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Spanish Pages [231]
B. LLORCA, S. I. - R. GARCÍA VILLOSLADA, S. I. P. DE LETURIA, S. I. - F. J. MONTALBAN, S. I.
HISTORIA DE LA
IGLESIA
CATÓLICA
En sus cuatro grandes edades: Antigua, Media, Nueva, Moderna TOMO EDAD
IV
MODERNA
(z64S-z95i)
La Iglesia en su lucha y relación con el laicismo POR EL PADRE
FRANCISCO J. MGNTALBAx\T, S. I. (f) PKOFESOR
DE HISTORIA ECL. EN EL COLEGIO DE SAN FRANCISCO JAVIER
(ORA)
REVISADA Y COMPLETADA POR LOS PADRES
B E R N A R D I N O L L O R C A , S. R I C A R D O G A R C Í A V I L L O S L A D A , S. "
I. I.
REIMPRESIÓN
BIBLIOTECA n ¡ : ACTORES MADRID • MCMLEH
CRISTIANOS
P E R I O D O
I I
Descristianización de la sociedad y reacción católica (1789 - 1951) '
INTRODUCCIÓN Con la Revolución francesa entran en escena, en la historia del mundo y de la Iglesia, nuevos elementos y nuevas tendencias. Las ideas de la falsa Ilustración han cristalizado en hechos. Al absolutismo regio ha sucedido el liberalismo; pero el liberalismo degenera muchas veces en libertinaje. A la anarquía de los espíritus ha sucedido la anarquía de los hechos. Tras de la opresión y tiranía en que estaban las masas, viene la tiranía de la democracia, que con harta frecuencia degenera en demagogia. A las luchas religiosas suceden las luchas políticas, y a éstas las luchas sociales o de clases. Se arroja de la sociedad y de la vida pública el poder e influjo de la Iglesia, que es fuente de obediencia, de orden y de paz. No se reconoce más autoridad que el dominio soberano de la razón individual. 1 Véanse, entre otras, las obras siguientes : GAMS, P. B., Geschichte der K. Christi im íg. Jahrh (Innsbruck 1854 s.) ; CRETINEAUJOLY, L'Egiise rom. en face de la révolution... (París 1859-1861) ; DÓLLINGER, I G N . , Kirche und Kirchen, Papstum und Kirchenstaat (Munich 1861) ; NÜRNBEKGER, Papstum und Kirchenstaat, 3 vols. (Maguncia 1898 s.) ; SILEERNAGL, Y S . , Die Kirchenpolitik und religiosen Zustande im 19. Jahrh. (Landshut 1901) ; KRALIK, R. V., Allgemeine Geschichte der neuesten Zeit. 6 vols. (Viena 1919-1923) ; SEIGNOBOS, C H . , Histoirc politique de l'Europe contemporaine (18141914), 6. a ed., 2 vols. (París 1926) ; Me. CAFREY, History of the catholic Church in the 19 th. century, 2 vols. Londres 1926) ; CECCHELI, C , II Vaticano (Roma 1927) ; HAYWARD, J., Le dernier siécle de la Rome pontificale (París 1928) ; SCHNABEL. F R . , Gesch. der neuesten Zeit (íiSq-igig), 7. a ed. (Friburgo de Br. 1931) ; I D . , Deutsche Gech. im ig. Jahrh., 3 vols. (1929-1935) ; ROSE STOCK, E., Die europaischen Revolutionen (1931) ; WEILL, G., L'éveil des nationalités et le tnouvement liberal (181^-1848), en «Peupl. et Civil.», por HAL-
PHEN et
SAGNAC, 15
(París 1930)
;
HAUSER,
E. ; MAURAIN, J. ;
BE-
NAERTS, P., DU libéralisme a l'Imperialisme (i86o-i8y8), en «Peupl. et Civil.», 17 (París 1939) ; JARRY, E., L'Egiise contemporaine (Pa-
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P. 2 . — D E S C R I S M A N 1ZACIÓN DE I.A SOCIEDAD ( 1 7 8 9 - 1 9 5 1 )
INTRODUCCIÓN
