Relatos populares de la Inquisición novohispana: rito, magia y otras supersticiones, siglos XVII-XVIII [first ed.] 9788400091767, 9788400102548, 9786070218620


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Índice
Agradecimientos
Prólogo
Introducción
I. Nueva España, inquisición y literatura
¿Quiénes eran los habitantes de la nueva España?
Literatura popular novohispana
¿Cómo era la inquisición novohispana
La voz y el relato: características de las expresiones narrativas dentro de los procesos inquisitoriales
II. Tipos de textos y características generales de la muestra
Los arrieros y los toros: metamorfosis y pacto con el diablo
Otros pactos con el diablo
Las brujas
Las brujas luminosas de las minas
Otras metamorfosis: la culebra y las aves
Algunos conjuros de brujas muy difundidos
«De villa en villa» y el aquelarre al estilo novohispano
Algunos viajes extraordinarios
Las yerbas y los hongos alucinógenos
Magia para ligar: los gusanos, el chocolate, los polvos, los muñecos y las cintas
La hipnosis mágica: tierra de sepultura y huesos
Ligaduras mortales: magias para matar
Magia por indicio
Los tesoros
Los duendes
Otro modo de curar: las oraciones
Los horóscopos
Los agüeros
Intervenciones milagrosas, apariciones y visiones
Los rituales indígenas
Los dueños de las nubes: ritos para hacer llover
Buscar el nagual del aguac
III. Sobre las fuentes del corpus
IV. Criterios para la edición de los textos
V. Bibliografía
Relatos
«Llagas abiertas, coral compartido»
El cuaderno de echar suertes de Lucas Martín del Montijo
Un gusano para los malos tratos
El viejo de la mula y la yerba del puiumate: un pacto con el demonio
Los gusanos para enamorar
La bruja y el peyote. Agustina de las Nieves
Las brujas de la pasión: polvos, muñecos y chocolate
El horóscopo de Jerónimo
El hombre que se convirtió en toro
El tesoro del monte
«Córtote ruda para mi ventura»: Mónica, la hechicera
«Por Dios y por Sancta María…»: la tijera y la batea de María Parrales
La voz del patle
«El gran poder de Dios y la purificación de la siempre Virgen María»: la oración de Dominga
La yerba nanacate
El duende en la caja
El lebrillo y el agua de mar. Una conjura morena
Los señores de los montes y las lagunas
El tesoro de Moctezuma y la carta de la Malinche
«Aquí te ato, aquí te encanto»: la bruja de los ligamentos
Los polvos para enamorar
El Chichimeco y las brujas
El suyiquica o nagual del río
Un bautizo con patoles
«Para el mais, para los rayos, para los sueños, para los brujos»
Miguel López y cómplices
Las catzinas: un baile prohibido de Nuevo México
El valche y los tunes
El valche y los bailes
Los sacrificios de animales en Sempoaltepeque
Los sacrificios a los ídolos blanco y azul
El dedo del muerto
Las autoviudas
Los muñecos de papel amate
El niño hermoso y el negrito bailarín
El diablo de la laguna del Buen Suceso
La ciega y el viaje extraordinario
Aves de rapiña
«De en viga en viga...»
La parte verenda
Petrona y sus varitas de virtud
Jesucristo y los perros
Los dueños de las nubes
Huesos y minas
El eclipse
El hombre ligado de la parte media
El viejo y la doradilla
La mujer culebra
Teresa Mancilla y la yerba María
El remedio de la rosa
La bruja española
Benito y la bruja
Cuando el tecolote canta
El duende
Globos de fuego
La bruja brillosa
La paja, el sombrero, la plata y los huesos
Los tecolotes agoreros y las mulas del diablo
Juana de Rojas y los hechiceros
Juan Bautista, músico y chacharero
Más sabe la mulata por vieja
La mano del Cristo de Chalma
«¡Ah, diablo!»
Charla de comadres o la yerba para enamorar
La sombra en el agua
El juego de las varas
Las brujas chupadoras
Los gatos diabólicos
Ramón Maya, el mulato aparecido
La cueva de Cuevas
Los tres hermanos tecolotillos
La mulata luminosa
Los trescientos demonios
El «perro gallego»
El relicario del demonio
El hueso invisible
El maleficio de mi mujer
El cobarde
El maromero del diablo
Anexo: documentos no procesales
Carta del Santo Oficio Español contra las prácticas de adivinación (1617)
Carta a los inquisidores sobre ritos de indios en Michoacán
Carta sobre creencias de indios Pánucos
Edicto para prohibir el uso de cruces en lugares inapropiados (1690)
Edicto contra el uso del peyote (1692)
Bibliografía e Índices
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Relatos populares de la Inquisición novohispana: rito, magia y otras supersticiones, siglos XVII-XVIII [first ed.]
 9788400091767, 9788400102548, 9786070218620

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FUENTES ETNOGRáFICAS

FUENTES ETNOGRáFICAS

6

4. Aurelio M. Espinosa, Cuentos populares recogidos de la tradición oral de España, introd. y rev. de Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas, 2009.

Rito, magia y otras «supersticiones», siglos XVII-XVIII

2. Josef de Acosta, Historia Natural y Moral de las Indias, ed. de Fermín del Pino-Díaz, 2008.

5. Fermín del Pino-Díaz, Pascal Riviale y Juan J. R. Villarías-Robles (eds.), Entre textos e imágenes. Representaciones antropológicas de la América indígena, 2009.

P

Rito, magia y otras «supersticiones», siglos XVII-XVIII Relatos populares de la Inquisición Novohispana

3. Juan José Prat Ferrer, Bajo el árbol del paraíso. Historia de los estudios sobre el folclore y sus paradigmas, 2008.

Relatos populares de la Inquisición Novohispana

1. Albert Klemm, La cultura popular de Ávila, ed. de Pedro Tomé, 2008.

Relatos populares de la Inquisición Novohispana

Enrique Flores y Mariana Masera (coords.)

Enrique Flores y Mariana Masera (coords.)

TÍTULOS PUBLICADOS

Enrique Flores y Mariana Masera (coords.)

de la producción literaria escrita de una época, la exclusión de sus manifestaciones orales y tradicionales nos condena a ignorar el sustrato literario de una comunidad, a pasar por alto las expresiones más básicas y más difundidas de su arte verbal. Narrar, contar, cantar, rumorar, insultar, blasfemar, rezar son actos verbales que la sociedad novohispana realizó constantemente. Desde hace más de diez años, el proyecto «Literaturas y culturas populares de la Nueva España» se ha dedicado a rescatar y poner en ediciones críticas los textos que contienen indicios de esas manifestaciones de carácter literario que ocurrieron a lo largo de los siglos virreinales. OR MÁS COMPLETO QUE SEA EL INVENTARIO

Los archivos inquisitoriales constituyen una fuente primordial para conocer y estudiar las expresiones verbales que circulaban fuera de los ámbitos oficiales de difusión y fuera del ámbito de lo escrito. Los textos que hemos recopilado en este volumen provienen de esa fuente. Se trata de relatos breves que, la mayor parte de las veces, son aceptados como verdad por su narrador. Sus historias ocurren en un espacio local, los personajes son conocidos por la comunidad, o lo extraordinario es experimentado por la propia persona. Son testimonios de la actividad de construir el mundo mediante la narración. Esos relatos, pensamos, conforman ahora un corpus que vale la pena considerar como parte de la historia cultural de la época.

ISBN: 978-84-00-09176-7

CSIC

ENRIQUE FLORES es doctor en Letras por El Colegio de México e investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es especialista en literatura popular, literatura colonial y etnopoética. Ha impartido cursos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en la Universidad Veracruzana y en la Universidad de Toulouse Le Mirail. Entre sus publicaciones recientes se encuentran La imagen desollada. Una lectura del Segundo sueño de Bernardo Ortiz de Montellano y Los tigres del miedo. Páginas fantásticas de Macedonio Fernández. Es miembro del Comité de Redacción de la Revista de Literaturas Populares.

MARIANA MASERA, licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas, obtuvo su doctorado en la Universidad de Londres y es actualmente investigadora en el Centro de Poética del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Imparte clases en la Facultad de Filosofía y Letras de esa misma universidad. Fundó el congreso de Lyra Minima Oral y es coordinadora del seminario permanente «La otra palabra: literaturas y culturas populares de la Nueva España». Entre sus publicaciones destaca el libro «Que non dormiré sola, non»: la voz femenina en la antigua lírica popular hispánica. Forma parte del Comité de Redacción de la Revista de Literaturas Populares.

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De aca Y De aLL



De ac á Y De aLL

Fuentes etnográficas

Nº 6

La colección DE ACÁ Y DE ALLÁ. Fuentes Etnográficas pretende poner al alcance del lector aquellos textos de especial relevancia para un mejor conocimiento de la etnografía realizada en el ámbito hispánico, y también en otros pueblos y culturas relacionados con él. Así, tendrán cabida aquí las obras «clásicas», de difícil adquisición, y los documentos o compendios inéditos, con una cuidada edición y la aspiración de convertirse en referencia para el futuro. Esta vocación de permanencia e internacionalidad se articula en torno a una doble mirada: la hispánica sobre lo no hispano y la foránea sobre nosotros. La responsabilidad sobre la redacción y contenidos de los textos y su documentación gráfica corresponde a los autores que firman cada uno de los trabajos integrados en este volumen.

Director Luis Díaz Viana. CSIC Secretaria Susana Asensio Llamas. CSIC

Comité Editorial María Cátedra Tomás. UCM Leoncio López-Ocón Cabrera. CSIC Fermín del Pino Díaz. CSIC Pedro Tomé Martín. CSIC Honorio Velasco Maíllo. UNED Juan J. R. Villarías Robles. CSIC

Consejo Asesor Stanley Brandes. Universidad de California en Berkeley (EE.UU.) Luis Calvo Calvo. CSIC Jean-Pierre Chaumeil. CNRS (Francia) Joaquín Díaz. Fundación-Centro Etnográfico de Documentación de Urueña. Valladolid Andrés Fábregas Puig. Universidad Intercultural de Chiapas (México) James W. Fernández. Universidad de Chicago (EE.UU.) Francisco Ferrándiz Martín. CSIC Manuel Gutiérrez Estévez. UCM Israel J. Katz. Universidad de California en Davis (EE.UU.) José-Carlos Mainer Baqué. Universidad de Zaragoza Edwin Seroussi. Universidad Hebrea de Jerusalén (Israel)

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Enrique Flores y Mariana Masera (coords.) Claudia Carranza, Santiago Cortés H., Berenice Granados, Cecilia López R. y José Manuel Mateo (eds.)

relatos populares de la inquisición novohispana Rito, magia y otras «supersticiones», siglos XVII-XVIII

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Madrid, 2010

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Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, afirmaciones y opiniones contenidas en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, sólo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.

Catálogo general de publicaciones oficiales: http://publicaciones.060.es

© CSIC © Universidad Nacional Autónoma de México © Enrique Flores, Mariana Masera (coords.). Claudia Carranza Vera, Santiago Cortés Hernández, Berenice Granados, Cecilia López Ridaura y José Manuel Mateo (eds.). Imagen de cubierta: Mapa del reino de el Nuebo México que dedica al Sr. Dn. Franco Antonio Marín de el Valle, Gobernador y Capitán general de dicho reino, de Bernardo de Miera y Pacheco (col. Orozco y Berra). NIPO: 472-10-148-0 e-NIPO: 059-17-159-3 ISBN CSIC: 978-84-00-09176-7 e-ISBN CSIC: 978-84-00-10254-8 ISBN UNAM: 978-607-02-1862-0 Depósito Legal: M-49.830-2010 Edición a cargo de Cyan, Proyectos Editoriales, S.A. Impreso en España. Printed in Spain. En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado ECF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.

Índice

Agradecimientos

15

Prólogo, John Zemke

17

Introducción , Mariana Masera y Santiago Cortés H.

21

I. Nueva españa, inquisición y literatura ¿Quiénes eran los habitantes de la Nueva España? Literatura popular novohispana ¿Cómo era la inquisición novohispana? La voz y el relato: características de las expresiones narrativas dentro de los procesos inquisitoriales

23 24 27 29

II. Tipos de textos y características generales de la muestra Los arrieros y los toros: metamorfosis y pacto con el diablo Otros pactos con el diablo Las brujas Las brujas luminosas de las minas Otras metamorfosis: la culebra y las aves Algunos conjuros de brujas muy difundidos «De villa en villa» y el aquelarre al estilo novohispano Algunos viajes extraordinarios Las yerbas y los hongos alucinógenos Magia para ligar: los gusanos, el chocolate, los polvos, los muñecos y las cintas La hipnosis mágica: tierra de sepultura y huesos Ligaduras mortales: magias para matar Magia por indicio Los tesoros Los duendes Otro modo de curar: las oraciones Los horóscopos Los agüeros

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ÍNDICE

Intervenciones milagrosas, apariciones y visiones Los rituales indígenas Los dueños de las nubes: ritos para hacer llover Buscar el nagual del agua

64 64 65 66

III. Sobre las fuentes del corpus

71

IV. Criterios para la edición de los textos

73

V. Bibliografía

75

Relatos «Llagas abiertas, coral compartido» El cuaderno de echar suertes de Lucas Martín del Montijo Un gusano para los malos tratos El viejo de la mula y la yerba del puiumate: un pacto con el demonio Los gusanos para enamorar La bruja y el peyote. Agustina de las Nieves Las brujas de la pasión: polvos, muñecos y chocolate El horóscopo de Jerónimo El hombre que se convirtió en toro El tesoro del monte «Córtote ruda para mi ventura»: Mónica, la hechicera «Por Dios y por Sancta María…»: la tijera y la batea de María Parrales La voz del patle «El gran poder de Dios y la purificación de la siempre Virgen María»: la oración de Dominga La yerba nanacate El duende en la caja El lebrillo y el agua de mar. Una conjura morena Los señores de los montes y las lagunas El tesoro de Moctezuma y la carta de la Malinche «Aquí te ato, aquí te encanto»: la bruja de los ligamentos Los polvos para enamorar El Chichimeco y las brujas El suyiquica o nagual del río Un bautizo con patoles «Para el mais, para los rayos, para los sueños, para los brujos» Miguel López y cómplices Las catzinas: un baile prohibido de Nuevo México El valche y los tunes El valche y los bailes Los sacrificios de animales en Sempoaltepeque Los sacrificios a los ídolos blanco y azul El dedo del muerto Las autoviudas Los muñecos de papel amate El niño hermoso y el negrito bailarín

81 85 87 88 90 91 95 98 101 103 105 110 113 116 119 122 123 126 128 133 137 139 141 143 144 152 155 164 167 171 173 175 179 185 188

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ÍNDICE

El diablo de la laguna del Buen Suceso La ciega y el viaje extraordinario Aves de rapiña «De en viga en viga...» La parte verenda Petrona y sus varitas de virtud Jesucristo y los perros Los dueños de las nubes Huesos y minas El eclipse El hombre ligado de la parte media El viejo y la doradilla La mujer culebra Teresa Mancilla y la yerba María El remedio de la rosa La bruja española Benito y la bruja Cuando el tecolote canta El duende Globos de fuego La bruja brillosa La paja, el sombrero, la plata y los huesos Los tecolotes agoreros y las mulas del diablo Juana de Rojas y los hechiceros Juan Bautista, músico y chacharero Más sabe la mulata por vieja La mano del Cristo de Chalma «¡Ah, diablo!» Charla de comadres o la yerba para enamorar La sombra en el agua El juego de las varas Las brujas chupadoras Los gatos diabólicos Ramón Maya, el mulato aparecido La cueva de Cuevas Los tres hermanos tecolotillos La mulata luminosa Los trescientos demonios El «perro gallego» El relicario del demonio El hueso invisible El maleficio de mi mujer El cobarde El maromero del diablo

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ÍNDICE

Anexo: documentos no procesales

283

Carta del Santo Oficio español contra las prácticas de adivinación (1617) Carta a los inquisidores sobre ritos de indios en Michoacán Carta sobre creencias de indios pánucos Edicto para prohibir el uso de cruces en lugares inapropiados (1690) Edicto contra el uso del peyote (1692)

Bibliografía e índices

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Para todos aquellos a quienes les gustan las historias

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Vivo en un mundo poblado de palabras ajenas. Y toda mi vida, entonces, no es sino la orientación en el mundo de las palabras ajenas, desde asimilarlas, en el proceso de adquisición del habla, y hasta apropiarme de todos los tesoros de la cultura. Mijail Bajtín La literatura entrelaza en una trabazón férrea lo imaginario y lo existente: transforma lo existente en imaginario y lo imaginario en existente. Juan José Saer Si por uno de esos mecanismos simples pudiéramos tener a nuestra disposición todos los relatos que circulan en una ciudad en un día; si yo tuviera la posibilidad de conocer todos los relatos que circulan en Buenos Aires o en Talca en un día, sabría mucho más sobre la realidad de ese lugar que todos los informes científicos y periodísticos y todas las estadísticas y todos los discursos de los economistas o de los sociólogos. Tendría en la multitud de historias que circulan en un día en un lugar, sin duda, una percepción muy nítida de la vida cotidiana de ese lugar, de la vida íntima de ese lugar, y eso no sería solamente una cuestión de contenidos de esas historias, no se trataría solamente de lo que se está contando sino de la forma con la que se lo está contando, el modo específico y preciso de usar la tradición del relato. Ricardo Piglia

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Agradecimientos

E

l Seminario de Literaturas y Culturas Populares de la Nueva España y el proyecto Literaturas y Culturas Populares de la Nueva España (1690-1820): revisión crítica y rescate documental de textos marginados (CONACYT 43033 y PAPIIT IN-406505), así como la publicación de este volumen, no hubieran podido llevarse a cabo sin el apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, la Dirección General para Asuntos del Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México, a través de los programas PAPIIT y el Instituto de Investigaciones Filológicas. Agradecemos, de igual manera, a la doctora Aurora Gómez Galvarriato Freer, directora general del Archivo General de la Nación, y a Jorge Frías Villegas, director del Archivo Histórico Central

del mismo, así como al personal de la galería cuatro por su amable disponibilidad y atención profesional que han permitido nuestras investigaciones. Agradecemos a la Mapoteca Manuel Orozco y Berra, Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SAGARPA), en especial a Carlos Vidali y al Museo Nacional del Virreinato por su generosa ayuda para la reproducción de las imágenes. La publicación de este libro no hubiera sido posible sin el riguroso trabajo, en la edición y transcripción, de: Berenice Granados, Cecilia López Ridaura, José Manuel Mateo, Claudia Carranza Vera y Santiago Cortés Hernández. Así mismo, agradecemos su labor en el manuscrito final a Yoshiro Tanaca y Ana Rosa Gómez Mutio.

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prólogo

E

l libro que tiene entre sus manos, estimado lector, es una nueva e importante antología de relatos hasta ahora inéditos desgajados de los archivos inquistoriales. Habida cuenta de su valor como testimonio e instrumento analítico para el estudio de la histórica convivencia de culturas indígenas, europeas y africanas en la Nueva España de los siglos xvii y xviii, el equipo de editores se ha esmerado en ofrecer a sus lectores unos valiosísimos textos en los que se escuchan las voces de los habitantes del virreinato y se asiste a su asombroso día a día. Gracias a esta labor erudita, uno puede darse el gusto de disfrutar de fragmentos de la vida cotidiana novohispana y vislumbrar cómo, conforme se intensificaban las recíprocas relaciones entre los otrora aislados grupos culturales y la convivencia transformaba por igual a europeos, a indígenas y a africanos, se producía «la conformación de imaginarios mezclados en una gran parte de la población»(ix). He aquí el sincretismo cotidiano de creencias y prácticas religiosas de las distintas culturas —leyendas, metamorfosis mágicas, viajes extraordinarios, brujas y brujos, amantes y curanderas—, cuyos relatos, conjuras, técnicas de adivinanza, hechizos y ensalmos tenían origen en una cultura que las transmitía de boca en boca entre las generaciones ahora conectadas por las nuevas redes sociales hasta acabar conformando un patrimonio común bien conocido por toda la población. Este lenguaje mágico, performativo e ilocucionario, transforma y transfigura con su enunciado al locutor o al interlocutor cercano o distante en el espacio. Dotadas de una virtud especial, la de controlar o imprecar a las fuerzas sobrenaturales, sus palabras y fórmulas alteran el orden de las cosas físicas de acuerdo con la voluntad del sujeto enunciador. El conocimiento de tales palabras y frases por parte de los seres

humanos se remonta a las épocas más lejanas de su existencia y se documenta en todas las latitudes. Su poder las convierte en peligrosas y, por tanto, su empleo se circunscribe a aquellos circuitos sociales que conocen su virtud y velan por su continuidad, comunicándose en principio sólo de boca en boca, en una tradición oral similar a la del chamán y el adepto. Las llamadas tradiciones orales, cuya naturaleza de creaciones lingüísticas inventadas por la imaginación humana es palmaria, constituyen una dimensión más de las lenguas humanas a la que se les atribuyen determinados quehaceres comunicativos de índole muy variada. A los seres humanos les es otorgada la gracia de la comunicación verbal. Nacida una criatura, su madre la ampara y le transmite tanto su amor y cariño como su lengua materna. El bebé irá descubriendo el inagotable regalo de forma paulatina e inconsciente, sin apenas percatarse del modo radical en que su patrimonio verbal, que incluye lo lírico y lo narrativo, condicionará su forma de ser y su visión, al tiempo que le inculcará sutilmente sus preceptos. Al manifestar sus deseos y sus necesidades, los interlocutores responden a la criatura con palabras que, poco a poco, le irán revelando que una parte consubstancial de la herencia lingüística de la cultura en la que ha nacido está formada por el acervo de cuentos y códigos con los que la comunidad se explica el universo y justifica su papel y su finalidad en él. Siguiendo un orden natural, los críos escuchan, imitan, repiten y hablan antes de aprender a recitar el alfabeto, leer un librito, o hacer ejercicios de ortografía. Y lo mismo sucede en el mundo pequeño que en el grande, escenario donde se ha desplegado el devenir de los seres humanos, género capacitado ante todo para la comunicación (danza, canta,

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PRÓLOGO

narra, fabula, adivina, cura, profetiza, conjura, maldice, bendice, acuña proverbios, dichos y refranes, codifica leyes, ordena jerarquías y mitifica cosmologías): toda aquella construcción se levanta, se pone en funcionamiento y entra en vigencia con antelación de decenas de milenios respecto del feliz invento de la escritura. No nos llamemos a engaño: basta fijarse en cualquiera de las muchas comunidades humanas a lo largo de la historia o la prehistoria, para comprobar que en todas ellas han existido indefectiblemente fábulas e intrigas que dan hechura a la imaginación humana por medio de sus recursos lingüísticos, y tanto unos como otras son necesarios para el sostenimiento de la especie. La escritura se constituye como un sistema visual complemento adyacente de las lenguas habladas que permite a la voz viva otra vía de perduración más allá del efímero momento de su enunciado. En este sentido es radicalmente distinta de la tradición oral que encadena las palabras en un cara a cara y boca a boca, aquí y ahora, sin solución de continuidad. A título de ejemplo, y sólo como recordatorio muy abreviado de un más amplio y universal repertorio, podrían citarse títulos de textos antiquísimos que se han transmitido con extraordianaria fidelidad mediante la tradición milenaria del recitado y que han sido transcritos sólo en un momento muy tardío de su existencia: mitos aborígenes australianos, el Gesar mogol, el Rig Veda, el Mahâbhârata y el Râmâyana sánscritos, las épicas Enmerkar, Lugalbanda y Gilgamesh sumerios, las sagas Nart caucáseas, el Alyp-Manash, el Köroglu y el Dede Korkut turcos, el Shâh-nâma de Firdowsi persa, el Bani Hillal árabe, el Son Jara de los Mandeka, la Iliada y la Odisea o el Popul Vuh. El advenimiento de una tecnología nueva, la que conforman los diferentes sistemas de escritura y simbolización, no elimina de un plumazo —y nunca mejor dicho— la vigencia de la palabra recitada, sino que le sirve de apoyo y le proporciona otra forma alternativa de supervivencia. Estas artes verbales forman en su conjunto un ecosistema lingüístico apto para cumplir las necesidades comunicativas de sus usufructuarios, que forman parte de una comunidad enlazada por la palabra. A su través, los hablantes experimentan y perciben de las más abigarradas maneras —las compartamos o nos resulten insospechadas o incógnitas— el desarrollo de la conciencia del ser humano en el trance de comprometerse con su cotidiana y extraordinaria realidad: los demás seres que le rodean. Los mitos y las nanas, los proverbios y las adivinanzas, los cuentos y las leyendas, los ensalmos y los conjuros, las loas y la epopeya, disponen, en cierto modo, nuestra percepción y determinan la forma de nuestra experiencia vital. Los géneros de las artes verbales constituyen así un

importante e insoslayable registro de las lenguas humanas y, al igual que éstas, están dotados de un vocabulario y una gramática suyos y propios, siendo uno de sus rasgos principales su naturaleza multiforme. Tal carácter multiforme viene avalado por el considerable número de variantes de toda suerte que atestigüan y hacen patente la acción y el efecto del imaginario —siempre individual, aunque parte de una identidad colectiva—, como crisol creador del que salen forjadas pero maleables las separadas y particulares inflexiones de un chiste, un cuento, una leyenda, una canción, un poema épico o un mito: todas ellas variaciones concretas de una versión ideal, caso análogo al de los alófonos respecto de los fonemas. La memoria que archiva, la boca que pronuncia y hace instante, los oídos que perciben y las neuronas que transmiten los sentidos a la imaginación pertenecen a mujeres, hombres, niñas y niños que son quienes, en tanto sujetos activos, crean y recrean una y otra vez los cuentos y cantares heredados de sus antepasados, transmitiéndolos a las generaciones venideras y convirtiéndose así en los actuales portadores de las tradiciones orales cuyo legado constante son la innovación y el cambio. Los hallazgos verbales que integran, valga la expresión, la tradición oral, son, según la certera fórmula de don Ramón Menéndez Pidal, los que viven en variantes. Su conjunto plural está constituido por múltiples iteraciones específicas —cada una individual y propia de un momento, un lugar, unas circunstancias, un locutor y unos interlocutores que participan en el acto inmanente de la comunicación— que, en su singularidad, remiten a su vez a un arquetipo que abarca y encierra la suma de todas las iteraciones posibles, sin agotarse en ninguna de ellas. Al accionar la palanca de la maquinaria imaginativa de su ficción, el narrador, su relato y los oyentes inventan, en el sentido etimológico del término, el escenario interpretativo donde la dinámica de la comunicación insufla voz al relato —cual el profeta Ezequiel en su visión del valle de los huesos secos—, de forma que éste cobra vida y se encarna. Reunidas y confrontadas todas las variaciones de un solo relato, se comprueba que constituyen en realidad «[u]n ejército grande en extremo» (37: 10). El éxito de la visión descansa en gran medida en la pericia verbal del narrador y sus oyentes: si aciertan en la diana, se aviva la intriga, transformando así un allá pasado en un aquí y ahora —tal es el poder y la magia de la palabra humana—. Un aspecto particular y muy destacado de esta colección de relatos verbales transcritos por un escribano lo constituyen las circunstancias en las que fueron oídos y copiados: se trata de declaraciones hechas en audiencia del Santo Oficio. Sabido es que un cuentista ajusta su discurso

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Enrique Flores y Mariana Masera • RELATOS POPULARES DE LA INQUISICIÓN NOVAHISPANA

de acuerdo con la recepción que espera de sus oyentes y que ésta afecta al relato en sí —si los receptores disfrutan de lo que se les cuenta, el narrador fabula más, prodiga pormenores o añade nuevos episodios; en el caso contrario, abrevia y salta al desenlace. Es decir, los oyentes tienen gran peso sobre la forma en que se plasma un relato y el desarrollo que va adquiriendo sobre la marcha de la narración. Y eso es aun más crucial en las circunstancias narrativas que caracterizan a estos textos: un trance determinante en el que se veían implicados el testigo, el escribano y el inquisidor: de errar la diana ideológica, las propias palabras del testigo acarrearían consecuencias nefastas o para él o para otro —se trataba pues de una verdadera prueba de vida o muerte—. En virtud de su autoridad absoluta, el interlocutor desempeñaba así un papel decisivo sobre lo que el narrador elegía eludir o incluir en su relato. Como señalan los editores, un elemento activo en el proceso narrativo, y uno de sus condicionantes principales, era, precisamente, el miedo a ser juzgado, que marcaba «de manera determinante el discurso del relato» (xxiii). Este cúmulo de circunstancias enunciativas nos permiten conocer el uso cotidiano de palabras apotropaicas entre los novohispanos. Los textos aquí tan cuidadosamente presentados nos informan minuciosamente de los

usos lingüísticos de los hablantes en un momento en el que las diferentes culturas que confluían en el Virreinato de la Nueva España habían iniciado un complejo proceso de fusión, no exento de tensiones aun hoy en día irresueltas. Por medio de los testimonios recogidos podemos aproximarnos a un mundo en el que la comunicación no quedaba circunscrita a las palabras, sino que implicaba los polvos, los gusanos, el chocolate, los alucinógenos, el colibrí hitzitzilin, la varita de la virtud, los huesos y la tierra, elementos todos que servían a los pobladores para comunicarse, manifestando el anhelo de realizarse plenamente. Sus relatos revelan que todas aquellas palabras tenían para los que las empleaban una función vital, eran algo significativo, que ahora le corresponde al lector avivar con su propia imaginación. Conste aquí mi agradecimiento a Enrique Flores y Mariana Masera, los coordinadores, y sus colaboradores, Claudia Carranza Vera, Santiago Cortés Hernández, Berenice Granados, Cecilia López Ridaura y José Manuel Mateo, en nombre de todos los que nos interesamos por las artes verbales, y en particular por el honor de prologar tan benemérita contribución al estudio de las tradiciones orales. John Zemke Columbia, Missouri

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INTRODUCCIÓN

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I. nueva españa, inquisición y literatura

N

arrar, contar, relatar, delatar, rumorar, insultar, blasfemar, rezar son actos que el hombre y la mujer novohispanos realizaron constantemente, utilizando palabras —unas impuestas, otras originarias— con las que fueron amortiguando una convivencia obligada y construyendo una sociedad distinta. Todas estas manifestaciones, de carácter eminentemente oral y efímero, no fueron registradas. Sin embargo, en los archivos inquisitoriales encontramos una de las fuentes principales donde se puede estudiar ese gran flujo de «textos» orales y escritos —manuscritos y, en menor medida, impresos— que circularon, principalmente, fuera del circuito oficial. Desde hace más de diez años, el Seminario de Literaturas y Culturas Populares de la Nueva España y el proyecto Literaturas populares de la Nueva España (1690-1820): revisión crítica y rescate documental de textos marginados (CONACYT 43033 y PAPIIT IN-406505), bajo la coordinación de Mariana Masera y Enrique Flores, se han abocado a estudiar las manifestaciones populares, sobre todo de carácter literario, que ocurrieron a lo largo de los siglos virreinales. Entre sus principales objetivos se halla la realización de la edición crítica de los textos recopilados: una labor que, hasta ahora, no se había emprendido de manera sistemática. La relevancia y vastedad del tema requirió, además, de la organización de cursos y congresos donde especialistas destacados en diferentes disciplinas ayudaron a comprender, de un modo integral, las distintas expresiones populares del periodo estudiado. Como fruto de estas actividades se han publicado ya tres volúmenes de ensayos (Masera, 2002 y 2004; Masera y Flores 2009) y se

han compilado, asimismo, dos grandes corpus de textos pertenecientes al periodo comprendido entre los siglos xvii y xviii: el Cancionero popular colonial, que recoge material poético en verso —canciones, bailes, coplas, sermones, etc.— y el presente volumen, conformado por las narraciones orales, que nos relatan el bullicio de las calles y caminos, las creencias y las pasiones, las formas de hallarse en el mundo de la diversa población que habitó el inmenso territorio de la Nueva España.1 La tarea de identificar los relatos dentro de los documentos judiciales no fue fácil, pues cada texto tuvo un largo proceso de rescate: la elección de los temas, la selección de los documentos, la edición de los textos para darle 1 

Jonathan Israel nos proporciona una excelente descripción del territorio que comprendía la Nueva España, de su extensión y diversidad: «El verdadero, corazón del virreinato, formado por las zonas internas de las cuatro provincias —una franja que se extendía desde el fértil triángulo de Tlaxcala-Atlixco-Tecamachalco, en el sureste, hacia el noroeste, en una longitud de casi 500 kilómetros—, comprendía el Valle de México, el de Toluca y la meseta del Bajío, y terminaba al llegar la sierra de Guanajuato. En esta franja se ubicaban las dos mayores ciudades de la Colonia: México y Puebla de los Ángeles, muchos otros poblados de importancia, algunos antiguos centros indígenas como Tlaxcala, Texcoco, Cholula, Tepeaca y Huejotzingo, y ciudades tales como Querétaro, Celaya y Guanajuato, fundadas después de la Conquista. El resto del virreinato —la inmensa periferia de estas cuatro provincias— estaba formado por cinco remotas y escasamente pobladas unidades administrativas: Nueva Galicia (en el occidente), Nueva Vizcaya (en el noroeste), Nuevo León (en el nordeste), Nuevo México (en el extremo norte) y Yucatán y Tabasco (en el sureste). Estas regiones constituían entidades políticas bastante diferenciadas, pues mientras Nueva Galicia, cuya capital era Guadalajara, estaba administrada por su propia Audiencia, las otras tenían gobernantes que, en muchos casos, nada más nominalmente eran responsables ante el virrey. Este gobernaba, directamente, sólo la región sujeta a la jurisdicción de la Audiencia de México, es decir las cuatro provincias mencionadas, de modo que esta parte de Nueva España, centro comercial, agrícola y demográfico de la Colonia, era a la vez su centro político» (1997: 11-12).

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INTRODUCCIÓN

Regni Mexicani Seu Novae Hispaniae, Ludouvicianae, N. Angliae, Carolinae, Virginiae Et Pensilvaniae, Necnom, Insvlarvm, Archipelagi Mexicani In America Septentrionali de Ioh Baptista Homanno (sin año). Litografía (col. Orozco y Berra).

forma a la voz del acusado o delator, a través de numerosas sesiones de lecturas, buscando, a través de los intersticios de la escritura judicial, las marcas orales que nos dejaran escuchar la algarabía novohispana. Esta dedicada labor fue realizada para el conjunto de relatos del siglo xviii bajo la coordinación de Enrique Flores.

eu­ropeos y africanos, pero también asiáticos— que, a pesar de los intentos oficiales por mantenerlos separados de la población indígena, terminaron por mezclarse. La diversidad étnica y cultural2 constituyó una marca de la sociedad virreinal. Para el siglo xvii la sociedad novohispana: […] tenía un cuarto de la población española de todo el terri­ torio colonial que se calcula en unos ciento cincuenta mil

¿Quiénes eran los habitantes de la Nueva España?

2  Aquí

La conformación de una sociedad después de un acontecimiento como La Conquista, implicó un proceso complejo y heterogéneo que se extendió a lo largo de los tres siglos coloniales. A la nueva España llegaron pobladores procedentes de todos los continentes —mayoritariamente

entendemos «etnia» como «un grupo de personas que se perciben a sí mismas y que son percibidas por los demás como individuos que comparten rasgos culturales tales como la lengua, la religión, la familia, las costumbres familiares y las preferencias en el alimento» (Light, Keler y Calhoun, 1991: 354). En tanto que para «cultura» retomamos la definición ofrecida por Clifford Geertz: «Cultura es la urdimbre de significaciones atendiendo a las cuales los seres humanos interpretan su experiencia y orientan su acción» (2005: 133).

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europeos, asimismo existía un número equivalente de negros y otro ligeramente menor de mestizos.Tal era la variedad de razas que para mediados del siglo xvii se cree que había una persona no indígena por cada cuatro indios (Israel, 1997: 31).

para finales del virreinato, comprendía el mayor número de habitantes después de los indígenas:5 El proceso histórico del hombre mezclado fue distinto. Mestizos, mulatos y la infinita variedad de productos de la miscegenación biológica que la estratificación colonial calificó de castas, constituían, en realidad, una intercasta que alocaba a algunos de sus miembros en la casta española; a otros en la india y, a los más, los mantenía como hombres marginales sin posición adscrita a la estructura social (Aguirre Beltrán, 1992: 256).6

A lo anterior se añade la existencia de una gran diversidad de pueblos indígenas que conformaban la población más numerosa: Estaba además formada en su mayoría por «naciones» indígenas dispares que hablaban lenguas distintas, cristianizadas e hispanizadas de manera muy superficial. Por otra parte, no todas eran sedentarias ni sumisas; el Norte —otra vez este vacío irresistible en el que se precipitaron tantas aventuras— era recorrido por indios nómadas que atacaban lo mismo a los convoyes que a los pueblos, sembrado de presidios cuya misión consistía en garantizar una seguridad mínima para los viajeros y los pobladores. Aunque la frontera de los territorios sometidos regularmente a los «indios de guerra» no dejó de retroceder en el transcurso de los siglos xvi y xvii, siguió existiendo, así como los reductos de alzados y los ataques repentinos en regiones consideradas como pacificadas y en vías de colonización (Alberro, 1998: 24).

Si bien los primeros enlaces entre las castas fueron establecidos por los mestizos como producto de la convivencia entre indígenas y españoles, posteriormente, con la llegada de los africanos, quienes se mezclaron con españoles e indígenas, los mulatos desempeñaron el mismo rol: Sabemos que los mestizos fueron históricamente los primeros en establecer, muy tempranamente, el contacto entre los dos grupos principales. Su acción fue tan evidente como difícil de aprehender, porque se manifestaba ante todo en los ámbitos afectivos, domésticos y privados, mismos que las fuentes documentales suelen ignorar. [...] Si los mestizos fueron por definición los enlaces naturales entre españoles e indígenas, los africanos y sus descendientes no tardaron en desempeñar las mismas funciones. [...] Así es como los vemos imponerse entre indígenas y españoles en las operaciones comerciales, las funciones medias de mando, los empleos de confianza, los negocios más turbios de la magia erótica y la hechicería [...] (Alberro, 1997: 170-171).

El complejo mestizaje,3 como resultado de la convivencia entre las diversas castas, pronto desbordó los vanos intentos de clasificación oficial y produjo una gran población de individuos mestizos,4 quienes no tenían una unidad étnica y cuyo lugar social no estaba determinado por las leyes, y que, 3 

Cornejo Polar (1997) ha mencionado que el término de mestizaje no responde a la realidad cultural, sin embargo pensamos que es el menos equívoco para el objetivo del presente estudio. 4  Andrés Lira y Luis Muro explican lo complicado de la situación del mestizo: «El crecimiento de la población mestiza, y como tal se consideraba en la época colonial sólo a los hijos de españoles e indígenas, era algo que se advertía desde mediados del siglo xvi. El mismo virrey don Luis de Velasco padre, preocupado por el hecho escribía en 1554 a Felipe II: "Los mestizos van en grande aumento, y todos salen tan mal inclinados y tan osados para las maldades, que a estos y a los negros se les ha de temer. Son tantos que no basta corrección ni castigo, ni hacerse con ellos ordinariamente castigo. Los mestizos andan entre los indios, y como tienen la mitad de su parte, acógenlos y encúbrenlos y dánles de comer; los indios reciben de ellos muchos malos tratamientos y ruines ejemplos"» (1981: 392-393). Nótese que, posteriormente, se dijeron cosas similares sobre los criollos, cuyos defectos son mencionados en diversas fuentes, desde Sahagún hasta Humboldt: «La pericia, la holgazanería, sus variantes y corolarios, la ociosidad, la molicie, el abandono, la falta de previsión y cuidado, el descuido, la inercia, la desidia, la inconstancia y la inestabilidad. Vienen luego la lujuria y la lascivia, el gusto desmedido por el deleite. Asimismo se les reprocha la prodigalidad, la hipocresía y su tendencia a ser mentirosos, supersticiosos —en oposición con la verdadera religión—, aduladores» (Alberro, 1997: 41).

El significativo aumento de la población de mestizos para el siglo xviii se convirtió en un factor perturbador para el orden oficial: Las castas compartían, con los españoles de bajísimos recursos y con gran parte de criollos de condición humilde, Para el siglo xviii, se calcula que la población de la Nueva España estaba compuesta por: españoles 600.000; criollos 1.000.000; mestizos 1.338.706; indígenas 3.676.280 (cf. Florescano y Gil Sánchez, 1981: 536). 6  La multiplicidad de las castas fue tal que vanos fueron los intentos por describirlas: «Los mestizos, hijos de españoles e indígenas, y castas, como se le empezó a llamar a los afromestizos desde el siglo xvii [...] se mezclaron y multiplicaron a tal grado, que las denominaciones ensayadas en la época, por más cuidadosas y eruditas que hayan sido, no alcanzaron a dar cuenta de la complejidad de la población. Sobre la inexactitud de los términos hay que tomar en cuenta la tendencia a ocultar orígenes de sangre mezclada, por considerarse infamante» (Lira-Muro, 1981: 393). 5 

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INTRODUCCIÓN

las tareas del proletariado urbano: eran trabajadores de los obrajes donde se fabricaban telas de algodón y lana y de las fábricas de tabaco y loza, cocheros, mozos, artesanos, arrieros, panaderos, criados y hombres aptos para cualquier oficio, como lo pedía una sociedad cuyos requisitos de pericia no eran muy exigentes. Los menos aptos formaban la inmensa legión de léperos que habitaba las principales ciudades y reales de minas. En las minas, ranchos y haciendas del norte integraban la mayor parte de la población trabajadora y tenían en sus manos los puestos intermedios de dirección y confianza (capataces, jefes de cuadrillas, mandones, administradores, mayordomos, etcétera). Se les tenía prohibido residir en los pueblos y comunidades de los campesinos e indígenas del centro y sur, pero eran ellos los intermediarios que extraían los productos de las comunidades y los colocaban en el mercado, así como los introductores de los artículos y costumbres de la sociedad blanca en el mundo indígena. Esta situación y su condición de hombres sin tierra los convirtió en el siglo xviii en una amenaza de la propiedad indígena más peligrosa que la representada por españoles y criollos (Florescano y Gil Sánchez, 1981: 535-536).

Como se aprecia en el párrafo anterior, los mestizos se volvieron una amenaza para el mundo indígena dada su condición de sin tierra, hecho que sirve como ejemplo de la existencia de diferentes conflictos que surgieron entre las castas. A pesar de ello, al paso de los siglos, los mestizajes fueron más profundos y los intercambios culturales más intensos, propiciando la conformación de imaginarios mezclados en gran parte de la población. De tal manera que la convivencia los había transformado a todos: a los europeos, a los indígenas y a los africanos. En general, la población de la Nueva España compartió un desarraigo ocasionado por diversos motivos.7 Muchos índígenas, de diferentes etnias, fueron obligados a desplazarse 7 

a tierras distantes o emigraron a las ciudades; los esclavos negros, destruidos sus lazos familiares y traídos desde diferentes regiones de África, fueron también obligados a vivir en esta condiciones; los europeos, con la salvedad de que en muchos casos habían migrado por elección propia, también vivían desterrados: ya fuera para escapar de las pésimas condiciones económicas que se vivían en sus lugares de origen y probar fortuna, o para huír de la represión, como en el caso de los judíos, perseguidos y expulsados, o de los protestantes. Entre todos ellos tuvieron que buscar formas de relacionarse a través de las palabras, maneras de amortiguar la violencia cotidiana y vías para intercambiar gestos y saberes.8 El desarraigo inicial y la sobrevivencia en América implican necesariamente actitudes mentales y disposiciones particulares —dudas, interrogaciones, esfuerzos de comprensión, adaptación, etc.—, que no podían dejar de modificar la identidad profunda del emigrado [...] (Alberro, 1997: 67).

Además, la mayor parte de la población que convivió en el terrirorio novohispano poseía una cultura de carácter eminentemente popular, es decir, una cultura derivada de las distintas tradiciones orales particulares más que de la escritura. Se trataba, pues, de culturas que se habían transmitido por medios informales y que pertenecían a la llamada pequeña tradición que «estaba abierta a todos y para su representación se utilizaban tanto las iglesias como las tabernas o los mercados» (Burke, 2005: 68). 8 

Me parece interesante, en este sentido, apuntar la reflexión que hizo Cornejo sobre el discurso del migrante, ya que la mayoría de la población novohispana compartía este rasgo, donde más que desterritorializado lo considera un individuo doblemente situado: «Mi hipótesis primaria tiene que ver con el supuesto que el discurso migrante es radicalmente descentrado, en cuanto se construye alrededor de ejes varios y asimétricos, de alguna manera incompatibles y contradictorios de un modo no dialéctico. Acoge no menos de dos experiencias de vida que la migración, contra lo que se supone en el uso de la categoría de mestizaje, y en cierto sentido en el del concepto de transculturación, no intenta sintetizar en un espacio de resolución armónica; imagino —al contrario— que el allá y el aquí, que son también el ayer y el hoy, refuerzan su aptitud enunciativa y pueden tramar narrativas bifrontes y —hasta si se quiere, exagerando las cosas— esquizofrénicas [...]. Considero que el desplazamiento migratorio duplica (o más) el territorio del sujeto y le ofrece o le condena a hablar desde más de un lugar. Es un discuro doble o múltiplemente situado» (Cornejo Polar, 1996).

Los desplazamientos tuvieron diferentes motivos, algunos fueron obligados y otros, los menos, voluntarios: «En efecto, la irrupción de los europeos en el medio americano se tradujo, como se sabe, en un trastorno de los equilibrios existentes, en particular por la puesta en contacto de ciertas comunidades y sectores indígenas. Pensamos desde luego en la esclavitud de los principios, que se limitó más tarde a las regiones periféricas —el norte de las naciones bravas y nómadas, el sur selvático de los cazadores y recolectores—, en los repartimientos ligados con la encomienda, las primeras empresas mineras, las construcciones monásticas y toda clase de trabajo forzado, pero también en los desplazamientos más o menos voluntarios que realizaron muy pronto los indígenas: tlaxcaltecas y gente de la antigua confederación mexica que acompañaron a los españoles en sus guerras de conquista hacia el Norte y el Sur, estableciendo hasta el sur de los actuales Estados Unidos colonias destinadas a atraer y luego arraigar a los nómadas, paulatinamente convertidos de esta manera en agricultores sedentarios y cristianos; en los trabajadores aislados, cada vez más numerosos, que abandonaron sus comunidades para acceder, sobre todo en las ciudades y las minas, al estado nuevo de hombres libres y solitarios. Todos estos indígenas, grupos familiares, calpullis enteros o individuos solos, llevaron a veces, muy lejos unas influencias y sensibilidades que habían nacido en contextos distintos, originando conjuntos culturales o elementos de conjuntos a su vez distintos de los que, por las mismas fechas, surgían en sus comunidades originales y que no tardaron en entrar en contacto con aquellos desarrollados por su lado por los sectores europeos» (Alberro, 1997: 65-66).

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La convergencia de esas culturas populares9 dio como resultado diferentes procesos de aculturación y sincretismo tanto en los ámbitos rurales como en los urbanos, aunque fue en las ciudades donde estos sucedieron con mayor intensidad. Estos procesos se dieron a las orillas de la cultura oficial, pero no por ello deben considerarse de menor importancia: los intercambios culturales entre las castas fueron los que construyeron los puentes sociales para una convivencia obligada, aún cuando muchas de esas transacciones no fueran armoniosas. Las instituciones españolas trataron de controlar y de normar ese mundo cultural diverso, y la Iglesia desempeñó un papel fundamental en ello, pues tanto «en la Metrópoli [como] en la Nueva España el comportamiento civil comunitario se rige por los valores morales y colectivos emanados de la religión» (Bravo Arriaga, 2001: 64). El cristianismo, máxima expresión de la cultura oficial, regía la convivencia e impulsaba el proceso de aculturación, principalmente mediante el establecimiento de las fiestas, en cuya celebración participaban todos los pobladores:10 Las numerosas fiestas civiles y religiosas eran acontecimientos privilegiados a los que todos los capitalinos concurrían, al intervenir cada grupo étnico y cada sector social en celebraciones que eran también espectáculos en los que las influencias e Sobre el término cultura popular también se ha discutido mucho y, como explica Roger Chartier, se debe continuar la búsqueda de un término más satisfactorio: «Descartar la implícita espontaneidad que reside en el concepto de cultura popular nos devuelve a nuestra cuestión inicial: ¿cómo articular (no sólo utilizar) estos dos modelos de inteligibilidad de la cultura popular que son, por un lado, la descripción de los mecanismos a través de los cuáles los dominados interiorizan su propia ilegitimidad cultural, y, por el otro, el reconocimiento de las expresiones mediante las cuales una cultura dominada "consigue organizar en [una] coherencia simbólica, con principios propios, las experiencias de su condición"?», [y Chartier continúa:] «la respuesta no es fácil y oscila entre dos alternativas: conseguir establecer una clasificación entre las prácticas más propicias a tal dominación, y las que se rebelan o la ignoran; o bien considerar que cada práctica o discurso "popular" puede ser el objeto de dos análisis, mostrando su autonomía y su heteronomía. El camino es estrecho, difícil e inestable, pero, actualmente, me parece el único viable» (Roger Chartier, 1994: 61). Asimismo, véanse para el tema los ya clásicos trabajos de: Michael Bajtín (1999) y Peter Burke (2005). 10  La cultura hegemónica sirvió también, paradójicamente, como vector de transmisión y crisol de las otras culturas, que se desarrollaron y escaparon a la censura y al control, se resistieron a él y lo erosionaron: «Repensar el concepto de cultura popular en y a través del concepto de hegemonía es definirlo como un sistema de relaciones entre clases sociales que constituye uno de los sitios para la producción de consenso, pero también de resistencia al consenso. Desde allí se piensa que siempre hay un elemento de la cultura popular que se escapa o se opone a las fuerzas hegemónicas […]. La cultura popular ha mantenido su carácter evasivo en cuanto resistente. Evitar la captura y el enfrentamiento directo es su lógica. Desde esta perspectiva, la cultura popular actúa como forma erosiva, que amenaza desde dentro» (Zubieta, 2000: 41). 9 

intercambios se dirigían ante todo a la vista y al oído (Alberro, 1997: 190).

Para el siglo xviii, la religión había permeado de modo profundo al mundo indígena, pero también las culturas originarias y las culturas forzadas al destierro habían dejado una huella indeleble en la sociedad novohispana. Y es en esa sociedad de donde surgieron las manifestaciones narrativas de las que se ocupa este libro.

Literatura popular novohispana En los estudios novohispanos, diferentes autores se han referido a las manifestaciones literarias populares utilizando términos como «literatura perseguida» (González Casanova, 1958), «literatura marginada» (Baudot-Méndez, 1997), «la palabra amordazada» (Peña, 2000), o la «palabra marginada» (Masera, 2002). Esta terminología nos da una idea de la situación de esas manifestaciones dentro de la sociedad: ya sea al margen de los estudios literarios, provenientes de personajes marginales, o constituidas por discursos perseguidos por la Inquisición. Sin embargo, en este estudio es necesario definir también las manifestaciones literarias de la cultura popular novohispana desde sus mecanismos de producción, tomando en cuenta sus formas de transmisión y considerando su pertenencia a un sistema literario mayor. Para ello, es conveniente distinguir y relacionar tres términos que utilizaremos para describir nuestra materia: literatura oral, literatura popular y literatura tradicional. El término de literatura oral —acuñado por Sébillot en el siglo xix— siempre ha estado asociado al de literatura popular, por ser la oralidad uno de los medios principales para su creación y transmisión11, pero, como bien sabemos, no todo lo oral es popular ni todo lo escrito es literatura culta.12 Varios autores, como Luis 11 

Véanse entre otros: Zumthor, 1983; Ong, 1987; Finnegan, 1992. Paul Zumthor comenta sobre las definiciones que se han hecho acerca de la literatura oral: «l'expression de littérature orale, elle désigna tour à tour, dans un sens étroit, chez les ethnologues, une classe de discours à finalité sapientielle ou éthique; et, dans un sens large, chez les rares historiens de la littérature intéressés par ces problèmes, toute espèce d’énoncés métaphoriques ou fictionnels, dépassant la portée d’un dialogue entre individus» (1983: 45). 12  John Miles Foley, por ejemplo, comenta que «What "oral literature" really boils down to is a name for "letterless verbal art in letters" or "Letterless verbal art composed by a lettered person". You can see how even our terminology reveals its bias. Down deep, we’ve been scrambling rather desperately to carve out a place for nonwritten forms within the conventional world of literature. What we haven't been doing is recognizing that our familiar world is actually only one part of an immensely larger and

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INTRODUCCIÓN

Díaz Viana, han reflexionado ya sobre estos territorios híbridos: En el amplio fenómeno de la oralidad literaria pueden combinarse distintas posibilidades que van de la composición originariamente escrita que se oraliza a la composición creada oralmente que atraviesa fases en que es recogida por escrito para su memorización o difusión. No tratamos, en realidad, con «textos», en su sentido convencional, sino con un proceso que tiene como base y núcleo la performance (ejecución o actuación) en que un emisor, autor o no de la composición pero siempre, en cierto modo, coautor de la misma, actúa ante una audiencia cuya receptividad influye, de diversas maneras, en ese acto de comunicación. [...] Con anterioridad al texto existe siempre el acto de creación literaria y, en el campo de la oralidad, ese texto, o mejor, pseudo-texto, que oyentes y recopiladores podemos fijar en un momento dado, constituye más que un fin, un «accidente» dentro de tan complejo proceso creativo (Díaz, 1995: 21).

Además, es necesario considerar que, sobre todo desde la invención de la imprenta, existe un «lector-oidor» que, a pesar de su analfabetismo, participa como escucha en las lecturas en voz alta de todo tipo de textos. Como ha comentado Margit Frenk: Dada la importancia que la voz seguía teniendo en la transmisión de los textos, el público de la literatura escrita no se limitaba a sus lectores, en el sentido moderno de la palabra, sino que pudo haberse extendido a un elevado número de oyentes, de todos los estratos sociales, incluida la población analfabeta. Cada ejemplar de un impreso o manuscrito era virtual foco de irradiación, del cual podían emanar incontables recepciones, ya por su lectura oral, ya porque servía de base a la memorización o a la repetición libre (Frenk, 2005: 56-57).

Por otra parte, la diferencia entre literatura popular y tradicional se basa en la distinción planteada por Menéndez Pidal entre la poesía popular y la poesía tradicional españolas. Así, popular sería «toda obra que tiene méritos especiales para agradar a todos en general, para ser repetida

—for many of us— largely unexplored universe of verbal art». Y el autor añade más adelante «Across the span of human societies, oral poetic traditions encode what we call history, anthropology, folklore, mythology, law, philosophy, medicine and numerous other disciplines [...] Because oral poetry has always been an essential technology for the transmission and expression of ideas of all kinds, it does not divorce entertainment from instruction, artistic craft from cultural work» (2002: 27-28).

mucho y perdurar en el gusto del público bastante tiempo»; en tanto que tradicional sería una obra «más encarnada en la tradición», «más arraigada en la memoria». Una literatura que «se rehace en cada repetición, se refunde en cada una de sus variantes, las cuales viven y se propagan en ondas de carácter colectivo, a través de un grupo humano y sobre un territorio» (cf. Menéndez Pidal, 1958: 75-76). El planteamiento de estos conceptos resulta necesario porque la literatura que este libro estudia y recopila comprende una serie de manifestaciones que existieron en las zonas de contacto entre lo oral y lo escrito, entre lo popular y lo tradicional. Así, a pesar de que los testimonios que hemos recopilado provienen de documentos manuscritos del archivo de la Inquisición, en sus palabras podemos identificar marcas de oralidad, narraciones construidas con recursos poéticos que son conocidos y compartidos por toda una comunidad, historias o relatos de autor anónimo, textos que viven en variantes y se transmiten de generación en generación. Para entender la naturaleza de nuestro material, es necesario recordar que, como ha notado Ruth Finnegan, un texto puede ser oral en su producción, en su transmisión y en su ejecución. Hay algunos que son orales en todas estas tres etapas, pero a menudo una de ellas pasan por la escritura, sin que ello afecte su esencia oral.13 La mayoría de nuestros textos provienen de expresiones normalmente creadas y transmitidas de forma oral, pero que por una circunstancia histórica específica, en una de sus etapas, fueron puestas y conservadas por escrito. En los documentos estudiados es posible identificar claramente esas expresiones, aunque hayan pasado ya por el filtro de la escritura y del aparato inquisitorial. Es por eso que el término de «oralidad mixta» define, en este sentido, a muchos de los textos que se encuentran en nuestro acervo. De la misma forma, nuestro corpus se encuentra entre lo tradicional y lo popular, pues a pesar de que en muchos de los textos es posible identificar elementos de la literatura tradicional —como el anonimato, la variabilidad o la preservación de generación en generación—, es mejor determinarlos en conjunto como un tipo de literatura popular, ya que es muy probable que en ellos convergieran más elementos que el de una cultura puramente tradicional debido a sus circustancias históricas. Como ha explicado José Manuel Pedrosa para el cuento:

13 

De acuerdo con Ruth Finnegan: «Since literate and non-literate media have so long coexisted and interacted it is natural to find not only interaction between «oral» and «written» literature but many cases which involve overlap and mixture» (1992: 23; véanse ahí también: 16-24).

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Las dificultades para fijar a posteriori cuáles de aquellas narraciones eran auténticamente tradicionales y cuáles no lo eran, nos obliga a usar el término popular, auténtico cajón de sastre en el que cabe lo auténticamente popular y lo falsamente popularizante, lo original y lo imitado, lo que el pueblo creaba y cultivaba por propio impulso y lo que recibía como producto diseñado por las élites (Pedrosa, 2004a: 17).

Más adelante, distinguiremos con mayor precisión algunos de estos rasgos que hemos señalado; sin embargo, en estas líneas iniciales, resulta conveniente detenerse sobre la fuente de este tipo de literatura popular novohispana que pretendemos abordar. Los archivos inquisitoriales constituyen la fuente principal para conocer y estudiar parte del flujo de expresiones verbales que circulaban fuera de los ámbitos oficiales de difusión. Gracias al afán de esta institución por controlar y catalogar el comportamiento de la población, en los procesos quedó un registro de las diferentes expresiones literarias populares que se producían, a menudo marginalmente, dentro de la sociedad novohispana. Como ha comentado Peter Burke: Si los primeros folcloristas no nos otorgan plena confianza como recopiladores de la tradición oral quizás sí puedan hacerlo los inquisidores. Los juicios y las confesiones de los herejes y las brujas son, obviamente, una fuente importante para el estudio de las actitudes populares. En las actas de los procesos, el historiador puede descubrir los giros lingüísticos favoritos de los acusados y, casi, oír sus voces (Burke, 2005: 126).

En esta misma línea, Julio Caro Baroja comenta en su estudio sobre los casos de hechicería y magia en la Inquisición española: La realidad es que el proceso es mucho más complicado, más lleno de fluctuaciones, contradicciones, etc., y que los archivos de la Inquisición son una mina inagotable para estudiarla y para adquirir un caudal enorme de conocimientos sobre los aspectos más recónditos del alma humana y de lo que se llama «personalidad» en relación con un grupo, con las pasiones, amores y odios de carácter religioso o de otra ley (Caro Baroja, 1997: I, 28).

mano del escribano.14 Sin embargo, los procesos inquisitoriales constituyen fuentes válidas para conocer las mentalidades y las formas de expresión de los acusados en diferentes períodos y, a pesar de la intermediación, pueden servirnos para estudiar la literatura popular novohispana, siempre que los tomemos con las debidas reservas. El hecho de que una fuente no sea «objetiva» (pero tampoco un inventario lo es) no significa que sea inutilizable. [...] Aunque la documentación sea exigua, dispersa y difícil, puede aprovecharse (Ginzburg, 1997: 20).

En la literatura popular que estudiamos coexisten y convergen una serie de procedimientos de creación, de transmisión y de registro. En vez de obviar esas complejidades, este trabajo de rescate documental ha tratado de aprovecharlas, es decir, hemos tratado de apoyarnos en las bases y los métodos sentados por investigadores como Carlo Ginzburg para estudiar, justamente, esas expresiones literarias que se encuentran en las zonas intersticiales y en los puntos de tensión cultural. Después de todo, muy probablemente sea ahí donde se encuentre alguna de la información más relevante sobre una sociedad fundamentada en el mestizaje y el intercambio.

¿Cómo era la inquisición novohispana? La Inquisición novohispana existió durante los tres siglos virreinales: desde su temprana instauración en 1522 hasta 1819. Al comienzo habría sido una inquisición monástica (1522-1533) para, posteriormente, convertirse en episcopal (1535-1571) (cf. Alberro, 1998: 21). Como consecuencia de los estragos que sufrieron las comunidades indígenas durante los primeros años de existencia de la Inquisición, el 30 de diciembre de 1571 se expidió un decreto donde «los indígenas dejaban de pertenecer al fuero inquisitorial y sólo dependerían en adelante del obispo en cuanto se refería a moral y a fe» (cf. Alberro, 1998: 22). Esta medida dejó fuera de la jurisdicción del Santo Oficio a la mayoría de los pobladores de la Nueva España, quienes, dado el contexto sociocultural, tampoco podrían fungir 14 

Este procedimiento para estudiar la literatura y la cultura populares no está exento de problemas, dado que nos acercamos a unas voces doblemente intermediadas: por una parte, por su paso de lo oral a lo escrito; por otra, por su paso de lo marginal o de lo popular a lo oficial, a través de la

Carlo Ginzburg ha comentado, en este sentido, que los estudios que se acerquen a los archivos inquisitoriales «tienen que echar mano de fuentes escritas (y, eventualmente de hallazgos arqueológicos) doblemente indirectas: en tanto que escritas y en tanto que escritas por individuos vinculados más o menos abiertamente a la cultura dominante. Esto significa que las ideas, creencias y esperanzas de los campesinos y artesanos del pasado nos llegan (cuando nos llegan) a través de filtros intermedios y deformantes» (Ginzburg, 1997: 17).

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INTRODUCCIÓN

como denunciantes. De este modo, el Tribunal ejerció sólo para una población de 450.000 individuos, aproximadamente, entre españoles y otros europeos, mestizos, africanos, mulatos y asiáticos (cf. Alberro, 2004: 26). El tribunal del Santo Oficio se encontró ante un mundo nuevo, con una geografía extensa, exuberante e impenetrable, donde coincidieron grupos humanos muy diversos que se enfrentaron a grandes epidemias, «un mundo que hervía de aventureros rapaces o dementes, de sobrevivientes, fugitivos y rebeldes de toda calaña, la espuma de los tormentosos siglos xvi y xvii del viejo continente» (Alberro, 1998: 28-29). Esta realidad hizo imposible que el Santo Oficio fungiera como un entidad federativa unificadora y que ejerciera totalmente sus funciones de control y represión; mas bien ésta se destacó como «polarizadora» y «neutralizadora» de las «tensiones y pulsiones, individuales y colectivas» a través de la denuncia (cf. Alberro, 1988: 150). En los procesos de los siglos xvii y xviii, las prácticas mágicas sobresalen como el principal y más vigoroso modo de la relación intercasta y, por ende, de aculturación. Las prácticas mágicas, pues, hacen parte de los sistemas simbólicos, son aparatos cognitivos, sistemas de conocimiento, que proporcionan formas distintas de acercarse al mundo y de construir y constituir «lo real», así como de intervenir sobre el mundo. Estas prácticas y los diferentes universos simbólicos y referentes desde los que se interpreta, se observa y se piensa, generan diferentes imaginarios respecto al otro y a los otros, que posibilitan y permiten el reconocimiento y la caracterización de los demás, es decir, de individuos o de grupos culturales: de unos individuos respecto a otros y de unos grupos étnicos o culturales respecto a otros. Las prácticas mágicas son un «lenguaje», un sistema simbólico completo, con una lógica interna de funcionamiento, que se rige por sus propias reglas, su propia «gramática» y de acuerdo a sus propios mecanismos, y actúa donde otros saberes son ineficaces (Ceballos Gómez, 2001: 51).

Además de recurrir a la magia para la resolución de las necesidades y de los deseos, era necesario buscar la intervención de algún intermediario, generalmente de otra casta. Los españoles llamaban a los indígenas, a los mestizos, a los mulatos y a los negros. Otras veces, cuando la magia quedaba entre españoles, se buscaba a aquellas que tenían fama de hechiceras y brujas, y también se acudía a formas supersticiosas más sofisticadas, como los horóscopos. Los indígenas, por su parte, muchas veces fueron denunciados por continuar con los ritos prehispánicos, sobre todo cuando había un individuo de otra casta involucrado. Esto quizás refleja lo que comenta Caro Baroja:

La Magia, por otra parte, es siempre y por antonomasia una actividad «antigua», heredada de épocas remotísimas y por vías secretas. Los pueblos antiguos y los pueblos arcaicos en general se consideran depositarios de una herencia más directa (Caro Baroja, 1992: I, 63).

Recurrir a la magia era un asunto cotidiano tanto para hombres como para mujeres. Buscaban mejorar su salud, hallar objetos perdidos, saber el futuro, pero, por sobre todas las preocupaciones, predominaban las cuestiones eróticas y sexuales. Conseguir amantes, apaciguar al marido o hacer que pagara el débito marital, seducir a las mujeres. La exaltación de la preocupación erótica constituye, de hecho, otro rasgo distintivo de la sociedad virreinal: Si las prácticas de magia y hechicería, los delitos religiosos menores, son aquí levemente más numerosos que en España, la escasez de herejes y la abundancia de bígamos y de confesores solicitantes —lo erótico se sustituye por lo herético—, pintan un cuadro de colores mucho menos sombríos y con figuras mucho más pintorescas que en la península. Así, la herejía en el continente americano, fue una flor exótica mientras las transgresiones a la moral sexual que enseñaba la Iglesia, brotaron naturalmente, cual respuesta al mundo colonial, a las relaciones de dominación (Alberro, 1998: 197).

Las prácticas mágicas que aparecen en los procesos estudiados se consideran supersticiosas al llegar ante el Santo Oficio, que considera que esa superstición: […] es el pecado, por exceso, contra la virtud de la Religión; es­ta, como virtud moral, queda en el justo medio entre dos excesos: el de la irreligiosidad, de un lado; el de la fe supersticiosa, de otro. Dentro de la Superstición se incluye, por un lado, el culto indebido a Dios, es decir, un culto con arreglo a formas que no son adecuadas ni gratas, que son superfluas o alteradas; por otro, queda toda especie de Idolatría; también todas las formas de Adivinación y las llamadas de Observancia. Es idolátrico el culto dado a un ser o ente que no sea Dios (demonio como tal, o ídolo, o falsa divinidad, que lo ocultan de modo más o menos engañoso). Cuando el hombre procura su socorro para obtener efectos que sobrepasan lo natural recurre a un género de observancia, las artes adivinatorias y lo que se llama Magia precisamente (Caro Baroja, 1992: I, 26).

Los procesos inquisitoriales que involucran este tipo de prácticas nos proporcionan un tipo de información doblemente valiosa, pues además de la narración de los hechos, muchas veces incluyen otros tipos de textos tradicionales

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como oraciones y conjuros, que algunas veces son dichos como parte de un ritual y otras veces recordados fuera de él. A esto se añade, que los documentos nos permiten ver la intensa interacción entre las castas a través de la constante combinación de elementos provenientes de las distintas etnias para la realización de las prácticas mágicas sobre todo en la preparación y consumo de las bebidas. Entre los alimentos usados para la magia se distinguen como preferidos por la población novohispana el chocolate15 y el peyote.16 El primero fue un alimento que marcó a la sociedad virreinal en su conjunto, ya que fue utilizado por todos y para casi todo; por su naturaleza estimulante, fue la bebida preferida para la magia erótica femenina. Numerosas veces se escucha en las audiencias la confesión o delación de mujeres, frecuentemente españolas, que para atraer a los hombres utilizan la mezcla del menstruo con el chocolate (Sodi y Aceves, 2000: 318; Méndez, 2001: 8196). El peyote, por su parte, es ingerido con mayor frecuencia por indígenas contratados para hallar personas u objetos, para encontrar minas o tesoros. En ocasiones, el chocolate y el peyote, estos dos sabores autóctonos, incluso son utilizados por los españoles para producir un endulzado viaje alucinógeno. La popularidad y los usos del peyote se evidencian en el siguiente edicto del siglo xvii (1692), que hemos incluido en el apéndice como muestra de los textos oficiales:

Mandamos, que de aquí adelante ninguna personas de qualquier grado y condición que sea, pueda usar, ni use de la dicha yerba del peyote, ni de otras para los dichos efectos ni para otros semejantes, debajo de ningun titulo o color, ni hagan que los indios, ni otras personas las tomen con apercevimiento […].

Asimismo, en los procesos hallamos testimonios de la preservación de rituales prehispánicos con sacrificio de animales y sangramiento de las personas, así como de danzas rituales que seguían practicándose incluso a fines del siglo xviii, lo cual confirma la dificultad de normar y homogeneizar a una sociedad tan heterogénea, además demuestran lo vano de los intentos por erradicar las costumbres asociadas a las religiones prehispánicas. En conjunto, en los archivos de la Inquisición novohispana nos encontramos con un mosaico cultural bastante distinto al que se observa al estudiar los procesos de los tribunales europeos; ya que los documentos novohispanos revelan la existencia de un mecanismo a través del cual chocaron frontalmente las distintas culturas que convivían en los nuevos territorios, pero también la vitalidad y los niveles de convivencia que se producían a través de las prácticas mágicas y religiosas. El deslinde entre estos dos ámbitos, como ha señalado José Manuel Pedrosa, se debe más a los intereses del poder que a un pensamiento racional:

Por quanto el uso de la yerba, o raíz, llamada Peyote, para el efecto, que estas provincias se han introducido de descubrir hurtos y adivinar otros subcesos y futuros contingentes ocultos, es acción supersticiosa, y reprovada, opuesta a la pureza y sinceridad de nuestra Santa Fee Cathólica, siendo assí que la dicha yerba, ni otra alguna, no pueden tener la virtud, y eficaccia natural, que se dize, para los dichos efectos, ni para causar las imágines, fantasmas y representaciones en que se fundan las dichas adivinaciones, y que en ellas se ve notoriamente la sugestión y assistencia del demonio, autor deste abuso, valiéndose primero, para introducirle de la felicidad natural de los indios y de su inclinación a la idolatría, y derivanse después de excomunión mayor latae sententiae, trina canonica monitione praeemissa, y de otras penas pecuniarias, y corporales a nuestro arbitrio reservadas.

La magia y la religión constituyen, en efecto, una especie de fluido cultural cuyas fronteras comunes y demarcaciones internas han sido tradicionalmente definidas, más que por los criterios de un único y empírico pensamiento racional —que, por definición, les sería antagónico—, por los intereses —tan arbitrarios como variables— de los grupos que en cada época y en cada lugar han controlado el poder espiritual; grupos que, al discriminar entre lo mágico y lo religioso, ponían barreras también entre lo vergonzoso y lo prestigioso, lo heterodoxo y lo ortodoxo, lo marginal y lo institucional, y hasta lo ilegal y lo legal, creando con ello un grupo —el suyo— legitimado por lo religiosos, y otro grupo —el de los insumisos a su control espiritual— deslegitimado por lo mágico, lo supersticioso y lo herético, entendido todo ello como anti religioso (Pedrosa, 2000: 14).

El chocolate fue de uso ritual para los mexicas y se otorgaba como regalo en ocasiones importantes, su consumo era exclusivo de nobles y valerosos guerreros. Ya para el siglo xvii, en 1636, los novohispanos consumían de tres a seis veces diarias chocolate. Tal fue el éxito de la bebida por sus cualidades de propiciar la lascivia que a pesar de que fue prohibida para los frailes, se incluyó en toda serie de ritos mágicos para ligar (Sodi y Aceves 2000: I, 313-322). 16  Más adelante lo estudiamos con detenimiento.

La voz y el relato: características de las expresiones narrativas dentro de los procesos inquisitoriales

15 

Hemos apuntado ya algunas características de nuestros textos, de la maquinaria judicial que permitió que se conservaran y de la sociedad que los produjo. Los textos, como

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INTRODUCCIÓN

vimos, se insertan en un contexto complejo donde se sobreponen aspectos orales y escritos, populares y tradicionales, oficiales y marginales, religiosos y mágicos. Sin embargo, es necesario detenerse a estudiar y describir las características de las expresiones narrativas que podemos encontrar en los procesos inquisitoriales, ahondar en sus maneras de producción, y situarlas dentro de los universos de los géneros narrativos de lo sobrenatural. El análisis de los procesos inquisitoriales que recogen declaraciones, confesiones o delaciones, nos revela que, a pesar de que se trata de documentos judiciales, tienen marcas de oralidad. Allí, en las palabras delimitadas por esas marcas, es donde hallamos la otra voz de estos documentos, la del procesado o la de los declarantes; pues las audiencias consistían, justamente, en la producción y el registro de un testimonio oral. Sin embargo, más allá de observar ese fenómeno, nos interesa señalar que, en muchos casos, esas voces se organizan en un discurso narrativo para conformar un relato.17 Es decir, en los textos existe: […] la construcción progresiva por la mediación de un narrador de un mundo de acción e interacción humanas, cuyo referente puede ser real o ficcional. Así definido, el relato abarca desde la anécdota más simple, pasando por la crónica, los relatos verídicos, folklóricos o maravillosos y el cuento corto hasta la novela más compleja, la biografía o la autobiografía (Pimentel, 1998: 10).

Son ese tipo de documentos y de testimonios los que hemos seleccionado y editado en este libro: textos a los cuales resulta difícil asignar una etiqueta terminológica, pero que se encuentran claramente diferenciados por contener expresiones narrativas con rasgos de oralidad a las que nos referiremos como «relatos» y a las que caracterizaremos en las siguientes líneas. La identificación de relatos con rasgos de la narrativa oral en los documentos inquisitoriales nos remite al problema de la forma y de la posibilidad de afiliar esas manifestaciones a algún género específico. Por una parte, nuestros relatos presentan muchas similitudes con las leyendas, si nos guiamos por la siguiente definición. La leyenda tradicional y oral puede definirse sintéticamente, [...] como una narración por lo general breve, no compleja, y formada por uno o por unos pocos «motivos» o peripecias narrativas. Su contenido tiene elementos sorprendentes, 17 

Véase el estudio de Santiago Cortés Hernández (2004), «La esencia del relato consiste en que da cuenta de una historia» (Beristáin, 1997: s.v. Relato).

sobrenaturales o difícilmente explicables desde puntos de vista empíricos, pero se percibe como posible (e incluso a veces como real, auténtico y hasta experimentado en persona) por el narrador y por el oyente. Sus personajes suelen ser conocidos, antepasados o vecinos más o menos próximos, o tienen por lo menos alguna relación con la historia del entorno local del narrador. La leyenda oral y tradicional se inscribe en unas dimensiones de espacio conocido y local, y de tiempo pasado pero no indefinido ni irreal. Es decir, es sentida por el narrador y por el oyente como una historia extraordinaria y con contenidos poco explicables desde el ámbito de la experiencia normal y de la cotidianidad, pero refrendada por su conexión con su espacio y tiempo vitales, y muchas veces también con personajes conocidos o inscritos en un pasado próximo o tenido por próximo (Pedrosa, Palacios, Marcos, 2001: 18).

Los relatos que hemos recopilado son, en efecto, narraciones breves y poco complejas que, la mayor parte de las veces, son aceptadas como verdad por su narrador. Sus historias ocurren en un espacio local, los personajes son conocidos por la comunidad o lo extraordinario es experimentado por la propia persona. Además, como veremos más adelante, algunos de ellos han permanecido en la tradición oral hasta ahora. Sin embargo, por otra parte, hay algo en su naturaleza de textos judiciales que no acaba de coincidir del todo con el género de la leyenda. Su situación dentro de documentos procesales hace que nuestros relatos tengan un cierto carácter de leyendas descontextualizadas, pues sus discursos fueron producidos en un ámbito completamente distinto al de la leyenda tradicional. Con la salvedad de algunas cartas, que hemos incluido en nuestra selección para complementar y contextualizar algunos procesos, los textos que se editan en este libro fueron producidos dentro de una audiencia; las palabras que estos recogen son, por lo tanto, narraciones a las que se les otorga valor de verdad testimonial. Es por eso que nuestros textos y sus relatos podrían también, en algún sentido, describirse mediante el polémico término de «literatura testimonial»,18 etiqueta originalmente creada para agrupar formas del discurso cronístico. Los testimonios inquisitoriales comparten con el ámbito de la literatura testimonial la elaboración de un discurso a partir de un «yo» que rinde cuentas de sus hechos, la selección y ordenación de sucesos en un relato condicionado por el objetivo de «defenderse». Pero a diferencia de las crónicas, los procesos también tienen 18 

Véase el interesante artículo sobre Bernal Díaz del Castillo de Gustavo V. García (2001).

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como función principal la delación, es decir, describir a un «otro» que debe ser juzgado. Es así como llegamos al meollo del funcionamiento y la naturaleza de nuestros relatos, los cuales deben ser entendidos, forzosamente, en el contexto de su dinámica de producción. La delación fue otro de los ejes para el funcionamiento de la Inquisición: esta siempre estuvo estimulada y promovida mediante la lectura y publicación de edictos. Este mecanismo provocó que en los procesos y en sus discursos estuvieran presentes muchos elementos y sentimientos además del supuesto «celo religioso» que llevaba a los declarantes ante el Tribunal. Es por eso que los relatos recopilados se mueven también en los territorios semi-noticiosos del chisme y del rumor,19 resultando a menudo fácil identificar en ellos la presencia de sentimientos motores como la envidia, la venganza, etc. Si un procedimiento mágico solicitado fallaba —cosa que sucedía con frecuencia—, la reclamación era inmediata: muchas veces los testigos llegaban a la Inquisición no porque denunciaran algo en lo que no creían, sino por el fraude cometido por quien ejercía la magia.20 También eran habituales, sobre todo en los casos de brujería y hechicería, la sospecha y la desconfianza, asociadas a la creencia de estar bajo el influjo de un hechizo o de un maleficio.21 El declarante de los procesos inquisitoriales constituía un narrador que traducía la diversidad del tiempo oral en un orden lineal para la escritura y el registro; en su discurso se narran hechos que han sucedido en tiempos distintos y que no se ordenan cronológicamente como sucedieron sino, como recuerda según su interés, o, si se siente amenazado, como se le pide que recuerde. Sus palabras, por eso, aún registradas en un documento judicial, se encuentran frecuentemente llenas de digresiones y repeticiones características de la gramática oral.22 El miedo a ser juzgado también desempeñaba un importante papel para la creación de diferentes estrategias defensivas por parte de los narradores, pues en la audiencia

cualquier palabra dicha podía significar la condena propia o ajena. Ese temor marca de manera determinante el discurso de los relatos que estudiamos. Las excusas dadas como defensa podían ser diversas, como afirmar una falsa ignorancia, o declarar haber procedido en contra de la propia voluntad para evitar el castigo. Algunos aducían que, mientras se realizaba una práctica mágica, siempre se había honrado a Dios a través de oraciones; otros argumentaban la incomprensión de los «textos». Además, no se debe soslayar que durante la producción de los relatos intervinieron también de manera decisiva los inquisidores. Ellos solían preocuparse por tomar distancia, por asegurarse, sobre todo cuando los delitos de hechicería o asociados con magia eran considerados menores, de pedir varios testimonios para descartar que los hechos narrados fueran «una invención».23 Sin embargo, su participación en la construcción del discurso narrativo venía por otros medios. Durante las audiencias, el «narrador-declarante» era conminado a buscar en su memoria —en ocasiones retrocediendo, incluso, veinte años atrás— algún hecho en particular que fuera significativo para el Inquisidor y a ordenarlo de acuerdo a las preguntas que este hacía, en las que también aportaba información sobre la superstición. Es decir, el inquisidor no sólo escucha, sino que, también con la dirección del discurso en la audiencia, ayuda a la generación de la narración. Este distinguir lo mágico permitido de lo supersticioso, seguir los manuales para evaluar una realidad donde las fronteras entre ambos hechos eran muy difusas; sin embargo, lo que conseguía era compartir la producción de una expresión narrativa con los declarantes, a pesar de que sus perspectivas fueran, muchas veces, opuestas.24 Aclarada y descrita esta dinámica de producción que da a nuestros relatos un carácter particular, podemos ocuparnos ahora tanto de su temática como de otros de sus rasgos narrativos.

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Cabe recordar, en este punto, una interesante afirmación de José Manuel Pedrosa: «El rumor es, a un tiempo, la madre, el amante y el hijo, la matriz, el cauce y la consecuencia, la tierra de la que sale, por la que transita y a la que vuelve la leyenda urbana» (Pedrosa, 2004b: 25). 20  Julio Caro Baroja comenta al respecto que: «No se eliminan los delitos de hechicería por la represión; se eliminan porque, poco a poco, la sociedad va pensando que la hechicera encierra un tanto por ciento muy elevado de falsedad y embuste (cosa que gran número de inquisidores aceptan como base del siglo xvii)» (Caro Baroja, 1992: I, 30). 21  Véase el artículo de Ceballos Gómez (2001: 51-75) donde enumera varias causas para las acusaciones sobre las prácticas mágicas. Además, sobre las diferentes acepciones de la palabra maleficio a lo largo de la historia de la Inquisición véase Bailey (2001). 22  Se puede pensar que la gramática de los relatos donde aparece lo sobrenatural es similar a la producción onírica, como expuso Freud, existe la «condensación» y el «desplazamiento» (Freud, 2002: 122-267).

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De ahí que en muy pocos casos exista una sentencia. Como ha explicado Caro Baroja, «rara es la vez que no sale destacado el fondo pasional de los conflictos existentes entre el acusado y los que testifican contra él, mientras que la parte esotérica queda muy disminuida. Los reos luchaban fieramente con los inquisidores y con los testigos de cargo; los fiscales daban la nota más fuerte en las acusaciones...; pero en la generalidad de las sentencias contra magos, hechiceras, brujas, astrólogos, etc., a los que se atribuían las cosas más horribles y aun repugnantes, no hay relación entre el delito imputado y la pena» (Caro Baroja, 1992: I, 30). 24  En general el relato era una práctica cotidiana de los diferentes estratos sociales durante los Siglos de Oro (Pedrosa, 2004a), pero, además, el relato era bastante familiar para los funcionarios del Santo Oficio, como demuestra la inserción de cuentos en los tratados de magia y en los manuales para inquisidores (Zamora Calvo, 2005). Este aspecto también ha sido destacado por Enrique Flores.

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INTRODUCCIÓN

El interés principal de la Inquisición era controlar y recoger todo aquello que atentaba contra la religión oficial y los temas de nuestros relatos reflejan esa búsqueda: la mayor parte de los textos seleccionados trata sobre algún hecho extraordinario que se ha experimentado o del cual se ha sido testigo. Hallamos en nuestro corpus una variedad de asuntos asociados, generalmente, a las pasiones y a las posesiones. Los narradores están preocupados por encontrar objetos perdidos, amansar y matar amantes y maridos, conseguir mujeres, hallar tesoros y hacer pactos con el diablo para ser mejores en sus actividades o hacerse invisibles, para afrontar una realidad cruel, donde el maltrato por parte del amo o el marido es cotidiano. Los testimonios de las hechiceras son, en general, enumeraciones meticulosas de gestos para cualquier ocasión; están poblados de ensalmos, conjuros y oraciones no canónicas. En los relatos, las brujas emulan los comportamientos de sus coetáneas europeas: vuelan o hacen volar, se convierten en luces, se transforman en animales y chupan niños. Entre los ritos indígenas, normalmente descritos por testigos de otras castas, se observan ceremonias asociadas con el ciclo agrícola, se describen danzas rituales como las kachinas, el pochoh, el zulam, cuyos realizadores son identificados como brujos. Generalmente, los hechos narrados se encuentran asociados a la magia y su valor de verdad muestra diferencias entre los distintos testimonios incluidos dentro de un mismo proceso. En ocasiones lo relatado por un testigo como verdad es refutado por otro como estrategia defensiva. El frecuente uso de la magia para alcanzar lo que se desea muestra la creencia en un mundo sobrenatural —impulsado, en gran medida, por la religión— al cual hay que acudir para resolver los conflictos a través de un conocedor de las formas de comunicación. Los relatos también hablan de las palabras mágicas que pronuncian los intermediarios, palabras que cobran una función performativa —como en los conjuros, ensalmos, oraciones— para llamar al ser sobrenatural —ya con ruegos, ya con órdenes—; palabras que, simultáneamente, construyen un orden verbal y crean un espacio donde se ejerce un control sobre el más allá. Además, estas narraciones están pobladas de variados seres que provienen tanto del ámbito cristiano como del indígena; de plantas alucinógenas que permiten transitar a un mundo sobrenatural, donde se encuentran las respuestas tanto para resolver los conflictos del presente como para mitigar las carencias, haciendo tangible lo ausente. Por todo esto, decir simplemente que en los relatos se mezcla la fantasía, o lo imaginario, o lo maravilloso con lo real, no les hace justicia. La forma en la que las palabras de los «declarantes-narradores»

funden e integran esos elementos tiene implicaciones mayores: dentro del discurso popular, la asociación de lo mágico y lo sobrenatural es una manera de contar y de construir la realidad. Lo sobrenatural nace del lenguaje; es a la vez su prueba y su consecuencia; no sólo el diablo y los vampiros no existen más que en las palabras, sino que también, sólo el lenguaje permite concebir lo que siempre está ausente: lo sobrenatural (Todorov, 2005: 68).

Mientras que para los inquisidores lo sobrenatural sólo es permitido si está asociado a lo cristiano, para la mayoría de los procesados, lo sobrenatural —asociado a la magia— forma parte de la explicación del mundo: Au delà de l’agrément, de la curiosité, de toutes les émotions que nous donnent les récits, les contes, les légendes, au delà du besoin de se distraire, d’oublier, de se procurer des sensations agréables et terrifiantes, le but réel du voyage merveilleux est...l’exploration plus totale de la réalité universelle (Mabille apud Le Goff, 1985: 35).

Es decir, lo sobrenatural no es un escape de la realidad, sino una forma de narrarla y, por ende, de vivirla.25 Esto se complementa con lo señalado por Jacques Le Goff, donde «le merveilleux est un contrapoids à la bannalité et a la régularité quotidiennes» (1985: 24). Incluso, en lo sobrenatural y lo maravilloso puede existir, en cierto grado, una protesta contra el cristianismo y puede funcionar como una compensación de la realidad (Le Goff, 1985: 34-35). A partir del contacto con esta última idea de Jacques Le Goff, y del uso que hacen nuestros textos de elementos sobrenaturales para narrar y construir una realidad, podríamos tratar de ubicarlos en el contexto de lo fantástico y lo maravilloso. Sin embargo, situar a nuestros relatos dentro de estos universos narrativos resulta bastante complejo, pues aunque estos conceptos han sido estudiados en muy diversos géneros literarios,26 en la literatura popular, y en

25 

Acerca de la narración y los seres sobrenaturales Caro Baroja afirma que: «Mˇu qos, al fin y al cabo, no es más que eso. No es más que relato o palabra. Nosotros nos hemos limitado a usar la acepción más concreta, e incluso dejando aparte las de cuento o narración simple, hemos hecho hincapié en la de narración relativa a seres sobrenaturales de las religiones antiguas o primitivas. [...] Pero la mitología [...] es una actividad que domina el hombre desde la infancia y que, por tanto, lo mismo puede pesar sobre la religión, que sobre la historia y la literatura. Puede detectarse asimismo en las actas de un proceso criminal o en un simple cuento de viejas» (1991: 20). 26  Véase, por ejemplo, la tesis de Claudia Carranza Vera (2008).

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específico en la narrativa de tipo oral que nos ocupa, es difícil poner fronteras entre lo sobrenatural, lo maravilloso o lo fantástico. Para terminar de caracterizar los textos que hemos recopilado, habría que añadir, por último, dos rasgos determinantes más: la migración y la mezcla. Como hemos mencionado en líneas anteriores, la Nueva España estaba conformada por migrantes de dentro y de fuera del territorio, este hecho propició la mezcla de elementos culturales de las distintas etnias, que se adoptaron y se adaptaron a otras realidades. Los testimonios que llegaban al Santo Oficio acusaban los resultados de esos procesos culturales, pues, como sabemos: Las leyendas, tengan origen mítico, o no, se han transmitido de modo tradicional de un pueblo a otro durante siglos, mezclándose, contaminándose y superponiéndose a estratos previos, y conformando de cada lugar un repertorio en parte

conectado con el del entorno y en parte dotado de rasgos de especificidad propios. La emigración de la leyenda es un fenómeno íntimamente conectado con los procesos de migración, contacto y mezcla de los pueblos o de grupos y personas pertenecientes a pueblos distintos, y opera mediante la adaptación y asimilación de un motivo leyendístico que en principio era extraño a la lengua, la ideología y en muchos casos a las creencias y la religión del pueblo que adopta la leyenda (Pedrosa, Palacios, Marcos, 2001: 19-20).

Hasta aquí hemos descrito las características que identifican a estos relatos con formas narrativas tradicionales, destacando la dificultad de englobar la diversidad de las narraciones en sólo algunas terminologías; asi también estudiamos la impronta de lo sobrenatural en el lenguaje y como forma de narrar la realidad. Sin embargo, es necesario analizar a continuación los rasgos particulares que distinguen a los relatos novohispanos.

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II. Tipos de textos y características generales de la muestra

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entro de las voces que fuimos seleccionando y editando para este libro, cabe hacer algunas distinciones. La gran mayoría de los textos recopilados aquí corresponden a testimonios en los que se pueden apreciar claramente las características que ya hemos mencionado: testimonios que constituyen narraciones con marcas de oralidad, cercanas a las leyendas, que se mueven en los terrenos de lo sobrenatural, lo fantástico y lo maravilloso. A menudo hemos optado por recoger varios testimonios de un mismo proceso pues, aunque con frecuencia los testigos incurren en repeticiones, es justamente la lectura conjunta de todas sus voces la que nos revela las características sustanciales de aquello que están narrando. También hemos recogido textos que podríamos agrupar bajo la denominación de «manuales mágicos»: textos en los que, mientras se enumeran las acciones mágicas y rituales a realizar para determinado fin —buscar un objeto perdido, ligar amantes, etc.—, se narran también algunos hechos y el énfasis está tanto en la descripción como en la enumeración y, generalmente, son casos cuyo protagonista es una mujer que participa activamente, como el ejemplo de «Llagas abiertas, coral compartido». Finalmente, hemos incluido también algunos textos descriptivos que enumeran rituales prehispánicos, donde se revela la permanencia de un mundo indígena efervescente a través de los siglos. No los hemos querido dejar fuera porque, aunque su discurso es un tanto distinto, su contenido completa el mosaico de la cultura popular novohispana. El pensamiento mágico que se refleja en la recopilación continúa vigente. Como mostraremos a continuación, existen muchos casos para los que es posible rastrear supervivencias actuales en géneros como cuentos, leyendas y creencias.

Las variantes actuales de los relatos sobre tesoros, brujas, etc., transmitidos de generación en generación, muestran otro aspecto relevante de este trabajo, pues sus esfuerzos de rescate documental no sólo sirven para el análisis de las literaturas populares virreinales, sino también para constituir un corpus en el que podemos encontrar y estudiar los antecedentes de las literaturas populares actuales. El proceso de transformación constante de la sociedad novohispana se refleja claramente en nuestro corpus. Los relatos de los siglos xvii y xviii muestran diferencias significativas entre sí, sobre todo en lo que respecta a ciertos cambios de actitud de los usuarios frente a las prácticas mágicas. En tanto que en el siglo xvii existe un temor mayor hacia el tribunal del Santo Oficio y las castas están en pleno proceso de mezcla, para el siglo xviii el miedo a la Inquisición parece ir desvaneciéndose y la población se muestra mucho más integrada. El estudio profundo de esos aspectos queda como un trabajo para el futuro. Hemos agrupado temáticamente los relatos para, a continuación, estudiar algunos de sus motivos y supervivencias dentro de la tradición panhispánica, así como para estudiar con más detalle el contexto donde se produjeron.

Los arrieros y los toros: metamorfosis y pacto con el diablo En la tradición oral en general y en la narrativa popular hispánica en particular, uno de los oficios que se destacan por su contacto con lo sobrenatural maligno es el del arriero (Pedrosa, 1995: 351). Dentro de nuestros relatos destacan algunos casos en los que mulatos dedicados a la arriería

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INTRODUCCIÓN

observan la aparición de toros misteriosos o incluso la transformación de ellos mismos en un toro,1 como resultado de un pacto con el diablo.2 A veces ese pacto es explícito, pero la asociación con el diablo puede deducirse también por las marcas corporales que presenta el personaje. El encuentro con lo sobrenatural, por su parte, suele llevarse a cabo en un lugar mágico por excelencia: el «cerrito o cueva»,3 «la laguna»4 o el camino con niebla misteriosa.5 Se contaba, por ejemplo, que un arriero de una estancia llamado Juan Andrés traía al diablo pintado en la espaldilla y se había convertido en toro, amparado en una neblina misteriosa. La denuncia es hecha en San Juan del Río (Querétaro) en 1651:6 —¡No sabes lo que me sucedió: que Juan Andrés se volvió un toro negro! Que yendo yo con él en la çerca a sacar el ganado, salió un toro bramando… Que se benía para ellos. Y dixo entonses el dicho Juan Andrés: —¿Ya bienes, hermano? Y se fue asia el toro. Y una neblina los cubrió, al toro y al dicho Juan Andrés, y quitada, abía bisto dos toros. Y estubieron allí los dichos dos toros más de tres oras hasta que volvió otra neblina y los cubrió. Y entonces salió el dicho Juan Andrés a caballo y que se desaparesió el otro toro. Y que quando abía llegado el dicho Juan Andrés a donde abía dexado a dicho Pedro de Ybarra le dixo: —No tengáis miedo, Pedro, que es un camarada mío que me trujo un recaudo («El hombre que se convirtió en toro»)

[...] que yendo [a] recoger una mañana una manada de yeguas topó a un viejo español (que no conoció ni save cómo se llama) el qual iba en una mula prieta, y le dixo a este declarante que si quería ser buen baquero y hacer quanto quisiesse. Y respondiéndole que sí, le dixo el dicho viejo que le daría una yerba, y replicándole que qué havía de hacer con la ierba, le tornó a decir que quánto querría, pero que le havía de prometer este declarante al demonio quando se muriesse su alma y que con esto ningún hombre se pararía delante peleando. Y que queriéndole llebar el dicho viejo a una cueba, lo resistió este declarante diciéndole al dicho viejo que cómo podía dar al demonio su alma si no era suia. Con que no prosiguió entonces en llevarle a la dicha cueba, pero lo llebó a un serrito («El viejo de la mula y la yerba del puiumate: un pacto con el demonio»).

Otra variante de este relato aparece medio siglo más tarde en Guatemala, en 1705. Thomás de Soto, mulato arriero de la ciudad de Guatemala, se autodenuncia al pensar que va a morir y cuenta que él, «deseando tener más fuerzas», se puso en contacto con otro mulato, Sebastián de Sosa, quien le llevaría a un lugar mágico para que lo consiguiera. Sin embargo, para lograrlo «debía renegar de Dios i de sus santos»: Que abrá tiempo de dose años que, estando el dicho Thomás de Soto en la Ciudad de Goatemala, exerciendo el oficio de cargador de requa, deseando tener más fuersas que las que tenía para con más actividad hazer el dicho su oficio, lo comunicó con un mulato llamado Sebastián de Sosa de dicha ciudad de Goatemala, quien le dijo que, si tenía ánimo, le llebaría adonde tubiesse fuersas para cargar, pero que se abía de olbidar de Dios i de sus santos i no abía de resar, oír missa ni confesar. I que abiéndoselo prometido así, salió en compañía del dicho Sebastián de Sosa de dicha Ciudad de Goatemala, como distansia de veinte leguas, para la laguna que llaman «del Buen Suseso». I que, llendo dicho camino, en él salió un toro prieto, i abiéndolo bisto el dicho Sebastián de Sosa, se escondió y dejó solo al dicho Thomás de Soto, quien se hizo quatro o sinco lanzes buenos y, fechos, se desparesió dicho toro sin ir por senda ni parte ninguna, sino que se hizo invisible («El diablo de la laguna del Buen Suceso»).

El pacto del arriero con el diablo, pero sin metamorfosis, lo hallamos otra vez en el relato de un esclavo nacido de indio con negra —es decir, un chino cambujo—, llamado Roque Flores (México, 1650), quien se autodenuncia:7 1 

Véase este motivo en Thompson: D133.2 Man transformed to bull. Thompson, 1955-1958: M211. Man sells soul to devil. 3  La cueva como lugar mágico es frontera con el inframundo y lugar de tesoros. En cuanto a la primera: «como arquetipo de la matriz materna, la caverna figura en los mitos de origen, de renacimiento y de iniciación de numerosos pueblos [...] es lugar del nacimiento y de la regeneración», es el lugar de pasaje para el cielo o para el infierno (Chevalier y Gheerbrant, 2007, s.v. caverna). 4  Los lugares de agua son mágicos por excelencia. El lago «simboliza el ojo de la tierra por el cual los habitantes del mundo subterráneo pueden mirar a los hombres, los animales, las plantas» (Chevalier y Gheerbrant, 2007, s.v. lago). 5  Existen dos motivos en Thompson (1955-1958) relacionados con la niebla que pueden aplicarse D.1361.1. Magic mist of invisibility y D1361.1.1 Magic mist separates person from his companions. Para comprender la antigüedad y la difusión de la niebla que produce invisibilidad baste recordar a la Odisea cuando Palas-Atenea rodea de una niebla mágica a Odiseo para que no sea reconocido por los faecios (Canto VII). 6  Este relato ha sido estudiado cuidadosamente por Santiago Cortés Hernández (2004). 7  Jacinto de la Serna anota en su manual este hecho: «Otras yerbas ay, que en opinion destos tienen divinidad, las quales solo ellos conocen: ussan de ellas negros, y mulatos principalmente vaqueros, que las traen en 2 

La narración de una curandera y partera —María Plácida— de Ecuador, recopilada muy recientemente —el nominas, ó en las sillas, en que andan á cavallo porque no se las hallen; traínlas para no ser ofendidos por toros, y torearles sin riesgo de ellos» (Serna, 1953 [1630]: 269).

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30 de enero del 2004—, es muy semejante a nuestros relatos de arriero de la Inquisición novohispana. En esta narración aparecen juntos los motivos del pacto con el diablo, la transformación en toro y el encuentro de un tesoro. Dada la estrecha relación con nuestros textos me permito citarlo íntegro: El toro de oro8 Un hombre trabajaba como urkukama, cuidando en el páramo al ganado. Durante los dos primeros años de su trabajo vivía feliz. Los fines de semana bajaba a la hacienda e iba con su esposa y los hijos a misa. Cuando festejaban un matrimonio o un bautismo, el hombre siempre acompañaba a su mujer. Les gustaba distraerse. Pero, después de dos años, todo cambió. El hombre ya no quería ir; se encontraba tenso y sombrío. —Ándate vos sola —decía a su mujer. Y no sólo eso. Empezó a tratarla mal y no hacía ningún trabajo en casa. De domingo a domingo estaba en el cerro. Un día, el hermano de la señora llegó de visita y le habló: —Ñaña, mi hijo se va a casar. Vos y tu marido están invitados. Vengan a rezar. Más tarde, la señora contó a su marido que el sobrino de ella se iba a casar y que debían asistir a la fiesta de boda. —Anda vos con los hijos, yo me voy al cerro, soy urkukama y tengo que cuidar el ganado. No tengo tiempo para pendejadas —respondió el hombre. La señora no comprendía por qué él había cambiado tanto. «¿Qué le pasará a mi marido?», pensaba. Sintió la necesidad de conversar con alguien y se fue a visitar a su compadre, a quien con los ojos bajos confesó: —Compadrito, ¡oiga lo que me pasa! —empezó—. Mi marido, desde hace dos años no quiere oír misa, ni acompañarme a reuniones y fiestas. Recién vino mi hermano a invitarnos a la boda de su hijo, pero no quiere ir. Pasa sólo en el cerro. Cuando regresa, viene bravo y renegado. No quiere comer. «Quítame la comida —me grita—, ya vengo servido». Tampoco duerme. ¿Qué será lo que le sucede, compadrito? —Comadre, mañana voy a seguirle a mi compadre con mi caballo, para espiar a dónde va —propuso—. ¿Usted cree realmente que va a rodear el ganado? Al siguiente día, antes del amanecer, el compadre, expectante y valiente, empezó a seguir al urkukama sin perderle de vista. Empujados por un viento fuerte, los caballos trepaban lentamente el cerro. Cuando el sol se colocó encima,

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Este cuento del urkukama (cuidador de ganado en el cerro) es parte del libro La  Venadita (Quintero y Roulet, 2006). El texto parece tener la intervención del editor.

llegaron al páramo. De repente se mostró una pampa enorme con una extensa laguna. El compadre vio al urkukama guiando a su caballo hasta una pequeña loma y, al llegar, descendió de su montura. Desde lejos se escuchaba el mugir del ganado. El urkukama silbó con fuerza y siguió silbando hasta concentrar en el ruedo de la laguna a todos los animales que se encontraban dispersos. Luego volvió a subir a su caballo y daba vueltas hasta agrupar al resto del ganado. Las hierbas que orillaban la laguna estaban heladas. El urkukama se bajó del caballo, con ojos severos y extraños miraba a los animales y escuchaba su vocerío. Como si hubiera entrado en un letargo, quitó la montura y el sudadero al animal y los colocó bien arreglados uno encima del otro. Con una soga amarró al caballo y lo dejó comer. En seguida se dirigió hacia la orilla de la laguna y se quitó el sombrero, el saco, la camisa, el pantalón y se quedó en calzoncillos. Dobló bonito las ropas, las amontonó cerca de la orilla y encima de eso colocó el sombrero. Luego, paulatinamente, se adentró en el lago. Al espiar lo que sucedía, el compadre pensaba: «¡Qué es eso!, ¿a dónde va?». El agua había alcanzado las rodillas y la barriga del urkukama. Después de poco tiempo el compadre divisó tan sólo la cabeza de su amigo. Finalmente, lo vio desaparecer por completo, ¡había entrado en la laguna como a un albergue! —¡El urkukama hizo un pacto con el demonio! —gritó asustado el compadre desde lejos. Unas aves de cuello verdoso volaban encima de la laguna. El urkukama se había hecho invisible para el compadre. Mientras el viento agitaba la paja y el sol calentaba al cerro, al otro lado del lago emergió un lindo toro. Era un animal hermoso, con lacre fino de puro oro y unas franjas blancas. El toro empezó a trotar sin rumbo, perdido entre las grandes hierbas. De pronto, alrededor de las cuatro de la tarde, la bestia, como midiendo la profundidad de la laguna, entró de regreso en ella. Poco después, cerca del lugar en el cual el urkukama había depositado sus ropas, apareció él nuevamente en persona. Con una expresión abstraída se vistió, se puso las alpargatas, ensilló el caballo y bajó paso a paso la montaña. El compadre, lleno de desaliento, lo persiguió hasta su casa. Ya debió anochecer cuando el hombre alcanzó la casa de su comadre. Bruscamente se bajó del caballo y corrió hacia ella que, con el rostro agachado, escuchó a su compadre decir que su marido había hecho un pacto con el diablo: —Al verlo bien, creo que está dañado, creo que se ha convertido en toro. Venciendo el miedo que los oprimía, ambos buscaron al urkukama y le contaron todo lo que el compadre había visto.

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INTRODUCCIÓN

El urkukama lucía intranquilo. Se paseaba a lo amplio de la choza. —Es verdad —dijo luego de un largo silencio—, ahora soy un toro y tengo un pacto con el cerro. La mujer se dirigió hacia él, pero el urkukama permaneció inquieto. —Le ruego un favor grande, compadre —añadió luego de darles la espalda—. En las próximas semanas, deberán escoger unas cabezas de ganado, las mismas que llevarán a Quito para matarlas y venderlas en la sombra del matadero. A mí primerito me van a escoger, porque soy el toro más lindo, de puro lacre. Por eso, compadre, el día en que lleven el ganado a la ciudad, por favor, síganlo con mi mujer. Cuando vean a un toro de lacre fino, con un cacho chiquito, ése soy yo. Mi pusunka (mis intestinos) no deberán coger, el librillo no más escogerán. Es de puro oro. Por favor, guarden silencio, nadie deberá saber lo que acabo de revelarles. De esa manera, el día en que bajaron el ganado del páramo, el compadre y la mujer del urkukama siguieron a la caravana hasta Quito. Cuando mataron al toro, los compadres se acercaron a recoger el montoncito de librillo que era de puro oro. Después se compraron algunas casas y haciendas para sus hijos.9

representar una forma de rechazo o de resistencia a las malas condiciones de vida a las que estaban sujetos, las cuales incluían el menosprecio de sus habilidades y el maltrato. Solían recurrir a la figura del diablo tatuada o pintada en amuletos para mejorar sus habilidades como vaqueros pero también para ser mejores amantes (Aguirre Beltrán, 1992: 110). En el siguiente caso no queda clara la razón del pacto, pero si es explícita la brutalidad hacia la mujer. Les dijo cómo ambos tenían a el demonio pintado en su cuerpo, i que el tal Osuna, su marido, lo havía en la copa del sombrero i también en una bolsa que consigo traía, a la qual llaman relicario. Que susedió, en una ocasión, el que llegó todo mojado el tal Antonio de Osuna, i le dio a la dicha María Reyes un papel para que, a el calor del fuego, lo secara. I que estándolo secando, por entre los dobleses vido que hera el demonio pintado. Que después se fue a trabajar de peón i se dejó sobre el pabellón de la cama holvidada la bolsa del relicario, i que la dicha María, por curiosidad, la habrió, i encontró enbuelta en un papel una figurita, la qual se mobía como el mobimiento del gusano, pero que, con el terror que le causó, no vido de la materia que hera. Que lo bolbió a poner todo como estaba i en el propio lugar. I que después llegó su marido, fue i tomó la bolsa i se la puso, i se fue para ella i la comensó a castigar con un cuero, i le dijo que quién le metía ir a ber lo que no le convenía («El relicario del demonio»).

Otros pactos con el diablo Encontramos otro relato con el motivo de los pactos demoníacos en la denuncia que hace una mujer de su marido, un mulato que, además de maltratarla despiadadamente, trae al diablo pintado y porta en un relicario amuletos que se interpretan como diabólicos. Las frecuentes alianzas mágicas con el diablo realizadas por negros y mulatos pueden

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La presencia de los arrieros en el cancionero también es importante. La relación del toro con el oro asimismo se observa tanto en el cancionero antiguo como en el moderno: Salga el Toro kon llaves de oro; salga la vaca kon llaves de plata (Frenk, 2003: 2176).

El toro y el arriero también están presentes en canciones de México algunas de las cuales se registran desde el virreinato como el Sacamandú en Veracruz. Existen varias canciones asociadas a la arriería como aquellas donde se menciona explícitamente al toro: El torito; El torito I (Veracruz, Alvarado); El torito II (Huasteco); El torito III (Veracruz, Jalapa); El torito IV (Hidalgo); El torito V (Michoacán); El torito de las bajadas (Distrito Federal); El toro I que comprende: Agarra el oro, Allí viene el toro, El becerrero, El torito, El toro abajeño, El toro cacho, El toro rabón, El toro sacamandú, El toro viejo, La vaquilla y El Zacamandú; El toro II que comprende La morena (Guerrero); El toro III (Guerrero); El toro IV (Veracruz, Cosamaloapan); El toro palomo, El toro rabón, El toro relajao y El toro requesón (Hidalgo) (CFM: III, núms. 6399-6557; V, 284-288).

Las brujas El estudio de los procesos muestra una gran variedad de testimonios sobre brujas, muy probablemente como reflejo de los intereses del Tribunal del Santo Oficio. La variedad y riqueza narrativa de estos procesos hacen de la brujería uno de los temas con mayor atractivo. Las brujas novohispanas, como las europeas, solían volar, chupar niños, usar sustancias alucinógenas y transformarse en animales. Generalmente eran mestizas o mulatas, solteras y viejas.10 Tal es la familiaridad y la creencia en estos seres en el mundo cristiano, que incluso Covarrubias incluye su definición en el Tesoro de la lengua castellana o española,

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Resumir aquí toda la bibliografía sobre brujas está fuera de los objetivos de este trabajo, pero remito a dos estudios clásicos donde se encuentra una bibliografía muy completa del tema: Caro Baroja, 2003; Ginzburg, 2003. En cuanto al estudio de estos textos, existe un caso muy interesante en Coahuila sobre el cual Cecilia López Ridaura está realizando su tesis de doctorado titulada «La bruja en los relatos populares de los procesos inquisitoriales de la nueva España: El caso de las brujas de Coahuila».

 

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donde queda clara esta oscilación entre lo racional y lo imaginario: Bruxa, bruxo, cierto género de gente perdida y endiablada, que perdido el temor a Dios, ofrecen sus cuerpos y sus almas al demonio a trueco de una libertad viciosa y libidinosa, y unas vezes causando en ellos un profundíssimo sueño les representa en la imaginación ir a partes ciertas y hazer cosas particulares [...] Otras vezes realmente y con efeto las lleva a parte donde hazen sus juntas, y el demonio se les aparece en diversas a figuras a quien dan la obediencia, renegando de la Santa Fe […] (Cov., sv. bruxa).

En la Nueva España las brujas son mujeres que están al margen de la sociedad: «despreciadas e inseguras, van a tratar de imponerse a la colectividad que las rechaza. Quieren ser necesarias y, para lograrlo, la magia amorosa es su terreno predilecto» (Alberro 1998: 309). La interacción entre las castas también repercutió en la interpretación de las prácticas mágicas y en la configuración de aquellos que las realizaban. De modo que con el vocablo bruja se designan varios seres: Nagual, brujo, chan, tona y sombra, fueron, primitivamente, complejos que tenían características definidas en las sociedades donde estas representaciones cumplían una función específica. Al sobrevenir la dominación española, la inmigración negra y, consecuentemente la formación con la nativa de una población de mezcla que participaba de formas de cultura en conflicto, los complejos referidos fueron conjugados y reinterpretados, dando nacimiento a nuevos complejos que, en la actualidad, se nos presentan todavía con los viejos nombres originales, pero con un contenido en tal forma modificado que a duras penas es posible desentrañar los conceptos que les dieron el ser (Aguirre Beltrán, 1992: 111).

A continuación, para facilitar el estudio de los relatos sobre brujería, los he agrupado de acuerdo al rasgo que más destaque de la bruja. Algunas características son, además, típicas de ciertos lugares geográficos y se asocian con algunos oficios.

sobre las brujas: «y aviendo visto unas luses por una calle, se movió a plática de bruxas». La bruja de la que ellos hablan es una mestiza vieja y pobre, que se viste con dos «enaguas de colores azul y amarilla», bebe peyote, barre a deshoras, y amanece con los ojos hinchados como si no hubiera dormido: […] una muger que anda pidiendo por las calles (que no save su nonbre, que es española o mestisa, que no está cierto, sólo save que trae dos pares de naguas de colores y de lana, unas puestas y otras con que se cubre, que de vista bien la conos[i] era este denunciante) era bruja, porque abía vivido en una cassa con ella y la abía visto por una bentanilla beber peiote y varrer la cassa, y después o´ya mucho ruido en su aposento. Y amanesía por la mañana con los ojos mui inchados de no aver dormido y otras sircunstanzias que no se acuerda bien este denunziante («La bruja y el peyote. Agustina de las Nieves»).

Aunque esta anciana mestiza, llamada Agustina de las Nieves, no presenta rasgos de «luminosidad», en otros testimonios se agregan sobre ella varios motivos típicos de las brujas, como por ejemplo que se sabe «de oídas» que tiene miedo a mojarse y a cruzar puentes, o que «chupa niños»: [...] que la dicha Agustina era bruja, porque se lo avía dicho una muger llamada Juana, vezina deste pueblo nuestro, diziéndole que aviendo parido y viniéndola a vizitar la dicha Agustina, le quadró mucho la criatura y aquella noche la avía chupado y amaneçido la criatura toda chupada y aquel día avía muerto («La bruja y el peyote. Agustina de las Nieves»).

El motivo de la bruja como un «cuerpo luminoso» vuelve a aparecer en otro testimonio registrado en Oaxaca, en diciembre de 1716. Un español, que había mantenido un romance con una mulata y la había dejado, denuncia que, mucho tiempo después, ella y otra mulata lo persiguen en forma de globos de fuego. El deponente es «un ombre español que dijo llamarse Joseph Díaz y ser natural y vecino de las minas de Chichicapa» y dice que:

Las brujas luminosas de las minas Uno de nuestros relatos comienza una noche, mientras un muchacho y una muchacha españoles ven unas luces en la calle. Ese motivo es suficiente para detonar una plática

[...] habrá tiempo de seis años que dichas Nicolasa María y Catherina de la Virgen lo persiguen, haziéndole mucho perjuicio de noche, en forma de brujas. Y que se funda para decir que son ellas en que, al tienpo, y quando le hazen el mal, aunque lo atarantan, las a visto sienpre. Y que no ygnora que las brujas, según la común opinión, andan de noche en forma de glovos de fuego, y que esto mismo le haze persuadir a que son brujas las dichas Nicolasa María y Catharina de la Virgen,

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INTRODUCCIÓN

porque en quatro ocasiones, biniendo a la cassa de su padre a desora de la noche, bido dos globos de fuego a poca distancia. Y como se hallaba perceguido, y con la sospecha de que aquellas mugeres eran brujas, estuvo con cuidado («Globos de fuego»).

Y que diera tres nudos en la cuerda. Y que esta denunciante lo hizo assí. Y que también denunçia que en este tiempo puso las tixeras en cruz en la puerta, para que no entrasse la bruja, que le dijeron que era bueno. Y que quando viniesse le dijesse: «Anda, puta, vendrás mañana por sal», no se acuerda quien se lo dijo. Y que lo referido hizo tres veçes. Y que esta denunçiante ha maliciado que esta bruja es una vieja mestissa que se llama Catharina, La Agena, viuda, que vive junto a la cassa de esta denunciante («La bruja brillosa»).

Ese mismo año de 1716, en San Luis Potosí, el 26 de agosto, Francisca de Mendoza Guerrero, una española «que es vecina de esta ciudad, muger legítima de don Juan de Texada, y que es de edad de quarenta años» narra la persecución de una bruja en forma de «una luzecita como de azufre»: Que ha tiempo como de un año que experimentaron en su casa la persecuçión de una bruja, y que todas las personas de su casa la han visto en distintas occaçiones dentro de ella, en forma de una luzeçita como de azufre, mudando de unas partes a otras. Y que tres noches continuas oyeron ruido, grito como de lechuza, y saliendo a veer en la parte que gritaron, vieron en ella la dicha luzeçita («La bruja brillosa»).

El conjuro que se utiliza contra las brujas tiene una variante que se utiliza frecuentemente en la magia amorosa para ligar amantes o amansar maridos. Existe una versión anterior proveniente también de procesos de la Inquisición novohispana de 1604, que fue compilada por Araceli Campos Moreno: Con dos te miro, con dos te ato, Padre y Hijo y Espíritu Santo, un sólo Dios verdadero, que vengas a mí, tan ledo y quedo, como Christo fue al madero. (Campos Moreno, 1999: 114, núm. 51).

Además, la declarante añade otras dos acciones «brujeriles»: que se puede transformar en lechuza y que un niño apareció con una mano marcada de un golpe. Prosigue describiendo cómo persiguieron a la bruja y cómo se deshicieron de ella con un conjuro muy conocido en España, registrado desde el siglo xvi: Y que dos noches salió esta denunçiante en seguimiento de la luzeçita, acompañada de otras personas. Que en la primera se volvió luego y no quizo seguirla, y en la otra la fue siguiendo asta el barrio de la Trinidad donde se le desapareció. Y que en esta occaçión, yendo siguiendo esta denunçiante dicha luz, Phelippa Martines, española, viuda, que le acompañaba, le dijo a esta denunçiante que con la cuerda de san Francisco, que llebaba, le dijera a la bruja:

La gran variedad de fuentes donde se halla este conjuro y sus diferentres versiones desde el siglo xvi, tanto literarias como procesales, muestra su extendida difusión en el mundo hispánico.

Con dos te veo, con tres te ato, en el nombre de el Padre y de el Hijo, y de el Espiritu Santo.11 11  Ana

Vián Herrero ofrece varias fuentes de este conjuro del siglo xvi. La primera es la Tragedia Policiana donde el criado Silvano le pide un conjuro a Claudina: «Hora, hijo Silvano, es menester que me traigas para hazer un conjuro una gallina prieta de color de cuervo, e un pedaço de la pierna de un puerco blanco, e tres cabellos suyos cortados martes de mañana antes que el sol salga, e la primera vez que cabe ella te veas, después que los cabellos la hayas quitado, pondrás tu pie derecho sobre su pie izquierdo, e con tu mano derecha la toca la parte del coraçón, e mirándola en hito sin menear las pestañas la dirás muy passo estas palabras: "Con dos que te miro, con cinco te escanto, la sangre te bebo y el coraçón te parto". E hecho esto, pierde cuidado, que luego verás maravillas (p. 33a)» (apud. Vián Herrero, 1997: 226). Asimismo en una

nota de esa misma página se refiere a dos procesos inquisitoriales: «En un proceso del tribunal de Toledo, 1553, contra Francisca Bautista, la Cabeza de Vaca, que lo emplea para atraer al marido ausente de una mujer: "Con dos te miro / con cinco te cato, / la sangre te chupo / y el coraçón te parto" (legajo 82, núm. 25, año 1553). Si se decía en presencia del galán o del esposo, el efecto era quedar desenojados "y él como un borrego", según dice otra procesada posterior, Isabel Bautista, que lo recitaba así: "Con dos te miro / con tres te tiro, / con cinco te arrebato. / Calla, bobo, que te ato" (Toledo, legajo 82, núm. 26, año 1637)». Existe otra versión muy similar en Cirac Estopañán, 1942: 126-128. Otra supervivencia novohispana de 1650: «Con dos te míro, /con dos te ato, / la sangre te bebo / y el corazón te mato» (Méndez, 2001: 90). El conjuro está incluido en la actual Oración al corderito manso: «Corderito manso que en el altar estás, / vence a mis enemigos que contra de mí estén; / que mi corazón encarne en el de él, / como encarnó Jesucristo, / [y] mandó a san Lázaro, / [y] venció, / como he de vencer yo a este enemigo traidor. / Con dos te miro, / con tres te agarro, con la sangre de Jesucristo / el corazón te parto» (Campos Moreno, 2004: 62-63). Luis Coronas Tejada observa que esta oración era «para mudar la mala condición del marido»: «Con dos te miro, / con tres te ato, / la sangre te bebo y el corazón te parto»; y si se trataba de evitar el maltrato: «con dos te miro, / con cinco te ligo, / tan humilde estés tu conmigo como Jesucristo fue al madero» (2000: 246).

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En otro caso de San Luis Potosí, de 1716, en una carta dirigida al Santo Oficio, un español llamado Benito narra haber visto una bruja hecha luz y señala las palabras para conjurarla:

Esto sucedió allá por las minas, en un lugar que le dicen Las Cruces. Dicen que iban caminando dos hombres y vieron, por allá, una luz, y que uno dijo: «Mira, allá va una bruja, vamos agarrándola». Y entonces se quitaron las fajas y comenzaron a rezar y a echar nudos. Y así iban. Y después de caminar un rato, ya que estaban como a cien metros de la luz, uno dijo que ya no podía seguir, y el otro le preguntó: «¿Te sabes las doce verdades del mundo?» «Sí, dijo el otro, ya bien preocupado». «Pues contéstamelas», le dijo a su amigo. Y así siguieron caminando, pero como a unos veinte metros después, cayó el que había dicho que ya no podía, y se apagó la luz. El otro amigo pensó: «Este ya valió»; pero rápido se acercó y sacó el cuchillo y se lo enterró al animal aquel. Y hundió bien el puñal y salieron chispas de luz. Entonces el hombre siguió caminando y seguía soltando nudos, por si había otra. Y, en eso, oyó algo que se movía atrás y voltió, y era su compañero, que todavía estaba vivo y se había salvado porque él atacó rápido a la bruja. Muy seguido se ven las luces de las brujas volando. Y la gente le teme a pasar por ahí, en la noche, y nunca se meten con ellas, como estos hombres que por poco y ahí se quedan.

[...] al entrar en la sala de mi morada, vide devajo de una mesa una lucezita pequeña como cosa que se apagava sin dar casi luz, y con algún pabor le dije: —¡Tal por qual, ben por la mañana por sal! («Benito y la bruja»).

Por último, en este apartado, mencionaremos un proceso de 1748, en el que «Francisco Xavier, de oficio panadero, casado con María de Portugal, se presentó ante el Santo Oficio a denunciar a Juana La Castañona, por bruja». Se trata de una mulata que había sido su amante, pero como se transformaba en luz «como bola de lumbre» y amanecía «chupada la garganta y las piernas» decidió dejarla, aunque la mulata insistía en regresar con él. La acusa ante la Inquisición porque piensa que le hizo un hechizo: Cuya dicha mulata, en el tiempo de la amistad, bió y obserbó que una noche, ya acostado en su cama y en su casa, entró una luz como bola de lumbre pequeña, a cuyo tiempo unas tablas en donde pone el pan para orearse cayeron al suelo, y también unos indios que estaban sobre las dichas tablas, a cuio ruido dispertó, bio la referida luz y oyó una carcajada de risa que conosió ser de la dicha mulata [...] Dichas ocasiones solía amaneser chupada la garganta y piernas, que paresían quemadas de manteca. Assimismo obserbó que en toda su casa tenía santo alguno, ni bitela, ni cosa de cristiana, antes sí, un santo Christo que tenía en su casa lo había sobre una tablita pequeña boca abaxo («La mulata luminosa»).

Además de la «luminosidad», observamos que otras historias y otros motivos de las brujas novohispanas perviven hasta nuestros días en otras leyendas recogidas por la misma estudiosa. En la primera, la bruja «chupa a un bebé» y se oye el aletear como de una «lechuza pero con alas de petate».14 El relato es similar al narrado por Francisca Guerrero en 1716: Esto le sucedió a mi familia, yo todavía no nacía. Vivían mis papás en casa de mi abuelito, en un jacalito cerca de aquí. Ellos tenían una niñita de unos meses. Entonces pasó, como dicen que pasa donde hay niños muy pequeños: vienen las brujas por los tres primeros días de cada mes. Y entonces esos días tienen que velar al niño para que no le pase nada. Mi papá ya había oído un animal que se arrastraba y que aletiaba, como un guajolote, pero con alas de petate. Pero no había pasado nada, y, ya para la tercera noche, a mi papá y a mi mamá los dominó el sueño y se quedaron dormidos. Y a la mañana vieron que la niñita ya estaba muerta y tenía sus deditos morados, porque de ahí los chupan las brujas. Por eso, siempre que hay niños chiquitos, la gente los cuida, cada mes,

La luminosidad de las brujas llega hasta el siglo xx, pues encontramos ese mismo motivo en la región de San Luis Potosí, en unas leyendas recogidas por Mercedes Zavala (2001: 32), donde en unas minas suelen aparecer brujas en forma de luz. Al verla, los hombres se quitan las fajas y se ponen a hacer nudos y a decir las «doce verdades del mundo»12 para alejarla, pero en ese momento ella los ataca convertida en un ave y le clavan un cuchillo:13 12 

Las doce verdades del mundo es una oración tradicional muy conocida, sin embargo, no he hallado el texto de esta versión para decir contra las brujas. 13  Sobre la pervivencia de las brujas en la actualidad y sus características puede verse también el artículo de Lourdes Somohano Martínez, quien afirma que la bruja, en los relatos de hoy, conserva ciertos rasgos novohispanos

como son: se convierte en luz, vuela, chupa niños y se confunde con el nagual por convertirse en animal. Entre los animales en los que se transforma están: la guajolota, el tecolote, la gallina y el marrano, sobre todo, porque estos se asocian con el entorno familiar (Somohano Martínez, 2006: 67). Lamentablemente, en su trabajo no presenta el corpus de textos que analizó. 14  El petate es una palma que sirve para tejer una especie de alfombra rectangular donde la gente duerme.

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INTRODUCCIÓN

tres noches seguidas, para que no lleguen a llevárselos (Zavala, 2001: 31-32).

a su cassa, que se volvía culebra, guaxolote, y otras figuras («La mujer culebra»).

En esta leyenda contemporánea, se caracteriza a las brujas como «chupadoras» y se las conjura con un nudo y una oración:

Esta mujer, además, parece encontrarse en un estado alterado causado por sustancias alucinógenas, pues se describe que pasaba días sin comer y que cuando despertaba o «volvía a su ser» o estaba muy cansada:

Una vez venía yo del ejido, montado en un burro pardo, con unos lazos nuevos, y cuando me emparejé con unas torres viejas de la hacienda, pasó chiflando un animal de ésos, una bruja. Entonces me acordé yo de los lazos nuevos del burro, y que me bajo y se los quito. Porque para atraparlas se necesita hacer un nudo por cada una de las doce verdades del mundo, y hay que decirlas primero, y luego, al revés. Y entonces ya dije todo eso y cuando iba a terminar se oyó un zumbido de algo que bajaba y un golpe, como si dejaran caer unos petates, y fue que alcancé a rezar completo y la bruja no llegó hasta donde yo estaba y cayó en los mezquites. Otras veces, las brujas lo alcanzan a uno, y como son animales que andan volando mucho por aquí, la gente les teme, porque si lo alcanzan a uno, lo tumban y lo chupan y le sacan unos moretones muy grandes, pero no se siente nada, porque queda uno como desmayado. Una vez que andaba distraído, con un hermano mío, estábamos aquí cerca, en la noche, platicando, cuando oímos el ruido. Pero ya la teníamos encima y ahí quedamos tirados hasta la madrugada. Y las marcas duran bastante tiempo (Zavala, 2001: 31).

Y que se solía estar dos o tres días de esta suerte sin comer y que, quando volbía a su ser, dessía que se allava muy molida y cansada, y que esto sabía yndividualmente una yndia que llaman La Chichigua y esta se llama Ysabel María («La mujer culebra»).

De acuerdo con Aguirre Beltrán, en los casos de brujas criollas los animales como el gato europeo eran sustituidos por animales locales como el sapo o la culebra (1992: 109). Sin embargo, sabemos que estos se asociaron también a las brujas europeas como material para sus pócimas (Fernández Otal, 2006: 145, núm. 23). Otra historia sobre una metamorfosis mágica, de gran riqueza de imágenes, es la de las hermanas Santiago, mujeres de «mal vivir», quienes se convierten en aves extrañas: Una noche, durmiendo en compañía de [...] Antonia de Santiago, sintió ruido que dispertó a esta denunciante, por lo qual encendió candela y vio durmiendo a dicha Antonia, voca arriva, y vió que el ruido lo hacía un pájaro más grande que chumapipi o gallina de la tierra, que a manera de pavo, pero tenía este los pies amarillos. Y asustada de verle dispertar a dicha Antonia, la halló muerta, y después vio que el dicho pájaro se entró en la voca de dicha Antonia y no salió más. Pero dicha Antonia al instante volvió en sí, y dixo a esta denunciante que para qué avía encendido candela, y que no dixera nada («Aves de rapiña»).

Otras metamorfosis: la culebra y las aves En algunos de nuestros relatos, el rasgo determinante para identificar a una bruja es su capacidad de transformarse en diferentes animales como la culebra y el guajolote. Así, por ejemplo, en un proceso de Atlacomulco, en 1713, se refiere que: Dixo la yndia que doña Melchora de Villegas, principal de este pueblo y viuda de don Nicolás de los Ánxeles, havía munchos años que savía se volvía culebra, y que su marido don Nicolás de los Ánxeles, difunto, le dezía a una yndia con quien thenía amistad ylísita, que tenía miedo de dormir con su muger, la dicha doña Melchora, porque se volvía culebra. Y que dicha yndia la vio dos o tres vezes echa culebra habrá tres años. [...] y estando escondido el declarante, entró dicha yndia, y la susodicha Gerónima de Espinoza rodeó la conversazión de lo que se dezía de la dicha Melchora, a lo qual dixo dicha yndia que hera público entre las yndias que entravan a servir

En este proceso, además, en un pasaje que parece un cruce con cuentos maravillosos, los pájaros mágicos con pico de oro traen a las mujeres diferentes objetos: [...] vio venir dos pájaros: el ya dicho y otro de la mesma especie, pero el pico de oro, y entró uno en cada una, y dispertaron diciendo a esta denunciante que no era nada y que no lo dixese a nadie. Antes de ver estos pájaros, avía notado y visto esta denunciante que amanecían junto a las camas de dichas mugeres, vestidos de raso y seda ya hechos, cucharas de plata y de carei, y otras cosas, y no veía quién traía esto («Aves de rapiña»).

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La metamorfosis no es exclusiva de las brujas: también encontramos testimonios que narran cómo algunos hombres-brujos se transforman, como en los de «Los tres hermanos tecolotillos». En este se denuncia a tres hermanos mulatos, Andrés, Pedro y Diego de Cárdenas, que tienen fama de hechiceros y de brujos, pues se rumora que causan maleficios y son capaces de transformarse en aves como el guajolote y el tecolote. En estos casos se asocian estas metamorfosis con aquellas de los naguales o hechiceros prehispánicos.

En algunos procesos escuchamos los conjuros que se decían y las instrucciones que se debían seguir para utilizarlos. Por ejemplo, Francisca Guerrero, en el siglo xviii, para liberarse de una bruja dice un conjuro que ya era común en el siglo xvii en un caso de la Ciudad de México, y que había sido utilizado por una gitana de Lisboa en Veracruz. La gitana usa esas palabras para «ligar» a un hombre, es decir, «atar un hombre a una mujer sin tomar en cuenta su voluntad, provocándole impotencia para que no le fuese infiel» (Quezada, 1996: 273):

Y que uno de los tres, que es Andrés, se volvió guajolote y después se quedó en su figura natural, lo que passó ante algunas personas, de las quales sola una está examinada («Los tres hermanos tecolotillos»).

Y que como diez y seis días después, volvió ella de mañana y halló lavando a la persona. Y estando ella sentada en la ventana que está junto a la puerta de la calle, llamó a la dicha persona que fue y se sentó junto a ella y, estando assí ella, sacó de la faltriquera una cinta de seda naranjada con las orillas blancas, ancha como dos dedos y larga como una bara. Y que teniendo ella con la mano el un cavo de la cinta, dijo a la dicha persona, tomasse y tubiesse el otro cavo; y que la dicha persona le dijo que para qué y que respondió la tuviese, que aquello era muy bueno y santo y no era malo, y era para que el hombre la quisiera y hiciera bien. Con lo qual tomó el cavo de la cinta y, teniéndola entre las dos tirada, que dijo ella a la dicha persona fuesse diciendo como digere; y que luego dijo:

Algunos conjuros de brujas muy difundidos Los inquisidores, en los manuales y tratados de la Nueva España, dan un lugar privilegiado a lo que ellos consideraban el uso de palabras con fines mágicos e idolátricos, esto puede comprenderse mejor con la siguiente afirmación de Aguirre Beltrán. En efecto, en las prácticas mágico-religiosas que tuvieron vida y vigor en la medicina occidental, aparecen, inevitablemente, tres elementos básicos: el medicamento, el rito y el conjuro, esto es, lo que se usa, lo que se hace y lo que se dice. De acuerdo con la teoría aborigen, y también con la africana, el poder mágico reside en el medicamento y en ello difiere de la magia cristiana que supone que ese poder se halla en el conjuro. Para esta el elemento verbal es tan importante que, Malinowski, no duda en catalogarlo como el constituyente fundamental y la fuente asertiva del poder mágico (Aguirre Beltrán, 1992: 249).

Tan es así que, durante el siglo xvii, el Santo Oficio considera uno de sus principales cometidos el de prohibir la transmisión de las «ideas y prácticas de la medicina popular para evitar la difusión de las prácticas mágicas» (Aguirre Beltrán 1992: p. 249).15 15 

La inquisición en 1608 «hizo memoria de los ensalmos y oraciones en uso y en 1619-1620 recogió, en 63 fojas, oraciones contra la muerte súpita y contra todo mal. En los procesos que instauró, antes y después de esas fechas, contra peninsulares, moriscos y mulatas blancas, procedentes del mediodía español, el volumen principal de las diligencias está ocupado por la fiel transcripción de oraciones de toda índole destinadas a la atracción y a la ligadura amorosas, al diagnóstico de las dolencias y a la producción o curación de maleficios. Los

Matheo Andrés, aquí te ato y aquí te encanto, con la Virgen y el espíritu santo. Y que mientras la dicha persona dijo «con la virgen María y el Espiritu Santo» habló ella entre sí, sin que entendiesse lo que hablaba. Y que luego que acavaron de decir dichas palabras tomó ella dicha cinta y la igualó en tres partes, y hablando entre sí, dio en ella tres nudos apretados: uno en medio y otros dos en los cavos; y revuelta se la hechó en la bolsa («"Aquí te ato, aquí te encanto". La bruja de los ligamentos»).

La mujer también curaba la erisipela con una fórmula, y afirmaba saber cómo curar el mal de ojo haciéndoles dobleces a un pañuelo. El texto que presentamos, de acuerdo con lo estudiado por Pedrosa (1993), sería uno de los más antiguos —si no es que el más— y se podría considerar uno de los instrumentos usados en la práctica mágica y los procedimientos para manipularlos, en modo alguno merecen la atención preferente que se da a la exacta relación de los conjuros o palabras que, en ocasiones, constituyen el mecanismo único de la acción» (Aguirre Beltrán 1992: 249-250).

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INTRODUCCIÓN

primeros testimonios de cómo llegó el conjuro y la cura de la erisipela16 a la Nueva España: Y haviéndosele preguntado cómo y en qué manera curaba la irisipela, mal de ojo y sol, respondió que quando curaba la iriçipela ponía en un plato nueve ojas de lechuga, col, o de otra qualquiera hortaliça, y una de dichas ojas la ponía en el centro de la iriçipela, diciendo una oraçión que refirió y haçiendo nueve pedaçitos de dicha oja; y las otras ocho en tres días diferentes, en el modo y çircunstançias que refiere. Y que assí havía curado el dicho mal en diferentes partes y a las personas que nombra desde que estubo en Cartaxena de la Indias, donde le enseñó una muger que nombra, la qual havía curado a esta testigo en la forma dicha de mal de iriçipela. Y que el mal de ojo lo curaba doblando un pañuelo, sin atençión al número de dobleçes, y haçiendo al enfermo una cruz en la frente, apretándole la caveça y diçiendo unas palabras que refirió; y que así curaba y se quitaba el mal de ojo. Y preguntada por qué quando curaba la iriçipela se valía de nueve ojas y haçía después nueve pedaçitos diçiendo dicha oración o palabras, respondió que no se valía de más número de ojas porque los aplicaba a los nueve meses que Nuestra Señora trajo en su vientre virginal a su hijo preçiosíssimo; y que dichas ojas se havían de partir con tixeras o cuchillo, que con eso se cortaba también la irisipela, y que quemando las ojas, se quemaba y quedaban sanos de dicho mal («"Aquí te ato, aquí te encanto". La bruja de los ligamentos»).

Las hortalizas de este testimonio, que sustituyen en la cura al muy difundido uso de las rosas, podrían responder a una adecuación del rito al nuevo contexto veracruzano. Otro caso que se puede incluir en este grupo de testimonios es el que titulamos «Córtote ruda para mí Ventura: Mónica la hechicera», el cual trata de una mujer llamada Mónica, quien vivía en Puebla y no sabía leer, que realizaba hechizos con plantas, listones e imanes pronunciaba conjuros y oraciones demoníacas para conseguir dinero, amor y buena ventura para quien la contratara. Entre su repertorio de conjuros aparecen algunos de los más difundidos en casos de hechicería:17 Córtote, ruda, para mi ventura; ruda, te corto para mi ventura 16 

El rito para curar la erisipela se halla registrado por primera vez en 1513,

un conjuro dicho por Constanza de Alfonso Argamasilla de Ciudad Real (Blázquez Miguel, 1989: 216-217). 17  La ruda es muy conocida en la hechicería. En León esta planta se usa en los fumazos para alejar a las brujas (Alonso Ponga, 2006).

Otro grupo de conjuros, propagados tanto en la Península como en Nueva España, son los de Santa Marta, que eran uno de los favoritos de las hechiceras novohispanas, como se puede apreciar en las varias versiones18 que hemos recopilado. Por ello tampoco podía faltar en este manual una referencia a Santa Marta para tener ventura y dinero, en la que el «señor compadre» es el demonio: Marta, martilla, señor compadre, y la comadre my imbíe dineros, y al hombre, que quisiere bien. Y para ver si es verdad, que ladren los perros y cante un gallo. Y el diablo cojuelo hará esto por mí.

«De villa en villa» y el aquelarre al estilo novohispano19 Las brujas también se identifican por sus conjuros. En la Nueva España dicen el difundido conjuro «De viga en viga / sin Dios ni Santa María», que tuvo extraordinaria difusión en la Península y se asocia con su variante «de villa en villa / sin Dios ni Santa María». De acuerdo con Covarrubias la expresión proviene de la acción de «andar de viga en viga; suelen aplicar esto a las brujas, que, según algunos, toman varias formas de aves noturnas, gatos y otros animales» (Cov., sv. viga). En la ciudad de Querétaro, un provisor trata de exorcizar a dos mujeres que sabe que están hechizadas, pide permiso para pedirle a un indio, conocido como El Chichimeco y que sabe sanar, que le ayude a curarlas de los hechizos. Sin embargo después de que expone cómo realiza con hierbas las curas, el proceso es desviado hacia los típicos rasgos del aquelarre. De hecho utiliza el conocido conjuro «De villa en villa» que conocido por los manuales de los Inquisidores:20 18 

Véase para diferentes versiones del conjuro y las oraciones dedicadas a Santa Marta (Quezada, 1973: 221-240; Quezada, 1974: 159; Caro Baroja, 1992: II, 42-47; Campos Moreno, 1999: 177-183). «Marta, Marta la diabla y no la santa, y diablo cojuelo, traéme a fulano en el buelo y diablo del horno traémelo en torno.» Mariana de Morales reza dicha oración para atraer a un hombre a quien quería bien en Valladolid (Bertrand, 2003). 19  Véase para la historia de la brujería y la realización de aquelarres condenados en España el libro de Blázquez Miguel (1989: 37-91). 20  El conjuro era muy conocido ya en España. «En el proceso de Catalina Matheo, viuda vecina del Casar, en 1591, ella misma confiesa a los señores inquisidores cómo el demonio “llamado por una de las dichas”

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Y preguntándole el modo cómo se curan los hechizos, respondió y dixo: —Se cura con la xarilla y sevo de res. Se mescla la xarilla y se fríe con sevo, con todo lo qual se untan las conyunturas y el cuerpo, porque los maleficios que se curan con esto proseden de frío, porque todos los echissos penden de frío—. Disse que save y conose que ay pacto y condisión con echisso de suerte, que si no se quita el pacto, no hará efecto el remedio arriva dicho. Disse que, cuando se haze la curasión con el remedio de arriva, resa tres actos de contrisión y ofrece tres Salbes a la Virgen, y que con estas orasiones se quita el pacto del echisso. [...] Y preguntándole cómo alcansó todo esso, dixo que Dios le revelava todas las cosas. Preguntándole en qué se han hecho estos maleficios de los demás que están padeciendo, dixo que en unos cavellos negros que se quitó María, yndia que estava con Lorenso en su compañía, el qual está preso. Y los cavellos los lleva consigo la dicha María. Y preguntándoles que si éstas que padesen las atormenta la dicha María, viniendo de la parte donde se halla, dixo que viene «como Dios está en los cielos», y que la trae el demonio para que las atormente. Y dixo dicho Antonio de la Cruz, que si a él le pussieran en la parte donde están los que padecen, que la moviera, y la cojiera, y le dijera: «de esta y de esta manera hases estas maldades». Y que la resepta con que unta dicha María, dise dicho Antonio que se hase con guesos de muerto molidos, con sangre delos aor[c]ados, con orines y pelos de chivo, y plumas de guajalote. y que el chivo la viene a vuscar todas las noches. Y que se pone en pelota y que se unta toda. Y que antes de untarse, haze muchas reverencias y sahumerio[s] al chivato, y que luego que está untada dise: «En gracia del Diablo, de villa en villa.» Y luego se sale. («El Chichimeco y las brujas»).

