El Europeo (Barcelona 1823-1824): Prensa, modernidad y universalismo 9783964562876

Edición facsimilar y completa, precedida de un amplio estudio introductorio, de esta revista editada en Barcelona por un

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Spanish Pages 1326 [1322] Year 2009

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Table of contents :
Índice
Agradecimientos
Prólogo
1. Introducción: El Europeo: una voz universalista hacia la modernidad
2. Índice Y Notas De El Europeo
3. Bibliografía
4. Facsímil De El Europeo
El Europeo. Periódico De Ciencias, Artes y Literatura. Prospecto
El Europeo. Periódico De Ciencias, Artes Y Literatura. Tomo Único De 1823
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr 1
El Europeo. Periódico De Ciencias, Artes Y Literatura. Nr. 2
El Europeo. Periódico De Ciencias, Artes Y Literatura. Nr. 4
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 5
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 6
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 7
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 8
El Europeo. Periódico De Ciencias, Artes Y Literatura. Nr. 9
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 10
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 11
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 12
Indice
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Tomo Primero de 1824
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 1
El Europeo. Periódico De Ciencias, Artes Y Literatura. Nr. 2
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 3
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 4
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 5
El Europeo. Periódico De Ciencias, Artes Y Literatura. Nr. 6
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 7
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 8
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 9
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 10
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 11
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 12
Indice
El Europeo Periodico De Ciencias, Artes Y Literatura. Apendice Al Tomo De 1824
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 13
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 14
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 15
El Europeo. Periódico De Ciencias , Artes Y Literatura. Nr. 16
Indice
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El Europeo (Barcelona 1823-1824): Prensa, modernidad y universalismo
 9783964562876

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Paula A. Sprague EL EUROPEO (Barcelona, 1 8 2 3 - 1 8 2 4 ) : Prensa, M o d e r n i d a d y U n i v e r s a l i s m o

LA CUESTIÓN

PALPITANTE

L O S S I G L O S XVIII Y XIX E N

ESPAÑA

Vol. 10 CONSEJO EDITORIAL Joaquín Álvarez Barrientos (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Pedro Álvarez de Miranda (Universidad Autónoma de Madrid) Philip Deacon (University of Sheffield) Andreas Geiz (Albert-Ludwigs-Universität Freiburg) David T. Gies (University of Virginia, Charlottesville) Yvan Lissorgues (Université Toulouse - Le Mirail) François Lopez (Université Bordeaux III) Elena de Lorenzo (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Leonardo Romero Tobar (Universidad de Zaragoza) Ana Rueda (University of Kentucky, Lexington) Josep Maria Sala Valldaura (Universität de LIeida) Manfred Uetz (Ruhr-Universität Bochum) Inmaculada Urzainqui (Universidad de Oviedo)

EL EUROPEO (Barcelona, 1823-1824): Prensa, Modernidad y Universalismo

PAULA A. SPRAGUE

Iberoamericana • Vervuert • 2009

Bibliographic information published by Die Deutsche Nationalbibliothek. Die Deutsche Nationalbibliothek lists this publication in the Deutsche Nationalbibliografie; detailed bibliographic data are available on the Internet at http://dnb.ddb.de

Derechos reservados © Iberoamericana, 2009 Amor de Dios, 1 - E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 [email protected] www.ibero-americana.net © Vervuert, 2009 Elisabethenstr. 3-9 - D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 59746 17 Fax: +49 69 597 8743 info@iberoamericanalibros. com www.ibero-americana.net

ISBN 978-84-8489-430-8 (Iberoamericana) ISBN 978-3-86527-453-3 (Vervuert)

Depósito Legal: SE-1440-2009 Imagen de la cubierta: Detalle del grabado «Vista de una parte del puerto de Barcelona tomada [desde] la Barceloneta» por Jacques Moulinier (1757-1828). Publicado en: Voyage pittoresque et historique de l'Espagne par Alexandre de Laborde. Paris, P. Didot l'aîné, 1806-20. Vol. 1, p. 6. Biblioteca Baker-Berry, Dartmouth College, New Hampshire. Reproducción con permiso. Diseño de la cubierta: Marcelo Alfaro Impreso en España por Publidisa Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.

«Ángeles de paz, no furias del abismo». ARIBAU, 1 , 1 9 0

A mi madre como regalo de la Cataluña que conoció brevemente.

ÍNDICE

Agradecimientos Prólogo de Carme Riera

9 11

1. INTRODUCCIÓN: El Europeo: una voz universalista hacia la modernidad

17

2. ÍNDICE Y NOTAS DE EL EUROPEO

73

2.1.

COPIAS LOCALIZADAS DE EL EUROPEO

73

2.2.

ÍNDICE DE LOS NÚMEROS DE LA REVISTA

76

2.3.

ÍNDICE DE TÍTULOS DE LOS ARTÍCULOS CON AUTOR

78

2.4.

NOTAS A LOS ARTÍCULOS

87

2.5.

CRONOLOGÍA HISTÓRICA DE LA BARCELONA DE 1 8 2 3 - 2 4

2.6.

PROCEDENCIA DE LOS ARTÍCULOS TOMADOS DE OTRAS

2.7.

226

PUBLICACIONES

232

ÍNDICE DE NOMBRES Y OBRAS EN EL EUROPEO

233

2.7.1

AUTORÍA DE LOS ARTÍCULOS DE EL EUROPEO

2.7.2

ÍNDICE DE NOMBRES CITADOS

2.7.3

ÍNDICE DE OBRAS CITADAS

2.7.4

ÍNDICE TOPONÍMICO

266

2.7.5

ÍNDICE TEMÁTICO

272

2.7.6

ÍNDICE DE LA SECCIÓN «NOTICIAS LITERARIAS»

3. BIBLIOGRAFÍA

233 235 261

276

291

3.0

REPRODUCCIONES PARCIALES DE EL EUROPEO

291

3.1

BIBLIOGRAFÍA DE LOS EDITORES DE EL EUROPEO

292

3.1.1.

ARIBAU, BONAVENTURA CARIES

3.1.2.

LÓPEZ SOLER,

3.1.3

GALLI, FIORENZO

302

3.1.4

COOK, CARLOS ERNEST

307

Ramón

292

297

8

El Europeo (1823-1824) 3.1.5

3.1.6 3.2.

3.3. 4.

Luigi Revistas en que colaboraron los editores

MONTEGGIA,

308

310

BIBLIOGRAFÍA SOBRE LOS EDITORES DE EL EUROPEO

326

3.2.1 3.2.2 3.2.3

326 336 345

Bibliografía biográfica Bibliografía biográfica sobre Carlos Ernest Cook ... Bibliografía crítica sobre El Europeo

BIBLIOGRAFÍA, BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS CONSULTADOS

F A C S Í M I L D E EL E U R O P E O

358 365

AGRADECIMIENTOS PARA HACER JUSTICIA

Ni debo, ni puedo atribuirme la autoría de este trabajo. Todo proyecto de esta magnitud es el resultado de un esfuerzo colectivo. Tengo que agradecer a numerosas personas de mi institución, Dartmouth College en New Hampshire, Estados Unidos, por la ayuda especial y desinteresada prestada para la conclusión de este facsímil. Todos los méritos deben ser atribuidos a la biblioteca Baker-Berry y, en especial, a mi compañero y bibliotecario de estudios hispánicos, Miguel Valladares; sin su tesón y aliento nunca habría podido acabarlo; al bibliógrafo de alemán Reinhart Sonneburg, que me ayudó a descrifar conexiones e influencias en El Europeo en una lengua que no domino; al equipo de préstamo interbibliotecario que logró hacer auténticos milagros como localizar y conseguir material en bibliotecas y archivos de Menorca, Londres, Barcelona, París, Roma e incontables bibliotecas de Estados Unidos. El apoyo profesional que recibí de todos mis colegas en Dartmouth College es inestimable, en especial el de Annabel Martín por su confianza en el proyecto y sus buenas lecturas. La ayuda de Françoise Gilbert Delogu que al participar de forma generosa en la última fase del proyecto, contribuyó a su pronta conclusión. El apoyo institucional en Dartmouth de la Office of the Provost, Office of the Dean of the Faculty, John Sloan Dickey Center for International Understanding y Fannie and Alan Leslie Center for the Humanitites, además del imprescindible apoyo técnico prestado por el equipo humano de Humanities Resources, ha sido fundamental para la realización de este trabajo. Mi entera gratitud para los directores de bibliotecas y colaboradores en Madrid, Barcelona y Princeton, que tuvieron la gentileza de facilitarme toda labor de consulta, en especial, a Josep

10

El Europeo (1823-1824)

Turiel (Universidad de Barcelona); Fernando Acosta (Princeton), María Carmen Rodríguez Domínguez (csic) y Joaquim Coll i Amargos (L'Ateneu), y al profesor Luciano García Lorenzo (csic) que me alentó en el inicio de este proyecto. Sobre todo, le estoy agradecida a Carme Riera, escritora y profesora, que siempre me hace soñar. Por último, doy las gracias al equipo de Iberoamericana Vervuert por haber creído en este proyecto y por todo su buen hacer para presentarles a ustedes este facsímil. Sólo me queda decir que, si soy completamente responsable de algo, es de los posibles errores o gazapos que se hayan podido deslizar en la versión final.

PRÓLOGO

Me pide mi amiga y colega Paula Sprague un prólogo a su estudio y edición de la revista El Europeo. Accedo con mucho gusto a su ruego. Consciente de que su trabajo no necesita ningún aval, considero un privilegio que mis palabras acompañen a las suyas que anteceden a esta edición facsímile, por tantos motivos, necesaria. Por fin, investigadores, especialistas, estudiantes o simples curiosos tenemos la posibilidad de consultar de manera cómoda y completa la revista sin necesidad de desplazarnos a la biblioteca del Ateneo barcelonés, única entidad pública en la que se conservan todos los números de El Europeo. Gracias a la profesora Sprague, suponemos que se acabarán las citas de segunda mano, algo bastante común entre los historiadores de la literatura romántica, ya que, hasta la fecha, sólo Luis Guarner, en 1953, ha editado, junto al índice de El Europeo, una selección de artículos en un volumen hoy fuera de circulación.1 El facsímil ayudará, además, a corregir los errores con que algunos de los artículos más divulgados han sido reproducidos. De manera que estamos de enhorabuena. Una vez más, una joven hispanista extranjera desentierra un texto importante de la literatura española, lo pone de nuevo en circulación y le consagra un estudio. Una muy documentada introducción, dividida en apartados —algunos, como el primero, de título sugerente «Propósito de enmienda»— trata de contextualizar la revista no sólo en el panorama histórico de la

1

El Europeo. (Barcelona, 1823-1824),

prólogo de Luis Guarner, Madrid: Instituto

Miguel de Cervantes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1953, pp. ixXXV.

12

El Europeo (1823-1824)

época en que surgió, sino también en el de su recepción crítica, uno de los aspectos, en mi opinión, más interesantes de la aportación de Sprague. Considero un acierto su repaso a las diversas interpretaciones de El Europeo ofrecidas por los historiadores de la literatura española del romanticismo. De ahí que escriba: L a crítica ha encapsulado a El Europeo en contextos históricos y literarios en los que el análisis aplicado ha sido mediatizado por lenguajes y perspectivas construidas a posteriori. Este defecto de mediatización, en nuestra opinión, ha contribuido a exacerbar una visión insuficiente y parcial de su legado tanto referente a la publicación en sí como al contexto en que se produjo. 2

Del mismo modo, advierte que la revista no sólo es importante porque en ella aparecieran los artículos, tantas veces citados de Monteggia («Romanticismo», I, 48) y López Soler («Análisis de la cuestión agitada entre románticos y clasicistas», I, 207-214 y 254-259), sino porque entre sus páginas puede observarse un aire renovador y modernizador que dos italianos, Fiorenzo Galli y Luigi Monteggia, y un austríaco, Carlos Ernest Cook, junto a dos catalanes, Buenaventura Carlos Aribau y Ramón López Soler, supieron imprimir a la publicación. Por cierto, la única permitida en la Barcelona de 1823, sitiada por las tropas francesas, tras el trienio liberal, otra cuestión que la autora de la introducción considera relevante y que analiza detenidamente en el segundo apartado, «La génesis», al rastrear los datos externos de El Europeo (desde el precio de los números sueltos al de la suscripción anual, hasta los anuncios de su inminente publicación) aunque, por desgracia, Sprague no ha podido encontrar datos sobre los canales de distribución, que probablemente no eran otros que algunas librerías, ni cómo se gestó en verdad la revista. En opinión de Carreras i Candi, al parecer extraída de la Historia de las Sociedades Secretas de Vicente de la Fuente, el nombre de la publicación tendría que ver con la masonería, con la logia que fundaron en Barcelona los exiliados italianos, llamada «Sociedad de Regeneración de Europa» o «Sociedad Europea». Sin embargo, la profesora norteamericana ha podido comprobar que tales referencias no se encuentran en el

2

«Introducción» p. 19.

Prólogo

13

libro de De la Fuente, como tampoco hay mención a la revista en otras publicaciones que tratan sobre la masonería en la época. En los apartados tercero y cuarto, se nos ofrecen noticias sobre los editores de El Europeo. Conocíamos bastante bien las que atañen a Aribau y a López Soler, los dos catalanes que tanto contribuyeron a la literatura en lengua castellana. El primero, gracias a sus labores de editor, en especial de la Biblioteca de Autores Españoles, junto a Rivadeneira; y el segundo, además de con la introducción y difusión de Walter Scott, con la publicación de Los bandos de Castilla, considerada la primera novela histórica del romanticismo español, cuyo prólogo ha sido interpretado como manifiesto romántico. En cambio, ignorábamos casi todo de las vidas del resto. Sorprenden, por ejemplo, las rocambolescas andanzas de algunos de ellos, como las del militar piamontés Galli que, tras tener que exiliarse a consecuencia del fracaso del levantamiento liberal en el que estaba involucrado, aplastado por los austríacos, pasa a combatir en Cataluña con los liberales, se refugia en Barcelona cuando el duque de Angulema entra en España, marcha después a México para trabajar en las minas de plata de Tlalpujahua, se instala posteriormente en Londres y acaba — quizá no es para menos— loco. Mucho más discreta fue la vida del centroeuropeo, políglota y pedagogo Carlos Ernesto Cook que, antes de trasladarse a Barcelona en 1815, había abierto en Mahón un colegio por el que pasó Mateo Orfila, que sería andando el tiempo un médico famoso, además del no menos famoso músico Carnicer, cuya familia se había refugiado en la isla huyendo de la francesada. La segunda parte del estudio introductorio (apartados v-vi y vn) está dedicado a señalar el común denominador del espíritu que mueve a los cinco fundadores y al examen de las aportaciones de cada uno de ellos, ya que existió un reparto por áreas. Cook se especializó en los temas científicos. El inquieto Galli trató de política y temas militares; Monteggia, de literatura, ética y crítica de espectáculos. López Soler se dedicó a la historia y, en especial, a la literatura. De ahí que Paula Sprague haga hincapié en el análisis de sus artículos más importantes. La participación de Aribau fue la de cronista y divulgador de la literatura europea, aspecto que sorprende a quienes ven únicamente en él al autor del futuro poema «La patria» (publicado en El Vapor el 24 de agosto de 1833, antes titulado oda «Al patró», que no era otro que el banquero Remisa para quien trabajaba Aribau), considerado como el

14

El Europeo (1823-1824)

punto de partida de la Renaixenga. Anota al respecto la joven hispanista la decepción de Ferrán Soldevila al observar que la palabra Catalunya sólo aparece media docena de veces en El Europeo y sólo un artículo tiene que ver «con el amor patrio». Así concluye Sprague: Esta decepción, compartida por un sector de la Renaixen^a catalana ha ejercido un efecto distorsionador sobre las contribuciones de El Europeo, que aun hoy en día condiciona su recepción futura. Al buscar evidencias de un discurso, cuando todavía sus fundamentos estaban a varias décadas de ser formulados, se crearon las arriba mencionadas interpretaciones antagónicas que distorsionaron el verdadero alcance cultural de la revista. Las ansias por encontrar una voz reivindicativa de lo local contribuyó a que se pasara por alto lo más importante e inherente en el espíritu de la revista: el internacionalismo, como muy bien expresaron en el «Prospecto»: « [...] nacidos en diversos países y arrojados a esta ciudad por una serie de acontecimientos desagradables, trabamos amistad, admiramos la armonía de nuestras ideas y nos propusimos comunicarlas al público con la franqueza de hombres libres y amantes del género humano».

3

Conectar Cataluña y España con Europa, hacerla partícipe de lo que se respiraba fuera de nuestras fronteras tal vez pudo parecerle a Aribau mucho más importante, e incluso patriótico, que hacer referencia a aspectos de la cultura local. Además, se dio la coyuntura de contar con tres colaboradores provinentes del extranjero que podían ofrecer aportaciones distintas y un punto de vista foráneo sin perder de vista el bien común. No hay que olvidar hasta qué punto en la formación de muchos románticos —pienso por ejemplo en Larra— late el principio dieciochesco de la filantropía. Finalmente, en el último apartado la profesora norteamericana expone las conclusiones de su estudio del todo relevantes para entender la verdadera importancia de El Europeo, una revista que, como indica la autora, «nace en la periferia del debate romántico español y a la vez en la periferia del romanticismo europeo» y, aunque aparece citada en todos los estudios sobre el movimiento romántico español, no ha dejado de ser considerada «tradicionalista». Para Sprague la importancia de El Europeo va más allá de lo que ella misma considera prejuicios ide3

«Introducción» p. 63

Prólogo

15

ológicos interpretativos y sirve a su vez para plantear otro enfoque distinto del romanticismo español. Acompañan a esta edición facsimilar unos importantes apéndices que completan el estudio. Desde el análisis bibliográfico a las anotaciones a artículos que las necesitan, pasando por las referencias de edición de los artículos que El Europeo reproduce, a los índices y bibliografía. Todo ello abunda en la constatación del buen hacer de Paula Sprague. Carme Riera

1 INTRODUCCIÓN: EL EUROPEO, U N A VOZ UNIVERSALISTA HACIA L A MODERNIDAD

I . PROPÓSITO DE ENMIENDA

Aunque de vida efímera, El Europeo es, sin duda, una publicación clave y de estudio imprescindible en la historia del siglo xix español. Fue editada en la ciudad de Barcelona durante seis meses —desde el 18 de octubre de 1823 hasta el 24 de abril de 1824— por un grupo ecléctico de cinco colaboradores europeos: los italianos Fiorenzo Galli (1802-1844) y Luigi Monteggia (1797-1861?), un austríaco de formación alemana Carlos Ernest Cook (1774-1856) y dos catalanes, Buenaventura Carlos Aribau (1798-1862) y Ramón López Soler (17991836). Unidos en Barcelona por las vicisitudes políticas del momento, los editores tuvieron la habilidad de crear un espacio de reflexión desde donde tendieron puentes con la Europa progresista del momento. Sin embargo, el éxito de su empresa siempre estuvo condicionado por el momento histórico en el que nació y que claramente afectó a su legado, como veremos en esta introducción. El Europeo se empezó a publicar al final del Trienio Liberal cuando la situación sociopolítica no era nada favorable para semejante empresa cultural. Surgió en un contexto que no sólo limitó su difusión más allá de la Barcelona de ese momento, sino que determinó, incluso, su pronta desaparición. Intelectualmente, la revista se formuló en la periferia del debate que desde hacía dos décadas estaba fijando los límites del romanticismo peninsular, y se publicó en un idioma y con una

El Europeo (1823-1824)

18

temática que no la ayudará a encontrar su espacio en el imaginario nacionalista catalán de la entonces futura Renaixenga. Además, este proyecto fue diseñado por una mayoría de editores foráneos de amplio espíritu internacionalista que, hasta el presente, ha sido poco estudiado y menos entendido. El Europeo no sólo tuvo que superar sus propias circunstancias históricas para ver la luz, sino que también lo tuvo difícil para ganar la dura batalla de la posteridad, debido sobre todo a la dificultad endémica que la crítica ha tenido para consultarla. El único ejemplar realmente completo que se ha conservado se encuentra en la biblioteca del Ateneu de Barcelona y tan sólo otras cinco copias parciales han estado a disposición de los investigadores (tres en Barcelona: Biblioteca de Catalunya, Universität de Barcelona y Arxiu Historie de la Ciutat; una en Madrid: Centro de Humanidades del csic y la última en Estados Unidos: en la biblioteca de raros de Princeton University).1 Esta falta de ejemplares para la consulta ha motivado que los investigadores de buena parte del siglo xx se hayan visto en la necesidad de utilizar reproducciones parciales y fuentes secundarias. No es hasta 1953 cuando el investigador tuvo a su disposición un buen instrumento de análisis al publicar, Luis Guarner,2 un índice de El Europeo, donde incluía una amplia selección de artículos completos. Esta antología de Guarner, aunque como toda antología, parcial e insuficiente, acentuó la tendencia de incluir El Europeo en todo análisis histórico o literario de esta época. Sin embargo, estos análisis se han formulado desde lecturas parciales e interpretaciones sesgadas que, en definitiva, han contribuido a una cierta invisibilidad histórica de la revista como tal. Desde fecha tan temprana como 1854, cuando Milá i Fontanals3 publicó la primera semblanza de la revista en la que buscaba las raíces de la Renaixenga catalana, se ha tendido a enmarcarla atendiendo antes el propio acercamiento ideológico del crítico. Tradicionalmente, se ha analizado El Europeo como una revista que contribuyó a promocionar el temprano romanticismo peninsular desde unos postulados liberales conservadores. La crítica ha tendido a singularizar el 1

Para más información sobre las copias existentes, ver el apéndice 2.1.

Ver Guarner en bibliografía 3.2.3. Esta publicación se encuentra descatalogada desde hace ya muchos años, pero es de fácil consulta en bibliotecas de investigación. 3 Milá i Fontanals: Diario de Barcelona, 1854 (bibl. 3.2.3). 2

Introducción

19

debate al evaluar la revista bajo premisas que ya fueron establecidas con posterioridad, una vez que la estética romántica estaba plenamente asumida. Hoy en día, se reconoce que una de las dificultades para analizar el romanticismo en España —y por ende al estudio histórico de comienzos del siglo xix— es, sin lugar a dudas, la politización a posteriori de los temas y de los mismos textos; es decir, lo que Iris Zavala denominó «la aparición de las interpretaciones antagónica»4 que surgen en todo análisis que no contemple las diferencias existentes de los modelos de producción e interpretación entre el pasado con los del presente. Este reconocimiento de El Europeo como un producto del temprano romanticismo español se debe, sobre todo, al papel protagonista de Aribau como editor sobredimensionado de la revista y por la inclusión de tres artículos donde se discute la esencia de este movimiento que fueron escritos por Luigi Monteggia y Ramón López Soler.5 Sin negar la importancia de estos artículos —considerados con razón como textos fundacionales—, ni restar méritos al papel de Aribau como editor de la revista —quien será el que alcance una mayor proyección intelectual— consideramos, sin embargo, insuficiente que éste sea el único o el más importante legado de El Europeo. En este marco, nos atrevemos a afirmar que la crítica ha encapsulado a El Europeo en contextos históricos y literarios en los que el análisis aplicado ha sido mediatizado por lenguajes y perspectivas construidas a posteriori. Este defecto de mediatización, en nuestra opinión, ha contribuido a exacerbar una visión insuficiente y parcial de su legado tanto referente a la publicación en sí como al contexto en que se produjo. Al publicar por primera vez una edición íntegra de El Europeo, intentamos abrir nuevas líneas de interpretación que ayuden a entender mejor la revista en su contexto histórico. Si esta revista contribuyó 4

Zavala, 1994, p. 25 (bibl. 3.3). De manera parecida, Leonardo Romero habla de «componentes ideológicos» presentes en todo estudio del pasado reciente, mientras Philip Silver, Inman Fox y Derek Flitter contribuyen con observaciones similares al debate cuando concluyen que las discusiones sobre un romanticismo liberal y un romanticismo conservador nos dicen más sobre la ideología del estudioso que del romanticismo en sí. 5 «Romanticismo» (I, 48) de Luigi Monteggia y «Análisis de la cuestión agitada entre románticos y clasicistas» (I, 207-214 y I, 254-259) publicado por Ramón López Soler en dos partes.

20

El Europeo (1823-1824)

a introducir el romanticismo en España, lo hizo no sólo por los artículos de López Soler o Monteggia, sino por las aspiraciones modernizadoras presentes en la revista en general, y por la habilidad para conectar y transmitir ese espíritu renovador europeo a la Barcelona de su momento. Como analizaremos más adelante, el espíritu renovador de la revista existe también en la influencia que Cari Ernest Cook ejerció en la academia barcelonesa,6 al diseminar nuevos conceptos sobre la historia natural; o en la propia figura de Fiorenzo Galli —al que trataremos de presentar aquí como el más romántico de todos lo editores— no por sus artículos, sino por sus acciones. Como veremos, Galli a lo largo de su vida, persiguió insistentemente un ideal liberal y nos dejó escrito en sus memorias lo importante que fue para su trayectoria personal ser editor de la revista. Categorizar o definir la revista como conservadora, defensora de un romanticismo «conciliatorio» o «armónico» es desatender el contexto y el proyecto cultural que compartían en su momento este grupo de editores en la Barcelona de octubre de 1823.7 Es importante destacar que El Europeo fue la única publicación permitida en una ciudad que psicológicamente se estaba preparando para vivir bajo el gobierno despótico de Carlos de España.8 El propio Galli al decir que El Europeo era la única voz que sobrevivió la caída del Trienio Liberal,9 nos hace entender la encrucijada en la que se encon-

6 Esta influencia ha sido sólo parcialmente detectada por los biógrafos del científico menorquín, Mateu Josep Bonaventura Orfila, pero en un contexto totalmente distinto. 7 Desde mis primeras vivencias y estudios sobre la cultura española, he sentido siempre un especial interés en entender los procesos negociadores que una sociedad establece para que la cultura antigubernamental no pierda su voz ante un gobierno hegemónico. La España del siglo xx nos ofrece múltiples ejemplos y amplio material para estudiar de forma extensa este tema. Ahora, tirando del hilo de esta línea de pensamiento, emerge la vigencia de las mismas preguntas en el estudio del temprano siglo xix. 8 El antiliberal de origen francés, Carlos d'Espagnac, conde de España (1775-1839), fue capitán general de Cataluña entre 1827 y 1832. Para entender a qué niveles de represión se llegó bajo su mandato en la ciudad de Barcelona, recomendamos la lectura fresca y directa de uno de los primeros historiadores de este período: Victor Balaguer, que en el volumen 5 de su magna Historia de Cataluña empezaba describiendo este periodo de la siguiente forma: «La pluma se cae de la mano al tratarse de escribir el desgraciado periodo en que la infeliz Barcelona estuvo bajo el mando de Carlos de España...» (1863, p. 573), en bibl. 3.3. 9 Galli reivindicaba los derechos de la libertad anulada diciendo: «Cette voix, c'était la nôtre» (ver su Mémoires sur la dernière guerre de Catalogne, 331, n.° 6, bibl. 3.1.3).

Introducción

21

traron los cinco editores de la revista para poder negociar su propia existencia ideológica con el nuevo poder establecido. En definitiva, con este facsímil proponemos que se juzgue o se evalúe El Europeo no como una parte anecdótica del incipiente romanticismo literario español, sino por el contexto implícito en su propio proyecto cultural y del compromiso asumido por los cinco editores al tratar de divulgar en la Barcelona de 1823 una noción de modernidad10 a la que aspiraban. La revitalización actual de los estudios del siglo xix exige volver a las fuentes sin mediaciones interpretativas para poder profundizar en nuevas interpretaciones que den aun más claridad al siglo xix. Ésta es nuestra última intención al publicar este facsímil: permitir el acceso directo a un producto cultural publicado hace casi doscientos años que promueva una nueva lectura. No pretendemos despolitizarlo, sino más bien todo lo contrario: queremos promover un acercamiento a su propia política, la que se llega a entrever en la propia revista y que tenga en cuenta su entorno originario.

II. L A GÉNESIS

El Europeo se gestó en los momentos finales del período constitucional11 del Trienio Liberal. A principios de octubre de 1823, Barcelona cumplía su tercer largo mes de sitio impuesto por las tropas francesas. Las murallas de la ciudad no impedían que se filtraran los rumores que llegaban desde el 10 Aquí utilizo el concepto modernidad no en su acepción hegeliana que la define en términos historicistas. La historiografía tradicional española utiliza la noción de Hegel sobre lo moderno como pilar fundamental para escribir la historia de España. Formulada desde la Europa del norte (Francia, Inglaterra, Alemania), este concepto de lo moderno evolucionó equiparándolo a la Ilustración y al período inmediatamente posterior. España nunca encontró lugar para pertenecer a esa Europa moderna. En los últimos años se han escrito importantes estudios que intentan redefinir los efectos de la modernidad en la construcción de la identidad cultural española. Entre otros se debe de consultar: Iarocci (2006), Juliá (2004), Pérez Magallón (2002), Alvarez Junco (2001), Fusi (2000), Esdaile (2000), Fox (1997) y Fusi (1997), en bibl. 3.3.