Si el período anterior era el individualismo de los soberanos y príncipes, en éste domina el individualismo de los burgueses y plebeyos. Al Estado católico sucede el Estado liberal, que tiraniza la Iglesia, y a éste el proletariado ateo descristianizador. En esta atmósfera, el protestantismo, que parecía triunfar en sus principios, queda sepultado en su mismo triunfo. Nacen mil sectas y actitudes religiosas, que casi nada tienen que ver con el protestantismo ortodoxo. En cambio, la Iglesia católica, cada vez más despojada de sus derechos materiales y desposeída de sus Estados pontificios, se espiritualiza más y más. Frente a la anarquía y al desorden se yergue como ponencia espiritual inconmensurable. Al fin del período, ya en pleno siglo XX, en medio del fragor de las armas, tanto en la primera guerra europea del 1914 al 1918 como en la segunda de 1939-1945, el papa en el Vaticano se levanta como único faro orientador, y aun las mismas potencias no católicas buscan de alguna manera su luz, su doctrina y su influjo benéfico. La expansión de la Iglesia católica en el campo misional, después de los últimos descubrimientos y exploraciones geográficas del siglo XIX en África y Oceanía, es verdaderamente ecuménica y mundial. Pasada la borrasca de la revolución, las misiones inician un resurgir que llega al cénit en nuestro siglo XX, el siglo de las misiones. Es cierto que en este período se esbozan varias herejías y tendencias peligrosas; pero el Vicario de Cristo, vigilante como nunca y armado de la infalibilidad pontificia, solemnemente definida en el concilio Vaticano, les sale al paso con decisión y plenos resultados. Brillan como nunca en la Iglesia sus notas de unidad, santidad, catolicidad y apostolicidad.
La lucha religiosa de este período estalla gigantesca en nuestros días y divide al mundo en dos grandes campos, el materialismo ateo del socialismo y comunismo y el esplritualismo de la Igleia católica. Algunas veces se han entrecruzado con otras dos tendencias políticas, el totalitarismo y la democracia, que pugnaban por la hegemonía del mundo; esto sin contar otra corriente media y difusa, que unas veces se llama liberalismo y otras laicismo, que en algunos países, como Estados Unidos, Francia, Inglaterra, etc., intenta ocasionalmente aliarse con la Iglesia católica para salvar ciertos valores humanos. En medio de la lucha flota cada vez más purificada la fuerza de la primacía del espíritu, que, guiada por la divina Providencia, se abrirá paso a través de los siglos con nuevos días de paz.
rís 1936); BAUMONI, MAURICE, L'essor industriel et l'impérialisme colonial (1878-1904), en «Peupl. et Civil.», 18 (París 1937) ; GARCÍA DE CASTRO, R., ¿El catolicismo en crisis? (Barcelona 1935) ; GENET, L., I.'époque contemporaine (1848-1939) (París 1946) ; HVMA, A., Christianity and politics. A history of the principies and struggles of Church and State (La Haya 1946) ; LECLER, J., L'Eglise et la souveraineté de l'Etat (París 1946) ; BIEBER, H . , Das Europáische Staatssystem 1848... (Oífenburg 1946) ; KASSNER, R., Das XIX Jahrh. Ausdruck und Grose (Zurich 1947) ; RIVET, A., Traite du cuite catholique et des lois civiles d'ordre religieux: I. Historique de la législation (1780-1947) (París 1947) ; CROCE, B., Storia d'Europa nel secólo decimonono, 7. a ed. (Baria 1948) ; LIPSON, E., Europe in the XIXth. and XXth. centuries, 4. ed. (Londres 1948} ; WOODCOCK, G., A hundred years of revoluiion: 1848 and after (Londres 19^8); ERGANG, R., Europe in our time (Londres 1948) ; LIPSON, E., Europe in the XIX. anri XX. centuries, 4. a ed. (Londres 1948) ; SALVATORELLI, L., Le reuizioni fra Stato e Chiesa nel secólo XIX: IV. Dal catolicesimo libérale al Conc. Vatic. (Roma 19-18) ; JOLIBET, C H . ; ARCHILIERE, H. X . , Histoire contemporaine (á¿ 1789 á 187$) (París 1949)..