Que la a bisto, por tres ocaciones, bolar en el modo que dirá: que es que tiene un gato (no save si es gato biviente o el mismo demonio); que este es de color prieto; que este, estando dicha su madre desnuda en un rincón que tiene sercado en su dormitorio, ba el gato i le lame todo el cuerpo de arriba abajo. Entonses ella se boltea de un lado al otro i le da al gato un ósculo en la parte posterior. Que entonses dise su madre estas palabras: De billa en villa, sin Dios ni Santa María. Entonses, despide toda la carne de su cuerpo, piernas y brasos, aparte, la de la cara y pechos separada por ministerio de el gato, y queda sola la osamenta, aviendo antes sacádole los ojos, los que mete dicho gato devajo de un tenamaste. Que, al tiempo de quererse separar la carne de el cuerpo, comiensa el gato a parársele en dos pies, mauyándole, y que entonses se desaparese i sale una lucecita berde dando como saltos, i que a cada salto se apaga i enciende, i el gato en su seguimiento («Los gatos diabólicos»).

La descripción es tan detallada y completa que se torna sospechosa, ya que sugiere una intervención más activa del inquisidor en la denuncia: la bruja vuela, el gato como símbolo del demonio con quien tiene una relación erótica, el beso negro, la desnudez y la transformación en luz.21 Dentro de este grupo de testimonios y relatos existe un caso excepcional. El conjuro es dicho por un cura que ha sido encerrado por su superior y quiere liberarse del tormento al que está expuesto por medio de un pacto con el diablo. El religioso, al contrario de la hechicera que lo recita, escribe el conjuro, revelando su procedencia de un mundo letrado:

El conjuro se integra como parte del aquelarre en el relato que denominamos «Los gatos diabólicos», el cual narra lo que ocurre en Jalisco en 1735. Como vemos, la bruja descrita presenta todos los atributos de sus semejantes europeas: [brujas], se había hallado presente “en figura de cabrón con unas uñas y cuernos largos”, y cómo “a la ida y vuelta yban con el dicho cabrón por el ayre desnudas y diciendo de viga en viga con la ira de Santa María”.» (Bertrand, 2003.) Más supervivencias de este conjuro: «en Galicia, después de haberse untado ungüento, salen diciendo las Brujas: Sin Dios y sin Santa María / por la chimenea arriba» (Caro Baroja, 1992: II, 302). Fernán Caballero (2001: 129), en el «Cuento de la bruja», esta dice «En vida, en vida, / sin Dios ni Santa María». Otras versiones similares se hallan en Díez Borque (1985: 55); en cuentos tradicionales españoles recogidos por Aurelio M. Espinosa: «La bruja de Córdoba» y «La bruja de Granada» (403 y 404). Y también sobrevive en Bogotá (Leòn Rey, 1985: 95).

Hize, por verme libre, tres sédulas, sin que los otros dos religiossos me vieran ni lo supieran. [...] Digo, que las tres sédulas fueron ynvocando la ayuda del demonio con tal que saliera de dicha prisión, diziendo en ellas que, dándome veinte años de vida, le daría quanto gusto quisiera, y señalándole plazo de tantas oras, y que, si no venía cumplido dicho plazo, no era bálido ni persistía dicho contrato. Después, abiéndome asotado como a negro, y no mortificádome como a religioso, cogí tierra y lo que topé en el suelo de palitos y carbón. Enbolviéndolo en un papel, dixe:

21 

Llama la atención que por las mismas fechas en España, en Limpias, Santander, en 1733, se acusa a una bruja de transformarse en gato y luego chupar a una niña (Blázquez Miguel, 1989: 179).

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INTRODUCCIÓN

De en biga en biga, sin Dios ni Santa María.

De pequeño tamaño; sin espinas; sin ramas o bayas; deja ver apenas sobre la superficie del suelo la parte superior redondeada, llamada cabeza, radialmente dividida por surcos sinuosos que limitan costillas, provistas de cerdas blacogrisáceas que le dan a la planta un aspecto lanuginoso [...] En el centro de la cabeza un punto de enmarañada pelusa señala el sitio del que parten las costillas y de donde nace la flor, de color rosado, que rápidamente madura en un fruto rojizo. La parte de la planta oculta bajo la tierra, de la forma y tamaño de una zanahoria o un nabo, recibe el nombre de raíz y está cubierta de escamas leñosas que le constituyen en rígida celda (Aguirre Beltrán, 1992: 135).

Y me quité el santo rosario, aunque no lo tiré con despresio, ni menos le corté. («De en viga en viga...»).

Algunos viajes extraordinarios En Guatemala, en 1705, una mujer que queda ciega realiza un viaje extraordinario. La ceguera es causada por la magia de una mujer encubierta que llama a su puerta para venderle una faja que ella se niega a comprar. Más de dos meses después, la cura otra misteriosa mujer: Y a las onze de la noche la llevaron sin poder ver ni saber por dónde, pues le tenían coxidas todas las esquinas. Y con doblado cuydado estuvieron con este asombro hasta la una de la noche, que vieron venir a Luciana, hermana también de dicha Phelipa, muy asustada. Y dixo que en su casa estaba Phelipa, y que ya miraba, pero estaba incensata y aturdida. Fueron a verla y hallaron ser verdad, y que dicha Phelipa contó que, assí que llegó la muger le dixo: «Vamos», y la tomó de la mano. Y que sintió que la llevó asia las puertas de la cathedral, que pasó el caño y desagüe del capitán Diego Rodríguez, contador real, y desde allí no sintió por dónde la llevaron a unos campos dilatados, en donde le hechó en los ojos una agua tan fuerte que la atarantó. Y luego le vendó los ojos y la volvió a traer. Al venir, dize que notó que la que la traía no hollaba como persona humana sino como cabrito, y que avía visto vailar toros, y que uno la vino siguiendo hasta la puerta de dicha Luciana. Y que esto es lo que ha sabido por avérselo contado Cecilia, como también que esta noche ha de volver dicha muger [que] la cura. Y que esta es la verdad por el juramento que tiene hecho [...] («La ciega y el viaje extraordinario»).

Las yerbas y los hongos alucinógenos El peyote o la yerba María

El consumo de peyote fue frecuente en diferentes regiones del país, destacándose por el número de procesos inquisitoriales en los que este estaba involucrado los estados de Zacatecas, Michoacán, Guanajuato, la Ciudad de México, Querétaro y San Luis Potosí. En la parte central del país y en la Ciudad de México el peyote se utiliza acompañado de otras hierbas mágicas como el ololiuhqui; en tanto que en la región norte el ritual no incluye mezclas, sugiriendo que de allí surgió el foco de difusión de la planta (cf. Aguirre Beltrán, 1992: 138-139). La etimología de este cactus se puede explicar de dos modos: de acuerdo a su aspecto físico o de acuerdo a sus efectos fisiológicos. De acuerdo con la segunda, la etimología se asocia con verbos como relumbrar, resplandecer; Molina, por ejemplo, da para el verbo pepeyoca el significado de «relumbrar el agua o los campos con la claridad y reverberación del Sol o la luna» (cf. Aguirre Beltrán, 1992: 141). El peyote fue considerado como un dios por los indígenas y sigue siéndolo en los grupos étnicos donde continuan existiendo los rituales en los que se utiliza. La persecución hacia este tipo de ritos promovió el sincretismo con la hagiografía cristiana y se le denominó Niño Jesús, Santísima Trinidad, Nuestra Señora, Santa Rosa María, Yerba Santamaría, Santa María del Peyote y Yerba María (cf. Aguirre Beltrán, 1992: 142). El cactus debe ser ingerido ciertos días propicios y a ciertas horas, como la noche, para mejorar su efecto. El rito se debe realizar en un lugar sacro: ya sea el temazcal —baño de sudor que estaba presidido por una deidad— o en el santoscali, el lugar del altar doméstico. Previo a la ceremonia se realiza un barrido ritual del aposento «para asegurarle una limpieza mágica» (cf. Aguirre Beltrán, 1992: 145).

El peyote, Lophophora, o antiguamente Peyotl Zacatequensis, es un cactus que crece de manera espontánea, exclusivamente en las regiones semidesérticas de México: Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí y Querétaro.

En el ara se sitúan las imágenes de Nuestra Señora, Santa Rosa, San Nicolás, San Diego [...] se enrama y enflora el altar y frente a él, en el piso, se pone el plato, xícara o batea, con el

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peyote preparado y en su inmediación el sahumerio de copal que se mantiene encendido durante el curso de la ceremonia (Aguirre Beltrán, 1992: 145-146).

Para dirigirse al dios se utiliza un lenguaje ritual que podía utilizar cantos de otras lenguas afines o adornar el lenguaje con palabras hermosas que sólo se enuncian para ese propósito. Las palabras rituales se recitan tanto al momento de colectar la planta como durante el ritual. Una vez ingerido el cactus, el curandero o curandera, se identifica con el dios y toma sus características inmortales. Entre los indígenas, el peyote se ingería con motivo de ciertas ceremonias como la del maíz. Tenía un uso colectivo, pues se empleaba para saber como saldrían las batallas, para pelear y no tener miedo, para no tener sed ni hambre, para preservarse de todo peligro, para descubrir a los autores de un robo, para tener conocimiento del futuro, para la curación de las heridas. En el mundo colonial sólo preservó su uso individual para el hambre y la fatiga, para todo peligro, sobre todo de carácter sobrenatural, para hurtos y robos, para conocer los futuros y, de modo muy relevante, como afrodisíaco (cf. Aguirre Beltrán, 1992: 152-154). En el caso de Agustina de las Nieves, que ya hemos citado antes, aparece también la ingesta de peyote como parte de la denuncia. Una testigo precisa la descripción de la bruja con mayor detalle en la vestimenta y agrega las razones para consumir el peyote: [...] vio por sus ojos a una mestisa llamada Agustina —que no save el sobrenonbre, que ya es vieja, y trae vestidas unas naguillas de lana asules y amarillas y otras del mismo color en brocadas, y vive en cassa de Diego Gonzales, que llaman el cabrero— moler el peiote para beberlo, abrá tres o quatro meses, poco más o menos. Y le preguntó una hermana desta declarante, llamada María de Aguilar, donzella, que para qué lo bebía y molía. Y le respondió que lo quería beber para saver de una yegua que se le avía perdido a un honbre (que no save el nonbre), y por unas pelotas o vellones de lana hilada que le avían furtado. Y que la dicha su hermana, María de Aguilar, vió que la noche en que tomó el peiote varrió y regó y saumó el aposento que estaba enfrente del de esta declarante («La bruja y el peyote. Agustina de las Nieves»).

[...] le dixo a la dicha Theresa que la curaría, y que abía de tomar la hierba de santamaría en un temascal, i sudar con ella. Y que de allí la abía de sacar a un aposento solo y recoxerse, y que no abía de aber persona ninguna, y que aunque biese barias bisiones se estubiese quieta y no tubiese miedo, que sudaría i sanaría. Y que con efecto, la dicha Theresa thomó la hierba en el temascal, de donde salió a un aposento. Y biéndose sola, le causó mucho temor i empezó a gritar y llamar gente, y que entonzes entró la dicha Theresa i le dixo: —¿Ia ves? Ia as espantado la hierba con gritar i llamar gente («Teresa Mancilla y la yerba maría»).

La india también solía ingerir la yerba para realizar diferentes tipos de búsquedas, como para encontrar tesoros en una hacienda denominada «El puerto» o para encontrar un caballo; además, la emplea para adivinar el futuro amoroso: Y dize la que declara que también le contó el susodicho que el mesmo día que descubrió el sudadero y freno, le dixo la dicha yndiíta: —Sábete que esa muger con quien tratas te aze ofensa con tres o quatro sujectos. Que no le mentó quien era la con quien trataba, ni los sujectos. Y que dicha yndiíta le dixo: —Quítate ese Ssanto Christo que traes al cuello, cuélgalo ai y íncate de rodillas y pídele perdón. Y que entonzes, el dicho Christóval se rresistió a no quererse quitar el Ssanto Christo. Y que le dixo la yndiíta: —No tengas rezelo, quítatelo, que también te queda el rosario. Y así, o quítate el rosario o quítate el Santo Christo. Y que entonzes se quitó el Ssanto Christo y lo colgó en un palo. Y que se yncó de rodillas y estubo pidiendo perdón y dá[n]dose de Ssantos. Y que entonzes le dixo la yndiíta que se casara («Teresa Mancilla y la yerba maría»).

Entre otros nombres que se le dan al peyote, en nuestros relatos, está Tonantzin Xochitl, que significa «Flor de Nuestra Madre», y su ingestión sirve para curar enfermedades:

Otro de nuestros testimonios relata cómo una india llamada Teresa Mancilla usa la yerba alucinógena denominada María tanto para sanar como para adivinar, en los alrededores de San Juan del Río en 1714:

Que una yndia amestizada, viuda, llamada Getrudis Nájara, vezina de esta ciudad en el barrio de San Nicolás, le aconsejó se curasse de echiso (que esta delatora aprehendió padeser), y que el modo era beber una yerba que llaman tonantzi xochil, con la que, bebida, vería a un viejo y a una vieja y a la persona que la huviesse maleficiado o echissado. Y que con efecto bebió dicha yerba, con la que tuvo vómitos y no vio cossa de lo que la yndia le dijo que vería. Y le dijo

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que, aunque no fuesse echisso, sanaría («Juana de Rojas y los hechiceros»).

Y preguntándole esta declarante a la dicha Catalina de Soza cómo havía de saver el dicho yndio con aquella bebida del patle quién hizo el robo, la dicha Catalina de Soza le respondió que havía de venir el patle a hablarle y decirle quién havía hecho el dicho hurto, sin decirle en qué forma, ni figura havía de venir el dicho patle. Y que el día de aquella noche que se havía de tomar el patle havía de ser muy claro y sin nubes, y el sol havía de haver estado muy claro («La voz del patle»).

El puyumate Esta raíz sirve para ligar o para amansar, es también conocida entre los arrieros para brindarles fuerzas y valor. En uno de los procesos que ya hemos mencionado antes, dentro de los pactos demoníacos, el viejo de las mulas se la ofrece a un mulato para que lo proteja del peligro: Lo llebó a un serrito. Y en él cogió el dicho viejo un palito de una yerba llamada el puiumat y se la dio, diciéndole que se lo llebara y vería lo bien que le iba con él sin passarle otra cossa («El viejo de la mula y la yerba del puiumate: un pacto con el demonio»).

El puyomate fue consumido consuetudinariamente por los españoles en Celaya hacia finales del siglo xvi. Esto se observa en la declaración de Bartolomé del Barco «quien confesó "haber hecho diligencias para buscar unos puyomates que dicen son hembra y macho, y el macho tiene la figura de natura de hombre y la hembra de mujer, son vellosas y en algo parecidas a las dichas figuras"» (Alberro, 1997: 127-129).22 El uso de esta planta tanto para magia erótica como para maleficio señala que se buscaban las diferentes plantas según su olor, forma o sabor acorde con alguna asociación simbólica, más que por las virtudes de las mismas (cf. Aguirre Beltrán, 1992: 90, 162-163). En el caso del puyomate lo atractivo de la raíz es su intenso olor.

El nanacate Se denomina nanacate al poderoso hongo alucinógeno llamado teonanacatl, cuya etimología es: teotl «dios», y nanacatl, duplicativo de nacatl, «carne alimento de dioses». Encontramos comentarios sobre uso desde Sahagún, quien lo incluye en el grupo de las hierbas que emborrachan (cf. Aguirre Beltrán, 1992: 134): Hay unos honguillos en esta tierra que se llaman teonanacatl, se crían debajo del heno en los campos y páramos; son redondos y tienen el pie altillo y delgado y redondo. Comidos son de mal sabor, dañan la garganta y emborrachan. Son medicinales contra las calenturas y la gota; hanse de comer dos o tres, no más; los que los comen ven visiones y sienten bascas en el corazón; a los que comen muchos de ellos provocan a lujuria, y aunque sean pocos (Sahagún, 1999: XI, 7, 666).

Motolinía también describe el poder alucinógeno del hongo y su uso para la guerra. Explica que una vez después de comidos:

El patle El patle parece designar a otra yerba alucinógena —que no hemos podido identificar, ya que patli en náhuatl designa cualquier hierba medicinal— cuyo uso es similar al del peyote. En uno de nuestros relatos se le pide a un indio que la ingiera para identificar al autor de un robo, y para la realización del rito se utilizan elementos como una gallina, candelas y huevos. Y que tomaba el patle aquella noche por ser biernes y haver ayunado aquel día, porque el dicho patle se ha de tomar en biernes y ha de ayunar aquel día, el yndio le ha de beber y que ha de ser de noche, y que aya silencio, y no aya ruido, ni ladren los perros, porque si ay ruido se espanta el patle y no habla. 22 

[...] a poco rato véian mil visiones, en especial culebras y como salían fuera de todo sentido, parecíales que las piernas y el cuerpo tenían llenos de gusanos que los comían vivos, y así medio rabiando se salían fuera de casa, deseando que alguno los matase (Motolínia, 1858: 25 apud Aguirre Beltrán, 1992: 286, n. 71).

En nuestros relatos, el nanacate aparece en un testimonio de 1658, cuando, en Toluca, un hombre «ligado» le pide a su mujer que vaya en busca de una curandera para que lo sane. Después de varias gestiones, llega el momento de tomar el nanacate, el cual aparece descrito en detalle:

Véase también: Alberro, 1998: 300-301.

De él fue sacando una cosa de echura de hongo, con un modo de pie largo y una cabeça pequeña que hacía de manera de un clabo, que le llaman el nanacate («La yerba nanacate»).

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Posteriormente, se narra también la alucinación y los síntomas que aparecieron después de la ingestión y se cuenta que rezaron el rosario. La inserción de los elementos religiosos de distintas culturas muestra un mundo donde los sincretismos se producen de modo cotidiano: Y quando comieron los unos y los otros nanacates fue mascándolos con tunas. Y aviéndolos comido, se hincaron de rodillas todos y reçaron a coros el rosario de la Virgen. Y después de acabado de reçar, tomó el otro marido de la dicha segunda curandera una guitarra y empeçó a tocar en ella. Y la dicha otra muger del dicho hombre ligado se vio tan almareada que no sabía si se murió o lo que le sucedió, porque, quando bolbió en sí, estaba la dicha segunda curandera metiéndole los dedos detrás de los oýdos y la roció con agua. Y quando bolbió en sí le pareció que el dicho, su marido ligado, la mataba y juntamente le pareció que veía allí un hijo del dicho su marido que ayudaba a ello sin estar presente («La yerba nanacate»).

Nuestros textos también refieren cómo la hierba es usada con fines eróticos para lograr un casamiento. A un muchacho, después de ser azotado con la hierba, «se le aparece» un negrito bailarín que le asegura que todo va a salir bien: «y con sonido de yerbas, y repitiendo ciertas palabras, invocaban al demonio, diciéndolas la india, y repitiéndolas ellas asta que de facto se les mostró un negrillo pequeño que, mui contento y bailando, les prometió tendría effecto su petición» («El niño hermoso y el negrito bailarín»). El agua de rosas El agua de rosas era otra sustancia que servía para atraer amantes. La flor se echaba en el agua y esta se daba de beber al amante o se rociaba en el aposento. En nuestros relatos, sin embargo, por la descripción de la flor y por la existencia de una rosa macho y una hembra, es posible que no se trate de la flor más conocida sino de otro tipo de planta. Por ejemplo:

El estafiate El estafiate o ajenjo del país, como se le denominaba en la Colonia, es la Artemisia Mexicana, conocida también por los indígenas como iztauhyatl. La etimología de la palabra viene de «Iztauh contracción de iztahua, "la dueña o deidad de la Sal", en composición con atl, agua, por medio del posesivo y. La traducción sería "agua de la deidad de la Sal"» (Aguirre Beltrán, 1992: 122). Era una hierba de uso común en la época prehispánica y se utilizaba para evitar el aojamiento o mal de ojo. Se empleaba para los ritos del agua y para realizar «limpias». También era usada con fines eróticos, como, por ejemplo, para arreglar las desavenencias entre amantes (Aguirre Beltrán, 1992: 122-123). El estafiate aparece en uno de nuestros textos, cuando una mujer narra que vio como una indígena fue a un ojo de agua y llamó al demonio, y este se apareció en la forma de un niño:

[...] le dixo al denunciante dicha Catalina que tenía una rossa con la qual, dándola a vever (aviendo antes hechádola en agua) a los hombres, era remedio eficaz para ser querida una mujer de un hombre. Y el denunciante, que llegó a cavallo a casa de la dicha, le hizo que se apease para que viese la dicha rossa, y con efecto se la enseñó y vio distintamente, y hizo en sugerencia la experiencia de hecharla en una batea de agua. Que la rosa estava serrada, y aviéndola hechado ella en el agua, se abrió y espandió. Que no le dixo cómo se llamava dicha rosa, que sí era una rosa seca y espinosa («El remedio de la rosa»).

En otro de nuestros textos, un par de mujeres llamadas Josefa y Andrea, además de utilizar la magia para «matar maridos», recurren a ella para ligar, utilizando rosas y otras flores:

[...] lo havía aprendido de una india de dicho pueblo, a quien muchas vezes se lo havía visto llamar y hablar con ella. Y principalmente en dos ocaciones: la una, en un ojo de agua, sonándole a la orilla unas ramas de estafiate y diciendo ciertas palabras (de las cuales esta delatante no pudo aprehender más que esta: Canomae), a las quales apareció luego el Maldito sobre las aguas, en traxe de un niño mui alagüeño, i converzando en la misma lengua ininteligible con la india grande rato. Se desapareció y la dicha Petrona de Sandoval se volvió con la india a su cassa («El niño hermoso y el negrito bailarín»).

En la ocasión tenía la dicha Andrea amistá torpe con sierto prebendado desta siudad, y la dicha mestiza María le llebaba unas rrosas, a modo de doradilla, berdes y juntamente unos como güesitos al parecer torsiditos y mui delgados, con unas como espinitas. Y al tiempo que benía dicho prebendado, echaban entre las dos dichas rrosas en un jarro de agua, y la metían debaxo de la cama asia los pies, en donde se abían de acostar la dicha Andrea y dicho su galán. Y en otras ocasiones, cuando abía de ir la dicha Andrea a dormir con dicho galán, hechaba dicha flor en agua y la secaba en un trapo y se la ponía en el estómago, arriba de las carnes, y se la amarraba con un pañuelo y se iba a dormir con

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INTRODUCCIÓN

el dicho galán, llebando dicha rrosa consigo («Las autoviudas»).

Magia para ligar: los gusanos, el chocolate, los polvos, los muñecos y las cintas Nuestros relatos refieren diversas maneras de realizar magia para lograr el objeto de la pasión, así como el uso de un sinnúmero de elementos empleados en esas prácticas. Entre ellos destacan los gusanos, el chocolate, los polvos (a veces hechos de gusanos), los muñecos y las cintas. Materiales todos que sirven para uno de los principales fines de la magia erótica: ligar, ya sea atrayendo al amante, ya impidiéndole que tenga otro amor procurando la impotencia. El amor no es sólo atracción sino posesión, exclusividad de afecto, propiedad y pertenencia. Para la consecución de tales propósitos la técnica amatoria dispone de procedimientos eficaces que aseguran la ligadura del amante. Con la ligadura se busca una dúplice finalidad: la una de carácter asertivo, tiende a incrementar el amor del amante; la otra de signo negativo, se dirige a impedir al amante otro objeto de amor que no sea la persona con la que se halla ligado. Cuando prepondera la finalidad positiva y lo que se pretende es la conservación del afecto del galán o marido se acude a polvos, gusanos, alimentos tomados de vómitos, agua de lavadura, líquido seminal, yerbas y aves, lazos conjurados o al simple conjuro, siguiendo en todos los casos un complicado mecanismo ceremonial que concurre al logro de la ligadura mística. Cuando se pretende la finalidad negativa que, en último término, está destinada a impedir la comunicación sexual del sujeto de atracción con otro objeto de amor, la materia aplicada no varía gran cosa —polvos, gusanos, copal, cresta de gallo, cinta de calzones mágicamente anudados—, más si difiere el ritual para conseguir la impotencia (Aguirre Beltrán, 1992: 166).

A los gusanos se les denomina nextecuiles, cuya apariencia es «del largor y grosor de un dedo; cuando no llueve roen las raíces del maíz y sécase; tienen pies y no andan con ellos, sino echados de espaldas» (Sahagún, 1999: XI, 5, 658). En nuestro corpus hay dos casos de Cuernavaca, en 1650, en los que las mujeres toman polvo de gusanos para evitar el maltrato y para enamorar. En el relato de Isabel de la Cruz, los gusanos aparecen como un remedio para una una vida común desastrosa:

[...] que estando afligida y llorando en su cassa, ocaçionada de la mala vida que su marido le dava, entró un yndio y le dixo que le daría un guzano para que se lo diesse a su marido («Un gusano para los malos tratos»).

Mientras que en «Los gusanos para enamorar» una mujer española, denuncia a una mulata que «le había dado un peso a una india» a cambio de unos gusanos, que molería y daría a beber a su amante para que no se fuera. El chocolate El uso cotidiano de la magia entre los novohispanos queda de manifiesto en el testimonio de Juana Paz, una mujer española, soltera de 25 años. Sus palabras reflejan el entramado mágico que rodeaba a lo sexual, pues ella narra cómo un marido recurre a la amante mestiza para matar a su mujer. Ella misma refiere como algunas mujeres que buscan hombres hacían el chocolate con el agua con que se lavaban los genitales: [...] quando estaban con su rregla y el ordinario que suelen tener las mugeres, se lababan con agua aquellas partes bergonçossas y, con dicha agua llena de sangre, hasían el chocolate que vebían algunos hombres que entraban en sus cassas y que esta acsión la hazían a fin de que dichos hombres las quisiesen vien («Las brujas de la pasión: polvos, muñecos y chocolate»).23

Hechizo y maleficio: los muñecos La magia a distancia también era muy común y estaba basada en la consubstancialidad del objeto, que permitía que «las acciones que se ejecuten sobre la imagen repercutan inexorablemente sobre la persona» (Aguirre Beltrán, 1992: 214). Para realizar este tipo de magia se confeccionaban, a menudo, muñecos, cuyo material variaba según quien lo hiciera. Los europeos prefieren realizar el muñeco de cera y pincharlo con objetos puntiagudos de metal, en tanto que los indígenas prefieren hacerlo con masa y pincharlo con espinas de maguey (cf. Aguirre Beltrán, 1992: 214). Para que el muñeco representase a la persona se le podía poner el nombre de esta o vestirlo con retazos de ropa de aquel a quien se quería influir. En uno de nuestros relatos aparece uno de estos muñecos cuando se cuenta como una negra y una mulata encuentran la oportunidad de husmear en una 23 

El uso de chocolate y el menstruo es estudiado por Sodi y Aceves, 2000 y Méndez, 2001: 81-96.

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caja que contiene los artilugios mágicos de una española llamada Francisca de Leiba, a quien, junto con su madre y hermanas apodaban las Godinas.

esas aplicaciones y, además, se pone en evidencia que las barreras idiomáticas se superaban mediante el uso de intermediarios:

Y dicha negra y mulata, viendo las extrahordinarias diligençias que se hazían y presumiendo que dentro de dicha caxa debía de haver cossa de mucho balor, por curiosidad quitaron de la tapadera de dicha casuela (que no la pudieron abrir por estar pegada la tapa) una astilla o pedaço de dicha tapa. Y, quitada, vieron que dentro de dicha caxa estaba una figura pequeña, como de muñeco con trasa y fayçiones de figura humana, muy seco el dicho muñeco. Y que no supieron determinar si era de carne o de hieso u de otra materia («Las brujas de la pasión»).

Abrá quatro meses poco más o menos, que entrando un día por la mañana a visitar a una india enferma llamada Josepha, que ya es difunta, vio a una india arbolaria, que no save su nombre. Y oió deçir, no se acuerda [a] qué persona, que las indias arbolarias daban unos polvos para atraer a la voluntad las mujeres. Y entonses le dixo este declarante a un moso mulato llamado Juan, esclavo del rexidor Alonso Días, que pues hablava la lengua mexicana, le dixese a la dicha india arbolaria les diese a ambos algunos polvos para atraer a su voluntad las mugeres. Y con effecto se los pidió y se los dio a este declarante, y no sabe si se los dio al otro mosso. Y les dixo a ambos guardasen secreto, porque de descubrirlo no havían effecto («Los polvos para enamorar»).

En ese mismo relato, un poco después, se refiere como los muñecos también se podían prender a la ropa. Y dixo el dicho negro, en presençia de esta declarante y de la dicha Madalena de Luna, que la dicha Francysca de Leyba, arriba mensionada, tenía enechiçado y encantado a su amo. Y que en los brahones de la rropilla de dicha Francysca de Leyba traía cosido un muñeco del dicho negro («Las brujas de la pasión»).

Los hechizos con muñecos eran usados tanto por hombres como por mujeres. En otro relato, por ejemplo, un mestizo llamado Pasqual de Argüello muestra a un sacerdote:

Las cintas Los listones y las cintas son también elementos que se utilizaban para realizar ligaduras. En el siguiente testimonio, Pedro Bueno de Basori le pide a un tal Juan Bautista que le ayude a conseguir los afectos femeniles de una mujer; sin embargo, después que le entrega el hechizo, decide acusarlo por embustero ante la Inquisición y explica lo sucedido:

[...] un enboltorio en un paño, diciéndome que aquello era un hechisso que le acabavan de poner en una testera de su cassa, sobre el lado donde tenía la cabezera de su cama. Y mandándole yo que descubriera lo que traýa el envoltorio, sacó un güebo güero de ave de la tierra [y] una figura hecha de un género de papel de la tierra llamado ich amatl, que ussaron los indios en la antigüedad. La forma de la figura era como el cuerpo de un hombre con los dos braços metidos en la voca, y doblados asia la parte que parecía la espalda de la figura. La otra era otro pedasso de el mismo género de papel, ich amatl, de el tamaño de un quarterón de pliego de papel, el qual tenía muchos granos de copale o inciensso de la tierra puesto en forma de axedrez, con unas piedresillas embutidas en el papel, de suerte que pareçían, por el otro lado, con más ocho muñequitos pequeños de trapo, con las cabezuelas de copale («Los muñecos de papel amate»).

Los polvos La consecución de los deseos amorosos también se logra a través de polvos de diferentes índoles. En el siguiente fragmento de uno de nuestros relatos se refieren

[...] yo deseaba los de una señora y apreciaría conseguirlos. A que respondió lo aría fácilmente; que solicitasse una cinta del tammaño de la tal y se la diesse; que lo executaría con ella; que era necesario mandar decir ziertas missas; que él tenía un clérigo paisano suio que las diría, y otras varias cossas con que lo avia de executar de que no ago reflexa, y sí sólo de que avia de poner un poco de calamita blanca; díxele que qué era calamita blanca, a que me respondió era una cossa que gastaban o tenían los sastres en este estado. Corté un pedazo de cinta azul y se la di el siguiente día, diciéndole era del tamaño que pedía. [...] En fin, bolvió la cinta de allí a unos días, doblado el ancho por medio y cosido como que avia alguna cossa dentro por espacio de más de una quarta; en el un extremo de lo cosido, formada una señal de la Santa Cruz de seda, otra en el medio y otra al otro extremo. Aviéndomela dado y dicho la avía de traer zeñida al cuerpo, y que sería necesario la afloxasse algunas veces, porque si no la tal muger aría extremos de loca, le respondí [...] («Juan Bautista, músico y chacharero»).

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INTRODUCCIÓN

El pajarito de los quereres Entre las magias amorosas más eficaces está la del colibrí, huitzitzilin, como vehículo de un poder mágico que atrae al amante. El colibrí fue considerado por los aztecas como símbolo de su principal dios Hutzilopochtli, «dios de la guerra que representaba al sol joven y activo que se aparecía en forma de colibrí» (Quezada, 1984: 97-98). La preparación del hechizo, en este caso, implicaba la laboriosa elaboración de un objeto mágico. En ocasiones se realizaba con el corazón del avecilla, que se habría de extraer antes de que dejara de latir, pues con ello se pretendía reforzar el amor. También se podía utilizar la masa encefálica. El ave se disecaba con sal tratando de evitar que se arruinara su plumaje, portador de fuerza mágica. Posteriormente, se le ponía sobre el pecho hierbas mágicas y se le envolvía con hilos de seda de todos colores, que se dejaban sueltos en el pico, las patas y las alas. Se finalizaba con adornos de perla, corales u otras piedras, y pelotillas de lana (Quezada, 1984: 101). Los hombres lo portaban en una bolsa, en el cinturón o en los zapatos, en tanto que las mujeres lo llevaban en una bolsita, valona o nómina cosida a la faja, en el pelo, o en zonas erógenas como los senos, para obtener lo que deseaban. También era frecuente meterlo en una caja que después se enterraba. En uno de nuestros relatos se refieren estas prácticas: Y movida de esto, le dijo dicha Juana de Rojas que le enseñasse aquella cosa para traer a los hombres, y que le ofresió pagarle. A que respondió dicho hombre que se la daría, pero que no avía de verla, y le dio una volsita que, movida de curiosidad, vio tener dentro una cabesilla de un pájaro que llaman los yndios güitsiquitzi. Y que dicha Juana de Rojas consintió en usar mal de aquella volsa y se fue a la cassa de un hombre de quien estava enamorada, a fin de atraherlo para cosas y amistad mala («Juana de Rojas y los hechiceros»).24

acojo a ti como a tus poderosos fluidos para que me protejas y me des las facultades de querer cuanta mujer yo quiera, ya sea doncella, casada o viuda. Pues te juro por todos los espíritus de los Santos Apóstoles, no dejar ni un solo momento de adorarte en tu relicario sacrosanto, para que me concedas lo que yo te pido, mi chuparrosa hermosa (Quezada, 1984: 106).

La hipnosis mágica: tierra de sepultura y huesos De acuerdo con algunos pensamientos mágicos, el sueño equivale a una muerte transitoria, de ahí que se piense que los cadáveres, sus huesos y la tierra de la sepultura tenían la capacidad de transmitir sueño (cf. Aguirre Beltrán, 1992: 169-170). No falta en nuestras narraciones el uso de la tierra del cementerio para ponerla debajo de la almohada del marido, con el fin de que este durmiera profundo y la mujer pudiera ver a su amante. Un par de fragmentos como ejemplo: [...] que la dicha Mariana, muger del dicho Juan Martín, cogía de las zepulturas de los muertos alguna cantidad de tierra y la enbolvía en algún posaguillo y la ponía debajo de la almoada de la cama en que dormía el dicho su marido, para que dormiese mucho y no despertaçe en el ynterín que ella salía del aposento a verse con algunos hombres («Las brujas de la pasión»). [...] y dixo que una esclaba de don Hilario Gonzáles (assímismo, vezino de esta villa), llamada María, le dixo que, quando quisiera salir de cassa de noche, cogiese un hueso de difunto y se lo pusiese a su amo debajo de la almoada, y que con esso no podría despertar («La paja, el sombrero, la plata y los huesos»).25

Los huesos de los cadáveres, ya sean de humano o de un animal, como el gato, también podían proporcionar a una persona la invisibilidad para realizar algún deseo sin castigo. Uno de nuestros relatos narra un sacrificio que:

Esta práctica mágica se realiza hoy en día, añadiéndole una oración que se debe rezar cada viernes en la noche frente a un Cristo, acompañada de tres Padresnuestros y tres Aves Marías:

[...] desía era para allar en la cabeza del gato un güeso llamado invicible, pues con él se conseguía el que, traiéndolo en la boca, se bolbía uno invicible y entraba y salía a todas partes («El hueso invisible»).

¡Oh, chuparrosa divina!, tú que das y quitas el néctar de las flores, tú que das vida e inculcas a la mujer el amor, yo me 25  24 

Véase también el relato «¡Ah, diablo!».

Véase también «El cuaderno de echar suertes de Lucas Martín del Montijo».

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En otro de nuestros textos se recomienda a un declarante que:

abaxo, y a medio de sacrifisio, con sangre y inmundisias y todo, hechando un poco de copale en un senisero de lumbre y poniendo los pollos ensima, y disiendo unas palabras mientras estaban los pollos sobre dicha lumbre, asiendo munchos ademanes con las manos, demostrando en ellas el que lo hechaba para que se fuere dicho onbre. Y acabado que fue este como sacrificio, coxió dicha india una gallina y sierto número de güebos enteros, y dos o tres gatos, todo lo cual está esta declarante en que estaban bibos, y baxó dicha india con todo lo rreferido, y esta declarante y la dicha Andrea, su prima, y las demás yndias con eia, y quemando copale por el camino en forma de entierro, según les prebino la dicha hechisera, asta el pie de la escalera, en donde alsaron una losa, y en un caño que estaba debaxo della metió dicha yndia biexa los dichos pollos, güebos, gatos y gallina (los cuales está indiferente si estaban bibos y muertos), y enterrados que fueron en dicho caño, se subieron arriba y se tubieron asta serca de amanecer, que fue bien presto («Las autoviudas»).

[...] procurase coxer un huesso de difunto o tierra de sepultura en día martes, y ese día ayunase y después fuese a la casa donde quisiese entrar, y pusiese uno y otro a las puertas de ella y entraría dentro sin que fuese sentido, y haría lo que quisiese, y las puertas, aunque estuviesen con llave, se abrirían solas («El dedo del muerto»).

Ligaduras mortales: magias para matar Las mujeres recurrían a la magia también para repeler a los amantes. En el caso de la repulsión o «asimplamiento» del galán se utilizaban tanto excrementos como otros remedios hechos con animales: Los sesos de burro, las raspaduras de sus pezuñas, los corazones de cuervos, los sesos de faisán, los de zopilote, los murciélagos, las cucarachas, los órganos genitales de bóvidos, los caracteres secundarios de ovíparos, los huesos de difuntos, el agua de lavadura, la tierra de la impronta y las oraciones cristianas (Aguirre Beltrán, 1992: 168).

Un caso excepcional en nuestro corpus trata sobre dos mujeres —una de las cuales se dedica a la prostitución— que recurren a diversos hechizos, unos para matar a los maridos y otros para conseguir amantes. El proceso es muy largo y contiene narraciones detalladas de las acciones mágicas que esas mujeres llevaban a cabo, entre las cuales le ruegan a un indio-mulato que les haga un hechizo para matar al marido, ofreciendo como pago que «le daría cada una su cuerpo para aitos benereios, y dejante de eso le darían sincuenta pesos poco más o menos». Durante la audiencia la declarante intentará aminorar la culpa, aludiendo que le habían pedido al asesino que no fuera una muerte súbita, para que le permitiera morir al marido como buen cristiano. Entre los hechizos que estas mujeres refieren, se incluye uno destinado a alejar a un amante. En ese caso recurren a una india para lograr que un hombre:

Magia por indicio Existen diferentes prácticas mágicas llamadas de indicio que se utilizan para indagar quién realizó el hurto o dónde se halla un tesoro. Tres de nuestros relatos refieren casos de este tipo: uno de ellos, realizado sólo por mulatas y otros dos son de claro origen europeo. De mulatas: «El lebrillo y el agua de mar. Una conjura morena» En este testimonio, la protagonista, una mujer «morena», se autodenuncia por haber participado en una práctica adivinatoria para saber quién había hurtado sus pertenencias. Una negra llamada Adriana le dice que vaya a su casa si quiere saber quién ha realizado el hurto:

[...] saliese de esta siudá o mueriese. Y para este efeito llamó a la dicha india llamada Antonia Angelina, la cual trajo para este efeito a una india biexa y a otras dos, la una amestisada, llamada Juana, y la otra ija sulla [...], quiennes fueron con las dichas hechiseras a la cosina de dicha casa, en donde esta india bihexa, con un cuchillo, abrió dos pollos bibos de arriba

Y que el día siguiente, que fue viernes, se juntaron todas las susodichas en casa de la dicha negra Adriana, y a la ora del medio día, manda la susodicha [a una] negra suia, llamada Julliana, que fuese a la plaia y trajesse un jarro de agua. Y aviéndolo traído, mandó, a la dicha negra, la dicha Adriana traer un lebrillo blanco y unas yervas verdes, lo qual todo se puso en una sala alta de la dicha cassa, y se fueron llegando al dicho lebrillo las dichas Ángela María, Adriana de Cabrera, Juana Jalapa y Lacumba, y se sentaron alrredor del dicho lebrillo, aviendo primero la dicha Ángela María cortado una rueda de un pliego de papel y apuntando en ella algunas rayas,

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números y estrellas a modo de una carta de nasido, dando nombre a las dichas rayas i señalando algunos ríos, poniendo assimesmo los nombres de ttres hombres que avían venido enbarcados con esta declarante, que no les avían visto las susodichas, ni savían sus nombres; que el uno se llamava el cappitán Juan López y el otro Espichueta y el tercero Manuel […]

cossa alguna de la ropa de la cama, ni de la ropa del vestido de este declarante. Y que teniendo assí suspensa dicha batea, le dixo la dicha doña María Parrales que pussiese este declarante en su imaginaçión [a] la perssona de quien sospechasse, cada vez una de las que hiciessen aquello que estavan haçiendo, diçiendo alternativamente entre los dos tres veçes las palabras que ella le desía. Y en esta conformidad, pusso este declarante en su mente una de las perssonas de quien sospechava y dixo con la dicha doña María Parrales las palabras siguientes, empezando este declarante y respondiéndole la dicha doña María Parrales: Por Dios y por Sancta María que fulano me quitó (nombrando la perssona que estava en su mente de palabra) tanta cantidad de pesos. A que la dicha doña María Parrales respondía: Por Dios y por Sancta María que no («"Por Dios y por Sancta María…»: la tijera y la batea de María Parrales»).

Después de esto comienzan a decir entre ellas «dilo tú», hasta que finalmente una contesta «yo lo tengo»: Y luego, al punto, apareçió sobre la dicha rueda de papel, parado en pie, el dicho capitán Juan López, del tamaño de un dedo, que le conoçió esta declarante distintamente, aviéndola preguntado primero, luego que apareçió la dicha figura: —¿Conoce a este hombre? Y aviendo dicho esta declarante que sí, que era el cappitán Juan López, le dijo la dicha Ángela María: —Pues no lo llevó él (diciéndolo por el dicho hurto), porque la quiere mucho... Y luego desaparesió la dicha figura («El lebrillo y el agua de mar. Una conjura morena»).

Finalmente, con esta adivinación le dicen que los culpables son dos de los hombres mencionados. Después, sin embargo, al atraparlos, la declarante se dará cuenta que no llevan nada y de que había sido víctima de un fraude.

La búsqueda de tesoros fue otra de las prácticas más frecuentes en la Nueva España y se realizaba con los mismos objetos que en Europa: las llamadas «varitas de virtud». El procedimiento era muy sencillo —al contrario de la compleja ceremonia para que las varas sean mágicas— ya que las varas señalan el lugar donde está el tesoro cuando se inclinan, como aparece en nuestros relatos. Un mozo español se autodenuncia contra sí y contra su amigo: [...] que tenía unas baritas compuestas destas palmas venditas de San Pedro Mártir, que son quatro, como de una quarta de largas, que poniéndose punta con punta forman en los encajes una cruz, y cada una de ellas tiene enzima de sí otra rayada, y teniéndolas entre dos por las puntas, se doblan bajando o levantando, y otras vezes ynclinan a un lado o a otro. Y que señalando azia abajo, allí estaba la plata, pero señalando a alguno de los lados, aunque yndicava estar azia allí, hera dificultoso encontrar con el paraje cierto. Y el día siguiente las trajo. Y preguntádole qué virtud podían tener aquellas varas y que cómo podían yndicar la plata, respondió dicho Castillo que heran de San Pedro Mártir y que el santo les havía comunicado aquella virtud. Y entonzes el declarante le preguntó si se dezían algunas palabras, a que dixo que no («El juego de las varas»).

De españoles: «Las tijeras y la batea» y «las varitas» La adivinación con la batea y las tijeras, de procedencia europea, es una práctica común para saber sobre hurtos y robos (cf. Aguirre Beltrán, 1992: 182). En nuestros textos, un hombre que ha sufrido un robo va con una tal María Parrales, a quien le debía dinero, y junto con ella reza «Por Dios y Santa María» —que se asocia con el de «villa en villa»— y realiza el siguiente rito [...] puesta boca abajo la dicha batea, trujo unas tixeras pequeñas de estuche, la dicha Antonia Parrales, y las abrió en cruz, poniendo las dos puntas en la batea clavadas. Se salió fuera del apossento y, quedándose este declarante con la dicha doña María Parrales, le dixo que con el dedo índice de la mano tuviesse el uno de los arillos de dichas tixeras por avajo, y la dicha doña María Parrales con el dedo índice de su mano tubo el otro arillo por debaxo, de modo que tubieron suspenssa en el aire la batea en que estavan clavadas las dichas tixeras por las puntas, sin que a la dicha batea llegasse, ni topasse

La práctica era muy frecuente y se veía por doquier. En el caso de «Petrona y sus varitas de virtud», la búsqueda se acompaña con una oración que se adapta para cada ocasión:

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Sacó la dicha Petrona quatro varillas de junco delgadas como una quarta de largo cada una, y en las puntas tenían dos cruzecitas como abiertas con fuego. Y tomando la dicha Petrona dos varitas en sus dos manos por las puntas, juntando las manos dixo:

Entre nuestros textos destaca, por la imaginación del narrador y por su capacidad para relatar, una narración sobre el tesoro de Moctezuma.27 En él, una muchacha india le revela al mozo Pedro del Castillo que en la tierra de Tlaxacala hay tesoros y los lugares para buscarlos.28

En el nombre del Santísimo Sacramento, varita de virtud que Dios te dio, que me digas si aquí ay plata.

Y llendo al dicho serro, se le abrió una peña y bio todas las paredes de la cueba de oro, y le salió al encuentro una qulebra, y un león, y una sierpe de siete cabesas, y un caballo pinto. Y que todos estos animales le embestían y él se defendía con la espada. Y entrando más adentro, le salió Motesuma a ablar, y lo sentaron al lado de Motesuma en una silla de oro, y le desían muchos indios que estaban allí que se quitase las reliquias, y el dicho Motesuma le dio una carta —que exibió este declarante ante dicho señor comisario—, escrita en lengua mexicana (que mandó dicho señor comissario poner con esta declaración), en que le dixo el dicho Pedro del Castillo que Motesuma le abía dicho que en ella se conbenía todos los tesoros, de que le hasía grasia y donasión («El tesoro de Moctezuma y la carta de la Malinche»).

[...] Y tomando las susodichas una vara en cada mano, juntando las manos, dixo la dicha Petrona: En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hixo y Espíritu Santo, varita de virtú que Dios te dio, que me digas si ay algo aquí o dinero, y si no al cielo («Petrona y sus varitas de virtud»).

Los tesoros La búsqueda de tesoros26 exalta la imaginación de gran cantidad de personas en la Nueva España, seguramente alimentada también por leyendas míticas como la de El Dorado y, en el caso de la Nueva España el tesoro de Moctezuma, que corrían en el territorio colonial desde el siglo xvi. Los grandes tesoros asociados al mundo indígena se buscan sobre todo en las cuevas y en los montes. Tanto en occidente como en las culturas prehispánicas, las cuevas son lugares de gran contenido simbólico. En la cultura occidental, las cuevas están identificadas, desde épocas remotas, como lugares de comunicación con el inframundo y en donde se hallan tesoros. En la cosmovisión de las culturas mesoamericanas, por su parte: [...] las plantas como el hombre, vendrán del inframundo, del interior de las montañas sagradas, de las cuevas-santuario donde los dioses guardan los más preciados tesoros: el agua y la tierra fértil. Este es el centro del universo, el punto que equilibra y concentra las fuerzas de los cuatro rumbos, las cuatro direcciones, las cuatro épocas, los cuatro colores, los cuatro desdoblamientos de los dioses telúricos (Morante López, 2000: 44).

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La búsqueda de tesoros también fue frecuente en la Península. Véanse los elaborados rituales expuestos por Cirac Estopañán (1942: 72-77).

En otro proceso Nicolás Pineda narra que un indio le ha prometido darle un tesoro si se casa con su hija y también se asocia con el tesoro de Moctezuma. Como en otros casos, el tesoro está en una cueva en el monte y tiene como guardianes animales maravillosos, como una serpiente con cabeza de venado que es dominada por el viejo indio cuando habla en otomí: Y que en esta forma avían llegado los dos a una cueba donde estavan muchos ýdolos de oro y plata. Y que a la puerta de ella avía salido una culebra grande con una caveza de benado, arrojando fuego por la boca y los ojos, que dio muestras de querer enbestir al dicho Niculás de Pineda, pero que dicho yndio viexo avía hablado en lengua otomite a la dicha culebra, con que se avía hido o des[a]pareçido.

Inmediatamente después describe la riqueza y el rito realizado por el viejo: Y que entrando los dos en dicha cueba, entre los ýdolos de plata y oro que en ella avía, estava uno de la Malinçe y otro de Monteçuma puestos los pies en un mundo de oro a quien 27 

Hay muchas leyendas sobre este tesoro que hoy siguen vigentes y sobre el cual se han hecho, incluso, varias películas. Sobre todo en Estados Unidos se asocia este tesoro con un tesoro maldito (Masera, en prensa). Véase, sobre el origen y contenido del tesoro de Moctezuma, el artículo de Alcina Franch (1995). 28  Sobre el simbolismo de la cueva y los cerros en el mundo prehispánico véase el trabajo de Johanna Broda (1997). Para el tema de la cueva en nuestros relatos véase Granados (2009).

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el dicho yndio y el dicho Niculás de Pineda vieron, y a quien el dicho yndio viejo adoró y encendió con copal blanco («El tesoro del monte»).

mientras yo governé dichas curtidurías, porque este avía entrado en cierta cueba, y que en ella avía visto a tres señores yndios, y que le prometieron que, si les hazía con sangre de sus venas escriptura de darles el alma, le harían los mentidos señores muchas honrras en el mundo, y que lo harían poderoso. [...] Entré, pues, desarmado de las armas de chatólico, ynstado (y de la codicia y ciego) en la esperanza de el rremedio que allí mi pobreza avía de lograr. Y aviendo entrado con teas encendidas asta lo último de la gruta, me hizo yncar ambas rrodillas, encendió dos candelas de cera que llevávamos, y de los taxamanites en que yvan enbueltas formó una cruz y la saumó con chicle prieto y copal, y después de todos los cóncavos de aquella caverna y cruz, la dexó allí formada, y en los brazos de ella colgó unas madexas de chomite azul, berde, amarillo y encarnado. Y esto echo, me dijo que fuera leiendo un papel que me avía él mismo notádolo, que yo escrítolo. Y el papel me acuerdo que empesava assí:

En los relatos de Pedro del Castillo y Nicolás Pineda existen varios motivos muy bien conocidos: el de las peñas que se abren para dejar ver una cueva con riquezas —como en Alí Babá y los cuarenta ladrones—, o el de los guardianes fantásticos con los que debe batirse, o la petición de quitarse las reliquias,29 o incluso la carta en la que se nombra al legítimo dueño del tesoro, que puede leerse completa en la antología. En otro de nuestros relatos, una mujer que acusa a su marido de haberle hecho maleficio en «la parte verenda», narra también como este, junto con un pastor, fueron a buscar un tesoro al monte: Se fueron los dos a un monte cercano de este pueblo a descubrir cierto tesoro que, dixo el marido a la dicha, avía en dicho monte, a que iban conducidos de un indio de este dicho pueblo, llamado Diego Jatna —tenido es, en este dicho pueblo, en opinión de curandero y hechicero—, ya difunto. Y que a la tarde de dicho día volvieron los dos dichos a su dicha cassa de la susodicha, donde, en presencia suya, empezó a referir su dicho marido lo que vieron en dicho monte con estas formales palabras: —¿Visteis, hombre —le decía al dicho Antonio de Ábrego—, aquella grandeza de aquel tesoro que vimos que nos enseñó Diego Jatna? Él me decía que entrase adentro y sacase lo que yo quisiesse, y yo de miedo de la culebra no me atreví a entrar («La parte verenda»).

Águila, cuautli, [o]celotl. Y en él decía más avajo: Napa diablos, Lucifer, Barrabás, Güitziquitzin, nimis macano anima. En esto acavaría. Y me especificó él, porque yo le pregunté, que [...] aquel papel era como rreso o plegaria para que los cavalleros de la cueba me dieran audiencia y se me aparecieran, y que, para más obligarlos a mi rruego, les ofrecía en aquel rreso mi alma. Al cavo de dos oras y media largas, no parecieron los dichos fantasmas que yo esperava con ánimo resuelto y determinado. Mirando el yndio que yo empesava a muinarme porque no lograva el ver lo que deseava, tomó de la cueba, entre otros muchos murciélagos que avía, uno, y dixo que los señores me avían temido, y que, así, se avían buelto páxaros, que tomase aquel que me dava y me bolviese a México [...] («La cueva de Cuevas»).

La búsqueda de tesoros lleva a los hombres a las más desatinadas creencias. Un ejemplo muy interesante, donde es explícito el engaño que realiza un indígena, es el relato de Francisco Olmedo, quien por su desesperación económica insiste en creer en la existencia de un tesoro, a pesar de los continuos fraudes que sufre. Finalmente, y después de cinco veces de asistir a las cuevas, se da cuenta del embuste. Mientras narra sus diferentes incursiones, se puede observar la continuidad en la ejecución de los ritos prehispánicos: Dixo uno que otro maior tessoro y riqueza pudiera tener Joséph de Cuebas, alias Padilla, cappitán que de ellos fue 29 

Véase el trabajo de Miguel Blázquez (1989: 184) para un proceso similar en el siglo xvii, procedente de Madrigueras, Albacete. La serpiente como guardián del tesoro aparece también en Leyendas de Colombia (Pedrosa, 1999). Véanse en Thompson (1955-1958) los siguientes motivos: F92.6 Entrance to lower world; N512 Treasure in underground cave; F402.6.4.1 Spirits live in cave; B576.2 Animals guard treasure; G354.1.1 Demon in shape of serpent guards forest where treasure tree grows.

Las cuevas con tesoros también han permanecido en la narrativa oral actual, en la que se recrean algunos de los motivos que hemos visto en nuestros relatos novohispanos. Por ejemplo, una leyenda recopilada en San Luis Potosí cuenta lo siguiente. Desde hace mucho tiempo, desde antes de los tiempos de la Revolución, todos cuentan que ahí, en el Cerro de la Cocucha, está la Cueva de los Huesos y que ahí hay metido mucho

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dinero, porque por ahí pasaba el Camino Real, y parte de la gente que andaba peleando se escondía ahí con el dinero que le quitaban a las diligencias. Adentro de la cueva son cuatro montones: uno de oro, uno de plata y otros dos de monedas. Pero cuando se acabó esa guerra, cien personas taparon la entrada de la cueva con una piedra. Y ahora sólo se puede entrar por un agujero muy estrecho que está en la parte de arriba. Primero se llega a la cueva, donde hay muchos huesos de los que se quedaron ahí cuidando el tesoro. Luego se sigue bajando, pero hay que ir muy agachado y, cuando se llega al escondite, dicen todos los que han entrado que se aparece un soldado, que les dice que el que entre tiene que llevarse todo o nada. Y pues nadie ha podido sacarse nada, por lo que dice el espíritu del soldado; sólo han visto los montones. Y eso, desde hace más de cien años que está ahí dentro (Zavala, 2001: 35).

En dicha casa de su señora dio un duende en causar algunas molestias, persiguiéndola con especialidad a ella. [...] Y que sin dar motivo se le dejó ver en hábito de mercedario dos vezes: una por la mañana del día 12 del mismo mez, como a las siete, y otra a la una del mesmo día. Fueron las dos visiones instantáneas, en un pasadiso que ay de el patio de la casa a un corral, donde fueron también las siguientes.

La muchacha narra con detalle sumo todos los diálogos tenidos con el duende: —Sácame de aquí, que no puedo ya más, y te daré el alma. Respondió él: —Ten paciencia y te daré gusto. [...] —¿Quándo me llevas? Respondió el demonio: —Yo te avisaré. La segunda vez de estas, le instó: —¿A qué aguardas para llevarme? Y satisfizo el Demonio: —Antes de mucho. Las otras dos veces dice que el duende, en la figura misma y lugar, la llamó con la cabeza, pero, horrorisada, no quiso ir («El duende»).

Los duendes Los duendes aparecen con diferentes rasgos en los relatos que hemos seleccionado. En un testimonio del siglo xvii se habla de un duende al cual Agustín de Súñiga le puede preguntar «por muchas cosas de esta vida y de la otra, principalmente dónde estavan las almas de algunas personas difuntas». [...] que si el duende decía que sí, daba un golpe o más en una caja, y si decía que no, no daba golpe alguno. Y entre otras personas por quienes les preguntó, fue donde estaba el alma de Cristobal Beltrán, si estaba en el cielo. Y que el duende no dio golpe alguno. Si estaba en el purgatorio: tampoco dio golpe. Si estaba en el infierno: y entonces dio golpes. Y del mismo modo, con el mismo género de respuesta, dijo el dicho duende que estaba en el infierno el alma de fray Miguel Jerónimo, religioso saserdote, y que estaba en el cielo el alma de Tomé Barbosa, padre que fue de esta denunciante. A lo qual dijo la dicha Catalina haberse allado presente, no una bes, ni dos, sino muchas. Que sin recatarse de nadie y en presencia de toda su familia, el dicho Agustín de Súñiga siempre que tenía gusto, llamaba a dicho duende y le hacía las dichas preguntas («El duende en la caja»).

En el siglo xviii encontramos otro relato en el que también hay un duende, esta vez vestido de mercedario —orden cuyos religiosos tenían fama de lascivos— (cf. León Cázares, 2004:123). En este caso es una «mestiza amulatada» quien declara tener contacto con él y quien, después de ser vejada por sus amos, le pide que se la lleve. La mestiza declara que:

Mientras que en el relato del siglo xvii el duende actúa como mediador para conocer el más allá, en el caso del siglo xviii, este actúa como un demonio. Covarrubias define al duende como: [...] algún espíritu de los que cayeron con Lucifer, de los quales unos baxaron al profundo, otros quedaron en la región del ayre y algunos en la superficie de la tierra, según comúnmente se tiene. Estos suelen dentro de las casas y en las montañas y en las cuevas espantar con algunas apariencias, tomando cuerpos fantásticos; y por esta razón dixeron trasgos (Cov, sv. duende).

El duende novohispano tiene rasgos similares a los de sus equivalentes europeos, de acuerdo con los procesos inquisitoriales de España. Recordemos que el primer duende registrado en la Inquisición aparece durante el siglo xvi, en 1584, en Málaga (Blázquez Miguel, 1989: 195-197). Entre los actos que se les atribuían, y que los clérigos intentaban perseguir y castigar, figuraban los de perjudicar a habitantes de muchas viviendas, espantar a sus moradores y visitantes,

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INTRODUCCIÓN

guardar tesoros fingidos que se convertían en carbón cuando eran encontrados por los hombres, tomar la apariencia de los hombres, perseguir a las mujeres, etcétera (Pedrosa, Palacios y Rubio, 2001: 296).

la Edad Media, como ha señalado Rafael Beltrán a partir del siguiente texto que aparece en Tirant Lo Blanc: [...] en la nit, la primera stela que veuràs, agenolla’t en terra, e diràs tres paternostres e tres avemaries en reverència deis tres reys d’Orient, que.ls placía voler-te recaptar gracia ab lo glories Déu Jesús e ab la sua sacratíssima Mare, que així com ells foren guiats e guardats, anant vetlant, dormint e estant, de les mans del rey Herodes, que.ls placía voler-te recaptar gracia que sies liberada de vergonya e infamia, e que totes les tues coses sien prosperades e aumentadas en tôt bé. E sies certa que obtendràs tot lo que vulles. E no.m torbes de ma devoció (cap. 260 apud Beltrán, 2001: 417).

Aunque la creencia en los duendes data de épocas remotas, «fue en los siglos xvi y xvii cuando muchos autores españoles (teólogos, filósofos, tratadistas en general) se ocuparon de su eventual existencia» (Pedrosa, s.a.: s.v. duende apud Pedrosa, Palacios y Rubio, 2001: 296).

Otro modo de curar: las oraciones Hasta ahora hemos reseñado y estudiado casos en los que prevalece lo narrativo, pero en este trabajo también hemos recopilado algunos procesos en los que, como en un manual de magia, se despliega el conocimiento de todo tipo de oraciones, para toda ocasión o mal, la mayoría de ellas muy difundidas en la tradición peninsular. En esos textos se mencionan tanto las palabras como los gestos que deben acompañarlas. El ejemplo paradigmático es la declaración de una mujer española llamada Seferina de Espinoza, quien en 1617, en Puebla, acude a denunciar que una tal Teresa de Paz le ha enseñado diez oraciones, cada una de ellas acompañada de un pequeño ritual. Repasaremos aquí algunas de las oraciones que esa testigo recordó ante la Inquisición para ver sus características y sus paralelos. La primera oración que se menciona está dedicada a las llagas de Cristo: Llagas abiertas, coral compartido, Virgen de las angustias, otórgame esto que os pido. («Llagas abiertas, coral compartido»)

Este autor nos dice que el texto más bien puede ser la adaptación del «Conjuro de la Estrella», cosa que coincide con nuestro texto del siglo xvii que presenta más características de conjuro que de oración: Dios os salve Reies Sanctos, sanctos y bienabenturados de el Espíritu Santo juistis alumbrados; de la estrella santa, juistis guiados; a Jesús de Nazaret, juistis a buscar; dentro en Belém, le juistis a hallar; tres dones le juistis a llebar: oro, insiensio y mirra. Así como esto es verdad, me otorgueis esto que os quiero pedir y demandar. («Llagas abiertas, coral compartido»)

La declarante de nuestro proceso cita también una oración de San Juan que debía rezarse nueve noches, a las once y, cada vez, terminando de rezar, echaba un huevo al agua:

Y tiene paralelos interesantes con oraciones portuguesas del siglo xx, que conservan incluso las rimas y el orden de los elementos: Chagas abertas Coracão ferido Sangue de Cristo, Entre mim e o perigo! (Mourinho 1984, p. 270, núm. 142)

Seferina Espinosa también recuerda la oración a los Tres Reyes, la cual tiene gran tradición en textos literarios desde

Dios te salbe San Juan bendito, antes sancto, que a çido gran propheta esclareçido, de mi Dios gran pregonero, tu me seas mi medianero deste don que a mi Dios pido. («Llagas abiertas, coral compartido»)

Las mágicas noches de San Juan han quedado presentes en numerosos ritos que se preservan hasta hoy, sobre todos asociados a lo erótico. En la noche de San Juan se recogen hierbas que adquieren poderes curativos, se realizan

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adivinaciones y se sanan niños. Debido a su difusión, no es de extrañar que todas esas prácticas llegaran a tierras americanas. La oración que aparece en nuestro proceso fue muy difundida en Nueva España y la Península: Araceli Campos (1999: 170-171) ha señalado diferentes versiones y encontramos similitudes con un texto que se rezaba en Murcia, también asociado con la práctica de echar un huevo en el agua para saber si se iban casar :

—¡Antonio, Antonio, Antonio! divino y Santo.— Líbranos a toda la familia del peligro. (Fraile Gil, 2001: 238)

Seferina Espinosa recuerda, por último, la siguiente oración de Santa Verónica: Berónica, sancta y digna, que a las tinieblas diste luz, consuela mi ánima triste por las tres caídas que diste, llebando a cuestas la cruz. («Llagas abiertas, coral compartido»)

San Juan Bautista, antes santo que nacido, intercede con mi señor Jesu christo que me otorgue lo que os pido. (Blázquez Miguel, 1989: 167)

Continuando con los textos que aparecen en la denuncia de Teresa de Paz, no podría faltar una versión de la oración de San Antonio de Padua, que aun hoy en día se sigue utilizando: Bien abenturado sanc Antonio de Padua, en Padua nasistis, en Portugal fuistes criado, a el estudio andubistis, para predicador aprendistis, el primero sermón que hisistis se os fue revelado que a buestro padre llebavan a orcar . Del púlpito baxastes y a Padua bolbistis, de la orca y falso testimonio buestro padre librastis, y a la buelta que bolbistis buestro sancto breviario perdistis. Al Verbo divino lo halló, tres boses os dio: «Hijo Antón, hijo Antón, hijo Antón, bes aquí tu breviario, que en él estoy sentado y en tu corasón sellado.» Ansí como esto es verdad, me otorguéis esto que os pido. («Llagas abiertas, coral compartido»)

Esta oración, de carácter nocturno y tradicional, sobrevive en otra versión en Logrosán, Cáceres: Verónica santa y divina, rostro de mi redentor, pintada de un paño de lino que relumbra más que el sol, más que el sol y las estrellas. Quien esta oración dijera tres veces al acostar, verá la Virgen María tres veces al expirar. (Pedrosa, 1992: 159)

Encontramos más oraciones en la declaración de un mulato llamado Francisco de Vargas, quien es interrogado por el sacerdote del pueblo de San Franciso de Uruapan, para que refiera la manera en la que hace ciertas curaciones. Este mulato conocía y usaba una versión del difundido «padre nuestro pequeñito», otra oración nocturna:

Un ejemplo contemporáneo de la oración de San Antonio de Padua es la que se dice en La Rioja (España): San Antonio bendito, que en Padua naciste, en Lisboa te criaste, el hábito te pusiste, el cordón te ceñiste. Por las tres voces que te dio el Niño:

Piquinino, piquinino, piquinino. [Y]endo yo por un camino encontré con Jesuchristo, preguntóme que a dónde iba, díxele que em busca de mi padre y de mi madre. Preguntóme quién era mi madre, díxele que la Virgen santísima. Preguntóme quién era mi padre, díxele que nuest[r]o señor Jesuchristo. Cogióme de un dedo pulgar, hísome una cruz en la frente y otra en las espaldas, porque el Malo no me encuentre

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ni de día ni de noche, ni a la hora de la muerte.

Amén, Jesús, María y Joséph.30 («La sombra en el agua»)

Ponga la Virgen santíssima primero su santíssima mano que yo la mía. Y después, haziendo la señal de la cruz, también dezía: Dos ángeles iban por un camino, a Jesucristo encontraron y les dijo Jesucristo: —¿Dónde vais, ángeles míos? —Señor, a buscar yerbas para las heridas curar. Y les dijo Jesucristo: —Volveos, ángeles míos, que curaréis y ensalmaréis con las palabras de mi ensalmo. Y así como esto es verdad, Fulano (diziendo el nombre de la criatura), se te ataje la sangre o te se quite tu mal, en nombre de la Santíssima Trinidad (Repitiendo esto tres vezes). («Jesucristo y los perros»)



Una interesante correspondencia de la oración novohispana es el «Padre nuestro pequeñito» que recoge Mourinho en Portugal, donde se preserva de modo similar: Padre nosso pequeninho, levai-me por bom caminho, bom caminho da oração; meus pecados muito são; nem os posso confessar, nem quaresma, nem carnal. Beijei a santa terra, que a minha alma não se perda. Beijarei a Santa Cruz, que a minha alma me dê luz; São Vicente, meu parente, me faz a cruz na testa, pra que o demónio não me atente, nem de noite nem de dia, nem à hora do meio dia; em honra de S. Vicente, Padre Noso e Ave María! (Mourinho, 1984: 261)

Encontramos un paralelo de este testimonio en el siglo xvii, cuando un vizcaíno llamado Antón Rodríguez curaba a los animales y a las personas que habían sido mordidas con la siguiente oración: «En virtud de Jesús, Hijo de Dios Uno, que me dio la graçia, os saludo en le nombre del Padre, del Hijo y del Spiritu Sancto, los sane con su poderosa mano» (Blázquez Miguel, 1989: 178).

Los horóscopos

Mencionaremos, por último, en este apartado de oraciones, un ensalmo utilizado para curar la mordida de perro, que según la autodenuncia de Bartolomé Antonio Arjona, de Lucena, España, se rezaba de la siguiente forma: En el nombre de la Santíssima Trinidad (haziendo la cruz), Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero. De tal manera que Dios Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y con todo lo [cual] no son tres dioses sino un solo Dios verdadero. Y haziendo la señal de la cruz tres vezes, dezía:

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Véase una versión que se reza en Logrosán (Cáceres): «Padre nuestro pequeñito / llévame por buen camino; / camino de la salvación, / mis pecados muchos son, / no los puedo confesar, / ni en cuaresma ni en carnal. / Yo tenía un escapulario / con la Virgen del Rosario, / cada vez que me lo pongo, / me acuerdo de San Antonio; / cada vez que me lo quito / me acuerdo de San Francisco. / San Francisco era mi padre, / San Antonio era mi hermano, / me agarraron de la mano, / me llevaron a la fuente, / me pusieron cruz y frente / donde el diablo no me atiente / ni de día ni de noche / ni a la hora de mi muerte.» (Pedrosa, 1992: 160.) Véanse también otras versiones en Fraile Gil, 2001: 251-254.

La curiosidad de los novohispanos por conocer el futuro y la necesidad de hallar cosas perdidas los llevó al uso frecuente de los horóscopos. Estas prácticas, por supuesto, habían llegado de España. La astrología llegó a ser tan común como otro tipo de prácticas, tal es asi que el 8 de marzo de 1616 se publicó un edicto que ordenaba que recogieran todos los libros astrológicos y se cesara de usar cualquier clase de arte para averiguar los futuros contingentes bajo pena de excomunión (Caro Baroja, 1992: II, 222-223).

Entre nuestros relatos hallamos dos astrólogos que son acusados. El primero se llama Gerónimo un «honbre de asta sesenta años, casado con una india, y que es [...] estranjero». La mujer que lo denuncia, habiendo perdido un anillo, es enviada con Gerónimo para que la auxilie. Le dixo a esta declarante la dicha María de San Andrez: —Aquí bibe un honbre que se llama Jerónimo, que es astrólogo, y él le dará, a mi rrasón, si ha de pareser o no, que alsa figura. Y luego, el mismo día, esta declarante [fue] en busca del dicho Gerónimo, con el qual esta declarante trató (pero menos) la

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falta del dicho anillo, a que le respondió dicho Gerónimo preguntándole que qué día se le abía perdido. Y respondiéndole esta declarante que abía sido domingo, sacó un libro el dicho Jerónimo, de medio cuarterón de papel encuadernado, a lo que se acuerda, y le parese en pergamino, y abriéndolo el dicho Gerónimo, bido esta declarante, que sabe ler, que tenía dicho libro escrito parte de molde y parte de mano, y unos sírculos y rruedas; que le dixo a esta declarante dicho Gerónimo que eran los planetas, y que su anillo parecería, por aberse perdido en domingo («El horóscopo de Jerónimo»).

El astrólogo, que funciona también como curandero y le da unas «yerbas» para amansar al marido, guarda entre sus papeles una oración del «Santo Sepulcro» y una carta astrológica. Otro relato similar es el de Lucas Martín de Montijo, un minero de cuarenta años, que se autodenuncia por realizar varias prácticas mágico-eróticas y por haber consultado un horóscopo: Más dixo y depuso de sí que habrá más de ocho años que tiene un quaderno escrito de mano para echar suertes, en el qual están signos, oráculos y respuestas, todos entre sí correspondientes con números, para saber si una cosa sí será o no será, si alguna muger se casará o no se casará, si algún hombre se casará o no casará, si la casada es querida de su marido, si el hombre casado es querido de su muger, si una preñada parirá hijo o hija, si alguna dama es querida de su galán, si algún galán es querido de su dama, si alguno que tiene perdida la gracia de su dama la cobrará o no, si alguna persona tiene mala fama o no, si algún secreto se descubrirá o no, si alguna persona será rica o no, como consta del dicho quaderno que exibió. Y dixo que abrá el dicho tiempo de ocho años, que tiene en su poder y a usado en varias ocasiones del dicho quaderno entre hombres y mugeres, echando las dichas suertes por entretenimiento, conversació[n] y risa, y dar picones, y que nu[n]ca lo tubo por verdadero, ni dio crédito a él. Y así está escrito en el mismo libro que es parra juego de entretenimiento ridículo. Y preguntado de dónde ubo este libro dixo que lo había trasladado de otro que tenía, del mismo tenor, don Juan de Cárdenas, vezino de Culiacá, y que entiende que Gerónimo Lobo, vezino de Topia, se lo dio al dicho don Juan de Cárdenas, que esto dice por descargo de su conciencia y lo firmó («El cuaderno de echar suertes de Lucas Martín de Montijo»).

En ambos relatos, la dedicación a la astrología sólo forma parte de todo un mundo de creencias mágicas y prácticas del que se participa de diferentes modos y a distintos niveles, un mundo presente en cada gesto y palabra, que se infiltraba en todos los aspectos de la sociedad novohispana. En el caso de

los horóscopos, las prácticas mágicas obligaban al usuario a la lectura, acercándonos otra vez a esta frontera frágil entre lo oral y lo escrito.

Los agüeros La creencia en los agüeros31 era común entre los europeos y entre los indígenas de la Nueva España, y una de las creencias más difundidas se centraba en torno al canto del búho. Sahagún explica que «cuando oían cantar el búho estos naturales de esta Nueva España tomaban mal agüero. [...] Oyendo aquella manera de canto del búho luego se atemorizaban y pronosticaban que algún mal les había de venir, o de enfermedad o de muerte» (1999: V, 4, 272). De acuerdo con Aguirre Beltrán: «el alcance de agüeros y presagios reside en su doble condición fenoménica de anuncio y causa. Tanto el canto del tecolote augura la muerte y al propio tiempo la produce» (1992: 174-176). En uno de nuestros casos, procedente de San Luis Potosí, María Berástegui se autodenuncia por creer en diferentes supersticiones que escuchaba desde chica, entre las que menciona el augurio del tecolote: Y asimismo que, en viniendo el thecolote a las cassas de parte de noche, era señal de algún mal suçesso o desgraçia. Y que siendo ya grande, confiessa que tenía miedo en oyendo cantar al thecolote («Cuando el tecolote canta»).

Otros de nuestros relatos refieren también que los tecolotes pueden ser augurios positivos, pues en ocasiones anuncian la llegada de una persona. Generalmente, sin embargo, son augurios negativos, pues son avisos de la muerte: Oyó una noche cantar un búho (vulgo, tecolote) y, oyéndolo, dixo a solas: —Quisá ya viene fulana. Y que se consoló con aquel canto, que tubo por abiso. Y que, al día siguiente, amanesió en su compañía la dicha muger que esperaba. Y que entonses se afirmó en la creensia, teniendo por verdad esta dicha abusión. Y que este caso, según y cómo, le susedió dos beses esperando a esta mesma muger («Los tecolotes agoreros y las mulas del diablo»). Declara la dicha Anttonia Fermina que, oyendo una noche que gritaban unos búhos (vulgo, tecolotes), se espantó y le dixo a su marido: 31 

Véase Thompson (1955-1958): Thompson Bird calls as evil omen D1812.5.1.12.2.

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INTRODUCCIÓN

—Hijo, ya bienen los tecolotes a matarnos («Los tecolotes agoreros y las mulas del diablo»).

quadros metía la mano y la peliscava y maltratava. Y esto varias vezes («Ramón Maya, el mulato aparecido»).

Dice que ha días que creyó que el pájaro búo, que llaman tecolote, quando venía a la cassa o cerca de ella, que era señal de que avía de morirsse algu[i]en de la cassa, aunque no huviera enfermo, y que abrá cosa de sinco años que dejó de creer esto por aver oído que era malo creer en esto («Los tecolotes agoreros y las mulas del diablo»).

En nuestro repertorio, además, encontramos los relatos de algunos hombres y mujeres religiosos que hablan de sus visiones. En 1738, por ejemplo, fray Agustín Claudio, quien ya había tenido roces con la Inquisición y cuya lucha contra el demonio y sus actitudes extremas lo llevaron al destierro: Dezía, también, que una noche avía esttado en el coro de su yglesia, y que en nombre de Jesuchristo peleó con ttreszienttos demonios y los probocó a que hiziesen con él quantto quisiesen. Y en el mismo nombre, mandó a los difuntos que estaban entterrados en aquella yglesia y les dixo que se levanttasen, y con efectto se levantaron todos. Y los demonios le hechaban desde el choro a la yglesia, y le bolvían a arroxar desde la yglesia al choro esttos mismos demonios o los difunttos, traiéndole así, de abaxo arriba y de arriba abaxo, maltratándole, hasta que le dexaron colgado y preso por devaxo de la barda, en la banderilla de la lámpara («Los trescientos demonios»).

Intervenciones milagrosas, apariciones y visiones En los textos del siglo xviii, es posible observar ya el desarrrollo del culto local a algunos seres milagrosos novohispanos. Así sucede en el relato de un mulato que invoca al demonio para poder casarse con una mujer, sin embargo, en el momento en el que va firmar el pacto demoníaco, se le aparece el Santo Cristo de Chalma y lo salva del peligro: Aquí llegó un mulato con esa carta que remito, diciendo ser de una religiosa capuchina. Y fue el caso que, llamando él a el demonio, se le apareció (dícelo él), y a el ir el demonio a darle el papel para el pacto en escripto, y él a cortarse para con su sangre firmarlo, se le appareció el Santo Christo de Chalma, y que, desenclabando la mano derecha, le dijo por señas que no lo hiciera. Él alavó a el señor y huió el demonio («La mano del Cristo de Chalma»).

También en el siglo xviii es notoria la presencia de relatos sobre aparecidos o fantasmas que no pertenecen al mundo cristiano. Encontramos, por ejemplo, el caso de un amante rechazado que, como el demonio, se aparece con olor azufre cuando alguien desea a la mujer que él deseaba: Dise que estando a deshoras de la noche atrancadas las puertas adonde dormían, y ella sola con su agüela y criadas, sin estar el dicho mulato adentro, vido su agüela un mulato que llegó al brasero y se sacudió en él, y que de las brasas salían llamas de azufre, que hedía mucho. Y de allí se fue a la cama adonde dormían dicha doña Thomasa de Miranda y su agüela, y que se volvió a sacudir con las mesmas llamas de azufre encima de las brasas y que hedía mucho. Y turbadas una y otra empesaron a alabar a Jesús y María, y con muchos quadros de santos rodeó a su nieta, doña Thomasa de Miranda, por causa de los muchos peliscos que dicho mulato aparecido le dava, que la dexaua mui acardenalada, y que no le vastavan el patrocinio de los santos, pues entre los

Los rituales indígenas La vida cotidiana de la Nueva España estuvo signada por el mundo indígena. A pesar de la represión, la violencia y las pestes que dejaron a la población originaria fuertemente mermada, continuaron los ritos prehispánicos que con tanto ahínco los sacerdotes habían querido erradicar. Nuestros relatos muestran una actividad intensa en este sentido: los rituales son parte cotidiana de la comunidad y se realizan en lugares apartados como las cuevas o montes, aún en el siglo xviii. La idolatría sigue siendo algo enteramente distinto de una «supervivencia» y que no ha dejado de organizar algunos vínculos del hombre con lo divino apoyándose en la permanencia de un entorno, de un paisaje todavía poblado por los «señores de las montañas, de las grutas y de los cielos» (Gruzinski, 2000: 232).

El entorno comentado por Gruzinski es patente en los testimonios y relatos de ritos indígenas que hemos incluido en nuestro corpus. Por ejemplo, en el relato de «Los señores de los montes y las lagunas», Pedro Bravo, un indio, denuncia a un mestizo que realiza una serie de rituales.

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Le dixo fuese a su cassa a dessoras de la noche a ver el don que Dios le abía dado para llamar a los dueños de los monttes y de las lagunas, de los quales sabría el declarantte todo lo que quisiese, y tendría noticia si su vida avía de ser dilatada o breve, y si avía de vivir con felicidad o trabajos. Y que ynstado del dicho Thomás Ramírez fue dos veses a su casa, como le abía dicho, con el silencio de la noche, sólo por ver si era verdad lo que le persuadía. Y que lo entró el dicho Thomás Ramírez en un aposento de su cassa que tenía muy enramado y enmedio dél una mesa con rosas, un platto con algunos reales y unas masorcas de cacao («Los señores de los montes y las lagunas»).

De acuerdo con Pedro Bravo, todos eran embustes del protagonista, pero aún así refiere que el mestizo hablaba en varias lenguas llamando a los dioses, que se escuchaban ruidos de mantas y que aparecían unos bultos que hablaban en lengua mame. Los relatos sobre ritos indígenas algunas veces son narrados por soldados, como en el siguiente caso en el que se describe como los indígenas realizan el bautismo de un niño:

la cabeza, y esto quatro vezes, y mientras esto se haze, se muda de alli la parida, y sacan los petates, y pajas, sobre que pario, y se muda a otra parte; y en aquel lugar se pone la comida, y bebida, y de ella le dá el fuego de comer y beber echándole de la comida y roziandole con el pulque (Serna, 1953: 77).

Los dueños de las nubes: ritos para hacer llover Varios de nuestros casos relatan ritos indígenas para hacer llover, ritos asociados con el dios Tlalocan tecutli, quien tenía muchos otros dioses bajo su dominio. Se pensaba que los dioses creaban todas las cosas necesarias para el cuerpo y que ellos enviaban las lluvias (Sahagún, 1999: VII, 6, 436). La convivencia con las comunidades indígenas hizo que diferentes castas compartieran sus ritos, como el caso de Joseph Lázaro, lobo —hijo de negro y de indígena—, a quien en 1710 se le pidió que denunciara las idolatrías que realizaban ciertas mujeres indígenas. En su declaración observamos que los ritos relacionados con la lluvia se realizaban en cuevas —que como vimos era lugar donde se creía se guardaba el agua (cf. Broda, 1997)—, con copal, ofrendas de comida, y danzas.

Y que estando los indios jugando a los patoles, estando este dicho declarante recostado, dice que una india traxo una criatura, y que se lebantó un indio de los que estaban jugando, que era fiscal, llamado Pindaa, i tomó la criatura y se sentó con ella teniéndola en los brasos. Mientras truxeron un cajete de agua en el qual hecharon los patoles i los [la]varon; i labados los sacaron. I poniendo la criatura en un petate, tomando cada uno su cañuela o patole, todos juntos a la par tiraron asia arriba los patoles, como quando juegan, y caieron algunos sobre la criatura. Y tomando cada uno en la boca una poca de agua se la hechaban a la criatura en la voca i después soplaban todos a la criatura la cabesa, manos i pies («Un bautizo con patoles»).

Y llegado que fueron a dicha cueba, la alló muy ajumada de el humo de las velas que a los ýdolos les ponen, los quales son tres piedras largas y otras tres pequeñas (que los ministros del presente jues eclesiástico, y por su orden, derribaron y demolieron con barretas, quebrándolas quatro días [h]a, y que en el suelo está una piedra que llaman teponastle, el qual quebraron también). Que este declarante entró. Le dijieron dichas indias que, si no tocava aquel teponastle, se avía de morir de mal de rravia, y él, creyendo eso, lo tocó. Y que de allí pasaron a ynsensar a las peñas, y este también los ynsesó con ellas, disiendo que esto era para que llobiera, porque de allí salían las nubes. Y que ofresieron, por modo de sacrifisio a estos ýdolos, chocolate, tamales y otros géneros de comida, disiéndole a este confesante: —Cómete todo eso, porque son las sobras de estos amados, que están benditas. Y que este lo creyó y lo comió, y lo demás lo trujo y se lo dio a los indios chichimecos (de quien es fiscal este, por el padre prior y ministro desta doctrina). Y que, quando salieron, binieron insensando las nubes y caminos, y luego vieron que enpesó a llober, y que estas desían que ya Dios las avía oído, pues llobía y las vía vaylar este declarante, lo avía creýdo.

El juego de los patoles era un «juego de los antiguos mejicanos que se practicaba con cuatro cañuelas y semillas de zompancle o patol; usado todavía en los tiempos coloniales» (Mej., s.v. patolo). En cuanto a la ceremonia narrada tiene alguna similitud con aquellas mencionadas por Jacinto de la Serna, aunque en ellas el bautismo se hace con fuego: Antes de que nasca la criatura, hazen junto al fuego una cama de pajas,y sobre ellas pare la preñada, y no la mudan de allí hasta el quarto dia, que vuelve la partera, y pasa la criatura por el fuego, que es ceremonia de Tlecuixtliliztli, que quiere decir, que la passan por el fuego, que es el Baptismo, y luego le lavan

El baile que realizan los indígenas es parte de la ceremonia para pedir lluvia como lo describe Sahagún: «en esta

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INTRODUCCIÓN

fiesta de estos dioses todos los macehuales [campesinos] comían maíz cocido, hecho como arroz, y los tlamacazque andaban cantando y bailando por las calles: en una mano traían una caña de maíz verde, y en otra una olla con asa» (1999: VII, 6, 436).

de un hormiguero; de ahí salen varias serpientes pequeñas que se le introducen en el cuerpo y después aparece una enorme boa que lo traga, lo tritura entre sus fauces y después lo excreta. Así aparece el chamán, un hombre sacralizado, que ha adquirido, a través de las serpientes, capacidades sobrenaturales, lo cual le permite ejercer el poder sobre otros hombres (Garza Camino, 2001: 153).

Buscar el nagual del agua Con el vocablo nagual se designan dos conceptos diferentes. Uno es el del hechicero con características extraordinarias: Las virtudes portentosas del nagual son de naturaleza divina y adquiridas ingénitamente. Aquéllos que nacen en el signo ce quiahuitl, lluvia, «serían nigrománticos o embaidores o hechiceros, y se transfiguraban en animales» según el calendario aruspicial. En las sociedades coloniales prevalece el nagual como un ser maléfico (Aguirre Beltrán, 1992: 98).

Y otro es el del tona, que es la ligadura mística entre un individuo y un animal a partir del nacimiento, de tal modo que todo lo que ocurra a uno le ocurrirá al otro. En el tonalismo el animal y la persona «coexisten separadamente» aunque tienen un destino común (cf. Aguirre Beltrán, 1992: 97-105). En el siguiente relato se mezclan ambos vocablos: se habla de un maestro, que curiosamente es un inglés, que va a buscar a su nagual, es decir, un especialista en rituales que va a buscar a su tona. La descripción de la ceremonia indígena incluye rasgos del aquelarre: [...] y que aviendo ydo con los demás, el maestro llamó su nagual y que no salió. Y como [no] salió, dixo el maestro que por no ser la cordillera de la provincia de Nicaragua no avía salido, que fuesen a esotra cordillera, arriba, del Potrero que llaman. Y aviendo ya llegado a una alaguna, les dixo el maestro a los que con él yvan (una yba para aprender el offiçio y los demás a ver) que no se espantassen aunque viesen salir del agua munchas savandixas, y que, en saliendo la culebra, que no tubiesen miedo y le besasen debaxo de la cola; y últimamente avía de salir un cabrón y que avían de fazer lo mesmo con él. («El suyiquiça o nagual del rio»).

El viaje a un lugar apartado y la aparición de la culebra anunciada por el maestro parece referirse al rito de iniciación para los nahuales, cuya ceremonia consistía en que: Después de un largo aprendizaje, el iniciando va a un lugar oscuro y alejado, en los bosques o montañas, y se coloca cerca

Existen otros tres procesos paradigmáticos sobre creencias prehispánicas: uno de Oaxaca (1653), otro de Nuevo México (1660) y otro de Yucatán (1674). La diversidad geográfica no obsta para hallar similitudes relacionadas con la perseverancia del ritual a lo largo del virreinato. Los tres casos han servido para que especialistas en las diferentes etnias puedan reconstruir rituales, elementos religiosos y cosmogonías. Sin embargo, hasta hoy nadie había realizado la transcripción de gran parte de los procesos, como hemos hecho en este volumen. Dada la complejidad de cada etnia y religión solamente reseñaremos aquí brevemente estos textos y referimos a los especialistas para su adecuada interpretación. «Para el mais, para los rayos, para los sueños, para los brujos.» Las ceremonias de Diego Luis Uno de los procesos más largos que hemos estudiado tuvo lugar en San Miguel Sola, hoy Sola de la Vega, en Oaxaca. Este comenzó el 22 de diciembre de 1653 y fue dirigido por Gonzalo de Balsalobre contra Diego Luis, un indígena que, a pesar de haber sido castigado anteriormente, siguió usando sortilegios y poseía un libro denominado «Enseñança de treçe dioses».32 Los testimonios de este proceso fueron registrados por notarios tanto de Gonzalo de Balsalobre33 como de su hermano, el fraile mercedario Pedro de Trujillo. De la condensación de estas declaraciones surgió la difundida Relación auténtica de las idolatrías, supersticiones y vanas observaciones 32 

Los testimonios sobre las enseñanzas de Diego Luis también comprenden el relato que en este volumen hemos titulado «Miguel López y sus cómplices». 33  Al parecer, «durante la primera mitad del siglo xvii, el arzobispo de México y los obispos de Oaxaca y Yucatán concedieron la facultad de instruir casos de idolatría en calidad de jueces o visitadores a un grupo selecto de seculares cuyos intereses y aptitudes lingüísticas los hacían aptos para la tarea de extirpación. La aplicación, por parte de algunos obispos, de prerrogativas y títulos que el Santo Oficio novohispano consideraba como propios, resultó en algunos acrimoniosos litigios entre la Inquisición y las autoridades episcopales. No sería sino hasta principios del siglo xviii que el Provisorato de Indios y Chinos del arzobispado de México inició una labor institucional centralizada en casos de idolatrías» (Tavárez, 1999: 206). Balsalobre estuvo en la primera campaña para San Miguel Sola en 1635 y 1654-1657.

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de los indios del obispado de Oaxaca en 1656, libro que sufrió también los avatares de la Inquisición debido a que su autor se había adjudicado prebendas que no le correspondían, titulándose inquisidor ordinario. Sin embargo, una vez hechas las correcciones pertinentes, se devolvieron los ejemplares para su circulación en 1659.34 Diego Luis «es natural del pueblo antiguo de Santa Ana, desta juridición que se congregó en esta cabesera cinquenta y tres años ha, y que tiene ochenta y ocho años de edad, y que al presente no tiene ningún oficio, pero que se crió en la ygleçia y fue cantor de ella y después escribano y regidor deste pueblo». Poseía un libro con el cual hacía y enseñaba los ritos. Los indios: Y que le consultan si es bueno o mal día para traer limosna a la yglecia, y aviendo visto el dicho libro, les declara si es bueno o malo el día, y si dice que es bueno, traen la dicha limosna; y si les dice que no, no traen nada. Y le consultan sobre sus enfermedades y muertes, y sobre cantos de animales agoreros, vista de culebras y sucessos que an de tener. Y el dicho Diego Luis, hechando suertes y matando una gallina de la tierra, rosiando con la sangre unos pedasos de copali y haciendo otras serimonias, y diciendo siertas palabras que al entender de este testigo no a podido oýr por desirlas mui bajo, entre dientes, entonces les declara el mal o buen sucesso que an de tener. Y lo mesmo es quando hecha suertes con tres maíses pintados de negro («Para el mais,

para los rayos, para los brujos»). El libro, que no está incluido en el expediente del proceso, se describe como: Fue un libro escrito de mano, con once ojas, de las quales la última tenía siertas raias, números y señales, y el dicho beneficiado, por auto que proveió, mandó que Torivio Hernandes —yndio natural de dicha caveçera— y Domingo López —principal del pueblo de San Francisco—, ladinos en lengua castellana y mexicana, leyesen i rebolvieçen el dicho libro y declarasen en qué lengua estaba y qué contenía. Y aviéndolo leýdo, los susodichos, y rebuéltolo del principio al fin, declararon, con juramento que hicieron en forma de derecho, que el dicho libro era de su antigüedad, por donde el dicho Diego Luis usaba de muchas supersticiones, como era que le yban a consultar quando estava alguna perssona enferma, si se avía de morir de aquella enfermedad o no, y el susodicho, leyendo el

dicho libro, les declaraba el suçesso de la dicha enfermedad; y assimismo, si algunos yndios oýan cantos de pájaros y otros animales agoreros, le consultavan el bueno o mal suçesso de los dichos cantos; y que las palabras que el dicho libro contenían, al entender de los declarantes, eran el nombre del demonio, ídolos de piedra, brujos i brujas y otras cosas que digeron no alcansar, porque la lengua en que se avía escrito estava rebuelta con chatina («Para el mais, para los rayos, para los

sueños, para los brujos»). Diego Luis afirma que tuvo dos libros. El primero se lo había encontrado tirado y había aprendido a usarlo instruido por Luis Lopes, otro indio cantor que «le declaró lo que contenía». El segundo libro lo obtuvo «de don Félis de Albarado, casique, que es ya difunto muchos años ha, y el susodicho lo traxo del pueblo de Xuquila. Y sabe este confesante que le dio el dicho libro al dicho don Felis un indio principal del dicho pueblo de Xuquila llamado Lorenço Martín, y que a este confesante le enseñó a usar deste segundo libro un indio antiguo desta cabesera llamado Diego Yaguila». Los libros estaban escritos en lengua cha­ tina, que es considerada del mismo subgrupo de lenguas otomangues que el zapoteco. Los testimonios revelan que Diego Luis era un especialista en rituales, muy conocido y consultado para todos los eventos de la comunidad: para sembrar, para cazar, para bautizar, para saber los días propicios para determinadas actividades. Con las denuncias hechas por el acusado se levantan dieciocho procesos contra idólatras y un juicio contra treinta y seis capitanes por haber propiciado a la diosa Nohuichana para obtener una buena pesca (Tavárez, 1999: 229). Aún no se explica por qué Diego Luis aceptó realizar esta delación tan minuciosa. En este caso se observa la gran difusión de los libros rituales de modo clandestino entre los especialistas religiosos indígenas, tanto manuscritos de mano en mano como también a través de la realización de copias (Tavárez, 1999). Otro rasgo común que se observa es que aquellos que reproducen textos rituales tienen cargos medios en la comunidad. Todo esto es, nuevamente, muestra de una gran interacción entre oralidad y escritura, además de la existencia de comunidad de lectores con diferentes competencias para la lectura y para la interpretación de los textos.35 35 

34 

Agradezco los comentarios y la generosidad de Michel Oudjik para el estudio de este proceso. Véanse los estudios sobre este caso de Heinrich Berlin (1981) y David Tavárez (1999).

David Tavárez concluye sobre los efectos de alfabetización en el contenido de las prácticas indígenas y sus dimensiones orales: «Los textos rituales de San Miguel Sola demuestran que la habilidad de adivinar mediante el uso del calendario ritual zapoteco era indenpendiente de tener un alto grado

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INTRODUCCIÓN

Las catzinas: un baile prohibido en Nuevo México, 1660 Las zonas de frontera como Nuevo México fueron regiones complicadas debido a la falta de gobernabilidad y a las rivalidades entre religiosos y militares, además de las constantes rebeliones de los indios pueblo que finalmente terminarían en la gran masacre de 1680. En el proceso que hemos recogido, los misioneros franciscanos acusaron al gobernador y a sus seguidores por permitir que los habitantes realizaran bailes de origen pagano, que practicaran costumbres antiguas y que fomentaran la desobediencia a los miembros de la orden religiosa. A pesar de los intentos del gobernador por denunciar los abusos y anomalías cometidos por los religiosos, el Santo Oficio finalmente inclinó su balanza a favor de la orden de San Francisco. De este modo, el largo proceso culminó con el encarcelamiento del gobernador y con el envío del capitán Diego Romero a galeras en Filipinas, demostrándose así el gran poder de las órdenes religiosas. Dado que en cada testimonio se ponen en juego diferentes intereses, es complejo desentrañar la verdad del conflicto. Sin embargo, resulta revelador y significativo que, poco tiempo después del proceso, acaecieron las rebeliones indígenas de la zona, y las consecuencias fueron sangrientas y desastrosas (Masera, 2006). En este caso se observa la participación de los españoles en ceremonias consideradas idolátricas por la Inquisición, tal vez sucedidas porque mediante el concubinato con mujeres indígenas se seguía una estrategia política «en la que el intercambio y la circulación de mujeres sellaba el establecimiento de pactos entre grupos distintos» (Alberro, 1997: 140). Las kachinas, una ceremonia de fertilidad que se refiere en el proceso que hemos estudiado y transcrito parcialmente, es el principal ritual de la religión hopi. Está centrada en la necesidad de encontrar agua en cualquiera de sus formas y es dual, ya que en ella todo elemento tiene su parte terrestre y su parte espiritual. Las kachinas son la esencia espiritual de todas las cosas:36

de alfabetización, que los poseedores de textos rituales contaban con grados de alfabetización variables, y que aún aquellos soltecos notablemente alfabetizados debían aprender de un letrado especializado la correcta interpretación de los calendarios». Además, añade el estudioso más adelante: «La emergencia de comunidades de lectores en pueblos nahuas y zapotecos mediante la circulación clandestina de textos rituales y devocionales constituye otra consecuencia importante de la incontrolable alfabetización de los idólatras» (1999, 243-244). 36  Véase para este caso el artículo de Masera (2006) donde se incluye una narración de la tradición oral hopi sobre los hechos.

Kachinas are the spirit essence of everything in the real world. Their existence is inferred from the steam which rises from food and whose loss does not change the form of the food, to the mist rising from a spring on a cold morning or the cloud which forms above a mountain top (Dockstader et al. 1997: 7).

Existen diferentes tipos de kachinas: están consideradas como los ancestros de los hopis y regresan a ellos en forma de nieves y lluvia que hidratan la tierra y las cosechas (cf. Dockstader et al., 1997: 7). Sólo los hombres pueden representar a las diferentes kachinas y su participación en el ritual comienza a temprana edad. La ingestión de sustancias alucinógenas, permite que el espíritu de la kachina entre al cuerpo del hombre (cf. Dockstader et al., 1997: 7-9). La preocupación de los franciscanos por la pérdida de poder que enfrentaban y por la persistencia de los indígenas en la realización de rituales prehispánicos, cobijados por el gobernador, lleva a los religiosos a escribir a la Inquisición, detallando el ritual que debían extinguir. Reproducimos aquí solamente un par de fragmentos, como introducción a lo que se puede leer de manera extensa en la recopilación. [...] los indios embixados y las indias también embixadas y adornadas, y con unas xicarillas en las manos que trayan rodando, y quando daban un alarido todos tiraban las xicarillas por alto por diversas partes. Y enmedio clavaron en el suelo un palo lleno, de ariba abajo, de cavellos de indios muertos y salía un indio bailando y daba en el palo con una macana, y entonçes daban el alarido y tiraban las xicarillas, que a este le ha pareçido siempre ser baile de superstiçión, como usado de los indios antiguos apaches y con dichas çeremonias. [...] Hallaron que los dichos yndios de Pujuaque estaban bailando las cassinas en aquella obscuridad de la noche en la misma plaza del pueblo que es pequeñita, cantando sus canciones en su lengua. Y estaban tan embebecidos y como tomados del demonio, que dándoles este declarante con el arcabuz de mochazos (porque traen arcabuz de ordinario los religiossos legos por los yndios infieles y ser embiados de sus prelados a diferentes partes solos con riesgo de la vida) y tropezarlos los caballos y passar sobre ellos, no lo sentían los dichos yndios («Las catzinas: un baile prohibido»).

Más adelante, los testimonios de los franciscanos explican la existencia de dos tipos de bailes: uno en el que se involucra a los sacerdotes falsos y en el que se invoca al demonio; y otro menos solemne donde, sobre todo, prevalece la promiscuidad. El proceso resulta doblemente interesante porque la tendenciosa manera de narrar del franciscano se

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revela cuando, un poco más adelante leemos también la descripción hecha por el capitán Nicolás de Aguilar, en 1661, quien no encuentra ningún rasgo digno de condena en las mismas manifestaciones rituales. El valche, los tunes y los bailes que nombran pochó y zulam

jugo ácido, o con caña de azúcar» cuyo consumo continúa hoy. Además el uso del Habin, que es un árbol que simboliza la fertilidad (Izquierdo, 1992: 398), sugieren que las danzas mencionadas, tanto el pochoh38 como el zulam, parecen asociarse con los ritos agrícolas. De acuerdo con Ana Luisa Izquierdo,

Por último, la persistencia de los ritos prehispánicos se puede apreciar en otro caso de Yucatán, donde la descripción minuciosa de los sacrificios, sangramientos y bailes revelan la intensidad de las creencias, aún a fines del siglo xvii. En este caso es el indígena Juan Uc quien declara que [...] su padre le lleva a su colmenar con frequencia, y que vio en muchas ocassiones que espantava de noche con muchos indios a ydolatrar, con unos ídolos que ha tenido siempre el dicho su padre, y son unas piedras que llaman tunes. Y save que dichas piedras son tres pequeñas que están puestas en una tabla pegadas con copal, y son los ýdolos que adoran por dioses. Y que el que los oficiava y hacía los sacrificios era Bonifacio Ku, un indio que ha criado el dicho su padre y lo tiene en lugar de hijo, el qual servía de sacerdote. Y que el modo como asía la dicha adoración era poniendo un banco y alrrededor de él unos arcos de hojas de havin, y sobre dicho banco que servía de altar, ponía la tabla de los dichos ýdolos del valche, la qual rosiava con una rama del dicho havin los dichos ýdolos, y después las quatro partes del mundo que llaman en su lengua natural: Tilkin, chi kin, no hol, y xamam.37 Y ensendido el candelero con copal, sangrava a los indios que asisten a la dicha adoración, unas veces por mano de Estevan Zul y otras por la de Juan Uc, padre de este declarante, y otras por la de Vonifacio Ku. Y que la sangre que les sacavan a los que asistían a dicha [a]dorasión vio este declarante que la ponía en una oja del dicho havin y a la lus del candelero la quemava hasta que se consumía y no quedava rastro de oja ni de sangre. Y que esto lo oyó decir muchas veces que lo hacían por desenojar a sus dioses que estavan enojados. Y que, en acavando de hacer lo que lleva referido, vailavan y cantavan unas veces un vaile que llaman el pochoh y otros el zulam («El valche y los tunes»).

Notemos que es muy importante para los indígenas el consumo del balche, «una bebida fermentada por la maceración de cáscara de piña, o [...] cualquier otra fruta de

El baile llamado Pochoh [pocho’], [...] podría relacionarse con los ritos de año nuevo o de un ciclo agrícola, y en otras el Zulam [ ts’ulam] que se desconoce en qué consistía, sólo se sabe que en la época colonial los frailes los prohibieron (Izquierdo, 1992: 331).

Un ritual similar ocurre en Campeche, como narra Juan Sossa, un vaquero español que es «convencido» por unos indígenas para que vaya con ellos al monte a cazar porque allí hay muchos animales. Durante su estancia de seis semanas en el monte, «por miedo» participa en los rituales. La integración de Juan Sossa al mundo indígena se hace patente cuando se descubre que es casi incapaz de expresarse en español. Es a través de un intérprete que describe el siguiente rito: El uno de los que tenían en dicho parage era una piedra pequeña negra, a quien llamaban sanctum. Y otra, a quien davan por título Dios Padre, y a quien adoravan, llamado Katt, hecho de barro, como de seis dedos de alto, sin cabesa más que solo cuerpo, y que en los pechos tenía una caveza con sus orejas y ojos. Y que la dicha figura y piedra las ponían en el suelo y baylauan alrededor beviendo el dicho balché, y este declarantte entre ellos («El valche y los bailes»).

De acuerdo con Juan Sosa, el objetivo de estos bailes era hacer llover o pedir que saliera el sol, según lo que se necesitara para el bien de los sembradíos: Si le havían pedido aguas, vían que llovía con abundancia, y si soles, vían y experimentavan que hacía mucha seca. Y que con efecto conseguían abundante cosecha, como se lo havían pedido («El valche y los bailes»).

*** A lo largo de estas líneas introductorias hemos tratado de hacer un rápido recorrido por las características generales

38  37 

Se refiere aquí a las voces mayas usadas para designar los cuatro puntos cardinales: likin: este; xaman: norte; chikin: oeste; nohol: sur.

Agradezco las sugerencias a Tomas Pérez Suárez, quien es especialista en esta danza. Véanse sus trabajos de 2003 y 2004 donde muestra ejemplos del pochoh en Tenosique Tabasco.

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del riquísimo material que recoge este libro. Los apuntes presentados no tienen otra intención que la de proporcionar al lector un primer acercamiento a este corpus de textos que, seguramente, sugerirá y merecerá estudios mucho más detallados. Deseamos que estas palabras nuestras sirvan como una invitación para sumergirse, a través de los textos originales, en la variedad de seres que poblaron el imaginario de los habitantes de la Nueva España y en la riqueza de sus formas verbales para expresar miedos, pasiones y odios. Esperamos también que, de alguna forma, nuestra recopilación refleje la profileración continua de relatos que surgieron en todo el

territorio, dejando huellas en la tradición actual, generando cuentos y leyendas. Narrar, contar, rumorar, blasfemar, delatar, hechizar, sanar, rezar... Las palabras que rodearon a los hombres y mujeres que convivieron en el territorio de la Nueva España fueron transformándose en palabras propias que utilizaron para inventarse a sí mismos. Ellos las organizaron en relatos con los que unificaron un mundo dividido y disgregado, con los que unieron memorias distantes y con los que crearon expresiones únicas que constituyen las voces del imaginario popular novohispano.

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III. Sobre las fuentes del corpus

T

odos los textos recopilados en este libro provienen de procesos de los siglos xvii y xviii del Tribunal de Santo Oficio, los cuales se encuentran en el «Ramo Inquisición» del Archivo General de la Nación de México. Para la localización de estos textos se usaron los catálogos coordinados por María Águeda Méndez (1997 y 1992): Catálogo de textos marginados

novohispanos: siglo xvii. Archivo General de la Nación (México: El Colegio de México / Archivo General de la Nación / Fondo Nacional para la Cultura y las Artes) y Catálogo de textos marginados novohispanos: siglo xviiixix . Archivo General de la Nación (México: El Colegio de México / Archivo General de la Nación / Fondo Nacional para la Cultura y las Artes).

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IV. Criterios para la edición de los textos

H

emos tratado de mantener un criterio fiel a los textos originales, aunque con algunos cambios para facilitar su lectura. En esta edición se han respetado las grafías originales siempre que no hubiera confusión de fonemas. Se mantienen, también, las vacilaciones gráficas entre /i/ e /y/, /j/ e /i/ y /v/ y /b/. Sólo se han modernizado las grafías en el caso de la /u/ consonántica y la /v/ vocálica: ej. «vna» cambia a «una» o «vniuersidad» cambia a «universidad». La /s/ alta (∫) se transcribe como /s/. Además: • Se modernizan la acentuación, la puntuación y el uso de mayúsculas. • Las abreviaturas aparecen desarrolladas. • Las palabras se unen o se separan cuando esto no implica añadir o quitar letras (ej. «por que» se cambia a «porque» y «dela» a «de la», pero «desta» o «de el» quedan igual).

1) Cuando es evidente la falta de una letra: «agar[r] ando»; o bien cuando una grafía se presta a confusión. 2) Para añadir sílabas o palabras que fueron obviamente omitidas: ej. «a las diez de la maña[na]», «el qual [dice] que...». 3) Cuando es imposible distinguir algunas grafías o palabras y se añade una interpretación de los editores. En nota al pie se exponen datos o informaciones que puedan aportar algo a la comprensión del documento. Todos los relatos van encabezados por un título impuesto por los editores. Después del título figura un subtítulo de carácter informativo, en negritas y cursivas. A continuación puede aparecer una nota introductoria entre corchetes, en negritas y cursivas. Al final de cada texto se incluyen los datos de procedencia del texto en el archivo, así como el número del catálogo correspondiente al proceso, precedido por la palabra «Catálogo».

Toda intervención de los editores se expone mediante corchetes. Estos se utilizan, por ejemplo:

Mariana Masera

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Mapa coloreado del Obispado de Puebla (AGN, mapoteca).

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«Llagas abiertas, coral compartido» Denuncia que realizó doña Severina de Espinosa en la ciudad de Puebla, año de 1617, a grupo de mujeres por realizar diferentes ritos profanos, acompañados por oraciones a diferentes santos, para adivinar y conseguir lo que deseaban.

E

n la ciudad de los Ángeles, en dies días del mes de henero de mill y seiscientos y dies y siete años, a las nuebe de la mañana, ante el padre, doctor Pedro García de Heredia, canónigo de la Sagrada Escriptura de la catedral de Tlaxcala y comissario del Santo Oficio de la Santa Inquisición, en su obispado, pareció sin ser llamada, y habiendo jurado en forma, una muger española que dixo llamarse doña Seferina de Espinoza, vecina de esta ciudad, y estante en la Casa de las Recojidas1 desta ciudad, muger de Juan Merino, vecino desta ciudad y que no tiene oficio. Y dixo ser de edad de dies y siete años, la cual dice y declara, por descargo de su consciencia, que abrá un año, poco más o menos, que estando esta delatora en las dichas Recojidas halló allí a una mujer que actualmente está llamada Theresa de Pas, mujer de Juan de Cabesas (que es tratante en cacao que entiende esta dicha delatora vive en Guatemala), la cual Teresa de Pas enseñó a esta delatora unas oraçiones que, a lo que se quiere acordar, son dies: la primera es que, coxiendo dos palmas, en cada mano la suia, y poniendo las manos sobre las rodillas, decía la oraçión siguiente: 2 Llagas abiertas, coral compartido, Virgen de las Angustias, otórgame esto que os pido.

Y si avía de suseder lo que pedían, se cuesaban las dichas palmas. La cual dicha oraçión la hizo esta delatora tres beses en presençia de Mariana de Ribera —muger de Antonio Rosales, digo, Martín de Rosales, arriero, vezino de esta 1 

Probablemente se refiera al monasterio de Santa Mónica, en el centro histórico de Puebla, que fue creado originalmente para dar refugio a las esposas de los españoles que, por sus ocupaciones, solían dejarlas solas. El Monasterio tenía una pequeña iglesia para el servicio de las recogidas. Tiempo después, ahí se instala una casa para mujeres delincuentes y prostitutas, que se convierte en un reformatorio de conductas femeninas. La patrona espiritual de esta casa fue María Magdalena y probablemente fue un antecedente del célebre Recogimiento de la Magdalena fundado en 1692. 2 A pesar de lo que dice la denunciante, el texto no tiene características de oración, sino de conjuro.

çiudad— y de Mariana de Herrera, que no sabe como se llama su marido, más de que es vezino desta ciudad. La segunda oraçión fue de los «Tres Reies» que es ésta: 3 Dios os salve Reies Sanctos, sanctos y bienabenturados de el Espíritu Santo juistis alumbrados; de la estrella santa juistis guiados; a Jesús de Nazaret juistis a buscar; dentro en Belém le juistis a hallar; tres dones le juistis a llebar: oro, insiensio y mirra. Así como esto es verdad, me otorguéis esto que os quiero pedir y demandar.

Y que esta oraçión hizo esta delatora porque se biera fuera de un pleito que trata de dirimir el matrimonio con el dicho su marido. Y la resó nuebe días [...], porque ansí diçen que se a de haser. La terçera es al «Alma sola», que es resalle todos los días, treinta y tres credos depositados en el costado de Christo. Y la dicha Theresa de Pas le conjuraba esta oración, poniéndose en una bentana entre onse y dose de la noche. Y que no le oyó el conjuro, y que no le oyó hablar con nadie sino ella sola. Y esto propio dixo, a esta delatora, Agustina Garçía, vezina desta ciudad —que bive en los portales de la plaza desta ciudad, en casa de Juana Luissa, muger de fulano, moreno, sastre— y esta misma se la conjuró a esta delatora. Otra bes, a prima noche, a los pies de la cama desta dicha delatora y esta dicha Agustina Garçía dixo a esta dicha delatora que le pidiesse la seña que quería en una caxa u en unas bigas. Y esta delatora le dio las dichas señas y no oyó nada porque luego se durmió. 3 La

oración a los «Tres Reyes» aparece en textos literarios desde la Edad Media, como ha señalado Rafael Beltrán (2001).

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La cuarta es ante un Christo, que no se acuerda de la oraçión esta delatora, más de que, acabando de comer, la hizo incada de rodillas con una candela ensendida. Y que la dicha oraçión es de rodillas y un credo en pie. Y que ansí como acabara, se saliera allá fuera a ber lo que oýa y no se acuerda de lo que oyó. La quinta es ante otro crucifijo y Nuestra Señora y san Juan, que esta delatora aiudó resar esta oraçión a unas mugeres (que no la resó por ella y no se acuerda quién eran), con tres pedasillos de candelilla. Y que si quedaban todos los tres pedasos: el uno asia Nuestra Señora, y el otro asia nuestro Señor y el otro asia san Juan (la cual oraçión resaban con tres belas ensendidas) y que estos pedasos se ensendían y se ponían cada uno a los pies de nuestro Señor y nuestra Señora y san Juan. Y que si se acababa el que estaba a los pies de nuestra Señora, berían lo que le pedían aunque tarde; y si se quedaba en la de san Juan, lo berían luego; y si se quedaba en la de nuestro Señor, que sería tarde o nunca; y que no se acuerda de la oraçión que era, más de que le parese resó esta delatora credos y salbes, y que resó esta oraçión de rodillas a las dies del día, con ella, la dicha Agustina Garçía. La otra oraçión es de san Juan, que la resan nuebe noches, a las onse de la noche, incados de rodillas con candelas o sin ellas, y que es la oraçión: 4 Dios te salbe san Juan bendito, antes sancto, que a çido gran propheta esclareçido, de mi Dios gran pregonero, tu me seas mi medianero deste don que a mi Dios pido.

Y en acabándola de resar, echaba la dicha Teresa de la Paz unos huebos en agua5 puniéndose en una bentana. Y deçía la susodicha a esta delatora que señalara lo que le pedía. Y que esta oraçión hizieron esta delatora y Mariana de Ribera, muger de Martín de Rosales, vezino desta çiudad, y no se acuerdan quiénes eran las dichas mugeres por ser muchas. La otra oraçión es que se la enseñó a esta delatora la dicha Agustina García, que se la avía enseñado la dicha Teresa de la Paz (que no se acuerda de ella, mas de que le parese es de sancta Elena), y no la sabe porque no la quiso

deprender. Y la dicha Agustina García le dijo a esta delatora que no la avía de resar por su marido, sino por otro hombre, si lo tenía, que bería cómo se acordaba della. Y no la quiso resar. Y que la sancta Elena le avía de dar al hombre en el corazón con un clabo, y que la dicha Agustina García la avía resado por un hombre que ella tenía. Y luego, otro día, la enbió a ber y le embió dineros, y también le dijo la dicha Agustina García que la dicha Teresa de la Pas le enseñaba las palabras de la consagraçión, y que no sabe esta delatora con qué fin se las enseñaba. Y que también le enseñó la dicha Teresa de Paz a Agustina Garçía otra oraçión de «san Juan El Berde»6 y la dicha Agustina Garçía se la enseñó a esta delatora. Que de la oraçión no se acuerda, pero se acuerda que le deçía que entre sueños le revelara lo que le avía de suceder, y que se acuerda de algunas palabras que la oraçión deçía, que son: «En aguas claras y en flores»; y que si no le avía de otorgar lo que le pedía, que se lo revelara «en campos secos y en aguas turbias». Que no se acuerda de las demás palabras que la oraçión decía. Diçe más, que en la oraçión que esta delatora hizo de aquellas dos palmas (ariba referida), cuando la hizo, se le cruzaran las dichas dos palmas; que fue señal que le avía de suseder lo que le pedía, que era que se sentençiase en su favor el pleyto de su nulidad del matrimonio. Y dice hizo esta oraçión dos o tres beses. La otra oraçión es una del «san Christóval» que le bido hazer a la dicha Teresa de Paz estando en compañía de Catalina de Aguilar, que actualmente está en las recojidas, y la dicha Agustina Garçía. La cual oraçión hazían con un librillo de agua. Y que en el dicho librillo beríam sacar a san Christoval el pie, y juntamente beríam al amortajado. Y que la dicha oraçión no sabe cuál es. La otra oraçión es de «santa Marta», que la resó esta dicha delatora por abérsela enseñado la dicha Teresa de la Paz y Agustina Garçía. Y esta Agustina Garçia la resaba, y deçía la oraçión ansí: Bienabenturada santa Marta, por el monte Tarabam (que le parese deçía ansí), entrastes,

6 Es

4 Véase

sobre el ritmo de este conjuro a Araceli Campos Moreno (2001: 73) se refiere a las tradiciones de san Juan donde «Si en la noche de san Juan / echas un huevo en el agua, y ves con admiración / la prodigiosa enramada, / es señal de la fortuna / que el Precursor te prepara; / pero si el agua se enturbia / y se amontona la clara, / pídele a Dios compasión, / que la desgracia te aguarda». La ilustración española y americana, n.º XXIV, (30 de junio de 1899), p. 399.

5 Aquí

otro rito asociado con san Juan. Véase por ejemplo la cancioncita antigua «san Juan Verde passó por aquí: / quán garridico lo vi venir!» (NC, 1240 A); «y —¿san Juan el Verde passó por aquí? / —Más ha de un año que nunca le vi» (NC, 1240 B). Y en el folclore actual se preserva en la danza de «El Trillo»en Llanes: «Ya viene san Juan, moza, / ya viene con las rosas....// Desque las Pascua viene, / danzar la niña quiere, / ya viene san Juan Verde, / ya viene, ya se vuelve» (Cea, 1978: 46). Véase también Masera (1995: 217). Caro Baroja explica muy claramente la relación entre san Juan y los ritos eróticos en los capítulos 23 y 24 de La estación de amor; fiestas populares de mayo a san Juan.

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Enrique Flores y Mariana Masera • relatos populares de la inquisición novohispana

con la fiera sierpe encontrastes, con el ysopo de la agua bendita la rosiastes, com vuestra preçiosa sinta la ligastis, a la gente del pueblo la entregastis mansa, y leda, y queda. Ansí como esto es verdad, me otorguéis esto que os pido.7

Verónica, sancta y digna, que a las tinieblas diste luz, consuela mi ánima triste por las tres caídas que diste, llebando a cuestas la cruz.

Y que las susodichas Agustina Garçía la resaban en de diferente manera y modo, y que esta delatora no se acuerda. La otra oraçión es de «san Antonio de Padua», que se la enseñaron las susodichas y la resó esta delatora nuebe beses. Y que le parese era incada de rodillas, a prima noche. Que es ansí: Bien abenturado sanc Antonio de Padua, en Padua nasistis, en Portugal fuistes criado, a el estudio andubistis, para predicador aprendistis, el primero sermón que hisistis se os fue revelado que a buestro padre llebavan a orcar. Del púlpito baxastes y a Padua bolbistis, de la orca y falso testimonio buestro padre librastis, y a la buelta que bolbistis buestro sancto breviario perdistis. Al Verbo divino lo halló, tres boses os dio: «Hijo Antón, hijo Antón, hijo Antón, bes aquí tu breviario, que en él estoy sentado y en tu corasón sellado». Ansí como esto es verdad, me otorguéis esto que os pido.

También diçe que resó otra oraçión a la «santa Berónica», que se la enseñó una de las susodichas. Que dirá lo que se acordare della, que es ansí: 7 Este

conjuro fue muy conocido; incluso aparecía escrito en advertencias sobre sortilegios y hechicerías. La versión que recita Agustina García parece ser la misma citada en Julio Caro Baroja (1992, II: 42-47) al hablar sobre los conjuros eróticos. El texto es el siguiente: «Señora Sancta Marta, / digna sois y santa, / de mi Señor Jesucristo / querida y amada / de nuestra Señora la Virgen / huéspeda y convidada, / por los montes de Toroço, entrastis, / con la braba serpiente encontrastis, / con el hisopo y el agua bendita lo rociastis, / con nuestra santa faja atastis, / en ella subistis, / en ella cabalgastis,/ a las puertas del Rey llegastis, / a los paganos dixistis: / «Paganos, veis aquí os traigo/ la braba serpiente / que comía en día y mataba / y así como esto es verdad, / liga, lerda y aligada; / así como esto es verdad, / me traigáis aquí lo que os pido» (Caro Baroja, 1992: 44).

Que no se acuerda si tenía más palabras. ýten, declara que vido resar otra oraçión a la dicha Teresa de la Paz y Agustina Garçía, que era al «Niño perdido». Y que la resaban desde las dose del día a la una, y paseándose las dos por un aposento, y que de la oraçión no se acuerda porque no la resó sin ellas. Y que la dicha Teresa de la Paz enseñaba un conjuro del «Ánima sola» que esta delatora no sabe; y enseñaban más, pidiessen las señas en una caxa y bigas. Y este conjuro hizo la dicha Agustina Garçía por esta delatora. ýten, declara que oyó deçir a Anna de Guzmán, muger divorciada —no sabe ésta cómo se llama el marido— y ella está en la Beracruz, que la dicha Teresa de la Paz, resaba «a el escudo de san Jorje»8 y «a la capa de Abraam», y no sabe la oraçión que es. Y que oyó deçir esta delatora a María de las Niebes —que oy entiende que bive asia el varrio de san Sebastián— que la dicha Teresa de la Paz deçía que, poniéndose en el sol el día de san Bernabé, que si en la sonbra se beían a medio día sin cabesa, se avían de morir presto; y si ze bían con cabeza, vivirían mucho. También declara que María Barreto —muger del mulato errero, que no sabe cómo se llama ni dónde está la dicha María Barreto— dixo a ésta que avían de sentençiar el pleyto de la nullidad del matrimonio que trata con su marido, en favor désta. Y que tanbién mirava las raias de las manos y decía lo que estava por venir. Y ansimismo dijo María Barreto cosas que le avían suçedido secretas a Agustina García. Y después la dicha Agustina García confesó a esta delatora que era berdad lo que le avía dicho la susodicha María Barreto. Y también dijo la dicha María Barreto a Madalena Ximénes, casada, que no sabe ésta con quién, que avía de tener a un clérigo que se avía de morir por ella y le avía de estorbar un casamiento. Dice más, que oyó deçir a Mariana Días, mulata, que la dicha Teresa de la Paz enseñava una oraçión de «san Pedro» con una llave en la mano, y no sabe cómo desía la oraçión. Y también diçe, que oyó deçir en el dicho recojimiento de la

8 El

escudo, que aparece representado en varias pinturas y crónicas medievales, fue parte de la leyenda de la historia de Aragón. Así, en su Primera Crónica General, el rey Alfonso X de Castilla escribió del rey Alfonso I de Aragón (1104 - 1134): «Este rey don Alfonso de Aragón el Batallero traía las armas del campo blanco y la cruz bermeja, y en los cuatro cuarteles del campo traía cuatro cabezas de moros negros y hacía esto por cuatro reyes moros que venciera y matara en un día en una batalla».

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Madalena, que en oyendo gritar un cuerbo, avían de llebar más mugeres a las dichas recojidas. También diçe esta delatora que a tenido cuenta con los sueños que soñaba esta delatora y a dado a algunos dellos crédito.

vol. 484, sin exp., fols. 46r-48v Catálogo: 2403. «De los rituales que Ceferina de Espínola aprendió de Teresa de Paz y otras mujeres al rezar varias oraciones.»

Figura humana. Muestra doce figuras humanas y representa los títulos primordiales del pueblo de San Miguel Atlautla, 1521 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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El cuaderno de echar suertes de Lucas Martín del Montijo San Miguel de Culiacán, 1627. Autodenuncia de Lucas Martín del Montijo, de 40 años, vecino de la ciudad de Culiacán, por posesión y uso de un cuadernillo de horóscopos y oráculos.

E

n la villa de San Miguel Culiacá,1 a siete días del mes de abril de 1627 años, ante del Padre Hernando de Villafañe, comissario del Santo Officio de la dicha villa y de la de san Felipe de Cinaloa, 2 pareció sin ser llamado y juró en forma que dirá verdad un hombre que dixo llamarse Lucas Martín del Montijo, minero, vezino de Culiacá, cassado, de edad de quarenta años. El qual, por descargo de su conciencia, dize y depone de sí, que abrá más de veinte y ocho años que teniendo celos de una muger con quien tenía mal trato y amistad, y deseando saber si la tenía con otro, y juntamente dónde estaba y lo que hacía, invocó vocalmente al demonio diziéndole: «Demonio apareceos aquí, y dezidme dónde está Fulana y lo que haçe». Y esto fue por sola una vez caminando, y no vino el demonio ni hizo más de invocarlo. Más dixo y depuso de sí el dicho Lucas Martín del Montijo: que abrá más de veinte años, o de veinte y ocho, que pidió a un indio alguna cosa para inclinar voluntades y alcanzar mugeres, y el indio le dio una pelotilla que le parece era hecha de raízes o yerbas, diziéndole el dicho indio que la tragase y que al tragarla dixese a la pelotilla: «ayúdame a lo que yo quisiere». Lo qual hizo como el indio se lo avía dicho, el dicho Lucas Martín. Y que esto fue por sola una vez, y que nunca más lo hizo ni se acordó dello. Más dixo, y depuso de sí que abrá como veinte y cinco años, poco más o menos, que en la villa de Culiacá pidió a otro indio para el mesmo efeto de alca[n]çar mugeres, al qual tenía por hechizero, que le diese alguna cosa, y el indio le dio en un canuto unas como semillas que le dixo eran buenas para ello, y más le dixo el dicho indio, que no metiese el canuto en que estaban las dichas semillas en su casa o en otra parte donde hubiese de entrar, sino que lo

dexase fuera de casa. Lo cual hizo el dicho Lucas Martín por quatro o ocho días como el indio se lo avía dicho y nunca más lo hizo. Más dixo y depuso de sí que abra más de ocho años que tiene un quaderno escrito de mano para echar suertes, en el qual están signos, oráculos y respuestas, todos entre sí correspondientes con números, para saber si una cosa sí será o no será, si alguna muger se casará o no [se] casará, si algún hombre se casará o no casará, si la casada es querida de su marido, si el hombre casado es querido de su muger, si una preñada parirá hijo o hija, si alguna dama es querida de su galán, si algún galá[n] es querido de su dama, si alguno que tiene perdida la gracia de su dama la cobrará o no, si alguna persona tiene mala fama o no, si algún secreto se descubrirá o no, si alguna persona será rica o no, como consta del dicho quaderno que exibió. Y dixo que abrá el dicho tiempo de ocho años, que tiene en su poder y a usado en varias ocasiones del dicho quaderno entre hombres y mugeres, echando las dichas suertes por entretenimiento, conversació[n] y risa, y dar picones, y que nu[n]ca lo tubo por verdadero, ni dio crédito a él. Y así está escrito en el mismo libro que es parra juego de entretenimiento ridículo. Y preguntado de dónde ubo este libro dixo que lo había trasladado de otro que tenía, del mismo tenor, don Juan de Cárdenas, vezino de Culiacá, y que entiende que Gerónimo Lobo, vezino de Topia,3 se lo dio al dicho don Juan de Cárdenas, que esto dice por descargo de su conciencia y lo firmó.4 Y antes de poner la firma se acordó, dixo, y depuso de sí, que abrá como quinze o diez y ocho años que puso tierra que avía tomado de sobre una sepultura, y la puso a la cabeçera de una muger para probar [y] ver si con ella se adormecía, como avía oýdo dezir en algunas ocasiones y 3

1 2

San Miguel de Culiacán: pueblo perteneciente a la provincia de Culiacán, Audiencia de Guadalajara; actualmente capital del estado de Sinaloa. San Felipe de Sinaloa: villa fundada alrededor de 1585, que se convirtió en el centro de las misiones jesuitas.

Topia: población minera de la provincia de Nueva Vizcaya, hoy estado de Durango. 4 El cuaderno al que se refiere Lucas Martín en su declaración está anexo al proceso. Es un cuadernillo manuscrito en 23 folios que contiene un oráculo.

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que esto hizo sólo dos veces. Y que asimismo lo dize por descargo de su conciencia y que esta es la verdad por el juramento que tiene hecho y siéndole leído dixo que estaba bien escrito y prometió el secreto y firmólo de su no[m]bre.

vol. 360 (2ª parte), sin exp., fols. 507r, 507v Catálogo: 2531. «Denunciación que de sí hizo Lucas Martín del Montijo. Por invocar al Demonio, poseer oráculos y por supersticiones.»

Plano de las provincias de Oftimuri, Sinaloa, Sonora y demás sircunvezinas y parte de California, de José Antonio Alzate y Ramírez, 1772. Papel marca manuscrito coloreado (Col. Orozco y Berra).

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Un gusano para los malos tratos Autodenuncia de Isabel de la Cruz, que había dado gusanos a su marido para mejorar su matrimonio.

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n la villa de Quernavaca,1 a veinte de março deste presente año de mill y seisçientos y sinquenta, a las ocho de la mañana, ante el padre predicador general fray Pedro de Bárçena, cualificador y commissario del Santo Offiçio, pareçió sin ser llamada una muger que dixo llamarse Isabel de la Cruz, muger de Diego de Solórzano, mayordomo del ingenio del mayor Íñiguez, en esta jurisdicçión. Juró en forma deçir verdad y declaró ser de edad de treinta años. La qual por descargo de su conçiençia se viene a denunçiar, pidiendo misericordia, de que avrá un año, por más o menos, que estando afligida y llorando en su cassa, ocaçionada de la mala vida que su marido le dava, entró un yndio y le dixo que le daría un guzano para que se lo diesse a su marido en alguna cosa de comer, o veber, conque la querría a ella y aborrecería a la muger que lo inquietaba. Y ella, desseosa de hazer vida maridable con su marido, admitió el dicho guzano y se lo dio al marido. Y cogió de su sangre, en ocaçión que estava con su costumbre, 2 y se la dio a beber

1 2

también, por haver oýdo deçir que con esta diligençia la querría. Y que aunque hizo estas diligençias, no surtieron effecto, porque la paz que oy tiene con dicho su marido la atribuye a medios divinos de que ha usado después acá, valiéndose de ayunos y resos, y mandar decir missas porque Dios le dé quietud y paz con su marido y lo aparte del mal estado en que estava, de donde proçedía darle mala vida. Y ésta es la verdad, por el juramento que tiene hecho, y pide misericordia de la culpa cometida. Y siéndole leýdo, dixo que estava bien escrito, y que lo diçe por descargo de su consçiençia. Y por no saber firmar lo firmó el presente comissario [rúbricas]. vol. 435 (1ª parte), sin exp., fols. 135r Catálogo: 2270. «Del uso de gusanos mezclados con sangrado menstrual en una bebida, para lograr la fidelidad del cónyuge.»

Cuernavaca: Población al sur de la Ciudad de México; actualmente capital del estado de Morelos. «Costumbre. El menstruo de las mujeres, se llama costumbre, por ser ordinario y consueto; regla, por regular, que no falta en su tiempo.» (Cov.)

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El viejo de la mula y la yerba del puiumate: un pacto con el demonio Declaración voluntaria del esclavo mulato Roque Flores, quien relata cómo un hombre español le dio una yerba llamada puiumat y le pidió su alma a cambio del remedio para enamorar.

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n la1ciudad de México, lunes, veinte y ocho días del mes de marzo de mil seiscientos y sinquenta años, estando en su audiencia de la mañana el señor inquisidor doctor don Juan Sáenz de Mañozca, mandó entrar en ella a un mulato, que viene de su voluntad [...]. Dijo llamarse Roque Flores, natural de la villa de los Lagos,2 provincia de Mechoacán,3 y dixo no saver qué hedad tendría, y al parecer sería de más de veinte años, y ser hijo de negra e yndio, y ser esclabo de Alonso Sánchez, vecino de esta ciudad, de officio [¿?], en la calle de San Francisco. Y que viene a decir y declarar algunas cosas que tocan al descargo de su conçiençia movido del edicto general de la fee que oyó leer en la cathedral el domingo segundo de quaresma. Y que lo que tiene que declarar es que estando él en su tierra, Los Lagos, abrá unos cinco años, en la estancia de Jalpa4 —que es de su primer amo, el liçenciado Diego Ortiz de Saavedra, comissario de la ynquisición— que yendo [a] recoger una mañana una manada de yeguas topó a un viejo español (que no conoció ni save cómo se llama) el qual iba en una mula prieta, y le dixo a este declarante que si quería ser buen baquero y hacer quanto quisiesse. Y respondiéndole que sí, le dixo el dicho viejo que le daría 1 

Puiumat o puyumate: «raíz utlizada en las preparaciones para atraer o rechazar a los miembros del sexo opuesto» (Castillo Palma, 2000: 169). Solange Alberro dice que el puyomate obtuvo «rápidamente los favores de los españoles, ya que la mayor parte de la comunidad de Celaya parecía haberlo utilizado ampliamente a finales del siglo xvi. Su fama hizo mella en un recién llegado a Zacatecas, un tal Bartolomé del Barco, quien confesó "haber hecho diligencias para buscar unos puyomates que dicen son hembra y macho, y el macho tiene la figura de natura de hombre y la hembra de mujer, son vellosas y en algo parecidas a las dichas figuras"» (Alberro, 1997: 126-129). 2 Los Lagos: se refiere a Santa María de los Lagos, en lo que anteriormente se conocía como Chichimequillas y que ahora se llama Lagos de Moreno, en el actual estado de Jalisco. 3 «Mechoacan: provincia y obispado de Nueva España en la América Septentrional, que significa lugar de Pescado: confina por el N con la Nueva Galicia, por el Sur con el mar Pacifico, por el E y SE con la Provincia de Mexico, por el O con la de Guadalaxara, por el SO con la de Xalisco.» (Alcedo, 1788: 135.) 4 La hacienda ganadera de Jalpa, una de las más grandes de la zona, fue propiedad del sacerdote y comisario del Santo Oficio Diego Ortiz de Saavedra.

una yerba, y replicándole que qué havía de hacer con la ierba, le tornó a decir que quánto querría, pero que le havía de prometer este declarante al demonio quando se muriesse su alma y que con esto ningún hombre se pararía delante peleando. Y que queriéndole llebar el dicho viejo a una cueba, lo resistió este declarante diciéndole al dicho viejo que cómo podía dar al demonio su alma si no era suia. Con que no prosiguió entonces en llevarle a la dicha cueba, pero lo llebó a un serrito. Y en él cogió el dicho viejo un palito de una yerba llamada el puiumat y se lo dio, diciéndole que se lo llebara y vería lo bien que le iba con él sin passarle otra cossa. Y luego se le desapareció allí el viejo, sin más verle, y que puso en las bases de la silla, la dicha yerba, i invocando al demonio en su ayuda, le pareserían tres veses, experimentó el que en rodeos de toros le ayudaba en cogerlos con facilidad. Y que después de esto, encontró al dicho viejo en el lugar que la primera vez y le reconvino con que ya le havía ayudado, que hiciesse lo que pedía, y diciéndole qué quería, le pidió el viejo la yerba que le havía dado y este declarante, enojado, la sacó de donde la tenía y se la tiró. Y el dicho viejo tornó a desaparecer de rrepente. Entonse[s] tubo este declarante pavor y miedo, y se le expeluçaron los cabellos. Y que contando este declarante esto que le havía sucedido a Diego Gallo —yndio vaquero de dicha estancia, a quien passados algunos días mató un toro sacándole de la silla en que iba a caballo, le sacó los bofes— le dixo: —Calla muchacho, que no saves nada, que ese es el que te ha de faborecer y te aventajarás a los otros mulatos como yo les aventajo siendo un pobre yndio. Y que no le passó otra cossa, ni con el dicho viejo ni con el dicho yndio. Si bien se acuerda que, no queriendo prometer el alma al demonio, le pidió el dicho viejo que siquiera le diera sangre de sus brazos, se la prometió y estendió el brazo ysquierdo y, en la sangradera, el dicho viejo con la uña le sacó un poco de sangre. Y que saviendo que todo esto era malo, con todo esso, lo hizo, aunque nunca renegó de Dios

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Nuestro Señor ni de la Virgen Santísima ni hizo más de lo que tiene confessado; de que pide misericordia, dando gracias a Nuestro Señor, que le ha traído a tierra de christianos porque en aquellos montes ni se oye missa, ni se save que aya quaresma, ni Dios. Y que no save que allí, ni en otras baquerías, aya algunas personas que tengan pacto con el demonio o les ayan sucedido semejantes cossas. Y que esta es la verdad so cargo del juramento que tiene fecho y el dicho señor ynquisidor le dixo y amonestó se confessasse generalmente de toda su vida con el padre Simón, clérigo presvítero que fue el que le trajo a que hiçiesse esta

declaración. Y haga lo que le mandare y se abstenga y no cometa semejantes delictos ni se dege engañar del demonio. Encargósele el secreto en forma. Y por no saver firmar lo firmó el dicho señor ynquisidor.5 [El proceso no continúa ya que sólo se le pide a Roque que se confiese] vol. 436, sin exp., fols. 76r-77r Catálogo: 2266. «Sobre cómo entregar el alma a Diablo.»

Miliciano de artillería a caballo, 1802 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

5 Este

proceso se encuentra junto con otros relacionados con un edicto publicado en 1650.

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Los gusanos para enamorar Proceso contra una mujer por haber realizado un bebedizo para enamorar a los hombres.

E

n la villa de Quernavaca, a veinte y dos días del mes de abril deste presente año de mill y seisçientos y sinquenta, a las dos y media de la tarde, pareçió ante el padre predicador general fray Pedro de Bárzena, comissario del Santo Officio, sin ser llamada, y juró en forma que dirá verdad, una mujer, mulata de naçión, que dixo llamarse Ana María, muger de Mathías López, alcayde de la cárçel desta dicha villa, de edad de cinquenta años. La cual, para descargo de su conçiençia, diçe y denunçia que habrá como cosa de un año que una mulata libre llamada Jusepa —que vive en el ingenio de Atlalcomulco—1 le dixo que sirviendo a otra mulata llamada Luissa, soltera, que vive también en dicho ingenio de Atlalcomulco, havía visto que dicha Luissa havía dado un pesso a una yndia ladina llamada María —muger de Diego de Vergara, español— para que le diesse unos polvos para dárçelos a un hombre con quien tratava de mala amistad, con fin de que, por este medio, no se apartasse de ella. Y ésta es la verdad por el juramento que tiene hecho. Y siéndole leýdo, dixo que estava bien escrito y que no lo diçe por odio. Prometió el secreto y por no saber escrebir lo firmó el presente comissario. [Rúbricas]

[Ratificación de Ana María] Y siéndole leýdo y haviendo dicha Ana María dicho que lo había oýdo y entendido, que aquello era predicho y que ella lo había dicho según se le había leýdo, y estaba bien escrito y asentado. Y que sólo tenía que añadir que dicha Jusepa le dixo también que a dicha Luissa la havía traído una yndia unos guzanos que llaman nextecuiles,2 y que los havía después de [...] molido y dádoselos a veber. Y que con esto no havía que aminorar, añadir ni enmendar, porque como estava escrito era la verdad. Y en ello se affirmava y affirmó, ratificava y ratificó, y si necessario era lo deçía de nuevo contra dicha Luissa, mulata, no por odio, sino por descargo de su consiençia. Encargósele el secreto en forma y por no saber escrebir lo firmó el presente comissario. [rúbricas] vol. 435 (1ª. parte) sin exp., fols. 110r-110v Catálogo: 2268. «Sobre el uso de los nextecuiles (gusanos) molidos en una bebida para atraer hombres.»