" Período en que la libertad dejó de ser un concepto hipotético o subversivo para plasmarse en discursos de todo tipo recogidos en las más de 700 publicaciones periódicas que surgieron a lo largo de todo el territorio nacional y con especial relevancia en la ciudad de Barcelona.

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resto de la Península y que presagiaban un futuro incierto —un futuro que había empezado a cambiar bruscamente seis meses antes. Fue el 7 de abril de 1823, cuando el duque de Angulema cruzó los Pirineos al frente de los Cien Mil Hijos de San Luis con el objetivo de terminar el experimento liberal que desde hacía tres años imperaba en España tras el pronunciamiento del general Riego. La resistencia que encontraron fue nula, causando sorpresa no sólo a los aliados de la Santa Alianza que planearon la invasión en el Congreso de Verona, sino a algunos de los generales franceses temerosos de combatir la misma resistencia popular a la que se habían tenido que enfrentar veinte años antes cuando Napoleón decidió invadir la Península. Esta vez, en cambio, los ejércitos liberales desunidos políticamente, se rindieron sin plantar prácticamente batalla y las ciudades más importantes de España fueron tomadas, una por una sin sobresaltos. Madrid cayó el 24 de mayo y el 30 de septiembre, tras tres meses de sitio, le tocó el turno a la emblemática ciudad liberal de Cádiz, donde el rey Fernando VII, amparado por las tropas francesas, restableció el poder absolutista. Se da por concluido oficialmente el período liberal en España. Cuando el 15 de octubre se publicaron en Diario de Barcelona los decretos oficiales firmados por el rey Fernando VII, el general Francisco Espoz y Mina empezó a negociar la rendición de Barcelona. Había sido el único general liberal que había combatido sin éxito a las columnas francesas que entraron en Cataluña al frente del mariscal Moncey, y desde julio estaba entregado a organizar la resistencia de la única ciudad importante junto con Cádiz, que estaba todavía bajo la influencia liberal. Barcelona en estos meses de sitio se convirtió en un microcosmos del combate ideológico que estaba sucediendo en el resto de la Península. Al mismo tiempo que se celebraban actos festivos patrióticos para elevar la moral en los que se homenajeaba la Constitución o se festejaban victorias militares pírricas, se estaba negociando y preparando la transición política. Los liberales moderados, tratando de prevenir las futuras represalias, purgaron el gobierno municipal de los elementos más radicales y los expulsaron de la ciudad. Barcelona se convirtió en refugio para los liberales que huían del terror blanco y de las represalias propias de toda guerra civil. Entre ellos estaban muchos de los casi dos millares de voluntarios europeos que tres años antes habían llegado a Cataluña para colaborar con la

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defensa del nuevo sistema político liberal, pero ahora la ciudad sólo era una parada técnica donde organizar una nueva emigración a cualquier otro país. Todos los diarios (hasta cuatro se llegaron a publicar) y las múltiples publicaciones que surgieron al amparo de la libertad de prensa durante el Trienio, fueron una a una cerrando sus puertas. Tan sólo Diario de Barcelona sobrevivió, pero de forma autocensurada al convertirse en mero reproductor de anuncios ciudadanos. Las iniciativas culturales como el restablecimiento de la universidad en la ciudad o instituciones como la Academia de las Buenas Letras o la Academia de Ciencias Naturales y Artes, que se revitalizaron al amparo del espíritu renovador durante el Trienio, quedaron en suspenso, algunas de ellas por varias décadas. La cultura popular se redujo a representaciones teatrales donde los temas políticos y patrióticos intentaban elevar la moral y potenciar la resistencia de la población. El 29 de septiembre de 1823, en medio de este contexto de inestabilidad política y social, se imprimió en Diario de Barcelona y en Vindicador Catalán una nota donde se anunciaba la futura publicación de El Europeo. Esta nota firmada por «C. E. Cook, B. C. Aribau, Luis Monteggia, R. López Soler y Florencio Galli» apareció también al día siguiente en el tercer diario que por esos días todavía se publicaba en la ciudad, Diario Constitucional.12 Estos anuncios en la prensa tenían un lado práctico y necesariamente comercial. Los editores, siguiendo una práctica común, buscaban obtener el suficiente número de suscriptores mensuales para poder financiar la revista antes de su publicación. El precio de suscripción era de 10 reales al mes y el de números sueltos de 3 reales. Este precio convirtió a El Europeo en el proyecto editorial más caro que había en ese momento en Barcelona, ya que el coste anual de 120 reales equivalía a poco menos que el salario mensual de un obrero de la época. 13 Es de suponer que nunca se pretendiera dis-

Para más información sobre los anuncios publicados en la prensa, ver nota 1 en la sección 2.4. 13 El salario anual de un obrero era de unos 2.000 reales anuales (Guilamert, 2003, p. 203; Feliu i Monfort, 1972, p. 15). El salario anual de un catedrático en 1815 oscilaba entre 9.000 y 12.000 reales, dependiendo de la categoría y la materia. Como comprueba Sucarrats manejando datos obtenidos de libros oficiales, los salarios para los profesores de universidad entre 1815 y 1840 estuvieron no sólo congelados, sino que incluso disminuyeron (2006, p. 266). 12

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tribuir la revista entre las clases más populares, ya que por su contenido sólo podía tener un eco positivo entre los barceloneses más cultos —que por lo general eran los más pudientes. A pesar del riesgo que representaba producir un proyecto tan caro —y no sólo por la coyuntura social del momento, sino por la crisis económica acentuada por la emancipación de los territorios americanos que afectó especialmente a Cataluña— no parece que tuvieran problemas para reunir el mínimo número de suscriptores. Lo atestigua una nota del 14 de octubre en Diario Constitucional donde se confirma la próxima publicación del primer número de la revista. El anuncio en la prensa también hizo la función de prospecto. Fue una declaración de intenciones donde se explicaba a los futuros lectores el interés por reflejar una realidad que no existía en esos momentos en otros medios impresos. Se argumenta que la futura revista será un espacio de reflexión para las ciencias, las artes y la literatura, donde la política sólo será tratada como ciencia y no como un instrumento para alimentar «las discordias que han dividido los hijos de la España». Comunican que la revista está consensuada por un grupo de «europeos» afincados en Barcelona debido a las vicisitudes contemporáneas, cuya intención es «tratar pacíficamente de luces, de mejoras y de prosperidad», a la vez que se proponen divulgar aquellos autores y obras «nacionales y extranjeras» desconocidas en España. Todo ello con el objetivo de contribuir a «mejorar el corazón, a rectificar el juicio y a cultivar el gusto». Todos nuestros esfuerzos por encontrar una documentación que nos informara sobre cómo se gestó la revista, el número de suscriptores o su difusión han sido baldíos. Nada ha perdurado, o no hemos tenido fortuna en encontrar algún rastro en los archivos consultados. A la hora de emitir nuestros juicios, tenemos que conformarnos con el análisis que se puede deducir de la propia publicación. Así deducimos que fue Aribau quién se responsabilizó de encontrar los medios materiales para publicarla, ya que El Europeo se imprimió en Casa Torner, la misma imprenta donde se publicó otra revista con la que Aribau colaboró dos años antes: El Periódico Universal de Ciencias, Literatura y Artes. La similitud en el diseño entre ambas revistas evidencia un cierto aprovechamiento por parte de la imprenta, ya que ambas revistas tuvieron el mismo tipo de letra, similar tamaño e idéntico diseño gráfico.

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Cómo se estableció la revista o cómo fue la interacción entre los editores para decidir el reparto de responsabilidades siguen siendo también enigmas de los albores del proyecto. En historias literarias se le da un papel preponderante a Aribau, quizá porque fue el editor que alcanzó más tarde un mayor perfil literario, o por ser el que tenía una marcada presencia en la tradición cultural de la Barcelona de ese momento. En contraste, se han infravalorado las influencias que pudieron ejercer editores como Cook —el más adulto del grupo, o Galli, que, como veremos, dejó por escrito el orgullo que sentía por haber participado en semejante publicación. Tan solo Carreras i Candi14 aceptando lo que dice Galli en sus memorias, le asigna el papel de ser el editor que planteó publicar la revista y sugiere que el título se deriva de una logia masónica que fundó en Barcelona un grupo amplio de exiliados italianos, la llamada «Sociedad de la Regeneración de Europa» o «Sociedad Europea». Aunque sin pruebas concluyentes, puede ser esta una interpretación sugerente, que merece tenerse en cuenta. El tono del «Prospecto», como luego será el de toda la revista, destaca por su mesura y sus esfuerzos por evitar toda controversia política. Los editores no tuvieron otra opción ya que para publicar la revista necesitaron de la aprobación de una censura revitalizada tras la caída del Trienio Liberal. A pesar de que varios de los editores habían participado política y militarmente de forma activa en favor del movimiento liberal, en ningún momento pretendieron contribuir a un debate que debían de considerar estéril por los propios acontecimientos históricos. Además, pese a su juventud, tanto Aribau como López Soler ya tenían amplia experiencia en los efectos perniciosos que podía causar una prensa partidista y radicalmente politizada. En este contexto, la postura moderada y reconciliadora con la que se concibió la publicación era quizá la única postura viable. Los editores, más que modificar el presente, pretendían crear nuevos horizon14 Carreras i Candí (1932 en bibl. 3.2.3) lo dedujo de información publicada en Vicente de la Fuente. Historia de las Sociedades Secretas (vol. 2, Madrid: D. R. P. Infante, 1874-1881, p. 8), aunque en este libro no hay ninguna mención de Galli ni de El Europeo. Iris Zavala narró los mismos episodios, consultando fuentes distintas e incluyendo el nombre de Galli como exiliado en Barcelona. Sin embargo, no hay mención de El

Europeo (Iris M. Zavala: Masones, comuneros y carbonarios, p. 104).

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tes de futuro, y de ahí que eligieran un título para la revista bastante inusual para la España de la época. El futuro, especialmente desde finales del siglo XVIII, sólo podía pasar por una Europa que en esos momentos simbolizaba la noción de progreso; lo verdaderamente notable es que amparándose en su juventud, en su internacionalismo, y en su formación ilustrada, los editores buscaron romper moldes al lograr fijar su mente en una Europa donde estaban germinando las nuevas ideas estéticas, científicas y filosóficas del futuro siglo xix. Su intención, al publicar la revista, fue la de inventar un vehículo con el que transmitir esas nuevas ideas, de forma más didáctica que ideológica, a una Barcelona que luchaba por sobreponerse a las circunstancias del momento. Sintetizaron esta actitud al elegir como lema de la revista un verso de Manuel José Quintana «Mente ambiciosa —vuélvete en fin a mejorar al hombre».

I I I . LOS EDITORES BARCELONESES

Entre todos los editores, el catalán, Caries Bonaventura Aribau, es el que ha obtenido una mayor proyección histórica en la cultura española y catalana. Nacido en Barcelona en 1798, Aribau sobresalió en la vida cultural y política del siglo xix como economista, político y hombre de letras, pero ante todo fue un intelectual que siempre persiguió un cierto enciclopedismo en el saber.15 El conocimiento para él, más que una virtud, era una necesidad inherente al ser humano para obtener su propia superación espiritual y material. Desde una edad temprana, Aribau ya interiorizó esta actitud vital al crecer en una Cataluña que estaba expuesta a las influencias ilustradas de finales del siglo XVIII y que buscaba con anhelo una transformación radical del Antiguo Régimen con el fin de modernizar la sociedad. Aribau se formó intelectualmente bajo la tutela de la burguesía catalana, cursó estudios secundarios en el Colegio Tridentino de Barcelona entre 1811 y

15 Aunque quizá quede por escribir la biografía definitiva de Aribau, su figura ha sido ya ampliamente estudiada, por lo que aquí sólo incluiremos una breve exposición del Aribau joven que nos servirá para enmarcarlo en el proyecto de El Europeo. Para más información consultar bibl. 3.2.1.

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1816, donde obtuvo una amplia educación humanística en filosofía y retórica. Aquí completó su formación científica bajo el magisterio de profesores que lo marcaron profundamente como Pedro Vieta o Francesc Samponts,16 con quienes aprendió los rudimentos de la física experimental. Al mismo tiempo se hacía experto en taquigrafía, un sistema de escritura rápida que el valenciano Francisco Martí introdujo en España a principios del siglo xix, que fue perfeccionado por Aribau al coeditar un tratado de taquigrafía castellana en 1816. Si su formación académica le abrió nuevos horizontes intelectuales, también le acentuaron su compromiso ideológico con el liberalismo. Es en esta época de su vida cuando escribe artículos incisivos contra la Escolástica o apoya de forma rotunda iniciativas que condujeron a la revolución liberal de 1820. Aribau no pudo estar ajeno a los tiempos que le tocaron vivir. Estuvo de acuerdo y apoyó con vehemencia juvenil, el sentir general de los liberales barceloneses de aprovechar políticamente la derrota del francés para derrocar definitivamente el Antiguo Régimen. Hacia 1815, Barcelona estaba no sólo en plena efervescencia política, sino también en plena recuperación económica tras el marasmo provocado por las guerras napoleónicas. Instituciones históricas enraizadas en la tradición cultural de la ciudad, como la Academia de Ciencias Naturales y Artes y la Academia de Bellas Artes, restablecían sus actividades regulares tratando de dinamizar la vida cultural de la ciudad. La Junta de Comercio, que desde mediados del siglo XVIII había tratado de dirigir su desarrollo económico, recobraba ahora la iniciativa al diseñar unos planes académicos que intentaban paliar la carencia endémica de no tener una universidad en la ciudad, ya que por decreto real se encontraba instalada en la ciudad de Cervera desde 1717. Con su patrocinio se inauguraron en 1814 tres nuevas escuelas técnicas dedicadas a la física experimental, la economía política y al cálculo que, junto a las escuelas de química y botánica fundadas pocos

Pedro Vieta i Gilbert (-1856), catedrático de física experimental en la Junta de Comercio de Barcelona. Debido a la admiración que le profesaba, Aribau le dedicó la «Oda a la Ciencia», incluida en su primer libro de poemas publicado, E nsayos Poéticos (1817). Francisco Sanponts Roca (1756-1821), ingeniero barcelonés director de la Escuela de Mecánica de Barcelona. 16

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años antes, dotaban a la ciudad de una infraestructura académica mínima para afrontar el nuevo empuje de la industrialización.17 Influenciados por esta actividad cultural y académica, un grupo de dieciocho jóvenes estudiantes, entre los que se encontraba Aribau,18 decidieron el 11 de julio de 1815 formar la Sociedad Filosófica. Unidos por los mismos lazos generacionales y similares aspiraciones de renovación intelectual y científica encontraron en la Sociedad un espacio común donde estudiar, debatir e intercambiar las ideas novedosas que descubrían en su entorno. La importancia de esta asociación para la historia catalana del siglo xix es remarcable, ya que prácticamente todos sus miembros contribuirían a transformar la sociedad catalana unas décadas después al ejercer de catedráticos, editores, abogados, médicos o físicos. Sin cumplir los veinte años, Aribau encontró en la Sociedad el ambiente propicio para culminar su formación intelectual ilustrada, además de tomar contacto con las nuevas ideas que desde Europa transformarán la España del siglo xix. Aquí es donde tienen acceso ininterrumpido a ese pensamiento europeo al llegar con regularidad a la biblioteca de la Sociedad, que él mismo organizaba, revistas como Journal de Physique, de Chimie, d'Histoire et des Arts, Archives Littéraires de l'Europe o Journal des Débats. Motivado por el trabajo en grupo y el intercambio de ideas que se produce en el seno de esta sociedad, Aribau lee, traduce y presenta trabajos sobre los últimos avances científicos, geográficos o históricos, estudia a Rousseau, Smith o Buffon o busca su propia voz poética al publicar en 1817 su primer y único poemario publicado en vida.19 Gracias a las actas conservadas de la 17 El propio Aribau nos transmitió una síntesis de estos datos en las páginas de El Europeo (año i, n.°, 12, 30 de diciembre de 1823, p. 382). Para más información sobre el momento cultural de la Barcelona de 1814 consultar Palomeque (1970) y Parpal (1914), bibl. 3.2.3. 18 En los estatutos de la Sociedad Filosófica reproducidos por Montoliu (1936, p. 2678, bibl. 3.2.3) figuraba la relación de todos los miembros, la cual reproducimos en bibl. 3.1.6. 19 Aribau: Ensayos poéticos, 1817, en bibl. 3.1.1. Para una relación completa de las actas de la Sociedad Filosófica que se han conservado, incluyendo la lista de los trabajos presentados por los socios, consultar Montoliu (1936). Para información sobre la historia de esta sociedad, consultar Parpal (1914, p. 40-70) y Elias de Molins (1889), bibl. 3.2.3.

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Sociedad20 se puede singularizar toda esta actividad intelectual que Aribau ejerció en estos años: aprende de Horacio, traduciéndolo al castellano; estudia la taquigrafía y perfecciona el sistema de lectura rápida; presenta conferencias públicas sobre la existencia de Dios para demostrar el espíritu caduco de la Escolástica; se apasiona con la idea de un idioma universal, o investiga la tradición literaria de la poesía castellana. En la Sociedad Filosófica fue donde Aribau aprendió los rudimentos de cómo crear una publicación periódica al dirigir la revista manuscrita El Periódico Erudito. Durante los cinco años que duró la sociedad, esta revista fue el principal medio de comunicación oficial entre los socios, en la que se describía de forma regular las actividades, ponencias y diferentes eventos realizados por la sociedad. En ella, nos dejó constancia no sólo de sus inquietudes intelectuales, sino también de sus propios puntos de vista ante una realidad social barcelonesa con claros signos de cambio. Aribau durante estos años, empezó a contactar con esa nueva ciencia «sublime que arregla el gobierno de una nación [y] los recursos de su prosperidad» 21 denominada política, y que en Barcelona, como en el resto del país, alcanzó altas cotas de participación popular tras la guerra contra el francés de 1808. También éste es el momento en que hace conciencia sobre la importancia del periodismo como instrumento para provocar esa participación ciudadana: «¿Qué dirán los extranjeros... cuando vean que para llenar los periódicos de una capital tan ilustrada se debieron mendigar artículos enteros de otro periódico de la misma nación, formando este plagio, su único ornamento? ¿No pensaran que estamos desprovistos de literatos?».22

20 La labor intelectual de la Sociedad Filosófica ha sobrevivido hasta nuestros días gracias a que una buena parte de su archivo fue trasladado a los archivos de la Academias de Buenas Letras y a la Academia de Ciencias y Artes. Aquí se puede consultar parte de las actas y una copia incompleta del Periódico Erudito. La sociedad se disolvió en 1821 como consecuencia de la lógica inactividad cuando sus miembros ya estaban inmersos en la vida intelectual barcelonesa. Montoliu consultó en estos archivos y los reprodujo parcialmente en los apéndices de su libro dedicado a Aribau.

Así lo definía en el Observador de Cádiz (25 de septiembre de 1810). Citado en María Teresa García Godoy: Las Cortes de Cádiz y América, p. 115. 21

22 «Observación sobre los últimos periódicos de esta capital», Periódico Erudito, 29 de marzo de 1818. Artículo sin firma, pero atribuido a Aribau por Montoliu (1936, p. 250-251) que lo reproduce.

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Aribau se quejaba así de la poca prensa autónoma que existía en la Barcelona de 1818, refiriéndose a El Brusi23, periódico que por estas fechas mantenía el monopolio de las noticias en la ciudad y destacaba por tener un contenido más oficialista donde predominaban los avisos gubernamentales. Más que proporcionar noticias, El Brusi hacía la función de agenda ciudadana. A Aribau, conocedor y lector de la prensa europea, no se le escapaba la importancia de este medio de comunicación, que utilizará con gran maestría durante la época del Trienio Liberal. El periodismo era un fenómeno relativamente reciente en la vida española. Surgió en su acepción moderna a mediados del siglo XVIII, jugando un papel claramente pedagógico y de adoctrinamiento donde el objetivo principal era el de instruir y persuadir a los lectores para que participaran y aprobaran las acciones del buen gobierno, como quedó regulado por la real orden del 19 de mayo de 1785 (Fernández Sebastián, 524). La influencia de la Revolución francesa provocó una prensa donde el componente educativo se mezcla con las intenciones políticas. Desde Francia, al principio de forma clandestina, se empezó a introducir en la Península una prensa de claro signo político que maduró durante la Guerra de la Independencia, creando una enorme cantidad de literatura patriótica, por lo general de tendencias liberales. Durante la invasión napoleónica, la prensa adquirió por primera vez conciencia de su propio poder —un «poder tribunicio» en palabras de Jovellanos—, que ejerció al tratar de regular e influir en las decisiones de gobierno. Con la llegada del Trienio Liberal y tras el paréntesis de la restauración monárquica, brotó en España otra enorme pléyade de periódicos y revistas, nacidos bajo el amparo de la nueva ley de Prensa del 22 de octubre de 1820 que recuperaba el espíritu de libertad de prensa que había defendido la Constitución de 1812. Además, los avances tecnológicos propiciaron esta revolución impresa al introducirse en 1819 la primera litografía en Barcelona, que abarataba considerablemente el coste de impresión. La tecnología pondrá al alcance de una amplia mayoría el producir la letra impresa y, lo más importante, el comprarla. Barcelona no fue la excepción a esta ebullición impresa; en

23 Nombre coloquial con el que era conocido el periódico decano de la ciudad, Diario de Barcelona, por su editor Antonio Brusi Mirabent (1779-1821).

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menos de dos años la ciudad pasó de u n o a cuatro periódicos diarios, más de media docena de revistas e incontables gacetillas y panfletos. Publicaciones aparecían y desparecían debido a su inviabilidad económica, o al esfuerzo individual de una sola persona que perdía interés tras unas pocas semanas. Aribau definirá desde las páginas de El Europeo esta fiebre impresora como «periódico-manía», acuñando el vocablo del título de una revista madrileña. 24 Aribau, como decíamos, no permaneció ajeno a esta eclosión periodística. Participó y estuvo de acuerdo con el espíritu general que el nuevo periodismo estaba desarrollando de forma vertiginosa; ahora no sólo se trataba de educar al pueblo, sino que los más aventajados de este pueblo podían comunicar al gobierno nuevas vías y posibles soluciones a los nuevos problemas sociales y políticos de esta época. Sin embargo, Aribau no apoyó la prensa exaltada o extremista que entre otros lenguajes utilizaba la sátira como arma para demoler y destruir a sus competidores políticos o publicaciones gemelas, pero de signo político contrario. Durante el Trienio practicó u n periodismo que seguía la recomendación formulada por su admirado Quintana cuando ya en 1808 dejó escrito que «los periódicos bien dirigidos deben ser antorchas para alumbrar a los pasajeros, no tizones para encender el desorden ni la discordia». 25 Sus colaboraciones, aunque ocasionales, fueron importantes en El Brusi. Pero donde dejó una mayor impronta fue en Diario Constitucional, conocido como Dorca por su editor Juan Dorca. En este periódico —nacido el 13 de marzo de 1820 para defender el recién implantado liberalismo—, es donde se percibe al Aribau comprometido e ilusionado con el cambio político. Desde el principio, colaboró

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Esta palabra no fue invención de Aribau, sino que se la apropió para definir la obsesión editora durante el Trienio con u n término que sus contemporáneos entenderían sin problemas; en Madrid durante el Trienio se publicó una revista satírico-política con el título de Periódico-manía. Citado por Aribau en vol. i, n.° 12,31 de diciembre de 1823, p. 400. Seguimos la tesis de Montoliu de atribuir a Aribau el número monográfico d e El Europeo publicado con el título de «Revista d e Barcelona. En estos últimos años» en que incluyó un apartado sobre la prensa en Barcelona. Muchas de las publicaciones que salían en este período —incluidas algunas de las mencionadas por Aribau en su artículo, solo las conocemos por el nombre. (Ver entrada 75, Apéndice 2.4.) 25

Semanario Patriótico, 1 de septiembre de 1808; citado en Fernández Sebastián, 526.

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con su director, Antonio Guillen de Manzón, para crear un diario liberal donde Barcelona fuera el eje central de las noticias. Intentaron, por un lado, suplir las carencias informativas que él mismo había criticado años antes y, por el otro, contrarrestar el monopolio periodístico que El Brusi había, tradicionalmente, impuesto. En sus páginas, Aribau publicó poesías, de fácil atribución por estar siempre firmadas con el seudónimo de Ubariso, en las que juega con el lenguaje poético para convertirlo en arma política con el que convencer a la ciudadanía y crear opinión: [...] ¡Oh, franceses! repita tu acento, de este sueño fatal despertad, y clamad cual hiciera España, libertad, libertad, libertad. Libertad!... De su augusto santuario las cenizas humean aun; libertad es el voto de Europa, libertad es el grito común. Más los gritos no aturden al malo. Los gemidos al trono no van, y en gemidos, y en llanto, y sollozos se adormece y recrea el Sultán. ¿Benjamin? Las cadenas de un pueblo nunca caen a un vano clamor; con el hierro se rompen los hierros, sin la Fuerza no sirve el valor. [...]

«AMs Benjamin Constant», año 1, n.° 107, martes, TI de junio de 1820 (reproducido sin correcciones). Desde El Dorca trató de terciar en toda controversia puntual que los barceloneses estaban dirimiendo, al publicar artículos, esporádicamente firmados con su inicial A, como los titulados «Sobre la palabra liberal y servil» (año n, n.° 3, 2 de enero de 1821), u «Observaciones [sobre el gobierno liberal]» (año u, n.° 6,5 de enero de 1821), y al popularizar una sección fija con el título de «Susurros», que alcanzó gran resonancia en la ciudad y un gran número de imitadores. Resulta difí-

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cil obtener una visión de conjunto de toda su contribución en este periódico, al seguir una práctica común de la época de no firmar los artículos y sobre todo al no conservarse una copia completa del diario.26 Sin embargo, en los artículos identificados es fácil notar el esfuerzo y la habilidad de Aribau por dominar un lenguaje didáctico y directo, para así poder ser entendido por un público que estaba despertando a una nueva conciencia social. Aribau dejará la redacción de El Dorca en la primavera de 1822 al obtener los exaltados la mayoría en un nuevo gobierno municipal, lo cual provocó un cambio en la línea editorial del periódico a posiciones mucho más radicalizadas. En ese momento decide aceptar el cargo de secretario del recién formado Gobierno Civil de Lérida —un puesto que le dará cierta seguridad económica y que lo alejará, al menos por unos años, de una ciudad con la que empezaba a disentir ideológicamente. Durante 1821, Aribau también experimentó con un periodismo distinto dirigido a un público más ilustrado y con el que ya estaba más familiarizado tras participar en la Sociedad Filosófica. El 6 de enero de 1821, Ignacio Sanponts y Barba (otro antiguo miembro de la Sociedad) fundó El Periódico Universal de Ciencias, Literatura y Artes como un semanario cultural, de menor difusión y con unos planteamientos intelectuales que en cierto sentido anticipan El Europeo. Como esta revista hizo años después, El Periódico Universal se diseñó desde y para Barcelona, aspirando a ilustrar el progreso científico e histórico de su época. Se publicaron artículos sobre literatura, medicina, agricultura y ciencias en general, y también traducciones de artículos previamente publicados en diferentes medios europeos. El Periódico Universal ha pasado a la historia por ser la primera revista que defendió de forma consciente la difusión de la historia de Cataluña, incluyendo en casi cada número una parte del texto completo en latín y castellano de sus Cortes medievales celebradas en 1283 en la ciudad de Barcelona. Aribau fue un colaborador habitual, que contribuyó con cinco artícu26 La copia más completa se encuentra en el Arxiu Municipal de Barcelona. Consultar la entrada en bibl. 3.1.6, donde se ofrece una ficha completa de este periódico e incluimos una relación de los artículos de Aribau localizados y consultados, así como la explicación de por qué no firmaban los artículos que el propio Aribau escribió en este periódico. Carreras i Candí (1933), en bibl. 3.3, analizó por primera vez la participación de Aribau en El Dorca.