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CAPÍTULO í La revolución I.
francesa
y la Iglesia
(1789-1815)
LA MARCHA GENERAL DE LA REVOLUCIÓN1
Arsenal riquísimo para el historiador son los Procesos verbales de la asamblea general y de la asamblea constituyente. Como quiera que la revolución se desarrolló en pleno período de publicidad, podemos seguir paso a paso todos los acontecimientos más salientes por medio del Journal des Debáis et Décrets y el Courrier efe Provinoe, que comunicaba al público de provincias lo que la revolución hacía. La fuente y la bibliografía son inabarcables en una obra como ésta. Lo que más nos interesa es conocer las causas y seguir el giro y la evolución de los acontecimientos. 1. Causas de la revolución.—Desde hacía tiempo que en Francia todo se preparaba para la revolución. Varias eran las causas que la motivaban. Se pueden reducir a dos cabezas: la una dice relación con el régimen político, la otra brota de las ideas. Graves eran los abusos perpetrados bajo el anden régime :• el absolutismo regio había llegado al colmo, a un régimen completamente arbitrario y despótico. "L'Etat c'est moi", de Luis XIV, y el edicto de diciembre de 1770, en que Luis XVI declaraba: "Todo poder del Estado viene del rey; él es el único representante de la nación y el que por propia responsabilidad dicta las leyes, las publica y las ejecuta", eran sintomáticos de este régimen. 1 FUENTES.—Collccllo Brcvium atque instrnclicmum SS. D. N. Pii rapae VI, quac ad praesentes gallicarum ecclcsiaruiii calamiíates pertinent (Augsburgo 1786) ; Collection genérale des brejs et instructions de Pie Ví... depuis 7790 pisque 1796, publ. par M. J. GULIU (París 1798) ; BOURGIN, G., La France et Rome de 1-8H a 1797. Registre des dépéches du Sccretaire d'Etat (París 1909) ; Collection de mémoires sur la Révolution francaise, 41 vols. (París 1821 s.) ; Recueil des actes da Comité du Salid Public, evec la correspondance officielle des représentants en mission..., publ. por A. AULARD (París 1889 s.) ; La société des Jacobins. Recueil des documents... (París 1890 s.) ; DEBIDOUR, A., Recueil des actes du Directoire exécutiv (París 1910 s.).
BIBLIOGRAFÍA.—Ante
todo
véanse : TOURNEUX, Bibliographie
de
l'histoire de París pendant la Révolution, 4 vols. que enumeran 27.000 obras (París 1890-1913) ; LACOMBE, Essai d'une bibliographie des ouvrages relatits a l'hist. relig. de Paris, pendant la Révolution (París 1884) ; PISANI, L'Eglise de Paris et la Révolution, 2 vols. (París 1910). Sobre la Revolución francesa y sobre este período, véanse en particular las siguientes obras generales : TAINE, H . , Les origines de ia France contemporaine en France, 6 vols. (París 1878-1893) ; I..\-
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P. 2.—DESCKlSTIANIZACIÓN DE LA SOC1EDAL) ( I / S g i g s O
C. I.—LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LA IGLESIA
Desde 1614, es decir, desde hacía ciento setenta años, no se habían reunido los Estados generales del reino. Además, con el abuso de las lettres de cachet del rey, la libertad de los ciudadanos quedaba siempre amenazada y puesta al arbitrio de cualquier valido. Bien alto lo pregonaban los muros de la Bastilla. Esa misma arbitrariedad se veía en la imposición de tributos, que iban cada día en aumento. Para soslayar la oposición del Parlamento en registrar los edictos tributarios, se inventaron los lits de justice y el destierro de los parlamentarios recalcitrantes. Los cficios y empleos se hicieron espantosamente venales en beneficio de los nobles y de los ricos. Pero, además, el anclen régime en sí mismo y en su misma esencia y constitución llevaba la odiosa desigualdad de clases con el sistema de minorías privilegiadas, es decir, la nobleza, el clero y el pueblo o tercer estado, sobre el cual caían las cargas. Como que los impuestos directos sólo al tercer estado afectaban, y los tributos indirectos en su mayor parte sólo al tercer estado se aplicaban 2. El otro capítulo de causas es