Federico Engels

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1

E.

A. STEPANOVA

FEDERICO

ENGELS

Ediciones Pueblos Unidos Buenos Aires - Montevideo

Traducción dire cta

del ruso

por L. VLADOV y P. M. MERIN'O

COPYRIGHT BY E D I C I O NE S PUE B LO S U NI D O S Hecho el depósito que fija la ley 11.723 . IMPRES O EN LA ARGENTI NA

S. A.

PRINTED IN ARGENTINE

'

)

L

Federico Engels

I INFANCIA Y JUVENTUD

Federico Engels nació el 28 de noviembre de 1820 en la ciudad de Barmen. Su padre era industrial textil. La provincia de Renania (Prusia) , patria de Engels, era en aquella época la zona de mayor desarrollo indus­ trial de Alemania. Cuando en el resto del país imperaban aún la manufactura, el artesanado y el trabajo manual, aquí aparecían ya las primeras máquinas y surgítm fábri­ cas. Renania fue la primera región de Alemania en que inició su marcha triunfal la gran producción capitalista, que había nacido en Inglaterra. Esto se explica porque en la provincia de Renania existían riquezas naturales -yacimientos de mineral de hierro y de hulla- que favorecían el desarrollo de la in­ dustria ; además, allí había sido más intensa que en el resto de Alemania la influencia de la revolución bur­ guesa acaecida en Francia a fines del siglo XVIII: en la margen izquierda del Rin fueron abolidas las relaciones feudales y el régimen de servidumbre. Debido al fomento de la gran producción capitalista, en la provincia renana iban formándose los primeros núcleos de proletariado in­ dustrial y resaltaban con creciente intensidad las contra­ dicciones entre la clase obrera y la burguesía, propias de la sociedad capitalista. El sistema fabril capitalista implicaba nuevas terribles

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calamidades para el pueblo trabajador, una mayor miseria y el reforzamiento de la explotación. Las máquinas per­ mitían al fabricante utilizar en escala j amás vista hasta entonces el trabajo de mujeres y niños ; la competencia de la mano de obra femenina e infantil, con una retribu­ ción mísera, hacía bajar el salario de los obreros. El des­ arrollo del capitalismo iba acompañado en el Rin, como en todas partes, de la ruina de los campesinos, de los artesanos y de la pequeña burguesía urbana. Los cuadros de indigencia y calamidades que Engels vio de niño en Wuppertal,1 su tierra natal, le causaron una impresión indeleble, quedáronle grabados para siem­ pre en la mente.· En las Cartas de Wuppertai (1839) , su primera obra publicística, Engels ofrece una descripción viva de la penosa situación de los obreros fabriles y los artesanos de Barmen y de Elberfeld. Con franca condolencia pinta el j oven Engels, a los diecinueve años, la espantosa indigencia que sufren, en particular, los trabajadores de las fábricas de Wuppertal; le indigna la gran difusión que adquiere en ellas el trabajo infantil: 1.200 niños de los 2.500 de edad escolar que hay en Elberfeld, no pueden ir a la escuela y crecen en el recinto fabril, obteniendo por su trabajo la mitad del sa­ lario que los obreros adultos. Engels demuestra que las condiciones de trabaj o en las fábricas son en extremo perjudiciales no ya para los niños, sino también para los obreros adultos. La causa principal de los sufrimientos y calamidades de los obreros la ve Engels en la "escan­ dalosa gestión de los dueños de las fábricas". Los efectos de la gran producción capitalista hacíanse sentir también en la situación de los artesanos. Para so­ portar la competencia de las fábricas, los tejedores arte­ . sanos tenían que trabajar día y noche y privarse de lo más indispensable. Wuppertal -el Mánchester alemán-, importante zona de la industria textil, era entonces centro del obscurantis1 Valle del rio Wúpper, en el que estaban situadas las ciudades de Barmen y Elberfeld, distanciadas por tres horas de viaje.

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mo religioso y de la superstición, baluarte del pietismo, de la corriente más intransigente y mojigata de la reli­ gión protestante. "Muckertal" (el valle santurrón) llama Engels en una de sus cartas j uveniles a Wuppertal. La Biblia y el aguardiente eran los medios con que los pia­ dosos fabricantes y contramaestres wuppertaleses preten­ dían "embellecer" la existencia de los obreros y los arte­ sanos, para desviarlos de la lucha y que se resignaran con el estado de cosas reinante. .

"Si, como entonces sucedía -recordaba después En­ gels- no había más elección para los obreros wupperta­ leses que el terrenal aguardiente de las tabernas o el celestial de los curas protestantes, ¿acaso puede extrañar que eligiesen el primero, por muy malo que fuera?" 2 La opinión pública de Wuppertal la condicionaban los mojigatos predicadores. En las asambleas de los creyen­ tes se organizaban verdaderos juicios contra los heréticos; poníase este sambenito a todo el que no frecuentaba los actos religiosos, leía novelas o había sido visto en algún concierto. Un espíritu análogo presidía la educación en las escuelas. Engels, que había asistido primero a la escuela graduada de Barmen y luego al gimnasio de Elberfeld recuerda que, cuando uno de los alumnos pre­ guntó al maestro quién era Goethe, el maestro contestó: un "impío". Así era el ambiente social en que creció y se educó el impresionable y observador muchacho. No era mejor la situación familiar en que vivía. El pa­ dre de Engels era una persona sumamente religiosa y des­ pótica. Toda la familia, sin exceptuar a la madre -muj er buenísima, llena de amor, pero débil de carácter-, tem­ blaba ante el déspota. Singular, afanoso de saber, Federi­ co había revelado pronto aguda y sutil inteligencia, ini.. ciativa de pensamiento, que harían de él en la familia el patito feo. Por una misiva que el padre de Engels escri­ bió a su esposa y que hoy se conserva, se ve la inquietud 11

Marx-Engets,

Halbband 2,

S.

Gesamttulf un� !Btt!Ag "ºn Dtto !llligcmb. 1845.

Portada de la primera ·edición del libro de F. Engels "La situación de la clase obrera en Inglaterra"

la máquina de por sí la que les acarreaba espantosas des­ gracias, sino el método de producción capitalista, basado en la propiedad privada sobre las máquinas, los edificios fabriles y las materias primas. En suma, no podían hacer aún distinción entre la máquina y su empleo capitalista. El odio del obrero a la máquina y al sistema fabril está magníficamente expresado en los versos de Edward Mead, de Birmingham, que Engels vertió casi íntegros al alemán y citó en su libro : En el mundo hay un rey, que no es de cuentos . . . , es aquel sonrosado, ya viejo, protector; éste es rudo, cruel, sin sentimientos, a los esclavos blancos los mata el rey-Vapor. Tiene solo una mano, mas con ella le basta, pues engendra su impulso fuerza tan colosal que a los pueblos los barre, que a las tribus aplasta, con la mano de hierro, con la mano industrial. Igual que el dios Moloc -su antecesor- impera, sembrando en torno suyo el pánico, el tormento; de su interior la llama, como insaciable fiera, a los hij os del hombre engulle de alimento. Sacerdotal pandilla, los avaros como él, dirigen esta mano de hierro que calcina; la sangre de los hombres, acuñada a troquel, se convierte en el oro de la libra esterlina. Los derechos humanos, todos los fundamentos vulneran estas gentes que ignoran el honor; se ríen de las madres que agonizan gimiendo, el llanto de los padres, les parece licor. Los suspiros, como música, les arrullan los oídos, el castañeteo de hambre les alegra el corazón; llenan con pechos de muertos -huesos de viejos y niños­ los sótanos de palacio como leña en montón. Siembra ruina el desalmado sobre el que tiene debajo, que es su imperio de mentiras, de maldad ; mata el alma de los vivos, mientras agota el trabajo el cuerpo, en duro proceso de implacable crueldad. ¡Abaj o, pues, el rey, el rey-verdugo! ¡ Los millones de obreros, adelante! Evitemos que al pueblo, bajo yugo, se lo trague la noche dominante.

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Estalle vuestra ira en vientos y huracanes y barra justiciera al fondo de la sima a la dorada chusma de haraganes

y al Moloc sanguinario que la anima.6

Sin embargo, los obreros se convencieron pronto de que sus intentos para acabar con el rey vapor e igualar las fábricas con la tierra no daban resultado. Había que en­ contrar una nueva forma de protesta, y ésta surgió con la creación de las trade-unions y la lucha huelguística, que no tardaron en adquirir gran difusión en Inglaterra. En­ gels remarca el enorme papel que desempeñan las huelgas en la obra de cohesionar a los obreros, elevar su solida­ ridad y su grado de organización. "Las huelgas son una escuela militar en la que los obreros se preparan para la magna lucha que ya se ha hecho inevitable; son mani­ festaciones de destacamentos sueltos de la clase trabaja­ dora que anuncian su incorporación al gran movimiento obrero".7 Los obreros ingleses habían dado ya también ejemplos de formas de lucha más elevadas. De los combates econó­ micos dispersos contra distintos capitalistas, los. obreros pasaron a la lucha contra el Estado burgués, contra el Po­ der colectivo de las clases dominantes. A finales de la década del 30 comenzó el movimiento político de los tra­ bajadores ingleses que se conoce con el nombre de cartis­ mo, cuya historia expone también Engels en su libro. Era el primer "movimiento proletario y revolucionario amplio, verdaderamente de masas y políticamente formado" (Le­ nin) del mundo. Los obreros ingleses luchaban por una carta que contenía las siguientes reivindicaciones políti­ cas : l. Sufragio universal para todos los varones mayores de edad; 2. Elecciones anuales al parlamento ; 3. Remu­ neración de los miembros del parlamento, para que tam­ bién los pobres pudieran aceptar el mandato de diputado ; 4. Elecciones con escrutinio secreto, a fin de eliminar el soborno y las intimidaciones de la burguesía; 5. Circunse

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Marx-Engels, Marx-Engels,

Gesamtausgabe, Erste Abteilung, Bd. 4, Gesamtausgabe, Erste Abteilung, Bd. · 4,

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cripciones electorales iguales, que aseguren paridad en la representación ; 6. Anulación del censo de propiedad para la presentación de candidatos al parlamento, con objeto de que todo elector pueda ser también elegido. La carta, elaborada en un principio bajo la influencia del ala derecha, moderada, del movimiento, no contenía reivindicaciones económicas y sociales de ninguna índole, no era ni siquiera un programa democrático consecuente (en él faltaban la consigna de República, la reivindica­ ción de derecho electoral para las mujeres, etc.) . Pero, al convertirse en programa de las extensas capas del proletariado, amenazaba -como decía Engels- con "'borrar de la faz de la Tierra la Constitución inglesa en unión de la reina y la Cámara de los Lores" .8 Los obreros veían en la Carta un programa para. la conquista del Poder político y el mejoramiento de su si­ tuación económica. En numerosos mítines de los trabaj a­ dores, a la par con la carta, se aprobaron cientos de peti­ ciones de mejoramiento de la situación material del pro­ letariado. El cartista Stephens explicaba la importancia de la Carta, y del movimiento con ella vinculado, como sigue: "El cartismo, amigos míos, no es una cuestión po­ lítica, en la que se trata de conquistar para vosotros el sufragio universal, etc.; el cartismo es un problema de cuchillo y tenedor, la carta significa buena vivienda, buena comida y bebida, buen salario y una jornada de trabajo corta".9 Si al principio se adhirieron al cartismo diversas figu­ ras políticas que trataban de aprovechar el movimiento en interés del ala izquierda de la burguesía, a medida que éste fue creciendo, los compañeros de viaje se iban apar­ tando, y el cartismo aparecía, con creciente nitidez, como movimiento revolucionario del proletariado. "El cartismo -escribía Engels- es una forma con­ centrada de oposición contra la burguesía. En la actividad de los sindica.tos y en las huelgas esa oposición quedaba s o

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Ibid., S. 218.

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siempre desconectada; distintos obreros o grupos de obre­ ros luchaban con distintos burgueses . . . En el cartismo se alza contra la burguesía toda la clase obrera, que ataca, ante todo, el Poder Político de aquélla, el muro de leyes con que se escuda". 10 Su estrecha relación con el movimiento cartista, que, según palabras de Lenin, anticipó genialmente mucho de lo que habría de ser el marxismo, ejerció enorme influen­ cia en Engels. No obstante apreciar altamente el movi­ miento cartista, y a la vez que tomaba parte activa en el mismo, Engels supo advertir también los grandes defec­ tos inherentes a ese movimiento. Engels critica la ide a_ cartista de llevar a cabo la revolución por vía legal, lo que, como él demuestra, es ya de por sí una contradicción, prácticamente irrealizable. Considera que el defecto prin­ cipal de los cartistas radica en que · "su socialismo se en­ cuentra aún en estado embrionario" y las diversas medidas económico-sociales propuestas por los j efes cartistas para eliminar la indigencia, como el reparto de la tierra y su distribución entre los obreros, carecen por completo de sentido ante el desenvolvimiento de la gran industria. Si el movimiento cartista todavía no se había elevado hasta la comprensión de la necesidad de abolir la propie­ dad privada sobre los medios de producción, si él no había escrito aún consignas socialistas en su bandera, de ello eran culpables en buena medida los socialistas ingleses. Robert Owen, el j efe y teórico del socialismo inglés, lo mismo que Saint-Simon y Fourier, los grandes socialistas utopistas franceses, permanecía al margen del movimien­ to obrero de masas y observaba una actitud negativa hacia la lucha p olítica. El mérito indiscutible de Robert Owen consistía en que ponía al desnudo los defectos y la lacras de la sociedad capitalista y manifestaba la mayor solidaridad con los trabajadores frente a sus padecimientos. Robert Owen, antiguo industrial y filántropo, luego socialista, se propuso curar a la sociedad de sus males. Pero, a semej anza del 10

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socialismo de Saint-Simon y de Fourier, el socialismo utó­ pico de. Owen "no podía señalar una salida real. No sabía explicar la naturaleza de la esclavitud asalariada baj o el capitalismo, ni descubrir las leyes de su desarrollo, ni en­ contrar la fuerza social capaz de emprender la creación de una nueva sociedad". 1 1 Los socialistas utopistas no veían en el proletariado más que una masa desvalida y sufriente, que sólo de arri­ ba, de las clases pudientes y de los gobiernos, podía es­ perar su liberación. Robert Owen calculaba que se en­ contrarían personas ricas, que, como él, acudirían en ayuda con sus medios, para realizar el plan de la nueva sociedad, que él había elaborado con todo detalle. Confiaba en que la experiencia de la creación de colonias comunistas, a la que había dado comienzo con la organización de la Nueva Harmonía, en Norteamérica, serviría de modelo que per­ suadiría al género humano de que ése era el camino a seguir. Sin embargo, como cabía esperar, el llamamiento de Owen a las clases pudientes y al gobierno fue una voz que clamó en el desierto. El socialismo de Robert Owen, desvinculado de la lucha práctica de los obreros, •estaba condenado a quedarse en utopía. En el libro La situación de la clase obrera en Ingla­ terra, Engels llega a una conclusión trascendental, a saber : la tarea fundamental y decisiva del proletariado inglés es fundir el socialismo con el cartismo. Demuestra que la lucha política y el movimiento revolucionario de masas de los obreros llevará a éstos al socialismo. De otra parte, para que el socialismo dej e de ser ilusión de utopistas solitarios y se convierta en una fuerza real, ha de consti­ tuir el objetivo de la lucha política de masas de la clase obrera. La misión de unir el socialismo con el movimiento obrero y transformar el socialismo de utópico en cientí­ fico, de ilusión de solitarios impotentes en teoría de una clase numerosa y potente, esa misión histórica de impor­ tancia universal, recayó en Carlos Marx y Federico Engels. u V. I. Lenin, Acerca de algunas particularidades del desarrollo his­ tórico del marxismo, pág. 21, Moscú, ed. en español. ·

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IV UNION CON MARX. E LA B O R A C I O N D E L O S PRI N C I P I O S DEL COMUNISMO CIENTIFICO. LUCHA POR LA CREACION DEL PARTIDO DEL PROLETARIADO ( 1 844-1 848)

A fines de agosto de 1844 Engels abandonó Mánchester. Camino de la patria, se acercó a París y visitó a Carlos Marx, que residía entonces en la capital francesa. La es­ tancia conjunta de diez días en París dio comienzo a la amistad y alianza combativa, jamás vista en la historia, que unió a Marx y a Engels para toda la vida, a la alianza de dos grandes inteligencias que pertrecharon a la clase obrera con la teoría revolucionaria y los principios de la estrategia y la táctica. "Las leyendas de la antigüedad nos demuestran diversos ejemplos de emocionante amistad. El proletariado europeo tiene derecho a decir que su cien­ cia fue creada por dos sabios y luchadores cuyas relaciones mutuas superan a todas las emocionantes leyendas anti­ guas sobre la amistad entre los hombres".1 Marx tenía dos años y medio más que Engéls. Había nacido el 5 de mayo de 1818 en Tréveris, provincia de Re1 V. l. Lenin, Marx-Engels-:Marxismo, plig. 52, Moscú, espatiol.

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1848,

ed.

en

nania (Prusia) , en la que también nació y se crió Engels. Heinrich Marx, padre de Carlos, judío converso al protes­ . tantismo, era abogado . Después de graduarse en el gim­ nasio de Tréveris, M.arx estudió Jurisprudencia en la Uni­ versidad de Bonn, y luego en la de Berlín. Además de los estudios jurídicos, siguió cursos de historia y especialmen­ te de filosofía. En Berlín tomó contacto con el círculo de hegelianos de izquierda (Bruno Bauer y otros) al que más tarde, ya después de haber dejado Marx la capital, llega­ ría el propio Engels . Cuando finalizó los estudios universitarios, en 1841, Marx tenía el propósito de hacerse profesor en Bonn. Mas la política reaccionaria del gobierno prusiano, que había prohibido el ejercicio de la cátedra a Lüdwig Feuerbach y a Bruno Bauer, convenció a Marx de que para él no había sitio en la enseñanza superior. Por aquel entonces los burgueses oposicionistas de Renania fundaron en Co­ lonia la Gaceta del Rin. Conforme Engels escribió des­ pués, las tendencias oposicionistas de la burguesía contra el gobierno eran entonces tan fuertes que, no teniendo a su disposición gente bastante capaz, que pudiera represen­ tarla en la prensa, concertó alianza con los jóvenes hege­ lianos, la corriente filosófica extrema. Marx colaboró al principio, y, des-de el 15 de octubre de 1842, fué redactor de la Gaceta del Rin . A dicho periódico enviaba asimismo sus artículos Engels, primero desde Berlín, y después desde Mánchester. De camino para esta ciudad, Engels visitó la redacción del periódico en noviembre de 1842 ; entonces tuvo lugar en Colonia su primera breve entrevista con Marx. Baj o la dirección de Marx, el periódico fue toman­ do un carácter democrático y revolucionario cada vez más definido . En enero de 1843, el gobierno prusiano adoptó la resolución de clausurar la Gaceta del Rin, el 19 de abril de 1843, y en el tiempo que quedaba, establecer para la misma un régimen de rigurosa censura. En vista de que los accionistas del periódico tenían la intención de darle un tono más moderado, y conseguir así que fuera anulada la resolución gubernamental, Marx declaró, el 17 de marzo de 1843, que dejaba la redacción. 50

Marx tomó la dec iSró�ee abandonar Alemania para editar al otro lado de la frontera un órgano de propa­ ganda revolucionaria y socialista. A fines de octubre de 1843 Marx, casado ya con J enny von Westphalen, se tras­ ladó a París. Allí comenzó a editar, en unión de A. Ruge, la revista Anales Francoalemanes. En la mencionada revista, que apareció en febrero de 1844, se publicaron los dos primeros artículos socialistas de Marx, que, según palabras de Lenin "nos muestran ya al revolucionario que proclama la «crítica despiadada de todo lo existente », y en especial la «crítica de las ar­ mas», apelando a las masas y al proletariado".2 Entre los artículos insertos en la revista figuraban asimismo las Notas críticas d.e Economía política, de En­ gels. Esta obra dio nuevo impulso a los estudios que Marx había iniciado en el dominio de la economía polí­ tica al publicar en la Gaceta del Rin sus artículos sobre la situación de los campesinos. Marx abordó ahora el estudio crítico de la economía política burguesa, incluyen­ do las obras de los economistas clásicos ingleses Adam. Smith y David Ricardo . A la par con ello, estudiaba la historia de la revolución burguesa de fines del siglo xvm en Francia y el socialismo utópico. Cuando Engels se hallaba todavía en Mánchester, sostuvo con Marx corres­ pondencia que, por desgracia, no ha llegado a nosotros. Al producirse la entrevista de Marx y Engels en Pa­ rís, ambos eran ya comunistas y pudieron hacer un examen radical de sus concepciones filosóficas, ya que habían sal­ vado el camino que lleva del idealismo al materialismo. Enorme papel en el tránsito de Marx y Engels al ma­ terialismo desempeñó el filósofo alemán Lüdwig Feuer­ bach. Este demostraba en su libro La esencia del cristia­ nismo que no fue Dios quien creó al hombre, sino el hom­ bre a Dios, a su imagen y semejanza, y que fuera de la na­ turaleza y del hombre no existe n?da. Feuerbach rechazó la idea absoluta de Hégel, que según éste había precedido a la existencia del mundo y constituía la base del desarro1

V. l. Lenin, Carlos Marx, pág. 26, Moscú, ed. en espafiol.

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llo de la naturaleza y de la sociedad. Feuerbach demos­ traba que no es el espíritu, ni la idea, ni el pensamiento los que engendran el ser, sino que, por el contrario, el ser engendra . el pensamiento. A la vez que apreciaban altamente la importancia de la filosofía de Feuerbach, Marx y Engels supieron adoptar una actitud crítica en cuanto a las concepciones de aquél, ver lo restringido del materialismo feuerbachiano, su ca­ rácter pasivo y contemplativo. El filósofo no extendía su materialismo a los fenómenos sociales y permaneció sien­ do idealista en la interpretación del proceso histórico. Marx y Engels fueron más allá, llegando a la conclusión de que el punto de vista materialista hay que aplicarlo consecuentemente al explicar también los fenómenos so­ ciales y en el estudio de la historia de la humanidad. Marx y Engels, a diferencia de Feuerbach, que se había limitado a desechar la dialéctica idealista de Hégel, abor­ daron la reelaboración crítica de ésta. La dia.Iéctica idea­ lista hegeliana estaba invertida, cabeza abajo, pues su autor consideraba todo lo ocurrido en la naturaleza y en la historia como resultado del desenvolvimiento de la idea, del concepto. La tarea consistía en fundar una dia­ léctica nueva, materialista, en unir el materialismo y la dialéctica en una sola concepción, integral, armónica y científica, del mundo. Durante su estancia de diez días en París, Engels pu­ so en claro que Marx y él, por vías diferentes, .habían llegado a las mismas conclusiones. Engels lo refiere del siguiente modo: "Viviendo en Mánchester, me había dado yo de narices con el hecho de que los fenómenos económicos, a los que hasta allí los historiadores no habían dado ninguna im­ portancia, o sólo una importancia muy secundaria, son, p01:. lo menos en el mundo moderno, una fuerza histórica decisiva; vi que esos fenómenos son la base sobre la que nacen los antagonismos de clase actuales y que estos an­ tagonismos de clase, en los países en que se hallan plena­ mente desarrollados gracias a la gran industria, y por tanto, principalmente, en Inglaterra, constituyen a su _5 2

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vez la base para la formación de los partidos políticos, para las luchas de los partidos y, por consiguiente, para toda la historia política. Marx, no sólo había llegado al mismo punto de vista, sino que lo había expuesto ya en los Anales Francoalemanes en 1844, generalizándolo en el sentido de que no es el Estado el que condiciona y regula la sociedad civil, sino ésta la que condiciona y regula el Estado, y de que, por tanto, la política y su historia hay que explicarlas por las relaciones económicas y su des­ arrollo, y no a la inversa. Cuando visité a Marx en París, en el verano de 1844,. se puso de manifiesto nuestro com­ pleto acuerdo en todos los terrenos teóricos, y de allí data nuestra colaboración".ª En su labor conjunta, iniciada durante la breve estan­ cia en París, Marx y Engels echaron las bases de la nueva concepción, revolucionaria y materialista, del mun­ do. Engels pudo escribir únicamente varios capítulos ; lo fundamental de ese gran trabajo lo hizo Marx. Esta obra, que apareció con el título de La sagrada familia o Crítica de la Crítica Crítica. Contra Bruno Bauer y Compa­ ñía, iba enfilada contra los jóvenes hegelianos y ''contra toda la filosofía hegeliana, marchita y viuda". Marx y En­ gels se propusieron en ella la misión de ajustar cuentas con el sector de la intelectualidad alemana que intentaba huir de la política al campo de la "filosofía pura" y que, a semejanza de Bruno Bauer, actuaba en el papel de "j efes filosóficos" incomprendidos, menospreciando a la masa "iletrada y mediocre", "a la turba". Su desprecio "a la turba" esos filósofos anarquizantes lo extendían también al proletariado. Marx y Engels, que habían lle­ gado a la conclusión de que el proletariado es la clase cuya misión histórica consiste en abolir todo género de explotación y opresión, estimaron necesario deslindar los campos con Bruno Bauer y sus correligionarios. En la crítica de las concepciones idealistas de Bruno Bauer y sus adeptos, quienes consideraban que sólo los a C. Marx-F. Engets, Obras Escogidas, en dos tomos, Moscú, 1952, ed. en espafiol.

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t. II,

pág. 319-320,

elegidos hacen la historia, Marx y Engels formulan en La sagrada familia una de las tesis fundamentales del ma­ terialismo histórico, a saber, que no son los héroes, sino las masas populares quienes verdaderamente crean la historia. Prueban que, en la marcha de ésta, masas po­ pulares cada vez más amplias se convierten en artífices conscientes del desarrollo histórico. Remarcando la im­ portancia de esa idea, Lenin la caracterizó como una de las "tesis más profundas y más trascendentales" del ma­ terialismo histórico. En La sagrada familia se anuncia ya, en forma casi acabada, la idea de la histórica misión liberadora que tiene el proletariado. En oposición a los socialistas utópicos, que no veían en el proletariado más que una masa impotente que sufre, Marx y Engels de­ muestran que la clase obrera, en virtud de su propia si­ tuación en la sociedad capitalista, está llamada a realizar la transformación revolucionaria del mundo. La idea de la misión histórica universal del proleta­ riado fue el cimiento de granito sobre el que se erigió el armónico edificio del comunismo científico. "Lo funda­ mental en la doctrina de Marx -dice V. L. Lenin- es el esclarecimiento del papel histórico mundial del proletaria­ do como creador de la sociedad socialista".4 Con este genial descubrimiento, el socialismo se transformaba de utopía en ciencia, se asentaba por primera vez sobre una base real, vinculándose a la suerte de la j oven clase revolucionaria en crecimiento. . A su regreso a Barmen, Engels informó a Marx de que en los años de ausencia Wuppertal había cambiado mu­ chísimo, la industria había hecho enormes progresos y las corrientes oposicionistas abarcaban a nuevas y nuevas capas de la población. " . . . En una palabra, aquí surge un magnífico terreno para nuestros principios, y si logramos incorporar a los ardorosos y montaraces tintoreros y blan­ queadores al movimiento, nuestro Wuppertal aún te dará sorpresas".5 ' V.

I.

Lenin,

Marx-Engels-Marxismo, pág.

72,

Moscú,

1948,

español. 5

Marx-Engels, Gesamtausgabe, Dritte Abteilung, Bd.

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1, s. 2 .

ed.

en

Las mudanzas que Engels advirtiera en Wuppertal se habían operado en otras zonas del país. Conforme sucedió en Inglaterra, las contradicciones de clase iban agraván­ dose a su vez en Alemania. En junio de 1844 se produjo la insurrección de los tejedores de Silesia. Este despertar del proletariado, sus, primeras contiendas con la burguesía, causaron enorme impresión en el país y dieron impulso a la propaganda comunista. Además de su labor para dar cima a La situación de la clase obrera en Inglaterra, Engels desenvolvió al llegar a Barmen una actividad revolucionaria práctica . Recorrió diversas ciudades para establecer contacto con los socia­ listas de la demarcación. Habló en reuniones convocadas con la colaboración de algunos socialistas y demócratas. Engels demostraba en sus discursos que bajo el capitalis­ mo se opera un proceso de enriquecimiento de una peque­ ña minoría y empobrecimiento de la inmensa mayoría, que la consecuencia ineluctable de las relaciones sociales existentes será la revolución social, la que hará surgir una sociedad que tendrá como principio fundamental la comunidad de intereses. Dicha sociedad será ajena' a toda guerra de expoliación y conquista. En el caso de una guerra defensiva, los miembros de esa sociedad "habrán de defender la verdadera patria, el verdadero hogar" y, por consiguiente, "lucharán con entusiasmo, firmeza y valor ante los que se esfumará, como la paja, la instruc­ ción mecánica del ejército moderno".6 Engels enviaba a Marx informaciones entusiastas de esas reuniones, alegrándose por los éxitos de la propagan­ da comunista, y también por la ocasión "de estar ante seres vivos, hombres de verdad, y predicarles directa, fí­ sica y abiertamente" en lugar de "entregarse uno a la maldita escritura en abstracto". Mas la alegría de Engels por los éxitos de la propagan­ da comunista y el contacto directo con las masas estaba · ensombrecida por las tensas relaciones que se habían crea­ do en la familia, agravadas a causa de su actuación coe

Marx-Engels, Gesamtausgabe, Erste Abteilung, Bd. 4, S. 376.

