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Spanish Pages [167] Year 1999
Henri Bergson
NSAYO SOBRE LOS DATOS INM EDIATOS DE LA CO N CIEN CIA
ENSAYO SOBRE LOS DATOS INMEDIATOS DE LA CONCIENCIA
HERMENEIA 45 Coleccion dirigida por Miguel Gareia-Baro
Otras obras publicadas por Ediciones St'gueme: — G. Pastor, Sociologta de lafamilia (H 44) — F. Rosenzweig, La estrella de la redencidn (H 43) — J. P. Miranda, Racionalidady democracia (H 42) — J. L. Marion, El idolo y la distancia (H 40) — I. Kant. Crftica de la razoti practica (H 39) — J. S. Lucas, ed., Nuevas antropologias del siglu XX (H 38) — B. Lonergan, Insight (H 37) — W. D. Ross, Lo conecto y lo hueno (H 36) — M. Garcfa-Baro, La verdad y el tiempo (H 35)
Henri Bergson
Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia Traduccion de Juan Miguel Palacios
Ediciones Sfgueme - Salamanca 1999
© Presses Universitaires dc France, 1927 0 Edicioncs Sfgueme, S.A., 1999 Apartado 332 - E-37080 Salamanca/Espafia ISBN: 84-301-1395-9 Deposito legal: S. 1083-1999 Printed in Spain Imprimc: Grdficas Varona, S.A. Polfgono El Montalvo - Salamanca 1999
CONTENIDO
Presentation............................................................................
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Prologo....................................................................................
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I. De la intensidad de los estados psicologicos..............
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II. De la multiplicidad de los estados de conciencia. La idea de duracion......................................................... 61 III. De la organizacion de los estados de conciencia. La libertad......................................................................... 103 Conclusion
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PRESENTACION
He aqui, traducida al Castellano, la primera y mas funda mental de las obras de Bergson, que contiene ya in nuce toda su singular filosofia. En ella se enfrenta su autor de manera muy nueva con un viejo problema: el del ser o no ser de la libertad del albedri'o humano. Su genial investigacion, de rara claridad y penetracion filosofica, le lleva a concluir que la libertad del querer «es un hecho y, entre los hechos que se observan, no lo hay mas claro»; y que ese viejo problema, con sus insuperables dificultades, no es, en realidad, sino un falso problema. El origen de tal seudoproblema se halla, a su parecer, en una poderosa inclinacion del hombre, arraigada en su indole social, a atribuir ciertas formas de ser propias de los objetos fisicos que pueblan el mundo exterior a los hechos psiquicos dados en la inmanencia de su propia conciencia. Asi, la presunta intensidad y multiplicidad que habitualmente se atribuye a estos no tendria otro origen que una indebida espucializacion, obrada por la mente, de algo tan exclusivamente tem poral y ajeno al espacio como los hechos de conciencia. Contandose entre estos, los actos de querer, concebidos tambien de modo enteramente inadecuado, por libres que puedan ser, tienen forzosamente que pensarse como determinados. Solo el descubrimiento de esta falaz tendencia, el sincero interes por la verdad que huye de todo engaho y la actitud metodica de atenerse lealmente a lo dado de manera inmediata hacen posible, a juicio de Bergson, que se revele al hombre la 9
realidad autentica de su vida interior y de su libre arbitrio v que asi, al contemplarla, se le haga presente el genuino elemento constitutivo de cuanto es absoluta y verdaderamente: la duracion real. Penetrar lo que es esta viene a representor la ta rea mas ardua de la filosofta.
Juan Miguel Palacios (Universidad Complutense)
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A Jules Lachelier, miembro del Instituto, Inspector general de Instruccidn Publica, en respetuoso homenaje.