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los, todos ellos sobre literatura, entre los que se puede identificar uno que ya había sido publicado previamente en el periódico manuscrito de la Sociedad Filosófica.27 Después de seis meses, esta revista dejó de publicarse por falta de apoyo económico y de lectores, pero la experiencia que adquirió al participar en ella fue fundamental para su colaboración en El Europeo. Aribau culminó su período formativo durante las vicisitudes vividas durante el Trienio Liberal. Al compás de los tiempos, participó con entusiasmo del primer momento de euforia general cuando colaboró de la efervescencia política y cultural de una Barcelona que había acogido la implantación del liberalismo con grandes esperanzas de renovación ciudadana. Así lo atestigua, además de la ya mencionada participación periodística, su creación literaria de esta época, tamizada por el patriotismo y anhelos políticos. Sus habilidades literarias, le sirvieron para escribir himnos patrióticos de considerable éxito ciudadano y colaborar en obras teatrales de exaltación patriótica como «La libertad restaurada». Durante estos años, adquirió fama y prestigio en una ciudad donde tomó conciencia de su devenir histórico y que le preparó a un porvenir donde practicará lo comprendido durante estos años. Sus actitudes políticas, sin embargo, se fueron moderando en los siguientes tres años, a medida que las tendencias radicales fueron adquiriendo más cuotas de poder en una Barcelona que había sufrido, a su vez, circunstancias traumáticas como la epidemia de cólera del verano de 1821, o la crisis económica que amenazaba con ser endémica debido a la inactividad comercial con las colonias americanas recién emancipadas. Sus biógrafos siempre han reparado en cómo Aribau a mediados del siglo xix cambió a posiciones más conservadoras, cuando defendió desde Madrid planteamientos políticos que perjudicaban a su Cataluña natal; o al escribir poemas donde se alababa al general Prim tras reprimir las revueltas catalanas o, por sólo nombrar otro ejemplo, al publicar artículos donde ponía un énfasis desmesurado por defender la ley y el orden. Sin embargo, como afirmó Fontana,28 no 27 «Pensamientos sobre comparativos», ponencia presentada el 15 de diciembre de 1816 en la Sociedad Filosófica y publicada en su periódico en el número 55. Se reprodujo en El Universal, n.° 9, 3 de marzo de 1821, p. 214-217. Consultar bibl. 3.1.6 para ver un listado de todos los artículos firmados por Aribau. 28 Fontana, 7 (bibl. 3.1.1).

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fue Aribau quien realmente se transformó ideológicamente, sino que fue la sociedad la que cambió por completo de escenario. A mediados del siglo xix, la sociedad española trataba de contener el empuje social que pretendía superar lo conseguido durante el cambio liberal de la primera mitad del siglo. Para Aribau esa situación no era superación, sino desbordamiento. * * *

El otro editor catalán, Ramón López Soler, también alcanzó una cierta proyección histórica en la cultura española aunque por razones estrictamente más literarias. Nacido en 1799 en la ciudad de Manresa, pero afincado desde la infancia en Barcelona, López Soler tuvo una corta, pero intensa vida, truncada prematuramente al morir en 1836 con tan sólo treinta y siete años de edad. Los datos biográficos que nos han llegado a través de las historias literarias han sido escasos y no exentos de ciertas contradicciones, lo que ha oscurecido aún más su personalidad. Ha existido una cierta discrepancia sobre su fecha de nacimiento, al considerar la mayoría de las obras publicadas en castellano después de 1950, que afirma equivocadamente que nació en 1806. El hecho de que la crítica castellana ignorara el artículo escrito en 1929 en catalán por Carreras y Bulbena (1929, en bibl. 3.2.1) donde demostraba documentalmente su nacimiento en Manresa en 1799, sacó a López Soler de un contexto generacional que consideramos importante para entender su figura y situar de forma apropiada su obra. El aceptar definitivamente 1799 como su año de nacimiento lo coloca en el mismo grupo generacional que Bergnes de las Casas o Aribau, Sanponts y Barba, Ramón Muns y los otros miembros de la Sociedad Filosófica con los que compartió las mismas inquietudes culturales durante su primera época de formación. El otro malentendido en que constantemente se incurre al escribir su biografía se deriva de la confusión provocada por los diferentes seudónimos atribuidos a su persona: Lopecio, Gregorio Pérez Miranda, Bachiller Cantaclaro y Ramón Soler. Sobre los dos primeros no existe la menor duda, ya que constan pruebas documentales de que los utilizó; pero no así con los dos últimos, atribuidos por primera vez a López Soler en la famosa bibliografía de Palau y Dulcet, quien ignoró las informaciones existentes desde

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el siglo xix que demostraban que Bachiller Santaclaro y Ramón Soler eran seudónimos empleados por Lorenzo Alemany. 29 En el verano de 1815 López Soler se instala en la ciudad de Barcelona tras culminar con buenas calificaciones un curso de leyes en la Universidad de Cervera. En esta ciudad establece una sólida amistad con Aribau, con quien compartirá experiencias y el mismo núcleo de relaciones durante los siguientes años. El 1 de septiembre de 1815, se integra en la recién formada Sociedad Filosófica leyendo una ponencia sobre «La cosmografía en general». 30 A pesar de que conocemos poco sobre su actividad en esta Sociedad, es lógico pensar que estuviera expuesto a las mismas tendencias e influencias ya descritas cuando hablamos de Aribau. Entre este grupo descubre la literatura y experimenta con una poesía que por lo juvenil, es inocua aunque refleja ya ciertas intenciones de abordar nuevas tendencias; y sobre todo fortalece unas amistades que serán determinantes para su actividad futura. Además de otros miembros de la Sociedad, como el propio Aribau e Ignacio Sanponts y Barba, se relaciona estrechamente con Antonio Bergnes de las Casas, con el que colaborará en proyectos periodísticos y editoriales una década después. Con la llegada del Trienio Liberal y la disolución de la Sociedad Filosófica, López Soler, siguiendo la misma senda de muchos de sus compañeros de promoción, ingresó el 4 de junio de 1821 en la Academia de las Buenas Letras y fue nombrado su secretario pocos días después. Participó en su organización, intentando rejuvenecer su arcaico funcionamiento, y desde esta institución colabora en el intento de instaurar la universidad en Barcelona. Sin embargo, como Aribau y tantos otros de su promoción, López Soler no pudo mantenerse ajeno a las transformaciones políticas que el nuevo período liberal estaba instaurando en la ciudad. En los siguientes tres años, se entregó con ansias juveniles a participar del cambio del que estaba siendo testigo, quedando también subyugado por las posibilidades reales que ofrecían los nuevos medios impresos para influir en esa actitud de cambio. Influenciado por el nuevo optimismo político liberal durante el Trienio y atraído por el poder de la palabra impresa, López Soler se

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Consultar bibl. 3.1.2, entrada 19 para más información.

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Montoliu (1936, p. 277, bibl. 3.2.3).

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convirtió ahora en un activista cultural31 que empezó a utilizar el periodismo como arma para poder expresar la realidad con la que estaba comprometido a cambiar. Con artículos de lenguaje rotundo y apasionado donde no daba concesiones al lector, colaboró de forma esporádica en El Brusi y se integró como articulista regular para defender la causa liberal en El Dorca. De la misma forma que Aribau y Guillén de Manzón, también López Soler estaba en contra de los radicalismos adoptados por un sector de los liberales y como ellos, terminó abandonando la redacción cuando, en la primavera de 1822, los exaltados se apropiaron del periódico. Su decepción quedó reflejada en las mismas páginas del diario al publicar con el seudónimo de Lopecio un largo y descarnado artículo en que decía: [...] ¡España! ¡Patria mía! corres tal vez a la ruina y dentro de poco tiempo quien sabe lo que será de ti. Ya renuncio a mis soñadas ideas de felicidad y nacional esplendor: vuélveme a mi oscuridad primera y lejos del mundo político oiré quizás tu postrimer suspiro y correré a recogerlo para dejar de coexistir con él... ¡Feliz tú mil veces uno solo fuese el voto de tus pueblos! ¡Desgraciado tu mil veces cuando no es única y sola su opinión! ¡Si vuelve tu voz a unirse volveré gustoso a mi entusiasmo para cooperar también al movimiento general! pero si los mismos constitucionales permanecen divididos no tomaré parte en la guerra sacrilega!! ¡Pueblos! y que os importa, perderéis un hombre de bien. «De Dos Partidos» (1 de diciembre de 1821, pp. 3-4, reproducido sin correciones).

El nuevo espíritu de participación presente en la sociedad barcelonesa durante el Trienio Liberal sirvió de revulsivo para que López Soler diera sus primeros pasos como activista cultural. Durante el resto de su vida, ya no abandonaría nunca esta actitud. Años después, en un contexto político muy diferente, seguirá ejerciendo el periodismo con la misma pasión. En todas las ciudades donde se instaló, colaborará en publicaciones siempre afines a su ideología. Así, a finales de 1832 participó desde Madrid en la Revista Española de José María Carnerero atraído por el tono literario de colaboradores tan comprometidos con las nuevas tendencias románticas como Juan Grimaldi, 31 Término acuñado por Ribalta i Haro (p. 31, bibl. 3.2.3) para describir la personalidad de López Soler y que comparto plenamente.

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Antonio Alcalá Galiano o Larra. En la primavera de 1833, empezó a dirigir en Barcelona El Vapor, invitado por su amigo y editor Bergnes de las Casas. El Vapor se convertirá en una revista de gran importancia para la historia de Cataluña por su vocación modernizadora. Es donde López Soler se compromete a defender el nuevo Estatuto Real, que abrirá paso a una España distinta tras concluir la Década Ominosa; o dará voz al nuevo espíritu modernizador al publicar a los futuros editores de El Propagador de la Libertad. Antes de morir en 1836, todavía tuvo tiempo de participar en otro proyecto editorial, El Español, fundado en Madrid a primeros de noviembre de 1835 por Andrés Borrego, y donde colaborará también Aribau. Se puede afirmar que López Soler, durante la época de El Europeo, llegó a la literatura gracias también a ese activismo. Más que literato, ejercía su activismo cultural utilizando el periodismo primero y la literatura después, como vehículo para encontrar una nueva sensibilidad que lo ayudará a crecer en las nuevas ideas estéticas que culturalmente estaban transformando Europa. Quedó subyugado por la nueva literatura de Walter Scott, y durante buena parte de su vida intelectual se dedicó a difundirla, traduciéndola primero, junto a Aribau, Sanponts y Bergnes de las Casas en Barcelona, 32 e imitándola después, con Mariano Cabrerizo en Valencia. Fue Cabrerizo quién le publicó en 1830, Los bandos de Castilla o El caballero del Cisne —su primera novel a — y la primera novela histórica en lengua castellana, claramente romántica al estilo de Scott. En su prólogo, López Soler nos informa que tiene «dos objetivos: dar a conocer el estilo de Walter Scott y manifestar que la historia de España ofrece pasajes tan bellos y propios para despertar la atención de los lectores como las de Escocia y de Inglaterra». A partir de entonces, su dedicación fue total a esta empresa divulgadora e imitadora. En poco menos de seis años, y sólo truncado por su repentina muerte, escribió dieciséis libros de los que diez fueron 32 En 1828, Sanponts se asocia a Narciso Menard y Aribau para traducir las obras completas de Scott. Le asignaron a López Soler traducir lvanhoe, pero la empresa comercial fracasó por problemas de coordinación cuando López Soler tenía ya traducidos los dos primeros capítulos. Bergnes, un año después, estaba preparado para publicar lvanhoe, pero no pudo superar los problemas con la censura (Olives Canals, 1947, p. 25, en bibl. 3.2.3).

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novelas en que traducía a Chateaubriand, adaptaba a Victor Hugo y Jules Gabriel Janin o imitaba a Walter Scott.33 La imitación fue su único recurso literario con el que edificó su propia literatura. Las historias literarias como consecuencia, no se lo perdonaron, ignorándolo casi siempre y disminuyendo su posible importancia literaria en la tradición del siglo xix español. De forma injusta, creemos, la crítica ha confundido o equiparado el acto de copiar con el de imitar; ni tampoco ha valorado lo suficiente, el papel que jugó esta práctica común para introducir el romanticismo en España. En el prólogo de 1830 —primer manifiesto de este movimiento en la literatura española— resuena su actitud activista más que una voluntad de ser literato. Sus ansias de convencer y divulgar le llevaron por sendas literarias quizá poco convencionales, pero que tuvieron resonancia importante en su época al funcionar como puente con las generaciones de novelistas que aparecen en el panorama literario español a mediados de siglo.

IV. LOS EDITORES DESPLAZADOS

A finales de 1821, Barcelona se convirtió en ciudad refugio para más de medio millar de europeos desplazados por la oleada antiliberal que asoló la Europa de la Triple Alianza. Huyendo sobre todo de la represión en el Piamonte italiano34 y de la inestabilidad política del sur de Francia y Centroeuropa, la eligieron por ser la ciudad más próxima a sus países de origen y así sobrellevar mejor su exilio. Veían a Barcelona como el último reducto de esperanza donde seguir combatiendo por sus ideales liberales. Nos consta que la acogida dispensada por los barceloneses a semejante número de emigrados fue generosa y solidaria. Muchos de los exiliados recibieron un subsidio económico

33 Consultar la bibliografía completa de López Soler en bibl. 3.1.2 donde incluimos en qué archivos se conservan copias de las novelas, que hoy en día son auténticas rarezas bibliográficas. 34 Las mejores memorias conservadas sobre los emigrados italianos en España son las dos ediciones de Reminiscenze escritas por Cario Beolhi (1793-1867). Él facilita la cifra de 300 emigrados del Piamonte en Barcelona; Segre (1921, p. 182), citando fuentes del archivo de Turin, nos da la cifra de 500. Para estudios modernos sobre esta emigración y su impacto en Barcelona ver Morán Orti (1989 y 1990).

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por parte de las autoridades municipales, al principio desinteresado, pero que terminó siendo un estímulo para promover su participación militar en la defensa de la causa liberal, sobretodo cuando la confrontación entre realistas y liberales en Cataluña se convirtió en una auténtica guerra civil larvada tras el levantamiento de Misas el 25 de abril de 1822.

Militarmente, los emigrados se organizaron en brigadas internacionalistas para participar con el ejército liberal, prestando una colaboración que fue muy apreciada por la ciudadanía, aunque no exenta de problemas, como queda bien reflejado en la prensa de la época. Otro aspecto no menos importante, aunque menos estudiado, es la contribución de estos emigrados a la vida cultural barcelonesa. Ayudaron a dinamizar y europeizar un debate cultural en una ciudad que hasta entonces había vivido replegada en sus muros. El Europeo, sin duda, surge como una consecuencia al amparo de este cruce de influencias culturales. Fiorenzo Galli, Luigi Monteggia y Carlos Ernest Cook no fueron la excepción a la norma cuando, en octubre de 1823 decidieron unirse a López Soler y Aribau para editar una revista que reflejara sus postulados. Por sus repercusiones históricas quizás El Europeo fue el producto cultural que más trascendencia tuvo, pero no fue el único, como lo prueban las actividades desarrolladas por Linati, Cario Beolhi y otros italianos que trataron de dejar su impronta en la vida cultural barcelonesa. Debido a la poca atención que se ha prestado a los editores internacionales de El Europeo, creemos necesario extendernos en este punto y ofrecer al lector una amplia pero sucinta biografía de estos tres editores para así ayudar a situar a nuestra revista en un contexto más apropiado a su realidad. Fiorenzo Galli, nacido en 1802 en la ciudad piamontesa de Carru (Caneo), más que un intelectual fue un hombre de acción, producto de su tiempo.35 Abrazó la causa liberal desde su más temprana juventud, al tomar contacto con grupos liberales que buscaban ante todo la

Fuentes consultadas: Amat (1882, p. 574); Beolchi (1830,1853); Carbone (1962, p. 51); Gil Novales (1975, voi. 2, p. 263); Gil Novales (1991, p. 263); Manno (1879, p. 168); Marsengo (1986, voi. 2, p. 29); Ruiz Alemán (1970, p. 57); Segre (1921, pp. 208 y 223); Solá (Història, 1984, p. 443); Solá (Boletín, 1984), en bibl. 3.2.1; Bistarelli (1999); Moran Orti (1989); Morán Orti (1990), en bibl. 3.2.3. 35

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emancipación de los estados del norte de Italia, el Véneto, la Lombardía y el Piamonte, que en estos momentos se encontraban bajo el control del imperio austríaco. En marzo de 1820, con apenas dieciocho años, Galli se alistó en el ejército y para diciembre de ese año llegó a ser nombrado sargento. Influido por el movimiento liberal que Riego había instaurado en España un año antes, los liberales se sublevaron en la primavera de 1821 y establecieron una Junta que aspiró a instaurar una monarquía constitucional bajo la corona de los Saboya. Sin embargo, el 10 de marzo de 1821, el imperio austríaco con el apoyo político de la Santa Alianza, aplastó el pronunciamiento liberal en la ciudad de Alessandria. Galli, quien para entonces era subteniente de la brigada de Cuneo, se rindió al general piamontés y futuro gobernador austríaco, Vittorio Amedeo Sallier della Torre (1774-1858). Aunque evitó la prisión, fue expulsado del ejército, y el 1 de abril de 1821 comenzó un peregrinaje que, en menos de diez años, lo llevó a recorrer cinco países en dos continentes, asumiendo la condición de exiliado que —intuimos— lo marcó profundamente y que incluso pudo contribuir a posibles desequilibrios mentales en los últimos años de su vida. Galli llegó a Barcelona en la primera ola migratoria de exiliados italianos, convencido de que su regreso a Italia no tardaría en ocurrir, como lo atestiguan los pocos documentos personales que se han conservado de su paso por Barcelona. Mientras, se integró en la efervescente y convulsa Cataluña liberal, combatiendo en favor de su ejército los siguientes dos años. Por documentos conservados en el Archivo de Alicante36 sabemos que participó como teniente en la derrota del levantamiento absolutista de Orihuela el 22 de julio de 1822, y gracias a su propio testimonio, publicado años después, nos informó que desde septiembre de 1822 hasta el cese de las operaciones a primeros de abril del siguiente año, fue edecán del general Francisco Espoz y Mina. A sus órdenes, Galli participó en la campaña contra las revueltas abso-

Se conserva un listado con los 14 italianos, Galli incluido, que formaron parte de la columna militar que ayudó a sofocar el levantamiento realista de Orihuela de ese verano. Este listado consta en las Actas Capitulares de 1822 del Archivo Municipal de Alicante, en su sesión del 18 de julio. Citado por Ruiz Alemán (1970, p. 57) y Gil Novales (1975, vol. 2, p. 263). 36

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lutistas en el norte de Cataluña y en la conquista de la Seo de Urgel, que se había convertido en el auténtico centro neurálgico de la causa antiliberal. Cuando el ejército francés del duque de Angulema entró en la Península, Galli, como muchos de los extranjeros que colaboraban con la causa liberal en Cataluña, buscó refugio en Barcelona. Éste es el momento en que se encuentra con los demás editores de El Europeo y colabora en su génesis. No es sorprendente que su situación personal en la ciudad fuera más que inestable. Así lo demuestran las cartas de súplica remitidas tan sólo dos días después de la caída de Barcelona al gobernador Sallier della Torre a través de su embajador en Barcelona, Antonio Bresciano. Con «Una vittima sfuggita alla malledizione del Cielo»,37 Galli comenzó su petición implorando el poder regresar a su ciudad natal. Esta vez le fue imposible el regreso. Al recibir la respuesta tres meses más tarde —el 29 de diciembre, si bien no era negativa en su formulación—, él la interpretó como un aviso de que tras su retorno podría sufrir represalias. En ese momento se despidió de Barcelona —y de El Europeo—, rumbo a México, tras una estancia corta probablemente en Londres. Su marcha fue sentida por los editores de El Europeo, como lo atestigua el propio Aribau, al incluir en el último número publicado de la revista, una nota que anunciaba el cierre de la revista como consecuencia del adiós obligado a Galli. Paradójicamente y como veremos enseguida, fue el propio Galli quien se encargó de extender la vida intelectual de El Europeo en su estancia en México, adonde se llevó consigo ejemplares de lo que hasta ese momento había sido su colaboración intelectual más preciada. Gracias a los diarios de Fréderic Waldeck38 sabemos que Galli se encontraba en julio de 1825 trabajando en las oficinas de las minas de plata de Tlalpujahua, Michoacan, contratado por el capataz, también italiano, Vicente Rivafinoli. El México de 1825 era un país que buscaba asentar una nueva organización política y social tras su independencia cuatro años antes. Los ideales y las pasiones que Galli ya había vivido

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Documentación conservada en el Archivio di Stato di Torino. Reproducida en

Segre (1921, pp. 208 y 223). 38

Jean Fréderic Maximilien de Waldeck (1766-1875) fue litógrafo, anticuario y

explorador francés de origen alemán. Consultar Fernández (1954) en bibl. 3.3.

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en el Piamonte y en Cataluña se los volvía a encontrar ahora en la ciudad de México, donde se estableció a partir de septiembre de 1825. En esta ciudad no le fue difícil entablar lazos de amistad con grupos que, como él, eran exiliados políticos. Con dos de ellos formaría una sociedad para crear una nueva revista —El Iris—,39 que también pasará a la historia por ser la primera revista literaria del México independiente. Sus dos nuevos socios fueron el reconocido poeta y abogado cubano, José María Heredia (1803-1839), exiliado de una Cuba donde imperaba la intransigencia política antiliberal, y el italiano Claudio Linati (17901832),40 a quién Galli ya había conocido en Barcelona en 1823. Linati se instaló en México al recibir en su exilio de Bruselas la invitación del gobierno mexicano para instalar el primer taller de litografía.41 Con este nuevo proyecto editorial, que se empezó a editar el 13 de enero de 1826, Galli encontró en México el ambiente adecuado para continuar aquello que las circunstancias políticas lo habían obligado a interrumpir bruscamente en Barcelona. En cierto sentido, y salvando las distancias, se puede afirmar que El Europeo encontró la perfecta continuación en las páginas de El Iris. Galli fue el editor que más artículos publicó, trabajando en un ambiente donde las opiniones políticas podían expresarse con más libertad. No había interés tan sólo en explicar lo que pasaba al otro lado del Atlántico, sino en terciar en cuanto debate estaba ocurriendo en ese momento en la ciudad. Junto con Linati, claramente el más político de los redactores, escoraron la

39 Para más información sobre El Iris y su significación en la historia mexicana consultar: n.° 6 en bibl. 3.1.6; Solá (Història, 1984, p. 443) y Solá (Boletín, 1984) en bibl. 3.2.1; Clap Arenas (2001) y Ruiz Castañeda (1986) en bibl. 3.3. 40 El conde Claudio Linati nació en Parma. En 1821, se refugió en Barcelona, participando en las campañas militares del norte de Cataluña junto a Espoz y Mina. Aquí es donde conoció y entabló amistad con Galli. En 1823, cayó prisionero en la Seo de Urgel y fue enviado a la ciudad francesa de Montlouis. Desde esta ciudad, el 25 de noviembre de 1823, escribió una carta a su amigo Antonio Panizi, exiliado en Londres, donde le recomienda a Galli: «Presto verrà Mina col suo stato maggiore in Londra. Informati se con lui è certo Fiorenzo Galli, mio particolare amico, anima elevata, giovane veramente caldo della vera virtù libera, te lo raccomando, e che me dii noticia». Fue condenado a muerte en ausencia el 9 de abril de 1824 por conjurar contra el gobierno establecido (Fagan, 1880, p. 18 en bibl. 3.3). 41

Linati pasaría a la historia de México como el introductor del arte litogràfico en este país.

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publicación a posiciones ideológicas, próximas al grupo político de los «yorkinos» que defendían el federalismo liberal a ultranza. Pero esta postura causó profundos desacuerdos con Heredia, cuya aspiración era seguir fiel a los intereses de crear una revista estrictamente cultural y literaria, tal y como lo expresaron en el primer número. El 21 de junio de 1826, al publicarse el número 28 de la revista, Linati y Galli firmaron un anuncio donde se explicaba la marcha de Heredia y que si se mantenía su nombre en la revista era por tener ya impresas las portadas para todo el trimestre. Al abandonar Heredia, los editores invitaron al marqués de Santangelo42 a participar en la revista, pero aun así, tuvieron dificultades para reunir nuevo material con el que completar los siguientes números. Galli intentó resolver la escasez de textos de una manera sorprendentemente práctica. Tomando artículos de El Europeo que tenía consigo y eligiendo aquellos que le parecieron más apropiados, los volvió a publicar en las páginas de El Iris. Hasta trece artículos publicados originalmente en El Europeo se imprimieron en los siguientes dos meses y medio que duró El Iris, a los que se debe de añadir los otros cuatro que Galli había decidido reproducir antes de la marcha de Heredia.43 De esta manera tan impredecible, los anhelos renovadores de Aribau, López Soler, Cook y Monteggia de la Barcelona del 23 encontraron lectores en un contexto totalmente insospechado para los propios autores. El 2 de agosto, 1826, se publicó con el número 40 el último número de El Iris. Fueron casi seis meses en los que se publicaron dos veces por semana ocho páginas abigarradas de información e ilustradas con litografías de Linati. Los ataques constantes recibidos desde el periódico El Sol, donde se combatía con saña las ideas políticas defendidas, especialmente por Linati, quizás aceleraron el cierre de El Iris. Sin

Orazio de Atellis, Marqués de Santangelo (1774-1850) participó solamente unas semanas, debido a que fue expulsado de México por su «intromisiones» como extranjero en la política de este país. 43 Algunos fueron escritos originariamente por el propio Galli (5) en Barcelona y los incorporó con ligeras correcciones, pero el resto los tomó prestados de Cook (4), Lopéz Soler (4), Aribau (2) y Monteggia (2). Todos estos artículos fueron publicados en El Europeo antes de enero de 1824, que eran los números que debía tener en su poder. Nótese también que en El Iris aparecieron como anónimos. Consultar la lista completa de artículos reproducidos en n.° 6 en bibl. 3.1.6. 42

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embargo, tanto Galli como el propio Linati, concluida su experiencia americana, estaban ya centrados en su retorno a Europa. La labor de estos dos italianos exiliados políticos en México dejó honda huella, no sólo a través de El Iris, sino gracias a la labor realizada para implantar la litografía en el nuevo mundo. La colaboración de Galli en esta empresa se comprueba en una copia que sobrevive de lo que hoy se conoce como el «mapa de Galli» —el primer mapa topográficamente completo conocido de Texas, dibujado por Fiorenzo Galli y litografiado por Claudio Linati en 1826.44 Escasa información ha quedado del resto de la vida de Galli. Lo poco que hemos podido conocer viene de sus propias publicaciones, de ciertas noticias aparecidas en la prensa londinense y en memorias indirectas publicadas por otros exiliados italianos en Europa. Aparentemente Galli pasó los siguientes años tras su marcha de México tratando de buscar sentido a las experiencias que había tenido en suerte vivir. En 1828 publicó en París y en lengua francesa las memorias de sus años al lado del general Mina en las que trató de reflejar su admiración por el general a cuyo lado había pasado los primeros años en Cataluña. Aquí, volvió a dejar constancia de la alta estima que tenía por su participación en El Europeo, al nombrarse protagonista de su génesis e incluir, traducidos al francés, varios de sus artículos.45

44 Este mapa se imprimió cuatro años antes del primer mapa de Stephen Austin (1793-1836). Por las anotaciones existentes en la única copia conocida, Carlos Eduardo Castañeda (1896-1958) dedujo que fue utilizado en 1828 por la expedición Manuel Mier y Terán (1789-1832) para establecer las fronteras definitivas de Texas. La única copia conocida se encuentra en la biblioteca Baker del Centro de Historia de la Universidad de Texas en Austin. Consultar: Castañeda (1930); McLean (1974); Martin & Martin (1984), en bibl. 3.3.

Entre los cuales está el número monográfico dedicado a la ciudad de Barcelona, lo cual creó, años después, equívocos sobre su autoría entre algunos historiadores. Como todo libro de memorias, el de Galli se debe de leer con cuidado, especialmente conociendo su tendencia al protagonismo. Sin embargo, hay que destacar que su comentario es el único que ha sobrevivido —o al menos el único que hemos podido localizar— sobre la génesis de El Europeo. Aquí Galli nos cuenta que la publicación surgió gracias a su iniciativa personal y que buscó apoyo en otros autores «hábiles et patriotes» de la ciudad de Barcelona para poder llevarla a cabo. Consultar el n.° 6 en bibl. 3.1.3, donde incluimos un análisis bibliográfico de este libro de Galli. 45

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En 1830, Galli se encontraba viviendo en Londres donde adquirió reputación como filólogo de lenguas orientales.46 En esta ciudad publicó lo que sería el avance de su último libro conocido; un denso y contradictorio panfleto de 22 páginas, escrito a modo de testamento filosófico titulado «Prospectus of a plan of philosophy, contrary to all modern systems, and founded on the word of God».47 El propósito inmediato de este panfleto era el de obtener subscriptores para poder publicar otra obra en la que había invertido años de trabajo en que intentaba condensar todo su saber de filólogo. Se publicará en 1834 con el título de La tabula philologica, como una clasificación de las tres mil lenguas conocidas. Sin embargo, el «Prospectus», además de anticipar una nueva publicación, fue un auténtico panegírico filosófico tamizado de ideas seudo-religiosas en el que reclamaba la unión, la paz y la armonía entre los hombres a través del poder de la palabra. En cierto sentido, este aire espiritualista no era nuevo para Galli. En su época de Barcelona, en medio de situaciones sociales conflictivas, ya proponía como solución el construir una sociedad basada en el bien común.48 Ahora en contraste, Galli escribe un tratado que, aunque impresiona por su enciclopedismo, utiliza un lenguaje confuso para reivindicar que la ciencia moderna es la causa de todos los males y como solución propone unos enigmáticos postulados que él denomina tolomeicos. Hasta para los mismos contemporáneos, sus ideas

46 Parece que también se dedicó a la estenografía, colaborando en esta actividad con su hermano Celestino Galli (1803-1866), que publicó varios tratados de esta ciencia en revistas de la época. Según la biblioteca de la oficina de patentes en Londres, existe una patente fechada en 1831 en que un tal Fiorenzo Galli patentó una nueva máquina estenográfica que fue ampliamente descrita en Academic Chronicle (9 de julio de 1831). [Este

artículo se reprodujo en The Mechanics' magazine, museum, register, journal, and gazette,

vol. XVIII, 1833, pp. 263-264]. Los hermanos coincidieron en Londres y todo apunta a pensar que ambos colaboraron en desarrollar un nuevo sistema estenográfico —uno construyendo la máquina y el otro perfeccionando el nuevo sistema. 47 Londres, 1830. Ciertamente esta fue su última publicación reconocida. Sin embargo, en 1840 fue publicada otra obra que puede ser atribuida a Galli, debido a la presencia de su clásica inicial G como firma, y a que el tema del libro era uno de los más trabajados por nuestro autor —la biografía de Francisco Espoz y Mina. Sin embargo, en otras bibliografías se asigna este libro a Grijalva. Ver entrada n.° 8 en bibl. 3.1.3. 48 En uno de los primeros artículos publicados en El Europeo, Galli proponía el crear «un pacto social fundado sobre el amor», año i, n.° 2,25 de octubre de 1823, p. 46.