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munista y de su negativa a practicar el "execrable mer­ cantilismo". Engels informó de ello a Ma1'X en su carta del 17 de marzo de 1845. "Mi declaración de que renuncio definitivamente al mercantilismo le ha irritado aún más (al padre de En­ gels. - E. S.) , y mi franca actuación de comunista ha sus­ citado en él verdadero fanatismo burgués . . . Cuando recibo carta la olisquean por los cuatro costados antes de entregármela. Y como ellos saben que todas son de co­ munistas, ponen al hacerlo unos semblantes tan angustia­ dos que le sacan a uno de quicio. Que salgo a la calle, todos con el mismo semblante. Que me quedo en casa y trabaj o en la habitación -claro es, algo referente al comunismo, lo saben perfectamente--, pues el semblante de marras. No puedo comer, ni beber, ni dormir sin que tenga delante el rostro lloroso y lastimero de siempre. Haga lo que haga, permanez ca en casa o salga, hable o calle, lea o escriba, ría o no, mi padre pone la misma cara tristona y pesar osa ". En la primavera de 1845, Engels, que no podía soportar más la p ermanenc ia bajo el techo de la casa paterna, abandona Barmen y marcha a Bruselas, adonde también se h áb ía trasladado entonces Marx, dep ortado de París a requerimiento del gobierno prusiano. Recordando su encuentro con Marx en la capital belga, Engels escribir ía más tarde: "Cuando volvimos a reunir­ nos en Bru selas , en la primavera de 1845, Marx . . . había desarrollado ya, en líneas generales, su teoría materialista de la historia, y nos pusimos a elaborar con detalle y en las más diversas d irecciones la nueva concepción descu­ bierta".7 Marx y Engels expusieron sus nuevas idea s en una ex­ tensa obra que titularon La ideología alemana. Esta no llegó a ver la luz, pues no se encontró editor que aceptara encargarse de su publicación.8 "En visto de esto, entre7 C. Marx-F. Engels, Obras Escogidas en dos tomos, t. II, pág. 320, Moscú, ed. en espafí.ol. 8 La ideología alemana se publicó fntegramente por primera vez, en alemán en 1932, y la versión rusa se editó en 1933.

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gamos el manuscrito a la crítica roe�ora de los ratones -escribió Marx a ese respecto-, m'-iy de buen grado, P ues nuestro objeto princi. pal,, : esclare� er nuestras propias ideas, estaba ya consegmdo .9 A la vez que las opiniones de los 3ovenes hegelianos (Bauer, Schtirner ) , Marx Y Engels s �metieron a crítica en esa obra la filosofía de Hégel Y la �ilosofía idealista en general. Haciendo justicia a los mé r-.itos de Feuerbach, Marx y Engels desc?-?ren los d�fe�ts del materialismo feuerbachiano, m etafis1co Y re.strmg1d�, pasivo y contem­ plativ o. Se dedi ca g�a� esp�c 10 a de��nmasca�ar el sedi­ ciente "verdadero soc 1ahsmo !. tendenc1� pequeno-burguesa cuyos representantes (K. Grun Y otro s) se manifestaban contra el "incivil comunismo" Y la lu c ha de clases, reem­ plazando el movimiento histórico real de la clase obrera por la prédica clerical del amor, de la fraternidad, la j us­ ticia, etc. Esa prédica sentimental de . �ilisteos era peligro­ sa porque le dificultaba al p�ol�tari l:\ do la comprensión de las irreconciliables c ontrad 1cc 1ones que existen entre él y la burguesía. Los "verdad�r.os �ocialistas" se pro­ nunciaron también contra la participación en la lacha por la democr acia, lo que era sobre todo no�ivo en la Alemania prerrevolucionaria, cuando se desenvolvía la lucha contra la monarquía y las relaciones feudale.�. En La ideología alemana se forml..llan en sus rasgos esenciales los principios básicos del Il{aterialismo históri­ co, magno descubrimiento, h;ch.o por IVtarx, que constituía un viraj e radical, una autentica rev �lución en toda la comprensión de la historia universal . Dicho descubri­ miento transformó la historia en vercl adera ciencia. An­ teriorm ente prevalecía la noción de qu.e la causa de todas las vicisitudes que ocurren en la histo :t-ia hay que buscar­ la en el cambio de las ideas, de las, � oncepciones filosó­ ficas, religiosas y políticas. Per.o ¿que es lo que engendra en las personas unas u otras ideas, Y cuál es el motivo de que cambien las opini ones? Nadi � podía dar contes, e C. Marx-F. Engels, Obras Escogidas, en d1:1 s tomos, t. I pág. Moscú, 1952, ed. en español.

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334,

·� tación a esta pregunta. Marx demostró que las condiciones de vida material de la sociedad, el modo de producción de los bienes materiales, constituyen la base del proceso histórico. Por consiguiente, las causas esenciales de los cambios históricos y de las revoluciones sociales hay que buscarlas no en las ideas, teorías y concepciones políticas abstractas, sino en las condiciones de vida material de la sociedad, en el ser social, del cual son un reflejo las ideas, teorías y opiniones políticas. Aquí aparece anunciada, por primera vez, la idea del cambio objetivo, sujeto a leyes, históricamente condicio­ nado, de las formaciones económico-sociales. El desarrollo de las fuerzas productivas determina que un régimen social sea sustituído por otro, por ej emplo. el feudalismo por el capitalismo. El tránsito de una formación económi­ co-social a otra no se efectúa automáticamente, sin la participación del hombre. Las contradicciones antagónicas internas, inherentes a toda sociedad de clases, tienen su expresión en la lucha de clases, que lleva a la revolución y al cambio de régimen social. A diferencia de las ante­ riores doctrinas históricas, que sólo a las personas emi­ nentes atribuían la función creadora en la historia, Marx y Engels demostraron que los verdaderos artífices de la historia son las masas populares y que la lucha de clases es la fuerza motriz del proceso histórico. En La ideología alemana figuran expuestas varias te­ sis iniciales de la Economía política marxista. Basándose en el análisis de las regularidades del desarrollo capitalista, Marx y Engels prueban la inevitabilidad de la · caída del capitalismo y fundamentan teóricamente la necesidad de la revolución socialista. Para acabar con la sociedad ca­ pitalista -dicen-, el proletariado, como toda clase que aspire a dominar, ha de conquistar ante todo el Poder político. Este principio contiene ya el germen de la doc­ trina marxista de la dictadura del proletariado. La obra señala tambi.én algunos rasgos de la futura sociedad co­ munista. El comunismo no era para Marx y Engels una ilusión quimérica sobre un hermoso futuro --como sucedía con �

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los socialistas utopistas-, sino una finalidad obj etivamen­ te necesaria, históricamente condicionada, que se consigue con el auxilio de medios revolucionarios prácticos. Al criticar el materialismo pasivo y contemplativo de Feuer­ bach, hacían resaltar con todo vigor la unidad indisoluble de la teoría revolucionaria y de la práctica revolucionaria, y la eficaz acción transformadora de la teoría de van­ guardia. Dicha idea está expresada con suma claridad y concisión en las célebres tesis de Marx sobre Feuerbach, escritas en 1845 : "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo , pero de lo que se trata es de transformarlo".1º La ideología alemana fue una etapa importante en la formación de los principios teóricos y filosóficos del comunismo científico, de los principios del materialismo dialéctico y del materialismo históriCo. Marx y Engels, que, en opos1c1on a la filosofía de Feuerbach, habían subrayado el carácter activo y revolu­ cionario de su doctrina, no podían limitarse a fundamen­ tar científicamente sus concepciones y exponérselas al mundo docto. Había que unir el socialismo científico con el movimiento obrero revolucionario, vincularlos en un todo único, integrarlos en un solo organismo. La necesidad de unir el socialismo con el movimiento obrero . la había señalado Engels en La situación de la clase obrera en Inglaterra. Marx ya había hecho resaltar tam­ bién esa tarea en su artículo Contribución a la crítica de la Filosofía del Derecho hegeliana. Introducción (1844) , al escribir: "El arma de la crítica no puede sustituir, na­ turalmente, a la crítica de las armas, la fuerza material ha de ser abatida a su vez por la fuerza material; pero también fa teoría se convierte en fuerza material tan pron­ to como prende en las masas". "Al igual que la filosofía encuentra en el proletariado io C. Mar.x-F. Engels, Obra:s Escogidas, en dos tomos, t. II, pllg. 378, Moscú, 1952, ed. en español.

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su arma material� el proletariado encuentra en la filoso­ fía su arma espiritual . " 1 1 Los fundadores del marxismo, que veían en su doctri­ na el instrumento para la transformación revolucionaria del mundo y habían subrayado la unidad indisoluble de la teoría y la práctica revolucionarias, paralelamente a la fundamentación científica de sus opiniones acometieron la lucha para unir el socialismo con el movimiento obrero y crear el partido del proletariado. Cuando Marx y Engels dieron los primeros pasos para crear el partido obrero tenían ya vínculos considerables con la intelectualidad y el proletariado organizado de di­ versos países. En aquella época dominaban en el movimiento socia­ lista distintas corrientes del socialismo utópico. Así, entre los obreros y artesanos alemanes había un movimiento socialista que surgió como ramificación del comunismo utópico francés. En París existía en 1834 la Unión de los réprobos, organizada por los emigrados alemanes, de la que se destacaron en 1836 los elementos izquierdistas y formaron la llamada Unión de los justos, integrada esen­ cialmente por artesanos. Esta se hallaba en estrecha liga­ zón con la sociedad Las estaciones del año, dirigida por el revolucionario francés Blanqui. Después del alzamiento fracasado de los blanquistas en 1839, algunos afiliados a la Unión de los justos fueron detenidos y expulsados de Francia. Con tres de ellos· -Karl Schapper, Heinricb Bauer y Joseph Moll- Engels entabló conocimiento en Londres en 1843 ; reanudó después sus relaciones con los mismos en 1845, durante el viaje de seis semanas por In­ glaterra con Marx . A manos de aquéllos pasó la dirección de la Sociedad Instructiva dé los Obreros Alemanes, crea­ da en Londres en 1840. En dicha capital se fundaron ade­ más varias comunidades de la Unión de los justos como fas que existían en París, en Suiza y en Alemania. Al hacerse Londres centro del movimiento, la Unión tomó .

.

·

u

Marx-Engels,

Halbband,

S.

Gesamtausgabe,

620.

62

Erste

Abteilung,

Bd.

1,

Erster

Federico Engel$ (años 40)

caracter internacional. Entraron en ella -junto a los alemanes- escandinavos, holandeses, húngaros, checos y gente de otras nacionalidades. Gozaban de gran influencia en ella las ideas comunistas del sastre alemán Wilhelm Weitling. Estas se diferencia­ ban del socialismo utópico y pacífico de Saint-Simon, Fourier y Owen por cuanto Weitling aceptaba el camino de la lucha violenta y la revolución social. Así y todo, su comunismo no dejaba de ser utópico, pues Weitling no tenía una idea acertada de la futura sociedad, ni de las .vías para el tránsito a la misma, ni de la fuerza social que podía realizar ese tránsito. Pese al carácter utópico del comunismo de Weitling y a la forma religiosa, cristia­ na, de que aparecía revestido, hubo tiempo en que des­ empeñó marcado papel en la historia del movimiento obrero alemán, "como primer atisbo teórico independiente del proletariado alemán" (Engels) . Habiéndose propuesto la misión de organizar el partido del proletariado, Marx y Engels no podían desestimar que ya existía entre los obreros alemanes un movimiento co­ munista, pese a su poca madurez y a todas suiJ faltas y debilidades. Por eso trataron de establecer contacto con las comunidades de la Unión de los justos, ayudar a sus miembros a superar las concepciones utópicas y asimilar la doctrina científica del proletariado. En unión de sus amigos y partidarios, entre los que pronto llegó a ser el más cercano Wilhelm Wolf, Marx y Engels emprendieron la creación en Bruselas de un centro organizador, que habría de mantener relaciones con las organizaciones comunistas de los obreros alemanes, dispersas por Alemania, Inglaterra, Francia y Suiza, y también con el movimiento obrero revolucionario de otros países. El Comité comunista de relaciones de Bruselas, creado por Marx y Engels, entabló correspondencia con los repre­ sentantes del movimiento obrero y socialista de diferentes países. A mediados de 1846 el citado comité había conseguido establecer relaciones con la Unión de los j ustos y la So•

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el.edad Instruct1.va CÍ.e Íos Obreros Alemanes de Londres, con los cartistas ingleses, con las comunidades alemanas de dicha Unión en París y con distintos grupos comunistas de Alemania (en Wuppertal, Colonia, Silesia, Alemania septentrional, etc.) . Ya en aquella época se planteó el problema de convo­ car un congreso comunista internacional. Sin embargo, el Comité de Bruselas consideraba que aún no había ter­ minado el período de acumulación de fuerzas y que la convocatoria del congreso era prematura. Marx y Engels veían que a la convocatoria del congreso, que echaría las bases del partido obrero, debía preceder una enorme labor preparatoria: no sólo había que unificar los grupos comunistas dispersos de los obreros alemanes y establecer vínculos más estrechos con las organizaciones del proleta­ riado i nglés y francés, había que lograr asimismo claridad de principios en el movimiento comunista. . La nu �va teoría revolucionaria de Marx y Engels iba formándose y abriéndose camino hacia las masas obreras en la lucha contra la ideología burgu esa y pequeñobur­ guesa. Uno de los obstáculos con que trop ezaba la difusión de la nueva concepción revolucionaria del mundo entre las masas obreras era el comunismo de Weitling, limitado, sectario, opuesto a la lucha política y torpemente iguali­ tario. Weitling, que se había enemistado con los miembros londinenses de la Unión de los justos, se trasladó en aquel entonces a Bruselas. Marx y Engels hicieron no pocos esfuerzos para atraerlo a su lado. Mas él continuó obsti­ nado en sus opiniones, imaginándose gran hombre, al que perseguían enemigos ocultos, rivales y envidiosos. En la sesión celebrada por el Comité de Bruselas el 30 de marzo de 1846, Marx se vio obligado a pronunciarse enér­ gicamente contra el comunismo weitlinista y el "verda­ dero socialismo" y reclamar la depuración del partido. Poco después, el Comité de Bruselas informaba a las organizaciones comunistas con las que mantenía relacio­ nes de su ruptura definitiva con Weitling. En diversas circulares, impresas unas, otras litografia.

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das, Marx y Engels hicieron una crítica despiadada de la mezcla de socialismo utópico y filosofía alemana que cons­ titufa entonces la doctrina de la Unión de los justos. De todas ellas no ha llegado hasta nosotros más que la circu­ lar dirigida contra el redactor del periódico alemán Volkstribun (El Tribuno del Pueblo) de Nueva York, Herman Kriege, representante típico del "verdadero so­ cialismo". · En la sesión del Comité de Bruselas celebrada el 11 de mayo de 1846 se aprobó una resolución señalando que las opiniones de Kriege no eran comunistas y al pre­ sentarse su autor como representante del comunismo ale­ mán no hacía sino comprometer el movimiento comunista. Al enviar dicha resolución a las comunidades y grupos comunistas con los que mantenía relaciones, el Comité de Bruselas remitió con ella una carta circular que había sido escrita por Marx y Engels. En ésta se demostraba la necesidad de deslindar resueltamente los campos con los elementos pequeñoburgueses · como Herman Kriege, . que desmoralizaban el movimiento comunista y el partido obrero. Marx y Engels hacen una crítica demoledora de · las filantrópicas quimeras y fantasías que predica\>a Krie­ ge bajo la apariencia de "comunismo", así como también de sus ideas pequeñoburguesas y utópicas en cuanto al problema. agrario. Las influencias pequeñoburguesas eran muy fuertes todavía en diversas organizaciones de la Unión, en parti­ cular en París. En vista de ello, el Comité de Bruselas consideró necesario mandar a Engels, en agosto de 1846, a la capital francesa. A su llegada a la urbe Engels se puso en contacto con las comunidades de la Unión de los justos, "en las que reina -según palabras del mismo­ una confusión sin límites". Figuraban en ella todavía algunos adeptos de Weitling, y hacían su labor partidarios del "verdadero socialismo" como Karl Grün, que atiborra­ ba las cabezas de sus oyentes de frases vagas sobre el amor y la humanidad; y con las ideas de Proudhon, re­ formador pequeñoburgués francés cuyas concepciones no tardarían en ser criticadas por Marx en su obra Miseria de la Filosofía (1847) En el espíritu de Proudhon, Grün . .

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propagaba un plan de organización de sociedades obreras que deberían asumir la creación de talleres con los me­ dios de los trabajadores, dejando así sin mano de obra a los fabricantes. Informándole de este plan asombroso para "comprar toda Francia" con los ahorros de los obreros, Engels escribía a Marx : "Es una pura vergüenza tener que impugnar en serio semejante absurdo. Pero hay que armarse de paciencia, y yo no dejaré tranquilo a este público hasta que no haya batido a Grün en toda la línea, mientras no depure sus entorpecidos cerebros . " 12 .. Engels intervino en numerosas reuniones de las co­ munidades, en las que hizo una dura crítica del plan Grün­ Proudhon, poniendo al desnudo su carácter antiproletario, anticomunista y pequeñoburgués. Durante la discusión en una de ellas, Engels sugirió poner a votación la pregunta: ¿ tiene carácter comunista esta reunión? Y definió así los designios de los comunistas: "1) defender los intereses de los proletarios frente a los intereses del burgués; 2) ponerlo en práctica mediante la abolición de la propiedad privada y su sustitución por la comunidad de bienes; 3) no reconocer ningún otro medio de llevar a cabo esos fines más que la revolución democrática violenta".13 Después de borrascosos debates, la reunión, en su in­ mensa mayoría, se pronunció por la definición de Engels, y se declaró, en virtud de ello, comunista, apartándose resueltamente del proudhonismo y del "verdadero socia­ lismo". Acerca de esta lucha de Engels por los principios del comunismo, Lenin escribía en 1913: "De este modo, hace 67 años, en París fueron colocados los c\mientos del Par­ tido Obrero Socialdemócrata de Alemania".1' Progresos análogos tenían asimismo lugar en otras co­ munidades de la Unión de los justos, que como resultado de la lucha de Marx y Engels se iba depurando de los 12

13

Marx-Engets,

Ibid., S. 28.

Ausgewihlte Briefe,

S. 26, Berlín, 1953.

1' V. I. Lenin, Marx-Engels-Marxismo, pég. 62, Moscú, 1948, ed. en espafiol.

68

,

"teóricos" pequeñoburgueses, extraños a ella, y sus miem­ bros se inclinaban cada vez más a las ideas que propaga­ ban Marx y Engels. Consecuencia natural de toda esa lucha de los funda­ dores del marxismo en pro del partido obrero fue que Joseph Moll, delegado del Comité londinense de la Unión de los justos, se presentara en los comienzos de 1847, pri­ mero a Marx, en Bruselas, y luego a Engels, en París, proponiéndoles que ingresaran oficialmente en la Unión. Moll declaró que él y sus camaradas se habían convencido de cuán j ustas eran las ideas de Marx y Engels y les ro­ gaban exponer sus· concepciones en forma de manifiesto, que se discutiría como programa oficial de la Unión en el congreso que ésta iba a celebrar en Londres. Pidió asimismo ayuda para dotarla de una nueva organización que sustituyera a las formas ya anticuadas. Marx y En­ gels dieron su asentimiento. A principios de junio de 1847 se celebró en Londres el congreso de la Unión. Marx no pudo ir, debido a las dificultades pecuniarias; Engels asistió en representación de las comunidades parisinas, y Wilhelm Wolff representó a las de Bruselas. En el congreso, la Unión de los justos adoptó el nom­ bre de Liga de los comunistas, y fue reorganizada a base de los nuevos estatutos, cuyo primer párrafo, redactado por Engels, rezaba : "La finalidad de la Liga es el derro­ camiento de la burguesía, la dominación del proletariado, la supresión de la vieja sociedad burguesa, basada en los antagonismos de clase, y la creación de una nueva socie­ dad, sin clases y sin propiedad privada" .1 5 El lugar de la antigua consigna de la Unión: "Todos los hombres somos hermanos", lo ocupó la nueva con­ signa, proclamada 'por Marx y Engels: " ¡Proletarios de todos los países, uníos ! ". Esta encarna el principio del internacionalismo proletario y· se ha convertido a partir 115 C. Marx-F. Engels, Obras Escogidas en dos tomos, t. II, pág. Moscú, 1952, ed. en españ.ol.

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323,

de entonces en lema combativo de los proletarios en su lucha contra la esclavitud capitalista. Los estatutos aprobados por el congreso fueron en­ viados a las comunidades para su discusión, y tenían que ser ratificados definitivamente, a la vez que el nuevo programa comunista, en el segundo congreso de la Liga de los Comunistas. Con "posterioridad al congreso se organizó también en Bruselas la comuna de la Liga de los Comunistas, siendo elegido Marx presidente de la misma y del comité depar­ tamental. Marx y Engels organizaron además en Bruselas la Sociedad Ob1·era Alemana, cuya dirección correspondía a la comuna local de la Liga. En este período tenían a su cargo la Gaceta Alemana de Bruselas (Deutsche-Brüsse­ ler-Zeitung), que servía de tribuna para la propaganda de sus ideas. Marx y Engels señalaban en los artículos que la revolución se aproximaba en varios países de Euro­ pa, y fijaban la estrategia y la táctica del proletariado en la misma. Se pronunciaban tanto contra el coqueteo de los partidos feudales y reaccionarios con el proletariado, como contra los intentos de la burguesía de convertir al proletariado en su apéndice y hacer de él un instrumento dócil en la lucha contra la monarquía autocrática. Lla­ mando a los obreros a tomar la parte más activa en los próximo$ combates revolucionarios, Marx y Engels re­ marcaban que la revolución burguesa no es el obj etivo final de la lucha del proletariado y que una vez consegui­ da la victoria de dicha revolución, la clase obrera debe emprender la lucha por la revolución socialista. Engels colaboraba además en The N orthern Star, por­ tavoz de los cartistas, y en el periódico democrático francés La Réforme. A la vez que organizaban en Bruselas la comuna de la Liga de los Comunistas y la Sociedad Obrera Alemana, Marx y Engels tomaron también parte en la creación de una organización más amplia, la Asociación Democrática, estableciendo a través de ella una alianza peculiar con los demócratas de Bruselas y los demócratas emigrados 70

de otros países. Ya durante su viaj e a Inglaterra en 184D habían emprendido pasos para fundar, en unión de 101 cartistas y los revolucionarios emigrados de otros pa(1ea, la sociedad internacional Demócratas Hermanados. Loa fundadores del marxismo consideraban como un deber del proletariado apoyar todo movimiento progresista y de­ mocrático. A mediados de octubre de 1847, Engels marchó de nuevo a París. Había que realizar una gran labor prepa­ ratoria con vistas al segundo congreso de la Liga de los Comunistas, en el que debería discutirse el programa. El Comité londinense envió a las comunas de la Liga, para su discusión, el proyecto de programa elaborado · por Schapper y Moll. Según costumbre, entonces muy difun­ dida al elaborar documentos programáticos dirigidos a los , trabajadores, llamaron al programa "Símbolo de fe", "Catecismo". Dicho proyecto fue puesto a discusión en las comunas parisinas, con las modificaciones introducidas por M. Gues­ de. No obstante, Engels hizo una crítica tan demoledora del mismo que al final de la sesión se le propuso que redactara un nuevo proyecto. En la última década de noviembre, Engels comunicó a· Marx que había esbozado el proyecto de programa y sugería que, en lugar de "Catecismo", se llamara Mani­ fiesto Comunista. "Piensa en el "Símbolo de fe" -decía Engels-. Estimo que lo mejor sería desechar la forma de catecismo y denominarlo Manifiesto Comunista. Pues en él habrá que esclarecer en una u otra medida la histo- . ria del problema, para lo que la forma actual es comple­ tamente inadecuada. Yo llevaré el proyecto que tengo hecho. Está escrito en forma narrativa, sencilla, pero re­ dactado de prisa y terriblemente mal. Empiezo explicando lo que es el comunismo, y luego paso directamente al proletariado: la historia de su origen, en qué se diferencia de los antiguos trabajadores, el desarrollo del antagonismo entre el proletariado y la burguesía, las crisis, y conclu­ siones. Paralelamente, diversas cosas secundarias, y al 71

final, la política de partido de los comunistas, en cuanto se puede hablar abiertamente de ello".1 6 Así pues, Engels trazó el primer proyecto de Mani­ fiesto Comunista, que se conoce con el título de Principios

de Comunismo.

Uno de los problemas que aclaraba este trabaj o de Engels era el concerniente a la p osibilidad del triunfo de la revolución socialista en un solo país. Basándose en las condiciones inherentes al capitalismo premonopolista, En­ gels llegó a la conclusión de que la revolución socialista no podía triunfar en un país solo y que ella se produciría simultáneamente en todos los países civilizados. Desarro­ llando el marxismo en las nuevas condiciones históricas, V. I. Lenin, sirviéndose de la ley del desarrollo económico y político desigual, a saltos, del capitalismo en su estadio imperialista, p or él descubierta, reexaminó la fórmula ya anticuada de Engels, y llegó a la co nclusión de que, en las condiciones del imperialismo, es posible que el socia­ lismo triunfe en varios países o en un solo país incluso, siendo imposible el triunfo simultáneo de la revolución socialista en todos o en la mayoría de los países. El segundo congreso de la Liga de los Comunistas se celebró en los meses de noviembre y dici embre de 1847 en Londres. Engels asistió a él como representante de las comunas parisinas, y Marx en nombre de la comuna de Bruselas. Después de largos y borrascosos debates, en los que Marx y Engels defendieron la nueva doctrina, fueron apro­ bados unánimemente los principios que ellos propugnaban y se les encargó de que redactaran el manifiesto.

Marx y Engels aprovecharon su estancia en Londres para ampliar las relaciones con los obreros comunistas y con los demócratas de düerentes países. Asistieron al mi­ tin democrático internacional que se celebró en conme­ moración de la insurrección p olaca de 1830. En sus dis­ cursos, Marx y Engels fijaron las líneas generales de la política del proletariado en el problema nacional. Así, 16

Marx-Engels,

Ausgewahlte Briefe, S . 55-56, Berlin, 1953.

72

Engels en su intervención formuló una tesis que ha llegado a ser principio rector del proletariado en la cuestión na­ cional: "No puede ser libre la nación que al mismo tiempo oprime a otras naciones". 1 7 A mediados de diciembre de 1847, Marx y Engels re­ gresaron de Londres a Bruselas. Engels volvió a marchar poco después a París, y Marx se entregó a la redacción definitiva del programa de la Liga de los Comunistas. En febrero de 1848 apareció en Londres el Manifiesto del Partido Comunista. Este documento programático del comunismo científico había de hacerse posteriormente �onforme escribió Engels- la obra más difundida y más internacional de toda la literatura socialista, el pro­ grama común de muchos millones de obreros de todos los países desde Siberia hasta California. El Manifiesto del Partido Comunista dio por primera vez, con suma concisión y nitidez, una exposición del co­ munismo científico, de la teoría revolucionaria del prole­ tariado. "Esta obra expone, con claridad y brillantez ge­ niales, la nueva concepción del mundo, el materialismo consecuente aplicado también al campo de la vid¡. social, la dialéctica como la más completa y profunda doctrina del desarrollo, la teoría de la lucha de clases y del papel re­ volucionario histórico mundial del proletariado como crea­ dor de una sociedad nueva, de la sociedad comunista". 1 8 Su contenido está dedicado íntegramente a fundamen­ tar científicamente la inevitabilidad histórica de la caída del capitalismo y su sustitución -como resultado de la revolución proletaria y el establecimiento del dominio político del proletariado- por una nueva sociedad, por una sociedad sin clases. Los fundadores del marxismo demuestran en el Ma­ nifiesto que toda la historia de la humanidad (desde la dis­ gregación del régimen comunal primitivo) ha sido la historia de la lucha de clases entre los explotadores y los explotados, entre las clases dominan.tes y las oprimidas. 17 V. l. Lenin, Carlos Marx, págs. 26-27, Moscú, 1953, ed. en español. is Marx-Engels, Gesamtausgabe, Erste Abteilung, Bd. 6, S. 361.

73

La sociedad capitalista, que ha venido a sustituir al feu­ dalismo, no ha hecho más que poner a nuevas clases en el lugar de las viejas, ha reforzado las contradicciones de clases y las ha agravado. En oposición a los ideólogos burgueses, que propagan la teoría del Estado "por encima de las clases", los fundadores del marxismo demuestran en el Manifiesto que el Poder estatal, en la sociedad capi­ talista, no es sino "una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa". Marx y Engels mostraron en el Manifiesto Comunista que la propiedad privada sobre los medios de producción se convierte en cadenas que frenan el desarrollo de las fuerzas productivas. Se agrava cada vez más la contra­ dicción fundamental del capitalismo : el antagonismo en­ tre el carácter social de la producción y el método capita­ lista de apropiación privada de los bienes producidos. Las contradicciones del capitalismo se revelan con gran fuerza en las crisis que estremecen periódicamente la sociedad capitalista. La burguesía trata de superarlas mediante la destrucción de los productos creados por las manos de los trabajadores, y recurriendo a la conquista de nuevos mer­ cados, mediante guerras de rapiña, que acarrean infinitas calamidades al género humano. Pero con todas esas me­ didas -se dice en el Manifiesto- la burguesía no hace más que preparar crisis aún más destructoras en el por­ · venir. La burguesía, que defiende la propiedad privada sobre los medios de producción, de clase progresista que fue en otro tiempo, se convierte en clase cada vez más reaccionaria que frena el avance de la sociedad hacia un régimen superior, hacia el comunismo. Los fundadores del marxismo señalaron en el Mani­ fiesto el camino para que la humanidad trabaj adora se liberara radicalmente de las infinitas calamidades y su­ frimientos que lleva consigo el capitalismo. Ese camino es : la revolución socialista y la conquista del Poder políti­ co por el proletariado. El capitalismo crea en la marcha de su desarrollo las premisas materiales para la futura sociedad comunista, y engendra, con el proletariado, a la clase que habrá de

74

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Portada de la primera edici.ón del "Manifiesto del Partido Comunista"

sepultar al capitalismo y organizar la nueva sociedad. El proletariado, clase consecuentemente revolucionaria, no puede liberarse sin liberar al mismo tiempo a la huma­ nidad entera de toda explotación y opresión. "La burguesía produce, ante todo, sus propios sepultu­ reros. Su hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente inevitables".19 En el Manifiesto se enuncia la tesis del papel dirigente del Partido Comunista como condición para el éxito de la lucha y la victoria del proletariado. Los comunistas -aclaran Marx y Engels- son la parte más resuelta y avanzada de la clase obrera; tienen, sobre los demás tra­ bajadores, la ventaj a de que están pertrechados con la teoría revolucionaria que les permite comprender las condiciones, la marcha y los resultados generales del mo­ vimiento obrero. Los comunistas defienden los intereses generales de los obreros, independientemente de su nacio­ nalidad. Son los paladines del internacionalismo prole­ tario consecuente. En todas las etapas de la lucha de la clase obrera, los comunistas parten siempre de los intereses generales y cardinales del proletariado, de la mil;ión de acabar con toda explotación y opresión. Esos esbozos de partido del proletariado que contiene el Manüiesto fue­ ron desarrollados más tarde por V. I. Lenin en la teoría armónica del partido del proletariado, como arma funda­ mental de la clase obrera en su lucha por el socialismo y el comunismo. Desenmascarando la difamación y la mentira que la burguesía propalaba acerca de las opiniones y designios de los comunistas, los fundadores del marxismo enuncian así en el Manifiesto los verdaderos objetivos del partido del proletariado : derrocamiento del dominio de la bur­ guesía y conquista del Poder político por el proletariado. "El proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el ·

1a Marx-Engels, Manifiesto 1953, ed. en español.

del Partido

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Comunista, pág. 53, Moscú,

capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas produc­ tivas".2º Esa tesis formula una de las ideas más notables del marxismo en cuanto al Estado. " «El Estado, es decir, el proletariado organizado como clase dominante» -dij o V. I. Lenin- y eso es precisamente la dictadura del prole­ tariado" .121 La teoría de la dictadura del proletariado es lo principal en el marxismo. El Manifiesto Comunista contiene una profunda argu­ mentación teórica del princip io del internacionalismo pro­ letario, procl amad o por Marx y Engels La dominación del proletariado, demuestran ellos, pondrá fin a la opresión nacional y librará a la humanidad de las guerras expoliado­ ras y de conquista. .