2 Se

1 La

hacienda de Atlacomulco, ubicada en lo que hoy es la ciudad de Cuernavaca en el estado de Morelos, era parte de las tierras que Carlos V otorgó a Hernán Cortés, quien instaló ahí el segundo ingenio azucarero que se fundó en la Nueva España y que llegó a ser uno de los más importantes.

refiere al gusano Nextecuilin «gusano cenizo. Oruga de insecto no definido» (Sahagún, Historia General…, s.v. Nextecuilin). Comenta Sahagún que «hay unos gusanos que se crían debajo de la tierra (y) son del largor y grosor de un dedo; cuando no llueve roen las raíces del maíz y sécase; tienen pies y no andan con ellos, sino echados de espaldas; y de aquí toman un adagio, que los que hacen las cosas al revés los llaman nextecuilin, que así se llaman ellos» (Sahagún, 1999: XI, 13, 87). Quizás por ello creerían que al darle los gusanos al hombre se revertiría la situación.

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La bruja y el peyote. Agustina de las Nieves Proceso contra Agustina de las Nieves, mestiza, natural de México y vecina del pueblo de Querétaro, por tomar peyote con malos fines y por sospecha de ser bruja.

E

n el pueblo Querétaro, en veinte días del mes de marzo de mil y seiscientos y cinquenta años, entre las ocho y las nueve de la mañana, pareció, sin ser llamado y juró en forma que dirá verdad, un hombre que dixo llamarse Antonio de la Fuente, español y soltero de veinte y tres años de edad, vezino de dicho pueblo y nazido en él. El qual, por descargo de su conzienzia, dixo que es official de sastre y que abrá un año, poco menos, que estando en cassa de Diego de Rojas —maestro de sastre, vezino deste pueblo—, una noche, como a las ocho, parlando con una ermana deste dicho denunziante, después de senar y en su companía una muger española, soltera, llamada Leonor de Aguilar —que se ha venido a vezindar a este pueblo que lo era de las minas de Tlalpuxagua—,1 y aviendo visto unas luses por una calle, se movió plática de bruxas y dixo la dicha Leonor de Aguilar a este denunziante y a su hermana Leonor Ruiz que una muger que anda pidiendo por las calles (que no save su nonbre, que es española o mestisa, que no está cierto, sólo save que trae dos pares de naguas de colores y de lana, unas puestas y otras con que se cubre, que de vista bien la conos[i]era este denunciante) era bruja, porque abía vivido en una cassa con ella y la abía visto por una ´ bentanilla beber peiote2 y varrer la cassa, y después oya mucho ruido en su aposento. Y amanesía por la mañana con los ojos mui inchados de no aver dormido y otras sircunstanzias que no se acuerda bien este denunziante.

1

2

Tlalpuxagua: población minera de la provincia de Nueva Galicia, Audiencia de Guadalajara; actualmente situada en el estado de Michoacán, al noreste de Zitácuaro, en los límites con el estado de México. «Peyote. [...] Especie de biznaga sin espinas [...]. Una de las plantas famosas entre los aztecas. Contiene una sustancia narcótica [...] que los nahoas usaban como fortificante, untándosela en las piernas para resistir grandes jornadas, y en la cual decían que "los que la comen adivinan [...]". Y asegura el padre Sahagún que los que la ingieren "ven visiones espantosas o risibles; dura esta borrachera dos o tres días; es manjar común de los chichimecas, pues los mantiene y les da ánimo para pelear y no tener miedo, ni sed ni hambre, y dicen que los guarda de todo peligro" [...]. Son interesantísimas las narraciones de su recolección.» (Mej.)

[Testimonio de Leonor Ruiz, española, casada con Diego de Rojas y de edad 33 años, vecina del pueblo] Abrá siete u ocho meses, poco más o menos, que estando en su cassa esta denunziante, después de senar, como a las ocho o las nuebe de la noche, en conpañía de un hermano suio llamado Antonio de la Fuente, el moso, y juntamente una muger española soltera, que se a venido a vezindar a este pueblo de tres años a esta parte, que lo era de las minas de Tlalpuxagua, vieron unas luses por una calle, de que se levantó plática de brujas. Y un sobrino desta denunziante, llamado Nicolás Gusmán, que estaba presente, dixo: —Parese que es ora de brujas. A lo qual esta denunziante respondió: —Aquí no ay brujas. ¿De dónde abían de venir? A lo qual replicó la dicha Leonor de Aguilar: —Sí ay, señora, que en mi cassa ay una que la espiamos por una ventana. Y dixo llamarse3 Agustina (no save el sobrenonbre, que bien la conose de vista y es mestiza, no save si es casada o soltera) y prosiguió diziendo que la vía de noche, por la dicha ventanilla, varrer la cassa, enramarla y beber peiote.4 Y amanesía con los ojos inchados de andar toda la noche. Y estas son las palabras formales que oyó esta denunziante a la dicha Leonor de Aguilar. Y en otra ocasión, oyó dezir a una sobrina de esta denunziante, llamada Cathalina de Ábila, donzella de edad de veinte años, poco más o menos, que la dicha Agustina era bruja, porque5 se lo avía dicho una muger llamada Juana, vezina deste pueblo, mestiza, diziéndole que aviendo parido y viniéndola a vizitar la dicha Agustina, le quadró mucho la criatura y aquella noche la avía chupado y amanecido la criatura toda chupada6 y aquel día avía muerto. 3 Al

margen: de oýdas a Leonor de Aguilar. Barrer y enramar la casa, que según Covarrubias significaba «poner ramos a las puertas, que´ se hace en señal de fiesta» (sv. enramar), se asociaba con los preparativos para hechizar y practicar rituales mágicos. 5 Al margen: de oídas a Catalina de Ávila. 6 La creencia de que un recién nacido era «chupado» por una bruja se debía a la alta mortandad infantil ocasionada por la sepsis neonatal, adquirida por el bebé en el momento del parto cuando la mujer tenía alguna 4

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Y que esta denunziante la tiene en opinión de bruja por lo que a oído en común a otras personas y por lo que tiene referido. Y esta es la verdad por el juramento que tiene echo. Y siéndole leído dixo que está bien escrito, y que no lo dize por odio. Prometió el secreto. No firmó por no saver escribir. Firmólo por la susodicha el reverendo padre comissario.

[Declaración de Leonor de Aguilar, española, soltera, «no supo su edad», al parecer de unos 25 años] Abrá tres años se vino a avezindar a este pueblo, ciéndolo de las minas de Tlalpuxagua, ésta, en conpañía de su padre, llamado Joseph de Aguilar, cassado con Juana de Savedra, madre desta declarante. Preguntada si save o presume la caussa porque ha sido llamada, dixo que presume que a sido para una causa de una bruja. Y dixo así que vio por sus ojos a una mestisa llamada Agustina —que no save el sobrenonbre, que ya es vieja, y trae vestidas unas naguillas de lana asules y amarillas y otras del mismo color en brocadas, y vive en cassa de Diego Gonzales, que llaman el cabrero— moler el peiote para beberlo, abrá tres o quatro meses, poco más o menos. Y le preguntó7 una hermana desta declarante, llamada María de Aguilar, donzella, que para qué lo bebía y molía. Y le respondió que lo quería beber para saver de una yegua que se le avía perdido a un honbre (que no save el nonbre), y por unas pelotas o vellones de lana hilada que le avían furtado. Y que la dicha su hermana, María de Aguilar, vió que la noche en que tomó el peiote varrió y regó y saumó el aposento que estaba enfrente del de esta declarante. Lo qual vió su hermana María de Aguilar y se lo dixo a esta denunciante; y que avía mercado un tomín de candelas y tubo ensendida lus toda la noche. Y que otro día por la mañana, estando moliendo la dicha su hermana en un metate, entró la dicha Agustina en la cosina y viéndola los ojos inchados la dixo: —¿Qué tienes, Agustina? Que parese que estás mala. Y respondió: —Elo estado esta noche. Y la dicha María de Aguilar le dixo: —Pues, Agustina, ¿a parecido tu lana? Y le respondió: infección. De ahí que, entre los siete y los catorce días después de nacidos, los niños aparecieran muertos repentinamente con una apariencia amoratada y deshidratada. 7 Al margen: enmienda en la rratificación: que no vió moler el peyote sino labar el metate de lo que avía molido y bebió las labaduras y no sabe de çierto si fue peyote o no.

—No, pero, poco más o menos, ya sé quién la llevó. Todo esto se lo contó a esta declarante la dicha su hermana María de Aguilar. Fuera de lo qual, una nieta del dicho Diego Gonzales —que llaman el cabrero—, mestiza, llamada Catana, que no save su sobrenombre, y vive en casa de una hermana suia que llaman la de Nicolás de Palacios, le dixo a esta declarante que era bruja la dicha Agustina, y que una noche, saliendo a orinar, la oyó alear como gallina (porque vivían juntas la dicha Agustina y la dicha Catana). Y tanbién le dixo que una india vezina tenía mui malo a su hijito y acardenalado y que desían que lo avía chupado la dicha Agustina (y se murió dentro de tres o quatro días). Y prosiguió diziendo que la quería echar de su cassa porque estava preñada y su marido le avía dicho que la echase por que no le susediera lo mismo que a la india. Y que esto comunicó una noche en cassa de Diego de Rojas, de officio sastre, con su muger llamada Leonor y con un hermano suio llamado Antonio de la Fuente, que no se acuerda ubiese otras personas ni de otra cossa más y que tenía intento de venir el día siguiente de su voluntad a denunçiar.

[Testimonio de María de Aguilar, española, doncella, hija de Joseph Aguilar, no supo decir su edad (unos 16 años), hermana de la precedente, quien acudió siendo llamada] Que lo que save es que abrá ocho meses, poco más o menos, que no está bien en el tiempo, que, viviendo con sus padres esta declarante, en cassa de Diego Gonzales, que llaman el cabrero, vivía tanbién en la misma cassa una mestisa viexa llamada Agustina, la qual se iso mui amiga desta declarante. Y un día le vió moler el peiote en un metate cuias labaduras bebió en precenzia desta declarante como a las cinco de la tarde, y los demás polbos los guardó en una xicarita. Y vió que a prima noche varrió y regó el aposento en que dormía y tubo candela ensendida toda la noche. Que por una bentana que caía al patio, como a media noche, se asomó esta declarante y vió la luz encendida y por la mañana, estando esta dicha declarante moliendo en la cozina, entró la dicha Agustina con los ojos inchidos y le preguntó esta declarante que qué tenía, que parecía estaba mala. Y la dicha Agustina le respondió que avía estado mui mala aquella noche. Y preguntádole de qué, respondió que avía tomado aquella noche tres veses el peiote, y que como no lo avía tomado con pulque no abía ablado el peiote. Y esta declarante le dixo:

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—Pues ¿cómo toma el peiote? ¿No está quitado por el Santo Officio? Y respondió que porque se lo avían pagado porque pareciera una iegua que avían hurtado y una poca de lana hilada suia. Y que poco más o menos ya sabía quién la avía llevado. Y que los confesores le dezían que bien lo podía vever como no fuese para8 vellaquerías. Y que esta declarante le respondió: —Pues esa ¿no es vellaquería? Calle, cavallo, que no ay confesor que tal mande. Y ella replicó: —Pues a mí me lo an mandado. A que le replicó esta declarante: —No puede ser, ni abrá confesor que la absuelba. Y respondió: —Pues a mí me absuelben. Y esta declarante le respondió: —No lo e de creer. Y así se acavó la plática. Y a esta declarante le trataban un casamiento y la dicha Agustina le dixo que si quería que tomase el peiote para ver si le avía de suseder bien con el marido y pasar buena vida. Y esta declarante le respondió que más aína no se casaría. Y tanbién le contó la dicha Agustina que, tratando un casamiento para la nieta del dicho Diego Gonzales, que llaman el cabrero, llamada Antonia, avía tomado el peiote la dicha Agustina y le avía dicho que era mui asertado el casamiento y que avía de pasar mui buena vida. Y que tanbién a oído dezir que es bruja y chupa las criaturas. Esto lo oyó dezir a algunas indias del varrio y tanbién a una nieta del dicho Diego González, que llaman el cabrero, llamada Catana, mestiza, la qual públicamente dezía que su marido le avía mandado echase de casa a la dicha Agustina porque estaba preñada y no quería que al parir le chupase su hija, porque era público que lo avía echo en otras criaturas. Y esta es la verdad.

[Testimonio de Nicolás de Guzmán, oficial de sastre, soltero, 18-19 años, español, quien pareció sin ser llamado por descargo de su conciencia] Antes de pasqua de Navidad, esta pasada de quarenta y nuebe (que no se acuerda bien del tienpo), estando en casa de Diego de Rojas, sastre, que está casado con una tía 8 Al

margen: que los confesores le deçían podía tomar el peyote como no fuese para vellaquerías y que la avían absuelto.

de este denunziante llamada Leonor Ruiz, aviendo acavado de senar, en conpañía de una muger llamada Leonor de Aguilar, española, vezina deste pueblo, salieron a la puerta de la calle y este denunziante vió unas luses asia unas casas que eran de Delgado. Y dixo a su tía y a la otra muger: —Allí ay luses ¿si son brujas? Y la dicha su tía le respondió que no devían de ser brujas, que de dónde abían de venir. Y respondió la dicha Leonor de Aguilar: —Sí ay, señora, que en mi casa ay una. Y toma el peiote, y se llama Agustina (que no sabe el sobrenombre). Y le parese a este denunziante es mestiza porque la conose. Y contó la dicha Leonor de Aguilar que una noche avía tomado el peiote la dicha Agustina, y varrió su aposento, y que la avía ido a espiar por una ventana y avía ruido en el aposento y tenía candela ensendida. Y por la mañana avía amanesido la dicha Agustina con los ojos mui inchados. Y esto lo oyó este dicho denunziante a la dicha Leonor de Aguilar. Y que a oído a otras muchas personas en diversas ocaziones que es bruja la dicha Agustina y chupa las criaturas, pero que no save de sierto nada y esta es la verdad por el juramento que tiene echo. Y siéndole leído, dixo que tanbién se acuerda que le dixo a este denunziante una prima suia, llamada Catalina de la Fuente, soltera, tratando de la dicha Agustina: —Esta es bruja. Y preguntándole cómo lo sabía, dixo que le auía dicho que al pasar de las puentes que ai en las asequias, pasaba a gatas, en quatro pies, y que las brujas pasan así porque tienen mucho miedo al agua.

[Testimonio de Catalina de Ávila, española, doncella, 22 años de edad, quien pareció siendo llamada] Que presume será para saver della lo que a oído dezir de una mestisa llamada Agustina —que pide limosna por las calles y anda con unas nagüillas puestas y otras enbrocadas— no save su sobrenonbre. De la qual, le dixo a esta declarante Juana Rangel, mestiza, vezina deste pueblo, que aviendo parido le chupó a su criatura y se la mató. Y en otra ocazión le dixo tanbién a esta dicha declarante otra mestiza, llamada Josepha de Orona —casada con Francisco de la Rossa, mulato, sapatero, vezinos deste pueblo, que viven junto [a] Martín Lásaro— que la dicha Agustina era echisera porque ella la avía visto pasar una puente a gatas y que las echiseras las pasavan así porque tenían mucho miedo a

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lagua. Y que esto contó a una tía suia, llamada Leonor Ruiz, y a oído a muchas personas públicamente dezir que es bruja la dicha Agustina sin saver en particular cossa notable y que esta es la verdad.

[Leonor de Puga, mulata libre, soltera, vecina del pueblo de Querétaro, de edad de 45 o 46 años] Abrá dos años, poco más o menos, que estando en la puerta de su casa esta denunziante, sobre tarde, yba pasando por la calle Juana Rangel —mestiza, que está en servizio de Francisca Martín, española, viuda, que a cinco años que se vino a vezindar en este pueblo— y sentándose en la puerta de esta denunziante le contó la dicha Juana Rangel cómo avía parido una hija y la partera que le avía aiudado a parir le dixo que la bauptisase luego, que no la avía de lograr. Y que la bauptisaron y echaron el agua. Y aviendo parido con felicidad de allí a pocos días, estando la criatura sana y buena, apretó la dicha partera que ya echasen el olio, diziendo, otra ves, que no la avía de lograr. Y a persuazión de la dicha partera,

que se llama Agustina, mestiza, ya vieja (que no save el sobrenombre), le echaron el olio. Y que aviéndose con la criatura buena y sana, un sábado, acostada a la cabezera, la halló el domingo por la mañana a los pies de la cama enferma, con que la llevó a la Santa Cruz y desenvolviéndola la halló toda acardenalada, orejas, pesqueso, cuerpo, manos y pies. Y que por lo que avía oído dezir de que la dicha Agustina era bruja, avía entendido se la avía chupado aquella noche porque avía amanezido chupada. Y lo mismo le contó aier, sábado, a las sinco de la tarde, el ama de la dicha Juana Rangel, llamada Francisca Martín, por lo qual, haziendo escrúpulo, vino a dar notizia. Y porque a oído en muchas ocasiones que la dicha Agustina es bruja y de su mala cara lo presume. vol. 461, sin exp., fols. 480r-486r Catálogo: 2262, 2263, y 2264. «Contra Agustina de las Nieves, por moler y beber peyote para saber de una yegua que se había perdido, y de unos vellones de lana hilada»; «Contra Agustina de las Nieves, por usar peyote y actos supersticiosos»; «Contra Agustina de las Nieves por haber "chupado" a una criatura que murió».

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Las brujas de la pasión: polvos, muñecos y chocolate Declaración de Juana de Paz contra varios vecinos de la ciudad de Zacatecas por utilizar hechizos con diversos fines.

[El bulto negro] En la çiudad de Nuestra Señora de las Çacatecas,1 en ochos días del mes de abrill de mill y seisçientos y çincuenta años. Serían como a las diez horas de la mañana, ante el señor lizenciado don Domingo de Oñate y Rivadeneyra, cura benefiçiado por su magestad en dicha çiudad, pareçió sin ser llamada una muger española que dixo llamarse Juana de Paz. Y juró en forma que dirá verdad y declaró ser soltera y veçina desta çiudad, que vive en la plaça junto a la puente que llaman de la calle de Tacuba.2 Y declaró ser de hedad de más de veynte y çinco años y natural de la Çiudad de México; hija de Domingo Paz, veçino de Mexico —ya defuncto— y de Andrea de Espinossa —que oy vive en su compañía—, que dichos sus padres son naturales de los rreynos de Castilla. La qual en conformidad y obedeçimyento del edicto general de nuestra santa fee cathólica, que se publicó en esta çiudad, en la iglezia parrochial della, a los veynte y siete de março deste presente año, y para descargo de su conziençia, declara lo siguiente. Dixo que abrá tiempo de seis meçes, poco más o menos, que estando esta que declara en su casa, como a las ocho de la noche —que no se acuerda la [noche] que fue, ni el mes, más de que abrá el dicho tiempo—, sentada en la bentana de su casa y sin estar candela ni luz encendida, ya haviendo esta que declara, en compañía de su madre, serrado por sus manos la puerta principal de la calle y otra que cale en el corral de la casa en que vive, sintió y vió por la luz de la bentana, aunque era poca, que se le abýa puesto a su lado un bulto negro. Y despaborida esta declarante por hallarse sola y su madre apartada en la cosina, le preguntó al dicho bulto negro que le dixese quién era y qué quería y por dónde abýa entrado hasta allí, supuesto que todas las puertas de la casa estaban çerradas. A que respondió el dicho bulto que se sosegase, porque ella era una negra llamada Augustina, esclava de Joçephe Ramos, 1 Nuestra

Señora de las Zacatecas era una de las alcaldías mayores de la provincia de Nueva Galicia en la Audiencia de Guadalajara. Actualmente es capital del estado de Zacatecas en el centro de México. 2 Se trata de uno de los cinco puentes construidos en la primera mitad del siglo xviii sobre el arroyo de la plata que cruzaba la ciudad de norte a sur, ubicado en la calle de Tacuba, en el centro de la ciudad.

de oficio tosinero, que vive en la puente de la calle de Tacuba, serca de las casas en que vive esta declarante. Y la dicha negra Augustina es naçida en cassa del dicho Joçephe Ramos y al parezer de la declarante deve de tener diez y siete o diez y ocho años de hedad, poco más o menos. Y después de haverla conoçido y ser la que dezía, y aviendo ya metido luz en el aposento, le preguntó esta declarante que por dónde abýa entrado supuesto que todas las puertas de su casa estaban çerradas y ella actualmente aprisionada los piez con unos grillos pesados y vien remachados. A que respondió la dicha negra Augustina que por una bentana de su casa abýa salido, y por los desbanes y açoteas de las cassas sircunbezinas abýa llegado asta el corral de dicha casa. Y desde allí se descolgó hasta llegar abajo y quitar un cordel con que estaba atada la puerta de dicho corral. Y preguntándole esta declarante que a qué abía benido a su casa o a qué fin, le rrespondió que las criadas compañeras suyas y, a lo que se puede acordar, su propia ama, muger del dicho Joçephe Ramos, le abiçó que se escapaçe como pudiese porque su amo la quería açotar y pringar3 como otras veçes, y aquel día lo abýa echo porque no quería jurar ni declarar nada contra su ama, porque ella no sabía nada contra la dicha su ama, la qual era muy honrrada y vivía muy bien y sin haçer ofença a su marido. Y que la dicha negra le dixo a esta declarante, em presençia de su madre (que al ruydo se abýa benido ya de la cosina) que el dicho Joçephe Ramos, su amo, visto que no podía matar a su mujer, como él pretendía, que se balía de echiços y cossas prohividas para matarla. Y para este efecto comunicaba de ordinario con una mulata llamada Francysca (del sobrenombre no se acuerda), la qual mulata tiene fama de que ussa de semejantes echiços y cossas prohividas para malos fines y vive junto a la carniçería de esta çiudad. Y dixo la dicha negra a esta declarante que su amo, Joçephe Ramos, ablaba con esta mulata y la comunicaba familiarmente para que le diese siertos polbos y echiços y otras cosas para 3

«Pringar. Significa también castigar o maltratar a uno, echándole lardo o pringue hirviendo. Es castigo que regularmente se solía hacer con los esclavos. […] En el estilo familiar vale herir, haciendo sangre.» (Aut.)

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Descripción de la Muy Noble y Leal Ciudad de Zacatecas, Capital de fu provincia en la Nueva Galicia de Bernardo de Portugal, 1799. Grabado en papel común (col. Orozco y Berra).

deligensias por allar la dicha casuela y se prometían algunos dineros de allasgo de parte de una muger española, señora vezina deesta çiudad llamada Francysca de Leyba —que a esta muger y a su madre y a otras hermanas suyas llaman comúnmente en esta çiudad Las Godinas—. Y dicha negra y mulata, viendo las extrahordinarias diligençias que se hazían y presumiendo que dentro de dicha caxa debía de haver cossa de mucho balor, por curiosidad quitaron de la tapadera de dicha casuela (que no la pudieron abrir por estar pegada la tapa) una astilla o pedaço de dicha tapa. Y, quitada, vieron que dentro de dicha caxa estaba una figura pequeña, como de muñeco con trasa y fayçiones de figura humana, muy seco el dicho muñeco. Y que no supieron determinar si era de carne o de hieso u de otra materia. Y que la dicha caxa no save determinadamente si la volvieron o no a quien la buscaba.

[El agua mágica de La Godina] matar a la dicha su muger. Y que por esto le daba el dicho Joçephe Ramos a la dicha mulata muchos dineros, quantos ella le pedía sin límites. Y que esto lo vio la dicha negra muchas veçes. Y abiçó a su ama que se guardase y viviese con rrecato, y que no comiese nada de lo que se aderesaba en casa porque corría riesgo, sino que comiese solamente lo que la dicha negra le diese, o su madre de la dicha su ama le embiase de su casa, o por su mano le aderesase. Y que saliendo una bez la dicha su ama por la puerta de la cosina o de otra, la dicha negra vio que ensima de la puerta por donde su ama yba a salir estaba un sapo muy feo. Y le abiçó que se apartase y abiéndose apartado cayó dicho sapo en el suelo, vivo. Y no save esta declarante si le mataron o lo que hisieron de él.

[La caja maldita] Y también declara que abrá tiempo de seis meçes, poco más o menos, que no se acuerda del día, que una mulata esclava de doña María de Hena, vezina de esta çiudad, hermana de Juan de Hena, ensayador de la real caxa de su magestad desta çiudad, le contó a esta declarante que un día de fiesta, en la yglezia parrochial de esta çiudad, después de acabada la misa que llaman de honse, esta mulata y otra negra —que la mulata se llama María y el nombre de la negra no lo save, y esta negra es esclava de los herederos de Rodrigo Martínez, ya defuncto—, la dicha mulata en compañía de esta negra se halló una casuela pequeña en la ygleçia parrochial, serrada, la qual no save si era de madera o de otro género. Y dicha casuela la tubieron en su poder hasta que supieron que se haçían muchas

Y también declara que abrá tiempo de dos años, poco más o menos, que no se acuerda del día ni del mes determinadamente, que estando esta declarante en cassa de Lorenço de Luna —ya defuncto, veçino que fue desta çiudad— ablando con una mulata bieja llamada Magdalena de Luna, esclava que fue del dicho Lorenzo de Luna, entró un negro esclavo de Domingo de Arana, veçino de esta ciudad (y del nombre del negro no se acuerda).Y el dicho negro dixo, em presençia de esta declarante y de la dicha Madalena de Luna, que la dicha Francysca de Leyba, arriba mensionada, tenía enechiçado y encantado a su amo. Y que en los brahones4 de la rropilla de dicha Francysca de Leyba traía cosido un muñeco. Dixo más empresenzia de esta declarante y de Magdalena de Luna: que la dicha Francysca de Leyba tenía una redoma o limeta5 llena de sierta agua —que él no sabía de qué fuese echa—, mas, de que todas las noches que el dicho su amo Domingo de Arana abýa de ir a dormir a cassa de la dicha Francysca de Leyba, ésta tal, con grande cuidado, roçiaba la rropa de la cama y debajo de dicha cama y alrrededor de ella. Y que una bez entró el negro dicho, estando la dicha Francysca de Leyba con la redoma en la mano, y assí como le vio se recató mucho de él y la escondió con gran cuydado. Y que el mismo cuidado tenía de esconderlas de sus criados. 4

5

«Brahón. Son ciertas roscas o dobles plegados que caen encima de los hombros, sobre el nacimiento de los brazos que suelen poner en las mangas de los sayos y las ropas.» (Cov.) «Limeta. Cierta vasija de vidro [sic] a modo de redoma, que sirve para poner en ella vino u otro líquido.» (Aut.)

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Y también declara que estando una negra llamada Francysca, que fue esclava de dicha Francysca de Leyba y después la vendió, estando la dicha negra Francysca juída en cassa del lizenciado Juan Martínez de Mendieta, clérigo presvítero, ablando con la gente de su cassa, entre otras cosas dixo que su ama traía cosido y pegado, debajo de los braones de su jubón o harmador, una muñeca que no sabía de qué género o calidad era, pero que se presumía que usaba dichas muñecas para malos fines.

[Tierra de sepultura para dormir maridos] Y también declara que oyó a su madre de esta declarante, que le pareçe que estando en casa de la dicha su madre Magdalena de Luna, ariba menzionada, que le pareçe que la dicha Magdalena de Luna le contó a su madre que una muger española, llamada Mariana (y del sobrenombre no se acuerda), casada en esta çiudad con un hombre español llamado Juan Martín —sastre de ofiçio, que de primer matrimonio fue casado con una muger huérfana llamada Leonor, que se crió en cassa de Pedro de Xerez, maestro de sastre, vezino desta çiudad— que oyó deçir, o lo que le pareçe, a la dicha Magdalena de Luna, que la dicha Mariana, muger del dicho Juan Martín, cogía de las zepulturas de los muertos alguna cantidad de tierra y la enbolvía en algún paño o saquillo y la ponía debajo del almoada de la cama en que dormía el dicho su marido, para que dormiese mucho y no despertaçe en el ynterín que ella salía del aposento a verse con algunos hombres.

las Minas del Fresnillo,6 este tal le contó, en presenzia de la madre de esta declarante, que estando el dicho Antonio Montes en el pueblo de Chalchigüites,7 obispado de Guadiana, en casa de una muger española que a lo que presume se llama Antonia de Ocampo u de Campos, estando el dicho parado a la puerta de la casa de dicha muger viendo jugar unos muchachos y entre ellos a una niña pequeña, hija de la dicha Antonia de Ocampo, le oyó deçir a esta niña a otro muchacho pequeño, de quien pareçe que estaba afiçionada, que mirase que no le pusiese los cuernos, porque si lo hazía le abía de dar un papelito de los polbos que su madre daba a los hombres.

[Receta para enamorar] Y también declara que oyó deçir a la mulata María, esclaba de doña María de Hena, susomensionada, que enfrente de la casa de la dicha doña María de Hena viven unas mugeres españolas, de cuyos nombres la dicha declarante no se acuerda, más de que le dixo dicha mulata que las tales mugeres españolas usaban de que, quando estaban con su rregla y el ordinario que suelen tener las mugeres, se lababan con agua aquellas partes bergonçossas y, con dicha agua llena de sangre, hazían el chocolate que vebían algunos hombres que entraban en sus cassas y que esta acsión la hazían a fin de que dichos hombres las quisiesen vien. Y ésta es la verdad por el juramento que tiene echo. Y siéndole leýdo dixo que estaba vien escrito y que no lo diçe por odio. Prometió el secreto y por no saver leer ni escrebir ni firmar, lo firmó el dicho cura benefiçiado. [rúbricas]

[Otros polvos] vol. 435, (2ª. parte), sin exp., fol. 436r-439r Así mesmo, por último declara la susodicha que abrá tiempo de quatro años, poco más o menos, que ablando en esta çiudad con un hombre llamado Antonio Montes, vecino oy de

Catálogo: 2267. «Sobre las visiones y diálogos de la negra Francisca con un bulto negro.»

6 La

ciudad de Fresnillo en el municipio del mismo nombre, se encuentra en el centro del actual estado de Zacatecas. Es la segunda ciudad en importancia después de la capital y una de las minas más importantes del país. 7 Chalchihuites es un municipio ubicado al noreste del estado de Zacatecas, a unos 50 km de Sombrerete y a aproximadamente 230 km de la capital del estado. La palabra Chalchihuites («piedra preciosa que alumbra») es de origen náhuatl y quiere decir esmeralda o piedra preciosa.

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El horóscopo de Jerónimo Proceso contra Jerónimo, astrólogo extranjero, por practicar astrología con diversos fines. El proceso, de 1651, incluye una carta astrológica y otros papeles incompletos.

[Denuncia de Inés de Valdés, viuda de Joan Alberto, natural de la ciudad de Sevilla, y vecina de la ciudad de Puebla de los Ángeles contra el astrólogo Jerónimo, realizada en marzo de 1650] Abrá tiempo de tres años, poco más o menos, que abiéndosele perdido a esta declarante una sortija de balor, que se la abían prestado y le pedían por ella muchos dineros, y allándose aflixida, y yendo esta declarante a unas nobenas al conbento de San Antonio desta siudad, [se] encontró con una amiga suia que dixo llamarse María de Andrez, española, biuda de Gil de Bustos, natural de Sebilla y besina desta siudad, que bibe en el mismo barrio de San Joçéps,1 junto a la cassa desta declarante, y abido el cuidado y aflicçion con que iba a la[s] nobenas a pedirle le parciese el santo san Antonio la sortija que tiene referida, le dixo a esta declarante la dicha María de San Andrez: —Aquí bibe un honbre que se llama Gerónimo, que es astrólogo, y él le dará, a mi rrasón, si ha de pareser o no, que alsa figura.2 Y luego, el mismo día, esta declarante [fue] en busca del dicho Gerónimo, con el qual esta declarante trató (pero menos) la falta del dicho anillo, a que le respondió dicho Gerónimo preguntándole que qué día se le abía perdido. Y respondiéndole esta declarante que abía sido domingo, sacó un libro el dicho Jerónimo, de medio cuarterón de papel encuadernado, a lo que se acuerda, y le parese en pergamino, y abriéndolo el dicho Gerónimo, bido esta declarante, que sabe ler, que tenía dicho libro escrito parte de molde y parte de mano, y unos sírculos y rruedas; que le dixo a esta declarante dicho Gerónimo que eran los planetas, y que su anillo parecería, por aberse perdido en domingo. 1 Uno

2

de los primeros barrios construidos a las orillas del río San Francisco en el siglo xvi, habitado en un principio principalmente por castas, más que por españoles o indígenas. Ahora forma parte del centro histórico de la ciudad de Puebla. «Alzar figura. En la astrología es tomar plantilla, thema o diseño en que se delinean las casas celéstes y los lugares de los planetas y lo demás concerniente para hacer la congetura y pronóstico que se intenta.» (Aut.)

Con lo qual, esta declarante se fue y prosiguió dichas sus nobenas y luego el domingo siguiente pareçió el dicho anillo perdido, pero que nunca esta declarante creyó al dicho Gerónimo, ni atribuyó el aber paresido sino al bienabenturado santo san Antonio. Y aunque esta declarante se le an perdido después de algunas cosas, nunca a querido consultar ni tratar al tal Jerónimo, que dixo esta declarante estar conocido en el barrio por astrólogo y que alsa figura. El tal Gerónimo (que al pareser de esta declarante [es] honbre de asta sesenta años), [está] casado con una india, y que es dicho Gerónimo estranjero y bibe a las espaldas de la bibienda de esta declarante, junto a las casas de Gernán Pérez de la Güerta, de oficio arriero, en una casa chiquita, pared en medio del dicho Hernán Pérez de la Güerta. Y asimesmo, esta declarante sabe que trata, el dicho Gerónimo (que no sabe su sobrenombre), de lebantar figura, porque esta declarante bido que el dicho Gerónimo le dio a una deuda suia llamada Mari Días, muger de Fransisco Gonsales de Alcalá, un papel disiéndole —Aý tiene vuestra merced ese papel de un signo: Traígalo consigo. Y asimesmo bido esta declarante que el dicho Gerónimo le dio a dicha Mari Días una yerba que a pareser deesta declarante era salbia,3 y le dixo que la echase en agua de la que abía de beber el dicho Francisco de Alcalá, su marido, que con esto se aquietaría, porque este era el rremedio que la dicha Mari Días abía pedido a dicho honbre, Gerónimo, la qual rresibió con el papel de su signo, la dicha Mari Dias, y dixo a esta declarante a solas: —Miren este borracho embustero, que no quiere sino sacar dinero. Y sabe esta declarante que nunca más ha consultado ni tratado, la dicha su parienta Mari Días, al dicho Gerónimo. Antes rogó a esta declarante la dicha Mari Días que le fuese a delatar por anbas lo que sabía, así del signo que a ella le 3

«Salvia. Mata ramosa, algo larga, que tiene los ramos quebrados y blanquecinos. Sus hojas son como las del membrillo, pero más largas, ásperas, gruessas y olorosas. Produce encima de los tallos un fruto semejante al del horminio. […] Es también la salvia mui conveniente a los ptysicos, si se bebe con miel.» (Aut.)

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dio como de la sortija que a esta declarante se le perdió, por quanto la dicha Mari Díaz teme la condición fuerte de su marido no se atrebe a benir ante el [ilegible] a descargar su consiensia porque jusga la mataría el dicho marido [...].

que por ellas os pidiese en el nombre de Dios padre y del hixo y del espíritu sancto. Est contufia hominalia quintalia yntes gros ynimot ysendero. Esta oración fue hallada en el sancto sepulcro de nuestro señor Jesucristo, qualquier persona que la truxera consigo será libre del poder de sus enemigos y de justicia. Y no será sentensiado a muerte. Y no morirá de muerte supitaria, ni en fuego, ni en agua de mar y tierra, ni morirá de hiero de animal ponsoñoso. Aprovecha para mal de corazón y de gota coral5 y peste, y dolor de costado. En su casa, donde estuviera, no abrá cosa mala ni cairá raio ni otras cosas malas y verá a la Virgen Santíssima quarenta días antes de su muerte. Esta oración es aprovada por la Sancta Ynquisisión, por siete notario[s] apostólico[s]. Yo, el autor apostólico, doy fe que la trasladé y que fue hallada en el Sancto Sepulcro de nuestro señor Jesucristo. Para aprobación de ésta se la ataron al pescuezo de un per[r]o y le dieron diez y siete puñalada[s], pasávase banda a banda y le echaron al río o agua la otra banda, y no murió. Tiene virtud que entre marido y muger no abrá discordia. Un hombre de Barselona, yendo a misa a Monser[r]ate, le salieron unos ladrones y por robarle le mataron y le cortaron la cabeza devedida del cuerpo. Al cabo destos tres días, pasó un cavallero que yba a Lérida,6 y la cabeza le llamó y le contó cómo no podía morir sin confesarse. Bolvió el cavallero a Barselona, truxo confesor y con él vinieron muchos a compañía del cavallero, por dar fe de lo sucedido, la Virgen Sanctísima la compañava. Después que fue confesado, dio su alma a Dios. Buscáronle en la ropa y hallaron en el xubón esta sancta orasión y trasladaron para quel que la truxera consigo se valiera della. Jesú[s], María y Xosép.

[Los papeles del astrólogo] [Inés de Valdés lleva los papeles del astrólogo, que estaban en poder de María Díaz, quien] los enbió a esta declarante para que por sí, y en nombre de dicha Mari Días, los trajese a dicho señor comissario, como lo hiço oy día de la fecha. Y dixo ser los mesmos quel mismo Gerónimo dio a la dicha Mari Días, la qual no pudo pareser ante el dicho señor comisario a aser declaración ni a traer estos papeles por el impedimento de estar casada con un honbre terrible de condición y no la deja salir de cassa, y por esta causa la dicha Ynés de Baldés trae en su nombre dichos papeles, y jura a Dios y a la crus ser berdad que se los bido dar el dicho Gerónimo a la dicha Mari Días, y que estos que presenta son los mesmos que entonses le dio el dicho Gerónimo a dicha Mari Días, los quales están escritos en dos medios pliegos cada uno de por sí: el uno, de una oración, y el otro, que trata de signos y planetas. Que ban firmados y rreconocidos de mí, el presente notario, y en presençia de esta declarante y de dicho comissario. [Rúbricas del comisario Alonso Pérez Camacho, Inés Valdés y del notario Bartolomé de Padilla]

[Oración del santo sepulcro]4 Jesús Cristo, hixo de Dios, salvador del mundo, sálvame. María, madre de Dios, princesa del mundo, bendita sea y adorada de todos los ángeles, ruega por mí a Dios presioso hixo hermosura de los patriarcas y profetas tesoro de los ángeles, espexo de las vírgenes, ruega por mí a Dios, a la ora de mi muerte que mi alma saliere deste cuerpo, que la anparais. Os ruego que rogais a vuestro presioso y santísimo hixo, salvador nuestro, me perdone. Y vos señora espexos de espexos, tesora de los apóstoles y patriarcas, resevida y consolada señora del mundo, virgen y señora, esperansa nuestra, fuente de piedad, prenda de los pecadores y atribulados ejércitos. Señora, a tus manos encomiendo mi alma y mi cuerpo y mis obras a tu presioso hixo, me anpares y me llevéis a buestra sancta gloria, y por virtud de estas sanctas palabras me otorguéis lo

[Carta astral] Con grande cuidado tengo visto su planeta, y si[g]no leo y sol. Y por estar conpuesto de setenta y dos estrellas unas son favorable[s] y otra adversaria, una llamada Escona y la otra Venus, y Mili. La primera es conpuesta de la primera grandeza de treinta y quatro estrellas; 5

Gota coral: «epilepsia». es una provincia de España, situada en la parte oeste de Cataluña. Limita con las provincias de Gerona, Barcelona, Tarragona, Zaragoza y Huesca, y con Francia y Andorra.

6 Lérida 4 La

Oración del Santo Sepulcro ha sido ampliamente estudiada, entre otros, por Araceli Campos (1999 y 2006).

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Ninguna estrella, señora, hará daño de su persona. En que el que nase debaxo deste planeta es alivio de pensamientos. El prudente vensa a todas las cosas. Predominó su si[g]no al corasón y Dios es sobre todos. Si cueri miracula mors error calamitas de mons le pra fugiuns a e gri sur juns sane seduuns mare vincula menbra res que perditas petuuns acipiuns yuvens ca iperivus perycula sesat nesesitas a crans hic yx sensions dican paduano sit no men domini benedictum et hoc nunque et vs yn seculum 1 escontafia 2 hominanalia 3 quintalia  4 yntegros  ynimo yn sendero.7 Nasió estando el sol en león y se engendró estando el sol en sagitario: novienbre. de la segunda grandeza es conpuesta de veinte y sinco; de la tersera grandeza es conpuesta de doze; y la quarta de treze; las quales son causa del bien y mal de las que nase[n] debaxo de la exaltasión del sol a su nasimiento. La ques llamada Milis le prometa a su vezes gran descanso, en que las otras son contrarias al sol. Como es rey y señor de ellas, las vensa toda[s]. Y león es sobre todos los animales, los vensa. Assí, el que nasiera debaxo de este planeta y si[g]no será señor de sus enemigos, y lo[s] benserá a todos. El sabio y prudente es señor de lo que quisiere. Dios lo dexó a nuestro libre albedrío.

Sertifico y doy fee ser este papel el que presentó ante el doctor Alberto Pérez Camacho, canónigo della santa ygleçia, consultor y comisario del Santo Oficio y para que conste que dicha Ynés de Baldés lo presentó, lo firmé en dies días del mes de enero de mill y seissientos y cinquenta y un años. [Rúbricas] vol. 436, sin exp., ff. 99r-103r Catálogo: 2273 y 2183. «Sobre cómo, con la ayuda de un astrólogo y de san Antonio, se pueden encontrar objetos perdidos»; «Carta astral de signo Sagitario».

7 Aquí

se agrega una traducción parcial del latín que resulta ilegible.

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El hombre que se convirtió en toro 1 Indagación sobre un rumor que corría acerca de un hombre que tenía al diablo pintado en las espaldas y que se había convertido en toro.

E

n1el pueblo de San Juan del Río,2 en beinte días del mes de henero deste año de mil y seisientos y sinquenta y uno, como a las dose del día, ante el señor licenciado Simón Nuñes Bala, comisario del Santo Oficio deste dicho pueblo, paresió siendo traído por don Baltasar Lopes de Soria, y juró en forma que dirá verdad, un hombre español que dixo llamarse Antonio de Vallejo, soltero, que sirbe a dicho don Baltasar Lopes de Soria, de edad de dies y nuebe años. El qual, por descargo de su consiensia, dise [y] denunçia que la Nochebuena del año passado, estando en la estansia grande parlando con una mulata llamada Margarita de Ybarra, soltera, que vive en dicha hacienda, y tratando de un hombre llamado Juan Andrés, maiordomo de la hasienda que llaman de «Galindo», deste dicho partido, le dixo dicha Margarita de Ybarra que le habían dicho a ella que dicho Juan Andrés tenía pacto con el diablo y que lo tenía pintado en una espaldilla.3 Y que la persona que se lo abía dicho le dixo que, yendo con dicho Juan Andrés, abía salido un toro bramando, y le dixo que porque le abía tenido miedo, que se apartava. Y fue aí donde el toro benía dicho Juan Andrés, y lo perdió de vista. Y dentro de una hora salieron dos toros bramando. Y que parlando con don Baltasar Lopes de Soria, su amo, estando comiendo, parlando de dicho Juan Andrés, a su pareser abrá quinse días, le dixo cómo le abían dicho a este declarante que dicho Juan Andrés tenía pintado el diablo en la espaldilla. Y que por esto que le abían dicho dixo que le parecía que «en esta vida no le podían castigar, que en la otra, podía ser». Y quando dicha Margarita de Ybarra le dixo lo que tiene referido, no abía más que unos muchachos durmiendo, y estaba sola con este dicho declarante. Y ésta es la verdad por el juramento que tiene hecho. Y siéndole leído dixo que 1 Este

proceso ha sido estudiado por Santiago Cortés Hernández (2004). Juan del Río: pueblo situado en el camino entre las ciudades de México y Querétaro, perteneciente a la provincia de Nueva España, Audiencia de México; actualmente pertenece al estado de Querétaro junto con los otros lugares mencionados en este proceso (Galindo, Estancia Grande), que existen como pequeños poblados. «Espaldilla. La parte de la espalda donde está el hueso, junto al qual empieza el juego del brazo.» (Aut.)

2 San

3

estaba bien escrito y prometió el secreto. Y por no saber escrivir lo firmó por él el dicho señor comisario.

[Declaración de Margarita Méndez] En el pueblo de San Juan del Río, a beinte y sinco días del mes de henero de mil y seisientos y sinquenta y un años, como a las quatro de la tarde, ante el señor licenciado Simón Núñez Bala, comisario del Santo Oficio deste dicho pueblo, paresió siendo llamada y juró en forma que dirá verdad una mujer que dixo llamarse Margarita Mendes, y por otro nombre Margarita de Ybarra, mulata libre, soltera, de edad de dies y nuebe años, que bive en la estançia de Xothez, pertenesiente a la Estancia Grande de este dicho partido de San Juan del Río, en casa de Grabiel Morales, mestiso, su padrastro, que está casado con Francisca de Ybarra, su madre, mulata. [...]. Preguntada si sabe o ha oýdo decir que alguna persona tenga pacto con el demonio o le tenga pintado en las espaldas, dixo que se acuerda que la Nochebuena del año passado de mil y seisientos y sinquenta, estando parlando en la estansia de Xothez, en la cassa donde vibe con un hombre llamado Antonio Ballexo, español, le dixo: —¡No sabe usté cómo disen que un besino llamado Juan Andrés trae al demonio pintado en una espaldilla y que se bolbió toro! Y esto le dixo porque a ella, dicha Margarita Mendes, se lo contó un hombre llamado Pedro de Ybarra —mulato libre, cassado, que asiste al presente en la hacienda que llaman de Galindo, jurisdicción deste pueblo de San Juan del Río—, el qual abrá tiempo de quatro años que estando en la Estansia Grande una noche, no se acuerda qué día, le dixo el susodicho (que es tío de esta declarante): —¡No sabes lo que me sucedió: que Juan Andrés se volvió un toro negro! Que yendo yo con él en la çerca a sacar el ganado, salió un toro bramando… Que se benía para ellos. Y dixo entonses el dicho Juan Andrés: —¿Ya bienes, hermano?

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Y se fue asia el toro. Y una neblina los cubrió, al toro y al dicho Juan Andrés, y quitada, abía bisto dos toros. Y estubieron allí los dichos dos toros más de tres oras hasta que volvió otra neblina y los cubrió. Y entonces salió el dicho Juan Andrés a caballo y que se desaparesió el otro toro. Y que quando abía llegado el dicho Juan Andrés a donde abía dexado a dicho Pedro de Ybarra le dixo: —No tengáis miedo, Pedro, que es un camarada mío que me trujo un recaudo. Y entonces le dixo a esta declarante dicho Pedro de Ybarra que le abían dicho que traía al demonio pintado en una espaldilla. Y quando le contó a dicha Margarita Mendes lo que tiene referido el dicho Pedro de Ybarra, estaba en su compañía otra mosa mestisa llamada Ysabel, que es ya difunta. Y esta es la berdad por el juramento que tiene hecho. Siéndole leído dixo que estaba bien escripto y que no lo dise por odio. Prometió el secreto y por no saber escrevir lo firmó por ella el dicho señor comisario.

[Declaración de Pedro de Ibarra] En el pueblo de San Juan del Río, en primero de disiembre4 de mil y seisientos sinquenta y tres, como a las dies de la mañana, ante el señor licenciado Simón Nuñes Bala, comisario del Santo Oficio en dicho partido, paresió siendo llamado y juró en forma que dirá verdad, un hombre que dixo llamarse Pedro de Ybarra, mulato libre, casado, que dixo asiste en la Estansia Grande deste dicho partido y ser baquero en ella; que dixo ser de edad de quarenta años poco más o menos. Y siendo preguntado si sabe o presume la causa porque a sido llamado, dixo que no sabe ni presume por qué causa puede aber sido llamado. Fuele dicho que en el Santo Ofisio le sita en un dicho sierta persona que abrá tiempo de nuebe años que estando en la Estançia Grande le dixo dicho Pedro de Ybarra: «no sabes lo que me susedió, que sierta persona se bolbió un toro negro; que iendo yo con él en la serca a sacar ganado salió un toro negro bramando que se benía para ellos». Y dixo entonses dicha sierta persona:

«ya bienes hermano». Y se fue hasia el toro y una nieblina los qubrió y quitado dicha nieblina bido dos toros más de tres oras, hasta que bolbió otra nieblina y los qubrió. Y entonses salió dicha persona a caballo y le dixo que no hubiese miedo, que era un camarada que le abía traído un recaudo. Y así mismo dixo Pedro de Ybarra le abían dicho que dicha sierta persona tenía un demonio pintado en una espaldilla. Que por reberensia de Dios se le pide y encarga recorra su memoria y diga enteramente la berdad. Respondió que no se aquerda aber dicho las palabras en ningún tiempo, ni aber oído que alguna persona tenga demonio pintado en la espaldilla, y esto es la berdad. Fuele hecha otra bes monisión5 que por reberensia de Dios recorra bien su memoria y diga la berdad, pues está sitado que vido que sierta persona, yiendo con él, se abía buelto toro y que le abían dicho que tenía en la espaldilla pintado al demonio. Y rrespondió que no se aquerda aber dicho en tiempo alguno semejante cosa ni oído desir tales palabras. Que sólo se aquerda que abrá algunos años que, asistiendo en la hasienda de Galindo, un mulato llamado Miguel, que a mucho que asistía en dicha hasienda, estando juntos los demás baqueros y el dicho Pedro de Ybarra, contaba algunas cosas como las que se han referido. Y así el dicho Pedro de Ybarra, como todos los demás, le tenían por medio loco. Y después se fue a Solaia6 y sabe que murió allá y no se aquerda de otra cosa. Y que puede ser que alguno de los demás baqueros que oieron lo que desía dicho Miguel […] lo contasen a algunas personas. Y que aunque asistió en dicha hasienda de Galindo algún tiempo, nunca bido cosa contra nuestra santa fe católica, lei ebanjélica y libre ejersisio del Santo Ofisio. Y ésta es la berdad por el juramento que tiene hecho. Y siéndole leído dixo estaba bien escrito y que no lo dise por odio. Prometió el secreto y por no saber escribir lo firmó por él el dicho señor comisario. vol. 439, exp. 4, fols. 19v-22v Catálogo: 2274. «De cómo un hombre, que tenía al diablo pintado en la espalda, se volvió toro por tres horas.»

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«Monición. Aviso, amonestación.» (Aut.) tratarse de Celaya, ciudad cabecera del municipio homónimo en el sureste del estado de Guanajuato, a 50 km al oeste de la ciudad de Querétaro. Su nombre proviene del vasco Zalaya, que significa «tierra llana».

6 Podría

4 Al

margen: Pedro Ybarra declarante.

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El tesoro del monte Denuncias de los ritos y adoraciones que se realizaban en cuevas a ídolos de piedra.

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n la çiudad de México, sávado, quatro días del mes de março de mill y seisçientos y cinquenta y un años, estando en su audiencia de la mañana, el señor ynquisidor don Francisco de Estrada y Escovedo mandó entrar en ella [a] un hombre, que viene de su voluntad, del qual reçivió juramento en forma devida de derecho, y prometió de deçir verdad de lo que supiere y fuere preguntado y de guardar secreto de lo que dixiese. Y dijo llamarse Juan de Palomares, del ávito1 esterior de la Terçera Orden,2 natural de esta çiudad, de officio gorrerro3 y golillero, que vive detrás de la Yglessia Mayor, de hedad de quarenta y ocho años, poco más o menos, y que por descargo de su conçiencia viene a declarar un casso que le a suçedido, que le pareçe deve y tiene obligaçión de manifestarlo en este Santo Tribunal. Y es que abrá como año y medio, poco más o menos, que estando en la ciudad de la Puebla, de donde era veçino, le dixo Niculás de Pineda —veçino de dicha çiudad y natural de ella, de officio sastre, cassado, al barrio de San Bernardo, primo de María de Tapia, muger de este declarante—, que abría como ocho o nueve años que s[e] avía enamorado de una yndiçuela en un pueblo que, aunque se le nombró, no se acuerda quál le dixo, si bien fue açia la provinçia de Tlascala4 o la Puebla. Y que savido esto por un yndio viexo, padre de la dicha yndiçuela, le dixo que ya aquello no tenía remedio, que al parecer devía de averla avido donçella, pero que él lo rremediaría, de manera que dicho Niculás de Pineda tuviese con qué passar, pero que avía de cassarse con su hija y le daría una cosa de grande inportançia, como haçerlo rico, y que, assí, se dispusiesse a yr con él y haçer todo lo que él hiçiese. Y que, llevado de la cudiçia, el dicho Niculás de Pineda le ofreció hacerlo así. Y que en esta conformidad el dicho yndio viejo, cuio nonbre nunca le dixo, le hizo vestir en traje de yndio

tlaxcalteco y le amarró las guedejas de la caveza con un trapo no muy limpio, y de esta forma le avía llevado a la sierra de Tlaxcala. Y entrádole por el monte, donde avía muchas hermitas de ýdolos de yndios, a los quales el dicho viexo hiba adorando y ensinciando con copal5 blanco. Y que él hiba haciendo aquesta adoraçión y çeremonia de ynçensar, como el dicho yndio viexo se lo avía mandado, aunque no lo avía hecho de su coraçón [sino] por curiosidad de ver el paradero de aquello. Y que en esta forma avían llegado los dos a una cueba donde estavan muchos ýdolos de oro y plata. Y que a la puerta de ella avía salido una culebra grande con una caveza de benado, arrojando fuego por la boca y los ojos, que dio muestras de querer enbestir al dicho Niculás de Pineda, pero que el dicho yndio viexo avía hablado en lengua otomite6 a la dicha culebra, con que se avía hido o des[a]pareçido. Y que entrando los dos en dicha cueba, entre los ýdolos de plata y oro que en ella avía, estava uno de la Malinçe7 y otro de Monteçuma8 puestos los pies en un mundo de oro a quien el dicho yndio y el dicho Niculás de Pineda vieron, y a quien el dicho yndio viejo adoró y encendió con copal blanco. Y que aquel ýdolo le avía hablado al dicho yndio, y preguntádole que quién era aquel hombre que yba en su compañía, a que el dicho yndio le respondió que era su hijo. Y que en dicha cueba avía un thesoro de plata y oro, y cinco cajas de moneda, y que assimesmo avía un toro de plata en cuia frente estava un grande espejo que dava luz a la 5

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En el original tachado: orden. La tercera orden podía ser de San Francisco, de Santo Domingo o de Nuestra Señora del Carmen. Los seglares podían profesar la regla de estas órdenes con ábito exterior, es decir, sin dejar de ser seglares. «Gorrero. El que tiene por oficio hacer gorras.» (Aut.) Tlaxcala: población situada al norte de la ciudad de Puebla, en la provincia de Tlaxcala, una de las cinco en que se dividió la Nueva España al principio de su consolidación. Actualmente es la capital del estado de Tlaxcala.

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Copal, derivado de la voz náhuatl copalli, es el nombre «con el cual se designa la resina producida por varios árboles de la familia de las burseráceas, que los antiguos mexicanos usaban principalmente como incienso en sus templos y que hoy tiene numerosas aplicaciones comerciales». La voz ha llegado a valer como resina en general (Mej.). Otomite es variante para referirse a la lengua y grupo indígena de los otomíes, habitantes principalmente de los estados de Querétaro, Hidalgo y Guanajuato, y en grupos minoritarios de los estados de Puebla, Tlaxcala, Veracruz y San Luis Potosí (Mej.). «Malintzin. Célebre india [...] instruida y conocedora de varias lenguas, sirvió de intérprete a Cortés, quien la hizo bautizar con el nombre de Marina y la guardó constantemente cerca de sí. Tuvo un hijo con ella, don Martín Cortés.» (Siméon, 1999). Monteçuma, Moctezuma o Mocteuhçoma se refiere al noveno de los soberanos de Tenochtitlan, durante cuyo reinado llegaron los españoles a México (Siméon, 1999).

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escuridad de dicha cueba, que le avía caussado gran temor. Y que en el discurso del breve tiempo que allí avían estado los dos, también avían entrado más de seisçientos yndios de todos aquellos alrredores que yban adorar aquellos ýdolos. Y que esto era ordinariamente los lunes y los sávados. Y que sin haçer otra cossa se volvieron los dos al pueblo [de] donde avían salido, desde donde el dicho Niculás de Pineda avía buelto a la dicha cueba y sacado de las arcas de moneda alguna, hasta en cantidad de más de quatro mill pesos, según dixo a este declarante, a quien dixo tanto el dicho Niculás de Pineda en orden a esta riqueza que con persuaçiones que le hizo y facilidades que le pusso, ya le avía reduçido a yr en su conpañía. Si bien, después, mirándolo mejor y aconsejándose con personas religiossas, mudó de pareçer, espeçialmente pareçiéndole, por algunas çircunstançias que hubo en el casso, que todas eran patrañas y enbustes del dicho Niculás de Pineda. Y por lo que mira a la adoraçión que dize hizo a los ýdolos, aunque sin intençión como él mesmo se lo confessó a este declarante, a venido a denunciarle a este Santo Officio,

adonde pressenta un papel […], de letra de este declarante, notado del dicho Niculás de Pineda, porque no save leer ni escrevir, el qual es un hombre hablador y de poca verdad en su trato, como lo ha experimentado en muchos años de comunicación. Mayormente que, tratando este declarante, debía con él, siempre se le escussava y huía el cuerpo, dejándose regalar de aqueste declarante que le pareçe tirava a esto solo el dicho Niculás de Pineda, a quien no trató más de esta materia. Que todo lo que a dicho es la verdad, so cargo del juramento que tiene fecho, con que fue mandado salir de la audiençia, y lo firmó. [Rúbrica: Juan de Palomares] Ante my, Bartolomé de Galdiano caja 208, carpeta 1 (exp. 1), fols. 32v-34v Catálogo: 2276. «Sobre los ritos idólatras que los indios tlaxcaltecas hacían en cuevas.»

Cerros de Xingo y San Juan en los Chichimecas, Querétero, 1584 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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«Córtote ruda para mi ventura»: Mónica, la hechicera Acusación criminal formulada por el fiscal Thomás López de Herrenchun, contra Mónica de la Cruz, «famosa hechicera, maestra de hacer y dar hechizos».

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l licenciado Thomás López de Herrenchun, secretario de este Santo Officio y al presente hago officio de fiscal dél, en la mejor forma que aya lugar en derecho, premisas sus solemnidades, acusso criminalmente a Mónica de la Cruz, mulata o castiza, soltera, vecina de la ciudad de la Puebla de los Ángeles, residente en la ciudad de Cholula,1 de officio tamalera, pressa en las cárçeles secretas de este Santo Officio, que está presente. Y digo que siendo la susodicha christiana, baptisada y confirmada, y gozando como tal de las gracias, privilegios y exempciones de que los fieles y cathólicos christianos deben gozar y gozan, contraviniendo a la proffisión hecha en el santo sacramento del baptismo, ha hecho, dicho y cometido, creído y tenido, visto hacer, decir y cometer contra lo que cree, tiene prédica, sigue y enseña nuestra santa fee cathólica, es ley evangélica, siendo como la susodicha es famossa hechizera, ussado de yerbas, sahumerios supersticiossos y otros embustes, diciendo ciertas palabras, y comunicando a otras personas que savían y ussaban de las cossas referidas, procurando con semejante engaño sacar y robar dineros o cossa que lo valiesse, teniendo como tendría (según es de presumir) pacto expresso con el Demonio, cometiendo otros muchos delictos de que en general la acusso, y en particular de lo siguiente: 1. Que refiriendo a esta rea, cierta perssona, un cuydado y aflicción con que se hallaba, ésta la dixo que le diesse un real para velas y la resaría una oración para saver si havía de volver o no cierto hombre que aguardaban, y de quien se havía tratado. Y haviéndole dado dos belas e ýdose esta a su cassa, otro día, de mañana, volvió a la de la dicha persona y la dixo que la una vela que havía puesto en su nombre para hacer dicha oración havía estado muerta, lo qual era señal que aunque el dicho hombre vendría, no sería tan presto sino 1 Población

situada muy cerca de la capital del estado. En la zona arqueológica de Cholula aún se conservan los restos de lo que fue un importante asentamiento indígena antes de la llegada de los españoles y que fue destruido durante la conquista y sus habitantes masacrados. Poco tiempo después se inició la reconstrucción de la ciudad y se edificaron numerosas iglesias sobre los antiguos templos prehispánicos. Se le considera la ciudad habitada más antigua de México.

muy tarde, y que tampoco se acordaba de ella. Y assimismo le daría cierto zahumerio para que, cuando viniesse a verla dicho hombre, se sahumasse con él y sahumasse también dicha persona para que no se volviesse a ir y que la lumbre que havíasse de servir para lo dicho, la hechasse por ay y la derramasse, advirtiendo a la dicha persona que si dixesse que ella la havía dado aquel zahumerio, la havía de quitar la ventura. Y pidióle dos reales, y dádoselos e ýdose ésta, volvió después y trajo a la dicha persona una pelotilla, la qual recibió. Y habiéndola puesto detrás de una puerta, buscándola después, no la halló. 2. Y que haviendo escrito la dicha persona una carta al hombre que esperaba y desseaba viniesse, diciéndoselo a esta rea y dándole quenta de ello, ella le pidió la dicha carta antes que la serrarse, y cogiéndola por una de las esquinas del papel, teniéndola con dos dedos, con la palma de la otra mano fue refregando todo lo escrito. Y mientras lo hazía iba disiendo çiertas palabras, las quales acabadas, haviéndole traído, a su petición, un brasero con lumbre, hechó en ella çiertos polvos o sahumerio que sacó de su faltriquera, con que sahumó lo escrito de dicha carta diciendo a la dicha persona que bien la podía ymbiar ya. Passado algún tiempo, habiendo venido la respuesta de dicha carta, mirándola esta rea, teniéndola en sus manos dixo: «bueno está». 3. Y que dando parte a esta rea cierta persona de un disgusto que la havía hecho cierto hombre, la dixo que ella lo remediaría, que le diesse dos reales que había menester. Y dando a dicha persona un papel arrugado y doblado, diziendo que lo trajese consigo, y reciviéndolo, lo pusso en cierto apossento. Y yéndose la dicha Mónica de la Cruz, habiendo buelto, preguntó por el papel que la había dado, y sabiendo que no le traía consigo como se lo había advertido, la dixo estar muy indignada, que era una tonta mal agradecida, que no estimaba lo que la daban, ni hacía casso de ello, ni ponía eficacia en aquellas cossas. Que se havían de hacer con vera, como lo hacían ciertas personas, sus amigas (que ésta nombró). Que a una de ellas se le había ido un hombre, y ella havía echo cierta diligencia con que

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havía buelto y se moría después por la dicha muger. Que lo mismo haría con el hombre que se le havía ido. Y passados dos o tres días, viendo esta rea a dicha persona, la dixo que la diesse albricias, que ya havía buelto al dicho hombre de dentro afuera, que se le encomendaba mucho, y que presto vendría a verla. 4. Y que, en continuación de los embustes, enredos, supersticiones y hechizos de que esta trataba, dixo a cierta persona que comprasse una olla nueba, la llenasse de agua y en ella le hechasse ciertas raíses y unos pelos que esta le dio. Que no cenasse aquella noche, sino que antes de acostarse bebiesse del agua dicha lo que no havía de ver ni saber ninguna otra persona fuera de las dos, que tuviesse quenta con lo que aquella noche soñasse, y otro día se lo dixesse. Y haviendo buelto por dos veses esta rea, en distintos días, y preguntado a dicha persona si havía hecho aquella diligencia y bebido de dicha agua (haviéndole hecho instancia antes en que la bebiesse), respondiéndola que no, ésta la dixo que era una tonta, que la dicha agua la havía dado para que la creiesse quanto la decía y que si lo huviera hecho todo lo que soñara (como era cierto lo haría), era verdad y lo crehería y vería, que no la engañaba. Pero que como no ponía eficacia en aquellas cossas, era esa la causa de que no aprovechassen en lo que desseaba. 5. Y que haviendo trabado amistad cierta persona con esta rea, la dixo ésta que la daría un sahumerio para que se sahumasse ella y saumasse asimismo su cassa, con lo que cierto hombre que tenía no se le iría y otros la querrían. Y pidiéndole un pedazo de piedra imán2 para hacer ciertos polvos y hechar de ellos en el sahumerio, queriéndosela dar dicha persona (porque la traía consigo), como con efecto se la dio, al partirla faltó un pedacito de dicha piedra. Y metiéndose debajo de un altar que havía en la cassa donde al pressente estaban, dixo la dicha Mónica que aquello era señal de que cierto hombre de quien havían tratado, se le quería ir, y que con aquello no se le iría. Y que havía sido muy bueno el partir la piedra, encargando mucho esta rea a dicha persona el secreto en estas cossas. Y que no diesse parte de ello a otra que le nombró, aunque se lo preguntara. 6. Y que haviendo ido la dicha Mónica de la Cruz a ver a su cassa a cierta persona, la preguntó que cómo la yba con otra (conocida de ambas que allí nombraron y que trataba de lo mismo que esta rea), y respondióle que bien y que le había dado a su petición ciertas raízes por haverla dicho que sin aderesso no tendría virtud para la venta del 2

Piedra imán. «Imán. Piedra durísima y sólida, aunque no muy pesada, de color pardo obscuro, de especialíssimas propiedades, entre las quales la más plausible es atraer a sí con suma eficacia el hierro y ascero, y la inclinación de mirar siempre al Polo.» (Aut.)

pulque. Replicó esta rea diziendo que qué havía de aderesar que era una embustera, que comprara otras quatro raízes, que ella se las aderezaría para que tuviesse ventura en la venta del pulque, y para que los hombres la quisissen. Y haviéndolo hecho la dicha persona y entregado a esta las dichas quatro raízes o yerbas, llebándoselas esta rea y despidiéndose, el día siguiente volvió a ver a la dicha persona y la entregó las dichas raízes diciéndole que ya estaban aderezadas y que las dos de ellas havía menester, sin embargo de que para que tuviessen virtud se havían de comprar con el dinero de la persona a quien havían de servir. 7. Y que estando una noche (entre otras) cierta persona en cassa de esta rea, la dicha Mónica, la dixo que se assentassen a la luna, que quería hechar una suerte y que, en el interin que la hechaba, tuviesse quenta con lo que passaba en la calle. Y hablando esta rea entre sí por un rato, al cabo dél, la dicha persona la avissó que passaba una carreta de bueies, a lo que dixo ésta que la carreta significaba que ella (diciéndolo por la dicha persona) havía de salir de la ciudad y que havía de ser a caballo. Y passado lo referido, yendo en otra ocación ésta y la dicha persona a cierta cassa, viendo en ella una mata de ruda, dixo ésta a la otra persona que de la dicha mata cortasse una poca y dixesse las palabras siguientes al cortarla: Córtote ruda para mi ventura, ruda te corto para mi ventura.

Lo qual hizo la dicha persona y refirió dichas palabras según y como se lo dixo y advirtió la dicha Mónica de la Cruz. 8. Y que pidiendo ésta a cierta persona un pedazo de piedra ymán, haviéndose traído un metate para partirla, se quebró el metate y no la piedra, a lo qual dixo ésta que aquello era señal de que cierto hombre de quien se trataba tenía el corazón muy duro. Y haviéndose partido después la dicha piedra, tomando para sí ésta un pedazo, el otro que quedaba embolviéndolo en un pedazo de tafetán colorado, poniendo en él assimismo ciertas raízes, macho y embra, rebolviéndolo todo con unos pelos que a su petición se havían quitado a un hombre, de cierta parte, junto lo susodicho le dio la dicha Mónica de la Cruz a cierta persona advirtiéndola que lo trugesse consigo en la faltriquera, que con esso no se le iría el hombre de quien trataban y por quien se hacía lo referido. 9. Y que en cierta ocación la dicha Mónica dio a cierta persona un grano de sal de la mar del tamaño de una avellana, poco más o menos, y al darlo dixo que era de una poca que havía aderezado para ciertas personas que nombró, y que por lo mucho que la estimaba la daba la dicha sal, la

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Enrique Flores y Mariana Masera • relatos populares de la inquisición novohispana

que cogiesse entre las palmas de la mano y la estragasse entre ellas quando viniesse a verla cierto hombre de quien se trataba, y que atendiesse a las acciones que hacía. Y haviéndolo hecho la dicha persona según esta rea le havía aconsejado, viendo que el dicho hombre no hizo ninguna acción, dando quenta de ello a esta muger, la dixo que era mala señal y que el dicho hombre estaba divertido con otras mugeres porque, a no estarlo, era fuerza que mientras la dicha persona tenía el grano dicho de sal entre las palmas de las manos (según está dicho), el hombre referido, con su mano, se havía de llegar a la frente, o a alguna parte de su rostro. Y que el no haberlo hecho era señal que no la quería y que tenía el dicho divertimento. Y era cierto lo que cierta persona que le nombró havía dicho en orden a lo susodicho. 10. Y que comunicando a esta rea cierta persona deseosa de que cierto hombre con quien estaba en mala amistad se le fuesse sin disgusto, y que tampoco le tuviesse otro con quien assimismo estaba amanzebada, dándole quenta de ello y pidiéndola remedio para que el dicho primero hombre se fuesse con la calidad propuesta, la dicha Mónica de la Cruz la dixo que ella lo remediaría. Y sacando a la dicha persona asia el campo, estando en él, la hizo sentar sobre cierta yerba, la qual se pegó en la saia de dicha persona, a quien advirtió que ella misma se despegasse y quitasse la dicha yerba y la diesse a esta rea. Y haviéndolo hecho y recevido en sí la dicha Mónica de la Cruz, llebándola a su cassa de ella, y de otra cassa, hizo cierto sahumerio en una pelotilla la qual dio a dicha persona, advirtiéndola que quando el dicho hombre la viniesse a ver sahumasse la cassa con ello, con lo que tendría efecto su pretensión, lo qual puso en execución la dicha persona mediante el consejo que en orden a ello le dio esta rea. 11. Y que en prosecución de los malos consejos de esta muger, y en orden a sus continuos hechizos y repetidos embustes, haviendo ido a ver a cierta persona (entre las muchas con quienes trataba de las cossas dichas), la dio cierto sahumerio advirtiéndola que quando viniesse a verla çierto hombre o viesse que era hora de que la viesse, se labasse las manos con agua y de ella las partes bajas, y la derramasse luego por donde el dicho hombre pissasse el suelo donde se havía hechado la dicha agua, y con el dicho sahumerio se sahumasse, y que no ricateasse3 el hazer amores al dicho hombre quando viniesse a verla; todo lo qual era encaminado a tenerle a rraya, como le tendría, y que la querría más y no se le iría con otra. Encargando esta rea a dicha persona el secreto en estas cossas, y que no diesse quenta de ellas a otra que allí nombró. 3

ricateasse: regatease.

12. Y que comunicando a esta muger cierta persona que desseaba hallar camino para que cierto hombre se cassasse con otra que allí se nombró, dixo esta rea que ella haría la diligencia en orden a saver si havía o no de volver. Y pidiendo çinco velas, haviéndoselas dado, y llebádoselas a su cassa, volviendo otro día a la de la dicha persona, la dixo como havían ençendido las dichas velas, y que havían estado muy duras en gastarse, y que a la media noche havía oído un ruido de tropel de caballos, todo lo qual era mala señal. Y que aunque el dicho hombre volvería, sería muy tarde, diciendo, assimismo, que la persona por quien se havía hecho esta diligencia era muy desgraciada y su estrella no tan buena como la de la persona a quien esta muger refería lo susodicho. 13. Y que haviendo aconsejado la dicha Mónica de la Cruz a cierta persona que suviessen en cierta noche sobre una pared caída de cierta cassa, haviéndolo hecho, dixo ésta que mirasse atentamente si divissaba alguna luz de cierta cassa de una persona que nombró. Y que, si acasso la viesse, era señal que la havían de hacer cierta caussa por el pulque que vendía. Y que si no havía luz, no le harían caussa, advirtiendo, assimismo, a dicha persona que, en el ínterin que miraba lo susodicho, rezasse un credo. Y haviéndolo hecho y dicho a esta rea lo que havía visto, la dixo que era buena señal. Y que todo estaba quieto. 14. Y que haviendo dado ésta a cierta persona una jícara llena de agua mezclada con otra cossa, la dixo que derramasse dicha agua en la puerta de la calle de su cassa, y que al derramarla tuviesse quenta con lo que viesse y passe. Y haviéndolo hecho dicha persona y referido a ésta, que mientras havía hecho lo que le havía ordenado, havía passado un hombre a caballo. La dicha Mónica la dixo que se saliesse luego de la ciudad antes que le sucediesse alguna desgracia, que el passar a caballo el dicho hombre, y haverlo visto dicha persona, era señal que la convenía hacer lo que decía, y que la creiesse a ella y a cierta persona que allí nombró, tratando y comunicando en esta y otras ocaciones muchas de las dichas cossas, assí con la dicha persona como con otras. 15. Y que tratando cierta persona de confessarse, y procurar el remedio de su alma, arrepentida de las mal[da]des que por consejo de esta rea y otras havía cometido, queriendo confesarse de sus delictos, yendo en busca de confessor que la encaminasse a salir del mal estado en que estaba, esta perniciossa muger, no contenta con el daño que le havía hecho, procuró de su parte impedir el remedio de su alma, aconsejando como aconsejó a dicha persona que en ninguna manera confessasse al confesor las cossas que con ella y otras personas le havían passado, poniéndole para ello

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muchos miedos, y diziéndola que cofesssar dichos delictos a la ora de la muerte o referirlos en su cassa y a solas ante un Christo, y confessar otros pecados al confesor, bastaba. Lo que hizo la dicha persona, dando crédito a la mala doctrina y peor enseñanza de esta rea; siguiendo en ello la opinión que en esto lleban muchos hereges. 16. Y que estando afligida cierta persona por la prisión de otra, comunicándolo con esta rea, la dixo que no le diesse cuidado ni le tuviesse, que ellas sólo havían hecho algunos sahumerios y labatorios, lo que era cossa de burla. Y que si la dicha persona pressa havía volado, y amassado el pan que vendía con el agua con que bañaba a un niño, que lo pagasse en ora buena. Tratando de otras cossas en orden a lo susodicho. 17. Y que en cierta ocación dixo ésta a cierta persona que le procurasse unas cerdas de caballo que fuesse morzillo,4 y haviéndolo hecho y recevido ésta, en sí las cerdas, y pedido que le buscassen un almires prestado; entrándose en cierto apossento, y hecho que dicha persona aguardasse la puerta dél para que no entrasse otra alguna, al cabo de un buen rato, después de haver metido en dicho almires lo que esta llebaba consigo, salió con un genio de sahumerio puesto sobre las cerdas dichas. Y entregándolo a la dicha persona, la dixo que hiciesse barrer su cassa, y que tragessen lumbre nueba y en ella se echase el dicho sahumerio y sahumasse toda la dicha cassa, que con aquella diligencia, y haverla barrido y regado antes, saldría toda la desgracia y la que dicha persona tenía en sí. Lo qual hizo por muchas vezes, según se lo havía aconsejado la dicha Mónica de la Cruz. 18. Y que yendo esta rea a pedir a cierta persona unos reales, como en otras muchas ocaciones los pedía y sacaba, haviéndole dado dos por haverla dicho que eran para cierto remedio, passados dos días, la trajo un clabo rajado por en medio, y al darlo dixo a dicha persona que lo reciviese, que ya lo traía aderesado. Y haviéndolo recevido, pidió de nuebo unos listones de ciertos colores y un poco de oro hilado para hacer cierta suerte, procurando por todos medios robar esta rea lo que podía, dándole, como le daban muchas personas, reales y otra cossas, assí por los fines para que los pedía, como por el temor que la tenían de que no les hiciesse daño como le havía hecho a cierta persona, que por no haverla dado un poco de arina que la havía pedido, le hizo gran daño y menoscabo en el orno que tenía en su cassa, y en que cosía el pan. 19. Y que, en continuación de los malos consejos de esta muger, superticiones y hechizos que practicaba, dixo a cierta persona que comprasse unos ajos y manogillos de tabaco. 4

Morzillo: «marrón».

Y que hecho pedasos menudos, uno y otro, junto lo fuesse poniendo y metiendo en los rincones de su cassa. Que con aquella diligencia, aunque quissiessen hacer algún mal o daño a dicha persona, no se le haría nadie. Y, assimismo, la dixo y aconsejó que si le suçediese, passar algún arroyo, con el agua dél se labase la cara, manos y brazos, repitiendo y diziendo las palabras siguientes: Báyasse el mal y béngame el bien.

Que con aquella diligencia que hiciesse y palabras que dixesse se le quitaría toda la desgracia que tuviesse en sus cassas, diziéndola y aconsejándola, assimismo, que para lo susodicho de echar fuera la desgracia y tener ventura, cogiesse con sus manos las faldas de su camissa y teniéndolas assí, cortasse un poco de sávila, y al cortarla o arrancarla dixesse: Córtote, sávila mía, para mi ventura, sábila mía, córtote para mi ventura.

Y que, assí cortada, la pusiesse en una tinagera. Y que si creciesse y estuviera verde era señal de su bentura, y si se secasse era señal de desgracia; tratando otras cossas en orden a lo referido, y diciendo a dicha persona que ciertas limaduras de hierro que tenía, con un pedaso de piedra imán, las hechasse en los quicios de sus puertas y pussiese con dicha piedra otras limaduras nuebas. 20. Y que preguntando cierta persona a esta rea que quién era el Compadre de quién ordinariamente trataban, y muchas vezes nombraban, respondió que era el Demonio. Y se debe presumir que las salidas que de noche hacía, eran en orden a verle y comunicarle, lo qual se verifica por haver dicho en cierta ocación, a cierta persona, que ella y otras havía[n] ido o iban cierta noche a dar de cenar al Compadre, disfrazando con este nombre al Demonio con quien esta muger tendría pacto expresso para todas sus cossas, consultándole en ellas y siguiendo su consejo y parecer en orden a sus maldades y hechizos. 21. Y que estando esta rea y otras personas con quienes de ordinario trataba de sus embustes y hechizos, haviéndose hecho en su presencia cierta suerte, estando, a la puerta de la calle de cierta cassa, desseosas de saber si cierto hombre a quien por mal fin comunicaba esta muger, y para saver si la quería o no, y en orden, assimismo, a tener ventura y dinero, dixo y refirió la dicha Mónica, las palabras y oración siguiente, ussando de ella y refiriéndola en muchas ocaciones, no sólo para los fines dichos, sino también para otros de que ésta trataba, y es como se sigue:

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Marta Martilla, señor Compadre y la Comadre me ymbíe dineros, y al hombre que quisiere bien. Y para ver si es verdad, que ladren los perros y cante un gallo. Y el diablo cojuelo hará esto por mí.5

Las quales palabras no sólo decía la Mónica, como está dicho, sino también las oía decir a cierta persona, como con efecto se las oyó en muchas ocasiones. 22. Y que haviendo ido esta rea a cassa de cierta persona, preguntándola si havía venido a verla cierto hombre de quien antes se havía tratado y hecho algunas diligencias en orden a ello, respondiéndola que no, pasando por cerca de ellas (al tiempo que esto decía) una mosca grande, dixo la dicha Mónica de la Cruz que ya no podía tardar el dicho hombre, que quando una mosca de aquellas entraba o passaba era señal que venía el hombre que desseaban ver, prosiguiendo en tratar de las cossas referidas no sólo en esta dicha ocación, sino en otras muchas. 23. Y que en confirmación de las maldades de la dicha Mónica de la Cruz y la perseverancia en ellas, añadiendo delictos a delictos y culpas a culpades, estando en tan mal estado, se a atrevido a comulgar y recevir el sacramento, cuerpo de nuestro sacramentado, confessándose antes de algunas culpas, callando los inormes delictos con que se hallaba, aconsejando a ciertas personas que assí lo hiciessen a tiempo de confessarse, cometiendo en esto tan gran sacrilegio y maldad, con fin de llebar adelante sus embustes y hechizos. 24. Y que aunque ha sido amonestada muchas vezes y recevídola juramento en orden a que diga y declare la verdad, assí de sí como lo que save de otras cómplices, está tan pertinaz y negatiba que no lo ha querido haçer, de que se induçe el mal ánimo con que proçede y que su intención no es otra que perseverar en el mal estado en que se halla,

ussando diabólicamente de sus hechizos, supersticiones, embustes y maldades, en daño y perjuicio de su conciencia, con que se ha hecho indigna de la misericordia que en este Santo Officio se acostumbra con los buenos y verdaderos confitentes, lo qual ésta no ha sido sino tan pertinaz y negatiba quanto consta por sus confessores. Demás de lo qual es de presumir y creer que la dicha Mónica de la Cruz a hecho, dicho y cometido otros muchos delictos contra nuestra santa fee cathólica y ley evangélica, vístolas hacer, decir, y cometer a otra personas, siendo con ellas cómplice, lo qual calla y encubre maliciosamente, de que la protesto accussar en la prosecución de esta su caussa y siempre que a mi noticia llegaren, y desde luego la accusso y de hechizera, supersticiossa y embustera, usurpadora y robadora del dinero y hazienda agena, y de que tiene y ha tenido pacto con el Demonio, conocido con el nombre de Compadre, y por esto ser herege.

[Condena de Mónica de la Cruz] Haviendo visto el processo y causa criminal tocante a Mónica de la Cruz, mestiza natural de la ciudad de la Puebla de los Ángeles, soltera, y residente de la ciudad de Cholula, en el obispado de la Puebla, pressa en las cárceles secretas, y en conformidad, fueron de voto y parecer, saliesse en forma de penitente con una coroza e insignias de hechicera en día festivo a la iglesia de Santo Domingo, de esta ciudad. [Y la condenaron también a doscientos azotes, y a destierro perpetuo de la ciudad de la Puebla de los Ángeles a «seis leguas en contorno», y a tres años de servicio en el hospital.] vol. 562, exp. 6, fols. 505r-511v Catálogo: 2073, 2162. «Para obtener dinero y al hombre que se desea», «Sobre cómo pedir ayuda a la sábila para quitar desgracias».

5 La

oración de Santa Marta fue muy común en la Nueva España, como se aprecia en los trabajos de Quezada (1973 y 1974) y Campos Moreno (1999). Para las oraciones y conjuros de Santa Marta véase en la introducción el apartado dedicado a las brujas.

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«Por Dios y por Sancta María…»: la tijera y la batea de María Parrales Denuncia contra una mujer que, mediante ciertas palabras a manera de conjuro, es capaz de adivinar quién es el culpable de ciertos robos por medio de unas tijeras y una batea.

E

n la ciudad de México, martes, catorce días del mes de abril de mill y seiscientos y cinquenta y quatro años, estando en su audiencia de la tarde, el señor Inquisidor don Juan Sáenz de Mañozca mandó entrar en ella a un hombre que viene de su voluntad, del qual, siendo pressente, fue reçevido juramento en forma devida de derecho, so cargo del qual prometió de decir verdad. [...] [Declara] que abrá unos çinco o seis meces que le faltaron de un baúl que tenía en su apossento —que es en la cassa en que vive don Luis de Berrio, Alcalde de esta Corte— unos reales de a ocho, que no se acuerda puntualmente qué cantidad fuesse. Y con ocasión de habrir el dicho baúl para pagar unos catorçe pessos que devía a una muger española llamada doña María Parrales, que vivía entonces en la calle de la Palma, en casas de don Martín de Rivera, halló dicho baúl avierto y que le faltaban los dichos reales de a ocho. Y aquel mesmo día fue este declarante a ver a su cassa a la dicha doña María Parrales y a darle la escussa de que no le llevava los dichos catorce pessos por el hurto que le havían hecho y le contó lo que le havía passado. Y entonçes la dicha doña María Parrales le preguntó a este declarante si maliçiaba1 quién le havía hecho el hurto, y este declarante le respondió que con dos camaradas estava en dicho su apossento pero que no se persuadía que ellos lo huviessen echo, porque en el tiempo que a este declarante le faltaron los dichos reales de a ocho, ninguno de dichos sus camaradas havían faltado del apossento. Y que, rodando la comberssaçión, le dixo la dicha doña María Parrales que si este declarante2 quería saver quién le havía echo el hurto, que arían los dos cossa por donde este declarante supiesse la persona que havía echo el hurto. Y assí que oyó este declarante esto le caussó admiraçión y la preguntó que qué cosa era la que havían de haçer, y la dicha doña María Parrales le respondió que «Eran palabras sanctas y de Dios». Y que con esta seguridad vino este declarante en que se hiciesse lo que

deçía la dicha doña María Parrales, y por el enfado con que se hallava de que se le huviesse hecho el hurto. Y que la dicha doña María Parrales, que estava actualmente desnuda y acostada en la cama, por ser por la mañana entre ocho y nuebe, pidió a su madre, Antonia de Parrales, que le trajesse una batea3 de madera redonda y que fuesse enjuta. Y haviéndola traído de la coçina la dicha Antonia Parrales, se la puso sobre la cama a la dicha su hija, doña María Parrales, que se sentó en la cama. Y puesta boca abajo la dicha batea, trujo unas tixeras pequeñas de estuche la dicha Antonia Parrales, y las abrió en cruz, poniendo las dos puntas en la batea clavadas. Se salió fuera del apossento, y quedándose este declarante con la dicha doña María Parrales le dixo que con el dedo índice de la mano tuviesse él uno de los arillos de dichas tixeras por avajo, y la dicha doña María Parrales con el dedo índice de su mano tubo el otro arillo por debaxo, de modo que tubieron suspenssa en el aire la batea en que estavan clavadas las dichas tixeras por las puntas sin que a la dicha batea llegasse ni topasse cossa alguna de la ropa de la cama, ni de la ropa del vestido de este declarante. Y que teniendo assí suspensa dicha batea, le dixo la dicha doña María Parrales que pussiese este declarante en su imaginaçión [a] la perssona de quien sospechasse, cada vez una de las que hiciessen aquello que estavan haçiendo, diçiendo alternativamente entre los dos tres veçes las palabras que ella le desía. Y en esta conformidad, pusso este declarante en su mente una de las perssonas de quien sospechava y dixo con la dicha doña María Parrales las palabras siguientes, empezando este declarante y respondiéndole la dicha doña María Parrales:

1

3

«Malicia. Se toma también por rezelo o sospecha.» (Aut.) confessante y sobreescrito declarante.

Por Dios y por Sancta María que fulano me quitó (nombrando la perssona que estava en su mente de palabra) tanta cantidad de pesos.

2 Tachado

«Batea. Un género de bandeja o azafate de diferentes hechuras y tamaños, que viene de Indias hecho de madera pintada.» (Aut.)

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A que la dicha doña María Parrales respondía Por Dios y por Sancta María que no.

Y repetido tres veçes en la forma que lleva referido, no hiço movimiento la batea. Y que de esta suerte fue prosiguiendo en deçir este declarante las mesmas palabras hasta otras dos perssonas. Y la dicha doña María Parrales respondió ambas veçes «Por Dios y por Sancta María que no». Y que viendo la dicha doña María Parrales que la batea no haçía ningún movimiento, hiço intançias a este declarante que pussiesse en su mente, mirando si tuviesse alguna otra persona de quien poder sospechar, y que no hallando perssona, y a la verdad ni aun haciendo casso de aquello que estaban haciendo, se le vino muy acasso a la memoria un muchacho llamado Juan Ponçe Horta, siete u ocho años de hedad, hijo de uno de dichos sus dos camaradas, que dormía también en el mismo apossento. Y començando a deçir este declarante las palabras referidas de «Por Dios y por Sancta María…», y nombrando el nombre del dicho muchacho, començó a dar buelta en redondo la dicha batea que estava en el ayre, de suerte que se les caýa encima de la cama, de que se quedó espantado este declarante por más de un credo.4 Y haciendo repare en ello la dicha doña María Parrales, le dixo que se havía espantado, y este declarante la respondió que de qué se havía admirado de que aquella criatura huviesse hecho el hurto y de lo que havía passado con la batea. Y que para más certificarse este declarante, recelándose no huviesse dado la buelta dicha batea por defecto de estar canssados ya él y la dicha doña María Parrales, passado algún breve rato, la pidió que voliessen a haçer lo referido de la batea. Y cojiendo ambos las tijeras y suspendiendo la batea en que estaban clavadas, tornó a poner en su imaginaçión una de las perssonas a que no se havía meneado (nombrándola) la dicha batea. Y diciendo las palabras dichas no se meneó, y volviendo a poner en su imaginación al dicho muchacho, sin deçir ninguna de las palabras, dio buelta la batea en redondo. Y volviendo a deçirlas y nombrando al dicho muchacho, volvió a dar la dicha buelta en redondo, con que no quisso volver a hacer más esperiencia y lo dexó. Y que este declarante preguntó a la dicha doña María Parrales, si podía perssona sola haçer aquello que los dos havían echo, y ella le respondió que sí, teniendo con ambas manos suspendi[d]a la batea por los ojos de las tixeras, como la havían tenido. Y que acavado esto, se fue este declarante a su cassa y coxió al dicho muchacho y le preguntó que cómo le havían

4 Sigue

siendo muy común en la actualidad medir el tiempo por la extensión de oraciones. Así, por ejemplo, tres avesmarías se emplean para realizar la cocción de los huevos.

hurtado el dinero y si alguien le havía avierto el baúl, a que estuvo negativo dos días que duraran las instançias y algunas veçes que le açotó. Mas por tema de saber si era verdad que havía echo el hurto y que passados dichos dos días, confessó que havía allado avierto dicho baúl y sacado el dinero que faltava. Y se halló ser verdad porque en algunas partes que señaló el muchacho sacó él mesmo algunos seis pessos. Y que, passado esto, fue este declarante a ver a la dicha doña María Parrales y le contó lo que le havía acaeçido con dicho muchacho, y le respondió ella que viera cómo era çierto lo que le havía dicho, y que no lo dixesse a nadie. Y que abrá un mes que haviéndole sacado a este declarante el mesmo baúl como unos seis o siete pessos de un taleguillo de reales que en él tenía —por haver dejado avierto dicho baúl, a lo que le pareçe—, cojió una batea de madera enjuta y clavó unos tixeras de su estuche, y por pareçerle circunstancia, ençima de su mesma cama, la suspendió con los dedos índices de sus manos por la parte inferior de los ojos de las tixeras. Y dixo las mesmas palabras que le enseñó la dicha doña María Parrales, poniendo en su imaginación la perssona de quien sospechava y respondiendo como le havía respondido la dicha doña María Parrales. Por más que hizo la diligençia, y se canssó, no surtió efecto. De donde a sacado que, en virtud de alguna otra cossa que él no alcança ni se lo reveló la dicha doña María Parrales, da la buelta dicha batea al nombrar la perssona que hizo el hurto. Y que de esto se acussa, como lo hizo ante el presente señor Inquisidor esta semana sancta, que le mandó viniesse a haçer esta declaración como lo a echo por el descargo de su conciencia. Y que nunca más a buelto a ver a la dicha doña María Parrales, por haverla desterrado el señor virrey duque de Albuerquerque por muger de mala vida. Y que esta es la verdad. caja 208, carpeta 1 (exp. 1), fols. 124v-128v

[A la protagonista de esta denuncia nos la encontramos en otro proceso contra una mujer llamada Doña Ynés, alias «doña María Parrales». La acusación, fechada en miércoles, 6 de abril de 1655, en la ciudad de México, estuvo a cargo de Jusepha del Sacramento, criada de María Parrales, y va como sigue:] Viendo la dicha doña María que la bategüela no haçía ningún movimiento, como ella lo deseaba, haçiendo aquella diligençia por saber si se havía de hir o no en dicho mes de

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junio el dicho Conde de Alba, le dixo a esta declarante que cojiesse un paño de polvos que allí estava sobre la cama y se lo metiesse esta declarante en su seno, como con efecto se lo metió. Y la dixo que volviesse a cojer la bategüela, como de antes, y assí teniendo cada qual de las dos sus dedos en los anillos de las dichas tijeras, le dixo a esta declarante que dixesse:

la tenían e[n] bago, la volviessen. Lo qual visto por la dicha María, dixo a esta declarante: —Déjala, déjala. Y la dejaron, quitando las tijeras que en ella estaban clavadas. caja 208, carpeta 1 (exp. 1), fols. 191r-193v

Por Dios y por Santa María que no tengo el paño.

Y lo dijo esta declarante, y la dicha doña María: Por Dios y por Sancta María que tú tienes el paño.

Y al deçir esto se yba volviendo la bategüela ella por sí mesma, sin que esta declarante ni la dicha doña María, que

catálogo: 2278, 2632. «Contra doña María Parrales, por clavar unas tijeras en una batea y suspenderla en el aire con los dedos índices, diciendo unas palabras para descubrir quién había hurtado unos reales», «Contra María Parrales por tener una batea de palo boca abajo con unas tijeras clavadas en la punta para saber si el conde de Alba se marcharía al Perú».

La Santísima Trinidad. Impreso religioso, 1653 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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La voz del patle Denuncia contra un grupo de indios que adivinaban los nombres de los ladrones dentro de su comunidad mediante la ingestión de una hierba llamada «patle».

E

n la Ciudad de México, sábado, dies días del mes de abril, de mil y seiscienttos y cinquenta y cinco años, estando en su audiencia de la mañana el señor inquisidor licenciado don Bernabé de la Higuera y Amarilla, mandó entrar en ella a una muger que biene de su voluntad, de la qual y estando pressente, fue recevido juramento en forma devida de derecho, so cargo el qual, prometió de decir verdad y guardar secreto de lo que passase con ella y aquí dixere. Y dixo llamarse María de Quirós, mestiza, natural y bezina de esta Ciudad de México, que oy está en servicio de doña Catalina de Contreras —cassada con un hombre que está ausente y no save cómo se llama, que bive en los portales de la Plazuela del Marqués, frente de la cruz—, y ser de hedad de beinte y tres años, de estado soltera, y que por descargo de su conçiençia viene a deçir y declarar lo siguiente.1 Y es que abrá tiempo de un año que, habiendo muerto la madre de esta declarante, viéndola que estaba sola, una muger llamada Catalina de Soza, que dice es española, y la verdad es que no lo parece sino mestiza, le dixo a esta declarante que se fuesse a bivir con ella a su cassa, que allí tenía cassa y de comer, con que esta declarante llebó su ropa a cassa de la dicha Catalina de Soza, que bive junto al convento de San Pablo, en una galería que havía allí, perteneçientes al dicho convento. Y está la dicha Catalina de Soza en serviçio del maestro fray Martín de Peralta, del orden del fraile san Agustín, que vive en dicho convento de San Pablo, y que pocos días antes de la Pascua de navidad próxima passada, del año de cinquenta y quatro, suçedió que por la puerta falsa de la huerta del dicho convento entraron unos ladrones, y de la celda del dicho fray Martín de Peralta hurtaron un casso, un candelero, una arpa y una ropilla de los mozos que le servían al dicho padre. Y luego, el día siguiente por la mañana, fue un mulato llamado Sebastián, esclabo del dicho fray Martín de Peralta, que le sirbe en la selda, a cassa de la dicha Catalina de Soza y le refirió el hurto que se havía hecho en la selda de su amo, y la dicha Catalina de Soza malició si acasso un mulato, yerno

suio, llamado Nicolás Alonso, esclabo assimismo del dicho padre fray Manuel, que le sirve en la selda, havía hecho el dicho hurto, diciendo que havía de haçer diligencia para saverlo, sin decir de qué modo havía de ser. Y esta declarante pensó que mandando decir una missa por las ánimas del purgatorio por haverle pedido un real dicha Catalina de Soza a esta declarante, y que sería, según entendió, para ayuda de la limosna de la missa. Y esta declarante se fue al pueblo de Ystatalco,2 que dista una legua de esta ciudad, en busca de gallinas para revender, por ser su trato. Y haviendo buelto a su cassa a la oración,3 vido que entraron en un aposentillo de la dicha cassa donde viven, unos yndios, [a] meter carbón en un brazero y dos velas grandes de a medio y quatro huebos, que todo lo entró una indisuela de los dichos yndios, ya grandesilla, y que haviendo cenado esta declarante y la dicha Catalina de Soza, parlando con ella, como a las dies de la noche, le dixo esta susodicha que q[u]é milagro era que les havía dado carbón y belas a los yndios. Y la dicha Catalina de Soza la respondió que se lo havía dado porque aquella mesma noche havía de tomar un patle4 un yndio llamado Bartholo, que bivía en dicho apossento, para saver quién havía hecho el dicho hurto, que ella havía ymbiado a comprar el patle a la plaza, con una yndia llamada Angelina, que bive en dicho aposento y es cuñada de dicho yndio Bartholomé. Y que tomaba el patle aquella noche por ser biernes y haver ayunado aquel día, porque el dicho patle se ha de tomar en viernes, y ha de ayunar aquel día el yndio que le ha de beber, y que ha de ser de noche y que aya silencio y no aya ruido, ni ladren los perros, porque si ay ruido se espanta el patle y no habla. Y preguntándole esta declarante a la dicha Catalina de Soza cómo havía de saver el dicho yndio con aquella bebida del patle quién hizo el robo, la dicha Catalina de Soza le

1 Al

4

margen: Ratificada a solas 233v.

2 3

Iztacalco: pueblo cercano al lago de Texcoco, posteriormente barrio de la Ciudad de México. «Oración. Se llama comunmente la parte del día quando va a anochecer, porque en aquel tiempo se toca en las iglesias la campana para que recen los fieles la salutación que el ángel hizo a Nuestra Señora.» (Aut.) Patle o patli: medicina o hierba medicinal (Simeón, 1999).

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respondió que havía de venir el patle a hablarle y decirle quién havía hecho el dicho hurto, sin decirle en qué forma ni figura havía de venir el dicho patle. Y que el día de aquella noche que se havía de tomar el patle havía de ser muy claro y sin nubes, y el sol havía de haver estado muy claro. Y que aquel brazero de carbón que havían metido era para que se calentasse el dicho yndio Bartholomé, porque en bebiendo el patle le havía de dar mucho frío. Y que las dos belas eran para que estuviessen ensendidas delante del dicho yndio. Y que los huebos eran para que los bebiesse el dicho yndio en acabando de hablarle el patle. Con que esta declarante se fue a acostar y no save a qué ora de la dicha noche bebió el patle el dicho yndio. Y después de acostada esta declarante, tubo una pesadumbre con la dicha Catalina de Soza, por unas gallinas que le devía la susodicha y no se las pagaba. Y que el día siguiente por la mañana, como a las ocho de ella, el dicho mulato Sebastián se assomó a un corredorsillo de la celda del dicho padre Peralta, que cae al patio de la vivienda de la dicha Catalina de Soza. Estándola oyendo esta declarante sin que la viessen, llamó el dicho mulato a la dicha Catalina de Soza y la preguntó, desde el dicho corredor, que cómo le havía ido aquella noche, y ella le respondió que mal, porque no havía dicho el yndio quién lo havía llebado, más de que dos mestizos y un mulato lo havían hurtado y llebádolo asia La Merced.5 Y que no quería deçir sus nombres porque eran conocidos, y que havía de intervenir justicia en ello y havía de haver mucho ruido. Y que no le dixo la dicha Catalina de Soza [a] esta declarante en qué género de bebida havía de tomar el patle el dicho yndio. Y que aquella tarde, como a las cinco de ella, estando hablando la dicha Catalina de Soza con la yndia, cuñada del dicho yndio, de cómo no le havía dicho el patle dónde estaba el dicho hurto, la dicha yndia le dixo que esta diablo coata6 le havía hechado alguna maldiçión quando riñó con ella. Diciéndolo por esta declarante en su lengua, porque es coata por haver nacido ella y otra hermana juntas. Y como ésta oyó y entendió lo que decía la dicha yndia por ella le dixo que la havía hecho, pues la llamaba de diablo. Y que entonses le dixo la dicha Soza que: —Bueno, me havía de suceder, pues reñiste conmigo anoche y gritaste. Con que se devió espantar el patle.

Y esta le dixo que si el haverle dicho que le pagasse sus gallinas era parte para que no hablasse el patle. Y ella le dixo: —Pues esso, hasta porque gritaste. Y que el día siguiente, a medio día, haviendo ydo el yndio e yndia a la plaza, quedó solo el apossento. Y tratando estas dos, de cómo no havía dicho el patle dónde estaba el hurto, dixo la dicha Soza: —Quisás estos mismos yndios devieron de hacer el hurto, y porque no lo dixera el patle devieron de beber el tisne de algún comal o de alguna olla, porque en bebiéndolo el que hizo el hurto no lo puede deçir el patle. Y le mandó a esta declarante la dicha Catalina de Soza, que fuesse al apossento de los dichos yndios, que es una galera larga y escura, y biesse si havía en ella alguna olla o comal boca abajo. Y por estar tan escuro encedió bela esta declarante y entró a buscar en la dicha galera los susodichos, y halló sobre una bentana un comal puesto boca abajo, y salió y dixo a la dicha Catalina de Soza, la qual entró con ésta y bio el dicho comal. Y le dixo a ésta: —Por éste comal no habló el patle. Y que a la tarde, haviendo buelto las dichas yndias a cassa, llamó la dicha Soza a la yndia Angelina y le preguntó que quién havía puesto allí aquel comale y la india la preguntó que ella no lo havía visto, y ella la dixo que allá en su aposento y fue y lo vio, y bolvió y dixo que otras yndias que se havían mudado de allí lo habrían dejado.

[La india vieja]

5 La

Vino una yndia muy vieja a medio día a que la diessen de comer. Y preguntándola esta declarante a la dicha Soza qué yndia vieja era aquella, le respondió que era su amiga y la quería mucho, porque mucho tiempo havía que le havían hurtado una saya,7 y para saber quién la tenía, una noche, en su propio aposento, le havía hecho beber a dicha yndia de este mesmo patle, y la acostó a los pies de su cama. Y que cerca de media noche oyó la dicha Soza al dicho patle que hablaba con la dicha yndia vieja, y que la decía que sirviesse siempre a la dicha Soza y no la dejasse donde quiera que fuesse. Y que haviendo dado las doce de media noche, oyó al dicho patle que decía a dicha yndia: —¿Cómo ésta señora (y diciéndolo por la dicha Catalina de Soza) no se santigua, siendo tan buena christiana, dando las doce que es la ora en que Jesucristo nació?

6

7

Merced es un barrio del centro de la Ciudad de México, donde se ubican el mercado y el convento de La Merced, construido a principios del siglo xviii por Juan de Herrera. «Cuata. (del mex. coatl, culebra, mellizo.) Mellizo, gemelo, mielgo.» (Mej.)

Saya se denomina al «vestido de la muger de los pechos abaxo, y lo de arriba sayuelo» (Cov. s.v. sayo).

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Y que oyendo a la dicha yndia que le decía al patle que tenía mucho frío, se lebantó de su cama la dicha Soza, y la tapó con una saya. Y se espantaba dicha yndia dando un grito diciendo: «Jesús», y se quedó sin habla. Y estubo assí por un rato, y buelta en sí, dixo, como que hablaba el patle: —Anda, vete, que nos han espantado. Con que no habló más, ni se supo quién havía hurtado la dicha saya. Y que del susto y espanto havía estado la dicha yndia muy mala. Todo lo qual le contó la dicha Catalina de Soza a esta declarante estando las dos solas.

[Las piedras de colores] Estando en compañía de la dicha Catalina de Soza, le dio dos chalchigüites,8 que son dos piedras la una verde y blanca y la otra negra. Y le dixo la susodicha que las guardasse entre unos algodones y los sacasse al sol que se calentassen, y que si hiciesse aire, las tapasse porque no se quebrassen, y que con

8

aquellos chalchigüites, primeramente Dios y luego ellos, no le faltaría a esta declarante qué huviesse menester y que esta declarante sin hacer casso de esto ni creer lo que le dixo la dicha Soza los hechó en su cassa, donde han estado hasta ahora, [hace] tres y quatro días que se los mostró en su cassa a un hombre mulato, zapatero, que fue a calsar a doña Catalina de Contreras, su ama, el qual, viéndolos, le dixo que los hechasse por ay y no los tuviesse consigo porque tenían vellaquería. Que él havía tenido otros, que los hechó por ay porque le mandaren que viniesse a este Santo Officio. Y esta declarante dio luego los dichos chalchigüites a una yndia llamada Clara, que vive en su cassa, que la dicha Soza y dicho mulato Sebastián tiene[n] muchos chalchigüites guardados entre algodón. caja 208, carpeta 1 (exp. 1), fols. 194r 199r Catálogo: 2281. «Del rito que hizo el indio Bartolomé, que bebió patli para descubrir quien había asaltado a fray Martín de Peralta.»

«Chalchigüite. Chalchihuite. [...] (Del mex. chalchiuitl, esmeralda) Unas veces se toma como nombre propio de una piedra verde, que se cree haber sido el espato fluor; otras como genérico de diversas piedras. De todos modos, los indios estimaban y usaban mucho el chalchihuitl.» (Mej.)

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«El gran poder de Dios y la purificación de la siempre Virgen María»: la oración de Dominga Denuncias de María Español contra una mulata que, entre otras cosas, le había enseñado cómo enamorar a los hombres y oraciones para «desenojar a la gente» y deshacerse de los enemigos. También denuncia a una mujer española, que tenía fama de hechicera.

[Remedio para que te quieran bien] [María Español, doncella, de 20 años, que asiste con doña María Español, su madre, viuda de Diego Sánchez, alguacil de bagamundo, declara] que abrá tiempo de siete años, poco más o menos, que viviendo esta declarante en el barrio de San Gregorio juntamente con la dicha su madre estava escondida en su cassa una mulata llamada Dominga, cuio sobrenombre no save por ocasión de que la quería bender un religiosso de la Compañía de Jesús, hijo de un contador de Çacatecas, vecino de San Luis, que murió en la carçel de esta çiudad cuios nombres esta declarante no save, ni tampoco no save de çierto dónde esté al pressente la dicha mulata Dominga, si bien ha oydo deçir que está en un pueblo llamado San Pedro Cuajimalpa, camino de Toluca en servicio de un hombre llamado don Luis Ramón. Y que en tiempo que esta mulata estuvo, como lleva dicho, en casa de esta declarante, que será como quince días, poco más o menos, en las que las conbersaçiones que tenía con esta declarante refirió que ella conoçía una muger en San Luis, la qual tenía, una redoma con sangre del menstruo que dava a los hombres para que la quisiesen bien, que assí lo havía1 oýdo deçir. Y esta declarante, como muchacha, y sin saber lo que se haçía, ossó de labar las faldas de una camissa que tenía sangre del menstruo (aunque en poca cantidad) y de la agua hizo chocolate y la dio a beber a un hombre para que la quisiese bien; y ella también vebió unos tragos de dicho chocolate, de que se acussa y pide misericordia, porque como muchacha no supo lo que se hizo.

el enojo. Y que pues su madre de esta declarante tenía tan mala condiçión y se enojaba cada rato con ella y demás hermanas, y que le enseñaría dicha oraçión para que la dijesse y desenojasse a su madre.2 Y con efecto se la enseñó, y es la siguiente: El gran poder de Dios y la purificación de la siempre Virgen María, y la Santísima Trinidad una y conforme su voluntad con la mía.

La qual oraçión tomó esta declarante de memoria y la a dicho barias veçes, assí para desenojar a su madre como a otras perssonas quando se enojaban, sin pareçer a esta declarante que esto pudiera ser malo por las palabras que dicha oraçión contienen, pero que nunca veía que tubiesse efecto, antes se enojaban más las perssonas quando esta declarante decía la dicha oración.

[La mulata zahorí] Ýten oyó deçir a la dicha mulata que era çaorí,3 y que quando entraba en la yglessia no miraba al suelo por no ver los muertos. Y que no vio en ella acción de que pareçiesse adivina, sino muchas de habladora, embustera, y alabanciossa.4

[Oración para desenojar a la gente] Y que la dicha mulata Dominga, dixo también que ella savía una oraçión para que quando una perssona estuviesse enojada con otra, en diciendo dicha oración, se le quitase 1 Tachado:

que. 

2

Más adelante María cita otra oración con la misma intención. «Zahorí. El que dice ver lo que está debajo de la tierra o detrás de una pared o encerrado en un arca, o lo que otro trae en el pecho, como no tenga algún aforro de grana. Esta es una gran burlería y manifiesto error.» (Cov.) 4 Palabanciorra quiere decir aquí "habladora con embustes". Uso no documentado. 3

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[Doña Inés y la noche de San Juan] Ýten, declara que en el pueblo de Guachinango,5 adonde esta declarante estaba abrá tres años, poco más o menos, conoció a una muger llamada doña Ynés, cuio sobrenombre no save, cassada con Diego de Barbosa, portugués de aquella jurisdicción. La qual dicha muger dixo a esta declarante ser natural de las Yslas Canarias, y que siempre a vivido en puertos de mar, y al presente assiste en el pueblo de Papantla6 —si bien oyó deçir los días pasados que era muerta—, y que, parlando con esta declarante, la dixo que si quería saber su ventura echasse unos claveles en la calle la mañana de San Juan y el que passando por la calle cojiesse uno de los claveles le preguntasse cómo se llamaba, porque de aquel nombre havía de ser el marido que cassase con ella.7 Y esta declarante echó la mañana de San Juan que se siguió tres claveles, y aunque passaron por la calle diferentes perssonas, ninguno los lebantó. Y diciéndoselo a la dicha doña Ynés, la respondió que los volviesse a echar la mañana de San Pedro siguiente, que a ella le havía suçedido lo mesmo, y le havía salido bien su bentura, porque el hombre que lebantó de la calle uno de los claveles que ella havía echado havía sido su primer marido. Y que esta declarante, con la curiosidad de ver su bentura, volvió a echar en la calle otros tres claveles la dicha mañana de San Pedro y a las doce del medio día passó una yndiçuela y los lebantó. Y diçiéndoselo esta8 declarante a la dicha doña Ynés, para que viesse su buena bentura, ella la respondió que no importaba, que aquello era señal de que no se havía de cassar tan presto, con que la tubo por embustera. Si bien la dicha doña Ynés tenía opinión de bruja, y echicera, en el dicho pueblo de Guachinango, a donde le dixo a esta declarante una mulata libre llamada Juana de Viloria —veçina del pueblo de Tamiagua,9 adonde vivía la dicha doña Ynés y de donde la desterraron por muger de mala lengua—, que en dicho pueblo de Tamiagua tenía mala opinión de echizera y bruja, y que para qué la dejava entrar en su cassa esta declarante, a quien assí mesmo la dijo un negrito que está en dicho pueblo de Tamiagua —esclavo, que fue de un portugués de aquella jurisdicción,

5 Se

refiere al pueblo de Huauchinango, que de 1580 a 1787 fue cabecera de de la provincia del mismo nombre en la Audiencia de México, que comprendía la parte norte de los estados actuales de Puebla y Veracruz. 6 Pueblo cercano al puerto de Veracruz en la Audiencia de México, notable por sus zonas arqueológicas de asentamientos totonacas. 7 Echar flores la mañana de San Juan para conocer al futuro marido es una tradición común en Europa. 8 Tachado: confess. 9 Población huasteca localizada al norte del actual estado de Veracruz.

cuio nombre no save,10 ni el del dicho negrito—, y que la dicha doña Ynés era bruja y bailaba con candelillas detrás de la cassa del alcalde mayor. Y comúnmente decían en aquella jurisdiçión que la dicha doña Ynés havía chupado una criatura de dicho pueblo de Tamiagua; que esta sospecha se fundava en que, haviendo amaneçido muerta una niña pequeña, hija de unos vecinos de allí, la dicha doña Ynés lo havía savido sin salir de su cassa, y dava gritos en ella diciendo que por qué havían de decir que ella havía chupado a aquella criatura.11 Y todos deçían que cómo podía saber la dicha doña Ynés desde su cassa lo que passaba en la del vecino sin havérselo dicho nadie. Todo lo qual oyó esta declarante deçir al dicho negrito y a la dicha mulata, y a un sobrino suio, negrito, llamado Manuelillo.

[Las tres matas de sábila] Ýten, declara haverle dicho a esta declarante la dicha doña Ynés que su madre tenía tres matas de sábila colgadas en su cassa, allá en su tierra: las dos, por dos hijos suios que tenía en las Yndias, y la otra por un sobrino suio. Y que de las dos de sus hijos, la una se secó y después tubo nuebas de que era muerto. Y que la otra se pusso muy fresca y ancha, y después supo que el otro hijo suio se havía cassado ricamente; lo qual nunca le pareçió bien a esta declarante, y assí no le acabó de oýr la comberssaçión. Y que aunque se confessó desto en el pueblo de Guachinango con un fraile agustino, no le advirtió que lo declarasse en el Santo Officio, sino que ella le pidiesse perdón del mal conçepto que tenía de ella como lo tiene de pressente, porque la dicha doña Ynés da ocassión para ello, por ser muger muy habladora, y algunas veçes habla en latín y es muy amiga de leer libros. Y que no se le ofrece otra cosa ni tiene que deçir más que pedir se le perdone esto que a confessado voluntariamente que a echo con ignorancia, de que está muy arrepentida y protesta la enmienda. Y que lo comunicó con su confesor, que la ordenó viniesse a dar noticia de ello al dicho señor inquisidor, como lo hizo luego, el día de San Joséph, y aunque la mandó venir a este Tribunal, no fue con la puntualidad que deviera por quanto está a lado de su madre, que por ninguna manera no la deja salir ni save nada de aquesto, ni de su venida a este tribunal, por los disgustos que pudiera haver entre las dos.

10 Tachado: 11 Véase

y le parece. nota en «La bruja y el peyote. Agustina de las Nieves».

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[El pan y el agua] Que en dicho pueblo de Guachinango12 deçían comúnmente que la dicha doña Ynés amasaba el pan que vendía con el agua con que se lababa sus partes bergonçossas; y que con esto que a añadido está bien escrito y es la verdad, y en ello se reafirmaba y afirmó, ratificaba y ratificó, y siendo necessario lo deçía de nuebo contra las dichas mulatas Dominga, doña Ynés y su madre, y no por odio sino por el descargo de su conciençia. Encargó de el secreto y lo prometió y firmó, con que fue mandada salir de la dicha audiencia. [Rúbricas: Doña María Español, Bartolomé de Galdiano]

[Cinco días después: más oraciones para desenojar y para alejar a los enemigos] Y que quando la dicha mulata Dominga estubo escondida en cassa de esta declarante, como lleba dicho, enseñó a esta declarante dos oraciones para que quando la dicha su madre estuviesse enojada se desenojasse y mudasse de la mala condición que tiene. Y que las dixesse mirándola, las quales oraçiones aprehendió esta declarante, y son como sigue: 13

mudava de condición, antes cada día era más rigurosa. Y que el usar de ellas fue una bana curiosidad de ver si acaso surtían efectos, y más quando en ellas se nombra la Santíssima Trinidad.

[Las tres ramas de perejil] Y que16 abrá nuebe meses, poco más o menos, que vién­ dola la dicha mulata, saviendo que esta declarante estava celosa de un hombre, dio a esta declarante la dicha mulata tres ramitas de perejil, y la dixo que en teniendo acto con dicho hombre las tragase, como con efecto lo hizo esta declarante. Y que aunque no le dixo el efecto para que lo havía de haçer a lo que se quiere acordar, de la mesma acción se saca que sería para que dicho hombre quissiese a esta declarante y no a otra muger. Pero que conociendo esta declarante que por aquel medio, que tubo por malo, havía de reduçir a dicho hombre, trató dentro de tres o quatro días de dejarlo, como lo dejó por no abenturarse a hacer otra cossa peor, como la hiciera esta declarante según se hallava de çelossa, y mal aconsejándole la dicha mulata. [...]

[Descripción de la mulata] Volvelde14 el coraçón en bien, Jesuchristo de piedad, pues sois verdadero Dios y Santísima Trinidad. El gran poder de Dios te tenga,15 la Santísima Trinidad te presenta, el Espíritu Santo me defienda.

Y que estas dos oraciones aprendió esta declarante. La primera, para amansar a su madre, como lleva dicho, y la segunda, le dixo la dicha mulata que ussase de ella para deçirla quando tuviesse algún enemigo que le quissiese hacer mal, porque ella, la dicha mulata, se había librado de sus enemigos y trabajos diciéndola. Y que esta declarante dixo muchas veçes dichas dos oraciones, assí para librarse de algunos enemigos, como para que la dicha su madre mudase de condición, y que ni en lo uno ni en lo otro tuvieron ningún efecto, particularmente con la dicha su madre que no sólo [no]

Habladora en demassía, la qual es morena de rostro, de mediana estatura, flaca y al parecer de más de treinta años. Y que esto [que] a benido a declarar a ssido a escussas de la dicha su madre, en cuia cassa vive debajo de su amparo. Y a benido con muchos temores por escusar los grandes disgustos que esta declarante pudiera tener con ella si por algún camino lo llegase a entender, o saber, o la echase menos, porque a título de que iba a oýr missa pudo benir. Y que no tiene otra cosa que deçir contra la dicha mulata. caja 208, carpeta 1 (exp. 1), fols. 186r-189r y 194r-204v Catálogo: 2633, 2636. «Sobre haber tirado tres claveles la mañana de San Juan para saber el nombre de la persona con quien se había de casar. Contra doña Inés por saber que había chupado a una criatura en el pueblo de Tamiagua y por el uso de sábilas para saber el destino de unos hombres», «De los dichos y hechos supersticiosos que recomendaba una mulata para amansar y retener a los hombres deseados».

12 Al

margen: añade. margen: Primeras. 14 Metátesis por volvedle. 15 Al margen: Segunda. 13 Al

16 Tachado:

en esta.

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La yerba nanacate «Toluca, 1658. Supersticiones con pacto y uso de la yerba Nanacate.» Proceso contra indios y mestizos por el uso de hongos en ceremonias para curar enfermedades. A los indios los «ha coxido la justicia» y los ha hecho azotar por tomar nanacate (hongos). El rito incluye alhucema (lavanda) y dos reales de candelas para la Virgen del Carmen.

E

l licenciado Andrés de Çabalça,1 que hago officio de señor fiscal deste Santo Officio, como mejor en Dios aya lugar y premissas las solemnidades, paresco ante vuestra señoría y denunçio de María Vallejo,2 vezina de la çiudad de Toluca,3 muger de Augustín López, fustero. Y digo que, como consta de mi ynformación que presento con el juramento necessario, la sussodicha, dejada de la mano de Dios, ha usado de yerba nanacate,4 comiéndola con previas supersticiones diabólicas, mesclando oraçiones santas e ynvocaçión de Dios y la Santísima Virgen, sin duda para saber por medio de la dicha yerva cossas ocultas y futuros contingentes. Que el demonio, con quien se deja entender, tuvo la sussodicha pacto por lo menos implícito, representa a los que usan de dicha yerva escogida por él y comunicada a sus sequaçes para su invocaçión, tomándola con pretexto de medicina para sanar de qualesquiera enfermedades que, por los medios referidos, es también contra la pureza de la fee cathólica. Y aunque la sussodicha parece averse denunciado, fue en veinte y seis de março deste año, estando ya en antecedente testificada, como pareçe por las testificaciones del Lizenciado Francisco del Castillo y Catalina Gonzáles, y su denunciación obra el fortificar la fee de Catalina Gonzales y hazer suficiente mi ynformaçión para la captura. A vuestra señoría pido y supplico que, haviendo por presentada dicha ynformaçión mande despachar mandamiento de prisión contra la persona de la dicha María 1 Al

margen: Ressibida en doce de mayo de seiscientos y sesenta y uno ante los señores ynquisidores Estrada y Higuera, estando en su audiencia de la mañana. Es bista con lo nuebamente pedido por el señor fiscal, don Juan de Ortega. Que se califiquen los hechos contenidos en estos autos, y para ello sean llamados a este Tribunal los padres calificadores. 2 Al margen: El señor fiscal haçe presetación de la información y pide prisión contra María Vallejo, no obstante aberse denunciado, por [haber] benido testificada 6 días antes. 3 Toluca. Población situada al suroeste de la Ciudad de México, perteneciente a la provincia de Nueva España, Audiencia de México; actualmente capital del Estado de México. 4 «Nanacate. (Del azteca nanacatl, reduplicación de nacatl, carne). Hongo, seta.» (Mej.). Véase en la introducción la seción dedicada a este hongo.

Vallejo, con embargo de sus bienes; que estando presa la proseda [a] acusar más en forma y de pedir contra los cómplices, quando y como convenga. Pido justicia y juro en forma este pedimiento y en lo necesario, etcétera. [Rúbrica: Andrés de Çabalça.]

[Audiencia del 23 de diciembre de 1666] El licenciado don Nicolás de las Ynfantas y Venegas, fiscal de este Santo Oficio, en la mejor forma que aia lugar en derecho y premissas las solenidades necesarias, paresco ante vuestra señoría, denuncio y, criminalmente, me querello de María Vallejo, muger de Agustín Lopes, vecina de la ciudad de Toluca, la qual, como consta de la información que presento con la devida soleynidad y juramento necesario, ha usado de la ierva nanacate, comiéndola y precediendo al comerla muchas supersticiones diabólicas con abuso de oraciones y acciones al parecer devotas y que solamente redundan en obsequio y culto del demonio, como consta de la censura que a sus hechos se ha dado, sin que le escuse ni pueda escusarle haver usado de dicha ierva a fin de sanar de las enfermedades que ella y su marido padecían, pues notoriamente se sabe en todo el reyno ser ésta y otras semejantes iervas y di[chos], superstición, y más el fin para que la comía la susodicha y el consejo que dio a su marido para que se curasse de la ligadura que decía tener, actos todos que indican y manifiestan expresso asenso de superstición, y, principalmente, en dicho pueblo de Toluca a donde, assí por los jueces eclesiásticos como por la justicia secular, se han casstigado muchos públicamente por ese delicto, siendo para todos el pretexto de curarse, conocido ánimo de incurrir en sugestiones y supersticiones diabólicas por la experiencia de dicha ierva y notoriedad de este crimen. Por lo qual, y porque la dicha María Vallejo se denunció seis días después que estuviesse testificada, que fortifica más la denuciaciones que contra ella huvo. […]

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[Auto] En este officio de la Inquisición de la ciudad de México en veinte y tres días del mes de diciembre de mill y seiscientos y sesenta y seis años, estando en su audiencia de la mañana, el señor ynquissidor vissitador don Pedro de Medina Rico —que asiste solo, por indisposición del señor inquisidor licenciado don Juan de Ortega Montañes—, haviendo visto estos autos y lo que dellos resulta contra María Coronel, María Vallejo y Augustín López, su marido, y lo dicho por el señor fiscal, dixo que mandava y mandó se despache orden al comissario de la çiudad de Toluca para que con toda claridad diga si los susodichos son totalmente indios, nacidos de padres indios, sin mezcla alguna de otra casta y generación, o si tienen parte de otra casta y generación, y, casso que tenga duda si los susodichos o alguno dellos tienen dichas calidades, proceda a exsaminar testigos que puedan saver, con mas individuación, dichas calidades. Y hecha dicha información la remita con todo cuidado y secreto, y con él procederá a el exsamen de dichos testigos, haciendo que lo prometan y juren […]

[Antecedentes] Siendo su señoría yllustrísima el señor doctor don Juan Sáenz de Mañosca arzobispo de México, tubo noticia de lo contenido en estas declaraciones, y su señoría, con toda suabidad, castigó a Andrés Núñez, padre de María Coronel […], y a otros indios y mestiços. Mas, no a cessado el abuso que tenían los que an quedado vivos, pues, si no con las ceremonias que antes que eran valerse de la hermita del Calvario, para tomar el nanacate, lo hacen oy en algunas cassas de indios y muchas veses los a coxido la justicia y castigádo los reos o haciéndolos azotar o quitándoles el dinero. La gente que usa tomar este género, toma por instrumento el ser por medicina y, si uno está enfermo, los cómplices y ayudantes lo hacen con diferentes intensiones, pues estoy informado que, quando se juntan a tomar esta comida es a deshoras de la noche, y con prevensión de instrumentos, sahumerios, y otras cosas, teniendo maestros nombrados para que les reparta, a manera de comunión, el nanacate, y llamando a los maestros tetatzin,5 dijeron, y a las indias tenantzin.6

5 6

Tetatzin significa padre de alguno o gran padre en náhuatl. «Tenanzin. Se llama así en lugares del interior […] a las mujeres que llevan reliquias u otros objetos como ofrenda, en las festividades religiosas indígenas.» (Aut.) En náhuatl singifica madre.

Los que eso toman es gente de todo género y, como lo hacen con el pretexto de medicina, no tienen escrúpulo. Y assí es difícil de averiguar. Y luego, señor, es muy necessario el remedio, porque a más andar se va extendiendo esta mala costumbre y a de ser difícil de desarraigar. Por las denunciaciones devía aver llamado a Agustín López para que declarase, no lo e hecho por pareserme correría riesgo María de Vallejo, su muger, lo uno por lo que consta he dicho, y lo otro porque era forçoso binir en conocimiento del declarante y que podría, él o sus hijos, tomando por instrumento estarse ella en esta ciudad, darle alguno y matarla. No obstante que, siendo vuestra señoría […] y mandándomelo, hará que declare, pues escrito assí en esto, como en todo quanto se ofreciera en servicio de vuestra señoría, le ovedeseré como su criado. Que nuestro señor […] a mi deseo […] y marzo, 17 de 1658 años. De vuestra señoría capellán y siervo, que besa su mano [rúbrica] Bachiller Juan Gutiérrez

[Hechos que se han de calificar y censurar] Estando cierto hombre ligado, le dixo a su muxer que se fuesse a buscar a otra cierta muger para que lo curasse de aquel achaque, como lo hiço yendo a veer a la tal curandera y comunicándola el achaque del dicho su marido, la qual curandera dio un bebediço al dicho hombre ligado y no le hizo ningún provecho. Y por consejo de la dicha curandera fue la dicha muger a ver y llamar a otra cierta muger, que podría ser curasse a dicho su marido, con cuyo parecer fue a ver a esta segunda curandera. Y haviendo venido a la casa del dicho hombre ligado, la dicha segunda curandera a cosa de la oración, dixo curaría a dicho hombre con el ayuda de Dios y de la Virgen Santíssima, que ella avía curado a otras personas, y que comprasen candelas y sahumerio y carbón, y llebassen aquella noche un colchón a casa de la dicha primera curandera para que se sentasse el dicho ombre ligado y la dicha su muger. Y aviendo comprado dos reales de candelas y alhucema, y a cossa de las ocho de la noche, fueron el dicho hombre ligado y la dicha su muger a casa de la primera dicha curandera, que los avía embiado a llamar con un muchacho. Y estando ya en dicha casa, dixo la dicha muger del dicho hombre ligado a la dicha primera curandera que si sólo para su marido avía remedio, que mirasse qual tenía aquella mano —mostrándole una llaga muy grande que tenía en la palma derecha— a lo qual le respondieron ambas —las dichas primera y segunda curanderas— y el marido de la segunda de dichas curanderas

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que tomando la bebida con fee y devoción en Dios y en la Virgen Santíssima, sanarían ambos. Y aviendo serrado las puertas de la casa, que serían ya las ocho de la noche, encendió la dicha primera curandera —digo, una hija doncella de la dicha primera curandera—, las candelas en un altar en que avía una imagen de nuestra Señora del Carmen y otros cuadros chicos. Y se sentaron todas las personas referidas y el otro, y el dicho marido de la dicha segunda curandera les dixo que avía curado a diferentes personas de algunos achaques, y todos avían sanado con aquella bebida que avían de tomar. Y siendo como a las once de la noche, se lebantó la dicha segunda curandera y sacó de un chiquibite7 que tenía un tecomate,8 y de él fue sacando una cosa de echura de hongo, con un modo de pie largo y una cabeça pequeña que hacía a manera de un clabo, que le llaman el nanacate. Y con un muchacho llamado Juan, fue embiando la dicha segunda curandera al dicho hombre ligado, a la dicha su muger y a la dicha primera curandera, y a la dicha doncella. Y a la dicha muger del dicho hombre ligado le embió dos de los dichos nanacates, los quales comió. Y también los tomaron la dicha segunda curandera y el dicho su marido. Y quando comieron los unos y los otros los dichos nanacates fue mascándolos con tunas. Y aviéndolos comido, se hincaron de rodillas todos y reçaron a coros el rosario de la Virgen. Y después de acabado de reçar, tomó el dicho marido de la dicha segunda curandera una guitarra y empeçó a tocar en ella. Y la dicha muger del dicho hombre ligado se vio tan almareada9 que no sabía si se murió o lo que le sucedió, porque, quando bolbió en sí, estaba la dicha segunda curandera metiéndole los dedos detrás de los oýdos y la roció con agua. Y quando bolbió en sí, le pareció que el dicho su marido ligado, la mataba, y juntamente le pareció que veía allí un hijo del dicho su marido que ayudaba a ello sin estar presente. Y también vio a la dicha segunda curandera con unas barbas grandes, bermejas, y empezó la dicha muger a reñir con el dicho su marido, el qual la dixo

7 8

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Chiquibite o chiquihuite, según García Icazbalceta, es un «cesto o canasta de mimbre sin asa» (García Icazbalceta, Vocabulario de mexicanismos). Tecomate, de acuerdo con Santamaría, es una «vasija ordinaria de barro en forma de jícara o hecha de ciertos frutos como bules, guajes, cocos, calabazas, etc.» (Mej.). «Almareo. Vulgarismo mexicano por mareo.» (Mej.)

que votado a tal,10 la avía de dejar. Y luego la dicha muger se salió de dicho aposento, aunque se lo procuró impedir la dicha segunda curandera diciendo estaba sudando, y, sin embargo, se salió al patio. Y luego que salió, vio la dicha muger al mayor de sus ijos en una carrosa con muchas flores grandes, blancas, a un lado, y del otro vio a otro hijo suyo, que es menor, en muchas guerras y cuchilladas, de suerte que, queriendo yr a donde estaba su hijo el mayor, veýa al otro menor en aflicción y se yba para él dando gritos, a los quales salió la dicha segunda curandera, diciendo a la dicha muger que se entrasse dentro, lo qual no quiso hacer la dicha muger, antes pidió agua y se labó la cara y las manos, y se le quitó aquella congoja que tenía. Y se halló buena de la llaga que tenía en la mano derecha. Y antes de salir del dicho aposento esta dicha muger —y que pelease con el dicho marido—, teniendo cerca el bracero de lumbre, encima de él se quitó el paño que tenía en la mano y se refregó con la otra sobre la lumbre y le pareció que caýan gusanos de la llagas, según el tronido que hacían en la lumbre. Y el dicho hombre ligado se fue a su casa como a las quatro de la mañana y la dicha su muger se quedó allí, en casa de la dicha primera curandera, hasta el medio día donde halló al dicho su marido. Y desde entonces no han vivido en paz, ni juntos, morando en diferentes partes y lugares. [Rúbrica: doctor Juan Sáenz de Mañozca] vol. 441, exp. 3, fols. 413r-416, 424r-424v Catálogo: 407, 1509, 2660, 2673. «Sobre los actos herético y demonológicos de María de Vallejo y otros», «Contra los indios de Toluca por ingerir "nanacates" y las circunstancias en las que lo hacen», «Contra María de Vallejo por haber ingerido nanacates durante un ritual», «Hechos que se han de calificar y censurar. Sobre que María Vallejo y otros hacían ritos supersticiosos e ingerían hongos alucinógenos».

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Maldición: ¡Voto a tal!

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El duende en la caja Proceso contra Agustín de Zúñiga por hablar con un duende.

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n el real de la rexión minas de Ostoticpaque,1 nuebo reino de la Galicia, en nuebe días del mes de agosto de el año de mil seisientos y sinquenta, por la noche, ante el señor presbítero Miguel Martínez, comisario de el Santo Oficio de dicho real, pareçió sin ser llamada, y juró en forma que dirá verdad, una muger que dijo llamarse doña Gracia de Barbosa, donsella, hija de Tomé de Barbosa, difunto, y de Francisca de Castañeda, vesinos de este dicho real, de edad de veinte y dos años. La qual, para descargo de su conciencia, dice y denuncia que habrá tiempo de quatro años, o algo más (que no se acuerda bien), que bino a la casa de la dicha doña Francisca de Castañeda, su madre, doña Catalina de Castañeda, su hermana, y entre otras conbersaciones, con toda admiración y asombro dijo a las personas que allí se allaron que, estando la dicha doña Catalina de Castañeda en casa de Agustín de Súñiga —en el real del poblado de Los Reyes, distante de éste quatro leguas— pocos días antes, en su presencia dicho Agustín de Súñiga ablaba y comunicaba con un duende. Que preguntándole por muchas cosas de esta vida y de la otra —principalmente dónde estavan las almas de algunas personas difuntas—, [respondía] en este modo: que si el duende decía que sí, daba un golpe o más en una caja, y si decía que no, no daba golpe alguno. Y entre otras

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personas por quienes les preguntó, fue dónde estaba el alma de Cristobal Beltrán, si estaba en el cielo. Y que el duende no dio golpe alguno. Si estaba en el purgatorio: tanpoco dio golpe. Si estaba en el infierno: y entonces dio golpes. Y del mismo modo, con el mismo género de respuesta, dijo el dicho duende que estaba en el infierno el alma de fray Miguel Jerónimo, religioso saserdote, y que estaba en el cielo el alma de Tomé Barbosa, padre que fue de esta denunciante. A lo qual dijo la dicha Catalina haberse allado presente, no una bes, ni dos, sino muchas. Que sin recatarse de nadie y en presencia de toda su familia, el dicho Agustín de Súñiga, siempre que tenía gusto, llamaba a dicho duende y le hacía las dichas preguntas. Y esta es la verdad, por el juramento que tiene echo. Y siéndole leído dijo que estaba bien escrito y que no lo dice por odio. Prometió el secreto y por no saber escribir, lo firmó por ella el dicho comissario. [Rúbricas: Miguel Martínez y Antonio de Carvajal] vol. 435 (2ª parte), sin exp., fols. 391r-391v Catálogo. 2271. «De cómo se supo el destino de algunas ánimas con la ayuda de duendes.»

Hostotipaquillo: municipio localizado al norte del actual estado de Jalisco. En un principio se llamó Ostotipac, Ostoticapac, Ostotipaque, que en náhuatl significa «encima de la gruta». Estuvo habitado por los texcoquines, coanes, tepehuanes y otras tribus de origen náhuatl. En 1605 se descubren sus minas, llamándose a partir de entonces Real de Reales de Hostotipaquillo. En el primer tercio del siglo xvii, la alcaldía mayor de Ostotipac comprendía los reales de Los Reyes, San Sebastián, La Resurrección y Santiago, en los cuales había unas diez haciendas de minas. En 1824 pasó a pertenecer al departamento de Tequila.

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El lebrillo y el agua de mar. Una conjura morena Autodenuncia de Ana María Vázquez por haber participando en una ceremonia de adivinación junto con un grupo de mujeres para descubrir a los ladrones de algunos sus objetos personales.

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n la ciudad de México, lunes, veinte y seis días del mess de abril de mil y seiscientos y çinquenta y cinco años, estando en su audiencia de la tarde el señor inquisidor lizenciado don Bernabé de la Yguera y Amarilla, mandó entrar en ella a una muger que viene de su boluntad, de la qual siendo presente fue recivido juramento en forma, so cargo del qual prometió de decir verdad y de guardar secreto. Y dijo llamarse Ana María Vázquez, morena,1 natural de la ciudad de Santiago de Guatimala2 —y que a pocos días que llegó a esta ciudad;3 que viene de la Veracruz,4 a donde llegó dos meses ha, poco más o menos, que vino del puerto de San Christóbal de la Abana—,5 de edad de veinte años, poco más o menos, de estado soltera; y que al pressente vive al barrio de Santa Catharina,6 en casa de una mestiça llamada Josepha. Y que por el descargo de su conciencia a benido a este Santo Officio a declarar lo siguiente, que recién llegada a la ciudad de la Veracruz, en el tiempo que tiene referido, se aposentó esta declarante en cassa de una muger llamada doña Lucía, La prieta —que es de Cartagena—,7 a donde fue una negra llamada Adriana de Cabrera, vecina de la dicha ciudad de la Veracruz, dentro de pocos días de aver llegado y se la llevó consigo a su cassa, a donde la aposentó y llevó toda su rropa. 1

«Moreno. Por eufemismo, se llama así al negro.» (Mej.) Santiago de los Caballeros de Guatemala: capital del Gobierno y Capitanía de Guatemala, en la Audiencia del mismo nombre; actualmente capital de Guatemala. 3 En el original: cuidad. 4 Veracruz: puerto en el Golfo de México, pertenecía a la provincia de Tlaxcala y Puebla, Audiencia de México; actualmente capital del estado de Veracruz. 5 San Christobal de la Habana: capital del Gobierno y Capitanía General de Cuba, en la Audiencia de Santo Domingo; actualmente capital de Cuba. 6 Probablemente se refiera a la zona entre Tlatelolco y la ciudad de México, en los límites de la Lagunilla (en el cruce de las actuales calles de Brasil y Honduras) en la que había una ermita y una plaza dedicadas a santa Catarina. 7 Cartagena de Indias fue, durante la colonia, uno de los puertos más importantes de América y el mayor punto de comercio de esclavos negros. Fundada en 1533 por Pedro de Heredia y sus marinos, es actualmente la capital del departamento de Bolívar en Colombia y se localiza a orillas del mar Caribe. 2

Y pasados algunos pocos días le hisieron un robo a esta declarante en que le llebaron toda la rropa que tenía y algunos platos de plata, joias y perlas. Y andado esta8 declarante triste del robo que le avían echo, le preguntó la dicha negra Adriana, un juebes por la tarde, que si quería saber quién le avía echo el robo a esta declarante, y esta respondió que sí, aunque para ello vendiese un llavero y dos colchones que tenía. A que la dicha Adriana le respondió que no quería dineros sino que guardase seçreto, y esta declarante prometió de hazerlo assí. Y se allaron presentes a todo esto que se dijo la dicha Adriana, Ángela María —una muger española vecina de la dicha ciudad de la Veracruz—, y una mulata prieta llamada Juana Jalapa, y una negra llamada Lacumba. Que todas, menos la mulata Juana Jalapa, an estado en la ciudad de Cartaxena de Yndias. Y que el día siguiente, que fue viernes, se juntaron todas las susodichas en casa de la dicha negra Adriana, y a la ora del medio día, manda la susodicha [a una] negra suia, llamada Julliana, que fuese a la plaia y trajesse un jarro de agua. Y aviéndolo traído, mandó a la dicha negra, la dicha Adriana traer un lebrillo9 blanco y unas yervas verdes, lo qual todo se puso en una sala alta de la dicha cassa, y se fueron llegando al dicho lebrillo las dichas Ángela María, Adriana de Cabrera, Juana Jalapa y Lacumba, y se sentaron alrrededor10 del dicho lebrillo, aviendo primero la dicha Ángela María cortado una rueda de un pliego de papel y apuntando en ella algunas rayas, números y estrellas a modo de una carta de nasido, dando nombre a las dichas rayas i señalando algunos ríos, poniendo assimesmo los nombres de ttres hombres que avían venido enbarcados con esta declarante, que no les avían visto las susodichas, ni savían sus nombres; que el uno se llamava el cappitán Juan López y el otro «Espichueta» y el tercero Manuel, que eran criados del Conde de Pliego, que iba por pressente de Guatimala y murió en la ciudad de Cartagena. Y luego que 8 En

el original: la esta. «Lebrillo. Especie de barreño vidirado, de hechura redonda y más ancha la boca que el suelo. […] Con ciertos granos echaban suertes y adivinaban mirando en lebrillos o cercos de agua.» (Aut.) 10 En el original: alrredor 9

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relatos

desenbarcaron en la Veracruz, otro día se vinieron a esta ciudad de México. Y que acavada de haser la dicha rueda la dicha Ángela María, se sentaron, como dicho tiene, alrededor del lebrillo, echando el agua que avían traído de la mar dentro dél la dicha Ángela María, y poniendo11 las iervas verdes alrrededor del bordo del dicho lebrillo. Y luego puso la rrueda de dicho papel la dicha Ángela María ençima del agua que tenía el dicho lebrillo, y cojieron luego un paño de lienço vizcaíno y le pussieron alrrededor del dicho lebrillo, teniendo todas quattro del dicho paño. Y le dijo la dicha negra Adriana a esta declarante que se sentase allí enfrente en una silla alta, como lo hizo, aviéndole dicho primero la dicha Adriana que no tuviese miedo de lo que viese, y ésta dijo que no le tendría; diciéndole tanvién que se quitase tanvién las reliquias que tuviese al cuello, y si tenía algún dinero en la faldriquera12 lo sacase y lo quitase. Y aunque al principio repugnó esta declarante con todo eso, se entró en el aposento i sacó el dinero que tenía en la faldriquera y lo escondió debajo de un colchón; pero no se quiso quitar el escapulario del Carmen, ni el rosario, ni otras reliquias que tenía; antes las tapó i ocultó de manera que no la viesen estas mugeres. I bolvió a sentarse en la silla que le avían señalado, y preguntó la dicha Ángela María si estava allí13 su gatito y su perrito, y dijeron las otras: —¡Aquí está, aquí está! Y se començaron a reír. Y antes de sentarse alrededor del dicho lebrillo, se descalçaron todas quatro de pie i pierna, y teniendo el dicho paño, començó a decir Ángela María a la dicha Adriana: —Dílo tú. Y Adriana a Lacumba lo mismo, y Lacumba a la dicha Juana Jalapa y esta a la dicha Ángela María, la qual dijo: —Yo lo tengo. Y luego, al punto, apareçió sobre la dicha rueda de papel, parado en pie, el dicho capitán Juan López, del tamaño de un dedo, que le conoçió esta declarante distintamente, aviéndola preguntado primero, luego que apareçió la dicha figura: —¿Conoce a este hombre? Y aviendo dicho esta declarante que sí, que era el cappitán Juan López, le dijo la dicha Ángela María: —Pues no lo llevó él (diciéndolo por el dicho hurto), porque la quiere mucho.

