Calderón B. de Sinaloa”.66 En los Estados Unidos, en Brownsville, Texas, la dea detuvo a José Luis Weber, un empresario de la comunidad Los Indios, a quien se le negó la libertad bajo fianza y fue internado en la cárcel del condado de Cameron. Se le vinculaba con traficantes colombianos y fue detenido por la información proporcionada por el referido Alfredo Ayala, detenido en Reynosa. Uno de los camiones de Weber hallado en su propiedad estaba cargado con 2 913 kg de cocaína, que acababa de recibir de los mexicanos detenidos.67 Días más tarde, el 4 de junio de 1991, el sheriff del referido condado, Alex Pérez, señaló que, de acuerdo con las investigaciones, José Luis Weber era un asociado de Oliverio Chávez Araujo.68 El 17 de mayo de 1991, las tensiones entre las organizaciones de García Ábrego­ y Chávez Araujo estallaron con un violento enfrentamiento dentro del penal. Mientras que por varios días la prensa tamaulipeca cubrió los hechos con notables contradicciones de información y enfocándose, ante todo, en los hechos violentos, sin proporcionar mayor contexto a la disputa, del otro lado de la frontera se sabían con bastante certeza las causas del conflicto. El 19 de mayo, Houston Chronicle publicó un artículo donde detallaba los antecedentes: se trataba de una disputa entre la organización de Juan García Ábrego y Oliverio Chávez Araujo por el control del tráfico de cocaína vía Tamaulipas.69 De acuerdo con la nota, y según información de Armando Ramírez, jefe de la oficina de la dea en Brownsville, esta confrontación habría iniciado tras un asegu66 67

68 69

Prensa de Reynosa (1991), “Caen narcos sinaloenses”, 16 de mayo, Reynosa, p. 6A. Prensa de Reynosa (1991), “Cayeron en Reynosa los cómplices del narcotraficante capturado en Los Indios. Hoy comparecerá ante el magistrado federal el principal cabecilla y conocido hombre de empresa de esta localidad”, 17 de mayo, Reynosa, p. 6B. Prensa de Reynosa (1991), “Investigan a cómplice del ‘zar de la cocaína’ ”, 5 de junio, Reynosa, p. 7A. Houston Chronicle (1991), “Prison riot part of bloody cocaine turf war on the border”, 19 de mayo, Edition 2 Star, Houston, Texas, p. 1, secc. A (news).

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ramiento masivo de cocaína perteneciente a la organización de García Ábrego: 8 330 kg incautados en Harlingen, Texas, en octubre de 1989. Chávez Araujo habría decidido disputarle terreno a su rival, ante lo que percibió como un aparente debilitamiento.70 En ese periodo, y todavía durante varios años, la agrupación delictiva de Juan García Ábrego se encontraba lejos de semejante condición y, por el contrario, las evidencias de apoyos clandestinos eran múltiples y de muy diverso tipo. Sergio Arturo Mendoza, hermano de la abogada asesinada junto con los colombianos Pontón y Botero, era jurista. En entrevista con Houston Chronicle refirió que al enterarse de la desaparición de su familiar se había trasladado desde Monterrey, ciudad donde habitaba, a Matamoros. En esta localidad intentó denunciar, ante la representación de la pgr, el secuestro de Dolores; los propios funcionarios se lo impidieron. Añadió que, si bien no podía determinar quiénes eran los culpables del asesinato, se presumía que contaban con entrenamiento policiaco, de acuerdo con la manera en que privaron de su libertad a las víctimas y condujeron en general el operativo.71 Aunque los responsables de estos homicidios nunca fueron plenamente identificados, en 1996, tras el arresto de Juan García Ábrego, el mismo diario publicaría una nueva nota donde la mayor parte de la información reforzaba la hipótesis de que había sido la organización de éste la encargada de cometerlos. Según esta misma nota, William Botero y Judith Pontón estaban relacionados con Oliverio Chávez Araujo.72 Las versiones sobre la causa inmediata que dio inicio al motín son confusas. Algunas señalan que Elías García el Profe y Oliverio Chávez Araujo discutían en una celda y que, tras un diferendo, el primero había propinado un golpe en el rostro al segundo, tras lo cual la violencia estalló.73 Otras indican que un colombiano guardaespaldas de Elías García, Germán Yépez, había disparado a Chávez Araujo en represalia porque pensaba que éste era responsable del asesinato de Botero, con quien el propio Yépez tendría cercanía.74 Incluso The New York Times consigna versiones de autoridades tamaulipecas no mencionadas de manera explícita, según las cuales Germán Yépez tenía lazos familiares con los colombianos 70 71 72 73 74

Ibid. Ibid. Houston Chronicle (1996), “Bloody past, but in whose hands? Reputed drug lord suspected but may never be charged”, 3 de marzo, Edition 2 Star, Houston, Texas, p. 1, secc. State. Prensa de Reynosa (1991), “¡Masacre en el penal!”, 18 de mayo, p. 1A. Houston Chronicle (1991), “Drugs spark prison siege in Matamoros”, 19 de mayo, Edition 3 Star, Houston, Texas, p. 1, secc. A (news).

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asesinados: era hermano de William Botero.75 No obstante, en otra nota publicada 10 días después, consigna que éstos eran en realidad asociados de Chávez Araujo.76 Una más, que Oliverio Chávez caminaba junto con el subdirector del penal, Reynaldo Salinas Pérez, cuando recibió los disparos de Germán Yépez.77 De hecho, según esta última información, el propio funcionario habría declarado ante el agente del Ministerio Público que fue testigo presencial de los hechos y, en entrevista con un diario tamaulipeco, deseaba hacer explícito que él no había servido para entregar a Chávez Araujo a sus enemigos, que pretendían asesinarle.78 Incluso los propios documentos del juicio seguido en Houston a Juan García Ábrego hacen referencia tangencial al motín del penal en Matamoros; sin embargo, en la versión que ahí se recoge, el enfrentamiento habría tenido lugar por decisiones­ de un operador de la organización, Tomás Sánchez Gringo, quien habría proporcionado las armas a Elías García y ordenado el asesinato de Oliverio Chávez, por encima de la consigna de García Ábrego de evitar atraer la atención de las autoridades de ambos lados de la frontera. Su proceder había irritado tanto a este último como a su lugarteniente, Luis Medrano, de manera que habrían decretado la muerte de Gringo Sánchez, ocurrida en agosto de 1991.79 No obstante, el mismo documento da cuenta de homicidios cometidos por los asociados de García Ábrego, con su complacencia, contra miembros de la misma organización. En un principio intentaron atribuirlos a Chávez Araujo. El propio homicidio de Tomás Sánchez Gringo así lo evidencia: García Ábrego señaló que Gringo se le estaba saliendo de control y causándole muchas pérdidas de dinero procedente del tráfico de drogas. Luis Medrano ordenó su ejecución, aunque en un principio dijo a otros integrantes del grupo criminal que su asesinato había sido obra de Chávez Araujo.80 75

76

77 78

79 80

The New York Times (1991), “18 reported slain in gang strife at Mexican prison”, 19 de mayo, disponible en . Ibid., (1991), “Drug baron defiant in Mexican jail”, 29 de mayo, disponible en: . Prensa de Reynosa (1991), “Temen una fuga masiva. Ocultan reos metralletas y granadas de mano”, 20 de mayo, Reynosa, 1A. Prensa de Reynosa (1991), “Retiene Oliverio a 15 rehenes. Utiliza tanques de gas como escudos en el penal”, 23 de mayo, Reynosa, p. 1A. Véase, también, Prensa de Reynosa (1991), “Yo no entregué a Oliverio. Afirma subdierector de Cereso”, 19 de mayo, Reynosa, p. 12A. cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, pp. 42-43. Ibid.

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Por su parte, Oliverio Chávez tenía razones fundadas para considerar que múltiples integrantes de las instituciones de seguridad en Tamaulipas brindaban protección a la organización de García Ábrego y, en función de ello, deseaban matarlo.­ De hecho, tras el enfrentamiento durante los 13 días que se mantuvo atrincherado dentro del penal de Matamoros, Chávez Araujo se las arregló para entregar una carta de su puño y letra a The New York Times. En ella, denunciaba la complicidad de integrantes de la pjf con García Ábrego y, aseguraba, la organización de éste habría puesto un precio de medio millón de dólares por su cabeza.81 Oliverio Chávez ya había resistido un operativo realizado a finales de abril de ese año, presuntamente para requisar armas existentes dentro de la cárcel. 82 Sin embargo, temía que se tratara de un encubrimiento para su asesinato, que podía ser dentro de la prisión o durante su eventual traslado a otro establecimiento. Se amparó para evitar esta última posibilidad. El 17 de mayo, Chávez Araujo recibió tres disparos —uno de ellos en la cara— de parte del referido Germán Yépez. La respuesta de su organización fue cruenta. Desarmaron a Yépez, a quien también mataron a balazos, y le deshicieron el rostro a martillazos. Mataron a golpes a Elías García el Profe. Otro recluso fue incinerado vivo, mientras que a otro más, tras asesinarlo, le clavaron una macana por el recto. Nueve más fueron degollados.83 Dada la ubicación urbana del reclusorio —que contaba con 1 200 internos, un exceso en proporción de seis o cuatro veces la cantidad óptima—, la población temía que la confrontación se extendiera al resto de Matamoros.84 Circularon versiones de que un grupo táctico de reacción, Los Zorros, de la policía de la ciudad de México, sería enviado a Matamoros para irrumpir en el penal y someter a Chávez Araujo y sus seguidores. No obstante, esto no ocurrió y la cárcel permaneció­ custodiada por policías judiciales federales, locales, e incluso integrantes de la Armada de México.85 Las autoridades locales no parecían especialmente presurosas para poner fin a la situación. Incluso el comandante de la Policía Judicial del estado, César de la Garza, indicó que la duración del cerco por parte de la fuerza pública era indefini81 82 83

84 85

The New York Times (1991), “Drug baron defiant…”, 29 de mayo, versión en línea. Prensa de Reynosa (1991), “‘Capo’ gobierna en Cereso de Matamoros”, 26 de abril, Reynosa, p. 8A. Prensa de Reynosa (1991), “¡Masacre en el penal!”, 18 de mayo, p. 1A. Ibid., “Mantienen narcos control del penal. Al mando de Oliverio Chávez Araujo”, 19 de mayo, Reynosa, p. 2A. Ibid., “Aún hay un arsenal en el interior del penal”, 20 de mayo, Reynosa, p. 1A. Ibid., (1991), “Mantienen narcos control...”, 19 de mayo, p. 2A. Ibid., (1991), “Retiene Oliverio a 15 rehenes...”, 23 de mayo, p. 1A.

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da, y podía llegar a prolongarse hasta un mes como medida precautoria a una fuga masiva de prisioneros.86 Por su parte, el agente del Ministerio Público del fuero común encargado de investigar los homicidios, Octavio Singlaterry Sánchez, declaró que la integración de la averiguación previa se prolongaría aún por varios días, y que las declaraciones de los custodios no aportaban elementos para deslindar responsabilidades.87 Dos días después del motín —y a pesar de que el penal se encontraba de facto bajo el control de Oliverio Chávez Araujo—, el secretario general de gobierno y ex procurador general del estado, Aníbal Pérez Vargas, aseguraba que la situación había vuelto a la normalidad, que los hechos eran lamentables y que el problema tenía que ver con la sobrepoblación de los centros penitenciarios del estado. Pérez Vargas, en compañía del procurador en funciones, José Ives Soberón, y del director de la Policía Judicial estatal, Porfirio Castillo Delgado, realizó una revisión en la que se encontraron tres pistolas calibre .9 mm y ningún rifle ni metralleta. En entrevista con la prensa señaló que el titular de la Dirección de Prevención y Readaptación Social de Tamaulipas, Tito Reséndez Treviño, y el director de la cárcel, Jesús Urquiza Martínez, laboraban normalmente y apoyaban en las investigaciones del caso.88 La situación derivada del motín, sin embargo, estaba lejos de estas condiciones. El entonces titular de la recién creada Comisión Nacional de los Derechos Humanos (cndh), Jorge Carpizo, declaró que eran las autoridades de Tamaulipas las que más se resistían a cumplir con las observaciones de ese organismo. Hizo especial referencia a la Procuraduría General de Justicia del estado y a la Dirección del Centro de Readaptación Social de Reynosa.89 A principios de junio de 1991, la Cámara de Diputados del Congreso federal turnó al Senado una moción del grupo parlamentario del parm, donde solicitaba la desaparición de poderes en Tamaulipas y juicio político en contra del gobernador, Américo Villarreal Guerra.90 En una entrevista con la prensa publicada el 19 de mayo, Villarreal Guerra minimizó los hechos y señaló que sólo cuatro de los 18 fallecidos habían perdido la vida por disparo de armas de fuego, mismas que, presumió, pudieron ser introducidas al penal de diversas maneras; por ejemplo, en los alimentos que las visitas 86 87 88 89 90

Prensa de Reynosa (1991), “Retiene Oliverio a 15 rehenes...”, 23 de mayo, p. 1A. Ibid. Prensa de Reynosa (1991), “Vuelve a la normalidad”, 19 de mayo, Reynosa, p. 11A. El Norte (1991), “Denuncia Carpizo que en Tamaulipas desoyen a cndh”, 6 de junio, versión en línea. Ibid.

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proporcionaban a los reos. Declaró que esperaba que ningún funcionario de su gobierno estuviera involucrado, pero que en caso de ser así se les sancionaría conforme a lo dispuesto por la ley. Cuando el reportero le inquirió al respecto, molesto­, le pidió no adelantarse a los hechos.91 El 21 de mayo, el gobernador recibió el respaldo del presidente Carlos Salinas de Gortari. Tras entrevistarse con él en la ciudad de México, declaró a los medios de comunicación que el segundo apoyaba las medidas que se requirieran para atender hechos como los ocurridos en el penal de Matamoros. Hizo gala de su buena relación con el mandatario, a quien —según dijo— había invitado a Tamaulipas, ofrecimiento que Salinas habría aceptado.92 No obstante, un día después, el 22 de mayo, reos vinculados con Chávez Araujo se comunicaron por teléfono con una radiodifusora local. Señalaron que la situación era crítica; que la violencia contra la organización de éste continuaba —refirieron el secuestro de una mujer cercana a Oliverio, Sandra Luz Violante, así como el asesinato del abogado del traficante, Francisco Camacho Herrera—. Responsabilizaron de estas acciones a Luis Medrano, Óscar Malherbe y José Luis Sosa Mayorga el Cabezón, es decir, al grupo delictivo de Juan García Ábrego.93 El 30 de mayo, el periódico regiomontano El Norte publicó información más explícita relativa a estas acusaciones. Jorge Cerón Vergara el Colombia, lugarteniente­ de Chávez Araujo, a nombre de éste pedía la intervención del presidente Salinas de Gortari para acabar con lo que denominó el Cártel de la Charola, integrado por miembros de la Policía Judicial Federal y el grupo rival de traficantes de droga encabezado por Juan García Ábrego. Pedía que se investigaran las muertes de los colombianos William de Jesús Botero Maya y Judith Pontón Guerrero; acusó a los comandantes de la pjf Indalecio Ríos y Ramón Uriarte de acompañar a los pistoleros que los secuestraron y asesinaron.94 Al primero de ellos lo acusaba, además, de haber dado muerte al hermano de Oliverio, Porfirio Chávez Araujo, y haberle robado siete millones de dólares que repartió con los ya mencionados Luis Soto

91 92 93 94

Prensa de Reynosa (1991), “Confío en que ningún funcionario esté involucrado. Afirmó el gobernador del estado”, 19 de mayo, Reynosa, p. 11A. Prensa de Reynosa (1991), “Apoya Salinas medidas antidrogas en Matamoros”, 22 de mayo, Reynosa, p. 1A. Prensa de Reynosa (1991), “Retiene Oliverio a 15 rehenes...”, 23 de mayo, p. 1A. El Norte (1991), “Denuncian reos ‘cártel de la charola’ ”, 30 de mayo, versión en línea. En esta nota, Judith Pontón Guerrero aparece como María D. Guerrero. Su nombre completo era María Judith Pontón Guerrero. Véase Diario de Nuevo Laredo (1991), “Mataron a colombianos secuestrados”, 15 de mayo, Nuevo Laredo, p. 6A.

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Silva, director general de Investigación de Delitos Contra la Salud de la pgr, y el ex procurador general de la República, Javier Coello Trejo.95 Cerón Vergara incriminaba al agente de la dea, George Gavito, quien, según afirmaba, estaba vinculado con Juan García Ábrego. Señalaba, además, que éste era protegido precisamente por Soto Silva y Coello Trejo.96 Declaró que la organización de García Ábrego tenía amenazada a la prensa y responsabilizó, de cualquier hecho violento que le aconteciera, a Óscar Malherbe y al propio Juan García Ábrego.97 Según las evidencias que se han mostrado en páginas anteriores, al menos en lo que respecta a varios de los funcionarios señalados, las declaraciones de Cerón Vergara no carecían de fundamento. Con un par de excepciones de Prensa de Reynosa, que le dedicó un reportaje de página entera, la prensa local sólo hizo, en general, menciones esporádicas de la organización de Juan García Ábrego.98 El día del motín, dos reporteros quisieron entrar al penal para cubrir la noticia. Se trataba de Jaime Requena, de El Popular, y Refugio Hernández, de La Expresión. Este último sería golpeado en varias ocasiones­por un celador que le impidió el paso al interior.99 Un día antes de las declaraciones de Cerón Vergara, el periódico El Norte publicó una nota donde señalaba que todos los periodistas foráneos que cubrían los acontecimientos de la penitenciaría de Matamoros habían recibido amenazas de muerte por vía telefónica, en las que se les instaba a abandonar la ciudad o, en caso contrario, serían asesinados.100 El 27 de mayo, Prensa de Reynosa publicó una nota donde señalaba que la tensión comenzaba a disminuir. Por primera ocasión desde el motín, el día anterior había transcurrido con normalidad y se habían reanudado las visitas dominicales. Agentes de la pjf comentaron a los reporteros de este diario que se percibía una intención de dejar enfriar el asunto, para después trasladar a Chávez Araujo a otro penal. El subdirector de la Policía Judicial del Estado, Silvio Brussolo, señaló que era posible que pronto se realizara una inspección en el interior del reclusorio en búsqueda de armas, el mismo propósito del operativo fallido de finales de abril.101  95  96  97  98  99 100 101

El Norte (1991), “Denuncian reos…”, 30 de mayo. Ibid. Ibid. Prensa de Reynosa (1991), “Narcotráfico. De la ley seca a la dinastía de los Guerra y Oliverio Chávez Araujo”, 29 de mayo, Reynosa, pp. 1 y 3A. Prensa de Reynosa (1991), “Agreden a dos reporteros”, 18 de mayo, Reynosa, p. 2A. El Norte (1991), “Amenazan de muerte a reporteros foráneos. Supuestos narcos les exigen salir de Matamoros”, 29 de mayo, versión en línea. Prensa de Reynosa (1991), “Disminuye la tensión”, 27 de mayo, Reynosa, p. 1A.

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El 29 de mayo por la noche, Federico Ponce Rojas, subprocurador general de la República, se entrevistó con Oliverio Chávez Araujo en el interior del penal de Matamoros. Durante la madrugada del día 30, Chávez Araujo fue trasladado a la ciudad de México junto con su operador, el colombiano Jorge Cerón Vergara. Ponce Rojas acudió escoltado por 80 agentes que viajaron junto con él desde la capital del país.102 Mientras Chávez Araujo y Cerón Vergara eran conducidos hacia el aeropuerto­, agentes de la pjf retenían, para interrogarlos, al director del penal, Jesús Urquiza, y a su subdirector, Reynaldo Salinas. Asimismo, el comandante de la Policía Judicial del estado, César de la Garza —uno de los encargados de mantener el cerco de vigilancia en torno al centro penitenciario—, fue detenido. El propio Porfirio Castillo Delgado fue interrogado durante cinco horas. 103 Además, fueron arrestados los comandantes de la pjf, José María Larrazolo Rubio y Gabriel Andrino, así como el agente del Ministerio Público Federal, Miguel Ángel Chávez.104 Según la nota de Prensa de Reynosa se les acusaba de complicidad con Oliverio Chávez Araujo. El día 30 de mayo, el gobernador Américo Villarreal Guerra informó en una conferencia de prensa, en la que no admitió preguntas de los reporteros, la destitución de Tito Reséndez Treviño, titular de la Dirección de Prevención y Readaptación Social del estado.105 El 1° de junio, Prensa de Reynosa anunció que la pgr había liberado a cinco de los siete funcionarios policiacos y penitenciarios que habían sido detenidos para investigarlos por su relación con el tráfico de drogas en Tamaulipas y los sucesos relacionados con el motín en el penal de Matamoros. César de la Garza, de la Policía Judicial estatal, y José María Larrazolo Rubio —quien, según se expuso más arriba, estaba relacionado con Juan García Ábrego— fueron liberados, igual que el comandante de esta última corporación en Matamoros, Gabriel Andrino Hernández. Lo mismo sucedió con el director de la policía preventiva municipal, 102

103 104 105

Prensa de Reynosa (1991), “Desafía a Oliverio enviado de la pgr. Subprocurador de justicia penetra­al penal y excarcela al lugarteniente del ‘capo’; interrogan a Urquiza y Salinas”, 30 de mayo, Reynosa, p. 1A. Véase, también, Prensa de Reynosa (1991), “Liberan penal; Oliverio, al DF. Operativo de agentes federales a las 4:40 de la mañana; trasladan también a ‘El Colombia’, lugarteniente del ‘Zar de la cocaína’ ”, 31 de mayo, Reynosa, 1A. Prensa de Reynosa (1991), “Desafía a Oliverio enviado de la pgr”, 30 de mayo, p. 1A. Ibid. Prensa de Reynosa (1991), “Detienen a 3 comandantes. Señalan a César de la Garza, Larrazolo y Andrino como cómplices de Oliverio. Arrestan al director y subdirector del Cereso; fiscal federal, también implicado”, 31 de mayo, Reynosa, p. 1A.

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Oswaldo Fourzán Márquez, y el director de los servicios médicos de la cárcel, Salvador Martínez Peña. Algunos de los funcionarios federales fueron relevados de sus cargos y concentrados en la ciudad de México, mientras que otros, como Andrino Hernández, fueron puestos a disposición del Ministerio Público por cuestiones ajenas a las que aquí se exponen.106 Al final, sólo el ex director de la prisión, Jesús Urquiza, y el subdirector, Reynaldo Salinas, fueron consignados por delitos contra la administración de justicia.­107 El 3 de junio, el primero salió libre tras depositar una fianza de 10 millones de pesos, mientras que el segundo también fue puesto en libertad, bajo reserva de ley.108 El mismo día, los representantes en Tamaulipas de la Confederación Nacional Campesina, la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado y otras corporaciones del pri se pronunciaron en respaldo al gobernador Américo Villarreal Guerra. Señalaron que en la entidad había orden y autoridad, y condenaron que se atribuyera sentido político a un conflicto entre traficantes de drogas.­109 El gobierno federal anunció una reestructuración en la pgr el 4 de junio. El procurador Ignacio Morales Lechuga tenía poco tiempo de haber asumido el cargo.­ Como cabeza de la lucha contra el narcotráfico en esa institución fue ratificado Jorge Carrillo Olea, quien sería director fundador del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas (incd).110 El mismo día, el gobernador Américo Villarreal Guerra dispuso cambios en la Policía Judicial del estado. Doce comandantes fueron rotados a otras localidades dentro de la entidad. El director de la corporación, Porfirio Castillo Delgado, fue mantenido en su cargo.111 106

107 108 109 110

111

Prensa de Reynosa (1991), “Liberan a cinco jefes policiacos. Urquiza y Salinas, consignados. Destituyen al fiscal federal Chávez Cantú y al comandante de la pjf José María Larrazolo; comparecerán ante la pgr”, 1 de junio, Reynosa, p. 1A. Prensa de Reynosa (1991), “Liberan a cinco jefes...”, 1 de junio, p. 1A. Prensa de Reynosa (1991), “Urquiza, libre bajo fianza; Salinas, bajo reserva de ley. Deposita fianza de $10 millones; fiscal los exculpa de la mala administración de justicia”, 4 de junio, Reynosa, 1A. Prensa de Reynosa (1991), “En Tamaulipas hay orden y autoridad. Fustigan sectores se atribuya sentido político a conflicto entre narcotraficantes”, 4 de junio, Reynosa, p. 9A. Prensa de Reynosa (1991), “Reestructuración en pgr. Oficializan cambios y creación de nuevas corporaciones; Carrillo Olea, firme. Pretende Morales Lechuga erradicar impunidad y prevenir corrupción; crea dos subprocuradurías, coordinaciones, fiscalías y unidades especializadas”, 5 de junio, Reynosa, p. 1A. Prensa de Reynosa (1991), “Cambios en la Judicial. Destituyen a un comandante y ordena el gobernador remoción de 12 en el estado”, 5 de junio, Reynosa, p. 6A.

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Años después, en 1994, Francisco Pérez Monroy —primo de Juan García Ábrego y uno de los principales testigos del juicio que tendría lugar en su contra en 1996— enfrentaba un proceso penal en su contra, en la corte federal de Brownsville,­ Texas. Durante el desahogo del mismo se refirió a Porfirio Castillo Delgado, en su calidad de titular de aquel cuerpo policiaco, como uno de los receptores de dinero que periódicamente le era entregado por la organización de García Ábrego a cambio de protección durante el sexenio del gobernador Américo Villarreal Guerra.­112 Oliverio Chávez Araujo fue internado inicialmente en el Hospital Durango, en la ciudad de México. Pocos días después fue trasladado al Centro Federal de Readaptación Social de Almoloya de Juárez, Estado de México, una cárcel de máxima seguridad.113 Ese mismo día, el Senado de la República externó su negativa a someter al gobernador Villarreal Guerra a juicio político. Varias comisiones unidas acordaron desechar el dictamen que les había sido enviado por la Cámara de Diputados y señalaron que no existían elementos para la desaparición de poderes en Tamaulipas.­114 Con un competidor menos y gracias a los múltiples apoyos recibidos, la organización de Juan García Ábrego se fortalecía, una vez más, en el estado y en el país. Durante esas mismas semanas, también se consolidaban algunos otros actores en el estado que, acompañados por otros tantos de viejo cuño en la entidad, favorecerían la continuidad de la reconfiguración cooptada del Estado en Tamaulipas. El 8 de mayo de 1991, la prensa local difundió la postulación del pri de nueve­ candidatos a diputados federales por los distritos electorales correspondientes al estado, así como a senador por Tamaulipas; todos ellos designados por unidad y sin consulta explícita a las bases del partido: el candidato propietario al Senado era Manuel Cavazos Lerma —sobre quien se comentará en páginas siguientes—.115 A la Cámara de Diputados, por el primer distrito, con cabecera en Nuevo Laredo, fue nominado Horacio Garza Garza; al segundo, en Reynosa, Óscar Leubbert;­en el tercero, en Matamoros, a Tomás Yarrington —de quien se hará 112 113

114 115

El Norte (1994), “Investigan a funcionarios de Tamaulipas”, 29 de octubre, versión en línea. Prensa de Reynosa (1991), “Liberan penal…”, 31 de mayo, 1A. Sobre el traslado de Oliverio Chávez Araujo a Almoloya, véase Prensa de Reynosa (1991), “Oliverio a súper prisión. Trasladado a Almoloya. Cerón Vergara, también”, 12 de junio, Reynosa, p. 1A. Prensa de Reynosa (1991), “Senado dijo ‘no’. Descarta juicio político contra Villarreal Guerra”, 12 de junio, Reynosa, p. 1A. Diario de Nuevo Laredo (1991), “Postula el pri a Cavazos Lerma y 9 diputados”, 8 de mayo, Nuevo Laredo, p. 1A.

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mayor mención más adelante—; por el cuarto, en Ciudad Victoria, Laura Alicia Garza Galindo; por el quinto, en Tampico, a Diego Navarro Rodríguez; por el sexto, con sede en Madero, a Jesús Suárez Mata; por el séptimo, con sede en Río Bravo, a Manuel Muñoz Rocha —amigo cercano de Raúl Salinas de Gortari, involucrado en el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu en 1994 y desaparecido desde entonces—; por el octavo, en San Fernando, a Hugo Andrés Araujo, y por el noveno, en Mante, a Arturo Saavedra Sánchez.116 Días más tarde, el pri anunció­ que quien habría de ser su candidato suplente al Senado de la República era el ex gobernador y ex subsecretario de Hacienda, encargado de combatir el contrabando,­ Enrique Cárdenas González, cercano a Juan N. Guerra.117 Operaciones financieras y patrimoniales

El siguiente punto a señalar es el crecimiento económico de la organización de Juan García Ábrego. Entre 1989 y 1991, la organización de García Ábrego había logrado establecer una considerable red de inversiones de tipo financiero y patrimonial. El detalle y la dimensión completa de la misma es difícil de determinar debido a su carácter clandestino y al frecuente uso de prestanombres. La cuestión rebasa las capacidades individuales de acceso a la información de este investigador, pero una buena muestra de semejante red se aprecia en los documentos del juicio seguido en su contra, en enero de 1996. Según los mismos, la agrupación criminal enviaba grandes cantidades de dinero en efectivo que eran depositadas en cuentas del First City Bank de McAllen, Texas, que pertenecían a la Casa de Cambio Nuevo León y la Casa de Cambio Colón, ambas asentadas en Monterrey.118 La investigación obtuvo registros del Republic International Bank of New York; Republic International Bank, en Miami; Republic International Bank, de California; Banker’s Trust Company, en Nueva York; la subsidiaria del Banker’s Trust, en Suiza; de American Express Bank International y las subsidiarias del Banker’s Trust, en las Islas Caimán; de American Express Bank International, en California; del Bank of New York; del Barclay’s Bank, también en Nueva York, y del Bear Stearnes, en esa misma ciudad. De acuerdo con estos datos, el flujo de dinero que las oficinas de aduanas de los Estados Unidos detectaron que eran depo116 117 118

Ibid. Diario de Nuevo Laredo (1991), “Enrique Cárdenas G. será el senador suplente”, 10 de mayo, Nuevo Laredo, p. 1A. cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 31.

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sitadas en el First City Bank, en McAllen, continuaba hacia cuentas concentradoras­ en el Banker’s Trust en Nueva York y en Suiza.119 Aproximadamente, 14 millones de dólares fueron transferidos en las operaciones investigadas hacia el Banker’s Trust desde el First City Bank. Otras cantidades eran transferidas de manera indirecta al Banker’s Trust: 1 250 000 dólares mediante­ una transferencia desde el Republic International Bank en Nueva York, y de ahí al Banker’s Trust. Además, un millón de dólares fue transferido al Republic International Bank en Miami, y después al Banker’s Trust. Tres transferencias bancarias fueron realizadas desde el Republic International Bank de Los Ángeles. En total, 21.8 millones de dólares fueron concentrados en una cuenta general del Banker’s Trust en Nueva York; de ahí fueron enviados a una cuenta en un banco­ suizo que, según los registros del Banker’s Trust en Nueva York, estaba abierta a nombre de Ricardo Aguirre, María del Carmen Olivella y Rosalinda Silva.120 Ricardo Aguirre era un prestanombres y administrador de recursos de Juan García Ábrego, mientras que María del Carmen Olivella era esposa de este último.121 En una ocasión, tras la incautación de varias de sus propiedades en México, García Ábrego instruyó a uno de sus colaboradores para entrevistarse con el referido Ricardo Aguirre, para indagar si este último había transferido 25 millones de dólares de los recursos de aquél hacia los Estados Unidos.122 Aguirre operaba una gasolinera­ en la calle Sexta, en Matamoros, la misma donde se ubicaba el bar Piedras Negras, de Juan N. Guerra.123 En las Islas Caimán, Ricardo Aguirre administraba las cuentas de García Ábrego­ bajo la denominación de dos empresas de fachada: White Horse Investments y Stallion Investments. Tan sólo en 1989, esas cuentas recibieron 22 millones­de dólares de una cuenta bancaria suiza, abierta con 19 millones de dólares transferidos desde­ el Banker’s Trust de Nueva York.124 Posteriormente, el 16 de mayo de 1990, también en las Islas Caimán, la organización registró una nueva empresa de membrete: Green Mountain. Esta empresa fue creada con el apoyo del banquero Antonio Giraldi, con el American Express Bank International, en California. Entre los beneficiarios estaba de nueva cuenta Ricardo Aguirre. Aproximadamente, 25 millones de dólares fueron transferidos a esta cuenta desde las propias de Stallion y White Horse, a través del Barclay’s Bank 119 120 121 122 123 124

Ibid. Ibid. Ibid., p. 30. Ibid. Ibid., p. 30. Ibid., p. 32.

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y del Bank of New York. Más tarde, Green Mountain proporcionaría cartas de crédito a la Casa de Cambio Colón.125 Otros personajes encargados de lavar dinero eran los hermanos Luis Esteban y Eduardo García Villalón, quienes tenían cuentas en el International Bank of Commerce y en el National Bank en Laredo y Harlingen, Texas, que tenían alrededor de 4.5 millones de dólares cuando fueron aseguradas.126 Como se ha señalado anteriormente, Luis Esteban fungía como director de Enlace y Concertación de la Dirección General de Investigaciones de Narcóticos de la pgr. Los hermanos García Villalón poseían cuentas bancarias bajo su control, en las Islas Caimán, pero abiertas bajo empresas de membrete: List y Taurus. Mediante ellas transferían dinero a otras cuentas bancarias, entre éstas, una del Royal Bank de Canadá, abierta­ a nombre de Felipe e Irma Treviño.127 En suma, una muestra detectada de las operaciones financieras internacionales de la organización. Resulta difícil atribuirlas en su totalidad a personajes con escasa­ educación formal, ya no digamos técnica y especializada, acorde con el tipo de movimientos descritos, sin contar con la asesoría de otro tipo de actores, igualmente­ partícipes de intereses ilícitos. En lo referente a las inversiones patrimoniales y de negocios relacionadas con la organización de Juan García Ábrego, según la información derivada del juicio en su contra, en 1996, se pueden señalar las siguientes operaciones como muestra. En diciembre de 1990, una cuenta de García Ábrego, en la Casa de Cambio Multiva, en Monterrey, recibió una transferencia de un par de millones de dólares, de los fondos depositados en las Islas Caimán de la empresa fachada Green Mountain.­ La cantidad fue empleada para adquirir propiedades en la zona.128 Víctor García trabajaba para García Ábrego, administrando varios de sus negocios legales y dinero. García era administrador de una empresa de construcción denominada Caimsa. Como parte de la junta directiva de esta empresa se contaba a Miguel Ángel Lerma y a un primo de Juan García Ábrego, Rubén García Robles.­129 Como se verá más adelante, años después medios de comunicación harían referencia a las indagaciones de la pgr sobre el posible vínculo del ex gobernador Manuel Cavazos Lerma con organizaciones delictivas. Se haría referencia a la rela125 126 127 128 129

Ibid. Ibid., p. 29. Ibid., p. 30. Ibid., pp. 48-50. Ibid., p. 49.