PROLOGO
Nos expresamos necesariamente con palabras y pensamos con la mayor frecuencia en el espacio. En otros terminos: el lenguaje exige que establezcamos entre nuestras ideas las mismas distinciones claras y precisas y la misma discontinuidad que entre los objetos materiales. Esta asimilacion es util en la vida practica y necesaria en la mayori'a de las ciencias. Pero cabri'a preguntarse si las insuperables dificultades que plantean algunos problemas filosbficos no provendran de que nos obstinamos en yuxtaponer en el espacio fenomenos que no ocupan espacio alguno y si, haciendo abstraccibn de las groseras imagenes en tomo a las cuales se libra el combate, no pondrfamos fin a este. Cuando una ilegftima traduccion de lo inextenso en extenso, de la cualidad en cantidad, ha instalado la contradicci6n en el corazbn mismo de la cuestibn propuesta, ^es sorprendente que la contradiccibn vuelva a encontrarse en las soluciones que se dan a ella? Hemos escogido, de entre los problemas, aquel que es comun a la metafi'sica y la psicologia: el problema de la libertad. Intentamos establecer que toda discusibn entre los deterministas y sus adversaries implica una previa confusibn de la duracion con la extensibn, de la sucesion con la simultaneidad, de la cualidad con la cantidad; una vez disipada esta confusibn, verfamos acaso desvanecerse las objeciones propuestas contra la libertad, las definiciones que se dan de ella y, en cierto sentido, el problema mismo de la libertad. Esta demostracion constituye el objeto de la tercera parte de nuestro trabajo; los dos primeros capitulos, en que se estudian las nociones de intensidad y de duracion, han sido escritos para servir de introduccion al tercero. H. B. Febrero de 1888 13
I De la intensidad de los estados psicologicos
Se admite de ordinario que los estados de conciencia, sensaciones, sentimientos, pasiones, esfuerzos, son susceptibles de crecer y disminuir; algunos aseguran incluso que una sensacion puede ser considerada dos, tres o cuatro veces m is intensa que otra sensacidn de la misma naturaleza. Examinaremos mas adelante esta ultima tesis, que es la de los psicoffsicos; pero los adversarios mismos de la psicoffsica no ven inconveniente alguno en hablar de una sensacion mas intensa que otra sensaci6n, de un esfuerzo mayor que otro esfuerzo, y en establecer asf diferencias de cantidad entre estados puramente intemos. El sentido comun se pronuncia, por otra parte, sin la menor duda sobre este punto; se dice que se tiene mas o menos calor, que se esta mas o menos triste, y esta distincidn del mas o del me nos, incluso cuando se la extiende a la region de los hechos subjetivos y de las cosas inextensas, no le sorprende a nadie. Hay en esto, con todo, un punto muy oscuro y un p'roblema mucho mas grave de lo que generalmente se imagina. Cuando se dice que un numero es mayor que otro numero o un cuerpo que otro cuerpo, se sabe muy bien, en efecto, de que se habla. Pues, en los dos casos, se trata de espacips desiguales, tal como mostraremos detalladamente un poco mas ade lante, y se llama espacio mayor al que contiene al otro. Pero ^como habrfa de contener una sensacion mas intensa a una sen sacion de menor intensidad? ^Se dira que la primera implica la segunda, que se alcanza la sensacion de intensidad superior tan 15
s6lo a condicion de haber pasado primero por intensidudcs inferiores de la misma sensacion, y que tambidn hay aquf, en un cierto sentido, una relaci6n de contincntc a contenido? Ksta concepci6n de la magnitud intensiva parece ser la del sentido comun, mas no cabrfa convertirla en explicacidn filosdfica sin cometer un verdadero c.frculo vicioso. Pues es indiscutible que un numero supera a otro cuando figura tras el en la serie natu ral de los numeros; pero, si se han podido disponer los niimeros en orden creciente, es justamente porque existen entre ellos relaciones de contmente a contenido y porque nos sentimos capaces de explicar con precisidn en que sentido uno es mayor que otro. La cuestidn es entonces el saber c6mo logramos formar una serie de este gdnero con intensidades, que no son cosas superponibles, y por qud signo reconocemos que los tdrminos de esta serie crecen, por ejemplo, en lugar de disminuir; lo cual significa siempre preguntarse por qud una intensidad es asjmilable a una magnitud. Es esquivar la dificultad el distinguir, como se hace de costumbre, dos especies de cantidad, la primera extensiva y men surable y la segunda intensiva, que no admite medida, pero de la que puede decirse sin embargo que es mayor o menor que otra intensidad. Pues se reconoce con ello que hay algo de co mun a estas dos formas de magnitud, puesto que se las llama magnitudes a una y otra y se las declara igualmente susceptibles de crecer y disminuir. Pero