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Spanish Pages 447–472 [26] Year 1993
Lenguas del nororiente Peruano: La hoya de Jaén en el siglo XVI Alfredo Torero
J.
PRESENTACJON DEL TEMA Y MARCO GEOGRAFICO
1.1. El historiador español Marcos Jiménez de la Espada dio a conocer el siglo pasado una anónima "Relación de la tierra de Jaén", escrita hacia 1570, en la cual se consignaban unos pocos vocablos de siete idiomas diferentes que, además del quechua, se habían hablado en el siglo XVI en la hoya de Jaén, en tomo del Marañón centrd.l. Desde entonces, antropólogos y lingüistas han examinado ese breve material -de tres:=>. cinco vocablos por cada idioma- para tratar de identificar las lenguas a que correspondían y de precisar los sitios en que éstas se usaron. El presente estudio está dirigido a revisar y profundizar las identificaciones que otros autores (Jijón y Caamaño, Rivet, Métraux, Loukotka) han efectuado o intentado de tal modo, y a sustentar, en particular, la probable pertenencia de uno de esos idiomas, el de Sácata, a la familia arahuacaO).
(1)
El artículo que presentamos es parte de un estudio más amplio sobre las lenguas del Perú septentrional, del cual ya hemos publicado lo relativo a la costa y la sierra norteñas (Torero 1986, 1989). Lo emprendimos en 1983 durante una estada de investigador en la Universidad de Leiden y lo hemos continuado durante 1991-1992 en el Instituto Holandés para Estudios Avanzados, N.I.A.S.
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Se encaminará, igualmente, a establecer los respectivos territorios de esas lenguas y a destacar algunos rasgos culturales de sus hablantes, en base a las noticias de idiomas y a los datos geográficos y sociológicos existentes en otros documentos de la época, publicados los más de ellos también por Jiménez de la Espada en sus Relaciones Geográficas de Indias. Un objetivo de fondo que se buscará a través de las diligencias enunciadas es la comprensión de la historia etnolingüística del área antes y después de la invasión europea. 1.2. Lo que denominamos la hoya o cuenca de Jaén es una extensa depresión de la cordillera andina que ocurre en el norte del Perú y en la frontera peruano-ecuatoriana. Allí la cadena occidental de la cordillera cambia su orientación de SE-NO a SO-NE y sufre la máxima reducción en altitud y anchura de todo su trayecto por Sudamérica. La depresión cordillerana se traduce en una amplia avanzada de la selva alta amazónica hacia Occidente, en dirección del desierto costero del Pacífico. Se forma así un inmenso receptáculo en que múltiples ríos provenientes de las sierras peruanas y ecuatorianas van a sumar sus aguas desde opuestas direcciones al ya poderoso río Marañón, para romper juntos las barreras central y oriental de los Andes por sucesivas estrechuras, o "pongas" -del de Rentema al de Manseriche-, por donde el Marañón se abre paso hacia las llanuras de la Amazonía. El eje central de la cuenca es la sección más occidental del curso del Marañón, que, en forma de un gran recodo, va de su confluencia con el río Llaucano a su confluencia con el Irruv_a o Chiriaco, subsumiendo los sistemas hidrológicos del Huancabamba-Chotano-Chamaya, el Tabaconas-Chirinos-Chinchipe y el Utcubamba. Sin embargo, la delimitación de los territorios etnolingüísticos que rebasan la cuenca requerirá en el presente estudio de la extensión de las referencias geográficas a las provincias ecuatorianas de Loja y Zamora y a los sistemas fluviales del Cenepa, el Nieva, el Santiago y el Morona. 2.