"En la misma medida en que sea abolida la explotación de un individuo por otro, ser á abolida l a explotación de una nación por otra.

Al mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de las naciones, desaparecerá la hostilidad de las naciones entre sí". La fuerza de la previsión científica de los fundadores del marxismo se reveló con brtllantez al trazar éstos en dicho documento los contornos generales de la futura so­ ciedad comunista y demostrar la inmensa superioridad del régimen social que creará el proletariado. Marx y En­ gels señalaron que en la sociedad comunista no habrá obs­ táculos de ningún género, y por consiguiente, tampoco lí­ mite alguno, para el desarrollo de las fuerzas productivas. En oposición a la sociedad capitalista, donde reina el prin­ cipio "el que trabaja no adquiere · nada, y el que adquiere '° Marx-Engets, Manifiesto del Partido Comunista, pA¡. 64, Moscú, 1953, ed. en espafiol. n V. I. Lenin, El Estado y la Revolución, p6¡. 31, Moscú, ed. en espafl.ol.

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no trabaja", el trabaj o será en la sociedad comunista un medio de enriquecer y facilitar la vida de los trabajadores. Al formular el programa de los comunistas, Marx y Engels hacen una crítica amplia de las diversas corrientes socialistas que existían en aquel entonces y que eran im­ pedimento para la difusión de las ideas del comunismo científico entre los obreros y para la creación del partido del proletariado. Aclaran lo erróneo y perjudicial de esas teorías y ponen al desnudo sus raíces de clase. El análisis que en el Manifiesto Comunista se hace de la literatura socialista y comunista muestra que el comunismo cientí­ fico -la doctrina revolucionaria del proletariado- es la única doctrina socialista a la que pertenece el porvenir. El Manifiesto del Partido Comunista no sólo contiene la fundamentación científica del programa, señala además las bases teóricas de la táctica del partido obrero. El prin­ cipio esencial de la misma se enuncia como sigue: "Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero, al mismo tiempo, de­ fienden también; dentro del movimiento actual, el porve­ nir de este movimiento". O sea, cualesquiera que sean las etapas de la lucha del proletariado, los comuxl'stas no deben perder de vista ni un solo instante la misión cardi­ nal de la clase obrera: la abolición de la esclavitud asala­ riada. Los fundadores del marxismo enseñan a los comunistas a que apoyen todo movimiento progresista y revoluciona­ rio que vaya dirigido contra el régimen político y social reaccionario. Al caracterizar la actitud de los comunistas ante los diferentes partidos de oposición en los distintos países, Marx y Engels se detienen con especial minuciosi­ dad en Alemania, donde madura la revolución democrá­ tico-burguesa. El Manifiesto plantea ante la clase obrera de Alemania y su partido la tarea de luchar por vía revo­ lucionaria contra la monarquía autocrática y la propiedad agraria feudq.l. En esa etapa el proletariado lucha en unión de la burguesía, en tanto ella actúa como fuerza revolu­ cionaria contra el absolutismo y el feudalismo. Al mismo tiempo el partido del proletariado debe formar en los obre-

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ros clara conciencia de la oposición de intereses que existe entre el proletariado y la burguesía, ya que después de la caída de las clases reaccionarias y de la subida al Po­ der de la burguesía habrá de desencadenarse la lucha del proletariado contra la propia burguesía. El Manifiesto del Partido Comunista termina con un franco y orgulloso llamamiento a la revolución proleta­ ria : "Las clases dominantes pueden temblar ante una Re­ volución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un m�do a ganar. ¡Proletarios de todos los países,

uníos!".�

Esa obra inmortal de Marx y Engels rebosa elevada inspiración creadora y vigorosa pasión revolucionaria. El Manifiesto no fue sólo la generalización de toda la obra precedente de Marx y Engels, sino también un nuevo avan­ ce gigantesco en la elaboración del comunismo científi­ co, del marxismo. Engels subrayó repetidas veces que la teoría científica rev9lucionaria del proletariado -el mayor descubrimiento del siglo x1x- había sido ante todo, la obra de Marx y, por tanto, era justo que llevara su nombre. Así, pues, en las postrimerías de su vida, Engels escribía ¿n s,u trabaj o Lüdwig Feuerb ac h y el fin d e la Fi1 oso1ia c lasica a1emana- acerca de1 pape 1 de Marx y de su labor en la creación del comunismo científico : .

"Que antes y durante los cuarenta años de mi cola­ boración con Marx tuve una cierta parte independiente en la fundamentación, y sobre todo en la elaboración de la teoría, es cosa que ni yo mismo puedo negar. Pero la parte más considerable de las principales ideas direc­ trices, particularmente en el terreno económico e histó­ rico, y en especial su formulación nítida y definitiva, corresponden a Marx. Lo que yo aporté -si se excep­ túa, todo lo más, un par de especialidades- pudo haber­ lo aportado también Marx aun sin mí. En cambio, yo 2• Marx-Engets, Manifiesto del Partido 1953, ed. en espafíol.

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Comunista,

pág.

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Moscú:,



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no hubiera conseguido j amás lo que Marx alcanzó. Mnrx tenía más talla, veía más lej os, atalayaba más y con mayor rapidez que todos nosotros j untos. Marx era un genio; los demás, a lo sumo, hombres de talento. Sin él, la teoría no sería hoy, ni con mucho, lo que es. Por eso ostenta legítimamente su nombre".23 La aparición del comunismo científico no fue resul­ tado del descubrimiento casual de un genio. Fue la con­ secuencia necesaria de la lucha de dos clases que habían surgido históricamente: el proletariado y la burguesía . La doctrina de Marx no hubiera visto la luz, de no ha­ berse formado el proletariado, la nueva clase revolu­ cionaria, de no haber avanzado a primer plano en la historia de los países más desarrollados de Europa la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía. El comunismo científico surgió cuando se hubo generali• zado teóricamente la experiencia de la lucha de ' clases y en primer lugar la experiencia del movimiento obrero de los distintos países. Fuentes teóricas del marxismo fueron las doctrinas de los más grandes representantes de la filosqfía ale­ mana, de la economía política inglesa y del socialismo francés. Reelaborando con espíritu crítico todo lo que había de valioso en las realizaciones de sus predecesores científicos, Marx creó una concepción integral del mun­ do que daba respuesta a las preguntas que el pensa­ miento humano había formulado ya. Refiriéndose a la magna proeza científica de Marx, V. I. Lenin escribió : "Todo lo que había creado la sociedad humana, lo ana­ lizó Marx de un modo crítico, sin desdeñar un solo pun­ to. Todo . lo que había creado el pensamiento humano, lo analizó, lo sometió a la crítica, lo comprobó en el movimiento obrero, sacó de ello las conclusiones que las gentes encerradas en el marco burgués o atenazadas por los prejuicios burgueses no podían sacar".24 211 C. Marx-F. Engels, Obras Escogidas, en dos tomos, t. II, pág. 359, Moscú, 1952, ed. en espafiol. 2¿ .Lenin, Obras Escogidas, en dos tomos, t. II, pág. 835, Moscú, 1952, ed. en espafiol.

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Siendo heredera legítima de todo lo mejor que había creado el pensamiento científico, la doctrina de Marx constituyó una transformación radical, una verdadera revolución en la filosofía, en la economía política y en el desarrollo del pensamiento socialista. A diferencia de los pensadores anteriores, desligados de las amplias masas populares, Marx y Engels no fue­ ron sólo científicos geniales, sino también grandes re­ volucionarios, j efes del proletariado. Con el surgimiento del marxismo se �rearan por primera vez condiciones para la unión del socialismo con el movimiento obrero. La doctrina de Marx es la ideología del proletaria­ do, la expresión científica de sus intereses cardinales. Es el arma ideológica de la clase obrera en su lucha para liberarse de la esclavitud capitalista. Lps acontecimientos revoluc ionarios de 1848-1849 fueron la primera comprobación histórica del marxismo.

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V ENGELS EN LA REVOLUCION DE 1848-1849

La publicación del Manifiesto del Partido Comunista coincidió con el estallido de grandes acontecimientos re­ volucionarios en Europa. En enero de 1848 se produce la rebelión en Sicilia. Los días 23 y 24 de febrero los obreros parisinos,· con ayuda de la pequeña burguesía, derrotan en heroica lucha de barricadas al ejército de Luis Felipe, rey de lbs ban­ queros, y obligan al gobierno provisional que se forma a proclamar la República Francesa. A fines de febrero y principios de marzo, la ola revolucionaria recorrió los países de Alemania Occidental y Meridional vecinos de Francia (Baden, Wüttemberg, Baviera y Sajonia) . Al mismo tiempo cobra auge el movimiento revolucionario de liberación nacional en Hungría, parte integrante del Imperio multinacional austríaco, verdadera cárce·l de los pueblos. El 13 de marzo se produce la explosión re­ volucionaria en la misma Viena, capital del Imperio, y el 18 de marzo, en Berlín, la capital de Prusia. Por úl­ timo, en marzo y abril se alza en Inglaterra una nueva ola del movimiento cartista. Tales fueron los primeros grandes combates revolucionarios de 1848, del año loco, como lo bautizaron los historiadores ·burgueses. Objetivos inmediatos de las batallas revolucionarias que se desencadenaron en diversos países de Europa Oc·

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cidental eran unas u otras tareas de la revolución bur­ guesa. Las tareas históricas de esa época eran: derrocar las monarquías absolutas, abolir la propiedad agraria feudal, liberarse del yugo extranjero y crear Estados nacionales democráticos y unidos. Los fundadores del marxismo suponían que, en el caso de un desenvolvimiento propicio de la lucha de clases, la revolución burguesa en varios países de Europa podía servir de prólogo directo a la re­ volución proletaria .

Marx y Engels, que veían en la revolución el gran motor, la locomotora de la historia, acogieron con alegría la noticia de haberse iniciado los combates revoluciona­ rios. La misión fundamental que ellos se impusieron fue acudir en ayuda de las masas populares, aportar la con­ ciencia y la organización a su espontáneo ardor. "En la actividad del propio Marx y de Engels -escri­ bió Lenin-, el período de su participación en la lucha revolucionaria de masas, en los años 1848-1849, se desta­ ca como un período central".1 En vísperas de la revolución en Francia, Engels, de­ portado de París por el gobierno francés, a causa de su labor revolucionaria entre los obreros, se traslada a Bru­ selas. Pero su estancia en esta ciudad había de ser muy breve. Al comenzar la revolución de febrero en Francia, Marx y Engels deciden marchar a P arís, centro de la lucha revolucionaria. El gobierno belga aceleró la rea­ lización de ese propósito. El 3 de marzo, Marx recibió la orden de abandonar el país en el "término de 24 ho­ ras" ; aquella misma noche eran detenidos él, y luego, su esposa, a los que se puso en libertad horas después. Marx, obligado por la orden a marchar sin demora del país, salió inmediatamente para Francia. Engels se que­ da dos semanas en la capital belga para organizar una campaña de protesta contra la deportación de Marx y arreglar sus asuntos personales , ya que éste había tenido 1 V. I. Lenin, Marx-Engels-Marxismo, p � g. 217, Moscú, 1948, ed. en espafiol.

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que

marchar de Bruselas "sin poder llevarse lo más in­ dl1pensable".

Con anterioridad a la llegada de Engels a París, había desenvuelto ya una gran actividad revolu­ cionaria. Sobre la base de los ·poderes que se le habían conferido, organizó un nuevo Comité Central de la Li­ ga de los Comunistas, del que Marx fué nombrado pre­ sidente y Sh.&m>er secretario; Engels también formaba parte del C. e'!: -

Marx

La primera cuestión que abordó el nuevo C. C. fue la suerte de los obreros y emigrados políticos alemanes que en número de varios miles había concentrados en París y ardían en deseos de marchar a la patria a. hacer labor revolucionaria. "En París imperaba por aquel en­ tonces -dice Engels- la manía de las legiones revolu­ cionarias. Españoles, italianos, belgas, holandeses, pola­ cos, alemanes se juntaban en partidas para ir a libertar sus respectivas patrias".2 En particular, la Sociedad De­ mocrática Alemana que existía en la capital francesa, y es­ taba encabezada por el periodista Bornstedt y el poeta alemán Herwegh, empezó a organizar la legión alemana, preparándola para que entrara en Alemania con las ar­ mas en la mano, y suscitar así, desde fuera, recurriendo a la violencia, la revolución. Marx y Engels se declararon resueltamente contra ese juego a la revolución . Al mis­ mo tiempo desenmascaraban al gobierno francés, que propiciaba la organización de la legión alemana, con ob­ jeto de sacar de París a los obreros alemanes, de espíritu revolucionario, librarse de mano de obra superflua en una situación de paro forzoso y entregar la legión en la frontera al gobierno prusiano. En contraposición a la empresa aventurera de Borns­ tedt y Herwegn, descabellada a más no poder, sobre todo después del. comienzo de la revolución en Alemania, Marx y Engels presentaron su plan -el único racional-, por el que los obreros y emigrados alemanes deberían de 2 C. Marx-F. Engets, Obras Escogidas, en dos tomos, t. II, pág. 325, Moscú, 1952, ed. en espaftol.

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regresar a su patria uno a uno. Para primeros de abriJ se había conseguido hacer llegar a Alemania de ese mo­ do cerca de 400 obreros alemanes, la inmensa mayoría de los cuales eran afiliados a la Liga de los Comunistas. Los acontecimientos demostraron que Marx y Engels estaban en lo justo ; la legión de Herwegh, cayó, al pasar la fron­ tera, en la emboscada que le tenían preparada los go­ biernos francés y prusiano ; los afiliados a la Liga de los Comunista, que habían ido entrando en Alemania uno a uno, se encontraron en la vanguardia del movimiento revolucionario y demostraron en la práctica, como luego escribió Engels, "que la Liga era una excelente escuela de actividad revolucionaria". Marx y Engels determinaban su estrategia y su tác­ tica en la revolución alemana basándose en las tareas objetivas históricas que ésta debía resolver y en la corre­ lación efectiva de las fuerzas de clase que existía en el país . La tarea esencial de la revolución alemana de 1848 era liquidar el fraccionamiento político y el atraso eco­ nómico de la nación, dividida en 38 Estados -grandes, pequeños y minúsculos-, cada uno de los cuales (salvo las cuatro ciudades libres) , tenía su dinastía, su corte, su ejército, su sistema de pesas y medidas, etc. A la par con el desmembramiento político del país, subsistía aún el dominio de la nobleza terrateniente, la preponderan­ cia de la ávida y rutinaria burocracia, el estancamiento y el oscurantismo en el terreno cultural. Las relaciones feudales todavía existentes en Alemania frenaban el des­ envolvimiento del país por la vía capitalista, más pro­ gresiva. La unificación de Alemania podía realizarse por dos caminos: bien por el camino revolucionario, que diera lugar a la formación de la República Alemana democrá­ tica y única, o bien por vía contrarrevolucionaria, me­ diante la unión de Alemania en torno a uno de sus Es­ tados más fuertes, ya fuera Prusia o Austria. En ese momento crítico para la historia de Alemania, en el que se decidían los destinos de su futuro desenvol-

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vlmlento, Marx y Engels lucharon con la entereza de revolucionarios proletarios por la eliminación rotunda de toda la basura medieval y la creación de una Alema­ nia democrática y única. A finales de marzo Marx y Engels redactaron las Rei­ vtndicaciones del Partido Comunista en Alemania, docu­ mento de enorme trascendencia, en el que formularon la plataforma política del proletariado en la revolución alemana. Al frente de las mismas figuraba la consigna principal de lo�omunistas alemanes en la revolución burguesa : República Alemana única e indivisible. Los fundadores del marxismo veían en la creación de la Re­ pública democrática y única una condición indispensable que facilitaría al proletariado su lucha por el socialismo. A continuación aparecían las siguientes importantísimas reivindicaciones : armamento general del pueblo ; aboli­ ción sin rescate de todas las prestaciones y tributos feu­ dales que pesaban sobre los campesinos ; confiscación de las tierras de los terratenientes; sustitución de todos los Bancos privados por un solo Banco del Estado ; paso a manos del Estado de las minas, los medios de tr;msporte y las comunicaciones; separación completa del Estado y de la Iglesia ; implantación de un fuerte impuesto pro­ gresivo y organización de talleres nacionales. Debido a que Marx y Engels consideraban la revolu­ ción burguesa alemana como prólogo de la revolución proletaria, entre las reivindicaciones arriba enumeradas fijaron diversas medidas de transición, a las que hace re­ ferencia el Manifiesto del Partido Comunista, como me­ didas que "en la marcha del movimiento se sobrepasan a sí mismas" y llevan a la transformación revolucionaria del modo de producción en su conjunto. Las Reivindicaciones del Partido Comunista en Ale­ mania, suscritas por los miembros del C. C. de la Liga de los Comunistas, se imprimieron en una hoj a especial y fueron entregadas con el Manifiesto Comunista, como documentos políticos rectores, a los obreros alemanes que marchaban a su patria. Simultáneamente Marx y Engels dieron indicaciones a los afiliados a la Liga de los Comu-

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nistas en cuanto a la creación de organizaciones obreras en Alemania. Luego de cumplir esa labor previa, Marx y Engels, que ardían a su vez en deseos de marchar sin tardanza a la patria, envuelta por el fuego de la revolución, abando­ nan París a comienzos de abril y el 11 del mismo mes llegan a Colonia. Con ello se inicia la participación inmediata y directa de Marx y Engels en la revolución alemana. En el momento de llegar ellos a Alemania, la insu­ rrección de los obreros y de la pequeña burguesía en las ciudades y la de los campesinos en las aldeas habían ases­ tado ya los primeros golpes al orden feudal absolutista, obligando a que el gobierno hiciera concesiones. Pero los frutos de la victoria popular quedaron por doquier en manos de la gran burguesía. En Baviera, Sajonia, Wüt­ temberg y Baden entraron a formar parte de los ministe­ rios representantes de la oposición liberal. En Austria se creó un ministerio de funcionarios liberales. En Pru­ sia el rey llamó al Poder a un nuevo gobierno, encabezado por Camphausen y Hansemann, j efes de la gran bur­ guesía. Una vez encaramada al Poder, la burguesía liberal se reveló pronto como fuerza antirrevolucionaria, que iba pasando en forma cada vez más acusada al campo de la contrarrevolución. Cuando aún no había logrado vencer a sus viej os enemigos -la monarquía absoluta, la noble­ za feudal, terrateniente y burócrata-, ella vio ya en el proletariado a su nuevo adversario. Asu8*1da no por lo que el proletariado alemán era en realida'l:i , sino por lo que amenazaba ser, y que ya era el proletariado francés, la burguesía vio su salvación en el compromiso con la monarquía y la nobleza. Como consecuencia de la política traidora de la bur­ guesía, la revolución no había obtenido aún victorias ro­ tundas en ninguna parte. El Poder efectivo -el ejército, la policía y el aparato del Estado- quedaban en manos de la clase terrateniente y de su monarquía. Estaba por librarse aún la batalla decisiva.

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Esta era la situación que había en Alemania cuando llegaron a ella Marx y Engels. No es casual que eligieran a Colonia de lugar de re­ sidencia. Colonia, era la primera ciudad de Renania, la adelantada provincia industrial, en la que había tomado particular incremento la actividad política de la bur­ guesía y en la que las masas despertaban a la vida polí­ tica adelantándose a otras zonas de Alemania. Colonia era uno de los principales centros del movimiento obrero alemán ; por último, en Colonia, donde regía el Código de Napoleón, había condiciones más favorables para llevar a cabo el plan de Marx y Engels: editar un gran diario revolucionario. La creación de un portavoz revolucionario de masas era la premisa esencial para llevar a la práctica el plan estratégico y táctico que Marx y Engels habían trazado. La tarea consistía en dar cima a la revolución democrá­ tico-burguesa, llevarla hasta sus finales consecuencias y preparar simultáneamente a las masas para la revolución socialista. Marx y Engels habían subrayado más de um f vez que para cumplir esa tarea era condición indispensable la existencia de un partido proletario de vanguardia, y mu­ cho antes de la revolución procedieron a organizar dicho partido, aglutinar y educar a sus militantes; esa misma línea la continuaron después de su llegada a Alemania adoptando diversas medidas para la fundación de comu­ nas de la Liga y de las organizaciones obreras. Sin em­ bargo, en la lucha para crear el partido independiente del proletariado de toda Alemania tropezaron con enormes dificultades. El proletariado alen::i án, formado entonces en su gran mayoría por obreros artesanos, y no industria­ les, era todavía débil, estaba poco organizado y desarro­ llado, lleno de ilusiones y prejuicios pequeñoburgueses. En Alemania, económicamente atrasada y políticamente fraccionada, no se daban aún condiciones para crear un pattido proletario de masas. Los dos o tres centenares de afiliados a la Liga de los Comunistas que había dispersos por todo el país pasaban casi inadvertidos entre la enor-

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me masa del pueblo que de súbito se había puesto en movimiento. Marx y Engels, ajenos a toda clase de sectarismo, hubieron de tomar en consideración el nivel del proleta­ riado alemán de aquel entonces. Por eso, a su llegada a Alemania, para no adelantarse demasiado, para no apar­ tarse de las masas, decidieron adherirse al movimiento democrático que se desarrollaba y tomar posiciones en su ala izquierda, de vanguardia, que de hecho era prole­ taria. En esas condiciones, la bandera del periódico que creaban podía ser únicamente "la bandera de la demo­ cracia; pero de una democracia que destacaba siempre, en cada caso concreto, el carácter específicamente prole­ tario".ª Para la aplicación de esa línea, Marx y Engels ingre­ saron en la Sociedad Democrática de Colonia y recomen­ daron a todos sus partidarios seguir la misma táctica. Desarrollaron una ardiente labor en los preparativos pa­ ra la publicación del diario. Transcurrió, sin embargo, más de mes y medio, antes de que lograran sacar el pri­ mer número. La dificultad principal con que tropezaban era la falta de dinero. En vista de ello, Marx se ocupó de reclutar accionistas para el periódico en Colonia, y Engels marchó con idéntico fin a Barmen, donde se ins­ taló provisionalmente y desde donde efectuaba viajes a las poblaciones circundantes. Pese a todos los esfuerzos, Engels consiguió obtener un total de 14 acciones suscritas. "Aquí no procede contar mucho con las acciones, por desgracia -escribía Engels a Marx, desde Barmen, el 25 de abril de 1848 . . Incluso estos burgueses radicales ven en nosotros a sus principales enemigos futuros y no quie­ ren poner en nuestras manos in arma que muy pronto volveremos contra ellos mism�. .

De mi vejete no hay manera de conseguir nada . . . En lugar de mil táleros nos enviaría con el mayor gusto mil balas de metralla". 3 C. Ma1x-F. Engels, Obras Escogidas, en dos tomos, t. II, pág. 307, Moscú, 1952, ed. en espafi.ol.

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Por fin, el 19 de junio de 1848 salió el primer número de Neue Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta del Rin) , con el subtítulo Organo de la democracia. La Redacción estaba integrada por C. Marx -redactor j efe-, H. Bür­ gers, E. Dronke, F. Engels, G. Weertb, F. Wolff y W. Wolff. La Nueva Gaceta del Rin, portavoz de la democracia, era en realidad el "órgano insuperable y mejor del pro­ letariado revolucionario" (Lenin) . Este períodico no sólo era notable como único órgano que aplicara la línea revolucionaria del proletariado y daba al mismo tiempo una orientación inequívoca en las complej ísima.s mudanzas de la lucha de clases de 1848 y 1849. Lo era también porque sabía expresar su maravi­ llosa capacidad de previsión y su ardor revolucionario en artículos de sumo vigor, escritos con maestría litera­ ria, brillantez y agudeza incomparables. Y ello no es extraño, pues al frente del periódico se hallaban el po­ deroso genio de Marx, que había reunido en torno a aquél al combativo Estado Mayor de la Liga de los Co­ munistas, a toda una pléyade de colaboradores efe talen­ to, entre los cuales el primer puesto correspondía sin du­ da a Engels. "La constitución que regía en la redacción del pe­ riódico se reducía simplemente a la dictadura de Marx. Un gran periódico diario, que ha de salir a una hora fija, no puede defender consecuentemente sus puntos de vista con otro régimen que no sea éste. Pero además, en este caso, la dictadura de Marx era algo natural, que nadie discutía y que todos aceptábamos de buen grado. Gracias sobre todo a su clara visión y a su firme rectitud la Nueva Gaceta del Rin se convirtió en el periódico ale­ mán más famoso de los años de la revolución".4 El propio Marx, como redactor del periódico, escribió al principio relativamente poco en el mismo : estaba ab­ sorbido por la labor de dirección política general, y en ' c.

Marx-F. Engel.s, Obras Escogidas, en dos tomos, t. II, pá¡. 308,

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él descansaba el peso principal de la labor organizadora. Buen número de los principales artículos políticos de la Nueva Gaceta del Rin fueron escritos por Engels, que, gracias a la agilidad y soltura de su pluma y a su enorme talento de publicista, era insustituíble en el periódico. Marx y Engels se completaban aquí magníficamente, lo mismo que en otros dominios. "Es una verdadera enciclopedia -opinaba Marx so­ bre Engels con entusiasmo-. Es capaz de trabaj ar a cualquier hora del día y de la noche, después de la co ­ mida o en ayunas, escribe de prisa y tiene una prontitud demoníaca". Engels se entregó a la labor periodística con todo su ardor de revolucionario. "Vivíamos un período revolucio­ nario -recordaba después Engels-, y trabajar en la prensa diaria en un tiempo así es un verdadero deleite. Uno ve con sus propios oj os el efecto de cada palabra: ve cómo los artículos baten, semejantes a granadas , y cómo estalla el proyectil lanzado".11 ·

Estos proyectiles los lanzaban un oj o certero y una mano diestra y daban infaliblemente en el blanco.

La Nueva Gaceta del Rin veía su tarea primordial y más importante en la lucha implacable contra la ilu' sión, muy extendida, de que los combates de marzo ha­ bían dado cima a la revolución y no hacía falta más que recoger sus frutos. Fustigando ese estado de ánimo, En­ gels escribía irónicamente : " ¡ Tal ha sido, buen alemán, de nuevo tu suerte! . . . ¿Piensas que has acabado con el Estado policíaco? ¡Vaya error! ¿ Crees que ya tienes ga­ rantizado el derecho de libre asociación, la libertad de P1*nsa, el armamento del pueblo y demás altas palabras qu'I volaron a tu encuentro desde las barricadas de mar­ zo ? ¡Error, puro y simple error! "Cuando pasó la agradable embriaguez, des­ pertaste atontado, con niebla de idiotez." 6 G

Marx-Engels,

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Marx-Engels, Gesamtausgabe, Erste

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Geschichte,

Berlin, 1954.

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Bd.