Y luego desaparesió la dicha figura. Y immediatamente pareçió otra figura ençima de la dicha rueda de papel, del mesmo tamaño que el primero, y aziéndole la mesma pregunta la dicha Ángela María de si lo conoçía, espantada esta declarante dijo: —Jesús sea conmigo, este es Espichueta. Porque lo conoçió distintamente, y el vestido que traía puesto, que era de gamuças, que le avía dado don Juan Çapata, hijo del dicho conde de Pliego. Y al deçir esta declarante que le conocía, se trastornó la dicha figura, de una de las rayas de la dicha rueda con que la dicha Ángela María dijo a toda priesa: —Este lo lleva, i ba pasando un río (que nombró y no se acuerda esta declarante). Luego desapareçió y se apareció otra figura del mesmo tamaño sobre la dicha rueda del dicho papel, que rrepresentava al otro hombre llamado Manuel, que lo conoçió esta declarante distintamente, y dijo la dicha Ángela María que entre el dicho Espichueta y el dicho Manuel llebavan el dicho urto. Con que desapareció la figura del dicho lebrillo14 , con que desapareció la figura del dicho Manuel, con que quitaron el dicho lebrillo. Aviéndose sentado primero sobre él y el agua que tenía, la dicha Ángela María, diciendo desta declarante que se quería rrefrescar en aquella agua i luego se lebantó y la echó en el jarro en que le avían traído y le enttregó todo la dicha Adriana a la dicha su negra Julliana que la vevió y la dicha Ángela María guardó la rrueda del dicho papel. Y que aora se acuerda que quando puso la dicha rueda de papel sobre la agua, en el lebrillo, dava tantas bueltas que pareçía un molino de viento, i asta que se acavaron de apareçer las figuras no cesó. Y acavado todo lo referido, dijo esta declarante que quería aser dilijencia con la justicia, como lo hizo, enviando a unos hombres en busca de los dichos Espichueta i Manuel, que los alcançaron en el pueblo de Jalapa15 y no llevaban nada del urto, que lo más cierto es que lo tienen las quattro mugeres referidas. Y que a lo que tiene referido que pasó del lebrillo, se alló pressente un vizcaíno llamado Lorenço, que sirve al contador, que estubo oculto viendo lo que pasava trás de un pabellón, puesto el susodicho por orden de esta declarante. Y que quando dijo esta declarante que quería 14 Tachado:

11 Tachado

en el original: unas. 12 «Faldriquera. La bolsa que se insiere en la falda del sayo. [...] En ella embutimos la bolsa, el pañizuelo, los guantes y otras cosas.» (Cov.) La voz variaba entre faldriquera, fartriquera y faltriquera. 13 Sobreescrito: alli.

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y se. Xalapa: el nombre original de esta población veracruzana era Xallapan, que en náhuatl significaba manantial en la arena, pero durante el período colonial, los españoles lo castellanizaron y le dieron el nombre de Jalapa. Se localiza a unos 100 km del puerto de Veracruz y actualmente es la capital del estado.

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azer dilijençia por la justicia, le dijo la dicha Adriana que no dijiesse el modo como lo avía savido, sino que un negrito lo avía dicho, que les avía encontrado en el camino y que llebavan el dicho urto. Y que yéndose a confesar a San Francisco con un religioso, no la quiso absolver, ni le dijo que viniese al Santo Officio. Asta que un religioso de Santo Domingo, que no save su nombre, y otro de San Agustín le mandaron diese quenta al Santo Officio. Y que primero se avía confesado con un clérigo que llaman el padre Torres, capellán del Governador don Juan de Esquivel, estando presa esta declarante con la cárçel y mui mala, al qual le comunicó lo que tiene declarado desta y lo de confessión, i no la quiso absolver antes, y dijo que aquello que a visto lo callase i no lo dijese a nadie, que eran casos mui delicados y que

las perdonase. Y ésta le dijo que la rropa que ella se las perdonava, que lo demás le haçía mucho el escrúpulo. Y el clérigo le dijo que mirase que se la llevaría el diablo y que no quedava confesada. Y esta declarante le dijo que ella lo avía de deçir al Santo Officio, aunque no se confesaría en un año. Y denttro de ttres o quattro días se mudó de cassa de la dicha Adriana y se fue en cassa del dicho contador, y que no se acuerda por aora que devía decir otra cosa,16 y que lo que tiene dicho es la verdad [...]. caja 1602, sin exp., fols. 205v-209r Catálogo: 2282. «Sobre haber usado agua de mar, un lebrillo blanco, yerbas verdes y un papel en forma de rueda con rayas y nombres escritos para descubrir un robo.»

Plano Parcial del Puerto de Veracruz, 1790 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

16 Sobreescrito:

otra cosa.

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Los señores de los montes y las lagunas Declaraciones de un largo proceso, que iniciara en el año de 1665, sobre los rituales paganos practicados por un mestizo ante algunos indios de Tuxtla, para predecir el futuro.

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n el pueblo de Tustla,1 en dies y seis días del mes de agosto de mill y seiscientos y setenta y cinco años, por la mañana, antte el señor Bachiller Antonio Zerrezuela Calderón, comissario del Santto Oficio y vicario provisor de esta governación del Soconusco,2 pareció siendo llamado y juró en forma que dirá verdad, un hombre que dixo llamarse Pedro Brabo, yndio tributtario, nattural de este dicho pueblo de Tustla, cassado con Catalina Marroquín, yndia, assí mesmo deste dicho pueblo, de hedad de ochenta años. Preguntado si sabe o presume la causa por que a sido llamado, en lengua mexicana (en que se administra este pueblo y la saben todos los natturales dél, y dicho señor comisario), dixo y respondió que presume es llamado para declarar algunas cossas que sabe a hecho Thomás Ramírez, mestiso, nattural y vecino deste dicho pueblo, marido de Ysabel Josepha, yndia amulattada, las quales por descargo de su conciensia las refiere. Y dize que dicho Thomás Ramírez fue a casa del declarante, abrá tiempo de dos años, poco más o menos, y le dixo fuese a su cassa a dessoras de la noche a ver el don que Dios le abía dado para llamar a los dueños de los monttes y de las lagunas, de los quales sabría el declarantte todo lo que quisiese, y tendría noticia si su vida avía de ser dilatada o breve, y si avía de vivir con felicidad o trabajos. Y que ynstado del dicho Thomás Ramírez fue dos veses a su casa, como le abía dicho, con el silencio de la noche, sólo por ver si era verdad lo que le persuadía. Y que lo entró el dicho Thomás Ramírez en un aposento de su cassa que tenía muy enramado y enmedio dél una mesa con rosas, un platto con algunos reales y unas masorcas de cacao. Y que presumió que aquel platto estaba allí para que ofresiesen algo en él, aunque él no lo hiço, ni supo que dicho Thomás Ramírez lo aconsejaçe a los que allí concurrieron. Y que se acuerda asistieron con él, en las dos ocaciones referidas, el dicho Thomás Ramírez, su mujer e hijos; Martín López —quien también llamó al declarantte

para las funciones en nombre de dicho Thomás Ramírez— y Ysavel, muger de dicho Martín López; Visente Suares y su muger doña María Pérez; y Matías Martín y su muger Catalina. Y que estaban en dicho aposento dos sillas muy enramadas, en las quales decía dicho Thomás Ramí­ rez se sentaban los señores de los monttes y lagunas que a sus ruegos benían a beçittarle y a consolar a los que le acompañaban. Y que apagando la tea que tenía ensendida en el aposento y el fuego de la coçina, hablaba dicho Thomás Ramírez en diferenttes lenguas y deçía a los presenttes estubiesen en silencio y aguardasen el adbenimiento de los señores de los bolcanes y lagunas. Y se estubieron como tiempo de media ora en silencio y tinieblas; y despues se oyó un ruido, como que sacudían muchas manttas, y una bos que dixo: —Deo gracias. Y que el dicho Thomás Ramírez respondió: —Por siempre. Y que enpesó como a saludar a los que dixo avían benido y le respondían en lengua castellana. Y obligaba dicho Thomás Ramírez a los sircultantes pidiesen salud y preguntasen si avían de vivir mucho tiempo [o] morir presto, y que assí lo hacían confusamente todos y oían, sin ver a naide, voses que les decían: —Dios es grande, confiad en el Señor y tendréis y alcansaréis lo que deseáis. Y estas palabras se pronunciaban en lengua mame,3 que es la nattural deste pueblo de Tustla. Y se les daba a entender que al fin de ttodo esto se despedían los bulttos que hablaban y se bolbía a hazer el mismo ruido que al entrar. Y esto, dize el declarante, presume era ficción de dicho Thomás Ramírez para engañarlos. Y que al fin de todo, se ensendía luz y se les daba chocolatte y no se ttocaba a los dos tecomattes4 desta vebida que tenían sobre la mesa.

1

3 La

Tuxtla: pueblo en la provincia de Chiapas, Audiencia de Guatemala, habitada entonces por indígenas zoques; actual capital del estado de Chiapas. 2 El Soconusco es una región del actual estado de Chiapas, que en la colonia pertenecía a la Audiencia de Guatemala. El nombre es la castellanización del término en náhuatl Xoconochco, que significa lugar del nopal amargo o lugar de las tunas agrias.

lengua mame se habla en los territorios fronterizos entre México y Guatemala. Pertenece a la familia mayense, grupo maya-totonaco. Existen cuatro variantes dialectales. 4 Ver nota en el relato «La yerba Nanacate». [Tecomate, de acuerdo con Santamaría, es una «vasija ordinaria de barro en forma de jícara o hecha de ciertos frutos como bules, guajes, cocos, calabazas, etc. (Mej.).]

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Y que no lo a declarado por no averlo creído y porque no le hiçiese el dicho Thomás Ramírez algún daño. Y por que aora lo declara y estaba para benir de su voluntad a hazer esta diligencia, abiendo entendido la grabedad de esta culpa desde que abrá pocos días oyó en un sermón que se debían denunciar las culpas públicas y pecados contra la fee. Y que esta es la verdad para el juramento que tiene fecho. Y siéndole leído, y dado a entender en lengua mexicana todo su dicho, dixo que estaba bien escritto, y en ello se afirmó y ratificó como testigo de

vista. Y que no lo dize por odio. Prometió el secretto y no firmó por no saver escrevir, y el dicho señor comissario lo firmó por él. [rúbrica: Bachiller Antonio Zerrezuela Calderón] Pasó ante mí, Joan de Estrada, notario. vol. 518, sin exp., fols. 454v-456v Catálogo: 2290. «Contra Tomás Ramírez por elaborar un ritual, en el que se escuchan voces, para saber el futuro.»

Lagunas de Texcoco y Chalco, 1767 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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El tesoro de Moctezuma y la carta de la Malinche Mathías Fernández declara lo sucedido a su mozo, Pedro del Castillo, con el indio Matías, quien le habló del tesoro de Moctezuma y le dio una carta escrita por el emperador, entre otros sucesos extraordinarios.

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n la siudad de los Ángeles, a beinte y nuebe días del mes de maio de mil seisientos y setenta y siete, por la mañana, ante el inquisidor don Juan García de Palasios, thesorero desta Santa Iglesia y comissario del Santo Oficio, en ella paresió, sin ser llamado, un hombre español que dixo llamarse Mathías Fernandes de Roxas, besino desta siudad y maestro de serería que bibe en la calle de Santo Domingo. Y juró a Dios y a la Cruz de desir berdad, y declaró ser de edad de treinta años pocos más o menos. Y para descargo de su consiensia declara que abrá seis meses, pocos más o menos, que tiene enseñando el ofisio a un moso, que le parese ser mestiso o castiso, llamado Pedro del Castillo, de edad de diesiséis a diesisiete años; y abrá un mes, poco más o menos, que llendo este declarante a bender sera a Tierra Caliente1 con el suso dicho, le contó el dicho Pedro del Castillo cómo abía bisto salirle al encuentro, bailando con dineros, una noche, en un santo cale,2 un indio, un indio que no sabía quién era, que le paresió ser un indio llamado don Matheo —besino del pueblo de Chietla,3 compadre deste declarante—, bailando con dineros, y después, hasiendo segundo biaje, el dicho Pedro del Castillo le contó a este declarante que el dicho indio le abía descubierto debajo del santo cale un thesoro grande, en que dise bido más de beinte y dos millones de oro y plata, y en botijas y bolas de oro. Y que bido una Malinche, y un Montesuma y un león de oro y un canto con un sonoro mui dulse. Y que le preguntaron en qué tenía puesta la esperansa, dixo que en el oro y la plata y en todo lo que abía por allí. Y dispuesto desto se bino a casa deste declarante, en donde le contó todo lo que lleba declarado. Y otro día, que no se acuerda qué día era, fue este declarante con el dicho Pedro del Castillo al dicho pueblo de Chietla, a la casa del dicho indio, por saber si era berdad lo que abía referido y contado, y quedándose aquella noche

en el santo cale bio que a las ocho de la noche, lléndose acostar este declarante, le apedrearon a él y al dicho Pedro del Castillo con unos tomines y medios reales, sin saber de dónde benían; y los cojió este declarante y los guardó en la bolsa, que serían como dos o tres pesos, y aunque este declarante se extremesía por no saber de dónde benía. Por otra parte, le paresía que la misericordia de Dios de embiarle aquel dinero, porque se persuadía que el indio estaría escondido y le tiraba aquellos dineros, por lo que abía dicho4 el dicho mestiso de que abía un tesoro allí, porque no sabía si esto era echisería o encanto del demonio. Y otro día, queriéndose benir por la tarde a su casa y deseándolo, sin saber cómo, se quedó aquella tarde y también en ella, le tiraron con dineros, no sabe quién ni si eran de unos sinco pesos que le prestó al dicho mestizo, que le pidió aquella tarde para dárselos a la india, mujer del dicho compadre. Y quedándose aquella noche en el Santo cale, le dixo el dicho Pedro del Castillo si sabía jugar a los naipes, porque le desía el indio su compadre que gustaría de que jugasen por entretenimiento, por lo qual este declarante jugó con el dicho mestiso a las quínolas;5 y sentándose a jugar, alló este declarante un peso en reales, y otro peso al lado del dicho mestiso y empesaron a jugar. Y aunque al principio le ganaba el dicho mestiso con fluses6 que hasía, después se desquitó hasiendo los dichos fluses. Y estando jugando y abiendo perdido el peso que le pusieron al lado, sin saber cómo ni de dónde benía, alló, entre los dos, quatro pesos, que oyía sonar,7 y lo tiraban en la mesa. Y abiéndose acabado el juego, le dixo el dicho mestiso cómo el dicho indio le desía que todo aquel thesoro era para este declarante y dicho mestiso, y que estubiesen conformes. Y llendo este declarante caminando a dicha Tierra Caliente a bender su sera, parlando con el dicho Pedro del

4  En

el original: dicho dicho. «Quínolas. Juego de naipes en que el lance principal consiste en hacer cuatro cartas, cada una de su palo, y si la hacen dos, gana el que incluye más punto.» (Aut.) 6 Fluses, plural de «flux, término del juego de las quínolas y otros. El concurso de todas las cartas del mismo palo» (Aut.). 7 Sobreescrito: sonar. 5

1 Tierra 2 3

Caliente es una región mexicana que incluye zonas de los estados de Guerrero, Michoacán y México. Santo calli: «oratorio», según Jacinto de la Serna (2007: 67). Chietla, municipio localizado al suroeste del estado de Puebla, a unos 64 km de la ciudad de Puebla.

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Castillo, mestiso, le dixo dos beses8 que el dicho indio le abía dicho algunas cosas que pasaban en su casa estando ausentes los dos. Que una de ellas, se acuerda, fue que la muger deste declarante abía embiado por un poco de cacao a una tienda, y buéltolo, porque no estaba cabal el peso, por tres beses; y quando bino a su casa supo abía sido verdad, por lo qual le paresió a este declarante nobedad, porque estando ausente de la dicha casa el dicho mestiso no sabe cómo lo pudo saber si no es por arte del demonio, que a el dicho indio i a él se lo dijesen [...]. Y en esta ocasión, un poco más adelante, bio el dicho Pedro del Castillo que el caballo en que benía tenía una erida en las ancas, en la parte que llaman la olla, que por ser en ella pudo ser mortal, y era tan grande que le corría mucha sangre. Sin saber quién lo avía erido y llegando a un rancho, el dueño dél, que no sabe este declarante cómo se llama, dixo que quién abía herido aquel caballo y estando biendo la herida y tratando de ella con el dicho hombre, a poco rato se serró la herida sin haser medicamento alguno, de lo qual se espantó este declarante, porque no sabe cómo pudo ser aquello de serrarse la herida sin haser medicamento alguno.

[Otros sucesos asombrosos] Y dixo que lo que tiene declarado en lo último de su declaración antesedente serca de lo que le pasó en el mesón de Atrisco9 fue como lo tiene dicho, pero que Pedro del Castillo durmió aquella noche en el mesmo aposento que este declarante con otros dos mosos. Y biniendo caminando a esta siudad, se apearon los dos a dar agua a sus cabalgaduras en un arroyo y, al apearse, bio este declarante que el dicho Pedro del Castillo se alló metida la pierna en un mecate sin saber cómo. Y abiéndose apeado le dixo este declarante que desensillase el caballo que benía y pusiese bien los sudaderos porque a cada paso en el camino se le salían de la silla, y abiendo puesto bien los dichos sudaderos, al poner la silla, enfadado, el dicho Pedro del Castillo le dixo al caballo: —Balga el diablo quien te parió. Y disiendo esto se le pasó la espuela que traía en un pie al otro y la que estaba en éste se le enrredó con la otra. Lo 8 9

lo que pasaba en: tachado en el original. Atlixco: ciudad fundada en 1575, cabecera del municipio del mismo nombre. Se localiza en la parte centro oeste del estado de Puebla, a unos 30 km de la capital del estado. Su nombre está formado por los vocablos aztecas atl, «agua»; ixtla, «llanura, valle»; tla, «abundancia», y de la co final que indica «en»; por lo que el conjunto significa Agua en el valle o en la superficie del suelo. A la llegada de los españoles, Atlixco se encontraba bajo el dominio de Huejotzingo, pero desde 1632 fue designada cabecera independiente.

qual bido este declarante, sin ber que el dicho Pedro del Castillo se la quitase ni otra persona alguna, lo qual le causó nobedad, como tanbién el berle los sapatos enchanqletados,10 teniéndolos calsados y puestos los botines. Y asimismo declara que em barias ocasiones le dixo el dicho Pedro del Castillo a este declarante que no dixese cosas de lo que pasaba, porque perdería la graçia del tesoro que le quería hacer, el dicho indio. Y, en otras ocasiones, estando este declarante pensando si aquellas cosas que le abían susedido eran buenas o por arte del demonio, le desía el dicho Pedro del Castillo que todo era bueno, que no descomfiase de la misericordia de Dios, y que no podía ser por arte del demonio, porque el dinero que tiraban tenía cruz. Y abiendo llegado a esta siudad, a su casa, le refirió este declarante a Josepha del Castillo, su muger, lo que le abía pasado en el biaje, no crelléndolo la dicha su muger. Un día, que no se acuerda, abrá un mes, estando comiendo,11 le tiraron unos riales y medios sin saber de dónde benían, como cosa de dos, tres pesos, estando presente el dicho Pedro del Castillo. Y abiéndose entrado en un aposento bolbieron a tirar unos tomines, sin ber ni saber quién los tirase. Asimismo, declara que el dicho Pedro del Castillo, después de aber susedido lo que ba declarado, le dixo a este declarante cómo fue el día tres de maio deste año a un ser[r] ito, junto a Cholula,12 a donde una india mosa, de buena cara, que no sabía su nombre, le dixo fuese que allí y en la tierra de Tlascala13 abía tesoros. Y llendo al dicho serro, se le abrió una peña y bio todas las paredes de la cueba de oro, y le salió al encuentro una qulebra, y un león, y una sierpe de siete cabesas, y un caballo pinto. Y que todos estos animales le embestían y él se defendía con la espada. Y entrando más adentro, le salió Motesuma a ablar, y lo sentaron al lado de Motesuma en una silla de oro, y le desían muchos indios que estaban allí que se quitase las reliquias, y el dicho Motesuma le dio una carta —que exibió este declarante ante dicho señor comisario—, escrita en lengua mexicana (que mandó dicho señor comissario poner con esta declaración), en que le dixo el dicho Pedro del Castillo que Motesuma le 10

«Enchancletado. El zapato assí medio calzado como chancleta.» (Aut.) unos riales: tachado en el original. 12 Población situada a muy cerca de unos de la capital del estado. En la zona arqueológica de Cholula aún se conservan los restos de lo que fue un importante asentamiento indígena antes de la llegada de los españoles y que fue destruido durante la conquista y sus habitantes masacrados. Poco tiempo después se inició la reconstrucción de la ciudad y se edificaron numerosas iglesias sobre los antiguos templos prehispánicos. Se le considera la ciudad habitada más antigua de México. 13 Tlaxcala: población situada al norte de la ciudad de Puebla, en la provincia de Tlaxcala, una de las cinco en que se dividió la Nueva España al principio de su consolidación. Actualmente es la capital del estado de Tlaxcala. 11

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abía dicho que en ella se contenía todos los tesoros, de que le hasía grasia y donasión. Y después de todo lo referido, embió este declarante al dicho Pedro del Castillo a Guegosingo14 a cobrar de unas personas un poco de dinero que le debían. Y abiendo llegado a esta siudad, le dixo el dicho Pedro del Castillo cómo en el camino le abía salido un indio al encuentro, que conosió era de los que estaban en la cueba, y le dixo que quería pelear con él, a lo qual le respondió el dicho mestiso que sí, y que si lo matara no se quexara, a lo qual el dicho indio: «más que lo matase». Y empesaron a pelear, el dicho Pedro del Castillo con piedras, y el indio con un chuso de siete picos. Y le dio al indio con una piedra en la cara, y teniéndole por muerto se le desaparisió. Y al punto se le aparesió un animalejo, al qual mató con las espuelas, y lo truxo muerto a esta siudad donde lo bido este declarante. Dijo que era como un sapo grande, sin pelo, todo blanco, y lo tiró en la calle. Y estando este declarante mirándolo, y mirándolo también un hombre llamado Gregorio de Toledo, español, que estaba con este declarante en su tienda, se desaparesió de la calle el dicho animalejo. Y después de todo lo referido fue este declarante con el dicho Pedro del Castillo a Tepeaca,15 y estando una noche, abrá quinse dias, en el mesón de dicha siudad, bio este declarante que, abiendo puesto sobre unas tablas tendidas dos escopetas y dos espadas desnudas, se salió del aposento y lo dexó serrado y se salió con el dicho Pedro del Castillo dél. Y a poco rato abrió el aposento y entró y bio las dos escopetas paradas en el suelo, las bocas en él, y las cabesas unas juntas con otras, teniéndose una con otra en medio del aposento, sin estar arrimadas a pared ninguna. Y las espadas, las puntas en el suelo y las guarnisiones juntas, teniéndose las unas con las otras. Y estando acostado en una cama alta bio, porque no estaba dormido, que le tiraron de la ropa tres beses y estando el capote sobre una mesa, se lo tiraron16 en la cama, sin ber persona que lo hisiese. Y luego, por la mañana, estándose bistiendo este declarante y abiendo dexado el colchón tendido en la cama, lo bio de repente doblado, en medio del aposento, sin ber qué persona lo abía puesto; y entonses este declarante coxió el colchón y lo bolbió a poner sobre la cama, y luego lo echaron, sin ver quién lo echó, sobre el dicho Pedro del Castillo. Y oía este declarante arañar el colchón, como si fueran gatos y no los bían. Todo lo qual no sabe si el dicho Pedro del Castillo lo hacía o otra persona.

Que lo a declarado para descargo de su conssiensia. Y llegando aquí, dixo este declarante que el dicho Pedro del Castillo le contó que quando la dicha india mosa le dixo que fuese al serro de Cholula, le dixo en una ocasión en esta siudad su madre de la india —que no dixo cómo se llamaba— que fuese junto a San Antonio a parlar con ella, le dixo la dicha india que jugase con un indesuelo chiquillo que tenía allí. Y lléndole a cojer se le bolbió un marrano. Y se bino y se lo contó a este declarante, y este dixo ser la berdad para el juramento que lleba fecho. Y siéndole leído dixo estaba bien escrito, y no lo dise por odio, sino para descargo de su consiensia, y prometió el secreto y firmó con dicho señor comisario [...]. [Rúbricas: Juan Garçía Palacios, Mathías Fernández de Rojas, Joseph Gonçález Vaquero, notario.]

[El Santo Offisio recibe la carta en náhuatl para que sea traducida al castellano. Está fechada el 17 de julio de 1681] En obedeçimiento de lo mandado por el Apostólico Superior Tribunal del Santo Officio de la Inquisisión de México, va traduçida a la letra, en lenguaje castrellano, la carta que se me rremitió en el idioma mexicano.

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Huexotzingo. Municipio del estado de Puebla. El nombre proviene del náhuatl huejotl, que quiere decir «sauce». 15 Antes Villa de Segura de la Frontera, Tepeaca se localiza a unos kilómetros de la ciudad de Puebla. 16 En el original: tirraron.

Enpiesa así: «Caballero y persona de toda estimaçión y mi corasón, porque sepas mi mucho amor y lo mucho que te quiero, porque tú solo eres dueño de mi boluntad, descanço de mi pensamiento y sólo tienes atado y en prisión mi coraçón; y tú sólo eres mi rosa, y por eso te escribo, mi pariente, mi coraçón, y todo lo que tengo y balgo, te manifiesto y ofresco, como tu criada y tu querida y amante, que no puedo esconder en mi pecho y corasón el mucho amor y voluntad que tengo. Y porque te conste mejor, y porque mejor lo sepas, te lo manifiesto y declaro que todos mis bienes y lo que tengo y me perten[e]çe y todos los tezoros que tenía el emperador Moctezuma está enterrado en esta cueba o sepulcro de piedra. Por echiçería o encantamiento está enserrado o lo enserraron los principales caziques, nuestros padres y abuelos, cuando binieron a hacerles guerra tus padres y abuelos y antepasados, i desp[ués] los españoles. Y yo, la Malinz, me crié con grandeza, y serbía a nuestro capitán y me comunicaban los principales caziques o caballeros a quienes no entendí su lenguaje o idioma, más [ilegible] me naçe de el corasón. Y se inclina mi boluntad o amor, que es grande, y por esso te espero bendrás a esta cueba o casa de tepetate o piedra, a do estoi enserrada, porque tengo

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Enrique Flores y Mariana Masera • relatos populares de la inquisición novohispana

muchas cosas que darte: te daré oro, plata, chalchigüites17 o piedras presiosas, perlas, otras muchas cosas de mucha estimasión y mucho preçio de piedras presiosas que jamás an bisto los ojos. Que de todo te aré dueño y será tuyo y arás tu boluntad de todo y nadie te lo quitará o te lo podrá quitar. Y así te ruego y te doi todo mi coraçón, no olbides, no pierdas mi amor y boluntad, y no me olbides, mi coraçón, que por ti lo hago, aunque pase penas y trabajos, y aunque pase muchas pesadumbres, que todo lo toleraré y pasaré y todo me pareserá dulce, suabe y oloroso, aunque benenosas culebras o bíboras me espanten, sapos, escorpiones, animales benenosos, perros grandes me sercan o rrodean, no los temo ni me causan miedo, sobrepuja esta grandeza o tezoro. Y, aunque muera a sus manos, te lo e de dar. Solo te rruego me abises cuándo as de benir, para esperarte y para que le des crédito y conste berás en señal mi firma y nuestro nombre. In Moctetzoma nomás te haçe saber, por escrito tu amante, que mucho te ama.»

[La carta en náhuatl que recibió el Santo Oficio]

Doña María en la carta es Toia Malía, a su usanza y mala ortogafía. En señal ba la firma de Moctetzuma: Motetzoma Cotzcacoatl

Quiere deçir lo que acá llaman los indios: gargantilla de cuentas. Coatl significa culebra, con que significa y quiere deçir Moctetzoma, gargantilla culebra.18 17

«Chalchigüite. Chalchihuite. [...] (Del mex. chalchiuitl, esmeralda) Unas veces se toma como nombre propio de una piedra verde, que se cree haber sido el espato fluor; otras como genérico de diversas piedras. De todos modos, los indios estimaban y usaban mucho el chalchihuitl.» (Mej.) 18 A fin de poder comparar, a continuación una traducción al castellano moderno de la carta en náhuatl, realizada por Patrick Johansson: Muy estimado señor Gobernador (con) todo mi corazón Para que sepas qué grande es mi amor así lo mucho que te quiero. Sólo tú eres dueño de mi voluntad, de mi descanso, de mi pensamiento. Sólo tú ataste, encadenaste mi corazón. Sólo tú eres una parte de mí, eres mi flor, y con esto te ofrezco mi ser, mi corazón y todo lo que tengo. Yo soy tu sirviente, tu amante (tu amor) y no puedo esconder dentro de mi corazón el gran amor que tengo para ti. Y para que lo sepas te entrego mis bienes, mis pertenencias, y todo lo que tengo. Lo que era del gran tlahtoani emperador Montectzoma lo encerraron por hechicería aquí en una cueva hace mucho tiempo nuestros padres, nuestros abuelos, cuando vinieron tus padres y tus abuelos quienes hicieron guerra a nuestros antepasados. Y yo Malintzin me crié con grandeza (honor), servía al tlahtoani, a nuestros gobernantes. Allá me hablaban los grandes señores, y no entendí sus palabras. Porque sólo para ti sale de mi corazón. Mi amor es muy grande. Con esto te llamo para que vengas dentro de la cueva (petate de piedra) donde estoy encerrada porque tengo muchas cosas que darte. Te daré oro, plata, piedras preciosas (jade), perlas y todo tipo de piedras preciosas y valiosas que jamás han visto, han conocido tus ojos. Porque harás de ellos tu bien, tu pertenencia, (lo que sea) tu voluntad. Y nadie podrá quitártelos. Te lo ofrezco, te lo doy con todo mi corazón. No abandonarás, no desperdiciarás este mi amor y no olvidarás mi corazón porque lo hago por ti, aunque tenga que ver muchas

Senca mahuisti siloni tlacatl tlatoani noçen solotzin campa tienco mahuilis inquyixquich hucino ne tlacotlalis Inic cen ca ni mih ma tlaçotilia casantlahuatzin in tiemoyilia in nottanequilis innocialis innotlamachiny .......sotic molpili o tiemi ca tepusoli y nono solo casan tihuatzib¿n tinoçentalzin tino xochitzin a uhicaon ni mi tzno haudia innitla caio inno solo ¿huan innochi intlennicmopilia ca nimo macehulatzi ni mo tlacotzin .........Inisttrs Inosolo In cenca hi¿ucitlaçotlauistli mo techcacopatzin co no spia huch y pic huil so li tic mo ma chilis ni mitz no tlaçotililia nochi in noaxcazano tlalqui Y ¿ In tlenmnic ¿ cenca ...tlatoani emprador on catca monteczoma in nica nostoc peltlacalco tlachihuilitica oyuinotza tza cuih?? in zohuen cacahui In cicshuan innmocolhuzoquin yno chihi tlatoahiaa yntoachtypa tolhican au.....In nihuicatl nictlalintzin in ca mahuistic ones calti oni noixquipanoia in tlatoani in to tlaticaua on canonich nonotzin, In senca mahuistic titiloni teuhctin auham a niquin caquisti in tlatolcasantihuatz huil Ifulano yoloquisa In in no titlacotlais ca sen ca huci Ica on nimitz nochilia hual mo huicas Itec inisostopatlocalco inca nitzauhctica ipampa ixquichtlamantl nicpia nimitzmo maquilis nimitz tlauh costic ystac teocaitlatl chalchihutl epiotli yhuan yxquich nepapan mahuisu qui patioque tetl ynaicoquitac o qui mahlo ynmixtosolo ypampa moaxcatzin matlatquitzin ticchihicas yn tlen motlanequilis ca amoaquin huelitis mitzmoquixtiinlis ca nimitztlautltia yhanimitzma yca nochi ynno yolo moticnin cahuas moticnen potos ynin no tetlacotlalis huan amo tinech moliahuilis no yolotzin casanmopampa nic chihica yn manel miactecoloniquitly miatequipacholi nicpanos ca no chinicpa ca ylo huis catz pelicni huilica matis ma mil yxquichtocuancoatl mamauhtiz ta [tachado] acalti tepome tapa yoxtin ocelome tequi nime, hue hueichichime nech ya hualoa imo niquin macasi qui manahuia yninhuci tlatquitl manel yn macnimiquisnimitz macas saixquichnimitztla tlauhtiatinu minahuatiliz yn que ma niatihual[??] Ypampa nimitz mochiilis auhiniltzncan penas, aunque tenga que pasar muchos trabajos, todo lo sufriré con gusto (toleraré), me parecerá dulce, fragante. Aunque me muerdan serpientes venenosas, espantosos sapos, escorpiones, animales ponzoñosos, jaguares (ocelotes), fieras, grandes perros me rodeen los temo, no me dan miedo. Este gran tesoro (bien) aunque muera en sus manos te lo daré. Sólo te ruego que me avises cuando has de venir porque te esperaré y aquí verás la señal, la marca, la firma de nuestro nombre Motectzoma. Para que todo lo entiendas, te lo escribió tu amor que te quiere mucho. Toia Malia La señal, la firma Motetzoma Cotzcacoatl

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ticmotilis ynisca ynimachio y siama yntoto yn motectzoma sanixquichin ticmo caquitia o mitzmo tlacuilhuili ynmo tlacotzin cenca mitzmotla tzotilia toia malia ynescau in firma moctezuma.

yxquich tlamantli nicpia nimitzmomaquilis nimitztlautilis costic ystac teocuitlatl chalchihuitl epiolotli yhuan yxquich nepapan mahuisauqui patioque tetl yn aic oquitac oquimacho yn mixtololo24 ypampa moaxcatzin motlatquitzin ticchihuas yn tlen motlanequilis ca amo aquin huelitis mitzmoquixtililis ca nimitztlauhtia yhuan nimitzmaca yca nochi yn noyolo amo ticnencahuas amo ticnenpolos ynin notletlacotlalis yhuan amo tinechmolcahuilis noyolotzin ca zan mopampa nicchihua yn manel miac tecoco niquita yn miac tequipacholis nicpanoz ca nochi nicpacayyohuis ca tzopelic nihuelicamatis manel yxquich tecuan coatl mamauhtique tamasola coltitepeme ¿ tapayaxtin=ocelome tequanime huehuei chichime nechyahualoa amo niquinmacati quimanahuia25 inin huei tlatquitl manel ynmac nimiquis nimitzmacas san ixquich nimitztlatlauhtia tinechmonahuatilis yn quemanian tihualmohuicas ypampa nimitzmochilis auh inic nican ticmotilis inescau yn imachio yfirma yn totocauh yn motectzoma. zan ixquich in ticmocaquitía omitzmotlacuilhuili yn motlacotzin cenca mitzmotlatzotilia. Toia Malia Ynezcauh in firma Motetzoma cotzcacoatl

[Transliteración de la carta en náhuatl de Patrick Johansson] Senca mahuiztililoni tlacatl Tlatoani noCen yolotzin Ypampa ticmomachitis yn quexquich huei nonetlacotlalis19 ynic senca nimitzmotlaçotilia ca san tehuatzin yn ticmopilia in notlanequilis yn noçialis yn notlamachilis ca zan tehuatzin yn oticmolpili oticmecateposolti yn noyolo ca san tehuatzin tinoçentetzin tinoxochitzin auh ica on nimitznotlauhtilia yn notlacaio yn noyolo yhuan yn nochi yn tlen20 nicnopilia. Ca nimomacehualtzi(n) nimotlacotzin auh ahuel nictlatis yn itec21 yn noyolo yn senca huei tlacotlaliztli motechcacopatzinco nicpia auh ynic huel yuh ticmomachitis nimitznotlauhtililia nochi yn noaxca yn notlatqui yhuan yn tlen22 nicnopililia yn cenca huei tlatoani emperador ocatca Montectzoma yn nican oztopetlacalco tlachihuiliztica oquimotzatzacuilique yn ye hueca cahuitl totahuan yn tocolhuan ynic ual ohualmohuica yn amotahuan yn amocolhuan oquinyaochihuque23 yn toachtopacolhuan auh inin yn nehuatl nimalintzin senca mahuistic onoscalti onicnotequipaniuia yn tlatoani yn totlatocauan oncan onechnonotzaia yn cenca mahistililoni teteuhctin auh amo niquincaquiti yntlatol ca san tehuatzin huel ytech noyolo quisa ynin notletlacotilis ca senca huei yca on nimitznochilia tihualmohuicas ytec yn ioztopetlacalco ynca nitzauhctica ypampa

Vol. 633, exp. 4, fols. 415r-417r, 422r Catálogo: 272, 2292. «Traducción de una carta en náhuatl, escrita supuestamente por doña María "la Malintz" (sic) a un caballero español, asegurándole su amor y ofreciéndole entregarle sus tesoros y el de Moctezuma», «Contra Pedro del Castillo por las supuestas apariciones de un indio y los sucesos extraños ocurridos en tierra caliente».

19 Léase

nonetlaçotlaliz. Tlein. 21 Léase Itic. 22 Léase tlein 23 Léase oquinyaochiuhque 20 Léase

24 Léase 25 Léase

ixtelolo quimamahuia

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«Aquí te ato, aquí te encanto»: la bruja de los ligamentos Proceso contra María de la Concepción por embrujar a un hombre que la denunció a la Inquisición. La bruja amarraba una cinta de seda en tres partes y decía un conjuro en el que se mencionaba al diablo.

M

éxico, año 1668. Testificación sacada del processo y causa de fee que en este Santo Officio se siguió contra María de la Concepción, gitana, penitenciada en auto de fee. En el Santo Officio de la Inquisición de la Ciudad de México, en veinte y un días del mes de noviembre de mil y seiscientos y sesenta y ocho años, estando en audiencia de la mañana el señor inquisidor, licenciado don Juan de Ortega Montañés, por su mandato fue traído de las cárceles secretas una muger pressa en ellas, de la qual estando pressente fue recivido juramento en forma devida de derecho, so cargo del qual prometió de decir verdad, assí en esta audiencia como en todas las demás que con ella se tubieren hasta la determinación de su causa, y guardar secreto de todo lo que viere y entendiere y con ella se tratare y pasare sobre este su negocio y causa. Preguntada cómo se llama, de dónde es natural y qué edad y officio tiene, y quánto ha que vino presa; dixo llamarse María de la Concepción, viuda, natural de la ciudad de Lisboa, en Portugal, y vecina de la ciudad de Nueva Veracruz diez años ha. Y que es gitana, y su officio es «servir en lo que puede y se ofrece»; y que no sabe la edad que tiene, y por su aspecto pareció de más de cincuenta y quatro años. Y que el domingo próximo pasado vino presa a este Santo Officio, y esto responde. Y luego dijo que havía ocho meses que estaba pressa en dicha Nueva Veracruz y declaró su genealogía en la forma siguiente: Esta rea y testigo fue presa en la ciudad y puerto de la Nueva Veracruz, en compañía de otra muger, por un alguacil de la justicia ordinaria a petición de un hombre, por deçir lo havían ligado, y se querelló ante el alcalde ordinario, refiriendo que, haviendo tenido comunicación ilíçita con dicha muger, esta rea y dicha muger lo havían ligado, usando para ello de medios supersticiosos y diabólicos para que no se apartase de dicha muger ni tubiesse acceso con otra, como lo tenía experimentado [...]. [Que fue] traída a las cárceles secretas de este Santo Officio por estar testificada

de haver usado de diferentes supersticiones y palabras para ligar a dicho hombre para el efecto referido. Y en esta audiencia declaró su genealogía y que sus padres eran gitanos: él, natural de Castilla la Vieja, y ella, de Lisboa; y que no conoció ni supo quienes fueron sus abuelos paternos ni maternos, ni savía que ninguno dellos ni otros asçendientes hubiessen sido presos ni castigados por el Santo Officio, ni que esta rea lo havía sido ni presa hasta el presente, y que era cristiana bautiçada y confirmada, y que oía missa y confessaba y comulgaba quando lo manda la santa madre Iglesia, y tenía la Bulla de la Santa Cruzada. Signóse y santigüóse y dijo las quatro oraçiones,1 confessión general y Mandamientos de la ley de Dios, errando algunas palabras. Y dio buena raçón de la doctrina cristiana respecto de lo que era obligada. Y dixo no havía salido de reynos cathólicos, y su trato y comunicación siempre havía sido con personas cristianas y católicas. Y que presumía haver sido pressa en este Santo Officio por un falso testimonio que la havía levantado una mulata que nombra, porque haviendo llamado a ésta [declarante], y creiendo que, como curaba la iriçipela,2 mal de ojo y sol,3 la llamaba para que la curasse. Havía ido a casa de dicha mulata, la qual la havía llevado a casa de otra mulata, donde estaban diferentes mugeres y un hombre portugués, que nombra, el qual la havía dicho: «Paisana, ¿save para qué la llamo?». Y haviéndole respondido que no, la havía dicho la llamaba porque le havían dicho que ella 1 La

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Inquisición pedía, para saber si el reo era cristiano, la enunciación de cuatro oraciones que constituían «aquella primera parte de la doctrina cristiana que se enseña a los niños» (Aut. s.v. oración). Éstas incluían el Credo, el Padre Nuestro, el Ave María y Salve. irisipela: erisipela. En varias partes del mundo se han documentado remedios curativos tradicionales para la erisipela. Un ejemplo de ello es un conjuro serbio denominado «The red wind» (Foley, 2002: 192). Mal de sol. Puede referirse a la pelagra, es decir, al déficit de Niacina o Vitamina B3 y Triptófano. La enfermedad «apareció en países como España, Francia e Italia. Se describió por Gaspar Casal como endémica en 1730 en la región de Asturias de Oviedo. Recibió diferentes designaciones que incluían "Mal de Rosa", "Mal de Sol", "Insolación primaveral", "Fiebre del pan de maíz" y "Pelagra"», (Cf. Gamboa Chaves, Mora Guevara y Calvo Espinoza, 2002).

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lo tenía ligado, y que assí lo deçía una muger que nombra y estaba presente. Y que esta rea havía dicho a la muger que cómo la levantaba aquel testimonio. Y se puso de rodillas delante de unas imágenes de Christo, señor nuestro, y la Virgen santíssima, para que fueran sus testigos de que ella no devía tal cosa. Y que dicho Portugués con esto havía llamado a un alguacil, al qual havía entregado a ésta y a dicha mulata para que las llevasse a la cárçel. Y que ésta es la causa que presumía de su prisión, porque ella no havía hecho otra cosa y a la primera monición dijo que no se le ofreçía otra cosa que deviesse decir. Y en otra audiencia, a la pregunta ordinaria4 respondió que no se le ofrecía cosa alguna que decir más de lo que tenía dicho. Y havíendosele preguntado cómo y en qué manera curaba la irisipela, mal de ojo y sol, respondió que quando curaba la iriçipela ponía en un plato nueve ojas de lechuga, col, o de otra qualquiera hortaliça, y una de dichas ojas la ponía en el centro de la iriçipela, diciendo una oración que refirió, y haçiendo nueve pedaçitos de dicha oja; y las otras ocho en tres días diferentes, en el modo y çircunstançias que refiere. Y que assí havía curado dicho mal en diferentes partes y a las personas que nombra desde que estubo en Cartaxena de las Indias, donde le enseñó una muger que nombra, la qual havía curado a esta testigo en la forma dicha de mal de iriçipela. Y que el mal de ojo lo curaba doblando un pañuelo, sin atençión al número de dobleçes, y haçiendo al enfermo una cruz en la frente, apretándole la caveça y diçiendo unas palabras que refirió; y que así curaba y se quitaba el mal de ojo. Y repreguntada por qué quando curaba la iriçipela se valía de nueve ojas y haçía después otros nueve pedaçitos diçiendo dicha oración o palabras, respondió que no se valía de más número de ojas porque los aplicaba a los nueve meses que nuestra Señora trajo en su vientre virginal a su hijo preçiosíssimo; y que dichas ojas se havían de partir con tixeras o cuchillo, que con eso se cortaba también la irisipela, y que, quemando las ojas, se quemaba y quedaban sanos de dicho mal [...].

—No seas loca, ten juicio, que eres muchacha. Y resistiéndose la persona solicitada, ella volvió a instar, y que la dijo: —Mira, este hombre tiene mucho dinero y te puede dar mucho. Y que respondiendo la persona solicitada: —Sierba de Dios, que he de tener, tendré. Replicó ella: —Anda con Dios, simple tonta, que eres muy niña y no saves cómo otras hacen que tienen mucho. Y que respondió la solicitada no savía lo que havía de hacer, y que ella dijo que le daría remedio para que la quisiesse y diesse mucho. Y que no quisso deçir quál era el remedio, sino sólo respondió a dicha persona solicitada: —Anda, vete con Dios, que no quiero decirte nada ahora. Lo qual ha negado diciendo ella que no ay tal [...]. Y que pasados unos días, volvío en uno, çerca de la oraçión, a veer a la dicha persona y después que la saludó la pidió dos reales para una bara de çinta de seda y la dicha persona la preguntó para qué era la çinta. Y ella respondió: —Dámelos, no preguntes para qué. A que dicha persona dijo que por qué no havía de preguntar para saver si era bueno o malo lo que pedía; y que ella respondió: —Anda, io te havía de pedir a ti para cosa mala [...]. Y que como diez y seis días después, volvió ella de mañana y halló lavando a la persona. Y estando ella sentada en la ventana que está junto a la puerta de la calle, llamó a la dicha persona, que fue y se sentó junto a ella y, estando assí ella, sacó de la faltriquera una cinta de seda naranjada con las orillas blancas, ancha como dos dedos y larga como una bara. Y que teniendo ella con la mano el un cavo de la çinta, dijo a la dicha persona tomasse y tubiesse el otro cavo; y que dicha persona le dijo que para qué y que ella respondió la tubiese, que aquello era muy bueno y santo y no era malo, y era para que el hombre la quisiera y hiçiera bien. Con lo qual tomó el cavo de la çinta y, teniéndola entre las dos tirada, que dijo ella a la dicha persona fuesse diciendo como digere; y que luego dijo:

[11 de octubre de 1669. Audiencia de tormento] Matheo Andrés, aquí te ato y aquí te encanto, con la Virgen y el espíritu santo.

Por el dicho proçeso pareçe que calla y encubre muchas cosas, y especialmente que estando en la ciudad de la Veracruz, por el año de sesenta y siete, tubo noticia de que una persona solicitaba a otra para tener con ella ilícita comunicaçión, y que con este pretexto buscó a la persona solicitada y la dijo por qué no se metía con aquel hombre que la podía hacer bien, y la persuadió diciendo: 4 Al

margen: Audiencia de 22 de noviembre 1668.

Y que, mientras, la dicha persona dijo: Con la virgen María y el Espíritu santo.

Habló ella entre sí, sin que entendiesse lo que hablaba. Y que luego que acavaron de decir dichas palabras tomó ella

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Enrique Flores y Mariana Masera • relatos populares de la inquisición novohispana

dicha çinta y la igualó en tres partes, y hablando entre sí, dio en ella tres nudos apretados: uno en medio y otros dos en los cavos; y revuelta se la hechó en la bolsa. Y que diçiéndola dicha persona para qué la havía hecho decir aquellas palabras y havía hechado los tres nudos, respondió ella era aquello muy bueno y un juguete, y que en otras tierras se usa. Con que se fue ella y no volvió a ver a dicha persona. Lo qual tiene negado y dicho no lo deve y no lo ha dicho.

pecado, y contrario a lo que enseña la santa fee; pero que lo havía hecho llevada del interés y obligada de la necesidad. Y preguntada si con lo que hiço en dicha cinta y con dichas palabras se podía ligar y se ligaban los hombres, respondió que no, sino llamando al pecado, que se llamaba quando se deçían las palabras. Y repreguntada quién es el pecado que se llama quando se deçían dichas palabras y cómo se llamaba al pecado, respondió que el pecado que se llamaba es el Diablo, y que quando lo llamaba deçía:

[Instrucción de los inquisidores]

Diablo, ven y amarra a fulano.

Cristi nomine invocato

Hallamos, atentos [a] los autos y méritos del dicho proçesso, indicios y sospechas que dél resultan contra la dicha María de la Conçepción, que la devemos de condemnar y condemnamos a que en cabeça propia sea puesta a questión de tormento, en la qual mandamos éste persevere por tanto tiempo quanto a nos bien visto fuere, para que en él diga la verdad de lo que está testificada y acusada, con protestaçión que le haçemos que si en el dicho tormento muriere o fuese lisiada, o se siguiere efussión de sangre o mutilaçión de miembros, sea a su culpa y cargo, y no a la nuestra, por no haver querido decir la verdad. Y por ésta nuestra sentençia assí lo pronunçiamos y mandamos en estos escriptos y por ellos. Licenciado don Juan de Ortega Montañés. Doctor don García de León Castillo.

[La confesión] Y en otra audiencia,5 a la pregunta ordinaria dijo: «Sí señor, mi culpa y mi pecado. Que lo hiçe como mala y pecadora, llevada del interés, como pobre, y me castigaron mis pecados, por ser la primera vez, que io nunca [antes] lo hiçe». Y preguntada qué es lo que hiço, respondió que lo que hiço fue ligar a dicho hombre, según havía sido acusada, dando los tres nudos en la cinta, diciendo: «Matheo Andrés, aquí te ato, aquí te amarro, con el poder de Dios», etcétera. Y que advertía que no havía dicho aquí te encanto. Y preguntada por qué razón no lo havía confesado antes, respondió no lo havía hecho antes como muger de poco juicio y creiendo no llegarían a tanto sus travajos. Y preguntada si creió que era líçito el ligar a dicho hombre y el uso de dichas palabras y savía fuesse contra lo que cree la santa madre Iglesia, respondió savía que era muy malo y gran 5 Al

margen: Audiencia de 15 de octubre de 1669.

Fuele dicho dijese todas las palabras que havía dicho para ligar a dicho hombre; respondió que las palabras que havía dicho eran: Matheo Andrés, aquí te ato, aquí te amarro, con el poder de Dios y del Espíritu santo. Diablo, amarrad a Matheo Andrés para que no tenga parte con otra muger, sino con esta Pancha Montes, venid, Diablo, y amarrad a Matheo Andrés.

Y que con esto viene el Diablo y lo amarra. Y que al dar los nudos fue quando llamó al Diablo, porque entonçes es quando se ha de llamar para que haga la ligadura. Y que aunque dicha Pancha oió y fue diçiendo con esta rea las palabras «Matheo Andrés, etc.», no oió las otras palabras con que esta rea havía llamado al diablo. Y repreguntada si con el modo y palabras que refería se ligaba y podía ligar a qualquier persona, sin que otra cosa se requiriesse, respondió que con dichas palabras y llamando al Diablo al dar los nudos, se ligaba a qualquiera, y con ello havía ligado a dicho hombre y que no se requería otra cosa. Y preguntada para qué hiço tener dicha çinta a dicha muger y deçir dichas palabras, respondió que hiço lo referido para que sólo tuviera dicho hombre comunicaçión con dicha muger y no con otra. Y preguntada qué obraba la circunstançia de tener la çinta e ir diçiendo dichas palabras para que la persona que se ligaba no pudiesse tener asceso con otra, sino a la que tenía dicha çinta y deçía las palabras, respondió que allí obrava el Diablo.

[La condena] Y luego, in continenti,6 se proveió auto para que esta causa se viesse en consulta, y se diesse traslado al señor fiscal por si tuviesse algo que deçir. Y haviéndose trasladado al 6

in continenti: «inmediatamente».

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señor fiscal, se vio dicha causa en consulta de quinçe de henero de este prestente año de seiscientos y setenta, por los señores inquisidores licenciado don Juan de Ortega, doctor don García de León Castillo, por el ordinario de la Puebla de los Ángeles doctor don Andrés Sánchez de Ocampo y licenciado don Juan Miguel de Agurto, oidores de esta Santa Audiencia y consultores de este Santo Oficio. Y, conformes, votaron a que esta rea fuese sacada a Auto público de fee, con insignias de penitente, coroça en la cabeça de hechiçera y bruxa, soga a la garganta y una vela de çera en las manos, y que estando así en pie, le fuese leída su sentençia con méritos y abjurase de vehementi.7 Y si se dixesse missa que estubiesse en ella, sin humillarse, desde el

santus8 hasta la consumpçión del santísimo sacramento, y después ofreçiesse la vela al sacerdote que la dixesse. Y que a otro día fuese sacada con las mismas insignias por las calles acostumbradas de esta ciudad, en la forma ordinaria, y se le diesen doscientos açotes, y fuese reprehendida severamente de sus delictos. Y que después fuesse puesta en uno de los hospitales de esta ciudad donde sirviese a los pobres dél, sin salir dél por tiempo de diez años preçisos. vol. 1502, exp. 4, fols. 1r-21r Catálogo: 2696. «Contra María de la Concepción, gitana. Por embaucadora y curandera.»

Recuadro con una bestia de tres cabezas, tres patas, dos garras con una espada en cada una. Representación de los enemigos de Dios, Puebla, 1777. Dibujo caligráfico (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

7

«Abjurar de Levi u de Vehementi. Son términos frecuentemente usados en el santo Tribunal de la Inquisición, y valen lo mismo que retratarse con juramento del error o errores contra la Fé y buenas costumbres de que ha sido notado, y de que han tenido leves o vehementes y claros indicios.» (Aut.)

8

«Sanctus. Voz puramente latina con que se significa las palabras que dice el sacerdote acabado el prefacio antes del Canon; y así decimos: Tocan a Sanctus.» (Aut.)

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Los polvos para enamorar Autodenuncia de Ambrosio Nicolás, mulato, por haber pedido a una india unos polvos para enamorar y haberlos usado sin resultados.

E

n la ciudad de los Ángeles, a cinco días del mes de diziembre de mill y seiscientos y setenta años, el señor provisor don Juan García de Palacios, canónigo doctoral desta santa yglesia cathedral de esta dicha ciudad y comisario del Santo Oficio en ella, dixo que por quanto el día tres de diziembre próximo pasado pareçió ante su mer­ çed un mulato llamado Ambrosio, esclavo del licenciado don Pedro de Çevallos, clérigo presbýtero vezino de esta dicha çiudad, a denunçiarse de aver tomado unos polvos que una india arvolaria le dio para soliçitar una muger para que condesendiera con su gusto, paresiéndole y teniendo por çierto la conseguiría por este medio. Y abiendo hecho lo que la dicha india le aconsejó hiziese con dichos polvos, no lo consiguió. Y que se avía acusado de esto con un confessor, le dijo lo viniese a declarar ante dicho señor comisario, como con effecto se lo declaró, y dicho señor comisario, para resevir la declaraçión en forma ante el presente notario lo çitó, para que oy, día de la fecha, la viniese a hazer. Y reconosiendo que no venía, se embió a llamar. Y abiendo venido a su presencia, y amonestándole dicho señor comissario hiziese la dicha declaraçión para descargo de su consiençia, dixo ante mí, el presente notario, que no tenía que declarar porque se abía confessado con el padre Gerónimo Pérez y que lo abía absuelto. Y volbiéndole dicho señor comisario a amonestar que para descargo de su consiençia le estava bien hazer dicha declaración. Y el dicho mulato Ambrosio volvió a repetir que no tenía que declarar. Y respecto de aver sido çierto que el dicho día tres del corriente pareçió ante dicho señor comisario y declaró lo que va referido, para que conste a los muy illustres señores inquisidores, mandó poner por auto lo referido, y que yo, el presente notario, çertifique lo que oy, dicho día, ante mí a pasado. Y en obedecimiento de dicho mandato, certifico que es verdad lo que va referido y que pasó oy dicho día ante mí, y lo firmo. [Rúbricas] En la Ciudad de los Ángeles, a dies días del mes de diziembre de mill y seiscientos y setenta años, por la mañana, ante el señor doctor don Juan García de Palaçios, canónigo

doctoral de la santa yglesia Cathedral de esta dicha ciudad y comisario del Santo Oficio en ella, pareció sin ser llamado y juró a Dios y a la Cruz en forma de derecho un mulato que dixo llamarse Ambrosio Nicolás, esclavo del licenciado don Pedro de Çevallos, presbýtero, vezino de esta ciudad, de edad que dixo ser de1 veinte y un años, poco más o menos, el qual, para descargo de su consiencia, dice y declara que, abrá quatro meses poco más o menos, que entrando un día por la mañana a visitar a una india enferma llamada Josepha, que ya es difunta, vio a una india arbolaria, que no save su nombre. Y oió deçir, no se acuerda [a] qué persona, que las indias arbolarias daban unos polvos para atraer a la voluntad las mujeres. Y entonses le dixo este declarante a un moso mulato llamado Juan, esclavo del rexidor Alonso Días, que pues hablava la lengua mexicana, le dixese a la dicha india arbolaria les diese a ambos algunos polvos para atraer a su voluntad las mugeres. Y con effecto se los pidió y se los dio a este declarante, y no sabe si se los dio al otro mosso. Y les dixo a ambos guardasen secreto, porque de descubrirlo no harían effecto. Y con dichos polvos les dio también una raíz de llerva que paresía semilla de maravilla,2 y le dixo se la pusiera en la pretina para tener dicha, y que los polvos los soplara a qualquiera muger que quisiese soliçitar, que con esto la vendría ella a buscar. Y se puso la dicha raíz en la pretina y la trujo obra de quinze o veinte días. Y los polvos los sopló a dos mujeres, las quales no sabían ni saben cossa de esto. Y sin embargo de aver echo lo referido para soliçitar dichas mujeres, nunca ellas lo buscaron ni consiguió su intento. Y después, pasados quatro días, encontró a la india arbolaria y le dixo que abía echo aquello de echar los polvos y ponerse la raíz y no abía tenido effecto, que cómo le engañaría. A que respondió ella que porque no le dio dos reales que le pidió, que, dándoselos, le daría otros polvos con que conseguiría su intento. Y para conseguirlo, salió un día con intençión de darle los dichos dos reales y no la encontró, con que la dejó de buscar y se

1 En

el original: de edad que dixo ser de edad. de girasol. Las semillas de girasol tienen la propiedad de echar raíces rápidamente.

2 Semilla

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le olvidó de ello, y no hizo más diligençia. Y esto dixo ser verdad para descargo de su conçiençia. Fuele preguntado por el dicho señor comisario cómo, abiendo venido el día tres del corriente a declarar lo que lleva dicho, y declarádose in voce,3 y çitádolo dicho señor comissario para que viniese otro día a haçer la declaraçión en forma ante el presente notario, y venido ante su merçed el día çinco de dicho mes, queriendo resevirle la dicha declaraçión en forma, le dixo que no tenía qué declarar porque el padre Gerónimo Pérez le abía absuelto, y que aunque el dicho señor comissario le abía amonestado que declarase, no lo abía querido hazer. A lo qual respondió y dixo que quando se confessó con un religiosso de la Compañía le mandó se viniesse a denunçiar y por esto lo hizo. Y que llendo a confesarse otra ves, le dixo que no se declarase, que ya abía estudiado bien el casso y que no abía necessidad de que se denunciase. Y no obstante esto, no le quiso absolver, por lo qual fue a comunicar el casso con el padre Gerónimo Péres, y le dixo que bien podía el confessor absolverlo. Y le dixo que pues abía hecho la declaraçión ante el señor comisario, la hiziese en forma, y por esta raçón la vino a hazer. Y dijo ser ésto la verdad, para el juramento que lleva fecho, en que se affirmó y ratificó. Y, siéndole leído, dijo estava bien escrito

3

y que lo decía para descargo de su consiençia. Prometió el secreto y no firmó porque dixo no saber. Firmólo el dicho señor comissario.

[Dictaminación del caso] [Yo], el fiscal, he visto la carta del comissario de la Puebla y la denunciación que de sí proprio hizo ante él un mulato llamado Ambrosio, esclavo, que dice ser del bachiller don Pedro de Zevallos, presbítero y vezino de dicha ziudad, y respecto de que se reduce a aver solicitado a una india para que le diesse unos polvos y averlos tomado para atraheer a sus gustos sensuales a algunas mugeres, y que se avía confesado sacramentalmente dello y sido absuelto respecto de su arrepentimiento y dolor, y que parece ser superstición simple sin qualidad formal de officio, me parece que vuestra merced se sirva de cometer a dicho comisario que llame a su cassa a dicho mulato y estando en ella lo advierta y reprehenda de dicho abusso y superstición. Vuestra merced acordará lo que fuere más conviniente. En el secreto, a 16 de diziembre 1670. Doctor don Martín de Sotto Guzmán. vol. 573, exp. 1, fols. 3r-4v

in voce: «de palabra, de viva voz».

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El Chichimeco y las brujas El Santo Tribunal da licencia a Pablo Sarmiento para consultar a un indio llamado El Chichimeco, para ayudar con unas posesiones diabólicas entre mujeres.

F

ray Joséph de Olvera, provisor y cura, ministro de doctrina por su Majestad, de la ciudad de Santiago de Querétaro1 y su juridicción, por quanto el muy reverendo padre fray Pablo Sarmiento, predicador y guardián de el convento de Nuestro Padre San Francisco de dicha ciudad de Querétaro, [declara] al presente estar exorsisando y conjurando a Juana de los Reyes, Francisca Mexía y Francisca de la Serna.2 Y que se a verificado, por los conjuros y exorsismos que les tiene echos, ser maleficio el que padesen, con pacto del demonio, en que también a experimentado por las veses que también las a exorsisado y conjurado. Y que la existencia que los spíritus malignos tienen en atormentarlas es mediante dicho pacto y maleficio que hazían las personas que en ello interbendrían. Y que aparte de las diligencias de exorcismo y demás cosas espirituales, se nesesitan de medicinas, segúm Flageluz demonuz,3 y para que esto no se deje, si fuere conviniente —porque al presente me ocupa la obediencia que el pueblo de Guuimilpa,4 juridicción de dicha ciudad de Querétaro, a nesesidad de administrar los sanctos sacramentos y a dichas cosas del servicio de Dios—, y biendo las almas, doi lisensia a dicho reverendo padre guardián para que en mi lugar examine a Antonio de la Cruz, yndio chichimeco —el qual está al presente en la cársel pública de dicha ciudad— por indicios que llegaron a mi noticia, que conose, por siencia infusa, las causas de los maleficios, sus efectos, causas de que proseden, y el cómo se curan esto[s] y que en esto no usa mal. 1 Capital

del estado de Querétaro. Si bien después de la Independencia el nombre de la ciudad se simplificó a Querétaro, en 1996, tras su nombramiento como Patrimonio Cultural de la Humanidad, la capital retomó la denominación que se le daba en la Colonia. 2 Para una breve historia de la idea de la posesión y de su evolución en la Iglesia católica, véase Tausiet (2002: 169-188). Durante los siglos xvi y xvii, las posesiones diabólicas parecían incesantes y cotidianas. Había ocasiones en los que estos padecimientos se extendían hasta el punto de convertirse en epidemias. Para algunos casos en la España del xvii, véase Moncó Rebollo (2004) y Tausiet (2002: 179, n. 10). 3 El Flagellum daemonum, de G. Menghi (Francfort, 1588) fue uno de los manuales para exorcistas más consultados durante los siglos xvi y xvii. 4 Huimilpan es un municipio situado en el suroeste del estado de Querétaro, formando parte de la sierra. Es una zona de amplia influencia otomí y chichimeca.

Y siendo lo dicho conveniente, y que en declarar el modo si es conveniente y que lo sabe y las medicinas que para ello aplicare y más cosas que a esto dijere convinientes, y siendo sin pacto alguno, y si para ello lo aia o tiene dicho, haga primero la rrenuncia de dicho pacto; y siendo así, pueda su paternidad haser en dicho Antonio de la Cruz los exámenes convinientes al bien de dichas criaturas y servicio de Dios nuestro señor. Y porque conste, si nesesario fuere, di [hoja rota] presente, en primero de el mes de nobiembre de mill seis sientos y nobenta y uno. [Rúbrica: Joséph de Olvera]

[Examen del dicho chichimeco] En dos dias del mes de nobiembre del año de mil seiscientos y noventa y uno, en virtud de la supra escripta licencia, fuy a la cársel pública de la ciudad de Santiago de Querétaro con el padre [hoja rota] Agustín de Alderete, morador de este convento de nuestro padre fray [hoja rota] de esta Ciudad de Querétaro. Y en su precencia examiné a Antonio de la Cruz, yndio chichimeco rayado,5 que dixo ser de Barral, y al parecer de edad de treinta y seis a treinta y ocho años, poco más o menos. Y preguntándole el modo cómo se curan los echissos, respondió y dixo que: —Se cura con la xarilla6 y sevo de res. Se mescla la xarilla y se fríe con sevo, con todo lo qual se untan las coyunturas y el cuerpo, porque los maleficios que se curan con esto proseden de frío, porque todos los echissos penden de frío. Disse que save y conose que ay pacto y condisión con echisso de suerte, que si no se quita el pacto, no hará efecto el remedio arriva7 dicho. Disse que, según el pacto, lastima en la parte del cuerpo que está ligado. Disse que, cuando se 5

Rayado. «Denominaciòn que se le daba a los indios por las rayas que se pintaban en el cuerpo.» 6 Rarilla. Puede tratarse de la planta jarilla, de la familia de las cistáceas que en la medicina tradicional se emplea para curar el mal de ojo, las limpias, el susto, la inflamación del vientre. 7 En el original: ariva.

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haze la curasión con el remedio de arriva, resa tres actos de contrisión y ofrese tres Salbes8 a la Virgen, y que con estas orasiones se quita el pacto del echisso. Y preguntándole de la muerte de Juan Ramos, dise que por gracia de Dios que le havía dado conoció que Juan Ramos estava hechizado, que lo havía hechizado la muxer de Miguel de Ávila, y que la causa fue el haver querido casarse dicho Juan Ramos con una hija de la muxer de Miguel de Ávila. Y que haviéndole enviado un vestido, por estar trata[n] do de casarse con ella —y en ese tiempo se fue a Guanajuato el dicho Juan Ramos, y en esse tiempo se cassó con el hijo de Pantoxa— y por essa causa lo echissó. Enpesando con un sapo que lo halló en los coginillos; y la noche que llegó Juan Ramos a su casa, halló un perro sarnosso en su cama, donde estava el maleficio, y que golpeó el perro y quedó hecho el maleficio, y el supo fue el demonio que le persiguió. 9 Y en el perro fue el echisso, en que pueden estar otras maldades. Y preguntándole cómo alcansó todo esso, dixo que Dios le revelava todas las cossas. Preguntándole en qué se han hecho estos maleficios de los demás que están padeciendo, dixo que en unos cavellos negros que se quitó María, yndia que estava con Lorenso en su compañía, el qual está preso. Y los cavellos los lleva consigo la dicha María. Y preguntándoles que si éstas que padesen las atormenta la dicha María, viniendo de la parte donde se halla, dixo que viene «como Dios está en los cielos», y que la trae el Demonio para que las atormente. Y dixo dicho Anttonio de la Cruz, que si a él le pussieran en la parte donde están los que padecen, que la moviera, y la cojiera, y le dijera: «de esta y de esta manera hazes estas maldades». Y que la resepta con que se unta dicha María, dise dicho Antonio que se haze con guessos de muerto molidos, con sangre de los aorcados, con orines y pelos de chivo, y

plumas de guajolote.10 Y que el chivo la viene a vuscar todas las noches. Y que se pone en pelota11 y que se unta toda. Y que antes de untarse, haze muchas reverencias y sahumerios al chivato, y que luego que está untada dise En gracia del Diablo, de Villa en Villa.

Y luego se sale. Todo lo dicho es según y como dixo dicho Anttonio de la Cruz, chichimeco, de que sertificó ser assí, según y cómo tiene declarado y aviéndome hecho escrúpulo todo lo contenido, por ser cossa o cossas graves, supertissiosas y que desdisen a la fee, y pedií remedio, assí para dicho, como para proseder a las sobredichas enfermas que padecen maleficio en esta ciudad de Querétaro, y que para ello me parese ser conveniente dar parte y avisso a el Santo Tribunal. Mostré a dicho padre cura la dicha declarassión del dicho Anttonio de la Cruz para que dé su parte como ministro de doctrinas de la dicha ciudad de Querétaro, y aver principiado las diligencias de las supertissiones del sobredicho (y otras personas) yndios, yndias que oy están en jusgado del jues eclesiástico de esta ciudad, y vissta dicha declaración por dicho padre cura, recurra a las partes que convinieren según viere. Estaré el conosimiento de ellas. Y porque conste, firmé en dos del mes de nobiembre del año de mil seiscientos y noventa y uno. [Rúbrica: fray Pablo Sarmiento] vol. 527, sin exp., fols. 569r-570r Catálogo: 2296. «Sobre cómo hace sus hechizos Antonio de la Cruz, indio chichimeca, y de cómo fue hechizado Juan Ramos por la mujer de Miguel de Ávila.»

8 La

Salve es una de las oraciones católicas más conocidas dedicadas a la Vírgen María. 9 El perro es uno de los animales que con más frecuencia se asocian con el demonio.

10 11

«Guajolote. Del mex. uexolotl, gallo [...]. Pavo.» (Mej.) «En pelota. Vale totalmente desnudo o en cueros.» (Aut.)

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El suyiquica o nagual del río Denuncia contra Juan Bautista, inglés, por practicar una ceremonia en un río para llamar a su nagual y a otras personas.

E

l primer testimonio conservado es del 12 de junio de 1626,1 cuando llega a declarar, sin ser llamada, María Álvarez, casada con Juan Rodríguez, vecino la ciudad de Cartago,2 labrador de 40 años, pocos más o menos: que hace unos siete años, estando en el paso de Juan Sánchez Crespo con su marido y Juana Sánchez, difunta ya, oyó a Baltasar de Ortega, vecino de dicha ciudad, decir que] avía pocos días un amigo suyo le avía convidado, y a otros tres o quatro amigos, para si querían yr al Agua Caliente3 a un río, media legua de esta çiudad, si querían, aprender el suyiquicas, que quiere dezir hechicerías. Y que, aviendo ydo con los demás, el maestro llamó su nagual4 y que no salió. Y como no salió, dixo el maestro que por no ser la cordillera de la provincia de Nicaragua no avía salido, que fuesen a esotra cordillera, acia el «Potrero», que llaman. Y aviendo ydo y llegado a una alaguna, les dixo el maestro a los que con él yvan (uno yba para de azer aprender el offiçio y los demás a ver) que no se espantassen aunque viesen salir del agua munchas savandixas, y que, en saliendo la culebra, que no tubiesen miedo y le besasen debaxo de la cola;5 y 1 2

3 4

5

Expediente que empieza acéfalo en el fol. 308r. La ciudad de Cartago, capital de la provincia del mismo nombre, se encuentra en la región central de Costa Rica, en las faldas del volcán Irazú. Fue la capital de Costa Rica hasta 1823. Río que da nombre a un distrito del cantón de Cartago. «Nagual. Entre los indígenas de origen azteca de la América, brujo, hechicero que cambia de forma por encantamiento.» (Mej.) En este relato parece confundirse el tona con el nagual. Nagual es la persona que posee poderes mágicos y puede transformarse en animal. En cambio el tona es la ligadura mística entre una persona y un animal (cf. Aguirre Beltrán, 1992: 97-105). Véase la introducción. Esto es, evidentemente, una mezcla de las creencias europeas y las indígenas. La culebra es uno de los animales de mayor importancia y respeto en el panteón indígena, uno de los días del mes estaba designado a este animal y por lo mismo era fácil que muchos tuviesen este nahual, como se ve en el siguiente fragmento rescatado por Santamaría: «El día que nacía la criatura le daban [a un brujo adivino] de ello aviso; anotaba el día de su nacimiento, y en siendo tiempo venía a la casa de los padres del niño; salía la madre con la criatura en los brazos y se le presentaba; íbase con ella detrás de la casa al solar de ella, y allí, con muchas ceremonias, invocaba a el demonio, el cual se aparecía si el niño había nacido a 2 de enero en figura de culebra. Recomendábale el infante para que le cuidase y defendiese de los peligros; tomaba la mano del chiquillo y poníala sobre la culebra, en señal de amistad y reconocimiento. Y con esto se volvía a su casa, quedando al cuidado de los padres de aquel miserable inocente niño el sacarlo todos los días a la misma hora al solar,

últimamente avía de salir un cabrón y que avían de azer lo mesmo con él. Y que salieron las savandixas y últimametne el cabrón. Y aviendo el que aprendía a besarle debaxo de la cola, tubo temor. Y aunque el maestro le avía dicho que aunque viera todas estas visiones no mentara el nombre de Jesús, él le nombró, diziendo: «Jesús sea conmigo», tres o quatro vezes.

[Testimonio de Juan Rodríguez] Dixo que avía pocos días, un amigo suyo le avía conbidado —y a otros tres o quatro amigos— para si querían yr al Agua Caliente, ques un río, media legua de dicha çiudad, si querían aprender el suyiquicar, que quiere dezir hechizerías, y que aviendo ydo con los demás al dicho puesto, el maestro llamó a su nagual y que no salió. Y como no salió, dixo el maestro que, por no ser la cordillera de la provincia de Nicaragua, no avía salido, que fuesen a esotra cordillera azia «El Potrero», que llaman. Y aviendo ydo y llegado a una alaguna, les dixo el maestro a los que con él yvan —que uno yva para aprender el officio y los demás a verlo— que no se espantasen aunque viesen salir del agua munchas savandixas; y que en saliendo la culebra, no tubiesen miedo y le besasen devaxo dee la cola; y que últimamente avía de salir un cabrón y avían de açer lo mesmo con él. Y que salieron las savandijas y últimamente el cabrón. Y que yendo el que aprendía a vezarle debajo de la cola, tubo temor, aunque el maestro le avía dicho que aunque viera todas estas visiones no mentara el nombre de Jesús, él le nombró, diziendo: «Jesús sea conmigo», tres o quatro vezes, y que con esto desapareció todo, a lo qual los allí presentes retornaron.

donde volvía a aparecer el nagual; con cuya frecuencia, criándose el niño con aquella ruin y diabólica compañía, le perdía el temor y le acompañaba siempre en todas sus edades» (Fuentes y Guzmán, Recordación florida, apud. Mej., s. v. nagual).

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[Testimonio de Baltasar de Ortega] Fuele dicho que en este Santo Officio ay ynformaçión que abrá tiempo de siete años, poco más o menos, que en un paso de Juan Sánchez Crespo, que está desta çiudad como media legua, en presençia de ciertas personas, tratando de hechicerías, cierta persona dixo que «avía pocos días un amigo suyo le avía conbidado —y a otros tres o cuatro amigos— para si querían yr al Agua Caliente a un rrío, media legua de esta çiudad. Sy querían aprender el suyiquica —que quiere deçir hechicerías—. Y que, aviendo ydo con los demás, el maestro llamó a su nagual y no salió. Y como no salió, dixo el maestro que por no ser la cordillera de la provincia de Nicaragua no avía salido, que fuesen a esotra cordillera acia “El Potrero”, que llaman. Y aviendo ydo y llegado a una alaguna, les dixo el maestro a los que con él yvan —que uno yva para aprender el offiçio y los demás a vello— que no se espantasen aunque viesen salir del agua munchas savandixas, y que en saliendo la culebra, no tubiesen miedo y le besasen debaxo de la cola, y últimamente avía de salir un cabrón y avían de açer lo mesmo con él. Y que salieron las savandixas y últimamente el cabrón. Y que, quando el que aprendía a vezarle debajo de la cola tubo temor, y aunque el maestro le avía dicho, aunque viera aquellas visiones [no] nombra[a] el nombre de Jesús, él le

nombró diziendo “Jesús sea conmigo”, tres o quatro vesses, con que se desapareeçió todo» [...]. Dixo que agora se acuerda, que abrá tiempo de dos años, poco más o menos, le dixo al reverendo Juan de Ffonseca, que ya es diffunto, vecino que fue de esta ciudad, lo avía llevado consigo —y a otras personas que no nombró— un hombre, vesino de Nicaragua —de los indios llamado Juan Bautista, casado con una yndia de aquella tierra, y él de naçión ynglés— al dicho río del Agua Caliente y allí avía hecho azer tal serimonia y cantos para que saliera el nagual y que no salió, sino que se oyeron munchos bramidos y ruidos en el propio cerro y lugar de la dicha Agua Caliente. Y no aviendo salido nada, y preguntándole los que con él yvan qué avía sido la causa, respondió que por no averle entendido la lengua de Nicaragua, por ser distinta de esta provincia. Y con eso se venieron cada uno a su cassa y que no save otra cossa. vol. 355, sin exp., fols. 308r-312r Catálogo: 2522, 2523. «De cómo descubrió que en las cordilleras de Nicaragua habita el nagual, al acudir invitado junto con otros amigos para aprender a hacer invocaciones», «De cómo el inglés Juan Bautista propició la aparición de un nagual a la orilla de un río de agua caliente mediante ceremonias y cantos».

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Un bautizo con patoles Indagación sobre la asistencia y participación de los soldados Jerónimo Pacheco y Pedro de la Cruz a un ritual indígena, así como sobre las características de este ritual.

E

n la villa de Santa Fe1 de la Nueba México, en 14 días del mes de setiembre del año de 1632, martes por la tarde, ante el señor fray Esteban de Perea, comissario del Santo Officio [de] estas provincias, pareció, siendo llamado, i juró en forma que dirá verdad, un hombre que dixo llamarse Pedro de la Crus, soldado y vesino de la villa de Santa Fe, de edad de 24 años. I preguntado si save o presume la causa para que a sido llamado, respondió que no la save ni la presume; preguntado si save o a oído desir que alguna persona aia dicho o hecho alguna cosa que sea o paresca ser contra nuestra santa Fe Cathólica, Lei Evangélica, que predica i enseña la Santa Madre Iglesia Cathólica Romana o contra el recto i libre exersicio del Santo Oficio, dixo que no save ni a oído cosa alguna de las que se le preguntan. Preguntado si save o a oído desir que algún español se aia allado en alguna idolatría de los indios, dixo que abrá ocho meses que, iendo en compañía de Gerónimo Pacheco —mestiso y soldado— a recojer ieguas, de buelta entraron en una estufa2 del pueblo de San Juan3 a calentarse. Y que estando los indios jugando a los patoles,4 estando este dicho declarante recostado, dice que una india traxo una criatura, y que se lebantó un indio de los que estaban jugando, que era fiscal, llamado Pindaa, i tomó la criatura y se sentó con ella teniéndola en los brasos. Mientras truxeron un cajete de agua en el qual hecharon los patoles i los [la]varon; i labados los sacaron. I poniendo la criatura en un petate, tomando cada uno su cañuela o patole, todos juntos a la par tiraron asia arriba los patoles, como quando juegan, y caieron algunos sobre la criatura. Y tomando cada uno en la boca una poca de

1 Con

el nombre de Villa Real de la Santa Fe de San Francisco de Asís, fue fundada en 1610 la capital de Nuevo México, provincia de la Nueva España. Actualmente Santa Fe es la capital del estado de Nuevo México, al suroeste de la unión americana. 2 La estufa era entonces el «aposento recogido y abrigado, al cual se le da calor artificiosamente con fuego por la parte exterior» (Aut.). 3 El pueblo de San Juan se localizaba al norte de la villa de Santa Fe, en la zona de influencia de los indios navajo. 4 Los patoles o patolo, voz derivada del azteca patolli, es un «juego de los antiguos mejicanos que se practicaba con cuatro cañuelas y semillas de zompancle o patol; usado todavía en los tiempos coloniales» (Mej., s.v. patolo). Patol es «el nombre que se da vulgarmente a varias plantas leguminosas, del género Erythrina, particularmente al zompancle o colorín» (Mej., s.v. patol).

Mapa del reino de el Nuebo México que dedica al Sr. Dn. Franco Antonio Marín de el Valle, Gobernador y Capitán general de dicho reino de Bernardo de Miera y Pacheco, 1768. Lienzo al óleo (col. Orozco y Berra).

agua se la hechaban a la criatura en la voca i después soplaban todos a la criatura la cabesa, manos i pies. Y que preguntado este dicho declarante a los indios que por qué asían aquello, respondieron que era para ponelle nombre en su lengua, y que así lo solían hacer en la gentilidad. I que con esto se salieron el dicho declarante i el dicho Gerónimo Pacheco. Y que esta es la verdad por el juramento que tiene hecho. I siéndole leído, dixo que estaba bien escrito. Prometió el secreto y firmólo de su nombre. [Rúbricas] vol 304, sin exp., fols. 195r-195v Catálogo: 1279. «Contra Gerónimo de Pacheco, Pedro de la Cruz, mestizos, y contra Diego de Santiago, mulato, por participar en diferentes ritos idólatras de los indios, en la provincia de Nuevo México.»

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«Para el mais, para los rayos, para los sueños, para los brujos» Proceso contra Diego Luis y sus discípulos por idolatría, adivinación y hechicería.

[Cabeza del proceso] En el pueblo de San Miguel Sola,1 en veinte y dos días del mes de diciembre de mil y seiscientos y cinquenta y tres años, el bachiller Gonçalo de Balçalobre,2 beneficiado del dicho pueblo y su juridición y vicario foráneo por el señor gobernador de este obispado, dijo que, por quanto a su noticia a llegado, que los naturales de este partido usan de sortilexios y otros muchos ritos y supersticiones que son contra lo que enseña nuestra santa fe católica y doctrina christiana, aviendo, para este efecto en dicha juridición, maestros que hacen y enseñan todo lo susodicho, y especialmente un yndio llamado Diego Luis, natural del barrio de Santa Ana, que a sido castigado abrá dies y ocho años poco más o menos por dichos delitos y porque se halló en su poder un libro manuscrito de su gentilidad que contenía «enseñança de treçe dioses» y otras supersticiones.3 Y no enbargante lo cual, a buelto a reincidir en ellos, continuándoçe en hacer y enseñar muchos ritos y seremonias prohividas, todo lo qual es en grave deservicio de Dios, nuestro Señor. Y para que tenga el remedio que conbenga, mando hacer esta cavesa de proseso, por el tenor de la qual se examinen 1

San Miguel Sola, hoy mejor conocido como Sola de Vega, se encuentra en el estado de Oaxaca, al suroeste de la capital del estado. 2 Los datos de este caso dieron a Gonzalo de Balsalobre material suficiente para escribir un tratado titulado Relación auténtica de las idolatrías, supersticiones y vanas observaciones de los indios del obispado de Oaxaca, impreso por la viuda de Bernardo Calderón, en México, 1656. El libro se basaba principalmente en la información y las declaraciones de este proceso. Hoy en día se encuentran publicados algunos fragmentos de este proceso, así como un texto que se identifica como la Relación que menciona Balsalobre, véase bibliografía: Hechicerías e idolatrías del México antiguo (2008: 205-266). Véase también, Gonzalo de Balsalobre (1972). 3 El libro por el que fue enjuiciado Diego Luis, y que fue quemado frente a la iglesia de San Miguel Sola, era un original en lengua chatina dado al demandado por don Félix de Alvarado. Años después, Balsalobre se encontraría con que Diego Luis había hecho una copia al solteco del mismo texto (Tavarez, 1999: 227). Es muy probable que este libro, por otra parte, sobreviviera a lo largo de los siglos y aún en la actualidad se transmita de forma escrita, como lo demuestran algunos textos calendáricos recogidos a partir de mediados del siglo xx en diferentes comunidades zapotecas de la Sierra Madre del Sur, en Oaxaca, que parecen tener algún parentesco con los que se mencionan en el caso de Diego Luis (cf. Van Meer, 2000: 43). Al respecto véanse también los artículos de Alcina Franch, citados en la bibliografía.

los testigos que supieren de lo en ella contenido y, hecha la sumaria, se acumule a ella un testimonio en relasión de la causa que se le fulminó del dicho Diego Luis, con incersión de la sentencia a la letra que se dio y executó contra el susodicho. Y así lo proveió, mandó y firmó: el bachiller Gonçalo de Balçalobre.

[Costumbres funerarias y otros ritos propiciatorios: la declaración de Domingo de la Cruz] En el pueblo de San Miguel Sola, en veinte y dos días del mes de diciembre de mil y seiscientos y cinquenta y tres años, para averiguación de lo contenido en la caveça de proceso, ante el bachiller Gonçalo de Balçalobre, beneficiado y vicario foráneo, paresió Domingo de la Cruz, yndio natural del pueblo de Los Reyes de esta doctrina, y vesino de el de San Francisco, a quien yo, el presente notario, doi fe que conozco ladino en lengua mexicana, que hablo y entiendo, de el qual se rrecibió juramento y lo hiço en forma de derecho por Dios Nuestro Señor y la señal de la Cruz, so cargo del qual prometió de desir verdad. Y aviéndole leýdo la caveça de proceso de esta causa, y dádocele a entender, dijo que lo que save es que generalmente los yndios de esta juridición, en acavando de espirar qualquiera perssona, lavan mui byen todo el cuerpo y caveça de el difunto con cantidad de agua, y si es muger, le peinan los cabellos y se los trençan con un cordón blanco, de hilo de algodón, y los amortajan con las vestiduras más nuevas que tienen; poniéndoles, si es muger, dos o tres pares de naguas, y dos o tres gueypiles, 4 y ensima la mortaja ordinaria, y les meten dentro de ella cantidad de piedresitas amarradas en un paño, las quales fueron con que el letrado 5 de la juridición hechó 4

«Huipil. Del azteca huipilli. Antigua prenda de la mujer azteca, camisa de algodón, sin mangas, descotada, larga hasta las caderas y ancha, con bordados, adornos y bellas labores. Úsanlo todavía las indias de Méjico y Centro América.» (Mej.) 5 Como veremos más adelante, los individuos que practicaban los rituales podían ser conocidos como letrados o maestros porque basaban sus prácticas

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suertes6 sobre el suçeso de la enfermedad de tal difunto, siendo vivo, y aviéndole aplicado algunos remedios supersticiosos que no le aprovecharon. Y después tornan a consultar a el dicho letrado sobre el estado del alma de aquel difunto, y que les señale qué penitencia an de hacer, y él les señala los días que an de hacer penitencia, en los quales los parientes del dicho difunto no quieren tomar nada con las manos ni darla a otra perssona; y todas las madrugadas, al salir el lucero, se ban a bañar al rýo, por sirimonia de la penitencia que hacen. Assimismo, suelen meter dentro de la mortaja del difunto unos pedasos de carne de gallina de la tierra enbueltos en unas tortillas, y esto save porque lo ha visto diverças veçes en la juridición. Y save que, quando ban los yndios a pescar truchas al rýo, lleban candelas de cera y cantidad de copali,7 y en la orilla del rýo; antes de hechar las redes en el hueco de alguna peña, ensienden las dichas candelas y queman el dicho copali invocando al Dios, del Dios que diçen está en aquel lugar, por estas palabras: Venimos a tu precencia humildemente, para que seas servido de darnos bentura que pesquemos truchas, y para esso te ofrecemos estas candelas y copali.

Y esto save este testigo porque lo a visto muchísimas veces, yendo con los dichos yndios de la juridición a pescar las dichas truchas y se a hallado presente. Y todo lo dicho haçen los dichos yndios, viéndolo y consintiéndolo y haciéndolo los más caciques y principales que ban con ellos. Y sabe, porque lo a oýdo desir ordinariamente a los yndios de esta juridición que lo platican unos con otros entre sí, que quando ban los yndios casadores de venados a casarlos con arcabuçes, si acasso no topan con alguno, buelven a sus casas, y preguntan a sus mugeres o deudos si acasso del último venado que traxeron, aviéndolo guiçado, se derramó el caldo y dieron a algún perro de la carne. Y respondiendo que sí, atribuien el mal sucesso de no aver caçado a lo dicho. Entonces consultan al letrado y él les dice lo que an de hacer; y lo ordinario es que ayunan un día natural y una noche, y essa no duermen con sus mugeres sino que cada uno se aquesta aparte. Y se lebanta el tal casador antes de

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en la lectura de un texto escrito que, a su vez, se iba transmitiendo por generaciones en copias y en traducciones. Echar suertes se refiere a la adivinación por medio de granos, en este caso, «cuando los testigos indican con qué se echaron las suertes, todos están conformes en que fue con granos de maíz. Las diferencias se presentan en cuanto a la cantidad de ellos» (Berlin, 1988: 35). «Copal. Del azteca copalli [...]. Los mexicanos daban este nombre a diversas resinas de que usaban mucho, particularmente para hacer sahumerios a sus ídolos, en lugar de incienso.» (Mej.)

amanecer, y tomando una o dos candelas de cera y un pedaso de copali, se ba al monte que está al oriente, enfrente de su pueblo, donde está sierta piedra, y allí ensiende las candelas y quema el copali, invocando el ýdolo de su debosión, unos, uno, y otros, otro. Y acabado esto, se ban a casar y topan con algún venado. El qual, aviendo muerto, traen a su casa y, desollado, le sacan los lomos de dentro y los reparten entre los que se hallan presentes para que los coman crudos, como lo hacen, y a la caveça del venado sahuman con copali; y hechándole en la voca un poco de pulque,8 le dicen que verá que no le traxeron de balde a su casa; lo qual hacen ordinariamente todos los casadores de la juridición; y especialmente a savido que lo haçe un yndio llamado Joan Peres, de el pueblo de San Francisco, que tiene el dicho oficio de casador. Y húltimamente, la semana passada, hiço el dicho ayuno y las demás serimonias, y fue de madrugada al monte y el viernes en la tarde truxo un venado. Y esto save porque se lo contó a este testigo su muger, que es sobrina de la muger del dicho Joan Peres y como tal entra y sale en la casa de los tales. Y save que los indios se rreçelan de que no sepa este testigo lo que hacen en secreto, porque piençan que lo a de rebelar al beneficiado por aver sido su criado. Y en predicándoles el dicho beneficiado aserca de ydolatrías y supersticiones, lo toman por ssí, y diçen que el beneficiado les predica lo que ellos haçen, y que quie[nes] los acusa[n] deven de ser los que entran y salen en casa del dicho beneficiado. Y assimesmo save que un yndio, llamado Diego Luis, natural del barrio de Santa Ana, de esta caveçera —el qual fue castigado abrá dies y ocho años, poco más o menos, y penitenciado en esta ygleçia por supersticiones y otros delictos graves, y averçe hallado en su poder un libro de su gentilidad, con treçe dioses, a que se halló pressente este testigo quando lo penintenciaron, por estar entonces en servicio de dicho beneficiado, y se acuerda que sería de edad de doce años, poco más o menos, el susodicho— se continúa en hacer y enseñar muchos ritos y serimonias supersticiosas, sortilexios, agüeros y adivinaciones a todos los yndios de esta juridición, declarándoles los sueños por un libro que tiene y ha visto este testigo. Y que le consultan si es bueno o mal día para traer limosna a la yglecia, y aviendo visto el dicho libro, les declara si es bueno o malo el día, y si dice que es bueno, traen la dicha limosna; y si les dice que no, no traen nada. 8

«Pulque. Bebida embriagante, espirituosa, blanca y espesa… que se obtiene haciendo fermentar el aguamiel, o jugo que dan los bohordos del maguey, cortados antes de florecer. Es la bebida peculiar de la gente pobre en la Mesa Central, para la cual constituye un factor principal de alimentación, con el chile y las tortillas [...]. El mejor pulque es el que forma hebra al chorrear.» (Mej.)

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Y le consultan sobre sus enfermedades y muertes, y sobre cantos de animales agoreros, vista de culebras y sucessos que an de tener. Y el dicho Diego Luis, hechando suertes y matando una gallina de la tierra, rosiando con la sangre unos pedasos de copali y haciendo otras serimonias, y diciendo siertas palabras que al entender de este testigo no a podido oýr por desirlas mui bajo, entre dientes, entonces les declara el mal o buen sucesso que an de tener. Y lo mesmo es quando hecha suertes con tres maíses pintados de negro. Y para esto y para degollar gallinas de la tierra y perros pequeños, señala día el dicho Diego Luis, aviendo visto primero el libro que tiene. Y para hacer las supersticiones quando muere alguna perssona, la gallina que para los ritos se mata a de ser pintada; y quando acavan de coger la grana, a de ser negra; y quando cortan los primeros helotes de la milpa, a de ser blanca; para lo qual tres días antes an de ayunar y bañarse de noche tres veces; y después, cortan cantidad de helotes y los quecen en una olla, y cosidos, cogen dos o tres con un poco de copali; y degollando la gallina de la tierra blanca, rosían con la sangre helotes y copali, y quitan la oja de los helotes y se los comen, cosiendo la gallina con agua sola, sin sal ni chile, ni otra cosa: la comen assí, con tortillas untadas de friçoles9 cosidos sin sal, ni chile, ni otra cosa. Y al rosiar los dichos helotes con la sangre, dicen estas palabras: Para el maís, para los rayos, para los sueños, para los brujos.

Y sabe este testigo que abrá siete u ocho años, poco más o menos, que aviéndoçe muerto una hermana suia, y consultando algunos deudos suios y en especial el marido de la difunta que es un yndio llamado Baltaçar de Canceco al dicho Diego Luis sobre la muerte, el susodicho les señaló día en que se juntaron en casa de un yndio, llamado Pascual García, algunas perssonas, como lo hicieron. Y vino allí el dicho Diego Luis estando en su casa el dicho Pascual García, y sacó tres maíses y, pintándolos de negro, hechó suertes muchas veces con ellos en presencia de Francisca de Córdoba, muger del dicho Pascual García y del marido de la dicha difunta, y de Gaspar de la Torre, y de Joana Leonor, su muger, y Petronilla Hernándes, y de este testigo. Y acavadas las suertes, dijo que tal día, señalándolo, avían de ayunar todos los susodichos desde la noche antes hasta que 9 En

el original fricoles. «Frijol. Judía. El frijol es, en México, uno de los principales alimentos y constituye un artículo de primera necesidad [...]. Son muchas las variantes de esta palabra. Cuervo registra, además de nuestro frijol, único de que usamos, fríjol, fresol, frísol, frisuelo y pesol [...]. En los manuscritos del siglo xvi hallo siempre frisoles (Descr. de Cholula, Meztitlán, Tenamastlán, Tequaltiche, Tequantepeque, Zacalula, Zumpango). Acaso la pronunciación de entonces era de frixoles.» (Mej.) «Frisoles. [...] Ciertas habitas en forma de riñoncitos de pollos.» (Cov.)

entrase la noche el día siguiente. Y que tubiecen prevenidos para entonçes tres pollos pequeños de gallina de la tierra y cantidad de copali. Híçose assí el día que señaló, ayunando todos, y esse día vino el dicho Diego Luis como a la orasión, quando iva obscuresiendo, a casa de el dicho Pascual García, donde estavan juntos todos los ayunadores, y llamó a este testigo y al marido de la dicha difunta y los llebó a una barranca que está fuera del pueblo, llebando consigo los dichos tres pollos y copali. Y aviendo llegado a el lugar que les paresió coviniente, hico tres hoios en el suelo, inmediato el uno al otro, y hechó en cada uno de ellos pedasos de copali; y degollando cada pollo de por ssí, aún rosiando aquel copali con la sangre del pollo, y puso en la voca de cada hoio un pedaso de copali encendido. Y después de todo esto, hechó dentro de cada hoio un pollo con la caveça; y serró dichos hoios con tierra diciendo estas palabras: Haraste aquí un árbol mui grande y copado, mira que ya te e hecho este servicio, que tengas mucho cuydado, no paçen de aquí los males y travajos a tus deudos.

Acabado esto, se bolvieron todos tres —conviene a saver: el dicho Diego Luis y el marido de la dicha difunta y este testigo— a casa del dicho Pascual García, donde estavan los demás que avían ayunado la noche antes hasta aquella ora. Y todos juntos se sentaron a comer y después cada uno se bolvió a su casa. Y assimismo save este testigo que, aviéndocele muerto una hija sola que tenía, y naciéndole otra, le dijo su suegro (que es un yndio llamado Pascual López, cantor): —Vee a consultar a Diego Luis, porque no se te muera esta muchacha como la otra. Y presume este testigo que el dicho su suegro tenía ya prevenido a el dicho Diego Luis. Y, aviendo ydo y llebádole su presente, le dijo el susodicho que él le respondería. Y sierto día que le señaló fue a verle, y le hiço llebar una gallina de la tierra diciéndole el dicho Diego Luis: —Anda esta noche a un puesto (que le señaló en el canpo) y degüella esta gallina, y arrójala allí. Y buélvete a tu casa, que con esso no se morirá tu hija. Y aviéndolo hecho y buéltose a su casa, de aý algunos días se murió la dicha su hija, todo lo cual hiço este testigo no entendiendo que era malo. Y assimismo save y ha visto que un yndio, llamado Domingo López, principal del dicho pueblo de San Francisco, y un hijo suio llamado Marcos Peres, y una hermana suia llamada Beatrís an traído a su casa cada uno a el dicho Diego Luis para consultarle sobre sus sucessos y otros negocios, donde el susodicho a hechado suertes y a hecho las serimonias arriva referidas con gallinas y copali.

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Y lo mismo a visto y savido que a hecho un yndio llamado Juan Peres, casador, de quien tiene depuesto arriva en este dicho a que se refiere. Y algunas veçes, otro yndio llamado Domingo Hernándes, hermano del susodicho, y otro llamado German Días, y otro llamado Gaspar de Saucedo, todos de el dicho pueblo de San Francisco. Y save que todos los yndios, generalmente en este pueblo, assí principales como plebeios, consultan a el dicho Diego Luis en lo que tiene declarado y lo traen a su casa para el efecto; los principales de noche porque se reselan, y los demás a qualquier otra ora. Y assimismo entiende este testigo que los susodichos hacen otras muchas cosas las10 quales no a podido averiguar bien para manifestarlas porque se recatan dél. Y que del propio oficio del dicho Diego Luis usan un yndio llamado Melchor, natural del pueblo de Coatlán,11 y residente en el pueblo de Santa Ynés de esta doctrina, y otra yndia llamada Ana, del pueblo de San Joan, viuda de Estevan de Aquino, u otro yndio, llamado Domingo Hernándes, por mal nombre: Hechicero del pueblo de Santa María. A todos los quales comúnmente llaman los yndios letrados. Y assimismo save (porque lo a oýdo desir públicamente) que a un yndio de esta cabecera, llamado Marcos Ruis, de oficio hollero, deve de aver quatro o cinco meses que se le avían perdido ocho pesos; y paresiéndole que se los avían hurtado fue a consultar a todos los dichos letrados de la juridición para que le dixesen quién avía hurtado el dicho dinero. Y cada uno de por sí le respondió achacándoselo a una yndia forastera llamada Jusepa. Y al cavo de algunos días halló el dicho Marcos Ruis su dinero en una caxa suia y la dicha yndia se a quejado que le lebantavan testimonio. Y que todo lo que dicho y declarado tiene es la verdad de lo que a visto y oýdo para el juramento que tiene fecho, en que se afirmó y ratificó. Y dijo ser de edad de treinta años, poco más o menos. Y que, aunque muchas de las perssonas contra quien tiene declarado en este dicho son tíos y deudos sercanos de su muger, por ser christiano y temeroso de Dios y de su consiencia a dicho la verdad. Y no firmó por no saber. [Rúbricas: Bachiller Gonçalo de Balçalobre. Ante mí, notario Francisco de Truxillo.]

10 Al

margen: de otros letrados. pueblo situado al suroeste de la ciudad de Oaxaca o Antequera, en la provincia de Nueva España, Audiencia de México; actualmente en el estado de Oaxaca.

11 Coatlán:

[La piedra azul, la muerte, la caza y los agüeros. Declaración de María Magdalena] María Magdalena, yndia natural del pueblo de Xolatlaco12 y vessina del de San Francisco [...], ladina en lengua castellana, de la qual se recibió juramento, [declara que:] debajo de la dicha mortaja les ponen dos o tres pares de naguas y huepiles nuevos sin estrenar, más o menos, conforme es el caudal de cada uno, y después del entierro ba el pariente más sercano del difunto a casa de un yndio llamado Diego Luis, que es savido y tenido por uno de los principales letrados de la juridición —al qual vido esta testigo castigar abrá dies y ocho años, poco más o menos, penitenciándolo en la yglecia de esta cavecera por sortilegio y supersticioso y averçe hallado en su poder un libro de su gentilidad con enseñanza de trece dioces—, y le consulta qué penitencia an de hacer todos los deudos del dicho difunto. Y lo ordinario es responderle que ayunen todos un día natural con una noche sin comer bocado, y nueve días continuos no tomen nada con la mano, ni lo den a otra perssona.13 Y todas las noches, a media noche, se bañen en sus casas el marido o muger, padre o madre del tal difunto, y los demás parientes baian al río a bañarse. Y así lo cumplen todos, y se visten de ropa limpia después de los nueve días; y el dicho Diego Luis les declara si a de aver en la casa más enfermedad o an de morir otros en aquella casa. Y esto save porque lo ha visto ordinariamente y lo platican assí todos los yndios [...]. Y assimesmo a oýdo decir muy de ordinario entre todos los yndios que los casadores de venados de toda la juridición, antes de yr al monte con su arcabuz, ayunan una noche y un día, ellos y sus mugeres, y no duermen con ellas sino aparte cada uno, y se ban a bañar al río aquella noche; quando sale el lucero salen de sus casas llebando copali y candelas de cera y ban al monte a donde está una piedra asul, que en la lengua solteca14 llaman quce lacaa, que cae arriva del pueblo de San Francisco, por el oriente. Y delante de aquella piedra ensienden las dichas candelas y queman el dicho copali, con lo qual dicen que tienen bentura de topar casa y matarla. Y aviendo muerto alguno o algunos venados, se buelven a sus casas y los 12

Xolatlaco: población en el municipio de Tepoztlán, en el actual estado de Morelos. 13 Como señala Berlin (1988: 46), el número nueve aparece constantemente «numeral típico de la muerte en el calendario mexicano con su régimen de 9 señores de la noche». La estructura misma del libro pudo haber tenido que ver con este número que, por otro lado, también recuerda los meses de la concepción. Así, en otro calendario ritual zapoteco, que puede compararse con el nuestro, se aprecia la división del año en «260 días que estaba dividido en 20 series de nueve nombres (29 x 9 = 261)» (Van Meer, 2000: 43). 14 La solteca era una de las lenguas indígenas que se hablaban en el estado de Oaxaca.

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ponen en un petate que para este efecto tienen sin que aya de servir otro, les hechan pulque en la voca hablando con ellos y, desollados, les sacan los lomos de dentro y los comen crudos, y las caveças sahuman con copali; y si acasso no casan ningún venado lo atribuyen a que sus mugeres, a la gente de su familia, derramaron el caldo [...]. Y que se recatan tanto de esta testigo, hasta los mismos deudos de su marido, que ni aún a sus hijos consienten que entren en sus casas porque sospechan que los an de acusar. Y quando predica el padre sobre sortilexios, supersticiones y idolatrías, platican los yndios que lo que ellos hacen les dice el padre. Y que a esta testigo la culpan que los biene a acusar, hechándole maldisiones. Y assimesmo save, porque es público en esta juridición, que Diego Luis, el letrado de ella que fue penitenciado, se continúa en hacer y enseñar muchos sortilexios, agüeros de cantos de pájaros y animales, declarasión de sueños, y si es bueno o mal día para llebar limosna a la yglecia, y otros ritos y supersticiones de matar gallinas de la tierra y perritos, y rosiar con la sangre copal y helotes señalando día para ello, y los colores de las gallinas que se an de matar para ello: unas veces blancas, otras pintadas y otras negras. Y comer la dicha carne cosida sin sal ni otra cosa, con tortillas untadas con friçoles cosidos de la misma manera. Y declarar[a] los malos o buenos sucessos de las enfermedades y muertes, hechando suertes con maíses, aunque no lo a visto esta testigo por lo mucho que se recatan della, pero lo save porque se platica allí entre ellos ordinariamente. Y en sierta ocasión, entrando en casa de un yndio llamado Marcos García, del pueblo de San Francisco, a ver una parida conosida suia que allí estava, halló en la casa una gallina de la tierra resién degollada, y así que la vieron entrar, escondieron a toda prisa la dicha gallina. Y le paresió a esta testigo que se avían turbado los que allí estavan, haciéndoce señas unos a otros. Y save que los yndios principales y pleveyos de esta juridición consultan en sus nesesidades del dicho Diego Luis sobre lo que tiene declarado, dándole presentes y trayéndolo a su casa el que lo a menester para dichas serimonias, como lo a hecho muchas veçes un yndio llamado Domingo Lopes, cuñado suyo, y un hijo suio llamado Marcos Días, y una hermana suia llamada Beatrís, y Joan Peres, yndio casador —de quien tiene depuesto arriva en este susodicho—, y otro llamado Gaspar de Saucedo, y otro llamado Simón Díaz, todos naturales del dicho pueblo de San Francisco. Y a oýdo desir que un yndio, llamado Melchor, forastero del pueblo de Coatla y residente en el de Santa Ynés de esta doctrina, y otra yndia, viuda del pueblo de San Juan, muger que fue de Estevan de Aquino, llamada Ana, y otro yndio

del pueblo de Santa María, llamado Domingo Hernándes, por mal nombre Hechicero, usan el mismo oficio que el dicho Diego Luis, a quienes los yndios de esta juridición generalmente llaman letrados. Y aunque a esta testigo, en una enfermedad antigua que padece su marido, le ha aconsejado una yndia principal, llamada Petronila Leonor, viuda, residente en esta caveçera, que consulte a el dicho Diego Luis, le ha respondido que ella es christiana y que no tiene nesesidad de essas consultas, que Dios sanará a su marido.

[La fama de Diego Luis. Declaración de Gracia Ana] Gracia Ana, yndia natural del pueblo de Santa Ana Tlapacoya15 y vessina de el de San Francisco, [declara en lengua mexicana] que conose a Diego Luis, yndio del barrio de Santa Ana de esta caveçera, de muchos años a esta parte que a que vive assí en el dicho pueblo de San Francisco como en el trapichi de Alo de Palacios, que cae en términos de esta juridición. Y que viviendo en el dicho trapichi, oyó desir públicamente que havían penitenciado del susodicho en la iglecia de esta caveçera por delitos los quales no supo esta testigo quales eran por no averce hallado en la yglecia quando lo penitenciaron, que a esa saçón estava enferma [...]. Y assimismo ha oýdo clamar a los yndios de dicha juridición «en qualquiera ocasión que se les ofresca bamos a casa de Diego Luis a consultar». Y essa testigo, no teniendo esto por bueno, les a respondido que ella es christiana y «no creo en brujos». Y que esto que dicho tiene es lo que sabe y a oýdo platicar públicamente. Y [es] la verdad, para el juramento que tiene echo, en que se afirmó y ratificó. I dijo ser de edad de, al parecer, sesenta años poco más o menos.

[Testimonio de causa acumulada]16 Como constó de la sumaria informasión en que juraron Lorença de la Cruz, mulata libre, y Andrés de Çurita y Joan de Robles, españoles, y aviéndoce librado mandamiento de prissión y envargo de vienes en virtud de ella contra el dicho Diego Luis, con auxilio de la real justicia, y executándoçe el 15

Santa Ana Tlapacoyan, población del estado de Oaxaca, cuyo nombre se traduce de la lengua zapoteca como: «lugar donde se lava o lavaderos». 16 El siguiente documento corresponde al proceso anterior que se llevó en contra de Diego Luis en 1635. Se incluyó en este proceso como prueba de lo que aconteció en la causa anterior, con la aprehensión de Diego Luis.

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dicho mandamiento y preso el susodicho en la cársel pública de este dicho pueblo, entre los que se le envargaron, fue un libro escrito de mano, con once ojas, de las quales la última tenía siertas raias, números y señales, y el dicho beneficiado, por auto que proveió, mandó que Torivio Hernandes —yndio natural de dicha caveçera— y Domingo López —principal del pueblo de San Francisco—, ladinos en lengua castellana y mexicana, leyesen i rebolvieçen el dicho libro y declarasen en qué lengua estaba y qué contenía. Y aviéndolo leýdo, los susodichos, y rebuéltolo del principio al fin, declararon, con juramento que hicieron en forma de derecho, que el dicho libro era de su antigüedad, por donde el dicho Diego Luis usaba de muchas supersticiones, como era que le yban a consultar quando estava alguna perssona enferma, si se avía de morir de aquella enfermedad o no, y el susodicho, leyendo el dicho libro, les declaraba el suçesso de la dicha enfermedad; y assimismo, si algunos yndios oýan cantos de pájaros y otros animales agoreros, le consultavan el bueno o mal suçesso de los dichos cantos; y que las palabras que el dicho libro contenían, al entender de los declarantes, eran el nombre del demonio, ídolos de piedra, brujos i brujas y otras cosas que digeron no alcansar, porque la lengua en que se avía escrito estava rebuelta con chatina.17 Y tomando de su confissión a el susodicho, pressente su defensor, y mediante intérprete que para ello se nombró, enseñándole el dicho libro lo reconosió por suio y lo leyó, y dijo que contenía todos los días del año repartidos en trece tienpos, según i como los llamaban en su antigüedad. Y que estos trece tiempos se rexían de trece dioçes, los quales tenían sus nombres de mugeres y honbres. El primero, que se llamaba el dios de todos los treçe dioçes. El segundo, el dios de casa. El tercero, dios padre. El quarto, el dios de los brujos. El quinto, dios de los muertos que están en el Infierno. El sesto, el dios de los rayos. El séptimo, el dios del Infierno: Lusifer. El octabo, la dioça del infierno, o muger del dicho Lusifer. El noveno, el dios del mar y de toda la comida. El désimo, el dios que hiço los montes, árboles y piedras. El undésimo, otra dioça que hiço lo mismo y declara ser su muger. El duodésimo, el dios que hiço todos los hombres. El désimo terçio, el dios de sus antepasados.18 17 La

chatina es una lengua indígena hablada en el sur del estado de Oaxaca. Pertenece a la rama oriental de la familia lingüística otomangue y está emparentada con la lengua zapoteca. 18 El título de este libro, relativo a los dioses y tiempos, nunca se menciona en los procesos contra Diego Luis. Gonzálo de Balsalobre menciona al respecto que «letrados y maestros han enseñado continuamente los mismos errores que tenían en su gentilidad, para lo qual han tenido libros y quadernos manuescritos, de que aprovechan para esta doctrina, y en ellos el usso y enseñança de treze Dioses con nombres de hombres y mugeres a quienes atribuyen varios efectos, assí como para el régimen de su año, que se compone de dozientos y sesenta días, y estos se reparten en

Y assimismo confesó el dicho Diego Luis que le consultavan los yndios de este partido si era bueno o mal día para llebar a la ygleçia alguna limosna, y el sussodicho, viendo el dicho libro, según el conpartimiento de los dichos treçe tiempos rexidos por los treçe dioses de arriva, les declarava si era bueno o mal día. Y si les desía que era malo, no llebavan limosna a la iglecia. Y por ser tan obscuro lo demás que contenía el dicho libro y estar en lengua chatina del dicho Diego Luis, no se pudo explicar de manera que el intérprete le entendieçe para declarar lo que desía. Y aviéndole hecho culpa y cargo a el sussodicho, y puéstole la acusasión Domingo López, yndio principal del dicho pueblo de San Francisco, fiscal nombrado para seguir la dicha causa, de que se le dio traslado, y recebida a prueva con término de nueve días comunes a las partes, con toda carga de publicasión y conclusión y en el término de los dichos nueve días, dado sus descargos el sussodicho, y ratificados los testigos de la sumaria, passado el dicho término, concluyó definitivamente la dicha causa el dicho beneficiado. Y en dies y siete días del mes de disienbre de mil y seiscientos y treinta y cinco años, pronunció sentencia en ella, con comisión del [...] George de Escudero, canónigo de la Chatedral de Antequera, probissor que era entonçes de este dicho obispado, y con pareser de el licenciado don Pedro Martínes de la Cerna, abogado de la Real Audiencia de México, que su tenor es como sigue: en el pleito criminal que de oficio de la justicia eclesiástica y acusasión de Domingo Lopes, promotor fiscal, sea fulminado contra Diego Luis, yndio natural del pueblo desta […] juridición i caveçera de Sola, sobre ser sortílego y maestro en ritos y supersticiones contra nuestra santa fe católica y doctrina christiana y lo que más, es la causa.

[Auto de prisión y embargo contra once personas] En el pueblo de San Miguel Sola, en veinte y seis días del mes de henero de mil y seiscientos y cinquenta y quatro años, el bachiller Goncalo de Balsalobre, veneficiado y bicario foráneo, abiendo visto esta sumaria información, dixo que mandava y mandó que sean presos Diego Luis, yndio del barrio de Santa Ana, sugeto a esta cabecera principal, culpado en ella; y Domingo Lopes, y Marcos Ruis, y Veatrís, viuda, y Juan Peres, caçador, y Domingo Hernandes, y Gaspar de Saucedo, y Simón Días, todos del pueblo de Coatlán, residente[s] en el de Santa Ynés desta doctrina; y Ana, viuda de Esteban de Aquino, del pueblo San Juan; y Domingo treze meses» (Balsalobre, 1953: 351).

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Hernandes, por mal nombre Hechicero del pueblo de Santa María, assí mesmo culpados y cónplices en ella y puestos en la cárcel pública deste dicho pueblo. Y les sean secuestrados todos sus vienes con ynbocación del real auxillo y braço seglar, y para ello se despache mandamiento en forma. Y así lo proveyó, mandó y firmó el bachiller Gonçalo de Balçalobre ante mí, Martín del Puerto, notario.

[Confesión de Diego Luis] Fue traído un indio, preso por mandado del dicho bene­ ficiado, del qual, mediante el intérprete desta causa, se resevió juramento y lo hiso en forma de derecho por Dios nuestro señor y la señal de la Crus, so cargo del qual prometió de desir verdad. Y se le preguntó lo siguiente, presente su defensor: 1. Preguntado cómo se llama, de dónde es natural, qué edad y oficio tiene. Dixo que se llamaba Diego Luis y es natural del pueblo antiguo de Santa Ana, desta juridición que se congregó en esta cabesera cinquenta y tres años ha, y que tiene ochenta y ocho años de edad; y que al presente no tiene ningún oficio, pero que se crió en la ygleçia y fue cantor de ella y después escribano y regidor deste pueblo. Y esto responde. 2. Preguntado que por qué causa fue penintenciado en esta yglecia abrá dies y ocho años, poco más o menos. Dixo que por siertas causas de sortilegios y supersticiones, a que se remite que están en poder del beneficiado, y por un libro que se alló en su poder de su gentilidad, con suertes, rayas y números y señales. Y esto responde. 3. Preguntado si se acuerda que tres años antes que lo penitençiaran, siendo escrivano del pueblo, y aviendo venido la justiçia y alcalde maior de la juridición a contarla, y por estar ausente el dicho Diego Luis, ir un executor a su cassa a buscar la tasasçión y entre unos papeles que topó en una caxa deste confesante aver allado un libro como el antecedente, y traídolo el dicho executor a presencia del dicho alcalde mayor y del vicario de la juridición. Dixo que «no se acuerda de tal libro». Y esto responde. 4. Preguntado si se acuerda del libro que allaron en su poder quando fue penitenciado dies y ocho [años] ha, y que declare qué significava y contenía el dicho libro. Dixo que se acuerda del dicho libro, y lo reconoció por suio. Y que el dicho libro contenía todos los días del año como los llamavan en su antigüedad, repartidos en trece tienpos, y que esos treçe tienpos se regían de treçe dioses que tenían sus nombres antiguos de mugeres y hombres. Y quanto a los nombres, a los dichos dioses se remite a su confiçión que

está en la causa que entonçes se le fulminó. Y asimesmo se acuerda aver confessado que le consultavan los indios desta juridición si era bueno o mal día para llebar limosna a la ygleçia, y este confesante bía y leýa el dicho libro y, según el repartimiento de los treçe tienpos regidos de aquellos treçe dioses que declara, les desía si era bueno o mal día, y si era buen día ofresían la dicha limosna, y si no lo era, no ofresían en la ygleçia. Y que el dicho libro estava en lengua chatina. Y esto responde. 5. Preguntado quién le dio el dicho libro y de dónde lo ubo y quién le enseñó a ussar dél. Dixo que se acuerda que fueron dos los libros y de una mesma manera, y contenían una propia cossa. Y que el primero se alló arroxado en el suelo, viniendo del pueblo de San Juan a esta cabecera, y que aviéndolo allado, bolvió al dicho pueblo y se lo enseñó a un indio llamado Luis Lopes, cantor, que a muchos años que murió, y ése le declaró lo que contenía y le enseñó a usar del qual —dicho libro es el que se halló entre sus papeles quando el alcalde mayor vino a la quenta desta juridición, y ese dicho libro tomó el vicario que entonces era deste beneficio, en cuyo poder quedó—. Y el segundo libro ubo de don Felis de Albarado, casique, que es ya difunto muchos años ha, y el susodicho lo traxo del pueblo de Xuquila.19 Y sabe este confesante que le dio el dicho libro al dicho don Felis un indio principal del dicho pueblo de Xuquila llamado Lorenço Martín, y que a este confesante le enseñó a usar deste segundo libro un indio antiguo desta cabesera llamado Diego Yaguila. Y esto responde. 6. Preguntado si después que fue penitenciado en esta ygleçia, dies y ocho años ha, después acá se a continuado en usar los sortilegios, supersticiones y ritos de la gentilidad que le fueron probados, porque fue castigado, y asimesmo si se a continuado en el uso de los dichos libros de su gentilidad, en que se consulten los de la juridición sobre sus sucesos. Dixo que abrá veinte y dos años, antes y después que lo penitenciasen, poco más o menos, que usa el dicho officio y del dicho libro, como la pregunta lo dise. Y esto responde. 7. Preguntado qué susedió después de la muerte de una india llamada Ana María, muger de Baltasar de Canseco, que abrá quatro años, poco más o menos, que murió en el pueblo de San Francisco. Diga la verdad. Dixo que resién muerta la dicha Ana María, fue Baltasar de Canseco, marido de la susodicha, a casa deste confesante, y dándole medio real de presente, lo consultó le declarase qué avía sobre la muerte de su muger y qué se avía de haçer o qué remedio era necesario, y si fue bueno o mal día aquel en que murió. 19

Juquila: pueblo situado al suroeste de la ciudad de Oaxaca.

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Y el susodicho le respondió que tal día, señalándolo, yría a casa de un indio principal llamado Pascual García, primo hermano de la difunta, y allí declararía lo que se avía de haser. Y aviendo llegado el día que señaló, fue este confesante por la mañana, antes de medio día, a casa del dicho Pascual García estando el susodicho en ella, y su muger, Francisca de Córdova, y sus hijos, y el marido de la difunta, y Domingo de la Crus, hermano de la dicha difunta, y entrando en el oratorio, allí, en presençia de los barones que estavan en la casa, echó suertes con treçe maíses a deboçión de los treçe dioses contenidos en el libro. Y lo que resultó de ellos fue desir que tal día, señalándolo, avían de ayunar todos los que allí se allarían y los de la cassa desde la noche antes hasta la noche siguiente, sin comer bocado, y que le tubiesen prevenido tres pollos de gallina de la tierra y cantidad de copali para esse día que avía de volver, como lo hiso a la oraçión, quando iba escuresciendo, y halló allí todos los ayunadores y al dicho Pascual Garçía y los tres pollos de la tierra y el copali que tenían prevenido. Y salió de la casa, llebándose consigo los pollos y copali y al marido de la difunta y a Domingo de la Crus, su hermano. Y aviendo llegado a una barranca que cae detrás de la ygleçia del dicho pueblo de San Francisco, en el puesto que le paresió conveniente, hiso tres hoyos como de una terçia, cada uno en pos de otro; y echó dentro de cada hoyo treçe pedazos de copali a devoçión de los treçe dioses; y mandó al marido de la dicha difunta que degollase cada pollo de aquellos y fuese rosiando con la sangre a cada uno los treçe pedaços de copali que avía echado dentro de cada hoyo. Hízose assí. Y mandó pegar fuego al dicho copali, poniendo en la boca de cada hoyo un pedaço pequeño de copali sin

sangre, y quemándolo también todo, lo qual dise que ofreçió al demonio, en sacrifiçio por el alma de la difunta. Y echó en cada hoyo un pollo con su cabesa y serró con tierra los dichos hoyos y dixo estas palabras: Este serviçio y ofrenda hecho al dios (que en lengua de Sola se llama Licuicha20 y en Castilla quiere desir «el sol») y al dios del Infierno (que en lengua solteca se llama Coquie Cabila),21 y a la diosa del infierno, muger déste (que en lengua de aquí se llama Jonatzi Huiliyaa),22 porque abaxe los males, trabajos, enfermedades y muertes, que no pasen de aquel lugar y lleguen a casa de los deudos de la dicha difunta.23

Y después desto, se bolvieron todos tres a cassa del dicho Pascual García donde estaban juntos todos los ayunadores, y se sentaron a comer, serían como las ocho de la noche. Y después, cada uno se bolvió a su casa. Y que esto es la verdad de lo que passó y lo que responde a la pregunta. vol. 437 (1ª parte), sin exp., fols. 67r y ss Catálogo: 637, 887, 888, 2627, 2628. «Sobre la existencia de trece dioses y la función de cada uno», «De ritos y supersticiones de los indios de San Miguel Sola», «De la idea que tienen los indios de San Miguel Sola sobre los ayunos que deben hacer cuando hay un difunto, y la ceremonia que hicieron», «Sobre el libro de los trece tiempos regidos por los trece dioses; su contenido, uso y las ceremonias efectuadas con motivo de los ayunos», «De las peticiones y consultas al Libro de los trece dioses, en San Miguel Sola, así como los actos y ceremonias que propició».

20

Licuicha: se refiere a Licuicha Niyoa «el dios supremo de los cazadores» (Berlin, 1988: 20). 21 Coque Cabila; también «Coquietaa; Coquieta; Coquetaa. Es también dios de la muerte, "el dios del infierno", y como tal recibe sacrificios de pollos en la muerte de alguna persona. El propio Diego Luis opera, al parecer indistintamente, con Conquietaa y Leraa Huila. Podrían ser dos deidades diferentes como lo sugiere la lista de 1635, o también sólo dos nombres para la misma deidad» (Berlin, 1988: 23). Tavárez describe a esta deidad como dios del mundo subterráneo (Tavarez, 2005). 22 Jonatzi Huiliyaa es decir Xonatzi Huilia la esposa de Leera Huila diosa de la enfermedad y la muerte (Tavarez, 2005). 23 Respecto al posible parentesco entre estos dioses y otros mencionados en calendarios posteriores, veáse van Meer, 2000: 44-47.

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Miguel López y cómplices Declaraciones relacionadas con el proceso a Diego Luis que se encuentran dispersas en otros volúmenes del archivo de Inquisición. Las siguientes son de Miguel López, Pedro Canseco y Paula Roxas.

E

n el pueblo de San Miguel Sola, en trese días del mes de febrero de mil y seissientos y cinquenta y siete años, ante el bachiller Gonçalo de Balçalobre, benefisiado deste partido y jues comisario para en causas de ydolatrías, paresió Miguel Lopes, casado con Melchora Joana, desta cabecera. Y por allarse culpado en el dicho pecado de idolatría, y para limpiarse dél, hase la declarasión siguiente. Declara que abrá dies y nuebe años que le nasió un hijo estando este declarante en Guaxaca, y al segundo día de nasido llegó a este pueblo con ropa de Pedro Castellanos, español difunto, a quien serbía, y al tersero día bino a la iglesia, y saliendo della encontró en la puerta con Toribio Hernandes, difunto, fiscal que hera avitualmente, y le dixo a este declarante que se olgaba mucho de que hubiese parido su muger barón, y que fuese a consultar a Diego Luis, que sabía en qué signo abía nasido el dicho su hijo y se lo diría a este declarante. El qual creió al dicho Toribio, y a la tarde se fue a casa del dicho Diego Luis y, dándole un real de presente, lo consultó sobre el dicho nasimiento. El qual, hechando suertes tres beses con cantidad de maís, y ablando en bos mui baxa, que no pudo entender este declarante, le dixo que la suerte desía que su hijo abía nasido el día que gobernaba el raio y que hera buen día, y que así sería casador su hijo y se lograría. Y que se fuese a su casa y bolbiese dentro de tres días y le diría lo que abía de haser. Pasados los tres días bolbió este declarante a casa del susodicho. Y que buscase una gallina negra de la tierra y copale para darle de presente del raio, y que hisiese penitensia beinte días bañándose a media noche en el río, y en ese tiempo no enborrachándose ni juntándose con su muger ni con otra, y que él haría a su casa como lo hiso aquel día. Y prebenido lo arriba dicho dentro de un xacal de bibienda, presente este declarante degolló la dicha gallina y, poniendo en un tiesto tres montones de copale —el uno de siete pedasos y los dos de a sinco— hechó toda la sangre de la dicha gallina sobre el dicho copale y dixo que guardasen aquel tiesto como estaba, que él bolbería. Y al cabo de tres días bolbió. Y quemó la dicha sangre y copale y se bolbió a yr a su casa. Enpesó a enfermar la criatura y bolbió este declarante a consultar al dicho Diego Luis sobre dicha enfermedad.

Y el susodicho, hechando suertes, respondió que la diosa Noquichana,1 de los temascales,2 asía justicia. Y que buscase un pollo de la tierra pintado para ofresérselo a la diosa. Y asimesmo prebiniese siete candelas de sera para llebar a la yglesia el día bueno, que él lo señalaría. Y aseptó este declarante todo lo dicho, entendiendo ser sierto. Y por aberse muerto su hijo otro día por la mañana no lo puso por obra. Declara que por aber oýdo desir en la juridisión desde que bibe en ella que el día que gobierna el Dios de los raios, ese día cortan los primeros elotes de la milpa. Abrá siete, ocho años, poco más o menos, que consultó al dicho Diego Luis una bes sobre ese artículo y le respondió que de aý a tres días era día bueno para cortar los primeros elotes porque gobernaba el Dios Luçuqui,3 y que buscase una gallina negra de la tierra para ofresérsela al dicho dios, y se bañase tres mañanas en el río y en tres días no se juntase con su muger. Y que aseptó todo lo dicho y lo creió y lo puso por obra, menos el sacrifisio de la gallina de la tierra, que por aber cresido el río no pudo pasar el dicho Diego Luis a casa deste declarante a executarlo. Declara que las beses que ha ido a pescar truchas al río, siempre a bisto que por mandado de los alcaldes y cabesas se recoxen candelas de sera y copale y las lleban a las pescas de truchas. Y este declarante llebó siete candelas un año y cantidad de copale que le dio Marsial Anríques, de las quales, abiendo llegado al río de Juchiatengo,4 que hera 1

Noguichana es decir Nohuichana, es diosa de los ríos, peces y mujeres embarazadas (Tavárez, 2005). Berlin afirma que «es la diosa de la vida por excelencia y, como tal, es la que más aparece en los documentos»; así, por ejemplo, de acuerdo a las declaraciones de Diego Luis, a esta diosa se acude para solicitar la ayuda al comienzo del matrimonio y durante la primera concepción (Cf. Berlin, 1988: 22, 37). 2 «Temascal. (Del azteca tema, "bañarse", y calli, "casa"). Aztequismo con que se conocen los baños de los antiguos indios que eran en piezas cerradas y a vapor.» (Mej.) 3 Luçuqui, es decir, Loçucui o Leraa Losucui es dios del maíz y, por lo mismo, de la comida (Tavárez 2005; véase también Berlín, 1988: 20). 4 Actualmente San Pedro Juchatengo, aunque el nombre correcto es Xochiatengo, voz náhuatl que proviene de xóchitl, «flor», atl, «agua», tentli, «labio» y «orilla» y con, «en»: «orilla de agua con flores». Limita al norte con Villa Sola de Vega y Santiago Minas; al sur con San Juan Lachao y Santa Catarina Juquila; al oriente con San Jerónimo Coatlán y al poniente con Santa Catarina Juquila. Su distancia aproximada a la capital del estado es de 130 kilómetros.

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avitual tequatlato desta cabesera de Sola, por mandado [de] los susodichos alcaldes y cabezas, y abiendo consultado los susodichos al dicho Diego Luis, fueron río abaxo del dicho pueblo media legua, como una quadra apartado del río asia el monte, está en aquel lugar una piedra negra como de media bara de alto y tres quartas de ancho, y en ella dibuxado un pescado de medio reliebe, que parese ser moxarra, la qual, según tradisión antigua, por lo que a oýdo este declarante, está en aquel puesto de tiempo ynmemorial. Y allí —delante de la dicha piedra que en lengua bulgar y corriente se llama queleza, que buelto en romanse castellano quiere desir «piedra pescado» o «piedra de pescado»— allí ensendió el dicho Bernabé, destas siete candelas que este declarante abía llebado, las seis y la mitad del copal para que con brebedad pescasen muchas truchas, porque aquella piedra hera la señora de las truchas. Y echo esto y consumidas las dichas candelas, baxaron al río este declarante y el dicho Bernabé5. Y a las orillas de una andura dél, ensendió el dicho Bernabe la candela que restaba, a cumplimiento de las siete, y quemó el resto del copal, esto sería al amaneser. Y como a las ocho de la mañana, empesaron a pescar en aquel lugar donde abían ensendido la dicha candela. Y que en esta forma pescan todos los años en aquel puesto, y esto es de costumbre ynmemorial. Declara que los yndios de Juchiatengo saben desta piedra por estar serca del dicho pueblo, y saben que allí ensienden candelas y queman copale los yndios desta juridisión porque algunos soltecos, que muchos años a esta parte están abeçindados en el dicho pueblo y biben en un barrio por donde se pasa del lugar donde está la dicha piedra, ban en conpañía de los alcaldes y yndios desta juridisión [a] ayudarles en sus pescas. Declara que todo lo dicho es verdad como lo tiene declarado, sin añadir ni quitar de lo que a hecho, bisto y sabido, y a maior abundamiento, lo jura a Dios y a la Crus en forma de derecho, yamándose arrepentido, por lo que le toca pide misericordia y avsolusión, y propone firmemente la enmienda. No firmó por no saber, firmólo el señor comisario con los yntérpretes, que lo fueron: Pasqual Garsía y Diego de Quirós [...].

este partido y juez comisario para causas de ydolatrías, paresió Paula de Roxas, yndia soltera del barrio de San Ylefonso, y por allarse culpa en el dicho pecado de ydolatría, para linpiarse dél voluntariamente, declaró lo siguiente mediante Diego de Quirós y Pedro García, yntérpretes. Primeramente, declara que desde que se sabe acordar a cortado su padre y su madre los primeros elotes el día que gobierna el dios de los raios, bañándose tres mañanas y llebando elotes y candelas a la yglesia.6 Y que dos años consultó la dicha su madre a Diego Luiz sobre este artículo, y le respondió con sacrifisio de una gallina negra de la tierra, y copale y los baños y penitensia acostumbrada. Y que se puso por obra una bes cada año y fue cónplise esta declarante. Y asimesmo, otro año, al cortar el primer chile, se hiso otro sacrifisio como los antesedentes y por consexo del dicho Diego Luis, de que tanbién fue cónplise esta declarante. Declara que abrá siete ocho años que murió Bernabé de Aquino y Fabiana Sebastiana, su madre, consultó al dicho Diego Luis sobre la dicha muerte, y le respondió con sacrifisio de una gallina pintada de la tierra y nuebe días de penitensia, y baños y dos ayunos de beinte y quatro oras. Y ofresido todo al dios del infierno.7

[El castigo del dios de los rayos. Declaración de Pedro de Canseco]

En el pueblo de San Miguel Sola, en dies y siete días del mes de febrero de mill y seissientos y sinquenta y siete años, ante el bachiller Gonçalo de Balçalobre, beneficiado de

En el pueblo de San Miguel Solá, en beinte y un días del mes de febrero de mill y seissientos y sinquenta años, ante el bachiller Gonçalo de Baçalobre, benefisiado del partido por juez comisario para causas de ydolatría, paresió Pedro de Canseco, yndio natural desta cabesera, y por allarse culpado en el dicho pecado de ydolatrías, para limpiarse dél, de su boluntad hase la declaración siguiente mediante Melchor de los Reies y Diego de Quirós, yntérpretes. Primeramente declara que abrá treinta y sinco años que se casó este declarante. Y su padre, que es ia difunto, consultó a Diego Luis sobre el dicho casamiento. El qual le respondió que se bañasen de mañana tres días los desposados, y en ese tiempo no consumasen el matrimonio. Y después llebasen sinco candelas a la yglesia el día que gobernaba la diosa Noguichana, y con heso podrían consumar el matrimonio, y que lo pusieron por obra [...]. Declara que abrá siete años que se le cortó la mano en el trapiche de Santa Ana, asistiendo en la molienda; y allándose mui enfermo este declarante, se bino a este pueblo y enbió

5  Debe

6 Respecto

[Muerte y alimento. Declaración de Paula de Roxas]

tratarse de Bernabé de Aquino, tal vez padre de Paula de Roxas, puesto que aparece en su declaración junto con su madre, véase apartado siguiente.

a este episodio, véase Berlin, 1988: 59. dios del infierno es, la mayor parte de las veces, Coquietaa, pero en ocasiones también se identifica con Leraa Huilaa (Berlin, 1988: 49).

7 El

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a su muger a que consultase a Diego Luis sobre la desgrasia que le abía susedido. El qual, leyendo en un libro de su ofisio, le respondió que el dios de los raios abía hecho justisia porque, cuando cortaban los primeros elotes de su milpa, no le sacrificaban gallina de la tierra, y que le sacrificasen una gallina negra. Y después, en nombre de dicho dios llebasen tres candelas a la yglesia, y se bañasen tres mañanas, y con heso sanaría el dicho su marido. Y que lo aseptaron y pusieron por obra, menos el sacrifisio de la gallina, porque no la tubieron. Declara que abrá seis años que consultó al dicho Diego Luis sobre asemillar su nopalera, y esto fue con consentimiento de la dicha Clara, su muger. Y le respondió el susodicho, hechando suertes, que para que le diese bien la grana prometiese sacrificar al dios Coqueelaa8 una gallina blanca de la tierra, y con heso tendría buena cosecha; y que de presente se bañase tres mañanas y en tres días no se juntase con su muger. Y que lo aseptó y hiso la dicha promesa y puso por obra los dichos baños, y por no abérsele dado la grana no sacrificó la dicha gallina [...]. Declara que abrá quinse años que fue este declarante con Pedro de la Cueba, que hera alguasil maior desta cabesera, y con otros yndios de dicha cabesera a casar benados al serro que cae al oriente, enfrente del dicho pueblo de San Francisco. Y le dixo a este declarante y a los demás que el dios Noçana9 que ya no abía querido que coxiesen ningún benado porque no le ofresían ningún presente. Y que

8

9

Coquelaa es decir Coquee Laa, o Coquiela, «dios de la riqueza» (Tavárez: 2005). A este dios acudían los mercaderes antes de emprender sus viajes (Berlin, 1988: 20). Noçana es decir Nosana queya, «dios del venado» (Tavárez: 2005). Otros nombres que se le dan en otros testimonios de este proceso es el de Nosana quiataa o Nosanaquya. «Se diferencia claramente del dios Nosanaguela, dios de la pesca.» (Berlin, 1988: 24).

entonses les contó el susodicho, enseñándoles un serro alto que allí estaba, que en la sima dél estaba una piedra que hera el dios Noçana, quera señor de los benados, y que allí acudían todos los casadores de arcabús a ensender candelas y quemar copal delante de dicha piedra, y con heso mataban benados. Declara que, desde que se sabe acordar, todos los años y beses que ban a pescar truchas al río de comunidad, los alcaldes y cabesas del pueblo congregados en la audiençia mandan a los tequitlatos10 de cada pueblo y barrio que prebengan candelas de sera y copal para la dicha pesca. Y abiendo llegado al río de Juichiatengo, los dichos alcaldes y cabesas embían la mitad de dichas candelas a la yglesia de dicho pueblo y la otra mitad con el copale embían a que las ensiendan y quemen el dicho copale, unas, delante de una piedra que tira a negra, que está más de media legua del dicho pueblo de Ystapa, distante de río asia el monte, como una quadra, y en la parte que mira la dicha piedra al dicho río está un pescado de medio reliebe formado en dicha piedra, que disen ser el señor del pescado y en lengua bulgar se llama Queelela. vol. 572, exp. 3, fols. 49r y ss Catálogo: 1494, 1495. «Acerca de los ritos que le mandó hacer un indio para curar a su hijo, así como de ciertos vaticinios», «De los ritos en honor a la diosa Noguichana y al dios de los ríos».

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Tequitlato. «Es una especie de capataz, que lleva la cuenta del trabajo hecho y se entiende con los trabajadores. Encargado de recibir el tequio o tributo.»