MATERIALES Y PROCEDIMIENTOS
2.1. Frontera entre el mundo andino "civilizado" y el mundo amazónico "bárbaro" linde, por lo tanto, natural y culturalmente crítica, que sólo la codicia del oro empujaba a franquear-, la hoya de Jaén planteó como una de las primeras dificullades para la "pacificación" de sus poblaciones su diversidad lingüística, puesto que no se hallaba en ella ninguna "lengua general" como lo era el quechua en los Andes; de donde la preocupación por los idiomas del área que se recoge -algo tardíamente-- en la "Relación de la tierra de Jaén". De otro lado, la "pacificación" y la subsiguiente explotación de los nativos se veían facilitadas en aquellas poblaciones en que existían ya tradicionalmente estructuras jerárquicas clasistas, cuyas altas jefaturas eran persuadidas o forzadas a colaborar con los conquistadores hispanos mediante demostraciones de poderío bélico. De ahí las infaltables y reiteradas precisiones que corren en los primeros documentos acerca de si se estaba ante "gente de behetría", que no reconocía ni aceptaba "señores" permanentes y más o menos "universales", o ante "gente de razón", "política". "doméstica", que los reconocía y obedecía Para el área que nos ocupa y comarcas vecinas, las relaciones del siglo XVI abundan en este tipo de referencias, y las traen a la "Relación Anónima" y otras a que acudiremos por 448
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diversos respectos, como la "Relación de las provincias que hay en la conquista del Chuquimayo . .. " del capitán Diego Palomino (Jiménez, 1965: IV, 185-188) y las varias que escribió Juan de Salinas Loyola, gobernador que fue de Loja y Yaguarsongo y Pacamuros (Jiménez, 1965: IV, 197-232). La información geográfica y topográfica tenía, naturalmente, un interés crítico, y no falta en los documentos de los primeros exploradores hispanos la mención a: serranías, tierras de montaña o de sabana, ríos infranqueables o navegables por balsas o canoas, etc. Las tierras de montaña tomaban inutilizable el caballo, animal básico en el desplazamiento o la guerra. Por ejemplo, únicamente el camino de Jaén permitía alcanzar por tierra -es decir, por caballosun punto del Marañón ya navegable; y de allí la importancia del Jaén viejo como puerta de entrada a la Amazonía. Es tal vez ésta la razón por la cual el sector del Marañón correspondiente a Jaén es denominado "Río de las Balsas" en un interesante mapa de la hoya de Jaén que acompaña a la ya citada relación de Palomino con el nombre de "Traza de la Conquista del capitán Diego Palomino", reproducido por Jiménez de la Espada en la primera edición de las Relaciones Geográficas de Indias, de 1887, pero ausente en la edición de 1965 a la que aquí nos estarnos remitiendo. 2.2. En la tabla que sigue se disponen, en correspondencia con ocho glosas castellanas, las voces de los siete idiomas atestiguados en la "Relación de la tierra de Jaén", sucediéndose las columnas de acuerdo con el orden que guardaremos en la presentación de cada uno de los idiomas. Son, como se ha advenido, de tres a cinco vocablos, según las lenguas; dos de ellos ("agua" y "maíz") consignados en las siete; uno ("leña'') en cinco; otro ("fuego") en tres; otro ("casa") en dos, y los restantes ("ovejas", "yerba" y "ven acá"), cada uno una sola vez. Algunas de las voces reflejan la necesidad por las huestes españolas de obtener bebida y comida ("agua" y "maíz") y de hacer fogatas ("leña" y "fuego"). Las que ocurren dos veces o una en lenguas aisladas parecen requerimientos u observaciones ocasionales ("casa", "ovejas", "yerba", "ven acá"). Como animal originario del Viejo Mundo, la oveja difícilmente tendría ya nombre propio por entonces en un idioma indígena; en este caso, la glosa castellana como traducción de coará en patagón, debe haber sido aplicada a un animal distinto, originario del área, pero caracterizado por tener abundante pelaje, tal como en regiones más frías se estaba aplicando a un animal andino, la llama. Demás está advenir que, aparte de eventuales errores paleográficos o de copista, o de interferencias en la audición original, la escritura de los vocablos de la "Relación de Jaén" refleja la percepción de individuos hechos a la fonética y la fonología del castellano y el uso de un alfabeto no adecuado a las lenguas americanas, y ni siquiera enteramente normalizado para el propio castellano de la época.