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Primer número de "Nueva Gaceta deL Rin',

En la lucha contra esa ilusión, Marx y Engels desen­ mascaran el papel traidor de la gran burguesía, que no ha resuelto ninguna de las tareas de la revolución bur­ guesa y por miedo al pueblo revolucionario ha concer­ tado una alianza ofensiva y defensiva con la reacción. Ponen al desnudo la verdadera esencia de los "magnos hechos" de los j efes burgueses, del gobierno de Camphau­ sen y Hansemann. Diversos artículos de Marx y Engels, y de Wilhelm Wolff, estigmatizan la traición de la gran burguesía con respecto al campesinado : la burguesía no sólo no ha mo­ vido un dedo para liquidar el feudalismo en el campn, sino que ha tomado todas las medidas para arrebatar a los campesinos las concesiones que habían logrado con su acción directa en los días de los combates de marzo. · La política de la gran burguesía en el problema campe­ sino llevaba la impronta del "temor burgués ante el atentado de la revolución contra cualquiera que fuese el tipo de propiedad. Un egoísmo estrecho, cobarde y mezquino cegaba a la burguesía prusiana hasta el punto de que ésta apartaba de sí al campesinado, su aliado in­ dispensable". 7 Con un dominio magistral del sarcasmo y de la befa, Marx y Engels ridiculizan las asambleas representativas convocadas en Alemania, que suplantaban los actos revo­ lucionarios y la lucha efectiva contra la reacción con la charlatanería parlamentaria y resoluciones inocuas y co­ bardes. Atacan sobre todo a la Asamblea Nacional Ale­ mana, a la célebre "cotorrera de Francfort del Meno", a esa "reunión de viejas comadres" (Engels) , que se enzarzaba en debates interminables sobre el mejor or­ den del día y la mejor Constitución, mientras los go­ biernos reaccionarios "ponían al orden del día las ba­ yonetas". Marx y Engels tratan de impulsar adelante a la pe­ queña burguesía democrática denunciando a sus jefes, " Marx-Engels,

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que con sus infinitas vacilaciones y titubeos, su indeci­ sión y su incapacidad para los actos revolucionarios pro­ piciaban la ofensiva de la reacción. La Nueva Gaceta del Rin avizora paso a paso la conducta de las "fracciones de izquierda" creadas por los demócratas pequeñoburgue­ ses en las Asambleas Nacionales de Francfort y de Ber­ lín, y somete a crítica la posición cobarde y equívoca de esas gentes, que por encima de todo en el mundo "te­ mían repeler, ofender o amedrentar a alguien" y en el momento decisivo "no se atrevían · más que a sisear" (Engels) . En contraposición a las vacilaciones de los líderes de la democracia pequeñoburguesa, Marx y Engels exhor­ taban al pueblo a la lucha implacable contra la reacción feudal y la burguesía contrarrevolucionaria. "Nuestro te­ rreno -escribían- no es el terreno de la legalidad, sino el revolucionario". 8 Los fundadores del marxismo consideraban que la implantación de la dictadura revolucionaria del pueblo era la condición más importante para el desenvolvimiento victorioso de la revolución. "Toda situación . provisional del .· Estado que se crea después de la revolución exige dictadura y una dictadura enérgica" 9 subrayaba la Nueva

Gaceta del Rin .

El periódico enfocaba asimismo las cuestiones de políti­ ca exterior y las relaciones internacionales desde el pun­ to de vista del desencadenamiento de las fuerzas de la revolución. Trazando el programa de acción no sólo para la de­ mocracia alemana, sino también para la Europa en ge­ neral Nueva Gaceta del Rin llamaba a los demócratas de toda Europa a alzarse en defensa de los pueblos opri­ midos y unirse para la lucha revolucionaria contra los tres enemigos más peligrosos de la revolución en Europa: la Rusia zarista, la Inglaterra burguesa y contrarrevolu•

Zur• deutschen Geschichte, Bd. II, l. Halb., S. 325, ,. " Marx-Engels, Gesamtausgabe, Erste Abteilung, Bd. 7, S. 262. 8

Marx-Engels,

Berlín, 1954.

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clonaria y la Prusia reaccionaria de los junkers. El dia­ l' lo exhortaba a los pueblos de Europa a la lucha revolu­ t•lonaria contra el zarismo ruso como sostén principal de ln reacción europea en aquella época. La guerra revolu­ cionaria contra el zarismo era para 1Marx y Engels no sólo un problema de defensa de la revolución europea, sino también condición para el tránsito de la misma a una nueva fase, más elevada. La guerra contra la Rusia zarista, agravando la situación en Alemania y en Euro­ pa, facilitaría ;_según esperaban Marx y Engels- que a la cabeza de la revolución se pusieran las fuerzas más resueltas y más capaces para la lucha revolucionaria enérgica, y ésta habría llevado al Poder en fin de cuen­ tas al proletariado. En diversos artículos Engels dilucidaba los principios de la política nacional del proletariado y sus formas con­ cretas en la revolución de 1848-1849. Hizo un análisis de la naturaleza, del contenido de clase y de las fuerzas motrices de la lucha nacional de los numerosos ,pueblos -el húngaro, el italiano y distintos pueblos esclavos­ que se encontraban bajo el yugo de Alemania. , Con toda la fuerza y pasión de revolucionario . Engels desesmascaraba la traición de la burguesía alemana, que continuaba la antigua política opresora de Alemania con relación a otros pueblos. Engels remarcaba que la emancipación de las .nacio­ nalidades oprimidas era necesaria en bien de la revolu­ ción, que ella asestaría un golpe al orden feudal-absolu­ tista y serviría de poderoso medio para incorporar a las naciones oprimidas a la lucha revolucionaria general. En la abolición rotunda del yugo nacional veía no sólo un medio de expiar la culpa por la antigua política opreso­ ra de Alemania, sino también una condición imprescin­ dible para el desarrollo del pueblo alemán como nación libre y democrática. "Alemania será libre en la medida en que dé la libertad a los pueblos vecinos". La cuestión nac10nal no era para �arx y Engels un problema independiente y aislado, era parte integrante del problema general de despliegue de la revolución. De ,

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ahí la diferencia en la apreciación de los movimientos na­ cionales de los distintos pueblos. En la situación con­ creta de 1848-1849 Marx y Engels apoyaban resueltamen­ te el movimiento de liberación nacional de los polacos y los húngaros. Saludaron asimismo la insurrección de los checos en Praga, que se habían alzado a la lucha contra la opresión austríaca. Pero su actitud ante el movimiento nacional de los checos y de otros ·pueblos eslavos que formaban parte del Imperio austríaco cambió, cuando el zarismo ruso y la monarquía de los Habsburgo comen­ zaron a azuzar a esos pueblos contra el movimiento de­ mocrático alemán y a utilizar la lucha nacional de éstos para sus fines reaccionarios. Valorando acertadamente el movimiento nacional de los eslavos austríacos en esa etapa, como factor que debilita las fuerzas de la revo­ lución y vigoriza el campo de la reacción, Engels formu­ ló sin embargo algunas tesis erróneas en sus artículos

La lucha revolucionaria en Hungría, Paneslavismo de­ mocrático y, más tarde, en su obra Revolución y Contra­ rrevolución en Alemania. Así, Engels sostenía que los

eslavos austríacos habían desempeñado ya su papel his­ tórico y carecían de las premisas necesarias para un des­ arrollo nacional independiente. La raíz de esa afirma­ ción errónea, desmentida por la historia, estaba en la idea desacertada que Engels tenía de los futuros destinos históricos de los pueblos pequeños. Suponía que en la marcha del desenvolvimiento histórico dichos pueblos serían gradualmente absorbidos, asimilados, por las na­ ciones más grandes. Engels no tuvo en cuenta que, a la par con la tendencia a la centralización y a la formación de grandes Estados, el capitalismo ascendente engendra también una segunda tendencia que implica: el despertar de los movimientos nacionales en los pueblos pequeños, la aspiración de éstos a emanciparse del yugo nacional y a formar Estados nacionales independientes. A medida que las masas populares van entrando en lucha y crece su conciencia y organización, ese movimiento de libera­ ción nacional va adquiriendo un carácter cada vez más democrático y progresista y lleva no al debilitamiento,

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sino a la vigorización y ensanchamiento del frente de lu­ cha revolucionaria. Mediante una lucha incansable, tenaz y apasionada contra las fuerzas reaccionarias, Marx y Engels trataban de desencadenar la energía revolucionaria del proleta­ riado, de los campesinos y de las nacionalidades opri­ midas, movilizar a las masas populares para coronar la revolución, democrático-burguesa y con ello crear con­ diciones favorables para la lucha subsiguiente por la re­ volución socialista. La Nueva Gaceta del Rin ocupaba un lugar de suma trascendencia en la labor revolucionaria de Marx y En­ gels, que habían convertido el citado periódico en potente instrumento de agitación, propaganda y organización al servicio del ala proletaria del movimiento d emocrático. Engels escribía más tarde, con pleno derecho, que "nin­ gún periódico alemán ha tenido j amás, ni antes ni des­ pués la fuerza y la influencia que tuvo la Nueva Gaceta del Rin, ni ha sabido galvanizar a las masas proletarias como ella".1º La redacción que había sustituído de hecho �l antiguo C. C. de la Liga de los Comunistas, orientaba asimismo a través del periódico la actividad de los miembros de la Liga, que, dispersados por todo el país, encabezaban mu­ chas de las uniones obreras que se habían organizado en Alemania. Algunos elementos pequeñoburgueses y oportunistas del movimiento obrero, que actuaban bajo la toga de la derecha o de la izquierda, entorpecían la unión de las masas proletarias en torno a la JYueva Gaceta del Rin y la creación de un amplio frente democrático. Repre­ sentante· de la tendencia oportunista de derecha era Stephan Born, afiliado a la Liga de los Comunistas, que había creado en Berlín el Comité Central de los Obre­ ros y fundó luego una organización general de los tra­ bajadores alemanes, llamada Hermandad Obrera. 1º C. Marx-F. Engels, Obras Escogidas, en dos tomos, t. II, pág. 313, Moscú, 1952, ed. en espafíol.

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Born se adaptaba a los obreros atrasados y a los ar­ tesanos y, concentrando principalmente su atención en la lucha económica y en diversas reivindicaciones prácticas de poca monta, apartaba a . los obreros de las tareas polí­ ticas generales que había planteadas ante el pueblo ale­ mán y dificultaba la educación política del proletariado alemán. Caracterizando las divergencias entre los funda­ dores del marxismo y Stephan Born, Lenin escribía: "de las dos tendencias en el movimiento obrero del 48 en Alemania : la tendencia de Born (afín a nuestros econo­ mistas) y la tendencia marxista". 1 1 Representante de la tendencia oportunista era tam­ bién Andreas Gottschalk, dirigente de la Unión Obrera de Colonia, quien, a diferencia de Born, era inclinado a enmascarar su oportunismo con frases de izquierda. In­ fluenciado por Weitling y el verdadero socialismo, Gotts­ chalk no comprendía el carácter burgués de la revolución, lanzaba absurdamente la consigna izquierdista de lucha inmediata por la República Obrera y motejaba de opor­ tunismo la participación de los obreros en el movimiento democrático general, negando la necesidad de la alian­ za con las masas campesinas. Gottschalk llamaba a los obreros a boicotear las elec­ ciones indirectas a la Asamblea Nacional y atacaba a la Nueva Gaceta del Rin, que, aplicando la línea conse­ cuente de unir todas las fuerzas democráticas, se decla­ raba por el apoyo a los candidatos democráticos en las elecciones. El sectarismo y la pasión por las frases de izquierda se conjugaban caprichosamente en Gottschalk con la propaganda de medios de lucha sumamente mode­ rados y lícitos. Los partidarios de Marx y Engels en la Unión Obrera de Colonia luchaban resueltamente contra la línea opor­ tunista de Gottschalk, cuyo peligro consistía en que lle­ vaba a la escisión del campo democrático general y a su debilitamiento ante la contrarrevolución en ofensiva. La n V. Lenin, Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, pág. 142, Moscú, ed. en español.

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línea política de la Unión cambió al ser nombrado presi­ dente de la misma, en julio de 1848, Joseph Moll, partida­ rio de Marx y Engels, y en octubre, el propio Marx. El cambio de directiva repercutió en seguida en la actividad de la Unión, que desplegó una acertada labor de agita­ ción y organización no sólo entre los obreros, sino tam­ bién entre los campesinos de la demarcación y en las unidades militares. Campo de la labor política y organizadora de Marx y Engels era también -además de la Unión Obrera- la Sociedad Democrática de Colonia, a la que se habían ad­ herido para impulsar adelante, aplicando su propia polí­ tica independiente, a los demócratas pequeñoburgueses, someter a crítica los errores e ilusiones de éstos y ganar a las masas populares. Esa crítica de Marx y Engels se hacía cada vez más aguda a medida que la contrarrevolución pasaba al ata­ que y se acercaba el momento de los combates decisivos. La señal para la ofensiva de la contrarrevolución en toda Europa fue la grave derrota del proletariado pari­ sino en junio de 1848. En esos días tuvo lugar, en París la "primera gran guerra civil entre el proletariado y la burguesía" (Lenin) . La burguesía obligó a los obreros a lanzarse a la insurrección armada, que fue ahogada en sangre después de una lucha heroica de barricadas que duró cuatro días. La prensa burguesa del mundo entero, glorificando a la soldadesca del general Cavaignac, que había aplastado la insurrección, se arrojó vertiendo to­ rrentes de la más sucia difamación contra los proletarios derrotados. Y en esos días se reveló con especial fuerza y brillantez el carácter netamente revolucionario y pro­ letario de la Nueva Gaceta del Rin. Desde que sonó el primer disparo en las barricadas de París, el diario se pu­ so resueltamente al lado de los insurrectos, declarando que la causa de éstos era la suya propia. Fue el único periódico de Alemania y de casi toda Europa que enarbo­ ló bien alta la bandera ensangrentada del proletariado vencido. Marx dedicó a los luchadores de junio uno de sus más vigorosos artículos, que terminaba con las pa-

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labras: "El hambre atormenta a los plebeyos, la prensa los difama, los médicos los abandonan y los probos los denigran llamándolos incendiarios, ladrones y · presidia­ rios; sus mujeres e hijos son lanzados a tm¡:¡ indigencia todavía más espantosa; sus mejores representantes, entre los que sobrevivieron a la derrota, son deportados a ultra­ mar . . . Ceñir su frente amenazadora y sombría con la corona de laurel es privilegio y derecho de la prensa de­ mocrática" .12 Engels escribió varios artículos relativos a la insu­ rrección de j unio. Eran los primeros que dedicaba a cuestiones militares, en cuyo estudio no tardaría en lo­ grar brillantes resultados. Hay que señalar que Engels comenzó su labor en el terreno militar por el análisis de la insurrección armada. En los escritos referentes a la insurrección de j unio, Engels admira el valor heroico, la organización, ágilmen­ te improvisada, y la unanimidad de los insurgentes . Mediante un análisis crítico de las operaciones milita­ res de los obreros, siguiendo paso a paso desde el punto de vista militar la marcha de la lucha insurrecciona!, Engels llega a la conclusión de que las tropas de Cavaig­ nac lograron vencer a los insurrectos, en primer término, a consecuencia de la enorme superioridad de fuerzas que tenían sobre los insurgentes (1 50.000 hombres contra 40.000 ó 50.000) y, en segundo término, debido a los crueles procedimientos empleados por Cavaignac con el auxilio de bombas, granadas y cohetes incendiarios. En­ gels subraya a este respecto la falta esencial cometida por los insurrectos: "el pueblo ha sido nuevamente de­ masiado magnánimo", no contestando a los cohetes y obu­ ses con incendios, único medio de contrarrestar la acción de aquéllos. Resumiendo las enseñanzas militares de los combates de París, Engels valora altamente las probabilidades de luchar contra el ejército en las ciudades: " ¡ Si 40.000 obreros parisinos pudieron alcanzar semej ante potencia 111

Marx-Engels, Gesamtausgabe, Erste Abteilung,

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Bd. 7, S. 118.

an

la lucha contra un enemigo que cuadruplicaba su fuerza, qué no podrá hacer la masa total de los obreros parisinos �uando actúe unánime y coordinadamente! " 13

Con la derr o ta del proletariado parisino la contrarre­ volución levantó cabeza en toda Europa. La

Nueva Gaceta del Rin prevenía en sus artículos

a las masas del golpe contrarrevolucionario que se pre·

paraba en Alemania. "Van a decidir, probablemente, las armas -decía en su número del 13 de setiembre-. Ven­ cerá el qu e tenga más valor y entereza".

La ofensiva de la contrarrevolución suscitó gran efervescencia entre las masas popufares de la provincia de Renania. Engels abordó la tarea de organizar al pue­ blo para la lucha contra la reacción envalentonada. El 13 de septiembre habla en el mitin de masas convocado en Colonil por la Nueva Gaceta del Rin. A propuesta de Engels se aprueba por unanimidad un llamamiento dirigido a la Asamblea Nacional de Berlín, para que no se subordine a la orden de disolución violenta de la mis­ ma, que el Gobierno prepara, y organice la r�sistencia armada. En dicho mitin apoya la moción presentada por W. Wolff de que se organice en Colonia un Comité de seguridad. Entre los miembros de éste, destinado a ser órgano revolucionario de las masas populares, fueron elegidos Marx y Engels. Cuatro días después, el 17 de septiembre, se celebró en un prado cercano a Worringen del Rin una asamblea, convocada por la redacción del diario y la Unión Obrera de Colonia, a la que asistieron muchos miles de obreros y campesinos, acudiendo a la misma en barcas con bande­ ras roj as desplegadas numerosos vecinos de Colonia y dele­ gaciones de las ciudades próximas. Engels fué elegido secretario de la asamblea. Los reunidos se adhirieron al llamamiento que el mitin de Colonia había dirigido a la Asamblea Nacional de Berlín el 13 de septiembre, y declararon que reconocían al Comité de seguridad de 18

Marx-Engels,

Gesamtausgabe, Erste Abteilung,

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Bd.

7, S. 134.

Colonia. A propuesta de Engels se aprobó un mensaj e en e l que s e exhortaba a l a Asamblea Nacional d e Franc­ fort a no escatimar fuerzas y, en caso de conflicto con Prusia, defender los intereses nacionales del pueblo ale­ mán. En su discurso ante la reunión lanzó la consigna de luchar por la República democrática y social, por una República roja, consigna que fué incorporada a la reso­ lución adoptada por la asamblea. Entretanto, la Asamblea Nacional de Francfort rea­ lizó un nuevo acto vergonzoso : sancionó el armisticio cohcluído con Dinamarca en Malmoe, traicionando con ello al movimiento nacional de Slesvig-Holstein. Esta noticia llegó a Colonia con la de haber comenzado la in­ surrección de,, obreros y campesinos, alzados en Francfort y en las localidades circundantes, como respuesta al acto de traición del parlamento de Francfort. La Nueva Ga­ ceta del Rin se solidarizó en seguida públicamente con los insurrectos, aunque veía, apreciando la situación con serenidad, las pocas probabilidades que aún había de triunfar. El comité de seguridad, la Unión Obrera y la Sociedad Democrática de Colonia -orientadas por Marx y Engels- organizaron el 20 de septiembre en la ciudad una asamblea popular de masas que transcurrió bajo el signo de la solidaridad con los luchadores de las ba­ rricadas. Como había previsto la Nueva Gaceta del Rin, la in­ surrección de Francfort fue aplastada. Aquilatando sus resultados, el periódico escribía: "¿Acaso hay aún en el mundo algún centro revolucionario en el que durante los últimos cinco meses no haya flameado en las barri­ cadas la bandera roja, símbolo de combate del proleta­ riado europeo, que se halla vinculado por lazos frater­ nales?" También en Francfort la lucha contra el parlamento de los junkers y los burgueses, unidos, se ha librado bajo la bandera roj a. " . . . Contra el pueblo, mal organizado y peor armado, combaten todas las demás clases de la sociedad, bien or­ ganizadas y mejor armadas. Eso explica los reveses que

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el pueblo ha tenido hasta ahora . . ".u Sin embargo, lH masas están muy lej os de haber dicho todavía su última palabra. Recordando que la guerra campesina iniciada en la primavera de 1848 aún no había conseguido su ob­ j etivo, el periódico llama a los campesinos a la lucha resuelta por su liberación del feudalismo. .

El poderoso auge del movimiento de masas en la pro­ vincia de Renania, en cuya capital salía la Nueva Gaceta del Rin, y se encontraba el Estado Mayor de la Liga de los Comunistas, con Marx y Engels al frente, tenía sumamente inquieto al gobierno prusiano. Este había concentrado en Renania enorme cantidad de tropas y esperaba el momento para provocar a las masas y orga­ nizar una matanza sangrienta. El diario ponía en guar­ dia a las masas contra el estallido prematuro, sin pre­ paración, del levantamiento. El 25 de septiembre fueron detenidos con fines provocativos Schapper y Becker, des­ tacados militantes del movimiento obrero de Colonia.. La detención amenazaba también a Joseph Moll, uno de los más queridos dirigentes de la Unión Obrera. Los obreros decidieron no permitir la detención de Moll y, al oír que se acercaban las tropas prusianas, S'e lanzaron a construir barricadas. Marx y Engels y sus partidarios a duras penas lograron contener a las masas y evitar un alzamiento prematuro. "Declarar la insurrección en un momento en que ningún problema importante impulsaba al pueblo a la lucha, y en que todo alzamiento habría de sufrir por consiguiente una derrota, hubiera sido tanto más imprudente cuanto que en los días próximos podían ocurrir grandes acontecimientos y existía, por tanto, el riesgo de perder la capacidad combativa precisamente en vísperas del día decisivo".15 En vista del fracaso de su provocación, el 26 de sep­ tiembre las autoridades declaran el estado de sitio en Colonia, desarman a las milicias civiles, clausuran las or­ ganizaciones obreras y democráticas y los periódicos. u

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Marx-Engels, Gesamtausgabe, Erste Abteilung, Bd. 7, S. 374. Marx-Engels,

Gesamtausgabe, Erste Abteilung, Bd.

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7,

S. 383.

Quedó as1m1smo prohibida, naturalmente, la Nueva Ga­ ceta del Rin. A la vez se dio orden de detención contra algunos de los redactores y, entre ellos, contra Engels, que había re­ velado particular actividad, j unto a otros organizadores y dirigentes del movimiento popular de septiembre, en la provincia de Renania. Para no caer en manos de los militaristas prusianos y evitar ser encarcelados en pleno auge revolucionario, Engels y otros tres redactores del periódico -Dronke y los dos Wolff- huyen de Colonia. Engels se entrevista con sus padres en Barmen y tiene con ellos un duro cho­ que, lo que no es de extrañar dado el furor que la ac­ tuación revolucionaria del hij o suscitaba en el padre. En unión de Dronke, Engels salió de Alemania para Bél­ gica, dirigiéndose a Bruselas. Tan pronto como la poli­ cía belga se enteró de ello procedió a la detención y en­ carcelamiento de Engels, que a las pocas horas era puesto en la frontera francesa como "vagabundo". Desde allí Engels marchó a París. París, la ciudad de la contrarrevolución triunfante, produjo en él una impresión extremadamente penosa. Comparando la urbe que viera después de febrero de 1848, "durante la breve embriaguez de la luna de miel de la república", con la que encontraba en octubre, En­ gels escribía en sus notas de viaje De París a Berna : "Entre el París de entonces y el actual mediaban el 15 de mayo y el 25 de junio, mediaba una cruentísima lucha, j amás vista en el mundo, mediaba un mar de sangre, mediab�m quince mil cadáveres. Las granadas de Ca­ vaignac habían hecho volar la invencible jovialidad de los parisienses . Habían enmudecido los acordes de la Marsellesa . . . Los obreros, sin pan y sin armas, apreta­ ban los dientes de indignación contenida . . . Mas París estaba muerto, ya no era París . . . No pude soportar mucho tiempo en esta cfudad muer­ ta -anota luego Engels-. Tenía que marcharme, fuera adonde fuera. Y decidí salir ante todo para Suiza. Como disponía de poco dinero, hube de viajar a pie . . . 106

a

Una hermosa mañana dejé la urbe y empecé a caminar

In ventura en dirección sur" .16

Dos semanas necesitó Engels para llegar a pie desde Estuvo cm Ginebra, después en Lausana, donde recibió dinero de Marx, marchando de ésta a Berna, ciudad en la que se instaló provisionalmente.

Puds, pasando por el sur de Francia, a Suiza.

La estancia forzosa en la apartada Suiza pequeñobur­ guesa, que permanecía al margen de las tormentas revo­ lucionarias, era francamente insoportable para Engels, con su naturaleza combativa y su anhelo vehemente de tomar parte directa en la lucha revolucionaria. Marx contenía, sin embargo, a Engels de que regresara a Ale­ mania. "¿ Qué es lo que ocurre; será cierto que no puedo retornar aún? - objeta Engels a Marx y vuelve a bom­ bardearlo con sus cartas, llenas de impaciencia ; "No hago más que pensar en la posibilidad de regresar cuanto an­ tes. Permanecer ocioso en el extranj ero, cuando uno no puede ocuparse de nada sistemático y está completa­ mente alejado del movimiento, es insoportable y causa repugnancia. Pronto llegaré a la conclusión de iUe me­ jor es estar encarcelado en Colonia que vivir en la libre Suiza" - escribe Engels el 8 de enero de 1849. Por lo demás, la estancia de Engels en el extranjero no era en realidad nada parecido a permanecer ocioso, como él decía, ardiendo en deseos de lanzarse al centro de la lucha. Participó en el movimiento obrero suizo. En diciembre de 1848 asistió al Congreso obrero de Berna, en representación de la Unión Obrera de Lausana, que le había conferido el mandato de delegado como "viejo luchador de la causa proletaria". Engels escribió en Ber­ na varios artículos para la Nueva Gaceta del Rin, entre ellos el titulado La lucha revolucionaria en Hungría, en el que saludaba con entusiasmo los métodos revoluciona­ rios aplicados por los insurgentes húngaros en la lucha frente a la contrarrevolución. "Por primera vez en el movimiento revolucionario de 16 Marx-Engels, Gesamtausgabe, Erste Abteilung,

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Bd.

7, S. 536.

1848 -escribía Engels-, por primera vez después de 1793, una nación cercada por fuerzas superiores de la con­

trarrevolución se atreve a contraponer al cobarde furor contrarrevolucionario la pasión revolucionaria, a con­ traponer . . . al terror blanco . . . el terror roj o". Sólo a mediados de enero de 1849, Engels recibió, por fin, la posibilidad de retornar a Alemania. Cuando Engels llegó a Colonia, la revolución vivía días difíciles. La contrarrevolución atacaba en todo el frente. El 31 de octubre de 1848, después de una heroica defensa de los obreros, había caído ya la revolucionaria Viena. Con este motivo la Nueva Gaceta del Rin es­ cribía : "En Viena no ha hecho más que terminar el se­ gundo acto del drama cuyo primer acto se desarrolló en París con el nombre de d.ías de junio . . Pronto vivire­ mos en Berlín el tercer acto". 1 7 Y en efecto, la contrarre­ volución prusiana, alentada por la marcha de los acon­ tecimientos en Austria, no se hizo esperar. El 2 de no­ viembre el rey llamó al Poder al gobierno abiertamente reaccionario de Brandenburh. El 10 de noviembre las tro­ pas del general Wrangel entraron en Berlín. .

Tales fueron los inevitables resultados de la traición de la gran burguesía, de los titubeos y la indecisión de los j efes de la democracia pequeñoburguesa y de la vergonzosa cobardía de la Asamblea Nacional. La Nueva Gaceta del Rin, dirigida por Marx, en­ arboló audazmente la bandera de la lucha decisiva fren­ te a la contrarrevolución, lanzando las consignas de

oponerse por todos los medios a la recaudación de las contribuciones, armar al pueblo y crear comités de se­ guridad. En este momento crítico el periódico indicaba las medidas decisivas y urgentes que debería tomar la Asamblea Nacional: declarar al general Wrangel fuera de la ley, llamar al pueblo y al ejército a la lucha arma­ da activa frente a la contrarrevolución. Sin embargo, la cobarde e impotente Asamblea Nacional prusiana se li­ mitó a hacer un llamamiento a la resistencia pasiva y a 17

Marx-Enf1�l$,

Gesamtausgabe Abteilung, Bd. 7,

108

S.

423.