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ción de un primo suyo, Miguel Ángel Lerma, con García Ábrego.130 No se puede descartar que el personaje mencionado en los documentos del juicio y este último sean la misma persona. Otra empresa vinculada con Juan García Ábrego era Prodeconsa, dedicada a la construcción. Ésta era administrada también por Miguel Ángel Lerma y por Rubén García Robles. En ella se reunían Ricardo Aguirre, Víctor García y el propio García Ábrego. El segundo declaró haber acompañado a Rubén García a depositar en el banco un millón de dólares en efectivo. Narró que Ricardo Aguirre entregaba­ portafolios llenos de dinero a Miguel Ángel Lerma, tras haberlo extraído de la Casa de Cambio Colón.131 En 1992, Víctor García se reunía semanalmente con García Ábrego para discutir las operaciones financieras de otra empresa denominada Tefasa. En el mismo año, el primero también administraba otra empresa de transporte llamada Trefimex,­ que operaba bajo el nombre de un hijo de Juan García Ábrego: Juan José García. Víctor le reportaba directamente a García Ábrego todo lo concerniente a esta compañía.132 En 1991, Víctor García apoyó en la adquisición de una propiedad con valor de un millón de dólares, en Guadalupe, cerca de Monterrey. La propiedad quedó bajo el nombre de Miguel Ángel Lerma. El dinero fue proporcionado por Rubén García Robles.133 En el mismo año, Víctor García colaboró nuevamente para comprar una finca de 20 acres en Apodaca, Nuevo León. De nuevo, el dinero fue proporcionado por Rubén García Robles y el inmueble fue puesto a nombre de Francisco Guerra, a quien se menciona como amigo cercano de Miguel Ángel Lerma.134 En 1992, Víctor García gestionó la compra de una segunda residencia en Apodaca, por un millón de dólares. Asimismo, de otra casa, en Guadalupe, por 400 000 dólares. Ésta aparecería como propiedad de Roberto Galván Melquizo, pero sería en realidad ocupada por familiares de García Ábrego.135 Juan García Ábrego tenía un número no especificado de almacenes en Monterrey. Era poseedor de los ranchos El Coyote, en las proximidades de Reynosa; El Venado, en Monterrey; La Pita y Las Amarillas, también en la misma localidad 130 131 132 133 134 135

El Universal (2012), “Investiga pgr a 3 ex mandatarios del pri”, 31 de enero, versión en línea. cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 49. Ibid., pp. 50-51. Ibid., p. 50. Ibid. Ibid.

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neoleonesa.136 Esta última habría tenido un valor de 500 000 dólares. Además, en tal zona, García Ábrego poseía diversas fincas, conocidas como Las Quintas, y otra propiedad más en Villa Juárez.137 Desde luego, los movimientos financieros y patrimoniales descritos no fueron necesariamente los únicos; son sólo aquellos que fue factible detectar y que salieron a relucir en el proceso penal seguido en contra de Juan García Ábrego. La determinación y rastreo de operaciones similares pertenecientes a esta organización o, más aun, a sus asociados y protectores, es una cuenta pendiente que difícilmente podrá ser resuelta con los recursos limitados de la investigación académica. No obstante, es probable que las operaciones sean igual de complejas y sus montos tanto o más considerables. Es preciso recordar que en la lógica de funcionamiento de la delincuencia organizada aquí descrito, los operadores tradicionales de las actividades ilícitas no son, de lejos, el único ni el más importante eslabón de la actividad delictiva. Las ganancias de algunos actores que dentro de las instituciones pudieron haberse beneficiado de estas actividades pudieran ser también significativas. El rastreo de estas alianzas clandestinas, en términos de su dimensión patrimonial dentro del suelo mexicano, constituye una incógnita deseable de resolver, pero que rebasa los alcances de este trabajo, y requiere una metodología distinta, con fuentes de información­diferentes a las aquí empleadas, no necesariamente disponibles en la actualidad. Mario Ruiz Massieu

Por otra parte, las características de la protección de actores políticos y de seguridad en el sexenio 1988-1994, pudieron apreciarse también en otro juicio realizado en los Estados Unidos. El 3 de marzo de 1995, tras el fin del sexenio, Mario Ruiz Massieu, ex subprocurador antinarcóticos mexicano y hermano de José Francisco Ruiz Massieu, el secretario general del pri asesinado tan sólo unos meses atrás, fue detenido en Nueva Jersey, cuando intentaba tomar un vuelo con destino a España. La razón era que portaba una cantidad de dinero que excedía el límite no declarable­ permitido por la aduana estadounidense.138 136 137 138

Ibid. Ibid., p. 51. La información corresponde a los documentos del juicio civil en contra del dinero en posesión de Mario Ruiz Massieu, que se preparaba en la Corte federal de Houston, Texas, en 1995. Véase

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La investigación de las autoridades de ese país encontró que Ruiz Massieu había renunciado a su cargo como subprocurador general de la República el 23 de noviembre de 1994, y enfrentaba una investigación criminal en México por su presunta relación con las organizaciones del narcotráfico. Además, que por su cargo gubernamental, Ruiz Massieu estaba en condiciones de conocer los requerimientos de sus contrapartes estadounidenses en materia de combate al tráfico de drogas, de manera que el gobierno estadounidense determinó el aseguramiento precautorio de una cuenta bancaria que Ruiz Massieu había abierto en los Estados Unidos.139 La cuenta, abierta en diciembre de 1993, había recibido 24 depósitos en efectivo, en dólares. El primero de ellos, por Jorge Stergios, visitador general de la pgr, subordinado de Mario Ruiz Massieu. Stergios, que portaba el dinero en portafolios, aseguraba que el mismo correspondía a la venta de propiedades de su jefe. En su mayoría, este dinero se presentaba en billetes de 20 dólares unidos por ligas y envueltos en cinta plástica. Las autoridades norteamericanas resaltaron su semejanza con los paquetes de dinero generalmente observados en las transacciones entre organizaciones del narcotráfico.140 Stergios realizaba múltiples viajes sólo para depositar dinero en la cuenta de Ruiz Massieu, que en ocasiones transportaba también en cajas de cartón. Cada vez que era interrogado por los oficiales de aduanas, proporcionaba versiones diferentes, sin embargo, la única consistente es que el dinero pertenecía a Mario Ruiz Massieu, funcionario mexicano, quien deseaba sacarlo del país. Las sumas declaradas en la oficina de aduanas difería siempre con los depósitos realizados: el dinero oficialmente reportado, 416 771 dólares, era sólo 5% de la cantidad real depositada. Las cantidades superaban por mucho los ingresos que percibían Ruiz Massieu y Stergios en 1994, según informó el gobierno­ mexicano: 100 000 y 50 000 dólares, respectivamente.141 Tras el arresto de Ruiz Massieu, el ex visitador general de la pgr, Jorge Stergios, contactó a ejecutivos del banco que administraban la cuenta de su jefe. Les pregun­ tó si era posible partir la cantidad depositada en múltiples cuentas; qué se necesita­ ría para transferir los fondos a otra cuenta en otro país —por ejemplo, Suiza—, y

139 140 141

United States of America v. $9 041 598.68 (Nine million forty one thousand, five hundred ninety eight dollars and sixty eight cents), H-95-3182, United States District Court, Southern District of Texas, Houston Division, 15 de junio, 1995, documento 1, p. 2. También se puede acceder al documento con esta información: Case 4:95-cv-03182 Document 1 Filed in txsd on 06/15/95, p. 2. Ibid., p. 4. Ibid., p. 4. En el documento se asienta, por ejemplo, que el 28 de abril de 1994, Stergios realizó un depósito de 264 940 dólares, de los cuales 228 300 correspondían a billetes de 20 dólares. Ibid., p. 7.

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si todo esto se podría realizar sin dejar rastro, respecto a la cuenta original. Stergios prometió contactar de nuevo al ejecutivo y se rehusó a proporcionarle información sobre dónde encontrarlo.142 Las autoridades de aduanas señalaron que contaban con información confiable que permitía establecer que el ex subprocurador Mario Ruiz Massieu había recibido­ dinero de organizaciones del narcotráfico a cambio de protección en sus operaciones­ destinadas a introducir drogas psicoactivas en los Estados Unidos.143 En consecuencia, la fiscal titular Gaynelle Griffin Jones y su asistente, Susan Kempner, formularon una acusación civil que buscaba el aseguramiento total de los fondos hallados en la cuenta de Mario Ruiz Massieu: 9 041 598.68 dólares.144 El caso se extendió por varios meses. En febrero de 1997, el testimonio de una testigo que la fiscalía usaría en contra de Mario Ruiz Massieu se filtró a la prensa mexicana, concretamente al semanario Proceso, a pesar de estar protegido bajo sello por la corte de Houston, Texas. Según el abogado de Ruiz Massieu, Tony Canales —el mismo que había defendido a Juan García Ábrego en 1996—, el origen de la filtración era la propia Procuraduría General de la República en México,­que había recibido también copia del documento.145 La jueza Nancy F. Atlas, de la corte de Houston, reconocía que el documento publicado por Proceso era el que la fiscalía había solicitado mantener bajo resguardo­ e incluso comentaba que el artículo reproducía partes del interrogatorio que no habían sido registradas. Según expuso la fiscalía, el resultado de la filtración era que la testigo, bajo custodia de las autoridades estadounidenses, temía las represalias que su testimonio podía acarrear sobre su familia radicada en México, de manera que no deseaba ya testificar ante la corte. Otro testigo que permanecía aún en México se encontraba ilocalizable y renuente a presentarse a rendir testimonio, por la misma razón.146 Las sospechas de la filtración recaían en Tony Canales, defensor de Ruiz Massieu, quien insistió en que él no había tenido trato alguno con los reporte­ ros mexicanos. El fiscal adjunto, Jesse Rodríguez, rechazaba que el Departamento de Justicia hubiera compartido los testimonios de quienes llamaría­a comparecer 142 143 144 145

146

Ibid., p. 8. Ibid. Ibid., pp. 10-11. Case 4:95-cv-03182, Document 125, Filed in txsd on 02/19/97, pp. 4-8. El entonces reportero Carlos Marín publicó el documento en un artículo de Proceso (1997), “Un gran jurado en Houston ventilará lo que puede convertirse en el mayor escándalo narcopolítico. Testimonios obtenidos por el Departamento de Justicia: Raúl Salinas Lozano, sus hijos Carlos, Raúl y Adriana, los hermanos Ruiz Massieu y Colosio, ligados a los principales capos”, 17 de febrero de 1997, versión cd. Case 4:95-cv-03182, Document 125, Filed in txsd on 02/19/97, pp. 4, 5, 28 y 29.

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con el gobierno mexicano. No ponía en duda tampoco la negación de Canales, pero señalaba que la estrategia le era funcional a Ruiz Massieu, quien evitaba la declaración de los mismos ante la corte, de manera que al poseer también copias de la documentación, podrían ser sus propios allegados las fuentes de la filtración.147 Una preocupación central de la jueza Atlas era que, tan sólo a un mes del inicio­ del juicio formal —hasta entonces sólo habían tenido lugar los preparativos—, la fiscalía enfrentaba el riesgo de quedarse sin testigos debido a la reluctancia de éstos a brindar testimonio, dada la difusión pública de su identidad e información en la prensa mexicana. Aunque la jueza era sensible al temor de los testigos, no parecía acabar­ de dimensionar el riesgo extendido que éstos podían enfrentar no sólo de manera­ directa y su consecuente renuencia a continuar, pues por lo menos uno de ellos —una mujer— se encontraba ya bajo custodia del sistema penitenciario estadounidense.148 En un intento de explicar esta resistencia, el fiscal Rodríguez expresó: Y los hechos que subyacen a estos ingresos por drogas, si así lo vemos, es que estamos tratando con gente peligrosa. Quiero decir, dos figuras públicas han sido asesinadas, usted sabe, en meses, los traficantes de droga han matado periodistas, han matado fiscales en México.149

El abogado defensor, Tony Canales, atajó la observación del fiscal preguntando­ qué tenían que ver esas cuestiones con su cliente, que en todo caso era hermano de uno de los personajes victimados. La jueza, cuidadosa del procedimiento legal, expresó que esos asuntos no tenían que ver con el desarrollo del caso; que estaba dispuesta a dar todas las salvaguardas necesarias para que los testigos rindieran testimonio, pero que semejantes hechos no tenían que ver con esta materia ni con la determinación de la sanción a la fuente de la filtración.150 Canales minimizó el sentido de riesgo que podían tener los testigos de la parte­ acusadora. Insistió en que tres de ellos formaban parte del programa de protección de testigos del gobierno estadounidense y consideró ridículos sus temores: las presuntas fuentes de los mismos eran Mario Ruiz Massieu, que estaba bajo arresto domiciliario; Raúl Salinas de Gortari, que se encontraba preso en la cárcel de mayor­ seguridad en México, y su hermano, el ex presidente Carlos Salinas, quien estaba 147 148 149 150

Ibid., p. 16. Ibid., pp. 18, 29 y 30. Ibid., pp. 29-30. Traducción libre del autor. Ibid., p. 30.

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en Irlanda. Aseguraba que el gobierno mexicano estaba en contra de su cliente y todos los demás mencionados, de manera que semejante temor era sólo producto de su imaginación.151 A la luz de todo lo revisado en esta investigación, resulta difícil desestimar las razones del temor de los testigos. Por lo menos el testimonio de uno de ellos resultaba fundamental para la fiscalía. Se trataba de Magdalena Ruiz Pelayo, quien fungió por una década como secretaria privada de Raúl Salinas Lozano. Ruiz Pelayo había sido convicta por tráfico de drogas en Newark, Nueva Jersey, en 1992, y cooperaba con las autoridades estadounidenses en el juicio para confiscar los fondos de más de nueve millones de dólares en la cuenta bancaria de Mario Ruiz Massieu. Su testimonio había sido presentado ante la fiscalía el 11 de julio de 1996, en una prisión federal, ante agentes del fbi, del Servicio de Aduanas, del fiscal adjunto, Jesse Rodríguez, y el propio abogado defensor de la testigo, quien estuvo presente en parte de la entrevista.152 En el documento de la corte que apareció en la prensa, Ruiz Pelayo establecía que había sido testigo presencial de pagos de traficantes de drogas realizados al entonces subprocurador, Mario Ruiz Massieu, a cambio de protección en sus operaciones.153 Algunas de ellas tenían lugar en el hotel Las Brisas, ubicado en la zona turística desarrollada por Carlos Hank. Otro testigo de la fiscalía, Marcos Torres, también presente en este tipo de operaciones, señaló que Juan García Ábrego pagaba de 15 a 20 millones de dólares mensuales por la misma razón. Ruiz Pelayo afirmó tener conocimiento de que a principios de 1994, Juan García Ábrego había proporcionado dos millones de dólares a Mario Ruiz Massieu para continuar en libertad; que tal pago lo había realizado de manera directa al propio subprocurador, en la sede de la pgr, en la ciudad de México.154 Ruiz Pelayo afirmaba que personalmente había entregado dinero proveniente del tráfico de drogas a José Francisco Ruiz Massieu, yerno de Raúl Salinas Lozano, desde­ 151 152

153

154

Ibid., pp. 36-37. New York Times (1997), “Secretary to Mexican Patriarch Discloses Links to Drug Barons”, 26 de febrero, Nueva York, disponible en . El contenido del documento se encuentra reproducido y traducido al español en Proceso (1997), “Un gran jurado en Houston…”, 17 de febrero; una versión en inglés que puede consultarse en línea está en el sitio web del Public Broadcasting Service (pbs), (1997), “Mexican news reports on the scandals”, disponible en . Ibid.

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la época en que éste era candidato a gobernador de Guerrero, hasta la fecha de su propia detención en 1992, en los Estados Unidos. Establecía además que, a lo largo de este periodo, Salinas Lozano y Juan N. Guerra participaban juntos en el negocio de la droga y que el dinero entregado a José Francisco Ruiz Massieu pertenecía a ambos. También declaraba haber proporcionado dinero al hermano de José Francisco, Mario Ruiz Massieu, a quien conocía desde 1986. En este caso, las entregas, que variaban entre 300 000 y 1 000 000 de dólares, también habrían sido instrucciones de Raúl Salinas Lozano. Según recordaba, el propósito era la inversión en desarrollos turísticos o la compra de inmuebles, incluso en Texas.155 La testigo señalaba que estaba segura de que el dinero provenía del tráfico de drogas­ porque había estado presente en múltiples discusiones donde se hablaba de aviones y del ocultamiento de cocaína en latas de chiles. Según su testimonio, en semejantes conversaciones estaban presentes, entre otros, Raúl Salinas Lozano, su hijo Raúl, los dos hermanos Ruiz Massieu y Juan García Ábrego.156 Cuestiones personales habrían intervenido en un supuesto rompimiento entre José Francisco Ruiz Massieu y la familia Salinas. Sin embargo, según Ruiz Pelayo, ante esta situación, su hermano Mario habría permanecido leal a estos últimos.157 Por su parte, la familia de Mario Ruiz Massieu declaró que los fondos hallados en su cuenta en los Estados Unidos eran producto de su propio patrimonio, administrado originalmente por José Francisco y, debido a lo absorbente de las activida­ des políticas de éste, por Mario.158 La defensa de Ruiz Massieu había proporcionado también un affidavit a cargo de un jurista experto mexicano: Juan Collado, quien opinaba que semejantes procedimientos de colocar todo el patrimonio de los integrantes de una familia bajo la administración de uno solo de sus miembros era normal, al igual que la extracción del país del mismo, dados los temores que generaba el recuerdo de la nacionalización bancaria.159 El abogado Juan Collado formaría, junto con Alonso 155

156 157 158 159

Ibid. Paradojas de la vida, la proclamación oficial de José Francisco Ruiz Massieu como precandidato del pri al gobierno de Guerrero tuvo lugar el 12 de agosto de 1986, un día antes de la reunión del presidente Miguel de la Madrid con el senador Deconsini, quien pretendía advertirle de la participación de gobernadores mexicanos en la protección al narcotráfico. Véase Diario de Nuevo Laredo (1986), “Ruiz Massieu destapado del pri para Guerrero”, 12 de agosto, Nuevo Laredo, p. 1A. Ibid. Ibid. Case 4:95-cv-03182, Document 126, Filed in txsd on 02/20/97, pp. 8-11. Ibid., p. 12.

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Aguilar­Zinser y José Luis Nassar Daw, el equipo de defensores de Raúl Salinas de Gortari. Le acompañaron en su salida del penal local en el Estado de México luego de que la corte lo declarara inocente por el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu­, cuestión que lo había mantenido preso 10 años. Entre sus declaraciones inmediatas­ tras ser liberado, Raúl Salinas de Gortari expresó su reconocimiento a su familia, amigos y abogados, y señaló que “la verdad legal es la verdad histórica en este caso”.160 De nuevo en el caso de Mario Ruiz Massieu, el efecto de la filtración parece haber sido irreversible, en lo referente a la decisión de algunos testigos de rendir o no testimonio. En la lista de testigos susceptibles de ser citados por la fiscalía en el desarrollo del juicio, el nombre de Magdalena Ruiz Pelayo no apareció más,161 de manera que las implicaciones hacia otros personajes relevantes no pudieron verificarse durante el mismo. Marcos Torres aparecía en ese documento, pero no fue llamado a declarar en el desahogo del juicio. Su testimonio quedó archivado como parte de los procedimientos previos a éste y resguardado bajo orden de la jueza. Sin embargo, las exposiciones del resto de testigos fueron lo suficientemente contundentes: incluían integrantes de corporaciones de seguridad y aduanales de los Estados Unidos, ejecutivos de cuenta bancarios, personal capaz de validar la autenticidad de registros de pasajeros en vuelos comerciales y hospedaje, ex oficiales­ de la Policía Judicial Federal mexicana que afirmaron haber atestiguado o efectuado­ directamente pagos a Mario Ruiz Massieu provenientes del tráfico de drogas, ex transportadores de droga de la organización de Juan García Ábrego e individuos originalmente vinculados con otras organizaciones criminales. El 15 de marzo, el veredicto del jurado estaba listo y refrendaba la acusación de la fiscalía estableciendo­ que, salvo 1 100 000 dólares, el resto de los 9 041 598.68 dólares eran, en efecto, ingresos provenientes del pago de las organizaciones del narcotráfico.162 La jueza Atlas determinó que la fiscalía había probado la existencia de una conspiración para distribuir cocaína y mariguana en los Estados Unidos, que de acuerdo con la información expuesta por los testigos presentados por la parte acusadora, había existido, por lo menos, entre 1990 y 1994.163

160 161 162 163

El Universal (2005), “Siempre he sido inocente: Raúl Salinas”, 14 de junio, versión en línea. Esta lista de testigos se encuentra en Case 4:95-cv-03182, Document 173, Filed in txsd on 03/ 07/97, pp. 1-6. Case 4:95-cv-03182, Document 195, Filed in txsd on 03/15/97, pp. 1-7. Case 4:95-cv-03182, Document 214, Filed in txsd on 04/25/97, pp. 20-24.

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Esta empresa era apoyada por funcionarios públicos que incluían, de manera no limitativa, al entonces subprocurador, Mario Ruiz Massieu, al visitador general, Jorge Stergios, y al jefe de la Policía Judicial Federal, Adrián Carrera Fuentes, así como a otros mandos de corporaciones policiacas estatales. También a líderes de las organizaciones mexicanas del tráfico de drogas, como Amado Carrillo Fuentes y Juan García Ábrego.164 En consecuencia, el 25 de abril de 1997 concedió al Departamento de Justicia de los Estados Unidos la totalidad del dinero asegurado en la cuenta del ex subprocurador,­salvo los 1 100 000 dólares que el jurado había estimado procedentes de actividades no ilícitas.165 Mario Ruiz Massieu apeló la determinación de la jueza, pero el 8 de enero de 1999 recibió la confirmación del veredicto por parte de la Corte de Apelaciones del Quinto Circuito.166 En agosto, una corte de Houston le fincaría 25 cargos por lavado de dinero. Se suicidó en septiembre de 1999 en su apartamento de Nueva Jersey, donde se encontraba bajo arresto domiciliario.167 Antiguas relaciones, compromisos renovados

En 1995, un documento secreto del Centro de Inteligencia Antinarcóticos del Ejército mexicano, cuyos extractos circularon en la prensa del país en 1997, y al cual tuvo acceso el autor, señalaba presuntos vínculos de Hank, Salinas Lozano y González Barrera con el Cártel del Golfo. También mencionaba a Jesús Canavati Tafich, quien tiene el mismo apellido de los presuntos contrabandistas con quienes trabajaba Juan González el Chapeado, según la carta de denuncia enviada al presidente Adolfo López Mateos, a la que se hizo referencia en el capítulo tercero.168 Incluso involucraba a Carlos y Raúl Salinas de Gortari.169 Este último fue sujeto a 164 165 166 167 168 169

Ibid. Case 4:95-cv-03182, Document 215, Filed in txsd on 04/25/97, p. 1. Case 4:95-cv-03182, Document 243, Filed in txsd on 03/02/99, pp. 1-35. Texas City Sun (1999), “Former Mexican prosecutor commits suicide in the US”, 16 de septiembre,­p. 6. agn, Arch. Pres. alm, exp. 541/248, fojas sin numerar. Centro de Inteligencia Antinarcóticos del Estado Mayor de la Defensa Nacional (Cian). Avances en el Análisis del Narcotráfico en México, 2 de septiembre de 1995. Citado en Flores Pérez, C.A. (2009), op. cit., pp. 195-197. Pueden verse también referencias al respecto en Boyer, Jean Francois (2001), La guerra perdida contra las drogas. Narcodependencia del mundo actual, Grijalbo, México, pp. 115-143.

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proceso judicial en el país por presunto lavado de dinero del narcotráfico. Se le vinculaba con las dos organizaciones que cobrarían mayor poder durante ese periodo: la de Amado Carrillo Fuentes y la de Juan García Ábrego. Tras el hallazgo de cuentas millonarias en dólares en Suiza y Francia, Raúl Salinas enfrentó proceso­ penal en tales países. En el caso de la justicia suiza, al término de las investigaciones realizadas por la fiscal Carla del Ponte, el proceso fue transferido al gobierno mexicano, junto con las evidencias, para que éste continuara con la indagación. En las mismas se mencionaban, además de integrantes del círculo familiar del ex presidente, a secretarios de Estado, gobernadores, altos mandos de la Procuraduría General de la República­ (pgr) y generales del Ejército mexicano, como garantes institucionales de la opera­ ción del tráfico de drogas, mediante una acción concertada para encubrirlo. Sin embargo, autoridades judiciales exoneraron a Salinas de Gortari con la inconformidad de la propia pgr.170 Raúl Salinas argumentó en diversas ocasiones que el dinero retenido por los suizos171 constituía un fondo de inversión compartido por varios empresarios me­xi­ canos.­172 Entre ellos, Carlos Hank Rohn, presidente del Grupo Financiero Interac­ ciones e hijo del ex secretario de Agricultura del sexenio salinista, Carlos Hank González; Roberto González Barrera, dueño de la empresa Maseca y del banco Banorte; Carlos Peralta, quien tuviera participación mayoritaria de la telefónica celular Iusacell.173 Raúl Salinas también habría transferido alrededor de 30 millones 170 171

172 173

La Jornada (1998), “Raúl, el hermano mayor, protector de cárteles, señala Del Ponte”, 21 de octubre, disponible en . Las cifras reportadas por la prensa mexicana no coinciden: en junio de 1996 el diario Reforma publicó que le habían sido asegurados alrededor de 100 millones de dólares, depositados en diversas cuentas en Banque Pictet, Citibank-Zurich, Julius Bèer Bank y Banque Edmond de Rothschild. Véase Reforma (1996), “Deposita su confianza en Suiza y Citibank”, 3 de junio. En octubre de 1998, la fiscalía suiza anunció oficialmente que había confiscado 114 millones de dólares pertenecientes a Raúl Salinas, depositados principalmente en bancos suizos y británicos. El Norte (1998), “Confisca Suiza fortuna de Raúl”, 21 de octubre. No obstante, años después, La Jornada refiere una cantidad que se habría acercado a los 150 millones de dólares: “Imposible, que Raúl Salinas reciba un peso del dinero que Suiza le congeló, según pgr”, 19 de junio de 2008. El periódico El Norte hace referencia a 105 millones de pesos: “Regresará Suiza dinero de Raúl”, 28 de marzo de 2008. El Norte (1998), ”Revela Policía Suiza errores de EU- nyt”, 5 de agosto. La Jornada (1997), “Carlos Peralta, ex directivo de Iusacell, prófugo por fraude fiscal”, 3 de mar­ zo­, México, versión en línea. Peralta relataría ser financiador de la campaña de Carlos Salinas de Gortari a la presidencia de la República, en 1988. En 1997, la pgr ejercitó acción penal en su contra, por evasión fiscal, por declarar recursos menores a los efectivamente recibidos entre 1992 y 1995, periodos que coinciden con la administración salinista.

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de dólares a las cuentas bancarias de Ricardo Salinas Pliego, dueño de Televisión Azteca, igualmente radicadas en Suiza.174 Otro empresario señalado como copartícipe en el supuesto fondo de inversión fue Adrián Sada, del Grupo Financiero Serfín.175 A mediados de 2002, las autoridades suizas anunciaron la entrega, a la pgr, de 114 millones de dólares retenidos en las cuentas de Raúl Salinas. Pretendidamente,­ la fiscalía mexicana continuaría la indagatoria.176 La entrega se concretaría varios años más tarde. El empresario Carlos Peralta, el único que admitió haber proporcionado dinero para el referido fondo,177 sería también el único que recibiría la devolución de su dinero: 74 millones de dólares. Sólo él lo reclamó, acreditando formalmente su procedencia legal. Los otros presuntos asociados a los que continuamente hizo referencia el hermano del ex presidente,­ Carlos Hank Rohn y Roberto González Barrera, no solicitaron la devolución­de los 75 millones de dólares restantes. El abogado defensor de Raúl Salinas, José Luis Nassar, afirmó que la resolución era un triunfo para la defensa: mientras que la fiscalía suiza había afirmado que ese dinero provenía del narcotráfico,­ su cliente siempre había aducido que le había sido entregado por empresarios.178 En Francia, el fiscal del caso, Victor Romain, solicitó al juez Jean Luis Cantor denunciar los hechos al gobierno mexicano, o bien, absolver a los inculpados bajo el argumento de que no podía garantizar que los fondos incautados no procedieran de otras actividades distintas al narcotráfico. El caso fincado en contra de Raúl Salinas habría implicado también la orden de aprehensión —girada a la Interpol— contra el hermano menor de éste, Enrique Salinas, asesinado en 2005, antes de que la misma tuviera efecto. El juez francés desistió de transferir el caso a México y absolvió de cargos al hermano del ex presidente.179 Raúl Salinas estuvo más de 10 años preso por la presunta autoría intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu, su cuñado. Los procesos penales

174 175 176 177 178 179

Reforma (1996), “Otro socio de Raúl”, 28 de junio, México, versión en línea. La Jornada (2003), “Demanda Raúl Salinas al dueño de TV Azteca el pago de 29.8 millones de dólares”, 17 de julio, México, versión en línea. El Norte (2002), “Da Suiza a pgr dinero de Raúl”, 7 de junio, Monterrey, versión en línea. El Norte (1996), “Admite empresario dar dinero a Raúl”, 28 de enero, Monterrey, versión en línea. Reforma (2008), “Era dinero de Hank y González”, 19 de junio, México, versión en línea. La Jornada (2006), “Cierran juicio hoy en Francia contra Raúl Salinas de Gortari y Adriana Lagarde”, 2 de mayo, México, versión en línea. Véase, también, La Jornada (2006), “La fiscalía de París no apelará la absolución a Raúl Salinas”, 16 de mayo.

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seguidos en su contra se desvanecieron en el sexenio de Vicente Fox. En 2005, las cortes mexicanas lo exculparon. Rostuca Holdings y Emilio Martínez Manautou

En 1988, otro caso mostraba anticipadamente algunas similitudes. En junio de ese año, algunos diarios internacionales publicaron cuestiones relativas a un juicio civil promovido por las empresas Rostuca Holdings Ltd. y Aida Ltd. contra Roberto Polo, un cubano-americano, afamado tratante de arte e inversor financiero, propietario de la compañía Private Asset Management Inc. Las dos primeras, creadas­en las Islas Caimán, acusaron a la empresa de Polo de malversar fondos que habían colocado bajo su custodia: 55 millones de dólares cada una. Según la información de prensa, Polo había desaparecido después de que tales compañías le acu­saran de desviar el dinero hacia sus propias cuentas y presentarles fichas de depósito falsificadas a sus dueños. En 1988, Private Asset Management Inc. había cambiado­su residencia legal a Ginebra, Suiza.180 Esto conduciría en su momento a que el proceso legal se radicara posteriormente en este país. Rostuca Holdings Ltd. y Aida Ltd. eran propiedad del ex gobernador Emilio Martínez Manautou y del empresario cervecero neoleonés Pablo Aramburuzabala, respectivamente.181 En una declaración emitida el 11 de octubre de 1989, ante la fiscal de distrito en Nueva York, Nancy Milburn, en su caso contra Roberto Polo, Martínez Manautou expresó directamente que había creado Rostuca Holdings Ltd. en las Bahamas, como una forma de evitar que el capital de la compañía fuera­ identificado con su persona y favorecer su inversión anónima en el extranjero. Según él, la idea le había sido sugerida por Roberto Polo.182 Polo había sido originalmente ejecutivo de cuenta de Citibank y había ayudado a varios personajes pertenecientes o vinculados con la élite política mexicana a invertir su dinero fuera de México, en las postrimerías del sexenio de José López Portillo. Según una entrevista que le dio al semanario Proceso, entre ellos se contaba, por ejemplo, a Carlos Hank Rohn, hijo de Carlos Hank González y yerno de Roberto González 180

181 182

The New York Times (1988), “Missing financier failed to produce records, U.S. says in lawsuit”, 3 de junio, disponible en . Proceso (1993), “Cómo operaba Martínez Manautou para sacar su riqueza del país. A los ‘paraísos fiscales’ efectivo, acciones, obras de arte, joyas y oro”, 15 de febrero, versión cd. Proceso (1993), “Martínez Manautou, al fiscal: ‘No era conveniente para mí que se conocieran mis inversiones en Estados Unidos”, 1° de febrero, versión cd.

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Barrera.183 Tras su desaparición, Roberto Polo fue detenido y recluido en Italia, país del cual pudo salir tras el pago de una fianza. La Interpol lo detuvo de nuevo en los Estados Unidos, de donde fue extraditado a Suiza. El juicio que concluyó la cuestión tuvo lugar en junio de 1995, en la mencionada ciudad de Ginebra. Para su desahogo, acudieron a testificar el propio Martínez­ Manautou y Pablo Aramburuzabala. Este último estuvo impedido de último momento por su precario estado de salud, lo sustituyó su esposa, quien señaló que la causa por la que su marido decidió sacar del país parte de su fortuna, a través de este procedimiento, fue el riesgo de congelamiento de cuentas hacia finales de la administración de José López Portillo. Por su parte, Martínez Manautou aseguraba haber puesto toda su fortuna en manos de Roberto Polo, aunque hechos evidentes ponían en entredicho su afirmación: al arribar a la corte suiza lo hizo a bordo de una comitiva integrada por seis automóviles —entre ellos un Porsche negro del cual descendió—, acompañado por 12 abogados de diversas nacionalidades y cuatro guardaespaldas. El ex gobernador adujo razones similares a las expuestas por Lucrecia de Aramburuzabala, y añadió además que para él, en su calidad de político, era de suma importancia la confidencialidad de sus inversiones, puesto que “en mi país todos los políticos tienen sus capitales fuera, para evitar las críticas y especulaciones del pueblo”.184 Al ser inquirido por el abogado defensor sobre el origen de la considerable fortuna que reclamaba —60 millones de dólares, según se había precisado a lo largo del proceso—, Martínez Manautou aseguró que era producto de la venta de ganado realizada por su esposa.185 Según lo expuesto en el juicio, sus tratos con Roberto Polo se iniciaron durante su gestión como gobernador de Tamaulipas, por el consejo de su secretaria particular. Por su parte, Roberto Polo recibió una sen183 184

185

Proceso (1993), “Roberto Polo era ejecutivo de cuenta en el Citibank. Zapata, designado por López Portillo para investigar el saqueo, también sacó del país millones de dólares”, 8 de febrero, versión cd. El Correo. La Revista de Tamaulipas (1995), “Martínez Manautou, exhibido”, 7 de julio, año III, núm. 60, número especial: “A juicio en Suiza, la corrupción de Martínez Manautou”, s.l., p. 5. El artículo se encuentra escaneado y publicado en línea en el sitio web de Roberto Polo: . Una nota similar se puede encontrar en Proceso (1995), “Soy político y en México todos los políticos tenemos dinero fuera: ex gobernador. Los sacadólares Martínez Manautou y Aramburuzabala ganaron el juicio al inversor Roberto Polo”, 26 de junio, versión cd. El Correo. La Revista de Tamaulipas (1995), “Martínez Manautou, exhibido”. Esa fue la cifra que la prensa refirió en 1995. En 1993, Martínez Manautou había declarado que, junto con intereses, la suma que había proporcionado a Polo era de 55 millones de dólares. Véase Proceso (1993), “Martínez Manautou, al fiscal…”.

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tencia condenatoria por parte de las autoridades suizas y fue obligado a reparar el daño a Rostuca Holdings, Ltd. y Aida, Ltd., por una cantidad que fue reducida a 61.8 millones de dólares.186 En su sitio web ha publicado documentación que muestra los poderes concedidos para la administración de sus inversiones por parte de algunos de sus clientes, entre ellos, Pablo Aramburuzabala y Emilio Martínez Manautou. En este último caso, uno de los coapoderados era en efecto María de Lourdes Argüelles, secretaria particular del entonces gobernador Emilio Martínez Manautou.187 Que la cantidad en disputa no constituía la totalidad de la fortuna de Emilio Martínez Manautou se deduce de otras informaciones. En 1993, el semanario Proceso dio a conocer la existencia de documentación donde Martínez Manautou hacía referencia a otra cuenta bancaria en Suiza, giraba instrucciones a los ejecutivos­ de su empresa Rostuca Holdings para vender el oro que poseía e invertir el monto obtenido en dólares. Incluso disponía que a su muerte, su fortuna debía dividirse entre cinco beneficiarios.188 Todavía en 2007, su hija Leticia Martínez de González, litigaba en las cortes estadounidenses una inversión que Emilio Martínez Manautou había establecido en los Estados Unidos, por siete millones de dólares, administrada por la compañía financiera Merrill Lynch.189 Emilio Martínez Manautou falleció el 24 de diciembre de 2004, en su rancho El Mezquite, ubicado en San Fernando, Tamaulipas.190 El valor de su fortuna y propiedades nunca fue determinado, lo mismo que su origen. No obstante, tan sólo a la luz de la evidencia apuntada, es claro que difícilmente podría ser este último producto de sus ingresos oficiales como funcionario público, a pesar de los altos cargos desempeñados. En septiembre de 1993, la madre de Roberto Polo, María Teresa Polo, acusaba al ex gobernador de estar involucrado en actos de corrupción y narcotráfico. En concreto, afirmaba que Martínez Maunautou había utilizado una aeronave Turbo Commander 1000-82, con matrícula XB-DSF, para traficar droga a los Estados Unidos. Añadió que este avión se hallaba estacionado en un hangar del aeropuerto­ de la ciudad de México. El semanario Proceso verificó que, en efecto, semejante avión se había encontrado en ese lugar, en el hangar de una compañía de nombre 186 187 188 189 190

Ibid., p. 12. Lo anterior se puede verificar en esta página web, a la que se accedió en febrero de 2012: . Proceso (1993), “Cómo operaba Martínez Manautou…”. Justia US Law (s.f.), “Matter of De González v. Custodian of Records of USB AG”, disponible en . El Norte (2004), “Muere ex gobernador de Tamaulipas”, 27 de diciembre, versión en línea.