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castellano
patagón
bagua
chirino
xoroca
ta bancal copallín sácata
"agua"
tuná anás viue
tuna lancho
yungo yugato xumás
yumé xemé let capal
yema moa oyme lalaque tie
"maíz"
"leña" "fuego" "casa" "ovejas" "yerba" "ven acá"
quiet chumac olaman
unga umague chichache
ismare
coará paxquiro nacxé
Tabla vocabular de idiomas según la "Relación de la tierra de Jaén" 2.3. Es indudable que a un material idiomático de sólo unos cuantos vocablos no puede aplicarse los principios del método histórico-comparativo, ni, por lo tanto, pretender ubicar mediante él a una lengua dentro de la clasificación interna de una familia lingüística, o alcanzar detalles de su historia particular. No por esto, sin embargo, debe dejar de intentarse la labor de comparación léxica dirigida a detenninar si las voces registr.1das guardan similitud con las de otras lenguas, y en qué grado, considerando el conjunto de voces de cada idioma; y si, de hallarse semejanzas, éstas pueden hacer sospechar relaciones de parentesco o de contacto. Aunque parciales y exiguos, el aprovechamiento de estos materiales es indispensable en ausencia -o en espera- de una documentación lingüística más completa. De otro lado, en los últimos decenios se han dado a conocer estudios más cuidadosos de un mayor número de lenguas y familias lingüísticas sudamericanas, y, en el peor de los casos, hay algún material publicado de casi todas ellas. El examen comparativo puede, por esto, conducir a hipótesis más confiables tanto para descartar cuanto para proponer conexiones entre idiomas. La propuesta de relación de alguna de las listas léxicas con una detenninada lengua o familia será más plausible cuando exista proximidad geográfica o cuando la lengua o familia sugerida haya mostrado mucha fuerza expansiva. Hay que señalar, no obstante, que esas mismas condiciones acrecientan igualmente la posibilidad de préstamos. De todos modos, en el presente estudio los resultados que la comparación vocabular arroje (negativos o positivos en algún grado) se complementarán y corregirán con los que provea la concertación de idiomas aún sin material lingüístico y el examen de la toponimia actual y de la que corre en documentos antiguos, tanto para sustentar la agrupación o la separación entre idiomas como para esclarecer el área geográfica que ocupó cada uno de ellos.
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3.
LOS IDIOMAS DE LA HOYA DE JAEN
3.1.
El patagón
Los patagones, "gente de behetria", habitaban un territorio no muy amplio, de fonna aproximadamente triangular, demarcado en dos de sus lados por los ríos Chinchipe y Marañón y en el tercero por la frontera con un grupo lingüístico diferente, el de los chirinos. La "Relación Anónima" menciona los pueblos patagones de Perico, Paco, Silla, Chacaynga, Xulluca, Tomependa y Pueblo de la Sal, emplazada la mayor parte de ellos en colinas de cierta elevación, como Perico, y otros al borde de los ríos, como el Pueblo de la Sal, a orillas del Marañón, y el de Tomependa, situado en ambas márgenes del Chinchipe y por donde se salvaba este río. Sobre suelo patagón, en el sitio de Silla, se hizo la primera fundación de la ciudad hispana de Jaén, que iba a convertirse en el foco económico, político y militar de la zona, residencia de encomenderos y autoridades -hecho que habría de acarrear la rápida extinción del idioma y el pueblo patagonés. Tres de los cuatro vocablos que recoge la "Relación de la tierra de Jaén" pertenecen, transparentemente, al fondo propio y característico de la familia caribe, y fueron reconocidos así por Paul Rivet (Rivet 1934: 246). Ellas son: tuná "agua", anás "maíz" y viue "leña". Hemos verificado esta pertenencia con el auxilio de una autoridad en lingüística caribe, el profesor Berend Hoff, de la Universidad de Leiden, a quien consultamos en 1983. El profesor Hoff dio, además, con la solución para el cuarto ténnino de la Relación, coará "ovejas", que pennanecía hasta entonces sin identificar: se trata de una forma fonéticamente vinculada con la que en algunos idiomas caribes designa al "perezoso" o "perico ligero" (Bradypus tridactilus), animal de abundante pelaje que tiene su hábitat en tierras cálidas de América. Por su largo pelo y sus costumbres arbóreas, el perezoso es denominado justamente intillama, esto es "llama" (o "camero") del Sol" por los quechuahablantes del río Napo. Veamos a continuación una tabla de los cuatro vocablos en patagón y en varias lenguas caribes, según Cestmír Loukotka (1%8), Robert Shafer (1%3) y otras fuentes infonnativas que nos proporcionó el profesor Hoff:
makushí purucotó wayumará sapará taulipang arécuna ingaricó akawai hiánacoto trio patagón N2 2, diciembre 1993
"agua" tuna tuna tuna tuná tuná: tuna tuná tuna tu:na tuna tuná
''maíz''
anái mazyná We a'naí(g) a'naí(g) anaí(g) ahnaí anádzi anai anás
"leña" yei ye w¡;we yei yfi yéi yei wuewue wewe viue
"perezoso" kuwarárl, te-nupí killlfár¡ koalár¡ nupí krutrár¡, nupí koalar¡ koarár¡ kwaroun ualékole aleicole coará "ovejas" 451
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En la clasificación de l..oukotka, makushí, purucotó, wayumará y sapará constituyen el grupo Makushí; taulipang o pemón, arécuna, ingaricó y akawai o capón, el grupo Pemón; el trío pertenece al grupo trío y el hianacoto al grupo Carijona Sin descartar la similitud con el hiánacoto (o umauá), de las nacientes del río Apaporis (afluente del río Caquetá, Colombia), de la observación de la tabla parece claro que, en su conjunto, las hablas de los grupos Makushí y Pemón de l..oukotka son las que se aproximan más al patagón que otros idiomas caribes en los que hemos podido llenar las fonnas correspondientes a los cuatro vocablos. En la clasificación de Migliazza (1982), makushí, pemón y capón son miembros próximos de su "guayana central", comprensión del "caribe norteño", una de las dos grandes divisiones que efectúa el autor en la familia caribe (Migliaza 1982: 504-506). Los grupos Makushí y Pemón muestran un núcleo bastante compacto en tomo de la cordillera de Roraima, Guyana y la frontera venezolano-brasileña. Un movimiento desde esta región por los ríos Amazonas y Marañón arriba, pudo haber llevado al pueblo y la lengua patagonas, probablemente en el transcurso del presente milenio, hasta su emplazamiento en lo que sería para los conquistadores hispanos la "tierra de Jaén". Muy útil para precisar-negar o confinnar- estas aproximaciones sería la investigación arqueológica en el triángulo patagón de Jaén viejo y en las vecindades de la cordillera de Roraima.
3.2. El bagua Los baguas eran pobladores de tierras cálidas -"yungas" según la raíz quechua pronto asimilada por los conquistadores hispanos en el área andina. Ocupaban los valles de Bagua (bajo Utcubamba, a 600 metros s.n.m.), de Chamaya, del bajo Tabaconas y el bajo Chinchipe, y, seguramente, las márgenes del Marañón entre Chamaya y Bagua al menos. Se trataba sin duda de gente "política", de acuerdo al sentido que daban a este ténnino los españoles de la época. Diego Palomino escribe que la población del valle de Bagua es "bien doméstica" e "impuesta a servir" (Jiménez 1965: IV, 187-188). Sus viviendas eran mayonnente cabañas amplias y abiertas, aptas para un medio ambiente caluroso, a estar por los dibujos que ilustran el mapa de Palomino. En su Relación dice éste que los habitantes del valle de Bagua "tienen ramadas por casas". Pueblo de ribera, los hombres y mujeres baguas adquirían desde niños una sorprendente destreza para nadar, que suscita la admiración del capitán Palomino cuando los observa moverse a su guisa en las corrientes de los ríos Chinchipe y Utcubamba. Paul Rivet vinculó de manera enteramente infundada la lengua patagona con la lengua de Bagua, llegando a denominar a ambas patagona ("patagona de Perico" y "patagona de Bagua''). En realidad, las listas de palabras conservadas para cada uno de los idiomas tienen sólo un vocablo en común, tuná o tuna "agua", y no se parecen o no son comparables en los restantes ténninos, como se percibe en la tabla vocabular. Sin embargo, en su artículo de 1934, Rivet presenta un cuadro comparativo de ambas listas, en el cual, como un ardid, pone comillas en lugar de dejar vacío o hacer un trazo negativo en los casos en que las casillas no podían ser llenadas por ausencia de infonnación (Rivet
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1934: 246). De este modo, se deja la impresión de que hay cinco vocablos comparables y que sólo uno es diferente: "maíz", anás en la "lengua patagona de Perico" y lancho en la "lengua patagona de Bagua"; y el caso es totalmente lo contrario. Influido indudablemente por Rivet, Loukotka coloca la lengua de Bagua con la patagona en un "grupo P'