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Las catzinas: un baile prohibido de Nuevo México Proceso contra Bernardo López de Mendizábal, gobernador de Nuevo México, 1660.1

[Testimonio de fray Nicolás de Chávez]

[Carta de fray García de San Francisco, religioso de la provincia de Nuevo México]

Fray1Nicolás de Chaves, religiosso lego, professo de la orden de san Francisco de esta provincia del Santo Ebangelio de esta Nueba España, y residente en la custodia de su orden del Nuebo México,2 y natural de esta Ciudad de México y de hedad de treinta y siete a treinta y ocho años, [declara que], como a las once de la noche, [yendo] con otro religiosso lego, llamado fray Antonio de Salazar, y otro indiezuelo que los acompañaba, llamado Jusephe, y está cassado en el pueblo de Santo Domingo, hallaron que los dichos yndios de Pujuaque estaban bailando las cassinas3 en aquella obscuridad de la noche, en la misma plaza del pueblo, que es pequeñita, cantando sus canciones en su lengua. Y estaban tan embebecidos y como tomados del demonio que, dándoles este declarante con el arcabuz de mochazos (porque traen arcabuz de ordinario los religiossos legos, por los yndios infieles y ser embiados de sus prelados a diferentes partes solos, con riesgo de la vida) y tropezarlos los caballos y passar sobre ellos, no lo sentían los dichos yndios. Y que este baile estaba quitado entre christianos hasta que el dicho don Bernardo López de Mendizábal vino por gobernador, y que los religiossos, por quitarles, han passado y passan muchas persecuçiones, y a costado la vida a muchos religiossos, porque se les apareçe el demonio a quien imbocan en el bayle. Y aún los mesmos yndios jentiles dan labia y hacen burla de los mesmos yndios christianos de que no se les apareçe como a ellos el demonio porque no bailan el dicho baile como ellos en las cassinas [...]. 1 Este

proceso inquisitorial ha sido parcialmente publicado y estudiado por Mariana Masera (2006 y 2007). 2 Las órdenes religiosas mendicantes novohispanas se organizaban en «corporaciones» que recibían el nombre de «provincias», las cuales ocupaban una extensión territorial dividida en conventos controlados por un prior o un general (cabeceras). La provincia franciscana del Santo Evangelio estaba distribuida por el inhóspito territorio de Nuevo México, perteneciente a la audiencia de Guadalajara. Los lugares mencionados en este proceso, como Santo Domingo, Pujuaque y Guarac, eran sede de una iglesia o convento franciscano y estaban situados en relativa cercanía de la capital del gobierno de Nuevo México, al sur de la ciudad de Santa Fe. La población de Humanas (o Jumanas), que se menciona más adelante, era un asentamiento indígena, de ahí la necesidad de transladar indios cantores a algunos pueblos lejanos para oficiar misa. Actualmente todos estos lugares son territorio de Estados Unidos, estado de Nuevo México. 3 catzinas: denominadas hoy día kachinas.

Viniéndose los indios a quejar a dicho governador que los religiosos no les dejavan hazer unos bailes supersticiosos y de idolatría, dijo que, [aunque] es cosa que los ministros abominan, pues vengan a ahazerlos. Y se congregaron en la villa de los pueblos comarcanos y vistiéndose en una sala de palacio las diabólicas y idolátricas máscaras, los vailaron y ofrecieron al demonio zandías y otras cosas. Y se continuó muchas vezes en palazio y plaza. Llámanse estos vailes cazinas, vedadas por todos los santos ministros que ha avido por la invocación que tienen del demonio y especial culto y ofrenda, y otras que ai de ahabitación y diversos pecados [...].

[Testimonio de fray Nicolás de Freitas, guardián del convento de Cuarac, en Nuevo México] Aconteçió el año passado de sessenta, por el mes de junio, que, haciéndosse en el pueblo de Humanas que es comberssión nueba o de las nuebas, y que hasta aora no havían tenido ministro de assiento, la fiesta del señor san Buenabentura, que es patrón del pueblo, combidó el padre guardián y ministro fray Diego de Santander a este testigo, que era guardián y ministro de Guarac diez leguas de allí. Y para que se çelebrasse la fiesta con missa cantada, llebó desde Guarac como unos veinte yndios cantores y sachristanes con los hornamentos. Y haviendo llegado al dicho pueblo de Humanas dichos yndios cantores y sachristanes, sin haver havido como, es verdad, otra caussa que haver ydo dichos yndios a oficiar la missa y llebar los hornamentos para dicha fiesta, les hizo dar en dicho pueblo de Guarac el dicho Nicolás de Aguilar açinquenta azotes a cada uno, con que los pobreçitos no se an atrevido después acá a officiar missa alguna cantada y se an estorbado los offiçios divinos [...]. En el mes de agosto del año passado de sessenta años, al dicho Diego Romero y otros cinco hombres [...], como a las quatro de la tarde, trajeron una tienda de cuero nueba y harmada en el campo trajeron dos líos: uno de gamussas y ottro de cueros de

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Mapa de toda la frontera de los dominios del Rey en la América septentrional, desde el Río Colorado al Golfo de México de Nicolás de Lafora (sin año). Papel marca manuscrito coloreado (col. Orozco y Berra).

çíbolas4 que se pussieron junto de la tienda. Y assí mesmo trujeron un cuero de çíbola grande y nuevo que, tendido en el suelo, pusieron encima acostado de espalda al dicho Diego Romero. Y comenzaron a baylar la catzina dando bueltas y cantando, lebantando y acostando al dicho Diego Romero en el dicho cuero, conforme eran los passos del bayle de la cazina. Y acabando el baile, ya çerca de la noche, le cargaron en el mesmo cuero, tirando de las esquinas dél, y le entraron en la dicha tienda, a la qual trujeron una muchacha donzella que dexaron con él toda la noche. Y otro día en la mañana binieron los capitanes de dichas rancherías a ber si Diego Romero havía conozido carnalmente dicha yndia, y biendo que la havía conoçido, con la sangre le untaron al dicho Diego Romero el pecho. Y poniéndole una pluma en la cabeza entre el cabello le aclamaron por su capitán, dándole los dos enboltorios de dichos cueros y la tienda [...]. 4

«cívola o cíbola. Bisonte, en las lenguas indígenas de los pieles rojas»; era también el «nombre que se daba a los habitantes de una ciudad, país o reino imaginario, llamado Cíbola, que los españoles buscaron con afán hacia el norte, sin encontrarlos nunca.» (Mej.) Dicho nombre provenía de las novelas de caballerías.

[Carta del gobernador Bernardo López de Mendizábal] Muy ylustre señor: Don Bernardo López de Mendiçával, por la obligación de fiel cristiano y la del oficio de governador y capitán de estas provinzias del Nuevo México en que estoy sirviendo al rey nuestro señor, enterado de las cosas que en ellas pasan en lo espiritual tan yrrigulares, me a parecido preciso dar quenta dellas a vuestras señorías para que, siendo dignas de reparo y enmienda, las ponga, con su acostumbrada rectitud, como más combenga al servicio de Dios nuestro señor. Y si no lo fueren, mi celo es bueno y no le muebe más fin que el de su obligación. Luego que entré en este govierno verifiqué verdaderas las relaciones que avía tenido de los muchos yncombenientes que a causado y causa el modo con que usan los religiosos doctrineros de estas partes la jurisdiçión ecclesiástica en los actos espirituales, que diçen tienen por bulas de los sumos pontífiçes León Décimo y Adriano Sexto, en cuya virtud

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diçen pueden usar y usan de los actos y casos que son negados a los arçobispos y obispos y reservados a su santidad, y que no exerçe ni conçede sin graves causas, pues, demás de consagrar los custodios de dichos doctrineros aras, campanas y haçer confirmaçiones, dispensan y an dispensado para los matrimonios dentro del quarto grado hasta el segundo ynclusive, así de consanguinidad como de afinidad, y en los parentescos espirituales de baptismo y confirmación. Y esto sin más motivo que el de su gusto y ynterés, pues no le puede haver justo haçiéndolo como lo an eçho con personas humildísimas, de ninguna calidad, pobres españoles, mestiços y mulatos, como consta de la ynformación que los exçesos de los dichos religiosos me obligaron a hacer y remito al excelentísimo señor virrey de esa Nueva España, a quien su magestad manda se ocurra de estas probinzias, de la qual me pareçió sacar testimonio y remitírsele a vuestra señoría, donde se podrá ver lo referido por declaraziones de los propios contrayentes. Y los motivos que tube para ella fueron los escrúpulos y dudas que los moradores de estas partes padecen de tan mala consequençia en materia de sacramentos, para que, declarando lo que deve y puede haçer, çesen. Vuestra señoría, con su acostumbrada justificaçión en lo que le tocare, obrará lo combeniente al servicio de Dios nuestro señor y al de nuestro rey y vien espiritual de sus vasallos, con atençión que hasta las confirmaciones se dudan, por haver varias personas que, aviéndolas reçevido de mano del custodio de dichos religiosos, el obispo de Guadiana, siendo hombre tan docto como fue el maestro Hermosillo y religioso, con çiencia de estar confirmadas las volvió a confirmar, diçiendo no lo podían hazer dichos custodios. Todo lo contiene dicho testimonio a que me remito y sólo digo que los propios religiosos son causa principal de las dudas, negando muchos haver facultad para tales actos y desaçiendo unos lo que otros haçen [...]. Un religioso que está en estas probinçias, llamado fray Miguel Sachristán, que era quando entré a governar cura y doctrinero de esta villa, por voces que corrían de que avía reyterado el sacramento del baptismo echándole el agua dos veces a una criatura hixa de un veçino llamado Guillermo de Carbaxal, me contó el casso y dixo que pasando por la estancia del sussodicho, llamada los Çerillos, le avían llamado della a baptiçar dicha criatura y que lo avía eçho con efecto y que después, llevándola a chrismar a la yglesia, viendo que para dicho efeto la tenía en los braços don Juan Manso (mi antezesor en este govierno), que con publicidad comunicava carnalmente y estava amanzevado con la madre de la dicha criatura, y reparando en que estava presente su marido dicho Guillermo de Carbaxal, que no savía estava baptiçada dicha criatura, le volvió a eçhar el agua sin

deçir palabras, fingiéndolas entre dientes, con que quedó satisfecho el dicho marido de que era su compadre el dicho don Juan Mansso. En cuya residençia, que me fue cometida y tomé en su secreta, hubo testigos que juraron haver estado prácticamente amançebado con su comadre. Y uno, que fue Torivio de la Güerta, que está en estas probinçias, lo diçe, y que se halló pressente y por testigo al dicho baptismo, y que le vió echar el agua al dicho fray Miguel Sachristán, y tener la dicha criatura en los braços al dicho don Juan Mansso; y que estuvieron presentes el dicho Guillermo de Carabaxal, doña Bernardina Vásquez su suegra, otras personas y Augustín de Carabaxal, el qual lo juró así mesmo en dicha residençia. Y diçe más el dicho Torivio de la Güerta, que después (viendo continuar al dicho don Juan Mansso con dicha muger en dicho mal trato y estar con ella en una cama) le dixo que cómo haçía tal maldad siendo su comadre. Y que le respondió que no lo era, porque avía sido fingido y supuesto el haverle echado agua y eçhó apariençia de baptiçar la criatura, porque antes lo estava. Y que una vez eçhada no ymportava eçhársela otras veçes. Y recombiniendo yo al dicho don Juan Mansso en secreto, me confesó todo lo dicho y que su yntento avía sido bueno, y de apartarse de la amistad de dicha muger por medio del compadrasgo. Y que el dicho fray Miguel Sachristán se lo avía estorvado diçiéndole que él lo dispondría y haría de modo que el dicho marido entendiese era su compadre, y que le respondió: «No hagamos algo que hieda». Y el dicho fray Miguel dixo que lo dexase a su cargo y que tenía la culpa, así en todo lo referido como en no haverse apartado de la comunicaçión de dicha muger. Todo lo cual çertifico que me lo dixeron los unos y los otros, y de los dichos actos ay testigos ynstrumentales, y de las deposiçiones de los dichos Torivio de la Güerta y Augustín de Carabaxal consta en la residençia dicha que remito a su excelencia. Un año a, señor, que yendo visitando estas probinçias y aviéndolo eçho a los yndios de un pueblo que llaman El Socorro, me dieron muchas quexas los susodichos de su doctrinero, que se llama fray Benito de la Natibidad, el qual, apasionado con dichos yndios, me acussó muçhos dellos para que los castigara diçiendo con muçha publiçidad que estavan amanzevados y cometían otros pecados. Y advirtiéndole yo en que hiçiese reparo en los yncombenientes grandes que se podían temer de denunçiar a sus feligreses, confesándolos, se satisfiçió diçiendo en presençia de muçhos que él no los confesava si no era en peligro de muerte, por no entender su ygdioma. Y que fray García de San Francisco, viçecustodio que es oy de dichos religiosos y doctrinero de Senecu, por entenderle vien, los confesava todos los años a los del dicho pueblo y a los demás de la naçión Pira. Y que el susodicho

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le avía ymbiado una memoria para que supiese y castigase los amançebados y que cometían otros pecados. Y que en virtud della lo savía el dicho fray Benito, y me mostró y leyó parte de la dicha memoria, y a todos los presentes, entre los quales se halló el sargento mayor Francisco Gómez Robledo, que es el que lleva estos recaudos. Y que, como natural que es de este reino y su compañero, saven todo lo que escrivió y otras cosas que pasan en él vien lastimosas, a vista de gente tan várbara como son los yndios, cristianos sólo por el baptismo, pues no saven hasta oy lo que en él profesan por el poco cuydado de los ministros y suma ygnorançia, y por tratar sólo de lo temporal y venir a ello a estas partes y no a lo que era justo. Ynformo largo a su excelencia y a su prelado; lo contenido en ésta me pareçe de ese Santo Tribunal y de su conoçimiento. Si no me hubiere engañado, abré eçho servicio a Dios nuestro señor en la execuçión, y si me hubiere engañado, en el çelo y deseo que es sólo mi fin, y mostrarme humilde y obediente hixo de ese Santo Tribunal, que ruego a Dios que prospere muçhos años para defensa de su santa fee y nuestro amparo. Villa de Santa Fee del Nuevo México y octubre 24 de 1660. Obediente súbdito de vuestra señoría que su mano besa, don Bernardo López de Mendizábal. vol. 587, exp. 1, fols. 35v-164v Catálogo: 225, 1542, 1580. «De los bailes llamados Catzinas y cómo fray Diego de Santander, al presenciarlos, representó a Jesucristo coronado de espinas, cargando la cruz y azotándose, para tratar de impresionar a los indios y lograr el arrepentimiento de sus excesos en dichos bailes», «Sobre las Catzinas, bailes indígenas para invocar ventura, bailados por hombres que indistintamente se visten de mujer», «Acerca de los bailes llamados Catzinas que los indios de Nuevo México dedican al demonio».

[Proceso contra el soldado Diego Romero. Nuevo México, 1660] El licenciado Juan de Meza Montañés, fiscal deste Santo Offiçio, [...] me querello criminalmente de el capitán Diego Romero, que pareçe residir en la ciudad de Santa Fe, caveça de el reino de el Nuevo México. Y digo que el susodicho, contraviniendo a las obligaçiones de bueno, fiel, verdadero y cathólico christiano, a echo, dicho, oído, visto haçer, deçir y cometer muchos delitos contra lo que tiene y cree nuestra santa fe cathólica [...], diçiendo muchas heregías formales y haçiendo echos de la misma calidad, que lo hacen vehementemente sospechoso en la fe.

[Carta de fray García de San Francisco] Copia de el capítulo de carta que escrivió a este Santo Tribunal el padre fray Garçía de San Francisço, viçecustodio de la probinçia del Nuebo México. Su fecha a los trece de octubre de mill y seiscientos y sessenta, tocante al capitán Diego Romero y se reçivió por mano del padre fray Nicolás de Freitas a los veinte y dos de henero de mill y seisçientos y sessenta y un años. Y vista, se mandó poner dicha carta original en los autos tocantes al gobernador del Nuebo México, don Bernardo López de Mendizábal. Cuia cabeza, pie, y dicho capítulo, es lo siguiente. Ilustrísimo señor: La altíssima magestad de Dios conserbe a vuestras señorías y dé su divina luz, graçia y açierto en todo, para la mayor firmeza de nuestra santa fee y destruiçión de las heregías y ofenssas de Dios. Yo, indigno siervo de vuestras señorías, hallándome indignamente puesto en el offiçio de viçecustodio de los religiosos de nuestro padre san Françisco de esta miserable tierra del Nuebo México, y por raçón del hecho comissario de su sanctidad y juez ordinario ecclesiásstico de estas provinçias por los indultos apostólicos, por ser ellas en quienes no ay ningún ecclessiástico, juez, obispo o abad. Y estando esta tierra llena de públicos peçados, unos que son del conoçimiento mixti fori, otros que son mere espirituales, otros que son tocantes a esse Sancto Tribunal, ningunos de ellos se pueden remediar. Antes sí, cada día la semilla de unos y otros creçe con mayor libertad, a causa de haverme, por expresso auto, mandado el gobernador que es de este reino don Bernardo López de Mendizábal que no usse de la jurisdicçión ordinaria ecclessiástica, pena de que proçederá como contra juez intrusso, sin haver para esto otra caussa que haver yo declarado por incursso en la descomunión de la bulla de la çena del señor a un juez que se havía puesto a haçer informaçión contra un religiosso guardián, y porque determinando dicho gobernador haçer algunas cossas injustas y otras exdiámetro contra la fee, no huviesse quien le atajasse. Y assí, señor illustrísimo, por la obligaçión que me corre, por éste doy avisso a vuestras señorías de todo lo que passa digno de remedio y de que esse Santo Tribunal le ponga, porque ya queda esta tierra en lo cathólico quassi destruida. Y porque yo hable con la pureza, verdad y çertidumbre que en materias tan graves y a tribunal tan sancto se deve, hiré desde sus prinçipios señalando los indiçios y propossiçiones de cada persona sospechossa. El capitán Diego Romero (hijo de padre estranjero ya muerto) a días que persebera y publica un herror, que es que la concubina

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del amançebado tiene obligaçión de pagarle el dévito siempre que se le pide. El qual herror corre en la tierra y se le han oýdo muchas perssonas que lo diçen. Este, al pressente, es alcalde ordinario de la villa de Santa Fee de esta tierra, y a pocos días que le embió su gobernador a la naçión de los gentiles que llaman apaches de los llanos, acompañado con otros españoles a comprar gamuças y antas5 para dicho gobernador. Y luego que llegó a dicha naçión, les dixo a los gentiles que ya se acordarían que su padre, quando havía ydo a aquella tierra, havía dejado un hijo y que él havía de tener otro. Y entendidos los gentiles de esta voluntad, vinieron y a su usanza pussieron una tienda nueba y trujeron allí un lío de gamuzas y cueros y pussieron en medio de la tienda un cuero nuebo tendido y le llamaron a dicho Diego Romero. Y le sentaron allí y comenzaron ellos a haçer su vaile (según diçen) de cassamiento. Y hecho el vaile, le trajieron una muchacha donçella y él la admitió y durmió con ella. Y a la mañana vinieron los apaches y viendo que la havía conoçido, le untaron a él sus pechos con la sangre de ella, que es el género que diçen tienen de cassarse. Todo lo qual admitió el dicho Diego Romero, el qual tiene indiçio de maiores culpas en la enemiga que tiene a los ecclessiásticos. Este mesmo diçen que muchas veçes a dicho (siendo ignorante) que defenderá en escuelas que los ministros que bauptizan no contraen parentesco con las criaturas que bauptizan, ni con sus padres, ni tanpoco los que los sacan de pila le contraen con las criaturas ni sus padres, y que si lo contraen sólo es por veinte y quatro oras. Esta opinión, que es tan contra los sagrados decretos, siguen muchos veçinos de esta tierra, espeçial y señaladamente Christóbal de Anaia. Esto es, ilustrísimo señor, lo que a vuestras señorías tengo que avissar para el descargo de mi conçiençia y ofiçio. Y hago esto con tanto trabajo quanto se puede colejir del no haver carta que no cojan, ni passo que no se impida para el que procuremos el remedio de tantos males. A vuestras señorías ruego y humildemente suplico perdonen mi tosco estilo, que [ha de]6 ser neçessario para tribunal tan sancto el mexor, mas sólo he procurado la verdad de lo que passa, diçiendo lo que es indiçio, lo que sé y saven perssonas señaladas, y lo que se diçe bulgarmente. Y a no haverseme bedado el exerçiçio de mi offiçio, todo lo embiara por informe. No lo hago por obiar escándalos que del poco silençio de la fáçil gente de esta tierra resultar pueden, expeçialmente quando tengo experiençia de que, acabando de jurar, en carros grabes salen a publicar su juramento y se perjuran ante

el miedo y rigor de un gobernador, de que no tienen fáçil recursso ni remedio, por la dificultad de la salida de esta tierra, suma pobreza y haver de caminar çerca de quinientas leguas que ay de camino [...]. De esta custodia del Nuebo México, combento de San Antonio de Senecu. Trece de octubre de mill y seisçientos y sessenta. Bessa la mano de vuestra señoría illustrísima su humilde sierbo, fray Garçía de San Françisco [...].

[Declaración de Diego Romero] Se le preguntó en la audiençia anteçedente si havía salido a reynos de infieles, y haçiendo memoria se ha acordado que abrá tres o quatro años que éste y el capitán Bartolomé de Ledesma, Juan de Moraga, Felipe de Oluisu, Juan de Gamboa, Pedro Romero, veçinos de la villa de Santa Fee, y juntamente Salvador Durán, también veçino de Santa Fee, y un indio mexicano llamado Augustín Brito, que vive en dicha villa, salieron a rescatar7 entre indios infieles. Y llegando como duçientas leguas de la custodia del Nuevo México, salieron los indios a reçivirles con una cruz y éste la adoró y la adoraron todos los demás. Y con esto fueron a su tienda y dixeron los indios que después harían el rescate, y después pidieron a éste que fuesen a hallarse en sus bailes y éste le respondió que se fuesen en ora mala. Y otro día, volvió un indio capitán a deçirle lo propio y éste respondió lo mismo, pero sus compañeros le dixeron que mirase no los disgustasse, que podría venirles mal y estaban duçientas leguas de su tierra, y le refirieron otros exemplares de personas que havían ido a dichos valles. Con que éste por el riesgo determinó ir, con que los indios trajeron un pellexo de çívola y lo sentaron en él y lo llevaron en hombros hasta el sitio adonde estaban los indios. Y allí lo pusieron en el suelo y él sentado en medio, y alrededor se sentaron en çírculo más de doçientos o treçientos indios, los quales empeçaron a cantar. Y en el discurso del canto empeçaron a meçer a éste, cogiéndolo por los hombros. Y luego se levantó un indio que dijo como una loa y luego se levantó otro y hiço lo mismo. Y a este tiempo, preguntó a éste el dicho Bartolomé de Ledesma, que estaba junto a él, qué estará diçiendo éste, porque no los entendían por ser tan diversa lengua. Y éste respondió: —¿Qué puede estar haçiendo, si no es haçiendo algún ofreçimiento como bárbaros que son? Y en esta forma fueron hablando hasta çinco indios, y en esta saçón trageron dichos indios una cavellera en un palo y

5 Las

gamusas y las antas son dos tipos de pieles cuyos nombres derivan de los animales de los que se obtienen. La primera se usaba para calzado y la segunda para pecheras y cintos. 6  En el original: se.

7

«Rescatar. Cambiar o trocar una cosa por otra. Es voz usada en las Indias.» (Aut.)

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la clavaron en el suelo. Y trageron también una maçorca, y la pusieron en el suelo adelante de la cavellera y pusieron un chacuaco8 con un palo largo para chupar tavaco, y todos iban chupando en la rueda. Y después vinieron quarenta o çinquenta indios armados con adargas y lanças y sus carcages de flechas al hombro, los quales vinieron a la rueda, que se fue retirando como para matar a estos. Y a esto se levantó un indio con un palo y les fue dando en las adargas con que se fuesen, lo qual lo hiçieron por tres veçes. Y luego el dicho Bartolomé de Ledesma dijo que estaba malo y se quería yr a la tienda. Y éste dijo que se fuesse y quedasen allí Salvador Durán y Agustín Brito porque viesen lo que pasaba, por lo que podía suçeder de deçir que se havía ydo con los infieles, y con efecto se fue y quedaron allí los dos referidos. Y aquella noche a medianoche llegaron dos indios y el uno cogió a éste en hombros como para llevarlo, y éste temió que lo llevaban para matar y se encomendó mucho a Dios. Y luego a la mañana, como al quarto del alva, vió este que dichos indios que estaban en el primero sitio estaban enplumando a otro indio, y éste tubo temor y fingió que estaba malo. Y dixo que lo llevasen al real donde estaban los demás compañeros. Y en esto llegó un indio y le quiso poner en la caveça una pluma atada al cavello con una correa y éste le dijo que no usaban aquello, que después se la pondría en su sombrero. Y a este tiempo se levantó y, como havía dicho que estaba malo, llegaron dos indios que le ayudaron a yr por debajo de los braços, como con efecto se fue. Y que no supo en qué paró el baile, que lo dirán los dichos Salvador Durán y Agustín Brito que se quedaron allí. Ni éste tubo creençia ni superstiçión açerca de dicho baile, ni de otra cosa, que si acaso erró, pide perdón y misericordia. Y también declara que estando éste y don Juan Manso, que era governador, y el padre fray Francisco Muñoz, Juan Luçero, cuñado déste, y Francisco Gómez, en los baños de los Hemes, estando don Juan Manso tratando de mugeres casadas que pedían el dévito, preguntó éste si el dévito era la fornicaçión y se empeçaron a reír y a dar cantaleta a éste, si aquello lo ignoraba. Y éste dijo que sí y respondió que quien se acostaba en la cama con su muger que aguarde a que ella le pida el dévito, poniéndole la mano en aquel negoçio que no concluie con dos o tres. Y luego dijo éste a dicho padre fray Francisco que quién le pedía a él, si era la que llevaba por la cañada arriba y abajo. A éste le dijo a este su cuñado Juan Luçero: 8

Chacuaco es voz mexicana. En su Noticia de la California, Miguel Venegas refiere que «aplicaban al enfermo en la parte llagada o condolida el chacuaco, que es un cañuto de piedra negra durísima, y por él chupaban unas veces y otras soplaban [...]. A veces llenaban el cañuto de tabaco cimarrón o silvestre y encendido este hacían la misma maniobra de chupar y soplar con el humo» (apud. Mej.).

—Mire lo que diçe, no diga alguna heregía. A lo qual respondió éste: —Pues io digo esto sino jugando con este padre tal por qual. Y luego dijo éste a todos los que estaban allí que havía oído deçir a persona que lo entendía que sólo çitando un hombre a una muger doncella y dándole palabra de casamiento por goçarla, si no se lo cumplía la palabra, estaba este hombre siempre en pecado mortal. Y los pecados que cometía ella iban por el alma del tal hombre. Y que si era casado, el hombre también estaba obligado a cumplirle la palabra, como este confesante el dévito a su muger. Y luego dijo que estaba obligado a darle el dinero o lo que le prometía, como era obligado a dar el dévito a su muger, y que los pecados que después haçía la muger goçada eran a quenta del que la havía goçado. Y que esto le dijo a este confesante un religioso que lo confesó, llamado fray Juan de Vidana. Y éste lo refirió a los dichos hombres según y de la manera que le havía dicho su confessor. Y que para hora no se le ofreçe otra cosa que deçir, que como hombre ignorante puede haver faltado en otra cosa y no adbertirla, el que él la confesara, caso que se le adbierta [...].

[Otra declaración de Diego Romero] Dixo que la ha pedido [audiencia] para deçir y manifestar en este Santo Offiçio que en esta çiudad se hallan al presente el general don Juan Manso, el capitán Miguel de Noriega, el capitán Juan Muñós Polanco, los padres predicadores fray Juan Ramirez, fray Diego, reverendo apostólico de la orden de san Francisco, y otros veçinos del Nuevo México, los quales podrán jurar cómo este confesante ha vivido muy ajustado a la ley de Dios como christiano cathólico, y que, siendo este confesante alcalde ordinario de la villa de Santa Fee, ha quitado muchos escándalos por ser çeloso de la honrra de Dios, como es notorio en el Nuevo México. Y declara que vio, que vino o fue un religioso llamado fray Juan de San Joseph, de la orden de san Francisco, lego, al Nuevo México a la villa de Santa Fee, siendo guardián fray Miguel Sacristán, y diçiendo el dicho fray Juan de San Joseph: que esta[ba] enhechiçado, que le havía hecho mal un indio llamado Antonio, que era coçinero de los religiosos del convento de Santo Domingo de aquella provinçia. Fue dicho padre fray Miguel Sacristán a pedir al general don Juan de Samaniego, que era governador de aquel reyno, que en el pueblo de Cochiti estaba un indio llamado Andrés (y por otro nombre El arcabuz, porque tenía la pierna seca), hiçiese venir a dicho indio a la villa para que viese, como arbolario que era, si dicho indio llamado Antonio havía hecho

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mal y le havía enhechiçado a dicho religioso lego. Al qual indio Andrés llamó dicho governador, con el capitán Francisco Luxán, alcalde mayor que era de dicho pueblo de Cochiti, que es ya defunto, el qual con efecto lo trajo a dicha villa de Santa Fe. Y en presençia de los capitanes Francisco Luxán y Agustín Griego, intérpretes, y en casa del dicho Agustín Griego, llevaron a dicho indio y allí le hiçieron idolatrar, poniendo un caxete de agua. Y el indio hablaba allí y haçía otras ceremonias y deçía en su lengua: «Ya viene», y le gruñían o crugían los dientes. Y deçían que no venía el Demonio porque los asistentes estaban cargados de reliquias. Y después llevaron a dicho indio adonde estaba dicho religioso enfermo, y el dicho indio sacaba del cuerpo de dicho religioso un güesesito y dos piedreçitas que después mostró a este el capitán Diego del Castillo, veçino de dicha villa de Santa Fee, el qual contó a éste lo referido. Y éste le dijo a dicho capitán Diego del Castillo, en presençia de una muger llamada Antonia Gonçález, viuda de Estevan López, veçina de Santa Fee, que no se podría permitir que dicho indio hiçiese dichos hechiços e invocaçiones del Demonio. Y otro día dijo a este confesante el dicho fray Miguel Sacristán que bien se podía permitir a dicho indio haçer dichos hechiços, que si los presentes no eran christianos cathólicos y no havían de creer en el Demonio, que aquello sólo se haçía para la salud de aquel religioso. Y que en la ocassión que el presente governador don Diego de Peñalosa fue a aquel reyno, estando en Aguatubi, en las provinçias de Moqui,9 dicho governador y los que le acompañaban, los indios, para festexarlo, le hiçieron un baile, viniendo los indios embixados10 y las indias también embixadas y adornadas, y con unas xicarillas en las manos que traýan rodando, y quando daban un alarido todos tiraban las xicarillas por alto por diversas partes. Y enmedio clavaron en el suelo un palo lleno de ar[r]iba abajo de cavellos de indios muertos, y salía un indio bailando y daba en el palo con una macana, y entonçes daban el alarido y tiraban las xicarillas, que a éste le ha pareçido siempre ser baile de superstiçión, como usado de los indios antiguos apaches y con dichas çeremonias. Y pues los superiores y que tienen el govierno de aquella provinçia haçen y permiten estas cosas, no ay que espantarse que los pobres havitadores caygan en algún ierro, pues no tienen más doctrina ni enseñança que la que les dan dichos religiosos y governadores. Y los unos y los otros haçen y permiten haçer otras cosas. Y también representa que este confesante ha servido, a su costa, a su magestad veinte y çinco 9

Aguatobi: uno de los tres asentamientos indígenas de la zona conocida como Moqui. Situada al oeste de Santa Fe (capital del reino de Nuevo México), la zona de Moqui albergó una temprana misión franciscana que se perdió definitivamente tras la rebelión indígena de 1680. 10 «Embijado. Pintado o teñido con bija (achiote).» (Mej.)

años en aquellas provinçias y le ha hecho grandes serviçios de estorvar a los indios enemigos la quema de algunos pueblos y el llevarse los ganados y otras cosas. Y assí en esto se ha exerçitado y no en otra cosa que pueda ser contra nuestra santa fee cathólica, y assí pide y suplica se examinen dichos testigos que dirán todo lo referido en su abono, y con brevedad se tome resoluçión en su causa, por Dios nuestro señor, que ha diez y seis meses que fue preso por este Santo Offiçio [...].

[Audiencia del 29 de agosto de 1663, que aporta precisiones sobre dicho baile] [Diego Romero dice que había olvidado declarar cómo estando en el baile con el franciscano fray Andrés Juárez y otros] lo hecharon voca ar[r]iba en el suelo, y después, quando le cogieron los dos indios (como tiene declarado) le estiraron los braços. Y de donde estaban dichos indios apartado, le traýan un chacuaco de tavaco ençendido y lo daban a éste para que lo chupase. De suerte que después que está preso, revolviendo su memoria, ha reparado que dicho baile y dichas cosas contenían superstiçión [...].11 vol. 586, exp. 1, fols. 1r-86v Catálogo: 1571, 1573. «Sobre ritos indígenas hechos con cabelleras humanas, mazorcas, tabaco e instrumentos de guerra. Tambien de dichos sobre el débito conyugal», «Sobre la cura de un hechizado y ritos apaches en los que participaban mujeres y se utilizaban palos cubiertos de cabelleras humanas».

[Proceso contra el capitán Nicolás de Aguilar. Nuevo México, 1661] [Testimonio de fray Diego de Parraga, prior del convento de San Antonio] En este combento de San Antonio del pueblo de La Isleta,12 en diez y seis días del mes de abril de mill y seiscientos y sessenta y dos años, por la tarde, como a las tres, ante 11 Diego

Romero fue reprehendido severísimamente y condenado a galeras en Filipinas para servir como galeote durante cuatro años. Tuvo que confesar todos sus pecados y fue obligado a hacerlo cada Pascua. Se le inhabilitó para obtener dignidades y beneficios públicos, así como para llevar consigo cosas de valor. 12 El convento franciscano de San Antonio y el pueblo de La Isleta estaban situados al sureste de Santa Fe, capital de la provincia de Nuevo México, muy cerca de lo que ahora es Albuquerque.

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el reverendo padre prior fray Alonso de Possada, custodio, juez eclessiástico y comissario del Santo Officio de estas provincias de la Nueva México, pareció siendo llamado un religiosso de la orden del señor san Francisco y juró en forma y in verbo sacerdotis13 de decir verdad en lo que le fuere preguntado [...]. Y haviendo dicho diferentes cossas y contra diferentes personas, dixo contra Nicolás de Aguilar lo siguiente. Item que oyó decir que el dicho don Bernardo de Mendizával havía dado liçencia a los naturales de este reino para bailar catzinas y también oió que los havían los indios bailado en la plaça de Santa Fee, caveçera de estas provincias donde assistía el dicho don Bernardo. Y también dice este declarante que las vio baylar en el pueblo de Curac, donde era ministro, con algunas supersticiones muy dañossas y que se opponen a la enseñança de nuestra santa madre Iglessia. Y dolido assí por el cargo de ministro, como por el daño de las almas de los mesmos naturales, les predicó este declarante y les dixo no hiçiessen tales bayles, pues savían, y les havían enseñado y advertido los ministros que antes havían tenido, que aquellos bayles, por tener supersticiones, no era lícito que los baylassen; y que él también se lo decía y advertía. De lo qual resultó, según supo del alférez Joseph Nieto, que le dixo a este dicho declarante, que el teniente del pueblo indio, natural de dicho pueblo de Cuarac, llamado en su idioma Yguany, havía ido al pueblo de Taxique, donde estaba el alcalde mayor Nicolás de Aguilar, y que dicho indio le havía dicho al dicho Nicolás de Aguilar que este declarante havía querido azotar a los indios porque havían baylado dichas catzinas. Y que entonces el dicho Nicolás de Aguilar respondió que aunque el dicho ministro reciviesse pena, las baylassen. Lo qual dixo el alférez Joseph Nieto, que se halló él y otros presentes quando el sobredicho alcalde mayor dio la dicha respuesta al indio teniente. Item diçe este declarante que le oyó decir al padre fray Antonio Aguado (según se acuerda) que el dicho alcalde mayor Nicolás de Aguilar havía publicado libertad de conçiençia [...].

[Testimonio de fray Nicolás de Freitas, guardián del convento de Quarac] Y haviendo dicho sobre otros particulares que no haçen al propóssito, dixo lo ssiguiente tocante al dicho vaile de la catzina. Y que abrá año y medio poco más o menos, que, estando este testigo en el combento del pueblo de Senecu,

le dixeron los padres fray Garçía de San Francisco y fray Françisco de Salazar, fray Diego de Santander y fray Pedro Moreno, que los yndios del pueblo de La Ysleta habían, en una loma alta que está a la vista del dicho pueblo, hecho el baile de la catzina, que es con expressa idolatría al Demonio en acçión de graçias, porque con lo que hacía el dicho don Bernardo López de Mendizábal se volvían a ver en el tiempo antiguo de su ydolatría y gentilidad. Y que para que mexor se entienda la maliçia de este baile de la catzina, nombre que le pussieron los españoles, quizá porque fuesse de algunas de las lenguas de yndios de aquellas probinçias, que son catorçe idiomas, es de advertir que en sí encierra este baile dos espeçies. La primera en que interbiene expresa imbocaçión al Demonio, acudiendo los sacerdotes falssos de él, y ay diçiplina y ofreçimiento al Demonio de frutos de la tierra. Y la otra espeçie, sin tanta solemnidad, pero mucha superstiçión, interbiniendo el mezclarse padres con hijas, hijos con madres, y con hermanas hermanos, sin mirar en parentesco. Y llegando aquí çessó esta audiençia [...]. Dixo que, prosiguiendo en explicar lo tocante al vaile de la catzina, para que se conozca en este Santo Tribunal la gravíssima ofenssa que se a hecho a Dios nuestro señor, para su sancta feé cathólica, en haver el dicho don Bernardo López consentido y dado liçencia para que los yndios christianos (y aun hijos y nietos de christianos, que algunos partidos de aquellas probinçias a sessenta años que se combirtieron del gentilismo, se passaron a nuestra santa feé cathólica reçiviendo el sancto bauptismo y el sacramento de la confirmaçión) hagan dicho baile públicamente, siendo assí que los religiossos lo tienen muy prohivido, y los gobernadores seculares anteçedentes al dicho don Bernardo López de Mendizábal, porque es expressa idolatría y culto que se da al Demonio, diçe que, antes de hacer la primera espeçie de dicho baile, aiunan los yndios dos y tres días, y acavado el aiuno, se sigue el día del baile. Y en cueros se ponen en la cara uno como capirote o máscara con un agujerillo por donde ben algo. Y las haçen de manta o de cuero de ante14 y se ponen otras máscaras teñidas de negro. Y los que assí se ponen dichas máscaras son los más idólatras. Y antes de salir en público, se ensaian en las estufas que tienen debajo de tierra. Y quando ya salen en público, el uno de ellos pone en el lugar que se a de hazer el vaile la ofrenda de las cossas que a dicho, y los demás danzantes alrededor de dicha ofrenda haçen el baile en un ydioma que no se entiende, ni ellos los yndios no saven o no quieren decir más, de que es idioma del Demonio. Y preguntados a qué fin haçen estos bailes, diçen que por alcanzar la muger que desean, y se

13 El

juramento in verbo sacerdotis era el que correspondía hacer a los miembros del clero cuando declaraban ante un tribunal, a diferencia del juramento de derecho («como lo dicta la ley»), que correspondía a los seglares.

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«Ante. Cuera de ante es la piel del búfalo aderezada, en forma que el hierro no la puede pasar si no es con gran dificultad.» (Cov.)

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la dé el Demonio, o por que les de maíz, o por otros fines particulares. Y cojiendo alguno o algunos ojas de palmillo, açota cruelmente hasta derramar sangre a aquel o aquellos danzantes que quieren haçer aquel sacrifiçio de su sangre al Demonio. Y se ponen todos tan atarantados que pareçen estar fuera de sí, sin preçeder vevida alguna que los emborrache. Y unas veçes de este baile salen y entran en la cassa que quieren y gozan a la yndia que les pareçe. Y que en la segunda espeçie de este baile no interbiene aiuno, y alguna vez ay disiplina en la forma dicha, pero siempre con sus máscaras puestas. Y haçen el baile cantando con aquel idioma incógnito. Y después de haver danzado se ban a la cassa que quieren y se mezclan de ordinario con mugeres tan parientas como a dicho.

[Carta de don Esteban Clemente, indio natural y gobernador de los pueblos de las Salinas] Don Esteban Clemente, gobernador de los pueblos de las Salinas, y Tanos, intérprete de seis lenguas de este reino del Nuebo México. Por quanto me fue pedida declaraçión por nuestro reverendo padre viçecustodio, fray Garçía de San Francisco, de qué cossa son las caçinas, que los indios naturales de esta tierra haçen, y para qué las haçen, digo que çertifico y doy ffee que unas15 son de máscaras pintadas feas y, puniéndoselas algunas, indios ban a bailar con ellas y haçen [creer] a la gente que vienen de la otra vida a hablalles. Otras ay que haçen ayunos y aiunan los diyas que pueden, y después16 el que aiuna reparte unas plumas a los que él conoçe que son benturossos. Y el día que han de haçer la caçina haçe barrer la plaza del pueblo, y el que aiunó sale por el oriente acompañado de los que él señaló, y allí le azotan, y uno que como acólito pone en el suelo unas plumas y harina, y el que aiunó se pone de pies sobre ello. Y esto mesmo haçen al llegar hacia el norte, puniente, y medio día, y después le lleban a un soterraño a darlle unas vevidas. Todo lo qual haçen para tener bentura y ser balientes.17 Otras llaman caçinas, que es salir muncha gente con máscaras a bailar

en traje de muger y hombres, siendo hombres todos. El fin para que haçen esto no he descubierto. Otras haçen en que adoran un ýdolo, y le ofreçen lo que cada uno quiere y le ponen altar. Y estas son las catzinas que yo conozco que son malas, aunque tengo notiçia que ay otras y por no haver aberiguado supersticiones no lo çertifico. Demás de esto certifico y doy fee cómo, en los pueblos de Quarac y Tajique de mi jurisdicçión, el capitán Nicolás de Aguilar, alcalde mayor de estos pueblos, mandó a los yndios bailar caçinas, y las bailaron [...].

[Declaración del soldado Nicolás de Aguilar] Y que en dicho reyno acostrumbran los indios a haçer un baile, que es venir a la plaça enmascarados muy feos. Y trae cada uno algo de las frutas que comen en la mano, amar[r]adas las frutas con un mecate, y lo ponen en la plaça en rueda uno después de otro. Y luego dichos indios enmascarados se ponen a la redonda en guarda de dichas frutas, y otros dos indios, también enmascarados, como viejos andan entre las frutas, haçiendo figuras ridículas; y vienen otros indios, los que quieren del lugar o forasteros, y el que se atreve a entrar a tomar de las frutas entra y ar[re]vata la que quiere y sale huiendo. Y los indios enmascarados procuran detenerlo y darle con unas palmillas que tienen y les pegan al que alcançan. Y ultimamente en esta forma se van llevando las frutas, sin que añadan otra cosa de çeremonia o cosa diabólica. Y los religiosos de aquel reyno dieron en deçir que aquel baile era malo y que era diabólico y lo quitaron. Y quando dicho don Bernardo fue a governar aquel reyno, viendo que dicho baile no tenía cosa mala lo permitió y se haçía. Y los frailes deçían que era malo, pero este confesante ha reparado mucho en dichos bailes y nunca ha hallado cosa mala en ellos [...]. vol. 512, exp. 1, fols. 1r-2v, 25r-26v, 39r-39v, 103v-104r

15  En

el original: que unas que unas. En el original: y después y después el que. 17 En el original: balentes. 16 

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El valche y los tunes Denuncia de los sacrificios que realiza un grupo de indios a sus dioses para obtener beneficios.

E

n la ciudad de Mérida,1 en veinte y seis días del mes de abril de mill y seiscientos y setenta y quatro años, el señor doctor don Antonio de Orta Barroso —arsediano de la santa yglesia cathedral desta dicha ciudad, comisario del Santo Oficio de la Inquisición, jues provisor y vicario general en todo este dicho obispado para la averiguazión de la ydolatría en que su merced está entendiendo— hiço parecer ante sí a un indizuelo que, mediante lengua del lizenciado Josséph de Estrada, yntérprette nombrado en esta causa, y em presencia de don Sepherino Pacheco —procurador de los indios de estas provincias, que hace oficio de defensor por ausencia del propiettario—, dijo llamarse Marcos Uc y que es hijo de Juan Uc, alcalde de Santa Cathalina, presso por dicha causa y quien lo ssitó en la confessión que se le tomó y está en estos autos; de quien se rreçivió juramento, que lo hisso en forma de derecho so cargo del qual prometió decir verdad. Y siéndole hechas las preguntas y repreguntas al casso necessarias, dijo que lo que save es que el dicho su padre le lleva a su colmenar con frequencia, y que vio en muchas occasiones que espantava de noche con muchos indios a ydolatrar, con unos ídolos que ha tenido siempre el dicho su padre, y son unas piedras que llaman tunes.2 Y save que dichas piedras son tres pequeñas que están puestas en una tabla pegadas con copal,3 y son los ýdolos que adoran por dioses. Y que el que los oficiava y hacía los sacrificios era Bonifacio Ku, un indio que ha criado el dicho su padre y lo tiene en lugar de hijo, el qual servía de sacerdote. Y que el modo como asía la dicha adoración era poniendo un banco y alrrededor de él unos arcos de hojas de havin,4 1

Mérida: ciudad capital del gobierno y capitanía de Yucatán, en la provincia del mismo nombre, Audiencia de México. 2 Los tunes son unas piedras de jade que, «como deidades, simbolizan el "corazón" o "centro vital" del dios que representan. En ellas se encuentra la fuerza fecundante que emana de los dioses; representan simbólicamente la sangre derramada en el sacrificio» (Izquierdo, 1992: 331). 3 El copal que deriva de la voz náhuatl copalli «con el cual se designa la resina producida por varios árboles de la familia de las burseráceas, que los antiguos mexicanos usaban principalmente como incienso en sus templos y que hoy tiene numerosas aplicaciones comerciales. La voz ha llegado a valer como resina en general» (Mej.). 4 Ha’bin o ha’abin: árbol con valor mágico-religioso que se utiliza, entre otras cosas, para probar la temperie del suelo y para formar arcos con sus

y sobre dicho banco que servía de altar ponía la tabla de los dichos ýdolos y delante de ellos ponía unas jicarillas del Valche5 la qual rosiava con una rama del dicho havin los dichos ýdolos, y después las quatro partes del mundo que llaman en su lengua natural: Tilkin, chi kin, no hol, y xamam.6 Y ensendido el candelero con copal, sangrava a los indios que asisten a la dicha adoración, unas veces por mano de Estavan Zul y otras por la de Juan Uc, padre deste declarante, y otras por la de Vonifacio Ku. Y que la sangre que les sangrava a los que asistían a dicha adorasión vio este declarante que la ponía en una oja del dicho havin, y a la lus del candelero la quemava hasta que se consumía y no quedava rastro de oja ni de sangre. Y que esto lo oyó decir muchas veces que lo hacían por desenojar a sus dioses que estavan enojados. Y que en acavando de hacer lo que lleva referido, vailavan y cantavan, unas veces un vaile que llaman el pochoh7 y otros el zulam.8 Y para juntarsse a esta adorasión tocavan primero ramas, uniendo sus extremos superiores, en los altares de las ceremonias no cristianas hasta el día de hoy (Barrera Marín et al., 1976: 304-305). Izquierdo señala que el árbol era un «símbolo de la fertilidad por su verdor durante todo el año, se ofrendaba junto con la sangre del hombre para generar una fuerza fecundante; tal mezcla se ponía en el copal para que su humo sirviera como vehículo para transmitir la ofrenda a las deidades y, de este modo, lograr la fertilidad de la naturaleza. También era una forma de expiación ritual que purificaba al individuo para que los dioses les fueran propicios» (1992: 328). 5 El balche «es una bebida fermentada por la maceración de cáscara de piña, o que con cualquier otra fruta de jugo ácido, o con caña de azúcar, preparan los indios de descendencia mayteana, en la región ítsmica de Tabasco al sur. La toman con fruición hasta embriagarse, principalmente en ocasión de sus festividades. El nombre le viene del árbol así llamado también y cuya corteza se usa para precipitar la fermentación de la bebida» (Mej.). 6 Se refiere aquí a las voces mayas usadas para designar los cuatro puntos cardinales: likin: este; xaman: norte; chikin: oeste; nohol: sur. 7 El pochó o pochoh (pocho) «es un baile de origen prehispánico que consiste en una mitotada de indios con sus tumkules o tambores». Fue expresamente prohibido por los frailes en la època virreinal. Aunque existe hoy en día un baile con ese nombre en lugares como Tenosique, Tabasco (cf. Izquierdo, 1992: 331), el estudioso Tomás Pérez Suárez opina que el término pochó, en este documento, no se remite a la danza que hoy lleva ese nombre (sobre este baile en particular, véanse sus artículos 2003 y 2004). 8 De acuerdo con la profesora Ana Luisa Izquierdo, el caso que aquí publicamos muestra la pervivencia de rituales prehispánicos hasta el siglo xvii, no habiendo en ellos ningún mestizaje religioso, aunque es obvio que para este entonces tales ceremonias habían sufrido la pérdida de elementos de gran importancia (Izquierdo, 1992: 325). La investigadora opina que: «En cuanto a las danzas, el testimonio de Marcos Uc expresa

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un tum kul,9 —pequeño instrumento de su nazión—, que era la seña que hacía para juntarse a dicha adoraçión, y el son que tocavan se llama zulam pochoh. Y que dicha adorazión la hacían y la hacen de noche, y las más veces en el colmenar del dicho Juan Uk. Y otras en la milpa de Andrés Valaam. Preguntado qué personas se han allado en estas juntas, dijo que los que hordinariamente ha visto son al dicho Juan Uc, su padre; a Estevan Zul, a Bartholo Zul, a Antonio Canche, a Andrés Balaam, a Gaspar Ace, a Francisco Noh, ambos del pueblo de Teya; a Gaspar Chable, a Diego Çeh, a Sevastián Çeh y a Miguel Mutul y a Nicolas Box, mulato, y a Juan Canche, indio natural de Santa Ana, que también acudía de hordinario a dichas juntas. Y vio este declarante que todos los que lleva rreferidos adoravan a dichos ýdolos hincados de rodillas y vevían la dicha vevida valche y se dejavan sangrar para ofrezer a sus diosses. Y el dicho Juan Canche fue quien por haver tenido noticia —que se la dio Gaspar Açe, criado de Andrés Valaam— que andavan prendiendo yndios por idolatrar, escondió los dichos ýdolos del dicho Juan Uc, su padre de este declarante, y que no ssave donde los pusso, que solamente vio que cojió la tabla de los dichos ýdolos y se fue con ella al monte, serca del colmenar del dicho su padre, y los escondió, y luego se vino a su cassa, y no save otra cossa. Y que el dicho Juan Canche le dirá dónde los guardó. Preguntado si save que ottros yndios tengan ýdolos y usen de ellos, o si lo ha oído decir a su padre o a otros dijo que ha oido deçir muchas veces a todos los yndios que lleva declarados, que tienen ýdolos Estevan Zul y Diego Çeh, y que con ýdolos del dicho Diego y [...] a los que no ha visto nunca que se hallen con su padre a dichas ydolatrías, sino que hacen sus fiestas aparte; y que ha visto que las dichas fiestas de ýdolos que lleva rreferidas, las han hecho los más de los días con continuazión. Y que las cáscaras del valche, de que hacen la dicha vevida, la traen del pueblo de Mopila y la venden en él. Y quien lo hace hordinariamente es Chontancouh y Chuntam por nombre, de Santa Cathalina, que son los vendedores de dichas cáscaras y las van a buscar a diferentes pueblos. Y que no save otra cossa más de lo que ha dicho y declarado; y que es la verdad. Y dándose a entender por dicho yntérprete su declarazión, se afirmó y ratificó en ella. Preguntado su hedad dijo no la save. Y por el aspecto parece de doce o trece años. No firmó.

9

que bailaban el baile llamado Pochoh [pocho], que podría relacionarse con los ritos de año nuevo o de un ciclo agrícola, y en otras el Zulam [ts'ulam] que se desconoce en qué consistía, sólo se sabe que en la época colonial los frailes los prohibieron. Estos bailes representan una continuidad de aquéllos prehispánicos que fueron legados de padres a hijos» (1992: 331). Tumkul: tambor. En el original: tocaban su primero un tum kul.

Firmólo su madre con dichos procurador y yntérprete, doctor don Antonio de Orta Barroso.

[Antecedentes del proceso en voz de Antonio Canche, yerno de Andrés Balaam] [Quien declara que] el modo de hacellas [las adoraciones] es poner dichos ídolos en el suelo o en una messa y ponerles delante unas jícaras10 llenas de possole,11 y con una piedra que sirve de candelero, sahumarlos con copal. Y los indios que le asisten vailan delantte de dichos ýdolos y veven la vevida hecha de cáscaras de valche, la qual reparte el dueño de la casa de donde se hace la fiesta, como lo ha hecho este declarante en su cassa.

[Declaración de Miguel Noh] Los referidos y este testigo hacen las mismas fiestas en el colmenar de Juan Uc, y que son en una y otra parte de mes a mes, y muy hordinarias en todo el año. Y en dichas fiestas lo que se hace es sacar los ýdolos que trae el capatás y ponerlos en el suelo, y delante de ellos poner quatro jícaras llenas de possole y una piedra que sirve de candelero donde queman el copal. Y todo esto lo govierna el dicho capatás, y el dueño de la cassa reparte la vevida a los comvidados, la qual es de valche, y de esta manera se están vailando hasta que se cansan o se embriagan, y el que trae los ídolos se va haviéndolos guardado.

[Declaración de Pedro Uc, natural del pueblo de Santa Catalina, de oficio milpez] Y que las seremonias que hacía son poner un paño negro sobre unas ojas en el suelo de havin. Y que estava hecha una enramada pequeña que sirvía de altar, y que sobre el dicho paño ponía unos ídolos o figuras de piedra (que se acuerda eran quatro, embutidos en una tabla, y que estaban pegadas 10 Esta

palabra procede de la voz náhuatl xicalli y se denomina así al «fruto del árbol del jícaro, sólido, duro, con pulpa y pepitas semejantes a las de la calabaza; de corteza leñosa como del espesor de un peso duro, de la cual se hacen vasijas del mismo nombre» (Mej.). 11 Actualmente «en Tabasco y región peninsular del sureste, bebida peculiar de la gente pobre, del trabajador campesino y del indio [que consiste en]: masa de nixtamal reventado, molida en grueso, que se bate en agua fría y se toma especialmente en jícara.[...] Tómase también agrio, es decir, fermentado por el calor natural, después de uno o más días, con sal, con pimienta y con azúcar» (Mej.).

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con copal) y que el color de dichas piedras era verde. Y que el dicho indio ensendía una piedra con copal, ofreçiéndoselo a dichos ýdolos. Y que se ponía junto a la dicha enramadilla o altar en presencia de dichos ídolos —que decía eran los diosses que todos sus necessidades remediavan— sólo ellos; y que le ponía unas jícaras pequeñas con la vevida llamada valche y los reçivía con mucha venerazión, ofreciéndole la dicha vevida. Y que si el dicho candelero de piedra no ardía bien y dava mucha lus, les decía a este confesante y a los demás que lleva dichos que dichos dioses estavan enojados con ellos y que no resivía el sacrificio que le hacían, y que era necesario que le ofreçiesen su sangre para aplacarlo y para que les concediesse lo que le pedían, y que entonçes este confessante, con los demás que lleva declarado, le ofreçían su sangre. Y el dicho sacerdote sangrava en los muslos de los brassos a los que le pareçía. Y que no se acuerda vien a quáles les sacó con unas lanzetas de huessos de pescado, y que la sangre que les sacava la ponía en una hoja grande de havin y con ciertas palabras que como quien abla entre ssí, decía —que este confessante no persivió [como]—, ofresía la dicha sangre a dichos dioses. Y que, si el dicho candelero ardía con lus clara, les deçía que ya havía azeptado su sacrificio. Preguntado que qué otras seremonias hacía y si se ponía algunas vestiduras al modo que los sacerdotes españoles, o si se ponía alguna mitra como obispo, y que qué era lo que le

pedían a dichos dioses, dijo que el dicho indio Bonifaçio Ku no se ponía vestidura ninguna ni mitra; sino que estava en su traje ordinario, y que lo que pedía a dichos ýdolos, llamados dioses, era abundancia de aguas, buenos frutos y cosechas de sus sementeras, y que les diesen a todos lo que allí estavan reverençiándolos salud y rremedio en sus necessidades [...]. Preguntado si save o se acuerda qué nombre de dioses tenían las dichas piedras que adoravan, dijo que eran los quatro dioses señores de los quatro vientos.12 Preguntado que si cre[e] en que dichas piedras o dioses tenían potestad para concederles a este confesante y a los demás que tiene declarados lo que le pedían y suplicavan en dicho sacrificio que les haçían, dijo que sí cree y jusga que todos los demás que lleva dichos lo creýan. Preguntado que qué fundamento tenían para creer, dijo que porque después de hecho el sacrificio, si le havían pedido aguas, vían que llovía con abundancia, y si soles, vían y experimentavan que hacía mucha seca. Y que con efecto conseguían abundante cosecha, como se lo havían pedido. vol. 629, exp. 4, fols. 344v-354r Catálogo: 1629. «Sobre la ceremonia en la que se veneran ídolos para lograr una buena cosecha».

12 Los

dioses de los vientos corresponden a los puntos cardinales, que ya fueron citados al principio del documento. Su nombre varía de acuerdo a la región. En general estos seres son conocidos con el nombre de Pauahtunes, Papatun o Babatun, dependiendo de la región en que se encuentren. «Se les asocia con un color: blanco, rojo, amarillo y negro [...]. A estas deidades también se les asocia con los vientos que anuncian la lluvia y, por lo tanto, se les relaciona estrechamente con los dioses mayas llamados Chaques [dioses de la lluvia].» (Izquierdo, 1992: 329-330).

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El valche y los bailes El proceso de la estadía del acusado con indios cimarrones y las ceremonias que con ellos hizo. El denunciado es español pero habla en lengua indígena.

M

uy ilustres señores:1 Aviendo salido de las montañas de esta provinsia donde havitan cantidad de yndios e ydólatras, Joan de Sossa, español, natural de la billa y puerto de Campeche,2 parese ante la justisia real, reconosiendo venir de dichas montañas por la insignia de traer abierta la ternilla de las narises, como lo estilan de continuo dichos yndios, hiso algunas diligensias judiciales. Y reconosiendo tocar el conosimiento de la causa al Sancto Offiçio, me remittió testimonio de ellas, del qual hise sacar testimonio, que con esta remitto a vuestra señoría para que disponga lo que más combenga al servisio de Dios, nuestro Señor, y al recto y justificado proseder del Santo Tribunal, que obedeseré con el desvelo de súbdito. Parese que el sugeto es algo incapaz, según he sido informado, y por los autos consta [y] queda, por orden de la real justiçia, en prisión, como yo esperando las órdenes de vuestra sseñoría, a quien guarde Dios muchos años. Mérida de Yucathán, 17 de nobiembre de 1679 años. En el pueblo de Cavich, en nueve días del mes de septiembre de mill y seizçientos y settenta y nueve años, yo, Martín de Rebolledo digo que Estevan Tzuc, tenientte de este dicho pueblo, me acava de dar noticsia cómo tiene en su cassa un español que vino de la montaña en companía de un yndio llamado Luis Che. Y para que se sepa quién es, mandé al dicho tenientte le pusiese en la cársel con priciones con toda buena guardia y custodia para que, estando en ella, resevirle su declarasión y prover lo que combenga. Y la firmé, Martín de Revolledo. Y luego, yn continentti,3 hize traer a mi presencia al dicho español, arriva conttenido, que aviéndole hablado extra judicialmentte, rreconozí que para poderle exsaminar

es nezesario hazerlo con yntérprette, a cauza que en la lengua castellana está muy torpe, y para ello nombro por dicho yntérprette al alférez Balttezar della E[s]calera, que save y entiende de la lengua natural de esta provincsia. Y, estando presentte, aceptó y juró su buen usso, y en birttud de dicho yntérprette fue rresevido juramento el dicho español, que lo hiso por Dios y u[n]a cruz en forma de derecho, so cargo del qual prometió de dezir verdad. Y haviéndosele hecho las pregunttas que yrán declaradas, dijo lo siguiente: Fuele pregunttado que cómo se llama, de a dónde es natural, que hedad y ofizio tiene. Dijo que se llama Juan de las Sosas y que es nattural de la villa de Campeche, y que no es cazado y que es baquero. No supo dar raçón de su edad, será al parezer de veintte y çinco años, poco más o menos. Fuele pregunttado que cómo, siendo natural de Campeche y español, al pareçer, estava en la montaña entre los yndios simarrones, que quánto a que fue a ellas, qué cauza o motibo tubo para ello. Dijo que a tiempo de seis meses que, siendo este declarante baquero de la estançia de Nicolás Sánches, nombrada Nohakal, un yndio nombrado Fulano Ku, que es uno de los que trajo Alonzo Garcsía de la montaña, este tal, a este declarantte y a otro yndio del pueblo de Poc Yaxam, que no se save cómo se llama, por juir de las conficsiones de la quaresma, los ynsitó a que fuesen con él, como lo hizieron, sin que nadie los bieze. Y pasaron por el pueblo de Bolonchen de Cavich4 un día a la oración. Fuele rrepreguntado que cómo dize que no a más de seis meses que está en la montaña, siendo assí que tiene agujereadas las narises, señal de los yndios montarases ydólatras. Dixo que, a las quatro semanas de su fuga a la monttaña, una noche este declarantte y los dos yndios que yban con él vevieron balche,5 y sacrificaron a un ýdolo pequeño, a quien ensendieron algunas candelillas. Y,

1  Al

2

3

margen: Remitida en el Santo Officio de México en diez y seis de fevrero de seiscientos y ochenta años estando solo en audiencia de la mañana el señor inquisidor lizenciado don Juan Gómez de Mier [rúbrica]. San Francisco de Campeche, capial del estado del mismo nombree, al oeste de la península de Yucatán. Se encuentra en la costa que bordea el Golfo de México. El nombre Can Pech (Campeche) podría derivarse de las palabras mayas can, «serpiente» y pech, «garrapata», es decir «lugar de serpientes y garrapatas». In continenti: «inmediatamente».

4

Bolonchen de Cavich: localidad del Campeche.

5 El balche «es una bebida fermentada por la maceración de cáscara de piña,

o que con cualquier otra fruta de jugo ácido, o con caña de azúcar, preparan los indios de descendencia mayteana, en la región ístmica de Tabasco al sur. La toman con fruición hasta embriagarse, principalmente en ocasión de sus festividades. El nombre le viene del árbol así llamado también y cuya corteza se usa para precipitar la fermentación de la bebida» (Mej.).

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estando embriagados de dicho balche él y los dos yndios, le joradaron las narices. Y quando bolvió en sí se alló de aquella suerte. Y prosiguieron su viaje por la monttaña sin llegar a ranchería ninguna, en cuio tiempo, una noche uno de los dichos dos yndios que yvan con él se les desapareció, y después oyeron un golpe que les parecsió tiro, y con ello se puçieron en huyda este declarantte y el yndio que avía quedado con él, cada uno por su partte. Y hallándose solo, rrompió el arco y las flechas que llevava y se bolvió a buscar poblado, y al cabo de quattro días llegó este declarantte a la ranchería de Jalalmis, de bueltta para acá, y lo halló despoblado, las cassas cubierttas de yerba. Y hallando unas mazorcas de maíz biejas, se vino por el camino que halló abierto.Y en el camino [se] encontró con tres yndios y una yndia que traýan dos cavallos con çera y llegaron a este pueblo. Y esto que lleva dicho dijo ser la verdad por el juramento que lleva fecho, en que se afirmó y rrattificó, siéndole dado a entender por dicho yntérprete, que lo firmó conmigo; y el declarantte no lo hizo porque dijo no saver. [Rúbricas: Martín de Rebolledo y Balthezar de la Escalera.]

[Declaración de Luis Che] Y luego, en continente, hize parezer antte mí a un yndio que dijo llamarse Luiz Che, del qual, mediantte dicho yntérprette, fue rresevido juramento, que lo hizo en forma de derecho, so cargo del qual promettió dezir verdad. Y siendo pregunttado, dijo que habrá tres o quatro mezes que salió de la montaña en compañía de veintte yndios a este pueblo de Caviche. Y fueron a Campeche este declarantte y algunos de sus compañeros a manifestarse a Alonzo Garcsía, y por no hallarle en dicha villa ablaron con el capitán, don Juan de Soliz, a quien este declarante le pidió lisencsia para bolver a la montaña a traer una poca de çera que tenía allá. Y fue al pueblo de Becal,6 de donde es nattural, y llevó un ermano suyo con dos cavallos y un su criado. Y pazaron por este pueblo y pidieron lizencia al tenientte de él, y pazó a la montaña donde tenía su sera. Y viniendo de bueltta, en el camino hallaron al español que está prezo, y se binieron con él al pueblo, de que dio quenta a dicho su ttenientte y se lo enttregó. Y que [a] dos jornadas de este pueblo para la montaña 6

Becal: localidad situada en el municipio de Calkiní (en el estado de Campeche). Se dice que su nombre proviene de Bé-akal, «camino al aguaje o jagüey», o de Bel-cá, «camino de pueblo».

encontró este declarantte dos tropas de yndioz, que serían por todos diez y seiz de este pueblo y del de Bolonchen.7 Y le dijeron llevava un mandamiento o cartta para que los que están en la montaña se viniesen a entregar. Y que esto que lleba dicho dijo ser la verdad, por el juramento que lleva fecho, en que se afirmó y rratificó. Siéndole dado a entender, no firmó porque dijo no saber, no supo dar razón de su hedad, será al parezer de quarenta añoz. Y lo firmé con el ynttérprette.

[Sobre el idioma maya del español] En la çiudad de Mérida, en veintte y dos días de el mes de septiembre de mill y seizsientos y settentta y nueve años, el señor general don Antonio de Layseca Alvarado, cavallero del horden de Santtiago, governador y capittán general de estas provyncias de Yucathán por su Majestad, dijo que, por quantto acava de llegar a esta ciudad un hombre, al parezer español, remittido desde el pueblo de Hopelchen por Martín de Revolledo, el qual [...] pareze ser montarás, reçién salido de la montaña, y, aunque se tomó la declaracsión al suzodicho, comviene se le buelva a tomar nuevamentte declaracsión por pregunttas y repregunttas mediante uno de los ynttérprettes, quien, por quantto pareze, habla más bien la lengua maya8 que la castellana, para lo qual sea traýdo antte su señoría de la Real Cárzel, donde está prezo. Assí lo proveyó y firmó Layseca. Antte mí, Francisco de Ávila

[Interrogatorio y confesión] Y luego, yn continenti, su señoría, dicho señor governador y capittán general hiço traer a su presenscia al hombre conthenido en estos auttos […]. Y mediantte lengua de el Alférez Luiz Cardenia, yntérprette general, fue rresevido juramentto, y lo hizo por Dios y una cruz, según forma de derecho, y promettió de decsir verdad. Y le fueron fechas las pregunttas y rrepreguntas siguientes. 7

Bolonchen es una población del estado de Campeche, localizada al oeste de la ciudad de Campeche, capital del estado, perteneciente al municipio de Hopelchén. Su nombre en maya significa «Nueve pozos», oficialmente se denomina Bolonchén de Rejón en memoria de Manuel Crescencio Rejón, abogado de esta localidad. 8 Aquí se refiere a alguna de las 28 lenguas de la familia mayense que, según Otto Schuman, existen distribuídas en los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo en la República Mexicana, así como en los países de Guatemala, Belice y Honduras (Schuman, 1990: 19).

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Enrique Flores y Mariana Masera • relatos populares de la inquisición novohispana

Pregunttado por su nombre, hedad, ofizio, estado y naturaleza dixo: llamarse Juan de la Sosa y ser nattural de la villa de Campeche, hijo del mismo ya difuncto y de Nicolasa Garcsía, vezina de dicha villa. No supo decsir su hedad, por su aspecto pareze de veintte y quattro añoz, poco más o menos, que es solttero, que no tiene ofiçio. Y esto responde. Preguntado quien lo emvió a esta çiudad, desde dónde y porqué caussa lo prendieron. Dixo que Martín de Rrebolledo lo enmvió a esta ciudad, y lo prendió en el pueblo de Hopelchen porque salió de la montaña. Preguntado de qué montaña salió, quántto tiempo a estado en ella, por qué caussa fue, quién lo emvió y en qué se exercsitó. Dixo que salió de la montaña de Pechmex, y que por que no le hagan extorcsión declara la verdad: que a estado en dicha montaña medio año, y que lo que paza es que este declarantte estava en la estancsia de Nohakal, que compró el capitán Nicolás Sanches a Doña Ysavel Berleño, y que el ganado que tenía dicho Nicolás Sanches en otra estançia suya, llamada Yaxcabal Kal, lo pazó a la de Nohakal, donde este declarante era baquero. Y hallándose ya canzado del travajo, un yndio llamado Fulano Ku, nattural deel pueblo de Pok Yaxum y su amiga (que no save cómo se llama), y otro yndio llamado Antón Habnal, que sirvió de fiscal en Yax Cabal Kal, y después fue noriero9 de Nohakal, le engañaron a este declarantte para que con elloz se fuera a la montaña, dicsiéndole: «Vamos, compañero, que en la montaña ay pabas [y] javalíes que llaman quitamez, y otros muchos rregaloz», con que se hubo de yr con ellos al montte a hazer noche sobre el pueblo de Tixmucay, y de allí fueron por el montte a Sah Cab Chen. Y que de allí lo fueron llevando por un camino ancho, sin que supieze los nombres de los parages, hasta que llegó al de Pech Max, en el qual ay, según la quentta que hizo en las de un rosario, nueve yndios de armas, seis yndias y quattro criaturas —donde estubo10 siete días—. Y haviéndosele hecho ciertta preguntta, confezó haver estado seis semanas. Y que el entretenimiento que tenían era bever balche […], con que se embriagan para ydolatrar (compuesto de ciertas cáscaras de palo) a falsos diozes; que el uno de los que tenían en dicho parage era una piedra pequeña negra, a quien llamaban sactum. Y otra, a quien davan por título Dios Padre, y a quien adoravan, llamado Katt, hecho de barro, como de seiz dedos de altto, sin cabesa más que solo cuerpo, y que en los pechos tenía una caveza con sus orejas y ojos. Y que la dicha figura y piedra las ponían en el suelo y baylavan alrededor beviendo el dicho balché, y este declarantte entre ellos. Y que el sazerdotte

que asistía a estas funccsiones y hablava con dicha figura, era el dicho Antton Ku, de el dicho pueblo de Poc Yaxum, que engañó a este declarante, gordo de cuerpo. Y que el haver ydolattrado este declarantte fue de miedo de los yndios, y solamente bailó con ellos y bevió dicho balche, y que se embriagó las vezes que bailaron nomás. Y que los dichos yndios se ponían a adivinar si les avía de sobrevenir algún daño. Y que sólo adivinaron que se les havía de caer un palo en la caveza, como con efecto se cayó, y solo cogió a uno y lo lastimó. Y que la dicha figura nunca respondió nada de lo que le preguntava el dicho Anton Ku, sacerdotte. Y que un día por la mañana, estando este declarante embriagado, el dicho yndio sacerdotte le dijo: «Ben acá, te abriré essa narís». Y este declarante, de miedo de que no le subçedieze algún travaxo, se conçsintió, y con un pedernal le abuxerearon la narís por dentro de la termilla, por la partte ynterior o ynferior de ella, como lo demuestran las dichas sus narices, y que el ttenerlas abuxereadas era para traer un ramillete en ellas. Y que desde el dicho sitio de Pech Max se huyó este declarantte, y al cavo de dos díaz topó en Yakab Balam quattro yndios y una yndia del pueblo de Becal, con dos cavallos en que traýan quattro marquettas11 de çera. Y haviendo llegado al cabo de nuebe días al pueblo de Cavite, el dicho Martín de Revolledo compró dichas marquettas de zera. Y que sólo a este declarantte prendió. Y que los dichos yndios de Becal, queriendo venir a su pueblo, y de allí a esta ciudad con sus justicsias a dar noticsia al señor governador, como dicho Marttín de Rrevolledo les avía comprado contra su volunttad la cera que traýan para sus limosnas y otros cargos de dicho su pueblo, no consintió viniezen. Y que esto es todo lo que a pazado, sabe, y la verdad de todo quantto se le a preguntado, aunque en diferenttes pregunttas y rrepregunttas. Según sus respuestas y modo y accsiones, pareze ser faltto e yncapás, para que conste. Se pone por diligençía y so cargo de el juramento que tiene fecho, dijo ser la verdad, hijo de padrez españoles, no firmó por que dixo no saber. Firmólo su señoría con dicho ynttérpretthe y mandó sea buelto a su pricsión, Lanseca. Luis Cardenia.

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11 El

Noriero se entiende como «el encargado de la noria o de la distribución del agua de un lugar». 10  En el original: estudo.

[Sentencia del Santo Oficio] Luego que reseví la comisçión que el Santo Tribunal de la Ynquiscisión fue servido de remittirme, su fecha de 17 de junio de este presente año, para tomar la declaraçión término marqueta se usa en el sureste de México para designar la disposición de materiales de comercio, como el tabaco en rama, el hule o el chicle, en bloques cúbicos de distintos tamaños (Mej.).

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de Joan de Sossa, español, natural de la billa y puerto de Campeche, a quien tenía preso la Real Justisia, y prosedido contra él —cuias diligençias se me remittieron, como al comissario del Santo Officio, por perteneser la causa al Santo Tribunal—, hise pareser ante mí al sussodicho, traiéndole de la Real Cársel, y tomé su declaraçión, de la qual no resultó error alguno contrra nuestra santa fee cathólica, más que aver estado en la montaña con unos yndios, vevido el brevaje nombrado balche, vevida que usan para sus ydolatrías, vailado ante unos ýdolos, por demostraçión de cultos, consintiendo se le abriesen las narises. Todo por temor de dichos yndios y por simplesa y poca capasidad del susodicho, que es lo mesmo que resulta de las diligensias

que ante la justisia real se hisieron. Y aviendo antes dicho las quatro oraçiones y respondido a algunas preguntas que le hise de la doctrina christiana, aunque a algunas no dio razón por su ineptitud, le absolví ad cautelam12 y dí por libre, embiando un recado con el nottario al governador y cappitán general de estas provinsias, que le tenía preso, que por lo que tocava al Santo Officio estava libre el dicho Joan de Sossa y que podía ser suelto de la carselería en que estava. vol. 639, exp. 7, fols. 265r-278v Catálogo: 1651. «De su estadía con indios cimarrones y las ceremonias que con ellos hizo.»

Intendencia de Yucatán, 1774 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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Ad cautelam: por cautela, por precaución. Se usa cuando se absuelve al reo en la duda de si ha cometido un delito.

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Los sacrificios de animales en Sempoaltepeque 1 Proceso contra Mateo Pérez por idolatría. Hay una larga lista de declarantes que delatan los sacrificios de animales que realiza el acusado para calmar la ira divina.

[Sacrificios para evitar los rayos]1 En dicha villa,2 este dicho día cinco del mes de marzo de mill y seiscientos y ochenta y cinco años, yo, el dicho jues desta caussa, hisse parecer ante mí, para efecto de tomarle su confessión, a un indio presso en la cárcel pública de dicha villa por esta causa, el qual, en presencia de su defensor y mediante el dicho intérprete, le reseví juramento, que se hisso en forma a Dios nuestro Señor y una señal de la Cruz, y prometió de desir verdad. Y siendo preguntado cómo se llama, de dónde es natural, qué hedad, qué estado y oficio tiene, dijo llamarse Gaspar Nicolás y ser natural de el pueblo de Atitlán, vezino del pueblo de Cacalotepeque,3 de la jurisdicción de Nejapa,4 y que es cassado, y que es de hedad de cinquenta años, poco más o menos, y que es tratante.5 Y siendo preguntado qué es lo que save en esta caussa criminal de ydolatría contra Matheo Peres, dijo que es verdad que, tomándole quentas Matheo Peres en precencia de los principales de dicho su pueblo, a principios del mes de enero del año passado de ochenta y cuatro, alcanssándole en ocho pessos, y dando por descargo los havía gastado en sera, la cual se havía gasstado en todo el año en la Yglesia —la qual partida no le passaron en cuenta—; y requiriéndole por dos vezes pagase los ocho pesos, dijo que no lo havía de pagar porque los havía gastado por horden de Matheo Pérez en perrillos recién nacidos y polluelos para que se ofrecieran a Dios, porque no cayesse algún rayo y les quemasse la yglessia o les quebrase las campanas. Y que esto se suspendió por entonces y él se fue al pueblo de Cacalotepeque, de la jurisdicción de Nejapa, a vivir con toda su famillia. Y que, haviendo salido de dicho pueblo para otros pueblos de dicha jurisdición, a principios del mes de febrero deste presente año de ochenta y 1

Zempoaltepec o cempoaltepec, cerro del estado de Oaxaca, se encuentra en la región de los mixes. 2 Se refiere a Oaxaca. 3 Asunción Cacalotepec: recibe el nombre de Asunción en honor a la virgen patrona de la comunidad y Cacalotepec que significa: «lugar o cerro de cuervos». El nombre proviene de la lengua ayuuk (que significa mixes). 4 Nejapa de Madero. se deriva de Nexapa de Nextli: «ceniza», atl: «agua», Pa: «en»; o sea en el «agua de ceniza». 5 Tratante: «es el que se dedicaba a comprar y vender mercaderías» (Cov.).

cinco, passó asta la villa de Tehuantepeque.6 Y que haviendo buelto de su viaje a dos deste dicho mes de marzo, le dijo el governador Gerónimo Blas cómo havía benido mandando de prición de la justicia de Nejapa para enbiarle preso a esta villa ante el padre Alonsso de Bargas [...]. Y preguntado si save otra cosa tocante a esta caussa contra Matheo Péres, dijo que es verdad que, el año de ochenta y tres que era alcalde de dicho su pueblo, que por el mes de junio de dicho año, tres días antes de San Pedro, le dijo Domingo Péres, natural de dicho pueblo, cómo le havía dicho Matheo Péres havía soñado que llevavan las canpanas de su pueblo al serro de Sempoaltepeque, dos leguas distante de dicho pueblo. Y que era por estar enojado Dios, y que para aplacarle, era nessessario comprase tres perrillos recién nacidos, tres polluelos, y dos gallos de la tierra para ofreserle.Y que este confessante le dijo entonces: —Mira, Domingo, lo que haces, que a[b]rá onse o doze años que estubistes presso y Matheo Péres también, por la ydolatría, en la cárcel de la villa. [...] Y recombenido por segunda vez, le pregunté si se acuerda que la noche del día veinte y seis de junio fue acompañado con Domingo Peres, con don Pasqual Mathías, Jacintho Vasques, Nicolás Ximenes, muy a desoras, a cassa del dicho Domingo Peres. Y volviéndose a salir, se fueron todos juntos con los instrumentos ya mencionados. Y llegando, como a la media noche, devajo del campanario del dicho su pueblo, donde hallaron a Matheo Peres, que los aguardava, pussieron los dos gallos, tres perrillos y los tres polluelos en el suelo. Y todos juntos a una invocaron al Demonio tres vezes, diciéndole se havían juntado en aquel sitio para degollar aquellos animales en su nombre, y luego llevar los perrillos ya degollados, polluelos y las cavezas de los gallos y la sangre toda al serro de Sempoaltepeque, por haver salido de dicho serro sus antepassados. Y que Domingo 6

Santo Domingo Tehuantepec. La palabra Tehuantepec proviene del Náhuatl tecuani, «fieras» y Tepetl «cerro»: «Cerro de las Fieras». Fray Bartolomé de las Casas a su paso por estas tierras le adjudicó el nombre de Santo Domingo en honor a la congregación dominica que radicaba en este lugar.

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Peres, con este declarante, le pidieron al Demonio se aplacasse y que no callese rayo y les quebrase las campanas o les quemase la yglesia. Y que juntamente le havían ofrecido al Demonio el sacrificio porque no hubiese enfermedad ni hambre. Y que haviendo dicho esto, cogió Domingo Peres un cuchillo que llevava y degolló los tres perrillos y un gallo de la tierra, cogiendo la sangre en un tiesto. Y que este declarante, con el mismo cuchillo, degolló los tres pollos y el otro gallo de la tierra. Y que haviendo acavado, llevaron el un gallo a cassa de Domingo Péres y el otro gallo a cassa deste confessante. Y que, volviéndose al sitio donde los havían degollado, cojieron entre Domingo Peres y este confessante, Nicolás Ximénez, Jacintho Vásquez, y don Pasqual Mathías, los tres perrillos, los pollos, las cabezas de los gallos y la sangre toda que havían juntado y se fueron al serro de Sempoaltepeque donde lo ofrecieron al demonio, quedándose solo el dicho Matheo Peres en el sitio, el qual haviéndose ydo a su cassa, no supo en qué havía parado, hasta después de tres días. Que, siendo día de san Pedro Apóstol,7 que haviéndose juntado en la iglessia este declarante y los demás mencionados con otros muchos naturales de su pueblo, los quales, haviendo acavado los cantores de cantar prima, se salieron

7 Esto

de la iglessia. Y que haviéndose ydo la gente de sus cassas, se fueron a la comunidad de dicho pueblo este confessante, Domingo Peres, Jasintho Vasques, Nicolás Xímenes, don Pasqual Mathías y Matheo Peres. Haviendo entrado dentro, le dijeron este confesante y Domingo Peres a Matheo Peres cómo aquella noche que degollaron los animales se havía executado en el serro de Sempoaltepeque lo que allí havían dicho. Y que después desto comieron, entre todos los seys, tamales que se havían hecho de los dos gallos en cassa de Domingo Peres. Dijo que «no havía tal y que no havía concurrido ni hecho nada de lo referido, ni menos concurrido a la compra de los animal[es]». [El proceso aún se alarga mucho más y termina con la confesión y condena del acusado] vol. 615, exp.1, fols. 122r-124v Catálogo: 1678. «Confessión de Gaspar Nicolás, de 50 años sobre su participación, junto con otros indios, en el sacrificio de tres perrillos, tres polluelos y dos gallos que ofrecieron al Demonio, en la villa Alta de San Ildefonso, en marzo de 1635.»

sería el 29 de junio.

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Los sacrificios a los ídolos blanco y azul Proceso contra Juan Pascual y su esposa por «idólatras y apóstatas». Tres testigos relatan los sacrificios y costumbres paganas del denunciado para obtener salud y buenas cosechas.

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n el pueblo de Santa Cruz Tlacotepeq,1 en tres días del mes de noviembre de ochenta y ocho años, Pedro Nicolás, fiscal mayor de la Yglecia, ante su merced el señor jues comissario, presentó por testigo a una yndia que —mediante vos de su merced, que hizo oficio de intérprete en esta causa en la lengua chocha,2 que es la materna de dicha yndia— dixo llamarse Josepha María, y que es natural y vecina del pueblo de San Marcos desta doctrina, a quien yo, el presente notario, doy fee que conozco, de la qual su merced el señor jues comissario recibió juramento, según forma de derecho, so cargo del qual prometió decir verdad. Y aviéndole preguntado por su edad, dixo que no la savía, pero al parecer será yndia de catorze a quinze años, poco más o menos. Y preguntada por el tenor de la petición de Pedro Nicolás, fiscal mayor que la presenta por testigo, dixo que conocía y conoce a Juan Pasqual, mestizo, ladino en lengua castellana, de arcabús,3 espada y daga, contenido en dicha petición, porque ella se huyó de su pueblo con Francisco Lucas y Juana Lucía, sus padres, y se fueron a guardar las ovejas, vacas y yeguas de dicho mestizo, y que estubieron ella y dichos sus padres en compañía de dicho mestizo, cosa de un año poco más o menos, guardándole sus ganados. Y que en dicho tiempo lo conoció muy bien esta declarante. Y que parte del año recide dicho mestizo en el paso de San Joséph de Estapa desta jurisdicción, y que parte dél recide en la de Teguacán y de Orizava,4 según los comederos de sus ganados. Y que es marido de María Flores, mestiza. Y assimesmo fue preguntada esta declarante si era verdad que el dicho Juan Pasqual, mestizo, era ydólatra y apóstata 1

Santa Cruz de Tlacotepec: pueblo situado al sureste de la ciudad de Puebla, cercano a Tepeaca, provincia de Puebla y Tlaxcala, Audiencia de México; actualmente cabecera del municipio de Tlacotepec de Juárez en el estado de Puebla. 2 Es el nombre con que se conoce también el dialecto popoloca o popoloco de Oaxaca y los mismos indígenas de la región (Mej.). 3 Del arcabuz anota Covarrubias, que es «arma forjada en el infierno, inventada por el demonio», y luego agrega: «si en algo de lo dicho he hablado impropiamente, déveseme perdonar porque no he seguido la milicia; heme criado en la espiritual, y en ésta caeré en mil faltas, quánto más en la que no he exercitado» (Cov.). 4  Tehuacán: pueblo situado al sureste de la ciudad de Puebla, en el camino hacia Oaxaca; actualmente ciudad en el estado de Puebla. Orizaba: pueblo situado en el camino entre las ciudades de Puebla y Veracruz; actualmente ciudad en el estado de Veracruz.

contra nuestra santa fee cathólica, y que si era verdad que tenía ýdolos a quienes sacrificava. Y assimesmo fue preguntada si la muger, María Flores, de dicho mestizo, mestiza, era cómplize con él en las ydolatrías, y que cómo lo savía. A que respondió esta declarante y dixo que era verdad que el dicho Juan Pasqual, mestizo, era ydólatra y apóstata contra nuestra santa fee cathólica, y que assimesmo lo es María Flores, mestiza, su muger. Y que tienen dos ýdolos, uno azul, de cara no muy grande, y otro blanco, no de cara, como un guebo, poco más o menos, agugerado por arriva. Y que también es agugerado el otro azul de cara, y que los tienen ensartados por dichos agugeros con un torzal, y que los tienen en una caxa de madera de pino con llave. Y que los ha visto esta declarante en muchas ocasiones, y particulamente en quatro ocasiones que alquiló el dicho mestizo a Francisco Lucas, yndio, padre de dicha declarante, de oficio sacrificador, para que sacrificasse al demonio por las llubias. Y que en dichas ocasiones, para dichos sacrificios, le dio el dicho mestizo al dicho sacrificador el ýdolo azul de cara para sacrificar, y le dio con él dos gallinas de la tierra y una de castilla para dicho sacrificio.5 Y que para hazerlo se hincaron de rodillas delante del ýdolo, para hacerle la rogativa, el dicho mestizo, y el sacrificador y esta declarante. Y el dicho mestizo le dio al sacrificador dos candelas, que le ensendieron, y copale con que lo sahumaron incados de rodillas. Y que esos sacrificios hizieron en el rancho de sus ovejas, que está junto al pueblo de Chapulco, 6 de la doctrina de Teguacan. Y que, assimesmo, estando enfermo el dicho mestizo en tres ocasiones en el rancho de sus ganados, que tiene junto a Orizava, vido esta declarante que el dicho mestizo y su muger María Flores sacaron de la caxa el ýdolo azul referido y lo dieron al dicho sacrificador, Francisco Lucas, su padre, para que sacrificasse al demonio por su salud. Y le dieron dos gallinas de la tierra y una de Castilla para dicho sacrificio. Y 5

«Gallina de la tierra. Se llamaba a lo que hoy se conoce por pípila, la hembra del guajolote» (Mej.), mientras que las de «Castilla» eran las que nosotros conocemos actualmente como gallinas. 6 Chapulco: pueblo situado al sureste de las ciudades de Puebla y Tepeaca, provincia de Puebla y Tlaxcala; actualmente en el estado de Puebla, casi en el límite con el de Veracruz.

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que hincados de rodillas los dichos Juan Pasqual y María Flores, su muger, y dicha declarante, le hizieron la rogativa al ýdolo con dos candelas ensendidas y sahumándolo con copale. Y que assimesmo vido esta declarante en otra ocasión, en el rancho del ganado que está junto a Chapulco, que el dicho mestizo alquiló al sacrificador para que ofreciese un sacrificio al Demonio por el aumento de sus ovejas. Y que para dicho sacrificio, en la ocasión, le dio el ýdolo referido, una gallina de la tierra y otra de Castilla, copale y una candela de zera. Y que tirados de rodillas dichos mestizo, sacrificador y declarante hizieron dicho sacrificio. Y que assimesmo save y vido esta declarante que el dicho sacrificador, su padre, le hizo a dicho mestizo, a pedimento suyo, una sédula de papel de estraza7 en que dicho mestizo ofreció su alma al Demonio por su salud, con sangre de su lengua, que se sangró y sacó della con una puya de maguei, con que rozió dicha sédula. Y que esto vido esta declarante en dicho rancho de las ovejas, que está junto a dicho pueblo de Chapulco. Y que assimesmo save esta declarante, y vido muchas veces, que el dicho mestizo alquiló al dicho Francisco Lucas, su padre, para que le adivinase por arte del demonio si parecerían o no los ganados que se le perdían. Y que el dicho su padre le adivinara todas las veces que lo alquilava para dicho effecto y que unas veces parecían los ganados. Y que la dicha María Flores, su muger, asistía muchas veces a los sacrificios que se tiene referidos, haciendo lo que hazía su marido, especialmente quando se ofrecía sacrificar en el rancho de Orizava, donde tiene su asistencia dicha mestiza de asiento.8 Y que assimesmo save esta declarante que, todas las veces que se hazían los sacrificios que se tienen referidos, el dicho su padre le mandava ayunar al Demonio quatro días y quatro noches, que era abstenerse de cohavitar con su muger dichos días y noches, apartando cama, y que dicho mestizo asetava dichos ayunos. Y aviéndole preguntado a esta declarante si savía otra cossa en esta razón contra dicho mestizo y su muger, dixo que no, y que ésta era la verdad de lo que savía, so cargo de dicho juramento. Todo lo qual declaró ser verdad ante su Merced el dicho jues comisario, mediante vos de su merced que hizo oficio de intérprete, como está referido, en dicha lengua chocha, que es la materna de dicha declarante. Y no lo firmó la dicha declarante por no saber firmar, y lo firmó su merced, el dicho señor jues comisario. [Rúbricas]

[Declaración de Francisco Lucas, padre de la declarante anterior, de sesenta años apróximadamente, con intérprete de lengua chocha y estando preso, declaró] que era verdad que el dicho Juan Pasqual, mestizo, era ydólatra y apóstata contra nuestra santa fee cathólica. Y que no solamente él lo era, sino también su muger María Flores, mestiza. Y que lo savía y lo save muy bien porque como este testigo es de oficio sacrificador, por lo qual se halla al presente preso y penitenciado en la cárcel de los ydólatras deste partido, y saviendo el dicho mestizo que era tal sacrificador, por estar en su servicio lo alquiló en distintas ocasiones para sacrificar al Demonio. Y que en particular se acuerda que sacrificó tres veces por su salud, y dos veces por las llubias y dos veces por el aumento de sus ganados.Y que todas las veces que sacrificava le dava un ýdolo asul de cara que ordinariamente tiene guardado en una caxa de madera de pino con su llave, con otro ýdolo blanco, no de cara, con agugeros por arriva, por donde los ensarta con un torzal. Y que assimesmo le dava para los sacrificios gallinas de la tierra y de Castilla, copale y candelas de sera. Y que, hincados de rodillas los dichos Juan Pasqual y María Flores, su muger, y dicho sacrificador, ofrecían con dichas gallinas los sacrificios al demonio, roziando con la sangre de dichas gallinas el ýdolo, juntamente con sangre de sus lenguas, que se sacavan con puyas de maguei. Y que luego les mandava ayunar en reverencia del Demonio quatro días y quatro noches, que era abstenerse de cohavitar el marido con la muger y la muger con el marido dichos días y noches, apartando cama. Y que los dichos Juan Pasqual y María Flores, su muger, asetavan dichos ayunos y le respondían que sí los harían. Y que assimesmo, este testigo le hizo a dicho mestizo, porque se lo pidió, una sédula al Demonio, de papel de estraza, en que le ofreció el alma por la salud, y que en ella dicho mestizo le ofreció sangre de su lengua en dicha sédula, hincado de rodillas juntamente con dicho sacrificador, delante de dicho ýdolo. Y que le dio quatro días y quatro noches de ayunos, que hizo en la forma que está arriva referida. Y que, assimesmo, el dicho mestizo alquiló este testigo en otras dos ocasiones en el rancho que está junto a Chapulco para que hiziese otras dos sédulas al Demonio, en la forma que está referida, por el aumento de sus ganados. Y que estas dos sédulas enterró este dicho testigo roziadas con sangre de gallinas de la tierra y de Castilla, en medio de la maxada de los ganados. [El proceso está incompleto] vol. 674 (1ª parte), exp. 27, fols. 186r-190v

7

«Papel de estraza [es] el tosco y grosero, fabricado de trapo gruesso de lana, cáñamo y lienzo basto, que sirve para envolver mercaderías.» (Aut.) 8 La expresión de asiento quiere decir «de fijo, de manera permanente».

Catálogo: 1683. «Del sacrificio de gallinas y sahumerios a dos idolillos, con fines propiciatorios.»

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El dedo del muerto Declaración de Pascual del Castillo, viejo.

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n el real y minas de Nuestra Señora del Rosario de Nacosari1 de la provincia de Sonora, en veinte y dos días del mes de dixiembre de mil seissientos y noventa y nuebe años, por la tarde, ante el señor comissario don Chrisptóbal de Mendoza, cura por su magestad, vicario y juez eclesiástico del real de San Juan Bautista2 y su jurisdizión, parezió, siendo llamado, Pasqual del Castillo, vezino del presidio3 de Corodéguachi,4 quien dijo no tenía ofizio por estar impedido, de hedad de cincuenta años, poco más o menos, del qual fue rezevido juramento en forma y prometió de dezir verdad en lo que suppiere y le fuere preguntado. Fuele preguntado si save o presume la causa porque a sido llamado. Dijo que presume que el averle llamado su merced, dicho señor comisario, será para que diga y declare lo que a passado en la Frontera con Gerónimo de Ávalos Bracamonte, que a poco tiempo vino de Guadalaxara a este presidio. Fuele dicho que diga lo que save. Dijo que estando en su casa el alférez Chrisptóval Martín, theniente de las armas de dicho presidio, sentado en la puerta de este declarante al salir del sol, al levantarse dicho theniente se le caió del capote un trapo, el qual levantó un muchacho hijo suio, el qual trapo dio a su madre, quien lo desenbolvió y halló un dedo de jente, el cual le enseñó a un hijo suio llamado Pascual del Castillo, soldado de dicha compañía, el qual se lo mostró al sarjento Diego Bañuelos. Y el dicho sarjento se lo llevó al theniente Christóval Martín y le dijo que, al levantarse en cassa de este declarante, avía caído dicho dedo de su capote. Y que dicho theniente dijo que no savía de dónde avían trahído aquel dedo, o se le avía 1

Yacimiento descubierto en 1655, es un municipio ubicado al noreste del estado de Sonora. Desde 1907 lleva el nombre de Nacozari de García en honor del maquinista del ferrocarril Jesús García, que salvó al pueblo de una explosión de dinamita. 2 Real de minas ubicado al sur de Nacozari, en el actual municipio de Cumpas. 3 Los presidios fueron las instituciones militares que, junto con las misiones, facilitaron la expansión española en el norte de la Nueva España. 4 Corodéhuachi, hoy Fronteras, estuvo habitado originalmente por indígenas ópatas. Fue fundado por los misioneros de la Compañía de Jesús hacia 1645; unos años después, en 1654, se estableció el presidio. Era costumbre anteponer al nombre aborigen el de un santo, por lo que se le bautizó como Santa Rosa de Corodéhuachi. Más tarde, se le llamó Real de Presidio de Fronteras de los Apaches, nombre que mantuvo durante la Colonia y el siglo xix.

pegado al capote. Y que, quando se caió dicho dedo del capote, se halló presente Juan de la Parada, y que dijo: —¡Tate!5 Este a de ser Ábalos, porque hir aier al pueblo y parezer oy el dedo... Tengo malizia. Fuele preguntado si save o presume la causa que para qué efecto trahía el dicho Gerónimo de Ávalos aquel dedo. Dijo que un hijo suyo llamado Pasqual del Castillo, de ofizio soldado, que con este suzeso del dedo le dijo cómo el dicho Gerónimo de Ávalos Bracamonte, mulato, en una ocasión le avía preguntado que si estava enamorado de alguna muger le daría un remedio para que livremente pudiese entrar en qualquiera cassa sin ser sentido, y que aunque rebolviere la cassa de arriva avajo no sería sentido. A que su hijo, dicho Pasqual del Castillo, le respondió al dicho Gerónimo de Ávalos Bracamonte que él no avía menester de semejante remedio. Y que esto que lleva dicho es la verdad. Fuele dicho que mire si save otra cosa acerca de esto que se le pregunta. Dijo que lo que save, que el reverendo padre Marco de Loyola,6 de la Compañía de Jesús, ministro doctrinero del valle de Teurícachi,7 por noticia que tubo de sus indios de que avía estado el dicho Gerónimo de Ávalos en el ziminterio del dicho pueblo asta mui tarde, y que una sepultura de una difunta que avía pocos días avían terrado estava escavada. 5

«¡Tate!. Interjección, lo mismo que tá. Úsase también para significar que ha ocurrido a la memoria u al conocimiento alguna especie nueva.» (Aut.) 6 El padre jesuita Marcos de Loyola nació en Albacete, España, en 1658. Ingresó a la Compañía de Jesús en 1678. Asistía en Cuquiárachi en esta época. Murió en noviembre de 1701. El padre Carlos de Roxas, en su Relación fechada en Arizpe el 28 de julio de 1744, dice sobre su muerte «que sus males no eran enfermedad natural, sino causada del común enemigo; el demonio, viéndose vencido de tan valeroso soldado, se valió de un hechicero que enhechizó al padre, habiéndole lastimado las narices, de donde, con admiración de todos, echaba el padre unos gusanos peludos que le comieron las narices y le redujeron a tan lamentable estado que murió en la misión de Aconchi. Pues descubiertas las marañas del hechicero en Teurícachi [...], se hallaron en una cueva por su confesión varios hechizos, y entre ellos el del padre Marcos, en un muñeco vestido de jesuita con una espina atravesada en la nariz. Ya que el común enemigo en estas tierras [...] se vale de sus Nerones, los hechiceros, para que, muriendo inocentes ovejas víctimas de la caridad y de la fe, muchos padres misioneros logren el oculto martirio, sólo aceptable a los ojos de Dios que conoce el modo y fin por qué muere» (http://www. municipiodenogales.org/Montane_diccionario_intro.htm [Consultado en mayo, 2008]). 7 Misión ópata ubicada en la parte norte del río Moctezuma, cerca de Cuquiárachi.

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Mapa de toda la frontera de los dominios del Rey en la América septentrional, desde el Río Colorado al Golfo de México de Nicolás de Lafora (sin año). Papel marca manuscrito coloreado (col. Orozco y Berra).

Y que con notizia del dicho, y el rastro de persona, mandó dicho reverendo padre desenterrar dicho cuerpo y halló el dedo de la mano isquierda menos en dicho cuerpo. Fuele preguntado si save quién fue el que cortó el dedo. Dijo que a todos a oído dezir que el dicho Gerónimo de Ávalos lo avía cortado y que además, que andand el dicho Gerónimo buscando, el mesmo día que dizen que cortó el dedo, un cuchillo. Y que oió dezir que no halló cuchillo y que llevó una lanza; que ésta no save quién se la prestó. Fuele preguntado si save otra cosa en esto que se le pregunta o que pertenesca a este Santo Tribunal. Dijo que no save cosa alguna.

[Declaración de Juan de Parada: lo que pasó con el cuerpo desenterrado en la frontera] Fuele dicho refiera lo que pasó, y responde que lo que pasó y save es que Gerónimo de Ábalos y Bracamonte, forzado y desterrado por la justicia, le dijo, por lo que se

acuerda, [que], a fines de septiembre de este presente año, como a las ocho de la noche, estando para entrar en una casa este declarante por mal fin, le dijo que, si quería entrar libremente y sin ser sentido, le daría un remedio que él avía experimentado por más de tres vezes. Y que le respondió quál era. Y que le dijo que, al entrar en la tal cassa o en otra livremente y sin ser sentido, aunque hiziere lumbre dentro de la cassa, no le sentirían y haría quanto quissiere, con un huesso, y si eran dos mejor, puesto uno en cada puerta, y que éstos avían de ser de difunto. A que le respondió este declarante que a dónde avía de hir por los huessos. A que le respondió el dicho Gerónimo de Ábalos y Bracamonte que hallí estava una capilla cerca, y que de allí podía traerlos y valerse de ello. Y que le respondió que no quería ussar de semejante cossa, que él tenía forma de entrar libremente en dicha cassa. Y que esto que lleva dicho se lo refirió al alférez de su compañía, que es Juan Bautista de Escalante, según y como le passó en el real de San Juan Bautista. Y que después, aviendo buelto a la Frontera a los ocho o dies de octubre, estando por la mañana al salir del sol, en

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Enrique Flores y Mariana Masera • relatos populares de la inquisición novohispana

la puerta de Pasqual del Castillo, este declarante y su theniente y otros muchos, se levantó su theniente encapotado y del capote caió un trapito, y que el trapito lo levantó del suelo un muchacho hermano del dicho Pasqual del Castillo. Y el muchacho llevó el trapo a su madre, y su madre lo desenbolvió y halló un dedo de un cuerpo que paresía de muerto fresco, por lo que parezía. Y la dicha su madre, llamada María Fernandes, lo hizo público llamando al sargento, y el dicho sargento lo mostró a todos los que allí se hallavan. Y que este declarante lo refirió a Pasqual del Castillo, el viejo, estando su hijo Pasqual, el soldado presente. Les dijo: —¡Tate! Haier fue Ábalos al pueblo. Malicia tengo. A que respondió el dicho soldado Pasqual del Castillo: —A mí me a referido otras cosas Ávalos y tengo tanbién malicia. Y que no passó adelante a dezir lo que le avía dicho, el dicho Ávalos. Y que por entonzes no passó más. Y que, después, aquél mismo supo cómo el día antezedente fue el dicho Ávalos a cassa del alférez de la compañía y le pidió le prestase un cuchillo. Y que él respondió no tenía cuchillo, que llevasse una lanza que tenía, la qual desencajó del palo adonde estava y se la llevó. Y que se fue al pueblo de Cuquiárachi,8 que abrá dos leguas, y que supo del fiscal maior de dicho pueblo [...] cómo el dicho Gerónimo de Ávalos avía estado en el cimenterio de la iglesia mucho rato, y por lo que lleva declarado presume sería el dicho Ávalos el que cortó el dedo. Que a otro día fue a dicho pueblo con su dicho theniente, quien fue a ver al reverendo padre Marcos de Loyola, de la santa Compañía de Jesús, ministro doctrinero de dicho pueblo, y le refirió el dicho theniente al dicho reverendo padre lo que passava con el dedo. A que les respondió su paternidad cómo el fiscal maior de su pueblo le avía venido a dezir cómo estava escavada una sepultura en el cimenterio de una muger que avía cinco días que la avía enterrado [...]. Asimismo, dize que presume que el alférez Juan Bautista de Escalante, por la mucha amistad que tenía con el dicho Ávalos, se valió de dicho dedo para introduzirse y entrar en dicha cassa sin ser sentido. Y que la mesma noche que parezió el dedo le dijo Pasqual del Castillo, soldado, cómo avía sentido ruido a media noche en su cassa, y que se levantó y vio un bulto en que conozió era el dicho alférez. Y que después, por declarazión que le hizo al theniente de la compañía Pasqual del Castillo, prendió

8 La

antigua misión de Cuquiárachi, fundada en 1645 por el misionero jesuita Marcos del Río, se ubica en el actual municipio de Fronteras, en el estado de Sonora.

el theniente a Ávalos. Y que, el día que lo prendió, lo llamó a este declarante el alférez Escalante y le preguntó que si lo que le avía comunicado el dicho Ávalos avía de ser señaladamente dedo, u otro güesso, señalando que no savía más que lo que avía referídole en San Juan. Y que le rogó el dicho alférez Escalante no declarase contra el dicho Gerónimo de Ávalos cosa alguna, y que si lo llamase el theniente se escusara y dijera que no savía nada, y que le respondió que así lo aría si no le preguntasen alguna cossa, y que esto passó por entonzes.

[Declaración de Pascual del Castillo, hijo, soldado de la frontera de Teurícachi] Dixo que avía tiempo de cuatro meses que, saliendo a recorrer la tierra este declarante en compañía de otros soldados y Gerónimo de Ábalos Bracamonte, le dixo éste a dicho declarante que si estava enamorado, a lo qual respondió que sí, pero que no podía conseguir su deseo. Y le dixo dicho Ábalos que como le guardase secreto le daría remedio para que con fasilidad consiguiera su dicho deseo. Y que le ofreció guardaría el secreto en todo, y entonces le dixo dicho Ábalos que procurase coxer un huesso de difunto o tierra de sepultura en día martes, y ese día ayunase y después fuese a la casa donde quisiese entrar, y pusiese uno y otro a las puertas de ella y entraría dentro sin que fuese sentido, y haría lo que quisiese, y las puertas aunque estuviesen con llave se abrirían solas. A lo qual no dio crédito este declarante, y por esto, después que bolvieron a dicho presidio, le instó dicho Ábalos fuesen al pueblo cercano de Cuquiárachi a solicitar algún huesso de difunto, y nunca lo quiso acompañar para esto. Y que, dentro de pocos días de lo referido, sucedió que una mañana, estando este declarante acostado en su cama en casa de su padre Pasqual del Castillo, entró un hermano suyo con un lienzo y trapo embuelto y se lo dio a su madre, la qual se lo enseñó a este declarante, y el dicho lo desató y reconoció era dedo de difunto y se lo dio al sargento Diego Bañuelos. Y supo que en la puerta de dicha su casa se le avía caído del capote [en] la silla en que estava sentado Chrisptóval Martín Bernal, theniente de dicha compañía, el qual se fue a su casa, y a ella le llevó dicho sargento el dicho dedo. Y este declarante [lo] llamó aparte, y a solas le dixo a dicho teniente que no podía ser otro el que havía hecho aquella maldad sino Gerónimo de Ábalos, por averle pasado con él lo que lleva referido arriva. Y luego prendieron a dicho Ábalos. Y también supo dicho declarante, por público, que el dicho Ábalos avía ydo al pueblo de Cuquiárachi y entrado de día en el cementerio, estando llovisnando. Y escarbó una

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sepultura donde avía pocos días que se avía enterrado una difunta y le cortó un dedo de una mano. Y que save que dicho theniente lo remitió a su merced, dicho señor comisario, quien embió orden para que asegurasen a dicho Ábalos. Y a este tiempo estava fuera de la prisión, porque, según oyó decir, fue orden para ello de el general don Domingo Jironza Petri de Crusatt,9 interín bolvían de la campaña a que mandava hacer a dichos soldados, y que luego se huyó dicho Ábalos en compañía de un hermano suyo que avía venido del presidio de Janos.10 Y tras de ellos embió dicho teniente cuatro soldados, y aunque los siguieron más de cien leguas no

pudieron alcanzarles. Que a oído desir que se fueron por el camino de la costa que va a la ciudad de Guadalaxara. Y esta es la verdad, por el juramento que tiene fecho. Y siéndole leído, dixo que estava bien escrito y que no lo dise por odio. Prometió el secretto, y por no saver escrevir lo firmó por él dicho señor comisario. Xristóval de Mendoza. vol. 543, exp. 26, fols. 301r-313r Catálogo: 2249. «Historia del dedo de muerto que vuelve invisibles a los hombres.»

Aquí se demuestra que después de haber entrado los españoles en Tzintzuntzan acudían indios con comidas para los soldados, Michoacán, 1778. Códice (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

9 El

general Domingo Jironza Petriz de Cruzat, originario de Aragón, España, fue nombrado gobernador y capitán general de la provincia de Nuevo México en 1683, con instrucciones de abrir una enérgica campaña en contra de los apaches sublevados y reconquistar la región. Pacificó la provincia y permaneció al frente del Gobierno hasta 1692. En 1693 fue nombrado capitán vitalicio de la Compañía Volante de Sonora, con asiento en el presidio de Corodéhuachi (Fronteras), así como alcalde mayor de la provincia de Sonora. En 1695 hizo frente a la rebelión de los pimas altos y en 1698 combatió de nuevo a los apaches. Falleció antes de 1718. Véase Enciclopedia de Sonora: enciclopedia.sonora.gob.mx/Runscript.asp?p=ASP\pg298.asp&page=298 (Consultada en mayo, 2008). 10 Se refiere al presidio de Santiago de Janos, en la Sierra de Chihuahua.

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Las autoviudas Muerte insólita de Lorenzo Muñoz en la Nueva Veracruz.

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n la siudad de la Puebla de los Ángeles, en catorce días del mes de marzo de mill setesientos y un año, serían las dos oras de la tarde, poco más o menos, ante el señor bachiller don Onofre Miguel del Castillo, clérigo presbítero, comisario del Santo Oficio de la Ynqquisición desta Nueba España, en esta dicha siudad y su jurisdisión paresió sin ser llamada —y juró por Dios nuestro señor y la Santa Cruz, según derehecho, que dirá berdad y guardará secreto entero de lo que pasare y fuere preguntada—, una muger que dijo llamarse Josefa Rendón y ser española, soltera, yja legítima de Juan Rendón y de Ysabel Rodrigues Quintero, difuntos, besina de esta siudad que bibe en el barrio del Ángel, en casa que llaman de Luzía, en conpañía de Francisca Días Rendón, su ermana. Y es chica de cuerpo, blanca, ojos grandes, pelo castaño que tira a negro, de hedad que dijo ser de beinte y sinco años, poco menos. La cual para descargo de su consiensia se delata a sí misma y denunsia en forma contra Andrea Días de la Bega, su prima, española, biuda de Lorenzo Muñós de León y de Antonio Matías de Torres (quien fue el segundo marido), besina de esta siudad, española, que bibe en la calle de la Conseusión, arriba en la casa que fue Colegio de San Joséph de Grasia, y otras que mensionará en esta su delasión en la manera sig[u]iente: Abrá tienpo de ocho años, poco más o menos, que esta delatante, una tarde parlando con la dicha Andrea Días de la Bega, en la sala de la dicha Andrea que era debajo del portal que llaman de Borja,1 estaban asimismo con la susodicha platicando una mestisa llamada Isabel, donsella como de sincuenta años de hedad que serbía a la dicha Andrea y oi bibe en esta siudad, aunque no sabe la casa esta delatante, y asimismo estaba en dicha plática una yndia llamada Antonia, alias Ángela, de naguas y güipil,2 que bibe en el barrio del Ángel

1 En

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el original: Borga. Probablemente se refiera al portal conocido como «portal de libreros», en la plaza principal de la ciudad de Puebla. Entre los establecimientos que ahí se ubicaban destacan los negocios de la familia Borja Infante y de la viuda de Borja y Gandía, emparentados con los papas españoles Calixto III y Alejandro VI. «Huipil. Antigua prenda de la mujer azteca, camisa de algodón, sin mangas, descotada, larga hasta las caderas y ancha, con bordados, adornos y bellas labores. Úsanlo hoy todavía las indias de México y Centroamérica.» (Mej.)

más arriba de la yglesia, y es hija3 de una india que, a lo que se puede acordar esta declarante, le parese llamarse Teresa, y tiene un hijo donado de San Francisco. Y mobióse plática entre las mensionadas que sería como a las cuatro oras de la tarde, poco más o menos, y disiendo en ella que abía malefisios con qué atontar a los onbres, dijo la dicha mestisa Ysabel: —Ai munchas que atontan a los onbres. Y por algunas rrazones dio a entender dicha india Antonia que ella sabía quién sabía aser esos encantos. Y entonses la dicha Andrea y esta delatante le digeron en secreto, de manera que no lo olló la dicha mestisa, que qué forma daría para que muriera de hechizo Lorenzo Muñoz, marido de la dicha Andrea. Y dicha india Antonia les prometió el traerles una persona que atontase o matase al dicho Lorenzo Muñós de León. Y con efeito, a munchas súplicas desta delatante y su prima, trajo4 a una india llamada Ana María, que bibe en el barrio de zona Calepeque desta siudad, con un ijo sullo. Y abiéndole rrogadola esta delatante y su prima el que les diese hechizo para su intento, quedó la yndia de aserlo. Y bisto que se retardaba, fue esta delatante a dicho barrio en casa de dicha india y se lo rrogó, y con efeito les enbió un envoltorio o dos, pequeños, los cuales esta declarante y la dicha su prima metieron entre la lana del colchón del dicho Lorenzo Muñós al lado donde se acostaba, y asimismo en la almuada en que dormía el otro envoltorio. Y abiendo bisto esta delatante y dicha su prima que no surtía efeito dicho encanto, sitaron a la dicha india a que les diese otro encanto de más eficacia, y con efeito en la puerta de la calle yzo un abugero5 y enterró unos hechizos. Y después dicha india trajo, bisto que no surtían efeito sus hechisos, a un yndio amulatado que más paresía mulato que indio, «que sí ban»,6 dijo dicha india. Le parese a esta declarante se llamaba Domingo de la Cruz, y bibía en la asienda de los padres de la Compañía, que según cuenta a de ser la que llaman Amaluca,7 porque en los alrrededores 3 En

el original: higa. el original: trago. 5 abujero: agujero. 6 Entiéndase «que sí van» a surtir efecto. 7 Hacienda de los jesuitas de la que el obispo de Puebla, Juan de Palafox y Mendoza, en su carta al padre Horacio Carochi, dijo «A la [hacienda]de 4 En

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de esta siudad no tienen otra. Y la india que trajo dicho mulato es la dicha india Antonia, que bibe en Analco.8 Y benido que fue dicho mulato fueron por cuatro o sinco ocasiones esta declarante y dicha su prima en casa de dicha india, donde posaba dicho mulato, y él bino en casa de ellas. Y en todas las ocasiones que se bieron le rrogaron esta declarante y dicha su prima a dicho mulato el que enechisase al dicho Lorenzo Muñós de suerte que muriese del echizo y que en premio le daría cada una su cuerpo para aitos benereios, y dejante9 de eso le darían sincuenta pesos poco más o menos. Y abiéndose ido a la siudad de la Nueba Bera Cruz10 el dicho Lorenzo Muñós de León, bino dicho mulato en casa dicha Andrea y, pidiendo una poca de lumbre, echó un poco de copale11 en dicha lumbre. Y abiendo alsado llamarada, le dijo12 a la dicha Andrea, que presente estaba, que aquello asía para ber la bida de dicho Lorenzo Muñós, su marido, y la de hella, según le dijo a esta declarante (que en dicha ocasión estaba en la cosina la dicha su prima) de lo del copale, el cual quemaron en la rrecámara. Y entonses le dio dicho mulato a la dicha Andrea dos pedasitos de copale. Que el uno, según le parese a esta delatante, hera la bida de la dicha Andrea, y el otro la bida del dicho su marido. Y la dicha Andrea le dijo a esta declarante que el copale que sinificaba la bida del dicho marido abía alsado la llama de presto y luego se abía apagado, y no así el que sinificaba su vida. Y asta oi conserba en custodia, la dicha Andrea, dichos dos pedasitos de copale en una caxita de carei que tiene dentro de una caxa. Y en este estado, por ser lla más de las siete de la noche y bibir lejos esta declarante, el señor comisario, a su ruego, mandó suspender dicha delasión y denunsia para proseguirla el día sig[u]iente. Y siéndole leída de berbo ad berbum,13 dijo la dicha Josefa Rendón que estaba bien escrita y que aquella Ameluca han ido agregando heredades y campos vuestras paternidades y estando una legua cerca de esta ciudad, llega ya a sus caudales y jurisdicción» (Apud. Andrés Molina Enríquez, 2005. Juárez y la reforma. México: Instituto Politécnico Nacional, p. 48). 8 El barrio de Analco se ubica en el centro de la ciudad de Puebla, al otro lado del río San Francisco. Su nombre proviene de atl, «agua», nal, «del otro lado», y el locativo -co, «en», de lo que resulta: «en el otro lado del río». 9 En el original: degante. «Adverbio masculino usado con que: Dejante que, por además de que, fuera de que.» (Mej.) 10 La ciudad de Veracruz, en el estado del mismo nombre tuvo varias fundaciones y varios empalamientos, llamándose en los primeros tiempos Villa Rica de la Veracruz. Cuando se instaló en el lugar que actualmente ocupa, frente al fuerte de San Juan de Ullúa, se le llamó la Nueva Veracruz para distinguirla de la Antigua Veracruz, hoy conocida simplemente como La Antigua. 11 «Copal. Del azteca copalli [...]. Los mexicanos daban este nombre a diversas resinas de que usaban mucho, particularmente para hacer sahumerios a sus ídolos, en lugar de incienso.» (Mej.) 12 En el original: digo. 13 verbo ad verbum: «palabra por palabra».

era la berdad so cargo el juramento que fecho tiene, en que se afirmaba y afirmó y se le encargó el secreto en forma que prometió guardar. Y lo firmó de su nombre con dicho señor comisario Onofre Miguel de el Castillo [rúbrica], Josepha Rendón [rúbrica]. Pasó ante mí, Julio del Castillo Santacruz, notario del Santo Officio.

[Continuación de la declaración de Josefa Rendón, al día siguiente] En la siudad de la Puebla de los Ángeles, en quinse días del mes de marzo de mill setecientos y un años, ante el señor comisario bachiller don Onofre Miguel del Castillo, como a las nuebe oras de la mañana, paresió Josefa Rendón, española, soltera, besina desta siudad, contenida en la delasión y denunsia antesedente, de la cual fuele resebido juramento que yso por Dios nuestro señor y la Santa Cruz, según derecho, so cargo del cual prometió desir berdad en todo lo que declarare y fuere preguntada, y de guardar secreto. Y dijo ser de hedad de beinte y sinco años, poco más, y que prosig[u]iendo en la delasión que de sí ase, y denunsia contra la dicha Andrea Días de la Bega, besina desta siudad, biuda de Lorenzo Muñós de León, y las demás contenidas en la denunsia antecedente, y los que en esta espresará. Y quemado que fue el copale mensionado, dicho mulato le pidió a la dicha Andrea de la Bega que le diese algún dinero para conprar unas bentosas, unas pullas de mag[u]ei14 y otros trastes diabólicos, he ir y llebarlas dicho mulato a la siudad de la Nueba Bera Cruz, en donde estaba el dicho su marido Lorenzo Muñós de León, y que allá aría sus encantos y hechizos. Y que con ellos le daría al dicho Lorenzo Muñós de León un dolor rabiozo que le cogiese del estómago al corazón, y que dentro de mui breve moriría. Y que sabiendo esta denunsiante y la dicha su prima Andrea que dicho mulato, Domingo de la Cruz, abía muerto una niña de un soplo, y le sacaba las pepitas a un chilacallote15 sin partirle ni genderle,16 sólo con mirarlo, según les 14

«Maguey. Nombre genérico que desde el país hasta Venezuela se da a los agaves, plantas de la familia de las amarilidáceas, y casi todas las cuales producen fibra, o jugo de bebidas espirituosas.» (Mej.) 15 Chilacayote. (Del azteca tzilac, «liso», y ayotli, «calabaza»). Planta cucurbitácea, originaria del Asia, variedad de la calabaza común, cuyo fruto de corteza lisa y verde tiene carne tan fibrosa que después de cocida se asemeja a una cabellera enredada y de lo cual se hace el dulce llamado Cabellos de Ángel (Mej.). 16 genderle: «jenderle, henderle».

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abía dicho la dicha india Antonia. En culla conformidá, esta denunsiante y la dicha Andrea le rrogaron a dicho mulato no matase con el hechiso improvisadamente al dicho Lorenzo Muñós de León, su marido, sino que le diese lugar de confesar y rrecibir los sacramentos y disponer sus cosas, lo cual prometió el dicho Domingo de la Cruz. Y abiéndole dado la dicha Andrea el dinero que le pidió, se partió para dicha siudad de la Vera Cruz. Y como de allí a quinse días pasados, poco más o menos, bino nueba de que una mañana, saliendo de misa, la cual abía pagado el dicho Lorenzo Muñós, le dio tan biolento dolor del estómago al corazón, que se entraron en la posada de Lorenzo de la Torre, que [...] es besino desta siudá. Y aunque se llamaron médicos y le isieron algunos medicamentos, como fue una purga y otros, dentro de media ora, poco más o menos, murió abiéndose confesado, aunque no rresebido los sacramentos. Y concordó con lo que abía prometido el dicho mulato a dicha denunsiante y su prima, porque el dolor fue en las mesmas partes aonde dijo, y la aselerasión casi la misma. Y esta declarante dijo que les abía prometido el dicho mulato que, mientras más medicamentos le isiesen, más se abrabiaría,17 según abía dicho por boca de la india. Y aunque ubo controbersia entre los médicos químicos que le curaron, sobre una purga que le dieron, que uno dijo que si la bebía moriría y otro que la bebiese, y luego que la bebió, murió. En todo casi concordó el dicho achaque i muerte con lo que tenía prometido el dicho mulato, el cual, a poco tiempo de benida la noticia de la muerte del dicho Lorenzo Muñós, o el mismo día que bino, o el sig[u]iente, subió la india Antonia al estrado en donde estaba esta declarante y la dicha su prima, las cuales así como la bieron se entraron en la rrecámara, y les dijo la india: —Lla está aí el conpadre— ablando por el dicho mulato, el cual estaba abajo,18 en el zaguán—. Y dise que lla iso lo que ustedes le mandaron. Entonses, la dicha Andrea sacó sincuenta pesos y otros trastes de rropa del difunto que le había prometido en premio al dicho mulato porque ysiere el hechizo rreferido, y se los dió a la india para que se los baxase, con lo cual se fue dicho mulato y no le a buelto a ber la cara esta declarante. Y la dicha Andrea le dio, asimismo, a la yndia un güipil de seda que le abía mandado porque tubiera efeito el hechizo. Y aunque a esta declarante le abía mandado un bestido porque yntrebiniese en esta materia, no se lo dio.

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se abravaría: «se haría más bravo». el original: abago.

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[Muerte del mozo que se fue a China] Asimismo denunsia en forma contra la dicha Andrea Días, su prima, en rrazón que, abiendo muerto el dicho su marido, tratró de henechizar a un ombre que tenía en su tienda, español, llamado Joséph, de cullo sobrenombre está dudosa, con aprensión de que con dicho hechizo saliese de esta siudá o mueriese. Y para este efeito llamó a la dicha india llamada Antonia Angelina, la cual trajo para este efeito a una india biexa y a otras dos, la una amestisada, llamada Juana, y la otra ija sulla [...]. Y abiendo benido y comunicádoles el yntento la dicha Andrea, quedaron de acuerdo. Y con efeito, abiendo benido las susodichas en casa la dicha Andrea y quedándose a dormir en ella una noche, a las dose de la noche se levantó esta declarante (quien así mismo rrogó a las hechiseras el que isiesen dicho hechiso) y la dicha su prima, quiennes fueron con las dichas hechiseras a la cosina de dicha casa, en donde esta india bihexa, con un cuchillo, abrió dos pollos bibos de arriba abaxo, y a medio de sacrifisio, con sangre y inmundisias y todo, hechando un poco de copale en un senisero de lumbre y poniendo los pollos ensima, y disiendo unas palabras mientras estaban los pollos sobre dicha lumbre, asiendo munchos ademanes con las manos, demostrando en ellas el que lo hechaba para que se fuere dicho onbre. Y acabado que fue este como sacrificio, coxió dicha india una gallina y sierto número de güebos enteros, y dos o tres gatos, todo lo cual está esta declarante en que estaban bibos, y baxó dicha india con todo lo rreferido, y esta declarante y la dicha Andrea, su prima, y las demás yndias con eia, y quemando copale por el camino en forma de entierro, según les prebino la dicha hechisera, asta el pie de la escalera, en donde alsaron una losa, y en un caño que estaba debaxo della metió dicha yndia biexa los dichos pollos, güebos, gatos y gallina (los cuales está indiferente si estaban bibos y muertos), y enterrados que fueron en dicho caño, se subieron arriba y se tubieron asta serca de amanecer, que fue bien presto. Y abiéndoles dado chocolate a las dichas yndias, la dicha Andrea les pagó [no] sé qué cantidá de rreales, como asimismo les abía dado para que comprasen los istrumentos rreferidos. Y a todo lo rreferido acudió personalmente, como dicho es, esta declarante y la dicha su prima Andrea. A su ruego y su mandado se iso todo lo que ba rreferido, lo cual sería como tres o cuatro meses después de muerto el dicho su marido, Lorenzo Muñoz de León, que fue el tienpo en que el dicho moso enpezó a perseg[u]ir para torpe amistá a la dicha Andrea. Y siendo así que al dicho moso no le pasaba por la imaginación el salir fuera desta siudá por tener en ella su

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conveniencia (aunque es berdá que por mandado de la dicha Andrea abía estado en la cársel rreal de esta siudad, por siertas rredes que le abía alcansado en cuentas, con quien lla se abía conpuesto y salido de dicha cársel y buelto a casa de la dicha Andrea), yntespetibamente le dio gana de irse a China,19 y con efeito se fue. Y dicha ida a China la abía prometido a la dicha Andrea la dicha yndia hechisera, de cuio consejo se le tomaron las cuentas al dicho moso, porque [...] afianzó dicha yndia el que abía de salir desta siudá, sin duda alguna. Le dijo a esta declarante, en presensia de Francisca Días Rendón, hermana, que allá en China, abiendo estado a las últimas de su vida, abía hechado de dentro de su cuerpo una maraña de cabellos, y mirando a esta declarante como dando a entender que ella abía sido cónplise en el malefisio que le abían echo, dijo lo rreferido. Y que dicha yda fuese causada de dicho echizo, parese lo berifica el que, antes de irse el dicho mozo, la dicha yndia Antonia Angelina enechizó, por sí o por interpósita persona, a la dicha Andrea, enchándole una llerba que llaman pachole20 en una poca de ensalada, de lo cual llegó a estar casi a la muerte la suzodicha. Y en dicho echizo fue nesesario que el dicho mozo competiese a dicha yndia para que la curase. Y con efeito, dicha yndia trajo a la dicha yndia biexa hechicera, y a otro yndio biejo,21 y chuparon a la dicha Andrea por dibersas partes de su cuerpo, y desía le sacaban gusanos y otras cosas, y con esto y otros medicamentos fue sanando. Y es albertencia que el día de San Andrés llegó la suzodicha a lo último de su vida, y dijeron dichos hechiseros y curanderos que asta aquel día abía de aber bibido según el hechizo que tenía, y que el no morir dicho día era rrespeito de los medicamentos que le habían echo ellos. Y disculpándose la dicha yndia biexa echisera con la dicha Andrea del dicho echiso, le dijo que, como por su mandado abía enechisado al dicho mozo Joséph de Armenta, que es el que estaba en la tienda, y después de henechisado el suzodicho, la dicha Andrea abía tenido deseo carnal con él, de aí se le abía pegado el echiso a ella.

[La misteriosa muerte de Antonio Matías de Torres] Abiendo casado segunda bes la dicha Andrea Días de la Bega con Antonio Matías de Torres, y enfadada la suzodicha de dicho su marido, comunicó con esta declarante el modo

que tendrían para matar a dicho su marido, y esta declarante le aconsejó y dio a entender que le matase por bía de hechiso, a que conbino la dicha Andrea. Y como por ocasión de estar en la asienda de dicho su marido, no les fue posible el balerse de dicho hechicero, y rreselasse de una hechisera que estaba en dicha asienda, ubo de balerse de otros medios para dicho efecto, como fue el que una mestisa llamada Catalina le zolisitase cantidá de una semilla que llaman garbancillo,22 y otros polbos, con lo cual fue enfermando el dicho su marido. Y abiéndolo traýdo lla mui malo a esta siudad, y rretirádosele esta declarante, llamó a una ermana sulla, de la dicha Andrea, llamada Josefa de la Bega, besina de esta ciudad, muger de Felipe de la Rrosa, y le dijo que le alludase a matar al dicho su marido, con yrle dando alluda de ésta, y que ella le daría mejor23 modo para que matase a su marido, pues tenía tanbién mala condisión. Y con efeito, le fueron dando dibersas cosas al dicho marido asta que murió, según le dijo la dicha Andrea a esta declarante, a quien, asimismo, le dijo dicha mestisa, quien tanbién le dijo24 otras diferentes cosas que le abían dado al dicho marido para que muriese, y el pacto que abía abido entre las dos ermanas. Y para cumplirle la dicha Andrea, después de muerto su segundo marido, la palabra que le abía dado a su ermana de matarle el sullo, escribió una carta al dicho Domingo de la Cruz, mulato, que abía muerto con el hechiso a su primero marido, para que biniese para este hefeito, la cual carta escribió de su letra la dicha Josefa de la Bega, y la notó la dicha Andrea, en cullo nombre se escribió. Y esto lo supo esta declarante de boca de la dicha Josefa de la Bega, y abiéndoselo preguntado esta declarante a la dicha Andrea de la Bega se lo negó. Y así, cumpliendo con la obligación de cristiana, denunsia en forma contra la dicha Andrea por aber yntentado este hechizo con dicha carta, la cual llebó un onbre llamado Juan, medio achinado, yjo de una mestisa lla de hedad llamada María, que bibe en casa de Joséph Salgado, el errador. Assimismo, declara que —en la ocación que la dicha Andrea de la Bega, su prima, estubo al último, como dicho tiene, del hechizo que lleba rreferido, abiéndole noticiado no se qué persona al indio curandero que lleba dicho curaba a la suzodicha, el que abían enterrado la gallina, pollos y gatos al pie de la escalera, como lleba rreferido— fue una noche, como a medianoche, en compañía de Francisca Días Rendón, ermana desta declarante, que bibe en el Barrio del Ángel, en la mesma casa donde bibe esta declarante, a dicho

19 Probablemente

se refiera la localidad de La China, en el municipio de Hermenegildo Galeana, Puebla. 20 «Pachulí. Planta de la familia de las gramíneas, perenne, muy olorosa, que se usa en perfumería.» (Mej.) 21 En el original: biego.

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«Garbancillo. Arbusto que crece en la altiplanicie mejicana.» (Mej.) el original: megor. 24 En el original: digo. 23 En

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pie de la escalera y sacó del caño que ba mensionado la dicha gallina, y con gran tiento, sacó asimismo los güebos que con ella estaban, porque no se quebrasen, y las demás cosas que asimismo estaban enterradas, todas las cuales quemaron con gran tiento y secreto aquella noche en la plasa desta siudad, en donde está dicha casa, como dicho es. Todo lo cual sabe esta declarante por abérselo dicho la dicha su ermana luego, al día siguiente.

[Flores mágicas para conquistar a los hombres] Luego que murió el dicho Lorenzo Muñós de León, primero marido de la dicha Andrea, la dicha india Antonia Angelina le trujo a la dicha Andrea, que le enbiaba el dicho mulato Domingo de la Cruz, unas flores blancas como de papel de china para que las trajese consigo, para efeito de que la solicitasen los onbres y le diesen muncho dinero, las cuales flores rresibió con muncho gusto la dicha Andrea y las traía sienpre consigo en una de sus bolsas, con culla flor eran munchos los galanes que la pretendían y mucho más el dinero que le daban, con lo cual estaba bastantemente contenta la suzodicha. Y el mesmo rregosijo tenía esta declarante de semexante efeito. Y solían decir, así la dicha Andrea y particularmente la dicha india, que lo de aquellos galanes y la abundancia de dineros que daban eran ocasionados y efeito de dicha flor, por culla rrazón esta denunciante deseaba mucho el tener una flor semejante. Y poniendo en egecusión sus deseos, solisitó con dicha yndia el que le solicitase otra flor semexante para ella, y con efeito le prometió dicha yndia el conseguir con dicho mulato Domingo de la Cruz que le diese otra flor a esta declarante, aunque nunca se la dio. Y cuando estubo a los últimos, como dicho es, la dicha Andrea Días de la Bega, le sacaron dicha flor de la bolsa y la quemaron, según le dijo a esta declarante la dicha su ermana Francisca Días Rendón.

[La doradilla y los huesitos]

sseglar de Santo Domingo desta siudad, bibía en su compañía dicha mestiza María. Y en la ocasión tenía la dicha Andrea amistá torpe con sierto prebendado desta siudad, y la dicha mestiza María le llebaba unas rrosas, a modo de doradilla,25 berdes, y juntamente unos como güesitos al parecer torsiditos y mui delgados, con unas como espinitas. Y al tiempo que benía dicho prebendado, echaban entre las dos dichas rrosas en un jarro26 de agua, y la metían debaxo de la cama asia los pies, en donde se abían de acostar la dicha Andrea y dicho su galán. Y en otras ocasiones, cuando abía de ir la dicha Andrea a dormir con dicho galán, hechaba dicha flor en agua y la secaba en un trapo27 y se la ponía en el estómago, arriba de las carnes, y se la amarraba con un pañuelo y se iba a dormir con el dicho galán, llebando dicha rrosa consigo. Y con los güesitos no sabe qué asía, sólo sí el que los tenía guardados en un baúl pequeño, embutido dentro de una jicarilla28 de maque29 pequeña, donde asimismo guardaba dichas rrosas, lo cual sabe esta declarante porque se lo bía aser. Y buscando algunos trastes en dicho baúl, continuamente bía los dichos güesillos y rrosas, como lleva referido.

[San Jacinta y los hechiceros] Asimismo, denuncia contra Josepha de la Bega, en rrazón de que queriendo matar a su marido, se balió de una mulata llamada Micaela, que bibe en compañía de una mulata buñuelera llamada Bernabé, la que por otro nonbre llaman La San Jacinta, para que le tragere unos hechiseros. Y con efeito se los traxo, y entrándose en un cuarto la dicha Josepha (que es la misma que le alludó a la dicha Andrea a matar el sullo, como dicho es), entró asimismo en dicho cuarto la dicha mulata Micaela y un yndio echisero. Ysieron dibersas suertes, lo cual sabe esta declarante por abérselo dicho una mestisa llamada Catalina, que fue la misma que le llebó el garbancillo a la dicha Andrea para que matase a 25

Asimismo, denunsia en forma contra la dicha Andrea Días de la Bega y contra una mestiza llamada María, cullo zobrenombre no sabe (que bibe en casa del dicho her[r]ador Joséph Salgado y es madre de Juan, del dicho Juan achinado que lleba dicho llebó la carta al dicho mulato Domingo de la Cruz), en la manera sig[u]iente. Que, después de haber enbiudado segunda bes la dicha Andrea Días de la Bega, bibiendo en la calle de la puerta

«Doradilla. Planta selaginácea de la cual hay varias especies; muy usada en la farmacopea nacional como diurético.» (Mej.) 26 En el original: garro. 27 Tachado: y la sacaba. 28 En el original: gicarilla. «Jícara. Fruto del árbol del jícaro, sólido, duro, con pulpa y pepitas semejantes a las de la calabaza; de corteza leñosa como del espesor de un peso duro, de la cual se hacen las vasijas del mismo nombre.» (Mej.) 29 «Maque. Barniz durísimo e impermeable, compuesto de resinas y jugos de plantas asiáticas y de otros varios elementos. Zumaque del Japón.» (rae, 1884). «Maquear. Adornar muebles, utensilios y otros varios objetos con pinturas y dorados, usando para ello el maque. Es industria asiática, y las imitaciones se hacen en Europa con barniz copal blanco.» (rae, 1884).

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su segundo marido. Y en esa ocasión sucedió lo que dicho es [...]. Y asimismo denunsia contra la dicha Josepha de la Bega, en rrazón que en una ocasión la quiso llebar a Santiago, y que su ermana Andrea le dijo que no fuese porque la quería llebar a ber a unos hechiceros para que matasen a su marido. Y asimismo, denuncia el aberle dicho dicha mestisa Catalina a esta declarante el que la dicha Josepha de la Bega le abía dado un poco de dinero para que buscase unos

hechiceros para el yntento de matar al dicho marido, y que ella no los quiso buscar. Y que esto es lo que sabe y que no sabe más que lo que lleba dicho, y ser la berdad so cargo el juramento que fecho tiene, en que se afirmó y ratificó. vol. 717, exp. 2, fols. 5r-17v Catálogo: 2251. «Hechizos para matar maridos.»

Daga. Causa criminal contra Don José Marcelino Goyenechea, cabo de la 1.ª División de Lanceros, distinguido por la herida que infirió al soldado lancero José Vicente Vargas, quien resultó muerto, 1811 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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Los muñecos de papel amate En una carta enviada en 1701, al inquisidor mayor, el doctor don Joséph de Mier, el cura de Quimixtlán da cuenta de los objetos maléficos encontrados en la casa de uno de sus feligreses, el exorcismo de los mismos, y las razones por las que se mandaron hacer.

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eñor mío: A la providencia y zelo de vuestra merced remito, con informe inclusso en ésta para los señores inquisidores sobre el casso que ocurre, que vuestra merced se servirá de ver como commissario de1 el Sancto Tribunal, por cuya razón lo remito abierto, suplicando a vuestra merced lo cierre y selle, y lo remita luego que aya oportunidad. Y assimismo suplico a vuestra merced suplique a essos mis señores que tengan dignassión de cometerme facultad para escrebir la caussa de los agressores, y que si fuere posible después de su vista y su justa sentencia, me cometan la acssión de el castigo de los mulatos, a vista de más de tres mil indios que tengo aquí para que este exemplo modere y enmiende los desaciertos de los circunvezinos, que son muchos partidos metidos en montes, donde juzgo no falta el usso de hechissos. Al señor provisor2 doy quenta por lo que le toca por parte de los indios. Y para todo necessito de la direcssión de su merced para obrar con seguridad y fin del servicio de Dios nuestro señor, que me guarde su merced muchos años [...]. Quimictitlán3 y febrero 27 de 1701 años. Beso las manos de su merced, su servidor y capellán. Bachiller Thomás Arias [rúbrica].

[Carta adjunta para el inquisidor mayor] Señor mío: El bachiller Thomás Arias, cura beneficiado por su magestad, viccario y juez ecclesiástico de el partido de San Joan Quimictitlán de el obispado de la Puebla de los Ángeles, en la mejor vía y forma que devo, por descendiente de christianos muy antiguos, como por el estado y oficio

que obtengo de operario de la Sancta Yglecia, me precisso a dar quenta a vuestra señoría de la relajassión de un mulato y una mulata, cassados y libres, que son mis feligreses, que al parecer están incursos en crimen de hechisería, con un indio actor de ellos, que tengo pressos, con reconocimiento a este Sancto Tribunal. Estando yo en el pueblo de San Matheo Chichiquila,4 de mi doctrina y jurisdición, administrando el sancto sacramento de la penitencia, para cumplimiento de el precepto annual en esta quarezma de el año presente de mil setecientos y uno, a veinte de febrero, como a las diez de la noche, fue a la cassa de mi morada Pasqual de Argüello, mestisso, vezino de dicho pueblo, y me mostró un enboltorio en un paño, diciéndome que aquello era un hechisso que le acabavan de poner en una testera de su cassa, sobre el lado donde tenía la cabezera de su cama. Y mandándole yo que descubriera lo que traýa el envoltorio, sacó un güebo güero de ave de la tierra [y] una figura hecha de un género de papel de la tierra llamado ich amatl,5 que ussaron los indios en la antigüedad. La forma de la figura era como el cuerpo de un hombre con los dos braços metidos en la voca, y doblados asia la parte que parecía la espalda de la figura. La otra era otro pedasso de el mismo género de papel, ich amatl, de el tamaño de un quarterón de pliego de papel, el qual tenía muchos granos de copale6 o inciensso de la tierra puesto en forma de axedrez, con unas piedresillas embutidas en el papel, de suerte que pareçían, por el otro lado, con más ocho muñequitos pequeños de trapo, con las cabezuelas de copale. Todas cossas que mereçían poco casso, al parecer, pero, 4

5 1 En

el original: de de. 2 «Provisor. Se llama también el juez eclesiástico en quien el obispo delega su autoridad y jurisdicción, para la determinación de los pleitos y causas pertenecientes a su fuero.» (Aut.) 3 Quimixtlán es un municipio del estado de Puebla. El nombre, náhuatl, viene de quimilli, «envoltorio»; mixtli, «nube», y tlan, «lugar»: «Lugar envuelto en nubes» o «Debajo del envoltorio de nubes».