·

qua rm negaran fuo d bmcl ta.

a pagar los impuestos. El 5 de diciembre

Ln contrarrevolución trató de ensañarse ahora tam­ bl{m con los j efes del proletariado. El 7 de febrero Marx y �ngels tuvieron que comparecer ante un jurado por "in­

j urias a las autoridades". En el juicio los acusados se con­ virtieron en acusadores. "Era un deleite ver y oir con qué enorme superioridad y profundos conocimientos se batían Marx y Engels contra la reacción blanca y negra" -re­ cordaba de este proceso Lessner, miembro de la Liga de los Comunistas. El j urado no se atrevió a dictar veredicto de culpabilidad y absolvió a los inculpados. En la primavera de 1849 la situación en Alemania ad­ quirió suma tirantez y gravedad: la contrarrevolución agrupaba sus fuerzas para asestar el último golpe. Se aproximaban los combates decisivos entre los dos campos adversos, que movilizaban sus fuerzas : el campo de la revolución y el de la contrarrevolución. Ahora se hacían singularmente peligrosos todos los elementos intermedios, indecisos y vacilantes, que inten­ taban reconciliar lo irreconciliable, eludir la bat,alla de­ cisiva y desmovilizar al pueblo. Pero la dirección de los combates que se avecinaban amenazaba caer precisamen­ te en las manos de esos elementos, representantes de la numerosa pequeña burguesía alemana. En virtud de ello, Marx y Engels, que, desde el primer número de la Nueva Gaceta del Rin, venían denunciando incansablemente los titubeos, la cobardía y las ilusiones de los j efes de la democracia pequenoburguesa, acentúan ahora al máximo su crítica y hacen todo lo posible para librar a las masas de la influencia de aquéllos. A mediados de abril de 1849 Marx, Engels y sus par­ tidarios rompen con la democracia pequeñoburguesa en el terreno de organización. La Unión Obrera de Colonia, que ellos dirigen, causa baj a en la Sociedad Democrática. La experiencia política adquirida por las masas obreras y la decepción sufrida por los obreros avanzados en cuan­ to a la democracia pequeñoburguesa permitían plantear ahora en la práctica la cuestión de organizar el partido

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del proletariado. Marx y Engels refuerzan su labor para unir a la clase obrera. Tratan de convertir a la Unión Obrera de Colonia en el centro que agrupe a las organi­ zaciones obreras de toda Renania y de Westfalia, y abor­ dar despµés la creación de una Asociación general de organizaciones obreras de Alemania. Intensificaban sus relaciones con los miembros de la Liga de los Comunistas dispersos por toda Alemania, instruyéndoles y recaban­ do de ellos una labor enérgica en la creación de organiza­ ciones obreras locales. Ante la perspectiva de los combates decisivos que se aproximan, el tono de la Nueva Gaceta del Rin se hace de día en día más categórico y vehemente. El diario, que aparece formalmente como órgano de la democracia, re­ vela en forma cada vez más abierta y definida su carác­ ter verdaderamente proletario. Cada número, cada edi­ ción extraordinaria llevan el sello de la lucha que se pre­ para ; en particular, los números extraordinarios de abril y de mayo son un llamamiento constante a que el pueblo se apreste para la contienda definitiva. Esta situación tensa hizo que hasta el parlamento de Francfort se viera obligado a actuar. La decantada "co­ torrera de Francfort", ese "club de debates" integrado por "mediocres personillas a las que un año de vida par­ lamentaria había convertido en perfectos idiotas" (En­ gels) , decidió salvar al país a su modo y manera parla­ mentarios. Como respuesta a la intensa ofensiva de la con­ trarrevolución, en lugar de hacer un enérgico llamamien­ to a las masas y orientarse al despliegue audaz de la lu­ cha revolucionaria, el parlamento de Francfort se dedicó a la elaboración apresurada de la Constitución imperial. Esta gran obra estuvo terminada, a la vez que la declara­ ción de los derechos ciudadanos y la ley electoral del Im­ perio, en marzo de 1849. Mas aquí surgió una pequeña dificultad: ni el rey de Prusia, a quien el parlamento de Francfort había nombrado emperador alemán, cabeza de un Estado único que sólo existía en el papel, ni los otros gobiernos alemanes quisieron reconocer la Consti­ tución imperial. Entonces, la mayoría de izquierda que 110

MU forma en la asamblea, a consecuencia de la retirada de

los di putados derechistas, integrada por una parte de los J i bcrales y los demócratas pequeñoburgueses, acuerdan

que la Constitución imperial es la ley del país y debe ob­ servarse. A estas declaraciones y votos parlamentarios los gobiernos contestaron con actos. Fueron disueltas las cámaras prusianas. Lo mismo ocurrió en Hannover y Sa­ j onia. El 28 de abril el gobierno prusiano declaró la Cons­ titución documento anárquico y revolucionario. Las tro­ pas prusianas empezaron a concentrarse en las inmedia­ ciones de Francfort. Se hizo evidente que el conflicto surgido no podía ser resuelto más que por la fuerza de las armas. A la lucha por la Constitución imperial se alzaron las masas de la pequeña burguesía, que veían en aquélla -después del triunfo de la contrarrevolución en Prusia y en Austria- la última conquista que aún quedaba de la revolución. Se unieron al movimiento los campesinos, que gemían baj o el peso de los impuestos y de las cargas feu­ dales. El hecho más importante fue la entrada en liza de la clase obrera como fuerza activa cuya finalida¡:l en la lucha no era sólo la Constitución imperial. La clase obre­ ra se lanzó al combate para acelerar la marcha de la re­ volución y, aprovechando la situación que se había crea­ do, fortalecer y ampliar el frente revolucionario. En los primeros días de mayo, el fuego de la insurrec­ ción prendió en Alemania Occidental y Meridional, adue­ ñándose de Sajonia, de la provincia de Renania, de West­ falia, del Palatinado y de Baden. Dondequiera figuraba a la cabeza la pequeña burguesía. El parlamento de Francfort, cuya Constitución había sido motivo del alzamiento, quedó en seguida fuera de la palestra. Sus miembros revelaron, como de costumbre, absoluta incapacidad para la acción revolucionaria. "Par­ loteaban, protestaban y clamaban, pero no tenían ni va­ lor ni inteligencia para actuar", escribió Engels, refirién­ dose a ellos. Como resultado "se disiparon las últimas huellas de respeto a esa despreciable asamblea. Los in-· surgentes, que se habían alzado en su defensa, dejaron de

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preocuparse de ella, y cuando, por fin, murió, nadie ad­ virtió su ignominiosa desaparición" .1 8 Marx y Engels se esforzaron por acudir en ayuda de las masas insurrectas, dar al movimiento una finalidad consciente y coadyuvar en la organización de la lucha. A Engels le corresponde el mérito histórico de haber elabo�ado un plan de la insurrección armada, primer ejemplo concreto de interpretación marxista de la insu­ rrección como arte. En la primera etapa del alzamiento que comenzaba, En­ gels atribuía la mayor importancia a la región de Baden, en la que se había organizado un Gobierno provisional revolucionario que contaba con el apoyo de la inmensa , mayoría de la población, tenía a su lado al ejército, afec­ to a la causa popular, y disponía de reservas en armas y pertrechos militares. Las , regiones vecinas o se hallaban también en plena insurrección (el Palatinado y la provin­ cia de Renania) o estaban a punto de levantarse (Würt­ temberg, Hessen, Hassau y Franconia) . Engels indicaba en su plan que había que extender inmediatamente la in­ surrección, sin perder ni un solo minuto, a Hessen-Darms­ tadt, Francfort, Nassau y Württemherg. Había que reu­ nir, sin demora, a base de las tropas regulares existentes, de 8. 000 a 10.000 hombres y lanzarlos sobre Francfort, con el fin de poner a la Asamblea Nacional Alemana ba­ jo la influencia y el control de la población alzada en ar­ mas y del ejército insurrecto. Así, pues, Engels determina magistralmente la única dirección acertada del esfuerzo principal de ataque del Baden insurrecto, al norte, a Francfort, cuya conquista habría tenido enorme trascendencia político-moral, dan­ do a la insurrección un carácter nacional (en Francfort se encontraba la Asamblea Nacional Alemana) . Además, la conquista · de Francfort hubiera tenido a su vez gran importancia estratégica, poniendo en manos de los insu­ rrectos la línea del río Meno y una base de operaciones 18

Marx-Engels, Zur deutschen Geschichte, Bd.

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II,

l.

Halb., S. 450.

para la ofensiva de las fuerzas revolucionarias en direc­ ción noroeste, a las zonas insurrectas de la Prusia Renana. Engels consideraba que el fortalecimiento interior de las fuerzas insurrectas y su organización era condición in­ dispensable para el desenlace victorioso de estas audaces operaciones militares. "Hacía falta centralizar la fuerza de la insurrección, poner a su disposición los recursos mo­ netarios precisos y mediante la abolición inmediata 'de to:.. das las cargas feudales interesar en el movimiento a la numerosa población agraria, que constituía la mayoría. Con instituir un Poder central común para los asuntos mi­ litares y financieros, autorizado para emitir papel mone­ da, primero en Baden y en el Palatinado, abolir todas las . cargas feudales en Baden y en cuantas zonas ocupara el ejército de la revolución, hubiera sido bastante para que el movimiento tomara un carácter más enérgico.

Mas todo eso había que hacerlo en el primer momento, con rapidez, lo que de por sí habría garantizado el éxito." 1 9

Esa tendencia a desarrollar al máximo la energía revo­ lucionaria de las masas, a dirigir de forma rigurosamente centralizada la insurrección, a llevar las operachmes con audacia y rapidez es el rasgo fundamental del plan de la insurrección armada elaborado por Engels. La segunda zona importante de la insurrección, que atraía especialmente la atención de Engles, era la provincia de Renania, con sus grandes masas de obreros industriales, la región en cuyo centro se hallaba la Nueva Gaceta del Rin. Estado Mayor de combate del proletariado revolucio­ nario. Sin embargo, apreciando serenamente la situación política y estratégico-militar, Engels consideraba que sólo circunstancias muy favorables podían hacer de la provincia de Renania un poderoso factor del levantamiento. Siete fortalezas ceñían la región, en la que se dislocaba casi un tercio del ejército prusiano, los ferrocarriles la cruzaban en todas direcciones, etc. En esas condiciones se precisaban enérgicas acciones revolucionarias desde afuera, la ayuda 1• Marx-Engels, Zur deutschen Geschichte, Bd. II, Erster Halbband, S. 495, Berlin, 1954. Subrayado por mi. E. S.

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activa de otras zonas insurrectas, capaz de abrir brecha en las tropas concentradas por la contrarrevolución en el Rin, desorganizar el mando militar y reforzar el espíritu revo­ lucionario en la masa de los soldados. Sólo en ese caso la insurrección en Renania, sostenida por las masas de obreros industriales, podría convertirse en poderoso factor de la revolución alemana, en fuerza que extendiera y ahondara la insurrección, haciendo que todo el movimiento alcanzara una fase superior. Engels vinculaba su plan de la insurrec­ ción a la perspectiva general de lucha revolucionaria en Europa, al nuevo ascenso de la revolución en Francia y en Italia y a la guerra revolucionaria en Hungría. El plan de Engels para la lucha insurrecciona! en la primavera de 1849 rebosaba intrépida osadía, estando basado, sin embar­ go, en el análisis sereno de las condiciones políticas, estra­ tégicas y técnico-militares de la lucha. Los días 9 y 10 de mayo estalló la insurrección arma­ da en la demarcación industrial de Mark-Berg (Renania) , abarcando entre otros a los centros de Elberfeld, Solingen, Hagen e Iserlohn. Al recibir la noticia del levantamiento, Engels elabora en seguida el plan de ayuda a las comarcas insurrectas d'� la margen derecha. Su autor exponía la esencia del mismo como sigue: "Ante todo había que evitar toda clase de estallidos innecesarios en las fortalezas y ciudades guarnecidas ; en la margen izquie,rda del. Rin había que organizar actos de diversión en las pequeñas ciudades, en las fortalezas, en los lugares fabriles y localidades rurales, para retener a las tropas de las guarniciones renanas en sus acuarte­ lamientos; finalmente, había que lanzar todas las fuerzas libres a la demarcación insurrecta de la margen derecha del Rin, extender el alzamiento y esforzarse . . . por or­ ganizar allí el núcleo del ej ército revolucionario".2º Luego de informar del citado plan a sus amigos y com­ pañeros de lucha, Engels cambia la pluma por el fusil y el 20

Marx-Engels; Zur deutschen Geschichte, Bd. II, Erster Halbband, S .

484, Berlín, 1954.

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10 de mayo parte a su querido Wuppertal, a Elberfeld, a 11cumplir lo expuesto en el tercer punto", como él mismo CHcribía. Al llegar a Elberfeld encontró un cuadro nada tranquili­ zador : la mayor confusión, desorden, desconcierto, inca­ pacidad del Comité de Seguridad pequeñoburgués que dirigía el movimiento para adoptar las medidas enérgicas más indispensables. No obstante, Engels encontró allí varios cientos de obreros armados y entre ellos 400 pro­ letarios de Solingen que se distinguían especialmente por su organización y firmeza. Apoyándose en los mejores elementos obreros Engels desarrolla una intensa · labor combativa. Logra que el Comité de Seguridad le encar­ gue de vigilar la construcción de barricadas y crea en seguida una compañía especial de zapadores, termina las barricadas que había en construcción y reconstruye una parte de las ya hechas, las guarnece con hombres y pie­ zas, etc. Hace todo lo posible para que el Comité de Seguridad aplique una línea firme y resuelta. Exige el desarme in­ mediato de la milicia de Elberfeld, que se había decla­ , rado neutral, pero que era en realidad una organización de la gran burguesía, enfilada contra el proletariado. Pro­ pone que se efectúe sin demora el desarme de la milicia con ayuda del destacamento de obreros solingeneses. Ins­ ta para que se distribuyan entre los obreros las armas que procedía quitar a la milicia y se implante una contribu­ ción obligatoria para el sostenimiento de los trabajadores armados. Los planes de Engels preveían que la insurrec­ ción se extendiera a las comarcas vecinas y se procediera a organizar sistemáticamente la defensa de la demarca­ ción de Mak-Berg. A fin de conservar en la etapa dada el frente común con los demócratas pequeño-burgueses, Engels no plan­ tea ninguna reivindicación específicamente proletaria y socialista. Su plan de acción era un plan de lucha demo­ crática revolucionaria, firme y consecuente, frente a la contrarrevolución. Empero, el hecho mismo de la llegada de Engels, uno ·

1 15

de los j efes del

partido de los rojos, redactór de la Nueva Gaceta del . Rin, que infundía horror a los burgueses y a

la cobarde clase media, asustaba ya a la burguesía de El­ berfeld. La enérgica actividad de Engels, sus planes y rei­ vindicaciones la hicieron entrar en furor. Por medio de intimidaciones con el reino del terror que, según decían, trataba de implantar Engels, y recurriendo a toda clase de enredos y calumnias, los burgueses intentaban azuzar contra él a las capas pequeñoburguesas de la población. Bajo la presión de la burguesía, el Comité de Seguridad tenía intención de prender a Engels, más, por temor a los obreros armados, resolvió limitarse a desterrarlo de la ciu­ dad. Más tarde, Engels había de recordar con gratitud a los obreros solingeneses: "de no haber sido por los solinge­ neses, la burguesía me habría metido en la cárcel, en la que, según todas las probabilidades, habría quedado co­ mo víctima expiatoria de los señores prusianos".21 En la mañana del 14 de mayo se le informó a Engels, en nombre del Comité de Seguridad, que la "burguesía de Elberfeld está asustada a más no poder de su presen­ cia, teme que vaya a declarar la República roja, y desea que se alej e". Aquel mismo día el Comité de Seguridad decretaba la deportación de Engels, motivándola con que "su estancia en Elberfeld puede dar lugar a incompren­ siones en cuanto al carácter del movimiento". De ello se informó a la población en la mañana del 15 de mayo. La orden de destierro suscitó la mayor indignación y efer­ vescencia entre los obreros, que reclamaron que Engels se quedara, prometiendo "defenderlo a costa de nuestras vidas". Mas Engels apreció serenamente la situación y . comprendió que todavía no había llegado el momento para el choque abierto con la democracia pequeñoburguesa. Por eso fue a ver a los obreros, los tranquilizó y, después de hacer entrega del cargo a su ayudante, partió de El­ berfeld. Después del acto de traición de los señores pequeño­ burgueses del Comité de Seguridad, Engels retornó a Co111

Carta de Engels a C. Kleln y a F. Moll del 8 de febrero de 1870.

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lonia. La Nueva Gaceta del Rin publicó una información de los acontecimientos de Elberfeld que terminaba con las siguientes palabras, dirigidas a los obreros: "Que los obreros de Berg y de Mark, que tan admirable lealtad y simpatía han mostrado por nuestro redactor, no olviden que el actual movimiento no es más que el prólogo de otro, mil veces más importante, en que habrá de tratarse de sus propios intereses de obreros. Ese nuevo movimiento re­ volucionario será resultado del presente movimiento. Y tan pronto como ese nuevo movimiento comience -los obreros pueden estar seguros de ello- Engels, i gu al que todos los redactores de la Nueva Gaceta del Rin, estarán en su puesto, y entonces no habrá fuerza en el mundo ca­ paz de hacerle abandonar ese puesto".22 Entretanto la causa de los insurrectos tomó pronto en Elberfeld un giro catastrófico. Los destacamentos obreros, indignados por la cobardía, las vacilaciones y la traidora inactividad de la dirección pequeñoburguesa, abandonaron Elberfeld con el fin de abrirse paso a otras regiones en­ vueltas por la insurrección. Merced a la traición desca­ rada de la gran burguesía y a la cobardía de la airección pequeñoburguesa, pronto cayeron en manos de los pru­ sianos Hagen y Solingen, y luego, después de una breve resistencia, Iserlohn. Parte de los obreros de Elberfeld y Solingen consiguieron llegar al Palatinado, insurrecto ; muchos de ellos se alistaron en el destacamento volunta­ rio del comunista Willich, en cuyas filas combatió más tarde el propio Engels. En los días de las insurrecciones de mayo, la Nueva Gaceta del Rin exhortaba a las masas, con especial fuer­

za y ardor revolucionario, al castigo implacable de la con­ trarrevolución, encabezada por los Hohenzollern, "por esa cobarde y falsa ralea que tortura al país' . Ante un movimiento de masas en ascenso impetuoso, la contrarrevolución, armada hasta los dientes, no se de22

Marx-Engels,

Zur deutschen

Geschichte, Bd. II,

345, Berlin, 1954.

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l. Halbband,

S.

cidía a tocar a la Nueva Gaceta d.el Rin, cuya valiente y poderosa voz resonaba en toda Alemania. Mas la derrota del alzamiento en el Rin infligió tam­ bién un golpe mortal a la Nueva Gacéta del Rin. La contranevolución se atrevió ahora a ensañarse con el odia­ do portavoz del proletariado revolucionario. Contra una parte de los redactores se montó un proceso, y a otros, que no eran prusianos, se les ordenó que abandonaran in­ mediatamente el territorio de Prusia. Aprovechándose de que Marx había renunciado en 1845 a la ciudadanía pru­ siana, el gobierno decretó su expulsión del reino, como extranjero que había infringido el derecho de hospitali­ dad. Todo esto suponía el fin de la Nueva Gaceta del

Rin.

El 19 de mayo de 1849 salió su último número, impreso en tinta roj a. El mensaj e de la redacción A los obreros de Colonia terminaba con las siguientes palabras: "Los redactores de la Nueva Gaceta del Rin, al despedirse de vosotros, os agradecen la simpatía que les habéis expresado. Su úl­ tima palabra será siempre y en todas partes: "¡liberación

de la clase obrera!" Treinta y cinco años después, recordando el final de la Nueva Gaceta del Rin, Engels pudo decir con orgullo:

"No tuvimos más remedio que entregar nuestra fortaleza, pero evacuamos con armas y bagajes, con música y con la bandera desplegada del último número, impreso en tinta roj a . ".23 .

.

Después de la clausura del periódico, Marx y Engels marchan al Suroeste de Alemania, envuelto por la insu­ rrección. Hacen todo lo posible por extender y ahondar el alzamiento y mover a los demócratas pequeñoburgueses a la aplicación de una línea revolucionaria enérgica. En Mannheim se entrevistan con los dirigentes del movimien­ to de Baden, a los que tratan de convencer para que rea­ licen el plan de Engels arriba mencionado. Pero los cita2ª C. Marx-F. Engels, Obras Escogidas en dos tomos, t. II, pág. 313, Moscú, 1952, ed. en espafiol.

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dos j efes, a quienes faltaba valor, energía, inteligencia e iniciativa, quedaron sordos a los consejos. Desde Baden, Marx y Engels se trasladaron al Palati­ nado, segundo centro de la insurrección, donde se entre­ vistaron con los miembros del gobierno provisional. Cuan­ do regresaban, fueron detenidos por las tropas de Hes­ sen, acusados de- tomar parte en el levantamiento y Pn­ viados a Francfort, en el que, no obstante, quedaron en libertad. Marx llegó a suponer que en la situación creada no era posible conseguir nada serio en Alemania y, por el contrario, esperaba el comienzo de grandes acontecimien­ tos revolucionarios en Francia . . En virtud de ello, marchó a París con un mandato del Comité Democrático Central. Engels retornó de nuevo al Palatinado, a la ciudad de Kai­ serslautern con el propósito de "ocupar el único puesto que la Nueva Gaceta del Rin podía ocupar en este movimien­ to: el puesto de soldado'' (Engels) . Engels declinó resueltamente las numerosas propuestas que le fueron hechas para que ocupara unos u otros cargos civiles y militares, pues no quería asumir la resjonsabili­ dad de las continuas fallas y errores de la dirección peque­ ño burguesa, ya que, conforme había demostrado la expe­ riencia, no era posible corregir la línea de ésta. Su tempe­ ramento revolucionario, combativo, no le permitía, sin embargo, permanecer a la expectativa. En ese preciso mo­ mento, el destacamento de voluntarios que mandaba Wi­ llich, había sitiado la fortaleza prusiana de Landau, que habría podido tomar fácilmente de contar con artillería. Engels insistía día tras día ante el Estado Mayor General en Kaiserslautern para que se les enviaran obuses a Wi­ llich, pero infructuosamente. Esta y otras varias intercesio­ nes análogas de Engels, su dura y constante crítica abierta de los actos vacilantes y desacertados de las a'J.toridades lo­ cales motivaron por último que fuera detenido en una de las ciudades fronterizas del Palatinado. Desde allí lo condujeron maniatado y a pie, a Kaiserslautern, donde fue encarcelado. La detención de Engels provocó una oleada de indignación entre los militantes progresistas del movi-

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miento palatino, y, en particular, entre los obreros rena­ nos que se hallaban en las filas del destacamento volunta­ rio de Renania-Hessen. Estos declararon categóricamente que abandonarían el destacamento si Engels no era liber­ tado. Como resultado, después de 24 horas de reclusión, Engels fue puesto en libertad, con multitud de excusas, por orden del gobierno provisional. Las noticias que poco más tarde llegaron de la ofensiva de las tropas prusianas contrarrevolucionarias hicieron que Engels empuñase las armas y marchara al destaca­ mento de Willich. Y Engels cumplió con honor su misión de soldado en el ejército de la insurrección. Posteriormente escribiría con orgullo que "los más decididos comunistas fueron también los más intrépidos soldados" en el ejército del Palatinado y Baden. Esto se puede decir en primer término del pro­ pio Engels. El 13 de junio llegó a Offenbach, donde se encontraba el cuartel general de Willich, y fue nombrado su ayudan­ t e. A p artir de ese momento y hasta mediados de j ulio, en que el ejército del Palatinado y Baden fue internado en Suiza, tomó parte en las maniobras y combates del desta­ camento voluntario de Willich. No era casual que dicho destacamento constituyera la parte mejor de los insurrec­ tos , pues en él figuraban muchos obr eros , que se revela­ ron como disciplinados y magníficos combatientes. A esta fuerza le tocó en suerte la arriesgada y difícil misión de cubrir la retirada del ejército de Baden y hacer frente a las acometidas de los atacantes prusianos. Engels descolló pronto como brillante organizador que no temía ni trabaj os ni peligros. Las unidades, mal abas­ tecidas y peor armadas, estaban necesitadas de lo más in­ dispensable, y Engels aborda enérgic amente la busca y el transporte de pólvora, de plomo, de cartuchos, de armas, de vestuario y de vituallas. Figura entre los que practican intensamente la instrucción militar de las tropas. En los días de combate, Engels aparece siempre en la primera lí­ nea de fuego ; toma parte en cuatro batallas y, entre ellas, en la de Rastatt. "Todos los que le vieron bajo el fuego

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-escribió Leonora Marx 11efiriéndose a Engels- habla­ ban todavía mucho tiempo · después de su extraordinaria serenidad y absoluto desprecio de todo peligro" . El 12 de julio, un día más tarde que el resto de las tro­ pas, cruzó la frontera suiza el destacamento de Willich, con el que iba Engels. Era la última fuerza del ejército derrotado del Palatinado y Baden que abandonó el terri­ torio alemán. Así pues, a mediados de julio de 1849 la insurrección había sido aplastada en el Sur y en el Oeste de Alemania. La derrota de la insurrección en el Suroeste de Ale­ · mania había sido también la derrota definitiva de la revolución alemana de 1848-1849. La causa de la derrota fue la traición de la gran bur­ guesía alemana, los titubeos y la indecisión de la pequeña ourguesía, y también la debilidad e insuficiente organiza­ ción del proletariado alemán, debidas al atraso económico y al fraccionamiento político de Alemania. Los partidos y las clases, las diferentes teorías y plata­ formas políticas fueron probándose en el curso d� los acontecimientos revolucionarios de 1848 y 1849. La revo­ lución asestó un golpe mortal a todas las variedades del socialismo utópico, anterior al de Marx, y mostró a la vez la superioridad de la teoría científica del proletariado, que había soportado brillantemente su primera verificación histórica. "El curso de los acontecimientos revolucionarios de 1848 y 1849 vino a confirmar de un modo brillante la nueva teoría, como habían de confirmarla también en lo sucesivo todos los movimientos proletarios y democráticos de todos los países del mundo".24 Si hasta 1848 la atención principal de Marx y de En­ gels había estado dirigida a la estructuración de los prin­ cipios básicos del comunismo científico, en los aconteci­ mientos revolucionarios de 1848 y 1849 avanzaron a pri­ mer plano las ideas políticas, las cuestiones de estrategia y de táctica. 24

Lenin, Carlos Marx, pág. 27, Moscú, ed. en espafíol.

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Como había de remarcar Lenin repetidas veces, en su lucha contra toda clase de intentos de los mencheviques y trotskistas para desvirtuar la táctica de Marx y Engels en la revolución de 1848 · y 1849, esa táctica de los fundadores del marxismo fue la única acertada. Y si ella no condujo al triunfo de la revolución, esto se debió a la insuficiente preparación del proletariado y al insuficiente desarrollo del capitalismo. Señalando lo fundamental y decisivo de la línea política de Marx y Engels en 1848 y 1849, Lenin dijo que "enseñaron al proletariado la táctica revoluciona­ ria, la táctica que desenvuelve la lucha hasta sus formas más elevadas, la táctica que lleva a los campesinos tras el proletariado, y no al proletariado tras los liberales trai­ dores". 25 Desde comienzo de junio, en que Marx partió de Ale­ mania a París, Marx y Engels perdieron todo contacto en­ tre sí, y no lograron reanudarlo hasta pasados más de dos meses. Marx estaba muy inquieto por Engels, sabiendo que éste trataría de hallarse en los sitios más peligrosos. No menor era la preocupación de Engels por su amigo . . Así, en la primera carta que tuvo posibilidad de enviar desde Suiza a la esposa de Marx (el 25 de julio de 1849) , Engels escribía profundamente alarmado : " ¡ Si al menos tuviera la seguridad de que Marx está en libertad! Con frecuencia pensaba yo que corría baj o las balas prusianas riesgos muy inferiores al de los nuestros en Alemania y, sobre todo, al de Marx en París. Líbreme usted cuanto antes de esta incertidumbre". La respuesta fue una carta del propio Marx. "Estaba preocupadísimo por ti -decía- y he tenido una extraor­ dinaria alegría al recibir ayer la carta, escrita de tu puño y letra". Marx le decía a Engels en la misma: "Ahora tie­ nes una ocasión magnífica para escribir la historia de la revolución de Baden y el Palatinado o un opúsculo críti­ co sobre ella . . . Al hacerlo puedes revelar claramente la :¡¡;

V. l. Lenin, Obras, t. 15, pág. 32, 4� ed. en r1:1so.

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pos1c1on general de la N(ueva) G(aceta) relación al Partido Democrático".26

del · R(in) con

Esta sugerencia coincidía plenamente con los designios de Engels, y éste tomó la pluma sin dilación. Bien pronto estuvo terminado el trabaj o, que llevaba por título La campaña alemana por la Constitución imperial. Paso a paso, Engels describe en esa obra, en forma viva y clara, con verdadera maestría, la lucha armada de mayo, junio y j ulio de 1849 en la Prusia Renana, en Baden y en el Pa­ latinado ; analiza las premisas, el desarrollo de la contien­ da por la Constitución imperial, y hace una caracteriza­ ción admirable, certera y vigorosa de la posición de las distintas clases en la lucha, y en particular, de la misión del proletariado y de los campesinos. Los obreros, y en muchos lugares también los campesi­ nos -escribe Engels-, estaban dispuestos a batirse por la Constitución imperial, más "con una condición tácita, por cierto, pero bien conocida de todos los partidos: des­ pués del triunfo la pequeña burguesía tendría que defen­ der aquella misma Constitución imperial contra aquellos , mismos obreros y campesinos".27 Narrando la lucha armada de Alemania Occidental y Meridional, no como impasible y desinteresado observador, sino como participante activo en la contienda, Engels ha­ bla con manifiesto desprecio de los j efes pequeño burgue­ ses que dirigieron y hundieron el movimiento. Analiza fase por fase, con detalle, la marcha de las operaciones mi­ litares y ofrece un cuadro vivo de cómo no hay que dirigir la insurrección armada. En La campaña alemana por la Constitución imperial obtiene nuevo desarrollo la teoría marxista de la insurrección armada, que Engels había em­ pezado a elaborar en sus artículos dedicados a los combates de junio de los obreros parisinos y a la lucha revoluciona­ ria en Hungría y en Italia. A fines de agosto de 1849 Engels recibió una carta que 211 27

Marx-Engel.s,

Gesamtausgabe, Dritte Abteilung, Bd. I, S. 111. Geschichte, Bd. II, l. Halbband, S.

Marx-Engels, Zur deutschen

472, Berlín, 1954.

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Marx enviaba desde P¿;trÍs en la que le informaba de que lo desterraban al departamento de Morbihan, a la zona pantanosa de Bretaña. Lejos de transigir con ese intento enmascarado de asesinato, Marx decide abandonar Fran­ cia. Informando de su decisión de marchar a Londres, don­ de espera iniciar la publicación de una revista alemana, Marx dice: "Por eso debes salir inmediatamente para Lon­ dres. Así lo exige tu seguridad, Los prusianos te fusilarían dos veces : 1) Por lo de Baden ; 2) por lo de Elberfeld, Y ¿qué necesidad tienes de Suiza, en la que no puedes hacer nada? No hay dificultades de ninguna índole para que mar­ ches a Londres, con el nombre de Engels, o con el de Me­ yer . . . Cuento resueltamente con ello . . . En Londres ha­ remos nuestra obra".28 Engels siguió gustoso el reiterado consejo de su amigo. Marchó a Italia; el 6 de octubre zarpó de Génova en un barco de vela y a mediados de noviembre llegó a Londres. La enérgica naturaleza de Engels y su ansia insaciable de saber, tampoco le permitieron quedarse inactivo durante la travesía: se dedicó al estudio de la náutica. En el diario que Engels llevó durante el viaje había anotaciones y sig­ nos indicadores de los· cambios en la situación del Sol, en la dirección del viento, en el estado del mar, en la configu­ ración del litoral, etc. Al llegar a Londres reanudó su labor de colaboración revolucionaria con Marx. Las circunstancias eran muy graves. Dondequiera cantaba victoria la reacción. No es extraño que entre los emigrados políticos menos firmes comenzaran a extenderse el abatimiento, la confusión y la falta de fe en la propia causa. También ahora Marx y Engels estuvieron a la altura de su situación de j efes del proletariado revolucionario. En estas condiciones se revelaron con especial vigor cualidades que les eran in­ herentes: una entereza de hierro, firmeza de carácter y un optimismo inquebrantable, basado en la honda certidum­ bre, científicamente fundada, de la razón que les asistía. Los fundadores del marxismo emprendieron la reconsllll

Marx-Engeis,

Gesamtausgabe, Dritte Abteilung, Bd. I, S . 113.