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Avitec y, posteriormente, en otro operado por Servicios Aéreos del Centro. Según lo expuesto por la revista, Martínez Manautou lo habría vendido en McAllen, Texas, a través de un intermediario, por un millón de dólares.191 La información no abundó en mayor medida y, aunque en otro contexto semejantes afirmaciones podrían ser desestimadas como parte de las controversias entre las partes debido a su disputa legal, el hecho es que los ingentes recursos exhibidos por el ex gobernador y las relaciones examinadas a lo largo de estas páginas no permiten desechar, sin mayor trámite, la hipótesis de su veracidad. De nuevo en Tamaulipas, hasta 1995, la mayor parte de detenciones de traficantes de drogas en esta entidad sería de integrantes de grupos rivales al propio de Juan N. Guerra y Juan García Ábrego, o por lo menos no afectarían de manera definitiva al núcleo central de la organización. Juan N. Guerra fue detenido en 1991, pero pronto fue puesto en libertad. Murió libre, por causa de insuficiencia respiratoria, en Matamoros, en julio de 2001.192 Juan García Ábrego no sería detenido sino hasta enero de 1996. En 1989, a pregunta expresa sobre su carácter de político, dadas las versiones públicas de que había financiado diversas campañas proselitistas en Tamaulipas, el propio Juan N. Guerra señaló: “Político no soy […] pero sí soy amigo de ellos. Eso sí, soy priista, siempre lo he sido y voto por sus candidatos”, y según narró el reportero, mostró su credencial de afiliación al pri.193 Tales declaraciones fueron expresadas poco tiempo después de la celebración de un acto oficial en el que se reinauguraba un camino vecinal, que desembocaba en una propiedad de Juan N. Guerra. La prensa aseguraba que la obra había sido desarrollada mediante recursos del Programa Nacional de Solidaridad, vigente en esos años. Según la nota informativa, entre los asistentes se encontraban el senador Manuel Cavazos Lerma y el diputado federal Tomás Yarrington.194 Ambos legisladores priistas se convertirían a la postre en gobernadores de la entidad. Por otra parte, es de destacarse que en 1993, una propiedad perteneciente a Humberto García Ábrego —hermano de Juan—, ubicada en Monterrey, fue cateada por agentes de la Policía Judicial Federal. En una finca inmediata­a la misma se halló una carta de navegación que mostraba que uno de los sitios predilectos de descarga de cocaína utilizado por la organización era Akumal, en el municipio 191 192 193 194

Proceso (1993), “Martínez Manautou tuvo en México un avión de ‘gran capacidad y fácil manejo’; lo vendió en McAllen”, 6 de septiembre, versión cd. El Universal (2002), “Falleció el fundador del Cártel del Golfo”, 12 de julio, versión en línea. Proceso (1991), “A los 77 años y en silla de ruedas. ‘New York Times’ censuró la impunidad en Mé­ xico y en seguida la Judicial capturó a Juan N. Guerra”, 28 de octubre, versión electrónica. Ibid.

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de Solidaridad, Quintana Roo. En las playas cercanas a ese punto se había incautado una tonelada de cocaína, entre el 28 de agosto y el primero de diciembre de ese año. En el cateo, los agentes policiacos encontraron relaciones con una empresa inmobiliaria llamada David-Laura, radicada en Akumal, Quintana Roo. Entre los socios figuraba una mujer de nombre Laura Bush.195 Existe una homónima al frente del complejo turístico asentado en Akumal; se trata de la hija de Pablo Bush Romero, el empresario que fundó ese hotel de lujo;196 el mismo que en 1945 organizaba la recepción del entonces candidato presidencial Miguel Alemán Valdés en Matamoros, Tamaulipas,197 y que en 1947 había vendido su New England Fuel and Oil Company a un grupo de petroleros texanos.198 El surgimiento del nuevo Cártel del Golfo

Hasta mediados de la década de los noventa es claro que el funcionamiento de la orga­ nización del Golfo podía entenderse en una lógica centralizada-vertical, de acuerdo con la tipología descrita en el primer capítulo, donde el grupo criminal está esencialmente sujeto a la hegemonía de los funcionarios públicos, quienes a su vez, lo extorsionan para obtener beneficios particulares en un contexto de contubernio. En estos años se monta una estructura criminal, en la cual se encontraron imbricados delincuentes comunes y funcionarios públicos que organizaron todo un sistema de internamiento de drogas en territorio nacional, su movilización a lo largo de éste y su transporte hacia los Estados Unidos. Parte fundamental de la mecánica era, desde luego, la estructura de protección por parte de miembros del poder público, de los ámbitos federal y local. Entre 1994 y 2000, el contexto político mexicano observó transformaciones relevantes que conducirían, en 1997, a la pérdida del control del pri sobre la Cámara de Diputados federal y, en 2000, por primera vez, al triunfo de un partido opositor en las elecciones presidenciales de ese año. Este proceso alteró profundamente las antiguas reglas del contubernio y sus equilibrios. 195 196 197 198

Valle (1995), El segundo disparo…, p. 172. Véase . El Tiempo de Laredo (1945), “Preparativos para la recepción de Alemán en Nuevo Laredo”, 19 de octubre, Laredo, Texas, p. 1. Lubbock Evening Journal (1948), “Mexican firm sold to Texans”, 22 de marzo, Lubbock, Texas, p. 12.

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Los intentos realizados para desmantelar la amplia estructura de corrupción que se había enquistado en el país a lo largo de muchas décadas no lograron consolidarse. Ésta no colapsó, simplemente se fragmentó con multiplicidad de alianzas entre funcionarios corruptos y delincuentes convencionales dispuestos a conservar o expandir sus intereses por encima de sus rivales. Los efectos de este fenómeno se manifestarían con toda su crudeza en la violencia extrema advertida años después. Desde la segunda mitad de los noventa se advierte ya, de manera clara, la transición hacia un esquema de relaciones del tipo atomizado-multidireccionadoincremental, que fueron descritas en la tipología expuesta en el primer capítulo y que caracterizan esta nueva situación. La ausencia de hegemonías tanto en el ámbito político como delictivo, así como la incorporación de nuevos actores en este último, caracterizados por su mayor capacidad para ejercer una violencia cada vez más desbordada, las antiguas estrategias de reconfiguración cooptada del Estado aparecerán, también, más dispersas­o menos coherentes que aquellas establecidas en las décadas precedentes.­ No obstante, habrán de mostrar mayor virulencia en ámbitos locales, donde la frontera entre la cooptación y la imposición por el terror se mostrará cada vez más tenue. Con instituciones erosionadas y bloqueadas desde hace mucho tiempo atrás, con la mayor propensión a la violencia extrema que caracterizaría a las nuevas organizaciones criminales y la creciente conformación paramilitar de algunas de ellas, y con el considerable debilitamiento de los funcionarios públicos para mantenerlas bajo control, el dilema de la plata o el plomo se resolverá, cada vez más, por la segunda opción. El tráfico en el noreste tras la detención de Juan García Ábrego

En la dinámica delictiva, los cambios referidos comienzan a evidenciarse después del sexenio 1988-1994, en especial a partir de 1996, tras la captura de Juan García Ábrego en Monterrey.199 Para arrestarlo, un grupo de agentes de la Policía Judicial 199

La captura tuvo lugar el 14 de enero de 1996, en el estado de Nuevo León. Véase La Jornada (1996), “Relata el hoy subdelegado de la pjf la labor de un año que condujo a la captura del capo”, 18 de junio, versión en línea. La expedita expulsión hacia los Estados Unidos del traficante, bajo el argumento de que contaba con un acta de nacimiento estadounidense, fue motivo de amplias controversias en los círculos políticos y de comunicación mexicanos. Existían versiones

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Federal se trasladó a esa ciudad. García Ábrego fue detenido en el municipio de Juárez, en la zona conurbada de Monterrey.200 Tres días después de la detención de Juan García Ábrego, un día 17, el abogado Leopoldo del Real Ibáñez fue asesinado en Monterrey cuando estaba reunido con el director de la Policía Judicial del Estado, Fernando Garza Guzmán.201 El entonces gobernador de esa entidad, Sócrates Rizzo, dispuso que el subprocurador Gerardo Elizondo se hiciera cargo directamente de las investigaciones.202 Leopoldo del Real Ibáñez era un personaje a quien, en 1989, tras su propia detención, Rafael Chao López, el antiguo comandante de la dfs detenido por tráfico de drogas, había vinculado explícitamente con esta actividad.203 La relación de Del Real con Chao López está documentada de su propio puño y letra: en una misiva fechada el 29 de noviembre de 1983 y dirigida a Chao, Del Real se mostraba­ en extremo obsequioso con el jefe policiaco, a quien manifestaba admiración y a quien reiteraba amistad, haciendo remembranzas sobre diversos momentos en que habían convivido.204 Tras su asesinato circularon versiones de que del Real fue quien había delatado a la dea la ubicación de García Ábrego.205 Meses más tarde trascendería que la información para ubicar el paradero de Juan García Ábrego había sido proporcio-

200 201 202 203

204 205

encontradas que sostenían que el lugar de nacimiento de García Ábrego había sido La Paloma, Texas, y otras que señalaban que había nacido en el rancho La Puerta, ubicado en Matamoros, Tamaulipas. Véase El Norte (1996), “¿Será de aquí o de allá?: es estadounidense, insiste Relaciones...”, 17 de enero, Monterrey, versión electrónica. Véase, también, El Norte (1996), “…Y el padre afirma que sí es mexicano”, 17 de enero, Monterrey, versión electrónica. El Norte (1996), “Era buscado en NL desde el 93”, 16 de enero, Monterrey, versión en línea. El Norte (1996), “Son profesionales del crimen”, 18 de enero, Monterrey, versión electrónica. El Norte (1996), “Subprocurador toma investigaciones”, 18 de enero, Monterrey, versión en línea. El Norte (1989), “Delata Chao a otros 15 implicados. Revelan que la lista incluye a Rubén Zarazúa, Leopoldo del Real y al capitán Torres Espejo, entre otras personas de Nuevo León y de Tamaulipas”, 13 de julio, Monterrey, versión en línea. Chao señalaba también a Rubén Zarazúa Rocha, ex procurador de Nuevo León y al capitán Jesús Torres Espejo, ex director de la Policía Ju­dicial de ese estado. agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Rafael Chao López, dfs, legajo único, fojas 1113. Proceso (1996), “Monterrey, zona del silencio del dinero, despertó a balazos, rumores, sospechas y renuncias”, 22 de enero, versión cd.

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nada por Carlos Reséndez, uno de sus principales asociados y uno de los testigos estelares de la fiscalía estadounidense en el juicio seguido en contra de aquél.206 No obstante, en el periodo inmediato al asesinato, el hecho de que el crimen hubiera sido cometido un día 17, fecha predilecta de García Ábrego para ordenar homicidios, se sumó a esta hipótesis.207 El 21 de febrero, Mario Benavides Caballero, coordinador de la Policía Judicial del estado de Nuevo León, fue detenido bajo el cargo de ser copartícipe en el asesinato del abogado Del Real. Información publicada por El Norte, que tenía como fuente un informe del fbi, vinculaba a Benavides con Juan García Ábrego y Guillermo González Calderoni.208 A la luz de semejantes hechos, y debido a las dudas despertadas por la consi­ de­ración de los personajes reunidos en el momento del homicidio, la remoción de fun­cionarios se inició prácticamente de manera inmediata. El 29 de enero, el pro­ pio procurador general de justicia del estado, David Cantú Díaz, renunció al cargo tras reunirse con el gobernador Sócrates Rizzo.209 Originalmente había señalado que el homicidio del abogado no tenía nada que ver con la detención de García Ábrego.210 De cualquier manera, la situación se hizo insostenible cuando los medios publicaron una carta enviada por Del Real a la presidencia de la República, donde señalaba presuntos nexos entre el procurador estatal y las organizaciones­del tráfico de drogas211 y, más tarde, otra que Del Real dirigía al propio procurador Cantú, donde el primero le recriminaba por diversas cuestiones, entre ellas, faltar a acuerdos que habían establecido para torcer la labor de la procuraduría estatal en función de sus propios intereses.212 En estas condiciones, el gobernador Sócrates Rizzo dimitió de su cargo unos meses después, el 18 de abril de 1996.213 A diversos escándalos de corrupción se sumó el hecho de que un testigo lo implicó en el crimen de Del Real. Este testigo, 206 207 208

209 210 211 212 213

Proceso (1996), “En su captura, por una delación, participó un agente de la dea. El juicio de García Ábrego, una vieja historia reciclada”, 14 de octubre, versión cd. El Norte (1996), “Ese día 17 hace recordar a García Ábrego”, 19 de enero, Monterrey, versión en línea. El Norte (1996), “Lo implica el fbi con García Ábrego”, 22 de febrero, Monterrey, versión en línea. Véase, también, El Norte (1996), “Sí, es mi amigo… mi hermano”, 22 de febrero, Monterrey, versión en línea. El Norte (1996), “Renuncia David Cantú”, 29 de enero, Monterrey, versión en línea. El Norte (1996), “Subprocurador toma investigaciones”, 18 de enero, Monterrey. El Norte (1996), “Renuncia David Cantú”, 29 de enero, Monterrey. El Norte (1996), “Involucra a David Cantú otra carta de Del Real”, 12 de marzo, Monterrey, versión en línea. La Jornada (1996), “Renuncia Rizzo García en NL”, 18 de abril, México, versión en línea.

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Arturo Flores Loera, fungió originalmente como tal para las autoridades locales, que sólo señalaron su implicación hacia el ex procurador David Cantú, y después lo liberaron. Posteriormente, Flores Loera sería reaprehendido por los federales, ante los cuales ratificaría semejantes vinculaciones, pero reiteraría sus señalamientos­ hacia Rizzo.214 El testigo implicaba como autores materiales al policía judicial estatal Homero­ Villasana y al ya mencionado coordinador de esa misma corporación, Mario Benavides. Aseguraba además que David Cantú había pagado al ex comandante de la Policía Judicial Federal, Guillermo González Calderoni, para planear el homicidio de Leopoldo del Real, quien presuntamente tenía un diferendo con la hermana de Rizzo, por una deuda no subsanada de 15 millones de dólares a favor del litigante.215 Quince años más tarde, la polémica volvería a caer sobre el ex gobernador Rizzo. Varios medios de comunicación reprodujeron sus declaraciones expresadas en un foro organizado por la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma de Coahuila, en Saltillo, donde señaló que la violencia en el país se había incrementado a partir de la desaparición de los acuerdos entre las autoridades y las organizaciones del tráfico de drogas: De alguna manera se tenía resuelto el conflicto del tránsito (de drogas); yo no sé cómo lo hayan resuelto otros gobiernos, pero había un control y había un Estado­ fuerte y un presidente fuerte y una procuraduría fuerte y había un control férreo del ejército y entonces de alguna manera decían: “tú pasas por aquí, tú por aquí, pero no me toques aquí estos lugares”; algo pasó.216

El ex gobernador añadió, incluso, que semejante control se organizaba desde la propia presidencia de la República, y que los gobernadores eran menos independientes y se alineaban a las directrices provenientes de la capital del país.217 Más allá de si en efecto el crimen tuviera que ver con la detención de García Ábrego o bien, como parece más probable, se tratara de un acto de violencia inde214

215 216 217

La Jornada (1996), “Presunto testigo acusa a David Cantú de mandar matar a Del Real”, 15 de marzo, México, versión en línea. Véase, también, La Jornada (1996), “Rizzo, interrogado durante 14 horas”, 24 de julio, Monterrey, versión en línea. La Jornada (1996), “Comparecerá Rizzo ante el juez del caso Del Real, informa Clariond”, 19 de julio, Monterrey, versión en línea. Milenio (2011), “Sócrates Rizzo admite narcopactos durante gobiernos priistas”, 24 de febrero, versión en línea. Ibid.

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pendiente cometido por personajes asociados previamente con él, y en general con el negocio del tráfico de drogas en la región noreste, pero llevado a cabo por motivos distintos, lo cierto es que el entramado del homicidio puso a la luz una red de complicidades en Nuevo León que, en efecto, fueron también en su momento favorables a la organización del tamaulipeco. Un día antes del homicidio de Del Real, el director de la Policía Judicial del estado, Fernando Garza Guzmán, testigo material del crimen, señaló en referencia al cuestionamiento planteado por un reportero, respecto a la posibilidad de que la detención de García Ábrego trajera consigo escenarios de disputa y violencia entre los grupos criminales: “Nuevo León no es lugar para las bandas organizadas de narcotraficantes; para ellos, aquí es como un santuario”.218 El funcionario añadió que la detención del traficante constituía muestra de que en ese estado no había impunidad. No obstante, tanto el propio Garza Guzmán como el entonces procurador, David Díaz Cantú, reconocieron que se enteraron 18 horas después del operativo, a través de los medios de comunicación, sin contar con ninguna información previa. El vocero de la delegación estatal de la pgr, Óscar Díaz Rodríguez, señaló que la confidencialidad había sido mantenida al máximo, debido a la importancia de la organización criminal y su líder. Díaz Rodríguez agregó que la operación había sido realizada por tan sólo 15 agentes de la Policía Judicial Federal, aunque el periódico El Norte señaló que fuentes no oficiales referían que ésta se había llevado a cabo por 60 elementos.219 El comandante que realizó la detención de Juan García Ábrego fue Horacio Brunt Acosta, quien en 1994 era subdelegado de la Policía Judicial Federal en Tamaulipas. En ese año, Brunt había detenido ya a Humberto García Ábrego, hermano de Juan, requerido por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público por lavado de dinero.220 En 1996, la detención de Juan le había representado múltiples elogios e incluso un ascenso.221 No obstante, la versión épica de la captura expuesta por las autoridades de la pgr, fue recibida con ironía por el semanario Proceso. Cuando esa dependencia 218 219 220 221

El Norte (1996), “Descarta la pj guerra de narcos”, 16 de enero, Monterrey, México, versión en línea. El Norte (1996), “…Y las policías del estado ni sabían”, 16 de enero, Monterrey, versión en línea. El Norte (1994), “Aprehende la pgr a H. García Ábrego”, 21 de octubre, Monterrey, versión en línea. El Norte (1996), “Un policía mexicano ‘captura’ narcos y apoyos políticos”, 12 de abril, Mon­ terrey, versión en línea.

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refirió que algunos policías que participaron en el operativo permanecieron “pecho tierra” por varias horas, rodeando la finca donde se hallaba el traficante, la revista observó que, en todo caso, quienes habían permanecido estáticas y en semejante posición durante al menos dos años eran, precisamente, la propia delegación estatal de esa institución y las autoridades locales: desde 1993 había información diversa y públicamente conocida que señalaba que Juan García Ábrego se ocultaba en Monterrey.222 En Tamaulipas, la detención de García Ábrego no causó una respuesta par­ ticularmente violenta por parte de su organización: ésta ya se encontraba notablemente debilitada, tras concluir el sexenio 1988-1994. Después de la detención del capo, la organización entró en franca etapa de crisis, pues muchas de sus figuras principales se encontraban también en prisión. Por ejemplo, de acuerdo con información de la pgr proporcionada a los medios de comunicación, en esas fechas ya se encontraban presos Luis García Medrano, José Sosa Mayorga el Cabezón, José Adolfo de la Garza Robles, Luis Ferrer y José Pérez de la Rosa el Amable.223 Prácticamente, sólo Óscar Malherbe y Sergio Gómez el Checo seguían en libertad. Al menos durante dos años, diversas figuras pertenecientes a los residuos de la organización se sucedieron con pretensiones de mantener el tráfico a través de la plaza. De 1996 a 1998 hubo un continuo flujo de liderazgos; algunos de ellos construidos fundamentalmente por las percepciones de los medios de comunicación, pues en todo caso algunos aparecían ya dependientes de la organización de otro traficante, el sinaloense Amado Carrillo Fuentes El Señor de los Cielos, mientras que otros surgen y desaparecen como presuntas cabezas de las organizaciones, de acuerdo con la perspectiva del reportero en turno. Desde noviembre de 1996, meses después de la detención de García Ábrego, la dea a, través de su agente Donald Ferrarone, señaló que el trasiego de droga en la región tamaulipeca continuaba a cargo de Óscar Malherbe y un individuo identificado como don Paco, ambos asociados ahora con Carrillo Fuentes.224 Otras versiones atribuyeron el nuevo mando a Humberto García Ábrego, hermano de Juan,

222 223 224

Proceso (1996), “Monterrey, zona del silencio del dinero…”, 22 de enero. Reforma (1996), “Organiza dirigencia Cártel del Golfo”, 22 de enero, versión en línea. Reforma (1996), “En la mira”, 10 de noviembre, versión en línea. La enigmática figura de un socio de García Ábrego, designado como don Paco, el Tío, o don Francisco, es mencionada en varias ocasiones en Valle, Eduardo (1995), El segundo disparo...Véase, por ejemplo, pp. 121, 122, 171 y 172.

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quien según estas versiones mantendría vivas las operaciones de la organización junto con Óscar Malherbe.225 La participación de Humberto García Ábrego en la custodia y administración de dinero procedente del tráfico de drogas que llevaba a cabo la organización de su hermano Juan está expuesta en los documentos del juicio de este último.226 Además, desde 1990, Juan cedió poderes legales de varios de sus bienes obtenidos con recursos ilícitos a diversos familiares, en especial a su hermano Humberto, como medida para evitar su incautación.227 Como se ha señalado, Humberto García Ábrego había sido detenido ya. Fue liberado en septiembre de 1995 y recapturado al día siguiente.228 De manera inexplicable —y pese a estar custodiado por militares del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Ejército, que colaboraban bajo licencia en la pgr—, a finales de febrero­ de 1997, Humberto García Ábrego desapareció de las instalaciones del Instituto Nacional de Combate a las Drogas (incd) de la procuraduría.229 La corrupción y debilidad dentro de la procuraduría exhibía niveles paradigmáticos. Tan sólo unos días antes, el 18 de febrero, el general de división, Jesús Gutiérrez Rebollo, al frente del incd desde noviembre de 1996, había sido dete-

225 226 227 228 229

Reforma (1997), “Cárteles mexicanos/violencia desatada (VII)”, 14 de septiembre, versión en línea. cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, p. 49. Ibid., pp. 32-33. Reforma (1995), “Liberan a García Ábrego”, 23 de septiembre. Sobre su recaptura, véase Reforma (1995), “Detienen de nuevo a García Ábrego”, 24 de septiembre. La Jornada (1997), “Se esfuma Humberto García Ábrego cuando declaraba en el incd”, 1 de marzo, versión en línea. Véase, también, La Jornada (1997), “Dos narcos y un juez escaparon este año en forma similar”, 26 de octubre, versión en línea. La fecha exacta nunca fue precisada. Aparentemente, la pgr evitó que la noticia se difundiera hasta después de que México recibiera la certificación que entonces concedía el gobierno estadounidense a sus homólogos en materia de lucha contra el tráfico de drogas. La procuraduría mexicana sólo hizo pública la información hasta el 28 de febrero, según consigna esta nota. Véase, también, El País (1997), “Un ‘narco’ mexicano de la sede policial a mitad de su declaración. La noticia se conoció después de la ‘certificación’ de EEUU”, 2 de marzo, disponible en . Los militares que lo custodiaban eran el coronel José Félix Name Rodríguez y el capitán Luis Rodríguez Rivera. Véase La Jornada (1997), “El capo, aún preso: su abogado; versión de que ayudó a atrapar a Malherbe”, 2 de marzo, versión en línea. Meses más tarde, se hace referencia a otros dos coroneles: Juan Edgardo Zedillo y Roberto Martínez Martínez, según puede apreciarse en la nota ya referida: La Jornada (1997), “Dos narcos y un juez…”.

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nido por su vinculación con Amado Carrillo Fuentes.230 Proceso publicó información que apuntaba a vínculos semejantes por parte de otros integrantes de esa dependencia.231 El periódico La Jornada consignó versiones que señalaban que Humberto había sido deliberadamente puesto en libertad como parte de una negociación, a cambio de que ayudara a atrapar a Óscar Malherbe, quien se suponía era el líder en funciones de los remanentes de la organización.232 Por su parte, Óscar Malherbe­ fue aprehendido tan sólo unos días después de la inexplicable desaparición de Humberto, el 27 de febrero de ese mismo año.233 De inmediato, tras su fuga, Humberto García Ábrego obtuvo un amparo ante el juzgado tercero de distrito, dirigido entonces por la jueza Olga Sánchez, para evitar ser aprehendido nuevamente por la pgr bajo los cargos de asociación delictuosa y lavado de dinero, averiguación ya consignada ante el juzgado quinto, con sede en Matamoros. Se le condicionaba a presentarse a declarar en cuanto el juez matamorense hiciera oficial la orden de aprehensión.234 Reacomodos tamaulipecos e incursiones sinaloenses

La debilidad relativa de los remanentes tamaulipecos condujo a liderazgos sumamente fugaces, y a que fueran los grupos de sinaloenses —en particular, la organización de Carrillo— los que dieran continuidad al negocio, al abastecer a los 230

231

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234

NY Daily News (1997), “Soldiers Nab Mexico Drug Czar in Raid”, 19 de febrero, disponible en . Proceso (1997), “Expediente SC/02/97/XII-E, Ministerio Público de la Primera Zona. Informe militar sobre el general Gutiérrez Rebollo: otros oficiales del ejército, agentes y comandantes del incd y de la pgr, cómplices de Amado Carrillo”, 24 de febrero, versión cd. La Jornada (1997), “El capo, aún preso…”, 2 de marzo, versión en línea. Ibid. Véase, también, The Washington Post (1997), “Mexican Judge Frees Alleged Major Narcotics Figure as Another Is Nabbed”, 1 de marzo, versión en línea. Esta ���������������������������������� última nota consigna información surgida en relación a una propiedad adquirida en Colombia, presuntamente por Adriana Salinas de Gortari, hermana del ex presidente, y relacionada con Pablo Emilio Escobar Gaviria. En un fax dirigido a diversos medios de comunicación, Adriana Salinas negó categóricamente su vinculación con este asunto. Había estado detenido anteriormente por evasión y defraudación fiscal. El Segundo Tribunal Colegiado de Tamaulipas le concedió un amparo definitivo por esta causa. Véase La Jornada (1997), “Obtiene Humberto García Ábrego otro amparo; teme orden de captura”, 26 de marzo, versión en línea.

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grupos locales de cocaína sudamericana.235 En enero de 1997, Reforma reiteraba que el nuevo operador de la organización, Hugo Baldomero Medina Garza, trabajaba con la anuencia no sólo de Malherbe, sino del Señor de los cielos.236 Es de resaltar la ausencia, durante esos años, de indicios de una amplia confrontación violenta entre los grupos locales por hacerse del control de la plaza, hecho que se explica, a juicio del autor, por dos factores paralelos: a) la debilidad efectiva de esos grupos, que sin la protección de las altas esferas gubernamentales del sexenio anterior mostraban sus dimensiones reales, y b) su carácter dependiente­ de los grupos tradicionales dedicados al tráfico de drogas, una vez que los mecanismos de aprovisionamiento original establecidos por la organización de Juan N. Guerra y Juan García Ábrego —facilitados por los propios grupos de seguridad del Estado— se colapsaron al término del sexenio 1988-1994. Esto último se tradujo de facto en circunstancias donde, de un modo u otro, las organizaciones sinaloenses­ se encontraban en condiciones de tomar el control del tráfico de drogas en el noreste­del país. En consecuencia, la escasa violencia en esta transición se debía a que los grupos locales que sobrevivieron al derrumbe de aquella primera edición del Cártel del Golfo comenzaban a operar como extensión de la poderosa organización del sinaloense Amado Carrillo. En un contexto en el que las organizaciones del tráfico de drogas en la entidad enfrentaban un proceso de depuración y recomposición, se puede considerar la hipótesis de que semejante relación no era especialmente desagradable o novedosa para las estructuras de autoridad locales vinculadas con el negocio ilícito. Desde décadas atrás, los lazos de amistad entre encumbrados políticos de Sinaloa y Tamaulipas habían favorecido el estrechamiento de intereses, según se pudo observar en capítulos anteriores, por ejemplo, con la construcción de la carretera MazatlánMatamoros y, más aún, con la cercana colaboración política entre Leopoldo Sánchez­Celis y Emilio Martínez Manautou. El 14 de enero de 1997, el comandante de la Policía Judicial del estado de Tamaulipas, Arturo Pedroza Aguirre, ubicado en Matamoros, comentó al diario Reforma que no había indicios de disputa violenta por el control del territorio entre las organizaciones de traficantes. Para sostener esta afirmación señaló que en 1995 y 1996 los homicidios no ascendieron de 69 en cada año, de los cuales, menos de 13% podían relacionarse con el tráfico de drogas ilícitas. Aparentemente, los únicos ajustes de cuentas visibles habían correspondido al asesinato de Sergio Gómez 235 236

Astorga, Luis (2005), op. cit., El siglo de las drogas…, p. 167. Reforma (1997), “A un año de la caída del capo; Matamoros ya tenía dueño”,14 de enero, versión en línea.

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el Checo y la desaparición de Rafael Olvera el Raffles. 237 Una nota posterior señaló que existían versiones de que ambos personajes habían “traicionado” a la organización del Golfo tras la captura de García Ábrego y habían aceptado trabajar­directamente para Amado Carrillo, según señaló al reportero una fuente policial.­238 De cualquier manera, la propia muerte de Carrillo, el 4 de julio de 1997, año y medio después del colapso de la organización de Juan García Ábrego, dejó vacíos que implicaron una recomposición de las estructuras del narcotráfico en todo el país y que habrían de repercutir también en Tamaulipas. No es sino hasta 1998 que una nueva figura comienza a cobrar notoriedad en el tráfico de drogas tamaulipeco. En agosto de ese año, la prensa nacional informa de la fuga de dos traficantes de una casa de seguridad de la Procuraduría General de la República. Se trata de Ángel Salvador Gómez el Chava y su principal colaborador,­ Osiel Cárdenas Guillén.239 Salvador Gómez comenzó a participar con el Cártel del Golfo a inicios de los noventa en calidad de pistolero y tras haber sido agente de la Policía Preventiva y de la Judicial del estado de Tamaulipas, y de haber fungido como “madrina” de la Policía Judicial Federal, en el occidente del país —se mencionan especialmente los estados de Jalisco y Sinaloa—, durante los años ochenta.240 Ya había escalado posiciones durante el dominio de García Ábrego, tras la detención de figuras como Luis Medrano y José Luis Sosa Mayorga. En abril de 1996 había sido detenido junto con varios integrantes de la organización.241 No obstante, según muestra la información de medios, al poco tiempo estaba de nuevo en escena. Después del cisma de 1996 con la detención del propio García­ Ábrego y sus principales lugartenientes, el Chava Gómez comenzó a disputarse el 237 238

239 240 241

Ibid. Reforma (1997), “Cárteles mexicanos/violencia desatada (VII)”, 14 de septiembre. Olvera y Gómez eran operadores de la organización en Matamoros. El 28 de marzo de 1996, Rafael Olvera fue secuestrado y presuntamente ejecutado, mientras que El Checo fue encontrado el 26 de mayo muerto de un tiro en la cabeza en un paraje de Valle Hermoso. Reforma (1998), “Se fugan narcos en poder de pgr”, 25 de agosto, versión en línea. Reforma (1998), “Detienen a capo del Cártel del Golfo”, 7 de junio de 1998, versión en línea. Reforma (1996), “Detienen a miembros del Cártel del Golfo”, 2 de abril, versión en línea. Los detenidos eran Juan Manuel Lizardi García, Marco Antonio Hernández Rivera, Juan Carlos de la Peña Gómez, Ángel Trinidad González Gómez, César Reyes Villarreal, Héctor Santos Herrera Mata y Ángel Salvador Gómez Herrera el Chava Gómez. La nota refiere información extraoficial que señalaba el aparente intento de intereses no identificados explícitamente, pero que, se infiere, eran figuras de autoridad. Su pretensión era consolidar a Antonio Ávila o Domingo Ávila en el tráfico de drogas local. Con este objetivo, Rafael Olvera el Raffles habría sido desaparecido y el propio Salvador Gómez el Chava, arrestado.

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control de algunas zonas del estado con otros personajes de mediano poder en el tráfico de drogas local, como Hugo Baldomero Medina Garza. La confrontación de los dos traficantes aparece relatada en Reforma a finales de 2000, donde se da cuenta de la trayectoria de Baldomero Medina, a quien apodaron El Señor de los Tráilers. Medina recibió incluso un balazo en el rostro, por parte de pistoleros de el Chava Gómez, que pretendían eliminarlo en una reunión entre ambos personajes. Años después, tras la muerte de Gómez, Medina pretendió regresar a Tamaulipas, pero la organización de Osiel Cárdenas le impidió traficar en la zona norte del estado.242 Medina mantuvo durante un tiempo sus operaciones en la región sur de Tamaulipas, hasta que fue detenido a principios de noviembre de 2000.243 Aunque algún funcionario de la pgr expresó que Baldomero era uno de los dos sucesores de García Ábrego,244 la realidad es que el personaje parecía un tanto sobredimensionado ante la opinión pública, cuestión usual en las tradicionales presentaciones de presuntos delincuentes detenidos. De acuerdo con otra nota publicada por el mismo diario, Hugo Baldomero Medina Garza aparecía en informes de corporaciones estadounidenses no como un gran introductor de cocaína a ese país, sino como mero contrabandista de mariguana. Su papel se limitaba a cruzar esta droga por la frontera, contratado por diversas organizaciones. Se mencionaba, por ejemplo, que había desempeñado esa tarea al servicio de la organización­de Amado Carrillo y de la propia de García Ábrego.245 Como se señaló más arriba, en junio de 1998, Salvador Gómez y Osiel Cárdenas fueron detenidos en Matamoros y trasladados a la capital de la República.246 La atención de los medios se centró en Gómez, sin que Osiel Cárdenas recibiera mayor­ referencia. Unos meses más tarde, en agosto, la entonces Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Contra la Salud (feads), que había sustituido dentro de la pgr al incd, tras el escándalo de Gutiérrez Rebollo, proporcionó información a los medios de comunicación, a raíz de la fuga de tales personajes. La dependencia señaló que el Chava Gómez era ubicado como traficante de rango medio, con ca­ pa­cidad de control sobre las plazas de Reynosa y Matamoros y continuó, por 242 243 244 245 246

Reforma (2000), “De la cafetería al narcotráfico”, 31 de diciembre, versión en línea. Reforma (2000), “Detienen a sucesor de García Ábrego”, 3 de noviembre, versión en línea. Ibid. Reforma (2000), “Un informante de la dea”, 31 de diciembre, versión en línea. Reforma (1998), “Detienen a capo…”, 7 de junio de 1998. Con ellos fue detenido un agente de la Policía Federal de Caminos, que les escoltaba y a quien no se identificó.