más bien de índole social y religiosa. Estas fueron las que marcaron la revolución francesa con el sello de irreligiosidad e impiedad. La literatura deísta o anticristiana de Rousseau, Montesquieu, Voltaire; la nueva filosofía materialista y la nueva ciencia positiva de la Enciclopedia engendraron una revolución irreligiosa y atea. "Desde hace treinta años pienso, y ahora sigo pensando, dice Brunetiére, en el poder de las ideas. Las ideas rigen al mundo. La filosofía en general y la Enciclopedia en particular estuvieron en primera fila entre los hombres de VISSE, E., Histoire de la F ranee contemporaine La Révolution,
(lySg-igig),
vols. i v a :
por P H . SAGNAC y P. PARISET (París 1920) ; HALPHEN,
L., y SAGNAC, L., en «Peupl. et Civil.», vol. 12 : La Révolution
fran-
caise, por G. LEFEBVRE, R. GUYOT, P H . SAGNAC (París 1938) ; W E I S S ,
J. B., Hitsoria universal, trad. de R. Ruiz Amado, vols. 15-21 (Barcelona 1928 s.) ; LECLERCQ, H . , Histoire du dé clin et de la chute de la monarchie francaise (178Q-17Q2), 3 vols. (París 1924-1930). Otros volúmenes (París 1931-1940) : AULARD, A., Histoire politique de la Révolution francaise, 9 vols. (París 1893-1924) ; MADELIN, L., La Révolution (París 1911) ; MATHIEZ, A., La Révolution francaise, 3 vols. (París 1922-1924) ; RAMBAUD, A., Histoire de la civilisation contemporaine en France (i78g-igi2), nueva ed. (París 1926) ; SOREL, A., L'Europe et la Révolution francaise, 4 vols. (París 1923) ; BELLOC, H., The French Révolution, 2/ 1 ed. (Londres 1925) ; GAXOTTE, P., La Revolución francesa (Madrid 1934) ; GOETZ, W., Historia universal, vol. T2, La Revolución francesa, etc. (Madrid 1931 s . ) ; GUÉRIN, D., La lutte des classes sous la premiére République, 2 vols. (París 1947) ; MAURRAS, CH., Réflexions sur la Révolution de jjSg... (París 1948) ; SoBOUL, A., La Révolution francaise (iySg-ijgp) (París 1948) ; ROGERS, C. B.., The spirit of Révolution in i-¡8g (Princetown 1949). ' GASC-DEFOSSÉS, La Révolution francaise: I. L'agonie de l'ancien régime (París 1923), pp. 1-35, trata de las causas próximas de la Revolución, sociales y generales, como el protestantismo, enciclopedismo y masonería. Véase también HERVÁS Y PANDURO, L., Causas de la Revolución francesa (Madrid 1943).
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la revolución. Ciertamente el Es sai sur les moeurs, de Voltaire, y el Ccntrat sociale, de Rousseau, no fueron las únicas causas de la revolución. Sin la filosofía, existían en el Estado y en la sociedad verdaderos abusos; pero desde luego los filósofos formularon estos abusos y esparcieron su conocimiento por el mundo. Los filósofos dieron a la revolución no sólo el carácter de una doctrina determinada, sino también la nota de su universalidad. La filosofía fué la norma intelectual de la revolución francesa" 3. Estas causas influyeron en la plebe, en cuyas manos se puso la revolución, y ciertas circunstancias casuales produjeron una revolución sangrienta como pocas en la historia. La causa próxima u ocasión de la revolución fué la bancarrota económica de Francia. Las deudas y empobrecimiento de la nación tomaron proporciones alarmantes con las guerras de Luis XIV, fueron en aumento con el despilfarro de la corte y las suntuosas construcciones de Luis XV, y, a pesar de la buena voluntad y economías de Luis XVI, los gastos de la guerra de la independencia de los Estados Unidos acabaron de desquiciar la cuestión económica. Las guerras y el lujo echaron sobre Francia una carga de 3.500 millones de francos de deuda. 2. Esfuerzos por resurgir.