6

Municipio del estado de Puebla. El nombre, de origen nahua, está formado por las voces chichic, «cosa amarga»; quilitl, «yerba», y la, que indica abundancia, lo que en conjunto significa: «Donde abunda la yerba amarga». «Amate. Del azteca amatl, nombre genérico del árbol y también sinónimo de papel, porque de su albura lo hacían los mexicanos [...]. Llámase también [...] cushamate, chilamate, salamate, capulamate, en El Salvador. La savia lechosa de estas plantas se usa como resolutivo entre los campesinos.» (Mej.) «Copal. Del azteca copalli [...]. Los mexicanos daban este nombre a diversas resinas de que usaban mucho, particularmente para hacer sahumerios a sus ídolos, en lugar de incienso.» (Mej.)

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como me asiste la experiencia que e adquirido en tiempo de veinte y quatro años que á que soy ministro de indios, no dudé que aquellos matheriales o ingredientes eran activos instrumentos de el demonio para coorrumper y lastimar al paciente que se aplican. Y assí, pedí el recaudo necessario para exorsissar y conjurar aquellas figuras. Y haziéndolo conforme al manual, vi terribles y extraños movimientos en el güebo y en los demás matheriales, como fueron el incharse y moberse solos, exalando de sí un grande calor y difundiendo un hedor sulforozo, y moviendo toda la ca[ma] y la messa en que estava puesto el maleficio, y amortiguando totalmente la luz de una candela que havía allí. Y este mal olfato y movimientos nos atormentaron mucho, a mí y al bachiller Joséph de Villa, presbýtero, mi theniente, a don Diego Peres, mi fiscal mayor, a Francisco de Sanctiago, a Pasqual de Argüello y a Pedro de Argüello, y a otros muchos que ocurrieron a ver el maleficio, de manera que quedamos con la vista atormentada y con grande dolor en las cabezas, y mucha lazitud en los cuerpos, en cuyos efectos se conoció, a lo claro, la asistencia o influxo de el Demonio que havía en dichos instrumentos que aplicaban para dañar a los que se lo aplicaban. El día siguiente hize muchas diligencias, assí con la predicassión de lo que es la religión christiana y de el daño grave y perdissión que tenían los que se pactuavan con el Demonio, y que se valían de él haziendo sus esclabas a sus almas por hazer mal a sus próximos en sus saludes y vidas, con sus hechos y artificios tan llenos de su virtud dañosa, con que los gana y previerte para que pierdan por él el amor y reverencia que se deve a Dios, nuestro señor. De esto y otras cossas, resultó el descubrir a los actores de el maleficio, pareciendo ante mí Joan Sánchez, indio, de edad de quarenta años, de nassión chocha,7 natural de la hazienda de labor de el Alférez Gaspar de Palacios, de la doctrina de San Andrés Tlachic Comolán,8 de este obispado de la Puebla. El qual me dixo que era verdad, que María López, mulata, muger de Bartholomé Rodríguez, mulato, le dixo que sabía que Joan de Argüello y Pasqual de Argüello, hermanos, mestisos, querían matar a su hijo Joan Rodríguez, por pressumpssiones o evidencias que tenía el dicho Joan de Argüello de que tratava ilícitamente con su muger, y que para librar a su hijo de este riesgo, importava el valerse de un

hechissero, para que obrando algo, quedaran éstos con las vocas serradas y no hizieran mal a su hijo Joan Rodríguez. Y que para esto le rogó la dicha mulata María López al dicho indio Joan Sánchez le solicitara un buen hechissero. Y luego al punto el dicho Joan Sánchez dixo a María López, mulata, que él tenía seguro para esto a su suegro, Joséph Miguel, assimismo indio chocho de edad de ochenta años, natural de dicha hazienda de Gaspar de Palacios y actual vezino de el pueblo de Calcahualco,9 de la doctrina de San Joan Güezcomatepec,10 quatro leguas cercana a ésta. Con cuya advertencia, hizo proprio María López para que traxeran al dicho Joséph Miguel. Y teniéndolo ya en su cassa la dicha María López, le propusso cómo quería valerse de sus hechissos para librar a su hijo de la muerte que le querían dar los Argüellos, a quienes convenía impedir para esta execussión. Y para esta obra perverssa, pagó y regaló al dicho indio Joséph Miguel la dicha María López, con ascensso y sabiendas de su marido Bartholomé Rodríguez, mulato. El qual y Joséph Miguel entregaron los instrumentos activos de el Demonio a al dicho indio Joan Sánchez para que con secreto los enterrara, pegado a la cassa de Pasqual de Argüello y Joan de Argüello, o dentro de ella. Y este maleficio activo de el Demonio se obró el viernes en la misma cassa de dichos mulatos, y con circunstancia de que esse mismo día se confessaron y commulgaron la dicha María López y su marido Bartholomé Rodríguez, y Joan Sánchez, el que indilgó al hechissero y fue a poner los intrumentos spiritados. Y todo esto, que refiero fielmente y a la letra, averigüé con el careo de todos quatro agressores, el día que los prendí por este sancto y venerable Tribunal. Y están todos confessos y convictos en el crimen. Y declara Joan Sánchez, que á veinte años o más que sabe que su suegro Joséph Miguel es hechisero, porque muchas vezes vido que lo llamaban otros indios de diferentes partes para que obrara hechissos. Y preguntando a todos estos reos que qué mal era el que querían hazer a los Argüellos, dixeron que no los querían matar, sino taparles las bocas con un ramillete de flores que contenían aquellos instrumentos que yo quemé luego en prescencia de todo el pueblo. Estos quatro delinquentes tengo presos en la cárzel pública y no tubieron vienes que embargarles porque son muy pobres. Y no e procedido a hazer caussa sin comissión

7

«Chocho. Indio perteneciente a una antigua tribu aborígen que pobló partes de los estados Veracruz y Oajaca [...]. Nombre con que también se conoce [...] el popoloca o popoloco, dialecto autóctono de Oajaca.» (Mej.) 8 Probablemente se trata de San Andrés Chilac, pueblo de origen nahua y popoloca del estado de Puebla.

9 Calcahualco

significa «En las casas abandonadas» y se ubica en el centro montañoso del estado de Veracruz. 10 El pueblo de San Juan Coscomatepec (del náhuatl cuescomatl, «trojes», y tepetl, «cerro»: «Cerro de las trojes») se localiza al sureste de Calcahualco.

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de vuestra señoría, a quien suplico me cometa el castigo de éstos, aquí, para escarmiento de más de tres mil indios que tengo en mi curato11 y para otros muchos que ay en los partidos vezinos en esta cierra, donde cada día vemos de estas cossas y daños de hechissos, sin saber quiénes son los actores. Y importará el que vean aquí el castigo que vuestra señoría fuere servido de ordenarme, haviendo prescedido la caussa hechos en forma, para lo qual obrara vuestra señoría lo que fuere servido.

Es fecha en Quimictitlán en veinte y ocho días del mes de febrero de mil setecientos y un años. Y lo firmo. Bachiller Thomás Arias [rúbrica]. Por lo que mira a los dos indios cooligados a los mulatos, doy qüenta a mi provissor. Y para todo me governaré por la direcssión santa de vuestra señoría. vol. 544, exp. 29, fols. 550r-552v Catálogo: 2437. «Maleficio con papel amate.»

Representación de «una figurilla en forma de mono, de madera pintada de negro dentro de un nicho también de madera... como de tres o cuatro dedos» que se le encontró a José Ortiz, mulato libre, acusado ante el Santo Oficio de supersticioso, 1782 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

11 En

el original: currato.

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El niño hermoso y el negrito bailarín Declaración del cura Pedro Hipólito de la Parra, en torno a dos narraciones escuchadas en el confesionario, la primera acerca de una mujer indígena que era ayudada por el diablo para adivinar y hacer amarres, y la segunda sobre un hombre que aseguraba conocer el secreto de la invisibilidad.

[Pactos con el diablo] Sseñor mío, una feligresa mía ha hecho ante mí una delación intra confessionem,1 que, tacito nomine,2 me ha paresido presisso dar a vuestra merced noticia, por lo que toca a ministro de el Santo Tribunal. Y assí lo hago con lizencia suya, para que vuestra merced proseda a lo que conveniente fuere, por ser la delatante summamente pobre e imposibilitada para poder pareser ante vuestra merced en essa ciudad, assí por su mucha edad, como por su pobreza. Dize, pues, y delata, que en la jurisdicción de Nochiztlán,3 una legua distante de dicho pueblo, vive una muger llamada Petrona de Sandoval, cassada con Christóval Mercado. Y ésta tal, ha tiempo de dies años, en cierta ocación, parlando, dixo a la delatante que savía el modo con que se llamaba al demonio porque lo havía aprendido de una india de dicho pueblo, a quien muchas vezes se lo havía visto llamar y hablar con ella. Y principalmente en dos ocaciones: la una, en un ojo de agua, sonándole a la orilla unas ramas de estafiate4 y diciendo ciertas palabras (de las cuales esta delatante no pudo aprehender más que esta: Canomae), a las quales apareció luego el Maldito sobre las aguas, en traxe de un niño mui alagüeño, i converzando en la misma lengua ininteligible con la india grande rato. Se desapareció y la dicha Petrona de Sandoval se volvió con la india a su cassa. Y en otra ocación, dize esta declarante que le dixo la dicha Petrona de Sandoval que, si quería ver al Demonio y saver muchas cossas, que fuesse con ella en cassa de la india, que ella lo tenía en una cuna, en el mismo traxe de niño mui hermosso. Y ella lo vía continuamente y le oía dezir a la india muchas cossas particulares, que, queriéndoselos contar con individualidad a esta delatante, no quisso oírlas, 1 2 3 4

intra confessionem: «bajo el sacramento de la confesión». tacito nomine: «sin mencionar su nombre». Nochiztlán: municipio del estado de Zacatecas, que limita con el estado de Jalisco. «Estafiate. Del azteca iztahuatl, sal amarga [...]. Ajenjo del país o de la tierra, especie de artemisa [...]. Las hojas despiden fuerte olor aromático y tienen sabor amargo. Úsase como antihelmíntico poderoso.» (Mej.) La usaban las curanderas por sus propiedades abortivas.

antes sí la repudió, como también el ir en cassa de la india a semejante maldad. Y ésta es la delación que haze de la dicha. Dize que sospecha de la desemboltura con que se lo contava, puede haver ussado y use de el mismo pacto con el demonio, y que por esta razón la declara, para descargar su conciencia. Assimismo, delata a una mestiza que dize vive en Atenguillo,5 la qual se llama Thomaza de Plazencia, viuda de Bartholomé Sánchez, que murió en la Puebla, y ella ha quedado en dicho lugar con un tendexón. La qual, el tiempo de cassarse con el dicho Bartholomé Sánchez, se valió de una india para que le diesse fo[r]ma de que dicho se casasse con ella porque, aunque había tenido con él comunicación ilícita, la havía olvidado y estaba tratando de cassarse con otra. Y, para este effecto, se valió de una tía suya que oi es difunta, llamada Juana de Placencia, la qual tenía amistad con la india. Ambas, a dos, en compañía6 de la india, se enserraron en una cassa, y con sonido de yerbas, y repitiendo ciertas palabras, invocaban al demonio, diciéndolas la india, y repitiéndolas ellas asta que de facto se les mostró un negrillo pequeño que, mui contento y bailando, les prometió tendría effecto su petición. Y que hecho fue assí, porque el dicho Bartholomé Sánchez se retrajo del otro matrimonio y cassó con la dicha Thomaza de Plazencia, quien vivió asta más de tres o quatro años y murió, como dijo, [en] la Puebla. Estas dos delaciones hizo la sussodicha ante mí, intra confessionem, dando por motivo el querer confessarse porque, desde que lo supo, que [h]a más de dies años, dize no haver declarádolo a sus confessores de miedo. Y que por esso dexara de [ha]zerlas de el mismo modo extra confessionem,7 siempre que ha ministro en este lugar ante quien se pueda hazer judicial. Vuestra merced verá lo que se ha de hazer, porque ella, como digo, no está en posibilidad de poderla hazer en essa ciudad, y assí yo en su nombre la hago a vuestra merced, para que determine lo que fuere servido. 5 Atenguillo:

pueblo del estado de Jalisco. el original: companía. extra confessionem: «fuera del sacramento de la confesión, como confesión judicial».

6 En 7

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Téngole suspenssa la absolución asta tener avisso de vuestra merced si se la p[odré] dar o no. Y assí, espero me diga vuestra merced el modo con que proseder [con] ella, en quanto a absolverla o no, por si huviesse incurrido en algo por la taciturnidad de tanto tiempo.

[El novio invisible] También vino conmigo otra niña, de el mismo modo, hija de familia. Y me comunicó que, teniendo actualmente8 en este lugar una amistad ilícita, de las que llaman devoción,9 con un cachupín10 que [hay] en este pueblo, llamado Alonzo, que es caxero de el theniente de este lugar, instándole una noche a la niña que lo viesse, le [dijo], por respuesta, que

no podía salir, por estar en la cassa sus padres y parientes. Y que a esto le respondió el sussodicho que, si quería salir, que él savía modo con qué hazerla invissible, de tal suerte que, aunque saliesse por delante de sus mismos padres, ellos no la podrían ver. Y que ella no hazetó el pacto y antes le dio de mano,11 y sólo por esta respuesta tan sospechosa se apartó de él [...]. Heme dilatado por ser estas materias tan prolijas y nesesitar de toda la individualidad que se pueda. Y assí, vuestra merced perdonará lo caro12 de la carta. vol. 715, exp. 4, fols. 34r-37r Catálogo: 2438. «Denuncia sobre varias apariciones del demonio.»

Pintura sobre supersticiones en San Lorenzo, curato de Lerma, Estado de México, 1817 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

8 En

el original: actualmenre. «Devoción. Vale también inclinación cordial, afición especial.» (Aut.) 10 «Cachupín. El español que passa y mora en las Indias, que en el Perú llaman chapetón.» (Aut.) «Gachupín. Históricamente, hombre nuevo en la tierra, español recién avecindado en la América, poco diestro en las cosas de este continente.» (Mej.) 9

11

«Dar de mano. Despreciar a alguno o alguna cosa, no hacer caso de él.» (Aut.) 12 caro: «excesivo».

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El diablo de la laguna del Buen Suceso Puebla de los Ángeles, 1705. Denuncia contra los mulatos Tomás de Soto y Sebastián de Sosa por «pacto esplícito con el demonio» en la Ciudad de Guatemala.

[Denuncia que hace el bachiller Ignacio de Portes y Zepeda, capellán del Real Hospital de San Pedro y confesor del mulato Tomás de Soto, en su nombre] Dijo ser de edad de treinta i quatro años, i que comparece ante el señor comissario en nombre i de licencia de Thomás de Soto —mulato arriero, natural de la Ciudad de Guatemala, residente en esta ciudad i enfermo, con muy pocas esperanças de vida, en dicho ospital del señor San Pedro— [...], en cuio nombre biene por no poderlo hazer el susodicho i aberle pedido a este declarante que, como su confesor, i con licencia que para ello espesial le daba, denunsiasse en forma contra sí, como si él proprio lo hiziesse, de lo que en adelante referirá. Y que usando de dicha lizencia, en nombre del dicho Thomás de Soto, denunsia en forma, en la manera siguiente, qué es lo que le comunicó el dicho Thomás de Soto, para que en su nombre le denunsiasse i pidiesse al Santo Tribunal hubiesse dél misericordia. Que abrá tiempo de dose años1 que, estando el dicho Thomás de Soto en la Ciudad de Goatemala exerciendo el oficio de cargador de requa, deseando tener más fuersas que las que tenía para con más actividad hazer el dicho su oficio, lo comunicó con un mulato llamado Sebastián de Sosa de dicha ciudad de Goatemala, quien le dijo que, si tenía ánimo, le llebaría adonde tubiesse fuersas para cargar, pero que se abía de olbidar de Dios i de sus santos, i no abía de resar, oír missa ni confesar. I que abiéndoselo prometido así, salió en compañía2 del dicho Sebastián de Sosa de dicha Ciudad de Goatemala, como distansia de veinte leguas, para la laguna que llaman «del Buen Suseso». I que, llendo dicho camino, en él salió un toro prieto, i abiéndolo bisto el dicho Sebastián de Sosa, se escondió y dejó solo al dicho Thomás de Soto, quien se hizo quatro o sinco lanzes buenos y, fechos, se desparesió dicho toro sin ir por senda ni parte ninguna, sino que se hizo invisible. 1 En 2 En

el original: anos. el original: companía.

I luego salió el dicho Sebastián de Sosa y le dijo al dicho Thomás de Soto que era lyndo muchacho i que tenía valor, i que así bien podía ir con él a la laguna, a conseg[u]ir el yntento que deseaba. I que con efecto prosig[u]ieron su camino asta llegar a dicha laguna, y que, abiendo llegado a ella, le dijo el dicho Sebastián de Sosa se desnudasse y se sambullesse en dicha laguna. Y que con efecto lo hizo así, entrando en dicha laguna (sin rosario ni otra ninguna reliquia, a causa de abérselo quitado y tirado en el camino, de orden del dicho Sebastián de Sosa). I que, abiendo bajado asta el fondo de dicha laguna, se halló en una plasueleta grande y muy amena, con muncha diversidad de llerbas de distintos colores. I que en dicha plasuela estaba un hombre sentado en una silla de seda, de rostro negro i barbas grandes, i munchos muchachos por allí. I que, abiendo llegado a él el dicho Thomás de Soto, le dijo el dicho hombre: —Pues, buen hombre, ¿qué quereís? A que le respondió el dicho Thomás: —Quiero ser buen cargador. A lo qual le dijo el dicho hombre: —Me abeís de hazer una escriptura de ser mi esclabo. I prometiéndolo así el dicho Thomás, el dicho hombre (quien siempre jusgó el dicho Thomás ser el demonio) sacó una lanzeta, i se picó una bena con ella, de que le salió alguna sangre, que cojió en una escudilla (como éstas en que continuamente beben caldo), con la qual sangre escribió dicho demonio sobre un papel. Y abiendo escrito, dijo: —Ya éste es mío. La qual escriptura fue por dies años. I que, fecha, le dijo el demonio: —Ea, buen hombre, cojed aí la llerba que quisiéreis— abiéndole dicho antes que no se abía de acordar de Dios ni oír misa, confesa[r], ni rezar, ni hazer otra ninguna acción de christiano. Y que, abiéndolo prometido así, cogió una porsión de una llerba amarilla i le dijo el demonio: —Ea, andad, buen hombre, ya llebaís aí para ser buen cargador. Con lo qual se salió el dicho Thomás de Soto de dicha plasuela y laguna, y halló fuera de ella al dicho Sebastián

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de Sosa en donde se abía quedado a esperarlo. Y se3 fueron a dicha Ciudad de Goatemala, llebando consigo el dicho Thomás la dicha llerba, con la qual sintió el dicho abentajadas fuersas, pues no pudiendo antes con siete arro­ bas, cargaba después, en virtud de la llerba, onse. La qual trajo consigo tres años, no resando ni confesando ni haziendo cosa alguna de christiano; pudiendo tanto con dicha llerba que ordinariamente se proponía alargar su atajo4 quando otros cargadores tenían cargado casi la mitad de los suios. I acababa primero el dicho Thomás que los otros, pues les faltaban tres o quatro cargas para acabar. I que, abiéndola traído consigo tres años, la arrojó. I que abrá tiempo de sinco meses que le acaezió un tabardillo5 en esta ciudad, de que llegó a lo último; con lo qual le llebaron al dicho ospital de San Pedro, en donde se confesó con este declarante, quien le mandó que, luego que sanasse, ocur[r]iesse al Santo Tribunal a denunsiarse, porque, aunque le absolvía deste caso, era respecto del peligro en que estaba de la vida i de poder dementarse6 instantáneamente según la malicia de la fiebre, lo qual hazía debajo de la condición que le ponía de que, si sanasse, comparessiesse a denunsiarse. I que, en atención a no aber sanado —porque aunque pasó el dicho tabardillo inmediatamente acaezió de virgüelas, de que le resultó el quedar el dicho sin aber podido salir de dicho hospital, respecto de lo qual, i de hallarse sin esperanzas de vida para hazer dicha su denunsia, advirtiéndole este declarante la obligación en que estaba de hazerla—, le pidió el dicho Thomás de Soto, reconosiendo su imposibilidad, el que pareciesse en su nombre ante dicho señor comissario, para cuio efecto le daba licencia, i le denunsiasse de lo que lleba dicho, que le comunicó más por extenso para dicho efecto; i pidiesse, en su nombre, el7 tribunal le impusiesse la penitencia que fuesse serbido por semejante delito, i hubiesse dél misericordia, como con efecto, poniéndolo en execusión, rendidamente lo pedía esse declarante en nombre del dicho Thomás de Soto [...]. Bachiller Ygnasio de Portes Zepeda [rúbrica]. Pasó ante mí, por Miguel de Estrada, notario del Santo Oficio [rúbrica].

3

se: tachado en el original. «Atajo. Vale también montón que se va haciendo de alguna cosa, como atajo de leña.» (Aut.) 5 «Tabardillo. Enfermedad peligrosa, que consiste en una fiebre maligna, que arroja al exterior unas manchas pequeñas como picaduras de pulga, y a veces granillos de diferentes colores: como morados, cetrinos, etcétera.» (Aut.) 6 «Dementar. Hacer enloquecer, perder el juicio y faltar la razón.» (Aut.) 7 En el original: del. 4

Denuncia de Thomás de Soto contra sí i contra Sebastián de Sosa En la ciudad de la Puebla de los Ángeles, en veinte i sinco días del mes de maio de mil setesientos i sinco años, serían las nuebe oras de la mañana, estando [...] en el Hospital Real del señor San Pedro desta ciudad, en la enfermería que llaman «de los españoles», con todo el recato i secreto posible i necessario, ante el señor bachiller don Onofre Miguel del Castillo i Billegas, clérigo presbítero, [...] paresió, enfermo en cama, un hombre del qual fue resebido juramento, que hizo por Dios nuestro señor y la santa Crus según forma de derecho, so cargo del qual prometió dezir verdad en todo lo que declarare i fuere preguntado, y de guardar secreto. I dijo llamarse Thomás de Soto, soltero, de nación mulato, hijo de Lucas Sánches i de Nicolaza del Castillo, besinos de la ciudad de Goatemala, de donde es natural y besino el dicho Thomás de Soto, de oficio harriero cargador, de edad de veintyocho años [...]. Este declarante tubo pacto esplícito con el demonio abrá tiempo de dies o dose años, en el reyno de Goatemala, para efecto de ser buen cargador [...]. [Hoja cortada] Con deseo de ser abentajado en el dicho su oficio de har[r]iero cargador, y tener fuerzas para ello, llendo por un monte de dicho reino lo comunicó con un mulato que iba en su compañía, llamado Sebastián de Sosa, de oficio carpintero, casado con María Getrudis, mestisa, natural y besina de dicha8 ciudad de Goatemala [...], quien, abiendo oído el deseo deste denunziante, le dijo que él tenía modo para que fuese buen cargador, porque él tenía pacto con el demonio para ser9 baquero i buen toreador (que esto se lo dijo a solas); que, si quería y tenía ánimo, le llebaría adonde le diessen fuerzas para que fuese buen cargador, pero que se abía de olbidar de Dios, de sus santos, y no oír misa, confesar ni traer rosario. I con el deseo que tenía este declarante de ser buen cargador, y tener abentajadas fuerzas, consintió en la propuesta, diziéndole al dicho Sebastián de Sosa que sí, en cuia conformidad fueron loz dos, g[u]iado este denunciante del dicho Sebastián de Sosa, a una laguna que llaman «del Buen Suceso», beinte leguas10 distante de dicha ciudad de Goatemala, i que, yendo para ella, este denunsiante se quitó el rosario i reliquias que consigo llebaba, i ar[r]ojó de sí, en conformidad de lo que abía ordenado el dicho Sebastián de Sosa, y él le abía prometido. Y que llendo dicho camino, le salió a él un toro prieto; que, 8 En

el original: dicho. el original: hazer. 10 En el original: luguas. 9 En

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abiéndolo visto el dicho Sebastián de Sosa, se escondió y dejó solo con el dicho toro a este declarante, quien le hizo quatro o sinco lanzes; que, fechos, se desparezió y se [hizo] 11 invisible dicho toro [folio roto a partir de aquí].

en Iztapaluca por su responsabilidad en la pérdida de los documentos. Es posible que el mulato muriera antes de recibir una respuesta del Santo Oficio de México.

El documento anterior es uno de los pocos que se recuperaron tras la pérdida de un paquete de cartas en el camino de Puebla a México. Dos indios fueron retenidos

Catálogo: 2441. «Relación de los dichos y hechos de Tomás de Soto, mulato arriero, quien hizo un viaje al mundo submarino y firmó escritura al diablo.»

vol. 729, exp. 11, fols. 391r-393v

Zumpango de la Laguna, 1791 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

11 Palabra

ilegible.

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La ciega y el viaje extraordinario Declaraciones en torno a la curación de Felipa de Jerez a manos de una mujer desconocida, y denuncia en contra de María García, por curandera.

[Denuncia de Isabel Sánchez de León] En la ciudad de Santiago de Guathemala, en tres días del mes de diciembre de mil setescientos y sinco años, jueves, como a las dies de la mañana, ante su merced el señor bachiller don Pedro López de Ramalez, chantre de la santa yglesia cathedral desta ciudad y comissario del Santo Officio de la Inquisición que reside en la Ciudad de México, pareció sin ser llamada, y juró en forma que dirá verdad, una muger que dixo llamarse doña Ysabel Sánchez de León —hija legítima de Francisco Sánchez de Villanueva y de doña Juana Márquez de León, difuntos, natural desta ciudad, casada con el alférez Pedro de Quintana, de trato mercader, de edad que dixo ser de treinta y dos años—, la qual, para descargo de su conciencia, dize que, lamentándose con esta denunciante una mulata llamada Phelipa, ciega, de la Garganta Quebrada, que vive en casa de doña Juana de Aragón, viuda de don Luiz Galindo y prima desta denunciante, le dixo dicha Felipa, ciega, que avía cegado el día veinte y sinco de agosto deste año, desta manera: que estando moliendo choqolate,1 al principio de la noche, llamaron a la puerta y salió a ver quién era, y halló a una muger que le dixo si quería comprar un poco de hilo. Dicha Phelipa lo tomó en las manos y respondió que no lo quería y la despidió. Volvió después a llamar y salió dicha Phelipa enfadada, porque, la primera vez que salió, colegía le avía hecho daño el aire porque sintió en los ojos gran dolor, y se quexó de él con otras personas que estaban en su compañía, diciéndolas que veía como candelitas. A la segunda vez que salió, halló a la mesma muger que le dixo si quería comprar una faxa.2 Respondió que no y le instó dicha muger que la viesse, que era buena y barata. Volvió a responder que no la quería, a lo qual, tercera vez, le instó la muger que la viese. Con estas instancias le movió a tomarla en las manos y verla. Y despidió a dicha muger, que no la quería. Y se entró herida de tan vehemente dolor en los ojos

que se revolcaba y no hallaba remedio ni descanso con los que le hazían, hasta que repararon que no veía aunque le pusiessen delante la luz. También le contó dicha Phelipa a esta denunciante que, estando labando en la Ciudad Vieja,3 le dixo una muger (que no puso cuydado este testigo en el nombre) que le avían hecho mal, que así se lo hizieron a una hija suya y que ella la curaría con un sahumerio de reliquias. También le contó que, hallándose precente Cecilia, mestiza hermana de dicha Phelipa ciega (la qual Cecilia tiene sospecha de quién cegó a su hermana), le contó que al pasar por una calle dixo una muger que tenía hermosos ojos, a lo qual dixo esta denunciante: —Pues esa te avrá hecho ese daño. También le dixo dicha Phelipa que avrá quinze días que la perseguía una muger de noche, quando estaba sola en su casa, diciéndole que la quería curar, que le vuscasse dies pesos, y que aunque otra quería curarla, pero que ninguna podía sino ella. Y viendo esta denunciante resuelta a dicha Phelipa, que quería vuscar dichos dies pesos y dárselos, porque en esto tenía concertada la cura (que al principio la muger pedía qui[n]ze pesos), le aconsejó que no hiziera tal, que mejor era encomendarse a Dios y resignarse en su santíssima voluntad, puesto que no conocía a dicha muger, ni ella quería que la conociessen ni viessen. No obstante, dicha Phelipa juntó los dies pesos, y anoche, sin poderla disuadir del intento doña Juana de Aragón, su prima, en donde vive dicha Phelipa, esperó en la puerta a la muger que la quería curar. Viendo esta resolución, dicha doña Juana se puso a la ventana que está muy cerca de la puerta, y en la esquina del capitán don Lorenzo Montúfar su hermana Cecilia, con dos mosos en la otra esquina [...]. Y a las onze de la noche la llevaron sin poder ver ni saber por dónde, pues le tenían coxidas todas las esquinas. Y con doblado cuydado estuvieron con este asombro hasta la una de la noche, que vieron venir a Luciana, hermana también de dicha Phelipa, muy asustada. Y dixo que en su casa estaba

1 En 2

el original: choquolate. «Faxa. La cinta con que se ciñe y rodea el cuerpo, especialmente en los niños.» (Aut.)

3 La

Ciudad Vieja de Guatemala fue fundada en 1527 y destruida por la erupción del Volcán de Agua en 1541.

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Phelipa, y que ya miraba, pero estaba incensata y aturdida. Fueron a verla y hallaron ser verdad, y que dicha Phelipa contó que, assí que llegó la muger le dixo: «Vamos», y la tomó de la mano. Y que sintió que la llevó asia las puertas de la cathedral, que pasó el caño y desagüe del capitán Diego Rodríguez, contador real, y desde allí no sintió por dónde la llevaron a unos campos4 dilatados, en donde le hechó en los ojos una agua tan fuerte que la atarantó. Y luego le vendó los ojos y la volvió a traer. Al venir, dize que notó que la que la traía no hollaba como persona humana sino como cabrito, y que avía visto vailar toros, y que uno la vino siguiendo hasta la puerta de dicha Luciana. Y que esto es lo que ha sabido por avérselo contado Cecilia, como también que esta noche ha de volver dicha muger [que] la cura. Y que esta es la verdad por el juramento que tiene hecho [...]. Lo firmó de su nombre [rúbrica].

que cegó, le dixo que, quando la muger que la llevó a curar vino por el dinero, se lo daba dicha su hermana revuelto con mostaza, sal y en lana, y siendo de noche, y sin verlo dicha muger, que la esperasse un poco porque iba a ver a su marido, y que luego vendría por ella para curarla. Y así fue, pues luego vino. Y sintió dicha Felipa ciega que luego que pasó un desagüe de la casa immediata del contador Diego Rodríguez, que la llebaban por el aire y que la que la llebaba pisaba como carnero, y que no tenía otra cosa que añadir [...]. Por no saber escrevir, lo firmó dicho señor comissario [rúbrica]. [fols. 334v-335v]

[Declaración de Felipa de Jerez] [Ratificación de Isabel, en que añade:] Que dicha Phelipa ciega (según le dixo Cecilia, su hermana), quando volvió con vista, traxo una yerva y polvos colorados para hechar en el charco,5 y que, deteniéndose en hecharlos, los hallaron a manera de un terrón, prietos.6 Y también que avía dicho dicha Phelipa que, al venir, le dixo la muger que la traía que se viniesse sin quitarse el paño de los ojos. Y aviendo andado a su parecer mucho trecho, se halló en la Alameda y campo del Calvario; luego, junto al convento de las monjas de la Concepción; luego, en el campo de Santa Lucía; luego, en la plaza grande; y, por último, en las lecheras,7 siendo lugares tan remotos; y allí vio a la muger vestida de blanco, aunque no le vio la cara porque dicha muger, assí que se le apareció, le vaxó el paño a los ojos. Y que no tenía más que añadir porque como estaba escrito era la verdad, y en ello se affirmaba y afirmó. [fols. 331r-332r]

[Declaración de Cecilia de Cuéllar] En veinte dias del mes de mayo [...], pareció siendo llamada una muger que dixo llamarse Cecilia de Cuéllar [...], que sólo tenía que añadir que dicha Felipa, su hermana

En la Ciudad de Santiago de Guathemala, en dies y nueve días del mes de mayo del año de mil setescientos y seis, miércoles como a las tres de la tarde [...], pareció siendo llamada, y juró en forma que dirá verdad, una muger que dixo llamarse Phelipa de Xerez, hija legítima de Joséph de Lasqueres y de Mariana de Xerez, natural desta ciudad, mestiza, faxendera,8 viuda de Joseph de Amguero, de edad que dixo ser de treinta años, poco más o menos, la qual prometió decir verdad en todo lo que fuere preguntada. Preguntada si sabe o presume la causa porque ha sido llamada a este santo tribunal, dixo que presume será para saber de ella de la suerte que9 recuperó la vista de que caresía, y que fue desta manera: que el día de San Luiz Rey de Francia, por el mes de agosto del año pasado de mil setescientos y sinco, estando en casa de doña Juana de Aragón, viuda de don Luiz Galindo, en la esquina de la cathedral que vaja al cavildo, dicho día en la noche, como a las ocho, estando moliendo choqolate sola, llamaron a la puerta y salió a ver quién era; y era una muger tapada con una mantellina negra en la cabeza, alta de cuerpo, a la qual no conoció. Vino a vender una faxa, y diciéndole esta declarante que no la quería, le instó a que la viesse, lo qual hizo, tomándola en la mano, enfadada de la instancia esta declarante. Y despidió a dicha muger y se entró adentro con un dolor en el celebro y en los ojos, tan grande que le parecía se le hazían pedasos el celebro, cienes y ojos. Y no pudo proseguir moliendo, sino que

4 En

el original: campos campos. refiere al «albañal» que menciona más adelante Felipa de Jerez. «Prieto. Se toma también por lo mismo que apretado.» (Aut.) lecheras: «lugar donde se vende o se almacena leche».

5 Se 6 7

8

faxendera: probablemente «comadrona» o «vendedora de fajas». margen: perdió.

9 Al

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se hechó en la cama hasta que vino dicha doña Juana de Aragón, y queriendo hazer algunos remedios, reconoció estar del todo ciega. Así pasó como dos meses, al cabo de los quales la llevaron al pueblo de Almolonga10 (pueblo de la Ciudad Vieja) a labar, y estando allí, le dixo una muger llamada María García, que vive en dicha Ciudad Vieja, que le avían hecho mal en los ojos y que ella la curaría. Dicha María García está opinada de que cura hechisos, es mestiza y viuda.11 Aplicole un remedio de ajos para reconozer si era aire o maleficio. Esta declarante no quiso hazerlo, aunque la dicha María le tornó a preguntar si lo avía hecho y le dixo que sí. Y le dixo que ella la curaría, que se viniesse a su casa, lo qual no creyó esta declarante y no la vio más. Y pasados un mes y ocho días, vino a casa de esta declarante otra muger, que no conoció por estar ciega, y le dixo a esta declarante que ella la curaría, pero que le avía de dar veinte pesos, a lo qual respondió que ya avía vendido todo lo que tenía y que no podía dárselos. A esto le dixo que ya sabía que otra la quería curar (esto decía por lo de la Ciudad Vieja), pero que era en vano porque no la avía de sanar. Y preguntándole esta declarante qué era la enfermedad que tenía en los ojos, no quiso decir qué era, sino que tenía remedio. Y concertada la cura en dies pesos, volvió a venir dicha muger diversas vezes, pero siempre era a [desh]ora, y en ocación que estaba sola en casa. Y aunque la quería detener porque la viesse alguien y la conociesse, nunca lo consiguió [...]. Y la víspera de San Francisco Xavier, a dos de diciembre de dicho año, por la mañana, estuvo dicha muger en su casa, a quien dixo ya tenía juntos los dies pesos. Y dicha muger respondió que se dispusiera, que a la noche vendría por ellos y la llevaría a curar. Con [esta] noticia avisó a dicha doña Juana de Aragón, que la reprehendió de lo que avía hecho, y [a] una hermana desta declarante llamada Cecilia. A la noche, cargada de reliquias, se puso esta declarante a esperar de la puerta para fuera a dicha muger, y dicha doña Juana a la ventana que da casi ensima de la puerta, asechando. Y la dicha Cecilia [se] puso a la esquina, y en la otra un indio llamado Antonio López, que asistió entonzes al capitán don Sebastián de Loayza, alcalde ordinario. Y estando assí, tomadas las esquinas, vino dicha muger y llevó el dinero sin que la viessen, diciéndole que luego venía por ella [...]. Y pasado un rato, volvió a venir dicha muger [y] 10

de Almolonga, al margen. Valle en que se asentó Ciudad Vieja. margen: alta de cuerpo.

11 Al

dixo a esta declarante: «Vamos», cogiéndola de la mano. Y [...] que la llevó por la calle abajo del contador don Diego Rodríguez, asia el campo que va a la Ciudad Vieja. Al pasar un albañal de dicha calle (por el tacto conoció dicho albañal), dixo [...]: —¡Jesús! ¡Que aquí está el charco! Y dicha muger le dixo: —Oiga, qué floxa es.12 No tenga miedo, que cargada de reliquias viene. No le he de hazer mal. Y preguntándole a esta declarante qué devociones tenía, entre otras le dixo que la de la Santísima Trinidad. Y le dixo que se mantuviesse en esa devoción y que traxese siempre consigo su bulla.13 Y con esto no le habló más palabra hasta que llegaron a la casa de dicha muger (que no supo en dónde era), y la sentó en una silla y dixo: —Veamos los ojos. Y le hechó en ellos unos polvos muy fuertes, y dio un vaño, sintiendo tanto ardor en ellos que le parecía le saltaban del casco. Y después le amarró los ojos con un paño que llevaba esta declarante y le dixo que se fuesse, que la avía curado. A que respondió que cómo avía de volverse si estaba ciega y amarrado el paño, y le dixo que bien podía ir, que ella la iría siguiendo. Salió como pudo y fue andando muchíssimo hasta que se topó con unos pedazos de edificio caído, en donde jusgó que estaba en algún serro. Allí se alzó el paño y vio alguna luz,14 que aunque en la dilatada distancia de lo que avía andado lo avía hecho diversas vezes, siempre se hallaba ciega. Con la poca luz que tenía, conoció ser el campo de Santa Lucía, que va a la Ciudad Vieja, y los terrones, las paredes caídas de la yglesia de Santa Lucía. Allí se le apareció la muger y le dixo: —¿Qué, hasta aora no ha llegado a su casa? A que respondió: —Buena a estado la burla quando me ha hecho andar tanto.

12

«Floxear. Lo mismo que flaquear.» (Aut.) «Bulla. Escrito assi, pero pronunciado como bula, es lo mismo que bula.» (Aut.) La bula era «una cierta insignia y ornamento que [...] traían colgada al cuello, inclusos dentro ciertos remedios contra la invidia; de allí vino después a que a los niños les pusiessen estas bulas, que vulgarmente llamamos nóminas, que, por tener dentro de sí nombres de santos, tomaron este nombre; pero aviéndose mezclado a vueltas muchas supersticiones, están vedadas» (Cov.). «Nómina. En lo antiguo era una reliquia en que estaban escritos los nombres de algunos santos [...]. Oy ha hecho la superstición que esta voz se tome en mala parte, por haber añadido algunas oraciones supersticiosas y otras cosas ridículas, y las trahen culpablemente, con vana creencia de librarse de varios riesgos o peligros. Lat. Bulla, æ.» (Aut.) 14 En el original: leuz. 13

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—Pues yo la llevaré a su casa —le dixo, aviéndole vajado dicha muger otra vez el paño con pretexto de que no le diera aire, con lo qual no le dio lugar a conocerla. Y dicha muger la llevó, no a la dicha casa de dicha doña Juana de Aragón en donde vivía, sino a la de otra hermana suya llamada Luciana, que vive junto a Santa Lucía. Y dicha muger llamó a la puerta hasta que respondieron y allí la dexó. Sería como a la una de la noche, y quando la sacó desta ciudad eran las onze de la noche. Y dize que oyó maytines quando andaba atarantada, después de averla curado, y que en esta ocación, que andaba así perdida, dize que se halló en la plaza grande desta ciudad, junto a la cárzel del cavildo, y que tentó las cadenas. Después que le abrieron la puerta y casa de dicha su hermana, entró adentro, quitóse el paño y veía ya, aunque se sentía tan atarantada que no sabía lo que hazía ni decía, pues después le han dicho que habló otras muchas cosas de que no se acuerda. Otro día por la mañana, fue a Santa Lucía a dar gracias a Dios por la vista recobrada y vio los terrones con que se avía topado la noche antecedente. Después desto la vio dicha María García que vive en la Ciudad Vieja, y le dixo a esta declarante que ella la acabaría de curar, porque le avían quitado su fortuna y hecho vender quanto tenía, que ella le embiaría una agua, y de facto dicha María García se la embió, pero esta declarante, reselándose de ella, la derramó. Después dize que ha hallado en la puerta de su casa, en una ocación que no sabe qué día fue, un papel con polvos blancos, muy menudos y molidos, los quales probó un muchacho y dixo que eran sal y los quemaron. En otra ocación halló otras immundicias y las tiró en un charco. También dize que dicha María García, que cura los hechissos, tiene en su casa como hospital, porque a ella van muchas personas a curarse, de las quales la una es una de las Jorges, que tiene15 tienda de pulpería16 en la calle y esquina de Lozero [...], en San Sebastián, la qual le contó a esta declarante que le avían hecho mal quitándole la ventura y enterrándole unos polvos en la puerta, con que se desgració hasta que vendió la casa, y después se fue a curar a casa de dicha María García, según dicha María García le dixo. Y añade esta declarante que al precente está en determinación de venir a denunciar de dicha María García por avérselo aconsejado así un religioso de Santo Domingo, con que,

confessándose, comunicó esto que le avía pasado. Y que esta es la verdad por el juramento que tiene hecho. [fols. 337r- 338v]

[Interrogatorio a María García] En el pueblo de la Ynmaculada Concepción de Almolonga,17 Ciudad Vieja, en veinte días del mes de noviembre de mil setesientos y treze años [...], fuele dicho [a María García] que en este Santo Officio ay información y consta que ella mesma es la tal curandera, y assí se le encarga que, por reverencia de Dios, recorra bien su memoria y diga la verdad y descargue su conciencia. Dixo que es verdad que ella es curandera y que sí ha exercitado en este ministerio mucho tiempo. Que le enseñó a curar un indio deste pueblo, que ya murió y se llamaba Gabriel de Varaona, quien le enseñó una yerva llamada tescumpate, que es como la zarza, y con ella solamente cura, y no con otra cosa de maleficio, ni brugería. Pregunta si a curado a alguna persona de ceguera, dixo que sí, que curó a un hombre llamado don Francisco, que no supo su apellido, que vivía en casa de doña Alfonsa de Sotomayor, que es en la esquina de don Lorenzo Montífar, junto a doña Juana de Aragón, calle que vaja a la plaza y cavildo, junto a la cathedral. Y que al dicho don Francisco, que estaba del todo ciego y andaba con dos muletas, curó con dicha yerva y sanó. Preguntada si conoció a una muger llamada Phelipa de Xerez, que estaba también ciega, en la mesma esquina en donde vivía dicho Francisco que curó, si curó también a dicha Phelipa. Dixo que no la conoció, pero que oyó decir a las labanderas deste pueblo que la avía curado una muger del barrio de Santo Domingo llamada [...]. Preguntada que cómo dio un remedio a una negra para que abortasse una niña, dixo que [h]a poco tiempo que dio una bebida a una negra, pero que dicha negra no le dixo que estaba embarasada [de] dicha niña, sino que estaba hidropésica, y por hidropesía dio dicha bebida hecha de dicha yerba tesumpate. Preguntada si ha curado a algunas personas hechisadas o maleficiadas, dixo y confesó que sí, y que con individualidad se acuerda de aver curado al muy reverendo padre fray Joseph Vélez, del orden del señor San Francisco, a quien, diciéndole que estaba hechisado, dio dicha bebida, conficionada con polvos de dicha yerva tesumpate, y con ella sanó.

15 En 16

el original: tiene tiene. «Pulpería. Tienda en las Indias, donde se venden diferentes géneros para el abasto: como son vino, aguardiente y otros liquores, géneros pertenecientes a droguería, buhonería, mercería y otros, pero no paños, lienzos ni otros texidos.» (Aut.)

[fols. 342r-342v] 17 En

el original: Almelonga.

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[Después de catear la casa de María García, los inquisidores le permiten marcharse bajo la promesa de no volver a curar a nadie bajo ningún pretexto. En cuanto a Felipa de Jerez, principal protagonista de esta historia, en 1713 (ocho años después de que se inició el proceso), no parece haber rastros de ella. En una carta posterior al proceso se dice que su relato «parece totalmente quento»

(fol. 340r), y por ello intentan localizarla, aparentemente sin éxito.] vol. 729, exp. 4, fols. 331r-342v Catálogo: 2256. «Maleficios para producir y curar el mal de ojo.»

Ilustración inserta en el proceso inquisitorial contra Ana Rodríguez de Castro y Aramburu, acusada de ilusa y embustera por pretender tener cierta sanidad que no posee, 1802 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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Aves de rapiña En Guatemala, en el año de 1706, Simona de los Santos denuncia a las hermanas Santiago, dos hechiceras que criaron a la denunciante.

U

na noche, durmiendo en compañía de dicha Antonia de Santiago, sintió ruido que dispertó a esta denunciante, por lo qual encendió candela y vio durmiendo a dicha Antonia, voca arriva, y vió que el ruido lo hacía un pájaro más grande que chumapipi1 o gallina de la tierra,2 que a manera de pavo, pero tenía éste los pies amarillos. Y asustada de verle dispertar a dicha Antonia, la halló muerta, y después vio que el dicho pájaro se entró en la voca de dicha Antonia y no salió más. Pero dicha Antonia al instante volvió en sí, y dixo a esta denunciante que para qué avía encendido candela, y que no dixera nada. De aí a unos días vino a dicho pueblo [...] su hermana Sebastiana Santiago, y las vio juntar muchas cáscaras de güevo, no sabe para qué y se entraron las dos hermanas en un aposento, a quienes halló esta denunciante dormidas voca arriba. Y estándolas viendo, vio venir dos pájaros: el ya dicho y otro de la mesma especie, pero el pico de oro, y entró uno en cada una, y dispertaron diciendo a esta denunciante que no era nada y que no lo dixese a nadie. Antes de ver estos pájaros, avía notado y visto esta denunciante que amanecían junto a las camas de dichas

1

2

chumapipi: chumpipe: variante de «Chompipe. Nombre con que se conoce, vulgarmente, al guajolote o pavo común, en Centro América y hasta Chiapas y ciertos puntos del interior. Chumpipe comúnmente en Guatemala» (Mej.). gallina de la tierra: «pavo, guajolote».

mugeres, vestidos de raso y seda ya hechos, cucharas de plata y de carei, y otras cosas, y no veía quién traía esto. Después de aver visto a dichos pájaros, atribuye a que ellos traerían dichas cosas a dichas mugeres, las quales tienen cinco caxas y quatro escritorios llenos destas cosas, y que usan de dichos vestidos para ir a la iglesia. Dize también que dichas personas son mugeres del mal vivir, y aunque son casadas no hazen vida con sus maridos. Y que dicha Sebastiana está casada con Manuel de Molina, español, de oficio platero, que está en esta ciudad, y dicha Antonia está casada con Julián López, indio del pueblo de Güegüetenango.3 Una y otra no hazen vida con dichos maridos, ya mucho tiempo que están divididos. Y que esta es la verdad por juramento que tiene hecho; que no le mueve pasión ni la voluntad, sino el descargo de su conciencia. Encargada el secreto, en forma prometido, por no saber firmar, lo firmó dicho comisario. Bachiller Pedro López de Ramales [rúbrica]. vol. 735, exp. 16, fols. 149r-151v Catálogo: 2258. «Hechos mágicos de las hermanas Santiago.»

3 La

ciudad de Huehuetenango, cabecera del departamento del mismo nombre en el noroeste de Guatemala, fue fundada por Gonzalo de Alvarado en 1524, tras la conquista de Zaculeu, la antigua capital de los mames.

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«De en viga en viga...» Un religioso, desesperado por la tiranía del prelado de su convento, prefiere que la Inquisición lo juzgue como pactario a vivir aprisionado por su superior, fray Felipe de Meneses, a quien se denuncia entre líneas en este expediente.

[Presentación del caso ante la Santa Inquisición] En el Ssanto Ofiçio de la Inqquisición de la Çiudad de México, en diez y seis días del mes de abril de mill setecientos y seis años, estando en su audiencia de la mañana el señor ynquisidor don Joséph Çienfuegos, que asiste solo, por enfermedad del señor inqquisidor, doctor don Francisco de Deza y Ulloa, mandó entrar en ella a un religioso del orden de San Juan de Dios que viene de su voluntad, del qual, siendo pressente, le fue rezibido juramento en forma devida de derecho, so cargo del qual prometió dezir verdad y guardar secreto de todo lo que aquí pasare. Y dixo llamarse fray Felizes de Jesús, religioso, saçerdote y confesor del orden de San Juan de Dios, morador en el combento de esta çiudad, de hedad de quarenta y quatro años pocos más o menos, el qual dixo que, cumpliendo con la obligaçión de sacerdote, viene en nombre y con lizencia de fray Gaspar de San Augustín, religioso, lego de su orden, a hazer demostraçión y exivisión de la denunçia que trae escrita en dos foxas de papel de a quarto, la qual es de letra y firma del dicho fray Gaspar de San Augustín, y que no viene el susodicho a hazer dicha denunçia por estar actualmente en prisión, en dicho su combento, de orden de su prelado. Y haviéndosele leído su dicho, dixo que estaba bien escrito [...], y que no havía que alterar, añadir ni enmendar, si no es el que, por el año pasado de setecientos y çinco, no le quiso su prelado, al dicho fray Gaspar, cumplir con la yglesia, ni entre año1 haberle querido dar el consuelo espiritual. Y assimesmo el que, haviendo llamado a dos religiosos de San Diego para que le diesen el consuelo espiritual, y haviendo savido fray Phelipe de Meneses —maestro de noviçios de dicho convento de San Juan de Dios— que havía2 llamado dichos religiosos (y de San Diego) para confesarse, que no se havía confesado con ellos, [y] dixo el dicho fray Phelipe

1

«Entre año. Modo adverbial. Significa en distintas veces, en diferentes ocasiones y tiempos de un año.» (Aut.) 2 En el original: havía havía.

que «más que no se confesara», que «más que se lo llebase el diablo». Y que ésta es la verdad, por el juramento que hecho tiene.

[Autodenuncia de fray Gaspar de San Augustín] Jesús, María y José. Fray Gaspar de San Augustín, del orden de mi señor San Juan de Dios, paresco por permiso que di a mi confesor para la denunsiasión, a quien, en lugar de Dios, confesé algunos casos reservados a ese rectíssimo, santo, charitativo y misericordioso Tribunal de la Fe, a quien humilde y reverente pido misericordia, por dicho mi confesor y debaxo del sigilo de tan alto sacramento [...]. Y digo que, viéndome por mi prelado preso en la cársel deste convento, por delictos que me ynputaron con demasiada opresión y sin recurso ni consuelo espiritual ni temporal, tiempo ha de dos años, en conpañía de otros dos religiosos, temeroso deste castigo temporal y siego del enemigo común de las almas, hize, por verme libre, tres sédulas, sin que los otros dos religiossos me vieran ni lo supieran. Aunque ellos después hizieron lo mismo, según me comunicaron y dixeron, a lo qual me preguntaron si yo abía echo lo mismo, y les dixe que no (con que no son savidores deste dilicto mío, aunque yo sí del suio), a quien exorté y aconsegé de que no era bueno hazer tal cossa. Y como no lo hizieron delante de mí, por estar yo en otra selda, ocupado en la obediensia, jusgaba sería falso, hasta que vide los rosarios de uno cortados. Esto es en quanto a lo que sé de mis compañeros. En lo que mira a mi confesión —que oxalá y pudiera hazerla personalmente, sin que se quebrara el sigilo, para que vuestras sseñorías, como tan defensores de nuestra santa fe, miraran por nuestras almas, que tanto costaron a Dios—, digo, que las tres sédulas fueron ynvocando la ayuda del demonio con tal que saliera de dicha prisión, diziendo en ellas que, dándome veinte años de vida, le daría quanto gusto quisiera, y señalándole plazo de tantas oras, y que, si

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no venía cumplido dicho plazo, no era bálido ni persistía dicho contrato. Después, abiéndome asotado como a negro, y no mortificádome como a religioso, cogí tierra y lo que topé en el suelo de palitos y carbón. Enbolviéndolo en un papel, dixe: De en biga en biga, sin Dios ni Santa María.3

Y me quité el santo rosario, aunque no lo tiré con despresio, ni menos le corté. Y aunque la culpa no tiene disculpa en los ojos de Dios... Pero, señor: el castigo, con misericordia y charidad, pues parese falta ésta quando se experimenta que, pidiendo confesión, se niega, no abiendo cumplido con la yglesia hasta que esta quaresma me inqué de rodillas a pedirla, siendo en lo demás la cársel sin consuelo ninguno. Y por esta razón, quisiera4 dar mi descargo, sin que se recresiera a mi persona y a mi religión descrédito, pues se atenperara mi prelado para que no se cometan en adelante maiores exesos y culpas, las quales fío de Dios y de su mucha misericordia, tendrá piedad. Y vuestras sseñorías, por éstas, me inpondrán penitensia saludable, que pido sea con misericordia [...].

Abril 12 de 1706 años. A los pies de vuestras sseñorías, el que ar[r]epentido pide misericordia [rúbrica].

[Post-scriptum] Otrosí, protesto y suplico conpareser ante vuestra señoría, quien discurro que, empeñado con mi prelado para que se me saque de la prisión por vía de ruego, podré dar esta confesión y descargo para el seguro de mi consiensia. Y en lo demás determinará vuestra sseñoría como convenga a el maior bien de mi alma, etcétera. Y quando otra cossa no se pueda conseguir, supuesto que es de justisia, suplico, señor, frequente los sacramentos, pues el consuelo espiritual no deve negar mi prelado, ya que ha querido Dios el que tenga el asilo y protecsión de tan Santo Tribunal para que, con misericordia, conpurgue mis gravíssimas culpas, para que, si el consuelo temporal no se diere, esfuerse el alma los sacramentos para la perseberansia a lo eterno.5 vol. 734, exp. 11, fols. 511r-513v Catálogo: 1637. «Relación del modo en que hizo pacto con el demonio para obtener su ayuda.»

3 Véase

el relato «Los gatos diabólicos». Esta fórmula es una versión muy difundida del conjuro tradicional que usaban las brujas para volar: «De villa en villa, / sin Dios y sin Santa María». 4 En el original: quiesiera.

5 En

el original: a lo aparece tachado.

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La parte verenda Denuncia de Magdalena Núñez contra Juan Montesinos, su esposo, buscador de tesoros, por hechicería.

E

n el pueblo de Teposcolula,1 en dieciséis días del mes de abril de mil setecientos y seis años, a las dos de la tarde, ante el muy reverendo padre prior fray Joseph de Miranda, comissario del Santo Officio del dicho pueblo y su jurisdicción, pareció sin ser llamada, y juró en forma que dirá verdad, una mujer de calidad mestiça y de oficio texendera,2 que dijo llamarse Magdalena Núñez, casada con Juan Montessinos, mestizo y vezino de dicho pueblo de Teposcolula, de hedad de la dicha de treinta y nuebe o quarenta años, poco más o menos, la qual para descargo de su conciencia dize y denuncia: De que avrá tres años, poco más o menos, que, estando en su casa de dicho pueblo, un día por la mañana traxo su dicho marido en su compañía a dicha su casa un vezino de este dicho pueblo, de calidad mestizo, llamado Antonio de Ábrego, soltero y de oficio pastor que ha sido, los quales traían un poco de pulque,3 tortillas4 y unas candelillas. Y pidiéndole el dicho su marido a la dicha una gallina cozida, se fueron los dos a un monte cercano de este pueblo a descubrir cierto tesoro que, dixo el marido a la dicha, avía en dicho monte, a que iban conducidos de un indio de este dicho pueblo, llamado Diego Jatna —tenido es, en este dicho pueblo, en opinión de curandero y hechicero—, ya difunto, y que a la tarde de dicho día volvieron los dos dichos a su dicha cassa de la susodicha, donde, en presencia suya, enpezó a rreferir su dicho marido lo que vieron en dicho monte con estas formales palabras: —¿Visteis, hombre —le decía a el dicho Antonio de Ábrego—, aquella grandeza de aquel tesoro que vimos que nos enseñó Diego Jatna? Él me decía que entrase adentro y 1 2 3

4

«Teposcolula: villa cabecera del distrito de su nombre, en el estado de Oaxaca.» (García Cubas). texendera: «tejedora de telar». «Pulque. Bebida embriagante, espirituosa, blanca y espesa, de aspecto nauseabundo y sabor desagradable, que se obtiene haciendo fermentar el aguamiel, o jugo que dan los bohordos del maguey, cortados antes de florecer. Es la bebida peculiar de la gente pobre en la Mesa Central, para la cual constituye un factor principal de alimentación, con el chile y las tortillas [...]. El mejor pulque es el que forma hebra al chorrear.» (Mej.) «Tortilla. Pan [...] de masa de maíz, cocida en comal, que constituye la base de la alimentación de la gente pobre, del campesino y del indígena, usándose mucho también en la mesa de cualquier categoría social.» (Mej.)

sacase lo que yo quisiesse, y yo de miedo de la cueva no me atreví a entrar. Y que entonzes le dixo el dicho Antonio de Ábrego a el dicho Juan de Montessinos estas palabras: —No sabéis, hombre, quién es esse yndio que es grande hombre. Havéis de saber que este yndio (cuio nombre es el arriba referido) en cierta ocasión lo huve de menester para que, con el arte encantatorio de que usava, me sacasse de un cuydado en que yo me hallaba. Y fue que, teniendo yo mala amistad con cierta muger cassada, y no pudiéndola ver las vezes que estaba su marido en su cassa, le pedí al dicho yndio me diesse modo y traza de poder hazer salir de su casa, afuera del pueblo, al dicho marido para poderla ver. Y entonzes me dio el dicho yndio una hyerba, diciéndome que se la metiesse yo a la dicha muger casada debaxo de la faja, y que vería luego al instante salir fuera del lugar al marido de la dicha. Y que poniéndole yo la dicha hyerba, como él me lo mandó, debaxo de la faxa de la dicha, resultaba el salir el día siguiente su marido fuera de su casa y lugar, por espacio de dos o tres meses. Y todas vezes que deseaba yo verla estando en su casa el marido, luego yba a pedirle yo a dicho yndio la misma hyerba, creyendo conseguiría el hazerlo salir fuera de su casa y pueblo, como la primera vez suzedió. Y dándome la dicha hyerba el dicho Diego Jatna, y poniéndosela yo debaxo de la faxa a la susodicha, le veía yo luego al siguiente día de su casa y pueblo salir, sin detención alguna, por espacio de los dos o tres messes. «Y en otra ocasión que, teniendo yo una muger donzella, remaneció5 de mí preñada, porque no fuesse manifiesta su preñez a su padre y madre, me valí del mismo yndio, pidiéndole remedio para ocultarla, el qual me dio una hyerba, mandándome se la metiesse debajo de la faja a la dicha muger, y que al instante que se la pusiesse cayría la criatura. Lo qual hize según me lo mandó y siguió con efecto caer la criatura.» «En otra ocasión, aviéndome hurtado en el rancho de mi padre unas rejas, una coa y varreta,6 apessarado porque 5 6

«Remanecer. Ocurrir u ofrecerse en presencia alguna cosa que no se esperaba.» (Aut.) rejas, coa y varreta: «instrumentos de labranza».

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mi padre no lo supiesse, fui a veer a el dicho Diego Jatna para, como en las otras ocasiones, me diesse traza y modo para descubrir el hurto.» El qual me dixo: «Harto siento que sea un compadre mío quien te hizo el hurto, pero no obstante que te vienes a valer de mí, yo te diré dónde tiene todo lo que te falta. Anda en casa de Thomás Calderón y métete devajo de su cama, y allí allarás las rejas, coa y varreta». «Y al instante, yéndome derecho a la casa del dicho Thomás Calderón, y metiéndome debajo de su cama, hallé las dichas rejas, coa, y varreta.» Estas son todas las formales razones que dize la dicha Magdalena Núñez oyó hablar a el dicho Antonio de Ábrego en su misma cassa, hallándose ella presente y su mismo marido Juan de Montesinos, con quien las hablaba. Asimismo, dize que denuncia la dicha Magdalena Núñez de cómo ha más de un año que ha padecido cierto maleficio de hechizería en lo interior de la parte verenda,7 que vasió con espulsión de unos pelos o zerdas que dize eran semejantes a los pelos de el perro o gato, de diferentes colores, cuyo embarazo, antes de espelerlos, le causaba tan grave dolor que la obligó a hazerle manifiesta su parte verenda a una vezina suya, llamada María de Peña, para que la viesse la dicha el mal que padecía en dicha su parte, la qual la mandó dar cierto vaño, y que desde entonzes empezó a espeler por la orina los dichos pelos que mostró a la dicha María de Peña. Y que, continuando el expeler los dichos pelos, se los enseñaba y mostraba a el dicho su marido Juan de Montesinos, quexándosele ella, diziendo que por qué hazía con ella semejante cosa, que no otra persona sino él podía executar y causar en ella lo que padecía en sus partes verendas, que siempre que llegaba a ella le causaba tanto dolor en las dichas partes, y que no durmiendo con ella otro hombre, ni otra qualquiera persona, sospechaba sería el executor del semejante maleficio que padecía, quizá inducido e industriado de una india llamada Petronila Hernández, casada y tenida por hechicera en este dicho pueblo, con quien, dize la dicha su muger, tenía el dicho Juan Montesinos mala amistad. A cuias palabras dize que le respondía el susodicho su marido que se olgara él saber de dicho arte de hechizería, para que, executando su maleficio en ella, la quitara la vida. Y que entonzes, enfadado, quemaba los pelos y la maltrataba de boca y manos. Continuando en la dicha espulsión de los pelos siempre que ella orinaba, dize que dio en seguirse otra espulsión de husanos8 por la misma vía, la qual expulsión, dize la dicha, empezó a tener desde el día de San Juan Baptista del año passado, que sintiendo dicho día grave dolor y escozor en la

parte referida, coxió una xícara para orinar, y a el derramar los orines, cayeron en el suelo algunos husanos, los quales se le hicieron invisibles al instante que cayeron, quedando sólo algunos pegados en la xícara, que dize la dicha eran blancos de cabezas negras. Los quales al instante llegó a mostrar a una muger llamada Rosa Robledo, viuda y vezina de este pueblo, y a una llamada Francisca de Armas, ya ausente de ese pueblo, y a un vezino suyo llamado Miguel Gaspar, vezino de ese pueblo, y asimismo a su dicho marido, a quien, como se le quexaba y atribuía del maleficio, y quien entonzes la maltrataba, sólo9 la decía le trahería quien la curase. En otra ocasión, dize la dicha Magdalena Núñez, que fue día de Santa Catharina Mártyr de el mismo año passado, que estando rezando a la santa en su casa, empezó a sentir en la parte referida tanto ardor que la obligó a coxer una xícara, y dándose cierto labatorio en la dicha parte, y llegando con la mano a ella, sacó pegado entre los dedos un moscón cubierto en unas cressas10 o masa de husanillos. El qual moscón (que dize era bien grande) mostró a su dicho marido, que lo cogió y lo pegó a una candela para quemarlo. Y que por tres vezes que puso dicho moscón a la llama, se le salía entre los dedos, diciendo entonzes el dicho marido que aquello era una obra del demonio. Y que, reprehendiéndole la dicha Magdalena Núñez de ver el poco aprecio que del semajante daño hazía el susodicho, diciéndola que no creyesse en lo que veía, que todo era cosa de poco momento, le amenasaba ella conque le avía de denunciar a este Santo Tribunal. A quien él respondía hairado que muy poco se le daba a él el que lo denunciase. Y que entonzes, diciendo ella que temiesse a la justicia de Dios y no tuviesse tanto miedo a los castigos, la respondía él que a qué predicador avía oýdo dezir que Dios era justiciero, prorrumpiendo él en citar blasfemas palabras: «Dios no es justiciero». Y esta es la verdad por el juramento que tiene hecho la dicha Magdalena Núñez. Y siéndole leýdo todo lo referido en su dicha denunciación, dijo estar todo bien escrito, y que no lo dize por odio. Prometió el secreto y, por no saber escribir, lo firmó por ella dicho muy reverendo padre prior comissario [rúbrica]. vol. 734, exp. 4, fols. 326r-328r Catálogo: 2444. «Relación de la búsqueda mágica de un tesoro y de otras acciones maléficas con uso de hierbas, practicadas por un mestizo y un indio curandero.» 9 En

7 8

parte verenda: «genitales». husanos: «gusanos».

10

el original: y sólo. «Cresa. La simiente de que proceden algunos insectos, como son las langostas, gusanos, etcétera.» (Aut.)

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Petrona y sus varitas de virtud Proceso seguido contra «Petrona de Fuentes, viuda, natural de Cuauhtitlán, vezina de México, de officio partera, que dice ser de más de cinquenta años y parece de más de sesenta».

[Denuncia de Juana de Trujillo, presentada el cuatro de diciembre de 1708] Dice que abrá veinte y dos días que vino a su casa la dicha Petrona de Fuentes [...] de orden de María Domínguez, dueña de la casa, para que, con unas varitas de virtud que tenía, descubriera un tesoro que ciertos indios avían dicho a la casera havía en su casa. Y aviéndose cerrado la puerta de la calle passaron al patio con la dicha Petrona, la casera María Domínguez, una huérfana llamada Damiana y Teresa Carrasco, en cuia presencia y a vista de la denunciante (que se quedó en su aposento que cae al patio) sacó la dicha Petrona quatro varillas de junco delgadas como una quarta de largo cada una, y en las puntas tenían dos cruzecitas como abiertas con fuego. Y tomando la dicha Petrona dos varitas en sus dos manos por las puntas, juntando las manos dixo: En el nombre del Santísimo Sacramento, varita de virtud que Dios te dio, que me digas si aquí ay plata.

Y teniendo las otras dos varitas en la misma forma la casera, aunque no dixo las palabras, la dicha Petrona dixo que allí devía haver algún difunto, porque las varas estaban muy tristes. Que después de esto la casera dio sus dos varitas a la dicha Damiana, y teniéndolas en la forma referida, volvió a repetir en el patio la dicha Petrona su oración y señaló un sitio donde dixo que avía dineros. Y aviendo gastado en esto como tres credos,1 a las once de la mañana de dicho día se entraron todas en el aposento de la casera, por lo qual no vio la denunciante lo que después hizo la susodicha. Pero vio que el día dos y tres de deziembre travaxaron dos mozos en cavar y sacar tierra del sitio que señaló en el patio de orden de la

casera, aunque no hallaron dinero ni otra cosa más que tierra. Y añade que la dicha Petrona le dixo que las varitas estaban venditas y aprovadas por su confessor.

[Declaración de Teresa Carrasco, española, casada, de 28 años] Dice, para descargo de su conciencia, por mandato de su confessor: Que, aviendo venido a su casa la dicha Petrona veinte y dos días ha, y entrado como a las diez de la mañana en su cuarto, que es el mismo de la dicha Joana Truxillo, su suegra, le dixo Petrona que si tenía alguna cosa de plata se la quitase, y después tomó dos varillas de otate,2 que son como de un dedo de ancho y un palmo de largo y tienen en las puntas dos crucecitas como abiertas con fuego, y dio otras dos varas a la casera María de Valdés, llamada la Domínguez, por ser viuda de señor Domínguez. Y tomando las susodichas una vara en cada mano, juntando las manos, dixo la dicha Petrona: En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hixo y Espíritu Santo, varita de virtú que Dios te dio, que me digas si ay algo aquí o dinero, y si no al cielo.

Y dicho esto se abrieron un poco las varillas, inclinándose acia un escritorio donde estaba un dedal de plata y un real.3 Y dixo Petrona que, por ser poca la plata, se avían abierto y movido poco las varillas.

2

3 1

«En un credo. Lo mismo que en brevíssimo tiempo, de contado y sin la menor dilación.» (Aut.)

«Otate. Del azteca otlatl, caña maciza. Planta [...] cuyos recios tallos nudosos sirven para bastones, y aun para setos en las habitaciones rústicas, enteros o en rajas.» (Mej.) «Real. Moneda de valor de treinta y quatro maravedís.» (Aut.) «Valor equivalente a la octava parte de un peso, o sean, doce y medio centavos. Hasta hace pocos años se usó en México y otros países.» (Mej.)

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Que concluido esto, pasaron la dicha Petrona y demás mugeres referidas al quarto de la casera y a otros cinco sitios de la misma casa en que hizo su oración con las varitas en la forma dicha. Y moviéndose las varitas, decía la dicha Petrona que avía medio o un real caído, o que avía plata, pero poca. Aunque, en cierto sitio del patio y devaxo de una puertecilla cercana a la calle, avisó que avía mucho dinero porque las varas se inclinaron mucho a dichos sitios. Y con efecto, vio que ayer y anteayer se travaxó en cavar el sitio que señaló en el patio. Que al despedirse, la dicha Petrona advirtió a la denunciante que, en cualquiera de los sitios donde se avía de cabar y avía dicho hallarían dinero, antes de sacar tierra avían de hazer una cruz sobre el sitio con gotas de cera del Santísimo,4 y que echasen agua bendita en él antes de sacar tierra. Que el mismo día, estando en conversación la dicha Petrona con la denunciante y Sebastiana de Valdéz, hermana de la casera, les dixo que, aviéndola llamado de una casa en la calle de La Merced,5 para que con sus varillas viese si avía dinero, aviendo hecho su oración como antes, en un quarto donde avía pipas de vinagre, reconoció por las varas que debaxo de una pipa avía cuerpo muerto. Y aviéndola quitado y hecho cabar, hallaron la ossamenta de una muger con una criatura en los brazos, la qual hizo enterrar en La Merced. Que también dixo en la misma conversación que, aviéndola llamado en casa de María Truxillo y hecho su operación con las varitas, señaló el lugar donde havía dinero, y cabando en él hallaron un chochocol6 de cuatro assas lleno de pesos duros.7 Y haviendo convenido en que daría a la dicha Petrona la mitad del tesoro, oió que, estando en otro quarto, la dicha Truxillo dixo a un hermano suio que la daría para un par de zapatos, de que enoxada Petrona dixo: —Pues carbón se te vuelva. Y con efecto, se volvió carbón la plata.

[Declaración de María de Trujillo, española, viuda de cuarenta años] Que abrá como diez y seis años que fue a visitarla la dicha Petrona, como tía que era de un cuñado suio. Y estando en ella, sacó dos varitas como de membrillo, y tomándolas en sus dos manos, juntándolas, dixo: En el nombre de la Santísima Trinidad, varita de virtudes, por la virtud que Dios te dio, que me digas dónde ay dinero.

Y hecho esto dixo que avía dinero en un rincón que señaló del corral. Y diciéndola el testigo que no hiciese hechicerías, respondió Petrona que, si lo fueran, no avía de mentar a Dios como lo avía oído. Con lo quál se retiró la testigo, y volviendo después, halló que la dicha Petrona estaba cabando con un cuchillo en el sitio señalado. Y en su presencia descubrió un cántaro de a medio de traher agua, lleno de cisco,8 y viéndolo la dicha Petrona, dixo que el cántaro era de dinero, pero que no era para la que declara y por eso se avía buelto cisco. El proceso se alarga por cuatro años y culmina hasta 1712, con la liberación de Petrona, conminada, en consideración a su edad, a sufrir vergüenza pública sin azotes, confesarse y comulgar tres pascuas y rezar el rosario los sábados, y a tres años de encierro en el recogimiento de Santa María Magdalena, fundado en 1692 para albergar prostitutas y delincuentes. vol. 733, exp. 10, fols. 233r-235r Catálogo: 2450. «Relación de los actos de brujería que realizó Petrona de las Fuentes con unas varillas de junco, para descubrir un tesoro enterrado en su casa.»

4

«Santíssimo. Por antonomasia, significa a Christo en el sacramento eucharístico.» (Aut.) Se refiere, probablemente, a un cirio ofrecido en el altar del Santísimo. 5 La Merced es un barrio del centro de la Ciudad de México, donde se ubican el mercado y el convento de La Merced, construido a principios del siglo xviii por Juan de Herrera. 6 «Chochocol. Del mexicano Tzotzocolli. Cántaro grande de barro. Botijo grande en que los aguadores acarrean el agua de las fuentes a las casas.» (Mej.) 7 «Peso. Moneda castellana de plata del peso de una onza. Su valor es ocho reales de plata.» (Aut.) «Duro. Por antonomasia, el peso mejicano.» (Mej.)

8

«Cisco. Carbón muy menudo, o residuo que queda de esta materia, revuelto con algo de tierra en las carboneras, donde se encierra.» (Aut.) «Cisco, 1495, "detrito", "residuo de combustión", "basura", "excremento".» (Cor.) En los cuentos populares, además de convertirse en carbón, el dinero suele convertirse también en excrementos.

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Jesucristo y los perros Autodenuncia de Bartolomé Antonio de Arjona, por haber utilizado un ensalmo para curar mordidas de perros.

E

n el Santo Ofizio de la Inqquisición de México, en diez y ocho días del mes de enero de mil setezientos y diez años, estando en audiencia de la mañana1 el señor inqquisidor, lizenciado don Joseph Cienfuegos, mandó entrar en ella a un hombre que venía de su voluntad, del qual, siendo pressente, fue rezibido juramento, que hizo en forma devida de derecho, so cuyo cargo prometió dezir verdad en lo que supiere y fuere preguntado, y de guardar secreto de lo que aquí pasare. Y dijo llamarse don Bartolomé Anttonio de Arjona, natural de la ciudad de Lucena,2 en los reynos de España, y vezino de la de Salvatierra,3 de estado casado con María Ruiz de la Vega, española, de edad de cinquenta y ocho años. Y dijo que, haviéndose ido a confesar el día de ayer al Colegio de San Pedro y San Pablo para ganar el jubileo de la Puríssima, y comunicado a su confesor un ensalmo4 con que solía ensalmar a los heridos y mordidos de perros, éste le dijo volviese a las dos de la tarde. Con lo qual, el declarante vino a presentarse a este Santo Ofizio para salir de una vez de dudas. Y que, después que oyó los edictos de este tribunal, nunca a usado de dicho ensalmo. Y que el ensalmo de que usaba era este: En el nombre de la Santíssima Trinidad (haziendo la cruz), Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero. De tal manera que Dios Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios, y con todo lo [cual] no son tres dioses sino un solo Dios verdadero.

Ponga la Virgen santíssima primero su santíssima mano que yo la mía.

Y después, haziendo la señal de la cruz, también dezía: Dos ángeles iban por un camino, a Jesucristo encontraron y les dijo Jesucristo: —¿Dónde vais, ángeles míos? —Señor, a buscar yerbas para las heridas curar. Y les dijo Jesucristo: —Volveos, ángeles míos, que curaréis y ensalmaréis con las palabras de mi ensalmo. Y así como esto es verdad, Fulano (diziendo el nombre de la criatura), se te ataje la sangre o te se quite tu mal, en nombre de la Santíssima Trinidad. (Repitiendo esto tres vezes.)5

Preguntado quién le enseñó dicho ensalmo, dijo que siendo muy niño en su tierra se le enseñó un hombre que no se acuerda, y que después acá le avía dicho, pareziéndole cosa buena, y mucho más, por ver que algunas personas sanaban. Y que si en esto hubiese errado, pide perdón y misericordia. Y dicho señor inqquisidor le advirtió no fíe semejantes ensalmos en lo adelante, pena de quatro años de presidio. Que prometió cumplir con lo que se le mandaba y lo firmó don Bartolomé Antonio de Arjona [rúbrica]. vol. 878, sin exp., fols. 406r-407r Catálogo: 2222. «Ensalmo para curar heridos y mordidos por perros.»

Y haziendo la señal de la cruz tres vezes, dezía:

1 En 2 3 4

el original: manana. Lucena: localidad de la provincia de Córdoba, en Andalucía. Salvatierra: ciudad del municipio de Celaya, en el estado de Guanajuato. «Ensalmo. Cierto modo de curar con oraciones, unas veces solas, otras aplicando juntamente algunos remedios. Díjose ensalmo porque de ordinario los tales ensalmadores usan de versos de los Psalmos, de que se valen para sus sortilegios y otros modos en la realidad supersticiosos.» (Aut.)

5 Otro

ensalmo contra las mordeduras de perros es: «Dios en mí, / perro en ti, / la sangre de Cristo / me libre de ti» (testimonio recogido por Berenice Granados en Ébano, San Luis Potosí, en 1997). Véase la introducción para otras versiones.

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Los dueños de las nubes En el año de 1710, el bachiller don Pablo Gómez, presbítero y juez eclesiástico del partido de Atocpa, es enviado a investigar a José Lázaro para informarse de su «vida y costumbres». La investigación pone al descubierto el peso y la vigencia que siguen teniendo las creencias y los ritos indígenas en su comunidad.

E

n el pueblo de Atocpa,1 en dies de septiembre de mil setesientos y dies años, en conformidad del auto antesedente,2 yso pareser ante sí a un hombre que dijo llamarse Joséph Lásaro, ser lobo,3 vezino desta jurisdizión y nasional de Totolapa,4 y residente en el pueblo nombrado de Sahusillo,5 de esta jurisdissión. Y que su madre hera yndia chichimeca,6 a quien no conosió por aver ella muerto, dejándolo muy pequeño. Y que su padre fue Agustín de Sierra, mulato libre. Y éste se crió en casa [de] doña Ynés de Sierra, dueña que fue de la hacienda de Totolapa. Al qual dicho Lázaro le rreseví su juramento, que hiso por Cristo nuestro señor y la señal de la crus. So cargo dél prometió decir berdad en lo que supiere y le fuese preguntado. Y siéndolo si savía que en un sserro que está dentro desta jurisdissión van a ydolatrar las indias, y que él las conduse y guía, si es sierto, diga la verdad, y lo que pasa con lo que susedió quando fueron la yndia Mónica Angelina, Nicolasa, Magdalena y otros. Respondió que abrá tiempo de tres años que las referidas yndias aportaron al rrancho del declarante como a las seis de la tarde, y que se bañaron dichas yndias, y la dicha Nicolasa (que es comadre deste dicho declarante por averla llevado a bendisir unos santos) le dijo que yvan al serro de Los Mamadis, que quiere desir dioses, 7 y que los yban a ber porque dichos ýdolos, que dentro están, ablan con Dios,

y que si no los besitan no puede llober. Y creyendo este declarante lo que dichas yndias disen, fue con ellas. Y llegado que fueron a dicha cueba, la alló muy ajumada de el humo de las velas que a los ýdolos les ponen, los quales son tres piedras largas y otras tres pequeñas (que los ministros del presente jues eclesiástico, y por su orden, derribaron y demolieron con barretas, quebrándolas quatro días [h]a, y que en el suelo está una piedra que llaman teponastle,8 el qual quebraron también). Que este declarante entró. Le dijieron dichas indias que, si no tocava aquel teponastle, se avía de morir de mal de rravia,9 y él, creyendo eso, lo tocó. Y que de allí pasaron a ynsensar a las peñas, y éste también los ynsesó con ellas, disiendo que esto era para que llobiera, porque de allí salían las nubes. Y que ofresieron, por modo de sacrifisio a estos ýdolos, chocolate, tamales10 y otros géneros de comida, disiéndole a este confesante: —Cómete todo eso, porque son las sobras de estos amados, que están benditas. Y que éste lo creyó y lo comió, y lo demás lo trujo y se lo dio a los indios chichimecos (de quien es fiscal éste, por el padre prior y ministro desta doctrina).11 Y que, quando salieron, binieron insensando las nubes y caminos, y luego vieron que enpesó a llober, y que éstas desían que ya Dios las avía oído, pues llobía y las vía vaylar

1

Atocpa: «Actopan, población otomí del Valle del Mezquital, invadida en la época prehispánica por los chichimecas». 2 Véanse las declaraciones rendidas anteriormente por las indias, y que se reproducen después de la declaración de José Lázaro. 3 Un cuadro de castas novohispano del siglo xviii lleva la leyenda: «De negro e india, sale lobo (zambo)». 4 Totolapa: «pueblo situado en el actual estado de Morelos, y nombrado así por los chichimecas en la época prehispánica». 5 Saucillo: «comunidad del actual municipio de Actopan, en el Valle del Mezquital». 6 «Chichimeca. Individuo de una tribu bárbara que vino a establecerce en Tezcoco [...]. Después dieron los españoles el nombre de chichimecas o chichimecos a todos los indios bárbaros que habitaban al poniente y norte de México. Ese nombre, reducido por contracción a meco, aun se usa para designar a todos los indios salvajes.» (Mej.) 7 En realidad, el nombre podría traducirse como «Los Amados»: «Amada persona. Omämäti» (Urbano). «Ma-, señala un lugar. Mädi, querer, amar.» (Hernández Cruz y Victoria Torquemada).

8

«Teponaztle. Instrumento músico, especie de tamboril que usaban los aztecas y usan todavía algunos indígenas. Es un cilindro hueco de madera, con dos lengüetas sobre las cuales se hiere con bolillos.» (Mej.) Se trata, probablemente, de una reproducción en piedra de este instrumento prehispánico. 9 «Rabia. Enfermedad que consiste en un encendimiento de la cólera adusta, que, levantando vapores ardientes al celebro, priva del sentido y causa furor, melancholía y otros extraños y perniciosos accidentes.» (Aut.) 10 «Tamal. Del azteca tamalli. Masa de maíz con manteca y de cierta consistencia, envuelta en hoja de plátano o del mismo maíz, con pedazos o hebras de carne dentro, en diversas formas y con guisos diversos.» (Mej.) 11 «Doctrina. Se llama, en Indias, el curato colativo de pueblos de indios, afecto a determinada religión de regulares, a quienes se ha concedido perpetuamente, en premio de haber sido los que redujeron los pueblos a policía y a religión católica.» (Aut.)

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Enrique Flores y Mariana Masera • relatos populares de la inquisición novohispana

Cuadro de castas. Anónimo. Siglo XVIII. Óleo sobre tela (col. Museo Nacional del Virreinato-INAH).

este declarante, lo avía creýdo. Y que no bolvío a la cueba más, asta aora que los ministros de este jusgado lo llevaron, quienes le mandaron a este confesante que quebrasen los ídolos, y él no quería porque le avían dicho que uno se murió por aver escarvado otra cueba de ýdolos. Y que ya conose la falsa creensia en que a vivido. Y que no dio quenta a los pa[d]res, por entender que es cosa de Dios, y aora pide misericordia porque, como nunca a savido si es bueno o malo, él lo tubo por bueno, ni [ha] avido quién se lo dé a entender asta aora que el señor jues eclesiástico le a desengañado y le a puesto en el camino de la verdad. Y que lo que a dicho lo es, en que se afirmó y rratificó. No supo desir su edad, y al pareser tendrá setenta años. Y añadió que, quando fueron a traerlo preso, se rresistió a los

ministros porque temió el que lo amarra[ra]n. Y no save firmar, firmólo dicho señor jues eclesiástico.

[Declarazión de Mónica Angelina, india] En Atocpa, en onse de septiembre de mil setecientos y dies años, ante dicho señor jues eclesiástico, en conformidad del auto que va por cabesa desta causa, yso pareser ante sí, y en presensia del yntérp[r]ete deste jusgado, que lo es don Agustín Gomes de la Rea, yso pareser a Mónica Angelina, presa por ydolatría en causa que de ofisio se sigue contra ella, para efecto de que declare cómo Joséph Lázaro, lobo, fue a ydolatrar con ella y sus consortes en la cueba que llaman Los

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Mamadis, para cuyo efecto se le rresivió juramento, que lo yso por Dios, nuestro señor, y la señal de la crus. So cargo dél prometió desir verdad en lo que supiere. Y siéndole preguntado lo arriba referido, dijo que sobre este particular tiene confesado cómo, quando fue a dicha cueba con sus compañeras a ydolatrar, fue en su conpañía12 Joséph Lásaro, lovo, y que él incensó a las piedras y les dio adorazión porque de allí salían las nubes que llovían. Y que el chocolate y comida que se les puso a los ídolos él se lo vevió, por desir eran sobras de estos dioses. Y que ésta es la berdad, so cargo del juramento en que se afirmó y ratificó. No supo su edad, y al pareser tendrá treinta años. Firmólo dicho yntérprete con el señor jues eclesiástico.

[Declaración de Justina Nicolasa] Paresió siendo llamada una india, y en presensia del intérp[r]ete deste jusgado, y juró en forma que dirá berdad. La qual dijo llamarse Justina Nicolasa, y que es viuda de Diego, el cosinero indio, y comadre de Joséph Lázaro, por averle bendisido unos santos en la yglesia (y ella los llebó, y la bendisión la yso un religioso), y que es vesina deste pueblo y no save su edad, y al pareser tendrá setenta años, poco más [...]. Dijo que piensa es por lo que está presa, aserca de aver ydo a la cueba de Los Mamadis a ofreser sacrifisio a los begoos.13 Y que lo que pasó, en dos veses que fue, es en esta manera: que la primera bes fue, abrá tiempo de más de tres años, en conpañía14 de Mónica Angelina, de Magdalena María y de María Juana, indias, todas viudas, a pedir agua que lloviera, porque les avían dicho (y no save quién) que, en dicha cueba, aquellas piedras eran dueños de las nubes y que allí las tenían enserradas. Con cuya rasón, fueron las referidas y llegaron en cas[a] [d]e Joseph Lásaro, lobo, compadre desta declarante, y se

[e]stubieron allí y le dieron noticia de su biaje y a lo que yvan a dicho Lásaro, quien les ofresió yría con ellas a ofreser dicho sacrifisio porque lloviera en su rancho. Y en esa conformidad salieron dél y llegaron a dicha cueba, que es un serro muy áspero, como a las tres, poco antes de las oras de la tarde. Y que los dos entraron en dicha cueba, donde se arrodillaron ante dichas piedras con mucha benerasión, y luego hisensaron, y dicho Lásaro asía lo mesmo. Vatieron chocolate y lo pusieron ante los ýdolos y, a poco rato, se lo vevió Lásaro, disiendo estava ya bendito por averlo dejado los ýdolos. Y después tocaron una piedra que estava en medio de la entrada, a quien desían yztrumento músico o teponastle, y lo mesmo yso dicho Lásaro. Y que los ídolos son unas piedras largas que están en la pader de dicha cueba, que paresen jentes, y que dicho Lásaro andubo por la cueba y se metió por las aberturas de las peñas, donde escondieron la ropa, sera e insienso [...]. Y de aý algunos días, bolvió esta declarante en conpañía15 de María Juana, y llebaron a dicho Lásaro otra ves a ofreser rosas y papeles a dichos ídoloz, bevieron chocolate, como antesedentemente, y sahumaron. Y duraron poco en dicha cueba, y no hisieron demostrasión ninguna, más que las referidas, y que esto pasó, y no más. El expediente se cierra con el transporte de José Lázaro, a quien se considera «uno de los principales ydólatras», a las cárceles de la Inquisición. El resto de las declarantes, como se puede observar, eran indígenas y por ello su caso se había tratado en el tribunal ordinario. No conocemos el fin que tuvieron los acusados. vol. 715, exp. 18, fols. fol. 489r-495v Catálogo: 1521. «Parecer sobre las ofrendas idolátricas hechas por unas indias y un mestizo de casta lobo en las cuevas de los mamadis (sobre supersticiones).»

12 En

el original: conpania. «bego. Peón [...], criado, sirviente.» (Hernández Cruz y Victoria Torquemada). 14 En el original: conpania. 13

15 En

el original: conpania.

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Huesos y minas El clérigo Tomás José Arana y Azeves denuncia, el 1º de abril de 1712, a Cristóbal de Argumedo por el uso supersticioso de unas varas para encontrar muertos y dinero.

H

aviendo concurrido varias veses en cassa de don Gaspar de Figueroa, reseptor de la Real Audiencia, en las más ocasiones asistí a algunas conversaciones en que se trataba de minas, concurriendo a ellas un hombre llamado Francisco, el qual siempre que se mobía dicha conversación le oía desir que él tenía un amigo llamado Christóbal de Argumedo que tenía unas varitas, las quales tenían virtud de descubrir minas o dinero enterrado con ellas. Y que él avía acompañado en algunas ocasiones a la solisitación de una mina. Y que llevaron consigo dichas varitas, y que de la parte donde apuntaron las varitas sacaron tierra mineral. Entonses yo le amonesté a dicho Francisco le dixese a su amigo que no creiese ni se persuadiese a que las varillas pudieran tener tal virtud, sino que era superstisión, y que por ninguna manera diese asenso a semejante desatino. Y que juntamente le amonestase a que me entregase las varitas, so pena de que denunciaría de él a este Santo Tribunal. Y aviéndole repetido dicha amenasa muchas veces, comparesió ante mí el dicho Christóbal de Argumedo, quien me dixo que me avía solicitado en dos ocasiones en mi casa y que no me avía hallado, siempre con ánimo de entregarme dichas varitas. Y aviéndomelas entregado, le pregunté que de quién o cómo avía avido las varitas, a lo qual me respondió que se las avía dado el doctor don Juan de Villalvas, presbítero, quien siempre andava en solisitassión de minas. Y que en todas las ocasiones que hasía de él solisitasión dicho clérigo, llevava consigo las varitas. Y que por fe de que dicho Juan se las avía dado, nunca se persuadió a que pudiese ser cosa mala. Y preguntándole aserca de la experiensia que él tenía de dichas varitas, si se avía hallado en alguna ocasión algún dinero, me dijo que una vez se avía hallado no sé qué cantidad de dinero, el qual dinero se le avía perdido. Y hasiendo la diligensia con las varitas, lo halló porque ellas lo descubrieron, persuadiéndome a que avía sido virtud de las varitas. Y para que lo creiese yo, me dijo que escondiera un poco de dinero en mi casa, en una parte oculta, sin que él viera, y que con las varitas lo descubriría. Y prosiguiéndome a contar lo que hasían las varitas, me dixo tener también virtud de

descubrir dónde uviera cuerpo muerto. Y preguntándole que qué movimiento tenían y en qué se distinguían quándo avía tesoro y quándo cuerpo muerto, me respondió disiendo que quando avía dinero se elebaban para arriba y quando avía difuncto para abajo. Entonses yo, para más confirmar su desatino, le dixe que en el patio de mi casa, der[ri]bando una pared, se havían sacado unos huesos que paresían ser de alguien que en aquel lugar se avía enter[r]ado, y por conjetura faltavan más huesos por desenter[r]ar, y así, que me dixese donde estarían. Se puso en lugar distante de donde se avían sacado los huesos, y encontrándolos unos con dichas, puso los puños de las manos en el suelo bien afirmados. Y cogiendo las varitas con los dedos pulgares, se iban torsiendo las varitas apuntando a el lugar de los huesos. Y así que hubo llegado a el sitio, dixo que allí era, porque allí se sumergieron para abajo. Entonses, discur[r]iendo yo que el movimiento de ellas era porque él las movía, las cogí poniéndolas del modo que él me dixo y hissieron los mismos movimientos conmigo que avían hecho con él. Y aviendo visto este caso, coxí tres varitas que me había dado una comadre mía de la misma materia y forma que estas que presento, las quales me dijo dicha mi comadre que se las avía dado una partera, quien también le avía dicho que eran varitas de virtud, i que descubrían dónde avía dinero enterrado, las quales tres baritas hise pedasos delante del dicho y de don Roque de Barrera y de mi comadre y otras personas que concu[r]rieron allí. I en un braserito con lumbre las quemé, viendo que también tenían la misma malisia que las otras, pues también hizieron lo mismo que estas de apuntar la parte donde se avían sacado los huesos. Y para más radicarme, hize escabar la parte donde avían apuntado, y de facto se sacaron a poco ollo unos huesitos, los quales no se pudieron distinguir si eran de difunto o carnero. Y aviendo visto esto, dixe a los que allí estaban las siguientes palabras: —Yo creo en Dios que esto es superstisión porque, aunque emos bisto lo que an hecho las varitas, lo que el Señor ha hecho es porque el Demonio, con sus astusias, quiere radicar más a el Señor en su disparate, y a nosotros hasernos persuadir a lo mismo. Y así ustedes ninguno lo

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crea, porque eso sólo es por arte diabólico, porque no es cosa ni puede ser natural. Y aviendo coxido dichas varitas, las ar[r]ogé a el fuego, lo qual no hise con éstas porque no lo advertí. Y preguntándole la materia de las varitas, me respondió diciendo que eran de palma bendita de San Pedro Mártir,1 y que en los estremos tenían una crus y que después se metían debajo de una ara consagrada para que se dixese misa sobre ellas, y para que hisiesen efecto se desía no sé qué invocación a Dios. A lo qual le dixe que así el amo como el saserdote que se las avían dado eran unos superstisiosos, y que avían pecado contra la fe, y que así procurara detestar y no crer

semejante disparate, porque, de perseverar, podía castigarlo el Santo Ofisio como lo avía hecho con varias personas que cometían semejantes desatinos. A lo qual me respondió que sólo las tenía y avía poseído en buena fe, sin usar de ellas más que en las ocasiones que llebo referidas, porque sólo se atenía a su corporal trabajo para pasar su vida y sus sendas obligaciones. vol. 753, sin exp., fols. 412r-413r Catálogo: 2457. «Relación de los hechos de Cristóbal de Argomedo, que emplea unas varitas que tienen la virtud de descubrir minas.»

Catorce bestias con caras cadavéricas, deformes, con garras, cola y cuernos de chivo; bailando en un festejo con algunos nombrados como la «Reina del Ocio y la Iniquidad», anónimo, 1535. Dibujo caligráfico (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

1

«Palma de San Pedro. La palma corriente o palma salmandoca, que es una planta lilácea de apariencia de palmera.» (Mej.)

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El eclipse En el mes de abril de 1713, Teresa de Melara se presentó ante el inquisidor don José Cienfuegos para denunciar varias supersticiones relacionadas con los eclipses y el embarazo.

E

n la [luna] llena pasada de este mes próximo de junio, con ocasión de estar la declarante preñada y haver eclipse en dicha llena, una hermana de su marido, llamada doña María Garrido, de estado casada con don Antonio de Bargas, también de oficio panadero, que, en la misma casa de la declarante, dijo a la susodicha que, para que dicho eclipse no le hiziese mal a la criatura y no se la comiese, colgase unas tijeras en la cintura, de suerte que estubiese en cruz, y con éste se libraría dicha criatura. Y pareciendo a la declarante que esto era superstizzioso, no quiso hazerlo. Y después de esto, el día del eclipse, vino una mulata llamada Ángela, cuyo apellido no sabe, de ofizzio lavandera, que vive en la quadra más adelante de la casa de la declarante, en una casa de vecindad, la qual dijo a la susodicha que aquel día era lástima hubiese eclipse, estando la declarante como estava. A que dicha doña María Garrido dijo que no quería hazer lo que le dezían, refiriendo lo de las tijeras. A lo que dicha mulata dijo que era bueno y ella lo havía hecho muchas vezes, porque el eclipse no le comiese las criaturas, y que lo havía visto un día de San Bartolomé, en una azotea, por traer colgadas dichas tijeras y unas llaves.

Y que no se halló otra persona presente más de las tres dichas, y solamente la declarante se lo contó a su marido. Y aunque la susodicha y el dicho don Antonio de Bargas dijeron a la dicha doña María Garrido que aquello era abuso y que el confesor havía dicho a la declarante no la havía de absolver hasta que denunciase de ella, dijo que no se le dava cuydado que hizieren lo que quisiesen, que al buen pagador no le duelen prendas, y que ella estava zierta de que era bueno. Y asimismo, en algunas ocasiones vio la declarante a la dicha doña María Garrido poner en el pescuezo un vordón de arpa,1 el qual dezía era bueno para las azedias2 del estómago, y que esto es para lo que a pedido esta audiencia. Y es la verdad por el juramento hecho, y haviéndosele leýdo su dicho, dijo estava bien escrito y asentado, y fue mandada salir de la audiencia y antes la firmó. Theresa de Melara [rúbrica]. Passó ante mí, Alexandro Álvarez Carranza [rúbrica].

vol. 746 (2ª parte), exp. 20, fols. 549r-550r Catálogo: 2261. «Remedios contra los males causados por los eclipses.»

1

2

«Bordón. En los instrumentos de cuerda, se llaman las más gruessas, y que suenan haciendo el baxo. Díxose assí porque se descansa en él con la consonancia y el final.» (Aut.) acedia: «acidez».

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El hombre ligado de la parte media Andrea Tenorio, casada con un mercader, acusa a Manuel Pérez de Sosa por dañar su reputación al inventar que lo tiene hechizado, imposibilatándolo para tener acto carnal.

[Denuncia de Andrea Tenorio] En el pueblo y cavezera de San Martín de Acaiuca1 de la provincia de Quazaqualqo,2 a quince días del mes de diziembre de mill setecientos y trece años, por la mañana, ante el señor licenciado don Juan Muñoz de Herrera, cura beneficiado por su magestad y juez eclesiástico de dicho partido, por no haver comisario del Santo Oficio en los partidos circunvecinos, pareció sin ser llamada y juró en forma diría verdad, una muger que dijo llamarse Andrea Thenorio, muger legítima de don Sevastián García Bargueño, mercader veçino de dicho pueblo de Acaiuca, de edad de veinte y siete años, la qual, por descargo de su conçiençia, diçe y denunçia que estando el día cinco de este pressente mes de diciembre, como a las ocho de la noche, en caza de doña Margarita de Esquivel, muger de Sebastián Regalado, vezino de este dicho pueblo, en comberçación con ella, le dijo: —As de saver, amiga Andrea, cómo tu crédito y reputaçión anda volando, porque Manuel Pérez de Soza diçe lo tenías ligado, y que para esto buscó a una muger yndia ladina llamada Phelipa La Linchín, vezina de este dicho pueblo, la qual le dio una bevida para desligarle, y que le dijo que, si con ella no sentía mejoría y podía uzar del acto carnal, tomase un çapato suio y le razpase el sudor de la planta ynterior, y en agua lo beviese, y que luego estaría bueno del ympedimento de la ligadura. Lo qual diçe no hizo porque, con sólo lo que le dio a bever la dicha Phelipa La Linchín, quedó apto y sano de ella. La qual comberçación pasó entre las dos solas, replicándole dicha Andrea Thenorio a dicha doña Margarita: —¿Cómo dise ese hombre tal cosa y me levanta tal testimonio? Que vien save Dios no le e ofendido con él ni aun por el pensamiento. Y que esta denunçia no la haze por haverle manchado el crédito, sino por haver oýdo el edicto de nuestro Santo 1 2

San Martín Acaiuca: «Acayucan (San Martín): villa [...] del [...] estado de Veracruz» (García Cubas). Quazaqualco: «actual municipio de Coatzacoalcos, en el estado de Veracruz».

Ofiçio en la yglesia parrochial de este pueblo y estar obligada a ello por cristiana. Y esta es la verdad por el juramento que tiene hecho. Y siéndole leýdo, dijo que está vien escrito y que no lo dise por odio. Prometió el secreto, y por no saver escrevir lo firmó por ella el señor cura y juez eclesiástico Juan Muñoz Herrera [rúbrica].

[Declaración de su comadre Margarita Esquivel] En el pueblo y cavezera de San Martín de Acaiuca, de la provincia de Quazaqualqo, en veinte y tres días del mes de diziembre de mill seteçientos y trese años, por la tarde, ante el señor licenciado don Juan Muñoz de Herrera, cura beneficiado por su majestad, vicario foráneo y juez eclesiástico de dicho partido, por no haver en él comisario del Santo Oficio, ni en los partidos circumbeçinos, pareçió siendo llamada, y juró en forma que diría verdad, una muger que dijo llamarse doña Margarita de Esquivel, muger lexítima de Sebastián Gonçáles Regalado, tratante y mercader de mulas en este dicho pueblo de Acaiuca de donde es veçino, de edad de treinta años. Preguntada de si save o presume la cauza porque a sido llamada, dijo que presume será para saver de ella lo que le tiene comunicado a su comadre Andrea Thenorio, que es en la forma siguiente. Diçe esta declarante que, estando una noche en la caza de su morada en combersaçión con dicha Andrea Thenorio, en este presente mes no se acuerda a quántos, le dijo cómo Manuel Pérez de Soza, veçino de este dicho pueblo, le avía contado cómo, aiándose ligado de sus partes medias por no poder uzar del acto carnal, le acumulava el malefiçio a dicha Andrea Thenorio. Y que, aunque era verdad no avía tenido con ella trato ylíçito, ni aun haverla tratado de amores, tenía la maliçia en ella. Para lo qual de que lo desligase, buscó a una yndia ladina, viuda y veçina de este dicho pueblo, llamada Phelipa La Linchín. Que, diçiéndole lo que padeçía, le dio un bevediso para dicho efecto, y que ésta le dijo que, si no le hazía provecho, fuese en

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Enrique Flores y Mariana Masera • relatos populares de la inquisición novohispana

caza de dicha Andrea Thenorio y la tratase cariñosamente, diçiéndole algunos amores, y le tomase un çapato del pie derecho y le raspase el sudor de dentro dél, y que lo beviese en agua. Lo qual, dise esta declarante, le dijo dicho Manuel Perez de Soza no hiso porque no lo hubo menester, porque con sólo el bevediso se halló bueno y libre del ympedimento de la ligadura [...]. Y esta es la verdad por el juramento que tiene hecho. Y siéndole leído, dijo que está vien escripto y que no lo dise por odio. Prometió el secreto y firmolo de su nombre. Doña Margarita de Esquivel3 [rúbrica].

El Santo Oficio no dictó sentencia y el caso queda sin resolverse. vol. 760, exp. 30, fols. 336r-337v Catálogo: 2265 y 2465. «Sobre cómo Phelipa La Linchín curó a Manuel Pérez de Sosa, librándolo del ligamento que lo tenía atado a Andrea Tenorio»; «Relación de las curaciones de Phelipa La Linchín, en las que empleó cierta bebida para curar a Manuel Pérez de Sosa, que decía estar maleficiado».

Imagen contenida en una carta de amor escrita por Diego Rodríguez del Pozo, en donde expresa la admiración que siente por una mujer, 1571 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

3 En

el original: desquible.

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El viejo y la doradilla Autodenuncia de fray Juan de Huerta por prácticas y creencias supersticiosas para curar el dolor de muelas, cocer la comida, conocer la calidad del futuro cónyuge, etcétera.

S

eñor Inquisidor: Heme acordado que, siendo yo de once a doce años, estando una india coziendo al fuego una bebida [...],1 como para que se coziesse más aprissa, con el instrumento con que la movía hechaba de ella sobre las piedras que componían el fogón, diciendo: —Démosle también al viejo, para que se cuessa presto. Aviendo visto yo esto como muchacho, con total ignorancia y sin advertencia alguna, hize una vez la mesma acción que avía visto hacer a la india, que ya es diffunta. En otra occasión, siendo ya estudiante, me dixo un condiscípulo mío, llamado Joseph de Mendoza, que fue sacerdote y murió mozo, que era efficaz remedio para curar dolor de muelas escrebir en un papel este nombre: Macabeo.2 Y que, poniendo un dedo sobre la muela dolorida, dixesse: —Macabeo, por la virtud que Dios te dio, que le quites el dolor de muelas. Y que borrasse la primera letra. Y que a cada letra hiciesse la mesma acción y dixesse lo mesmo hasta borrar todas, de la misma suerte que la primera. Este remedio o superstición, con la mesma ignorancia e inadvertencia con que lo supe de éste (que no me acuerdo si [a]caso lo executó en mí doliéndome alguna muela), hize a una hermana mía, que ya es diffunta, doliéndole una muela. El haber aprendido este remedio o superstición fue con tanta ignorancia, simplicidad y inadvertencia, que hasta después de religioso professo [...] supe que era superstición y que los Machabeos fueron de la ley antigua. No avía entendido ni offrecídoseme que estos casos eran supersticiosos, assí en sus entidades como en sus circunstancias, ni que podría aver en él uno algo de judaísmo. También a una muger de este lugar, llamada doña María Muñós, le oí en una conversación que, siendo muchacha,

le dio un indio una hierva que llaman doradilla,3 y que le dixo que la hechasse en agua. Y que, si4 guardasse cerrada, se casaría con un marido miserable, y que, si se abría, sería su marido liberal. Dixo que, como muchacha, hizo ignorantemente, y que, advirtiéndole el disparate que hacía, conociólo y cessó en lo que simplemente avía executado. Otras supersticiones en que, como muchacho, puedo ignorantemente 5 aver oýdo quando muchacho —como el canto de los búhos, lechuzas, salir a veer la ventura el día de San Juan y otras que suelen oýr los muchachos a otros— [...], no me acuerdo aver operado y sin advertencia. De todo lo qual, aunque antes lo avía advertido, pero por parecer cosas en que no procedí con malicia en ellas sino con total ignorancia, me avía parecido no dar de ellas noticia a vuestra señoría. Pero, advirtiendo que la justicia, rectitud y mandato de esse Santo Tribunal miran a unos fines tan soberanos manifiestos, a vuestras señorías todo lo [he] referido, quedando siempre mui obediente y rendido a los mandatos de vuestra señoría. Y supplicando a Dios nuestro guarde a vuestra señoría más años, deste convento de señor San Joseph de Tacubaya, y de mayo 13 de 1713, señor inquisidor, mui señor mío, besa la mano de vuestra señoría su siervo y menor cappellán, fray Juan de Huerta [rúbrica].

1

3

2

Palabra ilegible. Macabeo: «Judas Macabeo, personaje bíblico que aparece en el Libro de los Macabeos (10: 29-30) y que, en medio de la batalla, recibió ayuda sobrenatural en forma de flechas y rayos que caían sobre sus enemigos».

vol. 878, sin exp., fols. 289r-290r (2ª numeración) Catálogo: 2461. «Relación de supersticiones con el fin de apresurar el cocimiento de bebidas, quitar el dolor de muelas, adivinar la fortuna en el matrimonio e interpretar el canto de las lechuzas.»

4 5

Doradilla: «Planta selaginácea de la cual hay varias especies; muy usada en la farmacopea nacional como diurético» (Mej.). En el original: se. En el original: ignorantemente por aver.

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La mujer culebra En el pueblo de Atlacomulco,1 el 15 de noviembre de 1713, Felipe Martínez, español, casado, narra en su declaración lo que escuchó decir a una india cuyo nombre desconoce pero que es vecina del pueblo de San Francisco,2 en casa del Lic. Matías Martínez, donde también estaba presente la española Jerónima de Espinosa.

D

ixo1la2yndia que doña Melchora de Villegas, principal de este pueblo y viuda de don Nicolás de los Ánxeles, havía munchos años que savía se volvía culebra, y que su marido don Nicolás de los Ánxeles, difunto, le dezía a una yndia con quien thenía amistad ylísita, que tenía miedo de dormir con su muger, la dicha doña Melchora, porque se volvía culebra. Y que dicha yndia la vio dos o tres vezes echa culebra habrá tres años. Y quando passó esta conversación, habrá un año. Y que, hassimismo, la dicha doña Gerónima de Espinossa llamó a este declarante, habrá tiempo de sinco meses, y le dixo se fuera a su casa de la dicha Gerónima y se escondiese detrás de un canzel para que ollesse a una yndia que llaman La Castillo, viuda, de este pueblo. Y estando escondido el declarante, entró dicha yndia, y la susodicha Gerónima de Espinoza rodeó la conversazión de lo que se dezía de la dicha Melchora, a lo qual dixo dicha yndia que hera público entre las yndias que entravan a servir a su cassa, que se volvía culebra, guaxolote,3 y otras figuras. Y que se solía estar dos o tres días de esta suerte sin comer y que, quando volbía a su ser, dessía que se allava muy molida y cansada, y que esto sabía yndividualmente una yndia que llaman La Chichigua,4 y ésta se llama Ysabel María.

Y que assimismo dixo la dicha yndia nombrada, La Castillo, que un yerno suio llamado Pedro Gonsales, dezía y le avía contado que un día estando en cassa don Gaspar de Oña y Ossores, quien estava en conversación con su hermano, don Manuel de Oña, dixo uno de los dos: —Miráys que esta es Virgen de Guadalupe y me debe, mira qué disparate. Y que a este tiempo, bolvió uno de los dos y vió a dicho Pedro Gonsales parado, y se issieron seña poniéndose el dedo en la boca como que dezían que callaran. Y que hassimismo, otra yndia que no save cómo se llama, y le paresse llamarse Theresa, vecina de este pueblo, la qual le contó a este declarante y a la dicha Gerónima que unos yndios que servían al dicho don Gaspar de Oña le dixeron que el gallego era un diablo, que una noche estando el dicho don Gaspar en su hazienda, nombrada Santo Domingo Xomexe,5 lo havían visto por el agujero de una puerta asotando un Santo Christo con un plato delante, dissiéndole que le diera dinero. Y que no save ni a oýdo otra cosa. vol. 746, exp. 20, fols. 533v-534v Catálogo: 2263. «Transformación de una mujer en víbora.»

1

Municipio de origen prehispánico, mazahua, ubicado al noroeste del Estado de México. 2 Probablemente se trata de San Francisco Tepeolulco, situado unos kilómetros al oeste de Atlacomulco. 3 guajolote: «Del nahua huexolotl. pavo (ave galliforme)». 4 «Chichigua o chichihua. Voz del idioma mexicano, muy usada antiguamente; pero inútil, pues tenemos la castellana nodriza, que ha prevalecido, y desterrado de la buena sociedad a la otra [...]. Del azteca chichihua o chichihualli. Nodriza [...]. En sentido figurado, alcahuete, protector.» (Mej.)

5 En

1769 la Hacienda de Santo Domingo Xomexe, ubicada en Atlacomulco, reportaba 125 gañanes o trabajadores permanentes, agrupados en 36 familias de tres o cuatro miembros.

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Teresa Mancilla y la yerba maría En los años de 1713 y 1714, Teresa Mancilla relata una serie de sucesos sobrenaturales, relacionados con la «yerba maría», que tienen lugar en los alrededores de San Juan del Río.

[Denuncia de Nicolás López a partir de una conversación con Teresa Mancilla] Ante el sseñor comissario deste Ssanto Ofizio, don Anttonio del Rincón y Mendoza, serían como las cinco y media de la tarde quando parezió don Nicolás Lópes —español y vezino de este dicho pueblo—1 sin ser llamado. Y de su motibo dixo que abía oído ler en la Ciudad de México, en la yglesia de Ssan Lorenzo, un edicto del Ssanto Ofizio de la Ynquisizión sobre las personas que, en algún modo o manera, supieren el que algunas personas aian tomado o bebido algunas ierbas, como es la de ssantamaría,2 o el peiote,3 o semejantes hierbas para fin de descubrir rrobos o otras qualesquiera pretensiones [...]. Le dixo la dicha Theresa Manzilla a este declarante que en una ocasión abía estado enferma ella i que abía llamado a una yndia llamada Theresa —vezina desta jurisdizión, en el paraxe que llaman La Trinidad, la qual no sabe si es casada ni su apellido—, y que4 la susodicha le dixo a la dicha Theresa que la curaría, y que abía de tomar la hierba de santamaría en un temascal,5 i sudar con ella. Y que de allí la abía de sacar a un aposento solo y recoxerse, y que no abía de aber persona ninguna, y que aunque biese barias bisiones se estubiese quieta y no tubiese miedo, que sudaría i sanaría. Y que con efecto, la dicha Theresa thomó la hierba en el temascal, de donde salió a un aposento. Y biéndose sola, le 1

dicho pueblo: «San Juan del Río, ciudad del actual estado de Querétaro». ssantamaría: «Santamaría. Nombre vulgar, muy socorrido, de varias plantas [...], medicinales, emolientes» (Mej.). En varios procesos inquisitoriales, parece confundirse con la rosamaría o mariguana. Véase la introducción. 3 peiote: «Peyote. [...] Especie de biznaga sin espinas [...]. Una de las plantas famosas entre los aztecas. Contiene una sustancia narcótica [...] que los nahoas usaban como fortificante, untándosela en las piernas para resistir grandes jornadas, y en la cual decían que "los que la comen adivinan [...]". Y asegura el padre Sahagún que los que la ingieren "ven visiones espantosas o risibles; dura esta borrachera dos o tres días; es manjar común de los chichimecas, pues los mantiene y les da ánimo para pelear y no tener miedo, ni sed ni hambre, y dicen que los guarda de todo peligro" [...]. Son interesantísimas las narraciones de su recolección» (Mej.). 4 En el original: que a. 5 «Temascal. Aztequismo con que se conocen los baños de los antiguos indios, que eran en piezas cerradas y a vapor.» (Mej.) 2

causó mucho temor i empezó a gritar y llamar gente, y que entonzes entró la dicha Theresa i le dixo: —¿Ia ves? 6 Ia as espantado la hierba con gritar i llamar gente. No abía ia de sanar. Y repreguntado de que si lo sabían otras personas, dixo este declarante que no lo sabía, y que aquí abía cesado esta combersazión y pasado a otras. [fols. 307r, 311r]

[Declaración de Teresa Mancilla] En el pueblo de Ssan Juan del Río, en ventitrés días del mes de febrero de mill setezientos y catorze años, serían las siete de la mañana quando comparezió en la sala de audienzia del sseñor comissario del Ssanto Ofizio, abiendo sido zitada, Theresa Manzilla, viuda de Fernando Serrano, de edad de quarenta y cinco años [...]. Dixo que abrá tiempo de seis meses, que estando en casa de Josepha Yáñez le parló que, abiendo llegado allí el padre fray Francisco Pérez, relixioso de Ssanto Domingo, que a dicho relixioso le abía dado una poca de leche una criada de doña Phelipa de Losoia (que le pareze se llama Nicolasa, pero que sabe es hija de Anttonia de la Cruz), y que, luego que vebió dicha leche el padre, salió de allí perdido por la dicha Nicolasa. Y que supo que dicho padre se confesaba a menudo y tomaba agua bendita porque no podía desbiar de sí aquella tentazión. Y que ponderando este caso la dicha Josepha Yáñez, le dixo a la que declara que también tenía perdido a don Carlos de Chabes Naba. Y repreguntada en este punto, dixo que no sabe otra cosa ni pasó adelante la combersazión. Y preguntádole que si la dicha Nicolasa era yndia o mestiza, dixo que no la conozía, pero que conoze a la madre por mestiza. Y que lo que se le ofreze dezir es que, abiéndose leído los edictos de este Ssanto Ofizio, llegó a su casa Magdalena Hernández —mestiza, viuda, que no sabe el nombre de su 6

¿Ia ves?: tachado en el original.

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marido pero que vibe en la casa que llaman La Quinta, de[l] lizenciado don Álbaro de Caraballo—, la qual le dixo que se dezía que estaba enechizado Luis Gómez, que al presente es difunto, y que se dezía que abía enechizado Gertrudis de Mata, a quien no conoze, pero que a oído es casada con un fulano de Mata, a quien no conoze, pero sabe que vibe azia la zerca. Y que la que declara dixo a la dicha Magdalena que denunziase lo que supiere ante el sseñor comissario. Que aquellas cosas no eran para parladas, y que no sabe otra cosa [...].

[Interrogatorio sobre la curación con yerbas mágicas] Que es berdad lo referido que se le a preguntado, aunque no con las mesmas cirqustanzias que se refiere, porque nunca supo la hierba que le dio la yndia, aunque después se lo preguntó y le dixo que era la rossamaría.7 Y que la yndia, que se llama Theresa, nunca se apartó de su lado, y que abrá tiempo de8 onze años, poco más o menos. Y que es berdá que llamó la jente, porque pareze que el corazón se le arrancaba de ansias. Y que es berdá que vido precipizios con la fuerza de la hierba. Y que con efecto sanó del azidente que tenía, pero que la yndia no le dixo que se abía espantado la hierba, sino que le dixo: —Sosiégate, que te as espantado. Y repreguntada de si abía llamado a la yndia como curandera, dándole algún crédicto a supertizión o malefizio de la yndia, a que respondió que, viéndola tan enferma un sobrino suio, llamado Francisco González, que vibe en el pueblo de Ssan Pedro de esta jurisdizión, le dixo: —Llame usted a Theresa, la tizil,9 que es mui azertada. Le dixo: —Pues tráemela tú. Y que, con efecto, se la trujo. Y ejecutó lo que lleba referido. Y que abiéndole pasado las afliziones que tubo, y queriéndole dicha yndia darle otra vez la hierba, y díchole que era la hierba maría, hizo entonzes mal conzeto por aber oído mentar dicha hierba en los edictos del Ssanto Ofizio. Y no la quiso tomar, antes sí, vino a comunicarle todo lo que le abía pasado a el lizenciado don Nicolás Flores, comisario que era en la ocasión, y le dixo que fuese 7

rossamaría: «Rosa María. (Cannabis indica [...].) Nombre vulgar de una planta urticácea y de la flor que produce, en México. Es la famosa mariguana, la juanita o mariajuana» (Mej.). 8 En el original: de de. 9 tizil: «Ticitl. [médico, doctor]» (Molina).

segura de no aber yncurrido en cosa ninguna [...], y que no pasó otra cosa. [fols. 313r-314v]

[La yerba maría y los tesoros] Dixo la dicha Theresa Manzilla que el fin para que abía zitado a su merzed, y que se hallase presente el notario, a sido con ocasión de que, abiendo echo declarazión ante su merzed, en horden a lo contenido en el juramento que tiene echo, en que faltó a la verdad y está perjura, porque, aviéndose ydo a confesar a la yglesia de Ssanto Domingo con el padre fray Miguel Garzía del Balle, le a negado la a[vsoluzión] asta que llebe zédula de averse denunziado ante el sseñor comissario [...]. Que lo que tiene declarado en horden a doña Luisa de Aguirre, ya difunta, para en esta forma: que abrá tiempo de cinco años que, estando en este pueblo, en casa de la dicha doña Luisa, le dijo a la que declara que los yndios de su hazienda, nombrada El Puerto, le abían dicho que les parezía que abía dineros enterrados junto a unos paredones viejos, porque barias vezes, de noche, veían llamaradas. Y en esta ocasión entró una yndia llamada Theresa, casada con Onofre, cuio apellido no sabe, la qual vibía en los ranchos de La Trinidad, zerca de dicha hazienda del Puerto. Y le dixeron a dicha yndia que abían tenido notizia que en los paredones viexos de su hazienda abía dineros enterrados, que si acaso lo sabía o lo avía oído dezir. A que respondió la yndia que no sabía que era cierto el aber allí enterrado dinero. Y preguntado por las dos que cómo sabía, dixo dicha yndia que a ella se lo dezía la hierba que vebía, la rossamaría, y que la dicha doña Luisa le dixo: —Pues toma medio real, cómprala y ve. Véla y abísanos. Y que la que declara también hizo ystanzia a dicha yndia. Y que se persuadieron a que, vevida la hierba, les declararía adónde estaba el dinero. Y que, con efecto, este mesmo día vevió la dicha yndia la hierba. Y después les dijo que ya la hierba le abía dicho adónde estaba el dinero, que fuesen a dicha hazienda y junto a los paredones cabasen en zierta parte que les dixo, y que allí lo hallarían. Y que, con efecto, aunque no fue dicha yndia, fueron de allí a tres días la dicha doña Luisa y la que declara, y don Joseph de Rucoba —hijo de dicha doña Luisa, ya difunto—, pero que no sabía con qué notizia yban, aunque supo yvan en busca del dinero.

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Y aviendo llegado a dicha hazienda, llamaron a los yndios de ella y les mandaron cabar, y no allaron nada. Y que esto pasó así. Y que por aberse persuadido a ello, pide misericordia la declarante. Y que no ai otra cosa en este punto.

[La yerba maría y el caballo de Cristóbal] Y que en horden a lo que tenía declarado de Christóval de Lisarde, su hierno,10 pasa en esta forma: que el susodicho le contó que, aviéndosele perdido su caballo ensillado y enfrenado, abrá tiempo de diez años que, refiriéndole a uno que le llamaban El Pinto —que oi es difunto, mulato, hijo de Pablo de Mendoza, ya difunto—, el qual le abía dicho a Christóval de Lisarde: —Hombre, vever la rosamaría y ella os dirá aónde está vuestro caballo. Y que con efecto la vebió el dicho Christóval, abiéndosela dado El Pinto. Y que montó a caballo y que fue a dar asta el sitio que llaman Santillán. Y que, allí, le dixo el dicho Christóval a la que declara que vido a su lado derecho una yndiíta y que le dixo: —Apéate. Lebanta aquella piedra que está allí. Y que se apeó y la lebantó. Y que sacó un sudadero y un freno. Y que le dixo la yndita: —¿Conozes ese freno y ese sudadero? Y que respondió el susodicho que sí, que aquel era su sudadero y su freno. Y que entonzes la dicha yndiíta le dixo que volviese los ojos y viese quán largo era el mundo, que adónde abía de ir a dar. Que los pastores se abían llebado su silla y caballo, pero que no le diese cuidado, que a el año se le entraría por sus puertas. I que, con efecto, a el año, quando vienen las pastorías, llegó uno a sus puertas, y conozió su silla y caballo. Y lo cobró. Y dize la que declara que también le contó el susodicho que el mesmo día que descubrió el sudadero y freno, le dixo la dicha yndiíta: —Sábete que esa muger con quien tratas te aze ofensa con tres o quatro sujectos. Que no le mentó quiera la con quien trataba, ni los sujectos. Y que dicha yndiíta le dixo: —Quítate ese Ssanto Christo que traes al cuello, cuélgalo ai y íncate de rodillas y pídele perdón.

Y que entonzes, el dicho Christóval se rresistió a no quererse quitar el Ssanto Christo. Y que le dixo la yndiíta: —No tengas rezelo, quítatelo, que también te queda el rosario. Y así, o quítate el rosario o quítate el Santo Christo. Y que entonzes se quitó el Ssanto Christo y lo colgó en un palo. Y que se yncó de rodillas y estubo pidiendo perdón y dá[n]dose de Ssantos. Y que entonzes le dixo la yndiíta que se casara. Y que sabe que con efecto se casó con la que oi es su muger, María de Guebara. Pero que no sabe si ésta es con la que le dixo que se casara (que lo que sabe es que tenía mala amistad con la que oi está casado y con otra). Y que discurre que la yndiíta le diría que se casara con ésta, quizás porque se quitara de la otra, de quien persuadía la yndiíta que se quitase por las ofensas que le hazía, como lleba dicho. Y que en este punto no sabe otra cosa. Y que, en quanto al dinero, no sabe más, sino que el dicho Christóval le dixo que le dixo la yndiíta: —En casándote, si quisieres acaudalar, búscame. Y que al dezirle esto no la vido más, y que no sabe otra cosa. Y repreguntada de que si en aquel tiempo se confesó de todo lo que lleba dicho, y qué confesor la abía absuelto, y qué motibo abía tenido para perjurarse antes, dixo que, en quanto a confesarse de lo que lleba referido, no lo hizo, no porque lo calló, sino porque no se acordó asta que a sido llamada. Y que el motibo que tubo para perjurarse fue el que no se le siguiese daño a su hierno, y parezerle que hazía daño a una difunta. Y que de todo pide perdón y misericordia. Y que se le dé el remedio para poder ser absuelta por su confesor. [fols. 316r-318r] Teresa Manzilla, que no firma por no saber escribir, recibe la absolución de los inquisidores con la condición de no volver a prestar oído a ninguna creencia supersticiosa. Cristóbal de Lisarde niega todas las acusaciones en su contra. El expediente termina con la declaración del mayordomo de la hacienda de San Nicolás, que niega todos los hechos sobrenaturales. vol. 746, exp. 12, fols. 307r-318r

10 Teresa

se refiere a una declaración previa sobre Cristóbal de Lisarde, el principal acusado de este proceso, «que dixo ser meztizo, de edad de quarenta años, y ser casado con María de Guebara, i ser de officio labrador. Y viue en vn rancho, de la acienda de San Nicolas» (fol. 308r).

Catálogo: 2267, 2272 y 2277. «Narración de los efectos curativos y de adivinación de la yerba santa maría»; «Las propiedades mágicas y curativas de la yerba santa maría»; «Adivinación por medio de la yerba santa maría».

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El remedio de la rosa Este proceso se abre por la denuncia de un mulato libre contra una mujer, mulata también, debido a que ésta le muestra un hechizo de amor realizado con agua de rosas.

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n la villa de Zamora,1 en veinteseis días del mes de octubre de mil setecientos y quince años, por la mañana, ante el señor licenciado don Nicolás Maciel Betancur, comisario del Santo Oficio en esta villa de Zamora, pareció un hombre que dixo llamarse Joséph de Arteta (primer llamado) —mulato libre, casado con Ana Martínez, criado del licenciado Nicolás Morrás, cura desta villa—, de edad que dixo ser de veinte y seis o veinte ocho años, sin oficio alguno, el qual para el descargo de su conciencia dize y denuncia: Que avrá tiempo de quatro meses, poco más o menos, que llegando a cassa de Miguel Patiño (español de oficio barbero, vesino de la villa), hablando con Catalina de la Cruz, que llaman Cucuchi —criada del dicho Miguel, mulata libre, casada con Nicolás que no save su apellido, mulato esclavo del licenciado don Agustín Ochoa, que an­ da fugitivo—, le dixo al denunciante dicha Catalina que tenía una rossa con la qual, dándola a vever (aviendo antes hechádola en agua) a los hombres, era remedio eficaz para ser querida una mujer de un hombre. Y el denunciante que llegó a cavallo a casa de la dicha le hizo que se apeare para que viere la dicha rossa, y con efecto se la enseñó y vio distintamente, y hizo en sugerencia la experiencia de hecharla en una batea de agua. Que la rosa estava serrada, y aviéndola hechado ella en el agua, se abrió y espandió. Que no le dixo cómo se llamava dicha rosa, que sí era una rosa seca y espinosa. A quien tanbién dixo la dicha Catalina que una Nicolaza, basta,2 mulata libre casada con Joséph de Espinoza, cuio nombre no sabe, que se hallava presente, dixo que aquella rossa que hechavan en el agua era la hembra y que ella tenía el macho. Y con efecto, para maior experiencia, sacó la otra

rossa que dixo ser el macho y lo hechó en el agua, y de la misma manera se abrió y expandió como la antesedente. Y que dixo la dicha Catalina al denunciante que aquella agua se dava a vever a los hombres para ser querida la muger que tal dava. Y que de experiencia tenía la dicha el efecto, pues a Manuel de Abarca, español, vesino desta villa, soltero, se la avía dado a vever Jerónima, mulata libre que no save su apellido, hija de María, enterada la dicha Jerónima de Francisco López, quien por este efecto se conservaba en mala amistad con dicha Jerónima. Preguntado si huvo otras personas presentes, dixo no haver más que las referidas y el denunciante. Y preguntado si avía creído en lo que le dezían dichas mulatas, dixo que no avía creído [...] y que tuvo por apócrifo o por chansa dicho hecho. Y que esta es la verdad por el juramento que tienen hecho. Y siéndole leído, dixo que estaba bien escripto y que no lo dize por odio. Y prometió el secreto y se le encargó en toda forma y lo firmó con dicho señor comisario. Nicolás Maciel Betancur [rúbrica]. Catalina acepta su culpa y pide misericordia, por lo que es conminada a recibir cien azotes por supersticiosa. vol. 760, exp. 28, fols. 320r-320v Catálogo: 2275. «Denuncia que hace [Joséph de Arttetta] de Cathalina de la Cruz, quien le ha dicho cómo hacer que un hombre quiera a una mujer, echando una cierta rosa en agua.»

1 Ciudad

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ubicada en el estado de Michoacán, en el antiguo valle de Tziróndaro («lugar de ciénegas», en tarasco). Fue fundada en 1574 por familias provenientes de Zamora, España; de ahí su nombre. «Basto. Por alusión metaphórica se llama el hombre rústico, grossero y de costumbres toscas y nada cortesanas; y assí del que se ha criado en aldea y sin trato ni manera de ciudadano se dice que es hombre basto.» (Aut.)

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La bruja española En julio de 1715, Lorenza Micaela denuncia a la española Catalina Linares, que es «ya grande y anda en traje de yndia, descalza, y es de pechos crecidos, ojos azules y algo calva, y trae unos dientes postizos de copal», por hechicera.

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n el Santo Oficio de la Inqquisición de la Ciudad de México, en cinco días del mes de julio de mil setezientos y quinze años, [e]stando en audiencia de la mañana el señor inquisidor, licenciado don Joséph Cienfuegos, mandó entrar en ella a una muger que viene de su voluntad, de la qual, siendo presente, fue servido juramento, que hizo en forma decidida de dicho propio cargo, prometió decir verdad en lo que supiere y fuere preguntada, y de guardar secreto de lo que aquí pasare. Y dijo llamarse Lorenza Michaela de Cervantes, natural y vecina de esta ciudad, de estado soltera, que vive enfrente de Santa Clara,1 en las casas que eran del señor Escalante, de edad veinte y dos años. La qual, por descargo de su concienzia y cumpliendo con la obligación de cathólica christiagna, viene a dezir y denunziar contra una muger, al parecer española, llamada Michaela Linares que, según ella dize, es casada y vive en la calle del Chapitel de Santa Cathalina Mártir,2 de ofizio partera. De que, estando para parir una hermana de la declarante llamada María Gertrudis, la dicha Michaela Linares llevó unas yerbas que parezen raízes muy gordas, y les dijo que con aquello y unas claras de huebo haría un emplasto que era bueno para parir, para que se refrescara, y también les dijo que era bueno para que les creziera el cavello. Y haviéndoselo puesto esta declarante y una moça suya en la caveza, la moça se peló, y a ésta no le hizo daño ninguno. Y que en otra ocasión, abrá como año y medio, poco más o menos, haviendo caýdo la madre de la declarante enferma, a causa de haverse levantado de noche por haver oído ruido en la calle, y haverse espantado por haver visto una linterna, subió la dicha Michaela Linares, que vivía en la misma casa por ser de vecindad, y le dio por remedio matasen un pollo torciéndole la caveza, y lo tirasen azia donde havia visto la linterna. 1 El

exconvento de Santa Clara se ubica, actualmente, en la esquina de las calles de Tacuba y Bolívar, en el centro histórico de la Ciudad de México. 2 La calle del Chapitel o cuadrante de Santa Catalina Mártir corresponde a la actual calle de República de Nicaragua.

Y asimismo, por el mismo tiempo, ofrezió a la declarante un remedio para no volver a yazer,3 el qual no quiso. Y que estando por dicho tiempo viviendo en dicha casa, se peleó con un hombre que vivía en dicha casa, que era el que la administrava. Y después, pasados algunos días de haverse mudado ella, estando para casarse dicho hombre (que se llama Buen de los Ángeles y es oficial de voticario) con una viuda, de repente se desizo dicho casamiento y él se casó con otra. Y dicha Michaela Linares contó a la declarante que ella havía desecho el casamiento con un remedio que hizo para quitar el amor a estos ambos. Que eran tan eficazes sus remedios que luego al punto hazían efecto. Y que, pasados dos otros meses, haviendo encontrado la declarante a la dicha Michaela, ésta la contó que estava muy afligida por havérsele ido un hombre con quien tenía visitas amistosas, a que le respondió que no le diese cuydado, que ella iría allá y la daría un remedio. Y haviendo ido, le mandó a la declarante que embiare por un poco de copal4 y una xicarita5 colorada que no hubiese servido, por lo qual embió, y traýdo mandó hechar en un biombo.6 Y ella y la declarante y sus hermanas se pusieron detrás de él, y les dijo que, si el copal se sumía (que lo havía de hechar en una xícara de agua), era señal que dicho hombre volvía. Y con efecto, haviendo hecho traer otra xícara, las llenó entrambas de agua, y metió la una en la otra, y después, haziendo pedazitos el copal, los iba hechando en la xícara chica que estava enzima, haziendo cruzes y imbocando a los santos, y pidió a la declarante para mandar dezir una misa, lo qual no le dio. Y hecho esto, le dijo que volvería el sugeto, porque él, a lo que ella havía visto en el copal, no lo hazía sino por mortificar a la declarante, que más pesadumbre tenía él que ella. 3

yazer: «caer enferma». «Copal. Del azteca copalli [...]. Los mexicanos daban este nombre a diversas resinas de que usaban mucho, particularmente para hacer sahumerios a sus ídolos, en lugar de incienso.» (Mej.) 5 «Jícara. Del azteca xicalli [...]. Fruto del jícaro, sólido, duro, con pulpa y pepitas semejantes a las de la calabaza; de corteza leñosa, como del espesor de un peso duro, de la cual se hacen las vasijas del mismo nombre. Por extensión, llegó a llamarse así cualquier vasija.» (Mej.) 6 En el original: biobo. 4

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Y juntamente, mandó a la declarante quemara un poco de zacate7 [y] de carbón, en parte donde saliera el humo por una ventana, que si se iba el humo azia donde vivía dicho hombre, no havía de volver, pero si iba azia otra parte, sí. Que este era remedio más eficaz que el anterior. Y además de lo referido, la mandó se tubiere prevenido un pliego de papel chicle prieto,8 un papalote9 dorado, seda de varios colores, y en caso de dudas, havía de ser anteada,10 berde, azul y encarnada. Y que si ella tardava en venir, la embiase a llamar, y que también la tubiese un poco de pito real,11 saya suya, lentejuela, y canutillo;12 que con todo esto y una yerba que ella traería, haría un remedio para que dicho hombre volviese. Y no haviendo venido la dicha Linares, la declarante la fue a vuscar, y encontrándola en casa, la dijo no havía ido porque su hijo havía ido por la yerba y no havía venido. Y al día siguiente fue la dicha Linares en casa de ésta, se envarró en ungüento con lo referido y picó y moteó el papel, y le puso el papalote enmedio y a los lados lo demás, todo lo qual puso y embolvió con la mano diestra, teniendo dicho papel entremedias13 de la saya suya. Y se lo dio a la declarante y la dijo lo trajese consigo, y que la yerba no se la enseñara a sus hermanas, y que lo trajese consigo a raíz de las carnes. Lo qual no trajo sino en la volsa como ocho días, al cavo de los quales, se pusieron ésta y sus hermanas a una luz, a mirar lo que havía dado dicha muger, y desembolviéndolo todo, hallaron lo expresado, y porque al desembolverlo se puso como obscura la vela que estava encendida, tubieron miedo y lo arrojaron. Y que, quando se hizo lo del copal y las xícaras, la dicha Linares dijo a una hermana de la declarante tubiere cuydado con el copal, que havía de ser dos vezes casada.

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Y que la dicha Michaela de Linares es ya grande y anda en traje de yndia, descalza, y es de pechos crecidos, ojos azules y algo calva, y trae unos dientes postizos de copal. Y que, quando la dicha Linares dio el último remedio a la declarante, la dijo pusiere devajo de la cama, si por accidente se sentava en ella dicho hombre, una ollita con tres huebos frescos, y que se raspara las uñas y se diera estas raspaduras en un poco de agua. Y que en la silla donde se sentase, mirase donde ponía los pies dicho hombre y lo raspase. Y que estos medicamentos havía dado a otras señoras y havían hecho mucho efecto. Y que esto es para lo que a pedido dicha audiencia, y es la verdad por el juramento que tiene hecho, y que no lo dize por odio, y que sólo lo dize por descargo de su consiensia y mandato de su confesor, el padre Santibáñez. Y añade que ayer estubo dicha Linares con la declarante y la dijo que, quando quisiese pasar, enviase por una piedra que ella tenía que era buena para no tener tantos dolores. Y que dicha piedra la hechan en agua vendita, y bebiese aquella agua y después la guardase. Y juntamente la trajo las yerbas que trajo a la dicha su hermana para hazer el emplasto. Que por no saver firmar, lo firmó dicho doctor inquisidor, licenciado Cienfuegos. Pasó entero, Alejandro Álvarez Carranza [rúbrica]. vol. 760, exp. 29, fols. 326r-327v Catálogo: 2469. «Denuncia contra Micaela de Linares, sobre saber ésta de usos de hierbas y de otros medios de hechicería para curar males físicos y con fines amorosos.»

«Zacate. Del azteca zacatl [...]. Yerba, pasto, forraje en general.» (Mej.) «Chicle prieto. Nombre que se da también al chapopote.» (Mej.) «Papalote [...]. La cometa o volantín, o papagayo.» De papalota: «del azteca papalotl, "mariposa"» (Mej.). «Anteado. Especie de color dorado baxo, como el que tiene la piel de ante adobada.» (Aut.) «Pitorreal. Nombre que [...] se da a las aves de la familia de los trogónidos, todas ellas de bellísimos colores, y entre las cuales se distinguen el quetzal y la especie de Trogon mexicanus.» (Mej.) «Cañutillo. Hilo de oro u de plata, de martillo rizado en cañutos, para bordar, que tiene mui buena vista y es de valor, y el bordado que de él se hace se llama de cañutillo.» (Aut.) «Entremedias. Lo mismo que en este medio tiempo, espacio, distancia entre una y otra cosa, entre uno y otro lugar.» (Aut.) En este contexto, «entre los pliegues de la falda».

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Benito y la bruja Carta de Benito de Estrada al Santo Oficio.

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igo yo, don Benito de Estrada, que háigome de veinte y uno o veinte y dos años poco más o menos, que entrando en mi casa de una a dos de la noche, al entrar en la sala de mi morada, vide devajo de una mesa una lucezita pequeña como cosa que se apagava sin dar casi luz, y con algún pabor le dije: —¡Tal por qual, ben por la mañana por sal! Y ella que vino, si es que era lo que yo malisié. Si sale o no sale el sol, estando bien dormido a los golpes que dava en la puerta me dispertó, y a la fuerza de dichos golpes lebanteme yrritado. Abriendo la puerta y con malas palabras le dije qué quería, y su respuesta fue que le diera tantita sal,1 y yo, ir[r]itado, la puse de buelta y media de razones, queriéndole poner las

manos, no acordándome de la luzerna2 de aquella noche, y acordándome bolví abrir la puerta por segunda vez, por ver si beía dicha vieja mal encarada. Ni la pude ver más, por saver si era verdad o no lo que de la sal avía oýdo, no sé si en España o en este reyno. Y juro a Dios y una cruz de ser verdad lo que llebo referido a mi modo de entender. Y por verdad lo firmo en San Luis Potosí, a cinco de septiembre de 1716 años. Benito de Estrada [rúbrica].

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tantita sal: «un poco de sal».

vol. 1051, exp. 4, fol. 53r Catálogo: 2284. «Encuentro que cuenta haber tenido Benito de Estrada con una bruja.»

«Lucerna. En la germanía vale candela.» (Aut.)

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Cuando el tecolote canta Margarita de Berástegui, originaria de San Luis Potosí, se presenta ante el Tribunal para autodenunciarse por creer en ciertas prácticas supersticiosas.