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inercia, identificándolo como parte del Cártel del Golfo, a pesar de que ya no era una organización coherente y cohesionada.247 El propio Salvador Gómez el Chava fue ejecutado un año después.248 Sus familiares denunciaron su desaparición a finales de junio de 1999.249 Su cuerpo sin vida fue hallado el 2 de julio de ese año.250 Dos días después de que su cadáver fuera sepultado, varios colaboradores suyos también fueron ejecutados. Mohamed Alí Hamscho, Saúl y Desiderio Cerda, así como Raúl Álvarez, aparecieron en un automóvil abandonado, vendados de los ojos, amordazados y con las manos amarradas­o esposadas. Todos ellos con un tiro en la cabeza.251 A pesar de que las víctimas eran asociados de el Chava Gómez, el comandante de la Policía Ministerial del estado (antes Policía Judicial), Daniel Medina, informó que su corporación realizaba cateos en propiedades relacionadas con este grupo, e incluso que habían detenido a otros integrantes de la misma, de los cuales sólo identificó a Roberto Torres el Muertero.252 Prácticamente desde el hallazgo del cadáver de el Chava Gómez, la pgr señaló que una de las hipótesis de su muerte era que su asesinato hubiera sido llevado a cabo por su entonces socio, Osiel Cárdenas, con el objetivo de apoderarse de la plaza.253 Años después, un testigo protegido de las autoridades señaló que la muerte­ de Salvador Gómez era, en efecto, atribuible a Osiel Cárdenas Guillén.254 A partir de entonces, la figura de Osiel Cárdenas comienza a cobrar progresiva fuerza en la estructura local del tráfico de drogas, enmarcada en un contexto de creciente violencia. En 1999, el diagnóstico de la situación prevaleciente en el estado de Tamaulipas fue expresado por el entonces titular de la feads, Mariano 247 248 249

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Reforma (1998), “Se fugan narcos en poder de pgr”, 25 de agosto. Reforma (1999), “Investiga la pgr muerte de capo en Tamaulipas”, 2 de agosto, versión en línea. Reforma (1999), “Desaparece ‘El Chava’ Gómez”, 29 de junio, versión en línea. En un principio, la familia de Salvador Gómez informó que su lugarteniente, Osiel Cárdenas, también estaba desaparecido. Sobre el hallazgo del cadáver, véase El Norte (1999), “Breves”, 2 de julio, versión en línea. Véase, también, Reforma (1999), “Vinculan con narco a sobrino de ex gobernador”, 25 de julio, versión en línea. Salvador el Chava Gómez fue sepultado el 6 de julio de 1999, en el panteón Los Tomates, en Ma­­­tamoros. Reforma (1999), “Sepultan familiares a ‘El Chava Gómez’”, 7 de julio, versión en línea. Sobre los colaboradores asesinados, véase Reforma (1999), “Ultiman a cuatro presuntos narcos”, 19 de julio, versión en línea. Reforma (1999), “Ultiman a cuatro…”, 19 de julio. Reforma (1999), “Investiga la pgr muerte de capo en Tamaulipas”, 2 de agosto. El Norte (2003), “Logra Osiel ascenso veloz tras asesinar a sus aliados”, 15 de marzo, versión en línea.

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Herrán Salvatti. El funcionario señaló que ante el descabezamiento de la organización del Golfo los grupos remanentes no habían podido reorganizarse, de modo que otras agrupaciones habían comenzado a incursionar en esa entidad para operar el tráfico de drogas. La información policial local señalaba entonces la existencia de una supuesta disputa entre dos células remanentes de la organización del Golfo y otra identificada con la organización de Juárez.255 La existencia de esta confrontación por la hegemonía en el tráfico de drogas en Tamaulipas requiere ponderarse a partir de la información disponible, para lo cual se abre aquí un paréntesis. Mi amigo Luis Astorga, quien consigna también información relacionada con esta declaración de Albino Quintero Meraz, ha señalado al respecto que: Las autoridades afirmaron que [Albino Quintero] entregaba cocaína al grupo de Osiel Cárdenas para que éste trasladara la mercancía a Estados Unidos. Si esto era cierto, entonces quería decir que había dos grandes grupos principales que operaban en el país y cuyo liderazgo era indiscutiblemente de traficantes de origen sinaloense. El grupo del Golfo no tendría la autonomía que se le había atribuido en ocasiones anteriores y sería más bien otra de las ramas del grupo de los Carrillo. Sin embargo, como de costumbre, la información era contradictoria, pues también decían que Quintero Meraz había ya adquirido fuerza propia a raíz de la muerte de Amado Carrillo y que estaba trabajando simultáneamente con el grupo de los herederos de éste y con el del Golfo. Algo que parecía claro era la hegemonía transexenal de los sinaloenses en el campo del tráfico de drogas y la ubicación de los traficantes del Golfo en un nivel inferior, como el que habían tenido históricamente,­excepto durante el liderazgo de Juan García Ábrego en el sexenio de Carlos Salinas.­256

No obstante, es preciso realizar algunas consideraciones respecto a estas afirmaciones. La primera es que, de acuerdo con la información expuesta a lo largo del periodo estudiado en este trabajo, las correlaciones entre organizaciones delictivas dedicadas al tráfico de drogas dependían más de sus vinculaciones políticas que de esfuerzos autónomos de las propias estructuras criminales.

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Reforma (1999), “Luchan narcos por la plaza”, 2 de agosto, versión en línea. Información sobre esta disputa ya había sido publicada desde abril de ese año. Véase Reforma (1999), “Disputan control del narco tres bandas en Matamoros, 21 de abril, versión en línea. Astorga, Luis (2007), Seguridad, traficantes y militares. El poder y la sombra, Tusquets Editores, México, pp. 119-120. El paréntesis en la cita es propio.

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En todo caso, la hegemonía transexenal más clara no era aquella de los grupos sinaloenses, sino la propia de la camarilla política que, según pudo apreciarse, ubicó a varios de sus miembros en posiciones gubernamentales clave en los ámbitos­ federal y locales, en diversas entidades y en la capital de la República, de manera que sus intereses irregulares pudieran favorecerse y preservarse ante el paso del tiempo. La camarilla fundadora de estas prácticas sería la de Miguel Alemán Valdés, que posteriormente encontró relevos generacionales en los años cincuenta y sesenta,­de manera que su heredera reprodujo dinámicas análogas hasta mediados de los años noventa. Personajes oriundos de los estados más afectados por semejante fenómeno formaron parte de esas camarillas, sin que el criterio regional parezca de especial relevancia. La dinámica del tráfico de drogas que se pudo apreciar en la información desarrollada en estas páginas no muestra una subordinación histórica de los traficantes­ tamaulipecos respecto a los sinaloenses. El Cártel del Golfo no irrumpió en la escena­sólo a partir de Juan García Ábrego; en realidad se trata de una organización criminal que ya era partícipe relevante del tráfico de drogas, según reconocían las propias instituciones de seguridad, desde varias décadas antes, bajo el liderazgo de Juan N. Guerra. Este personaje contaba con una red de contactos políticos de alto nivel, locales y federales, que mostró una continuidad virtualmente sin parangón, donde además varios de ellos ocuparon las posiciones de poder de mayor jerarquía en el país. Todo ello basado en una entidad que, en términos de dinámica política, representaba el arquetipo del régimen posrevolucionario, al grado de que la oposición política nunca ha logrado crecer ahí de manera significativa; más aun, donde­ el propio rol de Guerra como delincuente no obstó para que se integrara, junto con varios de sus familiares inmediatos, como actor en los procesos políticos locales, incluso algunos de ellos lo harían como protagonistas directos. Todas estas condiciones aunadas a su considerable longevidad permitieron que la organización que encabezaba mantuviera un poder considerable, hasta que las propias autoridades decidieron confrontar, tras el final del sexenio 1988-1994, a las asociaciones políticas que le eran favorables. La delantera inicial —que representaba para los grupos de traficantes asentados en la zona del noroeste mexicano contar con disponibilidad inmediata respecto a la flora natural empleada para procesar drogas psicoactivas—, comenzó a hacerse gradualmente relativa cuando la mercancía predilecta para el tráfico fue una de importación: la cocaína. Según se vio en el capítulo primero, otros ejemplos históricos muestran que las ventajas comparativas para el tráfico de drogas no dependen­sólo del acceso directo a semejantes cultivos: originalmente, Colombia no cultivaba coca siquiera. El conocimiento sobre los métodos y las dinámicas del

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contrabando es, por lo menos, igual de importante y, en este caso, según se ha visto, Tamaulipas tiene un conocimiento secular acumulado. El tráfico de cocaína se incrementó exponencialmente en México a partir de la segunda mitad de los años ochenta. Los volúmenes de otras drogas asegurados previamente a lo largo de la región noroccidental del país pueden reflejar, sobre todo, el efecto de la existencia de un corredor natural de producción de cultivos de los cuales se extraen las mismas, más que una hegemonía indiscutible. Por otra parte, como otros autores han señalado, la cantidad de incautaciones no puede asumirse tampoco de manera lineal, como un reflejo directo de la relevancia del tráfico por determinada zona.257 En estas cuestiones, tan relevante es lo que se incauta como lo que no, cuestión difícil de determinar dado el carácter ilícito del mercado. En todo caso, durante los años del régimen posrevolucionario, pruritos regionales entre las organizaciones parecían inexistentes, y la división del trabajo entre las mismas muestra considerablemente mayor flexibilidad al respecto. La información­permite apreciar una colaboración entre diversas redes sociales asentadas en diferentes zonas del país, en varias etapas de la cadena de producción y comercialización de drogas, sin evidencias de una subordinación indiscutible basada­en criterios de origen regional. El discurso de la contraposición SinaloaTamaulipas es un fenómeno mucho más nuevo, nacido de las dinámicas que comenzaron a desarrollarse a principios de la década de 2000 y que se exponen a continuación. El Cártel de Juárez participaba en el tráfico de drogas desde Tamaulipas en los últimos años de la década de los noventa, así se puso en evidencia tras la detención de un oficial de policía estadounidense, Gilberto Garza García, (Gilbert Salinas o el Güero Gil), en octubre de 1998. En su declaración señaló cómo esta organización sobornó a diversos cuerpos policiales a fin de permitir el transporte de cocaína­ por el territorio de los estados de Veracruz y Tamaulipas.258 Garza García, tamauli­ peco de origen, señalaría a Albino Quintero Meraz como uno de los traficantes de los remanentes del Cártel de Juárez que, a finales de la década, tras la muerte de Amado­ Carrillo, utilizaban Tamaulipas como punto para internar co­­caína en los Estados Unidos.259 257 258 259

Gootenberg, Paul (2008), op. cit., p. 251. Reforma (1999), “Gilbert Salinas: de policía a narcotraficante”, 21 de abril, versión en línea. Reforma (2000), “Dan 33 años de prisión a capo de Cártel de Juárez”, 22 de noviembre, versión en línea. Gilberto Garza fue condenado a semejante sentencia tras ser enviado a los Estados Unidos.­ Véase, también, El Norte (2002), “Eliminan ruta de tráfico Colombia-Veracruz-EU”, 28 de mayo, Monterrey, versión en línea.

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Es probable que esta colaboración no fuera tampoco novedosa, sino que hubiera estado presente incluso cuando la figura de García Ábrego estaba ya consolidada en Tamaulipas y la propia de Amado Carrillo iba en ascenso en el Cártel de Juárez. Vale la pena desarrollar un poco la información al respecto. En 1977, la dfs generó un documento donde analizaba específicamente las actividades de tráfico de drogas en Ciudad Juárez, Chihuahua, desarrolladas por una organización encabezada por Carmelo Avilés Pérez, Rafael Muñoz y Rafael Aguilar Guajardo. El estudio atribuía a este último el segundo apellido de Gutiérrez o Guajárrez.260 Estos personajes estaban ligados al grupo del entonces gobernador y futuro­procurador general de la República, Óscar Flores Sánchez, ex subsecretario durante el gobierno de Miguel Alemán y partidario de la precandidatura de Emilio Martínez Manautou a la presidencia de la República.261 Astorga se pregunta si el referido Carmelo Avilés era el hermano del traficante sonorense asentado en Sinaloa, Pedro Avilés Pérez, y si los otros dos personajes son Rafael Muñoz Talavera y Rafael Aguilar Guajardo;262 así parece, en efecto. Este último, un contrabandista de drogas que paradójicamente terminaría convertido en comandante de la propia dfs durante la década de los ochenta sería, junto con Pablo Acosta Villarreal —que operaba desde Ojinaga, en el norte de Chihua­ hua—, líder de la organización que con el paso del tiempo habría de denominar­ se Cártel­de Juárez. Estos individuos eran antecesores del propio Amado Carrillo Fuentes, quien habría trabajado como uno de sus asociados y enlace, todavía de dimensión media, con los traficantes sinaloenses asentados en Guadalajara. Ernesto Fonseca Carrillo era tío de Amado.263 Rafael Aguilar Guajardo habría mantenido el liderazgo de la organización hasta los primeros años de la década de los noventa;264 fue asesinado en Cancún,

260 261 262 263

264

agn. dfs-ips, versión pública del expediente “Organización de Tráfico de Drogas (Rafael Muñoz, Carmelo Avilés y Rafael Aguilar”, dfs, legajo único, fojas 1-6. agn. dfs-ips, versión pública del expediente de Raúl Mendiolea Cerecero, dfs, legajo 1, fojas 158, 162, 163 y 166. Astorga, Luis (2007), op cit., p. 59. Poppa, Terrence E. (2010), Drug Lord: A true story. The life and death of a Mexican kingpin, Cinco Puntos Press, El Paso, Texas. En referencia a Rafael Aguilar Guajardo, véanse pp. 159, 306, 323; Sobre Amado,­véanse pp. 166, 170, 177, 179, 180 y 230. Véase, también, Valle (1995), El segundo disparo… (anexo VI, parte informativo sobre Amado Carrillo Fuentes), p. 369. Poppa, Terrene E. (2010), op. cit., p. 306.

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Quintana Roo, el 12 abril de 1993, en el restaurante Lorenzillos.265 Este hecho permitiría la consolidación del liderazgo de Amado Carrillo Fuentes dentro de esa organización. Entre los detenidos como presuntos responsables de la ejecución, la prensa reportó a Erick Linares, originario de Morelos, colaborador cercano a Juan García Ábrego.266 No ha sido raro que la prensa y las autoridades mexicanas adjudiquen la pertenencia organizativa de los diversos involucrados con el tráfico de drogas con criterios laxos o equívocos. Sin embargo, lo cierto es que, en este caso, la información era certera. Erick Linares era uno de los pistoleros más cercanos a García­ Ábrego, al grado de que fue él quien ejecutó a sus asociados Saúl Hernández y Tomás Morlet, ex comandante de la dfs, afuera del bar Piedras Negras, en Matamoros, en enero de 1987. Linares también había participado en el asalto a la Clínica Raya, en 1984, así consta en los documentos del juicio seguido contra García Ábrego en 1996, en Houston, Texas. 267 De acuerdo con información publicada en los medios dos años después de la muerte de Aguilar Guajardo, basada en tarjetas del Centro Nacional contra las Drogas de la pgr (Cendro), Marcela Bodenstedt Perlick y su esposo, Marcelino Guerrero Cano, viajaron a Cancún, a los dos días del asesinato. Según la estimación 265

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Novedades de Quintana Roo (1993), “En eficaz operativo la policía captura a presuntos asesinos. En la balacera que se registró en la zona hotelera perdieron la vida dos personas y dos resultaron heridas”, 13 de abril, Cancún, p. 1A. Véase, también, Diario de Quintana Roo (1993), “Detienen a 3 sujetos sospechosos de haber matado a tres personas”, 13 de abril, Chetumal, p. 2, Policía Local. En ambos casos, a Erick Linares Villa se le identificaba originalmente como Edison Linares Villa. Más tarde se aclararía que, en efecto, el nombre correcto era el primero. Ésta es la versión de la prensa local, que vale la pena incluir, debido a la cercanía que tuvo respecto a los hechos. No obstante, diversos diarios consignaron otra información, por ejemplo, que Aguilar Guajardo había sido asesinado en el restaurante Gypsy’s se dice en El Norte (1993), “Ponen fin al Cártel de Juárez”, 15 de abril, versión en línea. Véase, también, Los Angeles Times (1993), “Suspected Drug Lord Shot to Death at Mexican Resort: Narcotics: He was vacationing with his family. A Colorado woman also is killed in the Cancun attack”, 15 de abril, disponible en . Los detenidos fueron Refugio Chávez Urías, Silvino Aguirre Fierro y Erick Linares Villa. La pgr señaló que existían además tres prófugos, a los que identificó solamente como Jorge, el Güero y el Flaco, y estableció que los tres eran residentes de Matamoros, Tamaulipas. Véase El Norte (1993), “Identifica pgr más sospechosos de asesinar a capo de la droga. Prevén pronta captura en Matamoros de tres acusados”, 23 de abril, versión en línea. cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, pp. 9 y 56. Información de prensa que hizo referencia a esta relación puede encontrarse en El Norte (1993), “¿Quién es Erick Linares?”, 14 de abril, versión en línea.

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de esa institución, el propósito era apoyar a la familia de Aguilar Guajardo —también­ lesionada durante el atentado— en el traslado del cadáver.268 Bodenstedt era un personaje enigmático, ex locutora en un canal de televisión, la cual había abandonado esa profesión para ingresar a las filas de la Policía Judicial Federal por recomendación de Miguel Aldana Ibarra, antiguo comandante de la pjf y director de la Interpol, a quien se hizo ya previa referencia como líder del grupo policiaco que se dirigió a Matamoros para investigar la masacre de la Clínica­ Raya en 1984. Por diversas ausencias, Bodenstedt se separó del servicio; después reaparecería estrechamente vinculada, según la información de la época, con Óscar Malherbe de León, uno de los lugartenientes de Juan García Ábrego. Según la misma información de prensa, y con base en llamadas que fueron filtradas a los medios de comunicación, Bondestedt tenía también una relación personal muy cercana con Joseph Marie Córdoba Montoya, coordinador de la Oficina de la Presidencia, y con Emilio Gamboa Patrón, entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, la dependencia encargada de la custodia de todas las carreteras, aeropuertos y puertos marítimos del país.269 En su libro El segundo disparo, Eduardo Valle, quien realizara investigaciones como funcionario de la pgr bajo las instrucciones directas del procurador Jorge Carpizo, señaló incluso que Bodenstedt utilizaba aparentemente el alias Eva para comunicarse con varios funcionarios públicos. De hecho, se refirió específicamente a dos números telefónicos de la residencia oficial de Los Pinos y del Palacio Nacional que correspondían a Arturo Salgado Cordero, mando militar integrante del Estado Mayor Presidencial.270 La pareja de Bondestedt, Marcelino Guerrero, había sido policía federal. La misma información lo vinculaba con Jorge Hank Rohn, hijo de Carlos Hank González, con quien pretendía llevar a cabo inversiones millonarias en Cancún, 268

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Proceso (1995), “El implacable espionaje telefónico desnuda sus actividades sospechosas. Ex locu­ to­ra de Televisa, ex agente federal, contacto de jefes narcos, confidente de José Córdoba... Marcela Bodenstedt y sus misterios”, 22 de mayo, versión cd. Proceso (1995), “El implacable espionaje telefónico desnuda sus actividades sospechosas…”, 22 de mayo. Información sobre Marcela Bondestedt y Marcelino Guerrero aparece también en diversas notas periodísticas relacionadas con Eduardo Valle, ex asesor del procurador general de la República, Jorge Carpizo. Véase Reforma (1995), “El segundo disparo: la narcodemocracia mexicana”, 23 de julio, versión en línea. Asimismo, en el propio libro del referido Valle, op. cit, pp. 332-333. Valle había expuesto oficialmente esta información desde agosto de 1994, cuando testificó en Washington DC, ante autoridades mexicanas diversas, que acudieron a reunirse con él en el Consulado Mexicano en esa ciudad. El Norte (1994), “Testifica hoy en EU ex asesor de la pgr”, 25 de agosto, versión en línea. Valle (1995), El segundo disparo…, pp. 332-333.

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con el beneplácito del entonces gobernador Mario Villanueva Madrid, para abrir casas de juego vinculadas con el grupo del segundo, propietario del Hipódromo Agua Caliente, en Baja California.271 Como se vio en capítulos anteriores, ese establecimiento estuvo, en su tiempo, vinculado con Emilio Parra Hernández y con Miguel Alemán Valdés. La información del Cendro sostenía que Guerrero también lavaba dinero de la organización de García Ábrego.272 A principios de 1993, las organizaciones del tráfico de drogas parecían inmersas­ en un proceso de rearticulación de liderazgos, con la ejecución de varios de los integrantes de sus mandos operativos, incluso el 31 de enero de 1993, tan sólo unos meses antes, el propio Carlos Aguilar Garza fue asesinado en Nuevo Laredo.­273 Había estado dos años y diez meses privado de su libertad, internado en una clínica, sujeto a proceso penal por delitos contra la salud, acopio de armas de fuego y homicidio. El 3 de junio de 1992, casi ocho meses antes de su asesinato, había sido absuelto por el juez tercero de distrito en Nuevo Laredo, Hugo Arturo Baizábal Maldonado.274 El grupo armado que lo asesinó disparó decenas de balas de rifle de asalto AR15, AK-47 y calibre .38 Super —se recogieron 65 casquillos en total—. Sólo un proyectil le penetró la parte superior del cráneo provocando hemorragia cerebral y maceración de la masa encefálica, mientras estaba acostado en su cama ortopédica.­275 271 272 273

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Proceso (1995), “Punta Sam, ‘pequeño’ paraíso de la familia Hank en el Caribe”, 29 de mayo. Proceso, “El implacable espionaje telefónico (…)”, 22 de mayo. Diario de Nuevo Laredo (1993), “Matan a Carlos Aguilar Garza. Ametrallan la casa donde vivía la víctima y recibe un tiro en la cabeza”, 1 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1A. Véase, también, El Norte (1993), “Investigan asesinato de ex delegado de pgr”, 2 de febrero, versión en línea. Las notas de prensa refieren de manera insistente a Carlos Aguilar Garza como ex coordinador de la dfs. Sin embargo, en la versión pública de su expediente, contenido en el fondo dfs-ips del Archivo General de la Nación, no se hace mención alguna a su pertenencia a esta institución. Diario de Nuevo Laredo (1993), “Achacaban varias muertes a cag. Perece a 8 meses de ser absuelto por juez federal”, 1 de febrero, Nuevo Laredo, p. 3A. La resolución consta en el proceso número 190/89. Diario de Nuevo Laredo (1993), “Matan a Carlos Aguilar Garza”, Nuevo Laredo, 1 de febrero, p. 1A. El homicidio ocurrió en una residencia ubicada en la calle de Donato Guerra número 3659. La mujer que era su esposa, según la nota de prensa, dijo llamarse Rosa Alicia R. de Aguilar. En el acta de defunción del Registro Civil de Tamaulipas, folio 34686, sin embargo, el domicilio de Aguilar Garza aparece como Jalisco número 1833, col. Madero, y el nombre de su cónyuge era Leticia Cabrera. El documento puede ser consultado en el sitio web de Family Search: .

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Las investigaciones del caso estuvieron a cargo del director de la Policía Judicial del estado, Porfirio Castillo Delgado, y del subprocurador local, Ramón Barrientos,­ quienes al ser entrevistados por reporteros del Diario de Nuevo Laredo se mostraron renuentes a proporcionar mayores datos sobre las investigaciones. La nota destacó que el personal asignado por la pgr para custodiar a Aguilar Garza no se encontraba­ presente realizando estas funciones en el momento del homicidio.276 El 3 de febrero, el Diario de Nuevo Laredo publicó declaraciones de Porfirio Castillo Delgado, quien mencionó como sospechoso de la autoría intelectual del asesinato al ex alcalde Arturo Cortés Villada. La nota estableció, asimismo, que la mujer que acompañaba a Aguilar Garza en el momento del ataque era Rosa Alicia Reyes, empleada aduanal de Laredo, Texas, y hermana de Bertha Reyes, ex oficial de policía en los Estados Unidos.277 Un día antes, en una columna política publicada en el Diario de Nuevo Laredo, el periodista Alberto Guerra González escribió que el domicilio de Aguilar Garza no era el lugar donde había muerto, y que este último había sido propiedad de un traficante de drogas conocido como Beto Guerrero, fallecido en un accidente. Asimismo, afirmaba que Aguilar Garza se decía amigo del general Juan Arévalo Gardoqui, ex secretario de la Defensa Nacional, a quien la prensa estadounidense vinculó con el narcotráfico. Añadió que un hermano del militar —de quien no precisó el nombre— era director de una empresa paraestatal en Nuevo León y visitaba con frecuencia Nuevo Laredo, donde se reunía con Aguilar Garza.278 A los pocos días del asesinato de Carlos Aguilar Garza, agentes de la pgr viajaron al noreste del país. Emprendieron cateos en propiedades del ya entonces prófugo Guillermo González Calderoni e incautaron una empresa transportista, un rancho y dos residencias ubicadas en Nuevo León y Tamaulipas. También señalaron que se había abierto una averiguación previa en contra del ex funcionario por su presunta participación en el asesinato de Aguilar Garza. La nota de prensa refería información de la dea que vinculaba a González Calderoni con Juan N. Guerra y Juan García Ábrego.279 El 13 de febrero de 1993, el Diario de Nuevo Laredo publicó una nota donde daba cuenta de que, tras varios días de silencio ante el tema, la pgr hacía oficial la 276 277 278 279

Diario de Nuevo Laredo (1993), “Varios sospechosos en crimen de Carlos Aguilar. Policía Judicial del estado se niega a dar nombres”, 2 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1, secc. C. Diario de Nuevo Laredo (1993), “Arturo Cortés Villada sospechoso del crimen. Lo declara director­ de la Judicial del Estado”, 3 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1C. Diario de Nuevo Laredo (1993), columna “La Columna”, por Alberto Guerra González, “¿Quién fue?”, 2 de febrero, Nuevo Laredo, p. 2C. El Norte (1993), “Confiscan bienes a comandante de la pgr”, 9 de febrero, versión en línea.

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destitución y consignación penal del comandante Guillermo González Calderoni por enriquecimiento inexplicable. González Calderoni había huido a los Estados Unidos.280 En Tamaulipas, estas noticias cedieron pronto el espacio a otras que reportaban los nuevos cambios políticos. El 5 de febrero, Manuel Cavazos Lerma tomó posesión­del cargo de gobernador del estado.281 El propio presidente Carlos Salinas de Gortari viajó a Ciudad Victoria para atestiguar la ceremonia donde Cavazos fue ungido. La prensa local encabezó una nota señalando que Salinas acudía para tomarle protesta, y dijo que el entonces jefe de Estado se mostraba afectuoso y emocionado.282 Las columnas políticas de la prensa local comentaron los nuevos nombramientos, entre ellos, el de Raúl Morales Cadena, nuevo procurador general­de justicia del estado, quien, como se recordará, era hijo de Raúl Morales Farías, abogado de Juan N. Guerra e integrante de la camarilla política de los generales Raúl Gárate Legleu y Tiburcio Garza Zamora.283 Morales Cadena, quien hasta entonces fungía como delegado de la pgr en Zacatecas, había invitado a Daniel Ulloa González como director de la Policía Judicial del estado, en sustitución de Porfirio Castillo Delgado. Ulloa González se desempeñaba junto con Morales Cadena en Zacatecas, como subdelegado encargado­de la pjf en esa entidad.284 El 10 de febrero de 1993, la prensa del estado anunció cambios en las oficinas de aduanas locales. En algunos casos, como el de Nuevo Laredo, diversos funcionarios fueron removidos de sus cargos, que apenas habían ocupado en junio del año anterior.285 El mismo día fue publicada también información de la delegación de la pgr en Tamaulipas: Juan Rebollo Rico, agente del Ministerio Público Federal, manifestó que ni él ni el comandante de la pjf en Nuevo Laredo, Raúl Loza Parra, habían 280 281 282 283 284 285

Diario de Nuevo Laredo (1993), “González Calderoni prófugo”, 13 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1, secc. A. Diario de Nuevo Laredo (1993), “Hoy toma posesión Cavazos Lerma”, 5 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1, secc. A. Diario de Nuevo Laredo (1993), “Tamaulipas inicia la era del cambio. Salinas le toma la protesta a Cavazos Lerma”, 6 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1 secc. A. Diario de Nuevo Laredo (1993), columna “En pocas palabras”, por Manuel M. Flores, “Inicia gestión…”, 8 de febrero, Nuevo Laredo, p. 3C. Diario de Nuevo Laredo (1993), columna “En pocas palabras”, 8 de febrero, p. 3C. Diario de Nuevo Laredo (1993), “Cambian a subjefes de Aduana”, 10 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1, secc. C.

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recibido instrucciones de investigar a Guillermo González Calderoni, y negó también­que realizaran pesquisas sobre el asesinato de Carlos Aguilar Garza, porque el homicidio constituía un delito del fuero común.286 Un par de días más tarde, el 12 de febrero, el Diario de Nuevo Laredo publicó una entrevista con el presidente municipal de Matamoros, Tomás Yarrington Ruvalcaba, futuro gobernador del estado, quien entonces negaba ser el preferido del recién ungido mandatario estatal, Manuel Cavazos Lerma.287 Como se verá, años más tarde trascendería información que vinculaba a ambos con la protección al tráfico de drogas. En un contexto de reconfiguración cooptada del Estado cimentado en un régimen político autoritario y fuertemente centralizado, los principales lineamientos para semejante recomposición no parecían provenir, por lo menos no del todo, de las figuras delictivas convencionales. Esta percepción coincide con el resultado de una investigación previa del autor, donde una fuente de alto nivel señaló expresamente la existencia de un proceso dual durante el sexenio 1988-1994, promovido desde las esferas del poder: la consolidación de dos grandes organizaciones, el Cártel de Juárez y el Cártel del Golfo, con sus respectivos liderazgos, Amado Carrillo Fuentes y Juan García Ábrego.­A decir de la misma fuente, estas organizaciones nunca estuvieron enemistadas a lo largo de esa época.288 Tampoco lo estaban quienes, según todas estas evidencias, parecían sus principales allegados políticos y gubernamentales. No obstante, las nuevas condiciones del entorno político tras el año 2000 mostraban una diferencia de fondo que implicaba que esa situación era bastante precaria. Sin la desarticulación integral del amplio entramado de corrupción que se ha descrito en estas páginas, la nueva correlación política del país derivó en su fragmentación. Esto implicó la confrontación entre intereses políticos contrapuestos­, con frecuencia vinculados con clientelas criminales divergentes que 286

287 288

Diario de Nuevo Laredo (1993), “Resulta negativa prueba de parafina en amasia de Carlos Aguilar”, 10 de febrero, Nuevo Laredo, p. 1, secc. C. Un año más tarde, Raúl Loza Parra aparecería como subdelegado de la pgr en Baja California; cobraría relevancia por ser el funcionario que ordenó la filmación del mitin de Luis Donaldo Colosio en Lomas Taurinas, Tijuana, que continuó hasta la salida del entonces candidato, rodeado por la multitud. Sería el único video donde se muestra cómo se dispara el revólver que privó de la vida a Colosio Murrieta. Véase Proceso (1996), “Othón, libre; Salinas y Córdoba, a salvo; y Colosio se aleja del martirologio. La pgr de Lozano no sacó adelante su propia hipótesis: un complot desde Los Pinos”, 12 de agosto, versión cd. Diario de Nuevo Laredo (1993), “Entrevista. No soy consentido de Cavazos: Yarrington”, 12 de febrero, Nuevo Laredo, p. 3C. Flores Pérez, C.A.(2009), op. cit., p. 195.

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aspiraban a ampliar su control sobre las actividades y puntos de operación de sus adversarios. En 2002, el ya mencionado Albino Quintero Meraz el Beto fue detenido en Veracruz por el ejército. Quintero Meraz admitió que trasladaba cocaína colombiana desde Quintana Roo, a lo largo del litoral oriental de la República, por Veracruz y Tamaulipas, para internarla a los Estados Unidos por la ciudad de Reynosa,­ en este último estado.289 Como se ha dicho, Quintero Meraz era parte de los remanentes­ del Cártel de Juárez, que tras la muerte de Amado Carrillo en 1997, continuaba operando en el sureste de la República, a través de personajes como Alcides Ramón Magaña el Metro e Ismael Zambada García el Mayo. Las operaciones­ de esta organización en Quintana Roo contaron en su momento con la protección del entonces gobernador Mario Villanueva Madrid, quien fuera extraditado­a los Estados Unidos y sometido a juicio en ese país, en mayo de 2010, por su participación en el tráfico de droga.290 En su declaración ministerial, Quintero Meraz hizo referencia a sus relaciones con Osiel Cárdenas Guillén, a quien habría solicitado permiso para transportar cocaína a través de Matamoros, Reynosa y Río Bravo, plazas que estaban, entre finales­ de los noventa y los primeros años de la siguiente década, bajo su control. En ese documento no se aprecia una actitud de subordinación por parte de Osiel Cárdenas. Éste acepta que Quintero Meraz transporte cocaína por esas zonas, sólo le pidió que le avisara cuando fuera a realizar una operación semejante, e incluso lo eximió del respectivo pago de piso, cantidad usualmente exigida a otros traficantes­ por contrabandear droga en las zonas que una organización reclama bajo su control.­ Se aprecia, sí, un margen de colaboración: en otro momento posterior, Osiel solicita­a Albino que lo apoye en Veracruz, base de operaciones del segundo, para que aviones del primero repostaran combustible en la entidad.291

289 290

291

Reforma (2002), “Detiene el ejército a ‘El Beto’”, 28 de mayo, versión en línea. Reforma (2010), “Dirigió Villanueva a narcoestado.- Fiscal”, 11 de mayo, versión en línea. Paradójicamente, mientras en los Estados Unidos la misma corte que juzgaba a Villanueva había sentenciado a 23 años en prisión a su coacusado, Gilberto Garza o Gilberto el Güero Gil, Salinas en México, dos años más tarde, un tribunal de circuito en el Estado de México decretó la devolución, a la familia de Villanueva, de varios bienes incautados por el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes, por estar relacionados con operaciones ilícitas. Véase Reforma (2012), “Devuelven bienes a Villanueva”, 8 de febrero, versión en línea. Reforma (2002), “Detiene el ejército a ‘El Beto’”, 28 de mayo, versión en línea. El autor tuvo acceso a esta declaración ministerial, mostrada por fuentes periodísticas. Los detalles que aquí se exponen se encuentran ahí relatados.

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El ascenso de Osiel Cárdenas Guillén y su guardia personal

Fue Cárdenas Guillén quien atrajo de nuevo la atención pública hacia el estado de Tamaulipas, dado el repunte del negocio del tráfico de drogas ilícitas en la región pero, sobre todo, por el agudo incremento en la violencia derivado de la construcción y conservación de su propia hegemonía sobre el tráfico de drogas en el estado. Osiel Cárdenas articuló su propia organización sin contar con niveles de protección equiparables a aquellos que recibieron sus antecesores, Juan N. Guerra y Juan García Ábrego, por parte de diversas instituciones de seguridad federales. Aparentemente, y de acuerdo con la cronología de hechos, el propio Cárdenas debió tener —si acaso— un trato tangencial con las altas jerarquías de la organización de García Ábrego. De acuerdo con información del Reforma, Cárdenas Guillén estuvo preso en los Estados Unidos desde el 27 de agosto de 1992 —cuando fue detenido en Brownsville, Texas— hasta el 2 de enero de 1994, año en que fue trasladado hacia México, en un intercambio de reos entre ambos países. Sin embargo, el diario asegura que permaneció en una prisión de Tamaulipas hasta el 12 de abril de 1995.292 A todo ello habría que añadir, naturalmente, que en 1998, Osiel Cárdenas fue detenido junto con Salvador Gómez el Chava, quien aparecía como lugarteniente y quien nunca se había contado entre las principales figuras de la organización de García Ábrego. El Chava Gómez sólo adquirió mayor notoriedad una vez que varios de los operadores más conspicuos de ésta fueron detenidos. A mediados de 1999, cuando Osiel Cárdenas consolida su hegemonía sobre el tráfico de drogas en Tamaulipas, el régimen mexicano estaba a punto de cambiar. A lo largo de la administración del presidente Ernesto Zedillo se pudo advertir una ruptura entre la propia clase política priista, al punto que varios funcionarios identificados con su predecesor —incluyendo al hermano de este último— fueron detenidos o marginados del poder. Las camarillas centrales y locales que habían hegemonizado Tamaulipas a partir de un proceso de reconfiguración cooptada del Estado, implantado y sostenido a lo largo de varias décadas, no encontraron ya la misma correlación política. Con varios de los actores relevantes, políticos y delictivos, acorralados o detenidos, la posibilidad de mantener intacta la dinámica criminal, en sus dimensiones y características, resultaba inviable. No obstante, si la correlación en los principales espacios de autoridad federales era esencialmente adversa a esos intereses, es claro que remanentes de la estructura­ 292

El Norte (2003), “Logra Osiel ascenso veloz…”, 15 de marzo.