—Para evitar la bancarrota, el ministerio Turgot tomó varias medidas, que dejaron de aplicarse muy pronto, con su caída en 1776. Fué llamado al ministerio el banquero protestante Necker, quien acudió a los empréstitos y ahorros. Así se mantuvo hasta 1781. Le sucedió Calonne; pero en 1786 hubo de persuadirse que todos los medios empleados resultaban inútiles y quiso remediar un mal tan grave por medio de la Asamblea de los Notables, que desde 1626 no se había convocado. Se reunieron éstos en 1787; pe'ro se disolvieron sin adoptar ninguna resolución eficaz. Cayó Calonne y le sucedió el indigno arzobispo de Ttoulouse Loménie de Brienne. Se ideó un conato de nueva Constitución, que coartara los derechos del Parlamento, sacando de su jurisdicción el registro de las leyes y la cuestión de impuestos. El 25 de agosto de 1788 cayó De Britenne, y, contra la voluntad del rey, hubo de ser llamado de nuevo el intrigante Necker, quien devolvió al Parlamento sus derechos. Los tumultos populares se multiplicaban. Necker, como último recurso, propuso la convocación de los Estados generales *. * BRUNETIÉRE, Philosophes et la société francaise, en «Revue des Deux Mondes» (1906), p. 605 ; SICARD, L'éducalion morale el civique avant et pendant la Révolution (1700-1808) (París 1912). 4 Con amplitud y competencia expone Gasc-Defossés en su primer volumen «L'agonie (Je l'ancien régime», después.de exponer en el libro primero las instituciones baj» el anclen régime, y en el libro se-
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P. 2.—t>ESCRISTlANIZACIÓN DE I.A SOCIEDAD (1789-1951) C. I.—LA REVOLUCIÓN FRANCESA V LA IGLESIA
3. Los Estados generales: dificultades en su inauguración. Asamblea Nacional.—El 24 de enero de 3789 apareció el decreto convocándolos para el 27 de abril en Versalles. Se cometió el error de conceder al tercer estado doble representación. De esta suerte, de 1.158 diputados se presentaron 270 miembros de la nobleza, 290 del clero y 598 del estado llano. Si se cambiaba el proceder corriente de votar por estados y se adoptaba el voto individual, el tercer estado triunfaría en toda la línea. Los diputados de provincias estaban ya en París para el día prefijado; pero los de la ciudad ' idavía el 13 de abril recibieron su sistema electoral. Por lo tanto, se difirió la apertura de la Asamblea para el 5 de mayo. Mientras tanto, funcionaban ya los clubs y se iban esbozando los tres partidos de aristócratas, moderados y demócratas. La mayor parte de los diputados del tercer estado venían con sus mandatos bien definidos: reformas en la economía, en la justicia, en la instrucción y lem el ejército. Entre ellos sobresalía el conde de Mirabeau, que por su inmoralidad y deudas había sido excluido del primer estado y ahora se presentaba al frente de los demócratas. Entre los representantes dtel clero figuraba un sacerdote, Siéyes, vicario gene-, ral de Chartres, que era autor de una serie de escritos revolucionarios, y principalmente del folleto (¿ufes-ce que le5 tizrs état ?, que en tres semanas esparció 30.000 ejemplares . Allí estaba también Mi. Talleyrand, obispo de Autun, destinado desde niño, sin vocación, a la carrera eclesiástica. El 5 de mayo se inauguró la Asamblea con una misa pontifical, celebrada por el arzobispo de París, Juigné, en la iglesia de San Luis de Versalles. Predicó en ella el obispo de Nancy, De la Fare, en términos ambiguos contra los abusos, así políticos como religiosos, acentuando los bienes de la libertad. En la sesión inaugural, tenida en la sala del Palacio de Versalles, los tres estados se colocaron de la manera siguiente: a la derecha del trono estaba el clero; a la izquierda, la nobleza, y enfrente, el tercer estado. El rey y el canciller, en sus alocuciones, amonestaron a los presentes contra el prurito de novedades y exhortaron a todos a hallar remedio a los males y crisis económicas. Después Necker echó un discurso de tres horas, dando cuenta con cifras y datos del estado económico y del déficit de la nación. Con esto se levantó la sesión, sin determinar cómo se había de gundo «Los tres Estados», todos los esfuerzos del Gobierno y sus ministros hasta el $ de mayo de 1789 para salir de la crisis ; en el libro tercero «El remado de Luis XVI» hasta el 5 de mavo de 1789. 4 GASC-DEFOSSÉS, La Rév. francaise. L'agonie..., pp. 3S2-429 : se estudia la convocación de los Estados generales, su elección y sus mandatos o los Cahiers de reformas.