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n la ciudad de San Luis Pottosí,1 en veinte y dos días de el mes de agosto de mill settecientos y diez y seis años, ante el señor doctor don Philippe de Ocio y Ocampo —comissario de los santos tribunales de la Inquisición y Cruzada, cura beneficiado por su magestad de esta dicha ciudad, viccario, juez eclesiástico en ella y su jurisdicción, etcétera—, pareçió, sin ser llamada y juró devida forma que dirá verdad, una muger que dijo ser española y que se llamaba doña Margarita de Berástegui, vezina de esta ciudad, muger legítima del alferes real, don Manuel Garçés de los Fallo. La qual, por descargo de su conçiençia, dise y denunçia que siendo niña hizo la suerte de el alcabuzil,2 y preguntó al primero que vio por la mañana el día de San Juan cómo se llamaba.3 Y que se acuerda aver oýdo decir que esta noche de San Juan se extrellaban los huevos en agua fría,4 aunque no se acuerda a quién. Y asimismo, se denunçia que siendo niña creió, porque lo oyó decir, que, mirándose en el espejo de noche, se veía al demonio; que en barriendo los pies se acababa la dicha, y que peinarse de noche y labarse la cabeza y cortarse las uñas en viernes, no era bueno. Y asimismo que, en viniendo el thecolote5 a las cassas de parte de noche, era señal de algún mal suçesso o desgraçia. Y que siendo ya grande, confiessa que tenía miedo en oyendo cantar al thecolote, y no se acuerda quántas vezes le avrá

susçedido, y dudaba si sería verdad todo esto, originado de que lo oiría deçir quando era niña. Y asimismo, se denunçia que creió no era bueno caminar en martes, por oír deçir que era día infausto, fatal. Que también confiessa que, en el referido tiempo, hizo las suertes de los huevos y pepitas de manzana6 para veer si la querían, por modo de juego o dudando si sería çierto. Y asimismo, denunçia, que sabe que Getrudis de Borja —prima de esta denunçiante, viuda, vezina de esta ciudad— ensalma criaturas enfermas, y le ha oído dezir esta que denunçia que es el ensalmo del San Luis Beltrán,7 y le ha oído rezar el cántico de la Magníficat8 en latín. Y asimismo, denunçia que, siendo pequeña, estando en una hazienda de su padre, oyó deçir a la gente de el campo que matando vívora en día de viernes se ganaba indulgençia. Y también ha oído deçir que, quemando el cabello que se cai (quando se peinan se cae), y si se hecha en el río, creçe, y que esto no se acuerda si lo ha creído enteramente, y si sólo lo ha dudado. Y que esta es la verdad por el juramento que tiene hecho, que aviéndosele leýdo dijo está bien escrito, y que no lo dize por odio. Prometió el secreto, y por no saber escrebir firmó por ella el dicho comissario. De que doy fee. Doctor don Phelipe de Ocio y Ocampo [rúbrica].

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Catálogo: 2474. «Denuncia de varias supersticiones en las que ha creído a lo largo de su vida, entre las que destaca haber hecho la suerte del alcabuzil.»

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San Luis Potosí: villa minera, ublicada en la frontera de Mesoamérica y Aridamérica, cuyo nombre proviene de las famosas minas de Potosí, en la actual Bolivia. «Alcabucil (corrupción de alcaucil). Nombre vulgar que se aplica a una planta compuesta, la alcachofa.» (Mej.) La suerte del alcabuzil consiste en arrancar las hojas con fines de adivinación amorosa. cómo se llamaba: era costumbre entre las mujeres, en la mañana de San Juan, preguntarle su nombre al primero que pasaba para conocer la letra inicial del nombre de su futuro marido. se extrellaban los huevos en agua fría: en la víspera de San Juan, a medianoche, era práctica común echar un huevo en un vaso con agua para adivinar el futuro, leyendo, al día siguiente, las figuras que se habían formado. Véase la introducción sobre otras tradiciones de la noche de San Juan y el relato «Llagas abiertas, coral compartido». «Tecolote. Del azteca tecolotl. Nombre genérico de la lechuza [...]. Cantarle a uno el tecolote: "andarle cerca la muerte, la pelona". Creer en el tecolote: "creer consejas o cuentos". Cuando el tecolote canta, el indio muere.» (Mej.)

vol. 1051, exp. 4, fols. 91r-91v

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las suertes de los huevos y pepitas de manzana: juegos adivinatorios que consisten en poner cáscaras de huevo o semillas en un comal caliente; si saltan, quiere decir que se es amado. ensalmo de San Luis Beltrán: evangelizador dominico en las Indias, San Luis Beltrán sobrevivió milagrosamente a varios intentos de asesinato (uno de ellos por envenenamiento, otro a tiros de escopeta); la Oración al glorioso San Luis Beltrán comienza: «Criatura de Dios, yo te curo, ensalmo y bendigo en nombre de la Santísima Trinidad...» «Magníficat. El cántico de nuestra señora, que se reza o canta, llamado así por comenzar con esta voz.» (Aut.)

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El duende Declaración de María de la Trinidad, perseguida por un duende.

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aría de la Trinidad, natural del pueblo de Opico,1 jurisdicción de San Salvador, mestiza amulatada, soltera, de edad de veinte años, a lo que parece (que no lo sabe con fijeza), hija de padre no conocido y de María, mestiza, vecina del dicho pueblo de Opico, se confesó conmigo el día domingo 15 de mayo (Dominica 5 post Pascua) de este año de 1716, como a las ocho de la mañana, en un confesionario inmediato al altar de santa Sancta Ana, en la iglecia de la Compañía de Jesús de esta ciudad de Goatemala, y me dio pleno permiso para que en su nombre me presentase al Santo Tribunal de la Inquisición, como lo hago, ante el señor comisario, el señor doctor don Joseph Carrazedo, dignidad de maestre escuela en la sancta yglecia cathedral de la Goatemala, en esta forma. María de la Trinidad, criada, antes, del beneficiado don Antonio Trejo y ahora avecindada en Goatemala, en casa de doña Josepha Trejo —sita al sur, a dos quadras de este colegio, calle arriba de don Joseph Rodesno, a mano isquierda— dice que, en dicha casa de su señora, dio un duende en causar algunas molestias, persiguiéndola con especialidad a ella. Y lo confirma con que, en saliendo ella de la casa, le iba por la calle tirando piedras, sin sentirse perjuicio, dentro, el tiempo que María estaba fuera. Y que sin dar motivo se le dejó ver en hábito de mercedario2 dos vezes: una por la mañana del día 12 del mismo mez, como a las siete, y otra a la una del mesmo día. Fueron las dos visiones instantáneas, en un pasadiso que ay de el patio de la casa a un corral, donde fueron también las siguientes. Vejada de sus amos y impaciente, el miércoles siguiente al anocheser, en el mismo sitio, invocó al duende en el dicho sitio. Y apareciéndosele en traje de negro horroroso y hechando llamas, le dijo María: —Sácame de aquí, que no puedo ya más, y te daré el alma.

Respondió él: —Ten paciencia y te daré gusto. No ubo más razones entonces. El viernes, desde las sinco de la tarde hasta las ocho de la noche, en el mismo lugar, se le hizo con la misma figura encontradiso. Díjole la primera vez María, de quatro que en el término de esas tres horas lo vido: —¿Quándo me llevas? Respondió el demonio: —Yo te avisaré. La segunda vez de éstas, le instó: —¿A qué aguardas para llevarme? Y satisfizo el Demonio: —Antes de mucho. Las otras dos veces dice que el duende, en la figura misma y lugar, la llamó con la cabeza, pero, horrorisada, no quiso ir. Con que fueron siete las veces que lo vido y tres las que le habló. Movió Dios a su ama a que la llevase a San Juan de Dios, de donde vino a confesarse. A pocos días se acabaron del todo las molestias del duende. Pidióme el remedio, y yo al señor comisario su authoridad para absolverla, quien me mandó presentase este escrito, especulando algunas circunstancias necesarias de saberse, que por justas causas que lo impidieron no pude averiguar hasta ahora [...]. Y por ser verdad lo que he dicho, y que conste en nombre de María de la Trinidad, por no saber ella escrebir, lo firmo de mi nombre en este Colegio de la Compañía de Jesuchristo de Goatemala a 25 de julio de 1716. Miguel Joseph de Ortega [rúbrica]. vol. 757, sin exp., fol. 241r Catálogo: 2280. «Aparición del demonio en forma de duende.»

1

Opico: San Juan Opico, municipio cercano a San Salvador, en el actual territorio de El Salvador. 2 En el original: mercenario.

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Globos de fuego Denuncia de José Díaz contra Nicolasa María y Caterina de la Virgen, mulatas, por brujas.

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n la ciudad de Antequera,1 valle de Oaxaca, en dos días de el mes de diziembre de mil setecientos y dies y seis años, por la mañana, ante el señor licenciado don Miguel de Sabedra, coronel comissario de el Santo Oficio de la Ynquisisión de este obispado y su distrito, pareció sin ser llamado, y juró en forma que dirá verdad, un ombre español que dijo llamarse Joseph Díaz y ser natural y vecino de las minas de Chichicapa2 y residente en la hazienda de Diego Díaz, su padre. Y que es cazado con Juana de Saragossa y de ejercisio estansiero, de edad de veinte y sinco años. El qual, por descargo de su concienzia, dise que denuncia contra Nicolaza María y Catharina de la Virgen, hija de la susodicha, mulatas, que biben serca de la dicha hazienda de Diego Díaz. Que habrá tiempo de seis años que dichas Nicolasa María y Catherina de la Virgen lo persiguen, haziéndole mucho perjuicio de noche, en forma de brujas. Y que se funda para decir que son ellas en que, al tienpo, y quando le hazen el mal, aunque lo atarantan, las a visto sienpre. Y que no ygnora que las brujas, según la común opinión, andan de noche en forma de glovos de fuego, y que esto mismo le haze persuadir a que son brujas las dichas Nicolasa María y Catharina de la Virgen, porque en quatro ocasiones, biniendo a la cassa de su padre a desora de la noche, bido dos globos de fuego a poca distancia. Y como se hallaba perceguido, y con la sospecha de que aquellas mugeres eran brujas, estuvo con cuidado. Y sin perderlas de vista, las bido llegar a la misma cazilla donde viben dichas mulatas. Y que, en el discurso de seis años, haviéndolas visto en su propio quarto, como lleva dicho, sin saber en qué forma, entran, porque solo sentía algún ruido en la puerta, y después las beía ocularmente llegar a su cama y echarle bao. Y privándolo de poder hablar, pero como no quedaba pribado de la vista, conosía que eran las dichas mulatas.

Y que también se persuade a que son ellas porque, antes de los seis años que lleva referidos, como un año, confiessa que como mal christiano trató con ilísita amistad a dicha Catharina de la Virgen, hija de dicha Nicolasa María. Y ar[r]epintiéndose como christiano de su culpa y mala vida, se apartó de su mal trato y amistad, y luego, al siguiente día, enpessó el declarante a sentir perjuicio y daño de brujas. Y que en el discurso de un mes no tubo malisia ni sospecha de que fueran ellas, pero que después de el mes enpessó a sospechar porque las enpessó a ber. Que puede ser que no sean, pero que las denuncia porque le a pazado muchas veses lo que lleva declarado. Maiormente, porque, teniendo la sospecha, y haviendo pazado muchas veses el perjuicio de el daño que le an echo, fue este declarante a la casa de dichas mulatas y les dijo que ellas eran las que lo perseguían y maltrataban como brujas, y que después de esta dilijenzia dejaron de ir algunas noches, pero que después bolvieron como antes, motibo porque este declarante bolvió a reconbenirlas a su caza. Y que biéndose combejado,3 las aporreó a una y a otra, y que esto mismo hiso por segunda ves, y desde entonses no an buelto más.

1

3

2

Antequera: «actual ciudad de Oaxaca, en el estado del mismo nombre». Chichicapa: «real de minas ubicado al sur de la ciudad de Oaxaca».

[Opinión del inquisidor Miguel de Saavedra] En esta denuncia hize juicio de que, aunque la materia es difísil de averiguar, dise verdad el denunciante. Y que, aunque sí puede engañar, no es fingido lo que denuncia porque habló con ingenuidad, a lo que me paresió. vol. 757, sin exp., fols. 247r-247v, 248v

combejado: «probablemente vejado». «Vexar. Maltratar, molestar, perseguir a alguno, u hacerle padecer.» (Aut.)

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La bruja brillosa Aparición y acoso de una bruja que se presenta en forma de lucecita y mención de un hechicero que muerde el cerebro.

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n la çiudad de San Luis Potosí, en veinte y seis días de el mes de agosto de mil setecientos y diez y seis años, ante el señor don Juan Philippe de Ocio y Ocampo, comissario de los Santos Tribunales de Inquisición y Cruzada, cura benneficiado por su magestad de esta dicha ciudad, vicario, juez eclesiástico en ella y su jurisdicción, pareçió sin ser llamada y juró en devida forma que dirá verdad una muger que dijo ser española y se llama Francisca de Mendoza Guerrero, que es vecina de esta ciudad, muger legítima de don Juan de Texada, y que es de edad de quarenta años, la qual, por descargo de su conciencia dize y denuncia: Que ha tiempo como de un año que experimentaron en su casa la persecuçión de una bruja, y que todas las personas de su casa la han visto en distintas occaçiones dentro de ella, en forma de una luzeçita como de azufre, mudando de unas partes a otras. Y que tres noches continuas oyeron ruido, grito como de lechuza, y saliendo a veer en la parte que gritaron, vieron en ella la dicha luzeçita. Y otra noche, como que daba alazos sobre la ventana. Y en otra noche, a un niño pequeño que estaba durmiendo le dieron un golpe sobre el cuerpo que por muchos días lo tubo señalado en forma de mano, y que aunque gritó el niño, no se miró quién pudiesse averle dado. Y que dos noches salió esta denunçiante en seguimiento de la luzeçita, acompañada de otras personas. Que en la primera se volvió luego y no quizo seguirla, y en la otra la fue siguiendo asta el barrio de la Trinidad,1 donde se le desapareció. Y que en esta occaçión, yendo siguiendo esta denunçiante dicha luz, Phelippa Martines, española, viuda, que le acompañaba, le dijo a esta denunçiante que con la cuerda de san Francisco, que llebaba, le dijera a la bruja: Con dos te veo, con tres te ato, en el nombre de el Padre y de el Hijo, y de el Espíritu Santo.2

Y que diera tres nudos en la cuerda. Y que esta denunciante lo hizo assí. Y que también denunçia que en este tiempo puso las tixeras en cruz en la puerta, para que no entrasse la bruja, que le dijeron que era bueno. Y que, quando viniesse, le dijesse: «Anda, puta, vendrás mañana por sal», no se acuerda quién se lo dijo. Y que lo referido hizo tres veçes. Y que esta denunçiante ha maliciado que esta bruja es una vieja mestissa que se llama Catharina, La Agena, viuda, que vive junto a la cassa de esta denunciante. Y que el motivo que tiene para averlo maliciado fue y es que esta denunciante vendía mucho pan en su tendajo y cessó la venta desde una noche que fue la dicha vieja Agena a cassa de esta que denunçia, y le ponderó que vendía mucho pan. Y que al otro día de suçedido esto çessó la venta de el pan, y ponderando esta denunçiante en su cassa lo que le pasaba, dando a entender su maliçia, le dijo Andrea Josepha —mulata, doncella, hija de María, mulata, que llaman La Chiça y vive junto al convento de la Merçed—3 a esta denunçiante: —No será mucho, señora, que, quando trataba con Simón de Arévalo su hija María, le hallaron unos muñequitos. Y que esta denunçiante volvió a preguntarle a dicha Andrea Josepha: —¿Cómo es esso de los muñequitos? ¿Cómo lo sabes? Y le respondió dicha Andrea que el mismo Simón de Arévalo se lo avía dicho, y no dijo cómo eran los muñequitos, ni en dónde los tenía. Y asimismo denuncia que avrá tiempo de mes y medio que, platicando esta denunciante con Joséph Mendes, español, que vive en el puesto de la Ençina Gorda, de la jurisdicción de el Valle de San Françisco,4 esta que denunçia le contó a dicho Mendes la persecuçión que padecía con la bruja, y entonçes dicho Joséph Mendes le dijo a esta denunciante que donde avía muchas brujas era en el Valle de San Françisco, y echizeras, y también assia donde él vivía. Y esta denunçiante le dijo:

1

Barrio fundado en el siglo xvii y ubicado en la parte sur de la ciudad de San Luis Potosí. 2 Un conjuro muy similar recoge Araceli Campos (1999: 114). Véanse en la introducción otras supervivencias.

3 El

convento de la Merced de San Luis Potosí se fundó en 1636. llamada Villa de Reyes, la villa de San Francisco era un pueblo perteneciente a San Luis Potosí, al sur de la capital del estado.

4 Actualmente

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—Pues si lo sabe que las ay, y las conoce, ¿por qué no las denunçia y las acussa? A que le respondió dicho Mendes que no sabía qué hacerse, porque es rústico y dejado. Y asimismo, dicho Mendes en esta occación le dijo también a esta denunçiante que, en el Curato de los Poços5 de esta jurisdicción, está y vive un echizero que se llama Miguel Mendes, viejo, cassado, y que éste avía curado a un sobrino suyo, y que el tal sobrino le avía dicho que, quando lo curaba, le avía dado grandes mordidas en el çelebro, y que con ellas le sacaba muchas sabandijas. Que esta conversación passó con dicho Joséph Mendes.

Y que lo que lleba dicho es la verdad por el juramento que tiene hecho. Y aviéndosele leýdo, dijo está bien escrito y que no lo dize por odio. Prometió el secreto y, por no saber escrebir, firmó por ella el dicho señor comissario, a que doy fee. Señor don Phelipe de Ocio y Ocampo [rúbrica]. vol. 1052, exp. 4, fols. 81r-81v Catálogo: 2475. «Denuncia que hace Francisca Mendoza sobre haber perseguido en varias ocasiones a una bruja que se presenta en forma de lucecita azul. Sospecha que se trata de una mestiza llamada Catalina La Agena.»

Intendencia de San Luis Potosí, 1774 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

5 Podría

tratarse de la Villa de Pozos, en la zona metropolitana de San Luis

Potosí.

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La paja, el sombrero, la plata y los huesos El 26 de octubre de 1716, fray Juan Polanco, religioso franciscano, es llamado a declarar sobre una práctica de levitación que había realizado. Su testimonio saca a la luz otras creencias y hechicerías.

[Declaración de fray Juan Polanco] En la villa de Nuestra Señora de la Asumpción de Aguascalientes,1 en veinte y seis días del mes de octubre de mill setecientos y dies y seis años [...], don Juan de Casasola, cura beneficiado por su magestad, vicario y jues eclesiástico en ella y su feligrecía, y comisario del Santo Tribunal de la Fee, hiso pareser ante sí al muy reverendo padre prior fray Juan Polanco, religioso descalso de nuestro padre San Francisco y morador en el conbento desta dicha villa. De quien, estando presente por ante mí, el notario, se le recibió juramento, que hiso en forma de derecho, in verbo sacerdotis por ita manus in pectore,2 y dijo diría verdad en lo que la supiere y le fuese preguntado. Y siéndolo sobre lo que los señores del Santo Tribunal de México mandaron en carta misiba, dijo que abrá tiempo de más de quarenta años que unos religiosos, cuyos nombres no se acuerda (y sólo el de uno, que fue fray Juan Benites, que es ya difunto), estando una noche en conbersación, dijeron que, [a]costado un hombre en el suelo, diciendo ciertas palabras, con un dedo cada uno lo lebantaban como si fuera una paja. Lo qual pucieron en execución y no surtió efecto. Y que las palabras que decían eran estas: —Este honbre es pesado como paja y lijero como plomo. Y, aunque se pucieron a haserlo, y a proferir estas palabras, como dijo, no surtió efecto. Ýttem, declara que en otra ocación, estando enfermo en Pachuca,3 lo sacaron, por dibertir, al canpo, en donde estaban unos hombres de una lechería buscando un poco de dinero que unos ladrones habían enterrado. Y vio que se ponían dos, cada uno enfrente de otro, con dos barillas en las manos con sus muescas, y el otro de la misma suerte, y encajaban muescas con muescas. Y adonde hacían fuersa las baras de inclinarse, por allí decían estaba enterrada la plata. Y no conoció a los sujetos. Y que la casa era de unos 1 2 3

Nuestra Señora de la Asumpción de Aguascalientes: «Aguascalientes, capital del actual estado del mismo nombre». in verbo sacerdotis [...] ita manus in pectore: «por su palabra de sacerdote, puesta la mano derecha sobre el pecho». Pachuca: «ciudad mineral, capital del actual estado de Hidalgo».

llamados Nog[u]eras, que tenían una ordeña4 detrás de su combento. Ýtten, declara que, en otra ocación, oyó en una plática que una muger, estando metida una hija suya con un sujeto, y queriéndose casar, y haviendo resebido gran pesadumbre la tal hija, la consoló la madre diciéndole no se casaría. Y concurriendo una tarde este tal con madre y hija, como que jugaba con él, la madre le cojió el sombrero y se lo tiró de una sangita de agua a la otra parte. Y saltando por él para cojerlo, no bolbió a pareser más. Y que quien hiso lo referido se llama Phelipa La Chanona [...], y no sabe si es biba oy o no, ni tanpoco lo a querido preguntar por no haser cuydado a quien se lo contó. Ýtten, declara que en otra ocación supo que, habiéndose huido Gerónima, mulata, esclaba de [...] Tomás de Padilla, vesina de dicha villa, habiéndola cojido, le hallaron unos güesos de muerto que traýa, quisá porque no la asotasen o por otro accidente. Aunque no le valieron los güesos.

[Declaración de Ángela Gerónima] En la villa de Aguascalientes, en tres días del mes de septiembre de mil setecientos y quince años,5 ante el señor comissario, doctor don Juan de Casasola, pareció Ángela Gerónima, esclaba de don Thomas de Padilla, vezino de esta villa, y dixo que una esclaba de don Hilario Gonzáles (assímismo, vezino de esta villa), llamada María, le dixo que, quando quisiera salir de cassa de noche, cogiese un hueso de difunto y se lo pusiese a su amo debajo de la almoada, y que con esso no podría despertar. Lo qual no quiso6 hazer hasta que la dicha se lo llebó, y la declarante lo cogió, pero sin ánimo de executar lo que le avía dicho. Y assí, lo escondió con mucho miedo hasta que otra criada lo halló, dio quenta 4

ordeña: «corral donde se ordeña». posible que esta declaración sea anterior a la que la antecede y haya sido agregada al expediente. 6 En el original: quixo. 5 Es

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a su ama, y lo restituieron a la yglesia. Y también declara que la que le aconsejó le dixo averle ella echo diferentes veses con su amo. Y que esto que declara es verdad, y assí lo afirmó debajo de juramento. Y pide, por amor de Dios, se le dé papel para ser absuelta. Y el señor comissario, después

de averle reprehendido, se lo concedió. De todo doi fee [rúbricas]. vol. 757, sin exp., fols. 269r-270r Catálogo: 2212. «Conjuro para la levitación.»

«Figura que demuestra lo descubierto en el lugar que se escarbó, y señalaron los naturales vecinos de la hacienda de Santa Teresa, y en el que se hallaron 19 esqueletos de cuerpos humanos incluso los enteros y huesos de los demás», Hacienda de Santa Teresa, Marfil, Guanajuato, 1802 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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Los tecolotes agoreros y las mulas del diablo El 21 de marzo de 1716, Andrés Rodríguez de Aguilar, vicario foráneo y juez eclesiástico, junto con el obispo de Oaxaca, fray Ángel Maldonado, recogen una serie de testimonios de los habitantes de Cuicatlán,1 respecto a haber creído en avisos, en sueños, haber hecho invocaciones, y otras prácticas supersticiosas.

[Declaración de Juan Gabriel Hernández]1 Mulato libre, soltero, natural de Valladolid2 y sirbiente en el trapiche nombrado de Nuestra Señora de la Concepsión, de esta feligresía [...]. Dixo que, cumpliendo con las leyes de christiano cathólico, deseoso de obedeser los preseptos de nuestra sancta madre Yglesia, y conseguir la salbación de su alma, se denuncia y declara que, en una occación, estando en espera de una muger que asistía en otro lugar distinto en donde él se hallaba, oyó una noche cantar un búho (vulgo, tecolote)3 y, oyéndolo, dixo a solas: —Quisá ya viene fulana. Y que se consoló con aquel canto, que tubo por abiso. Y que, al día siguiente, amanesió en su compañía la dicha muger que esperaba. Y que entonses se afirmó en la creensia, teniendo por verdad esta dicha abusión.4 Y que este caso, según y cómo,5 le susedió dos beses esperando a esta mesma muger. Y que después congeturó que era engaño, y que en creerlo ofendía a Dios. Y que, aunque varias beses lo ha oído, no ha dado crédito, antes sí ha alabado al Sanctíssimo Sacramento y se ha santiguado para dibertir su imaginación con actos cathólicos. Assimesmo, declara debajo de la mesma protesta de cathólico, que, en una occación, el administrador del supradicho trapiche lo embió o puso a que acarrease piedras del río con unas bestias de carga. Y que una de ellas, por ser serrera6 y muy briosa, no consentía la carga a cuestas y se la derribó cinco o seis beses, y que, a la tersera ves, viéndose solo con el atajo de dichas mulas, sin quien lo ayudase a abiarlas, dixo:

1

Cuicatlán: «pueblo cab. de part. en el dist. de Teotitlán, est. de Oaxaca» (García Cubas). 2 Valladolid: la actual ciudad de Morelia, en el estado de Michoacán. 3 «Tecolote. Del azteca tecolotl. Nombre genérico de la lechuza [...]. Cuando el tecolote canta, el indio muere.» (Mej.) 4 «Abusión. Vulgarmente se suele tomar por superstición o mal agüero.» (Aut) 5 «Según y cómo. Phrase adverbial con que se pondera la total conformidad de una cosa a otra.» (Aut.) 6 «Cerrero. Vagante y que anda de cerro en cerro, libre y suelto.» (Aut.)

—No paresiera algún diablo o demonio que me ayudara. Y que por último cargó solo dicha mula serrera y la llebó con todo su atajo. Y que esto, y no otra cosa, le inquieta por aora la consiencia. Que no se acuerda de otra cosa.

[Declaración de Antonia Fermina] Negra, esclaba de dicho trapiche [...]. Dixo que, en la mejor forma que puede, como cathólica christiana, deseosa de obedeser los preseptos de nuestra santa madre Yglesia y conseguir la salbación de su alma, se denuncia y declara que una noche soñó unas personas que ya eran difunctas. Y que, otro día por la mañana, acordándose de el sueño y que todas las personas que avía soñado eran ya difunctos, se entristesió y creyó, con alguna duda, en el sueño. Y desía: —Quisá me he de morir en brebe. Ytten, declara la dicha Anttonia Fermina que, oyendo una noche que gritaban unos búhos (vulgo, tecolotes), se espantó y le dixo a su marido: —Hijo, ya bienen los tecolotes a matarnos. Y que el dicho su marido la riñó y dixo: —No creas esos disparates. Confiésaselos al padre y verás lo que te dise.

[Declaración de Vicente de Miranda] Mulato libre, sirbiente de dicho trapiche [...]. Dixo que, en la mejor forma y manera que puede, como christiano, deseoso de obedeser los preseptos de nuestra santa madre Yglesia y conseguir la salbación de su alma, se denuncia y declara que, estando en el egersisio de acarrear leña en dicho trapiche, con seis mulas, aviendo entre ellas algunas velicosas y que por su brío no se consentían cargar, o arrancaban con la carga, y no pudiéndolas atajar, a imbocado al demonio dos o tres o más veses, con las voses siguientes:

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—No paresiera un demonio que me ayudara o atajara esta mula. Y que esto lo ha dicho airado. Y que no se acuerda si fue con intención de que el mismo demonio le ayudase. Y que ésta es la verdad.

[Declaración de María Eugenia] Negra, esclaba de dicho trapiche [...]. Dijo que, en la mejor forma que puede como cathólica christiana, deseosa de obedeser los preseptos de nuestra santa madre Yglesia y conseguir la salbación de su alma, se denunçia y declara que, en una occación, oyó decir a un yndio (a quien no conosió ni supo de dónde era) que, para asimplar una muger

a su marido, bastaba darle a beber el agua con que se labara sus partes, y que para ello era suficiente y eficás remedio. Lo qual, oído por ella, dio crédito. Y que, a pocos días, hizo la experiensia en su marido por aver tenido con él una riña. Y que, siertamente, se labó las partes y le dio a beber el agua. Y que, viendo la dicha María Eugenia que el dicho su marido se mantenía en su ser, sin immutación alguna, se desengañó y desistió del asenso que avía dado. Y que en plática, viendo contento a su marido, se lo contó, el qual le riñó diciéndole: —En confesándote, díceselo al padre y verás lo que te dice. Que ésta es la verdad, y que no tiene otra cosa que por aora le inquiete la conciensia. vol. 757, sin exp., fols. 245r-246r

Gallos grandes sobre círculos con ganchos, junto a otros pequeños gallos cacareando, Madrid, España, 1535 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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Juana de Rojas y los hechiceros En Tehuacán, Puebla, en el año de 1718, una mujer refiere al comisario de la Inquisición una larga serie de engaños de que fue víctima por sus creencias supersticiosas.

[Hechizos para matar maridos] En dicha ciudad de Theguacán,1 en dose de septiembre de setecientos y diez y ocho años, vino ante mí a delatarse al Santo Tribunal de la Inqquisición una mujer (viuda de Nicolás Diego) llamada Juana de Rojas, quien dijo que, maltratada de su marido y acosada,2 le aconsejó una mulata, llamada Cota de Messa, que llamasse a una yndia hechisera llamada doña Pascuala, vezina de esta ciudad, en el barrio de San Pedro, y que esta echisasse y malefisiasse a dicho su marido con el fin de que se muriesse. Y que dicha Juana de Rojas, con efecto, llamó a dicha yndia y conpactó3 con ella, dándole quatro rreales y dos pollos que dicha yndia le pidió para el efecto de dicho maleficio, que enterró en un xacalillo4 de la cassa de dicha Juana de Rojas. Y que, desde que puso y enterró dicha yndia aquella matheria para el echiso (al que le hechó pulque5 y otros yngredientes que no vido dicha Juana de Rojas), vivió dicho su marido sinco o seis meses sin experimentar el fin6 para que avía pedido el echiso. Y recurriendo dicha yndia a que le diesse, ésta, otros rreales, la corrió dicha Juana de Rojas diciéndole que se fuesse, porque la avía engañado y no avía experimentado el fin que pretendía de quitarle por dicho medio la vida a dicho su marido, quien, después de dicho tiempo de sinco o seis meses después del echiso, enfermó de unas hinchasones que antes del echiso avía padesido, y se le fue agravando la enfermedad con fríos y calenturas, de que murió. 1 Tehuacán

(«lugar de dioses», en náhuatl), municipio y ciudad ubicados en el sureste del estado de Puebla. 2 Al margen: Por zelos juztos y por vivir en su libertad. 3 compactó: «pactó». 4 «Jacal. Del azteca xacalli. Choza, por lo común hecha de adobe o de tejamanil.» (Mej.) 5 «Pulque. Bebida embriagante, espirituosa, blanca y espesa de aspecto nauseabundo y sabor desagradable, que se obtiene haciendo fermentar el aguamiel o jugo que dan los bohordos del maguey, cortados antes de florecer. Es la bebida peculiar de la gente pobre en la Mesa Central, para la cual constituye un factor principal de alimentación, con el chile y las tortillas.» (Mej.) 6 Al margen: La quiebra de salud.

Y añade que dicha Cota de Messa dijo que, del modo que le aconsejava, avía ejecutado su hermana Francisca con su marido Xavier El Negro, y que, no teniendo efecto el echiso que para éste puso dicha yndia, llamaron a otro yndio hechisero (que no save quién es), que echisó y malefició a dicho Xavier, El Negro, quien estuvo muy malo, y que, pues no tenía efecto el echiso de dicha yndia para en contra de su marido Nicolás Diego, que llamaría dicha Cota de Messa a dicho yndio para que le echisara a dicho su marido, y que para esto pidió quatro rreales dicha Cotilla7 de Messa, a quien no se los dio dicha Juana de Rojas, ni vino dicho yndio, aunque consintió y insistió en que viniesse dicho yndio a maleficiar a dicho su marido por el aborresimiento que le tenía, pero que nunca vino dicho yndio, y esto se quedó assí, aún viviendo el dicho su marido.

[El güitsiquitzi] Dice más: que, estando un día con Juana La Galeota (abrá tiempo de ocho años con poca diferencia), estava allí un hombre de la Puebla llamado Joséph Parra, de color de mulato o morisco, por ser crespo, y que en la conversassión dijo este hombre que él sabía y tenía remedio para atraher los hombres a las mugeres, y éstas a los hombres. Y movida de esto, le dijo dicha Juana de Rojas que le enseñasse aquella cosa para traer a los hombres, y que le ofresió pagarle. A que respondió dicho hombre que se la daría, pero que no avía de verla, y le dio una volsita que, movida de curiosidad, vio tener dentro una cabesilla de un pájaro que llaman los yndios güitsiquitzi.8 Y que dicha Juana de Rojas consintió en usar mal de aquella volsa y se fue a la cassa de un hombre de quien estava enamorada, a fin de atraherlo para cosas y 7 Curiosamente, 8

en el siglo xx, cotilla tiene el significado de «mujer chismosa y parlanchina» (rae, 1936). «Huitzilín. Del azteca huitzillin. Nombre vulgar con que se designa comúnmente al colibrí, papamoscas, picaflor, chuparrosa, o chupamirto [...]; el ave-flor, representante más pequeño de los seres plumados y una de las creaciones más bellas de la naturaleza. Dícese también huitzitzilin y de otros modos.» (Mej.) Véase el relato «La cueva de Cuevas» y también en la introducción el apartado dedicado a esta práctica mágica.

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amistad mala. Y que no tuvo efecto, y que volvió a cassa de dicha Juana Galeota y se lo contó. Y allí volvió dicha volsa a dicho Joséph Parra diciéndole ser mentira tal atractivo. En que consintió dicha Juana Galeota, y usar de dicha volsa, haziendo primero la experiensia dicha Juana de Rojas para (con su noticia) pretender dicha Galeota a otro hombre.

[Tonantzi xochil] Dice más, y se acussa al Santo Tribunal: que, estando mala o enferma, que una yndia amestizada, viuda, llamada Getrudis Nájara, vezina de esta ciudad en el barrio de San Nicolás, le aconsejó se curasse de echiso (que esta delatora aprehendió padeser), y que el modo era beber una yerba que llaman tonantzi xochil,9 con la que, bebida, vería a un viejo y a una vieja y a la persona que la huviesse maleficiado o echissado. Y que con efecto bebió dicha yerba, con la que tuvo vómitos y no vio cossa de lo que la yndia le dijo que vería. Y le dijo que, aunque no fuesse echisso, sanaría. Y que dicha yndia le puso a la Virgen ssantísima dos velas ensendidas; que esta acción le minoró a esta delatora los temores y reselos que tenía de ser aquello que la yndia le decía cosa mala. Y que en otra occasión, no aviendo sanado con aquella medicina, solicitó esta delatora a otra yndia llamada doña Pascuala, del [barrio] de San Pedro de esta ciudad (con noticia que dicha Getrudis Nájara le dio), de quien tomó la misma, previniéndole que no tuviesse miedo, pues bebiéndola vería quién la avía hechisado, y que por evaquación saldría el echisso, exprimiéndolo y sacándoselo del cuerpo la persona que vería en recojiéndosse después de la vevida. Y que dos luces que ensendió la yndia a una ymagen de Nuestra Señora, que viesse esta delatora que, si las luces ensendidas cresían sus llamas, era señal de sanidad. Que vio que cresían las llamas de las luces, y que no sanó. Y que hiso estas cosas siempre con duda de ser ciertas, en estas dos occaciones. Y que consintió en que su hijo de dicha10 delatora le diesen de dicha yerva, dicha Getrudis Nájera, a fin de que no fuesse tan llorón, aunque dudó de que fuesse eficás el remedio. Y que para darla al niño la molió, y dijo dicha Nájera que, por creser la yerba al tiempo de molerla, avía de ser eficás remedio. Y lo proprio dijeron al tiempo de molerla en las dos occaciones que bebió dicha yerba esta delatora, porque decían estas médicas que cresía la yerba.11   9

«El tropo náhuatl para hablar del peyote era Tonantzin Xochitl, la "Flor de Nuestra Madre", y la metáfora verbal huichola para peyote es la flor, representada en sus tejidos, bordados y en otras artesanías.» (Lipp: s/p) 10 En el original: dicha dicha. 11 Al margen: Y no hubo los efectos que pretendían.

[El tonal] Dice más: que, estando malo su hijo, le aconsejó una mujer llamada Rosa de Nieva, cassada con Juan Zurita, que llamasse a un yndio llamado Francisco —que era aguador en la hazienda de don Joséph de Zurita en tiempo que la administraba don Francisco Ysidro de Herrera— y que le pondría el tonal12 a dicho su hijo. Y vino dicho yndio y chupó al muchacho en varias partes del cuerpo, sacándole piedresitas que [guar]daba dicho yndio. Y después tomó agua, y teniéndola en la voca, chupaba al muchacho. Y después tomaba el humo del copale,13 y también lo chupaba diciéndole que le ponía el tonal al muchacho por estar espantado.14 Y le untó una raíz refregada, de lo qual se espantaba y atemorizó dicha Juana de Rojas, quien dice que el yndio le dijo que, por no creer bien aquello que hasía, no sanaba el muchacho, pero que sanaría. Y que el dicho yndio abría la voca que le viesse no traer nada en ella.15 Dice más: que estando enferma, fue a casa de Domingo Nieto, y allí mandó llamar al boyero llamado Agustín, yndio de la Hazienda, quién la chupó en varias partes del cuerpo y dijo sacarle como astillas de ocote, y esto por consejo de Ysabelilla, esclaba de dicho Nieto, a quien avía curado dicho Yndio. Dice más: que en otra occación estando enferma, llamó a un yndio del barrio de Tulan de esta ciudad llamado Nicolás, quien tiene un hijo llamado Bernabé, cassado con María, hija de Andrea Nájera. Y que este yndio le pidió una gallina y una paloma y las descabessó y echó las cabessas en el fuego, y con el cuerpo o cuerpos de ellas untaba a la dicha delatora por ensima de la ropa y de la cabessa. Y también puso en el fuego unos quatro o seis güebos con que avía limpiado a la dicha al modo que con la gallina y paloma. Y que le hiso tomar siete pedasillos de copale en las manos, diciéndole que aquellos eran los siete sacramentos. Y ambos arrojaron dicho copale en el fuego, y que tronando los güebos se avía de alibiar y sanar del aire16 que decía dicho 12 El

tonal, en el mundo mesoamericano, tiene que ver con el espíritu, el alma o energía vital, el calor, la sombra, el doble, el animal guardián. La pérdida del tonal deviene en enfermedad y para remediarla se acude, aún hoy en día, a un curandero. 13 «Copal. Del azteca copalli [...]. Los mexicanos daban este nombre a diversas resinas de que usaban mucho, particularmente para hacer sahumerios a sus ídolos, en lugar de incienso.» (Mej.) 14 El espanto o susto, se considera una enfermedad, aún hoy en día, en el mundo mesoamericano. «Mal de espanto (o pérdida de la sombra). La provoca un fuerte susto, y sus manifestaciones son palidez, calenturas, vómitos y diarreas; en ocasiones, cuando no recibe el tratamiento a tiempo, la persona muere.» (Mayo, 2001: 16.) 15 Al margen: Que al cabo de tiempo sanó el niño, porque Dios quiso. 16 «Mal de aire. Se trata del mal que hace un brujo, llamado también aire tirado, para enfermar a una persona. Se manifiesta por dolores graves en

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yndio tener y padecer17 dicha delatora. Y que también echó pulque en el fuego, y que le dio dicho yndio un poco de pulque que bebieron ambos. Dice más: que en otra occación llamó a una yndia llamada Petrona, que es oi cassada en el pueblo de Santa Cruz de esta doctrina de Theguacán (y estuvo en la hazienda que fue de doña Mariana, la de don Joséph del Monje), y que esta yndia le pusso el tonal, y a sus hijos, chupándola con agua en la voca y humo de copale.18 Y otra yndia llamada doña Pascuala, ya difunta, la chupó y puso el tonal de la misma manera que arriba, y a sus hijos, varias veces. Y del mismo modo, otro yndio llamado don Benito, ya difunto, le puso el tonal, y a sus hijos, varias veces. Dice que Rosa Pérez, mujer de Joséph Nieto, vezino de esta ciudad, le puso el tonal a un hijo suyo, de la dicha delatora, del modo que a los de arriba, como dos veces. Dice más: que una muger llamada Melchora la Tetelana, de esta ciudad, le puso el tonal con agua de asahar en la voca, y chupándola las palmas de las manos y cabessa varias veces.

[De sueños, agüeros y gusanos mágicos] Dice más: que a creído en sueños que se le caýa un diente, y que avía de morir algún pariente por aquel sueño que creyó. Dice que una muger llamada Anica, la de San Luis, ya difunta, le puso el tonal a un hijo de esta delatora del modo que arriba se dise, y fue en dos occasiones. Y en otra occación, a un hijo de esta delatora. Dice que se acussa de aver creído por cierto que quando grita un pájaro que los yndios llaman yagüitz19 era señal y noticia de que venía su marido ausente, o otra persona a su casa de esta delatora. Dice que se acusa de aver creído que, quando güele a sera, se ha de morir alguien de la cassa. Dice que se acusa de aver creído que, entrando la mariposa en su cassa, o en otra, que se avía de morir alguien de la cassa y que abría luto en ella.

el sitio del cuerpo donde tocó el aire. Un curandero (otro brujo) sana el mal con rezos y frotando huevos de gallina sobre la parte afectada. Necesita varias sesiones; en la última, echa a la lumbre sangre de una gallina negra, sacrificada para el efecto.» (Mayo, 2001: 16.) 17 Al margen: Y no sintió alivio dicha delatora. 18 Al margen: En varias occaciones. 19 Desconocemos la identidad de este pájaro. Probablemente, su nombre sea una creación expresiva.

Dice que se acussa aver creído que, quando hazía tortillas y en la mano se le doblaba alguna, que era señal de que venía a la cassa, o el marido o otra persona que pisaba dicha tortilla. Dice que ha creído que, quando el fogón o lumbre se altera con la llama y haze ruido la lumbre, que es señal de que viene a la cassa algún pariente o otra persona de cassa. Dice que ha días que creyó que el pájaro búo, que llaman tecolote,20 quando venía a la cassa o cerca de ella, que era señal de que avía de morirsse algu[i]en de la cassa, aunque no huviera enfermo, y que abrá cosa de sinco años que dejó de creer esto por aver oído que era malo creer en esto. Dice que vivió en duda de si sería cierto o no, lo de las lechusas que, en viniendo a las casas, son pronósticos fatales y que avía de morir alguna persona de aquella cassa. Dice que ha creído, en varias occaciones que le acontesieron, soñar en güebos y escrementos, que era señal de ruidos y qüentos en la cassa. También dice que ha creído que abrá qüentos y chismes en la cassa quando ha soñado en el fuego y en el agua, cada cosa de por sí. Dice que ha creído (despues de su primera preñez) en que le acontensió soñar que le pica bíbora, o fuera o dentro de el agua, y que esto era indicio o pronóstico de estar preñada. Que consintió en ello desde que verificó su segunda preñez, en que cuenta ocho fuera de la primera barriga. Dice que, por modo de bufonada, a dicho: —A mí me sumban los oídos. Algu[i]en me nombra. Pero no le ha dado entero crédito. Dice que, siendo muchacha, le mandó su madre Getrudis, la Ambrosio, que quemara sal junto a una gallina para que los güebos de ésta se quebrassen brebe, al estallido de la sal, y saliessen los pollos del cascarón. Y que dicha Getrudis, su madre, ya es difunta. Dice que siendo muchacha, jugando con otras, quemaba pepitas de manzana para que se tronasen. Era señal de que le tenía amor aquella persona en cuyo nombre la puso, y de no tronar, no le tenía amor. Dice que le oyó decir a una mulata llamada Cota de Messa, que tenía o sabía de ciertos gusanos que, tostados y en polvo, y dados a los maridos, que estos se asimplaban, y que los segaba, de modo que, aunque isiessen entrar al galán o mansevo, que no hazían casso de ello los maridos. 20

«Tecolote. Del azteca tecolotl. Nombre genérico de la lechuza [...]. Cantarle a uno el tecolote: "andarle cerca la muerte, la pelona". Creer en el tecolote: "creer consejas o cuentos". Cuando el tecolote canta, el indio muere.» (Mej.)

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Y que abrá tiempo de seis años, con poca diferencia, que esta mulata se lo dijo delante de María, mulata, mujer de Pedro de Rivera, que oi viven junto a la cassa de Cathalina Castro, en el apantle21 o asequia grande de este lugar. Y que se acusa esta declarante de aver creído en tales efectos de polvos; que los solicitaba, o los gusanos para ellos, para usar mal de ellos. Solía soñar que su marido, o otra persona ausente, venían ya a cassa, y que assí se le verificava.

De todo lo qual se acusa al Santo Tribunal, a quien pide misericordia. Y exortada para no reincidir, le di voleta de absoluzión, yo, dicho comissario. Bachiller Juan del Moral y Veristáin [rúbrica]. vol. 725, sin exp., fols. 297r-298v Catálogo: 2291. «Relación de creencias y supersticiones populares.»

Indio que recoge la cochinilla con una colita de venado, dibujo de José Antonio de Alzate, 1777 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

21

«Apantle. Del azteca apantli, acequia de agua. Cualquier caño descubierto que sirve para conducir agua, principalmente para riego [...]. Variante: apancle.» (Mej.)

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Juan Bautista, músico y chacharero Denuncia que hace don Pedro Bueno de Bassori contra Juan Bautista, por un hechizo para conseguir mujeres que le vendió.

[Carta enviada al Santo Oficio de México el 24 de julio de 1720] Muy ylustre señor. Don Pedro Bueno de Bassori, vecino de esta ciudad, parezco ante vuestra señoría y digo que abrá tiempo de doze años, poco más o menos, que aviendo concurrido dibersas veces con un hombre extrangero —que decía ser romano de nación y llamarse Juan Baptista (cuio apellido ygnoro) y sus señas son: de estatura proporcionada, delgado, rubio y mui corto de vista, de professión mússico, chacharero,1 jugador de manos, que tañía un archilaúd y varias veces manifestó su abilidad con diversas suertes en las tablas y teatro público de commedias—, éste, entre otras cossas, decía le era mui fácil atraer los afectos, en [e]special femeniles, en cuia yntelixencia, por vía de zumba2 o pasatiempo, le dije era abilidad yrregular y aun que no la discurría sugeta al juicio humano, pero que si la tenía, yo deseaba los de una señora y apreciaría conseguirlos. A que respondió lo aría fácilmente; que solicitasse una cinta del tammaño de la tal y se la diesse; que lo executaría con ella; que era necesario mandar decir ziertas missas; que él tenía un clérigo paisano suio que las diría, y otras varias cossas con que lo avia de executar de que no ago reflexa, y sí sólo de que avia de poner un poco de calamita blanca; díxele que qué era calamita blanca, a que me respondió era una cossa que gastaban o tenían los sastres en este estado.3 Corté un pedazo de cinta azul y se la di el siguiente día, diciéndole era del tamaño que pedía. Aviendo parlado lo que me passaba con un amigo, confidente mío, nombrado don Nicolás de Quebedo (que 1

«Chacharero. El que usa de mucha cháchara: y lo mismo que grande hablador, sin substancia ni oportunidad […]. Por antonomasia se llama el herbolario, chímico, curandero, u que finge serlo, y procura persuadir trahe remedios para varias enfermedades, y que saca muelas y dientes sin dolor. Suele ponerse en las plazas y sitios públicos, donde juntando mucha gente pondera las virtudes de sus hierbas, bálsamos, piedras, y otras cosas, siendo todo embelecos.» (Aut.) 2 «Zumba. Se toma también por lo mismo que chanza o expresión festiva y alegre, que no se dice con seriedad u de veras.» (Aut.) 3 Da la impresión de que Juan Bautista se refiere al gis que usan los sastres para marcar la tela. Sin embargo, el Diccionario de Autoridades define así la palabra: «Calamita. Lo mismo que piedra imán» (Aut.).

oy se halla de administrador de las haziendas que llaman La Quemada, que son de doña Magdalena Medrano), quien me respondió viésemos los embustes del chacharero, de que teníamos antecedentes por haverme dado un medicamento para un accidente que padecía, que no surtió efecto, aviéndolo facilitado mucho. En fin, bolvió la cinta de allí a unos días, doblado el ancho por medio y cosido como que avia alguna cossa dentro por espacio de más de una quarta; en el un extremo de lo cosido, formada una señal de la santa Cruz de seda, otra en el medio y otra al otro extremo. Aviéndomela dado y dicho la avía de traer zeñida al cuerpo, y que sería necesario la afloxasse algunas veces, porque si no la tal muger aría extremos de loca, le respondí: —Vuestra merced parece un poco bruxo o un mucho embustero, pues no he visto que los hombres tengan facultad de violentar albedríos, que aun Dios dexó libres para que se ussase vien o mal de ellos, siendo por este medio los hombres capaces de merezer y desmerecer, y sólo el demonio, con permisión del altísimo, nos ynclina a lo malo. Respondióme era cathólico apostólico romano, y que pendía de caussa natural que el demonio no podía concurrir con la señal de la santa Cruz con que venia signada la cinta; que se la bolviese si no quería ussar de ella; que sus cossas eran mui acendradas de cátolico; que avía ussado de su abilidad por servirme y lo que me estimaba, pero que, si yo daba muestras de mal agradecido, no sería el primero por quien se avía visto presso en la Santa Ynquissición de Granada y en Xerez de la Frontera, de donde avía salido sin mácula, pues no la tenían sus cossas; y que si lo hacía por no pagarle, que no lo hiciesse. Procurelo sosegar y despedile con buenas razones. Fuesse. Llamé a mi amigo y aquella noche dispusimos ver lo que traía la cinta. Juntámonos en un parque recoxido y con unas tixeras la descossí. Saqué del un extremo un papelillo doblado con un bulto dentro; díselo al amigo, quien lo desdobló y halló en él unos pelos, que parecían çerdas: quemólas. Y el papel que tenía una rotulata en un ydioma que no entendimos, pues ni era latín, castellano, francés ni ytaliano. En el medio tenía otro papel y en él embuelta una

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cossa que parecía algodón, pero algo más áspero, y un rótulo que decía: «Alabarceros merced le dará». Dijimos: «¿Qué será alabarceros? ¿Este es algún demonio?4 Aora se la darán a él en los ynfiernos como aquí a su papel», que quemamos con los que tenía dentro. En el otro extremo avía otro papel que tenía unos polbos y él estaba en blanco, que assimismo quemamos con la zinta en la vela que nos alumbraba. Hicimos varios discurssos sobre lo acaecido y el juicio de que, si diésemos quenta a este santo tribunal, no teníamos más justificación que nuestros dichos. Premeditamos haver sido error quemar la zinta, papeles y lo demás, y que viésemos cómo lo podríamos bolver a coxer con otro pretexto con que pudiésemos afianzar la denuncia; pero no lo bolvimos a ver más, pues se ausentó sin que supiésemos de él más. Y el dicho don Nicolás de Quevedo me dixo el día siguiente le dolían los dedos con que avía coxido las tales cossas y que le perseberó el dolor algunos días, lo que discurrí aprehenssión por no haverme subcedido a mí tal cossa.

Después lo despreciamos, pareciéndonos sería alguna droga para sacarme algunos reales y no he [h]echo más reflexa sobre este asumpto ni he savido más del dicho Juan Baptista ni dónde para. Y aora, aviendo leído el edicto general de nuestra santa fee promulgado por este Santo Tribunal, echo memoria, escrupulizado y passado a consultar el punto con persona docta, fue de sentir devía denunciar, como lo ago, para que obre la fee que aia lugar. Por lo qual a vuestra señoría suplico, aviendo por [h]echa esta denuncia en la forma referida, que juro en devida forma ser cierta y no de malicia, se sirva de tomar las providencias que discurriere conveniente, etcétera. Pedro Bueno de Bassori [rúbrica]. vol. 725, sin exp., fols. 156r-157v Catálogo: 2300. «Sobre una brujería que facilita la obtención de los afectos, en especial, los femeninos.»

Imagen religiosa: cruz, 1768 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

4 Es

probable que no se trate de ningún demonio, como creyó el denunciante, sino que la frase signifique algo así como: «Alábesele [que] merced le dará».

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Más sabe la mulata por vieja María Teresa llega a la ciudad de Texcoco y se dedica a adivinar los pensamientos y deseos de los vecinos para conseguir hospedaje y sustento.

[Denuncia de Juan Manuel de Gradas] En la ciudad de Tescuco,1 en quatro días del mes de mayo de mil setesientos y veinte, serán las nuebe de la mañana, ante el señor don Anttonio de Güemes, comisario del Santo Ofissio de dicha ciudad, pareció sin ser llamado, i juró en forma que dirá verdad, un hombre que dixo llamarse Juan Manuel de Gradas, oficial de sastre vesino de dicha ciudad, soltero, de edad de beinte y siete años. El qual, por descargo de su conciencia, dixo i denuncia que, habrá tiempo de ocho días que, entrando en su casa, halló en ella a una muger que dise llamarse María Theresa, mulata, vieja, la qual dise ser vesina de San Juan de los Lagos,2 i o hay veses dize ser de Chalma.3 I declara dicho Juan Manuel que dos mugeres, la una llamada Eusebia de Altamirano, i su hija María de Altamirano, la traxeron a su casa, i que dichas mugeres le contaron al dicho Juan Manuel de Gradas que la dicha María Theresa les había adivinado quanto les había pasado. I entonces dixo el dicho Juan Manuel de Gradas que quisás hablaba sólo por hablar, que él bería si le adivinaba lo que le pasaba. I dentro de quatro días bolbió la dicha María Theresa, i que habiéndole dado chocolate, dixo que mui bien sabía porqué se lo daban, que ella no era echisera, y entonses le dixo el dicho Juan Manuel de Gradas que había oído desir que les havía adivinado a las dichas mugeres lo que les pasaba, i que desearía saber de su boca lo que a él le pasaba. A que respondió la dicha María Theresa: —Mire usted, para que bea que yo no ignoro nada, usted está seloso de una muger y le quiere usted cortar la cara. I si no, el sueño que usted soñó antes de anoche ¿qué le paresió a usted? I dicho Juan Manuel de Gradas le apuró a que le dixera lo que había soñado. I dixo entonses la dicha María Theresa que a solas se lo diría. I entonses se salió dicho Juan Manuel 1 2 3

Tescuco: «Texcoco, población del actual Estado de México». San Juan de los Lagos: «santuario de la virgen del mismo nombre, en el estado de Jalisco». Chalma: «santuario de origen prehispánico donde se venera al Santo Señor de Chalma, en el Estado de México».

de Gradas y la dexó con las mugeres delante de quienes pasó lo dicho, a las quales les prosiguió disiendo lo que a cada una le pasaba. I bolbiendo dicho Juan Manuel a su casa al medio día, se sentó mui pensatibo. I entonces le dixo la dicha María Theresa: —¿Qué es lo que usted está pensando? ¿Qué tiene usted? A que le dixo dicho Juan Manuel: —¿Mas qué, no me dise usted qué estoy pensando? A que respondió ella: —Usted está pensando en irse a Pachuca,4 porque es mexor tierra para usted. Y dise dicho Juan Manuel de Gradas que, así el quererle cortar la cara a la muger, como lo que estaba pensando, era cierto. I que a la noche, al irse la dicha María Theresa, se fue tras ella, i en un callejón le dixo todo cuanto había soñado, lo qual solamente Dios i él lo sabían. Y declara dicho Juan que el día de la Santa Cruz se fue la dicha María Theresa a comulgar, i que mientras ella no estaba en casa cogió un gallo de la dicha María Theresa i lo peléo con otro suyo. I que, quando bino de la iglesia, entró dándose de porrasos i tirándose de los cabellos, disiendo que quién le había destapado su gallo,5 a que le dixeron las mugeres de la casa que una muchacha, por bar[r]er, lo había destapado. A que respondió la dicha María Theresa que era mentira, que no había sido la muchacha, sino Juan Manuel, i que así Juan Manuel como su gallo se lo habían de pagar. I entonces hiso testigos el dicho Juan Manuel de lo que desía la dicha María Theresa. I declara dicho Juan Manuel que esta es la berdad por el juramento que tiene hecho. I siéndole leído, dixo que está bien escrito, i que no lo dize por odio y prometió el secreto. I por no saber escrebir, lo firmó por él dicho señor comisario. Bachiller Anttonio de Güemes, comissario [rúbrica]. Pasó ante mí, el bachiller presbítero Joseph de Güemes, notario [rúbrica]. 4 5

Pachuca: «ciudad minera, capital del estado de Hidalgo». Tapar y destapar son términos usados en las peleas de gallos.

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[Declaración de Juan de Monroy] En la ciudad de Tescuco, en quatro días del mes de mayo de mil setesientos i beinte, serán las onse i media de la mañana, ante el señor don Anttonio de Güemes, comisario del Santo Ofisio en dicha ciudad, pareció, sin ser llamado, un hombre que dixo llamarse Juan de Monrroi, oficial de texedor de paños, español, soltero, de edad de beinte i un años, poco más o menos. El qual, por descargo de su conciencia, dixo i denuncia que, habrá tiempo de ocho días poco más o menos, que estando en su casa halló una muger, la qual dise llamarse María Teresa, mulata, vieja, que no sabe de qué lugar es, la qual le adibinó a una muchacha (con quien el dicho Juan de Monrroi ha tenido debosión) todo quanto les había pasado. I al dicho Juan de Monrroi le dixo la dicha María Theresa estas rasones: —Usted está en duda de casarse o no casarse, porque es mulata como yo la con quien usted tiene amistad, por no manchar su linage. I declara dicho Juan de Monrroi ser cierto lo que dicha María Theresa le dixo. I que, habiéndose ido la dicha María Theresa, dixo dicho Juan de Monrroi: —O esta mulata tiene algo de santa o es echisera. I que, al día siguiente, bolbió a su casa i entró en la cosina, en donde le dixo a dicho Juan de Monrroy: —¿Conque usted dixo que yo, o soi santa o soi echisera? A que respondió Juan de Monrroy: —Es cierto que lo dixe, ¿quién se lo dixo a usted? I que entonses no le respondió nada. I declara dicho Juan de Monrroy que esta es la berdad por el juramento que tiene hecho, i siéndole leído dixo que está bien escrito, i que no lo dise por odio. Prometió el secreto, i por no saber escrebir lo firmó por él dicho señor comisario. Bachiller Anttonio de Güemes, comissario [rúbrica]. Pasó ante mí, el bachiller presbítero Joseph R. de Güemes, notario [rúbrica].

[Declaración de Eusebia de Altamirano] En la ciudad de Tescuco, en sinco días del mes de mayo de mil setesientos i beinte años, serán las dies i media de la mañana […], paresió, siendo llamada, una muger que dise llamarse Eusebia de Altamirano, mestisa, soltera, de edad de treinta años poco más o menos. A la qual, preguntada si sabe o presume la causa porque ha sido llamada, dixo saberla, i es que, para descargo de su consiensia, dise y denunsia que habrá tiempo de quinse días que, habiendo ido al

santuario de Nuestra Señora de Tulatongo,6 a comulgar en compañía de una hija suya llamada María de Altamirano, se encontró con una muger que dize llamarse María Theresa, que no sabe de qué lugar es, la qual le llebó a una casa i le dio chocolate. I disiéndole que se benía para Tescuco, se la traxo a su casa en agradesimiento de haberle dado chocolate. I que, platicando la dicha María Theresa con otra hija de Eusebia de Altamirano, llamada Josepha de Altamirano, le dixo estas rasones: —Usted tiene intensión de ir a Nuestra Señora de Tulatongo con otras señoras. A que respondió la dicha Josepha de Altamirano: —Es berdad que tengo esa intensión. I declara dicha Eusebia de Altamirano que, habiéndole contado su hija Josepha lo que le pasaba con la dicha María Theresa, dixo que quisá era saurina7 o echisera. I que después le dixo su hija, María de Altamirano, que ella le había contado en el camino a la dicha María Theresa que su hermana, Josepha de Altamirano, tenía intensión de ir al santuario de Tulatongo. Y declar[a] dicha Eusebia de Altamirano que no sabe otra cosa, que esta es la berdad por el juramento que tiene hecho, i siéndole leído dixo que está bien escrito, i que no lo dise por odio. Prometió el secreto, i por no saber escrebir lo firmó por ella el dicho señor comissario. Bachiller Anttonio de Güemes, comissario [rúbrica]. Pasó ante mí, el bachiller presbítero Joseph de Güemes, notario [rúbrica].

[Declaración de María de Altamirano] En la ciudad de Tescuco, en seis días del mes de mayo de mil setesientos i veinte, serán las nuebe de la mañana […], paresió siendo llamada María de Altamirano, mestisa, donsella, de edad que dise ser de trese años. A la qual, preguntado si sabe o presume la causa porque ha sido llamada, dixo que no sabe ni la presume. Preguntada8 si sabe o a oído desir que alguna persona aya dicho o hecho cosa alguna que sea o paresca ser contra nuestra santa fe católica, lei ebangélica que predica i enseña la santa madre Iglesia católica romana, o contra el recto i libre exercicio del Santo Ofissio, dixo que no sabe ni a oído cosa alguna de las que se le preguntan. Preguntada si sabe o a oiído desir que alguna persona ayga adivinado lo que otra tiene en su 6

Tulatongo: «Santa María Tulantongo, en el municipio de Texcoco, Estado de México». 7 «Saurín. Barbarismo por zahorí.» (Mej.) 8 En el original: preguntado.

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pecho, sin habérselo descubierto a otro, dixo que no sabe ni a oído desir cosa. Fuele dicho que en el Santo Ofissio ay información de que, en presencia de dicha María de Altamirano, había adivinado sierta persona lo que otra tenía en su interior, i que se hallaron presentes otras personas, que por reberensia de Dios recorra bien su memoria i diga la verdad. Dixo no saber cosa alguna, que esta es la verdad por el juramento que tiene hecho. I siéndole leído, dixo que está bien escrito. Prometió el secreto, i por no saber escrebir lo firmó por ella dicho señor comissario […].

[Declaración de Josefa de Altamirano] En la ciudad de Tescuco, en seis días del mes de mayo de mil setesientos i beinte, serán las onse de la mañana, […] paresió siendo llamada Jossepha de Altamirano, mestisa, donsella, de edad que dise ser de dies y ocho años9 a la qual, preguntado si sabe o presume la causa para que ha sido llamada, dixo que presume será tocante a una muger que dise llamarse María Theresa, la qual, habiéndola traído su madre a su casa, entonses la conosió, porque nunca la abía visto, i que es mulata i bieja. I que, platicando con ella, le dixo estas razones: —Usted tiene intensión de ir al santuario de Nuestra Señora de Tulatongo. A que respondió dicha Josepha de Altamirano: —Es verdad que tengo esa intensión ¿Quién se lo dixo a usted? I respondió dicha María Theresa: —Nadie me lo dixo, pero yo lo sé bien. I declara dicha Josepha que, contándole a su madre, Eusebia de Altamirano, el caso que le pasaba, hiso la madre tal pesquisa que vino a saber que su hija María de Altamirano se lo había contado a la dicha María Theresa, por donde vino en conosimiento de que presumía el ser saurina, contando o disiendo lo que había oído desir. I declara dicha Josepha de Altamirano que, otro día, le dixo la dicha María Theresa estas razones: —I usted no se casó con un moso con quien tubo debosión, porque era mui seloso. A lo qual dise la dicha Josepha de Altamirano que, aunque es berdad que tubo amistad con un mozo, pero no haberse casado con él por ser seloso, es falso. I que no sabe otra cosa, que esta es la verdad por el juramento que tiene hecho […]. 9 En

el original: anos.

[Confesión de María Teresa] En la ciudad de Tescuco, en beinte y siete dias del mes de julio de mil setecientos y beinte, serán las tres de la tarde […], pareció, ciendo llamada, una muger que dise llamarse María Theresa, mulata vieja, la qual no sabe qué edad tiene. I se hallaba presa por dicho señor comissario, honestada10 su prisión con otro motibo. I haciéndole por ante mí, el infraescripto notario, los cargos de las foxas antecedentes, i puesta la señal de la cruz, respondió ser ciertos los cargos que se le habían hecho, pero que por ningún modo ni mancia habían sido por adivinación ni pacto alguno diabólico, sino que todo lo que le acusan lo había oído decir a los de las mesmas casas en donde asistía, lo qual hacía más por entretenimiento i tener socorro en ellas, que por malisia alguna que tubiese, ni con intensión de acreditar por adivinaciones semejantes disparates. I así que todo lo referido, aunque fue cierto, no lo dixo con malisia ni con dañada intensión, sino simplemente por tener notisia de los mesmos que, como lleba dicho, asistían en las casas, i ella les encargaba11 no dixesen a persona alguna que se lo havían rebelado, de donde conjeturaron los delatantes querer acreditarse de adivina, pero que no es así. I dado por dicha María Theresa este descargo, se le hiso por el dicho señor comissario i por ante mí, el notario, el otro [motivo] que expresa la carta que remitió al Santo Oficio el padre cura, ministro de Otumba.12 I debajo del mismo juramento, declaró ser verdad que asistió en dicho pueblo algunos días, entre los quales, teniendo entrada en la casa de doña Micaela de Aguilar, uno de ellos la halló aflixida i pesarosa por habérsele perdido unas puntas de manto,13 i disiéndole la dicha doña Micaela de Aguilar: —¿Qué forma daremos de que mis puntas parescan?14 Ella, que ya era sabidora (porque el indio pastor se lo había dicho), respondió a doña Micaela que el día de San Miguel del año que espresa dicha carta pareserían, como con efecto parecieron, porque procuró que el dicho pastor 10

honestada: «justificada». «Honestar. Vale también disfrazar o disculpar alguna acción o cosa, de modo que parezca honesta.» (Aut.) 11 En el original: encarbaba. 12 Otumba: «población del Estado de México, de origen otomí». La carta está intercalada en el proceso (fols. 175r-176r); en ella, Micaela de Aguilar denuncia a María Teresa por adivina. 13 «Puntas. Se llama assimismo una especie de encaxes de hilo, seda u otra materia, que por un lado van formando unas porciones de círculo.» (Aut.) 14 parescan: «aparezcan».

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las entregase. Que en esto no hubo adivinación, sino sólo notisia del mesmo que las tenía. I por lo que mira al fundamento que tubo la dicha Micaela para haserle la pregunta de sus puntas, que fue haber dicho que sacaría los colores a la cara a Anttonio Gallegos, responde dicha María Theresa que es falso i siniestro lo que le imputan, porque no conose ni ha oído mentar en dicho pueblo a Anttonio Gallegos. Conque asegura que no hiso cosa de éstas con malissia, sino sólo con la intensión de que le socorrieran sus necesidades. Y que vive arrepentida de todo esto, en que no creyó haber culpa alguna. I protesta emmendarse i no

bolber a usar de semejantes mentiras i embelecos. A todo lo qual el dicho señor comissario amonestó, corrigió y comminó con la pena de dosientos azotes, en presencia de los escandalizados, y su mersed la dio por libre, asegurando dicha María Theresa que esta es la berdad [...], por el juramento que tiene hecho i por no saber firmar, lo firmó por la dicha dicho señor comissario. Bachiller Anttonio de Güemes, comissario [rúbrica]. Ante mí, bachiller presbítero Joseph de Güemes, notario [rúbrica]. vol. 725, sin exp., fols. 171r-174v

Rueda astrológica de los indios mexicanos, 1790 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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La mano del Cristo de Chalma Denuncia de fray Sebastián de la Cruz contra los ardides de un mulato para dar a conocer, y de paso sacar provecho, de un supuesto milagro obrado por el Cristo de Chalma a su favor. Agosto, 1730.

[El pícaro y el fraile desesperado] La Santísima Trinidad sea con todos, amén. Ave María. Aquí llegó un mulato con esa carta que remito,1 diciendo ser de una religiosa capuchina. Fue el caso que, llamando él a el demonio, se le apareció (dícelo él), y a el ir el demonio a darle el papel para el pacto en escripto, y él a cortarse para con su sangre firmarlo, se le appareció el Santo Christo de Chalma,2 y que, desenclabando la mano derecha, le dijo por señas que no lo hiciera. Él alavó a el señor y huió el demonio. Que asertó a venir un religioso agustino que lo confessó. Y que tomó de el suelo el clavo de el Santo Christo, que se quedó en el suelo, y que lo llebó a el convento, etcétera. Y que llegando el mulato a Querétaro, antes que él contara algo a una religiosa capuchina, ella se lo refirió todo. Y que le dijo que biniera a buscarme i que me diera esa carta. I que hisiera lo que le ordenara, etcétera, con otras circunstancias, etcétera. Le reseví i consolé, y escriví a el prior de San Agustín3 me inquiriera de el caso (aí ba la respuesta). Ynbié la carta a las capuchinas, i me dicen que no la tienen por carta de la tal religiosa. Mandó pintar el milagro i lo andaba publicando. Se lo quité i lo mandé guardar. I sin orden mío lo a andado publicando. Una noche escandalisó la plasa de San Gregorio4 porque dijo que el demonio estaba allí. Orrorisó a las de la casa, el caballo en la caballería, las gallinas i pájaros, perros i patos. Dicen los de la casa que le hacían pedasos. Él quedó trabado i mui molido (díjolo él) i sin sentidos, etcétera.

1 La

carta se reproduce más abajo. la leyenda, la imagen del Cristo de Chalma tuvo un origen milagroso: se apareció en una cueva cercana a Chalma, en el Estado de México, en donde los antiguos mexicanos veneraban al dios Oxtotéotl con sacrificios humanos. Es una de las más veneradas en México. 3 El antiguo convento de San Agustín, en Querétaro, se fundó en 1725. Entre 1731 y 1745 se reconstruyó, convirtiéndose en uno de los más importantes edificios barrocos de México. 4 Puede tratarse del templo de San Gregorio de Querétaro, que ya existía hacia 1740. 2 Según

Vino un padre gesuita, confessolo, etcétera. Llamáronme a mí, fui, no me asentó aquello. I por el consuelo de los de la casa, bendígela i ordené pusiesen Aves Marías en todas partes. Y a él le mandé tener escrito el evangelio de San Juan, etcétera, es contra todo mal, etcétera. Le ordené por cautela el que fuese a verme el día siguiente. Y aunque fue cogeando, hísome fuersa la repentina salud, etcétera. Como instaba tanto a publicar el milagro de el Santo Christo, le dige que fuera i se sugetara a lo que el señor provisor le ordenase, para lo qual le escriví en orden a etcétera. No sé si fue o no. Díjome que el notario me pedía unas Aves Marías impresas para su casa. Dícelas. Y e sabido que él las repartió quando andaba mostrando su milagro. Supe que en una casa le dieron un peso de limosna. Supe que daba no sé qué cosa de reliquia. Otra noche lo cogieron, que él mismo se lebantó i echó la puertta de el corral en el suelo, como para causar otro estruendo. Díjome el moso de la casa en que vivía que avía díchole él que avía comulgado después de aver almorsado. Y que dijo que avía sido por orden que io le di, etcétera, y no es assí. Antes de saber esto último, tube noticias de algunas cosas sospechosas de las dichas i semejantes. Llamelo, y delante de buen testigo le dige lo que le convenía y que mirara lo que hacía, etcétera. Y negó. Intimele allí lo que en otras ocaciones: de que cumpliera con las obligaciones que tenía, i de presentarse, i que no hisiera públicos sus escándalos, i otras cosas mescladas así con charitatibos consejos, como con amenasas de castigos, etcétera, y que, de no haserlo, no me buscase. Y que si los egecutaba, yo le haría el hábito de gerga que pedía y le alcansaría licencia de los padres de San Agustín para que allí en el santuario le dexasen acabar sus días. I que le atendiesen con charidad, por el voto que hiso, etcétera, i lo ubiera echo. Él se fue, i tengo noticias de que ba a el santuario, no sé lo cierto. Los de la casa en que estubo (en la plasuela de San Gregorio, que qualquiera dará rasón, porque a sido público i escandaloso el caso) saben otras cosas.

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Yo inbiaba a ese Santo Tribunal a uno de la casa que me informó de estas cosas, y no se atrebe. Dígele que no tenía que temer, que bería el amor, etcétera, i no me a bastado, etcétera. Vuestra señoría verá lo que se debe haser, yo temo de que él ba con el quadrito publicando, etcétera. No lo afirmo. Con fundamento lo sospecho, etcétera.

[Carta de la madre sor Pettra, del conbentto de las Capuchinas]5 Mui reberendo padre frai Sebastián: De infinito gusto será para mí que, al recibo de esttas cuattro lettras, sea la salud de buesa patternidad ttan cabal como mi fino amor desea. Lo que, por estta ocasión, se me ofrese es suplicarle a buesa reberensia que, por los dolores de nuesttra señora la Virgen María y por la passión de Christo, señor nuestro, me resiba a ese hermano, me lo oiga de penittensia.

Que, al iendo por los campos, desesperado por causa de una muger a la cual le ttenía dada palabra de casamientto, y no pudiéndola ber, comenzó a darle boses al demonio. A onde, por justtos [j]uisios6 de Dios, se le aparesió al isttantte, a onde, con palabras ynfernales fasilittándole el ponérsela a las manos, con que sólo le asegurara una escrittura de su alma. Y siego i torpe, diole palabra de que se la aría. Y comenzando a sacar papel, le aparesió el Señor de Chalma, y desclabando el braso derecho y asiéndole señas con la mano de que no ysiera ttal cosa. Y bistto él semegantte milagro, hizo cuanttas armas ttenía. Y pidiendo a Dios mi­ sericordia, y promettiéndole aser botto de casttidá y echarse un saco de gerga, yr a besittar al señor a su santtuario y después benirse a resttaurar el ttema. vol. 830, exp. 13, fols. 168r-171v Catálogo: 1657. «Denuncia de los excesos de un mulato a quien la intercesión de Cristo de Chalma salvó de cometer pacto con el demonio.»

5 Se

trata de una hoja doblada, a manera de cuadernillo, con notas en los márgenes y escrito con tinta muy clara.

6 En

el original: guisios.

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«¡Ah, diablo!» El año de 1732, en el Real de Minas de Taxco, el barretero Nicolás Ylario de Labra, junto con otro minero, Roque Álvarez, invocó al demonio para satisfacer su «deseo de conseguir mujeres», luego de fracasar usando un «pájaro seco».

E

n el real y minas de Tasco,1 a diez y seis días del mes de junio de mill setecientos y treinta y tres años, ante el señor bachiller don Joséph Xavier Adán de los Ríos, comisario del Santo Oficio de dicho real, parezió, sin ser llamado, el reverendo padre procurador fray Phelipe Amarilla, del orden de nuestro padre San Francisco, y juró en forma que dirá la verdad. El qual dize que, estando entendiendo en las confesiones anuales, llegó a sus pies un penitente incurso de casos del Santo Tribunal. Le dijo no podía absolverle [a] menos que no denunziase a sí el dicho penitente, el qual, movido de algunos temores, dijo que no se hallava en esa determinazión, a lo qual le replicó que será preziso, y que de no, le diese su lizenzia para poderlo hazer por él, que no temiese, que no se le seguiría perjuizio, y que después de hecha esta diligenzia, le conzedería la absoluzión, a lo qual le respondió que se la dava para que por él, y en su nombre, hiziese la denuncia, que haze en esta forma.

días y procuró solizitar con él una muger. Y no haviéndolo conseguido, se lo bolvió a el dicho Simón. Asimismo denunzia que, teniendo deseo el denunziante, Nicolás Ylario de Labra, deseo de conseguir mugeres, comunicado con el dicho Roque Álbarez, éste lo yndujo a hir a zierta emboscada4 a ymbocar a el demonio, como lo executaron, pues haviendo hido ambos a dos a ella, imbocaron por zinco vezes a el diablo con estas palabras: «A[h], diablo»,5 y al cabo de las zinco oyeron un silbido con mucho estruendo, a el qual dijo el dicho Roque Álbarez: —Quítate el rosario, que ya viene. Y haviéndoselo quitado, le causó grave temor y espanto, y bolviéndoselo a poner corrió uyendo, imbocando a la ssantísima Virjen, por lo qual no vio nada. Y que esta es la verdad por el juramento que tiene echo, y siéndosele leýdo dixo que está bien escrito y que no lo dize por odio. Prometió el secreto y firmólo de su nombre. Fray Phelipe Joseph de Amarilla.

[Denuncia de fray Phelipe Amarilla] Nicolás de Labra, mestizo, soltero, de hedad de diez y nuebe años, vezino del real y minas de Zaqualpa2 y residente de este real de Tasco, por descargo de su conzienzia dize y denunzia que el año pasado de setezientos y treinta y dos, immediatamente después de haver cumplido con el prezepto anual (cuyos días ziertos no se acuerda), concurrió con Roque Álbarez —soltero, castizo—, y con Simón de Roxas —mestizo, casado—, ambos del real y minas de Tesicapan,3 y que el dicho Simón de Roxas le dio un pajarito que lo trajera consigo, y con él conseguiría qualquiera muger, y asimismo el trabajar con fazilidad en la mina, y que para esto le havía de hazer tres ayunos a el demonio, los quales no quiso hazer nunca, aunque trajo el pájaro consigo ocho

[Interrogatorio de Nicolás Ylario de Labra]

1

4

2 3

Tasco: Taxco, pueblo y mineral, en el actual estado de Guerrero. Zaqualpa: Zacualpan, pueblo y mineral, en el distrito de Sultepec, estado de México (García Cubas). Tesicapan: Tezicapan, pueblo y mineral en las cercanías de Zacualpan, estado de México.

En el real y minas de Tasco, a dos días del mes de octubre de mil setecientos y treinta y tres años, ante el señor bachiller don Joséph Xavier Adán de los Ríos, comisario del Santo Oficio de dicho real, pareció Nicolás Ylario de Labra, siendo llamado, castiso, soltero, de oficio barretero,6 de edad de dies y nuebe años, natural de Tesicapan y rresidente en este real de Tasco. Por ante mí, el infraescrito notario, se le recibió juramento y prometió decir verdad, y preguntado si se acuerda aber depuesto ante algún juez contra alguna o algunas personas sobre cosas tocantes a la fee, dijo que no se acuerda. Y

5 6

emboscada: el «bosque o parte retirada» donde se encubre una tropa para alguna operación de guerra (Aut.). A[h], diablo: «A. Vale por interjección o adverbio con que llamamos, como A Dios, a señor fulano» (Cov.). barretero: «minero que trabaja con barra, cuña o pico».

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preguntado si se acuerda aber depuesto contra alguna o algunas personas sobre cosas tocantes a la fee, dijo que no se acuerda. Y preguntado si se acuerda aber dado lisencia para que en su nombre haga alguna persona denuncia sobre cosas tocantes a la fee, dijo que sí, que en este año, en las confeciones anuales, dio su licencia a el padre fray Phelipe Amarilla para que, por él y en su nombre, hisiese a el Santo Tribunal la denuncia que rreferirá, la qual no hiso personalmente por temor. Y díxosele a el dicho Nicolás Ylario la hisiese de nuebo y se rratificase en ella. Dise que, para descargo de su consiencia, estando en el pueblo de Tesicapan (cuyo día no se acuerda) una noche, con Simón de Roxas —mestiso, casado con Michaela de la Cruz, de oficio barretero (quien se halla el día de oy en el real de Saqualpa en la Hacienda de San Pedro, de don Phelipe del Varrio)—, le dijo que si quería conseguir mujeres o tener facilidad de trabajar en las minas, le daría un animal que traía consigo para ese fin; que le dijo el dicho Nicolás Ylario que sí, y entonces le dio un pájaro seco que traía consigo, el qual rresivió el dicho denunciante y trajo consigo ocho días, al cabo de los quales se lo volvió a el dicho Simón de Rojas, quien le dijo que, para que se le fasilitase lo que le avía dicho, avía de haser tres ayunos a el demonio, los quales nunca quiso haser. Y que el motivo de aberle buelto el pájaro fue porque con él solisitó a una mujer y no la consiguió.7 Asimismo se denuncia que, teniendo deseo de conseguir mujeres, concurrió con Roque Álbares —soltero, mestiso, natural de Tesicapan, de oficio barretero y rresidente actual en este real de Taxco— concurrió en el real de Tesicapan un día domingo por la noche, que no se acuerda en qué mes fuese, y estando solos, comunicándole a el dicho Roque Álbares el deseo que tenía, éste lo indujo a ir haser pacto con el demonio a un salto que ay allí, en donde tenía noticia andaba, a el qual paraje fueron ambos, disiéndole: —Bamos a haser pacto con el demonio para qualquier cosa que se nos ofresca. Y abiendo llegado aquel lugar, comenzó el dicho Roque Álbares a gritar a el demonio por sinco beses, disiendo estas palabras: «A[h], diablo», y al cabo de las sinco beses oyeron grabe estruendo y chiflidos, el qual oído, dijo el dicho Roque Álbares a el dicho Nicolás Ylario:

—Quítate el rosario, que ya biene. Y abiéndoselo quitado y colgado en una bara del mismo camino, le causó grabe temor y espanto, y bolbiéndoselo a poner, corrió uyendo, invocando a la sanctíssima Virgen, por lo cual no vio nada, ni de entonces acá a buelto a concurrir ni ablar con el dicho Roque Álbarez. Fuele leído su dicho y se le dijo que se le hase saber que el señor fiscal del Santo Oficio le presenta por testigo ad perpetuam rrei memoriam,8 que trata contra los dichos Roque Álbares y Simón de Roxas en una causa. Que esté atento y se le lerá su dicho, y si en él hubiere que alterar, añadir o emmendar, lo haga de manera que en todo diga la verdad y se afirme y rratifique en ella, porque lo que agora dijere parará perjuisio a los dichos Roque Álbares y Simón de Rojas. Y le fue leído de verbo ad verbum,9 y siéndole leído y abiéndole dicho el dicho, Nicolás de Labra dijo que lo avía oído y entendido y que aquello era su dicho, que él lo avía dicho según se le avía leído, y estaba bien escrito y asentado, y no avía que alterar, añadir ni emmendar, porque como está escrito era la verdad, y en ello se afirmaba y afirmó, rratificaba y rratificó, y si nesesario era lo desía de nuebo, denunciándose y denunciando a los dichos Roque Álbares y Simón de Rojas, no por odio, sino por descargo de su consiencia. Encargósele el secreto en forma, prometiólo y lo firmó de su nombre. Nicolás Ylario de Labra [rúbrica]. Pasó ante mí. Bachiller Joseph de Cabrera [rúbrica], notario. Nicolás Ylario fue «severamente» reprehendido por «tan feos delitos y excesos, para que no vuelva a reincidir en ellos», sin seguírsele proceso «en atenzión a haverse denunciado expontáneamente». vol. 725, sin exp., fols. 250r-251r, 252r-253r Catálogo: 2503. «Autodenuncia de Nicolás de Labra sobre haber intentado varios medios de hechicería para conseguir mujeres, así como de haber presenciado una invocación al demonio, por parte de Roque Álvares, amigo suyo, con el mismo fin.»

8 7 Véase

en la introducción el apartado sobre esta práctica mágica.

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ad perpetuam rei memoriam: «para perpetua memoria del asunto». verbo ad verbum: «palabra por palabra».

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Charla de comadres o la yerba para enamorar En agosto de 1732, accidentalmente, el minero español Blas Miguel Saucedo oyó a dos mujeres platicando de una yerba para enamorar. Esta es su denuncia.

E

n el real y minas de Tasco, a dos días del mes de junio de mill setecientos y treinta y tres años, por la mañana, ante el señor bachiller don Joséph Xavier Adán de los Ríos, comisario de el Santo Oficio de dicho real, pareció sin ser llamado, y juró en forma que dirá la verdad, un hombre que dijo llamarse Blas Miguel Sausedo, español, casado con Juana Ygnacia Sandoval, de oficio barretero, vecino de dicho real, de edad de treinta y sinco años. El qual, por descargo de su consiencia, dise y denuncia de que, en uno de los días del mes de agosto (que no se acuerda rrealmente qué día fuese) del año pasado de mill setecientos y treinta y dos, estando escondido en la barranca que cae detrás del serco de Nievla, estaban labando dos mulatas, la una llamada Fransisca, cuyo apellido ygnora, viuda de Diego el Mestiso, que por tal se conosía, y Getrudis de Estrada, casada con Juan Alexo. Una y otra, vecinas de este real. Oyó que la dicha Francisca le dijo a la Getrudis: —Comadre, cansada ya de tantos trabajos, bino una amiga y me dio una yerba para que los hombres me enamoren, y luego luego, bino uno que me da quanto es menester, y e tirado ya las mantas, que ya no quiero texer. Y si quieres, yo te la daré. A que rrespondió la dicha Getrudis que no la quería si no la abían de dar dinero. Rrespondió la otra: —El que no diere, despedirlos. A que rrespondió la Getrudis —¿Y si mi marido sabe destos o ellos me ben? Me querrán matar o jerir. A que le rreplicó la Francisca: —Eso no te de cuidado, comadre, que para todo es bueno la yerba. Que aunque te bean, no te an de decir ná. Y aunque beas que se ban para ti a darte, no tengas miedo, que no te an de haser nada. ¿No te lo a dicho la niña? Dijo la Getrudis: —No.

Obispado de Puebla. Fragmento (AGN, mapoteca).

—Pues tanbién lo sabe la dicha niña mi hermana, María. Yo se la enseñaré, pero tú la as de tomar, comadre. Y no se lo digas a Manuela, porque luego andará contándolo como la bes pasada. Y que aunque ablaron otras cosas, no lo pudo persivir el dicho denunciante: por áy ablaban mui quedo. En esto acabaron de labar y se fueron, a lo qual no se hallaron otras personas, ni el dicho declarante les dijo nada. Y esta es la verdad, por el juramento que tiene hecho. Y siéndole leído, dijo que estaba bien escrito, y que no lo dise por odio. Prometió el secreto y firmólo de su nombre. Blas Miguel Sausedo [rúbrica]. vol. 725, sin exp., fols. 246r-246v Catálogo: 1450. «Testimonio de Miguel Blas Sausedo, sobre haberle contado Francisca a Gertrudis Estrada, ambas mulatas, que poseía una hierba para que la enamorasen los hombres.»

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La sombra en el agua Algunos rumores respecto al poder curativo de Francisco de Vargas hacen que fray José Antonio de Coria, cura del pueblo de San Francisco de Uruapan,1 interrogue al mulato, «para aberiguar lo sierto de lo que se desía». Agosto, 1732.

D

ixo1que es berdad estaba curando una enferma de quien conosía en su enfermedad tenía perdida la sombra, la qual esta[ba] en un río en donde havía tomado baño la dicha enferma.2 Y que dicho Francisco fue por dicha sombra llebando unos ocotes3 ensendidos, los quales, haviendo llegado a dicho río, los metió en el agua y salían ensendidos. Que llamó la sombra con el nombre de la enferma, y que salió con un poco de agua, con dos orasiones que son las siguientes: Jesuchristo benturoso, el alma que vos me disteis no quiera que muera triste; rogaremos a la Virgen, aquella por quien benistes, para que de ella alcansemos perdón.

quién como María santísima, nuestra señora, que fue esenta de todo pecado, que dio forma y carne humana al verbo eterno, siendo eia Virgen antes de parto, en el parto y después del parto. Amén, Jesús y Joséph.

Dicho Francisco declaró que bolbió a casa de la enferma con su sombra. Que la llebaba alumbrándola porque no se saliera, y que, llegado a la dicha enferma, se la restauró dándole a bever el agua en que se la llebaba, con la oración siguiente:

Que ésta es una devota orasión que mandó resar San Gil.4 Quien esta orasión resare tres días antes de su muerte, berá a la Virgen santísima y le dirá: «Amigo, confiésate, que ia mi hijo santíssimo os biene a llebar a su gloria».

Dios te salve María, de mal amarga. Afligido sea el fruto de tu vientre, Jesús. Madre del bendido, madre del asotado, madre del sentensiado, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén, Jesús.

Y de la siguiente: Quién como Dios, quién como Christo Jesús y hombre,

Y la que sigue: Piquinino, piquinino, piquinino.5 Yendo6 yo por un camino encontré con Jesuchristo, preguntóme que a dónde iba, díxele que em busca de mi padre y de mi madre. Preguntóme quién era mi madre,

1 Cabecera

del municipio de Uruapan, en el estado de Michoacán. 2 Cuando una persona sufre un «susto de agua», se dice que puede perder la sombra (testimonio recogido por Berenice Granados). La «pérdida de la sombra» es una enfermedad asociada, en el mundo mesoamericano, con el susto. 3 «Ocote. Del azteca ocotl u ocotl-cuahuitl. Aztequismo empleado como nombre vulgar de las plantas del género Pinus [...]. La madera es un combustible muy usado, haciéndola rajas, y sirve como tea para el alumbrado, entre la gente pobre y campesina. Es propiamente el pino.» «Ocotear. Perseguir de cerca al que huye, y aún causándole algún daño.» (Mej.) 4 Santo de origen griego, protector de los enfermos y tullidos, abogado contra el miedo y el íncubo, y contra algunas enfermedades, como la epilepsia, llamada «mal de San Gil».

5

Piquinino: se trata de una fórmula de inicio del muy conocido «Padre nuestro pequeñito»; véanse en la introducción otras correspondencias. 6 En el original: Jendo.

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díxele que la Virgen santísima. Preguntóme quién era mi padre, díxele que nuest[r]o señor Jesuchristo. Cogióme de un dedo pulgar, hísome una cruz en la frente y otra en las espaldas, porque el Malo no me encuentre ni de día ni de noche, ni a la hora de la muerte. Amén, Jesús, María y Joséph.

La declaración de Francisco de Vargas va seguida de los juicios del denunciante, que sólo acierta a calificar estas oraciones como «cosas malas, supertisiosas, de las que el susodicho Francisco a usado». vol. 839, 2ª parte, sin exp., fols. 278r-278v Catálogo: 2499. «Manera en que Francisco de Vargas, mulato, restituyó la sombra a una mujer que la había perdido.»

Río Nautla, 1589 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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El juego de las varas Declaración de Felipe González contra sí y contra Juan del Castillo, por usar unas varitas de virtud para encontrar tesoros.

E

n el Santo Ofizio de la Ynqquisición de México, en doze días del mes de junio de mill setezientos y treinta y quatro años, estando en la audiencia de la mañana el señor inquisidor, licenciado don Pedro Nabarro de Ysla, mandó entrar en ella a un hombre que viene de su voluntad, el qual [...] dixo llamarse Phelipe González, español y natural del prinzipado de Asturias, en el consejo de Prabia, de estado casado con doña Antonia Theresa Patiño, theniente de alguazil mayor de esta corte, de treynta y zinco años de hedad, poco más o menos, que vibe en la esquina de la calle de Santa Theresa La Antigua, en una tienda de cacagüetería.1 Y que a venido a denunziar contra sí de que, aviéndole dicho don Juan del Castillo, natural de las montañas de Burgos —soltero, casero que fue de don Juan Francisco de Biezma, el qual a sido mercader y aora se halla pobre, y vibe en el varrio de Monserrate, no sabe en qué casa—, que tenía unas baritas compuestas de las palmas venditas de San Pedro Mártir,2 que son quatro, como de una quarta de largas, que poniéndose punta con punta forman en los encajes una cruz, y cada una de ellas tiene enzima de sí otra rayada, y teniéndolas entre dos por las puntas, se doblan bajando o levantando, y otras vezes ynclinan a un lado o a otro. Y que señalando azia abajo, allí estaba la plata, pero señalando a alguno de los lados, aunque yndicava estar azia allí, hera dificultoso encontrar con el paraje cierto. Y el día siguiente las trajo. Y preguntádole qué virtud podían tener aquellas varas y que cómo podían yndicar la plata, respondió dicho Castillo que heran de San Pedro Mártir y que el santo les havía comunicado aquella virtud. Y entonzes el declarante le preguntó si se dezían algunas palabras, a que dixo que no. Con la ocasión de que los de su casa estaban espantados, porque una criada que oy tiene dize que en un rincón de la trastienda a visto una luz como vela que acaba, y una de ellas se espantó tanto que le dio un accidente que se quedó 1 2

«Cacahuatería. Este nombre se daba antiguamente en México a las tiendas de comestibles; hoy está olvidado.» (Mej.) «Palma de san Pedro. La palma corriente o palma salmandoca que es planta lilácea de apariencia de palmera.» (Mej.)

sin abla, aunque luego bolbió, se determinó hazer la prueba de las varillas con el dicho Castillo. Y con efecto, la hizieron en el paraje donde dixo la moza se espantaba, y dicha moza se llama María y pareze ser mestiza. Y resultó que las varillas se vajaron, por lo que, ydo dicho Castillo, mandó el declarante se cabase en aquel sitio, y hecho, se halló como a vara y media de fondo carbón hecho zisco.3 Y luego hizo que se bolbiese a tapar el oyo. Y los yndios que cabaron dijeron que el dinero se havía buelto carbón. Y que a este hecho se hallaron presentes la muger del declarante y dicha su criada María. Y que, después de esto, con el motibo de averle dicho muchas vezes doña Rosa de Alemán, madre de la muger de este declarante (que tiene trato de vinatería en la calle de San Pedro y San Pablo,4 como quien ba al Carmen, sobre mano derecha), que algunos de los que yban allí a veber la dezían que, en un rincón de la pieza adonde está el estrado, havía un thesoro o dinero enterrado. Se lo comunicó a Castillo para que fuesen a poner las baritas. Y con efecto, fueron un día de la semana pasada, y delante de su suegra hizieron la suerte de las varillas y señalaron en el mismo paraje. Y bolviendo los dos al día siguiente por la noche, cabaron asta en profundidad como de tres varas y no hallaron sino escasos fracmentos de tinajas de barro, lo que no estrañó [a] su suegra, que estaba presente, porque, antes de saver este declarante de las varillas, le havía dicho dicha su suegra que cabase allí para ver si allí estaba lo que dezían los hombres. Y lo referido lo executó el declarante y concurrió a su execuzión creyendo que no havía cosa mala, pues no se dezían palabras malas ni buenas determinadas, y ser dichas baras de palma vendita de San Pedro Mártir.

3

«Cisco. Carbón muy menudo o residuo que queda de esta materia, revuelto con algo de tierra en las carboneras, donde se encierra.» (Aut.) «Cisco, 1495, detrito, residuo de combustión, basura, excremento.» (Cor.) Tradicionalmente, en los cuentos populares, en vez de convertirse en carbón, el dinero se convierte en excrementos. 4 El antiguo templo de San Pedro y San Pablo fundado por la Compañía de Jesús, que actualmente alberga al Museo de la Luz, se encuentra en la calle del Carmen, esquina con San Ildefonso, en el centro de la Ciudad de México.

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Y que, en esta inteligenzia, haviendo salido los dos azia San Lázaro,5 repitieron poner las varillas en diferentes partes, y señalaban unas vezes arriba y otras abajo. Y que otro día bolvieron a salir azia el Carmen, diziendo el Castillo que por allí havía dinero enterrrado y diziendo el declarante que Velázquez havía sacado de allí algo de aquellos parajes. Bolvieron a poner las varillas, y estando con ellas puestas, azertó a pasar por allí una muger, por lo que Castillo le dixo al declarante se ocultase a que lo viese, por lo que le preguntó que qué havía en eso, y si no le havía dicho que era bueno, a que le procuró satisfazer diziendo que estas mugeres eran brujas o medio brujas. Y juzgaría la que pasaba que estaban haziendo alguna cosa mala, porque estas barillas estaban mandadas recojer por el Santo Ofizio abría tiempo de veynte años, no porque ellas fuesen malas en sí, sino es porque abusaban de ellas. Por lo que el declarante entró en graves rezelos y esta mañana se confesó con fray Joséph de la Ssantísima Trinidad, carmelita descalzo, que le dixo no poder absolverle sin que

hiziese la denunzia, y constarle, por papel del Tribunal o de alguno de los señores ynquisidores, averla echo. Y así, desde allí ha venido acá a confesar su yerro, y pedir al Santo Ofizio le dé dicho papel por ser absuelto, porque a aver entendido que hera malo lo de las varillas no lo ubiera executado de modo alguno, y pide perdón y misericordia de lo que hubiere errado. Preguntado si dicho Castillo le dixo quién le havía enseñado esto de las varillas, dixo que sí y que hera uno de azia Lerma,6 pero no dixo su nombre y apellido. Y que esta es la verdad so cargo del juramento fechó, y lo firmó. Phelipe González. vol. 849, sin exp., fols. 227r-229v (bis) Catálogo: 2317. «Narración de los hechos y virtudes supersticiosas de las varitas llamadas de San Pedro Mártir que sirven para buscar tesoros.»

Hacienda de San Martín y San Juan Nepomuceno del Tesoro, Tacuba, Ciudad de México, 1704 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

6 Lerma

5 La

iglesia de San Lázaro y el hospital para leprosos anexo a ella, son construcciones que datan del siglo xvi. El albarradón de San Lázaro estaba en el límite de la ciudad con el lago de Texcoco.

es un municipio del Estado de México y pertenece a la región de Toluca. La cabecera municipal de Lerma se localiza a 10 kilómetros al este de Ocoyoacac y a 19 de la ciudad de Toluca. El nombre prehispánico era «Cacamilhuacán», palabra náhuatl que se compone de cacalotl, «cuervo», milli, «sementera», hua posesivo y can «donde», lo que quiere decir «Lugar donde hay cuervos en las cementeras».

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Las brujas chupadoras El 31 de mayo de 1734, Manuel de Rivera presentó una denuncia contra una antigua amante, por brujería, la cual fue presentada en forma escrita, aunque, por resultar ilegible para el fiscal del Santo Oficio, tuvo que volver a formularse de manera oral.

E

stando en la audiencia de esta mañana el señor ynqquisidor licenciado don Pedro Nabarro de Ysla, mandó entrar en ella a un hombre que viene de su voluntad, del qual, siendo presente, fue rezivido juramento por Dios nuestro señor y la señal de la Santa Cruz, que hizo en toda forma devida de derecho, so cargo del qual prometió dezir verdad de lo que supiere y le fuere preguntado, y de guardar secreto de lo que aquí pasare. Y dixo llamarse Manuel de Rivera, de casta castizo, natural de esta ciudad, que vive junto a San Gregorio, enfrente de la puerta de los pilares de la iglesia, de estado casado con Juana Getrudis, de casta parda, de ofizio sastre, y de veynte y nuebe años poco más o menos. Que a pedido esta audiencia para dezir y denunziar de María Josepha, española, de estado casada con un hombre que está en el puerto, según ella le a dicho; de hedad como de quarenta años; cuyas señas son no ser muy alta y tener un lunar negro como un garbanzo en la cara, aunque no se acuerda a qué lado de ella, ni que tampoco save dónde vibe. Y de una comadre de este declarante, llamada María, cuio apellido ignora, de estado casada con un hombre que no conoze y ella dize que está de theniente en un pueblo y ser natural de Zempuala, donde vibe su madre, y son españolas, y vibe la susodicha en la calle de la Zequia,1 junto a la Casa del Olvido. Y que pareze tendrá quarenta años, y su traza es el rostro trigueño, de buena proporzión de cuerpo. Viniendo a la denunzia, que haze de orden de su confesor, mandósele repetir por la obscuridad con que está escrita la que entregó esta mañana, escrita de su mano y letra, que mostrada dixo ser la misma. Declara que abrá ocho años que el declarante se amanzebó con la dicha María Josepha, quien antezedentemente lo havía estado con Juan Gallardo, quien en este tiempo se hallava presidario en San Juan de Ulúa por condenazión de la justizia. De la qual sospechó mucho el declarante, porque ni oyía misa, ni trayía rosario, ni en más de un año que vibió mal con ella la bio oýi más que dos o tres misas. 1

Y rexistrándola en este tiempo su casa, encontró en ella un papel, y en él embueltos unos cavellos que parezían ser de las partes ynferiores, que tiró en la zequia. Y preguntándole a ella que para qué los tenía en su casa, dixo que heran puntas de los cavellos de dicho presidario que las tenía allí guardadas. Y que una noche de este tiempo, le dixo dicha María Josepha que la otra María, comadre del declarante, avía pedido a una yndia vieja una yerba para atarantar a su amasio, Leandro Joséph, español, de ofizio sastre, de quien también es compadre el declarante, porque fue padrino de un hijo que tubieron los dos manzebos. Y que la yndia no la dio la yerba, a cuya petizión concurrió también la dicha María Josepha, vibiendo ambas en la orilla de la zequia de la Merced.2 Y tratando el declarante de casarse con la muger que tiene, no gustaba ésta, y le persuadía que no se casara con ella, porque no estaban bien las dos, quienes tubieron riña y palabras sobre el casamiento con él, enmienda: que no fue sobre el casamiento porque no se havía explicado el de­ clarante en quanto a él, sino es por zelos que tenía dicha María Josepha de dicha su muger, con quien al mismo tiempo tenía mala correspondencia. Pero, despreziando la repugnanzia de dicha María Josepha, se casó con dicha su muger Juana Jertrudis, desde quando zesó el amanzeba­ miento con dicha María Josepha. Y haviendo parido a los tres meses de casados un hijo que avían procreado antezedentemente, fue, a su parezer, perseguido de brujas, porque a los dos o tres meses de nazido, despertando una noche el declarante, vio una luz o claridad que en alto se estendía más de una quarta y se parezía a la luz de azufre, entendiendo o sospechando al principio si sería claridad de la luna. Y bajando la caveza se tapó con las manos, y destapándose bolvió a mirar y vio la misma luz sobre un petate que estaba a los pies de la cama, pero repitiendo otra vez la misma diligencia no vio tal luz. 2 La

Zequia: «Acequia».

Merced es un barrio del centro de la Ciudad de México, donde se ubican el mercado y el convento de La Merced, construido a principios del siglo xviii por Juan de Herrera.

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Y entonzes despertó a su muger, abrieron la puerta del corral y no vieron tal luna. Y abriendo dicha su muger la puerta del vezino, llamado Marzelo, labandero de la Merced, de quien es la casa donde esto suzedió, adonde todavía vibe dicho Marzelo, no tenía luz enzendida. Preguntado que cómo no tenía zerrado el vezino su quarto, dixo que el de éste y el suyo heran dos piezas imediattas seguidas, siendo la primera la de dicho Marzelo, su casero, por donde entrava el declarante a su quarto y de noche atrancaba. Y que a los ocho o diez días de aver visto dicha luz, reconozieron tener dicho niño un chupón en el pescuezo, no se acuerda si al lado diestro o siniestro, de color morado, parezido a los que las mugeres suelen por cariño hazer a los hombres, por lo que juzgó el declarante que una su prima, llamada Nicolasa que estaba entonzes de güéspeda, aviendo venido de la Puebla, donde se bolviño, que le cargaba y traya, le ubiese dado aquel chupón. Por lo que se lo preguntó el declarante si ella avía sido, y riñéndola sobre ello, dixo no aver echo tal cosa. Y que aquella misma noche del día en que amanezió su hijo con el chupón, mostraron acardenalados una mano y pescuezo, digo, que fueron acardenalados enzima de la mano y el pescuezo dicho casero y otro hombre que dormía con él en el mismo quarto y colchón, quienes, contándoles el declarante lo que avía visto en su hijo, le mostraron dichas señales con que avían amanezido, pero que no avían sentido dolor alguno. Y que el compañero hera Francisco, al parezer español, de oficio zigarrero. Pero que dicho niño no estubo malo ni se le reconozió acidente alguno, y está vibo. Y aviendo hido dicha su muger a criar una hija de la María, su comadre, como concurría también la María Josepha, se ablaron las dos y amistaron. Y queriendo el declarante bolver a trato ilísito con dicha María Josepha, no asistió, diziéndole que ya su muger hera su amiga y no quería ofenderla. Pero que, haviéndose echo preñada su muger y parido una niña como a los diez o doze meses, y teniendo ya dos o tres, la hallaron muerta por la mañana. Entre los dos juzgaron que alguno de ellos pudiere por descuydo averse echado enzima y aogado, pero el declarante reconozió la criatura y obserbó que la punta de la lengua la tenía encarrnada y un cardenal en la cara, y otro en un carcañal. Y junto al quizio de la puerta, no haviendo antes abujero (aunque es verdad estaba la pared sentida y carcomida), vio un grande abujero del tamaño que pueden ocupar dos ladrillos en la pared, en la parte que está junto al quizio y azia el suelo por donde entrava la luz del patio.

Y haviéndose mudado a vibir donde al presente, parió su muger otra niña abrá siete meses, la que asimismo encontraron muerta el juebes de la semana antezedente, estando los dos en la cama, y haviendo puesto su mujer a la niña a un lado. Después de averla dado de mamar, comenzó a llorar otro niño que ella cría y estaba en una [ha]maca, por lo que despertó al declarante para que le trujera al niño, y echando ella la mano a su hija la halló fría, de que se asustó, y enzendiendo luz la allaron al lado de la cama, con la cavecita azia un lado y colgando, y la boca abierta. Y el declarante echó la culpa a su muger, diziendo que ella la abría aogado. Y reconozida después por la madre del declarante y un ofizial suyo, hijo de un contador de la aduana, dixeron aver hallado que tenía la criatura un cardenal en un oýdo y otro en el mismo lado, en el carrillo, y toda muy transparente. Y que amortajada la llevaba su aprendiz a enseñar a una tía dél, amiga de su muger, con cuia ocassión pasaba el muchacho por delante de la casa del médico Santos, quien reparó en la criatura muerta, alzó la ropa y rexistró, y preguntó al muchacho de qué dezían en la casa aver muerto. Y respondiendo el muchacho que su madre la avía aogado en la cama por descuido, dixo y replicó dicho médico que estaría borracho quien lo dezía, que aquella criatura la havían chupado las brujas.3 Y notiziado el declarante por el muchacho de esto, fue el declarante a casa de dicho médico, a quien estubo esperando asta las ocho de la noche. Y luego que llegó, le preguntó si hera verdad lo que havía pasado con el muchacho (es de advertir que dicho médico conozía al declarante y a su muger por aver curado a ésta, un mes antes de parir, un tavardillo,4 pero quando vio la criatura muerta no savía de quién hera) y le respondió que sí. Y a lo preguntado por este declarante sobre que le dijese la verdad, si havía muerto aogada o de otra cosa, le dijo que no, y que havía muerto chupada de las brujas, pero que consolase a su madre y la dijese avía muerto de alferezía.5 También declara que, desde que trató de casarse, que ha más de siete años, se halla enfermo sin saver de qué, ya 3 Véase 4

5

nota en «La bruja y el peyote. Agustina de las Nieves». «Tavardillo. Enfermedad peligrosa, que consiste en una fiebre maligna, que arroja al exterior unas manchas pequeñas como picaduras de pulga, y a veces granillos de diferentes colores: como morados, cetrinos, etcétera.» (Aut.) alferezía: «epilepsia». «Alferecía. La primera especie de enfermedades convulsivas, que consiste en una lesión y perturbación de las acciones animales en todo el cuerpo, o en alguna de sus partes, con varios accidentes: como son el de apretar y rechinar los dientes, echar espumarajos por la boca, y ordinariamente con contracción del dedo pulgar.» (Aut.)

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Enrique Flores y Mariana Masera • relatos populares de la inquisición novohispana

mejor, ya peor, y prezisado muchas vezes a curarse, como lo a echo, con este médico Santos, como un mes, abrá un año, y en el ospital a estado quatro o zinco vezes y tomó unziones, otra en el Ospital del Amor de Dios. Y también le a curado otro médico que llaman Ayala, quien le rezetaba una untura para quando le repite el dolor de huesos que padeze. Y asta aora no a podido ponerse bueno. Y que es la verdad, so cargo del juramento que tiene fecho, en que se afirmó y lo firmó. De que doy fe.

Manuel de Rivera [rúbrica]. Sigue la ratificación de Manuel de Rivera, en la que afirma su dicho. El caso no tuvo seguimiento. vol. 849, sin exp., fols. 107r-113r Catálogo: 2316. «Narración de hechos supersticiosos que cometieron dos mujeres españolas, sospechosas de brujas.»

Catorce bestias con una o dos cabezas, caras deformes con cuernos, pezuñas y patas de animal. Representación de los pecados veniales y mentales de diferentes personajes de España, Madrid, 1535. Dibujo caligráfico (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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Los gatos diabólicos Proceso que el Santo Oficio siguió a María Gómez y a una india amiga suya, por ser brujas y tener pacto con dos demonios en forma de gatos.

[Denuncia de Juana Theresa Gómez contra su madre, María Gómez, y una india] En el pueblo de Ayo el Chico,1 de la jurisdicción de la Varca, en onse días del mes de julio de mil setecientos i treinta y sinco años, ante su merced el señor vicario juez, señor bachiller don Diego de Garibay Gonzales y Valdés, i de comición, por lo tocante a esta causa, por el señor doctor don Miguel Romero Lopes de Arbisu (consultor i comisario del Santo Oficio de la Ynquisición de este reyno), pareció Juana Teresa Gomes, española, casada que dixo ser con Cayetano Salsedo, mestizo, hija natural de María Gomes, quien, juramentada en devida forma de derecho, por Dios, nuestro señor i una señal de la Santa cruz, boluntariamente, sin ser forsada, sino que de su proprio2 motu y por temer a Dios, nuestro señor, y para el descargo de su conciencia, declaró que la dicha María Gomes, madre de la que declara, casada con Xabier Macías, tiene pacto implícito con el demonio. Que la a bisto, por tres ocaciones, bolar en el modo que dirá: que es que tiene un gato (no save si es gato biviente o el mismo demonio); que éste es de color prieto; que éste, estando dicha su madre desnuda en un rincón que tiene sercado en su dormitorio, ba el gato i le lame todo el cuerpo de arriba abajo. Entonses ella se boltea de un lado al otro i le da al gato un ósculo en la parte posterior. Que entonses dise su madre estas palabras: De billa en villa, sin Dios ni Santa María.3

Entonses, despide toda la carne de su cuerpo, piernas y brasos, aparte, la de la cara y pechos separada por ministerio de el gato, y queda sola la osamenta, aviendo antes sacádole los ojos, los que mete dicho gato devajo

de un tenamaste.4 Que, al tiempo de quererse separar la carne de el cuerpo, comiensa el gato a parársele en dos pies, mauyándole, y que entonses se desaparese i sale una lucecita berde dando como saltos, i que a cada salto se apaga i enciende, i el gato en su seguimiento. Y en compañía de otra yndia, que la biene en la misma forma a sacar desde Chichimiquillas,5 la que trai también otro gato prieto. Que de esta suerte se ban como a la media noche i buelven a el amaneser, y que juntamente se desaparese la osamenta. Que la dicha yndia cuyo nombre es Leonor, soltera, ya bieja, hase las mismas demostraciones con su gato que dicha su madre. Que dicha yndia dexa su carne separada de la de su madre. Que quando buelben, los dichos gatos sacan los ojos de devajo de el tenamaste, que está destinado a este fin i sin servir de otra cosa, y se los ponen. Y que después les ponen la carne de la cara y demás partes de el cuerpo, y echo esto se desparesen los gatos, i ellas se rrecogen a dormir el rresto de la mañana. Que después que se lebantan, se despide dicha yndia y se ba para Chichimiquillas, que es a un lado de Jalpa.6 Que esto lo bió por tres beses, porque para ello dicha su madre la llamava, como que pretendía enseñarla a bolar i haser lo que hacía. Y que un día le hiso al gato sacase los ojos a la que declara, en que experimentó bastante dolor, que no hiso la demostración de besar al gato la parte posterior ni le separaron la carne de la osamenta. Que, bolando todas, boló la que declara como beinte pasos, i se quedó. Y que no lo a echo otra bes, porque pide misericordia y confiesa su culpa, de que está arrepentida, y declara aberlo echo forsada y por darle gusto a su madre. Declara haverse quedado en la parte que cayó hasta que bolvieron de su biaje, y que el gato le puso los ojos como a las demás. Declara que su madre tiene en la casa7 dos muñecas penetradas de espinas, por todo el cuerpo de dichas muñecas, y en un ojo de agua que está immediato a la casa, tiene 4

1

Ayo el Chico: «Ayochico, pueblo cabecera de la municipalidad de la Barca, en el estado de Jalisco». 2 En el original: propropio. 3 El mismo conjuro aparece en otros relatos de este libro («De en viga en viga»), así como en dos cuentos tradicionales españoles recogidos por Aurelio M. Espinosa: «La bruja de Córdoba» y «La bruja de Granada» (403 y 404). Véanse en la introducción otras versiones del conjuro.

«Tenamaste. Del azteca tenamaxtli [...]. Entre los indígenas y gente pobre, cada una de las tres piedras que componen el fogón, y sobre las cuales se coloca la olla, el comal, etcétera, para cocinar o cocer.» (Mej.) 5 Chichimiquillas: «varios pueblos de los estados de Jalisco, Querétaro y Michoacán llevan o llevaron el nombre de Chichimiquillas o Chichimequillas». 6 Jalpa: «pueblo del actual estado de Jalisco». 7 En el original: caxa.

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enterrado un muñeco. I que tiene maleficiadas a dos mugeres casadas, a la una sin campanilla,8 llamada Josepha de Ornelas, y a la otra siega; que ésta se llama Josepha Fuentes, muger de Francisco Ramires, i la primera muger de Gabriel de Ornelas. Declara asimesmo tener su madre dos redomas pequeñas de ungüento colorado, que se unta quando buela. Que ha tres años que exercita su madre este oficio, la que nunca tray rosario, ni resa, ni tiene devoción alguna, que nunca dexa benir a su marido a misa. Preguntada si save otra persona alguna de lo dicho algo, dixo que no save que lo sepa otra persona, fuera de su confesor, a quien lo declaró i dio licencia para que le solicitase el rremedio de su alma i la de su madre. Que esto es lo que puede y deve declarar, a que no le muebe odio ni pación alguna, sino que, como [dicho] lleva, lo hase por descargar su conciencia, y porque su alma, la de su madre, i de la dicha yndia, no se pierdan. Dixo ser de edad de quinse años. No firmó por no saver; firmólo su merced, de que doi fe. Fray bachiller Diego de Garibay Gonzales y Valdés [rúbrica]. vol. 1175, exp. 38, fols. 409v-410v Catálogo: 2509. «Denuncia de Juana Theresa Gómez, española, contra María Gómez, su madre, y una india, por brujas.»

8

Muñeca de algodón encontrada en expediente contra acciones heréticas, confeccionada por Josefa Sosa, Oaxaca, 1782 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

sin campanilla: «muda».

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Ramón Maya, el mulato aparecido En el año de 1735, Tomasa Miranda denuncia en confesión a un antiguo amante por acosarla utilizando magia diabólica y por espantarle a sus amantes.

[Denuncia escrita del confesor al Santo Oficio] Muy illustre señor: Fray Joséph Martínez de Lexarzar, predicador y confessor de esta santa provincia de San Diego de México, comparece por medio de esta denuncia ante vuestras señorías, obedeciendo a sus edictos y mandatos que nos tienen intimados para defensa de nuestra santa fee cathólica. Me es presiso dar noticia a vuestras señorías cómo, estando fuera de mi convento en negosios nesesarios, llegué al pueblo de San Juan de las Mansanas, jurisdición de Isclaguaca,1 y aviendo confessado mucha gente, confesé entre ellos una señora casada, y relatándome el caso que refiere, le intimé que denunciara a ese Santo Tribunal de la Inquisición, y que si no lo executava assí, quedava descomulgada. A lo cual respondió que no sabía cómo lo avía de executar, pues tenía un marido mui belicoso. Díxele que se lo denunciara al comissario más inmediato, que es don Miguel Baras de Valdez, y a eso respondió, que no se atrevía a el dicho comissario, porque es pariente de su marido, y le causaría mucha infamia con él. Volvíle a desir que estava obligada, a lo cual me dixo que hisiera yo lo que quisiera, que no hallava modo y peligrava su vida. Y viendo la verdad que desía y razón que tenía, le dixe que, si quería y gustava, me consediera lisencia expresa para denunciar, que de otra manera no podía. A lo qual respondió que sí, que me la consedía. Y esto fue por tres vezes que se ratificó en conceder dicha lisencia espresa. Y supuesta dicha licencia, procedo a la denuncia que es como se sigue. Doña Thomasa Miranda, casada con don Joséph de Arellano, me dixo, como dicho es, intra confetionem,2 que estava en su casa un mulato3 blanco llamado Ramón Maya, y que aora dies años antes de casarse tuvo amistad deshonesta con dicho mulato, y que duró su amistad año y tres meses; que ella tendría entonces dies y seis años de edad, y el dicho mulato dies y nueve a veinte años de edad.

Y en este tiempo de su amistad, que duró año y tres mezes, como dicho es, la perdió y tuvo dos actos con ella, fuera de otros tactos deshonestos, ósculos y abrasos. Y que luego que empesó a tener esta amistad, al principio de dicho año y tres mezes referido, le sucedió i es lo siguiente, que son palabras espresas de dicha doña Thomasa de Miranda. Dise que estando a deshoras de la noche atrancadas las puertas adonde dormían, y ella sola con su agüela y criadas, sin estar el dicho mulato adentro, vido su agüela un mulato que llegó al brasero y se sacudió en él, y que de las brasas4 salían llamas de azufre, que hedía mucho. Y de allí se fue a la cama adonde dormían dicha doña Thomasa de Miranda y su agüela, y que se volvió a sacudir con las mesmas llamas de azufre encima de las brasas y que hedía mucho.5 Y turbadas una y otra empesaron a alabar a Jesús y María, y con muchos quadros de santos rodeó a su nieta, doña Thomasa de Miranda, por causa de los muchos peliscos que dicho mulato aparecido le dava, que la dexaua mui acardenalada, y que no le vastavan el patrocinio de los santos, pues entre los quadros metía la mano y la peliscava y maltratava. Y esto varias vezes. Otras vezes, serradas las puertas, como dicho es, con trancas, a deshoras de la noche y recogida toda la familia referida, que era doña Thomasa de Miranda, su agüela y criadas, sin aver más en la casa, oyeron adentro muchos gritos de gallo de la tierra. Y dormiendo siempre con vela encendida, vieron que andava alrededor de la vela un alacrán, y luego veían un bulto junto a la bela, que la apagava. Y entonces, a peliscos que dava a dicha doña Thomasa de Miranda, la consumía y la dejava bien acardenalada. Y a una hermana de dicha doña Thomasa de Miranda, le dixo un día el dicho mulato Ramón de Maya: —Anoche, a deshoras, serradas las puertas y recojida toda la familia, vide salir a su hermana de usté— esto es, a doña Thomasa de Miranda.

1

Isclaguaca: Ixtlahuaca, municipio ubicado en el noroccidente del Estado de México y evangelizado por los frailes franciscanos. 2 intra confetionem: «bajo el sacramento de la confesión». 3 En el original: mulalato.

4 En 5 En

el original: pasas. el original: pasas.

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Y le dixo el dicho mulato Ramón de Maya no era su hermana, pero se parecía mucho, ni más ni menos. Y en realidad, dise dicha doña Thomasa de Miranda que no era ella, pues estava recogida durmiendo. Y en este año y tres mezes, veían hasta las criadas, muchas vezes, humos de asufre con un hedor intolerable. Todo lo referido fue en este dicho año y tres meses antes de casarse. Y queriéndose casar dicha doña Thomasa de Miranda con el dicho don Joséph de Arellano, pretendió dicho mulato Ramón de Maya casarse con ella. Y recién casada, no estando su marido en casa, una noche a deshoras, durmiendo, le dieron una cruel palmada en una caxa junto de su cabezera, de calidad que al instante le prendió una calentura ardiente que se vido bien mala. Y aviéndola perdido dicho mulato Ramón de Maya, dise que le dixo [a] su marido (sin saber nada de esto), que era donsella; que el espresarlo assí, es porque pudo dicho mulato, con arte diabólica, aver echo que pareciera donsella, porque no fuera descubierta su maldad. Y aora sinco años, dise dicha doña Thomasa de Miranda, que teniendo un huéspede en su casa, no estando aý su marido, se le arrojó dicho huéspede a su quarto adonde dormía. Y que entonces se levantó tal humareda de azufre y hedor que el huéspede salió huyendo, y se le quitó la tentación diabólica. Después acá, dise dicha doña Thomasa de Miranda que lo mesmo es (como frágil) consentir en algún pensamiento deshonesto que sentir un hedor de azufre que le causa vastante fastidio, junto con un temor notable que le asiste. En estos dies años se ha confesado siempre, pero que no se lo desía a los confesores porque le parecía que no era nesesario. Pero que tanta molestia le ha causado y duda, que, quatro o seis mezes a esta parte, que se lo huvo de confesar a un padre missionero que estuvo en missiones de la Cruz de Querétaro,6 en Isclaguaca. Y que éste no le mandó denunciar, sino que le causó gran temor, y le dixo que no avía oído semejante caso, hasta que, estando yo ya para irme, me vino a buscar desde tres leguas de su hazienda, y escusándome yo, por mi viaje, me movió Dios nuestro señor el corazón y me detuve ese día en que la oý de penitencia. Y refiriéndome el caso, le dixe era denunciable a ese recto y Santo Tribunal. El dicho mulato Ramón de Maya, dise que le parese asiste en México, y me parece dixo dicha señora que su madre del dicho mulato asiste en Isclaguaca, adonde vive dicha doña Thomasa de Miranda. Es en un rancho que no sé cómo se llama, pero está enfrente de la hazienda de don 6 Se

refiere a las misiones franciscanas del Colegio de la Santa Cruz de los Milagros, fundado a finales del siglo xvii en la ciudad de Querétaro.

Joséph Castrejón, jurisdición de Isclaguaca, como quien va a Tepeticlán7 al obraje de don Luis Monterde. Su marido de dicha señora está inosente y no sabe nada de toda esta denuncia. Si en ella he errado, pido a vuestras señorías perdón de mis ierros, que será por aficsión y lo es, por ser cathólico chistiano. Y como tal, me sujeto a la enmienda y correcsión de vuestras señorías, como también a pedir a Dios nuestro señor guarde a vuestras señorías muchos y felices años, para amparo de nuestra santa fee cathólica. De esta Hazienda de Berrio,8 marzo veinte y seis, de mill setecientos y treinta y sinco años. De vuestras señorías, su humilde súbdito. Fray Joseph Martínez de Lexarzar [rúbrica].

[Apostilla de los inquisidores] Respóndasele diziendo está bien lo executado, y así lo ará en casos semejantes. Y que, si bolviese a encontrar a la dicha Thomasa, la exortare a la corrección y enmienda de sus culpas, y a que haga eficazes diligenzias para contenerse, no consintiendo ni abrigando tales ympurezas. Y asimismo sabrá si vibe la abuela, y si ésta y las criadas vieron lo que expresó azerca de mulato.

[El palomito de reparar virginidades] Muy ilustre señor. Haviendo denunciado ante vuestras señorías la persona de Ramón de Maya, mulato blanco, me es forsoso declarar a vuestras señorías lo que a dicha denuncia le falta que declarar. Pues, aviendo estado con dicha doña Thomasa de Miranda en su casa, por ser mi amigo su marido, don Joséph de Arellano, y estando a solas con ella, me provocó ella a que abláramos (fuera de confesión) del caso, y me dixo que se le avía olvidado en la confesión desirme que, quando estava para desposarse y casarse con dicho Arellano, llegó a su casa su madre y su hermana de dicho mulato, y le llevaron un palomito seco sin sangre, y le dixeron: —Tome usté, señora. Úntele usté a su camisa la sangre de este palomito, y servirá de disimular su virginidad. Y de facto, estando seco el palomito, le salió sangre y se la untó a su camisa. Y hase dicha doña Thomasa más reparo, 7

Tepeticlán: se refiere al pueblo de Santiago Tepetitlán, en el Estado de México. 8 La Hacienda de San Diego de Jaral de Berrio se ubica en el noreste del estado de Guanajuato, en el camino a San Luis Potosí. Es una de las haciendas más grandes y más antiguas del país.

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pues, aviendo untádosela a su camisa solamente, remaneció (la primera noche que se casaron) también untada la de su marido, sin averle ella untádosela a la camisa de su marido, pues no podía aunque quisiera, pues la traýa puesta. Declara más, que su marido la ha querido matar varias vezes, y al quererlo executar, se le ha aparecido una cara tan linda que luego sesa de dicha execución. Y que esto lo ha sabido por voca de su marido, que le ha dicho que no sabe qué será aquello. Y assimesmo, declara que le dixo una hermana de dicha doña Thomasa que le dixo el mulato: —A tu hermana, cada ves que quiero, se me aparece detrás de la casa.

Y esto ha sido varias vezes, sin ser la dicha doña Thomasa. Y esto más denuncia dicha señora, para susanar más su consciencia, y yo la mía, a que estoi prompto a obedecer a vuestras señorías como humilde súbdito y cathólico christiano. Y como tal, pido guarde a vuestras señorías nuestro señor muchos i felices años. De este convento de San Antonio de Zultepeque,9 mayo quinse de mill setecientos y treinta y sinco años. De vuestras señorías su rendido súbdito. Fray Joseph Martínez de Lexarzar [rúbrica]. vol. 1175, exp. 5, fols. 34r-36v

Ixtlahuaca, Santa Cruz Tepexpa y haciendas Boximoa y Sigui en el Estado de México, 1774 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

9 El

convento de San Antonio de Padua está ubicado en el pueblo minero de Sultepec, en el Estado de México.

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La cueva de Cuevas Autodenuncia de Francisco de Olmedo que se acusa de haber intentado enriquecerse por medio de prácticas idolátricas indígenas.

A

los veneficios de la vondad summa de Dios nuestro señor, yo, el más ingrato y malo, Franzisco Gonzalo de Olmedo, natural de la ciudad de León, en los reynos de Castilla, y de nuebe años a esta parte vezino de esta corte1 y en ella cassado con doña María Josepha de Arriola, natural de esta dicha ciudad, confieso que, aviendo servido en la administración de una carnicería a don Jazinto de Estrada los dos años de su obligación,2 finalizada ésta, pasé con el mismo exercicio a servir al lizenciado don Joan de Orvízar y Silva y a don Joséph de Lanzagarta, obligados3 de esta referida corte. Y al año y medio de estarles sirviendo, me pasaron a la administración de sus casas de curtiduría que tienen en el varrio de San Pablo,4 sin quitarme el salario que de la carnicería lograva, antes sí, por el nuebo exercicio me dieron doscientos pesos. Y aviendo cumplido con mi obligación y servídoles como un negro, como los mencionados confiesan y se lamentan de averme quitado la conveniencia,5 por aver, por mi falta,6 tolerado más quebrantos.7 Y conociendo yo lo mal que me pagaron el cuidado y esmero con que los serví y cuidé, desesperado por verme con muxer y de obligaciones, y precisado yo a su manutención, mirándome pobre, me lamentava (aunque con prudencia) de la yngratitud de mis amos. En cuio poder estando, conocí varios oficiales de curtidor, pues unos de ellos, aviendo entregado por cuenta y balance las catorze cassas que de curtiduría ministrava yo, y quedado (como llevo dicho) mui 1 Se

refiere a la Ciudad de México, lugar de residencia del Virrey de la Nueva España. 2 «Obligación. Se llama el contrato que hace alguna ciudad o villa con el particular que promete abastecerla de carne, xabón, tocino, etcétera.» (Aut.) 3 «Obligado. Usado como substantivo, significa la persona a cuya cuenta corre el abastecer a un pueblo o ciudad de algún género, como nieve, carbón, carne, etcétera, que porque hace escritura por tanto tiempo, obligándose a cumplir el abasto, se llamó así.» (Aut.) 4 Se refiere al barrio indígena de San Pablo Teopan, ubicado en el sureste de la Ciudad de México. 5 «Conveniencia. Vale también comodidad para servir, pues, cuando algún criado busca amo, suele explicarse diciendo: Busco conveniencia; Ya he hallado conveniencia.» (Aut.) 6 falta: «ausencia». 7 «Quebranto. Se toma assimismo por grande pérdida u daño padecido.» (Aut.)

pobre y axeno de rremedio, acaesióme una tarde que, por acsidente, noté en la conversación de algunos oficiales que, tratando de cierto tessoro que decían averse allado Pacheco, el pulquero,8 dixo uno que otro maior tessoro y riqueza pudiera tener Joséph de Cuebas, alias Padilla, cappitán9 que de ellos fue mientras yo governé dichas curtidurías, porque éste avía entrado en cierta cueba, y que en ella avía visto a tres señores yndios, y que le prometieron que, si les hazía con sangre de sus venas escriptura de darles el alma, le harían los mentidos señores muchas honrras en el mundo, y que lo harían poderoso. Luego, en aquel ynstante que esto oý, me determiné resuelto a solicitar a Cuebas, determinado a hazer la escriptura, animándome para el hazerla el considerar que, si era cierto y quedara yo rrico, siempre era la escriptura de ningún valor, por cuanto yo no podía venderle el alma, y que siempre llevaría sobre este punto el Demonio lo peor, que era quedar engañado. De facto, busqué a Cuebas, y a muchas ynstancias que le hize, animándolo yo lo mexor que pude, me contó mui de plano ser cierto el que avía entrado en la cueba, y que a ella lo avía llevado un yndio que éste es ya muerto (Dios se aiga dolido de su alma). Y que él fue a la cueba sólo por tener cierta ciencia en el juego, así en los gallos como en los naipes, de saver a cual avía de poner su dinero. Y que los rreferidos señores, que eran tres, le dixeron que eso que pedía era poco, que pidiese más, que más le daría como hiziera la escriptura. Y que Cuebas no quiso hazerla. Con esta certeza que advertí en [él], me determiné a buscar al yndio. De facto le allamos, lo rregalé, lo vestí, lo festexé y me dixo que sí, que me llevaría a la cueba, pero que primero era necesario el que le diese seis pesos para llevarles a los cavalleros de la cueba un rregalo que se componía de chicle prieto,10 copal,11 pastillas,12 viscochos, 8

«Pulquero. Traficante de pulque o productor de pulque.» (Mej.) cappitán: «hombre que capitanea a los curtidores». 10 «Chicle prieto. Nombre que se da también al chapopote.» (Mej.) 11 «Copal. Del azteca copalli [...]. Los mexicanos daban este nombre a diversas resinas de que usaban mucho, particularmente para hacer sahumerios a sus ídolos, en lugar de incienso.» (Mej.) 12 «Pastilla. El pedazo pequeño de cualquier massa, regularmente en forma redonda y delgada.» (Aut.) 9

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marquesotes,13 cua ámatl14 —que esto no sé qué es; dice que en Cuernavaca se vende [...]; nunca lo vi, por eso no especifico lo que es—, monos15 de varro, pitos de varro, de los que se venden en la plaza para dar de pilones16 en las tiendas, tamales17 y una gallina azada, y que ésta avía de ser negra, y que me advertía que este rregalo era para con él yr a entablar la petición mía. Varios rregalos de estos compuestos llevó el dicho yndio, que por todos me costaron la cantidad de doscientos pesos, lo que asta aora devo. Por último, llegose el día en [que] avía de entrar. Fui a la cueba con Cuebas y el yndio, no el que [llevó] a Cuebas cuando él fue, que éste es ya muerto, sólo otro que dicho Cuebas buscó, porque dice conocía a varios. En la puerta de la cueba me advirtió el yndio me quitase el rosario y las rreliquias que llevava, y que dexase también allí el oficio parvo18 de la Virxen que en la fartiquera llevava, y que, en entrando, no avía de mentar a Dios ni a su Santísima Madre ni a sus santos, aunque viese lo que viese, que no me espantase, y que si me allara alguna cosa tirada en el suelo, fuera lo que fuese, que lo levantara y que después él me diría lo que avía de hazer con ello. Entré, pues, desarmado de las armas de chatólico, ynstado (y de la codicia y ciego) en la esperanza de el rremedio que allí mi pobreza avía de lograr. Y aviendo entrado con teas encendidas asta lo último de la gruta, me hizo yncar ambas rrodillas, encendió dos candelas de cera que llevávamos, y de los taxamanites19 en que yvan enbueltas formó una cruz 13

«Marquesote. Torta de harina fina de arroz o de maíz que se corta en trozos de figura de rombo; contiene azúcar y huevo, y se cuece al horno.» (Mej.) 14 Puede tratarse de alguna ofrenda de papel (amatl, en náhuatl), como el papel picado que adorna los altares de muertos o las figuras en papel recortado que representan a los dioses entre los otomíes. «Amate. Del azteca amatl, nombre genérico del árbol y también sinónimo de papel, porque de su albura lo hacían los mexicanos [...]. Llámase también [...] cushamate, chilamate, salamate, capulamate, en El Salvador. La savia lechosa de estas plantas se usa como resolutivo entre los campesinos.» (Mej.) 15 «Mono. Muñeco o escultura malhecha.» (Mej.) 16 «Pilón [...]. Lo que da por añadidura el vendedor al comprador.» (Mej.) 17 «Tamal. Del azteca tamalli. Masa de maíz con manteca y de cierta consistencia, envuelta en hoja de plátano o del mismo maíz, con pedazos o hebras de carne adentro, en diversas formas y con guisos diversos.» (Mej.) 18 «Oficio. Se llama el rezo que tienen obligación a decir todos los días los eclesiásticos en el choro u otra parte.» (Aut.) «Oficio parvo. El que tiene destinado la Iglesia, semejante al quotidiano de los eclesiásticos, para honrar y alabar a nuestra señora, el qual se diferencia del antecedente en que los psalmos de las horas y completas son diferentes, y los maitines no tienen más de un nocturno, por lo qual se llamó parvo.» (Aut.) El narrador puede referirse a un cuadernito impreso con las oraciones del oficio. 19 «Tajamanil. Del azteca tla, cosa, y xamani-manilli, roto, hendido. Rajas o tiras de madera de oyamel o abeto que se usan como tela, para techos corrientes y rurales. Dícese también tejamanil, tajamaní, tejamaní.» (Mej.)

y la saumó con chicle prieto y copal, y después de todos los cóncavos de aquella caverna y cruz, la dexó allí formada, y en los brazos de ella colgó unas madexas de chomite20 azul, berde, amarillo y encarnado. Y esto echo, me dijo que fuera leiendo un papel que me avía él mismo notádolo,21 que yo escrítolo. Y el papel me acuerdo que empesava assí: Águila, cuautli,22 [o]celotl.23

Y en él decía más avajo: Napa diablos, Lucifer, Barrabás, Güitziquitzin,24 nimis macano anima.25

En esto acavaría. Y me especificó él, porque yo le pregunté, que [...] aquel papel era como rreso o plegaria para que los cavalleros de la cueba me dieran audiencia y se me aparecieran, y que, para más obligarlos a mi rruego, les ofrecía en aquel rreso mi alma. Al cavo de dos oras y media largas, no parecieron los dichos fantasmas que yo esperava con ánimo26 resuelto y determinado. Mirando el yndio que yo empesava a muinarme27 porque no lograva el ver lo que deseava, tomó de la cueba, entre otros muchos murciélagos que avía, uno, y dixo que los señores me avían temido, y que, así, se avían buelto páxaros, que tomase aquel que me dava y me bolviese a México, y que, luego que llegase, le pusiese en las alas muchas cintas de seda de varios colores y que lo echase en una caxa, saumada ésta de chicle prieto, laurel, palma y copal, y que manaría la caxa dinero. Víneme a México y el páxaro se murió. En la caxa no lo eché pero sí le puse las cintas de seda, y lo traía en la fartiquera. Y al cavo de algunos días, desesperado, lo tiré a la sequia. Después volví a entrar otras tres vezes con la misma seremonia que la primer vez en la dicha cueba, y la cuarta vez 20

«Chomite. Del azteca tzomitl. Falda enredada y sin costura, generalmente de lana, que usan las indias mazorrales; especie de zagalejo.» (Mej.) 21 «Notar. Se usa assimismo por dictar para que otro escriba.» (Aut.) 22 «Quauhtli. Águila.» (Mol.) 23 «Ocelotl. Tigre.» (Mol.) 24 Güitziquitzin es un nombre propio probablemente relacionado con el colibrí (huitzi) o con el cardo (huitzquitl), con el reverencial -tzin. 25 Se trata, como dice el declarante enseguida, de una fórmula para entregar su alma al Diablo. Nappa significa «quatro vezes» en náhuatl (Mol.). La invocación final significaría: «Yo les ofrezco toda mi alma», del latín nimis: «demasiado, en exceso», del náhuatl macano: «yo doy», y del latín anima: «alma». 26 En el original: amimo. 27 muinarme: «amohínarme». «Muina. Muy común entre el vulgo por desazón, enojo, rabieta, etcétera. Úsase más en plural con el verbo hacer: No hagas muinas.» (Mej.)

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me allé una pedrezuela de forma de cuchillo. Enseñésela al yndio y se empesó a alegrar, dando el dicho muchos saltos de contento. Vínose conmigo a México y tomó la pedrezuela y una caxa, y dentro de ella, sobre un paño de seda de rrevoso 28 y otro de cambray, 29 puso la dicha piedra, aviendo, para esto, saumado la caxa con los yngredientes arriva dicho. Puso sobre ella una devota ymaxen de el crucifixo de Chalma 30 que tengo y una señora de los Dolores, 31 y por espacio de ocho días que en mi cassa estubo, al amanecer, a medio día y a la oración de la noche, saumava la caxa. A los ocho días, la abrió y cuando esperava yo el tesoro allé la piedra de el modo que la pusimos. El yndio se me fue al cavo de algunos días. No escarmentando yo de las falcedades de el yndio, fui a buscarlo a su lugar, que es de San Pablo de la Milpa,32 y, aviéndolo allado, me bolvió a llevar a otra cueba que está en Tierra Caliente.33 Y me dio otro yndio de la profeción de éste muchos consejos. Y en otra cueba me metieron con las mismas ceremonias de despoxarme de el sagrado rrosario de María y de todo aquello que es rreliquias, añadiendo aquí otra ceremonia más, que fue la de quitarme los zapatos, porque dicen los yndios que allí nació San Bartholomé34 y Santa Bárbara,35 y que con sangre de estos dos gloriosos santos están teñidas las peñas de cinco cuebas que están en este mismo paraje, en donde hallé muchas gallinas hazadas, tamales, guaxolotes, tavaco, monos de varro, guitarras, sombreros, pitos de varro, chicle prieto, copal, rromero, narancas, ulee.36 Entré en dicha cueba con manifiesto peligro de nuestras vidas por la aspereza de el sitio, la que no puede ponderarse de ninguna manera, y para crer su deformidad es necesario verlo, porque los 28

«Rebozo. Chal, paño o pañolón que cubre los hombros y que usan mucho las mujeres de la clase media y pobre [...]. Nació el uso de esta voz en los tiempos coloniales, en la Nueva España.» (Mej.) 29 «Cambray. Cierta tela de lienzo, mui delgada y fina, que sirve para hacer sobrepellices, pañuelos, corbatas, puños y otras cosas.» (Aut.) 30 Según la leyenda, la imagen del Cristo de Chalma tuvo un origen milagroso: se apareció en una cueva cercana a Chalma, en el Estado de México, en donde los antiguos mexicanos veneraban al dios Oxtotéotl con sacrificios humanos. Es una de las más veneradas en México. 31 En la Virgen de los Dolores o Dolorosa, la Iglesia Católica venera los «siete dolores» de la Virgen. 32 Puede tratarse de San Pablo Oztotepec, pueblo de la actual delegación de Milpa Alta, en el Distrito Federal. 33 Tierra Caliente es una región mexicana que incluye zonas de los estados de Guerrero, Michoacán y México. 34 San Bartolomé fue uno de los apóstoles de Jesucristo. Se dice que fue desollado vivo, por lo que siempre se le representa sosteniendo su propia piel y una daga. Es patrón de los curtidores. 35 Según la leyenda, Santa Bárbara fue perseguida y decapitada en una montaña por su propio padre, que moriría, momentos después, calcinado por un rayo. Es patrona de los mineros. 36 «Hule. Del azteca ulli, u ollin, goma de árbol.» (Mej.)