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de protección se mantuvieron en estas instituciones, pero sobre todo en sus representaciones estatales o en aquellas de orden local. Si bien es claro que la organización de Osiel Cárdenas no contó con los niveles de protección político-policiaca vistos en los casos de Juan N. Guerra y Juan García­ Ábrego, no se puede señalar que ésta estuviera completamente ausente. Por ejemplo, unos días después del asesinato del Chava Gómez, los medios de comunicación informaron que la pgr realizaba investigaciones sobre su propio personal en Tamaulipas, entre ellos, el propio delegado, Carmen Oralio Castro Aparicio, quien había sido removido de sus funciones a finales de junio de ese año.293 El 21 de marzo de 1999, el comandante de la pjf Jaime Rajid Gutiérrez Arreola­ fue asesinado en Reynosa. Se trataba de un militar recién egresado junto con otros 36 del Instituto de Capacitación de la pgr, comisionados en esta institución y destinados para enfrentar a la delincuencia organizada en Tamaulipas.­294 La primera versión del suceso, según informó la prensa, fue que Rajid había sorprendido a otros integrantes de la corporación mientras estaban reunidos en una camioneta Suburban con Osiel Cárdenas Guillén. Cuando se dispuso a hacer la revisión del vehículo habría sido asesinado por sus propios compañeros.295 Otra más señaló que el asesinato de Rajid habría derivado de un desacuerdo entre éste y los demás policías, respecto a la cantidad de dinero a recibir por darle protección al narcotraficante. Esta última fue la versión que prevaleció y condujo a la orden de detención de varios funcionarios de la pgr, incluido el propio teniente­ coronel Castro Aparicio.296 Éste no era el primer hecho de sangre cometido contra personal de la pgr en el periodo. En diciembre de 1998, Eleazar Hernández, ex director de información del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas, dependencia de la pgr sustituida por la feads, había sido secuestrado y asesinado en Matamoros. Los familiares­ se quejaban de que a 100 días del crimen las investigaciones no avanzaban. La misma nota que consigna este hecho da a conocer también la detención de Rogelio­ 293

294 295 296

Sobre la remoción de Castro Aparicio como delegado de la pgr en Tamaulipas, véase pgr (1999), Boletín de prensa 190/99, 28 de junio. Respecto a la información de prensa, véase Reforma (1999), “Investiga pgr a funcionarios de Tamaulipas”, 19 de julio, versión en línea. Reforma (1999), “Involucran a feads en asesinato”, 30 de junio, versión en línea. Ibid. Reforma (1999), “Ordena juez detención de funcionarios de pgr”, 13 de agosto, versión en línea. Los detenidos fueron Carmen Oralio Castro Aparicio, ex delegado de la pgr en esa entidad; Aurelio Soto Huerta, ex subdelegado; José Isabel López Rivas, Gabriel Ángel Gutiérrez Portillo y Ramiro García Eugenio, los últimos, agentes de la pjf.

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González el Kelín, por parte de la Policía Ministerial, quien lo señalaba como narcotraficante. Rogelio González había sido recientemente exonerado por el asesinato de un mexicano-americano y ahora la corporación local lo detenía por portación de arma de fuego.297 El Kelín sería, al parecer, eximido de responsabilidad penal nuevamente, pues años después figuraría como uno de los principales integrantes de la organización de Osiel Cárdenas.298 Sin embargo, en el caso de Rajid Gutiérrez Arreola las implicaciones fueron más profundas porque los funcionarios involucrados eran integrantes de la propia pgr, incluyendo el delegado Castro Aparicio. Los hechos pusieron de manifiesto un choque de intereses dentro de la misma institución que, por lo visto, llegaba incluso a niveles extremos. Según una fuente consultada por El Norte, la incorporación de estos militares a tareas policiacas dentro de la feads, como parte de un grupo denominado Élite, causó fricciones dentro de la misma corporación con sus compañeros de mayor antigüedad.299 Para investigar los hechos, la pgr envió un grupo especial bajo la dirección del subprocurador operativo, Alfonso Navarrete Prida.300 La reconstrucción de los hechos, realizada en julio de 1999, involucró a alrededor de 200 agentes.301 Según las fuentes de El Norte, de los involucrados, el único que había sido testigo de los hechos era el subdelegado Aurelio Soto Huerta, pues él había formado­parte del grupo que detuvo la camioneta donde, se argumentaba, personal de la feads estaba reunido con Osiel Cárdenas.302 Tras la reconstrucción de los hechos, el militar Soto Huerta aseguró a los reporteros que él no estaba detenido ni indiciado; que se encontraba bajo custodia en instalaciones militares porque así lo había solicitado como medida precautoria, por su propia seguridad. Afirmó, además, que esto se debía a que corría riesgo por haberse dado cuenta del nivel de protección de la que, según él, gozaba Osiel Cárdenas Guillén. Para corroborar lo anterior, observaba que no se había expedido ninguna orden de aprehensión en contra del traficante, a pesar de que él, desde el primer momento de los hechos, le había señalado como responsable de los disparos que sufrieron y que privaron de 297 298 299 300 301 302

Reforma (1999), “Disputan control del narco tres bandas en Matamoros”, 21 de abril, versión en línea. El Siglo de Torreón (2004), “Cae ‘El Kelín’ del Cártel del Golfo”, 29 de octubre, versión en línea. El Norte (1999), “Investigan a ex delegado de pgr en Tamaulipas”, 30 de junio, versión en línea. El Norte (1999), “De Norte a Sur/Breves”, 9 de julio, versión en línea. El Norte (1999), “Reconstrucción moviliza a 200”, 11 de julio, versión en línea. Reforma (1999), “Involucran a feads en asesinato”, 30 de junio, versión en línea.

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la vida a Rajid Gutiérrez. Afirmaba que esta situación daba cuenta de lo comprometidas­ que estaban altas esferas de la propia pgr en la protección al delincuente.­303 Un mes más tarde, en nuevas declaraciones a El Norte, Soto Huerta señalaba que había una pugna política en el interior de la pgr, según él, con el fin de desprestigiar a personal militar dentro de la institución y relevarlo en las tareas de lucha contra la delincuencia. Afirmó: “La lucha del narco en Tamaulipas se ha politizado porque algunos altos funcionarios de la pgr tienen intereses especiales en Tamaulipas; yo presumo que es el licenciado Rogelio Miguel Figueroa Velázquez [director general de procedimientos penales] y el licenciado Navarrete Prida”.304 Insistía en la falta de acción penal en contra de Osiel Cárdenas, a pesar de sus denuncias, y se quejaba de que varios integrantes­ de la procuraduría, que habían participado en el operativo que culminó con la muerte de Gutiérrez Arreola, hubieran sido arraigados. Según él, estos funcionarios eran presionados para declarar que el delegado Oralio Castro Aparicio y él mismo protegían a Osiel Cárdenas y su organización.305 Además, afirmó que la animadversión en contra suya y en contra de personal militar en las oficinas de la pgr en Tamaulipas se debía a que en 1998, durante la campaña política en el estado, habían propinado varios golpes al narcotráfico, donde aparecían involucrados personajes del pri y cercanos al entonces gobernador,­ Tomás Yarrington.306 A mediados de agosto de 1999, el ex delegado Oralio Castro Aparicio; el ex subdelegado Aurelio Soto Huerta, y los agentes de la Policía Judicial Federal, José Isabel López Rivas, Gabriel Ángel Gutiérrez Portillo, Ramiro García Eugenio, así como Eduardo Rendón López, agente del Ministerio Público Federal, y Jorge Calderón Frías, médico legista del gobierno de Tamaulipas, fueron todos consignados ante el juez primero de distrito en materia penal. Según la información­que dio a conocer la pgr, se había logrado determinar que los hechos que condujeron al asesinato de Jaime Rajid Gutiérrez no habían consistido en un enfrentamiento con los traficantes de droga, como algunos de los inculpados sostenían, sino la derivación de un desacuerdo monetario entre funcio­ 303 304 305

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El Norte (1999), “Denuncian protege pgr a líder de Cártel”, 13 de julio, versión en línea. El Norte (1999), “Denuncian guerra interna en la pgr de Tamaulipas”, 7 de agosto, versión en línea. El paréntesis es propio. Ibid. Los funcionarios arraigados eran el fiscal federal Eduardo Rendón López, la comandanta Juansanta Martínez Lerma, la subdelegada administrativa Angelina Urbina Vivaños, el agente de la Unidad Canina Jorge Zumaya Hernández, además de Adalberto Julián de la Fuente. Ibid.

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narios que protegían las actividades ilícitas­del traficante de drogas Osiel Cárdenas Guillén.307 El 18 de agosto, El Norte publicó una nota donde daba a conocer la existencia de una carta enviada al entonces procurador general de la República, Jorge Madrazo­ Cuéllar, por el ex delegado Carmen Oralio Castro Aparicio. La misiva hacía alusión al hallazgo de una tonelada de cocaína en una bodega, y un millón de dólares ocultos en el techo de un tráiler, ambos en un rancho ubicado en el kilómetro 13 de la carretera Monterrey-Nuevo Laredo, propiedad de Eduardo Guajardo Longoria, presunto colaborador de la campaña del gobernador Tomás Yarrington Ruvalcaba. Según Castro Aparicio, las investigaciones relacionadas con el caso habían sido frenadas por la propia pgr, pese a los intentos de darles continuidad por parte del mismo Castro Aparicio y su subdelegado, el mayor Soto Huerta.308 Castro Aparicio declaraba que el personal a su cargo había solicitado a un juez orden judicial para catear varios domicilios relacionados con Guajardo Longoria y su familia, misma que le habría sido negada. Ante semejante situación —continuaba—, la agente del Ministerio Público Federal encargada de integrar la averiguación previa, apeló la decisión del juez, por instrucciones del subdelegado Aurelio Soto Huerta. La razón: el cúmulo de evidencias permitía suponer, prácticamente con certeza, que en las propiedades que se pretendía investigar se hallarían nuevos elementos incriminatorios de la comisión de varios delitos por parte de personas relacionadas con Guajardo.309 Según Castro Aparicio, a partir de ese momento, la Subprocuraduría B de la pgr intentó hacer a un lado al subdelegado Soto Huerta, que habría intentado sustituirlo en su cargo, hecho al que el propio Castro se habría negado, en respaldo de su colaborador.310 Al frente de la Subprocuraduría B de la pgr se encontraba Alfonso Navarrete Prida, el funcionario que había dirigido la investigación sobre el homicidio del agente Rajid Gutiérrez. Un día después, el 19 de agosto, El Norte dio a conocer que el juez Miguel Ángel Aguilar López, del juzgado primero de distrito de la ciudad de México,

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El Norte (1999), “Ordena juez detener a funcionarios de pgr”, 13 de agosto, versión en línea. La pgr publicó dos días antes el boletín 244/99, donde da a conocer la misma información. El Norte (1999), “‘Frena’ pgr investigación sobre droga en Tamaulipas”, 18 de agosto, versión en línea. Ibid. Ibid.

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había dictado auto de formal prisión en contra del ex delegado Castro Aparicio y del ex subdelegado Soto Huerta.311 De acuerdo con el boletín 251/99 de la pgr, al ex delegado Castro Aparicio se le recluía por su presunta participación en el homicidio calificado del agente Rajid Gutiérrez, violación a la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, abuso de autoridad y delitos contra la salud, en su modalidad de facilitar el tráfico y exportación de cocaína desde México. En el caso del ex subdelegado Soto Huerta, por su probable responsabilidad en el mismo homicidio, violación a la Ley Federal contra la Delincuencia­Organizada, delitos contra la administración de justicia y también contra la salud.312 El resto de funcionarios fueron sujetos a prisión por encubrimiento o por delitos contra la administración de justicia. Asimismo, el juez confirmó la parti­ ci­pación de Osiel Cárdenas en la discusión que derivó en la muerte de Gutiérrez Arreola.313 Isidro Guerson Osuna, director general de Comunicación Social de la pgr, negaba categóricamente que esta institución hubiera frenado investigación alguna.­314 Por su parte, el gobernador Tomás Yarrington negó conocer a Eduardo Guajardo Longoria. En entrevista con reporteros de El Norte, que lo cuestionaron sobre sus relaciones­con este personaje, afirmó: Lo niego categóricamente. (Eduardo Guajardo Longoria) no fue coordinador ni colaboró en mi campaña, lamento que una investigación no se haya llevado hasta sus últimas consecuencias[…] No conozco a la persona que se alude en el archivo, de lo que sí estoy seguro es que ese tipo de delitos se deben combatir con todo el rigor, porque hacen daño a Tamaulipas y a todo México[…] No fue colaborador cercano a mí y no lo conozco”.315

El entonces dirigente estatal del pri en Tamaulipas, Simón Villar, rechazó igualmente­ que Guajardo Longoria hubiera colaborado en la campaña de Yarrington­o que fuera priista, y añadió: “Las personas que buscan ensuciar la imagen del estado de Tamaulipas

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El Norte (1999), “Dictan a Castro formal prisión”, 19 de agosto, versión en línea. pgr (1999), boletín 251/99, 18 de agosto, versión en línea. Ibid. Véase, también, El Norte, (1999) “Dictan a Castro…”, 19 de agosto. Ibid. El Norte (1999), “Afirma Tomás que no lo conoce”, 19 de agosto, versión en línea. El paréntesis aparece en la nota original del periódico.

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y del gobernador deben comprobar lo que hacen; las acusaciones deben de tomarse de quien vienen”.316 No dejaba de ser paradójico que justamente la persona de quien venían las acusaciones era el ex delegado de la pgr en el estado, Carmen Oralio Castro Aparicio, quien había sido incorporado a la institución como parte de una política de saneamiento­de la misma, que incluyó la integración masiva de militares promovida desde finales de 1995 y que habría de acelerarse con el nombramiento de Jorge Madrazo Cuéllar como procurador general de la República. Esa estrategia puso al general Jesús Gutiérrez Rebollo al frente del incd, al general Tito Valencia en el Cendro, y a varios militares en la titularidad de diversas delegaciones estatales. En Tamaulipas, a mediados de 1996, esta oficina fue encabezada por el mayor Lorenzo Salas Medina, mientras que al frente de la subdelegación de la Policía Judicial Federal quedó el teniente coronel Alfredo Aponte, que en su incorporación quedó al mando de 222 soldados integrados a la procuraduría.­317 El teniente coronel Castro Aparicio fue designado delegado en Sonora en enero de 1997, tras haberse desempeñado­ como agente del Ministerio Público Federal Militar, dependiente de la Procuraduría de Justicia Militar, entonces a cargo del general Rafael Macedo de la Concha.318 En su 316 317 318

El Norte (1999), “Desmienten que Guajardo colabore con Yarrington”, 19 de agosto, versión en línea. Proceso (1997), “Contra el narco, Jorge Madrazo depura la Policía Judicial con la incorporación masiva de militares”, 14 de julio, versión cd. La Jornada (1997), “Cuatro militares a delegaciones de la pgr en bc, bcs y Sonora”, 25 de enero, versión en línea. Sobre la titularidad de la Procuraduría de Justicia Militar, véase Reforma (1999), “Sedena no investiga a generales.- Macedo”, 11 de febrero, versión en línea. La nota hace referencia a las declaraciones del entonces procurador general de justicia militar, Rafael Macedo de la Concha, negando que la institución a su cargo investigara a los generales Mario Arturo Acosta Chaparro y Francisco Quiroz Hermosillo, por su vinculación con el tráfico de drogas. A la postre, Macedo de la Concha sería designado procurador general de la República en el gobierno de Vicente Fox y los mencionados generales serían sentenciados por una corte militar por su vinculación con la organización de Amado Carrillo Fuentes. En 2005, Reforma publicó una nota donde daba cuenta de un informe del fbi que vinculaba al ya entonces ex procurador, Macedo de la Concha, con la organización Los Zetas. Afirmaba que mientras éste estuvo al frente de la dependencia habría permitido que esta agrupación criminal operara libremente en Coahuila. Véase Reforma (2005), “Liga fbi a Macedo con Zetas”, 11 de diciembre, versión en línea. Al día siguiente,­tanto la pgr como el agregado jurídico del fbi en México, Raúl Carballido, negaron tener información que incriminara a Macedo. Reforma (2005), “Defienden pgr y fbi a Macedo”, 12 de diciembre, versión en línea. Tiempo después de abandonar la titularidad de la pgr, información de medios señalaba que Macedo asesoraba al gobierno de Veracruz, bajo la administración del priista Javier Duarte. Veracruz sería uno de los estados del Golfo de México que atestiguaría un agudo incremento en la violencia asociada a la delincuencia organizada, especialmente

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nuevo encargo estuvo al frente de 160 soldados con licencia, también sumados a la pgr.319 A Castro Aparicio la sospecha lo perseguía. Antes de ser transferido a Tamaulipas, cuando aún se desempeñaba al frente de la delegación de la pgr en Sonora, 473 kg de cocaína pura fueron robados de las instalaciones de esta institución, en la población de San Luis Río Colorado. La pgr realizaba investigaciones y sospechaba de varios integrantes de su personal que se desempeñaban en la entidad, incluyendo el delegado Castro Aparicio.320 Tras siete meses de investigaciones, la dependencia no había logrado aclarar el robo. Acostumbrado a manejarse ante medios de comunicación, Castro Aparicio había manifestado en conferencia de prensa que estaba sorprendido por las declaraciones del procurador Madrazo Cuéllar, en el sentido de que militares de alto rango que laboraban para la procuraduría­estuvieran siendo investigados en Chihuahua, Sinaloa, Baja California y Sonora.­321 El 10 de junio de 2000, Reforma publicó que el teniente coronel Carmen Oralio Castro Aparicio y el mayor Aurelio Soto Huerta habían sido recluidos en el Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) de La Palma, en Almoloya de Juárez, un penal de máxima seguridad, para cumplir sentencia por los cargos ya referidos.322 El 5 de mayo de 2001, todavía recluido en el Cefereso, Castro Aparicio dirigió una carta al semanario Proceso, donde se quejaba por las referencias que el medio hacía, dada la información pública que circulaba en torno a su caso, que lo había vinculado con la organización de Osiel Cárdenas en Tamaulipas.323 Desde entonces, la información relacionada con el teniente coronel Castro Aparicio disponible en medios de comunicación se suspende, con la excepción de dos hechos: el primero es su promoción al grado de coronel de servicio en 2009, auspiciada por el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, el ex presidente Felipe Calderón;324 el segundo es una solicitud de información promovida por un familiar

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relacionada con la operación de Los Zetas, en el periodo 2010-2012. Sobre la información de Macedo como asesor de Duarte, véase La Bamba (2010), “Ex procurador panista se une a Javier Duarte”, 12 de abril, disponible en . Proceso (1997), “Contra el narco, Jorge Madrazo depura…”, 14 de julio. Proceso (1997), “Fugas, robo de droga y poco avance en las investigaciones de asesinatos políticos, balance del primer año de la pgr con Madrazo”, 3 de marzo, versión cd. La Jornada (1997), “Involucrados en corrupción, 17 miembros del ejército: pgr de Chihuahua”, 1 de agosto, versión en línea. Reforma (2000), “Trasladan a coronel por ‘narco’”, 10 de junio, versión en línea. Proceso (2001), “De Carmen Oralio Castro Aparicio”, 5 de mayo, versión en línea. En este mismo sexenio también la sentencia condenatoria contra el general Mario Arturo Acosta Chaparro por su vinculación con el tráfico de drogas fue revocada, y el grado le fue restituido

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suyo, que requería a la Sedena diversos datos relacionados con el ahora coronel, incluyendo la ubicación de su sitio de trabajo, sus teléfonos y el nombre de su jefe inmediato. Estos datos fueron negados por la institución, por considerar que revelarlos ponía en riesgo al coronel, quien podría sufrir ataques por parte de la delincuencia organizada.325 Como corolario de la respuesta, se entiende que Castro Aparicio realiza en la actualidad funciones confidenciales dentro de la Secretaría de la Defensa Nacional. Lo cierto es que, de nuevo en Tamaulipas, entre 1996 y 1999, estando los referidos mandos militares al frente de la delegación de la pgr en el estado, un grupo de integrantes del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Ejército (gafe) —que habían sido adscritos a la pgr, concretamente a la feads, para fortalecer el combate al tráfico de drogas—, desertarían de esta dependencia para formar la guardia personal de Osiel Cárdenas Guillén; con el tiempo, se les conocería como Los Zetas. En Tamaulipas, a mediados de 1999, el gobernador Yarrington no era el único al que atribuían relaciones con las organizaciones del narcotráfico. Según publicó Reforma, Miguel Lerma Plata, ex comandante de la Policía Ministerial del Estado —antes denominada Policía Judicial— y sobrino del ex gobernador Manuel Cavazos Lerma, había sido uno de los contactos de Salvador Gómez el Chava dentro de la procuraduría local. Los números telefónicos de Lerma Plata fueron encontrados en una agenda hallada en el cadáver del Chava.326 Cabe señalar que los documentos del juicio de Juan García Ábrego muestran su relación con Miguel Ángel Lerma, del que no se proporciona el segundo apellido, pero quien recibía portafolios de dinero por parte de colaboradores del tra­ fican­te, y quien aparecía como prestanombres de una propiedad comprada por otros miembros de la organización, por un valor de un millón de dólares en el municipio de Guadalupe, cerca de Monterrey, y figuraba también como parte del consejo

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con honores. Acosta sería asesinado en 2012 y tras su muerte algunos medios dieron a conocer información sobre sus cuentas bancarias en las Islas Caimán. Véase Contralínea (2012), “Asesinan al general Acosta Chaparro”, 21 de abril, disponible en . Sobre el ascenso de Castro Apari­ cio, véase Sedena (2009), Boletín de prensa. Ascensos del personal militar, 19 de noviembre. Se acce­ dió a la versión en caché del documento, disponible en . Véase Sedena, Comité de Información (2010), “Resolución de información reservada núm. ci/ rir/1748/10”, 24 de noviembre, Lomas de Sotelo, México, disponible en . Reforma (1999), “Vinculan con narco a sobrino de ex gobernador”, 25 de julio, versión en línea.

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directivo de dos empresas, denominadas Caimsa y Prodeconsa, junto con un primo de Juan: Rubén García Robles.327 Más de quince años después de este juicio, en enero de 2012, una nota de El Universal daba a conocer que tres ex gobernadores de Tamaulipas eran investigados por presuntos nexos con las organizaciones del tráfico de drogas en la entidad. Se trataba de Manuel Cavazos Lerma, Tomás Yarrington Ruvalcaba y Eugenio Hernández Flores. En lo referente al primero, la nota señalaba que Cavazos Lerma había designado como supervisor de la Policía Judicial del estado a su primo, Mi­ guel­Ángel Lerma, a quien se vinculaba con Juan García Ábrego.328 La nota de El Norte, que en 1999 hacía señalamientos respecto a familiares del ex gobernador Cavazos Lerma, refería también la detención de Ariel Herrera Bustamante en 1989, en Ciudad Victoria, por delitos contra la salud. El referido era parte del grupo encabezado por Salvador Gómez el Chava y el arresto fue realizado por el comandante Rodolfo Larrazolo Rubio, quien como ya se vio tenía v­ ínculos con la organización de Juan García Ábrego. Ariel era hermano de José Guadalupe Herrera Bustamante, procurador general de justicia del estado, en el gobierno de Manuel Cavazos Lerma.329 Repetiría en el cargo años más tarde, durante una parte del gobierno de Eugenio Hernández Flores (2005-2010). Se puede apreciar una diferencia implícita en la lógica de operación entre la organización de García Ábrego y la de Osiel Cárdenas, así como en el distinto grado de propensión a la violencia que una y otra mostraron. El primero ejerció un nivel de violencia significativo para erradicar a sus competidores, pero limitado respecto a las proporciones alcanzadas una década después: funcionarios corruptos de los cuerpos de seguridad federales y estatales se encargaron, previa o paralelamente, de hacerlo. Esta acción no era una decisión exclusiva de este tipo de funcionarios; por el contrario, se derivaba de designios de actores que ocupaban los principales espacios de decisión política en diferentes ámbitos de gobierno, y que actuaban de manera concertada para proteger sus propios intereses de extracción de rentas a partir del tráfico de drogas. En contraste, el segundo no contó con una protección de estos alcances, hecho que implicó que el surgimiento y consolidación de su grupo, como organización importante de traficantes de drogas, tuviera lugar a sangre y fuego, respecto a otros 327 328 329

cr. no. h-93-167-ss, Docket’s document 443, pp. 49-50. El Universal (2012), “Investiga pgr a 3 ex mandatarios del pri”, 31 de enero, versión en línea. Reforma (1999), “Vinculan con narco a sobrino…”, 25 de julio. Véase, también, Reforma (1999), “Acusan a hermano de ex procurador”, 24 de julio, versión en línea.

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grupos contendientes y hacia funcionarios del Estado, que por razón de su propia responsabilidad pública o con otro tipo de intereses, le hicieron frente. Los apoyos de Osiel parecen haberse construido, sobre todo, en los ámbitos locales y en las representaciones federales en el estado. Cabe destacar que, a diferencia de las tendencias­apreciables en los traficantes de otras zonas de México, la organización delictiva de Osiel Cárdenas incluso ejerció violencia contra miembros de agencias de seguridad estadounidenses.330 Es esta misma diferencia la que determina que, en el caso de García Ábrego, la desarticulación de la organización haya sido relativamente tersa e incluso que la detención de su figura representativa —el propio García Ábrego— no se haya visto en lo inmediato aparejada de mayores confrontaciones con el Estado ni tampoco entre sus lugartenientes que aún se mantenían en libertad. Esto sólo ocurrió un par de años después. Por el contrario, Osiel Cárdenas integró a los ya referidos soldados de élite formados en el Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales del Ejército mexicano y transferidos a la feads, para emplearles como grupo de choque en una oleada de violencia que ha trascendido las fronteras de Tamaulipas, y se ha hecho presente en diversas regiones del país, especialmente, tras la reclusión del propio Osiel en el penal de máxima seguridad de La Palma, en Almoloya de Juárez, Estado de México,­ el 15 de marzo de 2003.331 En agosto de 2004, el subprocurador de Investigaciones Especializadas en Delincuencia Organizada de la pgr, José Luis Santiago Vasconcelos, afirmó que las organizaciones del Golfo y Tijuana, encabezadas por Osiel Cárdenas Guillén y Ben­­jamín Arellano Félix, respectivamente, desarrollaban un plan para tomar por 330

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A mediados de los ochenta, el costo de ejecutar a un agente de la dea, Enrique Camarena Salazar,­ fue pronto entendido por las organizaciones de traficantes sinaloenses. Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, dos importantes operadores de la organización de Miguel Ángel Félix Gallardo, fueron detenidos por ese hecho. Como consecuencia, la mayor parte de los grupos involucrados en el tráfico de drogas han sido desde entonces especialmente cuidadosos en evitar la violencia con los miembros de las agencias estadounidenses que realizan labores de investigación en México. Por su parte, en 2000, la procuradora de los Estados Unidos, Janet Reno, y el titular de la dea, Donnie Marshall, declararon que su gobierno había solicitado la extradición de Osiel Cárdenas, a quien se atribuía encabezar una red de distribución recién desmantelada, a la cual le fueron decomisadas más de cinco toneladas de cocaína. Adicionalmente, se le adjudicaba haber amenazado y amagado con arma de fuego a un agente de la dea y a otro del fbi que realizaban labores oficiales en Matamoros, Tamaulipas, en el año de 1999. Véase Reforma (2000), “Busca EU a capo mexicano”, 15 de diciembre, versión en línea. Reforma (2003), “Encarcelan a Osiel en La Palma”, 16 de marzo, versión en línea.

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asalto el Centro Federal de Readaptación Social Número 1, La Palma, anteriormente conocido como Almoloya. De acuerdo con dicho funcionario, el objetivo era liberar a los dos líderes de estos grupos de narcotraficantes.332 Dos meses antes, el mismo funcionario declaró que estas organizaciones ofrecían más de dos millones de dólares a quien asesinara al procurador general de la República.333 En buena medida, la violencia desatada desde entonces es producto de la rivalidad entre las organizaciones delictivas que se disputan zonas estratégicas para el tráfico o la distribución de drogas psicoactivas. Además parece agravada por la vinculación de algunas de ellas con asociados políticos también contrapuestos. En octubre de 2004, en un hecho sin precedentes, el propio Osiel Cárdenas realizó declaraciones a una televisora nacional —a pesar de estar preso en el citado penal de máxima seguridad—, donde señaló que la pgr le ofrecía evitar su extradición a los Estados Unidos si incriminaba al gobernador Tomás Yarrington en el tráfico de drogas. También expresó que esa dependencia realizaba un combate selectivo del narcotráfico, en el que sólo reprimía a determinados grupos. La declaración textual expresada durante la transmisión del noticiero fue: “Yo pienso que más que nada la pgr se enfoca cínicamente en algunos grupos, pero no en todos”.334 Si se tienen en cuenta los antecedentes históricos expuestos en estas páginas, semejante percepción no era descabellada; tampoco carecía de fundamento. El 19 de enero de 2001, a unas semanas de la toma de posesión del presidente Vicente Fox, Joaquín Guzmán Loera el Chapo escapó del penal de máxima seguridad de Puente Grande, en Jalisco.335 332

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Reforma (2004), “Revelan plan de asalto a penal de La Palma”, 13 de agosto, versión en línea. Cabe destacar que José Luis Santiago Vasconcelos, subprocurador al frente de la siedo, señaló la existencia de una alianza entre las dos organizaciones, con objeto de colaborar conjuntamente en el desarrollo del negocio ilícito. El Universal (2004), “Ofrecen capos 2 mdd por matar al procurador”, 16 de junio, disponible en . Por su parte, el procurador general de la República, general Rafael Macedo de la Concha, desestimó la credibilidad de las declaraciones de Cárdenas Guillén con el siguiente argumento: “Esta credibilidad que tienen estos señores queda en entredicho. Son envenenadores que han hecho mucho daño a México, ahí están las pruebas, están siendo procesados por esos delitos y creo yo que ésta es una de las tareas que constantemente hacen, y hacen muy bien, en involucrar a servidores públicos”. El Norte (2004), “Denuncia Osiel chantaje contra Yarrington”, 19 de octubre, versión en línea. La Jornada (2001), “Se fuga El Chapo Guzmán del penal de Puente Grande; arraigan al director y a 33 custodios. La pfp toma el control de la vigilancia en las cárceles de alta seguridad. Más de 120 agentes de élite, de la pjf, se trasladaron a Jalisco en busca del narco”, 21 de enero, versión en línea.

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La versión oficial sobre la forma en que se realizó la fuga fue recibida con sorpresa por diversos medios de comunicación. Nunca había ocurrido un escape de semejante tipo de establecimiento penitenciario antes de este hecho336 —y por lo menos, hasta mediados de 2012, no lo ha habido de nuevo—. En la inmediatez posterior a este suceso, diversas expresiones confluyeron para hacer público el amplio nivel de corrupción que había alcanzado la operación de esa prisión.337 Por ejemplo, el entonces subsecretario de Seguridad Pública, Jorge Tello Peón, expresó sin ambages que la fuga había sido producto de una traición interna. Explícitamente, señaló: El sistema falló y se hizo fallar […] Hay una verdadera traición a la Secretaría de Seguridad Pública y el servicio que nos merece el sistema penitenciario federal, en lo que podríamos llegar a llamar toda una conspiración delictiva en la estructura­ administrativa, que superó la institucional, a pesar de las advertencias e instrucciones dictadas y las medidas que se supusieron suficientes.338

El subsecretario no clarificó hasta qué niveles alcanzaba semejante traición. No obstante, señaló, respecto al sistema de seguridad: Se va a hacer público cuál es el estado que guardan nuestras estructuras cuando­ éstas se coluden con el crimen organizado. Estamos encontrando una descomposición estructural muy grave.339

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Reforma (2001), “Protagoniza El Chapo un escape de película”, 21 de enero, versión en línea. Véase, también, El Universal (2001), “Complot en fuga de ‘El Chapo’. Se montó sobre una estructura de complicidad: Tello Peón. Promete Creel castigar con ‘toda la fuerza del Estado’ a responsables”, 21 de enero, disponible en . Así lo evidenciaron, por ejemplo, José Antonio Bernal, tercer visitador de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (cndh). Véase La Jornada (2001), “El Chapo salía de Puente Grande custodiado por autoridades: cndh”, 23 de enero, disponible en . Otros señalamientos sobre la corrupción que favoreció a El Chapo, en El Universal (2001), “Complot en fuga de ‘El Chapo’ ”, 21 de enero. Reforma (2001), “Ocasiona traición interna fuga de ‘El Chapo’.-Tello”, 21 de enero, versión en línea. Ibid.

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Otro medio recogería palabras adicionales del funcionario: No van a servir todas las rejas ni millones de pesos en sistemas de seguridad si los presos se salen por las puertas. Alguien ha dicho que el señor Guzmán no se escapó, lo sacaron [...] y tienen razón, es un proceso de deterioro muy complejo.340

Joaquín Guzmán Loera, un traficante sinaloense de origen rural, a quien años atrás una evaluación psicológica había considerado una persona de peligrosidad media,341 había sido detenido y recluido en el penal de máxima seguridad en Almoloya de Juárez, el 10 de junio de 1993, tras ser relacionado con la balacera que había provocado la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, ocurrida el 23 de mayo de ese año, en un enfrentamiento con la organización de los hermanos Arellano Félix en el aeropuerto de Guadalajara, Jalisco.342 Tras su fuga, Guzmán Loera sería arropado por varios de los traficantes que habían formado parte de la organización de Amado Carrillo Fuentes.343 Según el diario Reforma, testigos protegidos de la pgr señalaron que, desde 1995, Arturo Beltrán Leyva enviaba dinero al Chapo, mientras éste permanecía en prisión; además, que Albino Quintero Meraz el Beto y Juan José Esparragoza Moreno el Azul, habían apadrinado cargamentos de cocaína propiedad de un hermano de El Chapo: Arturo Guzmán Loera el Pollo.344 Tras su escape, y a lo largo de los siguientes once años, el Chapo iniciaría un acelerado proceso de posicionamiento dentro de las organizaciones sinaloenses del tráfico de drogas, que habría de caracterizarse por su proyección a niveles de liderazgo y preeminencia que nunca antes había tenido. Esto se tradujo en su tendencia­ 340

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La Jornada (2001), “Pide Tello Peón ayuda para localizar a El Chapo. La autoridad sí actuó ante denuncias de anomalías en Puente Grande, asegura. Se sabía de irregularidades desde 99, dice la titular de Derechos Humanos de Jalisco”, 22 de enero, disponible en . Reforma (1996), “Revelan peligrosidad de ‘El Chapo’ Guzmán”, 10 de marzo, versión en línea. Según la evaluación, su perfil contrastaba con el de su entonces asociado, Héctor Luis El Güero Palma Salazar, quien aparentemente habría tenido resultados psicométricos que mostraban un coeficiente intelectual por encima del promedio y considerable capacidad de liderazgo. De acuerdo con la nota, esas no eran especialmente las características de Guzmán Loera, que se encontraba dentro de rangos normales, sin elementos a destacar. La Jornada (2011), “Ejército, Marina y pf buscan vivo o muerto a El Chapo: WP. Calderón creó fuerzas especiales para capturar al capo y ‘conjurar la versión de que se le protege’”, 29 de octubre, versión en línea. Reforma (2002), “Adopta Cártel de Juárez a ‘El Chapo Guzmán’”, 13 de mayo, versión en línea. Ibid.