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hacer el escrutinio de las actas de los diputados ni cómo se había de emitir el voto. El 6 de mayo el tercer estado presentó ya la cuestión sobre la manera de examinar las actas: el examen se había de hacer en común y se había de votar por cabezas y no por estados, pues cada diputado representaba no sólo a su estado, sino a toda la nación. La moción fué rechazada por la nobleza y el clero. Entonces el tercer estado, en el que bullía ya la idea de su representación nacional con las ideas de Siéyes: "¿Qué es el tercer estado? Nada. ¿Qué debe ser el tercer estado? Todo", resolvió no admitir ningún diputado cuyos poderes no se hubiesen examinado en su seno y no reconocer a los nobles y clérigos que no se sometiesen: sólo el tercer estado representaba a toda la nación ". Entre la nobleza, 188 votos se declararon por constituirse por estados. Los otros 47 votos, entre ellos el archiduque de Orleáns, el archiduque de Liancourt y el célebre Lafayette, se unieron al tercer estado. Pronto se sumaron a éstos ocho miembros de la nobleza de París y el ministro Necker. Entre el clero, 133 votos se declararon por el sistema antiguo y 114 por sumarse al tercer estado. Así las cosas, el 12 de ju^io, el conde de Mirabeau conjuró en nombre del Dios de la paz al clero a que se juntase con la burguesía. Con grandes aplausos inauguró el paso el abate Grégoire, no mal sacerdote, aunque de ideas muy avanzadas. Terminado el examen de las actas, el tercer estado el 17 de junio se declaró Asamblea Nacional, e invitó a los otros dos estados a entrar en su seno. Este fué un paso decisivo, que echaba por tierra en principio la antigua constitución de los tres estados y aun la soberanía del rey. Se podía decir que la revolución estaba en marcha. Como presidente de la Asamblea quedó elegido el astrónomo Bailly T. Inmediataniienífe surgió la idea de dar una nueva Constitución al país. Efectivamente, el 20 de junio, los diputados, reunidos en el juego de pelota ds Versalles, porque no se les daba el salón, juraron no separarse hasta dar a Francia una Constitución. El monarca tuvo que acceder a que noblfeza y clero se adhiriesen a los burgueses el 27 de junio, con gran desdoro de la autoridad real y con el triunfo de los rebeldes. El presidente Bailly quedó constituido como presidente de " L o u i s BLANC, Révolution francaise, II, p. 259, expresa el deseo del rey de que los tres Estados sigan, como siempre, como algo' esencial a la Constitución del reino. 7 SAGNAC, La Révolution, en «Histoire de la Franee contemporaine», de E. Lavisse, t. 1, 24-
404
I'- a . - JJtóCRISTIANlZACION DK LA SOCIEDAD
(1789-1951-) O
toda la Asamblea, que desde entonces se llamó Asamblea constituyente s. 4. Asamblea constituyente. Abolición de los privilegios. La calle iba a imponerse pronto. El 1 de julio, Necxer propuso al rey armar al pueblo y disminuir el ejército, al que, por otra parte, se venía difamando. El desorden aumentaba. El rey creyó deber despedir a Necker, a quien comenzó a considerar como su más peligroso enemigo. Pero Desmoulins presentó ante el pueblo esta despedida como otra S. Barthelemy. En poco tiempo el populacho de París, alborotado, tomaba las armas, y comenzaron los atropellos: en la noche del 12 al 13 fué asaltada la casa de los lazaristas, con destrucción y vandalismo. Los militares tenían orden de no derramar gota de sangre y de retirarse prudentemente. París quedó sin tropas, y el populacho armado abrió las cárceles a. El colegio electoral de París, con anuencia de la Asamblea constituyente, que desde el 9 de julio elaboraba ya la nueva constitución, se apoderó del poder; se creó una guardia nacional de 48.000 hombres al mando de Lafayette, y el populacho, por su parte, pedía la entrega de 32.000 fusiles del arsenal de los Inválidos. De hecho, el 14 de julio la plebe arrebató de allí 28.000 fusiles y 20 cañones y asaltó la fortaleza de la Bastilla, que defendían sólo 138 soldados. La destrucción de la Bastilla, símbolo del absolutismo regio, sonó a fin del antiguo régimen. La noticia de su toma fué en provincias la señal de asaltos y atropellos a los castillos de los nobles. Estos comenzaron a emigrar, aterrados o cobardes. Entre ellos salió de Francia el conde de Artois, Carlos Felipe, hermano del rey, que se puso a la cabeza de los emigrados, y desde 1791 fijó su residencia en la corte del elector de Tréveris, Coblenza 10. El 15 de julio el rey se presentó en la Asamblea, expresando su pesar por los disturbios y reclamando el auxilio de la Asamblea para restablecer el orden en la ciudad; él, por su parte, ya había mandado retirar las tropas de París y Versalles. En señal de respeto, la Asamblea acompañó a pie al Las cosas van tan de prisa, que desde el 20 al 27 de junio, por ¡a escena del juramento del Juego de Pelota, la Asamblea nacional pasa a rAsamblea constituyente. La escena real no había hecho sino Aiít* rL , eI a b i s m o- GASC-DEFOSSÉS, Rév. franf., II, pp. i8--¡o; LECJ -fQ;> oeuvre déla Constituante (juillet-décembre 1789) (París 1538). los 1 ar •StaSn ^ a e^s ter oforajidos derriba a golpe de hachas la puerta de z a !a tana ! ' .^ biblioteca, los armarios, los cuadros, las venh-o,vt' fabinete de física. Al día siguiente se encontró allá una tiemtena de mirtos. n este ¡v % fritos de la historia reciente de Francia es memoraole del n^r-*4 re J ulio ' < í ne c o n l a t o m a d e l a Bastilla significa la muerte vercrZ Kime. Pero los excesos del populacho también fueron cnní™ os- cí- SAGNAC, La Révolution, en la «Histoire de la Franee «mtemporaxne», de E. Layisse, t 1, 51-58.