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resultaron un completo misterio, producto de un desequilibrio particular.49 Debido al empeoramiento de su salud mental, Galli obtuvo en 1840 la amnistía que necesitaba para volver a su ciudad natal en Italia, donde falleció cuatro años después. Triste final para un luchador por la libertad y el progreso, que vivió a caballo entre dos épocas y siempre desde el exilio, pero que siempre fue fiel a sí mismo y a su compromiso para promover el cambio. En cierto sentido, Cataluña fue el primer lugar donde ejerció ese compromiso y Barcelona donde aprendió a expresarlo desde las páginas de El Europeo. Aunque publicó poco durante los tres meses que duró su colaboración en la revista barcelonesa, quizá fue el colaborador que menos se autocensuró. En sus artículos vislumbramos al joven de acción que expresaba su pasión por la historia y la política modernizadora, siempre desde sus propias experiencias personales. En el «Prospectus» tras su nombre Galli, nos dejó escrito lo que bien se puede considerar el epitafio a su dilatada vida: «Ayudante del General Mina, miembro de la Arcadia de Roma, fundador y presidente de la Academia de los Regenerados,50 editor de El Europeo en España y de El Iris en México y autor de las memorias de la última guerra de Cataluña».51 * * *

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A d e m á s del «Prospectus», he podido consultar una reseña publicada en Francia, que deja en evidencia las contradicciones presentes en la tesis de Galli, y dos notas aparecidas en 1834 en el Times de Londres cuando se publicó la «Tabula». En u n o de los breves artículos del Times se informa de los desequilibrios mentales d e Galli, su ingreso en u n psiquiátrico y el futuro retorno de éste a su ciudad natal en Italia. Ver entrada 7 y 8 en bibl. 3.1.3. El desequilibrio mental de Galli causó honda impresión entre la comunidad italiana exiliada en Londres, como lo reflejan varias de las cartas conservadas de Gabriele Rossetti (1783-1854) (Waller, 1932, p. 61, en bibl. 3.2.1). 50

N o hemos encontrado ningún dato sobre esta Academia de los Regenerados. Pensamos que fue una sociedad secreta carbonaria fundada en Barcelona por los emigrantes italianos, que aspiraba en lo político a eliminar el sistema d e la Restauración a nivel europeo. 51

H e m o s podido consultar la copia que se conserva en la British Library [T.1336. (24.)]. Ver entrada 7 en bibl. 3.1.3 para la descripción d e esta obra de Galli.

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Fue totalmente distinta la personalidad y sensibilidad literaria de Monteggia, el otro italiano del grupo de El Europeo. Como Galli, Monteggia también se formó en el norte de Italia, aunque lo hizo en un entorno muy diferente. Nació en 179752 en Milán, la ciudad más dinámica de la Lombardía y en el seno de una familia numerosa, culta y acomodada, formada por otros cuatro hermanos, su madre, Giovanna Cremona de Novara, y su padre, Giovanni Battista Monteggia (17621815), que alcanzó una gran reputación en toda Europa como médico, cirujano y académico. Recibió una educación que, tras culminar derecho en la Universidad de Pavia, lo destinaba a tener la vida de un profesional de principios del siglo xix. Pero la influencia de un padre de profundos compromisos sociales, y el ambiente de rebeldía contra el régimen austríaco que imperaba en la ciudad de Milán, lo llevaron a tener un destino muy propio. Desde muy joven, Monteggia simpatizó y colaboró con el movimiento de oposición, adoptando la causa liberal que intentaba crear las condiciones políticas idóneas para fundar una nueva Italia. En la Lombardia de 1818, estas dinámicas políticas se materializaron en un movimiento literario-cultural cuya proyección pública fue la revista II Conciliatore. Desde esta revista Silvio Pellico (1789-1854), Ludovico Di Breme (1780-1820), Giovanni Berchet (1783-1851), Giuseppe Pecchio (1785-1835), Pietro Borsieri (1788-1852), y otros se dedicaron a difundir un liberalismo político revestido de las, por entonces, nuevas ideas románticas que llegaban del centro de Europa y Francia. Monteggia, todavía muy joven, no publicó ni expresó sus pensamientos en esta revista, pero la influencia que ejerció sobre su personalidad fue notable, como lo atestiguan los artículos que publicó años más tarde en El Europeo. Entre este círculo de intelectuales aprendió a hacer política y se volvió permeable a las nuevas ideas culturales que llegaban de Europa; conoció a escritores que le causaron profunda huella como Tommaso Grossi (1791-1853) o Alessandro Manzoni (1785-1873); expe-

Pocos datos hemos encontrado sobre la biografía de Monteggia. Entre los críticos de El Europeo sólo Cattaneo (1967, p. 104) nos ofrece unos mínimos datos sobre su vida. El resto de los episodios de su vida los hemos encontrado en publicaciones italianas donde se analiza el risorgimento italiano. Todas las referencias se encuentran documentadas en bibl. 3.2.1. 52

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rimentó con la poesía, escribiendo por estas fechas un poema patriótico en tres cantos [«Canti patrii», 1820] que le distinguió como joven promesa dentro del movimiento romántico italiano que estaba germinando.53 Cuando el gobierno austríaco clausuró II Conciliatore en octubre de 1819, tras publicar 118 números en poco más de un año, sus miembros pasaron a ejercer una actividad políticamente más activa y conspirativa. Fue a su vez el comienzo del activismo político del joven Monteggia, quien, forzado por los acontecimientos, se entregó a la defensa de la causa liberal. Como consecuencia, en marzo de 1821 Monteggia pasó a la clandestinidad, tras haber sido acusado de conspiración. A él en concreto se le acusó de ser el autor de un poema que criticaba duramente en términos políticos a una famosa dama que se había hecho popular por apoyar a los austríacos cuando anteriormente lo hacía a los defensores de la causa italiana. A pesar de quedar absuelto, las simpatías revolucionarias lo llevaron a participar en los planes conspiratorios que se estaban gestando en el Piamonte. Abandonó la Lombardía y se dirigió a participar en el levantamiento de Alessandria junto a otros jóvenes, entre ellos Giovanni Battista Cavallini (1798-1858) y Benigno Bossi (1788-1870). Cuando el movimiento revolucionario fracasó, empezó sus casi veinte años de exilio para evitar las represalias políticas del régimen austríaco. Desde Turín se fue a Génova y, tras una breve estancia en Francia, se dirigió a Barcelona —que, como para Galli, también era la ciudad más próxima a su mundo donde los liberales europeos tenían todavía la esperanza de triunfar. En la Barcelona del Trienio, se alistó como soldado para defender la causa liberal y participó en la columna italiana que luchó contra los levantamientos realistas de 1822 y 1823 donde alcanzó el grado de teniente. Además de soldado, adquirió fama como poeta, publicando poemas en la prensa local54 y componiendo himnos patrióticos, como 53 Esta obra no pasó desapercibida para la crítica italiana; en 1923 Marcus de Rubris eligió un canto para incluirlo en Novelle Romantiche (Torino, 1923) junto a otros trabajos de Tommaso Grossi y Cesare Cantu (n.° 2, en bibl. 3.1.5). 54 Además del panfleto en 16 páginas publicado en 1822 por la imprenta gerundense de Oliva (n.° 3, en bibl. 3.1.5), hemos localizado un poema escrito en italiano y firmado por Monteggia en el Diario de Dorca, «Canzone patriótica per egli Emigrati italiani» (año iv, n.° 88, 28 marzo 1823, pp. 3-4).

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lo atestiguan las memorias de Carlos Beolchi (1793-1867), un abogado piamontés, quién lo calificó como «nostro bardo» (111). Aficionado al bel canto, se integró en la vida teatral barcelonesa, asumiendo el rol de crítico teatral en El Europeo, donde reseñó prácticamente todas las óperas que se representaron en la ciudad. Pero su actividad cultural que iba a dejar más honda huella histórica es precisamente la participación como editor en El Europeo. Desconocemos los detalles de cómo entró en contacto con los otros editores, pero en esta Barcelona sitiada e incomunicada con el resto de Europa, una persona con su sensibilidad literaria y el conocimiento que tenía de las nuevas tendencias europeas no pasaría desapercibido para personas como Aribau y López Soler. Una vez integrado en el grupo, Monteggia participó en El Europeo y fue el editor que más artículos firmó. Tras los acontecimientos provocados por el fin del período liberal, Monteggia decidió marcharse de Barcelona en la primavera de 1824, primero rumbo a Mallorca, donde vivió los siguientes cuatro años,55 y después a Marsella, donde se instaló a la espera de poder regresar a Italia. En Marsella continuó en contacto con el grupo de exiliados italianos, formó parte de la delegación marsellesa de la sociedad Amis du Peuple56 y trabajó como modesto profesor de literatura y lengua en el Colegio Real de Marsella,57 donde tuvo una cátedra de Literatura italiana. Participó como miembro del Institut Historique, sociedad nacional fundada en 1833, y de su asociada Academie de Marseille. Desde estas instituciones, ambas secciones dedicadas a la historia de las len-

55 En Mallorca publicó una obra de teatro (n.° 4, en bibl. 3.1.5) como agradecimiento a los amigos mallorquines por la ayuda prestada a su mujer para que pudiera ejercer su pasión por la ópera, según nos informa en la introducción. Por la correspondencia e interrogatorios policiales conservados en el Archivo Estatal de Milán, se sabe que Giovani Battista Serra lo ayudó a cruzar en barco de Mallorca a Marsella en 1828 (Peruta 1997, p. 59 nota 17, en bibl. 3.2.1). 56 Los socios de este grupo seguían conspirando a favor de un gobierno unificado constitucional. Esta asociación se solía reunir en el Caffe degli Americani tal y como lo citan los documentos reproducidos por Barbiera (1903, p. 91, en bibl. 3.2.1). Otros documentos de la policía de Marsella lo asocian con la Federación de la Giovine de Italia de Manzini (reproducidos en Mastellone 1960, p. 242, en bibl. 3.2.1). Para más información de las actividades políticas de Monteggia en Marsella consultar Della Peruta (1997). 57 Los 3.000 francos anuales que cobraba sería equivalente a unos 10.000 euros (2006).

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guas y la literatura, Monteggia trató de promocionar sus publicaciones académicas58 escritas en Marsella. Finalmente, en 1839, obtuvo el permiso para regresar a Italia. Pero no fue hasta 1842, cuando se le concedió la amnistía y ganó la plaza de notario en Binasco, localidad próxima a Milán, donde vivió hasta su fallecimiento poco antes de 1861.59 ***

Carlos Ernesto Cook es el nombre castellanizado con el que conocemos al tercer editor extranjero de El Europeo. En varios aspectos Cook es la excepción de los cinco; fue el mayor de todos los editores, ya que, en 1823, tenía cuarenta y nueve años de edad; se distinguió por ser el más centroeuropeo culturalmente al haber nacido y sido educado en Austria, y fue el único capaz de hablar y escribir con fluidez el alemán. De personalidad modesta, vivió una vida discreta que ha sido un misterio tanto para los historiadores como para sus propios contemporáneos. Muy pocos datos biográficos le han sobrevivido, y lo poco que conocemos han sido datos puntuales extraídos de archivos o breves menciones en publicaciones locales o en cartas indirectas de sus amigos. En los documentos entregados para obtener su partida de matrimonio, localizados en el Archivo Diocesano de Menorca y descritos por Gabriel Juliá i Seguí,60 consta que nació el 12 de noviembre de 1774 en la ciudad de Bad Aussee (Estiria, Austria) y que fue bautizado con el nombre de Juan Ernesto, pero que se lo cambió a Carlos Ernesto ya de adulto. Precisamente su apellido siempre ha creado confusión y muchos estudiosos, atendiendo su grafía, han deducido erróneamente que era un emigrado inglés. Sin embargo, no pudimos averiguar datos de su linaje austríaco, ya que todos los documentos matrimoniales existentes en Menorca son traducciones del alemán y todos los nombres de personas y ciudades fueron castellanizados.

En la revista de esta asociación, que por estas fechas tenía el título de Journal de l'Institut Historique se pueden leer los intentos que hizo para que se reseñara su gramática italiana (ver bibl. 3.2.1). 59 Deducimos la fecha de su muerte del artículo de Arnaud (1861, en bibl. 3.2.1). 60 Juliá i Seguí (en bibl. 3.2.2). 58

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El Europeo (1823-1824)

En 1803, cumplidos los treinta años de edad, se instaló en Mahón donde fundó un colegio privado de primera enseñanza —El Colegio de Distinción— en el que logró cierto prestigio como profesor de música, matemáticas, física experimental, lógica e historia natural. Persona de amplia cultura y dotado para la música —se le consideraba un virtuoso del piano—, no tuvo dificultad en integrarse con éxito en la vida social de Menorca donde contrajo matrimonio con una menorquina en la primavera de 1815, Antonia Bals Ballester. Para entonces, ya había educado a una generación de jóvenes menorquines, entre los cuales alcanzaron fama el músico y organista Jaume Alaquer (1785-1824) y, sobre todo, el médico Mateo Orfila (1787-1853), que siempre expresó una gran admiración por el que consideró su primer maestro. Conocemos también la gran influencia que tuvo en la formación del joven músico Ramón Carnicer (1789-1855): según sus biógrafos, Cook lo ayudó a descubrir la música alemana contemporánea y le presentó las últimas técnicas pianísticas durante los años en que Carnicer vivió en Mahón, a la que había llegado en 1808 buscando refugio de las invasiones napoleónicas. A través de la correspondencia que se ha conservado de Orfila a su familia, tenemos conocimiento de diversos viajes que Cook hizo a Barcelona y de cómo el mismo Orfila lo presentó en los círculos intelectuales de la ciudad a la que se trasladó definitivamente en 1815, tras cerrar el colegio menorquín. En Barcelona continuó su labor pedagógica, fundando una academia situada en la calle de la Merced donde enseñaba alemán, inglés y ciencias, y que lo llevó a presentar al municipio en julio de 1820 un plan de educación para su aprobación que intuimos similar al presentado en Menorca.61 Aspiró a ocupar la cátedra de Estática o Mecánica sostenida por la Junta de Comercio que se encontraba vacante tras la muerte de Francisco Sanponts Roca (1756-1821). En la primavera de 1824, cuando la situación política en Barcelona ya había cambiado definitivamente de signo, decidió ausentarse de Barcelona y, por 61 Quedó constancia de la existencia de la academia en las notas publicadas en el Diario Constitucional (3 de agosto de 1821, p. 4), y Diario de Barcelona (27 de diciembre de 1821, p. 2852). También citado en Sáenz-Rico (1973, p. 505), en bibl. 3.3. Carrera Pujal (1957, p. 365), en bibl. 3.2.3, menciona la existencia del plan de educación presentado por Cook en Barcelona y Ferrer y Aledo (1911, p. 139) reproduce en parte el plan de educación menorquín, en bibl. 3.2.2.

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Orfila62, sabemos que se instaló en la ciudad alsaciana de Mülhausen (Mulhouse en francés) y que ejerció allí de profesor de ciencias naturales en el colegio de esta ciudad. A su vez, se integró como científico en uno de los primeros centros de investigación creados en la Europa del siglo xix: la Sociedad Industrial de Mulhouse, donde fue responsable del Comité de Ciencias Naturales. En este centro, se dedicó hasta su muerte en 1856 a investigaciones científicas relacionadas con la historia natural aplicada a la agricultura que presentaba públicamente en congresos nacionales.63 Además de los 19 artículos que dejó escritos en El Europeo y de los informes publicados en el Boletín de la Sociedad Industrial, hay que destacar que su única producción intelectual conocida 64 es un tratado sobre la frenología de Franz-Joseph Gall (1758-1828), traducido del italiano y publicado en la imprenta de Antonio Brusi en 1822. 65 Cook mostró un especial interés por las ciencias naturales, influenciado por el sabio suizo Heinrich Zschokke (1771-1848), de quien fue discípulo y con quien adquirió no sólo una amplia formación científica, sino los fundamentos de la pedagogía y sus implicaciones sociales y políticas. A lo largo de su vida, aplicó sus dotes científicas a investigar las nuevas ciencias que trataban de sintetizar la filosofía, la religión y la cien-

62 Oliver (1919, p. 193-195) nos informa de que Orfila coincidió con Cook brevemente en París en 1840, cuando éste seguía instalado en la ciudad alsaciana (bibl. 3.2.2). 63 Hemos logrado obtener una relación de las actividades de Cook en esta ciudad alsaciana (además de su fecha de fallecimiento) consultando el Bulletin de la Société Industrielle de Mulhouse (consultar n.° 7, en bibl. 3.1.6, y n.° 3, en bibl. 3.2.2). También Cook aparece como participante del X Congreso Científico de Francia celebrado en Estrasburgo en 1843, según las actas publicadas (consultar n.° 5, en bibl. 3.2.2). Estas citaciones, aunque parciales, nos sirven como ejemplo de las actividades de Cook en sus años post-Europeo. Ateniéndonos a los parámetros del presente trabajo, no hemos consultado los archivos de esta sociedad industrial que, sin duda, incluirán datos importantes para conocer mejor sus últimos años. 64 Muy posiblemente saldrán a la luz otras publicaciones suyas en el futuro, como me informó Gabriel Juliá y Seguí, que ha localizado ciertas piezas musicales compuestas por Cook y publicadas en Francia. 65 Publicado originalmente en 1808 por el doctor napolitano Giovanni Mayer (consultar bibl. 3.1.4). No era la primera publicación sobre la frenología en España—en 1806 ya se había publicado un libro que traducía sus teorías, pero no es hasta mediados del siglo xix que la frenología adquirió amplia difusión en Cataluña gracias al médico Mariá Cubí (1801-1875).

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cia, y mostró especial interés en entender la filosofía oriental, además de las teorías que explicaban las fuerzas ocultas de la naturaleza —formuladas en estas fechas por Franz Antón Mesmer (1733-1815), Luigi Galvani (1737-1798), y Gall. Faltaban bastantes años para extenderse por toda Europa los fundamentos del Esoterismo, pero como demuestra Viatte, la génesis de sus fundamentos ya se hacía notar en la Europa romántica de principios del siglo xix.66 En El Europeo, Cook nos dejó constancia de esta génesis, al describir como experimentaba con los efectos del magnetismo y del galvanismo en el ser humano y al traducir por primera vez al castellano partes de uno de los primeros textos literarios de la India clásica, el Sakuntala.67 Asumiendo lo que nos parece una calculada discreción, Cook evitó dejar por escrito sus creencias personales, o cómo estas nuevas ciencias influenciaron en su pensamiento.68 Sin embargo, nos aventuramos a suponer que su formación y experiencia directa con la cultura alemana y centroeuropea, combinadas con su madurez y predisposición al mundo científico y experimental, ejercieron una influencia marcada en el resto de los editores, quienes culturalmente estaban más influenciados por la tradición francesa e inglesa.

V . E L TRABAJO DEL INDIVIDUO DETRÁS DEL EQUIPO

Si El Europeo ha sobresalido históricamente a otras publicaciones contemporáneas, es precisamente debido a la diversidad del grupo de editores que supieron encontrar un común denominador. Supo, como entidad cultural, unir bajo un mismo proyecto a un grupo de intelectuales que percibían España desde diferentes perspectivas: para unos, los barceloneses, España era una tierra de divisiones dolorosas y luchas civiles que miraban a Europa como fuente de progreso. Para los otros, los foráneos, especialmente los italianos, España era precisamente ese 66

A u g u s t e Viatte, Les sources occultes du romantisme,

illuminisme-théosophie,

1770-

1820, Paris: H. Champion, 1928. 67 La obra Sakuntala es un drama escrito en sánscrito de los siglos iv-v. 68 Juretschke (1989, p. 47, en bibl. 3.3.3), el único crítico moderno que discute el trabajo de Cook en El Europeo, afirma con acierto las posibles dificultades de tratar públicamente temas que en su época se percibían como próximos a la heterodoxia.

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lugar de progreso, cuna de la esperanza liberal europea y donde vivían intentando construir su Europa. El resultado fue novedoso para la España de esos tiempos, ya que fue la primera vez que se producía una revista que se puede definir como europeísta, tanto por el internacionalismo de los colaboradores, como por la mentalidad colectiva desde la que surgió. Desde principios del siglo xix, Barcelona era una ciudad provinciana, todavía contenida en sus muros, que se veía a sí misma culturalmente en la periferia, pero que mostraba una especial permeabilidad a recibir influencias venidas del norte de Europa. Los barceloneses más emprendedores miraban hacia Europa para aprender, no sólo las nuevas tendencias culturales, sino para adaptar a su realidad los últimos avances en la agricultura, medicina, ciencia y la industria. Ya hemos mencionado cómo se formaron instituciones como la Real Academia de Ciencias Naturales y Artes o la Junta de Comercio, que al gozar de una cierta independencia económica, se dedicaron a promocionar el progreso en una Barcelona que participaba de la temprana industrialización. Desde estas instituciones, se fundó una red de escuelas técnicas que adaptaban los planes académicos más avanzados de Francia y Centro Europa a la realidad catalana; se promocionó a pensionados para traer a Barcelona los últimos descubrimientos técnicos que se presentaban en las ciudades más importantes de Europa e invitar a científicos y técnicos extranjeros para instaurarlos en Cataluña; o se subvencionaron publicaciones como la Memoria de Agricultura y Artes que, entre 1815 y 1821, se dedicó a diseminar y crear debate sobre toda innovación venida de Europa y que fuese de utilidad para el progreso de la agricultura y de la industria del país. Se puede percibir esta vocación europeísta de Barcelona incluso en los momentos de mayor crisis, como cuando en el verano de 1821 brotó una epidemia de fiebre amarilla que asoló la ciudad. En este contexto traumático, se recibió de brazos abiertos a lo más distinguido de la medicina europea, cuya intervención generó, además de una bibliografía de más de cuarenta libros publicados en diversos países europeos, el estímulo para promover la primera revista de España dedicada a la salud pública que se editó durante todo el período latente de la epidemia: El Periódico de la Salud Pública de Cataluña.

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Cuando se empezó a publicar en 1823, El Europeo se aprovechó de esta vocación europeísta ya presente en la ciudad. Si no tuvo más repercusión en la España contemporánea, fue debido a las adversas circunstancias políticas en que existió y que determinaron incluso su pronta desaparición. Siempre siendo fieles al objetivo anunciado en el «Prospecto» — «Comunicar [las ideas] al público con la franqueza de hombres libres y amantes del género humano»—, los editores evocaron un tono culto, pero didáctico, lejos de las sofisticaciones más intelectuales propias de otras publicaciones europeas contemporáneas a las que tenían acceso, como la francesa Archives littéraires de l'Europe o el propio II Conciliatore. Aunque ciertos temas como la educación o la literatura fueron tratados por varios de los editores, existió un cierto reparto de áreas a cubrir en la revista. En particular, Cook se responsabilizó de los temas más científicos, escribiendo artículos sobre medicina, historia natural o matemáticas. Más que meramente informar, sus artículos reflejaban el espíritu investigador que lo imbuía, al describir los resultados obtenidos de sus propios experimentos que negaban o daban validez al tema presentado en el artículo. Por lo que nos ha dejado escrito en El Europeo y lo que hemos averiguado de su biografía, podemos identificar a Cook como un naturalista de vocación con una amplia formación ilustrada, permeable a las nuevas ideas que estaban germinando sobre todo en Centro Europa. Ya hemos mencionado cómo frecuentó los círculos de Heinrich Zschokke, el radical pedagogo suizo que, a caballo entre dos épocas, trató de modernizar el espíritu ilustrado. Entre este círculo de pensadores, Cook tomó contacto con los naturalistas alemanes que estaban descubriendo nuevos horizontes de interpretación en la Naturphilosophie de Friedrich Joseph Schelling (1775-1854). Una filosofía que postulaba la unidad entre la naturaleza y el espíritu, transformando radicalmente los fundamentos de las ciencias naturales. Siguiendo estas influencias, Cook creía firmemente que todo en la naturaleza era el resultado de una fuerza vital y creadora «la fuerza primitiva» (I, 105) que podía ser descubierta a través del estudio y la observación de sus manifestaciones. Así lo reflejó en artículos en los que explicaba la irritabilidad de las plantas (1,140; I, 233), describía la línea de los hielos perpetuos (II, 33) o informaba sobre experimentos que buscaban pruebas materiales de la existencia de esa fuerza a tra-

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vés del galvanismo, el mesmerismo (I, 73), o el estudio de la electricidad (I, 41). Cook aspiraba a encontrar esa fuerza primitiva—como Newton había encontrado la fuerza de gravitación un siglo antes, y para hacerlo había que estudiar «la certidumbre de los fenómenos, de sus efectos y reales enlaces entre si, el universo y nosotros, desterrando toda hipótesis especulativa y sutileza metafísica» (II, 3).69 Sus artículos fueron valorados y apreciados por el resto de los editores como lo prueba que, de 16 números de El Europeo donde Cook publicó, once lo hicieron abriendo la revista e incluso tres números contienen dos artículos suyos. Está claro que si no publicó más fue debido a su marcha de Barcelona a mediados de enero, cuando la situación política se le hizo insostenible.70 Tanto sus exposiciones científicas como sus observaciones sobre la educación, la moral cívica o el orientalismo, elevaron la calidad intelectual de El Europeo, contribuyendo a distinguirla entre las revistas contemporáneas que se habían publicado hasta ese momento. Cook, en medio de un contexto urbano de crisis política, social y económica, supo introducir ideas que maduraban en esos momentos en Europa pero que el mundo universitario y cultural barcelonés tardaría veinte años en hacerlas propias cuando discípulos como Mariá Cubí (1801-1875) las popularizaron.71 Fiorenzo Galli dejó en El Europeo el fiel reflejo de su carácter como hombre de acción. Sus contribuciones tomaron forma de largas disquisiciones filosóficas e históricas sobre la política [«Efectos de la falta de armonía entre pueblos y monarcas» (I, 45-48), «Sobre los hombres que deben ponerse a la frente de los negocios, después de un cambio de sistema político» (1,126-130)], la moral [«Reflexiones sobre el método y el lenguaje propios de las lecciones de la moral» (I, 248-254)], o las tácticas militares [ « C A S O S en que el Ayudante de campo puede tomar a su arbitrio separarse de

69 Un análisis más amplio sobre el Cook naturalista se puede leer en el apéndice 2.4, notas 11,17,24,42,50,88 y 107. 70 La mayoría de los artículos (13) de Cook se encuentran publicados antes de diciembre de 1823. En enero aparecen sólo 3 artículos, en febrero, 2, y tan sólo uno en marzo. Deducimos que se marchó de Barcelona a mediados o finales de enero dejando los últimos artículos con Aribau o Monteggia, listos para ser publicados. 71 No hemos encontrado pruebas de que Cubí fuera discípulo de Cook pero sí que ambos coincidieron en Mahón, uno cuando era profesor del colegio y el otro estudiante. Ver notas 11,17 y 24 donde extiendo mis explicaciones sobre Cook y la historia natural.