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a disputar la hegemonía de diversas zonas estratégicas para el narcotráfico, a otras organizaciones previamente consolidadas en ellas. La primera plaza en este intento­ sería Nuevo Laredo, que en los inicios de la década anterior estaba bajo el control de Osiel Cárdenas Guillén. La disputa por este punto fronterizo, la zona terrestre de mayor intercambio de mercancías entre México y los Estados Unidos y, por lo tanto, un lugar especialmente codiciado para el trasiego de drogas camufladas en contenedores de diverso tipo, marcaría el inicio de una cruenta confrontación que habría de expandirse a muchos otros estados del país y que, al comienzo de 2013, continúa librándose.345 Sus efectos en términos de fractura profunda de la gobernabilidad y la seguridad de una parte considerable del territorio nacional son considerables, al punto de que algunas de esas regiones acusan manifestaciones propias del proceso que se describió en el capítulo primero como falla del Estado. La afectación es particularmente aguda en el noreste del país: en Tamaulipas y Nuevo León. Un recuento de la misma requiere un trabajo específico que rebasa los propósitos de estas páginas. Cabe mencionar, sin embargo, que en esta disputa los mecanismos de reconfiguración cooptada del Estado se muestran contrastantes. Por una parte se aprecian aquellos crecientemente asociados a la capacidad de terror y de violencia de las organizaciones delictivas que crecieron sin la tutela implícita, de alto nivel federal, de miembros del Estado, que ya no parecen dispuestas a aceptar limitarse a un carácter subordinado sin mayores sobresaltos. Por el contrario, procuran subordinar, a lo largo de una trayectoria ascendente en términos jerárquicos, a la propia estructura de autoridad para forzarla a favorecer sus intereses. Por otra parte, están aquellas estrategias de reconfiguración cooptada del Estado promovidas por grupos que se han caracterizado más por su carácter simbiótico con las estructuras política y económica —que crecen o decrecen a partir de la determinación de estos intereses cupulares— que son en última instancia quienes deciden qué liderazgo se consolida y cuál se abate, y pretenden imponerlo a partir de una lógica descendente, validos de su propia preeminencia jerárquica. Hacia el fin del periodo que aquí se analiza, estas dos tendencias estuvieron representadas por la organización de Osiel Cárdenas Guillén, en el primer caso, y la de Joaquín Guzmán Loera, en el segundo. El tema de la protección de actores de diversos órdenes de gobierno hacia esta última organización ha sido percibido como una hipótesis probable por diversas 345

Reforma (2012), “Sostienen cárteles una década en disputa”, 6 de junio, versión en línea.

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voces, incluyendo la propia.346 A la luz de todos los antecedentes sobre la forma de operación histórica de la delincuencia organizada para el tráfico de drogas, expuestos­a lo largo de estas páginas, semejante encubrimiento de actores de poder no constituye un factor sorprendente, sino usual. La diferencia, en todo caso, no parece estribar en las intenciones y características de semejante protección, sino en las limitaciones fácticas para llevarla a cabo en las condiciones de hegemonías ausentes e intereses confrontados entre la clase política que han caracterizado al cambio de régimen. Todo ello agravado por la ausencia de controles institucionales y legales efectivos, deficiencia consolidada a lo largo de muchas décadas, pero que ahora, a pesar del cambio formalmente democrático, continúa permitiendo amplios niveles de impunidad, en especial, por lo que toca a esa misma clase política. Cabe señalar, sin embargo, que a lo largo de los últimos 12 años, la protección de mayor nivel no parece haber beneficiado, o por lo menos no de manera significativa, a los grupos tamaulipecos. Éstos, por el contrario, han enfrentado los embates de la organización de Sinaloa, así como el surgimiento de un modelo delictivo­ esencialmente externo y sin vínculos inherentes y exclusivos con aquellos grupos locales que, cobijados por un aparente manto de legalidad, han prohijado el tráfico­ de drogas en la entidad, desde espacios privilegiados del gobierno y la economía locales. Los Zetas —integrados en su núcleo central por individuos ajenos al estado y con un modelo delictivo que incluye, pero no se limita—, al tráfico de drogas terminarían emancipándose de la organización a la cual originalmente servían. Extenderían las prácticas de extorsión basada en el control territorial, respaldados

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cnn-México (2011), “El Chapo Guzmán: una década de la fuga del mayor narco mexicano. El

narco más importante de México y líder del cártel de Sinaloa corrompió a las autoridades del penal de Puente Grande antes de fugarse”, 18 de enero, disponible en . The Economist (2010), “Outsmarted by Sinaloa. Why the biggest drug gang has been least hit”, 7 de enero, disponible en . The Times (2010), “Get Shorty: Mexico still searching for ‘El Chapo’, the 5ft 6in drugs lord”, 2 de marzo. En el sitio web de este medio británico, el artículo está restringido a suscriptores. Disponible en . Flores Pérez, C.A. (2008), “¿Por qué ganan los delincuentes?”, en Le Monde Diplomatique México, septiembre, núm. 1, pp. 1, 3-6. Proceso (2010), “‘Los Zetas’ y sus mantas contra Calderón y ‘El Chapo’”, 13 de febrero, disponible en .

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por su propia dinámica y funcionamiento paramilitar, al grado de lesionar esos intereses ilícitos locales.347 Estos últimos —pragmáticos ante todo y tradicionalmente identificados con esa lógica de operación simbiótica a la que se hizo referencia más arriba—, no han tenido empacho en declararse aliados de la organización de Guzmán Loera, a mediados de 2012. Bajo la denominación de Cártel del Golfo, en este caso identificados con los remanentes tamaulipecos de la organización de Osiel Cárdenas —aunque no necesariamente con la familia de éste—, le han declarado la guerra a Los Zetas, a quienes pretenden expulsar del estado.348 Los grados de violencia y erosión institucional derivados de semejante confrontación son devastadores y pueden agravarse.349 La hegemonía delictiva en Tamaulipas está nuevamente en disputa, y resulta incierto cuál de estas organizaciones­ y sus respectivos modelos delictivos prevalecerá: aquella arraigada en el estado —y presumiblemente respaldada por actores insertos en sus propias estructuras sociales,­ políticas y económicas—, o bien, aquella que está integrada como una estructura paramilitar, con alta capacidad para la violencia extrema, y organizada bajo criterios de manual militar encaminados a garantizar su resiliencia y perduración. Lo que está fuera de duda es que a lo largo de esta disputa —y cualquiera que sea su resul­ ta­do en términos del triunfo de una u otra—, quienes pierden son la población ta­ maulipeca, el Estado y la democracia mexicana.

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Un detallado estudio que muestra la complejidad operativa de Los Zetas puede encontrarse en Camp­bell, Lisa J. (2010) “Los Zetas: operational assessment”, en Small Wars & Insurgencies, vol. 21, Issue 1, marzo, pp. 55-80. El Norte (2012), “Controla ‘El Coss’ al Cártel del Golfo”, 5 de febrero. Véase, también, El Norte (2012), “Es campo de batalla frontera tamaulipeca”, 29 de abril, versión en línea. El Norte (2012), “Arrecia violencia en Tamaulipas”, 14 de marzo, versión en línea. El Norte (2012), “Es campo de batalla…”, 29 de abril. El Norte (2012), “Ligan Cadereyta a ola de masacres”,­15 de mayo, versión en línea. Reforma (2012), “Vengan 9 colgados con 14 decapitados”,­5 de mayo, versión en línea.

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Que todos estos personajes estuvieron incidentalmente involucrados en las circunstancias hasta aquí relatadas es siempre una posibilidad. Sin embargo, a la luz de los datos analizados, otra más lógica es que todos estos hechos muestren una acción deliberada de diversos actores para encubrir el narcotráfico desde varias de las instituciones políticas y de seguridad más importantes del país y del estado de Tamaulipas. Este objetivo se cumplió a partir del permanente bloqueo de la operación normal de las mismas, es decir, de sus funciones sustantivas a lo largo de varias décadas para brindarles impunidad a delincuentes que las corporaciones tenían perfectamente detectados. Este bloqueo se implantó de manera sistemática desde una etapa muy temprana­ del desarrollo institucional de México, a mediados de los años cuarenta, cuando comenzaba el periodo de los gobiernos civiles herederos de la Revolución. Se realizó en función de intereses ilícitos de miembros de la camarilla de Miguel Alemán Valdés, que contaron con la más alta influencia política de su tiempo, y consolidaron las dinámicas centralistas que habrían de caracterizar al régimen posrevolucionario. El poderío alcanzado por esta camarilla le permitió mantener su influjo sobre instituciones clave del Estado por un periodo mucho mayor al de la propia administración de Miguel Alemán, quien permaneció activo en la política durante­ muchas décadas más, encabezando los sectores de derecha dentro del espectro del régimen posrevolucionario. Ese es quizás uno de los factores de mayor repercusión en la profundidad de las raíces del fenómeno del tráfico de drogas y la delincuencia organizada que se aprecian en el caso mexicano: el rol de los grupos dedicados a estas actividades no es periférico a los ámbitos legales del poder y la economía legal. A través de su control de las instituciones centrales, los intereses del alemanismo se extendieron, desde aquella administración, a los espacios de poder en diversos estados de la República. También, de manera simultánea, parecen haber consolidado diversas estructuras de alta relevancia en la economía legal que, sin embargo, aparecen genética y estrechamente vinculadas a capitales de dudoso origen y procedencia. Estos procesos parecen arrancar a mediados de los años cuarenta, pero continuaron 327

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y se expandieron mucho más allá del fin de la administración de Alemán. Su comprensión parece una asignatura pendiente, pero ineludible para explicar la forma en que personajes con la más rudimentaria educación formal aparecen poseedores de inversiones multimillonarias en circuitos altamente complejos, que parecen requerir capacidades técnicas específicas que necesariamente rebasan a su indudable­ inteligencia natural. Si bien la camarilla de Alemán no fue la primera en utilizar la función pública como plataforma para el enriquecimiento personal, sí potenció esta lógica a niveles­ inéditos, en los que una de las vías para tal propósito fue la protección a la delincuencia organizada. El afianzamiento de estos intereses ilícitos dentro de las estructuras institucionales no puede entenderse sin considerar el efecto que representó la continuidad de varios personajes vinculados a esta camarilla dentro de las instituciones de seguridad y justicia federales y locales, quienes, según la información histórica analizada, contaban con estrechas ligas con actividades criminales. En buena medida, fue esta permanencia de semejantes figuras, representantes de los intereses señalados, la que permitió a su vez la reproducción de la acción concertada­ para encubrirlos. No ha sido el propósito establecer correlaciones simplistas entre generaciones de políticos que, debido al carácter endogámico del régimen y a las condiciones de ausencia relativa de competencia política, lógicamente favorecían procesos de socialización continuos entre los integrantes de la clase política posrevolucionaria, de manera que pocos actores políticos de relevancia podían ser desconocidos entre sí. No obstante, si bien este factor es cierto, es posible establecer también que algunas de las camarillas de la misma guardaban más afinidad entre sí, de manera que se puede encontrar un hilo conductor en la vinculación entre algunas de ellas y sus personajes —separadas en términos del periodo en que ocuparon los principales cargos de liderazgo formal de las instituciones—, a partir de nexos familiares, de afinidad personal, negocios y la promoción de las carreras políticas de los más noveles por parte de sus contrapartes más añejas. En el caso del alemanismo, es posible apreciar que esta camarilla y sus intereses encontraron alumnos aventajados en personajes como Carlos Hank González, Raúl Salinas Lozano y Emilio Martínez Manautou, entre finales de los cincuenta y mediados de los setenta. Por lo menos los dos primeros, junto con otro alemanista, Antonio Ortiz Mena, con nexos de parentesco político con Salinas Lozano, constituirían también un puente generacional con la camarilla que habría de redefinir aspectos centrales del régimen político y a erigir nuevos grupos empresariales­

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predominantes en la economía mexicana, en el sexenio 1988-1994.1 Como se pudo apreciar en la investigación, existen elementos para considerar probable la continuidad también en otro tipo de vínculos e intereses. Dadas las características del régimen político de la época, es posible hallar ciertos patrones en la movilidad y recambio de personajes ligados a corporaciones de seguridad, en función de los propios del ámbito político, más allá de las distinciones entre ámbitos de gobierno. Por ejemplo, la designación de candidatos a gobernador del pri o la elección de los mismos —usualmente personajes con fuertes vínculos con actores de la política central— implicó la rotación de diversas figuras de las instituciones de seguridad y procuración de justicia federal y locales que, sin embargo, parecían obedecer más a criterios de cercanía y comodidad­en la relación con el mandatario electo o en ciernes que a una lógica de eficiencia, no se diga de probidad o prevención de prácticas corruptas. Por el contrario,­una constante que se aprecia en la información expuesta en el trabajo es que las diferencias que eventualmente pudieron existir entre actores locales y federales en su relación irregular con organizaciones del tráfico de drogas podían siempre arreglarse­, con la condición de que el reparto de beneficios fuera equitativo y continuo. Los funcionarios de seguridad cambian de institución, de adscripción, en buena­medida gracias al respaldo de sus promotores políticos. En ningún momento­ aparecen como la esfera de decisión definitiva en estas prácticas irregulares. Sin embargo, en sus nuevos cargos siguen protegiendo la logística de la operación ilícita­ de los mismos grupos criminales, que por sus características requiere de protecciones­ tanto en el fuero federal como en el local. En lo referente a los grupos delictivos, sólo aquellos que lograron construir mejores vínculos con actores relevantes de las esferas de poder pudieron permanecer­ operando sin resultar piezas sacrificadas en una lógica funcional que, a pesar del contexto de rampante corrupción en la que está enmarcada, debía dar ocasionalmente algunos resultados periódicos para poder reproducirse con relativa tranquili­ dad. Entre los delincuentes, son los actores menores los que son detenidos por corporaciones de seguridad que magnifican su dimensión e importancia, al tiempo que otros tantos, aquellos que cuentan con la protección institucional, permanecen indetectables e incluso intocados. Las autoridades políticas, a menudo con relaciones inconfesables con estos últimos actores criminales, designan por una parte a funcionarios de seguridad 1

Los nexos entre la camarilla de Miguel Alemán Valdés y de Carlos Salinas de Gortari han sido establecidos por Gil Mendieta, Jorge y Samuel Schmidt (2005), Estudios sobre la red política de México, Instituto de Investigaciones en Matemáticas Aplicadas y en Sistemas, unam, México, pp. 49-57.

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que constituyen una garantía para la reproducción de la empresa ilícita, al tiempo que sostienen un discurso público de moralización institucional, de respaldo a la ciudadanía y de combate inquebrantable a la delincuencia. Se constituye así un juego de simulaciones donde las instituciones de seguridad y justicia están fácticamente al servicio de intereses ilegales. Los delincuentes ocupan un rol operativo más expuesto a la visibilidad pública, pero subordinado a aquellos que controlan los recursos de coerción del Estado. El factor crucial para la reproducción de la empresa criminal está en los ámbitos de decisión pública, y diversos actores ligados al mismo pretenden aparecer públicamente probos, pero comparten por igual el interés en la ganancia ilícita. Con las diferencias que impone­ el análisis de cada caso en particular, la distinción entre actores públicos y delincuentes se presenta más, a la luz de estos hechos, como una cuestión de jerarquías y división funcional del trabajo, pues si bien la comisión material del delito parece restringirse a determinadas esferas, su continuidad sería inexplicable sin la protección­que se le brinda desde el poder político formal. La autoridad justifica la deficiencia en el desempeño institucional por cuestiones de relevancia no menor —como la insuficiencia de recursos materiales—, pero, con toda evidencia, secundarias frente al problema central que ha saltado a la vista a lo largo de estas páginas: la estrecha comunión de intereses criminales entre actores políticos, de seguridad y delincuentes convencionales. En el caso analizado, la ineficiencia institucional aparece más como producto artificial de un bloqueo deliberado que de una incapacidad fáctica para aprehender a los criminales y someterlos al debido proceso penal. Más allá de diferencias de caso que se puedan apreciar respecto a otros países, es esta condición el elemento central del concepto de reconfiguración cooptada del Estado expuesto en el primer capítulo de este trabajo. Éste, como todos los conceptos­de las ciencias sociales, es una definición que no alcanza a abarcar o describir a la perfección todas las características de una realidad compleja específica,­ pero a partir de toda la información expuesta es posible apreciar que en múltiples casos la distinción entre delincuentes tradicionales y funcionarios es, con frecuencia,­ o bien una cuestión a determinar de manera casuística o una sutileza analítica. El hecho nodal en el fenómeno analizado es el desvío y bloqueo permanente del funcionamiento institucional respecto a los criterios formales de interés público que dan vida a las estructuras de autoridad, más allá de si quienes promueven tales procesos son delincuentes tradicionales o están embozados en una fachada de probidad, amparada en un cargo o trayectoria pública. En contextos de corrupción institucionalizada endémica, la distinción entre ámbitos de poder y delictivos se hace muy tenue, sobre todo conforme el análisis

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abandona los niveles estrictamente operativos de este último. En consecuencia, tampoco es posible abordar el fenómeno de las interacciones entre el poder y la delincuencia como campos nítidamente separados sin incurrir de nuevo en generalizaciones: el campo del poder es mucho más amplio e implica una variedad de instituciones, procesos y actores que tampoco están en su totalidad involucrados con la delincuencia organizada. Naturalmente, dadas las peculiaridades históricas del caso mexicano, una de las paradojas que enfrenta el concepto de reconfiguración cooptada del Estado que aquí se empleó, es que semejantes procesos tuvieron lugar prácticamente en condiciones de configuración original del mismo y no como un proceso inducido de manera gradual a partir de la conquista incremental de espacios públicos, vía procesos electorales. Las características autoritarias del régimen mexicano —la naturaleza legitimadora pero no determinante de las elecciones como mecanismo de acceso al poder, la ausencia de transparencia gubernamental, y los controles sociales sobre la población y los medios de comunicación— favorecieron que, por lo menos hasta los años ochenta, cuando creció la presión internacional sobre México en materia de tráfico de drogas, las prácticas de reconfiguración cooptada del Estado tuvieran lugar con una relativa indiferencia respecto a la exposición pública de los actores involucrados. Ni autoridades corruptas ni delincuentes convencionales parecen haber sido sujetos de un particular pudor público. Varios de los personajes involucrados gozaron de amplia aceptación social, junto con las fortunas y trayectorias políticas que legaron, de manera que incluso aparecen como prohombres no sólo ante sus contemporáneos, sino que se les continúa rindiendo distinto tipo de homenaje hasta la fecha. Si esto se puede apreciar en los ámbitos nacionales, es aún más notorio en los locales. Si a los delincuentes tradicionales se les componen corridos, a otros menos expuestos se les honra con ceremonias póstumas, el nombre de calles, parques, instituciones e incluso colonias y localidades. El énfasis de este trabajo estuvo orientado a Tamaulipas y a la región noreste del país; sin embargo, fue posible establecer datos que apuntan a que procesos similares tuvieron lugar en otras entidades de México —aquellas que habrían de constituir los espacios arquetípicos del tráfico de drogas en su geografía—, también a partir de personajes estrechamente relacionados con la camarilla alemanista y aquellas que le sucedieron en su relación con actores irregulares. En el caso de Tamaulipas, semejantes procesos fueron auspiciados por una de las subcamarillas del alemanismo que arribaron al poder en 1947, pero que también conservaron una presencia continua en la política estatal —y en ocasiones

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nacional— durante muchos decenios más, vinculados con actores federales. Un factor que ayudó a hacer más visibles estos procesos fue la alta longevidad y presencia de Juan N. Guerra en las esferas criminales de la entidad y del país, lo que le permitió sostener relaciones privilegiadas con personajes de primer orden político, durante un periodo muy amplio de tiempo, hecho que difícilmente puede encontrar similitudes en otras carreras delictivas. Más allá de sus peculiaridades, toda la dinámica aquí descrita ilustra cabalmente­ la forma de operación de estas redes sociales en el contexto propio del modelo centralizado-descendente-incremental expuesto al comienzo de este trabajo. Más allá de las peculiaridades del caso, según las evidencias mostradas, actores políticos desempeñaron un papel fundamental para la operación y crecimiento de la organización delictiva más poderosa de Tamaulipas, que permaneció a un tiempo amparada y disciplinada por los intermediarios de las instituciones de seguridad, a quienes los primeros designaban y dirigían. Esta caracterización es compatible con la implantación temprana de un proceso de reconfiguración cooptada del Estado y su continuación a lo largo del tiempo, sobre todo, en lo referente a la protección de intereses ilícitos a partir de la integración de las instituciones de seguridad y justicia, y su desvío discrecional y selectivo en su funcionamiento normal, en favor de grupos delictivos específicos, que por diversas razones habían alcanzado la predilección de actores de poder. Situaciones análogas habrían de mantenerse en Tamaulipas y en otras regiones del país, por lo menos hasta 2000, cuando la alternancia en la presidencia de la República alteró profundamente la logística de su funcionamiento. Estas transformaciones implicarían el colapso de los antiguos mecanismos de contubernio-extorsión sobre los grupos delictivos, sin la desarticulación de la corrupción endémica­ que había proliferado durante el régimen precedente. Estas nuevas condiciones han sido descritas en el primer capítulo como propias del modelo atomizado-mul­ ti­direccionado-incremental, según la tipología ya expuesta. Al considerar el gradual —pero sostenido— incremento en la violencia asociado al tráfico de drogas en la entidad durante los años ochenta, no se pueden pasar por alto hechos que sucedieron varios años antes. En Tamaulipas, la perduración de este ambiente altamente proclive a la corrupción y el vacío de poder dejado tras la detención de Juan García Ábrego darían paso al surgimiento una nueva organización, la de Osiel Cárdenas Guillén, quien sin provenir de una posición privilegiada dentro de la estructura principal de la antigua agrupación delictiva consolidaría su hegemonía en la región noreste. Esta sería una nueva estructura mucho más confrontativa, que habría de cimentar su supremacía en el estado a partir de la incorporación a sus filas de grupos altamente

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capacitados para el ejercicio de la violencia. La parte medular de los mismos estuvo integrada por desertores de las Fuerzas Especiales del Ejército mexicano, hecho que habría de potenciar su capacidad operativa y sus recursos para enfrentar, en diversos estados del país, a una clase política fracturada. Sin embargo, ese es un tema que requeriría ser abordado en otro análisis y otro trabajo. No obstante, en buena medida, los hechos descritos, que pueden ser entendidos en términos generales como propios de un proceso continuado de reconfiguración cooptada del Estado, sentaron las bases para el futuro estallido de violencia, que aparece incontenible ante la corrupción endémica y secular de instituciones de seguridad y justicia que no parecen haber tenido históricamente el propósito central de proteger a la ciudadanía. Pocos casos como el de Tamaulipas para ilustrar un proceso de falla del Estado por reconfiguración cooptada del mismo, comenzado muchos años antes, pero que parece muy presente a juzgar por la información que trasciende en medios de comunicación. Datos que, es preciso decirlo, parecen fluir a cuentagotas, debido a un mayor cerco de información —si cabe— respecto a aquél, nada desdeñable, existente hace 15 o 20 años. Aparentemente, la obligación de silencio es ahora impuesta con más rigor por las organizaciones delictivas que en la actualidad operan en el estado.2 Todo ello en un contexto donde, además, una clase política altamente dinástica­ se ha heredado el poder de manera endogámica, con pocos cambios desde 1947, en condiciones de considerable impermeabilidad a los de por sí aún precarios cambios democráticos que ha tenido el país desde 2000, y con procesos políticos que evocan los años de apogeo del régimen posrevolucionario. Sin embargo, las dinámicas no son ya las mismas ni se pueden reeditar de manera automática. La contraposición entre intereses políticos, autoridades federales y estatales ha dado lugar a escenarios inéditos. Instituciones de primer ámbito­ han detenido en masa a efectivos de corporaciones locales acusados de servir a intereses delictivos; un hecho que parece positivo, si no fuera porque en sí mismo ello tampoco garantiza la sanidad de las primeras ni tampoco que aquellos elementos­no sean reemplazados por otros con iguales compromisos. A la luz de todo lo expuesto en este trabajo, la duda cabe y es legítima. Sólo la gente de ese magnífico estado de la República puede decir hasta qué punto prác2

Milenio Semanal (2011), “La mordaza del narco en Tamaulipas: ‘No queda más que obedecer’. En amplias regiones de Tamaulipas, el periodismo se practica bajo la tutela de Los Zetas y del Cártel del Golfo; no hacerlo cuesta la vida o el exilio”, 18 de diciembre, disponible en .

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ticas como las aquí descritas, de simulación de eficiencia y acción gubernamental, simultáneas a una protección fáctica e irreductible de determinadas organizaciones criminales, siguen vigentes o han remitido en la entidad. Por su parte, grupos delictivos se confrontan con gran violencia, dada su incorporación de personajes y tácticas con evidente formación militar.3 Incluso un candidato a gobernador del pri, Rodolfo Torre Cantú, fue ejecutado con todo el sello de la delincuencia organizada, sin que su crimen haya sido esclarecido hasta mediados de 2012.4 Ya de por sí diferenciable —por lo menos en los niveles operativos— de la antigua organización de Juan N. Guerra y Juan García Ábrego, una organización delictiva que sólo por autorreferencia y sentido mediático se ha continuado denominando Cártel del Golfo se escindió hace poco tiempo, dando lugar a una disputa­ extremadamente violenta entre Los Zetas y aquellos que afirman constituir la primera de estas organizaciones. En algunos de sus comunicados, que asemejan bastante las estrategias y medios de desplegar la información de sus ahora rivales, este nuevo Cártel del Golfo arroja­, sin embargo, algunos datos significativos. Los emisores del mensaje han afirmado que son el mismo grupo que ha operado desde hace más de 15 años en Tamaulipas. Afirmaban ser de la entidad y que la frontera ha sido siempre suya; añadían: “Nosotros somos de aquí. Vivimos entre ustedes. Tenemos familia. Vestimos bien. Tenemos estudios. Sólo nos dedicamos a lo nuestro. No somos gente corriente”, y avisaban de un toque de queda impuesto por su organización, en Reynosa, por los choques que tendrían lugar contra el grupo rival de Los Zetas, a quienes deseaban expulsar del estado. Por otra parte, especificaban que ellos habían recibido la instrucción de informar a la población para tranquilizarla.5

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Milenio (2010), “El cártel del Golfo echa a Los Zetas de Tamaulipas. La violencia en varias ciudades del estado, parte de la lucha entre esas organizaciones. Empresarios confían en que se acaben las extorsiones cobradas por los pistoleros”, 4 de mayo, disponible en . El Universal (2010), “Asesinan a candidato del pri en Tamaulipas”, 28 de junio, disponible en . Este comunicado circuló en redes sociales y en correos electrónicos durante marzo de 2010. También fue publicado el día 7 de ese mes en un blog donde aparece distinta información escrita y visual atribuida a los diversos grupos delictivos, o que narra hechos de violencia que tienen lugar en el país, asociados al tráfico de drogas, a la disputa entre las organizaciones criminales entre sí y contra el Estado. Disponible en .

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La construcción de identidades es un proceso complejo, y esto puede salvar la diferencia que previsiblemente existe entre la edad de quienes hacen las declaraciones­ y utilizan la tecnología informática para difundirlas, y la propia de los miembros originales de estas organizaciones criminales, que se remonta a varias décadas atrás. De cualquier manera, no se puede soslayar que, de nuevo, estas esferas sean sólo la parte operativa subordinada a otra menos visible y, paradójicamente, más pública, integrada por los herederos de aquellos intereses enquistados hace mucho tiempo en las estructuras de poder político y económico en el estado. Cabe señalar que la violencia derivada de estos últimos rompimientos y algunos­ de los sucesos más recientes podría poner de manifiesto algunas de las complicidades­ atisbadas en estas páginas. En enero de 2012, los medios de comunicación nacionales dieron a conocer que tres ex gobernadores de Tamaulipas eran sujetos a investigaciones por parte de la pgr. Se trataba de Manuel Cavazos Lerma —entonces candidato a senador de la República—, Tomás Yarrington Ruvalcaba y Eugenio Hernández Flores.6 Las investigaciones se han concentrado especialmente en los dos últimos. Las cuentas de Yarrington habrían sido congeladas,7 la pgr indagaría el paradero de 12 empresarios y ex servidores públicos vinculados con Yarrington y con Hernández,8 e incluso 30 casas vinculadas con estos dos ex gobernadores y ubicadas principalmente en Tamaulipas, el Distrito Federal y Quintana Roo, fueron cateadas por la misma institución. La pgr sospechaba que estaban registradas a nombre de testaferros.9 Un diario nacional, El Universal, difundió información sobre cargos civiles que estaban siendo presentados en contra de Tomás Yarrington, en una corte estadounidense. Según la información, fiscales federales cimentaban esta afirmación en los testimonios de Antonio Peña Argüelles, un individuo acusado penalmente por la

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El Universal (2012), “Va pgr contra 3 ex gobernadores de Tamaulipas”, 30 de enero, versión en línea. Véase, también, El Universal (2012), “Investiga pgr a 3 ex mandatarios del pri”, 31 de enero, versión en línea. Milenio (2012), “Congelan las cuentas de Yarrington y otros tres. Las investigaciones involucran al también ex gobernador Eugenio Hernández, pero no mencionan a Manuel Cavazos Lerma”, 1 de junio, versión en línea. Milenio (2012), “pgr busca a 12 ligados a Yarrington y Hernández. Supuestamente son responsables de diversos delitos, además de que podrían tener nexos con el crimen organizado”, 11 de junio. El Universal (2012), “Catean 30 propiedades ligadas a ex gobernadores. Presume la pgr que los bienes están a nombre de testaferros”, 7 de junio, versión en línea.

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dea, a quien ésta consideraba un enlace entre el Cártel del Golfo y Los Zetas, con políticos tamaulipecos.10 Antonio Peña Argüelles era hermano de Alfonso Peña Argüelles, personaje involucrado en el tráfico de drogas desde inicios de los años ochenta. En agosto de 1981, a la edad de 39 años, había intentado traficar 39 libras de heroína por Brownsville, junto con otros dos cómplices. Fue detenido y las autoridades estadounidenses le fijaron una fianza de un millón de dólares a cada uno. La nota de prensa afirmaba que la consignación era producto de un año de trabajo de inteligencia de la dea. Añadía que entre los cómplices no detenidos de Alfonso se encontraba al menos uno que era “conocida persona residente de Matamoros”.11 Según un documento de la corte estadounidense, del proceso criminal seguido en contra de Antonio Peña Argüelles, a principios de 2000, los hermanos Antonio y Alfonso Peña Argüelles realizaban actividades de lavado de dinero procedente del tráfico de drogas, para el Cártel del Golfo y Los Zetas. Algunas de esas ganancias fueron invertidas en el sistema bancario estadounidense.12 El 29 de noviembre de 2011, Alfonso Peña Argüelles apareció ejecutado en el monumento a Cristóbal Colón. Junto a su cuerpo se encontró un mensaje dirigido­ a su hermano Antonio. Lo acusaban de haber tomado para sí cinco millones de dólares, sin cumplir lo pactado.13 Alfonso Peña Argüelles habría sido ejecutado por Los Zetas, por el robo de dinero proporcionado a éste y su hermano, propiedad de uno de sus líderes, Miguel Treviño Morales el 40, a cambio de protección política. Según el mismo documento judicial, el conducto para este último propósito sería el ex gobernador Tomás Yarrington.14 El señalado oficio de la corte estadounidense establecía que el 29 de noviembre de 2011, Antonio Peña Argüelles había recibido un mensaje de texto en su teléfono­ celular; le requerían devolver el dinero. Además, le explicaban que en caso contrario­ no tendría dónde esconderse; añadían que, antes de su muerte, su hermano Alfonso había confesado que Antonio, Tomás Yarrington y uno de los líderes del Cártel del Golfo, Eduardo Costilla, habían dispuesto la muerte del candidato a goberna10 11 12 13 14

El Universal (2012), “EU: Yarrington recibió sobornos del narcotráfico”, 23 de mayo, versión en línea. El Bravo de Matamoros (1981), “Fianza de 3 millones de dólares fijó un juez a los tres traficantes de heroína”, 22 de agosto, Matamoros, p. 10, primera sección. United States District Court, for the Western District of Texas, Case 5:12-mj-00120-nsn, United­ States of America v. Antonio Pena-Arguelles, document 3, 2 de junio de 2012, p. 3. Ibid. Ibid.

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dor, Rodolfo Torre Cantú, porque estorbaba a los negocios de construcción­a los que éstos protegían, junto con Osiel Cárdenas Guillén.15 El documento señalaba que la relación entre Osiel y Yarrington databa de la propia elección de este último y continuó con la nominación ad hoc de otros candidatos del pri en la entidad que pudieran garantizar protección a la organización criminal.16 Antonio Peña Argüelles, facilitador de las relaciones públicas entre traficantes y políticos locales, tenía una relación personal estrecha con Tomás Yarrington, con Heriberto Lazcano y Miguel Treviño Morales, líderes de Los Zetas.17 Entre 2000 y 2001, Peña Argüelles comenzaría a colaborar con Yarrington en el lavado de dinero­proveniente del tráfico de drogas, que éste recibía del Cártel del Golfo.18 Hasta junio de 2012 no existía aún una acusación penal formal contra del ex gobernador Tomás Yarrington en la corte estadounidense, pero sí una de carácter civil, por medio de la cual se le pretende incautar una propiedad que posee en el condado de Cameron, en la Isla del Padre, Texas. En este último documento, la acusación de la fiscalía, a la letra señala: a) Tomas Jesús Yarrington-Ruvalcaba (hereinafter referred to as “Yarrington”) is the true owner of Defendant Real Property and Yarrington purchased the Defendant Real Property with proceeds traceable to the sale of controlled subs­ tances. b) During the years 1998 to at least 2005, Yarrington, the former mayor of Mata­ moros, Mexico, Governor of Tamaulipas, and Mexican presidential candidate, acquired millions of dollars in payments while holding elected office from large-scale drug organizations operating in and through the Mexican State of Tamaulipas, and from various extortion or bribery schemes.19 15 16 17 18 19

Ibid., pp. 3-4. Ibid., p. 6. Ibid., p. 7. Ibid., p. 9. United States District Court, Southern District of Texas, Corpus Christi Division, Civil Case 2:12-cv-00167, Document 1, 22 de mayo de 2012, p. 3. “a) Tomás Jesús Yarrington Ruvalcaba­ (de aquí en adelante referido como “Yarrington”) es el verdadero dueño de la propiedad en dispu­ ta y Yarrington adquirió la propiedad en disputa con recursos que se pueden rastrear hasta la venta de sustancias controladas, b) Durante 1998 y al menos hasta 2005, Yarrington, quien fuera alcalde de Matamoros, gobernador de Tamaulipas y precandidato presidencial, adquirió millones de dólares como pago, mientras ejercía cargos electos, de organizaciones de gran escala del narco­ tráfico que operaban en el estado de Tamaulipas a través de distintos esquemas de extorsión y soborno”. Traducción libre del autor. El último paréntesis es mío.