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titución y reorganizac1on de la Liga de los Comunistas . Los afiliados que participaron en el movimiento se halla­ ban ahora diseminados ; habían quedado cortadas las re­ laciones, y en virtud de ello y debido al peligro de que interceptaran la correspondencia, había que renunciar a escribir durante algún tiempo. Empero, gracias a la enérgica labor de Marx, en sep­ tiembre de 1849 estaba ya reorganizado el Comité Cen­ tral de la Liga, del que también pasó a formar parte En­ gels después de su llegada a Londres. Alrededor de ambos se agruparon pronto en esta urbe casi todos los viejos di­ rigentes de la Liga de los Comunistas. Junto a ellos sur­ gieron también nuevas fuerz as; en estas descollaba Wi­ llich, con el que Engels había hecho toda la campaña de Baden y del Palatinado, Conrad Schramm y Wilhelm Liebknecht. La creación del partido proletario independiente no era posible sin superar la influencia de los emigrados peque­ ñoburgueses, que en gran número residían en Londres, habían desencadenado la lucha contra Marx y Engels y trataban de unir orgánicamente b ajo su dirección a la emi­ gración revolucionaria. Marx y Engels luchaba fi contra los intentos unificadores de los demócratas pequeñoburgue­ ses, propugnando una organización especial independiente de los revolucionarios proletarios. Lugar prominente en la actividad de Marx y Engels ocupa en este período la labor de ayuda material a los emigrados, de la que fueron iniciadores; aprovecharon és­ tas también para acrecentar la influencia del partido pro· letario, luchando ·contra los intentos de los líderes de la democracia pequeñoburguesa que pretendían apoderarse de la dirección. . Para establecer relaciones con Alemania, el C. C. de la Liga envió en marzo de 1850 a Heinrich Baüer, como emisario especial. Este llevó consigo el Llamamiento del Comité Central a la Liga de los Comunistas, escrito por Marx y Engels. En dicho importantísimo documento ha­ cían el balance esencial de la revolución de 1848 y 1849 en Alemania, concretaban la línea táctica de los comunis-

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tas en la revolución democráticoburguesa y formularon con toda amplitud su idea de la revolución permanente. Marx y Engels señalan, ante todo, que los afiliados a la Liga de los Comunistas estuvieron durante los años revo­ lucionarios en las primeras filas del proletariado, de la única clase consecuentemente revolucionaria, y que la plataforma política de la Liga resultó la única acertada. Pero, al mismo tiempo, se debilitó considerablemente la sólida organización anterior de la Liga. En algunas loca­ lidades las organizaciones de ésta cayeron baj o la influen­ cia del partido demócratico pequeñoburgués. En la pró­ xima re�olución alemana, indican Marx y Engels, el par­ tido obrero debe actuar en la forma más organizada, uni­ da e independiente posible. En la revolución venidera, se dice en el Llamamiento, los demócratas pequeñoburgueses asumirán el papel de traición que en 1848 desempeñáron los liberales burgueses alemanes. Actualmente los pequeñoburgueses predican al proletariado la concordia y tratan de arrastrarlo a un gran partido de oposición en el que ellos sean la fuerza dirigente. Ha.y que declarar una lucha enérgica contra esos designios de convertir al proletariado en apéndice de la democracia pequeñoburguesa. Los obreros deben crear su organización independiente, pública y secreta. La ac­ titud del partido obrero revolucionario ante la democracia pequeñoburguesa es la siguiente : luchar en común contra las fuerzas de la reacción; actuar frente a la democracia pequeñoburguesa en todos los casos en que ésta intente consolidarse. Mientras los demócratas pequeñoburgueses tratan de limitar la revolución a las reformas del régimen social .existente que dictan sus intereses, manteniendo la esclavitud asalariada de los obreros, base de aquél, "nues­ tros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la re­ volución permanente, hasta que sea descartada la domina­ ción de las clases más o menos poseedoras, hasta que el proletariado conquiste el Poder del Estado . . . Para nos... otros no se trata de reformar la propiedad privada, sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase,

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sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la socie­ dad existente, sino de establecer una nueva".29 Basándose en esas tareas, al lado del nuevo gobierno oficial pequeñoburgués que surj a en caso de victoria de la revolución sobre l a reacción, los obreros deben "ins­ tituir sus propios gobiernos obreros revolucionarios" en forma de j untas comunales, clubs o comités obreros. Para contrarrestar la política de traición de los demó­ cratas burgueses, los obreros deben estar armados y tener su organización militar independiente. Por último, es ne­ cesario luchar contra los intentos de los demócratas bur­ gueses de atraerse a las masas campesinas con tímidas re­ formas. Los obreros deben exigir que la propiedad agra­ ria feudal confiscada "sea declarada bien público, y se transforme en colonias obreras cultivadas por el proleta­ riado rural asociado, aprovechando todas las ventajas de la gran agricultura". En oposición a los demócratas pequeñoburgueses, que propugnan una República federal con el máximo de auto­ nomía o la independencia de las comunas y regiones, los obreros deben propugnar la República alemana única e indivisible y conseguir la más enérgica centraliza�ión del poder en manos del Estado. Los obreros deben tender a impulsar la revolución cuanto más lej os mej or : "Su grito de guerra ha de ser : la revolución permanente". so La idea de la revolución permanente, expuesta en el citado llamamiento, obtuvo nuevo desarrollo en la teoría leninista de la transformación de la revolución democrá­ tico-burguesa en revolución socialista y en la estrategia y táctica del Partido Bolchevique, que tan brillante confir­ mación tuvieron en los combates revolucionarios de 1917. La intensa labor de Marx y Engels para reconstituir y reorganizar la Liga de los Comunistas dio pronto sus fru­ tos. En el segundo Llamamiento del Comité Central a la 1111 C. Marx-F. Engels, Obras Escogidas, en dos tomos, t. I, pág." 97, Moscú, 1952, ed. en espafíol. ao C. Marx-F. Engels, Obras Escogidas, en dos tomos, t. I, pág. 102, Moscú, 1952, ed. en espafíol.

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Liga de los Comunistas, redactado por Marx y Engels en junio de 1850, .pudo informarse ya de importantes éxitos. A la vez que luchaban por la creación en Alemania de un partido proletario de masas, Marx y Engels iban agru­ pando a su alrededor a los mejores elementos revoluciona­ rios del movimiento obrero internacional. El segundo lla­ mamiento indicaba que el Comité Central, a través de al­ gunos miembros del mismo, enviados como delegados es­ peciales, estaba relacionado con el verdadero partido re­ volucionario de los franceses, de los ingleses y de los hún­ garos . Engels tomó la parte más activa en esa labor de uni­ dad internacional de los revolucionarios proletarios. In­ tervenía a menudo en los mítines internacionales de Lon­ dres. Mantenía lazos muy estrechos con los cartistas re­ volucionarios; en cuyas filas había luchado en los años de 1842 y 1843. En esta labor de unidad revolucionaria Marx y Engels atribuían señalado papel a un nuevo órgano de prensa re­ volucionario, para editar el cual invirtieron no poco tiem­ po y muchas energías. En 1850 aparecieron seis números ,de la Nueva Gaceta del Rin, Revista político-económica, que redactaba Marx y se imprimía en Hamburgo. Entre los trabajos publicados figuraban algunas obras de Marx y Engels en las que se hacía el balance de la revolución de 1848 y 1849 en Francia y en Alemania así como también reseñas críticas y comentarios internacionales debidos a su pluma. Como se deduce de los comentarios internacionales es­

critos por ellos en los meses de febrero y abril, -Marx y Engels esperaban entonces un nuevo auge revolucionario. Pero en el verano de 1850 se hizo ya claro que la situa­ ción obj etiva había cambiado substancialmente y las es­ peranzas en una pronta ofensiva de la revolución carecían de base real. La crisis industrial de 1847, que desembocó en la revolución, había terminado por entero, y comenzaba un período de impetuoso ascenso industrial. Así lo mos­ traron con precisión y nitidez, en el Comentario Interna-

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cional escrito en otoño de 1850 para los números 5 y 6 de ·

la revista. "En un período de completo florecimiento industrial -escribían en dicho comentario---", en el que las fuerzas productivas de la sociedad burguesa se desarrollan con toda la exhuberancia que en general es posible dentro de las relaciones burguesas, de verdadera revolución no hay ni que hablar . . La nueva revolución es posible únicamen­ .

te después de una nueva crisis. Pero su llegada es tan in­ evitable como lo es la llegada de esta última".31

Apreciando serenamente las nuevas condiciones objeti­ vas, Marx y Engels, con toda la crudeza, rectitud y va­ lentía de auténticos j efes proletarios, exigieron asimismo la revisión de la táctica del partido. A la vez que se man­ tenía invariable la línea estratégica fundamental, orien­ tada a la ineluctabilidad de la revolución, había que mo­ dificar la táctica en la etapa dada, adaptándola, al nue­ vo estadio de la lucha. La tempestad revolucionaria de 1848 y 1849 había agotado sus fuerzas. Por tanto, se re­ quería una larga y minuciosa labor para acumular fuer­ zas y prepararlas de modo sistemático para la m�va re­ volución, cuyos plazos se alargaban. La nueva posición de Marx y Engels motivó un serio agravamiento de la lucha dentro de la Liga de los Comu­ nistas y de su C. C. Una parte de los miembros de éste, con Willich y Schapper a la cabeza, apoyada por buen número de afiliados londinenses a la Liga, se pronunció en contra de Marx y Engels. Constituían una fracción oportunista de izquierda, in­ capaz de sostener una lucha proletaria serena en las difí­ ciles condiciones del descenso de la oleada revolucionaria. Reflejaban la impaciencia pequeñoburguesa, planteando el problema: o la revolución inmediata, o hay que reti­ rarse (palabras de Schapper) . Con menosprecio de las condiciones obj etivas, sin comprender los cambios radica­ les que se habían operado en ellas, dominados por la idea aventurera y putchista de que la revolución se puede ha11

Neue Rheinische Zetntung,

S. 317-318, Berlfn,

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1955.

cer en cualquier momento, llamaban a la organización in­ mediata de la insurrección armada. Esto era jugar a la re­ volución, con sumo riesgo y perjuicio, charlar de la revo­ lución en lugar de realizar una labor revolucionaria seria . Criticando duramente las ideas de esta oposición, Marx dij o en la sesión del C. C. celebrada el 15 de septiembre de

1850 :

"En el lugar de las concepciones críticas, la minoría pone las dogmáticas, en el lugar de las materialistas, las idealistas. Fuerza motriz de la revolución es para ella la simple voluntad, en lugar de las relaciones efectivas. Mientras nosotros decimos a los obreros: "Habréis de pa­ sar 15, 20, 50 años de guerra civil y de batallas internacio­ nales, no sólo para cambiar las relaciones existentes, sino también para cambiaros a sí mismos y ser capaces de ejer­ ' cer el dominio político". Vosotros decís todo lo contrario: "Tenemos que conseguir ahora mismo el dominio, o no habrá que hacer".ª2 Es característico que la fracción izquierdista de Willich­ Schapper, a la caza del éxito inmediato, en busca de alia­ dos para la organización de putches, estaba dispuesta a llegar a compromisos sin escrúpulos con los demócratas pequeñoburgueses y a la unificación orgánica con ellos. En este terreno Marx y Engels tuvieron que afrontar va­ rios choques con Willich. En septiembre de 1850, la lucha con la fracción Wi­ llich-Schapper, que había emprendido el camino de la di­ famación y de los ataques personales contra Marx y En­ gels, se agravó al máximo, llegando incluso a un duelo entre Schramm y Willich, miembros del C. C. El 15 de septiembre se produj o el desenlace : después de tumultusos debates y de que Marx derrotó rotunda­ mente a la oposición en la sesión del Comité Central, hubo una escisión. La mayoría del C. C., dirigida por Marx y Engels, acordó trasladar la residencia del Comi­ té Central de la Liga de los Comunistas a Colonia, haaa K.

Marx,

Enthüllungen

über

den

1. Vorlliufiges, S. 32-33.

130

Kommunistenprozess

zu

KOln,

clcndo entrega de los poderes del mismo al comité de cstn demarcación. Dicho acuerdo fue motivado por la necesidad de preservar la dirección central de la Liga contra el influjo de los numerosos partidarios londinen­ ses de Willich y Schapper. En los primeros años que sucedieron a las revolucio ­ nes de 1848-1849, Marx y Engels veían en el análisis de las enseñanzas que ellas proporcionaban y en la genera­ l ización de la nueva experiencia de la lucha revoluciona­ ria una de las principales tareas de su labor teórica. A cl}a estuvieron dedicadas las obras La lucha de clases en

Francia de 1848 a 1850 y El 18 Brumario de Luis Bona­ parte, de Marx, y La guerra campesina en Alemania y Revolución y contrarrevolución en Alemania, de Engels .

Estas obras son un brillante testimonio de que el mar­ xismo, como doctrina viva y creadora, se formaba y des­ envolvía en estrecha vinculación a la práctica revolucio­ naria. Sintetizando la experiencia de la lucha del pro­ l etariado y de las masas trabajadoras en una borrascosa época revolucionaria, cuando se revela con mayor vigor la actividad y la iniciativa de las masas populares, su pa­ pel creador en el proceso histórico, Marx y Engels enri­ quecieron su doctrina con nuevas conclusiones de suma trascendencia. En su obra La lucha de clases en Francia (1850) Marx destaca con todo vigqr una enseñanza decisiva de la re­ volución de 1848 y 1849 : la confirmación de la tesis fun­ damental .del Manifiesto Comunista sobre la revolución proletaria y la dictadura del proletariado. Fustigando al socialismo utópico pequeñoburgués, que hizo bancarrota en el curso de la revolución, y cuyos adeptos, en aras de sus doctrinas, negaban la lucha de clases, Marx les contrapone el socialismo, el comunismo, que no son sino "la declaración de la revolución perma­ nente, la dictadura de clase del proletariado como punto necesario de transición para la supresión de las diferen­ cias de clase en general, para la supresión de todas las relaciones de producción en que éstas descansan, para la abolición de todas las relaciones sociales que correspon-

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den a esas relaciones de producción, para la subversión de todas las ideas que brotan de estas relaciones so­ ciales".33 La experiencia de las revoluciones de 1848 y 1849 per­ mitió a Marx y Engels desenvolver y concretar su teoría del Estado. En su obra El 1 8 Brumario de Luis Bo­ naparte ( 1852) , haciendo referencia al viej o sistema es­ tatal, Marx llega a la siguiente conclusión trascendental: "Todas las revoluciones perfeccionaban esta máquina, en vez de destrozarla".84 Lenin reproduce esta aseveración y dice: "En este notable paisaj e, el marxismo avanza un trecho en compa­ ración con el Manifiesto Comunista. Allí, la cuestión del Estado planteábase todavía de un modo extremadamente abstracto, operando con las nociones y las expresiones más generales. Aquí se plantea ya de un modo concreto, y la conclusión a que se llega es extraordinariamente precisa, definida, prácticamente tangible : todas las re­ voluciones anteriores perfeccionaron la máquina del Es­ tado, y lo que hace falta es romperla, destruirla. Esta conclusión es lo principal, lo fundamental, en la teoría del marxismo acerca del Estado".35 Tanto en La lucha de clases en Francia como en El 1 8 Brumario de Luis Bonaparte, Marx dedica enorme aten­ ción al problema de las relaciones entre el proletariado y los campesinos y analiza las causas en virtud de las cuales el proletariado no consiguió atraer a su lado a . las masas campesinas, lo que trajo como consecuencia la de­ rrota de la revolución. Marx demuestra que los intereses del campesinado, bien comprendido, deben llevarlo a la alianza con el proletariado urbano. "Los campesinos . . . encu'entran su aliado y jefe natural en el proletariado urbano, que tiene por misión derrocar el orden buraa C. Marx-F. Engels, Obras Escogidas, en dos tomos, t. I, ptig. 201, Moscú, 1951, ed. en espaiiol. " V. I. Lenin, El Estado y la Revolución, pág. 31, Moscl'.i, ed. en espafiol. 111 Ibid., pág. 31.

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gués" .86 Esta conclusión política de importancia trascen­ dental, que Marx hizo sobre la base de las enseñanzas de las revoluciones de 1848 y 1849, la desarrolla en su carta a Engels del 16 de abril de 1856: "Todo dependerá en Alemania de la posibilidad de apoyar la revolución proletaria con una segunda edición de la guerra cam­ pesina". Esta profunda idea fue desarrollada más tarde por Lenin y sirvió de base a la nueva teoría de la revolución socialista, que ya no lleva a cabo el proletariado aislado, sino el proletariado, como fuerza dirigente, en alianza con los elementos semiproletarios de la población, con , millones de trabajadores, con las masas explotadas. Se comprende, pues, la enorme atención que dedicó también Engels al problema campesino. En el último vo­ lumen de la Revista político-económica, correspondiente a los números 5 y 6, del mes de noviembre de 1850, vió la luz su trabajo histórico La guerr.a campesina en Ale­ mania. Sobre la base de la interpretación materialista de la historia, Engels hace en dicha obra un análisis •de las causas, de la marcha y de los resultados de la guerra cam­ pesina en Alemania, de la gran insurrección del campe­ sinado contra el feudalismo en 1525. Aunque el autor ana­ liza en ella un remoto pasado histórico, no era, sin em­ bargo, en modo alguno una investigación académica, ale­ j ada de los vendavales de la lucha política contemporá­ nea. Este trabaj o era para Engels un medio de acentuar con todo vigor el papel y la importancia de los campe­ sinos en la lucha de clases y la necesidad imperiosa de que el proletariado revolucionario luche por la dirección de las masas campesinas. En los datos históricos concre­ tos de la lucha de clases de 1525 explicaba también a las masas las enseñanzas de los combates revolucionarios de 1848 y 1849. Engels demuestra que a la derrota de los alzamientos campesinos contribuyó el papel traidor de oo

C. Marx, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, pág. 125, Moscú, 1955,

ed. en espafiol.

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las capas urbanas acomodadas, los predecesores de la actual burguesía, así como también el fraccionamiento político y el particularismo local, lo que motivó que en lugar de un movimiento nacional que abarcara a toda Alemania se produjeran cientos de insurrecciones locales· aisladas, que iban siendo aplastadas una por una. Esta obra mostró las recias y vigorosas figuras de la Gran Guerra Campesina, y recordó al pueblo alemán sus tra­ diciones revolucionarias. "Hubo tiempo -dice Engels­ en el que Alemania destacaba individualidades que pue­ den figurar al lado de los· mejores revolucionarios de otros países; en que el pueblo alemán reveló tal entere­ za y desarrolló tal energía que en una nación centraliza­ da habrían llevado a los más brillantes resultados; en que· los campesinos y plebeyos alemanes concebían ideas y planes que muy a menudo hacen temblar y horrorizar­ se a sus descendientes". s1 Al balance de los combates revolucionarios de 1848 y 1849 está dedicada también la obra de Engels Revolución y contrarrevolución en Alemania, (1851-1852) . Un do­ minio magistral del método del materialismo histórico y el profundo conocimiento y comprensión de los aconteci­ mientos, de los que él mismo había sido participante di­ recto, le permitieron hacer en seguida, siguiendo las hue­ llas frescas de la revolución alemana de 1848 y 1849, un 'lumirioso análisis de las premisas, de las fuerzas motrices, de ,)as etapas esenciales, de la situación internacional y de las enseñanzas y resultados de la revolución. En esta obra ocupan lugar prominente los problemas de la insurrección armada. Las enseñanzas que Engels extrajo de la experiencia de la lucha armada de 1848 y 1849 y que sintetizó en Revolución y contrarrevolución · en Alemania, han entrado para siempre en el tesoro de la estrategia y de la táctica científicas del proletariado. Engels da una formulación clásica de la teoría marxista de la insurrección armada como arte, y señala con extraor­ dinaria precisión las reglas fundamentales de la insurrec87 F. Engels, Der deutsche Bauernkrieg, S. 23, Moskau, 1940.

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c16n que deben servir de guía al proletariado para conse­ J(uir la victoria : "La insurrección es un arte, exactamen­ te lo mismo que la guerra, y que otros tipos de arte. En bl rigen determinadas reglas, el olvido de las cuales moti­ va el desastre del partido que cae en su inobservancia . .

.

En primer lugar, no hay que jugar nunca a la insurrección,

ni no se tiene el firme propósito de llevarla hasta sus fi­ nales consecuencias . . . En segundo lugar, una vez comen­ zada la insurrección, hay que actuar con la mayor resolu­ ción y pasar a la ofensiva. La defensa es la muerte de la insurrección armada; en la defensa muere ya antes de me­ dir sus fuerzas con el adversario. Hay que coger al enemi­ go desprevenido, cuando sus tropas están aún dispersas; hay que conseguir diariamente nuevos éxitos, aunque sean pequeños ; hay que mantener la superioridad moral que le proporciona a uno el primer avance afortunado de los insurrectos ; hay que atraerse a los elementos vacilantes, que siempre marchan tras el más fuerte y siempre se po­ nen al lado más seguro ; hay que obligar a que el enemigo se retire, antes de que haya podido reunir sus tropas con­ tra uno." 3 8 Antes de lanzarse a la insurrección es menl!ster so­ pesar fríamente la situación política y militar. Pero una vez que se ha tomado el acuerdo de ir a la insurrección y se han comenzado los preparativos de la misma, es preci­ so ver en la insurrección un arte, y actuar con la mayor resolución e intrepidez, llevados por un ímpetu de ofensi­ va constante. La teoría marxista de la insurrección armada fue des­ arrollada por Lenin sobre la base de la experiencia de las nuevas luchas insurreccionales del proletariado, y en particular, de la experiencia de la insurrección armada de diciembre de 1905 en Moscú. En los días decisivos de Octubre de 1917 el Partido Bolchevique dio un ej emplo clásico con la preparación y desencadenamiento de la in­ surrección armada victoriosa. A la par con su labor teórica, Marx y Engels proseSS

K. Marx, Selected Works in two volumes, vol. n, :p. llQ,

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guían la tenaz labor para �grupar, instruir y formar a los cuadros revolucionarios de la clase obrera. Después de la escisión de septiembre de 1850, La Liga de los Comunistas atravesaba una época düícil. A la obra desorganizadora de Willich, Schapper y sus adeptos se unieron las represiones policíacas. En mayo de 185 1 de­ tuvieron en Alemania a varios destacadísimos militantes de la Liga de los Comunistas. El gobierno, con ayuda de provocadores del servicio policíaco, empezó a montar un ruidoso proceso contra los detenidos. Engels aportó gran ayuda a la febril actividad que Marx desarrolló ante el proceso que se preparaba. Publicaron artículos en algunos periódicos ingleses y alemanes des­ enmascarando las provocaciones, falseamientos y otros amaños semejantes de Stieber, agente de policía prusia­ no, a la vez que reunían datos y documentos para la de­ fensa de los inculpados. Marx y Engels tuvieron que soportar al mismo tiempo ataques rabiosos, cada vez más infames, de la fracción Willich-Schapper y de la emigración pequeñoburguesa li­ gada a éstos. En mayo y j unio de 1852 escriben el libelo Los pro­ hombres de la emigTación, en el que se da una caracteri­ zación demoledora de los jefes pequeñoburgueses de la emigración londinense, entregados a un mezquino tráfa­ go ratonil en lugar de realizar una verdadera labor re­ volucionaria. Durante los meses de octubre y noviembre de 1852 se vio en Colonia la causa contra once afiliados a la Liga de los Comunistas, siete de los cuales fueron condenados a diversas penas de reclusión. Con el fin de denunciar los ignominiosos procedimientos utilizados por - el gobierno prusiano para amañar la condena de los comunistas en Co­ lonia, Marx escribió el folleto Revelaciones del proceso de los comunistas de Colonia, y Engels publicó en el New York Tribune un artículo titulado El proceso de los comu­ nistas de Colonia. Los encarcelamientos efectuados en Alemania y el pro­ ceso de Colonia asestaron un golpe mortal a la Liga de

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los Comunistas. Quedó roto el enlace del grupo londinen­ se, encabezado por Marx y Engels, con el continente. La Liga dejó prácticamente de existir. A mediados de no­ viembre de 1852, a propuesta de Marx, la Liga de los Co­ munistas se declaró disuelta. Si bien la Liga de los Comunistas, en una situación de furor reaccionario, baj o los golpes de las persecuciones gu­ bernativas, tuvo que disolverse, dejó una profunda hue­ lla en la historia del movimiento obrero, como embrión del partido proletario, como organización cuyo programa ha­ bía sido el inmortal Manifiesto del Partido Comunista. Los mejores representantes del proletariado, educados por Marx y Engels, no obstante la disolución de la Liga de los Comunistas, continuaron su labor de Partido di­ fundiendo la teoría revolucionaria, educando a las ma­ sas obreras y preparándolas para las nuevas batallas re­ volucionarias.

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VI ENGELS EN EL PERIODO DE REACCION Y EN EL NUEVO AUGE DE LOS MOVIMIENTOS DEMOCRATICO-BURGUESES

Con la ofensiva de la reacción se crearon condicion es extraordinariamente difíciles para la actividad teórica, po­ lítica y de partido de Marx y Engels. Sobre ellos cayeron todos los horrores del exilio y de las calamidades,materia­ les. La sociedad burguesa se vengaba ahora de los jefes del proletariado privándolos de las más elementales condicio­ nes de subsistencia. Si Engels podía aún hacer frente a la vida con su trabaj o de periodista, ello era inconcebido para Marx, cargado de familia. La inseguridad de la existencia de periodista obrero, en una situación en que se carecía casi totalmente de prensa proletaria, no sólo hubiera malogrado el genio de Marx, quitándole toda po­ sibilidad de entregarse a la labor teórica y política, sino que lo habría condenado también a perecer con su fami­ lia bajo el yugo de la indigencia. Cualquier sacrificio hubiera hecho Engels en esas con­ diciones para abrir camino al genio de Marx y conservar al proletariado su jefe. El único medio que tenía de ayudar a su amigo en la situación creada era volver a la oficina, al maldito co-mer­ cio. Así lo hizo Engels, sin quejas, sin desabrimient o s y sin énfasis, pues no había otra salida. Con igual senc illez

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Marx aceptó esta prueba de abnegación sin límites de su amigo. En realidad seguían combatiendo hombro a hom­ bro, como siempre, por el triunfo de la causa a la que ha­ bían consagrado su vida. Las nuevas condiciones les obli­ garon únicamente a modificar la división del trabajó entre sí. Engels, que siempre había reconocido la superioridad del genio de su amigo, al que admiraba, estimó ahora com­ pletamente natural hacerse cargo de buena parte de los cuidados materiales relativos a Marx y a su familia, pa­ ra darle la posibilidad de que continuara su labor teóri­ ca y política. Luego que se hubo decidido el retorno de Engels a la oficina, éste marchó a Mánchester, en noviembre de 1850, y entró a trabajar como empleado de la firma Ermene y Engels. La vuelta de Engels a la oficina y el intenso estudio de Marx en la biblioteca del Museo Británico hicieron que sobre ellos cayeran un torrente de mentiras y de calum­ nias lanzadas por la emigración pequeñoburguesa, que continuaba su juego en los "comités europeos" y "gobier­ nos provisionales", que había organizado en Norteaméri­ ca la suscripción del "empréstito revolucionario" para ha­ cer inmediatamente la revolución, y así sucesivamente. De la correspondencia de Marx y Engels sabemos, por ejemplo, que la hermandad emigrada de los Ruge, los Willich y otros atacó de la forma más grosera a Marx y Engels, a los que llamaban "solitarios, de todos abandona­ dos", sin que faltaran los reproches de "mercantilismo" dirigidos a Engels. Mas la conciencia de que cumplía con su deber le salvaguardaba de esos alfilerazos, y Engels solía tranquilizar a Marx, enfurecido y dispuesto a lan­ zarse al combate, exhortándole a no prestar atención a la "escuela de maledicencia y villanía" de la emigración, a menospreciar sus invectivas, pues "nosotros, gracias a Dios, hemos soportado ya ataques y no como ésos". En­ gels consideraba que, facilitando el trabajo de Marx en El capital, hacía mucho más por la victoria de la revolu­ ción proletaria que todos esos pequeñoburgueses héroes de la frase revolucionaria, juntos.

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C. Marx, F. Enge1s y 1as hijas de Marx, Jenny, Eleonora y Laura (años 60 )

Confiaba, sin embargo, en que no tendría que llevar mucho tiempo la odiosa carga del ·"maldito comercio". Esperaba que pronto finalizase el auge industrial y esta­ llara la crisis, a la que seguiría una nueva tempestad re­ volucionaria. Las esperanzas de que tras la crisis vend'Ha la revolu­ ción que de nuevo los requeriría a ocupar su puesto de · combate, no fueron confirmadas, empero, 1por la realidad. En virtud de ello, el cautiverio egipcio de E�gels ,. s;Iuró · casi cuatro lustros. Ingresó de oficinista, pero . e11: 1860 er� ya apoderado de la firma, y en 1864 uno de los socios; . Debido a las condiciones de su trabaj o, Engels tuvo que frecuentar un ambiente que le era extrañb, observar las .reglas de la etiqueta, y llevar, por lo tanto , una" v.J.da do­ ble. Sólo en casa de su esposa -la sencilla · obrera irlan­ desa Mary Burns, a la que Engels había tomado ya cariño durante su primera estancia en Mánchester:._. descansaba de aquella enojosa vida y se entrevistQ.ba con su.s amigos comunistas de la localidad, Wilhelm Wolff, Samuel Moo­ re, Karl Schorlemmer y los j efes de izquierda del movi­ miento cartista. La fiel y amante mujer fue un inmenso sostéd y con­ suelo para Engels en estos ímprobos años. Cuando, el 6 de enero de 1863, ella murió, víctima de una afección cardíaca, Engels sobrellevó dolorosamente la pérdida. "Después de convivencia tan prolongada con una mujer -escribía a Marx-, su muerte no puede dejar de causar terrible impresión. Sentí que j unto con ella ente­ rraba el último granito de mi juventud." 1 Pesé a que Marx y Engels tuvieron que vivir durante véinte años en ciudades distintas, su alianza, sin prece­ dente en la historia, se fortaleció sin cesar en esos años. Cierto, a menudo les enojaba "no poder vivir juntos, tra­ bajar juntos y reirse juntos" como antes. Los viajes de Marx a Mánchester o los de Engels a Londres no podían ser frecuentes. Pero, con tanta mayor animación circulaba la correspondencia. Bastaba, por ejemplo, que Engels se 1

Marx-Engels,

Gesamtausgabe,

Dritte

143

Abteilung,

Bd.