I.^LA
REVOLUCIÓN FRANCESA Y LA IGLESIA
405
rey hasta su palacio. Lafayette, que se había señalado en la guerra de la independencia de los Estados Unidos, trató de poner orden. El 16 fué proclamado jefe de la guardia nacional, y Bailly, nuevo alcalde de París. Pero por imposición de la Asamblea, el rey tuvo que llamar de nuevo a Necker y, cediendo a la invitación del municipio de la capital, se dirigió el 17 de julio a la Casa Consistorial. En Sévres le esperaban 200.000 parisienses, y con ellos entró, puesta la escarapela tricolor, en la ciudad, más bien como prisionero. En el Ayuntamiento tuvo que aguantar un chaparrón de discursos inconvenientes. A su vuelta a Versalles, hasta hubo disparos contra é l l l . De hecho era ya la Asamblea o más bien la Commune de París y los clubs los que gobernaban. La anarquía crecía como la espuma. Desde París, la ola revolucionaria se iba extendiendo por el Delfinado, Bretaña y Normandía. En ocho días, toda Francia se había armado. Los Parlamentos y los antiguos tribunales habían desaparecido; los asaltos de conventos y castillos, con sus correspondientes víctimas, menudeaban. El 22 de julio, a pesar de las promesas de Lafayette, caía asesinado el ministro de la guerra, Fulon, y a su yerno hasta le arrancaron el corazón. El pueblo se iba convirtiendo en una hiena con instintos sanguinarios, cada vez más crueles, contra todos los que no seguían sus caprichos. Ante los almacenes y escaparates, el populacho pedía tumultuosamente pan. En ese mar revuelto sobrenadaban tipos como el joven abogado Camilo Desmoulins, que se llamaba a sí mismo "procurador general de faroles", entiéndase "horcas" 12. 5. Los derechos del hombre.—En medio de esta anarquía, la Asamblea, dominada por la Commune y los clubs, el 28 de julio asumió la mayor parte del gobierno y dictó una serie de órdenes en varios ramos de la administración. Entre tanto, el estudio de la Constitución, que desde el 9 de julio se venía preparando, iba terminándose. Pero el 4 de agosto se resolvió que antes había que proceder a proclamar los derechos del hombre y del ciudadano. Inopinadamente, el 4 de agosto mismo, en la sesión nocturna, que duró seis horas, el diputado Target propuso se debía hacer al pueblo un llamamiento a la paz; pero el vizconde 11 GASC-DEFOSSÉS, o. o, II, L'Assamblée..., pp. 88-Í22. Lafayette presenta su dimisión y la retira en medio de los mayores excesos del populacho ; ante este desbarajuste, comienza la emigración de capitales _ ' . 12 y de personas. En sólo el mes de agosto fueron incendiados más de 200 castillos señoriales. Y, naturalmente, estos horrores no se cometían sin sangre y crueldades increíbles. Cf. GASC-DEFOSSÉS, II, L'Assamblée..., p. 104 ; WTTHR, Die Emigranten der franzosischen Révolution .(Munich 1938).
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P. 2.—DESCRISTIANIZAC1ÓN DE LA SOCIEDAD (1789-1951)
de Noailles afirmó que la paz no vendría hasta que se Hubiera concedido al pueblo algo tangible. Todos rivalizaron en generosidad desde aquel momento. Conforme lo acordado en el club bretón el día anterior, se fueron haciendo una serie de proposiciones, que se aprobaban por aclamación. La nobleza renunció a sus títulos y blasones, a los derechos de montes, caza y pesca, a tedos los derechos feudales. Por su parte, el clero renunció a l