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En poco tiempo, cientos de sacerdotes han
sido condenados judicialmente por cometer delitos sexuales contra menores y un buen número de obispos han cesado de sus cargos
al hacerse públicas sus conductas pederastas. La Iglesia esconde y minimiza este problema, pero Pepe Rodríguez, en el presente estudio, analiza y denuncia, con solidez y dureza, la realidad, causas y efectos de la pederastia clerical, y muestra que la cúpula de la Iglesia, incluido el Papa, mantiene una legislación , . -..- nI.1;"---.-.-.--
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Pederastia en la Iglesia
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delitos del clero. Para ello aporta un gran número de casos significativos, con nombres y apellidos, de diversos países, sin olvidar lo fundamental: la situación psicológica y social de las víctimas y sus familiares y las recomendaciones que se precisan para detectar estas terribles agresiones.
Delitos sexuales del clero contra menores, un drama silenciado y encubierto por los obispos.
Pederastia en la Iglesia católica Título: Pederastia en la Iglesia católica O Pepe R o d n p e z , 2002 O Ediciones B, S. A. O D e esta edición: noviembre 2003, Suma de Letras, S. L. Barquillo, 21. 28004 Madrid m a i i a ) www.puntodelecmra.com
ISBN: 84-663-1194-7 Depósito legal: B-43.439-2003 Impreso en España - Printed in Spain Diseño de colección: Ignacio Ballesteros Impreso por Litografía Rosés, S. A.
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Delitos sexuales del clero contra menores, un drama silenciado y encubierto por los obispos
El problema fundamental no reside tanto en que haya sacerdotes que abusen sexualmente de menores, sino en que el Código de Derecho Canónico vigente, así como todas las instrucciones del Papa y de la curia del Vaticano, obligan a encubrir esos delitos y a proteger al clero delincuente. En consecuencia, los cardenales, obispos y el propio gobierno vaticano practican con plena conciencia el más vergonzoso de los delitos: el encubrimiento.
Dios no ayuda al cobarde.
FRIEDRICEI VON SCHILLER(1759- 1805)
Índice
Agradecimientos.............................................
15
Prólogo del padre Alberto Athié Gallo: «Es necesario revisar el significado de la autoridad eclesiástica en relación a los delitos que puede cometer en materia de derechos humanos>>...................................
17
Introducción: Demasiados casos, excesiva frecuencia y desmedida impunidad ................
29
1. Radiografía del comportamiento sexual del clero católico .......................................
39
La actividad sexual del clero católico en cifras.................................................
42
2. Pederastas y abusadores sexuales de menores ................................................
50
La dimensión de las agresiones sexuales a menores en la Iglesia católica ............
64
La gran mayoría de los sacerdotes que abusan sexualmente de menores no son pedófilos ................................... >
Después de leer este libro de Pepe Rodríguez llego a la siguiente conclusión: si antes de que me pasara lo que me pasó hubiera tenido la información y el análisis que el autor nos presenta, habría contado con más elementos para comprender mejor * Alberto Manuel Athié Gallo (México, 1954) es sacerdote, Licenciado en Teología Moral, con especialidad en Ciencias Sociales, por la Universidad Gregoriana, y capellán y rniembro del Consejo del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana. Entre su extenso currículo de actividades en el seno de la Iglesia católica y sus instituciones, destacan las de asesor en materia de pastoral social para el Departamento Episcopa1de Pastoral Social (DEPAS), nombrado por el presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), por lo que presta servicios a varios países; es también asesor del Secretariado Latinoamericano y de El Caribe de Cáritas Internacional. Ha sido Superior y, profesor del Seminario Conciliar de México, y profesor de Etica Social y Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad Pontificia de México. Actualmente reside en Chicago, Estados Unidos.
lo que estaba viviendo y tal vez habría actuado más eficazmente para contribuir a resolver esta insoportable injusticia. Quien escribe estas líneas es un testigo más de uno de los casos que el libro menciona y, ante el análisis de la problemática general que se plantea, puedo decir que, de los elementos que se presentan como constantes en las diferentes conductas de las personas implicadas -tanto por parte de las víctimas como de quienes han cometido el delito de abuso sexual y de las autoridades de la Iglesia católica que han tratado de resolver esta problemática encubriéndola-, yo tuve conocimiento de ellas por experiencia, con sus particularidades, por supuesto. Y si al principio me sentí solo y hasta extraño en esta situación, porque la consideraba atipica (incluyendo sentimientos de culpa y de haber traicionado a mi comunidad por haber hablado), hoy me doy cuenta de que mi experiencia forma parte de una verdadera tragedia, deliberadamente enterrada, que involucra a mucha gente, la cual apenas está aflorando a la superficie y no podemos seguir ocultando. Tengo que reconocer que, ante estos datos de abuso sexual por parte de sacerdotes y obispos alrededor del mundo, y el análisis de las leyes y de las políticas internas que se siguen al respecto por parte de autoridades eclesiásticas, los católicos nos encontramos ante un dilema muy serio que determinará la credibilidad de la Iglesia católica ante el mundo. O rechazamos tales datos a priori por considerarlos difamatorios y provenientes de una estrategia
conspiratoria desde el malvado mundo exterior y nos encerramos en nuestra fortaleza institucional, esperando a que baje el rating de atención; o, con dolor pero también con indignación nos abrimos a analizar concienzudamente esta problemática interna y le buscamos una solución adecuada, una solución de raíz. Ante este tipo de situaciones no hay términos medios. Quiero decir que, como sacerdote, entiendo la resistencia y la tentación que muchos católicos tenemos ante este tipo de hechos y del análisis sobre situaciones que vivimos en el interior de la institución: sentirnos profundamente ofendidos porque se está atacando la sacralidad de la Iglesia y de sus ministros, y entonces reaccionar denunciando que se trata de una calumnia de grupos oscuros para afectar el prestigio y la autoridad moral de la Iglesia. La tan llevada y traída teoría de la conspiración orquestada por los poderes tenebrosos del mundo. Por la magnitud misma del fenómeno, la hipótesis del complot debería investigarse, y si las autoridades eclesiásticas no quieren hacerlo, porque lo consideran parte del compartir el sufrimiento y la cruz de Cristo, debería hacerlo un grupo profesional de laicos que prestara este servicio a la institución, hacer público el resultado, para abrir el debate, e incluso presentar demandas judiciales si resultara adecuado. De lo contrario, se cae en un victimismo sospechoso que termina levantando una cortina de humo y desviando la atención de los problemas reales. Y, aun cuando se llegara a comprobar un complot
contra la Iglesia que, como afirman, magnifica la realidad, los casos ciertos de abuso sexual y, sobre todo, la forma generalizada de encubrirlos por parte de las autoridades, implican una problemática muy grave y exigen una solución radical dentro de la Iglesia católica, ante las autoridades civiles de los estados y ante la sociedad en general. Pero, precisamente porque viví lo que me tocó vivir, es imposible creer que toda esta serie de casos son construcciones difamatorias orquestadas por una gran cruzada para dañar a la Iglesia. ?Quién tendría la capacidad de manejar a tantas personas en distintos países -niñas y niños, papás y mamás, e t c . , para que se convirtieran en víctimas y acusadores inventando historias?