3,

S.

121.

retrasara en contestar, para que a él volara ya la pregunta del inquieto Marx: "Querido Engels: ¿Lloras o ríes, duer­ mes o velas? " Precisamente gracias a la circunstancia de que los fun­ dadores del comunismo científico vivieron largos añ os se­ parados, a buena distancia uno de o tro, y tuvieron que mantener contacto por correspondencia sobre todo, han lle­ gado a 'nosotros un sinnúmero de cartas, especie de labo­ ratorio creador de Marx y Engels y perla de toda su he­ rencia literaria. No hay rama de la ciencia y de la política que no se toque en esas cartas. Sus autores, universalmente ins­ truídos, examinan en ellas problemas de filosofía y de ciencias naturales , de economía políti ca y socialismo , de historia y de lingüística, de matemáticas y de técnica, de arte militar y de literatura, y lo hacen de tal modo que a veces una frase suelta o una pequeña observación dan la clave para comprender científicamente todo un conjunto de problemas· complicadísimos. No sólo la ciencia encuen­ tra brillante expresión en la correspondencia de Marx y Engels, sino también cuestiones relativas a la política de la clase obrera, a la estrategia y la táctica de la lucha de clases y a la batalla por el partido del proletariado. Final­ mente, dicha correspondencia es un preciadísimo tesoro para el estudio de la economía, de la política exterior y del movimiento obrero de la época en que vivieron los fundadores del marxismo. Refiriéndose a la correspondencia de Marx y Engels, Lenin dij o: " . . . su valor científico y político es enorme. Ante el lector aparecen con particular relieve, en toda su talla, no sólo Marx y Engels. En ella se despliega con ex­ traordinaria nitidez el riquísimo contenido teórico del marxismo, ya que Marx y Engels analizan reiteradamen­ te en sus cartas los más diversos aspectos de su doctrina, subrayando y explicando -a veces discutiendo y tratando de convencerse mutuamente- lo más nuevo (en relación con los conceptos anteriores) , lo más impo·rtante y lo más difícil Si intentáramos definir con una sola palabra el punto . . •

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focal, por así decirlo, de toda la correspondencia, el punto en que convergen todas las ideas expresadas y analizadas, acudiríamos a la palabra dialéctica. La aplicación de la dialéctica materialista a la revisión de toda la Economía política desde sus fundamentos -a la Historia, a las Cien­ cias Naturales, a la Filosofía y a la política y táctica de la clase obrera-, es lo que, más que nada, interesa a Marx y Engels; en esto aportan ambos lo más esencial y lo más nuevo, en esto consiste su paso genial hacia adelante en la historia del desarrollo del pensamiento revolucionario." 2 Hay que señalar indefectiblemente otro magnífico ras­ go característico de esa correspondencia : el animoso espí­ ritu, optimista y combativo, que la informa. Por mucho que los adversarios persiguieran a Marx y Engels, sea cual fuere el torrente de mentiras y calumnias que la prensa burguesa vertiera sobre ellos, por muy pro­ saica y extenuadora que fuese la lucha por la existencia que tenían que llevar, jamás les abandonaba el ánimo, el buen humor, la alegría de vivir y la voluntad inquebran­ table de lucha. Releyendo la correspondencia para clasificar la• heren­ cia literaria de Marx, Engels escribía a Becker : "De nuevo han revivido ante mí los viejos tiempos y aquellos alegres minutos que nos proporcionaban nuestros adversarios. A menudo me reía hasta saltárseme ·1as lágrimas de esas vie­ j as historias. Jamás los enemigos pudieron quitarnos el buen humor".3 Cuando después de la muerte de Marx, uno. de los li­ tera tos habló en su artículo del "desventurado Marx", Engels escribió a este propósito, dirigiéndose a Bernstein : "Quizás algún día, cuando me rebose el buen humor, le dé una reprimenda. Si estos asnos tuvieran ocasión de leer la correspondencia cruzada entre Marx y yo, se que­ darían sencillamente estupefactos. La poesía de Reine es cosa de niños en comparación con nuestra atrevida y aleir v. I. Lenin, Marx-Engels-Marxismo, págs. 56-57, Moscú, 1948, en espafiol. • Carta de Engels a Becker del 22 de mayo de 1883.

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ed.

gre prosa. Marx podría enfurecerse, pero lamentarse jamás".4 Las cartas de Marx y Engels contienen datos preciosos para su caracterización como teóricos y j efes del proleta­ riado, como notabilísimas figuras de su época, que asom­ bran por el ingente vigor de su intelecto, su poderosa ener­ gía y firme consecuencia. Por último, sólo la correspon­ dencia ofrece un cuadro completo de la ardua lucha, ago­ tadora y constante, que hubo de sostener Marx, el genio del proletariado, para no sucumbir a la necesidad; sólo la correspondencia retrata la imagen íntegra de Federico En­ gels como el amigo más desinteresado y leal de Marx. Mientras Engels trabaj ó de simple oficinista, con un sueldo mísero, su ayuda a Marx fue muy precaria. La necesidad asfixiaba materialmente a éste, obligado a pres­ cindir con su familia de lo más indispensable, a sostener una "guerra" interminable con sus acreedores, a eludir las persecuciones del casero y de los tenderos. La necesidad arrancaba de la familia de Marx una víctima tras otra. Dolorosa sobre todo fue para Marx la pérdida del hijo, Mush, preciosa criatura que toda la familia adoraba. En­ gels sufrió penosamente al lado de Marx la enfermedad del pequeño e hizo todo lo posible para arrancarlo de las garras de la muerte. Informándole de la marcha que se­ guía la dolencia de su hijo preferido, Marx escribía: "No sé cómo agradecerte la amistad, y el trabajo que haces por mí, y el interés que te tomas por el chico".is Después de dar tierra al hijo, Marx escribió a Engels: "He soportado ya muchos infortunios, pero sólo ahora co­ nozco lo que es la verdadera desdicha . . . "En todos los horribles tormentos que hemos pasado estos días, me sostenía siempre pensar en ti y en tu amis­ tad, y la esperanza de que los dos juntos podremos hacer todavía en el mundo algo razonable".6 Engels sufría horriblemente viendo que era impotente ' Carta de Engels a Bernstein del 12 de junio de 1883. Marx-Engels, Briefwechsel, Bd. II, S. 109, Moskau-Leningrad, 1935. e Ibid., S. 111. 1

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pnra librar de las privaciones a la familia de su amigo. Po r eso, cuando tuvo ocasión de prestar a Marx ayuda

material complementaria con su trabajo literario, se asió n dicha posibilidad con las dos manos. En agosto de 1851, el diario progresista norteamericano N ew York DaiLy Tri­ bune, hizo a Marx. �a propuesta de colaboración. Este se dirigió a Engels solicitando su ayuda: "Por lo que se refiere al N ew York Daily Tribune tienes que ayudarme ahora, pues estoy metido de lleno en la economía política. Escribe varios artículos sobre Alemania, comenzando desde 1848".7 Engels puso manos a la obra en seguida y empezó a mandarle sistemáticamente uno tras otro artículos que Marx iba enviando al New York Daily Tribune. Así nació la famosa serie de artículos Revolución y contrarrevolu­ ción en Alemania. Sólo al publicarse la correspondencia se aclaró que dicha obra pertenece a la pluma de Engels, y no a la de Marx. Además del gran número de artículos que Engels es­ cribió en lugar de Marx para el diario norteamericano, Engels le ayudaba traduciendo al inglés artículos de Marx (en esta época Marx no dominaba aún el idioma Qel país ; sólo en 1853 empezó a escribir en inglés) . De la enorme cantidad de artículos que Marx envió al New York Daily Tribune en el transcurso de varios años, no menos de la tercera parte fueron escritos por Engels. También aquí adoptaron una cierta división del trabaj o: Engels escribía principalmente sobre temas militares, y Marx, sobre cues­ tiones de política exterior. Pero, no obstante la gran labor literaria que Marx rea­ lizaba para el citado diario, con el concurso de Engels, los honorarios que percibía eran sumamente reducidos. Dana, el redactor del periódico neoyorquino, trataba a su corresponsal con el criterio del negociante capitalista ; le acortaba de uno u otro modo sus emolumentos y, final­ mente, le redujo los honorarios a la amistad. Debido a ello, la situación material de Marx empeoró de nuevo radicalmente. ' Mar.r·Engels,

Gesamtausgabe, Dritte Abteilung, Bd. I, S. 241.

147

_

En este difícil período de la vida de Marx, Dana le propuso colaborar en una enciclopedia que estaba editan­ do. Aunque dicho trabaj o, al menos en su mayor parte, no era muy interesante, Engels acepta con alegría tomar parte en él, viendo en esto un gran sosfén para Marx. Como Engels estaba ocupado de día en la oficina, tenía que trabajar por las noches para la enciclopedia. Sabién­ dolo, Marx estuvo dispuesto más de una vez a mandar toda esa empresa "al diablo' . Pero él también había de escribir artículos por la noche, para no interrumpir el trabaj o en su obra económica, que ahora consideraba como 1a tarea principal de su vida. Engels ayudaba a Marx no sólo en su labor periodísti­ ca. Marx solicitaba con frecuencia los consejos de su amigo, sobre los más diversos problemas teóricos, y reci­ bía sin falta respuestas circunstanciadas, escrupulosamen­ te meditadas y, en ocasiones, elaboradas a propósito. Estas consideraciones Marx las incluía a veces íntegras en sus artículos. Si Engels ayudaba a Marx en su labor teórica, Marx, por otra parte, ayudaba también a su amigo, comunicán­ dole su opinión sobre cuestiones teóricas que le interesa­ ban a Engels, y no era raro que se pasara días enteros escudriñando en el Museo Británico para encontrar los datos que aquél necesitaba acerca de problemas especiales de arte militar, de historia, de literatura, de lingüística, etc. En la labor teórica de Engels durante su estancia en Mánchester ocupó señalado lugar el estudio de la ciencia militar. Se había interesado por el arte militar ya duran­ te su permanencia en filas en Berlín. Las exigencias de la lucha revolucionaria de 1848 y 1849 le hicieron entre­ garse de lleno al estudio de los problemas militares, y en primer lugar a cuanto concernía a la insurrección armada. Ahora, en Mánchester, no estudiaba ya la ciencia militar a ratos, sino de modo sistemático y con toda profundidad. Dichos estudios se explicaban en cierta medida por el deseo de ayudar a Marx en su trabajo para New York Daily Tribune y para la enciclopedia norteamericana. Sin embargo, la razón principal que incitaba a Engels al es-

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tudio de la ciencia militar era la clara comprensión del gigantesco papel que los problemas de la guerra y de la lucha armada desempeñarían en la futura revolución. Entregado con profundo interés al estudio de la cien­ cia militar, Engels empleaba incluso su descanso con este fin. La equitación, que amaba desde la infancia, ad­ quirió ahora a sus oj os un sentido especial. Sus ej ercicios en carreras con obstáculos suscitaban muy a menudo la alarma de Marx. "Pero no des saltos demasiado peligrosos -escribía a su amigo-, pues no tardará en haber motivos más serios para arriesgar la cabeza". Engels subrayaba en la respuesta que la equitación era para él la base ma­ terial de todos sus estudios militares. "Por lo demás, sois tranquille -añade-, me romperé la crisma en otras cir­ cunstancias, mas no en una caída de caballo".8 Enemigo mortal de toda superficialidad, Engels abordó las cuestiones militares no como diletante-aficionado, sino con toda la seriedad del hombre acostumbrado a dominar con detalle, a la perfección la obra a que se entregaba. En un principio decidió adquirir los conocimientos que se requieren para alcanzar el grado de oficial en ,las dife­ rentes Armas. Ya en 1851 Engels dio pruebas de los inmensos resul­ tados que había conseguido en el estudio de la ciencia mi­ litar durante los primeros meses de su estancia en Mánchester. En su manuscrito, no terminado, dedicado al estudio de las posibles consecuencias de una guerra de la Santa Alianza contra Francia, en el caso de una revolu­ ción victoriosa en 1852. Engels hace una caracterización de la historia del arte militar, desde las guerras de la revolución burguesa de fines del siglo XVIII en Francia, y esboza las perspectivas de desarrollo del arte militar en el período de la revolución proletaria y después de ella. Describe proféticamente la potencia militar indestruc­ tible de la nueva sociedad, cuando se intensifique y cen­ tralice la producción nacional y sean abolidas las clases. Los ejércitos creados por la sociedad socialista poseerán s

Marx-Engels,

Gesamtausgabe, Dritte Abteilung, Bd. 2, S. 289.

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"una fuerza temible, inaudita; y exact�mente lo mismo, sus soldados alcanzarán una movilidad táctica muy superior al efectua¡r el servicio de patrulla, en las guerrillas de tiradores y en el campo de batalla. Los combatientes ha­ brán de ser más vigorosos, más diestros y más cultos que los que puede dar la sociedad contemporánea".º Finalmente, los ejércitos socialistas estarán equipados de una poderosa técnica de guerra. Lo mismo que el as­ censo de las fuerzas productivas sirvió de premisa al método napoleónico de hacer la guerra, las nuevas fuerzas productivas servirán de premisa a nuevos perfecciona­ mientos en el arte militar. Extraordinario interés tienen las observaciones de En­ gels en cuanto a la desorganización inevitable del viej o ejército en el transcurso de toda revolución victoriosa, antes de que ella cree una nueva disciplina y un nuevo ejército. Los trabaj os y artículos de Engels dedicados a cuestio­ nes militares son numerosísimos. Así, en los años de 1853 a 1855 escribió una gran serie de artículos sobre la Guerra de Crimea. En 1855 publica en la prensa norteamericana varios artículos caracterizando los ejércitos de los Estados europeos. De los años 1857 y 1858 datan los artículos de Engels sobre la segunda guerra del opio en China (sostenida por Gran Bretaña y Francia con objeto de subyugar a China) , sobre la insurrección nacional liberadora contra los colo­ nizadores británicos en la India y acerca de la invasión inglesa en Persia. Con estos artículos Engels contribuía al estudio del problema nacional y colonial que en dichos años realizaba Marx. Los artículos de Marx y Engels acerca de la India y de China, publicados en la década del 50 en New York Tribune, unidos a su valoración del problema nacional en Europa, sentaron las bases de la política revolucionaria de la clase obrera en el problema nacional y colonial. Los artículos referentes a los acontecimientos de China 8 Engels, Posibilidades Alianza contra Francia en

y

perspectivas

1852.

150

de una guerra

de

la

Santa

y de la India (igual que la gran mayoría de los artículos

militares de Engels) encierran un análisis que rebasa en mucho los marcos puramente militares. Por muy forza­ do que se viera su autor a adaptar los artículos al nivel exigido por el diario norteamericano, el carácter y el tono de los mismos revelan que no están escritos simplemente por un especialista en cuestiones militares, sino por un revolucionario proletario. Por ejemplo, los artículos de­ dicados a la insurrección nacional liberadora en la India, además de un análisis magistral de las operaciones mili­ tares, c ont enían una fulminante acusación contra la po­ lítica colonial inglesa. En su artículo Persia y China (1857) Engels remarca el crecimiento de la resistencia del pueblo chino a la in­ vasión extranjera y señala con alegría que las masas po­ pulares luchan con energía, e incluso fanatismo, contra los extranjeros, Engels desenmascara los hipócritas cla.: mores de la prensa inglesa sobre las crueldades de los chinos : "En lugar de soltar prédicas so pretexto de las horribles crueldades de los chinos, como hace la caballe­ resca prensa británica, sería mejor que reconociéritmos que es una guerra . . . por el altar y por la patria . . . que es una guerra popular, en aras a la pervivencia de la na­ ción china . . . " Engels ve en ese inicio de la lucha de liberación . na­ cional del pueblo chino el anuncio de la hora suprema de la vieja China, de la lucha postrera del más antiguo im­ perio del mundo, y del amanecer de una nueva era para toda Asia. En 1859 New York Tribune y Das Volk, periódico ale­ mán que se editaba en Londres, publicaron más de veinte artículos de Enge1s relacionados con la guerra de Francia y Piamonte contra Austria. En 1860 Engels escribe en el citado diario norteamericano sobre la guerra de los españoles en Marruecos y las campañas revolucionarias de Garibaldi en el Sur de Italia. En 1861 le ayuda a Marx a preparar los artículos concernientes a la guerra civil de los Estados Unidos de Norteamérica, destinados al diario vienés Die Presse. De 1860 a 1862 colabora en 151

una revista militar inglesa y de 1862 a 1864, en un perió­ dico militar alemán. · Engels publicó varios artículos de­ dicados a la guerra austro-prusiana de 1866, y una gran serie relativa a Ja· guerra franco-prusiana de 1870-1871. · · Además, Marx y E11:gels escribieron para la Nueva Enci­ clQpedia Americana cerca de 80 artículos sobre temas militares, la mayor parte de los cuales pertenecen a En­ gels (entre ellos, artículos extensos como Artillería, Ca­ ballería, Ejército, Fortificación, Infantería, Marina, etc.) . Cuando uno lee los artículos de Engels sobre temas militares le maravilla su erudición, el profundo análisis que hace de las cuestiones esenciales y de los datos con­ cretos. No es extraño que el público al leerlos atribuyera los artículos de Engels, generalmente anónimos, a algún relevante especialista militar. Marx apreciaba altamente los . conocimientos militares de ·su amigo y solía decir que confiaba por entero en el ministerio de la guerra de Mánchester, capaz de mandarle instrucciones sin dilación ' sobre cualquier problema militar. Engels fue el primer especialista del proletariado re­ volucionario en cuestiones militares y su primer teórico de esta rama. Su amplísimo horizonte político, el cono­ cimiento de la economía, su· magnífico sentido de orienta­ ción en las relaciones internacionales y, sobre todo, su dominio magistral de la dialéctica materialista, permitie­ ron a. Engels, por oposición a los expertos militares pro­ fesionales, enfocar la guerra como fenómeno social con­ dicionado por toda la marcha del desarrollo de la sociedad y de la lucha de clases. En su obra Anti-Dühring sintetizó y formuló los prin­ cipios del marxismo acerca de la guerra y del arte mili­ tar. ·"Nada hay que dependa tanto de los factores eeonó­ micos como el ejército y la marina -dice Engels en ese libro. El armamento, la composición del ejército, la or­ ganización, la táctica y la estrategia dependen ante todo del grado de producción imperante y del sistema de comunicaciones. No han sido las "creaciones libres de la inteligencia" de caudiUos geniales las que han . revolucio-

·

152

nado el arte militar, sino la invención de armas más perfectas y los cambios experiment•dos por el material soldado ; lo más que un estratega genial puede hacer, es adaptar los métodos de lucha a las nuevas armas y a los nuevos luchadores".1 0 Baj o este punto de vista Engels da en Anti-Dühring un esbozo histórico del desarrollo del arte militar. Señala proféticamente en dicha obra que el incremento del militarismo que se registraba después de la guerra franco-prusiana de 1870 agravaría al máximo, hasta el límite, todas las contradicciones de la sociedad capitalista, a consecuencia de lo cual, el ejército, que era un instru­ mento de las clases dominantes, se convertiría en poderoso factor de la revolución proletaria triunfante. "Los ejér­ citos -dice Engels- se han convertido en la finalidad principal de los Estados, en un fin en sí; los pueblos ya . sólo existen para suministrar soldados y sostenerlos. El militarismo domina y devora a Europa. Pero este milita­ rismo alberga ya en su seno el germen de su propia ruina. La concurrencia desatada entre los Estados los obliga a invertir cada año más dinero en tropas, en barcos. de gue­ rra, en cañones, etc., acelerando con ello cada vez más la bancarrota financiera ; de otra parte, el servicio militar obligatorio va generalizándose cada vez más, con lo cual no hace más que familiarizar c·on el empleo de las armas a todo el pueblo, es decir, capacitarle sin querer para que en determinado momento pueda imponerle su voluntad frente a la pandilla militar gobernante. Y este momento llegará tan pronto como la masa del pueblo -los obreros del campo y de la ciudad y los campesinos- tenga una voluntad. A partir de este instante, los ejércitos de los monarcas se convertirán en ejércitos del pueblo, la má­ quina se negará a seguir funcionando y el militarismo pe­ recerá, comido por la dialéctica de su propio desarrollo".1 1 Las numerosas obras de Engels sobre temas militares 1º

1

"Herrn Eugen Dührings Umwalzung der Wissenschaft' ', · Moskau, 1939, S. 160-161. n Engels, Herm Eugen Dührings Umwalzung der Wissenschaft, Mos­ kau, 1939, S. 164-165. · Engels,

. 153

·

conservan su valor hasta hoy día. Lenin, que se intere­ saba por la ciencia militar, llamó -más de una vez al Par­ tido a que se estudiara el arte militar · en los trabajos de Engels, señalando la enorme importancia de los conoci­ mientos militares, de la técnica bélica y de la organización militar, como armas que utilizan las masas populares y las clases trabajadoras para resolver las grandes contien­ das históricas. Junto a su labor en el dominio de la ciencia militar, Engels se dedicó en Mánchester al estudio de los idiomas, por el que ya en los años de la infancia y de la juventud había mostrado inclinación. Estudió ahora de modo sis­ temático la lingüística, y consiguió resultados verdadera­ mente asombrosos. Y no lo hizo llevado sólo de inquietudes científicas, sino tambiéh por las exigencias del trabaj 0 revolucion·ario práctico que realizaba y habría de efec­ tuar más adelante en el plano internacional. Con un perfecto dominio de los principales idiomas europeos y conociendo bien las lenguas · clásicas (el griego y el latín) , Engels empezó en 1852 el estudio del ruso "con entusiasmo y a conciencia", según sus propias pa­ labras. La escrupulosidad y el enorme interés con que estu­ diaba el idioma ruso, y a la vez que éste la literatura rusa, se ve por su herencia literaria, en la que figuran traduc­ ciones al alemán de fragmentos de Eugenio Oneguin (quince estrofas) . A nosotros han llegado asimismo anota­ ciones hechos por Engels al leer en el idioma original El jinete de bronce de Pushkin, y la comedia La desgracia de tener ingenio, de Griboiédov. Posteriormente Engels escribía que el idioma ruso " . . . merece ser estudiado desde todos los puntos de vista, tanto por el idioma en sí, pues es una de las lenguas vivas más pujantes y más ricas, como por la literatura que . descubre . . . " En relación con la Guerra de Crimea y el estudio in­ tenso del problema oriental, Engels comienza a aprender el persa. A fines de la década del 50 estudia las antiguas lenguas germánicas. La guerra danesa de 1864 y la lucha

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por Schleswig y Holstein le incitan a estudiar las lenguas escandinavas. A finales del 60, cuando en la I Internacional se plan­ teó agudamente el problema irlandés, Engels aborda las lenguas céltico-irlandesas. En esos mismos afíos estudia el neerlandés frisón y el escocés. En el declive de su vida Engels emprendió el estudio del rumano y del búlgaro, impelido por la necesidad de dirigir el movimiento so­ cialista que nacía en dichos países. Verdadero poliglota, hablaba y escribía con soltura en doce idiomas, y leía en cerca de veinte. La enorme amplitud de las ocupaciones lingüísticas de Engels tenía poco de común con la asimilación habitual de la técp,ica de uno u otro idioma. Estudiar un idioma era para él conocer sus peculiaridades, su origen y su evolución en conexión con la historia del pué:blo dado, su cultura, literatura, etc. El conocimiento de gran número de lenguas le permitió abordar los problemas generales de la lingüística y de la filología compq.rada, y crear además una sólida base marxista para el estudio de dichas ciencias. , Los estudios lingüísticos le fueron de suma utilidad en su labor (década del 80) acerca de la historia de los anti­ guos germanos, y al escribir el libro El origen de la fa­ milia, de la propiedad privada y del Estado. Los conoci­ mientos adquiridos en este dominio fueron un manantial precioso en el estudio de los primeros estadios de desarro­ llo histórico de la humanidad. Engels dio una síntesis de las concepciones marxistas acerca del origen del lenguaj e en su ensayo El papel del trabajo en la transformación dél mono en hombre, escrito en 1876 y que quedó sin terminar. En estrecha ligazón con su labor lingüística, Engels prosigue durante su estancia en Mánchester el estudio de la literatura mundial. También en este dominio -En­ gels fue una de las personas más doctas de su época­ c9nsiguió brillantes resultados. Era un magnífico cono­ cedor de la literatura de diversos pueblos, no sólo europeos, sino también orientales, y no sólo contemporáneos, sino 155

también de las épocas anteriores del desarrollo histórico. En particular, Engels conocía bien la literatura rusa, ha­ bía leído a Derzhavin, a Pushkin, a Griboiédov, a Salti­ kov-Schedrín, a Dobroliúbov y a Chernishevski. Viendo en la literatura y el arte una forma de la con­ ciencia social que está determinada en fin de cuentas por la base económica de la sociedad, Engels pone al desnudo las raíces clasistas de la lucha entre las diversas tenden­ cias de la literatura y del arte. Se pronuncia por los va­ lores de principio y la verdad de cada día como entrañas de la literatura y el arte, por el realismo, que "además de veracidad en los detalles, presupone también veracidad en la reproducción de los caracteres típicos y de las cir­ cunstancias típicas" .12 Las numerosas observaciones que contienen a este respecto diferentes obras y cartas . de Engels son valiosí­ simos ejemplos de interpretación marxista de los proble­ mas de la literatura y el arte. A fines de la década del 50 Engels emprendió el estudio circunstanciado de las ciencias naturales : de la química, de la física, de la biología, etc. Sigue atento los nuevos descubrimientos de este dominio y enjuicia con entusias­ mo la obra de Darwin Del origen de las especies, que acababa de aparecer, viendo en ella un magno y feliz in­ tento para demostrar el desarrollo histórico en la natu­ raleza. Maravilla la ingente labor teórica, literaria y política que Engels realizaba, pese a que diariamente iba a la oficina y despachaba la correspondencia extranjera de una firma comercial. Lugar muy señalado en la actividad revolucionaria práctica de Engels durante los primeros años de su estan­ cia en Mánchester ocupaba su actuación en el movimiento cartista. Después de la derrota de abril de 1848, el car­ tismo padecía grave decaimiento. Un impetuoso ascenso industrial, la transformación de Inglaterra en taller in­ dustrial del mundo y la explotación de vastas colonias u

Marx-Engels,

Ausgewahlte Briefe,

156

S.

480-481,

Berlín,

1953.

Página del manuscrito de F. Engels, con la traducción ai alemán de unas .. estrofas de "Eugenio Op.eguin"

,

por la burguesía inglesa, motivaron un cierto mej oramien­ to en la situación de la parte más calificada de los obreros ingleses y contribuyó a la aparición en su seno de ten­ dencias oportunistas. En esta situación, una parte de los jefes cartistas reorganizaba con dificultad su trabajo, para hacer resurgir de nuevo el movimiento, mientras la otra parte, encabezada por O'Connor, hizo renuncia del pro­ grama cartista y pactó con los radicales burgueses. Marx y Engels, incitaban con el mayor empeño a los cartistas de izquierda que seguían a Harney y Jones a la lucha resuelta y a la escisión con el ala oportunista de O'Connor. La cosa se complicaba en extremo ya que Har­ ney y Jones tampoco se hallaban por entero a la altura de las circunstancias ni se· daban aún clara cuenta de la táctica que se precisaba en la situación creada. Marx y Engels ayudaban por todos los medios a los cartistas de izquierda, mostrándoles y explicándoles la línea política acertada, indicándoles la necesidad de ligar de modo in­ disoluble el cartismo con el socialismo (de lo que Engels había escrito ya en su obra La situación de la clase obrera en Inglaterra) y unir la lucha política por la Cal'ta con los combates económicos diarios de la clase obrera. Engels hace oír su voz desde las columnas de la prensa cartista, colabora en los portavoces cartistas Notes to the People (Notas para el Pueblo) y People's Paper (Diario Popular) . Efectúa labor de propaganda y de organización en Mánchester. "Trataré de organizar con estos mucha­ chos (cartistas de izquierda. E. S.) un pequeño club o entrevistas regulares y discutiré con ellos el Manifiesto" -escribía a Marx el 8 de enero de 1851. Al mes informa­ ba de que había conseguido fundar en Mánchester una nueva organización cartista local. En un principio Engels logró ejercer gran influencia sobre Harney, pero después de la escisión de la Liga de los Comunistas Harney empezó a llevar una política equí­ voca, maniobrando entre las diferentes agrupaciones de la emigración, coqueteando con sus "grandes hombres" del tipo de Luis Blanc, con Willich y C9, y fue alejándose de Marx y Engels. -

159

El 13 de febrero de 1851 Engels escribía a Marx in­ formándole de la próxima llegada de Harney a Mánches­ ter y decía: " . . . yo le increparé entonces como se debe. Que vea, en fin, que no estamos dispuestos a gastar bro­ mas con él". Marx da en su respuesta una atinada caracterización de Harney: "En él habita un doble spirit : uno es el que le ha inculcado Federico Engels, y el otro, el suyo propio. El primero es para él una especie de camisa de fuerza. El último es él mismo in puris naturalibus".13 Pese a todos los esfuerzos de Marx y Engels, Harney se empantanaba más y más en el cenagal pequeñoburgués y, al fin y al cabo, tuvieron que romper con él. Después de la ruptura con Harney, Marx y Engels tomaron estrecho contacto con Ernest Jones, otro j efe del ala izquierda del movimiento cartista, que desarrolló enér­ gica actividad para reorganizar el movimiento y tenía muy en cuenta al principio las indicaciones y consejos de Marx y Engels. Janes consiguió iniciar la publicación de su portavoz Notes to the People. Sus primeros éxitos se de­ bieron en buena medida a la aportación de Marx y Engels, que facilitaron artículos para el periódico y le ayudaron a crearse una base material. Marx participaba además en la propia redacción del periódico. Al hacer cuanto estaba a su alcance para ayudar al resurgimiento del cartismo sobre una nueva base, Marx y Engels no se forjaban, sin embargo, ilusiones a este res­ pecto. Veían que el cartismo se hallaba en estado de de­ caimiento y que se iba disgregando más y más en ca­ marillas sueltas que se convertían de hecho en satélites de los radicales burgueses. Hubo que descartar igualmen­ te a Jones, que se dejó influenciar por las corrientes oportunistas y había emprendido, a semejanza de los car­ tistas de dera,ha, el camino de la renuncia al movimiento obrero independiel}te, el camino de la alianza con los ra­ dicales burgueses. En su carta del 7 de octubre de 1858, dirigida a Marx, 11

Marx-Engels, Gesamtausgabe, Dritte Abteilung, Bd. I, S.