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El proceso judicial en las cortes estadounidenses no ha llegado aún a su fin, y resta por resolver si en todo caso habrá de fincarse uno semejante en suelo mexicano.­ En este último escenario, un factor adicional por verse es si, eventualmente, éste tendrá un resultado de sentencia efectiva. La duda no es gratuita dados los múltiples ejemplos provistos en estas páginas, de juicios escandalosos y sentencias revocadas. Todo ello, efecto de un proceso de reconfiguración cooptada del Estado para garantizar la impunidad de los intereses criminales, situación que implica una falla considerable del mismo y que desgarra profundamente a Tamaulipas, tierra agobiada por sus historias de polvo y sangre.

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1947a “El gobernador de Sinaloa complicado en el tráfico de drogas. Los aviones para llevar narcóticos son del Gral. Macías Valenzuela, al que antes se le había acusado del asesinato del coronel Loaiza”, 14 de noviembre, Nuevo Laredo, pp. 1 y 4. 1947b “Presidente Alemán en un lugar ignorado de la sierra. Pasará corto descanso con pocos acompañantes”, 14 de noviembre, Nuevo Laredo, p. 1. 1949 “‘Tenemos un gran presidente’, es comentario que hace el administrador de la aduana, sobre el Sr. Lic. Alemán”, 30 de abril, Nuevo Laredo, p. 2. 1973a “Un detenido por el crimen cometido en el Río Bravo”, 7 de enero, Nuevo Laredo, p. 3, primera sección. 1973b “Pide el fiscal el expediente del asesinato de J. González”, 10 de enero, Nuevo Laredo, p. 3, primera sección. El Mañana de Nuevo Laredo

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El Mañana de Nuevo Laredo

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1973a “Narcotraficantes aprehendidos”, 11 de enero, Reynosa, p. 2, segunda sección. 1973b “Averiguación sobre sonado asesinato”, 11 de enero, Reynosa, p. 4, cuarta sección. 1973c “Sorprende al inspector la actuación judicial”, 12 de enero, Reynosa, p. 8, segunda sección. 1973d “No hacen caso al fiscal federal”, 12 de enero, Reynosa, p. 8, segunda sección. 1980a “Asumirá el mando militar”, 14 de junio, Reynosa, p. 1, tercera sección. 1980b “Nuevo comandante de la Judicial Federal”, 17 de junio, Reynosa, p. 8, segunda sección.

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El Mundo

1947 “Una tragedia impresionante registrada en H. Matamoros. La Sra. Gloria Lande­ ros fue muerta a balazos por su marido. Porque la visitaron sus padres. Delante­ de sus hijos y de sus suegros, la dejó moribunda”, 24 de julio, Tampico, p. 1. El Norte (acceso en línea sólo con suscripción)

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El Norte (acceso en línea sólo con suscripción)

1996e “…Y el padre afirma que sí es mexicano”, 17 de enero, Monterrey, versión electrónica. 1996f “Subprocurador toma investigaciones”, 18 de enero, Monterrey, versión en línea. 1996g “Son profesionales del crimen”, 18 de enero, Monterrey, versión electrónica. 1996h “Ese día 17 hace recordar a García Ábrego”, 19 de enero, Monterrey, versión en línea. 1996i “Admite empresario dar dinero a Raúl”, 28 de enero, Monterrey, versión en línea. 1996j “Renuncia David Cantú”, 29 de enero, Monterrey, versión en línea. 1996k “El cuaderno de ‘El Amable’”, 18 de febrero, Monterrey, versión en línea. 1996l “Lo implica el fbi con García Ábrego”, 22 de febrero, Monterrey, versión en línea. 1996m “Sí, es mi amigo… mi hermano”, 22 de febrero, Monterrey, versión en línea. 1996n “Involucra a David Cantú otra carta de Del Real”, 12 de marzo, Monterrey, versión en línea. 1996o “Un policía mexicano ‘captura’ narcos y apoyos políticos”, 12 de abril, Monterrey, versión en línea. 1998a “Regresará Suiza dinero de Raúl”, 28 de marzo de 2008, Monterrey, versión en línea. 1998b “Revela policía suiza errores de EU-NYT”, 5 de agosto de 1998, Monterrey, versión en línea. 1998c “Confisca Suiza fortuna de Raúl”, 21 de octubre, Monterrey, versión en línea. 1999a “Investigan a ex delegado de pgr en Tamaulipas”, 30 de junio, Monterrey, versión en línea. 1999b “Breves”, 2 de julio, Monterrey, versión en línea. 1999c “De norte a sur/Breves”, 9 de julio, Monterrey, versión en línea. 1999d “Reconstrucción moviliza a 200”, 11 de julio, Monterrey, versión en línea. 1999e “Denuncian protege pgr a líder de cártel”, 13 de julio, Monterrey, versión en línea. 1999f “Denuncian guerra interna en la pgr de Tamaulipas”, 7 de agosto, Monterrey, versión en línea. 1999g “Ordena juez detener a funcionarios de pgr”, 13 de agosto, Monterrey, versión en línea. 1999h “‘Frena’ pgr investigación sobre droga en Tamaulipas”, 18 de agosto, Monterrey, versión en línea. 1999i “Dictan a Castro formal prisión”, 19 de agosto, Monterrey, versión en línea. 1999j “Afirma Tomás que no lo conoce”, 19 de agosto, Monterrey, versión en línea. 1999k “Desmienten que Guajardo colabore con Yarrington”, 19 de agosto, Monterrey, versión en línea.

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El Regional de Matamoros

1960j “Zeferino Vega y Manuel Duarte se ampararon contra formal prisión”, 13 de mayo, Matamoros, página policiaca. 1960k “El juez federal le negó el amparo a Juan N. Guerra”, 11 de junio, Matamoros, página policiaca. El Siglo de Torreón

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1947a “Comerciante de H. Matamoros que asesina a su joven esposa. Horrible tragedia que se incubó con los humos del licor y un complejo absurdo”, 24 de julio, Ciudad­Victoria, p. 1. 1947b “No quedará impune el salvaje asesinato de la señora G. Landeros”, 25 de julio, Ciudad Victoria, Tamaulipas, p. 1. 1947c “Ahora van a ver cómo muere un presidente”, 26 de julio, Ciudad Victoria, p. 3. 1947d “Pide justicia el padre de Gloria Landeros, acusando a todas las autoridades de Matamoros de estar vendidas o atemorizadas ante el sádico asesino Juan N. Guerra.­Ningún abogado matamorense se atreve a patrocinar la parte civil, porque temen a la familia Guerra. Toda clase de consideraciones se están dispensando­ al criminal, las actas se levantan a su antojo y se le está preparando ya la libertad bajo caución”, 31 de julio, Ciudad Victoria, p. 4. 1947e “La rápida intervención del Sr. gobernador evitó que quedara en libertad el uxoricida Juan N. Guerra. Cese del Agente del M. Público en Matamoros, por venal negligencia. Patética carta del padre de la asesinada en la que exhibe la corruptela­ del personal judicial de allá. Salió para Matamoros el nuevo agente del Ministerio Público, para evitar que se tuerza la acción de la justicia con dinero y las amenazas del criminal”, 31 de julio, Ciudad Victoria, p. 1. 1947f “El C. procurador de justicia salió ayer para Matamoros. El gobierno decidido a restaurar el imperio de la ley en aquella ciudad de la frontera. Quedó sin efecto el cambio de agentes del M. Público, pues De la Garza Kelly era el defensor de Juan N. Guerra. Por órdenes expresas del señor gobernador, toda la población ha sido despistolizada por fuerzas militares de la guarnición local”, 1° de agosto, Ciudad Victoria, p. 1.

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Noticiero de Ciudad Victoria

1947g “Querían hacer aparecer como muerte accidental el cobarde asesinato de Gloria Landeros. El agente del M.P. Ciro A. Espinosa y el juez Pompeyo Gómez, parciales al asesino. El procurador, Lic. Z. Fajardo, se concretó a amonestarlos y ordenó reponer el expediente”, 2 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1. 1947h “Entrevista ‘Noticiero’ con el torvo asesino de Gloria. ‘Debías haber matado a los dos viejos también, pues de la cárcel te saco con dinero’ dijo su padre al criminal. El Lic. Humberto de la Garza Kelly, es defensor del sombrío y rudo matarife”, 2 de agosto, p. 4. 1947i “Se volcó el automóvil en el que viajaba el señor procurador. El coche se hizo pedazos, pero sus ocupantes, por fortuna, salieron ilesos. El presidente del Tribunal investigará si el juez de Matamoros ha sido leniente”, 3 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1. 1947j “El juez y el agente del M.P. en Matamoros siguen protegiendo al asesino Juan N. Guerra. El padre de Gloria Landeros teme ser asesinado, y el abogado que lo patrocinaba, mejor regresó a Monterrey. ‘Noticiero’ boicoteado por los gangsters; ¡Matamoros pide garantías, señor gobernador”, 4 de agosto,­Ciudad Victoria, Tamaulipas, p. 1. 1947k “Matamoros, fuera de la ley”, 5 de agosto, Ciudad Victoria, p. 3. 1947l “Que sí se pretendió desvirtuar los hechos en torno al asesinato de Gloria Landeros. Conclusiones del Sr. Lic. Aguirre Garza. Responsabilidad del agente del M.P. y de los médicos legistas, patente”, 9 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1. 1947m “Nadie acepta la agencia del M. Público, en H. Matamoros. El Procurador no invadió terreno del tribunal; se concretó a actuar dentro de sus deberes y de la ley”, 13 de agosto, Ciudad Victoria, p. 2. 1947n “Piden traslado de Juan N. Guerra a la penitenciaría. Lo están dejando ir a dormir a su domicilio y goza de privilegios. Anarquía en la cárcel de aquel lugar, narrada por un presidiario”, 16 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4. 1947ñ “La criada de Juan N. Guerra, amenazada. Si ratifica ante el juez todo lo que declaró­ ante el Lic. Aguirre Garza [sic]”, 17 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4. 1947o “El padre de Gloria Landeros admite que ya se empieza a hacerle justicia. Se muestra agradecido al gobernador y al procurador, por su valiosa intervención. Asimismo, aplaude nuestra modesta labor de higiene pública y social”, 19 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4. 1947p “El nuevo agente del Ministerio Público en Matamoros, recibió. Se evitará el escarnio de que el asesino Juan N. Guerra salga a dormir. El Sr. Landeros tiene un nuevo apoderado que se encargará se le imparta plena justicia [sic]”, 24 de agosto, Ciudad Victoria, Tamaulipas, p. 1.

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1947q “Renunció el juez primero mixto de la H. Matamoros. Inmediatamente fue nombrado para sustituirlo al Sr. Lic. De la Garza. Las investigaciones hechas sobre su actuación en el caso Guerra, lastimáronlo”, 27 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4. 1947r “El ex agente del M.P. en Matamoros, cómplice de maniobras de Juan Guerra”,­ 29 de agosto, Ciudad Victoria, p. 1. 1947s “Ningún abogado se atreve a asesorar a la parte civil en el crimen de Juan N. Guerra. Carlos Landeros pide a la prensa cooperación para obtener justicia”,­31 de agosto, Ciudad Victoria, p. 4. 1947t “Juan N. Guerra tiene sed de sangre. Amenazó de muerte a un cabo celador. La peligrosidad del uxoricida llega a límites de locura”, 10 de septiembre, Ciudad Victoria, p. 1. 1947u “El gobernador sale hoy para H. Matamoros”, 30 de septiembre, Ciudad Victoria, Tamaulipas, p. 1. 1947v “Fue procesado en Jojutla el uxoricida Juan N. Guerra. Por haber herido a un menor de edad y haber despojado de dos mil pesos a otro delincuente”, 16 de septiembre, Ciudad Victoria, p. 4. 1947w “Juan N. Guerra perdió un amparo. Lo había interpuesto contra el auto de formal prisión”, 19 de octubre, Ciudad Victoria, p. 1. 1947x “El Sr. Olloqui regresó de H. Matamoros”, 19 de octubre, Ciudad Victoria, p. 1. 1947y “El procurador de justicia activa el proceso contra el feroz asesino Juan N. Guerra. Enérgica orden giró al agente del Ministerio Público de H. Matamoros”, 19 de octubre, Ciudad Victoria, p. 4. 1947z “El feroz asesino Juan N. Guerra hasta en su respectiva celda porta pistola. Informes que recibió el C. procurador así lo aseguran”, 23 de octubre, Ciudad­ Victoria,­ p. 4. 1947aa “El dictamen de los peritos en balística es adverso al asesino Juan N. Guerra. Después de minucioso estudio, concluyen que el disparo no fue accidental”, 24 de octubre, Ciudad Victoria, p. 1. 1947bb “Centenares de personas ante la tumba de Gloria Landeros, en Matamoros”, 11 de noviembre, Ciudad Victoria, p. 3. 1947cc “Los gobernadores de Sinaloa y Chihuahua complicados en el contrabando de drogas. Así como el ex gobernador del territorio norte de Baja California, Alderete”, 17 de noviembre, Ciudad Victoria, Tamaulipas, p. 1. 1947dd “El tráfico de drogas”, 20 de noviembre, Ciudad Victoria, p. 1. 1956a Columna “Pizcando”, 3 de marzo, Matamoros, p. 3. 1956b “Dejará la aduana el Lic. Castellanos y ocupará importante cargo, dicen. Hasta amenazan con el regreso de Cristo Lapier. Versiones de que irá en lugar del Lic. Armendáriz”, 7 de marzo, Matamoros, p. 1.

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Noticiero de Ciudad Victoria

1960n “Acabará la anarquía en la aduana”, 15 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4. 1960ñ “Varios homicidas y contrabandistas fichados hoy”, 19 de septiembre, Matamoros, p. 4. 1960o “Juan N. Guerra expresa sus deseos de respetar la ley. Acudió hoy ante los militares de la Presidencia”, 20 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 3. 1960p “Proseguirá la campaña de despistolización en la región. Procederán sin miramientos en esta cruzada. El contrabando será eliminado también”, 21 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4. 1960q “Impedirán la entrada de contrabandistas a Estados Unidos. Cancelarán en Migración sus pasaportes. Enérgica medida para terminar con el contrabando”,­21 de septiembre Matamoros, pp. 1 y 4. 1960r “Prevalece la anarquía en la aduana local”, 24 de septiembre, Matamoros, pp. 1-2. 1960s “Contrabandista de altos vuelos candidato a alcalde en Camargo. No quieren a Juan P. Salinas como aspirante a presidente. Denuncian sus nexos con grupos de contrabandistas en toda la región”, 28 de septiembre, Matamoros, pp. 1-2. 1960t “Modificará Hacienda su política en las aduanas. Favorables cambios con la salida del subsecretario Lic. Garduño”, 29 de septiembre, Matamoros, pp. 1 y 4. 1960u “No reconsiderarán absurdos ceses en la aduana. Seguirán los substitutos de sospechosa conducta”, 8 de octubre, Matamoros, pp. 1 y 3. 1960v “La voz del tamaulipeco escuchada con cariño en una ceremonia presidencial.­Del ‘Espinazo del Diablo’ llegó el mensaje de cariño y armonía. Profunda experiencia de la Caravana de Amistad del Pueblo Matamorense; funcionarios­y estados nos estrechan la mano”, 13 de diciembre, Matamoros, pp. 1 y 3. 1960w “Una prueba de su amistad” (fotografía), 13 de diciembre, Matamoros, p. 1. Noticiero Diario de la Tarde

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Índice analítico

A Aarón Sáenz 101 Abasolo 93, 94, 175 Abdón Trejo Nava 234 Abelardo L. Rodríguez 90, 101 Abelardo Manzo Puente 218 Abel Cavazos 171 Acosta Chaparro 188, 315, 316, 317, 350, 367 Adalberto Julián de la Fuente 312 Adolfo Gleavecke 80 Adolfo López Mateos 16, 100, 159, 159, 170, 174, 176, 177, 196, 206, 207, 221, 223, 278, 281 Adolfo Moreno 106 Adolfo Orive Alba 101 Adolfo Ruiz Cortines 16, 99, 102, 126 Adriana Salinas de Gortari 293 Adrián Sada 280 aduana(s) 52, 56, 73, 75, 81, 134-140, 154, 157, 160, 161, 163, 168-170, 174-176, 204, 218, 246, 267, 271-273, 306, 362, 371, 372 Aeronáutica Civil de México 166 Aeronaves Reforma 164 Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México 254 Agapito González Cavazos 157, 163 Agencia del Ministerio Público Federal 191

agente del Ministerio Público Federal 159, 191, 194, 243, 250, 264, 306, 312, 313, 315 Agua Caliente 211 Agualeguas 176, 208, 251, 360 Aguascalientes 207 Agustín Aguirre Garza 123, 126, 144, 146, 147 Agustín Alicia 195 Agustín Arriaga 113 Agustín de Iturbide 73 Agustín García López 137 Agustín Legorreta 103 Aida Ltd. 281 Akumal 115, 284, 285 Alberto Aldrete 134 Alberto Bom Bustamante 212 Alberto Carrera Torres 83 Alberto Guerra González 305 Alberto López 195 Albino Quintero Meraz 298, 300, 308, 322 Alcides Ramón Magaña El Metro 308 Alejandro Barrantes 212 Alejandro Bernal Garza 161, 174 Alejandro Gómez Maganda 99 Alejandro Prieto 80 Alejandro Zorrilla González 201 Alemania 45, 46, 50, 54, 56-58 Alexander Lerma 141

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384

Carlos Antonio Flores Pérez

Alex Pérez 257 Alfonso Ailloud 201 Alfonso Corona del Rosal 198, 207 Alfonso Domene 205 Alfonso Martínez Domínguez 8, 207, 217, 218, 219, 220, 250 Alfonso Montemayor 178 Alfonso Navarrete Prida 226, 311, 313 Alfonso Peña Argüelles 336 Alfonso Solís Bolaños 162 Alfonso Treviño 135 Alfredo Alarcón 177 Alfredo Aponte 315 Alfredo Ayala Trujillo 257 Alfredo Gutiérrez 166 Alfredo Raya Barragán 229 Alfredo Salinas Navarro 253 Álvaro Obregón 85, 87, 100 Amado Carrillo Fuentes 189, 278, 279, 291, 293, 301, 302, 307, 315, 322 Amador Garza 152 Amador Manzo Estévez 218 Amelia Zolezzi 154 América Central 195 American Express Bank International 267, 268 American Metals Company 112 Américo Villarreal Guerra 153, 174, 177, 244, 261, 264, 265, 266 Amleto Battisti 165 Amperio Castellanos Santana 257 André Pons 165 Andrés Domínguez Álvarez del Castillo 165 Andrés Osuna 85 Andrés Serra Rojas 99 Ángel Carvajal 99

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Angelina Urbina Vivaños 312 Ángel Trinidad González 295 Aníbal Pérez Vargas 244, 245, 261 Aniceto Villanueva 123 Antiguo Morelos 93, 94 Antonio Ávila 295 Antonio Barrera Salinas 195 Antonio Canales 80 Antonio Carrillo Flores 99, 213 Antonio Díaz Lombardo 101, 111 Antonio Galindo Ochoa Musa 246 Antonio Guerra 175 Antonio Guerrero Velázquez 174 Antonio Jiménez 106 Antonio Ortiz Mena 7, 99, 105, 208, 158, 159, 163, 164, 165, 166, 167, 209, 213, 216, 177 Antonio Peña Argüelles 17, 336, 337 Antonio Rábago 83 Antonio Ramírez 245, 373 Antonio Rocha Cordero 214 Antonio Sánchez Torres 233 Antonio Toledo Corro 178, 228 Antonio Zorrilla Pérez 247 Archivo General de la Nación (agn) 9, 15, 16, 18, 19, 86, 106, 198, 235, 304, 305, 380 Archivos Nacionales 214 Ariel Herrera Bustamante 318 Arizona 133, 227, 382 Armando Moreno G. 374 Armando Ramírez 257 Arnoldo Gutiérrez 178 Arnulfo 85, 98, 135, 137 Arnulfo Martínez Lavalle 135 Arnulfo R. Gómez 85, 98 Arteaga, Michoacán 195

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Índice analítico

Arturo Baizábal Maldonado 304 Arturo Beltrán Leyva 322 Arturo Cortés Villada 305, 361 Arturo Flores Loera 289 Arturo Guzmán Loera el Pollo 322 Arturo Martínez Herrera el Texas 225 Arturo Pedroza Aguirre 294 Arturo Saavedra Sánchez 267 Arturo Salgado Cordero 303 Asarco 112 Asociación Algodonera Mexicana 177 Asociación de Periodistas de Matamoros 236 Asociación de Uniones de Crédito 177 Asociación Mexicana de Banqueros 101 Asociación Nacional de Actores 144 Augusto Cárdenas 154, 197, 206 Augusto Gómez Villanueva 200 Augusto Pinochet 61 Aurelio Soto Huerta 310, 311, 312, 313, 316 Austin 173, 341 Automagnético, S.A. 103 Avitec 284

B Badiraguato, Sinaloa 217 Baja California 81, 82, 91, 129, 133, 134, 136, 182, 183, 208, 210, 216, 221, 222, 225, 243, 248, 249, 304, 307, 316, 345, 347, 370, 376 Banco Interamericano de Desarrollo 167, 384 Banco Mundial 26, 49, 63, 65, 340 Banco Nacional de Crédito Urbano 99

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Banker’s Trust Company 267 Bank of New York 267, 269 Banorte 279 Banque Edmond 279 Banque Pictet 279 Barclay’s Bank 267, 268 Bar Piedras Negras 153, 155, 163, 242, 245, 268, 302 Bartolo Rodríguez 204 Bear Stearnes 267 Bellville 74 Benito Juárez 256 Benito Juárez Ochoa 172 Benjamin S. White 135, 383 Ben Smith 103 Berlín 75 Bernardino Brizuela 124 Bertha Cárdenas 154 Bertha Reyes 305 Beto Guerrero 305 Blanca Estela Salazar de Lara 189 Boca del Río 106, 107 Bolivia 51, 56, 57, 64, 186, 187, 362 bolivianos 58 Bonifacio Salinas Leal 119, 122, 126, 127, 149, 156, 170, 204, 205, 208, 209 Braulio Maldonado 99, 222 Brazos de Santiago 74 Brownsville 75, 76, 78, 79, 139, 152, 153, 159, 168, 173, 174, 176, 232, 233, 234, 246, 253, 254, 257, 258, 266, 309, 336, 341, 378, 379 Bruno Pagliai 103, 167 Burgos 93, 95 Buró Federal Antinarcóticos 59, 60, 62 Bustamante 93, 95, 124, 212, 318

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Carlos Antonio Flores Pérez

C Café Matamoros 153, 154, 361 Caimsa 269, 318 Cámara de Comercio 114, 172, 177, 178 Cámara de Turismo 172, 174 Camargo 72, 74, 75, 76, 77, 93, 95, 148, 169, 170, 193, 194, 245, 250, 372, 373 Cameron 141, 168, 257, 337 Candelario Garza 86 Candelario Reyes 117 Cándido Aguilar Garza 98, 149, 150, 195, 218-220, 225, 227, 232, 304-308, 360, 362 Cándido de la Torre 166 Canuto Ibarra 212 Carla del Ponte 279 Carlos Aguilar 124, 192, 215, 216, 217, 222, 224, 228, 238, 304, 305, 307, 359, 360, 361, 363 Carlos Arteaga García 238 Carlos Cuevas 105 Carlos Franco Sodi 100, 214 Carlos F. Salinas Domínguez 202 Carlos García 156, 157, 367 Carlos González Moreno 201 Carlos Hank Rohn 279, 280, 281 Carlos Herrera 116 Carlos Landeros 139, 141, 143, 145, 147, 148, 150, 151, 152, 197, 369 Carlos Peralta 279, 280, 352 Carlos Salinas Lozano 176 Carlos Torres Ibarra 133 Carmelo Avilés Pérez 301 Carmen Oralio 310, 313, 315, 316, 356 Carmen Romero Rubio 81 Carmen Villares de Guzmán 167 carrancismo 83, 84

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Cártel de Cali 227, 249 Cártel de Juárez 300, 301, 302, 307, 308, 322, 358, 364 Cártel de la Charola 262 Cártel del Golfo 131, 7, 8, 18, 20, 130, 197, 198, 225, 228, 231, 234, 241, 242, 255, 278, 284, 285, 291, 294, 295, 297, 299, 307, 311, 325, 333, 334, 336, 337, 351, 357, 366, 367, 368 Cártel de Medellín 226, 254, 255, 256 Casa de Cambio Colón 267, 269, 270 Casa de Cambio Multiva 269 Casimiro Espinosa Campos 8, 226, 228, 229, 230, 231, 232, 233, 234, 235 Casino Laredense 114 Casino Matamorense 178 Castro Aparicio 310, 311, 312, 313, 314, 315, 316, 317, 356 Celerino Peña Garza 195 Central Intelligence Agency (cia) 110, 341 Centroamérica 164 Centro de Inteligencia Antinarcóticos 278, 278, 281, 177 Centro de Investigación y Seguridad Nacional 19 Centro Federal de Readaptación Social de Almoloya de Juárez 266 Centro Nacional contra las Drogas de la pgr 302 Cerralvo 208 Cervecería Moctezuma 157 César de la Garza 245, 260, 264, 373, 375 César López de Lara 84, 86, 118 César Reyes Villarreal 295 Charles Lucky Luciano 165 Charles R. Porter 152 Charro Days 173, 384

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Índice analítico

Chetumal 216, 302, 361 Chihuahua 75, 77, 81, 91, 99, 101, 129, 133, 134, 136, 213, 215, 221, 248, 301, 316, 352, 370 chilenos 59, 61 Chuy Sánchez 212 Ciro Domínguez 159 Ciro Espinosa 141, 143, 147, 148 Citibank 279, 281, 282, 355, 357 Ciudad de México 105, 107, 110, 113, 119, 126, 132, 135, 167, 175, 187, 189, 192, 207, 232, 283 ciudad Díaz Ordaz 190 Ciudad Madero 92, 95, 124, 182 Ciudad Miguel Alemán 136, 157, 159, 161, 174, 175, 176, 190 Ciudad Satélite 107 Ciudad Victoria, Tamaulipas 85, 134, 139, 142, 143, 144, 145, 146, 147, 148, 149, 150, 151, 197, 342, 343, 368, 369, 370 Clara Lerma 141 Claudio de la O. 246, 252 Claudio Robles Ochoa 166 Cleodomiro Peña 194 Clínica Raya 229, 231, 232, 233, 234, 235, 238, 239, 303 Club de Leones 178 Club de Sembradores de Amistad 178 Club Rotario 178 Coacalco 209 Coahuila 75, 77, 81, 83, 92, 93, 98, 126, 155, 174, 190, 218, 225, 289, 315, 367 Coalición Nacional Revolucionaria 171, 196 Colima 223 Colombia 42, 44, 45, 51, 57, 61-64, 130,

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387

228, 230, 255, 262, 293, 299, 300, 339, 342, 343, 347, 360, 365, 373 comisionado de Seguridades e Intercambio 173 Comisión Federal de Electricidad 164 Comisión Kefauver 108 Comisión Local Agraria 86 Comisión Nacional de Derechos Humanos 248, 321, 382 Comisión Nacional del Maíz 98 Comisión Texana del Buen Vecino 173 Comité Ejecutivo Nacional 90, 207 Comité Pro Puerto Marítimo 177 compañía 57, 112, 113, 114, 115, 139, 149, 164, 166, 211, 225, 233, 234, 261, 270, 281, 283 Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) 208 Confederación Nacional Campesina 149, 265 Confederación Nacional de Organizaciones Populares 251 Congreso de la Unión 77, 118, 120, 121, 155, 205, 207 Congreso federal 261 Conrado Castillo 90 Consejo Agrarista Mexicano 209 Consejo Nacional de Población 182 Consejo Nacional de Turismo 102, 159, 173 Consejo Noruego para Refugiados 41, 344 constitucionalistas 83, 84, 97 Corpus Christi, Texas 152 corte federal 17 Cosa Nostra 108 Costa Rica 51, 167

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Carlos Antonio Flores Pérez

Cotulla, Texas 219 Coyuca de Catalán 253 Cristo Lapierre 138 Cruillas 95 Cruz Roja 154 Cuba 61, 62, 114, 165, 167, 175, 345, 374 cubanos 59, 60, 61, 62, 63, 65, 165, 166, 167 Cuernavaca, Morelos 103 Culiacán, Sinaloa 189, 227

D Dallas Rupe and Son 114 Daniel Ulloa Campos 250, 251 Daniel Ulloa González 306 David Cantú Díaz 288 David Franco Rodríguez 185 David-Laura 285 David Molina Jaramillo 190 David Peña Cantú 161 Delmiro Villarreal 178 Dennis Deconsini 227 Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización 200 Departamento de Estado 132, 137, 173 Departamento del Distrito Federal 99, 121, 211, 218 Departamento del Tesoro 113, 132 Departamento de Materiales de Guerra 165 Department of State 383 Desiderio Cerda 297 Diego Navarro Rodríguez 267 Dionisio Sáenz 177

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Dirección de Investigaciones Políticas y So­ciales 19, 176, 202, 208, 209, 213, 218, 220, 221, 223 Dirección de Investigación y Seguridad Na­cional 202 Dirección Federal de Seguridad (dfs) 8, 16, 19, 54, 156, 158, 160, 165, 167, 202, 210, 222, 225 Dirección General de Aduanas 169 Dirección General de Investigaciones de Narcóticos 243, 255, 269 director de Información y Turismo 177 director general de Aduanas 160 director general de Investigación de Delitos Contra la Salud 248, 263 director general de Pemex 101, 134 Distrito Federal 16, 99, 121, 132, 140, 166, 211, 218, 247, 249, 335, 382 D.J. DeLagrave 132 D.M. Nacional 103 Dolores Córdoba 255 Domingo Ávila 295 Domingo Serna 245, 373 Donald Ferrarone 291 Don Francisco 291 Donnie Marshall 319 Don Paco, El Tío 291 Durango 74, 100, 134, 177, 215, 266, 177

E Ecuador 56, 58, 186-189, 361 Edemir Hernández 154, 370 Edmundo Arriaga López 185 Eduardo Costilla 337

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Índice analítico

Eduardo García Villalón 269 Eduardo Garduño 158, 163, 164, 169 Eduardo Guajardo Longoria 313, 314 Eduardo Livas Villarreal 205 Eduardo Rendón López 312 Eduardo Valle 303 Edward Meese 227 Efraín Cervantes Altamirano 160 Elba Villa de Lara 189 El Borrego 219 El Canelo 133, 134, 200 El Coyote 270 El Diplomático 175 Eleazar Díaz Bazán 194 Eleazar Hernández 310 El Garateño 125 El Granma 175 Elías García García 252, 254 Eligio Esquivel Méndez 222 Elmer García Rossel 255 Elmer Snell García 190 El Mezquite 283 El Norte 16, 176, 178, 222, 223, 249, 255, 261, 262, 263, 364, 266, 279, 280, 283, 287, 288, 290, 297, 300, 302, 303, 304, 305, 309, 311, 312, 313, 314, 315, 318, 320, 321, 325, 365, 366 El Popular 234, 235, 236, 263 El señor de los tráilers 296 El Tahuachal 140 El Venado 270 Emiliano Fernández Garay 155 Emilio Azcárraga Vidaurreta 103 Emilio Bolaños Díaz 166 Emilio Gamboa Patrón 303 Emilio López Parra 216, 217, 230, 234, 243, 254

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Emilio Martínez Manatou 221 Emilio Portes Gil 20, 85, 86, 87, 111, 112, 115, 116, 138, 140, 173, 198, 199, 207, 208 Emilio Villarreal Guerra 177 Enrique Benítez Vargas 165 Enrique Camarena Salazar 189, 225, 243, 319 Enrique Canudas 122 Enrique Cárdenas González 180, 199, 200, 201, 202, 218, 220, 246, 267 Enrique Carrola Antuna 158, 163 Enrique L. Canseco 90 Enrique Olivares Santana 207 Enrique Ortiz Castillo 229 Enrique Parra Hernández 103, 105, 118, 134, 138 Enrique Rolón 161 Enrique Santillana Santillana 247 Ensenada 221 Erasmo Jaimes 194 Erasmo Tovar 251 Erick Linares Villa 302 Ernesto Elizondo 124, 172 Ernesto Flores Torrijos 8, 235, 236, 239 Ernesto Fonseca Carrillo 189, 225, 301, 319 Ernesto Peralta Uruchurtu 99 Ernesto Urtusuástegui 116 Escuela Nacional de Jurisprudencia 153 Escuela Nacional Preparatoria 98, 99 Estado de México 102, 202, 207, 208, 209, 211, 212, 266, 277, 308, 319 Estado Mayor Presidencial 162, 169, 218, 303 Estados Unidos 16, 17, 25, 39, 41, 44, 46, 51, 57-63, 68, 69, 76, 77, 78, 97, 108, 109, 113, 114, 130, 135, 140, 168,

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Carlos Antonio Flores Pérez

169, 172, 185, 187, 190, 192, 195, 211, 214, 219, 226, 228, 229, 251, 253, 256, 257, 267, 268, 271, 272, 273, 276, 277, 278, 281, 282, 283, 285, 286, 298, 300, 305, 306, 308, 309, 319, 320, 322, 323, 339, 340, 341, 344, 349, 350, 355, 372, 374 estadounidenses 58, 62, 67, 74, 76, 77, 78, 79, 108, 109, 112, 133, 135, 185, 186, 191, 192, 201, 217, 227, 228, 229, 253, 272, 273, 275, 283, 296, 319, 336, 338 Eugenio Hernández Flores 318, 335 Eulalio Vela 80 Eutimio Rodríguez 121 Everardo Perales Ríos 192 Ezequiel Padilla 104, 204

F Facultad de Jurisprudencia 99, 289 Facundo Hernández 195 Federico Chapoy 124 Federico Martínez Manautou 210, 354 Federico Ponce Rojas 264 Felipe 155, 158, 160, 269, 236, 237, 316, 236, Felipe A. Flores 236, 237 Felipe García Segovia 155, 158, 160 Félix Díaz 83 Ferdinand Von Seiffert 75 Fernando Buch de Parada 103 Fernando Cantú García 190 Fernando Casas Alemán 99, 115 Fernando de la Jara Martínez 224 Fernando Garza Guzmán 287, 290

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Fernando Gutiérrez Barrios 158, 172, 210, 222, 223 Fernando López Arias 100, 118, 158, 159, 162, 214 Fernando Martínez 226, 251, 252, 255 Fernando Martínez el Aguacate 226, 251, 255 Fernando Talavera 178 Ferrero Enamel de México 103 Filipinas 45, 50, 167 Financiera y Fiduciaria Bush 114 First City Bank 267, 268 Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Contra la Salud 296 Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado 192 Florentina 189 Florentino Cuéllar 172 Florida 59, 60, 61, 66, 165, 349 Foglio Miramontes 134 fraccionamiento Las Brisas 208 Frago Sandoval 178 Francia 46, 51, 58, 89, 165, 167, 187, 279, 280, 353 Francis Burton Harrison 57 Francisca Lerma 141 Francisco Alcalá Quintero 166 Francisco Camacho Herrera 262 Francisco Carrera Torres 85 Francisco Castellanos Tuexi 89, 116, 118, 138, 140, 168 Francisco Cayuela Villarreal 250, 374 Francisco Chavarría 212 Francisco Cortés Delgado 201 Francisco Cortinas 253 Francisco Covarrubias 197 Francisco Galindo Ochoa 207, 246

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Índice analítico

Francisco García González 192 Francisco García Vega 257 Francisco González de la Vega 100, 122, 134 Francisco González Villarreal 85 Francisco Guerra 270 Francisco Gurrola 132 Francisco I. Madero 83 Francisco Javier Bernal López 193 Francisco León de la Barra 83 Francisco Martínez Cárdenas 219 Francisco Pérez Monroy 266 Francisco Quiroz Hermosillo 315 Francisco R. Serrano 98 Francisco Treviño González 190 Francisco Vázquez Gómez 83 Francisco Villa 155 Franco 100, 124, 185, 186, 212, 214, 245, 373 Franco Olivier 212 Frank Costello 108 frontera 59, 61, 67, 69, 73, 74, 76, 77, 78, 79, 80, 81, 82, 92, 93, 94, 111, 129, 133, 135, 143, 155, 157, 160, 161, 174, 179, 182, 183, 185, 190, 191, 195, 197, 257, 259, 286, 296, 334, 345, 347, 366, 367, 368 Fulgencio Batista 62, 114, 165 Fundación Miguel Alemán 98, 214, 215, 341, 385 Fund for Peace 26, 45, 385