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las instrucciones del General» (1,90-3), «Castrametación de los antiguos» (I, 149-151)]. Los textos fueron escritos desde la inmediatez del presente y siempre tratan de educar al lector con el objetivo de contribuir a una sociedad más justa y equilibrada. Durante su época en Cataluña, Galli no pretendía ser un intelectual, sino un militar que intuía el progreso. Trató de mostrar a la menor oportunidad sus amplios conocimientos históricos, utilizándolos para poder interpretar una época que en el fondo distaba de entender, y lo que entendía no le agradaba. Sufría de un afán existencial que le predisponía a estudiar el comportamiento del alma humana, aspirando a encontrar un sistema que le ayudara a formar «un verdadero conocimiento del corazón humano tal cual es» (1,254) como la esencia para crear la nueva sociedad ideal. A pesar de los relativamente pocos artículos que publicó en El Europeo, es el que más rastros vitales ha dejado del espíritu original de la revista con sus variados proyectos que elaboró en décadas posteriores. Como todo hombre de acción, Galli se esforzó a lo largo de su vida, a provocar la instauración de los nuevos tiempos, pero más que describirlos, trató de vivirlos. Junto a Aribau, Monteggia fue el que interiorizó a fondo el objetivo de El Europeo al decir que se propone «Despertar pues el genio de los barceloneses y llamarlos a figurar en Europa», lema implícito en el «Prospecto» que él formula en su primer artículo (1,28). Poeta de vocación, abogado de profesión y soldado por coyuntura política, introdujo en la revista el espíritu literario que había aprendido de sus contactos con el círculo de II Conciliatore durante su época milanesa. Artículos como el ya mencionado «Romanticismo», además de «Cementerio» (III, 84-87) e «Ildegunda» (II, 49-57), junto con los poemas «Per la serata della Sra. Rosalinda Eckerlin» (II, 222-225) o «Amore» (II, 307-308), muestran unos gustos literarios que reflejan las nuevas tendencias románticas europeas, ya asumidas en la Italia donde se formó intelectualmente y que él ya había practicado literariamente al publicar unos años antes el libro poético Canti Patrii, 1820). 72 Desde El Europeo no participó, ni intentó terciar en el debate sobre el

72 Debemos reincidir sobre lo ya mencionado en la nota 51 y resaltar qu e el segundo canto fue elegido (Novelle romantiche, 1923) para incluirse entre dos libros admirados por el propio Monteggia: Algiso de Cesare Cantú, e Ildegonda de Tommaso Grossi.

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romanticismo español que años antes había provocado la famosa polémica entre Bóhl de Faber y José Joaquín de Mora. Si bien es cierto que su análisis carece de toda referencia concreta a la literatura española, por contra no se puede negar que contribuyó a introducir en la Península una perspectiva más europea de interpretación. Como muy bien ha expuesto la crítica literaria,73 este artículo es un texto elaborado desde la imitación, donde se percibe una teoría aprendida más que comprendida, aspirando a ofrecer una visión totalizadora (estilo, argumento y marcha), pero con un discurso genérico, no exento de incongruencias y de rigideces debido, sobre todo, a su escasa elaboración. Así, lo más reseñable de este artículo es la paradoja que se crea por la propia narrativa inherente en el texto. Aunque logró por primera vez introducir al discurso del romanticismo español, elementos depurados previamente en los cenáculos franceses e italianos, lo hizo, sin embargo, utilizando un didactismo que dista por mucho de ser romántico. El texto en sí no es romántico, ya que entronca con la línea práctica didáctica postulada por los cinco editores en el Prospecto y que es fiel reflejo del espíritu positivista heredada de la Ilustración. Y no hay que olvidar que la Ilustración era el auténtico bagaje cultural en el que se formaron los editores. Este didactismo presente en el artículo lleva a que sea categorizado como de transición y contribuye a que se considere periférico al debate sobre lo romántico en la literatura española. La literatura no fue el único ni el tema más tratado por Monteggia en El Europeo, sino que mostró especial preocupación por la filosofía social y en promover una ética tan asumida por todos los editores de la revista. Monteggia elaboró largos artículos dedicados a los «Premios y castigos» (1,142-47); «La soledad» (1,169-177); «La apatía» (II, 69-76) y «El interés, la ambición y el amor» (II, 169-78). Tomó prácticamente la responsabilidad de reseñar toda actividad teatral de la revista con comentarios entusiastas sobre la ópera —actividad que

Cattaneo (108, bibl. 3.2.3) ha comparado el artículo de Monteggia con el Romanticismo incluido y discutido en II Conciliatore, precisando que Monteggia excluyó aspectos y cuestiones importantes de la discusión romántica en Italia. Consultar el apartado bibliográfico sobre El Europeo, donde se cita todos los artículos donde se discute este artículo de Monteggia. 73

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seguía muy de cerca debido a sus gustos personales y a que su mujer era cantante de opera. Incluso traducía al castellano artículos publicados en periódicos franceses e italianos sobre la ciencia, historia o la medicina, y promovía El Europeo entre sus amistades italianas, pidiéndoles colaboraciones.74 Por la intensidad de su entrega, junto con Aribau, fue el alma de la revista; colaboró sin renunciar sus objetivos hasta el último número publicado. Ya hemos mencionado cómo, con la llegada del liberalismo a Barcelona, López Soler descubrió el periodismo y lo ejerció, consecuente con su activismo cultural, en la prensa diaria para crear opinión y convencer de sus concepciones liberales. Ahora, desde las páginas de El Europeo —cuando se preparaba a vivir bajo el renovado absolutismo— se dedica a elaborar lo que para él significa la literatura, y lo hace sin cambiar de actitud, ya que en sus artículos sigue reflejando el mismo estilo de escritura. López Soler nos sigue transmitiendo una personalidad que está aún comprometida con el cambio, pero ahora renuncia a obtenerlo por medio de toda acción directa o militar. El periodismo y la literatura después se convierten en la única arma posible con la que se plantea transformar la sociedad. El Europeo fue el espacio, y su equipo editorial, el núcleo intelectual donde López Soler encontró la teoría con la que años después edificará su obra literaria. Varios de los diecinueve artículos firmados por él en la revista, se centran en la literatura como tema recurrente, y la perspectiva que utilizó en la mayoría de ellos, nos revela, a su manera, las influencias que recibía del romanticismo europeo. Incluso en los artículos más historicistas [«Paralelo entre el carácter militar de los antiguos y el de los modernos» (I, 14-25)] se detecta ese afán literario de describir lo moderno, cuando lo utiliza para exaltar el medioevo al decir que «todo contribuiría a darnos la idea de una edad poética por excelencia [...] y en el conjunto de estas cualidades debemos reconocer aquel espíritu pundonoroso y romancesco» (20). Para él la literatura es, más que fantasía, un campo de batalla donde tratará de reconciliar lo que había ya renunciado a hacer en la vida diaria con la política.

74 Los artículos traducidos son: I, 219-24; I, 262; I, 330-35; II, 22-3; II, 118-21; II, 20410; II, 309-10; II, 33-9 y III, 116-20. El artículo mandado desde Italia es I, 297-307.

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A esa formulación se entrega cuando escribe las dos partes del «Análisis de la cuestión agitada entre románticos y clasicistas» (I, n.° 7, 207-214; I, n.° 8, 254-259). Escrito más como reacción a las ideas que Monteggia incluyó en la revista unas semanas antes, López Soler reconcilia el clasicismo con el romanticismo tras argumentar que toda producción poética se fundamenta en experiencias derivadas de la religión, las costumbres y la naturaleza. Para López Soler, las divergencias estriban en la diferente sensibilidad que opera en el poeta para crear la literatura. Esto le sirve para formular la noción que lo romántico surge desde una perspectiva cristiana y caballeresca en donde el medievo es el marco histórico y la fuente espiritual para la nueva sensibilidad estética. La crítica literaria ha prestado especial atención a estos dos artículos de López Soler ya que es el primer intento consciente de definir el romanticismo desde Cataluña, escrito por un catalán expuesto a la influencia europea y formado en la periferia de la tradición literaria castellana. Ciertamente estamos de acuerdo con la crítica moderna 75 que ha puesto el énfasis en resaltar las deficiencias en su argumentación teórica e incluso ideológica; de la misma manera no se puede negar que López Soler interpreta de forma deficiente los debates, al no conocer los textos directos de Schlegel y quizá sólo conocer de fuentes indirectas los textos de Chateaubriand y de Staél. Si bien López Soler no logró fijar el debate en sus justos términos tal y como estaba siendo formulado en esos momentos en Europa, lo realmente remarcable de su artículo (y de la propia revista), es que introdujo el tema de forma novedosa y lo suficientemente persuasiva como para que una década después en Barcelona se implantara un romanticismo ya reconocido por todos como liberal. No se debe olvidar que desde El Vapor, dirigido por López Soler entre 1833 y 1835, se planteó el debate en otros términos y con otras influencias por parte de una intelectualidad barcelonesa que estaba a punto de fundar en 1835 El Propagador de la Libertad, la primera publicación de claro signo romántico de Cataluña. El Propagador se formuló —ahora sí, como una revista política para defender sin cortapisas las ideas e instituciones liberales entre los catalanes, y buscar el apoyo popular al nuevo régimen. En lo cultural pro-

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Para una síntesis de la crítica, consultar nota 44 en la sección 2.4.

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movió el acceso intelectual a autores europeos que distaban de ser considerados reaccionarios, como Heinrich Heine, Victor Hugo y Dumas, y promovía entre sus lectores la cultura alemana (Juretschke, 1954, 21). Muchos de sus colaboradores (Francisco Raull, Francisco Altés Gurena, etc.) no fueron ajenos a la existencia de El Europeo, ya que eran de su misma generación y, como ellos, se habían formado defendiendo la Barcelona del Trienio Liberal. Altés, por ejemplo, fue también miembro de la Sociedad Filosófica donde entabló profunda amistad con Aribau y López Soler, colaborando con ellos como redactor en El Dorca. A su muerte en 1838 el propio Aribau escribió una emotiva nota necrológica76 que resaltaba los años de formación que pasaron juntos durante esos años de juventud. En los años treinta, la intelectualidad barcelonesa había madurado, los tiempos políticos habían cambiado de forma drástica y el debate europeo sobre la estética romántica estaba formulado desde posiciones más amplias. Pero esto no quita valor a la labor promotora que desde El Europeo se hizo, por mucho que sus planteamientos defendidos una década antes parezcan ahora si no caducos sí limitados.

V I . E L INTERNACIONALISMO EN LO LOCAL

La participación de Aribau en El Europeo ha estado mediatizada por la dimensión intelectual que alcanzó a lo largo de su vida. En Cataluña incluso, alcanzó a posteriori el nivel de símbolo cuando, a principios del siglo xx, lo distinguieron con el honor de ser el escritor fundacional de la Renaixenga por haber escrito en 1833 la famosa oda «La Pàtria (Trobes)». Esta relevancia histórica de la figura de Aribau, unida a la importancia alcanzada por la propia revista, llevó a que la crítica literaria española restara protagonismo a los otros editores. A su vez, la crítica catalana buscó en la revista evidencias que probaran las señas de identidad de ese renacimiento literario catalán. Ferrán Soldevila i Zubiburu (1894-1971), considerado el renovador de la historiografía catalana a principios del siglo xx, mostró su decepción al mencionar

76 El Corresponsal (6 de agosto de 1839). Reproducido en Montoliu 1936, pp. 324-325 (bibl. 3.2.3).

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que el nombre de Cataluña tan solo aparece «media docena de veces», y sólo un artículo de todos los publicados en la revista puede identificarse claramente como difusor del «amor patrio».77 Esta decepción, compartida por un sector de la Renaixen^a catalana ha ejercido un efecto distorsionador sobre las contribuciones de El Europeo, que aún hoy condiciona su recepción futura. Al buscar evidencias de un discurso, cuando todavía sus fundamentos estaban a varias décadas de ser formulados, se crearon las arriba mencionadas interpretaciones antagónicas que distorsionaron el verdadero alcance cultural de la revista. Las ansias por encontrar una voz reivindicativa de lo local contribuyó a que se pasara por alto lo más importante e inherente en el espíritu de la revista: el internacionalismo, como muy bien expresaron en el «Prospecto»: «[...] nacidos en diversos países y arrojados a esta ciudad por una serie de acontecimientos desagradables, trabamos amistad, admiramos la armonía de nuestras ideas y nos propusimos comunicarlas al público con la franqueza de hombres libres y amantes del género humano». El compromiso entre los editores fue claro desde un principio y por encima de sus intereses particulares, como dejaron por escrito. Aribau, por su formación y contactos con el mundo cultural, fue quizás el que más aportó a crear ese trasvase de información puntual desde Europa que enlaza con una tradición ilustrada ya existente en la sociedad catalana desde el siglo xviii. Ahora, él era muy consciente de que algo sucedía en la Europa contemporánea y si se embarcó en este proyecto cultural fue por la convicción personal de que esas nuevas ideas, cuando germinaran, podrían ayudar a superar el profundo sentimiento de crisis que imperaba en la sociedad contemporánea. Desde 77 Soldevila se refiere al artículo sobre Rubriques de Bruniquer (1,152-157) en donde Aribau hace una declaración de intenciones de continuar publicando noticias sobre «lo que fuimos algún día», pero que no se cumple, como muy bien le recrimina Soldevila. Sus exactas palabras fueron: «Catalunya, la seva llengua, la seva história, gairabé el seu nom, n'han estat bandejats sistemáticament... Ni mitja dotzens de vegades, i encara amb la sola accepció geográfica, no apareix el nom de Catalunya en el miler de págines de El Europeo. Si parla d'idiomes, ho fa com si la llengua única d'Espanya fos la castellana: si parla d'Historia d'Espanya tots els exemples són trets de la história de Castella ... No cal dir que si bé molt sovint hu apareixen articles sobre História, és sobre história de Grécia, de Roma, de Turquía, d'on sigui, menys de Catalunya» (Soldevila 1962, p. 1314, en bibl. 3.3).

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este punto de vista, fue un colaborador más de la revista —un colaborador importante que puso a disposición del proyecto todo su bagaje cultural barcelonés, provocando contactos y quizás hasta facilitando los medios prácticos para llevar adelante la revista. Sin embargo, a pesar de su protagonismo posterior, fue uno más de un «equipo» de editores en donde cada uno aportó su perspectiva personal. Aribau en la revista fue ante todo cronista y divulgador sobre el acontecer cultural europeo que recibía a través de sus propias lecturas, y nos dejó una perfecta radiografía personal de sus lecturas e influencias durante estos años. Pero para poder estar informado tuvo que sortear las dificultades propias de vivir en una ciudad bajo bloqueo durante casi seis meses. Hasta que empezó a recibir prensa europea a principios de diciembre de 1823, Aribau había elegido cuidadosamente artículos de revistas europeas a las que tenía acceso (quizá de la antigua biblioteca de la Sociedad Filosófica) y que, por lo general, tenían fecha de principios de siglo. Su intuición para detectar las nuevas corrientes, su capacidad intelectual para entenderlas y la habilidad para sortear las dificultades quedan probadas al traducir del francés un artículo sobre la Estética de Schiller (II, 35-41 y II, 76-81); o cuando publicó «Sobre la literatura oriental» (I, 336-342), un conciso resumen de cinco artículos, también publicados en Archives Littéraires de l 'Europe durante varios meses de 1806. Una vez abierta la ciudad al correo, Aribau inauguró una sección fija en la revista, «Noticias Literarias»,78 en que reseñaba libros y autores que entresacaba de sus lecturas de la prensa extranjera. Desde esta sección introdujo autores tan significativos para el siglo xix como Walter Scott, Delavigne, Lamartine, o Byron. Como muy bien observó Ferrán Soldevila, Aribau publicó un artículo, «Rúbrica de Bruniquer» (I, 152-57), en que se reconoce un discurso identitario sobre Cataluña. Se ha especulado que quizás Aribau hizo caso omiso del enfoque local en El Europeo como consecuencia de la experiencia vivida ante el fracaso económico que había obligado a

Durante los primeros meses, Monteggia se encargó también de publicar reseñas de libros publicados en Italia que él conocía, pero una vez empezó a llegar la prensa a Barcelona fue Aribau el que prácticamente se responsabilizó de esta sección incluyendo breves comentarios sobre casi 300 libros. Consultar la lista en índice 2.7.6. Para ver una relación de los artículos traducidos de otras publicaciones, consultar Índice 2.6. 78

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cerrar en 1821 El Periódico Universal de Ciencias, Literatura y Artes. Quizá sea cierto79 y la percepción de que no hubiera público contribuyera a alejarlo del tema. Sin embargo, me inclino a pensar que El Europeo era un proyecto radicalmente distinto a El Periódico Universal. El contacto con nuevos colaboradores y las nuevas influencias literarias, y la rapidez de los cambios lo alejaban de la historia de Cataluña. Aribau, por contraste, abordó de forma amplia la historia más reciente de Barcelona en un número monográfico de la revista, «Revista de Barcelona» (I, n.° 12, 361-462). Aquí se incluye una amplia descripción de la Barcelona del Trienio Liberal, que justo acaba de finalizar, al compilar información demográfica, histórica, cultural y social de ese momento. Este número de la revista alcanzó relevancia al ser uno de los artículos más citados por numerosos historiadores 80 que lo consideran como una fuente de información valiosa para entender este período de la historia de Barcelona. Y el interés que despertó este número no fue menor, incluso entre los contemporáneos, como lo demuestra que una revista francesa de 1826 tradujera todo el aparato estadístico que Aribau incluyó sobre Barcelona (Depping, en bibl. 3.0).

V I I I . RECUPERAR EL EUROPEO COMO TEXTO

La crítica, la literaria sobre todo, ha interpretado El Europeo en clave de su posible contribución al romanticismo literario catalán y español. Para ello y como ya hemos mencionado, centró su análisis casi exclusivamente en aquellos textos de la revista que claramente discuten esta tendencia. Durante el siglo xx, al mismo tiempo que se edificaba una narrativa para clarificar y entender el complejo romanticis-

79 A pesar de no escribir sobre temas catalanes, Aribau apreciaba el tema como lo comentó en las propias páginas de El Europeo al decir que en El Periódico Universal «concurrían particularmente a su objeto la historia y antigüedades, particularmente del Reino de Aragón y Principado de Cataluña, y efectivamente, en los pocos números que se publicaron se dieron a la luz documentos importantísimos...» (1,401). 80 Precisamente algunos de estos historiadores cayeron en las 'redes' del discurso de Galli, quien, al incluirlo traducido al francés en su libro, confundió sobre el origen de este artículo a historiadores que muy posiblemente no tenían acceso a El Europeo.

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mo español, El Europeo fue siempre de obligada mención, siendo reconocida su importancia en la génesis del movimiento pero sin dejar de ser una pieza marginal del difícil puzzle: al no participar abiertamente en la controversia Bóhl de Faber/Mora; al ser publicada en Barcelona, considerada la periferia cultural durante las primeras décadas del siglo xix, y al no existir rastros tangibles de las repercusiones de la revista en la vida cultural contemporánea. El Europeo quedó, por tanto, atrapado en la dialéctica del propio discurso, y su análisis evolucionó a medida que lo hacia el propio entendimiento que se tenía sobre este movimiento estético. La crítica, de esta manera, contextualizó la revista con unos parámetros que se pueden sintetizar en los siguientes puntos: primero estableció las influencias del discurso historicista de A. W. Schlegel, tamizado por el pensamiento de Chateaubriand —especialmente en López Soler, pero también en Monteggia— recibidas no directamente, sino a través de la diseminación provocada por la controversia de Bóhl de Faber/Mora. El probar que desde la revista se difundía la perspectiva de Bóhl de Faber —claramente el más reaccionario en sus principios ideológicos, fue causa para que ciertos críticos encorsetaran la revista como un producto si no reaccionario, sí netamente conservador. Segundo, valoró el punto diferenciador de la revista, representado por Monteggia y su intento de introducir un discurso romántico europeo, ya debatido en el círculo de II Conciliatore durante 1818. Tras resaltar las influencias de Chateaubriand, de Staél, Schiller y Byron, se destacó la originalidad de Monteggia al introducir por primera vez en castellano el concepto de que la literatura moderna también puede ser romántica. Pero al mismo tiempo se reconocía que su teoría era más aprendida que comprendida, no logrando superar—como les pasó al resto de los editores— las formulaciones del discurso establecido por A. W. Schlegel. Tercero, resaltó la importancia de la revista como introductora de Walter Scott en España, y más específicamente en Cataluña. Esto fue interpretado como una prueba del hecho diferenciador de la cultura catalana—en contraposición al resto de la península donde Víctor Hugo iba a tener un mayor predicamento. Incluso algunos sectores, percibieron esta defensa en clave proto-nacionalista al identificar a Scott como un autor que promovía una literatura nacional escocesa que bebía de las fuentes medievales.

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Cuarto, destacó ante todo el papel pionero de la revista al reflejar un espíritu cosmopolita, que introdujo, en muchos casos por primera vez, a autores y obras europeas que años después encontrarán amplio eco en la cultura castellana. Se notó el trabajo enciclopédico de Aribau al responsabilizarse de la sección «Noticias literarias» y al esfuerzo que hizo por introducir la Estética de Schiller en dos artículos donde se sintetizaba, por primera vez en castellano, su filosofía, utilizando como fuente los Archives Littéraires de l 'Europe de 1804 y 1806. En definitiva, la crítica ha aceptado El Europeo como una revista primigenia de la nueva estética romántica, que jugó u n papel limitado, pero importante al introducir nuevas ideas y autores que ayudarán en cierto modo a perfilar la recepción y el desarrollo del romanticismo posterior. El que la crítica haya construido u n discurso en clave romántica ha condicionado que no se utilicen otros puntos de vista para valorar las contribuciones de esta revista. Para bien o para mal, El Europeo, y en gran parte sus editores, han quedado asociados de esta forma a la historia literaria española, adquiriendo mayor o menor relevancia según la ideología aplicada. Es lo que al principio de esta introducción llamaba El Europeo encapsulado. No es esta introducción el espacio apropiado para desarrollar una revisión a fondo sobre la perspectiva utilizada por la crítica para establecer y formular el Romanticismo español. Sin embargo, sí que queremos apuntar de forma breve cómo determinadas cuestiones no resueltas todavía, afectan hoy en día nuestra percepción histórica e ideológica de esta revista. La primera es la asociación no resuelta entre la retórica romántica y la ideología liberal que ha creado enormes dificultades para entender especialmente la génesis del Romanticismo en España durante las primeras décadas del siglo xix. Desde que el mismo Víctor Hugo asumió en 1827 la estética romántica como propia, mucha crítica durante todo el siglo xx ha amplificado está asociación categorizando esta nueva forma de expresión como romanticismo liberal o revolucionario. Todo lo anterior se convirtió por defecto en el llamado romanticismo tradicionalista. Como todo estudio sobre El Europeo se ha efectuado a posteriori de que surgiera está dicotomía, no es de extrañar que la revista apareciera claramente fijada en la narrativa histórica del siglo xix como un producto no sólo primigenio, sino tradicionalista, con todo lo que esto lleva implícito. Michael Iarocci ya ha planteado este problema en u n

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sugerente estudio reciente en que, de forma aguda, apunta que el romanticismo como movimiento estético y el liberalismo pertenecen a diferentes categorías de análisis. Lo antagónico a la ideología del liberalismo en España, no fue el romanticismo, sino el Antiguo Régimen, representado por el absolutismo. Por el contrario, la estética romántica se enfrentaba al humanismo cosmopolita e historicista del siglo xvm (46). El que un liberal opuesto al absolutismo adopte valores patrióticos, religiosos o mitológicos no se debe de ver como algo antagónico. Los editores de El Europeo, sin dejar de ser liberales, percibían el romanticismo como una corriente estética que alimentaba el espíritu del individuo, de una forma que el liberalismo como ideología no lo podía conseguir: «saltamos de idea en idea, de objeto en objeto sin profundizar cosa alguna [...]. Con tales principios vagamos entre una multitud de ideas generales que no podemos penetrar porque no somos bastante sabios para deducir de ellas aplicaciones particulares, [...] sin otra guía que la de nuestra ofuscada razón oscilamos como un péndulo entre los dos polos en que se pierde la ignorancia, la necia duda y la credulidad extrema» [López Soler, año i, n.° 6,22 de noviembre de 1823, p. 194], La segunda cuestión que permanece abierta sobre el romanticismo español se refiere a la definición aplicada de la modernidad en la España del siglo xix —auténtico nudo gordiano desde el que se han formulado todo análisis sobre este concepto estético. La historiografía española ha basado el estudio del pasado reciente de España en la concepción hegeliana de lo moderno, que fue formulada por y para una Europa hegemónica (Francia, Alemania e Inglaterra) de la que surgió la Reforma, la Ilustración y la Revolución francesa. España, como toda la Europa periférica, fue excluida de esta ecuación. El corazón de Europa se convirtió en la cuna de la cultura occidental e incluso contribuyó a fijar la imagen de una España como nación no moderna, que tanto ha afectado al modo de hacer la historia de su pasado más próximo. Estudios recientes han hecho notar la presencia de este axioma que funciona como Leitmotiv en el discurso histórico [Alvarez Junco (2001), Pérez Magallón (2002) o Shubert (1990)], y algunos recientes (Iarocci, 2006) han tratado incluso de subvertir esta concepción con el objeto de clarificar el siempre difícil romanticismo. Se puede afirmar que El Europeo ha sido sujeto paciente de esta forma de entender la modernidad, al sufrir lo que yo llamaría un doble

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complejo histórico: dentro de la península nace en la periferia del debate romántico español y en términos europeos, nace en la periferia del romanticismo occidental. Es decir, por un lado El Europeo no retoma el debate Bóhl de Faber/Mora —raíz en la que se fundamenta el discurso romántico posterior en España, y a su vez por el otro, el espíritu romántico que se refleja en la revista estaba lejos de la categoría intelectual del romanticismo europeo que en esos momentos estaba actuando en Francia, Alemania o Inglaterra. Sin querer cuestionar esta doble realidad, se debe aceptar en cambio que es la propia existencia de la revista, a mi modo de ver, lo que aporta su propia validez al romanticismo peninsular y por ende al desarrollo de su modernidad. ¿Por qué una revista, que tuvo una circulación, si no mínima, sí desconocida, y de la que sólo tenemos una copia original completa, ha sobrevivido a la historia? Si se quiere reconocer el esfuerzo realizado por los editores para transferir la cultura desde el Norte, ¿por qué no han sobrevivido históricamente otras revistas que hicieron lo mismo? Ya hemos mencionado como, tan sólo dos años antes, otra revista en la que participó el propio Aribau —El Periódico Universal de Ciencias, Literatura y Artes— hizo prácticamente lo mismo e incluso con más coherencia científica, pero hoy apenas es conocida fuera del círculo de los especialistas. Se dirá lógicamente que en El Periódico Universal no hay un remoto atisbo de presentar la nueva estética romántica que fue, después de todo, lo que originó la resonancia histórica en El Europeo. Pero, ¿por qué Aribau no lo hizo en esta revista, si por contra publicó hasta cinco artículos y todos sobre literatura? Aunque no tenemos pruebas concluyentes, estamos seguros que Aribau, en 1821, ya tenía consigo los artículos franceses de la Estética de Schiller, publicados originalmente en 1806, al recibirlos muy posiblemente cuando estaba encargado de la biblioteca de la Sociedad Filosófica; y ya conocía los entresijos de la disputa de Bóhl de Faber/Mora de 1818. Si Aribau se enfrentó a divulgar la nueva estética de Schiller en 1823, lo hizo gracias a la influencia y el estímulo de estar trabajando en equipo con un grupo de editores europeos que, a su vez, estaban en Barcelona no porque pensaran que la modernidad pasaba por Francia o Alemania. Para Galli y Monteggia, la Europa moderna estaba en España, ya que era la cuna y la última esperanza que les quedaba para que triunfara el liberalismo que había sido erradicado de su país de

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El Europeo ( 1 8 2 3 - 1 8 2 4 )

origen. El hecho diferenciador en El Europeo está en los editores y en el estímulo por construir una opción distinta y novedosa para la época que tenía su impulso en un imaginario europeo que estaba por construir. Por esta razón, la iniciativa cultural que se plasmó en la revista que conocemos como El Europeo representa, ante todo, un esfuerzo colectivo e internacional que intenta transformar, crecer o evolucionar la percepción de la realidad y el conocimiento que se disponía en esos momentos. Surgió en un momento histórico de transición que desmantelaba, a ratos a trompicones, el Antiguo Régimen no sólo en términos culturales, sino también económicos y sociales. Si bien incorporó un nuevo lenguaje que reflejaba un espíritu que por entonces parecía abrir nuevas puertas de entendimiento (la constatada estética romántica), lo hizo siempre sin abandonar la práctica didáctica (positivista) heredera de la Ilustración. El Europeo como un todo —no sólo lo literario, forma parte de ese proceso modernizador al que aspiraron y contribuyeron. Ciertamente se esforzó en introducir una nueva sensibilidad estética en España que estaba siendo debatida en la Europa del momento, pero quizás lo más importante de esta revista no está en lo que hizo, sino en cómo lo hizo. El Europeo surgió no desde una historia ya escrita —sino como un espejo de su entorno que a la vez es motor de una historia que se está construyendo.