ánimos más esforzados temblaran de cosa tan orrible, y con rrazón, por ser cosa de el Demonio. Por último, en tres cuebas entré cinco vezes. En la una, tres vezes, y una vez en otra, y otra vez en otra. Cinco vezes, que fueron estas tantas, aunque no e tenido d[olor] que se yguale al que mi corazón tolerava [...] cada vez que entrava, que ya digo fueron cinco, y cinco las que, cual malvado, me quité de María pura el rosario, malla y rreliquias con el oficio parvo, y ya despoxado de [él] lo ponía en el suelo, y cual várvaro entrava, ciego y dese[spe]rado, en las cuebas mencionadas. Cinco las vezes que hize el ánimo cierto de darle por escripto el alma al Demonio, pero en esto yva yo con segunda yntención de engañarlo. Cinco las vezes que hize el ánimo adorar a los ýdolos [...], pero vaxo de el supuesto que avían de darme con qué fomentarme.37 No los adoré, pero fue porque no los vi, que el ánimo [era] adorarlos si los viese y me socorriesen. Cinco las vezes que les ofrecí, sin ver, los rregalos que el yndio comprava, que ymportaron asta la última entrada de [dos]cientos treinta y cinco pesos y cinco rreales. Los parajes de las cuebas vien las sé. A tres yndios conozco de la profeción de éste, y estos tales [en] sus pueblos son temidos de todos y respectados. Y aziendo gala de sus errores, [refi]eren a otros sus dichos de éstos, y dicen son los que destruien [el] granizo porque no [h]aga daño a las milpas [ni] siembras. Y aún más, en el discurso de el año tiene[n] días señalados para ofrecer a los ýdolos, como con todas las pascuas,38 tercer viernes de cuaresma, juebes santo y día de finados. Ay muchas cuebas [...]. [No] contento mi ánimo ni gustosa mi conciencia, apelo al Tribunal de la Fee para consuelo de mi alma. Meresca perdón de mi pecado, que es tal que buelbo a decirlo: que, pensando sobre la entrada de la cueba, antes de entrar en ninguna, que si me dixese el Demonio o el ýdolo que negase a Dios, que sí lo hazía. Se rresolvía mi corazón entonces, obstinado a negar a Jesuchristo, y más, que si me ynstase el Demonio a que también negase a María Santísima, que sí que la negaría. Me rresolvía por tener así alivio en mis travajos, como si pudiese aver alivio sin María. Estos solos fueron pensamientos, pero me rresolvía a hazerlo si me lo mandasen. A Dios, por su amor, pido misericordia de mis pecados. Contrito llego, espero su favor en mi penitencia.

37

«Fomentar. Vale también proteger, favorecer o patrocinar alguna cosa, con medios o con empeños.» (Aut.) 38 «Pascua. En estilo familiar, se llaman qualquier tres días de fiesta juntos.» (Aut.)

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Tras su confesión, Francisco de Olmedo sólo recibe una advertencia por parte de los inquisidores, que le imponen como única penitencia rezarle una novena a la Señora de los Remedios. Más adelante, en el año de 1745, el denunciante aparece nuevamente en escena, esta vez acusado de bigamia.

vol. 901, sin exp., fols. 41r-44v Catálogo: 2516. «Relación de lo ocurrido a Franzisco Gonzalo de Olmedo en ciertas cuevas en busca de un tesoro.»

Manuscrito tradicional indígena. Ídolos del templo de Huitzilopochtli, en expediente sobre idolatría, 1539 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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Los tres hermanos tecolotillos En el año de 1737, por denuncia de José del Poro, tres hermanos son acusados de «maléficos» y hechiceros. La investigación que se sigue a partir de entonces se alimenta de los rumores más extraordinarios, tales como el que atribuía a la familia Cárdenas la capacidad de metamorfosearse en animales o de usar objetos mágicos para sus brujerías.

I

llustrísimos señores: En esta ocasión, remito la denuncia hecha por Joséph Manzano, en virtud de la que le hizo don Joséph del Poro por la carta que va por principio de la diligencia, en cuya conformidad passé a examinar a dicho don Joséph del Poro y otros tres testigos que cita (y no examiné a los otros citados por éstos, por no hallarse en esta ciudad), cuya denuncia se dirige contra Pedro, Andrés y Diego de Cárdenas, hermanos, mulatos libres, vecinos de la jurisdicción de Cuquío1, ymmediata a esta ciudad, por hechiceros. Y aunque pudiera averlos mandado llamar, me pareció ser conveniente no executarlo, a causa de que, aviendo embiado a llamar a María la Páez, vezina de esta ciudad (citada por dichos testigos), con un familiar de este Santo Tribunal, se despareció ésta y por esso no la hallo. Y resultó que, al siguiente día —según informó el mismo denunciante—, andubieron en esta ciudad los tres reos hermanos, indagando si se avía denunciado contra ellos, y negándoselo el denunciante, le afirmaron ellos que sí era cierto. Cosa que me a hecho notabilíssima fuerza, por averse hecho la sumaria2 que remito con el sygilo que la naturaleza de este negocio pide.

que han maleficiado a varias personas, y al presente se dice que tienen maleficiado a un muchacho llamado Felipe, que vive en Guadalajara, el qual mandará el tribunal que sea examinado, como también el médico que le ha asistido en la enfermedad, para que diga su parecer acerca de la calidad de dicha enfermedad. También se dice que la muger de uno dellos vio un muñeco, y que además tienen una rueda que, volteándola, causan daño a quien quieren maleficiar. Y que uno de los tres, que es Andrés, se volvió guajolote4 y después se quedó en su figura natural, lo que passó ante algunas personas, de las quales sola una está examinada. Podrá vuestra señoría dar orden para que sea examinada la muger que vio el muñeco sobre todo lo que supiere. Y los otros contestes5 que se dice vieron quando Andrés se volvió guajolote. Y que el comissario, con la ocasión que le parezca más oportuna, registre las viviendas de los dichos, y el lugar donde se dice que tienen la rueda, vuscando con todo cuidado los instrumentos que puedan servir a maleficios, para lo qual pudiera conducir el ponerlos en depósito en cárcel segura y separada, no aviendo otro medio mexor. Echos que resultan:

[El muñeco y la rueda] Yllustrísimo señor: El ynquisidor fiscal, en los autos que embía el comissario de Guadalajara3 contra Andrés, Pedro y Diego de Cárdenas, hermanos, mulatos, de quienes es pública voz y fama que son hechiceros, por lo qual son mui temidos, por creerse

1  2 3

Cuquío: municipio del estado de Jalisco, localizado en la región centronoroeste. «Sumaria. Usado como substantivo, se toma por la información primera que se hace, en lo forense, en el juicio ordinario.» (Aut.) Guadalajara: capital de la Nueva Galicia, territorio que, en la época colonial, comprendía los estados de Nayarit, Jalisco, Colima, Aguascalientes, y parte de Sinaloa, Zacatecas y San Luis Potosí.

1º. La enfermedad de maleficio en Rodrigo Núñez, causada por Pedro de Cárdenas. Ha de ser examinado el mismo Rodrigo [y] María la Páez. Han de expresar quién es y cómo se llama la madre de los Cárdenas, y si aún es viva [...].6 3º. El maleficio al muchacho, Phelipe de Trejo, hermano de Salvador de Trejo, causado por Andrés de Cárdenas. Ha de ser examinado el muchacho Phelipe y los que le han curado, y también la hermanita de Salvador [...].

4

«Guajolote. Del mexicano uexolotl [...]. Pavo.» (Mej.) «Conteste. El testigo que declara, sin discrepar en nada, lo mismo que ha declarado otro, sin variar en el hecho ni en sus circunstancias.» (Aut.) 6 Los números omitidos son ilegibles en el original. 5

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4º. La rueda de equipal7 es el ojo de agua rica8 con que malefician los tres hermanos Cárdenas a los que quieren hazer mal [...]. 5º. Lo que decía el muchacho Trejo de Pedro de Cárdenas, de que [su] padre lo llevaba al monte, donde se volvía tecolote9 y a él volvió tecolotillo [...].10 9º. Fue padrino de una criatura, hija de Mathías de Rosas, en su baptismo, Pedro de Cárdenas, y desde entonses no cesó de llorar la criatura, y se murió al otro día, hallando la cavesita llena de telarañas. María la Páez y Matíhas, testigos. 10º. Que a la viuda de Dionisio Vásquez contó la muger de Andrés de Cárdenas cómo, aviendo ido dicho su marido Andrés a México, y buelto, la refirió mui por extenso todo

lo que a ella le avía pasado a solas.11 Esta mujer12 de Andrés no ha de ser examinada por aora. El expediente no se extiende más allá, aunque el Santo Oficio autorizó, en caso de encontrarse pruebas contra los acusados, enviarlos a la cárcel «de aquella catedral» de Guadalajara. vol. 862, sin exp., fols. 304r-308v Catálogo: 2322. «Denuncia de los maleficios (con fetiche y una rueda) y de la transformación en guajolote de los hermanos Cárdenas, mulatos.»

Indio arrojando la cochinilla en la olla llena de agua y puesta sobre las brasas para matarla, dibujo de José Antonio de Alzate, 1777 (AGN, Mapas, planos e ilustraciones). 7

«Equipal. Del azteca icpalli. "asentadero". En lo antiguo, fue simple asiento de carrizo, otate o bejuco, a manera de canasta invertida, con respaldo cóncavo.» (Mej.) Entre los huicholes, el equipal tiene una función ritual. Aquí, probablemente se refiere a una rueda mágica hecha del mismo material. 8 «Ojo de agua [...]. Manantial.» (Mej.) Aquí, como metáfora, alude al manantial de los poderes mágicos de los hermanos. 9 «Tecolote. Del azteca tecolotl. Nombre genérico de la lechuza [...]. Cuando el tecolote canta, el indio muere.» (Mej.) 10 «Tecolotito. El tlalquepatle, lechucita indígena del país.» (Mej.)

11

lo que a ella le había pasado a solas: es decir, su marido adivinó lo que le había pasado en su ausencia. 12 En el original: mujer mujer.

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La mulata luminosa El 16 de agosto de 1748, Francisco Xavier, de oficio panadero, casado con María de Portugal, se presentó ante el Santo Oficio a denunciar a Juana La Castañona, por bruja.

Q

ue ha para dos años que conosió y comunicó ilísitamente a Juana, que llaman La Castañona, casada con un sirbiente de don Juan Manuel Gollano, dueño de obraje, en el que está enserrado y no sabe su nombre, mulata libre que vibe en la casa de Antoñito de Aguilar, calle derecha de las Capuchinas que ba para el río, a la mano derecha en la última quadra. Cuya dicha mulata, en el tiempo de la amistad, bio y obserbó que una noche, ya acostado en su cama y en su casa, entró una luz como bola de lumbre pequeña, a cuyo tiempo unas tablas en donde ponen el pan para orearse cayeron al suelo, y también unos indios que estaban sobre las dichas tablas, a cuio ruido dispertó, bio la referida luz y oyó una carcajada de risa que conosió ser de la dicha mulata. Otra noche, estando assimismo acostado y dormido, entró la dicha Juana y, cargándosele ensima, le dixo que se estubiera sosegada, y ella le respondió: «Estate tú, porque con esta quixada de puerco te e de ahorcar», palabras que le dieron cuidado, y entró en sospecha de lo que agora presume. Otras ocasiones solía amaneser chupada la garganta y piernas, que paresían quemadas de manteca. Assimismo obserbó que en toda su casa tenía santo alguno, ni bitela,1 ni cosa de christiana, antes sí, un santo Christo que tenía en su casa lo tenía sobre una tablita pequeña boca abaxo. En una ocasión, el que declara le regaló un rosario, y solamente el tiempo que estubo con ella, quando se lo dio, lo trajo. Y después le preguntó, y le respondió que su marido se lo avía quitado, y nunca traía al cueyo rosario alguno. Creiendo que podía ser bruja o echisera, trató de quitarse de su amistad, y mandándose lexos de donde

vibía, eya lo persiguió y solisitó muchas veses, hasta que, no condesendiendo a lo que la dicha pretendía, a resultado haberle malefisiado de suerte que en un jarro2 de leche que le dio y tomó, desde esa hora tiene en el estómago una bola como de plomo, con lo que a padesido muchos días y, aunque se a puesto en manos de médicos, no a tenido alivio alguno. Antes sí el dotor don Joachín Caso le dixo que no paresía mal natural, sino algo que le ubieran dado. Del referido mal o acsidente se be que agonisa y, pasado, queda bueno para poder trabajar. Lo que más fuerza le hase y lo que le instimula a crer que es malefisio que la referida mulata le tiene echo, por lo que y porque, al tiempo que le da ese acsidente, ha visto (van tres o quatro ocasiones), estando barias mujeres, una cara tras de su mujer con las mismas facsiones de la dicha mulata, sin que en esto padesca la menor duda. Y a más de evidencia se confesó, y el padre con quien lo hiso le aconsejó y mandó que estava obligado a denunciar de ella, según le abía pasado. Por ese motivo y por descargo de su consiencia, a benido a esta denunsia. Y es la verdad bajo el juramento que tiene echo. Y siéndole leído, dixo que estaba bien escrito, que no lo dise por odio. Prometió el secreto y, por no saber escrebir, lo firmó por él dicho señor comisario [rúbrica].

1

2 En

«Vitela. Estampa que representa a Cristo, la Virgen o los santos.» (rae.)

vol. 953, exp. 25, fols. 103r-104v Catálogo: 2336. «De cómo una mulata se convirtió en bola de luz y de algunos maleficios que hizo.»

el original: garro.

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Los trescientos demonios El 16 de septiembre de 1750, los fiscales don Joaquín de Arias Urbina y don Luis de Bárcena presentaron las acusaciones en forma contra el bachiller don Juan Antonio Zumalde, «nattural de esta ciudad y graduado en su Universidad de bachiller, en las facultades de philosophía, sagrada theología, cánones y leies [...], preso en cárzeles secretas de estte Santo Ofizio» por haber seguido y aprobado «los dichos y hechos de fray Agustín Claudio, religioso, lego de San Hipólito, alumbrado y molinista», quien, además, reclutaba mujeres, viudas en su mayoría, para internarlas en conventos de religiosas.

[Cómo conoció Juan Antonio Zumalde a fray Agustín Claudio]

[Pronósticos de muerte]

Que, por el año pasado de 1738, con la notizia que ttubo de la opinión de virttud y sanctidad de ziertto religioso lego de esta ciudad, procura trattarle y comunicarle. Y con efectto, le trattó y comunicó desde dicho tiempo. Y le acompañaba en las visitas que hazía dicho lego a combenttos de monxas [...]. Y de que, para apettezer la compañía y amistad de dicho religioso lego, se dexó llevar de el spíritu de ambizión y bano aplauso, viendo el que se havía agranxeado el dicho religioso lego, no con verdaderas virtudes sino es con embusttes y finxidas rebelaziones, como todo se podrá ir notando de lo que se referirá adelante. Para estto se referirán algunas de las notizias que, tiene confesado este reo, llegó a enttender de las cosas de dicho religioso lego.

También llegó a enttender este reo que dicho religioso lego pronosticaba la muerte de los enfermos de el Hospital,2 y que, regularmentte, quando dezía que se moría alguno, salía ziertto, lo que refiere este reo en su papel de 11 de septiembre de 1747, que presenttó en este Santo Ofizio. En el mismo, refiere que dicho religioso lego havía ttenido una revelazión en la qual, a larga distanzia obscura, vio como luz, en lo que enttendió que ttodo lo que le falttaba para llegar a ser perfectto se significaba en la distanzia, y la perfeczión, en la luz. Y asimismo, dize en dicho papel que, en una ocasión, o en más, a ziertta religiosa de un combentto de esta ciudad conttó dicho lego havía estado dos vezes en la Ynqquisición, y que havía de bolver terzera, y que sería la últtima y el últtimo término de su padezer, y que le faltaban diez años de ttrabaxos. Y a estte reo pareze haverle dicho lo mismo en otra ocasión, y que sólo tenía de él confianza porque diría las cosas como en sí las veía, sin quittar ni poner.

[Obsesiones demoniacas de fray Agustín Claudio] [fols. 3r-8v] Y una fue el que havía esttado obseso1 (y que así era pública). Y aunque no confiesa estte reo que, con este pretexto, dezía muchas blasfemias conttra Dios y conttra María sanctíssima, y que hazía muchos xestos y ademanes y[r]reverenttes al tiempo de ir a comulgar. No es de presumir lo ignora este reo, ni se haze dificultoso el creer llegó a enttender que fue finxida o consenttida, por dicho lego, la referida obsesión del Demonio con la ydea de hazerse famoso, y machinar los embustes y trazas diabólicas, y hazerlas creíbles a los incauttos.

1

[Pelea con el demonio durante el reclutamiento de las viudas] En esta misma ocasión [...], se retiró dicho lego a otro quartto, y mobiendo a una de las zircunstanttes la curiosidad de rexistrar y veer qué hazía, dixo a otra que fuese a veerlo. 2 El

«Obseso. Se aplica a los que tienen arrimados los espíritus malignos, que los cercan y rodean, atormentándolos y molestándolos, pero sin entrarse dentro de la criatura, a diferencia de los poseídos.» (Aut.)

Hospital de Convalecientes de San Hipólito fue fundado en 1556 por fray Bernardino Álvarez, como una casa para remediar la situación de viejos, dementes y convalecientes pobres. El arzobispo Montúfar dispuso que quedara bajo la advocación de San Hipólito y formó la congregación del mismo nombre. En 1770 se convirtió en la Orden de los Hermanos de la Caridad, la primera formada por mexicanos. El primer edificio, de adobe, fue sustituido en 1777 por el que aún persiste en la esquina de Hidalgo y Paseo de la Reforma.

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Enrique Flores y Mariana Masera • relatos populares de la inquisición novohispana

Y aviendo ido, abrió la puerta de el cuarto y vio que estaba3 paseándose como loco, dando con el zintto o correa que trae en la mano. Y dando con él golpes en el suelo y por las paredes, dezía: —¡A[h], perro!, que esttás emberrenchinado conttra mí porque te estoi quittando almas y te quiero quitar la de fulana (allí esttaba enttonzes la que expresó), porque la quiero desposar con Jesuchristo. Es de notar que este desposorio aludía a que, aviendo propuestto a dicha muger quando embiudó si quería ser monxa, y respondido que sí, le tenía ya ofrezido un diszípulo mill pesos para estte fin. Y como en ttono de profezía, dezía que la dicha havía de ser monxa. Y con efecto, la hizo vender tiempo después sus trastos, con oposizión y repugnancia de los parienttes de dicha muger, por dexar encomendados sus hixos dicha muger, en su retto de ninguna recomendazión, y que se entrase [...] de seglara en zierto combentto, acudiéndola dicho dizípulo4 con doze pesos cada mes. Aunque a poco tiempo conozió estta desdichada su hierro y nezia confianza, y se salió de dicho convento, bien pesarosa de lo hecho, y de no haver ttomado el consexo de uno de sus parientes que ofrezía a cuidarla, a manexar el tracto que pusiese con el prezio de las alaxas, y a velar qué vendía. De este modo jugaba dicho lego con estta pobre xentte, arruinando su alma y cuerpo. Y a ttodo lo adiudaba y favorezía estte reo.

ttreszienttos demonios y los probocó a que hiziesen con él quantto quisiesen. Y en el mismo nombre, mandó a los difuntos que estaban entterrados en aquella yglesia y les dixo que se levanttasen, y con efectto se levantaron todos. Y los demonios le hechaban desde el choro a la yglesia, y le bolvían a arroxar desde la yglesia al choro esttos mismos demonios o los difunttos, traiéndole así, de abaxo arriba y de arriba abaxo, maltratándole, hasta que le dexaron colgado y preso por devaxo de la barda, en la banderilla de la lámpara.

[El castigo de Judas] Conttaba también —levanttando falso testimonio a la Vida de San Bernardo,5 ponderando la gran misericordia de Dios— se rrefería en dicha Vida de San Bernardo que Judas tenía tres días de descanso cada semana y que el santo le havía visto a la orilla de un río con una figura despilfarrada, y le pregunttó quién era y él respondió que Judas. Y recombiniéndole el santo que Judas esttaba en el infierno, respondió lo de tener tres días de descanso, dando por razón que la gran misericordia de Dios le avía conzedido estte alibio por ttres obras buenas que havía hecho en estta vida. Y añadía dicho lego, conttando estte disparatte que conttiene tan perniziosos horrores, que estto no era para ygnorantes, sino para hombres docttos, y en el número de esttos últtimos pondría a estte reo, a quien conttaría el caso. Y estte reo en algún modo lo confiesa en la audienzia que se zucedió en 11 de septiembre de el año pasado de 1747 años.

[La lucha nocturna de Claudio contra los demonios]

[fols. 32v-34v]

Para hazer más manifiesta la extrabaganzia diabólica de dicho lego, y que no devía ni podía engañar a hombre de mediana razón no queriendo boluntariamente engañarse, como suzedió a estte reo, se referirán algunas de sus patrañas que procuraba publicar y que no pudo ignorar estte reo. Dezía con frequenzia dicho lego que havía esttado en espírittu tres días en el infierno, y que havía tenido siette demonios y sido mui combattido de el spírittu de la luxuria. Y que no fuera sanctto si no hubiera persecuziones. Que lo que él hazía no lo havía hecho ningún sancto (lo que se le podía creer, aplicando estto al modo tan libre con que trataba a las mugeres). Dezía, también, que una noche avía esttado en el coro de su yglesia, y que en nombre de Jesuchristo peleó con 3 En 4 En

el original: que estaba que estaba. el original: dzizípulo.

[Respuesta del reo a la última acusación del fiscal] Dixo que sabe es zierto, afirmó y enseñó dicho lego todo quanto se le haze cargo en este capítulo, a exzepzión de que ignora el que hubiese dicho el que avía peleado con treszienttos demonios y resuzittado los difunttos de aquella yglesia, como que también el que este reo creió por ziertto lo que refería de que San Bernardo, en su Vida, afirmaba el descanso de los tres días de la semana que ttenía Judas, con las mismas zircunstanzias de que se haze cargo, y que añadió que esto no era para ignoranttes, sino para hombres docttos. [fol. 132v] 5 Probablemente

se refiere a la Vida de San Bernardo escrita por Pedro de Ribadeneyra, hagiógrafo español que vivió entre 1527 y 1611.

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Fray Antonio Zumalde fue desterrado de Madrid y de la Ciudad de México por espacio de diez años: «de los quales los cinco primeros los cumpla en el combento y hospitalidad de los padres bethelemitas,6 en donde se confiese generalmente dentro del término que le asignare su confesor, que lo será el calificador que este tribunal le nombrare, y particularmente de mes a mes».

El arrepentido Zumalde muere en ese convento el 7 de marzo de 1752. vol. 1395, exp. 6, fols. 7r-453r Catálogo: 2341. «Pelea de Juan Antonio Zumalde con los trescientos demonios.»

La Reina de la Iniquidad con dos demonios, el dragón Luciferio, un carruaje con bestias y un gusano con garras. Representación del mal atacando al pueblo de Jesucristo en España, Madrid, 1535. Dibujo caligráfico (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

6 El

Convento de los Betlemitas, ubicado en la calle de Tacuba número 17, en un edificio del siglo xviii, cuyo nombre proviene de la única orden religiosa fundada en América, en 1653. En sus primeros años, el edificio fue utilizado como convento, hospital, hostería, escuela de novicios y escuela pública.

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El «perro gallego» Informe que dio don Francisco de Velasco a la Inquisición, sobre los supuestos milagros y exorcismos realizados por don Juan Antonio de la Rocha, gallego, «criollo de la Coruña».

[El milagro de la harina] Primeramente, le oý desir a don Juan Anttonio que, estando en España, fue a una casa panadería y le dijo la pana­ dera dueña1 de dicha panadería no sé qué sircunstancia que le susedía con la arina que amasaba. Y luego se fue el dicho Rocha a el amasijo y le dijo un Ebangelio de San Juan a la masa que [...] amasaban. Y luego salió sangre de dicha masa, que corría por la artesa. Esto dijo estando presentes doña Gerónima Carro, que bibe frontero de la portería de Regina Celi;2 y doña Manuela Carro, que bibe frontero de Balbanera;3 y Joséph de Belasco, estudiante que bibe ba[j]ada4 la puente de la Merzed,5 como quien ba a San Pablo,6 pero lo más asiste en casa de dicha doña Manuela Carro. Y estaba presente una niña, su nombre: doña Ana de Arauzo, que bibe con dicha doña Manuela Carro. Y tanbién puede aberlo oýdo un don Juan de Zamora que asiste en dicha casa de doña Manuela Carro, aunque su casa es donde bibe dicho Joséph de Velasco, que son tío y sobrino los dos, estos son criollos de esta Ciudad de México. Y yo, que me llamo Francisco de Velasco.

[Curación de un hechizo por medio de un retrato] Tanbié[n] los dos dichos saben cómo cuenta que abía ydo a una casa, no sé en qué lugar de España, y que se alló con la muger de quien yba a ber con unas llagas en 1 En

el original: dueño. convento franciscano de Regina Coeli se ubica en la calle de Regina número 3, esquina con Bolívar, en la Ciudad de México. 3 La iglesia y convento de Balvanera, una de las pocas construcciones barrocas de la Ciudad de México decorada con azulejos de talavera, fue terminada en 1671 y se ubica en las calles de Uruguay y Correo Mayor. 4 En el original: bagada. 5 La Merced es un barrio del centro de la Ciudad de México, donde se ubican el mercado y el convento de La Merced, construido a principios del siglo xviii por Juan de Herrera. 6 El templo de San Pablo el Viejo fue uno de los cuatro primeros que se erigieron en la Ciudad de México. Lo fundó fray Pedro de Gante. Se ubica en la plaza de San Pablo e Izazaga. 2 El

las piernas. Y que, disiéndole el Ebangelio de San Juan y otros salmos que tiene en un librito de pocas fojas, le conosió ser hechiso su enfermedad. Y que el marido de dicha señora, supuesto que ya sabía el achaque de la muger, discurrió ser una bie[j]a7 la que tenía a su muger padesiendo, por ocasión de que quando entraba o quando se yba le apuraban más los dolores. Y que, para esp[e] rimentarlo, yso a modo de retrato o pintura, y que a este dicho retrato o pintura le puso en dibersas partes unos alfileres, y luego lo hechó en la lumbre. Y que, conforme se yba quemando, le salía sangre de aquellas partes donde estaban los dichos alfileres.8 Y que luego fue la dicha bieja (no me acuerdo si dijo que de allí a poco o se pasaron algunos días).

[Ceguera por maldición y curación de la misma] Y que, pasando por una calle dicho Rocha con otros conpañeros, oyó desir en una casita estas palabras: —Aý ba ese perro gallego. Maldito sea, pues tanto mal me a hecho. Pero me la pagará. Y que, ollendo esto, se le quitó la bista, quedándose muy espantados los dichos compañeros. Y que, biéndose él sin bista, él dijo a dichos compañeros lo llebasen a la yglecia más sercana. Ysiéronlo así. Y luego que le digeron que ya estaba en la yglecia, les dijo que lo llebaran a la pila del agua bendita. Yysiéronlo así. Y les dijo a uno de los dichos le digeran un Ebangelio. Y sacó sus salmos para que le resaran lo que en ellos estaban. Y hechándose agua bendita, se quitó la seg[u]eda[d]. También en esto estaba presente doña María Casso, que bibe donde bibe dicha doña Gerónima Casso, en una accesoria de asia la puente.

7 En 8 Al

el original: biega. margen: Con llagas en las partes donde abía puesto los alfileres.

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[La endemoniada de Cádiz] Tanbién contó que, pasando por Cadis, fue a ber a un caballero quien tenía a su muger muy mala de dolores. Y que, quando ella estaba bue[na], no lo estaban sus hijos, pues les daba lo mismo que a ella. Y que esto la [pasaba] por ocasión de que los abía parido estando achacosa la dicha señora. Y contándole todo esto el dicho caballero a dicho Rocha, le di[j]o9 que bería el caballero. Se lo consedió con mucho gusto, y llén[d]ose a [ella] le abló con mucho agasajo, como si tal mal no tubiera, y luego le dijo el Ebangelio de San Juan. Llegando no sé a qué palabra, se fue desmallando la señora, diciéndole estas palabras con mucho espanto: —¡Maldito seas tú y quien te parió, perro gallego! Pues as benido a descubrir lo que tantos años ha que tengo oculto, engañando médicos, obispo y canónigos. Él, luego que oyó estas palabras, se quedó muy espantado y se fue a el marido y contó lo que pasaba, y que su muger estaba malignada, a que el marido le inquirió y le dijo: —Pues, padre, ¿cómo, si es eso así, no lo an conosido lo[s] hombres sabios y el señor obispo que biene cada día a mi casa? Él di[jo] que lo probaría. En fin, se juntaron médicos, hombres doctos y el señor obispo. Y platicando, antes de otra cosa, lo maltrataron diciendo que tenía muy pocas barbas y era muy muchacho para conoser lo [que] ellos no abían conosido. A que respondió que desían bien, pero que lo experimentarían. En fin, sacaron a la señora (y esto, muy contenta, a el pareser), y se puso a que le digeran todos el Ebangelio. Y que con ninguno yso nada la dicha señora asta que llegó el que, llegando no sé a qué palabras del Ebangelio, se fue desmallando la señora, disiéndole lo que antes había dicho y que sólo él tenía potestad para que sanase o saliese del cuerpo de la dicha señora. Esto la misma señora se lo desía como sin sentido, a que quedaron los señores dichos muy espantados y le pidieron mil perdones. Y su marido de dicha señora —biendo como aberiguada la berdad que todos le contradesían— le yntimaba se quedase a curar a su muger, que le daría lo que pudiera recojer en las Yndias. Él respondió, muy enfadado por lo que antes le abía dicho, que no quería, por ocasión de que no digeran los de su tierra que tenía temor de pasar el mar.

En esta ocasión no se alló la que ar[r]iba dije, que es doña María Casso. Yo y los demás dichos sí estubimos presentes [...].

[El clérigo endemoniado] Tanbién dijo [...] doña María Theresa de Solares10 cómo yba a ver a un clérigo que está en la Trinidad, endemoniado. Y que la primer bes, antes de entra[r] y de que lo biera dicho don Thomás, lo puso de buelta y media, diciéndole: —Perro gallego, ¿quién diablos te trajo aquí? Maldito seas, pues asta aquí no estoy seguro. Y que le pidió un mecate o soga para aorcarse. Le dio el dicho Rocha una estola que de continuo tiene puesta, y que se la hechó a el cuello el dicho don Thomás, y por muy fuerte que apretaba no se yso nada, como si tal cosa tubiera al cuello. Y me contó una niña, que ar[r]iba dije doña Ana de Araujo, cómo le contaba el dicho Rocha que, quando yba a ver a don Thomás, no lo de[j]aba11 dormir el Diablo, que por eso traýa estola de continuo [...].

[Juan Antonio de la Rocha y el Diablo] El dicho don Juan Anttonio de la Rocha es criollo de la Coruña, según disen, y biene con una demanda de Nuestra Señora de la Estrella por tiempo de cinco años, según dize, por mandado de nuestro rey, que [es] Dios. Que tanbién dijo, delante de dichas personas, menos don Philipe Cadena y don Joséph de Amesqua y doña María Theresa, que el Diablo le abía dicho cómo abía de benir a esta tierra y abía de ver mucho, [y] que abía de ser estimado. Y que luego, a los cinco años, abía de bolber a su tierra y abía de allar a su madre biba, porque la Birgen se la había de conserbar. Esto no me acuerdo si se lo dijo el m[ismo] Diablo o por boca de dicho, que estoy en que fue de boca de una bieja. Pero, contando esto, tanbién dijo12 que quién creyó en e[sto], como se lo replicó a el mismo Diablo o bieja, que se lo dijo que cómo podía saber lo por benir, que si a él lo abía de engañar con sus soflamas. Y dize que el Diablo le llama a [la] Virgen La Niña y a Dios El Altícimo. Francisco de Velasco [rúbrica]. 10 Al

margen: Dicho Cadena. el original: degaba. 12 En el original: dejo. 11 En

9 En

el original: digo.

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[La queja del Diablo]

[Los ángeles guardianes]

Mi padre confesor, el padre Julián, me mandó que bolbiera a este Santo Tribunal y que digera cómo se abía oýdo desir a don Juan Anttonio de la Rocha que, en la ocasión que se alló en Cadis, quando fue a confesar13 a una señora (como tengo dicho), en lo demás dize que le dijo el Diablo, por boca de dicha señora, que quisiera que hubieran nasido quantos justos14 an de naser y cuando él n[a]sió. Preguntándole el dicho y los demás obispos y padres de la conpañía y de San A[g]ustín que quál era la causa de que quisiera que hubieran nasido los dichos, que no el Rocha, respondió el Diablo, por boca de dicha posesa, que nunca hubiera nasido aquel gallego, porque delante de sus grandes penas que padesía en el ynfierno, el dicho Rocha se las acresentaban. Y que les daba mucha batería.

Y que tenía dicho Rocha dos ángeles, y el uno era el que abía casado a Tobías,15 y que lo que él ablaba no lo ablaba él, sino los ángeles que tenía en su guarda. Los nombres de los ángeles los dijo el dicho Rocha, pero tan rebesados que no me acuerdo ni los pudiera dezir. Esto lo dijo estando presente doña Gerónima Casso, que vibe enfrente de Regina Seli, como tengo dicho, y yo se lo oý desir, que bibo en dicha casa donde bibe Gerónima Carro. Y me llamo Francisco de Vela[s]co. vol. 878, sin exp. fols. 286r-288v (2a. num.) Catálogo: 2428 y 2622. «Narración de la posesión diabólica de una señora, en Cádiz, y del conjuro de Juan Antonio Rocha»; «Posesión diabólica de un clérigo llamado don Thomás».

15 El

13 En 14 En

ángel Rafael casa a Tobías con Sara, hija de Ragüel, para librarla del demonio Asmodeo, quien le había aconsejado el suicidio (Tob. 3, 16-17). Pero también le da a Tobías el remedio para librar a su padre de la ceguera: «El ángel le dijo: "Abre el pez, sácale la hiel, el corazón y el hígado y guárdalos; tira las tripas. La hiel, el corazón y el hígado son un remedio estupendo [...]. El corazón y el hígado del pez [...] se queman delante de un hombre o mujer atormentados por el demonio o por un espíritu maligno y desaparece el tormento para siempre. La hiel sirve de ungüento para las manchas blancas de los ojos; se sopla sobre ellas y se curan"» (6, 3-9).

el original: congesar. el original: gustos.

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El relicario del demonio Prácticas demoniacas del mulato Antonio Osuna y su amigo Nazario Valderrama, en la Costa Chica y la Costa Grande, denunciados por María Reyes, sanmarqueña.

[Declaración de María Reyes Yldetorrea] En la Ciudad de los Reyes, puerto de Acapulco,1 en quatro días del mes de julio de mil setecientos sesenta i ocho años, por la tarde, ante el señor doctor don Juan Francisco Roldán, comissario nombrado por los señores ynquisidores para estas diligencias, pareció, siendo llamada, una muger que juró, en forma, desir verdad en lo que supiere i fuere preguntada. Dijo llamarse María Reyes Yldetorrea, mulata livre, natural de la hacienda de San Marcos,2 de edad de veinte i seis años, casada con Antonio Osuna, mulato livre de La Sabana,3 juridisión de este Acapulco. Preguntada si sabe o presume para lo que es llamada, dijo no lo sabe, pero será en asunto a la prisión de su marido i de Nazario Balderrama. Preguntada en dónde estaba preso i por qué causa el tal su marido, dijo que estaba preso en la cársel del pueblo de Atollaque,4 jurisdicción del obispado de Mechoacán,5 porque no pudiendo tolerar la mala vida que el tal su marido le daba, se fue a quejar con el padre cura i éste la mandó al alcalde mayor del dicho pueblo de Atollaque, como de facto fue. I que haviéndolo sabido el tal su marido Antonio de Osuna, fue en casa del fiscal i dijo que havía de matar a el padre cura, a el alcalde mayor i a la dicha María Reyes. Que le quiso comprar las flechas a el tal fiscal, lo que éste no admitió, i dijo el tal Osuna que iría a el paraje San Luis6 i compraría unos trabucos.7 Que después 1 2

3 4

5

6

7

Ciudad de los Reyes, puerto de Acapulco: «El 17 de noviembre de 1799, por cédula real, se le otorga a Acapulco el título de Ciudad de los Reyes». hacienda de San Marcos: «hacienda establecida en el siglo xvii y ubicada en la Costa Chica, en el actual municipio de San Marcos, famoso por el son de La sanmarqueña». La Sabana: «pueblo cercano a Acapulco, junto al río del mismo nombre». Atollaque: «Atoyac de Álvarez, pueblo de la Costa Grande, en el actual estado de Guerrero». Los pueblos de La Sabana y Atoyac son mencionados en una chilena muy popular de Guerrero: La garza. obispado de Mechoacán: «inmenso obispado que abarcaba, además del actual estado de Michoacán, los de San Luis Potosí, Guanajuato, Colima y parte de Guerrero y Jalisco». San Luis: «posiblemente, San Luis La Loma o San Luis San Pedro, en el municipio de Tecpan de Galeana, de la Costa Grande, y a la orilla del río Zihuatlá, Grande o San Luis». «Trabuco. Se llama también una especie de escopeta corta que tiene la boca mui ancha y por consiguiente calza bala más gruessa.» (Aut.)

supo los havía presos en San Luis el alcalde mayor a los dos, Antonio Osuna i Nazario Balderrama. Preguntada si no tenían algún otro delito o causa, más de la que desía, dijo que puede estubieran también porque, quando dio la queja, así del señor cura como del alcalde mayor, les dijo cómo ambos tenían a el demonio pintado en su cuerpo, i que el tal Osuna, su marido, lo havía en la copa del sombrero i también en una bolsa que consigo traía, a la qual llaman relicario.8 Que susedió, en una ocasión, el que llegó todo mojado el tal Antonio de Osuna, i le dio a la dicha María Reyes un papel para que, a el calor del fuego, lo secara. I que estándolo secando, por entre los dobleses vido que hera el demonio pintado. Que después se fue a trabajar de peón i se dejó sobre el pabellón9 de la cama holvidada la bolsa del relicario, i que la dicha María, por curiosidad, la habrió i encontró enbuelta en un papel una figurita, la qual se mobía como el mobimiento del gusano, pero que, con el terror que le causó, no vido de la materia que hera. Que lo bolbió a poner todo como estaba i en el propio lugar. I que después llegó su marido, fue i tomó la bolsa i se la puso, i se fue para ella i la comensó a castigar con un cuero, i le dijo que quién le metía ir a ber lo que no le convenía. Que en dicha ocasión susedió el que, haviendo la dicha María Reyes hido a moler un poco de maís a la vecindad, que a el bolber oyó a el tal Antonio Osuna i Nasario estar resando oraciones malas a el demonio. I que luego le desía el dicho su marido a el Nasario que fuera i cojiera aquel animal para echarlo en el relicario, que no le tuviera miedo. Pero que la tal María no vido el animal que era. Que luego dijo Osuna a Nazario que se hirían en casa el maestro. Que llegó la dicha María i que su marido la comensó a castigar, disiéndole que por qué se ponía a escuchar lo que no le convenía, que hera una mañosa.10 Que, a los golpes i gritos 8

«Relicario. se llama también aquel adorno con que se guarnece alguna reliquia. Hácese de metal u de otra materia y de varias hechuras.» (Aut.) 9 «Pabellón. Se llama también una especie de colgadura, de la misma hechura de la tienda de campaña, que sirve en camas, adorno de thronos, etcétera.» (Aut.) 10 «Mañoso. Dícese del animal que tiene algún resabio y defecto; y de la

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Obispado de Puebla. Fragmento (AGN, mapoteca).

que dio, acudieron los vecinos, i ella dijo delante de ellos el motibo porque la castigaba. I que él la amenasó que, si desía lo que oía o beía, i lo prendían por eso, que pidiera alivio el que él no saliera, porque si no la havía matado, hasta entonses tenía vida. Que el tal maestro es un mulato vesino de la misma jurisdicción, llamado Pedro Sotelo. Que los que acudían siempre que tenían estas riñas, y apasíguanlo, eran Juan Benavides, su hijo Antonio i Joseph Benavides. Que, en dicha ocasión, susedió el que vino una noche i, estando durmiendo la tal María Reyes, llegó el tal su marido dándole golpes, disiéndole que havía visto un hombre. Que a los gritos de la

dicha María acudieron los vesinos i, después de averlo apaciguado, dijo que havía visto un hombre que de la tinajera11 se paseaba asta junto de la cama de su muger, aunque no llegaba a ella. Que él lo estaba observando desde unas palmas redondas que ai junto de la casa, i que, enfadado, echó tras dél con el machete, i que se fue ullendo i, en lugar de tomar el camino derecho, se fue para el monte, i desde él lo llamaba como asiéndole mofa. I que se bino para su casa. I que se asía juisio no era persona de este mundo, pues, abiéndole tirado algunos golpes, no lo pudo erir. I que le 11

persona maleante, matrera, socarrona; el bandido.» (Mej.)

«Tinajero. Sitio donde se tienen las tinajas, jarras y demás enseres relativos al servicio del agua potable en casa, en los lugares en que todavía no hay servicio de aguas de cañería.» (Méx.)

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relatos

pidió perdón a la dicha María, su muger. Que Benavides i los dichos le digeron que sería el demonio. Quisá por traer orasiones malas le havía susedido eso. Que en dicha ocasión susedió el que, estando resando la dicha María una noche junto dél, la riñó el tal Antonio Osuna i le dijo que se estaba hasiendo santularia,12 que, si quería resar, que por qué no iba a el monte. Que le dijo la dicha María que si no se havía de encomendar a Dios. I que entonses su marido le dio un puntapié, i le dijo que él era más christiano que ella, i no se encomendaba a Dios. Luego habló en secreto con el Nasario i la amarraron i asaltaron.13 Que el tal Antonio Osuna, su marido, nunca resa, olle missa, ni se confiesa, sino en el día que se casaron. Que habrá seis años que susedió el que vino el demandante o mayordomo de la cofradía de la Santíssima Trinidad a recojer la limosna de los ermanos. I que, llendo la dicha María i dichas personas cargando i acompañando la imagen, encontraron con Nasario Balderrama. Y que preguntó el demandante si era aquél el moso que tenía pintado a el demonio. Que le digeron que sí. Que lo llamó i reprendió, después que lo iso apear, i le dijo: —Agradesiera no lo llebaras a onde el señor cura (que lo solisitaba). Que le puso a el cuello un cordón de los que repartía a los ermanos. Que, a los quatro días, le preguntó la dicha María por el cordón i dijo se le abía rebentado contra un palo i lo havía tirado. Que todas las más de estas cosas susedieron de unos dos años a esta parte, no se acuerda los días ni meses del echo. I que no lo dize por odio, sino por descargo de su conciencia. Encargósele el secreto, prometiólo i, por no saber firmar, lo iso el señor comisario del Santo Oficio [rúbrica].

[Denuncia de José Ramírez Paco] Paresió, sin ser llamado, un hombre que juró en forma desir la verdad en lo que supiere i fuere preguntado. Dijo llamarse don Joseph Ramírez Paco, chino mestizo, natural de Manila, de edad de quarenta i tres años, casado con Theresa Antonia, vesino i capitán de chinos, milisiano de este puerto de Acapulco. El qual, por descargo de su consiencia, dise que, en conversación, contó un pasage que susedió en la jurisdiccion de Atollaque 12 13

«Santulario. "santulón, santurrón".» (Amer.) la asaltaron: «probablemente, la golpearon y/o violaron».

con Antonio Osuna, mulato libre de la juridisión de este puerto [...]. Que, en las cosechas de el año le parese fue el de setesientos sesenta i seis, por principios del mes de enero, que una tarde, que serían como las tres, estando en el paraje que llaman San Juan Chiquito,14 juridisión de Atollaque, en combersasión con don Joseph Fernandes Saabedra, alcalde mayor de la dicha juridisión, i otras barias personas, iba pasando el tal Antonio Osuna. Lo llamó el dicho alcalde i le preguntó de a onde era. Que respondió que de La Sabana de Acapulco. Que le preguntó el dicho alcalde qué havía en una bolsilla que de la pretina de los calsones havía colgada, la qual era, a el pareser, de triple encarnado, i dijo el tal Osuna eran estampas. Pidiólas el alcalde para berlas; iso ademán el tal Antonio Osuna que se las iba a entregar, i echo a uir. I corriendo se entró por la serca de la casa del dicho capitán don Joseph Paco. I aunque [...] el dicho alcalde mayor [y] el capitán Joseph le buscaron, se les ocultó entre unos chaparros que en el patio de la casa havía. I más de veinte personas le andubieron buscando dentro i fuera de la serca, i cortando chaparros no lo encontraron. Que, después que se fueron, lo vido el dicho capitán Paco pasar de la serca a una milpa. I a el cabo de días vino el tal Antonio Osuna a su casa, i le preguntó que en dónde o cómo se escondió que no le pudo encontrar tanta gente. Le respondió que junto del mismo capitán estubo, en un chaparro que cortó el tal capitán, de suerte que, quando daba el golpe para cortar, el viento del sable le daba en la espalda. I que si el tal capitán Paco ubiera muñequeado un poco la mano, le pudiera haver cortado. Que esta es la verdad por el juramento que tiene echo. I que no lo dice por odio, sino por descargo de su consiensia. Encargándosele el secreto, prometiólo, i lo firmó de su nombre. Joseph Ramires Paco [rúbrica]. El Tribunal decidió no continuar con el proceso. La bolsa encarnada con las estampas y la misteriosa «figurita» dentro no fueron halladas por los inquisidores. vol. 1032, exp. 6, fols. 91r-94v Catálogo: 2368. «Denuncia de María Reyes contra su marido, por hechicerías, traer pintada en el cuerpo la imagen del demonio, hacer oraciones en su nombre y traer una figurilla que se mueve como un gusano.» 14

San Juan Chiquito: «pueblo del municipio de Atoyac, junto al río Chiquito».

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El hueso invisible Denuncia de Ana María Jáuregui contra un soldado, por hechicería.

Y

llustrísimo señor: El bachiller don Augustín Joseph Montejano de Larrea, presbítero y prefecto de las reales cárseles, con el maior rendimiento paresco ante vuestra señoría yllustrísima, i digo que, abiéndose balido de mí Anna María Jáuregui (presa en la real casa de Santa María Magdalena, recogimiento1 de esta corte) a fin de que a su nombre dé la denuncia correspondiente, lo que ejequto. Y para ello refiero, in terminis,2 el suseso, y es como sigue. La nominada Jáuregui dice que, por el año de 72, conoció en esta ciudad a un soldado del regimiento3 de Sabolla, de nación balenciano, que se llama Onofre Polito Bonada, de estado soltero, en quien vio el siguiente pasaje. Cierto día, Polito le pidió a la nominada un gato que ésta tenía, y jusgando ella, como era regular, lo quedría para su quartel, condecendió a los tres días. Bolbió Polito por la mañana y se llebó el gato. De allí a poco tiempo bolbió y le dio tres reales para que le comprara una olla, belas, carbón, iesca, eslabón y piedra. Lo que, ejequtado, lo pasó todo a una casa bieja y bacía, donde Polito la esperaba. Llegada que fue a dicha casa, y entregado todo al referido, éste se quitó el rosario y comensó a prender lumbre, en donde afirma la nominada que arrojó los santos evangelios y no sabe qué otras cosas sagradas, pues él sólo le dijo

nesesitaba para aquella obra de barias reliquias, las que abía conseguido de un sachristán que no sabe de dónde es. Después de esto, puso la olla al fuego, en la que echó el gato vivo. Cosido que fue, lo comensó a pelar o desollar, y todo esto desía era para allar en la cabeza del gato un güeso llamado invicible, pues con él se conseguía el que, traiéndolo en la boca, se bolbía uno invicible y entraba y salía a todas partes. Y barios güesillos se metió en la boca. I luego se miraba a un espejo, diciendo que entonses lo abían de llamar por su nonbre, mas que él no abía de boltear la cara, porque entonses no sabe la nominada lo que decía abía de ver el referido Polito. Esto es, yllustrísimo señor, lo que se me a referido. Lo que pongo en noticia de vuestra señoría yllustrísima, de cuia justificación confío el oportuno remedio para la extirpación de los errores. Besa la mano a vuestra señoría yllustrísima su más humilde y rendido capellán. Bachiller Augustín Joseph Montejano de Larrea [rúbrica]. vol. 1400, exp. 18, fol. 180r Catálogo: 2587. «Carta de denuncia sobre la obtención del hueso de la invisibilidad.»

1 En

el original: recoguimiento. in terminis: «en los términos que la ley establece». 3 En el original: reguimiento. 2

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El maleficio de mi mujer «Denuncia hecha por José Gregorio Fernandes, contra su muger María de la Luz Martines, mestisos, vezinos de la Hacienda del Batansillo,1 y es como sigue.»

Día13 de mayo de 1784, bino el referido y denunció a la dicha su esposa ante mí, el presidente de este convento de nuestro padre Santo Domingo, de San Juan del Río, en estos términos: Padre, habiendo estado yo más de tres años enfermo, con tal que ni a mi casa era dueño de benir porque padecía unas dolencias grabísimas en todo el cuerpo, y si llegaba a mi casa no comía, y si comía era para agrabar más mis enfermedades, y si por contingencia salía para otra parte o lugar, me sentía bueno y sano. De donde inferí que estaba dañado, y que el daño estaba en mi casa, y especialmente hube maliciar de que mi mujer me tenía assí. Por lo que el día 1º de este presente mes, sábado a las 8 de la noche, amarré a mi muger de un palo, no con intención de matarla, sino que me confesara la verdad. Le di un azote no más, con lo qual me declaró que no me lo había echo: que me lo había mandado hazer. Y por instancias que le hize, me declaró que María Lorenza me lo había echo. Ésta vive en la misma jurisdicción, y preguntándole yo que qué tenía en mi cuerpo que no podía subir a caballo, me respondió que tenía un sapo y una culebra, y tres arañas en las partes bajas, y gusano blanco en la barriga también —los que dos ocasiones he arrojado por la vía posterior—, y que la culebra era chocolata:2 que no era de las brabas, sino de las de agua. Preguntándole también por mi tía, qué tiene, me respondió: —Dos sapos en la barriga, y en medio de la cabeza cuatro arañas. Y también le pregunté: —El muchachito, hijo de mi tía, ¿qué tiene? Y me respondió tiene un sapo en la barriga y gusanos de los mismos que yo tengo. Y diciéndole: —¿Por qué se lo mandastes hazer? Me respondió:

—Porque no me quería y se enojaba conmigo quando me pedía tortilla. Y dicho muchachito José Ignacio cada ocho días se be a la muerte y arroja muchos gusanos. Y preguntándole yo que por qué me había mandado hazer daño, me respondió que porque no la quería, lo qual es nulo y falso, como probaré a su tiempo y ella declarará. Y preguntándole por qué se lo hisiste a la señora mi tía, llamada María Paulina de Súñiga, que en el día bibe en la Hazienda de Espejo, me respondió que también porque no la quería. Y preguntándole más, que si para este da­ñ o habían echo algunas figuras, me dijo que sí, unos monos de trapo, y que estaban en casa de María Lorenza, los quales monos tienen dentro los mismos animales que nosotros. También le pregunté que dónde los tenía, si en el campo o en otra parte, y me declaró que en su casa3 los tenía. Y ayer, lunes, llamé a Thomás, primo hermano mío, para que delante dél me dijera mi muger lo que había sobre el asumpto, y me bolbió a relatar lo mismo que llevo referido. Ymmediatamente vino Juan Thomás Prado, vezino del Batansillo, y preguntádole que a qué benía, me dijo que lo trajo su primo para que dijera lo que había oído de boca de su muger, que a ese fin lo llamó ayer lunes de mañana a su casa, y dice lo mismo, sin faltar cosa, de lo que dice el denunciante y tiene declarado. Después pasé a la portería a ber a solas a la muger del denunciante, María de la Luz, que me dijo que, oprimida de su marido y temerosa de que no la matara (pues casi una noche la tubo colgada de un palo, como atestiguan sus brazos), para libertarse de esto le dijo mil mentiras, que son las mismas que él declara. Que es cierto que a todas sus preguntas le respondió lo mismo que él declara y lo que dice su primo, pero todo es mentira y que lo hizo por temor, etcétera. Fray José de Torres y Vergara [rúbrica].

1 2

«Batancillo:

hacienda del distrito de Amealco, estado de Querétaro.» (García Cubas.) Chocolata: «probablemente, chocolate»: «Color como el del chocolate.» (Mej.)

3 En

el original: caxa.

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Enrique Flores y Mariana Masera • relatos populares de la inquisición novohispana

Los inquisidores mandan decir al notario que «no haga aprecio de esta denuncia y se ponga en las despreciadas» [fol. 46r].

vol. 725, sin exp., fols. 47r bis-48r Catálogo: 2387. «Denuncia hecha por José Gregorio Fernández contra su mujer, María de la Luz Martínez.»

Ilustración contenida en el proceso inquisitorial contra Rosalía López, «mujer de vida relajada, dada a la embriaguez, lascivia y de otras malas calidades», 1767. Collage (AGN, Mapas, planos e ilustraciones).

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El cobarde El 3 de junio de 1789, el Santo Oficio de México envía a fray Juan Guadalupe de León a investigar una historia acerca de una cueva en la que se realizaban pactos demoníacos. Al final, el hombre descubre que la anécdota tuvo su origen en una burla de borrachos.

[Autodenuncia de Ventura de la Cruz] Yllustrísimo señor: Bentura de la Cruz Orta, mestiso, preso en la Real Casa de la Acordada, mobido de un verdadero arrepentimiento y deseoso de salir de el atoiadero de mis culpas, paresco ante vuestra señoría ylustrísima i digo que, caminando para esta ciudad, encontré en el pueblo de Chalcansingo1 a José Bonifasio, de calidad moreno, quien, preguntándome a dónde iva, proquró apartarme de seguir el camino i me dijo ser mejor fuéramos a una cueba donde conseguiríamos dinero y qualesquiera otra cosa que nesesitáramos (en lo que se allava instruido por unos yndios de aquel lugar). En efecto, yo proquré informarme de los referidos yndios, preguntándoles de dónde tomaban dineros y caballos, a lo qual me dijeron que, si quería tener lo propio, fuera a la cueva don[de] ellos conseguían lo que nesesitaban, en la que allaría un señor mui ermoso; que, a poco trecho de la puerta, me saldría un chibato neg[r]o, el qual luego se boltearía para que le besara la trasera. Que más adelante me saldría una gran serpiente, a la que no isiera resistensia, pues ésta se enrroscaría en mi cuerpo asta el cuello, mas, dejándola, no me dañaría, y luego me dejaría libre para seguir asta el sitio donde estaba el supradicho caballero (el que era el demonio), a quien pidiera lo que nesesitara. Yo, miserable, en compañía de José Bonifasio, fui a la cueva, me quité el rosario en la puerta, lo colgué donde pude, saqué lumbre, ensendí luz, emprendí entrar, como lo ejequté. Mas a corto trecho se me serró el paso, me amedrenté, no allé paso y me rebolví con asco. Señor yllustrísimo, [de] mi ierro en esta bana crensia me allo arrepentido, protesto la enmienda y suplico a su piedad. Pido la absolusión y deseo se me imponga la penitensia,

1

Chalcansingo. «Chalcatzingo. Localidad de Jantetelco, municipio del estado de Morelos, en el que se descubrió un centro ceremonial prehispánico, en el siglo xx».

la que cumpliré de buena voluntad. A vuestra señoría ylustrísima rendidamente suplico me conseda lo que llevo insinuado. No sabe firmar.

[Interrogatorio a Ventura de la Cruz por fray Juan Guadalupe de León] En la Ciudad de México, a 17 de agosto de 1789, estando en la Casa de la Acordada, en quarto de los padres priores prefectos, inmediato a la capilla, en conformidad de el superior decreto y faqultad de vuestra señoría yllustrísima dada a mí, frai Juan Guadalupe de León, estando presente y actuando como notario el prefecto de cárseles, bachiller don Agustín Montejano y Larrea, ise juramento, ante el sitado reverendo padre comisionado, de exersitar el ofisio con toda fidelidad y secreto, aserca de la declaración y denuncia de Bentura de la Cruz Orta, para cuio efecto fue llamado al sitado quarto de los padres priores, en el qual, estando ia, se le tomó juramento [...]. Dijo que se llama Bentura de la Cruz Orta, que tiene de edad veinte y quatro años, que nasió en el pueblo de Piasda, jurisdición de puerto de Acapulco, que es mestiso de naturalesa, que sus padres son difuntos y que él es soltero. Que de edad como de dose años se salió de su pueblo y se fue al puerto de Acapulco, donde tomó la casaca de soldado en el regimiento de los fijos; que tomaría dicha casaca de dies y seis años, aviéndose ocupado los quatro años que restan en la ocupasión de arriero. Que de soldado estubo como dos años y lleva aviendo desertado serca de seis años, en cuio tiempo a andado por bariedad de lugares, huiendo [...]. Preguntado, lo primero, si de lo que se informó y le propuso el Bonifasio avía creído alguna cosa, y respondiendo que algo creió, i por tal, aconsejado de el Bonifasio, se quitó el rosario y entró en la cueba, aunque, a poco trecho, como de trres baras, el sobresalto interior que llevaba y el temor cathólico con que se entró en la cueba le causaron tal horror

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que se salió, y trras de él el dicho Bonifasio. Y aunque éste no tomó otrra ves el rosario que avía dejado, el denunsiante sí bolvió a tomar el suio. Preguntado, lo segundo, si avía echo alguna acsión, o dentro de sí alguna invocasión partiqular, conforme a lo que le avían contado o dicho, respondió que no, i que, entrrando en dicha cueba, como a las trres baras, no allando más que una abertura pequeña, por la que, arrastrándose, iba entrando el dicho Bonifasio, el denunsiante dijo interiormente: «¡Ave María santísima!». I luego se salió de la cueba y trras él el Bonifasio, a quien dijo: —¿Ves cómo no ai nada? Todo es mentira. Y que juntos se fueron para el pueblo de Jantetelco, donde estaba el declarante trabajando en las milpas2 i el Bonifasio en otra parte. I que de noche se veían en la casa donde el declarante trabajaba; que esto duraría como veinte días, en cuio tiempo nunca le dijo el Bonifasio cosa alguna que fuera contra santa fe, ni le vio cosa contra ella. Preguntado, lo tercero, quién es el dicho Bonifasio, respondió que lo conosió en Tenango3 y vio que era negro. Que, según se acuerda, tendrá de veinte a veinte un años. Que supo de él que era soltero, pero no de su lugar, ni dónde vivía, ni de residensia alguna fija donde pudiera estar. Que le parese que es un hombre mui libre, sin asistensia fija en alguna parte. Que lo vio trabajar quando estubieron juntos

en las asiendas y trapichis, sin parar en ninguno. Que lo que vio en él era que tocaba muncho en bigüela y juntamente cantaba. Que es de común cuerpo, aunque algo feo de cara y osicón. Que no sabe otra cosa de dicho Bonifasio. Preguntado, lo cuarto, quiénes o quántos fueron los yndios que le instruieron de la cueba i le aconsejaron que fuera, respondió que, aunque avía munchos, fueron sólo dos los que sobre esto le ablaron. Que éstos son de el pueblo de Chalcansingo, que no se acuerda de sus nombres. I que, así, estos dos que le ablaron sobre este asunto, como los otros que estaban allí, avían vevido, i estaban bebiendo mescale,4 y a ellos y con ellos bebieron también el Bonifasio i el declarante. I que, así, bebidos, este denunciante i el Bonifasio, fueron a la cueba. I que esto fue el mes de junio, un día domingo de el año pasado de 88.

2

4

3

«Milpa. Del azteca milli, "sementera", y pa, toponímico, "en". Sementera o plantación de maíz; maizal.» (Mej.) Tenango: «Tenango del Valle, municipio del Estado de México».

Al término de su interrogatorio, fray Juan Guadalupe de León sólo agrega que del tal Bonifasio no había hallado «otra alguna razón ni luz». Años después, en 1809, se anota que la investigación queda cerrada y que el denunciante «quizá no está ni en la cárcel ni en este mundo». vol. 1391, exp. 16, fols. 263r-264v Catálogo: 2397. «Narración de lo sucedido en una cueva, por querer tener pacto con el demonio.»

mescale: «mezcal». «Mexcal. Bebida alcohólica que, por destilación, se extrae de la penca o de la cabeza de algunas especies del maguey [...]. Para todo mal, mezcal, y para todo bien, también.» (Mej.)

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El maromero del diablo El maromero José Miguel del Sacramento, conocido como El Chino, es denunciado al secretario del tribunal del Santo Oficio por pactario y ridículo, holgazán y supersticioso.

[La denuncia]

Juro que esta denuncia no la hago por mal ni mala voluntad que le tenga, y en ella me ratificaba y me ratifico.

En la ciudad de Guadalaxara, en 10 de junio de mil setecientos noventa, sin ser llamado, pareció en esta comisaría del Santo Oficio José Domingo Espinosa, mulato, dirigido de sacerdote secular, con la horrible figura que se acompaña.1 Y previo el juramento de verdad y sigilo, denunció a un mulato, José El Chino,2 maromero3 de profesión, en el modo siguiente:

Y al tiempo de firmar, dixo que no lo sabe, y lo hizo el señor comisario Pedro Díaz Escandón. Ante mí, el notario fray Bartholomé de Santa Teresa.

[El maromero es detenido] Estando en mi propria casa el día [...] nueve del presente mes, tocó a mis puertas, a las nueve y media de la noche, José El Chino, y me suplicó le diese posada con su muger, María Manuela Trinidad. Condescendí por caridad, y a poco de haver entrado, se pintó un diablo en una pierna, y su muger se lo borró, a lo que dixo que no le borraría al que interiormente tenía pintado. Y a poco se le cayó del cuello una bolsa con esta figura horrible que recogí para manifestar, sin que él lo haya llegado a entender. Igualmente a su muger le dio mal de corazón,4 y el buen maromero pintó otro diablo, lo quemó, y con las cenizas y una oración que rezó al Justo Juez5 se alibió de su accidente, la qual oración no pude entender, sin embargo del cuidado que puse. En el tiempo y noche que frequentó mi casa, jamás le he visto persignarse, ni oye misa el domingo, ni trae el rosario, por lo que lo he calificado por mal hombre y sospechoso en nuestra santa religión. Y por lo mismo, bien aconsejado, lo denuncio con adbertencia de que es mulato y no estaba ebrio, y que en el día de mañana piensa salir de esta ciudad para el real de Bolaños.6 1 La

imagen representa a un diablo con traje de luces, como un torero. En realidad, hay dos imágenes, una de ellas dibujada por El Chino y la otra copiada por el escribano. 2 «Chino. Rizo de pelo. Como adjetivo se aplica al que tiene el cabello ensortijado.» (Mej.) 3 «Maromero. Acróbata, volatinero; que hace maromas, propia o figuradamente. (fig) Disimulado o astuto; que procede con doblez.» (Mej.) 4 «Mal de corazón. Es un vapor o flato que por su quantidad o qualidad hace por una y otra parte molestia en el corazón, y dura todo el tiempo que tarda el vapor o flato en resolverse.» (Aut.) 5 Sobre la Oración del Justo Juez, cf. Fradejas Lebrero, 1993: 289-292. 6 Bolaños es un pueblo y municipio de la región norte del estado de Jalisco. El antiguo Real de Bolaños tuvo una gran importancia minera desde el año de 1748.

En dicho día, mes y año, como a las ocho y media de la noche, el comisario mandó, previo el auxilio real, y con el mayor sigilo, que se asegurase en calidad de detenido a este reo José El Chino, maromero, hasta dar cuenta cómo lo executó a vuestra señoría ylustrísima, debiendo adbertir para perfecta instrucción que el alcalde ordinario que lo aseguró halló que estaba amancebado con María Manuela Trinidad, y que el denunciante, José Domingo Espinosa, estaba lo mismo con otra, por lo que a todos puso en la cárcel, quedando el maromero por cuenta del Santo Oficio. Es quanto en esta causa ocurre al comisario, hasta la resolución de vuestra señoría ylustrísima. Pedro Díaz Escandón. Ante mí, el notario fray Bartholomé de Santa Teresa.7

[Declaración del maromero]8 En la ciudad de Guadalajara, a 17 de agosto de 1790, estando en la audiencia sobre tarde, mandó el señor comisario traer a ella desde la Real Cárcel de Corte de esta ciudad a José Miguel del Sacramento, maromero, a quien se le recivió juramento en devida forma, el qual hecho, puesta la señal de la cruz, prometió decir verdad en quanto se le preguntare y guardar secreto. 7 A

continuación aparecía la imagen mencionada. folios siguientes están encuadernados al revés en el volumen: comienza en el folio 68r y termina en el folio 67r.

8 Los

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Y preguntado si sabe la causa9 porque ha sido llamado, dijo oyó decir que por sus suertes de maromero lo havían denunciado a la Ynquisición, y que por eso sería llamado. Y preguntado por la edad que tiene, calidad y estado, dijo que tenía [...]10 años, de calidad mulato, hijo de un esclavo del señor obispo Macarulla, vecino de Durango y de estado soltero. Y preguntado mui por menor por la doctrina christiana, pureza de nuestra santa fee y ejercicio en que se ocupaba, dijo los principales misterios y oraciones, con aquellos errores que son comunes a los de su clase, y que no creía más que en un solo Dios verdadero, y que las suertes, maromas y figuras que hacía (he hizo a mi presencia y del presente notario) no contienen cosa diabólica y hechisería ni superstición, pero aseguró el que declara que con estas simplezas y juegos de mano conseguía entre las gentes rudas el corto alimento con que se sustentava, por haverse dado a olgazán, pues su oficio era el de panadero. Y héchole cargo de toda la denuncia, sin manifestarle el denunciante, dijo que las figuras o diablos que pintaba en lo esterior,11 era para sorprender y divertir gentes incautas, sin otro objeto que el de adquirir el medio. Y que la que se le presenta se le cayó una noche en una volzita, y que se persuade a que la levantó José Domingo Espinosa, con ánimo de vengarse del que declara por presumir quería, el que declara, tener mala adversación con una mala muger con quien Espinosa estaba amancebado, assí como el que declara con12 otra que en su compañía llevava en calidad de muger propria. Y como el alcalde ordinario se informó del estado de ambos, los llevó a la cárcel, y a ellas a las Recojidas.13 Y preguntado si alguna otra ocación havía estado preso por orden del Santo Oficio, y por hacer semejantes figuras y hechos supersticiosos, dijo que nunca havía estado preso, y que de pocos días ha esta parte havía aprendido con unos maromeros estas suertes y agilidades que acaba de hacer, sin intención de dañar la pureza y verdad de nuestra religión, 9 En

el original: cusa. el original, alcanza a leerse un número 2 antes de la costura. Tendría, pues, veintitantos años. 11 En el original: esterio. 12 En el original: con con. 13 Los recogimientos de mujeres fueron la respuesta a una problemática de la época colonial: muestran cómo el gobierno, la iglesia y la sociedad, enfrentaron problemas como la prostitución, la falta de trabajo remunerado y asuntos del matrimonio (la separación, el divorcio, la viudez, la soltería). En los recogimientos se albergó a mujeres que habían cometido desde los delitos contra la moral y la salud pública, los adulterios y homicidios, hasta los llamados de infidencia, cometidos por mujeres que participaron en la lucha de Independencia, así como también la fabricación clandestina de bebidas embriagantes (Muriel, 1974: 34-35).

Copia del dibujo de José El Chino, maromero, hecha por el secretario del Santo Oficio (AGN, Ramo Inquisición, vol. 1281, exp. 13, fol. 61).

y que solamente creía en un Dios todo poderoso y quanto la Yglesia le mandara creer. Y que vivía mui ageno de tributar obsequios al Diablo. Y responde con otras muchas espreciones proprias de un berdadero cathólico, rudamente esplicadas. Y en este estado mandó el señor comisario se le leyese íntegra su declaración, en la que vajo del mismo juramiento se ratificava y ratificó, afirmava y afirmó, sin tener cosa que añadir ni quitar, suplicando al señor comisario se sirviese ponerlo en libertad, con la protesta de que no volvería ha hacer suertes de manos, ni ejercitaría más oficio que el de panadero. Y el señor comisario, atendiendo a su desnudez y simplicidad, lo puso en libertad. Y al tiempo de firmar dijo que no sabía y lo hizo el señor comisario. Pedro Díaz Escandón [rúbrica]. Ante mí, fray Bartholomé de Santa Teresa, notario [rúbrica].

10 En

[La opinión del fiscal] Illustrísimo señor: El secretario, que hace de fiscal, en vista de la denuncia precedente de Joséph Domingo Espinosa contra el maromero Joséph Miguel del Sacramento, de calidad mulato, por haberle cogido una figura ridícula que trahía en una bolsilla que se le caió al suelo, dice que este es uno de

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la justificación de mandar al comisario de Guadalaxara, que, supuesto que recivió indebidamente declarazión al denunciado, y que está cierto del sugeto que lo denunció y por qué motibo, lo amoneste seriamente se dedique a su oficio de panadero para ganar con qué pueda mantenerse, y se abstenga de hacerlo con las ridículas figuras que pinta y trahe consigo para dibertir con ellas y sorprender a los incautos, aperciviéndolo que, en el caso de contrabenir, se procederá contra él con el maior rigor [...]. Secretario de Inquisición de México, y octubre 22 de 1790. Licenciado Torrecilla [rúbrica].

[Amancebados, flojos y vagamundos]

Dibujo de José El Chino, maromero (AGN, Ramo Inquisición, vol. 1281, exp. 13, fol. 62)

aquellos muchos tunantes que, para buscar qué comer a poca costa, se valen de semejantes arbitrios entre la gente ignorante y ruda. Pero, como ésta sea fácil de seducir y padecer muchos engaños, creiendo que lo que este olgazán practica [es] en virtud de algún pacto que tenga con el Diablo, se ha de servir

Illustrísimo señor: Señor, acompaño a vuestra señoría yllustrísima la causa de José El Chino, maromero, por denuncia que de él hizo José Domingo Espinosa, y como por ella reconocerá la alta compreensión de vuestra señoría yllustrísima ser una patraña de amancebados, flojos y vagamundos, mandé inmediatamente poner en libertad al chino maromero (esto es por lo tocante al Santo Oficio), para que la justicia ordinaria castigase sus amancevamientos, y [lo] hiciese poner en estado. Es quanto ocurre, y pedir a Dios guarde la vida de vuestra señoría yllustrísima muchos años. Guadalajara, y noviembre 17 de 1790. Pedro Díaz Escandón [rúbrica]. vol. 1281, exp. 13, fols. 60r-70v

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Carta del Santo Oficio español contra las prácticas de adivinación (1617)

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or carta acordada de 12 de mayo de 1615, se os ordenó que proçediéssedes contra todas las personas comprehendidas en el breve de Sixto Quinto, que con supersticiones y otros malos medios tratan de adivinar las cossas futuras y descubrir las ocultas y alçan figuras sobre los futuros contingentes, y por ser tan preçissamente necesario el remedio de los abussos que en esto ay, y para que mejor se consiga se os embía el dicho breve traducido en castellano, para que le hagáis publicar por edictos en los lugares mayores de ese districto, en las iglesias donde oviere más frequencia de gente, para que venga a noticia de todos y sepan que de los cassos expressados y contenidos

en el dicho breve toca el conocimiento al Santo Officio de la Inquisición. Y a de proceder contra los culpados en esta materia y del cumplimiento nos daréis avisso. Y con ésta se os embian doze traslados. Dios os guarde, en Madrid, 25 de febrero, 1617. [5 rúbricas ilegibles] Recevida en 25 de jullio de 1617, en una barca que vino de Cartagena, y allí el pliego en los galeones. Acordada. Caja 161, folder 132

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Carta a los inquisidores sobre ritos de indios en Michoacán Carta de Miguel de Molina a los inquisidores describiendo las costumbres de los indios de la sierra de Michoacán que le parece atentan contra la fe católica.

E

stimadísimos i venerables señores inquisidores: Aunque se me ordena y manda en las instrucciones de ese santo tribunal que al pie de las denunciaciones informe del sujeto y calidad de los testigos, me ha parecido de mejor acuerdo aserlo en esta carta, por aver de informar i proponer algunas cosas que se me han ofrecido por parecerme considerables y, juntamente, dar notoriedad de uno i otro. En toda la cierra de Mechoacán, sus pueblos y doctrinas en las muchas fiestas que cada año asen, el día de la fiesta, en la tarde, borrachos ban a la yglecia i sacristía de sus pueblos a vestirse para la comedia, i se ponen las albas, avitos1 i capas, y vestidu[r]as, así de nuestra Señora y su corona, como túnica de Jesuchristo y tiara de san Pablo, con tan grande bergüensa i ultrage, dando mil gritos en sagrado, como gente sin juicio ni temor de Dios. Y vestidos con

1 En

aquellas bestideras ban a la plaza pública de sus pueblos, i allí representan la comedia. I es de adbertir que, aunque llueva, prosigen i echan a perder todo el ornato de la yglesia. Los ministros y justicias de su magestad lo toleran por los intereses que tienen en sus fiestas; i io, más de miedo de algún motín, no les ablé cosa, sino que me enserraba por no ber semejante exeso. En algunas haciendas de ganados maiores de esta provincia de Mechoacán i en algunas de indias de ospitales i cofradías, yerran el ganado i cabalgaduras con un ierro que es una cruz, i en otras una corona de la virgen o alguno de sus atributos. Es cosa escandalosa ber una bestia con una cruz por ierro quando la es el de los onbres. vol. 710, exp. 2, fols. 8r-11v

el original: amitos.

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Carta sobre creencias de indios pánucos Carta que denuncia bailes entre negros, mulatos e indios en la zona huasteca para curar enfermedades. Parece una denuncia de un religioso quien parece más preocupado por el abuso que por lo profano del asunto.

L

os indios guastecos en toda la provincia de Pánuco tuvieron entre sus dioses, por el mayor, a un cantarillo hecho de diversas plumas de colores, de cuya boca salen flores de lo mesmo, y cargándole los indios más ligeros, baylan al son de un instrumento de palo que llaman en mexicano: teponastle, y de un tambor a su usansa, llevando sonajas de madera en las manos y una cabellera larga en la cabeca. Este bayle dura hasta oy, en general por toda la dicha provincia, en unos pueblos con la superstiçión y rito de gentilidad que, antes, celebrando al tal Paya con ramos y junta de los indios mazguales a comer y beber lo que se offrenda al dicho cantarillo y a otros pecados y abo­­mi­ naciones, en ni aún se perdona al nefando. Y en otros pueblos sólo se vayla para alegrarse los naturales. Pero al fin, todos los más piden al tal cantarillo en sus enfermedades la salud, y le ofrendan para ello. Y siendo este vayle y superstición de solamente indios, es ansí que algunos negros mulatos y meztiços le vaylan, y en particular uno llamado Lucas Olola, negro, esclavo de Hernán Pérez. Y revistiéndose del trage de los dichos indios, usado para el dicho vayle, finge que se eleva, mostrándose amortesido, y como tal, se deja caer y está sin sentido por mucho tiempo, hechando espumarajos por la boca. Y luego se levanta con notable furia y dice le vino ya su espíritu, y que es siete dioses, y que, como cuerpo glorioso o spíritu, penetra las paredes, y entra y sale por ellas en las casas; y todo viene a parar en que le tengan por divino y poderoso, y los padres, hermanos, parientes y maridos le degen a la india que quiere para que se aproveche de ella, sin que ella ni nadie lo resista. Y ansí, después de averle oýdo todos su parlamento, se salen huyendo y dejan sola a la india que él señala. Y

juntamente con esto, vendiéndoseles a los dichos indios por divino, les cura en sus enfermedades, ençendiendo ocote y chupándoles; ceremonia cierta de que ellos usan quando o fingen tener, o verderamente tienen, en sus curas pacto con el demonio. Y les hace creer que vee y conose a la persona que les hubo mal, causándoles la tal enfermedad, porque esto es cierto y cosa lastimosa, y que se puede afirmar por sin duda, que no muere indio guasteco adulto en edad, ni pequeño, cuya enfermedad y muerte no se aplique a algun indio hechisero. Y el dicho negro dice que los conoçe y vee el que es. Y a estos que llaman curanderos y conosçedores, que en guasteco se dicen chutones, los tienen por hechiseros más poderosos que los que solamente son dañadores. Y todos y el dicho negro, como todos, les sacan a los miserables indios sus haziendas y a las mugeres, de miedo porque no las maten, los arrastran a que se degen gozar, y a los enfermos les hasen morir con odio de otros. Y con tan grave culpa como es creer semejante poder y atribuyrce al demonio, y que, dejando a Dios, acudan para su salud a semejantes embaydores. Y el dicho negro a muerto indios e indias que se tenían por hechiseras a puros açotes y tormentos, mostrándose señor divino y poderoso. Y que, como a quien pertenesce esto, lo castiga en este modo: curar y conoscer al que causó la enfermedad. Está culpado un mulato llamado Quintero contra quien el dicho negro suele hazer grandes pláticas a los indios para que se persuadan es el más poderoso y siete dioses. Y en el efecto, como en toda la guasteca, no hay ministro de doctrina que predique entre frayles y clérigos, sino sólo uno, y los mulatos, negros y místicos, son lenguas

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de su misma naturaleça, por aver nascido allí. Los indios son doctrinados de ellos y convencidos en las opiniones que quieren, todas en orden de su libertad en pecar y principalmente en sus carnalidades, de manera, y en tanto grado, que es cosa muy asentada en las guastecas. Y la dicha gente de negros y mulatos, y los demás que ay más vida, pena ni gloria después de la muerte. Y ansí, dicen que quál de los muertos vino de la otra vida, y dixo tal palabra que los vivos solamente lo digan, y que ansí sólo la vida vestial es lo que importa. Las justicias reales no celan la comunicación tan continua y estrecha de los dichos negros y mulatos con los indios, ni el vivir entre ellos con estar, y no

bibido por su magestad. Y, ansí, es el daño muy grande, que cesaría si, averiguada la verdad, los castigados, los culpados, se mandase con rigor por el Santo Tribunal de la Inquisión, lo que está mandado por el Rey, nuestro señor, que vivan ni comuniquen entre indios los susodichos géneros de gente. Y para la averiguasión de lo dicho, y lo más que con ello anda junto, es necessario dé comissión en forma por el dicho Santo Tribunal a ministro que sepa la dicha lengua, y para su notario o escrivano o persona española, de satisfación, y de momento, y si fuere necessario de executar. vol. 303, sin exp., fols. 207r-208r

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Edicto para prohibir el uso de cruces en lugares inapropiados (1690) Edicto para poner en las puertas de las iglesias, dirigido a «vezinos, moradores, eclesiasticos, regulares y seculares».

N

os, los inquisidores, contra la herética pravedad y apostasía, en esta ciudad y arçobispado de México, y en todos los reynos y provincias de la Nueva España, con los obispados de Tlaxcala, Mechoacán, Goatemala, Guadalaxara, Chiapa, Yucatán, Oaxaca, Verapaz, Honduras, Nicaragua, Nueva Vizcaya, Islas Philipinas, sus distritos y jurisdicciones, por authoridad apostólica, etcétera, mandamos que ninguna persona, de ningún estado, calidad y condición

que sea, de aquí delante pueda poner ni ponga las dichas cruces en los dichos lugares públicos, ni en otros indecentes e imundos, y las que están puestas las quiten y borren luego, dentro de seis días de como este nuestro edicto fuere publicado. [Tres rúbricas ilegibles] vol. 678, sin exp., fol. 194r.

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Edicto contra el uso del peyote (1692)

N

os, los Inquisidores, contra la herética pravedad y apostasía, en esta ciudad y arçobispado de México y en todos los reynos y provincias de la Nueva España, con los obispados de Tlaxcala, Mechoacán, Goatemala, Guadalaxara, Chiapa, Yucatán, Oaxaca, Verapaz, Honduras, Nicaragua, Nueva Vizcaya, Islas Philipinas, sus distritos y jurisdicciones, por authoridad apostólica, etcétera, hacemos saver cómo, en diez y nueve días del mes de junio del año passado de mil seiscientos y veinte, por vuestro mandado, se dio y pronunció el edicto del tenor siguiente: Por quanto el uso de la yerba o raíz llamada Peyote, para el efecto que estas provincias se han introducido, de descubrir hurtos y adivinar otros subcesos y futuros contingentes ocultos. Es acción supersticiosa y reprovada, opuesta a la pureza y sinceridad de nuestra Santa Fee Cathólica, siendo assí que la dicha yerba, ni otra alguna, no pueden tener la virtud y eficaccia natural que se dize, para los dichos efectos, ni para causar las imágines, fantasmas y representaciones en que se fundan las dichas adivinaciones, y que en ellas se ve notoriamente la sugestión y assistencia del demonio, autor deste abuso, valiéndose, primero, para introducirle de la felicidad natural de los indios y de su inclinación a la idolatría, y derivanse después de excomunión mayor latae sententiae, trina canonica monitione praeemissa, y de otras penas pecuniarias, y corporales a nuestro arbitrio reservadas. Mandamos que, de aquí adelante, ninguna personas, de qualquier grado y condición que sea, pueda usar, ni use de la dicha yerba del peyote, ni de otras para los dichos efectos ni para otros semejantes debajo de ningun titulo o color, ni hagan que los indios, ni otras personas las tomen

con apercevimiento, que lo contrario haciendo, demás de que avréis incurrido en las dichas censuras y penas, procederemos contra los rebeldes, e inobedientes fuéredes, como contra otras personas sospechosas en la santa fee cathólica. Y porque somos informados que con el transcurso del tiempo se ha vuelto a introducir, practicar y usar de la dicha yerba, o raíz peyote, y otras de la misma calidad y efecto —como son la yerva llamada pipilzizintli, de los mexicanos, y ttzittixu, de los othomíes, que quiere decir la rosita, o Rosa María, y unos gusanitos, uno macho y otro hembra que venden los indios para efectos amatorios, en diversas partes y lugares de nuestro distrito y especialmente en la ciudad de Querétaro, de que se ha ocasionado, y originado la turbación y aflición que al presente experimentan y padecen los moradores y vecinos de dicha ciudad. Y por quanto a nos toca atajar los daños referidos y las graves ofensas que dello resultan contra Dios, nuestro señor, y pureza de nuestra santa fee cathólica, exortamos, requerimos, y en virtud de santa obediencia, y so pena de excomunión mayor Latae sententiae, trina canonica monitione, en derecho, premisa, y demás penas corporales y arbitrarias contenidas en dicho edicto, y de doscientos ducados de Castilla aplicados a gastos extraordinarios del Santo Officio, mandamos y prohivimos que ninguna persona o personas de qualquier estado, calidad, o condición, preheminencia, o dignidad que sea, exemp[t]a, de aquí adelante, venda, compre, ni use de las dichas yerbas o raízes, ni de otras que caussen o puedan causar los efectos referidos, con apercivimiento que, no lo cumpliendo, incurrirán en las dichas censuras y penas, y se procederá contra los reveldes, inobedientes a mayores penas, como hallaremos por derecho.

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anexo: documentos no procesales

Y para que venga a noticia de todos y nadie se escuse con su ignorancia, mandamos dar y dimos la presente firmada de nuestros nombres, sellada con el sello del Santo Officio, y refrendada de uno de los secretarios del secreto dél. Y que este nuestro edicto se fixe en las puertas de las iglesias, de las quales ninguna persona lo quite, rasgue, ni tilde solas dichas penas, y las demás que a nuestro advitrio

reservamos, fecha de México y sala de nuestra audiencia, en siete días del mes de febrero del mil seiscientos y noventa y dos años. [Dos rúbricas] vol. 678, sin exp., fol. 202r

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bibliografía e índices

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ÍNDICE TEMÁTICO

A Achaque, 120, 121, 181, 269 Adivinación, 30, 56, 123, 144, 145, 218, 223, 241, 285 Adivinaciones, 31, 61, 145, 240, 293 Adoración, 69, 103, 104, 164, 165 Agua, 38, 39, 48, 51, 52, 55, 56, 57, 60, 61, 62, 65, 66, 68, 69, 82, 83, 93, 94, 96, 97, 98, 99, 106, 107, 108, 116, 118, 121, 123, 124, 125, 129, 141, 142, 143, 144, 152, 157, 161, 165, 166, 169, 171, 180, 183, 188, 193, 194, 196, 208, 212, 213, 214, 216, 219, 220, 221, 223, 228, 231, 233, 234, 235, 247, 254, 264, 273, 276 Agua bendita, 83, 204, 216, 221, 269 Agua de mar, 55, 56, 99, 123, 125 Aguador, 204, 233 Agüeros, 63, 145, 147, 148, 234 Alacrán, 256 Alférez, 162, 167, 168, 175, 176, 177, 186, 193 Alfileres, 269 Alhucema, 119, 120 Alma, 29, 38, 58, 59, 62, 81, 88, 89, 99, 107, 122, 145, 151, 160, 174, 200, 224, 230, 231, 233, 243, 247, 255, 259, 260, 261, 267, Almas, 41, 59, 122, 139, 162, 186, 199, 267 Altar, 42, 48, 69, 106, 121, 163, 164, 165, 166, 204, 224 Alucinógenos, 19, 48, 121 Alumbrado, 247, 266 Alumbrados, 60, 81 Amate, 53, 185, 187, 260 Amo, 34, 53, 54, 88, 95, 96, 101, 113, 131, 132, 210, 228, 229, 259 Amos, 59, 224, 259 Ángeles, 62, 99, 205, 220, 271 Anillo, 62, 63, 98 Anillos, 112 Animal, 39, 43, 44, 54, 66, 99, 141, 172, 233, 245, 253, 272 Animales, 31, 34, 38, 39, 40, 43, 44, 46, 55, 57, 62, 66, 67, 69, 100, 129, 131, 140, 141, 146, 148, 149, 159, 171, 172, 252, 263, 276 Aparición, 38, 66, 142, 224, 226 Apariciones, 64, 132, 189 Arañas, 276 Arcos, 69, 164 Arriero, 37, 38, 39, 40, 81, 98, 190, 192, 278

Astrología, 62, 63, 98 Avisos, 63, 230 Ayuno, 145 Azotar, 51, 109, 119, 120, 155, 158, 162, 163, 204, 211, 219, 241, 276 Azufre, 42, 64, 226, 251, 256, 257 Azul, 41, 53, 58, 147, 173, 220, 221, 227, 236, 260, 269

B Bachiller, 120, 126, 127, 138, 144, 147, 149, 150, 152, 153, 179, 180, 185, 186, 187, 190, 191, 193, 198, 206, 235, 238, 239, 241, 244, 245, 246, 254, 255, 266, 275, 278 Baile, 65, 68, 69, 155, 156, 160, 161, 162, 163, 164, 165 Bailes, 23, 68, 69, 155, 158, 159, 162, 163, 165, 167, 289 Balche, 69, 164, 165, 166, 167, 168, 169, 170 Baño, 48, 69, 247 Baños, 152, 153, 154, 160, 216 Baquero, ver vaquero Barrabás, 58, 260 Barrer, 41, 48, 91, 98, 108, 163, 223 Barro, 69, 121, 126, 169, 204, 249 Batea, 48, 51, 56, 110, 111, 112, 219 Baúl, 110, 111, 183 Bautizo, 65, 143, 175 Bebedizo, 90 Bebida, 31, 49, 50, 65, 69, 87, 90, 113, 114, 121, 145, 164, 165, 167, 196, 201, 213, 214, 232, 233, 279 Bebidas, 31, 180, 214, 281 Blanco (color), 42, 55, 58, 83, 103, 123, 125, 130, 144, 166, 173, 174, 183, 194, 237, 256, 257, 276, Blasfemias, 266 Bolsa, 40, 45, 54, 124, 128, 135, 183, 272, 274, 280 Bolsas, 183 Boyero, 233 Brasero, 64, 105, 256 Bruja, 41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 49, 91, 92, 93, 94, 117, 133, 220, 222, 226, 227, 252, 254, 265 Brujas, 17, 29, 30, 33, 34, 37, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 52, 53, 54, 67, 91, 93, 95, 109, 139, 149, 200, 225, 226, 250, 251, 252, 253, 254, 255 Búho, 63, 230 Búhos, 63, 214, 230

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BIBLIOGRAFÍA E ÍNDICES

C Caballo, 38, 39, 49, 57, 88, 89, 102, 106, 107, 108, 129, 218, 242, 276 Caballos, 39, 68, 107, 155, 278 Cabello, 156, 223, 280 Cabellos, 42, 88, 144, 180, 182, 238 Cabeza, 39, 48, 54, 57, 59, 65, 83, 99, 144, 156, 158, 194, 223, 224, 275, 276, 279 Cabrito, 48, 194 Cabrón, 47, 66, 141, 142 Cacao, 65, 81, 126, 129 Caja, 53, 54, 59, 96, 104, 111, 112, 115, 118, 122, 125, 285 Cajas, 103 Calamita blanca, 53, 236 Calentura, 257 Cama, 40, 43, 51, 53, 54, 56, 64, 65, 81, 94, 96, 97, 110, 111, 112, 114, 115, 130, 140, 157, 160, 174, 177, 183, 185, 191, 195, 202, 221, 225, 251, 252, 256, 265, 272, 273 Camas, 44, 198, 272 Cambray, 261 Campanas, 66, 113, 178, 262 Canciones, 23, 40, 68, 155 Candela, 44, 82, 92, 93, 95, 153, 174, 186, 198, 202, 222 Candelas, 50, 82, 92, 119, 120, 121, 145, 147, 152, 153, 154, 173, 174 Candelas de cera, 58, 145, 147, 152, 174, 260 Candelero, 69, 113, 164, 165, 166 Canto, 63, 128, 159, 214, 230 Cantos, 49, 67, 142, 146, 148, 149 Canutillo, 221 Canuto, 85, 160 Carbón, 47, 60, 113, 114, 120, 200, 204, 221, 249, 259, 275 Cardenal, 252 Carnero, 194, 209 Carnicería, 95, 259 Carpintero, 191 Carreta, 106 Carta, 43, 56, 57, 58, 63, 64, 98, 99, 100, 105, 123, 128, 129, 130, 131, 132, 138, 155, 156, 158, 159, 163, 179, 182, 183, 185, 189, 197, 213, 222, 228, 236, 240, 242, 243, 263, 275, 285, 287, 289 Cartas, 32, 128, 192 Casamiento, 51, 83, 93, 153, 160, 220, 251 Cassinas, ver catzinas Castiza, 105 Castizo, 244, 251 Catzinas, 68, 155, 158, 162, 163 Caza (ritos para la), 147, 212, 213, 225 Ceguera, 48, 196, 269, 271 Cementerio, 54, 177 Cenizas, 280 Cera, 52, 58, 136, 145, 147, 168, 169, 204, 260 Cerebro, 226 Cerro, 39, 40, 58, 142, 171, 186, 230 Chacharero, 53, 236 Chalchigüites, 97, 115 Chichimeca, 139, 140, 206 Chichimeco, 46, 47, 139, 140 Chichimecos, 65, 206 Chicle prieto, 58, 221, 259, 260, 261 Chino, 38, 264, 280, 281, 282 Chinos, 66, 274 Chocolate, 19, 31, 52, 65, 95, 97, 116, 181, 206, 208, 238, 239, 276 Chupada, 41, 43, 94, 252, 265 Chupar, 40, 47, 160 Cielo, 38, 57, 59, 122, 203 Cigarrero, 252 Cimarrones, 167, 170

Cinco, 161, 167, 171, 177, 198, 199, 204, 212, 216, 217, 220, 222, 230, 261, 268, 270 Cinta, 45, 52, 53, 134, 135, 193, 236 Cinta de seda, 45, 133, 134 Cintas, 52, 53, 260 Cisco, 204, 249 Claveles, 117, 118 Clérigo, 53, 83, 125, 209, 236, 270, 271 Clérigo presbítero, 89, 97, 137, 179, 191 Coata (cuata), 114 Cocinero, 160 Colmenar, 69, 164, 165 Comadre, 39, 46, 109, 157, 206, 208, 209, 212, 246, 251, 252 Comadres, 246 Comal, 114, 201, 223, 254 Compadre, 39, 40, 46, 108, 109, 128, 157, 202, 208, 251 Compañía de Jesús, 116, 165, 177, 224, 249 Conjuro, 42, 45, 46, 47, 52, 60, 81, 82, 83, 110, 133, 200, 226, 229, 254, 271 Conjuros, 18, 31, 34, 45, 46, 83, 109, 139 Copal, 49, 52, 58, 65, 69, 103, 145, 148, 153, 154, 164, 165, 166, 180, 183, 185, 220, 221, 233, 259, 260, 261 Copale, 53, 55, 152, 153, 154, 173, 174, 180, 181, 185, 233, 234 Cordón, 61, 274 Cordón (blanco), 144 Cosecha, 69, 154, 166 Cosechas, 68, 166, 173, 274 Criada, 111, 130, 216, 219, 224, 228, 249 Criadas, 64, 95, 256, 257 Criatura, 17, 41, 62, 65, 91, 94, 111, 117, 118, 141, 143, 152, 157, 201, 204, 205, 211, 223, 252, 264, 266 Criaturas, 93, 139, 159, 169, 211, 223 Cristo de Chalma, 64, 242, 243, 261 Cruz, 42, 46, 47, 52, 53, 56, 58, 61, 62, 83, 87, 94, 105, 107, 108, 110, 113, 128, 129, 134, 137, 139, 140, 143, 144, 148, 158, 159, 167, 168, 171, 173, 179, 180, 181, 182, 183, 204, 205, 206, 208, 211, 216, 219, 222, 226, 234, 236, 237, 238, 240, 242, 245, 248, 249, 251, 254, 257, 258, 260, 278, 280, 287 Cruces, 43, 291 Cuaderno, 54, 63, 85 Cuatro, 23, 25, 39, 57, 59, 65, 69, 83, 126, 128, 133, 142, 143, 161, 164, 171, 177, 178, 179, 180, 181, 187, 203, 204, 215, 269, 276 Cuchillo, 43, 46, 55, 134, 172, 176, 177, 181, 204, 261 Cuentas, 32, 131, 182 Cuervo, 42, 55, 146, 171, 250 Cueva, 38, 57, 58, 59, 131, 175, 201, 232, 242, 259, 261, 278, 279 Cuevas, 57, 58, 59, 64, 65, 103, 104, 208, 232, 259, 262 Culebra, 44, 57, 58, 66, 103, 114, 131, 141, 142, 215, 276 Culebras, 50, 67, 131, 146 Culto, 30, 64, 119, 155, 162 Cultos, 170 Cura (sacerdote), 95, 97, 139, 140, 157, 175, 185, 188, 212, 219, 223, 226, 228, 240, 247, 272, 274 Curación, 45, 49, 193, 217, 269 Curaciones, 61 Cura, 18, 46, 47, 48, 139, 161, 193, 194, 195, 196, 289 Curandera, 38, 49, 50, 51, 120, 121, 136, 193, 196, 217 Curanderas, 17, 120, 188 Curandero, 49, 58, 63, 182, 201, 202, 233, 234, 236 Curanderos, 182, 289 Curtidurías, 58, 259

D Dedo, 52, 55, 56, 61, 90, 110, 124, 175, 176, 177, 178, 203, 214, 215, 228, 248, 252

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relatos populares de la inquisición novohispana

Dedos, 45, 51, 69, 105, 111, 112, 121, 134, 169, 187, 202, 209, 237 Demonio, 30, 31, 38, 39, 40, 41, 46, 47, 50, 51, 59, 62, 64, 67, 68, 85, 86, 88, 89, 101, 102, 105, 108, 109, 119, 128, 129, 139, 140, 141, 149, 151, 155, 158, 161, 162, 163, 171, 172, 173, 174, 175, 186, 188, 189, 190, 191, 199, 200, 202, 209, 223, 224, 230, 231, 236, 237, 242, 243, 244, 245, 254, 259, 261, 266, 271, 272, 274, 278, 279, 289, 293 Demonios, 64, 254, 266, 267, 268 Diablo, 34, 37, 38, 39, 40, 46, 47, 54, 62, 63, 64, 89, 101, 102, 109, 114, 125, 129, 133, 135, 140, 188, 190, 192, 199, 215, 230, 244, 245, 260, 270, 271, 280, 281, 282 Diablos, 58, 260, 270, 281 Diente, 234 Dientes, 67, 146, 157, 161, 220, 221, 236, 252 Difunto, 44, 54, 55, 58, 67, 122, 144, 145, 147, 150, 151, 152, 153, 176, 177, 181, 201, 203, 209, 215, 217, 218, 228, 234 Difuntos, 55, 64, 179, 193, 267, 278 Dinero, 46, 56, 57, 59, 98, 106, 108, 109, 111, 120, 124, 128, 129, 130, 134, 147, 160, 180, 181, 183, 184, 194, 195, 203, 204, 209, 217, 218, 246, 249, 259, 260, 278 Dinero enterrado, 209, 217, 228, 249, 250 Dios, 30, 33, 38, 41, 42, 46, 47, 48, 49, 50, 54, 56, 57, 60, 62, 65, 69, 81, 82, 87, 88, 89, 99, 100, 102, 110, 111, 112, 115, 116, 118, 119, 120, 121, 126, 128, 129, 133, 134, 135, 136, 137, 139, 140, 144, 145, 147, 148, 149, 150, 151, 152, 153, 154, 156, 157, 158, 160, 161, 162, 164, 167, 168, 169, 171, 175, 179, 180, 185, 186, 190, 191, 193, 196, 199, 200, 202, 203, 204, 205, 206, 207, 208, 209, 210, 212, 214, 222, 223, 224, 229, 230, 233, 236, 238, 240, 242, 243, 244, 247, 251, 253, 254, 257, 259, 260, 261, 266, 267, 270, 274, 281, 282, 285, 287, 289, 293 Dioses, 50, 57, 62, 65, 66, 69, 144, 145, 149, 150, 151, 164, 166, 205, 206, 208, 232, 260, 289 Dioses del Rayo, [eliminar entrada] Domingo, 39, 63, 67, 88, 94, 95, 96, 98, 103, 109, 123, 125, 128, 133, 144, 146, 147, 148, 149, 151, 155, 160, 171, 172, 178, 179, 180, 181, 182, 183, 196, 215, 216, 217, 224, 233, 245, 276, 279, 280, 281, 282 Doncella, 54, 92, 93, 103, 116, 121, 159, 160, 226 Doradilla (yerba), 51, 183, 214, Duende, 59, 60, 122, 224 Duendes, 59, 60, 122

E Eclipse, 211 Edicto, 31, 33, 62, 88, 89, 95, 205, 212, 216, 217, 237, 285, 291, 293, 294 Elotes, 152, 153, 154 Embarazo, 202, 211 Embustes, 65, 105, 106, 107, 108, 109, 116, 236, 266 Enamorar, 52, 53, 88, 90, 97, 116, 137, 246 Encantamiento, 130, 141 Encanto, 45, 46, 128, 133, 134, 135, 179, 180 Enfermedad, 63, 67, 133, 145, 147, 148, 149, 151, 152, 172, 175, 191, 195, 199, 206, 232, 233, 247, 252, 263, 269, 289 Enfermedades, 49, 67, 119, 146, 148, 151, 236, 247, 252, 276, 289 Ensalmo, 62, 205, 223 Ensalmos, 17, 18, 34, 45, 205 Ensayador, 96 Entierro, 55, 147, 181 Envoltorio, 53, 179, 185 Equipal, 264 Escapulario, 62, 124 Esclava, 95, 96, 97 Esclavo, 26, 38, 53, 88, 95, 96, 117, 123, 137, 138, 219, 281, 289 Escopetas, 130

Escorpiones, 131 Escritura, 18, 24, 26, 28, 33, 67, 192, 259 Eslabón, 275 Espada, 57, 129, 136, 173 Espadas, 130 Español, 38, 41, 43, 45, 56, 69, 88, 90, 91, 93, 97, 101, 116, 118, 128, 130, 132, 143, 152, 167, 168, 170, 181, 189, 198, 215, 216, 219, 225, 226, 239, 246, 249, 251, 252, 267, 285 Española, 24, 25, 29, 40, 41, 42, 52, 53, 60, 81, 82, 91, 92, 93, 94, 95, 96, 97, 98, 110, 113, 116, 123, 175, 179, 180, 203, 204, 205, 215, 220, 223, 226, 251, 254, 255, 290 Españolas, 27, 28, 31, 97, 251, 253 Españoles, 25, 26, 30, 31, 41, 47, 50, 56, 60, 68, 81, 88, 98, 103, 105, 124, 129, 130, 148, 156, 157, 159, 162, 166, 169, 178, 179, 191, 206, 254 Espanto, 115, 233, 244, 245, 270 Espejo, 103, 223, 275, 276 Espinas, 48, 52, 91, 158, 216, 254 Espuela, 129 Espuelas, 130 Estafiate, 51, 188 Estampas, 265, 274 Estola, 270 Estrella, 60, 81, 100, 107, 270 Estrellas, 61, 99, 123 Evangelio, 155, 242 Evangelios, 275 Exorcismo, 139, 185 Exorcismos, 269

F Faldriquera, 124 Ficción, 18, 126 Fiesta, 39, 66, 91, 96, 155, 165, 261, 287 Fiestas, 27, 39, 82, 165, 287 Figura, 38, 40, 45, 47, 50, 53, 56, 59, 62, 69, 73, 84, 88, 96, 98, 114, 124, 141, 169, 185, 224, 229, 260, 263, 267, 280, 281 Figuras, 30, 41, 44, 50, 84, 88, 124, 163, 165, 186, 215, 223, 260, 276, 281, 282, 285 Flechas, 160, 168, 214, 272 Flor, 30, 48, 49, 51, 131, 152, 183, 217, 232, 233 Flores, 51, 54, 82, 117, 121, 152, 173, 174, 183, 186, 217, 289 Fuego, 40, 41, 42, 57, 65, 99, 103, 126, 143, 151, 203, 210, 214, 225, 233, 234, 272, 275

G Gallina, 42, 43, 50, 55, 92, 146, 148, 152, 153, 154, 181, 182, 183, 201, 233, 234, 260 Gallina de la tierra, 44, 67, 145, 146, 148, 151, 152, 153, 154, 173, 174, 198 Gallinas, 113, 114, 146, 148, 173, 174, 242, 261 Gallo, 46, 52, 88, 109, 140, 172, 238, 256 Gallos, 171, 172, 231, 238, 259 Garbancillo, 182, 183 Gargantilla, 131 Gato, 44, 47, 54, 202, 254, 275 Gatos, 46, 47, 55, 130, 181, 182, 200, 254 Gitana, 45, 133, 136 Gitanos, 133 Globos de fuego, 41, 42, 225 Guitarra, 51, 121 Guitarras, 261 Güitziquitzin, 58, 260 Gusano, 40, 52, 87, 90, 268, 272, 274, 276 Gusanos, 19, 50, 52, 87, 90, 121, 175, 182, 202, 234, 235, 276

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BIBLIOGRAFÍA E ÍNDICES

H Havin, 69, 164, 165, 166 Hechicera, 33, 46, 47, 105, 109, 116, 136, 182, 202, 220 Hechiceras, 30, 33, 34, 36, 198, Hechicería, 25, 29, 30, 33, 46, 131, 144, 201, 221, 245, 275 Hechicerías, 83, 141, 142, 144, 204, 228, 274 Hechicero, 58, 66, 141, 147, 148, 150, 175, 182, 201, 226 Hechiceros, 45, 50, 54, 66, 175, 183, 184, 232, 263 Hechizo, 33, 43, 52, 53, 54, 55, 179, 181, 182, 219, 236, 269 Herbolaria, [eliminar entrada] Herida, 129, 184, 193 Heridas, 49, 62, 205 Hierba, 31, 38, 48, 49, 50, 51, 88, 98, 107, 113, 119, 126, 168, 185, 196, 216, 217, 218, 221, 233, 246, 251, 293 Hierbas, 38, 39, 46, 48, 50, 51, 52, 54, 60, 62, 63, 85, 105, 106, 125, 188, 202, 205, 216, 217, 220, 221, 236, 293 Hollero, 147 Hongo, 50, 119, 121 Hongos, 48, 119, 121 Huebos, ver huevos Hueso, 54, 101, 228, 265 Huesos, 18, 19, 54, 55, 58, 59, 209, 228, 229, 253 Huevos, 50, 82, 111, 113, 114, 221, 223, 234 Humo, 65, 160, 164, 206, 221, 233, 234

I Idolatrar, 161, 165 Idólatras, 67, 68, 104, 143, 172, 173 Idolatría, 66, 78, 143, 144, 152, 155, 162, 171, 262, 293 Idolatrías, 65, 66, 144, 148 Ídolos, 67, 69, 103, 145, 149, 164, 165, 166, 173, 180, 185, 207, 208, 220, 233, 259, 262 Iglesia, 30, 81, 109, 128, 133, 135, 139, 143, 144, 152, 155, 177, 198, 238, 239, 259, 260, 261, 269, 281 Imagen, 52, 121, 213, 237, 242, 261, 274, 280 Imágenes, 15, 44, 48, 134, 280 India, 25, 44, 47, 49, 51, 52, 53, 55, 57, 62, 65, 90, 92, 98, 103, 113, 114, 115, 126, 128, 129, 130, 137, 138, 140, 142, 143, 147, 148, 150, 153, 156, 163, 168, 169, 173, 179, 180, 181, 182, 183, 188, 202, 206, 207, 208, 212, 214, 215, 216, 217, 220, 221, 232, 233, 234, 251, 254, 255, 289 Indias, 44, 46, 53, 55, 65, 68, 93, 110, 114, 117, 120, 123, 134, 137, 140, 144, 159, 161, 169, 179, 181, 189, 196, 206, 208, 215, 223, 260, 270, 287, 289 Indio, 38, 46, 50, 52, 55, 57, 58, 64, 65, 67, 68, 69, 85, 87, 88, 103, 113, 114, 115, 126, 128, 129, 130, 132, 139, 140, 143, 144, 145, 146, 147, 148, 149, 150, 151, 154, 159, 160, 161, 162, 163, 164, 165, 166, 167, 168, 169, 171, 173, 179, 182, 183, 185, 186, 195, 196, 198, 201, 202, 208, 214, 223, 230, 231, 232, 233, 234, 235, 240, 259, 260, 261, 264, 289 Indios, 25, 31, 43, 53, 54, 57, 58, 65, 66, 67, 68, 69, 103, 104, 113, 114, 115, 119, 120, 121, 126, 129, 131, 139, 140, 142, 143, 144, 145, 147, 148, 149, 150, 151, 152, 153, 154, 155, 157, 158, 159, 160, 161, 162, 163, 164, 165, 167, 168, 169, 170, 172, 175, 178, 185, 186, 187, 192, 203, 206, 215, 216, 218, 232, 234, 241, 249, 259, 261, 265, 278, 279, 287, 289, 290, 293 Infierno, 38, 59, 122, 149, 151, 153, 173, 267 Intérprete, 69, 103, 149, 150, 163, 171, 173, 174 Intérpretes, 161 Invisibilidad, 38, 54, 188, 275 Invocación, 119, 155, 210, 245, 260 Invocaciones, 142, 161

J Jarro, 51, 55, 123, 124 Jesucristo, 42, 62, 83, 99, 114, 158, 205, 261, 268 Jícara, 107, 121, 126, 165, 183, 220 Jícaras, 165, 166 Jicarilla, [eliminar entrada] Jicarillas, 164 Judaísmo, 214 Judas, 214, 267 Juego, 56, 63, 65, 68, 85, 101, 128, 143, 223, 249, 259, 281

L Labrador, 141, 218 Ladrones, 59, 99, 113, 123, 228 Latín, 100, 117, 223, 236, 260 Laurel, 260 Lavandera, 211 Lebrillo, 55, 56, 82, 123, 124, 125 Lechería, 228 Lechuza , 42, 43, 223, 226, 230, 234, 264 Lechuzas, 214 Leer, 17, 46, 68, 88, 97, 104, 117 Legos, 68, 155 Lengua, 17, 24, 35, 40, 51, 53, 57, 65, 67, 68, 69, 103, 113, 114, 126, 127, 129, 137, 142, 144, 147, 148, 149, 151, 153, 154, 155, 159, 161, 164, 167, 168, 171, 173, 174, 188, 290 Lengua (órgano), 117, 143, 174, 252 Lentejuela, 221 León, 57, 100, 128, 129, 135, 136, 156, 179, 180, 181, 183, 193, 278, 279 Letrado, 47, 68, 145, 148 Letrados, 144, 147, 148, 149 Levitación, 228, 229 Libro, 39, 63, 67, 85, 98, 144, 145, 146, 147, 149, 150, 151, 154, 214 Libros, 62, 67, 117, 149, 150 Ligadura, 45, 52, 66, 119, 135, 141, 212, 213 Llaga, 37, 60, 61, 81, 121, 223, 269 Llamarada, 180 Llamaradas, 217 Llave, 55, 83, 173 174, 177 Llaves, 40, 211 Luces, 34, 41, 43, 233, 280 Luna, 48, 53, 96, 97, 106, 211, 251, 252 Lus, ver luz Luz, 42, 43, 47, 61, 62, 69, 83, 92, 95, 103, 107, 126, 158, 164, 166, 186, 193, 195, 221, 222, 226, 228, 249, 251, 252, 265, 266, 276, 277, 278, 279

M Madera, 96, 110, 111, 173, 174, 187, 206, 247, 260, 289 Maíz, 49, 52, 66, 90, 133, 145, 152, 163, 168, 201, 206, 260, 279 Mal de ojo, 45, 46, 51, 133, 134, 139, 197 Maleficio, 33, 50, 52, 58, 139, 140, 186, 187, 195, 196, 202, 212, 232, 263, 276 Maleficios, 45, 47, 139, 140, 197, 263, 264, 265 Malinche, 57, 128 Mame (lengua), 65, 126 Manos, 26, 55, 57, 65, 68, 81, 83, 94, 95, 99, 105, 107, 108, 111, 121, 131, 136, 143, 145, 161, 181, 185, 193, 202, 203, 204, 209, 222, 228, 233, 234, 236, 243, 251, 265, 281, 289 Manzana, 223, 234

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relatos populares de la inquisición novohispana

Mariposa, 221, 234 Maromas, 280, 281 Marrano, 43, 130 Masa, 52, 54, 165, 201, 202, 206, 260, 269 Máscara, 162 Máscaras, 155, 163 Mazorcas, 161, 168 Mecate, 129, 163, 270 Medicamento, 45, 129, 236 Médicas, 233 Medicina, 45, 113, 119, 120, 139, 233 Médico, 217, 252, 253, 263 Médicos, 181, 265, 270 Mercedario, 59, 66, 224 Mestiza, 25, 41, 51, 52, 59, 91, 92, 93, 94, 109, 113, 173, 174, 183, 188, 193, 194, 195, 216, 224, 227, 249 Mestizo, 25, 53, 64, 65, 126, 128, 173, 174, 201, 202, 208, 244, 254, 274 Mestizos, 25, 26, 30, 114, 119, 143 Metate, 92, 106 Mexicana (lengua), 53, 57, 67, 126, 127, 129, 137, 144, 148, 149 Milagro, 113, 242, 243, 269 Milagros, 257, 269 Milpa, 146, 152, 154, 165, 261, 274, 279 Milpez (agricultor), 165 Mina, 209, 244 Minas, 26, 31, 41, 43, 91, 92, 97, 122, 152, 175, 209, 210, 223, 225, 244, 245, 246 Minero, 63, 85, 244, 246, 258 Misa, 39, 96, 99, 155, 181, 190, 191, 210, 220, 251, 255, 280 Misas, 251 Moça, ver moza Moctezuma, 57, 103, 128, 130, 132, 175 Moneda, 103, 104, 203, 204 Monos de trapo, 276 Montaña, 39, 167, 168, 169, 170, 261 Montañas, 57, 59, 64, 66, 167, 249 Monte, 57, 58, 69, 82, 103, 145, 147, 153, 154, 165, 191, 201, 264, 273, 274 Montes, 64, 65, 83, 89, 97, 126, 135, 149, 185 Mordidas, 62, 205, 227 Morena, 40, 55, 56, 118, 123 Moreno, 81, 123, 162, 278 Morisco, 232 Mortaja, 144, 145, 147 Mosca, 109 Moscón, 202 Moza, 82, 220, 249 Muela, 214 Muelas, 214, 236 Muerte, 19, 45, 54, 55, 62, 63, 99, 108, 140, 146, 147, 150, 151, 153, 157, 175, 179, 181, 182, 186, 223, 234, 247, 248, 266, 276, 289, 290 Mula, 38, 50, 88, 230, 231 Mulas, 50, 63, 64, 212, 230 Mulata, 41, 43, 52, 53, 83, 90, 94, 95, 96, 97, 101, 105, 116, 117, 118, 123, 133, 134, 148, 183, 185, 186, 211, 219, 226, 228, 232, 234, 235, 238, 239, 240, 265, 272 Mulatas, 40, 45, 55, 219, 225, 246 Mulato, 38, 40, 50, 53, 55, 61, 64, 83, 88, 93, 101, 102, 113, 114, 115, 137, 138, 143, 165, 175, 179, 180, 181, 182, 183, 185, 186, 187, 190, 191, 192, 206, 218, 219, 230, 232, 242, 243, 247, 248, 256, 257, 258, 272, 273, 274, 280, 281, 289 Mulatos, 25, 30, 37, 38, 40, 45, 88, 157, 185, 186, 187, 190, 263, 264, 289, 290 Muñeca, 97, 255 Muñecas, 97 Muñeco, 52, 53, 96, 175, 255, 260, 263, Muñecos, 52, 53, 95, 185

Murciélagos, 58, 260 Músico, 53, 206, 208, 236

N Nagual, 43, 45, 66, 141, 142 Naipes, 128, 259 Nanacate, 50, 51, 119, 120, 121, 126 Negra, 38, 41, 52, 53, 55, 88, 95, 96, 97, 123, 196, 230, 231, Negro, 47, 53, 65, 96, 123, 190, 200, 206, 232, 259, 279, 289 Negros, 25, 26, 30, 38, 40, 47, 83, 123, 289, 290 Negra (color), 69, 115, 146, 152, 153, 154, 160, 169, 194, 234, 260 Negras (color), 148, 202 Negro (color), 38, 47, 67, 95, 97, 101, 102, 146, 162, 165, 166, 179, 187, 224, 251 Negros (color), 140 Nombres, 41, 49, 56, 97, 113, 114, 123, 125, 147, 149, 150, 151, 154, 159, 169, 195, 228, 271, 279, 294 Noriero, 169 Nubes, 50, 65, 114, 185, 206, 208 Nudos, 42, 43, 44, 45, 135, 203, 226 Nuestra Señora de la Estrella, 270 Nueve, 46, 60, 91, 103, 134, 147, 149, 167, 168, 169, 196, 256, 280, 293 Nueve días, 147, 149, 167, 194, 293

O Obispo, 29, 157, 158, 166, 179, 185, 230, 270, 281 Objetos perdidos, 30, 34, 100 Obraje, 257, 265 Ocote, 233, 247, 289 Ocotes, [eliminar entrada] Oficial, 23, 25, 27, 29, 34, 93, 220, 238, 239 Oficiales, 24, 29, 31, 32, 259 Oficio parvo, 260, 261 Ofrenda, 120, 151, 155, 162, 164, 260 Ofrendas, 65, 208 Ojo de agua, 51, 188, 254, 264 Olla, 66, 106, 114, 129, 146, 254, 264, 275 Oración, 42, 44, 46, 54, 56, 60, 61, 62, 63, 81, 82, 83, 99, 105, 108, 109, 113, 116, 120, 133, 134, 151, 167, 203, 204, 223, 247, 261, 280 Oraciones, 31, 33, 34, 45, 46, 55, 60, 61, 62, 81, 84, 109, 111, 116, 118, 119, 133, 140, 170, 195, 205, 248, 260, 272, 274, 281 Oráculos, 63, 85, 86 Oro, 33, 39, 40, 44, 57, 59, 60, 81, 103, 108, 128, 129, 131, 198, 221

P Pacto, 37, 38, 39, 40, 47, 50, 64, 89, 101, 105, 108, 109, 119, 139, 140, 182, 188, 189, 190, 191, 200, 232, 240, 242, 243, 245, 254, 279, 282, 289 Pactos, 34, 40, 50, 68, 188, 278 Pájaro, 44, 54, 64, 198, 232, 234, 244, 245 Pájaro seco, 244, 245 Pájaros, 44, 67, 148, 149, 198, 242 Palma, 43, 88, 105, 110, 120, 210, 249, 260 Palma bendita de San Pedro Mártir, 210, 249 Palmas, 56, 81, 82, 107, 234, 249, 273 Palmas venditas (benditas), 56, 249 Paloma, 233 Pan, 43, 108, 118, 133, 201, 226, 265 Panadera, 269

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BIBLIOGRAFÍA E ÍNDICES

Panadero, 43, 211, 265, 281, 282 Paño negro, 165 Pañuelo, 46, 51, 134, 183 Papalote, 221 Papel, 40, 47, 53, 55, 56, 58, 63, 64, 86, 96, 98, 100, 104, 105, 123, 124, 125, 156, 174, 176, 183, 185, 187, 190, 196, 199, 200, 214, 221, 229, 236, 237, 242, 243, 250, 251, 260, 266, 272 Papeles, 63, 98, 99, 150, 208, 237 Partera, 38, 65, 94, 203, 209, 220 Pastor, 58, 201, 240 Pastores, 218 Patle, 50, 113, 114, 115 Patoles, 65, 143 Pavo, 198, 215, 263 Pelo, 54, 130, 179, 280 Pelos, 47, 106, 140, 202, 236 Pelotilla, 85, 105, 107 Penitencia, 145, 147, 185, 191, 257, 261, 262 Peón, 40, 208, 272 Perejil, 118 Perlas, 123, 131 Perrillos, 171, 172 Perro, 62, 140, 145, 202, 205, 267, 269, 270 Perros, 46, 50, 62, 109, 113, 131, 146, 205, 242 Perros pequeños, 146 Pesca (ritos para la), 67, 154 Pescado, 88, 153, 154, 166 Petate, 43, 65, 131, 143, 148, 251 Peyote, 31, 41, 48, 49, 50, 91, 92, 93, 94, 117, 216, 233, 252, 293 Piedra, 59, 65, 67, 69, 97, 103, 106, 108, 115, 130, 131, 145, 147, 149, 153, 154, 160, 165, 166, 169, 206, 208, 218, 221, 236, 261, 275 Piedra imán, 106, 108, 236 Piedras, 54, 65, 69, 115, 130, 131, 149, 164, 166, 206, 208, 214, 224, 230, 236, 254 Pito real, 221 Pitos, 260, 261 Plata, 40, 44, 54, 56, 57, 59, 95, 103, 123, 128, 131, 198, 203, 204, 221, 228, 249 Platero, 198 Plato, 46, 48, 134, 215 Pochoh, 34, 69, 164, 165 Pollo, 146, 151, 152, 220 Pollos, 55, 146, 151, 172, 181, 182, 232, 234 Polluelos, 171, 172 Polvo, 52, 234 Polvos, 19, 52, 53, 90, 95, 97, 105, 106, 112, 137, 138, 194, 195, 196, 235 Portugués, 117, 133, 134 Poseído, 210 Posesión, 52, 85, 139, 271 Possole (pozole), 165 Presidio, 175, 177, 178, 205 Pringar, 95 Pronóstico, 98, 234 Pronósticos, 234, 266 Prostitutas, 81, 204 Puente, 93, 95, 269 Puerta, 42, 45, 48, 57, 93, 94, 95, 96, 97, 103, 105, 107, 108, 113, 134, 152, 175, 176, 177, 179, 183, 193, 194, 194, 195, 196, 203, 215, 222, 225, 226, 251, 252, 260, 267, 278 Puertas, 48, 55, 64, 83, 91, 95, 108, 121, 177, 194, 218, 256, 280, 291, 294 Pulpería, 196 Pulque, 65, 92, 106, 107, 145, 148, 201, 232, 234, 259 Purgatorio, 59, 113, 122

Q Químicos (Médicos químicos), 181 Quitamez (Jabalí), 169

R Raíz, 31, 48, 50, 88, 137, 221, 233, 293 Rayas, 55, 56, 123, 124, 125, 139, 150 Rayo, 171, 172, 261 Real, 32, 34, 46, 48, 59, 96, 105, 113, 142, 148, 149, 150, 151, 152, 160, 167, 168, 170, 175, 176, 190, 191, 194, 203, 204, 209, 217, 221, 223, 225, 244, 245, 246, 272, 275, 278, 280 Reales, 26, 65, 105, 108, 110, 111, 112, 119, 120, 122, 126, 128, 134, 137, 204, 237, 275, 290 Redoma, 96 Redomas, 255 Relicario, 40, 54, 272 Religioso, 29, 31, 33, 47, 59, 112, 122, 125, 155, 157, 160, 161, 164, 196, 199, 200, 208, 214, 228, 242, 266, 289 Religiosos, 30, 31, 32, 51, 59, 64, 66, 67, 68, 155, 156, 157, 158, 160, 161, 163, 199, 228 Reliquia, 190, 195, 242, 272 Reliquias, 57, 58, 120, 124, 129, 161, 191, 193, 195, 275 Remedio, 47, 51, 52, 88, 103, 107, 108, 116, 120, 134, 139, 140, 144, 150, 158, 159, 175, 176, 177, 193, 195, 196, 201, 214, 218, 219, 220, 221, 224, 231, 232, 233, 271, 275, 285 Remedios, 55, 133, 145, 195, 205, 211, 220, 236, 262 Retrato, 269 Río, 38, 49, 66, 98, 99, 101, 102, 124, 141, 142, 147, 152, 153, 154, 156, 175, 176, 177, 180, 216, 223, 230, 247, 248, 265, 267, 272, 274, 276 Ríos, 56, 123, 152, 154, 244, 246 Rito, 45, 46, 48, 50, 56, 57, 66, 69, 82, 115, 119, 289 Ritos, 30, 31, 34, 48, 51, 58, 60, 64, 65, 69, 81, 82, 103, 104, 121, 143, 144, 145, 146, 148, 149, 150, 151, 154, 161, 165, 206, 287 Robo, 49, 50, 56, 113, 123, 125 Robos, 49, 56, 110 Rogativa, 173, 174 Romano (extranjeros), 236 Rosa, 48, 51, 130, 133, 175, 202, 217, 219, 233, 234, 249, 293 Rosario, 48, 49, 51, 62, 121, 124, 169, 175, 190, 191, 200, 204, 218, 244, 245, 251, 255, 260, 261, 265, 275, 278, 279, 280 Rosarios, 199 Rosas, 51, 65, 82, 126, 208, 219, 264 Rótulo, 237 Rueda, 55, 56, 123, 124, 125, 160, 163, 241, 263, 264 Ruido, 41, 42, 43, 44, 50, 91, 93, 107, 113, 114, 126, 177, 198, 220, 225, 226, 234, 265

S Sabandijas, 227 Sábila, 108, 109, 117 Sacramentos, 139, 157, 181, 200, 233 Sacrificador (oficio), 173, 174 Sacrificio, 31, 54, 55, 151, 163, 164, 166, 172, 173, 174, 181 Sacrificios, 69, 151, 164, 171, 173, 174, 242, 261 Sacrilegio, 109 Sagitario, 100 Sahumerio, 47, 49, 105, 106, 107, 108, 120, 193 Sahumerios, 105, 108, 120, 140, 145, 174, 180, 185, 220, 233, 259 Sal, 42, 43, 51, 54, 106, 107, 146, 148, 165, 188, 194, 196, 222, 226, 234 Salmos, 269 Salud, 30, 126, 161, 166, 173, 174, 232, 242, 243, 281, 289

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relatos populares de la inquisición novohispana

San Agustín (orden), 113, 125, 242 San Antonio, 61, 62, 83, 98, 100, 130, 159, 161, 258 San Bartolomé, 211 San Bernardo, 103, 267 San Francisco, 42, 62, 68, 103, 139, 155, 157, 158, 159, 160, 162, 163, 169, 195, 196, 226, 228, 244 San Juan, 60, 82, 104, 199, 242, 269, 270 San Juan (día de), 60, 117, 177, 202, 214 San Juan (mañana de), 117, 118, 223 San Juan Bautista, 61 San Luis Beltrán, 223 San Pedro, 83, 210, 249 San Pedro (mañana de), 117, 171, 172 San Pedro Mártir, 56, 210, 249, 250 Sangre, 25, 42, 47, 52, 55, 58, 62, 64, 67, 69, 87, 88, 95, 97, 116, 129, 135, 140, 146, 148, 151, 152, 156, 159, 163, 164, 166, 171, 172, 174, 181, 190, 205, 234, 242, 257, 259, 261, 269 Santa bárbara, 261 Santamaría (hierba), 48, 49, 216 Santísima trinidad, 48, 57, 112, 116, 118, 195, 203, 204, 223, 242 Sapo, 44, 96, 130, 140, 276 Sapos, 131, 276 Sargento, 158, 177 Sastre, 29, 81, 91, 92, 93, 97, 103, 238, 251 Sastres, 53, 236 Saya, 114, 115, 221 Seda, 44, 45, 53, 54, 133, 134, 181, 190, 198, 221, 236, 240, 260, 261 Semilla, 137, 158, 182 Semillas, 65, 85, 137, 143, 223 Señor de Chalma, 238, 243 Señora de las Truchas, 153 Sepultura, 54, 55, 85, 97, 175, 177, 178 Sierpe, 57, 83, 129 Sierra, 23, 103, 139, 144, 178, 206, 287 Siete, 57, 59, 81, 85, 91, 92, 95, 99, 111, 116, 128, 129, 130, 134, 141, 142, 146, 149, 152, 153, 155, 169, 180, 191, 212, 216, 224, 233, 238, 240, 252, 261, 289, 294 Signo, 52, 66, 98, 100, 152 Signos, 63, 85, 99 Soldado, 59, 143, 158, 163, 175, 177, 184, 275, 278 Soldados, 65, 143, 177, 178 Sombra, 40, 41, 62, 233, 247, 248 Sombrero, 39, 40, 54, 160, 228, 272 Sombreros, 261 Sortilegio, 147 Sortilegios, 66, 83, 150, 205 Sueño, 41, 43, 54, 230, 234, 238 Sueños, 66, 67, 82, 84, 144, 145, 146, 148, 230, 234 Suerte, 18, 44, 47, 53, 106, 108, 111, 121, 139, 152, 161, 168, 180, 185, 189, 194, 211, 214, 215, 223, 228, 249, 254, 265, 274 Suertes, 54, 63, 67, 85, 123, 145, 146, 148, 150, 151, 152, 154, 183, 223, 236, 281 Superstición, 30, 33, 68, 119, 138, 160, 161, 162, 195, 214, 230, 281, 289 Supersticiones, 63, 66, 67, 86, 105, 106, 109, 119, 133, 144, 145, 146, 148, 149, 150, 151, 162, 163, 189, 195, 208, 211, 214, 223, 235, 285

T Tabaco, 108, 160, 161, 169 Tabla, 69, 164, 165 Tamales, 65, 172, 261 Tambor, 164, 165, 206 Teas, 58, 260 Teatro, 236 Tecolote, 43, 45, 63, 64, 223, 230, 234, 264

Tecolotes, 63, 64, 230 Tecomate, 121, 126 Telarañas, 264 Temascal, 48, 49, 152, 216 Tenantzin, 120 Teniente, 162, 177, 178 Tescumpate, 196 Tesoro, 39, 40, 55, 56, 57, 58, 59, 99, 103, 128, 129, 131, 201, 202, 203, 204, 209, 250, 261, 262 Tesoros, 31, 34, 37, 38, 49, 56, 57, 59, 60, 129, 130, 132, 201, 217, 249, 250 Tetatzin, 120 Tierra, 19, 26, 33, 38, 44, 47, 48, 50, 53, 54, 55, 57, 59, 67, 68, 85, 88, 89, 90, 97, 99, 102, 116, 117, 128, 129, 132, 142, 145, 146, 148, 151, 152, 153, 154, 158, 159, 162, 163, 171, 172, 173, 174, 177, 185, 188, 189, 198, 200, 203, 204, 205, 209, 238, 249, 256, 261, 270 Tierra de sepultura, 54, 55, 97, 177 Tijera, 56, 110 Tijeras, 56, 110, 111, 112, 211 Tilkin, 69, 164 Tizil, 217 Tlaxcaltecas, 26, 104 Tomines, 128, 129 Tonal, 233, 234 Toro, 38, 39, 40, 88, 101, 102, 103, 190, 191, 192 Toros, 37, 38, 48, 88, 101, 102, 194 Tortillas, 145, 146, 148, 201, 232, 234 Transformación, 37, 38, 39, 47, 215, 264 Tres, 24, 27, 28, 29, 31, 38, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 49, 50, 54, 55, 56, 58, 60, 61, 62, 65, 66, 67, 69, 81, 82, 83, 88, 91, 92, 98, 99, 102, 106, 109, 110, 111, 113, 115, 117, 118, 120, 128, 129, 130, 133, 134, 135, 136, 137, 138, 140, 141, 142, 144, 146, 147, 150, 151, 152, 153, 154, 159, 160, 161, 162, 164, 168, 171, 172, 173, 174, 176, 181, 185, 187, 188, 191, 193, 194, 199, 201, 202, 203, 204, 205, 206, 208, 209, 211, 212, 215, 216, 218, 221, 224, 226, 228, 230, 240, 244, 245, 246, 247, 249, 251, 252, 254, 255, 256, 257, 259, 260, 261, 263, 264, 265, 267, 274, 275, 276, 291 Tres días, 44, 46, 91, 99, 106, 120, 134, 146, 152, 153, 154, 162, 171, 172, 173, 193, 212, 215, 216, 217, 228, 247, 261, 267, 275 Tum kul, 165 Tunes, 69, 164

U Uña, 88, Uñas, 47, 221, 223 Ungüento, 47, 221, 225, 271

V Valche, ver balche Vaquero, 69, 88, 102, 130, 167, 169, 191 Vara, 57, 203, 249 Varas, 56, 203, 204, 249 Varillas, 57, 203, 204, 209, 249, 250 Varitas, 56, 57, 203, 204, 209, 210 Varitas de virtud, 56, 57, 203, 209, 210 Vela, 105, 136, 221, 237, 249, 256 Velas, 65, 105, 107, 113, 206, 233 Venado, 57, 145, 148, 154, 235 Venados, 145, 147 Ventana, 45, 91, 93, 134, 193, 195, 221, 226 Verde, 66, 82, 108, 115, 131, 166, 180

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Vestidura, 166 Vestiduras, 144, 166 Víbora, 215 Vieja, 41, 42, 49, 92, 94, 114, 133, 193, 195, 196, 222, 226, 232, 238, 239, 240, 251 Viejas, 34, 40, 44 Viejos, 41, 163, 217, 266 Virgen, 41, 45, 47, 51, 60, 61, 62, 81, 83, 89, 99, 116, 119, 120, 121, 134, 140, 171, 205, 215, 225, 233, 238, 243, 245, 247, 248, 261, 265, 270, 287 Virgen maría, 45, 61, 116, 134, 140, 243 Virginidad, 257 Viuda, 42, 44, 46, 49, 54, 94, 98, 116, 133, 144, 147, 148, 149, 161, 179, 188, 193, 194, 195, 202, 203, 204, 208, 212, 215, 216, 220, 223, 226, 232, 233, 246, 264 Viudas, 208, 266

Ydolatrías, ver idolatrías Ýdolos, ver ídolos Yerba, ver hierba Yerbas, ver hierbas Yndios, ver indios

Z Zacate, 221 Zahorí, 166, 239 Zapatero, 115 Zapatos, 54, 204, 261 Zigarrero, ver cigarrero Zulam, 34, 69, 164, 165 Zulam pochoh, 165

Y Ydolatrar, ver idolatrar Ydólatras, ver idólatras

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ÍNDICE DE LUGARES

Acapulco, 272, 274, 278 Aguascalientes, 228, 263 Almolonga, 195, 196 Antequera, 147, 149, 225 Atenguillo, 188 Atitlán, 171 Atlacomulco, 90, 215 Atollaque (Atoyac), 272, 274 Ayo el Chico, 254

Iztapaluca, 192 Jalpa, 88, 254 Janos, 178 Jantetelco, 278, 279 La Sabana, 272, 274 La Trinidad, 42, 216, 217, 224, 226, 270 León, 46, 259 Los Reyes, 122, 144, 272 Lucena, 62, 205

Batansillo, Hacienda del, 276 Cacalotepeque, 171 Cádiz, 270, 271 Calcahualco, 186 Campeche, 69, 167, 168, 169, 170 Canarias, Islas, 117 Cartago, 141 Castilla, 83, 95, 133, 151, 259, 293 Chalma, 64, 238, 242, 243, 261, Chichicapa, 41, 225 Chichimiquillas, 254 Cholula, 23, 105, 109, 129, 130, 146 Ciudad de Guatemala, 38, 48, 81, 123, 126, 168, 190, 193, 198 Santiago de los Caballeros de Guatemala, 123 Ciudad de México, 23, 45, 48, 88, 95, 101, 103, 110, 111, 113, 114, 119, 120, 123, 124, 133, 155, 193, 199, 203, 204, 216, 220, 250, 251, 259, 268, 269, 278 Ciudad Vieja, 193, 195, 196 Corodéguachi, 175, 178 Cuernavaca, 52, 87, 90, 260 Cuicatlán, 230, Cuquiárachi, 175, 177 Durango, 85, 281 Fresnillo, 97, Garganta Quebrada, 193 Guadalajara, 23, 263, 264, 280, 282 Huehuetenango, 198 Ixtlahuaca, 256, 257, 258

Manila, 274 Mérida, 164, 167, 168 Nicaragua, 66, 141, 142, 220, 291, 293 Nochiztlán, 188 Nueva Veracruz, 133, 179, 180 Nuevo León, 23 Oaxaca, 41, 66, 67, 144, 147, 148, 149, 150, 171, 173, 201, 225, 230, 255, 291, 293 Ostoticpaque (Hostotipaquillo), 122 Otumba, 240 Pachuca, 228 Papantla, 117 Piasda, 278 Puebla de los Ángeles, 23, 46, 60, 80, 81, 98, 103, 105, 109, 117, 123, 128, 129 136, 138, 173, 179, 180, 182, 185, 186, 188, 190, 191, 192, 232, 246, 252, 273 Querétaro, 23, 38, 46, 48, 91, 94, 101, 102, 103, 139, 140, 216, 242, 254, 257, 276, 293 Quimixtlán, 185, 187 Salvatierra, 205 San Andrés Tlachic Comolán, 186 San Francisco, 67, 88, 98, 125, 143, 144, 145, 146, 147, 148, 149, 150, 151, 154, 167, 180, 215, 226, 247 San Francisco de Uruapan, 247 San Joan Güezcomatepec, 186 San Juan Bautista, 175, 176 San Juan Chiquito, 274

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BIBLIOGRAFÍA E ÍNDICES

San Juan de los Lagos, 238 San Juan del Río, 276 San Luis Potosí, 42, 43, 48, 58, 63, 103, 205, 222, 223, 226, 227, 257, 263, 272 San Miguel de Culiacán, 85, 85 San Miguel Sola, 66, 67, 144, 149, 151, 152, 153 San Pablo de la Milpa, 261 San Pedro, 152, 190, 191, 205, 232, 233, 245, 272 San Salvador, 224 Santa Ana Tlapacoya, 148 Santa Fe Nuevo México, 158, 161 Santa María, 147, 148, 150, 204 Santa María de los Lagos, 88 Santa María Magdalena, 204, 275 Santa María Tulatongo, 239 Santa Theresa, La Antigua calle de, 249 Santillán, 218 Sevilla, 98 Soconusco, 126 Taxco, 244, 245 Tehuacán, 173, 232 Tenango, 279 Tepeaca, 23, 130, 173

Teposcolula, 201 Tesicapan, 244, 245 Teurícachi, 175, 177 Texcoco, 23, 113, 127, 238, 239, 250 Tierra Caliente, 128, 132, 261 Tlalpuxagua, 91, 92 Tlaxcala, 23, 81, 103, 123, 129, 173, 291, 293 Toluca, 23, 50, 116, 119, 120, 121, 250 Topia, 63, 85 Totolapa, 206 Tuxtla, 126 Valladolid, 46, 230 Veracruz, 40, 45, 46, 103, 117, 123, 124, 125, 133, 134, 173, 179, 180, 186, 212 Xolatlaco, 147 Ystatalco, 113 Yucatán, 23, 66, 69, 164, 167, 168, 170, 291, 293 Zacatecas, 48, 88, 95, 96, 97, 188, 263 Zamora, 219

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FUENTES ETNOGRáFICAS

FUENTES ETNOGRáFICAS

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4. Aurelio M. Espinosa, Cuentos populares recogidos de la tradición oral de España, introd. y rev. de Luis Díaz Viana y Susana Asensio Llamas, 2009.

Rito, magia y otras «supersticiones», siglos XVII-XVIII

2. Josef de Acosta, Historia Natural y Moral de las Indias, ed. de Fermín del Pino-Díaz, 2008.

5. Fermín del Pino-Díaz, Pascal Riviale y Juan J. R. Villarías-Robles (eds.), Entre textos e imágenes. Representaciones antropológicas de la América indígena, 2009.

P

Rito, magia y otras «supersticiones», siglos XVII-XVIII Relatos populares de la Inquisición Novohispana

3. Juan José Prat Ferrer, Bajo el árbol del paraíso. Historia de los estudios sobre el folclore y sus paradigmas, 2008.

Relatos populares de la Inquisición Novohispana

1. Albert Klemm, La cultura popular de Ávila, ed. de Pedro Tomé, 2008.

Relatos populares de la Inquisición Novohispana

Enrique Flores y Mariana Masera (coords.)

Enrique Flores y Mariana Masera (coords.)

TÍTULOS PUBLICADOS

Enrique Flores y Mariana Masera (coords.)

de la producción literaria escrita de una época, la exclusión de sus manifestaciones orales y tradicionales nos condena a ignorar el sustrato literario de una comunidad, a pasar por alto las expresiones más básicas y más difundidas de su arte verbal. Narrar, contar, cantar, rumorar, insultar, blasfemar, rezar son actos verbales que la sociedad novohispana realizó constantemente. Desde hace más de diez años, el proyecto «Literaturas y culturas populares de la Nueva España» se ha dedicado a rescatar y poner en ediciones críticas los textos que contienen indicios de esas manifestaciones de carácter literario que ocurrieron a lo largo de los siglos virreinales. OR MÁS COMPLETO QUE SEA EL INVENTARIO

Los archivos inquisitoriales constituyen una fuente primordial para conocer y estudiar las expresiones verbales que circulaban fuera de los ámbitos oficiales de difusión y fuera del ámbito de lo escrito. Los textos que hemos recopilado en este volumen provienen de esa fuente. Se trata de relatos breves que, la mayor parte de las veces, son aceptados como verdad por su narrador. Sus historias ocurren en un espacio local, los personajes son conocidos por la comunidad, o lo extraordinario es experimentado por la propia persona. Son testimonios de la actividad de construir el mundo mediante la narración. Esos relatos, pensamos, conforman ahora un corpus que vale la pena considerar como parte de la historia cultural de la época.

ISBN: 978-84-00-09176-7

CSIC

ENRIQUE FLORES es doctor en Letras por El Colegio de México e investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es especialista en literatura popular, literatura colonial y etnopoética. Ha impartido cursos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en la Universidad Veracruzana y en la Universidad de Toulouse Le Mirail. Entre sus publicaciones recientes se encuentran La imagen desollada. Una lectura del Segundo sueño de Bernardo Ortiz de Montellano y Los tigres del miedo. Páginas fantásticas de Macedonio Fernández. Es miembro del Comité de Redacción de la Revista de Literaturas Populares.

MARIANA MASERA, licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas, obtuvo su doctorado en la Universidad de Londres y es actualmente investigadora en el Centro de Poética del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Imparte clases en la Facultad de Filosofía y Letras de esa misma universidad. Fundó el congreso de Lyra Minima Oral y es coordinadora del seminario permanente «La otra palabra: literaturas y culturas populares de la Nueva España». Entre sus publicaciones destaca el libro «Que non dormiré sola, non»: la voz femenina en la antigua lírica popular hispánica. Forma parte del Comité de Redacción de la Revista de Literaturas Populares.