G Gabriel Ángel Gutiérrez Portillo 310, 312 Gabriel F. Legorreta 204

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Gabriel Ramos Millán 98, 99, 103, 110 Gabriel Suárez 209 García Montes 191 Gaynelle Griffin Jones 273 Genaro Vázquez Rojas 188 Genovevo Martínez 124 George Bush 173 George Gavito 263 Germán Cortés de Lara 165 Germán Rosas 212 Germán Yépez 258, 259, 260 Gilberto Figueroa 212 Gilberto Garza García 300 Gilberto R. Limón 119 Gilbert Salinas 300, 357 Glenn Garret 173 Global Financial Integrity 66, 343 Gloria Landeros Olivera 139 Gómez Farías 93, 95 Gonzalo de Sandoval 71 Gonzalo Garza 194 Gonzalo N. Santos 214 Gran Partido Demócrata de Tamaulipas 86 Green Mountain 268, 269 Gringo Sánchez 259 Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales 292, 317, 319 Grupo Especial de la Presidencia de la República 162 Grupo Financiero Interacciones 279 Grupo Financiero Serfín 280 Guadalajara 211, 218, 225, 248, 301, 322 Guadalupe Galván 171 Guadalupe Haro Cervantes 148 Guanajuato 100, 210, 214 Guasave 212

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Carlos Antonio Flores Pérez

Guatemala 85 Guayaquil, Ecuador 189 Guerra 7, 16, 20, 21, 42, 77, 83, 97, 109, 139-145-165, 168-174, 178, 192, 193, 196-198, 201-206, 216, 221, 222, 225, 227-238, 250, 252, 255, 261, 263-270, 272, 276, 278, 281, 284, 286, 287, 294, 297, 299, 302, 304-313, 367371, 375, 378 guerra de Vietnam 185 Guerra Fría 43, 109 Guerrero 42, 74, 88, 95, 99, 126, 174, 187, 188, 251, 253-255, 262, 276, 302, 303, 304, 305, 308, 342, 343, 367 Guillermo García González 191 Guillermo González Calderoni 225, 248, 249, 288, 289, 305, 306, 307 Guillermo Ortiz Rubio 174 Guillermo Robles Liceaga 249 Guillermo Salazar Ramos 249 Gustavo Díaz Ordaz 102, 151, 181, 196, 203, 206, 208, 209, 218, 246 Guy Ray 109, 113, 383 Gypsy’s 302

H H.A. Gilpin 74 Harlingen, Texas 258, 269 Harrison 58 Harry Anslinger 60 Harry S. Truman 108 H. Cabildo de Matamoros 236 Héctor Berrellez 226 Héctor el Güero Palma 247 Héctor García Rosales 253, 255

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Héctor Ponce Sánchez 114 Héctor Santos Herrera 295 Hemeroteca Nacional 9, 17, 235, 239 Henry Lawrence Kinney 74 Heriberto Lazcano 337 Herminio Ahumada 167 Hernán Cortés 71 heroína 61, 135, 167, 186, 187, 189, 190, 191, 193, 253, 336, 352, 362 Herramientas de Acero 103 Hidalgo 71, 74, 75, 78, 93, 95, 198, 236 Hilario Guillén Araujo 253 Hilton Continental 138 hipódromo Agua Caliente 138, 210 Homero Villasana 289 Horacio Brunt Acosta 290 Horacio Garza Garza 266 Horacio Vázquez García 190 Hospital Alfredo Pumarejo 229 Hospital Durango 266 Houston, Texas 17, 226, 228, 231, 239, 241, 256, 257, 258, 271, 273, 275, 302, 305, 377 Huastecas 85 Hugo Andrés Araujo 267 Hugo Pedro González 88, 89, 90, 91, 116, 117, 118, 119, 120, 122, 124, 125, 138, 142, 145 Hugo Ramón Pimentel 246, 374 Humberto Benítez Treviño 247 Humberto de la Garza Kelly 143, 144, 196, 368 Humberto García Ábrego 284, 290, 291, 292, 293, 352 Humberto Mariles Cortés 167 Humberto Salazar Cárdenas 201 Humberto Serrano Pérez 209

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Índice analítico

I Ignacio Carrillo Prieto 192 Ignacio Chávez 213 Ignacio Morales Lechuga 265 Impulsora de Turismo de Baja California 221, 222 Indalecio Ríos 262 Inés García 195 Instituto Federal de Acceso a la Información 16 Instituto Mexicano del Seguro Social 101, 197 Instituto Nacional de Combate a las Drogas 292 Instituto Nacional de Migración 255 Irma Treviño 269 Isabel Torres Parra 152 Isidro Aman Vega 201 Isidro González Saldaña 173 Isidro Guerson Osuna 314 Isidro Mejía 194 Islas Caimán 267, 268, 269, 281, 317 Ismael Zambada García 308 Iusacell 279, 352 Ivon Lavand 165

J Jaime Cárdenas González 201, 246 Jaime Rajid Gutiérrez Arreola 310 Jaime Requena 263 Jaime Villarreal Tijerina 191 Jalisco 211, 218, 219, 225, 248, 251, 295, 298, 304, 307, 320, 321, 322, 352 Janet Reno 319

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Jaumave 93, 95, 117 Javier Coello Trejo 226, 243, 248, 249, 263 Javier Duarte 315, 316, 385 Javier Ramírez Mitchel 162, 163 Jean Luis Cantor 280 J. Edgar Hoover 108 jefe máximo 89 Jerges Michel 165 Jesse Rodríguez 273, 275 Jesús Beltrán 212 Jesús Canavati Tafich 278 Jesús Chuy Espinoza 227 Jesús de la Garza 177 Jesús de la Mora 124 Jesús Galindo 158, 160 Jesús Garduño 211 Jesús González Lugo 119 Jesús Gutiérrez Rebollo 292, 315 Jesús Medina Zavala 255 Jesús Pérez Güemez 236 Jesús Ramírez 124 Jesús Roberto Guerra Velasco 174, 193, 197, 221, 232, 234, 235, 236, 237, 238 Jesús Rodríguez 124, 172 Jesús Rodríguez Moreno 124 Jesús Torres Espejo 287 Jesús Vidales Marroquín 134, 135, 137 Jiménez 86, 95, 106, 224, 363 Joaquín el Chapo Guzmán Loera 247 Joaquín Gordillo Peniche 165 Joaquín Hernández Galicia 220 Joaquín Salvador Galván Suárez 248 John Alessio 138, 210, 211 John Joyce 256 Jones-Miller 58 Jorge Antonio Bielba 168

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Carlos Antonio Flores Pérez

Jorge Calderón Frías 312 Jorge Cárdenas González 200, 220, 221 Jorge Carpizo 261, 303 Jorge Carrillo Olea 265 Jorge Cerón Vergara 262, 264 Jorge García Peralta 124 Jorge Hank Rohn 303 Jorge Lire Recio 158 Jorge Madrazo Cuéllar 313, 315 Jorge Max Castillo 236, 237 Jorge Pasquel 103, 104, 110, 111, 134, 137, 152 Jorge Rojo Lugo 198 Jorge Salazar Cárdenas 201 Jorge Stergios 272, 278 Jorge Tello Peón 321 Jorge Viesca Palma 103, 108 Jorge Zumaya Hernández 312 José Adame Lozano 147, 150, 152 José Adolfo de la Garza Robles 291 José Antonio Bernal 321 José Carlos Aguilar Garza 192, 238 José Castro Estrada 99 José Contreras Subías 225 José Cruz Contreras 205 José del Avellano 201 José E. Quintana 116 José Figueres Ferrer 167 José Francisco Ruiz Massieu 201, 267, 271, 276, 277, 280 José Guadalupe Herrera Bustamante 318 José Guadalupe Salazar 255 José Infante 156 José Isabel López Rivas 310, 312 José Ives Soberón 261 José Juan Domene 205 José L. Morante 84, 85

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José López Portillo 181, 198, 201, 206, 213, 215, 218, 246, 281, 282 José Luis Larrazolo 247 José Luis Nassar Daw 277 José Luis Sosa Mayorga 262, 295 José Luis Tejeda 107 José Luis Weber 257 José Manuel Rodríguez Lorrabaquio 251 José Manuel Zozaya 72 José María Carbajal 78 José María Guardia 210, 359 José Ma. Zárate Leal 123 José Pérez Mendoza 174 Joseph Marie Córdoba Montoya 303 José Ramos Lozano 147 José Rumbo 195 José Sandoval 149 José Yee Pérez 166 J. Paul Getty 108 Juan Alberto Larrazolo 247 Juan Andrew Almazán 204 Juan Arévalo Gardoqui 221, 222, 305 Juan Bautista Zolezzi Argüelles 154 Juan Beltrán 162 Juan B. García 154 Juan Carlos de la Peña Gómez 295 Juan Carlos Ramírez Abadía Chupeta 249 Juan Collado 276, 277 Juan de Dios Hinojosa 124 Juan Espino 194 Juan Fernández Albarrán 171 Juan F. Trujillo 162 Juan García Ábrego 8, 17, 21, 140, 174, 176, 192, 198, 201, 217, 221, 224-226, 228-234, 238, 241-243, 248, 249, 251-259, 262-279, 284, 286-288, 290, 291, 294, 295, 298, 299, 302, 303,

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Índice analítico

305, 307, 309, 310, 312, 313, 317, 318, 320, 321, 332, 334, 238, 239 Juan García González 106 Juan Gastélum Castro 202 Juan Gómez Lemus 136 Juan Gómez Sariol 136, 204 Juan González 174-177, 193, 194, 208, 278 Juan Guerrero Villarreal 126 Juan Jesús Posadas Ocampo 322 Juan José Esparragoza Moreno 322 Juan José Tamez Fuentes 251 Juan Manuel Lizardi García 295 Juan Martín del Campo 201 Juan P. Salinas 169, 170, 372 Juan Ramón Gurrola 132 Juan Rodríguez Gallegos 190 Juansanta Martínez Lerma 312 Julio R. Osuna de León 119 Julio Sánchez Vargas 214 Julius Bèer Bank 279 Junta Federal de Conciliación y Arbitraje 103 Junta Federal de Mejoras Materiales 108, 154, 177 Juventino Cavazos 190 Juventino González Ramos 205

L La Habana, Cuba 165, 175 La Marina Vieja 218 La Perota 195 La Pita 270 Laredo, Texas 114, 132, 152, 187, 285, 305, 377

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Las Amarillas 270 Las Brisas 208, 275 Las Vegas 62, 226 Laura Bush 285 Lauro Aguirre 84 Lauro Balderas 175 Lauro Rendón Valdez 123 Lauro Villalón de la Garza 126 Lázaro de la Garza Camargo 148 Leo Joseph Dorney 164, 166 Leonel Longoria 170 León F. Gual 116 Leopoldo Bello López 231 Leopoldo del Real Ibáñez 287 Leopoldo Sánchez Celis 8, 178, 205, 207, 209, 211-213, 216, 294 Leopoldo Sánchez Duarte 213 Leopoldo Tapia 168 Leticia Martínez de González 283 Ley Federal de Acceso a la Información 19 Liga de Comunidades Agrarias 90 Liga de las Naciones 57, 58, 60 Lima, Perú 187 Lino González Pérez 205 Llera 72, 95, 117, 118, 119, 123, 148 Lomas de Chapultepec 105 Lomas Taurinas 307 Lorenzillos 302 Lorenzo Mayoral Pardo 166 Lorenzo Salas Medina 315 Los Ángeles, California 377 Los Corrales 253 Los Halcones 217, 218, 351 los Mochis 212 Los Zetas 315, 316, 317, 324, 325, 333, 334, 336 Los Zorros 260

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Carlos Antonio Flores Pérez

Louie Welch 173 Lucas González Tijerina 163, 169 Luciano Ibarra Córdoba 116 Lucio Blanco 83 Lucio Cabañas 188 Lucio García 106 Lucrecia de Aramburuzabala 282 Luis Bello Bando 166 Luis Caballero 83, 84, 85, 86 Luis de la Barrera Moreno 218 Luis Echeverría Álvarez 193, 199 Luis Esteban García Villalón 243, 248, 255, 353 Luis Ferrer 291 Luis G. Olloqui 238 Luis Gutiérrez Oropeza 218 Luis H. Ávila 152, 177 Luis Medrano 227, 254, 259, 262, 295 Luis Pérez de la Rosa 249 Luis Soto Silva 243, 248, 249, 262

M Magdalena Ruiz Pelayo 275, 277 Magdaleno Aguilar 91, 116, 123, 171, 196 Magnolia Petroleum Company 114 Mainero 81, 93, 95, 116 Manlio Fabio Altamirano 107 Mante, Tamaulipas 151 Manuel Amozorrutia Silva 224 Manuel A. Ravizé 199, 203, 204 Manuel Ávila Camacho 16, 97, 104, 105, 106, 112, 115, 117, 380 Manuel Ayala Ayala 238 Manuel Ayala García 238 Manuel Bartlett 235

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Manuel Bazán 171 Manuel Cavazos Lerma 153, 174, 250, 266, 269, 284, 306, 307, 317, 318, 335, 354 Manuel de la Paz Carrillo 135 Manuel Díaz Escobar 217, 218, 220, 351 Manuel Duarte Araujo 155 Manuel García García 224 Manuel Gómez Pedraza 73 Manuel G. Toro Flores 168 Manuel Gual Vidal 101 Manuel Guzmán Willis 124, 126 Manuel Mayoral 132 Manuel Muñoz Rocha 267 Manuel Ocaña 228, 360 Manuel Parra 107 Manuel Payno 76 Manuel Peláez 85 Manuel Rangel Escamilla 19, 133, 138, 164, 171, 207, 221, 222 Manuel Suárez Domínguez 187 Manzanillo 223 Marbella Guerra 173 Marcela Bodenstedt Perlick 302 Marcelino Guerrero Cano 302 Marcelino Inurreta 132, 165 Marcelo Caraveo 85 Marcial Garza Sarabia 175 Marco Antonio Díaz de León 251 Marco Antonio Hernández Rivera 295 Marco Antonio Muñoz Turnbull 100 María del Carmen Olivella 268 María Eulogia Cavazos Garza 154 María Francisca Guerra Lerma 141 María Judith Pontón Guerrero 262 Mariano Arista 74 Mariano González Gutiérrez 201 Mariano Herrán Salvatti 297

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Índice analítico

María Teresa C. de Landeros 139 María Teresa Polo 283 mariguana 61, 67, 129, 135, 159, 185, 186, 187, 188, 189, 190, 191, 193, 194, 195, 203, 224, 225, 251, 277, 296, 299, 350, 362, 363 Marinos Mexicanos, S.A 164 Mario Alberto Cueva Cerpa 247 Mario Arturo 188, 315, 316 Mario Benavides Caballero 288 Mario Flores 201, 205 Mario Garza Ramos 156 Mario Martínez Carrouche 178 Mario Ruiz Massieu 8, 17, 271-278, 280 Marte R. Gómez 91, 111, 116, 117 Martha María del Carmen Hernández 202, 382 Maseca 208, 209, 279 Matamoros, Tamaulipas 136, 138, 140, 141, 152, 153, 154, 155, 156, 157, 158, 159, 160, 161, 162, 163, 166, 168, 169, 170, 177, 178, 197, 198, 206, 224, 232, 233, 235, 238, 248, 285, 287, 289, 302, 305, 319, 322, 336, 345, 355, 362, 367, 370, 371, 372, matanza del Jueves de Corpus 218 Matías Guerra 83 Maurice C. Holden 132, 383 Maximato 97 Mazatlán, Sinaloa 177, 212, 215 McAllen 226, 227, 267, 268, 284, 351, 355 Medellín 225, 226, 254, 255, 256 Melchor Ocampo 208 Melchor Perrusquía 108 Melquiades Sosa 153, 361, 370

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Mérida, Yucatán 158 Metalever 103 Mexicali 210, 221, 249 Meyer Lanski 165 Miami, Florida 165 Michoacán 195, 251 Mier, Tamaulipas 194, 195 Miguel Alemán González 98, 142, 341 Miguel Alemán Valdés 16, 20, 51, 70, 97, 112, 115, 116, 118, 119, 134, 150, 151, 152, 167, 173, 174, 176, 204, 209, 210, 222, 285, 299, 300, 304, 305, 327, 380, 379, 381 Miguel Alemán Velasco 214 Miguel Ángel Aguilar López 313 Miguel Ángel Chávez 264 Miguel Ángel Félix Gallardo 202, 211, 216, 225, 319 Miguel Ángel Lerma 269, 270, 317, 318 Miguel de la Madrid 236, 244, 276 Miguel Guajardo 173 Miguel Henríquez Guzmán 150 Miguel Nazar Haro 167, 222, 223 Miguel Silva Caballero 249 Miguel Treviño Emparán 162, 177 Miguel Treviño Morales 336, 337 Miquihuana 93, 95 Mocambo 106, 107 Montemorelos, Nuevo León 195 Monterrey, Nuevo León 78, 152, 175, 176, 192, 195, 197, 219, 223, 230, 243, 249, 280, 284, 286, 287, 288, 289, 290, 300, 317, 341, 352, 364, 365, 366 Morelos 93, 94, 95, 103, 149, 302 motel El Virrey 190 Mr. Amigo 173, 379, 385

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Carlos Antonio Flores Pérez

N Nacional Financiera 99, 112, 208 Nacional Hipotecaria 105 Nancy F. Atlas 273 Nancy Milburn 281 Narciso Campos Millet 158 National Archives 382 National Lead Company 112 nazis 341 Nepomuceno Cortina 79 Neville G. Penrose 113 Newark, Nueva Jersey 275 New England Fuel and Oil Company of Mexico 112, 114 Newspaper Archives 17, 115, 385 Nicolás P. Canavati 175 Norberto Treviño Zapata 198, 171, 172, 177, 205, Norberto Uriegas 126 Norma Alicia Espinosa Campos 231 Norma Moreno Figueroa 8, 235, 236 Nueva España 73 Nueva Jersey 42, 271, 275, 278 Nueva York 9, 25, 41, 43, 57, 59, 67, 74, 104, 108, 267, 268, 275, 281, 283, 339, 342, 343, 344, 345, 377, 378 Nuevo Laredo, Tamaulipas 114, 129, 134, 137, 187, 250, 190-195, 203, 204, 206, 216, 220-228, 232, 234, 248, 250, 251, 255, 262, 266, 267, 276, 304, 305, 306, 307, 309, 310, 359, 360, 361, 362, 363 Nuevo León 16, 77, 78, 79, 80, 81, 82, 92, 93, 168, 119, 122, 152-154, 171, 175-178, 183, 189, 192, 194, 195, 197, 203, 205, 208, 216, 217, 218, 219, 220, 222, 223, 224, 225, 230,

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232, 233, 248-251, 267, 270, 280, 284, 286, 287, 288, 289, 290, 294, 300, 304, 305, 309, 317, 321, 323, 341, 343, 352, 363-367 Nuevo Santander 72, 73

O Oaxaca 251 Ocampo 93, 95, 208, 322 Octavio Felizes Jeri 187 Octavio Singlaterry Sánchez 261 Octavio Villa Coss 7, 140, 154, 158, 159, 161, 167, 170, 171, 172, 176, 198, 237 oficial mayor del gobierno del Estado 211 Oficina de Asuntos Mexicanos 173 Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito 68 Oficina de Narcóticos y Drogas Peligrosas 185 Oficina Federal de Hacienda 159, 162, 166, 201 Oficina Fiscal del Estado 173, 198, 246 Ojinaga 301 Olga Sánchez 293 Oliverio Chávez Araujo 252, 253, 254, 255, 257, 258, 260, 261, 263, 264, 266, 375 Omar Flores Torrijos 235 Operación Cóndor 215, 217 Operación Intercepción 185 Operación Pacífico VII 227 Organización de las Naciones Unidas 40, 345 Orizaba 107 Óscar Díaz Rodríguez 290 Óscar Flores Sánchez 301 Óscar López Olivares 229, 234, 254

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Índice analítico

Óscar Malherbe 262, 263, 292, 293, 303 Osiel Cárdenas Guillén 8, 21, 202, 203, 242, 297, 298, 308, 309, 311, 312, 313, 319, 320, 323, 324, 332, 337 Oswaldo Fourzán Márquez 265

P Pablo Acosta Villarreal 301 Pablo Aramburuzabala 281, 282, 283 Pablo Bush Romero 113-115, 285 Pablo Macías Valenzuela 129, 134 Pablo Valdez Maciel 195 Pachuca 107 Padilla 93, 95, 104, 164, 165, 166, 204 Palmillas 93, 95 Parás 208 Partido Acción Nacional 120 Partido Antirreeleccionista 83 Partido de la Revolución Mexicana 96 Partido Demócrata 84, 86 Partido Liberal de Tamaulipas 83 Partido Nacional Revolucionario 87 Partido Pro Unidad Cubana 167 Partido Revolucionario Institucional 35, 201 Pascual Gutiérrez Roldán 166 Pascual Ortiz Rubio 89 Patricio Reyna 124 Pedraza 73, 124, 165 Pedro Avilés Pérez 301 Pedro Canavati 175 Pedro Cavazos 245, 373 Pedro Ojeda Paullada 214 Pedro Vázquez Colmenares 202 Pemex 101, 113, 114, 134, 166 Pepsi Cola Mexicana, S.A. 166

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Perú 50, 55, 56, 58, 63, 186, 187, 362 Phelps-Dodge 112 Piedras Negras 152, 153, 155, 156, 163, 268, 270, 302, 305, 370, 174 Plácido Guerra 140, 141, 144, 145, 148, 176 Plan de Tuxtepec 80 Polanco 105 policía de la ciudad 213, 260 Policía Federal de Caminos 223, 296 Policía Fiscal Federal 166 Policía Judicial del Distrito Federal 140, 382 Policía Judicial del Estado 154, 162, 188, 194, 195, 232, 234, 237, 244, 245, 260, 263, 264, 265, 287, 288, 290, 294, 305, 306, 309, 318, 321 Policía Judicial Federal 135, 158, 160, 185, 186, 187, 192, 193, 215, 216, 224, 225, 228, 230, 233, 235, 243, 247, 248, 249, 251, 254, 262, 277, 278, 284, 287, 289, 290, 295, 303, 312, 315, 361 Policía Secreta Cubana 166 Pompeyo Gómez 123, 142, 143, 144, 145, 146, 147, 368 Porfiriato 7, 60, 69, 71, 221, 340 Porfirio Castillo Delgado 244, 261, 264, 265, 266, 305, 306 Porfirio Díaz 78, 80, 83 Poza Rica 162 Praxedis Balboa Gojon 118, 123, 172, 173, 206 Presidencia de la República 35, 83, 87, 97, 102, 106, 132, 162, 168, 170, 174, 196, 197, 205, 210, 214, 215, 248, 279, 280, 289, 290, 301, 345 Private Asset Management Inc 281

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Carlos Antonio Flores Pérez

Procuraduría de Justicia Militar 315 Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal 16, 140, 141, 382 Procuraduría General de Justicia del Es­ tado 156, 244, 245, 250, 261 Procuraduría General de la República 90, 134, 156, 159, 166, 185, 188, 189, 192, 213, 226, 233, 243, 246, 247, 249, 273, 279, 295, 350, 367, 379 Prodeconsa 270, 318 Programa Nacional de Solidaridad 284 Puebla 85, 196

Q Querétaro 71 Quintana Roo 82, 115, 158, 216, 285, 301, 302, 308, 335, 361, 372

R Rafael Cárdenas 85 Rafael Caro Quintero 223, 319 Rafael Chao López 222, 223, 224, 230, 247, 287 Rafael Fernández García 169 Rafael Legorreta 123 Rafael Mancera 166 Rafael Muñoz Talavera 301 Rafael Olvera 295 Rafael Romero 232 Rafael Sierra de la Garza 205 Rafael Villarreal 89, 90 Ramiro García Eugenio 310, 312 Ramón Barrientos 305

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Ramón Beteta 101, 104, 134 Ramones, Nuevo León 194 Ramón Guerra 77 Ramón Ortega 190 Ramón Peña Loza 195 Ramón Rodríguez 174 Ramón Uriarte 262 Raúl Álvarez 297 Raúl Bailleres 103 Raúl Gárate Legleu 127, 134, 142, 170, 172, 174, 196, 197, 205, 214, 238, 306 Raúl Garza González 177 Raúl López Sánchez 98, 99 Raúl Lozano Contreras 172 Raúl Loza Parra 306, 307 Raúl Mendiolea Cerecero 213, 215, 216, 301 Raúl Morales Cadena 153, 174, 245, 306 Raúl Morales Farías 124, 153, 155, 157, 172, 174, 245, 306 Raúl Salinas de Gortari 267, 274, 277, 278, 280, 353 Raúl Salinas Lozano 176, 177, 207-209, 273, 275, 276, 278, rebelión de Agua Prieta 85, 142 rebelión delahuertista 87 Refugio Hernández 263 regente de la ciudad de México 211, 247 Regino Vargas González 249 Reino Unido 45, 50, 57, 113, 340 Relaciones Exteriores 57, 101 República Dominicana 165 Republic International Bank 267, 268 resguardo aduanal 155 Revolución cubana 60, 61 Revolución mexicana 20, 34, 69, 71, 83, 96, 110, 196, 197, 341, 344

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Índice analítico

Reyes Pruneda (familia) 192, 193 Reynosa, Tamaulipas 174, 191, 194, 195, 202, 216, 217, 227, 230, 231, 236, 237, 239, 244, 245, 246, 248, 249, 250, 252, 253, 254, 256, 257, 259, 260, 261, 262, 263, 264, 265, 266, 270, 310, 313, 373, 374, 375, 376 Ricardo Aguirre 268, 270 Ricardo Condelle Gómez 205 Ricardo Salinas Pliego 280 Ricardo Zolezzi Cavazos 154, 159, 162, 232, 234, 236, 237, 238 Richard King 80 Richard Nixon 185 Rico Pani 164 río Bravo 73, 74, 79, 193, 194, 256, 362 río Nueces 74 Ritz 169 Roberto Chapa 232 Roberto Galván Melquizo 270 Roberto González Barrera 208, 209, 279, 280, 281 Roberto Hoyo 166 Roberto Polo 281, 282, 283, 355, 356, 385 Roberto Rangel Gutiérrez 202, 382 Roberto Sánchez Duarte 211 Roberto Torres 297 Rodolfo Larrazolo Rubio 246, 247, 318 Rodolfo León Aragón 235, 249 Rodolfo Torre Cantú 334 Rodrigo Esparza Cristerna 247 Rogelio Hirachi Coutiño 225 Rogelio Miguel Figueroa Velázquez 312 Rogelio Puentes Martínez 190 Rogerio de la Selva 99, 118, 125, 137, 204 Rojo Gómez 198

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Rolando Rojas 167 Roma, Texas 190 Rómulo Cuéllar 80 Ronald Reagan 227 Rosa Alicia Reyes 305 Rosa de Castilla 153, 378 Rosa Lilia Lara Pérez 189 Rosalinda Silva 268 Rostuca Holdings Ltd. 281 Rubén García Robles 269, 270, 318 Rubén Zarazúa Rocha 287

S Salón Piedras Negras 152, 367 Salvador Contreras Martínez 190 Salvador del Toro Rosales 192, 193, 232, 233, 234, 249 Salvador Martínez Peña 265 Samuel Rosoff 103 San Antonio, Texas 152, 187, 191, 192 San Carlos 93, 95 Sandra Luz Violante 262 San Fernando 72, 95, 133, 152, 182, 200, 227, 236, 250, 267, 283 San Luis Potosí 71, 214 San Luis Río Colorado, Sonora 216 San Nicolás 93, 95 San Pedro de Roma 175 Santiago G. Barrera 175 Santiago Tequixquiac 209 Saturnino Cedillo 85 Saúl Hernández 242, 302 Sebastián Barriguete Andrade 160 Secretaría de la Presidencia de la República 205

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Carlos Antonio Flores Pérez

Secretaría General de Gobierno 122, 123 secretario de Agricultura 112, 116, 279 secretario de Bienes Nacionales 99 secretario de Educación Pública 101 secretario de Gobernación 97, 99, 105, 107, 108, 117, 126, 210, 235 secretario de Hacienda 99, 101, 134, 165, 166, 208 secretario de Hacienda y Crédito Público 99, 101 secretario de Industria y Comercio 176 secretario de la Defensa Nacional 119, 221, 305 secretario de la Presidencia de la República 210 secretario del Trabajo y Previsión Social 99 secretario de Recursos Hidráulicos 101 secretario de Salubridad y Asistencia 205, 206 Sedena 315, 317, 357 Segunda Guerra Mundial 97, 114, 164 Semanario Zeta 40 Sergio Arturo Mendoza 258 Sergio García Ramírez 227 Sergio Gómez 254, 291, 294 Servando Canales 80 Servicio de Inteligencia Militar Cubano 165 Servicios Aéreos del Centro 284 Servicio Secreto 158, 160 Severo Ramírez Gutiérrez 255 shcp 161, 163 Sigmund Freud 57 Silvino Aguirre Fierro 302 Silvio Brussolo 244, 263 Simona Reyes Pruneda 193 Simón Villar 314

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Sinaloa 75, 129, 134, 177, 178, 189, 207, 211-217, 222, 223, 225, 227, 294, 177, 295, 298, 300, 301, 303, 304, 316, 319 Sobrevigilancia Aduanal 154, 160 Sócrates Campos Lemus 192 Sócrates Rizzo 287, 288, 289, 354 Solidaridad 284, 285 Sonora 81, 85, 129, 216, 221, 224, 228, 247, 315, 316, 352, 363 Soto la Marina 72 spp 250 subprocurador general de justicia del Estado 153 subprocurador general de la República 122, 193, 226, 243, 264, 272 subsecretario de Fauna y Recursos Fores­ tales 99 subsecretario de Ganadería 101, 215 subsecretario de Gobernación 99, 223 subsecretario de la Defensa Nacional 118, 119 subsecretario de Relaciones Exteriores 101 Suiza 45, 50, 57, 267, 268, 272, 279, 280, 281, 282, 283, 353, 357, 362, 365, 366 Suprema Corte de Justicia de la Nación 99, 152, 243 Supremo Tribunal de Justicia del Estado 123 Susan Kempner 273 S. Walter Washington 383

T Tampico 75, 78, 82, 84, 85, 92, 94, 95, 113, 114, 117, 119, 120, 124, 125,

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Índice analítico

126, 134, 136, 139, 148, 182, 201, 204, 207, 267, 364 Tancol, Tamaulipas 217 Taurus 269 Teléfonos de México 101, 138 Televisión Azteca 280 Terrance Leonhardy 173 Tesorero General del Estado 124 Texas 15, 17, 74, 76, 77, 78, 79, 80, 113, 114, 132, 139, 152, 153, 168, 173, 174, 176, 178, 187, 190, 192, 193, 216, 217, 218, 219, 225, 226, 228, 231, 232, 233, 234, 238, 239, 253, 254, 256, 257, 258, 266, 267, 269, 271, 272, 273, 276, 278, 284, 285, 287, 301, 302, 304, 305, 306, 309, 310, 336, 337, 341, 345, 350, 362, 363, 376, 377, 378, 379, 383, 384 Thadeus Rhodes 80 Tiburcio Garza Zamora 116, 126, 127, 149, 156, 170, 172, 173, 196, 197, 205, 207, 245, 306 Tijuana 39, 73, 136, 138, 182, 185, 210, 216, 221, 225, 243, 248, 307, 319, 339, 340, 345, 347, 376 Tito Reséndez Treviño 261, 264 Tito Valencia 315 titular del Ejecutivo federal 36 Tlacotalpan 107 Tlaxcala 110 Tlaxcalantongo, Puebla 85 Tomás Morlet 242, 243 Tomás Yarrington Ruvalcaba 17, 250, 266, 284, 307, 312-314, 318, 320, 335-337 Tony Canales 273, 274

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Tony González 173 Torreón, Coahuila 190, 218, 367 Transportes Refrigerados D.I. Calderón B. de Sinaloa 257 Tribunal Superior de Justicia 99, 100, 143, 144, 146, 147, 214 Tribunal Superior de Justicia del Distrito y Territorios Federales 214 Trinidad Villa 161 Tristán Canales 125 Tubos de Acero de México 103 Tula 83, 93, 95 Tuxpan 219

U Universidad Autónoma de Coahuila 289 Universidad de Harvard 43 Universidad Nacional Autónoma de Mé­ xico­ 213

V Valentín Barrera 175 Valle Hermoso 182, 201, 295 Venustiano Carranza 85, 98, 142 Venustiano Guerra 123, 153 Veracruz 71, 73, 78, 97, 98, 99, 100, 102, 103, 105, 106, 107, 108, 116, 133, 214, 300, 308, 315, 366 Vicente Fox 281, 315, 320 Vicente Villasana 120 Víctor García 269, 270 Victoriano Huerta 83

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Villa Coss 7, 140, 154, 155, 156, 157, 158, 159, 160, 161, 162, 163, 167, 170, 171, 172, 176, 198, 237, 367, 371, 381, Villagrán 93, 95 visitador general 138, 160, 249, 250, 272, 278, 374 visitador general de Aduanas 160

W Wagonner Carr 173 Walter Thurston 107 White Horse Investments 268 William de Jesús Botero Maya 262 William King 173 William O’Dwyer 108 Woodrow Wilson 58 W.W. Chapman 76

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X Xicoténcatl 92, 95 Xicoténcatl Leyva Alemán 136

Y Yucatán 158, 160, 248, 249, 355

Z Zacatecas 74, 75, 306 Zeferino Fajardo 122, 139, 141, 143, 145, 146, 150 Zeferino Vega Cantú 155, 158, 161, 163, 168, 169 zona militar 162, 170, 188

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Güemez

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Mapas

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Historias de polvo y sangre. Génesis y evolución del tráfico de drogas en el estado de Tamaulipas, se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2013 en los talleres de Gráfica Creatividad y Diseño, S.A. de C.V., Av. Plutarco Elías Calles, núm. 1321 A, Col. Miravalle, Deleg. Benito Juárez, México, D.F., C.P. 03580. El tiraje consta de 1 000 ejemplares

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HISTORIAS DE POLVO Y SANGRE GÉNESIS Y EVOLUCIÓN DEL TRÁFICO DE DROGAS EN EL ESTADO DE TAMAULIPAS ¿Cuáles son las razones que han hecho del estado de Tamaulipas una de las regiones arquetípicas en términos de tráfico de drogas y violencia asociada a este fenómeno? Los procesos históricos que condujeron a la consolidación de estos fenómenos en Tamaulipas derivan del establecimiento temprano de prácticas corruptas consolidadas por personajes que mantuvieron un amplio ascendiente sobre la entidad desde los años cuarenta. El tráfico de drogas y su violencia no irrumpieron hace pocos años en el escenario regional: estuvieron presentes desde tiempo atrás, auspiciados por actores que las instituciones de seguridad y procuración de justicia mexicanas habían detectado desde hace varias décadas. El propósito de este libro es mostrar esos procesos y ubicar a los personajes que —a partir de la evidencia contenida en documentos gubernamentales ahora públicos y en fuentes hemerográficas— parecen compartir la responsabilidad histórica del desbordamiento institucional que hoy día enfrenta esa entidad. Éste es un trabajo que pretende ser útil tanto al investigador especializado como al público en general que puede interesarse en la materia y en las implicaciones que ésta ha tenido para su vida cotidiana y la de sus seres queridos, pues aborda una de las causas fundamentales de la violencia que hoy padecemos: la suplantación del interés público por intereses de orden criminal en las instituciones que pretendidamente deberían velar por el bienestar de la comunidad.