I X . SOBRE LOS APÉNDICES

A continuación se presenta una serie de apéndices (sección 2) con la intención de facilitar la consulta de El Europeo que se reproduce en su versión facsimilar, respetando su formato y paginación original. En el apartado 2.1 se hace un análisis bibliográfico de las diferentes copias de la revista que han sobrevivido hasta nuestros días. Apéndices 2.2 y 2.3 ayudarán a localizar artículos específicos dentro del facsímil. El 2.4 incluye anotaciones a artículos. Más que interpretar, hemos puesto el énfasis en la identificación de las fuentes utilizadas con el deseo de contribuir a su comprensión. Sólo hemos anotado aquellos artículos que exigen clarificación para un lector actual. Los nombres propios se han incluido en su lengua original, exceptuando los de procedencia

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eslava, que se han romanizado. Apéndice 2.5 incluye una cronología histórica mínima de la ciudad de Barcelona durante el período en que se publicó la revista. En el 2.6 se identifican los artículos publicados previamente en la prensa extranjera y que se reprodujeron en El Europeo, y el 2.7 es un índice de nombres, obras y temas incluidos en la revista. Se ha creado un índice a parte para todas las obras incluidas en la sección de «Noticias Literarias». Los autores incluidos en esta sección aparecen en el índice general, pero no así los títulos de las obras. Por último, se incluye un amplio aparato bibliográfico (Sección 3) que se ha dividido en cuatro secciones para facilitar su consulta. Aquellas entradas bibliográficas que lo necesitan, contienen anotaciones que identifican la publicación siempre en el contexto de El Europeo. La sección 3.0 incluye todas las reproducciones parciales de El Europeo. Se ignora incluir aquellas publicaciones que sólo reprodujeron el Prospecto o pequeñas partes de algún artículo. La 3.1 incluye una bibliografía completa de los editores. De Aribau no se incluye artículos periodísticos o poemas insertados en múltiples publicaciones. La sección 3.2 incluye una bibliografía sobre los editores y la revista. Debido a la complejidad biográfica de varios de los editores, hemos decidido incluir una bibliografía exhaustiva para algunos de ellos. 3.3 incluye la bibliografía consultada en la preparación de este estudio introductorio.

2 Í N D I C E Y N O T A S D E EL

EUROPEO

2 . 1 . COPIAS LOCALIZADAS DE EL EUROPEO

Hoy en día existen varios ejemplares incompletos de El Europeo, la gran mayoría en archivos y bibliotecas en Barcelona, pero también hay una copia en Madrid y otra en Estados Unidos. Existe una sola copia completa, que está en los archivos de L'Ateneu de la ciudad de Barcelona. Todas las copias han sido consultadas para realizar este facsímil y en todas ellas hemos observado dos irregularidades que tendrán su origen en la impresión original del periódico en la Imprenta Torner de Barcelona. En el tomo único de 1823 hay el siguiente error en la paginación: el número 256 se repite en la página que debería llevar el número 356. En año II, n.° 15,17 de abril de 1824, las páginas 103 y 104 aparecen en blanco sin numerar. El siguiente número de la revista (n.° 16) empieza en la página 105. A. Biblioteca de L'Ateneu barcelonés El Europeo: «Prospecto» (encuadernado con vol. 1) año i, n.° 1-2 (1823), 1 vol., 408 pp. año ii, n.° 1-12; año II, n.° 13-16 (1824), 1 vol., 399 +140 pp. En la actualidad es la única copia completa de El Europeo. Para facilitar su consulta y preservar la copia se ha digitalizado en CD ROM que ha sido la copia consultada para cotejar posibles variantes. Cuando consultamos esta copia, nos enteramos de la existencia de otro proyecto facsimilar en elaboración sobre El Europeo organizado por un grupo de académicos de las Universität de Vic. Desde aquí, alentamos a su conclusión y esperamos con impaciencia su estudio introductorio que de seguro aportará nuevas perspectivas para ayudarnos a interpretar los ya populares estudios del siglo xix catalán y español.

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El Europeo (1823-1824) Otras copias parciales se encuentran en:

1. La sección de «Raros» de la Biblioteca Firestone de la Universidad de Princeton, New Jersey, USA. El Europeo, año n, n.° 1-12 (1824), 1 vol., 399 pp. Copia en perfecto estado en un volumen. Dos páginas (183 y 351) tienen puntos de polilla sobre el texto. No incluye el «Prospecto». Aparecen ligeras marcas a lápiz en determinados artículos: pp. 34, 76, 84, 94,118, 260, 264, 298 y 374. B. La biblioteca de Historia del Centro de Humanidades del csic, Madrid. El Europeo, año i, n.° 1-12 (1823), 1 vol., 408 pp. Esta copia contiene los doce números del periódico publicados en 1823, con el índice al final, pero no incluye el «Prospecto». Dentro de la tapa de la encuademación hay un ex libris que identifica la procedencia del tomo: Biblioteca de Don A. Canovas del Castillo1. C. La Biblioteca de la Universität de Barcelona. El Europeo: año i, n.° 1-12 (1823), 1 vol., 408 pp. año ii, n.° 1-12; año ii, n.° 13-16 (1824), 1 vol., 399 +140 pp. Las tapas de ambos volúmenes son de cuero y la encuademación es algo vieja. El primer volumen contiene los números de 1823 y el índice, pero no incluye el «Prospecto». Comienza directamente con una página titular, y lo siguiente es la página uno del primer numero. Se han estampado sellos de la biblioteca de procedencia: uno es «Biblioteca Provincial Universitaria. Barcelona», y el otro es «B.P.U». En algunas páginas se ven correcciones hechas a mano de forma cuidada siguiendo las indicaciones de erratas incluidas al final del volumen. Hay bastantes páginas que llevan manchas y están rugosas de humedad. El segundo volumen contiene los números 1-12 del tomo i, y también 13-16 del tomo n de 1824 con paginación continua de un tomo a otro, y los dos índices. Como en el primer volumen, en éste también hay muchas páginas que están manchadas y rugosas de la humedad. D. La Hemeroteca del Arxiu Historie de la Ciutat de Barcelona. El Europeo:

«Prospecto» (encuadernado con vol. 1) Año i, n.° -12 (1823), 1 vol., 408 pp.

' Descrito en Lista alfabética (1903). Siempre que no se indique, todas las citas bibliográficas están descritas en la sección bibl. 3.3.

índice y notas

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año II, n.° 1-12 (1824), 1 vol., 399 pp. año II, n.° 13-16 (1824), 1 vol., 140 pp. [n.° 14, copia manuscrita] Esta copia contiene el «Prospecto» y todos los números publicados de la revista, organizados en tomos, cada uno con su propio índice de títulos al final. Los números de 1823 componen un tomo, y los números de 1824 están divididos en dos tomos, el primero con los números 1 al 12, y el segundo con el 13 al 16. Se conservan los tres tomos encuadernados en un volumen con tapas duras, modernas, de tela de color azul oscuro. En la primera página de cada tomo, no hay página titular ni página de portada. De hecho, esta copia contiene todo el texto del periódico, pero se considera incompleta porque contiene un número manuscrito (vol. m, año II, n.° 14,10 abril 1824). Deduzco que quien lo copió a mano pudo ser el coleccionista que deseaba completar la colección y lo situó al final del volumen, después del numero 16.2 Existe copia microfilmada de la que obtuvimos copia y la utilizamos para trabajar en una primera instancia. En esta copia microfilmada el número manuscrito está en el lugar apropiado —sigue el 13, pero después no hay ningún otro; faltan los números 15 y 16. Las marcas con lápiz que aparecen en varios lugares de esta copia en toda mención de Walter Scott informan sobre el interés o del coleccionista, o de algún propietario anterior (1823, 351; 1824 (I), 198). Se estampó un sello ovalado en el interior de la portada con el lema «Honora lo passat, Per lo avenidor», que debió de pertenecer al propietario de la copia identificado como A. Bulbena.

E. La Biblioteca de Catalunya, Barcelona. El Europeo:

año i, n.° 1-2 (1823), 1 vol., 408 pp. (2 copias)

año ii, n.° 1-12 (1824), 1 vol., 399 pp. (2 copias) número suelto: n.° 2 (1823) En la Sala General hay un ejemplar suelto del número 2 (del sábado 25 de octubre de 1823). Faltan las primeras dos páginas del número; en vez de comenzar en la 41 con un artículo de física, aquí comienza en la 43. Está en un estado deteriorado. Sin embargo, es la única copia que conserva la página que sería la portada original del número suelto. En la Sala de Reserva hay dos copias del periódico, pero ninguna es completa. Una copia es solo el tomo de 1823, y éste no contiene el «Prospecto». Tiene los doce números del periódico de este aflo y el índice. Dentro de las tapas y en algunas páginas, se encuentra un sello que indica su procedencia: un sello redondo del Institut d'Estudis Catalans. La enumeración de las páginas comienza en la página 3, aunque las hojas de la primera y la segunda están presentes. La encuademación es de cuero blanquecino. La otra copia que se guarda en la Sala de Reserva tiene los dos volúmenes que corres-

Guillamet sugiere que quizás este número fuera el manuscrito original siguiendo el mismo procedimiento utilizado por Aribau, cuando años antes redactaba la revista de la Sociedad Filosófica. Guillamet (2003) p. 229, en bibl. 3.2.3. 2

El Europeo (1823-1824)

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ponden a los años 1823 y 1824. Las tapas de esta encuademación son de cuero pardo y amarillo, muy similar a las copias de la Biblioteca de la Universität. El volumen de 1823, no incluye el «Prospecto», y falta el segundo tomo en el volumen de 1824. Cada volumen incluye el índice correspondiente a los números encuadernados. En ambos volúmenes, dentro de las tapas de la encuademación, se encuentra un ex libris de «Llibres Torres Amat, any 1978» que explica, por lo menos una fase reciente de su procedencia.

2 . 2 . ÍNDICE DE LOS NÚMEROS DE LA REVISTA

El Europeo, Barcelona: Casa Torner, 1823-1824 vol. 1, n.° 1 (18 de noviembre de 1823), vol. m, n.° 16 (24 de abril de 1824); 3 vols., 18 cm La revista se publicó en fascículos semanales y se puso a la venta los sábados al precio de suscripción de 10 reales mensuales (cuatro números) y de 3 reales los números sueltos. Los siete meses de su publicación han terminado agrupándose atendiendo a la paginación que los editores la proporcionaron. Así, las 408 páginas del volumen i están numeradas consecutivamente, correspondiendo a los 12 primeros números publicados durante 1823. En 1824 se publicaron 16 números, pero los editores decidieron numerar con páginas consecutivas los primeros 12 fascículos (pp. 1 al 399). A éste se le ha asignado tradicionalmente el volumen II. Los fascículos 13 al 16 aparecen nombrados por el editor como «Apéndice al tomo de 1824» y reciben una nueva enumeración (pp. 1 al 140), por lo que tradicionalmente se conoce como volumen ni.

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índice y notas

Referencia

Númeración de la revista

Páginas

1

«Prospecto»

0

2-77 2-11 12-16 17-23 24-28 29-37 38-41 42-49 50-56 57-61 62-67 68-74 75-77

volumen i año i, n.° 1 (18 de octubre de 1823) año i, n.° 2 (25 de octubre del823) año i,n.° 3(1 de noviembre de 1823) año i,n.° 4 (8 de noviembre de 1823) año i, n.° 5 (15 de noviembre de 1823) año i, n.° 6 (22 de noviembre de 1823) año i, n.° 7 (29 de noviembre de 1823) año i, n.° 8 (6 de diciembre de 1823) año i,n.° 9 (13 de diciembre de 1823) año i, n.° 10 (20 de diciembre de 1823) año i, n.° 11 (27 de diciembre de 1823) año i, n.° 12 (31 de diciembre de 1823)

1-406 1-40 41-72 73-104 105-136 137-168 169-200 201-232 233-264 265-296 297-328 329-360 361-408

78-154 78-87 88-93 94-100 101-106 107-113 114-119 120-125 126-130 131-136 137-142 143-148 149-154

volumen n año ii, n.° 1 (10 de enero de 1824) año ii, n.° 2 (17 de enero de 1824) año ii, n.° 3 (24 de enero de 1824) año ii, n.° 4 (31 de enero de 1824) año II, n.° 5 (7 de febrero de 1824) año II, n.° 6 (14 de febrero de 1824) año u,n.° 7 (21 de febrero de 1824) año u, n.° 8 (28 de febrero de 1824) año u,n.° 9 (6 de marzo de 1824) año II, n.° 10 (13 de marzo de 1824) año u, n.° 11 (20 de marzo de 1824) año u, n.° 12 (27 de marzo de 1824)

1-399 1-32 33-68 69-100 101-132 133-168 169-200 201-232 233-264 265-296 297-312 313-360 361-399

155-188 155-162 163-158 169-177 178-188

volumen m año II, n.° 13 (3 de abril de 1824) año u, n.° 14 (10 de abril de 1824) año II, n.° 15 (17 de abril de 1824) año n, n.° 16 (24 de abril de 1824)

1-140 1-32 33-64 65-102 105-140

El Europeo (1823-1824)

78 2.3.

ÍNDICE DE TÍTULOS DE LOS ARTÍCULOS CON AUTOR

Sin firma (1) = atribuido a Aribau Ref.

Título del artículo

1

«Prospecto»

2

Ideología. Reflexiones sobre el modo práctico de juzgar

1-4

Cook

3

Medicina. Descubrimiento del doctor Herberger sobre el

5-9

Cook

deben formar parte de ella

10-14

Aribau

Historia. Paralelo entre el carácter militar de los antiguos

14-25

López Soler

Moral. Varios escollos de la juventud

25-27

Galli

Literatura. Noticia de la obra titulada: Historia de la

28-33

Monteggia

Páginas

Autor sin firma

vol. i, año i, n.° 1 (18 de octubre de 1823)

uso medicinal del vinagre Educación. Examen sobre los juegos y diversiones que

y el de los modernos

guerra de la independencia de los Estados Unidos de América escrita en italiano por Cario Botta. Poesía. El fanatismo

34-35

Aribau

9

Variedades. Teatro

36-37

Monteggia

10

Notas [9 notas para los artículos de este número]

38-40

sin firma

11

Física. Nuevos descubrimientos sobre la electricidad

41-44

Cook

12

Política. Efectos de la falta de armonía entre pueblos y

45-48

Galli

13

Literatura. Romanticismo

48-56

Monteggia

14

Bellas Artes. Circunstancias que influyen en su propiedad

57-63

López Soler

63-69

Aribau

70-72

[Rocha]

vol. i, año i, n.° 2 (25 de octubre de 1823)

monarcas

y decadencia 15

Poesía. Noticia de la obra tituladas: Églogas del Pastor de Estremadura ¡sic] por D.M. de la R. = R.

16

Égloga iv. Dircea

17

Física. Galbanismo [sic], Magnetismo

73-79

Cook

18

Legislación. Pensamientos sobre el método vigente de la

79-86

Aribau

87-90

López Soler

vol. i, año i, n.° 3 (1 de noviembre de 1823)

conscripción en la mayor parte de los estados 19

Moral. [La Espada de Caronda]

índice y notas

79

Ref.

Título del artículo

Páginas

Autor

20

Arte Militar. Casos en que el Ayudante de campo puede

90-93

Galli

93-98

Monteggia

tomar a su arbitrio separarse de las instrucciones del General 21

Historia. Noticias históricas sobre el general Marceau, sacadas de la obra con el mismo título publicado por el Sergent Marceau en Milán año de 1820

22

Poesía. La emulación (a D. Luís Monteggia)

98-103

López Soler

23

Notas [5 notas para los artículos de este número]

104

sin firma

24

Historia Natural. Reflexiones sobre los seres creados, y

105-115

Cook

vol. i, año i, n.° 4 (8 de noviembre de 1823) en particular sobre los animales, en cuanto á la organización propia á cada clase, y a los efectos principales que en ellos produce 25

Historia. Sobre el estado de la ciencia en la edad media

115-124

Aribau

26

Arte Mímica

124-126

Monteggia

27

Política. Sobre los hombres que deben ponerse a la frente

126-130

Galli

130-136

López Soler

de los negocios, después de un cambio de sistema político 28

Literatura. Noticia de las comedias del abogado Alberto Nota vol. i, año i, n.° 5 (15 de noviembre de 1823)

29

Matemática. Geometría = Nuevo método de hallar alturas

137-139

Cook

30

Historia Natural. Botánica. Sobre la irritabilidad del pollen

140-141

Cook

31

Moral. Premios y castigos

142-148

Monteggia

32

Arte Militar. Castrametación de los antiguos

149-151

Galli

33

Historia. Noticia de la obra inédita por el nombre de

152-157

Aribau

157-163

Aribau

Rúbrica de Bruniquer, custodiada en el archivo del ayuntamiento de Barcelona 34

Literatura. Ventajas e inconvenientes que han resultado á las ciencias y á la humanidad del olvido de la lengua latina

35

Variedades. Himno a Juno

163-166

López Soler

36

Poesía. A Dalmira Poetisa

166-167

Aribau

37

Nota. 11 nota perteneciente al artículo «Himno de ¡uno»]

168

sin firma

38

Moral. La soledad

169-177

Monteggia

39

Educación. Reflexiones sobre la educación en general

177-188

Cook

vol. i, año i, n.° 6 (22 de noviembre de 1823)

80 Ref. 40

El Europeo

(1823-1824)

Título del artículo

Páginas

Autor

Política. Deber de los escritores en los tiempos inmedia-

188-192

Aribau

193-200

López Soler

tos a las mudanzas políticas, en que las pasiones están exaltadas 41

Variedades. Examen sobre el carácter superficial de nuestro siglo vol.

año i, n.° 7

de

az nos sabe en

P lamos que

'a

SchiaPor

M*

(57) BELLAS Circunstancias

ARTES.

que influyen en su prosperidad decadencia.

y

No parece sino que estén condenadas las a m a bles y pacificas bellas artes á seguir Ja misma suerte que las naciones. Nacen con ellas, crecen con ellas, á par de ellas brillan y con ellas se corrompen. Asi vemos tal vez á algunos rios que desconocidos en ciertas épocas, luego famosos en o t r a s , van lentamente adélgazándose hasta volver á su primitiva oscuridad, siguiendo en esto la historia de las ciudades, que. les hicieron célebres , y por entre cuyas ruinas precipitan despues su casi imperceptible corriente. ¿Queremos dar á un pueblo la Idea de su antigua sencillez, de sus primeros triunfos, de los autores de su esplendor y de su celebridad? Pues presentémosle la historia de sus bellas artes: hablémosle de los primeros artistas y ya le hablaremos de los primeros heroes ; de cuando las artes llegaron á su alto grado de esplendor y le hablaremos de cuando su naeion daba leyes á las demás; y hablémosle de cuando se corrompió el verdadero gusto y le ofreceremos el cuadro de la decadencia de su patria. ¿ Y de donde viene este enlace tan particular de la prosperidad de las naciones con la prosperidad de las artes? He aquí lo que nos p r o ponemos examinar en el presente artículo. Todo cambia en la naturaleza hnmana: las inclinaciones é ideas de una edad no son ni las ideas ni las inclinaciones de o t r a : una generación condena sistemas, que aprueba la generación sucesiva: en cada siglo vemos elevar monumentos á hombres que en los anteriores fueron condenados á muerte , y el pueblo, este eterno niño siempre instrumento de la ambición de los que le dominan, alza por la mañana estatuas que derriba por la noche. Por esto los hombres no pueden decirse semejantes sino en el sentido en que decimos que las aguas que se deslizan hoy por un tor-

( 5 8 1 , > rente sean las mismas que se deslizaban a y e r : por est* cambia tan á menudo el caracter de las» naciones, y á pueblos muy sencillos han sucedido casi constantemente pueblos muy corrompidos y otros á estos enteramente barbaros. Esta revolución del mundo moral tiene una notable influencia en el mundo físico espuesto á la«

v i c i s i t u d e s d e a q u e l : y las b e l l a s a r t e s ,

compañera

inseparables del heroísmo y de la civilización de los p u e b l o s , les abren la senda de la virtud y de las grandes acciones en sus p r i n c i p i o s , engalanan magníficamente sus t r i u n f o s , y les abandonan cuando la molicie y la voluptuosidad los vuelven indignos de la noble raza á que pertenecen. Un arrebato de imaginación y de entusiasmo precede á la cultura de los pueblos ; la guerra es el único objeto que hallan digno de aquel f u e g o que la naturaleza ha dispertado en sus pechos : el campo de batalla es el teatro de su gloria. Se presencian con admiración los rasgos de magnanimidad y de valentía ; se refieren con calor y con exag e r a c i ó n ; y se multiplican los esfuerzos; se aumentan las v i c t o r i a s ; a b u n d a n las relaciones; y á íuerza de v e r y de o i r , de a d m i r a r y de aplaudir crece la loable envidia de igualar á las demás naciones y despues la ambición de dominarlas. E n un idioma rústico p e r o espresivo , b á r b a r o y repugnante pero m u sical y alegórico se cantan las hazañas de los héroes y se describen sus f u e r z a s , su formidable musculación y el feroz trato que han dado a los enemig o s : una música salvage acompaña á estos primeros himnos de la poesía, que dan la idea de un estado social preferible al estado de b a r b a r i e , y de la pur e z a de aquellos afectos, que se gozan debajo el techo d o m é s t i c o , y que vienen á ser como las fuentts de toda felicidad. P e r o la poesia parece que no basta á la imagin a c i ó n : la poesía no hace mas que describir y este modo de imitar aunque hable al corazon no habla a los sentidos : para inmortalizar á los heroes se busca u n medio mas relativo á los esfuerzos que esciran nuestro e n t u s i a s m o , y como en estos no se celebra sino la f u e r -

(59) asa física talnbien han de ser físicos los medios de que «os sirvamos para imitarles. D e aqui traen su o r i g e n las bellas a r t e s , pues este f e l i z deseo da las p r i m e ras pinceladas sobre el lienzo y dirige sobre la p i e dra un ínesperto c i n c e l : desde eutonces se a b r e u n nuevo campo á la imaginación y se crea una n u e v a recompensa para ios g u e r r e r o s : los pueblos a d m i r a n el resultado de estas tareas y se c o l o c a n los artistas en la clase privilegiada que también p a r t i c i p a á su vez de la celebridad por haber v e n g a d o al ingenio d e la ninguna atención, que hasta entonces habia m e r e cido, y como sustraídole de la tiranía que habia e j e r cido sobre él el arte de la g u e r r a . ¿ Y una vez abierta la senda de c a r r e r a tan g l o riosa, una v e z hallado el s e c r e t o , buscado tantas v e ces de alagar el frenético f u r o r en que se a g i t a b a n las primeras soeiedades; quien hubiera p o d i d o c o n tener el vuelo de la humana fantasía a r r e b a t a d a p o r .el hallazgo y satisfecha ademas de sus p r i m e r a s t e n tativas? L a s bellezas y m a r a v i l l a s del u n i v e r s o d e jaron de serle indiferentes: en icada o b j e t o h a l l a b a nuevas perfecciones que a d m i r a r , nuevos m a t e r i a l e s que r e c o g e r , y nuevos conocimientos que a d q u i r i r . ¡ Q u i e n nos guiara por entre los descubrimientos d e estos artistas de la n a t u r a l e z a y nos (Mese una i d e a de la f u e r z a y b r i l l a n t e z de sus sensaciones e n l a contemplación de u n m u n d o , que hería tan l u m i nosamente su imaginación en sus p r i m e r o s t r a n s p o r tes! E l l o s les hacian c o n c e b i r una belleza i d e a l q u e debían t r a s l a d a r á sus o b r a s , y aunque n o p u d i e sen del todo esprimirla en e l l a s , la traslucieron sus sucesores en las lineas e l e m e n t a l e s , que no c e s a r o n de suavizar y redondear para aproximarse á l a i m i tación de sus modelos. Asi p o r e j e m p l o el que d e lineó la figura de u n c u e r p o did el p r i m e r paso e n l a pintura; pero este simple dibujo solo causó a l gún placer á nuestros o j o s : otro añadió á esta d e lincación un blando y delicado colorido con el que pareció darla cuerpo y supo unir á la p r i m e r a idea la del tacto. L a figura sin embargo e r a y a p i n t a d a

( fio ) p e r o estaba m u d a : un tercer a n i « , u »• , dándonos á en tender como que to™^™^"** en sus o]o S y entreabriendo- L , , ' Corazo" 3 l boca sonrosada cuvas n a h b r i s PerC,b rSe: ün c\L losefcctoJ ' m o. vec i n o , los efectos que " se pairaban en los d e ™ D2) en la estupidez, que resulta del opresor dominio de los g r a n d e s : en el primer caso se envilecen y se d e s t r u y e n , en el segundo se corrompen. Entonces los artistas en vez de imitar á la naturaleza imitan los modelos de la generación precedente, y »10 pudiendo igualarles con el ingenio intentan sob r e p u j a r l e s á fuerza de arte. De aqui aquel continuo retoque que degenera en afectación, aquellos i n f i n i t o s p r e c e p t o s , que se hacen inútiles porque ning ú n precepto euseña á s e n t i r , y aquella riqueza y magnificencia de materiales que degenera en confus i ó n : se multiplican las teorías, se abren nuevas e s c u e l a s , y se inventan mas eficaces medios: se tien e tal v e z m a y o r conocimiento de las proporciones y aun si se quiere se adelanta la teórica del arte: se nos dan modelos de todo genero de actitudes, de complicados edificios, de la diversa combinaeion de sonidos y de los mas estraños paisages; pe r o ¿ d e l hombre, que forma como la parte moral de J a s bellas artes , quien nos dará el modelo del homb r e , de sus a f e c t o s , de sus ideas y de sus acciones e n t r e un pueblo que no tiene otro afen que las r i q u e z a s , ni otros delevtes que los de la molicie y los de la c o r r u p c i ó n ? Pierden las artes su amable c a n d o r : se visten de ropnges inútiles con los que intentan c u b r i r la irregularidad y la poca espresion d e sus f o r m a s : de antes engrandecían al hombre, uhora le escitan abominables p l a c e r e s : de antes la arquitectura edificaba suntuosos t e m p l o s , la música i n v e n t a b a sonidos g u e r r e r o s , la escultura y la p i n tura inmortalizaban á los h e r o e s ; ahora los templos son voluptuosos p a l a c i o s , la música es lánguida y la p i n t u r a y la e s c u l t u r a representan jóvenes cortesanas. De aqui se desprende quauta analogía deba ten e r la historia de las bellas artes con la historia del corazon humano: no parece sino que le animan quando se encamina á su p e r f e c c i ó n , que le recomp e n s a n al llegar á ella y como que le lloran quando e m p i e z a a corromperse. Sujetas á las r e v o l c o n e s de los imperios caen y se elevan con e l l o s : amigas c e

(«3) la soledad divierten al sabio en su retiro y aun mitigan á veces las amarguras de un destierro; y sensibles al dolor y á la melancolía se sientan sobre los sepulcros y tal vez sobre las ruinas de alguna ciudad antigua. E n la infancia nos alucinan, en la juventud nos entusiasman, en la vejez nos consuelan: ¡dichosa edad la que les suministra los modelos! ¡ella es testigo del engrandecimiento de si misma y no ha de llorar cual nosotros la decadencia del corazon en el abandono de las artes \ ~ L »

POESIA.