160

153.

Engels informaba del nuevo curso de Janes que se orienta a la alianza con los radicales burgueses, y revela las cau­ sas del decaimiento temporal del movimiento obrero re­ volucionario inglés. " . . . El nuevo viraje de Jones, como todos los intentos anteriores, más o menos afortunados, de semejante alian­ za, se explica, seguramente, porque el proletariado inglés se aburguesa de hecho cada vez más ; de suerte que esta nación, la más burguesa de todas, quiere llegar a tener en última instancia, por lo visto, al lado de la burguesía, una aristocracia burguesa y un proletariado bur gué s. Se comprende que, para una nación que explota al mundo entero, eso es hasta cierto punto lícito".14 Este admirable y profundo análisis de las raíces del oportunismo en el movimiento obrero inglés de los años 50 lo citó después reiteradas veces V. I. Lenin, en sus investigaciones sobre las raíces del oportunismo en el movimiento obrero internacional de la época imperialista. En las postrimerías de la década del 50 cobran vida en Europa los movimientos de liberación nacional y de­ mocrático burgueses que habían sido aplastados por la contrarrevolución en 1848 y 1849. Con nueva fuerza se alzaban en distintos países los problemas no resueltos de la revolución burguesa. En Alemania y en Italia, a medida que se desarrollaba el ca­ pitalismo, adquiría mayor agudeza la tarea de reunificar el país, dividido, y crear un Estado único. Pero surgía el problema de con qué fuerzas, con qué medios resolver esa tarea, y por qué vías. La cuestión nacional se agravó sobre todo en Alemania en 1859, con motivo de la guerra que Napoleón III (Luis Bonaparte) emprendió contra Austria por la influencia en el Norte de Italia. Para hacer popul�¡ la guerra y consolidar así su vacilante trono, Luis Bonaparte la en­ mascaraba demagógicamente con la consigna de liberación nacional de Italia del yugo austríaco. H

Marx-Engels,

Ausgewahlte Briefe, S.

161

131-132, Berlín,

1953.

En relación con la guerra de Francia contra Austria surgió la cuestión de la actitud que Prusia adoptaría en dicha contienda y de las vías para la reunificación de Alemania. Engels consideró oportuno lanzar ahora un folleto, analizando la guerra de Italia con Austria desde el punto de vista estratégico-militar, dar al mismo tiempo un enjuiciamiento político de la contienda y determinar la actitud que la democracia alemana debería ocupar ante ella. Su autor manifiesta en dicho folleto, titulado El Po y el Rin, ardiente adhesión a la idea de liberación nacio­ nal de Ita lia y desenmascara a Bonaparte, que lleva al pueblo italiano un nuevo yugo baj o la bandera de la lucha por su independencia nacional. Engels prueba asimismo que, haciendo la guerra en el Po, Bonaparte mira en rea­ lidad al Rin, es decir, prepara el ataque contra Alemania. La Francia bonapartista estaba interesada en el fraccio­ namiento económico y político de Alemania, su vecino. En virtud de ello, Engels estimaba necesario intervenir contra Bonaparte, suponiendo que la guerra de ];'il\usia contra éste suscitaría un amplio movimiento popular, que barrería al gobierno prusiano y unificaría Alemania desde abajo, por medio de la revolución. Esta concepción política y de partido en cuanto a la unificación de Alemania la expresó Engels con suma ha­ bilidad en forma de opúsculo estratégico-militar y, si­ guiendo el consej o de Marx, lo publicó anónimamente. En 1860 editó Saboya, Niza y el Rin, su segundo folleto, también anónimo, que era como una continuación del primero. La posición ocupada por Marx y Engels durante la guerra austro-ítalo-francesa puso de relieve la existencia de hondísimas divergencias con Fernando Lassalle, con el que Marx sostenía correspondencia desde 1848 y que rei­ teradas veces había declarado su adhesión al partido marxista. Durante ht contienda austro-ítalo-francesa Lassalle pu­ blicó un libelo titulado La guerra italiana y la misión de Prusia, dirigido, en realidad contra el folleto de Engels

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El Po y el Rin. En oposición al punto de vista de Engels, Lassalle consideraba que Prusia debería apoyar la guerra de Francia contra Austria ; pues, en primer lugar, decía, Francia se plantea en ella la misión de liberar a Italia del yugo extranj ero ; y, en segundo lugar, aprovechando la contienda, Prusia podría derrotar a Austria, su vieja rival, y unir Alemania baj o la hegemonía prusiana. Si el go­ bierno de Prusia hubiera afrontado el cumplimiento de esa misión -decía Lassalle en su folleto-:-, "la propia de­ mocracia alemana habría enarbolado la bandera prusiana, arrollando todos los obstáculos que se interpusieran en su camino . . . ".15 Así pues, en oposición a Marx y Engels, que luchaban consecuentemente por la unüicación de Alemania desde abajo, por vía revolucionaria, a través de la República democrática, Lassalle propugnaba el apoyo de la Prusia reaccionaria como fuerza hegemónica en la unificación de Alemania. �entras Marx y Engels arrancaban la máscara a la Fratlcia bonapartista, que pretendía ejercer la supremacía en Europa, y llamaban al pueblo italiano a tomar en sus propias manos la causa de la liberación nacional y de la unificación del país, Lassalle sembraba ilusiones en cuanto a la misión liberadora de Luis Bonaparte en Italia, sos­ teniendo así la política de rapiña del emperador francés. Marx y Engels se pronunciaron categóricamente contra la posición de Lassalle. Refiriéndose al panfleto, Marx escribía a su autor: "no expresa en modo alguno mi opi­ nión ni la opinión de mis amigos de partido en Inglaterra". Las discrepancias de Marx y Engels con Lassalle se hicieron aún más graves cuando éste último, que, según palabras de Engels, había sido hasta 1862 "un demócrata vulgar específicamente prusiano y con fuertes inclinacio­ nes bonapartistas", se presentó como organizador y teórico del partido obrero de Alemania. La reanimación del mo­ vimiento democrático-burgués en Alemania y el agudo conflicto que se desencadenó en Prusia entre la Cámara 1l5

Lassalle, Gesammelte Reden und Schriften, Bd. I, 1919, S. 112.

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de diputados y el gobierno coadyuvaron al despertar del movimiento obrero. Lassalle consideró llegado el momento de presentarse como j efe de la Asociación General de los Obreros Alemanes, que acababa de nacer. En diversos artículos y discursos trazó el programa de la Unión, radicalmente distinto de los principios que Marx y Engels habían proclamado en el Manifiesto del Partido Comunista y en el Llamamiento del Comité Cen­ tral a la Liga d� los Comunistas. Resalta sobre todo la diferencia radical entre las opi­ niones de Marx y Engels y las de Lassalle en el problema importantísimo de la actitud ante el Estado. Si los fundadores del comunismo científico considera­ ban el Estado de la sociedad antagónica de clases como una organización de la clase dominante para la represión de las clases oprimidas, en opinión de Lassalle "obj etivo del Estado es la educación y el progreso de la humanidad en el sentido de la libertad". Lassalle orientaba a la clase obrera únicamente al ca­ mino pacífico y legal de lucha. Estimaba que con la im­ plantación del sufragio universal el Estado se convertiría en "Estado popular libre", que garantizaría tanto la igual­ dad de derechos como la igualdad material de sus ciudada­ nos. Mediante la ayuda oficial en la organización de las cooperativas de producción, el estado contribuiría a "hacer del estamento obrero su propio empresario". Por con­ siguiente, Lassalle infundía a los obreros la nociva ilusión de que al implantarse el sufragio universal el Estado pru­ siano los ayudaría a adquirir los medios de producción y a liberarse de la explotación. Lassalle mantenía una actitud negativa hacia todo verdadero movimiento obrero, hacia la lucha de clases, las huelgas y los sindicatos. A la diferencia esencial de concepciones teóricas entre Marx y Engels, de una parte, y Lassalle, de otra, corres­ pondía la misma diferencia radical de táctica y de línea política. Marx le declaró a Lassalle sin circunloquios : "Políticamente no coincidimos absolutamente en nada, salvo en algunos objetivos finales muy lejanos". Si Marx y Engels se orientaban a la reunificación na-

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Federico Engels (año 1862)

cional de Alemania por medio de la revolución, en la que uctuarían las amplias masas campesinas bajo la hegemonía del proletariado, Lassalle, en cambio, consideraba al cam­ pesinado como "una sola masa reaccionaria", y todos los movimientos campesinos, enfilados contra los terratenien­ tes y el feudalismo, como reaccionarios. Engels decía a este respecto : " . . . En un país tan eminentemente agrario como Prusia, es una vileza atacar exclusivamente a la burguesía en nombre del proletariado industrial y a la par con ello no decir ni una sola palabra de la explota­ ción patriarcal, a base de palo, del proletariado del campo por la alta nobleza feudal". 16 L assalle buscó gustoso el compromiso con el gobierno de Bismarck en los intentos de éste para unir Alemania desde arriba, bajo la hegemonía de los terratenientes pru­ sianos. Cuando Bismarck, durante el conflicto constitucio­ nal, recurrió al coqueteo con el proletariado, para obtener su ayuda en la lucha contra la burguesía liberal, Lassalle entabló negociaciones directas con el canciller, que había prometido otorgar el sufragio universal. Aunque Marx y Engels no conocían la existencia de tales negociaciones, no les pasaban desapercibidos, sin embargo, los flirteos de Lassalle con los terratenientes prusianos y el gobierno de Bismarck. "Nuestro mozo trabaja ahora de hecho para Bismarck" -escribía Engels de Lassalle. Las sospechas de Marx y Engels quedaron confirma­ das al conocerse, ya después de la muerte de Lassalle (acaecida el 31 de agosto de 1864, a consecuencia de la herida recibida en un duelo) , los últimos planes políticos del finado. Liebknecht les comunicó que Lassalle tenía el propósito de movilizar a los obreros alemanes para el apoyo de Bismarck en la guerra contra Dinamarca, en la que Prusia trataba de anexionarse el Schlewig-Holstein. En recompensa de este servicio, Lassalle esperaba obtener de Bismarck el prometido sufragio universal. Al tener no­ ticia de dichas intenciones, Engels escribió a Marx " . . . eso 11 Marx-Engels,

Gesamtausgabe, Dritte Abteilung, Bd. 3, S. 225.

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era obj etivamente una infamia y una. traición a todo el movimiento obrero en aras de los prusianos".17 Cuando Lasalle comenzó su agitación entre los obreros alemanes, Marx y Engels se mantuvieron a la expectati­ va y no se manifestaron públicamente en contra, ya que Lassalle desempeñó entonces cierto papel positivo, ayu­ dando a que los obreros se emanciparan de la influencia del partido progresista burgués. A tarvés de sus partida­ rios, y en primer término de Wilhelm Liebknecht, Marx y Engels trataron de influir a la Asociación General de los Obreros Alemanes desde dentro y ayudar a los obreros afiliados a ella a tomar posiciones acertadas. Al conocer la traición de Lassalle al movimiento obrero emprendie­ ron una lucha abierta contra los lassalleanos. Esta ten­ dencia había echado raíces en el movimiento obrero de Alemania, y los fundadores del comunismo científico tu­ vieron que librar una larga lucha contra la herencia de Lassalle, padre del oportunismo en la socialdemocracia alemana. La lucha de Marx y Engels contra la secta na­ cionalista y oportunista de los lassalleanos tomó formas especialmente agudas en el período de la I Internacional. ·

lT

Marx-Engels,

Gesamtausgabe, Dritte Abteilung, Bd. 3, S. 219.

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VII EN GELS DURANTE EL PERIODO DE LA I INTERNACIONAL Y LA COMUNA DE PARIS

La incansable y tenaz lucha por la cohesión internacio­ nal del proletariado, que sostuvieron Marx y Engels in­ cluso en las difíciles condiciones de la reacción, culminó en la fundación de la Asociación Internacional de los Tra­ bajadores (la Internacional) en 1864. La situación histórica favorecía entonces la creación de una organización internacional del proletariado. Ya a fines de la sexta década del siglo pasado se había ciuebrado la dominación absoluta de la reacción. La animacion de los rnovimientos democráticp-burgueses, sobre todo de libera­ ción nacional, a fines de la sexta y a principios de la sép­ tima década, contribuyó al despertar político de la clase obrera. La crisis industrial de 1857 sirvió de punto de partida para el nuevo auge del movimiento obrero. A medida que se iba desarrollando el capitalismo, hacíase más y más evi­ dente la comunidad de destinos y de sufrimientos de los proletarios en los distintos países. Los obreros lo vieron con particular claridad durante la crisis, cuando la burgue­ sía intentó descargar todo el peso de la misma sobre las espaldas de los trabajadores. Estos respondieron con huel­ gas, cosa que induj o a los capitalistas a contratar obreros extranj eros. La propia experiencia convenció a los obre­ ros de que la lucha contra la ofensiva del capital requería acciones mancomunadas y coordinadas de los proletarios de todos los países y que no había que limitarse a la lucha

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económica, sino que se debía emprender el camino de la lucha política. Por ello, el proletariado francés, a despecho de los proudhonianos, que pregonaban abstenerse de la lucha política, empezó a participar más y más activamente en ella. En Alemania, los obreros iban liberándose más y más de la influencia política de la burguesía. A pesar de los principfos sectarios de Lassalle, propugnados por la Aso­ ciación General de los Obreros Alemanes, la propia vida convencía a los obreros de la necesidad de tener sus sin­ dicatos y de recurrir a las huelgas como medio de lucha. Así empezaron a crearse las premisas para el surgimiehto de un partido obrero distinto del lassallista. Se puso en movimiento el proletariado inglés, aherro­ jado por el tradeunionismo liberal. Lo confirman las lu­ chas huelguísticas, el desarrollo de la lucha política por el sufragio universal, la creación del Consejo de las Trade­ uniones de Londres, que se convirtió en el centro del mo­ vimiento obrero que acababa de despertar. Hasta los lí­ deres de las tradeuniones inglesas, encerrados en el estre­ cho marco de la lucha económica y de la ayuda mutua, empezaban a comprender la neces,idad de coordinar la lu­ cha de los obreros en escala internacional; los repetidos casos de importación de obreros extranjeros por los capi­ talistas ingleses durante las huelgas les sirvieron de lec­ ción práctica y muy convincente. La campaña que sostuvieron los obreros ingleses con motivo de la guerra civil en los Estados Unidos· contri­ buyó también al fortalecimiento de la solidaridad interna­ cional del proletariado. Gracias a las manifestaciones de grandes masas de la población y a los mítines de protesta , los obreros consiguieron impedir que las clases dominantes organizasen la intervención en favor del Sur esclavista contra los Estados del Narte, que eran más progresivos. Un ejemplo aún más brillante del incremento de la so­ lidaridad internacional del proletariado lo vemos en la su­ blevación polaca de 1863 ; los numerosos mítines interna­ cionales celebrados fueron una poderosa demostración de

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las simpatías obreras por el pueblo polaco y de odio a su sanguinario opresor, el zarismo ruso. Marx, tras de apreciar certeramente la situación eco­ nómica y política en el mundo entero y el nuevo auge del movimiento obrero, llegó a la conclusión de que la idea de la solidaridad proletaria internacional, por la que él y Engels habían luchado tanto y tan tesoneramente, po­ día realizarse con todo éxito. Así, en un mítin internacio­ nal celebrado el 28 de septiembre de 1864 en St. Martin's Hall (Londres) , se fundó la Asociación Internacional de los Trabaj adores bajo la dirección y orientación teórica de Marx. El gran j efe del proletariado entendía que la tarea principal de esta organización consistía en trazar una di­ visoria entre la clase obrera y la democracia burguesa, contribuir a la formación de un movimiento obrero inde­ pendiente, liberar a los obreros de la influencia que ejer­ cían sobre ellos las distintas sectas socialistas y semisocia­ listas y educar a las masas obreras en el espíritu del inter­ nacionalismo proletario consecuente. Marx fundó la Asociación Internacional de lo:¡ Traba­ jadores sobre bases estrictamente democráticas, luchó enérgicamente contra todo lo que pudiese engendrar el culto a la personalidad, fenómeno ajeno al marxismo, que trataban de implantar algunos cabecillas pequeñoburgue­ ses en las organizaciones que dirigían. " . . . Llevado de mi aversión a todo culto a la personalidad -decía Marx en una carta escrita en noviembre de 1877-, mientras existió la Internacional no permití que se hiciesen públicos los numerosos mensaj es en los que se reconocían mis méri­ tos. Esos mensajes, que llegaban de distintos países, me tenían harto, y ni siquiera contestaba a ellos, de no ser, y eso rara vez, para reprender a sus autores. Al ingresar Engels y yo por primera vez en la sociedad secreta de los comunistas, pusimos como condición que se quitara de los estatutos todo lo que contribuía a la supersticiosa adora.:. ción de las autoridades" .1 :1. Marx-Engels, Briefe an Bebel, Liebknecht, Teil 1, S. 170, Moskau-Leningrad, 1933.

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Kautsky

und

andere,

Los primeros días de existencia de la Asociación In­ ternacional de los Trabajadores mostraron ya lo difícil que era dirigir dicha organización: había que agrupar en un solo movimiento el de los obreros de distintos países que se encontraba a distinto nivel de desarrollo, era necesario organizar la actuación conjunta de elementos extraordi­ nariamente heterogéneos; había que superar sus tenden­ cias sectarias, pequeñoburguesas, elevando cada vez el movimiento obrero a un peldaño superior. No tiene nada de extraño, pues, que ya al redactar los primeros documentos programáticos de la Internacional, su Manifiesto inaugural y los Estatutos, Marx tropezase con unas dificultades de las que escribió a Engels lo si­ guiente : "Fue muy difícil organizar las cosas de tal ma­ nera que nuestras opiniones se expresaran en una forma aceptable para el nivel contemporáneo del movimiento obrero . . . Debe pasar cierto tiempo hasta que el movi­ miento que acaba de despertarse nuevamente haga posible la anterior audacia de la palabra. Hay que ser fortiter in re, suaviter in modo".ie Marx cumplió brillantemente esta misión. No abando­ nó en lo más mínimo sus puntos de vista y confeccionó un programa que no cerraba las puertas de la Internacional ni a los tradeunionistas ingleses, ni a los proudhonianos franceses, ni a los lassallistas alemanes. Al redactar el Manifiesto, Marx contaba con que la ex­ periencia práctica de las masas, así como la lucha que él y Engels continuaban sosteniendo contra las tendencias pequeñoburguesas de toda laya, ayudarían a los obreros a superar dichas tendencias y les facilitaría la compren­ sión del comunismo científico. De esta suerte, ya en los primeros días de la Asociación Internacional de los Traba­ j adores, Marx emprendió una lucha tenaz y sistemática para asegurar el dominio ideológico del comunismo cientí­ fico en la Internacional. Engels vivía entonces en Mánchester y tenía que dedi­ car la mayor parte del tiempo al "maldito comercio", por 11 Marx-Engels,

Ausgewahlte Briefe, s.

172

178, Berlín,

1953.

·

lo cual no pudo participar personalmente en la fundación de la Internacional ni en las labores de su organismo di­ rigente: el Consej o General. Sin embargo, prestó una gran ayuda a Marx en la dirección de la Internacional y en la lucha contra toda clase de influencias burguesas y pequeñoburguesas en el movimiento obrero. Marx infor­ maba regularmente a Engels de la situación en la Inter­ nacional y de la lucha que se veía obligado a sostener en el Consejo General. Se aconsejaba con él sobre los más distintos problemas y le pidió reiteradas veces que elabo­ rara materiales para las sesiones del Consejo General. En­ gels preparó un circunstanciado informe sobre las fede­ raciones de mineros de la cuenca hullera de Sajonia, pu­ blicado en 1869 por el Consejo General de la Internacional como informe de Carlos Marx, Secretario del Consejo Ge­ neral para Alemania. Dada la lucha que se libraba en la Internacional, Engels publicó en la prensa muchos artículos contra los enemigos burgueses y pequeñoburgueses del marxismo. El primer enemigo con el que tropezó Marx una vez fundada la Internacional, fue el proudhonismo. La influen­ cia de Proudhon era todavía grande en Francia, Bélgica, Italia y algunos países más, donde se había conservado en medida considerable la pequeña producción, la artesanía. Los conceptos pequeñoburgueses de Proudhon -que nega­ ba la necesidad de la lucha política e ideaba toda clase de planes irrealizables de supresión de la miseria sin recu­ rrir a la revolucón socialista y a la abolición de la pro­ piedad privada sobre los medios de producción- ejercían una influencia reaccionaria en el movimiento obrero. Uno de los primeros problemas que sirvieron de base a la lucha de los proudhonianos contra Marx en la Inter­ nacional fue el de la independencia de Polonia. Los prou­ dhonistas oponían · a que se incluyese en el orden del día del Congreso de la Internacional a celebrarse en Ginebra, en 1866, el punto referente a Polonia, por ser, según ellos, un problema "político" y no tener nada que ver con los obreros. Engels escribió, a petición de Marx, una serie de artículos baj o el título de ¿ Qué tiene que ver la clase obre-

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ra con Polonia?, dirigidos contra los proudhonistas. Apo­ yándose en hechos históricos, Engels mostró en dichos ar­ tículos que en todas partes donde la clase obrera haya participado por su cuenta en los movimientos políticos, siempre ha defendido la necesidad de restablecer la inde­ pendencia de Polonia y ha luchado para liberar el pueblo polaco de la opresión nacional. Engels desenmascaró a los proudhonistas, los cuales, desentendiéndose del pro­ blema nacional y negándose a prestar apoyo a los pola­ cos, coadyuvaban de hecho a la política opresora del reac­ cionario zarismo ruso. Simultáneamente a la lucha contra los proudhonistas, Marx y Engels combatieron las tradiciones lassallistas, que frenaban la adhesión de los obreros alemanes a la organi­ zación internacional del proletariado. A poco de organizarse la Internacional, Marx recibió de Schweitzer, dirigente de la Asociación General de los Obreros Alemanes, la propuesta de colaborar en el Social­ Demokrat, periódico cuya publicación estaba organizando. La carta de Schweitzer, en la que destacaba notablemen­ te el papel de Marx como fundador del partido obrero ale­ mán y como su combatiente de vanguardia, así como el prospecto del periódico, enviado también por Schweitzer, donde no se veían las típicas consignas lassallistas, daban a Marx y Engels fundamento para contar con la oportuni­ dad de aprovechar la publicación para la propaganda de las ideas de la Internacional en Alemania. Por eso dieron su acuerdo a colaborar en el periódico. Lo primero que hizo Marx fue enviar el Manifiesto inaugural de la Inter­ nacional para que viera la luz en el periódico. Sin em­ bargo, los primeros números del Social-Demokrat alarma­ ron ya a Marx. Siguiendo el espíritu de las tradiciones lassallistas, el rotativo empezó a coquetear con el gobierno terrateniente de Bismarck. Marx aprovechó la publicación de su artículo escrito con motivo de la muerte de Prou­ dhon para pronunciarse en las páginas del Social-Demo­ krat contra "toda clase de compromisos, aunque no sea más que en apariencia, con el poder existente", califican­ do de "infamia" los coqueteos de Proudhon con Luis Bo174

naparte. Al mismo tiempo, Engels m andó a la redacción del Social-Demokrat la traducción de una vieja canción de los campesinos daneses, para demostrar a los lectores l a necesidad de luchar tanto contra l a burguesía como contrn la nobleza y los terratenientes. Esta canción, que describe un episodio de la guerra campesina contra los terrat e­ nientes de Sydergaard, llegó al periódico acompañada de un breve comentario de Engels, en el que se llama la aten­ ció de los lectores hacia los medios que emplearon los campesinos daneses para luchar y acabar con los abusos de la nobleza y hacía una deducción bastante aleccio­ nadora : "En un país como Alemania, donde las clases pudientes comprenden tanto a la nobleza feudal como a la burguesía, mientras que el proletariado está formado por igual nú­ mero, o incluso mayor, de proletarios agrícolas que de obreros industriales, es muy oportuna la vieja y animosa canción campesina". No obstante éste y otros muchos intentos de Marx y En­ gels de corregir la línea emprendida por el periódico no dieron resultado, pues siguió la política de coqueteo con el gobierno terrateniente de Bismarck. Pronto, los dos jefes del proletariado se vieron obligados a hacer una declara­ ción oficial contra el Social-Demokrat. En dicha declara­ ción, escrita el 23 de febrero de 1865, comunicaron que de­ j aban de colaborar en el periódico porque la redacción no cumplía su reiterada exigencia de luchar contra el ministe­ rio de Bismarck y el partido feudal absolutista de manera tan enérgica, por lo menos, como la que sostenía contra la burguesía. Al denunciar el "socialismo gubernamental realista prusiano" de los lassallistas, Engels expresó varias veces su sospecha de que el Social-Demokrat debía estar sobor­ nado por Bismarck. La historia confirmó plenamente di­ chas sospechas. Poco tiempo después de romper con el Social-Demokrat Engels criticó circunstanciadamente a los lassallistas en un folleto especial titulado La cuestión militar en Prusia y el partido obrero alemán, que vip la luz en 1865. La cuestión

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n:mtar �l programa de la reorganización del ejército pru­ s iano, h , éfbía adquirido una gravedad especial en Alemania h b l olítico sin dar, al mismo tiempo, armas al prolea:i �d : l?ara ser consecuente, la oposición burguesa debe reivm i c� r el sufragio universal y directo, libertad de im­ pre d. � asociación, de reunión, etc. Mientras tanto, el par 1. 0 � b rero puede aprovechar todo eso en beneficio prop w , 0 sea, para luchar contra la burguesía misma. an �lizar la conducta de la burguesía en el conflicto cons U 1 Cl.. �nal, Engels llega, sin embargo, a la deducción que 1� burguesía prusiana se muestra tan carente de va or co� o j amás ocurriera en la historia de esta clase, en �eneral, no se distingue por exceso de audacia. � que la burguesía., asustada por el desarrollo

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del movimiento obrero independiente, se inclina a un compromiso con la monarquía,' para volver a traicionarse a sí misma lo mismo que en 1848. Los obreros deben de­ nunciar la política cobarde e inconsecuente de la burguesía y si la burguesía, dada su cobardía, se hace traición a sí misma, el partido obrero debe, a despecho de ella, conti­ nuar la agitación por las reivindicaciones democrático­ burguesas, por la libertad de imprenta, por el derecho de reunión, asociación, etc. "Cae de su peso que en todos estos casos, el partido obrero no quedaría a la zaga de la bur­ guesía, sino que actuará como un partido independiente, como un partido que no tiene nada que ver con ella". El partido obrero explicará a los obreros sus intereses espe­ cíficos de clase "y en la próxima tempestad revolucionaria -estas tempestades se repetirán con la misma regularidad que las crisis comerciales y las tempestades de equinoc­ cio-, estará preparado para entrar en acción".8 Estas son las ideas fundamentales del folleto de Engels, en el que, de acuerdo con las condiciones imperantes en la Alemania de los años del 60, concretó la táctica formulada ya en el Manifiesto del Partido Comunista. La lucha que libraron Marx y Engels contra el lassa­ llismo ejerció una enorme influencia en la formación de una organización obrera en Alemania, distinta de la or­ ganización lassallista. A ello contribuyó también la propia experiencia prác­ tica de las masas obreras, que les hacía ver cada vez más claramente la falsedad de los dogmas lassallistas. De este modo, la experiencia demostró que a pesar de que Bis­ marck había proclamado el sufragio universal en las elec­ ciones al reichstag de Alemania del Norte (1866) , el poder público no se mostraba dispuesto a liberar a los obreros de la explotación creando cooperativas de producción. Ba­ jo el influj o de las huelgas victoriosas llevadas a cabo por los obreros ingleses, franceses y suizos, cuya experiencia fue propagada por la Internacional, se desplomaban también las "teorías" económicas de Lassalle, que, partiendo de su 1

Mar�-Engels, Zur deutschen Geschichte, Bd. 2, 1. Halbband, S. 838.

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errónea "ley de bronce del salario", negaban la necesidad de organizar sindicatos y de recurrir a las huelgas. Así se creaban las condiciones favorables para la organización de un partido nuevo, de un partido socialista, en oposición a la secta lassallista, que era en realidad la Asociación General de los Obreros Alemanes. Los organizadores de este nuevo partido fueron el tor­ nero Augusto Bebel y Guillermo Liebknecht, participante en la revolución de 1848. En el congreso de los obreros de las sociedades culturales, celebrado en 1868 en Núrem­ berg, se adoptó la decisión, a despecho de la resistencia de los lib érales, de separar la parte socialista de las socie­ dades del movimiento liberal burgués y sentar los cimien­ tos de un partido obrero independiente. En el congreso de Eisenach (1869) se aprobó el pro­ grama del Partido Obrero Socialdemócrata, conocido desde entonces con el nombre de Partido de Eisenach. La historia del movimiento obrero alemán hasta 1875 está llena de continuas y encarnizadas luchas entre los lassallistas y los eisenachistas. La causa histórica de dicha lucha residía en la diferencia de posiciones en que se si­ tuaban los lassallistas y los eisenachistas en el problema fundamental de la vida política de Alemania, en la cues­ tión de los caminos de su unificación nacional. Esta unificación "dada la correlación de clases que exis­ tían entonces, sólo podía efectuarse de dos maneras: por vía revolucionaria, bajo la dirección del proletariado y con la creación de una república para toda Alemania; o bien por medio de guerras dinásticas de Prusia, llamadas a con­ solidar la hegemonía de los terratenientes prusianos en la Alemania unificada. Lassalle y sus adeptos, al ver las pocas probabilidades del camino proletario y democrático, sostenían una políti­ ca vacilante, trataban de adaptarse a la hegemonía del junker Bismar