Noticia de la obra titulada: Eglogas del Pastór de Estremadura por D. M. de la R. — R. L a aparición de un buen poeta es un fenómeno tan raro en nuestros dias, que estrañamos no h a ber visto én ningún periódico el anuncio de la obra de que tratamos salida en 182.1 de la imprenta de la capitanía genéral de Badajoz« Fecunda ha sido «iempre aquella encantadora provincia de ingenios elevados, y no ha muchos años que el epigramatario Salas nos admiraba con sus delicadas sutilezas, qüe el anacreóntico Melendez restauraba el buen gusto ya olvidado de nuestros poetas del siglo 1 6 . 0 , que el trágico Huerta hacia estremecer el te&tro con su R a q u e l , y que el pindárico Quintana nos arrebataba en el vuelo de su inflamada fantasía. Los estremeños pueden gloriarse de poder completar esta preciosa galería con el autor de estáis églogas, que según las noticias adquiridas de una persona -respetable, por cuyo conducto recibimos el presente de la citada obra , es el presbítero D. Manuel efe la R o c h a , racionero de la santa Iglesia de aqueciudad. L a Poesía bucólica inventada en el tumulto de la« ciudades, como «abiamente observa el doctor Blair,

(«4')

i m p o r t a en si sutnas dificultades que h * n podido s u p e r a r ú n i c a m e n t e grandes talentos. E l olvidar el prop i o e s t a d o , el figurarse colocado en una escena que n u n c a ha existido r e a l m e n t e , el acomodar el lenguag e á la hipótesis que se e s t a b l e c e , de manera que n o p a r t i c i p e de la refinada c u l t u r a de la ciudad, n i de la desaliñada rusticidad del c a m p o ; necesita u n esfuerzo de imaginación tanto mas difícil , cuant o no nos e í p e r m i t i d o abandonarnos ciegamente á e l l a , c o m o sucede en o t r o s géneros de poesía; sino que debemos c o n t e n e r n o s en límites tan marcados, q u e e l solo t e m o r de traspasarlos basta para entib i a r el entusiasmo mas a r d i e n t e . P e r o aunque T e ó c r i t o c a n t ó sus pastores en la c o r t e de Tolomeo , y V i r g i l i o e n l a de A u g u s t o , c o n c i b i e r o n sus ideas el p r i m e r o en las f e r a c e s c a m p i ñ a s de Sicilia , y el s e g u n d o e n el d i l a t a d o v e r g e l de I t a l i a . Si fuésemos s i g u i e n d o la h i s t o r i a de l o s que han escrito en este g é n e r o , h a l l a r í a m o s r e t r a t a d o en los mismos versos, n o s o l a m e n t e el i n g e n i o d e sus autores ; sino tamb i é n las c i r c u n s t a n c i a s del pais e n que nacieron ó habitaron. Las deliciosas o r i l l a s del J é b o r a y del G u a d i a n a son el t e a t r o de las églogas de que t r a t a m o s , y la c u n a del poeta. D e aquí viene la v a r i d a d de sus p e n s a m i e n t o s , la naturalidad de su l e n g u a g e , el c o n o c i m i e n t o tjue muestra de las d i v e r s a s o c u p a c i o n e s de la industria p a s t o r i l , de m u c h a s de l a s cuales teníamos apenas noticia. N o se p u e d e p i n t a r con exactitud lo que no se v i s t o , ni e s p r e s a r s e ideas que no se han r e c i b i d o ; y he aqui l a causa p o r q u e desde el p r i m e r griego cuyos i d i l i o s se h a n c o n s e r v a d o , no se nos o f r e c e poeta a l g u n o c l á s i c o y o r i g i n a l , hasta que en nuestros dias e l d e l i c a d o G e s u e r a b r i e n d o al arte una nueva c a r r e r a , nos ha a r r e b a t a d o á las odoríferas montañas, de S u i z a . L o s apuntos de estas églogas son interesantísimos, y nada t r i v i a l e s , no tanto por lo que son en sí, c o m o por las c i r c u n s t a n c i a s que han puesto al pastor en la situación en que se le p i n t a . Si S i l v i o se q u e -

(«5)

j a del antojo de Cloe, porque le obliga á competir en el canto con Menandro, si quiere ser c o r respondido ; si FJerida desengaña al rústico Lícidas, y Leucotoe dice cuatro verdades amargas á un c a zador de la ciudad que perseguía á su amiga Nice, si Diocles se divierte en hacer impacientar á Cefis, Á quien habia ocultado el sombrerillo en la perentoria hora del b a i l e , si Milon se burla de los cuidados amorosos de Á l c i n o , si el prudente Sireno aconseja á Filemon que desprecie á su ingrata L i s i s , si Mirtilo esplica á Celmira las sospechas que le habian movido á no acudir á su cita la noche pasada , si Lisandro con una ingeniosa comparación reprehende á Nerina por la indiferencia que le mostró en el b a i l e , si E r a s t o etfige de Belisa é s p l i caciones sobre un cayado que llevaba con el n o m bre de S i l v a n o , si Damio va á regalar un nido de ruiseñores á Lais ciudadana, y se lleva c h a s c o , si en una canción Tirsis se lamenta de que F i l i s le ha despreciado por D e n i o , y este se lo n i e g a , si S a l i d o acusa de falta de amistad á N i s o , por t e n e r le reservado su amor á Doris, si Melibeo critica las personalidades de los versos de Menandro , y la p a r cialidad de haber antepuesto en ellos la simple N e sis á la rtibia C e l i a , si Coridon manifiesta á P o lidoro la envidia que le tiene por las ninfas que l e «obran, mientras él no puede esperar favores de la s n y a , si Celinda se queja de la ingratitud de N i e t a s , si Licias comunica á las ovejas sus celos de Ismenia, si Menalio despechado borra de una gruta el nombre de Anarda ya unida á otro esposo, si Anfriso ocupado esclusivamente en el amor de T i r za pierde la ovejas de su m a d r e , si el infeliz F l o ro sigue á la cruel cazadora Marcia que huye de e l , SJ Galatea desaoga su desesperación contra D a mon prendido en los lazos de una c o r t e s a n a , todo se halla lleno de incidentes naturalísimOs y v a r i a dos, que interesan al lector hasta en ¿as mas p e queñas circunstancias, en una mirada , e a una pala*, en un movimiento.

(66) Tal v e z lo mas difícil en la poesía bucólica e» la invención de caracteres, pues reducida la vida pastoril á un número muy limitado de necesidades é ideas, no ofrece aquella infinita complicación de elementos de cuya proporcion resulta el distintivo de cada hombre. Sin embargo nuestra poeta ha sabido aprovechar de todos los recursos de la imaginación , ha dado pinceladas con mano maestra, ha logrado pintar con sus peculiares colores, no solamente el celoso y el confiado, el franco y el envidioso; sino también el boyero y el cabrerizo, el c a zador y el pastor de ovejas, el pescador y el colmenero , sin que puedan equivocarse entre sí; y aun ha sacado materiales de una mina que pocos han esplotado con felicidad, y es introducir entre los caractéres, cierta bellaquería que hace un hermoso contraste con la sencillez. A cada paso se encuentran pensamientos nuevos y delicados, esclusivamente propios de este género» ¿Que cosa mas pastoril se ha escrito hasta ahora que estos versos? Y viendo que de mí pastor lanero, Ni de mis indirectas caso hacia; Fui á informar de todo á tu buen padre, Que me ama como sabes tiernamente, T me cree mas que á ti, cuando reñimos. Sus descripciones son vivas y animadas: un buen pintor podría sacar de ellas los mas encantadores paisages. Sus comparaciones están tomadas de los objetos mas familiares al que habla. Rióse el viejo., y dijo con v o z ronca Moviendo desgreñada la cabeza, Que un mastín de quesera parecía. E n algunos de sus epitetos ha sido sumamente fel i z . A los trinos de un ruiseñor llama caudalosos, pálidas á las estrellas que van desapareciendo á la salida de la a u r o r a , y de esta manera va aplicando los adjetivos de que se vale con una finura que tiene pocos egernplos , y menos imitadores. Ha conocido muy bien que la perfección de la fantasía

(O7) rmrísfe en concretar, al paso del entendí. consiste en ^ q»e la no nombra un o ^ : sensible sin 'que indique el individuo de que habla Muchos creen haber compuesto una famosa M o Z con tal que eviten el mentar o b j e t o s que no s e a n fuentes, arroyos, torrentes, n o s , yerbas, flor e « , arboles, prados, campos, llanuras, colmas, y montañas; pero desde el momento en que ni describen , ni señalan cual es la fuente y cual la montaña de que se trata, se ve que nunca han existido sino confusamente en su anda imaginación. El pastor de Estremadura, si trata de un valle, no se contenta con llamarle frondoso ú sombrío , sino que señala, si es el de las alondras ó el de las viznagas: cuando q u i e r e ^ alabar un jóven comparándole con un árbol, dice: El es alegre y ágil, es robusto Como el álamo grande del hallazgo, Cuya copa descubre veinte pueblos. Y cuando, representa la indecisión de Cefis sobre la fuente que le servirá de espejo para arreglarse el recobrado sombrerillo; Duda que clara fuente Le caerá mas al cuento; Mas decídese en fin por la del olmo, Porque Diocles no la detuviese. Cualquiera que se proponga escribir en este género , debe observar, no solamente las costumbres, el modo de pensar y de hablar que nacen de las ocupaciones de los pastores; sino también la influencia que tiene en ellos el estado de su civilización, sos conocimientos, y preocupaciones. No hay cosa mas común en las aldeas de corto vecindario, donde todos se conocen, saben las ridiculeces d& los demás, y se divierten refiriéndolas ; que el prodigar á manos llenas los apodos, hasta olvidarse los nombres propios de cada uno. De esto saca el autor un ven* íajoso partido. Antes que á la montaña lo llevasen Las continuas instancias de sus deudos

(«8) Que verlo y conocerlo deseaban, ( Mira si se amarían bien de oculto) El mayoral de Nice Solíamos llamarle las amigas , Que á buen seguro que por este nombre A otro pastor te encaminase nadie. Es también muy natural entre pastores y muy frecuente en estas églogas servirse de ciertos refranes, que encerrando en pocas palabras un concepto muy significativo y verdadero serán como para nosotros las maximas que por gala, 6 pedantería derraman en la conversación los que se creen entendidos. Hallamos ya muy bello en Virgilio el alba ligustra cadunt, vacinia nigra leguntur, y asi mismo lo será, entre otros de igual mérito, este verso: Que cabra coja sestear no debe. E n algunas de las églogas de que tratamos se hace mención de cierta vieja hechicera llamada Alcisp i a , á quien se atribuye grande sabiduría y poder. No es menester mas que haber salido al campo una «ola vez para asegurarse de cuan conforme á la realidad sea esta creencia, de la cual sin embargo no participan algunos; y asi hay también un zagal que dice: Mas será lo que f u e r e , como el huevo Visto á tras-luz por viejas adivinis. Con haber entresacado algunas de las bellezas que se hallan esparcidas en el todo de la obra no habremos todavía dado una idea de su verdadero mérito , pues raro es el escrito que de puro malo no ofrezca alguna cosa digna de atención; y para apreciar los frutos del ingenio en su justo valor, debemos considerar el total sin limitarnos á los pormenores. No pudiendo por otra parte remitir á la misma obra á muchos de nuestros lectores por la escasez que hay de egemplares, daremos en seguida de este articulo por vía de muestra, un égloga entera de las veinte y cuatro que componen la coleccion, y de ella se podrá ver la gracia, la naturalidad, y el ingenio, que dan á nuestro poe-

(6g)

ía un lugar preferente entre los bucólicos españoles. No queremos con esto significar que Jas églogas del pastor de Estremadura esten totalmente librea de defectos. Sabemos que en las obras mas correctas no dejan de encontrarse, cuando un criticólos va rebuscando de propósito, disecando las espresiones , alambicando las palabras , y á veces torciendo su sentido, ó como dice Depradt, poniéndolas en prensa , para sacar de ellas todo el veneno. Dejando pues para otros este cuidado ageno tanto de nuestro carácter como de nuestro objeto, apuntaremos únicamente , los defectos que chocan á un hombre de mediano gusto á la primera lectura, y diremos en general que en ciertos pasages se echa de ver alguna oscuridad, algún juego pueril de palabras, y mucho descuido en la versificación, notándose f r e cuentemente versos que repugnan á un oido bien organizado. A las églogas siguen otras composiciones de diferente género, como son una dedicatoria á Estremadura , once odas, cinco romanóes, una fábula, y dos piezas fugitivas. Pero todas estas poesías, á escepcion de la fábula están muy lejos de poder competir con las pastoriles, y no pasan de medianas. Pocos son los que como Virgilio y el Taso logran ser clásicos en la égloga y en la e p o p e y a , » que como Miguel Angelo son pintores, estatuarios y arquitectos, y todo con perfección.— ^ .

(7°) ÉGLOGA

IV.

D1RCEA.

Muy hermoso pastor es tu rebaño; Pero tú roas hermoso todavía» Tal para cual; y á izquierda le guiñaba. Mas á esto sonrojado el bello Dáf'nis No sabe dar respuesta concerniente. Contará el sol á Dafnis á estas horas Diez lunas cuando mas sobre doscientas. Un zurrón de la piel de un gato clavo Que Idas mató en la sierra java l iega Y se lo regalo de amigo á amigo, £u cayado ñudoso, E l pellico mas blanco que el armiño De ensortijada l a n a , y un sombrero Con seis espigas verdes son sus galas. Mas ¡qué vivos los ojos! ¡cuan brillantes! De pudor é inocencia fiel dechado. Rebosa la salud en sus megillas, Y aun para mas realce E l pudor con frecuencia las retoca. Terso su cuello mas que el alabastro: P o r él ondean rubios como el oro Y en su plácida frente Los rizados cabellos. Tañe el rabel senoro con tal arte, Que ya dá en que entender á su maestro E l renombrado Anfriso. También suena que canta; ¡ A y ! ¿qué puede brotar de aquella boca Si no dulzura y miel de romerales? ¿Quién podrá aventajarle en la c a r r e r a ? Y aun el amor sus alas no le ha puesto. Bien es que atando señas, ya hay quien dice Que le reclama astuto y tiende redes, Desde que ha vuelto aquí tan espigada La hija de Nileo, Mientras tímido é l , y contenido

(70 Ni á contestar se atreve. No andará mucho suelto, no. E n t r e tanto Helo allí que contento y apacible Viene por el camino de las ruedas, Bajando acia el arroyo de la murta Con sus finas ovejas ya esquiladas De vuelta de la aldea, i Cuál juega con el tigre que hasta el pecho A plantar se abalanza las dos manos Pesadas y nervudas! La pastora Dircea Saliendo en busca de agua, lo descubre Casualmente á lo lejos: Y verlo á é l , y ver también á Daulia, Nueva aurora del valle, Es todo uno. La inocente Daulia Que con el enrejado canastillo Lleno de frescas flores escogidas, Y aromáticas yerbas, á la choza Distraída se vuelve y descuidada, g A dónde vas con ese mi regalo Querida prima mia? Asiéndola del brazo le pregunta, ¿A que duren inútiles en agua? Y los mas son junquillos, Que la cabeza con su olor trastornan. V e n , y detrás del fresno de la legua, Cuya sombra cobija el fácil vado Por donde va á pasar precisamente... ¿Quién?.. Y mira al camino de las r u e d a s , Y muda mil colores, y azorada Los ojos sumergir quiere en el suelo, Y se deja guiar... No nos ha visto: Silencio es menester ¡ A y ! ¿Qué te asustas? Es el mastín que bebe. Dame ¡qué boba estás! el canastillo. Alguna burla intenta la del dije, Que así á Dircea llaman, Por el que en prendas le dejá Lygdamis Al partir á la guerra por sorteo.

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< * m l n ° s e «trecha ( e a * J u e l cuesta se presenta,

punto P

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" , ; ! e c 5 a ? Canastillo y flores lo \¿ 1 delante arroja J ,as ove as J > para que cobardes A, Al pasar salten todas arqueadas. iJircea (ó si queréis por otro nombre F »man de Lygdamis que al fin vuelve) J 1 " gallarda Dircea, AI paso que discreta y comedida 1>aín,s n o

if müy alegre y placentera. D o n d e ella esté no habrá melancolía. E l quinto lustro ya no ha de cumplirlo. H a y quien le cuenta veinte y siete abriles: P o r la suya no tantos. D e todos modos fruta ya madura. Tiene si mucha g r a c i a , Aromáticos l a b i o s , Sonrisa deliciosa, Una habla i n s i n u a n t e , Corazon eficaz y apasionado, Ojos negros que al vivo lo r e t r a t a n , Y el " n o se q u é , J> disimulado escollo D ó t r o p e z a r algunos desearan. Sabe de amor D i r c e a : N o fuera hermosa ; p e r o guarte el g e n i o , Si rendido te mira. E s desdeñosa entonces, inhumana Y desabrida , porque así lo quiere E l que ella quiere que la quiera solo. Y esta es la que escondida Con su prima la hija de Nileo Detras del alto fresno que aorillado F r o n d o s o las acoge y agasaja , Dice al gracioso D á f n i s ¡qué saludoí Sallándole al encuentro de improviso: M u y hermoso zagal es tu r e b a ñ o ; Y siguiendo los tres un largo trecho E n amenos coloquios; P e r o tú mas hermoso, le añadía.

(73)

FJ, E U R O P m PERIODICO DE C I E N C I A S ,

ARTES

Y

LITERATURA.

Número 3? Sábado i.° de Noviembre de 1813.

FISICA*

Galbanisjno.

Magnetismo.

Todos lo? físicos saben, cuantos y cuan i m p o r tantes descubrimientos se han hecho y se hacen todavía en Ja química por medio de la pila gaíbánlc a ; y ninguno de ellos ignora la propiedad que tienen los nervios de sufrir contracciones en m a yor ó menor g r a d o , al tacto de los metales, substancias carbónicas , ó cuerpos húmedos : pero las circunstancias inmediatas de este fenómeno y de sus modificaciones , la complicación de causas y efectos que presenta un enorme obstáculo á nuestras indagaciones son hasta ahora casi desconocidas , aunque dignas de toda atención y estudio. Así por ejemplo importa sab e r : si las contracciones son causadas solo por el p a so del fluido eléctrico libre , ó si el fluido latente se desprende en parte de los nervios abriéndose un paso por entre los músculos; si un nuevo fluido libre lo reemplaza , estableciendo otra vez el equilibrio en mas ó menos tiempo; si el fluido latente puede acumularse mas en una parte del c u e r p o , dejando a' otra en estado negativo; ó si es solo una propiedad del fluido l i b r e , ó de los dos junto». E n cuanto á los

( 74 )

efectos conviene i n d a g a r ; s ¡ u n estorbo c o n t i n u é en el equilibrio entre estos dos fluidos es a c a , r r ^ ^ l 0 S h ° m b r e s á l a ^ e r f a f c o n la notable diferencia , de que en este caso se arranca i uu joven de los brazos de sus padres, de sus herm a n o s , de su querida, se Inutilizan todas sus tareas, y se frustran sus miras; al paso que en la idea propuesta , el joven que sale de la casa de beneficencia no hace mas que seguir una suerte , á que ha tenido tiempo de conformarse , continuar unos trabajos en que ha tenido ocasion de egercitarse , y poner en uso los conocimientos que ha adquirido para mejor a r su fortuna. A mas de que , la misma deidad que ha presidido en el nacimiento de este, es la que agita la urna del sorteo. Si pues la síierte, ó la p r o v i d e n c i a , hace y a , según nuestro concepto, bastante número de infelices; ¿porque lo hemos de aumentar, y crear una fatalidad artificial, que multiplique nuestros males? Considerada la aplicación al servicio militar como una disposición de beneficencia, tal vez seria conveniente hacerla estensiva á los que no teniendo otro recurso para vivir que la pública compasion , son aptus para el servicio. Conocemos muy bien que de estos deberían formarse varias clases; pero no proponiéndonos entrar en pormenores , nos contentaremos con apuntar en grande la idea. Muchos de ellos entrarían voluntariamente en el servicio, en una nación en que prohibida la mendicidad , no tuviesen otro recurso ent r e e s t e , y el de ser socorridos en una casa de beneficencia ; pues si en España prefieren por lo común la vida infeliz y precaria del pordiosero á la subsistencia segura del soldado es por la libertad y vagancia que Ies permiten unas leyes defectuosas ó mal observadas. La desgracia pues puede proporcionar al egército otro manancial abundante con sumo bene» ficio de la sociedad. Aunque en lo esencial suscribimos á la opinion de que el servicio en el egército nunca debe im-

(8¡j)

ponerse como pena de delitos cometido«; no vacti r í a m o s mucho en admitir esta medida para c o r r e gir vicios nacientes, para favorecer la producción, ó para algún otro fin Util que se propusiese el l e gislador. Pero dudamos que en el actual estado de las costumbres pudiese tener efecto en toda su estensión. E n un pueblo pues recientemente c i v i l i z a do , y que no hubiese aun contraído hábitos incorregibles no nos opondríamos á que se destinase á las armas, por egemplo el jdven a v i e s o , que aunque no hubiese cometido acción alguna criminal necesitase esperimentar el f r e n o y la estrecha discip l i n a : el que no tuviese modo de v i v i r conocido: el que dejase sus campos sin c u l t i v a r , y aun el que á cierta edad permaneciese célibe en daño de la p o blación y de las costumbres. Estos recursos no bastarían seguramente p a r a completar el e g é r c i t o , especialmente en tiempo de g u e r r a ; pero hasta que todos estuviesen a p u r a d o s , no debería acudirse al duro estremo del s o r t e o ; y e n t o n ces el copo seria mas reducido y llevadero. A u n e n la precisión de echar mano de este medio , podrían evitarse muchas dificultades, si en lugar de sortear los mozos que deben entrar en el servicio inmediatamente , entrasen y a en el cántaro en la edad de i a á 14 años , es decir antes de poder empeñarse en cualquier c a r r e r a . E s t o traería consigo grandes v e n tajas, de las qne indicaremos las principales. i . a Aquellos á quienes cupiese la s u e r t e , emplearían su tiempo y su dinero en aquellas profesiones que p u dieran serles ú t i l e s , en lugar de dedicarlo á otras que fuesen incompatibles con la ocupacion á que se verían destinados, como serian aquellas que necesitasen de instrumentos voluminosos y de difícil transporte. a. a E n aquel intervalo podrían proporcionarse Ja suma suficiente para poner un sustituto , libertad en que vemos suma justicia y utilidad. 3 . a E l gobierno podría hacer egercitar aquellos futuros soldados en las ocupaciones de su instituto, de manera que cuando debiesen entrar en el servicio activo f u e -

(80) ®en ya «no., completos militares.

4.a

Los padres „

«I tiempo del joven c o m e n t o , 8 e prevendrían de an tema no de otros m e d i o s con qu'e p L e ^ t ^ o b j ^ E l reparo de que no pudiendo saberse s,¡ s d ¿cho anos a m e s la fuerza que necesitará el estado, no p o ! dría verificarse el sorteo; se d e s v a n e c e con solo adopt a r el ^método establecido ya en varios p a í s e s da que cada joven tenga su n ú m e r o , y que estos vavan sucediendose por ¿rden ; pues aunque de algunos qued a r a la duda de sí les tocará 6 no prestar este serv i c i o , podrá inferirse p o r un cálculo de probabilidad bastante e x a c t o , al paso que en la mayor p a r te h a b r i una entera c e r t i d u m b r e , para tomar con seguridad sus medidas. Sabíamos muy bien cuando hemos tomado la p l u m a , que este horror al sorteo p i r j el reemplazo deí egército que es tan característico del pais en que escribimos, no es tan general en o t r o s ; pero prescindiendo de la opinion pública , lo fijo es que este servicio a r r a n c a donde quiera una infinidad de b r a zos á la a g r i c u l t u r a y á las a r t e s , y de padres v i r t uosos á las f a m i l i a s ; y esto basta p3ra que tentemos en cuanto sea posible remediar este mal , y d a r un alivio á la humanidad. No pretendemos h a ber imaginado un proyecto que deba r e a l i z a r s e ; el d e t e r m i n a r l o no toca á nosotros : los gobiernos s a bios pesarán las ventajas y dificultades de estas. Ideas, y aunque nunca lleguen á reducirse á p r á c t i c a , nos habremos deleitado figurándonos en un sueño hermoso v e r á nuestros semejantes, un grado mas felices sobre la realidad, zz A .

(87) MORAL. • A que recurrir para reformar fas costumbres á severos discursos, á rigurosísimos preceptos y á t e r ribles amenazas? O demasiado débiles, ó demasiado corrompidos huímos del austero moralista que, nos espanta sin convencernos y nos predica sin persuadirnos. Mas dóciles escuchamos á aquel que emplea la dulzura y la suavidad, y que nos instruye sin que parezca querer instruirnos, y nos repreende sin d a r á entender que se diriga á nosotros. E l verdadero medio de interesar no consiste en aterrar el alma 8'no en enternecerla y para ello es en valde r e currir á la tentativa de escitar sus grandes pasiones, pues se debe al contrario poner en movimiento sus afecciones mas blandas. Cuando hallamos el resorte de sensibilizarla, esto es de dispertarla un ínteres acerca un objeto y de ligarla con él en virtud d e esta nueva relación; podemos lisonjearnos de que hemos dado con el verdadero modo de sujetarla y atraerla á nuestro partido. Tal es la naturaleza de nuestro espíritu, que si tratan de aterrorizarlo coa espantajos;-ó le vuelven sobradamente tímido, p u e ril y supersticioso,6 por el contrario en demasía osad o , crédulo é inmoral. Nosotros, bien sea por estar convencidos de estos principios, ó bien que la dulzura de nuestro caracter nos incline naturalmente mas á interesar al coraztm del hombre que á atemorizarle; cuando queramos repreenderle no marcharemos de frente contra él, ni tomaremos aquel tono magistral, que mas sabe ¿ ansias de dominar que á deseos de atraer. Le presentaremos el cuadro de las virtudes de los grandes hombres y le llevaremos al pie de los sepulcro® para darle lecciones de m o r a l : nos valdremos de la elocuencia y del ascendiente que tienen la muerte y la soledad sobre el alma del corrompido, y de esta

(88) suerte la aproximaremos á su principio espiritual r p r o c u r a r e n hacerla caer en saludable" n J n l Z t l , h ' , y , d u d a 5« q«e un sentimiento interior n n , , nos llama de continuo á los inocentes goces de una v.da campestre y solitarias los placeres no distraen raedí r * T ^ T S.emÍd0S y 3Un e n ° ello» una melancolía siniestra nos sorprende , como si intentase persuadirnos que el alma del hombre ha nacido para afectos mas tranquilos y que en vano nos estorzamos a hacerla tomar parte en el bullicio y en la disipación. Como si espiásemos estos momentos de agradable tristeza , como si quisiéramos aprovecharnos de las blandas impresiones, que produce, y de la melancólica situación en que deja á nuestro espíritu; nos dirigiremos á él, hablandok en su propio lenguage, esto es por media del ejemplo y de la alegoría, lenguage que le hiere sin ensangrentarle, y que le hace derramar lágrimas de dulzura y no de desesperación y de delirio. A aquellos hombres de un genio bárbaro ó sublime, cuya alma fogosa 6 les sepulta en los roas vergonzosos deleytes, ó en las mas rigurosas penitencias gusten tal vez los preceptos de la moral presentados sin adornos y con toda su aridez j pero estos hombres son los m-enos y no son ellos á quienes debemos h a b l a r : enderezamos nuestros* tiros al hombre de la sociedad, á este á quien la austeridad incomoda y el tártaro espanta , á quien es preciso endulzar el precepto y revestirlo de algún adorno para que no ofenda á su delicadeza. Así que nuestros lectores no llevarán á mal que usemos de tales medios, y que Ja alegoría y el egemplo vengan algunas veces en nuestro socorro en el artículo de moral.

LA

ESPADA

DE

CARONDA.

(I)

Cuando Sibaris era famosa por la feracidad de su suelo y por la estension de sus dominios, tuvo en Caronda un legislador sabio y amante de la conservación de las antiguas costumbres j porque un

, pueblo sin costumbres no tiene b a t a c t e r , y tíii pueblo sin carácter en nada aprecia Jas buenas leyes. Se habia dedicado sobre todo á estudiar el genio de los habitantes de su p a t r i a , para asi poder sacar partido sin que lo percibiesen de sus mismos defectos, y atraerles con blandura á la espinosa senda de la virtud* Pero despues que les habia hecho felices y dejádoles un eterno monumento de su sabiduría y de su a m o r , se retiró voluntariamente i uno de los arrabales de la c i u d a d , donde d a d o al estudio de la filosofía pasaba sus dias en e n v i diable tranquilidad, y donde bien ageno de los a t r a c tivos que tanto deslumhran al hombre social * no existia sino para sí mismo* Entretanto Sibaris iba prosperando y sus n u e vas y brillantes conquistas empezaban a' c o r r o m p e r la. Poco á poco se iba suavizando la energía de las leyes de Caronda, y aun era de temer que cuando se acabasen de corromper las costumbres d e s a p a r e ciesen también aquellos venerables preceptos^ A p e sar de esto algunos jóvenes no pudiendo s u f r i r u n y u g o ) que miraban como tiránico, solo porque les pouía en la precisión de ser buenos padres de f a milia y eelosos ciudadanos f tramaron secretamente una conspiración dirigida á trastornar las bases del sistema reinante al que debian su opulencia , su f e licidad interior y Sus victorias. Un amigo de C a ronda sabedor de la tempestad que amenazaba á su patria $ y conociendo que el mismo Caronda era el úuico que pudiese contenetla corrió á darle p a r t e del suceso , invitándole á salir de su retiro y s a l var á la desdichada Sibaris ya obre las ruinas venerandas guia E l reluciente arado : R u e d a en eJ surco el apreciable escombro P e su m a n o tardía A l vigoroso impulso l e v a n t a d o : A veces en el cráneo de los héroes ( 4 ) T r o p i e z a ; el hueso cóncavo r e s u e n a ; Y él se p a r a ; r e t í r a s e ; y su mente Supersticiosa de t e r r o r se llena. 4 Y en esta edad á mi cansada diestra D i e r a s , ) y algunos jóvenes que se habían dedicado con es* clusion al estudio de esta interesante parte de la filosofía. Nos part ee qne adolece verdaderamente de d e f e c t o s , aunque no aprobamos tampoco en su totalidad la opinion de los que escribieron las impugnaciones.

Historia del proceso de la reina de Inglaterra , traducida del francés por D. Juan Falle y Codes ( anagrama de D. Julián de Ftía seo.) —Sabida es la celebridad de tan ruidoso proceso y lo mucho que se ocuparon los periódicos de Europa de acaecimiento 'tan singular. Un monarca se presenta cu:il un simple particular á los tribunales y reclama el castigo de las leyes contra una esposa, á quien acusa de adulterio. Todo llamaba la atención del público en este asunto: la naturaleza del delito , la dignidad del acusador, el carácter de la acusada y las opiniones del tribunal adonde se llevo la contienda. Por lo tanto la traducción de que hablamos era en la época en que se dio á luz del mayor ínteres, y si bien no hemos podido cotejarla con el original no obstante nos parece desempeñada con todo acierto.

Obras

postumas

de D. Nicolás

Fernandez

de

Moralin. —Consta de un tomo en cuarto hermosa y correctamente impreso en la imprenta de la viuda Roca y contiene las producciones poéticas del autor. D. Nicolás Moratin es conocido en la historia de nuestra literatura como uno de ios que, en unión cou el coronel Cadahalso y otros ilustrados y beneméritos españoles, trataron, duranté el reinado del S. Carlos III , de dar alguna regularidad al teatro nacional y de restablecer el buen gusto en todo género de poesía. La colección de que tratamos se compone de diferentes sonetos, silvas, epigramas, odas. romances y canciones, un canto en octavas titulado las naves de Cortes y algunos fragmentos del poema didáctico la l)i;:na, y de las tragedias Lucrecia, Horrnesirida y Guzman Seria superfino el detenernos aqui á ponderar el mérito de esta » composiciones cuando es de todos tan conocido,

(397) y y a trazaron su elogio los mas validos periódicos del tiempo en que se dieron a luz. Baste decir que este esclarecido escritor se ha atrevido á hablarnos en nuestros dias en el mismo castellano de los poetas de nuestro siglo de o r o , sin que nada hay a perdido e n su boca de su antigua redundancia, armonía y magestad. Donde le hallamos verdaderamente inimitable es en los romances moriscos y caballerescos por las exactas y magníficas descripcion e s , por la r a r a facilidad con que maneja y hace b r i l l a r los ocultos tesoros de nuestra l e n g u a , por e l agradable sabor de a n t i g ü e d a d , y las ideas y a nobles y a tiernas, r pero llenas siempre de cortesanía y decoro que resplandecen en ellos. Estas poesias van precedidas de un discurso del e d i t o r , ( q u e parece ser Moratiu el hijo tan conocido y celebrado en E u r o p a por sus comedias) el c u a l está escrito con una casticidad, crítica y maestría que tiene pocos egemplares. E n él refiere la v i d a del autor y hace mérito por consiguiente de cuantos acaecimientos asi políticos como literarios, contribuyeron á la restauración de las letras en el reinado de que hemos hecho m e n c i ó n , de manera que debe ser estimado como una de las mas curiosas y atinadas memorias entre las que se considere útil consultar para la historia literaria de aquellos tiempos.

Tratado de Física completo y elemental escrito en francés por Antonio Libes , y traducido por el Dr. D. Pedro Vieta, catedrático de física, miembro de diversas corporaciones literarias etc.— La edición que citamos es ya la segunda de esta obra, á todas luces r e c o m e n d a b l e , habiéndose publicado la primera en el año de i 8 t 8 . Seguramente que los nuevos descubrimientos con que se enriquece cada dia esta ciencia vastísima hacían desear para los que se dedican á ella un t r a t a d o , en el que brillasen la distribución de las materias y el arte de profund i z a r l a s , tanto como la claridad y el método analítico en esponerlas. E l t r a d u c t o r , en la elección del o r i g i n a l y e a la version que ha hecho de el,

(39») lia dado una nueva prueba de sus acreditados conocimientos en csre ramo, y del escelente gusto que le asiste en el modo de escribir el idioma en que los traslada. Pícenos en el prólogo que incierto entre el traducir y el componer, se inclinó á escoger el primer medio, si bien que puede considerarse corno el menos glorioso. Nosotros sin embarg o , si nos es lícito aventurar aquí nuestro parecer, hallamos que es de sentir el que no haya echado mano del segundo, cuando tan fácil y ventajosamente hubiera podido hacerlo ; aunque de todos modos tributamos nuestro homenage de admiración y aprecio al precioso monumento, que nos ha dejado de su il;\str:;cion é infatigable celo.

Elementos de Patología D. Juan Ribot , catedrático

general por el Dr. de Fisiología etc. ~

Estos elementos pueden considerarse á lo menos e n mucha parte como estractados de la obra que en francés escribid Chomel según ya ló indica el autor. Como dedicados á un ramo tan interesante de la medicina , que tiene por objeto cuanto es relativo al cuerpo humano en estado de enfermedad , no dejan de escitar un vivísimo Ínteres y encierran ademas muy buenas ideas, espuestas en un lengúage sencillo y acomodado y presentadas bajo un método digno de atención y aprecio. Debemos también á este laborioso profesor otros elementos de Fisiología acreedores igualmente á la acogida, que han hallado en un público amante de cuanto tiene por objeto la propagación de las luces.

Ensayos

poéticos

de D. Juan Larios

de Me-

drano. —Se deseaba con ansia la aparición de estas poesías por la celebridad que se había adquirido el autor en vista de algunas producciones suyas insertas en los periódicos. Pero desgraciadamente se hubo de interrumpir la impresión por la epidemia del ano i8ai , cuando no comprendía sino algunas composiciones fugitivas. Estas manifiestan facilida4 y gracia y nos prometían de antemano otras bellezas en las qué sucesivamente fuesen saliendo. Es de esperar que cuando las circunstancias lo permita« íe complete la coleccioií,

Espmcton

(399)

del sistema del Dr. Gall sobre el

cráneo y celebro, recopilada por el Dr, Mayer, arreglada y añadida por D. Carlos Ernesto Cook. _ Sabido es cuan célebre se ha hecho en Europa el sistema craneológico del Dr. Gall. Atendida su reputación nos abstendremos de elogiar una obrita, que tiene por objeto la esplanacion de sus principios; como tampoco hablaremos de la adición y arreglo en que se anuncia por cuanto hemos sido los autores, y no quisiéramos que en nuestras espresiones pudiese caer la nota de parcialidad. L a calificación de la constitución religiosa de Llórente produjo algunas obritas en pro y en contra, entre las cuale6 merecen particular atención las impugnaciones de su doctrina por el Sr. Olzinellas, monge Benedictino, por las sencillez y moderación evangélica con que enuncia su parecer. Tales son las obras que se han publicado. Puede citarse ademas uno que otro tratado pertenecientes á aritmética 5 á la mayor inteligencia de idiomas estrangeros, que no dejan de hacer honor á sus respee ti vos autores« PERIÓDICOS.

E n octubre de 1 7 9 a D. Pedro Huson empezó á publicar con reaj privilegio el Diario de Bar~ celona. Desde el ano 1 7 8 7 sa!ia en Madrid el diario económico, erudito y comercial: en 1790 empezó el de Valencia, y en julio del mismo 179a el de Sevilla. Anteriormente se habían hecho en esta ciudad aigunas tentativas para establecerlo, pero ninguna ns bia tenido el menor rebultado, y solamente ge reimprimía la gaceta de Madrid, haeta 1808 en que cesó. Durante el dominio Je los franceses el diario de Barcelona continuó en varias manos con una corta interrupción acia el fin; en aquella época se publicó también la Abeja que duró pocos me• ses. Despnes de la entrada de las tropas español ¡s, continuóse e! diario de Barcelona en la imprenta de J X Antonio Brugi, y se ha conservado hasta el día

( 4oo ) de hoy en la misma forma. AI propio tiempo comparecieron la Estafeta de /ta/velona y el Periódico mercantil, que cesaron algún tiempo despues. E n julio de 1 8 ( 5 la junta de comercio de C a taluña , según parece á impulsos del Sr. Barón de Castellct , emprendió un periódico mensual en 4 . 0 de seis pliegos de impresión titulado Memorias de Agricultura y Artes; en el c u a l , por tener un objeto mas análogo al nuestro nos detendremos algo mas. Los redactores eran el D r . Bdhi catedrático de B o t á n i c a , el Dr. Carbonell catedrático de Química, y el Dr. Sanpons catedrático de Mecánica en ios establecimientos que florecían bajo la protección de la mencionada junta, L a división del periódico era conforme á las asignaturas de los redactores. Como limitado á la aplicación de las ciencias naturales á las a r t e s , Interesaba únicamente á los artistas y p r o pietarios deseosos de instruirse, que son pocos; y como por otra parte por motivo de las láminas la suscripción era bastante costosa, no tubo mucha sal i d a , á pesar de la reputación que gozaba en E s p a ña el cuerpo que protegía la empresa. A mas de las propias ideas y esperimentos de los redactores, ge servían con frecuencia de los Anales de artes y manufacturas, y de la Biblioteca físico-económica, que salían mensualmenre en París. Parece que este p e riódico concluyó en junio de 1 8 2 1 . Las ocurrencias de 1 8 4 0 produjeron una multitud de periódicos políticos: á mediados de marzo empezó el Diario constitucional, que concluyó á últimos del pasado octubre: en 1 5 de enero de 182,2,

tuvo su principio el

Indicador

catatan,

que con-

cluyó á la mis'ma época. E n i . ° de m3yo de dicho año salió el primer número del Eco de la ley, que continuó hasta el mes de junio de 1 8 1 3 . Estos son los que tuvieron mas larga duración. Dilatado seria si tuviésemos que enumerar los que tuvieron una vida mas efímera: la periodico-mania era la enfermedad del tiempo. Publicóse pues el Redactor universal,

el Semanario político, el Semanario popular, h» Misceláneo, , el Apuntador saltuario, la Revista

( 4oi )

nacional y patriótica, apenas conocida, aunque escrita-en escelente Jenguage; y otros muchos de c u yos títulos ni siquiera nos acordamos. Este torbellino político, apenas dejaba espacio para ocuparse en otras tareas mas pacíficas; sin embargo salieron dos periódicos religiosos, uno con el título del

Amigo de la Religión, y otro con el del Verdadero amigo de la Religión. A principios de enero de 18a i principió también un Periódico universal de ciencias, literatura y artesa salia cada semana

un número de 24. paginas en 4 . 0 A mas de los r a mos generales de conocimientos humanos, concurrían particularmente á su objeto la historia y antigüedades, particularmente del reino de Aragón y principado dé Cataluña; y efectivamente en los pocos números que se publicaron, se dieron á luz documentos importantísimos; entre otros una preciosa carta de nuestro célebre anticuario Caresmar al barón de la Linde sobre la antigua poblacion de este principado, que merece una particular atención. E n ju-

lio de 1821 apareció el Periódico de la sociedad de salud pública de Cataluña, redactado por fa-

cultativos de la mayor reputación : el plan era publicar cada tres meses un número de unas cien p á ginas en 4 . 0 , y efectivamente salieron hasta 4 números. La importancia que presenta aquella terrible época de nuestra historia médica, la de las cuestiones que se trataron en aquel papel, y su brillante desempeño, le hacen sumamente apreciabie. Baste decir en su elogio que los periódicos de medicina estrangeros se apresuraron en traducir casi todos sus artículo?. Contamos su suspensión como una grande desventaja para la ilustración y la gloria de esta capital. E l triste éxito que habían tenido en Barcelona las obras literarias de esta naturaleza , y la fatalidad é iucertidumbre de la época en que proyectamos el Europeo , no fueron para nosotros ningún obstáculo , para ensayar un periódico al cual hemos cobrado un singular cariño; y nos proponemos darle en adelante toda aquella estensiou brillantez y

(4OÍ ) « l i n d a d , que esté en nuestro alcance. Creímos siemp r e que r e n u n c i a n d o á toda esperanza de grangeria, haciendo una empresa patriótica de l o que para otros seria una operación m e r c a n t i l , y sacrificando en beneficio público hasta que pudiésemos las horas que rtos dejasen libres nuestras particulares o c u p a c i o n e s podríamos adquirir algún titulo á la gratitud de n u e s tros c o m p a t r i o t a s : y con estos sentimientos nos hemos sostenido desde el )8 de o c t u b r e , habiendo correspondido el resultado á las modestas e s p e r a n z a s que concebimos.

(403)

INDICE.

Ndm.° i.° IDEOLOGIA.—Heßextones sobre el modo práctico de juzgar MEDICINA.—Descubrimiento del Dr. Herberger sobre el uso medicinal del vinagre. . EDUCACION.—Examen de los juegos y diversiones que deben formar parte de ella. . HISTORIA.— Paralelo entre el caracter militar de los antiguos y el de los modernos. . MORAL, = Varios escollos de la juventud. « LITERATURA. — Noticia de la obra titulada: Historia de la guerra de la independencia de los Estados Unidas de America, escrita en titillano por Carlos Botta. . . . . . POESIA. — El fanatismo V A R IE DA DES. — Teatro NOTAS

i. 5. .10. 14. 2.5.

34« 338.

Niím.° FISICA. = Nuevos descubrimientos sobre la electricidad . . . . 4-1 • POLITICA. — Efectos de la falta de armonía entre pueblos y monarcas LITERATURA. — Romanticismo 48BELLAS ARTES. — Circunstancias que influyen en su prosperidad y decadencia. . « 57' POESIA. -Noticia de la obra titulada, Eglogas del pastor de Estremadura , por D. M. de la

(4o4) Egloga U\ ~ Dircea. Para muestra de la obra anunciada en vi artículo anterior, . . 70. Niím. 0 3. 0 FISICA, =r Magnetismo, rz Galvanismo. . . . LEGISLACION, rr Pensamientos sobre el método vigente de la conscripción en la mayor parte de los estados M O R A L . ~ La espada de Caronda A R T E M I L I T A R . = Casos en que el ayudante de campo puede tomar á su arbitrio el separarse de las instrucciones del general. . HISTORIA. = Noticias históricas sobre el general Marceau^ sacadas de la obra con el mismo titalo publicada en Milán , año de 1 . . . «v * . . . . . . . . . P O E S I A . — La emulación, á D . Luis Monteggia. . . . . . miAS. • . . Num.° 4. 0 H I S T O R I A N A T U R A L . —Reflexiones sobre los seres creadosy en particular sobre los animales , en cuanto á la organizacian propia de cada clase , y á los efectos principales que en ellos produce , . . HISTORIA. ~ Sobre el estado de las ciencias en la edad media A R T E MÍMICA. . . . . . . . . . . . P O L I T I C A . — Sobre los hombres que deben ponerse á la frente de los negocios despues de un cambio de sistema político. . . . L I T E R A T U R A . — i V o / í W a de las comedias del abogado Alberto Nota

.

.

73. 79. 87. 90.

93* 93. 104.

105. r 15. 144. 12,6.

.130.

Ndm.° MATEMATICAS, n . Geometría. - Nuevo métohallar "Huras 137. HISTORIA N A T U R A L . ~ B o t á n i c a . z z S o b r e la irritabilidad del pallen 140. M O R A L , zz. Premios

y castigos»

.

.

.

.

.142.

A R T E MILITAR. 3 : Castrametación de los antiguos. . . . 149. HISTORIA, rz Noticia de la obra inédita conocida por el nombre de Rubricq de Bruñí que r , custodiada en el archivo del Ayuntamiento de Barcelona. . . . . . . . L I T E R A T U R A . — Fentajas é inconvenientes que han resultado á las ciencias y á la humanidad del olvido de la lengua latina. . 157. V A R I E D A D E S . — Himno á Juno 163. POESIA, rr A Dalmira Poetisa j6ó, JSiOTA 168. Ndro.° 6.° M O R A h . z n L a soledad « . 169. EDUCACION. ~ Sobre la educación en generol» • • • • • • • • • • • • • t I POLITICA, zr Deberes de los escritores en los tiempos inmediatos á las mudanzas politicas , en quejas pasiones están exaltadas. 188. V A R I E D A D E S . — Sobre el carácter superficial de nuestro siglo 193. Num.° 7. 0 QUIMICA, rr Observaciones sobre la cristalización de las sales. aoi. HISTORIA. = Rápida ojeada sobre el origen y progresos de la astronomía* . . . . . »03. LITERATURA, rr. Análisis de la cuestión agi tuda entre románticos y clasicistas. . . . ao/. ARTE MÉTRICA. ~ Sobre la necesidad de refundir la obra de Rengifo atS' BELLAS ARTES. ~ Arquitectura. Pirámides a20> de Egipto MÚSICA, zr Reflexiones generales 5. POESIA. = Alia Música 219. TRADUCCION Núm.° 8.° HISTORIA N A T U R A L . - . Botánica. Observaciones sobre la vegetación

(

)

INSTRUCCION PÚBLICA. = Exámen sobre el método general de en se fiar la historia ant/qua antes que la moderna 2,4.1, MORAL, ~ Reflexiones sobre el método y el lenguage propio de las lecciones de moral. . 148. LITER ATURA." Conclusión del análisis de la cuestión agitada entre románticos y clasicistas. 2.54» POE'.SÍA. — Anacreóntica i.a De mis versos, .259. a Anacreóntica 2. A una tórtola 260. VARIEDADES, rr Uso antiguo de los baños de vapor. . . . . . . . . . . . . . 262. Conocimiento que los antiguos tenian del vidrio ib. Ndm.° 9. 0 POLITICA ¿ — Examen sobre hasta que punto debe cada uno sacrificar sus opiniones particulares á las leyes existentes en el pais en que vive 263. ECONOMIA POLITICA. — Interes que tiene un gobierno en que los derechos establecidos en los aranceles sean módicos y racionales s^c. ARTES, rr Dibujo y Pintura. 279. GIMNASTICA. r_ Baile antiguo y moderno. .1286* VARIEDADES, rr Consideraciones sobre los buenos y malos efectos que ha producido la preferencia dada á las ciencias exactas. 291. Ndm.° i o . ° JURISPRUDENCIA.— Procedimiento criminal. Carta escrita desde Milán á uno de los redactores , donde se analizan los inconvenientes de la prueba legal, especialmente según el método vigente en el imperio austríaco. . 2,9;% LITERATURA. — Noticia de las obras que dejó inéditas M. Montesquieu 308. MORAL. - La muerte 114. MUSICA. —.Algunas observaciones sobte la relación que puede tener la música' ¡fe"cada

(407) pats con el carácter de sus habitantes.. .311. POESÍA. — Fragmento dé una oda sobre el suicidio , por Juan Contini TRADUCCION Núm.° 1 1 . 0 CRONOLOGÍA, zr Antigüedad del mundo. . .319. HISTORIA. — Sobre el origen de varios pueblos de Italia 330. LITERATURA. — Sobre la literatura oriental. 336. BELLAS LETRAS. — Sobre la historia filosófica de la poesia española. 34a. NOTICIAS LITERARIAS ESTRANGERAS. ~ Obras publicadas últimamente en Paris. . 349. VARIEDADES, —Dzierzbicka , anecdota vera¿6. dadera , por D. P. de N. NOTAS 359Num.° REVISTA de Barcelona en estos últimos años. Introducción 361. Pobiacian 366. Ramos de industria 373. Beneficencia. 376' Academias. 379. Catedrat. 382. Primera educación* 386. Bibliotecas , gabinetes y archivos 388. Bellas artes 389* Teatros ' • • • • 39 Obras publicadas 394* Periódicos - • » • •399*

(4o8) ERRATAS IMPORTANTES, Pág,

6 44 98

111 117 140 140

141 174 aoa

aao a 37

300

303 304 331 333

TJn.

Dice.

Léase.

6 grados. 4 PhaJangíum, 7 (a). '5 scarabaeus. 14 Abderramen de ia Córdova. Stigma. 13 Dionaea. 6 parte filosófica de la £9 Botánica. 2, placeres planes. 1% en el grado mas 0 en el grado del calomenos inmediato del rico; eu el contacto aire mas ó menos inmediato del aire admosférico én sus varias mezclas. qne se sacan que no se sacan. 41 Fanna Tan na. »7 oo aprobacion prohibición. a esta van estarán. 3 17 18 presi -cion previ-sion. la musica de cada la ¿nàsica é idioma ai pats de cada paisw a6 Peligi Pel igni. a independientes de las hipóteses variables sobre las v revoluciones del globo en la época de su formaai cion. " — M. Chaptal ha dado en la Academia d« ciencias un% informe sobre la sal de la mina descubierta ea r8ao en Vic, departamento de la Meurthe. Resul* ta de él que este mineral puede emplearse con muchas ventajas, ya como comestible ya como primera materia. La mina ocupa un espacio de mas de 30 leguas cuadradas; y Su espesor es tal que puede es* piolarse muchos millares de años.

(28)

— Una sociedad de naturalistas ha empezado el dia i . ° de este mes á publicar en París un periódico mensual de siete pliegos de impresión titu-

lado: Anales de las ciencias naturales.

El pros-

pecto que tenemos á la vista nos hace concebir las mejores esperanzas. Sus redactores han tomado por modelo los anales de química y de física que desde algunos años publican los SS. Gay-Lussac y A r a g o , al cual servirá como de complemento el nuevo periódico, semejante á él hasta en el tamaño, letra y distribución de materias. E l numero de las láminas , por lo menos cada año , será de ¿ o , de grande dimensión; las que reunidas formarán un atlas. Se dará cuenta de los varios descubrimientos con que se enriquecen la fisiología general, la anatomía comparada de los dos reinos, la zoología y la botánica propiamente llamada, y en fin la mineralogía, con lo cual se abrazarán los diferentes ramos de la historia natural bajo el mas universal punto de vista. Los primeros volúmenes no pueden dejar de ser muy interesantes, por cuanto en ellos se espondrá la nueva teoría de la generación que M. Prevost acaba de sujetar al juicio de la academia de ciencias. -«• Continúan á salir en París los tomos de las Me-

morias históricas sobre los asuntos eclesiásticos de Francia en los primeros años del siglo i9.°,obra

interesante que se atribuye á M. Jauffret. -« Se anuncia una nueva edición de la coleccion de

las Memorias relativas

á la historia de

Francia

publicada por M. Petitot: consta de unos cien tomos , y contiene cosa de 93 obras. — Acaba- de salir bajo el título de Guia de Política una obra en un tomo en que parece ser una esplicacion de la constitución francesa, escrita con bastante claridad y corrección. — M. Hase profesor real de griego moderno, á costa de mucho trabajo y meditación ha logrado restablecer sobre un antiguo manuscrito de la biblioteca real el testo de una obra griega sobre los prodigios |

que contiene alusiones muy curiosas a las supersticiones tan intimamente ligadas al sistema político y á la historia de la república romana. Esta obra publicada con la traducción latina ha merecido el apreeio de los helenistas franceses, que la miran como una obra maestral — Parece que las obras prácticas de educación sean en Francia una propiedad esclusiva del bello sexo. En efecto las madres son las maestras naturales de los hijos, y mientras no se confie á ellas la enseñanza doméstica, á la cual no puede aplicarse el padre por la naturaleza de sus ocupaciones, no espejemos ver una descendencia instruida como corresponde. Viven aun las celebres madamas de Genlis y Friedel: en nuestro número penúltimo dimos cuenta con elogio de los cuentos mitológicos de madama Sofia P . . . . y los periódicos citan aun nuevas producciones de este género. Madama de Saint Maurice ha dado á luz un volumen en 8.° coa el título de los cuatro amigos redutidos á tres, ó historia de un perro , un gato y dos niños. Despues que parecen haberse apurado los medios para dirigir con provecho las primeras impresiones de la nifíez, ya con cuentos, ya con apólogos, ya con historias verdaderas, ó con máximas sueltas de moral fáciles de retener en la memoria , es muy singular, y al propio tiempo muy útil poner en escena una historieta divertida de animales domésticos , con los cuales tienen los sirios tan frecuentes relaciones , y algunas veces tan estrechas amistades. Bajo el mismo punto de viste debe considerarse otra obrita titulada historia y aventuras de un perro de mala índole, seguida de la historia del perro de Montargis y otros perros célebres, por madama Bertin. Acaba de publicarse también un Tratado de educación, seguido de unos consejos á las niñas, de un teatro para los jóvenes, y de algunos ensayos de moral, obras de madama Campan, ordenadas y publicadas con una introducción por M. Barriere. Era ya conocida madama Campan por sus memorias sobre la reina María An-

(3°) tonieía , que escitarón el mas vivo inferes dos años despues de la caida del trono; ha consagrado veinte y cinco años de su vida á la educación de la j u v e n t u d , y esta producción es el resultado de la esperieneia adquirida. Fué la primera que despues de la época del terror abrió una capilla en su escuela. —La real academia de Bellas artes de Paria ha elegido por sus miembros los individuos estrangeros que siguen: Alvarez y Torvvalsen escultores ; Lungbi, gravador; Rossini y Zingarelli compositores de m ú sica y Scbinckel arquitecto. — M. Carlos Dupin miembro del instituto y oficial superior en el cuerpo de marina ha publicado unas

observaciones

sobre el poder de Inglaterra

y

el

de la Rusia , cuyo objeto parece ser la refutación

del Paralelo

del poder

ingles y ruso,

que al-

gunos meses hace did á luz M. Depradt. — Se ha publicado una segunda edición de las veladas del invierno de M, Depping, obra que ofrece*una instrucción substancial, presentada bajo lina forma graciosa : se ha hecho de elia una traducción al ingles. —. Uq abogado anónimo acaba de publicar en París un Código de las mugeres , que consiste en varias investigaciones sobre los derechos, privilegios y obligaciones •del bello sexo, las precauciones que deben tomar para conservar sns bienes , hacerse mantener l$s ventajas que les pertenecen en su estado, de minoridad, mayoridad, y. como solteras, espos a s , viudas, madres, tutoras, herederas, donatarias , acreedoras etc. — Continua saliendo con bastante éxito la Colec-

ción de las memorias relativas

á la revolución de

Inglaterra , acompañadas de noticias y aclaraciones históricas por M. Guizot, esta obra constará de tomos, de los cuales se han publicado ya los diez. — La primera serie de las obras de Rossini se ha terminado con la décima entrega compuesta del spartito del Ricciardo y Zoraide. El editor M.

(3») Pacini ha logrado de él publicar una nueva serie, ofreciéndole revisar las piezas. La Semíramis, la Armida, y el C i r o , harán parte de esta preciosa coleccion, para la c u a l , como para la primera está abierta la suscripción en París en casa del mismo Pacini. — Ha obtenido mucha aceptación la coleccion de las obras de Mozart que ha publicado igualmente en París M. Schlesinger. — Se ha hecho una edición de las obras de Diderot. Con esta ocasion han salido en el diario de los debates unos artículos muy curiosos, par los principios que en ellos se sientan, que parecen importar consigo alguna contradicción con el espíritu que reina en aquel periódico. Tal es la pretensión de que el mejor modo de refutar los filósofos de la clase de D i derot es dejar correr sus obras, y abandonarlas á las contradicciones que en si mismas encierran. « A c a b a de morir en Paris M. De 1 aplace , profesor de elocuencia latina en la facultad de las letras, que habia sido profesor de retórica en el colegio de Enrique 4. 0 : es conocido por algunos trabajos útiles. — Ha muerto también de edad de 64 años M. D.ieulufoy , autor de las obritas Defiance et matice, le Moíilin sans-souci, y algunas piezas dramáticas. w Según un estado que se lee en el diario que sale en Roma con el título de Notizie del giorno, en 1823 aquella capital contaba 136.169 habitantes: en 1814 contaba solamente 140,505. Sin embargo el «limero de muertos desde 1817 escede al de los nacidos, de modo que en i8as hubo 5480 muertos y solamente 4365 bautismos , lo cual hace que las muertes son á la poblacion como 1 á 2,4 4 / 5 , y los nacimientos como t á 31 1/5. Roma contiene a ? obispos , 1395 clérigos seculares , 1565 regulares, 1370 religiosas, y .400 seminaristas: en consecuencia el estado eclesiástico guarda con la poblacion una proporcion de 1 á 29 3 [5. — En el diario de Barcelpna núm. 8. bajo el artículo de Paris se lee el anuncio de una máquina

(30 maravillosa para correr en poco tiempo largas distancias , por medio del v a p o r , inventadas por M. J . Buchanan de Hopkinville en el Kentuckí ; pero en el anuncio no se dice que sea máquina aerostática. Tal la supone seriamente el National Intelligencer. Cuando apareció Mongolfier con su f a moso globo, decía M. Benjamín F r a n k l i n : v e s t e es un niño que acaba de n a c e r : dejadle que crezca." Este compatriota de aquel político filosofo habrá querido dejar cumplida su profecía. Es preciso aguardar pues los resultados de promesas tan estraordin a r i a s , como son ir á comer de Washington á Boston y estar por la noche de regreso en el mismo Washington: llevar en un día la correspondencia desde aquella capital á los puntos mas apartados de los Estados unidos, é ir los comerciantes á E u r o p a , practicar sus diligencias y volver á América en el espacio de una s e m a n a , cosa que apenas cabe en la imaginación. — Parece que la Academia de ciencias naturales y artes de Barcelona , que por motivo de las circunstancias había interrumpido sus trabajos, va á continuarlos con nuevo ardor. Tenemos entendido que á este objeto ha celebrado ya una reunión. — Ha amanecido en este día en las esquinas un c a r tel bajo el titulo de nuevo Liceo barcelonés, a n u n ciando un establecimiento de educación en que se enseñarán varios idiomas, ciencias y artes que no se espresan. En un escrito que debe dar idea de una novedad tan importante para la instrucción de la juventud, hubiéramos deseado mas lógica,